Caractersticas del Protestantismo
por Samuel Vila
Muchos catlicos han venido considerando al Protestantismo como una simple
negacin de los dogmas papales. Como una reaccin crtica de la ponderada y fra
mentalidad nortea contra el misticismo catlico, ms propio de los ardientes pueblos
latinos. Para quienes han recibido su cultura religiosa de plumas puestas al
servicio de Roma, el Cristianismo Evanglico consiste en un conjunto de sectas
antagnicas en nmero creciente (ms de 500 segn algunos escritores catlicos),
las cuales profesan las ms diversas y extraas doctrinas, segn el capricho e
interpretacin privada de infinidad de maestros diversos, cada uno de los cuales
anatemiza y condena a las penas eternas del infierno a todos aquellos que no
profesan al pie de la letra las mismas ideas que los contados millares de fieles de su
secta. Tan terrible desorden, dicen, resulta de haber negado la autoridad del Jefe
infalible de la Iglesia para sustituirla por el libre examen.
Creen otros -porque as, maliciosamente, se lo han enseado- que el
Protestantismo, basado en el pretendido y peor interpretado aforismo de Lutero
Cree mucho y peca mucho, es una escuela de perversin.
Destruyendo prejuicios
Es grande la sorpresa de tales catlicos cuando, al viajar por el extranjero, se dan
cuenta de que las llamadas "sectas" por los escritores romanistas slo son
organizaciones religiosas o misioneras de fe casi idntica, cuya diferencia consiste en
pormenores de liturgia que, si tienen importancia por tratarse de asunto tan sublime
como es la religin, en nada afecta al cuerpo de doctrina que unnimemente
profesan.
No es menor la sorpresa de aquellos catlicos que en su propia patria llegan a
ponerse en contacto con alguna familia o iglesia evanglica, al observar que los por
tantos aos odiados protestantes son cristianos piadosos y de conciencia
extremadamente delicada, que creen no solamente en Dios, sino en Jesucristo, como
Hijo de Dios y Redentor del mundo; que guardan la memoria de los santos como
ejemplos dignos de imitacin, pero no de adoracin; que confiesan con toda la lglesia
el nacimiento sobrenatural de Jess de la bienaventurada virgen Maria por obra del
Espritu Santo. Acerca de este punto reina todava una confusin absoluta entre la
mayora de los catlicos.
Protestantes anteriores a Lutero
No menos sorprendente les resulta cuando llegan a enterarse de que no todos los
cristianos evanglicos que han existido o existen en el mundo son hijos de Lutero, o
sea, descendientes de la hereja inventada -segn dicen- por el rebelde fraile
sajn; sino que son fieles seguidores de la fe de Jesucristo en una lnea que pasa por
Lutero, pero procede de mucho ms atrs.
En efecto; han existido, desde los primeros siglos de la Era Cristiana, personas que
antepusieron la voluntad de Dios, segn nos es revelada en las Sagradas Escrituras,
a toda conveniencia propia o del medio ambiente que les rodeaba.
Tales cristianos han sido comnmente tildados de herejes, y tratados como
perturbadores del orden y la tranquilidad pblica, se les ha perseguido sin
compasin; pero, como hace notar el historiador Alfonso Torres de Castilla, cuando
se ha logrado hacer desaparecer la hereja en un siglo, ha rebrotado con otro nombre
en el siglo prximo, sustentando ms o menos las mismas doctrinas y fatigando a la
iglesia dominante en su vano empeo perseguidor. [1]
Esta renovacin de una misma clase de hereja, designada por diferentes nombres,
segn los lugares en que floreci o los prohombres que la acaudillaron en cada
poca, sirve de gran estimulo a los actuales buscadores de la Verdad.
En las cuerdas de la marina inglesa existe un hilo de grana puesto en su interior
que tiene por objeto indicar su origen en caso de robo o extravo. Un hilo de grana
formado por la sangre de los mrtires de la Verdad Cristiana en su primera pureza
existe a travs de los siglos, identificando esta Verdad de Dios en medio de los
errores y corrupciones humanas.
En ciertos siglos, la oscuridad espiritual es tan intensa que el testimonio de la
Verdad Evanglica parece haber quedado casi apagado. Existieron en estas pocas
muchas almas sinceras que conocan, sin duda, a Cristo como a su Salvador
personal; le adoraban con sinceridad y geman por la corrupcin de los
pseudocristianos de su siglo. Muchos cristianos del mejor temple sufren y lloran en
los aciagos siglos de la Edad Media, reconociendo la corrupcin del Cristianismo
externo que les rodea; pero no osan levantar su protesta, ni ellos mismos se
aperciben de ciertos errores en que comulgan dentro de su sinceridad religiosa.
