Busbee, Shirlee - Carnaval de Medianoche
Busbee, Shirlee - Carnaval de Medianoche
Shirlee Busbee
Mascarada
No podemos encender a voluntad el fuego que calienta el corazn. Morality, primera estrofa -Matthew Arnold
Carnaval de medianoche
Shirlee Busbee
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La desordenada y srdida biblioteca de Willowglen generalmente era el refugio de Melissa Seymour, pero no esa maana soleada de la primavera de 1814. En lugar de encontrar la serenidad y la quietud que necesitaba tan desesperadamente antes de enfrentar a su irritado to, de pronto descubri que estaba en el centro preciso de la ingrata escena que haba esperado evitar. Por lo dems, ella habra debido saber que su to no le permitira escapar tan fcilmente... Cuando Josh Manchester llegaba a la conclusin de que deba decir algo, pues lo deca! Le dirigi una rpida mirada, y lo vio de pie en la habitacin, frente a ella, el cuerpo robusto rgido a causa de la desaprobacin, los rasgos enrojecidos sobre la tersa corbata blanca mostrando claramente la clera que senta, y entonces Melissa suspir. Simpatizaba con el to Josh! Ella y su hermano menor Zachary, siempre haban ansiado las visitas a casa de Josh, y ambos adoraban a la esposa de su to, Sally, la nica hermana del fallecido padre de los dos jvenes. Pero ltimamente... -Bien, Lissa? -pregunt severamente Josh-. Qu significa esto que o decir? -Y como no esperaba ni quera una respuesta, se zambull en el tema sin ms trmites.- Puedes imaginar mi incredulidad esta maana cuando uno de mis amigos ms antiguos y apreciados -uno de los plantadores ms ricos y respetados de Luisiana- me inform que habas rechazado a su hijo John. -La frustracin y un sincero desconcierto se manifestaban en los ojos azules de Josh, y en una voz que era una mezcla de resignacin y ofensa, pregunt: -Puede ser que hubiera un error? Que no has rechazado nuevamente otro candidato excelente? El tema del matrimonio de Melissa, o ms bien de la falta de matrimonio era antiguo. Antes Josh haba tratado el asunto a la ligera, y se haba burlado implacable pero amablemente de su sobrina. Pero, pens inquieta Melissa, se ya no era el caso. Incluso en las circunstancias ms propicias Josh habra juzgado incomprensible la obstinada negativa de Melissa a casarse despus de todo, el matrimonio no era lo que ansiaban todas las mujeres respetables? De hecho no era la nica razn de su existencia? El matrimonio y tener hijos y complacer a sus maridos? Acaso sus propias hijas, que eran tres, no anhelaban que llegase el momento de casarse? Y no era cierto que todas se haban unido obedientemente y de buena gana con los hombres que su indulgente padre les haba elegido? Entonces, por qu esa hermosa y alegre sobrina no haca lo mismo? Sobre todo ahora, en que esa unin beneficiara a todos... Melissa suspir de nuevo, y formul mentalmente, y no por primera vez, el deseo de que su abuelo no hubiese dejado ese maldito fideicomiso sujeto a condiciones tan ridculas. O mejor dicho, se corrigi ella misma, porque quera ser ecunime, todo hubiera salido bien si esa estpida guerra con Inglaterra no hubiese perjudicado tanto las inversiones de Josh en los negocios navieros. La Guerra del seor Madison, como por burla se denominaba a la guerra entre Inglaterra y Estados Unidos que haba comenzado en 1812, por su naturaleza misma haba limitado el trfico entre los dos pases. En apariencia, se libraba la guerra a causa del reclutamiento de marinos norteamericanos por la Armada britnica, pero la conquista de Canad realizada por esos norteamericanos ansiosos de extenderse haba sido una poderosa motivacin de la contienda. La guerra estaba en su segundo ao, y ahora no era ms popular que al comienzo-los estados del noreste rehusaban redondamente comprometer sus milicias, y algunos habitantes de Nueva Inglaterra comerciaban sin disimulo con los britnicos en Canad. Se haban cosechado pocas victorias, y las principales en el mar. El comentario de
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Thomas Jefferson en el sentido de que el intento norteamericano de apoderarse de la Amrica del Norte Britnica era "un mero asunto de ponerse en marcha" estaba demostrando constantemente su falsedad. Pero Melissa en realidad no perda mucho tiempo pensando en la locura de la Guerra de 1812. Haba problemas ms apremiantes que la absorban, y en ese momento se trataba del hecho desagradable de que su abuelo haba considerado apropiado, Dios saba por qu, unir la herencia de Sally con la de Melissa y la de Zachary en el fideicomiso. Cuando el abuelo de Melissa, el finado y muy lamentado Jeffery Seymour, haba fallecido, de eso haca unos quince aos, la bonita fortuna que l haba puesto en fideicomiso para Sally, Melissa y Zachary no haba importado gran cosa a ninguno de sus herederos. Melissa y Zachary eran nios, y Sally estaba bien casada con el acaudalado Josh Manchester; ninguno de ellos haba necesitado en ese momento elevar la suma de dinero que muy prudentemente Jeffery haba reservado para el futuro. Pero eso haba sido quince aos atrs, pens sobriamente Melissa, y aunque Sally continuaba siendo feliz en su matrimonio con Josh, desde entonces muchas cosas hablan cambiado. Ahora tena veintids aos, ya los diecinueve Zachary ciertamente no era un nio, aunque a veces, pensaba afectuosamente su hermana, cuando perda los estribos se entregaba a lo que se pareca demasiado a una rabieta. Pero la principal variacin de la suerte haba recado sobre Willowglen, la enorme y frtil plantacin que se extenda junto a un risco, a cierta altura sobre el ro Mississippi, cerca de la pequea ciudad de Baton Rouge, en la alta Luisiana, y que haba sido colonizada por el bisabuelo de Melissa en 1763. Quin podra haber adivinado que su propio y bienamado padre Hugh, resultara un manirroto imprudente y absurdo? En eso reflexionaba tristemente Melissa. En realidad, tan imprudente que a su muerte, sobrevenida dieciocho meses atrs, en lugar de las tierras florecientes y prsperas que l haba heredado de su padre, los dos hijos de Hugh haban descubierto que eran herederos de una plantacin en ruinas y cargada de deudas. O quin habra soado con que el equilibrado y puntilloso Josh habra adoptado tambin algunas decisiones comerciales indiscretas, y que todo eso, unido a los aos de malas cosechas, haban puesto a los Manchester en una situacin tal que el dinero del fideicomiso de pronto deba parecerles muy atractivo? Demasiado atractivo, por lo que se refera a Melissa. Melissa reconoca que no se trataba de que ella tuviese la ms mnima renuencia a terminar de una vez con el fideicomiso; se trataba solamente de que no estaba dispuesta a pagar el precio. Y ella misma recordaba con cierta severidad que el estado de las finanzas de los Manchester no poda achacrsele, y que sus tropiezos provisionales de ningn modo se asemejaban al estado de casi ruina que ella y Zachary afrontaban. Mientras la ta Sally gema ante el hecho de que la sala de estar siempre tan elegante en la plantacin Manchester, es decir Oak Hollow, no poda ser redecorada totalmente antes de la boda de Daniel, el hijo menor, en noviembre, Melissa y Zachary tenan que preocuparse de asegurar la comida y el techo de los pocos fieles servidores que an estaban con ellos. Teman en forma constante que sus animales pasaran hambre si las parcelas lamentablemente reducidas que haban plantado no sobrevivan. Y con respecto a los lujos... Melissa sonri secamente. Ella y Zack se consideraban afortunados porque an tenan un hogar al que podan llamar propio. Gran parte de la montaa de deudas de Hugh estaba pagada, pero los ltimos y pocos acreedores impagos estaban fatigndose de los intentos sinceros pero lamentablemente ineficaces de Melissa, que haca lo posible para salvar las deudas. Melissa se mir el viejo vestido de tela descolorida que tena puesto, y al pensar en el bal que haba entrado de contrabando, repleto de sedas y encajes, y que la ta Sally haba recibido con gran costo de Nueva Orlens un mes atrs, le pareca en efecto muy difcil creer que los Manchester estaban en aprietos. La joven pens con cierta acritud que a la ta Sally le
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hara bien practicar un poco de economa. Cuando ella continu guardando silencio, Josh frunci el entrecejo y con un gesto de dureza en los rasgos agradables, rezong: -No tienes nada qu decir? No crees que me debes una explicacin? Una chispa de enojo ilumin los ojos castaos dorados y Melissa reprimi una rplica colrica y al fin dijo con voz tensa: To Josh, hemos discutido el asunto con bastante frecuencia, y te lo dije muchas veces -No deseo casarme! -Con las manos cerradas a los costados, agreg speramente: -Y por cierto no lo har para complacer tus deseos y los de ta Sally! Josh tuvo la elegancia de sonrojarse. Normalmente no era un hombre irrazonable, y "tirano" no era palabra que en general pudiera aplicarse al jovial Josh Manchester, pero... Incmodo, trag saliva; su propia posicin no le agradaba en absoluto. Amaba a su sobrina, y nada le habra deparado ms placer que prescindir de esos dilogos cada vez ms agrios con Melissa. Pero en el curso de su vida l siempre haba tenido dinero ms que suficiente, y lo haba gastado sin tasa ni medida en su adorada esposa y sus hijos; y ahora, cuando tena casi sesenta aos, en su vida de hombre mimado, de pronto descubri que ya no estaba en esa situacin. Le dola profundamente negar a su esposa la nueva sala de estar; lo avergonzaba la imposibilidad de comprar instantneamente a su segundo hijo el perro de caza que el joven ansiaba, y sufra porque ya no poda derramar descuidadamente costosos regalos sobre sus hijas casadas. Pero todo eso poda resolverse de golpe... si Melissa aceptaba casarse! Casi con resentimiento, la mir desde el lugar que l ocupaba. Era una joven atractiva, de eso no caba ninguna duda, con sus cabellos largos y bronceados que se rizaban atractivamente y llegaban a los hombros delgados, y sus sorprendentes ojos color topacio que relucan luminosos bajo las espesas pestaas. Las cejas, dos curvados arcos oscuros, que acentuaban el efecto de esos ojos parecidos a joyas, y con su elegante nariz menuda y recta y la boca generosa y finamente dibujada, no poda extraar que, a pesar de los agobios financieros de la plantacin, ella fuese muy buscada por los hijos de las familias ms adineradas de la regin. Por supuesto, Josh tena que reconocer que la fortuna que pasara a manos de Melissa cuando se casara era un imn que atraa. Pero incluso sin esa fortuna no caba duda de que era una joven atractiva. Alta y delgada, Melissa se mova con una elegancia flexible y natural; y cuando sonrea, cuando esos grandes ojos chispeaban de alegra y esa boca que provocaba el deseo de besarla se curvaba en un gesto divertido, no era sorprendente que muchos corazones masculinos latieran ms veloces. Poda describirse a Melissa diciendo que era un ser ureo, alegre y valiente, incluso Josh era el primero en reconocer que cuando Melissa se mostraba animosa y alegre era casi irresistible. Pero ahora no estaba de buen humor, y la mirada fiera que pos sobre Josh provoc en el hombre un evidente nerviosismo. Con sus propias hijas siempre plcidas, l saba lo que poda esperar y cmo reaccionar, pero con Melissa... Suspir hondo. Todo eso era culpa del padre, fue la sombra conclusin de Josh; y no era la primera vez que lo pensaba. Si Hugh la hubiese educado debidamente despus de la muerte de la madre, cuando Melissa tena diez aos, no hubiera sucedido nada de todo eso. Melissa habra sabido lo que deba hacer, y se hubiera comportado como corresponda. Si Hugh no le hubiese permitido crecer en la mayor indisciplina, como una gitana salvaje... Si Hugh no se hubiese complacido tanto con las travesuras poco convencionales y descarriadas de su hija... Si Hugh hubiese doblegado parte de esa rebelda y esos modales atrevidos... La lista de culpas de Hugh era interminable, y Josh comenz a sentirse desalentado. Le agradase o no, Melissa era Melissa, y con un sentimiento de depresin Josh comprendi que era demasiado tarde para ensearle a ser una verdadera dama. Pero en un punto l era
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inflexible: deba inducirla a comprender que su deber era casarse. Que el matrimonio beneficiaria no slo al propio Josh y a Sally, sino tambin a Melissa y a Zachary. Adems, se dijo con un desusado acceso de malicia, si ella no se casaba pronto, la llamaran solterona! Todas las hijas de Josh se haban casado antes de cumplir los veinte aos, y una mujer normal no poda permanecer soltera a los veintids aos! Preparndose para desencadenar otro ataque, Josh haba empezado a hablar cuando de pronto la puerta de la biblioteca se abri con mucha fuerza, y golpe ruidosamente contra la pared. Josh se volvi sorprendido, y sinti que se le iba el alma a los pies cuando su mirada se pos en el joven que estaba en el umbral, y lo miraba colrico. Zachary! El parecido entre los dos hermanos era evidente; salvo los dscolos cabellos negros, los rasgos de Zachary eran sencillamente una versin muy masculina de Melissa. A los diecinueve aos ya pareca un hombre, con las anchas espaldas, los antebrazos bronceados que aparecan bajo las mangas enrolladas de la camisa blanca; pero el gesto duro de la mandbula y el resplandor irritado de los ojos pardo dorados provocaron un estremecimiento interior en Josh. Era evidente que Zachary estaba decidido a salvar a su hermana de lo que segn crea era una sesin de intimidacin y reproches. Haba algo muy spero y terrenal en Zachary Seymour, mientras estaba all en la puerta, su cuerpo alto preparado para la accin. Las mangas enrolladas hablaban de un hombre que trabajaba, y esta impresin se vea reforzada por la piel bronceada de la cara, los antebrazos y el cuello. Los breeches pardos y gastados adheran a los muslos musculosos como una segunda piel, y a juzgar por las briznas de paja y heno adheridas a sus breeches y las botas, era evidente que haba venido directamente de los establos. Con el entrecejo fruncido, la voz cargada de desprecio, Zachary rezong: si usted vino a reir a Lissa porque no se casa con ese idiota de John Newcomb, se lo dir francamente, to Josh, puede irse al infierno! No le permitir que maltrate a mi hermana! Un tanto inquieto ante la imagen ingrata que Zachary haba evocado con sus palabras, Josh contest obstinadamente: Jams maltrat a tu hermana! Con un atisbo de picarda en los ojos, Melissa murmur dulcemente: -Quiz, to, me persigui un poco? Como un toro atrapado entre dos giles leopardos, Josh mir hostil primero a un Seymour, y despus al otro. Exclam hoscamente: -Veo que de este modo es imposible hablar con ninguno de ustedes. Volver maana, y veremos si es posible hablar de esto como adultos razonables! Zachary ri groseramente, y con un sentimiento de pesar que disputaba el terreno a otro de regocijo, Melissa vio cmo su to se volva y sala de la habitacin en una actitud de dignidad ofendida. La joven detestaba esos choques de voluntades con su to, pues el sincero afecto que ella le profesaba determinaba que le pareciese muy difcil continuar desafindolo. Sobre todo, porque en muchos aspectos lo que l pretenda, beneficiaba los intereses de la propia Melissa. Zachary se desplom en un silln de cuero, y descans una larga pierna sobre el brazo del asiento, mientras murmuraba: -Por qu el abuelo no pudo dejar su dinero directamente a Sally? O mejor todava, habra podido decidir que ese condenado fideicomiso terminase cuando t cumplieses veintin aos. -Porque -dijo secamente Melissa- no deseaba que el dinero se dividiese antes de que t cumplieses veintin aos. Zack le dirigi una mirada burlona. -O antes de que t te casaras, querida. Melissa esboz un gesto de contrariedad. -Lo s, y lo peor del asunto es que si Josh no hubiese soportado tantos tropiezos, y nuestro padre no hubiera sido un plantador tan ineficaz, poco habra importado que
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espersemos hasta que t cumplieras los veintin aos. Los dos se miraron con expresin sombra. Dos aos no era un lapso muy prolongado para esperar que les entregasen el dinero; pero cuando uno se preguntaba da tras da cunto tiempo ms tendran un techo sobre las cabezas, de pronto era un periodo muy prolongado. Melissa pregunt con voz tenue: -Crees que debera casarme con John Newcomb? -Ese asno? Santo Dios, no! -explot Zachary-. Si no quieres casarte con ese hombre, no veo por qu tienes que hacerlo... adems, no lo soporto es como un puetazo en el estmago! Melissa sonri apenas. El querido Zack! No importaba lo que ella hiciera, Zack estaba siempre de su lado. Pero a veces Melissa se preguntaba si en el fondo de su corazn l no deseaba que ella se casara. Ciertamente, pens Melissa con desaliento, la vida sera mucho ms fcil para todos. Durante un momento dej vagar su pensamiento, y pens en todas las cosas que podan realizar con el dinero del fideicomiso. El to Josh y la ta Sally ya no la miraran con expresin de reproche. Poda pagar a los acreedores que an esperaban, y ella y Zachary dormiran tranquilos por la noche, pues sabran que Willowglen estaba a salvo. Los criados tendran comida y ropa decentes; repararan la casa y los anexos; estaran en condiciones de arreglar el maltratado interior de la casa, y los establos. Se apart de Zachary y mir hacia la larga ventana que estaba detrs. Desde all apenas poda entrever los establos entre los grandes robles que salpicaban cl ancho prado que se extenda ante la casa principal y el sector dc los establos. Si terminaba el fideicomiso, podran construir nuevos establos y picaderos, y Locura... El poderoso corcel bayo, Locura, al fin tendra el ambiente que Melissa y Zachary crean apropiado para l. Despus de todo, acaso Locura no era de hecho lo nico que se alzaba entre ellos y la derrota total? No era cierto que las impresionantes ganancias obtenidas por el joven corcel en diferentes reuniones deportivas de Virginia y Maryland, el ao precedente, haban sido lo nico que haba evitado que Willowglen fuese vendida en pblica subasta? El mes precedente, no les haba permitido ganar una elevada suma en Nueva Orlens? Y acaso durante las prximas semanas no viajaran de nuevo a Virginia, donde esperaban que Locura les permitiese ganar an ms dinero? No era cierto que su velocidad y su fibra increbles ya estaban provocando comentarios y despertando el inters de los mejores criadores de caballos de Estados Unidos? Una sonrisa medio renuente, medio cida, curv los labios de Melissa cuando record ese fatdico viaje a Inglaterra que haba presenciado la concepcin de Locura. En la primavera de 1809, contrariando el consejo de otros que saban ms que l, Hugh haba ido a Inglaterra a comprar caballos, y haba llevado consigo a seis de sus mejores yeguas, para aparearas con un famoso corcel. Estaba persiguiendo sus fantasiosos sueos de rehacer la fortuna de la familia; la fortuna que l haba dilapidado criando un linaje superior de caballos de carrera en Willowglen. Y por supuesto, como la mayora de los planes de Hugh, haba terminado en el fracaso. El ambiente londinense del juego haba atrado la inquieta atencin de Hugh, y se haba demorado demasiado en Inglaterra, y as haba perdido el escaso capital que an posea. Cuando regres a Luisiana, no slo no tena las selectas yeguas inglesas que haba proyectado comprar, pero de las que haba llevado a Inglaterra para aparearas, slo restaba una, la yegua de Melissa, Polvo de luna, que felizmente se haba apareado con Hambletonian, ganador del Saint Leger de 1795, nieto del reverenciado Eclipse y uno de los mejores corceles del momento. Melissa y Zachary haban compartido el ensueo fantasioso de su padre, y haban esperado inquietos en Willowglen, ansiosos de ver los nuevos potrillos, complacidos con la idea de que alguna de sus yeguas se haba apareado con uno de los pura sangre ingleses ms
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famosos. Haba sido un golpe duro descubrir que ahora todas sus esperanzas dependan del potrillo que estaba formndose en el vientre de Polvo de luna. Felizmente, casi desde el nacimiento, Locura haba demostrado la velocidad y la fibra de sus famosos antepasados, y de pronto pareci que el sueo de Hugh no era tan absurdo. Una sombra de pesar curv el rostro expresivo de Melissa y la joven suspir. Al or ese suave sonido, Zachary pregunt en voz baja: -Qu sucede, Lissa? Por qu ests tan triste? No ser por esta ltima discusin con el to Josh? Melissa frunci el entrecejo y se volvi para mirar a su hermano. -No, no se trata del to Josh, aunque te aseguro que no me agrada discutir con l. Slo estaba pensando en nuestro padre y deseando que viviera para ver los xitos de Locura. Lo habra reconfortado tanto saber que finalmente tena en las manos un triunfador! Mucho menos sentimental que su hermana, Zachary replic sardnicamente: -Agradece que te legara esos pocos caballos y el ganado, y que no debamos soportar la ignominia de ver cmo se remata con todo el resto nuestra nica esperanza real de salvar a Willowglen. Melissa dirigi una mirada reflexiva a su hermano y pregunt: -Eso te molesta? Crees que Locura y los restantes animales hubieran debido pasar a tus manos, lo mismo que la tierra? -Ests loca? -pregunt incrdulo Zachary-. Si Hugh no hubiese ordenado a ese abogado que escribiese los documentos que te legaron todo el ganado, ahora no estaramos sentados aqu. Que asegurase antes de morir que los animales fueran tu propiedad privada, fue el nico modo de garantizar que no te los vendera para pagar sus deudas y yo se lo agradezco profundamente! -Zachary dirigi a su hermana una sonrisa afectuosa.- Por una vez en su vida, nuestro padre supo exactamente lo que hacia -Willowglen es mi herencia, y Locura y los restantes animales son tuyos-pues tambin saba que nosotros dos siempre compartiramos lo que la suerte nos deparase... que no importara cul fuese! Cuando Melissa permaneci en silencio, se disip la sonrisa de Zachary y ponindose bruscamente de pie cruz la habitacin para detenerse frente a ella. Aferr los hombros delgados con sus manos fuertes, sacudi un poco a Melissa y murmur fieramente: -Lissa! No creers que lamento que los malditos caballos y el ganado sean tuyos! Acaso no hemos compartido siempre todo lo que tenamos? -Como si de pronto hubiese concebido una idea, l pregunt con voz ronca:-Es eso? No quieres continuar compartiendo conmigo tu herencia? Deseas marcharte de Willowglen? -Sus labios se curvaron.- Si eso deseas, lo entender! Dios sabe que aqu hay muy poco para ti. Desconcertada porque l poda pensar algo as, Melissa palideci y abraz impetuosamente a su hermano. -Oh, Zack, jams! -exclam con vehemencia-. No digas cosas como sa! Juramos que juntos realizaramos el sueo de Hugh, y lo haremos! Muy reconfortado por las palabras de su hermana, Zachary se tranquiliz, y apartando suavemente a Melissa, esboz una sonrisa astuta. -Lo haremos... si en definitiva nuestros acreedores no se salen con la suya. Con el mentn apuntando al aire en un gesto imperioso, Melissa replic sobriamente: -No lo lograrn! Salvo unos pocos, todos han sido pagados, y de los que restan he depositado en sus cuentas lo suficiente para lograr que esperen un poco ms. -Incluso en el caso del ingls? -pregunt secamente Zack. Melissa se sonroj y mene lentamente la cabeza. -No! Sabes que no tenemos tanto dinero. Y podemos considerarnos felices porque no nos ha presionado. Sobre todo porque el pagar de Hugh venci hace mucho tiempo! Adems de Locura, el desastroso viaje de Hugh a Inglaterra haba dejado otra herencia -un pagar que l haba firmado por deudas de juego, y que representaba veinticinco mil
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dlares! Sus hijos no haban sabido del asunto sino varios meses despus del fallecimiento de Hugh, y en vista de todos los restantes problemas que afrontaban, haba sido un golpe muy duro -y Zachary lo haba sentido ms que Melissa. Que Melissa mantuviese a Zachary con las ganancias que su caballo obtena en las carreras, y que la frugalidad que demostraba en la administracin de Willowglen fuese el factor que mantena a distancia a los acreedores, era un tema sumamente sensible para Zachary. Odiaba la situacin! Avergonzado de s mismo por el mero hecho de abordar el tema, se apart de ella. Su rostro juvenil tenso a causa de la vergenza y la frustracin, Zachary dijo speramente: -Si hubiese un modo de liquidar ese condenado fideicomiso antes de que lo pierdas todo tratando de salvar para m esta condenada finca! Muy consciente del orgullo lastimado de Zachary -siempre se suscitaba una furiosa discusin cuando ella inverta una mnima suma en pequeas mejoras de la plantacinMelissa disimul una sonrisa. Con voz serena dijo: -Bien imagino que podramos vender todo... lo cual en realidad sera una vergenza, en vista de que Willowglen seria un haras maravilloso. Adems, crea que la desebamos para nosotros. -Y agreg con expresin inocente:- No era se el acuerdo? Que usaramos las ganancias de Locura para sobrevivir hasta que terminase el fideicomiso? Que somos socios y que compartimos nuestros pocos recursos? Zachary sonri de mala gana. -Oh, Lissa! T siempre consignes que parezca tan razonable! Como si fuera posible que un da yo te pague, y realmente furamos a lograr que Willowglen de nuevo nos diese ganancias. -Lo dudas? -pregunt en voz baja Melissa-. Hasta aqu no lo hemos conseguido? -S, lo hemos conseguido -reconoci Zachary con cierta timidez-. Sucede que no me agrada pensar que ests renunciando a tu futuro por m, o-se le ensombreci el rostro- verte obligada a afrontar al to Josh y a la ta Sally que tratan de casarte con cualquiera que vista breeches! Con una chispa risuea en los ojos, Melissa replic: -No con cualquier cosa, Zack! El hombre con quien quieren casarme tiene que ser un terrateniente acaudalado, de buenos antecedentes y buena familia, alguien de quien ellos puedan sentirse orgullosos. En un sbito acceso de curiosidad, Zachary pregunt: -Quizs alguna vez deseaste casarte con alguien? Es decir, puedo entender que rechaces a John Newcomb, pero en la regin hay otros caballeros y s muy bien que no se opondran a escuchar de ti una palabra de aliento. Melissa emiti un sonido impaciente. -Es tan difcil explicarlo... ni siquiera yo misma lo entiendo. Quiz se trata sencillamente de que nunca conoc a nadie que me provoque lo que la ta Sally siente por el to Josh. Esos dos se adoran! l lo hara todo por ella, y ella estara dispuesta a morir por l! Deseo esa clase de amor, y no un sentimiento tibio que se esfuma en pocos meses o aos, y me deja casada con un hombre que tiene una amante bien escondida en la ciudad, mientras yo me satisfago dando a luz un hijo por ao, e intercambiando recetas con la ta Sally! -Sbitamente avergonzada ante la intensidad de sus propias palabras, Melissa se sonroj un poco y murmur:- S que todo esto te parece bastante tonto, pero lo preguntaste! Zachary le rode afectuosamente los hombros con el brazo, y le sonri. -Bien, confo en que cuando finalmente sucumbas, tengas el buen criterio de enamorarte de alguien que nos beneficie! Un hombre adinerado, en verdad seria muy agradable! -Al ver la chispa combativa que apareca en los ojos de Melissa y la expresin ofendida que se dibuj en su rostro, la sonrisa de Zachary se ensanch.- Bien! Borra de tu cara esa expresin de desdicha! Vamos, querida hermana, tenemos que trabajar, y no olvides que tenemos que pensar el modo de evitar que tu tropilla de pretendientes rechazados
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invadan la casa... pues estoy seguro de que todos coincidirn en que eres realmente atractiva. Ms reanimada por las bromas de Zachary, Melissa sali con l de la habitacin, con una sonrisa en su cara. Pero despus, mientras cepillaba y alisaba el magnfico pelaje de Locura, los episodios de la maana volvieron a inquietarla. La cabeza apoyada en el robusto cuello de Locura, los dedos jugando distradamente con la abundante crin negra, Melissa pregunt en voz alta: -Soy una tonta? Es absurdo anhelar un amor sincero y perdurable? Pareci que Locura adivinaba que ella se senta inquieta, y ahora relinch suavemente, y movi la cabeza elegante para rozar el hombro de la joven. Melissa sonri al ver esto, y durante un momento se desvanecieron sus pensamientos inquietos. La joven se apart un paso del corcel, y admir el cuerpo alto y vigoroso. Era un hermoso animal, desde la cabeza bien formada e inteligente a las patas largas, casi delicadas. Era un bayo, reluca como caoba lustrada, y las patas, la crin y la cola negras contrastaban agradablemente con el matiz rojizo del cuerpo. Como si adivinase el sentimiento de aprobacin de Melissa, Locura arque el cuello, y casi alarde frente a su ama. Melissa se ech a rer. -Exhibicionista! -lo reprendi gentilmente, y como si coincidiera con ella, Locura movi animoso la cabeza. Haba un fuerte vnculo entre Melissa y el corcel. Haba presenciado el nacimiento del animal, y haba visto los primeros y torpes intentos de incorporarse, y ella haba comenzado a entrenarlo, ensendole a avanzar y detenerse, y obedecer rdenes sencillas. Aceptaba ansiosamente la ms mnima orden de Melissa, pero con otros, aunque obedeca al instante -estaba demasiado bien educado para hacer otra cosa- no exhiba el mismo deseo absoluto de complacer que demostraba con Melissa. Ella retribua esa devocin, y a veces se preguntaba si no amaba a su caballo ms que a algunos seres humanos. En todo caso, le pareca mucho ms atractivo que los pretendientes que la asediaban. Mientras palmeaba suavemente a Locura, frunci el entrecejo. En ocasiones tema no ser normal! Por qu prefera la compaa de un caballo a la de un hombre? Por qu apenas haba sentido una mnima emocin cuando John Newcomb y otros jvenes de la regin le manifestaban apasionadamente su amor eterno? Por qu su corazn no haba latido ms agitado al ver a determinado hombre? Y su pulso nunca se haba acelerado al sentir el contacto de la mano de un hombre sobre el brazo? Apoyando otra vez la cabeza en el pescuezo tibio de Locura, arrug el entrecejo al pensar en los jvenes que haban intentado cortejarla. Sus sentimientos principales haban sido la irritacin y la impaciencia con esos hombres, y al recordar las conversaciones con sus primas casadas, que explicaban las emociones del galanteo, y las miradas soadoras mientras ellas hablaban de los abrazos furtivos y las expresiones de airosa felicidad cuando regresaban de la luna de miel, Melissa suspir. Experimentara jams esos sentimientos? Mirara alguna vez a un hombre con un sentimiento ms intenso que la mera simpata? A veces, lo dudaba. Reconoca que no se trataba de que no deseara sentir lo que al parecer sentan sus primas; suceda sencillamente que an no haba conocido un caballero que despertase en ella sentimientos un poco ms intensos. Haba simpatizado sinceramente con John Newcomb; incluso su corts galanteo le haba parecido agradable. Y si bien la haba complacido que las manos del joven pareciesen demorarse en las de la propia Melissa ms de lo que era necesario cuando la ayudaba a descender del caballo o el carruaje, nunca haba visto motivos para alentar una intimidad ms all de lo que era propio. Con ninguno de sus pretendientes haba sentido el ardiente deseo de escapar de las miradas de los mayores para compartir los besos apasionados que segn afirmaban sus primas eran el signo del verdadero amor. Quiz, murmur inquieta, si Willowglen hubiese estado a salvo... Si no hubiese tanto
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que hacer antes de que ella pudiera orientar sus pensamientos hacia actividades ms frvolas... Pero, realmente deseaba un marido? Deseaba que un hombre la controlase, que su vida y su cuerpo ya no le pertenecieran? Hugh le haba concedido una medida desproporcionada de libertad, e incluso si su hermano hubiese tenido ms edad, jams habra pensado en la posibilidad de limitar las actividades de Melissa, de decirle lo que deba hacer, de obligarla satisfacer sus deseos. Pero un esposo... Trag saliva con esfuerzo. Un esposo tena derechos. No slo hacia su persona, sino tambin a todas sus posesiones. Cuando se casara, la libertad de la que ahora gozaba, desaparecera -ya no determinara su propia vida, pertenecera a ese hombre. Reconoca de mala gana que no era una idea desagradable la de pertenecer a alguien... siempre que esa persona tambin le perteneciera a ella! Sonri dbilmente. Encontrara por fin a alguien a quien pudiese amar as? Alguien que la amase absolutamente? Alguien a quien ella perteneciera y que le perteneciese? Un hombre que provocase en ella un anhelo de perderse en l? Un hombre que la despertase a la pasin y al deseo? Bien, se dijo finalmente con gesto sombro, an no lo conoca, y hasta que lo encontrase, no se casara. Por cierto, no permitira que el to Josh y la ta Sally la obligasen a contraer matrimonio con un hombre a quien ella no amaba, y slo porque de ese modo recuperaran la parte del fideicomiso que perteneca a Sally! Y si jams encontraba a un hombre con quien deseara casarse? Seria tan grave? Melissa tenda a pensar que no... era feliz con la vida que ahora llevaba! Con respecto al amor, comenzaba a pensar que era un sentimiento sobrevalorado en exceso. Y un matrimonio sin amor sera el purgatorio en la tierra!
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Dominic Slade, que estaba visitando a su hermano Morgan en el elegante Chteau Saint-Andr, a varios kilmetros al sur de Nueva Orlens, habra coincidido totalmente con el juicio de Melissa acerca del amor. Y "sobrevalorado" habra sido de lejos la palabra ms amable que habra dicho acerca del asunto. Con respecto al matrimonio... ah! Era una trampa en la cual l no caera -por atractiva que fuese la carnada. No se trataba de que Dominic se opusiese al matrimonio; slo se opona violentamente a su propio matrimonio! Y a los treinta y dos aos, era muy hbil para identificar cierto brillo en los ojos de las madres casamenteras y sus ansiosas hijas. Pero no slo las madres casamenteras haban tratado de atraer la atencin de Dominic Slade, un hombre fascinante y, segn afirmaban algunos, demasiado apuesto para lo que a l mismo le convena. En su propia familia, por lo menos el sector femenino, a veces se le haba acercado con esa expresin en la cara que lo pona inmediatamente en guardia respecto de la joven que le presentaban. Que Morgan, su muy admirado hermano mayor, ensayase un truco as, era una traicin del tipo ms depravado. Y apenas las personas que haban cenado esa noche en el Chteau Saint-Andr salieron de la residencia y Dominic pudo estar unos momentos a Solas con Morgan, le formul sin vacilar sus sospechas. Los fros ojos grises cargados de burla, la boca ancha curvada en una sonrisa irnica, Dominic rezong: -Casamentero, Morgan? O equivoqu tu actitud con la seorita Leigh esta noche, cuando me apremiaste para que le volviese las pginas de la partitura musical? Los dos hombres estaban en el cmodo despacho de Morgan, instalado en una de las dos alas nuevas agregadas a la casa despus del matrimonio de Morgan con Leonie SaintPgina 10 de 262
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Andr, unos nueve aos antes, y cuando habl Dominic, Morgan estaba sirviendo dos copitas de brandy. Una sonrisa astuta se dibuj en la cara morena de Morgan, y despus de dirigir a su hermano una sonrisa levemente culpable, murmur: Y yo crea ser tan astuto! -Pas una copita a Dominic y agreg como de pasada:- Dije a Leonie que descubriras instantneamente cul era mi propsito, pero ella estaba segura de que jams sospecharas que yo estaba promoviendo esa unin. Dominic recibi el brandy y dijo con gesto resignado: -Tena que haber sabido que su delicada mano estaba en esto! Que ella sea tan absurdamente feliz en su casamiento contigo no es motivo para suponer que todos ansan el matrimonio.- Con ms fuerza que la necesaria, rezong:- Si quiero esposa, soy perfectamente capaz de encontrarla por m mismo! -Sin duda -replic afablemente Morgan y con un destello de humor en los ojos azules continu diciendo-. Pero an no la hallaste, verdad? -Dios mo! -explot Dominic, medio regocijado y medio irritado-. No puedo creer en lo que oigo! No me dirs que te pasaste al enemigo? De modo que ya no podr sentirme seguro en tu casa! Morgan se ech a rer. -No empieces a preparar ahora mismo tu equipaje. Promet a Leonie que hara todo lo posible para lograr que comprendieses el error de tu actitud, pero no tengo intencin de arrojarte a los lobos. Y debes interpretar como un cumplido el inters de Leonie... la inquietan las... bien, las mujeres en tu vida. Cree que es hora de que dejes de mariposear y sientes cabeza. Me ha informado con voz muy solemne que una esposa es lo nico que puede darte verdadera felicidad. -No haba advertido -replic secamente Dominic- que era desgraciado. -Y abriendo los brazos en un gesto despectivo, pregunt burlonamente:- Te parezco desgraciado? No, pens Morgan muy divertido, su hermano no pareca en absoluto desgraciado. Las piernas musculosas de Dominic, protegidas por un ajustado par de breeches de tela negra, se extendan cmodamente hacia adelante, y los anchos hombros, cubiertos por una chaqueta elegantsima de casimir azul oscuro, descansaban apoyados con negligencia sobre el cuero suave del silln; la cara sobre el fino encaje de su camisa revelaba a lo sumo un vivaz buen humor. En realidad, Dominic pareca muy complacido con su propia vida all, apoltronado en el ancho silln, gozando visiblemente el aroma de su brandy mientras mova suavemente la copita bajo la nariz. Para Morgan era difcil ver a Dominic por los ojos de una mujer; pero incluso l, descontando cierto grado de orgullo fraterno, deba llegar a la conclusin de que Dominic se haba convertido en un joven muy apuesto. Y cuando uno agregaba a esa cara bien formada un cuerpo alto, de miembros largos, un encanto despreocupado a la personalidad que en s misma era seductora, y una fortuna de proporciones indecentes, en realidad no era sorprendente que Dominic atrajese mucho a las damas. Ni que pusiese a las mujeres de su propia familia al borde de la locura cuando no demostraba el ms mnimo deseo de interrumpir su soltera. La familia Slade era rica, y sus diferentes propiedades se extendan desde Bonheur, cerca de Natchez, Mississippi, descendiendo por el ro hasta ms all de Nueva Orlens, la regin en que Morgan viva, en la plantacin donde haba nacido su esposa. Era tambin una familia numerosa. Adems de Morgan y de Leonie, estaba Robert, un hermano de cuarenta aos, dos aos menor que Morgan; un hermano mayor que viva en Tennessee, y los hermanos menores, es decir los mellizos Alexandre y Cassandre, de veinticinco aos. Todos se profesaban mucho afecto, y con excepcin de Dominic y Alexandre el resto estaba casado. Como su familia consideraba un jovencito a Alexandre, el hecho de que no se hubiese casado, al parecer no provocaba el mismo apasionamiento que la soltera de Dominic. Morgan poda comprender perfectamente la aversin de Dominic al matrimonio
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-acaso l no haba sentido lo mismo hasta el momento en que Leonie apareci en su vida? Aunque haba tenido razones para mirar con prevencin la idea del matrimonio; su primera esposa lo haba abandonado por otro hombre, llevndose consigo al hijo de ambos; y despus, los tres haban sido asesinados por bandidos en la Huella de Natchez. Morgan haba necesitado mucho tiempo para reaccionar despus de sufrir este golpe, y nicamente cuando Leonie entr en su vida, lleg a entender que no todas las mujeres eran mentirosas y tramposas. Pero Dominic no haba sufrido experiencias amargas que lo indujesen a mostrarse tan prejuicioso en contra de las mujeres... Mientras contemplaba la cara oscura y delgada de su hermano, Morgan admiti de mala gana que Dominic no se opona a las mujeres... se opona al matrimonio! Dominic ciertamente gustaba de las mujeres. Una sonrisa se curv en la boca bien formada de Morgan. Leonie haba agregado speramente: "A las mujeres equivocadas!" Y Morgan imaginaba que desde el punto de vista de una mujer respetable, las diferentes mariposas y palomas de plumaje manchado que de buena gana se haban puesto bajo la proteccin de Dominic durante los ltimos aos, pertenecan indudablemente al tipo equivocado de mujer. Interrumpiendo las cavilaciones de Morgan, Dominic dijo de pronto: -Te dir de qu se trata... Leonie quiere asegurarse de que me case slo con la mujer que le inspire simpata y a la que ella aprueba! Mira cmo maniobr a Robert para casarlo con Yvette! Aunque no neg la pretensin de Leonie a representar el papel de casamentera, Morgan dijo con sospechosa humildad: -Bien, s, pero debes reconocer que Robert necesitaba muy poco... de sus maniobras. Se enamor de Yvette prcticamente a primera vista, y slo el carcter esquivo de Yvette impidi durante mucho tiempo que se unieran. Al recordar esos tiempos, y cmo Robert haba sufrido a causa de Yvette, la amiga de Leonie, Dominic tuvo que aceptar, aunque de mala gana, el juicio de Morgan. En efecto, Robert haba amado a Yvette desde el comienzo mismo, a pesar de la situacin desagradable en que ellos se haban encontrado durante ese verano de 1805. Demonios, se dijo el propio Dominic, l tambin se haba enamorado un poco de la inquietante y bella Yvette; y al recordar otros episodios de aquel momento, sonri. Morgan ciertamente no era tan adicto como ahora a la condicin matrimonial, y haba negado furiosamente que jams hubiese puesto los ojos en Leonie Saint-Andr cuando ella apareci de pronto en Natchez y afirm vehemente que Morgan la haba desposado seis aos antes en Nueva Orlens, y que su hijo Justin era hijo de Morgan! Dominic con los ojos grises desbordantes de burlona alegra: -Recuerdo una poca en que no te mostrabas tan aficionado al matrimonio... Morgan retribuy la sonrisa, y la semejanza entre los dos hermanos se acentu mucho. Los hermanos Slade exhiban un notable parecido entre ellos; todos tenan los mismos cabellos negros abundantes, las cejas muy marcadas, los ojos muy hundidos y el mentn muy firme y enrgico. Eran rasgos heredados de su padre. El color oscuro provena de Noelle, su vivaz madre criolla, y tambin de ella haban heredado el temperamento vivo y el orgullo de familia. Morgan murmur: -Bien, s, pero ahora estamos hablando de tu matrimonio. -Santo Dios! Es necesario? -Dominic emiti un gemido dramtico.- Por qu -pregunt irritado todos parecen decididos a casarme? -No s si estn tan decididos o si se trata ms bien de que creen que tu soltera significa malgastar la posibilidad de obtener una buena esposa -replic sarcsticamente Morgan. Pero en tono ms serio agreg:- Sin embargo, me pregunto por qu no te casas, aunque ms no sea para tener herederos.
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-En efecto, te pasaste al enemigo! -exclam Dominic con fingida clera. Conteniendo una sonrisa provocada por la reaccin de Dominic, Morgan mene la cabeza y se apresur a decir: -No, no me he pasado, y juro que no abordar de nuevo este doloroso tema. Leonie tendr que sentirse satisfecha cuando le diga que has decidido continuar siendo un soltern solitario. -Solitario! -replic irnicamente Dominic-. Con ese montn de mocosos que t y Leonie parecen decididos a volcar sobre un mundo inocente? Y qu me dices de Robert e Yvette? Cuntos tienen ahora? Cinco? Seis? Y el resto? Tengo una legin de sobrinos y sobrinas -estoy seguro de que cuando llegue el momento podr designar heredero por lo menos a uno de los mocosos. -Sonriendo, continu audazmente.- Puedes decir a Leonie que si bien tengo la firme intencin de convertirme en un anciano repulsivamente obeso rodeado por una bandada de hermosas y adorables damas, har lo que es apropiado, y dejar a uno de sus hijos todas mis pertenencias terrenales. Y ahora -pregunt Dominic en actitud de fingida queja-, podemos al fin prescindir del tema? Ya me fatiga bastante. Morgan no deseaba insistir demasiado, y no tuvo inconveniente en orientar hacia otros temas la conversacin; de modo que los dos hermanos dedicaron una agradable hora a charlar tranquilamente acerca de las cosas que les interesaban -el magnfico oso que Dominic haba cazado una semana antes; el exquisito par de pistolas de duelo francesas que Morgan haba adquirido la vspera; y por supuesto, los temas ms actuales relacionados con las cosechas y los caballos. -Dom, piensas seriamente fundar tu propio haras? -pregunt Morgan cuando la conversacin abord la actividad que an era una de las principales de Dominic. -Hmmm... s, creo que eso har -replic Dominic, mientras depositaba la copita vaca sobre una pequea mesa prxima. Dirigi a Morgan una sonrisa levemente cnica, y continu diciendo: Mira, en efecto estuve pensando en mi futuro, y coincido en parte con Leonie cuando dice que es hora de que siente cabeza. Y para llegar a eso, necesito tener algo que me entretenga. Los caballos siempre me parecieron una actividad interesante, y reconocers que soy bastante eficaz cuando se trata de elegir ejemplares de primera clase. -Un gesto de irritacin modific sus rasgos atractivos.- Si no fuese por esta condenada guerra del seor Madison, regresara a Inglaterra y buscara un corcel realmente bueno y prestigioso para traerlo aqu, pero segn estn las cosas... Para muchos norteamericanos la guerra pareca una experiencia muy lejana, y en efecto as era -se la libraba principalmente a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Canad, y en altamar; en general, influa poco sobre la vida de la mayora. Slo cuando algn aspecto ingrato de las hostilidades interfera en la vida cotidiana, la gente recordaba la guerra, y en ese caso se manifestaba ms clera contra el presidente James Madison y el Congreso que contra los britnicos! Con gravedad mucho mayor que la que haba demostrado en el curso de la velada, Dominic pregunt bruscamente: -Crees que resultar algo de la propuesta britnica de celebrar negociaciones directas? Morgan se encogi de hombros. -Madison acept la propuesta, de modo que es posible, pero no creo que suceda gran cosa antes del ao prximo. Sera sensato llegar pronto a un acuerdo. Despus de la derrota de Napolen el ao pasado en Leipzig, es slo cuestin de tiempo antes de que Wellington y los restantes aliados britnicos aniquilen completamente a los franceses, y si llegamos a eso nos veremos en dificultades! Una vez terminada la guerra en Europa, Inglaterra podr concentrar contra nosotros todo su poder, y no me agradara aceptar apuestas acerca del resultado. Dominic asinti sobriamente. La guerra entre Estados Unidos y Gran Bretaa era sobremanera desagradable para l; tena amigos en ambos bandos de las fuerzas antagnicas,
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y le desagradaba mucho la idea de tener que elegir. No habla dudas acerca del lado al que apoyara si llegara a ser necesario. Haba estado en Inglaterra cuando lleg a Londres, en el verano de 1812, la noticia de la declaracin de guerra norteamericana, y no haba vacilado un momento a la hora de buscar un barco y viajar a su patria. La familia Slade tena fuertes vnculos con Inglaterra -el barn de Trevelyan era el hermano mayor del padre de los hermanos Slade, y los ms jvenes en diferentes ocasiones haban pasado un tiempo con su to. Dominic era el que haba permanecido ms tiempo en Inglaterra; Londres y sus alrededores haban sido su lugar de residencia durante casi tres aos, y slo el comienzo de la guerra haba terminado su grata estancia en esa ciudad. Dominic no se haba sentido desafortunado a causa de la necesidad de partir. Antes de que llegase la noticia de la guerra, durante cierto tiempo haba tenido conciencia de cierta extraa inquietud, y haba comenzado a hastiarse de la constante sucesin de bailes y diversiones, de los juegos en Boodles y Brooks, de las sesiones dedicadas a la bebida que duraban hasta el alba, y en general de una vida en que no le preocupaba nada ms importante que el corte de su chaqueta, la vivacidad de su caballo o los encantos que se le prodigaban en brazos de la amante ms reciente. Todo haba sido muy agradable, y el peligro de la excitacin de un duelo, episodios que haban sobrevenido ms de una vez a causa de su orgullo y su temperamento levantisco, a lo sumo haban agregado un poco de sabor a la regularidad de sus jornadas. La ociosidad no cuadraba con el carcter de Dominic, en l se manifestaba siempre una incansable vitalidad, pero como era uno de los hijos ms jvenes de una gran familia, no necesitaba afrontar la responsabilidad cotidiana de la administracin de la gran plantacin, denominada Bonheur. Ni siquiera la necesidad de instalarse por propia cuenta haba sido esencial. Cuando Dominic tena veintin aos, Matthew hizo lo mismo que con sus dos hijos mayores: le entreg un buen capital y varios centenares de hectreas de tierra de primera clase en el rea que haba sido Florida occidental y que ahora era la parroquia de Feliciana occidental de la alta Luisiana. Dominic haba invertido sensatamente el dinero, y al parecer posea el don de prosperar sin mayor esfuerzo -sus cosechas eran abundantes, el ganado vacuno y los caballos se reproducan considerablemente, y sus hbiles inversiones le aportaban una ganancia impresionante. Durante los diez aos, poco ms o menos, desde que Matthew le haba suministrado los elementos iniciales, Dominic haba triplicado holgadamente su capital inicial. El destino haba sido muy propicio para Dominic Slade. Le haba dado un cuerpo alto y esbelto, una cara notablemente apuesta y un encanto burln. Y si se sumaban todos estos atributos a su linaje y su fortuna, no era sorprendente que hubiera pocas cosas que Dominic deseara y que se le negasen. Era el preferido de sus padres, el placer y la desesperacin de sus hermanas y cuadas, y un camarada cordial y bienvenido para sus hermanos y amigos. No poda decirse que fuese un joven malcriado, pero posea una arrogancia que no era antinatural, y ciertamente estaba acostumbrado a salirse con la suya y a exigir que las cosas salieran exactamente como l lo deseaba. Despus de su regreso de Inglaterra, casi dos aos antes, su vida haba continuado exactamente como l haba supuesto que sera el caso: La familia y los amigos se haban mostrado muy felices de verlo, su administrador le haba mostrado el constante aumento de sus inversiones y el capataz le present los libros de cuentas de la plantacin, los cuales revelaban que la tierra haba suministrado una abundante sucesin de cosechas en el curso de los aos. Durante un tiempo Dominic se haba sentido satisfecho; era muy agradable volver a casa, al seno de su familia, y renovar antiguas relaciones, pero ltimamente...
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ltimamente, Dominic de nuevo tena conciencia de cierto vaco en su vida. De que le faltaba algo... Adverta un extrao desasosiego en s mismo, una creciente insatisfaccin con su vida demasiado cmoda. En su cara se dibuj una expresin cnica. Estaba seguro de que Leonie atribua todo eso a su soltera, pero si haba algo que Dominic saba que l no necesitaba ni deseaba, era una esposa. Finalmente haba llegado a la conclusin de que todo responda al hecho de que su vida careca de propsito, de que no tena un inters fundamental y absorbente, y de que para cambiar eso haba llegado a la conclusin de que era necesario realizar el plan de criar caballos -no sencillamente caballos, sino los mejores ejemplares! Se puso de pie, se sirvi otro brandy y despus de llenar la copa de Morgan, volvi a sentarse y dijo: -Bien, por mi parte no deseo preocuparme por esta maldita guerra hasta que venga a llamar a mi puerta. Y ahora, hblame de ese corcel bayo, que segn dijiste impresion tanto a Jason. Antes de que Morgan pudiese contestar, se abri la puerta tallada del estudio, y Leonie entr en la habitacin, y sus faldas de seda verde se frotaban rumorosamente alrededor de los tobillos. -Mon amour -murmur seductoramente- piensas pasar la noche entera encerrado aqu? La cara de Morgan se suaviz, como le suceda siempre que Leonie estaba cerca, y depositando la copa sobre una mesa, se puso de pie y dijo con voz animosa: -De ningn modo! -con un resplandor en los ojos azules oscuros, agreg con voz grave-: Sobre todo si reclamas mi atencin. -Morgan! -exclam Leonie con una risita, los ojos verde marino encendidos con un resplandor parecido. Con fingido recato, agreg:- Qu pensar de nosotros tu hermanito? A los treinta y un aos, Leonie, haba cambiado poco en el curso del tiempo. Los cabellos cobrizos, que formaban ahora un elegante rodete en la base del cuello, eran tan luminosos como cuando Morgan le habla visto la primera vez; la chispa perversa en esos ojos almendrados an era muy evidente, y slo las curvas ms llenas revelaban el paso del tiempo. Era una mujer de cuerpo menudo y huesos finos, pero despus de cuatro hijos y casi diez aos de matrimonio con Morgan su forma esbelta posea una gozosa abundancia que no exista cuando ella y Morgan se haban enamorado por primera vez. Que continuaban amndose profundamente era evidente por las miradas que se dirigan y el tierno contentamiento que pareca envolverlos. No caba duda de que, despus de un principio tempestuoso, Morgan y Leonie haban hallado una felicidad profunda y duradera. Con una sonrisa, Dominic se puso de pie y dijo: -En verdad, creo que es hora de que me retire y... los deje entregados a sus diversiones. Leonie le dirigi una mirada un tanto irritada. -Mon ami, creo que estoy enojada contigo. Invitaste a mademoiselle Leigh a cabalgar contigo maana por la maana? Dominic rode la cintura de Leonie con su brazo, en un gesto fraterno, y le bes suavemente los cabellos. -Querida, s que te preocupa mi verdadera felicidad, pero realmente no deseo ahondar mi relacin con mademoiselle Leigh. -Pero Dominic! -exclam Leonie-. Ella es tan bella. Y es bondadosa y amable. Y su padre es muy rico. -Frunci levemente el entrecejo y ahora pregunt:- No te agrada en absoluto? Con los ojos grises brillantes de burla, Dominic murmur: -Oh, ciertamente me agrad! Pero mira, no creo que ella aceptara la oferta que yo puedo formularle. -Creo que te equivocas -comenz a decir Leonie con expresin grave, pero se
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interrumpi bruscamente cuando vio el regocijo en los ojos de Dominic. -Ah, bah! -dijo-. Quieres decir que ests dispuesto a ofrecerle slo tu proteccin, no tu mano! -Precisamente, querida -replic Dominic con irritante cordialidad. Leonie ignor la risa contenida de Morgan. Entrecerr los Ojos, y con las manos en las caderas murmur: -Deseo sinceramente que un da, Dominic, te enamores de una joven que te enloquezca y te obligue a perseguira. Ojal que desprecie tus propuestas y destroce, por lo menos por poco tiempo, tu irritante superioridad. -Apuntndole con el dedo, en su voz una mezcla de regocijo y sinceridad, concluy:- Recuerda lo que te digo, mon ami, un da suceder. Slo tienes que esperar un poco. Riendo, Dominic la apart. -Leonie, de modo que me maldices? Piensa qu mal te sentirs cuando yo tenga el corazn destrozado! -Te har bien -dijo Leonie con voz muy dulce. Mirando a su hermano, Dominic se quej. -Morgan, no la castigas con bastante frecuencia. Nadie te dijo nunca que una mujer necesita mano firme...? Sobre todo una mujer con la lengua tan afilada! Morgan sonri, y apretando contra su propio cuerpo a la indignada Leonie, observ: -Tengo mis propios mtodos para controlarla, y si no deseas sentirte avergonzado, sugiero que te marches, porque mi intencin es besar apasionadamente a mi esposa. Dominic mir a los dos, y en ese momento Leonie tena la cabeza inclinada sobre el ancho hombro de Morgan, y el ms joven de los hermanos sonri. -Qu vergenza! Y ambos son una respetable pareja casa-da! Con una sonrisa todava en los labios, sali de la habitacin, cerrando con cuidado la puerta tras de s. Mientras atravesaba el ancho corredor que llevaba a la parte principal de la casa, de pronto tuvo conciencia de un extrao sentimiento de envidia. Deba de ser maravilloso compartir el tipo de amor que exista entre Leonie y Morgan. Pero reaccion. Santo Dios! En qu estaba pensando? La maana siguiente, ese fugaz momento de envidia -si de eso se haba tratado- haba desaparecido, y Dominic se dirigi a la galera que corra sobre el frente de la casa. A pesar de la hora temprana, Morgan ya estaba all, al parecer demorndose con una ltima taza de caf antes de comenzar su activa jornada como plantador. La galera estaba sostenida por postes blancos, y la familia pasaba all mucho tiempo. Haba una redonda mesa de hierro negro y varios sillones con almohadones de alegres fundas. Desde ese lugar, apenas poda verse sobre las copas de los rboles el ancho y rumoroso ro Mississippi, pero los frtiles prados de color esmeralda con los robles cubiertos de musgo y las magnolias de flores blancas formaban un paisaje encantador. Despus de intercambiar saludos, Dominic se sirvi una taza de caf del gran recipiente de plata instalado en el centro de la mesa. Sobre una fuente encontr bollos todava calientes, y mientras se serva uno, Dominic coment con cierto brillo en los ojos: -Le enseaste anoche a Leonie la leccin que tanto necesita? -Eso -replic secamente Morgan- no es asunto que te concierna. Dominic sonri, en absoluto intimidado por la respuesta de Morgan; era precisamente lo que l haba esperado que su hermano dira. Durante varios instantes hubo un silencio cordial entre los dos hombres, mientras Dominic coma su bollo y beba su caf, pero despus de depositar sobre la mesa la taza vaca, Dominic dijo de pronto: -A propsito de ese bayo que mencionamos anoche... Cul fue exactamente la opinin de Jason? -Sencillamente, que el caballo es uno de los animales ms hermosos y rpidos que l vio jams. -Dominic silb por lo bajo. -Seguramente es un ejemplar notable si Jason formula un elogio tan entusiasta.
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-As es -contest Morgan-. El animal venci sin esfuerzo a uno de los potrillos jvenes ms promisorios de Jason. -Una sonrisa reflexiva se dibuj en sus labios.- Y no le agrad! A Jason Savage no le agrada perder! Ambos Slade conocan bien al hombre de quien hablaban. Adam Sr. Clair, cuado de Jason, era un ntimo amigo de Dominic que resida en Natchez, y Jason haba sido amigo de Morgan desde que ambos se haban conocido cuando concurran a Harrow, en Inglaterra. Dominic haba crecido viendo con cierta frecuencia a Jason, e imaginaba bien el desagrado que ste haba sentido al perder. Y Dominic sospechaba que eso suceda muy rara vez Con una expresin de profundo inters en su cara delgada, Dominic pregunt: -Sabes algo ms acerca del caballo? Por ejemplo, a quin pertenece, y dnde puedo encontrarlo? Morgan dirigi una mirada reflexiva a Dominic. -Ests pensando en la posibilidad de comprarlo? Dominic se encogi de hombros. -Puede ser... si la descripcin no es exagerada. -Creme, no lo es -replic Morgan-. Presenci la carrera, y vi el animal. Si contemplas seriamente la posibilidad de criar caballos, sera sin duda un excelente padrillo para tus establos. -Lo cual me lleva al motivo de esta visita... adems del deseo de verte y ver a Leonie y a los mocosos -dijo Dominic con expresin desenvuelta: pero en sus ojos grises haba un poco de incertidumbre. Ante la mirada interrogadora de Morgan, dijo con cierta prisa: -Estaras dispuesto a venderme la casa de Mil Robles, y quiz parte del terreno circundante? Te dara un buen precio por todo eso. Morgan endureci el cuerpo, y una expresin hosca se dibuj en sus rasgos bien formados. Mil Robles era la plantacin que su padre le haba dado cuando l se haba casado con su primera esposa, Stephanie. Estaba a medio camino entre Natchez y Baton Rouge, era una regin agreste, de frtiles tierras vrgenes que se extenda a lo largo del ro Mississippi. Morgan haba pensado que un da Mil Robles sera un lugar tan elegante y amable como Bonheur. Teniendo en vista esa meta, haba consagrado largos y trabajosos meses a supervisar la construccin de la casa y los anexos, a desmontar la tierra para cultivar algodn, pensando en el da en que su esposa y su pequeo hijo vendran a vivir en ese hogar... -Y mientras l estaba muy atareado en Mil Robles, su amada esposa estaba atareada enamorndose de otro hombre. Los recuerdos que Morgan conservaba de Mil Robles eran ingratos, y durante los largos aos que haban pasado despus de la muerte de Stephanie y su primognito Phillipe, Morgan nunca haba vuelto al lugar. Haba instalado a una competente ama de llaves y al marido, y dejado all unos pocos peones con el nico propsito de mantener los terrenos desmontados con tanto esfuerzo. Nunca haba pensado en esa propiedad, y su familia siempre haba evitado con especial cuidado todo lo que implicase una alusin... hasta ahora. Mir a Dominic, y al advertir la inquietud y la ansiedad en los ojos de su hermano, emiti un suspiro. -No te inquietes... no sufrir un ataque slo porque hayas mencionado a Mil Robles! -Sonri torcidamente.- Pero no te la vender, puedes usar ese maldito lugar, y con mis bendiciones! -Ah, no -contest Dominic con voz firme-. Me lo venders, y por un precio que no ofenda mi orgullo. Continuaban regateando amistosamente el precio cuando el "montn de mocosos" como los llamaba afectuosamente Dominic, irrumpi sbitamente en la galera, seguidos de cerca por la risuea Leonie. El mayor de los hijos de Morgan era Justin, que exhiba un notable parecido con su padre, aunque los ojos verde mar heredados de su madre eran distintos de los ojos azul zafiro
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de Morgan. Ocup el silln que estaba al lado de Dominic e inmediatamente inici una conversacin acerca de la pantera que haba visto la noche anterior cerca de uno de los bayour que cruzaban las tierras del Chteau Saint-Andr. Suzette, de ocho aos, obviamente tambin era hija de Morgan, y tena los mismos ojos azules luminosos y vivaces, y los cabe-los negros rizados. Pero haba algo... algo en la forma de la nariz y la boca que a juicio de Dominic recordaban a Leonie. Suzette tambin era tmida, muy tmida, y aunque era evidente que deseaba mucho acercarse a Dominic como haba hecho Justin, se mantena detrs, cerca de su madre, su mirada fascinada fija en el rostro oscuro de Dominic. Christine, de cinco aos, con sus rizos muy rubios y los alegres ojos verde mar, no tena tales escrpulos, y con un grito de placer se instal en las rodillas del to Dominic. Tampoco Marcus, de cuatro aos, se senta en absoluto impresionado por su pariente favorito. Sus piernecillas regordetas se movan con toda la velocidad que l poda imprimirles, y ahora imit los saltos de Christine y se abalanz sobre Dominic, los cabellos oscuros aun desgreados porque acababa de levantarse, y los ojos azules bailoteando de regocijo. Era muy evidente que pese a todos sus comentarios acerca del "montn de mocosos", Dominic amaba mucho a sus sobrinos y sobrinas, y que estos le devolvan con creces este afecto. Con un gesto diestro Dominic impidi que Marcus jugase con los pliegues de su corbata inmaculadamente blanca; convenci a Christine de que ella no deseaba tirarle as de los faldones de la chaqueta; continu su conversacin con Justin e incluso tuvo tiempo de enviar un guio amable a Suzette. Al ver su actitud desenvuelta y afectuosa con los nios, Leonie suspir. Sera un padre tan maravilloso! Comenz a decir algo, pero advirti que Morgan tena los ojos fijos en ella, y tambin tom nota del movimiento casi imperceptible de la cabeza de su esposo, de modo que apret fuertemente los labios. Bah! -pens con un sentimiento de rebelda: Qu saba Morgan? Dominic estaba malgastando su vida en juegos y mujeres, y si ella no le hubiese profesado tanto afecto esa vida no la habra molestado en absoluto. Pero poda ser un esposo excepcional para una mujer... slo era necesario que renunciase a sus costumbres disipadas! No se habl ms de las costumbres disipadas de Dominic o de la posibilidad de que contrajese matrimonio por el resto de su visita al Chteau Saint-Andr. Pas un mes agradable con Morgan y la familia y antes de partir, l y Morgan llegaron finalmente, despus de mucha discusin, a un acuerdo acerca de la venta de Mil Robles. Dominic tambin haba podido hablar con Jason Savage, y haba sabido que el corcel, llamado Locura, estaba en un lugar situado al norte de Baton Rouge. El nombre del propietario no era conocido por Jason, pero estaba seguro de que Dominic lo descubrira sin mucha dificultad... un caballo de esa clase no poda pasar inadvertido! La ltima velada en el Chteau Saint-Andr, Dominic y Morgan de nuevo estaban saboreando una copita de brandy, esta vez en la galera principal de la casa, iluminada por la luz plateada de la luna que se filtraba a travs de las ramas de los altos robles. Los pies calzados con botas apoyados al descuido en la baranda blanca, Dominic dijo con voz tranquila: -Ojal que los recuerdos de Mil Robles no impidan que vengas a visitarme de tanto en tanto. Morgan sonri apenas. -No, no lo impedirn. Lo que sucedi fue hace mucho tiempo, y desde que Leonie entr en mi vida solamente su felicidad me importa. -Con un gesto momentneo de tristeza en su cara, Morgan agreg:- Slo lamento la muerte de Phillipe. A veces miro a Justin, y me pregunto cmo seria Phillipe a esa edad... Con respecto a Stephanie, su traicin me lastim profundamente en ese momento, pero el tiempo cura las heridas. Durante un segundo Dominic record la expresin en la cara de su hermano el da en
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que haba regresado por la huella de Natchez trayendo la noticia de la muerte de su esposa y su pequeo hijo. Haba sido un momento terrible para toda la familia. Slade, y sus miembros haban hecho lo posible para aliviar parte del cruel dolor de Morgan; pero el recuerdo de esos das haba dejado su impronta en todos. Dominic, que amaba y veneraba a su hermano mayor, se haba sentido particularmente afectado por la tragedia. Con una expresin de dureza en sus rasgos al recordar el sufrimiento de Morgan y su propia infelicidad unos tres aos antes, en Londres, cuando haba credo que amaba a la hermosa Deborah, murmur de pronto con un gesto sombro: -Las mujeres son criaturas deliciosas... pero pueden ser peligrosas cuando se las ama!
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Mientras Dominic conversaba con Morgan cerca de Nueva Orlens, en Willowglen Melissa yaca despierta en su cama, y se preguntaba cmo se las arreglara para desembarazarse de la atencin inoportuna del tenaz John Newcomb. Haba sido una bendicin salir de Willowglen para concurrir a la carrera de Virginia, a fines de abril, aunque slo fuera porque de ese modo haba podido escapar de la pegajosa presencia del pretendiente. Pero no bien regres de nuevo a su casa, de eso haca apenas dos semanas, el primer visitante de la plantacin haba sido John. Melissa suspir. Era un joven tan simptico, pero ella no lo amaba! No deseaba herir sus sentimientos ms de lo que era necesario, pero necesitaba concebir un plan que lo desalentara a l, y a los pretendientes futuros. Melissa no era una joven vanidosa, y sin embargo era inevitable que tuviese conciencia de que sus propios atributos fsicos tenan mucho que ver con el hecho de que los caballeros parecan considerarla irresistible. Y ella misma pensaba que hubiera sido mejor nacer bizca y flaca como una estaca! De pronto, concibi una idea, y con una sonrisa perversa comenz a considerarla. Tal vez, slo tal vez, haba un modo de corregir la situacin. A la maana siguiente, indiferente al clido sol de mayo que entraba en el dormitorio por la ventana abierta, Melissa estaba de pie, sola, en el centro del cuarto. Con el entrecejo fieramente fruncido, miraba hostil su propia imagen reflejada en el espejo de pie descolorido a causa de su propia vejez. No muy complacida con la imagen que sus ojos contemplaban, intencionalmente convirti la boca de labios llenos, deliciosamente formada, en una lnea fina y hostil. S! Eso era lo que necesitaba! Conteniendo el acceso de risa que amenazaba escaprsele, se mir por ltima vez. Se dijo satisfecha que tena un aspecto absolutamente horrible! Sali brincando de la habitacin, y fue en busca de Zachary. Lo encontr cmodamente acostado en el sof tapizado con cretona descolorida, en la soleada habitacin
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que estaba al fondo de la casa, y gir frente a su hermano. -Bien -pregunt despreocupada- qu te parece? Tengo un aspecto bastante desagradable? -Como l permaneci silencioso, la mirada incrdula fija en la forma esbelta de Melissa, un leve gesto de inquietud se dibuj en la cara de la joven. -Zack! Di algo! Hice todo lo que pude imaginar, y si no es suficiente, ya no tengo ms recursos! -Suficiente? -Zachary consigui emitir un sonido estrangulado.- Dios mo, te has superado! Pareces... -Pareci que las palabras le faltaban, y la risa que l haba estado conteniendo finalmente se impuso. Intent virilmente controlarse, y de nuevo comenz:- En realidad, pareces... -Espectral? -sugiri esperanzada Melissa mientras Zachary se debata buscando describir la imagen que le ofreca su hermana. "Espectral" quizs era una palabra demasiado fuerte para describir el aspecto de Melissa en ese momento, pero en todo caso ella no se pareca a la joven atractiva que haba enfrentado a su to en la biblioteca un mes y medio antes. Excepto el brillo de regocijo en los ojos pardo dorados, nadie la habra reconocido de inmediato como la hermosa sobrina de Josh Manchester. Haba desaparecido su abundante cabellera rizada, y en su lugar haba un rodete severo y ordenado, bien sujeto a la nuca. Los rizos color de miel estaban tan separados de la cara que los ojos levemente gatunos exhiban una visible deformacin. El estilo severo del peinado destacaba bruscamente los rasgos delicados, y de hecho atraan la atencin sobre ellos, pero Melissa haba contrarrestado ese efecto, ponindose un par de anticuados lentes de marco de alambre que haba hallado en uno de los bales de su padre, guardados en el desvn. Los lentes haban sido un regalo del cielo. No slo distraan la mirada de la suave lnea del mentn y la boca, sino que tambin obligaban a Melissa a bizquear cuando intentaba mirar a travs de los lentes pequeos y cuadrados. La bizquera, las gafas y el peinado haban cambiado totalmente su apariencia, y como toque final la joven haba logrado hallar algunos de los vestidos menos atractivos que podan imaginarse en la multitud de cosas viejas almacenadas en el desvn. El vestido que ahora usaba le caa mal, y se abolsaba sobre el busto pequeo y firme y la cintura delgada, disimulando eficazmente los encantos innegables del cuerpo que cubra. La tela verde griscea confera a su piel en general dorada una palidez enfermiza, y cuando ella apretaba los labios... Cuando apretaba los labios completaba la imagen de una solterona de cara agria y temperamento cido. Por desgracia, no poda mantener la boca mucho tiempo en esa incmoda posicin, y cada vez que rea, como ahora, cuando su boca de curvas generosas se suavizaba y la picarda bailoteaba en sus ojos de espesas pestaas, la imagen que ella deseaba presentar quedaba casi totalmente destruida. Pero en general, se senta satisfecha, segura de que su apariencia, unida a la condicin de los asuntos de los Seymour, desilusionara incluso al pretendiente ms obstinado. -Bien? -pregunt de nuevo-. Crees que esto disuadir a John Newcomb de merodear alrededor de nuestra propiedad? -Por Dios, s! -replic Zachary, con una respuesta poco lisonjera-. Echar una ojeada y all terminar todo! -Con picarda en los ojos, agreg:- Pero a quien deseo ver ms que a nadie cuando se encuentre con tu... bien, tu nueva apariencia, es al to Josh! Melissa asinti, muy feliz. -Lo s... sufrir un ataque apopljico. Pero por lo menos creo que esto impedir que me persiga para obligarme a reconsiderar el ofrecimiento de John. -As lo espero! -replic piadosamente Zachary-. Las discusiones entre Josh y t desde que rechazaste la declaracin de Newcomb, son las peores que he visto nunca. De la forma en que ustedes dos estuvieron rezongndose y gritndose uno al otro desde que regresamos de Virginia, me maravilla que no te hayan odo en Baton Rouge!
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-No he visto -replic secamente su hermana- que t te hayas mostrado muy silencioso en las ltimas semanas. Y creo que el dilogo que mantuvieron ayer fue mucho peor que el que omos la primera vez que l me critic porque me negaba a aceptar la propuesta de Josh. Esa vez slo dijiste que me persegua, pero ayer... ayer, t fuiste quien le grit y le orden que saliera de mi casa! Zachary pareca avergonzado. -No puedo soportar que te hablen de ese modo -contest, en actitud defensiva-. Tienes todo el derecho del mundo a rechazar el matrimonio con John Newcomb o con otro cualquiera, si as lo deseas, y no permitir que Josh te obligue a hacer nada que no desees... por mucho que amenace y te excite. -Con una chispa de ansiedad en sus ojos, agreg en voz ms baja:- En realidad, l no podra apartarme de Willowglen, verdad? Quiero decir, no es mi tutor, no? La diversin que Melissa poda sentir en vista de la situacin desapareci, y con cierta inquietud en su voz la joven reconoci: -No lo s. S que el testamento de nuestro padre dice que Josh y yo compartimos tu tutora, pero no s qu suceder si Josh exige que vivas con l y bajo su control. Por supuesto, yo me opondra, pero... Durante un momento ambos parecieron profundamente desalentados, conscientes de que en relacin con la tutora de Zachary, Josh controlaba las cosas. Despus de todo, el juez local era muy amigo de Josh, y cuando se comparaban las condiciones de Willowglen con las comodidades y la elegancia de Oak Hollow... Melissa trag con dificultad. En muchos aspectos el to Josh haba sido muy bondadoso con ellos. Durante la niez de ambos, el to Josh y la ta Sally haban sido los que recordaban los cumpleaos cuando Hugh estaba tan distrado que no saba si-quiera el da en que haban nacido sus hijos; haba sido el rubicundo y jovial to Josh quien haba montado a Melissa en su primer pony; el to Josh quien haba venido para distraer a Zachary muchas tardes cuando l se rompi la pierna, a los trece aos. El to Josh haba sido la roca a la cual ella y Zachary se haban aferrado poco tiempo despus de la muerte de Hugh, y l quien haba intentado protegerlos de la verdadera gravedad del desastre provocado por Hugh en la administracin de Willowglen. Josh Manchester era un buen hombre, y Melissa saba que amaba profundamente a sus dos sobrinos, y slo deseaba lo que consideraba mejor para ellos. Por eso mismo oponrsele era muy doloroso y difcil. Melissa pens apenada: si hubiese sido un ser perverso, la tarea que ella afrontaba habra sido mucho ms fcil. Pero cuando lo desafiaba, cada vez que mantenan una de esas terribles discusiones acerca de la negativa de Melissa a desposar a John Newcomb, ella se senta agobiada por la culpa. No deseaba lastimar a su to, y comenzaba a desear apasionadamente que ella pudiese enamorarse de John Newcomb o de otro joven apropiado, slo para complacer a su to; pero no poda! Incluso amando a Josh y detestando molestarlo, ella no estaba dispuesta a concertar un matrimonio que no deseaba. Pero si l jugaba su ltima carta... si le daba a elegir entre el matrimonio y perder la tutora de Zachary... Sinti un nudo en la garganta, y advirti el prurito de las lgrimas en las comisuras de los ojos. Poda tenerse una idea de la calidad de ese hombre si se tena en cuenta que durante todos esos meses nunca haba mencionado la tutora... hasta la vspera. Al recordar la expresin de incomodidad en los gruesos rasgos de Josh durante el enfrentamiento ms reciente, Melissa se sinti desgarrada en su interior. Sabia que a l no le agradaba amenazarla dicindole que retirara a Zachary del lado de su hermana. Era evidente que eso le hera; tambin era evidente que no lo complaca la situacin tensa e incmoda que se haba creado entre los Manchester y los Seymour desde abril, del mismo modo que esa situacin repela a Melissa y a Zack. Pero tambin era obvio que crea sinceramente que el matrimonio de Melissa era el nico modo de resolver su actual y embarazosa falta de dinero... y haba sealado de nuevo que los Manchester no eran los nicos que se
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beneficiaran con la terminacin del fideicomiso de Jeffery Seymour. Melissa record dolorida que no era que Josh le exigiese hacer algo terrible y bajo. Todo lo que l quera era que la joven contrajese matrimonio con un joven bondadoso, agradable, de buena cuna y acaudalado. Y ella se preguntaba desesperada: Qu haba de malo en eso? De pronto la abrum una intensa sensacin de culpabilidad. Suceda sencillamente que estaba mostrndose egosta y obstinada, como l la acusaba? Quizs ella deba casarse con John y terminar de una vez esa interminable sucesin de discusiones. Pero su corazn protestaba en silencio: No amo a John! El placer que Melissa haba sentido al ver su propio disfraz se disip, y un tanto desalentada se apart de Zachary, que la miraba inquieto. Realmente ella era una joven egocntrica y egosta? No lo crea as; a pesar de todos los gemidos y las quejas de Josh, los Manchester no estaban en una situacin desesperada, s difcil. Todos tenan un mal ao de tanto en tanto. Melissa era la causa de su propia renuencia a sacrificarse por su familia. Si los Manchester hubiesen corrido peligro de perder su plantacin y todo aquello por lo cual Josh haba trabajado, Melissa saba que ella no habra vacilado. Se habra casado de inmediato con John Newcomb, y habra hecho todo lo posible por ser una buena esposa. Por desgracia para ella, el ao siguiente o incluso el mes siguiente, si uno de los barcos de Josh consegua atravesar el bloqueo britnico de las costas, las cosas de los Manchester volveran a ser lo que haban sido siempre y el gran sacrificio de Melissa de nada habra servido. Adems, todos saban que Royce, primo de Melissa, tena su propia fortuna, y que no permitira que su padre se viese en dificultades. Si Josh estaba dispuesto a tragarse el orgullo, y a pedir la ayuda de su hijo mayor... Melissa sinti en la cintura el brazo de Zachary, que la arranc de sus ingratas cavilaciones. Zachary trat de reanimara, y dijo con voz grave: -Ojal el to Josh fuese un verdadero monstruo... en ese caso, todo esto sera mucho ms fcil. Me desagrada reir demasiado con l, pero no permitir que te persiga! -Con una expresin reflexiva en la cara juvenil, murmur: - Lo extrao del caso es que dentro de cinco aos todos nos reiremos de esta situacin, y cuando relate nuestras travesuras Josh se reir tanto como ahora se irrita. Melissa asinti, con una sonrisita descolorida. Respir hondo, y dijo con voz firme: -Tendremos que convencernos de que lo que estamos haciendo corresponde a los mejores intereses de nuestro to! La vida ha sido demasiado fcil para l, y necesita un poco de desafo. Estas palabras fueron suficientes para reanimar en el instante a Zack, que sonri a su hermana. -Te aseguro, querida, qu eso es precisamente lo que significas para l! Melissa sonri y aplic a Zack un pellizco en las costillas. -Mira, t tampoco te has mostrado demasiado dcil. Con una sonrisa levemente superior en su boca bien formada, Zack la mir. -Lo s, y si queremos recordar toda esta situacin sin atribuirle excesiva importancia, es indispensable que la veamos como una enorme broma algo que a todos nos har rer...- su labio se curv en una mueca-...a su debido tiempo! Se oy una risa desde la puerta, y una voz ronca de acento evidentemente francs pregunt: -Y cul es esa broma, mes enfants? Esa en que el joven monsieur coloc budn fro en mi mejor par de botas, o la vez que cierta mademoiselle condiment con pimienta mi caf? -Etienne!-exclamaron a coro Melissa y Zachary, muy complacidos, mientras se volvan bruscamente para mirar con afecto y alegra al pequeo y elegante francs que haba entrado en la habitacin. Con una expresin excitada en los ojos, Melissa dijo casi sin aliento: -Regresaste!
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Tuviste xito? Las trajiste contigo? Dnde estn? Etienne alz una mano para acallar a la joven. -Una pregunta por vez, s'il vous plait, petite. De pronto vio el aspecto de Melissa, y la mir con la boca abierta, asombrado. -Mon Dieu! Qu estuvo sucediendo en mi ausencia? Por qu tienes ese aspecto tan... tan...? -Entrecerr los ojos negros.- Ah. Por supuesto. Pareces' una bruja a causa de tu oncle, oui? -Oui! -contest frvidamente Melissa, con una sonrisa en los labios ante la rpida comprensin de Etienne. En realidad, pocas cosas escapaban a la mirada aguda de Etienne. Etienne Martion haba sido parte de la vida de Melissa hasta donde la memoria le alcanzaba, y si Josh la haba ayudado a montar su primer pony, Etienne haba sido quien la haba recogido la primera vez que cay del caballo, y quien la devolvi firmemente a la silla. Y as muchas veces, hasta que en los establos no hubo ningn caballo que ella no pudiera montar. De escasa estatura y huesos finos, Etienne tena las manos ms suaves entre todos los jinetes a quienes Melissa haba conocido, y sin embargo, ese cuerpo enjuto y las muecas delgadas tenan fuerza -ella lo haba visto muchas veces controlar sin esfuerzo al robusto Locura. La edad y el pasado de Etienne eran un misterio para los dos jvenes Seymour, y Melissa a veces se preguntaba si incluso el padre de ambos haba sabido mucho del pasado de Etienne antes del momento en que ese hombre haba aparecido en Willowglen, unos cuarenta aos atrs. Entonces era joven, y por su modo de hablar y sus amaneramientos era evidente que provena de una buena familia. Tambin sabia mucho de caballos. Precisamente por eso, Jeffery Seymour lo haba empleado como capataz de sus establos, y Hugh sola apoyarse en el consejo de Etienne cuando se trataba de comprar y criar caballos. Etienne pareca estar en una edad indefinida entre los cincuenta y los setenta aos, y Melissa y Zachary haban llegado a la conclusin de que deba encontrarse alrededor de los sesenta y cinco; pero era difcil saberlo con certeza. Tena los cabellos abundantes y negros, sin una sola hebra gris, y Melissa tendi a creer que eso lo envaneca un poco -se ofenda mucho cuando ella le haca bromas dicindole que haba visto un hilo gris cerca de la sien. Su cutis moreno no aportaba verdaderos indicios acerca de su edad, y los Ojos negros inteligentes brillaban con humor y vitalidad juveniles. Ciertamente, l jams ofreca indicios, y juzgando por sus actos y su conversacin Melissa y Zachary lo trataban como a una persona de su misma edad, y no como a una persona mayor. Pero en las cuestiones relacionadas con los establos Melissa se someta sin vacilar a la opinin de Etienne, y cuando durante el viaje a Virginia l haba sugerido que en lugar de utilizar todas las ganancias aportadas por Locura parA pagar ms deudas utilizaran una parte con el fin de comprar unas pocas yeguas de pura sangre, Melissa no haba vacilado en seguir el consejo. En consecuencia, todos haban viajado a Virginia, a la plantacin Bree Hill, prxima a Richmond, uno de los centros de carreras cada vez ms famosos en Estados Unidos. Despus de ver cmo Locura de nuevo derrotaba a todos los caballos que competan con l, Etienne se haba quedado en el lugar, mientras Melissa y los dems regresaban a Willowglen. Melissa y Zachary ya llevaban casi dos semanas en la casa, y esperaban ansiosos el retorno de Etienne. A medida que pasaban los das, Melissa experimentaba una intensa sensacin de dja' vu; de nuevo esperaba en Willowglen a un ser amado, que deba retornar con animales destinados a iniciar la cra de caballos. El sentimiento de ansiedad ensombreca su mirada mientras recordaba el desastre del viaje de Hugh a Inglaterra. -Con seguridad -pregunt ahora con voz tensa- tienes buenas noticias para nosotros. La sonrisa de Etienne se suaviz. -Petite, yo no te fallara. -Apuntndole con un dedo admonitorio, agreg severamente:-
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No todos los hombres son como tu padre, y t deberas aprender a confiar. Melissa esboz una mueca y se encogi de hombros. Era una antigua discusin entre ellos, y precisamente hoy Melissa no deseaba continuarla. Se quit los lentes y depositndolos sobre una mesa prxima replic: -No intentes cambiar de tema! Cundo, estimado monsieur, podemos ver de qu modo gastaste nuestro dinero? Abrigo la esperanza de que lo hayas invertido sensatamente. Etienne ri sonoramente. -Eres una arpa, mon coeur, pero en verdad adorable, de modo que ven conmigo y mira lo que te espera en los establos. No fue necesario decir ms. Melissa y Zachary, seguidos con paso ms tranquilo por Etienne, salieron corriendo de la habitacin y fueron en direccin a los establos. Se abalanzaron en el interior del recinto, ansiosos de ver por primera vez lo que, segn esperaban, sera el comienzo de un excelente haras. Pero no haba indicios de las nuevas yeguas. Desconcertados, esperaron que se acercara Etienne. -Dnde estn? -pregunt Zachary con voz plena de curiosidad-. No las trajiste contigo? Etienne sonri renuente. -Parece que una de las damas estaba muy... bien, muy deseosa de conocer a su nuevo esposo, y en la confusin me temo que todas terminaron en el picadero con Locura y agregar con gran placer del padrillo. Me sorprende que desde la casa no lo oyesen resoplar de satisfaccin! Riendo y hablando todos al mismo tiempo, los tres se volvieron y recorrieron de prisa la corta distancia que los separaba del amplio picadero instalado ms all de los establos. Apoyados en la empalizada recin encalada, contemplaron a los cinco caballos que mordisqueaban perezosamente el abundante pasto verde. Era fcil distinguir a Locura entre las recin llegadas, pues su notable tamao -tena una alzada de diecisis palmos- y sus msculos delgados pero poderosos, contrastaban gratamente con las yeguas, ms delgadas y de formas ms delicadas. Pero por una vez el corcel no concit todo el inters de Melissa, que cuidadosamente examin a las cuatro yeguas que compartan el picadero con el macho. Hubo varios momentos de silencio mientras la mirada de Melissa se posaba sobre los nuevos animales, dos alazanes, un bayo y una yegua de pelaje negro. Todos mostraban su linaje rabe, las cabezas pequeas y finamente formadas, y las patas largas, de una delgadez casi increble, como clara indicacin de su estirpe. Y Melissa reconoci agradecida que eran muy atractivas, precisamente lo que ella y Zack haban deseado. Melissa dej escapar un suspiro de alivio, y se volvi para mirar a Etienne, que se haba detenido al lado. -Oh, Etienne, son todo lo que podamos desear! Cmo las encontraste... y cmo lograste comprar cuatro caballos con la suma que yo te entregu? A lo sumo, habamos credo que podas comprar slo dos. Con expresin astuta, Etienne contest: -Petite, olvidas que soy francs, y los franceses son famosos por su espritu ahorrativo. Me limit a buscar a un plantador imprudente que tuviese caballos de pura sangre, y voila'! Pude hacer un excelente negocio por uno de los alazanes y el bayo. Pagu bastante ms por las dos restantes, pero creo que me desempe muy bien! -sonriendo satisfecho, agreg:- Soy maravilloso, verdad? Como los dos hermanos saban muy bien que la modestia era una virtud que Etienne no posea, ni Melissa ni Zachary se sintieron en absoluto turbados por esta afirmacin. En efecto, por lo que a ellos se refera era maravilloso! Todos permanecieron un rato observando a los caballos y hablando discretamente entre ellos, y despus, cuando
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comenzaron a caminar hacia la casa, haba un aire de satisfaccin en ese extrao terceto, en que Melissa y Zachary se elevaban a bastante altura sobre el francesito gesticulante y moreno. El sentimiento de satisfaccin acompa a Melissa el resto del da, y slo el mircoles, cuando se puso otro de los vestidos deformes y escasamente atractivos que haba hallado en el desvn, sinti que comenzaba a deprimirse. Trat de convencerse de que era slo una reaccin natural despus de la excitacin de la vspera, y de que ninguna joven poda sentirse bien adoptando la apariencia de una bruja; pero sabia que en todo eso haba algo ms que apenas un feo vestido y el retorno a la rutina normal. Y sin embargo, reconoci ms avanzado el mismo da, sentada sobre una pila de heno, cerca de la entrada de los establos, que ahora tena sobrados motivos para sentirse satisfecha. Las ltimas ganancias de Locura, obtenidas en las carreras de Tree Hill, no slo le haban permitido entregar el dinero a Etienne para comprar ms animales, sino que adems le haban posibilitado gastar una pequea suma en Willowglen; y, lo que era ms importante, pagar todas las deudas de Hugh, excepto una. En vista de la actitud general de Melissa, el dinero gastado en Willowglen naturalmente se haba invertido en los establos. No slo se haban reparado y encalado las empalizadas y el picadero de Locura, sino que se haba hecho lo mismo con las empalizadas de otros dos picaderos y con el establo principal... Los pesebres y el cuarto de los arneses tambin haban sido mejorados todo lo posible, y aunque el lugar era todava un poco ruinoso, por lo menos ahora, se deca la propia Melissa, si un criador se acercaba a inspeccionar las instalaciones, ellos no necesitaran sentirse demasiado avergonzados. Si haba mejorado el aspecto de las cosas alrededor del establo principal, en todo caso era el nico lugar de Willowglen que no tena apremiante necesidad de dinero y reparacin. Las finanzas se haban incrementado un poco las ltimas semanas, pero el futuro todava no era muy rosado, se dijo Melissa un poco deprimida mientras recoga una brizna de paja y comenzaba a masticarla con aire reflexivo. Que ahora debieran dinero a una sola persona sin duda pareca alentador. Por desgracia, la ltima de las deudas de Hugh era de lejos la que representaba el monto ms elevado, y en muchos aspectos, la ms inquietante. Las deudas se haban centrado principalmente en la regin de Baton Rouge; unas pocas haban correspondido a Nueva Orlens. Pero ese viaje de Hugh a Inglaterra en 1809 era el principal motivo de preocupacin de sus hijos y Melissa tenda a sospechar que, como haba hecho con tantas cosas desagradables, su padre simplemente habla fingido que la deuda no exista. Pero el tenedor del pagar de Hugh no aprobaba una actitud semejante, y durante los ltimos aos haba escrito algunas cartas muy corteses reclamando el pago de los veinticinco mil dlares norte-americanos que se le deban. Hugh haba preferido ignorar esas cartas, lo cual, pensaba Melissa con una falta de respeto poco filial, era muy propio de Hugh! Ella y Zachary se haban sentido abrumados y atemorizados, y lo nico que los consolaba era saber que el seor Robert Weatherby, tenedor del temible pagar, estaba muy lejos, en Inglaterra -no se les apremiara para obligarlos a pagar por lo menos hasta que terminase la guerra en curso. O eso haban credo. A pesar de la guerra, Melissa haba escrito inmediatamente a Londres, informando al seor Weatherby de la muerte de Hugh, y pidindole tiempo para formalizar la devolucin del dinero. Se sinti desconcertada cuando unos seis meses despus lleg una carta del seor Honeywell, agente de negocios del seor Weatherby, que comunic la ingrata informacin de que el seor Robert Weatherby haba fallecido, y de que su heredero, el seor Julios Latimer, no estaba en Inglaterra. Las simpatas del seor Latimer por la causa norteamericana lo haban inducido a visitar ese pas, y ahora resida, mientras durase la guerra, en algn lugar de la regin septentrional de Estados Unidos. El seor Latimer haba llevado consigo el pagar, con la intencin de cobrar personalmente la deuda, cuyo pago ya
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estaba muy atrasado. El seor Honeywell reexpedira la carta de Melissa al seor Latimer, pero en vista de la guerra... Eso haba sucedido el ltimo otoo, y Melissa y Zachary haban vivido temerosos con la idea de que un da el seor Julius Latimer apareciera en la puerta de la casa a reclamar el pago -el pago que le corresponda con todo derecho-. Y poco antes del viaje a Virginia, eso era exactamente lo que haba sucedido. Felizmente, la cosa no haba sido tan grave como ellos teman -por lo menos, era lo que Melissa haba pensado al principio. El seor Latimer era todo l bondad y cortesa, un autntico caballero ingls. Pero como Melissa comprob sobresaltada, era tambin un hombre mucho ms joven que lo que ella haba sospechado, pues tena algo ms de treinta aos. Era muy apuesto, un Adonis de cabellos dorados, como una de las ansiosas damas jvenes del vecindario exclam despus de conocerlo. Melissa no sinti excesiva simpata por la hermana de Latimer, que viajaba con l; pero en general, tendi a simpatizar con los Latimer, y se sinti agradecida cuando Julius le confi que estaba ms que dispuesto a esperar el pago. Con una sonrisa encantadora en la boca perfectamente cincelada, l murmur con voz clida, durante el primer encuentro: -Despus de todo, estimada seorita Seymour, mi to ya esper varios aos, y por lo que a m se refiere puede disponer de todo el tiempo que necesite. Melissa se sinti muy aliviada porque l no haba iniciado los procedimientos judiciales necesarios para vender Willowglen, y por eso mismo no atribuy un sentido ms profundo a las palabras del caballero. Pero durante la ltima semana haba descubierto que se senta cada vez ms incmoda en presencia de Latimer, y que no le agradaba en absoluto el modo en que los ojos del ingls se posaban en su boca y su busto, al mismo tiempo que sonrea y le aseguraba con insistencia: -.. .No se preocupe por el pagar... estoy seguro de que podemos encontrar un mtodo de pago que nos complazca a ambos... No haba nada francamente siniestro en esa declaracin, pero en el modo de hablar haba algo que... Melissa se estremeci. Estaba comportndose tontamente! Buscaba problemas donde no los haba, y el cielo saba que ya tena motivos sobrados para inquietarse sin necesidad de inventarlos intencionalmente. Su boca se afirm en un gesto obstinado, y se impuso la necesidad de pensar en otras cosas. A pesar de los progresos que haban realizado desde abril, Melissa saba que lo que haban logrado era poco comparado con lo que todava deban hacer antes de que Willowglen volviese a ser una explotacin rentable. Las ganancias obtenidas por Locura siempre desaparecan con ritmo alarmante, y hasta ahora apenas haban hecho el mnimo para corregir los efectos del deterioro y la mala administracin originados en el comportamiento desaprensivo y excntrico de Hugh. Melissa no era propensa a detenerse con excesiva frecuencia en su propio fracaso, pero hoy, quin sabe por qu, no atinaba a reaccionar y a dominar su propia flaqueza. El jbilo que haba sentido la vspera, al regreso de Etienne se haba disipado, y ahora tena cabal conciencia de que en realidad la situacin no haba cambiado mucho: Willowglen continuaba siendo un lugar ruinoso, que necesitaba desesperadamente una inyeccin de dinero, de hombres y reparaciones; la nica fuente de ingresos estaba representada por las ganancias de Locura, y Melissa viva siempre temerosa de que algo terrible le acaeciera al corcel, de que sufriera una herida grave, que pondra fin a su participacin en las competencias, o incluso a su vida. Y por supuesto, estaba la desagradable situacin entre ella y el to Josh. Suspir hondo. Llegara el momento en que no se sintiera asediada por tantas preocupaciones? Por el momento, no lo crea; ella y Zachary divisaban al frente un nmero excesivo de obstculos, y uno cualquiera de ellos poda acarrear el desastre. -Deb imaginar que te encontrara aqu! -Una voz spera interrumpi sus melanclicos
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pensamientos.- Jovencita, deberas estar ayudando a Martha con la azada, y no entretenindote as en los establos! Sin sentirse incomodada en absoluto por la severidad del tono y las palabras, Melissa sonri a la mujer que haba hablado. -Si, seora -dijo con expresin sumisa, mirando con afecto a la minscula dama de cabellos canosos que estaba de pie ante ella. Ni la sonrisa ni el evidente afecto de la mirada luminosa de Melissa parecieron influir sobre la mujer, pero haba un levsimo atisbo de regocijo en sus ojos color avellana cuando dijo: -Y no creas que puedes engaarme con esa respuesta tan dulce. Te conozco desde que naciste, y tus maniobras no me engaan! T y ese infernal hermano que tienes all no pueden echarme tierra en los ojos. Mientras Etienne dominaba todos los asuntos relacionados con los establos, esa inglesa de cuerpo menudo diriga la casa y los alrededores. Frances Osborne haba sido la doncella de una joven dama, que an no tena veinte aos, cuando acompa a su ama, la madre de Melissa, en el viaje desde Inglaterra, muchos aos antes, hasta su residencia en Estados Unidos. Pero con el tiempo su funcin haba cambiado, y la muerte de su ama la oblig a convertirse en niera de los dos nios pequeos, as como en ama de llaves de Hugh, que haba enviudado. Y a pesar de las condiciones inseguras en que se haba encontrado, jams haba contemplado la posibilidad de abandonar a los nios o de alejarse de Willowglen. Como haba dicho a Melissa en ms de una ocasin: -Tu querida y santa madre no lo habra comprendido! Yo amaba a mi seora, Anne, y el mismo sentimiento tengo hacia ti y tu hermano, y slo te dejar si llego a morir! Frances haba sido fiel a su promesa, y Melissa se senta muy agradecida de que las riendas de la casa estuviesen en sus manos competentes. A pesar de su cuerpo minsculo, era una mujer desptica, aunque afectuosa, y nadie discuta jams sus rdenes -excepto Etienne-. Durante aos se haba librado una batalla permanente entre el francs y la inglesa de spera lengua, y Melissa a veces se preguntaba si esas discusiones no complacan a ambos ms de lo que estaban dispuestos a reconocer. Pero cada uno se mostraba violentamente celoso de la influencia del otro sobre lo que cada cual consideraba sus pupilos; y despus de la muerte de Hugh, exista entre ellos una paz inestable. Etienne reconoca de mala gana que Melissa no deba pasar tanto tiempo en los establos, y Frances aceptaba sin entusiasmo representar el papel de chaperona cuando Melissa acompaaba a Etienne y a Zachary a las diferentes competencias hpicas. La tregua era frgil, y cada uno de los dos se apresuraba a resistir lo que consideraba una invasin de su propio territorio, de modo que Melissa se sorprendi un poco cuando Frances fue a buscarla all, un lugar que era sin ninguna duda, parte del dominio de Etienne. Apartndose con movimientos elegantes del lugar donde haba estado cavilando, sobre la pila de heno, Melissa aguijone a Frances: -Supongo que ser mejor que nos alejemos deprisa, antes de que Etienne descubra tu presencia en su precioso establo. Frances resopl con altivez: -Puedo asegurarte que lo que ese pequeo y vanidoso mequetrefe piense no me importa en absoluto! Gozando por anticipado de la escena que podra presenciar si el "pequeo y vanidoso mequetrefe" llegaba a escuchar las palabras provocadoras de Frances, Melissa contuvo la risa y pasando el brazo sobre los hombros de Frances se alej deprisa con la mujer mayor. Era una hermosa maana de mayo, y las dos se demoraron en el camino hacia la casa, discutiendo tranquilamente los planes que Frances haba preparado para el da. Esos planes eran un tanto pedestres, y Melissa apart el indigno deseo de que Frances tuviese en vista algo ms sugestivo que evitar la invasin del huerto por las malezas, as como una sesin dedicada a retirar del saln principal las descoloridas alfombras, para llevarlas afuera y
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sacudiras enrgicamente. Martha ya estaba trabajando en el huerto que se extenda detrs de la cocina, y despus de intercambiar un saludo con la joven negra, Melissa encontr una azada y atac enrgicamente las tenaces malezas. Al observar sus movimientos, Martha finalmente exclam: -Seorita, caer desmayada si trabaja tan fuerte con este terrible calor! Melissa le dirigi una sonrisa. Martha era una joven alta y desmaada de dieciocho aos, y pareca que en su cara redonda haba una sonrisa permanente. Martha y su familia eran los nicos esclavos que no haban sido vendidos a la muerte de Hugh. Adems de Martha, estaban sus padres Martin y Ada, un hermano mayor llamado Stanley, una hermana llamada Sarah, as como dos hermanos menores, Joseph y Haran, cuyas edades oscilaban entre los diecisis y los doce aos. Ada haba sido la cocinera de los Seymour desde que Melissa tena memoria, y Martin haba sido el criado principal del padre de la joven. Toda la familia estaba formada por individuos esforzados y laboriosos, y Melissa y Zachary agradecan profundamente ese hecho. Las dos mujeres trabajaron en amable silencio hasta que Ada las llam a almorzar. Melissa dej de buena gana su azada, y camin deprisa hacia la casa. Zachary ya estaba sentado en el lugar de costumbre a la cabecera de la mesa en el comedor, cuando Melissa lleg, se saludaron y despus que bebi un largo trago de limonada de su alta copa, Melissa dijo con evidente placer: -Delicioso! Sobre todo porque pas toda la maana carpiendo, y estaba a un paso de morir de sed. -Durante un segundo frunci el entrecejo.- Detesto carpir! -Bien, no pretendas que simpatice contigo -replic cruelmente Zachary-. Pas toda la maana limpiando los pesebres de las yeguas, y creme, de buena gana habra canjeado la atmsfera de esos pesebres por lo que t tuviste que respirar! En la cara de Melissa se dibuj una mueca, y al pensar en que eran muy afortunados de tener un establo que limpiar y un jardn que carpir, murmur: -Qu desagradecidos somos! Por lo menos, Willowglen contina siendo nuestro. -Intencionalmente no mir la enorme mancha de humedad en el techo, sobre su cabeza, y apart los ojos de las viejas cortinas descoloridas por el sol que colgaban de la ventana. -Y -continu diciendo con tono ms optimista-, tenemos a Locura! Pero quiz no se hubiera sentido tan complacida de haber sabido que en ese mismo momento un tal Dominic Slade acababa de llegar a Baton Rouge con el propsito definido de comprar cierto corcel bayo.
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Cuando lleg al pequeo pueblo de Baton Rouge, agradablemente situado sobre un promontorio de la orilla izquierda del ancho ro Mississippi, Dominic encontr habitacin en una taberna desusadamente limpia y cmoda, y procedi a indagar acerca del paradero y la identidad del dueo de Locura. El propietario de la taberna, llamado Jeremy Denham, se mostr muy servicial, y asinti con la cabeza calva en seal de comprensin. -Josh Manchester es el hombre a quien usted necesita ver, -dijo Jeremy, mientras depositaba un gran jarro de espumosa cerveza frente a Dominic-. Sin duda, l atiende los asuntos de la familia. Lo encontrar en Oak Hollow, a unos cinco kilmetros por el camino del ro, al norte del pueblo. Dominic se sinti complacido y sorprendido a causa de la informacin. Pero le pareci extrao que Royce nunca hubiese mencionado que su padre criaba caballos. De todos modos, como no deseaba perder tiempo, Dominic se apresur a escribir una nota, explicando el motivo de su presencia en la regin y solicitando un encuentro con el seor Manchester. Tom, el hijo menor del seor Denham, recibi la misin de llevar esa misma tarde la nota manuscrita. La respuesta inmediata y alentadora del seor Manchester era todo lo que Dominic poda haber deseado, y esa noche el joven fue a acostarse con la agradable idea de que al da siguiente vera por s mismo al animal que haba suscitado tantos elogios en los hombres que conocan el tema. Juzgando por la respuesta del seor Manchester, Dominic estaba seguro de que al da siguiente por la noche sera el orgulloso propietario de Locura... Joshua saba muy bien que nada de eso sucedera, y la razn ms obvia era que Locura no era un caballo de su propiedad, de modo que l no poda venderlo. Y aunque era uno de los tutores de Zachary, no se haca ilusiones acerca de la autoridad que poda ejercer sobre Melissa. La joven de ningn modo tolerara que l le ordenase vender a Locura. Entonces, por qu Josh engaaba a Dominic? El apellido Slade no era desconocido para Josh; su hijo Royce a menudo mencionaba el nombre de Dominic, y el propio Josh haba visitado unos aos antes a los Slade de ms edad que residan en Bonheur. Conoca bien la importancia de su riqueza, as como su linaje sumamente respetable. El hecho de que el hermano mayor de Matthew fuese barn ingls no haba escapado a su atencin, y tampoco que Noelle Slade haba sido miembro de una de las
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ricas y poderosas familias criollas de Nueva Orlens. Y aunque no conoca personalmente a Dominic, lo que haba escuchado acerca del seor Dominic Slade habra interesado a cualquiera que estuviese buscando candidatos para incorporarlos a su propia familia: era un hombre joven, segn se deca, apuesto, adinerado y encantador, y lo que era muy interesante desde el punto de vista de Josh, era soltero! Josh casi haba llorado de alegra cuando comprendi la verdadera importancia de la presencia de Dominic en Baton Rouge -puesto que Melissa haba rechazado a todos los caballeros disponibles del vecindario, quizs el seor Dominic Slade avivara su inters! Teniendo en mente esta idea, Josh haba decidido inmediatamente que un pequeo subterfugio de su parte no vendra mal; despus de todo, si deca al seor Slade que Melissa era la duea del caballo, Josh saba muy bien lo que sucedera. El seor Slade ira a Willowglen, vera a Melissa que, de eso Josh estaba completamente seguro, jams vera el tesoro que tena ante sus ojos, y de un modo muy pero muy vehemente informara al seor Slade que se ocupara de sus asuntos, y que Locura no estaba en venta! Y eso sera todo!, haba pensado con tristeza Josh. Pero... si l poda preparar al seor Slade para lo que, de eso Josh estaba seguro, sera un encuentro incmodo con Melissa, quiz las cosas no siguieran un curso tan desastroso. Con un poco de tiempo, Josh crea que l poda cambiar el curso de los acontecimientos. Mientras se paseaba de un extremo al otro de su elegante despacho con las paredes cubiertas de libros, dedic bastante tiempo a trazar un plan viable y a asegurarse de que cuando Melissa y Dominic se reunieran, se despertara el inters de Dominic por la sobrina. No sera difcil retrasar el primer encuentro -haba muchas excusas para posponerlo- y el propio Josh usara provechosamente ese lapso. En primer lugar, poda examinar personalmente al joven Slade, y determinar si ese caballero realmente coincida con lo que haba odo de su persona. Si Dominic no era el hombre ejemplar de quien se hablaba, Josh se limitara a despedirlo. Pero en el supuesto de que Slade fuese todo lo que era deseable en un futuro pariente poltico, Josh procedera a invitarlo a permanecer unos das en Oak Hollow. Royce seguramente apoyara la idea tan pronto se enterase de que su amigo estaba en la regin. El seor Slade comprobara por s mismo que los Manchester eran realmente tan aristocrticos como su propia familia, que la residencia era tan elegante y estaba tan bien amueblada como Bonheur, y que haba centenares de frtiles hectreas, propiedad de la familia, de modo que en definitiva los antecedentes y los bienes reales eran muy semejantes a los del propio seor Slade. Durante un momento Josh dej de pasearse y mir sin ver la reluciente superficie del hermoso escritorio de caoba. La primera parte de su plan sera bastante sencilla, e incluso la introduccin del nombre de Melissa en la conversacin no sera difcil. Durante la visita del seor Slade, Josh poda mencionar de pasada a su sobrina -su encanto, su espritu vivaz, su valerosa lucha para defender a Willowglen. Una arruga se form en la ancha frente de Josh. Tendra que mostrarse cuidadoso en ese aspecto. El joven Slade no deba pensar que Melissa estaba sumida en la pobreza, o que ansiaba con desesperacin un marido rico. No. En ese aspecto Josh tendra que avanzar con mucho cuidado, y ofrecer a Slade alguna advertencia acerca de lo que encontrara en Willowglen, aunque tomando las cosas un poco a la ligera. Josh se dijo que poda dejar escapar de pasada un comentario acerca del fracaso de John Newcomb, de modo que el seor Slade supiera que el deplorable estado de cosas en Willowglen no era un obstculo a juicio de otros solteros disponibles. Por supuesto, debera aclarar que ninguno de los problemas de Willowglen eran responsabilidad de Melissa, pero al mismo tiempo necesitaba guardar silencio acerca de las malas costumbres de Hugh. Josh suspir. Sera muy dificultoso, y durante un segundo se pregunt por qu haba contemplado la posibilidad de probar suerte en la profesin de casamentero. Y entonces, al recordar el fideicomiso, y la ingrata entrevista que haba mantenido con su banquero la
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semana precedente, cuadr los hombros robustos y continu tejiendo su telaraa. Josh no prevea obstculos inmediatos en su modo de tratar a Dominic Slade, y confiaba en que una vez que l hubiera sugerido algunas cosas y puesto al seor Slade en la predisposicin adecuada, la belleza de Melissa hara el resto. El seor Slade dirigira una mirada a los bellos rasgos de la joven y sucumbira, exactamente como todos. Josh haba rechazado intencionalmente todo tipo de pensamiento acerca de la probable reaccin de Melissa frente a sus planes; pero saba que haba llegado el momento de hacer algo para superar la resistencia obstinada, caprichosa y casi incomprensible que impeda a Melissa comportarse como cualquier joven normal, y enamorarse y casarse. Con expresin sombra, se sirvi distradamente una medida generosa de whisky. Era intil tratar de razonar con ella -esa muchacha no admita razones!, como tambin explicarle las ventajas que todos obtendran-. Josh haba estado haciendo precisamente eso! Y por cierto que haba sido desagradable. Despus de beber un trago de su whisky, de nuevo comenz a pasearse, con el pensamiento concentrado en los modos de suavizar a Melissa. Al parecer, no se le ofrecan muchas alternativas en ese sentido. Si llegaba a mencionar el nombre del seor Slade, Melissa se pondra automticamente en guardia. En general, fue su sombra conclusin, cualquier intento de su parte de presentar al seor Slade bajo una luz ms favorable, sera mirado con la ms profunda sospecha por esa sobrina en exceso avispada. De pronto, se le ilumin el rostro. Quizs ah estaba su error; tal vez l no deba mencionar las muchas cualidades del seor Slade. En cambio, deba advertir a Melissa que se apartase del seor Slade. Deba advertirle que tuviese cuidado con ese individuo, de modo que ella creyese que Josh de ningn modo aprobaba a ese joven de Natchez. Es decir, tena que actuar como silo considerase un aventurero. La actitud consistente en elogiar a los presuntos galanes nunca haba servido; por lo tanto, era posible que la tctica contraria aportase resultados. Muy complacido consigo mismo, seguro de que haba hallado el mejor plan, Joshua abandon su estudio y fue en busca de Sally. Encontr a su esposa en el saloncito, sentada cmodamente en un sof tapizado con una lujosa seda. La dama haba estado hojeando distradamente una coleccin de ilustraciones de la moda que su modista le haba dejado antes. Cuando entr el marido, elev hacia l los ojos y sonri. -Ah, ests aqu, querido. Me preguntaba cundo vendras a verme. Haba escaso parecido entre los dos jvenes Seymour y la ta paterna. Sally Manchester no mostraba indicios de los colores rozagantes de sus sobrinos, y adems nunca haba sido alta. Era sencillamente una mujercita todava bonita y regordeta. Zachary habra agregado sotto voce: "Y con muy poco seso!" Tal vez as era, pero ni siquiera su peor enemigo habra negado que posea un carcter generoso y una personalidad dulce. A pesar de que haba tenido cinco hijos, an haba signos evidentes de la belleza que haba sido en su juventud. Tena los ojos celestes grandes y bien formados, y la piel sonrosada y con finas arrugas an posea la suavidad de un ptalo de rosa. Llevaba los cabellos castaos apenas encanecidos peinados con raya al medio, los rizos juveniles colgando cerca de las orejas. Un camafeo descansaba entre los volados de encaje del cuello, y el azul oscuro de su vestido de seda acentuaba el color de los ojos. Joshua la consideraba adorable. Sentado junto a la dama, Joshua se apoder de una de las manos suaves y blancas, y dijo con expresin complacida: -Sally, creo que este joven Slade puede ser precisamente el hombre que conquiste el corazn de nuestra Lissa. -Hizo una pausa, y agrego reflexivo:- Por supuesto, si l nos agrada! Cuando venga maana, deseo que lo invites a pasar con nosotros unos das. Vacil un momento. Aunque amaba profundamente a Sally, Josh tena conciencia de la
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falta de intelecto de su mujer, y se preguntaba qu parte del plan le revelara. Finalmente, decidi decir lo menos posible, e incluso lament haber mencionado el nombre de Slade en relacin con Melissa. Mir atentamente a Sally, y finalmente le recomend: -Bien, ser mejor que no digas nada de Melissa al joven Slade. No debe creer que tenemos el plan de atrapar un marido rico para nuestra sobrina. Simplemente, trtalo bien y pdele que se aloje aqu unos das. Sally pareci desconcertada. -Pero, acaso no deseamos que Melissa se case? Y si l es un caballero simptico, no querr lo mismo? -Oh, s, pero no es necesario que lo sepa! -contest Josh con cierta dureza-. No conviene que sepa lo que nos proponemos y huya. Necesitamos jugar nuestras cartas con cierta cautela. -Oh! Al seor Slade le gusta jugar a los naipes? -pregunt Sally, un tanto dubitativa-. Me parece un modo bastante tonto de atraer el inters de una joven. Josh dio una afectuosa palmadita en la mejilla de Sally, y dijo amablemente: -Querida, no te preocupes por eso. Comprtate como la maravillosa anfitriona que siempre has sido, y trata de que el seor Slade se sienta cmodo. Y as, a la maana siguiente, cuando Dominic se present a la hora sealada, fue recibido por un Josh Manchester efusivamente cordial. Habra dado media vuelta y huido sin perder tiempo si hubiese comprendido por qu precisamente el seor Manchester pareca tan complacido con la visita. Incluso en el primer apretn de manos, Josh se sinti favorablemente impresionado por el joven de elevada estatura que se present ante l, y le agrad la mirada clara y directa de los alegres ojos grises. La apariencia de Dominic era todo lo que Josh podra haber deseado -la corbata bien planchada asegurada al cuello por un pulcro nudo; la chaqueta de excelente tela azul que cubra impecable la ancha espalda; los pantalones color ante que protegan elegantes los muslos largos y bien formados, y las botas de cuero tan lustradas que Josh estaba seguro de que poda ver reflejada su imagen en ellas. El chaleco de Dominic tambin mereci la aprobacin de Josh, pues estaba confeccionado con una tela de discretos colores claros, a diferencia del lienzo excesivamente bordado que atraa tanto a su hijo menor. Era evidente que el joven seor Slade era un hombre elegante en el estilo del Bello Brummel ingls, y Josh lleg a la conclusin de que ni siquiera Melissa poda criticar la elegancia del atuendo de Slade. Y adems, pens satisfecho mientras atravesaba con Dominic el vestbulo amplio y adornado con buen gusto en direccin al despacho, ni Melissa ni para el caso otra joven cualquiera podra mostrarse por completo indiferente a los rasgos apuestos y morenos de Dominic. Despus de varios momentos de conversacin amable, mientras beban tazas de caf recin preparado, fue evidente que todo lo que l haba escuchado acerca del caballero sentado en actitud negligente frente a l era cierto. En efecto, Dominic Slade era apuesto, encantador y culto. Un suspiro de felicidad casi escap de los labios de Josh. Ahora, haba que convencer de ese hecho a Melissa. La primera parte del plan de Josh se desarroll con milagrosa facilidad. Dominic acept con inocencia las desordenadas excusas de Josh que le explic por qu no era conveniente que fuese a ver inmediatamente a Locura. Dominic esboz una sonrisa. -Seor, en realidad no importa. No tengo prisa. Me propongo permanecer algunos das en esta regin, y estoy seguro de que podremos elegir una fecha, ms avanzada la semana, o incluso durante las siguientes, que nos acomode a ambos. Josh le dirigi una sonrisa, y casi se frot las manos regocijado. Contenindose con esfuerzo, formul a Dominic una clida invitacin a compartir con l y la familia un ligero
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refrigerio. Dominic sonri y dijo con gesto renuente: -Creo que durante la ltima hora, o poco ms o menos, no dije toda la verdad. Conozco bien a su hijo Royce. Nos conocimos en Inglaterra hace unos aos, y despus mantuvimos una correspondencia irregular. Mi propsito era verlo mientras estaba aqu, y su amable invitacin me permite combinar los negocios con el placer. Si tal cosa era posible, el placer que Josh senta en vista de la situacin se acentu todava ms. Casi bailoteando de placer pocos minutos despus acompa a Dominic por el largo corredor principal, para ir a buscar a Royce. Royce se sinti sumamente complacido de ver a un amigo de sus tiempos en Londres. Durante varios minutos l y Dominic intercambiaron preguntas y respuestas, informando cada uno al otro de distintos episodios que haban sobrevenido despus que se vieran por ltima vez, y tambin criticando cada uno al otro porque no haba escrito con ms frecuencia, faltando a lo prometido fielmente antes de que Royce saliera de Londres. Al ver la desenvuelta amistad entre los dos hombres, Josh se sinti enormemente complacido. Pero tuvo un desagradable sobresalto cuando de pronto Royce pregunt: -Pero dime, qu te trae a Oak Hollow? -y sonriendo agreg-: Porque sin duda no se trata de que desees mi compaa. -Locura -replic Dominic-. Acaso podra existir otro motivo para que yo me aparte de los placeres ilcitos que puedo encontrar en Natchez o Nueva Orlens? En los rasgos armoniosos de Royce se dibuj un gesto de inquietud, y el joven pregunt: -Locura? El caballo de... No lleg ms lejos, porque su padre se apresur a interrumpirlo. -Qu importa? Tu amigo ahora est aqu, y creo que acabo de or la voz de tu madre que nos invita a reunirnos con ella en el comedor. Ven con nosotros, Royce... t y Dominic pueden conversar despus. Royce dirigi a su padre una mirada inquisitiva, pero al ver la extraa expresin de ruego en sus ojos, se encogi de hombros y sin formular comentarios acept lo que Josh deca. Puso la mano bajo el codo de Dominic, y dijo amablemente: -Ven, vamos a buscar a mi madre... te la presentar. Salvo ese momento inquietante, las horas siguientes pasaron de un modo que Josh consider sencillamente fortuito. Dominic era un husped encantador y amable, y sus elegantes cumplidos a Sally Manchester determinaron que la dama se sonrojase de placer, y la invitacin a Dominic, con el fin de que se alojara con ellos en Oak Hollow, fue clida y natural. Dominic vacil en aceptar, pero Royce instantneamente apoy el pedido de su madre, diciendo con pereza: -Vamos, Dom. Tenemos que recordar muchas cosas, y estoy seguro de que comprobars que las comodidades aqu son mucho mejores que las que tienes en el pueblo. Encogindose de hombros en una actitud de aceptacin amable de la derrota, Dominic no vacil ms y alegremente acept la oferta de hospitalidad. -Ir contigo a Baton Rouge para traer tus cosas -dijo Royce-, pero antes de que partamos deseo hablar unas palabras con mi padre -agreg, dirigiendo una mirada aguda a Josh. Pocos minutos ms tarde, solo en su estudio con su hijo mayor, Josh enfrent un tanto inquieto a Royce, que se apoyaba en el marco de la puerta, los brazos cruzados sobre el pecho, con una expresin que para nada contribua a calmar el nerviosismo de Josh. Durante un segundo Josh consider la posibilidad de salvar la situacin con una mentira; pero despus, suspir. Royce era muy bueno para descubrir una mentira. Royce Manchester se pareca mucho a sus primos Melissa y Zachary -todos admitan que era la imagen misma de su finado abuelo Jeffery Seymour a la misma edad. Los espesos
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y rizados cabellos negros cubran la cabeza bien formada, y posea las mismas cejas negras y bien dibujadas y los ojos topacio que tambin haban heredado Melissa y Zachary. Era un hombre alto, de espaldas anchas y caderas angostas, y levemente disipado. Era sumamente ("incmodamente", habra confesado Josh) astuto, y pocas cosas le pasaban inadvertidas. Clavando en su nervioso padre una mirada aguda, Royce pregunt: -Cul fue exactamente el significado de esa escenita? Josh se aclar la voz con cierta torpeza y murmur: -Dominic cree que nosotros... que yo soy el dueo de Locura. No sabe nada de Melissa, y pens... Se interrumpi bruscamente, muy consciente de la fragilidad de ese plan. Pero no necesitaba explicar nada a Royce; pues el joven comprendi de inmediato. Con un resplandor sardnico en los Ojos pardo dorados, Royce dijo: -De modo que decidiste suavizarlo un poco antes de que conozca a mi intrpida prima. -Mene la cabeza con desagrado, y agreg:- Si lo intentas te arrepentirs! Dominic es un antagonista demasiado astuto para ti. Apenas oiga hablar de Melissa sabr exactamente qu te propones -creme, es un verdadero experto cuando se trata de identificar a las casamenteras. Como no deseaba discutir ese asunto con Royce, Josh se limit a preguntar: -No se lo dirs? Le permitirs que contine creyendo que Locura me pertenece? Hubo una pausa, y despus Royce dijo con voz tranquila: -No se lo dir... a menos que me lo pregunte directamente. -Con una sonrisa en su boca bien formada, Royce confes:Quin sabe, quiz tu pequeo plan produzca resultados, y en todo caso ser divertido ver a Dominic enfrentndose con Melissa. Estoy seguro de que nunca conoci una joven como ella, y tambin tengo la certeza de que ella jams pos la mirada en un hombre de tan infernal encanto como Dominic Slade. Aunque la reaccin de Royce no era precisamente la que Josh habra deseado, respir ms tranquilo tan pronto Royce y Dominic partieron en direccin al pueblo. No perdi un instante y se dirigi a Willowglen. Ahora que la primera parte del plan estaba en marcha, era hora de organizar la segunda fase. Cuando lleg a la casa principal, no le sorprendi la informacin suministrada por Frances Osborne, que le dijo que Melissa estaba atareada en los establos. Silbando feliz, Josh camin en esa direccin. Por el momento, las razones que hacan necesario ver a Melissa casada cuanto antes se haban esfumado de su mente, y en verdad le agradaba mucho su propio intento de casamentero. Sus ojos necesitaron un segundo para adaptarse, despus de la intensa luz exterior, a la agradable sombra del interior de los establos; pero despus distingui a Melissa. Estaba de espaldas a Josh, y rastrillaba enrgicamente uno de los establos. Distradamente contempl el vestido viejo y rotoso, y el pulcro moo que formaba los cabellos, pero supuso que tanto el vestido como el tocado eran la consecuencia de las tareas que ahora estaba realizando. Sin embargo, comprendi su error cuando pronunci el nombre de Melissa y ella se volvi para mirarlo. Asombrado y deprimido observ la mezquina apariencia de la joven, y su buen humor se disip cuando pudo examinar con atencin los feos anteojos, el vestido que sentaba mal a Melissa y el tocado severo. Ni siquiera el afecto de un to poda ignorar el hecho de que ella pareca... bien... horrible! Y Josh no necesit mucha inteligencia para saber por qu haba modificado de ese modo su apariencia -era evidente que estaba decidida a rechazar todo lo que significara una insinuacin del sexo masculino. Sin saber muy bien cmo afrontar ese imprevisto sesgo de la situacin, Josh la mir en sombro silencio. Al percibir el desaliento del visitante, pero sin imaginar siquiera cul era la razn que lo explicara, Melissa casi compadeci a su to. Casi. Se haba preparado para afrontar una medida considerable de irritada exasperacin, y la explosin de asombro y desaliento absolutos de Josh determin que Melissa vacilara entre la diversin y el arrepentimiento. Era
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evidente que el cambio de su apariencia estaba provocando precisamente el efecto deseado, pero el hecho de que Josh no reaccionara gritando y renegando la inquietaba un poco. Ella poda lidiar con un Josh colrico e irascible, pero no con uno que pareca la expresin misma de la derrota. El rostro de Melissa se suaviz, y en sus labios se dibuj una sonrisa insegura. Esta cambi toda su cara, de modo que el observador cobraba cierta conciencia hipntica de la forma agradable de los labios y la curva suave del mentn. El cambio era notable, y a pesar de los cabellos peinados hacia atrs y los feos lentes, uno entrevea con bastante claridad cierto atisbo de su belleza natural, y en ese instante Josh comenz a reaccionar un poco. Quin sabe, se dijo obstinadamente, tal vez Dominic Slade se complazca en descubrir la belleza que acecha bajo esa apariencia de solterona. Tena cierta conciencia de que probablemente estaba engandose, pero decidido a insistir en sus planes Josh trat de hallar el modo de aprovechar el ms reciente acto de desafo de Melissa. De pronto tuvo una idea, y en definitiva dijo con voz pausada: -Ah, veo que ya te advirtieron. Atnita, Melissa lo mir. -Que me advirtieron? -replic con voz dbil, preguntndose nerviosamente por qu, fuera del evidente asombro inicial, su apariencia no pareca haberlo molestado en absoluto. Que me advirtieron qu? Entusiasmndose con su propia idea, y casi gozando de la situacin, Josh respondi sin vacilar: -Vaya, me refiero a Dominic Slade. Melissa mir a su to con atencin. No pareca que l deseara engaarla, pero por otra parte Melissa no estaba tan familiarizada con el comportamiento de un caballero que haba bebido con cierto exceso. De todos modos, haba algo extrao, y como no saba qu hacer, la joven pregunt cautelosamente: -Dominic Slade? Qu hay con l? Josh fingi una expresin sorprendida. -Quieres decir que todava no sabes nada? Pens que t debas haberte enterado... y que como sabas que estaba cerca decidiste que era mejor presentarte ante l con un atuendo tan desagradable. Desconcertada, pero intentando valerosamente hallar el sentido de las palabras de Josh, Melissa se encogi de hombros y replic: -Oh! Ese Dominic Slade. -Se sinti una perfecta estpida, pero como no estaba dispuesta a permitir que Josh percibiese el desconcierto que ella senta, agreg:- S, alguien mencion que estaba cerca, y me pareci mejor que... -Dej inconclusa la frase, pues no deseaba revelar que no tena la ms mnima idea de lo que su to estaba diciendo. Lo mir con una sonrisa en los labios, y pregunt:- Apruebas mi actitud? -Oh, s, querida! No sabes cun feliz me siento que usaras tu sentido comn e inmediatamente adoptaras medidas para protegerte de las atenciones indeseadas de ese sinvergenza. Ha sido muy sensato de tu parte disfrazar as tus indudables encantos. -Con una sonrisa animosa, continu diciendo:- Pocos hombres querrn insinuarse a una mujer que tenga el aspecto que t muestras ahora! Estoy seguro de que Dominic Slade no ser uno de ellos! Slo le interesan las mujeres ms bonitas! Un tanto irritada por los comentarios de Josh, pese a que la opinin expresada era precisamente la que ella haba deseado provocar, Melissa dijo con voz seca: -Quizs as es, pero tambin es posible que "las mujeres ms bonitas" no demuestren el ms mnimo inters por el seor Slade. -Querida, en eso te equivocas! -replic Josh con cierto aire compasivo en el rostro-. Es un demonio muy apuesto, te lo dir sin rodeos. Lo que es ms, en vista de su estirpe, es uno de los Slade de Natchez, una familia muy rica y respetada, pocas de las damas de nuestra regin dejarn de creerlo absolutamente irresistible. -Y agreg:- Tuve el placer de conocerlo hoy, y puedo asegurarte que en efecto es muy apuesto! Melissa curv desdeosamente el labio superior. -E imagino que tiene una opinin bastante elevada de s mismo!
