Justicia Argentina Jorge Rafael Videla
Justicia Argentina Jorge Rafael Videla
AUTOS Y VISTOS: Reunidos los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 6 de la Capital Federal, integrado por los Seores Jueces, Doctores Mara del Carmen Roqueta, Julio Luis Panelo y Domingo Luis Altieri, actuando como Juez sustituto el Doctor Pablo Garca de la Torre, bajo la presidencia de la primera de los nombrados, asistidos por el Secretario Doctor Carlos Enrique Poledo y las Secretarias Doctoras Cecilia Ribas y Anala Laveglia; para dictar sentencia en la causa nro. 1351 caratulada FRANCO, Rubn O. y otros s/sustraccin de menores de diez aos; seguida a Rubn Oscar FRANCO, argentino, nacido el 8 de agosto de 1927 en Adrogu, Provincia de Buenos
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Aires, titular del D.N.I. nro. 5.115.922, hijo de Vctor y de Drusiana Angione, casado, con domicilio en la calle Austria nro. 1754, piso 7, depto. 18 de esta ciudad, asistido por los Dres. Luis Enrique Velasco y Alfredo Battaglia; Reynaldo Benito Antonio BIGNONE, argentino, nacido el 21 de enero de 1928 en Morn, Provincia de Buenos Aires, titular de la L.E. nro. 4.778.986, hijo de Reynaldo Ren y de Adelaida Mara Ramayn, casado, con domicilio real en Av. Dorrego nro. 2699, piso 6, depto. 2 de esta ciudad, asistido por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Alejandro Di Meglio y Leonardo Fillia; Antonio VAEK, argentino, nacido el 9 de agosto de 1924 en esta ciudad, titular de la L.E. nro. 5.102.282, casado, hijo de Antonio y de Ana Bachan, con domicilio real en la calle Mariscal Antonio Sucre nro. 2050, piso 4, depto. A de esta ciudad; Santiago Omar RIVEROS, argentino, nacido el 4 de agosto de 1923 en Villa Dolores, provincia de Crdoba, titular de la L.E. nro. 3.083.907, casado, hijo de Arturo y de Mara Esther Castro Recalde, con domicilio real en la calle Tres de Febrero nro. 1950, piso 4 de esta ciudad, los dos ltimos asistidos por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Nicols Toselli y Ariel Hernndez; Jorge Eduardo ACOSTA, argentino, nacido el 17 de mayo de 1941 en esta ciudad, titular del D.N.I. nro. 5.190.338, casado, hijo de Jorge Eduardo y de Mara Rosala Villani Aubone, asistido por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Eduardo Chittaro y Juan Tobas; y en representacin de las partes querellantes los Dres. Alan Iud, Luciano Hazn,
Agustn Chit, Mariano Gaitn, Emanuel Lovelli, Germn Kexel, Mara Florencia Sotelo, Mara Ins Bedia por las querellantes Sra. Enriqueta Estela Barnes de Carlotto en su carcter de presidenta de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo; Rosa Tarlosvky de Roisinblit, Jorgelina Azzari de Pereyra, Delia Cecilia Giovanola de Califano, Estela de la Cuadra; Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela; las Dras. Elizabeth Gmez Alcorta y Valeria Thus en representacin de las querellantes Elsa Beatriz Pavn de Grinspon, Rosaria Isabella Valenzi, Clara Petrakos y Mara Chorobik de Mariani; las Dras. Valentina Mara Besana Texidor y Luca Ins Gmez Fernndez por el querellante Juan Gelman; la Dra. Alcira Elizabeth Ros en representacin de la querellante Cecilia Pilar Fernndez de Vias y el Dr. Gerardo Etcheverry representando a la querellante Sara Rita Mndez; en la causa nro. 1499 caratulada VIDELA, Jorge Rafael s/supresin del estado civil de un menor de diez aos; seguida a Jorge Rafael VIDELA, argentino, nacido el 2 de agosto de 1925 en Mercedes, Provincia de Buenos Aires, titular del D.N.I. nro. 4.765.426, casado, hijo de Rafael Eugenio y de Mara Olga Redondo, con domicilio anterior a su detencin en Av. Cabildo nro. 639 piso 5, depto. A de esta ciudad, actualmente alojado en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz y asistido por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Alejandro Di Meglio y Leonardo Fillia; en la que resultan querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela y la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo de filiacin ya consignada, la Dra. Alcira Elizabeth Ros en representacin de las querellantes Norma Quintela Dallasta y Mara Victoria Moyano Artigas y las Dras. Elizabeth Victoria Gmez Alcorta y Valeria Thus en representacin de las querellantes Mara Isabel Chorobik de Mariani, Genoveva Dawson de Teruggi, Elsa Pavn de Grinspon, Rosaria Isabella Valenzi, Mirta Nicasia Acua de Baravalle, Clara Petrakos, Paula Eva Logares Grinspon y la Fundacin Anah por la Justicia, la Identidad y los Derechos Humanos; en la causa nro. 1604 caratulada VAEK, Antonio y otros s/sustraccin de menores de diez aos seguida a Antonio VAEK; Jorge Eduardo ACOSTA, ambos de filiacin ya consignada y Jorge Luis MAGNACCO, argentino, nacido el 18 de diciembre de 1941 en esta ciudad, titular del D.N.I. nro. 4.383.363, casado, hijo de Vicente Domingo y
de Fernanda Rita Plaza Montero, con domicilio real en la calle Marcelo T. de Alvear nro. 1665, piso 10, depto. F de esta ciudad, asistido por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Alejandro Di Meglio y Leonardo Fillia; en la cual son querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Carlos Vias representados por la Dra. Alcira Elizabeth Ros; en la causa nro. 1584 caratulada AZIC, Juan Antonio s/delito de accin pblica seguida a Juan Antonio AZIC, argentino, nacido el 12 de septiembre de 1941 en esta ciudad, titular del D.N.I. nro. 7.717.537, casado, hijo de Mateo y de Mara Tadic, asistido por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Valeria Viviana Atienza y Maximiliano Nicols; siendo querellante la Sra. Enriqueta Estela Barnes de Carlotto en su carcter de presidenta de la Asociacin Civil
Eduardo Alfredo s/inf. arts. 139, 146 y 293 en funcin del 292 del C.P. seguida a Eduardo Alfredo RUFFO, argentino, nacido el 14 de febrero de 1946 en esta ciudad, titular del D.N.I. nro. 4.541.399, divorciado, hijo de Alfredo Domingo y de Yolanda Calarota, con domicilio anterior a su detencin en la calle Humahuaca nro. 3951, piso 1 A de esta ciudad, actualmente alojado en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, asistido por los Dres. Christian Eduardo Carlet y Andrea Constanza Capici; y en la causa nro. 1772 caratulada GALLO, Vctor Alejandro s/inf. arts. 139, 146 y 293 del C.P. seguida a Vctor Alejandro GALLO, argentino, nacido el 7 de noviembre de 1951 en esta ciudad, titular del D.N.I. nro. 10.151.423, casado, hijo de Jos Oscar y de Irma Marcelina Gimnez, con ltimo domicilio en la calle Besares nro. 2841, piso 2 9 de esta ciudad, actualmente alojado en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, asistido por los Sres. Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Valeria Viviana Atienza y Maximiliano Nicols y a Ins Susana COLOMBO, argentina, nacida el 8 de diciembre de 1952 en San Miguel, provincia de Buenos Aires, titular del D.N.I. nro. 10.358.668, divorciada, hija de Atilio y de Cintia Mileo, con domicilio real en la calle Marcos Sastre nro. 363 de San Miguel, provincia de Buenos Aires, asistida por los Dres. Lidia Rodrguez y Gustavo Eduardo Schulze; donde resultan querellantes Abel Pedro Madariaga; Francisco Madariaga Quintela y la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo de la representacin ya
consignada; con la intervencin del Seor Fiscal Integrante de la Unidad de Asistencia en causas por violaciones de los Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado Dr. Martn Niklison y las Seoras Fiscales ad hocDras. Nuria Piol Sala, Mara Saavedra, Viviana Snchez y Clarisa Miranda; de conformidad con lo dispuesto por los artculos 398 y 399 del cdigo adjetivo, de cuyas constancias;
RESULTA:
I.
Causa n 1351: El 30 de octubre de 1996 se presentaron por propio derecho, las Sras. Enriqueta Estela Barnes de Carlotto, Mara Isabel Chorobik de Mariani, Cecilia Pilar Fernndez de Vias, Elsa Beatriz Pavn de Grinspon, Rosa Tarlovsky de Roisinblit y Rosaria Ysabella Valenzi, actuando con el patrocinio letrado de los Dres. David Baigun, Julio B. J. Maier, Alberto P. Pedroncini y Ramn Torres Molina, promoviendo accin penal y solicitando ser tenidas por parte querellante, contra Eduardo Albano Harguindeguy, Carlos Guillermo Surez Mason, Cristino Nicolaides, Rubn Oscar Franco y Reynaldo Benito Bignone, por los delitos de sustraccin y ocultacin de menor, homicidio, sustitucin de estado civil, privacin ilegal de la libertad y reduccin a servidumbre; haciendo extensible dicha presentacin a todo otro autor o partcipe que resulte de la investigacin. Invocaron las querellantes en esa oportunidad, ser abuelas de nios nacidos en cautiverio durante la dictadura militar, manifestando que el delito inicial de sustraccin de menor fue cometido con previo, simultneo o subsiguiente secuestro y desaparicin de los padres de sus nietos, en el marco de la llamada Lucha Antisubversiva, descripta en el fallo dictado el 9 de diciembre de 1985 por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta Capital, en la causa n 13 instruida contra Jorge Rafael Videla y otros en virtud de lo dispuesto en el decreto 158/83 del Poder
Ejecutivo Nacional, y confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin con fecha 30 de diciembre de 1986. Sostuvieron en dicha oportunidad, que las modalidades del sistema criminal descripto en los fallos antes citados han tenido como consecuencia que en algunos de los casos por los se presentaron como querellantes, no haya existido en poder ni conocimiento de aqulos, prueba documental sobre la identidad civil de algunos de los nios vctimas de los delitos que all se plantearon. Sostuvieron que ello fue as por la atroz
circunstancia de que muchos nios nacieron durante el cautiverio de sus madres en centros clandestinos de detencin pertenecientes al aparato estatal. Relataron que la existencia de estos centros clandestinos de detencin ilegal ha sido probada en el Captulo XII del considerando segundo
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de la precitada sentencia de la Cmara Federal. A su vez, manifestaron que el encuadramiento legal de los nacimientos de nios durante el cautiverio de sus madres, en ocasin de aplicarse una poltica estatal de desaparicin forzada de personas, resultaba del art. 20 de la Declaracin de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Proteccin de las Personas vctimas de Desaparicin Forzada (diciembre de 1992), que establece las obligaciones de los Estados ante tales hechos. Es por ello que manifestaron que si una de las consecuencias de los delitos por los que se haba promovido esa presentacin era la imposibilidad para la familia sangunea de disponer de documentacin probatoria acerca de la existencia civil del nio, igualmente al probar su existencia biolgica, sera presupuesto suficiente para imputar el delito de sustraccin a los autores y partcipes. Hicieron mencin a la ocurrencia de sustraccin de menores en doscientos ochenta casos, de los cuales cuarenta y cinco fueron restituidos a la familia de origen respectiva; y que estos casos, se produjeron entre el 24 de marzo de 1976 y fines de 1980. Asimismo, sostuvieron que el delito de sustraccin y ocultacin de menor qued excluido de los beneficios de la ley 23.492 (Punto Final) conforme a lo dispuesto en su artculo 5 y tambin estaba excluido dicho delito de los
beneficios de la ley 23.521 (Obediencia Debida), segn lo prescripto en su artculo 2. Efectuaron un anlisis acerca de los alcances de dichas normativas, tras lo cual entendieron que el tratamiento legislativo, por un lado reconoca explcitamente que el delito de sustraccin de menores se produjo en el marco de la poltica criminal de secuestros, alojamiento en centros clandestinos de detencin, interrogatorio bajo torturas, homicidios con alevosa y desaparicin de miles de personas, y por otro lado, significaba admitir que el delito de sustraccin y ocultacin de menor, cometido en tales circunstancias es de mayor gravedad y trascendencia social que los de privacin ilegal de la libertad, aplicacin de tormentos y homicidios, perpetrados con motivo de la ejecucin del plan criminal, a cuyos autores beneficiaron tales leyes, razn por la cual, sealaron, los autores de los delitos que motivaron esa querella quedaron excluidos de la impunidad que dichas leyes establecieron. Indicaron haberse decidido a promover esa querella como consecuencia de la obtencin de elementos de juicio desconocidos durante largo tiempo; incluso por la Cmara Federal al Juzgar a los Comandantes de las Fuerzas Armadas, lo que motiv que fueran absueltos aquellos que fueran imputados- por el delito de sustraccin de menores. Fue as que por la actividad impulsada desde la sociedad civil, en especial por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, han sido demostrados centenares de casos de menores secuestrados con sus padres o nacidos durante el cautiverio de sus madres en centros clandestinos de detencin, habiendo quedado descartado el fundamento fctico de las apreciaciones de la Cmara Federal Penal al absolver por esos casos. Tambin, mencionaron entre otras cuestiones que incidieron en la decisin de impulsar dicha querella, el hallazgo en un organismo militar de prueba documental consistente en las Instrucciones sobre procedimiento a seguir con menores de edad hijos de dirigentes polticos o gremiales cuando sus progenitores se encuentran detenidos o desaparecidos impartidas por el Ministerio del Interior en el mes de abril de 1977 y archivadas en el Subrea 313 (Tercer Cuerpo del Ejrcito)" en el marco del expediente Barnes de Carlotto, E. c/Estado Nacional s/ordinario del Juzgado Contencioso
Administrativo Federal N 4, Secretara N 7, y que obraba en esa causa un inventario que acreditaba un listado de documentacin referida a la lucha antisubversiva cuya destruccin fue ordenada por el Teniente General Cristino Nicolaides por radiograma del 23/11/1983. A raz de esta circunstancia,
entendiendo que exceda los hechos juzgados por la Cmara Federal en la causa n 13, y habilitando la nocin de la existencia de un plan premeditado a partir de los hechos que se tuvieron all probados, es que decidieron impulsar la accin penal. Tambin denunciaron la existencia de reas de ginecologa y obstetricia en lugares clandestinos de detencin y el uso clandestino de institutos sanitarios para alumbramiento de mujeres cautivas en dichos centros: 1) Hospital Militar Campo de Mayo; 2) Escuela de Mecnica de la
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Armada; 3) Brigada Femenina de Polica Bonaerense; y aludieron tambin a sustracciones ocurridas en el extranjero como las de Paula Logares (Uruguay) y Carla Graciela Rutila Artes (Bolivia), habindose producido el traslado de personas a este pas, desaparecidos a la fecha. Citaron en apoyo de la denuncia, otros documentos e informes relacionados con los hechos que pretendieron se tengan por probados; a la vez que precisaron el tipo de autora y participacin endilgadas; como as tambin se pronunciaron respecto de la ultraactividad del sistema criminal, es decir, describieron circunstancias inherentes a la dinmica del sistema criminal que presentaba mecanismos que a su entender permitieron demostrar que los autores y partcipes de los hechos continuaron actuando luego de la cesacin formal del gobierno de facto el 10 de diciembre de 1983 con la finalidad de asegurar la continuidad de la impunidad. Finalmente se expidieron respecto del derecho penal aplicable, tanto en el marco interno como tambin en el internacional. Mediante esta presentacin se dio inicio a la causa n 10.326/96, instruida por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 7, Secretara nro. 13. Durante la etapa de instruccin de estas actuaciones, la imputacin originalmente formulada por las querellantes, recay tambin respecto de Jorge Ral Vildoza, Eduardo Massera, Antonio Vaek, Jos Antonio Suppicich,
Cabe agregar que el da 5 de octubre de 1998 se dej constancia que la Sala I de la Cmara Federal de San Martn, en relacin al incidente de cosa juzgada y falta de jurisdiccin planteado por la defensa de Videla en la causa N 1284/85 dispuso el 2 de octubre de 1998, la incompetencia de aqul rgano jurisdiccional debiendo remitirse la investigacin seguida a Videla al Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 7, Secretara N 13 para su acumulacin con los autos N 10.326/96 Nicolaides. Asimismo, el 5 de octubre de 1998 el Juzgado Instructor resolvi acumular jurdicamente ambos procesos y la causa Videla qued registrada bajo el N 9841/98. El Juzgado instructor finalmente elev estos autos para que sean juzgadas las conductas por las que fueron procesados Cristino Nicolaides, Rubn Oscar Franco, Reynaldo Benito Bignone, Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta, Santiago Omar Riveros y Hctor Antonio Febres, consistentes en la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores de diez aos y supresin del estado civil, habiendo quedado registrados en este Tribunal bajo el n 1.351; ello con fecha 31 de mayo de 2007. Durante el trmite en esta etapa del proceso, con anterioridad a la fijacin de la audiencia de debate oral y pblico, el imputado Hctor Antonio Febrs falleci el da 10 de diciembre de 2007; mientras que el imputado Cristino Nicolaides, luego de haber sido suspendido a su respecto el proceso por incapacidad sobreviviente art. 77 del CPPN, tambin falleci el da 22 de enero de 2011. Con respecto al imputado Jos Antonio Suppicich, el Juzgado instructor dict con fecha 22 de enero de 1999 la falta de mrito, no habiendo sido elevada la presente causa a su respecto. En lo atinente al imputado Jorge Ral Vildoza, fue declarado rebelde por el Juzgado Instructor con fecha 3 de febrero de 1999; situacin en la que se encuentra al da de la fecha. Respecto del imputado Juan Bautista Sasiai, el Juzgado instructor resolvi con fecha 19 de noviembre de 2004, suspender el trmite de la causa
por incapacidad sobreviviente -art. 77 del C.P.P.N., habiendo fallecido el 28 de febrero de 2006. Tampoco fueron elevados estos actuados respecto de Eduardo Massera, por haberse suspendido, con fecha 1 de febrero de 2005, el proceso por incapacidad sobreviviente art. 77 del CPPN-. tambin falleci, el 8 de noviembre de 2010. Tambin ha fallecido el 21 de junio de 2005- el imputado Carlos Guillermo Surez Mason. Finalmente, respecto de Albano Eduardo Harguindeguy, ste no fue llamado a indagatoria. Finalmente, Massera
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Causa n 1499: Con fecha 23 de septiembre de 1985, se present el Secretario de Desarrollo Humano y Familia del Ministerio de Salud y Accin Social de la Nacin, Enrique de Vedia, juntamente con la letrada patrocinante Dra. Mirta Felisa Bokser, formulando denuncia penal contra Norberto Atilio Bianco, Nilda Susana Wehrli, Carlos Alberto Raffineti y Ovidio Horacio lvarez, para que se investigara respecto de los nombrados la posible comisin de los delitos previstos en los artculos 139 y 293 del Cdigo Penal, de los que podran haber sido victimas los menores inscriptos como hijos del matrimonio BiancoWehrli, a saber: Carolina Susana Bianco y Pablo Hernn Bianco. Dijo en esa oportunidad, que en el Hospital Militar de Campo de Mayo, entre los aos 1976 y 1980, se llevaba a cabo una metodologa con los hijos que tenan las mujeres secuestradas y embarazadas, por parte de los Dres. Caserotto y Bianco en su carcter de mdicos de dicho nosocomio. As fue que se formaron actuaciones las que tramitaron originalmente ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Penal nro. 1 de San Isidro, bajo el nro. 1284/85. Un mes despus, se present en la causa Abel Madariaga, solicitando ser tenido como particular damnificado; habiendo sido tenido en tal carcter el 13 de mayo de 1986. Manifest en su presentacin que su pareja
Silvia Mnica Quintela haba sido secuestrada el 17 de enero de 1977 en la localidad de Florida, Buenos Aires; estando embarazada de 3 meses; habiendo dado a luz aproximadamente en septiembre de 1977. En ese sentido, se refiri a que dicha circunstancia poda ser corroborada por los testigos Juan Carlos Scarpatti y Beatriz Castiglioni de Covarrubias. El 28 de octubre de 1985 el Juzgado interviniente se declar incompetente para continuar interviniendo, y remiti las actuaciones al Juzgado Federal en turno con asiento en San Martn, atento al lugar donde habran sido cometido los hechos y la materia investigada (art. 3, incisos 3 y 4 de la ley 48). Luego de haberse realizado las medidas de prueba requeridas, el Juzgado Federal de San Isidro -con jurisdiccin en San Martn- orden el llamado a indagatoria y la captura de Norberto Atilio Bianco y Nilda Wehrli. Ello no sucedi en tal oportunidad, toda vez que se fugaron con destino a la Repblica del Paraguay. Finalmente, y luego de varios intentos por parte de la justicia de nuestro pas, el Estado Paraguayo concedi la extradicin de aquellos imputados. Con fecha 14 de marzo de 1997 se decret la prisin preventiva de Norberto Atilio Bianco y Nilda Wherli en orden a los delitos de retencin y ocultamiento de menores de 10 aos del poder de sus padres, en concurso real con falsificacin de documento pblico destinado a acreditar la identidad, en concurso ideal con supresin del estado civil. Pero un ao despus, el 9 de junio de 1998 el Juzgado Instructor resolvi que existan presunciones que suponan la existencia de un plan delictivo cuyo diseo y ejecucin exceda la directa intervencin de aqullos imputados, y que dicha circunstancia obligaba a ampliar el objeto procesal de la investigacin ante la posible existencia de un sistema ilegal ordenado por el Comandante en Jefe del Ejrcito entre los aos 1976/1980 destinado al deliberado apoderamiento de menores, y en consecuencia se orden la detencin de Jorge Rafael Videla a los efectos de recibirle declaracin indagatoria.
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Diez das despus, en atencin al avance de la investigacin, el Magistrado decret la clausura del sumario en relacin a Bianco y Wehrli, quedando pendiente de resolucin la situacin procesal de Caserotto, lvarez y Raffinetti, a la vez que orden la extraccin de testimonios y la formacin del legajo respectivo, y la recaratulacin de la presente causa como Videla, Jorge Rafael y otros s/ inf. arts. 139, 146 y 239 del CP. Finalmente, se dispuso el procesamiento y prisin preventiva de Jorge Rafael Videla. Para el 28 de marzo de 2006 el Sr. Fiscal Federal de Instruccin, Federico Delgado, solicit que se le ampliara la declaracin indagatoria a Videla y su procesamiento por los hechos por los cuales esa Fiscala solicit la elevacin a juicio en la causa Nicolaides por no existir dudas de la identidad
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subjetiva y objetiva entre ambos procesos. Cabe agregar que durante el transcurso de la causa fue tenida por querellante a la Dra. Alcira Ros como apoderada de la querella de Norma Quintela y Mara Victoria Moyano Artigas; y Mara Isabel Chorobik de Mariani, Elsa Pavn, Clara Mara Elsa Petrakos, Genoveva Dawson, Paula Eva Logares, Rosala Isabella Valenzi, y la Fundacin Anah por la Justicia, la Identidad y los Derechos Humanos con patrocinio letrado de los Dres. Alejo Ramos Padilla, -quien adems actu como apoderado- y Valeria Thus, estando su querella unificada; y a Abel Madariaga y a la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo representada por Estela de Carlotto , ambos representados por los letrados Alan Iud y Luciano Hazan. El 11 de agosto de 2008 las querellantes representadas por el Dr. Ramos Padilla formularon requerimiento de elevacin a juicio, oportunidad en la que le imputaron a Videla los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores en 22 hechos-, en concurso ideal con sustitucin de la identidad. El 25 de agosto de 2008, la Dra. Alcira Ros, formul requerimiento de elevacin a juicio de la presente causa. El 27 de agosto de 2008 hizo lo propio la querella representada por los Dres. Iud y Hazan, y finalmente el Sr. Fiscal Federal formul requerimiento de elevacin a juicio contra el imputado Videla el 22 de septiembre de 2008.
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El 10 de octubre de ese mismo ao, el Juzgado Instructor decret la clausura del sumario, dispuso la extraccin de testimonios por los casos que no integraron la presente y elev estos autos a conocimiento de este Tribunal, los que quedaran registrados bajo el N 1499.
Causa n 1584: El 19 de febrero de 2001 se present ante la Seccional N 7 de la PFA Armando Nicols Prez, hermano de Mara Hilda Prez, quien denunci que haba obtenido informacin de que su hermana, estando en cautiverio, haba dado a luz a una nia a la que nombr Victoria. Dicha denuncia fue ratificada posteriormente en sede instructoria originando la causa nro. 2118/2001 que tramit por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 3, Secretara N 5 de esta ciudad. Fue as, que a fin de corroborar los extremos invocados, el 28 de febrero de 2001, el Sr. Fiscal Federal Federico Delgado formul requerimiento de instruccin en los trminos del art. 180 del CPPN solicitando una serie de medidas. Asimismo, el 17 de abril de 2001 se tuvo por querellante a la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo con patrocinio letrado de la Dra. Alcira Ros, aunque posteriormente se design a los Dres. Iud y Hazn en carcter de apoderados. Durante el curso de la investigacin el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand inform que en el marco de la causa A-7050 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad, se verific, a travs del examen de ADN realizado a quien se encontraba inscripta como Claudia Anala Leonora Azic, que la nombrada era en verdad hija de Jos Mara Donda y Mara Hilda Prez. Fue as, que a partir de los datos arrojados por la pesquisa se cit a prestar declaracin indagatoria al matrimonio compuesto por Juan Antonio Azic y Esther Abrego, -quienes figuraban en su partida de nacimiento como los padres biolgicos de la nombrada- y a Horacio Luis Pessino, mdico que habra firmado el certificado de nacimiento respectivo.
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Ahora bien, el 5 de junio de 2006 el Juzgado Instructor resolvi decretar el procesamiento de Juan Antonio Azic convirtiendo en prisin preventiva su detencin, mientras que respecto de Abrego y Pessino decret la falta de mrito de los nombrados. Dicho decisorio fue parcialmente confirmado por la Sala II de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal el 30 de agosto de 2006, aunque modific algunos puntos dispositivos en cuanto a la calificacin legal imputada. As las cosas, el da 6 de agosto de 2007 la querella de Abuelas de Plaza de Mayo formul requerimiento de elevacin a juicio de la presente causa contra el imputado Juan Antonio Azic. Lo propio hizo el Sr. Fiscal Federal de Instruccin el da 22 de
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octubre de 2007. Entre tanto se dispuso que la causa deba continuar su trmite por los restantes encausados, mediante el auto de fecha 25 de marzo de 2009, que decret la clausura de la instruccin y se dispuso la elevacin a juicio del presente expediente, el que inicialmente qued radicado ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad, hasta que el da 29 de junio de 2009 declar su incompetencia para seguir interviniendo en estos actuados y los remiti a este Tribunal por razones de identidad parcial del objeto procesal e ntima comunidad probatoria con la causa N 1351 del registro de estos estrados. As las cosas, la presente causa fue recibida en este Tribunal el da 6 de agosto de ese mismo ao. Finalmente, en cuanto a la imputada Esther Abrego, la nombrada falleci el da 7 de octubre de 2009, mientras que Horacio Luis Pessino an contina con falta de mrito.
Causa n 1604: La causa se inici a raz de una carta remitida por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo al Juzgado de Menores N 9 de esta ciudad, a fin de que dispusiera una serie de medidas respecto de nios registrados como NN los cuales podran resultar hijos de desaparecidos. As las cosas, advirtiendo el
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Juzgado mencionado que en esa carta se denunciaban delitos de carcter federal, el 1 de julio de 1982, resolvi declarar su incompetencia en razn de la materia. Una vez resuelta la contienda negativa de competencia que se haba planteado, la presente causa qued finalmente radicada ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad, bajo el N 11.684/1998 (A-124). En dicha causa tuvo por querellante a Carlos Alberto Vias, y posteriormente a Cecilia Pilar Fernndez Vias representada por la Dra. Alcira Ros. Tiempo despus fueron llamados a prestar declaracin indagatoria Emilio Eduardo Massera, Jorge Eduardo Acosta, Antonio Vaek y Hctor Antonio Febrs, siendo que el da 26 de diciembre de 2000 se dispuso convertir en prisin preventiva la detencin de Massera imputndole los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de Javier Gonzalo Penino Vias, en carcter de autor mediato, aunque posteriormente, el 14 de enero de 2005 se resolvi suspender parcialmente el proceso a su respecto por aplicacin del art. 77 del CP. Posteriormente, el 18 de mayo de 2005 el Juzgado Instructor resolvi convertir en prisin preventiva las detenciones de Acosta, Febrs y Vaek imputndoles los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un
menor de diez aos -Javier Gonzalo Penino Vias-, en concurso ideal con supresin del estado civil de un menor de diez aos. Asimismo, en dicho decisorio dispuso tambin declarar parcialmente la incompetencia de esa causa y remitir testimonios de la totalidad de ella al Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 7, Secretara N 13 de esta ciudad por conexidad con la causa N 10.326/96 Nicolaides. Dicha resolucin fue confirmada por la Sala I de la Cmara Federal de Apelaciones el 24 de mayo de 2006. Fue as que el expediente qued finalmente radicado ante el Juzgado mencionado precedentemente bajo el N de registro 8455/2006. As las cosas, el 29 de junio de 2006 el Juzgado Federal N 7 dispuso acumular jurdicamente esas actuaciones a la causa N 10.326/96, y el 5 de septiembre de ese mismo ao se cit a prestar declaracin indagatoria a Jorge Luis Magnacco, siendo que su situacin procesal fue definida el 14 de
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diciembre de 2006, fecha en la que se dispuso la prisin preventiva de Magnacco en orden a los delitos de sustraccin, ocultacin y retencin de un menor de diez aos, en concurso ideal con supresin de estado civil de un menor de diez aos. Ahora bien, el da 9 de junio de 2009 la querella patrocinada por la Dra. Alcira Ros formul requerimiento de elevacin a juicio de la presente causa contra los imputados Vaek, Acosta y Magnacco. Lo propio hizo el Sr. Fiscal Federal de Instruccin el da 19 de junio de 2009 por los mismos imputados. Finalmente, por auto de fecha 28 de agosto de 2009 se resolvi la clausura de la instruccin disponindose la elevacin a juicio de los presentes actuados.
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As las cosas, la presente causa fue recibida en este Tribunal el da 5 de octubre de ese mismo ao. Cabe agregar que Hctor Antonio Febrs fue sobresedo el da 15 de agosto de 2008 por el Juzgado Instructor a raz de su fallecimiento comprobado. Causa n 1730: La presente causa se inici a raz de la extraccin de testimonios dispuesta el da 18 de noviembre de 2004 en el marco de la causa N 10.326/96 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 7, Secretara N 13 de esta ciudad. Fue as que mediante el sorteo de rigor efectuado por la Cmara Federal de Apelaciones result desinsaculado el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 10 de esta ciudad, el cual recibi las presentes actuaciones el 29 de noviembre de 2004, las que quedaron registradas bajo el N 16.983/2004. As las cosas, el 17 de marzo de 2005, el Sr. Fiscal Federal, Dr. Carlos Cearras, formul requerimiento de instruccin en los trminos del art. 180 del CPPN solicitando una serie de medidas, las que una vez cumplimentadas motivaron el auto de fecha 19 de febrero de 2007 mediante el cual el Sr. Magistrado Instructor dispuso la detencin de Haydee Julia Campo y Eduardo Alfredo Ruffo. Este ltimo prest declaracin indagatoria el 22 de
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febrero de 2007, mientras que Campo hizo lo propio recin el 11 de abril de ese mismo ao. Cabe agregar que el Comisario Osvaldo Armando Parodi, esposo de Campo, no fue citado puesto que existan constancias de su fallecimiento, ocurrido el 28 de diciembre de 2003. El 28 de marzo de 2007 el Juzgado Instructor dict el auto de procesamiento con prisin preventiva de Eduardo Alfredo Ruffo y el 12 de abril de 2007 dispuso la falta de mrito de Haydee Julia Campo, decisorio que fue confirmado por la Sala I de la Cmara Federal de Apelaciones el 19 de julio de 2007. Durante el transcurso de la investigacin tambin se pidi la extradicin de los uruguayos Jos Nino Gavazzo Pereira, Ramn Daz Olivera, Luis Alfredo Maurente Mata, Ernesto Soca, Juan Manuel Cordero Piacentn, Juan Antonio Rodrguez Burati y Jos Ricardo Arab. As el 1 de octubre de 2008 el Sr. Fiscal Federal Dr. Jorge Felipe Di Lello formul requerimiento de elevacin a juicio por Ruffo a la vez que solicit la extraccin de testimonios de la presenta causa para continuar la pesquisa respecto de los dems personas que hubieran intervenido en el ilcito investigado. Y por auto de fecha 5 de octubre de 2010 se decret la clausura de la instruccin y remisin del expediente a juicio. Pero adems, se dispuso el sobreseimiento de Campo en orden al delito imputado y la extraccin de testimonios para continuar la investigacin. As las cosas, la causa fue primeramente elevada al Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad, quedando inicialmente radicada con el N 1870. Dicha judicatura resolvi el 11 de noviembre de 2010 declarar su incompetencia para intervenir en el marco de la presente causa y remitirla a este Tribunal por razones de conexidad con la causa N 1351. Finalmente, este expediente se remiti a conocimiento de estos estrados el 30 de noviembre de 2010, fecha en la que se registr con el N 1730, y el 7 de febrero de 2011 se resolvi aceptar la competencia atribuida.
Causa n 1772:
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La presente causa se inici a raz de una denuncia formulada por la Presidenta de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto el da 16 de febrero de 2010, la cual daba cuenta de que se haba presentado en esa institucin una persona inscripta como Alejandro Ramiro Gallo junto a Ins Susana Colombo, siendo probable que el primero se tratara del hijo de Silvia Mnica Quintela Dallasta, quien estuvo cautiva en El Campito (Campo de Mayo) y Abel Pedro Madariaga, denuncia que fue ratificada ante Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, Provincia de Buenos Aires en la misma fecha, y que motiv el inicio de la causa N 3063/10. A fin de comprobar los extremos invocados en aqulla presentacin, el 18 de febrero de ese mismo ao el Sr. Fiscal Federal formul requerimiento de instruccin en los trminos del art. 180 del CPPN, a la vez
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que solicit una serie de diligencias. A partir del resultado de stas se cit a prestar declaracin indagatoria a Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, y posteriormente el Sr. Fiscal ampli su pretensin punitiva contra quien apareca como firmante del certificado de nacimiento del nombrado Alejandro Ramiro Gallo, Luisa Yolanda Arroche de Sala Garca. Entre tanto, se tuvo por querellante a la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, con patrocinio letrado del Dr. Alan Iud. As las cosas, por auto de fecha 5 de marzo de 2010 el Juzgado Instructor dispuso el procesamiento de Ins Susana Colombo, respecto de la cual se orden su inmediata libertad, y Vctor Alejandro Gallo, ste ltimo con prisin preventiva en orden a los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos y supresin de identidad, todos ellos en concurso ideal y en calidad de coautores, y adems a Gallo se le reproch el delito de falsedad ideolgica de documento pblico y documento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas, bajo la modalidad de hacer insertar-, en concurso ideal y en calidad de autor. El da 11 de marzo de 2010 se tuvo por querellante a Abel Pedro Madariaga con patrocinio letrado de los Dres. Alan Iud y Mariano Gaitn. Por otra parte, el 29 de abril de 2010 la Sala II de la Cmara Federal de San Martn confirm el auto de procesamiento aludido y la prisin preventiva de Gallo.
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Mientras tanto, el 4 de junio de 2010 el Juzgado Instructor dict la falta de mrito de Luisa Yolanda Arroche de Sala Garca. Ahora bien, el 5 de julio de 2010 el Dr. Alan Iud, letrado patrocinante de la querella de Abel Madariaga y apoderado de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, formul requerimiento de elevacin a juicio de la presente causa por los imputados Gallo y Colombo. Con posterioridad formul requerimiento de elevacin a juicio por los mismos imputados el Sr. Fiscal Federal de Instruccin, Dr. Sebastin Lorenzo Basso. As las cosas, la causa fue primeramente elevada al Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2 de San Martn, Provincia de Buenos Aires, quedando inicialmente radicada con el N 2546. Entre tanto, el 4 de febrero de 2011, las querellas, a travs del Dr. Iud plantearon que ese Tribunal Oral se inhibiera de seguir conociendo en el marco de la causa y declinara su competencia para que continuara entendiendo esta judicatura por existir conexidad con las causas N 1351 y 1499 del registro de este Tribunal. Fue as que el 3 de marzo de 2011, este Tribunal resolvi hacer lugar al planteo formulado por las querellas y declarar su competencia, lo que culmin con el dictado de la resolucin del da 14 de marzo de 2011 por la cual el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2 de San Martn declar su incompetencia para seguir interviniendo en esta causa, y su remisin a este Tribunal. Finalmente, este expediente se remiti a conocimiento de estos estrados el 4 de abril de 2011, fecha en la que se registr con el N 1772 y fue aceptada la competencia.
A. Causa nro. 1351: Que a fs. 14.542bis/14.574 se encuentra agregado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Fiscal Federal en los trminos de los arts. 346 y 347 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin.
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En dicha oportunidad, el Sr. Fiscal imput a Reynaldo Benito Antonio Bignone, en su condicin de Presidente de la Nacin durante la ltima Junta Militar del denominado Proceso de Reorganizacin Nacional desde el 1 de julio de 1982 hasta el 10 de diciembre de 1983 y, a Rubn Oscar Franco, como Integrante de la ltima Junta Militar y Comandante en Jefe de la Armada desde el 19 de octubre de 1982 hasta el 10 de diciembre de 1983, haber participado de la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores as como de la sustitucin de sus identidades en los casos de los hijos de: 1) Patricia Julia Roisinblit; 2) Mara del Carmen Moyano de Poblete; 3) Liliana Clelia Fontana; 4) Mara Hilda Prez de Donda; 5) Ana Castro; 6) Susana Leonor Siver de Reinhold; 7) Miriam Ovando; 8) Liliana Carmen Pereyra; 9) Mara Graciela Tauro; 10) Susana Beatrz Pegoraro; 11) Alicia Elena Alfonsn de Cabandi; 12)
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Silvia Dameri; 13) Norma Tato; 14) Silvia Mnica Quintela Dallasta; 15) Mara Elosa Castellini; 16) Stella Maris Montesano de Ogando; 17) Gabriela Carriquiriborde; 18) Ada Cecilia Sanz Fernndez; 19) Mara Asuncin Nilo de Moyano; 20) Yolanda Iris Casco Ghelpi de DEla; 21) Mnica Sofa Grinspon; 22) Ins Beatriz Ortega de Fossati; 23) Elena De la Cuadra; 24) Laura Estela Carlotto; 25) Mara Elena Isabel Corvaln de Surez Nelson; 26) Sara Rita Mndez Lompodio; 27) Mara Claudia Garca Iruretagoyena; 28) Mara Emilia Islas Gatti; 29) y 30) Victoria Grisonas (dos hechos); 31) Hilda Ramona Torres; 32) Diana Esmeralda Teruggi; 33) Rosa Lujn Taranto de Altamiranda y 34) Gertrudis Marta Hlaczic (treinta y cuatro casos en total), por los cuales les atribuy carcter de autores mediatos penalmente responsables. Asimismo, la Fiscala imput a Antonio Vaek, haber participado, -en su condicin de Jefe del Comando de Operaciones Navales de la Armada-, en la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores, as como de la sustitucin de sus identidades, en los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano de Poblete; Liliana Clelia Fontana; Mara Hilda Prez de Donda; Ana Castro; Susana Leonor Siver de Reinhold; Miriam Ovando; Liliana Carmen Pereyra; Mara Graciela Tauro; Susana Beatrz Pegoraro y Alicia Alfonsn de Cabandi (diez casos en total), por los cuales le atribuy el carcter de autor mediato penalmente responsable. Ello, por cuanto en dicha condicin, entre el 4 de enero de 1977 y el
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22 de septiembre de 1978 el nombrado tuvo el comando operativo de la Escuela de Mecnica de la Armada. Por otra parte, el Sr.Agente Fiscal imput a Jorge Eduardo Acosta, en su condicin de Jefe de la Unidad de Inteligencia del Grupo de Tareas GT 3.3.2, haber participado de la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores as como de la sustitucin de sus identidades, en los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano de Poblete; Liliana Clelia Fontana; Mara Hilda Prez de Donda; Ana Castro; Susana Leonor Siver de Reinhold; Miriam Ovando; Liliana Carmen Pereyra; Mara Graciela Tauro; Susana Beatrz Pegoraro; Alicia Alfonsn de Cabandi y Patricia Julia Roisinblit (once casos en total), por los cuales se le atribuy el carcter de autor mediato penalmente responsable. A Santiago Omar Riveros, el Sr. Agente Fiscal le imput haber participado en la implementacin de la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores y supresin de identidades, en su condicin de Comandante de Institutos Militares, Jefe de Zona IV puesto que ocup desde el mes de septiembre de 1975 hasta el mes de febrero de 1979-, a cuyo cargo se encontraba el Centro Clandestino de Detencin de Campo de Mayo, en los casos de los hijos de: Norma Tato de Barrera y Silvia Mnica Quintela Dallasta (dos casos en total), por los cuales se le atribuy el carcter de autor mediato penalmente responsable. En todos los casos, la Fiscala seal que los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores concurran de manera real entre s, hacindolo a su vez en forma ideal con los que fueron calificados como supresin del estado civil y de la identidad (arts. 45, 54, 55, 146 y 139 inc. 2 -los dos ltimos segn la redaccin de la ley nro. 11.179- del Cdigo Penal de la Nacin). A esta altura, resulta pertinente sealar que en la misma oportunidad el Sr. Agente Fiscal se expidi en los trminos de los arts. 346 y 347 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin en relacin a los imputados Hctor Antonio Febrs y Cristino Nicolaides, sobre quienes este Tribunal se pronunci de conformidad con lo establecido en el art. 59, inciso 1 del Cdigo Penal de la Nacin, habindose extinguido la accin penal y sobresedo por
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muerte a los nombrados art. 361 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin (ver fs. 15.381 y fs. 16.389/16.390 respectivamente de la causa nro. 1351). Por otra parte, corresponde mencionar que mediante la
presentacin de fs. 14.967, el querellante particular Abel Pedro Madariaga hizo expresa su adhesin al requerimiento de elevacin formulado por el Sr. Representante del Ministerio Pblico Fiscal a fs.14.542bis/14.574. En virtud de los planteos formulados respectivamente a fs. 14.635/38 vta.- y 14.646/14.716 por los anteriores defensores particulares de los encausados Reynaldo Benito Antonio Bignone y Santiago Omar Riveros frente a la elevacin de la causa a juicio, el 23 de abril de 2007 el Sr. Juez Federal dict auto de elevacin a juicio y en orden a los hechos ilcitos por los cuales dictamin la Fiscala a tenor de los arts. 346 y 347 del Cdigo Procesal Penal de
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la Nacin (confr. fs. 15.024/15.068). Tambin aqu corresponde mencionar que, mediante resolucin dictada el 22 de septiembre de 2008 este Tribunal, con distinta integracin, resolvi declarar la nulidad parcial del requerimiento de elevacin a juicio de la Fiscala y del auto de elevacin a juicio de la causa nro. 1351 nicamente respecto al caso identificado en el primero con el nro. 7 Hija de Miriam Ovando y de Ren de Sanctis, legajo de la CONADEP nro. 6005" y de lo obrado en consecuencia, habindose remitido los testimonios de las piezas procesales pertinentes al Sr. Juez Federal que instruy en la causa v. fs. 158/166 del incidente de nulidad respectivo que corre por cuerda con la causa nro. 1351-. Asimismo, cabe destacar que, en virtud de lo dispuesto por este Tribunal a fs. 15.354/15.359 en su anterior integracin, por resolucin del 2 de mayo de 2008 fueron aceptadas las adhesiones de los querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Juan Gelman al requerimiento de elevacin a juicio formulado por la Fiscala a fs. 14.542bis/14.574. Por ltimo, en cuanto a los alcances reconocidos a una de las partes querellantes, resta mencionar que, por resolucin del 15 de febrero de 2011 el Tribunal resolvi hacer lugar al pedido formulado por Francisco Madariaga Quintela a fs. 16.229/16.234 y reconocerle el carcter de querellante, quedando unificada su representacin en la querella que hasta ese momento vena siendo ejercida por Abel Pedro Madariaga en la causa nro. 1351 y hacer extensiva su condicin de querellante en el proceso nro. 1499
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Videla, Jorge Rafael s/supresin del estado civil de un menor de diez aos, quedando incorporado a la querella que en dicho proceso vena ejerciendo Abel Madariaga y que tambin se unific en ste ltimo (v. fs. 16.249/16.251 del expediente nro. 1351).
B. Causa nro. 1499: A fs. 15.188/15.228 se encuentra agregado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por los querellantes Mara Isabel Chorobik de Mariani (quien tambin acta en su condicin de Presidenta de la Fundacin Anah por la Justicia, la Identidad y los Derechos Humanos), Elsa Beatrz Pavn, Clara Mara Elsa Petrakos, Paula Eva Logares, Mirta Baravalle, Rosaria Isabella Valenzi y Genoveva Dawson de Teruggi, con el patrocinio letrado del Dr. Alejo Ramos Padilla, donde imputaron a Jorge Rafael Videla, haber intervenido en el carcter de autor mediato de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores en concurso ideal con el de sustitucin de la identidad en los casos de: Clara Anah Mariani; Mariana Zaffaroni Islas; Hilda Victoria Montenegro y de los hijos de Ins Beatrz Ortega de Fossati; Elena De La Cuadra; Mara Elosa Castellini; Stella Maris Montesano de Ogando; Gabriela Carriquiriborde; Mnica Sofa Grinspon de Logares (Paula Eva Logares); Yolanda Iris Casco Ghelpi de DEla; Mara Asuncin Artigas Nilo de Moyano (Mara Victoria Moyano Artigas); Ada Cecilia Snz Fernndez; Laura Estela Carlotto; Mara Elena Isabel Corvaln de Surez Nelson; Mara Claudia Garca Iruretagoyena; Victoria Luca Grisonas (Anatole y Eva Julien Grisonas); Liliana Delfino; Norma Tato de Barrera; Silvia Mnica Quintela Dallasta y Rosa Lujn Taranto de Altamiranda (arts. 45, 54, 55, 139 inciso 2 y 146 del Cdigo Penal de la Nacin). Asimismo, a fs. 15.241/15.244 y 15.316/15.319 la apoderada de las querellantes Norma Quintela Dallasta y Mara Victoria Moyano Artigas, Dra. Alcira Elizabeth Ros, requiri la elevacin de la causa a juicio, oportunidad en la cual postul que la conducta desplegada por Jorge Rafael Videla encuadraba legalmente en los artculos 146, 139 segundo prrafo- 141 y 142 bis del Cdigo Penal de la Nacin, atribuyndole el carcter de autor penalmente responsable.
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Por otra parte, a fs. 15.249/15.312 los querellantes Abel Pedro Madariaga y la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo representados por los Dres. Luciano Hazn y Alan Iud formularon requerimiento de elevacin de la causa a juicio respecto de Jorge Rafael Videla por considerarlo autor mediato de los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de menores de diez aos reiterado en veintin oportunidades; retencin y ocultamiento de un menor de diez aos (un hecho) y alteracin del estado civil de un menor de diez aos reiterado en ventids oportunidades, los cuales concurran en forma real entre s (arts. 45, 146 segn ley nro. 24.410, 139 inciso 2- segn ley nro. 11.179- del Cdigo Penal de la Nacin); en relacin a los casos de: Mariana Zaffaroni Islas; Carlos Rodolfo DEla; Hilda Victoria Montenegro; Pablo Hernn Casariego Tato; Leonardo Fossati Ortega; Paula Eva Logares; Mara
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Victoria Moyano Artigas; Carmen Gallo Snz; Natalia Surez Nelson Corvaln; Simn Antonio Riquelo; Macarena Gelman Garca Iruretagoyena; Anatole Boris Julien Grisonas; Victoria Eva Julien Grisonas; Mara Beln Altamiranda Taranto; Clara Anah Mariani y los hijos de: Elena De La Cuadra; Mara Elosa Castellini; Stella Maris Montesano de Ogando; Gabriela Carriquiriborde; Laura Estela Carlotto; Liliana Delfino y Silvia Mnica Quintela Dallasta. A fs. 15.329/15.358 luce glosado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Fiscal Federal, en el cual consider que se hallaba concluida la etapa instructoria y que las pruebas colectadas durante la sustanciacin del sumario gozaban de entidad suficiente y as imput a Jorge Rafael Videla haber participado, en su condicin de Comandante en Jefe del Ejrcito Argentino entre el 24 de marzo de 1976 y el 31 de julio de 1978 de la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores (veintin casos) en concurso real entre s, los cuales a su vez concurran en forma ideal con el delito de sustitucin de identidad (en veintin casos) tratndose de los hijos de: 1) Norma Tato y de Jorge Casariego; 2) Silvia Mnica Quintela Dallasta y de Abel Pedro Madariaga; 3) Mara Elosa Castellini y de Constantino Petrakos; 4) Stella Maris Montesano de Ogando y de Jorge Oscar Ogando; 5) Gabriela Carriquiriborde y de Jorge Orlando Repetur; 6) Ada Cecilia Sanz Fernndez y de Eduardo Gallo Castro; 7) Mara Asuncin Artigas Nilo de Moyano y de Alfredo Moyano; 8) Yolanda Iris Casco Ghelpi y Julio Csar DEla; 9) Mnica
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Sonia Grinspon y de Claudio Logares; 10) Ins Beatrz Ortega y Rubn Leonardo Fossati; 11) Elena De la Cuadra y de Hctor Carlos Baratti; 12) Laura Estela Carlotto; 13) Mara Elena Corvaln de Surez Nelson y de Mario Csar Surez Nelson; 14) Sara Rita Mndez Lompodio y de Mauricio Gatti Antua; 15) Mara Claudia Garca Iruretagoyena y de Marcelo Gelman; 16) Mara Emilia Islas Gatti y de Jorge Roberto Zaffaroni Castilla; 17) y 18) Victoria Grisonas y de Roger Julien; 19) Hilda Ramona Torres y de Roque Orlando Montenegro; 20) Diana Esmeralda Teruggi de Mariani y de Daniel Mariani; 21) Rosa Lujn Taranto de Altamiranda y de Horacio Antonio Altamiranda; por los cuales le atribuy el carcter de autor mediato penalmente responsable (arts. 45, 54, 146, 139 inc. 2 -segn ley nro. 24.410- y 293 primer y segundo prrafo- en funcin del 292 primer y segundo prrafo- ambos segn ley nro. 20.642, del Cdigo Penal de la Nacin).
C. Causa nro. 1584: A fs. 1695/1713 se encuentra agregado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por los Dres. Luciano Hazn y Alan Iud en representacin de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, donde imputaron a Juan Antonio Azic la comisin de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con la supresin de su identidad y falsedad ideolgica de documento pblico en el carcter de autor penalmente responsable y falsedad ideolgica de documento pblico en calidad de coautor penalmente responsable, concurriendo los dos ltimos en forma real entre s (arts. 45, 54, 55, 139 inciso 2 y 146 -texto segn ley nro. 24.410- y 293 del Cdigo Penal de la Nacin). A fs. 1756/1768 luce glosado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Fiscal Federal, en el cual consider que se hallaba concluida la etapa instructoria y tuvo por probado que Juan Antonio Azic retuvo y ocult a la menor Victoria Donda Prez, sustrada del poder de sus padres biolgicos y procedi a su inscripcin en el Registro Civil y Capacidad de las Personas como su hija biolgica bajo el nombre de Claudia Anala Leonora Azic, imputndole en definitiva la comisin de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con falsedad
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ideolgica de documento pblico (dos hechos), atribuyndole el carcter de autor penalmente responsable (arts. 45, 54, 146 y 293 del Cdigo Penal de la Nacin). En virtud de la oposicin formulada a fs. 1796/1803 por la defensa oficial de Juan Antonio Azic para la elevacin de la causa a juicio, en la cual solicit adems su sobreseimiento, con fecha 25 de marzo de 2009 el Sr. Juez Federal decret la clausura de la instruccin y dispuso elevar la causa a juicio a su respecto, en orden a los hechos ilcitos por los cuales la Fiscala se pronunciara en los trminos de los arts. 346 y 347 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin (confr. fs. 1868/1880).
A fs. 5107/5110 se encuentra agregado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por la Dra. Alcira Elizabeth Ros, en representacin de los querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Carlos Vias, donde imput a Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta y Jorge Luis Magnacco la comisin de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos sustrado, en concurso real con el de supresin de identidad, atribuyndoles carcter de autores mediatos penalmente responsables (arts. 45, 55, 139 inciso 2( y 146 del Cdigo Penal de la Nacin). A fs. 5112/5123 luce glosado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Fiscal Federal, oportunidad en la cual consider que se hallaba concluida la etapa instructoria y que las pruebas colectadas durante la sustanciacin del sumario gozaban de entidad suficiente para imputar a Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta y Jorge Luis Magnacco, en sus condiciones de Jefe del Comando de Operaciones Navales el primero, Jefe de la Unidad de Tareas GT 3.3.2. el segundo y Oficial Mdico Naval destinado en la E.S.M.A el tercero, haber participado en la sustraccin, retencin y ocultamiento as como en la sustitucin de la identidad del menor Javier Gonzalo Penino Vias (hijo de Cecilia Vias y Hugo Alberto Penino), delitos que concurran en forma ideal y por los cuales les atribuy el carcter de autores mediatos penalmente responsables (arts. 45, 54, 146, 139 inc. 2, -ambos segn ley nro. 11.179- del Cdigo Penal de la Nacin).
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En virtud de los planteos formulados a fs. 5125 y 5138/5152 por la anterior defensa particular de Antonio Vaek y Jorge Luis Magnacco y por la defensa oficial de Jorge Eduardo Acosta frente a los requerimientos de elevacin de la causa a juicio, en cuya ltima presentacin adems se inst el sobreseimiento del ltimo de los nombrados, el 28 de agosto de 2009 el Sr. Juez Federal dict el auto de clausura de la instruccin y orden la elevacin de la causa a juicio en relacin a esos imputados y en orden a los hechos ilcitos por los cuales la Fiscala requiri la elevacin a juicio (confr. fs. 5155/5158).
E. Causa nro. 1730: A fs. 1132/1144 se encuentra agregado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Agente Fiscal donde, de acuerdo con la descripcin de los hechos y el anlisis de las pruebas colectadas que all efectuara, imput a Eduardo Alfredo Ruffo la comisin de los delitos de sustraccin y ocultamiento de un menor de diez aos de edad, en el carcter de autor penalmente responsable (arts. 45 y 146 del Cdigo Penal de la Nacin), habiendo establecido la intervencin de Ruffo en el ilcito investigado a partir de la sustraccin del menor Simn Riquelo de la esfera de custodia de su madre Sara Rita Mndez, el 13 de julio de 1976, con su posterior ocultamiento a sus padres biolgicos. En virtud de la oposicin formulada a fs. 1158/1167 por la defensa particular del encausado Eduardo Alfredo Ruffo para la elevacin de la causa a juicio y en la cual adems solicit su sobreseimiento, el Sr. Juez Federal dict auto de elevacin a juicio con fecha 5 de octubre de 2010, en el cual resolvi no hacer lugar al sobreseimiento deducido y elevar la causa a la siguiente etapa en relacin a Ruffo en orden a los hechos ilcitos descriptos en el requerimiento fiscal de elevacin a juicio (confr. fs. 1440/1478).
F. Causa nro. 1772: A fs. 1437/1441 luce glosado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Fiscal Federal, en el cual consider que se hallaba concluida la etapa instructoria y que las pruebas colectadas durante la sustanciacin del sumario gozaban de entidad suficiente para imputar a Vctor
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Alejandro Gallo la comisin de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos sustrado, la supresin de su identidad, y la falsedad ideolgica de un documento pblico y falsedad ideolgica de un documento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas en el carcter de autor penalmente responsable, concurriendo todos ellos en forma ideal entre s (arts. 45, 54, 146, 139 inc. 2 -segn ley nro. 24.410- y 293 primer y segundo prrafo- en funcin del 292 primer y segundo prrafo- ambos segn ley nro. 20.642, del Cdigo Penal de la Nacin), a la vez que imput a Ins Susana Colombo la comisin de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos sustrado y la supresin de su identidad, ambos en concurso ideal, atribuyndole el carcter de coautora penalmente responsable (arts. 45, 54, 146 y 139 inc. 2 del Cdigo Penal de la Nacin).
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Por otra parte, a fs. 1407/1421 se encuentra agregado el requerimiento de elevacin a juicio formulado por los querellantes Abel Pedro Madariaga y la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, en el cual imputaron a Vctor Alejandro Gallo la comisin de los delitos de ocultacin y retencin de un menor de diez aos previamente sustrado en el carcter de coautor penalmente responsable, en concurso real con falsedad ideolgica de documento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas (dos hechos), en concurso real con falsedad ideolgica de documento pblico, concurriendo el ltimo en forma ideal con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos, atribuyndole por los ltimos el carcter de autor penalmente responsable (arts. 45, 55, 139 inciso 2, 146 -texto segn ley nro. 24.410- y 293 prrafos primero texto segn ley nro. 11.179- y segundo segn ley nro. 20.642- del Cdigo Penal de la Nacin); mientras que a Ins Susana Colombo le atribuyeron la comisin de los delitos de ocultacin y retencin de un menor de diez aos previamente sustrado, en concurso real con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos, en el carcter de coautora penalmente responsable (arts. 45, 55, 139 inciso 2 -texto segn ley nro. 11.179- y 146 -texto segn ley nro. 24.410-del Cdigo Penal de la Nacin). G. Apertura del debate: El da 28 de febrero de 2011, luego de haberse dado lectura de los
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requerimientos de elevacin a juicio formulados en los procesos nros. 1351; 1499; 1584 y 1604 como asimismo, de los autos de elevacin a juicio en los casos respectivos, se declar formalmente abierto el debate, habindose llevado a cabo las audiencias de juicio oral y pblico que prev el art. 359 del Cdigo de rito, las cuales han sido completamente filmadas e integran las actas de juicio segn fue resuelto por el Tribunal en igual fecha, quedando dicha decisin plasmada en el acta de juicio inicial.
H. Cuestiones preliminares: El 15 de marzo de 2011 y, de conformidad con lo previsto en el art. 376 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, fueron planteadas las cuestiones que a continuacin sern enunciadas, las cuales han quedado plasmadas en el acta de debate respectiva, como as tambin, lo resuelto por el Tribunal en consecuencia, el da 21 del mismo mes y ao, por lo cual nicamente se mencionarn aqullas observando el orden y la indicacin de las partes que las instaron. En primer lugar, hizo un planteo el Sr. Defensor Oficial ad hocDr. Eduardo Chittaro en representacin de Jorge Eduardo Acosta; al cual adhirieron los Defensores Oficiales ad hoc- Dres. Nicols Toselli por los imputados Antonio Vaek y Santiago Omar Riveros; el defensor particular Dr. Alfredo Battaglia por Rubn Oscar Franco; y los Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio por Jorge Rafael Videla; Reynaldo Benito Antonio Bignone y Jorge Luis Magnacco, habiendo introducido la ltima defensa oficial otra cuestin preliminar que ser luego especificada. Al momento de pronunciarse, el Dr. Chittaro postul la existencia de cuestiones pendientes de ser resueltas por la Cmara Federal de Casacin Penal que, a su entender, obstaban el inicio del debate, consistiendo ellas en: 1) Un pedido de recusacin dirigido a los Sres. Jueces. Mara del Carmen Roqueta y Julio Luis Panelo; 2) Las impugnaciones efectuadas contra las decisiones de la Presidencia de la Cmara Federal de Casacin Penal, sobre las designaciones de los Sres. Jueces Domingo Luis Altieri para integrar el Tribunal en reemplazo del Dr. Jos Valentn Martnez Sobrino quien se haba excusado de intervenir
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en estos procesos, y de Pablo Garca De La Torre como Juez sustituto y; 3) Un planteo de nulidad promovido contra la providencia dictada a fs. 15.490 de la causa nro. 1351 (que orden correr la vista establecida en el artculo 354 del C.P.P.N. a las partes querellantes que no haban requerido la elevacin de la causa a juicio). Sobre la base de dichas circunstancias, la defensa oficial solicit la suspensin del debate en virtud de lo previsto por el artculo 353 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin. Cabe decir, en lo atinente al ltimo de los puntos precedentemente sealados y ms all de la adhesin a la propuesta de su colega Dr. Chittaro, que los defensores oficiales de los imputados Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Antonio Bignone y Jorge Luis Magnacco, Dres. Fillia y Di Meglio
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adems solicitaron el apartamiento de los querellantes particulares Juan Gelman y Cecilia Pilar Fernndez de Vias en la causa nro. 1351, requiriendo con carcter subsidiario que el Tribunal efecte una declaracin sobre las partes intervinientes en cada uno de los procesos y su alcance en ellos. En la audiencia del da 21 de marzo de 2011 el Tribunal resolvi: RECHAZAR las cuestiones preliminares introducidas por los defensores de los imputados Acosta, Vaek, Riveros, Videla, Bignone, Magnacco y Franco y TENER PRESENTES las reservas del Caso Federal y de recurrir en Casacin, decisin que, con sustento en los fundamentos all enunciados, integr el acta de juicio del da sealado.
III. DECLARACIONES INDAGATORIAS: El da 22 de marzo de 2011, la Sra. Presidenta interrog a cada uno de los imputados sobre su voluntad de prestar declaracin indagatoria en relacin a los hechos sometidos a juicio, habindoles informado sobre el derecho que les asista de negarse a hacerlo sin que ello implique presuncin alguna en su contra, e informndoles que el debate continuara no obstante su negativa. Concedida la palabra a cada uno de los imputados, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Rubn Oscar Franco, Santiago Omar Riveros, Antonio Vaek, Juan Antonio Azic y Jorge Luis Magnacco hicieron uso de su
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derecho de negarse a declarar, por lo cual se dio lectura de sus respectivas declaraciones indagatorias prestadas con anterioridad en el proceso, a continuacin individualizadas. En consecuencia, fueron ledas las declaraciones indagatorias de Reynaldo Benito Antonio Bignone obrantes a fs. 3590/3598 y sus ampliaciones de fs. 5525/5555 vta. y 10.725/10.728, del escrito presentado por el nombrado a fs. 10.899/10.896 y de la declaracin indagatoria de fs. 10.959/10.961; de Santiago Omar Riveros obrante a fs. 7.724/7.742 de la causa nro. 1351; de Antonio Vaek obrante a fs. 3.136/3.143 y su ampliatoria de fs. 5.504/5.506, de la causa n 1.351 y de la obrante a fs. 3.253/3.256 de la causa n 1.604; de Rubn Oscar Franco obrantes a fs. 3269/3275, 5520/5524 y 10.784/10.787, de la causa n 1.351; de Jorge Eduardo Acosta obrantes a fs. 3.298/3.306 y sus ampliaciones de fs. 3.313/3.327 y 5.512/5.515, todas ellas de la causa n 1.351, como as tambin la que se encuentra agregada a fs. 3.241/3.242 de los autos n 1.604; de Jorge Luis Magnacco obrante a fs. 4837/4838 de la causa n 1.604 y de la declaracin indagatoria brindada a fs. 1.102/1.107 de la causa n 9.298/00 caratulada Gmez, Francisco y otro s/sustraccin de un menor de diez aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 4 de esta ciudad. En el caso del imputado Acosta, ha de decirse que en un primer momento dijo que no deseaba declarar, sin perjuicio de lo cual, luego de haberse ledo sus declaraciones indagatorias prestadas con anterioridad en la causa, efectu algunas precisiones. Concedida la palabra a Jorge Eduardo Acosta, comenz diciendo que en sus anteriores declaraciones haba excedido el objeto por el cual se lo haba indagado, y que hizo ello en la creencia de que las grandes vctimas de ese doloroso suceso, de haber existido, necesitaban conocer la verdad, merecan una explicacin, motivo por el cual aport lo que saba, todo lo que pudo, y que pese a ello se encontraba privado de su libertad para afrontar su responsabilidad penal ante la justicia, rectificando la nocin a la que aluda el documento de Naciones Unidas que cit, que refera a las responsabilidades polticas por los sucesos investigados, tras lo cual insisti en que en el ao 1998 haba declarado a fin de aportar a la verdad y que su discurso no deba escapar
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al buen criterio, inclusive, de aqullos que ..lo vienen persiguiendo de hace mucho tiempo expresando que vea afectado su estado de defensa porque al mismo tiempo estaba siendo sometido a otro proceso que, en su opinin, resultaba conexo con esta causa, por cuestiones objetivas y subjetivas, circunstancia que ya haba advertido en el expediente a travs de una carta que el declarante envi a sus abogados defensores. Prosigui relatando que con sus declaraciones se haba llegado a la verdad y que haban aparecido nios en manos de ciertos apropiadores. Aludi al episodio que vivi en 1998 cuando fue interceptado en Pinamar por el terrorista Bonasso (sic), quien lo haba daado en todo aspecto, poniendo todo en su contra y la prensa difundi toda clase de mentiras, responsabilizndolo a l de todo lo que haba sucedido en la E.S.M.A,
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endilgndole responsabilidad por haber sido Comandante del Grupo de Tareas 3.3.2, lo cual no era cierto, luego de lo cual dijo que por ms que me odien..(sic) no poda iniciarse ningn debate frente a esa mentira por la cual ..no iban a llegar a nada..(sic) y que ..ellos haban venido de un escaln muy superior al de una Unidad de Tareas por lo cual no poda cargarse a las Fuerzas Armadas con la tacha de un Plan de apropiacin de menores, aceptando el dicente que hubo ..unos que se quedaron con menores y que esos seores tendrn sus razones o no, haban delinquido. Luego, manifest su dolor y reconocimiento a las vctimas de esos hechos, de ambos lados.., insistiendo en el exceso en el que incurri en su anterior declaracin para que se llegara a la verdad y pese a ello, sus condiciones de detencin se haban agravado y su situacin le pareca arbitraria. Continu sosteniendo que era una falacia que hubo treinta mil desaparecidos y quinientos bebs sin aparecer, aunque el hecho de haber existido tan slo uno le pareca un escndalo, preguntndose hasta cuando se seguira afirmando una mentira as, ms all de que las cifras no fueran el verdadero problema. Preguntado que fue acerca del motivo de tal afirmacin, Acosta respondi que el error en la cantidad de desaparecidos fue reconocido por la Sra. Graciela Fernndez Meijide, quien integr la CONADEP, por lo cual en el informe titulado Nunca Ms no poda asegurarse tal cifra, porque todos los ndices que se manejaban hablaban de ocho mil u ocho mil novecientos
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desaparecidos, explicando que ms all de no poder brindar mayores precisiones al respecto, le pareca necesario que se acotara la cifra con la mayor justeza posible a fin de rendir homenaje a quienes haban sido vctimas de ambos lados, lo cual no le pareca que se haba hecho adecuadamente. Concretamente en relacin a la cifra de quinientos bebs que crey falsa, el declarante manifest que al respecto exista un estudio minucioso que concluy en que los nios sustrados eran veinticuatro. Asegur que no apelaba a la memoria ni a la historia, sino que quera que se descubriera la verdad para que se hiciera justicia. Preguntado acerca de si tuvo conocimiento de bebs nacidos en cautiverio en la E.S.M.A, Acosta respondi negativamente, y desconoci que algn agente de superior e inferior jerarqua a la de l se hubiera apropiado de algn beb, y en relacin con el hallazgo posterior a sus declaraciones indagatorias de algn joven afectado por los hechos del proceso, sostuvo que desconoca las circunstancias que rodearon tales sucesos. Por otra parte, neg que hubiera existido un sector destinado a una maternidad dentro de la E.S.M.A, como as tambin la presencia de mdicos navales especializados en ginecologa u obstetricia que atendieran partos. Llegada esta altura, el declarante se neg a proseguir su declaracin justificando ello en que se vera afectado su derecho de defensa debido a que de manera simultnea a este juicio el declarante afrontaba otro juicio ante otro Tribunal, con lo cual se dio por concluida su declaracin. En la audiencia del da 29 de marzo de 2011 y a travs del sistema de videoconferencia implementado en el lugar donde, por razones de salud, transitoriamiente se hallaba internado Jorge Rafael Videla, la Sra. Presidenta lo invit a prestar declaracin indagatoria, luego de haber sido impuesto del derecho de negarse a hacerlo sin que ello implicara presuncin alguna en su contra, y de informrsele que no obstante dicha negativa, el debate continuara. Seguidamente, el nombrado adelant que no iba a declarar, aunque dijo que deseaba formular una breve manifestacin previa a brindar su respuesta a la consulta efectuada en tal sentido, solicitando que dicha exposicin se hiciera constar en el acta de juicio. As, Jorge Rafael Videla sostuvo en primer orden que el Tribunal
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careca de jurisdiccin y competencia para juzgar los hechos protagonizados por el Ejrcito Argentino mientras l haba sido Comandante en el marco de la guerra librada contra el terrorismo subversivo(sic), sealando que al momento de verificarse aqullos, el juez natural lo constitua el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, no obstante lo cual agreg que ya en la causa nro. 13/84 la Cmara Federal de esta ciudad lo haba juzgado por todos los hechos protagonizados por el Ejrcito y que por algunos de ellos haba sido condenado, mientras que por otros result absuelto, motivo por el cual entenda que respecto de los hechos de este proceso exista cosa juzgada y que corresponda la aplicacin del principio ne bis in idem. Por otra parte, y concretamente sobre la existencia de un plan sistemtico para la sustraccin de menores, Jorge Rafael Videla seal que tal
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concepto era la falacia ms grande contenida dentro de este juicio (sic), y que, si bien la Cmara Federal no se haba pronunciado expresamente sobre el particular en la causa nro. 13, en aqul momento la Fiscala de Juicio interviniente formul acusacin por un nmero determinado de casos que fueron desechados por aqul Tribunal por considerar que no tenan entidad y cantidad suficiente, por lo cual el dicente dedujo que, al no haber recado una condena sobre ellos, esos hechos haban quedado automticamente absueltos y que tal posicin haba sido pblicamente expresada por el entonces Fiscal Adjunto Dr. Luis Moreno Ocampo, sin perjuicio de lo cual, Jorge Rafael Videla expres que asuma en plenitud sus responsabilidades castrenses respecto a lo actuado por el Ejrcito durante el desarrollo de la guerra interna que antes mencion y que descargaba de toda responsabilidad a quienes, como subalternos, se haban limitado a cumplir sus rdenes, las cuales por otra parte, se encontraban oficialmente registradas y a disposicin del Tribunal. Seguidamente, el encartado dijo que siempre reconoci su autora en las directivas impartidas en su condicin de Comandante del Ejrcito, a partir de la primera de ellas que deriv de los decretos firmados por el Poder Ejecutivo Nacional en pleno ejercicio de sus atribuciones constitucionales, y que dichas directivas se ajustaban totalmente a la doctrina vigente, aclarando que con ello se refera a los reglamentos vigentes en aqul momento. Agreg que las directivas por l impartidas haban sido calificadas
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de inobjetables por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, luego de lo cual culmin su relato amparndose en el derecho que le confera el art. 18 de la Constitucin Nacional, por lo cual dijo que no iba a prestar declaracin indagatoria, en virtud del prejuzgamiento que, a su juicio, contena el Decreto nro. 158/83 firmado por el entonces presidente de la Nacin Dr. Ral Alfonsn por el cual el dicente expres que se senta condenado de antemano..(sic) y que no iba a ejercer el derecho de una defensa que, en su opinin, careca de todo sentido.... Llegados a este punto, corresponde precisar que, en razn a las posteriores incorporaciones al debate que se vena desarrollando en los procesos nros. 1351, 1499, 1584 y 1604, de los juicios correspondientes a las causas nros. 1772 y 1730 los cuales respectivamente, fueron formalmente abiertos con fechas 13 de junio de 2011 y 20 de septiembre de 2011, en cada caso se consult a los imputados Ins Susana Colombo, Vctor Alejandro Gallo y Eduardo Alfredo Ruffo sobre su deseo de prestar declaracin indagatoria, mediando la notificacin del derecho que les asista de negarse a hacerlo sin que ello implique presuncin alguna de culpabilidad en su contra, pese a cuyas negativas el debate continuara. As, el primer da referido, Vctor Alejandro Gallo hizo uso del derecho de negarse a declarar, por lo cual se dio lectura de su declaracin indagatoria brindada con fecha 20 de febrero de 2010 obrante a fs. 182/3 y de la declaracin indagatoria ampliada con fecha 5 de mayo de 2010 de fs. 1231/1246. Seguidamente, Ins Susana Colombo expres su voluntad de declarar a fin de explicar el motivo por el cual decidi responder a la pregunta de su hijo Francisco. En tal sentido, relat que en ese momento Francisco atravesaba una situacin de stress laboral mientras trabajaba como empleado de su ex marido Vctor Alejandro Gallo en una empresa de seguridad porque ste lo cambiaba constantemente de lugar de trabajo, motivo por el cual Francisco iba a la casa de la dicente y se quejaba del trato que aqul le dispensaba y de las constantes crticas a su trabajo. Un da fue a su casa desesperado y llam a este hombre sic-(en referencia a Vctor Alejandro Gallo) para decirle que su vida
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estaba en riesgo debido a esos cambios, conversacin en la cual Francisco gritaba y la dicente le pidi que no insistiera porque las consecuencias podan ser peores, a lo cual ste le respondi que saba lo que tena que hacer. Luego Francisco llam por telfono a la madre de Gallo, a quien cuestion si admita que se pusiera en riesgo a uno de sus nietos, momento en el cual Colombo se dio cuenta de que la vida de Ramiro estaba en peligro como durante mucho tiempo haba estado la de ella por la constante coaccin de este hombre que no la dej en paz durante toda su existencia. Al finalizar la charla telefnica, el muchacho golpe la mesa y le dijo a la declarante yo no puedo ser de esta familia, decime la verdad y ella le respondi que no era su hijo, remarcando que sta haba sido la primera vez que el chico le pregunt esto y que no vea la hora de que eso ocurriera para
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que la situacin cambiara. Tras ello, ambos permanecieron un largo tiempo en silencio, momento en el cual la declarante sinti que el alma se le iba.. y not lo mismo en Ramiro describiendo la sensacin de una mano que le pas por delante hacindole que se le fuera el alma al piso. Instantes despus, el joven le pregunt qu hacer, a lo cual ella le prometi que lo ayudara y que siempre le dira la verdad. El muchacho le pregunt quines eran sus verdaderos padres y ella le respondi que no saba y que haba varias posibilidades: que hubiera sido abandonado en un hospital, que fuera hijo del propio Gallo argumentando que ste era mujeriego- o que fuera hijo de desaparecidos. As fue que juntos buscaron datos por Internet y llamaron a distintos lugares para pedir ayuda, recordando que ella tena un nmero telefnico (0800) que perteneca a una entidad de derechos humanos y pese a que dejaron varios mensajes con sus datos de contacto, ningn llamado tuvo respuesta. Se hizo tarde y el joven le dijo que ya nadie los atendera y se acost en un silln del comedor, aunque no lograron dormir y el chico estaba pendiente de si alguien haba llamado, asi fue que decidieron llamar al grupo de psiclogas de Abuelas de Plaza de Mayo avisando que tenan algo importante para decir, frente a lo cual una interlocutora les facilit la gestin para que los atendieran telefnicamente en la Asociacin.
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Comunicada nuevamente con Abuelas de Plaza de Mayo, Colombo explic que tena dudas sobre la identidad de su hijo y que ambos estaban en riesgo. Les dieron una cita a la cual concurrieron juntos y durante el viaje ella alent a Francisco dicindole que todo iba a salir bien. Una vez en el lugar los atendi un psiclogo a quien le narraron la situacin y le propusieron al muchacho que se hiciera un examen de ADN, a lo que ste accedi inmediatamente. Destac Colombo que en ese lugar se senta a salvo ya que no tenan otra alternativa porque nadie los haba ayudado antes. Que fueron a hacer el examen de sangre y volvieron a la sede de Abuelas, oportunidad en la cual la dicente mantuvo un corto dilogo con Estela de Carlotto sobre los vitreaux que haba en el lugar. De all, los derivaron a la sede de la calle Pern para que el muchacho recibiera proteccin, destacando la declarante que desde ese momento no volvi a ver a Ramiro aunque hablaron por telfono y l le deca que estaba cansado de estar all y ella le peda que tuviera paciencia y que hiciera malabares aprovechando que estaba en el centro. Refirindose a la aparicin del beb en su casa, Colombo dijo que Francisco haba entrado en su vida por unos comentarios al pasar de Gallo, ya que nunca haban tenido dilogo y ste nicamente le dijo que haba un chico abandonado en el Hospital Militar (de Campo de Mayo) a lo que ella respondi pobre, no sabn de dnde es?, quin lo dej?.., dndole una respuesta negativa al respecto. Al cabo de unos das, Gallo le volvi a decir lo mismo y ella le pregunt cmo estaba el beb, respondiendo aqul que lo estaban atendiendo las enfermeras del lugar, limitndose a decirle que lo haban abandonado. Una semana y media despus, precis la declarante que una noche Gallo se baj de un auto oscuro que se haba estacionado sobre el cordn de la vereda de enfrente a la casa donde viva el matrimonio (ubicado en la calle Sarmiento 963 de San Martn, Provincia de Buenos Aires), con un beb en sus brazos, se lo dej a ella y se retir de la vivienda. Ella se qued sola con el nio en brazos y lo atendi. Cuando su marido volvi a la casa, ella le dijo que lo podan tener un tiempo pero que deba averiguar de quin era el beb, quin lo haba abandonado y que si no
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deban adoptarlo, recibiendo silencio como nica respuesta. Acerca del estado en el cual lleg el beb a la casa, Colombo dijo que Francisco tena una mantita, ropita, tena la piel arrugadita de un recin nacido y tena el cordn umbilical, lo cual no le cerraba a la dicente aunque desconoca la fecha de nacimiento y cuando le consult a su marido qu hacer porque la situacin le pareca irregular, ste le respondi con violencia, a los gritos. Sobre este punto, destac la dicente que la violencia haba primado en su matrimonio y que ella le haba referido mil veces que quera adoptarlo y Gallo siempre le responda con mal humor, agresivo, violento. Al respecto, hizo un alto en su relato para sealar que Gallo tena antecedentes judiciales por un hecho de lesiones graves calificadas, sufrido por la dicente cuando Ramiro tuvo un episodio diabtico a sus 12 o 13 aos de edad. En esa ocasin,
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Gallo le propin un golpe de puo en la cara a ella, recordando que ella pidi ayuda a un polica que estaba en la esquina del lugar donde viva. Que ello ocurri luego de haberse reconciliado tras una primera separacin de hecho, a lo cual la dicente accedi porque Gallo le deca todo el tiempo que ella no poda cuidar a Ramiro, que nadie la quera y que con su sueldo no iba a poder mantenerse. De ese da, record que Gallo la persigui por la casa culpndola de todo. A preguntas, Colombo contest que llev al beb al pediatra de la familia, quien lo revis y le dijo que estaba bien de salud y pesaba aproximadamente 2.800 gramos. Dijo que al beb se le desprendi el cordn umbilical a la semana de haberlo recibido en su casa, aunque no record la fecha exacta en la cual Gallo se lo llev y explic que le festejaban el cumpleaos en la fecha en que Gallo le dijo que haba nacido, el da 7 de julio de 1977. Respecto del desprendimiento del cordn umbilical del nio, la declarante agreg que aunque no le cerraban las fechas entre el da que Gallo le dijo que haba un beb abandonado y el da en que apareci en su casa, el pediatra le dijo ante su consulta- que cada beb tena su tiempo. Y sostuvo que aunque no recordaba el da de la llegada del beb a la casa, ello ocurri el mismo mes y ao indicados por Gallo. Sobre la convivencia con su ex marido, dijo que ste slo le daba
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rdenes, imposiciones, y no poda opinar ni discutir sobre nada, debiendo limitarse a hacer lo que l deca. A tal punto que le neg la posibilidad de hacer los trmites de adopcin del beb y as sigui la vida. Que fue Gallo quien lo anot en el Registro Civil y eligi el nombre de la criatura. Record la poca en que detuvieron por primera vez a su ex marido por un asalto a una financiera y que ella lo visitaba hasta que se enter de que otra mujer lo iba a ver, tratndose de una estudiante de enfermera o enfermera del hospital militar y a partir de entonces se dio cuenta de que no tena nada que hacer ah y comenz los trmites de divorcio vincular. Narr que en una oportunidad, mientras Gallo estaba detenido en la crcel de Campo de Mayo, se le apareci en la casa y cuando ella le pregunt qu haca ah le respondi que l todo lo poda. Permaneci un instante en la casa y luego se fue. Dijo tambin que la psicloga que asista a Gallo durante su detencin convoc a la dicente en una oportunidad para explicarle que su ex marido era un psicpata, definindolo como un ofidio que inocula el veneno y se sienta a esperar, nocin que, segn Colombo le caba perfectamente a Gallo y comprendi ello con el paso del tiempo. Agreg que a partir de un episodio en el que hallaron un arsenal de armas debajo de la cama de Gallo en la prisin de Campo de Mayo, lo trasladaron a una crcel comn. Colombo continu relatando que, pese a estar separada de Gallo, ste frecuentaba la casa y nunca la dej en paz, admitiendo que cuando su hijo se enferm accedi a que retornara al hogar porque no poda mantener a su hijo con su sueldo de docente. Del episodio de violencia que antes refiri, la dicente dijo que su marido la golpe en el bao y sus hijos la salvaron porque se colgaron de su cuello y as pudo zafar y llegar hasta la esquina donde estaba el polica. Frente a tal situacin, Gallo la amenaz con incendiar la casa con sus hijos adentro si ella no volva a entrar y el oficial policial le advirti que no volviera y que se quedara tranquila, pero Gallo sac a los chicos a la puerta con una pistola en la mano tratndolos como rehenes y escap del lugar luego de que el polica llamara a la seccional. En ese momento, la dicente ingres a la casa, dej
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a los chicos con unos vecinos y cuando arrib a la dependencia policial escuch que dijeron ah traigo a la seora que est con ese loco que est en Campo de Mayo, ese loco, Gallo. En virtud de esa denuncia, se le dict a Gallo una exclusin del hogar, aunque la declarante sostuvo que le segua teniendo miedo porque no saba hasta dnde puede llegar. A preguntas, Colombo respondi que el Hospital Militar de Campo de Mayo era el que les corresponda por zona por la obra social. Precis que el da que Gallo lleg con el beb no tena uniforme. No record el nombre del padrino de Francisco, pese a lo cual dijo que aqul viva en el mismo barrio militar General San Martn al que fueron trasladados luego de la llegada del beb. Que durante el mes de julio de 1977 su ex marido no estaba casi nunca en la casa. Que, por la abrupta aparicin del beb en el hogar, les
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explicaron a sus familiares que se trataba de un nio abandonado, lo que no fue bien visto por la familia debido a que el matrimonio poda tener hijos propios. Por otra parte, la declarante dijo que no escuch referencia alguna del Teniente Delaico y explic que en la convivencia con su marido, jams pudo tener dilogo alguno y slo reciba comentarios sueltos, por lo que tampoco saba de los operativos que se estaban llevando a cabo en esa poca en la denominada lucha antisubversiva y se fue enterando a medida que la sociedad lo revelaba. De all que cuando apareci el beb en su casa en ningn momento sospech que poda ser hijo de desaparecidos, admitiendo que haba tenido la necesidad de confiar en lo que Gallo le dijo al respecto, aunque cuando comenz a sospechar de ello se pregunt ante quin poda recurrir para buscar ayuda. Por otra parte, Colombo afirm que Gallo particip de la sublevacin de los carapintadas y que estuvo en la Escuela de Infantera. Record tambin que Francisco haba estado deprimido dos aos previos al inicio de la causa aunque jams le haba planteado dudas sobre su origen, y el que hizo ello fue su hijo Martn Gallo, quien lleg a creer de l mismo que no era hijo de esa familia. Mencion Colombo que en una oportunidad Francisco apareci en su casa con un revlver justificndose en sus funciones de seguridad en la
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empresa Lince y la dicente le orden que lo devolviera y que confeccionara un documento a modo de recibo. Al respecto, la dicente explic que hizo ello para proteger a su hijo, teniendo en cuenta que estaba atravesando un momento de angustia o depresin. Afirm que Gallo particip del Operativo Independencia y por ello viajaba desde Tartagal a Buenos Aires, volviendo a la ciudad por intervalos de un mes aproximadamente y en dicho intern qued embarazada de su hija Guadalupe. A preguntas de la querella, Colombo respondi que se cas con Gallo en el ao 1974 y lo conoci a travs de un amigo de ella. Seal que luego del hecho de violencia que sufri, nunca ms se volvi a reunir con Gallo. Explic que antes del da en que la dicente acompa a Francisco a la sede de Abuelas, ste nunca le haba preguntado si era hijo de ellos afirmando que si sospech de ello no le dijo nada a ella porque era un dulce. Recalc que jams tuvo en su poder la partida de nacimiento de ninguno de sus hijos y tampoco eligi sus nombres, aclarando que viva aislada, sin contacto con la gente y no tena amigos. Asegur que, a excepcin de sus suegros, no le revel a nadie ms el origen de Francisco y que ella misma supo la verdad mientras estuvo detenida, ya que lo vi a Francisco por televisin y exclam al fin lo logramos porque hasta ese momento no saba si l tendra una familia. Sobre los destinos de Gallo, la imputada seal que en principio se desempe en Infantera y al volver de Jujuy pas a la Escuela de Inteligencia por pedido de l. Por otra parte, precis que tom conocimiento directo de la institucin Abuelas de Plaza de Mayo cuando concurri personalmente con Francisco, aunque ya saba que se dedicaban a luchar y a reclamar por la verdad y la justicia. Mencion que reciba amenazas permanentes de Gallo de que se quedara sin casa y se iba a morir de hambre y luego de la separacin, aqul continu asomndose por la ventana de su casa, pretendiendo seducirla y haciendo de cuenta que estaba todo bien, frente a cuya actitud la dicente
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responda con sumisin porque no quera ponerlo de mal humor e imaginaba lo que se vena, admitiendo que adems necesitaba de su obra social y del poco dinero que aqul le pasaba, por lo cual ella intentaba seguir recibiendo la cuota alimentaria hasta que la jueza lo determinara de manera fija. Reiter que si le preguntaba a Gallo por el origen de Francisco, aqul se violentaba y no quera que cuestionara nada. Que la violencia se hizo evidente semanas despus de haberse casado, cuando ella tena 22 aos de edad, aunque su noviazgo dur ocho aos. Precis que la primera separacin tuvo lugar a partir de la primera detencin de Gallo y calcul que en total habr mantenido aproximadamente doce aos de convivencia con l. Por otra parte, Colombo refiri que estaba distanciada de su
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madre y de su hermana, con quienes no tena buena relacin ya que ellas siempre justificaron la actitud violenta de Gallo, pese a que la haban visto con la cara destrozada. Que estaba tratando de mejorar los lazos con su hijo Martn a quien contena ya que estaba muy deprimido porque extraaba a Francisco. Seal adems que no tena relacin con su hija Guadalupe ni con sus nietos a partir de un episodio de violencia protagonizado por su yerno, quien tambin tena afinidad con Gallo. Al respecto, dijo que ello deriv de un reclamo de devolucin de dinero que la declarante le hizo a su hija y por la negativa en tal sentido de su yerno. Que en aquella oportunidad y pese a las dificultades que tena para movilizarse, la dicente fue a la casa de su hija Guadalupe a buscar el dinero y mientras jugaba con sus nietos apareci su yerno abruptamente y le dijo que iba a llevar a los chicos porque haba mal olor, aunque aclar la dicente que utiliz otras palabras, frente a lo cual ella se sinti aludida y le dijo que se ira. Cuando se aprestaba para ello estando en su auto, apareci su yerno con cara de loco y le abri la puerta del coche con violencia, la insult, la sacudi y le dio un cachetazo, y en ese instante ella sufri una crisis de nervios. Agreg que por este episodio hizo la denuncia respectiva pero pidi que no detuvieran al yerno, por los chicos. Interrogada al respecto, la imputada justific que, pese a que le haba dicho a Francisco que siempre le dira la verdad, no le confes nada antes del da en que concurrieron a la sede de Abuelas porque l nunca le
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pregunt al respecto y adems tena miedo de que Gallo pudiera matarla a ella y a Francisco. Por otra parte, reconoci que con su ex marido Gallo deban observar ciertos cuidados si deseaban tener hijos debido a la incompatibilidad de factores sanguneos que ambos tenan (RH negativo y positivo), por lo cual ella se inyectaba la medicacin del caso. Sostuvo que jams le pregunt a Gallo si Francisco era hijo de desaparecidos. Concretamente interrogada al respecto, la declarante dijo que cuando su marido le habl del beb abandonado en el Hospital Militar, entendi que se trataba del Hospital de Campo de Mayo. A preguntas, afirm la declarante que el pediatra de sus hijos era el Dr. Pugari, quien no era mdico militar y trabajaba en Bella Vista, mientras que el pediatra de Martn era el del lugar donde vivan, ya que durante un tiempo residieron en el sur del pas. Ante una contradiccin evidenciada en su relato, Colombo dijo que das despus de recibir al beb en la casa, lo llev al Hospital Militar de Campo de Mayo para atenderlo, sin recordar si tuvo que presentar alguna documentacin o el carnet de afiliacin del nio. Asimismo, justific no haber presentado otras denuncias de violencia contra su marido por la circunstancia de vivir en un barrio militar, expresando que esos otros episodios quedaban en casa. Por otra parte, record un incidente que protagoniz Francisco luego de saber la verdad de su origen debido a una falsa denuncia por un intento de robo. Afirm que, pese a no recordar el nombre del padrino de Francisco y que no tena fotografas de l, tena un grado superior a Gallo en el Ejrcito y un nombre compuesto. Seal que luego de la llegada del beb a su casa, se les adjudic un departamento en un monoblock del barrio militar y por ello se pagaba un importe de dinero en concepto de mantenimiento del barrio. Por ltimo, Ins Susana Colombo finaliz su relato diciendo que respetaba que Francisco no quisiera verla, aunque desconoca el motivo de tal actitud. El da 20 de septiembre de 2011, luego de haberse dado lectura de
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las piezas procesales pertinentes, se declar formalmente abierto el debate en el proceso nro. 1730 caratulado Ruffo, Eduardo Alfredo s/infr. art. 146 del C.P. y el da 26 del mismo mes y ao, Eduardo Alfredo Ruffo fue invitado a prestar declaracin indagatoria, habindosele impuesto del derecho que le asiste de negarse a hacerlo sin que dicha negativa pueda aparejar una presuncin de culpabilidad en su contra, pese a lo cual el debate continuara. As, Eduardo Alfredo Ruffo manifest que no iba a prestar declaracin indagatoria, por lo cual se dio lectura de las que brind con fecha 22 de febrero de 2007 obrante a fs. 751/753 y su ampliacin del 15 de marzo de 2007 de fs. 804/805, ambas de la causa nro. 1730. Por otra parte, en la audiencia del da 12 de marzo de 2012 Vctor Alejandro Gallo manifest su deseo de prestar declaracin indagatoria,
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oportunidad en la cual la Sra. Presidenta le record el derecho que le asista de negarse a hacerlo sin que ello implicara presuncin alguna en su contra. As, Vctor Alejandro Gallo comenz su declaracin expresando que, si bien desde el inicio del proceso haba asumido su responsabilidad en los hechos que se le imputaron, deseaba brindar algunas explicaciones sobre su personalidad y las caractersticas de su matrimonio con la Sra. Colombo debido a que, a su entender, la estrategia de defensa de sta se haba dedicado a demonizarlo por lo cual aclar que no deslindaba responsabilidades sobre nadie y que asumi la forma en que Francicso haba llegado a su vida, a la par que advirti que no tena que hacerse cargo de la responsabilidad de otros y que rechazaba las acusaciones que pretendan presentarlo como un sujeto violento en el mbito familiar, justificando que por ese motivo haba solicitado en su oportunidad que sus dos hijos declararan en el juicio y que aunque esa posibilidad le haba sido negada, ms all de las palabras exista una realidad incontrastable, puntualizando que se divorci de Colombo hace ms de veinte aos y nicamente concurri al hogar conyugal en dos oportunidades para retirar a sus hijos y mantuvo conversaciones telefnicas porque aqulla lo llamaba, negando el sometimiento al que aludi su ex mujer. Relat que contrajo matrimonio con Colombo a fines del mes de noviembre de 1974 y en febrero de 1975 ya estaba inmerso en el monte tucumano y aunque peridicamente viajaba al hogar conyugal, los distintos
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destinos que cumpli le implicaron permanecer lejos del hogar familiar. A tal fin, hizo mencin a distintas comisiones y a su intervencin en 1982 en el conflicto del Atlntico Sur y en el levantamiento conocido como de los carapintadas y calcul el tiempo en el cual estuvo detenido por dicha causa, lo cual haca que la crianza de sus hijos quedara prcticamente a cargo de su ex mujer y en su caso, perdi todo contacto con su familia. As, destac que en el ao 1991 luego de tres aos sin relacin alguna, recibi un llamado de su ex mujer quien le coment que a Francisco le haban diagnosticado diabetes, por lo cual el dicente concurri al Hospital Militar donde estaba internado y decidi regresar al hogar conyugal por el expreso pedido de Colombo, quien literalmente le pidi no me dejes sola, explicando que por tal motivo se separ de su pareja en ese momento, quien actualmente era su esposa-, confesando que estaba felz con esta decisin de volver con su familia, aunque lament que ello slo dur tres meses. En relacin al episodio de violencia denunciado por su ex mujer, Gallo aclar que al regresar al hogar, la casa estaba muy deteriorada e invirti en ella todos sus ahorros y el 6 de noviembre de 1991, siendo la vspera de su cumpleaos, sin causa aparente, Colombo le pidi que se fuera del hogar y en medio de su desconcierto le pidi que le diera un tiempo y su ex mujer le confes que le haba pedido que regresara porque ella necesitaba dinero y hacer algunos arreglos en la casa y que eso ya se haba concretado, por lo cual ambos tuvieron una fuerte discusin y l dej la casa siendo objeto de una denuncia por lesiones a causa de la cual el dicente estuvo siete meses detenido. Precis que, luego de recuperar su libertad, fueron contados los encuentros con sus hijos hasta el ao 1999 cuando trat de recuperar la relacin debido a sus infancias signadas por sus largas ausencias, de siete aos por haber estado detenido y de cinco aos ms por causa de su ex mujer, lo cual totalizaba doce aos. Recalc que de ocho aos de noviazgo mantenidos con Colombo y catorce de convivencia nicamente haba ocurrido un nico hecho violento que se alejaba bastante de la versin brindada por su ex mujer. Reafirm que jams regres al domicilio de la calle Marcos Sastre por propia decisin y tampoco solicit la divisin de bienes conyugales, lo cual
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quedaba demostrado con el hecho de que a la fecha Colombo segua viviendo en la casa de l. Sobre la personalidad de su ex mujer, Gallo destac que ella siempre aduca sentir violencia de todos quienes la rodearon y que la idea de que hubiera apelado para su defensa en este juicio a la violencia de gnero le pareca una falta de respeto hacia las verdaderas vctimas. A fin de ilustrar sobre su propia personalidad, Gallo seal que se cas nuevamente con otra mujer con quien convivi trece aos, que mantena una buena relacin con la madre y la hermana de Colombo, que construy una nueva relacin con sus hijos, su yerno y sus nietos, que tena amigos y que la novela del hecho de violencia familiar del ao 1991 la haba escrito ahora su ex mujer ya que al momento de divorciarse no dijo nada de lo que declar en el
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debate. Asimismo, Gallo sostuvo que no oblig a Colombo a criar a Francisco y que el beb haba llegado a sus vidas cuando ambos, con 25 y 26 aos de edad respectivamente ya tenan una hija. Que el beb lleg con la indicacin de que era hurfano y no tena familiares identificados y sin evaluar las consecuencias, l decidi que integrara la familia y lo criaron igual que a sus hijos biolgicos, dndole amor, con sus defectos y virtudes y reconociendo que haba cometido errores pero siempre en la creencia de que haca lo mejor para Francisco. Luego, dijo Gallo que le resultaba imposible documentar su vida para demostrar su conducta aunque conservaba una carta que Colombo le haba enviado a la mam del dicente en mayo de 1984 mientras el matrimonio viva en Comodoro Rivadavia y donde aqulla le relat la armona familiar que tenan pese a sus dificultades econmicas. Gallo tambin hizo referencia a algunos mails que le envi Francisco en el ao 2000 desde Espaa que demostraban la relacin familiar, excusndose de no haberlos aportado, no obstante lo cual tena la esperanza de que se le crea esto. Sintetiz que, pese a ser muy jvenes, junto con su ex mujer haban asumido la responsabilidad de criar a otro hijo, que esa responsabilidad era la que estaba siendo sometida a la decisin del Tribunal y que lo dems no formaba parte de este juicio.
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Concluy diciendo que para l, la historia haba concludo el 19 de febrero de 2010 mientras Francisco trabajaba para l y contaba con su cobertura y se enter de que tena un padre y una familia biolgica cuando lo detuvieron por esta causa y pudo percibir las cosas de otra manera, expresando que as finalizaba su declaracin y que deseaba ejercer su derecho a no responder preguntas. A continuacin, manifest su deseo de ampliar su declaracin indagatoria Jorge Luis Magnacco, quien luego de recordrsele el derecho que para tal acto le asista, comenz diciendo que haba tomado conocimiento de la imputacin que se le diriga y de la pertenencia que se atribua a la estructura represora que actu dentro de la E.S.M.A y por ello quera hacer una resea sobre el motivo de su ingreso a la Armada para que el Tribunal tuviera un mejor conocimiento de su persona y de los valores que siempre asumi en el ejercicio de la profesin mdica. En tal sentido, Magnacco hizo un raconto de sus distintos destinos desde que egres de la Universidad de Buenos Aires en el ao 1965 cuando tena 24 aos de edad. Que en 1966 ingres como mdico concurrente al servicio de ginecologa del Hospital General de Agudos Juan A. Fernndez de esta ciudad, siendo mdico residente de ginecologa en 1967. Destac que en esa poca, los requisitos para cumplir las residencias eran muy estrictos y exigan hacer dos guardias semanales de 24 horas, adems de los sbados y domingos, trabajando el dicente de manera simultnea en un consultorio y en distintos hospitales, debiendo asumir este cmulo de actividades para mantener a su familia. Que el hijo de la duea del consultorio donde trabajaba le brind la posiblidad de concursar en la Armada para obtener un mejor sueldo y aclar el dicente que aunque no tena tradicin militar, quiso superarse en sus conocimientos y darle un mejor pasar a su familia. Que acept la propuesta e ingres el 30 de junio de 1967 como mdico clnico con la jerarqua de Teniente de fragata, haciendo cursos de introduccin al mbito naval hasta que lo destinaron al Hospital Naval de Puerto Belgrano donde residi hasta el ao 1969. En 1970 fue asignado al Hospital Naval Cirujano Mayor Dr.
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Pedro Mallo de esta ciudad y fue autorizado por la superioridad para hacer el curso de obstetricia, el cual aprob. En los aos 1972-1973 estuvo destinado en el rompehielos General San Martn, siendo destinado nuevamente en 1974 al Hospital Naval de Puerto Belgrano donde estuvo un ao y finalmente pas en marzo de 1975 al Hospital Naval de Buenos Aires, cumpliendo funciones en el Servicio de Obstetricia del Hospital Militar Central, por lo cual se desempeaba en simultneo en ambos lugares hasta octubre de 1976 en que se habilit ese Servicio en el Hospital Naval. A fines del ao 1976 el jefe del servicio le inform al declarante que circunstancialmente ambos deban concurrir a la E.S.M.A para atender a embarazadas, cuando fuera puntualmente ordenado por el superior, relatando
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Magnacco que as lo hizo cuando se le orden, que recibi instrucciones del Jefe de Sanidad de la E.S.M.A acerca de cmo deba proceder, y que su intervencin se limit a la atencin de los partos y a la asistencia de las mujeres y de los recin nacidos con lo mejor de sus conocimientos, teniendo en cuenta que en esa poca era funcin del obstetra asistir tambin al recin nacido, consistiendo ello en asearlo, aspirar sus fauces, controlar su estado fisiolgico y su sistema nervioso por medio de reflejos, luego de lo cual se lo entregaban a la madre para que lo amamantara. Terminada su atencin, el dicente se retiraba de inmediato, sin dejar registro alguno de su actuacin mdica ya que no haba libros para ello, ni se extendan certificados de nacimiento, remarcando Magnacco que le haban ordenado que no se inmiscuyera en eso. Aclar que no se opuso a la orden de su superior, ya que la salud de sus pacientes y la de los bebs poda correr riesgo de vida, aunque destac que jams hizo abandono de un paciente, sino que cumpli lo que le ordenaron y puso su conocimiento al servicio de esas pacientes, a quienes el dicente consider que las asisti mejor que a las del mbito privado, porque estaba al tanto de la difcil situacin que aquellas atravesaban. Asimismo, Magnacco justific que no denunci esto ante ningn organismo de las fuerzas de seguridad ni otros porque todas las autoridades estaban cooptadas por encarar la lucha antisubversiva.
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Al respecto, resalt que su declaracin testimonial en este proceso haba ayudado a identificar a otros responsables, reiterando que su labor se haba ceido al aspecto mdico y desconoca lo que ocurra con los recin nacidos, tampoco pens que haba un plan de sustraccin de menores y entendi la situacin con el transcurso de los aos, remarcando que jams realiz un certificado de nacimiento que permitiera cambiar la identidad de esos bebs. Sostuvo que jams se apart del juramento hipocrtico y su intervencin estaba destinada a calmar a estas mujeres para parir en la situacin en la que estaban, siendo totalmente ajeno a la lucha antisubversiva. Que nunca llev armas ni aplic la inyeccin conocida como Pentonaval y neg rotundamente haber participado de sesiones de tortura o presenciado ellas, explicando que no poda sospechar cul iba a ser el destino de esos chicos porque cuando regresaba a revisar a las mujeres a las 48 horas de ocurrido el parto, siempre encontraba a la madre junto a su hijo en su regazo o amamantndolo. Aclar Magnacco que esto no le aport diferencia alguna con respecto a otros mdicos y que no tuvo ventajas frente a ellos. Por otra parte, tild de falaz la versin brindada por Scilingo y dijo que ste haba mentido aviesamente e indignamente porque el dicente jams particip en ninguna sesin de torturas, ni estuvo destinado en la E.S.M.A ni en un grupo de tareas para afrontar la lucha antisubversiva. Reiter que slo trabaj en el Hospital Naval donde no se atenda a gente subversiva ni partos clandestinos y que no confeccion certificado de nacimiento ni otro documento que sirviera para separar al recin nacido de su seno familiar biolgico. Magnacco continu diciendo que en su obrar segua dando lo mejor a la humanidad, tal como le aconsej alguna vez un colega de que estudiara con ahnco porque algn da la humanidad se lo iba a agradecer, a lo cual el dicente agreg que a esta altura, ni siquiera aspiraba a eso y que su conciencia y su alma estaban tranquilas con Jess. Por otra parte, neg haber tenido conocimiento de la apropiacin de un nio por parte del Capitn Vildoza (tratndose del caso Penino Vias),
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hasta que la Jueza Servini de Cubra se lo inform en el proceso. Finaliz su declaracin diciendo que esperaba que el Tribunal haya tomado acabado conocimiento de quin era y que ello le permitiera dictar una sentencia con plena conciencia, lo cual no haba ocurrido en la condena que se le aplic con anterioridad en otro proceso, manifestando su deseo de culminar su declaracin y de negarse a responder preguntas que se le pudieran formular. El mismo da, ampli su declaracin indagatoria Reynaldo Benito Antonio Bignone, quien se refiri a su anterior declaracin brindada el 20 de enero de 1999 y dijo que en dicha oportunidad le entregaron cuantiosa documentacin para imponerlo del hecho imputado, la cual examin por largas horas junto con su defensor, y advirti que su nombre apareca
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nicamente tres veces correspondiendo una de ellas a la declaracin de un testigo que dijo que jams vi al dicente en la E.S.M.A. Relat que aunque no saba el motivo por el cual lo acusaran, le dijeron que quedara detenido en el Destacamento de Gendarmera de Campo de Mayo, permaneciendo en esa situacin hasta el 7 de octubre de 2005 cuando la Cmara de Casacin dict su excarcelacin. As, Bignone concluy en que la acusacin en su contra se centraba sobre tres aspectos, segn l: el documento final de la Junta Militar relativo a la lucha contra la subversin; la destruccin de la documentacin relacionada a ello y la ley de pacificacin nacional, cuestiones que eran atinentes a su desempeo como Presidente de la Nacin. Al respecto, seal que jams pens que sera Presidente, que le ofrecieron el cargo por poco tiempo condicionado al objetivo de normalizar el pas y llegar a la pacificacin y que antes de asumir, le aclar al Comandante en Jefe del Ejrcito que l no estaba en condiciones de hacerlo inmediatamente sino que necesitaba entre diez y quince das para armar un gabinete. Previo a asumir la presidencia, convoc una reunin con los dirigentes de todos los partidos polticos reconocidos en ese momento en el orden nacional, a la cual concurrieron todos, excepto el Dr. Solano Lima del Partido Conservador Popular. La reunin, de la cual el dicente aport la versin taquigrfica, dur cuatro horas y en dicha oportunidad le expuso a los
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presentes cul era su propsito y cul sera el plan de gobierno. Aadi que en dicha reunin hablaron todos los representantes y el que ms lo hizo fue el Dr. Jorge Abelardo Ramos del Frente de Izquierda Popular quien le dijo que, a partir del suceso de Malvinas, las Fuerzas Armadas se haban lavado en las aguas del Jordn reinvindicando con tal acontecimiento cualquier cosa que hubieran hecho las Fuerzas Armadas. Record Bignone que la mayora de los presentes le agradeci la reunin y comprendi el motivo de la convocatoria, pero ni l ni ninguno de ellos mencionaron el tema de los menores porque momento y no era lo que estaba en juego. En referencia al Documento Final de la Junta Militar, seal que en dicho contexto el dicente se desempe como el cuarto hombre, por encontrarse retirado y en su domicilio y no integraba la Junta Militar, por lo cual aqul se produjo sin su intervencin. As, Bignone se deslig del contenido de dicho documento y sobre la garanta de impunidad que, segn sus trminos se atribua a su persona, expres que jams integr ningn plan sistemtico ni tuvo conocimiento de ello y que en su condicin de cuarto hombre jams se comprometi a otorgar impunidad a nadie sino que su intencin era el retorno de la democracia al pas y la pacificacin, negando haber tenido intervencin en cualquier actividad relacionada con la sustraccin de menores, aclarando que mientras se desempe como Comandante de Institutos Militares y como Jefe de la Guarnicin de Campo de Mayo, jams haba recibido ninguna acusacin en materia de derechos humanos. Sobre la presunta destruccin de documentacin, Bignone neg enfticamente haber dado una orden al respecto y dijo que para ello deba tenerse en cuenta que las Fuerzas Armadas no dependan de l y que en la rbita del Poder Ejecutivo Nacional no exista tal documentacin. Reconoci en cambio, haber emitido una orden de destruccin de las fichas que obraban en el Ministerio del Interior con los antecedentes de las personas que haban estado detenidas a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional sin haber mediado proceso judicial, justificando el dictado de esa medida mediante decreto- en vistas a una amnista posterior y para que no no era el tema de ese
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reflotaran esos antecedentes en perjuicio de quienes volveran a la vida del pas, lo cual quedaba reafirmado en los motivos expuestos en los considerandos de esa disposicin. Sobre dicho aspecto, Bignone record que cuando el Dr. Ricardo Alfonsn asumi la presidencia del pas, el Ministro del Interior Dr. Antonio Trccoli inici una causa penal donde fue llamado a declarar, aunque no fue procesado. Acerca de la ley de pacificacin, Bignone afirm que sus motivos se consignaron en ese documento y quienes haban sostenido que su finalidad consisti en dar impunidad a los hechos de sustraccin de menores mintieron ya que su propsito estaba perfectamente claro. Agreg que el 30 de octubre de 1983 se concret el llamado a
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elecciones para normalizar el pas y el 1 de noviembre el dicente recibi una carta conceptuosa del presidente de los Estados Unidos de Norteamrica, Ronald Reagan, con motivo del regreso a la democracia de forma tan limpia, por lo cual el dicente descrea de la versin que haba circulado acerca de que la Casa Blanca tena conocimiento de la existencia de un plan de robo de bebs por parte del gobierno argentino-, y tras ello neg enfticamente que haya existido un plan sistemtico en ese sentido, explicando que el 20 de enero de 1999 entreg copias del listado de los menores devueltos por las Fuerzas Armadas, por lo que cual resumi en que si hubo un plan fue para devolver menores y no para raptarlos. Con fines estadsticos, Bignone mencion que en el diario La Nacin del 10 de marzo de 2002 figuraban 350 casos de menores desaparecidos slo durante el ao 2001 y que entonces si el tema resida en las cifras de los supuestos menores sustrados, stas avalaban lo contrario. Finaliz su declaracin diciendo que no deseaba responder preguntas que pudieran hacerle.
