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Directo a reincidir: un estudio sobre las nuevas derechas en América Latina
Directo a reincidir: un estudio sobre las nuevas derechas en América Latina
Directo a reincidir: un estudio sobre las nuevas derechas en América Latina
Libro electrónico671 páginas8 horas

Directo a reincidir: un estudio sobre las nuevas derechas en América Latina

Por Christian Escobar Jiménez (Editor)

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Este libro es la contribución de académicos y expertos de diferentes países e instituciones a lo largo de la región y de los Estados Unidos. Nuestro intento es dar un panorama general del continente, estudiando casos específicos por países, a lo que hemos denominado, por simple uso práctico: "nuevas derechas en América Latina". El libro mezcla la experiencia de varios expertos en los estudios políticos de la región, con un conjunto de jóvenes y talentosos investigadores que han brindado generosamente sus aportes.
IdiomaEspañol
EditorialPontificia Universidad Católica del Ecuador
Fecha de lanzamiento7 dic 2024
ISBN9789978777244
Directo a reincidir: un estudio sobre las nuevas derechas en América Latina

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    Directo a reincidir - Christian Escobar Jiménez

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    PRÓLOGO

    INTRODUCCIÓN

    HABLEMOS DE DERECHAS

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de derecha?

    Las derechas en América Latina

    Entre la resiliencia y la renovación

    Primera parte

    A cada uno lo suyo

    Las derechas argentinas: de lo viejo a lo nuevo

    Brasil: entre la catástrofe y la nueva composición del trabajo

    Partidos de derecha en Chile: 1989-2021

    Nuevas candidaturas, viejos votos.

    Análisis del ajuste de los electorados y la dirigencia de derechas en las elecciones presidenciales en Colombia (2022)

    Comportamiento legislativo de la derecha emergente ecuatoriana: CREO como partido de gobierno y de oposición

    Las derechas mexicanas y su activismo en el marco de la Cuarta Transformación

    La derecha peruana: de la hegemonía a la crisis (1990-2022)

    Cambalache populista: el ascenso al poder de Javier Milei desde la derecha. Reflexiones en torno a su triunfo en las elecciones presidenciales 2023

    Segunda parte

    Un mundo comparado: movimientos, partidos, grupos de presión

    Los think tanks neoliberales y su relación con las derechas en Colombia y Venezuela: entre el gobierno y la oposición en el clivaje de los siglos xx y xxi

    Trayectoria y reclutamiento de mujeres en organizaciones políticas de derechas en Ecuador, Colombia y Perú

    El combate al género en la politización religiosa evangélica. Secularismo estratégico, guerra espiritual e ideología

    Tercera parte

    Un mundo de espejos

    Trump: polarización y populismo de derecha

    En nombre del pueblo:

    El avance de la derecha radical en Europa

    Evolución histórica de la extrema derecha en España

    Los autores

    PRÓLOGO

    Este libro surge en un momento que se ha interpretado como un ciclo político, en el que se asume que a los llamados progresismos latinoamericanos les ha sucedido un giro conservador. Sin embargo, en los diferentes textos que lo componen, no existe ningún compromiso importante con esta premisa, y constituye apenas un punto de partida que motiva la naturaleza misma del compendio. No discutimos si tal ciclo existe, si constituye una negación del anterior o incluso si el precedente podría verse como progresista. Sencillamente, esta afirmación nos sitúa en un contexto que puede entenderse como un hilo conductor general a los diferentes capítulos del libro.

    Llamamos nuevas derechas a aquellas que han surgido, reaparecido o cobrado relevancia electoral en el presente siglo, ya sea con nuevas posturas o con la actualización de anteriores aspiraciones conservadoras y elitistas a lo largo de la región. Así, hemos querido no solo analizar su surgimiento y el conjunto de circunstancias que las caracterizan, sino también su continuidad con las derechas tradicionales.

    ¿Cuáles son las características de estas derechas? Dado que hablamos de varios tipos de derechas en varios países, acordamos un uso laxo del término que tiene un sentido histórico más o menos definido. Este uso laxo funciona generalmente como el heurístico que suele caracterizar a la idea de derecha entre expertos y legos. Hace más de sesenta años, Sheldon Wolin escribía que, si se le pudiese otorgar una ontología a la política, esa será el orden o su búsqueda. De manera, similar, si a partir de la Revolución francesa, la derecha política tendría una ontología, podríamos definirla brevemente en dos cuestiones básicas: el conservadurismo, en el sentido de deseo y primacía de un orden anterior; y la desigualdad como característica esencial de las sociedades, ya sea por causas naturales o divinas.

    De esta forma, nuestra posición sobre las derechas actuales la resumimos brevemente de la siguiente manera: conservadora en lo político y liberal en lo económico. Conservadora en el sentido en el que la derecha primigenia (aquella conectada a los monárquicos enfrentados a los revolucionarios franceses) la definió históricamente. Liberal en lo económico en cierta continuidad que va desde los fisiócratas hasta las nuevas formas de libertarianismo. Por supuesto que esta reducción es un abuso y un arbitrio por múltiples razones: existen derechas históricas que no cabrían en la definición, porque el liberalismo económico no es patrimonio exclusivo de las derechas, porque algunos de estos fenómenos preceden a la propia idea de derecha o izquierda políticas, o porque existen izquierdas conservadoras. Siempre se pueden hallar contraejemplos para esta definición; sin embargo, hemos querido tener una formulación básica y simple con la que se pueda trabajar para aglutinar diferentes movimientos, partidos y acontecimientos políticos dentro de nuestra región. No proponemos esta postura como una definición a partir de condiciones necesarias que los fenómenos analizados deben cumplir, sencillamente tomamos una aproximación pragmática que permite organizar el trabajo y unificar la diversidad de los hechos políticos. Paradójicamente, a pesar de hablar de una ontología de la derecha, el trabajo no parte de un compromiso de este tipo, y solo construye conceptos básicos que funcionan como puntos de partida.

