LA FILOSOFIA DE AUGUSTO DEL NOCE
Y LA IDEOLOGIA DE SUS INTERPRETES (1)
Por DANILO CASTELLANO (*)
1. A finales de los afios cuarenta, en la Jntroduccién a las Meditaciones me-
saftsicas de Descartes (1), Augusto del Noce afirmaba: «En la situacién humana
sélo se puede aleanzar la verdad después de largas investigaciones, mientras que
Ia vida, por el contratio, nos impone “elegir” inmediatamente». La vida, enton-
ces, nos impone «elegir», y «elegir» incluso antes de haber alcanzado personal-
mente y con certeza la verdad o lo que se considera que es la verdad.
Quince afios mas tarde, Augusto del Noce publica I! problema dell ateismo,
donde, ya en la sobrecubierta, subraya la «imposicién» que grava especialmente
sobre el hombre del siglo 206 clegi» entze telsmo o atefsmo. Y esta no es —es
imporcante destacarlo— una «eleccién» impuesta simplemente por la sicuacién
histérica: la eopcién» esté ligada, mds bien, a la situacién humana. Hasta el
punto de que la abstencidn es imposible sin renunciar a la propia humanidad.
En otras palabras, nadie —afirma Del Noce— puede substraerse a la sopein».
E incluso la tentativa de substraerse es ya una «opciéns, afiadimos nosotros.
Pero atin hay més. La eapuestay pascaliana por Dios es impuesta en la vida
coridiana por el actuar humano, En efecto, éste es manifestacién necesaria de
tuna (al menos implicita) respuesta —positiva o negativa— al problema metafi-
sico (2). Asi, la praxis, a la que nadie pucde substraersc, es reveladora, en ultimo
anlisis, del significado de las «elecciones» te6ricas. La praxis misma, ademds, es
cl lugar donde es posible «concretamente» verificar la eventual valider de la teo-
sia por la cual (al menos implicitamente) se ha optado.
(©) Universidad de Udine. Version cacllans de C. Garela
(1) Ardel Noce, slntroduccién» 4 . Descartes, Meditasioni metafriche, Padua, Cedam,
19692, pig. XXXVI
(@) Chr. Del Noce, problema dell ate, Bolovia, Il Mulino, 1965, pg. XI
187Ya en estas pocas afirmaciones encontramos una serie de problemas a los que
se ha intentado dar soluciones diversas, con frecuencia erréneas. La cuestién es
especialmente delicada en Augusto del Noce, ya que, en su pensamiento, la «op-
cién» constituye un problema teorético y politico al mismo tiempo. En efecto,
podriamos preguntarnos: a) zla weleccién» es voluntaria, es decir, esté hecha a
partir de un puro acto de fe? b) sila respuesta es afirmativa, :cudl seria la natura-
leza y el papel de la filosofia, y, en concreto, a qué se reducirla la scuestién meta
fisicav? c) gla «teorfa» que se verifica en la praxis y por la praxis cs un «sistema
coherente» y, por consiguiente, funciona en su interior, pero convencional y, por
tanto, sustancialmente hipotético-deductivo? En otros términos, jes un saber re~
gulador en cuanto se funda en el conocimiento de la realidad, 0 es un saber ope-
rativo, un dominio de la realidad? La euestién es relevante —como veremos—
tanto desde el punto de vista filoséfico-teorético como desde el punto de vista fi-
los6fico-poltico, y debe ser tenida en cuenta preliminarmence para poder encen-
der el significado de! método propio de Del Noce, consistente en filosofar a tra-
vés de Ia historia, y para interpretar correctamente su peculiar pragmatismo teoré-
430; &) la eilosofia» es simplemente reductio ad unum, 0 una forma especial de
racionalizacién, coherente respecto a un «punto de vista» pero dependiente de
ese mismo «punto de vista»? En otras palabras, :laafilosofia» es wideologias?