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-Oh, no! En absoluto! Es un tipo encantador, bastante modesto. Si no fuese por sus modales agradables y su atuendo impecable, uno nunca adivinara que proviene de una familia tan destacada. Ahora por completo desconcertada -Dominic Slade pareca el tipo de caballero que su to haba intentado imponerle como marido durante aos- Melissa frunci el entrecejo. Cul era el juego de Josh? Y por qu? Parte de su confusin se manifest en la expresin de su rostro cuando pregunt con desconfianza: -Si es un hombre tan perfecto, por qu te complace que yo me vista de tal modo que desaliente sus avances? Hubiera credo que tu reaccin natural tena que ser venir aqu deprisa e insistir en que yo hiciera todo lo posible para atraer su atencin, y no a la inversa! Josh pareci escandalizado. -Oh, pero sucede que ese hombre no es para ti, nia! Es demasiado culto y mundano. Adems -murmur con aire reflexivo a decir verdad no s si sera un buen marido... dicen que es bastante aficionado a... bien, a cierto tipo de mujer. Y por supuesto, est su inclinacin al juego. -Josh mene la cabeza con pesar.- No, no, no es el tipo de hombre con quien desearamos verte casada, y me alegro mucho de que lo hayas advertido enseguida, y hayas adoptado medidas para asegurarte de no atraer su mirada codiciosa. Presa de sentimientos contradictorios, Melissa tuvo conciencia del impulso indigno de golpear el suelo con el pie en un gesto irritado. Cmo se atreva el to Josh a decidir que el seor Slade no era el hombre que le convena! Cmo se atreva a desechar de un modo tan autoritario a Dominic Slade, afirmando que era excesivamente culto y mundano para ella! Tal vez al conocerlo ella simpatizara mucho con el seor Slade, y era humillante que Josh desechara de manera tan prepotente las posibilidades que ella tena de atraer la atencin de un hombre tan apuesto, rico y encantador. Melissa comprendi de pronto adnde estaba llevndola su actitud de rebelda, y entrecerr los ojos y mir ms atentamente a su to. Quiz se trataba de una astuta trampa? Estaba engandola, con la esperanza de que ella acabara simpatizando con el seor Slade? Josh afront la mirada de suspicacia, y no se inmut en absoluto, de modo que mantuvo su expresin de total inocencia. Pero la mirada fija de Melissa era un tanto inquietante, y Josh se apresur a hablar, y dijo algo que pudiera distraer la atencin de la joven. -Viste ltimamente al joven Newcomb? Entiendo que mantiene firmemente su intencin de casarse contigo. Al or esto, Melissa desech sus conjeturas acerca del posible engao de Josh. Con un resplandor colrico en los hermosos Ojos, Melissa exclam: -Un firme propsito? Yo dira que se muere de deseos! Para evitar sus atenciones... y tambin las del seor Slade -se apresur a agregar- me disfrac de este modo. -Dirigi a su to una mirada medio irritada medio ofendida, y continu diciendo con voz que era casi un ruego:- Cesars en tus intentos de casarme? S que tu necesidad es urgente, pero lo mismo sucede con la nuestra, y si yo no estoy dispuesta a casarme para mejorar un poco nuestra propia situacin, crees que lo har para cambiar la tuya? No me casar con John Newcomb! Y apreciara mucho que cesaras de entrometerte en mis asuntos! Palmendole amablemente el brazo, Josh dijo con acento tranquilizador: -Vamos, vamos, querida. No haba advertido que mis actitudes te molestaban tanto. Debes creerme si te digo que nunca ms intentar convencer a John Newcomb de que contine asedindote. Melissa mir desconcertada un momento a su to. Despus, casi sin creer en lo que l haba dicho, insisti: -Lo prometes? Dirigindole una sonrisa bondadosa, l dijo con perfecta sinceridad: -Tienes mi palabra en ese sentido! Y despus de palmear con afecto la mejilla de la joven, se despidi de ella.
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Melissa lo observ asombrada y aturdida, casi incapaz de comprender la facilidad con que l haba formulado su promesa. Quiz no saba lo que deca! Por lo menos sa fue la conclusin de la joven. Pero ms tarde coment la conversacin con Etienne y Zachary, y ambos opinaron que no era posible que Josh estuviese borracho. -Era de maana y demasiado temprano -dijo Zachary, con todo el aire superior de un varn de diecinueve aos. Etienne se encogi de hombros. -Oui, era temprano, pero la hora del da nada tiene que ver con esto. Tu oncle jams se acercara a ti con una copa de ms en el cuerpo... sus modales son demasiado elegantes. De mala gana, Melissa acept la interpretacin que haca Etienne de la situacin. Josh ci: efecto era riguroso cuando se abordaba el tema del trato que las damas de la familia merecan, y no era hombre de presentarse ante ellas ni borracho ni desnudo. -En ese caso, qu les parece sus observaciones acerca de este Dominic Slade? -pregunt Melissa frunciendo el entrecejo-. No les parece que fueron un poco extraas? Acaso el seor Slade no es precisamente el tipo de caballero que Josh intent presentarme desde que cumpl los diecisiete? -Frunciendo an ms el entrecejo, la joven continu.- Fue casi como si l deseara que yo no simpatizase con el seor Slade, y sin embargo se las arregl para que yo supiera que ese hombre es apuesto y rico, y tiene una familia impecable. Es posible que el to Josh haya apelado a una tctica muy sinuosa? Ante la expresin de confusin de Zachary, Melissa explic con palabras un tanto incoherentes: -Oh, ustedes saben a qu me refiero! Pareci que no deseaba que el seor Slade me agradase, y en realidad abrigaba la esperanza de que yo actuara perversamente, y aceptara a ese hombre sencillamente porque de ese modo irritara al to Josh, cuando la verdad es que l desea exactamente todo lo contrario. Zachary la mir desconcertado. Despus de una discreta pausa, dijo con expresin cautelosa: -Este... crees que el to Josh puede ser tan astuto? Melissa suspir. -No lo s... Tal vez s. Quiz sucede que su sbito cambio de actitud provoca mis sospechas. -Mes enfants, creo que estn preocupndose demasiado por nada -dijo serenamente Etienne-. Y sean cuales fueren los motivos del to Josh, algrense de que, por el momento, no continan riendo con l. Con respecto al seor Dominic Slade... -Con un parpadeo de los ojos negros, brome:- Quin sabe, Isabelle, quizs l sea la respuesta a todas nuestras plegarias!
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Dominic no poda saber que l representaba la realizacin de las esperanzas de otras personas. Solamente saba que despus de diez das en Oak Hollow, y a pesar de que la estancia haba sido muy agradable, sus propias esperanzas de aduearse o incluso de ver al
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corcel Locura estaban disipndose con velocidad. Siempre que intentaba orientar la conversacin hacia el asunto del caballo, Royce mostraba una notable inclinacin a cambiar de tema, y con respecto a Josh Manchester... De pie frente a la ventana de su agradable dormitorio en Oak Hollow, Dominic mir con el entrecejo fruncido la ondulada extensin de prado verde que se extenda bajo su mirada. El seor Josh Manchester demostraba una notable capacidad para esquivar el tema siempre que se mencionaba el nombre de Locura. Era un hombre muy cordial y un anfitrin sumamente amable, y pasar el tiempo con Royce era grato, pero despus de todo, Dominic haba llegado all con la intencin de comprar. Pero hasta ahora no se haba hablado del caballo. No haba podido organizar una visita al lugar en que estaba el bendito animal, y su paciencia, que fuera una de sus virtudes ms destacadas, comenzaba a agotarse. Adems, pensaba irritado, comenzaba a fatigarse de los comentarios acerca de Melissa Seymour, la condenada sobrina de Josh. Si volva a or ms observaciones de Josh acerca de la belleza y el espritu de la joven, y su dulzura y su independencia, de la valenta con que estaba ayudando a su hermano a recuperar la propiedad, Dominic saba que l mismo explotara con violencia. Melissa era de hecho tan valerosa que, con gran sacrificio de su propia persona, haba rechazado ms de una tentadora oferta de matrimonio. Oh, Josh haba afirmado sin vacilar que no tena la ms mnima duda de que Dominic comprobara que era un gran placer conocerla. Vaya, tenan tantas cosas en comn, haba dicho en ms de una ocasin que ella era una mujer consagrada totalmente a la cra de caballos, y saba mucho de la cra y la cruza de animales de primera categora. Con una sonrisita cnica en los labios, Dominic lleg a la conclusin de que la seorita Melissa Seymour deba ser una mujer obstinada, de expresin agria y carcter prepotente! Acaso haba otra razn que explicase que ese paradigma de virtud y belleza continuara soltera? Josh poda decir lo que se le antojara, pero Dominic estaba muy seguro de que la seorita Melissa era precisamente el tipo de mujer que l no poda soportar, una mujer acostumbrada a los caballos, de carcter dominante y lo que era peor, la desagradable idea de que Josh estaba intentando, sin excesiva sutileza, despertar el inters del visitante por la joven, haba comenzado a rondar con frecuencia cada vez mayor la mente de Dominic. Royce haba mantenido una actitud de cuidadosa abstencin en relacin con el tema de la seorita Seymour, y eso tambin provoc las sospechas de Dominic, sobre todo porque tena la clara sensacin de que algo pareca muy divertido a Royce. Solamente eso haba bastado como advertencia para Dominic. Royce tena a veces un extrao sentido del humor, y era perfectamente capaz de gozar observando los frenticos esfuerzos de sus amigos del sexo masculino mientras se defenda violentamente y rechazaba a las madres absolutamente decididas a concertar un matrimonio -o a los tos segn fuese el caso. De pronto, Dominic esboz una sonrisa. Bien, l haba hecho lo mismo; Dominic y Royce incluso haban cruzado apuestas en situaciones parecidas; y si ambos hubiesen trocado sus posiciones... Sonriendo para sus adentros, se volvi y camin hacia la puerta. Pero cuando estuvo en el espacioso corredor, su sonrisa se disip; y afirmando ominosamente el mentn, fue a buscar a su anfitrin. En ese momento decidi que no estaba dispuesto a perder un minuto ms. Vera el caballo y hara su oferta, y eso sera todo! No dedic un solo pensamiento ms a la seorita Seymour. Encontr a Josh cmodamente sentado en la biblioteca, y Sin rodeos Dominic dijo con voz neutra: -Creo que sera buena idea que viese hoy a Locura. No puedo continuar abusando de su generosa hospitalidad. -Extrajo del bolsillo del chaleco el reloj de oro, lo mir y murmur:- Podemos salir de aqu para ir a ver el animal digamos en media hora? Tomado totalmente por sorpresa, Josh no hall una excusa apropiada. Valerosamente intent retrasar el momento terrible en que tendra que confesar su duplicidad, y se sonroj,
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balbuce y dio largas al asunto, pero fue intil. Dominic mantuvo su decisin con corts inflexibilidad, y en definitiva Josh confes haber faltado a la verdad. Se hizo el silencio mientras Dominic, atnito, perciba el sentido real de las palabras de Josh. Sin saber muy bien si deseaba maldecir o rer, Dominic pregunt finalmente: -Quiere decir que usted no es el dueo de Locura? Que esa sobrina Melissa Seymour es la propietaria y que los ltimos diez das, por agradables que hayan sido, usted me retuvo aqu utilizando una falsedad? Avergonzado y muy incmodo, Josh se movi inquieto en su silln. De mala gana reconoci que se haba sido el caso. Mir nerviosamente al joven de expresin seria que tena enfrente, y de pronto sinti el fervoroso deseo de no haber iniciado nunca la ejecucin de ese plan que antes le haba parecido tan inteligente. -Entiendo -dijo secamente Dominic, y era difcil descifrar la expresin de su rostro sombro. Con voz neutra pregunt: Puede explicarme por qu emple este subterfugio? Por qu no me dijo la verdad la primera vez que vine a su casa? Inquieto, Josh se aclar la voz, y se pregunt sobriamente por qu no haba previsto lo que sucedera cuando saliera a luz la verdad acerca de la verdadera propietaria de Locura. Buscando desesperadamente un modo de excusar sus actos, un modo de salvarse pero sin revelar el plan que l mismo haba concebido, hall el germen de una idea. Adorn esa excusa creada deprisa a medida que le explicaba, y dijo con ms confianza que la que senta: -Me pareci que as era mejor. Quise asegurarme de que usted era un autntico caballero antes de presentarle a mi sobrina. Despus de todo, soy el tutor de su hermano, y siento mucha responsabilidad por Melissa. -Alentado por la falta de signos evidentes de clera en Dominic, agreg con total desprecio por la verdad:- Desde la muerte del padre, mis dos sobrinos me consideran un consejero de confianza y el protector de sus intereses. -Ahora ya comenzaba a creer en sus propias palabras, y termin con cierto aire de virtud:- Mi deber es protegerlos de los que podran aprovecharse de ellos. Dominic contempl reflexivamente a Josh. En la explicacin del dueo de casa haba algo que no pareca cierto, pero en vista de las circunstancias, sus palabras podan ser plausibles, aunque desagradables! Jams nadie haba cuestionado antes la credibilidad de Dominic, y le desagradaba pensar que durante todos esos das Josh haba estado juzgndolo. Su orgullo se senta un tanto herido de pensar que alguien se atrevera a formular conjeturas acerca de su honorabilidad. El regocijo disputaba el terreno a la irritacin en el pecho de Dominic, y el joven pregunt secamente: -Y ahora usted est seguro de que no soy hombre que pretenda aprovechar la situacin de su sobrina? -Oh , s! -se apresur a responder Josh, y al comprender que su actitud deba haber sido ofensiva, agreg deprisa-: Como usted comprender, en realidad nunca hubo verdaderas dudas respecto de su persona... fue slo que... -Hizo una pausa. Despus, deseoso de distanciarse de esa ingrata situacin, habl atropelladamente.- Era necesario tranquilizar a Melissa. -Una idea desagradable de pronto surgi en la mente de Josh, y ste murmur:Bien, debo advertirle que ella no desea vender el caballo. Alienta no s qu ideas insensatas acerca de la fundacin de su propio ha-ras. -Hizo un gesto despectivo con las manos y agreg:- Le dije que es ridculo, pero como ya lo he mencionado ella puede ser... bien... obstinada cuando se le mete una idea en la cabeza. -Si no quiere vender el animal, he perdido mi tiempo mientras estuve aqu! -dijo exasperado Dominic-. Por qu no me dijo que el caballo no estaba en venta? -Ah, bien -respondi Josh, que no deseaba revelar su esperanza de ver a Melissa formalizando una excelente unin con Dominic. Y como an no estaba dispuesto a renunciar por completo a su plan original, sobre todo ahora que al parecer el peor momento haba pasado, observ astutamente-: Quizs usted pueda comprar el animal, si puede convencer a
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mi sobrina de que ser un propietario responsable, y no maltratar al caballo. -Solamente deseo comprar a Locura, no casarme con l! -replic speramente Dominic, que ya estaba perdiendo los estribos. Pero la declaracin de Josh era alentadora, y como se resista a abandonar sus planes sin haber visto al caballo, dijo finalmente-: Si lo que usted dice es cierto, con su permiso ir a Willowglen y conocer personalmente a su sobrina. Cmo parece tener mucho afecto al caballo, quiz logre convencerla de que mi actitud hacia el animal tambin es absolutamente positiva! Josh dirigi una sonrisa a Dominic, muy aliviado porque esa Situacin tan desagradable haba quedado atrs. -Excelente! -dijo con expresin complacida-. Y por supuesto, cuenta con mi autorizacin! Caramba, usted ya es casi miembro de la familia! Dominic lo mir con el entrecejo enarcado burlonamente, y ahora en efecto alimentaba profundas sospechas. Tener a Josh Manchester como pariente poltico era lo que menos deseaba en el mundo! Despus de saludar al hombre mayor, Dominic encontr a Royce en el corredor principal. Dominic dirigi a su amigo una mirada sombra y gru: -Voy a ver a Locura, el caballo de la seorita Seymour: y t y yo hablaremos cuando regrese! -Ah, lo descubriste, verdad? -pregunt interesado Royce-. Me preguntaba cunto tardaras en saberlo. Dominic ri de mala gana. -Maldito seas, Royce! Podras haberme advertido! Royce sonri. -S, pero de ese modo no habra sido tan divertido! Con una seca sonrisa en los labios, Dominic camin hasta los establos de Oak Hollow, y muy poco despus, atendiendo las indicaciones del jefe de los palafreneros, cabalg hacia Willowglen. Los pensamientos mientras cabalgaba no eran agradables, y por irnico que pareciera el blanco de su enojo no era Josh, sino la seorita Seymour. Quin sabe por qu, Dominic se haba convencido de que precisamente por pedido de la seorita Seymour, Josh haba iniciado esa pequea y tonta intriga que haba determinado que Dominic perdiese varios das en Oak Hollow. Senta que se haban burlado de l, y la situacin misma lo irritaba bastante. Debi de haber sido por el hecho de que los das perdidos y la aparente renuencia de la seorita Seymour a recibirlo no haban acentuado una obstinada decisin en el propio Dominic, el joven se habra alejado de Oak Hollow y no habra pensado nunca ms en Locura. Pero segn estaban las cosas, y contra su propia voluntad, en efecto senta curiosidad por conocer a la seorita Seymour, y por supuesto, adems estaba el caballo... La primera imagen que recibi de Willowglen no fue alentadora. Con una mueca sardnica en la boca de labios expresivos, lleg a la conclusin de que Josh haba exagerado mucho la idea de que las dificultades eran provisionales. Para su mirada experta, era evidente que el estado de la casa principal no responda a cierta falta reciente de fondos, sino que era una enfermedad bastante antigua. Las lneas elegantes de la casa de dos pisos ancha y baja, antao muy hermosa, an eran evidentes, y el marco formado por los robles cubiertos de musgo, las mimosas gigantescas y los grandes mirtos sin duda era atractivo, pero tambin era muy evidente que desde haca varios aos no se inverta dinero en el mantenimiento de la casa y los terrenos. La pintura estaba ampollada y descascarada, y varios aos del clido sol de Luisiana haba daado mucho las superficies; adems, haba varios huecos poco agradables en la elegante pero oxidada baranda de hierro forjado que adornaba la galera, y que recorra toda la extensin del frente de la casa. La extensin del prado que corra entre los diferentes rboles, alrededor de la casa, apareca descuidada y llena de malezas, y haba una atmsfera general de descuido en todo el lugar. No, se dijo sobriamente Dominic, no era un revs provisional de la suerte, y en ese momento se pregunt si Josh no le haba dicho
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otras mentiras acerca de la seorita Seymour y su hermano. Cuando su llamado sobre el par de puertas verdes del frente de la casa no tuvo respuesta, emiti un suspiro y rode la construccin para llegar al fondo. Se dijo con desaliento que los Seymour no slo tenan una casa muy descuidada, sino que al parecer tampoco mantenan un grupo suficientemente numeroso de servidores. Cuando lleg al fondo, dirigi una mirada crtica al huerto descuidado y a las pocas y flacas gallinas guardadas en un gallinero prximo. Al ver la pequea construccin de ladrillos que se levantaba a poca distancia de la casa principal, se acerc con paso rpido. Seguramente habra alguien en la cocina! S, haba alguien. Esta vez el llamado a la puerta fue atendido por Ada, con las manos cubiertas de harina y una expresin impaciente en la cara negra y reluciente. No se mostr especialmente acogedora, y una breve conversacin revel que la seorita Seymour no estaba all (donde debera estar, segn afirm sin rodeos Ada, pues tena que ayudar a hornear), sino que poda hallrsela en los establos. Con reservas cada vez ms profundas, Dominic camin lentamente en la direccin indicada por Ada, pero su inters en conocer a la excntrica seorita Seymour, se haba despertado definitivamente -ninguna de las damas a quienes l conoca estaba nunca en la cocina o en los establos. La seorita Seymour, que ahora trabajaba de firme rasqueteando y cepillando uno de los grandes pesebres construidos recientemente para albergar a las nuevas yeguas, no pensaba de ningn modo en el seor Dominic Slade! Pero eso no significaba que su inters por el caballero no se hubiese despertado tambin. Durante los das que Dominic haba pasado en Oak Hollow, Josh haba visitado slo dos veces a Willowglen, y en ambos casos haba evitado mencionar con excesiva frecuencia el nombre de Dominic; en la segunda visita solamente haba informado que el caballero se alojaba en casa de la familia, y que era un excelente jinete... y que tambin l estaba planeando organizar su propio haras en una plantacin llamada Mil Robles, que precisamente estaba a menos de dos das de viaje a caballo a lo largo del ro. Qu coincidencia! Quin sabe... tal vez estaba contemplando la posibilidad de comprar a Locura para su propio establo! Esta informacin no agrad a Melissa, y la joven tuvo conciencia de que experimentaba un profundo resentimiento. Cmo se atreva ese desconocido a acercarse a la familia y decidir que inmediatamente comenzara a competir con ella! No era, lo reconoca de mala gana, que Willowglen representase una amenaza importante para el recin llegado. Pero la irritaba, lo mismo que el comentario de Josh acerca de la compra de Locura. Ella jams vendera a Locura. Y ciertamente no lo vendera a un advenedizo, a un nuevo rico vanidoso que quiz de ese modo lograse echar a perder los intentos embrionarios de Melissa por establecer su propio haras. En una actitud irracional, la joven sinti que la aparente riqueza y la apostura del forastero eran elementos negativos en su personalidad. Sencillamente, no era justo que una persona se viese favorecida tan generosamente por el destino! Pero senta curiosidad por ese hombre, y la avergonzaba el hecho de que durante los ltimos das siempre que ella haba salido de Willowglen haba abrigado en secreto la esperanza de echar una ojeada a ese modelo de caballero que recorra a caballo la campia. Pero no estaba preparada para verlo en su propio establo -y menos an cuando ella estaba transpirada, y sucia, y senta mucho calor, y sostena en la mano una palada de... bien, de estircol! Estaba inclinada ejecutando su tarea, y deseando por sobre todas las cosas un sorbo de agua fresca, y la posibilidad de ir a nadar tranquilamente en el arroyo, del lado opuesto de la colina, y un instante despus se volvi en redondo y vio frente a ella a un extrao alto y apuesto. Un extrao, se dijo con una sbita e inexplicable presin en el pecho, que poda ser slo el seor Dominic Slade. Como vena del prado iluminado por la intensa luz del sol, Dominic necesit un
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momento para adaptar la vista a la tranquila penumbra del interior del establo. Se sinti un poco aliviado al comprobar que por lo menos en ese lugar se realizaba cierto intento de mantenimiento, pero ya estaba casi completamente convencido de que cuando al fin consiguiera ver a Locura, la desilusin sera profunda. Era inconcebible que el caballo a quien estaba buscando estuviera en este lugar de pobreza mal disimulada, y tena la conviccin de que alguien estaba saboreando una broma a costa de su propia persona. Al ver signos de movimiento al fondo del establo, camin en esa direccin. -Disclpeme -dijo, acercndose-, podra indicarme dnde hallar a la seorita Seymour? Muy consciente de su desalio, del rizo rebelde que colgaba casi sobre la nuca, de los lentes que se le deslizaban sobre la nariz transpirada, del vestido informe y feo que usaba, y de la pala llena de estircol de caballo en las manos, Melissa sinti el vivsimo deseo de estar en cualquier otro sitio que no fuera se. El hecho de que Dominic estuviese pulcramente ataviado con una soberbia chaqueta de excelente tela -una chaqueta, observ Melissa contrariada, que nada haca para disimular sus anchas espaldas y el pecho robusto no lograba que ella se sintiera mejor. Con una actitud que oscilaba entre el resentimiento y la admiracin renuente, Melissa pase la mirada sobre el par de breeches que revelaban claramente las piernas largas, musculosas y bien formadas, y la prstina corbata blanca que atraa la atencin sobre los rasgos morenos y bien formados de la cara. Melissa se dijo casi sin aliento que era injusto que un hombre fuese tan hermoso como Dominic Slade, que tuviera cabellos negros tan abundantes y rizados, y esas largas y espesas pestaas, y los bellos ojos grises y la boca... Melissa trag dificultosamente... una boca que originaba en su cerebro los pensamientos ms erticos. Desconcertada y furiosa a causa de su propia e inesperada reaccin frente a l, Melissa mir hostil a Dominic y dijo irritada: -Yo soy la seorita Seymour. -Las advertencias del to Josh acerca de las costumbres libertinas de Dominic resonaban en sus odos, y lleg a la conclusin de que cuanto antes lo echara del establo tanto mejor.- Y usted quin cree ser, que camina as hasta aqu? -pregunt groseramente. La rapidez mental impidi que la boca de Dominic se abriese en un gesto de asombro. No slo lo sorprenda la apariencia de Melissa, sino que adems su actitud hostil lo tom totalmente por sorpresa. Sin duda, pens Dominic estupefacto, esa criatura desagradablemente alta y desmaada que vesta una prenda de deplorable aspecto y lo miraba fieramente por encima de un par de gafas ridculamente grandes, no poda ser la seorita Seymour de las descripciones de Josh! Pero la actitud de la joven fue lo que determin que la sonrisa amable desapareciera de los labios de Dominic, y que los ojos grises perdiesen el acostumbrado resplandor jovial. Tampoco l estaba del mejor humor despus de su entrevista con Josh, y no se senta en absoluto complacido con lo que haba visto hasta all de Willowglen; sobre todo, no estaba acostumbrado a que lo recibieran de ese modo, y menos todava cuando se trataba de las hembras de la especie. De modo que Dominic pregunt con insultante incredulidad: -La seorita Melissa Seymour? Muy consciente del terrible aspecto que ofreca al visitante, el ruinoso vestido pegado desagradablemente a su espalda, rechin los dientes y contest: -Si! La seorita Melissa Seymour! -Segura de la identidad del visitante, pero deseando confirmarlo, pregunt:-Y ustedes...? No se sinti en absoluto sorprendida cuando Dominic dijo -Dominic Slade. Su primo Royce y yo somos viejos amigos, y durante los ltimos das estuve de visita en la plantacin de su to. -Y...? -pregunt Melissa con voz hostil, pues no estaba dispuesta a caer vctima de los
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prfidos encantos acerca de los cuales Josh la haba prevenido. Pero comprob desalentada que no por eso cesaba de desear irracionalmente tener puesto su mejor vestido, y los cabellos lavados, y peinados de modo que cayesen en bellos rizos sobre los hombros! Dominic apret los labios. Qu bruja desagradable! Conteniendo el impulso de volverse sobre los talones, dijo con voz seca: -Y he odo hablar de un caballo que segn parece usted tiene... Locura, un corcel bayo. Mi hermano Morgan vio el animal en una carrera de Nueva Orlens, hace varias semanas, y se sinti muy impresionado por su velocidad y su aspecto. Si usted acepta, me agradara ver el caballo con la intencin de pensar en la posible compra. Una oleada de clera completamente irrazonable domin a Melissa. Despus de todo lo que ella y Zachary haban pasado, despus de todos los sueos compartidos, cmo se atreva ese... ese... lechuguino a mencionar con tanta confianza la posibilidad de comprar su caballo? Cmo se atreva a llegar sin ser invitado y anunciado a sus establos, con sus ropas elegantes y su aire arrogante, y a actuar como si todo lo que l deseara concederse lo consiguiera al instante? Tena una indefinida conciencia de que parte de su reaccin hostil responda a la vergenza que senta porque la haban sorprendido en ese estado de desalio, y no mejoraba en absoluto su humor el hecho ([e que sabia que tena ese aspecto porque ella misma as lo haba deseado! De todos modos, no era slo la situacin embarazosa lo que provocaba la hostilidad de Melissa. En ese caballero alto, moreno y atractivo que estaba frente a ella haba algo que provocaba una animosidad inexplicable, y ella nunca tena arrebatos instantneos de simpata o antipata frente a nadie! Melissa pens encolerizada que l era demasiado apuesto, y que tena demasiada confianza en s mismo, excesiva seguridad. Un poco avergonzada y chocada por su reaccin grosera y poco caracterstica en ella frente a un perfecto desconocido, pero atenta a las advertencias de Josh y decidida a desembarazarse inmediatamente de la presencia inquietante de Dominic, Melissa replic con escasa amabilidad: -Si vino slo para ver a Locura, est perdiendo su tiempo, lo mismo que el mo. En ningn caso aceptar jams vender a Locura. Y no me importa el precio que usted pueda ofrecer! En la conviccin de que la seorita Melissa Seymour era una de las arpas menos atractivas y de peor carcter que haba tenido la desgracia de conocer, Dominic asinti brevemente. -En ese caso, dir que no tenemos nada ms que hablar. -Con un resplandor burln en los ojos grises, mir la pala cargada de estircol muy oloroso, y rezong:- Veo que usted tiene cosas mucho ms... importantes que hacer, de modo que no la obligar a perder ms tiempo. Mir de nuevo largamente a Melissa y sus ojos recorrieron lentamente los cabellos recogidos de color indefinido, los lentes anticuados y la boca apretada, mientras se preguntaba cnicamente si todos saban que en verdad Josh y Royce eran una pareja de deficientes mentales. De modo que una belleza? Bah! Si sa era la idea que ambos tenan de la belleza, no caba ninguna duda de que deban ser enviados a Inglaterra para pasar una temporada en el manicomio ms famoso de ese pas! Encogindose de hombros ante los extraos caprichos de la naturaleza humana, Dominic se dispona a volverse para salir cuando una voz llam desde la puerta del establo. -Lissa! Te traje una jarra de limonada. Quieres probar un poco? Al or su nombre, Melissa ces de contemplar la posibilidad de volcar la palada de estircol sobre las botas bien lustradas del seor Slade, y una clida sonrisa de pronto se dibuj en su cara. -Oh, Zack! -Exclam en un tono de voz mucho ms agradable que todo lo que Dominic le haba odo hasta ese momento.-Cmo supiste que deseaba beber algo? El hermano se ri, y con una jarra de limonada en una mano y dos vasos en la otra,
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Zachary se acerc. Mir a Dominic, le dirigi una sonrisa cordial y dijo: -Hola, usted debe de ser Dominic Slade. Dominic necesit un momento para advertir que le hablaban. Todava estaba conmovido por el cambio fascinante que una sonrisa determinaba en la cara de Melissa. Con cierto esfuerzo apart los ojos del delicioso hoyuelo que le haba aparecido cerca de la boca, de pronto ya no tan apretada, y mirando a Zachary, dijo amablemente: -S, yo soy -una dbil expresin de desconcierto se mostr en su cara bien formada, cuando pregunt: Pero, cmo lo supo? Creo que no hemos sido presentados. Zack sonri. -El to Josh -respondi brevemente-. Nos habl con mucho entusiasmo de su notable visitante. Dominic sonri modestamente, y sinti una simpata instantnea por el joven. -Yo no dira que soy notable, pero por otra parte tampoco deseo destruir las ilusiones que usted se form. La expresin rida de Melissa reapareci otra vez, pues no la complaca en absoluto la cordialidad que se manifestaba entre los dos hombres. -Bien, usted no destruir mis ilusiones, seor Slade! -interrumpi bruscamente. Sin hacer caso de la expresin de asombro de Zachary, que exclam: -Lissa! -volc el contenido de la pala peligrosamente cerca de las botas de Dominic. Con su voz cargada de rechazo, dijo:- Y como usted se dispona a partir, no lo retendremos ms. La sonrisa de Dominic se esfum, y el joven salud framente con un gesto de la cabeza de cabellos oscuros. Volvi intencionalmente la espalda a Melissa, y dirigi una mirada cordial a Zachary. -Como es evidente que vine en un momento impropio -dijo a Zachary-, quizs usted tenga la bondad de reunirse con Royce y conmigo en la taberna del Cuerno Blanco, en Baton Rouge para cenar esta noche... pensamos que sera agradable escapar un rato de las enaguas. Dirigiendo una mirada desafiante a su hermana, Zachary se apresur a contestar: -Con mucho placer, seor! A qu hora propone que me rena con ustedes? Los dos caballeros, indiferentes a la hostilidad que manifestaba Melissa, acordaron una hora, y sin ms palabras ni miradas en direccin a la joven, Dominic sali del establo. Aunque estaba saliendo de Willowglen, eso no significaba que la seorita Seymour y su afilada lengua hubiesen desaparecido de los pensamientos de Dominic. Todo lo contrario! Estaba convencido de que Melissa era tan desagradable como l haba sospechado al principio, y de que no caba duda de que era una autntica marimacho de la peor especie, pero l... bien, aunque de mala gana reconoca que esa muchacha lo intrigaba. Por supuesto, se deca cnicamente, lo nico que lo intrigaba era lo peculiar que haba en ella. Y sin embargo, cuando haba sonredo... cuando haba sonredo Dominic haba recogido un atisbo fugaz y desconcertante de la belleza acerca de la cual tanto haba hablado Josh. Pero esas ropas y esos cabellos! Sin hablar de su actitud belicosa! Mene la cabeza desconcertado, y gui lentamente su caballo hacia la plantacin de los Manchester. Ciertamente, era una mujer de nuevo estilo! Su negativa lisa y llana a permitirle que siquiera fuese a ver a Locura, lo haba irritado ms que muchas cosas en su vida anterior. Si inicialmente haba alimentado a lo sumo leves esperanzas de incorporar el caballo a su establo, los obstculos imprevistos y desagradables con los cuales haba tropezado ltimamente, y sobre todo la actitud de la seorita Melissa Seymour, de pronto haban originado en su mente la perversa decisin de aduearse del animal. De modo que no estaba dispuesta a vender a ningn precio el condenado caballo? Bah! Comprara al condenado Locura y obligara a Melissa a tragarse sus palabras insolentes! Dominic se dijo que no pasara mucho tiempo antes de que Locura fuese suyo, y poco le importaba si tena que pagar una fortuna por un animal que no lo vala. Tendra la
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gran satisfaccin de haberse impuesto a la seorita Melissa Seymour! Con un atisbo de pesar, reconoci en su fuero ntimo que su despreocupada invitacin a Zachary se haba originado tanto en el indigno impulso de irritar a la seorita Seymour como en el deseo muy real de conocer mejor al joven. Zachary le habla agradado desde el primer momento, algo que no poda decirse de sus sentimientos acerca de la seorita, pero no estaba claro si habra buscado la compaa de Zachary de no haber contado con el placer especial de irritar a la seorita Seymour. De todos modos, esperaba expectante la velada, y cuando ms tarde mencion que Zachary se sumara a la cena privada con Royce, ste pareci ms bien complacido. -Una excelente idea, hubiera debido pensarlo yo tambin -dijo con voz pausada Royce mientras salan del establo de Oak Hollow, donde se haban encontrado. Zack necesita alejarse un poco de las faldas de Lissa. Ella tiende a protegerlo demasiado. Con un destello en los ojos grises, Dominic comenz a hablar con fingida irritacin. -Y hablando de "Lissa", tendras inconveniente en explicarme cul es realmente tu juego? No deseo ofenderte, pero si tu prima es lo que t crees una mujer bella, empiezo a sospechar firmemente que t, mi estimado amigo, has permanecido demasiado tiempo en estos pramos desiertos! -Fingiendo que se estremeca, Dominic continu:- Qu bruja de lengua filosa! Me aterroriz! Y jams he visto una criatura ms tosca y menos atractiva! Como gracias a su padre estaba al tanto del cambio de apariencia de Melissa, Royce sonri enigmtico. -Ah, pero Lissa oculta muchas cosas. -Las oculta muy bien -replic con sequedad Dominic, a quien por el momento el tema ces de interesar. Y entonces, al recordar que tena que hablar de otro asunto con su amigo, pregunt con engaosa suavidad-: Querras explicarme por qu cooperaste con el pequeo engao de tu padre acerca del caballo? -Oh, eso! -S, eso! Royce se encogi de hombros. -No poda traicionar a mi padre, verdad? Tampoco poda llamarlo mentiroso frente a ti. Me pareci ms sencillo permitir que los acontecimientos siguieran su curso. -Dirigiendo una mirada inocente a Dominic, termin con aire despreocupado:- Nunca corriste el ms mnimo peligro, y me pareci que era una situacin inofensiva. Dominic resopl, pero pareci dispuesto a dejar as las cosas. No obstante, al entrar en la casa dijo: -Por el momento, parece que Locura est fuera de mi alcance, y como ya pas aqu varios das ms que lo que prevea, ir a Mil Robles por la maana. -Dirigi una mirada a Royce, que caminaba al lado, y pregunt:- Deseas venir conmigo? No s muy bien qu clase de acogida nos ofrecern, pero conociendo a mi hermano estoy seguro de que Morgan no tiene criados perezosos... a pesar de que hace aos que no se toma la molestia de vigilarlos. Royce pens un momento, y despus de una pausa acept la invitacin de Dominic. -Por qu no? Las cosas aqu sern un tanto aburridas despus de que te marches. Dominic ri mientras se separaban para cambiarse, y prepararse para la cena en el Cuerno Blanco. Pero cuando Dominic retir del armario una elegante chaqueta azul oscura con botones dorados, su buen humor ya haba desaparecido, porque ahora estaba repasando los hechos de la tarde. Mientras se pona la chaqueta, lleg a la sombra conclusin de que la seorita Seymour necesitaba recibir una leccin, pues de ese modo comprendera que no era conveniente tratar de un modo tan insolente a Dominic Slade! Y por Dios, a l le complacera suministrarle esa enseanza!
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Esa noche la cena en Cuerno Blanco fue muy agradable. Dominic haba solicitado el uso de la nica sala privada, de modo que los tres caballeros no tuvieron que soportar la presencia de otros clientes del establecimiento. La simpata inicial de Dominic por el joven Zachary Seymour se vio ratificada, y el visitante se pregunt, y no por primera vez, cmo era posible que ese joven sin duda encantador pudiera tener por hermana una arpa como Melissa. Mientras escuchaba a Zachary que relataba entusiasmado las cualidades de un potrillo de un ao, que Melissa haba comprado por consejo del encargado del establo, Etienne Martion, Dominic sonri; y record cmo era l a la misma edad, loco por los caballos, y seguro de su capacidad para elegir a un ganador! Haban concluido la comida, que era un excelente asado de carne de vaca, y ahora se demoraban con el exquisito brandy francs -un brandy francs de contrabando. La conversacin pas de los caballos a los asuntos del momento, y principalmente las hazaas del conocido pirata Jean Lafitte, y sus escondrijos frente a la costa de Luisiana. Despus de depositar sobre la mesa su copa de brandy, Dominic observ tranquilamente: -Imagino que deberamos sentirnos agradecidos a Lafitte y sus contrabandistas si no fuera por ellos, no estaramos bebiendo este brandy. Pero tambin me molesta que nuestro gobernador Clairborne parezca incapaz de afrontar el problema. Hace todo lo posible, pero parece que nadie desea realmente combatir a los contrabandistas. -Levant de nuevo su copa y continu diciendo:- Tambin confieso que a veces me inquieta que Lafitte disponga de un grupo bien armado de piratas. Si los ingleses alistaran a Lafitte y a sus hombres... -La voz de Dominic dej inconclusa la frase. Concluy con voz grave:- Dios sabe cunto dao podran infligir a Luisiana. Royce asinti. -Por lo menos -dijo con aire reflexivo-, el general Jackson tuvo xito en Horseshoe Bend, y ya no es necesario temer a los indios Creeks que asaltan y saquean a voluntad, como hicieron el verano pasado en Fuerte Mims. Por mi parte, me alegro de que el general ahora pueda dirigir sus fuerzas contra los britnicos. Con los ojos relucientes de excitacin, Zachary exclam: -Por Dios, me agradara ver a los britnicos intentando atacar a Luisiana...
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encontraran una resistencia muy vigorosa! Dominic enarc el entrecejo. -Has olvidado que no todos sienten lo mismo que t? Algunos acogern con los brazos abiertos a los britnicos. Acaso las Felicianas no son denominadas con frecuencia las Luisianas "inglesas" a causa de los muchos britnicos instalados all? T mismo tienes origen britnico... tu abuelo no fue oficial britnico? Zachary pareci sobresaltarse. -Bien, s, pero eso fue hace mucho tiempo, y Lissa y yo somos norteamericanos. Nosotros no profesamos fidelidad a Inglaterra! -Lo cual me recuerda -intervino Royce mirando intencionadamente a Dominic-. Sabias que Julius Latimer, nuestro amigo de Londres, ahora est de visita en el pas? En este momento se aloja en casa de algunos amigos que viven a pocos kilmetros al sur de Baton Rouge. El cambio que sobrevino en Dominic al or el nombre de Julius Latimer fue notable. Ya no estaba apoyado con gesto indolente contra el alto respaldo de su silla, y de su cara desapareci la expresin de perezoso buen humor que era tan caracterstica en l. Algo salvaje asom en sus ojos grises, y su boca sonriente se cerr en una lnea hostil, y los huesos mismos de su cara pareci que de pronto estaban hechos de acero. -Julius Latimer est aqu? -pregunt con voz suave-. Y slo ahora lo recuerdas? La vspera de nuestra partida? Al mirar a Royce y a Dominic, Zachary advirti que por el momento haban olvidado su presencia, y asombrado mantuvo los ojos clavados en la cara sombra de Dominic, incapaz de relacionar a ese extrao de aspecto peligroso con el sonriente caballero que le haba encantado durante la velada. Incluso el cuerpo alargado y elegante pareca haber cambiado, y ahora Zachary record vvidamente a una esbelta pantera preparndose para saltar sobre su presa. Tragando nerviosamente, Zachary dijo en el tenso silencio que sigui: -Ustedes conocen al seor Latimer? Como si de pronto recordaran su presencia, Royce y Dominic lo miraron, y antes de que Zachary pudiese siquiera pestaear, la cara de Dominic cambi otra vez, y los bellos rasgos exhibieron de nuevo nada ms que calidez y cordialidad. Dominic replic: -S, puede decirse que conozco al seor Latimer. Sin embargo -agreg secamente-, una de las ltimas veces que lo vi yo estaba observndolo por la mira de una excelente pistola de duelo! Zachary contuvo una exclamacin, y en su cara juvenil se manifestaban muchas preguntas, aunque l era demasiado corts para inquirir. En definitiva, Dominic se compadeci del joven. -En Londres, hace unos aos, el seor Latimer y yo discrepamos acerca de cierta... de cierta dama, y ventilamos nuestros sentimientos de mutua antipata en el campo del honor. Dominic produjo en el brazo de Latimer un bonito orificio -dijo Royce con evidente placer-. Por desgracia, se no fue el fin del asunto. Dos noches despus, Dom cay en una emboscada cuando regresaba a su casa, despus de salir de un club de juego, y fue golpeado seriamente. Siempre sospechamos, aunque no pudimos demostrar, que Latimer haba contratado a los matones que lo atacaron. -Oh! -exclam Zachary, con un suspiro. Dirigiendo una mirada astuta a Royce, agreg:- Siempre me pregunt por qu usted nunca demostr demasiado aprecio a Latimer... l siempre se mostr muy corts con Lissa y conmigo, sobre todo si se tiene en cuenta que le debemos ese dinero. Su actitud hacia l me llam la atencin. -Deben dinero a ese zorro? -pregunt speramente Dominic. -Lamentablemente as es -reconoci Zachary, sonrojndose un poco. El seor Latimer
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tiene un pagar que mi padre firm cuando estaba en Inglaterra. Ese documento est vencido desde hace mucho tiempo, pero el seor Latimer se ha mostrado muy amable con nosotros y no reclam el pago inmediato, aunque estara en su derecho silo hiciera. -Agreg de mala gana:- Si en efecto reclama su dinero, no s cmo podremos reunir la suma, Porque es bastante elevada. -Yo no me inquietara -dijo Royce con expresin despreocupada-, pero si empieza a presionarlos por el pago, vengan a ver-me inmediatamente. -Cuenten conmigo -intervino Dominic-. Tengo que arreglar con el seor Latimer algunas deudas, y no me molestara en absoluto saldar tambin la que ustedes mantienen con l. A decir verdad -confes con una sonrisa agria-, eso me complacera mucho! Satisfecho y avergonzado al mismo tiempo, pues la deuda era un problema inquietante, Zachary balbuce: -Muchas gracias! Pero Lissa y yo debemos resolver el asunto con nuestros propios recursos. -Ten presente mi ofrecimiento -dijo redondamente Dominic. Y despus, tratando de desviar la conversacin, agreg en tono jovial-: Y con respecto a tu hermana... por qu demonios ni siquiera me permite ver a su caballo Locura? Zachary sonri, y de pronto pareci mucho ms joven que sus diecinueve aos. -Usted la irrit -reconoci sinceramente-. Realmente estaba furiosa despus que se retir. Etienne y yo no pudimos acercarnos a ella por el resto de la tarde sin que se la tomase con nosotros! -No es su actitud acostumbrada? -pregunt Dominic con evidente incredulidad. -Oh, no! -replic riendo Zachary-. Lissa es una gran persona... excepto cuando pierde los estribos, y la nica cosa que la enoja de veras es que se mencione la posibilidad de vender a Locura. -Con expresin ms grave, agreg:- Aunque todo nuestro futuro no dependiese de lo que podemos ganar con ese caballo, Lissa jams soportara la idea de venderlo... es su caballo, lo ha criado desde potrillo, y lo ama verdaderamente. -Qu tonto sentimentalismo -dijo disgustado Dominic-. No conozco el plan que ustedes trazaron, pero puedo advertirles que si no disponen de mucho ms dinero, no podrn aprovechar bien las cualidades que se le atribuyen a Locura. -Dirigiendo una mirada de simpata a Zachary, Dominic continu, eligiendo con cuidado las palabras.- Un criador importante jams llevar sus mejores yeguas a un lugar administrado como segn parece el caso con Willowglen. No deseo ofenderte, pero a menos que todo el establecimiento adquiera un aspecto de mayor prosperidad y a menos que los establos muestren una organizacin ms profesional, no habr criadores serios que acudan al haras. -Una sonrisa se insinu en la comisura de sus labios.- Sobre todo si los recibe una figura que se dedica a palear estircol y tiene una lengua filosa como una espada, que es lo que me sucedi esta maana! Las observaciones de Dominic eran hirientes, pero Zachary no poda negar la sensatez de estas palabras. Desalentado, reconoci: -Lo s, pero Lissa y yo no tenemos ms remedio que intentarlo. Lissa dice... -Olvida lo que dice Lissa -lo interrumpi Dominic con un estremecimiento-. Qu piensas t? Siempre dispuesto a manifestar sus propias opiniones, Zachary se zambull en su propio discurso, y las horas continuaron pasando gratamente. Por desgracia, ninguno de los dos hombres mayores haba tenido en cuenta que la capacidad de consumo alcohlico de Zachary no era igual a la de sus dos amigos, y cuando al fin decidieron terminar la agradable velada, descubrieron desalentados que Zachary estaba borracho. Era muy evidente que no poda permitrsele volver a sus casa cabalgando en esa condicin -en el supuesto de que realmente pudiera mantenerse sobre el caballo. Royce y Dominic discutieron amistosamente quin acompaara a su casa al joven
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embriagado. Finalmente, Dominic dijo: -No es necesario que los dos lo acompaemos, y como mis maletas estn listas y las tuyas probablemente no, t eres quien debe regresar a Oak Hollow. El consumo del potente brandy por Royce no haba sido pequeo, y entrecerrando los ojos mir a Dominic. -Crees que debo despertar a mis criados a la una de la maana y pedirles que me preparen el equipaje? Dominic sonri, y al mismo tiempo sostuvo la forma inerte de Zachary, mientras el joven se acomodaba inseguro sobre la silla. -No, pero s creo que has bebido ms que yo, y si no supiera muy bien que tienes una cabeza muy resistente, me preocupara tu capacidad de hallar el camino a casa sin tropiezos! Royce fingi que estaba ofendido, y oblig a su caballo a girar sobre s mismo. -Las bebidas que consum esta noche -dijo, enunciando con cautela cada palabra- no me han afectado en absoluto. Pero como pareces decidido a escoltar personalmente a mi primo, no lo impedir. Clavando las espuelas en su caballo impaciente, Royce inici un rpido galope. Sonriendo para sus adentros, Dominic espole a su propia montura, manteniendo un ojo vigilante sobre Zachary mientras el joven se hunda en las sombras de la noche. Segn el modo en que Zachary se balanceaba sobre la montura, Dominic tena graves dudas de que llegaran a Willowglen antes de que el joven sufriese una oprobiosa cada del caballo. Felizmente, Zachary era mejor jinete que lo que Dominic crea, y as llegaron a Willowglen un rato ms tarde, sin haber sufrido inconvenientes. El aire dela noche haba refrescado un poco a Zachary, y su andar era slo un poco inseguro cuando Dominic lo ayud a ascender los peldaos que llevaban a la puerta principal. Dominic haba abrigado la esperanza de que podra acostar a Zachary sin incidentes, pero apenas haba andado dos pasos por la ancha galera cuando una de las puertas dobles se abri bruscamente y Melissa murmur: -Oh, Zack! Me alegro mucho de que hayas regresado. Estaba muy preocupada por ti... sabes que son casi las tres de la madrugada? Aunque quiz se haba recobrado un poco, Zachary no tena un dominio total de s mismo, y ahora comenz a disculpar-se hablando con acento espeso y tartajoso. Melissa no haba advertido la presencia de Dominic hasta que ste interrumpi las palabras incoherentes de Zachary diciendo en voz baja: -Creo que est demasiado bebido para explicar ahora lo que sucedi. No haba luna alguna, y en la semipenumbra Melissa no haba advertido que en la galera haba otra persona con Zachary, pero con un extrao sobresalto reconoci al instante la voz de Dominic. De todos modos, lo que la inquietaba ante todo era su hermano, e irritada zumb: -Y de quin es la culpa? Por qu trata de corromperlo con sus costumbres libertinas? Quiz Melissa no haba advertido la presencia de Dominic, pero l haba tenido una desconcertante conciencia de la presencia de la joven al abrirse la puerta. Estaba demasiado oscuro para ver claro, solamente se distinguan perfiles y formas oscuras, pero l tuvo clara conciencia del cuerpo alto y delgado tras la espectral palidez de la baranda. A juzgar por la silueta, apenas visible a la escasa luz de la luna, era evidente que tena los cabellos sueltos, que caan en desorden sobre los hombros, y que no usaba esos horribles lentes. Dominic no poda ver los rasgos de la joven, pero lo sobresalt el extraordinario y abrumador deseo de contemplarlos. Casi sin pensarlo, extendi la mano hacia ella, y desde el primer instante su nica intencin fue acercarla al escaso resplandor de la luz de la luna, en un intento de satisfacer su sbita curiosidad. Pero las palabras irritadas de Melissa lo encolerizaron, y con un rezongo grave cerr la mano sobre el brazo delgado y la acerc bruscamente a su propio cuerpo musculoso.
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-Libertino! -rezong en voz baja. Quiz fue el brandy o lo tardo de la hora; Dominic no poda saber a qu atenerse, pero lo cierto es que se sinti impulsado por un sentimiento fiero e inesperado sobre el cual no ejerca el ms mnimo control. Su boca busc la de Melissa, y sus brazos fuertes frustraron el natural intento de escapar por parte de ella. No haba pensado en la posibilidad de besarla, y ciertamente no haba credo que si la besaba eso le aportara un placer especial; pero ahora comprob con profundo asombro que los labios de Melissa eran increblemente dulces, que su cuerpo joven era tibio y suave, apretado contra el cuerpo masculino, y de pronto Dominic se sinti atrapado por una oleada de pasin desconcertante y clida. Melissa no estaba preparada cuando las manos de Dominic aferraron sus brazos, y el descenso de la boca hambrienta del visitante fue una sorpresa total... lo mismo que la clida oleada de excitacin que la recorri cuando los labios de Dominic ejercieron una atraccin embriagadora sobre los de Melissa. Realiz un intento instintivo de liberarse, pero no pudo, y cuando pasaron los segundos y Dominic la encerr con ms fuerza entre sus brazos musculosos, ella tuvo cierta oscura conciencia de que en realidad no deseaba huir... de que deseaba que l la besara, de que no haba pensado en otra cosa que no fuese la persona de Dominic desde esa tarde... Dominic no tena idea de lo que l mismo se haba propuesto hacer; tena conciencia nicamente de los labios suaves y temblorosos bajo los suyos, y de las piernas largas y delgadas apretadas contra su cuerpo, de los pechos pequeos y duros presionando sobre su propio pecho. Olvidado del tiempo y del lugar, emiti un gemido de placer y sus manos descendieron hasta las firmes nalgas de Melissa, acercndola todava ms a l, obligando a su tibia suavidad a adherirse a la virilidad instantneamente despierta. Perdida en un sueo, despertando a la pasin por primera vez en su vida, Melissa perciba solamente el cuerpo de Dominic, y el extrao placer que el contacto le deparaba. Los brazos de Melissa se deslizaron alrededor del cuello de Dominic, y los dedos se enredaron en los cabellos oscuros, y su boca se entreabri tmidamente ante la exigente presin del hombre. Pareca que un fuego recorra sus venas, y un estremecimiento de excitacin la atravesaba, mientras las manos de Dominic le acariciaban las caderas, y ella senta el signo evidente del deseo masculino contra su vientre. Eso era lo que sus primas haban intentado explicarle, pens aturdida, arqueando el cuerpo para estar ms cerca de Dominic, deseando que ese momento durase, queriendo que las manos de Dominic continuaran evocando esa magia en el cuerpo femenino. La voz de Zachary quebr el encanto, cuando el joven dijo en su lengua estropajosa: -Eh, Dominic, est besando a mi hermana? Como gatos escaldados, Dominic y Melissa se separaron bruscamente, y la cordura recobr sus derechos. Avergonzada y desconcertada, Melissa reaccion ciegamente. Sorprendiendo por completo a Dominic, lo abofete con todas sus fuerzas, y el golpe oblig a tambalearse al visitante. -Monstruo! -escupi Melissa con furia. -Cmo se atreve a tocarme de ese modo repugnante? Cmo se atreve a corromper a mi hermano inicindolo en sus costumbres vergonzosas? Durante un instante ella haba sido una tierna mujer, que arda en los brazos de Dominic, y despus se transform tan deprisa en una gata salvaje que Dominic la mir atnito. Su cerebro enturbiado por el brandy y la pasin absolutamente incomprensible que ella haba despertado, no reaccion con la rapidez que era su caracterstica normal. La bofetada de Melissa haba sofocado eficazmente el deseo de Dominic, pero l continuaba conmovido por la asombrosa conciencia de que una mujer a la que haba estigmatizado con despreocupacin como una arpa harapienta y prepotente, haba despertado en su cuerpo una pasin afiebrada, la que l nunca haba sentido por otra mujer.
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Casi distradamente, se toc la mejilla donde la mano de Melissa lo haba castigado, tan sorprendido por la situacin que su agilidad mental de costumbre de pronto lo abandon. Incluso los pequeos puos que le golpeaban el pecho en realidad no entraban en el mbito de su conciencia, mientras l permaneca de pie en silencio, frente a Melissa, incapaz de creer en lo que haba sucedido. Ni siquiera me agrada, pens estpidamente; entonces, cmo puedo desearla? Melissa no afrontaba esos pensamientos contradictorios, pues la clera provocada por sus propios actos y por los de Dominic le impedan hallar medios racionales de afrontar la situacin. Aplicando un fuerte empujn a Dominic, dijo colrica: -Usted, seor, es un sinvergenza, y si vuelve acercarse a m o a mi hermano, le disparar a la vista! Dominic estaba de pie cerca del borde de los peldaos, y cuando Melissa le dio el ltimo y fuerte empujn el joven perdi el equilibrio. Tropez y se desliz golpendose en los tres peldaos, para aterrizar con un golpe seco en el suelo blando. Estupefacto, permaneci de espaldas, mirando en direccin a Melissa. Pero ella haba aventado lo peor de su clera. Aferrando a Zachary, que estaba igualmente aturdido, lo oblig a entrar, y despus cerr con fuerte golpe la puerta. Dominic permaneci varios segundos en la oscuridad, y despus se toc ansioso la cara dolorida, y una sonrisa se dibuj en sus labios. -Bien, qu me cuelguen! En el interior de la casa, Melissa comenz a reaccionar, y le tembl el cuerpo, y sinti las rodillas dbiles y las manos que se agitaban. Abrumada por lo que haba hecho, casi cambi de actitud y contempl la posibilidad de salir para comprobar si Dominic estaba herido; pero despus, desech la idea. Se lo mereca, pens irritada. No tena derecho de tratarme como una... como a una trotona a quien hubiese conocido en una taberna! Zachary camin a tientas en la oscuridad, y Melissa record de pronto que no estaba sola; avanz en la oscuridad del interior, y aferr el brazo de su hermano. -Vamos, Zack dijo en voz baja-. All est la escalera. -Hay que decirle algo -replic Zachary con extraa dignidad-. Dom es mi amigo. -Habl con mucho esfuerzo, y las palabras brotaron espesas y confusas de sus labios.- Creo que no tenias que golpearlo. Exasperada, Melissa replic bruscamente: -Te parece bien que te haya emborrachado... y que me besara contra mi voluntad? Zachary entrecerr los ojos y la espi en la semioscuridad. Dijo con aire altivo: -Es asunto mo si me emborracho...! No soy un nio! En cuanto al beso... me pareci que no era contra tu voluntad! Conteniendo el impulso poco fraterno de arrancarle las orejas, Melissa empuj a Zachary hacia la escalera que llevaba a los dormitorios. En voz baja y spera dijo: -Bien, fue contra mi voluntad! Y no quiero que tengas nada ms que ver con el seor Dominic Slade! -Tendr que ver si quiero! -insisti Zachary obstinadamente-. Me agrada! Un autntico caballero! Podra aprender mucho de un hombre como l! Y sabe de caballos! Conteniendo el deseo de desencadenar un furioso ataque a los rasgos caballerescos del seor Dominic Slade, Melissa gui malhumorada los pasos vacilantes de Zachary hasta el dormitorio del joven. Lo dej en la puerta, pues lleg a la conclusin de que l poda arreglrselas para desvestirse y acostarse. Pocos minutos despus, y acostada en su propia cama, Melissa contemplaba insomne la oscuridad, y reviva de mala gana esos momentos apasionados en brazos de Dominic. Cmo era posible que ella se hubiese comportado de un modo tan criticable? Ella, que se enorgulleca de su falta de inters romntico por los hombres. De su capacidad para mantenerse inconmovible frente al admirador ms fogoso.
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Sofocando un gemido de repugnancia de s misma, se acost boca abajo, en un esfuerzo por huir de las imgenes que danzaban en su cerebro. Qu la haba posedo? Y despus de todas las advertencias del to Josh acerca de ese hombre, qu haba hecho? Apenas l la habla tocado, Melissa haba cado en sus brazos como una ciruela madura! Qu vergenza! Y cmo, se preguntaba inquieta, podra mirar en los ojos a su hermano a la maana siguiente? Felizmente para la relacin entre los hermanos, Zachary record muy poco de lo que haba sucedido en la noche de la vspera. Se despert tarde en la maana, con una intensa jaqueca y la firme conviccin de que nunca ms volverla a beber con tal abundancia. Qu vergenza! Dom y Royce deban pensar que era el joven ms inexperto que haban conocido jams. Nunca volveran a invitarlo! Despus de descubrir que el ms leve movimiento provocaba la sensacin de que su cabeza poda estallar, Zachary descendi la escalera con movimientos cautelosos. Una taza de caf negro humeante, servida por Ada, que lo miraba con muy poca simpata, y un bizcocho fro fue todo lo que l pudo tomar como desayuno. Como saba que haba tareas que ejecutar y que haba consagrado casi toda la maana al sueo, Zachary camin obstinadamente hacia el establo, a pesar de los retortijones del estmago y el martilleo en la cabeza. La caminata al parecer no mejor mucho su condicin, pero cuando vio a Melissa bajo un gran roble, cerca del establo, cepillando intensamente a una de las nuevas yeguas, le dirigi una sonrisa dbil. Que no se senta muy bien era evidente juzgando por el tono grisceo de su cara y la falta de vivacidad de su paso, y al mirarlo, Melissa sinti que se le ablandaba el corazn. Le profesaba profundo afecto, y a pesar de la inquietud y la incomodidad que senta, le retribuy clidamente la sonrisa. Despus de sentarse con precaucin sobre el csped a poca distancia de la yegua, Zachary se aferr la cabeza con las manos y dijo: -Dios mo, Lissa! Me siento terriblemente mal! Ni siquiera recuerdo cmo llegu a casa. -Mirndola, pregunt:- T me acostaste? -No recuerdas? -pregunt Melissa en voz baja, con la esperanza de que su propia y vergonzosa conducta en efecto hubiera sido olvidada por Zachary. Lenta, muy lentamente, l mene la cabeza de cabellos oscuros. -Recuerdo que llegu a mi caballo, que esperaba frente a la taberna. -Frunci el entrecejo.- Creo que Dom cabalg hasta aqu conmigo, pero no estoy seguro. Melissa apret los labios, y comenz a cepillar con innecesaria fuerza el pelaje castao ya brillante de la yegua. -En efecto, te acompa hasta aqu... Los encontr a ambos en la galera. Zachary la mir inquieto. -No hice nada vergonzoso, verdad? No querra que Dominic o Royce creyesen que no estoy a la altura de lo que ellos hacen. Una chispa de irritacin encendi los ojos color mbar cuando Melissa se volvi hacia l. -Eso es todo lo que te preocupa? Si esos dos libertinos creen que eres capaz de practicar las mismas actividades licenciosas en que ellos incurren? -Exageras -replic Zachary con un acento evidentemente cnico en la voz-. Sientes antipata por Dominic, y nada de lo que l pueda hacer est bien. Melissa protest. -Eso no es cierto! Olvidas que el to Josh nos previno contra l? Que dijo que ese hombre no merece confianza? -Y desde cundo t prestas atencin a lo que dice el to Josh? Melissa se sonroj, y apartndose de Zachary, juguete con unas pocas briznas de
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csped enredadas en el pelaje sedoso de la yegua. Zachary haba dicho algo que era muy cierto, y Melissa no tena un argumento preparado para contestarle. Cmo poda explicar a su hermano los desordenados sentimientos que el seor Dominic Slade provocaban en su pecho de mujer? Cmo explicar la profunda alegra que haba sentido en los brazos de ese hombre? El placer que su boca le haba deparado? La excitacin que haba recorrido sus venas al verlo? Cmo decirle que ese hombre la fascinaba y al mismo tiempo la asustaba? Mas confundida que lo que se haba sentido jams, volvi los ojos hacia Zachary y dijo con voz pausada: -Es cierto que generalmente no escucho lo que dice el to Josh, pero esta vez creo que sus palabras son valederas. Hay algo en el seor Slade que... -trag saliva, y despus, respirando hondo, se apresur a decir-: Zack, sucede que no me agrada! Lo veo demasiado seguro de si mismo, demasiado arrogante, y confiado en que todo se har de acuerdo con su voluntad. Zachary enarc el entrecejo. Esa no haba sido su impresin de Dominic. -Bien, l me agrada! Y me propongo mantener mi amistad con l... -Y agreg bruscamente:- Si despus de lo que sucedi anoche l me lo permite. Era la primera vez que ella y Zack discrepaban gravemente en algo, y Melissa contempl con fiera hostilidad la influencia de Dominic sobre su hermano. No le agradaba la situacin, pero conteniendo las palabras de crtica que ella hubiera deseado pronunciar, dijo con forzada despreocupacin: -Oh, yo no me preocupara. No hiciste nada que fuese muy terrible, y estoy segura de que incluso 'el gran seor Dominic Slade se ha embriagado en ms de una ocasin. Habra preferido prohibir a Zachary que mantuviese cualquier gnero de relacin con el nefasto seor Slade, pero tena una ingrata conciencia del sentido de que Zachary ahora era un joven, y de que ella ya no poda controlar sus actos como haba hecho cuando era un nio. Adems, se dijo dolorida, no deseaba agravar el enfrentamiento con Zack, y era muy evidente que cualquier intento de su parte de frustrar el deseo explcito de Zachary de continuar viendo al seor Slade slo provocara mayor disenso entre ellos. En beneficio de los mutuos sentimientos, se vera obligada a mantener la boca cerrada acerca del seor Slade. Con una sonrisa decidida en los labios, pregunt como de pasada: -Adems de haber bebido mucho, cmo fue tu velada en el Cuerno Blanco? Era lo que preveas? Escuchando slo con una parte de su cerebro el entusiasta relato de los acontecimientos de la velada que le ofreca Zachary, Melissa se pregunt desalentada si el seor Slade le habra dedicado siquiera fuese un pensamiento. Probablemente no! Vaya, ella estaba dispuesta a apostar que ese hombre sin duda se vera en graves dificultades para recordar siquiera que la haba besado! Melissa se habra sentido conmovida y al mismo tiempo sorprendida al descubrir que Dominic haba consagrado gran parte de sus horas de vigilia a pensar en ella. Y ms concretamente, en los momentos en que la haba tenido en sus brazos. En el camino de regreso a Oak Hollow haba pensado nicamente en sus propias e incomprensibles reacciones frente a una mujer que no le agradaba, a la que por cierto no consideraba atractiva, y que adems tena todo el encanto y la belleza de un camello infestado de pulgas! Pero no consegua olvidar cmo la haba sentido en sus brazos -clida y asequible, y tan deseable. Se pregunt durante un instante si estaba recayendo en la senilidad, o si en el brandy haban puesto algo que era la causa de su reaccin. Y lo mismo que Melissa, comprob que no poda dormir, y que su pensamiento no se apartaba de ese abrazo inolvidable. Pero en definitiva consigui conciliar el sueo, y aunque no despert con la terrible jaqueca que haba afectado tanto a Zachary como a Royce, no comenz el da con el bro que habra tenido normalmente. A semejanza de Zachary y Royce, haba despertado tarde en la maana, y eso lo irrit, pues su plan era partir temprano en direccin a Mil Robles.
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Permaneci varios segundos en la cama, y sus pensamientos se concentraron de inmediato en el episodio de la vspera. Musit inquieto: Santo Dios! Qu fuerza se haba apoderado de l? Lo nico que le interesaba en la seorita Melissa Seymour era ese condenado caballo! La situacin ya era bastante difcil sin agregar la complicacin representada por la exasperacin de esa maldita mujer. Intencionalmente se abstuvo de pensar en el intenso deseo que la joven le provocaba. Era sencillamente una aberracin de su parte, y era improbable que se repitiera. Despus de llegar a esa sombra conclusin, comenz a vestirse y complet los preparativos para partir de Oak Hollow. Vio sorprendido que Royce, aunque estaba de psimo humor, ya haba preparado su equipaje y estaba esperndolo, cuando al fin Dominic descendi la escalera curva. -Y dejaste sano y salvo en el hogar a tu oveja descarriada? -pregunt sarcsticamente Royce, afectado por una jaqueca que no lo converta en la compaa ms agradable. Dominic estaba familiarizado con el mal humor de Royce despus de una noche de abundantes libaciones, y se limit a sonrer. -En efecto, eso hice, y sospecho que su cabeza no est mejor que la tuya esta maana! Royce se estremeci. -Sin duda! Y tampoco dudo de que su hermana estara dispuesta a descargar una maza sobre nuestras cabezas, si es que conozco a Melissa. No deseo pensar en la reprensin que probablemente recibiremos de ella la prxima vez que la veamos! Tiene una lengua viperina cuando se enoja...! Dominic le dirigi una mirada irnica. -Qu me dices? Esa dulce belleza tan exaltada por tu padre? Mirndolo hostil, Royce rezong: -Esta maana; no estoy de humor para soportar tu ingenio. -Volvindose murmur:- Despidmonos de mis padres y salgamos de aqu. Sonriendo para s mismo, Dominic obedeci la sugerencia poco amable de Royce. El visitante necesit pocos minutos para despedirse amablemente de sus anfitriones y prometer que regresara en el curso de otra visita; pero finalmente los dos jvenes, seguidos por tres caballos ocupados por el criado de los Royce y por los bales y maletas de los jvenes caballeros, pudieron salir de la residencia. Mientras recorran el largo camino que parta de Oak Hollow, Dominic tuvo conciencia de una extraa resistencia a alejar-se... no de Oak Hollow, sino de la regin -sin ver una vez ms a la seorita Melissa Seymour. Se enorgulleca de su condicin de caballero sensato, y aunque haba relegado obstinadamente el recuerdo de la joven, los episodios de la noche anterior lo perseguan e inquietaban. Volvindose para mirar a Royce, dijo con voz pausada: -Me agradara pasar por Willowglen... Creo que no est muy lejos de nuestro camino. Royce lo mir reflexivamente. -Bien - pregunt burln, por qu deseas hacer precisamente eso? Si era posible que un hombre del refinamiento y la edad de Dominic se sonrojase, eso fue lo que hizo, y una coloracin rojo oscura le ti las mejillas. -Slo deseo comprobar que Zachary no est sufriendo las consecuencias de nuestra cena -minti con cierto estiramiento. Royce le dirigi una mirada que deca mucho. -Muy bien -dijo de mala gana-. Pero te lo advierto, Dom... Si compruebo que la causa real es que deseas ver a Melissa, no ser responsable de mis actos! -Ver a Melissa! -rezong indignado Dominic-. No seas tonto! As termin la conversacin, pero cuando entraron por el camino cubierto de malezas que conduca a Willowglen, Dominic se pregunt sobriamente cul de ellos era el verdadero
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tonto. Encontraron a Melissa y a Zachary bajo un roble, cerca de los establos. Zachary estaba acostado a la sombra del rbol, y pareci que Melissa estaba cepillando a una yegua que ya exhiba un pelaje impecable. Hubo cierta tensin entre Dominic y Melissa, pero Zachary pareci tan complacido porque los dos hombres mayores haban decidido visitarlo que el evidente placer que senta en compaa de Dominic y Royce disimul el embarazo que poda haberse originado en la situacin. Mientras los cuatro estaban all, conversando bajo la clida luz del sol, parte del mal humor de Royce se disip, y al momento de despedirse se senta bastante complacido con el mundo en general. Con mucho mejor nimo, ahora que la cabeza ya no le dola tanto, pudo salir de Willowglen, ansioso de iniciar el camino que lo llevara a Mil Robles. Montado en el magnfico garan negro, Dominic tambin se despidi de los Seymour, pero su humor no mejor con la visita. Mientras conversaba con Melissa y Zachary, se haba dedicado a examinar subrepticiamente a la joven, buscando un indicio que explicase por qu ella le haba provocado una pasin tan arrolladora pocas horas antes. Era intil, pens disgustado, con los ojos fijos en la cara congestionada de Melissa. Los lentes que relucan bajo la luz del sol impedan que Dominic viese siquiera el color de los ojos -y esos cabellos! Esta maana estaban recogidos en un moo tan horrible como el que ella tena la primera vez que la vio. Sus ojos recorrieron con un sentimiento de repulsin el vestido gastado y feo, y no pudo entender qu le haba sucedido durante la noche. De modo que muy aliviado Dominic se despidi y montado en su caballo se alej de la exasperante seorita Seymour. Sin duda, Haba sido el brandy!
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Melissa descubri entristecida que el tiempo pareca arrastrarse insoportable ahora que Dominic haba desaparecido del vecindario. Con frecuencia mucho mayor que lo que estaba dispuesta a reconocer, sus pensamientos desordenados volaban a menudo hacia Dominic, y ella se preguntaba, por lo menos una vez por da, qu estaba haciendo el joven y cundo regresara. Si es que regresaba. No era, se deca perversamente Melissa mientras las tibias semanas de mayo se convertan gradualmente en los das ms clidos de junio, que ella realmente extraase al bestial seor Slade. Pero tena que confesar que su presencia en la zona haba agregado algo diferente a la monotona de los das. Ella haba cobrado conciencia de una ansiosa expectativa en su propio fuero ntimo, un sentimiento que se haba disipado cuando Dominic comenz a alejarse con Royce. Tambin Zachary pareca lamentar la partida de Dominic, aunque sus sentimientos en este asunto podan expresarse claramente. Aunque de hecho l se haca eco de muchas cosas que ella pensaba, haba momentos en que estaba segura de que comenzara a gritar si oa repetir de nuevo a Zachary: Me pregunto cundo regresarn Dominic y Royce. Las cosas son tan aburridas ahora que no estn. Por supuesto, ella no revelaba en absoluto su propia aoranza del ausente seor Slade, pues estaba firmemente decidida a apartar de su espritu el recuerdo de esos momentos apasionados en los brazos de Dominic. Prefera morir antes que permitir que Zachary supiera que tambin ella se preguntaba cundo retornara el seor Slade. Por qu senta tanta curiosidad en relacin con la reaparicin de Dominic le molestaba casi tanto como el hecho de que en efecto pensaba en l. Convencerse ella misma de que solo mornentneamente haba cado presa del veterano encanto de un apuesto Lotario no era fcil, pero el nico modo en que ella poda explicarse su reaccin frente a Dominic. No mejoraba su estado de nimo, ni eliminaba los sueos vergonzosamente explcitos que tena de noche, pero en todo caso de ese modo poda alcanzar cierta apariencia de normalidad a medida que pasaban las semanas. Haba otras cosas que ocupaban su mente, de modo que, atareada como estaba, gradualmente lleg a creer que lo que haba sucedido esa noche era nada ms que uno de esos episodios extraos e inexplicables que aparecan de tanto en tanto en la vida de todos. Ciertamente, se dijo con nimo sombro, nunca volvera a suceder! La lucha constante por mantener a Willowglen estaba agotando los escasos recursos de Melissa, y a fines de la segunda semana de junio la joven descubri que estaba dudando gravemente de su capacidad para conseguir ms de lo que ya tena. Se senta deprimida y consciente de que lo que ella y Zachary haban hecho despus de la muerte del padre para restablecer la antigua elegancia de Willowglen o incluso para realizar con xito el sueo de la fundacin de un haras era todo lamentable mente inadecuado. Zachary habla repetido algunas de las observaciones de Dominic, y aunque Melissa haba reaccionado furiosa ante esos comentarios, tuvo que reconocer que haba bastante verdad en lo que deca el irritante seor Slade. Por lo menos, recordaba Melissa con una desconcertante falta de entusiasmo, ya no estaban endeudados... Aunque no haban resuelto del todo ese problema, si quera ser totalmente sincera. Estaba todava ese condenado pagar en poder de Julius Latimer, y ella tena la ingrata sensacin de que el seor Latimer no continuara mostrndose siempre tan comprensivo ante la imposibilidad de pagar una deuda vergonzosamente atrasada. Esa maana soleada, Melissa estaba sentada en un taburete de madera del cuarto de los arneses, limpiando una vieja brida, y pensando en la deuda y en el seor Latimer, un hombre atractivo pero un poco siniestro; y de pronto, como si sus pensamientos lo hubiesen conjurado, el seor Latimer apareci en la puerta del cuartito. Melissa haba estado tan absorta en sus ingratas cavilaciones que la voz del visitante la
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sobresalt. Ella emiti una exclamacin de asombro cuando l dijo con voz amable: -Ah, querida, est aqu. La seorita Osborne me dijo que poda encontrarla en este lugar. Reaccionando prontamente, Melissa abandon la brida y se desliz del taburete. -Me temo que me encontrar aqu casi siempre -replic de mala gana-. Parece que siempre hay algo que merece mi atencin... Sonriendo al visitante, trat de pasar frente a l y salir del cuarto de los arneses, pero Latimer permaneci en el mismo sitio, y no trat de dejarle espacio. Ella lo mir con expresin inquisitiva. Los ojos azules del ingls tenan una expresin extraa, y al comprender de pronto que l no haba visitado Willowglen despus que ella comenz a disfrazarse, Melissa sonri y murmur: -Mi aspecto lo impresiona? Curvando los labios en un gesto de regocijo, l mene la cabeza de cabellos rubios, y su mirada recorri apreciativamente el rodete desordenado y los feos anteojos que insistan en deslizarse por la encantadora naricita. Con un sentimiento divertido que se manifestaba claramente en su voz, l declar: -Me desconcierta! Jams la hubiera identificado. Pero dgame, a qu responde este atuendo? Hay un baile de disfraces y yo no me enter? Melissa ri por lo bajo. Haba momentos en que el ingls le agradaba realmente. Sin duda, era atractivo con sus profundos ojos azules y los cabellos rubios ondeados, y poda ser entretenido cuando lo deseaba. Meda poco ms de un metro ochenta, y tena el cuerpo delgado, pero las espaldas eran anchas y en su persona no haba nada que fuese dbil ni afeminado. Por cierta extraa razn, siempre recordaba a Melissa una espada delgada, elegante y mortal. Pero cuando decida mostrarse encantador, como era el caso ahora, y no suceda, como era demasiado frecuente, que intentara astutamente informar a la joven que haba otros modos de reembolsar las deudas de su padre, Melissa gozaba de su compaa. De todos modos, los comentarios personales de Latimer siempre le inquietaban, lo mismo que la expresin reflexiva que a veces apareca en esos ojos azules. Nunca haba dicho exactamente qu tena en mente, pero ella no era tan ingenua que no pudiese adivinarlo. Sin embargo, l se mostraba tan hbil en sus sugerencias aparentemente casuales que Melissa nunca estaba del todo segura de que hablase en serio o bromeara. Nunca haba estado completamente a solas con l, y ahora tuvo la desagradable conciencia de que estaban separados del resto de la gente -Zack y Etienne haban ido a Baton Rouge a comprar diferentes artculos, Frances se encontraba en la casa con Ada, y los restantes servidores trabajaban en las pocas hectreas de algodn plantadas durante la primavera. Adems, el hecho de que Latimer bloquease eficazmente la nica salida del cuarto de los arneses inquietaba un poco a Melissa. Ella sinceramente no crea que el ingls pensara atacarla, pero habra preferido estar afuera, al aire libre, y en condiciones de llamar a los dems. Dirigindole una sonrisa que no trasuntaba nada de sus te-mores ntimos, Melissa dijo: -No hay baile de disfraz. Mi to estuvo presionndome otra vez acerca de la posibilidad de que me case, y yo decid que me las ingeniara para esconder todos mis atractivos, pues de ese modo la probabilidad de encontrar un caballero que desease casarse con una mujer de aspecto tan srdido disminuira mucho. -Hummm, yo no dira eso -observ burlonamente Latimer-. Este disfraz puede inducir ~ un hombre a descubrir por s mismo la belleza que se oculta bajo la apariencia externa de la domesticidad. -Se acerc apenas, y sus dedos largos rozaron el delicado mentn de Melissa.- Yo siempre pens que usted era muy hermosa, e incluso vindola as mi opinin no ha cambiado. -Pareci vacilar un momento, como si contemplase cierto curso de accin, y entonces una extraa expresin apareci en los ojos azules.- En realidad, hay muchas clases de ofertas -dijo en voz baja-, adems del matrimonio, que un caballero puede hacer a una joven como usted. Un resplandor irritado centelle en los ojos ambarinos, y Melissa apart el mentn de
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los dedos acariciadores. -Una muchacha como yo? -dijo con acento belicoso-. Qu quiere decir exactamente? Julius adopt una expresin dolorida. Se sacudi una inexistente mota de polvo de la manga de su elegante chaqueta verde botella, y se quej: -Oh, vamos, Lissa! Usted debe tener una idea de lo que digo. Dios sabe que he formulado sugerencias bastante claras estas ltimas semanas. Es necesario que lo diga con todas las letras? Melissa sinti que el corazn le lata aceleradamente, y que se le cerraba la garganta. Dijo con voz neutra: -S, creo que debe hacerlo. Los rasgos aristocrticos de Latimer se endurecieron, y algo muy desagradable se manifest en sus ojos. -Muy bien, en ese caso, querida -dijo con acento de hasto-le recuerdo que me debe una considerable suma de dinero, y si bien he sido muy paciente, me temo que mi paciencia est agotndose; o ms bien, que mi estancia aqu, en Estados Unidos, est llegando a su fin. Con el entrecejo fruncido, Melissa dijo: -Se marcha? Una fra sonrisa curv la boca de labios gruesos. -En el otoo o a principios del invierno. Todo depende de de... -Se interrumpi bruscamente antes de decir con voz suave:- Entretanto, estoy comenzando a arreglar mis asuntos... lo cual me lleva a usted. Sin hacer caso del intento de Melissa de escapar al contacto, con toda intencin Latimer aferr el mentn de Melissa y la oblig a mirarlo. -Melissa, la considero sumamente deseable, incluso con este atuendo ridculo- y por el placer de gozar de sus encantos durante los prximos meses, estara dispuesto a destruir ese pagar firmado por su padre. -Entorn los ojos, y su mirada se fij en la boca de Melissa.- La quiero como amante. Por supuesto, el tiempo que estemos unidos ser breve, pero estoy seguro de que comprobar que sus muchas y deleitosas cualidades justifican el dinero. Melissa trat de soltarse de la mano que la sujetaba, pero l reforz brutalmente el apretn, y los esfuerzos de la joven fueron intiles. Latimer pas el brazo libre alrededor de la cintura de la joven, y la acerc a l. El deseo que senta era evidente en su mirada, y con cierto acento de seduccin en la voz murmur: -Querida, estoy dispuesto a mostrarme generoso con usted, y si como sospecho es virgen, incluso estoy dispuesto a recompensara por su prdida. La deseo muy intensamente, y estas semanas de espera han acentuado mi apetito por usted. Ofendida, insultada y temerosa, Melissa reaccion sin pensarlo, girando la cabeza y hundiendo los dientes en la mueca del hombre. Un sentimiento de inmensa satisfaccin la recorri cuando Latimer emiti una grosera maldicin y al instante la solt. Retrocediendo varios pasos para alejarse de l, el pecho agitado bajo la gastada tela de su vestido, ella admiti: -Podr considerarse afortunado si sa es la nica marca que lleva en su cuerpo antes de salir de aqu. l la mir con expresin calculadora a travs de la breve distancia que los separaba, la cara bien formada afeada por un gesto de enojo. Frotndose la mueca en que se haban clavado los dientes de Melissa, rezong: -Haba credo que conseguiramos discutir esto cortsmente, pero veo que me equivoqu! Melissa lo mir incrdula. -Cortsmente! -repiti furiosa. -No creo que su sugerencia fuese en absoluto corts. En realidad, seor, fue grosera e insultante! -Lamento que usted reaccione de ese modo -replic Latimer-. Pero puesto que mi ofrecimiento no le agrada, descuento que estar dispuesta a pagarme su deuda, en oro, antes de que termine la semana. Melissa respir hondo, tratando de tranquilizarse, y la mano le escoca del deseo de abofetear la expresin altiva de esos rasgos arrogantes. Tratando sin mucho xito de
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mantener su temperamento controlado, dijo con voz helada: -Usted sabe que su pedido es imposible. No hay modo de que yo pueda reunir esa suma de dinero en tan breve lapso. l enarc el entrecejo. -Desea que le conceda una ampliacin del plazo? Soy un hombre razonable, y por lo tanto podemos esperar hasta el primero de julio. Irritada y consciente de que el otro estaba provocndola, Melissa elev tercamente el mentn y exclam: -Usted ya conoce la respuesta a su pregunta! -Me temo que as es, y si usted no dispone del dinero para esa fecha o se niega a aceptar la alternativa que le ofrec, precisamente ese da iniciar las gestiones para lograr que se proceda a la subasta de Willowglen. -Sonriendo sin alegra, agreg cruelmente:- Melissa, siempre hago mi voluntad, de un modo o de otro... y si prefiere ver que le venden su hogar -se encogi despreocupadamente de hombros-, bien, es su decisin. Una clera sin esperanza se encendi en el pecho de Melissa cuando la joven mir con odio al visitante. Cualquiera de las alternativas que l propona era inconcebible. No poda contemplar la idea de lo que ella y Zachary y los otros tendran que afrontar si Latimer cumpla su amenaza; pero la alternativa que se le ofreca era igualmente inconcebible. La simpata que poda haber profesado al elegante seor Latimer se haba desvanecido en el momento en que l formul su despreciable sugerencia; la idea de convertirse en amante de un hombre, y peor aun de un hombre a quien despreciaba, era completamente repulsiva. Sin embargo, qu poda hacer? Los Manchester no podan suministrarle el dinero, y un banco ciertamente no le prestara una suma tan considerable. Ri para sus adentros. Incluso si poda encontrar un hombre dispuesto a casarse con ella de un momento al siguiente, el fideicomiso no poda suspenderse y distribuirse en menos de dos semanas. En su cerebro se agitaron planes absurdos e impracticables en una suerte de desconcertante remolino, mientras ella buscaba el modo de evitar la trampa que se cerraba sobre su persona. Haba un solo modo de resolver la situacin. Tragando la saliva cida que senta en la boca, dijo desanimada: -Locura vale una buena suma, aunque no tanto como el pagar de mi padre. Puedo drselo en parte de pago. -Un caballo? En parte de pago, querida amiga? -murmur Latimer. Meneando la cabeza dijo-: No, eso no sirve. -Y despus agreg con voz dura:- Y creo que usted exagera el valor de su caballo. Pero al margen de eso, toda la deuda debe pagarse en oro o con su persona y para el primero de julio. Melissa casi se sinti aliviada cuando l rechaz el desesperado ofrecimiento de Locura, y en ese momento no supo muy bien cul poda ser la perspectiva ms terrible: la prdida del caballo que representaba la nica esperanza de reconstruir su hogar o la prdida de su virtud. Se sinti colmada de desesperacin. Qu hara? Necesitaba frenticamente tiempo para pensar, y ahora pregunt de mala gana: -Puedo disponer de un plazo para considerar su oferta? Aflojndose apenas, Latimer esboz una sonrisa confiada. -Por supuesto, nia! No soy un monstruo sin corazn! -Baj la voz y murmur roncamente:- Lissa, la deseo muy profundamente, y la tratar bien. Estaramos unidos slo unos meses... yo me mostrara discreto, nadie conocera jams nuestro arreglo. -Como ella guard silencio, la cara vuelta hacia otro lado, l se mostr ms audaz, y se acerc un poco a la joven.- Hay un cottage, a poco ms de un kilmetro de aqu. Puedo rentarlo para nosotros, y nos reuniramos all... sera para nuestras citas secretas. Conteniendo la bilis que se elevaba hasta su garganta, Melissa se sinti horrorizada al pensar en lo que ese hombre estaba diciendo. La principal amenaza que se cerna sobre ella y la seguridad de Zachary desaparecera, y como de todos modos la joven no deseaba casarse nunca, qu importaba que conservase o no su virginidad? Latimer le toc el brazo, y ese gesto provoc su desagradable regreso a la situacin del
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momento, y con repugnancia cada vez ms profunda Melissa contempl la mano delgada, de dedos plidos, y la imagin sobre su propio cuerpo. Con un gesto violento apart la mano de Latimer. Impulsada por el temor y la clera, se apoder de un ltigo que haba cerca. -Aprtese de m! -grit, golpeando con fuerza el hombro de Latimer-. Usted es un ser vil, y no continuar escuchando su malvada propuesta! l retrocedi, furioso y sorprendido, pero no intent luchar con ella. Mir el ltigo que ella sostena en la mano, y dijo secamente: -En su lugar, pondra cuidado en el trato que me dispensa. No es fcil que me frustren, y admito que se sienta sorprendida por mi ofrecimiento, pero intente golpearme otra vez... -Con un resplandor peligroso en los fros ojos azules, prometi:- Melissa, puedo lograr que lamente mucho todo esto. Tantas cosas pueden salir mal... un incendio... un caballo manco... una palabra aqu y otra all... Melissa haba palidecido intensamente, y ahora lo miraba como si jams lo hubiese visto antes. Comprendi que en verdad era un ser absolutamente cruel. Se hizo un desagradable silencio, y despus Latimer dijo en voz baja: -Melissa, medite en lo que le dije. Cuenta con una semana para adoptar una decisin. Pero el primero de julio, o dispone del dinero que usted me debe, o se convierte en mi amante. -Le ofreci una corts reverencia, y murmur irnicamente:- Buenos das, querida. Que tenga sueos agradables. Aturdida y nauseada, Melissa lo vio alejarse, casi incapaz de creer que esa escena repulsiva hubiera sido real. Se desplom sobre el taburete que haba ocupado a la llegada de Latimer, apenas unos minutos antes. Desesperada, hundi la cabeza en las manos. Santo Dios! Qu poda hacer? No era propio de su carcter permitir pasivamente que otros determinaran su destino, pero ahora senta que era incapaz de hallar el modo de frustrar los planes que Latimer haba traza-do para ella... a menos que estuviese dispuesta a sacrificar todo lo que ella y Zachary haban conseguido. Su situacin era tan desesperada que pens seriamente en la oferta de Latimer, mientras los comentarios del ingls resonaban amenazadores en su cerebro. Quiz no sera tan terrible, murmur agobiada. Haba dicho que seran slo unos pocos meses... que se mostrara discreto... que nadie lo sabra... As, ella y Zachary se veran definitivamente libres de la aplastante carga de la deuda que les haba legado el padre. Abrumada ante el carcter de sus propias reflexiones, Melissa se estremeci y apret los labios. Tena que existir otro modo de resolver el dilema! Pero hacia el fin de la semana siguiente descubri que si haba otra solucin, ella no la haba descubierto. Decidi tragarse el orgullo, se puso su mejor vestido y fue a caballo al pueblo para hablar con el banquero local. No poda revelar por qu de un modo tan repentino necesitaba una elevada suma de dinero, y en vista de las circunstancias no poda sorprender que el seor Smithfield, que la haba conocido desde el primer da de su vida, dijese bondadosamente: -Melissa, sabes que si pudiera ayudarte ciertamente lo hara. Pero lo que me pides es imposible. Un prstamo pequeo s, sobre todo, porque t has sido tan diligente en el pago de las deudas dejadas por tu padre. Pero la cantidad que pides hoy simplemente est fuera de la cuestin. -Mene con tristeza la cabeza.- Ni siquiera sera suficiente la propuesta de que Willowglen fuese la garanta del prstamo. Si la plantacin fuera productiva... -Y los caballos? -pregunt ella, impotente-. Locura vale varios miles de dlares l solo, y tenemos ocho excelentes yeguas. -Querida, s que tienes grandes esperanzas depositadas en tus caballos, pero yo estoy en el negocio de la banca, no en el de la cra de caballos. Aunque Locura y las yeguas son una buena inversin, t sencillamente no dispones de activos suficientes para garantizar un prstamo de esa magnitud. Disimulando su creciente agitacin, Melissa se inclin sobre el gran escritorio de roble del seor Smithfield.
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-Y qu me dice del fideicomiso? Si yo pudiese demostrar que tengo el propsito de casarme pronto...podra obtener un prstamo con la garanta del fideicomiso? Preocupado por la desesperacin que poda percibir bajo la superficie de esa cara tan hermosa, el seor Smithfield frunci el entrecejo. -Melissa, ests en dificultades graves? Crea que la plantacin y tus caballos permitan que t y Zachary gozaran de cierto bienestar. Quiz yo pudiera adelantarte personalmente unos cuantos miles de dlares. Melissa reprimi una amarga sonrisa. El seor Smithfield era un buen hombre... haba mostrado una actitud sumamente comprensiva mientras ella se debata para ordenar las finanzas de Willowglen. Era su banquero, y estaba al tanto del dinero que se deba a Latimer, y tambin de la actitud aparentemente considerada que el ingls haba demostrado al abstenerse de exigir el pago. Explicar al obeso y anciano seor Smithfield cules eran las exigencias de Latimer no llevaba a ninguna parte... excepto a provocar un escndalo en gran escala. Se sentira ofendido por la prfida sugerencia del seor Latimer, pero aun as no podra prestarle el dinero. Y si llegaban a conocerse las soluciones que se ofrecan a Melissa, sta ni quera imaginar las conjeturas que se difundiran aqu y ala cuando llegase julio y Latimer an no hubiese recibido el pago. Era una situacin ingrata, y con una expresin deprimida en la cara y el cuerpo, Melissa abandon la oficina del banquero. Poda probar suerte en otro lugar, y con escasa esperanza de xito fue en su pequeo carricoche por el camino de grava roja que conduca a Oak Hollow. Sonriendo valerosamente, ahora estaba sentada y beba un alto vaso de limonada en el despacho de su to. Josh se senta complacido de verla, y ella comprendi que gran parte de ese placer provena del cambio de apariencia que ella mostraba; la mirada afectuosa de Josh se deslizaba sobre los rizos castaos que cortaban suavemente la cara de Melissa, y sobre el vestido bastante elegante de muselina. Melissa haba dejado a un costado el gran gorro de paja con sus anchas cintas de satn verde que haba usado para evitar el calor del sol, y despus de depositar su vaso sobre la mesa donde descansaba el sombrero, comenz a decir con voz tranquila: -Imagino que te preguntas por qu vine. Josh le dirigi una sonrisa amable. -Vamos, Lissa, hemos llegado tan lejos que necesitas tener motivo para visitarnos? Con una leve sonrisa en sus labios suaves, ella mene la cabeza. Pero un instante despus la sonrisa se desvaneci y los bellos ojos de la joven se fijaron en los de Josh. Pregunt sin aliento: -Podras prestarme veinticinco mil dlares? -Santo cielo, Lissa, has perdido el juicio? -pregunt Josh, y su aire jovial desapareci. Sabes que no puedo reunir esa suma de dinero precisamente ahora. -Casi impaciente agreg:Si pudiera, crees que habra estado presionndote todos estos meses, pidiendo que te casaras? Tratando desesperadamente de comportarse como si sa hubiera sido una conversacin perfectamente normal, Melissa trag con dificultad antes de decir con voz ronca: -No, imagino que no lo habras hecho... y... en realidad, no cre que pudieras ayudarme, pero tena que intentarlo. Josh la examin con atencin, y vio las arrugas provocadas por la tensin alrededor de los ojos y los labios apretados, todo lo que no haba estado all la ltima vez que l la vio. Era evidente que algo estaba mal. Pregunt amablemente: -Lissa, de qu se trata? S que hemos discutido mucho ltimamente, pero tienes que entender que en el fondo slo me interesa tu bienestar, y que har todo lo que est a mi alcance para ayudarte. Durante un momento, Lissa pens en la posibilidad de revelarle todo a Josh, de inclinar la cabeza sobre el ancho pecho de su to, y de explicarle entre lgrimas las condiciones de la despreciable propuesta de Latimer. Pero no poda. Apenas hubiera dicho
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una palabra, Josh comenzara a tronar pidiendo el pellejo de Latimer, y aunque ella estaba segura de que su to era un tirador bastante eficaz, tena idntica certeza en el sentido de que no sera rival para Latimer. Adems, y lo reconoca con expresin fatigada, no poda correr el riesgo. Si Josh se enteraba de los planes de Latimer, tambin lo sabra Royce o Zachary. La imagen de su hermano menor enfrentando a Latimer en el campo de duelo provocaba en ella un estremecimiento de miedo. No, no se atreva a decir una palabra a nadie. Disimulando el terror que la agobiaba, sonri clidamente a Josh. -No es nada, to. Solamente tena la esperanza de que quiz tus asuntos estuvieran en mejores condiciones que los mos, y de que me pudieses adelantar el dinero que necesito para organizar bien mi haras. Josh conoca demasiado bien a Melissa para convencerse por completo de que esa declaracin tan razonable era la verdad. Pero Melissa poda ser muy convincente cuando lo deseaba, y ahora se fij el propsito de tranquilizar a su to. En efecto lo consigui, y menos de una hora despus un sonriente y afectuoso Josh la acompa hasta el carricoche. Melissa incluso pudo dirigirle una sonrisa y decir medio en broma: -Creo que har lo que dices, to, y que atrapar un marido rico, muy rico! No me agrada ser pobre. -Esboz un mohn y agreg con voz dulce:- Sobre todo cuando puedo apelar a una solucin tan sencilla. Muy satisfecho, Josh la ayud a ocupar el asiento, y en sus ojos azules haba una expresin aprobadora. La mir mientras ella recoga las riendas, y pregunt con aparente indiferencia: -Qu te pareci el joven Slade? Entiendo que fue a Willowglen y te habl de la compra de Locura. Contenta porque su to nada saba de la otra vez que haba visto al irritante seor Slade, Melissa replic con sequedad: -Me pareci precisamente lo que dijiste... un disipado y un aventurero! -Cmo? -balbuce Josh, desalentado-. No te agrad? -En absoluto! -dijo Melissa, y mostr los dientes blancos y perfectos en una agradable sonrisa. Mientras vea alejarse a Melissa, Josh se preguntaba si haba exagerado sus observaciones crticas acerca del carcter de Dominic, y su mente comenz a contemplar modos de corregir la situacin. Tena que andarse con cuidado, pens mientras caminaba de regreso al interior de la casa despus de prevenir a Melissa contra Slade, no poda comenzar a poner por las nubes a ese individuo. Josh era un hombre de espritu sencillo, y a esta altura de las cosas estaba tan decidido a conseguir que Melissa se casara con Dominic Slade que casi haba olvidado las razones personales que lo inducan a desear esa unin. Haba llegado a la conclusin de que Melissa necesitaba casarse con un hombre como Dominic Slade! Aparte del hecho de que Dominic era un hombre apuesto, encantador y rico, haba otra razn apremiante que justificaba esa unin, por lo que se refera a Josh -las posibilidades de que otro pretendiente muy apropiado apareciera de pronto en el crculo de la familia eran escasas. Un buen hombre de negocios no poda desaprovechar esa maravillosa oportunidad, y Josh estaba decidido a lograr que tampoco Melissa la desperdiciara... al margen de que lo deseara o no! Instalado cmodamente detrs del gran escritorio, Josh acerc el tintero y una hoja de papel. Una carta a Royce no vendra mal... y l poda limitarse a preguntar, por supuesto como de pasada, cundo regresara Royce, y si el seor Slade lo acompaara. As, temprano a la maana siguiente un criado cabalg hasta Mil Robles con la carta de Josh bien guardada en su alforja. Pero la carta de Josh a Royce no sera la nica que llegase a Mil Robles durante los das siguientes. Movida por la desesperacin, Melissa tambin estaba escribiendo a Dominic. No haba llegado fcilmente a la decisin de dar ese paso, e incluso mientras estaba de pie frente a las largas ventanas de la biblioteca de Willowglen, esa misma tarde, formando
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mentalmente las frases, dudaba de que esa ltima y frentica jugada fuese eficaz. El tiempo se le escapaba de las manos, el primero de julio se acercaba cada vez ms y ella no estaba ms cerca de conseguir el dinero que deba a Latimer que lo que haba sido el caso el da en que l por primera vez le propuso que fuera su amante. Melissa no haba dormido bien desde la visita de Latimer, y si bien antes estaba segura de que ella jams sera la amante de ese hombre, ahora ya no estaba tan convencida de que lograra escapar de la trampa que l le haba tendido. En una visin retrospectiva, era evidente para Melissa que l haba dejado pasar el tiempo como parte de una maniobra intencional; que sus propuestas de amistad, la aparente consideracin que haba demostrado al abstenerse de exigir el pago, haban sido maniobras destinadas a adormecera y provocarle una falsa sensacin de seguridad. As mismo, pensaba amargamente Melissa, esa tctica le haba dado tiempo a Latimer para evaluar la verdadera situacin de Willowglen. Incluso si se venda Willowglen, Melissa dudaba seriamente de que la venta aportara la suma debida a Latimer. S, la tierra y la casa en efecto valan una pequea fortuna, pero en el curso de un embargo no podra obtenerse el mejor precio. Los presuntos compradores que pujasen en la subasta querran comprar tan barato como fuese posible, y ella y Zachary no obtendran ni siquiera la cuarta parte de lo que vala su hogar. Y, ahora ella lo vea con un estremecimiento de impotente clera, Latimer lo saba! Saba lo que ella senta por la casa, saba que Melissa hara todo lo que estuviese a su alcance para salvarla. Pero, hasta el extremo de convertirse en su amante? Estremecindose, Melissa se apart de la ventana. Mantener a raya los sentimientos de miedo y derrota era cada vez ms difcil, pero en un valeroso esfuerzo la joven trat de pensar claramente, porque no deseaba omitir ningn modo posible de resolver el dilema. Si se hubiera tratado slo de su propio destino, Melissa habra respondido a Latimer con un rechazo liso y llano, pero estaban Zack y Etienne, y Frances y Ada... Sin Willowglen, todos quedaran en el camino. El destino de esos seres descansaba sobre los dbiles hombros de la muchacha. Con el tiempo, una vez que Zachary cumpliera los veintin aos, o que ella contrajera matrimonio, las dificultades se aliviaran; pero por ahora... Cerr las manos a los costados del cuerpo. No permitira que Latimer arruinase la vida de todos! Ella misma, qu importaba? Las mujeres haban negociado su cuerpo durante siglos, y por lo menos ella tendra la satisfaccin de saber que sus seres ms queridos se haban beneficiado. Melissa haba ansiado decirlo todo a Zachary, haba ansiado compartir la terrible carga, pero as como no se haba atrevido a revelar la verdad a Josh, tampoco poda decirla a Zachary. Un paso semejante implicaba un grave peligro para el joven... su reaccin sera mucho ms violenta que la de cualquiera de los Manchester. Finalmente reconoci fatigada que an restaba una dbil esperanza. El seor Slade haba dicho claramente que le interesaba Locura. Llegara su inters hasta el extremo de comprar el caballo por una suma exorbitante de dinero? Melissa no crea realmente que lo hiciera, y mientras recordaba sus propios e insolentes palabras, en el sentido de que Locura no estaba en venta a ningn preci, una oleada de humillacin la recorri. Pero tena que intentarlo, era el nico camino que le restaba, y para el primero de julio faltaban slo cinco das...
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Los distritos de Las Felicianas en Luisiana, donde estaban tanto Willowglen como la plantacin Mil Robles de Dominic, eran una regin muy distinta de los pantanos y las marismas semi inundados que formaban las regiones inferiores del estado. Alejado de las tierras bajas, el suelo se elevaba rpidamente en la forma de laderas de densos bosques, y hermosos valles y campos verdes. Aqu no haba canales de aguas perezosas que se deslizaban lentamente entre cipreses nudosos; slo haba arroyos y lagos de aguas azules, claras y centelleantes. Un bosque elevado de hayas de gruesos troncos, lamos amarillos, magnolias intensamente perfumadas y grandes robles floreca en el fecundo suelo de arcilla roja. Estaba tambin la frtil regin del algodn, e incluso antes de la Guerra Revolucionaria, los ingleses haban comenzado a colonizar esa tierra fecunda. Cuando estall la Guerra de la Independencia, muchos otros ingleses, fieles a la corona que haban huido a Las Felicianas, seducidos por la vegetacin lujuriosa y la fecundidad del suelo, de buena gana haban permanecido en el lugar y levantado sus hogares y plantado el algodn. Incluso cuando Espaa se adue del control de la regin, que recibi el nombre de Florida Occidental, los ingleses permanecieron en sus tierras, desmontando y plantando silenciosa y obstinadamente las diferentes parcelas, y aventajando con su actividad productiva a los colonos franceses y espaoles de las tierras bajas y pantanosas. Las Felicianas no haban sido parte de la histrica Compra de Luisiana de 1803. Espaa haba conservado la propiedad de la regin, pero como estaban convencidos de que ahora su futuro dependa de los nacientes Estados Unidos, los colonos ingleses se haban liberado del yugo no demasiado pesado del dominio espaol. Durante setenta y cuatro das la minscula regin haba sido una repblica independiente, pero cuando con cierto retraso los norteamericanos llegaron para anexar ese frtil bolsn, los ciudadanos de Las Felicianas unieron su suerte a los norteamericanos en ascenso, y el pas floreci. La idea de cultivar el algodn haba sido lo que inicialmente llev al joven Morgan Slade a las regiones ms altas de Las Felicianas, y la casa que l haba levantado para su primera esposa estaba situada ms o menos como Bonheur, sobre un alto promontorio que
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dominaba las aguas pardas del ro Mississippi, mucho ms abajo. Morgan haba sido dueo de miles de hectreas, y algunas de sus parcelas se extendan a los costados del ro ancho y turbio, y aunque durante esos primeros tiempos l haba desmontado grandes extensiones de terreno, la mayor parte an era tierra virgen, abundante en animales silvestres y adornada por aves que exhiban brillantes matices de escarlata, amarillo y negro. Dominic se sinti atrado por el lugar apenas lo vio, durante su primera visita con Morgan, varios aos antes; pero no haba sido la atraccin del algodn lo que lo haba llevado a ese sitio. Ahora se consagr, con el mismo entusiasmo que Morgan haba demostrado antao, a adaptar la tierra al perfil de sus propios sueos. Felizmente, como su hermano antes que l, tena el dinero y la decisin necesarios para realizar rpidamente sus proyectos, y en el perodo sumamente breve que llevaba como dueo de Mil Robles, ya podan observarse sobrados signos de su capacidad administrativa. Incluso antes de llegar en la condicin de nuevo propietario del lugar, Dominic haba enviado hombres y suministros, de modo que la construccin pudiera comenzar inmediatamente en los lugares que l haba elegido para levantar nuevos establos y picaderos, los que pronto albergaran a algunos de los mejores caballos de todo el valle del Mississippi. Desde que llegaran, casi un mes atrs, Dominic y Royce haban dedicado su tiempo a supervisar, largo rato recordando esa caricatura de establo de la seorita Seymour. El contraste entre las dos construcciones era ridculo, pero quin sabe por qu Dominic no senta placer cuando repasaba las diferencias. Y mientras observaba distrado la espalda ancha y musculosa de uno de sus esclavos, le irritaba descubrir que al mismo tiempo recordaba la primera vez que haba visto a la seorita Seymour, con su cuerpo esbelto inclinado mientras limpiaba uno de los ruinosos pesebres de Willowglen. Furioso, trat de desterrara de sus pensamientos, ms que nada cuando tuvo conciencia de que senta admiracin y simpata. Esa mujer era una zorra obstinada, grosera y dotada de una lengua venenosa! As la record, con un sentimiento hostil. Sin duda estaba satisfecha con su suerte -Dominic se haba mostrado dispuesto a pagar una excelente suma por Locura, y el dinero habra contribuido mucho a aliviar la necesidad que ella afrontaba de trabajar como una maldita esclava! Pero, ella haba aprovechado la oportunidad? No! Esa estpida y pequea arpa ni siquiera le haba permitido ver el condenado caballo, y mucho menos se haba detenido a pensar en la posibilidad de vender el jamelgo! Pens irritado: que chapoteara en la charca incmoda que ella misma se creaba. El no estaba dispuesto a perder un momento ms pensando en ella! Pero comprobaba con un sentimiento cada vez ms intenso que era ms fcil decir eso que hacerlo. De noche, acostado en su cama, recordaba los labios clidos que haban respondido tan apasionadamente a sus besos y el modo en que la esbelta forma femenina se haba unido a su cuerpo duro de hombre. Por qu ella siempre retornaba a la mente de Dominic? Por qu l se preguntaba incluso ahora qu poda opinar Melissa de Mil Robles y sus planes relacionados con el futuro? Todo eso era por lo menos irritante, y an ms enojoso cuando rememoraba la ltima imagen de Melissa. A la luz del da su falta evidente de belleza se destacaba todava ms, y sin necesidad de esforzarse l poda evocar el moo apretado y duro que casi le caa sobre la nuca, y los horribles anteojos y el vestido viejo e informe. Por tratarse de un hombre que se enorgulleca de su gusto soberbio para juzgar a las mujeres bellas, un hombre cuyas amantes eran legendarias por su encanto y su atraccin, la reaccin que Dominic haba tenido frente a la seorita Seymour esa noche era incomprensible. Irritado consigo mismo, Dominic jur que terminara con esa ridcula situacin suscitada por la seorita Seymour, y orientara sus pensamientos en una direccin ms agradable... por ejemplo, el xito que obtendra con la explotacin de Mil Robles; o, Si deseaba pensar en las mujeres, por qu no el suave y dcil cuerpo de cierta joven de escasa
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virtud que resida en Natchez, en una discreta casita propiedad de Dominic... Sonriendo, bebi un generoso trago de vino. S, era mucho ms grato recordar los magnficos encantos de la adorable Yolanda que formular conjeturas acerca de la irritante seorita Seymour. Ahora, en ese hermoso atardecer de junio, Dominic y Royce estaban sentados en la amplia galera que corra a lo largo del frente de la majestuosa casa de dos plantas. Estaban saboreando copas de oporto, despus de haber finalizado una de las sabrosas comidas de la seora Thomas, y conversando distradamente de distintos asuntos. Al ver la sonrisa de Dominic en la penumbra del atardecer, Royce pregunt como de pasada: -Amigo, tienes una sonrisa muy sugestiva en la cara. Algn motivo especial que lo justifique? Dominic deposit su copa sobre la mesa y sonri: -Estaba pensado en cierta paloma de plumaje un tanto manchado que vive en Natchez, y preguntndome si tanto deseo visitarla que estoy dispuesto a abandonar Mil Robles. Royce sonri, en los ojos una expresin estpida. S, ya haba advertido que ltimamente se te ve demasiado casto, y tena curiosidad por saber si habas formulado votos de abstinencia! Si me acuerdo bien en otros tiempos en Londres, siempre eras un hombre aficionado a las damas. -Y a m me parece recordar que t no te quedabas atrs... Recuerdas esa noche en Covent Garden y la bonita pelirroja que ganaste en un juego de naipes? Royce emiti una risa sonora, y durante un rato la conversacin retorn a los tiempos que ambos haban pasado en Londres, con muchas frases como "Recuerdas cuando...?" mientras evocaban estos episodios. Pero finalmente apareci el tema del choque de Dominic con Latimer, y parte del placer de la velada desapareci. Dominic adopt una actitud ms rgida cuando Royce mencion el nombre de Latimer; despus murmur: -En cierto modo me alegra que hayas abordado el tema... en realidad no te culpo, Pero me pareci un poco exagerado que no mencionaras la presencia de Latimer hasta muy poco antes de salir del rea de Baton Rouge. Royce sonri y dijo: -Conozco tu temperamento levantisco, y no quera que lo desafiases a otro duelo... como lo habras hecho Si hubieras sabido dnde estaba. largo rato recordando esa caricatura de establo de la seorita Seymour. El contraste entre las dos construcciones era ridculo, pero quin sabe por qu Dominic no senta placer cuando repasaba las diferencias. Y mientras observaba distrado la espalda ancha y musculosa de uno de sus esclavos, le irritaba descubrir que al mismo tiempo recordaba la primera vez que haba visto a la seorita Seymour, con su cuerpo esbelto inclinado mientras limpiaba uno de los ruinosos pesebres de Willowglen. Furioso, trat de desterrara de sus pensamientos, ms que nada cuando tuvo conciencia de que senta admiracin y simpata. Esa mujer era una zorra obstinada, grosera y dotada de una lengua venenosa! As la record, con un sentimiento hostil. Sin duda estaba satisfecha con su suerte -Dominic se haba mostrado dispuesto a pagar una excelente suma por Locura, y el dinero habra contribuido mucho a aliviar la necesidad que ella afrontaba de trabajar como una maldita esclava! Pero, ella haba aprovechado la oportunidad? No! Esa estpida y pequea arpa ni siquiera le haba permitido ver el condenado caballo, y mucho menos se haba detenido a pensar en la posibilidad de vender el jamelgo! Pens irritado: que chapoteara en la charca incmoda que ella misma se creaba. El no estaba dispuesto a perder un momento ms pensando en ella! Pero comprobaba con un sentimiento cada vez ms intenso que era ms fcil decir eso que hacerlo. De noche, acostado en su cama, recordaba los labios clidos que haban respondido tan apasionadamente a sus besos y el modo en que la esbelta forma femenina se haba unido a su cuerpo duro de hombre. Por qu ella siempre retornaba a la mente de Dominic? Por qu l se preguntaba incluso ahora qu poda opinar Melissa de Mil Robles y
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sus planes relacionados con el futuro? Todo eso era por lo menos irritante, y an ms enojoso cuando rememoraba la ltima imagen de Melissa. A la luz del da su falta evidente de belleza se destacaba todava ms, y sin necesidad de esforzarse l poda evocar el moo apretado y duro que casi le caa sobre la nuca, y los horribles anteojos y el vestido viejo e informe. Por tratarse de un hombre que se enorgulleca de su gusto soberbio para juzgar a las mujeres bellas, un hombre cuyas amantes eran legendarias por su encanto y su atraccin, la reaccin que Dominic haba tenido frente a la seorita Seymour esa noche era incomprensible. Irritado consigo mismo, Dominic jur que terminara con esa ridcula situacin suscitada por la seorita Seymour, y orientara sus pensamientos en una direccin ms agradable... por ejemplo, el xito que obtendra con la explotacin de Mil Robles; o, Si deseaba pensar en las mujeres, por qu no el suave y dcil cuerpo de cierta joven de escasa virtud que resida en Natchez, en una discreta casita propiedad de Dominic... Sonriendo, bebi un generoso trago de vino. S, era mucho ms grato recordar los magnficos encantos de la adorable Yolanda que formular conjeturas acerca de la irritante seorita Seymour. Ahora, en ese hermoso atardecer de junio, Dominic y Royce estaban sentados en la amplia galera que corra a lo largo del frente de la majestuosa casa de dos plantas. Estaban saboreando copas de oporto, despus de haber finalizado una de las sabrosas comidas de la seora Thomas, y conversando distradamente de distintos asuntos. Al ver la sonrisa de Dominic en la penumbra del atardecer, Royce pregunt como de pasada: -Amigo, tienes una sonrisa muy sugestiva en la cara. Algn motivo especial que lo justifique? Dominic deposit su copa sobre la mesa y sonri: -Estaba pensado en cierta paloma de plumaje un tanto manchado que vive en Natchez, y preguntndome si tanto deseo visitarla que estoy dispuesto a abandonar Mil Robles. Royce sonri, en los ojos una expresin estpida. S, ya haba advertido que ltimamente se te ve demasiado casto, y tena curiosidad por saber si habas formulado votos de abstinencia! Si me acuerdo bien en otros tiempos en Londres, siempre eras un hombre aficionado a las damas. -Y a m me parece recordar que t no te quedabas atrs... Recuerdas esa noche en Covent Garden y la bonita pelirroja que ganaste en un juego de naipes? Royce emiti una risa sonora, y durante un rato la conversacin retorn a los tiempos que ambos haban pasado en Londres, con muchas frases como "Recuerdas cuando...?" mientras evocaban estos episodios. Pero finalmente apareci el tema del choque de Dominic con Latimer, y parte del placer de la velada desapareci. Dominic adopt una actitud ms rgida cuando Royce mencion el nombre de Latimer; despus murmur: -En cierto modo me alegra que hayas abordado el tema... en realidad no te culpo, Pero me pareci un poco exagerado que no mencionaras la presencia de Latimer hasta muy poco antes de salir del rea de Baton Rouge. Royce sonri y dijo: -Conozco tu temperamento levantisco, Y no quera que lo desafiases a otro duelo... como lo habras hecho Si hubieras sabido dnde estaba. -Y ahora que s dnde est? -pregunt Dominic en un tono sospechosamente sumiso-. No temes que de todos modos vaya a retarlo a duelo? -No. A veces puedes ser colrico, pero no eres estpido, y abrigo la sincera esperanza de que ahora que te has acostumbrado a la idea de que est aqu, en Amrica, tu sentido comn te impida hacer algo tan absolutamente estpido -replic secamente Royce. Inclinndose hacia adelante en su asiento, continu-: S que nada te agradara ms que perforar el negro corazn de Latimer, y no niego que lo merece, pero de ese modo no conseguiras nada, no cambiaras lo que sucedi entre t y Deborah. La cara sbitamente plida, Dominic dijo con voz seca: -No deseo hablar de Deborah.