    Este libro es la contribución de académicos y expertos de diferentes países e instituciones a lo largo de la región y de los Estados Unidos. Nuestro intento es dar un panorama general del continente, estudiando casos específicos por países, a lo que hemos denominado, por simple uso práctico: nuevas derechas en América Latina. El libro mezcla la experiencia de varios expertos en los estudios políticos de la región, con un conjunto de jóvenes y talentosos investigadores que han brindado generosamente sus aportes.

    Esta obra se divide en dos partes, y presenta, además, una larga introducción sobre qué entendemos por derecha en América Latina. La primera parte trata de las derechas en países como Argentina, México, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Chile; además de un análisis de movimientos religiosos de derecha en Ecuador, think tanks de la misma línea ideológica en Colombia y Venezuela; y la forma de selección de mujeres en partidos políticos de derecha en Colombia, Perú y Ecuador.

    La segunda parte es de dimensiones más cortas y contiene aportes sobre la derecha populista de Trump en Estados Unidos, las nuevas derechas nacionalistas en Europa y la trayectoria que lleva al surgimiento de Vox en España. En este pequeño prólogo no introducimos a los temas que trata cada capítulo, pues cada uno incorpora un resumen, y quién mejor que los autores para hablar de sus propios trabajos. Agradecemos a todos por su contribución.

    Christian Escobar Jiménez

    Quito, abril de 2024

    INTRODUCCIÓN

    HABLEMOS DE DERECHAS

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de derecha?

    Christian Escobar-Jiménez

    Pontificia Universidad Católica del Ecuador

    Resumen

    El presente capítulo ensaya una definición de derecha a partir de varios elementos históricos, axiológicos y prácticos. Se hace un repaso del origen de la diada izquierda y derecha, así como de las diferentes acepciones de ideologías políticas. A partir del análisis de las izquierdas realmente existentes, se plantea a la derecha como una negación del carácter universalista y holista de la primera izquierda y una afirmación positiva del Antiguo Régimen. Se ensaya una definición de las diferentes derechas históricas y un concepto provisional. Al final del capítulo se analiza el carácter epistémico de las ideologías políticas, entendidas como tipos ideales, su carácter heurístico y nuevas aproximaciones desde la psicología y la política que han modificado las acepciones tradicionales.

    Palabras clave

    Derecha, izquierda, ideologías políticas, tipologías de derecha

    El origen

    En Versalles, el 20 de junio de 1789, a menos de un mes de la toma de la Bastilla, los representantes del pueblo en la Asamblea Nacional que trataba de suplir a la Asamblea de los tres Estados, al encontrar cerrada la sala de sesiones habitual, tuvieron que trasladarse a una sala cercana: la famosa Sala del Juego de la Pelota. Allí, 576 de los 578 diputados del pueblo firmaron un juramento para hacer una nueva constitución que modificaría hasta abolir muchas de las prebendas monárquicas. Aquel día, los diputados se ubicaron de a poco en la sala de sesión según sus afinidades reformistas o conservadoras. Para la sesión del 28 de agosto, la más álgida sobre la transformación monárquica, por mera casualidad, los diputados más conservadores se sentaron a la derecha, y sus contrincantes en el lado opuesto de la sala. Esta casualidad determinó el lenguaje político contemporáneo e impuso toda una visión para clasificar y comprender las posturas políticas individuales y grupales. Según el filósofo español Gustavo Bueno (2001), hubo antecedentes similares de posturas encontradas de acuerdo al lugar de ubicación, como durante el Concilio de Nicea, cuando los heréticos arrianistas (la teología de Arrio fue calificada como una apóstasis del dogma oficial) se sentaron también a la izquierda con respecto al obispo Osio de Córdoba, quien presidió el Concilio como representante de Constantino.

    Una fuente importante de inspiración reformista se hallaba en el Parlamento inglés, en la que una oposición similar entre los conservadores Tories y los liberales Whigs se había plasmado en el Bill of rights, que garantizaba derechos individuales y representación política (Borus, 2007). Sin embargo, es apenas en la antesala de la Revolución francesa que la casualidad de la ubicación en la sala estableció claramente la diada izquierda —cambio— derecha —conservación—. Como afirma Eric Hobsbawm (1999), la Revolución marcó los idearios de al menos tres movimientos políticos claros: los partidos socialistas de izquierda, el nacionalismo como oposición a la invasión francesa, el republicanismo antimonárquico que condujo a las independencias en América Latina.

