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Gustavo Diaz Solis Un Arco Secreto

Este documento analiza la obra del escritor venezolano Gustavo Díaz Solís y su contribución al género del cuento en Venezuela. Discute tres líneas principales en la obra de Díaz Solís: 1) la espacialidad marítima representada en cuentos como "El niño y el mar", 2) la recreación histórica como en "Llueve sobre el mar", y 3) la refiguración paisajística en piezas como "Cáchalo". El documento también describe la brevedad y perfeccionismo de la obra de Díaz

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Gustavo Diaz Solis Un Arco Secreto

Este documento analiza la obra del escritor venezolano Gustavo Díaz Solís y su contribución al género del cuento en Venezuela. Discute tres líneas principales en la obra de Díaz Solís: 1) la espacialidad marítima representada en cuentos como "El niño y el mar", 2) la recreación histórica como en "Llueve sobre el mar", y 3) la refiguración paisajística en piezas como "Cáchalo". El documento también describe la brevedad y perfeccionismo de la obra de Díaz

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Gustavo Daz Sols:

Un arco secreto
Antonio Lpez Ortega
El cuento en Venezuela, despus de su larga expansin, sigue
siendo un gnero tan atractivo como enigmtico. Se le cultiva
como pocos, escritores mayores y menores, y sin embargo no hay
instrumentos que reflejen esa fidelidad. La crtica y la academia se
esfuerzan desde hace aos por desvelar ese apego, casi incons-
ciente, y al cabo de tantos esfuerzos poco se entiende que un for-
mato de tanta luminosidad tenga mecanismos de recepcin que se
mantienen oscuros, como si la pulsin que anima a los mismos
narradores se transfiriera a lectores y receptores. De su vitalidad
no podra haber duda alguna -todo narrador joven de este trpi-
co absoluto, como dira Eugenio Montejo, se inicia por y a tra-
vs del cuento-, pero de su trascendencia son pocas las voces que
la admiten. Gnero mayor de la tradicin literaria venezolana
segn muchos opinadores, quizs porque no desmaya en ninguna
de las dcadas del siglo pasado y mantiene a todas luces una salud
inalterable en el que corre, queda an por determinar por qu la
pulsin por la brevedad y la contencin conquista a tantas voca-
ciones emergentes. Hay quien admite que las fuentes podran
estar en la extensa literatura folklrica, muchas veces oral, que nos
precede por varias centurias, donde los cuentos de camino abun-
dan tanto como los aparecidos o los silbones. De esta constitucin
cuentera mucho podramos especular, pero ms interesante sera
determinar, despus que el gnero en Occidente se afianza clara-
mente en el siglo XIX, cundo entre nosotros se vuelve moderno,
porque en estudios recientes, al menos desde una trinchera crti-
ca, la mencin a cuento poco vala en las postrimeras del siglo
mencionado. Para quien pasara, por ejemplo, las pginas de la
revista El cojo ilustrado y se encontrara con alguna pieza narrati-
va, motes como el de crnica, apostilla o cuadro de costumbres se
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reconocan ms que aquel tan anodino y trillado de cuento, tan
cercano a la tierra y a las viejas tradiciones pueblerinas. Pero esa
criatura que hacia 1900, digamos, careca tanto de progenitor
como de herederos, en tan. slo cuarenta aos, lase bien, se
encumbra hasta unos rangos de excelencia y universalidad pocas
veces vistos en la evolucin de un gnero, Y es que la dcada de
los aos 40, adonde llegaban escritores ya maduros como Arturo
Uslar Pietri, Enrique Bernardo Nez o Julio Garmendia, ve
tambin el surgimiento de una plyade de cultores cuyos rangos
de excelencia rebasan cualquier pronstico: Guillermo Meneses,
Antonio Mrquez Salas, Humberto Rivas Mijares, Oswaldo
Trejo, Osear Guaramato o Alfredo Armas Alfonzo. Repasar tan
slo los nombres, tanto de premiados como de finalistas, del con-
curso de cuentos que El Nacional instaura en 1946 no deja de ser
un choque de titanes: la modernidad del cuento venezolano ha lle-
gado para quedarse.
La reciente desaparicin de Gustavo Daz Sols (1920-2012) no
viene sino a avivar la discusin sobre un gnero menor que slo
entre nosotros puede considerarse mayor. Perteneciente tambin
a esa generacin que irrumpe en los aos 40, su caso cobra valor
adicional porque toda su obra fue un gran ejercicio de contencin
y perfeccionismo. Jos Balza lo lleg a caracterizar como un
cuentista absoluto, pero quizs esa frase se quede corta ante el
panorama certero de unos veinte relatos, no ms, que este narra-
dor oriundo de Giria public entre 1940 y 1968. Y es que si
extremamos el anlisis, desde la aparicin de Marejada en 1940,
podramos admitir que el libro de este maestro ha sido uno solo,
variable y proteico, que en cada reedicin cambiaba de ttulo y