2. Peto vayamos por partes. El término «opcién» tiene un significado poli-
sémico en la cultura filoséfica contemporinea. Y también en el caso de Del
Noce ha sido interpretado de manera diversa, incluso contradictoria, Vesmoslo
con algunos ejemplos. En efecto, hay quien, como Francesco Barone, duda que
sea posible una «opcién con prucbas». Segiin este autor, la copcién», a causa de
su naturaleza, serfa necesariamente «sin pruebas, reduciéndose simplemente a
un eacto de fev (3); y la fe misma, a su vex, se reducieia a una ecleccién a cie-
gas», es decir, a la asuncién injustificada de una «creencia» (4) personal. Similar
en la sustancia, aunque més matizada en su formulacién, es la posicién de
quien (Vittorio Possenti) considera que Augusto del Noce identifica la filosofia
coon la shermenetitica de lo teolégico» (5), y que su sopcidne es ya negacién de
lo teorérico; o, més bien, Possenti cree que la eopciény marca la linea divisoria
entre lo teorético y lo préctico (6): la «decisién» tendrfa un nexo slo con la his-
(@)_ fe. F. Barone, ala “risi dei valosi® nella polemica tra U. Spitita © A. del Nooes, ea
AANY., Augusta de! Noce Il problema della modernta, om, Stade, 1995, pf. 52
(4) "Estes, por ejemplo, a posiicn de Norbero Bobbio, para el cual a Hlosfla sets impo-
sible, reduciéndose a une idealoglaprivada de fundamento (elt N. Bobbio, Ld de dirt, Toe
tl, Binaud, 1990, pgs. 6 3)
(5). "Cit. V. Posen, eAtesmo, filosoia eistanesimo in A del Noces, en AA.VV.., Apu
10 del Noce Il probleme cc, pg. 88.
(6) Cir Possenti, sModernia e metafisica in Augusto del Noces, en AA.VV., Auguto del
Now. pen loon aca de Garda, poe, Eo Sethe ane, 1952
igs. 9p 58.
188torias pero desde Ia historia, como factualidad, sesfa posible remontarse sola-
mente hasta la decisién, Ia cual, entonces, serfa el fundamento-no fundamento
del creer, del pensar y del actuar. Ademés, bay quien, como Camilla Valsania
‘Codegone, sostiene explicitamente que la esencia de la xopcién» de Augusto del
Noce es un puro acto de voluntad (7).
Por otra parte, Rocco Buttiglione, aunque habla de «postulados» (hipstesis) y
de «puntos de partida» a propésito de la filosofia (8), precisa que la palabra op-
cién [en Del Noce] no tiene el significado de una «eleccién» del todo inmotiva-
da 0 inmotivable, sino més bien el sentido, més circunscrito, de aceptacién 0 re~
chazo preliminar del cestimonio que el ser lleva en s{ mismo (9), con lo cual el
cema de la wopcién» no tendria un valor irracional (10). Ademés, siempre segiin
este autor, existe un segundo significado de «opcidm, irrelevante, en nuestra opi-
nién, en un plano teorético, y poco significativo en el plano politico, pero de un
cierto peso ético y edueativo, que podriamos definir existencial-moral, segiin el
cal la vadquisicién» de la verdad metafisica requiere [...] un acto de toda la per-
sona en el cual participa tanto el intelecto como la voluntad» (11).
Por ultimo, Claudio Vasale sostiene que la wopcién» de Del Noce, lejos de
ser irracional, es un acto extremadamente racional (12), que nos conducirla mas
al tema de la watencién» que Del Noce ha tomado de Descartes, que al tema de
la easunciéne, propia —aftadimos nosotros— del nihilisme.
‘Como hemos visto, se trata de interpretaciones contrarias, que corren el
riesgo de hacer imposible la comprensién del pensamiento de Augusto del
Noce. El cardcter contradictorio de la hermenetitica nace, en la mayoria de los
casos, de las ideologfas que actiian como filtro en la objetiva lectura de las obras
de nuestro autor, cuya inquiecud —causada por la bisqueda desinceresada de la
verdad y por la honesta revisién de posiciones— y cuyo lenguaje han hecho (y
hacen) dificil, en ocasiones, la interpretacién de sus paginas.
3. Ahora bien, nos parece —como hemos sugerido en otra ocasién (13)—,
que es precisamente la eatencién» la que permite alcanzar el sentido profundo
(7). Cf, C. Valsania Codegone, «Comunicaziones, en AA.VV., Augusto del Noce. It
problema. its pig 270
8) Butrglone, Aupuce del Noce. Bingafia dun penser, Casale Monferrato, Edi-
soni Piemme, 1991, por sjempl pigs. 78 y 90.
(9) Lop. ale eta ag. 95.
(10) Cir Tider
G11) eas op ae ie, pag, 108.
(12) Gk. C. Vasale, «bia e politica in Augusto del Nocers en AAV. Auguste del Noc. I
problem. cts pity 199.
‘Aunque Bo compartimos otra tris de Vatae, en este punco si estamos de acverdo con 4 (ef
D, Castllano, sintrodusione. Augusto del Noce, un Blosofatuavero la sorians y »Domande
cencluivene AAW. Agua del Nec. pen cit pigs 16y soa y 266-287, respective:
men)
(13) Cle. Cantellano, Demande conclurie, cic. pg, 288.