    Por este hecho, dentro del campo político, los términos izquierda y derecha aparecen como una relación diádica,¹ cuyo sentido solo puede establecerse en su vínculo, y de cuya oposición se derivan otras, como extremistas y moderados, revolucionarios y conservadores, etcétera (Bobbio, 1996). En términos históricos, la derecha nacería como la oposición a la izquierda que interpela la existencia positiva del Antiguo Régimen (Bueno, 2008). Su situación histórica supone que aunque hay cierta continuidad, ambos no son conceptos unívocos y sustanciales, sino análogos y funcionalistas (Bueno, 2003), es decir que tienen una función explicativa dependiendo del contexto y las formas específicas que cobra la diada.

    El origen de los términos conlleva a un problema básico anclado a su mito fundacional: dado que la definición supone necesariamente una oposición que se sigue del origen espacial de los términos, se entienden falsamente siempre como opuestos. Esto quiere decir que en la analogía espacial que cobra la diada izquierda y derecha, aquello que se define en un extremo, no puede corresponderse al otro, por lo que siempre aparecerían como términos excluyentes. Este supuesto equívoco ha sido parte de una comprensión popular en la política (algo de izquierda no puede ser de derecha) y que también la reproducen teóricos connotados, como el gran Norberto Bobbio, que los define como recíprocamente exclusivos y conjuntamente exhaustivos (Bobbio, 1996, p. 49), lo que implica que son siempre antitéticos y complementarios. Al definirlos además como conjuntamente exhaustivos, quiere decir que no existe ninguna postura política que no esté en algún punto de una recta que relaciona los extremos. Tal complementariedad y exclusividad es algo que ha marcado la interpretación. Aunque aseverar que esta concepción es errada puede ser baladí, hay que tener en cuenta que esta ha influido enormemente en los esquemas interpretativos, tanto de actores políticos como de la propia ciencia política.

    Ideología y derecha

    La primera vez que se usa la palabra ideología es en Francia, en 1795, también en el contexto de la Revolución, y aparece en un discurso pronunciado por el ilustrado Destutt de Tracy (1754-1836) en el Instituto Nacional que se fundó en esos años. En un escrito titulado Memoires sur la faculté de penser (García Carrasco, 1982), en una línea cercana al empirismo inglés, Destutt diserta sobre cómo se originan las ideas a partir de los sentidos. La primera concepción de la palabra tiene un uso más epistemológico y su propuesta fue una suerte de teoría general del conocimiento, una science des idées como la concibió el autor y a la cual consagró su obra Élements d’ideologie, publicada en cuatro tomos ya en el siglo siguiente. La intención de Destutt de Tracy era desarrollar un término que pudiera reemplazar exitosamente a la palabra filosofía, demasiado enmarcada en una tradición metafísica y teológica (Parenteau y Parenteau, 2023).

    Probablemente, haya sido Napoleón el encargado de dar un giro peyorativo al neologismo, relacionando la palabra con lo falso o formas de falsificación de la realidad, y lo usó, entre otras cosas, para atacar a los escritores relacionados a la revolución ilustrada francesa² en momentos en los que quería consolidar su poder imperial (Lichtheim, 1965; García Carrasco, 1982; Parenteau y Parenteau, 2023).

    Para los fines de este escrito, podríamos definir dos acepciones generales de la palabra ideología, cuya diferencia no solo es de nivel, sino también de naturaleza y ninguna de las dos, tal como se entienden ahora, tiene nada que ver con la versión original de Destutt de Tracy. La primera es la versión laxa de ideología y que es subsidiaria del uso atribuido a Napoleón. Probablemente, su formulación más típica sea la de los posestructuralistas y posmodernos, quienes sostienen que todo conjunto de creencias está atravesado por una visión ideológica y toda acción humana es una acción política que busca afianzar formas diversas de poder que no se limitan al poder del Estado (Aylesworth, 2015; Hall, 2019). Un ejemplo clásico de esta postura es el concepto de biopoder de Michel Foucault o de aparatos ideológicos de Louis Althusser, quienes asumen que la ideología nos atraviesa en todas las instancias.

    De la concepción de la ideología como un entramado de relaciones de poder que atraviesan todas las actividades y concepciones humanas, se desprende una postura subjetivista del mundo que supone que la verdad y la objetividad también son invenciones ideológicas. Las principales teorías que confluyen en esta acepción son al menos tres: el tándem Marx-Gramsci,³ para quienes la ideología es falsa conciencia y la concepción del mundo que tenemos es generalmente aquella que se despliega de la clase dominante. La segunda es el psicoanálisis y la estructura tripartita de la personalidad, en la que el superyó funge como conciliación con las normas. La tercera es el giro lingüístico de corte hermenéutico, influyentes en el posestructuralismo (una mezcla de las otras dos) para quienes todo es discurso e ideología (Foucault, 2002). La perspectiva laxa no se limita a la relación de ideología y política en tanto el Estado, y prima en disciplinas como los estudios culturales, el feminismo y cierta sociología.