agregaba una o dos novedades. As, a los tres relatos que incluye
la edicin de Llueve sobre el mar en 1943 (Lueve sobre el mar,
El mosaiquito verde y Detrs del muro est el campo) se
agregan otros cinco en la edicin de Cuentos de dos tiempos de
1950 (Ophidia, El nio y el mar, La efigie, Arco secreto
y Hechizo). Igual operacin se plantea entre Cinco cuentos de
1963 y Ophidia y otras personas de 1968, pues a los cinco prime-
ros agrega seis ms en esta ltima edicin. Los volmenes antol-
gicos que circulan en reediciones constantes desde 1968 alternan
los ttulos entre Ophidia y otras personas y Arco secreto y otros
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LOS OLVIDADOS
cuentos, pero en verdad son variaciones del mismo libro, especie
de seleccin invariable que constata o confirma la perdurabilidad
de piezas que son todas memorables.
Si tuviramos que resumir en tres lneas de fuerza los referen-
tes que animaron la cuentstica de Daz Sols, dira que una es la
espacialidad martima (tan clara en El nio y el mar), otra la
recreacin histrica (Llueve sobre el mar o Hechizo) y una
tercera la refiguracin paisajstica o ambiental (con piezas tan her-
mosas e intrigantes como Cchalo o El cocuyo). La primera
quizs tenga que ver con el referente biogrfico, pues la martima
Giria, situada a pocos kilmetros de la legendaria Macuro, pri-
mer punto continental que pisa Coln en su tercer viaje de 1498,
ha debido de ser para 1920 poco ms que un casero. La narracin
casi minimalista, de precisin cinematogrfica, que despliega Daz
Sols en El nio y el mar, responde a sus vivencias de infante en
un espacio sin fin, sin limitaciones, en el que cada nuevo da fija-
ba al azar una aventura distinta, un tejido de relaciones entre
Natura y el infante silvestre. El nio simboliza en este hermoso
relato la unicidad frente a la multiplicidad que puede representar
el mar, la pequenez frente a un rostro de mil caras, finalmente la
individualidad frente a una otredad que todo lo contiene: belleza
y horror, armona y desazn, vida y muerte reconcentrados en el
esfuerzo de un nio que slo aspira a cazar un cangrejo airado.
La tensin que se logra en esta breve pieza, las imgenes de un
mar que llega hasta olerse, la infinita soledad del infante frente a
su propio empeo de afirmacin, lo convierten en una pieza
nica, memorable por sus imgenes irrepetibles y su minuciosi-
dad descriptiva.
En su segunda lnea de fuerza, que hemos llamado de recrea-
cin histrica, Daz Sols no se distancia mucho de una obsesin
compartida por muchos de sus compaeros de promocin. Lec-
tor asiduo de los viajeros de Indias y de los relatos de Conquista,
esa pica distante y a veces cruel permea su cuentstica, sobre todo
la de los primeros aos, para dejar estampas memorables. En
Llueve sobre el mar, por ejemplo, se apela al expediente del
cimarronaje y al acoso que se ejerce sobre el esclavo fugitivo,
muerto finalmente bajo la noche enfunada; es curioso ver en
este caso cmo la descripcin de una muerte paulatina (el hombre
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corpulento resiste los lanzazos y corre exhausto entre los mato-
rrales) llega a tener ribetes de belleza, en los que las heridas abier-
tas, la sangre, el sudor y un pensamiento trepidante se imponen
como manto esttico sobre la historia cruda y desesperanzada. En
Hechizo, por el contrario, los polos se invierten y esta vez es
una comunidad indgena de sombras giles la que sacrifica a un
soldado aventurero con esa otra luz dura e instantnea de la
espada. Pareciera al fin que los acosos guerreros son vengados a
travs de extraos rituales, en los que salta a la vista que cualquier
incursin depredadora tiene su precio.
La tercera y ltima lnea de fuerza, que hemos llamado de refi-
guracin paisajstica o ambiental, quizs constituye la ms perdu-
rable del maestro. Se trata siempre de encuentros tensos, desafian-
tes o reveladores con la naturaleza. Peces, batracios, insectos o
figuras diversas del mar son excrecencias naturales que siempre
ponen a prueba a un individuo, casi siempre solo, a veces en acti-
tud de caza, como si tuviera que doblegar la adversidad antes de
conocerla. El desafo por dominar o abandonar la escena, la lucha
siempre presente entre obsesin y temor, revela un trasfondo que
es el del conocimiento. En Cchalo, por ejemplo, el acecho a un
pez huidizo, que sabe esconderse bajo las piedras de un riachuelo
de aguas transparentes, termina convirtindose en una compren-
sin profunda de lo antagnico. Del cchalo llegamos a saber
todo: rutinas, recogimientos, aleteos, movimientos sinuosos; pero
tambin los ojos mviles, las manchas de la piel escamada, la cola
que se paraliza. Una vez que el nio pescador, despus de das de
acoso, finalmente atraviesa la vara puntiaguda en el cuerpo del
pez, un sentimiento de desazn todo lo embarga, como si en la