IV. DECLARACIONES TESTIMONIALES BRINDADAS EN EL DEBATE: A continuacin, fueron odos los testigos convocados en el orden que se detalla a continuacin:
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1) Alberto Pedro Pedroncini 29/03/2011; 2) Alcira Elizabeth Ros 29/03/2011; 3) Enriqueta Estela Barnes de Carlotto 30/03/2011; 11/04/2011 y 25/01/2012; 4) Carlos Lpez Lpez 4/04/2011; 5) Pablo Alejandro Daz 5/04/2011; 6) Rubn Omar Bricio 5/04/2011; 7) Rosaria Isabella Valenzi de Snchez 11/04/2011; 8) Mara Laura Bretal 12/04/2011; 9) Mara Ins Paleo 12/04/2011; 10) Norma Lidia Aqun 12/04/2011; 11) Patricia Mara Prez Catan 18/04/2011; 12) Ral Guillermo Elizalde 18/04/2011; 13) Hctor Javier Quintero 18/04/2011; 14) Juan Corvaln 18/04/2011; 15) Carlos Leonardo Fosatti Ortega 18/04/2011; 16) Susana Leonor Ortega 18/04/2011; 17) Mara Alejandra Castellini 19/04/2011; 18) Miguel ngel Laborde 19/04/2011; 19) Norberto Oscar Osle 19/04/2011; 20) Alicia Eleonora Dottori de Ferreyra 25/04/2011; 21) Hilda Victoria Montenegro 25/04/2011; 22) Hugo Pablo Marini 26/04/2011; 23) Lilian Marta Stancati 26/04/2011; 24) Hugo Alberto Fernndez Plaul 26/04/2011; 25) Gustavo Caraballo 27/04/2011; 26) Lidia Papaleo 27/04/2011; 27) Estela De La Cuadra 2/05/2011; 28) Mara de las Mercedes Gallo Sanz 2/05/2011; 29) Martn Rodolfo Carriquiriborde 2/05/2011; 30) Clara Mara Elsa Petrakos 3/05/2011; 31) Mara Victoria Moyano Artigas 3/05/2011; 32) Alicia Beatriz Carminatti 5/05/2011; 33) Rubn Anbal Artigas 9/05/2011; 34) Diego Barreda 9/05/2011; 35) Luis Guillermo Taub 9/05/2011; 36) Carlos D' Ela Casco 9/05/2011; 37) Paula Eva Logares 10/05/2011; 38) Adolfo Borelli 10/05/2011; 39) Diana Bello 10/05/2011; 40) Elsa Beatriz Pavn 10/05/2011; 41) Eduardo Tolosa 10/05/2011; 42) Ana Mara Caracoche de Gatica 11/05/2011; 43) Luis Velazco Blake 16/05/2011; 44) Carlos Alberto De Francesco 17/05/2011; 45) Delia Cecilia Giovanola de Califano 17/05/2011; 46) Claudia Bellingieri 11 y 30/05/2011; 47) Rosa Tarlovsky de Roisinblit 30/05/2011; 48) Mirta Nicasia Acua de Baravalle 6/06/2011; 49) Anglica Chimeno 6/06/2011; 50) Irma Rojas de Altamiranda 6/06/2011; 51) Berta Shubaroff 7/06/2011; 52) Clelia Deharbe Fontana 8/06/2011; 53) Jorgelina Azzari de Pereyra 8/06/2011; 54) Buscarita Imperio Roa 8/06/2011; 55) Adriana Chamorro 14/06/2011; 56) Eduardo Otilio Corro 14/06/2011; 57) Abel Pedro Madariaga 21/06/2011; 58) Francisco Madariaga Quintela 21/06/2011 y 22/06/2011; 59) Beatriz Susana Castiglione 22/06/2011; 60) Eduardo Oscar Covarrubias 22/06/2011; 61)
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Marta Julia Plaza 22/06/2011; 62) Daniel Ernesto Quintela 22/6/2011; 63) Rosa Penayo Carvallo 23/06/2011; 64) Nicmedes Zaracho 27/06/2011; 65)
Eduardo Julio Poisson 27/06/2011; 66) Carlos Alberto Raffinetti 27/06/2011; 67) Nlida Elena Valaris 28/6/2011; 68) Jorge Tato 28/06/2011; 69) David Lanuscou 28/06/2011; 70) Rosalinda Libertad Salguero 4/07/2011; 71) Ernesto Toms Petrocci 6/07/2011; 72) Celina Amalia Galeano 6/07/2011; 73) Eva Beatriz Larregina de Logia 6/07/2011; 74) Silvia Cecilia Bonsignore de Petrillo 6/07/2011; 75) Cecilia Pilar Fernndez de Vias 7/07/2011; 76) Ana Mara Careaga 11/07/2011; 77) Silvia Graciela Fontana 11/07/2011; 78) Alejandro Pedro Sandoval Fontana 11/07/2011; 79) Edgardo Rubn Fontana 11/07/2011; 80) Eduardo Alberto Pellerano 12/07/2011; 81) Delia Mara Barrera y Ferrando 1/08/2011; 82) Miguel ngel D'Agostino 1/08/2011; 83) Jos Aniceto Soria
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1/08/2011; 84) Ana Cristina Santucho 2/08/2011; 85) Mara Alicia Milia de Pirles 2/08/2011; 86) Miriam Lewin 2/08/2011; 87) Marta Remedios lvarez 3/08/2011; 88) Victoria Donda Prez 3/08/2011; 89) Lila Victoria Pastoriza 3/08/2011; 90) Perla Rubel 3/08/2011; 91) Amalia Mara Larralde 8/08/2011; 92) Eduardo Roberto Antonio Schinocca 8/08/2011; 93) Vctor Melchor Basterra 15/08/2011; 94) Mara de las Victorias Ruiz Dameri 15/08/2011; 95) Julio Csar Leston 16/08/2011; 96) Carlos Alberto Vias 16/08/2011; 97) Alfredo Manuel Juan Buzzalino 16/08/2011; 98) Carlos Gregorio
Lordkipanidse 23/08/2011; 99) Adriana Luisa Reinhold 23/08/2011; 100) Juan Cabandi Alfonsn 23/08/2011; 101) Juan Agustn Guilln 25/08/2011; 102) Claudia Victoria Poblete Hlaczik 25/08/2011; 103) Carlos Muoz 25/08/2011; 104) Isabel Teresa Cerruti 31/08/2011; 105) Susana Leonor Caride 31/08/2011; 106) Mara Beln Altamiranda Taranto 6/09/2011; 107) Mara Susana Reyes 6/09/2011; 108) Mara del Carmen Aguilera 12/09/2011; 109) Adriana Moyano12/09/2011; 110) Ana Mara Mart 12/09/2011; 111) Nelly Patricia Tauro 12/09/2011; 112) Norma Esther Leanza de Chiesa 13/09/2011; 113) Osvaldo Lovazzano 13/09/2011; 114) Robert Cox 14/09/2011; 115) Mara Luisa Prez 14/09/2011; 116) Juan Alberto Gaspari; 117) Jorge Mario Bergoglio -Declar por escrito 23/09/2011 fs. 632/639 del legajo de juicio-; 26/09/2011; 118) Beatrz Di Paola Derqui 26/09/2011; 119) Martn Antonio Balza 26/09/2011; 120) Gastn Zina Figueredo 27/09/2011; 121) Oscar D'amario
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28/09/2011; 122) Eduardo Jorge Luttini 28/09/2011; 123) Antonia Concepcin Ciccala 28/09/2011; 124) Ricardo Chevarlzk 28/09/2011; 125) Vicente Caccaviello 28/09/2011; 126) Ana Ins Quadros Herrera 3/10/2011; 127) Alicia Raquel Cadenas Ravela 3/10/2011; 128) Edelweiss Zahn Freire 3/10/2011; 129) Alcira Patricia Camusso 4/10/2011; 130) Silvia Labayr 4/10/2011; 131) Carla Graciela Artes Company 11/10/2011; 132) Jos Luis Bertazzo 11/10/2011; 133) Mara del Pilar Nores Montednico 12/10/2011; 134) Julio Csar Barboza Pla 12/10/2011; 135) lvaro Rico 12/10/2011 y 25/10/2011; 136) Sara Solarz de Osatinsky 17/10/2011; 137) Graciela Susana Geuna 17/10/2011; 138) Rubn Delfor Jess Gallucci 17/10/2011; 139) Sara Rita Mndez Lompodio 18/10/2011; 140) Milton Romani 18/10/2011; 141) Mara Elena Laguna de Soba 24/10/2011; 142) Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena 24/10/2011; 143) Mara Bernabella Herrera Sanguinetti 24/10/2011; 144) Anatole Julien Grisonas 24/10/2011; 145) Beatrz Victoria Barboza Snchez 25/10/2011; 146) Margarita Mara Michellini Delle Piane 25/10/2011; 147) Anbal Simn Mndez 26/10/2011; 148) Lydia Cristina Vieyra 26/10/2011; 149) Juan Gelman 31/10/2011; 150) Jorge Horacio Solimine 31/10/2011; 151) Ana Mara Di Lonardo 31/10/2011; 152) Mariel Andrea Abovich 31/10/2011; 153) Mara Beln Rodrguez Cardozo 31/10/2011; 154) Sergio Valente 31/10/2011; 155) Alberto Mattone 2/11/2011; 156) Luisa Linda Abdala 2/11/2011; 157) Horacio Ricardo Ravenna 6/11/2011; 158) Adolfo Prez Esquivel 6/11/2011; 159) Mara Elba Rama Molla 8/11/2011; 160) Claudia V. Julien Grisonas 8/11/2011; 161) Beatriz Lilian Bermdez Calvar de Viegas 9/11/2011; 162) Norberto Liwsky 9/11/2011; 163) Mirta Guarino 9/11/2011; 164) Adriana Mercedes Leiva 9/11/2011; 165) Catalina De Sanctis Ovando 9/11/2011; 166) Luca Zaffaroni 14/11/2011; 167) Mariana Zaffaroni Islas 14/11/2011; 168) Joaqun Castro 15/11/2011; 169) Paula Elena Ogando 15/11/2011; 170) Victoria Ginzberg 15/11/2011; 171) Gabriel Mazzarovich 21/11/2011; 172) Beatrz Castellonese Techera 21/11/2011; 173) Orlinda Brenda Telero Ferrari 21/11/2011; 174) Rafael Eugenio Michellini Delle Piane 21/11/2011; 175) Graciela Viviana Velrdez 22/11/2011; 176) Natividad Lidia Hayde Valenzuela 22/11/2011; 177) Mara Estela Herrera 22/11/2011; 178) Mara Seoane 22/11/2011; 179) Washington Rubn Martnez Rodrguez
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22/11/2011; 180) Marta Azucena Ybarra 23/11/2011; 181) Juan Roger Rodrguez Chandari 23/11/2011; 182) Matas Salvador Bertone 23/11/2011; 183) Mara Isabel Daz 23/11/2011; 184) Raqul Gas 26/11/2011; 185) Marcos Taricco 29/11/2011; 186) Jos Antonio Maseda 29/11/2011; 187) Mara Elena Plvora 29/11/2011; 188) Fabiana Alejandra Moschetto 29/11/2011; 189) Liliana Beatrz Costa 29/11/2011; 190) Patricia Fernanda Righetti 29/11/2011; 191) Santiago Cao 29/11/2011; 192) Alejandro Martn Garca Cassinelli 20/12/2011; 193) Alvaro Nores Montednico 21/12/2011; 194) Patricia Erb 21/12/2011; 195) Nieves Lujn Acosta 23/01/2012; 196) Lisandro Ral Cubas 24/01/2012; 197) Elliot Abrams 26/01/2012; 198) Ral Amlcar Verde Tello 26/01/2012; 199) Teresa Celia Meschiatti 30/01/2012; 200) Ernesto Gonzlez 30/01/2012; 201) Mirta Elena Vago 30/01/2012; 202) Margarita Melia
USO OFICIAL
31/01/2012; 203) Anala Argento 31/01/2012; 204) Felicitas Elas 31/01/2012; 205) Ezequiel Rochistein Tauro 31/01/2012; 206) Mara Cristina Bustamante 7/02/2012; 207) Vicente Romero 7/02/2012 y 208) Horacio Pantalen Ballester 28/02/2012. Sobre este punto, corresponde mencionar que el da 11 de octubre de 2010, la querellante Mara Isabel Chorobik de Mariani prest declaracin testimonial anticipada en virtud de lo previsto en el art. 357 del C.P.P.N. (fs. 1/2 del legajo correspondiente a las actas del debate formado en los procesos nros. 1351/1499/1584/1604/1730/1772). Por otra parte se hace constar que, en virtud de lo resuelto por el Tribunal, el contenido ntegro de las declaraciones testimoniales brindadas en el debate han sido grabadas en formato audiovisual, por lo que a tales constancias nos remitimos toda vez que aqullas integran las respectivas actas de debate tal como fue dispuesto oportunamente.
V. INSPECCIONES OCULARES LLEVADAS A CABO POR EL TRIBUNAL: Los das que a continuacin se indican, el Tribunal se constituy en los distintos lugares donde tuvieron funcionamiento los centros clandestinos de detencin, en algunos de los cuales habran habido nacimientos relacionados con los procesos sometidos a juicio, a fin de practicar
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inspecciones oculares de ellos, diligencias que fueron cumplidas con la presencia de las partes que se consignaron en cada caso como as tambin de los testigos convocados a tal fin, todo lo cual ha quedado plasmado en las actas agregadas al legajo de actuaciones de juicio; a saber: El 23 de mayo de 2011, en Comisara 5 de La Plata, ubicada en la calle 24, entre diagonal 74 y calle 73 de esa ciudad (acta agregada a fs. 253/254 y plano complementario de fs. 255/258). El 24 de mayo de 2011, en Pozo de Banfield (acta agregada a fs. 263/264). El 9 de agosto de 2011, en Hospital Militar de Campo de Mayo (acta agregada a fs. 436/437). El 5 de septiembre de 2011, en el predio de la Escuela Superior de Mecnica de la Armada -E.S.M.A.- (acta agregada a fs. 511). El 1 de noviembre de 2011, en Olimpo ubicado en Av. Lacarra y su interseccin con la calle Ramn Falcn de esta ciudad y en Automotores Orletti, ubicado en la calle Venancio Flores nro. 3519/21 (actas agregadas a fs. 805 y 806). Con idnticos fines, el da 23 de mayo de 2011, el Tribunal se constituy en la casa Mariani-Teruggi ubicada en la calle 30 nro. 1136 de la ciudad de La Plata (acta obrante a fs. 259).
VI. INCORPORACIN POR LECTURA: Culminada la recepcin de la prueba testimonial, en la audiencia del da 7 de marzo de 2012, la Sra. Presidenta orden la incorporacin por lectura de las piezas enumeradas a continuacin y de la prueba documental detallada en cada caso:
a. Prueba que resulta comn a todos los casos: 1.-Escrito de la presentacin de la querella interpuesta por Barnes de Carlotto, Chorobik de Mariani, Fernndez de Vias, Pavn de Grinspon, Tarlovsky de Roisinblit y Valenzi a fs. 1/26. 2.-Escritos presentados por la querella agregados a fs. 408/410, 1004/1012, 1744/1747, 1779/1780, 1895/1901, 2563/2565, 3077/3081,
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3.-Publicacin de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo titulada Nios desaparecidos en la Argentina desde 1976 aportado a fs. 1/26 e identificada como Instrumento 1, reservada en Secretara. 4.-Publicacin de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo titulada Nios desaparecidos. Jvenes localizados en la Argentina desde 1976 a 1999 aportado a fs. 7780/7781 y reservado en Secretara. 5.- Publicacin de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo titulada Nios desaparecidos. Jvenes localizados en la Argentina desde 1975 a 2007 aportado a fs. 26/111 del cuaderno de prueba formado en la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 6.-Legajo
USO OFICIAL
de
documentacin
que
contiene
un
informe
confeccionado por la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, donde obra un listado de nios desaparecidos junto a sus padres, y el de los nios nacidos durante el cautiverio de sus madres, as como un detalle de los nios localizados y restituidos, las causas en trmite, el listado remitido por la Subsecretara de Derechos Humanos y Sociales del Ministerio del Interior con el detalle de las embarazadas y los chicos secuestrados, formado a fs. 316 en virtud de las constancias aportadas a fs. 314 por dicha Subsecretara y a fs. 315 y 862 por la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, reservado en Secretara. 7.-Ley nro. 22.924 denominada por sus autores como Ley de Pacificacin Nacional, conocida como Ley de Autoamnista, sancionada y promulgada el 22/09/1983, aprobada por la Junta Militar y publicada en el Boletn Oficial el 27/09/1983, obrante a fs. 868/869 y certificada a fs. 876 del legajo de actuaciones concernientes al debate oral y pblico. 8.-Ley nro. 23.040 sancionada el 22/12/1983, que derog la ley nro. 22.924, promulgada el 27/12/1983 y publicada en el Boletn Oficial el 29/12/1983, obrante a fs. 870 y certificada a fs. 876 del legajo de actuaciones concernientes al debate oral y pblico. 9.-Reglamento para el Funcionamiento de la Junta Militar, Poder Ejecutivo Nacional y la Comisin de Asesoramiento Legislativo, aprobado por ley nro. 21.256 sancionada y promulgada el 24/03/1976 y publicada en el
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Boletn Oficial el 26/03/1976, obrante a fs. 871/872 y certificada a fs. 876 del legajo de actuaciones concernientes al debate oral y pblico. 10.-Texto de actualizacin efectuada el 22/06/1982 del Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional publicado en el Boletn Oficial el 13/09/1982, obrante a fs. 873 y certificada a fs. 876 del legajo de actuaciones concernientes al debate oral y pblico. 11.-Constancias relacionadas con la detencin de Reynaldo Benito Antonio Bignone obrante a fs. 3599/vta.; de Rubn Oscar Franco a fs. 3276/vta. y Santiago Omar Riveros a fs. 7744/vta. 12.-Copias del texto titulado Documentos bsicos y bases polticas de las Fuerzas Armadas para el proceso de reorganizacin Nacional, Buenos Aires, 1980 aportado por Reynaldo Benito Antonio Bignone, reservado en Secretara. 13.-Reglamento del Ejrcito Argentino titulado Operaciones contra elementos subversivos (RC-9-1), aprobado con fecha 17/12/1976, aportado a fs. 14.323 y reservado en Secretara. 14.-Fotocopias certificadas del Reglamento del Ejrcito Argentino titulado Operaciones contra fuerzas irregulares -guerra revolucionaria- (RC8-2), aprobado con fecha 20/09/1968 y del Reglamento del Ejrcito Argentino titulado Operaciones contra subversin urbana (RC-8-3), aprobado con fecha 29/07/1969, aportados a fs. 14.323 y reservado a fs. 14.340. 15.-Copias certificadas del Tomo II del Reglamento del Ejrcito Argentino (RC 8-2) Operaciones contra fuerzas irregulares (guerra
revolucionaria) de 1968 del Ejrcito Argentino, reservado en Secretara. 16.-Copias certificadas del Reglamento del Ejrcito Argentino titulado Operaciones Psicolgicas (RC-5-2), emitido con fecha 08/11/1968, aportadas a fs. 14.323 y reservadas a fs. 14.340. 17.-Fotocopias certificadas del Reglamento del Ejrcito Argentino titulado Instrucciones para Operaciones de Seguridad de fecha 17/12/1976 (RE-10-51), reservado en Secretara. 18.-Copias certificadas de actuaciones correspondientes a la causa nro. 14.205 del registro de la Secretara nro. 5 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2 (foliadas con los nmeros 132 a 161),
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entre las cuales se encuentra la copia certificada del Acta de la Junta Militar nro. 258 del 28/04/1983 junto con anexos, aportadas a fs. 54/57 y certificados a fs. 61, obrantes en el Legajo I, reservado en Secretara. 19.-Texto obrante a fs. 3453/3462 de la causa nro. 1351 consistente en el Documento final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversin y el terrorismo, aportado por Cristino Nicolaides en su declaracin indagatoria de fs. 3488/3498, el que fue desglosado a fs. 3501, cuya constancia obra entre las fs. 3452 y 3463. 20.-Actas de la Junta Militar remitidas por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal: Copia certificada del Acta N 8 de la Junta Militar del 7/10/1976, obrante en el informe titulado Secreto Fuerza Area Diversas normas de la Junta Militar que tiene relacin con la
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lucha contra la subversin 1976 a 1979 inclusive a fs. 7626 reservada en Secretara, que en copia simple fue aportada a fs. 2563/2565 y fue reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 19 de la Junta Militar del 6/04/1977, obrante en el informe titulado Secreto Fuerza Area Diversas normas de la Junta Militar que tiene relacin con la lucha contra la subversin 1976 a 1979 inclusive, remitida a fs. 7626, certificada a fs. 7653 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara, que en simple copia se aport a fs. 2563/2565, certificada a fs. 2576 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 20 de la Junta Militar del 14/04/1977, obrante en el informe titulado Secreto Fuerza Area Diversas normas de la Junta Militar que tiene relacin con la lucha contra la subversin 1976 a 1979 inclusive, remitido a fs. 7626, certificado a fs. 7653, reservado en Secretara, cuya copia simple fue aportada a fs. 2563/2565 certificada a fs. 2576 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 21 de la Junta Militar del 19/04/1977, obrante en el informe titulado Secreto Fuerza Area Diversas normas de la Junta Militar que tiene relacin con la lucha contra la subversin 1976 a 1979 inclusive, remitida a fs. 7626, certificada a fs. 7653, reservada en Secretara, cuya copia simple fue aportada a fs. 2563/2565, certificada a fs. 2576 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 126 de la Junta Militar del 26/12/1979, obrante en el informe titulado Secreto Fuerza Area Diversas normas de la Junta Militar que tiene relacin con la lucha contra la subversin 1976 a 1979 inclusive,
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remitida a fs. 7626, certificada a fs. 7653 reservada en Secretara, cuya copia simple fue aportada a fs. 2563/2565, certificadas a fs. 2576 reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 34 del 30/08/1977, remitida mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 38 de la Junta Militar del 18/10/1977, aportada mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 75 de la Junta Militar del 7/09/1978 remitida mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 82 de la Junta Militar del 11/01/1979, remitida mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 86 de la Junta Militar del 1/03/1979, remitida mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 103 de la Junta Militar del 18 y 19/07/1979, remitida por oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 105 de la Junta Militar del 2/08/1979, remitida mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 106 de la Junta Militar del 8/08/1979, remitida por oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara; Copia certificada del Acta N 117 de la Junta Militar del 13/11/1979, remitida mediante oficio de fs. 2893, certificada a fs. 2935 y reservada en Secretara (todas en la causa nro. 1351). 21.-Copia certificada del radiograma dirigido a los Jefes de Polica en el que se transcribe el mensaje militar acerca de la incineracin de la documentacin clasificada relativa a la lucha contra la subversin, obrante en el Legajo I de documentacin aportado a fs. 54/57 y certificado a fs. 61 reservado en Secretara y a fs. 3604 y reservada en Secretara y en copia simple a fs. 1/26 identificado como Instrumento 7 y certificado a fs. 38, reservado en Secretara. 22.-Artculos periodsticos: Recorte del diario Clarn del 12/03/1983 titulado Propuesta de la APDH sobre desaparecidos,
identificado como Instrumento 6b, aportado junto con el escrito de fs. 1/26 y certificado a fs. 38, reservado en Secretara; Recorte del diario La Nacin del 13/03/1983 titulado Propuesta de la APDH sobre los desaparecidos,
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identificado como Instrumento 6c, aportado con el escrito de fs. 1/26, y certificado a fs. 38, reservado en Secretara; Recorte del diario La Razn del 15/03/1983 titulado Inici su Primera Reunin del Ao la Comisin Permanente del Episcopado, identificado como Instrumento 6d, aportado con el escrito de fs. 1/26, y certificado a fs. 38, reservado en Secretara; Recorte del diario Clarn del 16/03/1983 titulado Desaparecidos: trata la Iglesia una propuesta, Denuncian que fueron localizados cinco nios desaparecidos y Por amenazas, fue retirado un libro, identificado como Instrumento 6e, aportado con el escrito de fs. 1/26 y certificado a fs. 38, reservado en Secretara; Recorte del diario Clarn del 19/12/1996 titulado Denuncian a un mdico naval, identificado como Instrumento 3, aportado con el escrito de fs. 1/26, y certificado a fs. 38, reservado en Secretara; Recorte del diario Clarn del
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15/07/1996 titulado Paraguay entreg sus archivos secretos al gobierno argentino y La Operacin Cndor, identificado como Instrumento 3 bis (a), aportado con el escrito de fs. 1/26 y certificado a fs. 38, reservado en Secretara; Recorte del diario Clarn del 12/12/1996 titulado Desaparecidos: Brasil entrega documentacin, identificado como Instrumento 3 bis (b), aportado con el escrito de fs. 1/26y certificado a fs. 38, reservado en Secretara. 23.-Fotocopia del Informe de la Secretara General del Ejrcito Argentino de fecha 3/09/1985 dirigido al Subsecretario de Defensa donde se especifica la actuacin del Ejrcito Argentino durante la lucha
antisubversiva, identificado como Instrumento 4, aportado con el escrito de fs. 1/26, reservado en Secretara y la copia certificada del oficio mediante el cual se solicit dicho informe a fs. 14.879/14.880 de la causa N 13/84. 24.-Copias simples del oficio y la propuesta presentada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos el 11/03/1983 ante el Ministerio del Interior, e identificado como Instrumento 6, aportado con el escrito de fs. 1/26, reservado en Secretara. 25.-Respuesta brindada el 30/03/1983 por Monseor Carlos Galn, Secretario General del Episcopado Argentino, a la propuesta efectuada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, identificado como Instrumento 6a, aportado con el escrito de fs. 1/26, reservado en Secretara. 26.-Artculos periodsticos aportados a fs. 54/57 entre los cuales
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hay diversas publicaciones de los aos 1982 y 1983 referidos a la existencia de nios desaparecidos en la Argentina desde 1976 y a la bsqueda que realizan sus familiares y los organismos de derechos humanos involucrados: Recorte del diario La Prensa del 01/08/1982 de la solicitada titulada Nios desaparecidos en la Argentina desde 1976 si Usted sabe algo AYUDENOS a encontrarlos, incorporado en el Legajo III, certificado a fs. 61; Recorte del diario Clarn del 25/10/1983 titulado Dnde y cmo votarn los detenidosdesaparecidos, incorporado en el Legajo III, certificado a fs. 61; Recorte del diario La Prensa del 04/04/1982 titulado Nios Desaparecidos en la Repblica Argentina, incorporado en el Legajo III, certificado a fs. 61; Recorte del diario La Nacin del 23/12/1982 titulado Los nios de Plaza de Mayo, incorporado en el Legajo IV; incluyendo una fotocopia de la publicacin del 27/11/1983 del diario La Voz titulada Un llamado a las conciencias, incorporada en el Legajo IV. 27.-Informe de la Secretara General del Ejrcito donde surgen los nombres de los oficiales del Ejrcito Argentino que se desempearon como Comandantes y 2dos. Comandantes de los distintos Cuerpos del Ejrcito entre los aos 1976 y 1983 y los mapas que grafican las jurisdicciones que dichos Cuerpos comprendan en el perodo consignado, obrante a fs. 1694/1705. 28.-Informe de la Secretara General del Ejrcito que consigna la normativa vigente al momento de los hechos para la internacin y asistencia de pacientes mujeres a fin de dar a luz durante el perodo comprendido entre los aos 1976 y 1983, obrante a fs. 1823/1824. 29.-Reglamentos del Ejrcito Argentino: Reglamento titulado Hospitales Militares (RV-135-51) del 25/08/1981, remitido a fs. 1616 y certificado a fs. 1625, reservado en Secretara; Reglamento titulado Rgimen Funcional de Sanidad (RV-113-3) del 16/03/1972, aportado a fs. 1616 y certificado a fs. 1625, reservado en Secretara; Fotocopias certificadas del Reglamento titulado Las Prisiones Militares de Encausados del 06/02/1984 RV-111-90, reservadas en Secretara; Fotocopias certificadas del Reglamento titulado Reglamento para el Instituto Penal de las Fuerzas Armadas (RV-11191) del 23/09/1975, aportados mediante oficio de fecha 3/2/2010 obrante en el cuaderno de prueba de la causa nro. 1351; Fotocopias certificadas del
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Reglamento titulado Organizacin y Funcionamiento del Servicio de Sanidad en Guarnicin (ex RV-101-41) del 20/07/1960, aportado a fs. 1689. 30.-Copia del Decreto N 955/76 publicado en el Boletn Oficial el 23/06/1976, obrante a fs. 1871. 31.- Informes Periciales de fs. 2783/2821 y 2903/2920. 32.-Libro El ltimo de facto de Reynaldo Benito Antonio Bignone, Edicin Planeta de noviembre de 1992, aportado a fs. 3265/3267. 33.-Fotocopias de los artculos del diario Clarn de fechas 27/02/1983 y 27/04/1983 referidos a la elaboracin y publicacin del Documento Final emitido por la Junta Militar en relacin a la situacin de personas desaparecidas, obrantes a fs. 3263/3264. 34.-Fotocopias certificadas del Documento identificado como
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Plan del Ejrcito - Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional- junto con sus Anexos, emitido por el Comando General del Ejrcito en febrero de 1976, aportado por Jos Lus DAndrea Mohr a fs. 6400/6402 que en copia simple obra a fs. 6403/6474, reservado en Secretara. 35.-Informe del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital General de Agudos Dr. Durand sobre las funciones y misiones de la entidad y los estudios realizados que arrojaron resultado positivo obrante a fs. 8530. 36.-Informes del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital General de Agudos Dr. Durand con el detalle de los grupos familiares a los cuales se realizaron las identificaciones que arrojaron resultado positivo y de las causas donde se ordenaron obrantes a fs. 9654/9683, 9687/9690, 13.893, 13.915/13.918 y 13.930. 37.-Publicacin del C.E.L.S. titulada 692 Responsables del Terrorismo de Estado, Editorial Cooperativa Tierra Frtil, en referencia a las divisiones territoriales y quienes estuvieron a cargo de los respectivos territorios, aportado a fs. 1020 y certificado a fs. 1021/1023, reservado en Secretara. 38.-Documentacin remitida por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin consistente en una copia certificada del documento en ingls redactado por Elliot Abrams, asistente de la Oficina de Derechos Humanos perteneciente a la Secretara de Estado Americana obrante
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a fs. 11.016/11.020 y su traduccin obrante a fs. 1286/1287 del cuaderno de prueba respectivo. 39.-Artculo del diario Pgina 12 titulado El embajador y el plan sistemtico, publicado en la pgina 10 El Pas, del 23/08/2002 de Victoria Ginzberg, aportado a fs. 10.925, certificado a fs. 10.926, reservado en Secretara. 40.-Informe del Cuerpo Mdico Forense respecto de Santiago Omar Riveros obrante a fs. 12.861/12.862. 41.-Declaraciones testimoniales prestadas de Jos Luis DAndrea Mohr obrantes a fs. 1751/1755, fs. 6400/6402 de la causa nro. 1351 junto con las piezas de fs. 6475/6482, de fs. 2543 y vta., y 2552 y vta. de la causa nro. 1499, junto con las constancias que obran a fs. 2480/2483 y fueron agregadas como partes integrantes de su declaracin (art. 391, inc. 3 del C.P.P.N), partida de defuncin de fecha 23/02/2001 cuya copia certificada se encuentra a fs. 682 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 42.-Declaracin indagatoria de Guillermo Surez Mason obrante a fs. 6008/6016 de la causa nro. 1351 y a fs. 4787/4822 de la causa nro. 1170 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 y en copias certificadas agregadas a fs. 2130/2131 de la causa nro. 1604. (art. 392, 1 prrafo C.P.P.N.), partida de defuncin del 23/06/2005, cuya copia certificada obra a fs. 14.399 de la causa nro. 1351. 43.-Documentacin identificada como Legajo A en fs. 12 que contiene una copia parcial de una orden secreta anti-subversiva y de un informe relacionado con sta, efectuado por el Dr. Carlos Zamorano (CONADEP) aportado a fs. 408/410 de la causa nro. 1351, certificado a fs. 423/424 y reservado en Secretara, junto con el libro Cuaderno de la Asociacin Americana de Juristas Juicio a los Militares. Argentina n 4 y del libro Inseguridad y Desnacionalizacin La Doctrina de la Seguridad Nacional, reservados en Secretara. 44.-Declaraciones indagatorias brindadas por Hctor Antonio Febrs a fs. 3217/3224 de la causa nro. 1351; escrito ampliatorio de fs. 3366/3370 y ampliaciones de indagatorias de fs. 5508/5510 y 9435/9443 y de fs. 2047/2054 de la causa nro. 1604 (art. 392 C.P.P.N.).
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45.-Documentacin aportada por Martn Balza a fs. 7068 de la causa nro. 1351 relativa al informe de Conferencia de Prensa. Tema: Plan Sistemtico de Apropiacin de Menores - una falacia, certificado a fs. 7144, reservado en Secretara. 46.-Fotocopias certificadas del discurso de Martn Balza como Jefe del JEMGE del 12/02/1998 obrantes a fs. 1081/1087 de la causa nro. 1351. 47.-Documentacin aportada por Jos Luis DAndrea Mohr a fs. 1772 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara: Copias de la Directiva del Comandante General del Ejrcito MD 404/75 Lucha contra subversin del 28/10/1975; Fotocopias del Anexo I (Inteligencia) a la Directiva del Comandante General del Ejrcito N 404/75 (lucha contra subversin); Fotocopias del Anexo 3 (Accin Psicolgica) a la Directiva del Comandante
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General del Ejrcito N 404/75 (lucha contra subversin); Fotocopias del Anexo 4 (Personal) a la Directiva del Comandante General del Ejrcito N 404/75 (lucha contra subversin); Fotocopias del Anexo 9 (Esquema de Informe Inicial) a la Directiva del Comandante General del Ejrcito N 404/75 (lucha contra la subversin); Fotocopias certificadas de la Orden parcial N 405/76 Reestructuracin de Jurisdicciones y Adecuacin orgnica para intensificar las operaciones contra la subversin del 21/05/1976, aportadas a fs. 1744/1747 de la causa nro. 1351, certificada a fs. 1760/1761 reservadas en Secretara; Fotocopias certificadas del Anexo 6 (Jurisdicciones) a la Directiva del Comandante Jefe del Ejrcito N 504/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78); Fotocopias del Anexo 13 (Informe a Elevar) a la Directiva del Comandante Jefe del Ejrcito N 504/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78); Fotocopias del Apndice 1 (Esquema informes para reunin de comandos superiores) al anexo 13 (Informes a elevar) a la Directiva del Comandante Jefe del Ejrcito N 504/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78); Fotocopias del Apndice 2 (Esquema del informe diario) al anexo 13 (Informes elevar) a la Directiva del Comandante Jefe del Ejrcito N 504/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78); Fotocopias del Anexo 4 (Ejecucin de Blancos) a la Orden de Operaciones N 9/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante
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el perodo 1977); Fotocopias del Apndice 1 (Acta acuerdo entre Comando de la Zona 4 y Comando de la Zona 1) al Anexo 4 (ejecucin de blancos), a la Orden de Operaciones N 9/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977); Fotocopias certificadas de la Directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito N 504/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78) obrante en el Legajo I aportado a fs. 54/57 de la causa nro. 1351, certificado a fs. 61, reservado en Secretara; Fotocopias del Anexo 4 (mbito Educacional) a la Directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito N 504/77 (continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78); Fotocopias del Anexo 5 (mbito Cultural Educativo) a la Directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito N 604/79 (continuacin de la ofensiva contra la subversin); Fotocopias del Anexo 7 (mbito Religioso) a la Directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito N 604/79 (continuacin de la ofensiva contra la subversin); Fotocopias del Dictamen de la Fiscala Nacional de Investigaciones Administrativas del 17/08/1988. 48.-Nmina del personal del Hospital Naval obrante a fs. 802 de la causa nro. 1351. 49.-Documentacin aportada por Horacio Verbitsky a fs. 3577 de la causa nro. 1351, glosada a fs. 3573/3576. 50.-Documentacin aportada a fs. 10.924 de la causa nro. 1351, donde constan impresiones de documentacin desclasificada por el Gobierno de Estados Unidos de Amrica glosadas a fs. 10.916/10.923. 51.-Informe de la Armada Argentina donde consta la nmina del personal que cumpli tareas de inteligencia en la E.S.M.A, fs. 14.344/14.347 de la causa nro. 1351. 52.-Copias certificadas del Informe de la Cmara de Diputados de Tucumn, Anexo III Represin y Poltica de Exterminio contra la Familia, aportado por el Dr. Di Gioia (APDH) a fs. 4806 de la causa nro. 1351. 53.-CD presentado por Jos Lus DAndrea Mohr el 28/12/98 a fs. 3268 de la causa nro. 1351, reservado en Secretara. 54.-Documentacin contenida en una carpeta naranja que reza Confidencial del Ejrcito Argentino en 91 fs., en copias certificadas de
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actuaciones relacionadas con el pedido de Eduardo Rodolfo Cabanillas (10/05/1999), conforme a lo establecido por el Reglamento de Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas, remitido a fs. 5321 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 55.-Copias certificadas del Boletn Pblico N 4496 del Ejrcito Argentino. Rgimen Orgnico Funcional para la Asistencia Sanitaria del Personal de los Cuadros y Civil del Ejrcito y Gendarmera Nacional y sus respectivas Familias en tiempos de Paz Proyecto 1983, reservado en Secretara. 56.-Copias certificadas del informe titulado Secreto Fuerza Area Diversas normas de la Junta Militar que tiene relacin con la lucha contra la subversin 1976 a 1979 inclusive a fs. 7626 de la causa nro. 1351,
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reservadas en Secretara. 57.-Legajos de la ex Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires remitidos a fs. 2628 de la causa nro. 1351, reservados en Secretara. 58.-Nmina de Directores de la Escuela de Mecnica de la Armada, remitido por la Armada Argentina a fs. 320 de la causa nro. 1351. 59.-Documento Maternidades Clandestinas en formato CD de la Asociacin civil Abuelas de Plaza de Mayo aportado a fs. 14.735 de la causa nro. 1351, reservado a fs. 14.738 posteriormente aportado ante este Tribunal. 60.-Libro Los Nios Desaparecidos y la Justicia Algunos Fallos y Resoluciones de edicin Abuelas de Plaza de Mayo, aportado por Enriqueta Estela Barnes de Carlotto en el debate, reservado en Secretara. 61.-Libro Botn de Guerra de Julio E. Nosiglia -edicin Abuelas de Plaza de Mayo-, certificado a fs. 15.432 de la causa nro. 1499, que en copias fue aportada junto con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 62.-Fotocopias de folletos de Abuelas de Plaza de Mayo vinculados a los nios buscados y reclamos efectuados, clasificados con la letra F aportados junto con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservados en Secretara. 63.-Fotocopias de publicaciones efectuadas en peridicos
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argentinos e internacionales, clasificados con la letra G aportados con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservados en Secretara. 64.-Copias certificadas vinculadas al caso nro. 2553 de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y de la respuesta del Gobierno a la Comisin en ese caso, clasificadas con la letra K, aportadas con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservadas en Secretara. 65.-Fotocopias de los reclamos internacionales efectuados a: Amnesty Internacional, Cruz Roja Internacional, Caritas Internacional, Francia, Alemania, Canad, Dinamarca, Italia, Suecia, Suiza, Estados Unidos, Venezuela, clasificadas con la letra H aportadas con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservados en Secretara. 66.-Fotocopias de trmites realizados en conjunto por un grupo de abuelas en la bsqueda de sus nietos desaparecidos hasta 1980, clasificados con la letra I, aportados con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservadas en Secretara. 67.-Fotocopias de la nota presentada por Abuelas de Plaza de Mayoel 05/08/1981 a la Excma. Junta Militar; a la Corte Suprema de Justicia de la Nacin el 11/04/1978; al Ministerio de Bienestar Social de la provincia de Buenos Aires, y su respuesta del 6/09/1978 y 13/06/1979; nota del Arzobispado de Buenos Aires del 31/10/1979; y nota presentada al Sr. Director General de Ceremonial y Audiencias de Presidencia, clasificadas con la letra J aportadas junto con el escrito de fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservadas en Secretara. 68.-Carpeta que contiene partidas del Registro Civil y la documental acompaada en los Anexos A a F, suscriptos por los respectivos querellantes, aportados a fs. 37 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 69.-Copias certificadas de la Orden de Operaciones N 2/83 de abril de 1983, aportada a fs. 54/57 de la causa nro. 1351, certificadas a fs. 61 incorporadas al Legajo 1, reservado en Secretara. 70.-Nmina de embarazadas desaparecidas que pudieron haber dado a luz entre el 1 de octubre de 1976 y el 1 de septiembre de 1977,
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remitido por la Secretara de Desarrollo Humano y Familia del Ministerio de Salud y Accin Social glosada a fs. 315/323 de la causa nro. 1499. 71.-Nota periodstica del 11/06/1998 obrante a fs. 2479 y vta. de la causa nro. 1499. 72.-Informe confeccionado por Federico Mittelbach sobre la nmina de presuntos militares involucrados en los casos de sustraccin de nios obrante a fs. 2609/2611 de la causa nro. 1499. 73.-Informe del Estado Mayor General del Ejrcito sobre personas que ocuparon los distintos destinos entre el 24 de marzo de 1976 y el 31 de diciembre de 1978, obrante a fs. 3521/3523 de la causa nro. 1499. 74.-Informe del Ejrcito Argentino del perodo en el cual Jorge Rafael Videla se desempe como Presidente de facto y estuvo a cargo del
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Ejrcito Argentino obrante a fs. 4160 de la causa nro. 1499. 75.-Copias certificadas del Legajo Personal de Jorge Rafael Videla del Ejrcito Argentino consistente en ndice y foja de servicios del ex. Tte. General Jorge Rafael Videla, documentos personales y de familia, antecedentes de ingreso al Ejrcito hasta su egreso como Oficial ex Tte. General, cuyo original fue certificado a fs. 15.432/vta.de la causa nro. 1499. 76.-Carpetas con informes de Jorge Rafael Videla en los diferentes grados y parte de su legajo personal reservado en Secretara, certificadas a fs. 15.432/vta. de la causa nro. 1499. 77.-Constancias relacionadas con la detencin de Jorge Rafael Videla a fs. 2416, 2418, 2421/2424 y 2490/2512 de la causa nro. 1499. 78.-Legajo de fotografas de mujeres embarazadas desaparecidas en fs. 3, certificado a fs. 15.432/vta. de la causa nro. 1499. 79.-Declaracin testimonial de Emilio Fermn Mignone,
Vicepresidente de la APDH y fundador del C.E.L.S., obrante a fs. 2516/2517 de la causa 1499 y copia certificada de la partida de defuncin (23/12/1998) a fs. 127 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1499. 80.-Nota del diario Pgina 12 del 12/07/1998 firmada por el periodista Juan Gelman reservada en el Anexo III de la causa nro. 1351, aportado a fs. 2515/2516, reservada en Secretara. 81.-Declaracin indagatoria de Emilio Eduardo Massera del
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16/09/1999 en la causa nro. 6924 cuya copia obra a fs. 12.737/12.738 de la causa nro. 14.217/03. 82.-Declaracin indagatoria prestada por Emilio Eduardo Massera obrante a fs. 1746/1748 de la causa nro. 1604. 83.-Informes de la Armada Argentina vinculados con Antonio Vaek a fs. 1830 y 2706/2707 de la causa nro. 1604. 84.-Copia digital de los Boletines Navales Confidenciales y Boletines Navales reservados entre 1976 y 1983 remitida a fs. 89 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1604. 85.-Declaracin prestada por Jorge Enrique Perrn a fs. 1637/1643 de la causa nro. 1604; y partida de defuncin del 11/10/2007, cuya copia certificada obra a fs. 328 del cuaderno de prueba. 86.-Declaracin testimonial prestada por Luis Mara Menda a fs. 1902/1903 y partida de defuncin del 14/05/2001, cuya copia certificada obra a fs. 327 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1604. 87.-Impresiones del sitio www.abuelas.org.ar concernientes a algunos de los casos publicados en la versin digital del libro Nios desaparecidos. Jvenes localizados, en particular, los relativos a Laura Ernestina Scaccheri Dorado, Sebastin Rosenfeld Marcuzzo, Federico Luis Spoturno, Andrs La Blunda Fontana (Mauro Cabral La Blunda) y Diego Toms Mendizbal Zermoglio. 88.-Fotocopias certificadas del Boletn reservado del Ejrcito Argentino N 4910, agregado a fs. 1958/1972 de la causa nro. 1772. 89.-Fotocopias del hbeas corpus presentado en favor de mujeres embarazadas detenidas desaparecidas y nios nacidos en cautiverio por familiares vctimas, obrante a fs. 311/340 de la causa nro. 1584, cuyas copias certificadas se encuentran a fs. 1282/1298 de la causa nro. 1351. 90.-Copia certificada del Legajo Personal N 1904 y del Legajo de Concepto -secreto- N 1904 de Hctor Antonio Febrs, reservados en Secretara. 91.-Libro titulado Don Alfredo de Miguel Bonasso, Editorial Planeta, aportado a fs. 214 de la causa nro. 1584, reservado en Secretara. 92.-Documentacin consistente en copias de un dossier y anexos, aportada junto con escritos obrantes a fs. 4585/4656 de la causa nro. 1351.
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93.-Fotocopia certificada de la partida de defuncin de Asilu Sonia Maceiro Prez del 17/01/2006, obrante a fs. 1889 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 94.-Expediente del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires con documentacin sobre la dependencia de la Direccin de Investigaciones de La Plata.
b. Circuito Gran Buenos Aires sur: Comisara 5ta. de La Plata: 95.-Legajo CONADEP nro. 2568. 96.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 1/19 de la causa N 10 caratulada Presunta supresin de identidad Carassale, Carlos Roberto (vctima) del Juzgado Federal N 3 de La Plata, prov. de Bs.
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As., Secretara Especial; 2.-Con relacin al hecho del que resultara vctima Ana Libertad, hija de Elena de la Cuadra y de Hctor Baratti. 97.-Legajo CONADEP nro. 7238.
c. La Cacha: 98.-Documentacin aportada por Estela Barnes de Carlotto identificada como Anexo A que contiene copias certificadas de la partida de nacimiento y copias certificadas de la partida de defuncin de Laura Estela Carlotto, a fs. 37 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 99.-Documentacin sobre el paradero de Laura Estela Carlotto (informe de la DIPBA) identificado como Legajo N 15.209 Asunto: s/ paradero Laura Estela Carlotto, aportado a fs. 2628/2629 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 100.-Legajo CONADEP nro. 2085; 2.-Con relacin al hecho del que resultara vctima Mara Natalia Surez Nelson Corvaln (inscripta como Mara Natalia Alonso), hija de Mara Elena Isabel Corvaln de Surez Nelson y Mario Csar Surez Nelson. 101.-Legajo CONADEP nro. 215, correspondiente a Mara Elena Isabel Corvaln. 102.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 291/303 de la causa N 2965/09 caratulada Alonso, Omar y otro s/inf. arts.
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139, 146 y 293 del C.P del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de La Plata, provincia de Bs. As.
d. Pozo de Banfield: 103.-Causa N A-202/83 Lavalln, Rubn Luis y otros s/inf. arts. 139, inc. 2, 292 y 293 del C.P.del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 y la totalidad de legajos e incidentes que corren por cuerda, en especial el Incidente Tutelar, reservada en Secretara. 104.-Documentacin aportada a fs. 37 de la causa nro. 1351 con el escrito inicial de la querellante Elsa Beatriz Pavn de Grinspon identificado como Anexo D que contiene: copias certificadas de la partida de matrimonio de Illa Grinspon con Elsa Beatriz Pavn; de la partida de nacimiento de Mnica Sofa Grinspon; de la partida de matrimonio de Mnica Sofa Grinspon con Claudio Ernesto Logares; de la partida de nacimiento de Paula Eva Logares y la copia autenticada de la resolucin judicial que declara la desaparicin forzada de los padres de Paula Eva Logares, reservada en Secretara. 105.-Legajo CONADEP nro. 1982, correspondiente a Claudio Ernesto Logares. 106.-Legajo CONADEP nro. 1983, correspondiente a Mnica Sofa Grispon de Logares. 107.-Pericia de ADN obrante a fs. 586/588, 651/652 y 1249/1250 y a fs. 1176/1248 en copias certificadas de la causa N 5452 (A-202) caratulada Lavalln, Rubn y otros s/inf. arts. 139, inc. 2, 292 y 293 C.P del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1. 108.-Informe pericial del B.N.D.G. obrante a fs. 9658 de la causa nro. 1351 sobre inclusin biolgica de Mara Victoria Moyano Artigas. 109.-Causa N 7791/1 caratulada: Maurio, Mara Elena s/inf. art. 146 del C.P (sustitucin de estado civil, sustraccin y ocultacin de menores, vctima: Mara Victoria Penna) del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal de Morn, Secretara N 1, en cuyas fs. 424/445 obra el estudio inmunolgico del 13/01/1988.
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Inscripcin
solicitud
de
reinscripcin de Mara Victoria por Enriqueta de las Mercedes Santander en el Expte. Nro. 7791 del Juzgado Federal N 1 de Morn, en especial, fs. 14/18vta. y la copia certificada de la partida de nacimiento correspondiente a Mara Victoria Moyano Artigas agregada a fs. 26; el Incidente Tutelar de Mara Victoria Moyano Artigas y/o Mara Victoria Penna y los dems expedientes que corren por cuerda, remitidos a fs. 930 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservados en Secretara. 111.-Legajo CONADEP nro. 7105 (actor 343), correspondiente a Mara Asuncin Artigas Nilo. 112.-Incidente de eximicin de prisin de Penna, Oscar Antonio que corre por cuerda a la causa N 7791 Maurio, Mara Elena s/ inf. art. 146
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del C.P. del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal de Morn, Secretara N 1 y especficamente las fs. 65/68, remitido por el Juzgado Instructor a fs. 930 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservado en Secretara. 113.-Fotocopia certificada de la partida de nacimiento de Carlos Rodolfo De Luccia donde consta la rectificacin del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2 de San Martn remitida a fs. 9536 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 114.-Fotocopia legalizada del certificado de nacimiento a nombre de Carlos Rodolfo De Luccia agregada a fs. 41 de la causa N 623 caratulada Leiro, Marta Elvira s/ inf. arts. 139, 146, 292 y 296 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2 de San Martn, certificada a fs. 1252 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 115.-Legajo CONADEP nro. 1715 (actor 985), correspondiente a Yolanda Iris Casco Ghelpi. 116.-Fotocopia del Formulario 1, antecedente necesario a la partida de nacimiento, en el cual se encuentra inscripto Carlos Rodolfo De Luccia, aportada a fs. 9275 de la causa nro. 1351. 117.-Pericia de ADN obrante a fs. 5546/5632 de la causa N 623 caratulada Leiro, Marta Elvira s/ inf. arts. 146, 22 y 293 del CP del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2 de San Martn, provincia de Bs. As.
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118.-Legajo CONADEP nro. 492 (actor 998), correspondiente a Mara Eloisa Castellini. 119.-Informe remitido por el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires obrante a fs. 2628/2629 de la causa nro. 1351, del que se desprenden constancias obrantes en la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) sobre un pedido de paradero de Stella Maris Montesano de Ogando. 120.-Legajo CONADEP nro. 2247, correspondiente a Stella Maris Montesano. 121.-Legajo CONADEP nro. 6462 (actor 956), correspondiente a Gabriela Carriquiriborde. 122.-Legajo CONADEP nro. 7162 (actor 4705), correspondiente a Ada Sanz. 123.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 759/761 y 1644/1649 de la causa N 1702/03 caratulada Bergs, Jorge Antonio y otro s/inf. arts. 139, 292, 293 del C.Pdel Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de La Plata, provincia de Buenos Aires. 124.-Copias certificadas de la causa N 7/6843 Sanz, Carmen s/supresin de identidad del Juzgado Federal de Primera Instancia N 3 de La Plata, reservadas en Secretara. 125.-Legajo CONADEP nro. 2887, correspondiente a Alicia Beatriz Carminati. 126.-Informe de fs. 9654/9690 de la causa nro. 1351, sobre la identificacin por el Banco Nacional de Datos Genticos. 127.-Causa N 129.342 Chorobik de Mariani del Juzgado en lo Penal N 1 de La Plata, remitida por la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata a fs. 1259 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. Asimismo, las copias certificadas reservadas en autos y registradas con el nmero de expediente nro. 5251, nicamente en relacin al hecho nro. 34. e. Prueba correspondiente a casos de La Plata sin asignacin a centro clandestino de detencin: 128.-Fotocopias certificadas de la presentacin de Mara Chorobik
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de Mariani efectuada a fs. 3647/3660 de la causa N 9841/98 Videla s/supresin de estado civil registrada con el nro. 1499 en este Tribunal, obrantes a fs. 7181/7194 de la causa nro. 1351. Asimismo, el Anexo B aportado a fs. 37 y reservado en Secretara, que contiene la copia certificada de la partida de nacimiento de Daniel Enrique Mariani; copia certificada de la partida de matrimonio entre Daniel Enrique Mariani y Diana Esmeralda Teruggi; copia certificada de la partida de nacimiento de Clara Anah Mariani; copia certificada de la inscripcin en el acta sobre la ausencia por desaparicin forzada de Clara Anah. 129.-Copias certificadas del Legajo correspondiente a Nstor Ramn Buzatto obrante a fs. 9160/9168 de la causa nro. 1351, aportado a fs. 9155/9159.
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130.-Copias certificadas del Legajo correspondiente a Cecilio Reinaldo Gmez obrante a fs. 9169/9176 de la causa nro. 1351. 131.-Copias certificadas del Legajo DS 6909 Enfrentamiento Personal de esta Polica y Fuerzas Conjuntas con Elementos Subversivos en calle 56 y 30 de La Plata, aportado a fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351 reservado en Secretara y actuaciones nro. 1885/SU remitidas por la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata a fs. 1259 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351 reservadas en Secretara. 132.-Dossier relativo a Clara Anah Mariani y a las acciones para recuperarla, el cual reza Desaparicin de Clara Anah Mariani-1976, aportado a fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351 y reservado en Secretara. 133.-Legajo CONADEP nro. 1836. 134.-Copia certificada de la declaracin de Carlos Hours ante la CONADEP, aportada a fs. 1/11 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservada en Secretara.
f. Campo de Mayo El Campito: 135.-Legajo CONADEP nro. 1338, correspondiente a Norma Tato. 136.-Denuncia y documentacin acompaada referida a la sustraccin de dos nios a nombre de Bianco Wehrli de fs. 1/19 de la causa
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nro. 1499. Documentacin aportada en la causa nro. 1351 por DAndrea Mohr en la que obran parte de las actuaciones del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1 de San Isidro, Secretara N 2, en el marco de la causa N 5939 Bianco, Norberto Atilio y Wehrli, Nilda Susana s/inf. arts. 139, 146 y 293 del C.P. 137.-Copias legalizadas de los certificados de nacimiento y de los formularios nro. 1 (constatacin de nacimiento) de Carolina Susana y Pablo Hernn Bianco Wehrli remitidas por la Delegacin Bella Vista del Registro de las Personas, obrantes a fs. 26/29 de la causa nro. 1499. 138.-Notas actuariales que hacen constar que los nios Carolina y Pablo Bianco no fueron a clases el da 8/04/1986, que Nilda Susana Wehrli no concurri a trabajar sin mediar pedido de licencia, obrantes a fs. 145 y 149/150 de la causa nro. 1499. 139.-Informe del colegio donde se desempeaba Nilda Susana Wehrli como maestra del cual surge que la nombrada se ausent sin aviso a partir del 8/04/1986, obrante a fs. 214 de la causa nro. 1499. 140.-Copia certificada de primeras pginas de los D.N.I de Pablo Hernn Bianco Wehrli y de Carolina Bianco Wehrli, obrantes a fs. 222 de la causa nro. 1499. 141.-Informe del Ejrcito Argentino del que surge que Norberto Bianco no se present en su lugar de destino al trmino de su licencia, a raz de lo cual se inici la Actuacin de Justicia Militar correspondiente por abandono de destino obrante a fs. 236 de la causa nro. 1499. 142.-Certificados de nacimiento de Pablo Hernn y Carolina Susana Bianco Wehrli obrantes a fs. 280/281 de la causa nro. 1499, remitidos por el Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires. 143.-Copia certificada del Acta N 416 del Departamento de Estado Civil y Capacidad de la Direccin Provincial del Registro de las Personas del que surge la inscripcin del nacimiento de Pablo Hernn Bianco Wehrli, obrante a fs. 559/562 de la causa nro. 1499. 144.-Informe de la Polica Federal Argentina Departamento de Interpol, que acredita la detencin de la familia Bianco el 21/04/1987 en la ciudad de Asuncin, Paraguay obrante a fs. 753 de la causa nro. 1499.
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145.-Copias certificadas de los expedientes N 17.030/86 c/ cde. nro. 925/86, en relacin a las actuaciones administrativas seguidas en el Ministerio de Educacin a la docente Nilda Susana Wehrli de Bianco obrantes a fs. 1715/1815 de la causa 1499. 146.-Copias de la denuncia de Estela Barnes de Carlotto ante la Comisin Interamericana de Derechos Humanos por el caso de los menores BiancoWehrli de fs. 1907/1916 de la causa nro. 1499. 147.-Copia certificada de la sentencia recada el 15/05/2000 en la causa N 6873/98, Bianco, Norberto Atilio y Wehrli, Nilda Susana s/inf. art. 139, 146 y 293 del CP del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, Secretara N 2, obrante a fs. 3685/3704 de la causa nro. 1499. 148.-Fotocopia del informe del Registro Nacional de las Personas
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obrante a fs. 1374 de la causa nro. 1499, del que surge que Pablo Hernn Bianco Wehrli es titular del D.N.I N 26.132.781. 149.-Pericia de fs. 719/727 de la causa nro. 1499, relativa a la intervencin de los mdicos Carlos Alberto Raffinetti y Ovidio Horacio lvarez en las actas de constatacin de nacimiento de Pablo Hernn y Carolina Susana Bianco Wehrli. 150.-Pericia de ADN obrante a fs. 2188/2204 de la causa N 2963/09 caratulada Bianco, Norberto Atilio y otra s/ inf. Arts. 139, 146 y 293 del C.P. del Juzgado Federal N 1 de San Isidro, Provincia de Buenos Aires. 151.-Copias certificadas del Caso N 143 Quintela Dallasta, Silvia Mnica Quintela, Daniel Ernesto de la causa N 2043/2031 (4012) Riveros, Santiago Omar y otros s/ inf. arts. 151 y otros del CP en fs. 483 remitidas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn a fs. 948 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351 reservadas en Secretara. 152.-Legajo CONADEP nro. 3499, correspondiente a Silvia Mnica Quintela Dallasta. 153.-Copias certificadas de la pericia del Banco Nacional de Datos Genticos y otros documentos obrantes a fs. 31/50 de la causa nro. 1772, cuyo original se encuentra reservado en el marco de la causa nro. 1351; D.N.I. a nombre de Alejandro Ramiro Gallo reservado en Secretara. Investigaciones del polimorfismo del ADN por mtodos de biologa molecular de fs. 35/43 y
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47/49, la investigacin para la reconstruccin del vnculo biolgico materno de fs. 44/46 y constancia de fs. 50 de la causa nro. 1772. 154.-Fotocopias certificadas del acta de detencin de Ins Susana Colombo de fs. 111 y constancias de fs. 112/126 de la causa nro. 1772 y de Vctor Alejandro Gallo de fs. 153. 155.-Fotocopia certificada del formulario de inscripcin nro. 331 del Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires, Delegacin Bella Vista, relativo al nacimiento de Alejandro Ramiro Gallo de fecha 7/7/1977 (Constatacin de Nacimiento y Datos para Labrar la Inscripcin de Nacimiento) y fotocopia certificada del Acta de nacimiento nro. 331 de Alejandro Ramiro Gallo, remitidas por el Registro civil de Bella Vista a fs. 131 de la causa nro. 1772 y reservadas en Secretara. 156.-Fotocopias certificadas de los informes del Registro Nacional de Reincidencia de fs. 187 y 676 y 232/241 de la causa nro. 1772. 157.-Fotocopias certificadas del informe sobre antecedentes, conducta y concepto de Vctor Alejandro Gallo de fs. 165/166 de la causa nro. 1772. 158.-Fotocopia certificada del informe mdico legal de Vctor Alejandro Gallo de fs. 172 de la causa nro. 1772. 159.-Fotocopias certificadas del Boletn Reservado del Ejrcito Argentino nro. 5285 donde consta publicado el retiro obligatorio de Vctor A. Gallo del Ejrcito Argentino obrante a fs. 294/295 de la causa nro. 1772. 160.-Fotocopias certificadas obrantes a fs. 517/547 de la causa nro. 1772 pertenecientes al Expediente A-120 del Juzgado Criminal y Correccional Federal N 1 de Capital Federal, Secretara N 5, caratulado: Dallasta de Quintela, Ernesta Luisa s/denuncia. 161.-Fotocopias certificadas del oficio y ficha anexo I remitidos por el Ministerio de Defensa, correspondiente a Vctor Alejandro Gallo, obrantes a fs. 548/552 de la causa nro. 1772. 162.-Fotocopias certificadas de la Historia Clnica de Ins Susana Colombo de Gallo de fs. 663/672 de la causa nro. 1772. 163.-Fotocopias de los informes mdicos de Ins Susana Colombo obrantes a fs. 862/863 y fs. 864/866 de la causa nro. 1772. remitidos por el
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Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1, Secretara N 7 de San Isidro. 164.-Fotocopias certificadas de la Historia Clnica de Alejandro Ramiro Gallo obrantes a fs. 1141/1190 de la causa nro. 1772, remitidas por el Hospital Militar General 602 Campo de Mayo. 165.-Fotocopia certificada del informe del Ejrcito Argentino obrante a fs. 1377 de la causa nro. 1772 relativo a Ral Fernando Delaico. 166.-Fotocopia certificada del informe del Ejrcito Argentino obrante a fs. 1404 de la causa nro. 1772. 167.-Fotocopias certificadas del Legajo del Ejrcito Argentino del Capitn Vctor Alejandro Gallo reservado y certificado a fs. 1423/1425 de la causa y la planilla original Anexo 1 donde constan antecedentes y destinos,
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remitido a fs. 812/815 de la causa nro. 1772 reservadas en Secretara. 168.-Informe del Ejrcito Argentino obrante a fs. 1911 de la causa nro. 1772, relativo a los destinos de Vctor Alejandro Gallo. 169.-Incidente de Salud de Ins Susana Colombo, reservado en Secretara. 170.-Incidente de Rectificacin de Documentacin Personal de Alejandro Ramiro Gallo, reservado en Secretara. 171.-Fotocopias certificadas de la denuncia efectuada por la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo a fs. 17/20 de la causa nro. 1772 y de la documentacin acompaada de fs. 1/16. 172.-Fotocopia certificada del Acta de notificacin de Abel Pedro Madariaga obrante a fs. 52 de la causa nro. 1772. 173.-Fotocopia certificada del Acta de notificacin de Alejandro Ramiro Gallo (o Francisco Madariaga Quintela) obrante a fs. 53 de la causa nro. 1772. 174.-Fotocopias certificadas de las notas de prensa acompaadas por Abuelas de Plaza de Mayo a fs. 85/88 de la causa nro. 1772. 175.-Toda la documentacin detallada a fs. 1232vta./1233 de la causa nro. 1772, particularmente la de fs. 192/193 y fs. 299/313, a saber: ratificacin de denuncia de la querella de fs. 22/23; declaracin testimonial de Alejandro Ramiro Gallo de fs. 96/99; constancia de fs. 100; constancia de la
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orden de presentacin de la Delegacin Bella Vista, partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires, de la Direccin Provincial del Registro de las Personas de fs. 127/128; declaracin testimonial de fs. 129 del Subinspector Pablo Csar Cozzani; copias obrantes a fs. 133/135; constancia de comunicacin con la prevencin de fs. 140; impresin de pgina de internet www.telexplorer.com obrante a fs. 146; constancia de fs. 147; 3 fragmentos de CDs que contienen en soporte digital fotografas y fragmentos flmicos del imputado elevados a la Cmara Federal de San Martn; actuaciones de fs. 259/263 relativas al Boletn Oficial nro. 31.815 y a la publicacin de la revista Veintitrs; declaracin testimonial de fs. 282/283 de Abel Pedro Madariaga; actuaciones de fs. 945/958 y 960/970 (ex foliatura 894/906 y 908/918, respectivamente) de la Comisara 1era. de San Miguel; copias de fs. 314/547 relativas a la causa N 1284/85; actuaciones de fs. 548/561 del Ministerio de Defensa del Ejrcito Argentino; actuaciones de fs. 567/671 relativas a la Cooperativa de Trabajo Lince Seguridad Limitada, al Libro de Partos del H.M.C.M. del ao 1977, al Libro de Altas de Obstetricia del H.M.C.M. del ao 1977; DVD que contiene copia de las actas mecanografiadas de la audiencia oral en causa nro. 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal; actuaciones de fs. 684/764 relativas a las
transcripciones telefnicas de los abonados 5482-8250 4904-1640 3148-5767 3162-4733 4704-9674 4664-6352 y 37 casettes; oficio de fs. 921 (ex foliatura 870); oficio de fs. 1011 (ex foliatura 960), disquete con mensajes de texto del abonado 3162-4733 y 4 disquettes con registros de llamadas de los abonados 3162-4733 4704-9674 4904-1640 4664-6353 3418-57675482-8250; impresiones del contenido de algunos de los disquetes aludidos obrantes a fs. 1013/1119 (ex foliatura 961/1064); oficios de fs. 1134/1137 (ex foliatura 1079/1082); actuaciones del H.M.C.M. de fs. 1141/1191 (ex foliatura 1087/1137) e informes de fs. 1196/1211 (ex foliatura 1142/1157) relativo a llamadas del abonado 4664-4359. 176.-Toda la documentacin acompaada por Vctor Alejandro Gallo a fs. 1239vta./1240vta. (ex foliatura 1184vta. a 1185vta) de la causa nro. 1772 y a fs. 1242 (ex foliatura 1187) en su ampliacin de declaracin indagatoria, a saber: fotocopias certificadas del certificado expedido por la
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empresa Euromig S.A.; fotocopias certificadas de cinco recibos de liquidacin de haberes de la empresa Euromig S.A; copia del contrato constitutivo de sociedad de responsabilidad limitada de la firma que se denominar Logstica Metalrgica S.R.L.; copia de la actuacin notarial C007034691; copia de la Inspeccin General de Justicia; tres copias del formulario 460 A.F.I.P.; copia del formulario de inscripcin convenio multilateral; copia del contrato de locacin relativo al inmueble ubicado en Av. de los Constituyentes 5617 de Capital Federal; folletos de la firma Logstica Metalrgica S.R.L.; fotocopias certificadas de 46 recibos de la empresa Cedinsa S.A.; copia certificada de una constancia de licencia de la empresa Cedinsa S.A.; fotocopia certificada del contrato de trabajo por tiempo indeterminado de fecha 17/7/2006; fotocopia certificada del contrato
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de confidencialidad de fecha 17/7/2006; fotocopia certificada de constancia de ANSES; fotocopia certificada de la constancia de la compaa de seguros Federacin Patronal Seguros S.A.; fotocopia certificada de la constancia del trabajador -alta- de la A.F.I.P.; fotocopias certificadas del rgimen de asignaciones familiares; fotocopia certificada de un recibo de sueldo de julio de 2006 de la empresa Cedinsa S.A.; fotocopia certificada del telegrama de renuncia del 14/9/2009; fotocopia certificada de la libreta del Instituto de Enseanza Superior del Ejrcito de Gallo; copias certificadas de comprobantes de pago; fotocopia certificada del diploma de curso de extensin universitaria de fecha 1/12/2003; copia del diploma de Licenciatura en Ciencias de la Educacin expedido por el Instituto de Enseanza Superior del Ejrcito; copia del contrato de locacin del inmueble sito en Soldado de la Independencia nro. 1171, Planta Baja A de Capital Federal junto con Anexo I: inventario de muebles, convenio de desocupacin; fotocopias certificadas de dos contratos de locacin relativos al domicilio de Besares nro. 2841, piso 2, depto. 9 de Capital Federal con distinta vigencia; fotocopias certificadas de seis tarjetas a nombre de Gallo correspondientes al Banco Patagonia, Nativa del Banco Nacin, tres del banco HSBC y del Standard Bank; fotocopia certificada de la nota de afiliacin a I.O.S.E. (Instituto de Obra Social del Ejrcito) del 23/01/09 y fotocopia certificada de una constancia donde consta el dbito de la cuota de afiliacin, reservado en Secretara.
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177.-Fotocopia certificada de una credencial del I.O.S.E. a nombre de Alejandro Ramiro Gallo obrante a fs. 1999 y constancia de baja aportadas junto con el escrito de fs. 2002/2003 de la causa nro. 1772. 178.-Fotocopias del informe psiquitrico obrante a fs. 2020/2023 de la causa nro. 1772. 179.-Informe psicolgico obrante a fs. 2024/2025 de la causa nro. 1772. 180.-Informe obrante a fs. 1825/1826 de la causa nro. 1351 del cual surgen los nombres de los Comandantes de Institutos Militares a cargo de la Guarnicin Militar Campo de Mayo entre los aos 1976/1983. 181.-Informe del Ejrcito obrante a fs. 2513/2514 de la causa nro. 1351 donde surgen los datos de los Subdirectores del Hospital Militar de Campo de Mayo entre los aos 1976 y 1983. 182.-Informe del Ejrcito obrante a fs. 8616 de la causa nro. 1351 sobre el Teniente Coronel Germn Oliver. 183.-Informe de la Secretara General del Ejrcito obrante a fs. 8967 de la causa nro. 1351 y copia del Reglamento Servicio en Guarnicin (RV-200-5) obrante a fs. 8968/8978 de la causa nro. 1351, cuya copia certificada obra reservada en Secretara. 184.-Libro La sombra de Campo de Mayo de Fabin Domnguez y Alfredo Says, Ediciones La Hoja, mayo de 1999 y el CD-rom titulado http//www.nuncamas.org, aportados por DAndrea Mohr a fs. 6400/6402 de la causa nro. 1351, reservados en Secretara. 185.-Copias certificadas del expediente que tramita como Caso nro. 79 en la causa N 2043 (4012) Riveros, Santiago Omar s/inf. art. 144bis, inc. 1 y otros del C.P correspondiente a Juan Carlos Scarpatti del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, reservadas en Secretara. 186.-Documentacin aportada en copias por Juan Carlos Scarpatti a fs. 2467/2472 de la causa nro. 1351 certificada a fs. 2473, reservada en Secretara. 187.-Nmina de directores del Hospital Militar Central y del Hospital Militar de Campo de Mayo entre marzo de 1976 y diciembre de 1983, obrante a fs. 292/293 de la causa nro. 1351.
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188.-Nmina del personal mdico militar de los Servicios de Ginecologa y Epidemiologa del Hospital Militar 602 obrante a fs. 669 de la causa nro. 1351. 189.-Nmina del personal del Servicio de Ginecologa, Obstetricia y Epidemiologa del Hospital Militar obrante a fs. 682/691 de la causa nro. 1351, copias certificadas de la nmina del personal civil y militar entre los aos 1976 y 1977 del Hospital Militar de Campo de Mayo obrante a fs. 346/348 de la causa nro. 1499 y a fs. 367/374 de la causa nro. 1772. 190.-Nmina de Comandantes de Sanidad y Directores Generales del Comando de Sanidad entre 1976 y 1983, obrante a fs. 1828 de la causa nro. 1351, remitido a fs. 1830 de la causa nro. 1351. 191.-Informe remitido por el Ejrcito Argentino en relacin a Flix
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Domnguez, obrante a fs. 9537/9538 de la causa nro. 1351. 192.-Copias certificadas de las matrculas correspondientes a los mdicos Norberto Atilio Bianco, Ovidio Horacio lvarez y Carlos Alberto Raffinetti obrantes a fs. 69/71 de la causa nro. 1499, del Ministerio de Salud y Accin Social. 193.-Informe del Ejrcito Argentino obrante a fs. 177 de la causa nro. 1499, remitido a fs. 178 de la causa nro. 1499. 194.-Fotocopias certificadas de la denuncia efectuada por la CONADEP respecto al funcionamiento del Hospital Militar de Campo de Mayo obrante a fs. 410/418 de la causa nro. 1772. 195.-Copias certificadas del Legajo CONADEP nro. 3575 originado a partir de una denuncia annima, obrante a fs. 449/453 de la causa nro. 1772 y su versin digital. 196.-Copias certificadas del Legajo CONADEP nro. 6295,
correspondiente a Beatriz Castiglioni de Covarrubias, obrante a fs. 426/437 de la causa nro. 1772 y a fs. 2227/2242 de la causa nro. 1499. 197.-Declaracin testimonial de Concepcin Pifaretti obrante a fs. 525/526 de la causa nro. 1499 y copia de la partida de defuncin del 02/01/2008 a fs. 674 del cuaderno de pruebas de la causa nro. 1351. 198.-Declaracin testimonial de Juan Carlos Scarpatti a fs. 2612/2620 de la causa nro. 1499, teniendo en cuenta que a fs. 2613/2619 obra
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documentacin aportada en copias, fs. 2467/2472 de la causa nro. 1351 y copias certificadas del Legajo CONADEP nro. 2819 obrante a fs. 438/448 y 878/887 de la causa nro. 1772. Copia certificada de la partida de defuncin del 19/08/2008 a fs. 1008 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 199.-Declaracin testimonial de Walter Patalossi obrante a fs. 663 de la causa nro. 1499; a fs. 2599/2601 de la causa nro. 1351 y copia certificada de la partida de defuncin del 23/10/2006 a fs. 976 del cuaderno de prueba de la causa 1351. 200.-Declaracin art. 236 primera parte del C.P.M.P.- de Julio Csar Caserotto obrante a fs. 2067/2068 de la causa nro. 1499 y a fs. 2322/2327 de la causa nro. 1499 y copia certificada de la partida de defuncin del 21/02/2000 obrante a fs. 675 del cuaderno de prueba de la causa 1351; declaracin (confesional) de Julio Csar Casserotto obrante en la causa nro. 6494 Bianco, Atilio y otros s/supresin de identidad de un menor de 10 aos. 201.-Fotocopias certificadas del Libro de Registro de Nacimientos del Hospital de Campo de Mayo obrantes a fs. 581/625 de la causa nro. 1772. 202.-Fotocopias certificadas del Libro de Obstetricia del Hospital de Campo de Mayo obrante a fs. 626/649 de la causa nro. 1772 y del Libro de Ginecologa del Hospital de Campo de Mayo obrante a fs. 650/662 de la causa nro. 1772. 203.-Fotocopias certificadas de las transcripciones de las
conversaciones telefnicas obrantes a fs. 684/763, 1615/1675 y 1678/1853 de la causa nro. 1772 y casettes reservados en Secretara. 204.-Fotocopias certificadas del artculo de la revista Veintitrs relacionado con la lista de integrantes del Batalln de Inteligencia 601 obrante a fs. 875/877 de la causa nro. 1772.
g. Centro clandestino de detencin Escuela de Mecnica de la Armada: 205.-Legajo CONADEP nro. 1656, correspondiente a Patricia Julia Roisinblit de Prez Rojo. 206.-Fotocopia de la misiva enviada por Amalia Larralde a Rosa
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Tarlovsky de Roisinblit sobre el caso de Patricia Roisinblit obrante a fs. 6048/6052 de la causa nro. 1351. 207.-Pericia de ADN obrante a fs. 634/636 y 2087/2097 de la causa N 9298/00, caratulada Gmez, Francisco y otros s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 4. 208.-Legajo CONADEP nro. 2080, correspondiente a Mara del Carmen Moyano de Poblete. 209.-Copia certificada obrante a fs. 1262/1264 de la causa nro. 1351, sobre la presentacin del escrito ante la Comisin de Derechos del Hombre de la Organizacin de Naciones Unidas realizada por Sara Solarz de Osatinsky y Ana Mara Mart en febrero de 1983 en relacin a Mara del
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Carmen de Poblete. 210.-Legajo CONADEP nro. 1967, correspondiente a Liliana Clelia Fontana. 211.-Pericia de ADN obrante a fs. 1855/1873 de la causa nro. 1278 caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menores de 10 aos del registro de este Tribunal. 212.-Copias certificadas del Legajo de la CONADEP nro. 2246 correspondiente a Mara Hilda Prez Donda a fs. 233 de la causa nro. 1584 y reservado en Secretara y su versin digital. 213.-Legajo de la CONADEP nro. 6974 correspondiente a Lisandro Ral Cubas. 214.-Informe remitido por la Subsecretara de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin sobre el caso de Mara Hilda Prez obrante a fs. 226/227 de la causa nro. 1584. 215.-Documentacin aportada a fs. 782/800 de la causa nro. 1584. 216.-Pericia gentica efectuada por la Unidad de Inmunologa del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand obrante a fs. 666/679 de la causa nro. 1584 y fotocopias certificadas de la nota N 120 con las conclusiones de las investigaciones de poliformismo del ADN entre el grupo familiar Donda/Prez y Victoria Anala Donda Prez obrante a fs. 718/732. 217.-Fotocopia certificada del Acta de la conformidad prestada
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para la realizacin del examen inmunogentico de quien se encontraba inscripta como Claudia Anala Leonora Azic del 04/05/2004 obrante a fs. 714 de la causa nro. 1584. 218.-Fotocopia certificada del Acta que acredita la audiencia donde se notifica a quien se encontraba inscripta como Claudia Anala Leonora Azic, de las conclusiones de la pericia gentica obrante a fs. 734 de la causa nro. 1584. 219.-Fotocopia certificada del Acta de inscripcin del nacimiento de Claudia Anala Azic en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de fecha 21/10/1977 en la Circunscripcin 7, Tomo 3 A, nmero 2294, nacida el da 17/09/1977 a las 9:00 horas en el domicilio sito en la calle Cdiz nro. 4029 de esta ciudad, donde surgen registrados como padres Juan Antonio Azic y Esther Noem Abrego, basada en la certificacin efectuada por el mdico Horacio Pessino, obrante a fs. 680 de la causa nro. 1584. 220.-Fotocopia legalizada del certificado de nacimiento expedido el 4/10/1977 en la que el mdico Horacio Luis Pessino acredita el nacimiento de Claudia Anala Azic con fecha 17/09/1977 a las 9:00 horas en el domicilio sito en la calle Cdiz nro. 4029 de esta ciudad, hija de Juan Antonio Azic, titular de la Libreta de Enrolamiento N 7.717.537 y Esther Noem Abrego, titular de la Libreta Cvica N 5.777.701, obrante a fs. 681/682 y 1303/1304 de la causa nro. 1584. 221.-Fotocopia certificada de la nota de consentimiento rubricada por Juan Antonio Azic por la cual renuncia al trmite del asiento suspendido y presta conformidad para la inscripcin fuera de trmino de la nacida con el nombre de Claudia Anala Leonora obrante a fs. 683 y 1305 de la causa nro. 1584, cuyo original se encuentra reservado en Secretara. 222.-Fotocopia certificada de la autorizacin para labrar el nacimiento fuera de trmino otorgada por la Direccin General del Registro del Estado Civil y Capacidad de las personas de la Municipalidad de Buenos Aires de fecha 7/10/1977 obrante a fs. 684 y 1306 de la causa nro. 1584. 223.-Fotocopia certificada de la inscripcin del nacimiento de Claudia Anala Azic en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas con la inscripcin marginal del mes de abril de 2005 de la sentencia que orden la nulidad de la inscripcin obrante a fs. 1301/1302 de la causa nro.
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1584 y fotocopia certificada de la partida de nacimiento de Victoria Anala Donda Prez obrante a fs. 1316/1317. 224.-Fotocopias certificadas de las constancias de inscripcin del nacimiento de Carla Silvina Valeria Azic, anotada como hija de Juan Antonio Azic y Esther Noem Abrego, obrantes a fs. 685/686 de la causa nro. 1584. 225.-Informe y copias del folio real del Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital Federal glosado a fs. 759/776 de la causa nro. 1584, referido a la calle Cdiz nro. 4027/4029 cuya titularidad registral entre 1972 hasta 1982 correspondiera a Horacio Luis Pessino. 226.-Fotocopia del oficio donde consta la resolucin del Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial N 8 del departamento judicial de Morn, provincia de Buenos Aires, que en fecha 29/05/1998 declar la ausencia por
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desaparicin forzada de Mara Hilda Prez y Jos Mara Laureano Donda, obrante a fs. 1 y vta. del Incidente de Claudia Anala Azic que corre por cuerda a la causa nro. 1584. 227.-Escrito obrante a fs. 2/2vta. del Incidente de Claudia Anala Azic que corre por cuerda a la causa nro. 1584. 228.-Acta de detencin de Juan Antonio Azic y constancia de la Prefectura Naval Argentina informando la detencin a disposicin del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, Secretara nro. 23 en el marco de la causa nro. 14.217/03 ESMA s/delito de accin pblica obrantes a fs. 1185/1186 de la causa nro. 1584. 229.-Copias certificadas del Legajo de identidad de la Polica Federal Argentina de Esther Noem Abrego obrantes a fs. 1323/1329 de la causa nro. 1584. 230.-Fotocopia certificada del informe mdico sobre Juan Antonio Azic del Cuerpo Mdico Forense obrante a fs. 1224/1226 de la causa nro. 1584 y fs. 18/19 y 21 de su legajo de personalidad que corre por cuerda. 231.-Informe socio-ambiental de Juan Antonio Azic obrante a fs. 1823/1828 de la causa nro. 1584. 232.-Pericia caligrfica glosada a fs. 1649/1669 de la causa nro. 1584. 233.-Informes del Ministerio de Salud respecto del mdico Horacio
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Luis Pessino glosados a fs. 779/780 y 1511/1512 de la causa nro. 1584. 234.-Certificacin de causas seguidas a Adolfo Miguel Donda y Juan Antonio Azic ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 de esta ciudad, obrante a fs. 1918/1920 de la causa nro. 1584. 235.-Fotocopia certificada de la partida nro. 5717703 del 21 de octubre de 1977 correspondiente a la Circunscripcin 7, Tomo 3 A, nmero 2294, ao 1977 reservada en Secretara. 236.-Fotocopia certificada de la partida del Registro Civil del 13/04/2005 inscripta en el Tomo 1 S nmero 144, ao 2005, reservada en Secretara. 237.-Certificado de nacimiento de fecha 17/09/1977 certificado a fs. 2028 de la causa nro. 1584, reservado en Secretara. 238.-Acta de autorizacin para labrar nacimiento fuera de trmino de fecha 7/10/1977, certificado a fs. 2028 de la causa nro. 1584, reservado en Secretara. 239.-Copias del Legajo nro. 5584 de la Prefectura Naval Argentina de Juan Antonio Azic, certificado a fs. 2028 de la causa nro. 1584 reservado en Secretara. 240.-Copias certificadas de la Foja de Servicios de Adolfo Miguel Donda, reservadas en Secretara. 241.-Videocasette Turning Points of History Argentinas Dirty War, aportado por Horacio Verbitsky a fs. 306 de la causa nro. 1584, reservado en Secretara. 242.-Videocasette que contiene emisin del programa Telenoche Investiga aportado a fs. 519/520 de la causa nro. 1584 y reservado en Secretara. 243.-Informacin aportada por el Centro de Estudios Legales y Sociales sobre el secuestro y alumbramiento de Mara Hilda Prez de Donda, copias de las pginas de la publicacin Testimonios de los sobrevivientes del Genocidio en la Argentina glosadas a fs. 22/30 de la causa nro. 1584. 244.-Denuncia en formato facsmil realizada por la Sra. Leontina Puebla de Prez ante la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, glosada a fs. 123 de la causa nro. 1584.
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245.-Documental proporcionada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (C.E.L.S.) a fs. 293 de la causa nro. 1584 glosada a fs. 244/292. 246.-Declaracin indagatoria de Esther Noem Abrego obrante a fs. 1257/1260 de la causa nro. 1584 y la partida de defuncin de fecha 08/10/2009, obrante a fs. 103 del cuaderno de prueba de la causa 1584. 247.-Informe mdico de fs. 107/108 del Incidente de Cese de Prisin Preventiva de Juan Antonio Azic que corre por cuerda. 248.-Impresin del artculo periodstico publicado el 26/11/2001 por el diario Pgina 12, escrito por Miguel Bonasso, titulado La historia de Donda Tigel, el marino que mat a su cuada y le rob a sus hijos, agregado a fs. 513/518 de la causa nro. 1584. 249.-Copias certificadas de la Pericia realizada por la Divisin
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Documentologa de la Direccin de Polica Cientfica de Gendarmera Nacional sobre el Legajo de Prefectura Naval Argentina de Juan Antonio Azic realizada en la causa nro. 1270 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5, reservadas en Secretara. 250.-Legajo CONADEP nro. 2661 correspondiente a Hugo Alberto Castro. 251.-Legajo CONADEP nro. 3528, correspondiente a Susana Siver de Reinhold. 252.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 305/314 (fs. 477/486 del legajo de juicio) de la causa N 9769/98 caratulada Lavia, Juan Carlos y otros s/ supresin del estado civil de un menor (ex causa Reinhold, Adriana s/querella) del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 6, Secretara N 11. 253.-Legajo CONADEP nro. 7286, correspondiente a Liliana Pereyra. 254.-Copias certificadas de la presentacin ante la Comisin de Derechos del Hombre de la Organizacin de Naciones Unidas realizada por Sara Solarz de Osatinsky y Ana Mara Mart en agosto de 1983 en relacin a Liliana Pereyra, obrantes a fs. 1272/1273 de la causa nro. 1351. 255.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 246/263 de la causa N 9201/99 caratulada NN s/supresin de identidad del
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Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 3. 256.-Legajo CONADEP nro. 7355 correspondiente a Graciela Tauro de Rochistein. 257.-Pericia de ADN obrante a fs. 1646, 1686/1702, 1719/1720, 1932, 2055, 2066/2082 de la causa N 3521 caratulada Vzquez Sarmiento, Juan Carlos y otros s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 6, Secretara N 11. 258.-Legajo CONADEP nro. 2078 correspondiente a Susana Beatrz Pegoraro. 259.-Copias certificadas sobre presentacin del escrito ante la Comisin de Derechos del Hombre de la Organizacin de Naciones Unidas realizada por Sara Solarz de Osatinsky y Ana Mara Mart en agosto de 1983 en relacin con Susana Beatriz Pegoraro, obrantes a fs. 1256/1258 y 1268/1269 de la causa nro. 1351. 260.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 1346/1358 de la causa N 16.354/07 (A-10.761) caratulada Magnacco, Jorge Luis s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1. 261.-Legajo CONADEP nro. 3479 correspondiente a Alicia Alfonsn de Cabandi. 262.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 727/723 de la causa N 10.906/07 (B-11.853), caratulada Falco, Luis Antonio s/supresin del estado civil (ex Guarino, Liliana s/denuncia reg. Juz. Fed. N 3, Sec. N 5) del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara Especial. 263.-Legajo CONADEP SDH nro. 2272 correspondiente a Silvia Dameri de Ruiz. 264.-Informe del BNDG del 25/06/2001, obrante a fs. 9654/9683 de la causa nro. 1351. 265.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 2468/2480 de la causa N 15.750/08 (14.171/03 A-7050) caratulada Azic, Juan Antonio; Lanzn, Oscar Rubn y otro s/sustraccin de menores de 10 aos y otros del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2,
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266.-Copias certificadas de las transcripciones de conversaciones glosadas a fs. 36/40 y 74/81 de la causa nro. 1604. 267.-Copia certificada de la carta con suscripcin de Javier Penino en la que expresa su voluntad de someterse al examen sanguneo para determinar su identidad biolgica, obrante a fs. 1377/1379 de la causa nro. 1604. 268.-Copias certificadas del estudio pericial de ADN realizado sobre Javier Penino por la Unidad de Inmunologa del B.N.D.G. del Hospital Durand, obrante a fs. 1494/1587 y 4598/4642 de la causa nro. 1604. 269.-Copias certificadas de fs. 1619/1620 de la causa nro. 1604. 270.-Copia certificada de la resolucin de declaracin de nulidad
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del 30/09/98 sobre la inscripcin en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas del nacimiento de Javier Gonzalo Vildoza como hijo de Jorge Ral Vildoza y de Ana Mara Grimaldos del 12/09/1977 obrante a fs. 1621/1623 de la causa nro. 1604. 271.-Copias certificadas de las resoluciones judiciales e informes del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires vinculados al trmite de inscripcin de Javier Gonzalo Vildoza como Javier Gonzalo Penino Vias glosadas a fs. 2739, 2750, 2758/2759, 2770/2772 de la causa nro. 1604. 272.-Copia certificada de la declaracin de Jorge Vildoza obrante a fs. 205/207 de la causa nro. 1604. 273.-Copia certificada del Acta de nacimiento de Javier Gonzalo Vildoza, del 7 de septiembre de 1977 y anotado el 12 de septiembre de 1977, en la Circunscripcin 8va., Tomo 2 A, nmero 1480, obrante a fs. 2758 de la causa nro. 1604. 274.-Copias certificadas de la partida y certificado de nacimiento de Javier Gonzalo Vildoza, obrantes a fs. 447/448 de la causa nro. 1604. 275.-Copia certificada del informe remitido por el Estado Mayor General de la Armada sobre los destinos del Capitn de Navo Jorge Ral Vildoza desde 1976, obrante a fs. 549 de la causa nro. 1604. 276.-Informe del Hospital Durand agregado a fs. 13.915/13.918 de
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la causa nro. 1351. 277.-Copia certificada del Legajo CONADEP nro. 6005, reservado en Secretara. 278.-Constancias glosadas a fs. 504/509 de la causa nro. 1351 en copias certificadas; y simples de fs. 1171/1184; 1192/1202 y 1228; originales de fs. 1185/1190 y 1227. 279.-Fotocopia de la nota periodstica publicada por la revista Veintitrs agregada a fs. 981/985 de la causa nro. 1351. 280.-Escritos y fotocopias de cartas agregados a fs. 6046/6052 de la causa nro. 1351. 281.-Copia autenticada del certificado mdico expedido por la Dra. Olga Markstein de Tenembaum, agregada a fs. 1281 de la causa nro. 1351. 282.-Copia certificada del recurso de hbeas corpus por mujeres embarazadas y nios nacidos en cautiverio, glosada a fs. 1282/1299 de la causa nro. 1351. 283.-Copia certificada de la presentacin ante la Comisin de Derechos del Hombre de la Organizacin de Naciones Unidas realizada por Sara Solarz de Osatinsky y Ana Mara Mart en febrero de 1983 en relacin a Mara Jos Rapella de Magnone, obrante a fs. 1265/1266 de la causa nro. 1351. 284.-Fotocopias del testimonio de Vctor Melchor Basterra publicado por el C.E.L.S. obrante a fs. 8070/8101 de la causa nro. 1351. 285.-Videocasette correspondiente al programa emitido por Canal 13 en relacin a la ESMA remitido a fs. 3262 de la causa nro. 1351 y reservado en Secretara. 286.-Informes confeccionados por la Armada Argentina obrantes a fs. 802, 2716, 2782, 2876/2878, 2940/2941, 10.759 y 14.344/14.347 de la causa nro. 1351. 287.-Informe de la Subsecretara de Derechos Humanos del Ministerio del Interior obrante a fs. 3227/3229 de la causa nro. 1351. 288.-Copias certificadas de Testimonios de los sobrevivientes del genocidio en la ArgentinaC.A.D.H.U. Comisin Argentina de Derechos Humanos; de los Testimonios de Teresa Celia Meschiatti y Graciela Susana Geuna; del Testimonio-denuncia de Graciela Susana Geuna sobre la
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represin clandestina en Crdoba-Argentina; del testimonio de Mara Alicia Milia y de las notas fechadas el 6 y 7 de febrero de 1984 en la ciudad de Madrid: y copia certificada del testimonio de Norma Susana Burgos fechado en Madrid en 1979 obrantes en el anexo documental certificado a fs. 2091 de la causa nro. 1351. 289.-Fotocopia certificada de una tarjeta en cuyo margen superior izquierdo se lee: El amor que no es todo dolor no es todo amor aportada por Sara Solarz de Osatinsky y planos aportados por Teresa Celia Meschiatti, obrantes en el anexo documental certificado a fs. 2091 de la causa nro. 1351. 290.-Causa nro. 6745/97 caratulada NN s/delito de accin pblica-dte: Scilingo, Adolfo Francisco acumulada materialmente a fs. 1171/1421 de la causa nro. 1351.
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291.-Ejemplar del diario Clarn con impresin de la denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo sobre casos de alumbramiento en cautiverio en la ESMA aportado a fs. 1/26 de la causa nro. 1351 identificado como Instrumento 3, reservado en Secretara. 292.-Informes obrantes en la causa nro. 1270 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 relativos a profesionales mdicos que se desempearon en la ESMA. El primero obrante a fs. 2136/2140 junto con documentacin y el segundo a fs. 2489/2491. 293.-Legajos CONADEP acompaados por el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nacin a fs. 304 de la causa nro. 1584. h. Centro clandestino de detencin El Vesubio: 294.-Legajo CONADEP nro. 7317 correspondiente a Rosa Lujn Taranto de Altamiranda. 295.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 110/119 de la causa N 10.518/07 (A-10.418) caratulada Gentile, Alberto y otra s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1.
i. Centro clandestino de detencin El Olimpo: 296.-Legajo CONADEP nro. 3686 correspondiente a Claudia
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Victoria Poblete. 297.-Legajo CONADEP nro. 3685 correspondiente a Marta Gertrudis Hlaczick. 298.-Informe confeccionado por el B.N.D.G. agregado a fs. 9654/9690 de la causa nro. 1351. 299.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 203/271 de la causa N 530 caratulada Landa, Ceferino y otra s/inf. arts. 139, inc. 2, 293 y 146 del C.P del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5.
j. Centro clandestino de detencin Automotores Orletti: 300.-Copia certificada del Legajo CONADEP nro. 7143
correspondiente a Simn Antonio Riquelo, remitida por la Secretara de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos en la causa nro. 1351 y reservado en Secretara. 301.-Copia certificada del Legajo CONADEP nro. 3892
correspondiente a Sara Rita Mndez Lompodio, remitido por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos a fs. 325/326 de la causa nro. 1730 reservado en Secretara. 302.-Copia certificada de la partida de nacimiento de Simn Antonio Riquelo remitida por el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas a fs. 916 de la causa nro. 1730 y fs. 4351 de la causa nro. 1351. 303.-Escrito en el cual Sara Rita Mndez solicit ser tenida como parte querellante a fs. 4169/4172 de la causa nro. 1351. 304.-Fotocopia del recorte del diario Clarn del 16/03/2002 sobre hallazgo de Simn Riquelo obrante a fs. 10.964 de la causa nro. 1351. 305.-Legajo de identidad reservada de Simn Antonio Riquelo (Anbal Armando Parodi) cuya formacin fue ordenada a fs. 10.428/10.429 de la causa nro. 1351, reservado en Secretara. En especial, el estudio de
histocompatibilidad del B.N.D.G. del Hospital Durand del 18/03/2002, obrante a fs. 4/17 de ese legajo. 306.-Fotocopias certificadas de fs. 4317/4336 correspondientes al sumario militar nro. 417/77 caratulado Comando de la Cuarta Brigada de Infantera Aerotransportada reservado en el Tribunal Oral Federal N 1 en el
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marco de la causa nro. 1627, caratulada Vaello, Orestes y otros s/ privacin ilegal de la libertad agravada y homicidio agravado. 307.-Fotocopia simple del Acta de reconocimiento de hijo natural otorgada el 16/04/1990 por Sara Rita Mndez y Mauricio Gatti con relacin a Simn Antonio Riquelo obrante a fs. 4346/4349 de la causa nro. 1351 y constancia legalizada de inscripcin obrante a fs. 4350. 308.-Fotocopias certificadas del expediente N 4627 caratulado NN s/abandono de menor vctima menor de 20 das del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instruccin N 16, Secretara N 147, reservadas en Secretara. 309.-Constancias relacionadas al trmite del expediente de disposicin tutelar nro. 6280 caratulado NN sexo masculino Parodi, Anbal
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A. iniciado el 21/07/1976 en causa N 4627 y certificacin que acredita su destruccin por aplicacin del art. 179, prrafo II del Reglamento para la Jurisdiccin Criminal y Correccional, del Juzgado Nacional de Menores N 5 (antes Juzgado Nacional de Instruccin N 16), obrantes a fs. 33 y 131 de la causa nro. 1730. 310.-Fotocopias certificadas del expediente de adopcin plena N 27.218 caratulado: Parodi, Anbal s/adopcin plena del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N 9, donde por sentencia del 23/11/1978 el matrimonio compuesto por Anbal Parodi y Julia Hayde Campo obtuvo la adopcin plena de un nio con el nombre de Anbal A. Parodi; y la copia certificada de la partida de nacimiento a nombre de Anbal Armando Parodi existente en dicho expediente. 311.-Fotocopias certificadas del oficio dirigido al Registro Civil de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires en el cual el Juez Civil dispuso la inscripcin de Anbal Parodi como hijo adoptivo del matrimonio ParodiCampos; y de las pertinentes partidas de nacimiento, obrantes a fs. 38/40 y 46/56. 312.-Fotocopias certificadas de partes resolutivas del caso nro. 138 integrante de la sentencia de la causa nro. 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad denominada Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas
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Armadas en cumplimiento del decreto nro. 158/83 del Poder Ejecutivo Nacional a fs. 160/185 de la causa nro. 1730. 313.-Presentacin de Anbal Parodi donde solicit la
regularizacin de su documentacin personal en virtud al resultado del estudio de histocompatibilidad elaborado por el Banco Nacional de Datos Genticos y su inscripcin como Anbal Mndez, fecha de nacimiento 22/06/1976, hijo de Sara Rita Mndez obrante a fs. 1191/1192 de la causa nro. 1730. 314.-Puntos IV; V; VI; VII; y VIII de la resolucin del 5/10/2010, que declara la nulidad de la inscripcin de nacimiento en el Registro de Estado Civil de Simn Antonio Riquelo y la que se encuentra a nombre de Anbal Armando Parodi, disponiendo la inmediata inscripcin a nombre de Anbal Simn Mndez, hijo de Sara Mndez Lompodio, nacido el 22/06/1976 en Capital Federal; manteniendo el D.N.I. nro. 24.983.654, obrante a fs. 1477 y 1482 de la causa nro. 1730. 315.-Legajo Personal del Comisario (r) -fallecido- Osvaldo Armando Parodi, nro. R.P. 14.475 de la Polica Federal Argentina, reservado en Secretara. 316.-Fotocopias certificadas del Legajo Personal del Auxiliar Civil de Inteligencia, Eduardo Ruffo, -SIDE-, identificado con el cdigo de seguridad nro. 1369, reservado en Secretara a fs. 1521/1522 de la causa nro. 1730. 317.-Fotocopia certificada de la partida de defuncin de Osvaldo Armando Parodi obrante a fs. 71 y 73 de la causa nro. 1730. 318.-Informe de la Divisin Personal Superior a cargo de la Divisin Retiros y Jubilaciones de la Polica Federal Argentina, obrante a fs. 1085 de la causa nro. 1730. 319.-Fotocopia del cuadro de turnos para los Juzgados de Instruccin (Menores) que verifica que durante el mes de julio de 1976 el Juzgado de Instruccin N 16 (Menores) se hallaba de turno con la Seccional Policial 33 de la Polcia Federal Argentina, obrante a fs. 919 de y constancia actuarial de fs. 920 de la causa nro. 1730. 320.-Informe de la Seccional Policial 33, que da cuenta del resultado negativo de la bsqueda del Libro de Guardia del ao 1976 en los
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registros de esa Seccional, que fueron remitidos a la Divisin Recuperacin Patrimonial para su destruccin por haber transcurrido el lapso administrativo para su conservacin obrante a fs. 652/655 de la causa nro. 1730. 321.-Informe de la Divisin Retiros y Jubilaciones de la Polica Federal Argentina que aporta la nmina y datos filiatorios de Comisarios y Subcomisarios que revistaron en la Comisara 33 en julio de 1976 y donde constan los datos personales de: Alberto Mattone (RP 14.593), Emilio Fernando Piette (RP 14.416), Oscar DAmario (RP 13.354) y Osvaldo Armando Parodi (RP 14.475), obrante a fs. 328/329 de la causa nro. 1730. 322.-Fotocopias certificadas de los Legajos Personales del
Comisario General (R) Alberto Mattone (DNI 4.500.184) RP nro. 14.593 PFA y del Subcomisario (RO) Vicente Alberto Caccaviello (LE 10.108.107) RP nro.
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16.701, reservados en Secretara. 323.-Informe del Ministerio de Salud y Ambiente de la Nacin sobre la baja en fecha 11/10/1999 del establecimiento Sanatorio Norte, ubicado en Av. Cabildo 1295 de esta ciudad, luego de verificar mediante inspeccin de fecha 08/10/1999, la ausencia de prestacin asistencial, obrante a fs. 512/528 de la causa nro. 1730. 324.-Informe del Ministerio de Salud, Direccin de Registro, Fiscalizacin y Sanidad de Fronteras relativo a la falta de registro del Dr. Alberto Schatternhaffer obrante a fs. 590/595 de la causa nro. 1730. 325.-Informe del Colegio de Mdicos de la Provincia de Buenos Aires, acerca de la falta de registro del Dr. Alberto Schatternhaffer obrante a fs. 808 de la causa nro. 1730. 326.-Informe de la Cmara Nacional Electoral sobre antecedentes de Alberto Schatternhaffer, del cual resulta una persona cuyo apellido aproximado nominalmente, fue individualizada como Alberto Schatternhoffer, nacido y domiciliado en Federacin, Provincia de Entre Ros, de profesin talabartero, nacido el 4/09/1899 obrante a fs. 688/689 de la causa nro. 1730. 327.-Documentacin obrante a fs. 690/704 de la causa nro. 1730. 328.-Fotocopias certificadas del informe remitido por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nacin a fs. 567 de la causa nro. 1730 que informa el registro del Dr. Benito Fidel Zunino Ferrol como Director Tcnico del Sanatorio
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Norte desde el ao 1971, glosadas a fs. 549/566 de la causa nro. 1730. 329.-Informe del Ministerio de Salud y Ambiente de la Nacin que arroja que Benito Fidel Zunino Ferrol, nacido el 19/09/1903, matriculado en el ao 1944, fue Director Tcnico desde el ao 1971 del Sanatorio Norte, a la vez que expone, por disposicin reglamentaria ministerial, el deber de guarda de las historias clnicas a cargo de los Directores Tcnicos, el cual no se suspende por el cierre de la institucin de que se trate, obrante a fs. 630/646 de la causa nro. 1730. 330.-Informe del Ministerio de Salud y Ambiente de la Nacin sobre la falta de registro de la nmina del personal mdico y no mdico que se desempeaba en el Sanatorio Norte al 13/07/1976, glosado a fs. 702 de la causa nro. 1730. 331.-Informe de la Comisara 33 sobre la imposibilidad de aportar datos de quien se desempe como Jefe de Servicio de esa dependencia en 1976 por la destruccin de los registros al fenecer el plazo administrativo de conservacin obrante a fs. 704 de la causa nro. 1730. 332.-Informes de la Polica Federal Argentina que aportan los datos de los Oficiales Superiores, Jefes y Subalternos que prestaron servicios en la Seccional Policial nro. 33, en el ao 1976, obrantes a fs. 707/715 y nmina especfica referida al personal con jerarqua de Oficiales, Principales y Personal Femenino obrante a fs. 1083/1087 de la causa nro. 1730. 333.-Informe suscripto por el Jefe de Medicina Legal de la Seccional Policial 33 sobre la imposibilidad de remitir la pericia mdica legal practicada a un beb por el Dr. Chevarlzk en la madrugada del 14/07/1976, por haber transcurrido en exceso el plazo de diez aos, obrante a fs. 691 de la causa nro. 1730. 334.-Fotocopia certificada del reconocimiento mdico practicado el 14/07/1976 a un beb de aproximadamente un mes de vida, en el domicilio sito en Moldes nro. 3435, piso 3 B de esta ciudad, obrante a fs. 686 de la causa nro. 1730, aportado por el mdico Ricardo Chevarlzk en su declaracin testimonial de fs. 687, cuyo original se encuentra reservado en Secretara. 335.-Telegrama policial de constatacin de domicilio sito en Moldes nro. 3435, piso 3 B donde resida Julia Hayde Campo, obrante a fs.
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336.-Actuaciones internas nro. 422 del registro de la Fiscala Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 6, especficamente: el escrito presentado por Estela Barnes de Carlotto sobre el alumbramiento de Laura Estela Carlotto en el Hospital Militar Central de fs. 219/220. 337.-Copia certificada de la sentencia recada respecto a Eduardo Alfredo Ruffo en la causa N 4474/00 (ex 12.883 y 2231) caratulada Gordon, Marcelo Anbal y otros s/asociacin ilcita del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 10, obrante a fs. 761/780 de la causa nro. 1730. 338.-Fotocopias certificadas de la historia clnica de Eduardo Alfredo Ruffo y del Legajo del Servicio Penitenciario Federal nro. 145.725 que
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se encuentra reservados en Secretara (cfr. fs. 1521/1522). 339.-Expediente de hbeas corpus N 3390 presentado en favor de Simn Antonio Riquelo el 4/08/1976 ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N 4, reservado en Secretara. 340.-Expediente N 8504 (2327) caratulado Ruffo, Eduardo Alfredo; Cordero de Ruffo, Beatrz Amanda por infraccin arts. 293, 138 y 139 del Cdigo Penal del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 13 y sentencia dictada el 16/06/1992 (fs. 2702/2725) y resolucin del Tribunal de Alzada del 16/02/1993 (fs. 2754/2766). 341.-Copia certificada de la inscripcin del Acta Notarial de Reconocimiento de filiacin realizado por Mauricio Gatti y Sara Rita Mndez Lompodio, respecto del nio Simn Antonio Riquelo, con fecha 16/04/1990 en la ciudad de Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay y las constancias antecedentes, agregadas a fs. 4346/4350. 342.-Libro De vuelta a casa de Anala Argento, Editorial Marea, ao 2009, reservado a fs. 468 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 343.-Declaracin indagatoria de Otto Carlos Paladino, prestada a fs. 353/357 de la causa N 42.335 bis Rodrguez Larreta Piera s/n.querella y partida de defuncin del 13/08/1997 en copia certificada, obrante a fs. 65 del cuaderno de prueba de la causa N 1730. 344.-Declaracin indagatoria de Julia Hayde Campo a fs. 838/840
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de la causa nro. 1730 (art. 392 del C.P.P.N.). 345.-Fotocopia certificada del escrito de fs. 1 de la causa nro. 1730, cuyo original obra en el Legajo de Identidad Reservada de la causa nro. 1351, reservado en Secretara. 346.-Fotocopias certificadas del informe de ADN obrante a fs. 4/5 de la causa nro. 1730, cuyo original se encuentra en el Legajo de Identidad Reservada documentado en la causa nro. 1351. 347.-Fotocopias certificadas del informe de ADN de fs. 6/17 de la causa nro. 1730, cuyo original se encuentra en el Legajo de Identidad Reservada de la causa nro. 1351. 348.-Fotocopia certificada del informe remitido por la Divisin Retiros y Jubilaciones de la Polica Federal Argentina, obrante a fs. 68 de la causa nro. 1730. 349.-Informe obrante a fs. 620 de la causa nro. 1730. 350.-Informe del Departamento Movimiento de Personal de la Polica Federal Argentina obrante a fs. 664 de la causa nro. 1730. 351.-Informe obrante a fs. 716 de la causa nro. 1730. 352.-Documentacin obrante a fs. 787/797 de la causa nro. 1730. 353.-Fotocopias obrantes a fs. 1249/1251 de la causa nro. 1730. 354.-Expediente N 48.520 del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instruccin N 4, reservado en Secretara. 355.-Legajo de Personalidad de Eduardo Alfredo Ruffo que corre por cuerda a la causa nro. 1730. 356.-Copia certificada del Witness Report (ONU) nro. 23, que contiene el testimonio de Enrque Rodrguez Larreta; informacin clasificada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, Volumen 16 y 17; y partes del informe de la Comisin Investigadora de la Cmara de Representantes de Uruguay, aportado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin a fs. 325/326 de la causa nro. 1730, reservados en Secretara. 357.-Legajo CONADEP nro. 7156 correspondiente a Mara Claudia Garca Iruretagoyena. 358.-Escrito presentado por la querella obrante a fs. 4337/4338 de
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359.-Documentacin remitida por el Ejrcito Argentino consistente en copias certificadas de recortes periodsticos e intercambio epistolar entre Juan Gelman y Martn Balza de fs. 4525/4547 de la causa nro. 1351. 360.-Documentacin presentada por la querella a fs. 2515/2516 de la causa nro. 1351, consistente en tres anexos certificados a fs. 2524 vta., reservados en Secretara: del anexo I: las fotografas de Marcelo Ariel Gelman y de su esposa Mara Claudia Garca Iruretagoyena; del anexo II: copias de las declaraciones de Jos Luis Bertazzo y del listado de miembros de las Fuerzas Armadas de Seguridad vinculados con la represin en el C.C.D. Automotores Orletti entre otros y del anexo III: recorte del diario Pgina 12 del 12/07/1998 de Juan Gelman, fotocopias de la declaracin de Tte.
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Coronel (r) Juan Ramn Nieto Moreno y otras actuaciones ante la Justicia Militar; fotocopia de la declaracin de Enrique Larreta Piera y copias que rezan Complemento anexo III con el listado de los miembros de las Fuerzas Armadas en SIE y SIDE. 361.-Fotocopia del informe del Equipo Argentino de Antropologa Forense dirigido a la Subsecretara de Derechos Humanos sobre la identidad de restos humanos, entre los que se encuentra Marcelo Ariel Gelman, obrante a fs. 2755 de la causa nro. 1351. 362.-Informe del Hospital Durand agregado a fs. 13.915/13.918. 363.-Recorte del diario La Nacin de fecha 10/08/2008 sobre un reportaje a Macarena Gelman, reservado en Secretara. 364.-Libro HIJOS- Ni el flaco perdn de Dios de Juan Gelman y Mara Lamadrid, aportado a fs. 147/151 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, reservado en Secretara. 365.-Fotocopia certificada del recorte periodstico del diario El Pas titulado Presentan pruebas de la internacional del terror, obrante a fs. 2739 de la causa nro. 1351. 366.-Pginas 19 a 22 del diario Pgina 12 del 9/12/2008. 367.-Pginas 7 a 10 del diario El Pas del 10/08/2006. 368.-Documentacin referida a Mara Macarena Taurio Vivian, aportada por Juan Gelman el 28/09/2001, reservada en Secretara.
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369.-Constancias de la causa N 2922 NN s/delitos contra el estado civil (arts. 138 y 139 del Cdigo Penal) obrantes a fs. 938 de la causa nro. 1730 y fotocopias certificadas de las partes pertinentes reservadas en Secretara. 370.-Fotocopias certificadas de la Pericia de ADN obrante a fs. 764/792 de la causa N 2922/00 caratulada Gavazzo Pereira, Jos Nino y otros s/sustraccin de menores de 10 aos y otros del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 9. 371.-Legajo CONADEP nro. 2950 correspondiente a Victoria Luca Grisonas. 372.-Copia certificada del escrito de interposicin de demanda del Expte. N 14.486/96 Larrabeti Yaez, Anatole y otro c/Estado Nacional s/proceso de conocimiento obrante a fs. 8562/8585 de la causa nro. 1351. 373.-Fotocopias de recortes periodsticos sobre el hallazgo de los hermanos Julien-Grisonas en Valparaso, Chile obrantes a fs. 9790/9791 de la causa nro. 1351. 374.-Escritos presentados por la querella en relacin a hechos vinculados en los casos de los hermanos JulienGrisonas, entre otros, obrantes a fs. 8202/8205 y 8605 de la causa nro. 1351. 375.-Copia certificada del Legajo CONADEP nro. 7098
correspondiente a Mara Emilia Islas Gatti de Zaffaroni y copia certificada de la partida de nacimiento obrante a fs. 17 de ese legajo reservado en Secretara. 376.-Fotocopias certificas del Legajo CONADEP nro. 7097 correspondiente a Mariana Zaffaroni Islas, reservado en Secretara. 377.-Fotocopias certificadas del Legajo CONADEP nro. 7099 correspondiente a Jorge Roberto Zaffaroni Castilla reservado en Secretara. 378.-Fotocopia de la planilla de orden de secuestro de Jorge Zaffaroni y Mara Emilia Islas Gatti de Zaffaroni incorporada a fs. 2761 de la causa nro. 1351. 379.-Constancias de la causa N 86/84 de la Secretara Penal N 2 de la Cmara Federal de Apelaciones de San Martn, caratulada Furci, Miguel ngel y otra s/circunstancias de desaparicin de Mariana Zaffaroni Islas, junto con copias certificadas de la sentencia dictada en esa causa obrante a fs.
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1493/1497 y el pronunciamiento confirmatorio de la Cmara Federal de San Martn (fs. 2361/2399 causa 1351 y 468/482 de la causa nro. 1730). 380.-Informe del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand obrante a fs. 9654/9683 de la causa nro. 1351. 381.-Fotocopias certificadas del D.N.I. N 25.912.974 de Daniela Romina Furci; de la Libreta de Familia N 41.392 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas; del certificado de nacimiento de Mariana Zaffaroni Islas y de la inscripcin ante el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires de la nombrada como Daniela Romina Furci, obrantes a fs. 2469/2475 de la causa nro. 1499. 382.-Fotocopias certificadas de la pericia de ADN obrante a fs. 1333/1341 de la causa N 5361 (86/84) caratulada Furci, Miguel ngel y otra
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s/av. circunstancia de desaparicin de Zaffaroni Islas, Mariana del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 3 de San Martn, provincia de Bs. As. 383.-Escritos presentados por la querella que hacen referencia a actividades del operativo conocido como Plan Cndor obrantes a fs. 2835/2836 y a fs. 3077/3081 de la causa nro. 1351. 384.-Documentacin aportada por la Subsecretara de Derechos Humanos de la Nacin en relacin con la desaparicin de ciudadanos uruguayos en la Repblica Argentina a fs. 8502 de la causa nro. 1351 y Legajo CONADEP nro. 7357 correspondiente a Blanca Altman Levy segn consta a fs. 8519/8521 de la causa nro. 1351. 385.-Legajo de anexo documental integrado por las fotocopias certificadas de las partes pertinentes de la causa N 42.335 bis Rodrguez Larreta Piera, Enrique s/denuncia (segn constancia de fs. 2773) agregado como legajo de prueba en la causa Vaello, Orestes s/privacin ilegtima de la libertad agravada (Automotores Orletti) del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 3, Secretara N 6 (actual causa N 1601). 386.-Causa s/querella. 387.-Documentacin remitida por la Subsecretara de Derechos Humanos a fs. 493/494 de la causa nro. 1351, en relacin al centro de 42.335 bis Rodrguez Larreta Piera, Enrique
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distintos Legajos Conadep certificada a fs. 495 de la causa nro. 1351, reservada en Secretara. 388.-Documentacin remitida por el Departamento de Justicia de Estados Unidos en relacin a la informacin del operativo Plan Cndor, obrante a fs. 5389/5405 de la causa nro. 1351. 389.-Copias certificadas de la causa N 8768/97 caratulada Olivera Rovere s/privacin ilegal de la libertad en la cual obra un informe titulado Desaparicin de ciudadanos uruguayos en Argentina: coordinacin represiva emitido por el Secretario Internacional de Juristas por la Amnista en Uruguay (SIJAU). 390.-Fotocopias certificadas del contrato de locacin del predio que se encuentra a fs. 37/41 del Legajo CONADEP nro. 2539 correspondiente a Enrique Rodrguez Larreta, reservadas en Secretara. 391.-Documentacin remitida por la Subsecretara de Derechos Humanos C.C.D. Automotores Orletti o El Jardn Comisin de Expertos de las Naciones Unidas sobre el caso de desaparecidos-. 392.-Fotocopias de pginas 156/159 del libro La Historia de Abuelas, 30 aos de bsqueda de editorial Abuelas de Plaza de Mayo obrantes a fs. 1108/1111; impresin con informacin de Raquel Gass, obrante a fs. 1112 de la causa nro. 1730. 393.-Copias certificadas de fojas de los Legajos Personales del personal del Ejrcito Uruguayo que poseen fotografas de: Juan Antonio Rodrguez Buratti, Jos Ricardo Arab Fernndez, Manuel Juan Cordero Piacentini, Gilberto Valentn Vzquez Bisio, Luis Alfredo Maurente Mata y Jorge Silveira Quesada, Antraning Ohannessian Ohannian y de Jos Nino Gavazzo Pereira, remitida por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 3, Secretara N 6 a fs. 781 de la causa nro. 1730, reservada en Secretara. 394.-Legajo con fotografas en blanco y negro de militares uruguayos y un listado numerado de ellas reservado en Secretara. 395.-Auto de mrito dictado en relacin a Jos Nino Gavazzo Pereira; Ramn Daz Olivera (alias Boquita); Lus Alfredo Maurente Mata; Ernesto Soca (alias Drcula); Juan Manuel Cordero Piacentn; Juan Antonio
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Rodrguez Buratti y Jos Ricardo Arab Pereira y orden de detencin internacional con fines de extradicin de los nombrados, exhortos
diplomticos, solicitudes al Departamento de Interpol de la Polica Federal Argentina y notas de Cancillera obrantes a fs. 925/928; 933/937; 940/945; 959/960; 963/964; 975/976; 1152/1156 y 1234/1237 de la causa nro. 1730. 396.-Informes de la Divisin Asuntos Internacionales del
Departamento de Interpol sobre los antecedentes penales relacionados al punto que antecede y relativo al fallecimiento de Rodrguez Buratti y de Daz Olivera (copias certificadas de la partida de defuncin del ltimo), y que acreditan las gestiones para la extradicin de los imputados uruguayos, obrantes a fs. 931/932; 946/947; 951/955; 1019; 1021/1023; 1025; 1051; 1102; 1107; 1170 y 1199 de la causa nro. 1730.
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397.-Fotocopias certificadas del fallo del Tribunal Supremo Federal de Brasilia, Repblica Federativa de Brasil, sobre la extradicin solicitada por las autoridades de la Repblica Argentina del imputado Manuel Cordero Piacentin; traducido al espaol, obrantes a fs. 1200/1230 de la causa nro. 1730. 398.-Legajo CONADEP nro. 7413 correspondiente a Alicia Raquel Cadenas Ravela. 399.-Legajo de la Superintendencia de Investigaciones de la Divisin Individualizacin Criminal de la Polica Federal Argentina que contiene fotografas del personal que actu en el centro Automotores Orletti aportado a fs. 540/541 de la causa nro. 1730, reservado en Secretara. 400.-Fotocopias del lbum de fotografas Automotores Orletti identificado con los nros. 42.877 y 16.983/04, reservado en Secretara. 401.-Compendio titulado Investigacin Histrica sobre detenidos desaparecidos de la Universidad de la Repblica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, a raz de un convenio firmado con la Presidencia de la Repblica Oriental del Uruguay, publicada por la Direccin Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales, mencionando entre los casos el de Simn Riquelo (cfr. p. 704, Tomo III) y su versin digital.