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Lo que puedo haber sentido por ella sucedi hace mucho tiempo, y si Deborah se mostr dispuesta a permitir que ese bastardo de su hermano la obligase a contraer matrimonio con un hombre que tena edad suficiente para ser el abuelo, eso significa que ella no era la mujer que yo haba pensado. -Nunca lo fue -observ secamente Royce-. T echaste una ojeada a esa hermosa carita, y te enamoraste, y estuviste dispuesto a entrar en la crcel del matrimonio... y no intentes negarlo. Yo estaba all, y te vi hacer el papel del tonto. -Royce sonri.- Un tonto muy elegante, pero eso no cambiaba la situacin. Dominic se movi inquieto en su silla, con la desagradable sensacin de que en los comentarios de Royce haba muchas cosas ciertas. En efecto, haba estado muy cerca de enamorarse profundamente de Deborah Latimer ese verano en Londres, y hubo un momento, aunque en verdad sumamente breve, en que de hecho contempl la posibilidad de contraer matrimonio... hasta que Julius Latimer destruy todos esos sueos todava no muy bien definidos. Si la breve relacin con Deborah Latimer haba sido la experiencia de Dominic que ms se haba parecido al amor, por otra parte el hermano de la joven haba sido el hombre que llev a Dominic a tener conciencia de un aspecto ms sombro de su propio carcter. La reputacin de Julius Latimer era notoria en Londres. Aunque la sociedad elegante lo toleraba, muchas puertas se le haban cerrado, y por culpa de Julius se haban cerrado tambin para su hermana. Los Latimer eran parientes pobres y lejanos de una familia aristocrtica prestigiosa, y aunque la mayora de los miembros de la sociedad consideraban perfectamente aceptable a la seorita Latimer, opinaban que era vergonzoso que una joven tan tmida y atractiva tuviese por hermano a un individuo tan escrupuloso como Julius. No era solo que Julius estuviese dispuesto a vender a su hermana al mejor postor. Con su nombre se relacionaba ms de un incidente repulsivo. Dominic recordaba muy bien el escndalo que haba estallado cuando Latimer sostuvo un duelo y mat a un joven que acababa de llegar del campo, apenas un jovencito demasiado novato para identificar a un jugador diestro e inescrupuloso como Latimer. Tambin corran desagradables rumores acerca de una mendiga que haba perecido bajo las ruedas del carruaje de Latimer. Dominic fij en la oscuridad la mirada reflexiva. Desde el primer momento Julius le haba desagradado, y casi desde el principio se haba manifestado entre los dos una hostilidad apenas velada. Oh, se mostraban corteses uno con el otro, pero cada uno tenda a describir crculos alrededor del otro, como gatos en guardia, tensos y dispuestos a afrontar el primer gesto de hostilidad del antagonista. Slo cuando Latimer intencional y maliciosamente comenz a volcar en los odos de Deborah perversas mentiras acerca de Dominic, ste comenz a entender bien hasta qu punto Latimer careca de principios, y cun decidido estaba a lograr que su hermana se casara nicamente con el hombre que l eligiese. -Por supuesto, un hombre acaudalado, pero a quien Latimer pudiese controlar. Cuando Dominic descubri la razn que explicaba la sbita aversin que ahora le demostraba Deborah, ya era demasiado tarde para reparar la relacin que los una, pues la mezcla de mentiras y verdades a medias haba sido entretejida con tanta astucia que era imposible desenmaraara. Pero haba obtenido cierta satisfaccin retando a duelo a Latimer. Cuando al fin se enfrentaron, el corazn y el orgullo de Dominic lastimados a causa de las ofensas que Latimer le haban infligido, por primera vez en su vida Dominic permiti que la clera lo dominase -y por eso su disparo haba atravesado el brazo y no el corazn de Latimer. Quebrando el silencio que haba recado sobre ellos, Dominic dijo de pronto: -No deba haber errado el tiro que dispar a ese bastardo! Royce manifest su acuerdo con un gesto de asentimiento. -En todo caso, matndolo te habras salvado del castigo que te infligieron esos canallas contratados por Latimer.
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Dominic se estremeci. La emboscada no slo lo haba dejado lastimado y dolorido durante semanas, sino que haba mellado todava ms su orgullo. Saba, y eso lo inquietaba, que si algunos de sus amigos no hubiesen aparecido en el momento oportuno, los desagradables compinches de Latimer habran terminado su trabajo y lo habran rematado. Pero en voz alta se limit a decir: -Creo que eso es lo que me molesta. Sabemos que fue culpable de lo que sucedi, pero no haba nada que pudiese mostrar-se a un magistrado, y por eso ese hombre est libre como los pjaros. -Puedo soportar su libertad ms fcilmente que su presencia en el saln de mi madre -murmur Royce-. Con mucho esfuerzo consigo tratarlo cortsmente, pero ese hombre tiene entrada libre en todas partes. -Royce frunci el entrecejo.- Intent advertir delicadamente a mi padre que Latimer no es el tipo de hombre a quien uno recibe en su hogar; pero ms all de explicarle que la reputacin de Latimer en Londres era muy negativa, no tengo nada concreto para respaldar mis afirmaciones. En todo caso, el hecho de que sea un disipado muy conocido en Londres le confiere cierta aureola, y mi resistencia a tener nada que ver con l sugiere que soy un campesino que est celoso de su popularidad en el ambiente de los plantado-res locales. -Concluy con expresin cnica:- Nuestra gente se siente fascinada por lo que segn creen es un verdadero caballero ingls que ha venido a visitarnos, estn pendientes de sus palabras, convencidos de que es un rbitro de la moda, un autntico Bello Brummell. El hecho de que abrace tan entusiastamente nuestra causa en esta ridcula guerra contra los ingleses determina que goce de mayor prestigio an entre los caballeros. Y las damas! Lo adoran! -Incluso la seorita Seymour? -pregunt inesperadamente Dominic, y en realidad los dos se sorprendieron ante la pregunta. Con un destello de inters en los ojos, Royce mir a Dominic. -Bien, por qu te interesa saberlo? Maldiciendo su propia lengua indisciplinada, Dominic replic con sequedad: -Mera curiosidad... me pareci que Zachary no lo miraba con malos ojos, y yo... En el rostro de Royce se dibuj una expresin tan divertida y burlona que Dominic lanz una sonora maldicin y dijo con voz tensa: -Oh, no importa! De todos modos, no deseo saber nada! Estoy harto de hablar de Latimer, y con respecto a Deborah ojal que el casamiento con ese anciano y rico conde de Bowden, y la posibilidad de usar el ttulo de "condesa" justifique la penosa obligacin de soportar a un marido medio loco! Royce vacil un segundo, y al fin pregunt: -Dom, realmente has dejado atrs tu enamoramiento juvenil de Deborah? Con una expresin de sorpresa en la cara, Dominic mir a su amigo. -Santo Dios, s! -afirm-. Fue nada ms que un toque de locura, y no tienes que temer que yo est sufriendo en secreto a causa de mi corazn destrozado. Es posible que el asunto me doliese entonces, pero no fue nada serio. -Me alegro mucho de saberlo. Es probable que ms tarde o ms temprano vuelvas a ver a Deborah. -Con voz absolutamente neutra, Royce agreg:- Quiz no lo sabes, pero el conde muri repentinamente, muy poco tiempo despus que l y Deborah se casaran -fue un accidente. Parece que una noche bebi demasiado, cay por la escalera y se rompi el cuello. Muri instantneamente. -Y el querido hermano Latimer estaba presente en ese momento? -Qu extrao que preguntes eso! -Las miradas de ambos se cruzaron en un gesto de perfecta comprensin. Royce dijo:-Haba llegado precisamente esa noche, o por lo menos eso dicen. l descubri el cuerpo, y comunic la mala noticia a su dulce hermana. Dominic lanz una exclamacin de repugnancia. -Y as, Latimer de nuevo consigue lo que desea; no slo vuelve a dominar a su hermana, sino que adems controla una fortuna.
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No es exactamente as. Tengo un amigo en Inglaterra, y me ense una carta muy interesante acerca de todo el asunto, con datos relativos a la distribucin de las propiedades del anciano conde. Por supuesto, el matrimonio no tuvo hijos, y como la mayor parte de la fortuna del conde corresponda al mayorazgo, casi toda fue a manos de su hermano. Lady Deborah qued slo con una pequea pensin... que ser suspendida si ella vuelve a casarse. Una sonrisa sardnica curv los labios de Royce, y Dominic murmur: -De modo que en este mundo hay cierta justicia! -Imagino que as puede decirse -reconoci Royce-. Pero como sucede con todos los gatos, parece que Latimer siempre cae de pie Es posible que se le haya negado la fortuna del conde, pero me temo que an conseguir apoderarse de una fortuna, aunque mucho ms pequea. Con el entrecejo fruncido, Dominic pregunt: -El pagar mencionado por Zachary? No es mi intencin preguntar demasiado, pero no comprendo muy bien la relacin entre Latimer y los Seymour. Y por lo que en efecto s de Latimer, jams tuvo acceso a un monto de ese calibre. -El tenedor original del pagar era el viejo Weatherby, to de Latimer. Cuando Weatherby falleci, la herencia de Latimer fue un pagar vencido hace mucho tiempo, y que segn sospecho permanecer en las mismas condiciones... por supuesto, a menos que Melissa decida casarse. Ante la expresin de absoluta incomprensin de Dominic, Royce se ech a rer y explic brevemente el fideicomiso que su abuelo haba dejado a Melissa, a Zachary y a la madre del propio Royce, es decir Sally. Con expresin un tanto cnica, Dominic murmur: -Y crees que Latimer est dispuesto a esperar dos aos ms antes de apoderarse del dinero? -Bien, no necesita esperar tanto tiempo -dijo framente Royce-. Quiz decida casarse l mismo con Melissa. Quin sabe por qu ignorada razn, la idea pareci sumamente desagradable a Dominic. Se dijo que era porque l se opona a que Latimer consiguiera tan fcilmente una fortuna, aunque por otra parte estaba seguro de que el matrimonio con Melissa Seymour sera un verdadero infierno para cualquier hombre. De todos modos, la idea de que la joven poda casarse con Latimer lo irritaba, e incluso despus de que l y Royce se dieron las buenas noches y se encaminaron cada uno hacia su cuarto, la sensacin de desagrado se prolong. Hasta el extremo de que despert a la maana siguiente con la idea clavada en su espritu; y su humor se agri bastante cuando advirti que de nuevo estaba consagrando demasiado tiempo a pensar en la seorita Seymour. Pero lo que ms lo inquietaba era el hecho de que no poda decidir con exactitud qu aspecto de la unin Seymour-Latimer lo molestaba ms: si la posibilidad de que Latimer alargase sus garras codiciosas y sin duda manchadas de sangre para apoderarse de una fortuna que no mereca, o la posibilidad de que Melissa se casara con una criatura de condicin tan baja. Por Dios, se dijo en el curso de sus meditaciones, antes de permitir que una arpa irritante como ella quede encadenada a un canalla como Latimer, yo mismo estara dispuesto a desposara! Por su cabeza ni siquiera pas la idea de que no senta demasiado inters por oponerse al matrimonio de Latimer con otra mujer cualquiera, excepto Melissa. Cuando entr en el comedor, descubri que Royce ya se le haba adelantado, y que lea una carta mientras beba una taza de humeante caf negro. Royce lo mir y le dirigi una sonrisa. -Mi padre escribe que debera invitarte a retornar conmigo. Dominic sonri y mene la cabeza. -No, gracias! Tengo demasiado qu hacer aqu. Adems, identifico a primera vista a
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los casamenteros, y tu padre tiene cierto brillo en los ojos siempre que menciona el nombre de Melissa, ~ por eso me inquieta! -Ah, s, por supuesto. -Una expresin sospechosamente inocente apareci en la cara bien formada de Royce cuando agreg:- Quisiera saber por qu ella te escribi. -Melissa me escribi? -pregunt Dominic en un tono de profundo asombro-. Con qu propsito? -En realidad, no lo s, pero lleg una carta para ti, escrita por ella, pocos minutos despus de la ma. Por qu no la abres y la lees t mismo? Est al lado de tu plato. Con cierta prisa torpe, Dominic abri el sobre, sintiendo que los latidos de su corazn se aceleraban agradablemente... al principio. Despus, cuando comprendi el objeto de la misiva de Melissa, se le ensombreci el rostro y con voz cargada de desprecio escupi: -Tu prima est loca! Despus de negarse a permitir que por lo menos yo viese su precioso y maldito caballo, ahora propone vendrmelo... por veinticinco mil dlares! Royce enarc el entrecejo, tanto a causa de la absurda oferta de Melissa como a consecuencia de la clera tan extraa de Dominic. -Quisiera saber por qu ha dado este paso -murmur con voz lenta. -No me importa en absoluto por qu lo hace! -gru Dominic-. Pero saldremos esta maana para Baton Rouge. Ir a ver ese condenado caballo antes de que ella cambie de idea... y all le dir exactamente lo que pienso de su ridcula oferta! Veinticinco mil dlares! -rezong-. Sin duda, est loca!
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Dominic acab aceptando la invitacin a cenar, y la comida que los reuni fue singularmente grata. Conoci a Frances Osborne, y comprob que era una mujer muy agradable; tambin Etienne, despus que comprendi que Dominic no retirara de Willowglen a Locura, el animal tan amado por Melissa, se mostr entusiasta y cordial. Y Zachary, tranquilizado porque los sueos y los planes que l y Melissa haban concebido en relacin con el futuro an podan realizarse, se sinti an ms impresionado por la conversacin y los modales desenvueltos de Dominic. Slo Melissa pareci indiferente al encanto natural de Dominic, que elogiaba a Frances por la excelente comida que ella haba servido, y con verdadero conocimiento de causa hablaba de caballos con Etienne y Zachary. Para ella era difcil mantenerse distante, sobre todo porque ahora tena muy buenas razones para sentirse agradecida con el visitante, que le haba dado los medios necesarios para rechazar a Latimer. Pero su decisin de mostrarse indiferente a esa presencia hipntica vacilaba siempre que Dominic le diriga una sonrisa clida y un poco burlona, o que suS ojos joviales encontraban la mirada de la joven. Melissa record sobriamente todo lo que Josh le haba advertido acerca de Dominic, y as haca todo lo posible para desentenderse de los rizados cabellos negros o de la nariz bien formada, o de la boca de labios sensuales. Se dijo sobriamente que ella no seria otra mujer tonta dispuesta a caer en las garras de ese veterano disipado. Pero estaba librando una dura batalla en su propio fuero ntimo -sobre todo cuando recordaba lo que era sentirse oprimida por esos brazos, y el placer embriagador que esa boca jovial le haba deparado.
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Como le desagradaba la tendencia de sus pensamientos desordenados, Melissa mir con el entrecejo fruncido los restos del pollo servido durante la cena. Reconoci deprimida que todo se hubiera facilitado si el seor Slade no hubiese sido tan encantador y atractivo. Y sospechaba que incluso teniendo muy en cuenta las advertencias de Josh, la proximidad del seor Slade sometera a dura prueba las buenas intenciones que ella trataba de afirmar. Al ver el entrecejo fruncido, Dominic interrumpi su conversacin con Zachary y murmur: -Hay algo en mi oferta de una sociedad en relacin con Locura que le desagrada? Melissa se convirti instantneamente en el centro de todas las miradas, y el rubor le ti intensamente las mejillas. -Oh, no -se apresur a decir. Record que deban definir los detalles ms menudos del acuerdo, y agreg: Pero, en efecto, creo que deberamos discutir a solas los aspectos concretos, antes de que usted se retire. La expresin de Dominic revel cierta extraeza. -Su hermano o su to no deberan representarla en este gnero de asuntos? Conozco las circunstancias particulares que la convierten en duea del caballo; pero en este punto, los hombres de su familia no son los ms indicados para resolver la situacin financiera? Melissa rechin los dientes. Saba desde haca mucho tiempo que su padre se haba mostrado muy indulgente al momento de educarla, y de que le haba concedido muchas libertades mientras vivi; pero slo despus que l desapareci ella haba comprendido bien cun escaso era el poder que se le otorgaba para resolver los detalles de su propia vida. Aunque las circunstancias la haban obligado a asumir la carga de las decisiones acerca de Willowglen hasta que Zachary llegase a la mayora de edad, no poda afrontar Pblicamente las transacciones relacionadas con la plantacin sin la ayuda de un hombre -era inconcebible que una mujer hiciera negocios sin la presencia de un hombre que la representara en los Procedimientos judiciales y legales. Era un concepto muy difundido que las mujeres no podan atender sus propios asuntos sin la ayuda de los hombres. Pens en el caos deplorable que haba dejado su padre, y que ella y Zachary deban resolver, y sinti que Perda los estribos. De modo que el seor Slade no crea que ella Poda administrar su propio dinero, verdad? Los ojos color topacio se encendieron en un acceso de sbita clera, y Melissa replic en un tono poco corts a la pregunta de Dominic. -Seor Slade! Locura es mo, y me temo que, le agrade o no, usted deber tratar conmigo si desea comprarlo! Dominic ya estaba familiarizado con las reacciones de Melissa, y pudo advertir los signos de la explosin inminente; pero no resisti la tentacin de burlarse un poco, y murmur muy suavemente: -Es decir, si deseo comprar la mitad del caballo. Melissa no estaba de humor para soportar bromas, pero una dbil sonrisa juguete en las comisuras de los labios. Ponindose de pie con movimientos elegantes dijo: -Si tiene la bondad de acompaarme... Dominic lleg a la conclusin de que la sonrisa de la joven era encantadora, y despus de advertir el sonrojo atractivo de las mejillas de Melissa, antes de que ella se apartase, el visitante se sinti todava ms intrigado. Sin decir palabra, camin en pos de la duea de casa, y su mirada se pos reflexivamente sobre los hombros delgados y la cintura angosta, mientras ella caminaba por el corredor, dos pasos ms adelante. Reflexion divertido: qu tigresa tan orgullosa. Entr en la habitacin que ella haba indicado, y mir alrededor. Sin duda, era la biblioteca, y se trataba de un lugar agradable, aunque all donde se posaba la mirada de Dominic poda hallar indicios de la estrechez en que se debatan los Seymour -desde los sillones de cuero emparchados a las descoloridas cortinas de terciopelo que colgaban de las largas ventanas. Despus que Melissa se sent en un sof tapizado con tela estampada, Dominic ocup
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un silln frente a la joven. Con una tenue sonrisa que curvaba sus labios llenos, pregunt: -Qu aspecto de mi oferta desea discutir? Resentida al ver esa sonrisa medio indulgente, Melissa exclam: -No soy una nia, y apreciara que usted tome en serio esta conversacin, y no me trate como si fuera una retardada. Dominic entrecerr los ojos, y en un tono de voz mucho menos cordial dijo: -Crame, querida, cuando hablo de gastar veinticinco mil dlares, mi actitud es muy seria! Melissa se mordi el labio, y comprendi deprimida que de nada le servira irritar a Dominic. Adems, l no tena la culpa de esta situacin. Sencillamente deseaba no tener tan cabal conciencia de la presencia de este hombre, del modo en que su chaqueta se adaptaba a la ancha espalda, o de esos breeches que se ajustaban perfectamente a las piernas largas y musculosas, mientras l ocupaba el silln frente a Melissa. No contribua a la paz mental de la joven descubrir que sus ojos se sentan constantemente atrados por la cara morena y delgada, y comprobar que se demoraba soadoramente en cada uno de los rasgos del visitante: el arco orgulloso de la cejas, la lmpida claridad de esos ojos grises de expresin burlona, la curva irnica de los labios y la lnea dura del mentn. Con un esfuerzo, retorn al asunto inmediato. Era una cuestin de negocios, y por lo tanto, sentndose an ms derecha en el sof, comenz a preguntar a Dominic acerca del modo en que ambos deban compartir la propiedad de Locura. Mientras Melissa examinaba a Dominic, ste practicaba su propia exploracin, y lo que vea an lo dejaba en la situacin de buscar el motivo de que esa criatura hostil y fea lo indujese a actuar como l lo haba hecho. Realmente, no era bonita, fue su conclusin definitiva, despus de examinar larga y detenidamente los rasgos de Melissa, tratando de imaginarla sin los lentes, sin el moo y sin los labios apretados en ese gesto severo y deprimente; y por mucho que se esforzaba l no consegua imaginarla de otro modo: es decir, una solterona un tanto gris. Entonces qu lo fascinaba as? Era un interrogante que no alcanzaba a resolver, y a Dominic le desagradaban profundamente las preguntas sin respuesta. Pens colrico: toda la situacin era absurda! Melisa no era bonita. A l no le agradaba, y sin embargo, estaba dispuesto a gastar una buena suma de dinero porque tema que ella estuviera afrontando dificultades con Latimer. En su fuero intimo, Dominic rezong: qu clase de estpido era l mismo. No era un hombre altruista. Nunca le haba interesado especialmente la suerte de sus semejantes, pero esa mujer... esa mujer lo inquietaba y lo mova a adoptar posturas extraamente protectoras. Demonios! Con su dinero haba comprado slo la mitad de un condenado caballo! Y eso porque habla visto cunto amaba Melissa a Locura, y no haba tenido el valor de torturara ms. De pronto, concibi la desagradable idea de que l haba tenido otra motivacin: si era socio de la seorita Seymour, pareca muy natural que pasaran reunidos bastante tiempo, y por cierta razn incomprensible, Dominic descubri que deseaba precisamente eso! En la seguridad total de que ya estaba chocheando, Dominic comenz a proponer varios mtodos que facilitaran que ambos compartiesen la propiedad del animal. Melissa pareci adoptar una actitud razonable en el asunto, y formul muy pocas objeciones a las propuestas de Dominic. Un tanto suspicaz en vista de esa actitud sumisa, Dominic se pregunt qu estaba pasando Por la mente de Melissa. Como ahora se debata con el importante problema de pedir a Dominic que le pagase la suma total dentro de las veinticuatro horas, Melissa escuchaba slo a medias lo que l deca. Cuando Dominic call, de pronto Melissa dijo: -Puede pagarme maana el dinero? En oro? Si Dominic alimentaba dudas acerca de la intervencin de Latimer en el asunto, este pedido las disip. Latimer seguramente estaba exigiendo el pago, y deba haber fijado el primero de julio como fecha de cancelacin de la deuda; si no reciba entonces el dinero,
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probablemente iniciara alguna accin a la cual Melissa no poda oponerse. Conociendo a Latimer, Dominic se forj una idea bastante cabal de la naturaleza de esa accin, aunque simplemente no poda entender por qu Latimer haba puesto los ojos en una mujer que posea tan escaso atractivo. Despus, esboz una mueca. Si ella haba fascinado involuntariamente a Dominic Slade, era obvio que poda haber seducido del mismo modo a Latimer. Pero el pedido de Melissa de que se le pagara en oro al da siguiente originaba un problema. Dominic era rico, pero disponer de esa clase de dinero metlico en el lapso fijado era casi imposible. Vacil, y despus dijo directo: -Dudo mucho de que pueda realizar arreglos con tal rapidez, pero puedo asegurar que tendr su dinero antes de que termine la semana. -La mir a los ojos, y eligiendo con mucho cuidado las palabras agreg:- Estoy seguro de que cualquier... acreedor que est reclamndole el pago no lograr promover medidas importantes antes de que usted reciba el dinero. Melissa volvi los ojos hacia Dominic, y su asombro y su temor fueron evidentes en la expresin de su cara. Trag dificultosamente, y despus pregunt en voz baja: -Cmo sabe que necesito el dinero para un... un... acreedor? Como al descuido, Dominic replic: -No es ms que una conjetura, querida; no se preocupe. -Impulsado por algo que l mismo no poda explicar, se puso de pie y se detuvo frente a ella. Inclinndose hacia adelante, tom una de las manos de Melissa, que descansaba sobre su regazo, y sostenindola con la suya, murmur:- Si en algo puedo servirla... Las palabras de Dominic eran tan tentadoras que durante un momento de desequilibrio Melissa contempl realmente la posibilidad de hablarle de la indigna oferta de Latimer; pero tema excesiva conciencia de la turbadora proximidad de Dominic, y no poda pensar con claridad. Sinti la mano clida y fuerte de Dominic, y Melissa tuvo la sensacin de que sus propios dedos cobraban una vida especial nada ms que por el contacto con l, y de que los latidos de su corazn se aceleraban locamente. Temerosa de que l entreviese el tumulto que estaba provocando, apart nerviosamente la mano y balbuce: -Oh, gracias, pero eso no es necesario. l no pareci convencido, pero no poda obligarla a formular confidencias, y con un negligente encogimiento de hombros se apart de Melissa. La posibilidad de continuar la conversacin a solas desapareci cuando Zachary entr en la habitacin un momento despus. Los tres conversaron amistosamente varios minutos ms, y finalmente Dominic y Melissa firmaron un acuerdo que inclua las condiciones de la venta. Con el documento bien guardado en el bolsillo de su chaleco, Dominic se despidi. Estaba complacido con los resultados de la entrevista; pero al mismo tiempo senta cierta turbacin. Lo contrariaba saber que Latimer era el hombre que en definitiva se beneficiara con la asociacin entre el propio Dominic y la seorita Seymour, y su mente buscaba el modo de frustrar los planes de Latimer... Cuando lleg a su habitacin de la taberna, Dominic encontr a Royce esperndolo, y resignado a las burlas que sin duda soportara, explic brevemente a su amigo lo que haba hecho. La sonrisa de superioridad que curv los labios de Royce indujo a Dominic a cerrar los puos, pero en definitiva una sonrisa renuente se dibuj en su propia cara. -Enloquec -reconoci-. Y no necesito que me lo digas! El gesto de total acuerdo de Royce en nada contribuy a la autoestima de Dominic, pero durante los pocos minutos siguientes escuch con buen humor los regocijados comentarios de Royce acerca de "los individuos sin sesos" y "las decisiones absurdas". Pero en definitiva Royce suspendi sus comentarios burlones y mencion la razn de su visita. -Mi padre te invita a cenar con nosotros esta noche. -Despus de dirigir a su amigo una sonrisa renuente, Royce agreg:-No le agrad que prefirieses un lugar pblico en lugar de
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Oak Hollow, pero creo que si vienes a cenar tu actitud calmar su orgullo herido. Dominic acept la invitacin, y poco despus los dos amigos se prepararon para salir. Acababan de montar sus caballos cuando Dominic alcanz a ver brevemente la figura de un caballero que entraba en la taberna. Frunciendo el entrecejo, mir finalmente la entrada, y al ver su expresin Royce pregunt: -Qu sucede? Algo est mal? -No lo s -contest Dominic con voz grave-, pero yo jurara que vi entrar a Latimer. Royce se encogi de hombros. -Y qu hay con eso? Qu piensas hacer al respecto? Por Dios, ese hombre tiene derecho de entrar en una condenada taberna! Dominic insinu una mueca, perfectamente consciente de la verdad de lo que Royce deca. Sin hablar ms, desvi su caballo y enfil hacia Oak Hollow. Pero no poda apartar de su mente al hombre a quien haba visto. Era Latimer? Lo que era incluso ms importante, Latimer haba ido a ver a Melissa esa misma noche? La respuesta a ambas preguntas era afirmativa. En efecto, Dominic haba visto a Latimer entrando en la taberna, y no lo habra complacido mucho saber que Latimer se alojaba en una habitacin que estaba a cinco puertas, sobre el mismo corredor que usaba Dominic, es decir la habitacin nmero tres. Dominic se habra sentido aun ms desagradado al descubrir que una vez que Latimer obtuvo alojamiento por esa noche, se haba sentado y redactado una nota que deba ser entregada un rato despus a la seorita Melissa Seymour. Con verdadero placer y lasciva expectativa, Latimer escribi el texto que informaba a Melissa que l estaba en Baton Rouge, y que aguardaba ansioso el momento de reunirse con ella. Con una sonrisa maliciosa en los labios, escribi deprisa que antes de arreglar las condiciones del pago, l deseaba verla para resolver los detalles definitivos. Con letra apenas descifrable inform a Melissa que esa noche estara en la taberna, en la habitacin nmero tres, y que convena a la joven verlo sin ms tardanza para asegurarse de que tenan un acuerdo perfecto acerca de las "condiciones del arreglo". Era una misiva insultante, y cuando la ley poco despus, ese mismo da, Melissa se estremeci de repugnancia. Haba previsto que recibira un mensaje de Latimer, de modo que la llegada de la nota fue para ella casi un anticlmax. Sentada en un silloncito de su dormitorio, reley la carta, y experiment un profundo agradecimiento por el seor Slade, que la haba visitado ese mismo da, y porque, gracias a la generosidad de Dominic, Latimer ya no era una amenaza para su virtud femenina o para su paz mental Si Slade hubiese ignorado la carta de Melissa, o hubiese respondido tardamente, o se hubiese negado a pagar el exorbitante precio... Melissa sinti seca la garganta nada ms que al pensar en lo que habra sentido si reciba la carta de Latimer sin la conciencia reconfortante de que podra pagarle en monedas de oro hacia el fin de la semana. Permaneci sentada en la habitacin, sola, largo rato, mirando con ojos inexpresivos la nota de Latimer, y pensando inquieta que haba estado muy cerca del desastre, y que muy bien hubiera podido verse forzada a aceptar las degradantes condiciones de Latimer, si Dominic no se hubiese mostrado dispuesto a aceptar el precio inaudito que ella reclamaba por Locura. Una suave sonrisa curv sus labios al pensar en Dominic y en su generosidad. Durante varios instantes se sumi en una imprecisa ensoacin, recordando la sonrisa de Dominic y el modo en que sus ojos grises hablan parpadeado con un sentimiento de alegre broma. Despus, con un suspiro pesaroso rechaz esas tontas reflexiones, y concentr sus pensamientos en el tema inmediato. Reley la parte en que Latimer deca que deseaba verla esa misma noche. Melissa se pregunt suspicaz: Por qu? Qu se propona? Sumamente desconfiada de ese hombre, Melissa consider diferentes razones que podan hacer imperativo que l la viese esa misma noche, pero no atin a encontrar una explicacin satisfactoria al pedido... excepto que quizs l habla decidido vanagloriarse de lo que segn supona era la situacin sin salida de
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Melissa. Los ojos de la joven relampaguearon arrojando chispas de clera, y ella contempl la posibilidad de dejarlo esperar toda la noche. Pero despus apret los labios. No se atreva a ignorar el pedido. -Qu sucedera si l se cansaba de esperar y apareca en Willowglen exigiendo verla? Un estremecimiento le recorri el cuerpo. Si Latimer despertaba las sospechas de Zachary... Examin de nuevo la carta, tratando de descifrar la escritura de Latimer, para saber si la habitacin era el nmero tres o el nmero ocho. Despus de un examen atento, lleg a la conclusin de que era el ocho. Dej a un costado la carta, se puso de pie y se detuvo frente al espejo, y empez a cepillarse distradamente los cabellos largos y ondulados. Se los haba lavado despus de la partida de Dominic, y ahora caan sobre sus hombros formando lustrosos rizos color de miel, y las hebras sedosas relucan con vida propia. El cepillo le provocaba una sensacin agradable mientras ella lo pasaba rtmicamente sobre la cabellera, con la mente todava ocupada en la nota de Latimer. Por qu no poda verlo esa misma noche? Sera un placer tan intenso mirar su cara cuando rechazara su repugnante oferta! Cuanto ms contemplaba el asunto, ms le agradaba la idea. Por qu no? l la haba humillado, la haba obligado a escuchar sus srdidos planes. Por tanto, qu impeda que ella se complaciera obligando a Latimer a escuchar lo que tena que decirle? Por qu tena que esperar hasta el da siguiente? Sonri dbilmente, al imaginar el sufrimiento de Latimer y -as lo esperaba- su decepcin cuando descubriera que ella no se convertira en su amante. Una vez que adopt su decisin, dedic unos minutos ms a planear el modo de entrar sin ser vista en el pueblo, y de llegar a la habitacin de Latimer sin provocar un terrible escndalo. Ni quera pensar en lo que sucedera si se descubra que ella haba ido sola, de noche, a una taberna y que, lo que era todava ms chocante, haba estado en la habitacin de un hombre a solas con l! Latimer no haba mencionado determinada hora de la noche, de modo que ella poda retirarse ostensiblemente con el propsito de acostarse temprano; despus, saldra a escondidas de la casa e ira a caballo al pueblo sin que nadie lo supiese. Esa parte de su plan concebido deprisa no la inquietaba. La parte ms difcil era entrar en la habitacin de Latimer. Era difcil que ella pudiese atravesar como al descuido el sector principal de la taberna. Pero se le ilumin el rostro cuando record la escalera exterior de la taberna. La haban construido precisamente para resolver situaciones como la que ahora afrontaba Melissa -para permitir el acceso discreto a los ocho pequeos cuartos del primer piso, alquilados a diferentes personas. Melissa se dijo satisfecha que no tendra dificultades para entrar y salir sin ser vista. Con una sonrisita complacida, examin l interior del antiguo armario de caoba instalado en un rincn de su habitacin. All haba pocos vestidos, y ciertamente ninguno le interesaba demasiado. Su sonrisa se desvaneci. Deseaba ofrecer el mejor aspecto posible cuando enfrentase a Latimer. Ansiaba que l comprendiese lo que haba perdido. No era una actitud muy simptica en ella, pero no era extrao que deseara verlo sufrir despus de toda la angustia que l le haba provocado. Si ella pareca deseable cuando le dijera lo que opinaba de su repulsiva oferta... bien, tanto mejor. Su mano roz un viejo vestido de seda color mbar, y con repentino inters ella lo retir del armario. Se lo prob, y contempl su imagen reflejada en el espejo de pie. Pens que le sentara admirablemente, mientras observaba el modo en que la pechera apretada casi obligaba a su busto a desbordar la suave tela. Tena el vestido desde haca mucho tiempo -su padre lo haba trado desde Inglaterra- y aunque era un poco estrecho para ella, no poda decidirse a desecharlo. El vestido le sentaba bien, y atraa la atencin sobre sus blancos hombros y el busto blanco, y el matiz mbar de la seda confera a los cabellos de Melissa el
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aspecto de la miel tibia, y acentuaba el fulgor topacio de sus ojos. Gir sobre si misma frente al espejo de pie, y la complaci el modo en que la seda se desplegaba a partir de la cintura alta, y cmo la falda llena se esponjaba alrededor del cuerpo. Quizs el vestido era viejo, e incluso poda caerle poco apretado, pero era la prenda ms atractiva que tena, y la usara esa noche. La ejecucin de su plan fue demasiado fcil, y la conciencia le remordi cuando todos se inquietaron apenas ella afirm que tena jaqueca y anunci que se retiraba temprano. Con dedos temblorosos dej a un lado la fea prenda que haba usado durante el da, y se puso deprisa el vestido de seda mbar. Cepill por ltima vez sus cabellos, y despus de ponerse una gastada capa con capucha, de terciopelo marrn, abri la puerta y se asom al largo corredor. Estaba desierto. Descendi deprisa y una vez afuera sinti que el corazn le lata desagradablemente. Necesit pocos minutos para llegar a los establos y ensillar una de las yeguas. Cuando lleg al camino principal se tranquiliz un poco, y emiti un hondo suspiro de alivio. Lo haba conseguido! Nadie la haba visto. Ahora, en busca de Latimer... Cuando un rato despus lleg a Baton Rouge, trat de mantenerse protegida por las sombras, aterrorizada ante la perspectiva de que alguien pudiera verla y reconocerla. Felizmente, la taberna estaba cerca del lmite del pueblo, y Melissa se apresur a buscar la proteccin de las sombras que se proyectaban detrs del ruinoso edificio de madera de dos plantas. Despus de desmontar, Melissa at deprisa el animal a un roble prximo, y con pasos nerviosos se acerc a la taberna. El corazn comenz a latirle dolorosamente cuando rode el edificio y encontr la estrecha escalera que llevaba al primer piso. Una cosa era pensar en enfrentarse con Latimer desde la seguridad de su propia casa, y otra entrar audaz en su habitacin. Vacil, de pronto desalentada porque lo que estaba haciendo era no slo peligroso sino impropio. Casi se volvi, pero al recordar la amenaza que se cerna sobre Zack si Latimer llegaba a Willowglen a una hora inadecuada y de mal humor, decidi seguir adelante. Nadie la descubrira, y tampoco le convena a Latimer que se conociera que ella haba estado all. Diran que era un canalla de la peor especie, y Melissa sospechaba con razn que ese hombre prefera que todos continuaran creyndolo "un encantador ingls". Apelando a todo su coraje, subi deprisa la escalera, no fuese que decidiera cambiar de idea. La puerta cruji cuando Melissa la abri, y ella sinti que el corazn casi le estallaba. La cara oculta por la capucha de la capa, Melissa pas al estrecho corredor apenas iluminado. Vio aliviada y complacida que la habitacin nmero ocho responda a la primera puerta, y entonces todas las reservas que haba sentido desaparecieron. Una virtuosa indignacin se apoder de ella al recordar lo que Latimer haba intentado hacerle, y con un destello belicoso en los ojos color oro abri la puerta y se aprest a dar batalla. Vio desalentada que la habitacin estaba en sombras y vaca. Un tanto desconcertada, entr a tientas, y busc durante varios minutos tratando de encontrar una vela y encendera. A la luz parpadeante de la vela mir alrededor. Era un cuarto muy pequeo, lo mismo que todas las restantes habitaciones de la taberna; esos recintos privados se parecan ms a cuartos de escobas que a verdaderos dormitorios. Pero la cama estaba bien hecha, y la cubra una alegre manta de retazos amarillos y verdes, y se habla agregado una tosca silla de pino y un minsculo estante para las velas, como comodidades suplementarias. Un poco desanimada porque su presa haba desaparecido, Melissa deposit la vela en el estante. Ahora que estaba aqu, parte de su nerviosismo estaba disipndose, y en cambio se acentuaba la clera provocada por los prfidos planes de Latimer. Recorri el escaso espacio libre del cuarto, repasando las palabras hirientes que arrojarla a la cara del seor Julius Latimer tan pronto abriese la puerta. Pero como pas el tiempo y no hubo signos de la presencia del ingls, Melissa se cans de caminar de un extremo al otro, y se sent en la silla
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de pino, las manos convertidas en puos y descansando sobre el regazo, mientras continuaba esperando. No tena modo de decir qu hora era, pero comprendi que estaba all desde haca un buen rato, y comenz a preguntarse si haba interpretado mal la nota de Latimer. No la haba trado consigo, pero despus de repasara mentalmente, lleg a la conclusin de que no la habla interpretado mal. A medida que pasaba el tiempo sin que Latimer apareciera, la clera inicial que haba impulsado sus actos gradualmente se disip. De pronto sinti deseos de bostezar, y mir con ansia la cama. Cunto tardara Latimer? Melissa se lo pregunt medio irritada, medio fatigada. Pens que el ingls proceda as intencionalmente, sin duda con la esperanza de que la prolongada espera actuara sobre los nervios de Melissa y la intimidara. Enderez los hombros cados. Por Dios! Le demostrara que esos pequeos trucos no la afectaban! Pera ahora bostez de nuevo, y pens que no perjudicara a nadie si usaba la cama. No se dormira -estaba demasiado nerviosa e irritada para llegar a eso- pero podra descansar la cabeza unos minutos. Convencida del acierto de su idea, y utilizando la capa como manta, se acost en la cama. Sin advertirlo siquiera, se le cerraron los prpados, y pocos minutos despus estaba profundamente dormida, los cabellos dorados distribuidos sobre la almohada, la vieja capa deslizndose al costado de la cintura, y revelando la suave curva de sus pechos, que escapaban del vestido de seda color mbar. Abajo, en el saln principal de la taberna, Dominic, Josh y Royce, estaban cmodamente sentados alrededor de una tosca mesa de roble, saboreando la ltima de varias copas de brandy que haban consumido durante la velada. Despus de la cena en Oak Hollow, los tres hombres haban retornado a la taberna para festejar la compra de Locura por Dominic. Josh se haba sentido sumamente complacido por este sesgo de los acontecimientos, y se sinti aun ms feliz cuando supo que Dominic compartira con Melissa la propiedad del corcel -todo lo que uniese a Dominic con Melissa pareca excelente a Josh! Por supuesto, Dominic haba tenido que soportar muchos comentarios jocosos de los dos Manchester, as como bromas acerca de sus "intenciones" respecto de Melissa. Dominic haba soportado todo con su acostumbrado aplomo, pero algunos comentarios calaron hondo, y lo indujeron a preguntarse inquieto cules eran realmente sus intenciones con respecto a la desconcertante seorita Seymour. Pero a medida que avanz la velada y que l se enton cada vez ms con las muchas copas de brandy, en realidad no le import la posibilidad de avanzar inexorablemente por un camino que haba jurado evitar a toda costa. Melissa lo fascinaba, no poda negarlo, pero por qu era un interrogante aun ms grave que el hecho de que lo atrajera. No poda explicar sus actos ni siquiera ante s mismo, y con un suspiro desech ese aspecto especfico y desconcertante de la situacin, y volvi a atender lo que Royce estaba diciendo. -No puedo creer que en realidad te haya vendido el caballo. Ni siquiera la mitad del caballo! -dijo Royce con expresin escptica. Dominic le dirigi una sonrisa. -Dudas de mi encanto y mi seduccin frente a las damas? Con una sonrisa en los labios, Royce mene lentamente la cabeza. -Eso nunca! -reconoci riendo-. Cuando decides que quieres algo, son pocos, varones o mujeres, dispuestos a negarse. -Tal vez -replic Dominic con voz neutra-. Pero puedo decirte que cuando vi ese caballo habra hecho todo lo que estaba a mi alcance para poseerlo. Estaba decidido a lograr, de un modo o de otro, que tu prima me lo vendiese. -Pero a qu precio! -exclam Josh-. He odo decir que usted es un excelente hombre de negocios, pero debo confesar -continu Josh con una sonrisa- que abrigo serias dudas acerca de su capacidad para concertar un buen negocio despus de la experiencia de esta maana.
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Dominic sonri. No poda discrepar con Josh... Tambin l tena graves dudas acerca de su propia cordura en los ltimos tiempos! Y con respecto a lo que haba hecho por la maana, no tena respuesta ni excusas. Encogindose de hombros, dijo secamente: -Sea como fuere, hice lo que me haba propuesto hacer. -La mitad de lo que te propusiste hacer -le record Royce con un destello perverso en los ojos. -Muy bien, la mitad, pero -dijo airosamente Dominic-quin sabe... tal vez en definitiva no deba pagar esa suma. Fue una afirmacin al pasar, formulada sin pensar ni razonar, pero Josh se arroj sobre ella. -Cmo? -pregunt-. Y cmo es eso? Tiene otras ideas acerca de mi sobrina? En su fuero intimo, Josh opinaba que esa copropiedad del caballo sugera una declaracin inminente, y la desaprensiva observacin de Dominic vino a confirmar esa idea. Por supuesto, el joven Slade en definitiva no tendra que pagar la suma total -por lo menos si se casaba con Melissa! Y vala la pena tenerlo en la familia. Ojal que lo lograra! Royce no estaba demasiado interesado en los planes o ausencia de planes de Dominic con respecto a Melissa, e inclinado sobre la mesa pregunt con gesto burln: -Dnde est ese acuerdo que firmaste hoy con Melissa? Quiero ver con mis propios ojos la prueba de que en efecto hiciste ese ridculo trato. -Est arriba, en mi cuarto. Si realmente deseas que lo traiga, lo har, pero no lo creo necesario -De mala gana, agreg:-puedo asegurarte que en efecto hice ese "ridculo trato". -No haba olvidado que cuando estaba bebido Royce era muy obstinado, de modo que como el joven insistiera obstinadamente en que deseaba ver el acuerdo, Dominic acept sin protestas. Se puso de pie y dijo:- Muy bien, lo traer. Pidan otra vuelta de copas mientras voy a mi cuarto. Con una sonrisa levemente cnica en los labios, subi por la escalera y camin por el corredor en direccin a su cuarto. Ya estaba adentro y revisaba su maleta cuando de pronto advirti el resplandor de la vela que arda sobre el estante. Enderez el cuerpo, y mir asombrado a la hermosa criatura que dorma con absoluta despreocupacin en la cama. Casi sin creer en lo que vea, como un hombre aturdido, se acerc lentamente, detenindose a pocos centmetros del borde de la cama. Sobrecogido por la urea belleza que se le ofreca a la mvil luz de la vela, contempl a la durmiente, y su mirada recorri los abundantes cabellos color miel extendidos en desorden sobre la colcha, antes de descender a la blanca superficie de piel sedosa que desbordaba sugestiva el lmite del vestido. No poda apartar los ojos del suave movimiento de ascenso y descenso del busto de la mujer, pero finalmente, con cierto esfuerzo, se impuso mirarle el rostro, el mentn firme y la boca llena y tentadora, y la nariz deliciosamente respingada, y las cejas espesas que descansaban como abanicos negros sobre los huesos delicados de los pmulos. Era realmente seductora, se dijo casi atontado, pero, qu demonios estaba haciendo en su cama?
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SEGUNDA PARTE
Para decir la verdad, El matrimonio es un mal, pero necesario. Fragmento menor no identificado -Menandro
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Dominic no pudo recordar cunto tiempo haba estado all, contemplando la forma inconscientemente seductora acostada en la cama; slo supo que a medida que pasaban los minutos, tena una conciencia cada vez ms definida de la respuesta espontnea de su propio cuerpo a la proximidad de esa mujer. El deseo, intenso y apremiante, le recorra el cuerpo. En su mente se sucedan las visiones del acto de amor con ella, de los besos depositados sobre sus labios provocadores, de sus propias manos que apartaban la tela que protega el busto de la mujer. La intensidad de su reaccin ante la mera visin de esa criatura innegablemente sugestiva le recordaba con fuerza extraordinaria que haban pasado semanas desde la ltima vez que haba yacido en brazos de una mujer y tambin le recordaban las burlas de Royce acerca de su estado de castidad. De pronto comprendi, y no tuvo ms remedio que sonrer. Por supuesto... Royce la haba enviado all, y despus se las haba ingeniado para inducirlo a regresar a su cuarto donde tendra que encontrarse con esa exquisita sorpresa. Mientras miraba de nuevo las curvas tentadoras que se destacaban claramente gracias al vestido estrecho y anticuado, una expectativa sensual aguijone su vientre. Con una sonrisa perezosa en los labios, se sent distradamente en la silla de pino, y con el pensamiento concentrado en los dulces encantos que muy pronto se le ofreceran, se quit las botas. Sigui la chaqueta, y la elegante corbata y el chaleco bordado; pero entonces, demasiado ansioso para terminar de desvestirse, se aproxim a la cama, y durante un instante se pregunt cmo se las haba ingeniado Royce para hallar una belleza as. En realidad, poco le importaba -estaba aqu, y l la deseaba. Se recost suavemente al lado de la mujer dormida, y le roz el cuello y la oreja, y con la mano le acarici el hombro. Ola deliciosamente, a luz de sol y lavanda, y l se sorprendi al comprobar cmo esos aromas normales podan ser potentes afrodisacos. El deseo de conocer las delicias de ese cuerpo imprimieron un ritmo agitado a la sangre que flua por sus venas. Cuando no obtuvo respuesta al roce apenas insinuado, Dominic acarici suavemente con la legua el lbulo de la oreja femenina, y murmur: -Despierta, bella durmiente. Melissa oy apenas las palabras, y se debati para emerger del sueo profundo en que haba cado. Poco a poco cobr conciencia del entorno. Haba estado soando con Dominic, con que Dominic la besaba, y cuando abri los ojos y vio la cara del hombre exactamente encima, casi le pareci que era parte de su sueo. Los ojos dorados de Melissa, somnolientos e inconscientemente seductores, se agrandaron un poco y una sonrisa adormecida se dibuj en sus labios. -Ests aqu -murmur con voz ronca, an no del todo despierta. Dominic estaba realmente seducido. Dormida era hermosa, pero despierta... Los ojos grises de Dominic, la mirada clida y acariciadora, recorri los rasgos de la joven, los desordenados rizos dorados, las pestaas negras y sedosas y los ojos color topacio levemente almendrados. Despierta, ella era sin duda la mujer ms seductora que l haba visto jams, y la mirada de Dominic recorri la curva suave y fascinante de los labios de Melissa. Y sin embargo, mientras la contemplaba, se sinti turbado por una esquiva sensacin de familiaridad -como si la hubiese visto antes y hubiera debido conocerla. Dese tener la cabeza ms clara, pens que hubiera sido mejor no beber tanto alcohol esa noche, y frunci el entrecejo. Finalmente, lleg a la conclusin de que no la conoca. Habra debido recordarla! Al ver ese entrecejo fruncido, Melissa apart con un rpido movimiento el rizo de ondeados cabellos negros que insistan en caer sobre la frente del hombre. -Sucede algo malo? -pregunt, mientras los restos de su sueo continuaban girando
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perezosamente alrededor de su cerebro. Dominic mene la cabeza. -Por ahora no -murmur con voz espesa y acerc su boca a la de Melissa. Un fuego muy dulce estall en el cuerpo de Melissa ante el contacto de los labios hambrientos de Dominic, y ahora sin que ella lo hubiese decidido, rode con los brazos su cuello, y lo acerc ms a ella. l la bes con ms fuerza, y Melissa ni siquiera pens en rechazarlo cuando la lengua de Dominic comenz a introducir-se en la boca femenina; Melissa abri ansiosamente los labios, dcil a la posesin que l buscaba. Un gemido de placer brot de los labios de Dominic, y l apart su boca de la boca de Melissa, y comenz a depositar besos clidos e intensos descendiendo por el cuello de la joven, mientras deca con voz ronca: -Dios mo, eres una bruja...! Me enloqueces! Sintindose tambin ella un poco loca, con una expresin soadora en la cara, Melissa acarici la cabeza de cabellos oscuros, regodendose en el placer mismo de tocarlo, de que l la tocase. Ni por un momento quiso despertar de ese estado de felicidad, no quiso abrir los ojos para descubrir que era slo su imaginacin. Los labios hambrientos de Dominic encontraron otra vez los de Melissa, y ella ces de pensar, consciente nicamente del sabor y el olor de l, el tierno anhelo que se acentuaba cada vez ms en ella misma. Incluso cuando las manos de Dominic diestramente abrieron el vestido y ella sinti que la prenda se deslizaba de la cintura y que la enagua segua el mismo camino, no pudo creer que esto era algo ms que un sueo. Y como era un sueo, poda hacer lo que quisiera, y eso inclua tocarlo libremente y sin sentir vergenza, de modo que sus dedos ansiosos abrieron la camisa de edredn blanco, y tocaron la piel desnuda del hombre. Era excitante sentir los brincos de su corazn mientras sus manos recorran el cuerpo de Dominic, excitante tocar la carne tibia, explorar el pecho duro y musculoso, y descubrir los pezones endurecidos rodeados de spero vello negro. Era incluso ms emocionante escuchar el ronco gruido de placer cuando las manos de Melissa descendieron audazmente, y su propio corazn martill ante la conducta desenfrenada que ahora exhiba. Los dientes de Dominic apresaron suavemente el labio inferior de Melissa. -No hagas eso! -exclam Dominic con esfuerzo-. No me excites...! Ya estoy completamente preparado sin necesidad de nada ms. Una sonrisa felina de satisfaccin se dibuj en la cara de Melissa, y con un suspiro arque an ms el cuerpo, ansiando que l la tocara, que la explorase como ella lo exploraba. Pero cuando l acept la ostensible invitacin y su mano clida se cerr sobre el pecho femenino, Melissa no estaba preparada para la brusca oleada de placer que le inund el cuerpo. Con movimientos suaves esos dedos expertos presionaron y acariciaron el seno, mientras Melissa yaca all, jadeante y aturdida por las sensaciones erticas originadas en ese sencillo acto, y su carne pareca vibrar entre las manos de Dominic, y los delgados tentculos del deseo quemaban su sangre. Y cuando l baj la cabeza y sus labios buscaron hambrientos el pezn tenso y se cerraron sobre l, y su lengua lo recorri premiosamente, Melissa pens impotente que nada poda ser tan maravilloso. Pero se haba equivocado. Los dientes de Dominic rozaron levemente las puntas inflamadas, y un suave gemido de placer escap de los labios de Melissa. Dominada por sentimientos que medio la excitaban y medio la asustaban, ella aferr los cabellos oscuros de Dominic, deseando ms, y sin embargo ignorando qu buscaba. Nunca haba sentido as, jams haba credo que era tan fcil excitar esas honduras de placer y anhelo, movilizadas tan rpidamente por el toque masculino. Haba una sensacin tensa, casi dolorosa, centrada en la unin de sus muslos, e inconscientemente sus caderas se apretaron ms contra la longitud considerable y potente de Dominic. Riendo por lo bajo, Dominic soport el roce exquisito del otro cuerpo contra el suyo, la sensacin de la carne sumisa casi lo desenfren. Haba deseado saborear esa primera unin, de modo que los dos llegaran lentamente al placer definitivo e irreflexivo, quera
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besar y acariciar cada centmetro del cuerpo embriagador que se mova tan salvajemente bajo el suyo, pero los reclamos de su propio cuerpo y la atraccin irresistible de esa dulce desenfrenada se lo impidieron. Alzando la cabeza unida a los pechos de Melissa, clav en la cara de la joven los ojos enturbiados por la pasin. Con una sonrisa sensual en los labios, Dominic dijo: -Veo que lo mismo que yo ya no puedes esperar... pero, mi dulce bruja, me temo que esta vez actuar con vergonzosa rapidez... Su mirada acariciadora recay sobre el busto desnudo, sobre los pezones de duro coral, y el espasmo demasiado intenso le provoc un temblor y un gemido de derrota. Su boca se pos sobre la de Melissa, sus labios la presionaron intensamente, y las manos de Dominic alzaron la falda de seda en un movimiento casi violento. l la deseaba con ansia insoportable, apenas poda prolongar un segundo ms esa tierna tortura, y movindose apenas desliz su cuerpo duro y lo puso entre los muslos de la joven. Los ojos de Melissa se abrieron impresionados cuando sinti la forma inequvoca que presionaba ntimamente entre sus muslos. Slo los breeches de Dominic separaban su carne desnuda del cuerpo de Melissa, y de pronto, horrorizada, comprendi que eso no era un sueo. Era real, y estaba sucedindole en ese mis-tilo instante! La realidad le provoc un estremecimiento, y los episodios de la velada pasaron veloces ante sus ojos, y un temor que no se pareca a nada de lo que ella haba sentido antes, entumeci los ardientes anhelos de su cuerpo. Cuando los dedos inquisitivos de Dominic encontraron los apretados y pequeos rizos entre las piernas de Melissa, una exclamacin que era mezcla de temor y placer brot de sus labios. Pero el miedo era de lejos el sentimiento ms intenso, y Melissa comenz a debatirse frenticamente para escapar de las caricias seductoras, y apart sus labios del beso que medio la incitaba y medio la lastimaba. Ninguno de los dos escuch el dbil llamado a la puerta, y el ruido cuando se abri sbitamente, en el momento mismo en que Melissa exclamaba desesperada: -Oh, basta! -sus manos ya no acariciaban los cabellos negros, y la joven haba comenzado a golpear la espalda de Dominic con los puos cerrados-. Oh, se lo ruego, detngase ahora mismo! Royce permaneci como transfigurado en el umbral, incapaz de creer lo que vea. La voz cargada de irritada incredulidad, explot: -Santo Dios! Lissa! Melissa se qued como paralizada, la mirada de horror en los rasgos plidos y conmovidos de Royce. Apenas tuvo conciencia de la instantnea tensin de Dominic, del sbito retiro de su peso cuando l rod a un costado. Las mejillas encendidas por la vergenza, Melissa movi deprisa las manos, tratando de ordenar sus ropas, de cubrir los pechos y los muslos desnudos. Hubo un terrible silencio, y Melissa tuvo la certeza de que morira de humillacin, de que esa horrible situacin no poda ser peor de la que ahora afrontaba. No se equivocaba. Los tres participantes continuaban inmviles, formando una escena reveladora, cuando la cabeza de Josh apareci detrs del hombro de Royce, el anciano dijo jovialmente: -Qu sucede, muchacha? Dominic cay borracho en su cama? Royce intent intilmente evitar que la mirada de Josh se Posara en los ocupantes de la habitacin; pero era demasiado tarde, y Josh apart suavemente a su hijo y entr en el cuarto. Cuando el sentido real de la tremenda escena penetr en el cerebro alcoholizado de Josh, este intent hablar, pero de sus labios no brot ms que un sonido extrao y estrangulado. Al parecer, Dominic fue el primero que reaccion. Se levant rpidamente de la cama, como si deseara poner la mayor distancia posible entre l mismo y la prfida y depravada trotona que estaba sentada all, completamente muda. Dominic rezong: -Por Dios, cierren esa maldita puerta! No es necesario ofrecer una exhibicin a todos los que estn en la taberna! Pareci que su voz liberaba de la parlisis a los otros. Josh rugi furioso: -Vamos,
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joven! No me hable en ese tono sobre todo cuando lo hemos sorprendido tratando de seducir a mi sobrina! -Apart su mirada del desorden de la ropa de Melissa, y murmur:- Y t, Lissa! Qu estabas pensando que viniste a hacer a la habitacin de un hombre? Qu vergenza! Has atrado la deshonra sobre nosotros! Y t ests perdida! Con una expresin dura en la cara, los ojos relucientes que echaban chispas, Royce murmur amenazador: -Pero eso se Corrige fcilmente. Mi amigo puede designar a sus padrinos, y arreglaremos este insulto con pistolas, al alba. -No seas tonto, Royce -dijo framente Dominic-. No tengo la ms mnima intencin de volarte la cabeza... o de permitir que hagas lo mismo conmigo a causa de un error lamentable. -Error! -casi aull Josh-. Cmo puede decir que es un error? Acaso no es mi sobrina la persona que est en su cama, y usted no estaba tratando de seducirla cuando llegamos? Una mueca sombra deform los labios de Dominic. -"Seducir" no es la palabra que yo habra elegido... y no sabia que era su sobrina. El sentido comn de Royce comenz a reafirmarse, y cuando su sentimiento de ofensa y de clera se calm un poco, pregunt con voz ms serena: -Quiz tengas la bondad de explicarnos exactamente qu estaba sucediendo aqu. Era una situacin muy embarazosa, pero el embarazo era el menor de los sentimientos que Dominic experimentaba en ese momento. La situacin entera lo irritaba; lo irritaba por el hecho de que no haba reconocido inmediatamente a Melissa Seymour, aunque fuese en vista de la pasin casi incontrolable que lo haba dominado tan pronto su boca toc la de la joven -una pasin que al parecer slo ella consegua provocar; furioso porque ahora se vela en la ingrata situacin de explicar a dos caballeros que con mucha razn estaban enojados, qu era lo que haba estado haciendo Col' una de las damas de su familia; estaba furioso porque sospechaba que haba permitido que la sensualidad lo llevase a una trampa muy hbil. En silencio se maldijo por no haber sido ms prudente; saba que Josh se haba dedicado entusiastamente a la tarea de casarlos pero nunca haba sospechado que un Manchester llegara tan lejos en el intento de conseguir marido para su sobrina! Dominic dirigi a Melissa una mirada de profunda antipata. Ella lo haba atrapado en uno de los ardides ms antiguos conocidos por la mujer, y quizs era eso lo que lo irritaba especialmente. La mirada visiblemente hostil de Dominic se pase sobre el desorden de las ropas de Melissa; examin el vestido mbar algo apretado con gesto protector contra el pecho de la joven, las piernas ocultas bajo los pliegues, mientras ella se acurrucaba, apoyada en el respaldo de la cama, y observaba el drama con mirada vidriosa; y entonces l sinti que algo se agitaba en su interior. Pero record que ella era muy aficionada al disfraz, y contuvo ese leve ablandamiento que percibi en su fuero ntimo, y dijo con voz helada: -De buena gana explicar mi papel en todo este desagradable asunto, pero creo que sera mucho ms interesante descubrir por qu la seorita Seymour lleg subrepticiamente y sin ser invitada por m a mi habitacin y mi cama, esta noche. -Qu? -preguntaron al unsono Josh y Royce. Royce entrecerr intrigado los ojos, y los ojos azules de Josh casi se le salieron de las rbitas. Dominic sonri tensamente, y mantuvo la mirada fija en la cara plida de Melissa, y durante un segundo se detuvo en los labios que an exhiban signos de los besos apasionados que ella haba dado y recibido. -Eso es exactamente lo que dije. Vine aqu con el nico propsito de retirar el documento acerca del cual estuvimos hablando. Bien pueden imaginar mi sorpresa cuando descubr a una atractiva joven durmiendo en mi cama. -Dirigi una mirada a Royce.- Pens que t la habas enviado aqu, y que habas inventado una razn para inducirme a venir a mi cuarto, de modo que la descubriese.
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Con voz tensa, mir de nuevo a Melissa, y el desprecio que senta era evidente en su cara. -Nunca vi a tu prima sin ese... bien, digamos, sin su disfraz, Y por lo tanto no la reconoc. Por qu deba relacionar a la seductora criatura que descubr con la spera seorita Seymour? Segn creo, no es costumbre de las jvenes bien educadas salir solas, de noche, a la habitacin de un hombre a quien apenas conocen... y tampoco es usual que se prodiguen tan generosamente ante las exigencias de los extraos. Cada palabra era como un golpe cruel descargado sobre Melissa, y a medida que Dominic hablaba, ella se acercaba ms al respaldo de la cama, como si de ese modo hubiera podido evitar el sufrimiento que senta. No poda decir nada, tena el cerebro paralizado, la lengua pegada al paladar. Seguramente eso era una pesadilla. Tena que serlo! No era posible que eso estuviera sucedindole precisamente a ella! Despertara de un momento a otro y descubrira que estaba en la cama de su casa, y no, por Dios, en la cama del Cuerno Blanco y en la habitacin de Dominic Slade, afrontando esa situacin degradante. Pero su pregunta qued sin respuesta, y tuvo la certeza de que su corazn cesaba de latir cuando oy las palabras custicas de Dominic: -Pero ya he explicado bastante. Creo que sera justo que le permitamos a la dama decirnos qu estaba haciendo aqu a esta hora de la noche. Melissa se encontr de pronto en el centro de tres pares de ojos y si haba credo que no poda sucederle nada ms terrible, ahora descubri que estaba muy equivocada. No saba qu era peor, si la decisin y la vergenza en los ojos de su to, las conjeturas cnicas en los de Royce o el irritado desprecio en la fra mirada de Dominic. Deseaba estar muerta, y a su vez los miraba dolorida, y sus pensamientos ondulaban en su cerebro como hojas de otoo mientras trataba frenticamente de formular una explicacin razonable de su presencia. No importaba por qu haba respondido de un modo tan ardiente y desenfrenado a los besos de Dominic; eso era algo que ella jams negara, aunque le aplicaran hierros candentes en el cuerpo! El silencio se prolong, y los tres hombres esperaban con diferentes grados de impaciencia. Melissa trag con dificultad, despus pas la lengua por los labios secos, deseando desesperadamente que una inspiracin la salvara. Y en el momento en que lleg a la conclusin que se desmayara, algo que Dominic haba dicho antes cruz su mente. Sin mirar a ninguno de los hombres, clav los ojos en el ruedo de su vestido y balbuce: -Fue... a causa del acuerdo. -Qu acuerdo? -rezong Dominic, que se pregunt cul era el ardid que ella estaba usando ahora. Josh mir a Melissa con expresin amable y la apremi: -Habas acordado reunirte con el seor Slade esta noche en su cuarto? Horrorizada porque sus palabras podan ser interpretadas de ese modo, Melissa abri la boca para protestar, pero Dominic fue quien dijo colrico: -Eso es una maldita mentira... no acostumbro a andar por ah seduciendo a jvenes inocentes! Jams concert una cita con su sobrina! Josh le dirigi una mirada fra. -Seor, ya est en una situacin peligrosa. Ser mejor que no agrave sus errores llamando mentirosa a mi sobrina! Dominic cerr la boca con un gesto enrgico, y en la mirada de furia que le dirigi, Melissa supo que el ms ntimo deseo del caballero era retorcerle el pescuezo. Se trataba de un desconcertante conjunto de circunstancias, y aunque ella simpatizaba con la posicin de Dominic, en ese momento estaba mucho ms preocupada con la necesidad de hallar una explicacin plausible para justificarse ella misma. Se arriesg a dirigir una mirada a su to, y recuper un poco de su valor del apoyo que percibi en los ojos del anciano. Saba que l se senta chocado y repelido por ese estado de cosas, pero la ayudara a pesar de la posicin en
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que su propia estupidez y su locura la haban puesto. En realidad, tan pronto se disiparon su primeros sentimientos de asombro y desaliento, Josh se sinti muy complacido con la situacin, y apenas pudo contener el deseo de frotarse regocijado las manos. Durante aos haba conspirado y planeado conseguir que Melissa se casara con un caballero rico y aristocrtico, y ahora, cuando estaba a un paso de abandonar las esperanzas, ella se zambulla en una situacin sumamente comprometida con un caballero que era un excelente candidato! Si el propio Josh hubiese manipulado el asunto, ese pequeo contratiempo no hubiera podido aportar mejores resultados. Slo apelando a toda su fuerza de voluntad Josh consigui impedir que se dibujara en sus labios una sonrisa satisfecha. Como estaba a un paso de realizarse uno de sus sueos ms preciados, poda permitirse adoptar una actitud magnnima. Con voz tranquilizadora, los modales amables y serenos, dijo: -Vamos, Lissa, dinos lo que sucedi esta noche. No tienes motivo para temer... somos tu familia, y haremos todo lo que est a nuestro alcance para defenderte y protegerte de las consecuencias desagradables que puedan originarse en este lamentable incidente. -Dirigi a Dominic una mirada de advertencia y agreg:~ Todos haremos lo que se espera de nosotros! -Volviendo los ojos a Melissa, continu:- Nada tienes que temer. Lo que digas no saldr de estas cuatro paredes. Querida, habla libremente, y explcanos en qu consisti el acuerdo. Melissa se pas nuevamente la lengua sobre los labios, y con un sentimiento de impotencia se pregunt qu sucedera si se negaba en redondo a responder. Durante un momento prolongado consider la idea, pero despus la rechaz, pues asalt la deprimente sensacin de que si rehusaba a suministrar alguna clase de razn para justificar su presencia en la habitacin de Dominic, los cuatro permaneceran all indefinidamente. Manteniendo los ojos apartados del cuerpo semidesnudo de Dominic, que permaneca de pie junto a la cama, con la camisa blanca todava abierta revelando el vello oscuro y rizado que le cubra el pecho musculoso, Melissa se apresur a decir: -Me refiero al acuerdo acerca de Locura. Deseaba hablar con l de algunas cosas que comentamos esta tarde. Era una excusa sumamente dbil, casi absurda, pero fue todo lo que pudo idear en esas circunstancias. No se atreva a revelar que haba cometido un terrible error, qu ella haba venido a ver a Julius Latimer y no a Dominic Slade! Se estremeci al imaginar las expresiones de los tres hombres si ella suministraba esa informacin. Pero fue evidente que la explicacin de Melissa no pareci aceptable a los caballeros, y a decir verdad Melissa no se sorprendi ante la expresin de evidente incredulidad que le mostr Dominic, o el burln escepticismo que vio en los ojos de Royce. En cambio, Josh no mostr desconfianza despus de orla, y aliviada, y detestndose ella misma porque menta tan descaradamente a su to, continu diciendo con un gesto obstinado: -Slo pens hablar un momento con l. Yo... nunca quise... -Se le cerr la garganta, y no pudo continuar diciendo mentiras. La situacin entera era demasiado humillante, y Melissa ansiaba que ese embarazoso interrogatorio se postergara hasta el da siguiente. Se senta sucia y mezquina. Y no mejoraba su estado de nimo que dos de los caballeros que estaban en la habitacin la mirasen como si esa terrible escena fuese completamente imputable a la propia Melissa. Que la mayor parte de la culpa sin duda le corresponda, ella estaba ms que dispuesta a reconocerlo; pero la responsabilidad no era exclusivamente suya y a medida que pasaron los minutos, Melissa cobr conciencia de su fondo de irritado resentimiento. Cmo se atrevan a mirarla de ese modo! Elev orgullosamente el mentn y dijo con voz dura: -Jams fue mi intencin crear una situacin que me comprometiese, y si el seor hubiese sido un caballero -le dirigi una mirada altiva- en lugar de un jabal salvaje, no habra sucedido nada de todo esto. La cara de Dominic se ensombreci y sus manos se convirtieron en puos. Pens furioso: vaya esta pequea y mentirosa trotona! Llega a mi cuarto sin ser invitada, se acuesta en mi cama adoptando posturas seductoras, retribuye mis besos con vido placer, y
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despus tiene el descaro de decir que no soy quien est en falta! Con mucho esfuerzo evit proclamar en voz alta su irritado pensamiento, pero se prometi speramente que llegara el momento de saldar las cuentas con la seorita Melissa Seymour. Entrecerr los ojos y dijo burlonamente: -Acaso puedo hacer otra cosa... sobre todo cuando encuentro en mi cama una puerca en celo? Melissa lanz una exclamacin ofendida, y sus ojos color topacio resplandecieron y echaron chispas, y se le encendieron de furia las mejillas. -Una puerca en celo! replic-. Qu cosas repugnantes dice! l entrecerr los ojos en actitud de cnica sorpresa, y contest: -Sin duda, no peores que las que usted dijo! Ahora que gracias a su tremenda fuerza de voluntad haba conseguido controlar su propio carcter, la situacin casi lo complaca, e incluso llegaba a preguntarse cmo era posible que se hubiese dejado engaar por un recurso tan sencillo como un moo desgreado y un par de anteojos que desfiguraban el rostro. Al ver a Melissa como era realmente, comprenda los comentarios formulados por los varones Manchester acerca de su belleza. Y era el primero en confesar que en efecto se trataba de una mujer hermosa. Mientras contemplaba el seductor espectculo que ofreca Melissa, con los cabellos color miel que le llegaban a los hombros, los bellos ojos avivados por el enojo y el busto delicioso agitado por la rabia contenida, Dominic pens que nunca haba conocido otra mujer que lo atrajese tan intensamente. Dominado por un sbito impulso sensual lleg a la conclusin de que era realmente lamentable que Royce hubiese llegado de un modo tan inoportuno. Habra sido muy interesante comprobar hasta dnde llegaba la pequea zorra en su afn de atrapar marido! De pronto advirti adnde lo haban llevado sus cavilaciones, y maldijo por lo bajo, y su goce se desvaneci. Lo hablan arrastrado a una situacin insostenible, y ahora estaba deseando precisamente a la criatura que haba orquestado todo el asunto! Josh lleg a la conclusin de que ya se haban intercambiado un nmero suficiente de insultos, y de que era hora de que los dos protagonistas comprendiesen cul era exactamente su deber. Se aclar ruidosamente la voz y dijo a todos: -Esta es una situacin muy inquietante, pero me felicito de que exista una solucin honorable para nosotros. Dominic endureci el cuerpo, pues adivin adnde quera llegar Josh. No le pareci en absoluto sorprendente -haba estado esperando algo por el estilo desde el momento mismo en que se revel la identidad de Melissa. Dirigi una mirada sombra a la causa de su aprieto. Admiti que ella era astuta, pero aunque quiz las circunstancias lo obligasen a convertir a Melissa en una mujer honesta, por cierto que ella comprobara que Dominic no era un marido complaciente! Estaba furioso, porque despus de haber esquivado las trampas ms complicadas que le haban tendido algunas de las ms expertas casamenteras en complicidad con sus hijas, de pronto caa en el lazo de una damita campesina al parecer ingenua. Aunque a decir verdad no haba respondido muy ingenuamente a los abrazos de Dominic! El nico consuelo que l tena, y no le serva de mucho, era que por lo menos podra extraer cierto placer del cuerpo de la dama. Por lo menos eso! Con arrogante minuciosidad, sus ojos grises recorrieron lenta mente la esbelta forma de Melissa. l haba jurado que evitara a toda costa el matrimonio; pero pens framente que quizs el asunto no sera tan desagradable si ella estaba a la altura de la apasionada promesa sugerida por la desenfrenada reaccin ante los besos de Dominic. Melissa estaba tan avergonzada y conmovida por lo que haba sucedido que no haba prestado mucha atencin, fuera del problema ms apremiante: explicar su presencia en el cuarto de Dominic. Con cierta ingenuidad, haba confiado en que ahora, despus de ofrecer su explicacin, por dbil que ella fuese, Josh la acompaara a su casa. Prevea que recibira la peor reprensin dc su vida, y estaba dispuesta a aceptar que Josh se mostrase muy enojado con ella un tiempo, pero ah terminara todo. Por supuesto, la situacin sera sumamente
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desagradable las primeras veces que ella viese al seor Slade, pero tena la absurda idea de que tambin eso con el tiempo pasara. Despus de todo, se deca con mucho optimismo, no haba sobrevenido ningn perjuicio irreparable. S, se haba metido en una situacin realmente vergonzosa, y no caba duda de que jams olvidara esa humillante experiencia, pero en efecto, Royce haba aparecido en el momento ms oportuno, y pese a que la escena era sumamente srdida, su honor se mantena intacto. Acerca de las razones por las cuales haba con-testado con tal ardor a los besos de Dominic, ella se negaba perversamente a formular conjeturas. Solamente deseaba dejar atrs esa mortificante experiencia. Ms tarde, cuando no se sintiera tan lastimada, cuando el inquietante seor Slade no la atrajera de un modo tan inexplicable, analizara esa desconcertante y desusada reaccin frente a l. Pero por el momento slo deseaba regresar a su casa. Hubo un breve silencio despus que Josh habl, y en definitiva Royce fue quien lo quebr. Con una sonrisa burlona en los labios, dijo a Dominic: -Parece que estamos a un paso de ser algo ms que meros amigos. Los labios curvados en su propia sonrisa despectiva, Dominic asinti. Mirando a Josh, dijo framente: -Por supuesto, me casar con ella. -De ningn modo! -exclam enrgicamente Melissa, los ojos agrandados por el asombro-. No tengo intencin de casarme con nadie, y menos con usted! Con una expresin cnica en los ojos grises, Dominic observ la cara sonrojada de Melissa. Se pregunt: Qu clase de juego est jugando? Haba aceptado desposara, por lo tanto, qu ms poda desear? Impulsado por la sospecha de que ella estaba exagerando un poco la ofensa recibida, Dominic dijo con voz fatigada: -Oh, vamos, querida, cul fue el propsito de todo esto? -No sea ridculo! -exclam Melissa, y abandon la cama con un movimiento elegante. Retir su capa depositada sobre la silla, mir a su to y reclam furiosa-: Llvame a casa! No quiero pasar un momento ms en la misma habitacin con l! Josh la mir tranquilamente. -Es lamentable,.. porque en efecto, te casars con l. Despus de lo que ha sucedido esta noche, no tienes otra alternativa. Melissa lo mir, y casi no pudo creer lo que l deca. -To, no hablars en serio! -exclam al fin, cuando comprendi que al parecer Josh no comparta la actitud que ella adoptaba frente a la situacin. -Habla muy en serio -replic secamente Dominic-. No hay otra solucin. Si se difunde la noticia de lo que sucedi aqu, nuestra reputacin, y sobre todo la suya, se ver destruida. -Y concluy con acento burln:- Pero estoy seguro de que usted lo saba antes de venir a este cuarto. Furiosa ante las insinuaciones de Dominic, Melissa gir en redondo y abofete la cara que le haca burla con la palma abierta de la mano derecha. -Eso es mentira! -escupi, con los ojos dorados que echaban llamas-. No quiero casarme con usted... patn engredo! Era todo lo que se necesitaba para coronar una situacin totalmente irritante, y la mano de Melissa apenas haba tocado la cara de Dominic cuando los dedos del joven se cerraron con fuerza sobre los hombros de Melissa. Dominic la sacudi violentamente y rugi: -Pues bien, crame, yo tampoco quiero casarme con usted... jams he visto una arpa de peor carcter y tan malos modales! Josh se apresur a intervenir, temeroso de que todos Sus planes quedaran en nada. Separ a Melissa de Dominic, y se apresur a decir: -Royce, sal de aqu con Dominic unos minutos. Quiero hablar a solas con Melissa. -Piensa recordarle qu buen candidato est a un paso de desechar? -pregunt maliciosamente Dominic.
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Royce cruz indolente la habitacin, y murmur: -S bueno, Dom, y ponte las botas y ven conmigo. -Sus labios esbozaron una sonrisa angelical.- Beberemos una copa en honor de tu compromiso. Dominic lo mir, pero despus en su boca apareci una sonrisa renuente. Sin decir palabra, se calz deprisa las botas, se aboton la camisa y visti una chaqueta. Un segundo despus, Melissa y Josh estaban solos en la pequea habitacin. Con un atisbo de desesperacin en los ojos, Melissa pregunt casi temerosa: -Realmente no te propones imponerme el casamiento con l, verdad? La evidente angustia de Melissa ante el proyecto inquiet a Josh. Era un hombre bondadoso, y su intencin no haba sido nunca la de lastimar a Melissa. Pero era necesario que comprendiese el carcter de su situacin. Tratando de ignorar las dbiles punzadas de su conciencia, dijo con voz ronca: -Melissa querida, en realidad no tienes alternativa. Es necesario que te cases con el seor Slade. Has atrado la vergenza sobre tu cabeza, y el nico modo de que resuelvas este desagradable asunto es que te c es con el seor Slade. Yo habra preferido que te comprometieses de otro modo, pero me temo que debo insistir en que hagas lo que es necesario para conservar la honra. Melissa apret los labios, y como en su mente todava resonaban las palabras insultantes de Dominic, la joven no estaba en condiciones de pensar racionalmente. Adems, insista obstinadamente en su fuero ntimo, no haba sucedido nada. Josh estaba utilizando esa situacin infortunada para promover sus propios planes. Bien, no permitira que l la sacrificase para apoderarse del dinero del fideicomiso! Elev tercamente el mentn y afirm con sequedad: -No me casar con el seor Slade, y t no me obligars! Josh la mir con tristeza. -S, te obligar -dijo finalmente con voz fatigada. -Cmo? -Sencillamente, ejerciendo mi derecho de autoridad sobre tu hermano. El testamento de tu padre me design tutor, en colaboracin contigo, y si bien he permitido que t ejercieras el control total, si me desafas en esto no tendr ms remedio que apartar a Zachary de tu... bien... influencia lasciva. -Lasciva! -jade irritada Melissa, y la furia que se expresaba en la cara de la joven indujo a Josh a retroceder nerviosamente un paso. Pero Josh estaba decidido, y mientras pensaba inquieto que poda lograrse que Melissa atendiese razones, dijo con firmeza: -S, lasciva! No quise decir nada en presencia de Dominic, pero en realidad lo que t hiciste esta noche es escandaloso, y deberas sentirte agradecida porque l est dispuesto a casarse contigo. Melissa crey que explotara a causa de la clera. Agradecida! Bah! Insultada era una palabra ms justa, se dijo con indignacin. Si Josh crea aunque fuese durante un minuto... -No permitir que me impongas esto! No me casar con Dominic Slade! Josh se encogi de hombros. -Muy bien, no lo hagas. Pero no vengas llorando cuando retire a Zachary de Willowglen, y cuando me niegue a permitir que lo veas. -No puedes hacer eso! -Puedo -replic Josh con dureza-. Puedo, y lo har. -Melissa permaneci de pie, mirndolo hostil, y era evidente que no crea en lo que l deca, de modo que Josh explic con voz tranquila:- Si no haces lo que pido, por la maana ir a ver al juez Hartley, y por mucho que eso me duela, le relatar lo que sucedi esta noche. -La mir con el entrecejo enarcado.- Despus, crees que permitir que contines ejerciendo el control de Zachary? Por supuesto -agreg Josh con cierta ecuanimidad- sern slo dos aos. Cuando Zachary tenga veintin aos, no podr impedir que viva donde lo desee, pero hasta entonces... Con una opresin dolorosa en el pecho, Melissa comprendi que Josh lo deca muy en
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serio. Le quitara a Zachary -el testamento de su padre lo autorizaba a eso. Contuvo las lgrimas que pugnaban por brotar de sus ojos. Los dos aos no importaban, pero no Poda decirse lo mismo de la prdida de su reputacin, y ella poda imaginar muy bien las murmuraciones y las miradas intencionadas tan pronto se difundiera el conocimiento de los episodios de esa noche. Que el asunto llegara a conocimiento de todos era evidente, sobre todo cuando obligaran a Zachary a retirarse de Willowglen, incluso si Josh obligaba al juez a jurar que guardara silencio. Con el rostro muy plido, Melissa apart la mirada de Josh. Zachary detestara vivir en Oak Hollow, y odiara que Josh supervisara sus actividades -incluso poda odiar a su propia hermana, por ser la causa de su alejamiento de Willowglen. Pero adems ahora la asalt otro pensamiento terrible: incluso era posible que Zachary desafiara a duelo a Dominic, convencido de que Dominic haba deshonrado a su hermana y atrado la vergenza sobre tod0' ellos. Consciente de la trampa que se cerraba sobre ella, Melissa busc frenticamente otra solucin. No la haba. A menos que se casara con Dominic Slade, se la considerara una mujer deshonra da, le quitaran a su hermano y los sueos o las esperanzas que ambos alimentaban en relacin con el futuro se veran destruidos. Era probable que los criadores de caballos no desearan tratar con una mujer marcada por el escndalo. No importaba lo que ella hiciera con su vida; siempre habra algunos que murmuraban a sus espaldas, y se negaran a permitir que sus esposas, sus hijas e incluso sus hijos tuvieran nada que ver con ella. Melissa reconoci con amargura la injusticia de toda la situacin -se vera condenada, pero Dominic Slade podra alejarse tranquilamente sin verse afectado en lo ms mnimo por el incidente; quizs incluso merecera las miradas admirativas de algunos caballeros. Al comprender que no tena alternativa, Melissa mir en los ojos a Josh y dijo secamente: -Muy bien, me casar con el seor Slade. -Una oleada de irritado orgullo provoc una chispa guerrera en sus ojos color topacio, y la joven prometi con voz ronca: -Pero te lo prometo... el seor Slade comprobar que yo no ser una esposa sumisa!
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"Sumisa" no era una palabra que Dominic hubiera pensado relacionar nunca con la sugestiva seorita Seymour, y en todo caso no la aplicaba al lamentable episodio que haba vivido esa noche. Sentado en uno de los rincones ms oscuros del saln principal de la taberna, Dominic no dudaba de que su esposa (en su mente estaba seguro de que ella aceptara el matrimonio), sera una mujer muy poco sumisa! Tal vez Melissa haba ofrecido una excelente representacin para demostrar que no deseaba casarse con l; pero eso era nada ms que otro ejemplo de su espritu de contradiccin. E incluso si la perspectiva del matrimonio lo alegraba muy poco, haba dos cosas de las cuales estaba absolutamente seguro a saber, que extraera considerable placer del ejercicio de sus derechos conyugales, y que esa futura esposa tan extraa, caprichosa, desconcertante y por completo fascinante jams lo aburrira. La idea determin que sonriese de mala gana, y al ver la sonrisa, Royce pregunt: -Ests un Poco ms resignado a tu destino? Dominic esboz una mueca. -S. Pero reconozco tambin que no estoy particularmente enamorado de la idea y que si se tratara de otra mujer y no de tu prima, habra hallado un modo de salir del embrollo. -Adopt una expresin seria.- Me crees cuando digo que no saba quin era, verdad? Soy capaz de hacer muchas cosas, pero creo que no de seducir intencionalmente a la parienta de uno de mis amigos ms ntimos! -Te creo -contest Royce sin vacilar-. Y lamento que los actos de Melissa hayan
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creado esta situacin. -Frunci el entrecejo.- Me pregunto qu demonios estaba haciendo en tu cuarto. Dominic dijo cnicamente: -Oh, vamos! Los dos somos hombres de mundo. Sabes muy bien lo que ella se propona... atrapar a un tonto incauto... es decir, a m! Royce contempl reflexivamente su vaso de cerveza. Poda ser. El y Melissa haban mantenido una relacin estrecha cuando eran ms jvenes, pero durante los ltimos aos el contacto entre' ambos haba sido escaso. Qu saba realmente de ella? En todo caso, la situacin de la joven era un terreno propicio para la elaboracin de planes desesperados. Quiz Dominic estaba en lo cierto; tal vez ella haba visto la posibilidad de atrapar a un marido rico, y la haba aprovechado framente. No sera la primera vez que una mujer de mente calculadora haba promovido un matrimonio. Royce no deseaba creer que Melissa hubiese hecho eso, pero como no haba pruebas en contrario l no alcanzaba a percibir otra explicacin lgica de la difcil situacin en que ella misma se haba puesto. Suspir, y dijo: -Bien, por lo menos en todo esto t conseguirs algo. Sers el marido, y tendrs el control de Locura; adems, no necesitars molestarte con esa tontera que es la propiedad del caballo por mitades. -Con cierto brillo en los ojos agreg astutamente:- Y por lo que vi cuando entr en la habitacin, yo no dira que eres inmune al considerable encanto de mi prima. Quizs incluso es posible que te agrade el matrimonio con ella. Dominic frunci el entrecejo. -Eso no es de ningn modo probable! Con respecto al caballo, ya acept comprar la mitad del animal, y al margen de todo el resto, cumplir mi palabra. Ella recibir su condenado dinero y yo cumplir el trato que hicimos esta tarde. Sonri.- No quiero decir con eso que de tanto en tanto me privar de... imponer mi voluntad a mi" socio", pero no ser frente a ella un marido prepotente. -Ms vale as -replic Royce, tambin sonriendo-. Es perfectamente posible que Melissa rompa una silla sobre tu cabeza Si pretendes coartar sus actividades. Te aseguro que no ser una esposa sumisa y obediente. -No, no es esa clase de persona -murmur Dominic con una extraa sonrisa-. Y estoy seguro de que lamentar el da que la conoc; pero creo que me agradar la tarea de domarla. Se hizo un silencio amistoso, y durante varios momentos los dos jvenes permanecieron sentados, bebiendo tranquilamente la cerveza, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. De pronto, Dominic tuvo una idea, y emiti una risa sonora. Al orlo, Royce lo mir. -Estaba pensando -comenz a decir Dominic- que hay una persona que se sentir muy satisfecha cuando conozca lo que sucedi esta noche... Leonie, la esposa de mi hermano! Durante aos estuvo haciendo todo lo posible para lograr que yo me casara, y cuando sepa que al fin ca en las redes de una mujer no podr contener su alegra. Creer -agreg con una sonrisa astuta- que todo esto es el resultado de sus propios esfuerzos! -Al ver la expresin de curiosidad en la cara de Royce, explic:- Antes de que yo abandonase el Chteau SaintAndr para venir a Baton Rouge, ella me lanz una maldicin, formul el deseo de que yo conociera a una mujer que me volviese loco. Con una expresin inquisitiva en la cara, Royce pregunt: -Y crees que Melissa har precisamente eso? -Precisamente eso! -replic Dominic con mucho sentimiento-. El matrimonio no es algo que yo haya deseado jams, pero si yo hubiese buscado esposa, ciertamente habra deseado a una mujer bondadosa y sumisa, no la arpa con la cual ahora tengo que cargar! -Aunque te declaro mi simpata -dijo secamente Royce-, creo que no te opones a este matrimonio tanto como quisieras hacerme creer. De hecho, sospecho seriamente que en realidad contemplas con cierto placer la perspectiva de esta unin. Dominic esboz de nuevo esa extraa sonrisa.
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-Quiz -dijo. Despus, agreg con voz muy dulce-: En definitiva, gracias a mi unin con ella me aduear de Locura. Royce respondi con un gruido, y despus los dos comenzaron a hablar de cuestiones ms prcticas, por ejemplo, la fecha y el lugar de la boda. Entre ambos llegaron a la conclusin de que mediados de agosto era la fecha ms temprana, y de que Melissa probablemente deseara contraer matrimonio en su casa si era posible arreglarla y amueblara a tiempo para la ceremonia. -En caso contrario -dijo Royce con voz perezosa-, estoy seguro de que Oak Hollow puede servir. Mi madre se sentira muy Complacida. Despus de trazados los planes iniciales, Dominic se fatig del tema y echando una ojeada a su reloj de oro murmur: -No crees que deberamos reunirnos con mi futura esposa y tu padre? Pienso que Josh ya tuvo tiempo suficiente para convencerla de la conveniencia de que se case conmigo. Aunque no creo -concluy con expresin sombra- que ella haya necesitado mucha persuasin. Royce asinti, y los dos hombres se pusieron de pie y comenzaron a atravesar el saln. El lugar estaba mal iluminado, y Dominic mir distradamente alrededor. Pero cuando ya haban llegado a la puerta, vio una figura conocida. Se detuvo instantneamente, y mir con mucha atencin a travs de la semipenumbra cargada de humo, reconociendo de inmediato al elegante caballero sentado solo en un rincn: Julius Latimer. Dominic realiz un movimiento instintivo en esa direccin, pero Royce, que acababa de ver tambin a Latimer, se apresur a aferrarlo del brazo. -Detente, estpido! -murmur Royce al odo de Dominic S que nada te agradara ms que estrangular a ese bastardo, pero por el momento no tienes motivo para atacarlo y desafiarlo a duelo. Consciente de que Royce deca la verdad, por desagradable que ella fuese, Dominic contuvo dificultosamente la clera que se habla encendido en su fuero ntimo al ver a su enemigo sentado all con tanta tranquilidad. Latimer no los haba visto, y a juzgar por la expresin de su cara era evidente que el hombre tena otras preocupaciones que no eran la vieja enemistad que lo separaba de Dominic. Un gesto sombro afeaba su cara, y durante un instante Dominic se pregunt quin o qu provocaba tanta furia en Latimer. Pareca envuelto en una aureola de irritacin brutal, y a juzgar por el modo en que Latimer deposit con fuerte golpe su jarro de cerveza sobre la mesa de pino cepillado, era evidente hasta para el observador ms superficial que algo le haba desagradado mucho. Despus de dirigirle otra ojeada, Dominic permiti que Royce lo retirase del saln. Latimer poda esperar -esa noche era necesario atender asuntos ms urgentes. Dominic tena esperando a su futura esposa en la habitacin del primer piso, y acelerando el paso dej atrs a su antiguo enemigo. Hubiera podido decirse que Dominic pareca haber aceptado con cierta resignacin su destino, sobre todo en vista del desprecio que sola manifestar por el estado matrimonial; y si bien era cierto que una parte de su ser no juzgaba demasiado desagradable la idea de la unin con Melissa, en todo caso el joven miraba col' profunda hostilidad los medios que ella haba usado para atraparlo. En efecto, haba aspectos de esa unin que lo intrigaban, pero la perspectiva no lo complaca demasiado, y tampoco crea que su vida conyugal fuese ms que una condenada molestia, una vez que se apagase la pasin inexplicable que Melissa despertaba en l. Todava estaba convencido de que se trataba nada ms que de un capricho pasajero. Melissa no le agradaba; y Dominic estaba completamente seguro de que tampoco la joven simpatizaba con l; Dominic jams haba pensado en la posibilidad de casarse, y si hubiese contemplado seriamente el matrimonio, no habra sido con una persona como ella! Dominic poda sonrer y bromear acerca del desastre que haba recado sobre l esa noche, y de sus deplorables efectos, pero interiormente estaba furioso. Sin embargo, no poda negar que en la seorita Seymour haba algo que atrajo su
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atencin desde el principio mismo, y tambin era innegable que cuando l la besaba y la tocaba, cuando ella caa en los brazos de Dominic, l senta algo que era absolutamente incomprensible. De pronto lo persegua un deseo anheloso y primitivo -todo se borraba en su mente, y slo restaba la dulzura embriagadora de sus labios y la seduccin de ese cuerpo esbelto. Ese tipo de pasin incontrolable era algo nuevo para l, y lo excitaba y al mismo tiempo lo irritaba. Por consiguiente, entr en su propio cuarto con una mezcla de expectativa, clera y conjetura. De pie a un paso de la puerta, mir framente a la astuta criatura que lo estaba arrastrando al matrimonio. Melissa estaba sentada en actitud muy recatada en la nica silla, las manos inmviles sobre el regazo, la gastada capa cubriendo los deleitosos encantos que Dominic recordaba demasiado bien, a pesar de que l sostena que la conducta de la dama esa noche slo le provocaba clera y repugnancia. Ella lo mir con expresin igualmente fra, los ojos color topacio que enviaban agujas de hielo, los suaves labios de color coral firmemente apretados, y la posicin de los hombros angostos demostrando con toda claridad que la situacin no la complaca. Dominic pens cnicamente: de modo que an finga que no deseaba casarse con l? Josh sonri a Dominic y dijo satisfecho: -Ah, ha llegado! Estoy seguro de que se sentir complacido de saber que Melissa ha comprendido la situacin, y acepta el matrimonio. La rendicin de Melissa no sorprendi a Dominic. Acaso haba otra razn, se pregunt agriamente mientras su mirada recorra los rasgos duros de la muchacha, que explicase la presencia de Melissa en esa habitacin, como no fuera la posibilidad de atrapar a un marido rico? Pero incluso mientras conceba esos pensamientos, tena conciencia de un sentimiento de irrazonable desilusin. Pareca que las sospechas que l alimentaba se ajustaban a la realidad, y Dominic reconoci por primera vez que haba deseado que ella demostrase que no era una mujer tan calculadora. Con voz hosca dijo: -Bien, me complace que todo est arreglado! y ahora, si podemos decidir cundo se celebrar la boda, y otros detalles por el estilo, estaremos en condiciones de olvidarnos de esta velada ciertamente poco agradable. -Sin mirar de nuevo a Melissa, agreg:- Royce y yo estuvimos conversando acerca de este asunto, y en vista de las circunstancias creemos que mediados de agosto sera una fecha apropiada para la boda. Melissa haba tenido una vivaz conciencia de la presencia de Dominic tan pronto l abri la puerta, y se sinti mortificada porque su corazn pareca haber sufrido un sobresalto en el momento en que las miradas de los dos se encontraron. Deba sentir antipata; despus de todo, acaso no era la causa de uno de los momentos ms humillantes de su vida? Pens irritada que era un hombre arrogante y demasiado seguro de s mismo. Pero tambin era el individuo ms fascinante y atractivo que haba conocido nunca. Melissa se senta torturada por esa inestable mezcla de atraccin, clera, resentimiento e intensa excitacin que provena del hecho de estar en la misma habitacin con l. En actitud de rebelda, trataba de negar que sintiese por l algo ms que clera y amargura; y Dominic le facilit absurdamente las cosas al formular esa presuntuosa declaracin acerca de la fecha de la boda. Ofendida porque l y Royce haban decidido arbitrariamente la fecha de la unin matrimonial en la cual ella sera la novia, y todo sin decirle siquiera una palabra, Melissa dirigi a Dominic una mi-rada colmada de odio, y declar: -Creo que por lo menos debera consultarse a la novia acerca de la fecha de su boda! Al percibir claramente los signos de la explosin inminente, Josh dijo con voz nerviosa: -Vamos, vamos, querida. Estoy seguro de que tu... prometido no quiso ser descorts. Mientras observaba interesado las diferentes expresiones que pugnaban por imponerse en la cara expresiva de Melissa, Dominic sugiri burlonamente: -Quiz mi prometida ha
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pensado en una fecha ms apropiada? Pero debo advertirles que cuanto antes nos casemos menos probable es que el episodio de esta noche provoque un escndalo. Ninguno de nosotros intentar hablar del caso, pero incluso el secreto mejor guardado suele filtrarse cuando uno menos lo espera. Mediados de agosto est bastante alejado, de modo que no originar muchas conjeturas acerca de nuestro... sbito deseo de unirnos; pero al mismo tiempo nos concede espacio suficiente para avisar a todos nuestros amigos y parientes. Las palabras de Dominic eran sensatas, pero mediados de agosto pareca a los ojos de Melissa una fecha terriblemente cercana, y no poda aceptarla con ecuanimidad. Aunque se opuso con vehemencia a la fecha elegida, fue intil. Josh termin la discusin diciendo exasperado: -Melissa, este no es un matrimonio comn y corriente! Estamos tratando de evitar un posible escndalo, y t te casars el diecisis de agosto. Atravesada por tres pares de ojos, Melissa inclin la cabeza colmada de rizos, y la temible sensacin de que ya no poda controlar su propia vida la domin ahora. Conteniendo las lgrimas de clera, dijo con voz ahogada: -Muy bien. El diecisis de agosto. En el tono de Melissa se expresaba un sentimiento tan evidente de infelicidad y desesperacin que Dominic se sinti extraamente conmovido. Obedeciendo al instinto, atraves la habitacin y se detuvo al lado de la joven, y tom entre las suyas una de las manos fras de Melissa, sostenindola con sus dedos clidos. Ella lo mir sorprendida, y cuando esos increbles ojos color topacio encontraron los de Dominic, l sinti que se le aceleraba el pulso. Con voz ronca murmur: -Las circunstancias de nuestro matrimonio tal vez no sean las ms afortunadas, pero si ambos lo intentamos quizs algo bueno saldr de todo eso. -Dirigiendo a Melissa una sonrisa sesgada, Dominic agreg:- Intentar ser un marido razonable, y si usted hace la mitad del camino, creo que podremos soportarnos bastante bien. No era la declaracin ms romntica, pero infundi a Melissa un sentimiento de esperanza, y la llev a concebir la idea de que tal vez pudieran hallar, sino la felicidad total que ella ansiaba, por lo menos una convivencia pacfica. Una sonrisita trmula se dibuj en la boca de labios generosos, y Melissa dijo por lo bajo: -Lo intentar... pero no creo que sea fcil para ninguno de nosotros. Dominic enarc el entrecejo. -Por otra parte -observ secamente-, nada importante se nos da sin esfuerzo. Y a veces se necesita muchsimo esfuerzo. Melissa asinti lentamente, y Josh decidi sensatamente que convena dar por terminada la velada mientras esos dos todava se hablaban. -Oye, querida -dijo animosamente-, te expliqu que todo se arreglara muy bien. Ahora vamos, debemos llevarte a tu casa cuanto antes. Sumida en un profundo desconcierto Melissa acept al da siguiente las tardas felicitaciones de Zachary, cuando la familia Manchester lleg con Dominic y Josh realiz el anuncio. Saba que estaba sonriendo y asintiendo en los momentos apropiados, y que aparentaba escuchar con atencin mientras se trazaban y analizaban planes, pero nada de todo eso pareca real; se hubiera dicho que eso le suceda a otra persona. Incluso esa misma tarde, cuan do un criado de la posada entreg una nota de Latimer, ella apenas pudo mirarla distradamente, incapaz de comprender las irritadas amenazas. Ya nada importaba -ahora, nada importaba; en pocas semanas ms estara casada con un hombre a quien apenas conoca, y las amenazas de Latimer parecan insignificantes en vista de ese hecho. Casi sin saber lo que hacia, escribi una respuesta para Latimer, informndole de su compromiso y anuncindole que en poco tiempo ms recibira su dinero. Durante las semanas siguientes, se sinti cada vez ms agra decida ante su propia capacidad para sentir otra cosa que indiferencia frente a todo lo que suceda alrededor. Cmodamente protegida por este sentimiento de irrealidad, escuch indiferente 10 que
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Zachary le explic entusiasmado, acerca de la elevada suma de dinero aportada por Dominic para realizar algunas reparaciones y redecorar la casa antes de la boda. Los ojos chispeantes de placer, Zachary dijo: -Te dir una cosa, Lissa... me alegro mucho de que te cases con l... es un gran tipo! Dijo que como el fideicomiso concluir en pocos meses ms, no vea motivo para negarse a darme el dinero que necesitamos con el fin de poner todo en orden. Me alegro especialmente por-que el da de tu boda, cuando se renan todos nuestros amigos y la familia, no necesitars sentirte avergonzada de tu casa. Sinti que en lo ms profundo de su ser se encenda una chispa de resentimiento... ella nunca se haba sentido avergonzada de su hogar! Cmo era posible que ese intruso deslizara tales pensamientos en la cabeza de Zachary! Pero esa reaccin se disip en un instante, y Melissa mir a Zachary con una indefinida sonrisa en los labios, y se dirigi a los establos. Durante esos das le pareci que los establos eran el nico lugar donde ella podra recobrar cierto sentido de la realidad, y en vista del ejrcito de trabajadores contratados por Zachary con la ayuda de Dominic, que estaban en todos los rincones de la casa principal, no era sorprendente que ella huyera en busca de la serenidad del lugar al que ms apreciaba. No pareca que nada la afectase mucho. Poda escuchar inmutable el parloteo feliz de la ta Sally y de Frances acerca de la boda inminente; poda dejarse convencer fcilmente de que un vestido de boda de muselina india recamado con hilos de plata era ms atractivo, poda contemplar sin conmoverse la acumulacin cada vez ms considerable de regalos y misivas de los amigos, que comenzaban a llegar a Willowglen apenas se despacharon las invitaciones para la boda. Pareca deslizarse sin esfuerzo a travs de todo eso, sonriendo en el momento oportuno, inclinando cortsmente la cabeza cuando era necesario y en general ingenindoselas para convencer a todos de que era una joven dama deslumbrada por el amor y por su sbita e imprevista buena suerte. Pero a medida que se aproximaba la fecha del matrimonio, el capullo de desconcierto que la envolva como una capa protectora comenz a desgarrarse, y cuando lleg la segunda semana de agosto hubo momentos cada vez ms frecuentes durante los cuales ella despertaba de noche, agobiada por un sentimiento de desesperacin. La boda ya no estaba a varias semanas de distancia; ahora slo faltaban pocos das para que ella se casara con Dominic Slade, y a Melissa le pareca cada vez ms difcil fingir que esto estaba sucedindole a otra persona -cada vez ms difcil decirse que pronto despertara de esa pesadilla especialmente vvida, para descubrir que todo era exactamente como haba sido antes de esa noche fatdica. Era cada vez ms imposible fingir porque los cambios aportados por la multitud de trabajadores ya estaban casi completos. La casa y sus muebles y adornos ya no eran un ambiente srdido y gastado; las paredes exteriores relucan gracias a varias capas de pintura blanca, las ventanas en forma de abanico y las puertas exhiban un delicado matiz verde, y adentro... adentro, las lujosas cortinas de terciopelo y damasco que cubran las ventanas ahora descendan hacia los pisos reparados poco antes, y las paredes y los techos resplandecan suavemente con sus tonos azules y beige recin pintados. Haba incluso muebles nuevos, llegados pocos das antes de Nueva Orlens, y los prados y los arbustos otrora desaliados ahora haban sido podados y recortados meticulosa y pulcramente. Willowglen estaba recuperando rpidamente el estado que tena en tiempo de Jeffery Seymour, y aunque Melissa tena conciencia, y eso le provocaba cierta indignacin, que todo se haca a su costa, en el fondo de su corazn tena que experimentar un sentimiento de complacencia por Zachary, y tambin por todos los habitantes de Willowglen. Por lo menos, se deca malhumorada, su tontera haba aportado cierto bien. Incluso Latimer haba recibido la suma de dlares -Dominic haba pagado a Melissa el oro en la fecha prometida. Ella sinti que se le encoga el corazn al comprender que ya Locura no le perteneca exclusivamente; pero tambin sinti que se le quitaba de encima un
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enorme peso cuando se sent con el seor Smithfield y realiz los arreglos necesarios con el fin de saldar completamente la ltima deuda de su padre. Felizmente, el seor Smithfield se habla encargado de todas las gestiones, y Melissa no se habla visto obligada a entregar personalmente el dinero a Latimer, y ms vala que as fuera... hubiera podido arrancarle los ojos! Pero aunque la deuda estaba pagada, ella tena la desagradable sensacin de que el asunto no haba terminado completamente. Vio esa expresin peculiar en la cara de Dominic cuando l le entreg el dinero, casi como si l pensara que el hecho de que Melissa aceptara entusiastamente el dinero era desagradable. Melissa no haba dicho qu se propona hacer con esa suma, y se preguntaba si Dominic crea que ella estaba demostrando excesiva codicia -l seria su marido, y quizs haba supuesto que Melissa no insistira en que se le pagara esa suma. Pero Melissa la habla reclamado, y en ese momento la asalt la ingrata sospecha de que tal vez todo lo que habla hecho era cambiar una deuda por otra, y que la segunda implicaba el pago de un precio mucho ms oneroso... Se neg resueltamente a continuar pensando en eso, del mismo modo que rehusaba pensar ms all de las necesidades inmediatas, y obstinadamente insista en fingir que pronto lograrla despertar de esa pesadilla, para descubrir que todo haba sido un mal sueo. Quizs el hecho de que Dominic se hubiese ausentado hasta varios das despus del primero de agosto fue el factor que facilit a Melissa la tarea de cerrar los ojos a la realidad, de mantener la ficcin de que nada de todo esto era real. Tres das despus de anunciado el compromiso, Dominic haba partido en direccin a Mil Robles, donde se dedic a supervisar ciertas rpidas mejoras en las comodidades de la residencia principal; y haba retornado a Baton Rouge el once de agosto. Melissa habla olvidado el efecto imprevisible que l le provocaba, y al contemplar el rostro moreno sentado a la mesa frente a ella, mientras cenaban en Oak Hollow, la tarde del da en que regres, experiment un intenso sentimiento de placer que le recorri todo el cuerpo. Se trataba de una pequea reunin y cena que la ta Sally y el to Josh haban organizado en homenaje a los novios, pero Melissa tuvo conciencia de una sola persona en la habitacin -ese hombre que muy pronto sera su marido. Sus ojos recorrieron los rasgos delgados y vivaces de Dominic, y percibi la arrogancia y el orgullo que eran sus caractersticas, y se estremeci levemente. Sera un marido bondadoso? O cruel? Un manirroto como el padre de la propia Melissa? O un hombre generoso y al mismo tiempo astuto como el abuelo? Melissa saba muy bien que l poda provocarle una intensa pasin, y que ella lo encontraba en verdad fascinante, pero, sa era una base apropiada para el matrimonio? Una base que justificaba confiarle su vida? Melissa no lo crea as y aunque poda reconocer la atraccin y el encanto de Dominic, al mismo tiempo le desconfiaba; una proporcin considerable de lo que Josh haba dicho acerca de l un tiempo antes conservaba un perfil desagradablemente claro en la mente de la joven. Con una actitud que se pareca demasiado a la hostilidad franca, ella lo mir, poco dispuesta a permitir que la distrajese la clida curva de sus labios, o el destello de burlona risa de los ojos grises, o los seductores hoyuelos que aparecan y desaparecan cuando l sonrea. Se dijo con fiereza que ese hombre jams le agradara. Melissa se vela forzada a desposarlo, pero no seria una esclava sumisa a sus pies. Otras mujeres podan dejarse seducir por ese encanto perverso, pero ella no! Dominic haba percibido claramente la mirada poco cordial de Melissa, y esa actitud lo desconcertaba. No haba supuesto que ella lo acogera transida, pero por otra parte no estaba preparado para aceptar que su futura esposa lo recibiese con una actitud tan helada. Se pregunt custicamente: Qu era lo que le desagradaba? Tendra un marido acaudalado! En cambio, todo lo que l conseguira sera una arpa hermosa, pero muy desconcertante! Mientras le diriga una rpida mirada, con el entrecejo fruncido, se dijo que seguramente ella no continuaba fingiendo que se opona a esa unin farsesca.
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Al parecer, en efecto se opona, y mientras pasaban de prisa los ltimos das, antes de la boda, Dominic senta que su frustracin se acentuaba. Rara vez se le permita estar a solas con Melissa, pero si ella lo hubiese deseado hubieran podido contar con unos pocos momentos de intimidad. Obviamente, eso no era lo que ella deseaba, y Dominic comprob que la joven se mostraba muy esquiva, y que evitaba al instante cualquier intento de hablar ntimamente de parte de Dominic. Ni una sola vez pudo percibir siquiera fuese un atisbo de la criatura vibrante e irresistible a la que haba tenido en sus brazos, y a medida que se aproxim el da de la boda Dominic advirti un desaliento cada vez ms acentuado en s mismo. De todos modos, se senta agradecido porque alguien haba logrado devolver la sensatez a Melissa, de modo que ahora ya no se disfrazaba de solterona agria. Dominic experimentaba un placer irnico al observar las expresiones de desconcierto en las caras de sus parientes cuando los presentaban a Melissa. Toda su familia, ahora residente en distintos lugares alrededor de Baton Rouge, pareca embrujada por la sonrisa deslumbrante y la belleza de la joven. Leonie, que lleg con Morgan dos das antes de la boda, pareca transida. Leonie corri hacia l despus de haber sido presentada a Melissa, le dirigi una sonrisa radiante y murmur: -Vaya, mon ami! Ya te dije que lo que te faltaba era una esposa. Y oye, Dominic...es encantadora! Precisamente lo que yo habra deseado para ti. -Hubo un gesto perverso en los ojos verdes cuando agreg astutamente:- Y me alegro mucho de comprobar que no te mima! Sera desastroso para ti casarte con una mujer que creyese que cada uno de tus caprichos es ley. Dominic haba abrigado la esperanza de que Leonie no advertira que Melissa no pareca interesarse mucho por su compaa, pero poda confiar en que su incorregible cuada pondra el dedo en la llaga. Un tanto inquieto, Dominic murmur: -Leonie, sabes que una esposa obediente me aburrira. - Y con una certidumbre originada en la conviccin agreg:Y Melissa jams me aburrir, de eso estoy seguro! No quiso agregar que mucho tema que lo exasperase, lo irritara y lo mantuviese siempre cautivado! Y en efecto, se senta cautivado. Era posible que ella lo tratase con indiferencia, pero eso no impeda que Dominic la mirase posesivamente, o recordara con claridad la dulzura de sus labios o la embriagadora suavidad de su cuerpo. El recuerdo siempre presente de las dos veces que l la haba besado era lo que lo reconfortara durante las ltimas dos semanas, y le haba permitido considerar la aproximacin del da de la boda, si no con placer, por lo menos con la expectativa por la noche que sera su corolario. En su fuero ntimo poda ansiar que lo uniese a Melissa algo ms que el deseo fsico; pero si el deseo era todo lo que compartan, l tena la cabal intencin de aprovecharlo bien. Y teniendo en mente ese aspecto, ya haba realizado varios arreglos que, por extrao que pareciera, confiaba en que complaceran a su dscola esposa Casi con intensa alegra, ms tarde esa misma noche consider la probable reaccin de Melissa cuando viera la cama ofensivamente lujosa que haba encargado para el dormitorio de ambos en Mil Robles. Haba tenido que pedir a Natchez las cosas que deseaba, y la cama y los adornos complementarios no haban llegado a la plantacin antes de que l se viese obligado a regresar a Baton Rouge; pero pensando en eso, en el amplio colchn de plumas, en la lujosa sensualidad de las colgaduras de seda dorada que la rodeaban, y al imaginar vvidamente a Melissa desnuda en el centro de la cama, Dominic senta que todo su cuerpo se agitaba a causa del deseo. Tal vez l no quisiera casarse, pero su cuerpo arda con el doloroso deseo de poseerla -y eso, se deca cnica-mente, justificaba que metiese la cabeza en la trampa tendida por el prroco! Lleg finalmente la vspera de la boda. Todos los invitados estaban reunidos, y ahora se alojaban en las casas de diferentes amigos y vecinos de los Seymour y los Manchester. E incluso las escasas comodidades pblicas haban sido reservadas por los amigos y los
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parientes de la pareja, y casi no haba residente de ambas orillas del ro, entre Natchez y Nueva Orlens, que no supiera que al da siguiente Dominic Slade se unira en matrimonio con Melissa Seymour. Julius Latimer ciertamente estaba al tanto -mal poda ignorar la ocasin despus de recibir la nota de Melissa y el dinero. Y adems, estaba el hecho de que l y su hermana haban sido invitados a asistir a la recepcin de gala en honor de los recin casados, la que se celebrara en Oak Hollow despus de la boda misma en Willowglen. Melissa haba preferido que no invitasen a Latimer, pero en la pequea y cerrada sociedad de los pueblos ribereos, era imposible manifestar una objecin sin explicar exactamente los motivos. La joven se haba consolado pensando que ya no necesitaba temer a ese hombre, y que seguramente ella poda imponerse el esfuerzo de tratarlo en compaa de terceros. La ltima tarde antes de la boda, Dominic convino salir a cabalgar con Melissa, y ella trat de olvidarse de Latimer. Dominic adopt una actitud muy misteriosa, y dijo con una dbil sonrisa que tena una sorpresa para ella. Zachary sonri y Melissa sospech que su hermano saba exactamente cul era la sorpresa. La joven no tena el ms mnimo inters en ningn gnero de sorpresas, y lo que era ms importante, no deseaba salir sola con Dominic Slade. Con un sentimiento de frustracin, Dominic vio que ella se apresuraba a convertir lo que l haba esperado que sera un asunto ntimo en algo ms pblico, invitando a Morgan y a Leonie, a Royce y a Zachary. Mientras las dos damas esperaban en la galera que los hombres llegasen con los caballos, Latimer decidi entrometerse nuevamente en la vida de Melissa. En ese momento lleg una segunda nota del caballero ingls. Melissa se disculp con Leonie y camin hasta el extremo de la larga galera, para leer la misiva de Latimer en relativa intimidad. Mi estimada Melissa, -escriba Latimer-, no puede imaginar el dolor y el desaliento que experiment al recibir la noticia de su inminente matrimonio con Dominic Slade. Pens guardar silencio,pero no puedo! Ahora s que la oferta que le hice fue un error y una grosera, y me disculpo muy humildemente por mi gesto, pero, un mes o dos de mi compaa mereca que usted se entregase para siempre a un canalla como Slade? Por lo menos, yo manifest sinceramente mis intenciones, por erradas que ellas fuesen, pero, usted puede decir lo mismo de l? No merece confianza -yo podra relatarle cosas de l que determinaran que mi censurable actitud pereciese una mera travesura de escolar! Si usted duda de mi palabra -y izo la criticara si dudase- hable con mi hermana. Ella sabe quin es Slade, y ahora temo mucho por usted. Antes, ella cay vctima del falso encanto de ese hombre, y sabe a su propia costa que es un vil seductor, un hombre capaz de pisotear los afectos. Le repito...:no debe confiar en l. Me duele decirle esto, pero usted debe mantenerse en guardia permanentemente frente a l, o correr la misma suerte que mi pobre y engaada hermana que, incluso sabiendo que es un aventurero y un astuto intrigante todava lo desea. Y lo que es peor, l lo sabe y continua manipulando el imprudente afecto que ella siente. (La visit ayer mismo en la plantacin donde nos alojamos. Me parece extrao que decidiese venir en momentos en que yo no estaba, y por lo tanto pudiera evitar que hablase con mi hermana.) No es grato para mi escribirle todo esto, pero si puedo impedir que usted caiga bajo su perverso encanto, todo lo que yo sufro en este asunto se justificar. Yo podra haber deseado que las cosas fuesen distintas entre usted y yo, pero le ruego que me crea, Melissa, cuando digo que siento un profundo afecto por usted y que abrigo la esperanza de que, pese a todo lo que ha sucedido entre nosotros, me considere su amigo y sepa que aliento la sincera esperanza de que si algn da necesita ayuda, acuda a mi. Es posible que yo le haya fallado lamentablemente al realizar lo que ahora veo que fue un ofrecimiento sumamente deshonroso. Pero no le fallar en el futuro. Y si usted insiste en esta terrible unin, en: el fondo de mi corazn s que un da necesitar mi ayuda y que yo
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podr redimirme demostrndole que la acompao precisamente cuando ms me necesita. Latimer. Melissa estruj la carta en su mano, y mir sin ver la verde extensin del prado, y dese no haber ledo las palabras de Latimer. Desconfiaba de l, sospechaba que gran parte de lo que haba escrito era un tejido de mentiras, pero no poda olvidar sus advertencias. De sus labios escap una risa amarga. Hasta donde ella poda ver, no haba mucha diferencia entre Latimer y Dominic, y a Melissa le pareca especialmente irnico que Latimer la previniese contra el hombre con quien ella se casara el da siguiente. En la carta de Latimer no haba mucho que ella no supiese ya. Acaso Josh, la primera vez que le habl de la presencia de Dominic en el vecindario, no la haba advertido contra l? Pero la informacin acerca de la anterior relacin de Dominic y de su visita de la vspera a Deborah, la hermana de Latimer, inquiet no poco a Melissa. En realidad, durante un momento de desequilibrio los celos la mortificaron, y slo el sonido de los caballos y los hombres que se aproximaban la devolvi a la realidad. Preparndose para luchar, Melissa despedaz la carta, y se dijo que le habra agradado hacer lo mismo con el corazn de Dominic. Despus de dispersar los fragmentos, camin en busca de Leonie y el resto. Si haba credo que la carta de Latimer tena un sesgo irnico, eso fue nada comparado con el acre regocijo que sinti al conocer la sorpresa de Dominic. Por una perversa coincidencia, haba comprado como regalo de bodas para Melissa precisamente el cottage que Latimer habla propuesto como nido de amor. Mientras los otros proferan exclamaciones y comentaban las cualidades de la bonita casa -recin pintada y amueblada para la esposa- Melissa permaneci de pie, mirndola inexpresiva. Creyendo que su esposa se senta profundamente complacida, Dominic dijo en voz baja, de pie junto a ella: S que vendremos con frecuencia a visitar a tu hermano, y me pareci que te agradara alojarte en tu propia casa. Es pequea, pero muy cmoda, y silo deseas en el futuro podemos ampliarla. Agreg tmidamente: -Hay veinticinco hectreas de terreno, y contrat a varios hombres con el fin de que inicien la construccin de un pequeo establo y algunos picaderos. Tal vez decidamos mantener aqu en ocasiones algunos de nuestros caballos. Como Melissa permaneci silenciosa, Dominic mir alrededor, y al ver que otros ya estaban ascendiendo los peldaos que conducan a la pequea galera, aferr los hombros de la joven con Sus dedos fuertes. -La cabaa y la tierra son tuyas, Melissa. Son mi regalo de bodas.