189de la «opciéns de Del Noce; ésta, lejos de ser un injustificado ¢ injustificable
salto en el vacio», es apertura de la inteligencia a lo dado, aunque sea a través
de caminos que han dado (y seguirén dando) que hablar, En efecto, hay quien
iste en la importancia decisiva de la recuperacién del realismo tomista (en su.
opinién, a través de Gilson), por parte de Del Noce, y quien, sin embargo, sos-
tiene que dicho autor s6lo le ha servido para demostrar la reduccién nihilista
del actualismo y, en general, del idealismo, para después recuperar, en realidad,
tuna forma especial de realismo ontolégico (14).
Pero lo que aqui nos interesa, en via pre
cién de la naturaleza del realismo de Del Noce —cuestién, sin duda, interesanct-
jinar, no es tanto la determina-
sima—, sino més bien subrayar que es posible establecer si la «opcién» es «con
pruebas» o «sin prucbas», precisamente a partir del reconocimiento-aceptacién
© del desconocimiento-rechazo del realismo. ¥ poco importa si Del Noce lo
consigue con un método andlogo al método aristorélico [como sostiene Fran-
cesco Borturi (15)] 0 por via ontolégica, en la cuddruple interpretacién del on-
tologismo de Del Noce realizada por sus intérpretes: en la linea de Malebranche
(Arata) (16), de Vico (Botturi) (17), de San Anselmo (Buttiglione) (18) o exis-
tencialista-religiosa (Riconda) (19).
Lo que, sin embargo, resulta interesante destacar es que la sopcién, para
Del Noce, se ejerce entre experiencia y utopfa, y esto equivale, desde otro punto
de visca, a la decisién entre tefsmo o atefsmo. En un ensayo incluido en Il pro-
blema dell’ateismo (y, por tanto, propuesto en diversas ocasiones a partir de
1964), Augusto del Noce insiste en afirmar que «como fundamento del atefsmo
absoluto hay una “opeidn’, es decir, una consideracién de valores, més que una
consideracién de realidad» (20). Consideracién de valores significa aqui preten-
sién de establecer lo que vale no en sf, sino en relacién tinicamente con el suje-
to que valora. Y para ello es el hombre medida de todo: del ser y del no ser, del
bien y del mal. El alma de la peor sofistica vuelve a aparecer, segin Del Noce,
en el racionalismo, que es pretensién de afirmacién de la autosuficiencia del
hombre (21). Pero esta autosuficiencia, lejos de ser un dato de la experiencia, se
revela, y no puede ser de otro modo, como una easuncién». Por tanto, no puede
(14) Chi. C. Ara, «La “flosofa prima” quale meditazione ontologitics nel pensicro di Au-
gusto del Nocen en AA.WV., Filasofia politica nel pencera di Auauo del Noce. a cargo de A. Sic
Vignano, Milan, Giufh, 1994, pig. dt
(15). Cf. F. Boreui, «Vico nel pensiero di A. del Noces, en AAWV., Augusto del Noce.
problema. ita pig, 9.
(16) Ci drat «La flsfia primes city pl, 41
(17) Chi. Botti View nel pensero. ct pig. 98.
(18) Cfr. Buctiglione, atl pensieroreligioso di A. def Noces, en AA.W., Filowfia e polit
ea ita pag. 58.
19)" "Che. G. Riconda, «Del Noce ¢ esiscenzalsme religiosos, en AA.VV., Augusto del Nece
AH problemen cits pg, 55.
(20) Del Noces tl problema un city pag. 133.
1) Che Te op ale cit, pag 136,
190hhacer otra cosa que prescindir de la realidad. Y, entonces, es «sin pruebas», La
tutopfa, al ser «otra cosa» respecto de la experiencia, no puede evitar ser rechazo
de la realidad y «acto de fe» entendido como decisién sin motivacién. En otras
palabras, su «punto de pattida» es fantastico ¢ hipotético, aunque sus conse-
cuencias son reales, Asi, por ejemplo, es hipotética la «libertad negativa», es de~
Gir, la libertad vacfa» 0, lo que es lo mismo, el establecer que ésta consisce en el
acto de la decisién en cuanto decisién, la cual, pata ser realmence tal, implica la
negacién de la misma elecci6n, pero sus consecuencias son reales; es hipotético,
por ejemplo, el humanisma marxista o el humanismo de Sartre, pero sus conse
‘cuencias son reales, como ha demostrado la historia
‘Ahora bien, el racionalismo, en cuanto tentativa de vivir coherentemente la
opcidn por una utopia, no puede hacer otra cosa que oftecer suicedneos de res-
puesta a los problemas planteados por la experiencia (entre ellos, por ejemplo,
al del mal) o ignorar completamente su importancia real (como ha sucedido y
sigue sucediendo frente al hecho de la encarnacién de Cristo). En primer lugar,
queremos subrayar —y nos parece que es especialmente oportuno frente a la te-
sis segin la cual la filosofia de Del Noce es, en ultimo andlisis, una teologia di-
simulada (22)— que también este hecho, que no se puede explicar recurtiendo
ni al mito ni a la magia de la antigiiedad, forma parte de la experiencia y que,
por consiguiente, con razén sostiene nuestro autor que un auténtico ateismo es
posible sélo después del cristianismo (23). Y permitasenos observar que la filoso-
fia de Del Noce no es ni cristiana ni religiosa, sino simplemente filosofia (24),
es decir —como explica el mismo interesado—, «superacién de una crisis que la
realidad histérica ha impuesto al sujeto, y que le obliga a remontarse a los pri-
eros principios del ser» (25).