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403.-Expediente nro. 37/95 Tetzlaff, Hernn AntonioEduartes, Mara del Carmen s/arts. 139, 2 prrafo y 146 del C.P. del Juzgado Federal N 1 de San Isidro, reservado en Secretara y fotocopias certificadas a fs. 10.001/10.038 de la causa nro. 1351. 404.-Fotocopias certificadas de la sentencia dictada en causa 37/95 Tetzlaff, Hernn Antonio Eduartes, Mara del Carmen por arts. 139, 2 prrafo y 146 del C.P. obrante a fs. 9888/9906 de la causa nro. 1351, que obra a fs. 1659/1677 de aquella causa, reservada en Secretara. 405.-Copias certificadas del formulario nro. 1 de inscripcin del nacimiento de Mara Sol Tetzlaff Eduartes y del Acta nro. 298 del Departamento del Estado Civil y Capacidad de la Direccin Provincial del Registro de las Personas donde surge la inscripcin del nacimiento de Mara Sol Tetzlaff Eduartes, obrante a fs. 2467/2468 de la causa nro. 1499. 406.-Pericia de ADN obrante a fs. 349; 359; 388/397; 574/575 y 1442/1476 de la causa N 37/95 caratulada Tetzlaff, Hernn Antonio y otra s/arts. 139, 2 prrafo, 146 y 293 del C.P del Juzgado Federal N 1 de San Isidro, prov. de Bs. As. 407.-Nota suscripta el 17/06/1997 por el Asesor Jurdico de la Armada Argentina, Contraalmirante Auditor Ral Toms Ernesto Tronge obrante a fs. 277 de la causa nro. 1351. 408.-Nota suscripta en julio de 1997 por el Asesor jurdico de la Armada, Contraalmirante Auditor Ral Toms Ernesto Tronge obrante a fs. 320 de la causa nro. 1351. 409.-Nota suscripta el 17/07/1997 por el Almirante Carlos Alberto Marrn, Jefe del Estado Mayor General de la Armada, obrante a fs. 356 de la causa nro. 1351. 410.-Nota suscripta el 7/08/1997 por el General Ernesto Juan Bossi obrante a fs. 367 de la causa nro. 1351. 411.-Certificacin actuarial de fs. 522 de la causa nro. 1351. 412.-Nota del 4/03/1998 suscripta por el Contraalmirante Auditor Ral Toms Ernesto Tronge obrante a fs. 980 de la causa nro. 1351. 413.-Actuaciones obrantes a fs. 1256/1280 de la causa nro. 1351. 414.-Nota obrante a fs. 1954/1955 de la causa nro. 1351.
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415.-Escrito de la defensa de Jorge Eduardo Acosta obrante a fs. 9083/9084 de la causa nro. 1351. 416.-Documentacin aportada por Santiago Omar Riveros a fs. 6632/6641 de la causa nro. 1351, certificada a fs. 6642 y reservada en Secretara. 417.-Escrito de la defensa de Santiago Omar Riveros obrante a fs. 7983/8024 de la causa nro. 1351. 418.-Trabajo complementario aportado por la defensa de Santiago Omar Riveros a fs. 8063 de la causa nro. 1351, glosado a fs. 8061/8062. 419.-Nota obrante a fs. 8616 de la causa nro. 1351. 420.-Legajo personal de Antonio Vaek. 421.-Nota suscripta por Sara Solarz de Osatinsky obrante a fs. 9415 de la causa nro. 1351.
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422.-Declaracin testimonial prestada por Beatrz Elizabeth Tokar a fs. 1832/1837 de la causa nro. 1351.
l. Prueba documental incorporada a raz de las medidas de instruccin suplementaria dispuestas en el marco de la causa nro. 1351: 1. Copias certificadas de la siguiente documentacin: a) Partida de defuncin de Asilu Maceiro Prez; b) Inscripcin del acta notarial de reconocimiento de hijo natural realizado por Mauricio Gatti y Sara Rita Mndez Lompodio con fecha 16 de abril de 1990 en la ciudad de Montevideo, as como todas aquellas constancias y antecedentes archivados que sirvieron de base a dicha inscripcin; recibida con el oficio de fs. 1868 y reservado en Secretara junto con las constancias del diligenciamiento del exhorto librado a tal efecto cuyas copias lucen a fs. 247/249. 2. Copias certificadas de la sentencia nro. 10 en autos caratulados "Taurio Vivian, Mara Macarena c/Vivian, Esmeralda -Gelman Burichson, Juan-Schubaroff, Berta-Garca Iruretagoyena, Juan A. Acciones de Estado Civil" Fa. 2-16864/2004 dictada el 8 de marzo de 2005 por el Juzgado Letrado de Familia de 17 Turno, de la ciudad de Montevideo, recibida a fs. 1868 y reservada en Secretara junto a las constancias del exhorto librado a tal efecto cuyas copias lucen a fs. 243/244. 3.Copias certificadas de la siguiente documentacin: a) Acuerdo
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celebrado entre el matrimonio compuesto por Jess Larrabeiti Yaez-Silvia Yaez de Larrabeiti y Mara Anglica Cceres de Julien, por s o por mandato de Luis Julien y Luca Andrijauskaite de Grisonas en relacin al reconocimiento de identidad de los menores Anatole Alejandro y Victoria Claudia Larrabeiti Yaez como Anatole Boris Julien y Eva Grisonas y copia de la sentencia de su adopcin, dictada en el expediente de adopcin plena de los menores Larrabeiti Yaez, Anatole Alejandro y Claudia Victoria, causa Rol n 4527-182 del Tercer Juzgado de Letras de Menores de Valparaso, Chile, expediente tramitado en los aos 1979/1980, recibido a fs. 1672 y se encuentra reservado en Secretara junto a las constancias del exhorto librado a tal fin cuyas copias lucen a fs. 245/246. 4. Copia de la nota n 216 de la Embajada de los Estados Unidos obrante a fs. 894/896 en respuesta de los requerimientos efectuados a fs. 250 y 377. 5. Actuaciones de fs. 386; 478; 948, junto con la documentacin consistente en: Caso n 143 Quintela Dallasta Silvia Mnica y caso n 79 Scarpatti, Juan Carlos correspondientes a la causa n 4012 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional n 2 de San Martn (en respuesta del requerimiento efectuado a fs. 251). 6. Actuaciones de fs. 488 y 775 junto con la documentacin remitida consistente en: Causa N 89.330 (expediente nro. 32.672 letra A) del Juzgado de Primera Instancia N 10 en lo Civil y Comercial de San Martn caratulada JULIEN CACERES, Mario Roger y otra s/declaracin de ausencia por desaparicin forzada a fs. 182 junto con la causa N 89.546 (expediente nro. 37.213 letra A) del Juzgado de Primera Instancia N 10 en lo Civil y Comercial de San Martn caratulada JULIEN CACERES, Mario R. y GRISONAS, Victoria L. s/sucesin a fs. 99 (en respuesta del requerimiento efectuado a fs. 252). 7. Oficio de fs 500 junto con Legajo personal del Ejrcito Argentino de Cristino Nicolaides. 8. Oficios de fs. 344 y fs. 484 junto con las declaraciones prestadas por Luis Mara Menda; Oscar Antonio Montes; Jorge Enrique Perrn y de careo con Emilio Eduardo Massera en el marco de la causa nro. A-124/84 (nro.
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11.684/98) caratulada "Vildoza, Jorge Ral s/supresin del estado civil de un menor" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 (copias certificadas de fs. 1885/1886 vta., fs. 1902/1903; fs. 1959/1960 y fs. 1637/1643). 9. Oficio de fs. 343 junto con copias certificadas de la partida de nacimiento a nombre de Evelin Karina Vzquez Ferr y del informe de resultado del anlisis de ADN realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos respecto al grupo familiar Bauer-Pegoraro obrantes a fs. 1346/1358vta. y 1431/1433 de la Causa N 16.354/2007 (A-10.761)
MAGNACCO, Jorge Luis s/sustraccin de menores de 10 aos-Damnificado: Pegoraro, Susana Beatrz, Bauer Santiago; Querellante: Barnes de Carlotto Enriqueta y Luca de Pegoraro, Inocencia del Juzgado Nacional en lo Criminal
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y Correccional Federal n 1, Secretara n 1. 10. Oficio de fs. 330 junto con la causa N 10.518/2007 (A-10.418) caratulada GENTILE, Alberto Pedro Oscar; ARTESANO, Mara Nelly s/sustraccin de menores de 10 aos, damnificado: Mara Beln Estefana GENTILE a fs. 416 remitida por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 y sus copias certificadas reservadas en Secretara. 11. Oficio de fs. 342 relacionado a la causa n 14.171/2003 (A-7050) caratulada "Lanzn Oscar Rubn y otros s/sustraccin de menores de 10 aos (art. 146)" (en respuesta al requerimiento efectuado a fs. 254), causa que fue recibida a fs. 87 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1584, en respuesta de lo solicitado a fs. 60. 12. Oficio de fs. 485 que informa sobre la causa n 10.906/97 (B11.853) caratulada Falco, Luis Antonio s/supresin del estado civil del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretaria n 2. 13. Oficio de fs. 486 respecto de la causa A-201/83 caratulada "Pavn de Aguilar, Elsa Beatriz s/denuncia" que inform su acumulacin el 23/02/1983 a la causa n A-140/82, caratulada "Chorobik de Mariani" y que se remiti ad effectum videndi al Juzgado Federal nro. 7, Secretara nro. 13 en el marco de la causa n 9243/07. 14. Oficio de fs. 374 en respuesta de lo solicitado a fs. 255.
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15. Actuaciones de fs. 398/399 y 983/984 y documentacin remitida por la Escribana General del Gobierno de la Nacin consistente en: 1) Actas de asuncin de Reynaldo Benito Antonio Bignone; Cristino Nicolaides, Rubn Oscar Franco y Ricardo Alfonsn; 2) Escritura n 90 de protocolizacin de documentos que incluye: Acta para el proceso de reorganizacin nacional; Acta fijando el propsito y los objetivos bsicos para el proceso de reorganizacin nacional; Estatuto para el proceso de reorganizacin nacional y el Estatuto modificando el artculo 23 de la Constitucin Nacional; 3) Ejemplar impreso (de fecha abril 1983) titulado "Documento final de la Junta Militar sobre la Guerra contra la subversin y el terrorismo". 16. Oficio de fs. 467 remitido por el Archivo General de la Nacin dando respuesta a lo solicitado mediante oficio cuya copia luce agregada a fs. 264 y copia del acta nro. 256 de fecha 14 de abril de 1983 sobre la aprobacin del Documento Final por la ltima Junta Militar aportada a fs. 1/26 y 37/38, reservada en Secretara. 17. Oficio de fs. 369 y la documentacin remitida por la Secretara Legal y Tcnica de la Direccin Nacional del Registro Oficial en el que se elevan copias certificadas de los textos solicitados consistentes en 1() Texto de actualizacin al ao 1978 del Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional y modificaciones del Reglamento para el funcionamiento de la Junta Militar, Poder Ejecutivo Nacional y Comisin de Asesoramiento Legislativo; Texto del Decreto Nro 2726/83. 18. Ejemplar titulado "De vuelta a casa, Historias de hijos y nietos restituidos" de Anala Argento, editado en Buenos Aires en 2008 remitido a fs. 468. 19. Actuaciones de fs. 1293/1294. 20. Actuaciones de fs. 481/483 remitidas por la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata, junto con los expedientes que a continuacin se detallan: 1) Expediente N 1376 (Legajo N 20) -447/S.U.- del Juzgado Federal de 1 Instancia N 3 de La Plata caratulado CARRIQUIRIBORDE, Gabriela s/habeas corpus de fecha 29/06/1977; 2) Expediente N 2150/S.U. de la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata, Secretara nica caratulado CORVALN DE SUREZ NELSON, Mara Elena Isabel s/averiguacin; 3)
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Expediente N 18.396 (Legajo n 542) -383/S.U.- del Juzgado Federal de 1 Instancia N 3 de La Plata caratulado BARATTI, Hctor Carlos s/recurso de habeas corpus interpuesto por Angela Valenti de Baratti de fecha 15 de marzo de 1977, junto con Expediente N 85.004 (Legajo 1351) 800/S.U.- BARATTI, Hctor Carlos s/recurso de habeas corpus que corre por cuerda; 4) Expediente N 2003/S.U. BARATTI DE LA CUADRA, Ana s/presentacin; 5) Expediente N 18.319 (Legajo N 533) -461/S.U.- del Juzgado Federal de 1 Instancia N 3 de La Plata caratulado DE LA CUADRA, Elena s/habeas corpus; 6)Expediente N 83.651 (Legajo N 1300) -993/S.U.- del Juzgado Federal de 1 Instancia N 1 de La Plata caratulado GIOVANOLA DE CALIFANO s/recurso de habeas corpus de fecha 5/08/1977. 21. Oficio de fs. 715 remitido por la Cmara Federal de
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Apelaciones de La Plata junto con el Expediente nro. 3160 que corre por cuerda con la causa n 1885/SU de la Secretara nica de esa Cmara. 22. Oficio de fs. 776 remitido por la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata junto con el Expediente N 3509 caratulado CARRIQUIRIBORDEREPETUR, Gabriela s/vctima de privacin ilegal de la libertad del Juzgado en lo Penal N 9, Secretara N 2, que corre por cuerda a la causa N 447/SU (en respuesta del requerimiento efectuado a fs. 260/261). 23. Oficio de fs. 1259 junto con la totalidad de los expedientes remitidos por la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata, reservados en esta sede: Causa n 1885/SU de la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata, Secretara nica, caratulada Mariani, Daniel E.; Mariani de Teruggi, Diana Esmeralda s/denuncia; Causa n 129.342 caratulada Mariani, Daniel E. y otras s/denuncia; Causa 123/SU; Causa 28/SU; Causa n 21.008 junto con Expediente A-127 Gmez de Navajas, Nlida Cristina s/denuncia y actuaciones detalladas en el oficio de fs. 1259. 24. Oficio de fs. 370 remitido por el Archivo Nacional de la Memoria (Secretara de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos) junto con la documentacin remitida consistente en: planos y un CD que contiene en formato Power Point la descripcin CCD (ESMA) y fotos de la maqueta remitida al Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5.
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25. Legajos CONADEP nros. 1836, 6673 y 6491 correspondientes a Clara Anah Mariani, Daniel Enrique Mariani y Diana Teruggi remitidos por el Archivo Nacional de la Memoria. 26. Copias digitalizadas de los siguientes legajos Conadep: 1656, 2080, 1967, 2246, 2661, 3528, 6005, 7286, 7355, 2078, 3479, 2272 (SDH), 1338, 3499, 492, 2247, 6462, 7163, 7105, 1715, 1983, 2568, 7238, 2085, 215, 7156, 2950, 1432, 1836, 7317, 3686, 2887, 1982, 7162, 1984, 3067 (SDH), 7218, 1716, 2531, 2707, 7217, 4085, 6392, 4206, 3638, Legajo Redefa 139, 4622, 2084, 2569, 2543, 7239, 3048, 3105 (SDH), 2819, 6514, 6515, 6516, 6517, 6520, 6522, 6523, 6372, 1635, 5848, 4152, 6068, 6821, 4124, 3684, 3685, 1431, 1430, 6673, 6491, 3675, 7413, 3812, 2951, 1171, 3186, 5266, 3601, 7356, 2413, 3529, y los legajos pertenecientes a: Graciela Susana Geuna, Teresa Celia Meschiatti, Ana Mara Careaga, Miguel Angel DAgostino y Marta Remedios lvarez; n 100, 2844, 3170, 3520, 3575, 5462, 6295, 6518, 6519, 6521, 6524, 6525, 6526, 3547, Legajo SDH de Paula Elena Ogando, 764, 2453, 4442, 4477, 5307, 6321, 6974, 8029, 3224 (SDH), 8153 y Legajo Conadep de Claudio Ernesto Logares, remitidos por el Archivo Nacional de la Memoria a fs. 1313 (en respuesta de los requerimientos efectuados a fs. 1198 y 1198 bis), y copias certificadas del Legajo Conadep n 7318, remitidas a fs. 1857. 27. Informe remitido a fs. 404/451 por el Banco Nacional de Datos Genticos. 28. Oficio de fs. 366 remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 12, Secretara n 23 junto con copias certificadas del Legajo de Servicios de Rubn Oscar Franco. 29. Oficio de fs. 475 de la Subsecretara de Proteccin de Derechos Humanos de la Secretara de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nacin junto con un DVD conteniendo una copia digitalizada de la causa n 14.217/03 (ESMA). 30. Oficio de fs. 352/353 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 9, Secretara n 17, que certifica el estado de la causa n 4266/1999 caratulada "Vzquez Policarpio, Luis y otros s/sustraccin de menores de 10 aos" (art. 146) y otros. Querellante: Luca de Pegoraro, Inocencia". Certificacin de fs. 706 respecto del estado del trmite de dichos
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31. Oficios de fs. 539, 851 y 1623 remitidos por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 4, Secretara n 8 (ex 11) y copias de las fs. 130 a 153 correspondientes a la causa n 4677 caratulada Ministerio del Interior s/denuncia del Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n 4, Secretara n 11, reservadas en Secretara (cfr. fs. 1/26, 37/38, 54/6 y 61 de la causa 1351) y por ltimo, de las fs.3891/3892 de la causa 1351. 32. Oficio de fs. 1336 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de La Plata junto con las fotocopias certificadas de la causa n 2965/09 caratulada "Alonso, Omar y otro s/ infraccin artculos 139, 146 y 293 del C.P."; resolucin mediante la cual se restituye la identidad de Natalia Surez Nelson
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agregada a fs. 311/312; partida de nacimiento y actas de inscripcin agregadas a fs. 520/530. 33. Oficios de fs. 469 y 716 relativos a la ubicacin de la causa n 9129.342, caratulada "Mariani, Mara Isabel; Barnes de Carlotto, Estela y otros s/denuncia". 34. Actuaciones de fs. 488/494. 35. Oficio de fs. 389 junto con la causa n 37/95 caratulada "Tetzlaff, Hernn Antonio; Eduartes Mara del Carmen s/art. 139 y otros del C.P.". 36. Oficio de fs. 502 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional n 1 de San Isidro, Secretara n 7 y copias certificadas del Legajo 2 "Habitacin de Febrs" correspondiente a la causa n 8566/07 caratulada "Iglesias y otros s/homicidio agravado, abuso de autoridad y encubrimiento". 37. Oficio de fs. 1265 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 1 de San Isidro, Secretara n 7 y la causa n 2963/09 caratulada "Bianco, Norberto Atilio y Wehrli Nilda Susana s/inf. arts. 139, 146 y 293 del C.P.". 38. Actuaciones de fs. 358/359 y oficio de fs. 480 junto con los siguientes expedientes: 1) "Daz Elba del Pilar y otro s/supr. estado civil de menor"; causa n 9769/98 correspondiente al legajo n 54.236; 2) "Mndez Lompodio, Sara Rita y Riquelo, Simn s/habeas corpus"; causa n 3390/76,
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correspondiente al Legajo n 20.619. 39. Actuaciones de fs. 364/5 y oficio de fs. 538, junto con la causa n 8504 "Ruffo, Eduardo Alfredo y otros" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 5, Secretara n 9. 40. Causa n 2922/00 "Gavazzo Pereira, Jos Nino y otros s/sustraccin de menores de diez aos" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 5, Secretara n 9. 41. Oficio de fs. 382 junto con: copias certificadas de la causa n 16.983 caratulada "Ruffo, Eduardo Alfredo y otros s/sustraccin de menores de 10 aos" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 5, Secretara n 10; copias certificadas de la causa n 22.218 del Juzgado Nacional en lo Civil n 9; copias certificadas del expediente nro. 4627 del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instruccin n 16 "N.N. por abandono de menorvctima menor de 20 das"; copia de la documental aportada por el Dr. Ricardo Chervarlz a fs. 686 del expediente nro. 16.983/04. 42. Oficio de fs. 362 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 3, Secretara n 6, junto con la causa n 2637/04 caratulada "Vaello, Orestes y otros por privacin ilegal de la libertad agravada" conexa a los autos 14.216/03 "Suarez Mason" y copias certificadas de la causa n 2637/04 y del Legajo de Prueba nro. 77. 43. Oficio de fs. 496 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara nro. 3, junto con la documentacin
correspondiente a la causa n 9201/99 caratulada "NN s/supresin de identidad", en respuesta al requerimiento efectuado a fs. 283. 44. Acta de nacimiento n 298 correspondiente a Mara Sol Tetzlaff Eduartes (Boulogne, 14-6-76), obrante a fs. 453 remitida por el Registro Civil Provincial, Delegacin Boulogne, Provincia de Buenos Aires, en respuesta del requerimiento efectuado a fs. 284. 45. Actuaciones de fs. 651/667 remitidas por la Secretara de Derechos Humanos y copias digitalizadas de: 1) Legajo SDH n 2887; 2) Legajo Conadep n 1883; 3) constancias relativas a antecedentes, denuncias y resoluciones vinculadas al secuestro y apropiacin de nios durante 1976-1983, as como todas las respuestas brindadas por el Estado Argentino,
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especialmente las referidas al caso 3.459 de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y 4) expediente del caso nro. 2553 correspondiente a Clara Anah Mariani. Copias certificadas de la elevacin de la denuncia SDH n 71 en 13 fojas. 46. Oficios de fs. 329 y 345 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 y de fs. 859bis del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 7, Secretara n 13, junto con las copias certificadas de la documentacin aportada por Bernabelle Herrera Sanguinetti en ocasin de prestar declaracin testimonial en la causa n 13.445/99. 47. Oficios de fs. 540 y 1853 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5, junto con las siguientes actuaciones:a) causa n 1207/06, caratulada Del Cerro, Juan Antonio y otro s/inf. art. 144 bis inc. 1 y ltimo
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prrafo de la ley 14.616 en funcin del art. 142, inc. 1 y 5 de la ley 21.338 y art. 144 ter, prrafo 1 y 2 de la ley. 14.616 del C.P.; b) causa n 1056/1207, caratulada Simn, Julio Hctor s/inf. art. 146, 144 bis, inc. 1 y ltimo prrafo en funcin art. 142 inc. 1 y 5 y art. 144 ter, prrafos 1 y 2 del C.P.; c) causa n 530 caratulada Landa, Ceferino y otra s/inf. art. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P. (en respuesta de los requerimientos efectuados a fs. 289/290 y 1831). 48. Oficios de fs. 648, 649, 850, 855 y 871 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 y copias certificadas de la documentacin que se detalla: a) Legajo correspondiente a la causa n 14.216/03 Surez Mason y otros s/privacin ilegal, en 4 cuerpos, con Directivas (333, 1/75, 404/75, 504/77, 604/79 y 704/83), rdenes (591/75, 593/75, parcial 405/76, especial 336 y de operaciones 9/77) , Decretos (261, 2770, 2771, 2772) e Instrucciones (334 y 335), reservado en el marco de la causa n 1170; b) Fotocopias certificadas de la declaracin indagatoria prestada por Surez Mason a fs. 4787/4822 de la causa 1170; c) Fotocopias certificadas de los Legajos de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, formados en relacin a la causa n 761, caratulada Hechos que se denunciaron como ocurridos en la Escuela de Mecnica de la Armada identificados con los nros. 13 y 83 correspondiente a Vctor Melchor Basterra; nro. 20 correspondiente a Graciela Beatriz Daleo; nro. 99 correspondiente a Ana Mara Isabel Testa; nros. 71 y 134 correspondiente a Carlos Gregorio Lordskipanidse; nro. 69
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correspondiente a Mnica Edith Juregui y Juan Alberto Gasparini; nro. 16 correspondiente a Amalia Mara Larralde; nros 17 y 76 correspondiente a Gladstein, Lzaro Jaime y Bello, Andrea Marcela; nros. 25/26 y 106 correspondiente a Ariel Aisemberg, Luis Daniel Aisemberg y Lidia Cristina Vieyra; nro. 74 correspondiente a Lila Pastoriza; nros. 121 y 69 correspondiente a Enrique Mario Fukman; nros. 82 y 14 correspondiente a Silvia Labayr; nro. 51 correspondiente a Susana Beatriz Pegoraro; nro. 44 correspondiente a Miriam Lewin de Garca y Carlos Garca junto con legajo que corre por cuerda; nros. 56 y 62 correspondiente a Nilda Actis de Goretta. 49. Oficios de fs. 383 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de La Plata, junto con los siguientes expedientes: a) causa n 1702/03 "Bergs, Jorge Antonio y otro s/inf. arts. 139 inc. 2 y otros" b) causa n 2251/06 "Etchecolaz, Miguel Osvaldo por privacin ilegal de la libertad, aplicacin de tormentos y homicidio calificado", copias certificadas reservadas en Secretara. 50. Oficios de fs. 504/505 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de La Plata y copia certificada de la sentencia dictada en la causa n 2506/07. 51. Oficios de fs. 501 y 1252 y causa n 623 "Leiro, Marta Elvira s/infraccin arts. 139, 146, 292 y 296 del C.P. del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 2 de San Martn. 52. Oficio de fs. 387/388. 53. Oficio de fs. 368 y copia certificada del Legajo Personal de Juan Carlos Osterrieht de la Polica de la Provincia de Buenos Aires secuestrado en la causa n 16.419 caratulada "Dr. Flix Crous s/denuncia (La Cacha, L. Olmos)" del Juzgado Federal n 1 de La Plata, Provincia de Buenos Aires. 54. Actuaciones del Ministerio de Defensa de fs. 601/614 y legajo de familia de Rubn Oscar Franco. Actuaciones de 618/625 y documentacin detallada a fs. 622/623. Actuaciones de fs. 717/718 y documentacin recibida. Actuaciones de fs. 719/722 y 723/726 y documentacin recibida. Actuaciones de fs. 934/940 y legajo de familia de Antonio Vaek. Actuaciones de fs.
967/969. 55. Oficio del Ejrcito Argentino de fs. 987. 56. Libro "Memoria Deb/vida" de Jos Luis D'Andrea Mohr de
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57. Oficios de fs. 351 y fs. 372 y la causa n 11.407 caratulada "Julien, Anatole Boris y otros s/recurso de hbeas corpus interpuesto en su favor por Mara Anglica Cceres de Julien" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 4. 58. Oficio de fs. 1234 y la causa n 9298/00 caratulada "Gmez, Francisco y otros s/sustraccin de menores de diez aos" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 4. 59. Actuaciones remitidas junto con oficio de fs. 1182 relacionadas al exhorto librado a Montevideo (Uruguay) para que remitan toda la informacin que posea en los archivos del S.I.J.A.U. (Secretariado Internacional de Juristas por la Amnista en Uruguay) respecto a diversos casos y compendio
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de fs. 779 fojas. 60. Oficio de fs. 856. 61. Actuaciones de fs. 485, 733 y 1252 y copias de la causa n 86/84 caratulada "Furci, Miguel ngel; Gonzlez de Furci, Adriana s/averiguacin de circunstancias de desaparicin de Zaffaroni Islas, Mariana" del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional n 1 de San Isidro, Secretara n 2. 62. Oficio de fs. 395 del Juzgado Federal 2 de San Martn, Secretara -ad hoc-, en relacin a la causa n 4012 caratulada "Riveros, Santiago Omar y otros s/privacin ilegal de la libertad, tormentos, homicidio", junto con la siguiente documentacin: a) los informes obrantes en esa causa, relativos a la creacin de la Zona de Defensa IV; b) Copias certificadas de los casos n 143 "Quintela Dallasta" y n 235 "Tato y Casariego". 63. Actuaciones de fs. 777/806 junto con los casos n 79, 235 y 143. 64. Oficio de fs. 869/870. 65. Causa n 1894 caratulada "Bignone Reynaldo Benito Antonio y otros s/sustraccin de menores" (formada con testimonios del caso n 37 "Irregularidades cometidas en el HMCM" correspondiente a los autos n 4012 del Juz Fed n 2 de San Martn), del registro de este Tribunal y oficio de fs. 942. 66. Oficios de fs. 539 y 1253 y causa n 38.460/95 "Barnes de Carlotto, Enriqueta Estela y otros c/Estado Nacional s/proceso de conocimiento" del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso
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Administrativo Federal n 4. 67. Oficio de fs. 1310. 68. Fotocopias certificadas del Expediente n 14.846/96, caratulado "Larrabeiti Yaez, Anatole Alejandro y otros c/Estado Nacional s/proceso de conocimiento" del Juzgado Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal n 4, Secretara n 7, reservadas en Secretara; copias de documentacin relacionada y videocasetes detallados a fs. 1897. 69. Oficio del Secretariado General de la Conferencia Episcopal Argentina de fs. 487. 70. Copias certificadas del libro "Sobre reas y Tumbas. Informe de desaparecedores", de Federico y Jorge Mittelbach, reservado en Secretara. 71. Actuaciones de fs. 570/587 de la Fuerza Area, de fs. 588/600 del Archivo Histrico de la Justicia Militar y de fs. 610/614 del Estado Mayor General de la Armada. 72. Actuaciones de fs. 473 del Juzgado Federal de La Plata. 73. Causa n 10 caratulada "Presunta supresin de identidad-
Vctima: Carlos Roberto CARASSALE del Juzgado Federal n 3 de La Plata, Secretara Especial remitida a fs. 544. 74. Actuaciones de fs. 852/853 de la Cmara Federal de la Plata. 75. Legajo de Prueba n 58 "Alfaro, Elena Isabel" formado en la causa n 1170 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5, caratulada "Surez Mason, Guillermo y otros s/homicidio, privacin ilegal de la libertad" remitido a fs. 477. 76. Actuaciones de fs. 455/456 del Registro Nacional de las Personas. Actuaciones de fs. 545/549 del Registro Civil, oficina n 2350, en relacin a Patalossi. Actuaciones de fs. 550/560 el Registro Civil y Capacidad de las Personas de C.A.B.A. y fotocopias certificadas de las partidas de matrimonio de Augusto Ludovico Reinhold y Luisa Bermudez, de nacimiento de Marcelo Carlos Reinhold y Adriana Luisa Reinhold de fs. 556/559. Actuaciones de fs. 670/679 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de Capital Federal y partidas de defuncin de Hernn Antonio Tetzlaff (fs. 672 y rectificacin de fs. 673), Concepcin Piffaretti (fs. 674), Julio Csar Caserotto (fs. 675), Vctor Alberto Carminati (fs. 676), Enriqueta de las
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Mercedes Santander (fs. 677) y Jorge Eduardo Noguer (fs. 678). Actuaciones de fs. 680/683 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas y partida de defuncin de Jos Luis D'Andrea Mohr (fs. 682). Oficio de fs. 956 del RENAPER. Actuaciones de fs. 974/976 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas y copia certificada de la partida de defuncin de Walter Patalossi. Actuaciones del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de C.A.B.A. de fs. 1006/1009 y copia certificada de la partida de defuncin de Juan Carlos Scarpatti (agregada a fs. 1008). 77. Expediente n 2555/95 caratulado "NN s/sustraccin de menores" del Juzgado Nacional en lo Criminal Federal n 7, remitido por el Archivo General a fs. 1299. 78. Copias digitalizadas de las causas 13 y 44 de la Cmara
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Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad; de las sentencias all dictadas y de la documentacin relativa a los reclamos diplomticos en la causa 13, remitidas a fs. 499. 79. Oficio de fs. 497 remitido por la Cmara Federal de Apelaciones de esta ciudad y la siguiente dcumentacin: 1) fotocopias certificadas de los legajos n 632 (causa n 450-Casariego) y n 625 (causa n 450- Tato Norma) y 2) del Expediente n 29.696 "Hallazgo 6 cadveres NN (sexo masculino), 2 cadveres NN (sexo femenino) del Juzgado Federal 1 San Martn, que corre por cuerda con el expediente L 93 caratulado "Mercedes Rosa Vern". 80. Fotocopias certificadas del escrito presentado por Vctor Melchor Basterra que obra a fs. 1/19 del Apndice n 1 -en causa n 18.206/84del anexo XVII del sumario militar DGPN J14 n 35/85, que corre por cuerda al legajo del nombrado, obrantes a fs. 628/645. 81. Oficio de fs. 684 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y las fotocopias certificadas de los expedientes que a continuacin se detallan: 1) expediente n 4439/89 caratulado "Guarino, Marta Liliana s/denuncia" del Juzgado Federal nro. 1 de San Isidro, que corre por cuerda del expediente L. 93 caratulado "Mercedes Rosa Vern"; 2) expediente n 12.104 caratulado "Hijo de Gelman, Marcelo Ariel de Gelman, Mara C.I.G. s/habeas corpus a su favor" del Juzgado Federal 6, Secretara 17;
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3) expediente n 107 caratulado "Gelman, Marcelo Ariel; Garca Iruretagoyena, Mara Claudia s/recurso de hbeas corpus" del Juzgado Federal 5 Secretara 15; 4) Legajo n 72 caratulado "Pereyra, Liliana y otros (causa n 761) y
constancias con cartula que reza "Orazi, Nilda Haydee fotocopias certificadas leg. 77 causa ESMA c/cuerda". 82. Copia digitalizada de la Investigacin Histrica sobre Detenidos Desaparecidos de la Presidencia de Uruguay y copias certificadas de los legajos CONADEP nros. 375 y 7169. 83. Copias certificadas de la nmina de Hermanas que prestaron servicios en el Hospital Dr. Juan Madera de Campo de Mayo entre los aos 1975 y 1982 remitidas a fs. 889. 84. Actuaciones de fs. 995/1005 del Ministerio de Defensa de la Nacin dando respuesta a lo solicitado mediante oficio de fs. 761. 85. Actuaciones de fs. 1111/1129 labradas por el Estado Mayor General de la Fuerza Area conforme al requerimiento efectuado a fs. 1063. 86. Documentacin en formato digital remitida a fs. 1405 por la Cmara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, en el marco de la causa nro. 13/84 consistente en un CD correspondiente a las directivas, que en su interior contiene, entre otros, el apartado "Fuerza Area normas de la Junta Militar que tiene relacin con la lucha contra la subversin 1976-1979", en respuesta del requerimiento efectuado a fs. 1343. 87. Oficio de fs. 860 del Ministerio del Interior. Oficio de fs. 1107 del Archivo Nacional de la Memoria. 88. Sumario militar n 417/77 caratulado "Comando IV Brigada de Infantera Aerotransportada" remitido a fs. 829 por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de esta ciudad, en el marco de la causa n 1627 "Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/privacin ilegal de la libertad agravada y otros". 89. Oficio de fs. 857 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5.
90. Oficio de fs. 859 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad. 91. Documentacin digitalizada remitida a fs. 946/947 por la
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Cmara de Diputados de la Nacin, conteniendo informacin solicitada en el requerimiento de fs. 767. 92. Fotocopias certificadas del Legajo n 11 "Alfonsn de Cabandi", remitidas a fs. 1035 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara n 2 en el marco de la causa n 10.906/1997 (B-11.853) "Falco, Luis Antonio y Perrone, Teresa s/supresin del estado civil". 93. Fotocopias certificadas del informe producido por Clyde Collins Snow en la causa n 1240 que corre por cuerda con la causa n 2065/S.U. caratulada "Carlotto, Laura Estela s/presentacin" de la Cmara Federal de Apelaciones de la Plata, remitido a fs. 933. 94. Certificacin del estado de la causa 3/SE caratulada "Raffo,
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Jos Antonio y otros s/desaparicin forzada de personas" y de la situacin procesal de Hugo Alberto Guallama remitida a fs. 1733/1734. 95. Copias certificadas de los legajos correspondientes a la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) identificados como "MESA DS TERUGGI; Diana de Mariani nro 6978" y "MESA DS, CARPETA VARIOS, Legajo nro. 7263 caratulado ASUNTO: Investigacin sobre Daniel Enrique Mariani", remitidos a fs. 1272/1273. 96. Traduccin obrante a fs. 1286/1287 del Documento suscripto por Elliot Abrams (y obrante a fs. 11.016/11.020 de la causa nro. 1351). 97. Copias digitalizadas de la totalidad de los informes anuales realizados grupo de trabajo especial que se cre en el mbito de la Subcomisin de Derechos Humanos, del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organizacin de las Naciones Unidas, denominado Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas e Involuntarias de las Naciones Unidas, desde su establecimiento en 1980 hasta la actualidad, y el informe de la misin que realizara a la Repblica Argentina en julio de 2008, remitidas a fs. 1848/1850. 98. Actuaciones de fs. 1503/1506 remitidas por la C.I.D.H. de la Organizacin de Estados Americanos. 99. Pericias scopomtricas n 58.403 y 58.287, obrantes a fs. 1553/1565 y fs. 1566/1585 practicadas por la Direccin de Polica Cientfica de la Gendarmera Nacional sobre el Legajo Personal del Ejrcito Argentino de
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Santiago Omar Riveros; el Legajo Personal del Ejrcito Argentino de Reynaldo Benito Antonio Bignone y el Legajo de Conceptos de la Armada Argentina de Rubn Oscar Franco. 100. Actuaciones de fs. 1458/1460 remitidas por el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n 19 de La Plata. 101. Causa n 93.061 caratulada "Giovanola de Califano, Delia Cecilia s/denuncia" del Juzgado en lo Penal n 5 de La Plata, remitida por el Juzgado de Transicin N 2 junto con las actuaciones obrantes a fs. 1544/1551. 102. Informe confeccionado por Claudia V. Bellingeri, Perito del rea Centro de Documentacin y Archivo de la Comisin Provincial por la Memoria, referido a la documentacin obrante en el archivo de la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) junto con las siguientes carpetas conteniendo documentacin rotuladas de la siguiente manera: 1) Norma Tato y Jorge Casariego; 2) Silvia Mnica Quintela Dallasta y Abel Pedro Madariaga; 3) Mara Elosa Castellini y Constantino Petrakos; 4) Stella Maris Montesano de Ogando y Jorge Oscar Ogando; 5) Gabriela Carriquiriborde y Jorge Orlando Repetur; 6) Ada Celia Sanz Fernndez y Eduardo Gallo Castro; 7) Mara Asuncin Artigas Nilo de Moyano y Alfredo Moyano; 8) Yolanda Iris Casco Ghelfi y Julio Csar DEla; 9) Mnica Sonia Grinspon y Claudio Logares; 10) Ins Beatriz Ortega y Rubn Leonardo Fossati; 11) Elena De la Cuadra y Hctor Carlos Baratti; 12) Laura Estela Carlotto y Horacio Fontn; 13) Mara Elena Corvaln de Surez Nelson y Mario Csar Surez; 14) Mara Claudia Garca Iruretagoyena y Marcelo Gelman; 15) Mara del Carmen Moyano Poblete y Carlos Poblete; 16)Liliana Clelia Fontana Deharbe y Pedro Fabin Sandoval; 17) Mara Hilda Prez de Donda y Jos Mara Laureano Donda; 18) Ana Rubel de Castro y Hugo Alberto Castro; 19) Susana Leonor Siver de Reinhold y Marcelo Reinhold; 20) Liliana Carmen Pereyra y Eduardo Cagnola; 21) Mara Graciela Tauro y Jorge Rochistein; 22) Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer; 23) Alicia Elena Alfonsn de Cabandi y Damin Abel Cabandi; 24) Silvia Dameri y Orlando Antonio Ruiz; 25) Mara Emilia Islas Gatti y Jorge Roberto Zaffaroni Castilla; 26) Victoria Grisonas y Roger Julien; 27) Diana Esmeralda Teruggi de Mariani y Daniel Mariani; 28) Cecilia Marina Vias y Reynaldo Penino; 29) Patricia Julia
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Roisinblit y Rodolfo Prez Rojo; 30) Gertrudis Marta Hlaczic y Jos Liborio Poblete Roa; 31) Persecucin a Abuelas de Plaza de Mayo-Legajos; 32) Persecucin a Abuelas de Plaza de Mayo-Fichas; 33) Legajo n 18.018- Legajo n 17.167; 34) Legajos solicitados en Causa 1351-Casos: Bentez Ramona, Recchia Beatriz; Otao Guillermo, Carlotto Laura, Wlickly Diana y Rossetti Adalberto; 35) Los nios en el Archivo de la DIPBA- Introduccin y Fichas; 36) Anlisis de Legajos sobre presentaciones de Habeas Corpus; 37) Estructura Orgnica de la Polica de la Pcia. de Buenos Aires. 103. Plano de la Guarnicin Militar Campo de Mayo del ao 1978, carta de la Guarnicin Militar de Campo de Mayo, Edicin 1975 y fotocopia del memorandum Nro. 04026/AB/10, remitidos a fs. 1475/1477 por el Ministerio de Defensa de la Nacin.
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104. Copias digitalizadas de la documentacin que a continuacin se detalla: 1) El acta de la inspeccin ocular y reconocimiento realizado por la CONADEP el 26 de agosto de 1984 y 19 de julio del mismo ao en la
Guarnicin Militar Campo de Mayo; 2) El trabajo de investigacin realizado por la Secretara de Derechos Humanos de la Nacin para la identificacin del CCD situado en Campo de Mayo, en el cual se realiz una superposicin de planos y huellas. 105. Expediente n 1851/SU, caratulado Mnica Sofa Grinspon de Logares s/desaparicin de la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata, remitido a fs. 1387. 106. Expediente n 108 correspondiente al hbeas corpus presentado en favor de Mariana Zaffaroni el 26 de agosto de 1977 acumulado al expediente n 95/77 del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n 5, ex Secretara 15, caratulado Trias Hernndez,Cecilia Susana s/recurso de hbeas corpus remitido a fs. 1404. 107. Expediente n 43.455/95, caratulado "Islas de Zaffaroni s/ausencia" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n 60, remitido a fs. 1461. 108. Copias certificadas del informe y de la Resolucin n 31/09-8 dictados en el Legajo n 16 caratulado Hallazgos de cadveres ocurridos en el mes de diciembre de 1978, recuperados de los Cementerios Municipales de
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Gral. Lavalle, Villa Gesell y Gral Madariaga, Provincia de Buenos Aires de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, relativa a la identificacin de los restos de Hctor Baratti, obrantes a fs. 1836/1840. 109. Copias certificadas de la sentencia dictada en la causa n 2441, caratulada Hermann, lida Ren y otro s/inf. art. 146, art. 139 inc. 2, 292 segundo prrafo- y 293 del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de San Martn remitidas a fs. 334. 110. Causa n 3521/02 caratulada Vzquez Sarmiento, Juan Carlos y otros s/sustraccin de un menor de 10 aos" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 6, Secretara n 11, remitida a fs. 1842. 111. Legajo Personal del Ejrcito Argentino correspondiente a Reynaldo Benito Antonio Bignone, remitido a fs. 1376. 112. Legajo de Conceptos de la Armada Argentina de Rubn Oscar Franco, recibido a fs. 1396. 113. Legajo Personal del Ejrcito Argentino correspondiente a Santiago Omar Riveros, remitido a fs. 1496. 114. Copias certificadas del informe relativo al examen mental obligatorio previsto en el artculo 78 del C.P.P.N. practicado a Santiago Omar Riveros, obrantes a fs. 1494/1495. 115. Copias certificadas del informe relativo al examen mental obligatorio previsto en el artculo 78 del C.P.P.N. practicado a Jorge Eduardo Acosta, obrantes a fs. 1509/1510. 116. Copias digitalizadas del veredicto y sentencia dictados por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de San Martn, en las causas n 2023, 2034, 2043 y su acumulada 2031, remitidas a fs. 1728. 117. Expedientes de la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata, que a continuacin se detallan; a) Expediente n 220/SU, caratulado Ogando, Jorge Narciso Montesano de Ogando, Stella Maris s/recurso de hbeas corpus al que corren por cuerda los siguientes: b) Expediente n 882/SU, caratulado Ogando Jorge O.- Montesano de Ogando S.M. s/hbeas corpus; c) Expediente n 560/SU, caratulado Ogando Jorge Oscar y Montesano de Ogando Stella Maris s/recurso de hbeas corpus; d) Expediente n 82.701,
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caratulado Ogando Jorge Oscar y Montesano de Ogando Stella Maris por hbeas corpus; y e) Expediente n 83.516, caratulado Jorge Oscar OgandoStella Maris Montesano de Ogando s/hbeas corpus en su favor, recibido a fs. 1713. 118. Oficio de fs. 1726. 119. Copias certificadas del Expediente n 2992/09 caratulado Barnes de Carlotto Estela s/denuncia (casos: Guillermo Federico y Leticia Cardozo) s/inf. arts. 139, 146 y 293 del C.P. del Juzgado Federal Criminal y Correccional n 1 de San Isidro, Secretara n 7, remitidas a fs. 1732. 120. Oficios de fs. 1623 y 1591. 121. Actuaciones de fs. 1719. 122. Copias certificadas de las partidas de nacimiento de Claudia
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Victoria Poblete Hlaczik y de Hilda Victoria Montenegro, obrantes a fs. 1671/2 y 1673/5. 123. Causa n 10.409/1998 (A-1386) caratulada Minicucci, Federico Antonio s/privacin ilegal de la libertad (art. 144 bis), del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara n 1, remitida a fs. 1769. 124. Oficio de fs. 1780. 125. Testimonios de la causa n 41 caratulada NN s/supresin de identidad de la Secretara Especial del Juzgado en lo Criminal y Correccional n 3 de La Plata, a excepcin de las declaraciones all obrantes, remitidos a fs. 2048. 126. Impresin correspondiente al comunicado de prensa del da 15 de abril de 2011 correspondiente a la pgina web de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, aportada a fs. 1786 por la Defensa representada por el Dr. Chittaro, cuyo contenido se certific a fs. 1786 vta. 127. Copias certificadas del auto de procesamiento dictado el 19 de mayo de 2011 en el marco de la causa n 2637/2004, caratulada Vaello Orestes y otros s/privacin ilegal de la libertad agravada. del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 3, Secretara n 6 y que obra agregado a fs. 10.197/10.278 de tales actuaciones, junto con copias certificadas del documento fechado el 15 de septiembre de 1976, suscripto por el Comisario
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Inspector Alberto Baldomero Obregn, del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Polica Federal Argentina, remitido a fs. 1895. 128. Legajo Personal del Ejrcito Argentino de Ceferino Landa, remitido a fs. 1938. 129. Actuaciones obrantes a fs. 1990/1992 y fs. 2038/3041. 130. Actuaciones de fs. 2029/2035. 131. Incidente Tutelar de Paula Eva Lavalln (Paula Eva Logares) remitido a fs. 1981. 132. Incidente Tutelar de Carlos Rodolfo De Luccia remitido a fs. 2027. 133. Impresin certificada de las pginas 1 a 3 del ejemplar n 23.432 del Boletn Oficial de la Repblica Argentina, del 23/06/1976 que publica el Decreto 955/76, obrante a fs. 2044/2046. 134. Informe relativo al examen mental obligatorio previsto en el artculo 78 del C.P.P.N. practicado a Rubn Oscar Franco, obrante a fs. 16/17 del legajo de personalidad del nombrado. 135. Informe socio-ambiental de Rubn Oscar Franco, obrante a fs. 13/14 del legajo de personalidad del nombrado. 136. Informe relativo al examen mental obligatorio previsto en el artculo 78 del C.P.P.N. practicado a Reynaldo Benito Antonio Bignone, obrante a fs. 18/20 del legajo de personalidad del nombrado. 137. Informe socio-ambiental de Reynaldo Benito Antonio Bignone, obrante a fs. 16/17 del legajo de personalidad del nombrado. 138. Informe socio-ambiental de Santiago Omar Riveros, obrante a fs. 7/8 del legajo de personalidad del nombrado. 139. Informe relativo al examen mental obligatorio previsto en el artculo 78 del C.P.P.N. practicado a Antonio Vaek, obrante a fs. 10/11 del legajo de personalidad del nombrado. 140. Informe socio-ambiental de Antonio Vaek, obrante a fs. 8/9 del legajo de personalidad del nombrado. 141. Constancias remitidas por el Patronato de Liberados relativas a Jorge Eduardo Acosta obrantes a fs. 17/19 del Incidente de beneficio de litigar sin gastos del nombrado.
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142. Impresin del documento correspondiente al Informe sobre la Situacin de los Derechos Humanos en la Argentina, efectuado por la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la Organizacin de Estado Americanos, obtenido de la pgina web oficial de dicha comisin y reservado en Secretara, de conformidad con la constancia de fs. 1142. 143. Documentacin aportada por la Fiscala a fs. 2009/2010, cuya traduccin fue ordenada en el debate, reservada en Secretara. 144. Causa n 1278 caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos de este Tribunal, junto con la documentacin reservada. 145. Causa n 42.335 bis, caratulada Rodrguez Larreta Piera, Enrique s/querella del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional
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Federal n 3, remitida a fs. 1018 del Legajo de actuaciones de Juicio. 146. Copias del informe realizado por el Juzgado de Instruccin Militar n 17, del 10 de febrero de 1986, elevado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en la causa n 489/84, caratulada Hospital Militar de Campo de Mayo s/irregularidades obrantes a fs. 6973/6985 de la causa 1351. 147. Informes remitidos por el Registro Nacional de Reincidencia y Estadstica Criminal y por la Divisin de Informacin de Antecedentes respecto a Jorge Eduardo Acosta, Antonio Vaek, Santiago Omar Riveros, Reynaldo Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco, glosados en los respectivos legajos de personalidad de los nombrados. 148. Partidas de defuncin de: a) Adriana Lelia Calvo, obrante a fs. 1738; b) Mara Ester Gatti Borsani, obrante a fs. 1740/1741; c) Ana Mara Di Salvo, obrante a fs. 1919; d) Adolfo Sigwald, copia certificada a fs. 1984/5; e) Emilio Fermn Mignone, obrante a fs. 2001 e Isabel Manuela Albarracn,
obrante a fs. 2002; f) Brgida Ramona Cabrera, obrante a fs. 2005 y Domingo Torres, obrante a fs. 2006; g) Antonia Azucena Montenegro, obrante a fs. 2012; h) copia simple de la partida de defuncin de Ramn Juan Alberto Camps de fs. 2021. 149. Partidas de defuncin obrantes en el legajo de actuaciones de juicio correspondientes a: a) Emilio Eduardo Massera, en copia certificada a fs. 1031; b) Francisco Cullari, obrante fs. 1043.
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150. Declaracin indagatoria prestada por Emilio Eduardo Massera a fs. 5577/5581 de la causa 1351. 151. Documentacin remitida por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin, obtenida por la Administracin Nacional de Archivos y Antecedentes de los Estados Unidos junto con sus traducciones (fs. 9798/9802 y 9820 de la causa nro. 1351). 152. Copias de los expedientes nro. 268/85, caratulado Juzgado de Instruccin en lo Correccional n 2 s/remite actuacin y nro. 118/84, caratulado Poder Ejecutivo Provincial por Denuncia del Juzgado Federal de Santa Rosa, reservadas en Secretara. 153. Causa n 1627 caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/infraccin art. 144 bis y otros del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de esta ciudad. 154. Anexo formado en la causa n 1702/03 caratulada Bergs, Jorge Antonio y otros s/arts. 139 inc 2,139 bis, 292 y 293 del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de La Plata caratulado Estudio gentico ADN de Snz Carmen. 155. Constancias remitidas a fs. 2055/2057 por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad, relacionadas al Legajo Personal del Ejrcito Argentino de Julio Csar Cceres Moni. 156. Actuaciones remitidas a fs. 2067/2075, por el Ministerio de Defensa de la Nacin conteniendo detalle de los destinos de Rubn Oscar Franco en la Marina de Guerra entre aos 1975 y 1983. 157. Fotocopias certificadas de las partes pertinentes de la causa nro. 1504 caratulada Videla, Jorge Rafael y otros s/privacin ilegal de la libertad personal, del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de esta ciudad, remitidas a fs. 2076.
m. Prueba documental obtenida en virtud de las medidas de instruccin suplementaria ordenadas en el cuaderno de prueba de la causa n 1499: 1. Copia certificada del Acta de Asuncin de Jorge Rafael Videla como Presidente de la Repblica Argentina (pasada al Folio 271 del Libro II de
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Juramentos de la Escribana General de la Nacin, de la escritura N 130 pasada al Folio 715 del 4 de mayo de 1976 del Registro Notarial del Estado Nacional y documentacin agregada), recibida a fs. 110 y 111/113. 2. Certificacin de la fecha hasta la cual Jorge Rafael Videla ejerci el cargo de Presidente de la Nacin (Acta pasada al Folio 317 del Tomo II del Libro de Actas de Juramentos de la cual surge la asuncin como Presidente de la Nacin de Roberto Eduardo Viola el 29 de marzo de 1981 sin que se haya verificado la existencia de constancia alguna que registre el cese de Jorge Rafael Videla en dicho cargo), recibido a fs. 110 y fs. 114. 3. Legajo Personal de Jorge Rafael Videla recibido a fs. 132 y devuelto a su origen. 4. Pericia caligrfica efectuada por la Divisin Documentologa de
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la Direccin de Polica Cientfica de Gendarmera Nacional sobre el Legajo Personal de Jorge Rafael Videla obrante a fs. 179/212. 5. Copias certificadas de las partidas de defuncin de: a) Emilio Fermn Mignone obrante a fs. 127; b) Informe de fs. 128 respecto de la partida de Federico Mittelbach. 6. Informe mdico del art. 78 del CPPN respecto de Jorge Rafael Videla, obrante a fs. 137/138. 7. Informe socio-ambiental de Jorge Rafael Videla obrante a fs. 139/142. 8. Testimonios remitidos por el Registro Nacional de Reincidencia sobre los antecedentes de Jorge Rafael Videla de fs. 107/109. 9. Planilla prontuarial de Jorge Rafael Videla remitida por la Divisin Informe de Antecedentes de la Polica Federal Argentina a fs. 104. 10. La documentacin remitida por el Ministerio de Defensa a fs. 227/233 y 238/245. A saber: a) Informe de fs. 244 relativa a la inexistencia del Parte del Batalln 601 del Ejrcito Argentino cuya copia obra a fs. 238; b) Fotocopias certificadas del Tomo II del RC 8-2 Operaciones contra fuerzas irregulares (guerra revolucionaria) del ao 1968 emitido por el Ejrcito Argentino, en versin digital y en copias certificadas a fs. 243/244, reservadas en Secretara; c) Respuesta de fs. 228 sobre ubicacin de los Legajos de Servicio, de Concepto y de Familia de Jorge Rafael Videla; d) Legajo Personal del Mayor
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mdico Norberto Atilio Bianco, remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 3 a fs. 271, reservado en Secretara; e) Legajo Personal del mdico militar Tte. Coronel Julio Csar Caserotto remitido a fs. 227/230 y reservado en Secretara; f) Legajo Personal del General de Sanidad (R) Agatino Federico Di Benedetto remitido a fs. 278, reservado en Secretara; g) Legajo Personal de Pedro Pablo Caraballo remitido a fs. 227/230 y reservado en Secretara. 11. Copias certificadas de Legajos CONADEP nros. :a) 2819 de Juan Carlos Scarpatti; b) 3675 de Orestes Estanislao Vaello; c) 215 de Mara Elena Isabel Corvaln; d) 2950 de Victoria Luca Grisonas;e) 7098 de Mara Emilia Islas Gatti de Zaffaroni;f) 7156 de Mara Claudia Garca Iruretagoyena; g) 7317 de Rosa Lujn Taranto de Altamiranda; h) 100; y del i) Informe de la Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas CONADEP junto con sus anexos. Todos ellos remitidos a fs. 165 y reservados en Secretara. 12. Informe del Banco Nacional de Datos Genticos actualizado a partir del mes de noviembre de 2009 sobre la totalidad de las identificaciones realizadas sobre nios o nias secuestrados durante el ltimo gobierno de facto de los aos 1976-1983 de fs. 134. 13. Fotocopias certificadas de las partes pertinentes de la Causa N 2922/00, N.N. s/delitos contra el estado civil Dte. Schubaroff, Berta, actualmente caratulada Gavazzo Pereira, Jos Nino y otros s/ sustraccin de menores de diez aos, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 9 de esta ciudad, reservadas en Secretara. 14. Copias certificadas de los legajos correspondientes a la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) vinculados a Liliana Delfino, Mario Santucho y el hijo de ambos remitidos a fs. 292/295, reservadas en Secretara. 15. Oficio de fs. 167.
n. Prueba documental obtenida en virtud de las medidas de instruccin suplementaria dispuestas en el cuaderno de prueba de la causa n 1584: 1. Oficio de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
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Correccional Federal de esta ciudad de fs. 95. junto con copias digitalizadas de los legajos y expedientes (individualizados en paquetes clasificados con las letras A a la Y) correspondientes a la causa n 761. Oficio de fs. 112 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5. 2. Fotocopias certificadas del legajo n 72 caratulado "Pereyra Liliana y otros (causa n 761), reservadas en Secretara remitidas a fs. 684 del cuaderno de prueba de la causa 1351. 3. Fotocopias certificadas de los siguientes Legajos de la Excma. Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad formados en la causa n 761 caratulada Hechos denunciados como ocurridos en el mbito de la Escuela de Mecnica de la Armada identificados con los nros. 23/31/24, correspondiente a Ana Mara Mart, Sara Solarz de
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Osatinsky y Mara Alicia Milia; nro. 96 u 8 correspondiente a Lisandro Cubas y Rosario Quiroga, junto con Anexo Legajo 96 u 8; nro. 42, correspondiente a Elisa Tokar; nro. 77 de Nilda Hayde Orazi; nro. 73 de Pilar Calveiro de Campiglia, de conformidad con la constancia de fs. 254 y reservados en Secretara. Y los legajos detallados a fs. 1939 del cuaderno de prueba de la causa 1351 y que en algunos casos resultan comunes a los solicitados a fs. 53 reservados en Secretara. 4. Copia de la historia clnica correspondiente a Juan Antonio AZIC, remitida por la Clnica San Jorge a fs. 133. 5. Documentacin remitida por la Comisin Provincial por la Memoria junto con las actuaciones de fs. 203/209 consistente en: un listado en una hoja que como ttulo reza Anexo Personal DIPBA correspondiente a la zona de Morn (1976/1983); dos hojas con impresiones de listados correspondientes a legajos CONADEP; dos hojas correspondientes a la Carpeta: Varios-n 1993; cuatro hojas correspondientes a la Carpeta: Variosn 9071; cuatro hojas correspondientes a la Carpeta Varios: n 8572; trece hojas correspondientes a la Carpeta Varios: n 14.811; dos hojas correspondientes a la Carpeta Material Blico n 1102; dos hojas correspondientes a la Carpeta Variosn 10.962; quince fojas
correspondientes a la Carpeta Varios-n 19.816; once hojas correspondientes a la Carpeta Material Blico- n 1102; quince hojas correspondientes a la
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Carpeta Varios- n 19.816; tres hojas correspondientes a la Carpeta Variosn 20.323; cinco hojas correspondientes a la Carpeta Varios n 9283; ocho hojas correspondientes a la Carpeta Varios n 10.869; cinco hojas correspondientes a la Carpeta Varios n 10.008; una hoja correspondientes a un listado manuscrito que en la parte superior reza N orden, Expediente, Da, Mes, Ao, Recurrente. 6. Actuaciones remitidas a fs. 119/122 por la Prefectura Naval Argentina. 7. Oficio del Archivo Nacional de la Memoria de fs. 225. 8. Documentacin remitida a fs. 231 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 12, Secretara n 23, consistente en: Incidente de prohibicin de innovar del predio de la E.S.M.A. formado en el marco de la causa n 14.217/03 del registro de dicho juzgado, en fs. 229; un sobre de papel madera que contiene en su interior 54 fotografas del predio de la E.S.M.A.; un sobre que contiene un video casete VHS marca Sony con la inscripcin 8-6-05- ESMA- Colab. Apoyo Tec. Jud. y nueve planos del predio de la E.S.M.A y su versin digital e impresiones de los planos reservados en Secretara (cfr. fs. 237/238 y 249). 9.Copias digitalizadas de los Legajos CONADEP que a
continuacin se detallan: n 6974 de Lisandro Ral Cubas; n 5307 de Mara Alicia Milia de Pirles; n 3967 de Sara Solarz de Osatinsky; n 3596 de Nilda Hayde Orazi; n 4477 de Lila Victoria Pastoriza; n 1293 de Norma Susana Burgos; n 8106 de Rubn Delfos Jess Gallucci; n 4164 de Andrea Bello de Gladstein; n 4442 de Ana Mara Mart; n 4482 de Pilar Calveiro; n 4687 de Enrique Mario Fukman; n 6561 de Ana Mara Isabel Testa; n 6838 de Silvia Labayr; SDH n 2719 de Mara Remedios lvarez; SDH n 3224 de Carlos Gregorio Lordkipanidse; WR n 11 de Norma Susana Burgos; WR n 17 de Sara Solarz de Osatinsky; WR n 19 confidencial, remitidas a fs. 107 por el Archivo Nacional de la Memoria. 10. Copias certificadas del Legajo CONADEP n 3596 remitidas a fs. 197. 11. Copias certificadas de la causa n 1058 caratulada Puebla de Prez, Leontina y otro s/accin de hbeas corpus, de la Secretara n 2 del
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Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional n 1 de Morn, remitidas a fs. 110. 12. Causa n 15.750/08 caratulada Azic, Juan Antonio, Capdevila, Carlos Octavio y Lanzn, Oscar Rubn s/sustraccin de menores de 10 aos (art. 146) del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 3, (registrando tambin la numeracin A-7050 y A-11.631). 13. Causa n 9298/00 caratulada Gmez, Francisco; Magnacco, Jorge Luis y otros s/sustraccin de menor, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 4, remitida a fs. 82. 14. Oficio de fs. 93 remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 3, Secretara n 6 junto con las fotocopias certificadas del auto de mrito correspondientes a la causa n 7273 caratulada
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Scali, Daniel Alfredo y otros s/privacin ilegal de la libertad. 15. Oficio de fs. 199 remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 7, Secretara n 13 relativo al estado del expediente n 9243/07, especficamente en relacin a los imputados Juan Antonio Azic y Adolfo Miguel Donda. 16. Oficio de fs. 88, remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 12, Secretara n 23, relativo a la causa n 14.217/03 sobre el estado de la investigacin por los hechos que involucran a Mara Hilda Prez y a Victoria Anala Donda Prez. 17. Foja de servicios y legajo de conceptos de Jorge Luis Magnacco, remitida a fs. 88. 18. Oficio de fs. 79 remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 3, Secretara n 6. 19. Copia certificada de la partida de defuncin de Esther Noem Abrego obrante a fs. 103. 20. Actuaciones de fs.134/136 remitidas por el Ministerio de Defensa. 21. Actuaciones de fs. 174/180, 214/219 y 243/246, remitidas por el Ministerio de Defensa. 22. Oficio de fs. 81 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5. 23. Fotocopias certificadas de la documentacin que a
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continuacin se detalla, eservada en Secretara: a) Foja de Servicios y Foja de Conceptos de la Armada Argentina de Adolfo Miguel Donda; b) Foja de Servicios y Legajo de Conceptos de la Prefectura Naval Argentina de Hctor Antonio Febrs; c) Legajo de la Prefectura Naval Argentina n 5584 correspondiente a Juan Antonio Azic; d) Peritacin Nro. 54.817 de la Divisin Documentologa de la Direccin de Polica Cientfica de Gendarmera Nacional en la causa n 1270 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad;e) Catlogo de Cdigos Administrativos de la P.N.A.(C.A.P.N.A.) R.I.PNA 3-066; f) Catlogo de Cdigos Administrativos de la P.N.A. (C.A.P.N.A.) R.I. 2-066; g) Volante Rectificativo al Catlogo de Cdigos Administrativos de la P.N.A. (P.N.A. P.F.I. n 20); h) Orden del da pblica n 20 del 24/2/1981;i) Orden del da pblica n 169 del 31/12/1975; j) Legajo 11 caratulado Calveiro de Campiglia Pilar vict. priv. ileg. de la lib. formado en la causa n 450 caratulada Surez Mason, Carlos Guillermo
s/homicidio,privacin ilegal de la libertad, etc. de la Excma. Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad. 24. Fotocopias certificadas del expediente caratulado "Prez, Hilda y Donda, Jos M.L. s/ausencia por desaparicin forzada" del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n 8 del Departamento Judicial de Morn, Provincia de Buenos Aires. 25. Copias certificadas de la historia clnica de internacin y consultorios externos correspondiente a Juan Antonio Azic, remitidas por el Hospital Naval Buenos Aires Cirujano Mayor Doctor Pedro Mallo a fs. 96. 26. Actuaciones obrantes a fs. 186/191 remitidas por el Registro Nacional de las Personas. 27. Informe de fs. 148 de la Divisin ndice General de la Polica Federal Argentina. 28. Nmina del personal que durante el ao 1977 cumpli funciones en el Servicio de Inteligencia Naval en dependencias del Edificio Guardacostas remitida a fs. 201 por la Prefectura Naval Argentina. 29. Informe de fs. 137/138 suscripto por Rosa Nilda Nez e informe actuarial de fs. 139 vta. 30. Informe de fs. 173 del Instituto Sagrada Familia, junto con la
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nacimiento,DNI,fichas
de
matrcula,registro de matrcula de primaria, planilla de promocin, certificado de finalizacin de la escuela primaria, copia del libro matriz de calificaciones,certificado analtico, copia del registro del 5 ao con inasistencias y registro de firmas y reincorporacin por inasistencias del 5 ao, glosado a fs.151/171.
o. Prueba documental obtenida en virtud de las medidas de instruccin suplementaria dispuestas en el cuaderno de pruebas de la causa n 1604: 1. Legajo de concepto y Foja de Servicios de la Armada Argentina de Jorge Eduardo Acosta, cuyas copias certificadas se encuentran reservadas
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en Secretara. 2. Legajo de Servicios de la Armada Argentina de Antonio Vaek, cuyas copias certificadas obran reservadas en Secretara. 3. Legajo de Conceptos y Foja de Servicios de Jorge Luis Magnacco, cuyas copias certificadas obran reservadas en Secretara. 4. Copia digitalizada del PLACINTARA 1-75 de la Armada Argentina, reservada en Secretara recibida junto a la restante documentacin en formato digital a fs. 1405 del cuaderno de prueba de la causa 1351. 5. Antecedentes de salud de Antonio Vaek, Jorge Luis Magnacco y Jorge Eduardo Acosta remitidos por el Ministerio de Defensa a fs. 287/291, reservados en Secretara. 6. Actuaciones de fs. 287/291, 299/306, 307/312, 315/319 y 336/347 remitidas por el Ministerio de Defensa de la Nacin y documentacin acompaada reservada en Secretara. 7. Actuaciones de fs. 164/167 remitidas por el Ministerio del Interior. 8. Actuaciones de fs. 154/161 remitidas por el Ministerio de Salud. 9. Documentacin relacionada con Javier Gonzalo Penino Vias, Cecilia Marina Vias de Penino y Hugo Alberto Penino, remitida por la Comisin Provincial por la Memoria de conformidad con la constancia obrante a fs. 1807 del cuaderno de prueba de la causa 1351.
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10. Copias digitalizadas de los legajos CONADEP: n 2076, 3542 y 7843; n 5056; n 5; n 1058; n 1060; n 1583; n 3360; n 4124; n 1339; n 3361; n 747; n 1978; n 2719 y n 6972 reservados en Secretara, remitidas por el Archivo Nacional de la Memoria junto con las actuaciones de fs. 224/228 y 266. 11. Copia digitalizada del programa Investigacin X: buscando a un obstetra de la ESMA del ao 1996, remitida a fs. 150 por Amrica TV. 12. Copia del documental de Pablo Torello, basado en la investigacin de Toms Fernndez, llamado Historia de aparecidos (la historia completa de las playas del silencio) remitido a fs. 297. 13. Oficio de fs. 99 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal. 14. Copias digitalizadas de los legajos y expedientes
(individualizados en paquetes clasificados con las letras A a la Y) correspondientes a la causa n 761, remitidas por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal a fs. 95 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1584. 15. Fotocopias certificadas del legajo n 72 caratulado "Pereyra Liliana y otros (causa n 761) reservadas en Secretara y remitidas a fs. 684 del cuaderno de prueba de la causa 1351. 16. Copias certificadas de la pericia scopomtrica realizada por la Direccin de Polica Cientfica de Gendarmera Nacional (peritacin n 53.082) respecto del legajo de Servicios de Jorge Eduardo Acosta, en la causa 1273 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad, obrantes a fs. 72/87. 17.Copia digitalizada de los Boletines Pblicos, Reservados y Confidenciales de la Armada Argentina, correspondientes al perodo 1976 a 1983, reservados en la causa n 1281 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad remitida a fs. 89. 18. Copias certificadas de los informes del Estado Mayor General de la Armada, obrantes a fs. 2136/40 y 2849/91 de la causa n 1270 (ESMA) del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad agregadas a fs. 118/125. 19. Copias certificadas de la pericia scopomtrica realizada por la Direccin de Polica Cientfica de Gendarmera Nacional (peritacin n 57.554)
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respecto del legajo de Conceptos de Jorge Eduardo Acosta, en la causa 1270 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad, obrantes a fs. 185/214. 20. Causa n 11.684/1998(A-124/84)caratulada Vildoza, Jorge Ral s/supresin del estado civil de un menor, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara n 1 remitida a fs. 112. 21. Oficio de fs. 113/116 donde el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1 inform en relacin a los expedientes n 14.436/04 Massera, Emilio Eduardo s/sustraccin de menores; n 14.171/2003 (A-7050) Lanzn, Oscar Rubn y otros s/sustraccin de menores de 10 aos y n 16.354/2007 (A-10.761) Magnacco, Jorge Luis s/sustraccin de menores y sobre la causa n 10.906/1997(B-11.853) Falco, Luis Antonio s/supresin del
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estado civil, sin perjuicio de lo cual cabe hacer constar que las causas nros. 14.171/2003 fue incorporada en el marco de la causa nro. 1584 y la causa n 10.906/97 (B-11.853) fue incorporada en el marco del proceso nro. 1351 (v. fs. 1231 del cuaderno de pruebas). 22. Expediente n 156/1977 caratulado Vias de Penino, Cecilia Marina y otro s/hbeas corpus remitido a fs. 276 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara n 2. 23. Causa n 4610/08 caratulada Abrego, Noem Esther s/sustraccin de un menor remitida a fs. 101 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 3, Secretara 5, cuyas copias certificadas obran reservadas en Secretara. 24. Causa n 3521/02 A-5854 caratulada Vzquez Sarmiento, Juan Carlos y otros s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal Correccional Federal n 6, Secretara 11, remitida a fs. 90, cuyas parciales copias certificadas se encuentran reservadas en Secretara. 25. Causa n6.924/00 caratulada N.N. s/ privacin ilegtima de la libertad de Mara Cecilia Vias y Hugo Penino acumulada a la causa n 14.217/03 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 12, Secretara n 23 (cuerpos 60 a 65) remitidos a fs. 91, cuyas copias certificadas se encuentran reservadas en Secretara. 26. Casette de audio remitido a fs. 180 por el Juzgado Nacional en
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lo Criminal y Correccional Federal n 12, Secretara n 23 y su versin digital. 27. Copias certificadas de las actuaciones correspondientes la causa n 14.217/03 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 12, Secretara n 23 relativas a las transcripciones de las grabaciones de las llamadas telefnicas efectuadas entre diciembre de 1983 y marzo de 1984 atribuidas presuntamente a Cecilia Marina Vias,glosadas a fs. 229/239. 28. Pericia scopomtrica realizada por la Direccin de Polica Cientfica de Gendarmera Nacional (peritacin n 58.262) sobre el legajo de Conceptos y Foja de Servicio de Jorge Luis Magnacco y Foja de Servicio de Antonio Vaek, obrante a fs.245/258. 29. Oficio de fs. 117 del Juzgado Federal n 3 de Mar del Plata sobre el estado de la causa n 4.447 caratulada Malugani, Juan Carlos y Bertuzio, Roberto Luis s/averiguacin de homicidio calificado. 30. Causa n 9298/00 caratulada Gmez, Francisco y otros s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 4 remitida a fs. 1234 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 31. Partidas de defuncin de: Osvaldo Juan Salar de fs. 320 y Carlos Vias a fs. 321/322; Vicente Reynaldo Penino, Luca Grecco y Mara Luisa Moreno, obrantes a fs. 352/354. 37. Causa n 16.354/07 (A-10.761) caratulada Magnacco, Jorge Luis s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara n 1. 38. Causa n 14.436/04 (A-8106) caratulada Massera, Emilio Eduardo s/sustraccin de menores de 10 aos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara n 1.
p. Prueba documental obtenida en virtud de las medidas de instruccin suplementaria dispuestas en la causa n 1772: 1. Testimonios del Registro Nacional de Reincidencia sobre antecedentes de Ins Susana Colombo y Vctor Alejandro Gallo, obrantes a fs. 2468 y 2687/2692 del principal. 2. Informes socio-ambientales de: a) Vctor Alejandro Gallo,
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agregado a fs. 2530/2533 del principal; b) Ins Susana Colombo, a fs. 2526/2528 del principal. 3. Informe mdico del art. 78 del C.P.P.N. de Ins Susana Colombo obrante a fs. 2518/2521. 4. Informe mdico del art. 78 del C.P.P.N. de Vctor Alejandro Gallo, a fs. 2522/2524. 5.Informacin de la Comisin Provincial por la Memoria sobre: a) Vctor Alejandro Gallo; b) Ins Susana Colombo; c) Abel Pedro Madariaga; d) Silvia Quintela Dallasta; e) Copias certificadas de los archivos de la Direccin de Inteligencia de la Polica de la provincia de Buenos Aires de Silvia Quintela Dallasta, cuyas copias certificadas obran a fs. 2575/2633. 6. Certificacin de la causa nro. 1351 del registro de este Tribunal y
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copias certificadas del requerimiento de elevacin a juicio glosado a fs. 2129/2163 del principal. 7. Copia certificada: a) Caso N 79, vctima Juan Carlos Scarpatti de la causa N 2043 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires, incluida en la documentacin recibida en el cuaderno de prueba de la causa N 1351; b) Caso N 143, vctima Silvia M. Quintela Dallasta de la causa N 2043 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires, incluida entre la documentacin recibida en el cuaderno de prueba de la causa N 1351; c) Sentencia dictada en la causa N 2005 (Caso Avellaneda) del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires, en formato digital reservado en Secretara a fs. 2642; d) Sentencia dictada en las causas N 2023, 2031, 2034 y 2043 (Campo de Mayo II) del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires, en formato digital reservado en Secretara a fs. 2642, e) Fallo de la Cmara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal en la causa N 13/84 del 9/12/85 y de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en dicha causa, en versin digital; f) Fallo de la Cmara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal en la causa N 44 caratulada Causa incoada en virtud del Decreto 280/84 del PEN, dictado en 1986, en formato digital; g) Fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de La Plata en la
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causa N 2251/06, Etchecolatz, Mario Osvaldo y en la causa N 2506/07 Von Wernich,Cristian Federico; h) Copias certificadas del Plan del Ejrcito (Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional) reservado en la causa N 2044, acumulada a la causa N 2005 y registrado bajo el nmero de efecto 1945 -caja 1- segn constancia de fs. 2679vta.; i) Copias autenticadas del certificado expedido por la Fiscala de Cmara de Baha Blanca, a fs. 2457/2464 en el expediente mencionado, glosadas a fs. 2921/2928; j) CD titulado Escuadrones de la Muerte: La Escuela Francesa, reservado en Secretara a fs. 2680; k) Libro titulado Campo Santo de Daro Almirn,reservado en Secretara; l) Fotocopias certificadas de los Elementos Reservados en la causa N 2005 bajo el N de efecto 1932 (caja 3)consistentes en: mapa de Campo de Mayo, Ed. 1975; carta topogrfica de Bella Vista; mapa de Campo de Mayo, Ed. 1963, un CD, dos mapas y un plano, copias certificadas reservadas en Secretara;m)Actas de inspecciones oculares y reconocimientos en Campo de Mayo de fechas 19 de julio y 27 de agosto de 1984,obrantes en la causa N 2023 a fs. 134, 140/141 y 142/145 respectivamente; n) Lista de Prisioneros de El Campito obrantes en el Caso N 79 de la causa N 2043 a fs. 195/199; ) Certificado de defuncin de Juan Carlos Scarpatti a fs. 2321/2322 de la causa N 2005, glosadas a fs. 2659/2660. 8. Copias certificadas de las sentencias dictadas en las causas N 1229 caratulada Rivas, Osvaldo y otros s/inf. arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del CP y N 1223 caratulada Lapuyole, Juan Carlos y otros s/ inf. arts. 144 bis, inc.1 Ley 14.616 y 80 inc. 2 del CP, glosadas a fs. 2167/2239,2340 y 2358; y 2359/2465 de la causa principal. 9. Informe del Instituto de la Obra Social del Ejrcito (IOSE) referido al afiliado Capitn (r) Vctor Alejandro Gallo, glosado a fs. 2495 del principal. 10. Informe sobre ltimo retiro de insulina del afiliado Alejandro Ramiro Gallo (FAL MIL- afiliado n 17001 31) glosado a fs. 2722/2723. 11. Informe de la Delegacin Bella Vista, partido de San Miguel de la Direccin Provincial de las Personas sobre Luisa Yolanda Arroche de Sala Garca a fs. 2649. 12. Informe de la empresa Movistar sobre el abonado N 15-
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3162-4733 N 15-5630-4168 de fs. 2998; 2986/2997, 3003/3014 y versin digital reservada. 13. Copias certificadas de la Historia Clnica de Ins Susana Colombo del Centro de Rehabilitacin de Bella Vista glosada a fs. 2498/2512 del principal. 14. Copia de la Historia Clnica de Ins Susana Colombo recibida a fs. 2087, la cual corre por cuerda con los autos principales. 15. Causa N 1-40.665/1422 s/lesiones calificadas por el vnculo, del Juzgado Penal N 1 de la cual parcialmente se extrajeron copias (v. fs. 2698) y corren por cuerda con el principal. 16. Copias certificadas de: a) Acta de reconocimiento efectuado por la CONADEP en la Plaza de Tiro de Campo de Mayo, el 27 de agosto de 1984
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y/u otros posteriores, en formato digital mediante oficio de fs. 2556 reservado en Secretara segn constancia de fs. 2556vta.; copias certificadas glosadas a fs. 2652/2658; b) Copia en formato digital de la causa N 13/84 del registro de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal reservada en Secretara a fs. 2651; c) Legajo CONADEP nro.8009 en formato digital y reservado en Secretara a fs. 2556vta.; d) Informacin del Archivo Nacional por la Memoria relativa a Vctor Alejandro Gallo, glosada a fs. 2550/2555 del principal. 17. Copias certificadas de: a) Directiva del Consejo de Defensa 1/75; b) Directiva del Comandante General del Ejrcito MD 404/75 (lucha contra la subversin); c) Anexo I (Inteligencia) a la Directiva del Comandante General del Ejrcito 404/75 (lucha contra la subversin); d) Orden Parcial 405/76 (reestructuracin de jurisdicciones y adecuacin orgnica para intensificar las operaciones contra la subversin); e) Reglamento RC-9-1 Operaciones contra elementos subversivos de 1976; f) Plan de Ejrcito (contribuyente al plan de seguridad nacional) de 1976, en versin digital reservada en Secretara. 18. Certificacin de la causa N 498/03 caratulada Fiscal Federal N1 s/declaracin de inconstitucionalidad e invalidez de las Leyes 23.492 y 23.521 del Juzgado Federal N 2 de Jujuy, junto con documentacin en copias simples relacionada a Vctor Alejandro Gallo obrante a fs. 2470/2493.
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19. Informes del Juzgado Federal N 2 de Salta obrantes a fs. 2469 y 2537 del principal. 20. Copias certificadas de: a) Certificado de defuncin de Julio Csar Caserotto, glosado a fs. 2715; b) Fs. 192 y 193 de la causa N 3063/10 ver fs. 2166-. 21. Pericia psicolgica en relacin a Ins Susana Colombo efectuada por el Cuerpo Mdico Forense de la Justicia de la Nacin glosada a fs. 2803/2809 y las efectuadas por los peritos particulares Dr. Bertone a fs. 2819/2823 y Dra. Vago a fs. 2826/2832. 22. Copia certificada de las constancias documentales labradas en el Registro Nacional de las Personas en relacin a la Matrcula Individual nro. 26.132.698 glosada a fs. 3042. 23. Copias certificadas del Acta de Nacimiento N 331 del ao 1977 de la Delegacin de Bella Vista, provincia de Buenos Aires y constancia de rectificacin, glosadas a fs. 3065/3067 y en el Incidente de Rectificacin de Documentacin de Ramiro Gallo. 24. Copia certificada de la sentencia del 5 de mayo de 2011 en la causa N 2046 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires remitida a fs. 3037.
q. Prueba documental obtenida a raz de las medidas de instruccin suplementaria dispuestas en el cuaderno de prueba de la causa n 1730: 1. Planilla prontuarial de Eduardo Alfredo Ruffo, glosada a fs. 64. 2. Testimonios remitidos por el Registro Nacional de Reincidencia respecto de Eduardo Alfredo Ruffo, glosados a fs. 181/187. 3. Informe socio-ambiental de Eduardo Alfredo Ruffo, obrante a fs. 176/180. 4. Informe mdico del art. 78 del CPPN de Eduardo Alfredo Ruffo, obrante a fs. 166/168. 5. Copias certificadas de la causa N 15.255/04 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 3, Secretara N 6, caratulada N.N. s/ privacin ilegal de la libertad agravada, recibidas a fs.
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6. Causa N 1627 caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/inf. art. 144 bis, inc. 1 y ltimo prrafo de la Ley 14.616 en funcin del art. 142, inc. 5 del CP, en particular las copias certificadas: a) De la segunda ampliacin de la Investigacin histrica sobre detenidos desaparecidos de la Universidad de la Repblica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Ecuacin de Montevideo, Uruguay, dirigida por lvaro Rico, en versin digital de fs. 209; b) Del DVD Uruguay, Archivo Digital SDH. Informes Comisin Investigadora Comisin para la Paz, reservado a fs. 8152/8159, en formato digital; c) Cuerpo de actuaciones labradas por la Comisin Investigadora sobre situaciones de Personas Desaparecidas y Hechos que la motivaron de 1985 que contiene copias de las actas nros. 14; 18; 20; 21; 22 y 31; d) Del CD
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individualizado como CLAMOR. Documentacin recibida en el Archivo Nacional de la Memoria, recibido a fs. 209; e) Del organigrama de la Secretara de Inteligencia de Estado Res. S nro. 643/76 cdigo de seguridad nro. 431organigrama funcional de la SIDE del ao 1976; de la estructura orgnica provisoria- de la SIDE del ao 1978 Res. SIDE S nro. 1047/77 -anexo 1(cdigo de seguridad nro. 795); de los anexos documentales remitidos por la SIDE el 6/10/2004 con el cdigo de seguridad nro. 496; legajo de actuaciones reservadas de la SIDE en tres cuerpos; una carpeta que reza Informe elaborado por la Comisin Provincial por la Memoria rea Archivo con el informe suscripto por el Dr. Hugo Caon y Claudia Bellingeri y los anexos I al IV identificados como informacin indispensable: el archivo; la comunidad informativa y la comisin asesora de antecedentes; Delegacin DIPBA, Capital Federal y Enlace y Estructura orgnica de la SIDE estimada para el ao 1976 y de la siguiente documentacin: 15 folios con fotocopias certificadas con informacin relativa a Ral Antonio Guglielminetti en fs. 99; Osvaldo Forese en fs. 24; Eduardo Ruffo en fs. 32; Anbal Gordon en fs. 31; Orestes Estanislao Vaello en fs. 22; Rubn Visuara en fs. 8; Csar Alejandro Enciso en fs. 36; Otto Carlos Paladino en fs. 14, Leonardo Save en fs. 3; Carlos Emilio Degano; Otto Paladino y Jorge Milton en fs. 30; Carlos Francisco Michel en fs. 8 y Carlos Tepedino en fs. 43; copias certificadas correspondientes a informacin relacionada a Graciela Carla Rutilo Artes en fs. 48; Marcelo Ariel Gelman en fs.
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55; Gerardo Gatti en fs. 22; Anatole Boris Julien Grisonas en fs. 2; Victoria Luca Grisonas de Julien en fs. 96; y 4 folios identificados como Material sobre SIDE AIII AIII A con actuaciones en fs. 89; Material sobre personas de nacionalidad extranjera con fotocopias en fs. 144; Material sobre responsables SIDE no imputados con actuaciones en fs. 13 y Material sobre la estructura de la SIDE con actuaciones en fs. 150; f) De la primera y segunda edicin del lbum de fotografas nro. 42.877 conformado por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 3, Secretara N 6; g) Causa N 42.335 bis, caratulada Rodrguez Larreta Piera, Enrique s/querella, h) De la sentencia dictada en la causa N 1627 caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/ inf. art. 144 bis, inc. 1 y ltimo prrafo de la Ley 14.616 en funcin del art. 142, inc. 5 del CP, en formato digital; i) Libro Operacin Cndor: Pacto Criminal de Stella Calloni, reservado en Secretara; j) DVD que contiene Informes Comisin Investigadora Comisin para la Paz; k) Copia de videocassettes de la Editorial Perfil titulados: Los hijos de las sombras; Las antesalas de la nada; Botn de guerra, agregados a la causa N 14.846/96 caratulada Larrabeyti Yaez, Anatole y otra s/proceso de conocimiento; l) De las fs. 1237/1252 correspondientes a las notas publicadas en el diario La Repblica, obrantes a fs. 319/334; m) De las fs. 1131/1155 referentes al contrato de locacin del inmueble sito en Venancio Flores 3519 y 3521 donde funcionara Automotores Orletti y de la pericia caligrfica realizada sobre dicho documento, obrantes a fs. 335/360; n) De las fs. 9648 correspondiente a la copia certificada de la partida de defuncin de Elsa Martnez de Morales, obrante a fs. 361 y fs. 11.044 y 11.048 referidas a la copia certificada de la partida de defuncin de Washington Francisco Prez Rosini, obrante a fs. 362/363; ) De la fs. 845 correspondiente al informe de la Divisin Defraudaciones y Estafas de la Polica Federal Argentina, obrante a fs. 364;o) De las fs. 9201/9211 y 9213/9255 del Expediente letra P nro. 237.029/1976 caratulado Iniciado por la Divisin Retiros y Pensiones. Extracto: se le inicia el trmite de retiro obligatorio con aplicacin de los arts. 80 inciso 3; 83 inciso 1, y 84 inciso 1 apartado a) de la Ley L.O.P.F.A. al Principal (L.P. 3088) Rolando Oscar Nerone de la Polica Federal Argentina, obrante a fs. 365/419;p) Fotocopias certificadas del Expediente N 2-4332/2005 del Juzgado Letrado de
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Primera Instancia en lo Penal N 19 Turno de Montevideo, Uruguay, caratulado SILVEIRA QUESADA, Jorge y otros s/ veintiocho delitos de homicidio muy especialmente agravadosen XXXIII cuerpos; q) Libro Crnica de una desaparicin (La lucha de una abuela de Plaza de Mayo) de Matilde Arts, 3era. Edicin; r) Sumario Militar N 417 (N 0035 ao 1977) Comando de la Cuarta Brigada de Infantera Aerotransportada en seis cuerpos; s) Respuesta de fs. 423 y 424. 7. Informe de dominio del inmueble ubicado en la calle Juana Azurduy 3163 de esta ciudad y de la minuta donde constan las transferencias de dominio con los datos de los adquirentes desde el ao 1975, glosado a fs. 88/104 del cuaderno de prueba. 8.Constancias documentales del expediente N 16.983/2004 del
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Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 10: a) Incidente de Intervenciones telefnicas y paradero de Julia Campo y documento aportado por el mdico Ricardo Chevarlzk (consistente en un apunte labrado el 14/07/1976 al efectuar un reconocimiento mdico a un beb de aproximadamente un mes de vida en el domicilio de Moldes 3435, piso 3 B de esta ciudad)reservado en Secretara; b) Certificacin de la causa N 4183/10 Mitchell, Wagner Gustavo y otros s/ delito de accin pblica (Dte. Chorobik de Mariani) a fs. 59; c) Certificacin de la causa N 4474/2000 (ex nro. 12.883 y 2231), caratulada Gordon, Marcelo Anbal y otros p/ asociacin ilcita y copias certificadas de la sentencia dictada respecto de Eduardo Alfredo Ruffo, reservada en Secretara. 9. Legajos CONADEP en versin digital- nros: a) 3515 correspondiente a Graciela Vidaillac; b) 7109 correspondiente a Alberto Cecilio Mechoso Mndez; c) 3891 correspondiente a Ana Ins Cuadros Herrera; d) SDH 3237 correspondiente a Jess Cejas y e) WR 30 correspondiente a Flix Jorge Prez, reservados en Secretara. 10. Certificacin del Expediente N 125/10 y acum., caratulado Procuracin General de la Nacin s/ rem. Copias Dcia. c/ Dres. Martnez Sobrino y Mitchell G. y copias certificadas a fs. 162, reservadas en Secretara. 11. Copias relativas a la Disposicin N 2485 del 26 de agosto de 1976 (513585/76-9) a Benito Fidel Zunino Ferrol -matrcula profesional nro.
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01840- como Director Tcnico del Sanatorio Policlnico del Norte de fs. 222/223; 225 y 300/301, e informe de fs. 224 y 299. 12. Libros: a) La Historia de Abuelas, 30 aos de bsqueda, Abuelas de Plaza de Mayo; b) Identidad, Despojo y Restitucin de Matilde Herrera y Ernesto Tenembaum, Editorial Artes Grficas Buschi, diciembre de 2001, reservados en Secretara. 13. Copia certificada de la partida de nacimiento de Anbal Simn Mndez -DNI 24.983.654- y de las actuaciones que precedieron a dicha inscripcin y a la expedicin del DNI con los datos filiatorios rectificados, glosados a fs. 239/250. 14. La siguiente documentacin: a) Copias certificadas de la ODI Orden del Da- de la Polica Federal Argentina nro. 40 de fecha 21 de febrero de 1977 relacionada con el Agente de la PFA -R- Armando Osvaldo Parodi, Legajo Personal nro. 14.475, remitida a fs. 254/269 y reservada en Secretara; b) Informe sobre el Expediente letra P nro. 283.171/76 de la PFA de fs. 262vta./263 y 264 y fs. 309/313; c) Legajos personales de: c1) -Ricardo Jorge Rial (DNI 4.152.532); c2)- Oscar DAmario (DNI 5.590.143);c3)-Eduardo Jorge Luttini (DNI 8.432.781); c4)-Antonia Concepcin Cicala (DNI 12.010.728); c 5) Nstor Ciccarella (DNI 4.319.936);c6)-Mario Hctor Perrino (DNI 4.268.888) en copias certificadas; c 7) -Silvana Beatrz Fiscella de Lopardo (DNI 7.685.285); c 8) -Daniel Enrique Ahumada (DNI 10.200.287); c 9) -Juan Carlos Alegretti (DNI 7.691.626); c10)-Juan Jos Chayan (DNI 4.345.194); c 11) -Julio Domingo De Santis (DNI 4.608.887); c 12) -Ricardo Roberto Gallone y Fernndez (DNI 7.375.275); c 13) -Carlos Alejandro Heise (DNI 11.467.044); c 14) -Carlos Sebastin Mak (DNI 7.675.368); c 15) -Rogelio Mallebrera (DNI 10.423.473); c 16) -Claudio Esteban Morales (DNI 8.260.832); c 17)- Eduardo Jorge Parra (DNI 7.961.284); c 18) -Ricardo Servando Rodrguez (DNI 10.508.004); c 19) -Ricardo Jorge Strongin (DNI 10.728.253); c 20) -Jos Emilio Portillo (DNI 6.309.720); c 21)-ngel Anbal Quintana (DNI 4.069.439); c 22)-Carlos Felipe Santilln (DNI 4.544.044); c 23)-Carlos Alberto Urquiza (DNI 4.637.372); c 24) -ngel Luis Salvi (DNI 10.108.048) en copias certificadas y c 25) -Esteban Armando Parodi, reservados en Secretara. 15. Copias certificadas de: a) Las resoluciones nros. 688/76 y
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772/77 de la Secretara de Inteligencia reservadas en Secretara; b) De la Orden del Da N 52/76 del 31/12/1976 remitida a fs. 276 y reservada en Secretara; c) Documentacin relacionada a Eduardo Alfredo Ruffo -a excepcin de su Legajo Personal- recibida a fs. 276; d) Informe sobre las licencias ordinarias y/o extraordinarias y/o cualquier otro recibido a fs. 276. 16. Copia certificada de la revista Gente que contiene la publicacin del artculo editorial que en copias luce a fs. 51 (ejemplar del 29 de agosto de 1985 correspondiente a la edicin N 1049), recibida a fs. 159 y reservada en Secretara. 17. Informe de Migraciones relativo a Sara Rita Mndez de fs. 211. 18.Copias certificadas de: a) La sentencia recada respecto de Eduardo Alfredo Ruffo en la causa N 2327 que tramit ante la Secretara N 13
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del Juzgado Federal N 5, obrante a fs. 119/157; b) La causa N 8504 del Juzgado Nacional de 1. Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 10 de Capital Federal caratulada: RUFFO, Eduardo Alfredo, CORDERO DE RUFFO, Beatriz Amanda s/ inf. arts. 293, 138 y 139 C.P., Damnificado: RUTILA, Carla Graciela o RUFFO, Gina Amanda, Querellantes: CHOROBIK DE MARIANI, Mara y otros, de fecha 15/02/1984, a fs. 3160; y de la Causa N 16.983/04, caratulada Ruffo, Eduardo Alfredo y
otros/sustraccin de menores de 10 aos (art. 146) del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 5, Secretara n 10, a fs. 1169. 19. Informe de fs. 229/232. 20. Constancias relacionadas a la causa seguida a Eduardo Alfredo Ruffo ante el Juzgado Federal de Mercedes, Secretara N 4 glosadas a fs. 194/207. 21. Respuesta de fs. 252 del Juzgado de Garantas N 1 de San Isidro. 22. Respuesta de fs. 189/193 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara Privada.
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corresponde al legajo de actuaciones concernientes al debate: 1. Legajos personales del Ejrcito Argentino de Antonio Guillermo Minicucci y de Federico Antonio Minicucci, remitidos por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 2 de esta ciudad y por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3 de esta ciudad cfr. oficios de fs. 306 y 152 y constancias de fs. 309 y 153. 2. Actuaciones relativas al allanamiento practicado en la finca de la calle Barrenechea sin numeracin catastral, entre las calles Juan Murpy y Prspero Luna nico inmueble de la cuadra- de la localidad de Marcos Paz, provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 127/141. y fs. 265/272) junto con la documentacin y efectos all incautados. 3. Informe de la Direccin de Administracin de Personal de la Municipalidad de La Plata relativo al desempeo laboral y datos filiatorios de Mara del Carmen Aguilera y Nlida Edith Ferra (cfr. fs. 401/402). 4. Copias certificadas del veredicto y sentencia dictados en la causa nro. 2965/09 caratulada Alonso, Omar y otros s/inf. arts. 139, 146 y 293 del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de La Plata y copias certificadas del Legajo de conceptos, foja de servicios y legajo de servicios de Juan Carlos Herzberg (cfr. fs. 248 y 251). 5. Actuaciones de fs. 235/242, 292/296, 422/429 y 503/507 relativas al informe de dominio del inmueble sito en la calle 9 de julio nro. 1130, 2 piso G de la localidad de San Fernando, Provincia de Buenos Aires. 6. Copias certificadas de los legajos de conceptos y servicios del Teniente de Navo (r) Julio Armando Serrano (cfr. fs. 766/771 y fs. 772). 7. Causa nro. 8405/97 caratulada Miara, Samuel sobre suposicin del estado civil del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 3 (cfr. fs. 281 y 282). 8. Copias certificadas del Legajo CONADEP nro. 3741
correspondiente a Silvia Mabel Isabella Valenzi (cfr. fs. 325). 9. Copias certificadas del Expte. L 143, caratulado Cementerio Municipal de Gral. San Martn (Bs. As.) de la Secretara General de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad (cfr. fs. 211/223 y fs. 261 y 279).
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10. Acta de inspeccin ocular de la Comisara 5 de La Plata junto con las copias de los planos aportadas por el personal policial en dicho acto (cfr. fs. 255/258). 11. Acta de inspeccin ocular de la casa Teruggi-Mariani sita en la calle 30, nro. 1136 de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 259). 12. Acta de inspeccin ocular del centro denominado Pozo de Banfield, ubicado en la interseccin de las calles Siciliano y Vernet, de la localidad de Banfield, Provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 263/264). 13. Copias certificadas de la sentencia dictada en la causa nro. 10.906/97, caratulada Falco, Luis y otros s/supresin del estado civil de un menor, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 1,
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Secretara nro. 2 (cfr. fs. 297 y fs. 301). 14. Documentacin aportada por Mirta Nicasia Acua de Baravalle en oportunidad de prestar declaracin testimonial en el debate el da 6 de junio de 2011 (cfr. fs. 301). 15. Informe del Equipo Argentino de Antropologa Forense relativo a los trabajos de excavacin e identificacin de restos seos en el predio del Destacamento de Cuatrerismo Arana de la Polica de la Provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 326). 16. Informe actuarial que certific el estado de la causa nro. 9201/99 caratulada N.N. s/supresin de identidad del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 3 (cfr. fs. 324). 17. Informe actuarial que certific el estado de la causa nro. 2230/10 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 10, Secretara nro. 20 (cfr. fs. 341). 18. Libro de Registro de Nacimientos del Hospital Militar de Campo de Mayo (remitido por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 7, Secretara nro. 13 en el marco de la causa de su registro nro. 9243/2007, cfr. fs. 345 y 346). 19. Informe actuarial de fs. 342, relativo a las diligencias de citacin practicadas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de San Martn, respecto de la testigo Ada de las Mercedes Prez Jara al debate llevado a cabo
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en las causas nros. 2023, 2034, 2043 y 2031 de su registro. Copias certificadas de las declaraciones testimoniales prestadas por Ada de las Mercedes Prez Jara obrantes a fs. 615/620. 20. Documentacin aportada por Silvia Graciela Fontana en el marco de su declaracin testimonial prestada en el debate el 11 de julio de 2011 (cfr. fs. 354 y 355). 21. Plano del Hospital Militar de Campo de Mayo remitido por dicho nosocomio con motivo de la medida de no innovar dispuesta en el transcurso del debate (cfr. fs. 365). 22. Documentacin aportada por Ana Mara Millia en su declaracin testimonial prestada en el debate el 2 de agosto de 2011 (cfr. fs. 417/418 y 419). 23. Documentacin aportada por el Dr. Eduardo Chittaro en la audiencia de debate del da 1 de agosto de 2011 (cfr. fs. 419). 24. Documentacin aportada por Perla Rubel en su declaracin testimonial prestada en el debate el da 3 de agosto de 2011 (cfr. fs. 419). 25. Documentacin aportada por la Dra. Valeria Atienza en la audiencia de debate del da 1 de agosto de 2011 (cfr. fs. 433). 26. Acta de inspeccin ocular del Hospital Militar de Campo de Mayo y sus inmediaciones (cfr. fs. 436/437). 27. Certificacin actuarial de los casos nros. 49 y 203
correspondientes a Liliana Delfino y Roberto Santucho, formados en el marco de la causa nro. 4012 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2 de San Martn, Provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 445). 28. Caso nro. 203, caratulado Santucho, Ana Cristina s/denuncia perteneciente a la causa nro. 4012 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional nro. 2 de San Martn (cfr. fs. 515 y 522). 29. Documentacin acompaada por la Dra. Alcira Ros en la declaracin testimonial prestada por Alberto Vias en la audiencia de debate del da 16 de agosto de 2011 (cfr. fs. 458/460). 30. Documentacin aportada por Luisa Adriana Reinhold en su declaracin testimonial prestada en el debate el da 23 de agosto de 2011 (cfr. fs. 464/466).
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31. Fotocopias certificadas de la causa nro. 9769/98 Daz, Elba del Pilar y otro s/supresin del estado civil de un menor, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 6, Secretara nro. 11 (cfr. fs. 477/489). 32. Tres Legajos personales de la Gendarmera Nacional Argentina correspondientes a Daro Alberto Correa (remitidos por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 3, Secretara n 6, en la causa que all tramita bajo el nro. 8405/10, cfr. fs. 512, 522, 784, 804, 827 y 830). 33. Documentacin aportada por el Dr. Alan Iud en la audiencia de debate del da 12 de octubre de 2011 (cfr. fs. 720/724). 34. Fotocopias certificadas del caso nro. 212 caratulado Matilde Lanuscou perteneciente a la causa nro. 4012 del Juzgado Federal en lo
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Criminal y Correccional nro. 2 de San Martn, relativas al certificado de defuncin expedido en relacin a Matilde Lanuscou, as como tambin de los informes realizados por Clyde Snow en el marco de dicho caso (cfr. fs. 521 y 522). 35. Fotocopias certificadas de las actuaciones obrantes a fs. 85, 122/123, 467, 635/647, 931/946, 1043/1059, 1096/1099, 1107 y 1111/1121 de la causa nro. 1339/11, caratulada Hidalgo Garzn, Carlos del Seor y otra s/art. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 3 de esta ciudad (cfr. fs. 594/595, 673vta.) y copias certificadas de la documentacin perteneciente a dichas actuaciones remitida a esta sede por dicho Tribunal (cfr. fs. 761) que obran glosadas a fs. 759/760. 36. Acta de Inspeccin Ocular de la E.S.M.A. (cfr. fs. 511). 37. Informe mdico de Beatriz Elisa Tokar aportado por el Dr. Alan Iud en la audiencia de debate del 6 de septiembre de 2011 (cfr. fs. 516). 38. Documentacin aportada por Adolfo Prez Esquivel en su declaracin testimonial prestada en el debate el 6 de septiembre de 2011 (cfr. fs. 522 y 532). 39. Documentacin aportada por Nelly Patricia Tauro y por Adriana Moyano en sus declaraciones testimoniales prestadas en el debate el 12 de septiembre de 2011 (cfr. fs. 539). 40. Copias certificadas del legajo personal del Suboficial Mayor (r)
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Flix Valdis Rodrguez remitidas por el Ministerio de Defensa de la Nacin (cfr. 765 y 772) y las actuaciones labradas con motivo del informe requerido a dicho Ministerio en relacin al nombrado (cfr. fs. 701/718 y fs. 762/764 ). 41. Oficios remitidos a fs. 680 y 700 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, Secretara nro. 23 y por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3, Secretara nro. 6, dando cuenta de lo solicitado por esta sede conforme lo ordenado a fs. 624. 42. Declaracin testimonial brindada por escrito por Jorge Mario Bergoglio, en los trminos del artculo 250 del C.P.P.N. junto al correspondiente pliego de preguntas y documentacin acompaada a tal efecto (cfr. fs. 629/639). 43. Documentacin aportada por la Fiscala en la audiencia de debate del 26 de agosto de 2011, consistente la que fue aportada ante ese ministerio pblico fiscal por el testigo Robert Cox (cfr. fs. 661). 44. Documentacin aportada por Milton Romani en su declaracin testimonial prestada en el debate del 18 de octubre de 2011 (cfr. fs. 736/750). 45. Copia en formato digital de la sentencia dictada en la causa nro. 1487 caratulada Zeolitti, Roberto Carlos y otros s/infraccin arts. 144 bis, inc 1 y ltimo prrafo ley nro. 14.616- en funcin del art. 142, inc. 1 -ley nro. 20.642; 144 bis, ltimo prrafo, en funcin del art. 142, inc. 5; 144 ter, 1 prrafo ley nro. 14.616- del C.P. -causa El Vesubio-(cfr. fs. 842/843). 46. Documentacin aportada por Carla Artes Company en el marco de la causa nro. 1627 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de Capital Federal (cfr. fs. 801, 804 y 831). 47. Acta de inspeccin ocular de las instalaciones donde funcion el centro denominado El Olimpo (cfr. fs. 805). 48. Acta de inspeccin ocular de las instalaciones donde funcion el centro denominado Automotores Orletti (cfr. fs. 806). 49. Documentacin aportada por Norberto Liwsky en su declaracin testimonial prestada en el debate el 9 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 823) y la presentacin efectuada por el nombrado, agregada a fs. 976. 50. Documentacin aportada por Mirta Guarino en su declaracin testimonial prestada en el debate el 9 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 830).
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51. Documentacin aportada por Mariana Zaffaroni en su declaracin testimonial prestada en el debate el 14 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 830). 52. Documentacin aportada por Victoria Ginzberg durante su declaracin testimonial prestada el 15 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 830). 53. Documentacin aportada por Claudia Victoria Larrabeiti Yaez durante su declaracin testimonial prestada mediante sistema de
videoconferencia el 8 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 848). 54. Documentacin aportada por Silvia Labayr durante su declaracin testimonial prestada mediante sistema de videoconferencia el 4 de octubre de 2011, obrante a fs. 844 (cfr. fs. 848). 55. Documentacin obrante a fs. 845/847, remitida por el
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Consulado Argentino en Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay (cfr. fs. 848). 56. Documentacin aportada por Juan Roger Rodrguez Chanadari en su declaracin testimonial prestada en el debate el 23 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 850). 57. Presentacin efectuada por Francisco Madariaga en la que prest su conformidad para que se le recibiera declaracin testimonial al Licenciado Marcos Andrs Taricco (cfr. fs. 853). 58. Documentacin remitida por el Ministerio de Defensa de la Nacin mediante oficio de fs. 858 (cfr. fs. 862). 59. Informe suscripto por la Dra. Mara del Carmen Roqueta sobre la conversacin mantenida telefnicamente con Elena Alfaro y su negativa a comparecer (cfr. fs. 859). 60. Ejemplar nro. 22.255 del Boletn Oficial de la Repblica Argentina (pginas 1 a 3) de fecha 9 de septiembre de 1971 donde se public la ley nro. 19.216 (extrado de la pgina web oficial del Boletn Oficial de la Repblica Argentina, cfr. fs. 874/876). 61. Oficio del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de La Plata que certifica la causa nro. 2955/09 y sus acumuladas de esa judicatura, obrante a fs. 963/971. 62. Copias en formato digital de la sentencia dictada en las causas
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nro. 1668 caratulada Miara, Samuel y otros s/inf. arts. 144 bis inc. 1 6 y ltimo prrafo ley nro. 14.616- en funcin del art. 142 inc. 1 -ley nro. 20.642del C.P.; 144 bis, ltimo prrafo en funcin del art. 142 inc. 5 del C.P., en concurso real con inf. arts. 144 ter, primer prrafo ley 14.616- del C.P. y nro. 1673 caratulada Tepedino, Carlos Alberto Roque y otros s/inf. art. 80, inc. 2, 144 bin inc.1 y 142 inc. 5 del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 2 de esta ciudad (cfr. fs. 900 y 901). 63. Informe actuarial de fs. 901 vta. relativo a la causa nro. 3521/2002 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 6, Secretara nro. 11. 64. Documentacin aportada por Mara Seoane en su declaracin testimonial prestada en el debate el 22 de noviembre de 2011 (cfr. fs. 907). 65. Documentacin aportada por la querella junto a la presentacin de fs. 920. 66. Actuaciones remitidas por la Direccin General de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nacin (cfr. 921/922 y fs. 958/961). 67. Sentencia nro. 840 dictada en la causa nro. 964 caratulada C/Quinteros, Raquel Josefina y Luis Alberto Tejada por inf. arts. 146, 139 inc. 2, 296 y 293 2 prrafo del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Juan (cfr. fs. 949/950 y 1162vta.). 68. Traduccin al castellano de la documentacin consignada a fs. 954 aportada a esta sede por la traductora pblica del idioma ingls, Patricia de Aguirre, el da 18 de enero de 2012 y reservada en Secretara (cfr. fs. 974). 69. Informe mdico del estado de salud de Lorena Josefa Tasca obrante a fs. 972. 70. Documentacin aportada por el Dr. Eduardo Chittaro en la audiencia de debate del da 31 de enero de 2012 (publicaciones de Pgina 12 -27-1-2012- y La Nacin 4-8-2001), cuyo contenido fue constatado a fs. 988. 71. Legajo de actuaciones reservadas cuyo contenido fue dado a conocer a las partes en la audiencia de debate del da 31 de enero de 2012, que obra reservado en Secretara (cfr. fs. 988). 72. Documentacin aportada por Vicente Romero en su
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declaracin testimonial prestada en el debate el 7 de febrero de 2012 (cfr. 1002). 73. Copias digitalizadas de la sentencia dictada en el marco de las causas nros. 1261-1268 Olivera Rvere, Jorge y otros s/inf. art. 144 bis, inc. 1 ley nro. 20.462- 144 ter, 1 prrafo y 80, inc. 2 del C.P. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de esta ciudad (cfr. fs. 1003). 74. Documentacin portada por la Fiscala en la audiencia de debate del 13 de febrero de 2012 (cfr. fs. 1028) y a continuacin se detalla: a) Copia de la nota de entrega a la Fiscala de una copia del documental Victoria suscripta por Victoria Donda Prez, junto con un DVD correspondiente a dicho documental; b) Una carpeta del Centro de Asistencia a las Vctimas de Violaciones a Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa, junto con las siguientes notas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos: Nota
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DNGV-U N 153/11 del 25 de noviembre de 2011, consistente en un informe del aludido centro de asistencia a las vctimas Dr. Fernando Ulloa; y Notas DNGV-U N 110-2011, 111/2011, 112/2011, 113/2011 y 114/2011, todas ellas del 23 de septiembre de 2011, elaboradas por el mismo centro de asistencia Dr. Fernando Ulloa relativas a los testigos Silvia Fanjul, Oscar Antonio Ruiz, Graciela Liliana Marcioni, Gabriela Gooley y Juan Carlos Piedra, junto con resumen de la historia clnica de Gabriela Gooley e informe mdico de Juan Carlos Piedra; c) Copia del Informe del Registro Nacional de las Personas, relativo al fallecimiento, entre otros, de Julio Csar Calvo. 75. Copias digitalizadas de la sentencia dictada en la causa nro. 1270 caratulada Donda, Adolfo Miguel y otros s/inf. art. 144 bis, 1 prrafo (texto segn ley 14.616) E.S.M.A. del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de esta ciudad (cfr. fs. 1030). 76. Informe del Centro de Asistencia a las Vctimas de Violaciones de Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa (cfr. fs. 1039/1040 y 1052 bis). 77. Presentacin efectuada por la Fiscala relativa a los informes aportados en la audiencia de debate del 13 de febrero de 2012, obrante a fs. 1041. 78. Expediente caratulado Colombo, Ins Susana y Gallo, Vctor Alejandro s/divorcio vincular por presentacin conjunta, del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial nro. 4 del Departamento Judicial de
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San Martn, Secretara nica (remitido junto con oficio de fs. 1045, cfr. fs. 1051). 79. Documentacin acompaada por el Dr. Alan Iud, junto a la presentacin de fs. 1046. 80. Oficio remitido a fs. 1058 y 1079 por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nacin. 81. Copia certificada de la partida de defuncin de Ada Ana Cecilia Cncaro obrante a fs. 1066 remitida mediante oficio de fs. 1067. 82. Copia certificada de la partida de defuncin de Alberto Domingo Arial Duval, obrante a fs. 1075/1076 y remitida mediante oficio de fs. 1077. 83. Copia certificada de la partida de defuncin de Enrique Carlos Rodrguez Piera, obrante a fs. 1083/1086. 84. Las publicaciones que a continuacin se detallan: a) entrevista realizada a Jorge Rafael Videla por la Revista Cambio 16, obtenida de la pgina web oficial de ese medio; b) Publicacin titulada Derecho a la Identidad: Restitucin, apropiacin, filiacin. Desplazando los lmites del discurso de Alicia Lo Gidice, obtenida de la pgina web oficial de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo (cfr. fs. 1102). 85. Documentacin aportada por Reynaldo Benito Antonio Bignone en la ampliacin de su declaracin indagatoria prestada en el debate el 12 de marzo de 2012 (cfr. fs. 1103). 86. Copias certificadas de los autos de procesamiento dictados con fechas 11 de mayo y 5 de julio, ambos de 2011, en la causa nro. 2230/10 caratulada Marielarena, Cristina Gloria y otros s/supresin del estado civil de un menor del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 10, Secretara nro. 20, obrantes a fs. 1139/1152 y remitidas a fs. 1153. 87. Certificacin de la causa nro. 21/06 caratulada Daz Bessone, Ramn Genaro y otro s/priv ileg. de la libertad, violencia, amenazas, torturas y desaparicin fsica (caso: Klotzman, Ricardo H. y otros) y acumuladas, del Juzgado Federal nro. 4 de Rosario, Provincia de Santa F (cfr. fs. 1154/1161 y fs. 1229/1230 y certificacin complementaria de fs. 1162). 88. Copias certificadas de las partidas de defuncin obrantes a fs. 1173/1177.
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89. Fotocopias certificadas de la declaracin indagatoria prestada por Jorge Rafael Videla en el expediente nro. 925- F 239-ao 1976, caratulada BEL, Elvio ngel s/presunto secuestro-Trelew del Juzgado Federal de Primera Instancia de Rawson, Provincia de Chubut agregadas a fs. 596/602 (remitidas mediante oficio de fs. 604), slo lo pertinente a la descripcin de los hechos imputados y la calificacin legal, excluyndose las manifestaciones efectuadas por el imputado, toda vez que dicha constancia se requiri al slo efecto de certificar el objeto procesal investigado en dichas actuaciones.