Las palabras de Dominic la sobresaltaron, y ella lo mir en silencio, y sus ojos dorados de negras pestaas se abrieron asombrados Era la primera vez que lo miraba directamente desde la noche de la taberna, y Dominic sinti que se sumerga en las profundidades misteriosas de esos bellos ojos. La mirada de Dominic descendi hasta la boca de Melissa, y al recordar la calidez y la dulzura de esos labios, murmur con voz ronca: -Maana, por la noche, despus de la boda, vendremos aqu...
13
A decir verdad, Melissa nunca supo muy bien cmo reprimi el impulso de echarse a rer histricamente. Pareca que ese lugar, esa extraa y pequea cabaa con su galera sembrada de rosas, estaba destinada a ser el lugar donde ella perdera la inocencia; y no la reconfort en absoluto recordar que quien la iniciara en la condicin de mujer seria Dominic, su marido, y no Latimer, en el papel de supuesto protector. Durante un momento de confusin contempl la perspectiva de explicar a Dominic por qu no la emocionaba demasiado ese regalo de bodas; pero el sentido comn, una virtud que segn pensaba la propia Melissa, ella no haba mostrado, ni mucho menos, en los ltimos tiempos, se manifest ahora, y la joven se limit a ofrecer a Dominic una sonrisa falsa. Como saba que se esperaba ms de ella, mantuvo tenazmente la sonrisa fija en los labios, y dijo con cierta vivacidad: -Qu amable de tu parte! Muchas gracias! -Busc desesperadamente agregar algo a lo que sin duda era un agradecimiento bastante tenue en vista del regalo magnfico e imprevisto, pero pareci que su cerebro estaba paralizado; la frase de Dominic acerca de lo que sucedera al da siguiente por la noche haba borrado todo lo dems. La expresin sensual en los ojos de Dominic mientras continuaba mirando fijamente los labios de Melissa consigui que ella sintiera que se' le aflojaban las rodillas, percibi horrorizada que sus pechos comenzaban a despertar como esperando el contacto de los labios de Dominic sobre los pezones, y experiment la insoportable sensacin de un temblor sbito de insistente deseo que se agitaba en su abdomen. Impotente, se balance acercndose a l, entreabri inconscientemente los labios, y se le aceler el pulso cuando las manos de Dominic le tocaron los hombros y los ojos grises se ensombrecieron de pasin... -Dominic -llam Leonie desde la sombra de la galera- Ni siquiera permitirs que Melissa vea el interior de la casa antes de maana? Como si la hubiese picado una avispa, Melissa se apart bruscamente de Dominic, y ste, concibiendo pensamientos asesinos referidos a su cuada favorita, gir lentamente para mirar a Leonie. Con una sonrisa tensa en los labios dijo ronco: -Un da de estos, Leonie, te estrangular... sobre todo si no cultivas un poco ms tu tacto! Con una sonrisa pcara en la cara, Leonie dijo airosa: -Melissa, no le prestes atencin. Siempre est amenazndome, pero como puedes ver, he sobrevivido, y prosperado maravillosamente! -Dirigi una mirada inocente a los rasgos bien formados de Dominic, y agreg dulcemente:- Por favor, querido Dominic, podemos ver el interior? Dominic ri de mala gana, y como era evidente que el momento de intimidad con Melissa haba pasado, la tom del brazo y la llev hacia la cabaa. -Espero que apruebes lo que hice. No tuve mucho tiempo, pero dej instrucciones bastante amplias acerca de lo que deseaba que hicieran mientras yo estaba ausente. Si algo no te agrada, siempre podemos cambiarlo despus. -Dirigi a Melissa una sonrisa seductora.Sin embargo, creo que vers que es suficiente para nuestras necesidades.
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Todava conmovida y sonrojada por la reaccin que l le provocaba, Melissa mantuvo apartada la cara y mascull una respuesta. Confiaba en que lo que ella haba dicho tuviera sentido... Ciertamente, al parecer nada tena lgica los ltimos das! El interior del cottage era encantador, pero Melissa tena tan intensa conciencia del hecho de que al da siguiente por la noche compartira esa casa con Dominic que en realidad despus no record mucho de lo que haba visto. Saba que el saln del frente era espacioso, en vista de las reducidas dimensiones de la construccin, y recordaba imprecisamente algunos cuartos de paredes color crema y cortinas rosa plido en las ventanas; pero de los muebles de la planta baja no pudo recordar un solo objeto. Adems del saln, haba un comedor de proporciones medianas, una salita para el desayuno y un cuarto todava ms pequeo que poda usarse como despacho; y arriba haba dos dormitorios cmodos y espaciosos, comunicados por un minsculo cuarto de vestir. Los dormitorios atrajeron su atencin. Sola en su cama, esa noche en Willowglen, pudo evocar con todos los detalles el lecho de palo rosa tallado, con el cubrecama de satn color lavanda, y recordar la voz de Dominic que deca roncamente: -Esta ser tu habitacin y tu cama... abrigo la esperanza de que me permitas compartirlas contigo... a menudo. En la oscuridad de su habitacin, Melissa comprendi que era la ltima vez que dorma all... sola. Contuvo la respiracin y sinti una punzada en el pecho. Al da siguiente, y despus durante los das sucesivos ella sera la esposa de Dominic Slade; compartira el lecho con l por el resto de su vida. La desconcertaba que esa idea la excitara. La desconcertaba y enfureca! Cerr los puos a los costados del cuerpo, y mir sin ver el techo. El nunca deba adivinar, pens febrilmente Melissa, el tumulto que el contacto de su mano provocaba en ella. No importaba que en ciertas ocasiones su cuerpo la traicionase; ella deba mantenerse siempre en guardia, e impidiendo que l atisbase el interior de su tonto corazn. Casi aliviada comenz a pensar en la carta de Latimer. Por primera vez dese no haberla destruido, dese tenerla ahora mismo en sus manos para leer y releer las cosas feas que l haba escrito acerca del hombre con quien Melissa tena que casarse. Por desgracia, aunque ella intentaba sinceramente pensar mal de Dominic, comprobaba que la tarea no era fcil, sobre todo cuando recordaba cun bondadoso se haba mostrado Dominic con Zachary, y por supuesto, estaba la cabaa... Cuntos hombres, incluso perdidamente enamorados, hubieran regalado a su esposa una casa tan bonita y veinticinco hectreas? Y estaba el asunto de Locura. Dominic se haba mostrado muy equitativo en su compra del caballo, pese a que el matrimonio inminente deba inducirlo a pensar que la oferta era innecesaria. Se haba mostrado muy bueno y generoso. Repentinamente irritada consigo misma porque alentaba pensamientos tan caritativos acerca de Dominic Slade, Melissa frunci el entrecejo. Lleg a la sombra conclusin de que todo era culpa de su misterioso encanto. Y los ojos joviales. Y la boca burlona y... Rechinando los dientes, se impuso recordar algunas de las peores cosas que Latimer habla escrito acerca de Dominic, por ejemplo, el modo en que l continuaba desplegando su prfido encanto con Deborah, pese a que estaba comprometido con Otra mujer. Los comentarios iniciales del to Josh acerca de Dominic asaltaron la mente de Melissa, y con un gemido ahogado la joven se sent en la cama. Era intil fingir. A pesar de todo lo que saba del, Dominic Slade la fascinaba como jams lo haba hecho ningn hombre; pero a juicio de Melissa, mucho peor era que el ms leve contacto con su mano, a pesar de que ella saba que Dominic era un infame mujeriego, provocaba en Melissa toda suerte de desordenadas ansias. Era necesario que ella se defendiese, que recordara que l era lo que pareca; y deba evitar los efectos de su perverso encanto -ella no se sometera como la pobre Deborah! !Oh, no! Le mostrara al seor Slade que no todas las mujeres eran criaturas tan tontas y susceptibles como la absurda Deborah! Con sus labios fijos en una lnea que expresaba obstinacin, Melissa contempl el
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futuro. No era una tarea grata, y la joven tena perfecta conciencia del hecho desagradable de que no slo tendra que combatir la seductora influencia de la espuria atraccin ejercida por Dominic, sino adems rechazar los reclamos de su traicionero corazn y tambin de su cuerpo. Comenz a examinar los modos de alcanzar sus objetivos, y finalmente dio con un plan que, segn ella crea, mantendra distanciado a Dominic. El torbellino de sentimientos que le haba mantenido despierta hasta casi el alba no se calm a medida que transcurrieron las horas del da de la boda. Haba permitido obedientemente que Frances y la ta Sally revolotearan y se agitaran alrededor de ella mientras le ponan el hermoso vestido de muselina, una prenda de talle corto con delicados hilos de plata, y aseguraban a sus rizos rubios flores de azahar de dulce aroma. Era difcil abstenerse de compartir la excitacin, y a pesar de sus mejores esfuerzos en contrario, cuando Zachary al fin puso la mano de Melissa en la de Dominic, y ambos estaban de pie frente al predicador local para pronunciar sus votos bajo uno de los altos rboles de mimosa cercanos a la casa, Melissa tena las mejillas atractivamente sonrojadas, le brillaban los ojos y haba una curva atractiva y trmula en sus labios sonrosados. Dominic estaba muy elegante con sus ropas de etiqueta; la chaqueta de tela azul oscura se adaptaba perfectamente a sus anchos hombros, y la nvea blancura de la fina camisa adornada con volados realzaba el tono moreno natural de su piel. Los pantalones cortos revelaban la forma esbelta y musculosa de sus muslos, Y las medias de seda blanca se adaptaban bien a las pantorrillas elegantes. Pero su cara era lo que atraa la mirada de Melissa, la fuerza integral de esos rasgos a veces altaneros, otras alegres y siempre profundamente atractivos, de pronto la impresionaron como un golpe. Tena los cabellos negros bien peinados, pero un rizo dscolo persista en caer sobre su sien, y Melissa tuvo el impulso de extender la mano y devolverlo a su lugar. Apenas la idea cruz su mente, sinti que se le oprima el corazn. Dios mo! Cmo podra resistirse a ese hombre si nada ms que de verlo senta que se derrumbaban todas sus decisiones formuladas con tanta dificultad? La ceremonia fue breve y el beso que se dieron frente a la familia y los invitados reunidos fue casto, y no expres en absoluto el clido impulso de pasin que Dominic sinti cuando sus labios tocaron los de Melissa. Con la sangre golpeando en sus venas, Dominic irgui la cabeza y puso las manos de Melissa bajo su propio brazo, volvindose sereno para presentar a su esposa. Pocos segundos despus, estaban rodeados por un grupo numeroso de parientes y amigos que rean y los felicitaban. Durante las festividades que siguieron, Dominic hizo todo lo posible para disimular la impaciencia cada vez ms acentuada con que esperaba el momento de estar a solas con su esposa; el momento en que ya no tendra que compartir su atencin con otros, y sobre todo con lo que a sus ojos era un nmero excesivo de caballeros que parecan decididos a arrebatarle a su esposa. Cada vez que l la buscaba, invariablemente un individuo descarado apareca para reclamar la atencin de Melissa, y para el ojo irritado de Dominic, el individuo siempre era joven y apuesto. Incluso Jason Savage, que tambin estaba all, se habla separado del lado de Catherine para pasar unos minutos en amable conversacin con Melissa. Dominic no lo criticaba; la radiante belleza de Melissa lo dejaba sin aliento, y no importaba con quin estuviese hablando, ni cun interesante fuese la conversacin, su mirada exploraba constantemente los grupos buscando la cabeza de cabellos rubios, y sus odos trataban siempre de identificar el sonido de la voz de Melissa. No importaba lo que ella haba jurado en la oscuridad de su cuarto, a medida que pasaba la tarde Melissa descubri que Dominic poda conmover sus sentimientos incluso sin mover un dedo. Todo lo que tena que hacer era sonrer seductoramente a las diferentes y entusiastas mujeres, o inclinar su cabeza de cabellos oscuros para hablar a sta o a aqulla, y al instante ella tena la certeza absoluta de que Dominic era un prfido canalla que estaba desplegando su terrible encanto sobre incautas inocentes. Y de pronto, desde el fondo de la
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sala, los ojos grises de Dominic encontraban los de Melissa, y ella se senta asaltada por un deseo in tenso, el deseo de que los muchos brindis terminasen de una vez, se dijesen las felicitaciones y Dominic y ella quedaran solos... Finalmente su deseo se realiz. Se haba ofrecido el ltimo brindis, y formulado la ltima felicitacin, y ella y Dominic se alejaron en el calesn con gritos de buenos deseos y risas resonando en los odos. Apenas haban avanzado unos veinte metros cuando de pronto ella comprendi que ese hombre, ese extrao alto y distinguido sentado a su lado en el elegante vehculo nuevo, en realidad era su marido, y ahora de hecho, su propietario. Legalmente, l tena ahora el derecho de controlar las posesiones de Melissa; lo que era an ms temible, tena el derecho de hacer lo que quisiera con su cuerpo... Mir las manos fuertes y curtidas de Dominic, mientras l guiaba hbilmente al garan de gran alzada por el camino cubierto de tierra roja, e imagin las mismas manos expertas sobre el cuerpo de su esposa, desnudndola, tocndole los hombros y los pechos, el estmago, y tambin... El corazn de Melissa lati desordenadamente, y ella apart irritada la mirada de las manos de Dominic y mir inmutable al frente. Se dijo furiosamente que eso deba terminar. Tena que recordar que no deba ceder, no deba permitir que l la embrujase! Si Dominic advirti que su esposa tenia una actitud extraamente dura y guardaba silencio, o si pens comentar el modo en que, a juicio del propio Dominic, ella haba sonredo y coqueteado ofensivamente con todos los hombres menores de cien aos el da de su boda, en definitiva prefiri callar. La mir de reojo, y observ con un extrao sentimiento de placer su mejilla y la lnea delicada del mentn. Era bella y encantadora, pens y no por primera vez, recordando cmo se le habla acelerado el pulso cuando la vio acercarse para unirse a l, y comparecer ante el predicador. Se haba dicho con frecuencia que era una persona falsa y tramposa, y que se era sencillamente un matrimonio de conveniencia, y que haban llegado a eso slo gracias a las manipulaciones de Melissa. Sin embargo, no poda evitar el sentimiento de posesin que le recorra el cuerpo siempre que miraba a Melissa, o el extrao sentimiento de orgullo que experimentaba cuando vea con cunta facilidad lograba seducir a los miembros de la familia Slade... y, record ahora sobriamente, a cualquier hombre que se le acercaba. Se prometi que eso cesara inmediatamente! Era su esposa, y l no tolerara la presencia de una pandilla de tontos enamoradizos merodeando alrededor de su hogar. Los celos eran un sentimiento que l siempre haba despreciado, y que nunca antes haba experimentado. Tal vez por eso no concibi la idea de que, por tratarse de un hombre que se burlaba del monstruo de ojos verdes, estaba exhibiendo signos evidentes de que se hallaba afectado, y gravemente. Para ambos haba sido una jornada larga y colmada de tensin, y Melissa casi se alegr cuando estuvieron a la vista de la cabaa. Comenzaba a anochecer, y ella recibi con agrado el descenso de la temperatura que acompaaba a la cada de la noche, despus del calor hmedo del da. Solamente deseaba refrescarse y acostarse en una cama blanda, y dijo irreflexivamente: -Oh, no veo el momento de quitarme este vestido y acostarme! Melissa se sonroj cuando comprendi cmo podan interpretarse sus palabras, y profundamente avergonzada esper la respuesta de Dominic. En los labios de Dominic se dibuj una curva suspicaz, pero en todo caso l se limit a murmurar con amabilidad: -Si, me lo imagino. Me he tomado la libertad de buscarte una doncella, y espero que tenga preparado y esperndote todo lo que necesitas. Melissa asimil en silencio esta informacin. Hacia aos que no tena una criada personal, y no sabia que la necesitara ahora; pero a pesar de su vigilancia, la evidente consideracin de Dominic la conmovi. Despus, emiti un suspiro. Si l continuaba mostrndose amable, la tarea de rechazarlo sera incluso ms difcil de lo que haba
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imaginado. Quiz, se dijo sobriamente, de este modo haba logrado esclavizar a la hermana de Latimer. Decidida a demostrarle que lo que l haca no la afectaba, Melissa hizo un gesto audaz con la cabeza y dijo airosamente: -Gracias... es muy amable de tu parte. Aunque Dominic quizs haba esperado una respuesta un poco ms clida que unas palabras casuales de agradecimiento, no se sinti insatisfecho con la aceptacin de Melissa. La joven lo desconcertaba, y nunca saba muy bien qu poda esperar de ella; del mismo modo que haba aceptado, habra podido sentirse ofendida por el gesto de Dominic. Esa mutabilidad era lo que lo fascinaba y al mismo tiempo lo irritaba: en cierto modo ella poda ser toda sonrisas, y al siguiente le diriga una mirada que habra enviado a su tumba a un hombre menos valeroso. Era evidente que Melissa haba planeado y conspirado para atraparlo, pero una vez ejecutado el acto haba fingido que el matrimonio con l era lo que menos deseaba. Dominic mene la cabeza ante el espritu de contradiccin de Melissa, y se pregunt, como haba hecho tan a menudo desde la primera vez que la vio, cul era exactamente el juego que ella estaba jugando. Por lo menos esa noche, pens con una sbita aceleracin de los latidos de su corazn, se vera recompensada la ingenuidad que haba determinado que cayese estpida mente en una trampa tan evidente que incluso ahora l estaba seguro de que algo haba fallado en su inteligencia. La hora siguiente estuvieron atareados instalndose en su nuevo hogar. Concentrado en las imgenes relacionadas con los placeres fsicos que pronto se le prodigaran, Dominic no manifest objeciones cuando despus de una ligera comida servida en el comedor por uno de los nuevos criados que l haba empleado, Melissa desapareci en el dormitorio del piso alto. Con una sonrisa perezosa en los labios, Dominic se demor con su brandy, mientras imaginaba a su esposa desnudndose y ponindose una prenda muy liviana para deleite de su esposo. Cada vez ms consciente de los reclamos insistentes de su cuerpo, despus de unos minutos deposit la copa de brandy sobre la mesa y sali del comedor. En su propio dormitorio se despoj rpidamente de las prendas que haba vestido durante la boda, y despus de lavarse deprisa en el agua tibia contenida en un cuenco de porcelana depositado sobre una mesa de mrmol azul, se puso el camisn, dejado sobre la cama por su criado Bartholomew. El corazn comenz a latirle con ms rapidez en la expectativa de lo que vendra, y Dominic cruz con paso rpido el minsculo cuarto de vestir que separaba los dos dormitorios. Con los dedos temblndole un poco, cerr la mano sobre el picaporte de cristal y abri la puerta. Habla amueblado la habitacin de Melissa teniendo en cuenta la personalidad de su ocupante, y naturalmente estaba complacido con los resultados. La habitacin era espaciosa, y el amarillo suave y el lavanda claro que l haba elegido le conferan una calidez sugestiva. Un armario de loe y una delicada mesa tocador de palo de rosa eran parte del mobiliario, lo mismo que dos hermosos sillones tapizados con seda verde sauce. El lecho que l haba elegido finalmente no tena la suntuosa decadencia del que l deseaba que los esperase en Mil Robles, pero en todo caso no le desagradaba. El dosel era un elegante retazo de fino material que confera un aspecto grcil a los postes altos y tallados, y el fulgor del cubrecama color lavanda reluca a travs de los pliegues de las cortinas de gasa que colgaban de los cuatro rincones de la cama. Al comprobar que su esposa no lo esperaba en el lecho, Dominic la busc con los ojos, y al fin la encontr donde Melissa SC haba detenido, junto a una de las ventanas largas y angostas que cubran una pared de la habitacin. Melissa no haba permanecido ociosa despus de separarse de su esposo en el comedor. Sospechando que Dominic se demorara con su brandy, se haba dedicado a gozar del bao refrescante que estaba esperndola, e incluso haba sucumbido a la tentacin de probar uno de los muchos recipientes de polvo que Dominic haba comprado para ella. Despus de empolvarse generosamente con una fragancia de sndalo, comenz a prepararse
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para la cama... y para Dominic. Melissa escandaliz a la eficiente doncella Anna, que Dominic haba empleado para su esposa, y la despidi, dicindole con voz firme que por lo menos esa noche no deseaba ni necesitaba sus servicios. Despus que Anna se march, Melissa dedic unos pocos minutos a revisar el bal que contena las escasas prendas tradas de Willowglen por la joven. Lo descubri en el fondo del armario, lo retir de all y con verdadero placer comenz a prepararse bien para su noche de bodas, al mismo tiempo que deseaba con una punzada de arrepentimiento no haberse dejado tentar por el bao y el polvo. La piel suave y sedosa, seductoramente perfumada, no era lo que ella tena en mente para Dominic esa noche! No saba muy bien qu era lo que precisamente haba planeado hacer; solamente deseaba arreglrselas para levantar una barrera entre ellos. Reconocer sumisamente la presencia del hombre en su cama y en sus brazos era reconocer la derrota, admitir definitivamente que ella era propiedad de Dominic, y que su objetivo en la vida a partir de ese da era sencillamente servirlo. Su espritu se rebelaba contra esa idea, y su boca se apretaba formando una lnea obstinada. No importa lo que en definitiva sucediese esa noche, ella deba rescatar algo en bien de su propio orgullo. Alimentaba escasas ilusiones acerca de su propia capacidad para soportar indefinidamente la atraccin sensual que Dominic ejerca sobre sus sentidos. Despus de todo, no era esa misma incapacidad para resistir a Dominic lo que la haba llevado a esa situacin? Si ella hubiese tenido una fibra ms resistente, no lo habra abofeteado y apartado desde el instante mismo en que la toc en su habitacin de la taberna? Al recordar el modo en que se haba derretido bajo los besos de Dominic, hizo una mueca. El hecho realmente condenable, pens con nimo sombro, era que ella no tena el ms mnimo atisbo del modo en que su cuerpo traidor reaccionara esa noche. Sus defensas eran frgiles, y a lo sumo poda abrigar la esperanza de postergar lo inevitable, pues si Dominic la tocaba, si la abrazaba y besaba y encenda ese dulce fuego que ella haba experimentado nicamente en brazos de ese hombre... Suspir sobriamente. Por mucho que ella afirmase lo contrario, tena la deprimente conciencia de que su perverso cuerpo probablemente frustrara todos los planes que estaba trazando, y ella ansiaba desesperadamente impedir que sucediese tal cosa. El efecto en Dominic cuando ste entr en la habitacin y vio los resultados de todo lo que Melissa haba hecho, era exactamente lo que ella deseaba, y por un momento tuvo la certeza de que no siempre perdera los estribos -lo cual, por supuesto, le suministrara la excusa que necesitaba para originar una disputa de proporciones picas. Tan pronto los ojos de Dominic se fijaron en ella, la sonrisa perezosa que se dibujaba en su boca de labios inquietos desapareci, y se disip la clida luz de sus ojos grises. Melissa pens satisfecha que se lo vea extraordinariamente contrariado. Con el corazn que le lata excitado, ella esper sin aliento la explosin colrica que sin duda sobrevendra ahora. Deseaba que estuviese enojado, porque de ese modo sera mucho ms sencillo para ella enojarse tambin; pero advirti consternada que una sonrisa lenta de verdadero aprecio se dibujaba de pronto en la cara de Dominic, y con un atisbo de regocijo en la voz l murmur: -Supongo que se trata de la seorita Melissa Seymour? S, ciertamente era la solterona Melissa Seymour, la mujer de expresin agria y actitud mojigata que l haba visto por primera vez en Willowglen, la que lo miraba desde corta distancia. Al observarla, sabiendo lo que haba bajo el disfraz, Dominic se pregunt cmo se haba dejado engaar tan fcilmente. Incluso con los cabellos recogidos en ese moo ridculamente feo, la frgil belleza de esa cara femenina habra sido evidente para cualquiera que la conociese. Por supuesto, el agrio gesto de rechazo que ella ahora le mostraba hacia que esa belleza no constituyera un espectculo muy grato; pero por lo menos para l, de todos modos la joven pareca realmente adorable. Dominic se propona derivar un enorme
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placer del descubrimiento, capa por capa, de la belleza de ese cuerpo tibio y clido, que, como l bien saba, se esconda bajo el absurdo disfraz. Al ver la expresin divertida en la cara de Dominic, Melissa sinti un temblor de verdadero miedo que le recorra la columna vertebral. Pens angustiada: Dios mo! Sus ojos se sintieron atrapados sin remedio por los rasgos morenos y atractivos de Dominic. Pens: Esto no funcionar! Realiz un valeroso intento insistiendo en la misma lnea. Apart bruscamente los ojos de la boca levemente burlona de Dominic, adopt su aire ms altivo y dijo con expresin helada: -Usted sabe bien cul es mi primer nombre! Y como nos hemos casado esta tarde, usted tiene perfecta conciencia de que ahora soy la seora Melissa Slade! Sin dejarse desalentar en absoluto por el gesto altivo de la mejilla suavemente redondeada o por el tono helado de su voz, Dominic mir largamente el cuerpo esbelto, y sus ojos se posaron en el movimiento agitado del pecho de la joven. -Cmo podra olvidarlo -murmur con voz ronca- cuando no he pensado en otra cosa las ltimas horas. El pulso de Melissa tuvo un extrao sobresalto al or estas palabras, y un sentimiento de jadeante expectativa comenz a cercarla lentamente. Saba que tena que hacer algo, que deba moverse y hablar, lo que fuere, menos permanecer all, inmovilizada en un lugar, mirndolo como si estuviese hipnotizada por la constante aproximacin. Contra su propia voluntad, tena los ojos clavados en l, y su mirada recorra los dscolos cabellos negros que persistan en caer sobre las sienes. Intencionalmente evit encontrar la mirada de esos ojos grises de largas pestaas, y examin lentamente la forma de la nariz bien dibujada y permaneci durante un instante casi angustioso en la boca ancha, de labios llenos. Sin quererlo, record el gusto y la textura de esa boca clida y excitante, record el calor que transmita, record la leve aspereza de la lengua cuando l la besara intensamente la noche de la taberna... Slo cuando l se detuvo directamente frente a ella, Melissa pudo recuperar un poco el control de sus pensamientos desordenados, y entonces comprendi tardamente que haba elegido mal el lugar del enfrentamiento -hubiera debido permanecer en el Centro de la habitacin, porque all podra maniobrar con facilidad. Pero ahora estaba con la espalda contra la pared, y Dominic se haba detenido exactamente frente a ella, cortndole todas las vas de fuga, y tan cerca que de hecho las solapas de su bata casi rozaban los pechos de Dominic. Irritada, se mordi el labio y desvi la mirada, pues no deseaba ver la expresin de triunfo que sin duda se dibujaba en la cara de su esposo. -Tmida, Melissa? -pregunt suavemente Dominic, y el dbil hlito de su boca le roz la mejilla. -Es claro que no! -sostuvo ella con voz enrgica, dirindole una mirada helada. -Me agrada -replic l con expresin despreocupada- que no Seas tmida. Seducir vrgenes nunca fue cosa de mi agrado, y Con respecto a llevar al lecho a una nia tmida...Un resplandor de Contrariedad apareci en los ojos grises.- Llevar al lecho a una Virgen tmida puede superar incluso todo mi ingenio. Con confundido asombro Melissa lo mir, y tuvo apenas Una imprecisa conciencia de que l haba apoyado una mano sobre cada lado de su cabeza, pero tuvo conciencia muy exacta del calor y el poder que irradiaban del cuerpo engaosamente laxo de Dominic. -Como las vrgenes no le agradan -empez a decir Melissa quiz podamos prescindir de la consumacin de nuestro matrimonio! Con un gesto francamente sensual en los labios, Dominic mene la cabeza de rizos oscuros. -No -dijo-. La idea de ser tu primer amante, sencillamente de ser tu amante, me mantuvo despierto muchos meses. Ahora que ya no hay obstculos para llegar a eso, ciertamente no me privare...
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14 Con la boca de pronto seca, y la sangre que corra acelerada por sus venas y le encenda el cuerpo, Melissa mir sin ver mientras Dominic descenda lentamente la cabeza, y el suave roce de sus labios sobre los de Melissa provocaban en la joven un impulso de febril excitacin. Sin hacer caso de la ansiosa respuesta de su cuerpo, ella apart la cara, rompiendo el contacto de las bocas. Con tono sofocado pregunt: -Y si no deseo que usted sea mi amante? No quera mirarlo, y le pareca ms fcil concentrar la atencin si no contemplaba los rasgos bien formados que excluan del campo visual todas las restantes imgenes. Pero los labios de Dominic continuaban rozndole apenas la mejilla, y ella senta ms que vea la sonrisa que curvaba su boca. El hlito tibio y con olor de brandy, se derramaba sobre la piel de Melissa, y entonces l dijo en voz baja: -Oh, querida, cuando haya terminado contigo querrs que yo sea tu amante. Melissa hizo todo lo posible para sentirse insultada por la confianza que se manifestaba en la voz de Dominic, pero mezclada con la idea del insulto haba una desconcertante sensacin de expectativa. Sin hacer caso de la punzada que senta en el estmago, se atrevi a mirarlo y despus dese no haberlo hecho, ya que la burlona expresin de los ojos grises acentuaba la agitacin de Melissa. Ansiosa de quebrar el encanto que sin esforzarse l entreteja alrededor de los dos, Melissa dijo jadeante: -Es arrogante de su parte! -Hum, puede parecer as, pero olvidas que te bes Y te abrac antes por lo menos dos veces, y las recuerdo muy vvida mente y en esas ocasiones no pareciste rechazar mis avances ~ ment secamente Dominic. -Entonces era di-di-diferente -balbuce ella con un gesto de impotencia-. No... estbamos... casados! Un resplandor de regocijo ilumin los ojos grises. -Comprendo -dijo con voz lenta-. Aceptas mis abrazos slo cuando no estamos casados? -No fue eso lo que quise decir, y t lo sabes! -exclam Melissa. -Entonces, querida, qu pretendes decir exactamente? -pregunt Dominic con voz dulce. Melissa respir hondo y comenz a decir: -Quiero decir que en realidad no desebamos casarnos, y que... que... -Vacil, y termin hablando apresuradamente: -Y que consumar ahora nuestro matrimonio sera un error. Dominic sinti que parte de su regocijo se disipaba y pregunt como de pasada: -Y cundo propones que consumemos nuestro matrimonio? Sintindose un poco ms segura, ella dijo airosamente: -Oh, quizs en pocas semanas ms, despus que nos conozcamos mejor. Dominic solt un gruido. -Querida, estoy dispuesto a complacerte en varios aspectos, pero como lo que nos llev a esta situacin fue el deseo que cada uno siente del otro, no tengo la ms mnima intencin de privarme de ejercer mis derechos conyugales. El corazn de Melissa tuvo un sobresalto desagradable en su pecho, pero adoptando una posicin de mrtir, la joven dijo con gesto un tanto dramtico: -Puesto que es as, nada puedo hacer para evitar que haga lo que se le antoje conmigo. -Suspir profundamente.Tendr que cumplir con mi deber, y soportar su presencia en mi lecho. Melissa estaba preparada para presenciar cierta reaccin de Dominic, quiz clera, disgusto o decepcin, pero la asombr comprobar que l se limitaba a esbozar una sonrisa.
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-Muy bien -dijo calmo Dominic-. Ya me advertiste, y comO no tienes intencin de cooperar conmigo en este asunto, tendr que buscar solo mi propio placer. -Antes de que ella comprendiese la intencin de Dominic, l haba extendido la mano y le haba quitado los anteojos. Con una sonrisa satisfecha en la cara bien formada, 61 mir los grandes ojos de Melissa.- Quitarte ese ridculo disfraz era slo el primero de los muchos placeres que me propongo tener. Dominic mir los molestos lentes y despus, mientras Melissa lo miraba transfigurada, abri la ventana cerca del lugar en que estaban y con un amplio movimiento del brazo arroj los anteojos a la oscuridad. -Ah van -dijo despreocupadamente-. Esto es algo que dese hacer durante mucho tiempo. -Mir a Melissa, y los ojos entrecerrados de Dominic provocaron una sensacin de angustia en el pecho de ella.- Y ahora -dijo con voz tranquila- pasemos al resto. Como un ciervo asustado que se enfrenta con un cruel depredador, Melissa intent un salto frentico para alejarse de l, pero las manos de Dominic la atraparon por los hombros, y con una irritante economa de esfuerzos la oblig, a pesar de que ella se debata, a pegarse al cuerpo duro y resistente del hombre. Con voz regocijada, Dominic murmur: -Recuerda que debes soportar todo en cumplimiento de tu deber, querida, y que no tienes que resistirte. Furiosa, y con gran mortificacin de su parte tambin excitada, Melissa lo mir, insoportablemente consciente del cuerpo grande, tibio y duro, que la presionaba de un modo tan ntimo. Tratando de reprimir la reaccin traidora de su propio cuerpo ante la proximidad del hombre, ella dijo irritada: -Cmo se atreve a destruir mis gafas! -Y como l se mantuvo inmutable, y se limit a mirarla con esa expresin satisfecha que era completamente repulsiva, ella agreg:- Las necesito! l mene la cabeza. -No para lo que tengo en mente -murmur por lo bajo, y una mano comenz a elevarse para retirar los alfileres que sostenan los cabellos de la joven. A pesar de los intentos de Melissa de evitar los dedos que la exploraban, en pocos segundos ms sus cabellos se desprendan en desorden sobre los hombros, y el feo moo haba desaparecido. Con las dos manos de Dominic de nuevo sobre sus hombros, l examin su trabajo, y vio complacido los rasgos sonrojados de la cara de su esposa, los cabellos sueltos que se enroscaban como seda dorada cerca de las mejillas, la boca sonrosada llena y tentadora exactamente bajo del propio Dominic, y los ojos color mbar ensombrecidos por un sentimiento indefinible. Miedo? Deseo? Clera? Dominic no lo sabia, y en ese momento no le importaba; los movimientos del cuerpo de Melissa contra el suyo, cuando ella intentaba escapar, haban originado en Dominic una apremiante conciencia de los reclamos de su propio cuerpo. Incapaz de resistir la dulce seduccin de esos labios, Dominic gimi roncamente y busc con la suya la boca de Melissa. La bes hambriento, entregndose a los sentimientos intensos y primitivos que de pronto recorrieron su cuerpo cuando con los labios toc los de su esposa. Deseaba jugar con ella, saboreara, explorarla lentamente, pero descubri que no poda, que ella era demasiado tentadora, demasiado embriagadora, de modo que l no poda pensar con claridad, y as ahora acentu urgentemente el beso, obligando a los labios de Melissa a separarse, e invadiendo audazmente la boca femenina. Atrapada tanto por las manos que la sujetaban por los hombros como por su propio cuerpo dscolo, Melissa tembl a causa de la intensidad de los sentimientos que la recorran mientras la lengua tibia e inquisitiva de Dominic le llenaba la boca, y su longitud aterciopelada acariciaba seductora la lengua de la propia Melissa, y descaradamente la invitaba a acompaar el movimiento. Con la cabeza que le daba vueltas, y un sentimiento de extraa debilidad que la impregnaba hasta los huesos, se balance y se acerc ms a l, ofrecindose inconscientemente, los labios abrindose impotentes todava ms ante el beso exigente del hombre.
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l acept codicioso lo que ella ofreca, y sus labios se endurecieron, y su lengua se movi febril en el interior de la boca de Melissa, excitndola, logrando que ella tuviese insoportable conciencia de su descarado deseo que se enroscaba en el interior de su cuerpo y la recorra de la cabeza a los pies. Ella se sinti impotente entre los brazos de Dominic, incapaz de concebir siquiera la idea de resistir, y sus pensamientos se vieron cada vez ms turbados, cada vez ms confundidos, hasta que lo nico de lo cual tuvo conciencia fue Dominic, la seduccin apasionada de su boca destrozndola, los deseos enloquecidos que fluan por sus venas. Ella haba credo que no poda haber nada ms emocionante que el beso de Dominic, pero cuando las manos del hombre descendieron hasta las caderas esbeltas, y l la apret contra su propio cuerpo, obligndola a cobrar intensa conciencia del calor y el tamao de su virilidad inflamada bajo la bata de seda, Melissa comprendi que se haba equivocado. La inund una clida sensacin de placer, tuvo una dulce sensacin de poder, pues supo que ella lo haba llevado a ese estado, y en ese momento supo que su propio cuerpo femenino era lo que l deseaba. Pero ese pensamiento satisfactorio desapareci casi apenas fue concebido -las manos de Dominic haban encontrado las cintas que sujetaban el camisn de Melissa sobre su nuca, y con un sbito sobresalto de su corazn ella sinti que la prenda se deslizaba. Impresionada al ver con cunta facilidad ella haba permitido que Dominic prcticamente la sedujera, apart su boca de la boca del hombre, e introdujo el brazo entre los cuerpos apretados. Medio colrica, medio en tono de ruego, exclam: -Oh, basta! Por favor! A travs de los ojos entrecerrados, Dominic la mir, y era difcil discernir la expresin de sus rasgos oscuros. Se pregunt impotente: Melissa comprende la imposibilidad de lo que estn pidiendo? El deseo por su mujer era un dolor que le llegaba a la mdula misma de los huesos; era su esposa; sa era la noche de bodas, y ella pretenda que se detuviese? Mene apenas la cabeza y murmur: -No puedo. Te deseo... lo aceptes o no. Sonri dbilmente, la mirada de Dominic descendi hasta los blancos hombros y la redondez de los senos femeninos, reveladas por sus manos inquietas, y sinti el ansia de tocar esos mismos lugares con la boca, de arrancar del cuerpo la prenda que ocultaba y ofenda, de desnudar ante sus ojos todos los secretos de la carne de Melissa. Con un esfuerzo concentrado, apart los ojos de la tentacin, pero su mirada se demor un momento largo sobre la plenitud levemente dolorida de la boca de su esposa. Con los ojos clavados en los de Melissa, dijo al fin: -Melissa, sean cuales fueren las razones de nuestro matrimonio, estamos casados, seremos marido y mujer por el resto de nuestros das. No deseamos nuestro matrimonio, jams pens casarme, pero puesto que, gracias a mi propia locura, y a cierto aliento que t me diste, nos vimos obligados a acatar la tradicin, me propongo convertirla situacin en un autntico matrimonio. Sonri de mala gana.- Es extrao, pero si bien consider la posibilidad de tropezar con toda clase de dificultades en nuestro matrimonio, nunca cre que acostarme contigo fuese uno de los obstculos. Eso -concluy secamente-fue el nico lugar en que supuse que no tendramos problemas. Esas palabras la hirieron, pero Melissa tuvo que reconocer que eran justas. Por cierto, las reacciones que ella haba demostrado cada vez que Dominic se le acercaba inducan a suponer que ella estaba ms que dispuesta a reunrsele en el lecho; eso pens Melissa con disgusto. Pero mal poda confesar que lo consideraba realmente fascinante y que convertirse en la esposa de Dominic, la esposa bienamada, le atraa mucho. Como era muy evidente que l no experimentaba ninguna de las emociones ms tiernas que ella senta, tendra que asegurarse de que jams descubriera cun difcil era evitar el influjo hipntico que l ejerca. Agitando en un gesto atrevido sus rizos color de miel, ella dijo speramente: -Bien, parece que usted se equivoc! l esboz una lenta sonrisa, y Melissa sinti que su corazn traicionero lata un poco
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ms rpido al ver esa curva seductora del labio inferior. -Me equivoqu? -repiti l con un gesto despreocupado-. No, no me equivoqu... Slo olvid qu irritante espritu de contradiccin puedes manifestar! En lo que Dominic deca haba mucho de cierto, y ella no poda negarlo; y horrorizada advirti que, en lugar de la clera que desesperadamente deseaba sentir, haba una absurda compulsin que la llevaba a emitir una risita. Casi sinti que sus propios labios comenzaban a curvarse en una sonrisa, antes de reaccionar y apretarlos deprisa en una mueca densa y desaprobadora. Pero Dominic haba percibido el leve estremecimiento de los labios de Melissa, y riendo complacido la alz con sus brazos fuertes. Con picarda y algo ms que bailoteaba en sus ojos grises, murmur al odo de Melissa: -Y ahora, querida, no ms charla... por supuesto, a menos que desees decirme que soy de veras un amante maravilloso! Desgarrada entre el deseo de tironearle con fuerza las orejas y el deseo igualmente incitante de acompaarlo en su risa, Melissa renunci a toda pretensin de resistencia. l era irresistible, y ella sospechaba que haba perdido esa batalla desde el momento en que lo vio por vez primera. Pero el recuerdo de lo que l haba reconocido acerca de que no deseaba casarse persista con dolorosa intensidad. Decidida a proteger de nuevas heridas a su tonto corazn, ella dijo formalmente: slo quiero que usted sepa, seor Slade, que consiento en esto slo porque es mi deber en vista de que soy su esposa. Dominic la mir sonriendo, mientras la depositaba suavemente sobre el cubrecama de seda. -Y yo -murmur con una expresin perversa- ejercer mis derechos conyugales slo correspondiendo al sentimiento del deber! -Y mientras la depositaba en la cama, el camisn de Melissa se desliz todava ms a lo largo del cuerpo, y el pezn de un pecho pequeo asom sobre el encaje de la prenda. La sonrisa de Dominic desapareci, y como hipnotizado por la visin de ese pezn rosado, dijo con voz espesa-: Un acentuado sentido del deber. Con un rpido movimiento, Dominic afloj el cordn de su bata y se quit la prenda. Melissa tuvo una breve visin del pecho musculoso, de los rizos oscuros y espesos de vello que cubran el ancho trax duro y firme; y entonces la cara y la cabeza borraron todo el resto, mientras su boca buscaba la de Melissa y ella se entregaba a esa magia que era Dominic. Ella medio haba temido que Dominic le cayese encima como una bestia hambrienta, pero ahora que todo haba sido dicho entre ellos, pareci que l no tena prisa para reclamar lo que le perteneca por derecho. En cambio, se complaci en limitarse a besarla, con besos prolongados, profundos y embriagadores que aceleraron el movimiento de la sangre en las venas de Melissa, y expulsaron todo lo que implicase un atisbo de resistencia. Pero pronto se vio que los besos no lo satisfacan y su boca recorri lentamente el mentn de su esposa, y los dientes mordisquearon delicadamente mientras l exploraba la forma y la textura de la piel sedosa. Era una sensacin deliciosa, y Melissa se estremeci de placer cuando los dientes de Dominic descubrieron el lbulo de la oreja y lo mordieron apenas, y su lengua describi crculos y explor constantemente. Si los besos exploratorios de Dominic la haban aturdido, el contacto con las manos inquietas de ese hombre originaron un relmpago de goce puramente animal que le perfor los huesos. Ella estaba tan transida a causa de los besos seductores de su esposo que se sinti conmovida cuando sinti la mano cerca de su seno, y la lengua que acariciaba persistente el pezn. Con jadeante expectativa, permaneci tendida, extraamente sumisa, incapaz de moverse o pensar en nada, salvo en lo que l estaba hacindole, con la boca tibia descendiendo lentamente por el pecho, los labios movindose infalibles hacia los pezones doloridos. Incapaz de contenerse, Melissa gimi por lo bajo mientras l le sostena un seno y su boca se cerraba caliente sobre el extremo sonrosado, y su lengua se enroscaba con evidente placer sobre la carne tensa. El deseo, instintivo y apremiante, la inund, y los
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movimientos hambrientos de la lengua y la boca de Dominic la hundieron cada vez ms profundamente en el torbellino ertico que l provocaba intencionalmente. Melissa haba credo tontamente que podra mantener cierta compostura, sometindose simplemente a las exigencias de su marido; pero descubri que era imposible permanecer inmutable bajo esas caricias excitantes. Prudentes, sus dedos se enredaron entre los cabellos oscuros de Dominic, e inconscientemente lo acercaron ms a su propio seno, y el cuerpo femenino se arque levemente bajo la boca torturante de Dominic. Ante el movimiento que traicionaba lo que Melissa senta, la mano de Dominic se cerr un instante sobre el seno de la joven, y sus dientes rozaron suavemente el pezn inflamado, acentuando la sensacin que ya era tan agradable; y ella volvi a gemir, y sin advertirlo alent a Dominic a continuar con su tierno ataque. Una y otra vez los labios de Dominic abandonaron los pechos de Melissa para cerrarse exigentes sobre la boca de la joven, y sus manos se movieron aliebradas sobre la piel suave que l mismo haba desnuda do. Con una mezcla de timidez y ansia, Melissa retribuy los besos de Dominic, y su lengua intent explorar la de su esposo mientras l exploraba la que ella le ofreca, y sus manos se deslizaron inquietas sobre los anchos hombros de l, sintiendo complacida cmo se le tensaban los msculos cuando sus dedos acariciaban la columna vertebral. l tena la piel clida y firme, y Melissa descubri que la complaca mucho nada ms que tocarlo, sentir la reaccin de su cuerpo mientras ella se mostraba cada vez ms audaz con las manos, y descenda lentamente de la espalda a la cintura. Gimiendo suavemente, de pronto Dominic retir su boca de Melissa, y su mirada brillante recorri sensualmente la cara sonrosada de la joven antes de posarse en los pechos pequeos con sus pezones de coral erguidos. El camisn arrugado de Melissa ocultaba el resto del cuerpo a los ojos inquisitivos de Dominic, y despus de depositar un beso entre los pechos de Melissa, murmur: -Quiero verte toda entera... comprobar si en realidad eres tan hermosa como mis sueos. Antes de que ella tuviese tiempo de protestar, en el supuesto de que jams hubiese concebido esa idea, Dominic retir deprisa las prendas ofensivas. Se movi apenas, y con un gesto final retir por completo el camisn y lo arroj como al descuido sobre el piso. A la dbil y mvil luz de las velas encendidas antes, con un resplandor posesivo en los ojos grises, recorri atrevidamente la forma esbelta all acostada, con esa piel que reluca como miel puesta al sol sobre el fondo del cubrecama color lavanda. Conteniendo el aliento, Melissa pareci paralizada, incapaz de moverse, y su pudor inherente disputaba el terreno a una extraa desvergenza, mientras la mirada de Dominic recorra lentamente el cuerpo femenino desnudo. Sin prisa, Dominic observ la desnudez de Melissa, las pantorrillas esbeltas y las piernas largas y bien formadas, y durante varios segundos clav los ojos en la suave maraa de rizos oscuros en la unin de los muslos muy blancos, antes de que lograse desviar los ojos y continuar su tranquilo examen. Ella era todo lo que pudiera desear e incapaz de limitarse a mirarla, Dominic extendi una mano y la apret sobre el estmago liso de Melissa, y la elev, dejando atrs la angosta cintura, hasta la blanda redondez de los pechos firmes. -Hermosa -dijo con voz espesa-. Mucho ms hermosa que incluso mis sueos. La boca de Dominic descendi sobre la de Melissa, y la bes fieramente, su lengua le abri los labios y los brazos la apretaron con fuerza. La calidez y la energa de su cuerpo poderoso sobresaltaron a Melissa, y sus pechos se aplastaron contra el muro inflexible del pecho de Dominic, y las piernas femeninas se entrelazaron con las del hombre; y entre ellas... pulsando contra el vientre de Melissa con un calor y una fuerza propios, cuando las manos de Dominic le tocaron las caderas y l la acerc todava ms, de modo que ella sintiese la fuerza y el poder del cuerpo masculino. Perdida en la salvaje turbulencia de sensaciones desconocidas que le recorran el
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cuerpo, Melisa respondi ciegamente a los besos cada vez ms urgentes de Dominic, y cerr los brazos alrededor del cuello de su esposo, y su cuerpo instintivamente se apret contra el otro. Sus pezones recogieron la spera caricia del vello terso que cubra el pecho de Dominic, y mientras estaban as, unidos en un abrazo apasionado, ella tena cada vez ms conciencia de un ansia insistente que vena de lo ms profundo de su ser. El contacto de las manos duras de Dominic que se movan sobre las esbeltas caderas de Melissa, y le acariciaban las nalgas mientras l se balanceaba rtmicamente sobre ella, slo acentuaban su excitacin todava ms, e intensificaban la necesidad ms y ms urgente que de un modo inexorable brotaba de su cuerpo esbelto. Ella senta el sufrimiento de una necesidad elemental; los besos y las caricias excitantes ya no bastaban. Senta la urgencia de algo ms, que la impulsaba a buscar una intimidad ms cercana, su propias caderas se arqueaban para apretarse erticamente contra l. Dominic gimi satisfecho ante los gestos de Melissa, y sus manos se cerraron convulsivamente sobre la carne blanca y dcil de las nalgas que l aferraba, mientras la sostena inmvil contra l, saboreando la experiencia sensual del cuerpo delicadamente formado tan cercano al suyo. Los pezones pequeos y duros ardan sobre el pecho de Dominic como puntas de fuego, y el roce excitado de su cuerpo contra el cuerpo del hombre era un placer increblemente carnal. Ella era una criatura sugestiva, embriagadora, y todo lo que tena lo complaca, desde los besos apasionados que ella, retribua hasta los signos evidentes de su propia excitacin. l la deseaba, necesitaba urgentemente zambullirse en ella, allegar alivio a los reclamos dolorosos y pulsantes de su cuerpo, y as, suavemente, la apart de modo que volviese a quedar acostada sobre el colchn, y las manos de Dominic ahora se deslizaron hacia los apretados rizos entre las piernas de Melissa. Cuando sinti el primer contacto de las manos del hombre en un lugar tan ntimo, Melissa endureci el cuerpo, pues el instinto que la llevaba a protegerse momentneamente permiti que un pensamiento coherente se introdujese en su conciencia. Comenz un leve movimiento de fuga, pero Dominic estaba preparado para eso, y retirando su boca de la boca de Melissa, murmur roncamente: -Ah, no, querida... no me expulses. Djame... -Su boca descendi hasta un pecho de Melissa y l murmur contra la piel sedosa: . ..djame darte placer, djame tocarte... Un estremecimiento de felicidad la recorri al advertir la necesidad y el deseo manifestados claramente en su voz, y se relaj contra l. Los labios de Dominic se cerraron casi dolorosamente alrededor de los pezones sensibles y el dolor hambriento en las entraas de Melissa se agudiz, y ella casi grit ante la intensidad del sentimiento que la inund. Pero las caricias exploratorias de los dedos hbiles de Dominic entre los muslos de Melissa fue el gesto que destruy las inhibiciones de la joven, y la llev a retorcerse como una criatura desenfrenada y enloquecida, mientras tiernamente l le enseaba los secretos de su cuerpo. Con una lentitud dolorosamente tierna, l la acarici y aviv esa carne tan sensible, y un placer como el que ella nunca haba imaginado estall en su propio cuerpo con cada movimiento ertico de los dedos de Dominic. Dominada por una fiera ansia de un deseo profundo, ella elev frenticamente el cuerpo para acentuar la exploracin invasora, y sus manos acariciaron febrilmente la ancha espalda de Dominic. -Oh, Dominic -gimi suavemente-. Quiero... oh, por favor... por favor... Las palabras de Melissa descontrolaron a Dominic, y los pulsantes reclamos de su carne hambrienta y tensa casi destruyeron el dominio de s mismo que an mantena. Tena el olor de la mujer en su olfato, y el cuerpo aquiescente y dulce de Melissa se mostraba ansioso y excitado bajo su contacto, y los dulces besos de la joven casi lo enloquecan con el deseo apremiante de hundir su cuerpo en el de Melissa, y transformarlos en uno solo. Sabiendo que perdera completamente el control de la tremenda necesidad que estaba invadindolo si no suspenda pronto esa deliciosa tortura, Dominic aferr en las suyas las
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manos vagabundas de Melissa, y rpidamente la cubri con su cuerpo, deslizndose entre las piernas de su compaera. La calidez y el peso de Dominic conmovieron y agitaron a Melissa, y sinti que de pronto se le cerraba la garganta cuando percibi la presin cada vez ms intensa del rgano inflamado de Dominic entre los muslos. Se retorci contra el cuerpo del hombre, ansiando que l la poseyera, pero al mismo tiempo atemorizada ante la posibilidad de que as fuese. l pareca tan grande y temible echado sobre ella, y con un sobresalto en el corazn, Melissa sinti el fuerte apretn de las manos de Dominic, que la aprisionaban a cada lado de la cabeza. Poda sentirlo temblando contra ella, y perciba la pasin que lo impulsaba que se reflejaba en los besos fieros y hambrientos, y entonces el sentimiento de aprensin desapareci. Era su marido, el nico hombre que jams haba despertado en ella una pasin tan fuerte, el nico hombre cuyos besos y caricias la haban conmovido, el nico que haba provocado esa desordenada conciencia de los placeres que podan hallarse en el amor fsico; y ahora, impotente, se apret contra l. Con sus labios apretados sobre la boca firme de Dominic, Melissa murmur en voz baja: -Tmame, Dominic..., hazme realmente tu esposa. Sinti el estremecimiento que recorra a Dominic al or estas palabras, pero nunca pudo adivinar siquiera el profundo placer que le aportaba. Incapaz de pensar en alguna cosa claramente, las demandas urgentes de su cuerpo dejaron un solo pensamiento en la mente de Dominic. La bes apasionadamente, sus manos se cerraron sobre las muecas de Melissa, y con un rpido envin, hundi en ella su carne dolorida. Apualada por un sbito y filoso acceso de dolor cuando el cuerpo de Dominic penetr en su virginidad, Melissa se estremeci profundamente, y clav las uas de sus manos en el dorso de las manos de Dominic, y lanz un grito de intenso dolor. Su cuerpo se elev, protestando contra el sufrimiento y quien lo haba provocado imprevistamente, pero las manos de Dominic la sujetaron incluso ms seguramente de las muecas, y la mantuvieron prisionera. Dominic permaneci inmvil dentro de Melissa, e intencionalmente dio al cuerpo de su amada tiempo para adaptarse ~ la nueva intromisin, y suavemente le bes las mejillas y la tentadora comisura de los labios. -Lo siento -dijo con voz ronca- pero no haba otra forma... La bes con pasin, y slo mediante el ms intenso esfuerzo pudo controlar la compulsin elemental a buscar su propio placer. Permanecer as era el xtasis, sentir su propio cuerpo enlazado con el de Melissa, sentir la tibieza y la seda de la piel femenina todo alrededor; y as, una oleada de increble ternura lo envolvi. Ella era fuego y vino en sus brazos, todo lo que l haba deseado siempre en una mujer y, sin poder contenerse, sus besos ahora fueron ms exigentes, y su cuerpo se movi lenta y suavemente dentro del cuerpo de Melissa. En una maraa de confusin y de impresiones, Melissa Sinti que el dolor retroceda mientras su cuerpo se ensanchaba Para adaptarse a la posesin de Dominic. Ahora era una mujer, la mujer de Dominic; ese nico pensamiento expuls los ltimos restos del dolor, y sin pensarlo dos veces Melissa permiti que Dominic los enlazara a ambos en el intenso placer que sienten los amantes. Seducida por la experiencia francamente sensual del cuerpo duro de Dominic que penetraba urgente en su cuerpo femenino, intensamente consciente de las manos fuertes que le sostenan las nalgas y que la mantenan apretada contra l, respondiendo a' instinto Melissa contest a cada movimiento de Dominic con uno de los suyos, y sus caderas esbeltas se levaron ansiosas para salir al encuentro del embate de Dominic. El potente acto amatorio de Dominic era embriagador, y la exigente presin de su boca la arrastraba violentamente con l, y una suave ondulacin de placer vivaz inesperadamente la recorra mientras l acentuaba el ritmo. Jadeando y con los ojos abiertos, ella yaca all, aturdida, al lado de Dominic, incapaz de comprender cmo un acto tan sencillo poda brindarle tanto placer.
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Dominic no haba estado muy seguro de que pudiese llevarla al goce esa primera vez, pero sinti el dbil estremecimiento del cuerpo de Melissa, y una oleada exultante lo recorri, llevndolo al borde de su propio xtasis. Y despus, despus, estaba ese cuerpo dulce y suave junto al suyo, y las manos de Dominic compulsivamente acariciaban los rizos dscolos que cubran desordenadamente las sienes de Melissa, y su boca suave buscaba la de Melissa mientras l entraba visiblemente en la etapa final del amor. Melissa yaca en silencio al lado de Dominic, y la timidez y la confusin sellaban sus labios. Qu deca uno despus de una cosa as? Caramba, que agradable fue? Muchsimas gracias? Una risita nerviosa amenaz escapar de sus labios, y Melissa hundi an ms la cabeza en el hombro tibio de Dominic, insoportablemente consciente de la desnudez de ambos mientras yacan all, juntos, sobre el cubrecama de satn. Hubiera sido una gran sorpresa para ella enterarse de que de pronto Dominic estaba tambin paralizado, sin atinar a decir palabra. Haba tenido varias mujeres en su vida, aunque nunca tantas como las muchas amantes que le haban atribuido las murmuraciones, pero sta era la primera vez que le haca el amor a una virgen o a una mujer que era su esposa. Se pregunt inquieto: Qu deba hacer ahora? En circunstancias normales, habra depositado un beso afectuoso sobre la cabeza de su compaera, mencionando la posibilidad de un futuro encuentro, para despus retirarse discretamente; pero por Dios, sta era su esposa! No poda tratarla como a una condenada amante! Adems, descubri asombrado que ya no deseaba abandonar la cama; ms bien le agradaba permanecer all acostado, con el cuerpo tentador de Melissa apretado contra el suyo. Lo que era ms importante, tena cabal conciencia de la renovada agitacin de su cuerpo -desde su juventud apasionada nunca haba sentido ese deseo apremiante de saborear otra vez las delicias que haba conocido pocos minutos antes. Y eso lo alarmaba un tanto. A decir verdad, toda su reaccin frente a la seorita Seymour, ahora la seora de Dominic Slade, lo alarmaba. Frunciendo el entrecejo, e ignorando intencionalmente las apetencias de su cuerpo, reexamin todos los actos poco caractersticos de los ltimos tiempos -sobre todo, desde que por primera vez haba visto a su lado a esa criatura seductora e irritante. Ahora que haba eliminado el disfraz, poda comprender en parte la atraccin que ella ejerca... excepto que lo molestaba el hecho de que incluso cuando haba credo que era una arpa de lengua filosa, se haba sentido atrado por ella. No haba tenido conciencia de su belleza la noche que Zachary se emborrach. Tampoco haba percibido el carcter de su disfraz cuando hizo su ridcula oferta de comprar la mitad de la propiedad de Locura. En la oscuridad, sonri secamente. Locura. Eso haba sido todo el episodio, locura pura. Pero, que lo llamase locura no lo satisfaca, y el sentimiento de inquietud se acentu. Poda convencerse, en relacin con la compra del caballo, que haba permitido que lo dominase el sentimiento de compasin; incluso poda decirse que simplemente lo haba hecho para salvarla de lo que, de eso estaba muy seguro, era una situacin desagradable en la cual participaba Latimer. Dominic habra hecho mucho para perjudicar a Latimer... Pero eso no poda explicarlo todo. Tampoco aclaraba por qu haba adoptado una actitud tan complaciente, y permitido que Josh Manchester lo obligase a desposar a la joven... No haba duda de que el episodio, esa noche en la posada, haba sido infortunado, pero llegar al matrimonio... Se movi inquieto en la cama, y su mano acarici inconscientemente el brazo de Melissa. l haba jurado el eterno matrimonio, y tena cierta confusa conciencia de que si la mujer a quien haba encontrado en su cuarto esa noche no hubiera sido Melissa, jams habra perdido la cabeza de ese modo, ni habra permitido que los parientes irritados lo obligasen a dar un paso tan decisivo. Como no le agrad el sesgo de sus propios pensamientos frunci el entrecejo. Por qu se haba comportado de ese modo en varias ocasiones y en relacin con Melissa, no era importante, fue lo que pens con un gesto de
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obstinacin en el rostro. Lo que importaba era que estaban casados y que les convena extraer el mejor partido posible de una situacin negativa. Pero incluso esta razonable conclusin no calm la inquietud que senta en su pecho. Tena el desagradable presentimiento de que si no andaba con mucho cuidado cometera la peor de las locuras -enamorarse absurdamente de su esposa y convertirse en un marido tan embobado y dcil como su hermano Morgan! Era muy natural que su joven esposa lo fascinara, pero el amor no tena absolutamente nada que ver con eso. Y con respecto al deseo que ella excitaba, bien, eso era perfectamente normal, no hubiera sido un hombre si su cuerpo no hubiera respondido como era el caso a la calidez y la suavidad del hermoso cuerpo de Melissa. Decidi que no deba continuar pensando en el asunto. Y qu sucedera si l deseaba hacerle otra vez el amor? Era su esposa, y sta era la noche de bodas, y l haba estado mucho tiempo sin mujer. Momentneamente convencido de que todo estaba explicado, con renovado apetito en su cuerpo, Dominic apret con ms fuerza a Melissa y busc ansiosamente con la suya la boca de la joven. Melissa respondi ciegamente al beso de Dominic y el contacto de sus labios la sumergi de nuevo en el torbellino implacable del deseo fsico. El no se mostr tan gentil esta vez; sus movimientos fueron ms rpidos, como si lo impulsara una extraa urgencia; pero a ella no le import, y sus deseos apenas despertados se avivaron rpidamente para ponerse a la altura del ansia de Dominic, y por segunda vez ella descubri la magia que poda hallar en los brazos de un amante. Pero cuando todo termin, cuando los corazones se calmaron de nuevo y la pasin que enturbiaba el pensamiento racional se disip, Melissa retorn con desagrado al aprieto en que ahora se encontraba. Su mejilla descansaba sobre el pecho tibio de Dominic, que se elevaba y descenda suavemente, y ahora ella tuvo la dolorosa conciencia de que nada haba cambiado. El an no la amaba; no haba deseado casarse con ella, y Melissa no saba si ella podra soportar que l se acercara a su lecho, consciente de que no era el amor sino la mera y vulgar sensualidad lo que lo atraa. Horrorizada, sinti que las lgrimas brotaban de sus ojos, Y durante un momento terrible temi estallar en sollozos. Mordindose el labio, parpade varias veces, y se dijo que era una estpida, y que permita que el indudable encanto de Dominic la sedujera. Era intil pretender ante ella misma, despus de lo sucedido esta noche, que jams podra negarle nada. Pens con repugnancia que l slo necesitaba tocarla, y los huesos de Melissa se convertan en jalea. Pero si estaba dispuesta a reconocer que Dominic la fascinaba completamente, no permitira que l supiese a qu atenerse, porque, en ese caso, todo estara perdido. Desapareci el ansia de llorar, y permaneci acostada varios segundos, concentrando el pensamiento en los posibles modos de ocultar el tonto anhelo de su extraviado corazn. De nada serva suspirar y pedir la luna. Tendra que comportarse con la mayor despreocupacin e indiferencia posibles. No era posible que mostrase expresiones lnguidas y dirigiese miradas de aoranza! Bien, haba perdido la primera escaramuza entre ellos; eso no significaba que estuviese dispuesta a rendirse y transformarse en una esposa sumisa y obediente, verdad? Con una chispa en sus ojos color mbar, Melissa comenz a trazar planes que demostrasen claramente a su nuevo esposo que, si bien ejerca el dominio de su cuerpo de mujer, no haba conquistado su corazn ni su espritu. Si l deseaba tener a sus pies una planta rastrera, ms le vala que continuase persiguiendo a la bella Deborah. Pero Melissa advirti casi al mismo tiempo una extraa angustia en la regin del corazn, cuando pens en Dominic con Deborah; y ahora suspir dbilmente, y de pronto sinti que la contemplacin del futuro la deprima. Dominic oy el dbil sonido que Melissa haba emitido, y al recordar su condicin virginal, y preocupado por la posibilidad de haberla herido por segunda vez, deposit un
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beso sobre la frente de la joven y pregunt amablemente: -Deseas descansar? No tuve intencin de comportarme como un jabal en celo... espero no haberte lastimado. Todava muy tmida frente a l, Melissa mene la cabeza, pero no pudo mirarlo. En todo caso, pareci que Dominic no era tan quisquilloso, y antes de que ella pudiese protestar, cambi de posicin, de modo que en definitiva ella qued acostada en la cama y l se apoy en un codo, extendido junto a Melissa, con los ojos fijos en la cara de su esposa. Con un atisbo de risa en la voz, Dominic murmur: -Qu signific esa negacin con la cabeza...? Que no, que no deseas que me retire? O que no, que no te lastim? Mirndola a la luz parpadeante de la vela, Melissa experiment el deseo vehemente de que l no fuese tan atractivo con sus cabellos negros ensortijados, que se desprendan de los dedos acariciadores de Melissa, y sus ojos grises desbordantes de perezoso regocijo. Haba una sonrisa francamente satisfecha en su boca de labios expresivos, y eso ms que otra cosa fortaleca la decisin de Melissa, que no deseaba que l supiera exactamente cun atractivo era para ella. Fingiendo una indiferencia que no senta, Melissa sonri descuidadamente y se encogi de hombros. Sin mirarlo a los ojos, replic como de pasada: -Interprtalo como te parezca... en realidad, no me importa. No era eso lo que l deseaba escuchar, y la irritante frialdad de la sonrisa de Melissa le molest un poco. Haba confiado en que ella deseara que continuase acompandola, y a pesar de la actitud poco acogedora de Melissa, l advirti que no deseaba apartarse del cuerpo seductoramente clido, y mucho menos del lecho. Con cierto filo en la voz, Dominic murmur: -Entonces interpretar que dices que no... a ambas preguntas. Con la esperanza de que l no adivinara el esfuerzo que todo eso le impona, Melissa se encogi nuevamente de hombros y bostez delicadamente. -Como lo desees. Adems, me siento muy fatigada, y ahora deseara dormir. -Abri muy grandes los ojos y dijo con inocencia.- Como he demostrado que soy una esposa que cumple sus obligaciones y he soportado tus exigencias, ciertamente creo que debe permitrseme dormir sola en mi propia cama... no lo crees?
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-Por Dios, por cierto que no lo creo! -explot furioso Dominic, y ahora todos los signos de amable regocijo se haban esfumado. Con un resplandor irritado en los ojos grises, enderez el cuerpo y con un solo y gil movimiento salt de la cama. Recogi su bata del piso, donde la haba dejado, y mir hostil a Melissa.-Soportado! -rezong, con su orgullo herido luchando con la firme inclinacin a abrazarla y a aturdira con sus besos. Cmo se atreva a reaccionar de ese modo! La haba complacido, eso lo saba muy bien, y ahora la descarada mujercita trataba de fingir que eso nada haba significado para ella. Permaneci de pie, mirndola fijamente durante un momento, mientras contemplaba la posibilidad de regresar a la cama de Melissa y demostrarle que soportar no era precisamente lo que ella haba hecho mientras se dedicaron al amor. Pero haba una incmoda duda en el fondo de su cerebro, que cuestionaba el supuesto de Dominic en el sentido de que a ella le haba agradado lo que acababan de compartir... Quiz, pens con un sbito sentimiento depresivo en el pecho, en efecto ella simplemente haba soportado; de modo que, pese a las actitudes de Melissa, en realidad el contacto con Dominic a ella le pareca repulsivo, y as se haba limitado a tolerar su presencia.
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Para Dominic fue uno de los momentos ms dolorosos de su vida, y si Melissa hubiera adivinado la ofensa que le infliga con su aire de indiferencia, jams habra adoptado esa actitud. Pero en definitiva, ella lo mir impvida, e insistiendo en el papel que haba elegido replic, con un grado considerable de compostura, en vista del tumulto que dominaba su corazn: -S, soportado! Con el mentn tenso, Dominic dijo con expresin agria: -Muy bien, seora esposa, te has expresado con sobrada claridad. No te infligir ms tiempo mi compaa y ten la certeza de que si mi modo de hacer el amor te parece desagradable, hay muchas mujeres que no opinan lo mismo! -La mirada de Dominic recorri el cuerpo desnudo de Melissa.- Y aunque tus encantos son deliciosos, estoy seguro de que encontrar otros que sean igualmente agradables! Buenas noches, querida esposa! Los ojos color topacio se agrandaron enormes en la cara plida, y ella lo vio salir de la habitacin, y el impulso de pedirle que regresara fue muy intenso, y el deseo de retirar todo lo que haba dicho casi abrumador. En su intento de protegerse ella misma, haba cometido un error? Haba entrevisto una chispa de sufrimiento en la profundidad de esos ojos grises generalmente joviales? Mir deprimida la puerta que Dominic haba cerrado con fuerte golpe. Para agravar su sentimiento de culpa e infelicidad, el recuerdo de todas las cosas buenas que Dominic haba hecho por ella desde la primera vez que lo haba visto se reaviv bruscamente. Oh, mi maldita, mi maldita lengua! Se sinti desolada, y dese que hubiese un modo milagroso de borrar esos ltimos minutos. Por desgracia, el estado depresivo de Melissa no dur mucho. Aunque recordaba las cosas buenas que Dominic haba hecho por ella y Zachary, tambin record los comentarios iniciales de Josh acerca de Dominic, y las desagradables alusiones de la carta de Latimer. Al recordar que l habla declarado muy explcitamente que no deseaba casarse con ella y que lo haba hecho slo por un sentido del honor, sinti que se aliviaba parte de la culpa que experimentaba. Despus de todo, murmur lentamente, ella no haba dicho nada cruel, y le haba advertido que no deseaba consumar el matrimonio; por lo tanto, l no deba sentirse sorprendido de las actitudes de Melissa. Y como era evidente que no experimentaba un sentimiento profundo por ella, no deba molestarse tanto que el acto de amor al parecer la dejase indiferente... No se senta precisamente muy cmoda con esa lnea de pensamiento, pero le aportaba un poco de consuelo, y en todo caso atenuaba el terrible sentimiento de haber herido la sensibilidad de Dominic. Pero no explicaba su creciente inquietud ante el pensamiento de que haba cometido un terrible error de clculo, y de que pagara un elevado precio por todo lo que haba sucedido durante la noche. Muy deprimida, record las ltimas palabras de Dominic acerca de la posibilidad de encontrar otras mujeres a quienes no pareciera desagradable su modo de hacer el amor. Irritada consigo misma porque le importaba que l pudiera buscar los encantos de otras mujeres, Melissa se sent en la cama, y recogiendo las piernas apoy el mentn en las rodillas. Con los brazos alrededor de las piernas, mir inexpresiva la puerta por donde haba salido tan bruscamente Dominic un rato antes. En realidad, poco importaba, se dijo quiz por dcima vez. Ese era un matrimonio de conveniencia -ambos lo saban! No haba nada entre ellos. Probablemente cada uno vivira su vida, y cada uno se ocupara de sus propios intereses. Melissa esboz una mueca. A decir verdad, nunca haba pensado que su matrimonio sera as; era precisamente para evitar una vida vaca como sa, que ella se haba negado al matrimonio desde el principio. Ri amargamente. Era irnico que despus de todas las maniobras que haba realizado en el curso de los aos para evitar que se la obligase a concertar un matrimonio sin amor, se encontrase precisamente en esa situacin. Consciente de la insistente punzada en la regin
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del corazn, sinti que una lgrima descenda lentamente por la mejilla. Deseaba saber qu estaba pensando Dominic; deseaba poseer algn indicio de lo que ese hombre senta por ella. Saba que la deseaba, o que la habla deseado, y al pensarlo su boca se deform en un gesto de amargura, y comprendi que l se haba mostrado al mismo tiempo generoso e indulgente durante el breve lapso en que ambos se haban conocido. Pero que l hubiese sido generoso e indulgente no significaba que Melissa fuese para l ms que... ms que sus caballos! Era un hombre acaudalado, y poda darse el lujo de ser generoso, y con respecto a la indulgencia -a veces la indulgencia sencillamente disimulaba la indiferencia! Los ojos dorados mostraron una expresin belicosa. No estaba dispuesta a lamentarse por lo que haba sucedido esa noche! Sera muy corts y muy educada con su esposo, pero no permitira que el espurio encanto de ese hombre la atrapara! Acaso Latimer no haba escrito en su carta que Dominic haba estado vindose con Deborah hasta pocos das antes de la boda? Y el to Josh no le haba advertido en repetidas ocasiones que Dominic era un aventurero, un mujeriego de la peor especie? Oh, no, no permitira que su tonto corazn se dejase atrapar por una criatura tan indigna. Con un gesto desafiante de la cabeza de cabellos rubios, decidi que no se haba equivocado al actuar de ese modo un rato antes. Su marido ya era demasiado arrogante, tena excesiva confianza en su propia vala y su donosura, y era mejor, se dijo enrgicamente Melissa, que l moderase un poco tanto orgullo. Cierta mente, nunca le permitira sospechar el tierno torbellino que l provocaba sin ningn esfuerzo en el pecho de Melissa, nada ms que con una mirada, el contacto de una mano, la sonrisa... Melissa respir hondo. No pensara en eso! Concentr en cambio la atencin en lo que haba obtenido. El peor obstculo haba quedado atrs; haba aclarado su propia posicin, y era tiempo de que cesase de anhelar algo que no poda tener, y comenzara a buscar un suelo ms desembarazado que sirviera de base a su matrimonio. Despus de convencerse de la solidez de su razonamiento, volvi a acostarse y se prepar para dormir. Pero el sueo tard en llegar, y el recuerdo del ardiente amor de Dominic le provocaba estremecimientos fsicos, el ansia de que l la tocase; el recuerdo de la expresin de los ojos de Dominic poco antes de que saliese de la habitacin la induca a dudar de la sensatez de la posicin adoptada. No fue en absoluto sorprendente que despertase deprimida y fatigada con las primeras luces del alba; pens instantneamente en su marido, y todas las incertidumbres que ella haba supuesto resueltas en su propia conciencia acudieron de pronto al primer plano de su mente. Por lo menos, Melissa haba podido dormir, aunque fuera por poco rato; pero se no haba sido el caso de su novsimo y muy irritado marido. Dominic haba pasado las horas, despus de salir bruscamente del dormitorio de Melissa, maldicindola a ratos y ansiando por momentos regresar a la cama de Melissa, para saborear de nuevo la embriagadora maravilla de hacer el amor a su esposa. En todo caso, fue una de las noches ms inquietantes de su vida. Siempre haba conseguido fcilmente todo lo que deseaba. Su encanto, su cara y su cuerpo bien formados, su familia que contaba con poderosas relaciones y su fortuna, haban determinado que pocas cosas estuvieran fuera de su alcance; y ahora, descubrir que una mujer que le pareca tan seductora, aunque irritante, se mostraba por completo indiferente a l, era un golpe devastador. Record constantemente los momentos que haba pasado en el lecho de Melissa, y cada una de las reacciones que provocaba en ella, y trat desesperadamente de demostrarse l mismo que Melissa le haba mentido, que ella no era inmune a sus caricias. Murmuraba furiosamente que ella deba estar mintiendo. Mintiendo con esos dulces labios tan apetecibles. El problema de esa lnea de pensamiento era que l no poda concebir ninguna
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razn, fuera de la mera perversidad, que explicase por qu Melissa se comportaba as. Y si bien no poda desechar ese motivo para explicar los actos de la joven, en definitiva lleg a la sombra conclusin de que sin duda haba dicho en serio todas las palabras que le haba arrojado a la cara. Pero no poda aceptar esta idea, y se deca y se repeta que las reacciones frente a l haban sido demasiado entusiastas, demasiado naturales y desinhibidas para pensar que eran fruto del mero clculo. Aunque trataba de convencerse l mismo de la validez de su razonamiento, sus propias cavilaciones le aportaban escasa conformidad. Al salir de la habitacin de Melissa haba llevado consigo una camisa y un par de pantalones, y despus de buscar un par de botas en su propio cuarto, se las calz deprisa antes de salir de all. En la planta baja y despus afuera, en la galera espaciosa de la cabaa, se pase ida y vuelta, indiferente al aire tibio y perfumado por las magnolias que formaba una suave brisa alrededor de su persona. Pens irritado: Qu embrollo infernal! Casado con una de las mujeres ms irritantes y al mismo tiempo seductoras que haba conocido en el curso de su vida; y ella se mostraba, o afirmaba que era por completo indiferente a l! Senta herido su orgullo, y la fe en su propia capacidad fsica estaba completamente quebrada. Con expresin sombra, continu pasendose por la galera, tratando de encontrar sentido a lo que haba ocurrido esa noche y de descubrir la causa -pues estaba seguro de que no amaba a esa mujer- por la cual el rechazo de Melissa le importaba tanto. No era que sus avances nunca se hubiesen visto rechazados; era cierto que eso habla sucedido pocas veces, pero en su vida ciertamente algunas mujeres haban vuelto la espalda a los ardides que l utilizaba para atraer su atencin. Eso jams lo haba turbado en lo ms mnimo -sencillamente, se haba encogido de hombros y se haba dedicado a buscar otras que tambin le interesaban. Excepto su breve y absurdo inters por Deborah, nunca haba prestado mucha atencin a otros fracasos, y ninguna mujer haba afectado jams sus sentimientos ms profundos... hasta el da en que conoci a la irritante, turbadora y totalmente seductora seorita Melissa Seymour! Su paseo lo haba llevado a un extremo de la galera, donde haba unos pocos sillones y una mesita cuadrada. Tambin encontr all una delgada caja con los cigarritos negros que a veces fumaba, y distradamente eligi uno. Lo encendi, recomenz su inquieto paseo, y una nube de humo azul con el perfume del tabaco lo sigui por la galera. Aunque Dominic estaba dispuesto a reconocer varias cosas, por ejemplo su aparente incapacidad para tratar racionalmente a la bruja de ojos color mbar y cabellos rubios que sin duda dorma pacficamente en su cama del primer piso, no estaba dispuesto a reconocer ante s mismo o ante otros que haba cado en la misma trampa que tena apresado a su hermano Morgan. Con los dientes mordiendo tensamente el cigarro negro, se deca que l no se enamorara de Melissa. No tolerara embobarse de tal modo con una mujer cuya vida girase alrededor de ella, al extremo de sentirse vaco si no la tena consigo. Y por cierto no estaba enamorado de la irritante mujercita con quien se haba casado precisamente esa tarde! Despus d convencerse l mismo de que era absolutamente inmune al ingreso de Melissa en su vida hasta hace un momento bien ordenada, procedi a hallar razones perfectamente lgicas para los actos incomprensibles que haba protagonizado los ltimos meses. Estaba seguro de que su reaccin fsica frente a ella responda sencillamente al hecho de que habla estado demasiado tiempo sin mujer, y a que ella era deseable. Caramba, seguramente l habra reaccionado as frente a cualquier joven hermosa! Y con respecto a la oferta de esa ridcula suma de dinero por la mitad de un caballo... bien, eso tambin poda explicarse fcilmente. Haba sido nada ms que un acto de bondad; los Seymour estaban en un aprieto desesperado, y l haba hallado el modo de ayudarles. Que la filantropa nunca
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haba sido uno de sus placeres ms importantes, era algo que l estaba decidido a ignorar; adems, y al margen de la ayuda prestada, estaba tambin el perverso goce que extraa de la conviccin bastante firme de que tambin estaba frustrando a Latimer. Pero en realidad poco importaba la razn de su actitud. En todo caso, el dinero era una suma sin importancia para l, y si deseaba malgastarlo, era cosa que slo al propio Dominic interesaba. No era tan difcil comprender el matrimonio. Casarse con ella haba sido la nica actitud honorable, en vista de las circunstancias. Obstinadamente cerr su espritu al conocimiento certero de que si hubiese hallado en su habitacin, esa noche en la posada, a una mujer distinta de Melissa, l no se habra mostrado dispuesto a ofrecerse como vctima propiciatoria en el altar del honor. Convencido de que haba explicado el comportamiento aparentemente excntrico de los ltimos tiempos, Dominic se sinti en una disposicin de nimo mucho ms agradable, y descansadamente llen los pulmones con el humo de su cigarrito. Pero cuando sus pensamientos volvieron irresistiblemente al desastre de esa noche, la satisfaccin obtenida con tanto esfuerzo se disip, y un gesto ceudo ensombreci su frente despejada. En general, Dominic poda percibir el humor de la mayora de las situaciones, pero ahora comprobaba que le era infernalmente difcil ver nada divertido en esa situacin en que su propia esposa lo consideraba un ser escasamente eficaz. No era un hombre en extremo vanidoso, aunque en efecto tena elevada opinin de s mismo, pero le pareca imposible creer que Melissa fuese tan indiferente como afirmaba. Haba hecho el amor a muchas mujeres, y por lo tanto saba cundo alcanzaba a satisfacerlas; y ahora descubra que lo ofenda profundamente la idea de que era un amante tan inepto que no poda complacer siquiera a su propia esposa! Evoc repetidas veces los dulces y apasionados momentos que haba compartido con ella, y con gran disgusto de su parte su propio cuerpo instantneamente se endureci, y el deseo de buscarla y de mostrar que ella haba mentido fue casi abrumador. Las primeras lneas rosadas del alba comenzaron a dibujar-se sobre el horizonte cuando Dominic lleg a varias conclusiones incmodas. Por la razn que fuere, la mujer que era su esposa desde haca pocas horas haba cado en la idea de rechazar los intentos de Dominic en el sentido de hacer realidad el matrimonio y, lo que era aun peor, l tendra que demostrar mucho ingenio si abrigaba la esperanza de compartir nuevamente el lecho conyugal. Poda imponerle sus atenciones y el derecho estara de su lado, pero esa idea le pareca desagradable -la violacin nunca lo haba atrado. Lo que era ms importante, haba recordado algo que nunca deba olvidar: Melissa lo haba atrado al matrimonio, y las razones que la haban impulsado a unirse con Dominic nada tenan que ver con los sentimientos ms elevados; ella haba visto la oportunidad de atrapar a un marido rico, y no haba vacilado en atacar. Dominic tena parte de la culpa del xito de Melissa -si l no se hubiese cegado tanto con la belleza de la joven y con los acicates ms bajos de su propio cuerpo, no se habra visto en la situacin que ahora afrontaba. Con una expresin reflexiva en su cara regular, Dominic encendi otro cigarrito y mir sin ver el roble teido de oro por el alba y los rboles de magnolia que salpicaban el paisaje frente a l. Si haba ciertas cosas, por ejemplo una esposa, que l saba que no deseaba, una vez que se haba comprometido con ese matrimonio, Dominic saba otras cosas que tampoco deseaba, y una de ellas era la relacin fra y vaca que haba visto en varios conocidos que se haban casado en busca de dinero y posicin. Melissa poda haberse casado con l precisamente por esos motivos, pero Dominic no vea razn para que l mismo cambiase de opinin. No tena mucha seguridad acerca de lo que deseaba exactamente en su matrimonio -despus de rechazar framente el tipo de matrimonio de Morgan, y las dulces ataduras del amor pero si bien no estaba dispuesto a arriesgar toda su felicidad depositndola en las manos de una sola mujer, era indudable que tampoco deseaba el tipo de matrimonio que
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Melissa seguramente contemplaba. Es decir, una existencia frgida y desapasionada, en que cada uno viva por separado su propia vida, unidos slo por un nombre y una fortuna. O por un caballo, pens de mala gana, con una sonrisa incontenible que pronto se dibuj en sus labios. Jur por lo bajo: Por Dios! No estaba dispuesto a permitir que Melissa los condenase a un destino estril, desprovisto de calidez y alegra... y de pasin. Haba pasin entre ellos -aunque ella quisiera negarlo- y l no tena la intencin de permitir que ella afirmase que no exista, o lo que era peor, intentara destruirlo. No, pens entrecerrando sbitamente los ojos, l no permitira que Melissa lo excluyese de su vida, su habitacin o su lecho. Quiz durante un tiempo, pero despus... Sin conocer las cavilaciones nocturnas de su marido, una Melissa un tanto aptica permiti que Anna la vistiese esa maana. A pesar de la justificacin racional que haba inventado para apuntalar su comportamiento la noche anterior, Melissa continuaba aguijoneada por el sentimiento de culpa en vista de su propia conducta -tanto las reacciones frente a las caricias de Dominic, como el modo en que lo haba expulsado de su cama. Pero como no estaba en su carcter dedicar demasiado tiempo a lamentarse de su suerte, la joven cuadr los delgados hombros, elev valerosamente el mentn, y desentendindose del temblor ntimo de su espritu, abandon el santuario de su dormitorio. Todava no estaba muy familiarizada con la casa, pero como era pequea, descendi por la escalera y pas a un saloncito destinado a los desayunos, un lugar deliciosamente soleado, con una ventana de arco que daba a un rosedal muy cuidado. Las cortinas de tersa muselina blanca adornaban las ventanas y formaban un hermoso contraste con los colores plidos de las paredes. A causa de sus reducidas proporciones, la habitacin no tena muchos muebles; un pequeo armario de roble y una mesa de finas patas de la misma madera con cuatro sillas de sencillo diseo eran los nicos adornos. Una alfombra de tela pintada con matices rojizos y verdes cubra el piso, y un espejo dorado oblongo colgaba sobre el armario y confera a la habitacin una apariencia sugestiva. Pero Melissa apenas tena conciencia del ambiente, y un dbil sonrojo le ti las mejillas tan pronto su mirada encontr la del hombre sentado en una de las sillas, al parecer saboreando una taza de caf. Deseosa de que su corazn no se agitase tan intensamente en el pecho nada ms que de verlo, Melissa mantuvo una expresin neutra y dijo impvida: -Buenos das, seor Slade. Una de las gruesas cejas negras de Dominic se elev, y una sonrisa burlona juguete en las comisuras de sus labios, cuando murmur: -Seor Slade? Qu formal, querida... y despus de anoche? El dbil sonrojo se convirti en un rosado intenso, pero Melissa obstinadamente rehus variar el curso que haba elegido, y con gesto un tanto duro pregunt: -Entonces, cmo debo llamarlo? Apenas las palabras salieron de su boca comprendi que haba cometido un error, y el resplandor en los ojos de Dominic la llev a pensar que hubiera sido mejor morderse la lengua. Ponindose de pie, Dominic se acerc al lugar donde ella se haba detenido, a un paso de la puerta de la pequea habitacin. Pasando un dedo acariciador sobre la mejilla ardiente, l propuso: -Amado? Querido? Mi dulce amigo? Querida, puedes elegir. Era irresistible, y la expresin de picarda que bailoteaba en sus ojos grises provocaba a su vez el sentido del humor de Melissa, y durante un segundo estuvo a un paso de abandonar su actitud. Pero despus record que l era un experto en seducir con sus encantos, de modo que apret los labios y murmur: -Usted no es mi amante! -No? -replic l con cierto aire indiferente-. Estoy seguro de que te equivocas. Me acuerdo claramente que anoche... El humor se reflejaba en los ojos de Dominic, y Melissa estuvo a un paso de golpear el
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suelo profundamente irritada. Cmo resistirse a ese hombre? Sobre todo con el aspecto que tena esa maana, la chaqueta gris claro que le caa perfectamente sobre los anchos hombros, y los pantalones azul oscuro que definan claramente la longitud de las piernas firmes y musculosas. Los cabellos negros estaban cepillados con cierto descuido y formaban ondas junto a las sienes; la corbata muy blanca formaba un nudo pulcro, Y contrastaba con el saludable bronceado de la piel del mentn recin afeitado. Pero lo que la turbaba ms era la expresin burlona de esos ojos grises de largas pestaas, y entonces Melissa decidi, sintindose ms animada, que si l poda hablar tan burlonamente de lo que haba sucedido la noche anterior, tambin ella lo hara. Bajando recatadamente los ojos para ocultar el sbito resplandor de regocijo que parta de sus profundidades color mbar, ella dijo jadeante: -Un... amante considerado... no me avergonzara de ese modo. La actitud de broma de Dominic desapareci, y mirando con atencin los hermosos rasgos de Melissa, deliciosamente enmarcados por los abundantes cabellos rizados, l pregunt con voz ronca: -Eso es lo que deseas, Melissa? Un amante considerado? Este no era, ni mucho menos, el modo en que ella haba esperado que se desarrollara el primer encuentro. Con su sangre que le palpitaba tan ruidosamente en las venas que Melissa estaba segura de que l alcanzaba a orla, dijo ahora: -Yo... yo... creo que ste no es el momento apropiado para discutir estas cosas. En realidad, no saba lo que estaba diciendo. La actitud burlona de Dominic, y su proximidad, lograban que ella se sintiera turbada y confundida. Como no deseaba iniciar una discusin despus de un comienzo tan prometedor, Dominic retrocedi, y dijo como al descuido, mientras la conduca a la mesa: -Es muy desconsiderado de mi parte presionarte cuando ni siquiera tuviste oportunidad de beber tu caf... O preferiras un poco de chocolate? -Oh, no, el caf estar bien -se apresur a contestar Melissa, temiendo la forzosa intimidad de la pequea habitacin del desayuno. Aunque lo haba conocido como amante, ella todava se senta tmida e insegura en presencia de Dominic, y aunque ahora estaban casados, desde el momento del compromiso haban pasado muy poco tiempo juntos. Cada uno era un extrao para el otro, extraos que se haban visto forzados a casarse por razones que nada tenan que ver con el amor; y Melissa tena perfecta conciencia de ese hecho. En silencio, ella observ mientras Dominic le serva cortsmente una taza de humeante caf negro de una alta jarra de plata, y mientras estaba en eso se preguntaba inquieta de qu poda hablar con l. Con un impulso casi sbito que la incitaba a rer por lo bajo, pens: Ciertamente, no acerca de lo que habla sucedido la noche anterior! Dominic no hizo nada para aliviar la situacin, pero por lo dems l estaba lidiando con sus propios y desordenados pensamientos, entre los cuales el principal era el ansia profunda de besar esa boca suave, dulce y tentadora de su esposa. Lo haba desconcertado la emocin que sinti cuando levant la mirada y la vio de pie en el umbral de la puerta. Dominic pens que ella pareca realmente seductora con su nuevo vestido de talle corto y chaconada rosa. El encaje de color natural ribeteaba el modesto escote, y las mangas hasta el codo tambin estaban generosamente adornadas con el mismo encaje. Dominic se sinti complacido al ver que el vestido sentaba tan bien a Melissa como l haba imaginado cuando lo eligi entre las muchas ilustraciones que le haba mostrado la modista de gran categora que trabajaba para Sally Manchester. La mirada de Dominic se clav en el movimiento rtmico de ascenso y descenso del delicioso y pequeo busto de la joven, y entonces record la neglig de satn de gasa casi transparente que l haba elegido en la misma ocasin, y sinti cierta tensin en el pecho al evocar el tenue material descansando en el lugar del cuerpo femenino en que ahora se posaban sus propios ojos. Se hizo un silencio incmodo, ambos perdidos en sus pensamientos, pero al mismo
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tiempo insoportablemente atentos cada uno al otro. Con cierto esfuerzo, Dominic apart la atencin de la fantasa ertica en que estaba complacindose, y aclarndose la garganta dijo como de pasada: -Como nuestra boda fue tan apresurada, y en vista de que no es el momento del ao muy apropiado para realizar viajes largos, me temo que no trac planes para salir en una suerte de luna de miel. Si lo deseas, una vez que termine la estacin de las fiebres, quiz podamos ir a Nueva Orlens durante un mes o cosa as. Entretanto, podrs entretenerte arreglando nuestro nuevo hogar en Mil Robles. Eso ocupar tu tiempo. Habra preferido llevarla a Londres, pero en vista de esa maldita guerra que se prolongaba, tal cosa era imposible. Pens que un da la llevara a Inglaterra... Una tenue sonrisa juguete en su rostro. Conociendo a su esposa, tena la casi total certeza de que dedicara ms tiempo a visitar los distintos y excelentes haras que criaban caballos de pura sangre que los salones y las veladas que habran atrado a una esposa ms convencional. Y eso, lo reconoci sorprendido, a l le agradaba! Como las circunstancias de la boda no haban sido romnticas, ni cosa parecida, Melissa no haba prestado mucha atencin a su luna de miel pero haba alimentado la dbil esperanza de que iran juntos, aunque fuese por poco tiempo, a un lugar que les suministrara diferentes distracciones, y que por lo tanto les permitiera quebrar la intimidad forzosa que era propia de la condicin conyugal. El tiempo que pasaran juntos en la compaa cordial de terceros, los das dedicados a una serie de actividades agradables, mientras se iban familiarizando ms uno con el otro, seguramente aliviaran la tensin entre ellos, y permitiran que cada uno conociese mejor al otro. Ella misma no haba advertido cun profundo era su deseo de conocer mejor a este nuevo esposo en un ambiente menos estrecho, hasta que Dominic desech con tanta desaprensin salir de all. Melissa se pregunt durante unos instantes si era posible que l se sintiese avergonzado de ella, y que ahora que estaban casados y que el matrimonio se haba consumado, su intencin era sepultara en los pramos de Luisiana por el resto de su vida. Con un gesto duro en su boca normalmente jovial, Melissa admiti en su fuero intimo que despus de la ltima noche era probable que l deseara hacer exactamente eso con su esposa. Eso, o estrangulara! Por razones que ella misma no atinaba a explicarse, se senta incluso ms culpable acerca de sus actitudes de la vspera, y se confesaba que no poda criticar en lo ms mnimo a Dominic si l la desterraba indefinidamente en la campia... Acaso poda hacer otra cosa con una esposa recalcitrante? Cuando Dominic advirti la expresin desconsolada de los labios de Melissa, una idea muy desagradable asalt su mente. Por supuesto, murmur cnicamente, ya debera estar preparado para eso -sin duda, ella esperaba una luna de miel complicada y cara. No puedo olvidar que en efecto se cas conmigo por el dinero, y ahora ya no estoy a la altura de sus expectativas. Con un matiz duro en la voz, dijo: -Querida, no te deprimas tanto. Estoy seguro de que si eres muy buena conmigo, y por supuesto si cambias de actitud en eso de soportar mis caricias, compensar la decepcin que sientes por la falta de un viaje de bodas extravagante. Era desagradable decir eso, pero por lo dems Dominic estaba de psimo humor, y toda suerte de ideas decididamente ingratas comenzaron a prevalecer en su mente. Dejando sobre la mesa la servilleta de hilo, se puso de pie. -Ir a cabalgar -dijo-. Me parece que necesito un poco de aire puro. Asombrada, Melissa lo mir mientras l sala con paso rpido de la habitacin, y la bonita boca de la joven insinu un gesto de sorpresa. Pero cuando comprendi el cabal sentido de las palabras de su esposo frunci el entrecejo. El se haba mostrado insultante, pens Melissa con un sentimiento cada vez ms intenso de clera; ahora, la sensacin de culpa por lo que haba sucedido antes se disip en un instante, pero al mismo tiempo que clera experiment un profundo sentimiento de asombro. No era posible que l creyese
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que...? Se dijo inquieta: Oh, claro que no! Sin duda, no crea que lo nico que interesaba a Melissa era lo que l poda darle. O en efecto lo crea? Melissa comprendi con nerviosismo cada vez ms intenso que l haba reaccionado como un hombre que est frente a una mujerzuela codiciosa, cuyos favores estaban al alcance del mejor postor El comportamiento que ella haba tenido la vspera... Trag saliva y se sinti muy incmoda. Dolorida e insegura, Melissa mir sin ver la frgil taza de porcelana, y los pensamientos que cruzaron su mente fueron sumamente ingratos. Josh haba sugerido claramente que Dominic era un tanto aventurero cuando se trataba de las mujeres, y la carta de Latimer ciertamente haba confirmado el hecho de que el nuevo esposo de Melissa era un notorio mujeriego, y no mereca confianza en las cosas del corazn. Y sin embargo, Melissa reconoca que Dominic siempre le haba demostrado la mayor bondad... y adems, lo confesaba sin rodeos, teniendo en cuenta todos los factores, tambin haba exhibido ante ella un gran caudal de paciencia. Ese hombre tena muchas y excelentes cualidades, adems del rostro bien formado y la personalidad encantadora; eso fue lo que Melissa pens con un sentimiento de dolor. Se haba mostrado muy bueno con Zachary, y abrumadoramente generoso en relacin con la compra de Locura -y haba adoptado una actitud honorable y se haba casado con Melissa en circunstancias que no proyectaban una luz muy favorable sobre el carcter de la interesada. Suspir angustiada. Era posible que Josh estuviese equivocado en sus juicios acerca de Dominic? Y tambin Latimer? Quiz las acusaciones de Latimer estaban motivadas exclusivamente por el despecho? Ella haba equivocado por completo el juicio acerca de Dominic? Le haba asignado el papel de un monstruo insensible cuando en realidad era un caballero sumamente considerado? Apremiada por la conviccin cada vez ms firme de que haba errado el juicio acerca de todo lo que se refera a Dominic, Melissa se puso de pie bruscamente, guiada por el pensamiento de hallarlo e intentar alguna forma de reanudacin de las relaciones que los unan. Haba sido estpida! Ese fue el irritado calificativo que se aplic a s misma mientras sala como una exhalacin por la puerta principal y corra hacia el pequeo cobertizo de los carruajes, detrs del edificio principal. Tena que verlo y tratar de explicarse, deba encontrar el modo de salvar el abismo cada vez ms ancho que los separaba. En estos pensamientos que se atropellaban en desorden unos a otros, no prest atencin al hecho de que no estaba vestida apropiadamente para salir a cabalgar, y sin hacer caso de la mirada escandalizada del servidor, orden que se ensillara rpidamente un caballo. Cabalgando como un hombre, de un modo que sin duda originara comentarios a todo lo largo del ro, clav las espuelas en los flancos del caballo y se intern rpidamente en la direccin que segn le haba indicado el criado haba tomado Dominic varios minutos antes. Aunque Melissa era impetuosa y obstinada, haba recorrido menos de un kilmetro por el camino antes de advertir que explicar sus actos sera un tanto embarazoso. Cmo decir al marido que una lamentaba el modo en que se haba comportado, pero que todo se explicaba porque pensaba que l era un corruptor de inocentes y un mujeriego inveterado? Aminor el paso del caballo, e insegura se mordi el labio. Poda disculparse por lo que haba sucedido la vspera sin suministrar una explicacin demasiado detallada acerca de la verdadera motivacin de sus actos. Apret los labios. Eso sera bastante fcil -incluso ahora ella no poda explicar los sentimientos contradictorios que la haban dominado. Excluyendo de su espritu las dificultades que se levantaban en su camino, finalmente decidi que sencillamente atribuira todo su comportamiento rebelde y sin duda irritante al natural sentimiento de ansiedad de una recin casada; y por otra parte, ella lo admita aunque de mala gana, esa frmula encerraba una parte considerable de la verdad.
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Adems, pens sintiendo que eso la reanimaba mucho, aclarara los errores en que l poda haber incurrido al creer que Melissa lo haba desposado por razones mercenarias. Si l comprenda que Melissa era tambin una vctima de lo que haba sucedido esa noche en la taberna del Cuerno Blanco, y que su dinero no interesaba a la joven, quiz con el tiempo cada uno aprendera a confiar en el otro... y tal vez incluso podan llegar a amarse. Una expresin ms animosa se manifest en los ojos de Melissa. No crea que para ella fuese demasiado difcil enamorarse profundamente de Slade! En realidad, mucho tema que ella ya hubiese avanzado bastante por ese camino. Pero ante todo, pens con un sentimiento de aprensin, ella deba convencerlo de que su fortuna nada tena que ver con ese matrimonio. Esperanzada y al mismo tiempo nerviosa ante la inminente confrontacin, espole a su caballo y lo lanz al galope, ansiosa de concertar la paz entre ellos.
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Tal vez Melissa alimentaba en su mente ideas de paz, pero Dominic estaba contemplando hoscamente el modo de vengarse del cuerpo seductor de su mujer. Ella no sera la nica que obtuviese lo que deseaba de esa farsa de matrimonio, pensaba sombro mientras guiaba a su garan bayo por el camino sinuoso que conduca a Willowglen. Al salir de la cabaa, no haba pensado en ir a determinado lugar; sencillamente, necesitaba distanciarse un poco de esa calculadora y pequea esposa, pues no deseaba reaccionar con violencia. Su orgullo haba recibido ltimamente graves golpes a manos de la nueva seora de Slade, pero no estaba en su carcter soportar sumisamente esos desaires e insultos, y Dominic se haba consolado pensando en diferentes modos de someter a esa dama mercenaria y tramposa con quien l haba tenido la mala suerte de casarse. Pero por extrao que parezca descubri que sus ms satisfactorias imgenes de venganza eran aquellas en que una Melissa tiernamente arrepentida rogaba las caricias y el afecto de su esposo. Por supuesto, l volvera la espalda con indiferencia a esos lastimosos pedidos de afecto -por lo menos, tena la esperanza de proceder as, aunque adverta en s mismo cierta inquietud cuando llegaba a ese punto. Cuando termin de regodearse imaginando unas pocas escenas referidas al sometimiento de su esposa, comenz a sentirse un poco mejor; su primer ataque de sombra clera se alivi un tanto. Entonces descubri que haba recorrido casi la mitad del camino hasta Willowglen. Como por el momento no deseaba volver a su casa, continu avanzando, pensando en la posibilidad de charlar un rato con Zachary, y tambin en la perspectiva de ver de nuevo a Locura. Ciertamente, Dominic no haba pensado encontrarse con Deborah Latimer, o ms bien, lady Deborah Bowden, como ahora se llamaba la dama. Pero acababa de entrar por la huella que conduca a Willowglen cuando se encontr con ella, que vena seguida de cerca por su criado. Aunque no estaba de humor para intercambiar cortesas, Dominic no tuvo ms remedio que detenerse y saludar a la dama. Adems, estaba el hecho de que senta cierta curiosidad por saber cul era la causa de que ella hubiese ido a visitar al joven Zack. Sonriendo dijo: -Buenos das, lady Bowden. Sali a dar un paseo matutino? Los rasgos delicados enmarcados por rizos color oro, los grandes ojos azules lmpidos y sugestivos, Deborah salud a Dominic con una tenue sonrisa. -Buenos das, Dominic- dijo con su voz clara y cantarina. Dirigindole una mirada de
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reprobacin, agreg: -Es necesario que te muestres tan formal conmigo? Sobre todo porque antes... Era sorprendente, pens asombrado Dominic mientras estaba sentado en la montura, controlando sin esfuerzo a su inquieto caballo, cuanta indiferencia senta ahora frente a ella. Con curiosidad pase la mirada sobre el cuerpo de la dama, y vio cun hbilmente el atractivo vestido de montar, confeccionado con lienzo azul zafiro, revelaba las curvas maduras, y al mismo tiempo tom nota de la elegancia con que montaba la hermosa yegua negra -y tambin cobr conciencia de que la frgil hermosura de Deborah no lo conmova en absoluto. A los veinticinco aos, Deborah era sin duda hermosa. La cara pequea tena la forma perfecta de un corazn, y todos sus rasgos, desde los ojos azules de largas pestaas a la boca rosada de labios exquisitamente formados. No era muy alta, pero tena una figura bien formada que a los ojos de Dominic siempre habla sido muy atractiva; y aunque l poda admirar su apariencia, haba aprendido por experiencia que detrs de ese bello porte, haba escasa inteligencia. Otrora haba credo que ella era la expresin de la perfeccin, pero las maquinaciones de Latimer y las propias actitudes de Deborah le haban demostrado el error de esa opinin. El ya no le guardaba el ms mnimo rencor en vista de que Deborah se haba apoderado de los sueos juveniles de Dominic y los haba pisoteado. A decir verdad, el nico sentimiento que Deborah Bowden despertaba en l ahora era la compasin. Y en efecto, la compadeca. Compadeca la falta de fibra que haba permitido que ella fuese atropellada por su hermano inescrupuloso, que la haba obligado a contraer matrimonio con un hombre que hubiera podido ser su abuelo. Compadeca la falta de coraje que ni siquiera ahora le permita liberarse del dominio de Latimer. Compadeca en ella la falta de fibra y de fuerza para luchar... Pregunt amablemente: -Todo est bien? Latimer no ha...? Los ojos hermosos se llenaron de lgrimas, y maldiciendo su propia y estpida blandura, Dominic desmont deprisa y camino hasta el caballo de Deborah. Moviendo los ojos hacia el criado de expresin neutra, murmur: -Adelntate, James... deseara hablar con tu ama en privado. El criado apenas haba desaparecido tras un recodo del camino y ya Deborah se habla arrojado en brazos de Dominic, con el cuerpo sacudido por intensos sollozos. -Oh, Dom! -gimi. Si por lo menos te hubiese escuchado hace aos, cuando me hablaste en Londres. Los brazos ocupados, aunque sin que l lo deseara, por ese cuerpo femenino aquiescente, Dominic mir inquieto alrededor, y formul ntimamente el deseo de que nadie viniese a presenciar esa escena embarazosa.. Con expresin resignada dijo: -Vamos, Deb, ya hablamos antes de todo esto. No te culpo por lo que sucedi, pero fue hace mucho, y t elegiste, y es intil retornar al pasado... como te lo dije hace una semana. Con los brazos alrededor del cuello de Dominic, Deborah apret la cara contra el pecho del joven, y emiti una minsculo y desgarrador gemido. -S que tienes razn, y no deba haberte escrito, ni deb pedirte una entrevista cuando ya estabas comprometido -continu diciendo con voz dolorida-. Exijo demasiado a nuestra vieja amistad y a tu buen corazn. En su fuero ntimo, Dominic coincidi con ella. Le haba escrito tres o cuatro veces despus de saber que Dominic estaba en la regin, y esas cartas haban sido tan lamentables y dolorosas que l al fin se sinti obligado a verla, a ofrecer su ayuda. Y cuando la vio, y contempl la sucesin de sentimientos dolorosos que se expresaban en esos bellos rasgos, mientras Deborah narraba Sus sufrimientos, los insultos de Latimer, sus amenazas, y los temores que ella misma senta, Dominic se haba sentido muy conmovido y colmado de compasin en vista de las dificultades en que ella se debata. Su primer impulso haba sido
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apartarla de Latimer, y en una actitud extravagante haba propuesto llevarla a la casa de sus padres en Natchez -le haba dicho que all estara segura. Ella rechaz completamente la idea y entonces l propuso cederle una suma de dinero; no una cantidad muy elevada, pero silo suficiente para asegurar su independencia silo administraba moderadamente; pero Deborah tambin rechaz esa alternativa, y se limit a mirar a Dominic con esos grandes ojos azules que le decan cunto confiaba en l. En una actitud incomprensible para Dominic, antes que aceptar su dinero Deborah se mostraba dispuesta a permitir que Latimer continuase maltratndola, y tal pareca que de nuevo el hermano Julius haba puesto el ojo en un anciano achacoso y rico, que a juicio de Latimer sera un excelente segundo marido para la joven. Dominic haba discutido vigorosamente con ella, le haba dicho que no deba ser tan tonta, que era necesario que sencillamente rehusara acatar las exigencias de Latimer. Pero Deborah haba meneado lentamente la hermosa cabeza. -Oh, no puedo -haba exclamado casi sin aliento-. Es mi hermano, y me golpear sin piedad si no hago lo que l exige. Eso, o me arrojar sin un centavo a la calle. T no entiendes. Dominic no quiso discutir esas posibilidades. Sencillamente, no entenda el razonamiento de Deborah. No entenda por qu al parecer permita que Latimer se le impusiera y la manipulase, o por qu, puesto que lo haba rechazado en Londres, ahora ella crea que Dominic era su nico salvador. Saba que esa situacin en parte era por su propia culpa -jams hubiera debido responder a la ltima carta de Deborah. Pero antes, ella haba significado todo para Dominic, y aunque ya no lo atraa en absoluto, el recuerdo de lo que haba sido despertaba su deseo de ayudarla. Dominic reconoca con desagrado que Royce, si se enteraba de la situacin, criticara implacablemente tanta blandura del corazn; pero en efecto, compadeca a Deborah y deseaba verla feliz. Si por lo menos, pensaba impaciente, me permitiese enviarla a Londres, lejos de la influencia de Latimer. Suspirando, enlaz distradamente con el brazo la cintura de la joven, y apoy la mejilla sobre el sombrerito de montar de castor negro. -Deborah -murmur-, tienes que abandonar a Latimer! Permite que resuelva ese problema en tu nombre. Fue mejor que Melissa no pudiese or lo que haba dicho, pues nada ms que ver a su marido en medio del camino abrazando a Deborah Bowden fue suficiente para inducirla a rechinar feamente los dientes, y determin que sus ojos dorados ardiesen con una luz decididamente mortal. Sofrenando bruscamente su caballo, permaneci en el lugar, dominada por la furia, con su pecho agitado. La idea de hacer las paces y la esperanza que ella alimentaba de que Josh y Latimer se hubiesen equivocado al mencionar las inclinaciones de su esposo a las aventuras con mujeres se disiparon en un instante. Era dudoso a cul de los dos transgresores habra preferido flagelar primero con su ltigo de montar, pero al advertir con suma renuencia que una lluvia de latigazos a lo sumo complicara la situacin, control este impulso inmediato con muchsimo esfuerzo. Y mientras pasaban los segundos y ella permaneca inmvil, mirando hostil a la incauta pareja, concibi una idea de fundamental importancia: aunque Dominic realmente fuese un mujeriego, y de eso ya no le caba la ms mnima duda, todava era su esposo, todava era el nico hombre que haba demostrado que poda conmover sus sentimientos ms profundos, y Melissa no estaba dispuesta a mirar sumisamente y permitir que Deborah Bowden le arrebatase a ese hombre. Y tampoco, pens entrecerrando los ojos, estaba dispuesta a abandonar el campo tranquilamente a la otra mujer! Una docena de planes poco prcticos cruzaron su mente, pero no tuvo tiempo de examinar cada uno, y dando rienda suelta a su carcter impetuoso, espole al caballo. Imponiendo a sus labios una alegre sonrisa, grit gozosa: Oh, Dominic! Ests aqu! Qu
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perverso de tu parte adelantarte de ese modo. -Se aproxim a la pareja que sin duda estaba en guardia, y sonri amablemente a los dos, comportndose como si le pareciese aceptable que el hombre que era su marido desde haca menos de un da abrazara pblicamente a otra mujer. -Hola, lady Bowden. Cmo est esta maana? Hubiera sido difcil determinar cul de los dos protagonistas principales estaba ms desconcertado. Por cierto, Dominic saba que l no se habra comportado tan suavemente si hubiese sorprendido a Melissa en ese tipo de situacin comprometida. Era difcil decir qu pasaba por la mente de lady Bowden; los ojos azules permanecan fijos, con expresin inocente, en los rasgos vibrantes de Melissa, y una sonrisita trmula le curvaba la boca de labios llenos. -Oh, seorita Seymour -comenz a decir Deborah, y despus, con una risita, se corrigi amablemente-. Pero por supuesto, ahora usted es la seora Slade. Qu tontera he dicho. Sin prisa, Deborah retir los brazos del cuello de Dominic, Y se apart un poco de l. Mientras alisaba la falda impecable de su traje de montar, murmur: -No debe enojarse si me ve llorando en el hombro de Dominic. Somos viejos amigos, y las costumbres tardan en desaparecer, como sin duda usted sabe muy bien. Sonriendo, Melissa replic con dulzura: -Por supuesto, no deseara que nada se interponga entre tan viejos amigos. Sofocando la sonrisa casi incontenible que trataba de manifestarse en las comisuras de sus labios ante la expresin dolorida en la cara de Deborah, Dominic desvi rpidamente la mirada, y su corazn se sinti reanimado por las sugerencias de este dilogo. Su joven esposa poda mostrarse indiferente ante l, pero si Dominic saba a qu atenerse, y a juzgar por el brillo belicoso de esos ojos de inverosmil color topacio, poda tener la certeza de que en efecto ella senta profundos celos ~ estaba dispuesta a luchar por l! Su primera reaccin al ver que Melissa se acercaba a ellos haba sido de clera y desesperacin; clera ante su propia tontera, y desesperacin porque pens que tal vez jams lograra explicar cun inocente era realmente la situacin. Tambin sinti el intenso deseo de retorcer el delgado cuello blanco de lady Bowden, que lo haba metido en ese lamentable episodio. Dominic haba soportado momentneamente el embarazo natural y el nerviosismo de un hombre atrapado en un aprieto tan comprometedor, pero ante el amable saludo de Melissa, otros sentimientos ocuparon el centro-admiracin por su belleza y el dominio de s misma, y verdadero placer porque ella estaba mostrando signos tan evidentes de celos. Si ella senta por l tanta indiferencia como afirmaba, por qu se mostraba celosa cuando l buscaba consuelo en los brazos de otra? Y si ella senta celos, entonces poda afirmarse que se ofreca a Dominic una serie entera de interesantes posibilidades. Se abstuvo con dificultad de sonrer estpidamente, e incluso descubri que en el fondo se senta agradecido a Deborah que haba tramado esa pequea escena. Disimulando tanto su regocijo como el placer que senta en vista de las circunstancias en que de pronto se encontraba, se apart de Deborah y se acerc a Melissa. Apoyando una mano clida sobre la de Melissa, que aferraba con fuerza las riendas del caballo, murmur: -Es muy amable de tu parte esta actitud tan gentil y tolerante. -Una luz burlona apareci en los ojos grises.- La mayora de las esposas no se mostraran tan comprensivas... pero por otra parte, has aclarado que lo que yo haga no te preocupa, verdad? Melissa emiti un extrao y breve sonido ahogado, y contuvo el ansia de decirle exactamente lo que opinaba de la conducta deplorable del propio Dominic, y hablando entre dientes, dijo sin levantar la voz: -Querido, si eres discreto... Desvi la mirada hacia Deborah, que escuchaba muy atentamente, -puedes tener todas las queridas que desees.
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Y despus de disparar el ltimo caonazo, clav cruelmente las espuelas en los flancos de su caballo y lo oblig a volver grupas, y su vestido se despleg en el aire, detrs, mientras ella forzaba al animal a lanzarse a toda carrera. Divertido, Dominic la vio desaparecer por el camino, y se dijo que ella luca un aspecto deslumbrante, con sus cabellos rubios cayendo en desorden a los costados de las mejillas, y los ojos despidiendo chispas doradas. Incluso el vestido, que mostraba una proporcin inmodesta de los esbeltos tobillos y las pantorrillas, haba acentuado la cautivante belleza de la joven, confirindole ese aspecto de criatura indmita que excitaba intensamente los sentidos de Dominic. Continu contemplando la figura que se alejaba hasta que la voz de Deborah lo oblig a regresar al desagradable presente. -Dominic, qu clase de muchacha traviesa has desposado? -dijo Deborah con gentil malicia-. O decir que el padre le permiti crecer sin freno, pero nunca haba llegado a creerlo. Observaste lo impropio de su atuendo? -Emiti una exclamacin escandalizada, y continu con cierta malevolencia.- Esa muchacha te tendr realmente ocupado! Con una sonrisa en la boca bien formada, Dominic se volvi para mirar a Deborah. -S, as es...y creme, querida Deborah, cada minuto de mi tarea ser un placer! Ahora, te ayudo a montar... O prefieres que llame a tu criado? Comprendiendo que por el momento l no caera vctima de sus argucias, Deborah sonri seductora y murmur: -Oh, vaya, te irrit, verdad? Mirndola framente, Dominic dijo con voz y expresin muy amables: -Vaya, no. Pero como comprenders, debo seguir mi camino. Deborah encogi con buen talante los angostos hombros, y dijo alegremente: -Por supuesto, qu tonta soy... seguramente deseas estar con tu esposa. Dominic se limit a mover la cabeza con un gesto de asentimiento, y sin mayor esfuerzo ayud a montar a Deborah. Volviendo a montar en su caballo, dijo impasible: -Buenos das, querida, ojal que no permitas que tu hermano se aproveche de ti como hizo antes... y recuerda, mi ofrecimiento de enviarte a casa de mis padres o a Londres todava se mantiene. Bajando los ojos recatada, Deborah respondi en un tono acentuadamente sentimental: -Dominic, eres demasiado generoso. Jams olvidar todas las bondades que me prodigaste. Te considero mi nico amigo. Dominic se encogi de hombros, incmodo, y meneando la cabeza murmur: -Deb, no digas eso. Estoy seguro de que hay otros que te apoyarn, si perciben que es necesario. Y ahora, me disculpas? Dirigindole una sonrisa astuta, Deborah asinti: -Adis, querido, ve con tu esposa, y yo... -Emiti un hondo suspiro.- Ir con mi hermano. En circunstancias normales, esas palabras habran conmovido a Dominic, pero ahora ya estaba pensando en Melissa, de modo que respondi casi distradamente: -Si, hazlo. Buenos das. Y sin dirigirle otra mirada ni una palabra ms, espole a su caballo y lo lanz al galope, deseoso de encontrar a su celosa esposa. La encontr donde sospechaba que deba estar, en los establos de Willowglen. Se hallaba en uno de los picaderos; Locura estaba atado a la empalizada encalada, y Melissa cepillaba industriosamente el pelaje ya impecable del corcel, y tena una expresin feroz en la cara. Despus de desmontar, Dominic entreg las riendas a uno de los peones del establo, y camin hacia Melissa. Apoyando los brazos sobre el borde superior de la empalizada de madera, permaneci all varios minutos, contemplando distradamente cmo ella continuaba cepillando a Locura, con pasadas que eran ms enrgicas y veloces a medida que transcurran los minutos.