Pero en otros lugares la verdadera piedad cristiana toma una forma organizada. En
ocasiones el movimiento espiritual tiene sus races en algn despertar similar de
siglos anteriores. En otras, parece surgido espontneamente de la luz de las
Sagradas Escrituras explicadas por algn prohombre esclarecido. A veces, ambos
factores se confunden.
No importa, ya que la Verdad Cristiana no necesita ninguna lnea de
sucesin para justificarse. Lo importante es que la doctrina sea esencialmente
semejante a la sustentada por los apstoles y primitivos cristianos.
En ciertos momentos la Verdad Evanglica, causa de tan continuados y gloriosos
movimientos religiosos, halla su apoyo y parece confundirse un poco con algn error,
del cual queda, poco ms tarde, purificada. Tal es el caso, por ejemplo, de las
doctrinas de los Albigenses, que los historiadores nos presentan tan confusamente,
mezclndolas con la de los Valdenses, cuya pureza de doctrina nos consta claramente
por la abundante literatura que de ellos nos ha quedado.
Lo admirable del caso es que, aunque durante muchos siglos no tenemos otras
referencias histricas de la lnea ininterrumpida de herejes de la Verdad que los
datos facilitados por sus propios enemigos (y sabemos por experiencia cun
calumniosos suelen ser tales testimonios), la conducta cristiana de nuestros
hermanos perseguidos es tan brillante que no pueden ignorarla sus propios
perseguidores, y su involuntario testimonio nos ayuda a identificar el hilo escarlata de
la Verdad Evanglica a travs de los siglos.
Una Reforma parcial, geogrfica y doctrinal
La extensin y establecimiento de la Reforma Protestante en el norte de Europa
fue un triunfo del Cristianismo Evanglico. Una importante victoria de la fe una vez
dada a los santos; pero no puede decirse que fue el triunfo del Evangelio genuino o
apostlico en toda Europa, ni en el mundo.
Qued todava un sector de Europa ligado al Catolicismo Romano, el cual fue
purificado de muchos abusos y excesos por la Contrarreforma, en la que jugaron tan
grande papel lgnacio de Loyola y otros espaoles eminentes. Estos, confundiendo
la causa de Dios y del Cristianismo con el Pontfice de Roma, pusieron todo su
ardiente celo al servicio del bamboleante Catolicismo, logrando mejorarlo en su
aspecto moral y disciplinario, pero no en doctrina, antes al contrario. La confirmacin
dogmtica que recibieron las principales tendencias antievanglicas en el Concilio de
Trento, afirm y endureci a esta grande entidad eclesistica en el error dogmtico;
pero la correccin de sus principales abusos eclesisticos y administrativos la calific
para emprender con xito la contraofensiva en los pases arrebatados a su poder;
favorecida en esta empresa, de un lado, por el inevitable reflujo o decadencia del
indomable celo y fervor religioso que caracteriz a los mrtires de la Reforma, y del
otro, por la mayor libertad con que cont desde muy pronto para toda clase de labor
propagandista en las naciones protestantes, as como por su admirable organizacin.
Debe tenerse en cuenta que el Cristianismo Evanglico no es una gran
organizacin eclesiastico-poltica como lo es el Catolicismo Romano. Muchos catlicos
tienen este concepto de la fe evanglica. pero muy equivocadamente. El Cristianismo
Evanglico recibi el natural apoyo de reyes y prncipes en aquellos pases donde
lleg a tener preponderancia. Era muy lgico. En los siglos de intolerancia religiosa, o
tena que ganar para su causa a los prncipes de este siglo, como ocurri en el norte
de Europa, o tena que ser humanamente aplastado por stos, como en Espaa e
Italia.
El Cristianismo Evanglico como idea
Pero el Cristianismo Evanglico, ms que una organizacin humana, es una idea,
una fe, una interpretacin de las enseanzas redentoras de Cristo. Por esto pudo
existir, en los siglos anteriores a la Reforma, como una concepcin ms pura del
Evangelio, al lado del Catolicismo dominante, que haba convertido la idea en una
frrea organizacin de tipo humano; desarrollarse bajo la sombra de poderes polticos
que le dieron amparo, como ocurri en todo el norte de Europa con la Reforma, y
permanecer, cuando stos han desaparecido o transformado, como ha sucedido con
las naciones del centro y oeste del Viejo Continente, as como mostrar su absoluta
independencia del poder poltico, en los Estados Unidos, Canad y otras naciones
donde el Estado no apoya ni persigue ninguna clase de Religin.