La foliatura de las piezas que seguidamente se detallan corresponde al cuaderno de prueba de la causa nro. 1351. 90. Documentacin aportada por Enriqueta Estela Barnes de
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Carlotto en su declaracin testimonial prestada durante el debate el 11 de abril de 2011 (cfr. fs. 1770). 91. Documentacin aportada por Maria Ins Paleo en su declaracin testimonial prestada en el debate el 12 de abril de 2011 (crf. fs. 1771/1776). 92. Documentacin aportada por Juan Manuel Ricardo Corvaln en su declaracin testimonial prestada en el debate el 18 de abril de 2011 (cfr. fs. 1781/1783). 93. Documentacin aportada por Mara Alejandra Castellini en su declaracin testimonial prestada en el debate el 19 de abril de 2011 (cfr. fs. 1784). 94. Documentacin aportada por Martn Rodolfo Carriquiriborde en su declaracin testimonial prestada en el debate el 2 de mayo de 2011 (cfr. fs. 1807). 95. Documentacin aportada por Clara Mara Elsa Petrakos en su declaracin testimonial prestada en el debate el 3 de mayo de 2011 (cfr. fs. 1807). 96. Documentacin aportada por Carlos D Ela Casco en su declaracin testimonial prestada en el debate el 9 de mayo de 2011 (cfr. fs. 1817). 97. Documentacin aportada por Eduardo Tolosa en su
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declaracin testimonial prestada en el debate el 10 de mayo de 2011 (cfr. fs. 1823). 98. Documentacin aportada por la testigo Estela De La Cuadra en su comparecencia ante este Tribunal el 12 de mayo de 2011 (cfr. fs. 1824). 99. Declaracin prestada por Mario Rodolfo Fratti ante la CONADEP (legajo n 4391) agregada en copias- a fs. 329/331 de la causa nro. 10.409/98 (A-1386) caratulada Minicucci, Federico Antonio y otros
s/privacin ilegal de la libertad, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 1, Secretara nro. 1, cuyas copias certificadas obran reservadas en Secretara (cfr. fs. 1747 y 1784).
La foliatura de las piezas que a continuacin se detallan se indica en cada caso. 100. Declaracin testimonial de Carlos Mariano Zamorano Toledo, obrante a fs. 448/449 de la causa nro. 1351. 101. Copias certificadas del expediente nro. 35.083 caratulado Altuna Michellini, Pedro Len art. 8 nro. 4664 del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil nro. 2 de Vicente Lpez, Provincia de Buenos Aires, a excepcin de las declaraciones testimoniales all obrantes (aportadas por la Fiscala mediante presentacin de fs. 279/282 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1730). 102. Declaraciones testimoniales de Hctor de Pirro; Hctor Agustn Tebaldi; e Isidro Antonio Paradelo, obrantes a fs. 8997/8998, 9052/9053 y 9003/9005, respectivamente, de la causa nro. 1351. 103. Declaracin testimonial de Luis Federico Allega prestada en septiembre del ao 1984 en la causa nro. 186 Pereyra, Liliana y otros s/recurso de habeas corpus del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 5, y cuyos testimonios obran a fs. 1342/1343 de la causa nro. 1351. 104. Declaracin prestada por Adriana Leila Calvo, obrante a fs. 2887/93 de la causa nro. 1351. 105. Declaracin prestada por Leopoldo Marcelo Campano el 8 de septiembre de 1999, obrante a fs. 125/143 de la causa nro. 70/SU De La
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Cuadra s/hbeas corpus, de la Cmara Federal de Apelaciones de La Plata. 106. Legajo CONADEP nro. 1432 en relacin a Antonia Azucena Montenegro, con la salvedad de haberse mantenido el criterio oportunamente dispuesto en cuanto a los alcances de dicha incorporacin. 107. Declaraciones prestadas por Brgida Ramona Cabrera, Domingo Torres y Jorge Eduardo Noguer, obrantes a fs. 1555, 1554 y 1105/06 y 1114/1115 respectivamente de la causa nro. 37/95 caratulada Tetzlaff, Herman Antonio y otra s/arts. 139, 2do prrafo y 146 del CP del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional nro. 1 de San Isidro, Provincia de Buenos Aires. 108. Declaracin prestada por Alberto Antonio Rudiez, obrante a fs. 889/96 de la causa nro. 1885/SU Mariani, Daniel s/denuncia de
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la
Cmara Federal de Apelaciones de la Plata. 109. Declaraciones prestadas por Vctor Alberto Carminatti: a) el 10 de mayo de 1985 en la causa nro. 13/84 en formato digital; y b) declaracin obrante a fs. 724/5 de la causa nro. 129.342 (5251) Mariani, Mara Isabel Chorobik de y otras s/denuncia del Juzgado en lo Penal nro. 1 de La Plata. 110. Declaracin prestada por Enriqueta Santander, obrante a fs. 527/38 de la causa nro. 44 el da 30/9/86, que en versin fue reservada en el Tribunal. Correspondiendo sealar que en relacin a la nombrada, se resolvi mantener lo oportunamente dispuesto en cuanto a la incorporacin del legajo CONADEP nro. 7105 con los alcances ya expresados. 111. Declaracin indagatoria de Julio Csar Caserotto, obrante a fs. 2067/68 de la causa nro. 1499 y a fs. 2565/67 de la causa nro. 1772. 112. Declaraciones prestadas por Isabel Manuela Albarracn, obrante a fs. 1999/2001 de la causa nro. 1351, y a fs. 438/9 de la causa nro. 1499. 113. Declaraciones prestadas por Juan Carlos Scarpati, obrantes a fs. 2612/2620 y 2467/2472 de las causas nros. 1499 y 1351, y en el Legajo CONADEP nro. 2819 que obra digitalizado en el Tribunal. 114. Declaracin prestada por Alfredo Vital Gonzlez, obrante a fs. 1985/88 obrante en la causa nro. 1351. 115. Declaracin prestada por Graciela Ins Morales de Micalucci,
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obrante a fs. 1994/96 de la causa nro. 1351. 116. Declaraciones prestadas por Margarita Marta Allende, obrante a fs. 2521/24 de la causa nro. 1351 y a fs. 469/470 de la causa nro. 1499. Asimismo, se hace constar que en relacin a la nombrada se mantuvo la incorporacin del legajo CONADEP nro. 6521 con los alcances expuestos. 117. Declaracin prestada por Alfredo Gregorio Luna, el 14 de agosto de 1986 en la causa nro. 2963/09 caratulada Bianco, Norberto Atilio s/inf. arts. 139, 146 y 293 del C.P del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional nro. 1 de San Isidro, obrante a fs. 377/9 de dichas actuaciones, cuyas copias certificadas obran a fs. 389/391 de la causa nro. 1772. 118. Declaraciones prestadas por Jorge Comaleras, obrantes a fs. 14/15 y 114/5 del legajo nro. 37 de la causa nro. 4012 de la jurisdiccin de San Martn, con la salvedad de haberse mantenido la incorporacin de su legajo CONADEP nro. 6519. 119. Respecto de Emilio Fermn Mignone, se mantuvo la incorporacin por lectura oportunamente ordenada respecto de su declaracin de fs. 2516/17 de los autos n 1351. 120. Declaracin prestada por Ana Mara Di Salvo, obrante a fs. 8056/59 de la causa nro. 1351, habindose mantenido en relacin a la nombrada la incorporacin del legajo SDH 3105 oportunamente ordenada y con los alcances indicados. 121. Declaracin prestada por Asil Sonia Maceiro Prez obrante a fs. 7593/5 de la causa nro. 1351. 122. Declaracin prestada por Mara Esther Gatti Borsari de Islas con fecha 6 de julio de 1989, obrante a fs. 2695 de la causa nro. 1499. 123. Declaraciones prestadas por Washington Francisco Prez Rosini y Elsa Martnez de Morales obrantes a fs. 150/55; 261 y 383/4; 1178 respectivamente de la causa nro. 42.335 bis Rodrguez Larreta Piera, Enrique s/querella del Juzgado Nacional de 1ra Instancia en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3 de esta ciudad. 124. Declaracin prestada por Francisco Cullari, obrante a fs. 8475/78 de la causa nro. 1351. 125. Declaraciones prestadas por Osvaldo Juan Salar, Carlos Vias
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y Luca Grecco obrantes a fs. 115, 50/51, 84/85 y 99/100 respectivamente, de la causa nro. 1604. 126. Declaraciones prestadas por Adolfo Sigwald, Ramn Juan Alberto Camps y Carlos Guillermo Surez Mason en la causa nro. 3160 caratulada Mariani, Clara Anah s/habeas corpus, del Juzgado Federal nro. 3 de La Plata, obrantes a fs. 99, 97 y 98 respectivamente de dichas actuaciones. 127. Declaracin indagatoria prestada por Cristino Nicolaides, el 13 de enero de 1999, obrante a fs. 3488/98, 3463/78 de la causa nro. 1351 y documentacin aportada en ese acto a fs. 3479/87. 128. Declaracin prestada por Emilio Eduardo Massera en la causa nro. 13/84 del 30 de agosto de 1984, hacindose constar que en relacin al nombrado se mantuvo la incorporacin de su declaracin obrante a fs. 5577/81
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de la causa nro. 1351 (art. 392 CPPN). 129. Declaraciones prestadas por Hctor Antonio Febrs a fs. 343/5 -legajo nro. 13 de Basterra-; a fs. 190/1 legajo nro. 44 de Lewin- y fs. 2536/7 de la causa nro. 14.217/03. 130. Declaracin prestada por Armando Lambruschini en la causa nro. 13/84 el 30 de octubre de 1984. 131. Declaracin prestada por Juan Carlos Piedra a fs. 462/70 de la causa nro. 1885/SU y a fs. 3723/29 de la causa nro. 2251/06 Etchecolatz. 132. Declaraciones prestadas por Gabriela Gooley y Graciela Liliana Marcioni a fs. 8433/35 y 8436/37 respectivamente de la causa nro. 1351. 133. Declaraciones prestadas por Silvia Cristina Fanjul el 5 de abril de 2004 en la causa nro. 2179/SU caratulada Fanjul s/averiguacin y el 23 de julio de 2007 en la causa nro. 2506/7 Von Wernich y el audiovisual de la primera de las declaraciones citadas. 134. Las declaraciones prestadas por Elena Isabel Alfaro que a continuacin se detallan: a) ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 4 en el debate llevado a cabo en la causa nro. 1487 Vesubio los das 8 y 9 de febrero de 2011 cuyo registro audiovisual consta de 6 DVDs reproducido parcialmente en el debate; b) a fs. 25.497/8 de la causa nro. 14.216/03; c) en el legajo nro. 58 de la causa nro. 450 y d) ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 7, Secretara nro. 13 a fs. 15.612/15.617 de la causa registro
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nro. 9243/07. 135. Declaracin prestada por Elisa Ofelia Martnez a fs. 1858/63 de la causa nro. 1351. 136. Declaracin prestada por Lorena Josefa Tasca a fs. 2529/31 de la causa nro. 1351. 137. Declaraciones prestadas por Pedro Pablo Caraballo a fs. 2109/14 y 2208/9 de la causa nro. 1499. 138. Declaraciones prestadas por Isabel Manuela Albarracn a fs. 1999/2001 de la causa nro. 1351 y a fs. 438/9 y 392/94 de la causa nro. 1772. 139. Declaraciones prestadas por Concepcin Pifaretti de Garzulo a fs. 2319/21 de la causa nro. 1351 y a fs. 460 de la causa nro. 1772. 140. Declaracin prestada por Ernestina Larretape a fs. 2525/28 de la causa 1351. 141. Declaraciones prestadas por Cristina Elena Ledesma a fs. 2546/8 de la causa nro. 1499 y a fs. 456/7 de la causa nro. 1772. 142. Declaracin prestada por Walter Patalossi a fs. 2599/601 de la causa nro. 1351. 143. Declaracin prestada por Marta Emilia Garca a fs. 2862/3 de la causa nro. 1351. 144. Declaracin prestada por Ada Ana Ernilia Concaro a fs. 225 de la causa nro. 4012 (caso 4) del Juzgado Federal nro. 2 de San Martn, Provincia de Buenos Aires. 145. Declaraciones prestadas por Ramona Valentina Galeano Medez y Elvira Espnola hermana Micaela- a fs. 1494 y 1665 respectivamente, de la causa nro. 9201/99 caratulada NN s/supresin de identidad del Juzgado Federal nro. 2, Secretara nro. 3 de esta ciudad. 146. Declaracin prestada por Ercilla Alba Castillo a fs. 8464/67 de la causa nro. 1351. 147. Declaraciones prestadas por Federico Mittelbach a fs. 1643, 1652 y 1663 de la causa Bianco, del Juzgado Federal nro. 1 de San Isidro. 148. Declaraciones de Jorge Silvani y Eduardo Jos Daz, prestadas los das 18 de febrero de 1985 y 9 de junio de 1999 respectivamente, en la causa nro. 1885/SU, cuyas copias certificadas obran a fs. 6217/30 y fs. 1338/48 de la
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149. Declaracin prestada por Agatino Di Benedetto a fs. 1557/61 de la causa nro. 1351. 150. Declaraciones indagatorias de Julio Csar Caserotto obrantes a fs. 2067/2068 y 2322/2327 de la causa nro. 1499. 151. Declaraciones prestadas por Nilda Hayde Orazi Gonzalez y Norma Susana Burgos Molina a fs. 2051/2057 y 2065/2075 respectivamente, de la causa nro. 1351. 152. Declaraciones de Oscar Antonio Ruz que seguidamente se detallan: a) prestada el 4 de abril de 2006 obrante a fs. 3831/32 de la causa nro. 2/SE Crous, Felix Pablo s/denuncia del Juzgado Federal nro. 2 de La Plata; b) prestada el 10 de julio del mismo ao en los autos nro. 2251/06
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Etchecolatz del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de La Plata (registro flmico). 153. Declaracin prestada por Idelfonso Marcos Sol a fs. 266/9 de la causa nro. 16.964/08 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 7 de esta ciudad. 154. Declaracin prestada por Jorge Ernesto Curuchet Ragusin a fs. 2517/2520 de la causa nro. 1351. 155. Certificado final de antecedentes de todos los imputados confeccionado con fecha 4 de julio de 2012 obrante a fs. 1546/1551.
Sin perjuicio de la incorporacin por lectura dispuesta, cabe hacer constar que fueron oralizadas en el debate las piezas procesales que a continuacin se detallan: 1) declaracin testimonial de Emilio Fermn Mignone a fs. 2516/17 de la causa nro. 1499; 2) declaraciones indagatorias de Julio Csar Caserotto a fs. 2067/68 y a fs. 2323/27 de la causa nro. 1499; 3) declaracin de Carlos Alberto Hours en el legajo CONADEP nro. 7169; 4) documentacin secuestrada en el marco de la causa nro. 8566/07 del Juzgado Federal nro. 1, Secretara nro. 2 de San Isidro,
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concretamente de fs. 123/5 del legajo nro. 2 individualizada como Habitacin de Febrs.
VI. ALEGATOS, RPLICAS Y DPLICAS: Posteriormente, en la oportunidad que contempla el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, las partes acusadoras procedieron a efectuar sus alegatos. Corresponde destacar que el contenido de los mismos ha sido ntegramente transcripto en el acta de debate, por lo cual slo precisaremos aqu las concretas imputaciones que cada uno de los acusadores efectu hacia los procesados en autos y los pedidos de pena efectuados en esa ocasin.
A. En la audiencia del da 26 de marzo de 2012 produjeron su alegato los Dres. Alan Iud, Luciano Hazn, Agustn Chit, Mariano Gaitn, Mara Ins Bedia y Mara Florencia Sotelo en representacin de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo en la causas nros. 1499, 1584 y 1772 y tambin en nombre de los querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela, el primero en las causas nros. 1351, 1499 y 1772 y el segundo, en las causas nros. 1351 y 1499, por lo que en definitiva, por los dos ltimos querellantes su actuacin alcanz a los imputados Santiago Omar Riveros, Rubn Oscar Franco y Reynaldo Benito Antonio Bignone y por la primera en orden a los imputados Jorge Rafael Videla, Juan Antonio Azic, Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo. Al fundar sus conclusiones, el Dr. Iud hizo un anlisis de toda la prueba producida en el juicio y de la intervencin que le cupo a cada uno de los imputados en los hechos sometidos a debate, el que fue ntegramente receptado en el acta de juicio respectiva. En definitiva, la querella peticion que se impusieran las penas que en adelante se indican, de acuero con las calificaciones legales que atribuy en cada caso, a saber: Que se condene a: 1. Juan Antonio Azic, como autor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, alteracin del
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estado civil de un menor de diez aos y falsedad ideolgica en instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas, todos ellos en concurso material y como autor de los delitos de falsedad ideolgica en instrumento pblico, en concurso ideal con la alteracin del estado civil de un menor de diez aos, a la pena de veinticinco (25) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 54, 55, 146 segn ley 24.410; 139 inc. 2 segn ley 11.179; 293 primer y segundo prrafo -segn leyes nros. 11.179 y 20.642-, todos ellos del Cdigo Penal); 2. Vctor Alejandro Gallo, como autor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de 10 aos, alteracin del estado civil de un menor de 10 aos y falsedad ideolgica de instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas -reiterado en dos
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oportunidades- todos ellos en concurso material y como autor de los delitos de falsedad ideolgica en instrumento pblico, en concurso ideal con la alteracin del estado civil de un menor de diez aos, a la pena de veinticinco (25) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 54, 55, 146 -segn ley nro. 24.410-; 139 inc. 2 -segn ley nro. 11.179-; 293 primer y segundo prrafo -segn leyes nros. 11.179 y 20.642-, todos ellos del Cdigo Penal); 3. Susana Ins Colombo, como coautora penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos y alteracin del estado civil de un menor de diez aos, todo ellos en concurso material, a la pena de quince (15) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 55; 146 -segn ley nro. 24.410- y 139 inc. 2 -segn ley nro. 11.179- del Cdigo Penal); 4. Rubn Oscar Franco como coautor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, a la pena de quince (15) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculo 146 -segn ley 24.410- del Cdigo Penal); 5. Reynaldo Benito Antonio Bignone como coautor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, a la pena de quince (15) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 146, segn ley nro. 24.410 del Cdigo Penal); 6. Santiago Omar Riveros, como coautor penalmente responsable
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de los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos y alteracin del estado civil de un menor de diez aos, todos ellos en concurso material, a la pena de diecinueve (19) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 55, 146, segn ley nro. 24.410; artculo 139 inc. 2 segn ley nro. 11.179 del Cdigo Penal); 7. Jorge Rafael Videla, como coautor penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos, reiterado en veinte (20) oportunidades seis (6) de ellas conforme al artculo 146, segn redaccin anterior a la ley nro. 24.410 y catorce (14) de ellas conforme al artculo 146 segn ley nro. 24.410 del Cdigo Penal- y supresin del estado civil de un menor de diez aos, reiterada en seis (6) oportunidades y alteracin del estado civil de un menor de diez aos, reiterada en trece (13) oportunidades, todos ellos en concurso material, y como partcipe necesario penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos y alteracin del estado civil de un menor de diez aos, por el caso de Mara Macarena Gelman Garca, todos ellos en concurso material, a la pena de cincuenta (50) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 55, 146 -conforme redaccin anterior a ley nro. 24.410-, artculo 146 -segn ley nro. 24.410- y 139 inc. 2 -segn ley nro. 11.179- del Cdigo Penal); En todos los casos, solicit que se impusiera la pena de inhabilitacin y las accesorias legales que fijaba el art. 12 del Cdigo Penal y el pago de las costas del proceso. Corresponde notar que, tanto en el inicio de su alegato como al momento de dirigir las concretas acusaciones a los imputados, los letrados de la querella expresaron, sobre la base de las consideraciones que quedaran plasmadas en la respectiva acta de juicio que, en relacin al caso del hijo de Liliana Delfino y Mario Roberto Santucho por el cual requirieron la elevacin de la causa nro. 1499 a juicio en relacin a Jorge Rafael Videla, esa parte no iba a mantener dicha acusacin en esta instancia. Por otra parte, la querella solicit que: Se dispusiera el traslado de Jorge Rafael Videla a otra Unidad del Servicio Penitenciario Federal, librdose los oficios del caso al Sr. Director del
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Servicio Penitenciario Federal, al Sr. Ministro de Justicia de la Nacin y al Sr. Procurador General de la Nacin; Se declare que durante la dictadura cvico militar se llev adelante un Plan sistemtico de apropiacin de nios; Se declare que ello constitua una violacin a la prohibicin de genocidio, de acuerdo a reglas ius cogens del derecho internacional de los derechos humanos, en su forma de traslado de nios de un grupo a otro. Al culminar su alegato, el Dr. Alan Iud expres que este juicio constitua un ejemplo de la lucha de las madres, especialmente de las abuelas que lo haban iniciado hace ms de quince aos y cedi la palabra a la Presidenta de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, Sra. Estela de Carlotto quien se expres en nombre de la asociacin que presida, de los organismos
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de derechos humanos hermanos, de los treinta mil desaparecidos y de la mayora del pueblo argentino y manifest que, sin que la movieran sentimientos de odio, venganza o revancha, brindaba por arribar a la inclaudicable justicia que sin dudas consolidara la democracia y asegurara el nunca ms.
B. A continuacin, produjo su alegato la Dra. Alcira Elizabeth Ros, representando a los querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Carlos Vias, Norma Quintela Dallasta y Mara Victoria Moyano Artigas, y en primer lugar expres que a lo largo del debate haba sido acreditada la existencia de un plan sistemtico de sustraccin de menores cuyo mentor haba sido Jorge Rafael Videla quedando acreditada su actuacin en los casos que representaba. En definitiva, la Dra. Ros solicit que se impusiera a Jorge Rafael Videla la pena de cincuenta (50) aos de prisin, accesorias legales y costas, debiendo responder como autor penalmente responsable del los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos; supresin de la identidad de un menor de diez aos y privacin ilegtima de la libertad, en orden a los casos de Victoria Moyano Artigas y Silvia Quintela Dallasta, concurriendo todos ellos en concurso real entre s (arts. 55; 139 inciso 2; 146 los dos ltimos, segn la ley nro. 24.410- y 142 inc. 5 del Cdigo Penal).
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Por otra parte, en relacin al caso de Javier Gonzalo Penino Vias, hijo de Cecilia Vias, que haba tenido lugar en la E.S.M.A postul que, de acuerdo con la cadena de mandos respectiva, resultaban penalmente responsables los imputados Antonio Vaek; Jorge Eduardo Acosta y Jorge Luis Magnacco en orden a los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos; supresin de la identidad de un menor de diez aos y privacin ilegtima de la libertad, solicitando en cada uno de los casos, la aplicacin de las penas de veinticinco (25) aos de prisin, accesorias legales y costas (arts. 55; 139 inciso 2; 146 los dos ltimos, segn la ley nro. 24.410- y 142 inc. 5, del Cdigo Penal). Por ltimo, la Dra. Ros adhiri al pedido de la querella que la precedi en el uso de la palabra, relativo al traslado de Jorge Rafael Videla a una crcel comn.
C. El 3 de abril de 2012, produjeron su alegato los Dres. Elizabeth Gmez Alcorta, Valeria Thus y Pablo Lafuente en representacin de los querellantes Mara Isabel Chorobik de Mariani, Elsa Beatrz Pavn, Clara Mara Elsa Petrakos, Paula Eva Logares, Genoveva Dawson de Teruggi, Rosaria Isabella Valenzi, Mirta Nicasia Acua de Baravalle y la Asociacin Anah. Puntualmente, esta querella seal que Jorge Rafael Videla era penalmente responsable de gravsimos hechos contemplados en la Convencin para la Prevencin y Sancin del delito de Genocidio y en el Cdigo Penal, los cuales configuraban crmenes de lesa humanidad que se inscriban en el marco del Terrorismo de Estado que asol a la Argentina. Finaliz su petitorio requiriendo que: 1.-Se condene a Jorge Rafael Videla a la pena de cincuenta (50) aos de prisin, inhabilitacin absoluta y perpetua, accesorias legales y costas, por considerarlo autor de genocidio o subsidiariamente autor de sustraccin, retencin y ocultacin de un nio menor de diez aos -en diecinueve (19) oportunidades- y de la supresin del estado civil en diecinueve (19) oportunidades y como partcipe necesario de la sustraccin, retencin y ocultacin de un nio menor de diez aos respecto de Macarena Gelman, como
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as tambin de la supresin de su estado civil, concurriendo todos los hechos en forma real entre s (arts. 45, 55 -texto original y ley nro. 25.928- del Cdigo Penal, art. 2 incisos d) y e) de la Convencin para la Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio, arts. 139 inc. 2 y 146 segn leyes nros. 11.179 y 24.410- del Cdigo Penal; 2. Se ordene la rectificacin de las partidas de defuncin de Diana Esmeralda Teruggi y Daniel Enrique Mariani, de acuerdo con lo previsto en los arts. 526 y 528 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin; 3. Se disponga la detencin de Jorge Rafael Videla en una unidad carcelaria del Servicio Penitenciario Federal. Cabe sealar que en su alegato, los letrados de esta parte querellante manifestaron, en virtud del anlisis efectuado en relacin a las
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pruebas producidas en el juicio que no mantenan en la instancia prevista por el art. 393 del C.P.P.N, la imputacin a Jorge Rafael Videla efectuada en su requerimiento de elevacin a juicio de la causa nro. 1499 respecto del caso del hijo de Liliana Delfino y Mario Roberto Santucho.
D. El 9 de abril de 2012 pronunciaron su alegato las apoderadas del querellante Juan Gelman, Dras. Luca Gmez Fernndez y Valentina M. Besana Texidor. Esta querella encauz su peticin en relacin al caso de Mara Macarena Gelman Garca y as requiri que: 1. Se condene a Rubn Oscar Franco, como coautor mediato de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, en concurso real con la supresin o suposicin del estado civil y la identidad en perjuicio de Mara Macarena Gelman Garca, a la pena de veintinn (21) aos de prisin, accesorias legales y costas (artculos 146, texto segn ley nro. 24.410, art. 139 inc. 2 -texto segn ley nro. 24.410- y 55 del Cdigo Penal de la Nacin); debiendo calificarse los delitos como de lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio ocurrido en la Repblica Argentina; 2. Se condene a Reynaldo Benito Antonio Bignone, como coautor mediato de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, en concurso real con la supresin o suposicin del estado civil y la
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identidad en perjuicio de Mara Macarena Gelman Garca, a la pena de veintin (21) aos de prisin, accesorias legales y costas (arts. 146 -texto segn ley nro. 24.410-, 139 inc. 2 -texto segn ley nro. 24.410- y 55 del Cdigo Penal de la Nacin), calificndolos como delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio ocurrido en la Repblica Argentina; 3. Se ordene la detencin inmediata de los imputados en una crcel comn, y en tal sentido, expres su adhesin a las consideraciones vertidas por las querellas que alegaron con anterioridad en relacin a este punto; 4. Se declare expresamente que en el perodo 1976-1983, mientras gobern los destinos de este pas una dictadura cvico militar, fue llevado a cabo un plan sistemtico de apropiacin de menores, que form parte del plan sistemtico de represin y exterminio, en el marco del que se llev a cabo el Operativo Cndor, y en virtud del cual fueron cometidos crmenes de lesa humanidad en el marco de un genocidio.
E. Los das 10; 11; 16; 18; 23 y 24 de abril de 2012 alegaron los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal, Dres. Martn Niklison, Nuria Piol Sala, Mara Saavedra, Viviana Snchez y Clarisa Miranda. En definitiva, los Sres. Fiscales solicitaron que: 1. Se condene a Jorge Rafael Videla a la pena de cincuenta (50) aos de prisin, por ser coautor del delito de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos (art. 146 del Cdigo Penal, conforme a la ley nro. 11.179), en concurso real con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos (art. 139 inc. 2 segn ley nro. 11.179), en los casos de Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas, Mariana Zaffaroni Islas, Mara Victoria Moyano Artigas y Paula Eva Logares Grinspon (arts. 45 y 55 del Cdigo Penal), concurriendo esos delitos en forma real con el de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos (art. 146 del Cdigo Penal, conforme con la ley 24.410), y stos a su vez, en concurso real con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos (art. 139 inc. 2 ley nro. 11.179) en los casos de Clara Anah Mariani Teruggi, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln,
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Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco y los hijos e hijas de Laura Estela Carlotto, de Elena De La Cuadra y Hctor Baratti, Gabriela Carriquiriborde y Jorge Orlando Repetur, Mara Elosa Castellini y Constantino Petrakos, Stella Maris Montesano y Jorge Oscar Ogando (arts. 45 y 55 del Cdigo Penal), los cuales concurran en forma real con el delito de retencin y ocultacin de un menor de diez aos (art. 146 del Cdigo Penal, ley nro. 24.410), en concurso real con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos (art. 139 inc. 2 del Cdigo Penal, ley nro. 11.179) en relacin al caso de Anbal Simn Mndez Gatti (arts. 45 y 55 del C.P.), imputndole la comisin de veintin (21) hechos en total.
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2. Se condene a Rubn Oscar Franco a la pena de cincuenta (50) aos de prisin, por ser coautor mediato del delito de retencin y ocultacin de menores de diez aos en concurso ideal con encubrimiento (arts. 45, 54, 55, 146 segn ley nro. 11.179 y 277 segn ley nro. 21.338 del Cdigo Penal) en los casos de Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas y Mariana Zaffaroni Islas, concurriendo dichos delitos en forma real con los de retencin y ocultacin de menores de diez aos en concurso ideal con encubrimiento (arts. 45, 54, 55, 146 segn ley nro. 24.410 y 277 segn ley nro. 21.338 del Cdigo Penal) en los casos de Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Maria Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez Gatti, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena,Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi y del hijo de Laura Estela Carlotto, de la hija de Elena De La Cuadra y Hctor Baratti, del hijo de Gabriela Carriquiriborde y Jorge Orlando Repetur, de la hija de Mara Elosa Castellini y Constantino Petrakos, del hijo de Stella Maris Montesano y Jorge Oscar Ogando, de Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Ruiz Dameri, Guillermo Prez Roisinblit, la hija de Mara del Carmen Moyano y Carlos
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Simn Poblete, el hijo de Hugo Alberto Castro y Ana Rubel y en el caso de Javier Gonzalo Penino Vias. 3. Se condene a Reynaldo Benito Antonio Bignone a la pena de cincuenta (50) aos de prisin por resultar coautor mediato del delito de retencin y ocultacin de menores de diez aos en concurso ideal con encubrimiento (arts. 45, 54, 55, 146 segn ley nro. 11.179 y 277 segn ley nro. 21.338 del Cdigo Penal) en los casos de Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas y Mariana Zaffaroni Islas, delitos que concurran en forma real con los de retencin y ocultacin de menores de diez aos en concurso ideal con encubrimiento (arts. 45, 54, 55, 146 -segn ley nro. 24.410- y 277 -segn ley nro. 21.338- del Cdigo Penal), en los casos de Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez Gatti, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi y del hijo de Laura Estela Carlotto, de la hija de Elena De La Cuadra y Hctor Baratti, del hijo de Gabriela Carriquiriborde y Jorge Orlando Repetur, de la hija de Mara Elosa Castellini y Constantino Petrakos, del hijo de Stella Maris Montesano y Jorge Oscar Ogando, Javier Penino Vias, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Ruz Dameri, Guillermo Prez Roisinblit, y la hija de Mara del Carmen Moyano y Carlos Simn Poblete y el hijo de Hugo Alberto Castro y Ana Rubel. 4. Se absuelva parcialmente a Rubn Oscar Franco y a Reynaldo Benito Antonio Bignone en relacin a los casos de Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas. 5. Se condene a Santiago Omar Riveros, a la pena de treinta (30) aos de prisin, por ser coautor mediato del delito de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos en concurso real con alteracin de estado civil en los casos de Pablo Casariego Tato y de Francisco Madariaga Quintela (dos hechos) en concurso real entre s (arts. 146 versin segn ley nro. 24.410-,
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6. Se condene a Antonio Vaek a la pena de cincuenta (50) aos de prisin, como autor mediato de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de Victoria Donda Prez, Federico Cagnola Pereyra, Mara Florencia Reinhold Siver, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Javier Gonzalo Penino Vias, Alejandro Sandoval Fontana y los hijos de Mara del Carmen Moyano y Carlos Simn Poblete y de Ana Rubel y Hugo Alberto Castro, diez hechos (art. 146 segn ley nro. 24.410), que concurran materialmente entre s y tambin en forma real art. 55 del C.Pcon el delito de alteracin del estado civil art. 139 inc. 2 del C.P -texto segn ley nro. 11.179-. 7. Se condene a Jorge Eduardo Acosta a la pena de cincuenta (50)
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aos de prisin, como coautor funcional de la sustraccin, retencin y ocultamiento de Victoria Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Javier Gonzalo Penino Vias, Alejandro Sandoval Fontana, Guillermo Prez Roisinblit y los hijos de Mara del Carmen Moyano y Carlos Simn Poblete y de Ana Rubel y Hugo Alberto Castro (once hechos) que concurran materialmente entre s y tambin en forma real art. 55 del CPcon el delito de alteracin del estado civil art. 139 inc. 2 del C.P. -texto segn ley nro. 11.179-. 8. Se condene a Jorge Luis Magnacco a la pena de diecinueve (19) aos de prisin, como coautor penalmente responsable de la sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, tratndose de Javier Gonzalo Penino Vias en concurso real con la supresin o alteracin del estado civil de un menor de diez aos arts. 55, 146 segn ley nro. 24.410- y 139 inc. 2 -segn ley nro. 11.179- del C.P. 9. Se condene a Eduardo Alfredo Ruffo a la pena de diecisiete (17) aos de prisin, por ser coautor del delito de sustraccin y ocultamiento de un menor de diez aos art. 146 del C.P segn ley nro. 24.410- en concurso real con alteracin del estado civil de ese menor en relacin a Anbal Simn Mndez Gatti arts. 139 inc. 2, ley nro. 11.179, y 45 y 55 del C.P. 10. Se condene a Juan Antonio Azic a la pena de veinticinco (25)
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aos de prisin, por ser coautor de los delitos de falsificacin ideolgica de instrumento pblico (de un certificado de nacimiento), en concurso real con falsificacin ideolgica de instrumento pblico (de una partida de nacimiento), en concurso ideal con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos, en concurso real con la sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos respecto de Victoria Donda Prez (arts. 293 -primer prrafo- segn ley nro. 11.179; 139 inc. 2 -ley nro. 11.179-; 146 segn ley nro. 24.410 y 45, 54 y 55 del Cdigo Penal). 11. Se condene a Vctor Alejandro Gallo a la pena de veinticinco (25) aos de prisin, por ser coautor de los delitos de falsificacin ideolgica de instrumento pblico (de un certificado de nacimiento) en concurso real con falsificacin ideolgica de instrumento pblico (de una partida de nacimiento), en concurso ideal con falsedad ideolgica de instrumento pblico destinado a acreditar la identidad (de un D.N.I.), todos ellos a su vez en concurso ideal con el delito de alteracin del estado civil de un menor de diez aos, en concurso real con la sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos respecto de Francisco Madariaga Quintela (arts. 293 -primer prrafo- segn ley nro. 11.179- y art. 293 primer y segundo prrafo en funcin del art. 292 ley nro. 20.642- y art. 139 inc. 2 -ley nro. 11.179-; 146 -ley nro. 24.410- y 45, 54 y 55 del Cdigo Penal. 12. Se condene a Ins Susana Colombo a la pena de catorce (14) aos de prisin, por ser coautora de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, en concurso real con el delito de alteracin del estado civil respecto de Francisco Madariaga Quintela (arts. 146 ley nro. 24.410-; 139 inc. 2 ley nro. 11.179-; 45 y 55 del C.P.) 13. En todos los casos, la Fiscala requiri que se aplicara la pena de inhabilitacin, accesorias legales y costas, de conformidad con los arts. 12 y concordantes del Cdigo Penal. Por otra parte, los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal requirieron que: Se revocaran las excarcelaciones de los acusados en los casos solicitados y se disponga su alojamiento en establecimientos dependientes del Servicio Penitenciario Federal.
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Se rectifique la partida de nacimiento de Anbal Simn Mndez para que en la misma se agreguen los datos de su padre biolgico, Mauricio Ral Gatti Antua, tal como lo explic en el caso concreto. Se rectifique la partida de nacimiento y la documentacin personal de quien se hallaba inscripta como Mara Florencia Lavia, para que se incluyeran los datos relativos a su verdadera filiacin, como hija de Susana Siver y de Marcelo Reinhold. Se rectifique la partida de nacimiento y la documentacin personal de quien se hallaba inscripto como Hilario Bacca, para que se incluyeran los datos relativos a su verdadera filiacin, como hijo de Liliana Carmen Pereyra y de Eduardo Cagnola. Se rectifique la partida de nacimiento y la documentacin
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personal de quien se hallaba inscripta como Mara Belen Estefana Gentile, para que se incluyeran los datos relativos a su verdadera filiacin, como hija de Rosa Lujan Taranto y Horacio Antonio Altamiranda. En todos estos casos, se solicit la previa celebracin de una audiencia con las personas involucradas en tales peticiones a fin de que se les informara de los alcances de la resolucin, los datos a rectificar y sean consultados sobre el nombre de pila con el que deseen ser inscriptos. Asimismo, se solicit que para instrumentar estas medidas se diera intervencin a la Unidad de Regularizacin Documental de las vctimas de violaciones a los Derechos Humanos del Ministerio del Interior (Resolucin nro. 679/2009). Se ordene la extraccin de testimonios para investigar la posible comisin de delitos por parte de Vicente Caccaviello, Alberto Mattone y Eduardo Jorge Luttini, por considerar que los nombrados haban prestado una colaboracin indispensable para la retencin, ocultacin y para la alteracin del estado civil cometido en perjuicio de Anbal Simn Mndez Gatti. Se ordene la extraccin de testimonios en relacin a Emilio Graselli, en virtud de la cantidad de testimonios brindados en el debate, entre los cuales destac los de Elsa Pavn de Grinspon, Mara Isabel Chorobik de Mariani y Estela De La Cuadra, que haban indicado que aqul tuvo detallado conocimiento de los crmenes cometidos durante la dictadura y que
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intent disuadir a las abuelas y familiares de la bsqueda de los desaparecidos, para que se investigara su posible complicidad en tales crmenes o eventualmente se lo investigue por el delito de encubrimiento, teniendo en cuenta la obligacin de denunciar que tena por ser funcionario pblico en su calidad de Capelln de la Armada y miembro del Vicariato castrense. Se remitan copias certificadas de la sentencia a los Juzgados Nacionales en lo Criminal y Correccional Federales nros. 2, 5 y 7 de esta ciudad, en el marco de las causas nros. 9201/99; 4183/10 y 9243/07 respectivamente.
F. El da 7 de mayo de 2012, comenz su alegato el defensor de Eduardo Alfredo Ruffo, Dr. Christian Carlet quien, como cuestin previa plante la nulidad del alegato de la Fiscala por considerar que se haba basado en elementos de prueba que no fueron incorporados a la causa nro. 1730, tratndose de las declaraciones testimoniales de Mariana Zaffaroni y de Gabriel Mazarovich que esa parte no pudo controlar y en consecuencia, postul que tambin era nulo el pedido de condena formulado respecto de Ruffo por afectacin de garantas constitucionales. Por otra parte, el defensor seal que la acusacin dirigida a Ruffo era arbitraria, porque en ella se sostuvo la supuesta participacin del nombrado en el operativo del da 13 de julio de 1976 en la casa de Sara Rita Mndez y en funcin de ello se le haba imputado a su asistido la sustraccin y el ocultamiento del menor. Asimismo, dijo que la participacin de su asistido en el centro Automotores Orletti se haba fundado en dos circunstancias, a saber: 1) La suscripcin del contrato de locacin del inmueble donde funcion
Automotores Orletti y 2) La condena recibida por su defendido en la causa n 1627 Guillamondegui del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1, donde fueron juzgados hechos ocurridos en dicho centro de detencin, la cual no se encontraba firme, y no obstante ello el Fiscal de Juicio tuvo por acreditada la intervencin de su asistido en la locacin de dicho inmueble. Prosigui diciendo que no exista elemento de prueba alguno para acreditar la sustraccin del menor el 13 de julio de 1976 por parte de Eduardo
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Alfredo Ruffo, y se pronunci en concreto sobre algunos de los elementos de prueba que fueron incorporados al juicio, algunos de los cuales consider que deban ser tachados de nulidad y otros que resultaban contradictorios o imprecisos. Sin perjuicio de lo expresado, el Dr. Carlet postul que los hechos imputados a Ruffo se hallaban prescriptos y que no era posible sostener su imprescriptibilidad con sustento en que deban considerarse delitos de lesa humanidad y aclar por ltimo que el caso endilgado a su defendido no formaba parte del plan sistemtico por el desprendimiento de este hecho al momento de tramitar ante el juzgado Federal n 7 Secretara n 13. En definitiva, la defensa de Eduardo Alfredo Ruffo solicit: 1. Que se declare la nulidad del alegato fiscal;
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2. Que se declare la extincin de la accin penal por prescripcin; 3. Se dispusiera la absolucin de Eduardo Alfredo Ruffo por no haber participado en los hechos por los que fue trado a juicio; 4. Que se tuviera presente lo peticionado y en consecuencia, se aplique el principio in dubio pro reo; 5. Se dispusiera la inmediata libertad del encartado, haciendo por ltimo las reservas de recurrir ante la Cmara Federal de Casacin Penal y del Caso Federal, ante la afectacin de garantas constitucionales.
G. A continuacin, produjo su alegato la defensora de Ins Susana Colombo, Dra. Lidia Rodrguez quien anticip que disenta con las posturas asumidas por las partes acusadoras, por entender que de las constancias colectadas en la etapa instructoria y de las obtenidas en el debate no haba sido probada inequvocamente y con la certeza que esta instancia requiere la responsabilidad penal de su asistida en los ilcitos que se le atribuyeron. En tal sentido, la defensora sostuvo que la conducta de Colombo no se adecuaba a los artculos 146 y 139 inciso 2 del Cdigo Penal, ya que no fue acreditado el dolo exigido por el tipo penal en cuestin y en cambio qued demostrada la falta de conocimiento por parte de su defendida sobre el verdadero origen de Francisco Madariaga hasta el momento en que conoci el resultado del examen de ADN que aqul se hiciera, por lo cual solicit la libre
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absolucin de Ins Susana Colombo en orden a los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos por los que fue acusada. Para fundar su pedido liberatorio, la Dra. Rodrguez sostuvo que la encausada haba actuado en un estado de necesidad disculpante que se hallaba contemplado en el art. 34 inciso 2 del Cdigo Penal, dndose en este caso el supuesto de la causal de inculpabilidad analizada. Subsidiariamente a dicho planteo, la letrada de la defensa particular solicit la libre absolucin de Ins Susana Colombo por aplicacin del beneficio de la duda.
H. El da 8 de mayo de 2012 produjeron su alegato los Sres. Defensores Oficiales de los imputados Vctor Alejandro Gallo y Juan Antonio Azic, Dres. Valeria Viviana Atienza y Maximiliano Nicols. En primer lugar, la Dra. Valeria Atienza sostuvo que no poda atribuirse a Juan Antonio Azic la conducta contemplada en el art. 139 inc. 2 del Cdigo Penal (conforme ley nro. 11.179), porque en oportunidad de revisar el auto de procesamiento la Cmara Federal haba considerado que el elemento subjetivo exigido por la citada norma no se haba acreditado y teniendo en cuenta que aqul no fue sobresedo por dicha conducta era posible que durante el debate se pudiera incluir esa conducta a travs del procedimiento establecido en el art. 381 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, remarcando que esa posibilidad no haba sido ejercida por ninguno de los acusadores en el debate y su tarda inclusin en los alegatos resultaba improcedente. Por consiguiente, la defensa dijo que la acusacin dirigida a Azic se bas en un hecho no trado a juicio donde adems no se utiliz el camino procesal que eventualmente pudo haberse utilizado, destacando que este planteo guardaba estrecha vinculacin con el principio de congruencia resumido en que nadie poda ser acusado por un hecho que no se incluy en el objeto procesal, ni por una conducta nueva que no se haya agregado a ese objeto procesal a travs del procedimiento que permita la ampliacin de la acusacin. Distingui respecto de la actuacin de la parte querellante que nuestra normativa procesal incluy a la querella como una parte adhesiva a la
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del Ministerio Pblico Fiscal y si bien era cierto que la querella poda ser considerada formalmente parte en los procesos penales en los que se investigaban delitos de accin pblica, eso no significaba que gozara de autonoma para fijar el objeto procesal. As, prosigui diciendo que la querella se excedi del marco fctico delineado por la Cmara Federal, y entendi que requiri la elevacin a juicio por una calificacin y no por un hecho, en tanto ese hecho no haba sido incluido por el titular de la accin pblica, ni por el rgano jurisdiccional que delimit el objeto procesal. Por lo expuesto, los Sres. Defensores Oficiales solicitaron que se rechazara por improcedente y por afectar los principios de congruencia, del debido proceso legal y del derecho de defensa en juicio, la acusacin que se
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dirigiera a Juan Antonio Azic en orden a la alteracin del estado civil de Victoria Donda Prez. Respecto de Vctor Alejandro Gallo, los defensores invocaron la garanta constitucional de igualdad ante la ley prevista en el art. 16 de la Constitucin Nacional, para sealar que tampoco era jurdicamente viable condenar a Gallo por la alteracin del estado civil de Francisco Madariaga Quintela, por los mismos fundamentos expuestos por la Cmara Federal al momento en que analiz los alcances de esa figura penal respecto de Juan Antonio Azic. En referencia a la primera conducta prevista en el art. 146 del Cdigo Penal sealaron que ni el Fiscal Delgado al requerir el juzgamiento de Azic, ni el Fiscal Basso al requerir el juzgamiento de Gallo, incluyeron en el objeto procesal la sustraccin de los menores. En otro orden, sostuvieron que an si la conducta tpica de retener y ocultar era considerada permanente, la pena mxima aplicable sera la prevista en la redaccin original del Cdigo Penal, esto es, 10 aos de prisin. Y que, teniendo en cuenta esa penalidad mxima y el tiempo transcurrido desde que los menores de los que se trat su retencin y ocultamiento cumplieron diez aos de edad, las acciones se encontraban prescriptas conforme con lo normado por el art. 62 inc. 2 del Cdigo Penal y por otra parte, que en virtud de lo normado en el art. 67 de mismo ordenamiento, los
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plazos de prescripcin se contabilizaban de manera independiente para cada delito, por lo cual, sobre la base de los motivos que expuso, requiri la absolucin de Juan Antonio Azic y Vctor Alejandro Gallo en orden a las imputaciones calificadas en los trminos del art. 146 del Cdigo Penal. Sin perjuicio de lo expresado, la Dra. Atienza hizo un anlisis de los momentos en los cuales, a su criterio, su asistido Gallo dej de cometer la retencin del menor que se le atribua para sostener que en cualquiera de esos casos la accin tambin se hallaba prescripta. Por ello, de conformidad con los arts. 62 inc. 2 y 67 del Cdigo Penal solicit la absolucin de Vctor Alejandro Gallo en orden a los delitos de retencin y ocultamiento de Francisco Madariaga Quintela, por encontrarse prescripta la accin penal a su respecto. Posteriormente, la defensa hizo un anlisis acerca del modo en que concurran las falsedades ideolgicas imputadas que comportaban una nica conducta junto con la retencin y ocultamiento del menor de diez aos previamente sustrado, postulando que entre ellas se haba dado un concurso ideal de delitos. En definitiva, consider que deba absolverse a sus defendidos por las falsedades ideolgicas que se les atribuyeron, en los trminos de los arts. 62 inc. 2, 63 y 67 del Cdigo Penal. Prosigui diciendo que nuestro ordenamiento jurdico no prevea, ni en el orden interno ni en el internacional, la tipificacin del delito de desaparicin forzada de personas, ni mucho menos la pena prevista para esa conducta, por lo cual no poda imponerse esa calificacin jurdica a las conductas atribuidas a sus asistidos. De manera subsidiaria, la defensa solicit que en caso de recaer condena sobre sus asistidos, stas sean impuestas de manera racional y ecunime, bajo los parmetros de determinacin judicial de las penas, en los trminos de los arts. 40 y 41 del Cdigo Penal. Asimismo, tambin en forma subsidiaria, dej tambin sentado el criterio de esa parte respecto de la ley aplicable a los hechos atribuidos por la acusacin.
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I. Los das 14, 15, 16 y 21 de mayo de 2012 produjeron su alegato los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Antonio Bignone, Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio. As, la defensa comenz pronuncindose en relacin a Jorge Rafael Videla en favor de quien como cuestin previa, formul tres planteos de nulidad. En lo concerniente a cuestiones de puro derecho, dej planteada la insubsistencia de la accin penal, lo cual analiz desde los supuestos de violacin del plazo razonable y de la cosa juzgada. Por otra parte, critic la imputacin endilgada a Videla, construida en torno a una autora mediata, adelantando que los hechos haban obtenido distinto nivel probatorio durante el juicio y que haba acusaciones
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desigualmente probadas en cuanto a su materialidad. Tras ello, expuso su criterio relacionado con la autora y participacin atribuida, conforme al derecho interno y al internacional. Culmin planteando la prescripcin de la accin penal en orden a la calificacin legal y otros temas de derecho internacional. Y, por ltimo, desarroll cuestiones atinentes a las pautas de mensurabilidad y determinacin de las penas que fueron solicitadas respecto de Jorge Rafael Videla. En definitiva, y concretamente en relacin a Jorge Rafael Videla; la defensa solicit que: 1. Se declare la nulidad de la resolucin dictada el 5 de marzo de 2012 que dispuso la incorporacin por lectura de declaraciones testimoniales (art. 123 del C.P.P.N. y art. 1 de la C.N.) por entender que aquella implic un excesivo relajamiento de los requisitos contenidos en los arts. 391 y 392 del ordenamiento procesal, habiendo incorporado por lectura testimonios prestados en procesos ajenos al presente y que fueron controlados por otros defensores, en los cuales el objeto procesal era distinto, y donde las escalas jerrquicas desdobladas en autores directos en algunas jurisdicciones y autores mediatos en otras, pudo haber generado que las respuestas de esos testigos hayan sido direccionadas hacia la defensa del autor directo; 2. Se declare la nulidad del alegato de la Dra. Alcira Elizabeth
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Ros en cuanto solicit pena respecto de Jorge Rafael Videla por los hechos que involucraban a Francisco Madariaga Quintela y a Victoria Moyano Artigas (arts. 166 y siguientes del C.P.P.N.); 3. Se declare la nulidad parcial del alegato de los representantes de la querella de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo en cuanto solicit la condena de Jorge Rafael Videla por varios hechos a ttulo de dolo eventual en violacin al principio de congruencia (arts. 166 y siguientes del C.P.P.N.); 4. Se declare la insubsistencia de la accin penal respecto de Jorge Rafael Videla en la presente causa por violacin a las reglas del plazo razonable y se disponga su absolucin por la totalidad de los hechos por los que fue elevada la causa a juicio (arts. 402 del C.P.P.N. y 18 de la C.N.); 5. Se haga lugar a la excepcin de falta de accin respecto de Jorge Rafael Videla por violacin a la garanta del ne bis in idem y a la cosa juzgada con relacin al objeto procesal de la causa nro. 13/84 y se disponga su absolucin por la totalidad de los hechos por los que fue elevada la causa a juicio arts. 1 y 402 del C.P.P.N.); 6. Subsidiariamente, de no tener acogida favorable la peticin de absolucin ntegra contenida en el punto precedente, se dispusiera la absolucin de Jorge Rafael Videla por el caso que involucraba a Anbal Simn Mndez o Simn Riquelo, por flagrante violacin a la cosa juzgada con relacin al objeto procesal de la causa nro. 13/84; 7. Se absuelva a Jorge Rafael Videla por no haberse acreditado con la certeza necesaria de una condena, la existencia de un plan sistemtico de sustraccin de menores bajo su dominio, careciendo de la calidad de autor mediato por aparato de poder que le fue imputada y por ende, de la responsabilidad por esos hechos, a lo cual sum la ausencia de receptacin legal de ese rtulo de atribucin de los hechos en el Cdigo Penal Argentino (arts. 402 del C.P.P.N. y 45 del C.P); 8. Para el caso de no darse acogida favorable al anlisis en general, se dicte expresa absolucin respecto del caso de Mara Macarena Gelman Garca por inaplicabilidad de la ley penal argentina so pena de incurrir en el dictado de un fallo (en caso de que sea condenatorio), nulo de nulidad absoluta, a lo cual sum la inviabilidad de una participacin necesaria mediata
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9. Subsidiariamente, se absuelva a Jorge Rafael Videla por prescripcin de la accin penal al no tratarse los casos de autos de desaparicin forzada de personas desde el plano del derecho interno e internacional, ni tratarse de hechos imprescriptibles segn la doctrina del Tribunal en el fallo Rei, siendo adems viable la declaracin de prescripcin desde el anlisis de derecho interno segn los distintos escenarios del anlisis presentados por esa defensa en su alegato (arts. 67 y siguientes del C.P. y 402 del C.P.P.N.); 10. Se declare la inconstitucionalidad del artculo 55 del Cdigo Penal segn ley nro. 25.928 aplicando el vigente al momento de los hechos imputados con un lmite punitivo de veinticinco (25) aos de prisin;
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11. Subsidiariamente, en caso de no tener acogida favorable los pedidos absolutorios formulados, se disponga el cumplimiento de la pena a imponer a Jorge Rafael Videla bajo la modalidad de arresto domiciliario (arts. 32 y siguientes de la ley 24.660); 12. Subsidiariamente en caso de no prosperar el pedido de arresto domiciliario, se disponga la permanencia de Jorge Rafael Videla en su actual unidad de detencin (U-34 del S.P.F.) por reunir las exigencias mdicas y humanitarias que el causante requera. Por otra parte, en relacin a Reynaldo Benito Antonio Bignone, los Sres. Defensores Oficiales requirieron que: 13. Se declare la insubsistencia de la accin penal respecto de Reynaldo Benito Antonio Bignone por violacin a las reglas del plazo razonable y se dispusiera su absolucin por la totalidad de los hechos por los que la causa fue elevada a juicio (arts. 402 del C.P.P.N. y 18 de la C.N.); 14. Se declare la nulidad parcial del alegato de la querella de Juan Gelman en cuanto solicit pena respecto de Reynaldo Benito Antonio Bignone por hechos por los cuales no se encontraba legitimado para hacerlo en su calidad de adherente (arts. 166 y siguientes del C.P.P.N.); 15. Se declare la nulidad parcial del alegato de la querella de Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela en cuanto solicit pena respecto de Bignone por hechos por los que no se encontraba
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legitimado para hacerlo dada su calidad de acusador adherente (arts. 166 y siguientes del C.P.P.N); 16. Se absuelva a Reynaldo Benito Antonio Bignone por no haberse probado ningn acto comisivo de los hechos imputados o relacionado con el objeto procesal de autos que fundara su responsabilidad penal por su ajenidad a los mismos (arts. 402 del C.P.P.N); 17. Para el caso de encontrarse vinculado a los hechos imputados por la aparente ley N 22.924, se absolviera a Reynaldo Benito Antonio Bignone por atipicidad de su comportamiento, ya sea por la absoluta inidoneidad del medio empleado o por el error de tipo alegado por la defensa (art. 402 del C.P.P.N); 18. Para el caso de considerar probada una tentativa de encubrimiento posible, se absuelva a Reynaldo Benito Antonio Bignone por prescripcin (arts. 62 y siguientes del C.P. y 402 del C.P.P.N.); 19. Para el caso de entender que el encubrimiento tambin constituye un delito de lesa humanidad y por ende imprescriptible, se aplique una condena por esa figura con la reduccin punitiva correspondiente a la luz de la tentativa y sus reglas; 20. Para el caso de considerar por parte de Bignone un acto constitutivo de aporte comisivo a los hechos enrostrados en los trminos del art. 146 del Cdigo Penal, se lo absuelva por prescripcin (arts. 62 y siguientes del C.P. y 402 del CP.P.N.); 21. Para el caso de considerar que la accin por ese delito no se encuentra prescripta, se lo considere desde la unicidad de accin, ms all de la pluralidad de vctimas, aplicando la pena en funcin de la ley al momento de la ejecucin y el cese de su conducta, previa a la reforma de la ley nro. 24.410; 22. Subsidiariamente, en caso de no tener acogida favorable los pedidos absolutorios formulados, que se disponga el cumplimiento de la pena a imponer a Bignone bajo la modalidad de arresto domiciliario, el cual se encuentra cumpliendo por temperamento del Superior, manteniendo as el pronunciamiento de la Sala III de la Cmara Federal de Casacin Penal (arts. 32 y siguientes de la ley 24.660); 23. De manera general, la defensa solicit que el Tribunal evale y
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se expida en los trminos del artculo 63 de la ley nro. 24.946 en lo atinente a la regulacin de honorarios por expresa directiva de la Defensora General de la Nacin; 24. Por ltimo, los defensores solicitaron la expresa y taxativa delimitacin por parte del Tribunal, de los puntos que seran materia de rplicas a partir de los alegatos de la defensa.
J. Los das 22; 23 y 28 de mayo de 2012 produjeron su alegato los Sres. Defensores Oficiales de Antonio Vaek y Santiago Omar Riveros, Dres. Nicols Toselli y Ariel Hernndez. En definitiva, la defensa solicit que: 1. Se declare la nulidad del alegato de la querella de Abel Pedro
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Madariaga y Francisco Madariaga Quintela en cuanto formul acusacin contra Santiago Omar Riveros, por violacin al principio de congruencia y al derecho de defensa en juicio, al mutar sorpresivamente la plataforma fctica que conform el objeto procesal del debate, tanto por la asignacin de responsabilidad penal en los trminos de una coautora funcional, como respecto de la variacin de la cantidad de conductas imputadas, con la consecuente absolucin del nombrado (arts. 166, 168 y 402 del C.P.P.N.; 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; art. 10 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos, art. 8 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos); 2. Se declare la nulidad parcial del alegato de la querella de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo y la que representaba a las querellantes individuales Enriqueta Estela Barnes de Carlotto, Rosa Tarlovsky de Roisinblit, Jorgelina Azzari de Pereyra, Cecilia Giovanola de Califano, Estela De la Cuadra, Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela en todo y cuanto hizo alusin a la situacin de Antonio Vaek con relacin a los hechos objeto del juicio respecto de los cuales no tenan legitimacin procesal para expedirse (artculos 168 y 402 del C.P.P.N., 18 y 75 inc. 22 de la C.N. y 8.2 de la C.A.D.H. y 14.3 del P.I.D.C.Y.P.); 3. Se declare la nulidad del alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros, en representacin de los querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y
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Carlos Vias, por cuanto aqul careci de la descripcin de los hechos imputados, y se atribuyeron conductas que no haban sido materia de imputacin primigenia y por total falta de fundamentacin en la asignacin de responsabilidad penal y en el pedido de pena contra Antonio Vaek, con el consecuente dictado de su absolucin (arts. 168 y 402 del C.P.P.N., 18 y 75 inc. 22 de la C.N., art. 10 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos, art. 8 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos); 4. Se declare la nulidad parcial del alegato del Ministerio Pblico Fiscal, por violacin al principio de congruencia y al derecho de defensa en juicio de Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek, por haber mutado sorpresivamente la plataforma fctica que conform el objeto procesal del debate al asignar responsabilidad penal sobre conductas que no haban sido objeto de imputacin primigenia y por la falta de fundamentacin lgica en la determinacin de los montos punitivos solicitados en ambos casos. Como consecuencia de lo expuesto, la defensa requiri que se dicte la absolucin de los nombrados (arts. 69, 166, 167, 168 y 172 del C.P.P.N., 18 y 75 inc. 22 de la C.N., art. 10 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos, art. 8 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos); 5. En el caso de que las peticiones de nulidad de las acusaciones no tuvieren acogida, se declare que, en relacin a los hechos imputados a Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek resulta aplicable el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional nro. 1002/1989 por el cual se indult a los
nombrados y en consecuencia, se dispongan sus absoluciones por aplicacin de la garanta constitucional que prohbe el doble juzgamiento (arts. 1 y 402 del C.P.P.N., art. 18 y 75 inc. 22 de la C.N., art. 8.4 de la Convencin Americana de Derechos Humanos y 14.7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos); 6. Subsidiariamente, se declare la prescripcin de la accin penal respecto de los hechos por los cuales se sometiera a juicio a Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek, disponiendo la absolucin de los nombrados. Todo ello en los trminos de los arts. 2, 59, 62, 63, 67, 146 y 139 inc. 2 del C.P; arts.1 y
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402 del C.P.P.N.; 18 y 75 inc. 22 de la C.N., arts.18 y 75 inc. 22 CN; art.II y XXVI de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; arts.7 y art.11.2 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos; arts. 9 y 24 de la CADH; arts. 3, 9, 14 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos); 7. Para el caso de considerar que la accin penal se encuentra vigente, se absuelva a Santiago Omar Riveros y a Antonio Vaek en orden a los hechos imputados en cada caso, debido a la falta de participacin de los nombrados en los sucesos traidos a juicio, por aplicacin del principio de la duda favorable (arts. 3 y 402 del C.P.P.N., 18 y 75 inc. 22 de la C.N.); 8. Para el caso de considerar que Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek deban responder penalmente por los delitos previstos en los arts. 146 y
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139 inc. 2 del C.P., se determine que entre ellos mediaba un concurso ideal de delitos y que sean aplicables en todos los casos las previsiones del Cdigo sustantivo segn la redaccin de la ley nro. 11.179, con el consecuente impacto en la determinacin de la pena segn la ley vigente al momento de los hechos (arts. 2, 139 inc. 2, 146 C.P., 18 y 75 inc. 22 de la C.N.); 9. En caso de declarar penalmente responsables a los
prenombrados, que se los eximiera de pena se les impusiera el mnimo de la pena legalmente previsto, por aplicacin del principio de humanizacin de la sancin penal y la particular situacin de vulnerabilidad en la que se encontraban Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek; 10. En igual sentido, para el caso de recaer condena a su respecto, se mantuviera la excarcelacin de sus defendidos por no haber existido elementos objetivos que razonablemente hayan indicado que los nombrados incumplirn sus obligaciones procesales y, se observe el efecto suspensivo de la articulacin de los recursos especficos que presentara esa defensa (arts. 280, 319, 442 del C.P.P.N, 14, 18, 28 y 75 inc. 22 de la C.N.; 11. 1 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos; 9.3 y 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos; 26 de la Declaracin Americana de Derechos y Deberes del Hombre; 8.2 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos; 84.2 de las Reglas Mnimas para el Tratamiento de los Reclusos; Ppio. 36.1 del Conjunto de Principios Para la Proteccin de Todas las Personas
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Sometidas a Cualquier Forma de Detencin o Prisin y Regla 6.1 de las Reglas Mnimas de las Naciones Unidas Sobre las Medidas no Privativas de Libertad); 11. Para el caso de que se revoquen las excarcelaciones concedidas con el dictado de la sentencia o lectura del veredicto, se disponga la efectivizacin de las detenciones en la modalidad de arresto domiciliario en los trminos de los arts. 11 y 32 inc. d) de la ley nro. 24.660; 12. Para el caso de que la sentencia adquiera firmeza e implique la aplicacin de una pena privativa de la libertad ambulatoria, que el cumplimiento de la sancin sea en la modalidad de arresto domiciliario, en los trminos del art. 32 inc. d) de la ley nro. 24.660 segn redaccin de la ley nro. 26.472; art. 10 del C.P. y art. 314 del C.P.P.N.; 13. Se tuvieran presentes las reservas de recurrir en Casacin y la oportuna introduccin del Caso Federal en relacin a la totalidad de los vicios denunciados, en los trminos del art. 14 de la ley nro. 48.
K. Los das 30 de mayo, 4 y 5 de junio de 2012 pronunciaron su alegato los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Eduardo Acosta, Dres. Eduardo Chittaro y Juan Tobas. Concretamente, esta defensa pblica solicit que: 1. Se declare extinguida la accin penal por prescripcin respecto de cada uno de los hechos por los que fue acusado Jorge Eduardo Acosta y, en consecuencia, se dispusiera su absolucin; 2. Subsidiariamente, se declare extinguida la accin penal por violacin al plazo razonable y, en consecuencia, se dispusiera la absolucin de Jorge Eduardo Acosta; 3. En forma subsidiaria, se declare la nulidad de todo lo actuado a partir de la contestacin de las querellas encabezadas por la Sra. Estela Barnes de Carlotto, respecto de las cuestiones preliminares del debate en la audiencia del da 15 de marzo de 2011 y en funcin de los principios de preclusin y progresividad, se dicte la absolucin de su asistido y de manera subsidiaria, se declare la nulidad del alegato de las querellas mencionadas; 4. Se declare la nulidad de los alegatos de la querella representada
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por la Dra. Alcira Elizabeth Ros y del Ministerio Pblico Fiscal y, por ende, se dicte la absolucin de Jorge Eduardo Acosta por la totalidad de los hechos por los que fue acusado; 5. Tambin en subsidio al punto que antecede, y sobre el alegato fiscal, requiri que se declare su nulidad, concretamente en relacin al caso Moyano-Poblete y, en consecuencia, se dispusiera la absolucin de Jorge Eduardo Acosta en orden a ese hecho; 6. Se absolviera a Jorge Eduardo Acosta por no haberse acreditado su intervencin en los hechos por los que se formul acusacin; 7. Se declare la nulidad del auto de fs. 1107 de la causa nro. 14.159/06 caratulada Hidalgo Garzn, Carlos y otra s/arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P. que luego tramit por ante el Tribunal Oral Federal n 3 de esta
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ciudad, bajo el n 1339. 8. Se declare la inconstitucionalidad del segundo prrafo del art. 55 del Cdigo Penal, segn ley nro. 25.928, declarndose de manera subsidiaria que el tope previsto por la citada norma era de 25 aos de prisin, conforme lo dispuesto por la ley nro. 26.200. Al finalizar, el Dr. Chittaro inform al Tribunal que, en funcin a lo previsto en el art. 63 de la ley nro. 24.946, hara las presentaciones correspondientes una vez que le fueran dadas las instrucciones que requiri a la Defensora General de la Nacin. Formul las reservas de recurrir en Casacin y del Caso Federal (art. 14 de la ley 48), respecto de cada uno de los planteos efectuados.
L. Los das 5 y 6 de junio de 2012 alegaron los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Luis Magnacco, Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio. En sntesis, esta defensa solicit que: 1. Se declare la nulidad parcial del alegato del Ministerio Pblico Fiscal por la mutacin fctica al formular reproche penal a Jorge Luis Magnacco como coautor funcional de los hechos imputados, infundado en los hechos y en derecho y en consecuencia, se dispusiera su absolucin, arts. 69 y 166 y 402 del C.P.P.N.;
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2. Se declare la nulidad del alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros con respecto a la acusacin que dirigiera a Jorge Luis Magnacco (arts. 166 y siguientes del C.P.P.N); 3. Se declare la nulidad parcial del alegato de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo en relacin a la mencin que realizara respecto de Jorge Luis Magnacco por no haber estado legitimada para hacerlo (arts. 166 y siguientes del C.P.P.N); 4. Se declare la insubsistencia de la accin penal respecto de Jorge Luis Magnacco por violacin a la garanta del plazo razonable y en consecuencia, se absolviera al nombrado, (art. 402 del C.P.P.N); 5. Se declare la insubsistencia de la accin penal respecto de Magnacco por violacin a la cosa juzgada, en virtud de la condena que el nombrado cumpliera en la causa nro. 9298 del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 4 de esta ciudad y en definitiva se dicte su absolucin (art. 402 del C.P.P.N.); 6. Se declare la extincin de la accin penal por prescripcin respecto de Magnacco y se absuelva al nombrado; 7. Se absolviera a Jorge Luis Magnacco por haberse limitado su conducta al acto mdico, consagrando la igualdad ante la ley y el derecho penal de acto por sobre el derecho penal de autor, desde los distintos anlisis efectuados con base a las categoras de la teora del delito, arts. 1, 16 y 18 de la C.N. y art. 402 del C.P.P.N.; 8. Subsidiariamente, en caso de recaer condena sobre Jorge Luis Magnacco se la unificara con la que fue aplicada en la causa nro. 9298/2000, art. 58 C.P.P.N., y se dicte una condena nica abarcativa de los hechos de ambos procesos, arts. 55, 56, 57, 58 del C.P.P.N.; 9. Se adopten las medidas necesarias para que sin obrar de manera compartimentada y estanca dentro de un mismo poder del Estado se ponga en conocimiento de los Magistrados del Fuero la necesidad de unificar y no fragmentar la persecucin penal de Magnacco, en clara afectacin de las reglas concursales en el caso de hechos paralelos o concomitantes, en observancia de la garanta de juzgamiento y plazo razonable y mejor administracin de justicia para un debido proceso legal, arts. 41, 42 C.P.; 55 y 58 del C.P.P.N. y 18 de la
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10. Se disponga el cumplimiento de la condena nica de Magnacco bajo la modalidad de arresto domiciliario, arts. 32 y sgtes. de la ley nro. 24.660; 11. Se tuvieran por formuladas las reservas de recurrir en Casacin y del Caso Federal, art. 14 de la ley nro. 48; 12. Subsidiariamente a las peticiones efectuadas por la defensa, se observe la aplicacin del efecto suspensivo previsto en el art. 442 del C.P.P.N.; 13. Se tuviera en cuenta en relacin a Jorge Luis Magnacco la peticin concerniente a la regulacin de honorarios de la defensa pblica oficial que fue planteada con anterioridad respecto de Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Antonio Bignone; 14. Se hicieran extensivas a los casos de Jorge Rafael Videla y
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Reynaldo Benito Antonio Bignone, las reservas de recurrir en Casacin y del Caso Federal introducidas en favor de Jorge Luis Magnacco y en igual sentido, la aplicacin del art. 442 del C.P.P.N.
M. Los das 6 y 7 de junio de 2012 produjo su alegato los Sres. Defensores Particulares de Rubn Oscar Franco, Dres. Luis Enrique Velasco y Luis Fernando Velasco. De manera general, la defensa comparti en lo pertinente, las posturas desarrolladas por los defensores pblicos que alegaron con anterioridad y afirm que la actividad desplegada a lo largo del juicio por la Fiscala y por las querellas sintetizada en sus alegatos no logr poner en duda el estado de inocencia del que gozaba su asistido. Puntualiz que la acusacin a Franco se centr en la circunstancia de haber sido Jefe de la Armada entre octubre de 1982 y diciembre de 1983; perodo durante el cual no tuvo lugar ninguna de las sustracciones de menores investigadas. Sostuvo que tampoco haba sido comprobada la alegada existencia de un plan sistemtico de apropiacin de nios. Critic la aplicacin de la teora de Claus Roxin para fundar la responsabilidad penal por autora mediata, sin que se hubiera analizado su receptacin en nuestra legislacin, concretamente, en el artculo 45 del Cdigo Penal.
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Siguiendo las bases de aqulla teora de autora mediata-, la defensa record que requera el dominio de la organizacin por parte del ejecutor para transmitir las rdenes ilegales, criticando que en el caso de Franco -quien fue Comandante en Jefe de la Armada desde el 19 de octubre del 82 hasta el 10 de diciembre del 83 form parte de la ltima Junta Militar-, se sostuvo que hizo posible que el accionar ilegal perpetrado por sus antecesores se ejecutara y se agotara sin correr riesgo de ser puesto al descubierto. Remarc que desde un principio la imputacin a Franco no estuvo relacionada con el ocultamiento de los menores o con su retencin, lo cual requera de un dominio especfico de su parte, lo cual no haba sido explicado por los acusadores. Prosigui diciendo que la acusacin apunt a Franco en su condicin de Integrante de la ltima Junta Militar y Comandante en Jefe de la Armada desde el 19 de octubre del 82 hasta el 12 de diciembre del 83 por la sustraccin de los menores, la retencin y el ocultamiento, as como la sustitucin de sus identidades de la totalidad de los casos descriptos y que ambos tipos penales se debieron aplicar segn la antigua redaccin pues las escalas penales fueron agravadas. Que la acusacin introdujo una modificacin de dicha plataforma luego de advertir que, tratndose la sustraccin de menores de un delito instantneo, no podan imputrsele los hechos a Franco. Destac la defensa que si se tena en cuenta que las sustracciones tuvieron lugar con anterioridad al ao 1982 de ninguna manera se lo poda acusar de ello a su defendido. Critic luego la adopcin de la figura de encubrimiento en lugar de la propuesta en el requerimiento fiscal de elevacin a juicio correspondiente a la alteracin de la identidad, quedando demostrado que tal encubrimiento tampoco ocurri. Al tiempo de plantear la prescripcin de la accin penal, la defensa interpret que, de acuerdo con el criterio fijado en la causa nro. 13 y por aplicacin de los principios de igualdad ante la ley y de aplicacin de la ley penal ms benigna, deba observarse igual temperamento respecto de su asistido, de quien destac que adems haba contribuido activamente a la recuperacin de la democracia en el pas.
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Expres que en el juicio qued demostrada la existencia dentro de las Fuerzas Armadas de normativas formales que precisaban las instrucciones a seguir respecto de los menores afectados por las operaciones relativas a sus padres, sin que haya sido probada la existencia de una normativa de hecho distinta de aqullas. Seal la defensa que si se pretendiese sostener la implementacin de normativas distintas de las regladas, tampoco poda afirmarse que Rubn Oscar Franco hubiera conocido stas, lo cual no fue demostrado pese al anlisis probatorio efectuado por la Fiscala de Juicio en su alegato. Agreg que, pese a que se sostuvo que debido a su posicin Franco no pudo desconocer la existencia de reclamos de menores efectuados en aqulla poca, se comprob la total falta de conocimiento de su asistido respecto de las vctimas de esos
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hechos y al destino de los nios, por lo cual tampoco tuvo la efectiva posibilidad de hacer cesar esos delitos. Acerca de la existencia de un plan sistemtico de sustraccin de menores, sealaron los defensores particulares que, de la totalidad de los elementos arribados nicamente se poda concluir en que, de haber habido un plan, ste no consisti en el apoderamiento de aqullos, sino en la entrega a sus familiares ms cercanos, lo cual fue avalado documentalmente y por diversos testimonios. Consideraron que tras el desarrollo del extenso caudal probatorio del debate slo existi una constante que fue la ausencia de imputacin respecto de su defendido y que Franco no fue mencionado por ninguno de los testigos que declararon en el juicio. En cuanto a las reglas del derecho internacional pblico sealaron que en l se mantiene la preponderancia del principio pro homine el cual impone al intrprete la obligacin de tomar aquel anlisis que resulte mas beneficioso para el hombre, principio que se basa en otro que afirmaba que las normas del derecho consuetudinario resultan de aplicacin subsidiaria frente a las normas de carcter local, y si a su vez stas tienen un standard de proteccin ms elevado, han de aplicarse con prevalencia respecto de los tratados internacionales. Concluyeron as en que resultaba aplicable lo dispuesto por el
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artculo 18 de nuestra Constitucin por sobre cualquier norma internacional que desconozca el principio de legalidad. Respecto de la denominacin de los delitos imputados como de lesa humanidad, expresaron los defensores que eso era absurdo en el caso de su asistido, teniendo en cuenta que los Comandantes en Jefes de cada una de las Fuerzas de seguridad del Estado que fueron los principales responsables de los lcitos cometidos en aqulla poca fueron juzgados como autores de delitos comunes, mientras que sus subalternos estaban siendo juzgados por delitos de lesa humanidad. Sostuvieron adems que no poda admitirse que los imputados en este juicio sean juzgados por una modalidad que al momento de los hechos no estaba descripta en ninguna normativa vigente en este pas. En tal sentido, expresaron que se manipul una tipicidad legal de manera arbitraria, contraria al principio de legalidad, teniendo en cuenta que las primeras leyes que previeron esas conductas eran la nro. 25.390 del 30 de noviembre del 2000 que aprob el Estatuto de Roma y la nro. 26.200 del 13 de diciembre de 2006 que implementaba las penas aplicables a dicha infraccin, en cuyo artculo 11 se dispona la imprescriptibilidad, las cuales no podan ser retroactivamente aplicadas en perjuicio de su asistido. Pusieron de resalto que Rubn Oscar Franco no haba permitido la formacin de los tribunales militares, no se opuso a la investigacin civil y en cambio se haba opuesto frreamente a la sancin de la ley de amnista. Que no poda imputarse un delito de caractersticas permanentes al accionar del nombrado partiendo slo de la realizacin del documento de 1983; resultado ilgico por otra parte, acusarlo como autor mediato de los hechos, atribuyndole en la actualidad un dominio sobre quienes sustrajeron a un menor. Sealaron que la calificacin de encubrimiento realizada por los Fiscales de Juicio, enmarcada en concurso ideal con la de sustraccin de menores, constitua un juego de palabras inadecuado, ya que su asistido no pudo haber sido al mismo tiempo encubridor y autor de la sustraccin porque quien encubre no participa de la accin, por lo cual la construccin efectuada en tales trminos no era posible.
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Agregaron que los acusadores no pudieron acreditar ningn caso en el cual, a partir del documento atribuido a Franco, alguien se vio imposibilitado de promover una accin penal tendiente a investigar el destino de algn menor del que se desconociera su paradero. En referencia a la violacin del plazo razonable, los defensores sealaron que no poda adjudicrsele a Franco ninguna responsabilidad por las demoras producidas en el proceso, ya que desde el ao 1983 estuvo a disposicin de la justicia y permanece sometido a un proceso penal hasta la actualidad, por lo cual se remitieron a los derechos establecidos a travs del artculo 75 inciso 22 que remita a los Pactos Internacionales de Derechos Humanos que imponan la obligacin de arribar a una resolucin judicial en un plazo razonable.
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En cuanto a la imputacin concreta sostuvieron los defensores que la sola realizacin del documento indicado no constitua prueba alguna de que Franco hubiera sido autor de los delitos imputados, convirtindose su accionar en atpico para el derecho penal desde el punto de vista subjetivo, mientras que desde lo objetivo tampoco poda considerarse que el nombrado haya tendido con aqulla declaracin a encubrir los delitos cometidos por sus
antecesores, quienes precisamente fueron perseguidos durante ese mismo gobierno militar. De manera subsidiaria, la defensa postul que la conducta atribuida a Franco tampoco poda ser calificada en el delito de encubrimiento, toda vez que no existi prueba alguna de que haya tenido efecto alguno en concreto en perjuicio de las investigaciones de las sustracciones de menores imputadas, lo que haca que cualquier tipo de avance investigativo sea inconstitucional, dado que de ningn modo se poda admitir que una imputacin penal recayera en un individuo por la simple condicin de pertenecer a una fuerza. En consecuencia, los Dres. Velasco solicitaron la libre absolucin de Rubn Oscar Franco en orden a todos los hechos por los cuales fue requerido a juicio. En relacin a la pena de prisin solicitada por la acusacin respecto de su defendido, entendieron que, tanto la forma como el tiempo de
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cumplimiento resultaban excesivos, por haberse pretendido la aplicacin de un mximo de la escala no previsto por la normativa imperante al momento de los hechos imputados, los cuales tuvieron lugar con anterioridad a la promulgacin de la nueva normativa, requiriendo que, en caso de recaer condena, la misma sea cumplida en la modalidad de arresto domiciliario. Por ltimo se avocaron a la excarcelacin oportunamente concedida a su defendido y dijeron que ms all de que el Tribunal adoptara una decisin contraria a la solicitada, se tuviera en cuenta su carcter provisorio, manteniendo su actual situacin procesal, por no existir riesgo procesal imputable a su asistido.
N. Los das 11 y 12 de junio de 2012 formularon sus rplicas los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal y todos los representantes legales de las partes querellantes, a excepcin de la que representaba a la querellante Sara Rita Mndez. Y seguidamente produjeron las dplicas la defensa particular de Eduardo Alfredo Ruffo, y los defensores oficiales de Vctor Alejandro Gallo, Juan Antonio Azic, Santiago Omar Riveros, Antoio Vaek y Jorge Eduardo Acosta. Mientras que en la audiencia del 13 de junio de 2012 produjeron las dplicas los defensores oficiales de Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Jorge Luis Magnacco y el defensor particular de Rubn Oscar Franco; de cuyos completos
pronunciamientos dan cuenta las actas de debate respectivas, las cuales en forma ntegra transcriben todo lo manifestado por las partes, por lo que hemos de remitirnos a ellas. Asimismo, en dicha jornada se concedi el derecho de formular una ltima manifestacin a Vctor Alejandro Gallo, quien sostuvo no tener nada ms que agregar al respecto. Por ltimo, los das 26 de junio y 5 de julio de 2012, los imputados fueron invitados a efectuar una ltima formulacin, expresando Reynaldo Benito Antonio Bignone, Santiago Omar Riveros, Jorge Luis Magnacco y Antonio Vaek que no tenan nada por decir. En cuanto a Jorge Rafael Videla, s expres su deseo de hablar y dijo que tiempo atrs en la ciudad de Crdoba haba prestado declaracin testimonial en torno a los hechos ocurridos en el pas en la dcada de los aos
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70, cumpliendo as con un deber inexcusable que le impona su conciencia frente a la malversacin de la verdad histrica respecto a lo ocurrido en aquellos aos, analizando la agresin terrorista de la que fue objeto nuestra patria con la intencin de hacerle cambiar su tradicional estilo de vida mediante la aplicacin sistemtica del terror, su integracin nativa, los refuerzos recibidos de la Unin Sovitica a travs de Cuba y sobre todo su grado de ferocidad en cuanto a la violencia desatada por el agresor.. citando para ello un artculo del diario The Times de Londres reproducido por el diario La Nacin el 2 de diciembre de 1977 y deca que se ha olvidado en el extranjero que cuando los militares argentinos lanzaron su campaa contra el terrorismo la sociedad y el estado estaban al borde del colapso.el terrorismo comenz a finales del ao 1961 y alcanz proporciones que hacen los secuestros en Alemania occidental y los disparos a las piernas de Italia como juegos de
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nios contra la sociedad., cuando la respuesta vino mucha sangre se haba derramado como para esperar de ella demasiada cautela, los terroristas italianos y germano occidentales no pueden ser comparados con la fuerza y ferocidad de los dos grupos argentinos, ambos actualmente casi aniquilados y que as, a su juicio, se cumpla con la consigna de Che Guevara cuando deca que por encima de todo, era preciso mantener vivo el odio intransigente al enemigo, odio capaz de llevar al hombre ms all de sus lmites naturales, y transformarlo en una fra, selectiva, violenta y eficaz mquina de matar, preguntndose Videla si conocern este detalle quienes, con ignorante orgullo lucen la figura de este nefasto personaje en tatuajes y remeras o lo que es peor, los que instalan su insultante rostro en un saln destacado de la Casa Rosada, o los que imponen su biografia edulcorada con dibujos infantiles para ser usada como texto obligatorio en la enseanza primaria... Luego, el declarante coment la respuesta del Estado Nacional que, ante el grado superlativo de violencia alcanzado por la agresin orden a sus Fuerzas Armadas mediante decretos dictados por el Poder Ejecutivo Nacional, salir a combatir al agresor en todo el territorio nacional como lo vena haciendo en forma limitada en Tucumn desde febrero de 1975 en la denominada Operacin Independencia. Manifest que a mediados de la dcada del 70 la Repblica Argentina hubo de afrontar de hecho y de derecho.. un conflicto blico interno, irregular en sus formas, de carcter revolucionario, con profunda raz ideolgica y alentado desde el exterior. Que as lo haba reconocido la Cmara
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Federal cuando dict sentencia en la Causa 13 sin hacer mencin a la figura de genocidio y a la existencia de delitos de lesa humanidad y de terrorismo de Estado. Agreg que la guerra responda a la modalidad de guerra revolucionaria y que fue iniciada por las mismas organizaciones terroristas contra su propio Estado encuadrada en el marco del conflicto descripto. Que en su declaracin indagatoria ya haba expuesto que la existencia de un plan sistemtico para la sustraccin de menores era una falacia, simplemente porque el mismo no existi, sino que por el contrario, haba ordenes escritas para proceder segn las circunstancias para restituir a sus familiares a algn menor que quedara desvalido ante la detencin de sus padres y que prueba de ello eran los casos de nios restituidos a sus familias y el fallo de la Cmara en la causa 13 donde expresamente se determin que tal metodologa jams existi, preguntndose que razn de ser pudo haber tenido dicho plan en el marco de la lucha librada contra el terrorismo. Jorge Rafael Videla prosigui diciendo que uno de los representantes de las querellas haba esbozado una descabellada respuesta a ese interrogante manifestando que la sustraccin despus del alumbramiento y su inmediata entrega clandestina a un tercero previamente seleccionado buscaba que no fuera infectado ideolgicamente, concluyendo en que esta suerte de violencia moral constitua un acto de genocidio. Que otra versin no menos disparatada era que la sustraccin de un menor luego de su alumbramiento y entrega a un tercero de confianza garantizaba cortar el vnculo fsico con la madre para encubrir su posterior desaparicin, lo cual tambin fue esbozado como acto de genocidio y luego descartado por su poca entidad numrica. Afirm que en ambos casos las aseveraciones que dieron pie a formular estas opiniones estaban fundadas en expresiones de personajes fundamentalistas conocidos con lo cual quedaban descalificadas y que si era cierto que todas las parturientas aludidas por querellas y Fiscala a quienes, aclar, respetaba como madres, eran militantes activas de la maquinaria del terror a la cual aludi, muchas de ellas usaron a sus hijos embrionarios como escudos humanos al momento de operar como combatientes textual-.
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Continu diciendo que no haba sido convenientemente explicado por las querellas y la Fiscala la existencia de un plan sistemtico para sustraer menores supuestamente ordenado por la autoridad mxima del Estado, circunstancia que le conceda el carcter de totalizador y que sus consecuencias se hubieran manifestado slo en la Capital Federal y en parte del Gran Buenos Aires, marcando esto como una contradiccin para dejar demostrada la inexistencia de tal plan, reconociendo en cambio que haban existido acciones autnomas y asistemticas. Afirm Videla que si tuvo lugar la sustraccin de un menor, ello no haba respondido a una orden ni a una convalidacin implcita de cualquier ndole, encuadrada en un plan sistemtico emanado de los mandos superiores de las Fuerzas Armadas en los aos de la guerra antiterrorista, y que los ms
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grave de aseverar la existencia de un plan sistemtico era el haber enrostrado al Ejrcito en forma indirecta la autora de aqul con una finalidad eminentemente poltica en forma tan mendaz, cuanto perversa, y que era su deseo reivindicar al Ejrcito Argentino, institucin seera de la Repblica de la que haba tenido el honor de ser su Comandante, de este agravio que se le infera en forma tan irracional como gratuita. Luego reiter que no reconoca al Tribunal como su juez natural y que haba cosa juzgada a su respecto, y que, enmarcado en un prolijo encuadrameinto formal este juicio amenazaba con convertirse en una farsa para satisfacer una decisin poltica de quienes gobernaban y requera de condiciones histrinicas que el mismo no posea y por ello se haba abstenido de alegar en una defensa que, a su juicio, no guardaba sentido y que por otra parte, con este juicio donde se haban desconocido las garantas del debido proceso y entre otras, la cosa juzgada y la irretroactiviad de la ley penal, se pretenda a travs de la sentencia a dictar la homologacin de una decisin poltica adoptada con sentido de revancha por quienes despus de haber sido militarmente derrotados ocupaban hoy los ms diversos cargos del Estado, y que frente a dicha realidad que no estaba en sus manos modificar, asumir bajo protesta la injusta condena que se le pueda imponer como contribucin al logro de la concordia nacional, la cual ofreca como un acto de servicio ms que deba prestar a Dios y a la Patria. Que con ello, pretenda cumplir con su
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conciencia y para finalizar expres su reconocimiento a sus defensores por su brillante y enjundiosa defensa en su caso y en especial por su calidad humana y comprensin. A continuacin, expres sus ltimas palabras Eduardo Alfredo Ruffo y manifest que desde que fue incorporado al juicio se haba preguntado qu hacia, comprendiendo dicho motivo el da en que el Fiscal lo haba acusado. En tal sentido, dijo Ruffo que ello se deba a lo que calific como un grave error cometido por l mismo, por haberse reunido con Michellini debido a que intent obtener algn dato sobre su padre y sobre el nio Simn Riquelo y le solicit su colaboracin, y por lo cual el dicente le aport una informacin que meses despus le permiti ubicar al menor y que se reencontrara con su madre luego de un cuarto de siglo. Afirm Ruffo que ese haba sido el error que lo tena en este juicio, el cual segn sus palabras por supuesto no se permitira ni se perdonara volver a cometer, dirigindose al Fiscal para expresarle que flaco favor les haba hecho a quienes estaban buscando a un nio porque si alguien haba tenido la idea de aportar datos para que alguna familia se reuniera con sus nios desaparecidos, seguramente luego de su alegato, haba descartado totalmente esa idea. Seguidamente, seal que cuando hizo esa gestin haba estado convencido de que no cometa ningn delito y a propsito del pacto de silencio al que aludiera la Fiscala dirigindose a sus representantes nuevamente neg enfticamente que existiera un pacto tal entre los miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad relacionado con la guerra contra el terrorismo afirmando que el nico que exista era el que ustedes promovan con actitudes como sta, y que deseaba responder a lo que consider un insulto por parte de la Fiscala cuando seal que haba tenido la desfachatez de decir que tena un hijo, indicando que tal insulto se le profiri por ignorancia o por discriminacin, respondiendo el dicente afirmativamente que tena un hijo llamado Alejandro Alfredo Ruffo que haba sido legalmente adoptado en 1995 cuando ya tena 19 aos de edad, agregando para eliminar cualquier tipo de sospechas al respecto que el ADN se encontraba registrado en el Banco
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A su turno, Jorge Eduardo Acosta dijo que deseaba rendir homenaje a todas las vctimas genuinas de la guerra civil revolucionaria trotskista, a las cuales les haban ordenado participar cumpliendo rdenes mas all de lo normal por parte de sus superiores, invocando luego el art. 514 del Cdigo de Justicia Militar para sostener que era imposible que Jorge Luis Magnacco hubiera participado de actos de servicio y de partos supuestamente realizados sin orden de un superior jerrquico que en la cspide del organigrama correspondiente a un Grupo de Tareas 3.3 no tuviera un Oficial del Cuerpo de Combate y ello, aclarando el dicente que lo haba conocido tiempo despus de finalizada su carrera naval. Que as era el desempeo en la escala de mandos de la Armada y seal que era totalmente ajeno a los actos
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de otros inferiores jerrquicos que eran imputados en este juicio. Respecto de esos procedimientos, Acosta indic que era ajeno a decisiones de superiores suyos y que sa era la verdad, su verdad de lo vivido, que el tiempo poda afectar la memoria de esos acontecimientos pero la naturaleza humana era la razn de ello, opinando que en funcin de lo expuesto, la memoria aportaba a la desunin. Prosigui diciendo que as como estaba implementada la persecucin jurdica meditica arbitraria en el pas, el Tribunal que decidiera absolverlo sera perseguido con ms intensidad a la que lo hicieron con l. Tras ello, agreg que se senta afectado por el acotamiento de tiempo concedido para ejercer su defensa y que slo quera mostrar que haba actuado correctamente en cumplimiento de la subcultura en la que estaba sometido o en las circunstancias que arrebataron sus horas, tiempos, nada ms que por su participacin en una guerra civil revolucionaria en cuyo marco era generalizadamente desconocido hasta en el glosario especializado, intentando no separarse de los valores morales, del bien que estaba inserto en el respeto por el cumplimiento de las virtudes de la prudencia, templanza, fortaleza y justicia. Que quera dejar a sus seres queridos y al pueblo argentino como aporte a la verdadera historia que una, que lo que se haba dicho sobre el involucramiento de la Unidad de Tareas 3.3.2 en el plan sistemtico resultaba inexacto y su participacin en aqul resultaba imposible, porque era una accin
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mala que el dicente jams pudo haber realizado, y que tan slo haba participado de la alegra de que los nios haban sido reintegrados a sus familiares, citando como ejemplo el caso de Ana Mara Mart. Acosta culmin diciendo que haba sido Jefe de Tareas y que no haba tenido nada que ver con los Comandos y tras ello, hizo una resea de diversas circunstancias a fin de exponer el agravamiento de su situacin personal desde su detencin y de la actuacin de las Fiscalas y de los querellantes quienes, segn sus trminos, haban recurrido a mamarrachos para sostener versiones inverosmiles acerca de su participacin en hechos de los cuales el dicente dijo ser ajeno. Luego, hizo uso de la palabra el imputado Juan Antonio Azic quien dijo que slo deseaba agradecer a sus abogados por la labor en su defensa y solicit al Tribunal que hiciera la justicia que corresponda en su caso. El da 5 de julio de 2012 fueron invitados a formular sus ltimas palabras Rubn Oscar Franco e Ins Susana Colombo, respondiendo el primero que no tena nada que decir, mientras que s se pronunci la ltima. As, Ins Susana Colombo quiso dejar aclarado al Tribunal que siempre haba actuado con honestidad, que sus prioridades haban sido sus tres hijos. Destac que en ningn momento supo que Francisco era hijo de desaparecidos y la puso muy felz el hecho de que aqul encontrara a su padre y a su familia aunque la dicente lo haba perdido a l, explicando que hizo todo lo que pudo, aunque no crea haber logrado nada porque le quedaron heridas muy profundas y que deseaba que el Tribunal tuviera en cuenta que en su condicin de madre, siempre haba tratado de mantener a sus hijos en las mejores condiciones.
Y CONSIDERANDO:
I. NULIDADES INTRODUCIDAS POR LAS DEFENSAS: Bajo este acpite, se agruparn los distintos planteos de nulidad que fueron introducidos por las defensas de los imputados, siendo ordenados
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para el anlisis de cada uno de ellos segn la ndole de su objeto y por consiguiente, dndoseles un tratamiento nico a las que resultaron comunes a diversas partes.
a. Planteos de nulidad articulados sobre el alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros: Los Sres. Defensores Oficiales plantearon en cada caso y en relacin a Jorge Rafael Videla, Jorge Luis Magnacco, Antonio Vaek y Jorge Eduardo Acosta, la nulidad absoluta del alegato formulado por la Dra. Alcira
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Elizabeth Ros, en representacin de las querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Carlos Vias; Norma Quintela Dallasta y Mara Victoria Moyano Artigas. a.1. En los casos de Jorge Rafael Videla y Jorge Luis Magnacco, la defensa pblica fund su pedido de nulidad de ese alegato, en que la Dra. Ros no se haba expedido de manera suficiente y motivada sobre la acusacin que les dirigi a los nombrados, pese a lo cual, a travs de ella haba exteriorizado una elevada pretensin punitiva sobre ambos. En tal sentido, los defensores indicaron que el alegato en cuestin careca de sustento fctico y tcnico y que en definitiva, coloc a los imputados en una situacin de indefensin por haberse afirmado que los hechos de los que fueron vctimas Francisco Madariaga Quintela y Mara Victoria Moyano Artigas atribuidos a Jorge Rafael Videla y, por otro lado, el correspondiente a Javier Gonzalo Penino Vias enrostrado a Jorge Luis Magnacco, formaban parte del supuesto plan sistemtico de sustraccin de menores, sin que la letrada de la querella hubiera explicado el objeto de ese plan. En concreto, sostuvieron que la Dra. Ros no desarroll las aristas fcticas de la cuestin planificada, tampoco explicit la posicin de Videla en dicho contexto, ni indic cul habra sido el mvil de sus actos, pese a lo cual, haba inferido esas circunstancias de los alegatos de las partes acusadoras que la precedieron en su pronunciamiento.
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Con sustento en que la defensa se deba realizar sobre una base concreta y conocida de acusacin, los Dres. Fillia y Di Meglio consideraron que sta deba rechazarse por resultar incierta e imprecisa. Por otra parte, los defensores destacaron que al momento de argumentar y calificar jurdicamente la conducta de Jorge Rafael Videla, la letrada de la querella postul su encuadre legal en el artculo 146 del Cdigo Penal, segn el texto de la ley nro. 24.410, en orden a los hechos correspondientes a Francisco Madariaga Quintela y Mara Victoria Moyano Artigas, por los cuales le asign la ejecucin de los tres verbos tpicos, encuadrando a su vez esa misma conducta en la figura tpica prevista en el art. 142 inc. 5 del Cdigo Penal, efectuando un pedido de pena de cincuenta aos de prisin a partir de un esquema concursal acorde con lo establecido por el actual art. 55 del Cdigo Penal, generando incertidumbre a la defensa sobre el hecho en particular por el cual postul la aplicacin de ltimo tipo penal referido, sin ser aclarado si hizo ello en relacin al menor nacido en cautiverio o en relacin a la figura de la madre, no conformando esto ltimo el objeto del juicio. Asimismo, respecto de Jorge Luis Magnacco, la defensa seal que la Dra. Ros le haba endilgado la misma calificacin legal que a Videla, lo cual dificult el ejercicio de la defensa debido a la incorporacin de una figura tpica que resultaba extica frente a las que fueron aludidas por los restantes acusadores, tratndose de la privacin ilegtima de la libertad prevista en el art. 142 inc. 5 del Cdigo Penal, y que adems en este caso requiri la imposicin de una pena de veinticinco aos de prisin, lo cual demostraba una incoherencia aritmtica teniendo en cuenta la sancin penal mxima establecida para cada una de ellas. a. 2. En relacin al imputado Antonio Vaek, sus Defensores Oficiales tambin plantearon la nulidad del alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros en representacin de los querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Carlos Vias, cuestionando en particular la acusacin que aqulla dirigi a su asistido. En tal sentido, los Dres. Toselli y Hernndez sostuvieron que la letrada de la querella haba omitido en su alegato hacer referencia alguna a la
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acusacin,
careciendo
ese
pronunciamiento de una clara y precisa relacin de los hechos que la motivaron. Como aspecto central de su peticin de nulidad, la defensa critic la utilizacin por parte de la Dra. Ros de la expresin est todo probado, argumentando que ello no la exima de su obligacin de fundamentar cada uno de los extremos sobre los cuales respald su afirmacin, requisito indispensable para brindar las herramientas necesarias para el ejercicio de una correcta defensa y tornar efectiva la garanta de defensa en juicio de Antonio Vaek. Sostuvo que la misma situacin se haba verificado en el momento de la determinacin de la responsabilidad penal de Vaek y su grado de
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participacin en los hechos, ya que al evaluar este tpico, la Dra. Ros expres que luego de los fallecimientos de Emilio Eduardo Massera y Hctor Antonio Febrs, quedaron como responsables Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta y Jorge Luis Magnacco y afirm que la cadena de mandos estaba perfectamente establecida, sin explicar mnimamente los datos concernientes a tal contundente conclusin, ni cual habra sido la posicin de su defendido en esa terica cadena de mandos. Por otra parte, la defensa de Vaek se agravi en punto a la pena solicitada por la Dra. Ros, por considerarla carente de fundamentacin, toda vez que no expuso ningn motivo para avalar la aplicacin de los lmites represivos de la ley nro. 24.410 para las conductas calificadas en los artculos 139 y 146 del Cdigo Penal, cuando deba tenerse en cuenta que dicha norma no rega al momento de los hechos imputados y que esa querella haba sido la nica que propuso ese criterio de aplicacin normativa. Asimismo, los Dres. Toselli y Hernndez sostuvieron que en el alegato impugnado tampoco se haba fundamentado el modo en el cual se hicieron concurrir los delitos imputados y que la Dra. Ros directamente requiri la imposicin de una pena de veinticinco aos de prisin para Antonio Vaek limitndose a decir que era la suma de la calificacin legal que le corresponde.., lo cual no poda conformar el fundamento para graduar ese pedido, mxime cuando se trataba de una sancin de extrema gravedad, por lo
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que en definitiva, la omisin de trasmitir los fundamentos de dicha conclusin -la sumatoria de todos los mximos legales-, haba tornado estril cualquier argumento en contrario de la defensa por carecer de elementos concretos para rebatir. Por ltimo, los defensores puntualizaron que otro motivo para anular este alegato se vinculaba con la violacin al principio de congruencia ya que al requerir la elevacin a juicio, la Dra. Ros haba calificado la conducta de Antonio Vaek como constitutiva de los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos y alteracin del estado civil y al momento de alegar, sorpresivamente agreg a su acusacin la figura de la privacin ilegal de la libertad prevista en el art. 142 inc. 5 del mismo ordenamiento, imputacin que, ms all de ser novedosa, afectaba a la defensa del imputado ya que nunca haba sido indagado por ese delito, debiendo encargarse los defensores de rechazar una imputacin por una conducta concreta y en relacin a un hecho que no inclua aqul delito, situacin que se vio agravada por la omisin de la letrada de la querella de acreditar el aporte realizado por Antonio Vaek a la atribuida privacin ilegal de la libertad y de identificar el sujeto pasivo de esa conducta. Por lo expuesto, la defensa concluy en que la acusacin de la Dra. Ros que representaba a los querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias y Carlos Vias, no reuna mnimamente los datos inherentes a la descripcin de los hechos, a la participacin de su asistido, y al encuadre legal de las conductas atribuidas, encontrndose afectado el principio de congruencia. a.3. Los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Eduardo Acosta, Dres. Eduardo Chittaro y Juan Tobas, plantearon la nulidad del alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros referido al caso de Javier Gonzalo Penino Vias del proceso nro. 1604, por entender que aqulla no haba fundamentado los aspectos fcticos de la imputacin que dirigiera a su asistido, sindicndolo directamente como el Jefe de la maternidad clandestina de la E.S.M.A., adhiriendo en lo pertinente a los fundamentos expuestos por sus colegas de la defensa pblica en punto a los cuestionamientos sobre la calificacin legal seleccionada y al pedido de pena solicitado contra su asistido. En tal sentido, la defensa postul que la Dra. Ros se haba
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limitado a mencionar los artculos 139 inc. 2 y 146 del Cdigo Penal, ambos segn la ley nro. 24.410 y agreg el delito de privacin ilegtima de la libertad previsto en el art. 142 inc. 5 del citado Cdigo, omitiendo esbozar mnimamente las razones que sustentaban dicha significacin jurdica. En consecuencia, los Dres. Chittaro y Tobas sostuvieron que aquella ltima figura legal haba sido introducida en forma novedosa y por ende, resultaba invlida, porque Acosta haba llegado al debate acusado por esa querella en orden a una calificacin legal distinta, ceida a los dos primeros tipos penales mencionados. Del alegato de la Dra. Ros criticaron tambin que se requiri la imposicin de una pena de veinticinco aos de prisin para Jorge Eduardo Acosta con el nico fundamento de ser la suma de la calificacin legal que le
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corresponda, sin explicar los motivos, ni como operaban y repercutan cada una de las figuras aludidas en dicha sumatoria final, lo cual afectaba el derecho de defensa, tornando imposible su ejercicio frente al desconocimiento absoluto de los fundamentos para avalar la posicin acusatoria en dichos tpicos.
b. Planteos de nulidad del alegato de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo: b.1 La defensa oficial de Jorge Rafael Videla plante la nulidad parcial del alegato de los representantes legales de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, puntualmente de lo referido a la acusacin dirigida contra el nombrado, siendo objeto de su agravio la modificacin sobre la forma de la atribucin de ciertos hechos ilcitos a aqul imputados, violndose el principio de congruencia. Sobre dicha cuestin, los Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio evocaron que, desde el inicio del proceso la imputacin a su asistido haba versado en la implementacin de un plan sistemtico para la apropiacin de los hijos de desaparecidos durante la dictadura con un objeto ideolgico, para lo cual habran sido fundamentales las rdenes de Jorge Rafael Videla como figura central de la cpula y que a lo largo del juicio se le haba reprochado haber impartido ese tipo de directivas. Explicaron que en tal direccin se traz la defensa del imputado y
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orientado el anlisis probatorio respectivo, debiendo modificar la estrategia defensista durante el juicio, en virtud de que los acusadores soslayaron cualquier logro por el que la defensa refut algn punto casustico de la planificacin postulada, introduciendo la querella una modificacin
sumamente agraviante para la defensa en punto al nivel de atribucin de responsabilidad penal de Jorge Rafael Videla ya que plante una morigeracin de la calidad jurdica del vnculo originariamente asignado respecto de algunos hechos del muestreo total. Concretamente, la defensa critic que la querella acusara a Videla de ser autor por va del dolo eventual respecto de los casos de nios que fueron encontrados en los domicilios donde se realizaron los operativos (Paula Eva Logares, Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas), y que tal cambio no tuviera correlato en la mensuracin de la pena propuesta, que fue solicitada por el mximo punitivo posible. Analiz la defensa que la figura de autor de dolo eventual en la configuracin de un plan sistemtico no se corresponda con las estrategias desarrolladas, y supuso que la intencin de la querella consisti en dejar afuera los hechos indicados a fin de reducir el planteo sistmico exclusivamente a los casos de los nios nacidos durante el cautiverio de sus madres, pretendiendo as modificar la exigencia probatoria que los hechos requeran bajo una figura distinta. En definitiva, los Dres. Fillia y Di Meglio sealaron que estableciendo el supuesto del dolo eventual, la querella pretendi atribuir a Jorge Rafael Videla aquellos hechos con un ttulo inferior al de planificador de la ultrafinalidad ideolgica, mutando la forma de intervencin del imputado en ellos, lo cual constitua una violacin al principio de congruencia por entender que se haba modificado la base fctica sobre la cual se despleg la estrategia defensista. b.2. Asimismo, los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Luis Magnacco, plantearon la nulidad parcial del alegato de los representantes de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo. De manera general, Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio adhirieron a la postura precedente de sus colegas de la defensa pblica Dres.