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Melissa haba tenido perfecta conciencia de Dominic desde el instante en que l apareci montado en su caballo, pero se haba negado obstinadamente a reconocer su aproximacin, incluso cuando l se acerc y se apoy en la empalizada. Melissa estaba entretenida con la grata fantasa de ver la cara de lady Bowden hundida en la pila de estircol. En ese momento haba llegado Dominic, pero su intromisin haba echado a perder a Melissa el goce de ese pasatiempo. La joven no haba podido concebir todava un castigo bastante horrible para l, y volvindole intencionalmente la espalda continu cepillando vigorosamente a Locura, y contemplando y desechando varias torturas desagradables para su extraviado marido. Mientras l continuaba apoyado imperturbable en la empalizada, al parecer absorto en la contemplacin de la actividad de Melissa con el caballo, el sentimiento que ella experimentaba en el sentido de que se la despreciaba, comenz a acentuarse, hasta que al fin ella ya no pudo soportar ms. Arroj vio lentamente el cepillo, y se volvi para enfrentar a su marido. Con las manos en las caderas, los ojos color topacio resplandeciendo irritados, grit: -Cmo pudiste hacer eso! No llevamos veinticuatro horas de casados, y ya... y ya... Las palabras le faltaron, y mir a Dominic con silenciosa clera. Deseoso de colaborar, l complet la frase: -Me dedico a las mujeres? Casi explotando de rabia, ella zumb: -S, te dedicas a las mujeres! Su cara convertida en la imagen de la inocencia, Dominic murmur: -Pero seguramente eso no te conmueve. Te advert anoche que haba otras que no consideraran tan desagradables mis avances. -Su mirada se desliz sensual sobre el cuerpo de Melissa.- O cambiaste de idea? -S! No! T me confundes! -murmur irritada Melissa, muy consciente del sobresalto de su corazn ante la expresin de los ojos de Dominic. Furiosa consigo misma porque dejaba entrever la agitacin que senta, enfrent de lleno la mirada interesada y dijo groseramente: -Vete. No quiero hablar contigo. Enojada y desconcertada al mismo tiempo pareca tan atractiva que Dominic tuvo que hacer un esfuerzo para contener el impulso de saltar la empalizada y abrazarla. Sin ofrecer ningn signo de lo que senta, observ como al descuido: -Muy bien, querida, puesto que eso es lo que deseas. Pero recuerda que silo piensas mejor, tienes que hacrmelo saber. Hasta ese momento, supongo que tengo tu autorizacin para divertirme? Melissa haba cado en la trampa que ella misma haba preparado, y ahora slo poda mirar deprimida a Dominic, y sopes los dos cursos de accin que se le ofrecan. Poda tragarse el orgullo y reconocer que no quera saber absolutamente nada con Dominic, o... poda salvar la dignidad y fingir indiferencia. Ninguna de las dos alternativas le atraa demasiado, de modo que pregunt con voz tenue: -Puedes darme tiempo para pensarlo? Dominic nunca haba visto a Melissa en actitud tan humilde, y durante apenas un momento consider seriamente el pedido, pero despus, al pasar revista a todas las actitudes desconcertantes de la joven durante el breve lapso en que la haba conocido, lleg a la conclusin de que podra ser peligroso permitirle que meditase demasiado tiempo el tema. Dios saba, pens irnicamente, qu clase de lgica retorcida poda determinar su respuesta si l no aprovechaba la inesperada ventaja. Meneando la cabeza, dijo con voz serena: -No, creo que esto es algo que debemos resolver ahora. Quiz si l hubiese mostrado algn signo de culpabilidad y se hubiese mostrado ms alentador, Melissa podra haberle dado la respuesta que l ansiaba tan intensamente. Pero en las condiciones dadas, las palabras arrogantes de Dominic fueron como cuchillos calientes en la carne de Melissa, y ella endureci el cuerpo. Con los ojos que centelleaban peligrosamente, el mentn levanta-do en un ngulo altivo, escupi: -En ese caso mi respuesta es s!
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-Se volvi en redondo, y comenz a cepillar furiosamente a Locura.- Ve y divirtete... No me importa! Durante unos largos momentos Dominic permaneci de pie, mirando la espalda de Melissa y conteniendo el poderoso impulso de ponerla boca abajo sobre sus rodillas y darle una buena azotaina... ~ normalmente l no era un hombre violento! La decepcin endureci su voz cuando contest: -Muy bien, seora, puesto que se es su deseo... no me espere en casa esta noche! -Y despus de volverse, se alej con una expresin dura en la cara, y un sentimiento de clera que se expresaba en cada uno de sus movimientos... Melissa no lo vio alejarse... estaba muy atareada combatiendo las amargas lgrimas que amenazaban derramarse sobre sus mejillas. Pero en definitiva las lgrimas vencieron, y pocos minutos despus Zachary descubri a la esposa de menos de veinticuatro horas llorando a moco tendido sobre el cuello lustroso de Locura. Con un salto gil, Zack pas la empalizada y sus brazos fuertes trataron de reconfortar el cuerpo esbelto de Melissa. -Qu sucede Lissa? -pregunt premiosamente-. Qu ha sucedido entre ustedes? Acabo de cruzarme con Dominic, y pareca que estaba dispuesto a arrancarme el hgado. Melissa se sinti paralizada al primer contacto de los brazos de Zachary, creyendo que era Dominic, pero al identificar la voz de Zack su cuerpo qued inerte. Volvindose hacia los brazos de su hermano, lo mir con la cara dolorida, cubierta de lgrimas, y dijo con voz ahogada: -Lo odio! Es un monstruo insensible Y sin principios! No continuar casada con l un minuto ms de lo necesario para conseguir el divorcio! Zachary estaba desconcertado. Ciertamente, saba que el matrimonio no era la unin de amor que por ah se rumoreaba. Conoca demasiado bien a Melissa, y aunque haba cooperado con el engao de la joven, a menudo se haba preguntado cul era la causa real del sbito compromiso. Pero simpatizaba mucho con Dominic, y dado que Melissa se haba mostrado dispuesta a casar-se con l, Zachary haba pensado, con optimismo juvenil, que todo se arreglara. Pero ahora... ahora que Dominic mostraba ese humor desastroso e inabordable, y que su querida hermana estaba deshecha en lgrimas, Zachary tema mucho haber calculado muy mal el posible resultado. Con respecto al divorcio, se estremeca al pensar en eso. Incluso si Dominic era el monstruo sin principios que Melissa deca, no poda tomarse a la ligera un divorcio. De hecho, el divorcio era un paso casi inaudito, e invariablemente provocaba la vergenza y la desgracia de las dos partes... y sobre todo de la mujer. Con todos sus instintos protectores movilizados, Zachary sostuvo con afecto a Melissa contra su pecho, al mismo tiempo que murmuraba palabras de aliento, pero su mente era un torbellino. Qu demonios haba hecho Dominic para que Melissa se sintiera tan desgraciada? Y qu haba hecho Melissa que Dominic estaba tan irritado? Y de qu modo l poda resolver el problema? Aunque Zachary estaba dispuesto a apoyar a Melissa en todo lo que ella deseara hacer, de ningn modo tena la conviccin de que el problema que se haba suscitado entre los recin casados era culpa de una sola parte. Pese a la gravedad de la situacin, sonri levemente. Conoca el temperamento levantisco y el carcter obstinado de Lissa, y sospechaba que tambin Dominic posea un carcter formidable y poda ser igualmente obstinado. No era la mejor combinacin para tener un matrimonio tranquilo, murmur inquieto, y su sonrisa se desvaneci. Pero... pero veinticuatro horas no era un lapso suficientemente prolongado como para dar una oportunidad a esa unin, y mirando la cara de Melissa dijo con voz serena: -Creo que necesitas pensar ms detenidamente lo que deseas hacer. Los votos que profesaste ayer no pueden desecharse a la ligera. El recuerdo de Dominic abrazando a Deborah cruz fulgurante el cerebro de Melissa, que exclam: -Bien, ojal pudieras decir eso a mi marido! Al ver la mirada dubitativa de Zachary, Melissa se mordi el labio, y sinti deseos de
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retirar sus palabras. Lo que menos deseaba era comprometer a otros en el desastre de su matrimonio. Adems, Zachary poda concebir la idea de enfrentar a Dominic; incluso, se dijo Melissa sintiendo que se le oprima el corazn, poda contemplar la posibilidad de retarlo a duelo. Melissa lleg a la conclusin de que era necesario distraer a Zachary, y se enjug las ltimas lgrimas y sonri vacilante a su hermano. Sin apartarse demasiado de la verdad, dijo con su voz quebrada: -Oh, Zack! Ya conoces mi condenada lengua y mi carcter, y temo que como de costumbre permit que se desbocasen, sin contemplar las consecuencias. Cualquiera dira que haba aprendido mi leccin despus de todos estos aos, verdad? Zachary no estaba del todo convencido, pero por el momento se mostr dispuesto a aceptar todo lo que Melissa deseara. Y si ella quera impedir que l explorase demasiado, Zachary se lo permitira... teniendo en cuenta su edad, Zachary era un joven muy astuto. Enarcando el entrecejo pregunt: -Entonces, qu hars para resolver la situacin con tu esposo? Melissa no tena intencin de "resolver" nada con Dominic -al menos por el momento. Su orgullo estaba demasiado herido, y la comprobacin de que su marido haba buscado inmediatamente su placer con otra mujer, haba sido un golpe doloroso a su desconfiado corazn. Pero tena que decir algo a Zachary, para tranquilizar al joven en relacin con los episodios de esa maana. -Bien, primero tendr que disculparme por mi mal carcter, y despus... -Se encogi despreocupadamente de hombros.- Ya pensar algo! En absoluto engaado por las palabras de Melissa, Zachary murmur secamente: -Oh, no dudo que lo hars. Slo deseo que no sea algo que ensanche la distancia entre ustedes dos! Entristecida, Melissa se apart. En todo caso, dudaba que todo lo que ella pudiera hacer lograse agravar la situacin. Se pregunt deprimida: Acaso exista algo peor que estar casada con un hombre que no la amaba, que no haba deseado ese matrimonio y que para colmo era un libertino desenfrenado? En la posicin en que ella se hallaba, el futuro tena un aspecto muy sombro. Para ocultar la angustia que de pronto la domin, evit que Zachary le viese la cara, y dijo en un intento de mostrarse animosa: -No te preocupes, Zack, no es ms que una ria de enamorados. Y hasta que lo dijo en voz alta, no advirti cun desesperadamente deseaba que hubiese sido una ria entre dos amantes; en ese caso, por lo menos, habra existido la posibilidad de una reconciliacin. Esa idea la persigui durante las horas largas y dolorosas que siguieron. No estuvo mucho tiempo en Willowglen; no se atrevi, temerosa de que Zachary consiguiera arrancarle la verdad, y despus de charlar con l varios minutos de cuestiones sin importancia, Melissa se alej. El no haba formulado ms preguntas, aunque Melissa adivin que estaba devorado por la curiosidad, e incluso haba limitado su opinin acerca de la heterodoxa vestimenta de montar que ella usaba a unos pocos y breves comentarios, cuando Melissa se preparaba para partir. Con un fulgor burln en los ojos, observ: -Lissa, se te ve muy atractiva con ese nuevo vestido. Lstima que ahora est completamente cubierto de pelo de caballo. Ella hizo una mueca al contemplar el vestido antes inmaculado, pero no contest. Despus, mont a caballo y se alej de la plantacin. No tena prisa para regresar a la cabaa... qu la esperaba all? Slo cuartos vacos y esperanzas y sueos sin contenido. Pero finalmente regres, y dejando el caballo a cargo del criado, subi desalentada a su habitacin. Era extrao pensar cuntas esperanzas haba alimentado al salir de all esa maana, y ahora... ahora tema que se le partiese el corazn.
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Absorta en sus pensamientos, dej que Anna la ayudase a desvestirse, sin prestar atencin a las crticas de la mujer y a sus desconcertados comentarios acerca de la deplorable condicin de la costosa prenda. El bao calmante que Anna le haba preparado contribuy a restablecer su bienestar fsico; pero nada podra curar jams su corazn, y precisamente en esos momentos sombros la joven comenz a examinar ms detenidamente sus pensamientos en relacin con Dominic Slade. Lo que descubri no ayud en lo ms mnimo a levantar su nimo. Desalentada y horrorizada, comprendi que inexplicablemente se haba enamorado de su esposo, mujeriego o no, y que lo deseaba... lo deseaba en todos los aspectos en que una mujer enamorada poda desear a un hombre. Pero cmo, se preguntaba dolorida, poda atraer su inters, e incluso su amor? Si la noche anterior se hubiera comportado ms sensatamente, si no lo hubiera despedido con tanta crueldad... Incluso si se hubiese comportado de distinto modo, eso habra significado algo? Suspir pesarosa. Camin de un extremo al otro de su bonito dormitorio, pensando en su descarriado esposo. Melissa haba aceptado la desagradable idea de que Dominic no la amaba, y de que el matrimonio que los una no modificara sus costumbres disipadas. Ahora, todo lo que ella tena que hacer, murmur con tristeza, era hallar el modo de cambiar el carcter de Dominic... tena que lograr que se enamorase de ella y por el resto de su vida renunciara a todas las restantes mujeres. Cada vez ms desalentada, se hundi en uno de los sillones de terciopelo verde, y los tenues pliegues de su bata color mbar le envolvieron las piernas. Anna haba entrelazado una cinta de seda negra en los rizos rubios de Melissa, y cmodamente recostada en el respaldo del silln, la joven comenz a jugar con la cinta, sus pensamientos todava sumidos en la ms irremediable confusin. Deba fingir que anoche y esta maana no haba sucedido nada? Recibir con cortesa y afecto a Dominic cuando al fin regresara al hogar? Apret los labios. Conoca su propio carcter levantisco y su naturaleza incendiaria, y ms bien dudaba que ella pudiese representar un papel tan sumiso. Era mucho ms probable que le rompiese algo en la cabeza, y no que lo recibiera con sonrisas amables y los brazos abiertos. Adems, si pareca que ella aceptaba las actitudes de Dominic, eso no lo alentara a insistir en su comportamiento deplorable? Un resultado as era ms que probable, se dijo Melissa con un rezongo indignado que por cierto no era propio de una dama. Pero tampoco poda gritarle e insultarlo. Eso poda inducirlo a creer que l importaba a Melissa. Lo cual, como ella admiti deprimida, era precisamente el caso. Una situacin terrible. Bien, si no poda mostrarse dulce como la miel, ni celosa como una pescadera, qu le restaba? Era necesario concertar entre ellos alguna forma de paz antes de que Melissa pudiese comenzar siquiera a pensar en un modo de conquistar el afecto de Dominic. Tena que existir un terreno intermedio que ella pudiese recorrer; un modo de salvar su orgullo y mostrar una actitud bien dispuesta, pero sin que pareciera que se resignaba a aprobar la de su marido. Frunciendo el entrecejo, pase la mirada por la habitacin, y dese ser una mujer ms refinada, haber tenido ms experiencias con hombres, o gozar con la compaa de una mujer mayor y ms experimentada, con quien pudiese comentar esa terrible situacin. Durante un breve instante, vio ante sus ojos la cara de Leonie, pero despus mene la cabeza. No. Leonie siempre se pondra del lado de Dominic -el profundo afecto entre ellos haba sido muy evidente para Melissa. Y adems, estaba el hecho de que ella tena la idea de que otra persona se implicase en ese doloroso estado de cosas. El problema era entre ella y Dominic, y ella deseaba que a toda costa permaneciese as. Suspir hondo. Quiz deba limitarse a aceptar su destino y resignarse a ser una esposa sin amor, ignorada, con un marido casquivano que la trataba con bondad y generosidad. Se
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estremeci ante la visin de los aos largos, vacos y tristes que la esperaban. Si existiera un modo de atraer el inters de Dominic... Lograr que la mirase de otro modo. Desafiarlo... Entrecerr los ojos, sumida en sus pensamientos, mientras contemplaba las posibilidades, y su humor comenz a mejorar un poco. La mayora de los hombres, incluso los ms apticos, tendan a adoptar una actitud sumamente permisiva frente a sus esposas. Podra abrigar la esperanza de excitar una veta feroz de celos en Dominic? Y si en efecto l se mostraba celoso, poda aprovechar ese sentimiento especialmente inestable? Tal vez el camino que se propona seguir era peligroso e incluso absurdo, pero ninguna de las alternativas -la resignacin sumisa o la guerra permanente- la atraan. Se mordi nerviosamente el labio inferior y continu contemplando la situacin, y poco a poco comenz a entrever los primeros perfiles de un plan. Si ella demostraba una conducta indiferente frente al mariposeo de Dominic y sugera que ambos podan perseguir sus propios intereses, por supuesto con la condicin de que se mostraran discretos... Si l tena con respecto a Melissa la ms leve chispa de sentimiento, no se opondra a un acuerdo tan desagradable? Y si en efecto se opona, quizs ella poda alentar ese sentimiento de posesin, de modo que se convirtieran en algo ms profundo y ms duradero. Melissa tena la desagradable sensacin de que haba un riesgo intrnseco en su plan, y de que ella no estaba eligiendo el camino ms sensato. Pero las actitudes de Dominic durante la maana la haban ofendido profundamente, y adems deba tener en cuenta su propio y obstinado orgullo, y la necesidad muy real de proteger el sentimiento de amor hacia l, algo reconocido haca muy poco. Se senta confundida, celosa, lastimada e irritada, todo al mismo tiempo; en vista de que sta era su primera incursin en las lides del amor, poda perdonrsele si elega un mtodo temerario para atraer la mirada codiciosa de un marido. Con una sbita chispa de perversidad en sus ojos color topacio, sonri apenas. No discutira con su descarriado esposo, ni le formulara reproches, pero le dara a entender que haba decidido atenerse al antiguo proverbio -lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa!
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Pese a las aprensiones que poda haber alentado acerca de la sensatez de su plan, Melissa se sinti mucho mejor despus de haber elegido un curso de accin. Nunca haba sido una persona inclinada a cavilar y a retorcerse las manos, y en su caso era mucho ms probable que saltase primero y mirase despus; y as sucedi en este caso. Pero antes de que pudiese poner en marcha su desesperado plan, tena que decidir quin era el caballero de su conocimiento a quien poda embarcar sin riesgo en su plan. Su primer candidato fue el primo Royce, pero como ella no tena la intencin de implicar al caballero en quien finalmente recayese su eleccin, porque de pronto l le interesaba, la situacin era un tanto engorrosa. Reconoci de mala gana que Royce sabra a qu atenerse tan pronto ella le hiciera una cada de ojos. Y Melissa no se atreva a elegir a alguien que pudiese tomar en serio sus intentos de coqueteo. No deseaba encontrarse en la situacin ridcula de tener que rechazar las intenciones amorosas excitadas precisamente porque ella habra parecido alentaras; tampoco deseaba llevar por inadvertencia a un pobre caballero a pensar que ella lo amaba realmente. Despus de descubrir qu doloroso era amar a alguien que no retribua sus sentimientos, no quera condenar al mismo destino a un incauto desprevenido. Tras seleccionar y desechar a varios caballeros, incluso John Newcomb, el
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pretendiente rechazado poco antes, finalmente, y de mala gana, pens en Julius Latimer, para el papel de cmplice inconsciente. Latimer tena edad y razonamientos suficientes para tratar a la ligera una situacin de galanteo, y Melissa sospechaba fundadamente que si bien l la haba deseado como amante, eso no afectaba el corazn del caballero -y que ella tampoco poda provocar sentimientos profundos en l. Y Latimer poda haberle escrito que desbordaba arrepentimiento y disculpas, en un intento de justificar sus perversas actitudes, pero Melissa no poda olvidar esos momentos ansiosos que haba pasado antes de que la oferta de comprar a Locura que le haba hecho Dominic, la salvara del destino que Latimer le tena reservado. No confiaba en l ni una pizca... pero al mismo tiempo estaba dispuesta a enredarlo en el temerario plan destinado a conseguir que su marido sintiera celos. Lo tena bien merecido, se dijo Melissa en un acceso de virtuosa indignacin, porque la haba tratado de un modo tan insultante. Melissa pensaba que poda mantener a distancia a Latimer cuando lo deseara -la joven tena ms experiencia rechazando amantes que provocndolos! Pero la inquietaba un poco la perspectiva de usar de ese modo a Latimer, pues tena sagacidad suficiente para advertir que quiz desencadenara hechos sobre los cuales no ejercera ningn control. Si hubiera podido hallar otro hombre para iniciar un aparente coqueteo, ciertamente lo habra preferido; pero en ese momento no poda recordar a nadie que le pareciera apropiado. Se dijo sin mucho entusiasmo que Latimer tendra que convertirse en el objeto de su aparente inters amoroso. Despus de llegar a estas conclusiones, Melissa slo necesitaba informar a su esposo de las decisiones que haba adoptado acerca del carcter del matrimonio, y aqu esboz una sonrisa. Durante un momento sentimental consider la posibilidad de arrojar los brazos al cuello de su esposo, para pedirle que la amase, pero en definitiva apart de su mente la idea. Ms all de su condicin de caballero generoso, l jams haba ofrecido ningn indicio en el sentido de que le preocupaba especialmente si su esposa lo amaba o no; y ella no estaba dispuesta a exponerse al rechazo de Dominic. Mientras pasaban las horas, y ella aguardaba ansiosa el regreso de Dominic, se afirm su decisin de combatir el fuego con el fuego, y cuando el reloj sealaba las cuatro de la madrugada, Melissa lleg a dos conclusiones bastante desagradables: su marido de menos de cuarenta y ocho horas, realmente no volvera al hogar esa noche, y ella no tena ms alternativa que aplicar su temerario plan. Con los ojos secos y el nimo decidido, finalmente se acerc a su lecho solitario. Dominic habra deseado encontrarse en una cama solitaria, para el caso en una cama cualquiera, salvo la que estaba usando. Que en realidad no era en absoluto una cama, nada ms que una pila de paja limpia depositada en el suelo. Haba pasado las horas que transcurrieron despus de separarse furioso de Melissa recorriendo malhumorado la campia, y evitando el contacto con sus semejantes. Lo mismo que Melissa, no deseaba complicar a otros en su disputa conyugal, y como no tena una explicacin que justificara su presencia cuando se paseaba solo por el lugar, decidi que lo mejor era permanecer invisible para todos. Y como haba jurado a su perversa esposa que no volvera al hogar esa noche, tena la intencin de hacer precisamente eso -de ah la cama de paja, bastante incmoda. Mientras se agitaba y revolva, pensaba con aoranza en su blando lecho de plumas, con las limpias sbanas de hilo; y entretanto, trataba de hallar una posicin que le permitiese dormir. Pero no pudo conciliar el sueo, y finalmente, con las manos unidas tras la cabeza, renunci al intento y permaneci acostado, mirando el cielo oscuro tachonado de estrellas. Por mucho que lo pensara, no atinaba a comprender dnde se haba equivocado o qu haba hecho para merecer la situacin en que ahora se hallaba. Casado, lo cual ya era bastante desagradable, pero adems casado con una bruja que lo irritaba y lo seduca. Y si jams haba concebido la posibilidad de casarse, su propsito no haba sido pasar la segunda
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noche de su matrimonio como un ladrn en un lecho de paja detrs de su propio establo! Su sentido del humor, que lo haba abandonado despus de la discusin con Melissa esa maana, de pronto retorn, y una sonrisa se dibuj en la comisura de sus labios. Dios mo, Royce y Morgan se burlaran implacablemente si llegaban a descubrir la situacin -lo cual, reconoci sin vacilar, era el menor de sus problemas. No poda culpar a Melissa a causa de su reaccin ante la escena con Deborah, y reconoca con justicia que ella se haba comportado mucho mejor que lo que l habra hecho si hubiese presenciado una situacin parecida. Pero el hecho mismo de que ella hubiese afrontado con tanto tacto el asunto lo deprima -ni siquiera la esperanzada sospecha de que ella haba sentido celos poda reconfortarlo en ese momento. Si ella le hubiese tenido aunque fuese un poco de afecto, se habra mostrado tan fra? Si l la hubiese descubierto en una situacin tan comprometida, su propia reaccin no habra dejado lugar a dudas. Habra desafiado a duelo al otro hombre, ~ despus se habra llevado a casa a su descarriada esposa y le habra hecho el amor de un modo tan absoluto que ella nunca se hubiera apartado otra vez del buen camino! Aunque los hechos eran muy claros, Dominic no poda creer que Melissa se hubiese casado con l slo por dinero. Fuese orgullo o instinto, Dominic no poda creer que ella respondiese tan libremente a las caricias de su esposo, pero al mismo tiempo careciera del ms mnimo sentimiento por l. Quiz slo la sensualidad la motivaba, pero Dominic no lograba creer que slo la lascivia la converta en una mujer clida y asequible en sus brazos. La sensualidad era un sentimiento con el cual l estaba muy familiarizado; la haba sentido por varias mujeres durante su vida, y lo haba satisfecho en ms ocasiones que las que alcanzaba a recordar, sin embargo, estaba muy seguro de que lo que Melissa y l haban compartido no era sensualidad. Incluso as, no le asignaba nombres, pues no deseaba explorar ms profundamente su propio corazn; por el momento slo deseaba achacar la culpa de todo a la extraviada perversidad de Melissa, un rasgo aparentemente imprevisible. Cuando lleg el alba, sus pensamientos no estaban ms ordenados ni eran ms lcidos que cuando se acost, y con un gem-do de frustracin, se sent y se pas la mano por los cabellos. Bien, no poda continuar retrasando su regreso al hogar, y mientras se incorporaba y se quitaba la corbata arrugada, pens que con la cara sin afeitar y las ropas arrugadas y cubiertas de paja, Melissa seguramente pensara que l haba pasado la noche por ah sumido en total embriaguez. Por lo menos, pens con una sonrisa cnica, no podr suponer que pas la noche en los brazos de otra mujer. Si los criados consideraron extrao que el seor de la casa, un hombre que se haba casado haca menos de cuarenta y ocho horas, regresara al hogar en un estado tan desastroso, en todo caso no mostraban indicios de esa actitud. Cuando Dominic entr en la casa y fue a su habitacin, el nuevo mayordomo que abri la puerta ni siquiera enarc el entrecejo, y la criada con quien Dominic se cruz en la escalera no dej entrever el ms mnimo desconcierto. Incluso su valet ingls, Bartholomew, que lo acompaaba desde haca aos, no se atrevi a formular el ms mnimo comentario mientras ayudaba a Dominic a desvestirse, pocos minutos ms tarde. Con su cara alargada y enjuta perfectamente inexpresiva, Bartholomew pregunt con sospechosa sumisin: -Y ahora, Seor, se baar? Dominic le dirigi una mirada inquisitiva. Los dos hombres haban estado juntos desde que Morgan, en el vigsimo segundo cumpleaos de Dominic, haba decidido que era hora de que su hermano menor tuviese a su servicio a un caballero. Dominic haba recibido con bastante duda la idea, sobre todo cuando se vio que Bartholomew era sobrino de Litchefield, el valet de Morgan. Y como Litchefield inspiraba un sentimiento cercano al terror en el joven Dominic, ste no se sinti muy complacido de tener cerca a uno de los parientes de aqul -sobre todo en la forma de un regalo! Pero a pesar de su aprensin inicial, el arreglo
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haba sido notablemente eficaz. Pese a sus rasgos melanclicos, se vio que Bartholomew era un individuo bastante divertido y, lo que era ms importante, un hombre que poda discernir con misteriosa exactitud el estado de nimo de su amo. Mientras Litchefield era bajo y robusto, Bartholomew era alto y delgado. Mantena bien peinados los cabellos lacios y oscuros, y su nica coquetera era un fino bigote negro impecablemente recortado. Vesta un traje sencillo, totalmente negro, que no contribua a realzar su cutis cetrino, y uno tenda a ignorarlo por completo, salvo el caso en que la persona ms sagaz mirase los ojos oscuros y lustrosos de Bartholomew. Eran ojos que trasuntaban criterio, pero tambin tenan calidez y humor, y esas cualidades caracterizaban ms que otras cualesquiera a Bartholomew. "De todos modos, los dos hombres mantenan relaciones muy estrechas y la relacin entre ellos no era simplemente la del amo y el criado. Un hecho que fue instantneamente obvio cuando Bartholomew arrug la larga nariz y respondi a su propia pregunta murmurando: -Ah, s, huelo que usted necesita un bao.- Con paso medido sali de la habitacin para supervisar los preparativos necesarios en vista del bao de su amo. Al verlo salir de la habitacin, Dominic sonri. Era grato tener all de nuevo a Bartholomew, y se pregunt qu habra sucedido esa noche en la taberna si Bartholomew hubiese viajado con l, en lugar de dedicarse a vigilar ciertos detalles y asuntos en Nueva Orlens. Quin podra decirlo? Dominic se quit las ropas, afloj el cuerpo acostado en la cama, y contempl complacido la perspectiva del bao. En realidad, pasaron algunas horas antes de que Dominic se baara. Cuando Bartholomew regres, descubri a su amo profundamente dormido, y al ver los crculos oscuros bajo los ojos y las lneas de fatiga que haban aparecido poco antes, se retir en silencio. Pero Dominic apenas haba despertado de su largo y renovador descanso, cuando con esa extraa habilidad suya Bartholomew apareci a la cabecera de la cama y dijo: -Seor, su bao esta pronto. De modo que, cuando Melissa y Dominic finalmente volvieron a verse l se senta mucho mejor, lo cual no poda decirse de Melissa. Mientras l haba dormido feliz en su habitacin, ella se paseaba en su dormitorio, tratando de reunir todo su coraje antes de enfrentar a su marido y decirle que no vea nada impropio en que cada uno buscase su propio placer! El curso de accin que haba decidido seguir no la complaca, pero no vea otro. Y estaba por otra parte la frgil esperanza de que si Dominic la vea prestando atencin a otro hombre, tal vez de ese modo se encendiese en l cierta chispa posesiva. Aun as, Melissa vacilaba ante la perspectiva de ejecutar su plan. Haba cometido tantos errores en su relacin con Dominic que la aterrorizaba la perspectiva de cometer otros, y adems un error que creara un abismo definitivo entre ellos. Si por lo menos no lo hubiese expulsado tan cruelmente de su lecho. Poco importaba que l no la amase por lo menos, poda dormir en la cama de Melssa! Y por qu, se preguntaba condolida, no le expliqu que en efecto yo haba cambiado de idea? Hizo una mueca. Conoca la respuesta a esa pregunta: su orgullo. Mal poda haber capitulado y haber aceptado compartir de nuevo el lecho de Dominic apenas unos momentos despus de encontrarlo con otra mujer -sobre todo porque l haba aclarado bien que no le importaba que las cosas se resolviesen en un sentido o en otro! Pero en definitiva, Melissa sabia que haba complicado el problema entre ellos, y tena la desagradable conciencia de que ella misma haba trepado sin quererlo a un pedestal tan alto que ahora no tena modo de descender. Es decir, el nico modo era la rendicin abyecta, y Melissa an no haba llegado a ese punto. Por Anna se enter del retorno de Dominic, y supo tambin que estaba durmiendo en su cuarto. Durante un momento de desesperacin, contempl seriamente la posibilidad de ir
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al dormitorio de su esposo y acostarse con l en la misma cama, de modo que su cuerpo juvenil y ansioso dijese lo que sus labios no atinaban a expresar. Pero despus, se alej deprimida de la puerta de comunicacin: despus de gozar la noche entera con los encantos de la bonitilla Deborah, l no la querra... Un impulso de celos la atraves al pensar en que Dominic haba compartido la cama de Deborah, y su depresin se disip. Por Dios, Melissa le demostrara que no era un ratoncito sumiso al que poda tratar de ese modo! Los ojos color topacio chispeaban peligrosamente, y la joven se acerc al armario ocupado por los hermosos vestidos que le haba comprado. Pero ahora que las imgenes de Deborah besan-do a Dominic atravesaban su mente, Melissa apenas saba lo que estaba haciendo. Ciertamente, no sinti demasiada gratitud al ver esos vestidos, otros signos de la generosidad de Dominic. l crea que las sedas y los encajes tan costosos podan compensar su condicin de marido adltero? Arda de clera mientras examinaba esas prendas tan caras. El era tan estpido que crea que nada ms que unos pocos objetos podan consolarla? Una serie de sentimientos ardi en su pecho mientras ella elega un vestido; pero en general, lo que prevaleca era la depresin. Tratando de rechazar la deprimente conciencia de que gran parte de las dificultades eran imputables a su propia culpa, dedic mucho ms tiempo que de costumbre a su tocado, y permiti que Anna se ocupase de ella, pues necesitaba tener confianza absoluta de saber que exhiba su mejor aspecto cuando al fin se enfrentase con Dominic. Pero incluso cuando se ocupaba de su tocado y su atuendo, advirti que se paseaba inquieta de un extremo al otro del dormitorio, y se preguntaba qu dira cuando al fin viese a Dominic. Y aunque an estaba decidida a ejecutar su plan, las dudas acerca de la sensatez del mismo haban comenzado a insinuarse en sus pensamientos. Cuando Dominic al fin se reuni con ella en el saloncito del frente de la casa, Melissa vacilaba entre el deseo de criticar furiosamente el comportamiento bestial de su esposo, y el ansia igualmente intensa de buscar una suerte de paz entre ellos, pues ahora todas las acechanzas y los peligros de su plan destinado a lograr que l tuviese celos se le manifestaron. Por de pronto, Dominic pareci decidido a representar el papel del marido descarriado y dscolo, y al entrar en el saloncito dijo burlonamente: -Ah, ests aqu, querida. Debo disculparme por haberte dejado tanto tiempo sola, pero me temo que las... actividades de anoche agotaron toda mi energa. Observ interesado cmo el pecho de Melissa ascenda y descenda febril, a impulso de la indignacin, pero le pas completamente inadvertida la expresin de dolor de los hermosos ojos. Esta actitud sell la suerte de Dominic, y desviando la cara para ocultar su dolor y sus celos, ella dijo con aparente desenvoltura: -Oh, eso no importa. Estoy acostumbrada a entretenerme sola... nuestro matrimonio no cambiar eso! Esa no era la reaccin que Dominic deseaba, y ahora percibi en s mismo el apremiante deseo de cruzar la corta distancia que los separaba y besarla con tal fuerza que ella jams volviese a mostrarse indiferente! Se contuvo con esfuerzo, y lleg a la conclusin de que cuando terminase de besarla quiz la estrangulase por el torbellino que ella haba provocado en su vida hasta aqu muy ordenada. La mir resentido y hostil e incluso ahora, cuando sospechaba que ella se haba casado con l solamente por el dinero, dese encontrarla tan perversamente atractiva. Melissa tena un aspecto muy seductor esa tarde, con su vestido de talle corto de tafetn de Florencia, ribeteado con cinta de satn negra, que destacaba maravillosamente su piel clara, de modo que su cutis cobraba un fulgor opalino, acentuando el contraste de las sorprendentes pestaas negras con un matiz luminoso de los ojos dorados. Incluso los cabellos parecan tener un color ms vivo, y los mechones rubios se distribuan elegantes en rizos sueltos, divididos por una peineta de carey. Pero el vestido fue
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lo que atrajo la atencin de Dominic, o ms bien el cuerpo fascinante que l cubra, y su mirada explor apreciativa la hermosa superficie del hombro y la espalda, revelada por el profundo escote de la prenda. La falda acampanada apenas dejaba entrever las suaves caderas y las piernas esbeltas bajo sus blandos pliegues; pero en detrimento de su propia paz mental Dominic poda recordar todo muy bien. Hubo una pausa embarazosa, Dominic reaccion primero, y decidido a comprobar hasta dnde llegaba la indiferencia de Melissa, dijo con voz ronca: -Qu amable de tu parte, querida. Pocas esposas seran tan comprensivas. Me complace que no seas una mujer celosa. Pero soy celosa, pens irritada Melissa. Soy tan celosa que deseo arrancar los ojos de Deborah y lograr que se olvide de todas las mujeres, excepto de m misma! Disimulando con esfuerzo su torbellino interior, Melissa se volvi para mirar a Dominic, e imponiendo a sus labios la apariencia de una sonrisa, murmur: -Confo en que, como he demostrado que ser muy servicial en esta cuestin, me conceders las mismas prerrogativas. Melissa no haba podido ocultar todos los indicios de su sentimiento de infelicidad, y Dominic, que la observaba muy atentamente, tuvo un momento de esperanza cuando ella se volvi para mirarlo; los celos que ella estaba tratando de ocultar se manifestaban claramente en el brillo colrico de los ojos color topacio. Bien, bien, musit animosamente, no se la ve tan distante y desinteresada como ella pretende ante la posibilidad de que yo haya pasado la noche en brazos de otra mujer. Pero apenas haba tenido tiempo de saborear ese satisfactorio descubrimiento cuando las palabras de Melissa le provocaron un escalofro en la columna vertebral. Estaba hablando en serio? Una expresin inescrutable en la cara, la mirada dura en sus ojos grises, Dominic mir fijamente a su esposa. -Y qu quieres decir con eso? -pregunt con voz peligrosamente moderada. Melissa trag nerviosa, y pens que estaba muy bien contemplar la posibilidad de derrotar a Dominic en su propio juego, pero que era una cosa muy distinta hacerlo realmente. Imponindose una actitud desaprensiva, se encogi de hombros y replic: -Vaya, quise decir exactamente lo que dije. Ambos somos adultos, y no veo motivos para fingir que este matrimonio fue lo que cualquiera de nosotros quiso. Y puesto que nuestro matrimonio no fue fruto de nuestra decisin, no veo nada malo en que cada uno busque su propia compaa. -Compaa! -escupi Dominic, y la expresin de su cara bien formada determin que Melissa vacilara entre el miedo y el placer. Dominic cruz la corta distancia que los separaba, y aferrndola por los hombros, la sacudi con escasa gentileza-. Eres mi esposa, pequea tonta, y si crees que permitir que me pisotees y me pongas un par de cuernos en la cabeza, te has equivocado gravemente de hombre! Con el matiz dorado de sus ojos color topacio, Melissa levant la cabeza. El corazn le lata fuertemente, tanto por la actitud violenta de Dominic como por el intenso sentimiento de esperanza que ella misma concibi al or lo que su esposo deca; y ahora pregunt con gesto inocente: -Veamos si te entiendo bien... Es perfectamente aceptable que te busques la compaa de otras personas, pero no es necesario que yo haga lo mismo? Muy consciente del abismo que se abra a sus pies, Dominic ahog una maldicin. La pequea bruja! Con cunta habilidad haba tergiversado lo que l dijo! Y ahora pens irritado que tambin ella lo tena casi atrapado. O confesaba que no haba sucedido nada entre l y Deborah y que haba pasado la noche durmiendo solo sobre su propia pila de heno, o... Vacil. O poda decirle que estaba enloquecindolo, y que nada ms que el pensamiento de que otro hombre la tocase le pareca intolerable. Le habra agradado hacer ambas cosas, pero las actitudes anteriores de Melissa le creaban una situacin difcil. Ella no lo haba alentado ni mucho menos, y el hecho mismo de que hubiese sugerido el deseo de buscar su propio placer donde ste se le ofreciera, no suscitaba sentimientos de confianza o de optimismo en Dominic. El no estaba en absoluto dispuesto a ser vctima del ridculo, y lo
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que sospechaba poda ser un golpe casi fatal a su inseguro corazn, reconociendo en ese mismo momento que ella no tena motivos para estar celosa... que la nica mujer que l deseaba era la que ahora sostena por los hombros... Con un gesto inconsciente, afloj el apretn, y sus dedos se deslizaron acariciadores sobre los hombros de piel sedosa. El delicado aroma de rosas y musgo del perfume de Melissa se elev inquietante hacia la nariz de Dominic, y l cobr una torturante conciencia de la calidez y la proximidad del cuerpo suave de su esposa. El recuerdo de su desnudez lo apremi ardiente, ocupando toda su mente, y ahora Dominic sinti que el deseo viva en su propio cuerpo. Sonri sin alegra. Si, ella era una bruja -en medio de una discusin irritante, sin hacer el menor esfuerzo, poda ex-citarlo. Tanto la vacilacin como la sonrisa de Dominic oprimieron el corazn de Melissa. Haba ansiado una clara refutacin, pero cuando pasaron los segundos y l permaneci silencioso, Melissa sinti que algo se encoga en su interior. Se dijo con un gesto de incredulidad: En efecto, estaba considerando la posibilidad de autorizara a buscar otros hombres! Melissa no deseaba creer que era tan amoral, pero cuando el silencio se prolong y l se limit a mirarla, la joven no pudo concebir otra razn que explicase cl comportamiento de su esposo. En ese momento estuvo a un paso de odiarlo, y reprimi el ansia de abofetear la cara arrogante y de gritarle que ella no deseaba representar el papel de una persona promiscua -aunque su marido prefiriese ser un buscador de mujeres perdidas! Melissa descubri enfurecida no slo que al parecer l se propona convertir en una burla las promesas conyugales; pero de pronto, muy consciente del cambio sobrevenido en el modo en que las manos de Dominic la tocaban, y del resplandor sensual que perciba en esos ojos grises, Melissa advirti que su esposo intentaba seducirla! Disgustada, se apart de l y murmur con fiereza: -Acaso anoche Deborah no satisfizo tus apetitos? Es necesario que me impongas nuevamente tus inoportunas atenciones? Dominic endureci el cuerpo, y la luz clida que haba en sus ojos se apag. -Perdname! -rezong-. Haba olvidado que el contacto conmigo te parece muy desagradable. Lstima que no tuvieses los mismos escrpulos esa noche en la posada! Conteniendo las lgrimas de clera, Melissa lo mir hostil. -Por lo menos yo no comet adulterio a las veinticuatro horas de ser tu esposa! Las palabras de Melissa se le clavaron como un cuchillo, y el espectculo de las lgrimas de su esposa de hecho sofoc la clera que l senta. Estuvo al borde de pronunciar las palabras que desmentan la afirmacin de Melissa, y avanz nerviosamente un paso, y sus brazos la buscaron; pero Melissa evit furiosa la aproximacin de Dominic, y con un movimiento gil lo esquiv. Conteniendo rudamente los signos humillantes de su propia angustia, ella dijo en un tono grave y severo: -No me toques! No quiero que jams vuelvas a tocarme... sobre todo despus de haber estado con otra mujer! Dominic la mir reflexivo. Aunque la situacin no era cosa de broma, no pudo evitar la dbil sonrisa que juguete en sus labios, y un atisbo de perversidad lo impuls a murmurar: -Que acabo de venir de otra mujer? Pero te aseguro, querida, que acabo de salir de las manos de mi valet. Si deseas preguntarle, te prometo que no me opondr. Con la boca abierta, Melissa lo mir fijamente, incapaz de creer que l poda bromear acerca de algo tan fundamental. Esa actitud a lo sumo confirm sus temores ms sombros -ese hombre nada senta para ella! Ella nada significaba para l! Reaccion instantneamente, y con un gesto decidido cerr la boca. Con los ojos color topacio relucientes de clera, dijo entre dientes: -Me complace que esta situacin te parezca tan divertida! Confo en que contines pensando lo mismo cuando yo sea quien ha pasado la noche en brazos de un amante!
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Incluso encolerizada como ella estaba, Dominic la consideraba absolutamente encantadora, y ahora observ con admiracin el resplandor de furia en los ojos color mbar y el sonrojo delator que tea de rosa las mejillas de la joven. Pero la idea de que ella poda aceptar un amante era intolerable. La sonrisa se borr de los labios de Dominic, que dijo audazmente: -Querida, en tu cama encontrars siempre un solo amante... y ests mirndolo en este mismo instante. -Oh! -estall indignada Melissa, que contuvo la absurda ansia de decirle que l era el nico amante que ella deseaba o deseara jams. Se lo vea tan atractivo all, de pie frente a ella, con los cabellos negros ensortijados recogidos al descuido y ondeando sobre su frente, la chaqueta azul oscura bien cortada que se adaptaba perfectamente a los anchos hombros, y los breeches negros que delineaban los msculos lisos de sus muslos. Con sus rasgos patricios, los ojos joviales, la nariz arrogante y la boca expresiva, era la expresin del sueo de una doncella. Por desgracia, pens amargada Melissa, esos rasgos tan bellos ocultaban un corazn negro, y ahora ella exclam: -Eres arrogante y abominable! Ojal jams te hubiese conocido! -Si slo te hubieses limitado a conocerme -dijo Dominic secamente- no nos encontraramos en esta situacin. Perdiendo los estribos, las manos en jarras, Melissa le dirigi una mirada mortal. Con voz que trasuntaba una peligrosa serenidad, pregunt: -Me achacas la culpa de este desastre? l enarc una ceja espesa y oscura. -En efecto, viniste a mi cuarto esa noche en la posada, aceptaste mis caricias. A decir verdad, las alentaste. -Curv los labios.- Aunque parece que has cambiado de idea ahora que estamos casados. Era la oportunidad que antes Melissa habra aprovechado sin vacilar. Aunque no poda explicar su presencia en la posada esa fatdica noche, por lo menos poda rectificar las palabras duras que haba pronunciado la vspera; pero en vista de la flagrante intriga de Dominic con Deborah y de su evidente falta de arrepentimiento, las palabras murieron en los labios de Melissa. Prefera morir antes que explicarle nada! Con su actitud ms altiva, dijo majestuosamente: -Creo que nada ganaremos prolongando esta ingrata discusin. Pero antes de separarnos, deseo que sepas que no me propongo contemplar pasivamente tus cabriolas con esa... esa mujer! Puesto que has aclarado que te crees en libertad de practicar tales pasatiempos, considero perfectamente justo ejercer las mismas libertades. Dominic la mir con expresin reflexiva, y se pregunt qu parte de lo que ella deca era verdad y qu parte fanfarronera. Realmente deseaba tener otro amante? O toda su ofensa era real y su intencin explcita era buscar un amante slo para disfrazar lo que en verdad senta? Quiz los celos? Dominic deseaba desesperadamente creer que todo era cuestin de celos, y que eso determinaba las actitudes de Melissa, pero no poda estar seguro. Por cierto, durante el perodo en que l la haba conocido Melissa le haba suministrado escasos indicios de sus sentimientos ntimos. Bien, todo lo que ella haca era mera fachada, exhibida con la esperanza de provocar una actitud reveladora en l? O deca en serio cada una de las palabras que pronunciaba? En definitiva, decidi sardnicamente que haba un solo modo de comprobarlo. Con voz estudiadamente indiferente, pregunt: -Puesto que pareces haber dedicado bastante tiempo a pensar en el asunto, tu preferencia ha sealado a determinado hombre? La actitud despreocupada de Dominic fue el acicate final, y antes de que ella comprendiese siquiera lo que estaba haciendo, dijo temerariamente: -S! Julius Latimer!
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El sufrimiento del amor es mucho ms dulce Que todos los restantes placeres. Tyrannic Love -John Dryden
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El tiempo que transcurri despus del anuncio de Melissa en el saloncito fue bastante extrao. Dominic palideci al or el nombre de Latimer, y con una mezcla de alegra y dolor ella vio, como hipnotizada, que l se le acercaba. Melissa no haba tenido idea del efecto que sus palabras produciran en Dominic, y careca totalmente de preparacin para la profundidad de la aversin de su esposo. Ciertamente, no se engaaba creyendo que tal vez l responda a los sentimientos perfectamente profundos que le profesaba. Algo mucho ms intenso que los meros celos haba determinado las palabras y los actos de Dominic. En sus rasgos se dibuj una expresin fra y dura, y con voz helada rezong: -Si algn da te encuentro en los brazos de Latimer, lo matar ah mismo, y despus har que t lamentes por el resto de tu vida el mero hecho de haber conocido su nombre! Sin decir una palabra ms sali de la habitacin. No era exactamente la reaccin que Melissa haba anhelado, pero intent consolarse con el pensamiento de que por lo me-nos no se haba redo de ella, ni se haba mostrado indiferente. De todos modos, no se senta muy reconfortada, y ella haba estado temiendo el.prximo encuentro, y preguntndose cmo la tratara Dominic -si con frialdad, con indiferencia, o fingiendo que el incidente no haba existido. Dominic eligi esta ltima forma, y Melissa no supo si se senta decepcionada o agradecida. Cuando se reuni con ella a la maana siguiente en la pequea sala del desayuno, Dominic la recibi cordial, y ella vio asombrada que de hecho pasaba parte del da a su lado. No se mencion la desagradable escena de la vspera, y mientras ella esperaba nerviosamente que Dominic formulase un comentario o abordase de nuevo el tema, l no respondi a tales expectativas. En cambio, se comport como podra hacerlo un marido reciente, mostr las instalaciones a su esposa, atrajo su atencin sobre los cambios que podan realizarse y pidi su opinin acerca de las renovaciones que l proyectaba. Asombrada, Melissa se adapt a ese estilo, y en ocasiones incluso consigui olvidar durante varios minutos por vez los obstculos en apariencia insuperables que se alzaban entre ellos. Al principio, ella se mostr optimista acerca del estado de cosas. Si Dominic pasaba la mayor parte de sus horas con ella, no dispondra de tiempo para ver a la diosa Deborah, verdad? Y como ella ahora haba conseguido atraer la atencin de su marido, poda comenzar a reparar los daos provocados en ese desastroso principio, y a crear una forma de armona duradera entre ellos. Necesit casi una semana para comprender que no tena motivos que justificaran su optimismo. Quizs ahora Dominic no continuaba sus encuentros escandalosos con Deborah, pero ciertamente no pareca en absoluto dispuesto a perseguir tampoco a su esposa! Se mostraba tan corts con Melissa que poco a poco ella comenz a sentir que era una visita, ms que la seora de la casa. Se haba apartado sutilmente de ella; ya no mostraba esas sonrisas burlonas, y la expresin de los elocuentes ojos grises continuaba siendo la misma, framente corts, sin el
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ms mnimo atisbo del brillo sensual que aceleraban los latidos del corazn de Melissa, y sin indicios de que existiera una pasin apenas contenida. Se mostraba sumamente cuidadoso en el modo de tocarla, y su mano no se demoraba un segundo ms que lo necesario en el brazo de Melissa, cuando la acompaaba en una recorrida por los terrenos; y Melissa por su parte trataba de convencerse de que esto era exactamente lo que ella deseaba. Acaso no le haba dicho que no la tocase? Pero puesto que l estaba haciendo ahora exactamente lo que ella haba pedido, por qu se senta tan desgraciada? No slo pareca que l deseaba el mnimo de contacto fsico con Melissa, sino que tambin, observ deprimida la joven, se apresuraba a desviar la conversacin de todos los temas que aunque fuese remotamente tuviesen un carcter personal, y as los pocos e inseguros intentos de Melissa de comentar las dificultades que los separaban se vean prontamente anulados. Cuando pas otra semana, ella estaba profundamente deprimida, y tena la certeza de que se la haba condenado a pasar el resto de su vida atada al individuo fro y austero en que se haba convertido Dominic. En realidad, estaba tan deprimida que incluso se las arregl para disculpar la aparente relacin de Dominic con la bella lady Deborah, y se critic lo mismo por haberse comportado de un modo tan apresurado y absurdo la noche de la boda. Sus ojos seguan ansiosos los movimientos del cuerpo de anchas espaldas, y ella ansiaba que se le ofreciera otra vez una oportunidad. Se deca desalentada. Cun diferente sera ahora su comportamiento. Controlara mi maldita lengua. Y mi lamentable carcter. Tratara de mostrarme ms comprensiva. Tendera menos a extraer conclusiones apresuradas... La situacin de ningn modo era ms fcil para Dominic, sobre todo porque nada le habra agradado ms que alentar los inseguros avances de Melissa. Pero la clera asesina que haba estallado en su cuerpo ante la idea misma de que Latimer siquiera pudiese tocarla lo haba impresionado, y lo haba llevado a entender que lo que senta por Melissa no era un capricho pasajero. En el curso de su vida nunca haba estado en actitud posesiva frente a una mujer, y el descubrimiento de que Melissa excitaba en el fuero ntimo del propio Dominic esos sentimientos primitivos e incontrolables haba sido una experiencia desconcertante. Esa noche, despus de separarse de Melissa en el saloncito, la haba pasado insomne. Habla formulado toda suerte de excusas para justificar su comportamiento, pero aunque en definitiva pudo formular una satisfactoria explicacin racional a las cosas, qued con la incmoda sensacin de que slo estaba engandose l mismo. Melissa lo haba irritado y desconcertado desde el primer momento en que la vio, y en definitiva Dominic lleg con mucho desagrado a la conclusin de que la sugerencia de Melissa, la noche de la boda, en el sentido de que llegasen a conocerse mejor antes de establecer una relacin fsica ntima, no haba sido el concepto ridculo que en ese momento le haba parecido. Adems, se dijo con expresin sombra: Melissa haba aclarado muy bien que no deseaba compartir la cama con l. Y por el momento l estaba dispuesto a respetar las condiciones de su esposa, por irritantes que ellas fuesen. Lo que necesitamos, reconoci de mala gana, es un poco de espacio. Una pausa. Un poco de tiempo para conocernos mejor... tiempo para descubrir si se cas conmigo por mi dinero... tiempo para descubrir si provoco en ella algn sentimiento... Si l consegua mantener una aire de serena cortesa, quiz lograra descubrir el modo de que el matrimonio fuese, si no feliz, por lo menos soportable. Pero se preguntaba: Cmo lograra mantener quietas las manos cuando todos los miembros de su cuerpo vibraban a causa del deseo ms intenso siempre que ella se le acercaba? Gru por lo bajo. Estaba engandose. No se trataba slo de su proximidad, no era necesario que ella estuviese en la misma habitacin con Dominic y ya l reaccionaba nada ms que ante el pensamiento de hacerle el amor! Pero reconociendo que un poco de castidad podra venirles muy bien a ambos, se resign hoscamente a representar el papel del anfitrin amable.
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No era un papel que lo complaciera, pero Dominic haba sido siempre un hombre capaz de controlar totalmente sus sentimientos, y ahora necesitaba demostrarse que muy bien poda comportarse con su acostumbrada y conocida sangre fra -por mucho que deseara a Melissa, o por ridcula que fuera la situacin. Pens irritado: Por Dios, es mi esposa, y tengo el derecho de hacerle el amor si as lo deseo! Pero con intenso fastidio, una voz desagradable murmur en su cerebro: Pero ella no te quiere.... Los das siguientes fueron una curiosa mezcla de placer y sufrimiento para Dominic, y los vacilantes intentos de Melissa de acortar la distancia que l haba puesto intencionalmente entre ellos presion tremendamente sobre las buenas intenciones que l se haba formado. Al principio no haba sido difcil; se senta tan encolerizado y ofendido por la amenaza de Melissa de tomar como amante a Latimer que no poda alentar ni desalentar las iniciativas de paz de Melissa. Pero a medida que pasaban los das, descubri que era cada vez ms difcil mantener su actitud de distanciamiento. Mientras l representaba el papel de anfitrin corts, los dos haban dedicado muchas horas a explorar la propiedad adyacente a la casa, y haban consagrado parte del tiempo a conectar distradamente los planes de los anexos que construiran para albergar a los animales asignados a esa propiedad y no a Mil Robles. Pero el control frreo de Dominic poco a poco se debilit, y l tuvo irritada conciencia de que estaba ablandndose. Muy pronto, mientras conversaban una tarde acerca de ciertas reformas en la cabaa, l se sorprendi pensando que Melissa se mostraba absolutamente encantadora con su agradable sonrojo al or que l mencionaba con voz neutra un sector dedicado al cuarto de los nios. Despus, y durante muchos minutos, l se sinti muy reanimado, pues la idea de ser el padre de los hijos de Melissa le pareci sumamente atractiva. Las largas veladas estivales podran haber sido muy difciles si no hubieran podido distraerse comentando los diferentes linajes de los caballos que Dominic posea, y el posible efecto que la cruza con Locura tendra en la progenie obtenida de ellos. Dedicaron muchsimo tiempo a hablar de caballos, tanto porque era un tema seguro como porque ambos tenan verdadera aficin por ellos. Dominic comprob con grata sorpresa que Melissa saba mucho de caballos de pura sangre, y que no vacilaba en absoluto cuando llegaba el momento de formular su opinin. -Cmo puedes desechar sin ms a Godolphin Barb? -pregunt ella una noche, ambos sentados en la galera, discutiendo amablemente acerca de la historia de los caballos de pura sangre-. Mira el caso de Cade. Y qu me dices de su hijo Matchem? Todos han contribuido enormemente a la estirpe. -Meneando la cabeza dijo con voz firme:- Tu comentario cuando dices que el rabe Darley es el que ms influye an necesita demostracin. Dominic se sinti impresionado por el caudal de informacin que ella haba reunido a lo largo de los aos, sobre todo cuando pens que Melissa nunca haba viajado mucho, y haba salido de Willowglen slo para asistir a las carreras. Cuando percibi la expresin de deseos que se dibuj en la hermosa cara de la joven al hablar de la posibilidad de asistir al Derby de Epsom, en Inglaterra, se dijo que una vez que esa maldita contienda con Inglaterra hubiese concluido, la llevara all, para que asistiera a la ms importante de las carreras de caballos. Pero aunque estaba apasionadamente interesada en los caballos, no pareca, segn observ bastante divertido Dominic, muy obsesionada por los adornos y los vestidos que concitaban el inters intenso de muchas de las amigas del propio Dominic. Haba agradecido muy amablemente a Dominic las cosas hermosas que l le haba comprado, y aunque Dominic no dudaba de que las agradeca y de que le complaca usar prendas hermosas, al ver el descuido con que trataba las piezas de su atuendo comprendi claramente que se habra sentido perfectamente feliz vistiendo las radas prendas que llevaba puestas la primera vez que l la vio. Dominic supona que deba sentirse agradecido porque no estaba recibiendo las
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exorbitantes facturas que acompaaban a las colecciones de prendas femeninas, que apenas cumplan alguna funcin en Mil Robles, con su limitada sociedad, pero la actitud de Melissa lo desconcertaba todava ms. Ella no se comportaba como la bruja mercenaria que l haba credo ver inicialmente. Con respecto al celo en las actividades domsticas, Dominic comprendi de inmediato que su esposa no se interesaba en lo ms mnimo por la administracin del hogar. Mientras tuviese alimentos comestibles a horas razonables y se mantuviese la casa en un nivel tolerable de limpieza, pareca perfectamente satisfecha. Como siempre haba vivido en un hogar impecablemente administrado, Dominic se enorgulleca de haber demostrado excelente previsin para emplear un ama de llaves y un personal competentes. Si hubiese quedado a merced de los cuidados de Melissa, Dominic estaba seguro de que con frecuencia hubiese cenado pan rancio y queso con hongos en un comedor adornado con telaraas y salpicado de polvo! Una clida y sugestiva maana Dominic advirti que el golpeteo del pie de Melissa sobre el piso trasuntaba su impaciencia por salir de la casa, mientras el ama de llaves, la seora Meeks, enumeraba las tareas diarias que era necesario ejecutar en las instalaciones; y Dominic tuvo que volverse para disimular su regocijo. Era evidente que Melissa estaba ms interesada en probar la nueva yegua que l le haba comprado que en saber que la casa estaba bien o mal dirigida! Y no lo sorprendi en absoluto que Melissa sonriera luminosa a la seora Meeks, y le dijese cordialmente: -Seora Meeks, lo dejo todo en sus manos eficaces. Usted decida el men de hoy. Y con respecto a las restantes cosas, estoy segura de que el seor Slade y yo nos sentiremos sumamente satisfechos con el modo en que usted cumple sus obligaciones. Apoy confiadamente su brazo en el de Dominic, y lo mir. -Salimos ahora? S que los caballos estn esperndonos. Con un resplandor burln en los ojos grises, Dominic murmur: -Qu esposa tan domstica me ha tocado! Ests segura de que soportars verte alejada de las tareas fascinantes que sugiri la seora Meeks? Melissa lo mir con una expresin de encantadora culpabilidad. Pregunt dubitativa: -Crees que debera quedarme aqu? Quizs est mal que yo encargue a la seora Meeks que se ocupe de todo. Dominic se ech a rer. -Querida, precisamente para eso le pago un sueldo ridculamente elevado. La expresin de culpabilidad de Melissa se acentu. -Oh, querido! -exclam-. No haba pensado en eso! Soy muy descuidada, verdad? Preferiras que me ocupe ms activamente de todo, porque de ese modo no necesitaras los servicios de la seora Meeks? Dominic la mir pensativo, y al fin dijo con amabilidad: -si permanecieras aqu en la casa, me vera privado de tu encantadora compaa, verdad? Sonrojndose deliciosamente, Melissa asinti con timidez, y el corazn le lati excitado en el pecho. En momentos como ste, ella se vea en graves dificultades para creer que l era verdaderamente un mujeriego, pese a que saba que en efecto se era el caso; y se preguntaba inquieta cunto tiempo l podra mantener la atencin concentrada en su esposa. Cunto tiempo pasara antes de que se hastiase y comenzase a buscar alrededor, para identificar a la mujer a quien esclavizara con su encanto hipntico. Si Melissa tena dificultades al recordar las inclinaciones al mariposeo de Dominic, l se vea en una situacin igualmente difcil para reconciliar a la cautivante criatura que acentuaba da tras da la atraccin mgica que ejerca sobre l, con la mujerzuela aparentemente cautivadora que con tanta sangre fra lo haba atrapado para llevarlo al matrimonio. Era cierto que ms all de esa nica noche de xtasis ella le haba negado sus derechos conyugales, pero fuera de ese hecho especialmente desagradable, Dominic no poda
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achacarle faltas. Era una compaera deliciosa. Clida, divertida y siempre seductora. Aunque Dominic crea que ella se haba casado por dinero, no mostraba signos que sugiriesen que era una arpa codiciosa; en todo caso, los muchos regalos que l le haba ofrecido parecan conmovera poco. No le formulaba reclamos de dinero; hasta el momento no haba mostrado indicios de que se hubiera sentido impresionada o atrada por la riqueza de Dominic. Disimuladamente miraba de tanto en tanto a Melissa, y se preguntaba cules eran los motivos que la haban llevado a aparecer esa noche en el cuarto de la taberna, y como no poda imaginar otra razn que la premisa original de que ella estaba decidida a atrapar a un marido rico, llegaba a la ingrata conclusin de que quizs ella estaba jugando un cierto juego con l, y que intencionalmente trataba de obligarlo a bajar la guardia. Dominic reconoca hoscamente que Melissa estaba alcanzando un xito que superaba sus ms amplias expectativas. El casi poda creer que exista otra motivacin, desconocida por el propio Dominic, que haba llevado a Melissa a colocarse en esa posicin tan negativa. Casi. Y as pasaron los das, y Melissa abrigaba la esperanza de atraer la atencin de su esposo, y quizs inducirlo a repudiar sus costumbres libertinas, y Dominic estaba completamente desconcertado y al mismo tiempo seducido por esa esposa de rubios cabellos. Si hubieran podido permanecer aislados en su propio y pequeo mundo de la cabaa, los malentendidos que cada uno alentaba respecto del otro se habran aclarado en un lapso relativamente breve. Melissa haba estado juntando valor para enfrentar a Dominic y preguntarle directamente qu suceda con Deborah; y Dominic, medio enloquecido por el deseo de abrazar de nuevo a su esposa, durante los ltimos das haba estado a un paso de intentar algunas maniobras de gentil seduccin, para comprobar si ella an estaba decidida a excluirlo de su lecho. Si Melissa mostraba signos de debilidad, el paso siguiente de Dominic sera descubrir, si tal cosa era posible, cules eran exactamente los motivos que lo haban impulsado a aceptar ese matrimonio. Pero antes de que uno cualquiera de ellos pudiera dar el primer paso inseguro hacia el otro, el mundo, en la forma de un criado de Morgan, llam a la puerta de la casita. Despus de presentar una nota a Dominic, el hombre esper pacientemente la respuesta. Morgan escriba que Jason partira al da siguiente para Terre du Coeur, pero antes de marcharse deseaba mucho conversar con Dominic. Morgan invitaba a Dominic y a Melissa a cenar esa noche en Oak Hollow. Dominic contempl pensativo la caligrafa de letras grandes, y se pregunt qu haba determinado ese deseo al parecer urgente que Jason manifestaba. Fuera de la posibilidad de que Jason y Catherine desearan despedirse, no poda concebir otro motivo. Encogindose de hombros, se volvi hacia Melissa y dijo: -Mi hermano desea que cenemos con l esta noche en casa de tu to. Te opones a aceptar la invitacin? Con sentimientos contradictorios, Melissa pens en la invitacin. Al aceptarla, terminaba la situacin de intimidad entre ellos, y Melissa no se senta segura de que estaba preparada para eso; esos das a solas con Dominic haban sido muy valiosos para ella, y no deseaba interrumpir la experiencia. Por otra parte, no podan permanecer separados eternamente del mundo, y dirigiendo una sonrisa a Dominic dijo airosamente: -No, es claro que no. De buena gana volver a ver a tu hermano y su esposa. Dominic casi haba esperado que ella no deseara interrumpir ese aislamiento buclico. Apenas se supiera que esa reclusin autoimpuesta, y presuntamente romntica, haba terminado, sin duda seran los destinatarios de muchas invitaciones; todos desearan agasajar a los nuevos esposos. Y sin embargo, l tambin acogi de buen grado el fin de ese enigma -es decir, el enclaustramiento en un ambiente ntimo con una mujer a la que deseaba apasionadamente, pero cuya posesin no se atreva a intentar y estaba poniendo a dura prueba todas sus buenas intenciones. Casi le pareci un alivio gozar de la compaa de
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terceros. Se dijo con sequedad que por lo menos de ese modo, cuando el ansia de hacerle el amor llegaba a ser casi abrumadora, poda buscar cierta distraccin entre sus conocidos. Adems, sa poda ser muy bien la oportunidad de observar a su joven esposa en un ambiente menos ntimo. Tal vez observando la conducta de Melissa en la relacin con su propia familia y los amigos, podra resolver las desagradables contradicciones que se manifestaban en su propia mente -es decir, era una mujerzuela calculadora y codiciosa que se haba casado con l por los beneficios materiales que poda obtener, o era la criatura realmente seductora cuya imagen recorra sus inquietos sueos? Slo el tiempo aportara la respuesta a su dilema, y resignado, Dominic busc papel y tinta y contest afirmativamente la nota de Morgan. Mir con el entrecejo fruncido cmo se alejaba el criado. No saba por qu, pero en verdad no crea que el pedido de Jason respondiese simplemente a cortesa. Abrigaba la firme esperanza de que Morgan y Jason no quisieran enredarlo en algn tipo de intriga poltica, pero cuando l y Melissa abandonaron la cabaa esa noche para dirigirse a Oak Hollow, no pudo evitar la ingrata sensacin de que, cualquiera fuese la razn por la cual Jason deseaba verlo, a l eso no le agradara! No se equivocaba, pero lo sorprendi la direccin que seguan los pensamientos de Jason. La cena fue muy agradable, Josh, el anfitrin afable y cordial; Sally, serena y un tanto aturdida, como de costumbre; Royce divertido; Morgan y Leonie afables; Jason y Catherine encantadores; y la inclusin de Zachary, un invitado bienvenido y de ningn modo imprevisto. Slo despus, cuando Jason, que haba concertado arreglos con Josh, pidi la biblioteca de Oak Hollow, Dominic descubri la razn que explicaba la cena. En la biblioteca haba slo cuatro caballeros: Royce, Dominic, Jason y Morgan, y mientras beban complacidos el mejor brandy de Josh, Royce coment: Qu dijiste a mi padre y a Zachary que los vi tan dispuestos a dejarnos solos? Jason sonri, con una expresin sardnica en su rostro moreno. -Slo que necesitaba discutir con ustedes algo de mucha importancia oficial. Dominic esboz una mueca. -Y realmente tienes algo de "gran importancia oficial" que Royce y yo debamos conocer? No podemos continuar en un estado de bienhechora ignorancia? -Bien, no tengo mucho que decirte, pero abrigo la esperanza de que ustedes puedan decirme algo. -Ante la expresin de cautela que se dibuj en la cara de los dos hombres ms jvenes, los ojos verdes de Jason resplandecieron divertidos.- Clmense, no es nada muy personal. Slo deseo saber algo acerca del ingls, Julius Latimer. Entiendo que ustedes dos lo conocen bastante bien. -En cierto modo -admiti secamente Dominic, mientras depositaba sobre la mesa de caoba lustrada la copa medio llena de brandy-. Pero que podamos serle de utilidad... Inclinndose hacia adelante en el cmodo silln de cuero que ocupaba, con los rasgos enrgicos, Jason pregunt: -Qu clase de hombre es? Sin vacilar, Dominic dijo: -Un canalla, un mentiroso y un estafador. Apenas haba pronunciado estas palabras, Royce se hizo eco, y dijo sin rodeos: -Inescrupuloso, peligroso, indigno de confianza. Jason frunci las cejas morenas. -Un individuo realmente tan canallesco? Dominic y Royce asintieron al unsono. Pero quien habl fue Dominic. -Su reputacin en Inglaterra no es la mejor, la sociedad lo toleraba slo a causa de sus relaciones de familia. Y estoy seguro que lo que resta de esa familia respir aliviada cuando vino a Amrica. Morgan, que hasta ese momento haba guardado silencio, se uni a la conversacin y pregunt con voz neutra: -La opinin que ustedes tienen de l se basa nicamente en el rumor y la murmuracin?
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Royce y Dominic se miraron. -No -dijo Royce, cuando advirti que Dominic no pareca dispuesto a explicar las cosas-. Latimer y Dominic se enfrentaron en duelo... yo fui el padrino de Dom. No creo que ustedes necesiten conocer todas las razones por las cuales se enfrentaron, pero una de las causas del duelo fue el hecho de que Latimer haba calumniado el carcter de Dominic y difundido mentiras lisas y llanas acerca de su persona, describindolo como un libertino y un cazador de fortunas, y diciendo toda suerte de tonteras, de modo que sabemos que es un mentiroso. Con respecto al resto... Dominic le infligi una fea herida, y Latimer fue retirado del campo y en ese momento profiri toda clase de amenazas de venganza. Podramos olvidar lo que dijo si no fuera por el hecho de que dos das despus, en uno de los barrios ms residenciales de Londres, no un lugar donde uno esperara encontrar ladrones y asesinos, Dominic fue emboscado por varios matones cuya nica intencin pareci ser asesinarlo. Morgan entrecerr los ojos azules. -Eso no demuestra que Latimer tuviese nada que ver con ello. Dominic dijo con expresin de hasto: -No, pero parece que se es el modo en que Latimer acta, jams nadie pudo probarle nada y hubo otros incidentes anlogos relacionados con l. Felizmente para mi, Royce y unos pocos amigos aparecieron a tiempo para salvarme de la muerte, y pudimos capturar a uno de los atacantes. -Con una expresin reflexiva en la cara, Dominic continu:- Era un individuo astuto, y aunque no quiso revelar el nombre de la persona que lo contrat, en efecto reconoci que haba sido comprometido para matarme, y que la persona en cuestin era un hombre de "aspecto elegante". Bien, no soy un individuo que tenga muchos enemigos, de modo que todos llegamos a la misma conclusin. Latimer haba sido la "persona elegante". -Pero, ustedes no continuaron interrogando a ese bandido? -pregunt speramente Jason. Dominic se encogi de hombros. -Lo entregamos a la ronda policial, y lo llevaron a Newgate. Pensbamos... bien, convencerlo de que nos dijera el nombre del individuo que lo haba contratado, pero sucedi que el detenido se enred en una ria mientras esperaba comparecer ante el juez, y fue apualado de muerte. -Comprendo -murmur en voz baja Jason, frotndose distradamente el mentn-. Nuestro encantador ingls no parece ser el tipo de hombre que uno deseara tener a la espalda en una situacin difcil... -Mir a Dominic y a Royce.- Tiene mucho dinero? Deja esa impresin, y me agradara mucho saber cmo se las arregla para mantener un estilo tan elegante a tanta distancia de su pas. Royce dijo reflexivamente: -En Inglaterra, ni Julius ni su hermana tenan mucha fortuna; todos saban que ambos estaban a la pesca de un marido o una esposa acaudalados. -Royce evit mirar a Dominic, y continu:- Su hermana, lady Deborah, finalmente pudo atrapar a un viejo rico, pero eso de poco le sirvi. Cuando l muri, su viuda descubri que la propiedad era parte de la primogenitura, de modo que la dama qued slo con una pequea suma de dinero. Con respecto a Julius, no creo que le interese demasiado encontrar fortuna en el lecho conyugal. En Londres concentraba su atencin en las salas de juego ms que en las habitaciones de la sociedad. Es muy buen jugador, aunque algunos, yo entre ellos, dirn que tambin es un tramposo muy astuto. S lo que digo porque una noche lo vi despojar de una suma considerable a un joven novato recin llegado de la campia. Con respecto a lo que Latimer pueda haber o no heredado de su to Weatherby, el rumor afirma que lo nico que recibi de esa herencia fue el pagar por deudas de juego de Hugh... y un viaje pago a Estados Unidos. Jason y Morgan miraron sin comprender ante la mencin del pagar, y en pocas palabras Dominic y Royce les explicaron la deuda que Melissa y Zachary haban heredado a
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la muerte de su padre. Cuando terminaron de hablar, Jason asinti, como silo que haba escuchado confirmara su propia conclusin personal. -De modo que parecera que nuestro Latimer ha descubierto el modo de vivir con bastante elegancia sin disponer de dinero. Con una expresin sardnica en la cara, Dominic observ secamente: -Bien, eso ha cambiado... finalmente pudo cobrar el pagar de Hugh. -Y -agreg Royce con voz pausada -no ha necesitado gastar mucho dinero mientras residi en esta regin... l y su hermana estn alojndose en casa del coronel Grayson, ro abajo. -Ah, s, el coronel Grayson -murmur suavemente Jason-. El apreciado coronel que fue oficial del ejrcito real, y cuyas manifiestas simpatas tories determinaron que lo expulsaran de Virginia al principio de la Guerra de la Independencia. Una situacin muy interesante, no les parece? Tanto Dominic como Royce se sobresaltaron visiblemente cuando comprendieron lo que sugeran las palabras de Jason. -Ests diciendo que crees que Latimer es espa? -pregunt incrdulo Dominic-. Yo dira que no es un hombre muy apropiado para esa misin. -Piensa un poco, mi joven amigo -replic speramente Jason-. Inescrupuloso, falsario y peligroso; sin duda son las virtudes de un espa. Y su presunta defensa de nuestra causa le dara una excusa perfectamente legtima, incluso admirable para residir en los Estados Unidos mientras dure esta situacin ingrata con Inglaterra. Y como parece disponer de fondos ilimitados, tambin puede moverse a voluntad por todo el pas, viajando aqu y all... visitando a ste y aqul... Con evidente escepticismo, Dominic observ con aspereza: -T dispones de ms informacin que una teora para fundamentar lo que ests diciendo. Jason sonri. -Y yo crea que podra impresionarte con mi omnipotencia. Con sus ojos grises iluminados por el regocijo, Dominic admiti: -Hace diez aos s, pero ahora no. -El buen humor desapareci de sus ojos, y Dominic dijo con voz grave:- Ahora, dinos lo que sabes. -En realidad, muy poco, pero mis sospechas acerca de las actividades del seor Latimer se despertaron a causa de una carta que recib de nuestro ex presidente Thomas Jefferson. Parece que otras fuentes alertaron a Jefferson acerca de las discretas visitas del seor Latimer a muchos antiguos tories que desde el comienzo de la guerra han unido ostensiblemente su suerte al destino de la Repblica. Pero las visitas que ms lo inquietan son las que hizo aqu en Luisiana, donde tantos ex oficiales britnicos se han asentado. Como ustedes saben, el seor Jefferson profesa mucha simpata a Luisiana. Su gobierno promovi la compra de este dilatado territorio, y Jefferson no desea que suceda nada que determine que aunque fuese una pequea parte de estas tierras caiga en manos britnicas... El hecho de que l fuese el centro de tres pares de ojos no inquiet en lo ms mnimo a Jason, y en el silencio sbitamente tenso que sigui, bebi apreciativamente un sorbo de su brandy. Despus dijo con voz tranquila: -Si pudiera fomentarse una rebelin aqu en el norte, de modo que coincidiera con un ataque britnico a la ciudad de Nueva Orlens, todos podramos encontrarnos bajo el dominio britnico antes de que tuvisemos tiempo de comprender lo que ha sucedido. Defender a Nueva Orlens ser bastante difcil, pero si debemos temer que nos ataquen por la espalda... La conclusin era muy obvia, y con voz tensa Dominic gru: -Yo podra matarlo. Nuestra mutua antipata no es muy conocida aqu. -Dirigi una mirada cnica a Royce.- Y aunque me han aconsejado que lo salude cortsmente, no me sera muy difcil hallar una excusa para retarlo a duelo.
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-No -dijo enrgicamente Jason-. No lo queremos muerto... todava. Deseamos descubrir cul es exactamente la gravedad de sus actividades, y quin acoge de buen o mal grado sus palabras traicioneras. Necesitamos que t y Royce lo vigilen en nuestro nombre, y descubran lo que puedan. Dominic esboz una mueca. -Royce tiene probabilidades mucho mayores de serles til. Latimer entrara en sospechas apenas yo me comportase amistosamente con l. -Pero eres bastante amigo de la hermana, verdad? -pregunt astuto Morgan, que ahora se uni a la conversacin. Si era posible que un hombre de la edad y la experiencia de Dominic se sonrojase, en todo caso fue el sonrojo lo que ti sus mejillas. Sintindose como un jovencito atrapado en una fechora, permaneci inmvil, impotente, deseando slo hundirse en el suelo o negar enrgicamente la afirmacin de Morgan. Con una mancha color rojo oscuro ardindole en las mejillas, murmur: -Eso fue hace mucho tiempo. Ahora no es ms que una conocida para m. -Ah, me parece que sa no es la imagen que yo tengo de la situacin -insisti despreocupado Morgan, cuyos ojos color zafiro brillaban de afectuoso regocijo-. En tu boda, pas un rato con la joven dama, y ella dej aclarado que consideraba que t eras su querido amigo, y que se haba sentido muy complacida de volver a ver a un hombre por quien otrora haba alimentado clidos sentimientos. Dominic no deseaba discutir con Jason y Morgan su relacin con Deborah. Afirmando el mentn en un ngulo que expresaba obstinacin, pregunt: -Y qu? Es delito haber conocido antes a una mujer atractiva? -De ningn modo -dijo Jason-. Pero como no puedes aspirar a una amistad con Latimer, yo sugerira que Royce intente introducirse en el crculo del ingls, y que t concentres tus esfuerzos en estrechar relaciones con la hermana. Quiz nada sabe de lo que hace su hermano, pero estoy por completo seguro de que ser una fuente de interesante informacin acerca de sus actividades. Con un gesto de disgusto que se manifestaba claramente en su rostro, Dominic pregunt con voz neutra: -Ests proponiendo que cometa adulterio? Que inicie una relacin con ella? Con una mirada comprensiva en los ojos, Jason dijo amablemente: -No. Pero sera til que mantuvieses buenas relaciones con ella y abrieses los ojos y los odos. Entiendo que te pido mucho, sobre todo porque todava no llevas un mes de casado, y ciertamente no deseo que hagas nada que amenace tu matrimonio; pero si puedes avivar el inters de lady Deborah por ti, y mantienes cierta atmsfera de intimidad con ella, creo que todo el asunto puede desarrollarse bien. -Con acento compasivo en la voz, Jason continu:- S que el momento es deplorable, pero la situacin es urgente. Si eso te sirve de consuelo, te dir que esta ficcin no llevar ms que unas pocas semanas, quizs un mes o dos de tu tiempo. -Como el rostro de Dominic conservaba su expresin dura y fija, y manifestaba de ese modo una intensa antipata hacia la idea, Jason agreg sereno: -Pregntate si preferiras participar de esta desagradable y pequea mascarada durante poco tiempo, o ver que Luisiana se pierde para la Repblica... En realidad, la pregunta de Jason admita una sola respuesta, y con voz dura Dominic rezong: -Oh, est bien! Lo har... Slo pido a Dios que cuando esto haya terminado an tenga esposa!
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Si Melissa advirti el malhumor de su esposo despus de la cena en Oak Hollow, se abstuvo sensatamente de mencionar el asunto, pero manifest ms curiosidad acerca de lo que los caballeros haban hablado. Quizs aun ms curiosidad porque era evidente que Josh y Zachary haban sido excluidos de la conversacin. Los dbiles intentos de Melissa por descubrir de qu se haba hablado provocaron tan sombras y colricas expresiones que su curiosidad se aviv todava ms de lo que habra sido el caso normalmente. La velada en Oak Hollow haba complacido a Melissa. Haba temido esa primera presentacin en pblico despus de su boda, sobre todo porque la situacin entre ella y Dominic era tan inestable. Pero las reservas y los temores que podra haber tenido se disiparon rpidamente cuando recibi un caluroso abrazo de Josh y l anunci a gritos cunto lo complaca verla. La acogida de Josh fij el tono de la velada que sigui, y Melissa comprob que ella se tranquilizaba y se incorporaba entusiastamente a la conversacin con los restantes invitados; y puesto que, excepto Jason y Catherine Savage, los otros eran todos miembros de la familia, el asunto se desarroll como una velada animosa e informal. Al rememorar esa noche, y recordar cunto le haba agradado conversar con Leonie y Catherine, se sinti un poco entristecida porque advirti que en pocos das ms, sus nuevos amigos se marcharan. De hecho, Catherine y Jason se haban despedido esa noche de los recin casados, y haban aprovechado la oportunidad para invitarlos clidamente a visitar Terre du Coeur cuando el tiempo lo permitiese. Y muy poco despus, Leonie y Morgan volveran al Chteau Saint-Andr, en la regin meridional del estado. A la maana siguiente, mientras ella y Dominic beban una taza de fragante caf en la galera del frente de la cabaa, Melissa pregunt casi ansiosamente: -Crees que un da podremos visitar realmente a Terre du Coeur y el Chteau Saint-Andr? La idea de que Dominic poda tener la intencin de recluirla en Mil Robles no se haba disipado por completo, aunque ella estaba segura de que su esposo nunca se mostrara intencional-mente cruel con ella. Dominic, que recordaba con mucho desagrado la conversacin de la vspera con Jason y Morgan, replic obstinadamente: -Pasar muchsimo tiempo antes de que vuelva a ver a ese astuto hermano mo y a su sinuoso amigo, te lo puedo asegurar! Ante la expresin de asombro de Melissa, se apresur a agregar: -Querida, estoy bromeando! Si quieres, muy bien podemos pasar nuestra primera Navidad juntos en el Chteau Saint Andr. La casa de Mil Robles probablemente todava estar a medio reparar, y estoy seguro de que te complacer hacer compras de ms muebles y adornos en Nueva Orlens. Era la primera vez en varios das que Dominic haba mencionado la propiedad de Mil Robles. Melissa coloc sobre la mesa su taza de porcelana y pregunt amablemente: -Cundo deseas que vayamos a Mil Robles? -Agreg tmidamente:- Me agradara mucho ver mi nuevo hogar. -Despus, temerosa de haber menospreciado la delicada casa que ahora ocupaban, se apresur a decir:- No es que no me sienta muy feliz aqu! -Se movi apenas en su silln, y mir con franco placer el frente del cottage.-Es un lugarcito tan precioso, y estoy segura de que a veces lo extraar enormemente. Por razones que slo l conoca, de pronto Dominic consider sumamente atractiva la idea de ir a Mil Robles, y desechando el pensamiento de que su actitud poda ser absurda, se apresur a decir: -Qu esplndida idea! Deb haberlo pensado antes! Por supuesto, tienes que conocer tu nueva casa. Podemos partir apenas arreglemos los detalles. Casi bailando de placer ante la perspectiva de distanciarse varios kilmetros de Deborah Bowden y el peligro que ella encerraba para su frgil matrimonio, Dominic declar con expresin complacida: -All, la casa es un desastre, pero t puedes preparar una lista de
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los artculos ms inmediatos que necesites, y despus viajaremos a Natchez y veremos qu conseguimos. Puedes comprar lo que te parezca oportuno. Melissa podra haberse sentido desconcertada ante el entusiasmo de Dominic, pero en todo caso no alimentaba sospechas de que hubiese un motivo ulterior en la raz de su acuerdo ante la idea de trasladarse a Mil Robles. Con los ojos iluminados por la picarda, la joven murmur: -No deberas formular tan generosamente tus promesas...! Quizs en definitiva concluyas que soy una esposa muy codiciosa! -Haba dicho en broma estas palabras, pero al ver la expresin sbitamente cnica que se dibuj en el rostro de su marido, Melissa se pregunt si ella haba hablado sensatamente. Parte de su nimo jovial desapareci, y ella agreg:- No necesitas temer que yo sea dispendiosa. -Apret los suaves labios.- El modo de vida de mi padre me ense a ser cuidadosa con el dinero... no despilfarrar el tuyo. Abandonaron el tema, pero las palabras de Melissa suministraron materia de reflexin a Dominic, y unos minutos despus se separ de ella y se alej con el entrecejo fruncido. En cierto momento pareca que ella era en efecto una arpa codiciosa, y un instante despus... Una dbil y tierna sonrisa juguete en las comisuras de sus labios bien formados. Y el siguiente lo desarmaba por completo, y lo induca a creer que jams habra concebido la fea idea de casarse con Dominic por su fortuna. Se pregunt, y no por primera vez: Cul era la autntica Melissa? Decidi que no perdera ms tiempo en intiles conjeturas acerca de las motivaciones de su esposa, y orient sus pensamientos hacia temas ms agradables, por ejemplo el traslado a Mil Robles. Pareca una excelente solucin para muchos de sus problemas, l y Melissa estaran tan atareados convirtiendo la casa en un lugar habitable que podran eliminar parte de la tensin que ahora se manifestaba en ese ambiente ntimo... y Dominic se apartara del camino de Deborah Bowden. Era difcil determinar el aspecto especfico de la situacin que lo atraa ms, y Dominic estaba silbando alegremente cuando lleg a los pequeos establos. Por desgracia, su actitud optimista no perdur, y antes de que transcurriesen diez minutos, mientras cabalgaba hacia Oak Hollow para informar de sus planes a la familia, comprendi con desagrado que l y Melissa no podan ir a Mil Robles. Hacerlo habra equivalido a ignorar el llamado del deber, y por mucho que le desagradase la perspectiva de alentar la amistad de lady Bowden, con el fin de recoger informacin acerca de las actividades de su hermano -esas actividades que podan amenazar a su pas- no tena ms remedio que afrontar la tarea. Se pregunt deprimido cmo se sentira si se demostraba la validez de los temores de Jason en el sentido de que Latimer estaba incitando a la rebelin en esa regin septentrional de Luisiana, y se comprobaba que Dominic haba vuelto desaprensivamente la espalda a la situacin para ir a esconderse a Mil Robles. Apret los labios. En el curso de su vida jams haba esquivado una obligacin o un combate, y con gesto resignado comprendi que no poda evitar ni evitara ste, cualesquiera fuesen las dificultades que provocase en su matrimonio. Finalmente lleg a la conclusin de que quiz vala la pena que permaneciera un tiempo ms cerca de Baton Rouge. Hasta que l hubiese dilucidado todas sus dudas acerca de Melissa y las razones que la haban inducido a desposarlo, quizs era mejor que l no le permitiese enredarse ms en su propia vida. Por ahora, Mil Robles no estaba afectado por la presencia de Melissa; l no tena recuerdos relacionados con la presencia de la joven all, nada que perteneciera a Melissa y que lo torturase, en el caso de que se demostrara que era la calculadora criatura que l haba credo. Adems, sera ms fcil observarla aqu, donde estaban la familia y los amigos de Melissa, y donde ella se mostrara ms desembarazada, menos vigilante en compaa de los suyos, una pista que explicase sus actitudes contradictorias en relacin con el propio Dominic. Ciertamente, ella se sentira menos aislada, menos separada de todas las personas conocidas de lo que seria el caso en la zona semiagreste de Mil Robles.
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Como no le agradaba la idea de explicar a Melissa este sbito cambio de actitud, sobre todo porque no poda revelarle la causa del cambio, Dominic suspir y oblig a su caballo a volver grupas, y desand camino en la direccin de donde acababa de llegar. Pens irritado que tal como estaban las cosas se comportaba de un modo tan caprichoso como su propia esposa! Dejando el caballo en las manos del sorprendido criado, camin sin prisa hacia la cabaa, y consider varias razones diferentes que formulara a Melissa para explicar su comportamiento en apariencia desordenado; pero ninguno de esos motivos le pareci apropiado. Y cuando vio el garan bayo de Zachary y el gran alazn de Royce atado a un poste de hierro, cerca de la esquina de la casa, sbitamente se sinti deprimido. Dios, ojal que Melissa an no hubiese dicho una palabra a su hermano o a Royce del traslado a Mil Robles! Su desaliento se acentu todava ms cuando su mirada se pos en un elegante calesn escarlata y amarillo, y en la hermosa yegua negra firmemente atada a la sombra de uno de los grandes robles del frente de la casa. Pareca que durante su breve ausencia haba llegado gente, y Dominic maldijo por lo bajo. Como no identific el carruaje o los caballos, sinti curiosidad por saber quin era el propietario. Descontaba que tan pronto se difundiera en la campia la noticia de que l y Melissa haban asistido a la cena en Oak Hollow, la intimidad que haban preservado durante las primeras semanas del matrimonio se esfumara; pero haba confiado que l y Melissa an dispondran de un poco de tiempo para ellos mismos antes de que acudiesen los visitantes a desearles buena suerte y felicidades. Pens secamente que al parecer se haba equivocado. Mientras entraba con paso rpido en la casa, una sbita punzada de incomodidad le recorri la columna vertebral. Fuera de la familia, haba una sola persona conocida de Dominic para venir tan pronto de visita, y no puede decirse que se sintiera sorprendido cuando entr en el saln principal y descubri a Deborah Bowden sentada en el sof, bebiendo delicadamente una taza de t recin preparada. Zachary se haba acomodado en un silln tapizado con damasco, que pareca muy frgil bajo el peso de su cuerpo robusto, y Royce estaba de pie cerca del hogar. Melissa, con la expresin corts y al mismo tiempo cautelosa, estaba sentada directamente enfrente de Deborah, y cuando Dominic entr, ella lo mir con una mezcla de alivio y algo ms que provoc en l una inquietud indefinida. Al parecer, su esposa tampoco estaba complacida con la situacin, y si l interpretaba bien los indicios, sin duda poco despus se encontrara en una posicin muy incmoda. Sonriendo con simpata a todos los presentes, Dominic dijo con expresin alegre: -Qu agradable verlos a todos. -Mir directo a Royce y agreg:- Me dirig a verte esta maana cuando mi... estribo se quebr, y tuve que retornar. Seguramente nos cruzamos en el camino. Con una expresin irnica en los ojos, Royce murmur: -Qu suerte que volviste aqu. Melissa estaba comunicndonos la noticia de la inminente partida. Zachary, que tena un aspecto muy elegante con su chaqueta bien cortada de tela verde botella, dijo con una sonrisa: -S, y mi afectuosa hermana acaba de invitarme a acompaarlos... Supongo que no te opondrs? Gimiendo interiormente, Dominic sonri apenas y se dispona a realizar un esfuerzo para salir del embrollo cada vez ms complicado en que estaba, cuando Deborah deposit sobre la mesa la taza de t, atraves la habitacin con una carrerita de adolescente, y dijo sin aliento: -Oh, Dominic, di que cambiaste de idea y permanecers aqu un tiempo! -Enviando una mirada inocente en direccin a Melissa, continu con voz tenue:- Apenas comienzo a conocer a tu esposa, y si te la llevas tan pronto no tendremos oportunidad de ser amigas. Deborah se apart de Dominic, y con el vestido de seda azul flotando detrs, se acerc al lugar en que Melissa estaba sentada. Le palme suavemente el hombro y murmur: -Es una criatura tan simptica... y creo que es injusto que te la lleves a esa plantacin
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horriblemente lejana que tienes por ah. Estoy segura de que ella prefera continuar aqu. Con una expresin inmutable en el rostro, Royce dijo como de pasada: -Si, creo que lady Bowden est en lo cierto... debers permanecer aqu un poco ms. -Dirigiendo una mirada significativa a Dominic agreg:- Tienes que afrontar ciertas tareas, y eso ser imposible si resides en Mil Robles. -Ya lo ves! -exclam con alegra Deborah-. Incluso Royce cree que deberas quedarte! -Con una sonrisa seductora en la cara, trot de nuevo en direccin a Dominic. -Oh, di que permanecers aqu un tiempo ms! Maldiciendo a Jason, a Royce y a Deborah, Dominic mantuvo la mirada apartada de Melissa, y dijo medio irritado, medio riendo: -Oh, muy bien! Permaneceremos aqu un poco ms. -Se arriesg a mirar a Melissa, y pregunt con gesto amable:- Es decir, si mi esposa no se opone. Con una sonrisa helada en los labios, Melissa dijo con aparente elegancia: -Por supuesto, querido! Lo que t digas. Slo Dominic advirti el sentimiento de ofensa e incluso de dolor en los ojos dorados, pero por el momento nada poda hacer para aliviar ninguna de las dos cosas. Despus de obtener lo que se haba propuesto, Deborah regres a su asiento en el sof, y sonriendo feliz continu hablando. -Oh, ser tan maravilloso. Organizaremos picnics, e iremos a pasear a lo largo del ro, y haremos muchas otras cosas agradables. -Es lo que estabas haciendo esta maana? Paseando por la orilla del ro? -pregunt Dominic mientras se serva una taza de t, y deseaba que fuese un whisky fuerte, que le quemase las entraas. Deborah adopt una actitud recatada. -Bien, no precisamente... Haba salido a dar un paseo matutino cuando record que el otro da haba dejado uno de mis guantes en Willowglen. Zachary vio que yo estaba completamente sola, e insisti en acompaarme durante mi paseo. Estbamos en eso cuando encontramos a Royce, y al saber que vena aqu pensamos que sera agradable acompaarlo. -Bien, por mi parte me decepciona que Melissa y Dominic no vayan a Mil Robles. Esperaba la oportunidad de conocer ese lugar -dijo Zachary, con una expresin turbada en los ojos mientras miraba a su hermana. -Oh, Zachary! -exclam Deborah, haciendo un bonito mohn con los labios-. Cmo puedes pensar en marcharte y abandonarme de ese modo? Zachary sonri con cierta timidez, y formul comentarios intrascendentes, y la conversacin pas a otros temas. Poco despus, mientras despeda a sus primeros huspedes, Melissa pens con cierto malhumor que mereca alguna recompensa por su conducta corts en condiciones difciles. Si hubiese tenido que escuchar un momento ms la charla poco atractiva de Deborah... Si hubiese tenido que contemplar unos minutos ms cmo su hermano miraba embobado a Deborah... Y si hubiese debido permanecer all, sentada y sonriente, comportndose como si todo estuviese de maravillas, mientras su marido permita que esa mujerzuela lo manipulase con un dedo... Sinti la agitacin de su propio pecho, y asaltaron su mente algunos pensamientos indignos de una dama, mientras miraba a los tres visitantes que se alejaban por el largo sendero. Si haba contemplado la posibilidad de que el encuentro de Dominic con lady Bowden haba sido inocente, si haba concebido esperanzas en el sentido de que no haba nada entre ellos dos, tales pensamientos quedaron destruidos en el instante que Dominic permiti que lo convencieran de la conveniencia de permanecer all, cerca de Baton Rouge... y de Deborah Bowden. Por supuesto, l no deseaba alejarse y abandonar a su amante, pens malignamente Melissa, con las dos manos pequeas convertidas en dos puos al costado del cuerpo. Sin saber muy bien a cul de los dos deseaba atacar primero, Melissa se volvi irritada, y el
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resplandor de la batalla reluca intensamente en sus ojos color topacio. Una cosa le pareca completamente clara. Tal vez Dominic no la amaba, y quizs incluso se habla visto obligado a desposara, pero ella no poda renunciar a sus esfuerzos -y ciertamente, no poda declararse derrotada frente a Deborah Bowden! Por lo menos a m me interesa, se dijo Melissa desalentada, y si l me lo permite ser una esposa ejemplar. Intentar ser una esposa ejemplar, se corrigi, porque de pronto record inquieta su carcter dscolo. Melissa era la primera en reconocer que haba cometido muchos errores durante su breve matrimonio, pero la situacin no era fcil para ella. Ya era bastante ingrato casarse con un hombre que, como ella saba, no haba deseado esa unin; pero enamorar-se de ese hombre y comprender que siempre habra otras mujeres que atraeran su atencin en realidad era doloroso. Si Dominic la amara, si hubiese celebrado ese matrimonio en circunstancias normales, si ella hubiese sabido que su marido la amaba, seguramente poda haber afrontado la amenaza de Deborah a su felicidad con mucha ecuanimidad, pero segn estaban las cosas... Segn estaban las cosas, no slo tendra que luchar por su amor, sino tambin enfrentar a un enemigo que, si deba tener en cuenta las maniobras de Deborah esta maana, ignoraba el significado de lo que era una lucha justa. Suspir hondo. Lo peor del caso era que Melissa no tena el ms mnimo indicio de los sentimientos de Dominic frente a la situacin. A l le importaba en un sentido o en otro que Melissa triunfase frente a Deborah? Mientras estuvieron los visitantes, Dominic haba estado observando con disimulo a su esposa, y se haba preparado para enfrentar su justificada clera tan pronto se marchasen los indeseados visitantes. Lleg a la conclusin de que ahora era el momento apropiado para permitirle que manifestase su irritacin, y dijo con expresin benigna: -Bien, una visita agradable, verdad? Fue un gesto... digamos simptico de lady Bowden venir a vernos. Melissa mantuvo la cara apartada de l, y pens que le hubiera agradado decir exactamente a Dominic cun simptica le pareca esa mujer; en cambio, replic con un gesto duro: -S, en efecto.- Incapaz de controlarse, con una voz que rezumaba sarcasmo, murmur:- Estoy segura de que, puesto que sin duda veremos mucho en el futuro a la querida lady Bowden, es mejor que haya simpatizado tan maravillosamente conmigo, no te parece? Dominic tuvo que contener la risa, aunque poda simpatizar de buena gana con lo que Melissa seguramente estaba sintiendo en ese momento. La oblig a volverse para mirarlo, y con un dedo le levant el mentn y murmur: -Ests muy desilusionada porque no vamos inmediatamente a Mil Robles? Decidida a disimular la agitacin que prevaleca en su pecho, y comportndose con una indiferencia que no senta, Melissa encontr la mirada divertida de Dominic y dijo con bastante aplomo: -Por supuesto que no! Me importa en lo ms mnimo. Siempre me parecer difcil despedirme de todos los amigos. -Adopt una expresin soadora, y murmur con voz grave:- Ser muy agradable continuar visitando a los jvenes caballeros... Desvi un instante la cara de Dominic- ... y tambin las mujeres, algunas de las cuales conozco desde que nac. Tema separarme demasiado pronto de todos ellos. Estoy segura de que varios jvenes se sentirn complacidos si permanecemos aqu. Melissa le dirigi una mirada ingenua, ms o menos como haba hecho Deborah, y de pronto tuvo cabal conciencia del juego que estaba jugando. Dominic se vio en dificultades para evitar una explosin de risa ante la excelente mmica de su esposa. Esa pequea bruja! Estaba intentando provocarle celos! Poda entender muy bien lo que ella trataba de hacer, y ahora Dominic la apoyaba con verdadero entusiasmo, aunque ella no lo supiera. Pensando que en circunstancias diferentes le habra agradado mucho presenciar las maniobras de Melissa, Dominic reprimi el impulso de abrazarla y besarla apasionadamente. Pero parte del placer que extraa de esta situacin tan satisfactoria se disip cuando
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Dominic advirti que los das siguientes seran muy complicados. Cmo poda conquistar el corazn de Melissa -y de pronto advirti que en efecto era esa lo que deseaba- cuando tena que mostrarse fascinado por otra mujer? Frunci el entrecejo. Lleg a la desagradable conclusin de que Jason y Morgan tendran que responder por muchas cosas. Al ver el entrecejo fruncido de Dominic y equivocar la causa del mismo, Melissa sinti un sobresalto en el corazn. Sin duda, la mencin de otros hombres en la vida de su esposa no provocaba una reaccin positiva en Dominic. Magnfico! Insistiendo cada vez ms entusiasmada en su papel, Melissa dijo alegremente: -Como no partiremos muy pronto para Mil Robles, imagino que debemos ofrecer una fiesta a nuestros amigos y vecinos, de modo que sepan que ya recibimos invitados. -Hizo una pausa, dirigi a Dominic una mirada recatada y agreg:- Por supuesto, no debemos olvidar que es necesario invitar a lady Bowden... y a su hermano. Con el rostro inexpresivo, Dominic replic secamente: -Lo que t desees, querida. Estoy seguro de que si hablas del asunto con la seora Meeks, ella se ocupar de todo. Lo nico que tendrs que preparar es la lista de invitados. Melissa haba confiado en obtener alguna reaccin de Dominic ante la inclusin del nombre de Latimer, y percibi en ella misma una punzada de decepcin ante las palabras serenas y desinteresadas de su esposo. Con menos entusiasmo que el que haba demostrado hasta all, murmur: -Entonces, todo est arreglado. Hablar del asunto con la seora Meeks! Te opones a que sea la noche del prximo jueves? Un grupo de quince a veinte personas invitadas a cenar? Con el entrecejo enarcado al percibir el leve retintn de las palabras de Melissa, Dominic mene la cabeza de cabellos oscuros. -No. Lo que t desees, querida. Melissa hubiera podido golpear el suelo con el pie a causa de la irritacin. Despus, alzando el mentn en un ngulo que expresaba obstinacin, sali majestuosamente de la sala y fue en busca de la seora Meeks. Pens irritada: Qu hombre abominable! Ella le demostrara que poda comportarse con frialdad y desaprensin iguales a las que l exhiba! Caramba, incluso poda llegar a sonrer y a demostrar mucha amistad a lady Bowden! Despus de una serie de reuniones con la seora Meeks, la fiesta qued planificada a satisfaccin de todos; se redactaron las invitaciones y fueron distribuidas debidamente por uno de los criados de Dominic. Con gran placer de Melissa, todos aceptaron de inmediato y con una sonrisa feliz en el rostro, la joven se dedic a supervisar los preparativos de su primera fiesta. En vista de las circunstancias, no haba supuesto que se sentira entusiasmada; pero as sucedi, y Melissa obtuvo un tmido placer ante los resultados finales de todos los planes analizados con notable inters. Como el tiempo era excelente y el comedor de la cabaa tena proporciones muy reducidas, se decidi servir la cena fuera de la casa. Para impedir que los invitados fuesen devorados vivos por los enjambres de insectos picadores que habitaban la regin, con la ayuda de varios criados se form un ambiente elegante, de aspecto extico, con centenares de metros de tela de mosquitero adquirida deprisa en Baton Rouge. Se haba dispuesto en medio de ese ambiente una larga mesa cubierta con un mantel de hilo blanco, y de Willowglen y Oak Hollow llegaron varias sillas prestadas; aunque no hacan juego, el efecto era realmente encantador. Varias fuentes de plata colmadas con fragantes gardenias adornaban las mesas; las guirnaldas de relucientes hojas verdes estaban hbilmente dispuestas cerca de los postes. Entre las fuentes de plata se haban distribuido estratgicamente relucientes candelabros de cristal con velas altas y delgadas color crema, y sobre varias mesitas pequeas distribuidas aqu y all haba ms velas. Se haban colgado linternas de varios robles y magnolias cercanos, y todo el sector haba adoptado el aspecto de un ambiente ferico, lo que provoc en los invitados exclamaciones de asombro y placer.
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Fue una fiesta con participacin principal de la familia; por supuesto, Zachary fue uno de los invitados, lo mismo que el matrimonio Manchester y Royce. Daniel Manchester, hermano menor de Royce, que haba ido a visitar a su futura esposa en Mobile, haba regresado a su casa para asistir a la boda de Melissa, y se lo haba incluido en la fiesta. Morgan y Leonie Slade tambin estaban entre los invitados, y con excepcin de lady Bowden y Julius Latimer el resto de los huspedes estaba formado por antiguos amigos y vecinos de la familia. A medida que avanz la velada, el nerviosismo inicial de Melissa se disip, y al fin comprob asombrada que la fiesta le agradaba, de modo que momentneamente olvid que ella no era la radiante esposa que pareca a primera vista. En efecto, se la vea radiante. A pesar de todos sus esfuerzos, Dominic no poda apartar los ojos de su cara vivaz; de los rubios cabellos que brillaban como miel puesta al sol bajo la luz de las velas, de la piel muy blanca de los hombros y el busto que se levantaba por encima del vestido de amplio escote confeccionado con una seda color bronce que desprenda un resplandor dorado. Esa noche Anna haba formado con los cabellos de Melissa un tocado alto, y una cascada de rizos descenda sobre los hombros suaves. Dominic pareca fascinado por un ricito solitario que descansaba en ese lugar delicado en que el hombro y el cuello se unan, y pas una parte considerable de la velada imaginando sus propios labios que presionaban en ese mismo lugar. Tan absorto estaba en los pensamientos erticos que cruzaban su cerebro que no poda prestar atencin a la mitad de las observaciones que le formulaban. Despus de la cena Deborah se separ de Zachary, que hasta ese momento haba reclamado su atencin, y se acerc a Dominic flotando en un mar de rumoroso satn azul, para reclamar su atencin. Con los grandes ojos azules, colmados de promesas, murmur: -Oh, Dominic! Ven a pasear conmigo! Los alrededores parecen tan sugestivos a la luz de las linternas que casi me siento obligada a explorar el lugar. S, di que me acompaars! -Qu magnfica idea! -dijo Royce con acento de conviccin, y tomando del brazo a Melissa agreg: -Ven conmigo, querida. Como Dominic ir a acompaar a tu invitada, se me ofrece el privilegio de tenerte conmigo. La posibilidad de que Dominic rechazara el pedido de Deborah quedaba completamente anulada, y mientras los restantes invitados apoyaban la sugerencia, Dominic envi a Royce una mirada que no era amable. Royce sonri con expresin angelical. El placer que Melissa poda haber extrado de su cena tan exitosa se disip tan pronto Deborah, en un gesto visiblemente afectuoso, apoy la mano en el brazo de Dominic, y la joven obedeci ciegamente a Royce, que sali con ella del lugar donde se haba servido la cena. Senta el corazn profundamente oprimido, y camin en la noche tibia, perfumada de magnolia, y las voces alegres de los restantes invitados apenas penetraron en su conciencia. Tena la mente ocupada por una serie de mtodos sin duda enrgicos que le permitiran ensear a lady Bowden qu sensato era propasarse con los esposos de otras mujeres. Royce le concedi unos minutos de silencio y despus dijo con amabilidad: -Lissa, no lo tomes tan a pecho. Cualquiera puede ver que Dominic preferira de lejos estar aqu contigo antes que soportar la charla insulsa de esa tonta. Ten ms confianza en ti misma... y en l. Melissa endureci el cuerpo y dirigi a su primo favorito una mirada decididamente hostil. Murmur por lo bajo: -Tendra que haber imaginado que lo defenderas! Dime, tambin ests dispuesto a mentirme y a negar que son amantes? El brillo en los hermosos ojos de Melissa sobresalt a Royce, y empujndola deprisa hacia la proteccin de las sombras el joven dijo: -No seas estpida! S que las apariencias engaan, pero confa en m... el aparente inters de Dominic por Deborah no es lo que crees! Melissa ri amargamente y se desprendi de la mano de Royce.
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-Naturalmente! Jams dud de eso ni por un instante -dijo con evidente incredulidad-. Ahora, si me disculpas, me reunir con mis invitados... sobre todo con los hombres. Impotente, Royce la vio alejarse' y por primera vez comprendi la razn por la cual Dominic no haba recibido con mucho entusiasmo la sugerencia de Jason. Royce conoca bien el temperamento inestable de Melissa -l tena la misma caracterstica-y ahora no envidi la situacin en que estaba Dominic. Ahogando una maldicin apenas musitada, persigui a Melissa, con la esperanza de que ella no hiciera algo absurdo... o peligroso. Al aproximarse al grupo en que estaba Melissa, Royce advirti un sentimiento de depresin en el pecho. Dios mo! Se propona elegir a Latimer! Con la mano descansando confiadamente en el brazo de Latimer, como la de Deborah en el de Dominic, Melissa sonrea clidamente a Latimer, y la expresin sugestiva de los relucientes ojos color topacio inquiet profundamente a Royce. Y al ver la lasciva avidez con que Latimer aceptaba la actitud de Melissa, Royce maldijo otra vez. Si eso continuaba, se armara un embrollo infernal! El grupo reunido alrededor de Melissa y Latimer estaba formado por Morgan y Leonie, Zachary, Anne Ballard, la hija dc un vecino, y Daniel Manchester. En ese momento se hablaba de las bodas de Daniel, que deban celebrarse a principios de noviembre, y cuando Royce se acerc, Daniel le dirigi una sonrisa y murmur: -Bien, viejo, ahora que Dominic fue atrapado y yo me zambullir en pocos meses ms, crees que podrs esquivar por mucho tiempo la trampa del prroco? Daniel se pareca mucho a los Manchester de la familia; era una versin ms joven y delgada de Josh. Tena los ojos muy azules, los espesos cabellos castaos bien peinados y la actitud confiada y desenvuelta. Tena la sonrisa fcil, que se adaptaba bien a sus rasgos joviales, y como era el ms joven de la familia, siempre se lo haba considerado y mimado mucho a lo largo de sus veintitrs aos. Pero posea una personalidad tan cordial y equilibrada que de ningn modo lo haba malcriado toda la atencin que le dispensaban sus embobados padres y sus hermanos. A juzgar por la expresin de su cara, poda afirmarse que admiraba y adoraba a su hermano mayor, y pese a la mirada sombra que Royce le envi, Daniel ri estrepitosamente, en lo ms mnimo desconcertado por la expresin de Royce. -Y t -replic speramente Royce-, hars bien en pensarlo dos veces antes de meter la cabeza en la trampa! Daniel mene la cabeza. -No me digas. A diferencia de ti, anso casarme e inaugurar mi cuarto de los nios. Puedes continuar siendo un viejo y endurecido soltern si eso te place! Hubo un coro general de risas pues Royce, alto y dominante con sus prendas de etiqueta, es decir la chaqueta azul oscuro y los pantalones de satn negro, pareca cualquier cosa menos una versin de un "viejo y endurecido soltern". Despus, la conversacin se generaliz, y unos minutos ms tarde, ante la frustracin de Royce, Latimer y Melissa se alejaron. Melissa sinti cierta inquietud cuando Latimer se acerco hbilmente a un rea poblada de sombras, apenas atenuadas por la luz parpadeante de las linternas. Pero despus agit coquetamente los rizos. Era tan evidente que su esposo estaba divirtindose en algn rincn oscuro que, se justificaba que ella hiciera lo mismo? Si la clera la haba impulsado a acercarse a Latimer, el mismo sentimiento la retuvo all, pese a que cada partcula de su cuerpo ansiaba estar con Dominic -pero con un Dominic que la amase. Aunque la clera poda haberla inducido a actuar temerariamente, no la converta en una mujer estpida, y tan pronto las sombras se cerraron sobre ellos, Melissa se apart de Latimer, y dej caer al costado la mano. Como un temeroso animal joven, permaneci de pie frente a l, dispuesta a correr ante el primer signo de peligro. Al ver la postura de Melissa, Latimer dijo secamente: -Como sabe, es poco probable
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que me arroje sobre usted. En la oscuridad Melissa se sonroj. -Lo s! -replic secamente-. Pero tendr que reconocer que no me asisten razones para confiar en su actitud. Hubo un prolongado silencio, como si Latimer estuviese analizando distintos pensamientos, y al fin dijo en voz baja:- Le ped perdn por mi odiosa conducta. No puedo hacer nada que nos permita ser de nuevo amigos? Melissa quiso gritar: Si! Llvese a su hermana y mrchese! Vyase lejos, muy lejos, y seprese de tal modo que jams escuchemos de nuevo los nombres de ambos! Pero no poda decir esas cosas. Suspirando murmur: -No lo s. Haba credo que usted era mi amigo, y despus se comport de un modo tan despreciable. -Querida! Tiene que entender que perd un poco el control de m mismo. Fui un tonto -lo reconozco sin rodeos- y si yo no hubiera sido tan temerario, si el deseo no me hubiese cegado de ese modo, ahora yo sera su marido, y no... .Dominic -complet Melissa con voz sorda, y el sufrimiento que experimentaba fue evidente en su voz. Alentado porque ella no le haba arrojado a la cara sus palabras anteriores, Latimer dijo muy amablemente: -Nia, intent advertirle, pero usted no me escuch, verdad? Momentneamente desconcertada, Melissa desvi la mirada, tratando de contener las lgrimas que parecan afluir a sus ojos. La aparente bondad de Latimer casi llev al desastre a Melissa. Habra sido un alivio tan profundo compartir su sufrimiento con alguien que comprendiese la verdadera naturaleza de Dominic; pero la fidelidad, la prudencia y la desconfianza instintiva con respecto a los motivos de Latimer la contuvieron. Ella haba visto la mirada que l y Dominic cambiaron cuando Latimer y Deborah llegaron; haba percibido la tensin que animaba el cuerpo alto de su esposo mientras los dos hombres se saludaban cortsmente, y poca duda le caba de que la antipata de Dominic por Latimer tena races ms profundas que el supuesto inters de Melissa por el otro. Interpretando el permanente silencio de Melissa como una forma de aliento, Latimer se detuvo detrs de la joven y apoy una mano sobre el hombro desnudo. -Nunca fue mi intencin perjudicarla, querida -murmur. Es cierto que mi ofrecimiento fue temerario, pero si usted me perdona intentar ser su amigo y ayudarla como pueda. -Su voz cobr cierta intensidad emotiva, y agreg:- Puede confiar en mi... jams la traicionar! El orgullo acentu la rigidez de los hombros de Melissa, y con voz muy fra ella pregunt: -Usted est muy seguro de que Dominic me traicionar? Una risa amarga brot de los labios de Latimer. -Acaso lo duda? Olvida que yo lo conozco desde hace mucho... antes que usted! -Volviendo el cuerpo de Melissa para obligarla a enfrentarlo, Latimer pregunt con voz dura:- Si usted duda de la verdad de mis palabras, dgame... dnde est ahora su esposo? -Mon Dieu! -exclam alegremente Leonie detrs de la pareja-. Eso es algo que yo tambin deseara saber. -Fingiendo que no vea el sobresalto de sorpresa de Melissa y el sufrimiento que su cara trasuntaba, Leonie continu diciendo despreocupada:-Dnde est ese marido tuyo? -Agitando un dedo fingidamente severo en la cara de Melissa, la dama continu:-Petite, debes tratar severamente a estos varones Slade, y hacerlo desde el comienzo mismo. De lo contrario, te dominarn... como Morgan me domina! Royce y Morgan emergieron de la oscuridad acercndose por detrs a Leonie, y Morgan dijo con una sonrisa: -Sabes, ella tiene toda la razn del mundo... Desde el momento en que la vi, ha dominado mi vida! Melissa formul un comentario amable, y la evidente felicidad entre el hermano de Dominic y su esposa fue como un cuchillo clavado en su corazn que ya estaba herido. Y el
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sufrimiento lleg a ser casi intolerable cuando apenas unos instantes despus Dominic, con Deborah colgada de su brazo, se acerc para reunir-se con el grupo. La corbata antes inmaculada de Dominic estaba ligeramente torcida, y la cara de Deborah exhiba una expresin de tan satisfecho triunfo que Melissa tena escasa duda de que haban compartido un momento apasionado en la oscuridad. Sin embargo, se habra asombrado de saber que, lejos de compartir un momento de pasin con Deborah, Dominic haba dedicado todo el tiempo a defender su propio honor, y que la corbata se le haba desordenado cuando con cierta energa l haba arrancado de su cuello los brazos de Deborah, y le haba informado duramente que era un hombre casado, y que por favor no se mostrase tan audaz en su presencia!