    Por otro lado, tendríamos una definición de ideologías más cercanas a la diada izquierda y derecha, es decir, a lo que llamamos ideologías políticas, y se entienden como posturas políticas que definen intereses y acciones relacionadas a lo social, económico, institucional, etcétera. Una concepción típica es la de ver a la ideología como un sistema de creencias orientado a acciones (Sypnowich, 2019). La ideología política se define como la posición política que un actor o un conjunto de actores adopta alrededor de dos cuestiones fundamentales: una concepción del mundo y un programa político consecuente derivado de la primera (Parenteau y Parenteau, 2023). Esta noción de ideología se relaciona a la de acción política que, generalmente, tiene como objetivo ejercer el poder político en el Estado. Por tanto, se sigue también la forma en la que concebimos la relación entre ideologías y partidos políticos, comprendidos como grupos cuyo objetivo es llegar al poder y aplicar un programa de gobierno y acción (Matas, 2015). De allí, hay una imbricación directa entre el surgimiento de los términos izquierda y derecha y el aparecimiento de los partidos con el resquebrajamiento o el debilitamiento del absolutismo monárquico. El fraccionamiento del absolutismo se traduce en partidos y por tanto en ideologías políticas que generalmente se asocian a izquierdas o derechas. Aunque la suerte del término ideología y la diada izquierda-derecha hayan sido contemporáneos y hayan tenido un desarrollo paralelo, en la actualidad confluyen plenamente, en el sentido en el que cuando hablamos de ideología se la entiende como política y de allí se sigue la fragmentación partidista, de lo que devienen las diferentes ideologías políticas en el espectro posible.

    En cuanto a la acepción moderna de política como acción frente al Estado, derecha e izquierda se entienden como los espectros ideológicos de un continuum a partir del cual se encuadran concepciones del mundo, acciones determinadas, proyectos a futuro, etcétera. Según la concepción de Bueno (2001, 2003, 2008), aunque pueda suponerse cierta continuidad, las ideologías no son unívocas y se deben situar en un contexto histórico específico. Cuando aparece la derecha se define con respecto a una oposición (la izquierda) a una realidad positiva, encarnada en el viejo régimen, que puede sintetizarse como una construcción de poder y sociedad en la unión entre la corona y el poder clerical, con todo lo que ello implica. De esta forma, la derecha es una reacción a la izquierda, se opone ideológicamente a ella y defiende la existencia positiva del viejo régimen, de la cual deviene su primer rasgo conservador.

    En la filosofía política hay varias distinciones entre la política y lo político, versiones diferentes las podemos hallar en autores tan variados como Poulantzas, Hannah Arendt, Castoriadis, Elias Canetti, etcétera. De acuerdo a lo dicho, me referiré brevemente a la de Mouffe (1999), quien asigna a la política una forma de organización social (por ejemplo la ideología en el sentido partidista), y a lo político, una forma de concepción de lo social y del mundo (como en el tándem Marx-Gramsci). Izquierda y derecha estarían en su praxeología, ancladas en la política, pero axiológicamente en lo político, y a partir de allí definirían sus diferentes características históricas.

    Los contenidos de los conceptos

    Para Bobbio (1996), hay tres acepciones para esta diada: una axiológica, otra descriptiva y otra histórica. Las diferentes definiciones de izquierda y derecha tomarán forma a partir de una postura de lo que Bueno llama izquierdas o derechas realmente existentes o definidas (Bueno, 2008). Aquí adopto una versión de la tradición filosófica que conecta al saber moral con el práctico, para definir ciertos criterios mínimos de orden axiológico y praxeológico, dejando las derechas históricas para otro apartado.

    1) Contenido axiológico

    Toda posición política tiene una perspectiva de deber ser (Parenteau y Parenteau, 2023), por tanto, una carga normativa sobre la forma en que la sociedad se concibe y cómo se proyecta en el futuro; en este sentido, la política solo puede ser entendida como proyecto a futuro, aunque esté anclada en el pasado (como es el caso de las diferentes versiones conservadoras) (Escobar-Jiménez, 2017). En este sentido, la política constituye una concepción del mundo que toma parte en una disputa en la que se enfrentan presupuestos axiológicos. La axiología impone un orden de prelación de preferencias con respecto a diferentes decisiones. Las preferencias políticas implican una toma de partido que puede traducirse en versiones de preferencias ordinales en la relación izquierda y derecha.

    Una muestra clara de este tipo de relación es ¿qué está por encima, el individuo o la comunidad? Estas preferencias se traducen en la relación izquierda y derecha, asumiendo que la individualidad es considerada como un valor más de derecha (en realidad de la derecha liberal). Por ello, en el orden axiológico, la derecha suele definirse como individualista, pues la libertad se entiende como un bien supremo, frente a la tradición republicana de carácter más comunitario y que coincide con las posturas más moderadas y de centro que hoy conocemos (Lovett, 2022). Asimismo, en la axiología de transformación de los valores sociales, la derecha se entiende como más estable, más cercana a los valores comunitarios, contradictoriamente con la consideración individual. Esto obedece al hecho de la propia evolución histórica de la concepción de derecha, que se teje alrededor de la Revolución francesa y se va consolidando a lo largo del siglo

    xix

    (Bueno, 2008), discurre primero de los movimientos promonárquicos para luego asociarse al liberalismo (opuesto totalmente a la monarquía).

    2) Contenido praxeológico

    La praxeología se entiende como la compresión del sentido de la acción humana, es decir, es una forma de comprensión de la praxis. Para Aristóteles, la praxis se entendía como una forma particular de saber que se desprendía de la relación entre el conocimiento (episteme) y la prudencia (phronesis) como forma de decisión comunitaria, por tanto, política (Aubenque, 2014). La phronesis es un antecedente de lo que Kant llamaba razón práctica (praktischen Vernunft) y la praxis es una relación entre la concepción del mundo y la conducción ética; algo similar a la praxis marxista, salvando la diferencia de objetivos. De los contenidos axiológicos se desprende una praxis que se traduce, en el caso de la política, en programas de gobierno.