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Hernndez, Toselli, Tobas y Chittaro respecto de la falta de legitimacin de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo y expresaron que sta haba incurrido en un exceso en su exposicin acusatoria porque aleg en relacin a Jorge Luis Magnacco. Puntualizaron que el agravio concreto para la defensa residi en la intromisin de esa querella en esferas en las cuales no estaba facultada a ingresar, ya que esa parte no estaba legitimada para formular una acusacin sobre su defendido, ni siquiera en relacin al caso de Javier Gonzalo Penino Vias o al parto de su madre Cecilia, y no obstante ello, durante el desarrollo de su alegacin referida a la E.S.M.A, hizo mencin a distintas intervenciones de Jorge Luis Magnacco, realizando valoraciones probatorias que generaron confusin sobre el rol que los testigos le asignaron al nombrado, excediendo el
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objeto procesal, situacin que afectaba el efectivo y concreto derecho de defensa en juicio. Asimismo, record la adhesin que esa defensa pblica hizo en la etapa preliminar del juicio al planteo de nulidad introducido por su colega Dr. Chittaro, respecto de la intervencin de esa querella que haba omitido formular el requerimiento de elevacin a juicio, solicitando el apartamiento de su rol de acusadores en todos los casos en los que se verific dicha omisin y as entendi la defensa que en aquella oportunidad el Tribunal haba adoptado una decisin de mediano alcance dejando supeditada la resolucin definitiva de la cuestin a la efectiva acreditacin en alguna instancia de un perjuicio concreto. Por tal motivo, la defensa consider que el gravamen exigido en ese momento por el Tribunal se haba configurado, ya que esa querella slo estaba facultada para acusar a Jorge Rafael Videla y a Rubn Oscar Franco por el caso de Francisco Madariaga Quintela y con alcance adhesivo al Sr. Fiscal. Recordaron los defensores que la querella afirm que la intervencin de Magnacco se haba extendido ms all del caso que le fue atribuido y se explay respecto de casos que no estaban relacionados con la imputacin originaria de la causa. Al respecto, sealaron que lo ms grave fue la afirmacin de que en la E.S.M.A exista un staff mdico que tena como funciones controlar el
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estado de salud de los detenidos para garantizar una mayor cantidad de tiempo de tortura e interrogatorios y que adems realizaban controles ginecolgicos y atendan los partos clandestinos, conformado por los mdicos Magnacco, Capdevilla y Arias Duval, entre otros. Por lo expuesto, la defensa consider que el alegato de la querella deba ser anulado por haber violado los lmites impuestos por el Tribunal, resultando excesivo y que toda consideracin relativa a la E.S.M.A deba ser descartada por generar una grave lesin al derecho de defensa del imputado. b.3. Por otra parte, los Sres. Defensores Oficiales de Antonio Vaek solicitaron que se declare la nulidad parcial del alegato de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, puntualmente de la acusacin dirigida al nombrado, por considerar que aqulla haba excedido su marco de actuacin en el debate, violando el derecho de defensa en juicio. En tal sentido, los Dres. Toselli y Hernndez dejaron en claro que al inicio de su alegato la querella haba manifestado que Antonio Vaek no estaba incluido entre quienes seran acusados por esa parte, lo cual implic que se eximiera al imputado de concurrir a las respectivas audiencias del juicio, y pese a ello, al dar tratamiento a los hechos ocurridos en la E.S.M.A, la querella sindic a Antonio Vaek como uno de los que ejercan las distintas jefaturas de la cadena de mandos, infringiendo los lmites de su actuacin. Remarc la defensa que el agravio mayor se bas en la referencia que la querella hiciera acerca de la responsabilidad de Antonio Vaek en los hechos de la E.S.M.A, para lo cual analiz distintas pruebas con la finalidad de fundar su responsabilidad penal en ellos. Agreg que la excusa brindada por esa querella para mencionar a Vaek invocando la pertinencia de tal mencin con el pretexto de demostrar una postura coherente en relacin a la intervencin del imputado Jorge Rafael Videla-, no justific dicho exceso de actuacin, ya que esa parte se encontraba inhibida de alegar en la causa nro. 1351 por los hechos de la E.S.M.A, hallndose facultada para tratar esa causa nicamente en relacin al caso de Francisco Madariaga Quintela. En definitiva, los Dres. Toselli y Hernndez concluyeron en que el pretexto de la querella sobre la necesidad de evaluar todos los casos a fin de
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contextualizar la imputacin en el marco de un plan sistemtico de apropiacin de menores, en realidad encubri la pretensin de paliar su omisin de requerir la elevacin a juicio en el proceso nro. 1351, realizando as un verdadero alegato acusatorio con el detalle de cada una de las pruebas que sostenan su hiptesis y el anlisis de la responsabilidad penal de Antonio Vaek, conculcando su derecho de defensa, afectacin que se produjo ms all de que la querella no formulara un concreto pedido de pena para el nombrado, porque el anlisis desarrollado tuvo suficiente entidad para generar conviccin en el Tribunal. b.4. Los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Eduardo Acosta, Dres. Eduardo Chittaro y Juan Tobas plantearon la nulidad de los alegatos de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo y de la que
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representaba a Elsa Pavn de Grinspon, Rosaria Isabella Valenzi, Mara Isabel Chorobik de Mariani y Sara Rita Mndez. En primer lugar, la defensa record el pedido de nulidad que efectu con anterioridad sobre el decreto obrante a fs. 15.490 de la causa nro. 1351 en cuanto orden correr la vista del art. 354 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin a las querellas que no requirieron la elevacin a juicio, el cual fue rechazado por el Tribunal mediante la resolucin dictada el 14 de diciembre de 2010. Expres que tambin haba dejado aclarada su postura a travs de una de las cuestiones preliminares que plante en el debate, intentando demostrar la existencia de un impedimento para su inicio en razn de que la resolucin del Tribunal no se encontraba firme en ese momento. En definitiva, la defensa sintetiz que el Tribunal haba establecido que esas querellas no podan alegar de conformidad con el art. 393 del ordenamiento ritual y que la defensa no haba demostrado el perjuicio invocado en dicha oportunidad. Por lo expuesto, los Dres. Chittaro y Tobas destacaron que, pese a la expresa prohibicin del Tribunal, la querella haba alegado en relacin a los hechos imputados a su defendido, por los cuales no haba requerido la elevacin a juicio y se expidi sobre la responsabilidad de Jorge Eduardo Acosta explayndose sobre su rol en la E.S.M.A, habiendo afirmado que aqul
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tena conocimiento de la existencia de una maternidad clandestina en ese lugar, siendo irrelevante a criterio de los defensores y, a los fines de reparar el perjuicio invocado, que esa querella no hubiera acusado ni formulado un pedido de pena respecto del nombrado. Remarcaron los letrados que ese era el perjuicio del cual previnieron en su originaria solicitud de nulidad, ya que la intervencin autnoma de esas querellas en los hechos por los cuales no requirieron la elevacin a juicio influa de manera decisiva en la sentencia a dictarse. En consecuencia, la defensa solicit en primer lugar que se declare la nulidad de todo lo actuado por esas querellas en el debate a partir del da 22 de marzo de 2010, desde que stas contestaron las cuestiones previas introducidas por esa defensa pblica, nulidad que en su opinin, deba extenderse a sus alegatos, como asimismo, al alegato de la Fiscala de Juicio por considerar que se hallaba contaminado en funcin de las pruebas que fueron analizadas en ese contexto, y ello, en virtud de los principios de preclusin y progresividad de los actos procesales. En forma subsidiaria, los Dres. Chittaro y Tobas plantearon la nulidad de los alegatos de las querellantes mencionadas, en todo cuanto dieron tratamiento a los hechos que habran tenido lugar en la E.S.M.A y a la intervencin de su defendido Jorge Eduardo Acosta.
c. Planteos de nulidad de los alegatos de los representantes legales de los querellantes Juan Gelman; Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela y de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal: c.1. Los Sres. Defensores Oficiales de Reynaldo Benito Antonio Bignone solicitaron que se declare la nulidad parcial de los alegatos de los representantes legales de Juan Gelman y de Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela. En primer lugar, cuestionaron la legitimacin activa de ambos querellantes, calificando de irregular su situacin frente a otras querellas del proceso. Los Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio sostuvieron que
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las querellas cuestionadas excedieron su facultad imputativa, la cual era adherente a la de la Fiscala de Juicio y no respetaron el marco fctico delimitado por sta en su alegato, ya que no se haban sujetado a la reduccin fctica que fue postulada en relacin a Bignone. En tal sentido la defensa evoc el alcance reconocido a esas querellas por el Tribunal en la audiencia del 11 de febrero de 2011, habindoseles conferido la posibilidad de alegar, aunque, dentro del marco fctico propuesto por la Fiscala en su requerimiento de elevacin a juicio. Indicaron que el agravio concreto resida en que los Sres. Fiscales de Juicio limitaron la acusacin a Reynaldo Benito Antonio Bignone a un nico hecho y consideraron que ese recorte fctico obligaba a los acusadores adherentes a efectuar la misma reduccin, por lo que, admitir el exceso en el
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cual incurrieron las querellas implicaba asimilar su situacin a la de quienes formularon su requerimiento de elevacin a juicio. c.2. Los Sres. Defensores Oficiales de Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek plantearon la nulidad parcial del alegato de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal y la nulidad del alegato de la querella que representaba a Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela, invocando como motivo de su agravio la modificacin de la plataforma fctica en cuanto a la relacin concursal definida entre los delitos previstos en los arts. 146 y 139 inc. 2 del Cdigo Penal, considerando que as se haba violado el principio de congruencia. Los Dres. Nicols Toselli y Ariel Hernndez comenzaron por invocar los alcances reconocidos por el Tribunal a la actuacin de esos querellantes y sealaron que el perjuicio enunciado se verific cuando stos formularon su acusacin modificando la plataforma fctica descripta por el Sr. Agente Fiscal en su requerimiento de elevacin a juicio, lo cual, a su criterio, se haba configurado al establecerse el concurso real entre los delitos calificados en los arts. 139 inc. 2 y 146 del Cdigo Penal, de conformidad con la regla del art. 55 del mismo ordenamiento. Explic la defensa que en la causa nro. 1351 los querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela haban adherido al requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Agente Fiscal, donde
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se imput a Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek como autores mediatos de los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de menores en concurso ideal con el de supresin de estado civil y de la identidad, todo ello, de conformidad con la ley nro. 11.179, mientras que en su alegato, los mismos querellantes acusaron a Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek por esos delitos, aunque sin respetar la relacin concursal propuesta por la acusacin pblica que demarcaba su mbito de actuacin, afirmando sorpresivamente que entre ambos ilcitos exista un concurso real. Por otra parte, los Dres. Toselli y Hernndez sostuvieron que la Fiscala de Juicio tampoco respet lo requerido por su par de la Instruccin y ampli la acusacin, determinando la existencia de un concurso real entre ambos delitos y requiriendo que en orden al delito previsto en el art. 146 del Cdigo Penal se aplicara la escala penal fijada en la ley nro. 24.410. En consecuencia, la defensa indic que dicha sorpresiva mutacin le gener un serio perjuicio al correcto ejercicio de la defensa de sus asistidos, violando el principio de congruencia y afectando la garanta de defensa en juicio. Asimismo, destac que en el caso de Santiago Omar Riveros tanto la querella de Madariaga como la Fiscala de Juicio lo acusaron por hechos que no le haban sido imputados, violando el principio de congruencia. Para avalar su pedido de nulidad, los defensores pblicos invocaron la Tesis del cambio sorpresivo, en cuanto sostena que todo aquello que en una sentencia pudiera significar una sorpresa para quien ejerca la defensa, es decir, la existencia de un dato trascendente sobre el cual el imputado y su defensor no se haban podido expedir, cuestionar o confrontar, violaba el principio de congruencia, y que tales circunstancias lesionaban el derecho de defensa, como ocurra ..cuando la variacin del punto de vista jurdico bajo el cual se examina un hecho es brusca an cuando la diferencia verse exclusivamente sobre cuestiones jurdicas sin modificacin de los hechos, concluyendo en que precisamente esto haba sucedido con la acusacin de la querella y de la Fiscala, lo cual no quedaba subsanado con la respuesta que la defensa diera a esa acusacin, dado que la estrategia desarrollada desde el inicio del proceso y en actos puntuales como el ofrecimiento de prueba o el
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interrogatorio de testigos se haba encaminado con el baremo del concurso ideal como lmite. Distingui la defensa que la existencia de un concurso real de delitos supona una pluralidad de conductas sometidas a un nico enjuiciamiento y en cambio el concurso ideal -que haba sido la plataforma de enjuiciamiento establecida al inicio del debate-, supona que una misma conducta se encuadrara en ms de una norma penal. Y entonces, que la pluralidad de conductas que no fueron descriptas en la imputacin conllevaba que algn acto humano que ahora se pretenda reprochar no formaba parte del contenido del requerimiento de elevacin a juicio ni tampoco del auto de procesamiento. En consecuencia, los defensores dijeron que en este caso exista
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una indeterminacin en cuanto a una de las conductas reprochadas a Santiago Omar Riveros y a Antonio Vaek: la constitutiva del delito previsto en el art. 139, inc. 2 del Cdigo Penal. Reiter que la defensa encamin su estrategia en orden a la imputacin de una conducta nica que encuadraba en varios supuestos legales, situacin que ya haba sido explicada por el Juez de Instruccin al analizar el delito del art. 139 inc. 2 del Cdigo Penal, como una consecuencia necesaria de la accin de sustraer, retener y ocultar, coligiendo de ello la aplicacin del art. 54 del cdigo sustantivo, postura que fue abandonada por la Fiscala y por la querella de Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela en sus respectivos alegatos. Agregaron los defensores que, ms all de que no haba sido determinada la conducta que ambos imputados habran desplegado con encuadre en la figura del art. 139 inc. 2 del Cdigo Penal, deba tenerse en cuenta que ese artculo en su antigua redaccin, -considerada como la nica aplicable al caso por las partes acusadoras-, exiga la presencia de un elemento del tipo que tampoco fue descripto ni probado en los alegatos, tratndose de la causacin de un perjuicio. Y que, por otra parte, la nueva relacin concursal escogida exiga la descripcin de la conducta tpica y los elementos probatorios sobre los que se sustent dicha afirmacin, como asimismo, la presencia de los elementos
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subjetivos y objetivos del tipo penal en cuestin, tarea que tampoco fue abordada por las partes. En definitiva, la defensa seal que las circunstancias mencionadas resultaban inconciliables con el principio de congruencia en materia penal, corolario del derecho de defensa en juicio de sus asistidos, y por lo tanto corresponda la sancin de nulidad, la cual deba extenderse a los actos que fueron su consecuencia por aplicacin del art. 172 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, y que igual criterio deba adoptarse sobre los pedidos de pena de ambos acusadores en tanto se haban apartado del mximo penal previsto para los delitos enrostrados con aplicacin del criterio de determinacin del art. 54 del Cdigo Penal. c.3. Los Sres. Defensores Oficiales Dres. Nicols Toselli y Ariel Hernndez tambin plantearon la nulidad parcial del alegato de los querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela por violacin al principio de congruencia, por considerar que se haba modificado la imputacin dirigida a Santiago Omar Riveros, habindole asignado responsabilidad penal en el carcter de coautor funcional. Dijeron los defensores que esa querella acus a su asistido Riveros como coautor funcional de la sustraccin, retencin y ocultamiento de Francisco Madariaga Quintela y de la alteracin de su estado civil, postura que no haba sido compartida por la Fiscala de Juicio ya que por el mismo hecho le atribuy el carcter de coautor mediato en el marco de un aparato organizado de poder. Que debido a esa diferencia, la defensa tuvo que dar respuesta en su alegato de manera simultnea a la asignacin de responsabilidad penal a Santiago Omar Riveros como coautor funcional y como coautor mediato en un aparato organizado de poder, en relacin al mismo hecho. Retornando a la decisin del Tribunal sobre el cuestionamiento a la actuacin de esos querellantes a partir de su adhesin a la acusacin del Sr. Agente Fiscal, los Sres. Defensores Oficiales dijeron que el perjuicio que en dicha oportunidad haban invocado qued demostrado por la necesidad de enfrentar dos acusaciones distintas que imputaron conductas diferentes, cuando la habilitacin procesal en razn a tal adhesin no los facultaba a
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modificar la plataforma de acusacin plasmada en la requisitoria fiscal, lo cual afectaba el derecho de defensa en juicio por violacin a la congruencia que deba guardar aqulla, que haba variado sorpresivamente. Relacionado con ello, analizaron el carcter distintivo de la imputacin en los casos de autora material, coautora y autora mediata, para concluir en que, de seguirse la lgica empleada por la acusacin, entre los imputados Santiago Omar Riveros, Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo y otros sujetos que no fueron mencionados en el alegato y tampoco su aporte, debi existir una decisin comn al hecho y una divisin del trabajo, lo cual no se condeca con la imputacin original, afectndose los principios enunciados. En concreto, la defensa seal que el ncleo conceptual de la
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coautora indiscutiblemente era la realizacin conjunta del ilcito, lo cual no existi en este caso, dado que el que ordenaba y el ejecutor no se conocan, no decidan nada conjuntamente, ni estaban situados al mismo nivel, y culmin por sostener que la imputacin a ttulo de coautor funcional a Santiago Omar Riveros haba sido una muestra ms de que la adhesin de la querella fue un simple mecanismo para ingresar al proceso, ya que su participacin no se ajust a los lmites que ella importaba. c.4. Los Sres. Defensores Oficiales Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio plantearon la nulidad parcial del alegato de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal, agravindose del cambio de la imputacin dirigida a Jorge Luis Magnacco a una coautora funcional en los delitos previstos en los artculos 146 y 139 del Cdigo Penal en orden al caso de Javier Gonzalo Penino Vias, en oposicin a los lineamientos efectuados por el Sr. Agente Fiscal en el requerimiento de elevacin a juicio que a su entender, constitua la base fctica del confronte probatorio, donde se lo haba imputado en el carcter de partcipe de esos delitos. Destac la defensa que en el requerimiento de elevacin a juicio formulado en el proceso nro. 1604, el Sr. Agente Fiscal reproch a Jorge Luis Magnacco haber participado en la sustraccin, retencin y ocultamiento y en la sustitucin de la identidad de Javier Gonzalo Penino Vias, sin haber especificado el tipo de participacin desplegado y agreg que, an cuando se
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poda suponer que se refiri a una participacin necesaria sobre la cual recaera en abstracto la misma pena, el agravio se mantena porque guardaba vinculacin con la mensuracin de la pena. Por otra parte, los defensores sostuvieron que tal modificacin ameritaba un marco probatorio ms exigente y que la figura pretendida requera de la elaboracin de un plan concreto entre personas con reparticin de roles, lo cual no poda imputarse a un partcipe, siendo drstico ese cambio en la atribucin de los hechos ilcitos a Magnacco porque se le haba imputado algo que no pudo hacer, es decir, dominar el hecho ajeno. En el desarrollo de su crtica, la defensa sostuvo que este pasaje implicaba que Magnacco habra codominado el hecho con una divisin de roles y se quej de que, al argumentarse al respecto, la Fiscala afirmara que el aporte del imputado se haba centrado en el parto, conducta que, confrontada con las acciones tpicas de sustraer, retener y ocultar resultaba insostenible porque no poda concebirse una sustraccin a partir del acompaamiento de un alumbramiento, circunstancia que adems ningn acusador haba explicado. Por lo expuesto, los Dres. Fillia y Di Meglio sealaron que los Sres. Fiscales de Juicio simplificaron los extremos probatorios requeridos sin haber acreditado el comportamiento de cada uno de los supuestos coautores y cuales haban sido sus roles, es decir, quin habra codominado el hecho junto con Magnacco, sin que sea suficiente a tal fin, la afirmacin de que ste form parte integrante del plan sistemtico desplegado en la E.S.M.A ya que no se acredit el dolo de pertenencia a ese plan, el cual era objeto del proceso nro. 1351 donde su asistido no haba sido imputado. En consecuencia, los Sres. Defensores Oficiales solicitaron que se anule la imputacin dirigida a Jorge Luis Magnacco en el alegato fiscal, por haberse modificado la que fue originariamente postulada en el requerimiento de elevacin a juicio en orden al hecho atribuido en el proceso nro. 1604, encontrndose afectado el derecho de defensa del imputado. c.5. Por otra parte, los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Eduardo Acosta solicitaron que se declare la nulidad absoluta de la intervencin del Ministerio Pblico Fiscal en su alegato, por considerar que se haba
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conculcado el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, lo cual afectaba el derecho de defensa del nombrado. Para fundar este pedido, invoc las previsiones del art. 67 del ordenamiento ritual en cuanto prev la posibilidad de que el Fiscal de Juicio convoque a su par de la etapa de la instruccin para que coadyuve con l, an en el debate. As, postul que en esta etapa nicamente podan intervenir dos Fiscales dividindose las tareas de acuerdo a lo previsto en el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, norma que a su vez se hallaba vinculada con el art. 105, en cuanto dispone que el imputado no puede ser defendido simultneamente por ms de dos abogados, esquema que segn el criterio de la defensa, tambin deba traspolarse a los acusadores, estableciendo una
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paridad de condiciones entre la acusacin y la defensa. En definitiva, los Dres. Chittaro y Tobas sostuvieron que los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal infringieron el art. 393 -tercer prrafo- del Cdigo Procesal Penal de la Nacin y a fin de demostrar ello, hicieron un raconto de las distintas intervenciones de aquellos desde el inicio de su alegato, solicitando en consecuencia que se anularan las partes de aqul que fueron pronunciadas luego de haberse agotado la intervencin de dos Fiscales, tratndose segn cada caso que la defensa indic, y de acuerdo con la clasificacin que hizo de los distintos tramos del alegato fiscal, la cual se encuentra detallada en el acta de juicio respectiva-, de las conclusiones enunciadas por los Dres. Martn Niklison, Mara Saavedra, Viviana Snchez, Clarisa Miranda y Nuria Piol Sala. Sin perjuicio de los segmentos que indic, la defensa postul que especialmente deban anularse las alegaciones de la Dra. Viviana Snchez del 17 de abril de 2012, por existir en este caso un inters directo y concreto de esa defensa, debido a que la nombrada hizo referencias a la Escuela de Mecnica de la Armada sindicando a Jorge Eduardo Acosta como el Jefe del Grupo de Tareas del lugar y atribuyndole el poder de decisin de todo lo que pasaba all, en especial, sobre las cuestiones que involucraban a las embarazadas. Asimismo, critic que la Sra. Fiscal se refiriera al hecho
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correspondiente a la hija de Mara del Carmen Moyano y Carlos Poblete, solicitando la defensa la absolucin de Jorge Eduardo Acosta, por considerar que el alegato fiscal qued cercenado de toda consideracin fctica tendiente a sostener la acusacin respecto a ese hecho concreto. Por otra parte, tambin postul la libre absolucin de su asistido Acosta por los once hechos que fueron materia de acusacin, opinando que la nulidad parcial del alegato que afectaba la alocucin de la Dra. Nuria Piol Sala en la audiencia del 18 de abril de 2012 aparejaba que todas sus consideraciones quedaran fuera del debate y no puedan ser tenidas en cuenta por el Tribunal. A lo expuesto, agreg que el anlisis de la autora penal que se atribuy a Jorge Eduardo Acosta quedaba vaco de contenido, ya que deba considerarse que el Ministerio Pblico Fiscal no haba emitido razn ni fundamento alguno para vincular jurdicamente al nombrado con los ilcitos que se le adjudicaron. En definitiva, los Dres. Chittaro y Tobas solicitaron que se anule parcialmente el alegato fiscal en cada uno de los segmentos que enunci y en consecuencia, que se absuelva a Jorge Eduardo Acosta en orden a todos los hechos que le fueron imputados, sustentando este pedido en la carencia de fundamentacin sobre la modalidad de participacin bajo la cual se circunscribi la conducta reprochada al nombrado.
B. Nulidad articulada por los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Eduardo Acosta, contra el decreto de fs. 1107 de la causa nro. 14.159/06 caratulada Hidalgo Garzn, Carlos y otra s/arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P.: En otro orden, la defensa oficial de Jorge Eduardo Acosta solicit que se declare la nulidad del decreto obrante a fs. 1107 de la causa nro. 14.159/06 caratulada Hidalgo Garzn, Carlos y otra s/arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P. dictado el 15 de febrero de 2011 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 4, Secretara nro. 7 de esta ciudad. Explic que a travs del acto atacado, el Sr. Juez de Instruccin de aquella causa orden el allanamiento del domicilio de la Avenida del
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Libertador nro. 4748, piso cuarto, departamento 9, de esta ciudad, donde antes residiera el imputado Hidalgo Garzn, diligencia que se practic el da siguiente y de la cual result el secuestro de una carta en la que se haca referencia al Movimiento Familiar Cristiano. En concreto, los defensores criticaron el auto de allanamiento dictado, por considerar que se fund en un pedido formulado por la querellante de ese proceso Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, la cual tena conocimiento previo de la existencia de esa carta. As, la defensa sostuvo que resultaba cuestionable que esa parte solicitara el allanamiento del inmueble luego de que el imputado se mudara del lugar, teniendo en cuenta que saba que Hidalgo Garzn viva all, cuanto menos, desde el mes de agosto del ao 2000.
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En relacin con lo expuesto, los Dres. Chittaro y Tobas invocaron la declaracin de la testigo Laura Catalina de Sanctis Ovando quien, sobre el hallazgo de aquella carta en la casa, relat que se lo haba comentado a Mariano y a Luciano en obvia referencia a los Dres. Gaitn y Hazn y que stos le dijeron que solicitaran un allanamiento al Juez de la causa. Por consiguiente, le result extrao a la defensa que los letrados de la querella no hubieran acompaado la carta al expediente junto con un escrito explicando las circunstancias del hallazgo. Culmin diciendo que de esta forma haba ingresado al proceso una prueba que no fue obtenida de la manera en que daba cuenta la causa, porque se saba de antemano que encontraran la documentacin que fue detallada en el auto de allanamiento junto con la frmula de que: podra encontrarse documentacin que, de ser hallada, sera de gran utilidad. Por ltimo, los Sres. Defensores Oficiales dejaron aclarado que el hecho de que la providencia cuestionada haya sido dictada en otro proceso no impeda que este Tribunal decretara su nulidad, porque razones de estricta justicia determinaban que si una prueba de cargo era introducida al debate y usada por los acusadores para fundar la existencia de un supuesto plan sistemtico de sustraccin de menores, las defensas deban controlar la forma en que fue obtenida y evidenciar sus dudas sobre la autenticidad de la carta secuestrada.
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C. Planteo de nulidad de la resolucin dictada por este Tribunal el 5 de marzo de 2012, en cuanto dispuso la incorporacin por lectura de diversas declaraciones testimoniales: Ejerciendo la defensa de Jorge Rafael Videla, los Dres. Leonardo Fillia y Alejandro Di Meglio plantearon la nulidad de la resolucin del Tribunal de fecha 5 de marzo de 2012, en lo relativo a la incorporacin por lectura de las declaraciones testimoniales all indicadas. Al momento de fundar su pedido de nulidad, la defensa oficial dej aclarado que en la etapa oportuna haba formulado la respectiva oposicin, pese a lo cual, el Tribunal resolvi dicha incorporacin probatoria sobre la prueba testimonial. Concretamente entendi que tal decisin implic un excesivo relajamiento de los requisitos contenidos en los arts. 391 y 392 del ordenamiento procesal, porque haba admitido la incorporacin por lectura de testimonios que fueron prestados en otros procesos y controlados por otros defensores, donde el objeto procesal era diferente y las escalas jerrquicas desdobladas en autoras directas en algunas jurisdicciones, y autoras mediatas en otras, lo cual pudo generar que las respuestas de esos testigos hayan sido direccionadas a favor de la defensa del autor directo, concluyendo en que el control de la prueba ejercido por otros defensores se pudo desarrollar deslindando responsabilidades en superiores de jerarqua militar que podan ser sus propios asistidos de este proceso. Entendi la defensa que dicha cuestin no haba sido tratada por el Tribunal en aquella resolucin y tampoco lo relativo a la dispensa del art. 240 del cdigo formal respecto de los testigos que invocaron motivaciones personales para ser eximidos de declarar en el debate, considerando que tal situacin debi ser dictaminada por el Centro de Asistencia a Vctimas de Violaciones de Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa a travs de un examen pericial sobre los testigos involucrados. En tal sentido, los defensores destacaron el caso del testigo Oscar Antonio Ruz, a quien, con el pretexto de evitar su revictimizacin se le reconoci una condicin que no revesta y a partir de una comunicacin
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telefnica con su pareja se lo eximi del deber de comparecer reproducindose su testimonio en el debate, considerado de especial relevancia para esa parte, ya que versaba sobre uno de los especficos casos del proceso. Por otra parte, la defensa postul la ausencia de motivacin de la resolucin impugnada y apunt su crtica a la circunstancia de que se invocaron los artculos 79, 391, 392 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin y la Acordada nro. 1/12 de la Cmara Federal de Casacin Penal del 28 de febrero de 2012-, la cual haba sido asimilada a normas procesales para fundamentar aquella decisin. Entendi que la Acordada debi aplicarse con el propsito de asegurar el control previo de la instruccin y relajar las normas del debate y que sin embargo, el Tribunal lo hizo de manera retroactiva en un proceso en el
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cual la instruccin ya haba terminado, con lo cual la finalidad de la Cmara de Casacin no se haba cumplido en este caso. Los defensores sostuvieron que aquella Acordada se fundaba en el art. 4 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin que admita reglas prcticas del Tribunal de Superintendencia, en la medida que no alterasen el espritu de las normas que se reglamenten y que, siendo un acto de naturaleza administrativa no poda modificar la ley de manera encubierta. Consideraron tambin que se desoa el ncleo de aquella norma ya que la regla era la declaracin testimonial y subsidiariamente la incorporacin por lectura de la que fue prestada en la instruccin de la causa, lo cual fue infringido en este caso al incorporarse declaraciones prestadas en otros procesos.
y de
prescripcin de la accin penal introducidos como cuestiones previas por la defensa particular de Eduardo Alfredo Ruffo en su alegato: Teniendo en cuenta las consideraciones hasta aqu efectuadas y lo decidido en el captulo respectivo en relacin al imputado Eduardo Alfredo Ruffo, corresponde sealar sobre el planteo de nulidad interpuesto por su defensor particular Dr. Christian Carlet contra la resolucin dictada por el Tribunal el 5 de marzo de 2012, como as tambin del pedido de nulidad que
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dicha defensa dirigiera sobre el alegato de la Fiscala de Juicio y por ltimo, del planteo de prescripcin de la accin penal promovido, que dichas cuestiones devinieron abstractas en razn del pronunciamiento absolutorio del imputado de mencin, por lo cual no corresponde avanzar sobre su tratamiento particular.
E. Resolucin adoptada por el Tribunal respecto de las nulidades planteadas: a - a. 1. a. 2. a. 3. A los fines del tratamiento conjunto de cuestiones que fueron planteadas sobre la base de un similar o idntico punto de crtica por parte de las defensas incidentistas hacia los alegatos de las distintas partes, en primer lugar estimamos pertinente efectuar algunas consideraciones relativas a la significacin jurdica que encierra el concepto de la acusacin en el proceso penal y a continuacin desarrollar las que resultan comunes a todas ellas. La Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha venido sosteniendo en diferentes fallos, de manera acorde con reconocida doctrina, que la acusacin constituye un acto complejo conformado por dos actos procesales claramente definidos, que se complementan y perfeccionan entre s, integrando un bloque indisoluble. Estos dos actos procesales, conforme lo expuso el Dr. Ral Eugenio Zaffaroni en el precedente conocido como Quiroga son: el requerimiento de elevacin a juicio que habilita la jurisdiccin del Tribunal para abrir el debate y el alegato fiscal solicitando condena, que habilita la jurisdiccin del Tribunal a fallar, donde agreg que se exiga la acusacin a los fines de salvaguardar la defensa en juicio y la imparcialidad como condiciones del debido proceso (C.S.J.N. Recurso de Hecho, C. Q. 162. XXXVIII Quiroga, Edgardo Oscar s/causa nro. 4302, rta. el 2/12/2004 y Recurso de Hecho, D. 45. XLI. DelOlio, Edgardo Luis y otro s/defraudacin por administracin fraudulenta, rta. el 11/07/2006). En dicha inteligencia, por un lado deber contarse con el requerimiento de elevacin a juicio previsto en el art. 347 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, que contiene la plataforma fctica sobre la cual habr de discurrir el debate.
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De tales consideraciones, se colige que la ley prev bajo pena de nulidad, que tanto el Ministerio Pblico Fiscal como la parte querellante efecten una relacin clara, precisa y circunstanciada de los hechos imputados en sus requerimientos, pues sobre ellos -en principio-, se producir la prueba en el debate; de aqullos tendr que defenderse el imputado y sobre ellos ha de versar la sentencia. Es as que la acusacin contenida en el requerimiento de elevacin a juicio abre la etapa esencial y crtica del proceso, la cual conlleva la posibilidad de obtener una sentencia sobre el hecho que fue calificado como delito que se atribuye al imputado. Asimismo, el segundo acto procesal de la acusacin ser el alegato previsto en el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, mediante el cual
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se solicitar una condena y todas las partes, de acuerdo con un orden preestablecido por la norma legal, alegarn sobre la prueba producida en el debate y formularn sus acusaciones. Al respecto se sostuvo que aqul se trata de un momento dialctico de plena contradiccin sobre las pretensiones debatidas, que no se puede omitir. (Clari Olmedo, Jorge A. Derecho Procesal Penal, Tomo II, Ed. Rubinzal Culzoni, 2004, pg. 128) y versar sobre las valoraciones que cada parte haga respecto de la prueba producida en el debate, tanto en lo fctico como en lo jurdico, para fundamentar el inters que la parte pretende hacer prevalecer en la consideracin del Tribunal al momento de fallar. En definitiva, el art. 393 de rito, bajo el enunciado Discusin Final prev que luego de ofrecida, recibida, producida y controlada la prueba, sea valorada o se alegue sobre ella, siendo lo que establece la norma: Terminada la recepcin de las pruebas, el presidente conceder la palabra al actor civil, a la parte querellante, al Ministerio Fiscal, y a los defensores del imputado y civilmente demandado, para que en ese orden aleguen sobre aqullas y formulen sus acusaciones y defensas. En el comentario de los autores Guillermo Rafael Navarro y Roberto Ral Daray al artculo 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, sostuvieron que no hay normas que fijen contenido al alegato del acusador particular, pero el mismo deber respetar la plataforma fctica de la requisitoria de elevacin [.] calificar el hecho o los hechos, insistiendo en la practicada en aquella
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oportunidad o eventualmente, modificndola conforme las nuevas pruebas del debate y pedir pena acorde a ello. (De la obra de los autores citados: Cdigo Procesal Penal de la Nacin-Anlisis doctrinal y jurisprudencial-, Tomo 2, pg. 1121). No hallndose en duda entonces, los dos momentos procesales que abarca la acusacin, y prosiguiendo con el anlisis general de los planteos de nulidad de los alegatos efectuados, corresponde sealar que una de las principales desaveniencias invocadas por las defensas, se vincul con los alcances que, de acuerdo con lo previsto en el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin caba reconocer a ciertos acusadores particulares en sus alegatos. Al respecto, en primer orden cabe remitir al criterio fijado por el Tribunal en oportunidad de resolver el primigenio planteo de nulidad articulado por el Sr. Defensor Oficial Dr. Eduardo Chittaro contra el auto que dispuso correr la vista que prev el art. 354 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin a dos de las partes querellantes de este proceso, tratndose de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo y de la encabezada por Mara Isabel Chorobik de Mariano (confr. dictada el 14/12/2010 obrante a fs. 32/37 del incidente de nulidad respectivo). Resulta pertinente decir que en dicha oportunidad, se fijaron los alcances que la omisin de formular el respectivo requerimiento de elevacin a juicio implicaba para las partes, por lo cual, en lo atinente a la crtica general formulada por las distintas defensas en este sentido, corresponde volver sobre los lineamientos fijados en aqul momento y aqu agregar a fin de responder el planteo generalizado que consider que esas querellas en sus alegatos incurrieron en un abuso de su actuacin en algunos casos por exceder su potestad acusatoria, o, en la supuesta violacin del marco limitante que, en opinin de las defensas, debieron observar en virtud de la adhesin que efectuaran sobre el requerimiento de elevacin a juicio del Sr. Agente Fiscal en el proceso nro. 1351, que tampoco se verific a lo largo de sus distintas exposiciones brindadas en la instancia que prev el art. 393 del cdigo de rito, que dichas querellas hubieran superado o infringido el alcance que fue expresamente acordado a su actuacin. Sobre lo resuelto en tal sentido por el Tribunal se expidi la
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Cmara Federal de Casacin Penal, que por resolucin del 9 de mayo de 2011 declar inadmisible la queja interpuesta por la defensa de Jorge Eduardo Acosta y, posteriormente, con fecha 21 de septiembre de 2011 no hizo lugar al recurso extraordinario deducido (C.F.C.P., Sala III en Causas nro. 13.630 Acosta, Jorge Eduardo s/recurso de queja y s/recusro extraordinario, Regs. nros. 571/11 y 1403/11). De lo expuesto se sigue que, como respuesta inicial a los planteos de nulidad efectuados por las distintas defensas oficiales sustentados en la falta de legitimacin activa y por consiguiente, en la carencia de aptitud acusatoria y punitiva de las partes querellantes representadas por la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo; de la que luego fue encabezada en forma autnoma por Mara Isabel Chorobik de Mariani y por
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ltimo, de la de Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela, que durante el desarrollo de sus alegatos no se ha visto extralimitado el marco de actuacin que les corresponda. En el entendimiento de que con las consideraciones
precedentemente efectuadas ha quedado descartada la hiptesis que pretendiera colocar una vez ms en duda la intervencin que les cupiera a las querellas mencionadas, ms adelante se enunciarn las restantes
consideraciones que de manera especfica cabe sealar en cada caso a fin de dar respuesta a los respectivos planteos de nulidad de los alegatos. Llegados a esta altura, en cuanto a los planteos de nulidad formulados en relacin al alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros, y tratndose los agravios expresados por las distintas defensas oficiales de cuestiones que resultan comunes a todas ellas, hemos de sealar que tampoco fueron verificadas las falencias propugnadas por aqullas como aspecto central de sus crticas. Es as que teniendo en cuenta lo expresado al momento de haberse delineado los presupuestos que conforman la acusacin en el sentido antes reconocido, consideramos que, el pronunciamiento de la letrada apoderada de las querellantes Cecilia Pilar Fernndez de Vias, Mara Victoria Moyano Artigas y Norma Quintela Dallasta, contiene los elementos suficientes para completar la acusacin que fuera originariamente definida en los respectivos
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requerimientos de elevacin a juicio formulados por esa parte. Ello implica que, an cuando en la etapa prevista por el art. 393 del ordenamiento ritual, el anlisis correspondiente a los presupuestos que compondrn la acusacin final con el consiguiente pedido de pena respecto del imputado, el alegato pronunciado carezca de un pormenorizado detalle acerca de la totalidad de las medidas de prueba que concurren en apoyo al sostenimiento del primigenio requerimiento para habilitar el juicio, siempre que se refiera an de manera sucinta- al desarrollo de los hechos que se tuvieron por acreditados, -sobre los que vers el requerimiento de elevacin a juicio-, y la enumeracin de ciertas pruebas que, de manera trascendente influirn en la acusacin que habr de formalizarse, se consideran cumplidos de manera suficiente los requisitos exigidos para un acto de tales caractersticas. En tal sentido, corresponde destacar que del cauce discursivo desarrollado por la Dra. Ros surgieron los distintos argumentos para avalar su peticin final, permitiendo que fuera conocida por todas las partes la concreta imputacin exteriorizada por las querellas representadas. Ello, ms all de que, tratndose de una cuestin vinculada al confronte de la defensa de que se trate, en honor a la necesaria contradiccin que debiera existir entre ellas, las consideraciones del alegato puedan ser rebatidas con mayor o menor intensidad debido a la entidad de su fuerza convictiva para acreditar los extremos de esa acusacin. En definitiva, se concluye en que el alegato cuestionado no gener a las defensas el perjuicio enunciado ya que, aunque de manera somera en esta etapa, complet el requerimiento de elevacin a juicio formulado por esa parte acusadora, donde se encontraron presentes los requisitos exigidos por el art. 347 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin. Por ltimo, es pertinente poner de resalto, a los efectos de ratificar la naturaleza indisoluble de la acusacin penal en el proceso, compuesta por el requerimiento de elevacin a juicio y el alegato, que tambin la doctrina sostuvo que: .. en el caso del querellante que omiti formular el primero, aunque la ley no lo priva de ejercer los derechos procesales ulteriores., la excepcin a ello lo constituye el alegato, dado que, al igual que en el caso del acusador pblico, dicho acto
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apunta a integrar una acusacin que, de su parte no tuvo lugar y que: No hay normas que fijen contenido al alegato del acusador particular, pero el mismo deber respetar la plataforma fctica de la requisitoria de elevacin Calificar el hecho o los hechos, insistiendo en la practicada en aquella oportunidad o, eventualmente, modificndola conforme las nuevas pruebas del debate y pedir pena acorde a ello. Nada le impedir, de desearlo, guardar silencio, o ausentarse del actola acusacin del querellante tiene en la actualidad especial trascendencia en tanto subsista la doctrina Santilln[..] que slo reclama una para habilitar la sentencia condenatoria (Confr. Navarro y Daray, ob. citada, del comentario al art. 393 del C.P.P.N., pgs. 1121/1122). Particularmente cabe expresar que la letrada de la querella pronunci su alegato en relacin a los casos que representaba, dirigiendo una
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concreta acusacin hacia los imputados Jorge Eduardo Acosta, Antonio Vaek, Jorge Luis Magnacco en orden al hecho del cual resultara vctima Javier Gonzalo Penino Vias y por otra parte, hacia el imputado Jorge Rafael Videla por los casos de los que fueron vctimas Victoria Moyano Artigas y Silvia Quintela Dallasta. En ese contexto, la Dra. Ros hizo mencin de las pruebas que a su criterio resultaron categricas para afirmar los extremos de la postura que sustentara, en juego con el relato de los casos que consider acreditados, el que a su vez fue precedido de una sntesis de su contexto general a fin de especificar las circunstancias de tiempo, modo y lugar en el cual tuvieran lugar los ilcitos imputados, habiendo exteriorizado por ltimo, el concreto pedido de pena respecto a cada uno de los imputados, todo lo cual, teniendo en cuenta el significado que encierra la acusacin que establece el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, indisolublemente complet la originariamente practicada en los respectivos requerimientos de elevacin a juicio que esa querella formul. Por lo expuesto, corresponde no hacer lugar a los planteos de nulidad del alegato de la Dra. Alcira Elizabeth Ros, que fueron interpuestos por los Sres. Defensores Oficiales de los imputados Jorge Rafael Videla, Jorge Eduardo Acosta, Antonio Vaek y Jorge Luis Magnacco, toda vez que aqul ha observado los presupuestos establecidos por el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin (arts. 166; 167 inc. 2; 168 y 172 todos a contrario
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b. Sobre los planteos de nulidad de los alegatos de las partes querellantes y del Ministerio Pblico Fiscal:
b. 1. - En cuanto al planteo de nulidad parcial del alegato de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo formulado por los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Rafael Videla, ha de anticiparse que, del extenso desarrollo de aqul pronunciamiento y en particular, de las consideraciones relativas a la acusacin del nombrado en orden a ciertos hechos que conformaban la plataforma fctica de imputacin por va de la figura del dolo eventual (asignada a los casos de Paula Eva Logares, Victoria Eva Julien Grisonas y Anatole Boris Julien Grisonas), no se advierte que se haya conculcado la necesaria congruencia que debe observar la acusacin, ya que los hechos que fueron materia de aqulla son los mismos por los cuales el encausado fue legitimado pasivamente en el proceso, en virtud de los que oportunamente se formul el requerimiento de elevacin a juicio y que adems en todo momento han sido conocidos por el propio imputado y su defensa. En definitiva, la circunstancia de que, a la luz de las pruebas producidas en el juicio, los representantes legales de la querella propendieran en su alegato a la modificacin sobre el elemento de tipo subjetivo que caracterizara el modo de comisin por va del dolo eventual, en este caso-, de ciertos hechos ilcitos imputados a Jorge Rafael Videla, que se encuentran contenidos en la plataforma fctica original sobre la cual deba desplegarse la acusacin, no permite de manera alguna sostener la afectacin al principio de congruencia alegada por la defensa. Concretamente en relacin al principio de congruencia, podemos recordar que: es el acontecimiento histrico imputado, como situacin de vida ya sucedida (accin u omisin), que se pone a cargo de alguien como protagonista, del cual la sentencia no se puede apartar porque su misin es, precisamente, decidir sobre l (Maier, Julio B. J. Derecho Procesal Penal. Tomo I. Fundamentos, Editores del Puerto S.R.L., Buenos Aires, 1.996, 2 edicin, pg. 569).
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De manera coincidente, la doctrina vincula el necesario respeto del principio de congruencia con una efectiva posibilidad de ejercicio del derecho de defensa, con sustento en que este principio se encuentra amparado en la inviolabilidad de la defensa en juicio consagrada en el artculo 18 de la Constitucin Nacional. A fin de interpretar el alcance del principio de congruencia es pertinente invocar que la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, sostuvo: es criterio de esta Corte en cuanto al principio de congruencia que, cualquiera sea la calificacin jurdica que en definitiva efecten los jueces, el hecho que se juzga debe ser exactamente el mismo que el que fue objeto de imputacin y debate en el proceso, es decir, aquel sustrato fctico sobre el cual los actores procesales desplegaron su necesaria actividad acusatoria o defensiva (Fallos 314:333 con cita de Fallos
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186:297; 242:227; 246:357; 284:54; 298:104; 302:328; 315:2969; 319:2959 y 320:431; 329:4634 reafirmado en las disidencias de los Ministros Lorenzetti, Maqueda y Zaffaroni in re Recurso de hecho: Antognazza, Mara Alejandra s/abandono de persona calificadocausa nro. 19.143/2003, A. 1318 XL). La cuestin, entonces, queda circunscripta a responder si estamos ante un mero cambio en el mbito acusatorio sin incidencia en los hechos que permanecieron inclumes, o, por el contrario, si al variar el tipo de dolo que se reprocha al imputado se produjo una afectacin del sustrato fctico sobre el que vers la acusacin. Como bien lo explica Julio Maier, lesiona al principio invocado todo aquello que signifique una sorpresa para quien se defiende, en el sentido de un dato de trascendencia en ella sobre el cual la defensa no pudo cuestionarlo y enfrentarlo probatoriamente (Maier, Julio; op. cit., pg. 568). En consecuencia, entendemos que respecto de la nulidad planteada sobre la acusacin formulada por la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo respecto de Jorge Rafael Videla por considerar la defensa que se viol el principio de congruencia atribuyndole dolo eventual en algunos casos, mal puede sostenerse la invalidez del acto en la medida en que claramente el nombrado fue acusado por los mismos hechos por los que fue requerido a juicio, consistiendo la alegada mutacin de la forma de atribucin que cuestion su defensa, en una diferencia en el encuadre jurdico definitivo de las conductas que le fueron imputadas.
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b. 2. b. 3. - b. 4. Respecto del planteo de nulidad parcial formulado por la defensa oficial de Jorge Luis Magnacco contra el alegato de la Fiscala por la supuesta modificacin de la forma de atribucin del hecho imputado al nombrado del carcter de partcipe a coautor funcional y por la falta de fundamentacin suficiente, corresponde en lo que hace al aspecto general de la cuestin introducida, remitirnos a los precedentemente fundamentos expuestos al momento de tratar la nulidad que fue articulada por los mismos Sres. Defensores Oficiales en favor de Jorge Rafael Videla contra el alegato de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, y concluir en el rechazo de este planteo, por no haberse acreditado violacin alguna al principio de congruencia. Sin perjuicio de lo expuesto, resulta pertinente aqu hacer una salvedad de carcter distintivo. En ese sentido, cabe destacar que, conforme fue consignado en el requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Agente Fiscal en la causa nro. 1604, expresamente se imput a Jorge Luis Magnacco, haber participado, en su condicin de Oficial Mdico Naval destinado a la E.S.M.A, en la sustraccin, retencin y ocultamiento, as como en la sustitucin de la identidad de Javier Gonzalo Penino Vias, hijo de Cecilia Vias y Hugo Alberto Penino, cuyo nacimiento ocurri a principios del mes de septiembre de 1977, mientras su madre se encontraba privada ilegalmente de la libertad en la Escuela de Mecnica de la Armada, asignacin que, en iguales trminos, vale destacar, correspondi a los coimputados Jorge Eduardo Acosta y Antonio Vaek (confr. fs. 5112/5123 en particular, el prrafo primero de fs. 5121vta.-, de la causa nro. 1604). As las cosas, de la descripcin efectuada por el Sr. Agente Fiscal en aquella pieza procesal cabe distinguir que la aludida participacin endilgada a Magnacco conlleva el presupuesto explicativo sobre la injerencia personal que, en el hecho all circunscripto se le atribuy en esa oportunidad al nombrado, sin que tal concepto quedara reducido al modo de atribucin especfico que establece el art. 45 del Cdigo Penal. En otras palabras, la mencionada participacin de ninguna manera puede asimilarse a la condicin de partcipe de un delito de conformidad con
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la categorizacin enunciada en dicha norma, sino que ms bien se refiere a la afirmacin sobre la efectiva intervencin de Jorge Luis Magnacco en el hecho imputado. Lo explicado precedentemente implica que la asignada
participacin en el hecho ilcito poda serlo ya en el carcter de autor, cmplice o instigador. Siguiendo con el anlisis del requerimiento de elevacin a juicio postulado, tambin all se expres en relacin al modo en que se construira el reproche penal que el marco adecuado para atender estos hechos era el de la autora mediata, habindose aclarado que no escapaba a la Fiscala el hecho de que Jorge Luis Magnacco se encuentra procesado en la presente causa como partcipe necesario de la sustraccin y supresin de identidad de Javier Gonzalo Penino Vias y
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ese tipo de autora fue confirmada por la Cmara del Fuero. Sin embargo para permanecer coherentes con nuestras anteriores intervenciones en la causa n 10.326/96 Nicolaides, abordaremos la cuestin de la manera explicada. Adems, entendemos que el tema de la autora y participacin deber evaluarse en el mbito ms propicio para ello: el debate oral. Precisamente llegados a esta instancia, no advertimos de qu manera la acusacin que la Fiscala de Juicio dirigi respecto de Jorge Luis Magnacco en su alegato postulando que, en definitiva, esa participacin en el hecho que fue afirmada en la etapa anterior se atribuya en el carcter de coautor penalmente responsable, pudo afectar la congruencia ya que no se ha verificado la modificacin de la plataforma fctica originaria. Frente a tal postura, puede agregarse que, la defensa puede manifestar su disenso en tal sentido, pero lo cierto es que no se introdujo ninguna circunstancia novedosa o transgresora de la imputacin inicial, debiendo decirse que en todo momento estuvo en condiciones de ejercer su ministerio y rebatir el criterio sostenido por la Fiscala en torno al mismo hecho por el cual Magnacco fue indagado y posteriormente requerido a juicio. Relacionado con ello, es vlido invocar que, con motivo de un planteo incidental de la anterior defensa del coimputado Jorge Eduardo Acosta, se requiri la nulidad del requerimiento de elevacin a juicio formulado por el Sr. Agente Fiscal, habindose alegado una supuesta
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indeterminacin de los hechos y responsabilidades, lo cual fue rechazado por el Juzgado de Instruccin, decisin luego confirmada por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, donde se dijo que la sancin nulificante que se prevea para el requerimiento de elevacin no se refera al grado de acreditacin de los hechos lo que sera materia de anlisis en el debate oral-, sino al efectivo relato de los hechos del proceso. Posteriormente se declar inadmisible el recurso de casacin intentado y finalmente se clausur la instruccin, auto en el cual el Juez dej constancia que: lo atinente a la cuestin sobre el modo en que actuaron los nombrados y su participacin en el evento, es menester dejar sentado que esta etapa del proceso penal (instruccin) versa sobre la coleccin de los elementos probatorios que, en la ulterior etapa (juicio) permitir a los juzgadores atribuirles el grado de responsabilidad que les cupiere a los imputados y agreg que se ha permitido poner en cabeza de los acusados Acosta, Vaek y Magnacco, su participacin en un hecho criminal, siendo que en la etapa posterior, los Sres. Jueces integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal n 6 debern decidir sobre el modo de participacin de cada uno de los sujetos sometidos a juicio. Dicha elevacin fue atacada de nulidad y conforme surge de la certificacin efectuada por este Tribunal a fs. 5446 de la causa, se rechazaron las vas recursivas (Confr. Incidente nro. 43.585 s/excepciones y nulidades planteadas por la defensa de Jorge E. Acosta en autos Vaek, Antonio s/sustraccin de menores de diez aos y resolucin del 28/08/2009 en especial, v. tercer prrafo de fs. 5157 de la causa nro. 1604). Entonces, si se mantuvo y complet el requerimiento del Ministerio Pblico Fiscal al momento de alegar la Fiscala de Juicio, en nada se vio afectada la defensa porque justamente sobre la base del anlisis desarrollado en su alegato fueron debidamente explicitados los extremos que permitieron adjudicar a Jorge Luis Magnacco el carcter de coautor del hecho por el cual en definitiva fue acusado. Ms bien, agregamos, la defensa ha tenido permanentemente la oportunidad de ejercer adecuadamente su actividad defensiva respecto de su asistido. Desde esa perspectiva, y habiendo dado tratamiento a todos los planteos de nulidad de los alegatos articulados por las distintas defensas, consideramos que las partes querellantes y los Sres. Representantes del
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Ministerio Pblico Fiscal han formulado adecuadamente sus acusaciones y por lo tanto, corresponde estar a la validez de tales actos. En efecto, del anlisis de los alegatos cuestionados surge que han detallado de manera clara y precisa el marco histrico en el cual se produjeron los hechos juzgados, las pruebas existentes para probar esos acontecimientos, la intervencin de los imputados en ellos y su relacin con los elementos probatorios producidos en el debate, la indicacin y descripcin de la calificacin legal y el grado de autora y/o participacin de los encausados, las pautas ordenadoras fijadas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal y finalmente, sus concretos pedidos de pena. De all que no advirti este Tribunal, tal como lo sostuvieron algunas de las defensas pblicas, que los querellantes no hubieran cumplido
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con el art. 393 del cdigo adjetivo, y tampoco se verific en ninguna de dichas intervenciones la afectacin al principio de congruencia, toda vez que han sido absolutamente concordantes con el requerimiento de elevacin a juicio formulado en la etapa de la instruccin de las actuaciones, porque no existi modificacin sobre los hechos imputados ni la atribucin de otro distinto de ellos, los cuales en todo momento han permanecido inclumes. A lo expuesto debe sumarse que las defensas, tanto en sus alegatos como en las dplicas no expusieron cual fue el perjuicio concreto generado para sus asistidos a travs de las disquisiciones en torno a la calificacin legal postulada en un primer momento el requerimiento de elevacin a juicio-, y la que fue finalmente fijada en los alegatos de los acusadores particulares en los casos de Jorge Rafael Videla, Santiago Omar Riveros y Jorge Eduardo Acosta y en el de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal en los de Santiago Omar Riveros, Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta, Jorge Luis Magnacco ya que las invocaciones de la defensa respecto de la violacin de la defensa en juicio y en correlato con ello, el cercenamiento al ejercicio de la defensa, no fueron suficientes para vislumbrar el perjuicio efectivo ocasionado sobre los justiciables, presupuesto que permitira atacar la validez de los actos procesales cumplidos por los acusadores. Por otra parte, en lo que respecta a las crticas formuladas por las defensas oficiales situadas en la supuesta intervencin excesiva que habran
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tenido las querellas en sus alegatos al momento en el que hicieron mencin de los nombres de los imputados Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta y Jorge Luis Magnacco y se expresaron sucintamente en torno a la posicin que cada uno de ellos tuvieron, -referencias que, vale destacar, fueron hechas en el marco del profundo anlisis descriptivo que resultaba imprescindible para observar la coherencia del relato sobre los concretos sucesos en base a los cuales puntualmente dirigieron su acusacin-; consideramos que tales referencias resultaron indispensables para la mejor comprensin del espectro en el cual tuvieron lugar los hechos analizados en cada caso, y que estrictamente fueron atribuidos a los sujetos acusados en relacin a quienes esas querellas formalizaron su respectiva pretensin punitiva; sin que por otra parte pueda reconocerse la entidad convictiva que a tales expresiones y en perjuicio de sus propios asistidos les atribuyeron las defensas al fundar sus pedidos de nulidad, concluyndose con ello en que en ningn momento se vio amenazado el derecho de defensa que asiste a los nombrados. Mas bien, pudo corroborarse que aquellos planteos se traduciran en la declaracin de nulidad por la nulidad misma, lo cual resulta inadmisible ...ya que la base de toda declaracin de invalidez es la demostracin indispensable de un inters jurdico concreto [Palacio, Nulidad de la indagatoria,LL, 1993-D-186, dado que su reconocimiento carecera de toda virtualidad procesalmente beneficiante y se transformara en una declaracin terica e implicativa, solamente, de un dispendio de actividad jurisdiccional].expresado de otro modo, debe mediar un perjuicio efectivo que justifique el nacimiento de ese inters jurdico en su pronunciamiento. Y por ltimo que: La declaracin de nulidad de un acto en el proceso penal aparece entonces como un remedio de naturaleza extrema y de interpretacin limitada. As es porque el proceso tiende a preservarse y no a derrumbarse por cuestiones de mera forma que no impliquen una afectacin real de las reglas del debido proceso, y que: es regla entonces que las nulidades procesales, cualquiera fuere su tipo no tienen por finalidad satisfacer pruritos formales, sino subsanar los perjuicios efectivos que pudieren surgir de la desviacin de los mtodos de debate cada vez que esta desviacin suponga restriccin a las garantas a que tienen derecho los litigantes [Couture, Fundamentos.., p. 286; C.C.C., Sala V, LL, 2001-E-170].. (Confr. Navarro y Daray, Ob. citada, pginas 442/443 y sus citas C.N.C.P. Sala II, J.A. C.S.J.N. Fallos 324:1564, entre otras).
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1994-II-629;
Al respecto, cabe recordar que la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha sostenido: en materia de nulidades procesales prima un criterio de interpretacin restrictiva y slo cabe anular las actuaciones cuando un vicio afecte un derecho o inters legtimo y cause un perjuicio irreparable, sin admitirlas cuando no existe una finalidad prctica, que es razn ineludible de su procedencia (Fallos 328:1874; 325:1404; 323:929; 311:1413; 311:2337; entre muchos otros). Tambin en esa direccin, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha pronunciado reiteradamente que la nulidad procesal requiere un perjuicio concreto para alguna de las partes, porque cuando se adopta en el solo inters formal de cumplimiento de la ley, importa un manifiesto exceso ritual no compatible con el buen servicio de justicia (Fallos 302:179; 304:1947;
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306:149; 307:1131y 325:1404). Asimismo, la Cmara Federal de Casacin Penal afirm en esa lnea argumental que: las nulidades procesales son de interpretacin restrictiva, siendo condicin esencial para que pueda declararse que la ley prevea expresamente esa sancin, que quien la pida tenga inters jurdico en la nulidad y adems que no la haya consentido expresa o tcitamente. De esta forma... los principios de conservacin y trascendencia... impiden la aplicacin de dicha sancin si el acto atacado logr su finalidad, y si no se verifica un perjuicio que deba ser reparado (cfr. C.F.C.P, Sala III, registro nro. 1289.07.3, Serafini, Ricardo Augusto s/ recurso de casacin; causa nro. 2471 Antoln, Miguel ngel s/rec. de casacin reg. 765/00 del 30/11/00; nro. 9320 Burgos, Miguel Oscar y otros s/ rec. de casacin, del 3/9/2008, entre otros). Por ltimo, tampoco el Tribunal advierte una lesin al derecho de defensa en juicio del que gozan los acusados, al debido proceso sustantivo y al principio de contradiccin sobre el que se basa el plenario, ya que los imputados y sus defensas en todo momento conocieron cules fueron los hechos que las partes tuvieron por probados, como as tambin, los elementos que les permitieron arribar a dicha certeza, con lo cual el ejercicio de la defensa no se ha visto alterado. En tal sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin sostuvo que: Debe rechazarse el agravio fundado en la garanta de la defensa en juicio si la
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parte no demuestra concretamente en qu se afect dicha garanta, o la posibilidad de defenderse, probar y alegar sobre la acusacin cuestionada (C.S.J.N. Fallos 325:3118). As, la existencia del debido proceso requiere, cuanto menos, la posibilidad de refutar las apreciaciones del contrario, ofrecer prueba y alegar sobre su mrito. Se trata de observar las formas sustanciales del juicio relativas a la acusacin, defensa, prueba y sentencia dictada por los jueces naturales (Confr. DAlbora, Francisco J. Cdigo Procesal Penal de la Nacin- Anotado, Comentado y Concordado, Tomo II, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, ao 2005, Sptima edicin, pg 863 y C.S.J.N. Fallos 125:10; 127:36; 189:34; 308:1557; 329:4688). Por su parte, el derecho de defensa en juicio comprende, entre otras cuestiones, la necesidad de que exista una imputacin concreta respecto de una hiptesis fctica atribuida a una persona determinada y que la misma sea correctamente intimada al comienzo y al final del debate al encartado para que pueda contradecirla, todo lo cual por lo expuesto en los prrafos precedentes, se encuentra cumplido en el caso examinado, toda vez que no se configur ningn perjuicio para la defensa y los justiciables. Por todo ello, debe rechazarse el planteo de nulidad interpuesto por la defensa oficial de los imputados Jorge Luis Magnacco y Jorge Eduardo Acosta (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N.). Asimismo, en cuanto al planteo de nulidad parcial introducido por los Sres. Defensores Oficiales de Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek contra el alegato de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal hemos de decir, en consonancia con el criterio que se viene desarrollando, que la hiptesis fundante de aqul pedido basada en el supuesto apartamiento por parte de los Sres. Fiscales de Juicio de la postura inicialmente delineada por el Sr. Agente Fiscal en el requerimiento de elevacin a juicio debido a que, en la instancia del art. 393 del C.P.P.N. se determin la existencia de un concurso real entre los delitos por los que acus a los nombrados y, adems por haberse requerido la aplicacin del art. 146 del Cdigo Penal de acuerdo con la ley nro. 24.410 mientras que en aquella pieza procesal fue postulada la ley nro. 11.179, no constituyen circunstancias que vlidamente afecten la congruencia que debe
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En efecto, dando por reproducidos aqu los argumentos que fueron vertidos en torno a la nocin sobre la acusacin en el proceso penal, de las enunciaciones efectuadas en el alegato fiscal para fundar la modalidad concursal de los hechos imputados a Riveros y Vaek no se puede afirmar que hubieran importado modificacin alguna de la plataforma fctica atribuda, como tampoco la inclusin de una conducta u hecho ilcito nuevo o distinto del que fue abarcado por aqulla. Teniendo en cuenta lo dicho, las cuestiones respecto de las cuales la Fiscala de Juicio en su alegato se pronunci de manera diferente a su par de la Instruccin, en nada alteraron los hechos ilcitos por los cuales fueron indagados y requeridos a juicio Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek ya
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que nada impide que sobre ellas, tanto la acusacin en la etapa del artculo 393 del ordenamiento ritual, y en definitiva el juzgador, estime adecuada, con apoyo en las circunstancias debidamente acreditadas en el debate, la adopcin de otras soluciones relacionadas a la correcta calificacin legal de los hechos y las normas que resultan aplicables al concreto caso juzgado. En idntico sentido, nos pronunciamos en torno al planteo de nulidad interpuesto por la defensa oficial de Riveros y Vaek sobre el alegato de los querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela, a travs del cual tambin se invoc la afectacin al principio de congruencia sustentado en las mismas razones por las cuales se postul la nulidad del alegato fiscal tratada supra, siendo pertinente agregar que respecto de esos querellantes tampoco se verific una actuacin que excediera la potestad acusatoria que les fue reconocida por haber formulado su adhesin al requerimiento fiscal de elevacin a juicio en la causa nro. 1351. Por consiguiente, se concluye en que no existi afectacin al principio de congruencia, y corresponde rechazar los planteos de nulidad interpuestos por los Sres. Defensores Oficiales de Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N.).
c. Respecto de los planteos de nulidad de los alegatos de los representantes legales de los querellantes Juan Gelman; Abel Pedro
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Madariaga y Francisco Madariaga Quintela y de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal: c. 1. En cuanto al planteo de nulidad parcial interpuesto por la defensa pblica del imputado Reynaldo Benito Antonio Bignone sobre la acusacin que formularon las querellas de Juan Gelman y de Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela fundado en que stas excedieron el marco imputativo delineado por la Fiscala de Juicio, corresponde primero aclarar que la reduccin fctica que la defensa atribuy a la ltima no puede tenerse por cierta, permitindonos aseverar que la parte infiri ello sobre la asignacin de responsabilidad que, como eje central de su acusacin, la Fiscala dirigi a Bignone por su conducta relacionada con la sancin de la ley 22.924, lo cual mal pudo interpretarse como una reduccin que impactaba directamente sobre la plataforma fctica delineada en el requerimiento de elevacin a juicio. Sobre la base de lo expuesto y en atencin a las consideraciones precedentemente efectuadas en los apartados respectivos, cabe concluir en que las querellas cuestionadas no incurrieron a travs de sus alegatos, en un exceso de la facultad acusatoria que les corresponda teniendo en cuenta la expresa adhesin que ellas hicieron al requerimiento fiscal de elevacin a juicio en la causa nro. 1351. En consecuencia, tambin corresponde rechazar los planteos de nulidad articulados en tal sentido por los Sres. Defensores Oficiales de Reynaldo Benito Antonio Bignone (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N.).
c. 2. y c. 3. En otro orden, respecto del planteo de nulidad parcial del alegato de los querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela relativa a la acusacin que dirigieron sobre Santiago Omar Riveros atribuyndole carcter de coautor funcional de los delitos por los que fue acusado, por lo cual la defensa oficial entendi que se haba violado la congruencia porque la Fiscala de Juicio acus al nombrado en orden al mismo hecho atribuyndole carcter de coautor mediato de aqullos, son aplicables a la presente cuestin las consideraciones efectuadas en oportunidad de haberse
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dado tratamiento a la nulidad introducida por la defensa de Jorge Rafael Videla en el apartado correspondiente de la presente, las cuales se tienen aqu por reproducidas. nicamente consideramos pertinente destacar que la circunstancia enunciada por los Dres. Toselli y Hernndez al momento de demostrar el perjuicio invocado en su pedido de nulidad alegando que ello forz a los defensores a rebatir simultneamente la postura adoptada por la acusacin particular por un lado y por los acusadores pblicos por otro, que la distincin en cuanto al carcter de atribucin de la participacin criminal de Santiago Omar Riveros en el hecho por el que fue acusado, no implic afectacin de la congruencia que en todo momento fue observada, no encontrando tampoco, ms all del mayor despliegue en la estrategia de la defensa a los fines de
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contrarrestar ambas posiciones, que tal variacin hubiera significado una sorpresiva mutacin de la plataforma fctica que fue objeto de acusacin. Por otra parte, y aqu nuevamente en lo que respecta a la interpretacin sobre la habilitacin procesal correspondiente a esta querella que hiciera la defensa oficial, hemos de remitirnos al criterio sentado sobre este tpico en prrafos anteriores, reafirmando que no fue percibido que a travs de la postura asumida por esa parte en la oportunidad del art. 393 del C.P.P.N. se hubiera extralimitado en su intervencin, teniendo en cuenta la adhesin que la querella hizo a la requisitoria fiscal de elevacin a juicio formulada en el proceso nro. 1351 precisamente porque tal circunstancia no los obligaba a sujetarse de manera irrestricta a cada uno de los postulados que sustentara la acusacin pblica. Afirmar lo contrario, implicara someter al querellante a un arbitrario cercenamiento de la aptitud acusatoria que legalmente le es reconocida. Por lo expuesto, corresponde no hacer lugar a la nulidad del alegato de los querellantes Abel Pedro Madariaga y Francisco Madariaga Quintela, que fue interpuesta por los Sres. Defensores Oficiales de Santiago Omar Riveros (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N.).
c. 4. La defensa oficial de Jorge Eduardo Acosta pidi que se declare la nulidad de lo actuado a partir del 22 de marzo de 2011, fecha a
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partir de la cual las querellas contestaron las cuestiones previas introducidas por las defensas. Incluy los alegatos de las querellas y Fiscala y pidi la absolucin de su asistido. Al respecto, cabe recordar la ntima relacin de este planteo con un anterior pedido de nulidad que tambin interpuso el Dr. Chittaro por entonces, ejerciendo las defensas tcnicas de los imputados Acosta, Bignone y Riveros-, contra la providencia dictada el 11 de noviembre de 2008 a fs. 15.490 de los autos principales en cuanto a que, de conformidad con lo previsto en el art. 354 del C.P.P.N. se dispuso la vista a dos de las querellas de este proceso, el cual fue rechazado por el Tribunal con fecha 14 de diciembre de 2010 a cuyos fundamentos, en los aspectos que aqu resultan pertinentes, nos remitimos a fin de evitar la reedicin de consideraciones ya efectuadas. En esta oportunidad, invoc la defensa que se haba contaminado la prueba manifestando que los alcances de la nulidad solicitada deban extenderse a los alegatos de los acusadores. Reiter su crtica a la actuacin de las querellas, analizando las intervenciones que stas tuvieran de manera autnoma a la del Fiscal, postulando que ello le aparejaba un perjuicio a su asistido y la imposibilidad de considerar vlidamente las acusaciones, puesto que a su entender, esas querellas nunca tuvieron que haber intervenido. Sobre este agravio concreto, corresponde tener aqu por reproducidas las consideraciones efectuadas al momento de reafirmarse la facultad que a cada una de las querellas cuestionadas por el Sr. Defensor Dr. Chittaro se les reconociera al momento de ser determinados los alcances de su actuacin en el proceso nro. 1351. Ahora bien, en lo que respecta a la prueba, debe adems aclararse que una vez ofrecida, admitida y producida, sta le pertenece al proceso, en virtud del principio de adquisicin procesal. De lo contrario, cada parte interrogara a los testigos que ofrece vedando la posibilidad de contralor que justamente el juicio oral conlleva para las restantes partes y es el Tribunal quien tiene la potestad de evaluar la pertinencia de aqulla (arts. 355, 356 y 389 del C.P.P.N.). Ms an, deber tenerse en cuenta el control que la defensa
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que
luego
reput
contaminados, convalidando con ello su legtima incorporacin al debate, lo cual por sus propios efectos, implica afirmar que su validez indiscutiblemente se extendi a la inclusin de aquellos testimonios como prueba tanto en la acusacin pblica como en las particulares. En consecuencia, corresponde rechazar la nulidad interpuesta por la defensa de Jorge Eduardo Acosta con relacin a la actuacin de las querellas indicadas desde el da 22 de marzo de 2011 en que dieran respuesta a las cuestiones preliminares del debate (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N).
pblica de Jorge Eduardo Acosta contra la intervencin a lo largo de su alegato de ms de dos representantes del Ministerio Pblico Fiscal, en primer orden corresponde remitir a la legitimacin que, sobre su intervencin en estos procesos, se otorg a las Sras. Fiscales ad hoc- a travs de la Resolucin nro. 93/09 del 17 de noviembre de 2009 suscripta por el Sr. Procurador General de la Nacin, de la cual todas las partes tuvieron oportuna noticia, sin que fuera objeto de impugnacin alguna desde que ello ocurriera, y especialmente tampoco durante el desarrollo de este juicio confr. fs. 15.765 de la causa nro. 1351-. Asimismo, la Resolucin nro. 63/10 del 30 de junio de 2010 de esa Procuracin result complementaria y ampliatoria de los alcances de la primera. Entre los fundamentos de la Resolucin citada en primer lugar, cabe destacar que expresamente se consign: Que, en atencin a la demanda que implica la tramitacin de esta clase especial de procesos, la Unidad Fiscal de Coordinacin entiende que se dan [en los casos citados], las circunstancias extraordinarias que, en otros anlogos, permitieron designaciones como la solicitada res. M.P. nros. 47/09 y 81/09; P.G.N. nro. 132/09en consecuencia, se considera oportuna la designacin extraordinaria de las Doctoras Nuria Piol Sala, Mara Saavedra y Clarisa Julia Miranda..en carcter de Fiscales ad hoc- (art. 11 ley nro. 24.946) para reforzar y garantizar en todo momento la representacin del Ministerio Pblico Fiscal mientras que en la siguiente Resolucin, con cita de la
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primera se seal: Que aquella resolucin obedeci a la necesidad de garantizar una intervencin eficaz del Ministerio Pblico Fiscal en juicios de magnitud y gran inters institucional, asegurando as el cumplimiento adecuado de las funciones emanadas del artculo 120 de la Constitucin Nacional y del artculo 33 inciso g de la ley nro. 24.496.. Que, por los mismos motivos y atendiendo al cmulo de tareas que recae sobre la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de Estado, ocupada no slo de la preparacin y desarrollo de mltiples debates orales sino tambin del trmite de recursos ..se considera adecuado ampliar la designacin de las Dras. Piol Sala, Saavedra y Miranda para que acten como Fiscales ad hoc en la totalidad de las causas en las que interviene la Unidad de Asistencia, sin distincin de la etapa procesal que transiten. A modo de ejemplo, es vlido mencionar que un planteo en similiares trminos fue efectuado en el debate respecto de la intervencin de una de las letradas de la querellante Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, Dra. Collen Torre, resuelto en favor de la intervencin conjunta de varios letrados de esa parte. Cabe decir entonces que resulta por lo menos, llamativo el planteo efectuado por los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Eduardo Acosta, el cual permite deducir la intencin de provocar la avocacin del Tribunal a un pedido de nulidad cuyo encauce se dirige a obtener la nulidad por la nulidad misma, debido a que de las consideraciones que se hicieran al momento de fundar aqul no se evidencia la manera efectiva en que la intervencin de varios Fiscales y que a criterio de la defensa quedaba agotada inmediatamente despus del pronunciamiento de dos de ellos en cada uno de los segmentos de su alegato, pudo afectar en concreto los derechos que se enunciaron vulnerados. Lo expuesto precedentemente cobra mayor fuerza si se advierte que, especficamente en el segmento del alegato dedicado a los hechos de la E.S.M.A, nicamente tomaron la palabra los Dres. Martn Niklison y Viviana Snchez, y ello, sin perjuicio de que debe tenerse en cuenta la gran dimensin que, en juicios como el que fue celebrado aqu, poda implicar el alegato de la Fiscala que en este caso, se extendi a lo largo de siete das de audiencias-, cuyo cauce tal como fue exteriorizado se dirigi a la acreditacin de manera central, de la existencia de una prctica sistemtica de sustraccin de menores,
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lo cual encierra ciertos conceptos que, de manera global y general inexorablemente debieron interconectarse con una importante cantidad de formulaciones referidas a los aspectos tanto fcticos como jurdicos, y relacionada adems con una gran cantidad de elementos de prueba que resultaban comunes a diversos hechos que tuvieron que ser analizados en forma integral y compartimentada, haciendo indiscutiblemente necesaria la actuacin conjunta, a lo largo de todos los tramos del alegato, de los profesionales que intervinieron en dicho acto. Ms all de lo expresado, resta sealar que tampoco surge de ninguna norma procesal el lmite sobre la actuacin de los Representantes del Ministerio Pblico Fiscal, ni de la misma ley puede inferirse la conclusin a la cual arrib la defensa pblica. Por un lado, el art. 105 del Cdigo Procesal
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Penal de la Nacin invocado por aquella nicamente regula la cantidad de abogados defensores que pueden actuar simultneamente en representacin de un imputado, sin embargo ni en esta norma y en ninguna otra del Cdigo se limita la cantidad de Fiscales que podran intervenir en el proceso y menos an en el alegato, restando por decir que tampoco pueda asistir en razn al incidentista, mediante la utilizacin de la analoga. El artculo 393 del C.P.P.N. prev que en caso de que intervengan dos fiscales y dos defensores ..todos podrn hablar... Surge claramente que el legislador no puso lmites a la intervencin de varios profesionales al momento de alegar. Por el contrario, dispone que se dividirn las tareas para su alocucin y la norma lo hace a ttulo ejemplificativo cuando menciona un nmero y no sanciona con nulidad. Asimismo, el art. 33 de la ley del Ministerio Pblico prev la actuacin conjunta de varios Fiscales, y entre las atribuciones del Procurador General de la Nacin -inciso g)- estipula que podr disponer, cuando la importancia o la dificultad de los asuntos lo hicieran aconsejable, la actuacin conjunta o alternativa de dos o ms integrantes del Ministerio Pblico de igual o diferente jerarqua. Expresamente tambin establece la formacin de equipos de trabajo, sujetando la actuacin de los Fiscales designados a las directivas del titular. Fue precisamente en aplicacin de aquella norma que el
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Procurador General de la Nacin dict las Resoluciones nros. 93/09 y 63/10 por las cuales design a las Doctoras Nuria Piol Sala, Mara Saavedra y Clarisa Miranda como Fiscales ad hoc, mientras que en la nro. 18/11 lo hizo respecto de la Doctora Viviana Snchez. Por lo expuesto, corresponde rechazar los planteos de nulidad dirigidos sobre el alegato del Ministerio Pblico Fiscal, que la defensa introdujo con sustento en los tpicos que fueron examinados en este acpite, as tambin, el referido a la intervencin de ms de dos Fiscales en la instancia del art. 393 del C.P.P.N que la defensa pretendi adjudicar a cada uno de los segmentos del alegato y en relacin a los hechos por los que se acus a Jorge Eduardo Acosta -que fueron indicados en el acta de juicio respectiva a la que aqu remitimos-, correspondiendo estar a la plena validez de cada una de las intervenciones de quienes integran aquella Unidad Fiscal especial por no haberse generado el perjuicio invocado (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N).
B. Sobre el planteo de nulidad del auto de allanamiento dictado en la causa nro. 14.159/06 caratulada Hidalgo Garzn, Carlos y otra s/arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P.. La defensa oficial de Jorge Eduardo Acosta plante la nulidad del auto dictado con fecha 15 de febrero de 2011 por el Sr. Juez a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 4, Secretaria nro. 7 en la causa indicada, que dispuso el allanamiento en el que fuera el domicilio del imputado Carlos Del Seor Hidalgo Garzn. Adelantamos que tal pretensin de ninguna manera puede prosperar, sobre la base de los fundamentos que en adelante se enunciarn. En primer lugar, corresponde destacar que el auto impugnado por la defensa de Acosta es un acto jurisdiccional que ha sido decidido y cumplido por otro Magistrado en el marco de un proceso ajeno a los que fueron sometidos a juicio, circunstancia que, prima facie, evidencia la improcedencia en este estadio, de acceder a dicha pretensin nulificante. Por lo dems, no se aprecia ninguna violacin de orden legal y constitucional a tal inspeccin domiciliaria, que amerite semejante sancin
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Aunque, debe decirse que si lo que pretendi la defensa era impugnar la validez de la incorporacin como prueba nueva a este debate de la carta secuestrada en el domicilio allanado y de otra documentacin que se incaut en esa oportunidad, esto fue parte de una cuestin que ya fue debatida y resuelta por el Tribunal, sin que ahora pueda reeditarse, mxime cuando la defensa no ha aportado argumentos nuevos que promuevan la modificacin del criterio adoptado. Finalmente, si de lo que se trataba era de poner en dudas la autenticidad de la carta, los defensores oficiales deberan haber argumentado sobre su valor probatorio, lo cual no hicieron. Ello ser sin dudas objeto de valoracin por parte del Tribunal, que pudo compulsar la documentacin y
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escuch el testimonio de Catalina De Sanctis Ovando quien contextualiz el hallazgo de la carta dando cuenta de su absoluta veracidad y de su valor como prueba. Por lo expuesto, corresponde rechazar el planteo de nulidad del auto dictado a fs. 1107 de la causa nro. 14.159/06 caratulada Hidalgo Garzn, Carlos y otra s/arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P. del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 4, Secretara nro. 7 de esta ciudad, articulado por la asistencia tcnica de Jorge Eduardo Acosta (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del C.P.P.N.).
C. Sobre el planteo de nulidad de la resolucin dictada por el Tribunal con fecha 5 de marzo de 2012, a travs de la cual se dispuso la incorporacin por lectura de las declaraciones testimoniales all abarcadas: Los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Rafael Videla plantearon la nulidad de la resolucin dictada por el Tribunal el 5 de marzo de 2012, a travs de la cual se dispuso la incorporacin por lectura de diversas declaraciones testimoniales brindadas durante la instruccin de los procesos objeto del debate, como as tambin de las que fueron prestadas en otros procesos de los cuales se sostuvo su ntima vinculacin con stos. En lo atinente a la cuestin introducida, cabe aclarar que bajo este acpite corresponder dar tratamiento a la impugnacin dirigida no ya hacia la
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incorporacin
testimonial
en
misma,
la
cual
precisamente
fue
intrnsecamente resuelta en la decisin del Tribunal que ahora se impugna, sino al examen relativo a su validez como acto jurisdiccional. Efectuada esa salvedad, adelantamos que la pretensin de la defensa no habr de prosperar. Ello, porque ms all de que, por los fundamentos que sern enunciados a continuacin, de las caractersticas propias del acto impugnado no se verifica el perjuicio invocado por la defensa oficial, es certero afirmar que del planteo de nulidad formulado se vislumbra una clara intencin de aquella parte de reeditar cuestiones que han sido tratadas y resueltas definitivamente por el Tribunal, las cuales a esta altura, no son susceptibles de ser nuevamente revisadas, en virtud de los principios de preclusin y progresividad que han ser observados respecto de los actos cumplidos en el proceso. Efectivamente, se advierte que la crtica de la defensa en definitiva se encamina a demostrar una vez ms su disenso con la admisibilidad de la incorporacin por lectura de la prueba testimonial comprendida en la resolucin que pretende anularse, aunque en esta oportunidad aquella optara por atacar los presupuestos inherentes a la validez formal de lo decidido, alegando su falta de motivacin. En primer orden, sobre la falta de demostracin del perjuicio alegado por la defensa, corresponde sealar que toda vez que se invoc la falta de fundamentacin en el decisorio del Tribunal, que a poco que se avance en el anlisis de los aspectos que hacen a dicha cuestin, la pretensin nulificante inexorablemente cae por s misma, ya que en la oportunidad de su dictado, fueron contestados todos los cuestionamientos efectuados por cada una de las defensas, habiendo sido desarrollados claramente los fundamentos que finalmente ameritaron la incorporacin por lectura de las declaraciones testimoniales que fueron objeto de expresa oposicin por las partes. Esto es as, ya que teniendo en cuenta los efectos que principalmente se derivaban de la resolucin puesta en crisis, resulta evidente que las garantas y derechos que son reconocidos a todos los imputados y por consiguiente, los que necesariamente se vinculan con el ejercicio efectivo de la defensa en el proceso, han sido precisamente, el principio rector del
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Es decir, que si se observa la lgica desarrollada a lo largo del auto cuestionado, se ver que en todo momento se ha procurado hacer prevalecer el derecho de defensa asegurando la regla de la comparecencia de los testigos al debate (art. 391 del C.P.P.N.). Ahora bien, en un armnico anlisis de los restantes presupuestos que entonces se hallaban en juego, la valoracin efectuada por el Tribunal en torno a las incorporaciones por lectura de declaraciones testimoniales de quienes se acredit fehacientemente una causal de imposibilidad de comparecer al debate, ya sea por haberse constatado su fallecimiento o por causa de impedimento psicofsico, ausencia del pas o dems supuestos del art. 391 inc. 3 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, se hizo de una manera restrictiva.
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Para
ello,
resulta
pertinente
remitir
ntegramente
las
consideraciones efectuadas al momento de fundamentar la incorporacin de las declaraciones respecto de las cuales la defensa sostuvo no haber tenido el control respectivo. En el mismo sentido, corresponde invocar la salvedad consignada en torno a quienes haban prestado declaracin testimonial, ya sea en estas actuaciones, como en otras que tramitaran ante otros rganos judiciales, que luego revistieron calidad de imputados en esos otros procesos, respecto de los cuales fueron celosamente observados los recaudos pertinentes a fin de evitar cualquier posible afectacin a la garanta de la no autoincriminacin obligatoria. En lo concerniente a los testigos cuya situacin se encuadr en los supuestos previstos en el art. 391 inciso 3 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, tras haberse acreditado eficazmente a su respecto la imposibilidad de concurrir al debate para prestar testimonio luego de que fuera constatada la causal respectiva y habindose establecido que para ello resultaron suficientes las medidas implementadas a los fines de certificar debidamente dicha situacin, en algunos casos a travs del programa del Centro de Asistencia a Vctimas de Violaciones de Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa, dependiente de la Direccin Nacional de Atencin a Grupos en situacin de vulnerabilidad de la Secretara de Derechos Humanos del Ministerio de
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Justicia y Derechos Humanos de la Nacin, conforme a lo dispuesto en la nota DNGV nro. 449/10 y la Resolucin nro. 2501/10 del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nacin y en otros casos, por quienes aportaron al proceso certificados extendidos por mdicos particulares, no se advierte del actual cuestionamiento de la defensa, alguna nueva circunstancia que demuestre la necesidad de otras razones adicionales, con el propsito de confrontar las distintas circunstancias acreditadas en autos. No puede soslayarse adems, que la situacin de aquellos testigos que acreditaron la respectiva imposibilidad para prestar declaracin en este debate, se hallaba contemplada en el punto 5 titulado Victimizacin de las 100 reglas de Brasilia Sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condicin de Vulnerabilidad, reforzando ello la legitimidad de la incorporacin por lectura de sus declaraciones testimoniales, con el especial alcance que all fue delimitado. Lo expuesto hasta aqu no hace ms que evidenciar que el pedido de la defensa en realidad respondi ms a adelantarse, a esa altura, a la valoracin acerca de la entidad probatoria que pudiera asignarse a todas aquellas declaraciones que no fueron brindadas en el contexto del debate celebrado. Es decir, que la cuestin que por va de nulidad pretendi introducir la defensa, se traduce en la clara disconformidad con la valoracin de aquellos testimonios que se efectuara en esta sentencia. Ahora bien, sin perjuicio de lo expresado, entendemos que cabe hacer una disquisicin en torno a la presuncin que la defensa hiciera acerca de algunas cuestiones que a su criterio, quedaron supeditadas por decisin del Tribunal en la resolucin del 5 de marzo de 2012 a la efectiva ocurrencia de un perjuicio. En relacin con ello, y nuevamente en refuerzo de la plena validez de la resolucin cuestionada, hemos de decir, tal como lo hicimos en aquella oportunidad y siempre en la continua salvaguarda de los principios y garantas que deben primar en el proceso penal, especialmente los que operan de manera directa en favor del derecho de defensa de los imputados, que el nico argumento vlido para atender a la exclusin de la incorporacin de las
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declaraciones testimoniales cuestionadas, como asimismo, de los documentos que serviran como elementos de prueba en este juicio, fue centrado en la efectiva ocurrencia de un gravamen concreto y real que justificase el apartamiento del proceso de aquellas probanzas, circunstancia que, reiteramos, no se ha producido al momento del dictado de la mentada resolucin y tampoco ahora. Corresponde concluir entonces, tal como ya fuera expuesto, en que ni al decidirse la incorporacin por lectura abarcada por la resolucin del 5 de marzo de 2012 y tampoco con posterioridad a ella, se ha verificado el perjuicio sobre el cual advirti la defensa al manifestar su oposicin a aqulla, menos an, el gravamen que tal incorporacin probatoria efectivamente le pudo generar a sus asistidos, sin que pueda afimarse que a travs del temperamento
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adoptado se conculcaron las garantas reconocidas en favor de los imputados, por lo cual corresponde sin ms, el rechazo de la nulidad impetrada. Reafirmando lo dicho precedentemente, debe mencionarse que en los argumentos vertidos en la resolucin puesta en crisis, se sostuvo la necesidad de prevaler la incorporacin por lectura de la prueba testimonial enumerada, con el objeto de evitar la irremediable prdida de testimonios que seran tiles para el descubrimiento de la verdad real, sin que se desmereciera por otra parte, la impronta que tales testimonios conllevaban en atencin al contexto en el cual fueron brindados, especialmente, teniendo en cuenta el objeto sobre el cual se pronunciaron, lo cual fue expresado claramente, sin soslayarse el particular valor probatorio que poda atribuirse a tales pruebas en esta oportunidad. Es que tratndose los supuestos examinados de uno de los casos de excepcin a principios inmanentes al enjuiciamiento penal, como lo son el de publicidad, oralidad y de inmediacin, encontrndose en juego la garanta de la defensa en juicio (art. 18 de la Constitucin Nacional), manifestada aqu a travs del puntual derecho que la compete a confrontar la prueba en este caso, testimonial-, la norma del art. 391 del C.P.P.N. debe interpretarse en forma estricta y taxativa. Sin embargo, si se acredit el cumplimiento de los requisitos contenidos en su inciso 3, para el caso de los testigos fallecidos, no habidos o inhabilitados, corresponde sealar que, sin perjuicio de la valoracin final que
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se haga de todo cuanto han expuesto a la luz de los dems elementos de prueba que integren el plexo probatorio, nada impide la inclusin escrita de sus dichos. Resta decir que otro de los fundamentos desarrollados al momento de justificarse la inasistencia al debate de los testigos imposibilitados de prestar declaracin en este proceso, fue la apreciacin que, de manera complementaria se hiciera a la luz del documento titulado las 100 reglas de Brasilia Sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condicin de Vulnerabilidad, quedando demostrada la conveniencia de evitar una doble victimizacin de aquellos testigos. Justamente en honor a lo consignado en los prrafos precedentes, tambin en aqul momento se sostuvo que no poda perderse de vista que nos hallbamos frente a hechos ocurridos hace ms de treinta aos, y aquellas personas que los presenciaron o fueron contemporneos a los mismos y pudieron brindar alguna versin de aquellos, quedaran en el olvido por cualquier circunstancia que, por su propia matriz temporal, opere en la capacidad de poder ser escuchados. Fue entonces que, habindose tornado imposible la obtencin de tales declaraciones, se procedi a la incorporacin por lectura en esos casos en virtud del supuesto previsto en el inciso 3 de la norma citada, configurndose el supuesto de testigos ausentes o no habidos. Por otra parte, corresponde tener por reproducidas aqu las razones que motivaron la incorporacin de los testimonios recabados en los legajos de la Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas CONADEP-, situacin que quedaba configurada en el artculo 392 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, por tratarse de prueba documental respecto de la cual expresamente se dej en claro en la resolucin impugnada, que aquella no tena la fuerza convictiva de una declaracin testimonial prestada en sede judicial. Concretamente en referencia a los testigos nuevos que fueron convocados al debate y no comparecieron, destacamos que se admiti la incorporacin por lectura de sus declaraciones prestadas ante otras sedes judiciales, con la finalidad antes mencionada de preservar esa prueba que haba sido vlidamente incorporada al expediente de que se trate, en atencin a
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la comunidad y universalidad probatoria entre los hechos juzgados aqu y los que integraron el objeto de esos procesos, remarcndose nuevamente que tal criterio fue adoptado sin perjuicio del valor probatorio que caba reconocerse a esos testimonios. Es decir que, sin que se encuentren afectados los principios rectores del debido proceso y no hallndose en duda la legitimidad del procedimiento de incorporacin por lectura, lo que fundamentalmente deber garantizarse es que, al utilizar tales declaraciones como prueba, se respete el derecho de defensa del acusado (conf. TEDH, caso Unterpertinger vs. Austria, serie A, N 110, sentencia del 24 de noviembre de 1986, consid. 13, prr. 31). Se reitera entonces que, implicando la decisin impugnada, un supuesto de excepcin al principio de inmediacin, los testimonios y dems documentos incorporados por lectura, deben ser evaluados con particular
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atencin, en conjunto con las dems constancias que existieran con referencia al hecho que se pretenda probar. Culminando con el anlisis sobre la validez del auto impugnado, corresponde reafirmar que las distintas soluciones all adoptadas hallaron legal sustento en las normas que fueron expresamente consignadas, siendo dable reiterar que la implementacin de la Acordada nro. 1/12 de la Cmara Federal de Casacin Penal tuvo lgico fundamento en la necesidad de reglamentar distintas cuestiones de manera armnica con las especficas normas procesales que resultaron aplicables a cada caso. Asimismo, fueron tratados los motivos que sustentaron la incorporacin de distintos tipos de declaraciones testimoniales, siendo definido el carcter de las que fueran recabadas en otros procesos ntimamente vinculados al presente, considerndolas parte de la instruccin entendida en sentido amplio, que comprenda otros expedientes vinculados. Ms an, se rechaz la incorporacin de declaraciones prestadas en otros procesos en los casos en los que se contaba con una declaracin del testigo en esta causa, limitando los alcances de la Acordada de la C.F.C.P. que autorizaba sin restriccin estos supuestos. Puntualmente, respecto del testigo Ruiz al que hizo referencia la defensa, corresponde destacar que fue aportado un certificado mdico y un informe del Centro de Asistencia a Vctimas por Violaciones de Derechos
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Humanos Dr. Fernando Ulloa, restando por decir que con tales elementos qued, sobre la base de los presupuestos delineados por el Tribunal, justificada de manera suficiente la incorporacin por lectura de su declaracin testimonial (v. legajo de citaciones del juicio). En refuerzo de las consideraciones efectuadas, resulta pertinente mencionar que la Acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin nro. 42/08 invocada a su vez en la Acordada nro. 1/12 de la Cmara Federal de Casacin Penal como fundamento junto con la facultad de dictar reglas prcticas del art. 4 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, dispone la celeridad de los juicios no slo mediante la reforma legal de algunos puntos que especficamente all fueron propuestos, sino que adems en su punto 3 exhorta a todos los Jueces en general a adoptar medidas concretas para que en cada caso y con las modalidades pertinentes evalen las decisiones a tomar a efectos de que sean las ms conducentes para la celeridad de los juicios. Es as que la Acordada de la C.F.C.P. se enmarca en esta exhortacin y no excede el mbito autorizado en el art. 4 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin ni viola normas procesales. La normativa indicada fue considerada en el precedente Losito, Horacio s/recurso de casacin de la Sala II de aqul Tribunal, resuelto el 18 de abril de 2012 (en particular, confr. puntos 17 y 36). Se advierte en definitiva que la Acordada no asumi funciones legislativas, las cuales por cierto, no le corresponden, sino que tan solo regul algunas cuestiones prcticas relacionadas con los preceptos de los arts. 391 y 392 del C.P.P.N. entre otras disposiciones procesales, en una direccin que ya haba sido aceptada por la jurisprudencia (C.S.J.N. Fallo Gallo Lpez, Javier del 7/6/2011).
c. 1 Sobre esta cuestin, el Dr. Domingo Luis Altieri dijo: En cuanto a mi disidencia en relacin a la incorporacin por lectura de las declaraciones clasificadas en la resolucin dictada el 5 de marzo pasado, conforme con las consideraciones vertidas en el acta de juicio respectiva, correspondientes a Juan Carlos Piedra; Gabriela Gooley; Graciela Liliana Marcioni; Silvia Cristina Fanjul; Elisa Ofelia Martnez; Lorena Josefa Tasca y Pedro Pablo Caraballo, estimo oportuno formular una consideracin a
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fin de determinar los alcances de mi voto y al respecto, dejar aclarado que aqul vers sobre la modalidad que considero deba observarse a fin de merituar la incorporacin por lectura de aquellos testimonios. Que en la ocasin postul que los certificados mdicos y los antecedentes de las verificaciones efectuadas por funcionarios del Tribunal, fueran remitidos con carcter previo a la decisin del caso, al Programa de Asistencia a Vctimas de Violaciones de Derechos Humanos del Centro Dr. Fernando Ulloa para que se dictamine sobre la imposibilidad invocada por esos testigos, lo cual como antes se indic y en virtud del requerimiento efectuado por el Tribunal con fecha 16 de febrero de 2012 confr. fs. 1038 del legajo de actuaciones mencionado-, efectivamente ocurri en los casos de Silvia Fanjul, Oscar Antonio Ruz, Graciela Noem Marcioni, Gabriela
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Gooley y Juan Carlos Piedra, donde fueron ratificadas todas las circunstancias consignadas en los informes elaborados por dicho centro y tambin las relativas al estado de salud de los dos ltimos en los anexos de las notas aportadas a este Tribunal en la audiencia del 13 de marzo de 2012. En el caso de Lorena Tasca hay un certificado mdico a fs. 972 del legajo de actuaciones de juicio. En virtud de lo expresado, cabe aclarar los alcances de este voto, que versaran sobre las exigencias para habilitar la incorporacin probatoria efectuada sin que por ello encuentre un impedimento para que, cumplida la actuacin de los profesionales del centro arriba mencionado, se procediera a la incorporacin tratada. Por lo expuesto, corresponde rechazar el planteo de nulidad de la resolucin dictada el 5 de marzo de 2012, interpuesto por los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Rafael Videla (arts. 166 y cctes. a contrario sensu- del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
II. SOBRE EL PLANTEO DE INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART. 55 DEL CDIGO PENAL SEGN LEY NRO. 25.928-:
A. Los Dres. Mara del Carmen Roqueta y Julio Luis Panelo dijeron:
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Las defensas oficiales de los imputados Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek, con expresa adhesin de la defensa de Jorge Eduardo Acosta, plantearon la inconstitucionalidad del artculo 55 del Cdigo Penal, conforme con la actual redaccin de la ley nro. 25.928. Desda ya adelantamos que aquellos planteos sern rechazados, ya que poniendo especial atencin a los excepcionales presupuestos que habilitan el control exigido para el caso, no se observa, a travs de la aplicacin normativa que supone el artculo 55 del Cdigo Penal en su nueva redaccin, la alegada lesin a normas constitucionales. Sobre la excepcional naturaleza de planteos como el presente, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha sostenido que: la declaracin de inconstitucionalidad de una disposicin legal es un acto de suma gravedad institucional, pues las leyes dictadas de acuerdo con los mecanismos previstos en la Carta Fundamental gozan de una presuncin de legitimidad que opera plenamente, y obliga a ejercer dicha atribucin con sobriedad y prudencia, nicamente cuando la repugnancia de la norma con la clusula constitucional sea manifiesta, clara e indudable; y que cuando conoce en la causa por la va del art. 14 de la ley 48, la puesta en prctica de tan delicada facultad tambin requiere que el planteo efectuado ofrezca la adecuada fundamentacin que exigen el art. 15 de esa norma y la jurisprudencia del Tribunal (Fallos 226:688, 242:73; 300:241; 1087; causa E. 73. XXI, ENTEL c/Municipalidad de Crdoba s/sumario del 8/09/1987). Adems,
corresponde que sea demostrado de qu manera la disposicin contrara la Constitucin Nacional (C.S.J.N. Fallos: 253:362; 257:127; 328:1491). Fijado el criterio que debe observarse en cuanto al
cuestionamiento sobre la constitucionalidad de las normas, y sin que pueda avanzarse, en razn a las consideraciones invocadas, en pos del particular examen requerido en aqul sentido, estimamos pertinente efectuar algunas aclaraciones relacionadas con los argumentos expuestos por la defensa en su planteo. En primer lugar debe decirse que el art. 55 conforme con su redaccin actual, establece un lmite a la pena mxima a imponer para los casos de concurso real de delitos, lo cual deriva de la exclusiva potestad del legislador mientras que su aplicacin queda a criterio del juzgador quien, a tal
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fin, deber tener en cuenta las pautas que contemplan los arts. 40 y 41 del Cdigo Penal. As, encontramos que la inconstitucionalidad planteada obedece ms bien a los atendibles desacuerdos de las distintas defensas con las penas que, en cada caso, fueron solicitadas por los acusadores en aplicacin de la mencionada norma, no encontrndose en juego con ello la sostenida lesin de normas constitucionales. Entre los diversos precedentes citados por la Fiscala en su rplica sobre este tpico, cabe destacar que en Manfredi se convalid la aplicacin de una pena superior a los veinticinco aos de prisin en virtud de la modificacin introducida por la ley nro. 23.077 en el art. 227 ter del Cdigo Penal inserto en el captulo de atentados contra el orden constitucional -Sala III
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de la Cmara Federal de Casacin Penal-. En aquella oportunidad se consider que el mximo penal era decisin exclusiva del legislador y los aumentos obedecan a una voluntad de que ciertos delitos no quedaran impunes (C.N.C.P., Sala III Manfredi, Luis Alberto y otro s/recurso de casacin, Reg. n 188/01, causa nro. 3182, rta. el 8/08/01). Asimismo, el fallo Estvez de la Sala IV de la C.N.C.P. se inclin en el mismo sentido por una interpretacin del art. 55 en su anterior redaccin que consider autorizaba una pena superior a los veinticinco aos de prisin, en virtud a la reforma introducida al Cdigo en el art. 227 ter, siendo dable sealar que al imputado en ese caso, mediante una unificacin de condenas, se le impuso una pena de treinta y cuatro aos y seis meses de prisin. En el fallo mencionado se sostuvo que, an cuando el lmite histrico se situaba en veinticinco aos de prisin, nada impeda que de producirse alguna modificacin en la especie de pena variara el monto. Y, efectivamente, en el caso del actual art. 55 del Cdigo Penal oper esa modificacin, a travs de la cual se fij en la parte general del Cdigo el tope mximo de la pena a imponer en el supuesto de concurso real de delitos. As es que ese monto constituye una limitacin, la cual necesariamente deber ser mensurada de acuerdo con las pautas contenidas en los artculos 40 y 41 del cdigo sustantivo, sin que por ello pueda cuestionarse la constitucionalidad de aqulla norma.
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La Corte Suprema de Justicia de la Nacin confirm el fallo Estvez y sostuvo que las circunstancias atinentes a la pena eran cuestiones de derecho comn y de exclusivo resorte de los tribunales inferiores y que el principio constitucional de divisin de poderes no consenta a los integrantes del Poder Judicial a que se apartaran de las leyes so pretexto de su injusticia o desacierto (Fallos 249:425; 258:17; 263: 460) y (C.S.J.N. E. 519.XLI -Recurso de hecho- Estvez, Cristian Andrs o Cristian Daniel s/robo calificado por el uso de armas; causa nro. 1669/1687, rta. el 8/06/2010; F. 333:866). En consecuencia, seal que no poda entrometerse en materias de derecho comn y consider suficientes los argumentos desarrollados por la Cmara de Casacin declarando que su decisin era un acto jurisdiccional vlido. El Mximo Tribunal reiter esta postura al resolver los casos Navarro, Nuez Carmona, Pino Torres, Salvador, Mella y Bentez. En el caso Pino Torres, el Procurador General de la Nacin dictamin con relacin al monto de la pena del art. 227 ter del Cdigo Penal y sostuvo que la reforma introducida por el artculo 55 del Cdigo Penal por la ley nro. 25.928 corroboraba la legitimidad del monto que se aplicaba en los casos indicados. Y asimismo que: ..la lectura de los antecedentes legislativos permita advertir que a travs de su sancin.se termina con la discusin generada en torno a establecer cul es el mximo de pena aplicable en los supuestos de concurso real de delitos que entonces poda superar los 25 aos (causa Pino Torres, Johan Alfredo s/recurso de queja, Dictamen fiscal del 2/10/2007). Por otra parte, la reforma de la ley nro. 25.928 introdujo modificaciones en la parte general del Cdigo Penal, por lo cual resulta aplicable a todos los delitos all contenidos, sin que pueda discriminarse su implementacin en algunos u otros casos, segn el contexto en el cual se haya sancionado la reforma. Siendo uno de los principios republicanos de gobierno que las decisiones estatales se presumen racionales, no existe razn lgica para pensar que el legislador al momento de reformar el Cdigo Penal no haya tenido en miras la aplicacin de ella sobre la totalidad de los delitos. En definitiva, un aumento en las penas no puede tomarse sino como un cambio en la poltica
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criminal de un Estado encomendada en nuestro pas al Poder Legislativo que sancion la ley. En consecuencia, el argumento desarrollado por la defensa de Jorge Rafael Videla en cuanto a que el contexto en el cual se sancion la ley le era completamente ajeno no puede tener un serio sustento jurdico. Por otra parte, respecto a la alegada desproporcionalidad del monto de la pena propiciada en el caso de Jorge Rafael Videla, tanto por la Fiscala de Juicio como por las querellas en sus respectivos alegatos corresponde decir en primer lugar que el art. 55 del Cdigo Penal establece topes mximos para el concurso material de delitos por lo que no puede ser calificada como desproporcionada en s misma tal como lo plantearon los defensores.
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Asimismo, sobre la crtica de la proporcionalidad de la pena solicitada respecto de Videla, corresponde sealar que, pese a que aquella incluyera la parte final del planteo de inconstitucionalidad sub examen, constituye una cuestin que excede el marco de la presente cuestin y ser tratada en el captulo correspondiente. Slo hemos de mencionar a fin de dejar hecha la salvedad respectiva que, el Estatuto de Roma invocado por las defensas, regula las ms graves conductas posibles de ser cometidas contra la humanidad,
estableciendo un mximo de treinta aos de pena para los responsables de dichos delitos y si bien el art. 77 fija esa pena temporal, como corolario del apartado referente a las penas, en el art. 80, bajo el ttulo El estatuto, la aplicacin de las penas por los pases y la legislacin nacional establece especficamente que nada de lo all dicho se entender en perjuicio de la aplicacin por parte de los Estados de las penas establecidas por su legislacin nacional. Con lo expuesto ha de establecerse que el propio artculo expresa que las penas del Estatuto no pueden ser un limitante ni una exigencia para los Estados partes. Vinculado con ello, cabe recordar que la ley nro. 26.200 que adapt el Estatuto de Roma a nuestra legislacin, estableci que las penas para los casos de los delitos de genocidio y de lesa humanidad que se juzguen en nuestro pas sern de entre 3 y 25 aos de prisin, sin hacer mencin alguna al
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concurso real entre ellos. Y en su art. 12 bajo el ttulo graduacin de la pena determin que La pena aplicable a estos delitos en ningn caso podr ser inferior a la que le pudiera corresponder si fuera condenado por las normas dispuestas en el Cdigo Penal de la Nacin. De lo expresado, claramente se arriba a la conclusin de que la misma ley establece el respeto armnico hacia las disposiciones del Cdigo Penal, entre ellas, las correspondientes a la parte general del cuerpo normativo que debe regir a todos los ilcitos que se juzguen en nuestra jurisdiccin y entre ellas, se encuentra el art. 55 en su versin actual que ya se encontraba vigente al momento de sancin de la ley nro. 26.200, siendo ste el modo en el que debe entenderse la hermenutica entre los delitos por ella incorporados y nuestro ordenamiento jurdico. En definitiva, la pena dispuesta se presenta como una limitacin para esa especie de delitos, tal como puede serlo la escala de un homicidio, pero no para las reglas establecidas para los casos de concurso de delitos. Corresponde a esta altura hacer un breve parntesis sobre la cuestin que se viene examinando a fin de establecer las circunstancias que ameritan que en el caso de Jorge Rafael Videla se aplique la actual versin del art. 55 del Cdigo Penal. En tal sentido, adelantamos que en los casos en los cuales se continu reteniendo y ocultando a los menores con posterioridad a la entrada en vigencia de la ley nro. 25.928 publicada en el Boletn Oficial el 10 de septiembre de 2004- que modific el tope penal previsto en el artculo mencionado, corresponde su aplicacin, como consecuencia del
mantenimiento en el tiempo de aquellas conductas tpicas. Efectivamente, algunas de las conductas reprochadas a Videla se encuentran alcanzadas por la nueva escala penal que prev el artculo 55 mencionado, elevando a cincuenta aos de prisin el mximo de la escala penal en los casos de concurso material. Afirmacin que resulta acorde con el criterio fijado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin a partir del precedente Jofr, en cuanto sostuvo que en los casos de delitos permanentes, debe aplicarse la ley vigente al momento del cese de la comisin de aqullos, aunque se tratare de una norma ms gravosa para el imputado.
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As, quedan comprendidos bajo esta nueva normativa los casos de Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Natalia Surez Nelson Corvaln, Clara Anah Mariani y de los hijos/as de Stella Maris Montesano, Mara Eloisa Castellini, Elena de la Cuadra, Laura Estela Carlotto y Gabriela Carriquiriborde, nicamente en lo que respecta a su retencin y ocultacin, por tratarse de acciones tpicas de carcter permanente.
B. El Dr. Domingo Luis Altieri dijo: He de disentir con mis distinguidos colegas en cuanto admiten, para el caso del concurso real de delitos comprobados en este juicio, la posibilidad de imponer una pena de hasta cincuenta aos, conforme la
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redaccin del artculo 55 del Cdigo Penal, a partir de la reforma introducida por la ley 25.928 (B.O. del 10 de septiembre de 2004); criterio que respeto pero no comparto. Ello, debido a que, conforme en adelante lo expondr, considero la modificacin introducida a la ley penal por esa reforma conlleva a contradecir el fin de resocializacin que deben perseguir las penas privativas de la libertad. En efecto, el art. 5, inc. 6 de la Convencin Americana de Derechos Humanos estatuye que las penas privativas de la libertad tendrn como finalidad esencial la reforma y la readaptacin social de los condenados y el art. 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos dispone que el rgimen penitenciario consistir en un tratamiento cuya finalidad esencial ser la reforma y la readaptacin social de los penados. Debemos recordar que esas normas, no constituyen simples recomendaciones o sugerencias, cuya aplicacin dependa de la voluntad discrecional del Estado (Conf. BOVINO, Alberto El Encarcelamiento Preventivo en los Tratados de Derechos Humanos, pag. 434 y sigts.), sino que tras la reforma de la Constitucin Nacional de 1994 el sistema de derechos se ha visto ampliado con la incorporacin, en el art. 75 inc. 22, de varios
instrumentos internacionales (diversos tratados, un protocolo y declaraciones de derecho internacional de derechos humanos), que prevalecen sobre las leyes, obligan internacionalmente a nuestro Estado y le adjudican
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responsabilidad si en la jurisdiccin interna no se cumplen o se violan. Dichos instrumentos internacionales, y los que en el futuro se incorporen conforme al mecanismo legalmente previsto, han alcanzado la misma jerarqua de la constitucin suprema e integran junto a ella el denominado bloque de constitucionalidad federal, diseminando su fuerza normativa al resto del ordenamiento jurdico (Conf. BIDART CAMPOS, Germn J. Manual de la Constitucin Reformada T 1, pag. 473 y sigts. - Ed. Ediar, 1998). Consecuentemente, esas no son normas de cumplimiento optativo, para unos s, para otros no. Sin medias tintas y para que no queden dudas a qu me refiero, cuando sealo que dichas normas constitucionales no son de aplicacin optativa, estoy diciendo que por ms que me repugne el delito cuya comisin he podido comprobar en este juicio, por ms que piense en mi fuero interno que tal o cual sujeto que he debido juzgar, en este caso, no resulta resocializable, por cuanto lejos de mostrar alguna contriccin o
arrepentimiento por las monstruosidades que ha protagonizado, las reivindica de hecho a diario (tal como hemos podido escuchar por parte de algunos de los imputados en la oportunidad prevista por el art. 393 in fine del C.P.P.), en el plano terico, como Juez debo sostener el principio que establece la igualdad de la aplicacin de la ley, conforme lo dispone el art. 16 de la Constitucin Nacional. Bien ha dicho FERRAJOLI que ...el fundamento de la legitimacin del poder judicial y de su independencia no es otra cosa que el valor de igualdad como igualdad en droits: puesto que los Derechos fundamentales son de cada uno y de todos, su garanta exige un Juez imparcial e independiente, sustrado a cualquier vnculo con los poderes de mayora... debe haber un Juez independiente que intervenga para reparar las injusticias sufridas, para tutelar los Derechos de un individuo, aunque la mayora o incluso la totalidad de los otros se uniera contra l... (Conf. FERRAJOLI, Luigi El derecho como sistema de garantas, ponencia expuesta en las Jornadas sobre La crisis del derecho y sus alternativas, Madrid el 4/12/92). La reforma introducida por ley 25.928, al igual que otras leyes
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sancionadas, bajo la denominacin de leyes Blumberg, al calor de una trgica muerte acaecida hace varios aos en ocasin de un secuestro extorsivo y con la finalidad oportunista de promover una ilusin de mayor seguridad como modo de intentar llevar tranquilidad a la sociedad, no respondi a la implementacin de ningn tipo de poltica criminal racional, es ms, ha sido reconocida como contraria a las enseanzas de la ciencia penal moderna en cuanto a los fines de la pena que declama nuestra legislacin y su aplicacin puede dar lugar a un castigo cruel, lesivo al principio de humanidad. El camino que la ley acuerda para subsanar semejante desatino, no es otro que aqul cuya aplicacin han requerido las defensas de los encartados, la declaracin de inconstitucionalidad de la reforma introducida por la ley 25.928 al art. 55 del Cdigo Penal.
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Ha sido sostenido por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, a partir de la resolucin recada en la causa Mill de Pereyra, Rita Aurora y otros c/Pcia. de Corrientes s/demanda contenciosa administrativa, del 27-IX-2001 Rev. La Ley, 2001-F-891, que en atencin al sistema de control constitucional difuso adoptado por nuestro pas, compete a todos los Jueces ejercer el control de la constitucionalidad de las normas que deben aplicar, sin que exista diferencias entre Magistrados nacionales y provinciales, puesto que ... es regla tan imperativa para las Provincias como para la Nacin (art. 5 C. N.) que la facultad de declarar la inconstitucionalidad de las leyes, y de anular actos en su consecuencia, es potestad exclusiva de los Tribunales de Justicia ... (SCJN, Fallos: 149:222; 269:243, cons. 10 y 311: 460 La Ley, 1988-D- 143; 302:132, entre otros). En efecto, ...la atribucin que tienen y el deber en que se hallan los Tribunales de Justicia nacionales y provinciales- de examinar las leyes en los casos concretos que se traen a su decisin comparndolas con el texto de la Constitucin, para averiguar si guardan o no conformidad con sta, y abstenerse de aplicarlas si las encuentran en oposicin con ella, constituye uno de los fines superiores y fundamentales del Poder Judicial ... (Conf. cons. 10, voto Sr. Ministro Dr. BOGGIANO en el referido precedente Mill de Pereyra, Rita Aurora y otros c/Pcia. de Corrientes s/demanda contenciosa
administrativa).
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La tarea de controlar el respeto de las normas constitucionales por parte de los poderes Ejecutivo y Legislativo, an de oficio, es parte de la esencia de la funcin del Poder Judicial, ya que los Jueces deben velar por el apego irrestricto a la supremaca de la Constitucin Nacional; de otro modo, de nada valdra sostener que las normas constitucionales prevalecen frente a toda norma inferior. Como bien enseara Germn BIDART CAMPOS, ... el control de la constitucionalidad hace parte de la funcin de aplicacin del derecho y por eso, debe efectuarse por el Juez aunque no se lo pida la parte ... El Juez tiene que aplicar bien el derecho y para eso, en la subsuncin del caso concreto dentro de la norma debe seleccionar la que tiene prioridad constitucional. Aplicar una norma inconstitucional es aplicar mal el derecho, y esa mala aplicacin...no se purga por el hecho de que nadie haya cuestionado la inconstitucionalidad... (Conf. BIDART CAMPOS, G. Manual de Derecho Constitucional Argentino , Ediar, 1986, pgs. 778/779). Consecuentemente, el temperamento a seguir, tal como ya he sealado, no es otro que la declaracin de inconstitucionalidad de la reforma introducida por la ley 25.928 al art. 55 del Cdigo Penal por cuanto la repugnancia con la clusula constitucional es manifiesta y la incompatibilidad inconciliable. (Estado Nacional -Ministerio de Cultura y Educacin- c/ Universidad Nacional de Lujn s/ aplicacin ley 24.521. Corte Suprema de Justicia de la Nacin 27/05/1999 T. 322, P. 842). No puedo dejar de admitir que el criterio que propugno no es pacfico, y lo demuestra la circunstancia de que la mayora de este Tribunal ha sellado la cuestin que analizo en sentido contrario al que postulo. Como tampoco puedo omitir que existe doctrina que, an compartiendo en esencia el razonamiento que he expuesto, proponen adecuar el contenido de la ley a los preceptos constitucionales, pero sin avanzar sobre la declaracin de inconstitucionalidad de la norma. As, el Profesor Zaffaroni seala que debe descartarse la declaracin lisa y llana de inconstitucionalidad del art. 55, pues el resultado sera eventualmente ms gravoso, dado que deberan ejecutarse todas las penas sin lmite alguno, en forma que excedera la posibilidad biolgica de la persona y hara caer en el
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ridculo al derecho al pretender lo imposible (Conf. ZAFFARONI, Eugenio R. El mximo de la pena de prisin en el derecho vigente, Rev. La Ley, Ao LXXIV n 89 del 10 de mayo de 2010). Con la humildad y respeto que siente un alumno frente al Maestro, debo sealar que considero que esa apreciacin no resulta acertada, por cuanto frente a la declaracin de inconstitucionalidad a la reforma introducida por ley 25.928, no desaparece el artculo 55 del Cdigo Penal, sino que recobra vigencia la redaccin anterior a la reforma, que en definitiva resulta ms beneficiosa al imputado y que no se encuentra en conflicto con las normas que integran el Bloque de Constitucionalidad Federal. Hecha esta salvedad, coincido en un todo con el ilustre penalista, en cuanto sostiene que: en la jerarqua de valores que impone la Constitucin
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Nacional se encuentra en primer lugar la integridad y dignidad de la persona, corresponde al Juez compatibilizar esa norma con lo prescripto por la Convencin Americana de Derechos Humanos (Adla, XLIV-B, 1250), en cuanto introduce el principio de abolicin progresiva de la pena de muerte; b) la ley 26.394 (Adla, LXVIIID, 3176), en cuanto deroga el Cdigo de Justicia Militar y elimina de nuestro derecho la pena de muerte; c) la ley 25.390 (Adla, LXI-A, 48) que aprueba el Estatuto de Roma, que fue ratificado el 16 de enero de 2001 y entr en vigencia el 1 de julio de 2002; y, en especial, d) la ley 26.200 de implementacin del Estatuto de Roma, promulgada el 5 de enero de 2007 (Adla, LXVII- A, 114) que por introducir el captulo tipificador de los delitos ms graves en nuestra legislacin positiva, no puede considerarse una reforma coyuntural al Cdigo Penal sino estructural. Y esto es as, porque la ley cuestionada que ha elevado el mximo de la pena temporal de prisin hasta 50 aos destroza toda la coherencia del Cdigo Penal en materias tales como prescripcin, tentativa, participacin y libertad condicional (Conf. ZAFFARONI, E.R., ALAGIA, A. y SLOKAR, A. Tratado de Derecho Penal Parte Gral., Ed. EDIAR, ao 2000, pg. 966 y sigts. En igual sentido CARAMUTI, Carlos, Concurso de Delitos, Ed. Hammurabi, pg. 345 y sigts.), pues convierte a la pena temporal en varios aspectos en una pena casi tan grave que la pena a prisin perpetua todo lo cual resulta incompatible con los fines de reinsercin social del condenado declamado como finalidad de la pena por nuestro ordenamiento jurdico (los ya citados arts. 5 , 6 de la Convencin Americana de Derechos Humanos; 10, 3 del Pacto Internacional de
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Derechos Civiles y Polticos y 1 de la ley 24.660) (Conf. DIVITO, Mauro A. El nuevo artculo 55 del Cdigo Penal, en Revista de Derecho Penal y Procesal Penal, ao 2004, fasc. 3, pg. 559 y sigts.. En igual sentido GEREO, Indiana, PAMPILLO, Lucila Reformas, emparches y otras tintas: la pena mxima en el concurso real de delitos, Adla 2005-D, 4579). En tanto que, por ejemplo, una pena temporal de cincuenta aos habilitara la libertad condicional a los treinta y tres aos y cuatro meses, una perpetua lo habilitara recin a los treinta y cinco aos, con lo cual la diferencia entre una y otra, no justificara la mayor gravedad de la pena perpetua. Peor an ocurre en materia de prescripcin de la pena, por cuanto la pena de reclusin o prisin perpetua prescribe a los veinte aos (arts. 65 incs. 1 y 2 del C. Penal), en tanto que una pena temporal de cincuenta aos de prisin prescribir a los cincuenta aos (art. 65 inc. 3 del Cdigo Penal), circunstancias stas que violan el principio de proporcionalidad y no resisten ningn test de razonabilidad. Bien se ha dicho que una pena privativa de libertad de cincuenta aos, independientemente de otras consideraciones, importa prcticamente agotar la expectativa de vida de una persona, segn el promedio nacional, todo ello sin contar con el deterioro casi irreversible que importa semejante grado de institucionalizacin total (Conf. ZAFFARONI, Eugenio R., artculo citado), circunstancia que en el caso particular que nos ocupa, dado el componente etario del conjunto de los imputados, excede la posibilidad biolgica de cualquiera de ellos. Podr sostenerse que dada la calidad de octogenarios de ms de uno de los acusados, cualquiera sea la pena que se aplique, los efectos podrn ser similares y en tal caso, tornar ilusorio el castigo cualquiera sea el monto impuesto; por lo que en verdad, aqu lo que me preocupa es el precedente que implica adoptar el criterio postulado por mis distinguidos colegas, que en la cuestin han formado mayora. Resulta evidente que por los crmenes que aquellos han cometido debe aplicarse una pena y que sta debe ser relevante y efectiva, esto es, no puede ser una pena meramente simblica. El fundamento del derecho a penar no debe buscarse como mera retribucin, o a travs de la intimidacin o coaccin sino mediante una
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ratificacin de la confianza de la sociedad en la vigencia de las normas penales, conciliando una poltica criminal que, respetando todas las garantas contempladas respecto de la persona sometida a proceso, sea firme frente al delito de modo que cada uno reciba de acuerdo a su culpabilidad frente a la gravedad del hecho cometido, y en justa proporcin con el mal causado, como principio de proteccin del individuo frente al estado; lo que en definitiva constituir una reafirmacin del derecho frente al ilcito a los ojos de la comunidad (Conf.Roxin C. " Sentido y lmites de la pena estatal" en Probl. Bsicos del Derecho Penal, trad. Luzn Pea, Reus, Madrid, 1976, pag 27 y sgts.. Tambin Mir Puig, Santiago "Funcin fundamentadora y funcin limitadora de la prevencin general positiva", en Anuario de Dcho. Penal y Cs. Sociales Penales T XXIX fasc. 1 - enero/abril, 1986, pags. 49/58, Madrid,
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Espaa. El fin propuesto no impide un desarrollo adecuado en la fase de ejecucin penal del tratamiento dirigido a la reeducacin o reinsercin social del que ha delinquido, como oferta del Estado que atienda a la voluntad libre del interesado, criterio este desarrollado por mi en Acerca de la retribucin moral del castigo (observaciones a la teora absoluta de la pena de Inmanuel Kant publicado en la Revista Y Considerando de la Asociacin de
Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, n 84, ao 12, pgs. 15/18 en diciembre de 2008). Consecuentemente, por todo lo expuesto, entiendo que no resulta posible aplicar la norma del art. 55 del Cdigo Penal tal cual ha quedado redactada, siendo necesario declarar la inconstitucionalidad de la reforma introducida al respecto por la ley 25.928 quedando as, al recobrar su vigencia la redaccin anterior, adecuado a las normas constitucionales vigentes para considerar que el tope mximo de la pena temporal de prisin debe ser extrado de las escalas penales vigentes que surjan de la parte especial del Cdigo Penal, esto es, que el lmite a la especie de pena estar dado por la pena de prisin establecida para el delito ms grave que contemple la legislacin argentina. Que los delitos ms graves que establece nuestra ley, surgen de los trminos de la ley 26.200 (arts, 8, 9 y 10) y, en especial, del genocidio con (art. 6 de la ley 25.390) que ha fijado el mximo de prisin en 25 aos, por
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cuanto no existe delito con mayor contenido de injusto contemplado en nuestra legislacin penal. Entonces, cualquiera sea el concurso de delitos que se reproche, resulta inconcebible un contenido de injusto mayor que el de un genocidio con masacre o similar, y por ello las escalas penales para estos delitos no pueden ser superadas por ningn concurso de otros delitos. Cuando se ha alcanzado el mximo de contenido injusto y ste se ha expresado en penas, no es concebible una pena mayor pues no existe ningn delito de contenido injusto mayor: no es posible superar lo insuperable (Conf. ZAFFARONI, Eugenio R. en artculo citado). Todo ello, resulta acorde adems con la interpretacin tradicional en la materia que sostena que el mximo de la especie de pena temporal de prisin rondaba en veinticinco aos. Si bien tras la reforma al Cdigo Penal por ley 23.077 algunos entendieron que se haban establecido agravantes genricas que remontaban la pena de prisin a lmites superiores (art. 227 ter del C. Penal, por el cual la pena mxima del homicidio que contribuya a poner en peligro la vigencia de la Constitucin Nacional ascenda a 37 aos y seis meses), lo cierto es que de ninguno de los antecedentes de esa ley surge que el Legislador haya pretendido tal resultado, y como bien seala LANGEVN aquella es una agravante genrica y, como tal, pertenece a la parte general puesto que tiene la pretensin de aplicarse a todos los delitos del C. Penal tratndose de una norma general, se encuentra indudablemente regida por la limitacin de pena establecida por el art. 55 (Conf. LANGEVIN, Julin Horacio Treinta Aos de Prisin? en L.L. t. 1997-B, Sec. Doctrina, pgs. 887 y sigts. En igual sentido: IRIARTE, Ignacio F. Reforma al art. 55 del Cdigo Penal (ley 25.928)- La ilusin de seguridad a cambio de la muerte civil de algunos penados, en ADLA 2005-A, 1345). As las cosas, no obstante los hechos aberrantes que hemos tenido por acreditados respecto de algunos de los encartados en este juicio, traducidos en montos concretos de pena no es admisible considerar que la pluralidad de conductas que se les reprocha pueda tener un mayor contenido de injusto que la destruccin masiva de vidas humanas, y en consecuencia habr de adecuar a ese el tope mximo a aplicar en el concurso real de delitos comprobado
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respecto de los imputados Jorge Rafael VIDELA, Antonio VAEK y Jorge Eduardo ACOSTA. Tal es el sentido de mi voto.
