Leopoldo Lugones y el amor en la hora de la espada Por Jos Emilio Pacheco Leopoldo Lugones, quien tal vez permanece
en la memoria de muchos por gracia de Borges, no fue solamente el poeta que llev al modernismo a una de sus cspides ms altas, sino un hombre contradictorio y sufrido que, a pesar de haber conocido el amor tardamente, termin sus das en un contrahecho rictus de dolor. Octubre 1999 | Se ha puesto de moda un ejercicio no de science fiction sino de ficcin acadmica que podemos llamar la historiografa del if, del si condicional. Qu hubiera pasado si no hay Revolucin Francesa o Primera Guerra Mundial o si Hitler no llega al poder? Pronto alguien imaginar cmo sera nuestro presente si, tras la victoria de Antonio Jos de Sucre en Ayacucho contra el virrey Jos de la Serna, no se produce la ruptura entre Bolvar y San Martn. El Congreso Anfictinico de Panam prosigue en Tacubaya, como estaba planeado. Se cumple el sueo bolivariano de la Gran Colombia, el inmenso pas de lengua espaola, presidido desde el castillo de Chapultepec por el mariscal de Ayacucho. Salimos del siglo XX mucho peor de como entramos. Invocar aquella posibilidad suena a broma pesada. Sin embargo, al menos en un campo la promesa se cumpli. Hay una gran literatura continental y su comienzo y su base fue el modernismo. Nada ms justo, pues, que el 9 de diciembre de 1924, al llegar el centenario de la victoria sudamericana sobre el ejrcito realista, el presidente Legua del Per invitara a hablar a los tres grandes poetas sobrevivientes: su compatriota Jos Santos Chocano, Guillermo Valencia, de Colombia, y el ms clebre, Leopoldo Lugones, de Argentina. Muerto Rubn Daro, Ramn Lpez Velarde le dio a Lugones el cetro y la corona, por encima de la admiracin que le inspiraba Amado Nervo, "nuestro as de ases, el poeta mximo nuestro" (de los mexicanos). Nervo no le hizo sombra mucho tiempo: muri en 1919 y en Montevideo, enamorado de una joven que iba a ser la ta del Che Guevara. Lugones era el Borges de ese momento. Mientras Chocano lea su oda a la victoria de Sucre nadie se imaginaba que el modernismo estaba a punto de terminar all mismo en Ayacucho, extrao lugar que en 1980 se convertira en cuartel general de
Sendero Luminoso. Lugones pronunci su discurso: "Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada... Pacifismo, colectivismo, democracia, son sinnimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado, es decir, al hombre que manda por su derecho de mejor, con o sin ley, porque sta, como expresin de potencia, confndese con su voluntad." Defini el pacifismo como "culto del miedo, o una aagaza de la conquista roja." Resumi la vida en cuatro verbos de accin (mussoliniana): "amar, combatir, mandar, ensear." Declar "caduco" el sistema constitucional y postul: "El ejrcito es la ltima aristocracia, vale decir la ltima posibilidad de organizacin jerrquica que nos resta entre la disolucin demaggica." Jos Vasconcelos acababa de romper con nuestros caudillos militares Obregn y Calles y sentenci desde su revista errante La Antorcha: "Hemos perdido un poeta y hemos ganado un bufn". Chocano, paradjicamente, haba sido el nico poeta de la Revolucin Mexicana, al punto de lograr que Pancho Villa prologara, excepcin de excepciones, un cuaderno suyo. Chocano dej escrito este mensaje para 1999: "Mxico terrorfico y fulgurante/ que trabajar pareces con torvo empeo/ en agregar un crculo a los de Dante". Los jvenes peruanos apoyaron con un manifiesto "Poetas y bufones", la condena lanzada por Vasconcelos. Uno de los firmantes, Edwin Elmore, abofete a Chocano a las puertas del diario El Comercio. El poeta de Alma Amrica respondi a balazos y mat a Elmore. Fue a la crcel y al salir se hundi en un torbellino que acab con su propio asesinato en Santiago de Chile. Lugones perdi a casi todos sus amigos y admiradores. En vez de arredrarse ahond sus puntos de vista en La Patria Fuerte y La Grande Argentina. Fue el idelogo del golpe militar de 1930 que derroc al gobierno legtimo de Yrigoyen y escribi los discursos del general Jos Flix Uriburu. A mediados de lo que llaman "la dcada infame" Lugones se decepcion de los generales y se convirti al catolicismo. En 1938 se suicid en El Tigre, el conjunto de islas sobre el ro Lujn en las afueras de Buenos Aires, donde su gran amigo Daro escribi en 1894 "Divagacin", el himno de los
modernistas al retorno del dios Eros: "Amor, en fin, que todo diga y cante,/ amor que cante y deje sorprendida/ a la serpiente de ojos de diamante/ que est enroscada al rbol de la vida." II Entre los escritores del fin de siglo y el novecientos slo dos se vanagloriaron de no emprender el viaje a Citerea, de no buscar placeres ajenos al lecho conyugal: Miguel de Unamuno y Leopoldo Lugones. Muy joven se haba casado con doa Juana Gonzlez, a quien Daro dedic dos de sus mejores textos finales, la "Epstola a Madame Lugones" y "Pequeo poema de carnaval". Lugones se ufanaba de ser "el marido ms fiel de Buenos Aires". En 1912 le consagr a su esposa El libro fiel con una inscripcin latina: Tibi, unica sponsae, turtura meae, unicissimae. Puede traducirse como: "Para ti, mi nica novia, mi trtola, sin igual ma." No emplea uxor (esposa) sino sponsa, es decir, la novia, la prometida. De manera similar El libro de los paisajes (1917) dice: Conivgi dilectisimae, Juana Gonzlez, intime. "De todo corazn a mi dilectsima cnyuge". (Intime, adverbio, tambin significa "muy ntimamente".) Para el lector extranjero la literatura argentina es nada ms el conjunto de sus mejores libros. Ignora lo que se comunica por tradicin oral. As, le resulta sorprendente encontrarse en Buenos Aires, y en pleno centenario de Borges, con Cuando Lugones conoci el amor: cartas y poemas inditos a su amada, edicin de Mara Ins Crdenas de Monner Sans, Seix Barral, 1999, 310 pginas. La profesora Crdenas, viuda del crtico, lingista y dramaturgo Jos Mara Monner Sans y autora ella misma de libros como Martn Fierro en la conciencia nacional, se hizo amiga en 1932 de una joven que, al egresar del Instituto del Profesorado, iba como oyente a algunos cursos de Filosofa y Letras, sobre todo los de historia antigua. Hija nica de un ingeniero naval y una madre educada en un colegio de monjas, Emilia Santiago Cadelago se mostraba celosa de su intimidad aun entre sus compaeras ms cercanas. Ellas dos volvieron a encontrarse cuando enseaban en la Escuela Normal.