    En el sentido histórico del nacimiento de la derecha como opuesta a la izquierda en los tiempos de la revolución, se la definió como conservadora, reaccionaria u opuesta al cambio, es decir, más anclada en los acuerdos institucionales preexistentes (recalcamos que se trata de la primera derecha). Es decir que, en la concepción tradicional, ser de derecha supone un compromiso con el statu quo a diferentes aspectos y niveles: hablamos de una visión de estabilidad en la composición étnica de los pueblos, de los valores sociales, culturales y religiosos, es decir, en el sostén de la tradición (Speakman y Funk, 2020).

    Asimismo, probablemente anclada a la reacción frente a la tradición ilustrada, la derecha se equiparó con el antirracionalismo o incluso el irracionalismo. Curiosamente, a partir de fines del siglo

    xix

    e inicios del

    xx

    , también se equiparó con el racionalismo económico. En tal caso, la praxeología de la derecha se ha relacionado al laissez faire, pues el compromiso con el statu quo institucional y con la no intervención estatal en la economía. Es decir, la concepción general de la praxeología de las derechas se ha ligado a dejar las cosas como están, al dejar hacer de las fuerzas del mercado o a la contención del cambio, a diferentes niveles, ya sea en el campo democrático, la oposición a las reformas sociales, o incluso a través de la violencia.

    En un texto clásico de Michel Löwy (1973), él argumenta que la objetividad del análisis es una especie de patrimonio exclusivo del marxismo y de la izquierda, pues siguiendo la décimo primer tesis sobre Feuerbach, para lograr cualquier tipo de cambio, reforma o revolución, el conocimiento del mundo es necesario. En cambio, las posturas y disciplinas liberales que se asocian a la derecha son idealistas y subjetivas porque son apologéticas. Löwy expresa plenamente la distinción entre revolucionarios y apologéticos, pues el patrimonio de la derecha es el idealismo irracionalista y la conservación del statu quo. El compromiso supondría la conservación y defensa de los valores o la respuesta frente al cambio, por tanto, la contrarrevolución.

    Sin embargo, tanto la axiología como la praxis están históricamente situadas en las distintas formas que va cobrando aquello que convencionalmente empieza a denominarse derecha. Y esto es lo que intentaremos definir, las distintas posturas de la derecha.

    Las derechas históricas

    Las definiciones de izquierda y derecha suelen ser ostensivas más que intensivas, es decir, que indican posturas individuales de derecha más que definirlas en sus generalidades, sencillamente porque es más simple. A pesar de ello, se suele considerar dos aspectos básicos en las definiciones. La primera es la posición con respecto a la posición del Estado en la economía. La segunda es la importancia de conservar la tradición y los valores sociales. En las definiciones modernas, la derecha aparece como liberal en la economía y conservadora en valores (McClosky y Chong, 1985; Speakman y Funk, 2020). Esta forma laxa de comprender la distinción de izquierdas y derechas comporta al menos tres problemas: 1) siempre es posible encontrar contraejemplos que desdicen la definición, 2) no se corresponde en términos históricos, 3) podría servir para las posturas que guardan algún tipo de compromiso con la democracia, es decir no para los extremismos, cuyas fórmulas pueden diferir si se polarizan las tendencias (Bobbio, 1996; Rodríguez Krath, 2001; Mudde, 2019)Bueno niega estos aspectos, pero no los considera como definitorios fuera de la circunscripción histórica en la que surge. Es importante entender que derecha y Antiguo Régimen no son términos intercambiables, sino simplemente una interpretación sobre los aspectos concretos de una forma de organización política: corona e Iglesia como fundamento del poder y el orden natural, y que aparece como oposición a la pretensión de cambio. Así, la derecha es una consecuencia de la izquierda en el contexto de la Asamblea de 1789.

    Bueno (2008) supone la existencia de tres fases que dan el paso de la derecha positiva a lo que denomina derecha mítica. Una primera fase en la que se constituye el concepto a partir de su positividad y es el que marca la idea de derecha durante el siglo

    xix

    , caracterizado por una clara relación diádica. La segunda es ya una interpretación mítica que se da, sobre todo, en países de tradición católica como Francia, España e Italia, que empieza a fines del siglo

    xix

    , continúa en la Primera Guerra Mundial, pasa por la España de la Segunda república hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. En esta fase, ocurre una enorme fragmentación que termina con los términos diádicos, que deja de tener asidero directo con el marco histórico en el que surge para referirse a todo orden social de manera trascendental.⁴ Por ejemplo, con la interpretación del surgimiento de la socialdemocracia como una forme diferente de izquierda, hay ya una importante fragmentación en la diada histórica. La tercera fase presenta una confusión de ideas tanto positivas como míticas que se van desarrollando después de la Segunda Guerra Mundial y la interpretación de distintos acontecimientos históricos, como el propio fascismo.

    Los diferentes tipos de ideologías políticas se van separando de sus orígenes y se van reformulando. En el caso de las clases de izquierdas o derechas, Bueno sostiene que al ser tipos en los que el acervo connotativo se aplica a cada subclase o elemento con dependencia unos de otros, lo que conecta a cada clase con otras, al estilo de las relaciones darwinianas entre especies a partir de un elemento generador de todas las demás (los llama plotinianos-darwinianos),⁵ existe una relación indesligable entre todas las derechas históricas, pero esto no les da una unidad definitoria. Así, Bueno reconoce históricamente seis izquierdas y tres derechas definidas, lo que además implica, que, a diferencia de la aseveración tradicional,⁶ la derecha tendría más unidad y menor fragmentación.