III. SOBRE EL PLANTEO DE COSA JUZGADA Y DE LA APLICACIN DEL INDULTO NRO. 1002/89 RESPECTO DE SANTIAGO OMAR RIVEROS Y ANTONIO VAEK: Los Sres. Defensores Oficiales de los imputados Riveros y Vaek plantearon la insubsistencia de la accin penal respecto de sus defendidos por violacin al principio de cosa juzgada, sosteniendo que ya haban sido juzgados e indultados por los hechos objeto del proceso. En tal sentido, invocaron el Decreto nro. 1002/89 dictado el 6 de
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octubre de 1989 que resolvi indultar a varios procesados, entre ellos, a Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek, en las respectivas causas penales en las que -en su momento- se hallaban imputados. En primer lugar, debemos destacar que en este proceso ya se formul idntico planteo respecto de Santiago Omar Riveros, el cual fue rechazado por la Sala I de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal (cfr. Incidente nro. 32.154), sin que la defensa oficial introdujera en su alegato nuevos elementos que permitan la revisin de cuestiones resueltas. Aclarado ello, el anlisis de los hechos por los que los nombrados se encontraban imputados en las causas respectivas y en consecuencia, respecto de los cuales fueran indultados, conduce a afirmar sin dificultad alguna que se trataron de hechos distintos de los que son aqu juzgados. Por lo expuesto, mal puede declararse que existe cosa juzgada en relacin a Riveros y Vaek, porque en su momento no fueron imputados en relacin a las concretas apropiaciones de menores que se les atribuyeron en este proceso. Es decir, que no existe identidad de objeto procesal, con lo cual no hay cosa juzgada. As fue sostenido en su oportunidad por el Juez Federal que instruy en estas actuaciones y por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal al rechazar el planteo que con idnticos
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argumentos realiz la anterior defensa de Santiago Omar Riveros en el incidente ya mencionado. De algunas de las consideraciones efectuadas en ese momento, vale destacar que la Cmara Federal dej expresado que: Riveros prest declaracin informativa a fs. 295/6 del sumario nro. 37, ms no se advierte que ste haya sido preguntado especficamente sobre las apropiaciones concretas, es decir sobre los hechos especficos que constituyen el objeto de este proceso Se concluye que las actuaciones labradas versaron sobre otras conductas... (Confr. Resolucin de la Sala I del 28/12/2000, causa nro. 32.154 Riveros, Santiago s/cosa juzgada). Asimismo, fue establecido en la misma resolucin que las restantes causas en las que se dict el indulto de Riveros haban sido instruidas a fin de investigar los delitos de privacin ilegal de la libertad, distintos a los hechos que aqu se investigaban. Sin perjuicio de lo expuesto precedentemente, an cuando por un momento pretendiera sostenerse que en la causa en la cual Riveros fue indultado estaban incluidos los hechos que conformaron el objeto de este proceso, corresponde decir que por resolucin del 13 de julio de 2007 la Corte Suprema de Justicia de la Nacin declar inconstitucional el decreto de indulto 1002/89 y en consecuencia, se dejaron sin efecto la totalidad de los actos y resoluciones dictadas con sustento en aqul. Es as que se advierte que a travs de este nuevo planteo la defensa no hace ms que reeditar una cuestin que fue resuelta tanto por la Cmara Federal como por el Mximo Tribunal, no habiendo aportado en esta oportunidad ningn otro elemento ni argumento distinto que habilite una nueva revisin de lo resuelto. Dicha solucin resulta tambin aplicable a Antonio Vaek, dndose los mismos presupuestos precedentemente sealados, de
conformidad con lo resuelto en la causa ESMA relativa a los hechos ocurridos en el ao 1977 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de esta ciudad, donde se rechaz un planteo en ese sentido (cfr. resolucin de la C.C.C.F., Sala II, 8/7/05, causa nro. 22.544 Vaek, Antonio y Torti, Julio s/inconstitucionalidad). En oportunidad de resolver la situacin de Riveros, en el fallo
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Mazzeo, y previo a realizar un anlisis de los tratados y de la jurisprudencia de los organismos internacionales, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin sostuvo que: ..tratndose de delitos que implicaban una violacin de los ms elementales principios de convivencia humana, su juzgamiento no poda quedar sujeto a decisiones discrecionales de cualquiera de los poderes del Estado que impidan obtener el castigo. Por ello,cualquiera sea la amplitud que tenga el instituto del indulto, es inoponible para este tipo de proceso, puesello implicara violar el deber internacional que tiene el Estado de investigar, y de establecer las responsabilidades y sancin (C.S.J.N., M. 2333. XLII. y otros Mazzeo, Julio Lilo y otros s/recurso de casacin e inconstitucionaldidad, rto. el 13/7/07). Concretamente referida a la garanta de cosa juzgada, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin sostuvo que este principio ha estado sujeto a
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algunas excepciones, y que no puede invocarse tal garanta cuando no ha habido un autntico y verdadero proceso judicial. Finalmente, entre sus fundamentos ese Mximo Tribunal hizo mencin al Fallo Barrios Altos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en cuanto estableci fuertes restricciones a las posibilidades de invocar la defensa de cosa juzgada para obstaculizar la persecucin penal respecto de este tipo de conductas, como as tambin se refiri en igual sentido, al precedente Almonacid. En este fallo la Corte Interamericana expres que: En lo que toca al principio ne bis in idem, no es un derecho absoluto y, por tanto, no resulta aplicable cuando, ante una violacin a los derechos humanos, lo que ocurri en el caso es que se sustrajo de algn modo al acusado de la accin de la justicia y de su responsabilidad penal.Una sentencia pronunciada en las circunstancias indicadas produce una cosa juzgada aparente o fraudulenta (caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, CIDH, 26/9/06, prrafo 154). De lo expuesto se advierte la contundencia con la cual la Corte Suprema resolvi rechazar el planteo de Riveros, sobre la base de diversos precedentes, encontrando que en definitiva, el planteo que introduce la defensa encierra un desacuerdo con los argumentos y la interpretacin sostenida en el fallo de la Corte que no conmueve ni permite por ello que nos apartemos de tal decisin. Ello, pese a que la defensa haya sostenido para fundar su pedido
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que esos precedentes no seran aplicables a los casos de Vaek y Riveros y que no puede calificarse de fraudulento el indulto dictado durante un gobierno constitucional. Porque, de la lectura de todos los precedentes de los organismos internacionales y de los que se indicarn a continuacin, no existen dudas de que independientemente del instituto o la forma en la que se haya evitado el juzgamiento de ese tipo de crmenes, prevalece la obligacin ineludible del Estado de enjuiciar a los responsables por ese tipo de hechos, tarea que debe ser asumida por todos los poderes del Estado, de lo cual se concluye en que el Poder Judicial no pueda mantener la validez de un acto que implique el incumplimiento de dicha obligacin. Y en este sentido, debemos hacer referencia a que en forma coincidente con lo dispuesto en el caso Almonacid, se expidi la Corte Interamericana en el caso Ibsen Cardenas sosteniendo que: el Estado no podr aplicar leyes de amnista ni argumentar prescripcin, irretroactividad de la ley penal, cosa juzgada, ni el principio non bis in idem o cualquier excluyente similar de responsabilidad, para excusarse de esta obligacin (Caso Ibsen Cardenas e Ibsen Pea vs. Bolivia, septiembre de 2010, parrafo 237, apartado b). Finalmente, tambin en el mismo sentido puede verse el caso de Guerrilla Do Araguaya c. Brasil. En este precedente la Corte Interamericana hizo referencia no solo a las autoamnistas, sino tambin a las amnistas o figuras anlogas, que tambin son incompatibles con la Convencin. Dijo que ms que al proceso de adopcin y a la autoridad que las emiti lo importante es que dejan impunes graves violaciones al derecho internacional (Caso Gomes Lund Guerrilha do Araguaia, 24/11/10, en especial, prrafos 147 y 175). En definitiva, cuando se trata del juzgamiento de crmenes de lesa humanidad, un auto interlocutorio que ponga fin a la investigacin por aplicacin de una ley de amnista o instrumento legal similar (como en este caso sera un indulto) no hace cosa juzgada ni material ni formal. Y esto es as tanto frente al derecho internacional como al derecho nacional. Asimismo, relacionado con planteos de cosa juzgada por indulto, se cuenta con los precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin dictados respecto de Jorge Rafael Videla, Jos Alfredo Martnez de Hoz y Albano Harguindeguy del 27/4/10 y del Tribunal Oral Federal nro. 1 de San
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Martn en relacin a Santiago Omar Riveros (cfr. sentencia dictada en la causas nros. 2023/2034/2043 y su acumulada nro. 2031 -ex causa nro. 4012- del T.O.F. 1 de San Martn, el 18/5/10). Por otro lado, corresponde dar respuesta a lo manifestado por la defensa oficial en cuanto a que tambin exista cosa juzgada respecto de Santiago Omar Riveros porque ya fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Martin en la causa nro. 4012 por las privaciones ilegtimas de la libertad de Silvia Quintela y Norma Tato, por haber entendido que el fallo incluy las apropiaciones de sus hijos. En tal sentido, la defensa sostuvo que tratndose las sustracciones de los menores de un supuesto de desaparicin forzada de personas que se inicia con la desaparicin de las madres, entonces, la privacin ilegtima de la
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libertad de las madres constituye un tramo ejecutivo de la apropiacin de sus hijos y en consecuencia, su global juzgamiento comporta la condena ya dictada en San Martn. Sin embargo esto no es as. El hecho de que la sustraccin de los menores est enmarcada en la desaparicin de las madres, no significa que se trate del mismo o de un solo hecho. Son dos hechos y acciones claramente distintos que lesionan dos bienes jurdicos diferentes. Por una parte, est la privacin ilegtima de la libertad de la madre y de manera completamente independiente, una vez que naci el nio, se verifica la comisin de otro hecho al sustraerlo de la esfera de custodia de su madre. Es decir que para cometer aqul segundo hecho se requiere una nueva decisin que concretamente se verifica al separar al nio de su madre y colocarlo en una situacin de desaparicin forzada. Adems, cabe remarcar que de la propia sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de San Martin surge claramente que la sustraccin de estos menores no fue parte de su objeto procesal juzgado. Por todo lo expuesto, han de rechazarse los planteos de cosa juzgada interpuestos en relacin a los imputados Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek. Por ltimo, en torno a la cuestin precedentemente examinada, corresponde aclarar que, debido a un error se ha omitido incluir en el punto
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dispositivo 5 del veredicto, que la defensa oficial de Santiago Omar Riveros tambin formul dicha pretensin de cosa juzgada, no obstante lo cual han sido ponderados sus argumentos en el desarrollo precedentemente efectuado, habindose tratado conjuntamente todos los planteos a los que se diera idntica solucin.
IV. PLANTEOS DE PRESCRIPCIN DE LA ACCIN PENAL En el transcurso de sus alegatos la totalidad de las defensas, a excepcin de aqulla que ejerce la representacin de la imputada Ins Susana Colombo, introdujeron diversos planteos de extincin de la accin por prescripcin, por los fundamentos que en cada caso fueron esgrimidos, a cuyo respecto -en honor a la brevedad- nos remitimos y que, en lneas generales, pueden ser divididos en dos grandes grupos: aqullos que cuestionan el carcter imprescriptible de los delitos trados a juzgamiento sobre la base de la interpretacin de la normativa internacional relativa a los delitos de lesa humanidad, por un lado, y aqullos que se sustentan en la aplicacin de las previsiones contenidas en el derecho interno, consagradas en el Ttulo X del Libro Primero del Cdigo Penal de la Nacin, por haberse operado el transcurso del trmino previsto para cada uno de los delitos enrostrados a los imputados cuya defensa esgrimiera el planteo, con el consecuente anlisis de la normativa relativa a los delitos continuados y del tiempo de cese de cada una de las conductas reprochadas a los fines del cmputo de inicio y finalizacin de tales trminos. Con el objeto de optimizar la claridad expositiva del presente pronunciamiento, teniendo en cuenta la extensin de las alegaciones de las partes y atendiendo a que las cuestiones planteadas respecto de este tpico han sido comunes, an con las argumentaciones propias que en cada caso fueron dadas habremos de dar un tratamiento conjunto a todas ellas, habida cuenta que, en definitiva, se reclama un nico pronunciamiento definitorio de los trminos peticionados. Es por ello que se dar respuesta a los planteos introducidos, enumerndose aqullos que resultan distintivos y agrupando los que se
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estructuraron sobre la base de un mismo ncleo argumental a fin de evitar ociosas repeticiones.
A. Sobre la imprescriptibilidad de los crmenes de lesa humanidad. Anlisis de la cuestin desde la perspectiva del derecho internacional: desaparicin forzada de personas. Delitos de lesa humanidad. Imprescriptibilidad. La totalidad de las partes acusadoras, al efectuar sus alegatos coincidieron en calificar los delitos que enrostraron a cada uno de los imputados, segn el caso, como crmenes de lesa humanidad y como tales les confirieron el carcter de imprescriptibles. En virtud de ello, se postularon los planteos de las defensas
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tendientes a demostrar que las conductas reprochadas a sus asistidos en las presentes actuaciones escapan a dicha calificacin y que, por tanto, se encuentran sujetas a las disposiciones del derecho interno relativas a la prescripcin, abordando en cada caso el anlisis de los plazos pertinentes y las circunstancias en las que fundaron la prescripcin de las figuras penales en cuestin. Este Tribunal, aunque con distinta composicin, al pronunciarse en el marco de la causa n 1278 del registro de esta sede, caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos, desarroll un profuso anlisis normativo, jurisprudencial, doctrinario y consuetudinario del actual sistema internacional de proteccin de los derechos humanos, a partir del cual resolvi que la accin penal de los delitos all investigados no se encontraba prescripta, por considerar que se trataba de delitos de lesa humanidad, establecindose que las reglas de la prescripcin de la accin penal previstas en el ordenamiento jurdico interno haban quedado desplazadas por el derecho internacional consuetudinario (Art. 118 de la C.N.). Vale asimismo recordar que los ilcitos all verificados consistieron en la ocultacin y retencin de un menor de diez aos de edad -Art. 146 del C.P-; (previamente sustrado a su madre -Liliana Clelia Fontana- quien di a luz mientras se encontraba ilegalmente privada de su libertad en un centro clandestino de detencin y que an se encuentra desaparecida); la supresin del estado civil del menor -Art.
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139, inciso 2 del C.P-; y las falsedades documentales llevadas a cabo para su inscripcin como hijo propio por personas distintas de sus padres biolgicos, resultando la vctima de aquellos ilcitos Alejandro Pedro Sandoval Fontana, cuyo caso presentes integra uno de los que conforman la plataforma fctica de las actuaciones, aunque en esta oportunidad se investiga la
responsabilidad que a su respecto le cupo a otros imputados. Las defensas no ignoraron dicho precedente y a los fines de lograr un cambio de criterio respecto de la postura all asumida en torno a la hermenutica relativa a la configuracin de los delitos de lesa humanidad, argumentaron una serie de cuestiones que consideraron novedosas respecto de los fundamentos que sustentaron aqul decisorio y en virtud de las cuales postularon una modificacin de lo all resuelto en concordancia con sus respectivas pretensiones. Sucintamente se pueden agrupar tales argumentaciones de la siguiente manera: 1) Imposibilidad de calificar la conductas imputadas como desaparicin forzada de personas a la luz de las figuras penales escogidas por las partes acusadoras (artculos, 139, inciso 2, 146 y 293 del Cdigo Penal de la Nacin) y en especial, teniendo en cuenta la forma que se hicieron concursar tales tipos penales, es decir de manera real (artculo 55 del Cdigo Penal de la Nacin), entendiendo que, an cuando no lo compartan, el nico modo de asimilar tales figuras a la de una desaparicin forzada de personas es hacindolas concursar de manera ideal, interpretndose que las falsedades documentales tuvieron claramente como fin modificar el estado civil de los menores y esa modificacin del estado civil tuvo como inequvoca finalidad la de retener y ocultar a los menores previamente sustrados. 2) Afectacin al principio de legalidad prescripto por el artculo 18 de la Constitucin Nacional, al considerarse que al momento de ocurrencia de los hechos imputados no exista en nuestro ordenamiento jurdico un tipo penal que describiera y penalizara la desaparicin forzada de personas, y que la obligacin asumida a ese respecto por el Estado Argentino en el artculo 3 de la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas ocurri durante el transcurso del debate mediante la sancin de la ley 26.679 que
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incorpor la figura prevista en el artculo 142 ter del Cdigo Penal de la Nacin, destacndose que tampoco puede admitirse la aplicacin retroactiva de dicho tipo penal. Tambin fue posterior al inicio del debate la entrada en vigencia de la Convencin Internacional para la proteccin de todas las personas contra las desapariciones forzadas, pues recin entr en vigencia el 23 de diciembre de 2010. 3) Ante la falta de la aludida tipificacin, existe la prohibicin de interpretaciones analgicas in malam partem en lo que denominaron la construccin de un tipo penal mixto que estara conformado, por un lado, por la aludida Convencin y, por el otro, por diferentes artculos de nuestro Cdigo Penal. 4)
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Prohibicin
de
aplicacin
retroactiva
del
tipo
penal
internacional de la desaparicin forzada de personas. 5) Invalidez de aplicacin del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional ya que dicho instrumento especialmente previ que no operaba respecto de los hechos ocurridos con anterioridad a su entrada en vigor que, en nuestro pas, tuvo recepcin legislativa el 9 de enero de 2007 en virtud de la ley 26.200. 6) Rechazo a la consideracin de la costumbre internacional como fuente vlida en materia penal en virtud de una reinterpretacin del artculo 118 de la Constitucin Nacional que por aos fue considerado una regla de competencia judicial. Esa interpretacin contrara el orden de prelacin que fue establecido por el artculo 21 de la ley 48, relativa a la Jurisdiccin de los Tribunales Nacionales vigente desde 1863. 7) No puede asimilarse el concepto de desaparecidos a los menores sustrados cuya retencin y ocultamiento ha sido objeto de investigacin en autos. 8) Subsidiariamente, la figura de desaparicin forzada de personas, no puede ser considerada un delito de lesa humanidad, por imposibilidad de aplicacin retroactiva de la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas y del Estatuto de Roma. Tampoco se ha verificado que al momento de los hechos existiera un instrumento internacional que afirmara que a la desaparicin forzada de personas se le
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diera la calificacin de crimen de lesa humanidad. Una interpretacin contraria resulta violatoria del principio pro homine del derecho internacional. 9) La mera invocacin de la costumbre internacional no alcanza para justificar su aplicacin sino que es necesario que se pruebe la preexistencia de esa costumbre. La Corte Interamericana de Derechos Humanos no tiene capacidad de crear una costumbre internacional. Se neg expresamente la posibilidad de invocar el decreto conocido como Noche y Niebla por estar dirigido a prisioneros de guerra y no a los ciudadanos civiles de Alemania, por lo que aqul tratara casos de crmenes de guerra y no delitos de lesa humanad, en los que se requiere que sean cometidos contra la poblacin civil del propio Estado. Los principios internacionales
consuetudinarios carecen de operatividad interna en casos particulares sin instrumentos legales que los contemplen. 10) De las consideraciones efectuadas precedentemente el Tribunal no debera reconocer fuente de derecho alguna, ni del derecho interno ni del derecho internacional que considerase al momento de los hechos que el delito de desaparicin forzada de personas era un delito de lesa humanidad. 11) Imposibilidad de considerar imprescriptibles los hechos juzgados en este debate. No puede considerarse vlidamente que la jurisprudencia sea fuente de derecho y tampoco existe un solo fallo de nuestra Corte Suprema que haya afirmado que la sustraccin, retencin y ocultamiento de menores sea una desaparicin forzada de personas, siendo que el nico fallo que as lo establece es de carcter internacional, aqul dictado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en relacin al caso Gelman, con la salvedad que en dicho pronunciamiento se aclar que en el caso de Uruguay, sus disposiciones internas reconocen a los nios y nias sustradas como vctimas de desapariciones forzadas, lo que en nuestro pas no ocurre. 12) Se postula el apartamiento de la doctrina que surge del fallo Arancibia Clavel de la C.S.J.N., cuyos lineamientos fueron seguidos en el precedente de este Tribunal en la causa Rei. Para ello se considera que las decisiones de la Corte slo resultan de aplicacin en el caso concreto, que la doctrina del leal acatamiento slo tiene vigencia cuando se trata de casos anlogos y que la misma Corte tiene dicho que su doctrina puede modificarse
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frente a nuevos fundamentos no tratados ni valorados anteriormente. Rechazo a la doctrina del leal acatamiento. 13) Las normas relativas a la prescripcin integran el principio de legalidad y por lo tanto tambin se encuentran amparadas por el principio de irretroactividad de la ley penal que emana del artculo 18 de la Constitucin Nacional, del artculo 9 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y del artculo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos. No existe la imprescriptibilidad de determinados delitos en s misma sino que esa calidad les es dada mediante el instrumento normativo adecuado (por una convencin en el mbito internacional; y por una ley en el mbito del derecho interno). 14) Se rechaza la posibilidad de sostener la obligacin del Estado
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Argentino de aplicar la costumbre en virtud de lo normado en el apartado segundo del artculo 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos habida cuenta la reserva efectuada por nuestro pas a dicho artculo (de conformidad con la ley 23.313), supeditando su aplicacin al principio establecido en el artculo 18 de la Constitucin Nacional. 15) Como cuestin especficamente no tratada en el aludido precedente de Arancibia Clavel se menciona la postura que considera que la Convencin sobre la Imprescriptibilidad de los crmenes de guerra y de lesa humanidad afirma una imprescriptibilidad que ya exista, reconocindola como una regla consuetudinaria que estaba vigente. Al respecto se cuestiona dicha vigencia en orden a los requisitos propios de la existencia de una costumbre, cuales son que se trate de un acto reiterado en el tiempo por muchos Estados, de manera constante y uniforme, considerndose que stos no se haban acreditado al momento de los hechos. Entre uno de los ejemplos citados para dar sustento a dicha postura se invoca lo resuelto por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de de esta ciudad en la sentencia dictada en la causa 13, en relacin a la prescripcin de la accin respecto de ciertos casos de detenciones ilegales imputados a Orlando Ramn Agosti, y la ulterior confirmacin efectuada por la Corte. Las partes acusadoras, a su turno, rebatieron tales argumentos al efectuar las respectivas rplicas y reafirmaron el carcter imprescriptible de las
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conductas
imputadas
tal
como
oportunamente
propiciaron,
por
los
fundamentos brindados en cada caso y a los que nos remitimos en honor a la brevedad. En vista de los planteos introducidos por las defensas y a la luz de las consideraciones que sustentaron la decisin adoptada en el mencionado precedente Rei, advertimos que la totalidad de los cuestionamientos formulados ya han sido objeto de anlisis, tratamiento y decisin en el aludido precedente jurisprudencial, ya sea de modo directo o bien a travs del tratamiento abordado en los pronunciamientos o doctrina all citados y en consecuencia su reedicin obedece a una discrepancia de criterios que, si bien es admisible, no transforma en novedosas las cuestiones introducidas. La nica salvedad a tal consideracin, por lo novedoso de la circunstancia en la que se funda el planteo, consiste en el argumento relativo a la introduccin en la legislacin interna de la figura penal contenida en el artculo 142 ter del Cdigo Penal en virtud de la sancin de la ley 26.679, ocurrida con posterioridad a aqulla sentencia y una vez iniciado el debate en las presentes actuaciones, apuntada en el acpite 2) antes reseado, aunque como ser desarrollado ms adelante, dicha incorporacin legislativa no acarrea las consecuencias sealadas por las defensas. Tampoco puede perderse de vista que idnticos planteos a los aqu efectuados fueron impetrados en la etapa anterior por las defensas de los imputados Videla, Bignone, Franco y Riveros, en el marco de los incidentes n 32.525, 39.628, 32.502 y 35.543, habiendo sido oportunamente rechazados por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad. Sin perjuicio de ello, y a fin de dar acabada respuesta a los planteos formulados, habida cuenta que la eventual extincin de la accin penal es una cuestin de orden pblico y que se produce de pleno derecho por el transcurso del plazo pertinente, de tal suerte que debe ser declarada de oficio, por cualquier tribunal, en cualquier estado de la causa y en forma previa a cualquier decisin sobre el fondo (En igual sentido C.S.J.N. Fallos: 322:300 in re: Ponzio, Julio Csar y otros s/ estafa - causa n 139.778; 323:1785 in re: Rodrguez, Constantino s/ quiebra fraudulenta y estafa -causa n 412; entre
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muchos otros), es que habrn de ser abordadas la totalidad de las cuestiones introducidas, indicndose en cada caso, los motivos por los cuales sostenemos la absoluta vigencia en las presentes actuaciones del desarrollo argumental efectuado en el aludido precedente Rei. En primer lugar, no puede pasarse por alto que la Sala IV de la Excma. Cmara Federal de Casacin Penal confirm, en todos sus trminos y en un fallo unnime, la aludida sentencia dictada por esta sede en el marco de la referida causa n 1278, habiendo sido objeto especfico de agravio por la parte recurrente la cuestin relativa a la prescripcin y a la configuracin de los delitos de lesa humanidad, por lo que tales cuestiones fueron abordadas ntegramente por el Superior y resueltas de modo coincidente con la postura oportunamente adoptada por este Tribunal (cfr. C.F.C.P. causa n 10.896 Sala
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IV- Rei, Vctor Enrique s/recurso de casacin, rta. 10/6/2010). Actualmente dicha sentencia se encuentra firme. Ahora bien, previo a iniciar el anlisis de la cuestin que aqu se plantea, resulta indispensable y determinante tener en cuenta las caractersticas y dimensin de los hechos que resultaron materia de investigacin en el presente debate as como las calificaciones legales que les fueron atribuidas, ya que partir de tales consideraciones es que habr de llevarse a cabo su examen a la luz de la normativa internacional invocada por las partes y a cuyo respecto corresponde expedirse. En torno a ello cobra vital importancia la determinacin que se ha efectuado en el apartado correspondiente de este mismo pronunciamiento, relativa a la existencia de una prctica sistemtica y generalizada de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores de edad, haciendo incierta, alterando o suprimiendo su identidad, en ocasin del secuestro, cautiverio, desaparicin o muerte de sus madres en el marco de un plan general de aniquilacin que se despleg sobre parte de la poblacin civil con el argumento de combatir a la subversin, implementando mtodos de terrorismo de estado durante los aos 1976 a 1983 de la ltima dictadura militar. A dicha conclusin se lleg a partir de la valoracin de la copiosa prueba recabada durante el debate y relativa a la totalidad de los casos que integraron la plataforma fctica
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sobre la que se desarroll el juicio. A tales consideraciones nos remitimos en honor a la brevedad. Es en el marco de tal contexto y caractersticas comitivas que se enmarcan cada uno de los hechos que resultan materia de juzgamiento con sus respectivas particularidades. Tales hechos tendrn su consecuente tratamiento individual al abordarse la materialidad ilcita de cada uno de ellos y darn sustento al posterior anlisis de la responsabilidad penal de los imputados en funcin de las conductas atribuidas segn los casos. Es importante poner nfasis en la mencionada prctica sistemtica y generalizada porque ello ha determinado, a diferencia de otros precedentes que han tenido lugar en nuestro pas en los que tambin se investigaron casos de apropiaciones de menores de 10 aos (varios de tales procesos judiciales han sido incorporados como prueba documental e incluso se refieren a los mismos casos aqu tratados pero en relacin a otros imputados) que en estas actuaciones estn siendo juzgados no slo los autores directos de tales apropiaciones sino tambin quienes participaron como autores mediatos o con algn otro grado de responsabilidad criminal, detentando el poder estatal que llev adelante dicha prctica en relacin a los casos aqu tratados. De all que los sucesos que damnificaron a cada una de las vctimas de este juicio fueron abordados no slo individualmente y con las singularidades que cada uno de ellos presentan, sino tambin en su conjunto y desde una visin global y comparativa. Los hechos aqu juzgados han sido calificados legalmente por los acusadores en el marco de las figuras penales previstas en los artculos 146, 139 inciso 2 y 293 del C.P., segn los casos y de acuerdo a las redacciones legales propias a las fechas de comisin que fueron individualizadas, pero siempre sobre la base de tales ilcitos, habindose incluido en dos casos la figura del artculo 277 concursando de manera ideal con el tipo penal del artculo 146. Como se ver oportunamente este Tribunal habr de coincidir con tales encuadres legales, a excepcin de aqul que prev el delito de encubrimiento, de conformidad con los fundamentos que sern brindados en el apartado correspondiente a la calificacin legal de las conductas atribuidas, de acuerdo a las particularidades de cada caso.
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Corresponde aqu aclarar que la peticin efectuada por las partes querellantes relativa a la aplicacin de la figura de genocidio, ser objeto de un tratamiento diferenciado por lo que quedar excluida del presente anlisis. Dicho esto y establecida la base fctica sobre la que habr de debatirse la cuestin, pasaremos entonces a analizar si los hechos juzgados constituyen, a la luz de las figuras penales escogidas para tipificarlos, delitos de lesa humanidad y, en tal caso, si corresponde que sean considerados imprescriptibles, adelantando desde ya que habremos de responder a todo ello afirmativamente. A continuacin, seguiremos la lnea argumental desarrollada en el aludido precedente Rei dndola aqu por reproducida al considerar que resulta ntegramente aplicable a las presentes actuaciones en orden a las
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cuestiones que aqu se debaten, sin perjuicio de las reiteraciones que eventualmente sean efectuadas. Asimismo, daremos respuesta a los diversos planteos introducidos por la defensas en refuerzo de los argumentos previamente enunciados.
Caracterizacin de los hechos juzgados como desaparicin forzada de personas Tal como fueran definidos precedentemente, los hechos que integran el objeto de este debate y que han sido debidamente acreditados con las caractersticas apuntadas y atribuidos con distintos grados de
responsabilidad segn los casos- a los imputados, constituyen desaparicin forzada de personas. Para ello partimos de la definicin contenida en el artculo 2 de la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas (ley 24.556- B.O. 18/10/95), por cuanto all se considera desaparicin forzada la privacin de la libertad a una o ms personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que acten con la autorizacin, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de informacin o de la negativa a reconocer dicha privacin de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantas procesales pertinentes
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Sobre la base de la aludida definicin entendemos que la desaparicin forzada de personas consiste en una conducta binaria, compuesta por un primer tramo que contempla la privacin de la libertad a una o ms personas, en las condiciones descriptas, y el segundo, consistente en la falta de informacin o de la negativa de reconocerla, por lo que debe decirse que esta falta de informacin respecto del paradero de la persona previamente sustrada, hace que la conducta contine ejecutndose en forma
ininterrumpida hasta tanto aparezca aqulla, y en tanto se mantenga esa situacin de permanencia en la ejecucin. En cuanto a los alcances y vigencia otorgados a dicho texto convencional nos remitimos a la interpretacin que ha efectuado la Corte Suprema de Justicia de la Nacin a ese respecto al sostener que la ratificacin en aos recientes de la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas por parte de nuestro pas slo ha significado, como ya se adelantara, la reafirmacin por va convencional del carcter de lesa humanidad postulado desde antes para esa prctica estatal, puesto que la evolucin del derecho internacional a partir de la segunda guerra mundial permite afirmar que para la poca de los hechos imputados el derecho internacional de los derechos humanos condenaba ya la desaparicin forzada de personas como crimen de lesa humanidad. Esto obedece a "que la expresin desaparicin forzada de personas no es ms que un nomen iuris para la violacin sistemtica de una multiplicidad de derechos humanos, a cuya proteccin se haba comprometido internacionalmente el Estado argentino desde el comienzo mismo del desarrollo de esos derechos en la comunidad internacional una vez finalizada la guerra (Carta de Naciones Unidas del 26 de junio de 1945, la Carta de Organizacin de los Estados Americanos del 30 de abril de 1948, la aprobacin de la Declaracin Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 y la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre del 2 de mayo de 1948)" (dictamen del seor Procurador General en la causa M.960.XXXVII "Massera, Emilio Eduardo s/incidente de excarcelacin", sentencia del 15 de abril de 2004) (C.S.J.N., CAUSA N 259- A. 533. XXXVIII. RECURSO DE HECHO Arancibia Clavel, Enrique Lautaro s/homicidio calificado y asociacin ilcita y otros -considerando 13 del voto de la mayora) (lo resaltado nos pertenece).
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En resumen el Alto Tribunal seal que ya en la dcada de los aos setenta, esto es, en el momento de los hechos investigados, el orden jurdico interno contena normas (internacionales) que reputaban a la desaparicin forzada de personas como crimen contra la humanidad. Estas normas, puestas de manifiesto en numerosos instrumentos internacionales regionales y universales, no slo estaban vigentes para nuestro pas, e integraban, por tanto, el derecho positivo interno, por haber participado voluntariamente la Repblica Argentina en su proceso de creacin, sino tambin porque, de conformidad con la opinin de la doctrina y jurisprudencia nacional e internacional ms autorizada, dichas normas ostentaban para la poca de los hechos el carcter de derecho universalmente vlido (ius cogens) (Conf. C.S.J.N.Fallos: 328:2056)Tambin en el caso DERECHO, RENE (11/7/2007, Fallos: 330:3074), la C.S.J.N. ha examinado las conductas y elementos que
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permiten encuadrar una conducta dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad a la luz de lo prescripto en el art. 7 del Estatuto de Roma (C.F.C.P. Causa n 10.896- Sala IV- Rei, Vctor Enrique s/recurso de casacin). De all que no se trata de la aplicacin retroactiva de la Convencin Interamericana sobre la materia, ni del Estatuto de Roma para el establecimiento de la Corte Penal Internacional (que en su artculo 7.1. i considera como crimen de lesa humanidad a la desaparicin forzada de personas) como ha sido argumentado por las defensas, ya que aquellos instrumentos internacionales no hacen ms que receptar la costumbre internacional vigente al momento del inicio de los hechos. Vale aqu recordar el marco normativo en el que se inscribe esta cuestin. Ms all de la existencia de un nico ordenamiento jurdico, lo cierto es que el derecho internacional integra directamente el ordenamiento jurdico nacional en virtud de una norma de recepcin o incorporacin, ms precisamente los artculos 31 y 102 segn texto histrico- de nuestra Carta Magna (actual artculo 118 de nuestra Constitucin Nacional). El texto del artculo 118 es claro al respecto en cuanto recepta al derecho de gentes en nuestro ordenamiento jurdico, y en este mismo sentido, el art. 21 de la ley 48 reza Los Tribunales y Jueces Nacionales en el ejercicio de sus funciones procedern aplicando la Constitucin como ley suprema de la Nacin, las leyes que haya sancionado o sancione el Congreso, los Tratados con Naciones extranjeras, las leyes particulares de las Provincias, las leyes generales que han regido
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anteriormente a la Nacin y los principios del derecho de gentes, segn lo exijan respectivamente los casos que se sujeten a su conocimiento en el orden de prelacin que va establecido. (lo resaltado nos pertenece). De otra parte, ste es el criterio adoptado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, la cual ha entendido criterio que compartimos - que se debe disponer la directa aplicacin del derecho de gentes de conformidad con la norma citada (Cfr. C.S.J.N. fallos 211:162; 316:567; 318:2148 y 327:3312 in re Arancibia Clavel, entre muchos otros, y en este mismo sentido: Sages, Nestor Pedro Los delitos contra el derecho de gentes en la Constitucin Argentina ED T-146 Pg. 936 y Bidart Campos, Germn La extradicin de un criminal nazi por delitos contra la humanidad ED T-135 Pg. 321 y Manual de Derecho Constitucional Argentino Tomo I, Pg. 339/341, Primera Reimpresin, Editorial Ediar, ao 1998,). Las defensas han pretendido cuestionar el reconocimiento del derecho de gentes asignado por la aludida norma constitucional, proponiendo una interpretacin distinta de la expuesta precedentemente y que circunscribe dicha norma a una regla de competencia judicial (confrontar al respecto el acpite 6 de la resea efectuada supra sobre los planteos de las defensas). Lo cierto es el mencionado reconocimiento constitucional del derecho de gentes que se extrae del contenido del citado artculo 118, como se indica en el prrafo anterior, no consiste en una interpretacin exclusiva ni novedosa de parte de esta sede sino que se extrae de la propia jurisprudencia de nuestro ms alto tribunal que as lo ha reconocido en diversos pronunciamientos, a la que abonan notables exponentes de la doctrina de nuestro pas. No encontramos en la formulacin efectuada por las defensas argumentos novedosos que ameriten un cambio de criterio en tal sentido, entendiendo los suscriptos que los cuestionamientos radican en una mera diferencia de criterios y que la base argumental ahora expuesta, ya fue valorada en los considerandos de la pertinente jurisprudencia de la Corte. A ttulo ilustrativo y en consonancia con lo sealado
precedentemente puede mencionarse el voto del Dr. Ricardo Luis Lorenzetti al pronunciarse en el fallo Simn de la C.S.J.N. (fallos:328:2056, considerando 19) en cuanto all sostuvo que la existencia del derecho de gentes fue
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reconocida tempranamente en el derecho argentino. Al respecto seal El art. 118 de la Constitucin Nacional recepta esta fuente y se ha reconocido la competencia de los jueces nacionales para juzgar conforme a derecho de gentes (art. 4 de la ley 27 y art. 21 de la ley 48). Ello implica admitir la existencia de un cuerpo de normas fundadas en decisiones de los tribunales nacionales, tratados internacionales, derecho consuetudinario, opiniones de los juristas, que construyen un orden comn a las naciones civilizadas Continu luego aseverando el Dr. Lorenzetti que el derecho de gentes es claro en cuanto a sus efectos, ya que se reconoce su carcter imperativo (ius cogens) y que an admitiendo que era necesaria la prudencia extrema en el campo de la tipificacin de los delitos internacionales con base en el denominado derecho de gentes, la violacin de los derechos humanos y el genocidio estaban ampliamente reconocidos como integrantes
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del derecho de gentes. Tambin se ha dicho en relacin al artculo 118 de la Constitucin Nacional y a su referencia a la persecucin de crmenes contra el derecho de gentes que Ms all de cul sea su hermenutica adecuada, es seguro que a travs de ella el Estado argentino ha reconocido en la base de su orden normativo su
obligacin de perseguir crmenes juris gentium y que esta persecucin, por si, no contradice otras clusulas constitucionales (Marcelo A. Sancinetti- Marcelo Ferrante, El derecho penal en la proteccin de los derechos humanos, Editorial Hammurabi SRL, Buenos Aires 1999, pag. 433). La referida interpretacin dista mucho de la aludida regla de competencia y orden de prelacin invocados por las defensas, por lo que nos eximiremos de mayores comentarios al respecto. Abordaremos en cambio, otro de los planteos efectuados por los letrados defensores, tendientes a torcer la lnea interpretativa trazada sobre estas cuestiones en la mencionada sentencia dictada en la causa Rei. Dicho planteo ha sido reseado en el acpite 12 y est dirigido a lograr el apartamiento de la doctrina que surge del fallo Arancibia Clavel de la C.S.J.N., cuyos lineamientos fueron seguidos en el aludido precedente jurisprudencial de este Tribunal. Para ello, las defensas cuestionan la operatividad de lo que se conoce como doctrina del leal acatamiento.
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Al respecto tambin habremos de postular el rechazo de tal planteo, mxime cuando la doctrina que se invoca del ms alto Tribunal ha venido trazando un criterio que ha sido sostenido y reafirmado a lo largo de estos ltimos aos en diversos fallos ulteriores sobre cuestiones anlogas, en particular, relativa a la configuracin de delitos de lesa humanidad, en lo que amerita ser considerado, a esta altura, una tradicin jurisprudencial, cuyo origen podra retrotraerse al fallo Priebke (C.S.J.N. Fallos: 318:2148). Por otra parte, resulta oportuno recordar que si bien lo decidido por nuestro Mximo Tribunal slo genera la carga legal de su acatamiento en el mismo caso donde se pronunci, desde antao se ha considerado apropiado y razonable ampliar esta obligacin a los supuestos en los cuales se discuten situaciones equivalentes a las tratadas por el Alto Tribunal, en tanto el deber de acatamiento de sus fallos, radica en la presuncin de verdad y justicia que revisten sus pronunciamientos. Fue la propia Corte Suprema la que estableci definitivamente la doctrina del leal acatamiento que ha aplicado ininterrumpidamente, diciendo Que tan incuestionable como la libertad del juicio de los jueces en ejercicio de su funcin propia es que la interpretacin de la Constitucin Nacional por parte de esta Corte Suprema tiene, por disposicin de aqulla y de la correspondiente ley reglamentaria, autoridad definitiva para la justicia de toda la Repblica (art. 100, Constitucin Nacional, art. 14, ley 48). Que ello impone ya que no el puro y simple acatamiento de su jurisprudencia susceptible siempre de ser controvertida como todo juicio humano en aqullas materias en que slo caben certezas morales- el reconocimiento de la superior autoridad de que est institucionalmente investida. Que apartarse de esa jurisprudencia mencionndola pero sin controvertir sus fundamentos importa desconocimiento deliberado de dicha autoridad (Fallos: 212:51 del 6/10/1948). De all que no encontremos fundamentos en las alegaciones efectuadas por las defensas que permitan desconocer la autoridad moral e institucional que revisten, en materia de crmenes de lesa humanidad, los aludidos fallos de nuestra Corte Suprema, los que en virtud de las consideraciones expuestas constituyen doctrina legal, y en tal carcter habremos de considerarlos en el presente pronunciamiento, correspondiendo
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en consecuencia rechazar a este respecto tambin los cuestionamientos realizados. Volviendo entonces al marco normativo en el que se inscribe la cuestin que aqu abordamos corresponde sealar que ciertas normas del derecho internacional pblico, configuran un verdadero orden pblico internacional, formado por ciertos principios absolutos. As las cosas, de acuerdo al art. 53 de la Convencin de Viena de Derecho de los Tratados una norma imperativa del derecho internacional perteneciente al ius cogens es una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto, como norma que no admite acuerdo en contrario y slo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carcter.
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As las cosas, Alberto Zuppi seala que El comentario de la comisin autora del proyecto [de la mencionada Convencin] que fuera analizado en Viena, da como ejemplo de violacin de una norma imperativa el caso de un tratado que contemple el uso de la fuerza en forma contraria a los principios de las Naciones Unidas, o la realizacin de un acto criminal ante la ley internacional, o que viole los derechos humanos, el principio de igualdad de los Estados o la autodeterminacin de los pueblos (Cfr. Zuppi, Luis Alberto Jurisdiccin Universal para Crmenes contra el Derecho Internacional, Pg. 81, Ed. Ad hoc, Buenos Aires, ao 2002). Asimismo, el art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, rgano jurisdiccional de las Naciones Unidas, establece que las fuentes del derecho internacional son a) las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes; b) la costumbre internacional como prueba de una prctica generalmente aceptada como derecho; c) los principios generales del derecho reconocidos por las naciones civilizadas; y d) las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones como medio auxiliar para la determinacin de las reglas de derecho La presente disposicin no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo et bono, si las partes as lo convinieran (lo resaltado nos pertenece). Habremos nuevamente de traer a colacin lo sostenido en el fallo Rei, en cuanto all se sostuvo que la desaparicin forzada de personas y su posible incorporacin a los delitos de lesa humanidad son el fruto de una
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larga costumbre internacional y el reconocimiento de la subjetividad internacional del ser humano, lo que se vio plasmado en forma ms que evidente al trmino de la Segunda Guerra Mundial, en la Declaracin Universal de Derechos Humanos, firmada el 10 de diciembre de 1948, y la Carta de la Organizacin de las Naciones Unidas, firmada el 26 de junio de 1945, criterio que consideramos de aplicacin a este caso. En tal sentido, se seal que pese a no estar expresamente
establecida en el Estatuto para el Tribunal Militar de Nremberg, ste haba condenado al comandante en jefe de la Wehrmacht, Wilhelm Keitel, por la firma del decreto Nacht und Nebel Befehl (noche y niebla). En el marco de las presentes actuaciones, las defensas se refirieron a dicho decreto y negaron que pudiera ser invocado en el mismo sentido que le haba sido dado en aquel precedente, argumentando que como estaba dirigido a prisioneros de guerra y no a los ciudadanos civiles de Alemania tratara de casos de crmenes de guerra y no de delitos de lesa humanidad. Consideramos que tal distincin no desvanece la mencin que oportunamente se efectuara en el aludido fallo Rei, sobre la aludida condena del Tribunal de Nremberg, en el sentido de considerarla como un acto de reconocimiento de principios consuetudinarios que fueron posteriormente plasmados en convenciones internacionales, criterio que tambin resulta de aplicacin en autos. Es que resulta particularmente importante sealar dicho
antecedente en el marco del anlisis de la figura de desaparicin forzada de personas aqu tratada, toda vez que en el contenido y fundamento, del decreto en cuestin -sin perjuicio de las diferencias que pudieren surgir a partir del contexto histrico de su dictado y aplicacin-, puede encontrarse el ncleo central de la desaparicin forzada de personas, como es el ocultamiento de la detencin y del destino o paradero de la vctima, clave distintiva de esta metodologa represiva, implementada tanto en el sistema nazi como bajo el terrorismo de Estado Latinoamericano, tal como aparece descripta en la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas de la Organizacin de Estados Americanos (OEA) y en la Convencin Internacional para la Proteccin de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas de
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la ONU que incluyen ese rasgo tpico en la definicin de la conducta en cuestin. El mencionado decreto estaba integrado de tres textos. La tercera directiva del primer texto es clave porque introduce la nocin de aislamiento del mundo exterior, de secreto y de juzgamiento de los culpables en Alemania. El segundo texto, que data del 12 de diciembre de 1941, es un comentario del anterior, destinado a sealar que ste proviene directamente de la voluntad del Fhrer, y permite extraer la finalidad de aqul por cuanto indica: Es la voluntad largamente meditada del Fhrer que, ante los ataques efectuados en los pases ocupados contra el Reich o contra la Potencia Ocupante, se proceda contra los culpables de otra manera que hasta ahora. Segn el Fhrer las penas privativas de libertad e incluso las de reclusin
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perpetua por tales actos son percibidas como signos de debilidad. Un efecto de terror eficaz y prolongado slo se lograr mediante la pena de muerte o por medidas idneas para mantener a los allegados y a la poblacin en la incertidumbre sobre la suerte de los culpables. El traslado a Alemania permite alcanzar ese objetivo. (firmado) Keitel. El almirante Wilhelm Canaris, jefe de los servicios de informaciones del ejrcito alemn, en una nota del 2 de febrero de 1942 destinada a sus servicios insisti en el aspecto central del procedimiento secreto all implementado, sealando que el efecto intimidatorio de estas medidas reside: a) en el hecho de que se hace desaparecer a los acusados sin dejar rastros, b) en el hecho de que est prohibido dar informaciones de cualquier naturaleza sobre el paradero y la suerte de los acusados (Cfr. Rodolfo Mattarollo. Noche y Niebla. Y otros escritos sobre derechos humanos, Le Monde Diplomatique, Capital Intelectual, 1 Ed. Buenos Aires. 2010, pags. 19 y 20) (lo resaltado nos pertenece). La analoga de dicha metodologa con aqulla que prev la figura de la desaparicin forzada de personas que aqu tratamos aparece a simple vista sin tener que forzarse el menor anlisis. De ah que no pueda soslayarse como antecedente, en el contexto del tratamiento de dicha figura, la condena impuesta por el Tribunal de Nremberg a quien suscribiera tal decreto, destacndose tambin que, al fallar, aqul Tribunal rechaz el argumento de la obediencia debida esbozado por el acusado, sealando que Las rdenes
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superiores, incluso impartidas a un soldado, no pueden constituir circunstancias atenuantes, cuando crmenes tan abominables como masivos se han cometido consciente, despiadadamente y sin la menor justificacin militar (Cfr. ob. cit Noche y Niebla. Y otros escritos sobre derechos humanos, pags. 23 y 24) (lo resaltado nos pertenece). Asimismo, debe tenerse en cuenta que la desaparicin forzada de personas, al momento de firmarse la citada Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas, ya haba sido objeto de numerosas resoluciones internacionales, como por ejemplo: a) la Resolucin 3450 (XXX), sobre las Personas desaparecidas en Chipre, de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 9 de diciembre de 1975; b) la Resolucin 33/173, sobre Personas desaparecidas, de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 28 de diciembre de 1978; c) la Resolucin 31/124, sobre la La Proteccin de los Derechos Humanos en Chile, de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 16 de diciembre de 1976; d) la Resolucin 32/118, sobre la La Proteccin de los Derechos Humanos en Chile de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 16 de diciembre de 1977; e) las Resoluciones AG/RES.666 (XIII-O/83) y AG/RES.2406 (XXXVIII-O/08) de la OEA; y f) los informes primero, segundo y tercero de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos (en adelante Comisin) sobre la situacin de los derechos humanos en Chile, aos 1974, 1976 y 1977, respectivamente; entre muchas otras. Adems, en el tercer informe sobre la situacin de los Derechos Humanos en Chile, Estado Chileno: 1. Tomar la Comisin Interamericana recomend al todas las medidas necesarias para regular
debidamente los procedimientos de detencin de personas, especialmente por cuerpos de seguridad, como la DINA, de manera que las detenciones se registren adecuadamente y sean notificadas a sus familiares en el menor plazo posible. Asimismo, el Gobierno debe realizar todas las averiguaciones necesarias para determinar el paradero de las personas detenidas y posteriormente desaparecidas. 2. Adoptar una poltica adecuada y firme de averiguacin, procesamiento y castigo, si fuera el caso, de aquellas autoridades que abusan de su poder y sometan a los detenidos a tratamientos inhumanos, contrarios al derecho a la integridad personal (Cfr. Comisin Interamericana de Derechos Humanos, tercer informe sobre la situacin de los Derechos Humanos en Chile, Capitulo XII, 11 febrero 1977).
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En lo atinente a nuestro pas, la Comisin Interamericana, con motivo de su visita de observacin in loco a la Repblica Argentina, efectu al Gobierno argentino las siguientes recomendaciones preliminares:
I. Desaparecidos: La Comisin estima que el problema de los desaparecidos es uno de los ms graves que en el campo de los derechos humanos confronta la Repblica Argentina. En tal sentido la Comisin recomienda lo siguiente: a) Que se informe circunstancialmente sobre la situacin de personas desaparecidas, entendindose por tales aquellas que han sido aprehendidas en operativos que por las condiciones en que se llevaron a cabo y por sus caractersticas, hacen presumir la participacin en los mismos de la fuerza pblica. b) Que se impartan las instrucciones necesarias a las autoridades competentes a fin de que los menores de edad desaparecidos a raz de la detencin de sus padres y familiares y los nacidos en centros de
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detencin, cuyo paradero se desconoce, sean entregados a sus ascendientes naturales u otros familiares cercanos. c) Que se adopten las medidas pertinentes a efecto de que no continen los procedimientos que han trado como consecuencia la desaparicin de personas. Al respecto, la Comisin observa que se han producido recientemente casos de esta naturaleza que como todos los dems deben ser esclarecidos lo antes posible (Informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina, ao 1980. Captulo Recomendaciones. En ese mismo informe se deja constancia que la observacin in loco realizada en nuestro pas se dio por concluida el 20/9/1979) (lo resaltado nos pertenece). En este mismo orden de ideas se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante: C.I.D.H.), en cuanto seal que Si bien [no exista] ningn texto convencional en vigencia, aplicable a los Estados Partes en la Convencin, que emplee esta calificacin, la doctrina y la prctica internacionales han calificado muchas veces las desapariciones como un delito contra la humanidad (Anuario Interamericano de Derechos Humanos, 1985, pgs. 369, 687 y 1103). La Asamblea de la OEA ha afirmado que "es una afrenta a la conciencia del Hemisferio y constituye un crimen de lesa humanidad" (AG/RES.666, supra). Tambin la ha calificado como "un cruel e inhumano procedimiento con el propsito de evadir la ley, en detrimento de las normas que garantizan la proteccin contra la detencin arbitraria y el derecho a la seguridad e integridad personal" (AG/RES. 742,
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supra). (Cfr. C.I.D.H. - Caso Velsquez Rodrguez Vs. Honduras - Sentencia de 29 de julio de 1988 (Fondo), considerando 153). Tambin, en el caso de las Hermanas Serrano Cruz Vs. El Salvador, la C.I.D.H. reiter que la desaparicin forzada de personas, en el sentido de que sta constituye un hecho ilcito que genera una violacin mltiple y continuada de varios derechos protegidos por la Convencin Americana y coloca a la vctima en un estado de completa indefensin, acarreando otros delitos conexos; se trata de un delito contra la humanidad... y que estima que no hay duda de que la desaparicin forzada de personas se trata de un delito continuado que constituye una forma compleja de violacin de los derechos humanos, que ya en la dcada de los setenta era analizado como tal en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (C.I.D.H. - Caso de las Hermanas Serrano Cruz Vs. El Salvador - sentencia del 23 de noviembre de 2004 -Excepciones Preliminares- Considerandos 100 y 105). Corresponde destacar que, la C.I.D.H. en el Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, aunque no formaba parte de la cuestin en concreto sobre la cual se deba pronunciar, ha establecido que era contrario a la
Convencin Interamericana de Derechos Humanos el artculo 1 del Decreto Ley No. 2.191 [de la Repblica de Chile, que conceda] una amnista general a todos los responsables de hechos delictuosos cometidos desde el 11 de septiembre de 1973 al 10 de marzo de 1978, y que, si bien el artculo 3 de ese Decreto Ley excluye de la amnista una serie de delitos, la Corte nota que el crimen de lesa humanidad de asesinato no figura en el listado del artculo 3 del citado Decreto Ley... De igual forma, [dicho] Tribunal, an cuando no ha sido llamado a pronunciarse en este caso sobre otros crmenes de lesa humanidad, llama la atencin respecto a que tampoco se encuentran excluidos de la amnista crmenes de lesa humanidad como la desaparicin forzada, la tortura, el genocidio, entre otros (C.I.D.H. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile sentencia del 26 de septiembre de 2006- Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, considerando 116); reconociendo que entre septiembre 1973 y marzo de 1978 la desaparicin forzada ya poda ser considerada un delito de lesa humanidad. En torno a esta cuestin no puede soslayarse, por lo reciente y especfica que resulta a los fines de las presentes actuaciones, la sentencia de la C.I.D.H., dictada el 24 de febrero de 2011 en el caso Gelman Vs. Uruguay. En dicho pronunciamiento se estableci que la desaparicin forzada constituye
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una violacin mltiple de varios derechos protegidos por la Convencin Americana que coloca a la vctima en un estado de completa indefensin, acarreando otras vulneraciones conexas, siendo particularmente grave cuando forma parte de un patrn sistemtico o prctica aplicada o tolerada por el EstadoLa prctica de desaparicin forzada implica un craso abandono de los principios esenciales en que se fundamenta el Sistema Interamericano de Derechos Humanosy su prohibicin ha alcanzado carcter de ius cogens (C.I.D.H. Caso Gelman Vs. Uruguay, prrafos 74 y 75). Asimismo, se seal que la sustraccin de nios y/o nias efectuada por agentes estatales para ser entregados ilegtimamente en crianza a otra familia, modificando su identidad y sin informar a su familia biolgica sobre su paradero, tal como ocurri en el presente caso, constituye un hecho complejo que implica una sucesin de acciones ilegales y violaciones de derechos para encubrirlo e
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impedir el restablecimiento del vnculo entre los menores de edad sustrados y sus familiares (C.I.D.H. Caso Gelman Vs. Uruguay, prrafo 120). Recordamos que en dicha sentencia, especficamente, la C.I.D.H. consider la sustraccin y supresin de la identidad de la nia Mara Macarena Gelman Garca como una forma de desaparicin forzada de personas. Al respecto se sostuvo que la sustraccin, supresin y sustitucin de identidad de Mara Macarena Gelman Garca como consecuencia de la detencin y posterior traslado de su madre embarazada a otro Estado pueden calificarse como una forma particular de desaparicin forzada de personas, por haber tenido el mismo propsito o efectos, al dejar la incgnita por la falta de informacin sobre su destino o paradero o la negativa a reconocerlo, en los propios trminos de la referida Convencin Interamericana... (C.I.D.H. Caso Gelman Vs. Uruguay, prrafo 132). No compartimos las observaciones formuladas por las defensas (ver apartado 11 detallado ms arriba) tendientes a excluir la valoracin de dicho fallo. Nada obsta a su reconocimiento como precedente jurisprudencial de aplicacin en autos en orden a la interpretacin de las normas en trato, tanto ms cuando a la luz de los hechos materia de juzgamiento aparece como adecuado, pertinente y concluyente. As pues, la circunstancia de haberse valorado en tal antecedente jurisprudencial que la normativa interna del Uruguay reconoce a los nios y nias sustradas como vctimas de desapariciones forzadas de personas no restringe el valor interpretativo que all se efecta de esa figura, mxime que al
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definirse el concepto y los elementos constitutivos de la desaparicin forzada ha sido tenido en consideracin el corpus iuris de proteccin tanto interamericano como internacional y no se ci exclusivamente a aqulla norma interna del vecino pas. Ello surge del prrafo 78 de la sentencia en trato, en el que delimita el marco de anlisis de la figura, tanto fctico como normativo y el grado de amplitud que ste abarca dadas sus caractersticas, por cuanto all se sostuvo En tal sentido, en el presente caso el anlisis de las desapariciones forzadas debe abarcar el conjunto de los hechos que se presentan a consideracin del Tribunal. Slo de este modo el anlisis legal de este fenmeno es consecuente con la compleja violacin de derechos humanos que sta conlleva, con su carcter continuado o permanente y con la necesidad de considerar el contexto en que ocurrieron los hechos, a fin de analizar sus efectos prolongados en el tiempo y enfocar integralmente sus consecuencias, teniendo en cuenta el corpus iuris de proteccin tanto interamericano como internacional Tampoco puede pasarse por alto que aqul Tribunal Internacional valor, entre los pronunciamientos que abordaron las cuestiones all analizadas, en particular, al tratarse la violacin al derecho a la identidad de las vctimas en los casos de sustraccin y apropiacin de nios y nias, las conclusiones a que se arribaran en la sentencia dictada por esta sede en el mencionado precedente Rei, por lo que esa sentencia ha sido refrendada tambin internacionalmente en sus consideraciones y conclusiones, entre las cuales, tambin se calific la sustraccin, retencin y ocultamiento de nios como un modo comisivo de desaparicin forzada de personas (cfr. C.I.D.H. Caso Gelman Vs. Uruguay, cita n 136 efectuada en el prrafo 124). Asimismo, el pronunciamiento de la C.I.D.H. en el caso Gelman, es rico en cuanto a la copiosa resea de informes elaborados por las misiones y grupos de trabajo pertinentes en los distintos Estados, de los que puede extraerse, a modo de ejemplo, por resultar pertinente a fines de los hechos aqu tratados, la siguiente cita: Naciones Unidas, Consejo de Derechos Humanos, Misin a la Argentina, A/HRC/10/9/Add. 1, 5 de enero de 2009, Informe del Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias, prrafo 10: Un fenmeno especfico que se dio en el pas durante la poca de la dictadura militar de 1976 a 1983 en la Repblica Argentina fue la desaparicin forzada de nias y nios, y de nios y nias nacidos en cautiverio. Los nios y nias eran sustrados,
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despojados de su identidad y arrebatados de sus familiares. Asimismo, era frecuente la apropiacin de nios y nias por parte de jefes militares quienes los incluan en sus senos familiares como hijos (inicio de la cita n 55, efectuada en el prrafo 60 de la sentencia del caso Gelman de la C.I.D.H.) (lo resaltado nos pertenece). Sobre esta cuestin merece destacarse que se ha sostenido que la interpretacin de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos debe guiarse por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Se trata de una insoslayable pauta de interpretacin para los poderes constitucionales argentinos en el mbito de su competencia y, en consecuencia, tambin para la Corte Suprema de Justicia de la Nacin , a los efectos de resguardar las obligaciones asumidas por el Estado Argentino en el sistema interamericano de proteccin de los derechos
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humanos (conf. considerando 15 del voto del juez Maqueda en la causa Videla, Jorge Rafael y considerando 15 del voto del juez Maqueda en la causa Hagelin, Ragnar Erland Fallos: 326:2805 y 3268, respectivamente)Que corresponde, pues, examinar el modo en que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha precisado las obligaciones de los Estados en relacin a los deberes de investigacin y de punicin de los delitos aberrantes (C.S.J.N., S. 1767, XXXVIII, Recurso de hecho,
Simn, Julio Hctor y otros s/privacin ilegtima de la libertad, considerandos 64 y 65 del voto del Dr. Juan Carlos Maqueda). Efectuada dicha aclaracin, y teniendo en cuenta la relevancia que corresponde atribuir al mencionado pronunciamiento de la C.I.D.H. en vista de las consideraciones apuntadas, tampoco advertimos de qu modo la cita de la legislacin interna uruguaya, en un caso que tiene a dicho Estado como parte, y que conlleva una solucin coincidente con la que aqu se propicia, pueda devenir en un obstculo para receptar dicha interpretacin jurisprudencial tal como ha sido dada, determinando que deba excluirse su valoracin en el presente anlisis conforme ha sido argumentado por las defensas, por lo que corresponde tambin rechazar tales cuestionamientos. Recordamos tambin que la integracin de los principios recibidos por la comunidad internacional para la proteccin de los derechos inherentes a la persona con el sistema normativo de punicin nacional fue una de las pautas bsicas sobre las que se construy todo el andamiaje institucional que impuls a la Convencin Constituyente de
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incorporar
los
tratados
internacionales como un orden equiparado a la Constitucin Nacional misma (art. 75, inciso 22 de la Constitucin Nacional) En efecto, all se seal expresamente que lo que se pretenda establecer es una poltica constitucional, cual es la de universalizar los derechos humanos, reconocer los organismos supranacionales de solucin de conflictos como lo son la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos y promover opiniones consultivas de la Corte Interamericana para que informe sobre el alcance de las normas consagradas en el Pacto, as como tambin sobre leyes y disposiciones conforme a sus propias resoluciones para asegurar que estn en armona con el Poder Ejecutivo... (C.S.J.N., fallo Simn, Julio Hctor y otros s/privacin ilegtima de la libertad, etc. Causa n 17.768, voto del Dr. Juan Carlos Maqueda, considerando 58). Vale asimismo destacar la interpretacin que nuestra Corte ha efectuado respecto de los tratados que luego de aqulla reforma han adquirido jerarqua constitucional al sostenerse que los referidos tratados no se han incorporado a la Constitucin Argentina convirtindose en derecho interno, sino que por voluntad del constituyente tal remisin lo fue en las condiciones de su vigencia (art. 75, inc.22). Mantienen toda la vigencia y vigor que internacionalmente tienen que provienen del ordenamiento internacional en modo tal que la referencia que hace la Constitucin es a tales tratados tal como rigen en el derecho internacional y, por consiguiente, tal como son efectivamente interpretados y aplicados en aquel ordenamiento (causa Giroldi de Fallos: 318:514, considerando 11). Ello implica tambin, por conexidad lgica razonable, que deben ser aplicados en la Argentina tal como funcionan en el ordenamiento internacional, incluyendo, en su caso, la jurisprudencia internacional relativa a esos tratados y las normas de derecho internacional consuetudinario reconocidas como complementarias por la prctica internacional pertinente (C.S.J.N., fallo Arancibia Clavel, Enrique Lautaro s/homicidio calificado y asociacin ilcita y otros, causa n 259, A. 533. XXXVIII, voto del Dr. Boggiano, considerando 11). En idntico sentido se estableci que Que, tal como ha sido reconocido por esta Corte en diferentes oportunidades, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, as como las directivas de la Comisin Interamericana, constituyen una imprescindible pauta de interpretacin de los deberes y obligaciones derivados de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos (conf.
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Fallos: 326:2805, voto del juez Petracchi, y sus citas).(C.S.J.N., fallo Simn, Julio Hctor y otros s/privacin ilegtima de la libertad, etc. Causa n 17.768, considerando 17 del voto de la mayora). De tales consideraciones se extrae la importancia que reviste la jurisprudencia de la C.I.D.H., en general, y el referido fallo Gelman, en particular, por su especial significacin respecto de los hechos materia de juzgamiento en autos y las pautas de interpretacin de la normativa internacional tratada en el presente acpite. No debe soslayarse que la historia nacional y universal ha probado que cuando los Estados nacionales violan los derechos humanos, esto solo puede revertirse por la presencia coactiva de organismos internacionales que aseguren el respeto de los mismos. Los derechos consagrados internamente se convierten en letra
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muerta cuando el Estado nacional decide no cumplirlos (C.S.J.N., causa 17.768, Simn, Julio Hctor s/ privacin ilegtima de la libertad, voto del Dr. Juan Carlos Maqueda, considerando 58). Por todo lo hasta aqu expuesto consideramos que la costumbre internacional vigente al momento de los hechos aqu juzgados ya haba establecido que la desaparicin forzada de personas constitua una grave violacin a los derechos humanos. En atencin a ello es que afirmamos que las sustracciones, retenciones y ocultaciones de los menores de 10 aos que conforman el objeto de la investigacin de las presentes actuaciones, as como el haber hecho inciertas, ocultado o suprimido sus identidades y falsedades documentales llevadas a cabo para posibilitar tales ocultamientos, desplegadas por diversos agentes del estado, o personas que actuaron con la autorizacin, el apoyo o la aquiescencia del mismo, en el marco del plan general de aniquilacin del que fueron tambin vctimas los padres de estos nuos y nias, deben ser calificadas como desaparicin forzada de personas, resultado aquellos menores, las vctimas de esas desapariciones. A dicha conclusin arribamos luego de verificar la concurrencia de los tres elementos constitutivos de la figura, cuales son: a) la privacin de la libertad, b) la intervencin directa de agentes estatales o por la aquiescencia de stos, y c) la negativa de reconocer la detencin y de revelar la suerte o paradero de la persona
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interesada (Cfr. C.I.D.H. -Ticona Estrada y otros Vs. Bolivia - Sentencia de 27 de noviembre de 2008 -Fondo, Reparaciones y Costas- considerando 55).
Sobre la base de esos elementos constitutivos, consideramos tambin de aplicacin a estas actuaciones el criterio oportunamente establecido en el mencionado fallo Rei, por cuanto all se sostuvo que el menor nacido durante el cautiverio de su madre es vctima de desaparicin forzada, ya que ese nio nacido en cautiverio fue retenido y ocultado e incorporado en forma irregular a otra familia sin vnculo biolgico alguno- con la consecuente supresin de su estado civil mediante la falsedad ideolgica de diferentes instrumentos pblicos, con el objeto de que sus familiares cercanos no pudieren dar con el paradero de aqul. Ese mismo criterio se sostiene en el presente pronunciamiento, por resultar perfectamente aplicables tales consideraciones a los casos aqu juzgados. La circunstancia de que en algunos de los casos aqu tratados los menores no hayan nacido durante el cautiverio de sus madres, sino que hubieran nacido con anterioridad, no modifica dicha conclusin, por cuanto en todos los supuestos la sustraccin y posterior retencin y ocultacin fueron llevadas a cabo cuando quienes ejercan la patria potestad de aqullos resultaron vctimas de privaciones de la libertad u homicidios, segn los casos, quedando los menores a merced de quienes ejecutaron tales actos, por lo que tales apropiaciones adquieren idnticas connotaciones que aqullas ocurridas respecto de nios nacidos en cautiverio, habida cuenta la desproteccin en la que se encontraban esos nios en uno u otro caso y que en todos fue causada por la accin desplegada por agentes del Estado y en el marco del aludido plan general de aniquilacin del que fueron vctimas, como se ha visto, tanto padres como hijos. Volviendo al mencionado caso Gelman, all la C.I.D.H. elabor un exhaustivo anlisis de la figura de la desaparicin forzada de personas, recogiendo los informes que desde los aos 80 ha efectuado el Grupo de trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntaria de Personas de las Naciones Unidas y las diversas definiciones plasmadas en los distintos instrumentos internacionales que recogieron tales elementos conceptuales,
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entre los que incluy a la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas. Sobre el fundamento jurdico de la figura en estudio, estableci lo siguiente es necesario reiterar el fundamento jurdico que sustenta una perspectiva integral sobre la desaparicin forzada de personas en razn de la pluralidad de conductas que, cohesionadas por un nico fin, vulneraran de manera permanente, mientras subsistan, bienes jurdicos protegidos por la Convencin. En una perspectiva comprensiva de la gravedad y el carcter continuado o permanente de la figura de la desaparicin forzada de personas, sta permanece mientras no se conozca el paradero de la persona desaparecida y se determine con certeza su identidad. (considerandos 72 y 73). Recordemos una vez ms que en dicho fallo se determin que la sustraccin y supresin de identidad de Mara Macarena Gelman constituy el
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delito de desaparicin forzada de personas. Para ello se tuvo en consideracin que la sustraccin de nios y/o nias efectuada por agentes estatales para ser entregados ilegtimamente en crianza a otra familia, modificando su identidad y sin informar a su familia biolgica sobre su paradero constituye un hecho complejo que implica una sucesin de acciones ilegales y violaciones de derechos para encubrirlo e impedir el restablecimiento del vnculo entre los menores de edad sustrados y sus familiares. Asimismo, se reconoce expresamente que uno de los tantos derechos afectados fue la libertad de la vctima afirmndose que En este caso, los hechos afectaron la libertad personal de Mara Macarena Gelman puesto que, adicionalmente al hecho de que la nia naci en cautiverio, su retencin fsica por parte de agentes estatales, sin consentimiento de sus padres, implican una afectacin a su libertad, en el ms amplio trmino del artculo 7.1 de la Convencin. Este derecho implica la posibilidad de todo ser humano de auto-determinarse y escoger libremente las opciones y circunstancias que le dan sentido a su existencia. En el caso de los nios y nias, si bien son sujetos titulares de derechos humanos, aqullos ejercen sus derechos de manera progresiva a medida que desarrollan un mayor nivel de autonoma personal, por lo que en su primera infancia actan en este sentido por conducto de sus familiares. En consecuencia, la separacin de un nio de sus familiares implica, necesariamente, un menoscabo al ejercicio de su libertad (C.I.D.H. Caso Gelman Vs. Uruguay, prrafo 129).
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En virtud de la contundencia de las consideraciones precedentes entendemos que ha quedado suficientemente rebatida la argumentacin de las defensas relativa a la imposibilidad de que los menores vctimas de los hechos aqu juzgados puedan ser considerados vctimas del delito de desaparicin forzada de personas (reseado en el apartado 7 de las cuestiones de las defensas), eximindonos de mayores comentarios al especto. Corresponde asimismo rechazar las consecuencias asignadas por las defensas a la actual incorporacin en el derecho interno de la figura contenida en el artculo 142 ter del Cdigo Penal, a resultas de la sancin de la ley 26.679, ocurrida durante la sustanciacin del presente debate (planteo de las defensas sintetizado en el apartado 2), por provenir de un razonamiento invlido. Todas las partes que han tratado esta cuestin han coincidido en afirmar que la sancin legislativa apuntada respondi a la obligacin asumida en tal sentido por el Estado Argentino al suscribir los instrumentos internacionales que sancionaban la desaparicin forzada de personas y que la inclusin de dicha figura penal en la legislacin interna importaba una deuda pendiente que, de no haber sido saldada, colocaba a nuestro pas en situacin de ser pasible de sanciones por su incumplimiento. De tal modo que la aludida incorporacin del artculo 142 ter del Cdigo Penal nunca puede convertirse en un obstculo a la hora de garantizar la operatividad de las normas internacionales en las que halla su fundamento y origen. As pues, una mayor especificidad en la redaccin normativa y la positivizacin en el derecho interno de una figura del derecho internacional que ya era operativa conforme la interpretacin jurisprudencial efectuada por nuestro mximo tribunal, tal como fuera extensamente puesto de manifiesto en los considerandos precedentes, no puede acarrear como consecuencia una restriccin a aqulla operatividad que ya ha sido establecida. Ms an, teniendo en consideracin que el nuevo texto legal incluye a los menores como vctimas del delito de desaparicin forzada de personas, en absoluta coincidencia con la interpretacin que aqu se propicia respecto de dicha figura del derecho internacional.
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De all que la incorporacin del mencionado artculo 142 ter a nuestro Cdigo Penal no hace sino reafirmar el camino que ha venido siendo trazado en pos de una mayor proteccin de los derechos humanos reconocidos internacionalmente y no puede significar en modo alguno desandarlo, sin que ello acarree notorias contradicciones con lo que ha sido dicho hasta ahora. En efecto, del desarrollo efectuado en el presente acpite respecto de la evolucin que ha evidenciado el reconocimiento internacional de los derechos humanos se advierte una secuencia que parte del reconocimiento consuetudinario y que contina con la codificacin convencional, para terminar en el reconocimiento interno dentro de las legislaciones de cada Estado parte. Ese fue el recorrido trazado por la figura de la desaparicin forzada de personas.
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Cabe asimismo destacar, que la novedosa tipificacin del delito de desaparicin forzada de personas como figura penal autnoma en nuestro derecho interno, tampoco interfiere en la calificacin legal que habr de efectuarse en las presentes actuaciones respeto de las conductas reprochadas. Si bien es cierto que no hubo acusaciones que incluyeran esa calificacin legal, en cuanto a la especfica aplicacin del tipo penal del artculo 142 ter. del Cdigo Penal, lo cierto es que conforme el encuadre propiciado en el presente considerando respecto de la figura de la desaparicin forzada de personas y atendiendo a las facultades jurisdiccionales de este Tribunal derivadas del principio iura novit curia, corresponde dejar expresamente aclarado dicho punto. En tal sentido entendemos que la garanta constitucional del debido proceso que resguardan los principios de congruencia y legalidad, imponen tal solucin, por cuanto an cuando algunas de las conductas aqu investigadas mantengan actualmente vigencia por su permanencia comisiva al no haberse operado el cese de la conducta delictiva conforme ser analizado al tratarse la calificacin legal respecto de las distintas conductas reprochadas y con las particularidades de cada caso- la mayor especificidad de la nueva figura respecto de aqullas vigentes en el derecho interno al tiempo de comisin de los hechos, impiden su aplicacin especfica.
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De modo que no se trata aqu de una figura ms gravosa respecto de la redaccin anterior, sino de una figura nueva, con lo cual el caso se distingue sustancialmente de aqullos en los que se ha discutido la validez temporal de las figuras contenidas en los artculos 146 y 139 del Cdigo Penal a los fines de la determinacin de las descripciones tpicas y montos punitivos aplicables, tal como ser objeto de anlisis en el acpite relativo al encuadre legal que habr de seguirse respecto de cada una de las conductas reprochadas a los distintos imputados. Tampoco puede asimilarse esta cuestin con la retroactividad de las normas sobre imprescriptibilidad de de los crmenes de lesa humanidad ya que ello, como se ver ms adelante no colisiona en modo alguno con el principio de legalidad. En consecuencia, corresponde encuadrar las conductas
investigadas en los tipos penales que regan en nuestro pas al tiempo de comisin de los hechos previstos en los artculos 139 y 293 del C.P., segn los casos, y con respecto al artculo 146 resulta de aplicacin la ley vigente al momento en que cesaron de cometerse las conductas delictivas, de acuerdo a cada caso (tal como ser detallado en el apartado pertinente). Tales ilcitos, conforme las consideraciones precedentemente efectuadas, resultan constitutivos, a su vez, de una de las modalidades comisivas propias del delito de desaparicin forzada de personas, por cuanto ha quedado acreditado que la costumbre internacional vigente entonces consideraba a las conductas acreditadas en autos como una grave violacin a los derechos humanos. La cuestin relativa a la relacin concursal entre las aludidas figuras artculos 146, 139 y 293 del C.P.- (ver planteo de las defensas detallado en el acpite 1 de la resea efectuada ms arriba) ha quedado fuera de discusin habida cuenta que en todos los casos este Tribunal ha entendido en este fallo que media un concurso ideal entre los tipos penales en cuestin, sea que se atribuyan los tres o slo dos de ellos segn los casos y tal como ser analizado con mayor detalle en el acpite concerniente a la calificacin legal de las conductas juzgadas y materialmente acreditadas.
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En concordancia con lo que se ha venido diciendo viene al caso recordar que la Comisin Interamericana de Derechos Humanos seal que la poltica de sustraccin de nios hijos de desaparecidos constituye una violacin a normas fundamentales de derecho internacional de los derechos humanos. La prctica descrita viola el derecho de las vctimas directas en estos casos los niosa su identidad y a su nombre (Artculo 18 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, en adelante Convencin) y a ser reconocidos jurdicamente como
personas (Art. 3 Convencin, Art. XVII de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en adelante Declaracin). Asimismo vulnera el derecho de nios y mujeres embarazadas a gozar de medidas especiales de proteccin, atencin y asistencia (Art. 19 Convencin y Art. VII, Declaracin). Adems, estas acciones constituyen violacin a las normas de derecho internacional que protegen a las familias
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(Art. 11 y 17, Convencin y Arts. V y VI, Declaracin)Tambin de las violaciones al derecho internacional, los hechos referidos constituyen delitos en el derecho interno de todos los Estados miembros de la Organizacin de los Estados Americanos. Mediante la desaparicin forzada de menores y, en su caso, la entrega irregular a otras familias, los hechores y cmplices incurren en delitos de privacin ilegtima de libertad, casi siempre en su figura calificada por el carcter de funcionario pblico del autor, y en supresin o suposicin de estado civil. (lo resaltado nos pertenece) (Cfr. Comisin Interamericana de Derechos Humanos informe anual 1987/1988 Capitulo V - Estudio sobre la situacin de los hijos menores de personas desaparecidas que fueron separados de sus padres y son reclamados por miembros de sus legtimas familias). Por otra parte, sta interpretacin ha sido dada hasta ahora en los casos en que se ha reconocido jurisprudencialmente este delito, rechazndose expresamente en tales pronunciamientos el planteo que aqu han reeditado las defensas relativo a la construccin de un tipo penal mixto, que combinara normas de derecho interno con aqullas del derecho internacional (confrontar el apartado 3 relativo a la resea de las cuestiones de las defensas efectuada ms arriba). Recurdese que al reconocerse la operatividad del delito de desaparicin forzada de personas previsto en el derecho internacional y respecto de hechos aqu investigados se sostuvo que debe quedar claro que no se trata de combinar, en una suerte de delito mixto, un tipo penal internacional que
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no prev sancin alguna con la pena prevista para otro delito de la legislacin interna. Antes bien, se trata de reconocer la relacin de concurso aparente existente entre ambas formulaciones delictivas (Cfr. Incidente de apelacin y nulidad de prisin preventiva expediente 30.312 formulado en causa n 1499 Videla) (citado por este Tribunal en la sentencia de la causa Rei y por la Cmara Federal de Casacin Penal, Sala IV, Causa nro. 10.896, Rei Vctor Enrique s/recurso de casacin, reafirmando lo sostenido por este Tribunal). En torno al modo de coexistencia de los ordenamientos jurdicos interno e internacional resulta del caso recordar el voto del Dr. Ral Eugenio Zaffaroni en el aludido precedente Simn de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin. All el magistrado seal que a partir del criterio sostenido por la Corte en el fallo Ekmekdjian (Fallos: 315:1492) impera en la jurisprudencia de nuestra Corte el llamado criterio de derecho nico.Tesis correcta, desde que su contraria, o sea, la llamada del doble derecho, segn la cual la norma internacional obliga al Estado pero no constituye derecho interno, es casi unnimemente rechazada por los internacionalistas, polticamente ha sido empleada para impedir la vigencia de Derechos Humanos en poblaciones coloniales, y lgicamente resulta aberrante, desde que siempre que hubiera contradiccin entre el derecho interno y el internacional, obliga a los jueces a incurrir en un injusto (de derecho interno si se aplica el internacional o de este ltimo si se aplica el interno).... Por otra parte, al plantearse estas mismas cuestiones en la etapa instructoria de las presentes actuaciones, la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal esta ciudad arrib a las mismas conclusiones que sealramos precedentemente al sostener que Esta subsuncin en tipos penales locales de ningn modo contrara ni elimina el carcter de crmenes contra la humanidad de las conductas analizadas (cuestin que establece el derecho de gentes a travs de normas ius cogens) ni impide aplicarles las reglas y las consecuencias jurdicas que les caben por tratarse de crmenes contra el derecho de gentes. En sntesis, las conductas que conforman crmenes contra la humanidad cometidas en el marco de los hechos investigados en estos actuados estaban prohibidas por la legislacin penal argentina vigente en aquel momento. En consecuencia, dado que no se da un supuesto de ausencia de ley penal al respecto, cabe aplicar esos tipos penales para juzgar dichos crmenes, toda vez que ellos permiten concretar su persecucin y, en caso de condena, determinar la pena que cabe imponerles a quienes
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sean hallados culpables. (En este mismo sentido, ver causa n 33.714, Videla, Jorge R. s/procesamiento, reg. 489, del 23/5/2002).. Sobre la base de la definicin de desaparicin forzada de personas que brindamospodemos sealar los siguientes elementos constitutivos del delito: aprivacin de la libertad de una persona; b-cometida por agentes del Estado o por personas que acten con su autorizacin, apoyo o aquiescencia; c- falta de informacin o negativa a reconocer dicha privacin de libertad o de informar sobre el paradero de la persona. el artculo 146 del Cdigo Penal que castiga al que sustrajere a un menor de 10 aos del poder de sus padres, tutor o persona encargada de l, y el que lo retuviere u ocultare tambin contempla el elemento a) del delito internacional en cuestin, cuando el sujeto pasivo de la privacin es un menor de diez aos En esta misma lnea de pensamiento, el delito que nos concierne en la presente incidencia
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esto es, el artculo 139, inciso 2 del Cdigo Penal- tambin contempla un elemento del delito de desaparicin forzada de personas. El artculo mencionado sanciona al que, por un acto cualquiera, hiciere incierto, alterare o suprimiere la identidad de un menor de 10 aos, y el que lo retuviere u ocultare. Por ende, la conducta subsumida en esta figura cuando tiende a evitar que se conozca la privacin de la libertad llevada a cabo es compatible con el elemento c) De esta forma, la sustitucin de identidad es, en casos como el presente, una etapa del iter criminis del delito de desaparicin forzada de personasLa sustitucin de identidad de los menores provoc que la privacin de libertad se prolongara en el tiempo y que no se pudiera poner fin a la incertidumbre derivada del desconocimiento del destino de las vctimas. Por estas razones, la sustitucin de identidad fue el medio en virtud del cual se llev a acabo uno de los elementos del delito contra la humanidad investigado en autos (CCCFed., Causa n 39.628, Bignone, Reynaldo B.A. s/excepcin de prescripcin de la accin penal, Reg. 1465, del 28/12/2006) (lo resaltado nos pertenece). En estas actuaciones ha quedado demostrado que en la totalidad de los casos que integran la materialidad de los hechos que han sido acreditados (slo se ha exceptuado el caso del hijo/a de Liliana Delfino, ya que respecto de ese hecho no se mantuvo la acusacin en esta etapa plenaria), la sustraccin de los nios y nias se produjo en ocasin del secuestro, cautiverio o asesinato de sus padres, en los que intervinieron agentes estatales, y tales hechos ocurrieron en el contexto del plan general de aniquilacin que
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implement mtodos de terrorismo de estado y que tuvo lugar durante los aos 1976 a 1983. Asimismo, la alteracin de la identidad de los menores y las falsedades documentales realizadas a tales fines, tuvieron como finalidad y efecto que la retencin y el ocultamiento de los nios y nias sustrados bajo tales circunstancias se prolongaran en el tiempo, impidindose de tal modo poner fin a la incertidumbre derivada del desconocimiento del destino de las vctimas. Sumado a ello, y ante el permanente reclamo para conocer dnde estaban estos menores por parte de familiares, se evidenci la falta de informacin respecto del paradero de ellos por parte de las autoridades estatales que perpetraron tales hechos. Todo ese complejo entramado de acciones y conductas tpicas, ms all de infringir las normas penales del derecho interno vigentes en aqul momento y previstas en las normas de los artculo 139, 146 y 293 del Cdigo Penal, configur el delito de desaparicin forzada de personas, encontrndose comprendidos en la modalidad comisiva detallada la totalidad de los elementos constitutivos de esta figura penal internacional, que se hallaba prevista por normas consuetudinarias vigentes al tiempo del inicio de los hechos, receptada luego convencionalmente, y posteriormente incluida en nuestro Cdigo Penal como un tipo penal independiente.
La desaparicin forzada de personas como delito de lesa humanidad Establecido que los hechos probados en autos configuraron delitos de desaparicin forzadas de personas cuyas vctimas fueron los nios y nias sustrados y posteriormente retenidos y ocultados, haciendo incierta o suprimiendo su identidad corresponde analizar ahora si esas desapariciones forzadas de personas pueden ser consideradas delitos de lesa humanidad, a lo que tambin daremos respuesta afirmativa conforme los fundamentos que se expondrn a continuacin. En torno a esta cuestin reiteraremos en lo sustancial, por resultar plenamente aplicable en autos, el anlisis normativo efectuado en el ya mencionado precedente Rei, como as tambin aqul que efectuara la Sala IV
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de la Excma. Cmara Federal de Casacin Penal al confirmar tal decisorio, que tambin reproduciremos en lo pertinente, por cuanto aquellas consideraciones mantienen plena vigencia, al no haber sido desvirtuadas por los
cuestionamientos introducidos por las defensas. As pues, al desarrollarse el anlisis de los delitos de lesa humanidad en la aludida sentencia dictada en el precedente Rei se estableci que los crmenes contra la Humanidad son tan antiguos como la Humanidad. La concepcin jurdica es, sin embargo [relativamente] nueva, puesto que supone un estado de civilizacin capaz de reconocer leyes de la humanidad, los derechos del hombre o del ser humano como tal, el respeto al individuo y a las colectividades humanas, aunque fuesen enemigos (Jean Graven, Les crimes contre lhumanit Extrait du Recueil des Cours de lAcademie de Droit Internacional, Pars Sirey,
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1950, Pg. 5, citado por Jimnez de Asua, Luis Tratado de Derecho Penal, Tomo II, Pg. 1175, Editorial Losada, Buenos Aires, ao 1964). De lo que se desprende, que en su concepcin subyace, la dignidad humana como un bien jurdico que debe ser reconocido por el derecho internacional, y el ser humano como un sujeto del derecho internacional. En este sentido, es ms que elocuente la Formulacin de los principios reconocidos por el Estatuto y por las sentencias del Tribunal de Nremberg desarrollados por la Comisin de Derecho Internacional de la Organizacin de las Naciones Unidas, encomendados por la Asamblea General, mediante Resolucin 177 (II), del 21 de noviembre de 1947, en cuanto establece que cualquier persona que cometa un acto que constituya un crimen bajo el derecho internacional es responsable y pasible de castigo por el mismo. Sobre la base de lo expuesto, y volviendo al tema propuesto, entendemos que la definicin de los delitos de lesa humanidad ha ido variando a lo largo de los aos, desde el Estatuto del Tribunal Militar de Nremberg ms all de que tambin se podran encontrar antecedentes en el ius in bello de fines del siglo XIX y principios del siglo XX- hasta su ltimo punto sobresaliente en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, aprobado el 17 de julio de 1998 por la Conferencia Diplomtica de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas, en el cual se ha receptado una larga costumbre formada a lo largo de los aos por la comunidad internacional. Veamos.
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La categora de crimen de lesa humanidad fue incorporada por primera vez en el derecho internacional moderno por el art. 6 inc. c de la Carta del Tribunal Militar de Nremberg como una categora autnoma de los crmenes de guerra y de los crmenes contra la paz, pero dependiente de aqullas, definindola como los: asesinatos, exterminios, esclavitud,
deportacin, y otros actos inhumanos cometidos contra cualquier poblacin civil, antes o durante la guerra, o persecuciones por motivos polticos, raciales o religiosos en ejecucin o en conexin con cualquier crimen de la jurisdiccin del Tribunal, constituyan o no una violacin a la legislacin interna del pas donde se hubieran perpetrado. As las cosas, encontramos en esta primera definicin que los crmenes contra la humanidad ya tenan como elementos centrales, diferencindose de los crmenes de guerra, el requisito de que los delitos de mencin asesinatos, exterminios, etc.- deban producirse en el marco de un ataque contra cualquier poblacin civil tanto en territorios ocupados como no, o fueran las vctimas nacionales o personas que se encontraran en su territorio-, y la posibilidad de que aqullos pudieran cometerse tanto en tiempos de guerra como de paz. Empero, mas en aquel entonces no se les di una autonoma absoluta, ya que se limit su aplicacin con el requisito de que deba comprobarse que haban sido llevados a cabo en ejecucin o en conexin con un crimen de guerra o un crimen contra la paz (Sobre un anlisis
detallado: Cfr. Parenti, Pablo F. Los crmenes contra la humanidad... En Los Crmenes contra la Humanidad y el Genocidio en el Derecho Internacional Pg.16 a 24, Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 2007). Sin perjuicio de ello, la evolucin posterior del derecho internacional fue consolidando la eliminacin del nexo de los crmenes de lesa humanidad con los crmenes de guerra y contra la paz, mencionado originalmente en la Carta del Tribunal Militar de Nremberg, lo que puede corroborarse en el art. 1 de la Convencin para la Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio de 1948 considerado un delito de lesa humanidad-; el Art. I incs. a y b de la Convencin sobre la Imprescriptibilidad de los Crmenes de guerra y de los crmenes de lesa humanidad de 1968 y la
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Convencin Internacional sobre la Represin y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1973, entre muchos otros instrumentos internacionales. Ahora bien, los elementos tpicos del delito de lesa humanidad- ya existentes en la costumbre internacional vigente- se vieron receptados en el art. 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, en cuanto establece que: 1. A los efectos del Estatuto, se entender por crimen de lesa humanidad cualquiera de los actos siguientes cuando se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemtico contra una poblacin civil y con conocimiento de dicho ataque: i) Desaparicin forzada de personas;. 2. A los efectos del prrafo 1: a) Por ataque contra una poblacin civil se entender una lnea de conducta que implique la comisin mltiple de actos mencionados en el prrafo 1 contra una poblacin civil, de conformidad con la poltica de un Estado o de una
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organizacin de cometer ese ataque o para promover esa poltica (lo resaltado nos pertenece). As las cosas, debe resaltarse que los crmenes contra la humanidad son tambin, al igual que los crmenes comunes, atentados contra bienes jurdicos individuales (Cfr. Derecho, Rene s/incidente de prescripcin de la accin penal causa n 24.079 Dictamen del Procurador de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin de fecha 1 de septiembre de 2006-, cuyos fundamentos se hicieron propios en el decisorio de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin el 11 de julio de 2007), con el aditamento de que esos delitos de lesa
humanidad no lesionan nicamente a las victimas en primero y segundo grado, sino que tambin implican una lesin a toda la humanidad en su conjunto. Surge entonces la necesidad de establecer con claridad cules son los requisitos umbrales para que una conducta ingrese dentro del mbito de dicha figura penal internacional, los cuales, conforme se ha dicho con anterioridad, ya se encontraban vigentes en la costumbre internacional, y han sido receptados por el Estatuto de Roma, contribuyendo a sta. Entendemos entonces, que se deben verificar cuatro requisitos: a) la existencia de un ataque; b) el carcter generalizado o sistemtico del ataque; c) que el ataque est dirigido contra una poblacin civil; d) que el acto forme parte del ataque y e) que el acto se cometa con conocimiento de dicho ataque.
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Asimismo, debe tenerse en cuenta que tal como se desprende de la frase cualquiera de los siguientes actos [del art. 7 del Estatuto de Roma], la comisin de un nico acto por parte de una nica persona puede ser un crimen contra la humanidad. Para alcanzar dicha categora no se requiere que el autor realice varios actos ni que su conducta, en s misma, pueda ser calificada como ataque contra la poblacin civil. Los nicos requisitos son los ya mencionados: su realizacin como parte de un ataque generalizado o sistemtico contra la poblacin civil y el conocimiento de dicho ataque (Cfr. Parenti, Ob. Cit. Pg. 37). En este orden de ideas, debemos mencionar que no es posible desconocer que el gobierno militar que usurp el poder en el perodo comprendido entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983 se atribuy la suma del poder pblico, se arrog facultades extraordinarias y en el ejercicio de estos poderes, implement, a travs del terrorismo de Estado, una prctica sistemtica de violaciones a garantas constitucionales (Cfr. al respecto lo sealado por nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nacin en Fallos 309:33 y 309:1689; por el Procurador General de la Nacin in re Simn, considerando VII; por la Comisin Nacional sobre desaparicin de Personas CONADEP-; y por la Comisin Americana de Derechos Humanos, en el
informe sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina de 1980). Al respecto, es esclarecedor, aunque no abarque la totalidad de los hechos ocurridos, el informe de la Comisin Americana de Derechos Humanos sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina de 1980, en donde se hace mencin a que Cualquiera que, en definitiva, sea la cifra de desaparecidos, su cantidad es impresionante y no hace sino confirmar la extraordinaria gravedad que reviste este problema. Por otra parte, la falta de aclaracin del problema de los desaparecidos ha afectado a numerosas familias de la comunidad argentina. La incertidumbre y privacin de todo contacto con la vctima ha creado graves trastornos familiares, en especial en los nios que, en algunos casos, han sido testigos de los secuestros de sus padres y los maltratos de que stos fueron objeto durante los operativos. Muchos de esos nios no volvern a ver nunca a sus padres y heredarn as, por el recuerdo de las circunstancias de su desaparecimiento, una serie de trastornos psicolgicos. Por otro lado, numerosos hombres y mujeres entre los 18 y 25 aos, estn siendo afectados por la angustia y la marcha del tiempo sin conocimiento de la suerte de sus padres y hermanos. Los cnyuges, los hombres y mujeres que han sido
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violentamente separados, viven en medio de graves perturbaciones afectivas, acentuadas por los diversos problemas econmicos y jurdicos que tal separacin les depara. Hay muchos hombres o mujeres que no saben actualmente si son viudos o casados. Muchos de ellos, no recuperarn la paz, la armona o la seguridad en s mismos por el desgaste que les ha producido el tratar de llevar adelante un hogar donde cada da se siente la ausencia fsica y moral del padre o de la madre (Informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina, ao 1980, capitulo III, punto G). A tales consideraciones corresponde aadir la situacin relativa a los nios desaparecidos, conforme la conclusin a la que se arribara precedentemente relativa a que los menores vctimas de los hechos aqu juzgados han sido vctimas del delito de desaparicin forzada de personas. As
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como en el prrafo anterior se pone de manifiesto la repercusin que en el seno familiar y social ocasion la desaparicin de un adulto, con la imposibilidad de asumir su ausencia, y con la progresiva probabilidad de presumir su muerte, en el caso de los nios desaparecidos podra decirse que el cuadro no es menos dramtico y complejo. La perversa originalidad de la prctica acreditada en las presentes actuaciones ha ocasionado una cantidad tal de consecuencias y afectaciones de derechos que cuesta encontrar analogas o parmetros que permitan ponderarlas. Es que tampoco esas desapariciones son anlogas a las que sufrieran los adultos, muchos de los cuales resultan ser los padres de tales menores. Y la diferencia radica en que en el caso de los adultos, como dijramos ms arriba, el tiempo ha ido formando en los familiares la asuncin de su muerte. El tiempo y las evidencias posteriores. Entre tales evidencias pueden mencionarse los hallazgos de cadveres y la identificacin de tales restos a partir de las pertinentes pruebas cientficas efectuadas al efecto. En tal sentido puede mencionarse, a ttulo ilustrativo, el hallazgo de los restos de Marcelo Ariel Gelman -padre de Mara Macarena Gelman Garca
Iruretagoyena- dentro de un tambor arrojado al Canal San Fernando o los de Hctor Baratti, hallados junto a otros en las costas de Pinamar y Villa Gesell, a fines de 1978 y enterrado como NN en un cementerio de General Lavalle o el
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de Liliana Carmen Pereyra, madre de Federico Cagnola Pereyra, cuyo cuerpo fue exhumado e identificado por el Equipo Argentino de Antropologa Forense en 1985, en el Cementerio de Mar del Plata. El caso de los menores es singular, por cuanto el tiempo y las evidencias posteriores han ido alimentando en sus familiares, de un modo inversamente proporcional al caso de los adultos desaparecidos, la esperanza de encontrarlos con vida. El hallazgo paulatino de nios apropiados, con identidades modificadas a tales fines, hizo revertir en ellos la desesperanza que confirmaran respecto de los adultos. En estos casos, el paso del tiempo no los condujo a asumir un duelo sino todo lo contrario, los coloc en una situacin de espera desesperada, obligndolos a desandar caminos para ganar tiempo en la vida de un familiar que no se conoce y que se desconoce a s mismo. El mismo estudio de ADN que en un caso les aport la certeza que requiere el duelo, en estos casos, les brind una certeza de esperanza sobre la vida. No es materia de este pronunciamiento abordar tan complejo anlisis respecto de las repercusiones de este evento en su abordaje psquico, intrafamiliar y social, pero s es obligada su ponderacin a los efectos de sus implicancias jurdicas. Los testimonios de los familiares que han relatado ante esta sede los inagotables caminos recorridos en la bsqueda de esos nios, hoy adultos, as como los relatos de las propias vctimas, quienes dieron cuenta de la tremenda significacin que tuvieron en sus vidas los hechos que los damnificaron, dan cuenta de la compleja y perversa singularidad que adquiere la desaparicin forzada de nios. Advirtase tambin que existen an casos que no han cesado de cometerse, vctimas que no han sido halladas y que de ser encontradas con vida, desconocen su propia historia, ignorando asimismo el delito que a su respecto se est cometiendo y las innumerables consecuencias que acarrear su conocimiento, el que sin dudas modificar el curso de sus vidas. La permanencia que caracteriza la comisin de este delito, en toda su complejidad, determina que mientras no se ponga fin a la conducta delictiva, resultan indeterminados la cantidad de derechos afectados. Represe que muchas de las abuelas que iniciaron su bsqueda hoy son bisabuelas. De
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all que en estos casos ni siquiera se pueda determinar, al da de hoy, un nmero cierto de derechos ni de personas afectadas, el que crece exponencialmente a medida que el tiempo avanza en la vigencia de su comisin delictiva. Y sobre la naturaleza y alcances de los delitos aqu analizados resultan elocuentes las consideraciones efectuadas por nuestro Mximo Tribunal en un caso anlogo a los aqu investigados, por lo que merecen ser destacadas. As pues, se sostuvo que dos son las circunstancias que hacen extraordinario el conflicto en esta causa: la naturaleza del crimen que se investiga por un lado y, por el otro, la prolongacin de su consumacin hasta el presente. En cuanto al primer elemento, queda claro que el caso corresponde a un presunto delito de lesa humanidad en forma de crimen de estado. Pero no se trata de uno ms de los muchos
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cometidos en el curso de los siglos, en que por cierto son generosos en su aberracin los ejemplos de las dos centurias anteriores (es ilustrativa la tabla que presenta Wayne Morrison, Criminology, Civilizacin and the New World Order, Routledge-Cavendish, Oxon, 2006, pginas 93-94), sino que se trata de un crimen cuya perversa originalidad le quita cualquier analoga con todos los conocidos. Salvo las recientes investigaciones en curso sobre el destino de nios por el rgimen franquista, no hay en el mundo precedentes de casos de secuestro y consiguiente privacin de identidad en forma masiva de nios de cortsima edad o nacidos en cautiverio o arrebatados de sus hogares, habiendo sido casi siempre asesinados sus padres en el curso de la prctica de otros crmenes de estado, manteniendo esta situacin indefinidamente en el tiempo. Es claro que el crimen en autos no configura un hecho aislado, sino que respondi a una decisin general en el marco de una empresa criminal llevada a cabo por un aparato de poder del estado violador de elementales derechos humanos. La creatividad tan perversa de esta decisin hace difcil la comprensin misma de su motivacin y, por ende, de la propia dinmica criminal de los hechos. Por un lado puede pensarse en una tentativa de eliminar la memoria de esas vctimas, sumindolas en la ignorancia no slo de su origen sino tambin hasta de su propia orfandad. Por otro, se erige en una nueva cosificacin humana que guarda cierto parentesco con la esclavitud, por considerar a los infantes como parte de botines de correras criminales. En cualquier caso, la adjetivacin es siempre insuficiente, presa en los lmites de un lenguaje pobre ante la aberracin en el que nos ocupa tambin puede hablarse de crimen
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contra la humanidad en la modalidad de privacin de uno de sus elementos, como es la identidad, tambin con incidencia incuestionable sobre el normal desarrollo de la persona. Por ende se trata de una subcategora especial de crimen contra la humanidad, caracterizado por inferir una herida en la personalidad, al interferir y suprimir un rasgo propio de la humanidad, impidiendo una respuesta primaria a la pregunta Quin soy?.... (C.S.J.N. G. 1015. XXXVIII. Recurso de hecho. Gualtieri de Prieto, Emma Elidia y otros s/sustraccin de menores de 10 aos. Causa n 46/85. Rta: 11/8/2009. Considerandos 7 y 8 del voto de la mayora). (lo resaltado nos pertenece). Asimismo y en relacin a las repercusiones de este delito y a su carcter pluriofensivo, en concordancia con las consideraciones volcadas en prrafos anteriores, ha dicho la Corte Que es claro que el incalificable crimen contra la humanidad que uno de sus pasos se investiga en esta causa es de naturaleza pluriofensiva y, por ende, reconoce una pluralidad de sujetos pasivos, uno de los cuales es la vctima secuestrada. Pero otros son los deudos de las personas eliminadas y parientes biolgicos de la vctima sobreviviente. Su condicin de sujetos pasivos es incuestionable en el plano jurdico nacional e internacional, pero ms an lo es en el de la realidad del mundo. Se trata de personas a las que se les ha desmembrado la familia, que han visto todos sus proyectos arrasados por la barbarie; son padres que perdieron a sus hijos, hermanos que perdieron a sus hermanos, cnyuges que perdieron a sus cnyuges, desaparecidos para siempre en las brumas de los campos de concentracin y exterminio, en muchos casos sin saber jams el da de su muerte, sus circunstancias, privados incluso de los restos mortales, de una posibilidad ms o menos normal de elaborar el duelo. A esa desolacin de la ausencia sin respuesta se suman la presuncin o certeza de que un nieto, un hermano, un sobrino, andan por el mundo sin saberlo. La carga del dolor de la prdida y la angustia de saber que por lo menos existe un ser humano sobreviviente pero al que no se puede hallar, configuran un dao de imposible reparacin. (C.S.J.N. G. 1015.
XXXVIII. Recurso de hecho. Gualtieri de Prieto, Emma Elidia y otros s/sustraccin de menores de 10 aos Causa n 46/85. Rta: 11/8/2009. Considerando 16) (lo resaltado nos pertenece). Si bien es cierto que el citado fallo de la Corte no abord tales consideraciones en el marco de una sentencia que pusiera fin a un proceso represe en tal sentido que se utiliza el potencial al referirse al presunto
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delito-, no menos relevante resulta la cuestin que fue llevada a decisin en el citado fallo Gualtieri, ya que el conflicto suscitado que determin la intervencin del Mximo Tribunal en una resolucin que habilit la instancia federal del artculo 14 de la ley 48, permite mensurar, en un caso de
caractersticas anlogas a los que aqu son juzgados, otra de las aristas del complejo e impredecible entramado de consecuencias jurdicas que la extrema gravedad de los crmenes analizados contina desplegando y su absoluta vigencia en cuanto a la afectacin de derechos que provoca. Es que en el aludido fallo Gualtieri se debata si era posible someter a la presunta vctima de un delito de apropiacin de menores (ocurrido en el mismo contexto de los casos aqu juzgados) a una extraccin compulsiva de sangre a efectos, justamente, de determinar la identidad del
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menor y de poner fin al delito investigado. Sobre el conflicto de derechos que tal decisin desata se seal lo siguiente Que ante la evidente imposibilidad de borrar los efectos del tiempo y de eliminar el pasado y ante la tremenda gravedad del conflicto axiolgico que esta decisin plantea y el enorme abanico de posibles hiptesis en los casos conocidos y en los que puedan conocerse en el futuro, entiende la jurisdiccin haber agotado en esta instancia los recursos jurdicos para hallar la solucin menos lesiva, aunque no descarta que ante la pluralidad de lamentables situaciones creadas deba en el futuro evaluar nuevas hiptesis que la imaginacin no permite concebir desde la perspectiva de los casos conocidos C.S.J.N. G. 1015. XXXVIII. Recurso de hecho. Gualtieri de Prieto, Emma Elidia y otros s/sustraccin de menores de 10 aos Causa n 46/85. Rta: 11/8/2009, considerando 26). Ahora bien, volviendo a los elementos umbrales del delito de lesa humanidad mencionados con anterioridad, delito que agravia y ofende a toda la humanidad, lo primero que se debe verificar es la existencia de un ataque, cuyo concepto ha sido precisado por el art. 7 inc. 2 del Estatuto de Roma, donde se seala que se entender por tal una lnea de conducta que implique la comisin mltiple de actos mencionados en el prrafo 1 contra una poblacin civil, de conformidad con la poltica de un Estado o de una organizacin de cometer ese ataque o para promover esa poltica (lo resaltado nos pertenece).
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De otra parte, con respecto al requisito de que el ataque en cuestin sea generalizado o sistemtico , considerado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en la causa ya citada Derecho, Rene como un elemento central que caracteriza sin duda a tal clase de injusto, debemos decir que aquella frmula disyuntiva tiene como propsito la exclusin de hechos aislados o aleatorios de la nocin de crmenes de lesa humanidad. Generalidad, significa la existencia de un nmero de vctimas, mientras que sistematicidad hace referencia a la existencia de un patrn o de un plan metdico (Cfr. Derecho, Rene s/incidente de prescripcin de la accin penal causa n 24.079 Dictamen del Procurador de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin con fecha 1 de septiembre de 2006-, cuyos fundamentos se hicieron propios en el fallo de la Corte Suprema el 11 de julio de 2007. En el mismo sentido, sobre un anlisis de la jurisprudencia internacional al respecto Cfr. el fallo citado y Parenti, Ob. Cit. Pg. 45 y siguientes). Sobre la base de lo expuesto, entendemos que las caractersticas propias de la prctica que ha sido acreditada en las presentes actuaciones nos eximen de dar mayor tratamiento de los aludidos requisitos de sistematicidad y generalidad del ataque cometido, en los trminos mencionados. Siguiendo entonces con el anlisis propuesto, debemos analizar si el ataque ha sido dirigido contra una poblacin civil, lo que nos obliga a precisar qu se entiende por tal, adelantando que se debe adoptar al respecto una interpretacin amplia, ya que aqulla es la nica que representa la efectiva proteccin de cualquier individuo frente a estos actos inhumanos. As las cosas, compartimos la postura de Andrs J. DAlessio, en cuanto entiende que La calificacin de civil tiende a excluir los actos opuestos contra las fuerzas opuestas en un conflicto armado, pero no importa que quien sea militar, por ese solo hecho, y aunque no se encuentre participando en las acciones del conflicto, quede excluido de los posibles sujetos pasivos de este delito. Si se tomara la acepcin literal, que [rechazamos], debera excluirse tambin a los sacerdotes, segn la definicin que el trmino civil asigna la Real Academia [Cfr. edicin del ao 1992, acepcin 6ta-], cuando ellos son, en los casos de persecuciones contra un grupo o colectividad con identidad propia, las primeras y tpicas vctimas de esos crmenes de lesa humanidad.
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(Cfr. DAlessio, Andrs Jos Los delitos de lesa humanidad, Pg. 24 y siguientes, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, Argentina, ao 2008). En esta misma lnea de pensamiento se encuentran Kai Ambos y Steffen Wirth, en cuanto proponen, siguiendo la jurisprudencia del Tribunal para la ex Yugoslavia, que todo individuo, sin reparar su condicin formal de miembro de una fuerza armada, debe ser visto como un civil, a menos que a) integre una fuerza que sea hostil hacia el autor del hecho; y b) no haya depuesto las armas ni est fuera de combate (Ambos, K y Wirth, S: The Current Law of Crimes Against Humanity, An anlisis of UNTAET Regulation 15/00 Pg. 56, Cit. Por Parenti Ob. Cit. Pg. 56). Por lo tanto es evidente que los actos que integran la materialidad fctica de los casos aqu juzgados tratados individualmente en cada uno de
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los distintos acpites y conjuntamente al establecerse la existencia de una prctica generalizada y sistemtica a cuyas consideraciones nos remitimos para evitar innecesarias reiteraciones- constituyen un ataque contra la poblacin civil. Tngase en cuenta que los padres de los menores cuyas sustracciones aqu se investigan fueron secuestrados de viviendas familiares o en la va pblica y abordados por sorpresa por las fuerzas represivas, habiendo sido conducidos, quienes permanecieron con vida luego de tales operativos, a diversos centros clandestinos de detencin. As las cosas, no resulta necesario analizar si los adultos padres de las criaturas sustradas- pertenecan o no a alguna organizacin armada, ni el carcter jurdico de sta, ya que lo cierto es que ninguno de ellos, quienes en su gran mayora continan desaparecidos, se encontraba en situacin de combate. Ninguna de las madres cuyos hijos fueron apropiados us a sus hijos o sus entraas como escudos en una situacin de combate, tal como sostuvo el encartado Videla en la ocasin del artculo 393, ltimo prrafo del Cdigo Procesal Penal de la Nacin. Tampoco puede soslayarse la caracterstica distintiva de la prctica acreditada en autos, cual es la de haberse dirigido contra menores de 10 aos de edad, lo que por s slo determina que el ataque estuvo dirigido contra una poblacin civil.