Si no se considerara este aspecto, serian incomprensibles, por un lado, las re~
servas de Del Noce respecto a la misma Escoléstica (y, en concreto, respecto a
una de sus «fascs») y su recurso a Gilson para dar cuenta de la posicién de Pas-
cal respecto de la filosofia: y, por otro lado, su reiterada insistencia en el prima-
do de la intuicién inteleceual. En efecto, Del Noce comenta que la misma Esco-
listica parece ignorar el problema de la experiencia en su integridad, cuando
afirma el estado de pura naturaleza, que representa un presupueste tespecto a lo
dado de lo real (en este caso: el hombre en estado de naturaleza decaida). Pot
tanto, no expresaria una posicién filoséfica pura, al depender mds bien de la
teologfa. As(, la excacci6n» escoldstica a la Reforma protestante termina paradé-
(22) Bara eta est, ino hemos interpretade mal sus pdginas, de Vittorio Postent
(23) Che. Del Noce, If problema ony cit pi, 136.
(24) El problema ha surgido a pavdr del atento estudio de C. Cesa, Augusto del Noce ¢ il
‘pensiero maderno (en «Giornale crtico della flosofiaicalianay, Florencia, £ Tl, mayo-agosto 1993,
gs 185211), el aa sn embargo, pee que no eemendlrprofidanent sgn mex
rico de a efilosoflateligiosa» de Del Noce.
(25) Del Nooe, I caratteri general del pensero politico cantemporaneo. I. Lezioni sul marsimo,
Milin, Giuflte, 1972, pig. 5.
191jicamente por edependes» de ella, aunque sea en la oposicién, ya que, en iltimo
andlisis, asumirfa el mismo punto de partida, Por el contrario, para Del Noce es
necesatio partir de la experiencia, de lo que él, exponiendo, por ejemplo, la in-
terpretacién religiosa de Descartes (26), denomina el hombre concreto, para el
cual Io sobrenatural no es una simple «coronacién», sino mds bien la salida ne-
cesaria. Por ello hay que considerar equivocada la interpretacién segtin la cual la
filosofia de Del Noce es un comentario teolégico. Ms bien es al revés: la filoso-
fia como «comprensién» profunda de lo real requiere la teologfa. Esta, por tan-
to, es una exigencia de aquélla. Del Noce insistié en numerosas ocasiones en
esta tesis, pero fue sobre todo en su respuesta a Spitito en Tramonto o eclissi dei
valori tradizionali? (27) donde escribié abiertamente que la filosofia ees insepa-
rable de la teologfa, o, mds bien, de la idea de una revelacién primitivay,
Y esto nos lleva 2 la segunda cuestién a la que nos referfamos antes, es decir,
la cuestién esencialmente filos6fica de! primado de la intuicién intelectual o de
la afirmacién del valor ontolégico del principio de identidad. Téngase en cuen-
ta que es la tinica posicién a partir de la cual es posible afirmar la metahistorici-
dad de la verdad. Por tanto, hizo bien Olivetti en lamar la atencién sobre el he-
cho de que, para Del Noce, el ontologismo es la tentativa de una defensa de la
metafisica, al mismo tiempo dentro y mds alld del kantismo y del idealismo mo-
demo (28). Entendémonos bien. Del Noce revisé constantemente su posicién
sobre esta cuestién. Por tanto, no parece correcto «derenersex en la vor. Ontolo-
giimo que compild para la Enciclopedia filosofica. Lo que aqui nos interesa su-
brayar, sin embargo, es el hecho de que, lejos de ser un «fideistax, Del Noce es
stealistar, hasta el punto de que, quizd provocadoramente, su filosofia ha sido
definida como ontologismo epelagiano» (29). Creemos que esto, més que definie
su posicién, subraya lo que es, al mismo tiempo, una exigencia y un enfoque: la
biisqueda del fandamento metafisico, para no ser obligado a reducir la filosofia
a ideologfa (30).