    Las seis izquierdas históricas definidas serían (Bueno, 2001; 2003): la primera, la izquierda radical o revolucionaria, el jacobinismo prorepublicano de la Revolución francesa, y habría tenido vigencia durante el siglo

    xix

    y en lo posterior fue la base del mito mismo de la izquierda.⁷ La segunda es la que denomina izquierda liberal, que según Bueno habría tenido lugar en la España de las guerras de independencia de la invasión francesa, que combate tanto al imperialismo francés, como a la monarquía absoluta, buscando una reinstauración monárquica de tipo constitucional. La tercera forma de izquierda definida es la que se sigue más de cerca de la primera y que se manifiesta como reacción a los problemas suscitados por el capitalismo tras la caída del nuevo régimen, y que se reconoce en el primer socialismo, el anarquismo, la izquierda libertaria, que objeta la idea de Estado nación y surge a mediados del siglo

    xix

    . La cuarta estaría dada por la influencia del marxismo, aquella utiliza el aparato estatal para establecer un programa político, entre los que se distinguen programas socialistas o socialdemócratas. Surgen a fines del siglo

    xix

    , de la Primera Internacional (1864) y tienen una vigencia importante durante todo el siglo

    xx

    hasta la actualidad. La quinta es la izquierda que aparece en la revolución de 1917 y se materializa en la Unión Soviética, primero en la fase leninista y luego en el estalinismo. Como última izquierda definida está la asiática o maoísta, cuyo inicio es 1948 y tiene una influencia también decisiva en buena parte del mundo. Bueno además reconoce la existencia de distintas formas de izquierda, pero que no son definidas, en el sentido en el que sus proyectos son vagos, ambiguos o divagantes.

    De la misma manera, mostrando su menor fragmentación, están los tres tipos de derecha que Bueno sitúa históricamente como ancladas al viejo régimen (corona e Iglesia) y que se sostienen en la legitimación de la desigualdad basada en el statu quo de la etapa anterior a la Revolución francesa. La derecha como afirmación de la positividad existente en la jerarquía impuesta por la relación entre la corona y la Iglesia es también una reacción a la izquierda, por tanto, lo sería en su condición universalista y racional. Es decir, las derechas, en sentido tradicional, se entienden como aquellas que están alineadas a la reacción a la primera izquierda definida pero que tienen evoluciones distintas. A partir de allí, Bueno distingue entre tres tipos de derecha tradicional:

    La primera derecha tradicional es aquella cuya intención es una revolución cíclica (como en el sentido de Revolutionibus Orbium de Copérnico, principio fundamental del proyecto de revolución en política, la revolución como idea es un traslape de la física al lenguaje político), que al girar 360° supone la fase de restauración, que en sentido global puede evidenciarse en el Congreso de Viena de 1814 y que llevará a la restitución de la monarquía borbónica y a la Triple Alianza como forma de conservación del poder frente a los republicanos o el carlismo absolutista español durante la invasión napoleónica.

    La segunda sería la derecha liberal. El término liberal también es de uso complejo, Bueno lo sitúa en la raigambre de las artes liberales de la Baja Edad Media y que en su aplicación política ha cobrado ya la connotación anglosajona cuya tradición está anclada a John Locke, aunque el liberalismo en un primer momento está más relacionado con la izquierda —las libertades individuales y la igualdad frente al dirigismo estatal, pues se impone la mirada protestante (Mellón, 2015)—. En la medida que el liberalismo clásico va contra el viejo régimen, podríamos forzosamente asociarlo más a la izquierda. El análisis de la derecha liberal de Bueno se circunscribe más a España, pero según su propia tesis, al contraponerse a la izquierda liberal, surge un sentido que ya había sido usado por Sièyes y Benjamin Constant, que destacan el carácter individual sobre el tutelaje gubernamental.

    Más allá de Bueno, se suele reconocer al liberalismo de derecha a aquella variante que se desarrolla durante el siglo

    xix

    que se articula alrededor de la noción de libertad individual, tanto en lo político como lo económico y también está opuesto al Antiguo Régimen. Probablemente, el epítome de esta forma de liberalismo sea el de John Stuart Mill, cuyo pensamiento constituye una continuidad del liberalismo político y económico clásicos, y que se opone a la presencia del Estado, tanto en el tutelaje individual, como en la economía, y que sigue la línea de los economistas clásicos, de los mercantilistas y de los fisiócratas. Este tipo de liberalismo democrático articula un sinfín de partidos, y, como asevera Mellón (2015), entiende a la propiedad privada como pilar legítimo de la sociedad y también comprende desigualdades naturales entre humanos. Aquí, la desigualdad ya no es de casta, como en el Antiguo Régimen, sino de talentos naturales, que es una característica propia de la época de la doble revolución (francesa e industrial inglesa), como la llamó Hobsbawm (1999). Así, el orden del mercado —las fuerzas— y la participación humana en la propiedad privada son formas de liberalismo económico político, que van tejiendo al viejo y nuevo liberalismos y establecen su continuidad (Courtland et al., 2022).