Un da Emilia confes que estaba enamorada de un gran poeta argentino. Otra compaera del grupo indag y mencion el nombre de Lugones. Ella no pudo o no quiso negarlo. La seora Crdenas de Monner Sans la acompa hasta el final y se convirti en su albacea cuando Emilia Cadelago muri en 1981. Al concluir el siglo uno crea haberlo visto todo en materia de destape y allanamiento de la intimidad. Faltaba esta sorpresa inmanejable: cartas como las que tal vez todo el mundo ha escrito pero a nadie le gustara ver publicadas, poemas con el prodigioso don de versificar que tuvo Lugones desde su infancia pero que nada aaden a su autntica obra, manuscritos cubiertos por las manchas de sangre y semen con que el amante subrayaba su pasin. Emilia Cadelago fue la destinataria nica de todo esto que ahora profanan nuestros ojos. Los datos son muy escasos pero es posible suponer que a los seis aos de pasin (1926-1932) sigui para ella medio siglo de duelo y soltera. Su vida se justificaba slo porque fue el gran amor de Lugones. Exigirle que se llevara a la tumba estos documentos es pedir demasiado. Y nadie en el ambiente acadmico y editorial podra resistirse a publicar un hallazgo as. Dicho todo lo anterior, la incomodidad permanece. Hemos abierto la ventana de un recinto en que slo caban dos personas y lo que descubrimos es una de las historias ms tristes del mundo, tristeza ahondada por la sospecha de que cuanto ahora sabemos es una mnima parte de cuanto ignoramos al respecto y no sabremos nunca. III Cumplir cincuenta aos estremeci a Lugones. Lejos haban quedado el anarquismo y el socialismo juveniles y las grandes obras que le aseguran su sitio en el balance final de la literatura en lengua espaola del siglo XX: Las fuerzas extraas (1906), el mejor libro de cuentos que produjo el modernismo, y el Lunario sentimental (1909), origen de la vanguardia, inspiracin lo mismo de Lpez Velarde que del Valle-Incln de La pipa de Kif y
quiz de toda su produccin esperpntica en novela y en drama. Lugones nunca se repiti. Cada libro es distinto del anterior. El defecto de esa virtud fue la mutabilidad de sus ideas. En 1924 repudi el cristianismo, el comunismo, el libre sufragio y el liberalismo, y crey encontrar una nueva luz en la doctrina de Mussolini. Ms aislado que nunca tras el discurso de Ayacucho, oprimido por la hostilidad poltica y literaria, en 1926 recibi el don que ya no esperaba. Una muchacha normalista de veinte aos fue a pedirle el Lunario sentimental que necesitaba para una clase. Desde 1909 no se haba reimpreso este libro clave que no debe haber tirado ms de quinientos ejemplares. El misterio de la poesa es que nadie quiere comprarla ni nadie quiere leerla pero todo el mundo quiere escribirla. Si otro hombre de su edad hubiera ido hasta la Biblioteca del Maestro su direccin era el modesto cargo ocupado por Lugones para pedirle consejo sobre un enamoramiento de esta naturaleza, el poeta le hubiese dicho que una relacin dispar es tan sin esperanza como los amores de los nios. Slo augura desgracia para los amantes y para las familias tanto del viejo como de la muchacha. Pero la pasin, l'amour fou, la locura de amor, arrasa con todas las convenciones morales y sociales, desafa todos los riesgos y se nutre de su misma imposibilidad. El respetabilsimo seor Lugones, de chaleco, leontina y cuello duro, el amigo de los generales, el ms grande poeta argentino de esos tiempos, se vuelve un adolescente enloquecido por el deseo. En el ltimo verano antes de las tinieblas, escribe cosas que lo aniquilaran si cayeran en manos de sus enemigos y versos hechos para una sola mirada. En la suprema ofrenda "el marido ms fiel de Buenos Aires", clebre por su mesura y su recato, unge el papel con sangre y semen. El dilogo de amor llega a nosotros como un monlogo. Las respuestas de Emilia no aparecen. Es casi imposible que las leamos algn da. Muy pocos de los textos tienen fecha y estn dispuestos en un orden que, segn la evidencia interna, no es el cronolgico. Son como ruinas cercadas de silencio. Se dira que forman slo una parte de lo que Lugones debe de
haberle escrito a Emilia, sin pensar en que setenta aos despus los extraos, los desconocidos, los salvajes, tomaramos por asalto el recinto de lo que fue su intimidad ms profunda. "Amor de mi alma", "Mi adorado amor", "Mi trtola de amor" (otra vez la turtura de El libro fiel), "Mi nica vida", "Mi dulzura ms que nunca adorada", "mi abejita de oro, mi tortolita de seda, mi garcita de plata, mi gacela, mi perfume, mi vida toda". Las formas de dirigirse a ella no acaban nunca. La ternura llena hasta las expresiones ms erticas. Los poemas incluyen textos en ingls y francs y unas imitaciones de laAntologa palatina. Ninguno es mejor que "La Palmera". No se incluye aqu: apareci en el Romancero (1924). Pese a todo, este autntico poema popular (se adapta a la msica de "La Llorona" y de la "Guantanamera") suena como dirigido por anticipado a la que Lugones llam "Aglaura" y "Clelia":
Al llegar la hora esperada En que de amarla me muera Que dejen una palmera Sobre mi tumba plantada. As cuando todo calle, En el olvido disuelto, Recordar el talle esbelto La elegancia de su talle... IV En 1932 el gran poeta cumple sesenta aos. La novela de amor se convierte en historia de terror. Leopoldo Lugones (hijo), comisario de polica, interviene los telfonos y graba los intercambios. Se presenta con los padres de Emilia y los amenaza: si no cortan de inmediato esa relacin, har que declaren loco a su padre y lo encierren en un manicomio. Quiz la despedida se halle en estas cuartetas:
Calladamente la vida, Calladamente se va. Calladamente cumplida, Pronto mi hora llegar. Calladamente la espero Desde que te vi partir. Calladamente te quiero, Y as me voy a morir. Sea como fuere, Lugones resiste otros seis aos a lo que debe haber sido el infierno de la ruptura con su esposa y con el hijo al que consider "un esbirro". El viernes 19 de febrero de 1938, mientras llega su profesor de latn, trabaja en una biografa del general Julio Argentino Roca, el que logr la "conquista del desierto", eufemismo para la "limpieza tnica" de las tribus: el genocidio que abri la pampa a la inmigracin. Deja un recado pstumo: "No puedo concluir la historia de Roca. Basta. Pido que me sepulten en la tierra sin cajn y sin ningn signo ni nombre que me recuerde. Prohbo que se d mi nombre a ningn sitio pblico. Nada reprocho a nadie. El nico responsable soy yo de todos mis actos." Se dirige a El Tigre. En camino compra arsnico en una farmacia. El boticario le da una dosis menor a la que cobra. Lugones llega a una de las islas y alquila un cuarto en un hotelito llamado El Tropezn, acaso el mismo donde se reuna con Emilia. Ingiere el veneno. Por la merma del farmacutico, la agona es aterradora. Encuentran la cama al otro extremo de la habitacin y el cuerpo de Lugones doblado en dos. No termina aqu el espanto. El comisario Leopoldo Lugones (hijo) tiene un sitio indeleble en la historia de la tortura: fue el primero que aplic la picana elctrica en los interrogatorios. Su hija, Pir Lugones, que destac como narradora en la generacin de los sesenta, es secuestrada en 1974. Resiste con increble valor todos los tormentos. Los discpulos de su padre la asesinan a comienzos de 1975 durante un traslado masivo. La hora de la espada termin en la hora de la picana y los desaparecidos. -