1La interpretacién que acabamos de sugerir podria parecer arbitraria sobre
todo si se tiene en cuenta la tesis seguin la cual en Del Noce la filosofia seria au-
(26)_ Clk. Del Noce, frm etic lf madera, Vo. : Carter, Baoni, I Mul-
10,1965 pag 377.
(27) Che. U. 5
197 pig 149.
(28) sa kinoria dl ontlogsmo cixano modem —cscrbis el misno Del Noce— cin
cide con lade a reaflemacin del humanixmsdesputs de acta paselaa con I reconguasa
dsl messes despus dl cisco, ssn dese puns de vee paving, no Lantane
problema ie pip, CLD,
(29) Cle MM. Olas, Rime cain « lofi medert, en eAtchivo i Flosfian,
Pacha, Cesar 1969, pp 18
(30) Por tanto, ho compartios la es de os que, como, po ejepl,Segio Quinzo, 05
denen gue hate place al principio dl Slovo In pcs puedians Dat Nec ce
hig vt daca Ia impo de emetic (Del Nowy ibs dal entinodern, ex sa
Stampan, Tarn, 2 enero 1950, ig. 2)
(0 = Del Noce, Tremonto eclisi dei velori tradisionali?, Milén, Rusconi,
192tobiografia, es decir, «modalidad scgin la cual un hombre ha affontado y re-
suekto (0 ha creido que ha resuelto) el propio problema humano» (31). Con lo
cual la verdad de esencial se volverfa existencial,
Ahora bien, no hay duda de que es el sujeto el que hace actual a la filosofia.
En otros términos, no hay filosofia sin el ser humano, y —como ya decia Pla-
tén— es vano escribir sobre cuestiones filosoficas si éstas no son wvividas» por el
hombre, es decir, si el sujeto no entiende el problema. La filosofia, por consi-
guiente, «revives continuamente en la medida en que el individuo humano la
descubre. Desde este punto de vista, es cierto que la verdad es siempre y tinica-
mente existencial. Pero hay que tener en cuenta que no toda autobiografia es fi-
losofia. La misma verdad existencial, para ser legitimamente denominada ver-
dad, debe ser, ances de nada, esencial: la primera, entonces, es posible sélo con
la condicién de que exista la segunda.
Y bien, Augusto del Noce no concibe absolutamente la filosofia como «hi-
pétesis sobre el significado y el sentido dei mundo» (32), aunque sea con la re-
serva de su verificacién en la vida. Esto significarfa colocarse ya dentro del nihi-
lismo, ya que impondria parcir de una sasuncién», la cual, a su vez, impediria,
centre otras cosas, el «didlogor y la confrontacién (haciendo de cada disenso un
conflicto) ¢ impidiendo la misma verificacién en la praxis. La «asuncién» —lo
repetimos— es el opuesto de la eatencién»
‘Ademds, la misma verificacién, con la excepcién de los sectores reservados a
la ciencia entendida desde un punto de vista galileano, no es posible si se parte
tan sélo de hipétesis. Estas, en efecto, consienten adoptar el nico criterio de la
coherencia, pero ésta no es suficiente para probar la sbondad» de la eleccién.
Por ello es necesatio regresat a la realidad. La heterogénesis de los fines sobre la
ten que insiste Del Noce para probar la «derrora» de las ideologias, sélo se puede
determinar a partir de propésitos [que pueden ser denominados también «in-
enciones» (33), aunque no se reduzcan a éscas] que interpreten y, por tanto, se
reficran a la realidad. Ast, por ejemplo, el fracaso del marxismo es tal porque la
prometida liberacién del género humano priva al hombre individual de la liber-
tad, Esto significa no sélo que no hay (ni habré nunca) una libertad de la hu-
manidad como liberacién del hombre de los limites de su propia naturaleza me-
tafisica, sino también que, para darse cuenta de la derrota, se debe necesaria-
mente hacer referencia a la naturaleza actualizada del hombre, es decir, a la que
hemos denominado experiencia. En otcas palabras, el fracaso estd determinado
por la asuncién de una utopta, y es demostrado por la praxis y en la praxis, es
decir, a través del tinico mérodo wconvincentes para quien se niega a «ver (o no
consigue ver) la realidad, la cual no debe ser confundida con la efectividad.
(31) Butti
(32) Ibidem.
(33) Ci Td op, ne es pap 10
ny Apart del Noce. Biografia city pig, 102.
