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Introducción Épica Castellana

La épica medieval se caracteriza por narrar en verso las hazañas legendarias de héroes para crear una identidad nacional. Existen diferentes teorías sobre sus orígenes, desde la permanencia de cantos populares hasta su creación por poetas individuales. La épica castellana probablemente tuvo influencias árabes, latinas y germánicas, surgida entre los siglos X y XI para exaltar las gestas del pasado.

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Introducción Épica Castellana

La épica medieval se caracteriza por narrar en verso las hazañas legendarias de héroes para crear una identidad nacional. Existen diferentes teorías sobre sus orígenes, desde la permanencia de cantos populares hasta su creación por poetas individuales. La épica castellana probablemente tuvo influencias árabes, latinas y germánicas, surgida entre los siglos X y XI para exaltar las gestas del pasado.

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1.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ÉPICA.

La palabra épica viene del griego epiqué, que a su vez se forma de epós, que significa palabra,
recitado o verso. Por su parte, gesta proviene del latín gero, hacer. En efecto, un poema épico (o
cantar de gesta) es un canto narrativo de tipo tradicional en el que se narran las hazañas legendarias
de un héroe para la creación de una unidad nacional. El conjunto de poemas épicos de un país forman
su epopeya.
En las más distintas y alejadas culturas ha existido una poesía tradicional que celebraba las
hazañas de sus antepasados. La épica de los diferentes países muestra una serie de rasgos comunes.
Se distinguen dos grupos de épica según Deyermond: a.- La épica heroica, poemas compuestos de
manera oral o escrita; y b.- la épica culta, redactada en latín o romance y pretende ser continuadora de
la epopeya clásica. La primera en aparecer es la épica heroica oral, tras ella la épica heroica escrita y
de transmisión oral y la épica culta. Los temas y las técnicas pueden coincidir, y su diferencia radica
fundamentalmente en el público al que va dirigida. Nosotros nos centraremos en la épica heroica.
Hablaremos de las diferentes teorías sobre la problemática de los orígenes de la épica y a continuación
veremos algunas características fundamentales para después centrarnos en el Poema de Mío Cid.
Es tarea difícil trazar un inventario de la poesía heroica universal, en el que entrarían obras
tan diversas como los poemas griegos (Ilíada y Odisea) hasta las manifestaciones literarias europeas
como son la Chanson de Roldan en Francia; El cantar de los Nibelungos en Alemania; Beowulf en
Inglaterra o el Cantar de Mío Cid en Castilla. Este tipo de composiciones se denominan épicas.
Durante la Edad su género principal fueron los cantares de gesta. El término se documenta en francés
desde el siglo XI y en castellano desde el Cantar de Mío Cid (XIII). Se trataban extensas narraciones
en verso en las que se exaltaban las hazañas y las virtudes de los héroes destinada a ser divulgada
oralmente por unos recitantes llamados juglares que se solían acompañar de instrumentos de cuerda y
que ejercitaban su misión frente a toda suerte de público, tanto el aristocrático de los castillos, como el
popular de las plazas, ferias o romerías.