LOS ESCRPULOS DE LUGONES
Si para usted su cuerpo era la vaina de una espada. Si como Tirteo, el espartano, crea en la suprema dignidad de morir combatiendo por la patria. Si admiraba el cintarazo viril de la voz de mando, el olor a caballo, a sudor y sangre salobre de la guerra, si tena, en fin, la conviccin de haber nacido guila soberana y no domstica gallina, convengamos, entonces, que suicidarse con cianuro en un recreo del Tigre fue un acto deslucido, en modo alguno pico, para su afn de glorias y fastos militares. Ms coherente en nuestros das Mishima, decapitado por su amante en un cuartel luego de abrirse el vientre y ofrendar sus tripas al milenario Imperio de la Aurora. Juan Jos Hernndez (poema indito). .................................................................................... Sobre un viejo escritorio de persiana de estilo ingls hay una moderna notebook; y en una mesa circular de tres patas, dos tacitas de porcelana y una primera edicin de Las montaas del oro (1897) comprada en una librera de viejo. Lo divertido de esta edicin es que enumera en la contratapa las obras anteriores de Lugones rechazadas por los editores. Humildad de Lugones? Ms bien soberbia, como quien da cuenta de los premios que no recibi porque eso carece de importancia, o porque considera irrelevante el jurado que se los neg.
Juan Jos Hernndez habla sin inhibiciones, con gran sentido del humor. Elige los adjetivos y adverbios con una prolijidad obsesiva; y conserva la tonada tucumana que exige forzar el odo para no perder ninguno de sus matices. Citando de memoria los poemas de Lugones, da la impresin de haberlos escrito l mismo; tan incorporadas tiene las cadencias, los cortes de versos y el remate de las rimas lugonianas. Autor de varios libros de poesa, dos volmenes de cuentos y una novela, ha escrito tambin numerosos artculos y ensayos; entre ellos Ideologa y erotismo en Lugones, publicado parcialmente en Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, con el ttulo Lugones: La luna doncella en su poesa ertica. Dicho ensayo fue reescrito para ser ledo como conferencia en el Club del Progreso, ante un auditorio de porteos atnitos. Haber escuchado esa conferencia me ayud a entender de qu manera Lugones poda ser reledo en la Argentina, casi cien aos despus de la aparicin de sus libros ms clebres. Veo que tiene una vieja edicin de Las montaas del oro... Una vez estuve a punto de comprar una edicin facsmil de los aos cuarenta, pero llevaba la firma del hijo autorizando la edicin y no la compr. En Las montaas del oro hay algunos versos memorables: Sueo bajo las palmeras, tan grandes que cada una parece una noche; o este otro que hace pensar en una escultura art nouveau: Destrenza tu cabello como un duelo sobre tu nuca artstica. Pero en conjunto la obra es agobiante por su tono ampuloso y su retrica de la muerte, que a veces bordea lo caricaturesco: Une tu frgil esqueleto al mo... oh reina rubia. A la vez, hay misteriosas acotaciones poticas que me desconciertan. Por ejemplo, cuando dice que las ballenas lloran al parir, como las mujeres; o que el oso blanco duerme seis meses sin respirar y tiene la vergenza en su lengua negra. En algunos de estos versos de juventud aparecen ya el mito de la luna y el tema de la novia espectral, eterna y lejana. Sigue releyndolo? No le parece que su influencia en la poesa argentina tiende a desaparecer? Aunque dejara de leer a Lugones, seguira no obstante escuchando su acento en los mejores poetas argentinos. En Borges, por ejemplo, que lo admiraba y comparaba su genio verbal con el de Quevedo. Borges saba de memoria un soneto que se titula, si mal no recuerdo, Alma venturosa y comienza: Al promediar la tarde de aquel da,/ cuando iba mi habitual adis a darte/ fue una vaga congoja de dejarte/ lo que me hizo saber que te quera. Era fantstico or el soneto recitado por Borges, que marcaba con nfasis los acentos. En cambio, cuando recitaba a Carriego me sonaba falso. Con Lugones ocurre que
parece haber ensayado y agotado todas las posibilidades del verso en la poesa argentina. Para no hablar de la rima, que emplea con virtuosismo, sin miedo al ridculo. Rimar gorila con axila! Tambin en Luz de provincia de Mastronardi hay ecos lugonianos, en Pedroni, en Luis Franco, en Manuel Castilla, y en tantos otros excelentes poetas. Hasta en Alejandra Pizarnik cuando escribe: Dijiste: tus pechitos benjamines. Y me asust. La influencia de Lugones se hizo sentir tambin fuera del pas. Octavio Paz ha sealado la influencia de Lunario sentimental en Lpez Velarde. Lunario sentimental me parece un libro complejo, deslumbrante, exasperante en el sentido de esa frase, creo que de Gide, sobre Victor Hugo: hay que tener mucho talento para hacer soportable un poco de genio. El libro, en todo caso, representa el intento de Lugones de desacralizar, a fuerza de imgenes irreve-rentes y de irona, el mito de la luna que desde Las montaas del oro, pasando por Los crepsculos del jardn, alucina y gobierna su erotismo. A qu se refiere exactamente? Los poemas amorosos de Los crepsculos del jardn ya estn bajo el influjo de la triple diosa luna y sus cambiantes fases que se identifican en forma emblemtica con la doncellez, la madurez y la decrepitud de la mujer. La luna nueva es la infantina del romance annimo espaol, la belle dame sans merci de los trovadores franceses, la amazona colrica y lozana del verso de Lugones. Esta es la interpretacin que he desarrollado en la conferencia que di en el Club del Progreso... Cmo se relaciona el mito lunar con la inclinacin amorosa del poeta por las adolescentes? Por las jovencitas de pechitos benjamines, o pintones; por las que erigen osadamente el busto escaso. Las peligrosas Lolitas de Nabokov; pero sacralizadas por el signo Luna-doncella, primera fase del ciclo lunar. En mi ensayo he querido dar un explicacin de la poesa ertica de Lugones a travs del imaginario potico, atendiendo nicamente a ese signo. Por eso no me import saber ni averiguar la edad ni la identidad de la mujer o de las mujeres amadas por el poeta. El orden de los signos, como es sabido, no precisa de lo real para articularse, sino que acta a un nivel simblico, al margen de las vicisitudes personales del escritor. En Lugones, el signo Lunadoncella remite a una imagen casi infantil, y por lo tanto prohibitiva, que da origen a sentimientos de afirmacin viril, de culpa y de renuncia sensual. El poeta acabar por identificar a la muerte con el plenilunio: Gota de la muerte/ plcida y serena,/ gota de la copa/ de la luna llena.