193Pongamos otro ejemplo, Cuando Del Noce, al exponer la génesis y el signi-
ficado del actualismo, refuta a Spirico su heterogénesis de los fines, es decit, que
la critica de la autoconciencia realizada por el padre del problematicismo termina
por afirmar, desde el punto de vista «metafisicor, lo que negaba como mérodo
terapetitico —se reflere al psicoandlisis—, zno debe hacer referencia al tinico su-
jeto que es objeco de experiencia? (34) Es cierto, y asf lo reconocemos, que,
afrontando oncolégicamente el problema del fundamento del sujeto, quedan
sin explicacién numerosas cuestiones; es decir, no problematizando adecuada-
mente lo que Del Noce denomina «el aspecto de filosofia de la presencia de
Dios» (35). En ottos términos, hay que centrarse en la relacién subjetividad/
objetividad, y reflexionar sisteméticamente sobre ella, sobre todo en presencia
de la afirmacién segiin Ia cual «yo no soy otra cosa que expresién y determina-
cién de la realidad que me piensa y me hace» (36) (es decir, me hace existit).
Nuestro autor es rotalmente conscience, hasta el punto de que ha vuelto a tratar
cl argumento en varias ocasiones, revisando su posicién, pero insistiendo siem-
pre en el hecho de que el abandono del ontolegismo platénico matca la apertura
a la inmanencia radical (37), es decir, a la utopia del racionalismo, disuelta 0
destinada a disolverse en el nihilismo propio de toda asuncién.
{Qué significa insistic en el onsologisma platinico? A nosotros nos patece ques
‘ca tiltimo analisis, Augusto del Noce no hace otra cosa que volver a proponer en
términos absolutamente filoséficos la cuestién de la creaci6n, aunque con fre-
cuencia lo hace con un lenguaje ambiguo que podria despistar al intérprete su-
perficial. Més exactamente, propone reconocer, a través de la aprehensién de la
inuicién intelectual, el orden de los valores, que define «increadox y no depen-
diente «de ningén arbitrio, ni siquiera del arbicrio divinos (38). Conscience de
que se trata de una cuestién delicada, para no dar lugar a malentendidos, ense-
guida sefiala en una nota la necesidad de remontarse al tomismo para entender
exactamente Ia relacién entre la mente divina y el orden de los valores» (39), que
podemos legitimamente traducir como valor de los ences. Ademés, es importante
destacar su insistencia en sefialar que el cardcter excepcional del tomismo residi-
sla en este exacto entendimicnto (40). Por tanto, no debe despistarnos que des-
pués considere oportune tomar a Gilson y Maritain como «gufas en la revisién
presente de las condiciones metafisicas de ia politica de los catélicos» (41), por el
34) Clr. Del Noce, Giouanni Gentile, Belonia, I Mulino, 1990, pig, 112.
G5) Del Noce, I problema... ct, pég. CI.
G6) Del Noce, Giovanni... ct, pag, 116.
G7) Del Noce, Tramonto eect de nalot tradicional? en Spivito-Del Noce, Tramonto..
it, pége. 132-133, 148-149.
(88) Del Noce, Per wn‘eutoeritce delle Destrae della Sinistra, en Th. Molnar - ].M. Dome-
sach-A. del Noce, I icelo cieco della Sinistre, Milén, Rusconi, 1970, pigs. 75-76.
39) Te, op. wl cit, pig. 76.
(60) fhidem.
(61) Tider.
194hecho de ser juicios histéricos discutibles. Lo que, sin embargo hay que subra-
yar —en nuestra opinién— es, por una parte, la exclusién de que la filosofia
pueda reducirse a teorla y/o a ideolagla o a meta autobiografia (y en eso reside ya
su refuracién de la modernidad); y, por la otra, la indicacién precisa para la
eventual hermenesitica de su especial ontologismo que, con una férmula impre-
cisa como tantas otras, pero suficientemente indicadora, puede ser definido
como la propuesta de Platén después de San Pablo, en concreto el San Pablo de
|a Carta a los Romanes.
Por consiguiente, Augusto del Noce encuentra en los entes la positividad, y,
por eso, saca a colacién a Platén después de la Filosofia moderna. Esto quiere
decir que lo propone tanto contra (pero también mds allé de) cualquier interpre-
tacién idealista (incluida la interpretacién actualista), como contra (pero tam-
bidn mds alld de) las filosofias» que attibuyen a su pensamiento el origen de la
muerte de la metafisica. Por el contrario, insistiendo en la afirmacién segiin la
cual cl auténtico tomismo ha entendido exactamente la selacién entre mente di-
vina y orden de los valores, Augusto del Noce se da cuenta y afirma que el ver-
dadero problema metafisico reside en los entes; ese problema constituido por el
actus exzendi y por la exentia que originan el ens que slo (e inmediatamente) es
objeto de experiencia, y en el cual ha insistido, con razén y en numerosas oca-
siones, Cornelio Fabro cuando ha propuesto nuevamente el «tomismo esencial».