Con ello ha hecho honor a la palabra de su fundador y Maestro Supremo cuando
declar: Mi reino no es de este mundo. Mientras que el Catolicismo Romano
muchas veces ha puesto en entredicho sus fines espirituales, al tratar de convertirse
en un reino humano, un superestado, dominador -aliado o enemigo- de otros
gobiernos polticos de la Tierra, sobre todo en la Edad Media. Por esto creemos que
fue un beneficio para la Iglesia Catlica Romana el que el Vaticano perdiese su poder
temporal a mediados del siglo pasado, pues solo esta aparente prdida poda
empujarla por el camino de su recuperacin moral y espiritual en el que a todos los
cristianos evanglicos nos complace verla andar, y en el que quisiramos verla
progresar mucho ms rpidamente.
La sinceridad, caracterstica del Cristianismo Evanglico
Por ser el Cristianismo Evanglico un elemento puramente espiritual como Cristo mismo
preconizara,
no es extrao, sino naturalsimo y necesario, el hecho que tanto escndalo produce
entre los catlicos la existencia de diversas ramas. Esta es la nica y autntica
expresin con que podemos designar a las diversas modalidades de la Fe Evanglica.
Ramas de un mismo tronco; no iglesias diversas en el sentido universal de la palabra,
y mucho menos sectas separadas y antagnicas, sino ramas tan slo, estrechamente
unidas entre si por una fe comn en la doctrina esencial de la salvacin que es en
Cristo, y alentadas por el mismo espritu de Dios, quien, a semejanza de la misma
vida fsica del Universo, se complace en manifestarse en situaciones y formas
diversas, doquiera encuentre un resquicio de sinceridad y de fe.
Esta es la nota dominante del Cristianismo Evanglico: sinceridad; sinceridad
espiritual.
El verdadero Cristianismo, desde los das apostlicos no puede soportar ni tolerar
la hipocresa, el fingimiento, la fe acomodaticia, que afirma y asiente exteriormente y
niega y repudia en el fondo de la inteligencia y de la conciencia. Por esta sinceridad
padecieron y dieron su vida los mrtires evanglicos -anteriores y posteriores a la
Reforma-, a veces nada ms que por pequeos detalles de doctrina; y esta sinceridad
es la que ha producido las diversas modalidades de la fe evanglica. Esta misma
sinceridad, ms que los propios intereses creados de organizacin y de secta, es lo
que est dificultando e impidiendo hoy da la unin externa de todo el Cristianismo
Evanglico en un gran movimiento ecumnico, aunque no impide de ningn modo la
ms estrecha unin espiritual.
Diversidad entre las conciencias catlicas
Los catlicos nos echan en cara la diversidad orgnica del Cristianismo Evanglico,
sin percatarse de que ello es nuestra mayor gloria, por ser una demostracin y un
exponente de la sinceridad de nuestra fe religiosa. En efecto: Cuntas clases de
Catolicismo existiran si cada catlico fuera absolutamente sincero y honrado con su
propia conciencia? En conversaciones con intelectuales catlicos nos hemos dado
cuenta de que los hay de todos los matices, y con diferencias mucho ms radicales
de las que existen entre los adeptos de las diversas denominaciones evanglicas.
Nos hemos encontrado con catlicos unitarios; catlicos arrianos; catlicos
antipapistas; catlicos que no creen en las penas eternas del infierno; catlicos
universalistas (O sea, que creen que al fin todo el mundo ser salvo, incluso
Satans); catlicos que rechazan el purgatorio; catlicos que tienen el mismo
concepto que Lutero tenia acerca de la transustanciacin, limitndola a una
consustanciacin; catlicos que no creen en la Inmaculada Concepcin; catlicos que
repudian la confesin y declaran no haberla practicado durante muchos aos sino en
una forma de contricin ante Dios. Es decir, hemos encontrado entre los catlicos
espaoles todas las formas y matices del Protestantismo y mucho ms. Pues
muchsimos catlicos se hallan ms alejados de la ortodoxia del Credo Apostlico que
los ms extremados liberales del ala izquierda del Protestantismo.