En el primer poema de Los crepsculos del jardn, la muerte ya est presente. Cisnes Negros, llama Lugones a las tres chicas agobiadas por el decoro que impone la estirpe mientras pasean entre el bosque oscuro que tiene dignidad de catafalco. En el poema que usted cita, la esttica modernista (que es una esttica del lujo y de la muerte) acompaa al mito lunar. Tambin para Daro el cisne era el ave de la luna. La ttrica dignidad de catafalco del bosque es el marco adecuado para las hermanas enlutadas, que son casi nias y plidas como la luna. El poema se cierra con la imagen de un cisne solitario que en el estanque boga hacia ellas armoniosamente. El encuentro del poeta con su amada, casi siempre una joven de aspecto lnguido y distinguido, ocurre al atardecer. Los enamorados estn sentados en el banco de un parque y ella, muda y distante, permite que l acaricie sus dedos: Nuestro amor fue un encanto de los ojos/ y un vago roce de tmidos dedos/ al insinuante halago del crepsculo. Pero las manos de la amada tienen adems una especie de aura escalofriante: En esa tarde y en sta iguales miedos,/ igual tristeza en el follaje inerte,/ y t a mi lado y en tus finos dedos/ una sutil insinuacin de muerte. El erotismo nacera del contraste entre las seales mor-tuorias de las manos y los ojos estticos de la amada, y su ropa perturbadoramente infantil. Su ropa? A Lugones le encantaba ojear figurines de moda. Deca que ojear figurines era un pasatiempo grato a los poetas. De all su rico vocabulario modisteril: cintas, ruedos, linones, tules, rasos, gasas, taffetas, moar, ligas color crema, capotas, canes y dems frusleras. La ropa, y tambin los zapatos de las mujeres: Su trajecito pareca de colegiala/ y grandes hebillas brillaban en sus zapatos. Podra hablarse de cierto fetichismo en la poesa de Lugones? Por qu no. Lugones escribe: El campo contemplaba con xtasis impuro tu media negra. Habla de los pies de alabastro de su amada, diminutos y besados, de su nervioso zapatito blanco. En la mayora de sus poemas, el deseo ertico no pasa por la mujer adulta. El ttulo de reina de las matrices que Daro le otorga a Venus le hubiera chocado a Lugones, que vea en la fecundidad de la mujer el aspecto plebeyo del amor, una fatalidad biolgica que comparte con las naturales vacas. La madurez sexual de la mujer, sus pechos generosos y sus caderas anchetas, como dira el Arcipreste, le parecan igualmente innobles. No respondan para nada a su concepcin de lo femenino como enigma espiritual y foco de irradiacin
mortuoria. Los crepsculos del jardn resume una esttica de la represin? En todo caso, para Lugones fue todo lo contrario. Agotado el mpetu proftico y las alegoras altisonantes de Las montaas del oro, la publicacin de Los crepsculos del jardn signific una especie de liberacin para el poeta, si se piensa en la poca en que fue escrito el libro. Por primera vez Lugones incorpora la moda femenina a sus versos, como cdigo de clase y ornamento interesado de atraccin sexual. La naturaleza, en vez de copiar el arte, como quera Oscar Wilde, copia prendas ntimas femeninas. Una rosa en el huerto deshace su lento moo, una magnolia en un vaso de agua semeja un cors de inviolado raso, y las flores de un almendro son iguales a los papelitos blancos que usan las mujeres para rizarse el pelo. Pero no hay que confiarse demasiado. A pesar de esas coloridas efusiones, la lira enlutada del poeta vuelve a orse cuando describe una alcoba donde hasta el ntimo piano/ toma el aire de atad. O bien cuando en otro poema de Los crepsculos del jardn, un simple pellizco le sugiere imgenes luctuosas: Sobre tu hombro pulcro,/ la huella de una caricia indiscreta/ se amorata como una violeta/ sobre el mrmol reciente del crepsculo. El libro incluye El soltern, que la crtica ha sealado como uno de sus mejores poemas modernistas; y Len cautivo, un soneto bellsimo en versos alejandrinos de incomparable musicalidad. El verso final se desgrana como una perfecta escala musical. Se ha dicho que Lugones, en los sonetos de Los doce gozos haba plagiado al uruguayo Herrera y Reissig... Es falso. Lo que pasa es que ambos poetas adhieren a un mismo credo esttico; y se complacen en crear atmsferas decadentes y exticas con los consabidos sahumerios, gemas, pedreras, enaguas de surah, alamares bizantinos, ojeras voluptuosas y dems primores modernistas que pueblan los sonetos erticos de Los crepsculos del jardn, y los vuelven ornamentales, artificiosos, fros... Fros? No es ertico el final del soneto Ocenica, con esa mujer de rodillas frente al mar y la ola que se aguza entre sus muslos como una daga? La frialdad, en algunos casos, no excluye el erotismo. Sade es helado. Baudelaire tambin asocia el erotismo con la baja temperatura cuando habla de la fra majestad de la mujer estril, o cuando se refiere a placeres ms agudos que el hielo y el acero. El final del soneto hace pensar en un afiche de la belle poque. De acuerdo, el soneto es bellsimo, pero creo que no trasmite emocin alguna. No tiene por qu hacerlo. Lugones aqu (y en otras ocasiones)
supedita el contenido a la forma; y para lograr ese fin convierte al mar en un toro ardoroso que brama alrededor de la cintura de la baista. Como helenista, no poda ignorar que el mar, en griego, es femenino; y que en francs mar y madre se pronuncian de la misma manera. Segn Pitgoras, lo acuoso y salado, como la noche y la luna, pertenecen al universo femenino. Se me ocurre ahora que la dificultad, el obstculo quiz insalvable para los traductores del Cimetire marin de Valry radica en la contundente masculinidad de la palabra mar en nuestro idioma. Mar, en castellano, puede tambin emplearse usando el femenino. Tiene razn. Pero entre nosotros suena bastante raro, no? Salvo en la frase la mar en coche, que no s qu significa. Estara bien si en vez de mariscos, dijramos en cambio frutos de la mar. Usted ha dicho que a menudo, en los poemas de amor de Lugones, el acto sexual no se consuma. En el soneto