2. EL PROBLEMA DE LA FORMACIÓN DE LA ÉPICA MEDIEVAL


Una cuestión importante es plantearse el porqué del lapso de tiempo entre los hechos narrados y el
momento en el que se versifican y divulgan. Esta pregunta es la clave para el problema de los orígenes
de la epopeya nacional.
Los primeros intentos a este respecto se produjeron durante el Romanticismo. La teoría que
más gustaba a los románticos era la de una permanencia a lo largo del tiempo de unos cantos
surgidos al calor de los hechos (batallas, generalmente), transmitidos hasta que unos poetas o copistas
tres siglos más tarde se decidirían a reunirlos o fundirlos constituyendo lo que hoy llamamos cantares
de gesta. Fue el francés Gaston PARIS el que creó la “teoría de las cantinelas” para los cantares de
gesta. Se apoya en la idea de la existencia de unos cantos cortos anteriores a las epopeyas extensas.
Esta teoría, hoy en día está descartada, tuvo aceptación a lo largo del s XIX.
A todas estas teorías surgirá la de Joseph BÉDIER llamada “individualista” niega la
existencia del nacimiento de leyendas inmediatamente ligadas a los acontecimientos históricos; niega
también la existencia de canciones heroicas y, por tanto, la supuesta relación leyenda-poema breve-
crónicas latinas que quisieron ver los defensores de la teoría de las cantinelas, lo que lleva a
desestimar toda razón para suponer que la redacción de los cantares de gesta fue anterior al siglo X.
Para él, los grandes poemas que se conservan son los primeros existentes (la Chanson de Roland en
Francia; el PMC en España) y ambos son obra de poetas individuales. Para BÉDIER hay una relación
íntima entre los frailes de determinados monasterios y ciertos cantares de gesta; según dice ésta es la
única fuente de la que pudieron proceder los fundamentos históricos de los cantares, compuestos
siglos después de las vidas y hechos de tales personajes. Iba, pues, esta teoría muy ligada al tema de
las peregrinaciones y los peregrinos para su conocimiento y su difusión.
MENÉNDEZ PIDAL expuso su “teoría tradicionalista” o “neotradicionalista”. Es diferente a
la teoría romántica de las cantinelas, pero coincide con ella en conceder gran importancia al fermento
popular, a la vez que se opone a las teorías individualistas de BÉDIER y otros que cargan el acento
sobre la intervención de los poetas cultos. Una conclusión importante de M. PIDAL es que la épica
española (y por extensión la románica) en su época primitiva vivió varios siglos en constante variación y
en estado latente; no había, pues, textos escritos, sino textos orales limitados a cada ocasión. La teoría
de BÉDIER se cae definitivamente con el descubrimiento realizado por Dámaso ALONSO en 1954 de
la llamada por él Nota Emilianense (por proceder del Monasterio de San Millán); ésta se fechó entre el
año 1054 y el 1076, es decir, treinta o cincuenta años antes de la composición de la Chanson de
Roland. El hecho demuestra inequívocamente la difusión del tema épico de Roland mucho antes de la
gesta conocida y, por lo tanto, la existencia de primitivas redacciones de la leyenda, es decir, “la
existencia de toda una actividad épica latente”, que es justamente la teoría tradicionalista de M. PIDAL.
Estas ideas de don Ramón dan pie a otro tipo de hipótesis, la “teoría oralista” que se basa en
investigaciones sobre los cantares épicos compuestos oralmente en la Yugoslavia moderna. Los
“oralistas” defienden la composición oral del poema y la constante recreación del mismo basada en un
arte de la improvisación que se sostiene sobre el uso de fórmulas.
Un último apunte a toda la cuestión lo pone DEYERMOND; éste se aparta de posiciones