20
Excepto la desagradable necesidad de soportar la presencia de Latimer y de comportarse cortsmente con el hombre a quien despreciaba, Dominic en realidad se haba complacido con el primer intento que haba hecho su esposa de organizar una recepcin. Antes de la llegada de los invitados, haba elogiado amablemente el atuendo y el tocado de Melissa, y entonces pens que nunca la haba visto tan hermosa... o ms deseable; y a medida que avanz la velada, Dominic se sinti alentado por las amables sonrisas y las miradas de simpata de Melissa. Se haba sentido muy complacido con ese estado de cosas hasta que Royce de hecho arroj a Deborah en los brazos de su amigo, y ste vio la expresin de dolor que se manifest en la cara de Melissa. Muy consciente de que la cortesa usual le impeda apartar de su brazo la mano de Deborah, y conociendo tambin las razones que explicaba la actitud de Royce, Dominic haba permitido con acentuado mal humor que Deborah lo llevase a un lugar aislado. Casi sin escuchar la charla insulsa de la joven, Dominic explor la oscuridad general, con la esperanza de ver a su esposa; y slo cuando Deborah mencion un nombre que l conoca muy bien ella atrajo toda la atencin del dueo de casa. -Roxbury? El duque de Roxbury? -pregunt Dominic-. El to de Jason les pag el pasaje a Estados Unidos? Deborah lo mir sobresaltada. -Jason? Quin es Jason? Impaciente, Dominic contest: -El amigo de mi hermano... y sobrino del duque de Roxbury. -Oh! No me lo presentaron en tu boda? Un hombre alto y distinguido de ojos muy verdes? -En efecto, parece la descripcin de Jason Savage, pero, cmo conociste a su to el duque? Deborah se encogi de hombros, y pas la mano acariciadora del pecho al hombro de Dominic. -Yo no lo conozco... Julius est relacionado con l. -Haciendo un bonito mohn con los labios murmur:- No quiero hablar de Roxbury o de Julius, quiero hablar de nosotros... Conteniendo un suspiro, Dominic apart suavemente de su hombro la mano de Deborah, y dijo con mucha amabilidad: -Deborah, no hay nosotros. Antes pudo haberlo, pero
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eso es cosa del pasado... como te lo dije muchas veces. No debes usar lo que sucedi en Londres; fue hace mucho tiempo. Ella murmur hoscamente: -No tanto tiempo, Dominic... hace menos de cuatro aos. -Es posible, pero las cosas cambian. T te casaste con otro hombre, y ahora yo tambin estoy casado. -Que pomposamente hablas! No te pareces en absoluto al joven ardiente de quien me enamor en Londres -dijo Deborah con cierto filo en la voz. -Si estabas enamorada de m, por qu creste en las mentiras de tu hermano acerca de mi persona? Y puesto que me amabas, por qu te casaste con Bowden? -replic Dominic, un tanto irritado ante el calificativo de "pomposo'~. Bajando los ojos, ella movi inquieta la mano sobre el brazo de Dominic. -No quera creerle, pero es mi hermano, y no lo conoca muy bien. T podas haber sido todas las cosas bajas que l deca de ti. Cmo poda saberlo? -pregunt ella con voz tenue. -Y tu corazn nada te deca? -pregunt sarcsticamente Dominic, a quien en realidad poco importaba la respuesta de Deborah, pero que no atinaba a encontrar otro modo de pasar al tema de la razn por la cual el duque de Roxbury haba considerado conveniente gastar su dinero en una pareja de extraos. -Oh, Dominic! Yo era joven y no me senta segura de m misma... t eras un norteamericano audaz, tan distinto de todos los hombres a quienes yo haba conocido. Cmo poda saber que los motivos que impulsaban a mi hermano no eran los ms elevados? Cmo poda saber que deseaba casarme con ese horrible anciano? Cada vez ms hastiado con la conversacin, sobre todo porque todo eso ya lo haba escuchado antes, Dominic dijo con voz fra: -Poco importa, Deborah. Hiciste lo que entonces te pareci bien... de nada sirve lamentarse por 10 que sucedi... y no te guardo rencor por lo que sucedi antes. -Querido Dominic! No tienes idea de lo feliz que soy al orte decir eso! He meditado muchas horas acerca de la injusticia de mis actos, y me emocion cuando Julius me dijo que vendramos a Estados Unidos... apenas recib la noticia de que viajaramos, ante todo pens en ti. Inconmovible, Dominic pregunt con sequedad: -De veras, querida? -Oh, s! Slo pude pensar que al fin volvera a verte, y que tendra la oportunidad de reparar el error... y quiz... -Suspir hondo.- Pero no pudo ser. T estabas comprometido para casarte, y la generosidad de Roxbury qued en nada. Complacido porque el nombre de Roxbury haba reaparecido otra vez en la conversacin, Dominic se apresur a decir: -Me extraa mucho que Roxbury aceptara pagar los pasajes a los Estados Unidos, y precisamente cuando hay guerra entre los dos pases. Es muy peculiar. Una expresin de fastidio se dibuj en los rasgos perfectos de Deborah. -No tan peculiar si tienes en cuenta que el viejo Weatherby y el duque eran ntimos amigos. Cuando Roxbury se enter de que la herencia de Julius estaba aqu, en los Estados Unidos, ofreci muy amablemente pagar nuestro viaje. Dijo que proceda as porque crea que Weatherby haba incurrido en un descuido cuando olvid dejarnos el dinero necesario para el viaje. Manteniendo el rostro cuidadosamente inexpresivo, Dominic escuch cada vez ms asombrado ese relato. Una de las historias ms absurdas que jams haba escuchado! No conoca ntimamente a Roxbury, pero despus de observar al anciano durante la estancia en Londres, y de haber odo relatos de Jason y Morgan acerca de las maquinaciones de Roxbury, haba llegado a la firme conclusin de que Roxbury jams haca nada por casualidad! Ciertamente, aunque tena reputacin de generoso, pareca por completo fuera de
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su estilo despilfarrar una elevada suma de dinero en dos personas prcticamente desconocidas, para ayudarlas a recoger una herencia dudosa. En todo caso, el asunto era muy interesante... Con un acento que a lo sumo era de corts curiosidad, pregunt: -Y el dinero para vivir? De dnde vino? No deseo tocar un tema delicado, pero me parece recordar que en Londres t y tu hermano siempre andaban escasos de dinero, y sin embargo, desde que llegaste aqu, parece que eso no es un problema para ustedes. -Qu grosero de tu parte mencionar una cosa as! -exclam irritada Deborah, y apret los labios que formaron una lnea poco atractiva. -Tienes toda la razn del mundo -reconoci Dominic, consciente de que en su bsqueda de informacin se haba mostrado grosero. -Fue muy poco caballeroso de mi parte, pero no pude evitar formularme algunas preguntas al respecto. -El asunto nada tiene de extrao -dijo hoscamente Deborah-. Como sabes, en los Estados Unidos todava hay mucha gente que mantiene cierta actitud de lealtad a la corona... que creyeron y continan creyendo que la Guerra de la Independencia fue un error. Roxbury es miembro de una organizacin filantrpica de Londres que est interesada en la suerte de los britnicos que se opusieron a la rebelin, pero despus permanecieron aqu. -Ante la expresin escptica en el rostro de Dominic, la dama dijo malhumorada: -No me importa si me crees o no! Es cierto! Roxbury slo deseaba que Julius hablase con algunas de estas personas, y estaba dispuesto a pagar a mi hermano una buena suma para que lo hiciera. Me parece que todo eso es muy tonto, sobre todo porque no puede hacerse nada antes de que termine la guerra. -Cmo es eso? Me temo que no entiendo. Deborah le dirigi una mirada irritada. -Despus de la guerra, la organizacin de Roxbury est dispuesta a pagar el pasaje de regreso a Inglaterra de los ex soldados britnicos indigentes, de modo que esos tontos sentimentales puedan morir en Gran Bretaa. Ya te dije que era absurdo! "Absurdo" no era exactamente la palabra que Dominic habra usado para describir la situacin. Deborah era tonta si crea una sola palabra de los absurdos que acababa de expresar. Y con respecto a Roxbury... Dominic sinti que un escalofro le recorra la columna vertebral. Estaba dispuesto a apostar toda su fortuna a que Roxbury no tena el ms mnimo inters en la suerte de algunos ancianos y antiguos soldados britnicos que deseaban volver a morir en la tierra donde haban nacido. Dominic no poda estar seguro de los motivos y los planes de Roxbury, pero no crey ni por un momento que el duque se haba asegurado la ayuda de Latimer por motivos altruistas. De todos modos, se trataba de una informacin que antes ellos no tenan, y ansioso ahora de comentar el asunto con los otros, Dominic trat de sacar a Deborah del pequeo espacio en que estaban. Sonrindole amablemente, Dominic dijo: -Coincido en todo contigo, querida. Ahora, volvemos con el resto? Estoy seguro de que han advertido nuestra ausencia. -Oh, Dominic! No hablars en serio! -gimi Deborah, y echndole los brazos al cuello acerc su cara a la del joven. Tenemos tan escasos momentos a solas, y no puedo soportar la idea de compartirte otra vez con los dems. Por favor, querido Dominic, bsame de nuevo. Sintindose muy incmodo y al mismo tiempo exasperado, Dominic replic con dureza: -Santo Dios, Deborah, soy un hombre casado! Cundo aceptars ese hecho y cesars de provocar estas escenas embarazosas? No recuerdo que fueses tan temeraria! Con un movimiento poco gentil, l le arranc los brazos de su propio cuello, y pens irritado que le habra agradado poner a Jason Savage en esa misma situacin, y comprobar cunto le agradaba. Pero como record la necesidad de evitar un distanciamiento total de Deborah, dijo con voz ms amable: -Eres una mujer muy atractiva... demasiado atractiva
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para perder tu tiempo en un individuo casado como yo. -Sonrindole apenas, murmur:Querida, no debes tentarme. Con su dignidad levemente apaciguada, parte de la furia se extingui en los ojos de Deborah, y pregunt coqueta: -De veras te tiento, Dominic? Aliviado porque pareca que ella soportaba bien el desaire, Dominic dijo con total sinceridad: -Oh, s, en efecto me tientas. Lo que no le dijo era que senta la tentacin de retorcerle el cuello! Deborah pareci complacida con las palabras de Dominic, y en su cara haba una sonrisa visiblemente satisfecha mientras Dominic se acercaba con ella al pequeo grupo que inclua a Melissa. Dominic poda estar casado, pero Deborah no crea que eso representase un problema; an era el hombre ms interesante que haba conocido en su vida, y ahora que ella ya no era una jovencita inocente, estaba decidida a gozar de toda la intensidad de la pasin de ese hombre. Adems, Julius le haba pedido que mantuviese una relacin cordial con Dominic, y ella tena la firme intencin de satisfacer totalmente el pedido de su hermano. Haba una amable sonrisa en la cara de Dominic mientras se aproximaba al grupo, pero cuando sus ojos vieron a Latimer, que estaba tan cerca de Melissa, se le endureci la expresin, y tuvo conciencia del intenso deseo de acercarse a Melissa, de demostrar claramente a todos, y en especial a Latimer, que Melissa era suya. Por desgracia, era un poco difcil hacer eso, en vista de que otra mujer se aferraba fuerte a su brazo, y de que estaba rodeado por invitados que sin duda juzgaran divertida e infantil esa actitud. De nuevo sus pensamientos acerca de Jason y Morgan no fueron amables, en absoluto amables! Su humor ya irritado no mejor en lo ms mnimo cuando Leonie, con un brillo intencionado en los ojos verde mar se inclin hacia adelante y le aplic un buen golpe en el brazo con su abanico de oro y marfil. -Qu vergenza, mon cher! Abandonas de este modo a tu joven esposa la noche que ofrece su primera cena! En qu ests pensando? -Volvindose hacia Melissa, que miraba con una expresin helada en el rostro, la empuj hacia adelante y dijo medio en serio medio en broma: -Petite, no debes permitirle que contine con sus viejas trampas. Es imperativo que lo lleves a comprender de inmediato que sus tiempos de joven disipado han concluido. Mientras los otros miraban con diferentes grados de diversin y molestia, Leonie se acerc a Dominic y con un rpido y hbil movimiento desprendi de su brazo la mano de Deborah. Con expresin de amable reproche, dijo: -Y ahora, mi estimada lady Bowden, no debe quitar ms tiempo a Dominic. En estos das l tiene una dulce esposa que exige toda su atencin. Antes de que nadie pudiese protestar o incluso comprendiera qu se propona, Leonie haba tomado la fra mano de Melissa y la haba apoyado firmemente sobre el brazo de Dominic. Como la esposa de un campesino que arrea a sus pollos, Leonie los oblig a volverse y a alejarse, mientras deca alegremente: -Fuera ustedes dos! En el cielo brilla una luna maravillosa. Vayan y que lo pasen bien. Como las expertas maniobras de Leonie no les dejaban alternativa, Dominic y Melissa desaparecieron lentamente en la oscuridad. La cara colmada de satisfaccin, Leonie se volvi para mirar a los invitados. -Fue una actitud muy impropia de mi parte? -pregunt. Hubo un coro de risas, aunque Leonie advirti que ni monsieur Latimer ni lady Bowden parecan sentirse muy complacidos. Pero el brillo aprobador en los ojos de Royce y la risa afectuosa en los vivaces ojos azules de Morgan era todo lo que le interesaba. Como lleg a la conclusin dc que era hora de aplicar su propio y excelente consejo, la dama aferr el brazo de Morgan y murmur con descaro: -Disclpenme, S'il vous plait? En efecto, es una noche para los amantes, y yo deseo pasarla con el mo!
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El silencio que se hizo despus de la partida de los dos esposos fue al mismo tiempo irritado y regocijado. Latimer y lady Bowden apenas podan disimular su irritacin, y Royce haba considerado completamente regocijante toda la situacin. Con la voz cargada de contenida diversin, Royce dijo: -En efecto, creo que el reciente duque de Wellington podra haber usado contra Napolen la tctica de Leonie, no les parece? Con su hermosa cara afeada por una expresin altanera, Deborah replic con voz tensa: -Ciertamente, es muy atrevida! No creo que ustedes los norteamericanos tengan modales! -Quiz no -replic amablemente Royce-. Pero si piensa as -agreg astuto-, por qu se castiga permaneciendo con nosotros? Deborah le dirigi una mirada de intensa antipata y se limit a contestar: -Deb decir ciertos norteamericanos. Hay muchos que sin duda saben cmo comportarse en la sociedad elegante, pero Leonie Slade no es una de ellos. Oh, Dios mo! Realmente la irrit, verdad? -observ complacido Royce. Pero entonces record que de nada servira a su causa que irritase demasiado a la hermana de Latimer, y le sonri con un gesto encantador y murmur:- Debe perdonarme, lady Bowden, por hacerle esas bromas... Me temo que se trata de una costumbre muy norteamericana. Deborah sonri desdeosamente pero no contest. En cambio, mirando con intencin a su hermano, que se haba mantenido extraamente silencioso durante este dilogo, coment irritada: -Creo que es hora de que partamos... y dudo de que nuestros anfitriones recuerden siquiera que existimos! Deborah se equivocaba en esto. Melissa pensaba mucho en la otra mujer, y sus pensamientos no eran en absoluto agradables... y tampoco lo eran los diferentes y horribles destinos que contemplaba para su marido y la enamorada de Dominic. Slo porque concentraba la atencin en esa gloriosa venganza, todava mal definida, que ella se tomara, Melissa poda abstenerse de descargar de lleno sobre la cabeza y los hombros de su despreciado marido el arma que pudiese encontrar ms a mano. Una clera que rara vez haba experimentado en el curso de su joven vida ahora la dominaba, y se senta sumamente agradecida por la oscuridad que todo lo disimulaba y por esos pocos minutos que le permitiran recuperar el control de s misma antes de retornar, como una buena anfitriona, a sus invitados. Con respecto a su esposo... Rechin los dientes con una furia casi audible. Le hubiera agradado... Incapaz de pensar en un castigo satisfactoriamente perverso para l, clav los ojos al frente. Si Melissa haba supuesto que su clera no era evidente para el marido, se equivocaba. Dominic tena cabal conciencia de las intensas emociones que irradiaban del cuerpo esbelto de su mujer, y estaba seguro de que si hubiese habido bastante luz de luna, de modo que l viese con ms claridad, habra visto el cuerpo de su esposa vibrando de furia contenida. No la culpaba por sentir de ese modo, y una sensacin de frustrado desaliento lo dominaba. De un modo o de otro era necesario que l modificara la situacin. Dirigiendo una mirada inquieta al perfil desviado de Melissa, respir hondo y comenz con voz insegura: -Melissa, s que la situacin parece condenarme, pero quisiera tratar de explicarte las cosas. Creme, nada debes temer de lady Bowden, y si a veces parece que prefiero demasiado su compaa, eso nada tiene que ver contigo. -Bien, muchas gracias! -explot ruidosamente Melissa, mientras se volva para mirar hostil a Dominic. Con los puos cerrados a los costados, dijo airadamente: -Creo que en realidad no deseo continuar escuchando tus explicaciones! Tu conducta esta noche ha demostrado claramente que nada te importan mis sentimientos, y puedes tener la certeza de que en el futuro nada me importarn los tuyos! Ahora, si me disculpas, tengo que atender a los invitados... algo que al parecer t olvidaste!
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El temperamento de Dominic tambin se encendi deprisa, y sus ojos brillaban tambin a causa de la clera cuando rezong: -Maldicin! Escchame! S que las apariencias condenan, pero por el momento tengo que... -Se interrumpi bruscamente, y advirti el hecho de que no saba si poda explicar a Melissa los motivos de sus actos. Si le revelaba la situacin, y si Melissa se comportaba como era usual en las diferentes mujeres que l haba conocido, no pasara mucho tiempo antes de que el asunto llegase a odos de Deborah, y en ese caso todo habra sido intil. Lo que era peor, Latimer sabra que sospechaban de l. Golpeando furiosamente el suelo con el pie, los brazos cruzados rgidamente sobre el busto y el mentn elevado en un ngulo obstinado, Melissa inquiri: -S? Tienes que...? Era obvio que de todos modos ella no creera una palabra de lo que l dijese. Sintiendo que la corbata estaba a un paso de asfixiarlo, dio salida a parte de la irritacin frustrada que senta, declarando con verdadera clera: -No importa! De todos modos, en el estado de nimo que tienes ahora, no escuchars razones. -Imagino que si trocsemos las posiciones, t escucharas? -pregunt Melissa con engaosa dulzura. -S! No! -replic Dominic con voz dura, que no saba muy bien si jams podra reaccionar con una actitud racional en relacin con esa seductora y pequea arpa con quien l se haba casado. Trat dificultosamente de controlar su reaccin cada vez ms irritada, y extendiendo las manos hacia Melissa, la tom por los hombros y la sacudi un poco mientras deca en un tono de voz menos colrico:- No podemos continuar as... tenemos que hablar. Haba sido un error tocarla, como Dominic lo descubri muy pronto a su propia costa. El frgil dominio de s misma se quebr en Melissa cuando l le puso las manos encima, y desprendindose en un movimiento furioso, dijo con voz de helada clera: -No me toques! Si ella haba perdido el control de si misma, Dominic casi estall al or las palabras irritadas de Melissa. Que no la tocase? Y era su esposa? Y sufra por ella? Y ocupaba todos sus pensamientos? Y l permaneca despierto noche tras noche, con el cuerpo ardiendo por ella? Olvidando todas las promesas que l mismo se haba formulado, y que se no era el momento ms propicio, Dominic permiti que la furia le aportase la excusa que necesitaba para quebrar las ataduras que l mismo se haba impuesto, y aferr los brazos de Melissa con manos fuertes y la acerc bruscamente. Con su boca a pocos centmetros de la boca de Melissa, dijo con voz espesa: -Que no te toque? Seora, usted pide un imposible. Y sus labios cayeron con fuerza sobre los labios de Melissa, en un gesto duro y exigente, que no permita que ella evitase el beso ardiente. Al principio demasiado cegada por su terrible clera para sentir algo ms que mera furia, Melissa luch contra l, retorcindose salvajemente bajo ese abrazo poderoso, y descargando sus puos, como haba deseado hacer antes, sobre la cabeza y los hombros de Dominic. Pero todo fue intil. Dominic pareca indiferente a todo lo que no fuese obligarla a ofrecer una respuesta; sus manos se cerraban apretando dolorosamente los brazos de Melissa, y su boca se mova con un ansia urgente sobre la boca de la joven. Durante quizs unos treinta segundos ms continu la batalla entre ellos; Melissa impulsada por la furia ciega, y Dominic aguijoneado por impulsos carnales cuya existencia misma l ignoraba. De pronto, traicioneramente, Melissa cobr conciencia del movimiento conocido y dulce del deseo que comenzaba a recorrer su cuerpo cada vez con ms fuerza, y sinti la punzada clida en las entraas, se sinti cada vez ms atrada hacia Dominic, no por obra de la rabia sino del ansia desesperada. Abrumada, intent acallar los deseos que haban cobrado violenta vida en su cuerpo ante los besos brutales y potentes de Dominic, pero la atraccin que se manifestaba entre ellos era demasiado intensa, demasiado inevitable para ser destruida as.
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Con la mente convertida en un torbellino, comprendi que tena que huir de l, pero ahora por una razn completamente distinta, y los movimientos de Melissa se hicieron casi frenticos mientras realizaba varios intiles intentos por reconquistar la libertad. Y entre tanto poda sentir que su decisin se debilitaba, y que impotente se deslizaba cada vez ms hondo hacia esa red oscura e hipntica del deseo. Hizo un ltimo y valeroso intento para liberarse, pero los brazos de Dominic a lo sumo la sostuvieron con ms fuerza, y sus besos embriagadores destrozaron las frgiles barreras que ella haba levantado entre los dos. La vergenza y el deseo se mezclaron y, con un breve sollozo de derrota, Melissa renunci al combate y comenz a retribuir apasionadamente los besos de Dominic, y sus brazos se cerraron sobre el cuello de su esposo, y su cuerpo se arque provocativamente contra el cuerpo del hombre. La rendicin de Melissa fue tambin la ruina de Dominic, y l ya no tuvo ojos ms que para el cuerpo clido y aquiescente que estaba en sus brazos. Slo la dulce reaccin de Melissa tena sentido para l; slo sus labios blandos y la lengua pequea e inquieta gravitaban sobre su conciencia; eso, y el cuerpo femenino que despertaba y el fiero deseo que inundaba todo el ser de Dominic. Casi loco de pasin, desliz las manos hasta las caderas de Melissa, acercndola ms a l, maniobrando su cuerpo segn ritmos carnalmente explcitos. La deseaba dolorosamente, la necesitaba con intensidad tan ardiente que estaba seguro de que si no poda tenerla morira del deseo. Alzando un poco la cabeza, la voz ronca y enturbiada por la pasin, murmur: -Me vuelves loco. Tienes que permitirme... -Sus ojos se posaron en la piel blanca que se elevaba encima del vestido de Melissa, e incapaz de resistir la atraccin, Dominic deposit minsculos y clidos besos sobre el seno, diciendo con voz espesa:- Jams sent as... solamente puedo pensar en ti. Permanezco despierto, recordando lo que es tener tu carne desnuda cerca de la ma... el suave sabor de tus pechos... el placer que me concedes... te deseo tanto que no puedo pensar... Sus palabras eran agridulces para Melissa, y si hubiese incluido una palabra de amor, un atisbo de que senta por ella algo ms que la necesidad de la satisfaccin corporal, quizs ella habra olvidado todo lo que haba sucedido antes. Pero no poda, y con cada palabra que l pronunciaba para Melissa era dolorosamente claro que senta por ella nada ms que sensualidad animal. Otra mujer cualquiera poda servirle, y aunque Dominic estaba hablando de su cuerpo, la joven poda imaginarlo fcilmente diciendo lo mismo a Deborah... quiz se lo haba dicho antes. Esa conciencia era tan eficaz como un chorro de agua helada, y la pasin desatada antes se disip como si nunca hubiera existido. Desalentada, trat de apartarse de l, y sinti con ms profundidad que nunca la humillacin de la desesperacin. Respondiendo al instinto, Dominic resisti los primeros intentos de Melissa, pero algo en la actitud de la joven, algo en el modo en que ella se debata, alcanz la conciencia de Dominic, y as, finalmente, de mala gana, la solt. Su propia pasin se atenu con el correr del tiempo, y con un desconcierto evidente en la voz pregunt: -Qu hay? Me deseabas... tan desesperadamente como yo a ti. Sin mirarlo, manteniendo desviada la cara mientras se alisaba el vestido, buscaba inquieta las palabras apropiadas. Por ejemplo, poda decir: "Desear no es suficiente. Quiero tu amor". En sus labios se dibuj una sonrisita amarga. Para Dominic era muy fcil contestar sencillamente: "Pero yo te amo!" Melissa no era tan ingenua que no supiera que los hombres decan muchas cosas cuando estaban acicateados por el deseo. Cmo poda creerle? Sobre todo porque despus de formular la pregunta seria muy evidente lo que ella deseaba escuchar. Pero tena que decir algo, y parte de la furia que haba experimentado antes retorn su conciencia cuando Melissa dijo sin rodeos: -Eres un amante muy experimentado. Estoy segura de que puedes lograr que la mayora de las mujeres te deseen... al menos durante un momento. -Ocultando su dolor y su amargura, Melissa concluy con frialdad:- Me temo que tu... bien, tu habilidad momentneamente super mis escrpulos.
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Pero no te preocupes por eso... no volver a suceder. Y silo que deseas es una mujer, estoy segura de que lady Bowden se sentir sumamente complacida atendiendo tus necesidades. -Melissa dirigi a Dominic una sonrisa de irritante indiferencia, y murmur:- Y ahora, creo que deberamos reunirnos con nuestros invitados, no te parece? Quiz Melissa se mostraba fra e indiferente, pero en su fuero ntimo era una hirviente masa de nervios, y su compostura no mejor en absoluto cuando advirti la mirada framente despectiva con que Dominic recorra su cuerpo delgado. El se preguntaba con custica angustia: Por qu? Por qu me hace esto? Clida y ansiosa en mis brazos un minuto, y al siguiente fra e insensible como una estatua de alabastro! Si, ella lo haba deseado, lo deseaba tan apasionada y desesperadamente como l la necesitaba, y sin embargo... Sin embargo, por sus propias razones ella finga que el ansia que senta cada uno por el otro no exista. Por qu? Pero incluso mientras estaba all, frente a ella, sintiendo que se acentuaban en su pecho la furia y el resentimiento, no pens ni por una vez que en el curso de todas sus relaciones l jams haba mencionado la palabra amor, y no haba dado a Melissa ningn indicio de que en los sentimientos que fluan tan intensos entre ellos pudiera haber algo ms profundo que el mero deseo de saciar las necesidades carnales del cuerpo. La mir con los ojos entrecerrados, y pens brutalmente que le agradara ensearle una leccin acerca de la estupidez de jugar un juego tan peligroso -atraerlo e incitarlo con ese cuerpo aquiescente y deleitoso, y despus negarle lo que le haba ofrecido apenas unos momentos antes. Proceda as en busca de un placer perverso? O era nada ms que mero y rencoroso capricho? El sonido de risas ahogadas se filtr a travs del clido aire nocturno, y como sabia que ella tena razn, y que en efecto haba invitados, l contuvo una maldicin y con un gesto colrico le ofreci el brazo. Con los ojos grises hostiles y despectivos, Dominic dijo burlonamente: -Por supuesto, seora, volvamos a nuestros invitados! Por lo menos all yo puedo pasarlo bien! Representaron muy bien sus papeles por el resto de la velada, y la mayora de los invitados no advirti nada parecido a tensin en sus anfitriones. Pero Leonie haba visto que algo no estaba del todo bien, y mientras ella y Morgan volvan lentamente a Oak Hollow en el pequeo carricoche que Josh les haba prestado, coment el caso. Con una expresin inquieta en los ojos verde mar dijo: -Morgan, qu sucede con Dominic? No lo comprendo. Tiene una esposa bella y joven, y sin embargo permiti que esa arpa de Deborah Bowden atrajese su atencin. -Frunci el entrecejo.-E incluso despus que me tom tanto trabajo para reunirlo con Melissa, algo estaba muy mal entre ellos mientras despedan a todos los invitados. Morgan ri por lo bajo. -Yo no me preocupara tanto, querida. Estoy seguro de que Dominic puede resolver sus propios problemas domsticos. -Con acento un tanto reflexivo, agreg:- Aunque yo no deseara estar ahora en sus zapatos. Tiene que recorrer un camino sembrado de espinas. -Por qu? -pregunt Leonie, con un gesto aun ms inquieto. Todo lo que tiene que hacer es mantenerse apartado de la arpa y comportarse como un marido honorable y afectuoso. -Desapareci el gesto de preocupacin, y la dama dirigi una amable sonrisa a su marido.- Cmo el mo! -Bien, el asunto es un poco ms complicado -respondi imprudentemente Morgan, con la atencin fija en el caballo, que avanzaba por el camino iluminado por la luz de la luna. -Qu? -pregunt Leonie, ahora ms interesada-. Y de qu se trata? Tiene algo que ver con esa reunin que ustedes dos mantuvieron con Jason la semana pasada en Oak Hollow? Formulando el deseo de que su esposa no fuese tan observadora, Morgan ahog un suspiro. El y Leonie no tenan secretos, y Morgan confiaba completamente en la capacidad
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de su mujer para mantener la boca cerrada, si era necesario; pero por razones que l no deseaba examinar muy de cerca, no le haba revelado el contenido de esa conversacin en Oak Hollow. Quiz tena la incmoda sospecha de que ella no vera las cosas del mismo modo que l y Jason; quiz saba que lo que haban pedido a Dominic era injusto. Morgan experiment una sbita sensacin de incomodidad y murmur: -Jason cree que Latimer, y para el caso tambin su hermana, quizs estn aqu por razones diferentes de las que ellos mismos formulan, y quiso que Royce y Dominic estuviesen aten-tos. -Y? -pregunt su esposa. Morgan se aclar nerviosamente la voz. -Y bien, Jason pens que poda ser buena idea, puesto que Dominic no aprecia en absoluto a Latimer, que Royce concentrase sus esfuerzos en Latimer y Dominic hiciera lo mismo con Deborah. -Qu? -grit Leonie, irguindose al lado de su marido. Con un resplandor peligroso en los ojos, pregunt en un tono de voz que oprimi el corazn de Morgan: -Quieres decir que permitiste que Jason Savage convenciera a Dominic de que prestase atencin a esa arpa e ignorase a su esposa? -No precisamente -replic irritado Morgan, cuyo temperamento tambin comenzaba a encenderse-. Nadie pide a Dominic que se acueste con esa mujer. Creemos que a nadie perjudicara que Dominic mantuviese una relacin cordial con ella. Deborah ha demostrado a todos con embarazosa claridad que alimentaba, bien... sentimientos intensos por Dominic, y no vimos razn que impidiera aprovechar esa disposicin. -Mon Dieu! -estall furiosa Leonie, la cara encendida con todo el desprecio que le inspiraba la idea-. No puedo creer lo que estoy oyendo! Estpido, es un recin casado! Cmo puedes pedirle que preste atencin a una mujer que no es su esposa! Y poco importa el motivo! -Maldito sea, Leonie! No estamos pidindole que duerma con esa condenada mujer... slo que mantenga una buena relacin con ella y abra los odos. -Y no los breeches? -pregunt secamente Leonie, en absoluto impresionada por los argumentos de su esposa-. Ah, bah! Es intil hablar contigo. Realmente, me irritas! Despus de todos estos aos en que quise y esper y anhel que Dominic se enamorase, y se casara, haces esto! T y Jason arruinarn su vida! No me extraa que la pobre Melissa parezca sentirse desgraciada! Morgan detuvo la marcha del caballo, sintiendo que su conciencia le remorda bastante, y mir hostil a su esposa. -No mencionars una palabra de todo esto. No la conozco mucho, pero Melissa quiz sea indiscreta, y hasta que sepamos si puede mantener la boca cerrada, no debe saber en qu est Dominic. -Ante el fro silencio de su esposa, agreg en un tono de voz ms conciliador:S que el momento no es el ms oportuno, pero es importante que nos enteremos de los planes de Latimer. Hay motivos que inducen a creer que es un espa ingls, y que las razones que lo mueven a estar aqu no corresponden a los mejores intereses de nuestro pas. Leonie no se dej conmover por estas palabras, y elev el mentn en actitud rebelde. -Estoy tan enojada contigo -murmur furiosa-. En realidad, estoy tan enojada contigo que no deseo siquiera continuar discutiendo este desagradable tema. En realidad... -Entrecerr los ojos, y Morgan hubiera debido ponerse en guardia, pero no lo hizo, y cuando ella se lament:- Oh, querido! Dej caer en el camino mi impertinente. Quieres ir a buscarlo? -Hubiera debido prestar atencin, y comprender que su tierna esposa tena malas intenciones. Maldiciendo por lo bajo, Morgan le entreg las riendas, descendi de un salto del carricoche y pas del lado opuesto. Buscando en el suelo, encontr el impertinente de Leonie y lo deposit en la mano de su esposa.
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-Aqu tiene, seora, su impertinente -rezong exasperado. Leonie sonri framente. -Gracias, monsieur, pero todava estoy enojada con usted, y no deseo continuar vindolo esta noche. Ante la mirada atnita de Morgan, golpe al caballo con las riendas y dej a su esposo de pie en medio del camino. Profiriendo sonoras maldiciones al aire nocturno, Morgan reneg larga y estrepitosamente, y se prometi que cuando pusiera las manos sobre su esposa... Como Leonie lo haba dejado a menos de cuatrocientos metros de la casa de Dominic, y Morgan tena inquieta conciencia del temperamento de su esposa, lleg a la conclusin de que era ms sensato buscar otro lugar para dormir esa noche. Profiriendo toda suerte de amenazas, comenz a desandar el camino por donde haba venido. El y Leonie se haban retirado despus que el resto, y Morgan se consol pensando que por lo menos no habra un pblico que contemplase su desdichado regreso. Lleg a la vista de la cabaa pocos minutos despus, y se sinti todava ms aliviado al descubrir que Dominic an no estaba acostado. Mientras ascenda los peldaos, vio a Dominic sentado en la galera, con un botelln de cristal con brandy al costado, y una copa medio llena en una mano y un cigarrito negro en la otra. En ese momento, Dominic tena escaso parecido con el anfitrin pulcramente ataviado de quien Morgan se haba despedido apenas unos minutos antes. Se haba quitado la corbata, la chaqueta tambin habla desaparecido, y la camisa blanca estaba abierta casi hasta la cintura. No demostr sorpresa ante la imprevista llegada de su hermano, y se limit a enarcar una ceja, sealando un silln prximo y diciendo burlonamente: -Leonie te expuls, verdad? Morgan sonri, en absoluto desconcertado. -S, eso hizo, pequeo demonio! Pero no puedo decir que la culpo, aunque pienso tomarme cabal venganza por lo que hizo. Sin ms trmites, Dominic llam a un criado, pidi otra copa, algunos cigarritos ms y orden que preparasen en su estudio una cama para su hermano. Pocos segundos ms tarde, Morgan se habla acomodado en un silln, y despus de quitarse la chaqueta y la corbata comenz a saborear la copa de brandy. Hubo unos pocos minutos de silencio mientras los dos hombres meditaban acerca de su situacin. No era agradable. Morgan podra haber sonredo y tomado a broma 511 discrepancia con Leonie, pero no lo complaca la perspectiva que le ofrecan los pocos das siguientes. Saba muy bien que Leonie no dejara quietas las cosas. No tema que dijera a Melissa lo que haba hablado con l, pero sin duda se entrometera... y le amagara la vida! En cuanto a Dominic, pensaba ofuscado que mientras no pudiese desprenderse de Deborah, no poda abrigar esperanzas de salvar la distancia cada vez ms grande que lo separaba de Melissa. Los dos hombres enfrentaban un futuro sombro, y casi simultneamente explotaron: -Maldito sea Jason Savage!
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Las palabras flotaron un segundo en el aire nocturno, y entonces, los dos hombres comprendieron que sus pensamientos haban seguido el mismo curso, y sbitamente se echaron a rer.
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Meneando la cabeza cubierta de cabellos negros, Morgan coment: -Las orejas de Jason seguramente le arden, y 'lO veo el momento de que Leonie diga a Catherine todo lo que sucedi. Y entonces l ser el desterrado! Restablecido el buen humor, bebieron el brandy en relativa calma, hasta que Dominic comenz a explicar a Morgan lo que haba sabido por Deborah esa noche. Morgan escuch atentamente, y silb por lo bajo cuando se mencion el nombre de Roxbury. -El viejo zorro! -dijo en parte admirativamente, y en parte con desagrado-. Nunca haba contemplado la posibilidad de que su mano delicada interviniese en este asunto, pero la informacin no me sorprende, y dudo que Jason se asombre cuando se entere de que su maoso y viejo to est detrs del viaje de Latimer a Estados Unidos. Con una expresin reflexiva en la cara, agreg:- Sin embargo, me sorprende un poco que Roxbury haya elegido a un canalla como Latimer... Generalmente sus instrumentos son hombres de carcter. Dominic sonri. -Cmo t y Jason? Morgan sonri amablemente. -Eso mismo -dijo. Continuaron varios minutos analizando el asunto, pero al fin, despus de agotar el tema, y como ninguno se senta especialmente jovial, fueron a sus lechos solitarios, cada uno deseando estar en otro lugar -para ser exactos, entre los brazos clidos y acogedores de la esposa. Si Melissa consider extrao recibir por la maana el saludo de su cuado, pese a que recordaba claramente que se haba despedido de Morgan y Leonie, y que los haba visto desaparecer juntos por el sendero, no ofreci indicios en ese sentido. Sonri cortsmente e hizo todas las cosas que se esperan de una buena anfitriona. Con respecto a su marido... bien, lo trat en el mismo estilo impersonal. Y nadie, y Morgan menos que nadie, se sorprendi en absoluto cuando Leonie, con una sonrisa medio desafiante medio arrepentida, en sus labios, lleg en su carricoche precisamente cuando estaban terminando de desayunar, y saboreaban una taza de caf negro en la galera. La dama permiti graciosamente que su esposo la ayudase a descender del vehculo, y murmur con voz despreocupada: -Oh, bien, estn todos despiertos. No deseaba llegar demasiado temprano y despertar a la gente de la casa. Leonie dirigi una mirada nerviosa a su esposo, y descubri una sonrisa inocua que, despus de aos de matrimonio, ella saba que prometa represalias por la travesura de anoche. Por fin, se sent en un silln al lado de Melissa. Inclinndose, palme la mano de Melissa y pregunt jovialmente: -Y cmo ests esta maana, querida? Fatigada despus de tu primera reunin? Las dos mujeres no hicieron caso de los caballeros, y dedicaron la media hora siguiente a un anlisis minucioso de la cena ofrecida la vspera. Consciente de que su esposa an lo miraba con malos ojos, pero ya fatigado de sus estupideces, Morgan de pronto dijo: -Leonie, estoy seguro de que t y Melissa dispondrn de otras ocasiones para discutir ese tema tan interesante, pero por mi parte quisiera marcharme. -Le dirigi una mirada que no daba lugar a rplica, y explic:- Como puedes ver, todava tengo las ropas que us anoche, y antes de que pase mucho tiempo deseara ponerme otra cosa. Un tanto contrita, Leonie se sent al lado de su marido, y ambos se despidieron nuevamente de Dominic y Melissa. Viajaron en silencio varios minutos hasta que Leonie dijo con voz nerviosa: -Ests muy enojado conmigo? -Deberla estarlo? -pregunt Morgan. Leonie reflexion un momento.
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-Probablemente -reconoci al fin-. Pero debes aceptar que yo tena motivos. Lo que t y Jason estn haciendo con el matrimonio de Dominic es muy censurable. -De nuevo irritada, cruz los brazos sobre el pecho y murmur:- Y tampoco lamento lo que hice! No importa cul sea tu respuesta! Morgan detuvo el caballo y se volvi para mirar a su esposa. Al ver la expresin levemente aprensiva que se dibuj en la cara de Leonie incluso al elevar desafiante el mentn, Morgan se ech a rer. -Debera castigarte, pequea bruja! Pero como te adoro y no quiero tocarte ni uno de los cabellos que tienes en la cabeza, me imagino que tendr que limitarme a matarte de amor. Con los ojos verde mar ensombrecidos sbitamente por la emocin, Leonie ech los brazos al cuello de Morgan y lo bes sonoramente. -Oh, Morgan, mon amour , me sent tan sola sin ti anoche... Estuve a un paso de venir a buscarte. Sonriendo, con un brazo rodeando la cintura de su esposa, el mentn apoyado en los rizos color miel de Leonie, Morgan castig al caballo con las riendas. Retornaron muy lentamente a Oak Hollow. Si Morgan y Leonie haban resuelto sus diferencias, no poda decirse lo mismo de Dominic y Melissa. Y a medida que avanz el da y Melissa continu tratndolo con la fra cortesa de una anfitriona a quien de pronto se pide que atienda a un invitado no muy grato, la irritacin de Dominic se acentu. No mejor su estado mental el hecho de que ese da Melissa exhibiese una apariencia especialmente deslumbrante. Tena las mejillas levemente sonrojadas y los ojos muy luminosos, y el vestido que ella haba decidido usar era precisamente, de todos los vestidos que l le haba comprado, el que le agradaba ms. Era un frvolo modelo de seda verde manzana adornado lujosamente con encajes y volados, y a pesar de que ella estaba tratndolo injustamente, Dominic no poda dejar de admirar su apariencia. Tampoco le pasaban inadvertidos los rubios cabellos que caan en rizos sobre los hombros, con algunos mechones que rozaban las mejillas de la joven y le acariciaban el cuello... precisamente en los lugares donde a l le habra agradado apoyar los labios. Irritado con la lnea de sus propios pensamientos, Dominic se impuso pensar detenidamente en la injusta conducta de Melissa con l. Melissa ni siquiera estaba dispuesta a escucharlo -en el supuesto de que l hubiese podido explicarle las cosas. Ese era un aspecto que l y Morgan haban abordado la noche anterior, para llegar a la conclusin de que cuanto menos hablasen tanto mejor. Morgan haba destacado con mucha indignacin la reaccin de Leonie frente a la explicacin que l le haba ofrecido- y llevaban casi diez aos de casados! La capacidad o la incapacidad de Melissa para mantener cerrada la boca era tambin una incgnita que deba ser contemplada, y si bien no crea que ella fuera una mujer charlatana, en todo caso no podan correr riesgos. En general, Dominic estaba completamente disgustado con la situacin, y la perspectiva de formar con Melissa un matrimonio aunque fuese remotamente normal, se desdibujaba a medida que pasaban las horas. Que deseaba un matrimonio normal era una verdadera concesin de su parte. Lo que no deseaba no era sencillamente la normalidad de compartir el lecho de su esposa; con desaliento y horror cada vez ms intensos, tema seriamente que l llegara a desear ni ms ni menos que lo que tena su hermano Morgan -un matrimonio signado por el amor y la confianza. Despus de la partida de Morgan y Leonie, Dominic haba observado malhumorado a Melissa, que se mova de un lado al otro de la casa, como si de pronto hubiese sufrido un ataque de celo domstico. Ella y la seora Meeks dedicaron muchsimo tiempo a comentar y criticar el trabajo de las nuevas criadas, y a comprobar que todos los signos de las
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festividades de la noche anterior desaparecieran, y la casa retornase a una condicin ms normal. Ocuparse de que la casa y los terrenos estuviesen inmaculados pareca absorber el inters total de Melissa, y Dominic consider distradamente la posibilidad de distribuir por all una carga de estircol de caballo, nada ms que para atraer la atencin de su esposa. Pero pronto renunci a esos pensamientos mezquinos, y se entretuvo sencillamente mirando a su esposa, y derivando un placer sardnico cuando ella perciba la mirada fija de su esposo y perda el hilo de su conversacin con la seora Meeks. Vio interesado cmo el sonrojo en las mejillas de Melissa se acentuaba y descenda por el cuello y el pecho, y descubri que estaba preguntndose hasta dnde llegaba la mancha escarlata... hasta los pechos? La piel blanqusima haba cobrado un tono suavemente sonrosado? Tambin se oscureca el color de los pezones dulces como fresas? Una sonrisa definitivamente sensual se dibuj en su boca expresiva, y esta vez, cuando sus pensamientos se internaron en territorios prohibidos, Dominic nada hizo para detenerlos. Melissa poda parecer indiferente a la presencia de Dominic, pero sa no era la verdad. Adverta inquieta que tena una insoportable conciencia de que all estaba ese cuerpo alto y delgado descansando tan lnguidamente en uno de los sillones del saln. Hoy, l estaba vestido con cierta atractiva informalidad, con la camisa blanca parcialmente abierta, los viejos breeches adaptados soberbiamente a las piernas largas. Los cabellos negros estaban peinados con descuido, con algunos rizos rebeldes casi sobre el cuello de la camisa abierta; y Melissa tena la inquietante percepcin de que jams haba visto un hombre que fuese ni siquiera la mitad de apuesto y atractivo que ese despreciable marido. Como lleg a la conclusin de que poda concentrar mejor la atencin sin la presencia turbadora de Dominic, propuso a la seora Meeks que pasaran a la sala del desayuno a continuar la absorbente discusin acerca de la conveniencia de aplicar otra capa de cera a la balaustrada de la escalera que llevaba al piso alto, o si les convena esperar una semana o dos. Por cierta razn misteriosa, Dominic las sigui, y Melissa no pudo apartarlo de su mente; l se apoy como al descuido en el marco de la puerta, al parecer vidamente interesado en la conversacin de las dos mujeres. Y as sucedi el da entero, y poco importaba que ella intentase ignorarlo o alejarse de l, siempre estaba all observndola, escuchndola, provocando sus nervios hora tras hora. Y si ella hubiese conocido las imgenes erticas que se sucedan en el cerebro de Dominic, su nerviosismo se habra duplicado. Tampoco import que, a medida que avanzara el da, Dominic comenzara a consumir gran cantidad del excelente brandy francs, de modo que hacia el anochecer sus frases llegaron a ser ligeramente tartajosas. Mientras lo miraba con disimulo durante la cena en el agradable comedor que estaba al fondo de la casa, Melissa pens asombrada que en verdad pareca un hombre absolutamente sobrio; slo la leve turbacin del habla y el modo extraordinariamente preciso de moverse sugera que estaba un poco ms que ligeramente alcoholizado. La comida fue tranquila, y los nicos sonidos eran el de la platera al chocar con la porcelana, y el dbil tintineo del cristal cuando Dominic volva a llenar de tanto en tanto su copa de brandy. De pronto las miradas de los dos se encontraron, y sonriendo burlonamente Dominic pregunt: -Quieres acompaarme a beber? Dicen que el brandy es un excelente somnfero. Melissa dirigi una mirada altiva al lugar que l ocupaba en el extremo opuesto de la mesa, la silla un poco desviada, las piernas largas extendidas frente a l. -Creo -dijo secamente- que podras comprobar que una conciencia tranquila es un calmante mucho ms eficaz. -Una conciencia tranquila? -rezong Dominic, los ojos grises resplandeciendo intensamente en la cara morena-. Y bien, por qu crees que yo tengo una conciencia
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culpable? ltimamente nada hice que me avergonzara. Ms an, creo que la mayora de la gente dira que me he comportado muy noblemente, en vista de las circunstancias. -Torci la boca.- Es definitiva, me cas contigo. Completamente enfurecida, Melissa se puso de pie de un salto, y arrojando la servilleta de hilo blanco rode la mesa. -Bien, muchsimas gracias! -dijo colrica, detenindose frente a l, el pecho agitado a causa de la intensidad de su clera-. Lstima que tu nobleza no durase ms que el tiempo que necesitaste para pronunciar tus votos! Fascinado por el movimiento del busto de Melissa, Dominic no poda apartar los ojos de la piel suave tan tentadoramente prxima, y sin conciencia de lo que haca extendi las manos y la sujet entre sus brazos y la deposit sobre sus rodillas. Hundi ciegamente la cara entre los pechos suavemente perfumados, y su boca busc ardiente la carne propicia. -Lissa, lo que t deseas es un marido noble? Un hombre noble, colmado de buenos pensamientos y obras virtuosas? -murmur con voz espesa. Alz la cabeza, mir la expresin desconcertada de Lissa y entonces, aprovechando el momentneo asombro de su esposa, la movi apenas de modo que quedase encerrada en sus brazos, la cabeza casi apoyada en el hombro de Dominic, las piernas colgando a escasa altura del piso. Con su boca a pocos centmetros de la boca de Melissa, le pregunt roncamente-: Si yo intentara realizar cosas meritorias por ti... eso ablandara tu fro corazn? Las obras buenas seran la llave que liberarla esa salvaje pasin que compartimos en nuestra noche de bodas? As seria posible? Jadeante, la piel excitada por el contacto de la boca de Dominic, el cuerpo muy atento a la calidez y la dureza del hombre tan prximo a ella, Melissa no supo qu decir. El instinto la impela a abrazarlo, a rodearle el cuello con los brazos, a besar hambrienta esos labios firmes y placenteros tan cerca de los suyos, pero el recuerdo de la sonrisa satisfecha de Deborah la noche anterior se insinu perverso en su cerebro, y con un movimiento violento se liber de su esposo y salt al piso. Las lgrimas contenidas resplandecieron en sus ojos dorados, y ms con tristeza que con rabia, exclam: -Basta! No juegues as conmigo! No lo soporto! Y dicho esto huy de la habitacin, y sus faldas de seda flotaban detrs de su paso. Con una expresin absolutamente estupefacta, Dominic mir en la direccin en que ella haba desaparecido. Que jugaba con ella? Esta mujer estaba loca! Se habla dedicado a trastornar y conmover el mundo de Dominic; respondiendo al fro clculo lo haba llevado al matrimonio; se haba apoderado de su pobre e incauto corazn y se lo haba arrancado del pecho, para despus pisotearlo cruelmente... y se atreva a acusarlo de jugar con ella! Estuvo sentado un rato en caviloso silencio, alimentando sus agravios, casi sin advertir la aparicin del mayordomo en la habitacin, hasta que el caballero tosi delicadamente y pregunt: -Puedo retirar el servicio, seor? Dominic mir distradamente al hombre. -Por supuesto -replic despus de unos instantes, y se puso de pie. El efecto de todo el brandy que haba estado bebiendo se manifest ahora, y sintindose un poco aturdido Dominic agreg: Enve a la galera un jarro grande de caf. Creo que me sentar all un rato antes de acostarme. Varias tazas de caf fuerte y unas pocas horas despus, Dominic haba recuperado un poco el control de s mismo, aunque en el cerebro todava haba suficiente caudal de vapores alcohlicos, de modo que sus pensamientos no eran precisamente racionales. A decir verdad, eran completamente irracionales, y el implacable deseo de demostrar a su esposa que l no estaba jugando con ella era el factor que prevaleca en sus sentidos. El no haba sido quien la desterrara del dormitorio; l no haba sido quien haba interrumpido la vspera un promisorio abrazo, y quien haba exhibido un cuerpo casi irresistible frente a su cnyuge!
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Oh, no, l no era quien se adelantaba con tanta seduccin y despus, a ltimo momento, se retiraba. Y por Dios, l no estaba dispuesto a soportar ms tiempo la situacin! Con un gesto obstinado en la cara, entr y subi la escalera dos peldaos por vez. En su dormitorio, se desvisti, y ms por costumbre que por otra cosa se lav deprisa con el agua tibia que esperaba en la palangana. Vacil apenas un instante frente a la puerta que comunicaba los dormitorios, y la escasa luz que se filtraba bajo la puerta le indic que Melissa an no se haba acostado. Se pregunt si ella estaba all, esperndolo. O pensaba en otro hombre? Quiz en Latimer? Moviendo irritado la cabeza de cabellos negros, desech intencionadamente esa ingrata imagen. No contemplara la posibilidad de que su esposa deseaba realmente a otro hombre -l no deseaba a otra mujer, y por lo tanto, cmo era posible que ella hubiese puesto los ojos en otro varn? Que su lgica era defectuosa fue algo que no concibi, y tampoco imagin siquiera que en vista de la situacin que haba entre ellos, no era probable que su esposa reaccionara favorablemente al verlo aparecer en su cuarto. Pero nada de todo eso lo molest. En el breve lapso en que l y Melissa haban estado casados, l no haba hecho otra cosa que devanarse los sesos tratando de comprender lo que haba sucedido entre los dos, desconcertado por la incomprensible decisin de Melissa de negar a ambos los placeres del lecho conyugal. Pero eso no poda continuar. Las razones que l tena para hacer lo que se propona hacer ni siquiera le parecan muy claras. No era slo la necesidad de aliviar la hambrienta pasin que la mera presencia de Melissa despertaba en l; era algo mucho ms profundo, ms elemental. Quiz tena algo que ver con el modo en que Latimer la haba mirado la noche precedente, el modo en que ella haba parecido responder a la atencin del otro hombre. O tal vez se relacionaba con la necesidad de demostrar a Melissa con su cuerpo lo que Dominic an no haba reconocido por completo ante s mismo:-que la amaba y la deseaba de todos los modos que un hombre desea a la mujer amada. Quizs en su confuso pensamiento quera demostrarle que al hacerle el amor, no existan otras mujeres que le interesaban; que si bien l poda aparentar que cortejaba y alentaba a otra mujer, ella era la mujer en cuyos brazos l deseaba estar; y eran los besos de Melissa lo que l deseaba, y su cuerpo lo que l ansiaba. Slo el de Melissa. Y finalmente, quiz quera demostrar de una vez para siempre que cuando ella rechazaba los avances de Dominic, cuando esquivaba el contacto con l, estaba mintiendo... No se atrevi a pensar en lo que poda suceder si se equivocaba, si todo ese dulce fuego y ese deseo no eran realmente para l. E impulsado ahora por los dictados de su propio cuerpo tanto como por los demonios de su cerebro, abri la puerta y todo el esplendor de su desnudez entr en la habitacin de Melissa. El cuarto estaba iluminado por el resplandor suave de las velas, y con un movimiento decidido Dominic avanz hacia la cama de Melissa, y apart las cortinas de gasa que envolvan la ancha cama. Sumida en sus tristes cavilaciones, Melissa no haba odo el ruido de la puerta al abrirse o la aproximacin de Dominic, y el sbito movimiento de las cortinas de la cama la sobresalt. Con los ojos bien abiertos lo mir fijo, y entonces, el hecho de que estaba completamente desnudo penetr en su conciencia, y ella sinti que se le cortaba el aliento. Dominic tena un aspecto grandioso all, de pie, frente a ella, al parecer en absoluto conturbado por su propia desnudez, los ojos grises fijos y hambrientos en la piel suave que se elevaba y descenda con el cuerpo bajo la prenda muy tenue que Melissa se haba puesto para dormir. Era un camisn de seda tejida, de color marfil y con abundantes adornos de fino encaje; era al mismo tiempo provocativo y modesto, y el material casi traslcido revelaba tanto como ocultaba, y las mangas llenas y el cuello suavemente redondeado le conferan una apariencia virginal.
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Melissa estaba sentada sobre el cubrecama color lavanda, la espalda apoyada en una pila de blandas almohadas, y Dominic pens que nunca haba visto nada ms hermoso que su esposa sentada all, las piernas recogidas bajo el cuerpo, los cabellos abundantes descendiendo como una cascada sobre los hombros, la boca entreabierta por la sorpresa. Incapaz de evitarlo, se inclin y acerc su boca a los labios entreabiertos de Melissa, y deposit en ellos un beso suavemente dulce. Con el corazn latindole con fuerza en el pecho, Melissa no supo si se senta complacida o desagradada, cuando l alz la cabeza, un segundo despus. Tratando desesperadamente de calmar la salvaje excitacin que le herva en sus venas, Melissa mantuvo apartada la mirada del cuerpo desnudo de Dominic y pregunt sin aliento: -Qu haces aqu? Era una pregunta estpida, y ambos lo saban. Melissa sinti deseos de morderse la lengua cuando vio la sonrisita burlona que juguete en la comisura de los labios de Dominic. Mirando a cualquier sitio menos a l, Melissa murmur tontamente: -No es... no est bien caminar por ah desnudo. -Mi cuerpo te desagrada? -pregunt Dominic. -Oh, no! Me parece maravilloso! -se apresur a decir Melissa; y despus, al comprender lo que haba reconocido, apret los labios, y un encantador sonrojo le ti las mejillas. Dominic sonri con la comprensible satisfaccin del hombre que sabe que su mujer aprecia los atributos fsicos que l posee. Su mirada se desliz posesiva sobre las suaves curvas del cuerpo femenino, y murmur: -Y yo digo que el tuyo es absolutamente delicioso! Durante un momento los ojos de Melissa se clavaron en los de Dominic, y ella intent medir la sinceridad de las palabras que su esposo haba pronunciado. La calidez de los ojos grises aceler el pulso de Melissa, pero despus, al recordar que l era un mujeriego veterano, Melissa dijo con voz sorda: -El mo y el de otra mujer cualquiera que atraiga tu atencin! Las manos de Dominic se cerraron brutalmente sobre los brazos de Melissa, y l la oblig a acercarse con escasa suavidad. -No -dijo con voz dura-. Solamente t. -Su boca descendi y aferr a la de Melissa en un beso imperioso, y una mano de Dominic se desliz tras la cabeza de Melissa para retenerla, mientras l exploraba la boca femenina con frentico placer.- Slo t -murmur finalmente, cuando apart sus labios de ella. Deseosa de creerle, tan fatigada de luchar contra l como contra los reclamos inexorables de su propio cuerpo, Melissa no intent escapar de las manos de Dominic. Murmur con tristeza para si misma: Realmente importaba que l no la amase? Ya una vez lo haba desterrado absurdamente de su cama, y despus esa actitud le haba pesado mucho; entonces, por qu no poda tomar lo que l le ofreca? Lo deseaba. Era su esposo. Lo amaba; por qu no poda aceptar esa segunda oportunidad? Ella no era la nica que recordaba la noche en que lo haba exiliado de su cuarto. Con los ojos ensombrecidos, Dominic de pronto la alz en sus brazos. -Esta noche -gru por lo bajo- compartirs mi cama, dulce bruja, y dudo de que ni siquiera t tengas la audacia de expulsarme de mi propio lecho. Por el momento, Melissa haba desechado todas las razones que antes la inducan a desconfiar de l, y generosa en su derrota alz los brazos y atrajo hacia ella la cabeza de cabellos negros. Deslizando sus labios con exquisita ternura sobre los labios sorprendidos de Dominic, murmur: -Pero, por qu debera expulsarte? All es donde ambos deseamos estar. Dominic se sinti tan asombrado por esa imprevista capitulacin que nunca record cmo se haba apartado del lecho de Melissa, e ingresado en su propio cuarto, y ni siquiera record haberla depositado sobre la enorme cama de caoba; y slo cuando vio el
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sorprendente contraste del camisn color marfil sobre el fondo azul de su propio cubrecama de terciopelo, comprendi dnde estaba exactamente. Y a esa altura de las cosas a decir verdad no importaba cul era precisamente el lugar... Gimiendo de placer, la bes apasionadamente, y toda el ansia y todo el deseo de los ltimos das se desencadenaron de pronto en su interior. Melissa retribuy sus besos con idntico fervor, y su lengua busc desvergonzadamente la de Dominic, enroscndose y provocndolo, y casi enloquecindolo de ansia. Para l era una felicidad tenerla de nuevo en sus brazos, sentir otra vez la calidez de su cuerpo presionando el suyo, percibir las largas piernas de Melissa entrelazadas alrededor del cuerpo masculino uno acostado al lado del otro, las manos de cada uno explorando febrilmente el cuerpo del otro. La suavidad de la prenda de fina seda roz erticamente la carne desnuda de Dominic, pero l no pudo soportar ni siquiera esa frgil barrera entre ellos, y casi salvajemente la arranc del cuerpo de Melissa, y suspir complacido cuando sus dedos inquietos encontraron la piel desnuda. Haba deseado mostrarse gentil con ella, hacerle el amor lenta y tiernamente, pero no pudo; todas las noches de privacin, todas las horas insomnes que l haba pasado rememorando la noche de bodas, se haban convertido en su fuero ntimo en una necesidad apasionada que casi lo sorprenda con su propia intensidad. Dejando una huella de speros besos, su boca se desliz lentamente por el cuello de Melissa, y su lengua y los dientes mordieron y saborearon suavemente, mientras las manos de Dominic se posaban hambrientas en los pechos de su esposa. Hundiendo la boca en el cuello de Melissa, donde el pulso lata frentico, l murmur: -Te extra tanto... durante das enteros pens nicamente en esto, y me preguntaba si haba imaginado que tu carne era tan suave, que tu boca era tan dulce, y con cunta facilidad me enciendo cuando ests conmigo... Las noches de privacin tambin se haban cobrado su precio en Melissa, y aunque los deseos incontrolables que impulsaban a Dominic eran nuevos para ella, no por eso eran menos intensos. Casi haba perdido los reflejos a causa del deseo, de la fiera pasin que slo Dominic excitaba en ella, y que desplazaba todo excepto la alegra de estar en sus brazos, de conocer nuevamente la maravilla de sus besos, de perderse otra vez en la magia que Dominic entreteja con tanta habilidad, sin esfuerzo, alrededor de los dos. Las palabras de Dominic eran erticas, y el ansia desnuda que se manifestaba en su voz excitaba tanto como el contacto de sus manos, y sus brazos la sujetaban por los hombros, obligndola a acercar ms la cabeza. Con los labios que acariciaban suavemente los cabellos oscuros de Dominic, ella admiti tmidamente: -Yo tambin... yo tambin te extra. Yo... nunca quise expulsarte... Haba muchas cosas desconocidas entre ellos, pero aun as esa confesin era lo que ms se pareca a una disculpa por lo que Melissa haba hecho la noche de bodas, era lo que ms se acercaba al reconocimiento de que lo amaba. -Dios mo! -gimi Dominic contra la garganta de Melissa-. Qu har contigo? Has trastornado mi mundo, y en el mismo instante en que me convenzo de que eres una estatua sin corazn, dices algo que modifica completamente la idea que tengo de ti. -Con la cabeza an inclinada, entre besos breves pero intensos, l pregunt con una extraa nota de ardor en su voz:- Realmente me extraaste? Realmente deseaste que volviese a tu lecho? Era una conversacin muy promisoria. Por desgracia, como los dedos de Dominic acariciaban insistentes los pezones despiertos, y su boca ascenda lentamente, Melissa no poda pensar con claridad. Slo poda sentir, sentir el dolor tenaz que se difunda por todo su cuerpo, su piel que reaccionaba siempre que Dominic la tocaba, y ahora gimi impotente: -Oh, s! Nunca quise que te apartases de m! Esa confesin pareci quebrar el ltimo atisbo de control en Dominic, y l apret con los suyos los labios de Melissa, y la bes fiera, casi salvajemente, y sus manos se deslizaron sobre el cuerpo esbelto para encerrarlo en un abrazo poderoso. Con un ansia que pareca
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infinita, la bes, y su lengua llen la boca de Melissa, y explor con descriptiva minuciosidad la dulzura que all encontraba. Aplastada contra el cuerpo de Dominic, sus pechos casi lisos contra el pecho duro del hombre, su boca aceptando ardientemente esa hambrienta invasin, Melissa se regode en la conciencia de que, por lo menos esa noche, lo que l deseaba era su cuerpo de mujer, y lo que l exiga eran sus besos. Abrazndolo con fuerza, su cuerpo clido movindose con delatora urgencia contra el de Dominic, dese que l la poseyera con todas las fibras de su ser. El suave impulso del cuerpo de Melissa contra el de Dominic era una tortura exquisita, y l tuvo una conciencia casi dolorosa de todo lo que haba en ella, desde la dulce calidez de su boca a los movimientos provocativos de sus caderas y sus piernas, cuando ella buscaba una intimidad ms prxima. Un gemido de placer francamente carnal brot de la garganta de Dominic cuando tom las esbeltas caderas de Melissa con las manos y las sostuvo firmemente contra su miembro inflamado y dolorido, y sus propias caderas se movieron en un ritmo sensualmente perezoso que aport a ambos un atisbo del xtasis que llegara despus. Melissa se retorci en el abrazo de Dominic, y experiment el deseo frentico de que l la tomara, y el mismo frenes de tocarlo, de acariciarlo, de que l supiese con cunta intensidad la afectaba, y cun conmovedor era su modo de hacer el amor. Todo el cuerpo de Melissa pareca fuego, y tena los pechos llenos y doloridos, y senta la boca de Dominic sobre ellos, de modo que los pezones se endurecan y pulsaban, y ella respiraba con breves y suaves jadeos cuando la cabeza de Dominic descenda y comenzaba a deslizarse con los labios entreabiertos sobre el pecho de su mujer. Aturdida, ella arque y elev el cuerpo, ofrecindose a Dominic, y suspir dulcemente cuando al fin los labios del hombre se cerraron sobre un pezn de coral, y un spero placer le recorri el cuerpo mientras l sorba hambriento la punta rgida. Acentuando la dulce sensacin, los dientes de Dominic frotaron suavemente el pezn sensible, primero de un pecho y despus del otro, en un gesto que difundi turbulentas olas de placer por todo el cuerpo de Melissa. Dominic haba aflojado la presin de sus manos sobre las caderas de Melissa, y ahora con los brazos libres, ella comenz a acariciarlo, y sus manos se movieron en crculos cada vez ms amplios descendiendo por la espalda hasta que lleg a las nalgas musculosas. Casi inquisitiva, ella pas las manos sobre la piel suave, presionando y explorando la tibia firmeza. Las tiernas caricias de Melissa determinaron que Dominic comprendiese mejor que nunca que el ms ligero toque de su esposa lo seduca, y su virilidad que ya estaba dolorosamente erecta se inflam hasta alcanzar proporciones impresionantes, mientras los dedos inquietos de Melissa pasaban lnguidamente de las nalgas de Dominic a su columna vertebral y al pecho. Cuando las manos de Melissa finalmente encontraron los pequeos y duros pezones de Dominic, l no pudo contener un gemido excitado, y los movimientos de Melissa copiaron los de su esposo, y sus dedos suaves acariciaron y tironearon tiernamente las nalgas muy sensibles. Ciegamente, l encerr en los suyos los labios de Melissa, besndola premiosamente, y revelando as la profundidad de su propia excitacin. Ahora, su lengua se hundi ardiente en la boca acogedora de Melissa. Loco de pasin, l desliz los dedos sobre el vientre liso de su esposa, se detuvieron durante un momento, juguetones, en la maraa de suaves y densos rizos entre las piernas, antes de alcanzar el lugar que buscaba. La intimidad entre ellos era todava demasiado frgil, demasiado desconcertante y nueva, y por eso Melissa reaccion ante esa exploracin, e instintivamente endureci el cuerpo. Era casi como si temiese el placer que saba que l poda darle, y ella cerr los
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muslos para oponerse a esa mano. Su gesto no pareci perturbar a Dominic; en todo caso, lo consider extraamente emocionante. Con sus labios contra los de Melissa, orden con voz ronca: -No. Abre tus piernas, permite que te complazca... permite que ambos gocemos. La sangre latiendo turbulenta en su cerebro, el cuerpo consumido por la fiebre del deseo, sin decir palabra ella obedeci, y los muslos plidos se separaron flojamente. Un ahogado suspiro de satisfaccin brot de Dominic, y sus dedos buscaron sabiamente la entrada del cuerpo de Melissa, y el placer que ella sinti form una salvaje espiral en todas sus fibras. La acarici, suavemente al principio, creando poco a poco la hambrienta necesidad en el cuerpo de Melissa, y despus, cuando ella comenz a agitar-se cada vez con ms violencia, elevando las caderas para salir al encuentro de los dedos que la torturaban, los movimientos de Dominic fueron menos controlados, ms urgentes, y ella se estremeci en la proximidad del xtasis. Agobiada por la apremiante necesidad de conseguir que l le diese la liberacin que Melissa buscaba desesperada, se retorci con abandono carnal bajo el contacto de Dominic, y ella hundi los dedos en los hombros de su esposo. -Oh, por favor! -jade-. Por favor, tmame, quiero sentirte dentro de m. Te necesito... te necesito... Temblando por la fuerza del deseo poderoso que flua en sus venas, el rostro duro y fijo por una pasin contenida demasiado tiempo, Dominic dio a ambos lo que ansiaban, y su miembro inflamado la penetr en un movimiento casi frentico. Los cuerpos unidos, yacieron en una extraa parlisis, mirndose el uno al otro, saboreando las deliciosas sensaciones que a ambos los recorran. Todava sin moverse, el cuerpo del hombre sostenido de modo que no pesara demasiado sobre ella, Dominic la bes lentamente, con profunda ternura, y despus, rtmicamente comenz a moverse en el interior de Melissa, acentuando el filoso dardo de la pasin que les atravesaba el cuerpo. Como deseaba desesperadamente prolongar la dulzura de la unin, Dominic intent con frenes rechazar los reclamos de su cuerpo, y sus rasgos estaban deformados por el esfuerzo que haca para retrasar la culminacin definitiva del placer. Abrazada al cuerpo del hombre, la lengua que exploraba hambrienta la boca de Dominic, Melissa percibi que l se contena, alcanz a or su respiracin jadeante, y eso acentu su propia excitacin, y ella elev las caderas para salir al encuentro del impulso de penetracin que l manifestaba. Lo sinti enorme cuando entr en ella, y sinti un orgullo de amante ante las proporciones y la fuerza de Dominic, y entonces Melissa puso las manos sobre las nalgas de Dominic, y aferr la carne firme y lo incit todava ms. Con cada movimiento que l haca, penetrando ms profundamente en ella, el dolor fiero y exigente que fulguraba en las entraas de Melissa era cada vez ms intenso, ms codicioso, hasta que ella se retorci desenfrenadamente debajo de Dominic, mezclando blandos gemidos de placer y seduccin mientras sus propios movimientos enloquecidos de pasin acercaban a ambos a la ansiada culminacin del goce. Esta exquisita tortura no poda durar, y de pronto, como la avalancha de un ro que desborda, el xtasis impregn el cuerpo tenso de Melissa, y ella grit ante la alegra que en ese momento estaba sintiendo. Ese grito destruy el escaso control que l todava conservaba, y gimiendo con su propio placer, Dominic se estremeci cuando su cuerpo se vio sacudido por el fiero impulso de su propia vibracin. La pasin se atenu lentamente, y cada uno an se aferr con fuerza al otro, mientras una lnguida satisfaccin remplazaba a las fuerzas elementales que apenas un momento antes los haban empujado implacablemente. Durante largo rato permanecieron unidos, y ninguno de los dos deseaba quebrar el contacto ntimo, ninguno deseaba afrontar las dificultades que an los esperaban. Aunque el deseo estaba saciado, persista cierta necesidad de tocar y acariciar. Perezosamente, Dominic
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la bes, y de pronto sinti cierta desmesurada gratitud por lo que el destino haba aportado a su vida. Y cuando ella quiso moverse, y apartar el peso de Dominic, l le sostuvo los brazos sobre la cabeza, y acaricindole el cuello murmur: -No. Te deseo otra vez. No sientes mis movimientos en tu interior, no sientes cmo respondo a tu sedosa calidez? Con vibrante conciencia del cuerpo masculino que se endureca, Melissa sonri lnguidamente, con sus dos pezones estremecindose, y su cuerpo brotando de nuevo a la vida. Los ojos iluminados por la picarda y la pasin que se renovaba, murmur: -Quieres decir que no me echars de tu cama? Ya medio perdido en la conflagracin que incendiaba todo su cuerpo, Dominic penetr posesivamente en ella y exclam con voz sorda:- Dios mo! Nunca!
22
El sol ya estaba alto en el cielo cuando Melissa despert a la maana siguiente, y al mirar desconcertada los detalles de su dormitorio, se pregunt deprimida si haba imaginado los episodios de la noche anterior, si sus frvidos anhelos haban asumido la forma de un sueo especialmente vvido. Desesperada, hundi la cabeza en la almohada y en ese instante tom conciencia de algunos aspectos de fundamental inters: estaba completamente desnuda, y de pronto percibi avergonzada cierta sensibilidad entre las piernas, y un leve dolor en los pechos que no poda ser el resultado de un mero sueo -por real que pudiera haber parecido! En su cara se dibuj una sonrisa lenta y exttica cuando Melissa se volvi y se estir como un gato bien alimentado. Por las razones que fuera, Dominic se haba acercado a ella anoche, y durante las horas siguientes haba demostrado con absoluta claridad que era un hombre de sorprendente apetito sensual. Adems, durante esas horas largas y excitantes en sus brazos ella haba concluido, con un sentimiento de placer y un poco de vergenza, que posea un ansia tan intensa como la del propio Dominic, y que estaba aficionndose no poco a la apasionada forma de hacer el amor de ambos. Record soadoramente la noche pasada, y evoc la fiereza con que l haba reclamado una y otra vez el cuerpo de su esposa; evoc la imagen de Dominic al principio, cuando se present desnudo en su dormitorio, y rememor la amplitud del pecho musculoso, la angosta cintura y las notables proporciones de su... Un ardiente sonrojo le quem las mejillas, y despus de llegar a la conclusin de que estaba convirtindose en una criatura muy depravada y lasciva, salt de la cama, pues de pronto experiment el sbito deseo de ver a su esposo. Llam a la criada, se puso una bata adornada con encaje y esper impaciente la aparicin de Anna, mientras se preguntaba dnde estaba Dominic, y por qu la haba devuelto a su propia cama. Anna asom la cabeza por la puerta, y dirigi una sonrisa a Melissa. -Buenos das, seora. Su bao ya est pronto. El amo lo orden para usted antes de salir a caballo. Dijo que estaba muy seguro de que usted lo reclamara apenas se despertase. En los ojos oscuros de Anna haba un resplandor de astucia que sonroj un poco a Melissa; pero despus de asentir, la joven replic: -Gracias, Anna. En efecto, quiero un bao. Puedes servirme una taza de chocolate y un bollo caliente? Despus de lo que haba sucedido durante la noche, todo pareca natural a los ojos de Melissa, y aunque el bao la refresc y perfum, sus pensamientos continuaron concentrados en Dominic, mientras se preguntaba distradamente cmo sera compartir un bao con l, jabonarle el cuerpo mojado, sentir que cobraba vida bajo las manos de su mujer...
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Si Anna advirti que su ama pareca especialmente distrada esa maana, no formul comentarios, y alegremente la ayud a vestirse y a peinar los cabellos abundantes y lustrosos separados en sencillos rizos. Despus de beber su chocolate e ingerir el bollo recin horneado, Melissa se entretuvo unos pocos minutos en su habitacin. De pronto, la haba atacado un acceso de timidez que la paralizaba. No haba sentido vergenza la noche anterior, haba representado entusiastamente el papel de una mujer desenfrenada en brazos de su esposo, pero habla despertado sola en su propia cama y se preguntaba cada vez ms inquieta si en cierto sentido haba dejado insatisfecho a Dominic. Quiz lo haba repelido con sus actitudes desenfrenadas? Tal vez por eso la habla devuelto a su propia cama? Mordindose el labio inferior, se pase nerviosamente de un extremo al otro de su habitacin, y toda la antigua desconfianza y las incertidumbres de costumbre vinieron a ensombrecer los alegres sentimientos que haba tenido hasta ese momento. Pero aunque Melissa perciba claramente las dificultades que los separaban, por extrao que pareciera ella no estaba dispuesta a creer ciegamente que Dominic era el marido mujeriego que pareca ser. Su visin de las cosas no se haba ampliado mucho durante la noche, pero en su cerebro haba una idea especialmente tenaz que rehusaba obstinadamente desaparecer, por tonta que pudiera parecer. Dominic haba sido el nico amante de Melissa, y ella no tena otras experiencias en qu basar su creencia, pero no poda aceptar la idea de que l era un hombre capaz de hacerle el amor tan tiernamente, de que poda abrazarla con tanta fuerza y besarla con tanto amor, si al mismo tiempo tena un asunto con Deborah Bowden. Si Deborah era la mujer que l deseaba, por qu molestarse con Melissa? Por qu la buscaba y por qu negaba que hubiese algo entre Deborah y l? Melissa saba que la ley estaba por completo del lado de Dominic -ella era su esposa, y Dominic tena el control legal absoluto de la vida de su mujer, y poda hacer lo que se le antojara. Por lo tanto, qu necesidad tena de fingir que la deseaba? Eso sencillamente careca de sentido. Melissa le haba dicho que cada uno extraa su propio placer, y l se haba enfurecido... Haba reaccionado de ese modo porque no era culpable de los pecados que ella le atribua? Por supuesto, estaban los comentarios del to Josh... y la carta que Latimer le haba enviado... Y ella no poda olvidar la maana en que haba descubierto a Dominic abrazando a Deborah... Y adems, reconoca Melissa con un sentimiento de depresin, estaban sus actitudes de la otra noche, durante la cena con los invitados... Melissa mene irritada la cabeza. No. No estaba dispuesta a creer que l pudiese ser tan temerario que le hiciera el amor cuando en realidad deseaba a otra mujer. Sobre todo porque l pareca tan honrado y noble en todos los restantes aspectos. Con el entrecejo fruncido, Melissa mir sin ver el espacio, y en ella el sentido comn disputaba el terreno a los dictados insistentes de su corazn. El modo de hacer el amor la noche anterior realmente demostraba algo? Fue lo que en definitiva ella misma se pregunt con cierto desnimo. Un mujeriego veterano no deba actuar como l lo haba hecho? Era cierto que los hombres sentan de distinto modo que las mujeres? Que un hombre poda hacer el amor a muchas mujeres, impulsado simplemente por la sensualidad ms vulgar? En cambio, una mujer... Una mujer poda entregarse nicamente al hombre amado. Melissa pens irreverente: Qu idea tonta! Si un hombre Poda hacer el amor a muchas mujeres sin amarlas, por qu las cosas eran distintas en el caso de una mujer? Se trataba de un pensamiento sugestivo, pero no la ayudaba a resolver el conflicto que ahora estaba afrontando. Pese a la inquietud que la agobiaba, Melissa rehusaba retornar a su antiguo concepto de que Dominic era un canalla y un tramposo. Excepto en relacin con las mujeres, siempre se haba comportado de un modo considerado y generoso, y aunque haba ciertos incidentes
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que desconcertaban a Melissa, ahora ella comenz a examinar con cuidado la prueba que lo condenaba. Josh. Con los ojos entrecerrados, record las primeras observaciones del to Josh acerca de Dominic, y ahora Melissa pens largo rato en el hecho inquietante de que Josh, que amaba y consideraba a su sobrina, al parecer se haba sentido perfectamente complacido al casarla con un joven de quin haba afirmado sin rodeos que era un disipado. Quin sabe por qu, la idea no pareca tan cierta como Melissa haba credo antes. Era posible que Josh hubiese pintado la figura de Dominic con colores mucho ms sombros que la que el joven mereca, con la esperanza de que eso picase el inters de Melissa? Una cosa as era ms que posible, pens Melissa con un gesto de contrariedad, al recordar que Josh tena el ms vivo inters en verla casada. Latimer. Melissa se encogi de hombros. Era fcil desechar la carta de Latimer, y de todos modos ella nunca haba depositado mucha confianza en las palabras de ese hombre. Haba demostrado que era todo lo que Dominic no era, y Melissa tena sagacidad suficiente para comprender que una vez que l haba fracasado en su propsito de convertirla en su amante, el mero rencor poda haber motivado sus desagradables acusaciones. Poda. Y con respecto a lady Bowden... Melissa frunci agriamente el entrecejo. Con respecto a la descarada lady Bowden, Melissa siempre haba opinado que esa mujer era una aventurera. Acaso Deborah no se haba arrojado sobre el primer candidato que se le present, y despus sobre otro, y otro, desde su llegada a la regin? Vaya, incluso haba puesto los ojos en Zachary, y Zachary no pareca oponerse en absoluto, si las miradas embobadas que diriga a Deborah eran un indicio! Ciertamente, las insinuaciones de Deborah con Zachary no haban sido tan descaradas como con Dominic, pero de todos modos... Bastante complacida con el desarrollo de sus deducciones, Melissa sonri apenas. Por supuesto, no haba llegado a ninguna conclusin cierta; se haba limitado a mirar las cosas en una perspectiva distinta. Y ciertos aspectos que hubiera debido concebir antes, poco a poco comenzaron a cobrar forma en su cerebro. Sin duda, Zachary se haba sentido impresionado y atrado inmediatamente por Dominic, y eso habra debido obligar a Melissa a pensar un poco ms en la personalidad supuestamente depravada de Dominic. Si Zachary hubiese visto algo, no hubiese advertido a su hermana? La prontitud con que Josh haba aceptado a Dominic en la familia tambin era sospechosa, sobre todo si en efecto crea que Dominic era efectivamente un sinvergenza. No era ms probable que en ese caso hubiera mantenido a distancia a su nuevo sobrino poltico? Melissa apret los labios, y lleg a la conclusin de que una de las primeras cosas que deba hacer esa tarde era montar a caballo y mantener una conversacin muy clara con su to. Josh poda gritar y renegar, pero Melissa saba que en definitiva confesara si haba imaginado esa historia acerca de Dominic. Tambin hablar con Royce poda ser buena idea. Royce deba saber si Dominic en efecto era un inescrupuloso mujeriego. De pronto, una ancha sonrisa de complacencia se dibuj en la cara de Melissa. Por supuesto! Hubiera debido prestar ms atencin a las actitudes de Royce en el curso del asunto. Josh poda haberse mostrado dispuesto a aprobar el matrimonio con un disipado inescrupuloso para obtener el control de la fortuna de Sally, pero Royce, que conoca ntimamente a Dominic, jams habra permitido que ella se casara con un hombre a quien l considerase completamente indigno. Muy complacida con el desarrollo de sus pensamientos, Melissa sali con paso vivo de su dormitorio. Se propona descubrir muchas cosas ese da. Si tena razn... Se estremeci con algo parecido al xtasis mientras contemplaba las posibilidades de su futuro. Melissa no haba sido la nica persona que se haba dedicado a meditar seriamente durante la maana, y tampoco era la nica que haba llegado a ciertas conclusiones
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alentadoras. Dominic haba despertado con las primeras luces del alba, y dedicado un lapso excesivo a contemplar estpidamente absorto el rostro dormido de Melissa. Con codiciosa satisfaccin sus ojos absorbieron cada uno de esos hermosos rasgos, desde los rizos rubios desordenados hasta la planta sonrosada de un pie pequeo que asomaba bajo las arrugadas sbanas de hilo. Lleg a la conclusin de que nunca haba visto nada tan hermoso, y de que tener a Melissa en su cama era una costumbre que ciertamente le agradara cultivar. Sus ojos se clavaron en la suave curva de la boca de Melissa, y no pudo contener el impulso que lo llev a saborear de nuevo esa tibieza de miel, y as su cabeza descendi y Dominic apret suavemente con los suyos los labios de Melissa. Ella se movi en el sueo, y una leve arruga curv la serenidad de su cara. Al ver la reaccin de Melissa, Dominic sonri dbilmente. Despus de lo que habla sucedido la noche anterior y de las horas que l la haba mantenido despierta, no lo sorprendi en absoluto que Melissa durmiese tan profundamente, o que su beso ni siquiera consiguiese despertarla. Sabiendo que no podra permanecer inmvil junto a ella, y que si no se alejaba pronto de la tibieza seductora de su cuerpo, la despertara y le demostrara que l era un animal absolutamente insaciable en lo que a ella se refera, de mala gana Dominic sali de la cama. Durante un momento jug con la idea de baarse en la habitacin de Melissa, pero finalmente rechaz esa posibilidad, y muy suavemente la alz en brazos y la llev al otro cuarto, depositndola de nuevo en su propia cama. De regreso a su habitacin, y pese a que era muy temprano llam a Bartholomew, y no se sinti en absoluto sorprendido cuando la puerta del dormitorio se abri casi al instante. Con sus rasgos delgados perfectamente inexpresivos, Bartholomew pregunt con voz serena: -Amo, prefiere el caf antes de baarse o despus? En una actitud desenvuelta y vivaz por primera vez en varias semanas, Dominic sonri a su servidor y pregunt: -Nada de lo que yo hago te sorprende? Hubiera credo que mi llamado te encontrara en la cama a esta hora de la maana. Bartholomew lo mir con reprobacin, aunque el gesto se contradeca con el parpadeo de esos ojos castaos que parecan verlo todo. -Seor, no cumplira bien mis obligaciones si no fuese capaz de prever sus deseos ms probables. -Dios mo! Es deprimente que empieces a parecerte cada vez ms a tu to Litchefield -dijo Dominic, fingiendo un gemido. Bartholomew, con una sonrisa repulsivamente superior en los labios, se inclin y murmur: -Seor, se es un elogio muy notable. Usted me abruma con sus cumplidos. Riendo ante la respuesta de su valet, Dominic dijo con voz alegre: -Basta ya! Ahora, ocpate de mi bao y treme el caf. Despus de baarse y desayunar, fortificado por varias tazas de fuerte caf negro, Dominic decidi que una cabalgata en la maana temprano no vendra mal. Silbando alegremente, descendi la escalera y sali de la casa. Con el paso tan animoso como su espritu, lleg a los establos y despus de despertar a un pen de cara somnolienta, se alej a caballo con destino desconocido. Era una hermosa maana, pues el calor sofocante y deprimente de agosto haba dejado el sitio a la tibieza ms agradable de septiembre. A esa hora tan temprana de la maana, la humedad tampoco era muy elevada, y el caballo de Dominic, un garan pardo oscuro con tres patas blancas y una gran estrella blanca en el centro de la hermosa cara, tenda a brincar y bailotear, como si deseara manifestar su complacencia en vista del tiempo que prevaleca esa maana. Como no deseaba llegar a determinado lugar, Dominic permiti que el caballo explorase a voluntad, mientras l pensaba complacido en el episodio de la noche anterior. Una tonta sonrisita en la cara, finalmente reconoci para s que el matrimonio -por supuesto,
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con la mujer apropiada- tena muchas ventajas. Y aunque ella poda ser irritante, y sus actitudes parecer incomprensibles al propio Dominic, ste reconoca que Melissa era una mujer que le convena. No se trataba, se dijo mientras el caballo avanzaba apenas sujeto por las riendas, slo de la conveniencia de tener a Melissa compartiendo el lecho. Haban pasado juntos bastante tiempo despus de casarse, y al recordar esas ltimas semanas, durante las cuales se le haba negado todo lo que fuese contacto ntimo con ella, Dominic se sorprendi al descubrir que en realidad lo haba pasado muy bien con Melissa. Por supuesto, se apresuraba a agregar, todo habra sido mucho ms grato si l hubiera podido compartir las delicias que se le haban concedido la noche anterior. Pero incluso sin los placeres de la carne como uno de los ingredientes del asunto, Dominic haba llegado a la conclusin de que los primeros das de su matrimonio haban sido muy gratos. Por lo menos, agregaba frunciendo el entrecejo, haban sido muy gratos cuando l no pensaba en el modo perverso con que Melissa lo haba inducido a casarse, o cuando no consideraba que ella era una mujerzuela codiciosa. Frunci todava ms el entrecejo, y casi con irritacin, apart el caballo de un retazo especialmente suculento de hierba que creca cerca del sendero estrecho y serpenteante. Indiferente a la vegetacin, a los fragantes jazmines amarillos y las enredaderas, as como a los verdes rboles de magnolia y los gigantescos robles, continu su camino, concentrando el pensamiento en la conducta aparentemente contradictoria de Melissa. Durante el tiempo que llevaban casados, l no poda recordar un solo caso en que Melissa hubiese demostrado un signo de avaricia, o manifestado mucho inters por el dinero. Ciertamente, l le haba trado costosos regalos y toda suerte de artculos de lujo, pero Dominic siempre haba recogido la impresin bastante clara de que ella se mostraba un poco incmoda e inquieta ante esa generosidad. Por supuesto, poda tratarse de una representacin de Melissa, pens Dominic de mala gana, pero... Un poco irritado ante la direccin no muy agradable que seguan sus cavilaciones, pero incapaz de frenarlas, trat de examinar objetivamente las ltimas semanas y las circunstancias que haban llevado a ese matrimonio. Era una tarea difcil para Dominic, porque sus sentimientos se interponan constantemente, pero al fin, despus de una prolongada lucha consigo mismo, de esas embrolladas reflexiones comenzaron a desprenderse algunas ideas interesantes. Ideas que l hubiera debido contemplar mucho antes. Dominic siempre haba tenido reputacin de joven astuto y perspicaz, y por supuesto era natural que se sintiera orgulloso de ese prestigio. Incluso cuando era muy joven siempre haba podido ver fcilmente lo que haba ms all del encanto y los modales agradables de los que deseaban engaarlo y trampearlo; era capaz de identificar de inmediato la insinceridad revestida de supuesta ingenuidad, el engao ataviado con el manto de una sagaz inocencia. Su capacidad para considerar las maniobras de terceros con un inters a veces cordial y otras framente objetivo, haba sido una gran ayuda para l, y Dominic se haba acostumbrado a creer que era infalible cuando se trataba de conocer a sus semejantes. La nica vez que sus instintos le haban fallado haba sido durante su breve enamoramiento de Deborah. No haba podido adivinar lo que haba detrs de esa bonita cara y esa sonrisa seductora. Entonces, por qu crea que estaba reaccionando de distinto modo frente a Melissa? Tena un punto ciego cuando se trataba de la relacin con las mujeres? Royce haba adivinado inmediatamente cul era el carcter de Deborah; pero no haba sucedido lo mismo con Dominic. l era uno de esos pobres tontos engaados siempre por una mujer cuyos ardides parecan perfectamente evidentes a todos menos al propio interesado? Curv disgustado los labios. Era posible, pero no crea que sus instintos le hubiesen fallado tan gravemente... dos veces!
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Pens en Morgan. Stephanie lo haba engaado, pero despus, l haba tenido la buena suerte de conocer a Leonie. Quiz, pens Dominic con una leve sonrisa, l tendra la misma suerte, quiz se mostraba tan ciego frente a Melissa como haba sido el caso de Morgan con Leonie. Esa idea novedosa lo llev a detenerse bruscamente; su mano oblig al caballo errabundo a detenerse en seco. Y si se haba equivocado con Melissa? Y si ella no se haba casado por el dinero? Y si exista una razn perfectamente legtima que explicara la presencia de Melissa en el cuarto de Dominic esa noche? Por el momento, l no poda concebir una excusa valedera, salvo el deseo de atrapar un marido rico, que explicase la presencia de Melissa esa noche en la posada. Pero para profundizar la idea, partira de la premisa de que ella haba estado en ese cuarto por una razn inocente. Y si se era el caso, ella haba cado en la trampa tanto como Dominic... Frunci el entrecejo. Pero si era inocente, por qu haba aceptado el matrimonio? Con seguridad habra podido explicarlo todo a su to, y aunque la situacin era lamentable, si las razones que justificaban la presencia de Melissa eran vlidas, Josh no habra insistido en el matrimonio, y si ella realmente se haba opuesto a ste, como haba fingido hacer al principio, por qu en definitiva haba capitulado, en el supuesto de que todo el asunto no hubiera sido desde el comienzo una comedia? No del todo satisfecho con sus conjeturas, Dominic orient su atencin hacia la gente que rodeaba a Melissa y la opinin que tenan de ella. En ese punto sus teoras cobraron un sesgo notablemente semejante a las de Melissa... aunque l no lo sabia. En el caso de Dominic, era mucho ms fcil llegar a conclusiones, pues no pensaba partiendo de la impresin de que su cnyuge era una criatura de dudosa moral. Slo tena que superar sus propios conceptos acerca de las razones por las cuales Melissa se haba comportado de determinado modo; en el caso de Dominic no exista un Josh Manchester que le llenase la cabeza de mentiras, ni un Latimer que aumentase el caudal de falsedades, ni una pegajosa ex amante, en el estilo de lady Bowden, que viniese a confirmar las mentiras. Como Royce era el hombre a quien conoca desde hacia ms tiempo, y confiaba sin reservas en su opinin, era natural que Dominic considerase el juicio que su amigo tena de Melissa. Los Ojos grises concentrados por el esfuerzo, repas los diferentes juicios que Royce haba formulado acerca de Melissa, y tambin algo que hubiera debido ser obvio para l de pronto llam la atencin de Dominic: Royce haba deseado que l se casara con Melissa. De hecho, se haba mostrado muy complacido con el desarrollo del asunto. Con una mueca en la cara, Dominic comprendi que Royce haba apoyado sutilmente a Josh cuando ese caballero se haba dedicado a entonar exaltados himnos en homenaje a Melissa. Y si Melissa hubiera sido una pequea sinvergenza, tramposa e inescrupulosa, uno de los mejores amigos de Dominic habra apoyado el matrimonio con esa misma criatura? Dominic pens con una amplia sonrisa: Ciertamente, no! Si Royce hubiera tenido la ms mnima sospecha acerca de Melissa, si hubiese credo que no llegaba a ser una esposa perfectamente aceptable, Dominic no dudaba de que su amigo le habra advertido. Y ahora que lo pensaba, era evidente que Royce profesaba profundo afecto a su prima. Royce haba mencionado el coraje y la belleza de Melissa y, segn recordaba Dominic, haba mostrado una expresin peligrosa en su cara durante el primer instante despus de ver a Dominic y Melissa en el lecho. Para Dominic era muy evidente que Royce apreciaba mucho a Melissa, y que estaba dispuesto a reir incluso con un buen amigo en defensa del honor de la joven. Pareca sumamente improbable que el tipo de mujer que, segn l haba credo, era Melissa originase esa clase de reaccin en el cnico Royce. Sintindose muy satisfecho consigo mismo, Dominic final-mente volvi grupas a su caballo y retorn a la cabaa. No posea ni un tomo de prueba para apuntalar su conviccin
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cada vez ms acentuada de que haba juzgado mal a su joven esposa, pero se senta extraamente complacido con sus conclusiones, y haba adoptado una decisin importante. Una sola persona poda responder a los interrogantes que an lo turbaban, y era la propia Melissa. Antes de que avanzara mucho el da, tendra una conversacin franca con su esposa, y ella debera explicar exactamente por qu haba estado entonces en la posada, y por qu finalmente haba aceptado casarse con l. De pronto advirti que no deseaba hacer nada que destruyese los tiernos sentimientos que Melissa haba despertado en l, y as lleg a la conclusin de que si bien arda de impaciencia por conocer las respuestas de Melissa, tal vez ahora poda ser demasiado pronto. Dominic decidi que sencillamente inspeccionara el terreno y elegira el momento apropiado para reclamar sus respuestas... pero sera pronto. Muy pronto. Una sonrisa sensual se dibuj en sus labios. Y despus que ella hubiese explicado todo a satisfaccin de Dominic, l se ocupara de llevarla a la cama y sentir de nuevo toda la alegra que habla experimentado la noche anterior en los brazos de su esposa. Mientras guiaba a su caballo por el camino que conduca a la cabaa, el cerebro colmado de imgenes erticas, Dominic se vio apartado de este agradable pasatiempo por la visin de un caballo negro de gran alzada, atado al poste que estaba cerca del costado de la casa. Habra identificado en cualquier sitio a este caballo, y ahora espole a su propia montura, deseoso de saludar al visitante imprevisto pero muy grato. Arrojando las riendas al criado que apareci en el momento mismo en que l sofren su montura, Dominic desmont deprisa y subi de dos en dos los anchos peldaos. Su pie apenas haba tocado el piso de la galera cuando una alegre voz reson a su izquierda. Al volverse en esa direccin con una ancha sonrisa, vio al hombre alto, de robusta espalda, que se acercaba. Con la mano extendida, la voz colmada de calor y afecto, Dominic dijo: -Adam St. Clair! Cmo no viniste a la boda supuse que haban encontrado tu destino, y que un esposo airado al fin te haba dado tu merecido! Adam St. Clair, con los luminosos ojos azules colmados de picarda, murmur: -Por lo menos, yo no ca en la trampa del prroco! Santo Dios! No pude creer en el testimonio de mis ojos cuando volv a casa y le la invitacin a tu boda. -Adopt durante un momento una actitud apropiadamente dolorida.- Como sabes, ahora que t entraste en la crcel, Catherine no me conceder un momento de paz. Hasta aqu, siempre que ella se mostr demasiado insistente a causa de mi soltera, pude esquivarla dicindole que no necesitaba preocuparse, t tampoco estabas casado! Pero ahora, qu har? Dominic se ech a rer, y el placer que senta al ver a su amigo de Natchez era muy evidente. Los dos amigos se estrecharon entusiastamente las manos, y despus de palmearse uno al otro la espalda y de varios comentarios atrevidos acerca de la apariencia y las costumbres del interlocutor, caminaron hasta la izquierda de la galera, donde Adam haba estado conversando con Melissa. Como si se tratara de algo que haca todas las maanas, Dominic se acerc a Melissa, y a pesar de la presencia del espectador interesado, deposit un breve beso en la boca sorprendida de la joven. -Buenos das, querida -dijo por lo bajo, y sus ojos estudiaron atentamente los hermosos rasgos de Melissa durante un momento, antes de sentarse en el silln contiguo. Un tanto conmovida, Melissa se atare manipulando los elementos de la vajilla depositada en la bandeja de plata. Cuando comprob que no haba taza para Dominic, se apresur a llamar a un criado, contenta de ocuparse de los detalles domsticos hasta que pudiera recobrar su compostura. Cmodamente instalado en cl silln, Dominic mir con afecto a su sonrojada esposa y dijo en broma: -Seora, parece que no puedo salir a cabalgar por la maana, que vuelvo a casa y la encuentro agasajando invitados! En este caso, un invitado cuya inclinacin a seducir a las esposas de otros hombres es muy conocida por m. -Pasando un dedo
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acariciador por la mejilla sbitamente enrojecida de Melissa, agreg:- Creo que tendr que matarlo antes de que comience siquiera a pensar en ensayar sus trucos con mi esposa! Con el corazn que le lata aceleradamente bajo el encaje de su atractivo vestido de talle corto confeccionado con una muselina rosa cereza, Melissa dijo casi sin aliento: -El ya me advirti de su reputacin, y prometi, puesto que tu habilidad en el campo de duelo es conocida, que izo intentar conmover mis sentimientos. -Con sus propios ojos relucientes de picarda, Melissa murmur:- Creo que se muestra muy considerado y magnnimo, no te parece? Despus de todo, es casi tan apuesto y encantador como t! Adam St. Clair en efecto era un joven apuesto y encantador, y algunos se habran visto en dificultades para elegir entre l y Dominic. No facilitaba las cosas el hecho de que los dos hombres fuesen extraamente semejantes por la apariencia y los antecedentes. Como Dominic, Adam era alto, y meda bastante ms de un metro ochenta, y como su amigo, tena los cabellos abundantes y negros, no tan ensortijados como los de Dominic, pero adornados por una onda muy atractiva. Tambin tena la misma edad; Dominic era mayor por pocos meses, y hasta la compra de Mil Robles por Dominic, ambos haban residido en la regin de Natchez. Belle Vista, la plantacin de Adam, estaba situada a escasos cinco kilmetros de Bonheur. Pero si haba muchas semejanzas entre ellos, haba una notable diferencia: Adam haba nacido y crecido en Inglaterra, y haba llegado a los Estados Unidos cuando ya tena dieciocho aos; en lugar de la diccin arrastrada de Dominic, el acento ingls era muy evidente en su diccin bien definida, a pesar de que los aos pasados en Natchez la haban suavizado bastante. Adam era tambin ms intenso, y posea una personalidad ms fiera y explosiva, mucho ms levantisca que Dominic, un hombre ms fro y sereno. Aunque los dos jvenes no hubiesen simpatizado al conocerse, su amistad probablemente habra prosperado. Catherine, la hermana menor de Adam, estaba casada con Jason Savage, que a su vez era ntimo amigo de Morgan. Haba muchas relaciones entre los Savage y los Slade, y naturalmente Adam haba sido incluido, y estaba tan relacionado con la familia de Dominic, como Dominic con la de Adam. ltimamente, los dos hombres se haban visto poco, pues Dominic estaba atareado con su propia vida, y Adam con sus asuntos, de modo que el placer que sinti Dominic al reencontrar a su viejo amigo no fue nada sorprendente. El criado lleg con otra taza de porcelana y con una cafetera de caf recin hecho, y slo despus que todos estuvieron servidos Dominic se acomod en su silln y pregunt: -Y bien, qu excusa ofrecers para justificar tu ausencia en mi boda? Adam esboz una mueca, y su actitud descansada se esfum. -Creo que los encargos de Jason me mantuvieron alejado de Belle Vista hasta hace poco. Me enter de tu boda slo cuando me detuve en la casa, en camino a Nueva Orlens. -Su actitud cambi un momento y Adam dirigi una mirada lnguida a Melissa:- Si yo la hubiera conocido primero! Seora, en lugar de ese patn que tiene al lado, podra haberse casado conmigo! Melissa sonri ante la broma, y sintindose muy valerosa apoy la mano en la manga de Dominic y observ: -Seor, usted es muy bondadoso! -Dirigi a Dominic una mirada insegura y agreg en voz baja:- Pero yo... -Vacil, y despus, alentada por la expresin clida en los ojos de Dominic, se apresur a decir:-..estoy satisfecha con el marido que tengo. Olvidando de pronto la presencia de Adam, Dominic llev a los labios la mano de Melissa y deposit un beso en el dorso, los ojos fijos en los de su mujer. -Es as, querida? Es realmente as? -murmur. Un hermoso sonrojo ti las mejillas de Melissa, e incapaz de sostener la mirada inquisitiva de Dominic, la joven desvi los ojos y murmur impotente: -As lo creo.
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Adam observ la escena con mucho inters, y se maravill del cambio que haba sobrevenido en un hombre que antes era un misgino convicto y confeso. Dominic quizs antes criticaba ruidosamente los vicios del matrimonio, pero pareca que haba cambiado radicalmente de idea desde el ltimo encuentro con su amigo. Adam lleg a la conclusin de que su visita no era del todo oportuna, y tosiendo dijo: -Me parece que he llegado en mal momento. Me marcho? Ante esta observacin que les recordaba sus obligaciones como anfitriones, Melissa y Dominic terminaron instantneamente sus protestas, y la conversacin cobr un sesgo menos personal, y los dueos de casa comenzaron a formular preguntas presurosas a Adam acerca de las cosas de costumbre -Cundo haba llegado a la regin? Dnde se alojaba? Permanecera all mucho tiempo? Riendo, Adam levant una mano. -Una pregunta por vez, por favor! En todo caso, es fcil contestar las que acaban de formular. Llegu anoche, y fui inmediatamente a Oak Hollow, pues saba que Royce poda indicarme dnde estaban ustedes. -Adam sonri de mala gana.- Ya haba tomado habitacin en una taberna del pueblo, pero insisti en que pasara la noche en su casa. -Dirigi una mirada burlona a Dominic.- Desde que renunciaste a tu soltera, se siente un poco abandonado y creo que simplemente necesitaba que le asegurasen que no pertenece a una especie en extincin. ->Y calmaste sus temores en ese aspecto? -pregunt alegremente Dominic. Haba esperado una respuesta despreocupada de Adam, y se sobresalt un poco cuando una expresin extraa se dibuj en la cara de su amigo. Casi frunciendo el entrecejo, como si estuviese confundido acerca de sus propios sentimientos, Adam dijo con voz lenta: -S... s, eso hice. -Con un rapidsimo cambio de expresin, sonri y agreg:- Se sinti muy aliviado, lo aseguro! La conversacin continu as durante varios minutos ms, y pensando que tal vez Dominic deseaba pasar un tiempo a solas con su amigo, Melissa se puso de pie y se retir. Como no haba tareas apremiantes que reclamasen su atencin, se dedic a pasear despreocupadamente por los terrenos, con la mirada soadora y una suave sonrisita en los labios. Nada se haba resuelto entre ella y Dominic, y el episodio de la noche anterior no haba demostrado nada que ella no conociera ya -Dominic deseaba su cuerpo y l poda elevarla a las cumbres de la pasin. Pero haba algo distinto entre ellos, y esa diferencia no provena slo de ella. Dominic tambin la senta; se haba manifestado claramente en el modo de mirarla, en el modo de hablarle. Melissa poda concebir la esperanza de que l se hubiese enamorado? La esperanza de que incluso si todas las mentiras que haba escuchado acerca de su persona en definitiva respondan a una realidad, milagrosamente l haba llegado a experimentar hacia ella sentimientos ms profundos que hacia todas las restantes mujeres? Aunque estaba interesado en lo que Adam tena que decirle, una parte del cerebro de Dominic estaba muy atareado examinando de nuevo el actual y agradable estado de cosas entre l y Melissa; y aunque lo complaca mucho la imprevista llegada de Adam, tena conciencia de que en su fuero ntimo exista el intenso deseo de que Adam se marchase... pronto. Por el momento, lo que ms importaba en su mente era asegurarse de que nada modificara la relacin cada vez ms estrecha que se haba establecido entre l y su esposa. Se dispona a sugerir cortsmente, que tal vez fuera mejor que Adam en efecto los visitara despus, cuando su interlocutor dijo algo que atrajo toda la atencin de Dominic. -Estuve mordindome la lengua desde que llegu, pues no deseaba decir nada en presencia de Melissa, pero las noticias de la guerra son malas. Dom, son muy malas. Viendo que tena toda la atencin de Dominic, Adam dijo: -Los britnicos atacaron y quemaron la capital el veinticuatro de agosto!
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CUARTA PARTE
Confiar en mi amor
La violeta ama la ribera soleada, la prmula ama la pradera; la enredadera escarlata ama el olmo, pero yo... a ti te amo. Proposal -Bayard Taylor
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23
Hubo un momento de atnito silencio mientras Dominic perciba todas las consecuencias desastrosas de las noticias de Adam. Si Washington haba cado... trag con esfuerzo, y ante sus ojos se despleg toda la terrible visin del dominio britnico. Antes la guerra nunca le haba parecido real; era algo demasiado lejano y espordico, demasiado mal definido para sentirlo ms all de las irritantes molestias que provocaba. Pero esto! Esto lo cambiaba todo! Tena la voz espesa y quebrada por la emocin cuando al fin pregunt: -Y el presidente? Y su gabinete? Adam lo tranquiliz rpidamente. -El presidente escap, aunque nuestras fuerzas fueron tan mal dirigidas que en cierto momento l y su grupo casi cayeron en medio de las tropas britnicas que avanzaban! Y los habran apresado si un explorador que actu por propia iniciativa... repito, por propia iniciativa... no les advierte a ltimo momento! El rostro de Adam expres el disgusto y el desprecio que senta ante el vergonzoso descalabro de las tropas norteamericanas en la batalla de Bladensburg, librada en las afueras de la capital. Meneando la cabeza, murmur: -Entre el general Winder, el desorganizado comandante del ejrcito; Armstrong, nuestro hosco y arrogante secretario de Guerra; James Monroe, supuestamente nuestro secretario de Estado, pero un hombre siempre ansioso de ensayar la mano en la esfera de la tctica militar, y nuestro eficaz presidente, de hecho dieron la victoria a los britnicos! Despus de haber desahogado parte de la clera que senta por tanta demostracin de chocante ineptitud, continu diciendo con desaliento: -Incluso ahora me parece difcil creerlo, pero con poco ms de dos mil seiscientos hombres los britnicos pudieron vencer a una fuerza norteamericana de ms de seis mil! -Con manifiesta vergenza, Adam agreg sordamente:- Deberamos haber vencido, pero casi desde la primera andanada de cohetes, desde el primer disparo de can, nuestras lneas se quebraron, y en poco ms de media hora nuestras tropas estaban en plena retirada. Fue una desbandada total! Aturdido por el desconcertante relato de Adam, Dominic slo pudo mirar fijamente a su amigo, incapaz de creer que las cosas fuesen tan graves como l deca. Intent reaccionar, e inclinndose hacia adelante dijo con voz esperanzada: -Pero eso fue en Bladensburg. Qu sucedi en Washington? No estuvimos mejor organizados para defender nuestra capital? Adam sonri con amargura. -No hubo defensa. El lugar era un caos total, la gente sala de la ciudad en todas las direcciones, con sus pertenencias apiladas en vehculos y carretas, los rumores corran desordenados por las calles, los militares... -Ri speramente.- Los militares deseaban tanto como los civiles poner la mayor distancia posible entre ellos y las fuerzas britnicas que
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avanzaban. S, Winder intent reagrupar a sus hombres, pero a esa altura de las cosas ms de la mitad de sus tropas haban emprendido la fuga, y era imposible contener la marea... corrimos como ovejas perseguidas por una jaura de perros. Dominic no poda detenerse demasiado en el endeble cuadro que le presentaba Adam, pero como de todos modos deseaba conocer lo peor, formul derechamente la pregunta: -Dijiste que haban incendiado la capital. Si no hubo combate en el lugar mismo, y nadie que resistiera, cmo comenz el fuego? Adam se encogi de hombros. -El mayor general Ross y el almirante Cockburn, los dos comandantes britnicos, simplemente quisieron darnos una leccin. Y aunque no deseo hablar bien del enemigo, actuaron con considerable moderacin, e incluso llegaron al extremo de abstenerse de volar el propio Capitolio cuando varias de nuestras mujeres les rogaron que se abstuviesen, porque teman que la explosin destruyera sus domicilios prximos. En general, incendiaron slo los edificios pblicos, pero an as Washington ofrece un espectculo lamentable... nuestra capital est en ruinas. Dominic no supo qu decir. La enormidad de lo que haba sucedido lo dejaba a merced de una clera impotente. La vergonzosa derrota de Bladensburg y el infame incendio de Washington eran golpes tan destructivos para el gobierno norteamericano que Dominic se preguntaba sobriamente si podra reaccionar. Con voz que era una mezcla de clera y desesperacin, pregunt: -Los britnicos todava retienen la ciudad? -No. Despus de incendiar los edificios ms importantes se retiraron. Antes de que yo me alejase de la zona, se conjeturaba que el objetivo prximo de los britnicos podan ser Annapolis o Baltimore. -Adam se pas una mano fatigada sobre la cara.- No quise partir antes de tener informacin definida acerca de la prxima ofensiva britnica, pero tampoco me atrev a demorarme demasiado... Jason querr que cuanto antes le suministre un informe objetivo. -Sonri apenas.- Y como yo estaba en Washington por pedido de Jason, y puesto que mi verdadera misin era actuar como informante de Jason, pareca lgico que una vez que la ciudad hubiese retornado a algo que aunque fuese de lejos se pareciera a la normalidad, yo emprendiese el camino de regreso. -Jason te envi all? -pregunt Dominic, y su sorpresa desplaz momentneamente a las catastrficas noticias acerca del incendio de Washington. Adam asinti. -Ya conoces a Jason... cree firmemente en la necesidad de mantener el dedo sobre el pulso del pas. Incluso sospecho que ha convencido a otro pobre tonto de que espe para l en Inglaterra. Segn parece, tiene tentculos por doquier. -Una sonrisa se dibuj en la cara delgada de Adam.- Se parece a su to Roxbury ms de lo que l mismo deseara reconocer. -Ah, hablando de Roxbury... -comenz a decir Dominic, y procedi a explicar, en un tono de voz que no trasuntaba mucha cordialidad, la delicada intervencin de Jason en los asuntos del propio Dominic. Como se haba enredado ms de una vez en las maquinaciones de Jason, Adam escuch con expresin compasiva. De todos modos, la situacin lo diverta, y cuando Dominic termin de hablar los ojos azules de Adam relucan con cierto regocijo. -Y tu esposa se muestra muy comprensiva al ver tu aparente galanteo con otra mujer? -pregunt. -Qu te parece? -replic Dominic; record las duras palabras que l y Melissa haban intercambiado apenas cuarenta y ocho horas antes, y tambin que por desgracia las cosas no estaban del todo resueltas entre ellos-. No creo que Melissa sea indiscreta, pero no puedo correr el riesgo... y adems existe la deprimente posibilidad de que incluso si le dijese la verdad se negase a creerme! Incluso puede pensar que estoy mintindole!
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Adam no pudo resistir la tentacin de hacerle bromas acerca de la situacin, pero el tema de la guerra era demasiado apremiante para ignorarlo mucho tiempo, y en pocos minutos ambos estaban profundamente enfrascados en una discusin acerca de la repercusin del incendio de Washington. La conversacin podra haber continuado indefinidamente, pero Adam tena escaso tiempo, y despus de un breve rato dijo con pesar: -De veras, debo seguir camino. Me he demorado aqu mucho ms de lo que pensaba, pero no quera visitar la regin, aunque fuese por muy poco tiempo, sin venir a tu casa. Ambos se pusieron de pie y comenzaron a caminar lentamente a lo largo de la galera, en direccin al caballo de Adam. -Espero que la prxima vez que nos veamos, tenga noticias mucho mejores para ti. Entretanto, debo ir a Terre du Coeur. Jason me arrancar la piel si no me comunico con l inmediatamente. -Montando gilmente en su caballo, Adam dijo como de pasada:- Lamento mucho la imposibilidad de permanecer aqu y aliviarte la carga de mantener una relacin... amistosa con lady Bowden. Dominic sonri apenas. -S, estoy seguro de que no te parecera una tarea muy ardua. Adam se ech a rer; despus, con una expresin seria, murmur: -Ten cuidado, Dom. Ese hermano de Deborah parece un perfecto bruto. Dominic no necesitaba esa advertencia, pues despus del ataque que haba sufrido en Londres conoca bien la peligrosidad de Latimer. Se limit a comentar: -Royce me cuidar la espalda, y como s que Latimer es capaz de todo adoptar las mayores precauciones en mi trato con l. Adam asinti, y despus, espoleando su caballo, comenz a alejarse. Con el entrecejo levemente fruncido, Dominic vio desaparecer por el sendero la silueta alta de Adam; la sensacin de que a todos los esperaban momentos difciles era muy intensa. El ataque britnico a Washington haba modificado el marco entero de la guerra en el caso de Dominic, y sospechaba que no sera el nico que sentira lo mismo. Mientras reflexionaba sobre las consecuencias generales de las desagradables noticias tradas por Adam, fue en busca de Melissa. Aunque apreciaba la prudencia que haba determinado la actitud reservada de Adam, consider que era intil negar informacin a su esposa; muy pronto toda la campia estara enterada del asunto. Dominic haba juzgado bien la situacin, y durante esos primeros das, sombros y desconcertantes, a medida que la noticia de la terrible destruccin sufrida por la capital de la nacin se difundi lentamente por toda la nacin, la opinin se manifest contra el presidente y su gabinete. La Gazette de Winchester, Virginia, proclam: "Pobres infelices, despreciables, cobardes bastardos! Las cabezas de esa gente apenas compensaran la degradacin en que han sumergido a nuestro sufriente pas." Con el tiempo, la oleada de clera e indignacin se debilit, y hubo un movimiento de simpata hacia el agobiado presidente. El cambio de actitud se expres ms claramente en el Weekly Register, del influyente Niles: "La guerra es una actividad buena para nosotros, pero debemos aprender a combatir y los invencibles de Wellington sern derrotados por los hijos de quienes combatieron Saratoga y Yorktowiz". El incendio de Washington al parecer unific a todo el pas, y comenz a llegar ayuda de todos los rincones. Los principales aportes de hombres, dinero y simpata provinieron de las grandes ciudades de la costa y el Noreste. Rufus King, de Nueva York, el mimado de los federalistas, declar que "aportara toda mi fortuna". En Frederick, Maryland, en veinticuatro horas se form una compaa de ochenta y cuatro hombres, y cuatro horas despus ya estaban en Washington. En lugares tan alejados como el distrito Richland, de Carolina del Sur, los ciudadanos reunieron cien hombres y tres mil dlares para pagar abastecimientos. Incluso Nueva Inglaterra, que se haba opuesto firmemente a la guerra, se uni a la causa, y
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el gobernador Martin Chittenden, de Vermont, declar: "Ha llegado el momento en que todas las degradantes diferencias y animosidades entre los partidos, cualesquiera hayan sido nuestras discrepancias con respecto a la declaracin o el modo de proseguir la guerra, deben quedar al margen; que cada corazn despierte y cada brazo se alce para proteger a nuestro pas comn, nuestra libertad, nuestros altares y nuestros hogares." Fue un movimiento conmovedor, y de un extremo al otro la vertiente atlntica del pas se galvaniz para entrar en accin. En el interior, donde las noticias ya tenan una antigedad de varias semanas cuando al fin llegaron, las reacciones no fueron tan evidentes, aunque la irritacin alcanz la misma intensidad. Como haba sucedido en las zonas costeras del pas, la gente hablaba enardecida de reunir hombres y dinero; pero pronto el sentido comn prevaleci. La ayuda tardara en llegar semanas, quiz meses, y el rumor de un posible ataque britnico a Mobile, Alabama, o Nueva Orlens, llev a los hombres a pensar en la necesidad de proteger al territorio ms cercano a sus propios hogares. Pero en definitiva todos parecan absortos en los episodios de la guerra, todos ansiaban recibir noticias, y se mostraban menos complacientes y ms dispuestos a comprometerse con el esfuerzo blico. Como poda preverse, la situacin entre Dominic y Melissa qued momentneamente eclipsada por el trastorno general de la nacin, y slo muchos das despus de la partida de Adam las cosas comenzaron a retornar a algo que se pareca a la normalidad. Durante ese perodo Dominic haba estado completamente absorto en cuestiones relacionadas con la guerra, y los dueos de las plantaciones y los hombres de negocios de Baton Rouge haban celebrado varias reuniones para discutir mtodos y estrategias que posibilitaran el mejor aprovechamiento de los hombres y las armas disponibles. Se trataba no slo de proteger sus hogares y sus familias, sino tambin de estar preparados para acudir adonde fuese necesario tan pronto se recibiese el aviso. Morgan y Dominic haban abandonado Baton Rouge inmediatamente despus que Adam; Morgan consideraba que su lugar natural estaba en Nueva Orlens. Durante los das siguientes hubo ocasiones en que los belicosos caballeros perdieron los estribos y se dijeron palabras colricas, mientras discutan acerca del mejor plan para la regin; y cuando suceda eso Dominic deseaba contar con el fro sentido prctico de Morgan. El y Royce hicieron todo lo posible para evitar que los amigos y los vecinos descargaran uno sobre otro sus frustraciones. Cierta vez, Dominic dijo secamente a dos caballeros bastante acalorados: -Deseamos matar a los britnicos... no matarnos entre nosotros mismos! La presencia de Latimer en algunas de las asambleas del pueblo inquiet mucho a Dominic, pero como todo lo que se discuta tena un carcter muy general, no crey que Latimer se enterase de nada que fuese muy importante... o de nada que no pudiese descubrirse en una esquina cualquiera, pues las opiniones se cruzaban libremente por doquier. Mantuvo un ojo atento sobre el ingls, tomando nota de la identidad de las personas con las cuales conversaba extensamente, y de los caballeros con quienes pareca estar en las mejores relaciones. No le sorprendi ver que Latimer concentraba la atencin en los individuos que, como el coronel Grayson, antes haban sido oficiales britnicos o descendan de los llamados "tories" y haban huido de las Colonias para refugiarse en el santuario del Territorio de Luisiana al estallar la Guerra de la Independencia. Las actitudes de Latimer en todo caso confirmaban las sospechas de Jason, y si bien era ridcula la historia que Deborah haba relatado a Dominic por lo menos desde donde se contemplaba, Morgan, Royce y Dominic entendan que la organizacin filantrpica era nada ms que un recurso bastante endeble para proteger las verdaderas actividades del ingls. Por supuesto, no haba pruebas de nada, y Dominic supona que eso era lo que le irritaba ms; eso, y verse obligado a observar que un hombre a quien consideraba un enemigo era aceptado y al parecer bien recibido por personas que deberan haber sabido a qu atenerse. El y Latimer evitaban
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cortsmente encontrarse, y cuando en efecto se reunan, como suceda a veces en el pequeo medio social en que ambos actuaban, se saludaban con un fro gesto de la cabeza y despus descubran una razn apremiante para alejarse. La tensin entre ellos no fue tan visible durante las muchas reuniones de la gente del pueblo a las que asistieron inmediatamente despus del incendio de Washington, pero despus que pasaron las primeras semanas de ansiedad y Dominic y Melissa comenzaron a aceptar ms y ms invitaciones a reuniones sociales en el vecindario, dos cosas fueron evidentes para los que prestaban atencin: que Zachary Seymour pareca ser el acompaante permanente de Deborah Bowden (excepto las ocasiones en que ella revoloteaba alrededor de Dominic Slade) y que el seor Slade no pareca tener mucho inters en el apuesto ingls. Tambin era evidente que el seor Latimer tampoco era aficionado a la compaa del seor Slade. Por supuesto, Melissa lo observ inmediatamente, pero por otra parte ella tena sobradas razones para vigilar de cerca a los dos hombres. La reaccin de cada uno frente al otro no la sorprendi mucho, aunque se pregunt hasta dnde llegaba la antipata que ambos se profesaban. Despus de todo, ella slo haba sugerido que Latimer poda interesarle. En definitiva, lleg a la deprimente conclusin, sobre todo cuando record la carta de Latimer, que la enemistad entre los dos hombres nada tena que ver con ella -era algo relacionado con lo que haba sucedido en Londres en relacin con lady Bowden. S, una conclusin muy deprimente. Aunque no se haba resuelto nada entre Dominic y Melissa, y ambos dorman castamente, cada uno en su propio lecho, en efecto se mantena entre ellos una suerte de tregua tctica. Fue como si, en ese perodo de ansiedad y conmocin nacional, ambos hubiesen desechado sus problemas, y consagrado todas sus energas al tema inmediato ms grave -la guerra. La noticia del incendio de Washington haba provocado una impresin terrible en Melissa, y ella haba sentido toda la clera y el miedo propios de un norteamericano normal; y como suceda con las mujeres de toda la nacin, sus pensamientos inmediatos se relacionaron con sus conciudadanos y los peligros que ellos podan correr. Se haba sentido al mismo tiempo culpable y aliviada cuando se decidi no enviar un contingente de voluntarios a la vertiente atlntica, y ms bien mantenerlos preparados para utilizarlos en la posible defensa de la frontera meridional. Enviar a un hombre amado a la guerra fuese el esposo, el amante, el padre o el hijo, nunca era fcil, pero como la situacin no estaba resuelta entre ella y Dominic, Melissa miraba con temor la idea de que l fuese a la guerra, pues de ese modo nunca sabran si el intenso sentimiento que pareca acentuarse ms y ms todos los das entre ellos era autntico y real, o sencillamente una fantasa... Nada ms que la idea de que l tuviese que afrontar una andanada de disparos ingleses la colmaba de terror, y as la guerra de pronto lleg a ser muy real para Melissa. Pero a medida que pasaban los das, y septiembre lentamente fue desplazado por octubre, la primera oleada de temor se atenu gradualmente, sobre todo porque las noticias que descendan por el ro Mississippi, originadas en las ciudades del norte, eran todas positivas: Baltimore, bajo el mando de Samuel Smith, haba rechazado valerosamente el ataque britnico a esa ciudad durante la primera semana de septiembre. Lo que era incluso ms satisfactorio para los norteamericanos, el mayor general Robert Ross, uno de los oficiales britnicos que haba ordenado el incendio de Washington, haba sido muerto por la bala de un francotirador. Despus, el 11 de septiembre en Plattsburgh, Nueva York, fue derrotada una gran fuerza britnica de invasin al mando de sir George Prevost; y a orillas del lago Champlain, el capitn de marina norteamericano Thomas Macdonough haba aplicado tcticas brillantes y aniquilado al escuadrn britnico que acompaaba a Prevost. Las noticias podan tener semanas de retraso cuando llegaban a las aldeas y los pueblos
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remotos de la campia, pero se las reciba con la misma alegra que si el episodio hubiese sucedido la vspera. A medida que las cosas recuperaron lentamente cierta apariencia de normalidad, los pensamientos de Melissa se orientaron cada vez ms hacia la desconcertante e insatisfactoria situacin que exista entre Dominic y ella. Ahora Melissa lo vea rara vez; pareca que l estaba siempre saliendo por la puerta en camino a una reunin importante, y aunque se mostraba impecablemente corts con ella cuando estaban juntos, o cuando asistan a una fiesta o una cena, de ningn modo sa era la relacin que ella haba concebido la maana que Adam Saint Clair lleg con la noticia del incendio de Washington. Todava mantenan una relacin tan casta como si hubieran sido hermano y hermana. Era una situacin que pareca muy desconcertante a Melissa, sobre todo desde que Dominic haba ido a buscarla, y en la noche que sigui haba disipado todas las dudas que ella poda alimentar acerca de los deseos que inspiraba en su esposo. Por desgracia, tambin era cierto que l no le haba manifestado nada parecido al amor eterno, ni haba dicho que pasara todas las noches en brazos de su mujer. Pero si ella le pareca que la situacin era desconcertante e inaceptable, no tena coraje suficiente para modificarla. Durante muchsimas noches, Melissa permaneci despierta en su propia cama solitaria, tratando de juntar valor suficiente para abrir de par en par las puertas que separaban los dormitorios, y entrar audaz en el cuarto de su marido, y... seducirlo! Ciertas noches lleg al extremo de apoyar la mano en el picaporte, pero entonces su coraje se esfumaba, y ella se arrastraba deprimida de regreso a su propia cama, y pasaba el resto de la noche movindose y agitndose, agobiada por los sueos ms explcitamente carnales que pudieran concebirse. Melissa quiz hubiera podido ser capaz de hacer lo que deseaba desesperadamente si no hubiese existido el doloroso interrogante de la relacin de Dominic con Deborah Bowden. En ciertas ocasiones ella poda haber jurado que la otra mujer no importaba en absoluto a Dominic, que en realidad lo irritaban los intentos de Deborah de monopolizar su atencin en los diferentes encuentros sociales a los cuales todos asistan; y sin embargo, l permita constantemente que Deborah exhibiese impunemente la conducta ms ofensiva. Melissa se encontraba en un estado de permanente e irritado desconcierto. La actitud de Dominic frente a ella, los pocos momentos en que estaban solos, era clida y caballerosa, y la expresin en los ojos grises de su esposo le aceleraba el ritmo del pulso; y un instante despus pareca completamente absorto en alguna tonta pirueta de Deborah Bowden. Por supuesto, reconoca Melissa con un sentimiento de culpa, ella no haba facilitado las cosas, pues permita que estuviese siempre a su lado. Pero, se preguntaba con un gesto de rebelda, qu otra cosa poda hacer? Si mi marido se dedica a abordar y a galantear a otra mujer, no puedo divertirme con un hombre apuesto? El problema era que Melissa no se diverta en absoluto con Latimer, y que todos los momentos que pasaba en su compaa eran muy ingratos. No se trataba de que l le impusiera su presencia -siempre se comportaba con escrupulosa cortesa- pero cuando Melissa estaba con l, tena la conciencia muy desagradable de que toleraba la compaa de Latimer a causa de Deborah, y de que si Dominic no se hubiese apartado de ella para dejarse llevar de las narices por Deborah, la propia Melissa no habra mantenido la ms mnima relacin con Julius Latimer! La creencia irracional de Melissa de que Dominic quiz no era tan malo como Josh y Latimer lo haban pintado se haba debilitado mucho las ltimas semanas, pero ella continuaba aferrndose obstinadamente a la idea de que tal vez lo haba condenado injustamente. Le costaba bastante mantener esa actitud cuando vea a Dominic sonriendo, al parecer embobado, los ojos fijos en los rasgos animados de Deborah; y si bien su anterior con-fianza ya no era tan firme, Melissa an estaba decidida a hablar con Josh acerca de Dominic. Haba realizado varios intentos recientemente, pero Josh, lo mismo que Dominic,
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estaba muy ocupado en los asuntos relacionados con la guerra, y todas las veces que Melissa haba ido a visitarlo estaba ausente de Oak Hollow. Tambin Royce haba demostrado una actitud extraamente esquiva, y los intentos de Melissa de mantener una conversacin personal con l siempre haban tenido un fin brusco, porque Royce recordaba repentinamente una cita para la cual ya estaba retrasado. Si Melissa no hubiera sabido a qu atenerse, habra pensado que Royce la esquivaba. Pero, por qu Royce de pronto se mostraba tan... incmodo en compaa de Melissa? Qu tena que ocultar? La frustracin determin que Melissa adoptase actitudes ms drsticas que lo que era normal en ella; y as, una tarde de principios de octubre, Royce lleg imprevistamente y descubri que Dominic se haba ausentado. Se dispona a partir de nuevo cuando Melissa le cort el paso. -No te vayas! Deseo hablar contigo. En la cara bien formada de Royce se dibuj una expresin decididamente cautelosa, y mientras se acercaba a la puerta, el joven dijo cortsmente: -En otra ocasin, querida. Realmente debo marcharme. Pero Melissa no estaba dispuesta a aceptar una negativa. Aferrando el brazo de Royce, mir a su primo y en un tono que era una mezcla de ruego y exigencia, dijo:- Royce, tu diligencia no puede ser tan urgente... debo hablar contigo. El podra haberse alejado, pero los rasgos plidos y las ojeras azuladas bajo los ojos de Melissa, que sugeran claramente las noches insomnes, lo indujeron a detenerse. El mejor que nadie conoca las dificultades que Melissa afrontaba en su matrimonio. Sospechaba que, si bien el matrimonio no haba sido una unin de amor al principio, ni Dominic ni Melissa eran tan indiferentes uno para el otro como cualquiera de ellos finga. De hecho, habra apostado una suma muy considerable a la idea de que estaban desesperadamente enamorados. Lo cual le pareca bastante divertido, sobre todo cuando el ingrediente de la relacin de Dominic con Deborah se agregaba a la situacin que ya era tensa. Y aunque no lo inquietaba mucho ver a Dominic agitarse y retorcerse en el pegajoso pantano creado por el pedido de Jason, pues imaginaba que Dominic era muy capaz de arreglrselas solo, Royce no era inmune al sentimiento de una prima a quien profesaba mucho afecto. Hasta ese momento haba considerado muy divertido todo el episodio, sobre todo porque se trataba de observar cmo Dominic intentaba seducir a una esposa y mantener una relacin cordial con una arpa codiciosa como Deborah Bowden, y todo al mismo tiempo, pero la infelicidad que vio en los ojos de Melissa atenu considerablemente su placer, y suavizando la cara de rasgos duros, capitul ante el pedido y dijo amablemente: -Si t insistes, querida. Permiti que Melissa lo llevase al saln, y se sent junto a ella en el sof. Despus, tomando entre las suyas una mano de Melissa, deposit un beso afectuoso sobre la suave piel. Al ver la mirada turbada de Melissa, pregunt: -Por qu est tan dolorida? Ella torci levemente la boca de labios suaves. -Es tan evidente? Cre que lo disimulaba bastante bien. -No a mis ojos-replic Royce, y sin sentirse en absoluto complacido por su propia situacin, se zambull directamente en su explicacin.- Imagino que se trata de Dominic y su galanteo con Deborah Bowden, si? Te dije la noche de tu cena que nada tenias que temer de esa criatura. -Entonces, por qu Dominic permite que ella lo persiga constantemente? -Casi gimi Melissa, sintiendo que todos sus temores e inseguridades se agitaban en su corazn. -Porque debe hacerlo! -replic secamente Royce, a quien su propio papel desagradaba mucho. Melissa abri muy grandes los ojos, con evidente confusin.