Delectacin amorosa, la frase tus rodillas exanges sobre el plinto no remite a un acto realizado y concluido? A un acto sobre todo metaforizado. En ese soneto, el encuentro amoroso de los amantes (como es habitual en Lugones) est presidido por una luna enorme y un cielo poblado de murcilagos, a manera de chinesco biombo. Ms que en las rodillas exanges sobre el plinto, la consumacin ertica ocurre metafricamente en el ltimo terceto: Y a nuestros pies un ro de jacinto/ corra sin rumor hacia la muerte. Borges opinaba que esas escenas erticas en bancos, plintos y jardines eran jactanciosas y chocantes, adems de incmodas. En el soneto anterior titulado El xtasis, luego de una descripcin embelesada que celebra las amplias caderas de una mujer, al final se oye el mugido de una vaca. Se trata de la necesidad de rimar praderas con caderas o es un voluntario anticlmax? Lugones cultiva los anticlmax. En su poema Luna de los amores, donde aparece de manera velada y confidencial su conflictiva inclinacin ertica hacia las jovencitas, la escena ocurre como de costumbre al atardecer. En la sala hay un piano que tiene dignidad de atad, un reloj antiguo y muebles oscuros. Sentada al piano est una clara doncella. Un virginal ruedo blanco adorna su vestido. Es delgada y sensitiva, fina y sensible como flor de peral. El plenilunio ilumina el ambiente. El reloj da la hora, y al mismo tiempo se oye en el fondo a la mucama que est batiendo huevos en la cocina. El detalle crea un anticlmax favorable al desarrollo narrativo del poema.
Una irona? Es como una irona... una forma de tomarse el pelo en medio de esa atmsfera espiritual. Lugones, que se nombra a s mismo, es profesor de ingls de una chiquilina; y a la vez amigo de sus padres que estn muy preocupados por el aire enfermizo y el comportamiento extravagante de su hija. Para tranquilizarlos, les insina que quizs su alumna tenga el mal de luna; es decir que est enamorada. Con una tcnica que anticipa los Poemas solariegos, se oye decir a la madre: Pero si aqu nadie viene fuera de usted. Lugones se complace en imaginar que la jovencita lo ama en secreto, y su corazn se prea de lgrimas oscuras. Despus agrega: No, es intil que alimente un dulce engao. El poema forma parte de Lunario sentimental. Borges deca que en ese libro Lugones agota los modos de nombrar o figurar la luna. S, s. Lugones la nombr obsesivamente: con galantera (plida abadesa de una neutra abada), con humor (luna colombina, cara de estearina), con pavor (escarcha y luna, el mundo est tan claro que da miedo). Borges dice en un poema que son intiles y vanas las imgenes con que los poetas de todos los tiempos han pretendido representarla. Indescifrable y cotidiana, el mejor modo de nombrar la luna sera simplemente la palabra luna. Imposible pedirle a Lugones semejante sobriedad. En Lugones la luna es tema literario, pero tambin mitologa ntima y signo no verbal que lo alucina. Detrs de la palabra luna se esconde toda la pasin y el infortunio del poeta. Hay otro Lugones, el de las Odas seculares, Poemas solariegos y Romances de Ro Seco, que parecera estar a salvo del hechizo lunar. Cuando no est alunado, o enamorado que es lo mismo, Lugones muestra una notable capacidad de observacin de lo real; se trate de una tormenta de verano, un maizal, un gallinero, el vuelo de un pjaro, o una liblula. Escuche cmo registra el vuelo de un picaflor: Cruza el cielo de la tarde,/ y zumbando se pierde el picaflor,/ al sesgo de su centella verde. O cmo describe en la Oda a los ganados y las mieses el inicio de una tormenta: Viene ya el agua elctrica y sonora,/ hinchada en un sombro azul de breva. O cmo dice, con sencillez, que con la lluvia el campo se emociona. En las Odas seculares hay una tierna evocacin de su madre, doa Custodia: Embelleca un rubio aseado y grave/ sus pacficas trenzas de seora. La sexualidad de los animales no lo perturba y puede observarla con objetividad: Huele el toro a su vaca lentamente. Sin la anestesia lunar y crepuscular, su poesa cobra resonancias picas, patriticas: Llevo en m la patria entera, escribe. Y tambin en una carta a Daro: Mi alma vive en flameantes sobresaltos de lucha,
pues mi cuerpo es la vaina de una espada. Devuelto al mundo de los hombres, se identifica con los caudillos de las montoneras en La guerra gaucha y declara con sorna de compadrito criollo: Planta el culo de la taba/ la existencia de un varn. Su hroe preferido fue Aquiles, en tanto representa el arquetipo de las virtudes guerreras de la antigua aristocracia griega. Sabe cmo define Lugones el sable granadero? Barra de luz viril. Una pasin volcada al gnero masculino, tal vez? No. Bueno, no al menos en forma manifiesta. Pero si la hubo, se expres a travs de la imaginera heroica de su poesa; solidaria con su ideologa poltica que sin duda fue retrgrada, elitista y represiva. Lugones pasa por ser un helenista apasionado que tradujo fragmentos de la Ilada; sin embargo pareca ignorar que el ideal de la cultura aristocrtica y guerrera de los griegos admita y prestigiaba el amor homosexual. En su ensayo El ejrcito en la Ilada, Lugones no se da por enterado de que el motivo por el que su admirado Aquiles vuelve al combate es porque los troyanos matan a su amante y compaero de armas, Patroclo; y l debe vengarlo aun sabiendo que el precio ser su propia muerte. En su poema Lugones que se reproduce aqu, usted menciona su suicidio en 1938 y lo asocia con el de Mishima. Adems del suicidio encuentra en ellos algo ms en comn? Ambos fueron nostlgicos del pasado y empedernidos militaristas. Lugones lleg a decir que el ejrcito era la ltima aristocracia, la ltima posibilidad de organizacin jerrquica en el pas. Vea en el amor corts de los trovadores del medioevo un ideal de pureza al que era preciso volver para oponerlo a la bajeza sensual de nuestro tiempo. Mishima, por su parte, ambicionaba la restauracin del Mikado en todo su antiguo ceremonial y su boato, destruidos despus de la derrota japonesa en la ltima Guerra Mundial. Con esa intencin consigui reorganizar la orden militar de los samurais. El escritor japons se mat de acuerdo con el ritual de esa orden, desangrado y finalmente decapitado por otro samurai, que era su joven amante. Hace casi sesenta aos, Lugones (que haba adherido al fascismo y proclamado la hora de la espada) se suicid en un recreo del Tigre. La mayora de la gente supone todava que se peg un tiro con la nena, que as llamaba Lugones a la pistola con la que iba siempre armado. Pero no, no hubo ningn disparo: se suicid bebiendo cianuro. Una forma de muerte que, para decirlo de algn modo, no encajaba con su imagen de intelectual belicista. Usted cree, como Borges, que Lugones abusaba del diccionario?