No podia ser de otro modo. Y no sélo por las razones teoréticas que poco a
poco ha ido presentando Del Noce, sino también por la influencia que ejercié
en él, en su juventud, Mazzantini, el cual consider6 central el problema del su-
jeto finito, contra cualquier forma idealista y «utilizando» a Heidegger (aunque
éte, en tiltimo andlisis, no dé, 0 mejor, no pueda dar respuesta a sus exigen-
cias). Por tanto, no hay que confundir lo que hemos denominado realisma onto-
ligico de Del Noce con los ontologismos histéricos particulares ni con el argu-
mento ontolégico de San Anselmo.
Pero, zpor qué Del Noce insiste en el problema de la «opciéns si la «aten-
ci6n» lo lleva a semejances conclusiones? Una primera respuesta superficial, di-
fa: porque el adecidirse» es y sigue siendo un acto personal. En efecto, nadie
tiene el poder de pensar 0 de decidir por «mls. Pero serfa banal exponer el pro-
bblema en estos términos. La cuestién es més profunda: plantea, sobre todo, la
pregunta de qué significa realmente pensar. Ahora bien, visto que el pensamien-
to no puede pensar la nada, el acto del pensar no puede ser identificado ni con
Ia «asuncién» ni con la «imaginacién»: ambas se inscriben ya en el interior del
atefsmo si pretenden presentarse como filosofia, ya que la verdad —afirma con
razén y coherencia Del Noce— esté relacionada con la nocién y la
Dios, y desaparece con la pretensin de Su negacién (42). Esto
bid que el ateamo cs negacin de a realidad y dela posiividad del intud.
(42) Cie, por ejemplo, Del Noce, Lspoc della eolarizzazione, Milin, Gir, 1970, pig 243.
195,Pero hay quien se niega a pensar y quien pretende —contradictoriamente—
negat toda verdad afirmando la del rclativismo. Qué podemos hacer ante tales
posiciones? Del Noce cree que en estos casos sélo se puede recurrir a lo que
hemos denominado pragmatismo teorético, esto es, a la demostracién mediante
la praxis y/o la historia de la eventual validez de las «asuncioness. No se trata
—insistimos— de verificar la simple coherencia de las intenciones. Lo que Del
Noce Ilama la aderrotay de las «filosofias» no deriva del mero hecho de que no
hayan tenido éxito: la heterogénesis de los fines es sostenible, en efecto, sélo si
cuenta con un fundamento objetivo, es decir, a partir de un fracaso medido por
la naturaleza actualizada de los entes y por su fin objetivo intrinseco.
4, Afirmar la centralidad del individuo responde, en primer lugar, a exi-
gencias racionales, pero también a las exigencias del pensamiento cristiano. Esta
centralidad, que podrlamos decir que es dictada por la metafisica que deriva de
la watenciéne, no tiene nada que ver con la centralidad liberal © socialista, ni
mucho menos con Ia que propone el personalismo contempordnco. Por tanto,
nos parece inaceptable la interpretacién de Vasale, segiin el cual en Del Noce la
centralidad del individuo, ademés de ser cristiana, serfa liberal, e incluso conci-
liable con un cierto socialismo, y totalmente realizada por el personalismo con-
temporanco (43). Sobre este argumento, Del Noce ha escrito paginas clarisi-
mas: el personalismo, sobre todo el personalismo cristiano, es —en su opi-
nién— la «reafirmacién del pensamiento catélico de Lequier después de la
laicizacién de Renouvier» (44), y abre el camino al modernismo tanto si se pro-
pone como sintesis imposible (por ejemplo, la conciliacién entre cristianismo y
evolucionismo, 0 entre cristianismo y marxismo), como si defiende la férmula
de Lequier, que, a su vez, cabre el camino» a Sartre, segtin la cual hay que «faire
et en faisant se fairer (45), que es una de las férmulas del personalismo nihilista
de nuestro tiempo (46). Por tanto, no debemos dejamos engafar por algunas
afirmaciones no untvocas (sobre todo trat una lectuta superficial) de Del Noce
que, aparentemente, parecen aportar argumentos a la citada tesis de Vasale, 0 a
Ja de Buttiglione, segiin el cual, el fin del orden politico serfa tinicamente «sal-
vaguardar las condiciones que hacen posible el acto moral» (47). Ambas son te~
sis reductoras de la concepcién de la polftica de Augusto del Noce, el cual las
(43) Ci, Vasale, ica e politi cits pig. 216,
4) Del Noce, If problema. ci, pig. XCHL.