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-Porque debe hacerlo -repiti desalentada-. Por qu? Qu clase de dominio tiene esa mujer sobre l? Royce suspir. -Ella no ejerce ningn dominio sobre tu marido, y si t no fueras tan inocente sabras que l desea ms que nada en el mundo estrangular a la pegajosa lady Bowden, y no separarse nunca de tu lado. Melissa lo mir con dolorosa intensidad. -Cmo lo sabes? -pregunt con voz ronca-. El no quera casarse conmigo... sabes que tu padre nos oblig a ambos. -Trag con dificultad.- Y lady Deborah es una mujer muy hermosa y refinada. -Y tambin la ms tramposa y egosta que uno puede encontrar sobre la tierra! -gru speramente Royce, y su desprecio y desagrado en relacin con lady Bowden eran ms que evidentes. Puesto que Royce siempre se haba comportado en pblico como si tambin l considerase encantadora a Deborah, Melissa se sinti an ms desconcertada por estas palabras. -Cre que estabas tan seducido por ella como Zachary... y Dominic. -Santo Dios, no! -estall Royce-. Nunca me agrad... ni siquiera cuando Dominic fue tan estpido que crey, al menos un tiempo, que poda estar enamorado de ella. Para quien tenga una proporcin normal de sentido comn y no est cegado por su bonita cara, es muy evidente que se trata de una mujer tan peligrosa y baja como su hermano. -Tampoco te agrada Julius? -pregunt asombrada Melissa-. Pero Royce, ests siempre con l! En todas las reuniones a las cuales asist ltimamente pareci que t y Julius de hecho son inseparables... excepto cuando Julius est conmigo. -Y estuve pensando en hablarte de eso, querida -empez a decir Royce con un brillo luminoso en los ojos castaos-. Qu juego infernal ests jugando al alentar las intenciones de ese canalla? Un tanto encolerizada, Melissa mir hostil a su primo. Dijo con tono seco: -Si Dominic considera perfectamente aceptable perseguir a otra mujer, no veo motivo que impida que yo tambin tenga cierta... amistad con un caballero! -Pues bien, por Dios, por lo menos elige a un caballero -dijo irritado Royce- y no a ese rufin! Haba varias contradicciones muy destacadas en las palabras de Royce. Con los ojos entrecerrados, Melissa pregunt tranquilamente: -Si es un canalla y un rufin como t dices, por qu mantienes una amistad tan estrecha con l? De pronto Royce pens que estaba a un paso de revelar mucho ms de lo que Melissa deba saber. Su nica intencin haba sido reconfortara, izo divulgar informacin que poda ponerla en una situacin peligrosa. A diferencia de Dominic, Royce sabia muy bien que Melissa poda mantener cerrada la boca, y en circunstancias diferentes no habra vacilado en revelarle todo. Pero Melissa tambin era temeraria y aventurera, y Royce se estremeci al pensar en lo que poda suceder si ella decida ayudar en esa situacin tan delicada. Poca duda caba a Royce de que ella querra ayudar, lo que de hecho significaba que intentara dedicarse al espionaje; los recuerdos de la niez de ambos y ciertos pasatiempos peligrosos en que haban participado cuando eran jovencitos atravesaban la mente de Royce. No. No poda decir nada ms, y deba recuperar parte del terreno perdido. Adems, se dijo con un sentimiento de virtud personal, tocaba a Dominic decir las cosas a Melissa -l estara invadiendo los derechos de un marido si revelaba la trama a Melissa. Tena perfecta conciencia de que estaba comportndose con un poco de cobarda, pero conociendo el carcter de Melissa y sospechando cul sera su reaccin frente al papel que le haban asignado, Royce no se arrepinti de lo que estaba haciendo. Su irnica conclusin fue: que
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Dominic se encargue de su propia esposa... soy nada ms que el primo y no tengo el derecho de entrometerme. Despus de tomar esa decisin, se apresur a llevar la discusin otra vez al campo de Melissa. Adoptando la expresin ms severa, dijo con un aire virtuoso que enorgulleca a Josh: -No tienes derecho de cuestionar a mis conocidos. Y no eres tan tonta que no sepas que un caballero puede tener varios... amigos a quienes nunca relacionar con las mujeres de su familia. -Tonteras! -replic irritada Melissa, los ojos relucientes de indignacin-. Latimer no es un hombre de los bajos fondos a quien conociste una noche cuando saliste de juerga. Se lo acepta en todas partes, y hay muchas personas perfectamente respetables de la comunidad que encuentran muy agradable su compaa y la de su hermana. De modo que te pregunto otra vez... por qu dices que es un sinvergenza y sin embargo cultivas su amistad? Irritado, Royce formul el deseo de que Melissa no fuese tan observadora, y comprendi que deba distraer inmediatamente la atencin de su prima, porque de lo contrario ella se acercara peligrosamente al nudo de la intriga en que estaban metidos l y Dominic. Y de no haber sido por la certidumbre de que ella querra participar del juego, el asunto no le habra preocupado en lo ms mnimo; pero al pensar en Latimer, e imaginar lo que el ingls poda hacer si Melissa comenzaba a formular ciertas preguntas inquietantes, Royce se sinti muy incmodo. Su rostro adopt una expresin muy arrogante, y Royce dijo con frialdad: -Lo que yo haga o deje de hacer no es asunto que te concierna. Me limito a advertirte que Latimer no es en absoluto el caballero que finge ser, y que sera inteligente que buscases otro para ejercitar tus ardides. En momentos como ste Melissa anhelaba intensamente recuperar la libertad de la niez. Tena las manos apretadas, que formaban dos puitos bastante respetables, y nada le habra agradado ms que ensombrecer los ojos de Royce, como haba hecho cierta vez, cuando eran nios, y l la haba irritado precisamente de ese modo. Record con esfuerzo que ahora era una mujer adulta, una dama casada, y se con tent mirndolo hostil y diciendo con voz dura: -Veo que no tenemos nada ms que decirnos. Disclpame por haberte demorado. -Le dio la espalda, tratando de disimular tanto la ofensa como la clera que las palabras de Royce provocaban en ella, y agreg:- Estoy segura de que sabrs cmo salir de la casa. Royce vacil un segundo; detestaba la situacin y maldeca su propia ineptitud. Haba conseguido nicamente lastimar todava ms a Melissa, y abrir un abismo entre ellos. Sus rasgos se suavizaron, avanz un paso en direccin a su prima y dijo en tono de ruego: -Lissa, nunca tuve la intencin de provocar esta disputa, y tampoco quise herirte. Por favor seamos amigos. Para Melissa era muy difcil no rendirse al acento de ruego que haba en la voz de Royce, pero no estaba dispuesta a fingir que todo era normal entre ellos cuando sin duda las cosas no estaban as, ni mucho menos. l le ocultaba algo, y Melissa lo adivinaba. Se pregunt frunciendo el entrecejo: qu era? Durante los primeros minutos en la habitacin, l haba demostrado mucha preocupacin por su prima, pero tan pronto ella mencion el nombre de Latimer toda su actitud haba cambiado. Latimer... ltimamente Latimer y su hermana parecan provocar las ms extraas reacciones en los hombres de la familia de Melissa. Incluso Zachary pareca embobado con lady Bowden... pero eso era otra cosa, y obligando a sus desordenados pensamientos a concentrarse en la cuestin inmediata, Melissa de pronto comprendi que Royce haba adoptado una actitud fra y distante slo cuando ella mencion el hecho de que su primo deca una cosa y haca otra en relacin tanto con Latimer como con su hermana. Qu interesante. Y como sabia que no le sera de ningn modo provechoso mantenerse distanciada de Royce, de mala gana decidi aceptar la oferta de paz.
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De frente a Royce, le dirigi una leve sonrisa. -Royce, siempre seremos amigos... incluso cuando me irritas profundamente. l sonri y deposit un breve beso en la frente de su prima. -As tienes que ser, Lissa! Y ahora, querida, de veras debo marcharme.- Su cara recobr la compostura y Royce murmuro:-Lissa, no te preocupes demasiado. Todo esto terminar muy pronto. Dicho esto se march, y Melissa permaneci mirando desconcertada la puerta por dnde l haba desaparecido; sus pensamientos se orientaban precisamente en la direccin que a juicio de Royce no era la ms apropiada. Melissa se dijo que Royce no simpatizaba con ninguno de los dos Latimer; no les tena el ms mnimo afecto, pero finga que los consideraba amigos muy agradables. Por qu? Por qu Royce insista en afirmar que el galanteo de Dominic nada significaba para el esposo de Melissa, y sin embargo Dominic pareca incapaz de resistir la seduccin descarada de Deborah? Quiz Dominic estaba representando el mismo juego misterioso que Royce jugaba con Latimer? Quiz finga que Deborah le pareca atractiva cuando en realidad no la deseaba? Y lo que era ms importante, por qu se comportaban de ese modo? Melissa dedic varias horas a pensar en el comportamiento contradictorio tanto de Royce como de Dominic en relacin con los visitantes ingleses, pero no pudo llegar a obtener respuestas satisfactorias. Y al pensar en lady Bowden, consider algo que haba estado turbndola perifricamente durante un tiempo: lady Bowden no slo pareca haber clavado sus garras en Dominic, sino tambin haber enamorado a Zachary. Desde l matrimonio de Melissa con Dominic, ella y Zachary no se haban visto mucho, a diferencia de lo que suceda cuando ambos vivan en la misma casa; pero los dos hermanos todava se reunan de tanto en tanto. Zachary vena de visita o Melissa montaba su caballo e iba a Willowglen para verlo; adems, ambos asistan a las mismas reuniones sociales. Hasta ese momento Melissa no haba tenido en cuenta cuntas veces haba visto a Deborah en Willowglen al llegar all en alguna de sus visitas, y con cunta frecuencia Deborah acompaaba a Zachary cuando l se acercaba al cottage de su hermana. Tambin en pblico Deborah pareca estar siempre cerca de Zachary -excepto, como Melissa lo reconoci sobriamente, cuando la inglesa revoloteaba alrededor de su marido! Imaginaba que ella haba advertido la presencia de Deborah en la vida de Zachary, pero nunca se haba detenido a considerar lo que poda significar. Desechando por un momento el dilema de Dominic y Deborah, Melissa comenz a pensar en la relacin de la misma dama con Zachary, y alguna de las conclusiones a las cuales lleg no agradaron. Comprenda incluso que lady Bowden al parecer nunca haba prestado la ms mnima atencin a Zachary hasta que sobrevino el cambio de situacin econmica de los Seymour, y Zachary recibi su parte del fideicomiso. No, pens Melissa frunciendo el entrecejo, no era as. Todo haba comenzado despus del matrimonio de Melissa con Dominic... Quiz, cuando lleg a la conclusin de que un rico caballero estaba fuera de su alcance, haba puesto la mira en otro? Un hombre ms joven y ms maleable? Casi un jovencito, hipnotizado y deslumbrado por la madura belleza de una mujer mayor? Muy perturbada por la secuencia de sus pensamientos, Melissa recorri inquieta el espacio del saloncito, y concibi la esperanza de que su propia antipata hacia Deborah estuviese en la base de esas conjeturas tan desagradables. Pero no pudo desechar la sensacin de que mientras ella estaba concentrada en sus problemas con Dominic no haba prestado atencin a los peligros que Deborah poda representar para el joven corazn de Zachary. Tratando de decirse que slo estaba buscando otra razn para desconfiar de Deborah, Melissa intent rechazar los ingratos pensamientos que se agolpaban en su mente, pero aunque se convenci a medias de que a lo sumo estaba demostrando mucha tontera, haba dos interrogantes que no se disipaban. Deborah slo se diverta a costa de Zachary? O
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haba un motivo ms profundo que la induca a demostrar cierta predileccin por la compaa del joven?
24
Sentado en el saln de la hermosa casa que haba alquilado poco antes en las afueras de Baton Rouge, Julius Latimer miraba a su hermana, y se preguntaba ms o menos lo mismo. Los ojos entrecerrados y atentos, observ largamente a Deborah, mientras ella jugueteaba con su taza de t, fingiendo que no adverta el examen al que la someta su hermano. En ese momento los dos hermanos estaban solos. Julius ocupaba un silln de cuero de respaldo alto, y enfrente Deborah estaba sentada cerca de una mesita sobre la cual descansaba una tetera de plata y los restos de una comida frugal. La conversacin entre los dos haba sido espordica, y apenas interesante para cualquiera de ellos; pero Deborah haba mencionado de pasada el nombre de Zachary Seymour, y esa observacin suscit las reflexiones de Latimer. A diferencia de Melissa, que apenas conoca a Deborah, Latimer no abrigaba dudas acerca de lo que se propona su hermana; despus de todo, ambos haban comentado en extenso las iniciativas de Deborah, y haban llegado a la conclusin de que Zachary Seymour, ahora que se haba suspendido el fideicomiso que paralizaba sus finanzas y lo converta en un soltero sin inters, poda ser una valiosa fuente de dinero suplementario. El hecho de que ahora tena tambin un cuado muy rico y generoso lo haca incluso ms atractivo para los Latimer, y estos haban comenzado inmediatamente a ejecutar un plan que haba sido muy eficaz para elloS en otras ocasiones: las tiernas sonrisas y los hbiles ardides de Deborah sometan por completo a la presa mientras ella sugera diestramente adornos caros y regalos al caballero completamente embobado. Y con gran satisfaccin de ambos, pareca que todo se desarrollaba de acuerdo con el plan; segn todos los indicios, Zachary se senta completamente feliz al ofrecer ms de una costosa chuchera a la mujer que le sonrea con tanto afecto y seduccin, y lo induca a creer que ella lo consideraba absolutamente fascinante. Pero ltimamente Latimer haba comenzado a preguntarse si Deborah no estaba llevando esa pequea intriga ms all de lo que ellos haban planeado -un pretendiente enfurecido, ofendido y rechazado no era lo que Latimer tena en mente cuando haba esbozado el plan a su hermana. Un galanteo superficial, una relacin laxa, haba sido el tema de la discusin entre ellos; y mientras flexionaba los dedos largos y angostos ahora Latimer comenz con voz indiferente: -No ests exagerando un poco las cosas en tu relacin con el jovencito Seymour? Recibiste de l algunas joyas muy hermosas. Esos aros de zafiro que te regal la semana pasada son muy bellos; y nos aportarn una bonita suma cuando lleguemos a Londres... pero ciertamente ni t ni yo deseamos escenas desagradables o complicaciones en el camino. Deborah se limit a sonrer. -Bah! Ests asustndote de las sombras. Creme, s cmo manejar a mis hombres, y Zachary es un cordero. Julius no pareci muy convencido, pues conoca bien la enorme vanidad de su hermana. -No me pareci un cordero la otra noche, cuando te alejaste bailando con Slade, en la fiesta de los Hampton.
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-Ya lo s-replic Deborah, muy satisfecha de s misma-. Estaba sumamente enojado conmigo, y la situacin le provoc una pasin violenta, algo por cierto excitante. -Con una sonrisa soadora en los labios, Deborah murmur:- Zachary es un joven tan viril! Casi ced a su insistencia en hacerme el amor. La cara de Latimer cobr una expresin tensa y voz peligrosamente suave, dijo: -Cre que habamos llegado a la conclusin de que no debas perder el control de la situacin. Si la memoria no me engaa, debas atraerlo, no seducirlo! -Hermano, te preocupas demasiado -replic Deborah con acento ms spero-. S exactamente lo que hago! Adems -agreg con expresin petulante- merezco alguna recompensa por haber perdido la oportunidad de ser la esposa de Dominic y por soportar esta caricatura de matrimonio con el viejo Bowden. -Sus hermosos rasgos se deformaron, y Deborah murmur:- T no sabes lo que era verme obligada a besar a ese sucio y viejo macho cabrio, y despus permitirle que me tocase y me hiciera el amor. Si no lo hubieses despachado en ese momento, no s cunto tiempo hubiera soportado sin asesinarlo con mis propias manos! -Te callars de una vez? -agreg Latimer-. Tu lengua nos enviar a los dos al patbulo. El incidente con Bowden es cosa del pasado, y no es necesario que lo recuerdes. Encogindose de hombros, Deborah bebi un pequeo sorbo de su t, que se enfriaba rpidamente. -Muy bien, pero cesa de criticar el modo en que atiendo mis asuntos. -Una expresin astuta se manifest en sus ojos.- A ti tampoco te fue muy bien con la muchacha. Con una expresin muy fra en los ojos azules, Latimer dijo secamente: -Tal vez todava no la llev a la cama, pero consegu los veinticinco mil dlares -que era lo que buscbamos desde el principio. Solamente cuando pens que no haba muchas esperanzas de obtener el dinero decid aprovechar un poco la situacin, y me pareci que llevar a la cama a esa perrita altanera era lo ms apropiado. -Una sonrisa levemente lasciva se dibuj en las comisuras de los labios delgados.- Ensearle a que me obedeciera en todos los aspectos poda haber compensado la prdida del dinero. -Si, y si no cesas de jugar como estuviste haciendo los ltimos tiempos, sin duda perders hasta el ltimo penique. -Oh, cllate! S lo que hago. Roxbury pag este viaje y nos prometi una pequea fortuna cuando lleguemos a Inglaterra, pero entre tanto tengo que mantener las apariencias, si deseo conservar mi lugar entre estos hombres. No olvides que son los mismos individuos a quienes Roxbury me encarg cultivar y acercar a nuestro bando. Mi participacin en las actividades de esta gente es slo un modo de congraciarme con ella... y adems hay otra cosa, y tienes que recordarla la prxima vez que me critiques porque juego. Muchos de estos plantadores son jugadores increblemente osados, y un hombre astuto con los naipes puede ganar una fortuna, mucho ms dinero que la suma que Roxbury nos prometi. Me propongo aprovechar bien esta oportunidad imprevista, y si durante un tiempo parece que pierdo, tanto mejor. Cuando empiece a ganar... -Una expresin astuta apareci en los fros ojos azules.-Y comenzar a ganar muy pronto... y entonces, creme, te sentirs muy complacida con los resultados de mis partidas de naipes. -Has puesto tus ojos sobre cierta persona? Latimer asinti. -S. Ese joven Franklyn es precisamente el tipo de jovencito tonto y descuidado que reclama a gritos que lo desplumen... aunque la cosa ser tan sencilla, que casi me avergenza. Deborah no se senta muy tranquila. -Slo espero que l no advierta que lo engaaron, y que se repita ese feo asunto que afrontamos en Londres.
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Latimer no hizo caso del comentario de su hermana, y se limit a decir: -Eso poco importa. Incluso si llegara a sospechar que hice trampa, y cometiese la estupidez de desafiarme a duelo... qu nos importa lo que piensen estos provincianos? Pronto saldremos de aqu... debemos estar en Nueva Orlens antes de principios del ao, y poco ms tarde, si todo sale bien, regresaremos a Londres, ahora con una fortuna respetable. Deborah, que pareca poco convencida, pregunt: -Es necesario que pierdas tanto dinero con l antes de resarcirte? -Mi intencin no es perder mucho ms, pero era importante llevarlo a que sintiese cierto exceso de confianza respecto de su capacidad de derrotarme. Y como no he perdido una suma considerable, habr varios caballeros que pensarn que mi suerte sencillamente cambi, y no alimentarn tantas sospechas como sera el caso si yo me hubiese limitado a despojar de su fortuna a ese mocoso tonto. -Crees que Dominic no ver lo que haces? -pregunt secamente Deborah. Una desagradable expresin apareci en los rasgos cincelados de Latimer. -Querida, tanto mejor si descubre algo! No cometer el mismo error que la ltima vez que lo enfrent en duelo. Ahora slo uno de nosotros saldr sobre sus pies del campo, y puedes tener la certeza de que no ser yo quien permanezca tendido y ensangrentado en el suelo! De nuevo con un gesto petulante en el rostro, Deborah dijo a Latimer: -Todava no s por qu no quisiste que me casara con l cuando se me ofreci la oportunidad. Es mucho ms rico que ese viejo chivo de Bowden, y ciertamente compartir su lecho me habra agradado bastante ms. -Por eso ahora lo persigues constantemente? Esperas saborear lo que entonces se te neg? -&>Por qu no? -pregunt acalorada Deborah-. T tienes tus mujeres, y no veo por qu no puedo acostarme con el hombre que me agrada siquiera una vez, en lugar de ofrecerme slo a los que t eliges porque me traen generosos regalos! -Con un mohn en su hermosa boca, Deborah murmur:- Me habra agradado contraer matrimonio con Dominic. Bastante irritado, Latimer se puso de pie y atraves la habitacin para detenerse cerca de su hermana. Se sirvi una taza de t, y dijo medio irritado y medio renuente: -Si yo hubiese sabido exactamente qu rico era, no habra impedido la boda. Supuse que era sencillamente un colono arrogante, que estaba buscando esposa para impresionar a sus amigos campesinos aqu. -Revolviendo el t con una cucharita de plata, murmur en voz alta:- pero incluso si hubiese sabido de su riqueza, no creo que tu matrimonio con l hubiera sido una buena idea. Es demasiado inteligente, y no me parece que hubiese aceptado que nosotros lo sangrramos, hubiera tenido que acabarlo mucho antes de lo que hice con Bowden. -Bien, en todo caso no nos beneficiamos mucho con tu plan! -replic malignamente Deborah-. Y no s si yo hubiese deseado que mataras a Dominic... quin sabe, tal vez hubiese preferido continuar siendo su esposa. -Eso, lo dudo! Te imaginas rodeada por una pandilla de mocosos? Viviendo aqu, al borde del desierto? Querida, ste no es el ambiente que yo elegira para ti -rezong Latimer, y como su hermana se limit a emitir un sonido desdeoso, l agreg:- Desde que llegamos aqu no has hecho ms que quejarte del pas y la gente, que te parece grosera y aburrida. Realmente quieres hacerme creer que te sentiras satisfecha sepultada en este desierto brbaro? Lejos del resplandor y la excitacin de Londres? Creo que te engaas. Deborah se encogi de hombros. -Probablemente tienes razn. Y debo agregar que Dominic no es el mismo hombre que yo recuerdo. Oh, sin duda es apuesto, pero parece...
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-Menos enamoriscado? Menos propenso a ignorar tus defectos? Menos inclinado a complacerte? -pregunt sardnica-mente Latimer-. Olvidas que ahora tiene una esposa... una esposa muy bella. -Y bien que eso te irrita! -replic dulcemente Deborah-. Puedes fingir que no te importa que ella se te haya escapado para casarse con l, pero te conozco demasiado bien para creer en semejante tontera. Con cierto filo en la voz, Latimer replic: -Resrvate todo lo que puedas pensar acerca de mis intenciones con respecto a Melissa Slade! Trabaj mucho para restablecer cierta amistad con ella, y no deseo que lo arruines todo hablando demasiado! Lo nico que debes hacer es conquistar a Zachary, y silo deseas puedes divertirte con Dominic, pero no concibas ideas acerca de mi relacin con Melissa en esa bonita cabeza que tienes sobre los hombros! Deborah le dirigi una mirada venenosa, pero no formul comentarios. Slo en ocasiones como sta ella senta el tenue deseo de escapar al dominio de Julius. En general, la complaca perfectamente permitir que su hermano le ordenase la vida, incluso cuando eso implicaba la desagradable necesidad de casarse con un hombre que tena edad suficiente para ser su abuelo. Julius siempre la haba dominado, y como Deborah era una mujer esencialmente haragana, codiciosa y vana, siempre le haba parecido mucho ms fcil adaptarse a lo que l planeaba, que demostrar iniciativa propia. Casarse con Dominic habra sido tentador, pero Deborah no vea con buenos ojos la idea de ser independiente, de prescindir del hombre que arreglase todos los detalles de su vida; y aunque en raras ocasiones contemplaba fugazmente la posibilidad de unirse a alguien que no era su hermano, en definitiva siempre desechaba la idea. Julius le conceda ms libertad que lo que hubiera hecho un marido o un amante, y como Deborah se amaba a s misma demasiado para experimentar sentimientos autnticos hacia otra persona, le pareca perfectamente adecuado permitir que Julius se ocupase de todo. A su propio modo, senta verdadero afecto por su hermano, pero eso no significaba que siempre la complacieran los planes que l trazaba, o que de tanto en tanto no se rebelase ante el modo arrogante en que l determinaba lo que ella necesitaba y deseaba. Mir hoscamente los rasgos bien formados de Julius. -No es justo -dijo al fin con expresin hosca-. T tienes ciertos planes acerca de esa tonta muchachita, pero no permites que haga el amor con su hermano si as lo deseo. -El esposo de la dama no te satisface? -pregunt burlonamente Latimer. La expresin malhumorada de Deborah se acentu. -Probablemente me satisfara si pudiese llevarlo a la cama, pero siempre estamos rodeados por otras personas. -Puesto que pareces desearlo tanto, no puedes arreglar una cita con l? En el ambiente adecuado, sin duda no tendras inconvenientes para convencerlo de que saboree tus encantos. Una expresin astuta apareci de pronto en los ojos celestes de Deborah. -Por supuesto! -exclam alegre-. Cmo no lo pens antes? Su humor sombro desapareci como si nunca hubiese existido, y ahora se puso de pie y bail a travs de la habitacin. Pero en el piso alto, sentada frente a un hermoso y pequeo escritorio de palo de rosa, su buen nimo desapareci. Una fina arruga apareci en su hermosa frente, y Deborah contempl la hoja de papel. Redactar una nota a Dominic no sera el problema. Ella sabia lo que deba escribir para atraerlo inmediatamente. El problema era elegir un lugar de cita apropiado, y mencionar una hora que garantizara la intimidad del encuentro. Mordisqueando distradamente la pluma permaneci sentada, perdida en sus pensamientos, mientras elega y despus desechaba varios lugares posibles para el tipo de cita que tena en mente. Deba ser un lugar ntimo y aislado; deba ser romntico, y lejos de
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la proximidad inmediata de la casa... pero no demasiado lejos. Con un gesto malhumorado, arroj la pluma y estruj la hoja de papel. No tena sentido escribir una nota a Dominic mientras no hubiese elegido el lugar del encuentro. Con un gesto de disgusto en su boca de labios suaves, sali del dormitorio, comparando los lugares que podan ser aunque fuesen remotamente apropiados para seducir a Dominic... Deborah no era la nica que planeaba una seduccin, pero si Latimer quera seducir a Melissa sencillamente porque ella lo atraa, o porque era la esposa de Dominic, era algo que no estaba claro tampoco para el propio interesado. Haba trabajado mucho los ltimos meses para reparar el dao que l mismo haba provocado al calcular mal el orgullo y la fibra de Melissa, y durante las ltimas semanas haba comenzado a abrigar la esperanza de haber logrado restablecer por lo menos parte de la confianza de Melissa en l. Haba sido muy difcil para Latimer representar el papel de un amigo realmente arrepentido, ansioso de compensar su falta, obligado siempre a ocultar el odio y la envidia que Dominic le inspiraba, siempre preparado para disimular la clera y el resentimiento que sinti al saber que ella haba escapado de sus garras y se haba casado con el nico hombre a quien detestaba ms que a nadie. De pronto, una lenta sonrisa curv los labios de Latimer. Pareca que al fin su actitud sumisa y su solicitud le aportaran la recompensa que l deseaba. La sonrisa de Latimer se acentu. Sin saberlo, su hermana lo haba ayudado. La descarada persecucin de Dominic por Deborah haba logrado que Melissa se acercara ms a Latimer, y por esa razn ms que por otra cualquiera l estaba dispuesto a permitir que Deborah continuase con sus maniobras casi indecentes. Si en efecto Deborah consegua seducir al marido de Melissa, tanto mejor; Latimer se complacera mucho suministrando a la esposa ofendida un hombro servicial donde ella podra llorar; tal era el cnico pensamiento de Latimer. Y si Melissa se senta suficientemente ofendida... Latimer casi tena la certeza de que cuando Melissa supiese que Dominic en efecto se haba acostado con Deborah, podra suponerse con fundada razn que estara dispuesta a pagar en la misma moneda a su aventurero esposo... y l, Latimer, estara muy cerca, con los brazos completamente abiertos! El imprevisto y muy desagradable matrimonio de Melissa con Dominic Slade haba sido un golpe doloroso para Latimer. Estaba tan seguro de que la tena atrapada, de que ella pretenda entregarse al propio Latimer antes que buscar otros medios para satisfacer las demandas de su acreedor, que la noticia del inminente matrimonio de Melissa con Dominic lo haba dejado atnito. Pasaron semanas antes de que l pudiese aceptar al fin el hecho de que en efecto Melissa se le haba escapado, y de que haba fracasado el perverso plan de saborear los encantos de la joven antes de informarle, por supuesto con el debido pesar, que en realidad y en definitiva l deba recibir el dinero. Latimer se haba enfurecido, e incluso la devolucin del dinero que se le haba efectuado no haba atenuado su sentimiento irracional en el sentido de que hasta cierto punto lo haban engaado. El tiempo de su estancia en Baton Rouge estaba acortndose para Latimer. De acuerdo con el calendario que haba acordado con Roxbury en Londres, ms de un ao antes, deba salir para Nueva Orlens en pocas semanas ms. Si deseaba obtener su satisfaccin, tena que hacerlo muy pronto. Y antes de partir, pens Latimer con una dbil sonrisa, deba llevar a su agradable conclusin varios pequeos detalles. Implantar un prominente par de cuernos en la arrogante cabeza de Dominic Slade era slo una de las cosas deliciosas que l tena en mente antes del viaje a Nueva Orlens. Estaba tambin el asunto del joven Franklyn... Silbando por lo bajo, Latimer se levant del silln y camin directamente a su dormitorio. Eligi un chaleco de seda blanca, una prenda bastante fina adornada con minsculos puntos negros, y comenz a vestirse para la sesin de la noche -una pequea reunin y cena de hombres en el hogar de un acaudalado y joven 501-tero, Thomas Norton,
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que viva a un kilmetro y medio de Baton Rouge. Royce Manchester deba reunirse con l en la casa, y juntos se trasladaran a la residencia de Norton. Al pensar en Royce, Latimer frunci levemente el entrecejo. Experimentaba cierta sospecha en vista de la aparente inclinacin de Royce a buscar su compaa, aunque no atinaba a encontrar fallas en la conducta del otro. En Londres, Royce se haba alineado claramente con Dominic, y en algunas ocasiones, que Latimer recordaba muy bien, Royce se haba mostrado sumamente fro y desdeoso. Por supuesto, haba pensado en la posibilidad de que Royce pudiera espiarlo, y lo crea muy probable; quizs intentaba sorprenderlo en alguna canallada, y Latimer casi rea en voz alta al concebir la idea. La belleza del plan de Roxbury, y la nica razn por la cual l haba aceptado cierta participacin en el asunto, al margen de los beneficios muy generosos, era que en el peor de los casos implicaba apenas un riesgo nebuloso. Latimer no era hombre de meter la cabeza en un dogal por la suma de dinero que Roxbury estaba dispuesto a pagarle! Adems, murmuraba satisfecho mientras descenda la escalera curva que conduca al vestbulo de la casa, por qu tena que arriesgar el cuello cuando haba tantas formas ms fciles de hacer fortuna? Y especialmente cuando tena al alcance de la mano una paloma gorda a la que poda desplumar,... es decir, el heredero de los Franklyn? Una sonrisita cruel juguete en la comisura de su boca bien formada. La reunin de esa noche bien poda ser el momento en que cambiase la suerte del seor Franklyn con los naipes... Dominic asista tambin a la misma cena, pero a diferencia de Latimer, no tena muchas expectativas. En los ltimos tiempos pareca que rara vez poda estar a solas un momento con Melissa, y haba estado planeando una noche tranquila en el hogar con su esposa. Una noche tranquila a solas, de modo que al fin l pudiese resolver el misterio que era su propia esposa. Por desgracia, Royce haba echado a perder el ansia de tranquilidad domstica de Dominic, pues haba insistido en que concurriese a la reunin en la casa de Norton. Con los ojos color mbar de Royce reluciendo con evidente fastidio, el joven haba dicho tres das antes: -Quiz t tienes que soportar los molestos abrazos de Deborah cuando ambos concurren a la misma reunin, pero yo me vio forzado a ser la compaa permanente de Latimer -y eso es sumamente odioso, te lo aseguro! Ese individuo es el sujeto ms desagradable que yo pueda imaginar, y jams aceptara pasar ni siquiera un da con l; sin embargo, durante las ltimas seis semanas estuve comportndome como si fuera mi mejor amigo y hasta ahora por nada, pues no he sabido un solo detalle de su relacin con Roxbury! Fuimos juntos a buscar mujerzuelas, me emborrach con l, lo acompa a las rias de gallos, y en general estuve a disposicin de su persona; y puedes creerme si te digo que no fue el periodo ms agradable que he pasado en el curso de mi vida! Ese hombre es un canalla sin corazn! No me parece divertido ni intelectualmente atractivo, y si tengo que soportar otra fiesta en su compaa, es muy posible que lo castigue fsicamente. -Fijando una mirada irritada en Dominic, dijo al fin:- Lo menos que puedes hacer es asistir a la reunin en casa de Norton y compartir mi sufrimiento. De mala gana, Dominic se haba dejado convencer, y as sucedi que en lugar de la velada ntima que haba deseado, se vio obligado a soportar varias horas de juerga masculina. Zachary tambin estara all, y ambos haban planeado ir juntos a la casa de Norton. Dominic acababa de extender la mano hacia la corbata blanca almidonada que Bartholomew le ofreca, cuando oy el sonido de la voz de Zachary que llegaba de la escalera. Zachary haba llegado muy temprano, pero como estaba acostumbrado a pasar muchas horas en la cabaa de Slade, el hecho no implicaba un problema. Despus de entregar su alto sombrero ribeteado con piel de castor al mayordomo que lo atenda, entr en el saloncito que estaba al frente de la casa, y vio con agra-do que su hermana estaba sentada cmodamente en
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el sof, con un pequeo libro de sonetos en la mano. Por su actitud y el atuendo, una encantadora bata de muselina, era evidente que Melissa pensaba permanecer en casa esa noche, y Zachary brome amablemente con ella. -Qu es esto? La matrona joven ms buscada del vecindario permanece sentada sola, junto a su propio hogar? Los ojos me engaan? Riendo, Melissa deposit su libro y dijo afectuosamente: -Oh, Zachary, bandido! No seas ridculo. Hablas como si yo fuera una frvola de la peor especie. Despus de acomodar el cuerpo largo y elegante en un silln prximo, Zachary replic con una sonrisa: -Bien, tienes que reconocer que nos hemos divertido mucho estos ltimos meses, pese a toda la preocupacin provocada por la guerra. Parece que desde tu matrimonio, y la liberacin del fideicomiso, ambos hemos llegado a ser muy populares! Me parece que no he pasado dos noches en casa a lo largo de este mes! Con el corazn inflamado de amor y orgullo, ella examin a su hermano instalado en el silln. Esta noche el joven pareca un hombre muy refinado; tena la corbata blanca bien anudada al cuello, la chaqueta de seda azul oscuro se adaptaba admirablemente a los anchos hombros, y los breeches negros revestan a la perfeccin los muslos musculosos. Pareca la imagen misma de un aristcrata joven, rico e indolente, y a Melissa le pareca increble que apenas seis meses antes ambos se haban visto en dificultades para conservar el techo sobre la cabeza. Sonri a su hermano y dijo casi tmidamente: -Las cosas ahora estn muy diferentes para nosotros, verdad? Zachary percibi la nota de pesar en la voz de Melissa, y su propia sonrisa se desdibuj cuando l se inclin hacia adelante, con el rostro tenso: -No te pesa el matrimonio, verdad, Lissa? -Casi perforndola con los ojos, pregunt:- Eres feliz? S que al principio hubo tensin entre t y Dominic, pero... eso ya pas, verdad? Las preguntas de Zachary sorprendieron a Melissa, y durante un momento prolongado vacil en contestarle. Le pesaba el matrimonio con Dominic? Su corazn respondi: Oh, no, de ningn modo. Pero en efecto ella deseaba apasionadamente que las circunstancias hubieran sido distintas, anhelaba haber podido vivir un noviazgo normal, y saber que cuando Dominic la peda en matrimonio, era porque as lo deseaba y no porque se vea forzado a causa de una desagradable sucesin de incidentes. Era feliz? Una sonrisa roz brevemente su boca de labios llenos. Haba ocasiones en que se senta extticamente feliz. Ocasiones en que su felicidad era casi evidente, tan intensa y tangible que ella estaba segura de que poda tocarla. Pero por otra parte... Melissa suspir. A pesar de la extraa afinidad que haba entre ellos, pese a todas las miradas emocionantes que haban cambiado en los ltimos tiempos, y a las clidas sonrisas y las tiernas promesas que ella crea entrever en los ojos de Dominic, Melissa no poda estar segura de que ella misma no se engaaba, de que su intenso deseo de creer que Dominic izo era un inescrupuloso mujeriego y de que l haba llegado a quererla no era simplemente una forma de engaarse ella misma. Con respecto a la tensin entre ellos, ciertamente no era cosa del pasado y no lo sera, pens con vehemencia, mientras no se hiciera algo para resolver el problema de Deborah Bowden! Durante un breve segundo una luz cruel de alarmante intensidad apareci en los hermosos ojos color topacio, pero con un esfuerzo ella retorn al presente y al silencio expectante de su hermano. Haban existido pocos secretos entre los hermanos; siempre haban sido totalmente sinceros uno con el otro, y por eso Melissa contest con cautela. -No soy infeliz, Zack. Slo deseara... La frase inconclusa era en s misma elocuente. Con una expresin dura en la cara, Zachary extendi una mano para aferrar Una de las manos delgadas de Melissa.
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-Lissa, si hay algo, lo que fuere, que pueda hacer para facilitarte las cosas, sabes que slo tienes que pedirlo. Con un nudo en la garganta, ella mene lentamente la cabeza. -No hay nada que t u otra persona puedan hacer.. es entre Dominic y yo. Las palabras de Melissa no lo satisficieron, y cerrando los dedos sobre la mano de Melissa, Zachary dijo en voz baja: -A menudo me pregunt la causa de tu sbito matrimonio... pasaste de la antipata hacia Dominic un da al matrimonio el siguiente, y aunque entonces no dije nada, el asunto me confundi y perturb. Los dos ocupantes del saloncito estaban tan absortos en su dilogo que ninguno oy los pasos de Dominic que descendi la escalera, ni advirtieron su presencia cuando el dueo de casa vacil en el umbral, porque no deseaba interrumpirlos. Se los vea tan serios y absortos en su conversacin que l pens alejarse, para concederles unos momentos ms de intimidad, pero entonces la pregunta siguiente de Zachary lo detuvo en seco. -Lissa, Josh te oblig a casarte con l? A causa de ese condenado fideicomiso? Una enrgica negacin casi brot de los labios de Melissa, pero la joven vacil una fraccin de segundo, y Zachary insisti con fuerza: -Fue a causa del fideicomiso, verdad? Cmo te amenaz Josh para obligarte a cambiar de idea acerca del matrimonio? -pregunt duramente Zachary, tensa la boca de labios finos. Con un desaliento evidente en su cara, Melissa permaneci sentada, mirando a su hermano, tratando desesperadamente de decidir qu parte de lo que haba sucedido esa noche fatdica poda decirle sin riesgo. Criticndose ella misma porque no haba conseguido distraerlo rpidamente, consciente de que ahora l no aflojara hasta que supiera de ella toda la verdad, Melissa dijo eligiendo las palabras:- El fideicomiso tuvo algo que ver con el matrimonio, pero no fue la nica razn por la cual acept casarme con Dominic. -Ah! Lo saba! -dijo exultante Zachary-. No entiendo por qu l no puede ser un buen marido -agreg con ecuanimidad-. Pero sucede que t ya habas rechazado a otros hombres igualmente ricos y... -una pronta sonrisa curv sus labios- igualmente apuestos; y de pronto, de la nada, aceptas casarte con un hombre a quien conoces desde hace pocas semanas. Al recordar sus primeros encuentros con Dominic, y el modo en que su presencia le aceleraba el pulso y le golpeaba el corazn, Melissa dijo con gesto soador:- A veces sucede as... el tiempo no influye decisivamente en los sentimientos. -Es posible -convino Zachary, pero en su tono haba un matiz cnico muy evidente-. Pero tienes que reconocer que hubo algo un tanto sospechoso en tu sbito compromiso y tu matrimonio con Slade. Quiero que me digas la verdad acerca de esto y no intentes confundirme con esa serie de fragmentos y detalles que t crees que puedes decirme sin riesgo. Melissa se sobresalt al or las palabras de Zachary y abri muy grandes los ojos. Cmo era posible que l...? Como si estuviese leyendo el pensamiento de Melissa, Zachary sonri amablemente. -Lissa, probablemente te conozco mejor que nadie en el mundo, y s cmo funciona exactamente tu cabeza. T y yo hemos pasado juntos muchas cosas, y si hay algo que he aprendido acerca de ti, es que siempre intentaste protegerme de lo peor. -Esboz una mueca.Lissa, ya no soy un nio. Siempre ser tu hermano menor, pero confo en que no continuars protegindome de ciertas cosas quiz desagradables que yo debo conocer. -Oh, Zack! -exclam angustiada Melissa-. Mi intencin nunca fue... -Lo s, querida, pero t me dijiste a menudo que la carga es un poco ms liviana si la soportan dos en lugar de uno. Ahora, dime la verdad y no intentes continuar protegindome. La mirada de Melissa explor ansiosamente los ojos de Zachary; senta terribles deseos de decir la verdad a alguien, pero tema dar ese paso. Con voz grave pregunt: -Si te digo la
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verdad, tengo tu solemne promesa de que no hars nada alocado? De que por feo o srdido que sea lo que te revele, no te batirs en duelo? Zachary enderez el cuerpo, y era evidente que no le agradaba el sesgo de la conversacin. Con el entrecejo fruncido, pregunt medio irritado medio inquisitivo: -Y si no lo prometo, no me dirs lo que sucedi realmente? Con expresin inquieta pero decidida, Melissa asinti. -O me lo prometes, o esta conversacin cesa de inmediato. -Esper tensa la respuesta de Zachary, pues saba que si l aceptaba las condiciones, aunque poda renegar y protestar y pedir que se lo relevara de su promesa, mantendra su palabra. Pero sin esa promesa... Melissa sinti un leve temblor. Sin esa promesa, l saldra de la habitacin para ir a buscar a Latimer, con la muerte en el corazn. Zachary la mir suspicaz un momento, y despus con voz lenta y evidente renuencia asinti. -Tienes mi promesa -dijo. Como deseaba tener la absoluta seguridad de que l no podra torcer el sentido de esas sencillas palabras, Melissa dijo claramente: -Tengo tu promesa de que no importa lo que te diga, nunca tratars de vengarte, y especialmente de que no desafiars a nadie, por muy cobarde que te parezca el hecho. Rechinando los dientes y con los ojos color topacio semejantes a los de Melissa reluciendo colricos, Zachary respondi: -Prometo todo lo que acabas de decir! -El resentimiento lo domin, y Zachary agreg en un rezongo:- Pero creo que es muy injusto lo que acabas de exigirme! En el umbral, Dominic permaneci inmvil, con una parte de su mente desconcertada ante ese acto descarado de espionaje, la otra demasiado atrapada por la conversacin para reaccionar. Conteniendo la respiracin, el corazn cada vez ms excitado, esper, tironeado entre el miedo y el deseo de conocer las revelaciones de Melissa. Apenas Zachary formul la respuesta que ella deseaba, Melissa casi se desplom aliviada. Y ahora que el momento haba llegado, pareci incapaz de controlar su lengua, y las palabras afluan a medida que evocaba esos das terribles que haban llevado al episodio nocturno en el cuarto de Dominic. Suministr slo los detalles ms esenciales, pero al ver la cara de Zachary que se ensombreca, al observar la furia que se acentuaba en los ojos dorados, se sinti profundamente agradecida porque le haba arrancado esa promesa. -Maldito bastardo! -explot colrico Zachary-. Deseara ponerle la mano encima! Alarmada, Melissa hundi los dedos en las palmas de su hermano. -Prometiste! Dijiste que cumpliras tu palabra! El ri con amargura. -Tienes mi palabra, querida... y aunque me complacera mucho destriparlo, no lo har. Pero no entiendo cmo podr mostrarme educado con ese bastardo! Lissa, eres una tonta! Debiste haber hablado conmigo! -Y t hubieras ido un instante despus para retarlo a duelo? Y quizs hubieras perdido la vida? Qu habramos conseguido de ese modo? Dirigiendo una mirada impaciente a Melissa, Zachary murmur: -Cundo cesars en tus intentos de protegerme? Habramos podido afrontar juntos las amenazas de Latimer... por lo menos t no habras estado sola. -Como la expresin de Melissa no cambi, Zachary agreg:- Oh, no te preocupes, te promet, y no lo retar a duelo. Ahora, dime el resto, aunque parte del asunto puedo adivinarlo por m mismo. Precisamente a causa de Latimer ofreciste vender Locura a Dominic, verdad? Melissa asinti y reanud su relato, y habl de la nota de Latimer que le peda que ella fuese a la posada, de su decisin de aceptar la invitacin y los motivos que la haban
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impulsado. No fue fcil contar eso, y fue aun ms difcil cuando lleg el tema del cuarto equivocado y la entrada de Dominic en la escena. Vacil apenas cuando relat el momento de su despertar, y cmo se haba encontrado en la cama con Dominic; pero despus pas al embarazoso momento en que Royce y Josh los haban descubierto. Con expresin sombra explic a Zachary que Josh la haba amenazado con separarlo de su hermana si ella no aceptaba el matrimonio. Se hizo un silencio peligroso cuando Melissa termin de hablar. Cansada por el esfuerzo realizado, la joven se recost en el respaldo del sof y cerr los ojos. -Y ahora, t sabes por qu acept casarme con Dominic Slade. -Santo Dios! Lissa, por qu no dijiste algo? Yo habra entendido. Si hubieses dicho la verdad, estoy seguro de que Royce y el to Josh se hubiesen mostrado ms comprensivos frente a la situacin. Melissa abri los ojos y dirigi una mirada irnica a Zachary y dijo secamente: -Lo crees de veras? Era una oportunidad magnfica para Josh, que as poda lograr lo que haba intentado desde que cumpl diecisiete aos. Crees sinceramente que Royce o para el caso Josh, no habran ido inmediatamente a buscar a Latimer? Que uno o los dos habran reclamado la satisfaccin del duelo... y quizs hubiesen muerto como consecuencia de eso? Crees que yo hubiera podido soportar esa carga sobre mi conciencia? Zachary se movi inquieto, y era evidente que se senta herido en su orgullo. -Tenemos la obligacin de proteger a nuestras mujeres de los canallas como Latimer! Habra sido perfectamente lgico que lo retasen a duelo! -La clera y el resentimiento ante la promesa que Melissa le haba arrancado le molestaban mucho, y ahora Zachary dijo con voz dura:- Creo que fue injusto de tu parte reclamarme esa promesa. Deberas permitir que me ocupe de ese individuo! Melissa mene enojada la cabeza, en un gesto negativo, y Zachary se puso bruscamente de pie y muy nervioso fue a detenerse frente a su hermana. -Lissa, tienes que relevarme de mi palabra! -Con las manos en jarras, rog:- Debes concederme el derecho de vengarme! -Venganza? -repiti suavemente Dominic desde el umbral, con una expresin muy peculiar en sus rasgos morenos. Entr indolente en la habitacin como si acabase de llegar a la escena, y pregunt con voz fra:- Qu es toda esta charla acerca de la venganza?
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Como dos escolares culpables, Zachary y Melissa se volvieron para mirar a Dominic, y ambos murmuraron las tonteras ms absurdas en su frentico deseo de ocultar al recin llegado no slo el tema sino la gravedad de la conversacin. -Venganza? -repiti Zachary con sospechosa inocencia-. Aqu nadie habla de venganza... slo estaba tratando de convencer a Lissa de que me permitiese... bien, compensar el descuido en que la tuve ltimamente. -Oh, s! -se apresur a decir Melissa, cuando Dominic enarc el entrecejo con franco escepticismo-, y yo estaba dicindole que no me preocup en absoluto que l hubiera tenido tanto que hacer estas ltimas semanas. Hubo un momento cargado de tensin mientras ellos esperaban ansiosos la reaccin de Dominic, y el alivio fue casi evidente cuando Dominic dijo con expresin serena: -El afecto que ustedes se tienen es elogiable. -Mir a Zachary y rezong:- Y aunque me resisto a
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separarte de tu hermana, en efecto creo que es hora de que nos pongamos en camino. Ests de acuerdo? -Oh, por supuesto -se apresur a decir Zachary. Deposit un beso en la mejilla de Melissa, le apret la mano en un gesto reconfortante, y sali de la habitacin con paso gil. Dominic se acerc a Melissa, que continuaba sentada en el sof, la examin en silencio durante un momento prolongado e inquietante, con una extraa sonrisa en su boca de expresin dura. Entrecerr los ojos, de modo que ella no atin a ver su expresin, y se inclin para tomar una de las manos inertes de su esposa. Depositando un clido beso en 105 dedos fros, murmur con voz espesa: -Me agradara estar solo contigo esta noche, quisiera prescindir de otros compromisos... pero quiz ms vale as -esta noche debo hacer ciertas cosas. Dominic apret con ms fuerza la mano de Melissa, y sorprendindola, con un solo y poderoso movimiento la oblig a ponerse de pie y acerc al suyo el cuerpo esbelto de su esposa. Sus labios rozaron suavemente la mejilla de Melissa, y l dijo: -Que haya podido abstenerme de tocarte todas estas semanas es poco menos que milagroso! Complacida tanto por las palabras de Dominic como por el contacto con su cuerpo, Melissa junt valor y pregunt tmidamente: -Y por qu fue as? Cre... -Un encantador sonrojo le ti la cara.- Pens que despus... despus de aquella noche t... La vergenza le impidi decir ms, pero Dominic comprendi exactamente a qu noche aluda, y una expresin muy tierna se manifest en su cara. -Pensaste que deseara repetirlo? -se burl amablemente. Sus dedos apretaron de pronto los hombros de Melissa, y sus labios exhibieron un gesto claramente sensual.- Oh, querida, no sabes cunto he deseado que compartieses de nuevo mi cama, y las noches que permanec despierto recordando lo que sent tenindote entre mis brazos, pero hasta que... -Su boca se curv en un gesto de disgusto.- Hay ciertos... enredos de los cuales debo desembarazarme antes de ceder otra vez a la tentacin que t eres para m. La prxima vez que compartamos un lecho, deseo que no haya ni sombras de malentendidos entre nosotros. -Con expresin seria, la mir fijamente.- Entiendes lo que digo? Melissa asinti lentamente, y todas sus esperanzas y anhelos de pronto se manifestaron en sus bellos ojos. -Creo que s. -Con voz ronca agreg:- Pero, por favor, que sea pronto. Dominic gimi, y sus labios se apoderaron de los labios de Melissa en un beso profundamente apasionado, y toda el ansia y la frustracin de las ltimas semanas se expresaron en el modo en que su boca se movi casi salvajemente contra los labios suavemente aquiescentes de Melissa. El beso concluy con la misma rapidez con que haba comenzado, y respirando agitado Dominic dijo: -Quisiera que fuese ahora mismo. Pero te juro, querida, que no habr que esperar demasiado tiempo. Deposit un beso breve e intenso en los labios de Melissa, se volvi y sali con paso rpido de la habitacin. Sintindose transida, Melissa se llev distradamente los dedos a los labios que le ardan, casi incapaz de creer en lo que haba sucedido. Poda atreverse a abrigar esperanzas? Un estremecimiento de placer le recorri la columna vertebral, y apretndose el cuerpo con sus propios brazos, danz alegremente de un extremo al otro del saloncito, con una sonrisa realmente tonta en los labios. La sonrisa en los labios de Dominic era casi igualmente absurda cuando se reuni con Zachary en la galera de la cabaa, pero cuando comenzaron a alejarse de la casa esa sonrisa se borr y Dominic entrecerr los ojos, al pensar en su propia estupidez. Cmo poda haber estado tan ciego? Todo haba estado all, ante sus propios ojos, pero l se haba negado a verlo y a creer en eso. Pens irritado: Se haba rehusado tercamente. Haciendo gala de obstinacin y testarudez se haba negado a confiar en sus propios instintos. Pero con un gesto
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amargo en la boca, decidi que eso no volvera a suceder. Nunca ms. Melissa era exactamente lo que pareca -hermosa, valiente y atrevida, y realmente amorosa! La sonrisa tonta se dibuj nuevamente en su cara mientras Dominic miraba sin ver al frente, y sucesivas y maravillosas visiones del futuro cruzaban su cerebro. A la dbil luz de la luna que iluminaba la campia, Zachary vio la tonta mueca de Dominic, y decidi que no era peligroso arriesgarse a conversar. -Debo entender que las cosas entre t y Lissa ahora estn bien? -pregunt como de pasada. -Bastante bien -replic tranquilamente Dominic-. Pero confo en que antes de que pase mucho tiempo estarn mejor. Muchsimo mejor! Alentado por estas palabras, Zachary se atrevi a explorar un poco ms. Manteniendo los ojos fijos en el sendero iluminado por la luna, pregunt con voz cautelosa: -Se agotaron las posibilidades de lady Bowden contigo? Dominic le dirigi una mirada burlona. -Lady Bowden nunca tuvo ninguna posibilidad conmigo... aunque puede haber parecido lo contrario. Frunciendo el entrecejo, Zachary sofren su caballo, y el animal se detuvo. -Qu demonios quieres decir? -pregunt con voz spera. -Precisamente lo que dije. Esa dama no me interesa en absoluto. -Una mirada de sbita comprensin se dibuj en su rostro y Dominic agreg lentamente:- Cualquiera fuese la seduccin que antes pudo tener sobre m, concluy en el instante en que por primera vez vi a tu hermana. -Quieres decir -pregunt Zachary con irritada incredulidad-, qu estuve cruzndome en el camino de esa dama descarada y casquivana, y todo por nada? -Mi estimado Zachary, me abrumas! -dijo Dominic, con un acento de regocijo muy evidente en su voz-. Estuviste ofreciendo tu cabeza en el altar del sacrificio? Con un gesto un tanto avergonzado, Zachary espole a su caballo y replic con sequedad: -Bien, me pareci que t y esa descarada estaban intimando demasiado para mi gusto, y cre que sera necesario... -Competir un poco conmigo? -pregunt secamente Dominic. Con una expresin belicosa en los ojos, Zachary murmur: -Por qu no? Lissa es mi hermana, y yo no deseaba que t la hicieras desgraciada. El regocijo de Dominic desapareci, y su voz estaba cargada de emocin cuando dijo: -No tengo intencin de provocar nuevamente la infelicidad de Melissa, y si ella me lo permite, mi intencin es consagrar la vida entera a demostrarle exactamente todo lo que significa para m... cun vaca sera mi vida sin ella. Incmodo ante la intensidad del tono de Dominic, Zachary dijo tratando de demostrar despreocupacin: -No es a m a quien tienes que convencer! Siempre supe que eras un hombre derecho, pero me preocuparon tus maniobras alrededor de esa dama. Con una expresin dura en la cara, Dominic replic: -Creo que puedes olvidarte de lady Bowden. Ya cumpli su finalidad. Zachary quizs hubiera deseado formular unas pocas preguntas ms acerca de ese tema tan sugestivo, pero algo en la actitud de Dominic lo indujo a abandonar la conversacin. Antes de que pudieran abordarse otros asuntos, vieron las luces de la casa de Norton, y los momentos siguientes los dedicaron a desmontar y a saludar al anfitrin. Tom Norton era un joven alto y rubio, que posea una naturaleza generosa y al mismo tiempo una importante fortuna que le permita satisfacer todos sus caprichos. Pero poda decirse en su favor que, aunque era el nico hijo sobreviviente de una madre viuda, nunca se haba descarriado ni tena gustos extravagantes. Pero despus de llegar a la mayora de edad,
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apenas unos meses antes, haba llegado a la conclusin de que era hora de tener su propia casa, y as haba comprado la agradable vivienda donde esa noche se celebraba la reunin. Norton haba invitado aproximadamente una docena de caballeros, la mayora hombres ms jvenes, como l mismo y Zachary, pero tambin asistan cuatro o cinco hombres, de poco ms de treinta aos, de modo que Dominic no se senta como un veterano contemplando las travesuras de los jvenes. Y como asista a esa reunin rigurosamente masculina por pedido de Royce, no se sorprendi, al entrar en una amplia y elegante sala, de ver a Royce apoyado como al descuido sobre el reborde de una chimenea con frente de mrmol, con una expresin resignada reluciendo en los ojos color topacio. Tampoco la presencia de Latimer en una de las muchas mesas de juego puestas para satisfacer los gustos de los visitantes, lo sobresalt en lo ms mnimo. Despus de ser presentado a varios jvenes cuyas caras identific imprecisamente porque las haba visto en otras reuniones sociales y de recibir una copa de brandy, Dominic se acerc discretamente a Royce. Dominic bebi su brandy y murmur: -Veo que nuestro amigo siempre prefiere practicar sus habilidades con los ms jvenes. -Hum, s. Ese es el muchacho de los Franklyn, y hace varias semanas que Latimer lo cultiva. Ha perdido una suma impresionante con ese joven tonto, y creo que ha llegado a la conclusin de que es hora de que su suerte cambie. No me sorprendera en absoluto si Franklyn esta noche se retira despus de perder mucho dinero -coment secamente Royce, con sus ojos fijos en la cara del joven que era el blanco de las atenciones de Latimer. Latimer y Franklyn jugaban naipes alrededor de una mesa, en el fondo del saln, y Latimer daba la espalda a los dos hombres que se encontraban de pie cerca de la chimenea. As, Royce y Dominic podan observar de cerca el juego sin alarmar a Latimer a causa del inters que despertaba en ellos el asunto. Y ambos advirtieron el momento en que cambi la suerte de Latimer, el momento en que el naipe necesario se desliz desde la manga de su chaqueta. -Ah, es muy bueno en eso, verdad? -coment lnguidamente Dominic-. En realidad, tan bueno que incluso aunque estaba mirando con mucha atencin, casi se me escap. Royce murmur algo obsceno por lo bajo. -Y ste -agreg con voz dura- es el individuo con quien tuve que relacionarme ntimamente las ltimas semanas. Creme, tu tarea fue mucho ms fcil. -Quiz -replic framente Dominic-. Pero estoy comenzando a creer que, pese a todos nuestros esfuerzos, Latimer y su hermana estuvieron tomndonos por tontos. Estuve pensando en ellos, y he llegado a varias conclusiones. -Al ver el entrecejo enarcado de Royce, continu tranquilamente.- Latimer no es espa. Jugador, tramposo y matn, s, pero no espa... no tiene el cerebro necesario para eso. Creo que la escasa informacin que obtuvimos de Deborah es casi todo lo que necesitamos saber. Ella no es la mujer ms inteligente que yo conozco, pero jams habra divulgado la relacin con Roxbury o el pedido de Roxbury de que se relacionasen con ex ciudadanos britnicos, si hubiese pensado que eso implicaba un peligro para su hermano. -Tal vez ella no est al tanto de todo? O quizs hay muchas cosas que Latimer no le revel? Dominic mene decisivamente la cabeza de rizos oscuros. -Piensa, Royce! Ambos colaboran. Ahora comprendo que siempre cooperaron, y que les interesa mucho ms acumular ganancias y salvar su propio pellejo que comprometerse con algo tan peligroso como el espionaje... has olvidado que ahorcamos a los espas? Con los ojos fijos reflexivamente en la espalda de Latimer, Royce replic: -Tambin se ahorca a los asesinos... y estamos seguros de que l mat al viejo Bowden, con la complicidad de Deborah.
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-Lo s! Pero eso representaba escaso riesgo para los dos. Un anciano, solo en la noche, los criados no estn en la casa... qu posibilidades tena Bowden frente a ellos? Eligieron bien el blanco. Pero un espa... -Dominic frunci el entrecejo.- Un espa, sobre todo si aspira a conservar la vida, no siempre puede elegir a la gente con la cual trata... y el espionaje compromete a muchas personas dispersas por todo el pas, y no a un solo hombre. -Como Royce guard silencio, Dominic dijo impaciente: - Dios mo! Mira la pista que dejaron desde el este hasta aqu! Jams intentaron cubrir sus huellas; no se proponen regresar a ninguno de los lugares donde ya estuvieron, y la informacin militar que pueden haber recogido en el camino ahora tiene una antigedad de varios meses. Se han desplazado franca y tranquilamente por todo el pas, detenindose mucho tiempo dondequiera se les antoj. No ocultaron el hecho de que son britnicos, o de que estn en el pas slo mientras dure la guerra. S, pueden afirmar que dieron un paso tan drstico a causa de sus firmes simpatas por nuestra causa, pero, hicieron algo para ayudar a nuestra causa? Quiero decir -continu Dominic con voz grave-, se han incorporado a alguna organizacin comprometida con el esfuerzo blico? Han apoyado a ciertas figuras polticas? Latimer mencion alguna vez la posibilidad de incorporarse al ejrcito para combatir? -Eso no demuestra nada -replic agriamente Royce-. Si es espa, no podr perder tiempo en las obligaciones militares. Y por otra parte, para ellos no era fcil ocultar su condicin de ciudadanos britnicos. Dominic suspir con expresin fatigada. -No, no podan, pero aunque me agradara ver a Latimer colgado por espionaje, no puedo creer que sea espa. -Con expresin reflexiva, continu: - Pero s podra creer que es la avanzada de un autntico espa. Royce lo mir sobresaltado. -Por supuesto, tiene que ser as! Habl en voz baja, pero eso no ocult su excitacin. Dominic, cuyos pensamientos se orientaban en la misma direccin, murmur ahora: -Por qu no lo pensamos antes? Latimer no es el espa, sino slo el instrumento destinado a dar los primeros pasos, el hombre que debe establecer el contacto social y seleccionar a los que pueden mostrarse sensibles a una propuesta traicionera. La oferta que har el hombre que venga detrs de Latimer. Royce dijo con voz pausada: -Es la nica solucin que tiene sentido. Sobre todo sabiendo lo que sabemos acerca de Latimer, y de lo que es probable que le atraiga o le desagrade. Dominic bebi otro sorbo de su brandy, y de nuevo mir a Latimer; durante un momento, sus pensamientos se separaron del enigma representado por las razones que el ingls tena para residir en Estados Unidos, y recorrieron un camino muy distinto. Estaba contemplando diferentes mtodos para obtener una venganza apropiada. Dominic torci la boca. En realidad, sin saberlo Latimer le haba hecho un favor... en cierto modo, pues si Latimer no hubiera... en ese caso, Melissa no habra... Una oleada de sombra clera de pronto lo domin, cuando pens en lo que podra haber sido el destino de Melissa si no se hubiese equivocado de cuarto esa noche en la posada. Los ojos grises de Dominic se entrecerraron amenazadores. Se dijo framente que era hora de que Latimer aprendiese una leccin. Una leccin bastante cara, pens con una sonrisa cruel. Con movimientos muy serenos, Dominic deposit su copa y murmur hoscamente: -Creo que ir a saludar al amigo Latimer. Incluso puedo ser para l un antagonista ms interesante que ese cachorro. Royce irgui el cuerpo al or las palabras de Dominic y dirigi a su amigo una mirada inquieta. Lo que vio no disip la sbita sospecha de que su amigo tena un motivo ms
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profundo para ir al encuentro del ingls. Dominic tena la actitud de un depredador letal que acababa de ver a la presa. Royce aferr el brazo de Dominic y dijo en voz baja y apremiante: -No seas estpido! No aceptar el papel de cmplice, y no me limitar a ver cmo arriesgas innecesariamente la vida. Dirigiendo una mirada desdeosa a Royce, Dominic desprendi su brazo. -No tengo ninguna intencin de hacer nada tan absurdo. Adems -agreg en voz baja-, matar a ese bastardo no es suficiente. Quiero perjudicarlo donde sufrir ms... en su fortuna! Impotente, Royce mir mientras Dominic se acercaba a la mesa de Latimer. Royce reconoci claramente la actitud amenazadora de la cabeza de cabellos oscuros y los anchos hombros, y suspir. Consciente de que, cualquiera fuese el curso elegido por Dominic, el propio Royce estara all para protegerle la espalda. Maldiciendo por lo bajo, Royce se apart del reborde de la chimenea y se acerc lentamente a la mesa de Latimer. Como si hubiera percibido el peligro, Latimer apart los ojos de sus naipes, y su expresin de perezosa confianza desapareci, remplazada por una actitud cuidadosamente neutra. Sin trasuntar nada ms que un inters corts, dijo como de pasada: -El joven Franklyn tiene dificultades para elegir sus cartas. Esta noche no est a la altura de mi juego... deseara ocupar su lugar a la mesa? Dominic esboz una sonrisa lobuna, y en los ojos grises y duros haba un resplandor fro. -Precisamente lo que yo pensaba! -Con una sonrisa que ahora era muy clida y seductora, se volvi para mirar al joven que pareca un tanto ofendido, y que estaba sentado frente a la mesa cubierta de fieltro que lo separaba de Latimer.- Tiene inconveniente? -pregunt cortsmente-. Latimer y yo somos antiguos... ah, adversarios, y como parece que en este momento la suerte lo favorece, creo que es una ocasin apropiada para renovar nuestra... rivalidad. Es decir, si usted no se opone. Despus de la actitud insultante de Latimer, Franklyn se sinti halagado por la actitud solcita de Dominic. -Por supuesto que no, seor! -se apresur a replicar. Una seca sonrisa curv su boca delicada-. Esta noche en efecto estuve jugando bastante mal. Dominic se sent en el lugar que Franklyn desocup, y dijo misteriosamente: -Quiz se trata de los naipes y no de su habilidad. Latimer se irgui en el asiento con los ojos vidriosos mientras preguntaba en un tono de voz peligroso: -Y qu quiere decir con eso? -Vaya, nada -replic Dominic con desenvoltura, y de nuevo esboz esa sonrisa lobuna-. Comenzamos? Al fondo de la sala, donde haba estado conversando con Daniel Manchester, Zachary haba advertido distradamente el paso de Dominic. Slo cuando vio donde estaba Dominic se aviv su inters. Se sinti visiblemente inquieto cuando Franklyn se levant de la mesa y Dominic ocup su lugar. Su nerviosismo se acentu cuando vio que Royce se aproximaba decidido al lugar en que Dominic estaba sentado; la expresin del rostro de Royce no era en absoluto alentadora. Mir de nuevo a su cuado, y lo que vio le provoc un estremecimiento de aprensin. Quiz Dominic sonrea y se mostraba corts, pero Zachary recordaba vvidamente esa primera noche, cuando haba cenado con Dominic, y se mencion el nombre de Latimer. Algo acerca de la sonrisa de Dominic y la inmovilidad acechante de su cuerpo provoc sumo nerviosismo en Zachary. Sin hacer el ms mnimo esfuerzo por mostrarse corts, Zachary interrumpi los discursos de Daniel acerca del portal de acceso que pensaba construir en su nueva casa, y dijo brevemente: -Deseo ver el juego entre Dominic y Latimer. Ven conmigo, silo deseas.
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Ante la mirada atnita de Daniel se apart deprisa, para acercarse a Royce. Daniel, que posea una inteligencia bastante vivaz bajo sus modales alegres, comprendi al instante que algo flotaba en el aire, y no perdi un momento en imitar a Zachary. Y como suceda con frecuencia, cuando otros jvenes caballeros vieron que se haba formado un grupo alrededor de la mesa donde Latimer y Dominic jugaban sptimo, tambin ellos se acercaron para comprobar qu era lo que concitaba la atencin general. Si Latimer se sinti desalentado al comprobar de pronto que su mesa era el punto de mira de tantos ojos interesados, no ofreci ningn indicio de ello, y se limit a sonrer a cada uno de los que se aproximaban. La presencia de tantos caballeros en todo caso lo perjudicaba, y como no se atreva a correr el riesgo de verse descubierto, decidi que tena que jugar con total honestidad. Con tantos espectadores, y al comienzo de la velada, antes de que el licor realmente hubiera comenzado a correr, era demasiado peligroso practicar ciertas maniobras. Dominic tena perfecta conciencia de las dificultades de su adversario, y un sentimiento de fro regocijo parpade en la profundidad de sus ojos, cuando dijo con voz suave: -Como parece que hemos reunido un pblico, no debemos defraudarlo. Cunto pagaban por cada punto usted y Franklyn? Latimer vacil y al fin contest: -Era una partida amistosa... slo diez dlares. Dominic enarc el entrecejo. -Mil dlares la partida es un precio bastante alto a pagar por la amistad. Pero como usted y yo somos antiguos amigos, debemos hacerlo ms interesante... digamos cincuenta dlares el punto? No era una suma exageradamente alta, pero s un tanto excesiva, sobre todo porque en las ltimas semanas Latimer haba perdido ms que lo que deseaba, con el fin de atraer a George Franklyn, y tena perfecta conciencia de la habilidad y la experiencia de Dominic en todos los juegos de azar. Como no se senta complacido con las circunstancias que haban sobrevenido de un modo tan imprevisto, Latimer hizo una pausa, y su cerebro busc activamente el modo de volcar el episodio en su favor. Consider reflexivamente el rostro moreno que tena enfrente. Para un hombre experimentado como l, era evidente que Slade ansiaba reir, y Latimer casi sonri satisfecho. Un hombre que se dejaba dominar por su propio temperamento siempre era una vctima fcil. Creyendo que muy bien poda salir ganancioso, y recuperar parte de lo que haba perdido a manos de Franklyn, dijo con expresin indiferente: -Cincuenta? Me pareci que usted haba dicho que era necesario que el juego fuese interesante. Bien, cien dlares el punto me parece mucho ms interesante que esos mezquinos cincuenta. Dominic esboz una amplia sonrisa, y Latimer tuvo la inquietante sensacin de que haba cado en una trampa. Antes de que pudiese pensarlo mejor, Dominic dijo alegremente: Excelente! Quiere dar cartas, o lo hago yo? Latimer se encogi de hombros, los ojos azules muy aten-tos. -Por favor, adelante. Dominic baraj hbilmente el mazo de treinta y dos naipes, y con una destreza que reflejaba una larga prctica dio doce naipes a cada uno. Los dos hombres eran jugadores excepcionales, y el juego se desarroll gilmente, y ninguno pareci vacilar al pedir cartas y reclamar puntos. El juego continu desarrollndose, y pronto fue evidente que los dos hombres tenan cualidades bastante parejas; los puntajes permanecieron casi iguales a medida que se fueron dando las diferentes manos. En definitiva, Latimer gan la partida y no hizo nada para ocultar su satisfaccin mientras deca altanero: -Slade, creo que usted me debe diez mil dlares. -Pero no dudo de que usted me ofrecer la oportunidad del desquite, verdad? -pregunt Dominic amablemente con una sonrisa levemente inquisitiva en su hermosa boca.
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Hubo murmullos de asentimiento alrededor de la mesa, y aunque a Latimer nada le habra agradado ms que marcharse con el dinero de Dominic en su bolso, tena la ingrata percepcin de que si no daba el desquite a Dominic su prestigio sufrira, y podra perjudicar sus posibilidades de comenzar a desplumar al joven Franklyn. Derrotar a Dominic lo haba complacido mucho; tambin haba acentuado su arrogancia, y la tentacin de ganar ms dinero era demasiado intensa y un hombre como Latimer no poda resistirla. La partida siguiente fue muy pareja, pero Dominic gan, y su expresin era enigmtica cuando se procedi al recuento final. Recostndose en el respaldo de su silla, bebi un sorbo de la copa de brandy que le haban trado durante el juego. Con los ojos fijos en Latimer, rezong: -Bien, ahora estamos a mano... qu aburrido! Jugamos otra partida? Irritado ante la prdida pero convencido de que haba sido un mero traspi y seguro de que su propia habilidad con los naipes sobrepasaba de lejos a la de su antagonista, Latimer consinti de buena gana y se reanud el juego. Y durante las horas siguientes la confianza de Latimer en s mismo aument, pese a que los triunfos y las derrotas fueron relativamente parejos entre los dos. A medida que avanz la noche, el grupo de hombres reunidos alrededor de la mesa aument y disminuy, y algunos caballeros se alejaron para buscar nuevos entretenimientos o reunirse con otros amigos, y otros espectadores ocuparon sus lugares. Pero Royce y Zachary estaban sumamente interesados en la partida, y ninguno de ellos se apartaba siquiera un metro de la mesa. Daniel advirti que algo estaba sucediendo, aunque no saba muy bien qu, y decidi permanecer ms o menos cerca de los otros dos, y aunque a veces se apartaba algunos metros, siempre mantena un ojo vigilante sobre lo que estaba sucediendo. Lleg y pas la medianoche. La una, las dos. Las velas descendieron en sus engastes, y algunos caballeros comenzaron a despedirse del dueo de casa, pero Dominic y Latimer continuaron jugando. Alrededor de las tres y media, cuando terminaba la ltima partida y los dos hombres de nuevo estaban equilibrados, sin que pudiera definirse bien quin era el ganador, a pesar de las muchas horas que llevaban en eso, Dominic dijo con voz pausada: -Me parece que estamos ms o menos igual. Suspendemos el juego? Sin ofrecer signos de inters en la respuesta de Latimer, Dominic baraj las cartas que sostena en las manos, pero haba en l una quietud peculiar que indujo a Royce, que se haba instalado cmodamente en un silln cercano, a la izquierda de Dominic, a ponerse instantneamente muy alerta. La actitud de Dominic lo haba desconcertado toda la velada; y no slo el hecho de que decidiese jugar con Latimer, sino tambin el modo de jugar sus naipes. Y de pronto, con meridiana claridad, Royce comprendi que Dominic haba equivocado intencionalmente su juego, que haba permitido que Latimer venciera, pero slo cuando l as lo decida. Irguindose en su asiento, Royce mir a Dominic, y se afirm en l la sospecha de que su amigo haba organizado la secuencia exacta del juego. Aunque Dominic finga indiferencia, en realidad deseaba jugar una partida ms con Latimer, y si Royce interpretaba bien los indicios, esa partida sera por una suma realmente muy elevada! Todo lo que haba hecho hasta ese momento era nada ms que arena arrojada a los ojos de Latimer para disimular la trampa que Dominic ahora se dispona a accionar. Latimer evalu framente el ofrecimiento de Dominic y el deseo de vencer de un modo inequvoco a un hombre a quien sin duda consideraba un enemigo disputaba el terreno a un leve presentimiento del peligro. Y sin embargo, en la superficie todo pareca estar bien. Latimer confiaba en que slo el mero azar haba determinado que los dos llegasen a ese estado de cosas; slo la mala suerte haba impedido que l conservara o incluso aumentase sus ganancias. Adems, para l era importante ganar; tena perfecta conciencia de que George Franklyn observaba todo, y no deseaba que el joven creyese que l, Latimer, no era un oponente digno -esa clase de opinin poda ser fatal para sus planes. En actitud reflexiva,
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mir al hombre que tena enfrente, y tom nota de los prpados entornados y de la copa de brandy vaca al lado de Dominic. Alz su propia copa de brandy y bebi un sorbo. -Usted no desea continuar? -pregunt por fin Latimer, mientras depositaba con mucho cuidado la copa. Como si hubiera querido confirmar que la hora tarda estaba produciendo su efecto en l, Dominic sofoc un pequeo bostezo. -Eso depende completamente de usted -replic cortsmente, y con un gesto indic a un criado que deseaba que volviese a llenar su copa. Alentado por esos signos, Latimer dijo con despreocupacin: -Por qu no? Esta no ser la primera vez que he jugado hasta el alba. Dominic entorn los prpados, y fijando la mirada en los naipes que tena en las manos, murmur: -Como guste... pero como ya es tarde, y cada uno de nosotros ha tenido tiempo para juzgar al otro, por qu no aumentamos un poco la apuesta? -Qu piensa usted? -pregunt Latimer con tono de hasto-. Ciento cincuenta dlares el punto? -Eso es mezquino, mi estimado amigo! Realmente mezquino! -Una leve sonrisa curv los labios de Dominic.- Estaba pensando ms bien en... quinientos dlares el punto? Hubo una exclamacin a coro que provino de los espectadores, e incluso Royce enarc sorprendido el entrecejo al escuchar la cifra. Eso era jugar! Qu demonios buscaba Dominic? Latimer vacil, y en l la codicia disputaba el terreno a la prudencia. Cincuenta mil dlares era una fortuna! Si perda, sus finanzas se encontraran en una situacin sumamente precaria. Esa prdida liquidara casi todo lo que haba acumulado hasta el momento; ms an, lo dejara en una situacin desesperada. Pero si ganaba... El jugador inveterado que haba en Latimer se neg a pensar en lo que sera el futuro si perda, y la tentacin de ganar una suma tan elevada a Dominic Slade se impuso a todas las restantes consideraciones. Con los ojos azules relucientes de avaricia, Latimer replic temerario: -Excelente! -Slo una partida -dijo Dominic con voz sedosa-. Cualquiera sea el resultado de este juego, suspenderemos aqu. De acuerdo? Era evidente que esa clusula no agradaba a Latimer, y su cuerpo se endureci levemente. Ese atisbo de peligro que haba percibido toda la noche retorn con verdadera fuerza, pero as como el pblico que todo lo observaba de cerca lo haba mantenido honesto hasta ese momento, el mismo pblico y el efecto desfavorable que originara en la percepcin de su persona si l se negaba, lo impuls a decir secamente: -De acuerdo. Latimer perdi el derecho de cortar el mazo, y durante el periodo que sigui al parecer tambin su suerte se esfum. Jug mal. Dominic a su vez jug con un espritu agresivo que despoj a Latimer de las manos importantes que l haba credo aseguradas. Las primeras luces del alba comenzaron a entrar en la habitacin cuando lleg la ltima mano. Dominic se recost perezosamente en su silla, con una expresin de somnolienta indiferencia, mientras Latimer observaba los naipes sostenidos como al descuido en la mano de Dominic. Obstinadamente, Latimer dijo: -Diga sus cartas, seor. El juego continu, pero era evidente que Dominic era de lejos el mejor jugador. El fin lleg pronto. Despus de mirar el conjunto de naipes que Dominic le mostr, Latimer fij los ojos en la nica carta que an continuaba en la mano de su antagonista. Como saba que todo dependa de ese naipe, Latimer consider su propio juego, antes de decir audazmente: Un corazn! -y al mismo tiempo deposit sobre la mesa el resto de sus naipes. Dominic sonri.
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-Creo que he ganado -dijo por lo bajo, mostrando un nueve de espadas. Al mirar las anotaciones con el puntaje, Dominic murmur amablemente:- No ha sido una mala noche para m. Creo que usted me debe algo as como cincuenta mil dlares. Disimulando con esfuerzo su rabia y su desesperacin, Latimer se limit a encoger los hombros. -He perdido tanto y ms en una hora de juego en White's en Londres. -Se puso de pie, y se sacudi de la chaqueta una hebra imaginaria, y finalmente agreg:- Tal vez podamos vernos en casa de mi banquero, esta tarde... En general, nunca llevo tanto dinero en mis bolsillos. Sonriendo con su mueca lobuna, Dominic replic muy amablemente: -Lo que le parezca conveniente. Quedamos a las dos de esta tarde? Manteniendo su aire lnguido, Latimer respondi enseguida: -Naturalmente. No poda suponerse que Royce y Zachary reservaran para ellos mismos sus preguntas, y a pesar de la presencia interesada de Daniel apenas se haban despedido de su somnoliento anfitrin y haban cabalgado unos pocos metros, alejndose de la casa de Norton, cuando Royce exclam: -Tendras inconveniente -pregunt con excesiva cortesa- en decirme cul fue el propsito de todo eso? Dios sabe que a menos que hayas sufrido un sbito y catastrfico cambio de fortuna, no necesitas el dinero. -Ni siquiera te agrada Latimer -intervino Zachary-. Sin embargo, pasaste toda la velada con l! Dominic sonri serenamente a sus dos interrogadores. -Digamos sencillamente que tena que saldar una deuda... con intereses. Royce lo mir con los ojos entrecerrados. -Y saldaste la deuda? Con un guio de los ojos grises, Dominic sonri. -Con espadas, seor. Con espadas.
26
Despus de entregar el caballo al criado y mientras caminaba lentamente hacia su casa, Dominic pens por primera vez que poda ser un poco embarazoso volver al hogar despus de pasar la noche entera jugando. Haba quedado atrs el tiempo en que slo necesitaba considerar sus propios deseos, y comprendi ahora que por nobles que fueran sus motivos, tal vez Melissa no viese con buenos ojos que regresara a esa hora de la maana. Su situacin se complicaba todava ms a causa de todo lo que an no se haba dicho entre ellos, y Dominic tuvo la inquietante percepcin de que ahora ella sospechara que su esposo era no slo un mujeriego sino tambin un jugador compulsivo! Y no atenuaba el problema el hecho de que Dominic quisiera evitar que ella se enterase de lo que haba sucedido esa noche, por lo menos hasta que l se hubiese reunido con Latimer y hubiera recibido efectivamente el dinero. Dominic subi discretamente los peldaos que llevaban a la casa, con la esperanza de que la suerte le permitiera llegar a su propio cuarto antes de que nadie lo viese. Tena la ingrata sensacin de que era un hombre animado por un propsito perverso, y as abri subrepticiamente la puerta principal y mir hacia adentro. El vestbulo estaba vaco, y aliviado Dominic cruz el espacio que lo separaba de la escalera. Pero su alivio dur poco. Ya tena un pie en el primer peldao cuando el
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mayordomo sali sbitamente de la salita del desayuno, y se sobresalt al ver al amo de la casa. -Amo Slade! -exclam asombrado-. Ignoraba que usted se haba levantado. Me asust. Sonriendo, Dominic trat de desentenderse del incidente. -Lo siento. En realidad, sal... a dar un paseo matutino. Si el mayordomo consider extrao que Dominic hubiera decidido usar las mismas ropas que se haba puesto la velada de la vspera, en todo caso no formul comentarios. Se limit a asentir y dijo cortsmente: -Es una maana excelente para pasear. Le agrad su cabalgata? -Oh, s. Pero necesito mucho lavarme antes de ver a mi esposa -explic sin necesidad Dominic, y comenz a ascender deprisa la escalera, ansioso de llegar a la seguridad de su propio cuarto. Por desgracia, Melissa se levantaba temprano, y Dominic habla llegado apenas a la mitad de la escalera cuando, vibrante y luminosa despus de una noche de agradables sueos, ella apareci al final de la escalera. Habra sido imposible decir cul de ellos se sorprendi ms. Con una sonrisa despreocupada y ahora un poco insegura, Melissa percibi de una ojeada el aspecto un tanto disipado de Dominic, y su mirada se pos en los dbiles crculos morados bajo los ojos de su esposo, antes de descender a la corbata ladeada y los breeches arrugados. No tuvo dificultad para reconocer las prendas que l haba usado al salir la noche anterior. Frunci levemente el entrecejo, y pregunt incrdula: -No me dirs que acabas de llegar de la casa de Tom Norton? Dominic sinti de pronto que la corbata lo asfixiaba, y lentamente ascendi los pocos peldaos que los separaban. -Ah, en realidad as es -reconoci avergonzado. Una sonrisa renuente se insinu en las comisuras de sus labios. -No haba credo que nuestro encuentro sera as, pero si t esperas nada ms que unas pocas horas, confo en que comprobars que mis razones para permanecer fuera de casa la noche entera son ms que satisfactorias. Fue un momento difcil para Melissa, y por varias razones. Permanecer fuera de casa toda la noche, sin duda jugando, no sugera que Dominic era un hombre de carcter firme, y ella se sinti ms que un poco irritada por esta nueva demostracin de la actitud desaprensiva de Dominic hacia ella. Ya haca varias semanas que, apoyndose nicamente en la intuicin, ella vena dicindose que haba equivocado el carcter de Dominic, que las actitudes de su esposo en relacin con Deborah Bowden tenan cierta explicacin lgica. Melissa haba deseado desesperadamente creer que las cosas no eran lo que parecan, pero al ver el aspecto desaliado de Dominic y el dbil relente de brandy que llegaba hasta ella, comprendi agobiada que quizs haba estado engandose. No podan formularse tantas excusas para justificar el comportamiento de Dominic en su cama, y ahora, adems de decirse ella misma que Dominic izo era el inescrupuloso mujeriego que pareca ser, tambin tena que ignorar las desagradables sugerencias de los actos de su esposo durante la noche pasada. Todo eso la obligaba a forzar demasiado su credulidad. Con excesiva frecuencia Melissa haba visto a su padre regresar a su casa precisamente en ese estado, aunque su padre sola llegar borracho; de todos modos, sinti que se le oprima el corazn. Tambin haba existido entonces una dolorosa realidad: a saber, que su padre haba perdido enormes sumas de dinero en partidas 'amistosas" con los vecinos y con antiguos conocidos, y Melissa ahora se preguntaba deprimida si, despus de ver impotente cmo su padre haba despilfarrado una fortuna en el juego, su destino era ver a un marido que haca lo mismo. Algo se rebel en ella misma ante la idea, pero con voz neutra pregunt: -Haces a menudo este tipo de cosas?
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Los ojos de Dominic examinaron a Melissa, y con un sentimiento de tristeza l vio que su esposa se retraa, y que la expresin de los bellos ojos cobraba una fra objetividad. Haba desaparecido la suave luz que le haba infundido tantas esperanzas y tanto placer las ltimas semanas. Como no deseaba que otro obstculo saltara entre ellos, le aferr la mano y dijo con voz premiosa: -Juro que jams volver a suceder. Y debes creerme si te digo que generalmente no acostumbro permanecer fuera de casa toda la noche. Tena que hacer algo... algo que espero aprobars cuando te lo explique. -Los ojos grises plidos e insistentes, Dominic atrajo el cuerpo rgido de Melissa. Con los labios sobre la mejilla de su esposa, dijo en voz baja:- Si insistes, te dir en este momento qu estuve haciendo, pero preferira no entrar en explicaciones ahora mismo... por lo menos hasta que tenga pruebas tangibles de mis actividades en las ltimas horas. Melissa vacil. Su corazn estaba dispuesto a conceder todo lo que l le pidiese, pero el sentido comn le adverta que no deba dejarse seducir por el encanto de Dominic. Tal vez l simplemente necesitaba tiempo para amaar una excusa que ella considerase aceptable... o tal vez estaba diciendo la verdad. Con evidente desconfianza en su tono, Melissa pregunt: -Si no me la ofrecers ahora, cundo podrs revelarme esas explicaciones? Dominic le dirigi una sonrisa afectuosa. -A las cuatro de esta tarde te parece bien? Melissa asinti brevemente, segura de que su propio cerebro ya no funcionaba como era debido, pero ansiando desesperadamente que su ciega confianza en Dominic no estuviese mal fundada. Dominic deposit un breve beso en la frente de Melissa, y dijo alegremente: -Magnifico! Ponte uno de tus vestidos ms bonitos, y renete conmigo junto a la hamaca esta tarde a las cuatro. Sin saber muy bien si deba rer o gritar a causa de la frustracin, Melissa lo vio desaparecer en su cuarto. Despus, se encogi de hombros y comenz a descender la escalera. Muy pronto ella sabra si era la esposa ms confiada del mundo... O la peor de las estpidas!
Exactamente a las dos de la tarde Dominic lleg al nico banco del pueblo. Las horas precedentes haban sido agradables; Dominic se haba acostado y dormido profundamente, y haba despertado a tiempo para saborear tranquilamente una comida en su cuarto, y para darse un refrescante bao antes de vestirse y dirigirse al pueblo. No lo sorprendi en lo ms mnimo comprobar que Royce y Zachary, que mostraban signos de que haban usado el tiempo ms o menos del mismo modo, lo esperaban en el local del banco. Despus de atar su caballo a un poste, Dominic dirigi alrededor una mirada irnica y pregunt: -Vinieron para asegurarse de que paga sus deudas, verdad? Royce se limit a emitir un rezongo y replic: -Y para asegurarnos de que no cometas ninguna tontera... por ejemplo, desafiarlo a duelo. Dominic sonri. -Por extrao que parezca, compruebo que me complace ms lastimarlo de este modo que de otro cualquiera que pudiese imaginar. Royce se mostr escptico pero no dijo ms, y los tres entraron en el local. Fueron llevados inmediatamente al despacho del seor Smithfield. Latimer, que pareca fatigado y
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de un humor bastante sombro, ya estaba all, sentado en un silln de cuero, cerca del gran escritorio de roble del seor Smithfield. Este, con una expresin desaprobadora en los rasgos regordetes, seal otros tres sillones de cuero de respaldo alto, anlogos al que ocupaba Latimer. Aclarndose ruidosamente la voz, el seor Smithfield dijo: -El seor Latimer me explic la situacin, y me autoriz a pagarle esta tarde la mayor parte de lo que l le debe. -La mayor parte? -pregunt Dominic con un gesto cnico en los labios-. Segn recuerdo, anoche jugamos por la cantidad total, no por la mayor parte. Latimer endureci el cuerpo en el asiento, y un brillo perverso se manifest en los fros ojos azules. -Salvo que mi hermana y yo quedemos sin un centavo -gru-, puedo pagarle ahora treinta y cinco mil dlares. Dominic pareci desconcertado. -Perdneme -murmur-, pero, me equivoco al recordar que la deuda es por cincuenta mil dlares? -Maldicin! Sabe bien que no se equivoca! -dijo furioso Latimer, y todo el furor y la clera que senta ante la situacin en que estaba de pronto emergi a la superficie. Saba que era imperativo que no se deshonrase y trat de controlar su carcter. Mientras contena los pensamientos asesinos que bullan en su cerebro, Latimer mir hostil a Dominic, odindolo con todas las fibras de su ser. Finalmente, dijo con voz dura: -Mi intencin es pagarle. -Deseoso de demostrar a los dems sus intenciones honorables, agreg mentirosamente:- No hago apuestas que no pueda afrontar, pero necesitar un tiempo para reunir el resto. Haba confiado en que usted seria un caballero en este asunto, y me concedera el tiempo suplementario. Haba una expresin engaosamente somnolienta en los ojos de Dominic. -Ah, s, un caballero. Seria muy poco caballeroso de mi parte despojarlo de todo,verdad? Quitarle el techo sobre la cabeza? Arrojarlo a la calle, lo mismo que a su hermosa hermana, con slo lo puesto? Quien sabe, eso podra dejarlos a merced de cualquiera... y ustedes podran verse obligados a hacer cosas realmente aborrecibles, repugnantes y degradantes. Un autntico caballero jams le creara una situacin tan peligrosa. -Dominic mir en los ojos a Latimer, con una expresin dura e implacable. Con voz muy suave, agreg:- No, slo un canalla, un sinvergenza de la peor especie podra hacer algo parecido. La sospecha se acentu en el cerebro de Latimer, y pareci que su cuerpo se preparaba para recibir el golpe, pero Dominic se volvi, y dijo con aire indiferente: -Por supuesto, puede disponer de ms tiempo para pagar el resto de su deuda. A diferencia de otros, no soy un monstruo. Cunto tiempo necesita? Una semana? Quiz dos? Latimer quizs haba esperado que Dominic tuviese la generosidad de concederle ms tiempo, pero pareci que esas esperanzas eran infundadas. Incluso si hubiese tenido la intencin de pagar a Dominic la suma adeudada, lo que no era el caso, a menos que sucediese un milagro le sera imposible satisfacer las condiciones de Dominic en menos de seis meses. La mano de Latimer se cerr para formar un puo. Pens colrico: Un da, el seor Slade pagara esta humillacin. Pagara, y muy caro... Apartando sus pensamientos de los diferentes mtodos posibles para tomar venganza, Latimer consider irritado su situacin. Lo que necesitaba sobre todo ahora era tiempo; el episodio de la noche anterior prcticamente lo haba paralizado, pero an dispona de uno o dos recursos en su manga de jugador. Por una parte, estaba el joven Franklyn, y aunque ahora se vera obligado a desplumarlo por una suma mayor que la que haba planeado inicialmente, esas ganancias recompondran casi totalmente sus agotados fondos. Y adems, estaba el barco que lo llevara a Inglaterra poco despus de principios de ao. Si poda
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postergar el pago definitivo de la deuda por ms meses, l y Deborah iran camino de Inglaterra, y estaran fuera del alcance de Dominic Slade -al menos por un tiempo- y Latimer estara en condiciones de ver ms tarde qu poda hacer si Slade apareca en Londres para reclamar el pago. En Londres poda prepararse toda suerte de accidentes trgicos... Latimer se encontraba en una situacin sumamente delicada. Necesitaba mantener su reputacin en la pequea comunidad de Baton Rouge y deseaba ejecutar su plan, que era saquear la fortuna del joven Franklyn, pero no dispona de los fondos necesarios para pagar a Dominic. Para sus planes sera fatal que se difundiese la noticia de que haca apuestas que no poda cubrir. Nadie querra jugar con l, y esa reputacin sin duda lo acompaara a Nueva Orlens, dificultando o incluso impidiendo que atrajese a otras victimas como Franklyn. Latimer depositaba muchas esperanzas en Nueva Orlens, y no deseaba poner en riesgo las oportunidades que esa disoluta ciudad ofreca a una persona como l. Conseguir que Dominic esperase era el problema ms inmediato de Latimer. Si poda convencerlo de que aguardase, por ejemplo, hasta principios de ao, es decir menos de tres meses despus, tendra tiempo para apoderarse del dinero de Franklyn y dirigirse a Nueva Orlens. Roxbury haba prometido que le enviara ms dinero a esa ciudad, de modo que por mucho o poco que ganase a Franklyn, sus problemas monetarios ms apremiantes estaran resueltos una vez que llegase a Nueva Orlens. Pero Latimer no tena intencin de abandonar el pas con poco ms del dinero que Roxbury le haba adelantado, incluso si una pequea fortuna lo esperaba en Londres. Tampoco planeaba incursionar superficialmente en la fortuna de Franklyn, o pagar a Dominic un cntimo ms que lo que fuese necesario. Despus de considerar varias ideas diferentes, de pronto Latimer sonri apenas y murmur: -Me temo que usted me encuentra en una situacin muy embarazosa. -Ante la mirada astuta de Dominic, abri las manos en un gesto de disculpa y dijo:- Como usted sabe, no tengo domicilio permanente en este pas, y puesto que mi plan era viajar mucho durante mi estancia en Estados Unidos, antes de salir de Inglaterra arregl diferentes depsitos distribuidos en los bancos de las ciudades que proyectaba visitar. Me pareci que era mejor que llevar conmigo elevadas sumas de dinero. Me temo que el resto de mi caudal ahora me espera en un banco de Nueva Orlens. -Acomodndose mejor en su silln, como si no tuviese la ms mnima preocupacin, agreg con un gesto indiferente:- Aunque mi visita aqu ha sido muy grata, me propongo partir para Nueva Orlens en las prximas semanas, o cosa as, y para m sera muy agradable que usted me permitiese pagar una vez que haya llegado a esa ciudad. Sus rasgos manifestaron a lo sumo un inters corts, y Latimer agreg:Por supuesto, a menos que eso no sea satisfactorio para usted. Si necesita enseguida el dinero, naturalmente escribir al banco de Nueva Orlens y me ocupar de que enven de inmediato los fondos necesarios. Dominic no dudaba en lo ms mnimo de que tan pronto Latimer llegase a Nueva Orlens se esfumara la esperanza de recibir el resto de la deuda. Nada saba del barco que estara esperando a Latimer en enero, pero conoca a su hombre, y casi como si hubiese estado leyendo los pensamientos ms ntimos de Latimer, supo que el ingls encontrara el modo de evitar el pago de un centavo ms que lo que ya haba cedido. Durante un momento reflexion, sin saber muy bien si deba reclamar el pago total, o dar un poco de soga a Latimer... Despus de llegar a la conclusin de que bien poda castigar un poco ms a Latimer, Dominic dijo con voz lenta: -No me opongo a esperar el pago de mi dinero hasta que usted haya llegado a Nueva Orlens. -Con una sonrisa en su cara bien formada, agreg suavemente:- Bien, qu coincidencia. Yo tambin me propongo ir a Nueva Orlens durante las prximas semanas... podramos decir que es una luna de miel tarda. Latimer haba comenzado a aflojarse, pero cuando supo que Dominic estara en Nueva Orlens sinti la tensin de sus propios nervios, la sensacin de que era un ratn muy
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pequeo atrapado por las garras de un gato muy peligroso que posea una fuerza abrumadora. Y su inquietud no se calm en lo ms mnimo cuando Zachary dijo asombrado: -Lissa no me dijo una palabra acerca de este viaje a Nueva Orlens! Sin apartar un instante los ojos de la cara de Latimer, Dominic dijo con desenvoltura: -Acabo de pensarlo... ser una sorpresa para ella. Latimer entendi perfectamente, y con voz dura pregunt: -Entonces, de acuerdo? Le pagar en Nueva Orlens? Como ya estaba cansado del juego, Dominic se irgui en su silln y dijo animoso: -S, por supuesto, pero sugiero que designemos una fecha de pago. No es sensato demorar estas cosas. -Muy bien -replic cortsmente Latimer.- Digamos el primero de diciembre, en Nueva Orlens? -Esplndido -dijo alegremente Dominic. Aunque hubiera deseado estrangularlo, Latimer dirigi una sonrisa falsa a Dominic y se puso de pie. Vacil un momento antes de decir con aparente timidez: -Apreciara que no se difundiese nada de lo que hemos conversado aqu esta tarde. -Por supuesto. Sera muy poco caballeroso de nuestra parte comentar sus asuntos personales -acept seco Dominic. El seor Smithfield se aclar la voz. -Seor Slade, desea depositar estos fondos en su cuenta corriente? Concluida su participacin en el asunto, Latimer se dispona a salir cuando Dominic dijo: -Un momento, Latimer... no desea saber adnde ir su dinero? Casi incapaz de disimular la ira que senta, Latimer se volvi bruscamente para mirar hostil a Dominic. -Creo que mal puede importarme, ahora que el dinero ya no es mo. Dominic le dirigi una sonrisa. Escuche, y vea si no cambia de idea. Sin apartar los ojos de la cara de Latimer, Dominic dijo con voz dura: -Seor Smithfield, deseo que abra una nueva cuenta, y deposite en ella todo el dinero recibido del seor Latimer. La cuenta estar exclusivamente a nombre de mi esposa... todo ese dinero le pertenecer. En cierto modo, ser un reembolso. Cuando comprendi lo que Dominic deca, un msculo se agit violentamente en la mejilla de Latimer, y los ojos azules ardientes de rabia, avanz amenazador un paso. -Usted sabe! -dijo, y ahora era evidente todo el odio que senta por Dominic. Dominic sonri como un tigre satisfecho. -Exactamente -replic con frialdad. Incapaz de mantener siquiera fuese una apariencia de cortesa, Latimer rugi: -Slade, quiz gan esta mano, pero llegar otro momento, y entonces, por Dios, lo pagar! Volvindose, Latimer sali de la habitacin, golpeando la puerta con enorme fuerza. Hubo un momento de silencio; despus, el seor Smithfield exclam asombrado: -Dios mo! Jams habra credo que el seor Latimer se comportara de ese modo. Siempre me pareci un caballero. Ninguno de los tres hombres restantes formul comentarios, y el seor Smithfield retorn de inmediato al asunto entre manos. -Si no tiene inconvenientes en esperar unos minutos, ordenar que redacten todos los documentos. Dominic inclin cortsmente la cabeza, y poco despus l y sus amigos se despidieron cordialmente del banquero. Los tres hombres hablaron poco mientras montaban sus caballos y comenzaban a salir del pueblo, pero apenas haba quedado atrs la ltima casita de madera cuando Royce pregunt con voz spera:
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- Quieres tener la bondad de decirme qu demonios signific todo esto? Desde que llegaste a la casa de Norton, anoche, he tenido la ms extraa sensacin de asistir a una pieza de la cual se haban representado dos actos antes de mi llegada! Dominic lo mir sonriente. -Es un asunto privado. Compromete a una dama a quien profeso profundo afecto, y sera muy poco caballeroso de mi parte comentar el asunto contigo. -Los ojos grises brillantes de regocijo, agreg: -Baste decir que us los naipes ms que la espada para satisfacerme... una actitud que creo complacer a la dama en cuestin. Antes de que Royce pudiese formular el agrio comentario que brotaba de sus labios, Zachary explot: -Anoche escuchaste nuestra conversacin! Dominic asinti, y reconoci descaradamente: -Exactamente! Pero conviene que reserves esa informacin; de hecho, ms vale que olvides que hubo tal conversacin. Con un acento de sufrimiento muy evidente en la voz, Royce coment: -Nadie les dijo jams que no es corts discutir secretos en presencia de terceros? -Al ver las dos anchas sonrisas de los otros dos, Royce murmur: -Oh, est bien, no me lo digan... de todos modos, puedo imaginar la mayor parte! Guarden sus condenados secretos! Royce pareci tan ofendido que los otros dos se echaron a rer, y un momento despus, un tanto avergonzado, Royce se les uni. Restablecido el buen humor entre ellos, pronto se despidieron y se separaron. Despus de llegar a la cabaa, Dominic dej su caballo en el establo, y con la nueva libreta de cuentas bien guardada en el bolsillo del chaleco, avanz gilmente y ascendi los peldaos que llevaban a la galera. Despus de advertir a los criados que l y Melissa no deban ser interrumpidos, fue a buscar a su esposa. La hamaca, colgada entre dos jvenes robles, estaba situada en un rincn tranquilo y sombreado, a cierta distancia detrs de la cabaa. Los robles revestidos de musgo, y las hayas y los olmos adornados con enredaderas, formaban la periferia del pequeo claro, donde estaba la hamaca baja. Una suave brisa traa el aroma de las flores de magnolia y los jazmines amarillos, mientras Dominic se acercaba en silencio a la hamaca pintada de azul brillante, y contemplaba a su ocupante. Melissa estaba completamente dormida, y sobre su pecho descansaba un pequeo volumen encuadernado de sonetos de amor. Con una expresin tierna en la cara, Dominic contempl varios minutos los rasgos de la joven dormida, y finalmente comprob complacido que ella haba atendido el pedido de su esposo, y haba decidido usar un vestido nuevo, una liviana prenda de tafetn de Florencia verde sauce, adornada con metros y ms metros de delicado encaje color crudo. Una sonrisa de placer casi absurdo se dibuj en la cara de Dominic cuando sus ojos recorrieron las pestaas largas y oscuras, y la nariz pequea y recta, y finalmente la boca suave y dulce y el mentn obstinado. Su esposa, pens con una mezcla de asombro y profunda alegra. Su querida, preciosa, y valiente esposa. Al mirar los rasgos serenos en el sueo, se pregunt cmo poda haber sospechado jams que ella era slo una mujerzuela intrigante y codiciosa, decidida a atrapar a un marido rico. La verdad era tan obvia, una vez que l desechaba su sentimiento de ofensa y su orgullo herido porque lo haban obligado a casarse, que Dominic se pregunt cmo era posible que hubiese tardado tanto en verla. Una sonrisa renuente se dibuj en sus labios. Reconoci ante s mismo que su actitud haba sido obstinacin pura y ciega. Eso, y quiz resentimiento en vista del modo en que ella lo haba conmovido desde el momento de conocerla. Dominic no haba deseado enamorarse, nunca haba pensado casarse, y sin embargo en el instante en que Melissa entr en su vida algo muy profundo en su fuero ntimo haba cambiado; pero l era tan obstinado que no quiso reconocer de qu se trataba. Nunca ms sera as, se dijo en silencio. Ella se haba convertido en la cosa que l apreciaba ms en el mundo, y Dominic no
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hara nada que amena-zara el vnculo poderoso que exista entre ellos, pese a todos los tontos malentendidos y la absurda desconfianza. Con un movimiento gil, Dominic se arrodill junto a la hamaca, los ojos grises ardientes y clidos fijos en la cara de Melissa; pero el dbil crujido del papel le record cun cerca haba estado de perder definitivamente la alegra de amarla, y ahora l frunci el entrecejo. Si ella no hubiese equivocado las habitaciones esa noche en la posada, el futuro de ambos podra haber sido muy diferente, y su vida habra carecido de sentido sin la presencia de Melissa. Casi poda agradecer a Latimer porque haba contribuido a la unin de Dominic con Melissa. Casi. La clera que haba experimentado cuando se enter de la prfida propuesta de Latimer de pronto se encendi otra vez, y su expresin cobr un sesgo sombro y severo. Inconscientemente los dedos de una mano se cerraron sobre los rizos que descansaban muy cerca de la mejilla de Melissa. El gesto de Dominic fue doloroso para Melissa, que se agit inquieta, y abri los ojos, mirando alrededor. Al ver el rostro moreno y colrico de Dominic tan cerca del suyo, y todava despierta slo a medias, Melissa trat de apartarse, y casi simultneamente contuvo una exclamacin de temor. Arrepentido de haberla asustado, Dominic solt los cabe-los de su esposa, y su expresin demostr su pesar. -Perdname. No quise asustarte. Melissa lo mir cautelosa, pues an no haba decidido cmo deba tratarlo cuando al fin estuviesen solos. An estaba enojada y angustiada ante la actitud de Dominic, que sin la ms mnima consideracin por ella haba dedicado toda la noche al juego, y sobre todo porque ella misma haba pasado esa misma noche tejiendo sueos absurdamente romnticos relacionados con l. Melissa haba empleado las horas transcurridas desde el ltimo encuentro vacilando entre la posibilidad de tratarlo con fra indiferencia y la idea de exigir furiosamente que l explicase por qu se comportaba de un modo tan vergonzoso. Un mujeriego ya era bastante grave; pero era necesario que agregara el juego a todos sus pecados? Melissa se deca que era una perfecta estpida, pero incluso de mala gana se haba vestido con mucho cuidado para ese encuentro vespertino, y haba llegado antes de hora al lugar indicado. Era una tarde desusadamente clida, y a pesar del desorden de sus pensamientos, y arrullada por el zumbido de las abejas, se haba adormecido. Haba tenido un sueo muy agradable, en que Dominic le juraba amor eterno, le rogaba que lo perdonase, pero al despertar descubra que el objeto de sus sueos, en lugar de mirarla embobado, tena en la cara una expresin realmente inamistosa! Antes de que ella pudiese hablar, Dominic le sonri, y su actitud cambi en un instante, y ahora se pareca satisfactoriamente al sueo de Melissa. Mientras pensaba que ella nunca le haba parecido tan hermosa, con los cabellos enmarcndole atractiva-mente la cara, las mejillas sonrosadas a causa del sueo, Dominic murmur: -No esperaste mucho tiempo? Su mirada recorri acariciadora la cara de Melissa, y ella sinti que su corazn aceleraba los latidos. Sintiendo que estaba en evidente desventaja all, acostada en la hamaca, Melissa comenz a sentarse, pero Dominic se lo impidi amablemente. -Qudate as -dijo en voz baja-. Formas un cuadro encantador, as como ests... lo nico que podra mejorar tu estado sera que yo me acostara al lado. Ella deseaba mostrarse irritada con l, o por lo menos distante y desdeosa, pero al mirarlo, y ver los crculos oscuros bajo los ojos y las dbiles lneas de fatiga que an surcaban esa cara bien formada, algo se derriti en el interior de la joven. Odindose ella misma porque era una mujer sin carcter cuando se trataba de Dominic, Melissa murmur con menos energa de la que haba pensado manifestar: -Si te quedaras en casa por la noche en lugar de merodear por aqu y all...
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-Ests muy enojada conmigo, Lissa? -pregunt tranquilamente Dominic, y su mano busc la de Melissa. Los dedos clidos se cerraron alrededor de la mano de su esposa. -Tienes todo el derecho del mundo a sentirte contrariada, pero yo tena que hacer algo, y me llev mucho ms tiempo de lo que haba pensado. Como te dije esta maana, no acostumbro permanecer afuera hasta altas horas de la noche. -Sonri astutamente. -Hubo un tiempo, en mi juventud, cuando esa actitud era usual, pero ya no es as. Como no deseaba que l saliera fcilmente del aprieto, pero al mismo tiempo no poda manifestar una furia sincera, Melissa se las arregl para decir indignada: -Tienes un modo peculiar de demostrar tus nuevas costumbres! -Es as, verdad? -replic Dominic con ecuanimidad. Introdujo la mano en el bolsillo del chaleco, y deposit la libretita sobre el busto de Melissa. Sonrindole, murmur: -Confo en que esto contribuir a redimirme ante tus ojos. Con evidente asombro, Melissa trat de sentarse, y la hamaca se balance violentamente hasta que Dominic la estabiliz. Sentada en una postura bastante incmoda en medio de la hamaca, con el entrecejo fruncido, mir fijamente la libreta. Al principio no le vio sentido; le pareci que era sencillamente la prueba de que se haba abierto una cuenta exclusivamente a su nombre, depositando en ella la suma de treinta y cinco mil dlares. Como no tena idea del origen del dinero, Melissa naturalmente supuso que perteneca a Dominic, y que l intentaba calmarla regalndole esa suma. Se sinti terriblemente insultada, y con los ojos color topacio reluciendo de furia mir hostil a Dominic y escupi: -Cmo te atreves a tratarme as? Crees que el dinero puede comprar todo lo que t deseas? Qu siempre que me trates de un modo imprudente y cruel te bastar ofrecerme un regalo y yo cerrar los ojos ante tu escandalosa conducta? Cmo te atreves! -La voz le temblaba de clera cuando dijo las ltimas palabras, y con todo el aspecto de una amazona colrica, los cabellos rubios casi crepitando de rabia y los ojos dorados escupiendo fuego, arroj la libreta bancaria a la cara de Dominic. -Guarda tu maldito dinero! Nunca quise tu dinero, asno estpido! Dominic comprendi instantneamente dnde estaba el error, y con las manos le aferr los hombros. Cuando ella intent desprenderse del apretn, Dominic acentu la fuerza y la sacudi suavemente. -Lissa, el dinero no es mo-dijo en voz baja-. Pertenece a Latimer. Pas toda la noche ganndole a los naipes, en una actitud fra y premeditada... y lo hice por ti. Me pareci ms sencillo que matarlo, y como te vi tan decidida a evitar que todos los varones llegsemos al campo del honor, era la nica solucin. Por eso estuve afuera la noche entera. El asombro la paraliz. -Pertenece a Latimer? -repiti estpidamente-. Y por qu t...? -De pronto entendi, y su cara sufri un cambio casi ridculo; se le agrandaron los ojos y abri la boca. Durante un momento contempl el rostro moreno y sonriente de Dominic, y casi no poda creer la luz clida que ahora vea brillando en los ojos grises. -Oste mi conversacin con Zachary anoche -dijo al fin con voz pausada. Dominic asinti. -S, reconozco que escuch desvergonzadamente la conversacin que ustedes mantenan, y aunque normalmente yo condenara esa prctica, no puedo decir que sienta el ms mnimo remordimiento a causa de mis actos. -Su voz descendi hasta convertirse en un murmullo grave e ntimo. -Acaso hubiera podido saber por otra va que mi esposa, de quien crea que me haba arrastrado al matrimonio por los beneficios que esa unin poda aportarle, haba sido la vctima inocente de un villano inescrupuloso? As supe que estuviste en mi habitacin esa noche slo por casualidad. Que me hiciste esa ridcula propuesta de comprar a Locura en un desesperado intento de salvar tu hogar y tu honor. Y que en vez de ser una
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pequea arpa intrigante y codiciosa, en realidad eres una mujer valerosa, obstinada, virtuosa y dscola! Con un sbito acceso de timidez, pero an as ansiosa de que l continuase esa conversacin tan interesante, Melissa clav los ojos en la corbata pulcramente anudada de Dominic, y sus manos jugaron con las solapas de la chaqueta de su esposo mientras preguntaba cautelosa: -Realmente creste que me haba casado contigo slo por tu dinero? -Hum -murmur Dominic, mientras sus labios acariciaban los rizos que estaban cerca de la sien de Melissa-. Quizs al principio. -Sinti que ella endureca levemente el cuerpo, y se apresur a agregar:- Pero slo por muy poco tiempo. -Y despus agreg con voz ms firme:- Pronto comprend que, si bien te agradaban las ropas y los regalos que yo te traa, te hubieras sentido perfectamente satisfecha sin ellos. El asunto me desconcert durante cierto tiempo. No poda entender por qu, si habas llegado a tales extremos para hacerme caer en las redes del matrimonio, no demostrabas ningn deseo de gozar de los frutos de tus esfuerzos. Melissa le rode el cuello con los brazos. -No me cas contigo por tu dinero -murmuro. -Eso lo s ahora... y si bien es lamentable que Josh usara a Zachary como un medio de obligarte a la unin conmigo, tampoco en eso puedo decir que experimento ni un tomo de remordimiento porque proced as. -Mientras desgranaba suaves y breves besos sobre la lnea del mentn de Melissa, murmur:- Soy un individuo bastante criticable cuando se trata de ti. Ella pens oscuramente que Dominic no deba asumir toda la culpa por los malentendidos entre ambos, y al recordar ciertos incidentes que no la mostraban bajo una luz muy favorable, se apret an ms contra el cuerpo de Dominic y confes: -Yo tambin estoy en falta! Hubo ocasiones en que me aprovech desvergonzadamente de ti. -Reconoci tmidamente:- No fue mi intencin expulsarte tan cruelmente de mi lecho la noche de bodas. Lo lament terriblemente, pero estaba tan confundida y tema que... Se interrumpi bruscamente, pues comprendi inquieta que haba estado a un paso de declarar que ansiaba desesperadamente que l la amase. An no senta confianza suficiente en relacin con sus propios sentimientos para dar un paso tan audaz. Aunque era satisfactoriamente evidente que l alentaba sentimientos muy intensos acerca de Melissa, y de que al parecer ya no le importaba el hecho de que la hubiesen forzado a aceptar el casamiento, eso no significaba que Dominic la amara. Adems, en el curso de esa deliciosa conversacin, tampoco se haba resuelto o siquiera mencionado el problema irritante y doloroso de la relacin de Dominic con Deborah Bowden. Puesto que Deborah Bowden era la ltima persona en el mundo que atraa la atencin de Dominic, no relacion con esa dama el sbito silencio de Melissa. Estaba demasiado absorto en las fascinantes revelaciones de Melissa para preguntar por nada que no fuera cunto la adoraba; y completamente seducido por las palabras de su esposa, le costaba mucho esfuerzo abstenerse de abrazarla fuertemente y proclamar con fervor el amor que le profesaba. Pero senta intensa curiosidad por saber lo que ella no haba dicho, y as, depositando brevsimos y seductores besos en las comisuras de los labios de Melissa, la incit: -Temas que...? Melissa se debata en los brazos de Dominic, con su mejilla apoyada en la de su esposo, y Dominic estaba seguro de que su propio corazn haba cesado de latir mientras esperaba casi sin aliento las palabras de la joven. Por desgracia, no fue la suave voz de Melissa la que rompi el silencio, sino los resonantes acentos de Josh, que entr en el claro y rugi: -Ah, aqu estn! Estuve buscndolos por toda la casa. Los criados dijeron que no deba interrumpirlos, pero yo saba que ustedes no se opondran a recibirme. Sobre todo porque traigo tan buenas noticias!