    El nuevo liberalismo se contrapone a la socialdemocracia y al Estado de bienestar. Volviendo a la postura de Bueno, si la izquierda liberal consideraba al Estado como esencial, esta derecha liberal se contrapone a esa idea, y de allí se establece una distinción fundamental para la comprensión de la diferencia entre derechas e izquierdas liberales y moderadas en el mundo. Asimismo, un tipo de liberalismo de corte republicano (Lovett, 2022) se centra también en la libertad, pero parte de la primacía del bien común. La línea se sigue de la tradición de autores como Kant, Rousseau o, en el siglo

    xx,

    Quentin Skinner, cuyas posturas republicanas de centro son también uno de los ángulos fuertes de la actual socialdemocracia.

    Como tercera generación, Bueno usa el polémico sintagma derecha socialista, que no debe confundirse con el calificativo que los reformistas y socialdemócratas como Berstein o Kautsky recibían de los revolucionarios como Lenin o Rosa Luxemburgo. Esta derecha se define bajo la idea de que lo social no es patrimonio exclusivo de la derecha y se materializa en la ideología de Maura, Primo de Rivera y los falangistas, con su influjo en Franco. Este tipo de revolución se entiende como revolución desde arriba (Bueno, 2008, p. 241).

    Bueno tampoco usa el término en el sentido en el que generalmente lo entiende alguien como Hayek (2011), quien funde todo colectivismo —social— con el totalitarismo y equipara nazismo con comunismo —desde la izquierda, Hannah Arendt los comprendía de manera similar—. En todo caso, este tipo de extremismos, tanto el falangismo, el fascismo y el nazismo han marcado las concepciones de extrema derecha modernas, en las que se conjugan nacionalismo y racismo —la idea de la nación o la raza superiores—, la reivindicación histórica como forma de gran tradición —el carlismo en España, la Roma clásica para Mussolini, el Imperio carolingio como primer Reich— y alrededor del que se teje un conservadurismo de valores con el pasado mítico.

    Por último, podríamos resaltar formas nuevas de derecha que suponen continuidades. Por un lado, el libertarianismo (libertarianism), que lleva al límite los preceptos de libertad individual frente a la presencia del Estado y que sigue una línea en von Mises, Hayek, Freidman, Nozick y que ha inspirado nuevas formas de derecha, que en sentido estricto no son nacionalistas, pero que sí pueden conectar con ellas en derechas nacionalistas de corte populista, demostrando ciertos rasgos de fascismo (McClosky y Chong, 1985; Blee y Creasap, 2010; Mudde, 2019; Speakman y Funk, 2020)persuasive reasons exist for doubting this claim. Intuitive observation of left-wing and right-wing regimes as well as radical political movements of the left and right reveals striking parallels in their styles of political engagement, their reliance upon force, their disdain for democratic ideals and practices and their violations of civil liberties. In addition, systematic inquiry into the similarities and differences between far-left and far-right radicals in the United States has been hampered by various methodological difficulties. One can list, among these, such problems as the obvious inappropriateness of the F scale (owing to its strong right-wing content. Por otro lado, está una derecha bastante más centrada en ideales fascistas y violentos, que buscan restituir supuestos pasados gloriosos —civilizatorio e imperial—, conservadores —en cuanto a valores— y que en la actualidad tienen una fuerte presencia, ya sea como partidos políticos o movimientos sociales, y que sobre todo apuntan al resurgimiento de movimientos ultraconservadores en Europa.

    ¿Entonces, desde esta breve revisión de derechas históricas, cómo las definiríamos? En principio, habría que atenerse a una definición que no considere condiciones suficientes y sí necesarias o incluso contingentes, pues siempre se podría encontrar casos de partidos catalogados como de derechas con respecto a otros que no cumplan una condición que aparentemente sería necesaria. Por supuesto, ninguna sería suficiente, porque en sentido estricto, una sola cuestión no bastaría para definir a la derecha. Así, entendemos a la derecha como un concepto relacional, que surge en un momento histórico dado —en la modernidad—, como reacción a los postulados republicanos jacobinos. Si podemos definir a la izquierda alrededor de sus preceptos universalistas, modernos y racionalistas, la derecha puede ser catalogada como atomizadora, conservadora y antirracionalista. Ahora bien, existen casos de derechas racionalistas, pero que guardan aspectos atomizadores (nacionalistas, individualistas) y conservadores. Todos los requisitos son condiciones necesarias, aunque podrían no darse, pero que, a tenor de la relación con otras posturas, aparecen como más de derecha con respecto a las otras. Por tanto, la derecha no es universalista (como el caso de nacionalismos, individualismos), lo que también implica su carácter no igualitario y probablemente jerárquico, ya sea por justificativos históricos, divinos o naturales. Es conservadora en el sentido en el que no es moderna, lo que no implica que la izquierda siempre sea moderna y no sea conservadora, pero que, por lo general, cobra fuerza relievando el orden del pasado (monárquicos, tradicionalismos) (Lleixa, 2015), bajo el presupuesto de que lo moderno es perjudicial. Por último, en el caso del racionalismo de la izquierda primigenia, anclada al proyecto ilustrado, la derecha se presenta como teísta y conservadora, pero esto no implica que todas las derechas sean antirracionalistas ni todas las izquierdas sean racionalistas.