En La guerra gaucha sobre todo. Eso la vuelve por momentos ilegible. Llevado por su mana castiza y restauradora, resucitaba palabras que son correctas pero que nadie usa. Hay un doble discurso en Lugones? Mscaras ms bien; disfraces que ocultan y por lo tanto revelan o insinan en su poesa amorosa una zona vedada que el poeta no puede expresar. Donde se siente ms el esfuerzo por disimular, por crear una especie de mscara de su verdad, es en la poesa amorosa. Bernardo Canal Feijo escribi un ensayo donde sostiene que en el erotismo de Lugones hay una inminencia de incesto afanosamente soslayada, que no hay motivos para presumir autobiogrfico. Hay algo que est insinuando, pero nunca lo tiene claro. O no lo puede decir. O no lo quiere decir. En un dossier de Diario de Poesa, Charlie Feiling escribi que Los crepsculos del jardn es casi un libro pornogrfico. A m me parece un libro medio kitsch, con tantas mujeres ojerosas y enjoyadas, con manos de abatida aristocracia, torturadas de diamantes y languideces felinas; o esas otras, de aspecto aniado, que eran las preferidas del poeta. La moda de la poca, al acentuar la levedad y el aire infantil de la mujer, cre un tipo de belleza femenina, la mujer-nia (la femme enfant), que le vino de perillas a la inclinacin ertica de Lugones, pues le permiti expresarla dentro de lo socialmente aceptable. La mujer-nia sustituy a la luna doncella. La novia espectral de Lugones cedi temporariamente su lugar a un prfido mamfero rosa, que lo seduce con sus gestos y su aspecto aniado. Melindres y rulos en tirabuzn, estilo Mary Pickford, la Novia de Amrica del cine mudo norteamericano, idntica a la muchacha del soneto La coqueta de Los crepsculos del jardn... Bajo los fluidos bucles en que flota/ su rubia cabeza de fina beldad/ recluye en el mbito de la ancha capota/ con mimo adorable su puerilidad. Como lo he dicho antes, Los crepsculos del jardn responde a la esttica del modernismo; con su publicacin en 1905 Lugones abandona el tono de poeta visionario, tpica del romanticismo. Daro pensaba que los poetas eran torres de Dios, pararrayos celestes; y por eso cuando ley Las montaas del oro llam a Lugones Almafuerte de alta temperatura; por aquello del poeta como visionario con una misin trascendente, divina, justiciera... No parece estar muy convencido. Es que vale la pena recordar que a la par de las corrientes literarias de la poca, influyeron en su poesa el espiritismo y la teosofa, que estaban en
boga a fines del siglo pasado. La muerte es un tpico de escritores de derecha? No necesariamente; aunque parecera estar demasiado presente o latente en esa ideologa, y estalla de pronto en el grito Viva la muerte! de un mutilado general franquista, o rene con el nombre Novios de la Muerte a una banda de asesinos de pelo cortado al rape. Amar y morir, qu dos cosas ms parecidas, exclama Lugones; que en su poesa amorosa aspira a la aniquilacin junto a su amante virginal, en el momento en que su deseo claudica heroicamente y ella (casi una nia) se desvanece en azules lejanas, o se convierte en compasivo serafn. Borges, como discpulo y admirador de Lugones, hered la elocuencia de su maestro, su prurito pico y su lira galante; herencia que fue pulida y sabiamente atenuada por su talento de escritor. Esto es evidente si comparamos la imaginera heroica de los dos poetas. La de Lugones, basada en los valores de fuerza y soberana, con sus cndores asesinos, tigres solares y espadas regeneradoras, se nos antoja hoy una antigualla retrica. La imaginera heroica de Borges se aparta de la fanfarria lugoniana; no aspira a perpetuarse en celebraciones y arengas patriticas. Se muestra sobria y precisa al evocar algunos nombres de su sangre: Mis antepasados fueron militares y estancieros;/ uno pele contra los godos,/ otro, en el Paraguay, cans su espada... Borges se refiere en un poema a la deseable dignidad de estar muerto, y uno se pregunta qu dignidad otorga la muerte. Tonteras. Prefiero esta simple reflexin de Cernuda: Morir parece fcil,/ vivir es lo difcil. Coincide con David Vias en que Lugones fue un hidalgo provinciano que baj a Buenos Aires a hacer carrera? No. Era criollo Lugones. Yo dira que fue un provinciano pobre, un cabecita negra medio achinado, orgulloso y respondn; y que debi enfrentarse con el racismo y la frivolidad de los porteos. Tena un inmenso talento potico y una infatigable curiosidad intelectual. Nunca dijo que descenda de estancieros ni se jact de que su bisabuelo fuese primo de Rosas. De sus antepasados criollos slo rescata a un oscuro militar, el coronel Lorenzo Lugones: Form parte del primer ejrcito de la patria,/ falleci en la pobreza, pero con dignidad. Otros tiempos, no es as? por Alejandro Margulis
Por Ariel Schetini