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S, Dominic se opona. A decir verdad, se opona mucho. Conteniendo el impulso asesino de estrangular a Josh, apart suavemente a Melissa, se puso de pie y se volvi. Forzndose a actuar con cortesa, pregunt con inters mucho menos de lo que habra podido demostrar en otra ocasin: -Cules son las buenas noticias, Josh? Los rasgos cordiales dibujando una expresin alegre, frotndose las manos con regocijo casi infantil, Josh dijo jubiloso: -Barcos, mi buen hombre! Barcos! A decir verdad, dos barcos! Mientras Dominic pareci confundido, Melissa se puso de pie y abandon la hamaca, pues saba exactamente a qu se refera su to; y ahora le dirigi una sonrisa complacida. -Atravesaron el bloqueo? -Ante el gesto complacido de asentimiento que fue la respuesta de Josh, la joven corri hacia su to y le arroj impulsivamente los brazos al cuello, sosteniendo siempre en la mano la libreta bancaria que Dominic le haba devuelto. -Oh, to Josh! Cun feliz me siento por ti! S muy bien cunto deseaste que sucediera eso. -No lo puedo negar, querida! -convino Josh con un gesto exuberante, asintiendo varias veces-. Esta tarde lleg la noticia de Nueva Orlens. Mi representante dice que, puesto que el bloqueo britnico impide que tantos barcos lleguen a puerto, esas dos cargas significan una fortuna! Sonrindole con afecto, Melissa le palme el brazo. -Ya te dije que no te preocupases, que si te mostrabas paciente se resolveran todos tus problemas. -Y aunque se senta muy feliz por Josh, Melissa no poda olvidar que su to haba estado absolutamente decidido a recuperar el dinero del fideicomiso dejado por la boda... a costa de la propia Melissa. Ahora ya no le importaba el hecho de que Josh la hubiese obligado a desposar a Dominic; pero las noticias tradas por Josh en todo caso ilustraban claramente lo que ella siempre haba sabido que, ms tarde o ms temprano l podra rehacer su fortuna, y si Melissa se hubiese casado con uno de los muchos pretendientes a los que l haba apoyado slo para resolver su crisis monetaria, en definitiva el sacrificio habra sido en vano. Era un pensamiento que incitaba a la reflexin, pero Melissa no se detuvo en ella. Estaba casada con el hombre a quien amaba, y si Josh habla urdido todo eso por razones equivocadas, en verdad ya no importaba. De todos modos, no pudo resistir la tentacin de aguijonearlo un poco. Con un guio en sus bellos ojos, murmur: -Ya lo ves, despus de todo no necesitabas el dinero del fideicomiso! En vista de lo que ha sucedido, podra haber sacrificado innecesariamente mi felicidad. Josh dirigi una mirada nerviosa a Dominic. -Bien... querida, no necesitamos detenernos en eso precisamente ahora -dijo un poco encogido-. Slo deseaba comunicarte la buena noticia e invitarlos a ambos a la fiesta que celebraremos pasado maana por la noche. Deseo compartir la buena noticia con los vecinos. Melissa contuvo una risita, y pens que Josh era tan transparente como una ventana recin lavada. Josh poda afirmar que deseaba compartir la buena noticia con los vecinos, y eso era cierto; pero tambin ansiaba cacarear un poco y asegurarse de que todos supieran que Josh Manchester de nuevo dispona de abundantes recursos. -Sally y yo pensamos que ofreceremos una cena, y despus los caballeros podran jugar a los naipes, mientras las damas comentan la vida y milagros de todos los que no asistieron a la reunin! -dijo perversamente Josh-. Vendrn ambos? Con un gesto posesivo, Dominic pas un brazo sobre los hombros de su esposa. -Ciertamente -se apresur a decir, y de pronto se sinti muy agradecido porque los barcos de Josh no haban logrado burlar el bloqueo en una fecha anterior. Si Josh no hubiese
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sentido la necesidad tan desesperada de fondos, quiz no se habra apresurado a promover el matrimonio de Melissa. Dominic extendi la mano y sorprendi a todos estrechando la de Josh con una satisfaccin un tanto extraa. -Una esplndida noticia, seor! Me siento muy feliz por usted! Un tanto desconcertado por el entusiasmo de Dominic, Josh dijo: -Bien, s as estn las cosas. Ahora, debo marcharme. Es necesario que vea a otras personas esta tarde. Josh haba comenzado a alejarse cuando Melissa decidi que aprovechara la imprevista visita. Hacia mucho que deseaba hablarle acerca de las cosas que su to haba dicho antes a propsito de Dominic, y en vista de lo que haba sucedido las ltimas semanas, sobre todo en vista de los episodios de la noche anterior, ella no deseaba desperdiciar esta oportunidad. -Un momento, to! -exclam-. Quiero hablar contigo un momento Dirigiendo una mirada insegura a Dominic, Melissa pregunt: -No te opones? No tardar mucho, pero necesito hablar a solas con mi to. Era evidente que Dominic se opona, pero como la atmsfera de intimidad ya no exista, y pareca improbable que pudiera recrearla inmediatamente, asinti de mala gana. -Por supuesto. Te ver en la casa en unos minutos ms. Cuando Josh y Melissa quedaron solos en el pequeo claro, el to mir a su sobrina con cierta aprensin. Seguramente no lo criticaba por haber arreglado las cosas de tal modo que l pudiera echar mano de la parte de Sally en el fideicomiso. El no poda haber sabido que los dos barcos llegaran a puerto, verdad? Con un gesto obstinado murmur: -Bien, Melissa, si quieres hablar de ese condenado fideicomiso, no deseo tocar el tema! Hice lo que me pareci mejor, y las cosas funcionaron bien, no es as? -No se trata del fideicomiso -dijo Melissa sonriendo-. Se trata de Dominic. -Qu? -gru Josh, incmodo-. Qu hay con l? Creo que es un hombre excelente. Un buen hombre. En realidad, mucho mejor que cualquiera de los otros individuos con quienes intent casarte. -En ese caso, por qu -pregunt Melissa- me dijiste todas esas cosas terribles acerca de su persona? Como haca mucho que haba olvidado su plan inicial, Josh se mostr muy ofendido. -Cosas terribles! -repiti con irritada incredulidad-. Jams dije una palabra despectiva acerca de Dominic! Caramba, apenas lo vi pens que... -Lo que l haba pensado y lo que haba hecho durante esas primeras semanas de pronto reaparecieron en su cerebro, en la forma de una serie de recuerdos desagradables, y una expresin evidentemente culpable se dibuj en su cara.- Ah... bien... mira... -comenz a decir, con un gesto de impotencia. Las manos en jarras, un pie tamborileando ominosamente sobre el suelo, Melissa pregunt: -Quieres decir que no recuerdas haberme advertido contra l? No recuerdas haberme dicho que l era bastante aficionado a cierto tipo de mujer, y que era jugador? -La expresin de culpabilidad de Josh se acentu, y Melissa se vio en graves dificultades para evitar la risa. El muy sinvergenza en efecto haba intentado lograr que ella pensara mal de Dominic. Con la esperanza de que el fruto prohibido fuese ms atractivo? Esforzndose por mantener su actitud en apariencia colrica, Melissa entrecerr los ojos.- Me parece recordar claramente que me dijiste que l no era el tipo de hombre con quien deseabas verme unida. Acariciando nerviosamente el revs de su corbata, Josh mascull: -Bien... yo pens... que como al parecer no te agradaban los pretendientes honestos... quiz... si yo lograba que Dominic pareciera... bien... Melissa pens, colmada de felicidad: Josh le haba mentido! Dominic no era nada de lo que l haba sugerido! Conteniendo el fuerte deseo de cubrir de besos complacidos los
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rasgos cada vez ms inquietos de su to, Melissa no pudo resistir la tentacin de burlarse un poco ms. -Me mentiste! -exclam con acento horrorizado-. Todos estos meses estuve pensando que me haba casado con un mujeriego y jugador! -Ah, Lissa, no! -afirm Josh con voz dbil, sin duda muy conmovido por la respuesta de la joven-. Nunca quise que pensaras nada semejante. Slo ansiaba despertar tu inters por l! Melissa inclin la cabeza para disimular su mirada risuea. -To! -gimi con tristeza-. Cmo pudiste engaarme de ese modo? Confiaba en ti! Tus mentiras arruinaron mi matrimonio! Por completo deprimido ante esta dramtica revelacin, Josh dijo: -Oh, mi querida nia! Nunca fue mi intencin provocarte ni un minuto de angustia. Hablar inmediatamente con tu marido y le explicar la situacin. -De pronto comprendi que el caballero en cuestin quiz no reaccionara muy amablemente ante la noticia de que lo haban calumniado, y as Josh agreg con desaliento:- Sin duda me retar a duelo cuando sepa la verdad. Josh mir inseguro a Melissa, mientras se devanaba los sesos pensando en las cosas que poda decirle para reconfortara, pero algo en el modo en que ella evitaba mirarlo, algo en el modo de cubrirse la boca con la mano... La sospecha lo indujo a mirar con ms atencin, y extendi una mano y retir la de Melissa de la boca de la joven. -Lissa, pequea sinvergenza! -declar medio enojado, medio divertido cuando vio el regocijo en la cara de Melissa-. Estuviste burlndote de m! Sonrindole clidamente, una escrupulosa sobrina reconoci francamente el hecho. -Es cierto! Pero creo que coincidirs en que merecas ese trato despus de lo que me hiciste. Un poco avergonzado, Josh asinti. -No deb entrometerme de ese modo, pero -continu con expresin esperanzada- debes reconocer que todo sali perfectamente. En los rasgos de Melissa se dibuj una sonrisa muy suave y tierna. -Quiz -dijo soadoramente-. Quiz, despus de todo, as es. Despus de despedirse afectuosamente de su to, Melissa camin lentamente hacia la casa, y con cada paso que daba se intensificaba en ella el sentimiento de gozosa alegra. Dominic no le haba dicho que la amaba, pero sus actitudes eran ciertamente las de un hombre enamorado. De no haber sido as, por qu haba buscado a Latimer y no slo recuperado lo que el ingls haba recibido de ella, sino agregado tambin una considerable ganancia? Contempl gozosa la libreta bancaria que sostena en la mano. Dominic era su esposo, y no necesitaba depositar el dinero en una cuenta personal a nombre de Melissa, y sin embargo era lo que haba hecho. Seguramente eso sugera algo ms que mera generosidad. Pens fervientemente: Oh, Dios mo, no permitas que me equivoque. Se haba sentido un poco insultada cuando supo que Dominic haba credo que ella se haba casado con l por su dinero, pero al rememorar los hechos que haban conducido a ese matrimonio, Melissa reconoca que sus actos permitan esa interpretacin ingrata. Dominic prcticamente no la conoca, y, en vista de las circunstancias, hubiera sido extrao que no la hubiese juzgado una mujer mercenaria; sa fue la conclusin definitiva de Melissa. Un brillo clido apareci en los ojos color topacio. Incluso creyendo que ella era una intrigante codiciosa, la haba tratado bien, y se haba mostrado halagadoramente generoso. Al pensar en todos los regalos que l le haba dado -la cabaa, las hermosas prendas y los costosos adornos femeninos que colmaban su guardarropa y su tocador-, Melissa de pronto se sinti avergonzada del modo aparentemente caprichoso con que lo haba tratado en ms ocasiones que las que ahora deseaba recordar.
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Mientras ascenda los peldaos de la casa, concibi un pensamiento inquietante, y sus ojos ya no brillaron con la misma alegra. Aunque ahora l saba que Melissa no le haba tendido una trampa, y que por casualidad ella estaba en su cuarto de la taberna esa noche, y que el to Josh la haba obligado a contraer matrimonio, de todos modos Dominic se haba visto forzado a contraer un matrimonio que l no deseaba -el propio Dominic se lo haba dicho. Un escalofro le recorri la columna. Quizs l no era ms que un hombre de carcter noble que estaba decidido a poner al mal tiempo buena cara. El primer impulso de alegra comenzaba a debilitarse, y ahora que la duda empezaba a insinuarse lentamente en sus pensamientos tan felices, Melissa entr en la casa y fue en busca de su marido. Lo encontr en el saln, repasando distradamente las pginas de un diario. Haban estado al borde de un momento muy valioso cuando Josh los interrumpi, y aunque nada impeda que reanudaran la escena donde la haban dejado, era muy difcil reproducir la atmsfera que haba prevalecido tan poco tiempo antes. Sin que existiera un motivo racional, de pronto se manifestaba una extraa contencin entre ellos, y cada uno deseaba continuar esa conversacin muy interesante, pero ninguno saba muy bien cmo empezar. Cuando Melissa se detuvo vacilante en el umbral, Dominic le sonri, se puso de pie y se acerc a ella. -T to se march? -S. Me pidi que te saludara -replic Melissa. Sus dedos se cerraron inconscientemente sobre la libreta bancaria, y con un leve sonrojo cruz la habitacin y se detuvo frente a Dominic. -Deseo agradecerte lo que hiciste... y disculparme porque juzgu mal tus motivos -dijo Melissa con expresin sincera. Los dos se miraron sin hablar, y la dulzura y la promesa del encuentro anterior de pronto los envolvi. El rostro moreno muy serio, Dominic apoy las manos sobre los hombros de Melissa, y la atrajo suavemente hacia l. -Lo que deseo no es tu gratitud ni tus disculpas -murmur con voz grave. Casi sin aliento, sintiendo un estremecimiento de renovada esperanza que le recorra el cuerpo, Melissa se acerc aun ms. Con voz que apenas era ms que un murmullo, pregunt: -Si no quieres mi gratitud o mis disculpas, qu quieres de m? Absortos uno del otro, no oyeron el ruido de pasos que cruzaron la galera, pero los golpes sbitos y resonantes en la puerta principal provocaron un sobresalto en Melissa, y por su parte Dominic maldijo con vehemencia por lo bajo. Con una expresin amenazadora en los ojos grises, apart a Melissa y rezong: -Si es de nuevo tu condenado to, prometo que... Pas al vestbulo, extendi la mano hacia la puerta y la abri irritado. Su gesto poco acogedor no cambi en lo ms mnimo cuando vio a Royce del lado opuesto de la puerta. -Qu demonios quieres t? Estoy comenzando a pensar que los condenados Manchester estn evitando intencionalmente que descubra mi armona conyugal! -De modo que llego en un momento inoportuno, no es as? -pregunt interesado Royce, al parecer indiferente a la expresin sombra de Dominic a su saludo inamistoso. Sin hacer caso de la actitud decididamente hostil del dueo de casa, Royce sonri apenas y dijo:- No tienes que descargar tu furia sobre mi cabeza, sino sobre la del amigo de tu hermano, Jason Savage -es la razn que me trajo aqu. -Jason? -repiti sobriamente Dominic-. Cundo supiste de l?
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-Si me invitas a pasar -dijo amablemente Royce- de buena gana te lo dir. Dominic lo invit con escaso calor, mientras se preguntaba irritado por qu haba envidiado jams a Morgan su amistad con Jason, o cul era la razn que lo llevaba a pensar que poda ser interesante participar en algunas aventuras cuyo relato haba escuchado durante aos de labios de Morgan y Jason. Por el momento, si jams l hubiera escuchado el nombre de Jason, se sentira perfectamente feliz! Consciente de que Royce no hubiera llegado si el asunto no fuese importante, y con el inquieto presentimiento de que pasara un tiempo antes de que pudiese recrear la mgica atmsfera de su dilogo con Melissa, Dominic se resign de mala gana a aceptar el presente. Detenindose en el umbral del saln, asom la cabeza y dijo a Melissa: -Ha llegado Royce, y desea hablar conmigo. Ignoro cunto tiempo permanecer con l. Melissa asinti, pues haba identificado la voz de su primo. Se acerc a Dominic, los ojos brillantes de promesa, le sonri tranquilizadora y acaricindole suavemente la mejilla con la mano, murmur:- Habla con l. Tendremos tiempo de conversar esta noche... cuando estemos solos. Ante la sugerencia que haba tanto en la voz como en la expresin de Melissa, Dominic se sinti abrumado por un irresistible sentimiento de amor a Melissa, y sin hacer caso de la presencia inquisitiva de Royce, que se haba acercado, los ojos oscurecidos por la emocin, atrajo hacia l a Melissa y la bes con pasin. Cuando apart los labios de su boca, murmur: -Creme, esperar con mucha impaciencia que al fin estemos completamente solos. Y despus, besando a Melissa all, de pie, con una expresin deslumbrada en su hermosa cara, Dominic se volvi y se alej con Royce. Con los dedos sobre los labios que Dominic haba besado, ella mir la entrada vaca, deseosa de que Dominic apareciera, de que continuara besndola con la misma y seductora ferocidad. Al pensar en la tierna promesa de la noche, experiment un espasmo de expectativa en todo su cuerpo. Envuelta en una bruma rosada, prcticamente sali flotando del saln y subi la escalera que conduca a su cuarto. Ninguna nube rosada envolvi los pensamientos de Dominic mientras conduca a Royce al minsculo estudio que estaba al fondo de la casa. Despus de instalarse en uno de los tres sillones del estudio, rezong: -Y bien, qu te trajo con tanta prisa? Haba supuesto que despus de la noche que pasamos en vela habas encontrado mejor modo de utilizar tu tarde que venir a molestarme! -Pero t sabes cunto me complace molestarte -replic serenamente Royce-. Y por supuesto, ambos sabemos que empleo todo mi tiempo pensando modos de fastidiar a mis amigos. Dominic emiti una risa que expresaba escasa alegra, y ahora dijo muy cortsmente: -Oh, termina de una vez, y dime lo que Jason quiere ahora. Royce extrajo un sobre del bolsillo de su chaqueta, y lo entreg a Dominic, mientras deca: -Creo que s lo que contiene la carta de Jason. Adems de sta, haba otra esperndome cuando regres del pueblo esta misma tarde. Sospecho que tu carta incluye la misma informacin que aparece en la ma. As era. La carta era breve, pero la informacin importante. Dominic: Un espa britnico, un individuo llamado Anthony Davis, fue capturado aqu, en Nueva Orlens. Al principio se resisti a hablar, pero despus de un rato con algunos caballeros persuasivos que yo conozco, se convenci de que era mejor contestar a las preguntas. Segn nos dijo, Roxbury le envi aqu, y deba reunirse con Julius Latimer el
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cinco de diciembre. Al parecer, durante sus viajes Latimer estuvo preparando una lista de diferentes nombres que se inclinaran a hablar con nuestro espa. Necesito esos nombres! Pero es necesario que los consigas sin llamar la atencin de Latimer. No hagas nada t mismo -estaremos esperndolo cuando llegue a Nueva Orlens. Entretanto, encuentra esa lista y cpiala. T o Royce tienen que traer la copia aqu, a Nueva Orlens, y cunto antes. Parecera que acertaste -Latimer no es nuestro espa. La misin que Roxbury le encomend fue simplemente observar y elegir a los hombres que a su juicio tenan ms probabilidades de traicionar. Armado con la lista de esos nombres, nuestro espa hara el resto. A la luz de lo que hemos descubierto, una vez que te hayas apoderado de la lista de Latimer, puedes suspender tu actitud amable con la bella Deborah. Estoy seguro de que eso te agradar! Envo esta carta a la direccin de Royce, pues no estoy seguro de que an residas en Baton Rouge, o hayas partido para Mil Robles. Escrib a Royce una carta que repite casi exactamente sta. Abrigo la esperanza de que t y l podrn actuar deprisa, y que no tropezarn con dificultades para descubrir esa lista de nombres. Mis mejores saludos a ti y a tu esposa. Jason En silencio, Dominic entreg la carta a Royce, y ste examin rpidamente el contenido. -Hum, aqu no hay nada diferente de lo que ya le -dijo Royce una vez que termin. Dominic permaneci en silencio largo rato; despus, pasndose la mano sobre la cara, con un gesto de fatiga, dijo: -Imagino que el primer lugar para buscar esa lista est en las posesiones personales de Latimer. No digo que me complace investigar sus cosas, pero para aliviar mi propia ira y satisfacer el pedido de Jason, cuanto antes lo hagamos mejor. -Coincido -dijo Royce, mientras se acomodaba mejor en el silln que ocupaba, frente a Dominic.- Gracias a mi relacin lamentablemente estrecha con l, s que Latimer y su hermana cenarn esta noche con los Richardson, en Rose Mount. Ser bastante tarde cuando ellos vuelvan a su casa. Richardson es un jugador entusiasta, pero de escasa suerte, y despus de lo que sucedi anoche estoy seguro de que Latimer intentar recuperar parte de sus prdidas. Dominic ech hacia atrs la cabeza y mir sobriamente el techo, y sus gratas visiones en las que apareca reviviendo esos momentos inquietantes con su esposa se esfumaron. De mala gana murmur: -Tendra que ser esta noche! -Como an no deseaba renunciar a toda esperanza, mir a Royce. -Imagino que no podremos hacerlo maana por la noche. Aunque en realidad, un da o dos no cambiaran mucho las cosas. -Y si esta noche no hallamos la lista? Podemos suponer que nos llevara varios das descubrir dnde la ocult. Adems -agreg Royce en un tono razonable- quiz decida permanecer en su casa maana por la noche, y la noche del viernes es la pequea celebracin de mi padre, y ambos debemos concurrir. Si vamos esta noche y tenemos suerte, podr partir para Nueva Orlens el sbado por la maana. Dominic le dirigi una mirada irnica y rezong: -No pretenders que yo me encargue de entregar la lista a Jason?
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-Oh, no! -contest Royce con una expresin angelical en la cara-. Ests recin casado y tu tiempo es demasiado valioso para perderlo viajando ro abajo en direccin a esa perversa ciudad. -Deseas un poco de agitacin y algunos vicios nuevos, verdad? -pregunt Dominic con una sonrisa. Los dos hombres comenzaron a considerar seriamente la desagradable tarea que los esperaba. Como ya eran las seis pasadas, Dominic invit a Royce a cenar. La comida que sigui no fue desagradable, y Melissa cumpli admirablemente sus obligaciones de anfitriona; por su parte, Dominic fue un anfitrin cordial, y Royce actu en el carcter de un invitado corts. Pero no puede afirmarse que fuera la comida ms grata que los tres haban compartido nunca -sobre todo porque dos miembros del terceto ansiaban violentamente la desaparicin del tercero. Una vez concluida la comida, Melissa dej a los caballeros bebiendo el oporto y fumando cigarros, y entr en el saln, y sus pensamientos clidos y rosados se demoraron gratamente en la noche que sin duda seguira a la partida de Royce. Pero despus que los caballeros terminaron deprisa la copa de licor, y se reunieron con ella, Melissa recibi la noticia muy desagradable de que Dominic saldra... de nuevo. Melissa mir a su esposo con desconcertada incredulidad, y repiti vacilante: -Te marchas? Te marchas esta noche con Royce? Pero yo cre que... Royce contempl la expresin de infelicidad en la cara de Melissa, y despus en la de Dominic, y juzgando en un instante la situacin dijo: -Creo que saldr a fumar un cigarro. Dominic, renete conmigo cuando ests preparado para partir. Los otros dos apenas tomaron nota de la salida de Royce. Dominic se acerc prontamente adonde estaba sentada Melissa. Sostenindole con fuerza las manos, la oblig a ponerse de pie, y con una mirada que rogaba comprensin dijo: -Melissa, debo acompaarlo! Pero te juro que sta ser la ltima vez que te dejo as. Amargada y desconfiada, sus sueos destruidos, ella lo mir inmutable. -Me parece que antes ya representamos esta escena. Siempre hay un lugar adonde debes ir, o un incidente que, como tu chocante comportamiento con lady Bowden, yo debo ignorar. -Con los ojos colmados de dolor y clera, explot:- Bien, esta situacin contraria mi carcter, e hice todo lo posible por ser una esposa su-misa y comprensiva, pero me temo que has puesto a prueba mi paciencia por ltima vez. Vete esta noche, silo deseas, pero no pretendas verme aqu cuando resuelvas volver a casa! La cara de Dominic palideci, y l dijo con voz tensa: -No seas tonta! Quiero estar aqu contigo ms que nada en el mundo, pero hay una circunstancia apremiante que exige mi atencin inmediata... y no me agrada ms que a ti! Con los ojos echando chispas, Melissa dijo celosa: -Supongo que lady Bowden? Ha sufrido otra crisis que exige tu presencia inmediata? Completamente seducido por esta satisfactoria manifestacin de celos, Dominic sonri y sus dientes resplandecieron muy blancos sobre el fondo de la cara morena. -No, mi querida dama de ojos color topacio. No se trata de lady Bowden! NO hay izada que ella pueda decir o hacer que me aparte de tu lado! Melissa lo mir con suspicacia, y una parte de su persona deseaba intensamente creerle, y otra parte desbordaba desconfianza. Era inevitable que las palabras de Dominic la satisficieran, pero ella no estaba dispuesta a permitir que las cosas terminasen all. -Si no se trata de lady Bowden, quin o qu es tan importante? -pregunt con aspereza. Dominic vacil. Al principio, Dominic se haba resistido a revelar a Melissa el pedido de Jason, porque en realidad no conoca a su esposa, y no estaba seguro de que pudiese confiar en ella. Ahora pens con bastante conviccin que el amor que senta por ella en verdad era una cosa mezquina si no inclua cierto grado de confianza. Al rehusar, por las
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razones que fuere, una explicacin acerca de lo que haba hecho durante los ltimos meses y del motivo que lo llevaba a salir con Royce esa noche, estaba insultando la inteligencia de Melissa y menoscabando el amor que senta por ella. Comprendi que el amor era un sentimiento poderoso que poda soportar golpes increbles, pero que sin confianza no creca ni perduraba; en cambio, el ureo futuro que imaginaba para ambos bien poda convertirse en polvo. Muy consciente de que haba llegado de un modo imprevisto a una encrucijada fundamental en la relacin con su esposa, Dominic no vacil ms. Casi aliviado, con palabras francas y breves le explic la sospecha que haba en relacin con Latimer, y las razones que explicaban la actitud en apariencia indulgente de Dominic con Deborah. Por extrao que pareciera, Melissa crey todo lo que l le dijo. El relato de Dominic explicaba muchas de sus actitudes en apariencia contradictorias. Y quiz por la sencilla razn de que lo amaba y deseaba creer, le crey. Los ojos de Melissa miraban fijamente a Dominic, y su boca se abri y cerr varias veces cuando comenz a percibir las consecuencias de las palabras de su esposo. Era muy satisfactorio saber que, lejos de sentirse seducido por lady Bowden, Dominic slo haba tolerado las exigencias de la otra mujer para enterarse de las actividades de Latimer. Tambin era muy fascinante descubrir que adems de ser un canalla hecho y derecho, Latimer se dedicaba al espionaje! Melissa tena una actitud tan patritica como otra persona cualquiera, pero cabe sealar que la parte de la conversacin que la atrajo ms fue la explicacin que ofreci Dominic acerca de su aparente inters por la otra mujer. Desechando por el momento el papel de Latimer en el embrollo, ella elev hacia Dominic los ojos brillantes y pregunt: -De modo que parecas hipnotizado por ella slo porque queras descubrir lo que esa mujer sabia de los objetivos de Latimer? Con una expresin risuea en los ojos grises, Dominic asinti: -Puedes creer realmente que, tenindote por esposa, yo poda soportar de buena gana su compaa ms tiempo que lo indispensable? Melissa baj los ojos, y atacada por la timidez que la dominaba en los momentos ms inoportunos, murmur: -En realidad, no queras casarte conmigo... Josh te oblig. -Oh, Lissa, qu tonta eres! -dijo Dominic, medio con impaciencia y medio riendo.- La situacin que Josh descubri era lamentable, pero nadie poda haberme obligado a casarme contigo. Si yo no hubiese deseado dar ese paso. El incidente en mi cuarto de la posada fue inquietante y lamentable, pero del mismo no derivaron perjuicios irreparables. Si yo me hubiese mantenido firme, Josh no hubiese tenido ms remedio que obligarte a salir por la escalera del fondo; y l a lo sumo habra tenido que consolarse pensando que yo era el peor tipo de canalla. Yo no me habra sentido feliz ni complacido con esa reputacin, pero, ni todo el poder del mundo habra podido obligarme a aceptar la unin contigo si yo no la deseaba! Sintiendo que el corazn le lata desordenadamente en el pecho, Melissa contempl los rasgos delgados y firmes de la cara de Dominic. -Deseabas casarte conmigo? -pregunt casi sin aliento. La sinceridad determin las siguientes palabras de Dominic: -Ignoro si precisamente deseaba casarme contigo. Al principio slo saba que deseaba abrazarte y acostarme contigo, y que la idea de ser tu esposo de ningn modo me pareca objetable. -Sonri torcidamente.Slo con el correr del tiempo llegu a entender que te deseaba desesperadamente y te necesitaba, y que cuales-quiera fuesen las razones que explicaban nuestro apresurado matrimonio, no poda concebir la vida sin ti. Melissa confes recatadamente: -A m tampoco me desagradaba la idea de casarme contigo.
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-No te desagradaba? -pregunt Dominic con acento de burla, y una gruesa ceja se elev en la frente-. Eso es todo lo que puedes decir cuando acabo de poner mi corazn a tus pies? Con los ojos muy grandes, y una expresin de duda, ella pregunt: -Realmente has puesto tu corazn a mis pies? Atento al hecho de que Royce esperaba, sin duda cada vez ms inquieto, Dominic exclam casi desesperado: -Dios mo, Lissa! Te adoro! Tienes que comprenderlo as! Acaso tena otro motivo para comprarte a Locura por ese precio absolutamente ridculo? Acaso exista otra razn para regalarte esta cabaa y los terrenos, y los vestidos y las joyas y todo lo que tengo, si no era porque estaba loco por ti, y deseaba que tuvieras todo lo que queras? Sonrindole soadora, Melissa acerc a la suya la cara de su esposo. -Yo nunca quise nada -murmur seductoramente casi sobre los labios de Dominic-, excepto t. La reaccin de Dominic fue rpida y muy satisfactoria para ambos. Encerr fieramente a Melissa en sus brazos, y su boca busc y encontr hambrienta la de su esposa. Con ardiente entusiasmo Melissa retribuy el poderoso abrazo, y su cuerpo se arque seductoramente contra el de Dominic, mientras la lengua del hombre penetraba codiciosa en los tibios rincones de la boca de la dama. Estrechamente abrazados, se balancearon en un abrazo apasionado, y los sentimientos que ambos haban tratado de disimular y controlar de pronto surgieron violentos. Con la sangre latindole en el cerebro, los brazos aprisionando el cuerpo clido y aquiescente de Melissa, Dominic olvid todo lo que no fuera la dulzura de poseer a su esposa. La bes con apremio cada vez mayor, y el deseo de perderse en la sedosa tibieza que como l bien saba lo esperaba, lo apremi implacable, mientras sus brazos descendan y sus manos encerraban las nalgas de Melissa, y l presionaba ms y ms cerca su virilidad inflamada y dolorida. La haba deseado antes, pero nunca de este modo, nunca haba llegado a entender cabalmente que el amor era lo que lo impulsaba, un amor que converta el ansia y la necesidad en algo tan tierno y embriagador. Hundindose en la dulce tibieza de los besos de Dominic, su cuerpo en llamas al sentir de nuevo el contacto del hombre, Melissa se sinti irrefrenablemente dominada por el mismo torbellino elemental de sentimientos, y su cuerpo se arque frenticamente contra el de Dominic, y sus manos acariciaron febrilmente la ancha espalda de su esposo, mientras los besos que ste le ofreca eran cada vez ms speros y apasionados. Melissa senta los pechos llenos y pesados, y el cuerpo laxo a causa del deseo, y la presin que la carne premiosa y rgida de Dominic ejerca frotndose contra ella, era sugestiva y excitante. Pero el sonido de la voz de Royce los devolvi instantneamente a la conciencia del lugar en que estaban. -Ejem -dijo cortsmente Royce desde la puerta-. Lamento mucho interrumpir, pero mi viejo amigo, tenemos una cita. Melissa se desplom contra el cuerpo de Dominic, y los pensamientos referidos a su primo de ningn modo fueron amables. Los de Dominic fueron quizs incluso menos bondadosos que los de Melissa, mientras sus labios se hundan en los suaves rizos de Melissa. -Royce, recurdame que debo visitarte cuando todo esto termine. Con mucho gusto te perforar la cabeza!. -Lo que t digas -replic Royce imperturbable. Con una leve sonrisa en la boca bien formada, agreg-: Entiendo que t y Melissa ya resolvieron sus diferencias? Apartando decidido a Melissa, Dominic sonri a la joven y murmur: -S, creo que puedes afirmar eso sin equivocarte... pero no ha sido porque t nos ayudaras!
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-Bien, t sabes que mi norma es abstenerme siempre de intervenir en los asuntos domsticos -brome Royce. Melissa y Dominic le dirigieron una mirada que deca ms que un libro, y Royce, que intuy que no sera rival para esos dos, se encogi de hombros. -Esperar afuera. Dominic esboz una mueca y se volvi hacia Melissa despus que Royce desapareci. -Me desagrada muchsimo dejarte esta noche, y sobre todo ahora, pero... -murmur. Melissa suspir. -Cuanto antes encuentren esa lista, antes podremos apartar a Latimer y... a su hermana de nuestra vida. -Con profundo sentimiento agreg:- Y anso que sea a la brevedad posible! Dominic la abraz riendo. -Querida, nunca tuviste nada que temer por ese lado. Me irrit cada minuto que tuve que pasar en presencia de Deborah, y sobre todo porque me alejaba de ti! Inmensamente reconfortada porque ahora conoca la verdadera situacin, Melissa frot la mejilla contra la de Dominic. -Oh, s, espero que no estar soando, y que de veras ests diciendo esas cosas maravillosas. Dominic sonri, y depositando un beso sobre los cabellos de Melissa, prometi: -No es un sueo, y despus podr decirte muchas cosas placenteras; pero es cierto que ahora debo marcharme. Ella lo mir y pregunt ansiosa: -Tendrs cuidado? No hay verdadero peligro? Dominic mene confiadamente la cabeza. -No. Latimer no est en la casa y Royce me acompaar. Si todo sale bien, volver en pocas horas... y confo en que lo har trayendo esa lista de nombres. -Acerc a Melissa, bes apasionadamente los labios ansiosos, y despus, apartndola dijo con voz ronca:- Y ahora debo irme, porque de lo contrario entrar Royce y de nuevo nos interrumpir. Un momento despus, con una suave calidez en la regin del corazn, y slo una leve aprensin, Melissa se despidi de los dos hombres. No continu mirando hasta que desaparecieron, porque por supersticin tema que eso les acarreara mala suerte. Se volvi con gesto decidido, y con una semisonrisa en los labios y una expresin soadora en la cara entr en la casa.
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Dominic no tena mala suerte, pero ciertamente poda haber deseado que la oportunidad de inspeccionar las habitaciones de Latimer hubiese llegado en un momento menos incmodo... y eso, pens irnicamente, era decirlo con muchsima discrecin. De todos modos, se trataba de una tarea inevitable, y con un gesto decidido apart su pensamiento de la persona de Melissa y concentr la atencin en lo que tena que hacer. No les llev ms de una hora llegar a la casa que Latimer haba alquilado en las afueras del pueblo, y como la noche haba cado casi dos horas antes, pudieron ocultar su presencia mediante el simple recurso de permanecer en el bosque desordenado y virgen que rodeaba la casa y los terrenos. Desmontando de los caballos, ataron los animales a algunas slidas ramas de roble, y despus se volvieron para examinar la vivienda. La casa no era muy espaciosa, pero tena dos plantas, y como sola suceder con las viviendas de Luisiana, el piso bajo estaba completamente rodeado por una ancha galera. La cocina se encontraba a poca distancia de la casa principal y ms lejos, como saba Royce, se
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hallaban los establos y las habitaciones de los criados. A juzgar por el dbil resplandor de una vela en uno o dos cuartos de la casa principal, era evidente que alguien continuaba levantado; faltaba ver si se trataba de Latimer y Deborah o de un criado que ejecutaba sus tareas. Eran poco ms de las nueve, y como haba luna llena, la luz plateada perfilaba claramente la casa y los terrenos. Apoyado en el tronco de una alta haya, Dominic dijo en voz baja: -Ojal hubiese un poco menos de luna, pero confiemos en que no haya nadie que nos vea. -Con un gesto dirigido a la casa, pregunt:- Que te parecen esas luces... un cambio de planes o son los criados? Royce se frot pensativamente el mentn con las manos. -No lo s. Imagino que tendremos que ir al establo para comprobar qu caballos faltan. Necesitaron unos pocos momentos para llegar al establo, y despus de deslizarse frente al pen dormido, Royce examin rpidamente el lugar en la semipenumbra, y pudo decir con voz pausada: -El calesn y un par de caballos faltan, de modo que supongo que Latimer y su hermana se atuvieron al plan original. Los que se mueven en la casa seguramente son los criados. Regresaron cautelosamente al lugar donde haban dejado los caballos, y se instalaron a esperar que cesaran todos los signos de actividad. Acostados en el suelo, y protegidos por el liso tronco de un rbol, Dominic emiti un enorme bostezo, despus de varios minutos, y al fin murmur: -No s cmo ests t, pero despus de anoche no me siento tan despierto como deseara. Royce emiti un gruido de confirmacin, y propuso: -Por qu no intentas dormir mientras yo vigilo? Confo en que quien est en la casa se retirar a su propia habitacin antes de que pase mucho tiempo. Si no lo hace, y yo siento que el sueo me vence, te despertar. Dominic no necesit que lo exhortasen, y en pocos minutos se durmi profundamente. Por desgracia, la luz de la casa continu brillando y Royce, que haba sobreestimado su propia capacidad de resistencia, comenz a cabecear un rato despus. El chasquido de una rama cercana, cuando la quebr un animal nocturno que se mova en el bosque, despert instantneamente a Dominic varias horas despus; se sent, y mir a Royce. Sonriendo, vio que Royce haba sucumbido y que dorma profundamente. Mir deprisa hacia la casa y al ver que estaba en sombras, elev los ojos al cielo oscuro. A juzgar por la posicin de la luna, era medianoche pasada, no tenan tiempo que perder, y con movimientos nerviosos despert a Royce. -Oh, Dios mo-gimi Royce-. No tena idea de que estaba tan cansado! Felizmente nuestras vidas no dependan de mi guardia! Dominic formul una respuesta casual, y despus ambos comenzaron a concentrar la atencin en el problema inmediato. Llegaron a la conclusin de que el ruido provocado por el retorno de Latimer los habra despertado antes, y acordaron seguir adelante y entrar en la casa a pesar de lo tardo de la hora, y de la posibilidad de que Latimer apareciese de un momento a otro. -Lo oiremos cuando se acerque, y podremos escapar de la casa sin que nos vea -dijo en voz baja Dominic. Conscientes del paso de los minutos, y utilizando la proteccin del bosque, se acercaron deprisa al extremo ms alejado de la casa, y con movimientos giles y rpidos treparon en silencio al techo de la galera. Necesitaron apenas un segundo para ingresar en la casa por una ventana que haba quedado abierta. Adentro, Dominic accion un pedernal y encendi la vela que haba llevado precisamente para usarla durante su incursin. Elevando la vela, explor el entorno, y lleg a la conclusin de que seguramente haban entrado en la casa por la ventana del dormitorio de Deborah.
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Sin perder tiempo, pasaron al ancho corredor, y al ver enfrente una sola puerta, entraron por all, y ambos suspiraron con nervioso alivio cuando el parpadeo de la luz dorada revel el dormitorio de un hombre. Con movimientos metdicos y eficientes comenzaron a revisar los efectos de Latimer. Era una tarea desagradable e irritante. Un odo atento para descubrir la aproximacin de un carruaje, se movieron en el mayor silencio posible, hurgando y espiando en todos los escondrijos imaginables, e incluso revisando las ropas de Latimer. No encontraron nada que se asemejase a una lista de posibles traidores, y Dominic sinti que lo dominaba el desnimo. Tendran que regresar all? Varias veces? Malhumorado, devolvi a su lugar la prenda que acababa de examinar, y sus ojos se clavaron en el piso del guardarropas, y en las botas y los zapatos de Latimer. Casi distradamente, levant un par de botas y a la escasa y parpadeante luz de la vela las examin. No encontr nada en el interior del calzado, y se dispona a dejarlas caer sobre el piso y a revisar otro par cuando un detalle de los tacos atrajo su atencin. Frunciendo el entrecejo, los examin con ms atencin y llam a Royce. Royce abandon inmediatamente su investigacin poco entusiasta de la coleccin de corbatas bien planchadas de Latimer, y se aproxim deprisa a Dominic. Sealando el taco hbilmente fabricado, Dominic murmur: -No saba que nuestro amigo necesitaba aumentar su estatura! eh? Examinaron cuidadosamente las botas, comparando los tacos con los de otro par que haba en el guardarropas, y descubriendo que las que Dominic haba examinado al principio eran bastante ms altas y voluminosas que las otras. Necesitaron pocos minutos para descubrir el minsculo compartimiento secreto disimulado en el taco hueco de la bota izquierda; pero en definitiva lo descubrieron, e introduciendo un dedo en su interior Dominic extrajo una hoja de papel plegada muchas veces. Acercaron el papel a la vela, y los dos hombres examinaron ansiosamente la lista de nombres, y Dominic emiti una apagada exclamacin de sorpresa cuando identific a algunos. -En esta lista hay algunas personas muy importantes -murmur a Royce-, y la mayora est cerca de la capital. Es bueno que Jason descubriese a su espa, y supiese qu deberamos buscar. Royce manifest su acuerdo, pero los dos hombres no perdieron ms tiempo en conjeturas. Royce acerc la pluma, el papel y la tinta que haba trado de su casa, se sent y copi deprisa los nombres. Necesitaron apenas un segundo para devolver la lista original a su escondite, y Dominic acababa de apagar la vela y se preparaba para partir, cuando irgui la cabeza y dijo premiosamente: -Escucha! Creo que oigo el ruido de cascos. En efecto, y tambin el crujido y el tintineo de los arneses, adems del sonido de los cascos que llegaba claramente a travs del aire de la noche. Como un solo hombre, Dominic y Royce avanzaron hacia la puerta y en silencio cruzaron el corredor para entrar en la habitacin de Deborah. Con mucha prisa, salieron por la ventana y descendieron al techo de la galera; el ruido del vehculo que se aproximaba era cada vez ms intenso y ms claro con cada segundo que pasaba. Felizmente, el vehculo se acercaba por el lado opuesto de la casa, y Royce y Dominic corrieron hacia el bosque tan pronto sus pies tocaron el suelo. Montaron a caballo, obligaron a su montura a volver grupas y sin una sola mirada hacia atrs espolearon a los animales y se internaron en el bosque iluminado por la luna. Slo despus de distanciarse un poco de la casa de Latimer, Dominic se permiti formular un comentario acerca de la exitosa aventura. Medio riendo dijo:-Quiz no somos espas profesionales, pero en todo caso creo que merecemos felicitaciones por el trabajo de esta noche! Royce sonri, satisfecho.
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-S, coincido contigo, aunque reconozco que escapamos por poco. Pero te confieso que todo el episodio me pareci muy interesante! -Sonri.- Me pregunto si la noche del amigo Latimer fue tan exitosa como la nuestra. La velada de Latimer no haba sido demasiado provechosa, a pesar de que haba logrado retirarse ganancioso de la mesa de naipes de Richardson. Pero comparado con lo que haba perdido ante Dominic, la suma obtenida era mezquina, apenas unos miles de dlares; e incluso aunque deca que esa noche haba sido un buen presagio, nada consegua calmar el odio y la furia que se agitaban en su pecho siempre que pensaba en Dominic Slade. Se dijo irritado que nada le haba salido bien desde la llegada de Dominic a Baton Rouge. De no haber sido por Slade, Melissa habra cedido a las exigencias de Latimer, y de no haber sido por Slade l ahora no estara en una situacin tan precaria, al extremo de que no podra mantener las apariencias por mucho ms tiempo -apariencias que l necesitaba desesperadamente si deseaba tener la oportunidad de compensar su desastrosa prdida atrapando al incauto ms cercano. Durante un tiempo haba puesto la mira en Franklyn, pero ahora se vea reducido a desplumar a una persona como su anfitrin esa noche. Lleg al establo, despert al pen dormido, y despus de entregarle las riendas se volvi para ayudar a su hermana a descender del calesn. Mientras caminaban lentamente hacia la casa, Deborah dijo con un gesto hosco:-Qu velada terrible! En mi vida sufr tanto hasto! -Dirigi una mirada resentida a su hermano mientras ste abra la puerta y le daba paso, y agreg malignamente:- T pasaste la velada jugando con ese viejo disipado, pero yo tuve que escuchar una aburrida ancdota tras otra acerca del nico viaje a Londres de esa vieja estpida. La prxima vez que aceptes una invitacin, asegrate de que ser una fiesta animada, pues de lo contrario no ir. Latimer, que no estaba del mejor humor, rezong:-Cllate! Te dije por qu era necesario cenar con ellos esta noche. Por lo menos, tenemos mil dlares ms que cuando salimos de aqu. Con una expresin rencorosa en la bella cara, Deborah replic: -Y de quin es la culpa de que nos encontremos en este aprieto? Cincuenta mil dlares! Te dije que no continuaras jugando! La culpa es tuya! -Deborah reaccion con una mezcla de autocompasin y clera, se desplom en un silln prximo y afirm irritada:- Odio este lugar! Detesto los Estados Unidos! Ojal nunca hubisemos venido! Lo odio, me oyes? Los ojos azules helados y al mismo tiempo curiosos, con dos grandes zancadas Latimer estuvo sobre ella. El sonido de su mano sobre la mejilla de Deborah, al abofetearla brutalmente, arranc ecos a las paredes del cuarto. Sin hacer caso del grito de dolor de su hermana, Latimer dijo speramente: -Te oigo, y estoy seguro de que todos en un radio de un kilmetro tambin pueden orte! Ahora, basta de gemir y escchame! Cubrindose con una mano la mejilla dolorida, Deborah mir hostil a Latimer, y en sus ojos se manifest claramente la clera y el resentimiento impotentes que senta ante los actos de su hermano. -Acaso no escucho siempre? No soy siempre la hermanita obediente? Olvidaste que me cas con ese viejo despreciable porque t insististe en que era mejor negocio que Dominic Slade? -Ri con amargura.- Mejor negocio! Por Dios, qu divertido! Su propia cara deformada por la amargura, Latimer dijo vehemente: -Si cesas de compadecerte t misma, sabrs que deseo hablar precisamente acerca de Slade. Como si su ira jams hubiese existido, los ojos de Deborah de pronto relucieron vidos, y olvidando la mejilla escarlata, retir la mano y se inclin ansiosa hacia adelante. -S? Me ayudars? Desde el momento de apartarse de la mesa en casa de Tom Norton, la noche anterior, Latimer haba pensado casi exclusivamente en el modo de vengarse de Dominic. Y ahora,
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veinticuatro horas despus, saba por qu Dominic haba intentado arruinarlo, y saba que Melissa haba dicho todo a su marido; de modo que experimentaba el ansia salvaje de castigarlos a ambos. Su deseo ms ferviente era conseguir que ambos pagaran lo que haba sucedido la noche anterior. Lastimar a Dominic, humillarlo seduciendo framente a su esposa y asegurando que Dominic lo supiese, pareca una venganza apropiada. Eso casi justificaba perder una fortuna, pens cruelmente; se trataba de aplicar un par de cuernos prominentes en la cabeza de Slade, y de llevar a Melissa al lecho del propio Latimer. Sonri perversamente. Tal vez slo un momento, mientras ella an estuviese aturdida y tan irritada que deseara pagar en la misma moneda a Dominic, que Latimer poseera a Melissa; pero ese incidente perseguira al hombre y a su esposa por el resto de la vida. Mirando a su hermana, dijo con voz pausada: -S, te ayudar a llevarlo a tu cama... y cuanto antes! -Oh, querido, querido hermano, sabia que no me fallaras! -exclam complacida Deborah, mientras se incorporaba de un salto y depositaba un beso leve en la mejilla de Latimer. De pie cerca de su hermano, la mano descansando en el hombro de Latimer, lo mir esperanzada: -Que propones que haga? Ahora Latimer haba recuperado parte de su buen humor, y dio a Deborah una palmada afectuosa en la mejilla, la misma que haba abofeteado cruelmente unos momentos antes, y dijo como de pasada: -Lamento haberte castigado, gatita, pero a veces me irritas terriblemente. Ahora que l se propona ayudarla, Deborah estaba dispuesta a perdonarle todo, y una vez restablecida entre ellos la armona, la joven sonri alegremente, y declar con gesto ampuloso: -Puedes castigarme cuanto gustes, si metes en mi cama a Dominic Slade! Latimer sonri y se apart para servir dos copas de oporto. -Encontraste el lugar apropiado para seducirlo? -pregunt. Parte del buen humor de Deborah se esfum, y con cierta altivez confes: -No. He buscado en todos los rincones, pero no hay un lugar ntimo y al mismo tiempo bastante cerca de la casa que yo pueda utilizar. Frunciendo levemente el entrecejo, Latimer pregunt: -Es necesario que est cerca de la casa? No podras arreglar algo en el pueblo? Con una mirada de disgusto, Deborah contest: -Eso sera demasiado evidente. Adems, si viene a verme porque yo te temo y quiero que l me aleje, no puedo estar en ese mismo momento lejos de la casa, verdad? -Hum, comprendo. Este... nido de amor tiene que se el lugar adonde t escapes cuando desees evitar mi terrible clera... tu santuario, el nico lugar donde te sientas a salvo de m. -Precisamente! -dijo Deborah con expresin animada-. Pens en el pequeo cenador del fondo, pero es un lugar demasiado abierto, y desde la casa se lo ve. De todos modos, quiero un lugar prximo, de manera que los criados no tengan que transportar todo lo necesario atravesando el campo. Latimer se pase de un extremo al otro de la habitacin, bebiendo de tanto en tanto su oporto, mientras contemplaba y desechaba varios lugares. De pronto, se detuvo directamente frente a Deborah, y pregunt con voz pausada: -Qu te parece la glorieta del muelle? -Ese edificio viejo y ruinoso? -grit Deborah con desaliento-. Cerca del pantano maloliente? Asintiendo, Latimer dijo tranquilamente: -Escchame antes de condenar la idea. -Y ante la renuente aceptacin de Deborah, continu diciendo:- Ante todo, el edificio est en los terrenos que acompaan a la casa, y por lo tanto podemos hacer lo que deseemos con l. Segundo, desde la casa no puede vrselo ni or lo que sucede all. La construccin est muy
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aislada, aunque sea antigua y, como t dices, est en ruinas. Y con respecto al pantano... -Sonri a Deborah.- Entiendo que el pantano es lo que atraer la atencin de Slade. Deborah dio vueltas a la idea en su mente. En definitiva, reconoci que, al margen de la cercana del estanque pantanoso, la glorieta tena varios aspectos positivos. Se necesitara mucho trabajo con el fin de preparar el lugar tal como ella lo deseaba, pero... -Lo inspeccionar maana por la maana, y quizs hacia el fin de la semana podamos poner en marcha el plan -dijo finalmente. Latimer mene la cabeza. -No. No deseo perder ms tiempo. Apenas pueda apoderarme del dinero de Franklyn, saldremos para Nueva Orlens. Creo que este lugar tampoco a m me seduce ahora, y si pudiera hacer mi voluntad ambos embarcaramos en ese buque que lleg esta tarde de Nueva Orlens, y estaramos en la ciudad el viernes por la maana. Bebi otro sorbo de oporto, y mir sin ver la pared opuesta, concentrando todos sus pensamientos y sus energas en la venganza... y el dinero. -La fiesta de Josh Manchester tambin es el viernes -murmur reflexivamente-. Y yo s que el joven Franklyn asistir. Habra preferido otro lugar y otra oportunidad para aprovechar mi sbito golpe de suerte, pero desde anoche ya no puedo darme el lujo de esperar el momento ms oportuno. Tendr que actuar esa noche. Es lamentable que el barco parta un da antes de lo que deseamos, pues si no fuera as lo aprovecharamos. -Bien, en ese caso no hay prisa con Dominic, verdad? -pregunt Deborah con buen criterio. Latimer esboz una tensa sonrisa. -Tengo mis propios planes, pero si quiero que sean eficaces es necesario ejecutar primero los tuyos. Maana por la noche a esta hora deseo que hayas gozado los placeres que segn crees se te escaparon. Como durante muchos aos haba fantaseado acerca de las cualidades amatorias de Dominic, Deborah no tena inconveniente en cooperar con las ideas de su hermano. Y su vanidad era tal que estaba completamente segura de que una vez que cayese en sus brazos, Dominic deseara repetir varias veces el proceso... Imaginaba un futuro rosado, en que Dominic se senta tan atrado por los encantos que ella posea que abandonaba a su esposa y la segua a Inglaterra. As, ahora Deborah dijo con expresin soadora: -Lo que t digas, querido hermano. No se mostr tan entusiasta la maana siguiente, cuando l la sac de la cama a una hora inaudita, las siete, y sus dudas acerca de la conveniencia de la glorieta no se disiparon cuando se acercaron al muelle estrecho y medio carcomido para ver la construccin. Apretando fuertemente el brazo de su hermano, Deborah se aproxim a la estructura, antao atractiva pero ahora gastada por el tiempo y descuidada. Inicialmente ese lugar haba sido un hermoso rincn, pues el estanque amplio y de forma irregular mantena sus aguas frescas y lmpidas gracias a un arroyuelo que desembocaba en l; el arroyo reapareca sobre el extremo opuesto del estanque, donde se haba creado un rea ancha y poco profunda de desborde, gracias a una barrera de troncos firmemente unidos unos con otros. En primavera, las flores silvestres crecan abundantes en el estanque de la orilla, y los sauces y los alerces llegaban casi hasta el borde del agua en algunos lugares. Las paredes de la glorieta eran un delicado entramado de tablas, y la estructura estaba a un costado del estrecho muelle; se necesitaba escasa imaginacin para evocar el pasado, cuando los nios pescaban o nadaban en el estanque poco profundo, mientras sus madres, sentadas en la pequea glorieta, conversaban amablemente y beban altos vasos de limonada. Pero eso haba sido muchos aos antes, y ahora el estanque estaba atestado de malezas y algas, y el arroyo haba cambiado su curso, de modo que el estanque ya no tena un
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movimiento continuo de agua fresca. Si bien las lluvias estacionales mejoraban un poco las cosas, hacia el otoo el agua era una sopa lodosa y verde de vegetacin descompuesta. Sosteniendo sobre la nariz un pauelo de encaje perfumado, Deborah exclam: -Oh, esto quizs servir... Qu olor desagradable! -Eso puede arreglarse -replic despreocupadamente Latimer, mientras entraba cautelosamente en la glorieta. Comprob que el piso era slido, y mir alrededor, y tom nota de las telaraas y de algunas tablas del entramado que estaban rotas. El lugar estaba muy sucio, y sin duda hacia muchsimos aos que no se lo usaba, pero no vio nada que le impidiese ser el lugar de la seduccin de Dominic. Sin embargo, Deborah no opinaba lo mismo. -No puedes hablar en serio! -exclam, y un temblor le recorri el cuerpo cuando su mirada se pase por el derruido interior. Pero lo que la perturb ms fue el estanque un tanto siniestro, y al contemplar la superficie inmvil cubierta de vegetacin, se estremeci de nuevo, y pens en todos los horrores ocultos que sin duda acechaban debajo. Pero Latimer no se dej conmover, y a pesar de las estridentes protestas en contrario de Deborah, inmediatamente orden a los criados que trabajasen en la estructura. Cuando la examin varias horas despus, Deborah tuvo que reconocer con resentimiento que su hermano haba tenido razn. El interior ya no pareca un ambiente destruido y abandonado, pues despus de una limpieza completa, se haban llevado all varios artculos costosos que provenan de la casa, y la apariencia era muy distinta. Sobre el piso se haba extendido una alfombra oriental verde y rosada, y para garantizar la intimidad y tambin ocultar algunos deterioros muy feos, se haban revestido las paredes con varios retazos de muselina rosada; los extremos de los retazos haban sido unidos y asegurados al techo, y formaban un dosel parecido a una tienda. Se haba instalado un silln tapizado con damasco dorado, y alrededor se haban distribuido estratgicamente varios almohadones de satn azul. Cerca del silln haba una mesita de caoba, la superficie lustrosa casi oculta por una bandeja de plata con un botelln de brandy y un par de copas. Cerca de la entrada se haba puesto un soporte con un candelabro de cristal. El aroma de los lirios y las rosas perfumaba el aire, pues antes de llevarlos se haban rociado abundantemente con agua perfumada la alfombra y los almohadones. Aunque de mala gana, Deborah felicit a su hermano. -Esto era exactamente lo que yo haba pensado... excepto la proximidad del agua -dijo mientras se paseaba por la pequea habitacin, y su mano acariciaba distradamente la fina muselina que pareca flotar por doquier. Los ojos sobre el silln, imaginndose ella misma y a Dominic encerrados all en un ardiente abrazo, Deborah sonri. -Es perfecto, Julius! Ir a mi habitacin para escribir la nota a Dominic, y ordenar que la entreguen inmediatamente. Poco despus, cuando ya estaba en camino su dolorosa nota rogando a Dominic que le prestase ayuda instantnea, Deborah orden alegremente que le preparasen un bao, y despus se demor feliz frente a su abundante guardarropa, tratando de decidir cul de sus muchos vestidos sera el ms seductor... y el que poda quitarse con ms facilidad. Como desconoca las actividades clandestinas de Dominic durante la noche anterior, no poda haber adivinado que cuando su criado llegase con su mensaje a la cabaa, descubrira que el seor de la casa todava estaba durmiendo, y que la seora recibira la notita cuidadosamente fraseada. Tampoco recordara que en su prisa por enviar el mensaje, haba olvidado escribir el nombre del destinatario en el sobre, y se haba limitado a ordenar al criado que entregase la nota en la casa de los Slade. Mucho despus que el criado se alej a caballo de la casa, Melissa continuaba mirando el anverso vaco del sobre, y poda percibir el perfume que Deborah siempre usaba. Incluso
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si no hubiese identificado el perfume de Deborah, el criado se haba identificado cortsmente diciendo que vena de casa de lady Bowden, de modo que Melissa no ignoraba quin haba enviado la carta a su esposo, y a pesar de la falta de destinatario, saba muy bien que era para Dominic! Sentada en la galera, deposit cuidadosamente el sobre sobre una mesa prxima, en su rostro una expresin pensativa. Se pregunt sobriamente: Deba despertar a Dominic? La nota poda ser importante. Pero tambin... Apret los labios. Tambin, poda ser una maquinacin de lady Bowden para concertar un tte-a'-tte Intimo con el marido de Melissa! Mientras pensaba en Dominic, y en las horas que haba pasado durmiendo profundamente despus de separarse de ella esa maana, de pronto la expresin de Melissa se suaviz, y todo lo que poda pensar acerca de los motivos que inducan a Deborah a escribir a Dominic se esfumaron, mientras la propia Melissa se sumerga en el tierno recuerdo de la noche anterior. Melissa haba podido ocupar su tiempo ejecutando varias tareas femeninas durante unas pocas horas, despus que Dominic y Royce se alejaron a caballo en direccin a la casa de Latimer, pero haba pensado constantemente en ellos, y en lo que hacan. Se deca y repeta que no corran peligro, que no haba motivo para preocuparse, pero aun as no poda evitar la inquietud, y deseaba que regresaran cuanto antes. Con gesto sombro haba rechazado todos sus temores, recordando que Dominic y Royce eran perfectamente capaces de cuidar de ellos mismos, pero se vea en dificultades para despreocuparse por completo. Tuvo dificultades todava mayores para rechazar el miedo despus que fue a acostarse; y sola en su cama, se dijo que hubiera debido exigirles que la llevasen ellos. Vaya, habra podido representar el papel de viga, por lo menos! Renunciando al intento de dormir, pas a la habitacin de Dominic. Sentada en medio de la cama grande, decidi esperar el regreso, y se sinti ridculamente reconfortada abrazando la almohada que an tena el olor de su esposo. Sus temores disminuyeron cuando record la expresin en la cara de Dominic al decir "Te adoro!" Fij soadoramente los ojos en el espacio, y la conciencia de que Dominic la amaba le provoc ahora un sentimiento clido y reconfortante. Melissa se acurruc en el centro del cubrecama de satn azul, abrazando la almohada de Dominic contra su cuerpo esbelto, y el sueo que hasta ah no haba podido conciliar poco a poco se insinu en ella. Y fue as que Dominic, exhausto pero reconfortado, la descubri cuando regres a su casa, poco despus de las cuatro de la madrugada. Casi sin creer en el testimonio de sus ojos, la llam en voz baja: -Melissa? Melissa oy la voz grave de Dominic, y despertndose con un sobresalto, se sent en la cama, los cabellos en desorden y las mejillas sonrosadas a causa del sueo. Pareca un gatito que parpadeaba, y as espi el cuerpo alto de Dominic que se aproximaba, y exclam feliz: -Oh, volviste! Estaba preocupada y te esper, no pude dormir. Desabotonndose distradamente la camisa, con una sonrisa muy afectuosa, l se sent en el borde de la cama: -S? Y qu estabas haciendo precisamente ahora? -se burl amablemente, y sus ojos grises exploraron acariciadores la cara de Melissa. Saba que l la amaba y eso le infundi audacia, y ahora se arroj en los brazos de Dominic, riendo. -No estaba durmiendo -murmur en voz baja-. Estaba soando... contigo. -Ahora estabas soando? -replic Dominic con voz ronca. El cuerpo clido de Melissa se apretaba ardiente contra el de Dominic, inducindolo a olvidar todas las conveniencias, por ejemplo lo tardo de la hora... que haba dormido muy poco durante las ltimas cuarenta y ocho horas... que estaba muy fatigado... La acerc todava ms, y le mordisque suavemente el lbulo de la oreja, y pregunt con voz espesa: -Y qu haca en tu sueo?
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Un espasmo de deseo descendi por la columna vertebral de Melissa, y maravillada de su propio descaro la joven deposit tiernos besos en la cara y el cuello de Dominic, y desliz los dedos bajo la camisa entreabierta, explorando sensualmente los msculos tibios y tensos que descubra.. -Oh, hacas esto... -murmur mientras su mano frotaba los pezones chatos de Dominic-. Y esto... Dominic gimi cuando las manos de Melissa continuaron acaricindolo ntimamente, y el apetito doloroso que lo haba afectado tan pronto la vio, estall bruscamente en su vientre. Aferrando la boca de Melissa con la suya, la bes fieramente, y su lengua penetr exigente, y sus manos recorrieron urgentes el cuerpo de Melissa, y el rgido control que l se haba impuesto todas esas semanas se vio violentamente desechado, dejando en su sitio slo una pasin poderosa y elemental. Juntos se hundieron, y cayeron lentamente sobre la cama, las bocas, los brazos y las piernas entre-lazados... Con un sobresalto, Melissa retorn al presente, un dbil sonrojo en las mejillas cuando advirti que su pezones inflamados rozaban la tela de su vestido. Se dijo severamente que eso no poda ser, y mirando la carta de Deborah, frunci el entrecejo. Aunque era bien entrada la tarde, saba que Dominic no despertara al menos antes de una hora o dos. Era el alba cuando ambos se durmieron abrazados, los cuerpos saciados, el mutuo amor plenamente reconocido, y aunque Melissa haba despertado cerca de medioda, Dominic ni siquiera se haba movido cuando ella se desliz fuera de la cama. -Y ciertamente ella no estaba dispuesta a despertarlo ahora para entregarle un mensaje de Deborah Bowden! Durante varios minutos contempl la posibilidad de abrir el sobre. Su conciencia la inquietaba, pero se dijo que el sobre no tena destinatario y por lo tanto poda estar dirigido a cualquiera de ellos; en definitiva, respir hondo, y como no deseaba tener tiempo para cambiar de idea, se apresur a abrirlo. Ley deprisa el breve y lloroso alegato de Deborah, y sinti que la carcoma la duda. No crey ni por un momento que la necesidad de Deborah fuese tan desesperada como afirmaba esa mujer; por otra parte, Melissa recordaba la expresin en los fros ojos azules de Latimer, la violencia que haba percibido ese da en el cuarto de los arneses, cuando l le haba esbozado por primera vez su horrible plan, y as ahora se pregunt si no habra un elemento de verdad en lo que Deborah haba escrito. Quizs, en efecto, Latimer la haba castigado salvajemente. Era posible que ella temiese por su vida. Y conociendo a Dominic, le pareca perfectamente posible que l hubiese ofrecido proteccin a Deborah. Pero por lo dems... Entrecerr los ojos. Se dijo reflexivamente que era muy posible que todo el contenido de la nota fuese una trampa, y que el nico objetivo de Deborah al escribirle era obligar a Dominic a acudir deprisa. Y eso, se dijo firmemente, era intolerable! Examin de nuevo el texto y lleg a la conclusin de que si la situacin de Deborah era tan grave como ella afirmaba, la mujer aceptara ayuda, viniera de donde viniese. Melissa se puso de pie, decidida. Ella acudira al rescate de Deborah. En el supuesto de que Deborah necesitase que la salvaran, concluy cnicamente mientras abandonaba la galera y se diriga a los establos. Pocos minutos ms tarde estaba en camino, y el poderoso garan negro que haba elegido adopt un paso veloz que muy pronto llev a Melissa a las cercanas del lugar de destino. Estaba familiarizada con la casa que Latimer haba alquilado, y tambin conoca la glorieta, donde segn haba escrito Deborah, estara esperando a Dominic. Como no estaba completamente convencida de la sinceridad de la carta de Deborah, Melissa decidi no correr riesgos, y gui a su caballo apartndose un poco de la huella principal, y aproximndose a la glorieta desde el extremo opuesto del estanque.
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El examen atento del lugar no revel nada fuera de lo comn, y Melissa gui cautelosamente al caballo de gran alzada alrededor del estanque, mantenindose siempre oculta en el bosque, hasta que lleg a un punto que no estaba lejos del comienzo del muelle. Desmont gilmente, y at el caballo a una delgada haya. Vacil un momento, y su mirada recorri nuevamente el lugar. Perseguida por la idea de los espas y los peligros relacionados con este tipo de gente, continu de pie all, oculta en el bosque, preguntndose insegura silo que haca era sensato. La respuesta probablemente era negativa, pero por otra parte Dominic haba dicho que Latimer no era un autntico espa. Irritada consigo misma porque permita que su imaginacin se impusiera a su sentido comn, Melissa se adelant audazmente, con el ltigo de montar sostenido firmemente en una mano. El ltigo no sera un arma muy importante si tena que usarlo, pero el peso en la mano la reconfortaba. Con movimientos prudentes se aproxim al muelle, y del mismo modo lo cruz, acercndose a la glorieta. Slo cuando estaba a pocos metros de la construccin advirti el dbil olor de lirios en el aire, y vio por primera vez el material rosado que disimulaba el interior de la glorieta. Del interior de la estructura revestida con muselina llegaba el suave canturreo de una mujer, y entrecerrando los ojos Melissa comprendi que la voz expresaba complacencia. Ciertamente, no era el sonido de los sollozos de terror! Cada vez ms segura de que haba sido sensato acudir a la glorieta, Melissa avanz intrpida hacia la entrada, y el aroma de los lirios y las rosas le lleg con ms fuerza. El espectculo que encontr all determin que se sintiera muy agradecida de no haber despertado a su esposo. Una mirada rpida y general le demostr, sin dejar lugar a la ms mnima duda, que la carta de Deborah nada tena que ver con la necesidad de que la salvaran, sino con el deseo de realizar un trabajo de evidente seduccin. El tono sensualmente rosado del interior casi deslumbr a Melissa, y a pesar de la gravedad de la situacin tuvo que contener una risita cuando intent imaginar la cara de Dominic en caso de que hubiera llegado aguijoneando a su caballo en respuesta al pedido de ayuda de Deborah, y hubiese encontrado eso! Y cuando pos la mirada sobre la supuesta damisela en dificultades, le cost trabajo mantener la expresin de seriedad en la cara -habra sido difcil concebir una damisela que pareciese menos angustiada! Sin saber que ahora tena pblico, Deborah se paseaba de un lado al otro en lo que sin duda crea era una pose seductora, y a veces medio se reclinaba, y medio se sentaba en el silln dorado, con una copa de brandy en la mano. Vesta la prenda ms indecente que Melissa hubiese visto nunca, una tnica lila casi transparente que se abra delante, sostenida slo por un pequeo lazo anudado bajo los pechos generosos de Deborah. Melissa necesit un momento antes de comprender que la prenda era la cubierta de gasa de un vestido de baile, y tuvo que admirar el ingenio y la audacia de Deborah que se atreva a usar un atuendo tan provocador. Canturreando feliz, Deborah bebi un trago generoso del brandy, por sus movimientos cortos y bruscos era evidente que no se trataba del primer brandy que haba consumido durante la tarde. Melissa con no poca frecuencia haba pensado en la agria retribucin, la venganza apropiada que se tomara un da con Deborah Bowden. En circunstancias distintas, ese momento habra sido una oportunidad perfecta; pero como estaba segura de que Dominic la amaba, Melissa ya no tema a Deborah, ni senta la necesidad de vengarse. Mientras estaba all, en la entrada del ridculo y pequeo refugio de amor de Deborah, Melissa sinti una punzada de compasin por esa mujer, una reaccin que tambin implicaba cierto desprecio a causa de los mtodos inescrupulosos que aplicaba para atraer la compaa masculina, y sobre todo la compaa de un hombre casado. De pronto, Melissa pens que ya no tena motivos para enfrentar a Deborah. Dominic la amaba; Deborah haba desperdiciado mucho tiempo antes la posibilidad de conquistar el afecto de Dominic. Ansiando repentinamente sentir la presin de los brazos de su esposo, y
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sintindose un poco tonta ante sus propias y melodramticas ideas de venganza, Melissa comenz a alejarse cautelosamente. Fuese porque su pie roz con fuerza la tabla de madera spera, o porque el movimiento de su cuerpo atrajo la atencin de Deborah, lo cierto es que de pronto Deborah gir la cabeza y la mir en los ojos. Sintiendo el intenso deseo de estar en otro sitio cualquiera, menos all, Melissa advirti que un sonrojo de vergenza le cubra la cara, mientras a su vez miraba impotente a Deborah. Pero el efecto en Deborah, ante la visin realmente sorprendente de la esposa de Dominic de pie a la entrada de la glorieta, fue realmente dramtico. Palideci; lanz un grito, y su cuerpo se sobresalt tan violentamente que el brandy sali despedido por el aire, y la mujer cay del silln. Acostada en el piso en una postura poco elegante, mir alarmada la figura alta e imperiosa en la puerta, y sus ojos se clavaron con horrorizada fascinacin en el amenazador ltigo de cuero que Melissa sostena en la mano. Una conciencia culpable es algo muy peculiar, y en lugar de advertir que Melissa se senta por lo menos tan mortificada como la propia Deborah, sta slo atin a ver una amazona de cabellos rubios, sedienta de venganza, que vena con la intencin de correrla a latigazos a travs del campo. Todos sus pecados se desplegaron ante ella; todas las veces que se haba abrazado a Dominic, todos los incidentes en que haba intentado seducirlo y separarlo de su esposa, desfilaron clara y vvidamente por su cerebro, y Deborah experiment el frentico deseo de evitar el justo castigo que, de eso estaba convencida, Melissa haba venido a aplicarle. Inquieta ante la posibilidad de que Deborah se hubiese lastimado, Melissa se adelant para ayudarla, pero apenas haba dado un paso cuando Deborah se incorpor bruscamente, y adelantando las manos con un gesto de defensa propia, aull: -Detngase! No se acerque ms o grito! Completamente desconcertada, Melissa la mir, preguntndose si estaba frente a una desequilibrada. Ciertamente, era lo que Deborah pareca, con sus ojos desorbitados y fijos, y sus gestos histricos. Con voz muy suave y serena, Melissa dijo: -No es necesario gritar... adems, nadie podra orla. Deborah asign un sentido siniestro al inocente comentario de Melissa, y su nico deseo fue distanciarse todo lo posible de ese instrumento femenino de la venganza. Manteniendo los ojos fijos en Melissa, ante la posibilidad de un signo cualquiera de agresin, retrocedi poco a poco, murmurando: -No tengo la culpa! Fue idea de Julius... fue su plan! l me oblig! -Oh, eso es ridculo! -replic despectivamente Melissa, que comenz a encolerizarse ante la actitud despreciable de Deborah, que trataba de achacar toda la culpa a Latimer. Agitando el ltigo para subrayar sus palabras, agreg: -Usted miente! E incluso si l traz el plan, usted es la mujer que est esperando aqu medio desnuda! Cuando vio el movimiento del ltigo, Deborah perdi los estribos, y Melissa apenas haba terminado de hablar cuando su interlocutora chill: -No me toque! Desesperada por escapar, olvidando dnde estaba, y las reducidas proporciones de la glorieta, Deborah retrocedi todava ms, y cay sobre la muselina apenas adherida a la madera. Durante un momento mantuvo el equilibrio, y un instante despus estaba cayendo en el amplio orificio disimulado por la tela intensamente rosada. Con movimientos frenticos intent evitar la cada, y sus manos aferraron desesperadas la muselina; durante un segundo, estuvo como suspendida, medio cuerpo fuera de la estructura. Despus, la muselina se desgarr y Deborah, gritando de terror, se hundi en el agua estancada. Muy asombrada, y con cierta tenue conciencia de la ansiedad que provocaba en ella un semejante en apuros, Melissa cruz con paso rpido la habitacin para mirar por el orificio que haba quedado al descubierto en el entramado de tablas. Debajo de Melissa, casi cubierta
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por metros y ms metros de tela pegajosa y hmeda, los cabellos rubios bellamente peinados ahora manchados con un tono verde a causa de las algas y las malezas, estaba Deborah... una Deborah mojada, que barbotaba su indignacin y su furia! Como ya no corra un peligro inminente originado en Melissa, Deborah haba recuperado su coraje al mismo tiempo que su mal carcter, y ahora proceda a maldecir con una fluidez y una vulgaridad que provoc el asombro de Melissa. Detenindose apenas el tiempo necesario para respirar, mir a Melissa y escupi: -Mreme! Maldito sea, la culpa es suya! La odio! Odio este pas y todo lo que hay aqu! Ojal nunca hubiese venido! Como era evidente que Deborah no haba sufrido dao, Melissa sonri con picarda y dijo por encima del hombro mientras sala de la glorieta: -Lo mismo digo de usted, querida seora!
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Melissa se acerc a su caballo, mont, y obligando al animal a volverse, observ a Deborah. La muselina se le haba enroscado al cuerpo como una resbaladiza serpiente rosada, y Deborah trataba de alcanzar el borde del estanque poco profundo. Tuvo que esforzarse mucho, pues la pesada tela cargada de agua le impeda moverse con cierta agilidad, y el fondo resbaladizo y desigual del estanque le impeda mantener el equilibrio. Melissa tuvo que sofocar la risa cuando Deborah tropez y cay de boca en el agua pantanosa, a menos de un metro de la orilla. Melissa no deseaba alejarse sin ver a Deborah en tierra firme, de modo que mantuvo sofrenado a su inquieto caballo hasta que al fin la dama lleg a tierra firme. Mientras miraba por ltima vez a la desmelenada y enfurecida Deborah, que se apartaba a unos metros de la orilla del estanque, y arrastraba detrs una suerte de cola de tela manchada con el borde de las algas, Melissa no pudo impedir que se le escapara una risita. Ya no tena motivos para quedarse all, y por lo tanto espole a su caballo y se alej al galope. Demasiado concentrada en sus propios movimientos mientras se acercaba a la casa, Deborah ni siquiera supo que Melissa se habla ido. Su nico pensamiento en ese momento era llegar al refugio de la casa, y despus de haberse desembarazado de la tela pegajosa y hmeda y del hediondo olor que se le pegaba a la piel, supervisar personalmente el incendio de la glorieta. Cuando fuera una ruina humeante, ella se distanciara todo lo posible del sitio donde haba vivido el momento ms humillante de su vida. Se marchara de Baton Rouge! Y nadie la convencerla de que no lo hiciera! As, cuando Latimer regres a su casa unas tres horas despus, pues prudentemente se haba ausentado por toda la tarde, descubri que la puerta principal estaba casi totalmente ocupada por bales y cajas apiladas al azar. -Santo Dios! Qu sucede? -pregunt al agobiado mayor-domo. -Seor, su hermana se marcha -dijo el hombre con voz neutra-. Est en el saln principal esperando hablar con usted antes de abordar esta noche el barco. Por la maana sale para Nueva Orlens. Latimer march deprisa por el corredor, y su cerebro concibi toda clase de ideas desordenadas, mientras intentaba adivinar qu terrible calamidad obligaba a Deborah a adoptar una accin tan desatinada. Quiz Slade haba sufrido un accidente fatal cuando los dos estaban solos en la glorieta? Ella haba asesinado a Slade en un ataque de clera? Qu demonios haba salido mal? Oliendo a rosas y ataviada impecablemente con un hermoso vestido de satn azul, Deborah se paseaba impaciente de un extremo al otro de la amplia habitacin cuando l entr y se acerc deprisa a su hermana. -Ests bien? -pregunt Latimer-. Qu es esta tontera de que te marchas? Qu
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demonios sucedi esta tarde? Con voz agria y expresin hosca, Deborah procedi a explicarle exactamente lo que haba sucedido, si bien Melissa no habra reconocido la historia que Deborah cont. -Julius, ella me atac! Tem por mi propia vida! Y despus, como si no hubiera sido suficiente atacarme con un ltigo, intent ahogarme en ese terrible estanque! -Los ojos azules brillaban de clera.- Es una persona salvaje y brutal, exactamente como este pas, y no pienso quedarme aqu ni un momento ms que la duracin del viaje a Nueva Orlens. Y con respecto al barco que llegar en enero... ojal arribe cuanto antes! Latimer trat de razonar con ella, y aunque en efecto le pareci difcil aceptar sin ms la versin de Deborah, vio el gesto obstinado del mentn, y comprendi que era imposible conmovera. No importaba lo que en realidad hubiese sucedido, era evidente que el plan habla naufragado, y que la esperanza de usar la seduccin de Dominic por Deborah como medio de atraer a Melissa ya no tena fundamento. -Muy bien -dijo finalmente-. Esta noche te llevar al barco. Como si hubiese advertido por primera vez que ahora estara sola, Deborah pregunt nerviosamente: -No vendrs conmigo? Aqu no hay nada para ninguno de los dos. Es hora de que nos marchemos. -Tal vez sea hora de que nos marchemos -dijo Latimer con una desagradable mueca en los labios- pero antes de que nos vayamos debo saldar una cuenta con Dominic Slade y su esposa. Con miedo en los ojos, Deborah pregunt: -Qu te propones hacer? -No lo s -reconoci framente Latimer- pero no deseo salir de Baton Rouge antes de conseguir que los Slade lamenten profundamente haberme contrariado. -Sonri a Deborah y dijo en un tono ms despreocupado:- No te inquietes, gatita... me reunir contigo en Nueva Orlens antes de fines del mes. Conoces el nombre del hotel donde nos alojamos, y el banquero a quien debemos ver all. Te escribir una carta de presentacin para l, y le explicar que no tuve ms remedio que demorarme, y que debe darte acceso total a mi cuenta en ese banco. -Pellizc suavemente el mentn de Deborah, y agreg:- No lo gastes todo en vestidos nuevos... cuando abordemos ese barco en enero, no podremos llevar muchas cosas. Ser una nave militar, de modo que tendrs que dejar en Nueva Orlens la mayor parte de tus bales y equipajes. Deborah hizo un mohn. -No veo por qu! -Despus, asaltada por otro pensamiento, sonri de pronto:- Pero no importar. Con todo el dinero que recibiremos de Roxbury, podr comprarme un guardarropa completamente nuevo. -Y no olvides que una de las razones por las cuales me quedo aqu es mi plan de saquear la fortuna del joven Franklyn -rezong Latimer, con una expresin calculadora en los ojos azules-. Maana por la noche estar en la casa de los Manchester, y ganar todo ese dinero para nosotros. Una hora ms tarde, mientras acompaaba a Deborah hasta el barco, Latimer observ: -Ahora, no olvides que un caballero llamado Anthony Davis sin duda ir a verte. Puedes hablar sin reserva con l... es uno de los hombres de Roxbury. Es posible tambin que un caballero llamado Samuel Drayton reclame tu atencin. Drayton es quien nos llevar al lugar de la cita en enero. Los dos hombres saben que se nos espera pronto en Nueva Orlens, y estarn atentos a nuestra llegada. -Estars bien aqu, completamente solo? -pregunt Deborah con expresin ansiosa. Latimer sonri confiadamente mientras la introduca en el cuartito atestado y desagradable que sera el alojamiento de Deborah hasta que el barco atracase en Nueva Orlens. -Nada puede sucederme -dijo con voz tranquila-. Esta ser la primera vez que nos
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separamos, y en este pas incivilizado uno nunca sabe lo que puede suceder; pero estoy seguro de que no habr dificultades. Las inquietudes de Deborah se calmaron fcilmente, y ahora ella desvi su atencin hacia su alojamiento, y comenz a formular quejas estridentes e interminables. Varios momentos despus, cuando Latimer se despidi de su hermana, ella an estaba criticando sus comodidades, y l se alej con la larga lista de quejas de Deborah resonando en sus odos. Pero Latimer tena sus propias preocupaciones, y durante el breve viaje de regreso a su casa medit acerca de los diferentes mtodos que poda usar contra Dominic y Melissa. Todo lo que haba salido mal en ese viaje a Estados Unidos Latimer lo achacaba ahora a la indeseada interferencia de Dominic, y con respecto al papel de Melissa en todas esas dificultades... l apret los labios. Melissa haba lastimado gravemente el orgullo de Latimer, y ste ansiaba castigarla porque haba preferido casarse con Slade en lugar de someterse a los reclamos del ingls! Casi se haba convencido de que l estaba dispuesto a desposara! Pero, eso le haba importado a Melissa? No! Ella lo haba despreciado cruelmente, lo haba burlado y engaado, hasta que encontr un pretendiente ms rico! A semejanza de su hermana, Latimer poda torcer fcilmente los hechos para satisfacer sus propios objetivos... y ahora su propsito era la venganza...
La venganza era lo que menos interesaba a Melissa cuando volvi a su casa unas horas antes. Incluso la ridcula escena con Deborah se haba esfumado de su mente, y ahora la joven pensaba nicamente en su esposo. Con una sonrisa deslumbrante en los labios, dej su caballo en los establos y camin deprisa hacia la casa. Al cruzar el vestbulo, vio a Bartholomew que ascenda la escalera con un humeante cubo de agua caliente. gilmente se adelant al servidor y pregunt: -Es para mi esposo? Ahora est despierto? -Si, seora -replic Bartholomew con voz mesurada-. El amo despert hace un rato... pareci un poco molesto cuando supo que usted haba salido a cabalgar, y que nadie saba cundo regresara, ni adnde haba ido. Melissa se sonroj con un sentimiento de culpabilidad, pues no haba pensado en un instante en la reaccin de Dominic al despertar y descubrir que ella se haba ausentado. Mir reflexivamente a Bartholomew cuando ambos ya estaban al final de la escalera. No era propio chismorrear con los criados, pero Melissa no pudo dejar de inquirir: -Y ahora? Contina un poco irritado? Con un guio en los ojos castaos, Bartholomew replic: -Creo, seora, que su irritacin desaparecer apenas usted entre. Melissa dirigi una sonrisa seductora al servidor. -Oh, as lo espero! -dijo con acento fervoroso. Con un gesto indic a Bartholomew que entrase en la habitacin de Dominic, y murmur por lo bajo: -No le diga todava que regres... deseo sorprenderlo. Asintiendo discretamente, Bartholomew obedeci la orden, y cuando Dominic ladr: -Todava no regres? -contest tranquilamente:- No lo s, seor. Desea que pregunte en los establos? Dominic estaba de espaldas a la puerta, sentado en la enorme baera apoyada en patas de cobre, y los hilos de vapor se elevaban lentamente en el aire, de modo que l no pudo ver a Melissa que entraba subrepticiamente en la habitacin. La mirada de Melissa se detuvo afectuosamente en la parte de la ancha espalda que emerga sobre el borde de la baera, y su corazn tuvo un leve sobresalto cuando Dominic respondi a la pregunta de Bartholomew con una frase explosiva: -Maldicin, s! No es propio de Melissa salir as a caballo, sobre
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todo despus de la ltima... -Call bruscamente, y dijo en un tono de voz ms normal:Infrmame apenas regrese. -Muy bien, seor -replic Bartholomew, y dirigi un guio cmplice a Melissa cuando pas al lado de la joven y sali por la puerta. Varios instantes despus de la partida de Bartholomew, Melissa permaneci de pie, apoyada en el marco de la puerta, los ojos fijos en Dominic, con un clido sentimiento de expectativa que le recorra perezosamente el cuerpo. Despus, sonriendo, Melissa busc la llave que estaba detrs, y una vez que la encontr con un rpido movimiento accion la cerradura. Dominic haba continuado mascullando, y no oy el suave chasquido de la llave cuando gir en la cerradura. Con movimientos cuidadosos, Melissa se quit las botas, y despus comenz a desabotonarse el traje de montar, mientras atravesaba lentamente la habitacin en direccin a Dominic. Un sexto sentido seguramente advirti a Dominic que ya no estaba solo, porque de pronto se volvi en la baera, y mir en direccin a Melissa. Una sonrisa perezosa curv sus labios, y un destello francamente carnal asom a sus ojos grises mientras murmuraba: -Supongo que vienes a reunirte conmigo? Melissa contuvo la risa, y con mucho cuidado se quit sin prisa la chaqueta del traje, y as revel la camisa de fino hilo que llevaba debajo. Con un brillo excitante en sus propios ojos, pregunt con acento de sospechosa duda: -Crees que debera hacerlo? Sera propio? l mir interesado mientras Melissa se acercaba, y el deseo dulce y clido se acentu en sus venas con cada paso de su esposa. -Oh, estoy absolutamente seguro de que sera muy propio -replic con voz grave, la mirada hipnotizada por el movimiento lento y sinuoso de la falda de montar que descenda hasta el piso. De pie frente a l, cubierta por la camisa, ella juguete con el elegante y pequeo lazo sobre un hombro. Despus, se acerc al borde de la baera, y con exagerado detalle comenz a quitarse la ltima prenda. Los ojos de Dominic se devoraban vidos la belleza que se le revelaba lentamente: los senos altos con sus puntas de coral, los pezones ya despiertos y duros; la cintura angosta; la ptina de alabastro de las caderas y las piernas largas y esbeltas. Con los ojos entrecerrados por la pasin Dominic la mir, y la conciencia de que era su esposa, la mujer a la cual adoraba, le impregn de un fiero placer. Se arrodill en el agua, y extendi las manos hacia ella. Los brazos de Dominic se cerraron firmemente alrededor de la cintura de Melissa cuando la atrajo hacia l. La mejilla de Dominic descans sobre el vientre suave y tibio de Melissa, y l cerr los ojos complacido ante la proximidad del cuerpo femenino, y murmur con voz ronca: -La prxima vez que despierte y no ests en mis brazos, te golpear! En absoluto turbada por esa aparente amenaza, Melissa asinti en actitud de perfecto acuerdo y flexion los dedos con goce sensual hundindolos en los espesos cabellos negros de su marido. -Por supuesto -murmur dcilmente- y despus que me hayas golpeado...? -Despus que te haya golpeado -ronrone Dominic-tendr que besarte donde te castigu... as... Cerr intencionalmente los labios sobre un pezn, introducindolo hambriento en la hmeda tibieza de su propia boca, y su lengua acarici con fuerza el extremo sensible. Melissa gimi suavemente, y sus manos acariciaron la cabeza que estaba junto a ese seno que le dola tan dulcemente. Cierta languidez se insinu en sus piernas, y ella se balance suavemente contra el cuerpo de Dominic, y el latido mudo de la pasin encendida otra vez aceler su ritmo. No hubo nada apresurado en los movimientos de los dos; era como si en la ltima noche hubiesen amortiguado provisional-mente ese primer filo de la pasin, y ahora slo pudieran saborear la alegra que cada uno encontraba en los brazos del otro. La noche
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anterior haba sido el festn codicioso de un amante hambriento, pero ahora... ahora era un banquete de placeres erticos que ellos queran paladear lentamente. Mientras frotaba con la nariz el pezn inquieto, Dominic desliz las manos hacia las caderas de Melissa, y explor suavemente la carne lisa de las nalgas, y dijo con voz espesa: -Ya estoy en llamas por ti, querida... lo nico que necesito hacer es tocarte y mi cuerpo se incendia. Deslizndose con un movimiento lento para entrar de nuevo en el agua, atrajo suavemente a Melissa con l, y con movimientos hbiles gui el cuerpo dcil hacia la posicin que l deseaba. El agua estaba caliente, y dominada por una extraa inercia, Melissa descans sobre el cuerpo duro de Dominic, muy consciente de cada msculo y cada tendn de la forma alargada que estaba debajo. Una oleada de intenso placer la recorri cuando sinti el rgano inflamado que se le deslizaba caliente entre los muslos, y entonces sus brazos rodearon el cuello de Dominic, y Melissa acerc la cabeza de su compaero, y sus labios buscaron ansiosamente los labios del hombre. Se besaron con desenvuelta intimidad, y la lengua de cada uno acarici perezosamente la del otro, con movimientos serenos y juguetones, ambos conscientes de la pasin obsesiva y devoradora que se acentuaba ms y ms con cada uno de esos lnguidos movimientos. Era una tortura exquisita privarse intencionalmente de las caricias ms profundas, pero por obra de un acuerdo implcito ahora se contentaban con besos cada vez ms apasionados, y as el fuego devorador encendido en ellos arda cada vez con ms fuerza. Apartando sus labios de la boca de Melissa, los ojos turbios de deseo, Dominic dijo rudamente: -Me enloqueces! -Su mirada descendi hasta los senos de su esposa, hasta el pezn inflamado que asomaba en la superficie del agua. La alz apenas, inclin la cabeza y hambriento hundi la punta de coral en la profundidad de su boca.- Absolutamente loco! -dijo con voz ahogada, mientras sus labios ascendan de nuevo para hallar otra vez la boca de Melissa. Cada vez ms premiosos, los dos cuerpos se frotaban uno contra el otro, y la piel sedosa de la forma esbelta de Melissa rozando el cuerpo de Dominic le provoc una llamarada de ansia. El cuerpo femenino lo tocaba por doquier, y l gimi complacido cuando la mano de Melissa comenz a recorrer el pecho velludo con una torturante falta deprisa, y descendi por el vientre liso para enredarse en el espeso vello rizado, all donde se unan los muslos masculinos. Ella pareci vacilar en ese punto, y l le dijo al odo con voz grave: -Dios mo, Lissa! Tcame! -y llev con apremio la mano femenina donde l ms lo deseaba. Curiosa, Melissa lo toc, excitada y fascinada por la forma y el tamao, y sus dedos se deslizaron juguetones de un extremo al otro de la rgida longitud. Descubri ahora que era muy placentero complacer, y excitada por su propio poder, lo acarici ms apasionadamente, y su propia excitacin se acentu. Los dedos de Dominic se hundieron sbitamente en la cintura de Melissa, y con un movimiento insistente la puso sobre l, y as ella tuvo que abrir las rodillas y apretarlas a cada lado de las delgadas caderas de Dominic en los estrechos lmites de la baera. Con una mano tras la cabeza de Melissa, l cerr los labios sobre los de la joven, y su boca se movi exigente sobre ella, perdida por completo toda moderacin. Ciego a todo lo que no fuera su propia necesidad, Dominic busc la carne sumisa entre las piernas de Melissa, y la acarici ansioso, hasta que ella comenz a retorcerse desesperada contra los dedos de Dominic. Temblando a causa de la fuerza de la pasin que arda en ella, Melissa dijo, apoyada en la boca de Dominic: -Tmame, querido. Quiero sentirte dentro de m. Dominic no necesitaba que lo exhortaran, y su cuerpo se elev guiando a Melissa en la penetracin. La calidez sedosa cuando ella lo tom, era casi ms de lo que l poda soportar,
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y se agit salvajemente bajo ella, y sus dedos se hundieron en las caderas de Melissa, mientras l trataba de evitar una culminacin demasiado rpida. Los ojos relucientes de pasin, Melissa lo vio luchar para controlarse, y despus, con una sonrisa de sirena en su boca inflamada por los besos, ella comenz a elevarse y descender lentamente, gozando con las dulces sensaciones que recorran su cuerpo. Pero el fuego que impulsaba a Dominic tambin a ella la abras, y fieramente se hundi sobre l, ansiosa de compartir otra vez la alegra que como bien saba los esperaba. Dominic no pudo soportar ms el exquisito sufrimiento de los movimientos de Melissa, y la mantuvo inmvil mientras presionaba urgentemente hacia el interior de su compaera. Agobiado por el deseo, Dominic empuj ms y ms, y cada embestida profunda de su cuerpo lo llevaba ms cerca de la culminacin del xtasis. Atravesada por Dominic, con el cuerpo duro del hombre penetrndola frenticamente, Melissa estaba aturdida de placer cuando el primer y spero ramalazo de goce toc en su cuerpo, y con un suave suspiro de culminacin se derrumb sobre l, sintiendo las deliciosas resonancias del goce. Al percibir los temblores que sacudan a Melissa, Dominic perdi la batalla por la prolongacin del placer de ambos, y gimiendo con su propio goce, permiti que la misma felicidad se desplomase sobre l. Repleto y saciado, acerc ms a Melissa y la bes suavemente, murmurando su amor por ella en el instante mismo en que los labios de los dos se unieron. Ella retribuy tiernamente el beso, y juntos permanecieron acostados en el agua que se enfriaba, murmurando todas las promesas que intercambian los amantes, y cuando el agua fra los arranc de su mundo rosado, se rieron y procedieron a lavarse deprisa. Pero esa maniobra a su vez condujo a otras cosas. Por lo tanto, el tema de Deborah Bowden fue abordado slo cuando ya estaban sentados en el comedor, saboreando una gallina rellena. Un tanto incmoda, Melissa mencion la nota que haba recibido, y el hecho de que ella la haba ledo. Dominic slo pareci interesado, y no mostr el ms mnimo signo de que se sintiera perturbado por lo que ella haba hecho. No se mostr precisamente complacido cuando supo el contenido de la carta, y lo alegr la informacin de que Melissa haba ido al encuentro de Deborah en lugar del propio Dominic. -Santo Dios, Lissa! Corriste un riesgo terrible! -exclam, preocupado nicamente por la seguridad de su mujer-. Pudo haber sido una trampa! Y no me refiero tampoco a la posibilidad de una seduccin. Latimer tiene motivos sobrados para detestarnos, y bien pudo haber contemplado la posibilidad de tenderme una trampa. Melissa le sonri con picarda. -Bien, podramos decir que todo sali a pedir de boca. -Qu? -dijo sorprendido Dominic, no muy seguro de que poda confiar en ese brillo que vea en los ojos de su esposa. Tratando de mantener la seriedad, Melissa ofreci a Dominic un relato objetivo de su encuentro con lady Bowden, y si ella alimentaba la ms mnima duda en el sentido de que en l haba todava una chispa de sentimiento por la otra mujer, en todo caso se disip totalmente cuando las carcajadas sinceras de Dominic resonaron en la habitacin. -En el estanque? -pregunt complacido. Y cuando Melissa asinti, l agreg:Magnfico! Esa zorrita intrigante lo tiene bien merecido! Melissa pens satisfecha: Y eso es todo! De pronto concibi la idea y dijo: - Oh, querido! Maana por la noche es la fiesta del to Josh... me pregunto cmo se comportar cuando nos veamos. Dominic estaba admirando la curva del busto de su esposa donde sobresala de la pechera escotada de su vestido de satn verde, de modo que replic indiferente: -Importa?
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Yo prefiero que hablemos de nosotros y no de la mojada lady Bowden, no te parece? Melissa acept instantneamente, y pasaron el resto de la velada en total armona uno con el otro. Como era natural que sucediese, se retiraron temprano. Pero la noche del viernes, cuando fueron introducidos en el hermoso saln de la residencia de los Manchester, Melissa no pudo abstenerse de mirar indiscretamente alrededor para comprobar si Deborah estaba presente. No haba signos de la presencia de la inglesa, si bien all estaba Latimer, enfrascado en una conversacin con el joven Franklyn. La cena fue un momento agradable, y slo cuando las damas ya estaban cmodamente instaladas otra vez en el saln, y los caballeros haban desaparecido en el estudio de Josh para jugar a los naipes y desarrollar otras actividades masculinas, Melissa se enter de la apresurada partida de Deborah. La joven estaba sentada en un hermoso sof de estilo Sheraton, tapizado con una elegante tela estampada azul y oro, con su ta al lado, cuando Sally dijo con voz suave: -Sabes que lady Bowden nos ha dejado? -Nos dej? -repiti distradamente Melissa-. Qu quieres decir? Estoy segura de que vi esta noche al seor Latimer. -Ah, s-dijo Sally-, l est aqu, pero su hermana viaj a Nueva Orlens... nuestro clima afect su delicada constitucin, y se lleg a la conclusin de que su salud exiga la partida inmediata. l me lo explic todo al llegar. -Una expresin de deseos apareci en los ojos celestes de Sally.- Crea que Royce consideraba atractiva a lady Bowden... habra sido tan emocionante tener en la familia un autntico miembro de la aristocracia inglesa. Por supuesto -murmur insegura- est el problema de las condiciones de nuestro clima... Melissa casi se sofoc con la taza de t que haba estado bebiendo. Royce y Deborah! Con regocijo impo pens: Oh, cuando lo vea cmo me burlar dicindole que escap por poco! Por su parte, Royce y Dominic tambin habran deseado escapar de la reunin esa noche, y cada uno por sus propias razones. Royce deseaba dirigirse a Nueva Orlens; en su cuarto del primer piso tena la maleta preparada, y la lista destinada a Jason le quemaba a travs de la planta de la media de seda del pie izquierdo, donde la haba puesto para mayor seguridad. Hasta el momento de entregar esos nombres a Jason, Royce estaba decidido a saber exactamente dnde se encontraba la lista en cada instante, y aunque eso lo obligase a llevar encima el condenado papel! Con respecto a Dominic, su deseo de estar esa noche en otro lugar nada tena que ver con la lista. Su amor a Melissa y el que ella le profesaba era un hecho que haba descubierto haca tan poco tiempo que se opona enrgicamente a todo lo que la apartase de sus brazos e impidiera, aunque fuese momentneamente, la absorbente tarea de descubrir cada uno de los pensamientos y los sentimientos del otro. Que le agradase profundamente descubrir todos los dulces encantos de ese hermoso cuerpo tambin tena mucho que ver con su presencia de mala gana en la residencia de los Manchester. Pero los dos hombres se haban resignado a soportar la velada, y haban pasado el tiempo conversando con varios amigos y conocidos, cuando advirtieron que Latimer y George Franklyn estaban jugando por sumas inquietantes alrededor de una de las me-sitas que Josh haba ordenado se destinaran a los naipes y otros juegos. Zachary les avis cul era la situacin despus de acercar-se a ellos, que conversaban amistosamente con un grupo de amigos. Mientras beba su oporto, Zachary dirigi una mirada significativa a Dominic y murmur: -Parecera que la suerte de Latimer ha cambiado. El y Franklyn han estado jugando unas pocas manos de sptimo, y George ya perdi casi diecisiete mil dlares a manos de Latimer. Royce y Dominic se miraron, y del modo ms discreto posible se acercaron a la mesa. Si Latimer advirti que ahora haba dos pares de ojos suspicaces vigilando cada uno de sus movimientos, no dio signos en ese sentido, y en cambio continu jugando con implacable intensidad contra el hombre ms joven.
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Por extrao que parezca, fue el propio Franklyn quien sorprendi a Latimer en el acto de hacer trampa. Haban comenzado a jugar una nueva vuelta cuando de pronto Franklyn avanz la mano sobre la mesita, y aferrando la mueca derecha de Latimer exclam triunfante: -Ya me pareca! No estaba seguro despus de la ltima vuelta, pero esta vez le observ con mucho cuidado. Agit con fuerza la mueca de Latimer, y se oy una exclamacin chocada y colrica en los que estaban en la habitacin cuando de la manga de la chaqueta de Latimer cay un naipe a la mesa. A Dominic le pareci bastante apropiado que fuese precisamente la reina de espadas. -No me extraa que usted pudiese reclamar carta blanca en la ltima mano! -afirm sobriamente Franklyn, el rostro juvenil fiero y peligroso-. Cuntos naipes ms escondi en su manga, maldito tramposo bastardo? Un silencio ominoso se hizo en la habitacin, y todos los ojos se clavaron en Latimer. Haba pocas cosas que esos caballeros aficionados a la bebida, esos hombres de carcter fuerte y decisiones rpidas no perdonasen en la naturaleza de las personas a quienes aceptaban en sus filas; pero trampear con los naipes equivala al suicidio social. Latimer estaba completamente arruinado! Estaba clavado all, en Baton Rouge, y a juzgar por las expresiones de furia de los caballeros que se encontraban en el cuarto, poda considerarse afortunado si sala sin unos buenos golpes. Slo Dominic y Royce parecan imperturbables despus de lo que haba sucedido; ambos se mantenan atentos, y esperaban el siguiente movimiento de Latimer. Completamente deshonrado, y desaparecida la posibilidad de recuperar la fortuna que haba perdido frente a Dominic, Latimer afrontaba un futuro sombro durante los restantes meses de estancia en Estados Unidos. Lo que provocaba que su cara palideciera de clera y pesar no era slo el lamentable desenlace de esta noche, sino el conocimiento cierto de que en todo el curso del ro Mississippi se difundira la noticia de que Julius Latimer era un tramposo, un hombre a quien no poda tolerarse en los crculos elegantes, un hombre que mereca que se lo despreciara y excluyese. Ya no podra servir de nada a Roxbury, y por su mente cruz la idea ingrata de que tal vez Roxbury no estuviese dispuesto a pagarle el precio total convenido. Latimer no dudaba de que a su tiempo esa reputacin lo seguira a Inglaterra, y de que en vez de ser bien recibido en los hogares de la gente rica y poderosa, se lo tratara como a un proscrito. Pasaron los segundos, y Franklyn y Latimer parecan inmovilizados en sus posiciones iniciales, y la amenaza de la violencia se cerna en el aire. Haba pocas cosas ms despreciables y aborrecibles que un hombre que trampeaba con los naipes, y no haba un caballero entre los que miraban fijamente a Latimer que no ansiara ponerle la mano encima. Como su culpabilidad era evidente, Latimer comprendi que estaba en una situacin peligrosa, y al mirar de una cara ofendida y amenazadora a otra, tuvo conciencia de un escalofro de miedo que le recorra la espalda. Ese lugar no era el refinado Londres, donde los caballeros resolvan sus diferencias de acuerdo con un conjunto rgido y preestablecido de normas, sino la agreste Luisiana, donde era sabido que los hombres arreglaban sus disputas en un estilo rpido y brutal. Estos pensamientos atravesaron como un relmpago la mente de Latimer, y acicateado por una clera desesperada, el ingls pas a la accin, y su mano libre cay sobre la cara sorprendida de Franklyn al mismo tiempo que Latimer desprenda su mueca del inseguro apretn del joven. En un segundo Latimer haba deslizado la mano en el interior de su chaqueta y extrado la pequea y letal pistola que portaba siempre. La cara deformada por la furia, rugi: -Atrs! El primer hombre que avance un paso morir! Hubo un movimiento general hacia adelante de los caballeros que estaban en la
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habitacin cuando Latimer golpe a Franklyn, pero al or sus palabras todos se detuvieron. Latimer sonri apenas, y un sentimiento de poder lo recorri. -Ahora no son tan valientes, verdad? -dijo burlonamente. Nadie contest, pues todos percibieron su peligrosidad. Y Latimer era peligroso. Muy peligroso. Era un hombre que no tena nada que perder. Un hombre arruinado, pero ms que eso, un individuo cruel y cobarde; y mientras estaba all de pie, su cerebro convertido en un torbellino cuando buscaba el modo de convertir la derrota en victoria, sus ojos se posaron en Dominic. Enloquecido por una clera sbita y cegadora al ver al hombre a quien achacaba la culpa de su cada, Latimer desvi bruscamente la pistola en direccin a Dominic y dispar. El estampido del disparo fue tremendo, y el olor de la plvora se difundi en la habitacin. Dominic no pudo defenderse. Sinti un dolor intenso en la sien, y despus se hundi en la oscuridad y se desplom desmayado en el piso. Con una expresin asesina en los ojos, Royce avanz hacia Latimer, pero ste estaba preparado, y la pistola apunt directamente al pecho de Royce. -En su lugar, yo no lo intentara -dijo framente Latimer-. Ahora, atrs todos! Dominado por una rabia impotente, Royce permaneci en su sitio, y su mirada se volvi aprensiva al cuerpo inmvil de Dominic; un pequeo charco de sangre estaba formndose cerca de la cabeza de cabellos negros. Con el corazn agobiado por el dolor y el pesar, Royce concentr toda su voluntad en un solo deseo: que su amigo moviese el cuerpo. Contuvo la respiracin cuando vio el leve movimiento de una mano. La esperanza retorn a su pecho, y entonces volvi prontamente la mirada hacia Latimer y dijo: -Bien, qu est esperando? No intentar huir... antes de que decidamos abalanzamos sobre usted? Despus de todo -dijo Royce con acento ominoso- le queda una sola bala... y aunque puede matar a uno ms de los que estamos aqu, los otros caern sobre usted. Latimer ya lo haba pensado, y con los ojos colmados de odio retrocedi lentamente hasta la puerta. Desde donde estaba no poda ver el cuerpo de Dominic, pero pens que si no lo haba muerto, por lo menos estaba mal herido. Profundamente satisfecho por la conciencia de que si Dominic no pareca, por lo menos recordara esa noche durante mucho tiempo, Latimer sali bruscamente del estudio. Royce entr en accin apenas Latimer desapareci, y corriendo al lado de Dominic se arrodill y haba extendido una mano para tocarlo cuando Dominic se volvi sobre s mismo y gimi. -Cristo! Me alegro de que el bastardo no haya mejorado su puntera desde la ltima vez que me dispar. Unas pocas sonrisas y gestos de alivio saludaron las palabras de Dominic; pero otros, entre ellos Royce y Zachary, todava lo miraban con expresiones sombras. Josh, los rasgos sonrosados ahora plidos a causa de la ansiedad, dijo: -Santo Dios! Trat de matarlo a sangre fra! A un hombre desarmado! Dispar a un hombre desarmado! -Y entonces, lo asalt otro pensamiento y agreg incrdulo:- Y en mi casa! Dispar a un hombre desarmado en mi casa! Se oyeron murmullos de inquietud por Dominic cuando Royce lo ayud a incorporarse. La sangre le manchaba la cabeza de cabellos oscuros y descenda por una mejilla, pero un rpido examen realizado por Royce revel que la bala slo haba rozado el costado de la cabeza de Dominic. Dominic se toc cautelosamente la herida, se estremeci- pregunt con sospechosa benignidad: -Qu sucedi despus que ca al suelo? Slo recuerdo que Latimer me dispar, y despus nada, hasta que o el golpe de una puerta al cerrarse. -No perdiste gran cosa -dijo secamente Royce-. La puerta que se cerr indic la partida
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de Latimer, hace apenas dos minutos. Dominic le dirigi una mirada intencionada. Enarcando el entrecejo, rezong: -Y todava nadie sali a perseguirlo? -Una idea desagradable de pronto irrumpi en su cerebro, y dio un paso y dijo con voz dura:- Ni se aseguraron de que las damas estn a salvo? -Santo Dios! -explot Josh-. No creer...? Una reaccin alarmada se difundi por toda la habitacin, y casi como un solo hombre los caballeros se abalanzaron sobre la puerta. La mano de Dominic estaba sobre el picaporte cuando de pronto la puerta se abri bruscamente, y casi lo derrib. Los ojos agrandados por el horror, los rasgos generalmente serenos reflejando una intensa agitacin, Sally Manchester se arroj sobre el ancho pecho de Josh, sollozando: -Oh, Josh! Es terrible! Ese hombre! Tiene a Melissa! Dominic no necesitaba explicacin acerca de la identidad de "ese hombre", y sin prestar atencin a su propia debilidad se volvi para mirar a Royce. -Pistolas? -pregunt. Sin hablar, Royce se acerc al escritorio de su padre, abri el ltimo cajn y extrajo una hermosa caja de caoba. Cuando levant la tapa, aparecieron dos elegantes pistolas de duelo, finas y exquisitamente trabajadas. En el silencio interrumpido nicamente por el suave llanto de Sally y los murmullos de confortamiento de Josh, Royce y Dominic fra y metdicamente cargaron y cebaron las pistolas. Royce mir la cara plida y ensangrentada de Dominic y pregunt: -Ests en condiciones? Dominic le dirigi una mirada cruel. -Es mi esposa! Qu demonios crees? La cara juvenil tan plida como la de Dominic, Zachary dijo medio irritado medio en tono de ruego: -Es mi hermana! Permteme ir! Suspirando, Dominic dijo con voz sorda: -No puedo. Si algo le sucediera... -se le hizo un nudo en la garganta y no pudo continuar hablando. Tratando de evitar que el temor lo abrumase, Dominic se acerc a Sally y a Josh. Muy suavemente pregunt: -Qu sucedi? Adnde fueron? Enjugndose los ojos llenos de lgrimas, Sally replic con voz temblorosa: -Irrumpi en el saln, y pareca un loco. Me sorprendi tanto... siempre se haba comportado como un hombre muy amable! Conteniendo el impulso de sacudirla, Dominic insisti: -Qu sucedi despus que l entr en el saln? -Se apoder de Melissa! Se acerc a ella y la aferr del brazo. Dijo que la retendra como rehn. Que la matara si alguien lo segua. Apoy esa terrible pistola en la cabeza de Melissa y dijo que si hacamos el ms mnimo ruido, la matara frente a nosotros! Despus, empez a arrastrarla fuera de la habitacin. -Despus que ellos salieron, cunto tardaron ustedes en venir a buscarnos? -pregunt Royce con voz tensa-. Vieron qu direccin tomaban? -Oh, yo no esper! -dijo Sally con cierto orgullo-. Melissa se retorca y le dificultaba las cosas a ese hombre, de modo que pude deslizarme por la puerta lateral y venir aqu inmediatamente! Una desordenada esperanza surgi en Dominic, y ahora pregunt con verdadero apremio: -Quieres decir que an no salieron de la casa? -No lo creo -respondi dubitativa Sally-. Melissa se debata y resista, de modo que l no pudo moverse con mucha rapidez. Dominic corri hacia los ventanales franceses que se abran sobre la galera que rodeaba la casa. -Royce, sigue por el corredor... yo rodear la casa y tratar de cortarles el paso por el
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frente. El resto permanezca aqu! Sin hacer caso del dolor de la cabeza, el miedo mezclado con la esperanza en su corazn, Dominic atraves rpidamente los ventanales franceses y corri desesperado a lo largo de la galera, por el costado de la casa, en direccin al frente. Estaba mareado por el dolor de la herida cuando lleg a la esquina de la construccin, pero olvid el dolor cuando vio a Latimer y Melissa debatindose al final de la ancha escalinata. Las gruesas columnas blancas que sostenan la galera impedan apuntar bien, y sosteniendo con ms firmeza en la mano la pistola de duelo, Dominic salt de la galera al terreno. Con movimientos giles se apart del edificio, y se puso a un costado de Latimer, en una posicin que le permita ver sin dificultad al hombre y la mujer que estaban al final de la escalera. -Latimer! -grit con voz dura-. Est dispuesto a dispararme otra vez? Latimer qued paralizado, incapaz de creer lo que vea y oa. Olvidando un momento a Melissa, mir hostil en direccin a Dominic. Le pareca casi inconcebible que fuese realmente Dominic quien estaba en el terreno, un poco ms abajo, pero cuando sus ojos vieron la sangre que descenda lentamente por la mejilla de Dominic, comprendi que slo lo haba herido. Horrorizada, Melissa mir a Dominic, y el temor por l momentneamente expuls de su espritu cualquier otro pensamiento. Eso era una pesadilla! No pareca real. Era posible que apenas unos minutos antes hubiese estado cmodamente sentada en el saln, conversando con la joven que sera la esposa de Daniel? Apenas haca unos instantes que haba escuchado el impresionante sonido de un disparo que arranc ecos a toda la casa. Haca apenas unos minutos que Latimer haba irrumpido en el saln, y con la cara deformada por la clera se haba apoderado brutalmente de Melissa y haba intentado llevrsela. Durante esos primeros momentos ella estaba tan asombrada que no haba advertido el peligro; pero cuando supo de qu se trataba, decidi al instante que no se sometera sumisamente, y se haba debatido con toda la fiereza posible para escapar de l. Con una pistola que ejerca una terrorfica presin sobre su sien, Melissa haba temido hacer mucho ms que arrastrar los pies y tratar de desprenderse de la mano de Latimer que le sujetaba el brazo. Una vez le haba asestado un puntapi, pero l la golpe salvajemente en la mejilla, y Melissa no saba si se atrevera a encolerizar-lo todava ms. Y ahora, peor que si hubiese sido una pesadilla, ah estaba Dominic, y la herida en la cara de su esposo provocaba un estremecimiento en el corazn de Melissa, que lo vea all, arriesgando su vida por ella. Latimer lo matara! Melissa lo adivin en la sbita tensin del cuerpo del ingls. Vio que l aflojaba la mano que le sostena el brazo. Sinti que la pistola se apartaba de su sien, y que l comenzaba a apuntar el arma hacia Dominic... Lanzando una advertencia, Melissa hundi cruelmente el codo en el estmago de Latimer. Su mente ahora funcionaba con la mxima velocidad posible, y la joven supo instintivamente que Dominic jams se arriesgara a disparar mientras existiera el riesgo de herir a su esposa, y casi simultneamente con el golpe descargado sobre Latimer, ella se dej caer al suelo, y su vestido de seda color bronce se despleg alrededor, dejando a Latimer de pie, sin proteccin. Dominic no vacil. Con puntera certera, mat a Latimer en el lugar en que ste se encontraba, con una bala entre los ojos. Y despus, arroj al costado la pistola humeante para subir de un salto los peldaos, y abrazar contra su pecho a la mujer amada...
Esa noche, acostados en la quietud y la intimidad del dormitorio, Melissa dijo en voz baja: -En realidad, no tuve miedo hasta que te vi all, de pie... entonces sent terror!
Carnaval de medianoche
Shirlee Busbee
El brazo de Dominic la apret con ms fuerza y el tambin record el temor que habla sentido por ella, y ahora acerc ms el cuerpo esbelto de Melissa. -No pienses en eso, querida. Es asunto concluido, y Latimer no nos molestar ms. -Qu ser de Deborah? -pregunt Melissa. Dominic se encogi de hombros. -Nada. Las Deborah de este mundo pueden cuidarse solas, y si bien estoy seguro de que extraar a su hermano, tambin tengo la certeza de que es slo cuestin de tiempo hasta que encuentre otro hombre que la cuide. -Yo no podra hacer lo mismo -dijo serenamente Melissa, y con una mano acarici suavemente el costado de la cara de Dominic. -No podras hacer qu? -pregunt sorprendido Dominic. -No podra encontrar otra persona. -Espero que no... por lo menos hasta que haya pasado un intervalo decente -dijo riendo Dominic. Despus, se inclin sobre ella, y ahora no rea; y murmur con voz conmovida: -Te amo tanto, Lissa. Si Latimer hubiese... Con una mirada dulce y luminosa, Melissa apret los labios de Dominic con un dedo que los silenci, -Calla. No hablaremos de eso. Hablaremos slo de nuestro mutuo amor y nuestra nueva casa. -En la oscuridad, ella le dirigi una mirada perversa.- Un da de estos me llevars a Mil Robles, verdad? -S-dijo Dominic con fingida fiereza, y besndola juguetonamente en la comisura de los labios, agreg:- Pero slo despus que me hayas dicho cunto me amas. Suspirando feliz, ella le rode el cuello con los brazos. -Bien, te amo ms que al to Josh y a la ta Sally -dijo con aire inocente-. Y te amo ms que a Zachary y a Royce. Y creo que incluso te amo ms que a Locura. -Crees que me amas ms que a un condenado caballo? -pregunt secamente Dominic, mientras acariciaba los rizos rubios. Melissa le dio un sonoro beso. -S que te amo mucho ms que a Locura! -Cunto ms? -pregunt Dominic con voz ronca. Los brazos de Melissa se cerraron con ms fuerza alrededor del cuello de Dominic. -Oh, muchsimo ms -dijo con fervor-. Mucho, muchsimo ms. Libros Tauro http://www.LibrosTauro.com.ar