    Ideologías políticas y epistemología

    3) Tipos ideales

    La diada izquierda-derecha se entiende como tipos de ideologías, en ese sentido, son formas de clasificación mutuamente excluyentes de las manifestaciones posibles de posiciones políticas. Ciertamente, pueden ser entendidas como tipos ideales en el sentido weberiano, como método clasificatorio de fenómenos frecuentes bajo tipos explicativos (Weber, 2002). Según De Donato (2007), en Weber podemos encontrar dos concepciones de tipos ideales (Idealtypus). La primera es de carácter individual y se comprende como fenómenos singulares, cuya aplicación está relacionada a tipos de ciencias particulares como la Historia. La segunda es de tipos generales de disciplinas con pretensiones nomológicas, como la Sociología y aplicable a ciencias como la Biología. Podemos definir al Idealtypus como "una construcción mental (o Gedankenbild) que es obtenida a partir de la exageración mental de determinados elementos de la realidad y es un concepto o representación mental que describe el estado de hechos lógicamente posible, pero que es difícil encontrar en el mundo real (De Donato Rodríguez, 2007, p. 154). Por tanto, los tipos weberianos son formas de idealización", es decir, una manera particular de abstracción que supone una modificación deliberada de la realidad para poder aprehenderla. Una idealización es al menos dos cosas: 1) un proceso mental o de razonamiento (como los contrafácticos), 2) un producto o el resultado de un proceso mental, como leyes, modelos o teorías, que son formas de idealización (De Donato Rodríguez y Arroyo Santos, 2012). La idealización implica elementos ficcionales (en el sentido de modificación deliberada de la realidad, como los modelos científicos) y de abstracción (eliminar elementos no fundamentales para la comprensión de un fenómeno) (Chakravartty, 2011).

    Una tipología genera órdenes clasificatorios o taxonómicos, de carácter al menos descriptivo. Aunque una tipología puede ser un tipo de taxonomía, las primeras representan sobre todo conceptos más que casos o géneros (Smith, 2002, p. 381). En el caso de las ideologías políticas, se comprenden aspectos conceptuales —¿qué es la derecha?— y órdenes taxonómicos como el conjunto de partidos o movimientos de derecha a partir de una definición estipulada. Al entender derecha e izquierda como tipologías generales, se los piensa como formas puras, por lo que su concepto generalmente entra en contradicción con el carácter de los tipos individuales, casos o eventos históricos realmente existentes. En ese sentido, las ideologías más bien son conceptos normativos que suelen contradecirse con las instancias históricas que las componen. Por ello, para cada definición de izquierda o derecha existen contraejemplos de casos históricos.

    Cuando entendemos a una ideología política como un tipo ideal, por un lado, debemos comprender dos características: 1) parte de un concepto de carácter normativo, que supone un deber ser dado sus componentes axiológicos; 2) constituyen una forma básica de heurística que permite subsumir casos o instancias históricas a partir de tales conceptos, sobre todo para expertos o electores. Entonces, para esto sirven las ideologías políticas: son normativas y son heurísticas y nos permiten clasificar aspectos del mundo político para analizarlo y tomar decisiones sobre ello.

    1) La hipóstasis espacial

    Desde su surgimiento, como una metáfora de la ubicación de los asambleístas en Versalles a partir de un centro, se extendió el uso de izquierda y derecha en planos geométricos, por ejemplo, la ubicación de partidos en un continuum o en un plano cartesiano. Siguiendo tales posiciones en el espacio, a la manera de Bobbio (1996), se entiende que algo no puede ser de izquierda o derecha a la vez, pues nada puede ocupar dos posiciones en el espacio al mismo tiempo. A esta concepción espacial de las ideologías, debemos sumarle la relación histórica de la derecha como negación de la izquierda, por lo que deviene en la tradición política, la falsa idea de que derecha e izquierda son mutuamente excluyentes.

    Esto es falso por al menos los siguientes motivos: en la asunción del espacio como realidad deviene un sofisma de la metáfora, es decir tomar una figura retórica como realidad, en vez de comprender su mero valor figurativo o explicativo. Si definimos a la diada a la manera de Bobbio, como recíprocamente exclusivos y conjuntamente exhaustivos, además de la falacia antes descrita, caemos en una suerte de hipóstasis y tomamos a la metáfora y su carácter normativo como verdad.¹⁰ En su relación espacial e histórica, los conceptos de izquierda y derecha son básicamente normativos, lo que hace que pensemos que los casos realmente existentes deban adecuarse a una de las definiciones, dada la carga moral y valorativa que se encuentra detrás. De esta manera, los conceptos pierden su carácter explicativo e incluso su funcionalidad tipológica. En vez de modificar el concepto al orden de los casos realmente existentes se persiste con los tipos generales como formas de comprensión, a pesar de su incorrespondencia con la realidad o simple anacronismo.

    2) ¿Tiene sentido hablar de izquierda y derecha?

    De esto también se sigue una discusión bastante interesante, y es la de la vigencia de las ideologías políticas para la comprensión del mundo político y la clasificación de las diferentes posturas, movimientos y partidos. Tendríamos en este caso dos posturas básicas. La primera está asociada a la idea de un mundo posideológico, a la manera que se le suele atribuir a la tesis del fin de la historia de Fukuyama o a la tecnocracia por sobre la política. Este tipo de discursos se han asociado a la derecha y se ha acusado mucho la

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