Pero esto si, todos estos catlicos asistan y asisten a misa para cubrir las
apariencias. Llanamente nos han confesado que no tienen valor para declarar su
verdadera fe ante el mundo, ni para oponerse al poder dominante del clero, por
temor a su reputacin, al boicot y fracaso en sus negocios que tendra lugar, etc. [2]
La misma diversidad de ideas existe entre los propios ministros del clero que
exteriormente ensalzan la unidad del Catolicismo. Nadie puede predecir cuntas
clases de catolicismo existiran en el mundo catlico si imperase en el mismo la
libertad de conciencia y de expresin que reina en el mundo protestante; si se
suprimieran del todo el temor a las represalias y a las consecuencias de su frrea
disciplina.
Por esto decimos que la diversidad del Cristianismo Evanglico es nuestra flaqueza
externamente, pero tambin nuestra gloria y nuestra fortaleza. Muchas veces hemos
recordado una frase -casi diramos un proverbio- del libro del Dr. Pearson titulado
Muchas pruebas infalibles: Una fe inteligente, es una fe firme, la cual encierra una
gran verdad. La unin externa del Catolicismo le da, por cierto, fortaleza poltica,
pero es tan solo un signo de su flaqueza espiritual.
Verdadero nmero de "sectas"
El Cristianismo Evanglico se halla dividido en diversos grupos, es verdad; pero el
autor ha podido ver en congresos y convenciones evanglicas -no, por cierto,
ecumnicas, sino simplemente de avivamiento o edificacin espiritual- a cristianos
bautistas, anglicanos, luteranos, calvinistas, mennonitas, hermanos, salvacionistas,
metodistas, pentecostales y aun adventistas -es decir, representantes de las ms
diversas ramas del Protestantismo- edificarse unos a otros en magnificas
exposiciones evanglicas, y arrodillarse juntos para orar con ardiente fervor por la
salvacin de las almas.
Y es que todas estas ramas, a pesar de sus tendencias particulares, tienen una
doctrina y un mensaje comn para el mundo: la salvacin que es en Cristo por la fe
en l, seguida de una vida regenerada. En cambio, el catlico cien por cien no puede
pensar en la salvacin de los pecados sino a travs de los Sacramentos y ceremonias
de su iglesia, seguidos de una ulterior purificacin post mortem en las llamas del
purgatorio. De ah que, a pesar de los muchos puntos de contacto que existen entre
el Catolicismo y el Cristianismo Evanglico, no obstante profesar unos y otros el
mismo credo y las mismas doctrinas que forman la base comn del Cristianismo, es
ms difcil la compenetracin de un catlico en un ambiente evanglico de cualquier
rama, o de un cristiano evanglico en un ambiente catlico. Hay un abismo doctrinal
y de costumbres tradicionales entre ambos sistemas que no existe entre las ramas
del Cristianismo Evanglico de las ms diversas tendencias.
Unidad esencial del Protestantismo
Nos cabe hacer observar aqu que el nmero de denominaciones del Cristianismo
Evanglico no es de modo alguno tan considerable como el Catolicismo pretende.
Hemos visto en revistas catlicas y en opsculos anti-protestantes que se atribuyen
al Cristianismo Evanglico nada menos que trescientas y hasta quinientas
denominaciones. Puestos a exagerar no viene de un centenar. Pero ni siquiera
sabemos cmo se podra formar tan grande nmero de denominaciones, diversas en
doctrina, ya que el Cristianismo no contiene una cantidad tan grande de artculos de
fe, y sabido es que las ramas del Cristianismo Evanglico se basan todas en el Nuevo
Testamento.
Lo que el Catolicismo Romano llama sectas, suelen ser no otra cosa que
movimientos espirituales de origen diverso; sociedades misioneras que patrocinan
cierto nmero de iglesias; organizaciones fraternales de iglesias independientes
ligadas por un inters comn de lengua, raza, regin, etc.; pero tales organizaciones
no significan otras tantas diversidades doctrinales, ni mucho menos.
El Protestantismo qued convertido en poderosas organizaciones eclesisticas
nacionales, pero, sobre todo, cristaliz en millares de iglesias emancipadas de Roma
que, consecuentes con el principio sostenido por la Reforma de que cada individuo y
cada iglesia es responsable directamente ante Dios y no a autoridades humanas, se
entregaron a escudriar las Sagradas Escrituras para acomodar cada vez ms su vida
eclesistica al modelo del Nuevo Testamento.