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Por lo que se puede decir, sin lugar a dudas, que los hechos imputados se dieron en el marco de una ataque generalizado y sistemtico contra la poblacin civil, por cuanto los menores fueron sustrados por agentes del Estado, en las siguientes circunstancias: a) tras ser arrancados de manos de sus madres quienes se encontraban en cautiverio alojadas en centros clandestinos de detencin y en tales condiciones los dieron a luz (casos de Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Leonardo Fossatti Ortega, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Mara Victoria Moyano Artigas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Beln Altamiranda Taranto, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Victoria Anala Donda Prez, Javier Gonzalo Penino Vias, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Alejandro Sandoval Fontana, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Juan Cabandi Alfonsn, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisimblit y Carla Silvina Valeria Ruiz Dameri y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De la Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Stella Maris Montesano, Mara Elosa Castellini, Mara del Carmen Moyano, Ana Rubel); b) al momento de ser separados de sus madres en circunstancias de producirse el secuestro de sta (caso de Anbal Simn Mndez), o su desaparicin (caso de Hilda Victoria Montenegro Torres) o su muerte (caso de Clara Anah Mariani Teruggi) y c) durante el cautiverio al que fueron sometidos por haber sido conducidos conjuntamente con sus padres a algunos de los centros clandestinos de detencin por agentes del Estado que posteriormente dispusieron de ellos dndoles diversos destinos (casos de Paula Eva Logares, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Mariana Zaffaroni Islas), habindose llevado a cabo tales actos de modo absolutamente clandestino y omitiendo dar la informacin que requeran los familiares de las vctimas sobre el paradero de tales menores, los que posteriormente fueron retenidos y ocultados de sus familiares biolgicos, a travs de las distintas maniobras llevadas a cabo para evitar que se conozcan sus verdaderas identidades, haciendo incierto su estado civil. Represe que en los casos de Clara Anah Mariani y de los hijos de: Laura Carlotto, Elena De la Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Stella Maris Montesano, Mara Elosa Castellini, Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel,
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los delitos no han cesado de cometerse por cuanto an se desconoce el destino o paradero de las vctimas. Tambin se ha verificado el elemento subjetivo relativo al conocimiento de parte de los imputados de que las conductas que se les imputan formaban parte de un ataque generalizado y sistemtico en los trminos apuntados. Al especto no resulta necesario demostrar que tuvieren la seguridad de que sus acciones formaban parte de aqul, sino que alcanza con demostrar que se representaron la probabilidad de que ello ocurriera. Ya que Si bien no se exige un conocimiento detallado de todas las circunstancias objetivas que integran el contexto de la accin, s ser necesario que el autor se represente sus aspectos centrales (Cfr. Parenti, Ob. Cit. Pg. 63). Sobre este punto, mal puede sostenerse que los imputados
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desconocieran lo que suceda dentro del territorio nacional, habida cuenta las funciones que, con sus distintos roles, desempearon dentro de las fuerzas a las que pertenecan, habiendo incluso muchos de ellos tomado intervencin en otros hechos desplegados en el marco del plan represivo que contextualiza los hechos aqu juzgados, de conformidad con las sentencias dictadas a su respecto. Como excepcin podra mencionarse el caso de la imputada Ins Susana Colombo, pero a su respecto corresponde sealar que si bien no integraba ninguna fuerza armada o de seguridad al tiempo de los hechos, en aqul entonces era cnyuge de Vctor Alejandro Gallo que s era militar y que fue quien llev el nio previamente sustrado de brazos de su madre a la casa que ambos habitaban, y quien tambin le transmiti las circunstancias relativas al origen del menor que luego ambos retuvieron y ocultaron durante tantos aos. Corresponde asimismo tener en consideracin que ms all del anlisis efectuado precedentemente respecto de los elementos constitutivos de los crmenes de lesa humanidad y su verificacin en todos los casos precedentemente individualizados, en el prembulo de la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas expresamente se reafirma que la prctica sistemtica de la desaparicin forzada de personas constituye un crimen de lesa humanidad (prrafo sptimo), lo que arroja una mayor contundencia a las consideraciones precedentemente efectuadas en
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orden a las caractersticas de la prctica sistemtica y generalizada que se acredit en autos. Asimismo ha tenido oportunidad de pronunciase la Corte Suprema de Justicia de la Nacin al sealar que la descripcin jurdica de estos ilcitos contiene elementos comunes de los diversos tipos penales descriptos, y otros excepcionales que permiten calificarlos como crmenes contra la humanidad porque 1- afectan a la persona como integrante de la humanidad, contrariando a la concepcin humana ms elemental y compartida por todos los pases civilizados ; 2- son cometidos por un agente estatal en ejecucin de una accin gubernamental, o por un grupo con capacidad de ejercer un dominio y ejecucin anlogos al estatal sobre un territorio determinado. El primer elemento pone de manifiesto que se agrede la vida y la dignidad de la persona, en cuanto su pertenencia al gnero humano, afectando aquellos bienes que constituyen la base de la coexistencia social civilizada. Desde una dogmtica jurdica ms precisa se puede decir que afectan derechos fundamentales de la persona y que stos tienen esa caracterstica porque son fundantes y anteriores al estado de derechoTales derechos fundamentales son humanos, antes que estatales. Por ello, los derechos fundamentales no pueden ser suprimidos por el Estado Nacional y si no son respetados, tienen tutela transnacional. Este aspecto vincula a esta figura con el derecho internacional humanitario, puesto que ningn estado de derecho puede asentarse aceptando la posibilidad de la violacin de las reglas bsicas de la convivencia y admitiendo comportamientos que tornan a las personas irreconocibles como tales. El segundo aspecto requiere que la accin no provenga de otro individuo aislado, sino de la accin concertada de un grupo estatal o de similares caractersticas que se propone la represin ilcita de otro grupo, mediante la desaparicin fsica de quienes lo integran o la aplicacin de tormentos. No se juzga la diferencia de ideas, o las distintas ideologas, sino la extrema desnaturalizacin de los principios bsicos que dan origen a la organizacin republicana de gobierno. No se juzga el abuso o el exceso en la persecucin de un objetivo loable, ya que es ilcito tanto el propsito de hacer desaparecer a miles de personas que piensan diferente, como los medios utilizados que consisten en la aniquilacin fsica, la tortura y el secuestro configurando un "Terrorismo de Estado" que ninguna sociedad civilizada puede admitir. No se juzga una decisin de la sociedad adoptada democrticamente, sino una planificacin secreta y medios clandestinos que slo se conocen muchos aos despus de su aplicacin. No se trata de juzgar la capacidad del Estado de reprimir los delitos o de preservarse a s
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mismo frente a quienes pretenden desestabilizar las instituciones, sino de censurar con todo vigor los casos en que grupos que detentan el poder estatal actan de modo ilcito, fuera del ordenamiento jurdico o cobijando esos actos con una ley que slo tiene la apariencia de tal. Por ello, es caracterstico de esos delitos el involucrar una accin organizada desde el Estado o una entidad con capacidad similar, lo que comprende la posibilidad del dictado de normas jurdicas que aseguran o pretenden asegurar la impunidad (considerando 13 del voto del Dr. Ricardo Luis Lorenzetti en el fallo Simn, S. 1767. XXXVIII. RECURSO DE HECHO Simn, Julio Hctor y otros s/ privacin ilegtima de la libertad, etc. Causa N 17.768). En el pronunciamiento que confirm la sentencia dictada en el precedente Rei la Sala IV de Excma. Cmara Federal de Casacin Penal hizo propias tales consideraciones de la Corte y agreg En resumen, el Alto
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Tribunal seal que ya en la dcada de los aos setenta, esto es, en el momento de los hechos investigados, el orden jurdico interno contena normas (internacionales) que reputaban a la desaparicin forzada de personas como crimen contra la humanidad. Estas normas, puestas de manifiesto en numerosos instrumentos internacionales regionales y universales, no slo estaban vigentes para nuestro pas, e integraban, por tanto, el derecho positivo interno, por haber participado voluntariamente la Repblica Argentina en su proceso de creacin, sino tambin porque, de conformidad con la opinin de la doctrina y la jurisprudencia nacional e internacional ms autorizada, dichas normas ostentaban para la poca de los hechos el carcter de derecho universalmente vlido (ius cogens)(Conf. C.S.J.N. Fallos: 328:2056) (Cmara Federal de Casacin Penal. Causa nro. 10.896- Sala IV- Rei, Vctor Enrique s/recurso de casacin. Rta: 10/6/2010). En vista de todo ello, no caben dudas entonces que el criterio adoptado en el presente pronunciamiento respecto de la calificacin de las conductas juzgadas como crmenes de lesa humanidad, encuentra suficiente sustento en la interpretacin normativa reseada, acorde con los
pronunciamientos dictados en casos anlogos por nuestro Mximo Tribunal, en su calidad de intrprete ltimo de las normas constitucionales, cuyos lineamientos fueron receptados por la generalidad de los tribunales nacionales, no habindose invocado posteriores pronunciamientos que la desvirten o contradigan.
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En conclusin y en virtud de todo lo hasta aqu relatado, tenemos debidamente acreditado que las desapariciones forzadas de las que fueron vctimas Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit, Javier Gonzalo Penino Vias, Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas y de los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel deben ser calificadas como delitos de lesa humanidad, por entender que aqullas formaron parte de un ataque generalizado y sistemtico contra la poblacin civil, y que fueron cometidas con conocimiento de aquel ataque.
Imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad Ahora bien, resta por ltimo abordar la cuestin de la imprescriptibilidad de los crmenes de lesa humanidad configurados en autos de acuerdo a los establecido precedentemente, para resolver si ulteriormente corresponde analizar la eventual extincin de las acciones penales segn las normas previstas en el artculo 62 y concordantes del Cdigo Penal de la Nacin, que tambin solicitaran las defensas tal como fuera reseado al inicio de este captulo, adelantamos aqu que consideramos imprescriptibles los delitos aqu juzgados, por las consideraciones que seguidamente se efectuarn. Para arribar a dicha conclusin seguiremos la postura
oportunamente adoptada en el precedente Rei en concordancia con los pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin que ya han sido mencionados, principalmente en los fallos Arancibia Clavel (Fallos:
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327:3312) y Simn (Fallos: 328:2056), en los que se consider de aplicacin la Convencin sobre la imprescriptibilidad de los crmenes de guerra y de los crmenes de lesa humanidad de noviembre de 1968, aprobada por ley 24.584, del 29 de noviembre de 1995, e incorporada con rango constitucional mediante ley 25.778, del 5 de septiembre de 2003, de conformidad con el art. 75 inc. 22 de la Constitucin Nacional. Es que entendemos que sin perjuicio de que el instituto de la prescripcin de la accin penal se encuentre estrechamente ligado al principio de legalidad (C.S.J.N. Fallos: 287:76), aquella caracterstica especial, para este tipo de delitos, ya era regla para la costumbre internacional vigente desde la dcada del 60, a la cual adhera el Estado Argentino (Sobre un anlisis detallado sobre este ltimo punto: C.S.J.N. Fallos 318:2148 in re Priebke voto
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del Dr. Bossert, considerandos 78 y siguientes). Ahora bien, previo a adentrarnos en un anlisis detallado de la costumbre internacional vigente al momento de los hechos objeto de las presentes actuaciones, debemos decir que la imprescriptibilidad de estos crmenes aberrantes, tiene su razn de ser en que si bien el fundamento comn del instituto de la prescripcin, independientemente del objeto al que aluda de la accin o de la pena-, es la inutilidad de la pena en el caso concreto, en los que el transcurso del tiempo entre el hecho y el juicio, o entre la condena y su ejecucin, hace que la persona imputada no sea la misma, como as tambin que el hecho sometido a la jurisdiccin pierda vigencia vivencial conflictiva, para pasar a ser un mero hecho histrico-anecdtico..., los actos que constituyen crmenes contra la humanidad configuran una excepcin a esta regla, ya que se tratan de supuestos que no han dejado de ser vivenciados por la sociedad entera dada la magnitud y la significacin que los atae. Ello hace que no slo permanezcan vigentes para las sociedades nacionales sino tambin para la comunidad internacional misma (C.S.J.N. Fallos 327:3312 in re Arancibia Clavel considerandos 20 y 21 del voto de la mayora). Y sobre la magnitud y significacin de los crmenes aqu juzgados no cabe sino remitirse a las consideraciones tratadas en el acpite anterior, en particular al sealarse la naturaleza pluriofensiva de tales delitos as como las mltiples y an vigentes afectaciones de derechos que provocan y de all que de ningn modo puede considerarse que hayan perdido su vigencia vivencial
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conflictiva para la sociedad entera en los trminos aludidos en el prrafo que antecede. Asimismo, debe tenerse en cuenta que el fundamento de la imprescriptibilidad de las acciones emerge ante todo de que los crmenes contra la humanidad son generalmente practicados por las mismas agencias de poder punitivo operando fuera del control del derecho penal, es decir, huyendo al control y a la contencin jurdica. Por ello, no puede sostenerse razonablemente que sea menester garantizar la extincin de la accin penal por el paso del tiempo en crmenes de esta naturaleza. (C.S.J.N. Fallos 327:3312 in re Arancibia Clavel considerando 23 y Zaffaroni, Eugenio Ral Notas sobre el fundamento de la imprescriptibilidad de los crmenes de lesa humanidad en En torno de la cuestin penal, Pg. 264, Ed. B de F, Buenos Aires, 2005). Sobre la base de lo expuesto, y volviendo a la costumbre internacional, es necesario resaltar que sta nace a su respecto con anterioridad a la Convencin sobre la imprescriptibilidad de los crmenes de guerra y de los crmenes de lesa humanidad de noviembre de 1968, lo que surge de su propio Prembulo, de significacin a los fines hermenuticos dado que constituye la expresin del consenso sobre cuestiones que fueron ampliamente discutidas en el seno de los debates internacionales (C.S.J.N. fallos 318:2148, in re Priebke voto del Dr. Bossert, considerando 81). En este sentido, en el citado Prembulo se seala que en ninguna de las declaraciones solemnes, instrumentos o convenciones para el enjuiciamiento y castigo de los crmenes de guerra y de los crmenes de lesa humanidad se ha previsto limitacin en el tiempo, y que una de las razones de la institucin de esta regla para este tipo de delitos fue la "grave preocupacin en la opinin pblica mundial" suscitada por la aplicacin, a aquellos delitos, de las normas de derecho interno relativas a la prescripcin de los delitos ordinarios, "pues impide el enjuiciamiento y castigo de las personas responsables de esos crmenes". Asimismo, en dicha convencin se seal que era necesario y oportuno afirmar en derecho internacional el principio de imprescriptibilidad... (lo resaltado nos pertenece) de aquellos delitos, por lo que cabe sealar que el verbo "afirmar" da cuenta del consenso logrado para consagrar la recepcin convencional de un principio ya existente en el derecho internacional referente a la imprescriptibilidad tanto de los crmenes de guerra como de los crmenes
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de lesa humanidad (Para una anlisis detallado de la eleccin del verbo afirmar en el prembulo de la citada convencin Cfr. C.S.J.N. fallos 318:2148, voto del Dr. Bossert, ya indicado, considerando 82). A ello cabe agregar que el art. 1 de la convencin bajo anlisis establece que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles cualquiera sea la fecha en que se hayan cometido, y que de conformidad con el art. 4, los Estados Partes "se comprometen a adoptar, con arreglo a sus respectivos procedimientos constitucionales, las medidas legislativas o de otra ndole que fueran necesarias para que la prescripcin de la accin penal o de la pena, establecida por ley o de otro modo, no se aplique a los crmenes mencionados en los arts. I y II de la presente Convencin y, en caso de que exista, sea abolida". En este sentido, como se adelant con anterioridad la
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convencin citada, constituye la culminacin de un largo proceso que comenz en los primeros aos de la dcada de 1960 cuando la prescripcin amenazaba con convertirse en fuente de impunidad de los crmenes practicados durante la segunda guerra mundial, puesto que se acercaban los veinte aos de la comisin de esos crmenes (C.S.J.N. Fallos 327:3312 in re Arancibia Clavel punto 27). Reiteramos entonces que no se trata de la aplicacin retroactiva de la citada convencin, sino de una norma consuetudinaria del derecho internacional, que se encontraba vigente incluso antes que aqulla, por lo que con ms razn esta costumbre era materia comn del derecho internacional con anterioridad a la incorporacin de la convencin al derecho interno (Fallos 327:3312 in re Arancibia Clavel punto 29 del voto de la mayora). Esta costumbre internacional se vio luego reflejada en numerosas resoluciones internacionales e instrumentos firmados con posterioridad, como: a) la Resolucin 2583 de la Asamblea General de las Naciones Unidas Cuestin del castigo de los criminales de guerra y de las personas que hayan cometido crmenes de lesa humanidad, del 15 de diciembre de 1969; b) la Resolucin 3074 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas Principios de Cooperacin Internacional en la identificacin, detencin, extradicin y castigo de los culpables de crmenes de guerra y de crmenes de lesa humanidad, del 3 de diciembre de 1973; y c) la Convencin Europea de Imprescriptibilidad de Crmenes contra la Humanidad y Crmenes de Guerra, firmada el 25 de enero de 1974, en el seno del Consejo de Europa, que adopt anloga prctica en la materia (Cfr. Art. 1 de la European
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Convention on the non-applicability of statutory limitation to crimes against humanity and war crimes en European Treaty), entre muchos otros, y que al momento de iniciarse los crmenes aqu juzgados, el Estado Argentino ya haba contribuido a su formacin (Cfr. C.S.J.N. Fallos: 318:2148, voto del juez Bossert, considerando 88 al 91, y Fallos 327:3312 in re Arancibia Clavel considerando 31). Este criterio tambin ha sido sostenido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al manifestar que considera que son inadmisibles las disposiciones de amnista, las disposiciones de prescripcin y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigacin y sancin de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. (Cfr. C.I.D.H. - Barrios Altos Vs. Per Fondo- sentencia de 14 de marzo de 2001-considerando 41; en igual sentido: C.I.D.H. "Trujillo Oroza vs. Bolivia" - Reparaciones, sentencia del 27 de febrero de 2002, considerando 106, entre otros).( lo resaltado nos pertenece). Se ha sealado tambin, que la desaparicin forzada consiste en una afectacin de diferentes bienes jurdicos que contina por la propia voluntad de los presuntos perpetradores, quienes al negarse a ofrecer informacin sobre el paradero de la vctima mantienen la violacin a cada momento. Por tanto, al analizar un supuesto de desaparicin forzada se debe tener en cuenta que la privacin de la libertad del individuo slo debe ser entendida como el inicio de la configuracin de una violacin compleja que se prolonga en el tiempo hasta que se conoce la suerte y el paradero de la presunta vctima. De conformidad con todo lo anterior, es necesario entonces considerar integralmente la desaparicin forzada en forma autnoma y con carcter continuo o permanente, con sus mltiples elementos complejamente interconectados. En consecuencia, el anlisis de una posible desaparicin forzada no debe enfocarse de manera aislada, dividida y fragmentalizada slo en la detencin, o la posible tortura, o el riesgo de perder la vida, sino ms bien el enfoque debe ser en el conjunto de los hechos que se presentan en el caso , tomando en cuenta la jurisprudencia [de la Corte Interamericana de Derechos Humanos] al interpretar la Convencin Americana, as como la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas para los Estados que la hayan
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ratificado (Cfr. C.I.D.H. Heliodoro Portugal vs. Panam - Sentencia de 12 de Agosto de 2008 -Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costasconsiderando 112 y Ticona Estrada y otros Vs. Bolivia -Sentencia de 27 de noviembre de 2008 -Fondo, Reparaciones y Costas- considerando 56). (lo resaltado nos pertenece). Asimismo, deben tenerse en cuenta las palabras del Dr. Sergio Garca Ramrez, en cuanto La Corte [Interamericana de Derechos Humanos] debe plantearse obligadamente esta pregunta: cundo cesa una desaparicin forzada? De la respuesta que se aporte dependen ciertos extremos relevantes, entre ellos la competencia para el conocimiento de los hechos. No dir que tambin el curso de la prescripcin, porque generalmente se acepta que sta no corre en hiptesis de violaciones gravsimas, como la desaparicin. La respuesta pudiera hallarse --y as lo consider la Corte en el
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caso sub judice-- [Heliodoro Portugal (Panam)] en el artculo III de la Convencin de 1994. Al disponer la tipificacin penal interna de la desaparicin, ese precepto estatuye que el delito as tipificado ser considerado como continuado (continuo, en la terminologa que adopto) o permanente mientras no se establezca el destino o paradero de la vctima. Al asumir este ltimo criterio en la sentencia del caso Heliodoro Portugal, el tribunal interamericano ha supuesto --como lo han hecho otras instancias jurisdiccionales-- que la desaparicin cesa en el momento de la identificacin de los restos (no obstante que ste es un acto de acreditacin de cierto hecho pasado, no de realizacin o consumacin de una conducta ilcita), y no en el de fallecimiento, real o probable, de la vctima (a pesar de que en ese momento la privacin de libertad cede el espacio a la muerte, puesto que no parece razonable hablar de privacin de libertad de una persona fallecida y suponer, por lo tanto, que aqulla se prolonga despus del fallecimiento). Al radicar la cesacin del hecho violatorio en la identificacin de restos, no en la prdida misma de la vida, la Corte estableci su competencia ratione temporis. . (Voto razonado del Juez Sergio Garca Ramrez en relacin con la sentencia de la C.I.D.H. en el caso Heliodoro Portugal (Panam), del 12 de agosto de 2008, considerandos 12 y 14). Sobre la base de lo expuesto, si tenemos en cuenta que: a) independientemente de la fecha en que se haya comenzado a cometer, la desaparicin forzada contina cometindose hasta tanto se conozca el paradero de la vctima, y b) lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Barrios Altos vs. Per -mencionado
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precedentemente-, en cuanto a que las disposiciones de prescripcin de la desaparicin forzada resultan inadmisibles, llegamos a la conclusin de que si no se promoviera la investigacin y sancin de tales conductas, realizadas contra quienes resultan vctimas en las presentes actuaciones, se podra hacer incurrir al Estado Argentino en responsabilidad internacional a su respecto, por lo cual corresponde a este Tribunal, como uno de los poderes del Estado, velar para que ello no acontezca. Esto es as por que, de conformidad con lo establecido en el art. 1 de la Convencin Americana de Derechos Humanos, el Estado Argentino no slo se ha obligado a respectar los derechos y libertades reconocidos en ella, sino que la segunda obligacin es la de "garantizar" el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convencin a toda persona sujeta a su jurisdiccin. Esta obligacin implica el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a travs de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder pblico, de manera tal que sean capaces de asegurar jurdicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta
obligacin los Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violacin de los derechos reconocidos por la Convencin y procurar, adems, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparacin de los daos producidos por la violacin de los derechos humanos (Cfr. C.I.D.H. - Caso Velsquez Rodrguez Vs. Honduras - Sentencia de 29 de julio de 1988 (Fondo), considerando 166). En concordancia con ello se ha pronunciado nuestro Mximo Tribunal sosteniendo que a la luz de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanosel Estado argentino ha asumido frente al orden jurdico interamericano no slo un deber de respeto de los derechos humanos, sino tambin un deber de garanta (C.S.J.N. A. 533. XXXVIII, Recurso de hecho, Arancibia Clavel, Enrique Lautaro s/homicidio calificado y asociacin ilcita y otros Causa n 259, voto del Dr. Enrique Santiago Petracchi, considerando 23). Respecto de los diversos planteos efectuados por las defensas en relacin a supuestas violaciones al artculo 18 de la Constitucin Nacional (reseados al inicio del presente en los puntos 5) 13) y 14), y sin perjuicio de entender que se encuentran ampliamente rebatidos en virtud de las
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consideraciones precedentemente efectuadas, habremos de puntualizar algunas cuestiones adicionales. As pues, corresponde rechazar la pretendida invalidez de la aplicacin del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, fundada en las previsiones del artculo 13 de la ley 26.200, en cuanto estableci la vigencia del principio de legalidad para su implementacin. Al respecto habremos de destacar que si bien la ley 26.200 (B.O 9/1/07), efectivamente dispone -bajo el ttulo Principio de legalidad-que ninguno de los delitos previstos en el Estatuto de Roma ni en la presente ley puede ser aplicado en violacin al principio de legalidad consagrado en el artculo 18 de la Constitucin Nacional. En tal caso, el juzgamiento de esos hechos debe efectuarse de acuerdo con las normas previstas en nuestro derecho vigente, ello no obsta a que
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pueda aplicarse en formar retroactiva el principio de imprescriptibilidad que emerge de los delitos de lesa humanidad definidos por el Estatuto de Roma, que no es lo mismo que aplicar retroactivamente las normas del Estatuto de Roma. Dicha conclusin encuentra sustento en la propia letra de la norma citada, que expresamente indica que el juzgamiento de los hechos de la ndole de autos debe efectuarse de acuerdo con las normas previstas en nuestro derecho vigente. A su vez, el interrogante respecto a cul era el derecho vigente al tiempo de registrarse los acontecimientos ventilados en el sub lite fue respondido por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en los precedentes Priebke (Fallos: 318:2148) y Arancibia Clavel (Fallos: 327:3312).Sobre el punto, y en referencia a la cuestin de la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, el mximo tribunal de la Repblica sostuvo, en el precedente Arancibia Clavel, que las reglas de prescripcin de la accin penal previstas en el ordenamiento jurdico interno quedan desplazadas por el derecho internacional consuetudinario y por la Convencin sobre la
Imprescriptibilidad de los Crmenes de Guerra y de los Crmenes de Lesa Humanidad (leyes 24.584 y 25.778). Para as concluir, se expres lo siguiente: 25) Que la doctrina de la Corte sealada en el precedente "Mirs" (Fallos: 287:76) [el instituto de la prescripcin de la accin penal, est estrechamente ligado al principio de legalidad, por lo tanto no es aplicable una ley ex post facto que altere su operatividad en perjuicio del imputado], se mantuvo
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inalterada a lo largo del tiempo y contina vigente para la interpretacin del instituto de la prescripcin de la accin penal para el derecho interno, pero fue modificada con respecto a la normativa internacional en el precedente Priebke (Fallos: 318:2148) (C.F.C.P. Sala IV. Causa n 14.075 Arrillaga, Alfredo M. y otros s/ rec. de casacin. Rta: 14/5/2012). Asimismo, pertinencia respecto merecen de los ser especialmente destacadas por su las
cuestionamientos
aqu
introducidos
consideraciones efectuadas por la Seora Jueza Dra. Carmen Argibay, al emitir su voto en el aludido fallo Simn (C.S.J.N. Fallos: 328:2056, considerando 16), por cuanto all sostuvo que el principio de legalidad en cuanto protege la competencia del Congreso para legislar en materia penal, se ha visto cumplido con la doble intervencin del poder legislativo, tanto al ratificar la Convencin sobre Imprescriptibilidad (ley 24.584), cuanto al conferirle "jerarqua constitucional" (ley 25.778). En otro sentido, el principio de legalidad busca preservar de diversos males que podran afectar la libertad de los ciudadanos, en particular los siguientes: la aplicacin de penas sin culpabilidad, la frustracin de la confianza en las normas (seguridad jurdica) y la manipulacin de las leyes para perseguir a ciertas personas (imparcialidad del derecho). La modificacin de las reglas sobre prescripcin de manera retroactiva, que supone la aplicacin de la Convencin sobre Imprescriptibilidad de 1968, no altera el principio de legalidad bajo ninguna de estas lecturas. No se viola el principio de culpabilidad, en la medida que las normas legales sobre prescripcin no forman parte de la regla de derecho en que se apoya el reproche penal, es decir, su modificacin no implica cambio alguno en el marco de ilicitud que el autor pudo tener en cuenta al momento de realizar las conductas que se investigan. En otros trminos, no se condena por acciones lcitas al momento de la comisin, ni se aplican penas ms graves. Tampoco hay frustracin de la confianza en el derecho que corresponde asegurar a todo ciudadano fiel a las normas, porque la prescripcin de la accin penal no es una expectativa con la que, al momento del hecho, el autor de un delito pueda contar, mucho menos con el carcter de una garanta constitucional. El agotamiento del inters pblico en la persecucin penal, que sirve de fundamento a la extincin de la accin por prescripcin, depende de la prdida de toda utilidad en la aplicacin de la pena que el autor del delito merece por ley. Es absurdo afirmar que el autor de un delito pueda adquirir, al momento de cometerlo, una expectativa garantizada
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Asimismo la aludida magistrada se refiri en ese mismo voto, entre otras cuestiones, a la reserva que efectuara nuestro pas al ratificar el Pacto de Internacional de Derechos Civiles y Polticos, relativa al artculo 15.2 de ste, y efectuada mediante ley 23.313, aunque sin otorgarle las consecuencias pretendidas por las defensas al tratar dicha cuestin en el presente debate. Recordamos entonces que en el citado fallo la Dra. Argibay seal que Si bien la Convencin sobre Imprescriptibilidad ha sido ratificada por la Repblica Argentina en 1995, ella haba sido aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas ya en 1968 como un eslabn ms del proceso que se haba iniciado con el dictado de la Carta de Londres en 1946, la que sirvi de base a los juicios de Nremberg y cuyo artculo 6.c introduce la primera delimitacin expresa de los
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crmenes contra la humanidad. Este proceso continu con la sancin del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, cuyo artculo 15.2, establece el compromiso de juzgar y condenar a los responsables de delitos conforme a principios generales del derecho reconocidos por la comunidad internacional (la eficacia de la reserva hecha por la Repblica Argentina al ratificarlo se ve debilitada por la posterior aprobacin sin reservas de la Convencin sobre Imprescriptibilidad), la Convencin sobre Imprescriptibilidad de 1968 y, ms recientemente, con la organizacin de los tribunales para juzgamiento de crmenes en la ex Yugoslavia (1993) y Ruanda (1994), as como la aprobacin del Estatuto para la Corte Penal Internacional (1998). En el mbito regional americano, este proceso dio lugar al dictado de la Convencin sobre Desaparicin Forzada de Personas (1994) (C.S.J.N. Fallos: 328:2056, considerando 16). (lo resaltado nos pertenece). En relacin a la aludida reserva tambin se ha postulado su ineficacia en orden al carcter obligatorio de los principios en los que se funda el derecho penal internacional y en la interpretacin que al respecto se ha hecho al afirmarse que En tal sentido, la CIJ, en su opinin consultiva sobre las reservas a la Convencin para la Prevencin y la Sancin del Delito de Genocidio, se expres a favor del carcter obligatorio de los principios en los que se funda el derecho penal internacional, an sin la existencia de una base contractual (Marcelo A. Sancinetti- Marcelo Ferrante, El derecho penal en la proteccin de los derechos humanos, Editorial Hammurabi SRL, Buenos Aires 1999, pag. 442).
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Represe que las citas de los fallos precedentemente mencionados dan cuenta de que las argumentaciones introducidas por las defensas distan de ser novedosas por cuanto ya idnticas cuestiones fueron objeto de profusos anlisis por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, que oportunamente se pronunci sobre los mismos planteos aqu reeditados, por lo que su nueva formulacin obedece a una mera discrepancia de criterios, como ya lo adelantramos al inicio del presente considerando. Resta por ltimo considerar el planteo reseado en el apartado 15) de las cuestiones introducidas por las defensas y que postula que la resolucin acerca de la prescripcin efectuada en la sentencia dictada en la causa 13 de la Cmara Federal respecto de diversos hechos atribuidos a Orlando Ramn Agosti y su posterior confirmacin por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin resulta demostrativa de la inexistencia, a la fecha de comisin de los hechos aqu juzgados, de la aludida vigencia de la regla consuetudinaria sobre la imprescriptibilidad de los crmenes de guerra y de lesa humanidad, posteriormente receptada en la convencin sobre la materia mencionada en prrafos anteriores. Sobre la vigencia de la aludida regla consuetudinaria resultan por dems contundentes y concluyentes las consideraciones precedentemente efectuadas, lo que nos exime de efectuar mayores comentarios al respecto. Sin embargo, efectuaremos unas breves consideraciones sobre la referida resolucin de prescripcin respecto de hechos atribuidos a Orlando Ramn Agosti. No desconocen los suscriptos tal resolucin adoptada por nuestro mximo Tribunal. Sin embargo consideramos que dicha decisin no contradice las conclusiones a las que se arribaran precedentemente en cuanto a la imprescriptibilidad de los delitos que aqu estn siendo juzgados. La decisin actual tiene en cuenta la evolucin de la
jurisprudencia y el progresivo compromiso asumido por el Estado Nacional y la aludida regla consuetudinaria estaba vigente an cuando se resolviera en sentido contrario en la causa 13/84. Por lo expuesto, entendemos que tambin debe rechazarse dicho planteo al no controvertir los argumentos previamente considerados.
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En consecuencia, y en virtud de todo lo precedentemente expuesto entendemos que las acciones penales de los delitos configurados en autos y tipificados, segn los casos y de conformidad con la calificacin legal que ser analizada en particular en otro considerando del presente pronunciamiento, en los artculos 139, 146 y 293 del Cdigo Penal de la Nacin respecto de los hechos de los que resultaron vctimas Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln
Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro
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Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit, Javier Gonzalo Penino Vias, Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas y de los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, no se encuentran prescriptas, por considerar a aqullos delitos de lesa humanidad, y por cuanto las reglas de la prescripcin de la accin penal previstas en el ordenamiento jurdico interno han quedado desplazadas por el derecho internacional consuetudinario (Art. 118 de la C.N.).
B. Anlisis desde la perspectiva del derecho interno: Las conclusiones a las que se arribara en el acpite anterior nos eximen de dar tratamiento de los distintos planteos de prescripcin que formularan las defensas sobre la base de las previsiones del artculo 62 y concordantes del Cdigo Penal de la Nacin, con lo cual, damos aqu por concluido el anlisis que fuera abordado en el presente considerando.
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La defensa del imputado Acosta plante la prescripcin de la accin penal, al entender que fue violentada la garanta del plazo razonable, contemplada en la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos (art. 7.5 y art. 14.3 respectivamente, de raigambre constitucional en virtud del artculo 75 inciso 22 de la Constitucin Nacional) y solicit la absolucin de su asistido, refiriendo al respecto que deba considerarse la inactividad en que haba incurrido el estado antes de iniciarse la causa N 1351, como as tambin en el trmite otorgado a ella y en la N 1604, citando en apoyo a su tesitura el caso Surez Rosero resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos el da 12 de noviembre de 1997, el precedente Granatta de la Cmara Nacional de Casacin Penal y distintos precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin. Sostuvo la asistencia tcnica del imputado Acosta que desde que el procesamiento del nombrado dictado en la causa N 1531 fue confirmado por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, esas actuaciones ingresaron en un inexplicable letargo, que provoc que la investigacin demorase diez aos y medio en producirse y aproximadamente cuatro aos, durante la etapa plenaria, para que se celebrara el debate oral y pblico, sealando respecto de la causa N 1604 que desde que se iniciara hasta que se enjuiciara al encausado transcurrieron alrededor de 30 aos. Asimismo, refiri el letrado que las demoras en el trmite de los procesos de ninguna manera podan ser atribuidas a planteos defensistas, ya que a su criterio stos no significaron una actividad deliberadamente encaminada a obstruir el avance del proceso, ni un ejercicio del derecho de defensa en juicio que pueda reputrselo de abusivo, sosteniendo por otro lado que la alegada demora tampoco poda ser adjudicada a la complejidad de los hechos investigados, puesto que, a su entender, el expediente fue complejizado al haberse desviado el foco de la investigacin, tanto en la etapa instructoria como en el debate mismo. Por otro lado indic que existan numerosos elementos
demostrativos de la absoluta inactividad penal persecutoria del estado argentino, a pesar de que diferentes autoridades judiciales y polticas del pas,
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desde el ao 1984 haban tomado conocimiento de denuncias efectuadas por particulares y organismos pblicos, refiriendo que no obstante ello aqul se mantuvo inactivo en relacin a la persecucin punitiva de este conjeturado plan referido a la cuestin de los menores. En este mismo orden de ideas los Defensores de Riveros y Vaek, luego de efectuar un minucioso relato de lo ocurrido a lo largo del proceso y la actividad desplegada en ste por los Magistrados y las partes, sostuvieron que la atomicidad de investigaciones judiciales a la que fueron sometidos sus defendidos atent contra sus derechos de defensa y en particular con la posibilidad de obtener un pronunciamiento definitorio de sus situaciones procesales en un plazo razonable, sealando que la estrategia de ramificacin de causas escogida por el estado argentino para el juzgamiento de estos hechos
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torn imposible cumplir con ese mandato constitucional, indicando que la decisin de la administracin de justicia que permiti que una persona sea sometida a un proceso una y otra vez en juicios interminables no poda ser atribuida a las conductas asumidas por sus asistidos a quienes el Estado no slo no pudo garantizarles la garanta de ser juzgados en un plazo razonable sino que tampoco pudo especificar en cuntos juicios ms podran llegar a participar en calidad de imputados. Luego de referirse a la causa N 13/84 de la Cmara Federal, citar el fallo Mattei y otros tantos de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin y diferente jurisprudencia internacional relacionada, manifestaron que los hechos aqu tratados siempre fueron pblicamente conocidos y que el estado nacional en todo momento tuvo la va expedita para su juzgamiento y no obstante ello no se promovi ninguna accin judicial en este sentido hasta el ao 1996. Al respecto indicaron que la complejidad del asunto se verificaba por la sola circunstancia de tratarse de una investigacin que reconstrua hechos ocurridos hace 30 aos, sosteniendo en tal sentido que el Estado Nacional contaba con informacin suficiente para juzgarlos con anterioridad al ao 1996, sealando que la profusa cantidad de material documental aportado por la querella en el ofrecimiento de prueba as como la que muchos de los familiares de las vctimas entregaron a lo largo del juicio, ya se conoca
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pblicamente desde haca mucho tiempo antes del inicio de esta causa, as como tambin los testimonios vertidos en la audiencia de debate, que ya haban sido prestados en la causa 13, similares. Manifestaron adems que no existieron a lo largo de todo este tiempo obstculos de ndole jurdica que impidieran o dificultaran la continuidad de la investigacin, sealando que la complejidad aludida tampoco se daba en lo relativo al trmite de esta causa, ya que desde que ella se iniciara en el ao 1996 sigui un curso normal sin dilaciones indebidas. Finalmente manifestaron que deba tenerse en cuenta que el Estado Nacional actu con desidia en la bsqueda de la verdad en estos hechos, impidiendo su juzgamiento en un plazo razonable y que la clasificacin de estos delitos como imprescriptibles, no resultaba un impedimento para que su juzgamiento se efectuara en un plazo prudencial. Siguiendo este lineamiento, a su turno, los defensores de Jorge Rafael Videla, Jorge Luis Magnacco y Reynaldo Bignone expresaron que el juicio se desarroll en violacin a la garanta del plazo razonable, invocando el artculo 6.1 del Convenio Europeo sobre Salvaguarda de Derechos del Hombre y los fallos Mattei, Mosatti y Kipperband dictados por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, entre otros, sosteniendo que no poda soslayarse que el delito imprescriptible no poda ser juzgado cuando la demora del estado se tornaba inaceptable porque el proceso no se inici en tiempo adecuado Sobre el particular resalt que no hubo ningn hecho que permitiera imputarle a Videla la demora en que incurriera la justicia, ya que en otros procesos de la misma poca se haban dictado sentencias, indicando seguidamente, respecto de la situacin de Bignone que hubo un inicio sumamente tardo en relacin con el acontecimiento de los hechos imputados en la causa N 1351 y que no se adverta que haya habido una actividad de injerencia del nombrado, entendiendo que la actuacin de la justicia puso en evidencia que ste no tuvo que ver con la demora en su accionar. Por ltimo se ocup del imputado Magnacco y afirm que su investigacin se inici por un trabajo periodstico de iniciativa privada con ayuda de Abuelas de Plaza de Mayo y recin en el ao 1996 se lleg al CONADEP y otros tantos juicios
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imputado, refiriendo que no entenda a qu parmetros deba ceirse si tal impulso privado no resultaba violatorio de las garantas de debido proceso y plazo razonable. En conclusin consider viable la declaracin de la insubsistencia de la accin penal porque a su entender el estado argentino tuvo el tiempo y las herramientas para iniciar la causa y sin embargo no lo hizo. La defensa de Franco sostuvo que no exista razn para adjudicarle a su asistido responsabilidad por las demoras producidas, ya que desde 1983 el nombrado estuvo siempre a disposicin de la Justicia, permaneciendo en tal situacin hasta la actualidad, por lo que consider que en funcin de los derechos establecidos mediante el artculo 75 inciso 22 de la Constitucin Nacional que remite a los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, exista
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la obligacin de arribar a una resolucin judicial en un plazo razonable. Al momento de expedirse el Sr. Fiscal de Juicio seal que no se verificaba que haya habido una violacin al plazo razonable en los trminos sostenidos por los defensores, ya que, a su entender, el tiempo que transcurri hasta que se iniciara la causa no poda computarse en los trminos de la garanta invocada, puesto que durante ese perodo los imputados no se encontraban sometidos a proceso. Al respecto se refiri a los fallos Mattei y Kipperband dictados por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin y a los distintos pronunciamientos en los que se estableci que la propia naturaleza del derecho a obtener un juicio sin dilaciones indebidas, impeda al mximo Tribunal a traducirlo en un nmero fijo de das, meses y aos, ya que dependa en gran medida de diversas circunstancias propias de cada caso, citando adems, en apoyo a su postura jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que fuera retomada por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin. Sostuvo el Sr. Fiscal que los hechos investigados resultaban ser muy complejos y por ello su juzgamiento se tornaba una situacin particular, ya que se trataba de crmenes cometidos por el propio Estado, lo cual a su criterio, acarre consecuencias claras en el trmite de la causa, sealando que
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fueron muchos los funcionarios cmplices de ese Estado terrorista que tuvieron incidencia en ella, ya sea en forma directa o indirecta. Seguidamente sostuvo que en la causa se imputaban una gran cantidad de hechos, que por sus caractersticas eran complejos, por lo que hubo que producir una gran cantidad de prueba, resaltando que no deba dejar de soslayarse que, en muchos casos, los chicos recuperaron su identidad pocos aos atrs e incluso durante el trmite de esta misma causa, sealando adems que por la gran cantidad de imputados y las caractersticas de las actuaciones, tramitaron tambin muchos planteos por parte de las defensas, que llegaron a varias instancias judiciales. Para defender su postura se refiri al fallo de la Sala IV de la Cmara Federal de Casacin Penal Arrillaga Alfredo M. y otros s/rec de casacin, resuelto el 4 de mayo de 2012 y respecto de los fallos citados por las defensas dijo que ninguno de los casos citados resultaban aplicables al presente, por lo que solicit, luego de tratarlos, que se rechace el planteo de insubsistencia de la accin por violacin a la garanta del plazo razonable que fue planteada por varias de las defensas. Finalmente se refiri al voto del Dr. Alejandro Slokar efectuado al momento de convalidar la prrroga de prisin preventiva dispuesta por este Tribunal Oral respecto del imputado Videla en el marco de estas actuaciones. A su turno, las partes querellantes que se pronunciaron respecto de esta cuestin coincidieron con el ministerio Pblico Fiscal en cuanto al rechazo postulado respecto del planteo en trato, por los fundamentos que en cada caso fueron volcados, y a los que nos remitimos en honor a la brevedad. Llegado el momento de resolver, habremos de sealar que este planteo no tendr acogida favorable. Sobre este punto liminarmente cabe recordar que en el fallo Mattei la Corte Suprema de Justicia de la Nacin se refiri a la garanta de ser juzgado en un plazo razonable y con posterioridad estableci, en diferentes pronunciamientos, que la propia naturaleza del derecho a obtener un juicio sin dilaciones indebidas, no poda traducirse en un nmero fijo de das, meses y aos, ya que dependa en gran medida de diversas circunstancias propias de cada caso (Cfr. Fallos 310:1476, 322:360, 323:982, 327:327, entre otros).
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En tal sentido, a partir de distinta jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos se fueron estableciendo ciertos criterios que sirvieron de parmetro para analizar la duracin razonable del proceso, a saber: la complejidad de la causa, la conducta atribuida al imputado y la forma en que la autoridad llev adelante el proceso. Es as que a la hora de analizar la cuestin, consideramos que en estos actuados no se da ninguna de las circunstancias aludidas por los defensores, ya que, adems de tratarse de una causa voluminosa -11 imputados, gran cantidad de documentacin, causas conexas y otras incorporadas como medios de prueba- en este caso la investigacin implic la realizacin de medidas probatorias de suma complejidad y la produccin de
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numerosa instruccin suplementaria admitida en el provedo de prueba. Al respecto no debe olvidarse que muchos de los hijos de desaparecidos recuperaron su identidad hace pocos aos, incluso durante la tramitacin del debate, realizndose en funcin de ello nueva prueba de cargo, ni debe soslayarse que a lo largo de su tramitacin tanto las defensas como el Ministerio Pblico Fiscal efectuaron diferentes presentaciones que demoraron su normal desarrollo, circunstancias todas que no permiten considerar que el derecho fundamental de los imputados a ser juzgados sin dilaciones indebidas y a la definicin del proceso en un plazo razonable haya sido lesionado. Tampoco debemos dejar de indicar que el hecho de que los sucesos investigados en autos hayan sido cometidos por el propio estado produjo evidentes consecuencias en el trmite de la causa en cuanto a las
serias dificultades para obtener material probatorio y por ello corresponde que no deje de analizarse fuera del marco de impunidad que marc a todos los crmenes cometidos durante la ltima dictadura militar. Asimismo, vale traer a colacin que respecto de un planteo sobre plazo razonable en este tipo de investigaciones, en un reciente fallo de la Sala IV de la Cmara Federal de Casacin Penal, al momento de rechazar la violacin a esta garanta promovida por la defensa, el Dr. Mariano Borinsky hizo especifica referencia a la complejidad de este tipo de causas, donde los propios funcionarios pblicos que se valieron de la estructura de poder estatal
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llevaron a cabo las graves violaciones a los derechos humanos, actuando con el fin de garantizar su impunidad, ocultando toda clase de rastros de los delitos llevados adelante e, incluso, el destino final de miles de personas de quienes, hasta el da de la fecha, se desconoce su destino. (causa nro. 14.075 Arrillaga Alfredo M. y otros s/rec de casacin, Sala IV CFCP, 14 de mayo de 2012). En relacin a los fallos citados por las defensas en apoyo de sus planteos debemos decir que, tal como sostuviera el Sr. Fiscal de Juicio, ninguno de esos casos resultan aplicables ni se asimilan siquiera al supuesto aqu analizado. As, resulta acertado el anlisis efectuado por el acusador pblico, en cuanto seal que en los casos Mozzatti y Kipperband se investigaron estafas y defraudaciones, que nada tienen que ver con la ndole de los delitos aqu juzgados, mientras que el caso Granatta, que trat sobre evasin tributaria y en el que se resolvi declarar extinguida la accin penal por prescripcin, deba ponerse de resalto que en su voto la Dra. Ledesma hizo especfica referencia al hecho de que el proceso se haba iniciado en el ao 1999 y en el ao 2011, todava no haba sido celebrada la audiencia de declaracin indagatoria, motivo por el cual no era posible avizorar la realizacin del juicio oral y pblico en un tiempo prximo (causa Tiraborelli, Luca y otros..., Sala III CFCP, 4/2/11). Del mismo modo, se advierte que en los hechos de los casos Surez Rosero vs. Ecuador, entre otros de los citados, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se verificaron mltiples violaciones a varios de los derechos previstos en la convencin, entre los cuales se trat el derecho a ser juzgado en un plazo razonable. En el caso puntual de Surez Rosero, ste haba sido detenido sin orden judicial, mantenido incomunicado un largo tiempo, en psimas condiciones, interrogado sin poder comunicarse con un abogado y nunca haba sido citado para ser informado de los cargos en su contra, circunstancias que nada tienen que ver con las acontecidas en autos, puesto que tanto Videla, Bignone como los restantes encausados fueron procesados en el marco de un proceso regular, respetndose cada uno de sus derechos.
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Por otro lado, no podemos dejar de mencionar que el estado argentino debe, de conformidad con el derecho internacional que lo vincula, garantizar el juzgamiento de este tipo de delitos, ya que el incumplimiento de tal obligacin compromete su responsabilidad internacional. Corresponde tambin hacer mencin al fallo en el que el Dr. Alejandro Slokar con fecha 30/12/11 entendi que no se encontraba violentada la garanta del plazo razonable de la detencin de Videla y en consecuencia convalid la prrroga de su prisin preventiva dispuesta por este Tribunal en esta causa (causa nro. 13.652 Videla, Jorge Rafael s/control de prrroga de prisin preventiva, Sala III CNCP, rta. el de 30/12/2011, reg. n 2045/11), pues entendemos que si en aquella oportunidad se consider que el encierro cautelar sufrido por el nombrado no resultaba violatorio de la garanta en
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cuestin, mucho menos puede ahora entenderse que sta haya sido vulnerada en esta instancia cuando en definitiva se ha logrado cumplir con el objeto del proceso. Por todo lo expuesto, debe rechazarse el planteo de insubsistencia de la accin por violacin a la garanta del plazo razonable planteada. En torno a este acpite corresponde hacer una aclaracin relativa a los planteos formulados por la Defensa de los imputados Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek, por cuanto debido a un error se ha omitido incluir en el punto dispositivo 5 del veredicto que esa parte tambin formul dicha pretensin, no obstante lo cual han sido ponderados sus argumentos en el desarrollo precedentemente efectuado, habindose tratado conjuntamente todos los planteos a los que se ha dado idntica solucin.
VI. PLANTEOS DE EXTINCIN DE LA ACCIN PENAL POR COSA JUZGADA EN RELACIN A JORGE RAFAEL VIDELA Y JORGE LUIS MAGNACCO La Defensa de los imputados Jorge Rafael Videla y Jorge Luis Magnacco en oportunidad de formular su alegato, interpuso diversas excepciones de cosa juzgada, solicitando en consecuencia la absolucin de los nombrados en virtud de la insubsistencia de la accin penal que invocaron a su respecto al sostener que se haba vulnerado en relacin a aqullos la garanta
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del non bis in idem, habida cuenta los hechos que les fueron imputados en autos. A su turno, las partes acusadoras de tales imputados, en lo pertinente, rechazaron tales planteos por los fundamentos esgrimidos en su oportunidad a los que, en honor a la brevedad, nos remitimos. Comenzaremos entonces por referirnos a las excepciones de cosa juzgada interpuestas en defensa de Jorge Rafael Videla, para luego hacer lo propio con aqulla que se introdujo respecto del imputado Jorge Luis Magnacco.
A. Las excepciones de cosa juzgada introducidas por la Defensa de Jorge Rafael Videla comprenden un planteo de carcter principal y otro subsidiario.
a. El planteo principal se funda, sucintamente, en un agravio genrico vinculado con el alcance de la sentencia dictada en la causa 13/84 y del decreto 158/83 del Poder Ejecutivo Nacional: En tal sentido sostuvieron los letrados defensores que la sentencia dictada en la causa 13/84, actualmente firme, comprendi idntico objeto de juzgamiento que las presentes actuaciones y que por ello se verificaban respecto de su asistido Jorge Rafael Videla, los tres elementos constitutivos de la excepcin de cosa juzgada, cuales son: identidad de sujeto, identidad de objeto e identidad de fuente. Para ello, la Defensa, tom en consideracin que la imputacin efectuada a Jorge Rafael Videla en su indagatoria correspondiente a la aludida causa 13/84 incluy la totalidad de los hechos abarcados en el decreto 158/83. Asimismo, sostuvieron que de conformidad con lo afirmado en aqulla sentencia bajo el considerando tercero relativo a los lmites de tal decisorio, en aqul juicio se haba establecido un recorte fctico en la imputacin a un nmero razonable de casos para hacer asequible la labor judicial, habindose limitado a 700 los casos escogidos por la Fiscala para ser juzgados.
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A criterio de la Defensa ese recorte fctico del objeto de juzgamiento haba determinado un tcito pedido de absolucin de todos los casos no incluidos como una lgica consecuencia de dicha limitacin. Asimismo, los letrados defensores destacaron que en aqul juicio se haban escogido para la imputacin, en los trminos apuntados, siete casos de sustracciones de menores, a cuyo respecto se haba concluido que no exista un plan sistemtico. En virtud de ello, concluyeron que tales casos tenan la promesa de efecto refractario respecto de la totalidad de casos no incluidos, al igual que ocurra, segn sostuvieran los defensores, respecto de los delitos por los que result condenado su asistido en aqulla oportunidad. Entendemos que no corresponde hacer lugar a lo solicitado por las consideraciones que a continuacin se detallan.
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As pues, corresponde sealar que las cuestiones introducidas por la defensa del imputado Jorge Rafael Videla -reseadas precedentemente y constitutivas de lo que hemos delimitado al inicio de este apartado como el agravio genrico- resultan una reedicin de idnticos planteos ya efectuados en la etapa anterior de estas mismas actuaciones (cfr. incidente de cosa juzgada formado en la causa n 1499) y oportunamente rechazados, no slo por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad (Expte. 30.311 Videla, J.R. s/Excepciones Reg. n 735, rta. 9 de septiembre de 1999) sino por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, en virtud de la concesin del recurso extraordinario deducido por la Defensa contra la citada resolucin de la Cmara Federal (C.S.J.N. XXXVI Videla Jorge Rafael s/incidente de excepcin de cosa juzgada y falta de jurisdiccin, rta. 21 de agosto de 2003). Los fundamentos vertidos en tales resoluciones resultan
concluyentes para rechazar la pretendida excepcin de cosa juzgada que aqu se reedita sobre la base de idnticos argumentos, toda vez que no se han introducido cuestiones novedosas que ameriten una valoracin diferente de la all efectuada, por lo que habremos de darlos por reproducidos en su totalidad por resultar doctrina de la Corte Suprema dictada en estas mismas actuaciones y respecto de idnticas cuestiones planteadas por la misma parte, por lo que su aplicacin deviene incuestionable.
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Corresponde aqu hacer una aclaracin respecto del caso de Anbal Simn Mndez -que trataremos en el siguiente acpite al abordar el planteo subsidiario que efectuaran los Sres. Defensores Pblicos Oficiales Ad hoc- ya que ese caso no integraba la imputacin efectuada a Jorge Rafael Videla en el marco de la causa n 1499 al momento de decidirse el planteo de cosa juzgada que originara la instancia de apelacin y la va recursiva extraordinaria reseadas, por lo que no fue valorado en tales pronunciamientos, aunque s en una resolucin posterior que se analizar tambin al abordarse el mencionado planteo subsidiario. En efecto, a fin de comprender el alcance de las aludidas resoluciones, corresponde sealar que al momento de pronunciarse la Cmara Federal en el referido expediente n 30.311, resolucin que fue posteriormente confirmada en el mencionado fallo de nuestro ms Alto Tribunal, los casos que integraban la imputacin de Jorge Rafael Videla se circunscriban a aquellos detallados en la primera indagatoria que prest el nombrado en estas actuaciones (cfr. fs. 2431/2432 de la causa n 1499), entre los cuales no se encontraba aqul que damnific a Anbal Simn Mndez ya que ste fue incluido en una ampliacin de indagatoria efectuada con posterioridad (cfr. fs. 3634/3636 de la causa n 1499 -all identificado como Simn Antonio Riquelo). No obstante ello, la salvedad apuntada en modo alguno modifica las conclusiones a que se arribaran en los pronunciamientos mencionados en cuanto al agravio genrico que es materia de anlisis en el presente acpite. Aclarado ello, corresponde rechazar el planteo principal de cosa juzgada efectuado por la Defensa de Jorge Rafael Videla y que fuera individualizado precedentemente. A tales efectos hacemos propio lo sostenido por nuestro Mximo Tribunal (V. XXXIV. Videla Jorge Rafael s/incidente de excepcin de cosa juzgada y falta de jurisdiccin, rta. 21/8/2003) y a sus consideraciones nos remitimos en un todo. A fin de poner de manifiesto la contundencia de lo all resuelto transcribiremos a continuacin algunos extractos que ilustran acabadamente la solucin que corresponde dar al planteo que se reedita en idnticos trminos en esta instancia, resultando asimismo pertinentes en orden a otras cuestiones que se abordarn en su oportunidad.
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En efecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, en estas mismas actuaciones y en relacin a un planteo deducido por la Defensa de Jorge Rafael Videla en la instancia anterior (cfr. V. XXXIV. Videla Jorge Rafael s/incidente de excepcin de cosa juzgada y falta de jurisdiccin, rta. 21/8/2003) ha sostenido lo siguiente: 9) Que los agravios de la defensa se centran, entonces, en considerar que los hechos investigados en la presente causa fueron materia de persecucin anterior -expediente 13/84-... 10) Que para ello debe tenerse en cuenta que el objeto es idntico cuando se refiere al mismo comportamiento, atribuido a la misma persona. Se trata de impedir que la imputacin concreta, como atribucin de un comportamiento determinado histricamente, se repita, cualquiera que sea el significado jurdico que se
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le ha otorgado, en una y otra ocasin, es decir el nomen iuris empleado para calificar la imputacin o designar el hecho. Se mira al hecho como acontecimiento real que sucede en un lugar y en un momento o perodo determinado Que tal como seala el a quo, los comportamientos atribuidos en la presente causa al imputado son los relativos a la apropiacin de los menores concretos que individualiza, comportamientos histricos que -tal como indica el propio recurrente a fs. 210 vta.- no fueron imputados anteriormente. En efecto, la causa 13/84 vers -en cuanto al caso resulta relevante- sobre la apropiacin de otros menores all individualizados (por lo menos esto puede afirmarse respecto de dos de ellos, en atencin a la subsistente falta de determinacin de la identidad de las restantes vctimas de los hechos perseguidos en la presente causa) No se juzg en ella el comportamiento genrico del inculpado pues "nunca constituye su vida entera el objeto procesal...(p)or el contrario, cada proceso se refiere slo a un determinado acontecimiento de su vida: a un hecho' determinado" (confr. Beling, op. cit., pg. 84). Es as como en la causa 13 no se investig si el imputado haba cometido delitos en un determinado perodo de su vida, ni siquiera si haba cometido "genricamente" el delito de sustraccin de menores, sino si determinados hechos podan serle imputados como delitos por l cometidos -en lo que aqu interesa: la sustraccin de varios menores individualizados en forma concreta-(lo resaltado nos pertenece) Y ello es as porque una imputacin respetuosa de las garantas del procesado no puede consistir en una abstraccin, sino que debe tratarse de una
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afirmacin clara, precisa y circunstanciada de un hecho concreto y singular de la vida de una persona, atribuido como existenteel imputado no se podra defender si el juicio penal no reposara en una acusacin formal que describa el hecho delictuoso que se le atribuye. Nadie puede defenderse debidamente de algo que ignora El dogma procesal no hay juicio sin acusacin es un corolario del principio que impone la inviolabilidad de la defensa; para que alguien pueda defenderse -juicio contradictorio- es imprescindible que exista "algo" de que defenderse: una hiptesis fctica contra una persona determinada con significado en el mundo jurdico. En la causa 13/84 esos hechos fueron descriptos en ocasin de tomarse declaracin indagatoria a los imputados, consignndose -como tuvo oportunidad de comprobarse en las decisiones infra citadas- "la fecha de ocurrencia del hecho, el lugar donde se consum, el resultado principal y, a veces, otros secundarios, el sitio donde fue conducida la vctima y aqullos a los que fue trasladada, as como la fecha de liberacin en caso de haber tenido lugar" (dictamen del seor Procurador General en Fallos: 307:1615), tratndose por lo tanto de "hechos precisos, exactos y definidos" (Fallos: 307:2348 in re "Videla", voto de la mayora y voto concurrente del juez Fayt) 12) Que en virtud de lo dicho hasta aqu cabe concluir que el examen que realiz el a quo se limit a comprobar que quien opuso la excepcin de cosa juzgada no revisti antes de ahora el carcter de perseguido por los mismos hechos concretos, es decir, que no existi eadem re. Frente a esta comprobacin -y de conformidad con lo ya sealado- careca de relevancia el hecho de que el imputado hubiera sufrido algn tipo de persecucin penal, extremo que slo probara la eadem personae 13) Que una postura contraria slo se deriva de confundir dos aspectos claramente escindibles: el relativo a los hechos subsumibles en el tipo del delito de sustraccin de menores por un lado y, por el otro, el que se refiere a la existencia de un plan sistemtico para la comisin de ese y otros delitos. Ello por cuanto la conducta sobre la que debe hacerse el anlisis acerca de la existencia de non bis in idem no es la del plan, sino la de la sustraccin de cada uno de los menores. Este extremo resulta por dems relevante si se tiene en cuenta que el recurrente pretende extrapolar de la afirmacin de la cmara en la causa 13/84 en torno a que entre los delitos que integraban el sistema deba excluirse la sustraccin de menores, todos los hechos que pudieran subsumirse en ese tipo penal ya haban sido perseguidos.(lo resaltado nos pertenece)
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Ello es as porque slo la errnea idea de que -en lo que aqu concierne- la materia de la causa 13/84 fue el plan sistemtico de sustraccin al que as se le atribuira la calidad de hecho- permitira concluir en que existe una identidad de objeto entre los de ambos procesos. El investigar la existencia de un plan -y de rdenes impartidas en virtud de ese plan- era slo el medio para determinar si se configuraba el supuesto especfico de "autora mediata a travs de un aparato de poder organizado", en cada uno de los casos de sustraccin (es decir la participacin de los imputados en los ilcitos que se hubieran verificado)(lo resaltado nos pertenece) En la causa 13/84, la insuficiencia en la reiteracin del delito de sustraccin de menores -slo dos casos fueron comprobados- no permiti tener por acreditada la existencia de un plan (ver en este sentido, captulo XX del considerando
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II "Antecedentes y desarrollo del sistema general en el que se integran los hechos", publ. en Fallos: 309:5, pg. 285) y, por tanto, no pudo tenerse por comprobada la autora mediata respecto de esos casos. Ello, claro est, sin perjuicio de la correspondiente imputacin a ttulo de autora directa, ajena a aquella causa y, por supuesto, a la presente. Resulta claro entonces que, cuando la cmara afirm que no pudo probarse un plan sistemtico, slo se refiri a los hechos que fueron materia de concreta imputacin en la causa 13/84, que no son los que ahora se someten a juzgamiento. Concretamente: el plan no es la conducta tpica, sino que slo permite la imputacin de la conducta prevista en el tipo penal a ttulo de autor mediato. (lo resaltado nos pertenece) 14) Que de todos modos, estas conclusiones resultan compatibles con los alcances que corresponde asignar a la anterior decisin de la cmara en cuanto indic expresamente que no poda renovarse la persecucin penal contra los comandantes. Debe recordarse que si bien la cmara sostuvo en la causa 13/84 que deba absolverse a todos los nombrados "por la totalidad de los delitos por los que fueron indagados y que integraron el objeto del Decreto 158/83 del PEN, y acerca de los cuales el Fiscal no acus, conforme lo decidido en el considerando tercero" (Fallos: 309:5, pg. 1656), el alcance de tal afirmacin no puede sino interpretarse armnicamente a la luz de la totalidad de los argumentos all expuestos y de conformidad con las normas expresamente citadas. Y, en tal sentido, corresponde tener en cuenta otro pasaje de la decisin en el que se sostuvo que "con relacin a los dems hechos que constituyeron el objeto de este proceso, en los trminos del decreto 158/83
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del Poder Ejecutivo Nacional, por los que fueren indagados los procesados, aunque no acusados por el Fiscal, corresponde (...) la absolucin conforme lo expuesto en el considerando tercero de esta sentencia" (Fallos: 309:5, pg. 1610, considerando 8, atribuibilidad). De lo dicho hasta aqu resulta que nicamente fueron materia de juzgamiento -tal como corresponde y conforme la doctrina ya reseada- los acontecimientos por los que los imputados fueron indagados. Esos acontecimientos son los que constituan el objeto del proceso; del mismo modo, son aqullos respecto de los cuales tena algn sentido asignar consecuencias al silencio del fiscal en los trminos de los arts. 361 y 362 del Cdigo de Justicia Militar, toda vez que como acertadamente lo seala el a quo, la acusacin slo puede referirse a los delitos comprendidos en el sumario, etapa del proceso que -obvio es decirlo- no se inicia con el decreto 158/83. Esta inteligencia, por otra parte, es la nica que se compadece con el significado que cabe atribuir a la consecuencia de vedar la renovacin de la persecucin penal en contra de los nueve enjuiciados (Fallos: 309:5, pg. 307). En efecto, no podra existir "renovacin" de la persecucin penal por hechos que no fueron antes perseguidos, pues renovar en la acepcin que aqu interesa- significa "reiterar", es decir "volver a hacer una cosa": nada que no se haya hecho por vez primera se puede renovar o reiterar (lo resaltado nos pertenece) 15) Que lo sealado hasta aqu en modo alguno contradice lo dicho por esta Corte en Fallos: 310:2746 acerca de que los ex comandantes fueron absueltos de "todos los delitos que integraron el objeto del decreto n 158/83, acerca de los que no hubo acusacin ni condena, en virtud de la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada dictada en la causa n 13/84 por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal". Ello es as pues tal afirmacin slo pudo referirse a los hechos que, imputados y por tanto incluidos en el sumario, no hubieran sido materia de acusacin, nicos que resultaban alcanzados por la genrica absolucin pronunciada en la tantas veces recordada sentencia (lo resaltado nos pertenece) A esta altura del discurso y por obvio que pueda resultar, conviene aclarar que cuando se alude a los "delitos comprendidos en el decreto 158/83" se menciona una condicin que fue necesaria pero no suficiente para suscitar la persecucin penal de los ex comandantes.No tuvo ni poda tener, por el
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contrario, la finalidad de delimitar hechos concretos de la realidad que, por lo dems y como tales no menciona(lo resaltado nos pertenece) 16) Que no se trata aqu de la mera aparicin de nuevos elementos vinculados a un mismo hecho, sino de nuevos casosSe trata, por lo tanto, de comportamientos histricos no imputados -y como tales no comprendidos en el sumario- durante la tramitacin del proceso llevado a cabo ante la Cmara Federal en la mencionada causa 13/84(lo resaltado nos pertenece) 17) Que de acuerdo con la doctrina reseada en los considerandos 7 a 13, y sin que ello implique en modo alguno pronunciamiento sobre la solucin a la que en definitiva corresponda arribar en esta causa en torno a la existencia de los hechos que le dan origen y a la eventual responsabilidad penal del recurrente, corresponde
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concluir que no ha existido violacin de la garanta del non bis in idem y, en tales condiciones, confirmar la decisin recurrida. La contundencia de tales considerandos nos exime de mayores comentarios, habida cuenta que aqullos dan respuesta ntegra a las cuestiones nuevamente introducidas por la Defensa de Jorge Rafael Videla durante el debate y que hacen al planteo de cosa juzgada de carcter general reseado al inicio del presente acpite identificado como A.1) el que, en virtud de todo lo expuesto, corresponde que sea rechazado, lo que as se resuelve.
b. Subsidiariamente, la Defensa plante la excepcin de cosa juzgada respecto de su asistido Jorge Rafael Videla exclusivamente en relacin al caso de Anbal Simn Mndez:
1. Voto de los Dres. Mara del Carmen Roqueta y Julio Luis Panelo: En tal sentido sealaron los Sres. Defensores Pblicos Oficiales Ad Hoc, que el aludido caso integraba aqullos por los que su defendido fue absuelto en la mencionada sentencia dictada en la causa 13/84 en orden al delito de sustraccin de menores. En consecuencia, y para el caso de rechazarse el planteo anterior, de carcter genrico y comprensivo de la totalidad de los casos imputados en autos, solicitaban la absolucin de su pupilo en relacin al hecho del que result vctima Anbal Simn Mndez, al verificarse, segn
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indicaron, los tres elementos requeridos para la procedencia de la reclamada excepcin de cosa juzgada, esto es, identidad de sujeto, de objeto y de causa. Rebatieron asimismo los seores defensores los fundamentos por los cuales se haba incluido ese hecho en las acusaciones que a los fines de la determinacin de la conducta reprochable imputaron el tramo comisivo que se extiende desde la adquisicin de firmeza de la causa 13/84, hasta la restitucin de la identidad de la vctima-, por los fundamentos enunciados, los que fueron asimismo rechazados en las rplicas por parte de los acusadores, en los trminos all volcados, y a los que en honor a la brevedad nos remitimos. Ahora bien, tal como adelantramos en el apartado anterior, el hecho que damnific a Anbal Simn Mndez no fue tenido en consideracin en el aludido fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin precedentemente invocado (dictado el 21 de agosto de 2003), por lo que la doctrina all sentada no resulta de aplicacin en orden a este caso al no haberse incluido ste en la verificacin all efectuada a los fines de excluir la identidad del objeto de persecucin (eadem res). Dicha aclaracin adquiere relevancia si se tiene en consideracin que de la totalidad de los casos que aqu se juzgan, el de Anbal Simn Mndez fue el nico que coincide con aqullos que fueron imputados a Jorge Rafael Videla en la causa 13/84 (identificado all como Simn Antonio Riquelo), y respecto del cual se lo absolvi, en orden al delito de sustraccin de menores. Recurdese que en ese juicio causa 13/84- fueron investigados un total de siete casos de sustracciones de menores (casos 4 Felipe Martn Gatica, 5 Mara Eugenia Gatica-, 93 hija de Gertrudis Hlaczik de Poblete-, 138 Simn Riquelo-, 209 hijo de Mara Jos Rapela de Mangone-, 402 hijo de Alicia Elena Alfonsn de Cabandi- y 496 hijo de Susana Beatriz Pegoraro-), seis de los cuales (casos 4, 5, 138, 209, 402 y 496) le fueron imputados al encartado Jorge Rafael Videla, habiendo sido absuelto por todos ellos, al igual que los restantes imputados a los que se les reprochara tal ilcito. Dicha absolucin obedeci, segn los casos, a dos fundamentos: o bien por insuficiencia probatoria -no se demostr que el menor fue sustrado del poder de la madre, o no se prob su nacimiento o habindose probado la sustraccin no se prob que el menor fuera recuperado por sus familiares- (casos 402, 496,
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209 y 138), o bien porque los hechos cuya comisin fue demostrada se desarrollaron slo en forma ocasional (casos 4 y 5). Sin embargo, y como adelantramos ms arriba, hubo otro planteo de excepcin por cosa juzgada efectuado tambin en la instruccin por la defensa del imputado Jorge Rafael Videla, con posterioridad a que se ampliara la imputacin del nombrado por un mayor nmero de casos, en el cual se reeditaron los argumentos ya detallados y fue asimismo rechazado por la Excma. Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal (cfr. Sala I. Causa n 41.484 Videla Joreg Rafael s/apelacin. Juzg. Fed. n 7Secret. N 13. Exp. N 9841/98, Reg. N 780, rta. 7 de julio de 2008), no habindose pronunciado a ese respecto la Corte Suprema de Justicia de la Nacin.
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As pues, al resolver esa nueva excepcin de cosa juzgada la Cmara Federal, en primer lugar, rechaz los planteos de ndole general que tratramos anteriormente con una remisin a lo resuelto en el aludido fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin -que resolvi esos mismos agraviosal considerar que no resultaban novedosos los que en esa oportunidad se reiteraban, adoptando idntico temperamento al que postul este Tribunal en el acpite anterior. Luego, se pronunci sobre el caso de Anbal Simn Mndez, y tambin rechaz la excepcin introducida por los mismos fundamentos que, en lo sustancial, sostuvieran en este debate los acusadores para mantener la imputacin en relacin a ese hecho en esta instancia. En la resolucin que mencionbamos se sostuvo lo siguiente en los casos de hechos constitutivos de delitos permanentes la garanta del ne bis in idem solamente abarca el tramo delictivo que se extiende hasta que la sentencia dictada en el proceso en el que son juzgados queda firme, no atrapando al tramo posterior a la firmeza de tal sentenciaLa sentencia dictada en la causa 13/1984 adquiri firmeza el 30 de diciembre de 1986, fecha de la decisin adoptada en el caso por la Corte Suprema de Justicia de la NacinAs, los actos posteriores al fallo firme no ingresan en la clausura que provoca el principio ne bis in idem, pues ni siquiera de manera hipottica pudieron estar abarcados por l. Slo esos actos pueden provocar una nueva persecucin penal y una nueva decisin, y restar decidir, en caso de dos condenas, de qu manera se puede obtener la sentencia nica o la pena nicaEn sntesis, aquella
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sustraccin ocurrida en los primeros das de vida, y prolongada (mediante la retencin y ocultamiento) hasta la fecha en que la sentencia adquiri carcter de cosa juzgada se encuentra indefectiblemente atrapada por la garanta bajo estudio. No ocurre lo mismo, claro est, con los hechos posteriores que ahora, gracias a la aparicin con vida del menor, se constat que siguieron cometindose luego de ese momento. En efecto, las conductas que continuaron desplegndose, sin apartarse de ese plan comn inicial, entre el 30 de diciembre de 1986 y marzo de 2003 fecha en que se logr localizar al menor- para seguir manteniendo el estado antijurdico creado desde el momento de la sustraccin, nunca fueron perseguidas (cfr. Sala I. Causa n 41.484 Videla Jorge Rafael s/apelacin. Juzg. Fed. n 7- Secret. N 13. Exp. N 9841/98, Reg. N 780, rta. 7 de julio de 2008) No compartimos el criterio reseado precedentemente. Al respecto consideramos que en este punto asiste razn a la Defensa por haberse verificado en las presentes actuaciones los extremos que imponen la prohibicin de doble juzgamiento amparados por la garanta constitucional del non bis in idem respecto del imputado Jorge Rafael Videla y en orden al hecho que damnific a Anbal Simn Mndez. As pues, basndonos en los propios fundamentos vertidos por nuestro Mximo Tribunal en el fallo reseado en el acpite A.1) consideramos que la garanta del non bis in idem puede ser entendida como aquella que impide la mltiple persecucin penal, simultnea o sucesiva, por un mismo hecho. Su violacin debe entenderse configurada cuando concurran como tambin fue indicado- las tres identidades clsicas, a saber: eadem persona (identidad de la persona perseguida), eadem res (identidad del objeto de la persecucin) y eadem causa petendi (identidad de la causa de la persecucin). En virtud de ello, de lo que aqu se trata, entonces, es de determinar si existe, respecto del caso de Anbal Simn Mndez, identidad de objeto entre esta causa y la causa 13/84. Consideramos que ello efectivamente es as y por tal motivo no puede desdoblarse el efecto de la cosa juzgada en los distintos tramos del desarrollo comisivo de la conducta imputada a Jorge Rafael Videla respecto del
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hecho que damnific a Anbal Simn Mndez, an cuando se trate de un delito de carcter permanente e independientemente del tramo comisivo verificado al momento de dictarse aqul fallo firme sentencia de la causa 13/84-. En consecuencia, no corresponde reiterar la pretensin punitiva contra Jorge Rafael Videla por ese mismo caso a partir de la firmeza del fallo dictado en la referida causa 13/84, tal como postulan los acusadores en el debate con idnticos fundamentos a lo resuelto en el mencionado incidente n 41.484, de la Sala I-., rechazndose el pretendido desdoblamiento de los efectos de la cosa juzgada a los fines de una persecucin penal mltiple que consideramos vedada por imperio de la garanta en trato. Al respecto es importante recordar que se ha sostenido que esta identidad de objeto se configura si la idea bsica permanece en ambos
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procesos (Beling Ernst, Derecho Procesal Penal, trad. del alemn por Miguel Fenech, ed. Labor, Barcelona, 1943, pg. 84) aunque en el segundo aparezcan ms elementos o circunstancias que rodeen a ese comportamiento esencial. Debe tratarse del mismo hecho (Fallos: 314:377; 316:687, entre otros), sin importar si en el primer procedimiento se agot la investigacin posible de ese hecho. Por otra parte, este extremo no guarda relacin alguna con la eventual persecucin de comportamientos histricos diversos, pero pasibles de subsuncin en el mismo tipo penal...el objeto es idntico cuando se refiere al mismo comportamiento, atribuido a la misma persona. Se trata de impedir que la imputacin concreta, como atribucin de un comportamiento determinado histricamente, se repita, cualquiera que sea el significado jurdico que se le ha otorgado, en una y otra ocasin, es decir el nomen iuris empleado para calificar la imputacin o designar el hecho. Se mira al hecho como acontecimiento real que sucede en un lugar y en un momento o perodo determinado (C.S.J.N. V. XXXIV. Videla Jorge Rafael s/incidente de excepcin de cosa juzgada y falta de jurisdiccin, rta. 21/8/2003) (lo resaltado nos pertenece). Por todo ello concluimos que al haber recado sentencia absolutoria firme en la causa 13/84 de la Excma. Cmara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad respecto de Jorge Rafael Videla en relacin al caso nro. 138 correspondiente a Simn Antonio Riquelo Anbal Simn Mndez-, dicha resolucin hace cosa juzgada respecto del nombrado impidiendo que pueda volver a ser perseguido
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penalmente por ese mismo hecho en estas actuaciones. (Artculo 1 del Cdigo Procesal Penal y 8.4 de la Convencin Americana de Derechos Humanos). En consecuencia, corresponde absolver, sin costas, a Jorge Rafael Videla en orden al hecho referido a Anbal Simn Mndez por el cual se requiri su elevacin a juicio (artculos 402 y 530 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
2. Voto del Dr. Domingo Luis Altieri: A lo sealado por mis distinguidos colegas, que en un todo comparto, he de agregar que Jorge Rafael Videla fue acusado por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo y por la querella representada por la Dra. Alcira Ros, por el delito de retencin y posterior ocultacin del menor Simn Antonio Riquelo, cuyo nombre real es Simn Antonio Gatti Mndez, hijo de Sara Rita Mndez. Que tal como lo sostuvieron los querellantes, el fundamento de la acusacin radica en el carcter continuado del delito investigado. Es dable sealar que no cabe duda que la sustraccin de Simn Antonio Gatti Mndez, fue realizada por un aparato de poder del Estado en el marco de la prctica generalizada de apropiacin de menores que hemos tenido por acreditada. La discusin en cuanto a si nos encontramos frente o no a un delito continuado est resuelta, tanto por la doctrina como por la jurisprudencia. En este sentido en el precedente Jofr, Teodora (327:3279) la Corte Suprema consider expresamente que el delito del artculo 146 del C.P. tiene carcter permanente o continu. As, adhiri a las consideraciones realizadas por el Seor Procurador General quien, siguiendo a Ricardo Nez, afirm que la sustraccin, cuya consumacin principia con el desapoderamiento del tenedor del menor o con el impedimento de la reanudacin de su tenencia, se prolonga volviendo permanente el delito, con la retencin y ocultacin del menor fuera del mbito legtimo de su tenencia. Por su parte, el Dr. Eugenio Ral Zaffaroni entiende que en el delito permanente o continuo, todos los actos que tienen por objeto mantener el estado consumativo presentan una unidad de conducta. Todos los movimientos realizados para mantener privado de libertad al secuestrado, son una unidad de conducta.
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Ahora bien, tenemos entonces que nos encontramos ante un delito continuado, y que con fecha 9 de diciembre de 1985 la Cmara Federal en la causa N 13 resolvi absolver a Jorge Rafael Videla por el delito de sustraccin de menores, por el caso de Simn Antonio Riquelo, sentencia que adquiri firmeza el 30 de diciembre de 1986. Cabe preguntarse entonces si puede seguirse el criterio pretendido por la acusacin acerca de si frente a un delito continuado y frente a la absolucin del imputado, puede serle reprochado a aqul, el tramo de la conducta que transcurri desde la fecha de firmeza de la sentencia por la cual se lo absolvi (30 de diciembre de 1986) hasta la fecha en que el menor Simn Antonio Gatti Mndez recuper su identidad (18 de marzo de 2002). As, la discusin respecto del joven
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naturaleza del delito; es indudable que el delito es permanente y frente a l permanece vinculado el autor conforme lo sostiene Kai Ambos. En este sentido, Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis, afirman que La jurisprudencia y la opinin mayoritaria sostienen que la ejecucin del delito es permanente en tanto el destino de las personas desaparecidas no haya sido esclarecido, sin que importe si el autor contina o no en dominio voluntario del hecho. Se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida. Tambin se sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica. Es decir, que aunque el autor ya no se encuentre en ejercicio de sus funciones (situacin que se da en la mayora de los casos) sigue estando obligado por el mandato de informar mientras subsista el derecho de la sociedad a exigir el esclarecimiento y la debida administracin de justicia respecto de los hechos acontecidos (Ver pgina 213). Cabe destacar que si bien lo dicho precedentemente guarda relacin con el delito de desaparicin forzada de personas tal como ha sido definido a nivel internacional, ello resulta sumamente til para interpretar la conducta de Videla, pues la misma encuadra en esta figura.
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La cuestin es si opera o no la cosa juzgada y lo cierto es que Videla, ya fue juzgado por este hecho, toda vez que las circunstancias por las que se pretende responsabilizarlo formaron parte del delito continuado por el que previamente se lo someti a juzgamiento y se lo absolvi en el marco de la causa N 13/84. Desde el momento de la indagatoria de Videla prestada en dicha causa, surge que aqul fue perseguido especficamente por la apropiacin de Simn Riquelo (caso 138); luego fue absuelto en relacin al mismo. Ergo, nos encontramos frente a un caso de persecucin penal sucesiva por un mismo hecho. Se dan las tres identidades necesarias para que opere la garanta de cosa juzgada, aunque ahora contemos con ms elementos que en la primera oportunidad, tal como la individualizacin del joven Simn Antonio Gatti Mndez y de las circunstancias en que tuvo lugar su apropiacin, lo que nos da cuenta de una identidad bsica en ambos procesos. Esto es en la causa N 13/84, el hecho que nos ocupa fue materia concreta de imputacin. La identidad de objeto se configura si la idea bsica permanece en ambos procesos (Beling Ernst, Derecho Procesal Penal, trad. del alemn por Miguel Fenech, ed. Labor, Barcelona, 1943, pg. 84) aunque en el segundo aparezcan ms elementos o circunstancias que rodeen a ese comportamiento esencial. Debe tratarse del mismo hecho (fallos: 314:377; 316:687 entre otros), sin importar si en el primer procedimiento se agot la investigacin posible de ese hecho. As, en caso de acceder a la realizacin de un nuevo juicio por estos hechos se estara violando el principio del non bis in dem, pues se constatan en el caso los tres requisitos exigidos por la doctrina para su configuracin -esto es, la existencia de identidad de persona, de objeto y de causa- en tanto Videla se encuentra siendo juzgado en este proceso por hechos respecto de los cuales su situacin procesal ya fuera resuelta beneficiosamente en la causa 13/84, con sentencia firme del 30 de diciembre de 1986. El Estado no puede hacer repetidos esfuerzos para lograr un veredicto condenatorio, ya que la garanta de la prohibicin de doble juzgamiento tiende no solo a proteger a las partes de un nuevo juicio sobre el
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mismo hecho ya analizado, sino tambin a garantizar un proceso en el que se respete la seguridad jurdica. Con relacin a esto, los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, consagran expresamente esta garanta, en particular la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, que en su artculo 8.4, establece que el inculpado absuelto por una sentencia firme no podr ser sometido nuevamente a juicio por los mismos hechos; as tambin, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos establece en su artculo 14.7 que nadie podr ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto en virtud de una sentencia firma y respetuosa de la ley de procedimiento penal de cada pas. Por ello, pretender enjuiciar nuevamente al mismo sujeto por
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hechos que formaron parte del accionar delictivo en un delito continuado y tomado como nico implicara, no slo en relacin al delito continuado, sino integral y radicalmente en todas sus manifestaciones, negar a la sentencia penal los requisitos de indiscutibilidad y de firmeza que hoy le son propias y consentir que venga indefinidamente impugnada, cada vez que surjan nuevos hechos y nuevas pruebas. En este sentido, en el delito continuado los problemas se solucionan a igualdad de aquellos casos en los que se conocen posteriormente circunstancias distintas a la hiptesis que configura el objeto procesal a pesar de los cuales conserva la idea bsica, la unidad de la imputacin. Estos actos, en s tpicos y punibles individualmente, son considerados como una nica imputacin, porque se trata de hecho dependientes, que no cumplen la condicin de independencia entre s, que caracteriza al concurso real. Es dable mencionar el fallo dictado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin el 21 de agosto de 2003, en los autos Videla, Jorge Rafael s/ incidente de excepcin de cosa juzgada y de falta de jurisdiccin (V. 34. XXXVI), en el que entendi que los casos de Mariana Zaffaroni Islas, Carlos Rodolfo DEla, Mara Sol Tetzlaff Eduartes, Pablo Hernn y Carolina Susana Bianco Wehrli, no quedaban abarcados en la causa N 13/84, ya que de la lectura de sus declaraciones indagatorias no surga que el imputado hubiera sido perseguido especficamente por las apropiaciones mencionadas.
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As por contraposicin, cabe colegir que el caso de Simn Riquelo (N 138), que fue materia de efectiva persecucin y por el que Videla fue debidamente indagado y absuelto, ya fue resuelto y no puede ser nuevamente objeto de proceso sin violentar la garanta del non bis in dem.
B. Excepcin de cosa juzgada introducida por la Defensa de Jorge Luis Magnacco Dicho planteo se estructur, esencialmente, en los mismos fundamentos tratados al abordarse la excepcin de cosa juzgada analizada en el acpite anterior, aunque en el caso del imputado Jorge Luis Magnacco su Defensa invoc como antecedente jurisprudencial para hacer operativa la garanta de ne bis in idem invocada, el fallo dictado en la causa n 9298/2000, dictado por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 4 de esta ciudad, el da 22 de abril de 2005. As pues, sobre la base de tal precedente, los seores Defensores Pblicos Oficiales Ad Hoc consideraron, en primer lugar, que su asistido ya haba sido juzgado por un plan de apropiacin de menores, para lo cual citaron diversos extractos de dicha sentencia en los cuales se menciona la existencia de dicho plan. Sostuvo tambin la Defensa que el parto de Cecilia Marina Vias deba reputarse juzgado en la aludida causa nro. 9298 seguida por la sustraccin del hijo de Patricia Roisinblit, habida cuenta que se lo haba condenado por un plan de apropiacin de menores y que a los efectos de la mensuracin de la pena de su asistido Magnacco haba sido valorada la intervencin de ste en otros partos. Adelantamos aqu que corresponde rechazar la excepcin de cosa juzgada planteada respecto de Jorge Luis Magnacco. En primer lugar y a fin de evitar ociosas repeticiones, habremos de dar por reproducidos aqu los presupuestos requeridos para la operatividad de garanta del non bis in idem invocada, que extensamente tratramos en los acpites anteriores, ya que sobre la base de tales presupuestos es que habr de ponderarse la procedencia de la pretendida excepcin.
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A partir de tales presupuestos advertimos, rpidamente y sin tener que forzar el menor anlisis, que no se verifica en este caso la identidad de objeto requerida para que prospere la pretendida excepcin de cosa juzgada. As pues, en este debate se le imputa a Jorge Luis Magnacco su intervencin en uno slo de los casos que integra el debate, consistente en aqul que damnific a Javier Gonzalo Penino Vias, hijo de Cecilia Marina Vias, cuyo parto se llev a cabo en la Esma. De otra parte, en la aludida causa n 9298/2000, el 22 de abril de 2005 se conden al imputado Magnacco a la pena de diez aos de prisin, por considerarlo partcipe necesario de la sustraccin de un menor de 10 aos (art. 146 del C.P.), en relacin al caso que damnific a Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit, hijo de Patricia Roisinblit, quien tambin dio a luz en la Esma.
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Del cotejo del objeto de juzgamiento de uno y otro proceso surge claramente que no existe identidad alguna entre ambos y por lo tanto no se verifica el elemento que oportunamente mencionramos como eadem res lo que imposibilita otorgar al fallo invocado por la Defensa los efectos de la cosa juzgada reclamados. Por otro lado, en relacin al sealamiento que hacen los defensores del plan de apropiacin de nios como objeto de juzgamiento, tanto en este debate como en aqullas actuaciones tramitadas ante el Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal n 2, habremos de remitirnos a los lineamientos fijados al respecto por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, que fueron citados en el acpite A.1), por resultar anlogo el planteo que aqu se formula con aqul que all fuera resuelto. As pues, no es el plan la conducta atribuida ni puede serlo. Slo pueden ser imputadas conductas concretas, realizadas en circunstancias de modo, tiempo y lugar determinados. Lo contrario importara la vulneracin al derecho de defensa tutelado constitucionalmente. La circunstancia de que pueda acreditarse que una conducta reprochada integre algn tipo de modalidad general o plan, puede tener repercusiones en la atribucin de responsabilidad o en la evaluacin del contexto o, como ocurri en la referida causa n 9298/2000, a los fines de la mensuracin de la pena a imponer, pero en modo alguno esa modalidad
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comisiva puede constituir un objeto de reproche en s mismo. As lo estableci la Corte Suprema de Justicia de la Nacin al ponderar los alcances de la sentencia dictada en la causa 13/84, cuyo tratamiento en extenso abordramos al referirnos al caso del imputado Jorge Rafael Videla, en el acpite A.1) del presente considerando, a cuyos fundamentos nos remitimos en honor a la brevedad. Por todo lo precedentemente expuesto, al no verificarse los presupuestos de aplicacin de la excepcin de cosa juzgada respecto del hecho imputado en este debate a Jorge Luis Magnacco y aqul por el cual el nombrado result condenado en la causa n 9298/2000, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 2, Secretara n 4 de esta ciudad, corresponde rechazar el planteo efectuado a ese respecto por la Defensa del nombrado, lo que as se resuelve. (Artculo 1a contrario sensu y concordantes del Cdigo Procesal Penal).
VII. INTRODUCCIN.
A. Contexto histrico: Previo a adentrarnos en los hechos trados a juicio, el anlisis de la prueba correspondiente a ellos y las responsabilidades penales consecuentes, consideramos apropiado hacer una aproximacin a los sucesos que acontecieron antes y durante el autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacional, que gobern la Argentina entre los aos 1976-1983. Los acontecimientos polticos, sociales y econmicos, permiten contextualizar la violencia ilegal desatada desde el estado Argentino hacia un sector de la poblacin. El por qu y el para qu, son los interrogantes formulados para encontrar cual fue el sentido del terror desatado por el Estado argentino entre los aos 1975 a 1983. El contexto poltico, social y econmico mundial de las dcadas de los aos 50, 60 y 70, estuvo identificado por la tensin Este-Oeste, la llamada guerra fra, comunismo-anticomunismo, en la cual las fronteras no solo eran territoriales sino tambin ideolgicas. Ello signific que dentro del concepto
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amigo-enemigo el aspecto ideolgico estaba dentro de las fronteras, era el enemigo interno. La Argentina no estuvo ausente de este conflicto, como ningn pas latinoamericano. El concepto doctrinario de la Seguridad Nacional fue introducido en las fuerzas armadas de varios pases de la regin (cf. lo hemos visto en el documental Escuadrones de la muerte de la periodista Marie Monique Robin, reproducido en el debate y en la declaracin testimonial prestada en aqul, por Horacio Ballester). As tambin como lo ha reconocido la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Goibur y otros vs. Paraguay, del 22 de septiembre de 2006, donde se sostuvo y se dio por cierto que: ...La mayora de los gobiernos dictatoriales de la regin del Cono Sur asumieron el poder o estaban en el poder durante la dcada de los aos setenta, lo que
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permiti la represin contra personas denominadas como elementos subversivos a nivel interestatal. El soporte ideolgico de todos estos regmenes era la doctrina de seguridad nacional, por medio de la cual visualizaban a los movimientos de izquierda y otros grupos como enemigos comunes sin importar su nacionalidad. Miles de ciudadanos del Cono Sur buscaron escapar a la represin de sus pases de origen refugindose en pases fronterizos. Frente a ello, las dictaduras crearon una estrategia comn de defensa. Asimismo, en nuestro pas, dicha doctrina se ve plasmada en el RC-8-2 Reservado del Ejrcito Argentino, Operaciones contra fuerzas irregulares, Tomos I, II y III, en el cual mediante una Resolucin del 20 de septiembre de 1968, del Comandante en Jefe del Ejrcito, Alejandro Agustn Lanusse lo aprueba y se ordena, la publicacin en el Boletn del Ejrcito de los Tomos I y II, quedando Reservado el Tomo III (aportados por el Ejrcito Argentino a 14.323 y reservado como documental a fs. 14.340 de la causa 1351, el cual se encuentra incorporado por lectura). En el mencionado III qued definido cules eran las
consideraciones bsicas de lo que se dio en llamar como Guerra Revolucionaria, especficamente se establece como llevar adelante una Guerra Contrarrevolucionaria, estableciendo que se trataba de una guerra ideolgica. Adems de ello, en la Parte Primera describe al enemigo, sus
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prcticas, su desarrollo, su estrategia, para luego definir cual es la misin de la Guerra Contrarrevolucionaria, su forma de actuar, los principios de la conduccin y las reglas particulares de la guerra en la Parte Segunda. Este reglamento RC-8-2 se relaciona con los lineamientos de los reglamentos del Ejrcito Argentino: RC-8-1 (Operaciones no convencionales), RE-9-51 (Instruccin de lucha contra elementos subversivos), RC-9-1 (Operaciones contra elementos subversivos), RC-5-2 (Operaciones sicolgicas), RC-8-3 (Operaciones contra la subversin urbana) y RE-10-51 (Instruccin para operaciones de seguridad), entre otros. Estas instrucciones y rdenes seran ejecutadas acabadamente desde que se pusieron en prctica estos reglamentos. A partir de 1930 en la Argentina, los golpes de estado, destituyendo gobiernos democrticos, formaron parte de la cotidianeidad, como as tambin las proscripciones, las censuras, y las prohibiciones. Pocos fueron los aos de un estado democrtico. Las fuerzas armadas argentinas de entonces, fueron un sujeto histrico-poltico destacado de cada coyuntura. Ello llev al escenario poltico variadas manifestaciones sociales y a la aparicin de organizaciones poltico-militares radicalizadas que acciones violentas contra
En el ao 1975, la violencia instalada en nuestro pas tuvo, tal vez, su pico ms alto y gener la motivacin gubernamental de dictar una legislacin especial para la prevencin y represin de acciones subversivas. El accionar de las organizaciones guerrilleras intent ser neutralizado, reprimido y prevenido a travs de leyes, decretos y directivas pblicas, que fueron dictndose en distintos perodos. Pero tambin existieron rdenes clandestinas y reservadas a los mismos fines. El llamado Proceso de Reorganizacin Nacional supuso la coexistencia de un estado terrorista clandestino, encargado de la represin, y otro visible, sujeto a normas, establecidas por las propias autoridades revolucionarias pero que sometan sus acciones a una cierta juridicidad... (Romero, Lus Alberto, Breve Historia Contempornea de la Argentina Ed. Fondo de Cultura Econmica, Bs. As., 2da. Edicin, 2001, pg. 222).
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En igual sentido se expidi La Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas -CONADEP- al describir la clandestinidad en que fue implementado el sistema de represin: ... Desde las ms altas esferas del gobierno militar se intentaba presentar al mundo una situacin de mxima legalidad. Desconociendo todo lmite normativo an la excepcional legislacin de facto- la dictadura mantuvo una estructura clandestina y paralela. Negada categricamente al principio, luego ante la masa de evidencias producto de denuncias realizadas por familiares y testimonios de secuestrados que recuperaron la libertad- debi ser admitida, aunque con argumentos mendaces (Nunca Ms, Informe CONADEP, Eudeba, Bs. As. 1991, pg. 56).
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a. Los decretos y directivas dictadas con anterioridad al golpe de estado perpetrado por las fuerzas armadas el 24 de marzo de 1976: En los aos inmediatamente anteriores al Proceso de
Reorganizacin Nacional, el gobierno constitucional sancion legislacin de fondo y de procedimiento, que podra ser catalogada como de emergencia, destinada a prevenir y reprimir el accionar de las organizaciones polticomilitares. En enero de 1974 se sancion la ley 20.642, que introdujo distintas reformas al Cdigo Penal, crendose nuevas figuras y agravando las escalas penales en otras ya existentes, con relacin a delitos de connotacin subversiva. En septiembre del mismo ao se sancion la ley 20.840 denominada Ley de Seguridad Nacional. En noviembre de ese ao, a travs del Decreto n 1.368, se instaur el estado de sitio en todo el territorio nacional por tiempo indeterminado. Mientras que los Decretos n 807, de abril de 1975; n 642, de febrero de 1976 y n 1.078, de marzo de 1976, reglamentaron el trmite de la opcin para salir del pas durante el estado de sitio (art. 23 C.N.) Desde principios del ao 1975 el tratamiento dado por el gobierno constitucional al conflicto haba variado en un aspecto sustancial: la convocatoria del Ejrcito Argentino para intervenir en las operaciones de seguridad interna que se pretendan desarrollar.
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Concretamente, se lo facult a participar de la represin de las organizaciones-poltico militares que actuaban en la Provincia de Tucumn. As lo dispuso el Decreto n 261, del 5 de febrero de 1975, que estableca en el artculo 1 lo siguiente: El Comando General del Ejrcito proceder a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actan en la Provincia de Tucumn. En el mismo sentido, pero dentro del mbito administrativo del Ejrcito Argentino, se redact e implement la Directiva del Comandante General del Ejrcito n 333 (Para las operaciones contra la subversin en Tucumn), que data del 23 de enero de 1975 y que, con apoyo legal en la Constitucin Nacional y el estado de sitio impuesto mediante Decreto n 1.368/74, estableca la Misin a llevar adelante, consistente en que: El Cuerpo de Ejrcito III efectuar, con efectivos de su OB, operaciones de seguridad y eventualmente ofensivas contra fuerzas irregulares en el mbito rural al sur oeste de la ciudad de Tucumn y en el mbito urbano en toda la provincia, a partir del da D, ocupando y permaneciendo en la zona, con la finalidad de eliminar la guerrilla y recuperar el pleno control por parte de las fuerzas del orden. Siguiendo los lineamientos de dicha directiva, con objeto complementario pero con el mismo fin, el 28 de febrero de 1975 se dict la Orden de personal n 591/75 (Refuerzo de la Vta. Brigada de Infantera); el 20 de marzo del mismo ao se sancion la Orden de personal n 593/75 (Relevo); y el 18 de septiembre la titulada Instrucciones n 334 (Continuacin de las operaciones en Tucumn). Ya en esta ltima directiva el entonces Comandante del Ejrcito Jorge Rafael Videla- adverta que: Tucumn no constituye un hecho aislado e independiente dentro del contexto subversivo nacional; por el contrario, las acciones que el oponente desarrolla en esa zona representan un eslabn importante de la estrategia nacional subversiva en su avance hacia etapas revolucionarias ms profundas y complejas El 6 de octubre de 1975 el Poder Ejecutivo Nacional dict los Decretos n 2.770, n 2.771 y n 2.772. En el primero se dispuso la creacin del Consejo de Seguridad Interna (o Consejo de Defensa), con fundamento en
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la necesidad de enfrentar la actividad de elementos subversivos que con su accionar vienen alterando la paz y tranquilidad del pas, cuya salvaguardia es responsabilidad del Gobierno y de todos los sectores de la Nacin. Dicho consejo estaba integrado por los Ministros del Poder Ejecutivo Nacional y los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas, y su competencia radicaba principalmente en la direccin de los esfuerzos nacionales para la lucha contra la subversin (...) y toda otra tarea que para ello el Presidente de la Nacin imponga. En la segunda norma citada se dispona que el Consejo de Defensa, a travs del Ministro del Interior, suscribira con los gobiernos de las provincias convenios que coloquen bajo su control operacional al personal y los medios policiales y penitenciarios provinciales que les sean requeridos por el citado Consejo para su empleo inmediato en la lucha contra
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la subversin. Finalmente, el Decreto n 2.772 ordenaba que las Fuerzas Armadas bajo el Comando Superior del Presidente de la Nacin que ser ejercido a travs del Consejo de Defensa, procedern a ejecutar las operaciones militares y de seguridad necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del pas El 15 de octubre de 1975 se firm la Directiva del Consejo de Defensa N 1/75 (Lucha contra la subversin) que reglamentaba los decretos citados, y que tena por finalidad instrumentar el empleo de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales y otros organismos puestos a disposicin del Consejo de Defensa para la lucha contra la subversin, de acuerdo a lo impuesto por los Decretos presidenciales antes mencionados. Dicha directiva a su vez dispona la forma de Organizacin de los elementos a participar en la lucha contra la subversin; se dispuso que el Ejrcito tuviera la responsabilidad primaria en la direccin de las operaciones contra la subversin en todo el mbito nacional. Finalmente, se mantuvo la divisin del pas en un sistema de Zonas, Subzonas y reas de seguridad que haba sido decidido mediante una directiva militar del ao 1972-, en las que se desplegaba un mecanismo de control y mando preciso para el desarrollo de las operaciones. Para clarificar el alcance de dichas normas vale citar lo declarado por los ministros del gobierno que las impulsaron, en el marco del Juicio a las Juntas ante la Cmara Federal: Al ser interrogados en la audiencia los
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integrantes del Gobierno Constitucional que suscribieron los decretos 2770, 2771 y 2772, del ao 1975, (...) sobre la inteligencia asignada a dichas normas, fueron contestes en afirmar que esta legislacin especial obedeci fundamentalmente a que las policas haban sido rebasadas, en su capacidad de accin, por la guerrilla y que por aniquilamiento deba entenderse dar trmino definitivo o quebrar la voluntad de combate de los grupos subversivos, pero nunca la eliminacin fsica de esos delincuentes (Fallos 309:105). Prrafo aparte merece un punto distintivo del plan de accin impulsado, que radica en que la Secretara de Prensa y Difusin de la Presidencia de la Nacin deba ser controlada funcionalmente por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, que, a su vez, tena que dirigir la accin psicolgica a fin de lograr una accin coordinada e integrada de los medios a disposicin, asegurndose de esta manera la manipulacin de la opinin pblica. Este punto adquiere mayor relevancia desde marzo de 1976 cuando el plan de represin se torn clandestino y las acciones pasaron a desarrollarse en secreto, garantizando la impunidad de los grupos operativos frente a los actos delictivos realizados en el marco del plan de accin. Los anexos 1, 2 y 3 complementarios de la Directiva n 1/75 del Consejo de Defensa fijaron la estructura de los regmenes funcionales de Inteligencia, Accin Psicolgica y de Enlace Gubernamental en base a esa divisin territorial, determinando que dichos regmenes dependieran del Ejrcito y estuvieran organizados a nivel de Zonas, Subzonas y reas, las que seran las encargadas de coordinar las actividades. A raz de ello, el Comandante General del Ejrcito -Jorge Rafael Videla-, dict la Directiva n 404/75 que data del 28 de octubre de 1975- para poner en ejecucin inmediata las acciones previstas en la Directiva n 1/75 del Consejo de Defensa. All se fijaron las zonas prioritarias de lucha, dividi la maniobra estratgica en fases y mantuvo la organizacin territorial -conformada por cuatro zonas de defensa: n 1, n 2, n 3 y n 5-, subzonas, reas y subreas preexistentes de acuerdo al Plan de Capacidades para el ao 1972 -PFE -PC MI72-, tal como ordenaba el punto 8 de la directiva 1/75 del Consejo de Defensa, alterando slo lo relativo al Comando de Institutos Militares, al que se
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asign como jurisdiccin territorial correspondiente a la guarnicin militar Campo de Mayo, pasando el resto del espacio que le corresponda, de acuerdo a dicho Plan de Capacidades, al mbito de la Zona 1. En esta directiva se estableci que los detenidos deban ser puestos a disposicin de autoridad judicial o del Poder Ejecutivo Nacional, y todo lo relacionado con las reglas de procedimientos para detenciones y allanamientos, se difiri al momento del dictado de una reglamentacin identificada como Procedimiento Operativo Normal, que finalmente fue sancionada el 16 de diciembre siguiente (PON 212/75) (Fallos 309:102/103). Avanzando en la descripcin de los rganos administrativos del Ejrcito que fueron concretamente afectados al plan de lucha contra la subversin y con qu alcances, sern determinadas qu funciones especficas se
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le atribuy a cada uno de acuerdo a las consideraciones expuestas. Es decir, se proceder a ponerle nombre a los rganos que integraron el aparato organizado de poder segn la teora de la autora mediata elaborada por Claus Roxin en su obra Autora y Dominio del hecho en Derecho Penal (Editorial Marcial Pons, Madrid, 1998)- que plane, coordin y ejecut las denominadas operaciones antisubversivas, las cuales se tradujeron en una verdadera poltica de carcter criminal desplegada de modo sistemtico sobre la poblacin civil en general. Sin este paso resulta imposible determinar responsabilidades. En efecto, le adjudicamos importancia pues luego ser utilizado para determinar las distintas responsabilidades que le cupo a los imputados. La misin que se impuso a las fuerzas estatales afectadas era la de ejecutar la ofensiva contra la subversin en todo el mbito del territorio nacional para detectar y aniquilar las organizaciones subversivas y, ms concretamente, al Ejrcito se le otorg la responsabilidad primaria en la direccin de estas operaciones y en la conduccin del esfuerzo de inteligencia de la comunidad informativa para lograr una accin coordinada e integrada. Para ello, el Ejrcito ejercera el control operacional sobre la Polica Federal Argentina, el Servicio Penitenciario Federal y los elementos de polica y penitenciarios provinciales, y el control funcional sobre la Secretara de Inteligencia del Estado (SIDE).
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Tal como se dijo precedentemente, del Plan de Capacidades del Ejrcito (Marco Interno) del ao 1.972 PFE-PC (MI) 1.972-, el cual delimitaba al pas en Zonas, Subzonas y reas, denominadas de defensa o seguridad, y las directivas dictadas por los altos mandos militares desde octubre de 1975 ya citadas- se deduce que la subdivisin geogrfica prevista en aqul Plan de Capacidades determin el esquema de organizacin y administracin del plan de lucha contra la subversin. Las Zonas se correspondan con la jurisdiccin territorial del Cuerpo de Ejrcito que ejerca el control sobre esa zona geogrfica. Los Cuerpos de Ejrcito I, II, III y V, asumieron la conduccin de las operaciones en sus respectivas jurisdicciones. Histricamente no existi el Cuerpo de Ejrcito IV, por lo tanto, en principio no existi una Zona 4. Recin en mayo del ao 1976, mediante la Orden Parcial n 405/76 del Jefe del Estado Mayor del Ejrcito, se segreg una porcin territorial de la Zona 1 correspondiente a la parte noroeste del conurbano bonaerense- y se la design como Zona 4, cuyo control fue ejercido por el Comando de Institutos Militares con asiento en la Unidad Militar de Campo de Mayo. Si bien las dos Directivas mencionadas en el prrafo precedente fueron dictadas durante el gobierno constitucional meses antes del golpe de estado de marzo de 1976, corresponde su examen pues siguieron vigentes despus de esa fecha y sirvieron de base para las directivas y rdenes relacionadas con la lucha contra la subversin dictadas en forma posterior. As, vemos que la Directiva del Comandante General del Ejrcito n 404/75 fij como misin de la Fuerza operar ofensivamente contra la subversin en el mbito de su jurisdiccin y fuera de ella en apoyo de las otras FF.AA con responsabilidad primaria en la direccin de las operaciones y en la conduccin de la inteligencia en la comunidad informativa. Asimismo, en ese sentido, se estableci que esa actitud ofensiva se materializara a travs de la ejecucin de operaciones que permitieran ejercer una presin constante, en tiempo y espacio, sobre las organizaciones subversivas, asumiendo el Ejrcito la iniciativa en la accin, inicialmente con actividades de inteligencia y mediante operaciones psicolgicas. Se aclar con relacin a las actividades de inteligencia que sin ellas no se podran ejecutar operaciones.
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Se concedi a los comandos zonales libertad de accin para intervenir en todas las situaciones en que se apreciaran connotaciones subversivas y se orden que estas operaciones fueran integradas y coordinadas al mximo con elementos de otras Fuerzas Armadas, haciendo hincapi en que, en operaciones en ambiente urbano, la caracterstica fundamental sera la integracin de personal y medios en los elementos de ejecucin. Entre las operaciones ofensivas a desarrollar, esta directiva estableci que se ejecutaran actividades de inteligencia, operaciones militares, operaciones de seguridad, operaciones psicolgicas, operaciones electrnicas, actividades de accin cvica y actividades de enlace gubernamental. Con relacin a ellas, se determin que los Comandos de Zona y Jefaturas de rea tuvieran la responsabilidad directa e indelegable en la ejecucin de la totalidad de
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las operaciones. Para llevar a cabo tales operaciones, los Comandos de Zona ejerceran control operacional sobre los elementos de Gendarmera Nacional, las delegaciones de la Polica Federal Argentina, las instalaciones del Servicio Penitenciario Nacional y los elementos de las policas y servicios penitenciarios de las provincias, adems del control funcional sobre las delegaciones de la SIDE de su jurisdiccin. Especficamente, respecto del Comando de la Zona 1, la Directiva CGE n 404/75 determin que sus logros se obtuvieran a travs de cuatro fases. En las tres primeras, debera lograr una disminucin del accionar subversivo dentro de su jurisdiccin, con esfuerzo a partir de la segunda fase sobre la Capital Federal, el Gran Buenos Aires y la ciudad de La Plata, y en la tercera sobre Buenos Aires - La Plata, con el apoyo de la Jefatura y los elementos con asiento en Capital Federal de la Polica Federal Argentina para llevar a cabo los objetivos. Por ltimo, en la cuarta fase, se deba lograr
aniquilar en su jurisdiccin los elementos residuales de las organizaciones subversivas. En el Anexo 4 (Personal), complementario de la directiva, se determinaba que la administracin del personal detenido fuera de acuerdo al PON prximo a aparecer. Este Procedimiento Operativo Normal (PON) apareci dos meses despus, en diciembre de 1975, bajo el n 212/75 y se
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titulaba Administracin de personal detenido por hechos subversivos. Su finalidad era normalizar la administracin de la personas detenidas por el desarrollo de las operaciones derivadas de la Directiva CGE n 404/75, a raz de que por la experiencia adquirida por la Fuerza, los detenidos puestos a disposicin de un juez federal recobraban la libertad por distintos motivos, y adems gozaban de ciertos beneficios que no los desvinculaban totalmente del accionar subversivo. Adems, se contempl el hecho de que, por el accionar contrasubversivo de la Fuerza, se incrementara la cantidad de personas detenidas a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional y/o de un juez federal, lo que haca necesario una normativa sobre el tema. Sentado lo dicho, el PON estableci que ante la detencin de una persona, los Comandos de Zona y/o Subzona solicitaran la puesta a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional al Centro de Operaciones del Comando General del Ejrcito, informando los datos filiatorios del detenido, una sntesis del hecho por el cual fue detenido y el lugar preciso en el que estuviera alojado. Tambin debera ponerse bajo jurisdiccin del juez federal competente a los detenidos o muertos, dentro de las 24 hs. de producido el suceso. Tanto la Jefatura I - Personal del Estado Mayor General del Ejrcito como los Comandos de Zona, seran los encargados de mantener, con una actualizacin de 24 horas, la Carta de Situacin de Detenidos.
b. La normativa pblica dictada con posterioridad al golpe de estado perpetrado por las Fuerzas Armadas el 24 de marzo de 1976: El anlisis que se pretende podra abarcar y ensayar numerosas aristas, pero lo que nos interesa en primer trmino es lo relativo al marco normativo impuesto por la Junta Militar y aquellas disposiciones legales relativas a la operatoria de la denominada lucha contra la subversin (LCS), desplegada por las Fuerzas Armadas con la activa participacin de las distintas Fuerzas de Seguridad y Policiales. A ello puede sumarse, como nota distintiva del sistema represivo, el manejo de la opinin pblica a travs de una constante accin psicolgica sobre la poblacin- de la mano del carcter clandestino de las operaciones.
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En dicha proyeccin, el primer plano de anlisis corresponde al sistema jurdico normativo impuesto desde el preciso momento en que los militares tomaron el poder. La medida de administracin inicial adoptada por la Junta Militar fue la de suspender la vigencia parcial de la Constitucin Nacional e imponer un nuevo orden legal en el pas en el que nuestra Carta Magna fue relegada a la categora de texto supletorio. Los ms altos mandos militares consideraron necesario instaurar el Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional, arrogndose el ejercicio del poder constituyente tal como lo expresaba dicho instrumento. Al asumir formalmente, la Junta Militar dio a conocer una serie de comunicados y cinco documentos (Acta fijando el Propsito y los Objetivos Bsicos para el Proceso de Reorganizacin Nacional; Acta para el Proceso de
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Reorganizacin Nacional; Proclama; Bases para la Intervencin de las Fuerzas Armadas en el Proceso Nacional y Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional). Esta sera la normativa pblica que se implementara. Fue as que se modific la ley suprema del ordenamiento jurdico del pas sustituyndola por el Estatuto, aunque se mantuvo parcialmente la vigencia del texto de aqulla. Dicho instrumento dispona que los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas de la Nacin constituiran la Junta Militar, la que se eriga en el rgano supremo de la Nacin; a su vez, ejerceran el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas y designaran al ciudadano que, con el ttulo de Presidente de la Nacin Argentina, desempeara el Poder Ejecutivo de la Nacin. Se les otorgaba a los Comandantes atribuciones para remover al Presidente de la Nacin; remover y designar a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, a los integrantes de los tribunales superiores de justicia provinciales y al Procurador de la Fiscala de Investigaciones Administrativas; la Junta Militar se atribua tambin la facultad de ejercer las funciones que los incisos 15, 17, 18 y 19 del artculo 86 de la Constitucin Nacional otorgan al Poder Ejecutivo Nacional y las que los incisos 21, 22, 23, 24, 25 y 26 del artculo 67 atribuyen al Congreso (todas normas conforme a la redaccin anterior a la reforma constitucional del ao 1994 -actualmente artculos 99 y 75-, respectivamente).
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El artculo 5, que disolva el Congreso Nacional, conceda al Presidente de la Nacin las facultades legislativas que la Constitucin Nacional otorgaba al primero y creaba una Comisin de Asesoramiento Legislativo que intervendra en la formacin y sancin de leyes, conforme al procedimiento que se establezca. Dicha comisin sera integrada por nueve Oficiales Superiores, tres por cada una de las Fuerzas Armadas. Podemos afirmar que se instituy un nuevo sistema normativo con preeminencia en el Estatuto, el cual modificaba y suspenda varios de los artculos de la Constitucin Nacional. Tambin es importante destacar que mediante la ley 21.264 dictada el mismo da del golpe militar -24 de marzo de 1976- se incorpor la pena de muerte y los Consejos de Guerra los cuales deban ser aplicables a los mayores de diecisis aos. Luego, el 25 de junio del mismo ao, por ley n 21.338 se reforma el Cdigo Penal de la Nacin, incorporndose al artculo 5 la pena de muerte, estableciendo en el artculo 5 bis del Cdigo Penal, que, en caso de ser aplicada, dicha pena deba cumplirse mediante fusilamiento y ejecutada en el lugar y por las fuerzas que el Poder Ejecutivo designe, dentro de las cuarenta y ocho horas de encontrarse firme la sentencia, salvo aplazamiento que ste poda disponer, por un plazo que no deba exceder de diez das. No obstante, corresponde hacer especial hincapi a ciertas disposiciones que fueron adoptadas para planificar y dirigir la ejecucin en s misma del golpe de estado y desplegar las acciones necesarias para facilitar la constitucin y funcionamiento del nuevo gobierno militar, como as tambin citar otras rdenes y directivas impartidas. Las disposiciones necesarias para ejecutar el golpe de estado y garantizar la instauracin de la dictadura militar estn contenidas en el denominado Plan del Ejrcito (Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional) de febrero de 1976. Este documento contiene trazos bien definidos del esquema ms bsico del plan sistemtico de represin ilegal, finalmente ejecutado en los hechos por la dictadura militar que se abri paso con el golpe de estado perpetrado el 24 de marzo de 1976, y a su contenido habremos de referirnos.