extremas (contrapuestas) y ve el problema de los orígenes en el sentido de una compleja interrelación
de elementos cultos y juglarescos, a la vez que destaca cada vez más la función propagandística
(política y monacal) de los cantares de gesta.

3. EL PROBLEMA DE LOS ORÍGENES DE LA ÉPICA CASTELLANA


Hay varias teorías vertidas respecto a esta ardua cuestión.
- Teoría latina. Mezcla las interrelaciones entre una épica en lengua vulgar y la prosa latina
precedente. Obviamente se advierten huellas de la literatura latina en las canciones de gesta: los
autores de éstas, sin ser necesariamente clérigos, tampoco eran analfabetos.
- Teoría francesa. El hecho de que la épica francesa sea cronológicamente anterior a la española ha
llevado a pensar a ciertos teóricos que la segunda es origen de la primera, pero más bien cabría
pensar en un origen común de una y otra épica. M. PIDAL admitió el influjo francés, pero sólo a
comienzos del s XII, en consonancia con la irradiación de la cultura y política francesas que se produjo
en esta época, sin olvidar la importancia que la ruta jacobea tuvo en el trasiego de juglares del país
vecino al nuestro.
- Teoría germánica. Esta teoría apoya la opinión de que la poesía épica española, lo mismo que la
francesa, tiene su origen en la costumbre que tenían los antiguos pueblos germánicos de cantar en
poemas extensos (cantos historiales) las gestas de sus naciones, sus caudillos y héroes. Pero lo cierto
es que en España hay un largo periodo sin literatura entre la dominación visigoda y la época en la que
hacen su aparición las primeras muestras de la épica heroico-popular castellana, en los siglos X y XI.
M. PIDAL se ocupó de este aspecto y llegó a aducir una serie de pruebas entre las que se encontraba
un texto de San Isidro en el que se habla de los cantos a los antepasados (carmina maiorum) lo que,
según él, demuestra que los cantos heroicos estaban en uso. Ciertamente algún reflejo de costumbres
germánicas puede apreciarse en los poemas épicos castellanos, pero pesa mucho el hecho de carecer
de documentos escritos.
- Teoría arabista. En opinión de Marcos MARTÍN y de Álvaro GALMÉS DE FUENTES se puede poner
en entredicho el papel desempeñado por el sustrato germánico en la configuración de la épica
española, sin que ello impida reconocer el importante número de temas de las gestas y romancero que
tienen su antecedente en dicho elemento. Los árabes disponían de un género preislámico, en prosa y
verso, destinado a contar los combates entre tribus, los “Ayyam al-arab” (‘días de los árabes’) cuya
misión es, exclusivamente, la misma de los cantos historiales germanos, y además otro género, el de
las “archuzas didácticas”, que lo mismo sirven para un tratado de geometría que para un poema
histórico. De estas últimas, que son las más importantes, se nos ha conservado una entera [...]. Por
otra parte, se han investigado otros puntos comunes entre elementos árabes y los que se atribuían a
origen germánico: los nombres de las espadas y el caballo, la venganza de sangre, etc. Algunos
teóricos no se muestran excluyentes y, empero de poner énfasis en la influencia de origen árabe,
admiten con muy buen juicio que la primitiva epopeya hispánica arrancaría de la triple influencia árabe,
latina y germánica. Alan DEYERMOND nos habla de una edad heroica en la que se sitúa la narración
épica. Se pregunta cuándo se dio -si se dio- en España e indica que no puede resolverse con
determinación, sin embargo señala cuatro etapas que van desde el s V al XI como posibles: la
conquista de los visigodos; los primeros impulsos de resistencia contra los invasores árabes; el período
en que Castilla se debatía por emanciparse de León y finalmente la vida del Cid.

4. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA


Es M. PIDAL quien señaló algunos rasgos característicos de la épica española. Constituye un doble
esfuerzo: por un lado, diferenciar la épica española de la francesa y por otro, corroborar su teoría de la
tradicionalidad. Una de las páginas del manuscrito del Cantar de Mio Cid Algunos rasgos destacados
por el investigador:
- Irregularidad y asonancia del verso, frente a la regularidad y uso del consonante que caracteriza a la
francesa. Para ésta M. PIDAL supuso un primer momento de irregularidad que luego abandonaría por
las formas perfectas.
- PIDAL señala un rasgo bastante controvertido: el realismo de la épica hispánica.
Según él se manifiesta en tres aspectos: historicidad, realismo de lo cotidiano y realismo
de las almas.
. Respecto al historicismo observa que puede deberse a un efecto de coetaneidad entre el cantar y los
hechos narrados. Ciertamente, si se compara el Mio Cid con el Roland, puede verse que el primero
consta de una serie de detalles: el autor, o autores, del Cid se ciñe a la historia en lo esencial, acertaba
en todos los detalles mínimos aportados; el protagonista es presentado en un plano de humanidad
imposible para un Roland, que queda englobado dentro de la categoría de héroe-mito, abierto a lo
desmesurado y lo maravilloso. El poema francés, al contrario que el Cid, no muestra interés alguno por
lo cotidiano y lo baladí y muy escasa atención, otrosí, a los datos que sirven para localizar (a los
hechos y al protagonista) en el tiempo y el lugar. Se destaca en nuestros poemas un cierto espíritu
“democrático” y patriarcal, muy alejado de la grandiosidad estilizada de los gabachos, inmersa en un
orgullo de casta y de altivez aristocrática que no abandona nunca a los grandes señores francos de la
casta carolingia. Esto último puede ser reflejo social, esto es, muestra de que el feudalismo como tal no
llegó a cuajar plenamente en España como lo hizo en Francia y en los otros países occidentales. Esta
teoría tan marcada de PIDAL de la historicidad de nuestra épica ha sido rebatida con amplias y
convincentes razones. Leo SPITZER, en 1948, así lo hizo y don Ramón atenuó sus aseveraciones
cambiando el término “historicista” por “verista” para la épica española. Más tarde otros investigadores
lo rebajaron aún más oponiendo estos términos al de “verosimilitud”, indicando que el hecho de que los
cronistas tomen como fuentes los cantares de gesta se justifica con un sentido del rigor muy distinto al
de la historiografía actual. Colin SMITH acaba señalando que si bien el Mio Cid reúne las
características que señala PIDAL los otros poemas conservados adolecen de muchas de ellas: son
más imprecisos, carecen de tantos personajes secundarios, de detalles precisos, y no tienen ese aire
de realismo.
5. LAS GESTAS CASTELLANAS: TEMAS, CICLOS Y CRONOLOGÍAS
La épica castellana contaba con muy pocos textos, pero gracias a las crónicas, al romancero y,
en algunos casos, a la literatura posterior (prosificaciones) podemos hoy reconstruir bastantes leyendas
épicas, algunas de las cuales, indudablemente fueron poemas en su día. Solo se han conservado
cuatro cantares de gesta: el Poema de Mío Cid, el Roncesvalles, el Poema de Fernán González, y
éste con importantes modificaciones en relación con la forma tradicional de la épica que podrían
permitir su exclusión, y las Mocedades de Rodrigo. Ninguno de estos testimonios está completo, pues
presentan lagunas de diversa importancia y extensión: El Poema de Mío Cid carece de los folios
iniciales y contiene un par de lagunas. Del Roncesvalles sólo poseemos cien versos, que se
encuentran en los dos folios conservados. El poema de Fernán González y las Mocedades de Rodrigo
se detienen después de 3.000 y 1.200 versos, respectivamente.
Así pues, hay sólo cuatro textos, conservados en otros tantos manuscritos, de los que el más
antiguo es el del Poema de Mío Cid, copiado en 1307; hacia 1310 se sitúa el manuscrito del
Roncesvalles. El Poema de Fernán González y Las Mocedades de Rodrigo se encuentran en
manuscritos posteriores, del siglo XV, aunque el primero puede datarse en los primeros años del siglo,
mientras que el otro es posterior. Todo parece indicar que no existe ninguna relación entre ellos y que
las circunstancias de su copia y conservación son independientes en cada caso.
Menéndez Pidal establece cuatro periodos en la épica castellana:
- Una primera etapa que puede llamarse de formación: iría desde los orígenes (que no pueden
precisarse, pero con fecha no posterior al s X) hasta 1140. En esta etapa existían ya cantares,
probablemente breves (hasta 500 o 600 versos), pertenecientes a varios ciclos:
.El tema de don Rodrigo y la pérdida de España: en torno a la conquista musulmana.
.El Cantar de Fernán González, refundido en el metro culto con el nombre de Poema de Fernán
González.
> El ciclo de los condes de Castilla. En este ciclo se inscribe La condesa traidora y el conde Garcí
Fernández, que fue prosificado posteriormente.
> El ciclo cidiano. Con poemas como el Cantar de Sancho II de Castilla y Cerco de Zamora y Gesta de
Ramiro y García, hijos de Sancho el Mayor.
- La segunda etapa es la de florecimiento y se extiende desde 1140, fecha en que PIDAL supone
escrito el PMC, hasta 1236, año correspondiente al Chronicon Mundi, de Lucas de TUY, primera obra
historiográfica que extensamente usa las gestas como fuentes históricas.
. En esta etapa los cantares épicos ganan en perfección y longitud y se acusan influjos franceses. Esta
segunda época nos ofrece ya textos conservados, aunque generalmente fragmentados. Destaca de
entre todos el PMC.
. Un cantar de este ciclo: Cantar de la Mora Zaida.
. Otro: Gesta de Roncesvalles (fragmento publicado por PIDAL en 1917); narra hazañas de
Carlomagno.
. La peregrinación del rey de Francia; poema de clara influencia francesa.
- Una tercera etapa se extiende desde 1236 hasta mediados del s XIV. Es la época de las
prosificaciones.
. Se prosifica en las crónicas, entre las que destacan la Primera Crónica General de Alfonso el Sabio; la
Crónica de Castilla; la Crónica Portuguesa de 1344 (escrita por el Conde de BARCELOS); sus
refundiciones; y la Crónica de Veinte Reyes.
. Hay continuas refundiciones, con ampliaciones de poemas, como la del Mio Cid o el llamado cantar de
Los infantes de Lara. Otro poema destacable, la Gesta del Abad don Juan de Montemayor.
- En una cuarta etapa, hasta mediados del s XV, se produce una hinchazón y grandilocuencia de la
épica. Se trata, pues, de una época de decadencia.
. Se va perdiendo el gusto por los viejos cantares épicos de robusta severidad. Se da entrada también
a elementos novelescos y legendarios; se acentúan los efectos dramáticos y a glorificar al héroe. Se
fragmentarán en romances, pequeños poemas en los que se recogerán sólo los episodios más
relevantes o más del gusto del público.
. Cantar de Las mocedades de Rodrigo.

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