Consecuencias de la Reforma
De acuerdo con esta solicitud, el Cristianismo Evanglico ha venido a realizar en
estos ltimos tiempos el ideal misionero, que era mirado como una idea utpica e
irrealizable cuando la propugnaban los ms fervorosos catlicos, como un San
Francisco de Ass, Raimundo Lulio o San Francisco Javier. Cumpliendo el
mandato de Cristo, la buena nueva de la Redencin es predicada hoy a todos los
pueblos de la Tierra gracias a las misiones evanglicas, mucho ms desarrolladas que
las catlicas. En esto, como en muchas otras cosas, el Cristianismo Evanglico, tan
odiado y perseguido por la Iglesia Catlica Romana, ha sido un estimulo y bendicin
para ella misma.
Es justo decir que, ante el acicate de la competencia y el ejemplo del Cristianismo
Evanglico, la actual Iglesia Catlica se ha levantado un tanto del estado de
postracin y corrupcin moral en que se hallaba sumida en la Edad Media,
precisamente cuando era todopoderosa. Por desgracia, no ha procedido a la
necesaria revisin y rectificacin en cuanto a errores de actitud y de doctrina [3],
pero a dnde hubiese llegado el sistema eclesistico romano de no haber sido
estremecido en la Edad Media por el poderoso aldabonazo de la Reforma?
Esto es lo que estn preguntndose algunos pensadores catlicorromanos de
nuestro tiempo, y su conclusin, aparentemente paradjica, es: que, en lugar de
odio, debiera la Iglesia Catlica Romana abrigar hacia el Protestantismo los ms vivos
sentimientos de gratitud por el gran bien que ha hecho a ella misma y al mundo la
Reforma Religiosa del siglo XVI. [4]
Aunque no podamos trazar una sucesin apostlica como aquella de que se glora
el Catolicismo Romano -sin darse cuenta de que no hay garantas de tal sucesin en
los dos primeros siglos, y de los terribles "baches" que la cortan en la Edad Media-,
es interesante observar que Dios ha tenido siempre en la Tierra una generacin de
testigos que no se deja amilanar por la corrupcin que les rodea ni por las fieras
persecuciones de que son objeto. Son los sucesores de aquella lnea de hroes de la
fe que describe el autor de Hebreos 11, valorndolos con la frase de los cuales el
mundo no era digno, y acerca de los cuales parece tener San Pablo un vislumbre
proftico al escribir a su discpulo Timoteo: Todos los que quieran vivir piamente en
Cristo Jess padecern persecucin; mas los malos y engaadores irn de mal en
peor, engaando y siendo engaados. [5]
[1] Vase Alfonso Torres de Castilla, Historia de las persecuciones polticas y
religiosas en Europa, vol. I, p. 838.
[2] Una excepcin de este sentir tan general dentro del Catolicismo Romano ha sido
recientemente la del profesor de teologa catlica Hans Kng de Suiza, que ha
afrontado la excomunin del Papa Juan Pablo II, antes que claudicar de sus
convicciones religiosas. Otras excepciones no menos apreciables -aunque menos
destacadas por su posicin dentro del Catolicismo- son las de numerosos sacerdotes y hasta algn prelado- que han renunciado a sus honores y posicin dentro del
Catolicismo Romano, para obedecer los dictados de su conciencia despus de haber
sido iluminados por el estudio de las Sagradas Escrituras y el testimonio de grandes
lumbreras del Cristianismo a travs de los siglos. La opinin que prevalece dentro de
los crculos catolicorromanos es que el traspaso de un catlico al Cristianismo
Evanglico es siempre por el deseo de contraer matrimonio y formar una familia.
Aunque no podemos negar que ste haya gran nmero de mrtires de la fe
evanglica a travs de los siglos -sobre todo en la Edad Media- sali de las filas del
clero cuando no poda esperar del cambio otra cosa que grandes penalidades y una
bien probable muerte horrible en la hoguera.
[3] Nosotros consideramos que, por ms que la Iglesia Catlica haya hecho una
reforma muy conveniente en las prcticas externas de su culto en los ltimos
cuarenta aos, su reforma dista mucho de ser completa.
[4] Esta paradoja, incomprensible para muchos catlicos, ha sido puesta de
manifiesto de un modo claro y ostensible en el reciente Concilio Vaticano II.
[5] 2 Timoteo 2:12.