vivacidad estuviera el centro de todo y no en los bajos sentimien-
tos de una humanidad alicada, esclavizada por impulsos ciegos.
En El cocuyo, la variante va por advertir en la luminosidad
intermitente un principio de salvacin, de reconciliacin: una
pareja que ha huido de aquel recuerdo doloroso para refugiar-
se en un pueblo ve en el insecto la otra realidad que necesitan para
trasponer un estadio que se asemeja a ceniza de sangre.
Ms all de estas reconocibles lneas de fuerza, mencin aparte
merecera Arco secreto, sin duda su obra mayor, un relato que
es en s mismo una categorizacin, al punto de desbordar los pro-
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pos parmetros narrativos de Daz Sols y anunciar un salto o un
precipicio que no termin de consumarse. Si Llueve sobre el
mar guarda ciertas reminiscencias de literatura nativista, es inne-
gable que en Ophidia estamos ante otro estadio de su apuesta
expresiva, aquel que confunde voces y personas narrativas por el
solo deseo de crear simulaciones. Un tercer salto en esa bsqueda
incesante ensayaba una cristalizacin en Arco secreto -cuyo
slo tratamiento del universo petrolero, de una relacin sorda
entre amantes de mundos dispares y de un enfrentamiento entre
un ser y su sombra, ya daban cuenta de una precocidad inexplica-
ble-, pero el autor parece detenerse ante su propio asomo y no
perseverar en ese caldo de dudas mentales, quiebres psicolgicos
y sospechas sobre su propia individuacin. Al igual que el Galle-
gos de Canaima, que en su descripcin de una lluvia torrencial
atenta contra su propio programa novelesco, insinuando que la
lluvia puede borrar la selva de palabras, Daz Sols quiebra todas
sus certidumbres anteriores y asoma en Arco secreto una rela-
cin entre planos temporales, entre personajes irreales y entre
sombra y vigilia francamente novedosa. El arco de significacin es
secreto porque en definitiva no se sabe lo que une o desune: la lec-
tura nos deja en un estado de extraamiento realmente extremo.
Quienes han querido ver en Arco secrreto un anticipo de lo
que luego sera una narrativa del petrleo, o quienes han adver-
tido la ruptura de un canon que hacia 1948 no terminaba de des-
ligarse de claves nativistas o criollistas, olvidan que la tcnica de
este relato parece provenir de otra tradicin, ms bien anglosajo-
na, a la que el maestro estuvo expuesto en sus aos de estudio.
Sigue siendo un enigma cmo el narrador de este relato puede
fusionar tres tiempos, tres instancias distintas, y generar relacio-
nes entre ellas. El relato expone adems un estado de zozobra ps-
quica que est al borde de la locura, sobre todo en el duelo final
entre un hombre que no logra dormir y una sombra alada que
parece un murcilago. Se dira que el relato recoge la experiencia
extrema de una desadaptacin: de psique, de vida, de hogar, de
rutina, de entorno. El personaje central que medita a todo lo largo
de la narracin -si es que se trata de uno solo y no de tres- pos-
tula la incapacidad o imposibilidad de encajar en lo que ve, siente
o piensa. La subjetividad se crece frente a una tradicin que hasta
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ese momento esconda una mirada colectiva o sociologizante, y
tambin de espacios siempre abiertos y naturales saltamos de
pronto a espacios cerrados y urbanos, poco reconocibles en el
cuerpo de los relatos que se escriban entonces. Arco secreto
instala un aire de modernidad, de tcnica narrativa, de quiebres
temporales o expresivos, de los que luego va a ser difcil escapar,
sobre todo si tomamos en cuenta que la dcada de los aos 40 va
a introducir un definitivo punto de inflexin en el cuento venezo-
lano: ya no se escribir como antes.
Un narrador que dedic aos enteros a sus piezas maestras,
que cultiv un solo libro proteico, que fue ciegamente fiel al gne-
ro cuento para expandirlo o subvertirlo, que no aspir a nada dis-
tinto a la perfeccin, en otra cultura o sistema de recepcin ya
sera un autor digno de veneracin. Pero bastan la humildad auto-
ral, por un lado, y la escasez de miras o falta de recepcin, por el
otro, para que nadie se percate de que, generacionalmente hablan-
do, los hermanos de su muy particular familia continental han
podido ser Juan Rulfo (1917), Alvaro Mutis (1923), Elena Garro
(1920), Juan Jos Arrela (1918), Clarice Lispector (1920) o Anto-
nio Di Benedetto (1922), todos tan diversos, dignos y trascenden-
tes como nuestro traductor de Eliot y lector de Wordsworth.
Acaso sin saberlo, Daz Sols cultiv un oficio secreto para pro-
ducir un libro secreto mantenido con una escritura secreta. Ser
ya la hora para tensar el arco del reconocimiento de un autor
magistral? De los acorralados -gustaba de decir a Gonzalo
Rojas-, es el Reino G
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