Hay libros que tienen la fuerza necesaria para transformar la configuracin oficial de un personaje. En Cuando Lugones conoci el amor se puede identificar a un Lugones completamente desconocido hasta ahora. El que aparece en este libro es un escritor que, contrariamente a su produccin anterior, parece que puede (y de hecho, lo hace) entregar algo de s en la escritura, algo sincero. Todos saben que Lugones comenz su carrera como joven militante de izquierda, que fue el papa canonizador del Martn Fierro como nuestra obra nacional, que su poder para dictaminar acerca de las propiedades de nuestra literatura era, hacia el Centenario, absoluto. Borges se encarg de arrebatarle ese lugar en el Panten de las Letras para, finalmente devolvrselo. Pero al margen de su obra literaria, Lugones haba actuado polticamente como el idelogo de la militarizacin de la cultura latinoamericana. En 1926, invitado por el gobierno del Per, Lugones pronunci su ya clebre Discurso de Ayacucho, en el que alentaba al poder militar a salvar nuestra regin, tal como nos haban liberado un siglo antes. Llam a ese ciclo redentor la hora de la espada, que sonaba nuevamente para Latinoamrica. A partir de ese pronunciamiento, Lugones ocup el mefistoflico espacio del monje negro o del intelectual estatal, incmodo hasta para los mismos grupos de accin golpista para los que trabajaba. Todos conocemos esa historia que mezcla literatura, Estado y poder de un modo que sigue teniendo consecuencias en el presente. La literatura de Lugones, paradjicamente, fue lo que muri primero. Sus poemas y su prosa, despus de la vanguardia y de los aos sesenta, quedaron en un estado de arcasmo tal que casi es imposible leer una frase de quien fuera el vate nacional sin ceder a la risa, el tedio o la impavidez. Para los lectores modernos la figura de Lugones es casi inexplicable porque nos separa de l un abismo esttico. Quin puede haber credo en las virtudes poticas de un hombre que desde el primero al ltimo libro considera que flor y amor riman legtimamente? Quin pudo soportar ristras infinitas de versos dedicados a los valores de la pampa argentina cifrados en sus vacas, sus trenes y su pasto? Quin crey en los argumentos pueriles que usa para glorificar al Martn Fierro (comparado con La Ilada o con La Divina Comedia) sin sospechar de los intereses xenfobos que lo mueven? Lugones siempre fue excesivo, pero nunca eficaz. Intimidad de un poeta Precisamente porque contradice ese saber comn y escolar, Cuando Lugones conoci el amor presenta una cara de Lugones jams antes imaginada.
En la Introduccin donde justifica la publicacin de estos textos inditos, Mara Ins Crdenas de Monner Sans dibuja un perfil del escritor completamente nuevo. En el mismo momento en que el escritor prepara el Discurso de Ayacucho, se enamora de una alumna de la Facultad de Filosofa y Letras, amiga de toda la vida de la autora. A partir de all aparecen una serie de historias que se disparan en diversas direcciones. Por un lado, la historia de estas amigas que establecen un pacto de publicacin de la correspondencia ntima del propio Lugones. Pero, al mismo tiempo, el relato de este amor entre el hombre ya maduro y la joven, atestiguado por cartas y poemas. Las figuras principales de este libro se conocieron por el fervor bibliogrfico de la alumna, que buscaba la ltima publicacin del escritor ya en decadencia (la voracidad de los alumnos de Filosofa y Letras para leer como novedad lo que acaba de pasar de moda no es nueva ni ha cesado). A partir de all comienza un vnculo amoroso que arrastra al escritor a zonas desconocidas de su literatura. Lugones, hombre casado y con hijos, inventa, para defender su amor y la reputacin de ambos, formas anagramticas de los nombres de los amantes que le permitan decir aquello que la situacin civil les impide. Entonces crea una poesa ldica y perversa que lo acerca ms a la sublimacin de Lewis Carroll que a los cisnes de calesita que Lugones echaba a nadar en los estanques de las aguas servidas por Rubn Daro: Leopoldo Lugones se disfraza sucesivamente de Osoln de Ploguel o Ugopolen del Sol o tu novio Leopoldo. Ella, Emilia, se convierte en Dama Melancola, Aglaura, Leodia o Clelia de Amoiga o Camelia o Lila. Entre esos nombres Lugones prueba la escritura de versos juguetones. El hombre feliz no existe, pero su camisa s, y como la camisa viaja y nunca vuelve de la lavandera, todos tenemos asegurado un da de felicidad. Es el tema de uno de sus poemas en el cual la dicha queda garantizada por el anonimato. Tambin hay poemas amatorios en los que el cdigo y la frmula se imponen sobre la expresin de s. El espritu irredento del autor latinoamericano es notablemente traducido sin pudor a otras lenguas: los nicos dos poemas en ingls de los que consta este libro incurren en la rima love/ glove/ dove que es, simultneamente, una de las pocas rimas existentes en la lengua inglesa para la palabra love, tanto como una de las ms prohibidas por vulgar. Pero esa obligacin de transformar el nombre del autor coloca a Lugones en problemas de identidad y especulaciones en los que a veces resuena Borges, y nos permite verificar hasta qu punto el primer Borges desech, en el mismo movimiento, el discurso de la sentimentalidad y la esttica del modernismo. De hecho, el Borges de los poemas amorosos, especialmente los posteriores a El Hacedor, no se diferencia de algunos versos de Lugones: Del otro que era l mismo,/ tampoco se saba/ diz que en la torre mora/ Dama Melancola, dice
Lugones hablando de sus alter-egos y de la protagonista de sus pesares. Algunos de los poemas son pequeos epigramas de una oracin que describen un estado de nimo o una situacin en unas pocas palabras lacnicas, y es all donde la ternura o el encantamiento amoroso se internan en las leyes del verso clsico para provocar algo inaudito en la voz del autor. En el poema Pronombre personal define la forma de la palabra sin necesidad de acudir a la grandilocuencia: Aquel con que te expreso/ la belleza que ignoran los sabios:/ El que toma en los labios/ la forma del beso. Fluidos del alma Junto a los poemas, este libro rescata la correspondencia que el escritor mantuvo con su amante. Y all est la zona ms interesante del libro. Si toda relacin epistolar puede servir para confirmar a los correspondientes que las actitudes, los modos del trato y las formas se conservan an en la ausencia fsica de stos, las cartas de Lugones muestran algo ms que al hombre de