(65). Cli. Ud, op ub. ft, pigs. CKLIF-CKLIT, asf como pag, XXXVIIL
(46), Sobre esta cuestiéa, cf. Castellano, Le vazionalita dela politica, Népoles, Edizioni
Scientifche Italiane, 1993, passim asf como Il problema della penona umana nel sperienza giri-
icorpolitca: 1) Profil floc, en «Dirito © societin, Padua, n. 1/1988, pigs. 107-154; I xcon-
‘etn di perma umane negli Ati dell Anerblea costsuente el imposibile fndasione del politico, en
AAWV., La decadenca della Repubblica e Vesenca del politics, 2 cargo de D. Castellano, Bolonia,
Monduzzi, 1995, pigs. 37-71.
(47) Buttiglione, August del Noce. Bigrafia city pig. 216.
196rechaza explicitamente. En efecto, nuestro autor considera que la concepcién de
la justicia como constitucién de las condiciones sociales en las que cada uno en-
cuentre la posibilidad externa de realizarse como persona responde a los postu-
lados del esocialismo ético», superior al liberalismo conservador, pero igualmen-
te erréneo (48). Ademas, sostiene la necesidad de considerar al individuo meta-
fisicamente para plantear correctamente el problema politico. ¥ esto implica
negar validez a la econcepcién atomista de los individuos, propia del liberalis-
mo clisico, porque asi —argumenta Del Noce— se negaria precisamente la na-
turaleza del individuo» (49).
Por consiguiente, a Del Noce el liberalismo clésico le parece no s6lo inade-
cuado como férmula politica, sino también erréneo, esencialmente erréneo, ya
que conduciria, en iiltimo andlisis, a 1a negacién del individuo que, sin embar-
go, proclama que quiere defender. Por tanto, tenemos que preguntarnos si es
verdaderamente posible o incluso necesario «volver a definir el significado del
liberalismo» para anclarlo a un fundamento metafisico del cual —segin algu-
nos de alguna manera dependeria (a causa de la proclamada defensa de! indi-
viduo y de sus derechos naturales, que a Del Noce le parece, sin embargo, que
el liberalismo niega) (50). Dicho de otra manera, pero esta vez con una formula
més explicita: la naturaleza del individuo, al necesitar de la proteccién de sus
derechos, implica, quizé, la acepracién de la suscancia de! liberalismo de la mo-
derma democracia, que; a su vez, lo ha asumido como propio? (51) O, para ser
ain mds explicitos, para Del Noce, si se quiere defender al individuo, zes nece-
satia la afirmaci6n del liberalismo? Y eventualmente, ;de qué liberalismo, si hay
quien sostiene que los ewalores que hay que salvar son [...] los del liberalismo li-
bre de iluminismo, laicismo, masonerfas? (52).
En primer lugas, observemos que, en Del Noce; la vopcién» implica la no
aceptacién del liberalismo eldsico, tal y como la hemos definido anteriormente;
es decir, esa eopcién» que es una decisi6n motivada y racional a favor de la rea-
lidad, y, en consecuencia, un rechazo de la utopia o del racionalismo que inevi-
tablemente se revela irracional
‘Ademés, tengamos en cuenta que nuestro autor, ademés de distinguir libera~
(48) CB. Del Noce, I! problema .. cit. pg, 311
(49) Td, ap. we cit, pigs. 306-307.
(50) C&. Buriglione, Augusto del Noce. Biografia cit pig. 226
GD) Gir. F, Mercadante, «Democrazia e extica della democrazia nel pensiero di Augusto det
Noces, en AA.VV., Augusto del Noce. Il problema wn cit. pig. 253.
(52) di op. wt cit, pig. 265.
Se puede compartir ls argumentada edefensa» que hace Francesco Mercadante de Augusto Del
Nace contra las aeusaciones de los woportunistas de tumo. En efecto, Del Nove ha demostrado
Ta imporeancia que daba ala libercad «pagando» siempre en primera persona. Pero no se puede
sostener que la open a favor dela ibertad de Del Noce sea una elecciéa liberal, ya que la
fad no es un fruto del lberalismo: el detecho a pensar por sf mismo es un deber del horabre, wie
vializade por el liberalismo que «astimes lor presuntos derechos del estado de naturalera y, por
tanto, no spiensas ni la polltica ni el derecho.
197lismo de libertinismo, distingue también ence liberalisma nasuralista o cldsico
(