Estado dominado por una pasin. En sus cartas, el autor de La guerra gaucha lleva a cabo todas las estrategias del amor corts: la mujer amada es elevada hasta inasibles alturas y puesta, al mismo tiempo, en el lugar del ngel beatfico mientras, a la vez, se la denuncia por actuar como el demonio perturbador del sosiego viril y mezclando la demanda obsesiva y la ansiedad infinita se la cubre de halagos. La intencin no es la de convencer mediante argumentos, sino la de provocar adhesin o ciega hipnosis mediante la proliferacin de apelativos amorosos. Al mismo tiempo, se pone en marcha todo el lenguaje de la sublimacin que puede hacer de la amada una abejita, una trtola de seda o una princesa, tanto como una fiera, una pantera, una leona o un ser con saberes demonacos ocultos. Aun as, en todos los casos, la literalidad de la metfora deja entrever claramente que en la mayora de los casos la espiritualizacin del mensaje est en relacin inmediata con alguna parte o actividad del cuerpo que los modales del momento no permiten nombrar. Cuando habla de derramarse en perlas, Lugones se refiere a que se masturba en la oficina de redaccin del diario desde donde escribe para firmar con su propio semen; cuando habla del amor que lo desangra, se corta un dedo para enviar su propia sangre; cuando habla del perfume de las prendas de la amada, se refiere al olor de la ropa interior que Emilia le ha regalado. Como si todo el juego consistiera en volver literal la poesa de Gngora y Quevedo. Bondage Es verdad que el lenguaje epistolar amoroso latinoamericano de la poca exiga el desborde, clausurado en sus lmites meramente retricos. Es verdad que las cartas se conservaban en la poca como el nico espacio social donde la intimidad y el secreto permitan (bajo normas estrictas) salirse de las ataduras para dar rienda suelta a la expresividad del yo
desaforado sin poner en mayores riesgos las apariencias urbanas y las figuraciones sociales. Con un lenguaje mstico digno de los ejercicios espirituales y el temerario alarde de quien exhibe que puede acceder a los rincones ms ocultos de la lengua, Lugones encontr este gnero secreto para dar acaso lo ms honesto y desgarrado de su produccin. Pero ms all de las manchas de semen o sangre con las que decora el xtasis y clarifica su letra manuscrita, Lugones enamorado recorre en su epistolario una zona notable de sus preferencias erticas. Los pies de la amada como el lugar del placer del humillado que no deja de citar en cada carta, o la constante ansiedad y el suspense dedicados a los encuentros e incluso la retrica paranoica del secreto que aparece cuando los telfonos son intervenidos por la polica o su correspondencia violada (Polo Lugones, su propio hijo, era el oficial de polica que los investigaba), construyen un Lugones que no tiene nada que envidiar al Sacher-Masoch de La Venus de las pieles. Como dato maravilloso, este libro disea un personaje que explica un modo especfico de la sensibilidad finisecular. De acuerdo con su cdigo, la virtud pblica esconde un repertorio de perversiones ocultas que una vez develadas permiten leer la ingenuidad de un hombre que haca de la virilidad un culto social y un modo de funcionamiento. As, las relaciones de todos los tipos quedan investidas de los atributos del amo/esclavo. En sus cartas detalla las reglas del masoquista como si se tratara de otro discpulo de la Wanda dominante que disciplinaba al Doctor Masoch: con el corazn roto por tu ms injusto rigor, soy yo quien te pide perdn sin tener de qu, besndote los piecitos o T que eres princesa, mandas como tal. En el nombre del hijo El fin de la relacin de Lugones con Emilia tiene como corolario un episodio del autoritarismo criollo que ilumina, de algn modo, el origen del accionar delirante o irracional de las fuerzas represivas en este pas y que tiene la forma de una moraleja gaucha. Despus de varios aos de iniciado el romance, un da Emilia llega a su casa y encuentra a sus padres reunidos con Polo Lugones, el hijo de su amante, director de la polica en ese momento y, como es clebre, el importador de la picana elctrica (invento suizo). En esa conversacin se la intima a que abandone a Lugones bajo pena de que el escritor sea declarado insano por su propio hijo. Obediente, Emilia se separa de Lugones, aunque l sigue mandando cartas y buscando a su amada infructuosamente. Menos de cinco aos despus, Lugones se suicid en el Tigre. Si el fin de este amor esclarece, aunque sea vagamente, el suicidio en el nombre de su vanidad herida, adems es posible conjeturar que la figura de Lugones cerr un crculo completo. Este libro permite fantasear que su historia es la del hombre que pudo
ocupar todos los lugares sociales. Lugones, que se presentaba proclamndose el hombre ms fiel del mundo y que dedic un libro a esa virtud (El libro fiel), termina acorralado por las mismas crceles sociales que contribuy a erigir. De un modo o de otro, es inevitable pensar que no fue sino una vctima de un Estado de vigilancia y represin que l mismo ayud, literalmente, a engendrar, y que patrocin. Para los lectores de una trama amorosa truncada como fue la de Emilia Cadelago y Leopoldo Lugones, es difcil no reconocer grandilocuentes gestos heroicos en las ms mnimas actitudes de los amantes. La violacin de las normas sociales y el secreto develado, en este caso, alimentan ese imaginario. De hecho, esta pica domina la correspondencia de los amantes, que buscaban en el ms trivial de los hechos cotidianos razones para convertirlo en una hazaa. Despus de unos das de enfermedad de Lugones (que podemos suponer una consuetudinaria gripe) el autor escribe a su amada uno de los poemas ms bellos de toda su obra. Gracias a este libro indiscreto, ese poema ve ahora la luz: Peligr y la muerte Por mis ojos vi. Riesgo y ventura Fueron para ti. Con espada y firme brazo combat (...). Si cayera un da Como no ca Mi ltimo suspiro Ser para ti.
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