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adopt
las
siguientes
disposiciones: a) la Orden Parcial 405/76 del 21 de mayo de 1976 que modific el esquema territorial de la directiva 404 en cuanto increment la jurisdiccin del Comando de Institutos Militares, b) la Directiva del Comando General del Ejrcito 217/76 del 2 de abril de 1976 que concret y especific los procedimientos a adoptarse respecto al personal subversivo detenido, c) la directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito 504/77 del 20 de abril de 1976 que actualiz y unific el contenido del Plan de Capacidades y de la Directiva 404/75 y d) la Directiva 604/79 del 18 de mayo de 1979 que estableci lineamientos generales para proseguir con la lucha. Veamos: En mayo de 1976, el Jefe del Estado Mayor del Ejrcito dict la
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Orden Parcial n 405/76 titulada Reestructuracin de jurisdicciones y adecuacin orgnica para intensificar las operaciones contra la subversin, a raz de que el contexto para desarrollar las operaciones contra la subversin haba cambiado en virtud de la asuncin del Gobierno Nacional por parte de las Fuerzas Armadas y por la aprobacin de una estrategia nacional contrasubversiva conducida desde el ms alto nivel del Estado. Ello, se aclar, sin perjuicio de que estuviera a estudio la actualizacin de la Directiva CGE n 404/75 Lucha contra la subversin. Aquella orden parcial dispuso que el Comando de Zona 1 intensificara gradual y aceleradamente la accin contrasubversiva con la finalidad de completar el aniquilamiento del oponente. A fin de llevar a cabo esta misin, la accin contrasubversiva se materializara mediante el dominio del espacio pblico a travs del despliegue permanente de fuerzas en dispositivos variables y la ejecucin de patrullajes continuos, aperidicos y persistentes en toda la jurisdiccin, a fin de restringir la libertad del oponente y de obligarlo a moverse y con el propsito de facilitar las posibilidades de deteccin. Por otra parte, se intensificara el desarrollo de una persistente y eficiente actividad de inteligencia para posibilitar la deteccin y accin sobre blancos rentables del oponente. En este sentido, se explic que la centralizacin
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de la conduccin y el incremento de las actividades de inteligencia aseguraran la idoneidad del medio seleccionado y una mayor eficiencia en la accin. Esta orden es la que dispuso segregar de la Zona 1 los partidos de 3 de Febrero, San Martn, Vicente Lpez, San Isidro, San Fernando, General Sarmiento, Tigre, Pilar, Exaltacin de la Cruz, Escobar, Zrate y Campana, de la Provincia de Buenos Aires, con el objeto de conformar la Zona de Defensa 4, bajo la direccin del Comandante de Institutos Militares. Del mismo modo, se estableci que el Comandante de la Zona 1 deba asignar a un comando nico la jurisdiccin correspondiente a la Capital Federal y a los partidos de Morn, Moreno, Merlo, La Matanza, Esteban Echeverra, Almirante Brown, Lomas de Zamora, Lans, Avellaneda y Quilmes, de la Provincia de Buenos Aires. Para dicha jurisdiccin, el Comandante de la Zona 1 organizara una Central de Operaciones e Inteligencia (COI) para coordinar e integrar las acciones de inteligencia y las operaciones de seguridad de carcter inmediato. La central mencionada sera integrada, como mnimo, por personal especialista delegado de la SIDE, del Batalln de Inteligencia 601, de la Polica Federal y de la Polica de la Provincia de Buenos Aires; tambin se reforzaba la planta de personal asignndole a dicha central dos coroneles, dos tenientes coroneles y ocho capitanes del Ejrcito. En abril de 1977, el Comandante en Jefe del Ejrcito dict la Directiva n 504/77 titulada Continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977/78, con el fin de actualizar y unificar el Plan de la Fuerza Ejrcito - Plan de Capacidades (Marco Interno) - 1.972 y la Directiva del Comandante General del Ejrcito n 404/75 Lucha contra la subversin. En la misma, se fij como misin que el Ejrcito intensificara la ofensiva general contra la subversin mediante la deteccin y destruccin de las
organizaciones subversivas en 1977/78, con esfuerzo principal en la zona de Capital Federal, Gran Buenos Aires, as como en La Plata, Berisso y Ensenada, con responsabilidad primaria en la conduccin de las operaciones y en el esfuerzo de inteligencia de la comunidad informativa. Para llevar a cabo esta misin, se continuara con la intensa accin militar directa, mediante operaciones militares y de seguridad. En este sentido,
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las operaciones tendran que realizarse en todo el mbito nacional, ejecutndose con la continuidad necesaria como para ejercer una presin constante en tiempo y espacio, y tendran preeminencia las operaciones de seguridad sobre las militares. Nuevamente, se determin que los comandos y jefaturas de todos los niveles tuvieran la responsabilidad directa e indelegable de la totalidad de las acciones que se ejecutaran en su jurisdiccin. De igual modo, los comandos dentro de los lineamientos de la directiva, contaran con la necesaria libertad de accin para intervenir oportunamente en todas las situaciones en que se apreciaran connotaciones subversivas. Todos los escalones de comando seran ejercidos en una accin de mando dinmica y fluida a fin de consolidar la unidad espiritual de los integrantes de la Fuerza
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en la consecucin de los objetivos propuestos. El despliegue permanente de fuerzas en dispositivos variables y la ejecucin de patrullajes y control de poblacin en forma continua, persistente y aperidica en toda la jurisdiccin, a lo que se sumara una adecuada actividad de inteligencia, permitira mantener el dominio del espacio. En operaciones en ambiente urbano y en determinadas circunstancias sera conveniente o necesaria la integracin de personal y medios en los elementos de ejecucin. Entre las ltimas disposiciones, se estableci que esta directiva reemplazara al Plan de la Fuerza Ejrcito Plan de Capacidades (Marco Interno) del ao 1972 y anteriores, a la Directiva del Comandante General del Ejrcito n 404/75 Lucha contra la subversin y a la Orden Parcial n 405/76 Reestructuracin de jurisdicciones y adecuacin orgnica para intensificar las operaciones contra la subversin. Estos documentos deban ser incinerados, y se elevaran las actas correspondientes al Jefe III Operaciones- del Estado Mayor General del Ejrcito. Se aclar que la directiva tendra vigencia a partir del 15 de mayo de 1977. Conforme al Anexo 6 (Jurisdicciones), complementario de la directiva, para la ejecucin de la misin se mantendran las jurisdicciones establecidas para las Grandes Unidades de Batalla, manteniendo los Cuerpos de Ejrcito y Comando de Institutos Militares sus zonas de responsabilidad.
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Tambin se expres que las jurisdicciones de los Cuerpos de Ejrcito se denominaran Zonas, y que stas se subdividieran en Subzonas, reas, Subreas, Sectores y Subsectores. En el Anexo sobre bases legales, se introdujo, a diferencia de las directivas anteriores, que por la sancin de la ley 21.267 el personal de las Fuerzas de Seguridad y Fuerzas Policiales quedara sometido a la jurisdiccin militar con relacin a las infracciones delictivas y/o disciplinarias en que se pudiere incurrir durante el cumplimiento de las misiones impuestas por el comando militar respectivo. Del Anexo 13 (Informes a elevar), se desprende que tanto para los informes diarios o urgentes, como en los informes para reunin de comandos superiores, que seran entregados en mano, se informara sobre todo lo ocurrido en la Zona correspondiente, entre ello las operaciones militares realizadas y el personal detenido. En otro orden, para la administracin de los detenidos por delitos subversivos seguiran vigentes, entre otras, el PON n 212/75 y la DCGE n 217/76. En junio de 1977, el Comandante del Primer Cuerpo de Ejrcito, siguiendo los lineamientos de la directiva recientemente analizada, dict la Orden de Operaciones n 9/77 Continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977, aplicable a la Zona 1, bajo su comando. La misin consistira en intensificar las operaciones militares y de seguridad en desarrollo, con esfuerzo principal en las Subzonas CF, 11 y 16 (Capital Federal, Gran Buenos Aires y La Plata), y en todos los mbitos del quehacer zonal, a fin de complementar con mayor efectividad la accin militar y concretar en el menor tiempo posible la destruccin del oponente. Se especific que la intensificacin consistira, entre otras cosas, en un incremento de las actividades de inteligencia para aumentar la presin sobre el oponente e impedir errores que revirtieran desfavorablemente sobre la Fuerza; en consonancia con ello, tambin se ordenaba la intensificacin de las operaciones militares y de seguridad. Dentro de estas ltimas, las operaciones encubiertas deberan procurar mayor precisin y concurrir con la accin psicolgica para mantener el temor del oponente. Este incremento deba
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contemplar que la poblacin no sufra sensacin de ser objeto de errores que pudieran dar imagen de abusos o desbordes (art. 3 inc. 1 apartado d). Se sumara a lo ya dicho un despliegue permanente de elementos en dispositivos variables y patrullajes y control de la poblacin en forma continua, persistente y aperidica en toda la jurisdiccin. La ejecucin de la misin se dividi en dos fases. La primera de ellas, de planeamiento, se extendera hasta completar a nivel de subzona las provisiones de empleo de los medios disponibles hasta el 30 de junio de 1977, lo que incluira la prosecucin de las operaciones en desarrollo de acuerdo a los criterios y procedimientos en prctica en ese momento, intensificando la reunin de informacin y la produccin de inteligencia, las operaciones de seguridad, de accin psicolgica y de asuntos civiles.
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La segunda fase, persecucin y aniquilamiento, se extendera tentativamente hasta el 31 de diciembre de 1977 y se concretara en una ofensiva destinada a estrechar el cerco sobre las organizaciones del oponente mediante la saturacin del espacio poltico con operaciones de seguridad y militares y el apoyo estrecho y continuo a las estrategias sectoriales de los gobiernos nacional, provincial y/o comunal, de la jurisdiccin. Adems, se fijara con precisin el emplazamiento y/o despliegue del aparato poltico militar de las bandas de delincuentes subversivos marxistas, mediante una accin informativa particularmente agresiva, destruyendo sistemticamente y sin solucin de continuidad las organizaciones detectadas del oponente, a travs de la accin militar directa en todos los mbitos. En esta orden de operaciones, se dispuso que los Comandos de Subzona tuvieran la responsabilidad primaria, directa e indelegable de la totalidad de las operaciones militares y de seguridad que se ejecutaran en su jurisdiccin, como as tambin la coordinacin correspondiente. Se aconsej para ello, integrar personal y medios de fuerza de extraccin diferente en los elementos de ejecucin. El uso de las Fuerzas de Seguridad y Policiales se orientara prioritariamente hacia las operaciones de seguridad y al control de la poblacin. Dentro de ese criterio, el empleo se centrara especialmente en medidas conducentes a la identificacin de personas y a actividades de
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investigacin y detencin. La inseguridad y el temor que infundieran las fuerzas legales al oponente, deberan estar presentes en todo momento y lugar y ser el clima que se respirara en todo el mbito jurisdiccional. Las Subzonas tendran como misiones generales intensificar la ofensiva general en base al esquema operacional de, entre otras, deteccin y destruccin de las organizaciones subversivas. Adems, ejecutaran las operaciones de seguridad preferentemente con personal de cuadros
seleccionados de las Fuerzas Armadas y de Seguridad; ejecutaran los blancos de acuerdo a las normas y procedimientos especificados en la orden; vigilaran y protegeran los objetivos de su jurisdiccin; ejerceran el control sobre todas las operaciones que en sus jurisdicciones fueran ejecutadas por elementos ajenos a la organizacin de sus respectivas dependencias; y coordinaran con las subzonas vecinas las operaciones militares y de seguridad que debieran ser ejecutadas fuera de su jurisdiccin. Luego se especificaron las misiones para cada subzona y ciertas unidades militares. Entre ellas, se expres que la prisin militar de encausados Campo de Mayo continuara en su funcin como lugar de detencin y/o depsito de detencin de la Zona 1 y que la Polica Federal Argentina continuara bajo control operacional del Comando de Zona 1 en las operaciones de contrasubversin. Adems, se estableci que los Comandos de Subzonas hicieran un aprovechamiento intensivo en sus planeamientos de los DISO (difusin de inteligencia sobre el oponente) e IIP (Informe de Inteligencia Peridico) para adaptar las tcticas y mtodos de lucha. Dentro de los lineamientos de la orden, los Comandos tendran la necesaria libertad de accin para intervenir oportunamente en todas las situaciones que pudieran tener connotaciones subversivas. Esta orden de operaciones 9/77 derog la Orden de Operaciones n 20/76 Intensificacin de la lucha contra la subversin, Procedimiento Operativo de Zona 1 - Plan de Capacidades (Marco Interno) del ao 1972, y a la Orden (OE) n 21/75 (Organizacin y actividades en guarnicin), las que deban ser incineradas, labrndose un acta que se remitira al Comando del Cuerpo para constancia.
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Por ltimo, se estableci que el Puesto de Comando Principal y el Centro de Operaciones Tcticas (COTCE) estuvieran en la sede del Primer Cuerpo de Ejrcito, calle Santa Fe n 4.857, 2 piso, de la Capital Federal. Del distribuidor del cuerpo principal de la orden surge quin estaba al mando de cada Subzona. En otro orden, se dispuso que los Comandos de Subzonas hicieran conocer a todos los elementos dependientes el contenido y/o espritu de la misma. En el Anexo 3 (Inteligencia) complementario de la orden de operaciones, se dispuso que las investigaciones que se realizaran en el rea de inteligencia de todos los niveles, agotaran todos los recursos necesarios para obtener la certeza de que el objetivo investigado (blanco) se tratara de un elemento involucrado con la subversin, especialmente en los mbitos laboral
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y/o educacional. La tendencia sera lograr que todos los blancos determinados por el rea de inteligencia resultaran positivos. Adems, en todos los niveles militares de comando dependientes del Comando de Zona 1, se organizara, con dedicacin exclusiva, el rgano de inteligencia que en todos los casos sera comandado por un oficial e integrado por representantes de los elementos policiales provinciales bajo control operacional hasta el nivel de Subzona. En el Apndice 3 (Contrainteligencia) del Anexo 3, se expres que en los acuerdos que se establecieran con las Fuerzas de Seguridad y con las Fuerzas Policiales se fijaran claramente las medidas de contrainteligencia de la informacin, rdenes, documentacin, como tambin el enlace para la preservacin del secreto (el subrayado nos pertenece) Adems, se dej sin efecto el uso de las plaquetas de identificacin nominativa de todo el personal militar y se le recomend al personal afectado al rea de Inteligencia de la Fuerza e integrantes de las Comunidades de nivel Subzona el empleo de nombres de encubrimiento (el subrayado nos pertenece). Asimismo, los pedidos de detencin de personas se diligenciaran por mensaje cifrado o por documento a abrir por el destinatario. En el Anexo 4 (Ejecucin de blancos) complementario de la Orden de Operaciones n 9/77, en base a la experiencia recogida y a la dinmica de la lucha que exiga actualizar los procedimientos para lograr una mayor eficiencia
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en la ejecucin de blancos de las operaciones, se estableci que la Zona 1 continuara ejecutando procedimientos de investigacin y detencin referidos a allanamientos, en su jurisdiccin, para detectar y detener elementos subversivos a fin de lograr su aniquilamiento. Respecto a los detenidos, se dispuso que cuando el lugar donde debieran remitirse los mismos fuese el LRD 2 (Lugar de Reunin de Detenidos 2) del Comando de Zona 1, junto a la ficha del blanco se acompaara una tarjeta con un nmero perforado y lneas irregulares en colores varios, que sirviera como contrasea al elemento ejecutor para hacer entrega de los detenidos en ese lugar. Cada tarjeta contrasea slo servira para un solo blanco, independientemente de la cantidad de detenidos. Si el resultado de la operacin fuese negativo, con el informe escrito se devolvera la tarjeta al Departamento III - Operaciones. Debido a las posibilidades que podran darse en las ejecuciones de las operaciones, se dieron instrucciones para la coordinacin. En ese sentido, se estableci que cuando el blanco estuviera en jurisdiccin de otra Subzona, la ejecutora solicitara la autorizacin para operar al Comando de Zona 1 (COTCE) con la anticipacin suficiente para poder realizar la coordinacin, haciendo mencin de todos los aspectos contenidos en el Formulario de requerimiento de rea libre para operar, es decir, la hora del pedido, el elemento que operara, el elemento que solicitaba la autorizacin, la ubicacin del blanco, el tipo de la operacin, la fecha, los vehculos a utilizar y las seales de identificacin, el personal y las seales de reconocimiento (Apndice 2 Formulario de requerimiento de rea libre para operar- del Anexo 4 Ejecucin de blancos- de la Orden de Operaciones n 9/77). Se instruy que todos los requerimientos para la ejecucin de objetivos efectuados por alguno de los grupos de trabajo de la Central de Reunin (del Batalln de Inteligencia 601) se canalizaran a travs del Departamento II - Inteligencia del Comando de Zona 1, el cual enviara al Departamento III - Operaciones (COTCE) una planilla segn lo especificado en el Apndice 3 Solicitud de blancos de oportunidad, del Anexo 4. El Apndice 1 del Anexo analizado previamente, es un acta acuerdo entre los Generales de Divisin Carlos Guillermo Surez Mason y
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Santiago Omar Riveros, Comandantes de Zonas 1 y 4 respectivamente, suscripta el 19 de abril de 1.977. En la misma se establecieron las pautas para los requerimientos de autorizacin para la ejecucin de operativos encubiertos por elementos de una Zona en jurisdiccin de la otra, que entraran en vigencia a partir del 2 de mayo de 1977. La finalidad primaria del acuerdo fue arbitrar los medios que anularan o redujeran sensiblemente los actos de pillaje, robo, etc. contra la propiedad privada, a la vez de posibilitar el mximo control de las operaciones encubiertas. En ese sentido, se estableci que las comunicaciones entre los Centros de Operaciones (COT) de las dos Zonas se haran siempre a nivel de personal superior.
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Una vez que el equipo especial se alejara del lugar de la accin y regresara a la Zona 4, el COT de sta comunicara a la Zona 1 ratificando o rectificando la sntesis de los resultados. La Zona 1 anulara las alertas dadas y dispondra nuevamente del rea del objetivo para poder controlar y evitar posibles acciones de pillajes en el mismo. Segn lo manifestado por Surez Mason en una de sus indagatorias incorporadas al debate, dicha directiva fue posteriormente aprobada por el Comandante en Jefe, por entonces, Jorge Rafael Videla, habiendo sido distribuida entre las Subzonas, Zonas vecinas, otras fuerzas Armadas, Polica federal y de la Provincia de Buenos Aires (cf. declaracin indagatoria de fs. 6008/6016 de la causa n 1.351). En esa norma, se estableci la responsabilidad de los Comandos de Subzona en las operaciones militares y de seguridad que se ejecutaran en su jurisdiccin, y pautas para una necesaria coordinacin. En los apndices, se determin que se deba lograr que la
poblacin participe en la eliminacin de la subversin accionando en su mbito familiar, social y laboral contra los efectos de la subversin y las causas que la provocan. Para ello, las operaciones de comunicacin social para la lucha contra la subversin, tendran direccin centralizada del Comando de Zona, y dispuso la conduccin y ejecucin centralizada y descentralizada, segn niveles de comando y relacin con los medios disponibles y disponibilidad de
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ejecucin, con flexibilidad y gran iniciativa en el sentido de la accin permanente, adecundola a cada momento y buscando los procedimientos ms aptos e inditos para ejecutarla. Tambin se haca referencia una vez ms, a la necesidad de que todos los elementos de planeamiento y ejecucin tengan conocimiento actualizado de la accin de cada factor, de la propaganda y de las operaciones en desarrollo (ver Anexo 5 de la mencionada Orden de Operaciones 9/77). Aqu nuevamente, debe recordarse que el Comando de Zona 4 abarcaba la jurisdiccin de la Zona norte de la Provincia de Buenos Aires, con sede en el Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo y que al tratarse de un territorio relativamente pequeo, no estaba subdividido en Subzonas sino en reas directamente. En los aspectos generales de ese convenio, se estableca que los jefes de los operativos deban conocer los lmites de las reas de la Zona 4 y de las Subzonas de Zona 1, incluida la Subzona Capital Federal y sus respectivas reas, como as tambin la ubicacin y los nmeros telefnicos de los Centros de Operaciones Tcticos (COT) de cada una de ellas. Aqu se advierte que el procedimiento de rea libre era fundamental para evitar choque de fuerzas y frustrar los operativos o ponerlos en evidencia, lo cual demuestra la coordinacin existente entre fuerzas y la unidad de accin, asegurada con una regulacin puntillosa de estos procedimientos. Puntualmente, se ejemplifica que si la Zona 4 pide rea libre a la Zona 1 sobre un objetivo (se aclara ah que el rea libre cubre un radio de 3 cuadras), se dice a qu hora operar; los vehculos, cantidad, marca, tipo, chapa, color; las personas, cantidad y sexo y la seal de reconocimiento. Se establece que entonces la Z1 comunica al COT de la Subz correspondiente el requerimiento, y se otorga el rea libre a la Z4, por lapso de 3 horas desde la hora en que se solicit para iniciar el operativo, dndole un nmero de encubrimiento. Luego se aclara que en el caso en que deba prepararse una emboscada en el objetivo, la actividad puede demandar ms tiempo y se puede ampliar ese lapso. Tambin se describen todos los cdigos para informar si el
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Esta acta acuerdo es un ejemplo detallado de cmo se proceda en caso de requerimientos de liberacin de rea. Se desprende tambin, de la orden de operaciones 9/77, que el Consejo de Guerra Especial Estable n 1 dependera del Comandante de Zona 1 y su competencia comprendera los delitos cometidos en las Subzonas Capital Federal, 11, 13 y 16. El Comandante de Zona 1 determinara el Consejo de Guerra que intervendra y se tendra en cuenta, en principio, el lugar en que ocurriera el hecho, an cuando la operacin militar o de seguridad que lo hubiere precedido se hubiese ordenado y/o iniciado en otra jurisdiccin distinta. Adems, si bien se dispuso que los detenidos de mxima peligrosidad fueran alojados en la Unidad 2 de Villa Devoto del Servicio
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Penitenciario Federal, que sera utilizada slo para personas de sexo femenino, y en las Unidades 2 de Sierra Chica y 9 de La Plata-Olmos, del Servicio Correccional de la Provincia de Buenos Aires, ha quedado suficientemente demostrado desde el dictado de la sentencia en la causa 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en pleno-, hasta nuestros das, que en la mayora de los casos, para el alojamiento de los detenidos, fueron utilizados numerosos centros clandestinos de detencin a que se har referencia oportunamente. Del Apndice 1 (PON sobre administracin de personal detenido por hechos subversivos) complementario del Anexo 7 (Personal), surge que para colocar personal detenido a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional o para hacer cesar esa situacin, la Subzona solicitara a la Jefatura I del Estado Mayor General del Ejrcito - Personal - Enlace y Registro e informara a la Jefatura I del Estado Mayor del Cuerpo de Zona 1 - Personal, la puesta a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, consignando los datos de filiacin, un detalle breve y objetivo de las causas que originaran el pedido para su encuadre legal y el lugar donde se encontraba alojado el detenido. Dentro de las 24 hs. ratificara por nota la solicitud, elevando el formulario de antecedentes de los detenidos, actuaciones sumariales y todo aquello que resultase de inters como referencia, y remitira el original y una copia directamente al Estado Mayor General del Ejrcito, Jefatura I - Personal -
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Enlace y Registro, y una copia al Comando de Zona 1, Departamento I Personal - Enlace y Registro. El Jefe I - Personal iniciara la gestin ante el Ministerio del Interior. Una vez obtenido el nmero y fecha del decreto, lo comunicara a la Subzona correspondiente e informara al Comando de Zona 1. Los traslados entre distintas zonas seran autorizados por el Comando en Jefe del Ejrcito. Si fuera dentro de la jurisdiccin del Comando de Zona 1, el Comandante de la Zona. Desde el lugar de alojamiento inicial a una Unidad Penitenciaria o de alguna de stas a otra dentro de la jurisdiccin de una Subzona, sera responsabilidad del Comandante de Subzona, quien informara al Comando de Zona 1 - Personal - Enlace y Registro, una vez efectuado el traslado. La elaboracin de planes de movimientos sera responsabilidad del Comandante en Jefe del Ejrcito. La realizacin del traslado estara a cargo de la Zona o Zonas que correspondiera. Cuando el traslado de detenidos se realizara por modo terrestre, el jefe de la seguridad fijara, previa coordinacin con el elemento interesado, el camino de marcha, el nmero de encubrimiento de movimiento, las comunicaciones a establecer y todo otro detalle que contribuyera al secreto y seguridad de la operacin. Todos estos aspectos deberan ser conocidos por el personal de turno en el centro de Operaciones Tcticas del Cuerpo de Ejrcito (COTCE) a los efectos de su contralor mientras durase el movimiento. En el Anexo 12 Orden a la PPBA, se establecen las misiones a las que estara afectada la Polica de la Provincia de Buenos Aires y las instancias de coordinacin y ejecucin de las operaciones en cuestin. En el Anexo 15 (Informes) se determinan los informes que deban realizarse al Comando de Zona 1, especificando el medio por el cual se canalizara tal informacin y la oportunidad para hacerlos. Para la Jefatura I - Personal se estipul que deba remitir la ficha de detencin junto al detenido cuando interesara a la unidad penitenciaria, y se enviara una copia al Estado Mayor General del Ejrcito y otra al Comando de Zona 1. Adems, hara un parte de novedades con las altas y bajas producidas en la Subzona sobre las que el Comando no tuviera conocimiento, ya se tratase
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de detenidos a disposicin de autoridad militar, Consejo de Guerra Especial Estable, justicia ordinaria, no alojado en unidades penitenciarias, etc. La Jefatura II - Inteligencia de las Subzonas Capital Federal, 11 y 16 deba remitir un parte diario de inteligencia a travs del oficial de rdenes, y todas las Subzonas, un parte semanal. Adems, cuando se considerara necesario o fuera ordenado, un resumen de inteligencia, informes urgentes y estudios especiales. La Jefatura III - Operaciones de las Subzonas Capital Federal, 11 y 16 enviaran un informe diario con la situacin jurisdiccional, y todas las Subzonas uno semanal con la sntesis de las operaciones realizadas, y uno mensual. La Subzona 1 ejerca el control operacional de la Superintendencia
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de Seguridad Federal y trabajaba en la misma oficina que la Zona, que tena a su cargo la Jefatura de la Polica Federal. La Secretara de Inteligencia actuaba en relacin funcional y el Batalln de Inteligencia 601 actuaba en apoyo del comando de la Zona 1 (COTCE). Las pocas vctimas que sobrevivieron a la desaparicin reconocieron que el grupo que las secuestr era el mismo que administraba los centros clandestinos de detencin donde estuvieron secuestradas (As lo comprob la Cmara Federal, conforme qued plasmado en la sentencia de la causa n 13/84 (cfr. Fallos 309:209 y siguientes, Captulo XIV). No es un dato menor que la Orden de Operaciones n 7/76 (Pasaje a la Fase de Consolidacin) complementaria del Plan del Ejrcito (Contribuyente al plan de Seguridad Nacional) dispusiera que las operaciones de detencin de delincuentes subversivos estaran a cargo de la Secretara de Inteligencia del Estado (SIDE), la Polica Federal Argentina (PFA) y los elementos tcnicos de inteligencia del Ejrcito esto es, en el mbito de la Zona 1, el Batalln de Inteligencia 601-(cfr. pgs. 2-7 y 3-7). El Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 de esta ciudad, tuvo por probado en la sentencia dictada en los autos n 1.261-1.268 caratulados Olivera Rvere, Jorge Carlos y otros s/ privacin ilegal de la libertad y homicidio, que todos los centros clandestinos de detencin eran conducidos por personal perteneciente a la comunidad informativa: Ejrcito Argentino,
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en particular personal militar y civil de inteligencia del Batalln de Inteligencia 601; de la Armada y del Servicio de Inteligencia Naval (SIN); de la Fuerza Area Argentina, especialmente del Servicio de Informaciones (SIFA); de los servicios de inteligencia de la Gendarmera Nacional, de la Prefectura Naval Argentina y del Servicio Penitenciario Federal; y, finalmente de la Polica Federal Argentina. Asimismo, se advierte que la directiva nro. 704/83 proveniente del Comando en Jefe del Ejrcito que fue dictada por el General Cristino Nicolaides en marzo de 1983, un mes antes que se diera a conocer el Documento Final de la Junta Militar Sobre la Guerra Contra la Subversin, tuvo por objeto actualizar las rdenes que regulaban diversas actividades ejecutadas por el Ejrcito en el marco interno, y poner en conocimiento de las otras Fuerzas Armadas sobre las operaciones que ejecutaran los elementos dependientes en virtud de la responsabilidad primaria que le correspondi al Ejrcito en la lucha contra la subversin. Tambin, se enumeraban las denominadas organizaciones de solidaridad y sus acciones, al igual que la directiva anterior, mencionando la asistencia a las reuniones ante la Organizacin de las Naciones Unidas para reclamar por el caso argentino. En el anexo 5 correspondiente a la accin psicolgica, se describe como uno de los temas utilizados por el oponente, el tema de los desaparecidos y analizan los objetivos psicolgicos a instalar en la poblacin en general para la reinstauracin democrtica. Por otra parte, al determinar la misin de la directiva, se establece que se deber asegurar la culminacin del Proceso de Reorganizacin Nacional, garantizando con ello la futura institucionalizacin del pas. Por ltimo se expres que dicha directiva tendra vigencia durante la ltima parte del Proceso de Reorganizacin Nacional, y que tanto la Fuerza Area como la Armada Argentina programarn su propio accionar en sus respectivas jurisdicciones o fuera de ellas a requerimiento de otra fuerza armada, as como que la zona de operaciones Delta continuar a cargo de la Armada. Ello marca la continuidad del llamado Proceso de Reorganizacin Nacional, que incluye a la ltima Junta.
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Todas estas directivas dictadas por las mximas autoridades de cada fuerza, durante todo el perodo de la dictadura militar, incluso hasta el final, fueron reforzadas o acompaadas por las elaboradas por comandos y fuerzas inferiores. En ltimo trmino resta mencionar la orden de operaciones 2/83 de abril de ese ao del Comando de Zona 4 (Campo de Mayo) en la que se hace mencin a la orden 704/83 y a lo all dispuesto, y establece como misin que ese Comando ejecutar operaciones militares y de seguridad en su jurisdiccin o fuera de ella en apoyo de la Zona 1 y Zona Delta teniendo como objetivo final entre otros, el de contribuir a asegurar la culminacin del Proceso de Reorganizacin Nacional. Por lo que se advierte, las rdenes y directivas incorporadas por
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lectura al debate, dan cuenta de la organizacin para la actividad desplegada por el Ejrcito Argentino en su accionar represivo, que consisti en una estructura fuertemente verticalista, propia de toda estructura militar, que permiti a sus altos mandos, adems, tener un continuo y preciso control de las actividades desplegadas por sus subordinados, valindose de elementos preexistentes en su organizacin previa: los distintos Cuerpos del Ejrcito, comandos de Brigadas y Regimientos. Asimismo, otra significacin puede darse a estas disposiciones, porque tambin ese aspecto final del gobierno militar fue parte de una planificacin y decisin centralizada por parte de las Fuerzas Armadas desde la Junta de Comandantes. Es preciso agregar que las circunstancias analizadas tambin se acreditan con el testimonio incorporado por lectura de D'Andrea Mohr y su libro Memoria Debida; con el ejemplar de Sobre reas y tumbas de
Federico y Jorge Mittelbach; y la sentencia dictada en la causa 44/85 caratulada Camps, Ramn que tambin dio por probada la estructura implementada por las Fuerzas Armadas, del mismo modo que el resto de las sentencias antes mencionadas y la amplia jurisprudencia actual. Tambin fue escuchado en el debate el 28 de febrero del ao 2.011, Horacio Ballester, Coronel retirado del Ejrcito, quien hizo referencia a la Doctrina de la Seguridad Nacional que se impuso en el mbito militar en esa
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poca y al esquema de divisin territorial que se haba tomado del Ejrcito colonial francs. Vinculado con este ltimo punto y de acuerdo a lo que surga del reglamento RC-9-1 del ao 1977, Operaciones contra elementos subversivos, Ballester confirm que el accionar de las Fuerzas Armadas se llev a cabo en funcin de una direccin centralizada y una ejecucin descentralizada y aclar que toda orden impartida en el mbito militar viene de la mano de una etapa de supervisin del superior. Agreg adems, que los superiores deban tener el control sobre cmo se llevaban a cabo las acciones planificadas, control que se poda cumplir a travs de la presencia de los superiores o siendo delegados, o a travs de informes. Tambin el testigo detall la organizacin de las
distintas reas, en las que se dividan los estados mayores, algunas ms administrativas y otras ms operativas, as como destac la trascendencia de las tareas de inteligencia y de la comunidad informativa para adoptar cualquier decisin y explic en qu consistan los PON Procedimientos Operativos Normales- que se podan dictar para regular distintas cuestiones que hacan al funcionamiento de una unidad, as como tambin aclar que segn las circunstancias se podan dictar rdenes verbales, las que deban cumplirse. En ese mismo sentido se expres el testigo Martn Balza diciendo que no haba una norma para clasificar las rdenes; y que aquellas podan ser escritas o verbales, dependiendo de las circunstancias de tiempo, modo y lugar, y tenan la misma fuerza en trminos de cumplimiento. De otra parte, Guillermo Surez Mason, Comandante de la Zona 1, en sus dichos incorporados por lectura, manifest que asumi ese cargo en el ao 1976 y se explay acerca de la divisin de Zonas, Subzonas y reas, as como sobre el resto del funcionamiento del sistema represivo (Cfr. Declaraciones obrantes a fs. 6008/6016 de la causa 1351, fs. 4787/4822 de la causa N 1170 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5; y fs. 2130/2131 de la causa 1604)
b. 2. La Armada Argentina:
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El aporte normativo realizado por la Armada Argentina tambin ha quedado debidamente acreditado tanto en la sentencia definitiva dictada en la mencionada causa n 13/84 de la Cmara Federal; como as tambin, recientemente en los autos n 1270 y conexas ESMA del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5, el que mediante sentencia de fecha 28 de diciembre del ao 2.011 ha realizado un pormenorizado desarrollo acerca de las normativas emitidas por la Armada Argentina. Como punto de partida, y de conformidad con lo all desarrollado, podemos extraer que de la publicacin R. G-1-003 Reglamento General del Servicio Naval, Tomo 1. Del servicio en general (segunda edicin de 1.970) se establece en su artculo 11.101.004 que la organizacin administrativa de la Armada Es la estructura permanente fijada en el Reglamento Orgnico de la
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Armada y creada con el objeto de satisfacer las competencias asignadas al Comando en Jefe de la Armada por las leyes vigentes. Luego el artculo 11.101.005 explica que la organizacin operativa Es la estructura de carcter temporario y circunstancial, creada con el objeto de cumplir una tarea particular que normalmente implica la ejecucin de las operaciones. Ese mismo reglamento establece las nociones de los conceptos de mando, comando, dependencia administrativa, relacin funcional y dependencia operativa. Estas, necesariamente, deben ser tenidas en cuenta para el anlisis del funcionamiento de este tipo de organizaciones. El mando Es la autoridad de que se inviste a un militar para el cumplimiento de sus tareas (artculo 11.101.006). El comando Es el Mando que se impone a un militar para la conduccin de Unidades o Fuerzas Navales, Aeronavales o de Infantera de Marina (artculo 11.101.007). La dependencia administrativa Es la relacin de subordinacin que existe entre componentes de la Armada, establecida por la organizacin administrativa (artculo 11.101.008). La relacin funcional Es la relacin que existe entre componentes de la Armada que no estn en lnea de dependencia directa, a fin de cumplir tareas pertenecientes a un mismo campo de actividad o conocimiento (artculo 11.101.009). Por ltimo, el concepto de dependencia operativa: Es la relacin de subordinacin que existe entre componentes de la Armada, establecida por la organizacin operativa (artculo 11.101.010). En lo que aqu respecta, nuestro anlisis se encuentra dirigido a dilucidar cul fue la organizacin operativa de la Armada para su intervencin
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en la lucha contra la subversin y, ms precisamente, cul era la dependencia operacional de la Escuela de Mecnica de la Armada en dicha estructura. Sin embargo, para comprender cmo funcion dicha organizacin corresponde describir cul fue la organizacin administrativa de la fuerza. Por disposicin del 14 de enero de 1.975 se puso en vigencia la publicacin R.G-1-007C Reglamento Orgnico de la Armada que rigi con carcter provisorio por lo dispuesto en la Resolucin n 41R/75 COAR El reglamento citado determin la organizacin administrativa de la Armada Argentina al momento de los hechos que conforman el objeto procesal de este juicio. La comandancia de la fuerza era ejercida por el Comandante en Jefe de la Armada, quien tena a su cargo el comando superior de la misma y de los dems organismos cuyas actividades corresponden al rea de su competencia de acuerdo con la legislacin vigente (art. 201). A su vez, el Comandante en Jefe de la Armada, para el ejercicio del comando superior era asistido por un Estado Mayor General, que era comandado, a su vez, por el Jefe de Estado Mayor General (art. 301). El Estado Mayor General de la Armada estaba compuesto por seis jefaturas y una Secretara General, a saber: Direccin General de Personal Naval (N-1); Jefatura de Inteligencia (N-2); Jefatura de Operaciones (N-3); Jefatura de Logstica (N-4); Jefatura de Aviacin Naval; y Jefatura de Infantera de Marina. As, el Comando General de la Armada estaba conformado por el Comandante General y su rgano asesor, el Estado Mayor General (cfr. Estructura General de la Armada, agregada como anexo en el Reglamento Orgnico de la Armada R.G-1-007/1). Desde el dictado del Decreto n 1.678/73, del 3 de octubre de 1.973, de creacin de los Comandos en Jefe del Ejrcito, de la Armada y de la Fuerza Area, compete al Comando General de la Armada primordialmente aunque, entre otras tareas la direccin, organizacin, preparacin, empleo y administracin de la Armada (Anexo 2 Funciones del Comando en Jefe de la Armada, punto 1, agregado al Reglamento Orgnico de la Armada R.G-1-007/1).
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La Direccin General de Personal Naval (N-1) estaba a cargo de los asuntos de logstica de personal, con excepcin de la previsin y asignacin de los recursos econmicos y, tambin, deba asistir al Comando General de la Armada en los asuntos de su competencia (art. 302 1). La Jefatura de Inteligencia (N-2) tena, con carcter general, el cumplimiento de las tareas del Estado Mayor General en asuntos de inteligencia estratgica y relaciones navales internacionales y asistir al Comando General de la Armada dentro del marco de su competencia (cfr. art. 303 1). Y como tareas particulares, participaba en el rea de su competencia en la formulacin de las polticas del Comandante en Jefe de la Armada; en el planeamiento nacional, militar conjunto y naval; desarrollo de los medios de la Armada; administracin de personal, puntualmente en lo que hace a la
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formacin del personal de inteligencia y asesorar a la Direccin de Personal Naval en su seleccin y distribucin; al mismo tiempo, le corresponda intervenir en todo lo relacionado con la instruccin de inteligencia de la Armada; participaba en la formulacin de la doctrina estratgica naval y operacional; promulgaba la doctrina y procedimientos operativos y formulaba la doctrina, procedimientos y normas de inteligencia (art. 303 4 y siguientes). Tambin le corresponda a la Jefatura de Inteligencia (N-2), en tanto tareas especficas de inteligencia, las siguientes: 1) Entender en la formulacin y aplicacin de las polticas propias de su rea, que resulten de las generales institucionales, y en particular las correspondientes al rea inteligencia estratgica y estratgica institucional; 2) Entender en la formulacin de apreciaciones, informes y estudios especiales de inteligencia; 3) Entender en la formulacin de planes de inteligencia ejecutando las operaciones y actividades correspondientes, y en particular aquellas requeridas por el Comandante en Jefe de la Armada para el ejercicio de sus funciones especficas; 4) Mantener enlace tcnico-funcional con los dems organismos de inteligencia de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad y del Estado e integrar la Central Nacional de Inteligencia; 5) Asesorar a los comandos, jefaturas y direcciones en temas reglamentarios y en aspectos tcnicos de inteligencia, particularmente aquellos vinculados con el factor psicolgico propio y la contrainteligencia; 6) Asesorar en la formulacin de disposiciones
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legales sobre defensa y seguridad particularmente en lo relacionado con inteligencia; 7) Ejercer la direccin de los programas correspondientes al rea de su competencia; y 8) Formular los requerimientos logsticos para su rea funcional (art. 303 4.8). El Captulo 6 del Reglamento Orgnico de la Armada R.G-1-007/1 trata los aspectos relativos a los organismos dependientes del Estado Mayor General de la Armada. De all surge que era responsabilidad del Servicio de Inteligencia Naval (S.I.N.) asistir al Jefe de Inteligencia del Estado Mayor General de la Armada (N-2) en asuntos de inteligencia naval y ejecutar los programas correspondientes y cumplir las tareas particulares de inteligencia que a ste le hubieran sido asignadas; tambin deba ejercer el control tcnicoadministrativo del material fotocinematogrfico de las Centrales de
Inteligencia y los cargos de contrainteligencia de la Armada (art. 610). Debemos destacar que el Servicio de Inteligencia Naval de acuerdo a la definicin antes referida cumpla el rol de rgano operativo de la Jefatura de Inteligencia (N-2) del Estado Mayor General de la Armada como lo demuestra claramente la Estructura General de la Armada, agregada como anexo en el Reglamento Orgnico de la Armada R.G-1-007/1. La Jefatura de Operaciones (N-3), deba cumplir las tareas del Estado Mayor General de la Armada en asuntos de polticas del Comandante en Jefe, planeamiento nacional, militar conjunto y naval, doctrina estratgica naval y estratgica operacional, desarrollo de los medios de la Armada y Prefectura Naval Argentina, operaciones y asistir al Comando General de la Armada en los asuntos de su competencia (cfr. art. 304 1). En cuanto a las tareas particulares del mbito operacional, esta jefatura deba entender en los aspectos operativos que se le asignen y en aquellos en que el Comandante en Jefe de la Armada retenga o asuma su conduccin; asimismo, deba planear y/o supervisar y/o conducir las citadas tareas operativas y dirigir el funcionamiento de la Central de Operaciones del Comandante en Jefe de la Armada (art. 304 4.4). Finalmente, era responsabilidad de la Jefatura de Logstica (N-4), cumplir con las tareas del Estado Mayor General de la Armada en asuntos de logstica, limitada en el rea de personal a la previsin y asignacin de recursos
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econmicos y asistir al Comando General de la Armada en los temas de su competencia (cfr. art. 305 1). Concretamente, tena a su cargo el desarrollo de los medios de la Armada, determinacin de los requerimientos logsticos resultado del desarrollo de aquellos y en la proyeccin de dichos requerimientos (art. 305 4.3). Las funciones de la Jefatura de Aviacin Naval y de la Jefatura de Infantera de Marina no son de importancia a los efectos de este anlisis, por lo tanto sern dejadas de lado. Por el contrario, nos interesa explicar cmo funcionaba un Estado Mayor y cules eran las funciones especficas de cada uno de los cuatro campos de conduccin antes mencionados, ya que a partir de ello podremos explicar cmo funcionaba en el plano operativo la organizacin militar que llev a adelante la denominada lucha contra la subversin.
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En otro orden de cuestiones, en un segundo estamento de la cadena de mando de la organizacin administrativa de la Armada Argentina se encontraba el Comando de Operaciones Navales (Reglamento Orgnico de la Armada R.G-1-007/1, Captulo 4). La misin general que las reglamentaciones asignaban a dicho comando era la de planear, organizar y ejecutar las tareas de adiestramiento operativo de las fuerzas de la Armada y las operaciones navales para el control del rea martima y fluvial de responsabilidad argentina (art. 401 1). De las tareas particulares que se encontraban bajo la
responsabilidad del Comando de Operaciones Navales se destaca la de ejercer el comando de las fuerzas navales, aeronavales y de infantera de marina; integrar la defensa de las bases y establecimientos navales dentro del sistema terrestre y areo nacional; formular el Plan Anual Naval del Comando de Operaciones Navales y aprobar los planes contribuyentes; realizar las actividades emergentes de los planes respectivos; designar los comandantes de las Fuerzas o Grupos de Tareas que constituya, a efectos de la ejecucin de las operaciones navales y de adiestramiento; cumplir toda otra tarea asignada a las fuerzas de la Armada en virtud de leyes especiales o que por su naturaleza se vinculen directa o indirectamente a la misma y que as lo disponga el Comandante en Jefe de la Armada ( art. 401 4).
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Todo lo antedicho se corresponde con la estructura administrativa de la Armada Argentina (en tiempos de paz). Seguidamente pasaremos a exponer cmo se conform a los fines de la lucha contra la subversin la estructura operacional de la fuerza. Como primera cuestin, en octubre de 1.975 se dict la Directiva n 1/75 del Consejo de Defensa. En funcin de esa disposicin el Comandante en Jefe de la Armada dict la Directiva COAR n 1/75. Por su parte y a su nivel en la estructura de comando, en noviembre de 1.975, el Comandante de Operaciones Navales dict el Plan de Capacidades (PLACINTARA) C.O.N. n 1 S/75 contribuyente a la Directiva Antisubversiva COAR n 1S/75 ya citada Dicho plan es el principal elemento de prueba de carcter documental que permite reconstruir la cadena de comando de la Armada a los fines del desarrollo de las operaciones concretadas en el marco del plan de lucha contra la subversin. Bajo el ttulo Organizacin se expone la forma en que estaban conformadas las 11 Fuerzas de Tareas que se pusieron en funcionamiento en el mbito de la Armada Argentina (pg. 2/6-20). La Escuela de Mecnica de la Armada integraba la Fuerza de Tareas 3 (FUERTAR 3) Agrupacin Buenos Aires cuyo comandante era el Jefe de Operaciones (N-3) del Estado Mayor General de la Armada (pg. 3-20). Integraban la FUERTAR 3 adems de la ESMA el Batalln de Seguridad de la Sede del Comando General de la Armada; la Base Aeronaval de Ezeiza; el Arsenal de Artillera de Marina Zrate; el Apostadero Naval Buenos Aires; el Apostadero Naval San Fernando; los Organismos y Dependencias con Asiento en la Capital Federal y Gran Buenos Aires; la Escuela Nacional de Nutica y el Arsenal Naval Azopardo (ibdem). En el plan se expone un estudio de Situacin que, segn las autoridades de la Armada, imponan el dictado del plan analizado donde se sostena que nuestro pas fue convertido en activo campo de accin de la subversin marxista por la ineficacia del gobierno, su deshonestidad administrativa, la
indisciplina laboral y el envilecimiento de la economa. () Una total incapacidad para fijar objetivos serios y alcanzables, sirvieron para iniciar un acelerado proceso de
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desintegracin de la Nacin, cuyo aparato estatal y laboral mostraba dirigentes inmorales y de escaso nivel intelectual, urgidos por ambiciones de todo tipo (pg. 620). Y fijaba como metas a alcanzar las siguientes: 1) Restituir los valores esenciales que hacen el fundamento de la conduccin del Estado, particularmente el sentido de moral, idoneidad y eficiencia de la accin pblica; 2) Sancionar a los culpables de la corrupcin administrativa, econmica y gremial; 3) Aniquilar la subversin y sus idelogos; [y] 4) Promover al desarrollo econmico de la vida nacional (pg. 7-20). Las fuerzas enemigas se encontraban detalladas en el Anexo A Inteligencia. All se sostiene que la dcada del 70 se ha caracterizado por el incremento de la ofensiva de la Unin Sovitica y sus aliados, tendiente a lograr la
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hegemona mundial y, colocando bajo dicho signo ideolgico a quienes se pretenda combatir, se haca referencia a Bandas de Delincuentes
Subversivos y a Organizaciones Polticas Marxistas que se diferencian de las primeras solamente por no contar con un aparato militar. Asimismo se identificaba la existencia de la accin subversiva en los mbitos poltico, gremial y educacional, sin descartar cualquier otro mbito (cfr. Anexo A Inteligencia, pgs. 1 de 9, 5 de 9 y 7 de 9). El PLACINTARA 75 estableca como Misin la siguiente: Operar ofensivamente contra la subversin en el mbito de la propia jurisdiccin y fuera de ella en apoyo de otras FF. AA., detectando y aniquilando las organizaciones subversivas a fin de contribuir a preservar el orden y la seguridad de los bienes, de las personas y del Estado (pg. 8-20). En otro orden, para la Ejecucin del plan se deca que la Armada ejecutar operaciones ofensivas, preventivas y/o especiales contra el oponente subversivo en zonas de responsabilidad naval o en aquellas donde se ordene (ibdem). En trminos de concepto de la operacin, se dispona con precisin cada una de las acciones que deban desarrollar las 11 Fuerzas de Tareas (cfr. pg. 8/13-20). La FUERTAR 3 tena ordenado la realizacin de las siguientes: 3.1.1. Movilizacin. 3.1.2. Administracin y control del Personal detenido. 3.1.3. Organizacin de la justicia Especial para las Operaciones. () 3.2.1. Adoctrinamiento del personal propio. 3.2.2. Captacin de opinin pblica externa. 3.2.3. Inteligencia sobre el oponente interno. 3.2.4. Empleo de la
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propaganda y el rumor. 3.2.5. Contrainfiltracin. 3.2.6. Contrainformacin. 3.2.7. Contraespionaje. 3.2.8. Contrasabotaje. 3.2.9. Contrasubversin. 3.2.10. Acciones secretas ofensivas. 3.3.1 Seguridad, Control y rechazo en instalaciones y personal propios. 3.3.2. Proteccin de objetivos. 3.3.3. Apoyo al mantenimiento de los Servicios Pblicos esenciales. 3.3.4. Control de la poblacin. 3.3.6. Bloqueo de puertos en zonas de inters. 3.3.7. Vigilancia y seguridad de fronteras. 3.3.8. Apoyo naval y aeronaval a operaciones terrestres. 3.3.10. Respuestas a acciones sorpresivas del oponente subversivo. 3.3.11. Represin. 3.3.12. Conquista y ocupacin de zonas y objetivos. 3.3.13. Ataque terrestre a las fuerzas regulares e irregulares del oponente subversivo. 3.3.14. Control del Trnsito Martimo Fluvial, Areo y Terrestre en zonas de (). 3.4.1. Sostn logstico naval, areo naval, terrestre. 3.4.2. Transporte martimo, areo, terrestre, naval y fluvial. 3.4.3. Requisicin (Anexo B Concepto de la Operacin, pgs. 5/6 de 10). Tambin prevea el PLACINTARA instrucciones de coordinacin entre distintas Fuerzas Armadas y entre las propias Fuerzas de Tareas. Sobre las primeras se indicaba que las Fuerzas debern realizar los acuerdos necesarios a efectos del cumplimiento de la misin, procurando el mejor aprovechamiento de los medios disponibles. En todos los casos se buscar que, sin desvirtuar las misiones especficas y sin desarrollar nuevos medios, se acuerde localmente el mximo de apoyo entre las Fuerzas, compatible con su capacidad operacional, y eventualmente, con la concurrencia de otros efectivos procedentes de reas donde no se aprecia necesaria su intervencin, a fin de materializar una efectiva cooperacin para el aniquilamiento del enemigo comn (cfr. pg. 13-20). Tambin se prevea expresamente el intercambio de Oficiales de Enlace (ibdem). Se determinaba que seran los Comandantes de las Fuerzas de Tareas quienes realizaran, por s o por intermedio de representantes pertenecientes a sus fuerzas subordinadas, los acuerdos que resulten necesarios con los Comandantes de Subzonas, reas, Agrupaciones o Unidades de Ejrcito o sus equivalentes de la Fuerza Area (pg. 13-20). Respecto de la coordinacin entre Fuerzas de Tareas de la Armada, sus Comandantes acordaran directamente en los niveles respectivos, las operaciones de apoyo entre FUERTAR, debiendo informar al Comando de Operaciones Navales de su ejecucin (pg. 14-20). Ms adelante, se dispona que [] las actividades de las unidades y organismos que de acuerdo con el prrafo
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ORGANIZACIN tengan una dependencia operativa distinta de la administrativa, sern reguladas por coordinacin directa entre la autoridad administrativa de quien dependa la unidad o el organismo y el Comandante de Fuerza de Tarea al que este Plan le confiere la subordinacin operativa (pg. 15-20). Este sera el caso de la ESMA que, si bien era una institucin de formacin y, como tal, suponemos que dependa administrativamente de la Direccin de Instruccin Naval, dependiente de la Direccin General de Personal Naval (N-1), fue integrada a la FUERTAR 3 que, a su vez, se encontraba bajo las rdenes del Comandante de Operaciones Navales. Tambin sobre este punto particular, se haba dispuesto que: Las Escuelas y Centros de incorporacin continuarn dependiendo administrativa y funcionalmente de sus organismos naturales hasta que el Comando de la FUERTAR
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correspondiente, considere necesario su empleo. Se deber tener presente que las Escuelas continuarn con su actividad de formacin, utilizndose el personal de alumnos en caso de extrema necesidad. Los liceos Navales no sern utilizados en ningn caso (pg. 16-20). Un punto que se tornar relevante al momento de analizar la responsabilidad de los acusados es que los Comandantes de las Fuerzas de Tareas estaban obligados a informar las novedades ocurridas en las operaciones realizadas y los resultados obtenidos (pg. 17-20). Al finalizar el cuerpo central del PLACINTARA se encuentra agregado el distribuidor, es decir, la constancia de los rganos a los que sera comunicada la directiva. De all se extraen algunos datos: hacia niveles superiores del Comando de Operaciones Navales que elabor el plan, se notific al Estado Mayor General de la Armada y al Comando en Jefe de la fuerza. Hacia niveles subordinados, se notific a las 11 Fuerzas de Tareas; y, en otro orden, se notific al Servicio de Inteligencia Naval. Respecto de otras Fuerzas slo se notific a los Comandos del Primer Cuerpo y Quinto Cuerpo de Ejrcito con asiento en Buenos Aires y Baha Blanca respectivamente y al Comando de Institutos Militares (a la postre Jefatura de la Zona 4) con asiento en Campo de Mayo (pg. 20-20). La directiva analizada contaba con 9 Anexos dos de los cuales ya fueron citados-.
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En el Anexo A Inteligencia, se estableca un Plan de recoleccin de la informacin, all se prevean cuatro Elementos Esenciales de Inteligencia (EEI) en los mbitos ya mencionados, que se basaban en todos los casos en la infiltracin de 1) mbito poltico: en partidos no marxistas de formacin de frentes, en los partidos de extrema izquierda y en los elementos subversivos dentro del Gobierno; 2) mbito gremial: en los sindicatos, activismo en fbricas, huelgas y sus causas (manifestaciones de la aplicacin de tcnicas de la insurreccin de masas) y en los elementos subversivos en la conduccin gremial; 3) mbito educacional: en los centros de estudiantes y en los claustros de profesores, deteccin de programas y tcnicas ideolgicamente
tendenciosas y activismo estudiantil en cualquiera de sus formas; y 4) Cualquier otro mbito: infiltracin en organizaciones e instituciones en general, marxistas conocidos que ocupen cargos, frentes de accin psicolgica subversiva y hechos diversos que pueden ser atribuidos a la subversin (Anexo A, pg. 7 de 9). Deban elaborarse y elevarse informes cuatrimestrales (30 de abril, 31 de agosto y 31 de diciembre) al Comando de Operaciones Navales actualizando los indicios obtenidos sobre los Elementos Esenciales de Inteligencia, con copia informativa del mismo a la Jefatura de Inteligencia (N-2) del Estado Mayor General de la Armada. Los informes deban abarcar, en el orden indicado, los siguientes factores: 1) Poltico; 2) Socioeconmico; 3) Psicosocial; 4) Gremial; 5) Educacional; 6) Religioso; 7) Insurreccional; y 8) Minoras chilenas. Tambin deba informarse cuando en cualquiera de los factores ocurriera un hecho de ndole insurreccional. A su vez, la Jefatura de Inteligencia (N-2) producira y distribuira los informes peridicos de inteligencia sobre el marco interno nivel nacional (Anexo A, pgs. 7/8 de 9). Como Instrucciones Suplementarias, se estableca bajo el ttulo Comunidades Informativas que las mismas estaran integradas por elementos de Inteligencia de las FF. AA., Gendarmera Nacional, Prefectura Naval Argentina, Polica Federal, Secretara de Inteligencia del Estado, Policas Provinciales, en los lugares que establezca el Ejrcito o la Fuerza Armada que por designacin tendrn asignada la responsabilidad (Anexo A, pg. 8 de 9). Y en el mismo apartado, bajo el ttulo Asesores de la Inteligencia se dispona que: La Jefatura de Inteligencia
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Naval, sin perjuicio del asesoramiento que debe al Seor Comandante en Jefe de la Armada, acumular la funcin de constituir el rgano de inteligencia de la Fuerza de Tareas n 3 (ibdem). En el Anexo B Concepto de la operacin se proyectaba que las acciones deban tender a: 1.6.1. Obtener una clara informacin sobre los elementos que integran el aparato poltico-administrativo y sus elementos subversivos clandestinos y abiertos. 1.6.2. Crear una situacin de inestabilidad permanente en las organizaciones subversivas que permita restringir significativamente su libertad de accin. 1.6.3. Aniquilar los elementos constitutivos de las organizaciones subversivas a travs de una presin constante sobre ellas. 1.6.4. Eliminar y desalentar el apoyo que personas u organizaciones de distintos tipos puedan brindar a la subversin. 1.6.5 Incrementar el apoyo de la publicacin a las propias operaciones. 1.6.6. Identificar a los
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integrantes de las fuerzas propias en los propsitos de la lucha contra la subversin. 1.6.7. Aislar a la subversin de todo apoyo tanto de tipo interno como externo (Anexo B, pgs. 2/3 de 10). En este mismo anexo se explicitaban las Fases de las Operaciones. La FASE I prevea la realizacin de operaciones defensivas para asegurar las instalaciones, material y personal de la Institucin y, tambin, de acciones ofensivas para destruir al oponente subversivo que ataque las instalaciones navales, ya sea que se encuentre el enemigo dentro o fuera de los lmites de las propias jurisdicciones. Esta fase sera de vigencia permanente y entra en ejecucin con la puesta en vigor del presente plan. La FASE II planeaba la ejecucin de operaciones ofensivas para destruir al oponente subversivo que acte en las zonas de responsabilidad naval en la zona donde se ordene (Anexo B, pgs. 3/4 de 10). El modo y la profundidad de las acciones a desarrollar por cada Fuerza de Tarea ser funcin de la composicin, capacidad y tareas asignadas de la misma, de su posicin geogrfica, que configura una situacin y problemas zonales particulares, de la presencia de unidades de Ejrcito prximas y de la jurisdiccin asignada o acordada. De tal modo las acciones podrn variar desde las permanentes de inteligencia y capacitacin de las fuerzas propias, hasta las eventualmente necesarias en una zona caliente en la propia jurisdiccin y/o en apoyo de la Fuerza de Ejrcito en jurisdiccin de esta (Anexo B, pg. 4 de 10).
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Tambin se prevean las Condiciones de apresto de las Fuerzas, con fundamento en que las mismas se encuentran en operaciones contra la subversin y su apresto, parcial o total, deba ser considerado una actitud permanente (Anexo B, pg. 6 de 10 y siguientes). Finalmente el anexo operacional prevea la subordinacin de la Prefectura Naval Argentina al control operacional del Comando Militar de cada jurisdiccin; colocando bajo las rdenes del Comando de la Fuerza Ejrcito vecino a aquellas unidades de la Prefectura que no integren alguna de las Fuerzas de Tareas establecidas en el PLACINTARA (cfr. Anexo B, pg. 8 de 10). En este mismo apartado se reglamentaba la subordinacin de las Fuerzas Policiales y Penitenciarias del siguiente modo: La Fuerzas Policiales y Penitenciarias que estn dentro de la jurisdiccin territorial propia que surja de acuerdos inter Fuerzas Armadas. 7.1. Las Policas Federal y Provinciales quedarn bajo control operacional del respectivo COFUERTAR, desde la puesta en vigor del presente Plan. 7.2. La autoridad Naval, con el asesoramiento policial, formular los requerimientos de medios necesarios para la ejecucin de cada operacin, los que debern ser satisfechos con carcter prioritario por la Autoridad Policial pertinente. 7.3. () 7.4. Las fuerzas Policiales afectadas a una operacin permanecern bajo control directo de la Autoridad Naval durante el tiempo que demande el cumplimiento de la misin, a cuyo trmino se reintegrarn a su autoridad natural. () (Anexo B, pgs. 9/10 de 10). Las Operaciones de hostigamiento se encontraban
reglamentadas en el Apndice 3 al Anexo C. El propsito de este tipo de acciones era el de localizar e investigar las personas que participan en la subversin interna, el terrorismo y delitos conexos o que tengan vinculacin con los mismos; y localizar los reductos y el material utilizados por la subversin (armamento, propaganda, documentos de importancia). En funcin de los resultados, obtener inteligencia. Y lograr como mnimo la obstruccin y perturbacin de las organizaciones de la subversin, el terrorismo y dems hechos conexos (Anexo C, Apndice 3, pg. 1 de 8). Luego de ello se establecan las normas para la ejecucin de las operaciones de hostigamiento. Se prevea que en el factor sorpresa radicaba gran parte del xito de la operacin; que deban tener conocimiento de la
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misma la menor cantidad de personas y enterar a los participantes con el mnimo preaviso; que el movimiento de efectivos deba ser discreto y que la operacin se cubrira con un nombre en cdigo y al mismo tiempo se ordenara segn la conveniencia diseminar informacin sobre otra distinta con fines de engao (cfr. ibdem). En el mismo Apndice tambin se estableca que deban preverse medios adecuados para las comunicaciones entre la Central de Operaciones, las patrullas, mviles y aeronaves (cfr. dem). En el Anexo D del PLACINTARA, titulado Jurisdicciones y Acuerdos, se establecieron las jurisdicciones de las tres Fuerzas Armadas y las de las Fuerzas de Tareas. Es importante destacar que el Ejrcito tena
Armada y a la Fuerza Area (Anexo D, pg. 1 de 5). Al momento del dictado del PLACINTARA, a la Fuerza de Tareas 3 se le otorgaba jurisdiccin en los establecimientos, organismos y dependencias de la Armada ubicados en Capital Federal y el Gran Buenos Aires (Anexo D, pg. 3 de 5). Seguidamente, se encuentra agregado el Anexo F titulado Personal. All se prevea el mantenimiento de los efectivos, el aumento de efectivos de cada FUERTAR para la ejecucin de la accin militar, la redistribucin de los efectivos subordinados, la asignacin de personal prescindible de otra/s Fuerzas de Tareas y la convocatoria de reservas que no necesiten de adiestramiento militar y que puedan ser utilizados de inmediato para completar las unidades (Anexo F, pgs. 1/2 de 4). Haba un ttulo especfico que trataba sobre la administracin de los detenidos que se complementaba con un Apndice especfico del Anexo F Personal. En principio, los detenidos quedaran sometidos a las normas legales vigentes y su administracin y control se efectuara de acuerdo con las normas del Apndice 1 (cfr. Anexo F, pg. 3 de 4). El Apndice comentado aqu se titulaba Administracin y Control del Personal Detenido, para lo cual deban tenerse en vistas los siguientes objetivos: 1.1.1. Controlarlo con la mayor seguridad. 1.1.2. Obtener del mismo la mayor informacin.
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1.1.3. Reunir rpidamente las pruebas y dems elementos de juicio que permitan o promuevan su juzgamiento por tribunal competente (Anexo F, Apndice 1, pg. 1 de 11). El procedimiento a seguir con los detenidos prevea seis etapas: 1) detencin; 2) Traslado del o los detenidos al lugar que se utilice para su guarda transitoria y para efectuar la investigacin militar hasta la entrega a disposicin del Tribunal Militar Penal correspondiente; 3) Internacin y guarda; 4) Investigacin militar; 5) Clasificacin de los detenidos y resolucin sobre el destino a dar a los mismos; 6) Libertad de los detenidos y remisin a la autoridad a disposicin de la cual deben quedar (cfr. Anexo F, Apndice 1, pg. 2 de 11). Es manifiesta la similitud de las etapas del procedimiento a seguir con los detenidos previstas en el PLACINTARA, con las caractersticas generales del plan de lucha contra la subversin conforme a las conclusiones de la Cmara Federal al dictar sentencia en la causa 13/84 ya citada A continuacin se reglamentaba con detalle cada una de las etapas antes mencionadas. El traslado de los detenidos deba realizarse hacia un lugar adecuado para efectuar la Investigacin Militar. Antes y durante el traslado deban adoptarse las correspondientes medidas de precaucin, para impedir la evasin del o los detenidos y la comisin por stos de actos que pudieran afectar la investigacin. Tambin estaba dispuesto que se impedira en todo momento, sin llegar a emplear la fuerza, la presencia del periodismo y que se tomen fotografas, pelculas o TV. 2.5.4. Registro dactiloscpico de ambas manos por personal policial. 2.5.5. Obtencin de fotografas del detenido en forma individual (medio cuerpo de frente y ambos perfiles y cuerpo entero de frente) y con otros integrantes detenidos del grupo actuante, como consecuencia del mismo suceso. En otro orden de cuestiones, se haba ordenado que los Comandantes de las Fuerzas de Tareas que detuvieran personas a raz de operaciones por ellas desarrolladas, tenan que efectuar las correspondientes comunicaciones al Comando de Operaciones Navales de acuerdo a los cuatro niveles de clasificacin de detenidos antes indicados, esto es, detenidos que deban ser puestos a disposicin de la Justicia Penal; detenidos que deban ser
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puestos a disposicin de un Tribunal Militar; detenidos que deban ser puestos a disposicin del P.E.N.; y detenidos liberados. Tambin se hallaban reglamentadas las comunicaciones que deba efectuar el Comandante de Operaciones Navales y, ms puntualmente, cmo deban tramitarse ante los Comandos de Cuerpo de Ejrcito correspondientes los decretos que permitieran poner a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional a las personas detenidas en el mbito Naval. Por otra parte, deba comunicarse al Comandante en Jefe de la Armada las personas que fueron detenidas transitoriamente y liberadas, cuando su importancia lo justifique (Anexo F, Apndice 1, pgs. 6/8 de 11). Cumplida la etapa de investigacin militar, si correspondiere, se procedera a la entrega de los detenidos a la autoridad policial o de seguridad
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pertinente con un sumario que incluira una relacin de los hechos que motivaron la detencin; fotografas y/o croquis del lugar donde se produjo el hecho; fotografas del o los detenidos; una lista con la descripcin clara y concisa de los documentos y efectos personales de los detenidos que se les hubieran retenido firmada por los detenidos; relacin del material secuestrado; un acta en la que se dejara constancia del estado fsico de los detenidos a fin de delimitar la responsabilidad del personal naval y el original del acta de detencin y material secuestrado (Anexo F, Apndice 1, pgs. 8/9 de 11; el Agregado 1 a este apndice es un Modelo de acta de detencin y material secuestrado). Tambin estaban previstos procedimientos en casos especiales, de detenidos que debieran seguir tratamiento mdico o padecieran alguna enfermedad; cuando hubiera que internar a personas detenidas de sexo femenino (las revisaciones seran realizadas por personal femenino de confianza); o cuando el detenido fuera menor de edad (deba darse aviso a los padres, tutores o guardadores, quienes podran ver al detenido pero no comunicarse con l). Por ltimo, corresponde simplemente mencionar que el
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Todo esto ha sido explicado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 en la sentencia mencionada, a la cual nos remitimos, y la que se encuentra incorporada por lectura al debate. b. 3. Fuerza Area: Por su parte, la Fuerza Area dict como complementaria al decreto 261/75, la directiva Benjamn Matienzo del 31 de marzo de 1975, destinada a proporcionar lineamientos generales de custodia y seguridad de las instalaciones del aeropuerto del mismo nombre, y en apoyo de las operaciones en Tucumn. El 21 de abril de 1975 emiti la directiva Cooperacin destinada a establecer la funcin de la Fuerza Area en Tucumn, con el objeto de incrementar el control areo de la zona y asistir a la Quinta Brigada de Infantera en el operativo Independencia. La misma fuerza dict, como contribuyente a la directiva del consejo de defensa, la directiva Orientacin Actualizacin del Plan de Capacidades Marco Interno -1975 que fij su propio concepto de la misin dividindola en operaciones areas y terrestres. (Fallos 309, tomo I, pag. 103.) Una de las referidas Subzonas era la 1.6 que estaba conformada por los partidos de Morn, Merlo y Moreno y fue cedida a la Fuerza Area porque justamente en dicho territorio estaban ubicadas cuatro importantes unidades areas, la Primera Brigada Area de El Palomar, la Sptima Brigada Area de Morn, la Octava Brigada Area Mariano Moreno y el Grupo I de Vigilancia Area de Merlo. El inmueble identificado como Mansin Ser estaba ubicado en el medio de este territorio, en el partido de Morn y apenas a unos dos kilmetros del asiento de la Sptima Brigada Area de Morn. Asimismo, mediante la Orden de Operaciones Provincia dictada el 14 de junio de 1976 la Fuerza Area, a fin de cumplir con la tarea asignada, cre una Fuerza de Tareas identificada con el nmero 100, con el objeto de profundizar su accionar en los Partidos de Merlo, Moreno y Morn, habiendo quedado conformada una Subzona cedida por el Comando de Zona 1 del Ejrcito.
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A la Fuerza de Tareas se le deban subordinar medios de las agrupaciones Morn, El Palomar, Mariano Moreno y del Grupo de vigilancia area de Merlo; y a su vez, se deba subdividir en Grupos de Tareas. Tambin la Orden Provincia, transfera a la Fuerza Area el control operacional sobre las Comisaras de la zona. En el artculo 10 de la rden Provincia, se estableca que las funciones asignadas a la Fuerza de Tareas consistan en ejecutar operaciones militares y de seguridad ininterrumpidamente para detectar y aniquilar las organizaciones subversivas a fin de mantener el orden y la seguridad en los bienes de las personas y del Estado coadyuvando de ese modo con el Proceso de Reorganizacin Nacional. En el artculo 11, se estipulaba profundizar temporariamente el
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accionar de la Fuerza Area, en lo referido a las operaciones terrestres contra la subversin. A su vez, mantena en plena vigencia el Plan de Capacidades 1975 Marco Interno para todos los aspectos que el mismo prevea. En su artculo 15, la Orden de Operaciones estableca que deban realizarse operaciones militares y de seguridad permanentes en la zona de jurisdiccin asignada, cuyas finalidades eran el logro de dos objetivos: 1) La captacin de la poblacin (para brindarle el grado de seguridad necesario que le permita incorporarse al proceso de Reorganizacin Nacional) y 2) Desarticular y aniquilar las organizaciones subversivas (indicando que las mismas actuaban preponderantemente en el frente gremial y en el mbito fabril y estudiantil) En definitiva la Orden de Operaciones Provincia autorizaba el aniquilamiento de las organizaciones subversivas. Quienes ejercieron la jefatura de la Fuerza de Tareas quedaron a cargo de la Sub-Zona 16 ya que se trata de la misma jefatura, ello en virtud de lo establecido por la Orden de Operaciones Provincia. Estas cuestiones fueron probadas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 en la sentencia dictada el 12 de noviembre de 2008, en los autos n 1.170-A , por la cual fueron condenados el Brigadier Mayor (R) Hiplito Rafael Mariani por los hechos cometidos en el centro clandestino de detencin conocido como Mansin Ser, oportunidad en la que el nombrado
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se desempeaba como Jefe de la Primera Brigada Area con asiento en El Palomar y Comandante de la subzona 16; y el Brigadier (R) Csar Miguel Comes, por los hechos cometidos en dicho centro clandestino, como Jefe de la VII Brigada Area de Morn y Jefe de la Subzona 16. Esta sentencia se encuentra confirmada por la Cmara Federal de Casacin Penal. Se tuvo por probado en dicho pronunciamiento judicial, que la Comisara de Morn, la Brigada Area de El Palomar y la casa operativa denominada Mansin Ser, funcionaron como centros clandestinos de detencin, bajo la rbita de la Subzona 16.
B. Documentos secretos y reservados. La instalacin de los centros clandestinos de detencin en el espacio operacional del aparato de represin ilegal. Las rdenes clandestinas. Como se ha venido sosteniendo, ya en el ao 1975 la violencia instalada en nuestro pas tuvo, tal vez, su pico mas alto, y gener la motivacin gubernamental de dictar una legislacin especial para la prevencin y represin sobre el accionar subversivo, particularmente dirigido a las organizaciones de la izquierda poltica, normativa legal que poco iba a ser utilizada por los funcionarios del gobierno de facto de 1976-1983. En efecto, no obstante la instrumentacin de dichos mecanismos legales, se estructur un plan clandestino de represin para las organizaciones revolucionarias y sus miembros, desarrollado desde las instituciones del Estado e intensificado ferozmente a partir de la toma del gobierno por las Fuerzas Armadas el 24 de marzo de 1976. As lo reconocen implcitamente los Comandantes Militares en la proclama que hicieron pblica el da del golpe de estado. El texto expresa que con el propsito de terminar con el desgobierno, la corrupcin y el flagelo subversivo (), [l]as Fuerzas Armadas desarrollarn, durante la etapa que hoy se inicia, una accin regida por pautas perfectamente determinadas (Caraballo, Liliana y otras La dictadura (1976/1983). Testimonios y documentos., Oficina de Publicaciones Ciclo Bsico Comn U.B.A.-Bs. As., 1996, pg. 76). Inclusive, a pesar de haber sido dictada una legislacin que lleg a introducir la pena de muerte, ello no obstaculiz a que clandestinamente y sin
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dar a conocer sus actos de gobierno, conteste con los objetivos fijados al inicio del golpe de estado, se haya llevado a cabo un plan de exterminio de parte de la poblacin civil. As pues, daremos a continuacin, tratamiento a la
implementacin de las rdenes impartidas que no se hicieron pblicas. Con el fin de llevar a cabo la ejecucin planificada de anular y exterminar a aquellas personas que fueron consideradas subversivas, se implementaron dentro de nuestro territorio lugares clandestinos de detencin, los cuales fueron utilizados para el alojamiento inhumano de aquellas personas que eran secuestradas, detenidas ilegalmente, torturadas, violadas, sometidas a servidumbre, al despojo de bienes, a la apropiacin, retencin y ocultamiento de nios y nias, para posteriormente, desaparecerlos, asesinarlos, ocultarlos y
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tambin liberarlos bajo amenaza de muerte . Ello fue perpetrado racionalmente desde el aparato estatal, con la complicidad de numerosos sujetos que pertenecan a las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales y del Servicio Penitenciario. Contaron con recursos
materiales e infraestructura estatal, ello bajo el conocimiento y coordinacin de los altos jefes y quienes seguan en el orden de mando. De esta manera se asegur que esa empresa criminal quedara impune. Esta clandestinidad, que oper secretamente para la poblacin, no lo fue para los integrantes del aparato estatal de la Dictadura. De esta forma aquel familiar que tratara de dar con el paradero de su hija, de su hijo, de su esposa, de su esposo, de su madre, de su padre, de su hermano, de su hermana, de su nieta o de su nieto, nunca podra llegar a saber que era lo qu haba sucedido y donde se hallaba. No estaban ni muertos, ni vivos, estaban desaparecidos. En lo que hace a los sitios donde eran alojados los secuestrados, debe sealarse que, con posterioridad al dictado de la sentencia de la causa nro. 13, el General Acdel Edgardo Vilas, al prestar declaracin indagatoria por ante la Cmara Federal de Apelaciones de Baha Blanca en el ao 1987, aport copias del Plan del Ejrcito (Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional), documento de carcter secreto que fij las pautas de actuacin de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
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Puntualmente, en el Apndice 1 (instrucciones para la detencin de personas) al Anexo 3 (detencin de personas) de ese documento, se instituye en su punto 7 la posibilidad de establecer Lugares de Reunin de Detenidos -LRD-. Es sta la primera manifestacin escrita emanada del poder militar de entonces, que revela la existencia de los denominados centros clandestinos de detencin, y que tambin se encuentra contenido en la Orden de Operaciones 9/77. (cf. sentencia dictada el 22 de marzo de 2011 por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 2 de esta ciudad en los autos n 1668 Miara, Samuel y otros s/ inf. arts. 144 bis del Cdigo penal) En el informe de la CONADEP, de septiembre de 1984 Nunca Ms, se dijo: Se estima en este sentido que los centros de detencin, que en nmero aproximado de 340 existieron en toda la extensin de nuestro territorio, constituyeron el presupuesto material indispensable de la poltica de desaparicin de personas. Por all pasaron millares de hombres y mujeres, ilegtimamente privados de su libertad, en estadas que muchas veces se extendieron por aos o de las que nunca retornaron. All vivieron su desaparicin; all estaban cuando las autoridades respondan negativamente a los pedidos de informes en los recursos de habeas corpus; all transcurrieron sus das a merced de otros hombres de mentes trastornadas por la prctica de la tortura y el exterminio, mientras las autoridades militares que frecuentaban esos centros respondan a la opinin publica nacional e internacional afirmando que los desaparecidos estaban en el exterior, o que habran sido vctimas de ajustes de cuentas entre ellos. (Manifestaciones de este tenor se encuentran entre las respuestas del Gobierno de Facto a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la O.E.A. -ver Informe sobre la situacin de los Derechos Humanos en Argentina - 1980.) Las caractersticas edilicias de estos centros, la vida cotidiana en su interior, revelan que fueron concebidos para la lisa y llana supresin fsica de las vctimas para someterlas a un minucioso y planificado despojo de los atributos propios de cualquier ser humano En dicho informe se transcribieron notas periodsticas realizadas a los altos Comandantes de aqul entonces. Ellos dijeron: Yo niego rotundamente que existan en la Argentina campos de concentracin o detenidos en establecimientos militares ms all del tiempo
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indispensable para indagar a una persona capturada en un procedimiento y antes de pasar a un establecimiento carcelario (Jorge Rafael Videla, 22 de diciembre de 1977, revista Gente). No hay detenidos polticos en la Repblica Argentina, excepto algunas personas que podran estar involucradas en las actas institucionales, que estn realmente detenidas por su labor poltica. No hay detenidos por ser meramente polticos o por no compartir las ideas que sustenta el Gobierno (Roberto Viola, 7 de septiembre de 1978). La Perla, existi? S, era un lugar de reunin de detenidos, no una crcel clandestina Los subversivos estaban ah ms al resguardo de sus pares (Luciano Benjamn Menndez, 15 de marzo de 1984) (Revista Gente). Lo que hasta aqu se viene desarrollando tiene por finalidad
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contextualizar los sucesos que son materia de juzgamiento especfico en este proceso, obviamente, no encuentra sustento exclusivo en la prueba testimonial colectada en las audiencias de debate y en aquella incorporada por lectura, a la que se har concreta referencia al momento de describir cada uno de los hechos a juzgar, sino que tambin es producto de un anlisis minucioso de las sentencias dictadas por la Excma. Cmara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal en las causas 13/84 y 44/86; como as tambin del informe producido por la Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas (CONADEP), el Informe sobre la situacin de derechos humanos en la Argentina, producido por la Comisin
Interamericana de Derechos Humanos de la Organizacin de los Estados Americanos en el ao 1.980 y los restantes fallos aludidos, entre otros.
C. La Sentencia dictada por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en la causa n 13/84, su relevancia en las cuestiones tratadas y su evolucin jurisprudencial hasta el presente: Se tuvo por probado que respecto del mando de cada una de las Fuerzas Armadas, los ex comandantes no se subordinaron a persona u organismo alguno. Tal es as, que si bien en dicha sentencia se tuvo por demostrado la mutua colaboracin que se prestaron las distintas fuerzas durante el desarrollo de las operaciones, como por ejemplo el caso de los numerosos traslados de
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personas secuestradas entre lugares de cautiverio dependientes de distintas fuerzas, lo cierto es que, esta colaboracin prevista -por otro lado- en todas las Directivas (Armada: Directiva n 1/S/75 y Placintara 75; Ejrcito: Directivas Nro. 404/75, 504/77 y 604/79; y Aeronutica: Plan de Capacidades/75), no implic la intervencin de un ente superior a cada Comandante en Jefe en la conduccin de las operaciones. En efecto all se dijo y as se tiene por probado, que las rdenes y directivas para cada Fuerza fueron dictadas por sus respectivos Comandantes y no por la Junta Militar (v. por ejemplo, Directivas nros. 504/77, 604/79 del Ejrcito y Orden de Operaciones Provincia de la Fuerza Area), y la informacin pertinente fue emitida siguiendo la cadena natural de mandos, segn lo declarado en esa causa por Luis Mara Menda, Antonio Vaek, Pedro Antonio Santamara, Manuel Jacinto Garca, Eduardo Ren Fracassi, Rubn Oscar Franco, Oscar Antonio Montes, Jess Orlando Capellini, Antonio Diego Lpez, Rodolfo Aquilino Gerra, Alfredo Ramn Belustegui, Miguel Angel Oses, Csar Gmez, Jorge Arturo Van Thienen, Jorge Augusto Hughes, Carlos Mara Echeverra Martnez, Ricardo Augusto Pea y Cristino Nicolaides, todos Oficiales Superiores de las tres Fuerzas (cf. captulo XX Punto 1. de la sentencia de la causa n 13/84) Tambin all ha sido acreditado que los comandantes militares que asumieron el gobierno, decidieron mantener el marco normativo en vigor, con las jurisdicciones y competencias territoriales que aqul acordaba a cada fuerza. El sistema imperante slo autorizaba a detener al sospechoso, alojarlo ocasional y transitoriamente en una unidad carcelaria o militar, e inmediatamente disponer su libertad o su puesta a disposicin de la justicia civil o militar, o bien del Poder Ejecutivo (v. Directiva 404/75, Anexos E y F). Adems, mediante el dictado de la ley 21.460 se autoriz a las fuerzas armadas a actuar como autoridad de prevencin. Sin embargo, se demostr en aquella sentencia, y luego en numerosos pronunciamientos judiciales dictados a partir de la reapertura de las causas formadas por violaciones a los derechos humanos durante la ltima dictadura militar, que lo acontecido fue radicalmente distinto. Es decir, si bien el sistema imperante solo autorizaba la detencin del sospechoso, y su
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alojamiento ocasional y transitorio en una unidad carcelaria o militar, debindose disponer en forma inmediata su libertad o su puesta a disposicin de la justicia civil o militar, o bien del Poder Ejecutivo, lo cierto es que el rgimen detuvo a gran cantidad de personas, las aloj clandestinamente en unidades militares o en lugares bajo dependencia de las fuerzas armadas, las interrog con torturas, las mantuvo en cautiverio sufriendo condiciones inhumanas de vida y alojamiento, y finalmente, o se las legaliz ponindolas a disposicin de la justicia o del Poder Ejecutivo Nacional, se las puso en libertad, o bien se las elimin fsicamente (en forma clandestina sin que en muchos casos sus restos mortales pudieran ser hallados). Se ha dicho y se tuvo por probado, que tal manera de proceder, que supona la secreta derogacin de las normas en vigor, respondi a planes
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aprobados y ordenados a sus respectivas fuerzas por los comandantes militares. La ilegitimidad de este sistema, su apartamiento de las normas legales an de excepcin, surge no del apresamiento violento en s mismo, sino del ocultamiento de la detencin, del destino de las personas apresadas, y de su sometimiento a condiciones inadmisibles de cautiverio cualquiera fuera la razn que pudiera alegarse para ello. As, ha quedado establecido que los comandantes
deliberadamente ocultaron lo que suceda, a los jueces, a los familiares de las vctimas, a entidades y organizaciones nacionales y extranjeras, a gobiernos de pases extranjeros y en fin, a la sociedad toda. Esta garanta de impunidad para los autores materiales de los procedimientos ilegales, a travs del ocultamiento de prueba, de la omisin de denuncia y de la falsedad o reticencia en las informaciones dadas a los jueces, constituy un presupuesto ineludible del mtodo ordenado. Integr tambin la impunidad asegurada, la no interferencia de las autoridades encargadas de prevenir los delitos, la que tambin dependa operacionalmente de los comandantes. El sistema operativo puesto en prctica captura, interrogatorios con tormentos, clandestinidad e ilegitimidad de la privacin de la libertad y en
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muchos casos eliminacin de las vctimas- fue sustancialmente idntico en todo el territorio de la Nacin y prolongado en el tiempo. Tambin, ha quedado establecido que aquellos hechos fueron cometidos por miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, organizadas vertical y disciplinadamente, por lo que fue descartada la hiptesis de que pudieron haber ocurrido sin rdenes expresas de los superiores. Tampoco es posible, se dijo, la instalacin de centros de detencin en dependencias militares o policiales, ni su control por parte del personal de esas fuerzas, por las exigencias logsticas que ello supone, sin una decisin expresa de los comandantes en jefe. Idntico razonamiento mereci la asignacin del personal, arsenal, vehculo y combustible a las operaciones juzgadas. Slo as, se explic la circunstancia de que el sistema operativo reseado fuera puesto en prctica aprovechando la estructura funcional preexistente de las fuerzas armadas surgida de los planes de capacidades y directivas escritas. Tales fueron las conclusiones arribadas tambin, en numerosas pronunciamientos judiciales a lo largo del pas. As, por ejemplo el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5, en las sentencias de las causas 1223 (conocida como la masacre de Ftima); la 1170 A (en la que fueron imputados Mariani, Comes y Barda, por hechos ocurridos en el centro clandestino de detencin conocido como Mansin Ser, y en la base area Militar de Mar del Plata) y en las nros. 1268-1261, en las que se conden a Olivera Rvere como responsable de la Subzona Capital Federal y a cuatro jefes de rea por disposicin de la Cmara Federal de Casacin Penal; el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 2, en las causas nros. 1168-1673 y 1824 en las que se investig el circuito represivo Atltico-Banco-Olimpo; el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 4 en la causa nro. 1487 y el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 en la nro. 1627, procesos que tuvieron como objeto juzgar los hechos ocurridos en los centros clandestinos Vesubio y Automotores Orletti, respectivamente; tambin dio por probado un plan de exterminio el Tribunal Oral Federal nro. 1 de San Martn en la sentencia dictada en las causas n 2023, 2034, 2043 y su conexa la n 2031, por diversos hechos ocurridos en la
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jurisdiccin del Comando de Institutos Militares, Campo de Mayo, que tena a su cargo el territorio identificado como Zona 4, en los que se realiz un desarrollo de las caractersticas comunes y del funcionamiento de ese sistema; el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de Crdoba, en la causa M13/09,en la que fueron juzgados Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamn Menndez entre otros varios militares y funcionarios policiales de la provincia de Crdoba; y, hacia fines del ao pasado, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 5 en la causa n 1270 y sus acumuladas, volvi a dar por probadas estas circunstancias, aunque en dicha oportunidad en el mbito de la Armada, en uno de los lugares que funcion como centro clandestino (Escuela de Mecnica de la Armada).
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A. Relevancia del testimonio producido por las vctimas para su valoracin. Como consecuencia de la clandestinidad de la operatoria del
aparato represivo, el testimonio de las vctimas se tradujo en la prueba ms relevante de mrito, dado que el sistema mismo ha impedido la posibilidad de obtencin de otros testimonios ajenos que permitan reconstruir lo ocurrido, en un mbito en el que slo operaban los represores y sus cautivos. De ah la relevancia que adquiere esta prueba, que combinada con otros medios probatorios, permite -en primer lugar- acreditar la verosimilitud de los dichos y adems- completar el cuadro probatorio idneo para un pronunciamiento acerca de los hechos y la imputacin. De otra parte, no puede dejar de valorarse todo lo que conlleva esa situacin de ser vctima y testigo, como ser, el padecimiento que les genera al declarar en reiteradas oportunidades frente a los que habran sido responsables de sus padecimientos, la angustia que les produce volver a recordar y revivir esos hechos; siendo ejemplo de ello, el caso del testigo Miguel ngel DAgostino quien al declarar, se dirigi a la Sra. Presidenta del debate haciendo mencin a que era la tercera vez que sta lo escuchaba declarar por las circunstancias de su secuestro y traslado al C.C.D. El Atltico.
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Tambin merecen una mencin las consecuencias que ha generado el transcurso de tanto tiempo, lo que provoc en algunos testigos el olvido de detalles, nombres, apodos, lugares, y dems circunstancias; o por el contrario, muchas veces el mayor recuerdo debido, posiblemente a la distancia con el hecho que produjo su dolor; o bien al sentirse protegidos, sin miedo a represalias, debindose tener en cuenta que el miedo, consecuencia de lo que vivieron debe haber tenido su proceso de asimilacin, mxime que varias de las vctimas que han sido escuchadas continuaron siendo vigiladas y
controladas, en algunos casos debiendo reportarse diariamente a sus victimarios. En ese sentido, compartimos lo expresado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2, de esta ciudad, en la sentencia recada en las causas nmero 1.668 y 1.673 del 22 de marzo de 2.011, al referirse a la valoracin de la prueba en relacin al transcurso del tiempo: La primera cuestin a tener en cuenta es que los hechos objeto del proceso tuvieron lugar hace ms de treinta aos. Esta circunstancia, por s sola, es un factor capaz de perjudicar la posibilidad de conocer la verdad real, pretensin a la que los operadores judiciales no renunciamos, pese a que no ignoramos que la verdad del juicio puede no identificarse con la realidad con todo lo que sta pueda tener de relativa- aunque sea el correlato lgico de la prueba rendida[]. Cabe aclarar que lo que el testigo oy, vi, sinti, oli, toc y percibi en circunstancias de cautiverio, ha quedado, con seguridad, grabado bajo el fuego de la propia experiencia. Ello no significa que an en este supuesto, puedan encontrarse diferencias que, responden a la unicidad de cada ser humano y, a cmo ha podido sobrevivir cada uno experiencias tan traumticas como las que han tenido que enfrentar, conforme surge de los hechos que han sido analizados. Es por ello que tenemos la conviccin que, el paso del tiempo puede haber borrado algunas huellas pero no las ms importantes, las ms significativas, las que realmente interesan en este tipo de procesos, donde se han vulnerado derechos esenciales del ser humano. En este sentido se ha expedido tambin dicho Tribunal, en la ya citada causa: Otra consecuencia de que la materia de juzgamiento haya sido tratada
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por otros tribunales, y especialmente si -como es el caso- tiene tanta repercusin pblica, es que los testigos acceden a conocer distintas versiones, antes de declarar en la audiencia. Esta situacin bien puede modificar el recuerdo o evocacin del testigo, ya sea porque lo lleve a recordar aspectos que haba relegado a un plano no consciente, o porque le aclara percepciones errneas que pudo haber tenido. Es prudente aclarar que tenemos en cuenta que ningn testigo puede percibir todos y cada uno de los aspectos que componen un suceso -a modo de ejemplo destacamos que hay un lmite visual impuesto por la naturaleza de la visin humana-, pese a ello, el testigo conforma en su recuerdo un cuadro integral, que completa con sus conocimientos de las costumbres, o las leyes fsicas, etc. los que lo llevan a conclusiones, generalmente acertadas, que ya no distingue del recuerdo. Adems, hemos tenido en cuenta que, justamente porque hubo otros expedientes judiciales y administrativos en los que fueron convocados, los testigos
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han sido repetidamente interrogados sobre estos mismos asuntos, circunstancia que tambin podra haber contribudo a modificar la percepcin original. Tambin se suma que, segn ellos mismos explicaron, al momento de prestar declaracin en la audiencia, estaban en mejor condicin que en la poca de los sucesos, gracias al proceso de reconstruccin al que hicieron referencia. Es decir, aquellas reuniones en las que se fueron conociendo y reconociendo, contando sus experiencias y elaborando una verdadera recuperacin colectiva del recuerdo. Ms an, cuando se les pregunt especficamente, los testigos explicaron que haban conocido a travs de su percepcin, y que por va de la reconstruccin aludida[]. Esto mismo lo hemos podido corroborar con varios de los testigos vctimas, que han sido escuchados en las distintas audiencias. Dicho esto, corresponde ahora s pronunciarnos respecto de las objeciones de algunos de los defensores, acerca de estos testimonios. Tales planteos se centraron bsicamente en dos cuestiones: el carcter de vctimas con el correspondiente inters y animadversin frente a los imputados, y el trabajo de reconstruccin en el cual los testigos se han reunido para recordar lo sucedido, de resultas de lo cual advierte la defensa- en algunos casos se daba la paradoja de que en declaraciones posteriores agregaban y recordaban datos que en oportunidades anteriores no haban mencionado. Como primer punto cabe mencionar que nuestro sistema procesal, en el artculo 398 CPPN otorga al juez la potestad para valorar las pruebas recibidas y los actos del debate, conforme a las reglas de la sana crtica.
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Asimismo, el artculo 241 del CPPN, faculta al juez para valorar el testimonio de acuerdo a dichas reglas. As pues, entendemos que el carcter de vctima, no es un bice para merituar este medio probatorio. El control para la valoracin de los dichos de este tipo de testigos debe efectuarse mediante un proceso intelectivo en el mismo acto de la audiencia, favorecido por la inmediacin de la oralidad, que nos permite -a los magistrados- evaluar cada detalle de los interrogatorios, las reacciones del testigo, sus vacilaciones o seguridades, su estado emocional, sinceridad, la gestualidad y otros ndices que surgen continuamente de los interrogatorios de todas las partes. Ello, adems del interrogatorio acerca de las generales de la ley (art. 249, 2 prrafo del CPPN) De ese examen surge la eficacia y valor de los dichos del testigo, con independencia de su calidad de tercero o vctima. Por otro lado resulta fundamental tambin en la evaluacin de la eficacia probatoria del testigo sea vctima o tercero-, la interrelacin de sus dichos con los otros medios de prueba acumulados. De este cruce lgico de informacin, surgen por lo general elementos que permiten afianzar o rechazar la verosimilitud de los dichos del declarante. A travs de este preciso anlisis que se debe efectuar, valorando conjuntamente todos los parmetros sealados y el resto de los medios
probatorios acumulados, surgen los elementos de informacin que -evaluados bajo las pautas de la sana crtica racional- nos permiten asignar relevancia a los testimonios de las vctimas y construir a partir de aqullos, el cuadro probatorio complejo y completo que nos habilita para fundar las conclusiones de los hechos que hemos tenido por acreditados. Siguiendo la lnea de lo argumentado, tambin hay que admitir que la percepcin de la realidad por parte de varios sujetos no siempre es homognea, sin que esto sirva para descalificar al testimonio como medio de prueba, ya que en efecto resulta normal que varios testigos no vean exactamente de igual manera el mismo acontecimiento, por poco complejo que sea; cada cual observa y retiene una circunstancia y las diferencias de detalles, entre uno y otro, no impiden admitir los testimonios sobre lo esencial en que concuerden.
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En suma, la ausencia o el agregado de informacin, de ninguna forma invlida el testimonio en su totalidad sino que exige un mayor grado de precaucin y mesura al momento de su evaluacin. Tambin es de destacar la espontaneidad con la que han declarado muchos de los testigos-vctimas objetados por la defensa, advirtindose en la actitud frente al Tribunal, en algunos casos, la culpa, incluso la vergenza, y como seala Tzvetan Todorov: la vergenza del recuerdo la vergenza de sobrevivir la vergenza de ser humano es lo que Jasper llama la culpabilidad metafsica: que yo viva todava, despus de que tales cosas hayan pasado, pesa sobre m como una culpabilidad inexpiable A las diferentes formas de vergenza que agobian al sobreviviente vienen a aadirse las decepciones posteriores, las que provoca la vida en libertad ms all de esa misma frustracin personal los sobrevivientes
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encuentran el mundo profundamente desesparante con relacin a sus grandes esperanzas haban estado sometidos a una presin extraordinaria, haban soportado sufrimientos fuera de lo comn; esperabanque el mundo se hubiera modificado ante esa experiencia personal citando el relato de una sobreviviente de Auschwitz Grete Salus contina el autor citado nosotros hemos conocido un extremo, el mal absoluto, pensamos despus conocer el extremo contrario: el bien absoluto sin embargo todo contina como antes los camaradas del campo han muerto por nada no habiendo logrado transformar al mundo, los sobrevivientes han traicionado a los muertos de ayer(autor citado, FRENTE AL LMITE, traducido por Federico lvarez, Siglo Veintiuno Editores, 1ra. Edicin 1993, pgs. 268 a 271). Asimismo, el dolor exhibido ante el recuerdo de ciertos hechos, todos ellos son indicadores de veracidad, de autenticidad, que el Tribunal merced a la inmediacin, as como las partes y el pblico pudieron percibir. Por otra parte, nos abocaremos al planteo efectuado por la defensa en cuanto a que los sobrevivientes de la ESMA estuvieron en contacto estos aos con el fin de realizar trabajos de reconstruccin de lo acontecido en los lugares donde estuvieron cautivos, a partir de, entre otras cosas, el constante intercambio de informacin y vivencias, tildando a la prueba testimonial por tal circunstancia, como prueba contaminada, y a su vez, agregando que esta cuestin se vio reflejada en datos y precisiones que se advirtieron en testimonios posteriores, que no haban sido consignados en anteriores declaraciones.
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Al respecto, entendemos que si bien el planteo es coherente, ello no alcanza en modo alguno para restarle mrito a la prueba testimonial de las vctimas. Si bien todos tuvimos oportunidad de constatar que efectivamente se ha efectuado un amplio y arduo trabajo de reconstruccin, con comunicacin entre s de las vctimas, segn fuera referido en algunos casos, lo cierto es que no se nos escapa que se fue el nico medio idneo que permiti superar los conflictos que la caracterstica de clandestinidad haban provocado sobre el avance en la averiguacin de lo sucedido. No obstante ello, entendemos que esta cuestin por s sola no resulta suficiente para descartar la prueba testimonial de las vctimas como medio idneo para tener por acreditados los hechos. Dicha circunstancia, la tuvimos muy en cuenta al momento de valorar la totalidad de la prueba. En este sentido, los recuerdos fragmentarios individuales, combinndolos con otros que los complementan, han permitido reconstruir un hecho que en forma individual hubiera resultado extremadamente difcil. Cada dato parcial que un testigo recuper en su memoria, sumado al conocimiento de otros datos acerca de sus recuerdos fragmentados, aparecen como una cuestin lgica para que el testigo asimile la nueva informacin que le otorga una mayor y ms completa significacin a sus recuerdos, que lo volc en su declaracin en el debate. A ello confrontando con declaraciones hechas en el exterior por algunos liberados, ante CONADEP y distintas declaraciones de otros juicios, es valorado por los suscriptos, en la medida que tengamos plena conviccin acerca de que la informacin brindada es real. En este caso, no advertimos obstculos para acceder a su aporte para la reconstruccin de los hechos materia de juzgamiento.
B. Admisibilidad de la prueba incorporada en virtud de lo dispuesto por el artculo 388 del CPPN. Admisibilidad de las declaraciones testimoniales brindadas en relacin a los hechos del Hospital Militar de Campo de Mayo y de otras declaraciones y documentos que fueron cuestionados por las defensas. Relevancia de la prueba recabada frente a la universalidad probatoria de los procesos juzgados:
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Los Sres. Defensores Oficiales de Santiago Omar Riveros, Dres. Nicols Toselli y Ariel Hernndez formularon una crtica sobre el valor probatorio de las declaraciones testimoniales brindadas por los mdicos del Hospital Militar de Campo de Mayo sobre las cuales se haba fundado la acusacin. En tal sentido, corresponde aclarar que, pese a no haber introducido un pedido de nulidad en este sentido, la defensa pblica formul una crtica de los distintos testimonios que comprendan al personal que en ese momento se desempe en el Hospital Militar de Campo de Mayo y a otros testigos que ms adelante se individualizarn, a fin de dejar demostrada la imposibilidad de que aqullos sean valorados en la presente sentencia. En primer lugar, los Sres. Defensores Oficiales plantearon la
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imposibilidad de que se valoren las declaraciones testimoniales brindadas en el debate por los agentes que cumplieron funciones en ese entonces en el Hospital Militar de Campo de Mayo y tambin de las que fueron incorporadas por lectura, tratndose de las de: Carlos Alberto Raffinetti, Eduardo Julio Poisson, Rosalinda Salguero, Ernesto Petrocchi, Silvia Bonsignore de Petrillo, Nlida Valaris, Eduardo Alberto Pellerano, Jos Aniceto Soria, Roberto Schinocca, Maria Estela Herrera, Marta Azucena Ibarra, Mara Luisa Prez, Rosa Penayo, Nicmedes Zaracho, Margarita Meli, Agatino Di Benedetto, Jorge Ernesto Curuchet Ragusin, Lorena Tasca, Margarita Allende, Cristina Ledesma, Graciela Ins Morales de Micalucci, Elisa Ofelia Martnez, Jorge Comaleras y Concepcin Piffaretti. En tal sentido, sostuvo la defensa que dichas declaraciones fueron prestadas en violacin de prerrogativas constitucionales que impactaban negativamente en el derecho de defensa de su asistido Santiago Omar Riveros, por lo cual su valoracin probatoria en la sentencia acarreara la nulidad de sta, sustentando ello en los arts. 168, 240 y 249 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin; 18 de la Constitucin Nacional; 8.2.f de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y 14.3.e del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos. Explicaron los defensores que en su anterior planteo quisieron evitar la consumacin de una nulidad absoluta por violacin al derecho de defensa de Santiago Omar Riveros y que aqul haba sido rechazado por el
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Tribunal en el entendimiento de que esa parte se haba anticipado a los hechos, porque en ese momento ninguno de los testigos impugnados haba declarado en el debate. Puntualmente en el caso de los testigos que declararon en el juicio, la defensa remarc que lo haban hecho en forma juramentada,
autoincriminndose, ya que debieron enfrentarse a la disyuntiva de elegir entre relatar la verdad de los hechos y en consecuencia, asumir el riesgo de una posible persecucin penal posterior, o de defenderse, intentando posicionarse favorablemente frente a las eventuales consecuencias futuras. Los Dres. Toselli y Hernndez aclararon que el hecho de que esos testigos hubieran declarado en otras instancias sin que haya existido un planteo similar no era obstculo para la viabilidad de su actual pedido, adelantando que afirmar la validez de esos testimonios por la circunstancia de que aqullos no sufrieron consecuencias posteriores implicaba desconocer la coyuntura poltica y judicial en la cual fueron prestados. Por otra parte, en relacin a ciertos testigos que individualizaron, los letrados de la defensa dijeron que deba tenerse en cuenta que declararon durante la instruccin de la causa en el ao 1998, situacin que fue advertida por el Tribunal en la audiencia del 16 de agosto de 2011 a Julio Csar Leston, a quien se le explic que debido a que su anterior declaracin databa del ao 2002 y desde entonces la legislacin y la jurisprudencia haban sido modificadas, tena derecho a no declarar sobre cualquier circunstancia que pudiera ser autoincriminante. Como ejemplo de la situacin antedicha, destacaron que el imputado Jorge Luis Magnacco con anterioridad haba prestado declaracin en este proceso en carcter de testigo y que luego fue ubicado en una posicin absolutamente distinta. Agregaron los Sres. Defensores Oficiales que otros casos anlogos se haban configurado en la causa nro. 1894 de este Tribunal, donde eran imputados Jorge Habib Haddad, Ramn Oscar Capecce y Ral Eugenio Martn, personal mdico del Hospital Militar de Campo de Mayo en la poca investigada y tambin en la causa nro. 1853 respecto a la imputada Luisa Yolanda Arroche, quien antes haba prestado declaracin testimonial en la
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causa nro. 4012 originaria del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2 de San Martn; en la causa nro. 6873/98 Bianco, Norberto Atilio y Wherli, Nilda Susana del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal nro. 1 de San Isidro; ante la CONADEP y a fs. 1916/1918 vta. de la causa nro. 1772 sometida a juicio. Culminaron diciendo que la nombrada haba sido convocada por el Ministerio Pblico Fiscal y dos querellantes a fin de prestar testimonio en el debate y que su declaracin fue dejada sin efecto por estar imputada en la causa nro. 1853 de este Tribunal, quedando as demostrado el riesgo cierto y concreto preanunciado por esa defensa. Mencion la defensa que lo mismo ocurri en el caso del ex Director del Hospital Militar de Campo de Mayo, Agatino Di Benedetto, quien declar como testigo durante la instruccin de la causa y result imputado por
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hechos similares en otro proceso, lo cual motiv que su declaracin testimonial se incorporase por lectura a este debate. Por otra parte, los Dres. Toselli y Hernndez centraron su crtica a la resolucin dictada el 5 de marzo de 2012, haciendo mencin de uno de sus pasajes referidos a los testigos que revestan calidad de imputados y su imposibilidad de comparecer al debate, donde se recalc que no se pretenda una nueva exposicin de su parte, lo cual evidentemente en su caso atentaba contra la garanta de la no autoincriminacin obligatoria, motivo por el cual se incorporaron las declaraciones que prestaron con anterioridad a que se formalizaran las imputaciones penales en su contra. En relacin con lo expuesto, los letrados destacaron tambin que al momento de prestar declaracin la testigo Silvia Cecilia Bonsignore de Petrillo, el Tribunal le haba advertido sobre el impedimento para hacerlo en el caso de que estuviera imputada en alguna causa vinculada con los hechos investigados, para concluir en que siguiendo el criterio de aquella decisin no poda desconocerse que Agatino Di Benedetto se hallaba imputado en otros procesos y por lo tanto, su testimonio no poda ser valorado como el de un testigo que se haba manifestado libremente en este proceso. Asimismo, destacaron que la situacin de Agatino Di Benedetto y de Jorge Ernesto Curuchet Ragusin no era distinta de la de los testigos Eduardo Jorge Luttini, Vicente Cacaviello y Alberto Mattone, quienes haban
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declarado
con
anterioridad y se
hallaron
en
un
riesgo
cierto
de
autoincriminacin, lo cual se concret a travs del pedido de extraccin de testimonios que a su respecto formul la Fiscala de Juicio por su posible participacin en el hecho investigado, resultando claro que los tres ltimos no debieron concurrir al juicio porque su declaracin juramentada les ocasion una futura investigacin penal, dando por supuesto los defensores que en cambio no se haba formulado una peticin similar en relacin a Di Benedetto y al personal del Hospital Militar de Campo de Mayo porque sus dichos haban sido tiles para construir la hiptesis de la acusacin dirigida contra Santiago Omar Riveros. Creyeron los defensores que quien haba participado en el parto de una mujer embarazada detenida clandestinamente, encadenada y con sus ojos vendados, no haba hecho menos que lo que se les atribuy a los imputados de este juicio, descartando la presuncin de que lo hicieron bajo una causal de justificacin o inculpabilidad porque ello deba ser declarado judicialmente. A fin de ejemplificar la situacin precedentemente expuesta, invocaron los testimonios de Rosalinda Salguero; Maria Estela Herrera; Silvia Cecilia Bonsignore de Petrillo, Nlida Valaris, Cristina Ledesma -cuya declaracin se incorpor por lectura-, Margarita Mellia, Jos Aniceto Soria, Maria Luisa Prez, Isabel Manuela Albarracn, Ernestina Larretape y Ernesto Petrocchi, y por otra parte afirmaron que los testigos Julio Csar Caserotto y Agatino Di Benedetto fueron quienes impartieron las rdenes directas para el funcionamiento del Hospital Militar de Campo de Mayo por ser sus autoridades mximas y tambin evaluaron y calificaron al personal del hospital, circunstancia que haba sido valorada por todas las partes acusadoras para fundar la responsabilidad de Santiago Omar Riveros. Finalmente, destac la defensa que Curuchet Ragusn haba sido el superior jerrquico de Di Benedetto y de Caserotto, contando al momento de los hechos con el mayor grado de responsabilidad sobre el Hospital Militar de Campo de Mayo y sobre cada una de las Unidades Sanitarias que dependan del Ejrcito, incluso el Hospital Militar Central donde los acusadores situaron el nacimiento del nieto de la Sra. Estela Barnes de Carlotto. En funcin de las consideraciones expuestas, los defensores
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oficiales pidieron que se tuviera en cuenta que no se trataban de simples declaraciones testimoniales, ya que involucraban a personas que haban ocupado los eslabones de la maquinaria criminal descripta por las partes acusadoras en sus alegatos, siendo testimonios que, en definitiva, fueron brindados en violacin de las garantas constitucionales de su asistido. En tal sentido, pusieron de resalto algunos pasajes de las declaraciones de los testigos Pellerano; Valaris; Prez; Zaracho; Herrera y Bonsignore de Petrillo a fin de dejar demostrado que, en el afn por desvincularse de los hechos, stos haban sido reticentes en sus exposiciones, actitud que la defensa atribuy a la lgica necesidad de defenderse. Por otra parte, cuestion la credibilidad del relato de Bonsignore de Petrillo, en cuanto afirm que actu en un parto en el que la mujer tena sus
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ojos vendados y que al preguntar sobre el motivo de ello le dijeron que era para que no reconociera a las personas que estaban en la sala, dudando as la defensa que la nombrada haya podido creer que esas mujeres se encontraban detenidas a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, resultndole sospechoso adems el tiempo que la testigo tard en darse cuenta de lo ocurrido, toda vez que los partos tuvieron lugar entre los aos 1976 y 1977 y su renuncia se produjo en el ao 1982. Recalcaron que lo mismo se verific en la declaracin de Pellerano, quien pese a que desconoci la existencia de embarazadas detenidas en el hospital, relat un episodio que segn sus palabras rebals el vaso, cuando fue llamado junto con Schinocca para revisar a dos pacientes que no eran del hospital e imaginando la situacin, decidieron no atenderlas si no figuraban en el libro de guardia, versin que adems, segn la defensa, no fue coincidente con la de Schinocca. Sumado a ello, argumentaron los defensores que tampoco podan valorarse los testimonios de las monjas que declararon en el debate y los de las que se incorporaron por lectura, porque en los alegatos de las partes acusadoras se haba afirmado que la Iglesia en general y las monjas del Hospital Militar de Campo de Mayo colaboraron para llevar adelante la prctica de apropiacin de menores. En otro orden de ideas, los Sres. Defensores Oficiales de Jorge
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Eduardo Acosta, Dres. Eduardo Chittaro y Juan Tobas no formularon un concreto pedido de nulidad respecto de las declaraciones testimoniales que indicaran en su alegato, habiendo dejado en claro que un pedido en dicho sentido fue formulado por esa misma parte con anterioridad y rechazado por el Tribunal a travs de la resolucin del 5 de marzo de 2012, no obstante a lo cual, en el desarrollo de su alegato hicieron un cuestionamiento de dos declaraciones testimoniales que fueron incorporadas por lectura, tratndose de las de Nilda Orazi del 13 de julio de 1998 a fs. 2051/7 y Norma Burgos Molina a fs. 2065/2075, ambas de la causa nro. 1351. En tal sentido, los defensores indicaron las falencias que, a su criterio, presentaban ambas declaraciones, y que las privaban de validez para ser consideradas como elementos de prueba en la sentencia. Respecto de la declaracin que fue prestada por la testigo Orazi, destac la defensa que el acto se llev a cabo en la Embajada Argentina en Espaa, frente al Juez Instructor y Fiscal interviniente, y postul el incumplimiento de las formalidades establecidas por la ley para recibir una declaracin testimonial fuera del territorio nacional, y entendiendo por otra parte, que tampoco fueron observadas las formalidades propias del acta de una declaracin testimonial en s misma. Seal que en el caso de admitirse la validez del acto en cuanto a sus aspectos formales, exista una grave afectacin a la credibilidad de la testigo, por las razones que enumer. En primer lugar, la defensa sostuvo que existi un total desconocimiento de los datos relativos a las generales de la ley respecto de las cuales la declarante no fue interrogada, lo que implicaba que el Juez no haya podido apreciar completamente la posicin de la testigo frente a las partes y los hechos, quedando afectado el anlisis crtico de su relato. En segundo lugar, la defensa seal que no se haba informado a la testigo sobre las consecuencias de una declaracin mendaz, porque se omiti informarle las eventuales penas por el delito de falso testimonio, impidiendo la toma de conciencia por parte de la declarante respecto de la trascendencia del acto que estaba realizando, con lo cual la posibilidad de cometer errores haba quedado incrementada ya que se asumi el acto de una manera trivial.
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Agreg que la omisin de interrogar a la testigo sobre las generales de la ley constitua un aspecto fundamental para que el Juez y las partes -fundamentalmente la defensa-, valoren sus dichos, porque ello permita conocer pormenores de la declarante que pudieron alterar su exposicin. Por lo expuesto, concluy en que no poda ser valorado adecuadamente aquel testimonio, por no contar con los datos que serviran para evaluar la credibilidad de dicho relato ni evaluar su imparcialidad. Respecto a la omisin de comunicar las penas por falso testimonio, el defensor seal que se proyect negativamente en contra del imputado, a travs de las manifestaciones que pudo hacer la testigo por no haber sido impuesta de aqullas, sin que tampoco se la impusiera de las prescripciones del artculo 275 del Cdigo Penal que eventualmente podan
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aplicarse. De esta forma, consider la defensa que la testigo Orazi no declar de manera consciente y actual sobre las consecuencias que le acarreara cometer alguno de los supuestos de la citada norma, razn por la cual la versin brindada en esas condiciones, perda toda credibilidad como elemento de prueba en perjuicio del imputado. Agreg que en el caso de la declaracin testimonial de Burgos Molina se haba dado la misma situacin, aunque se intent relativizar dichas irregularidades mediante la utilizacin permanente de la frase segn creo frente a revelaciones que apuntaban de manera gravosa a su defendido Acosta, lo cual en tal contexto, no poda tenerse por cierto.
Sobre las cuestiones introducidas por las defensas, el Tribunal dice: En primer lugar, relacionado con los cuestionamientos a las incorporaciones por lectura de diversas declaraciones testimoniales que quedaran alcanzadas por la resolucin dictada el 5 de marzo de 2012 por el Tribunal, formulados por los Sres. Defensores Oficiales Dres. Toselli; Hernndez y Chittaro en la parte liminar de sus alegatos, corresponde destacar que tal postura ya fue exteriorizada con anterioridad por las mismas partes y fue tratada por el Tribunal el da sealado, por lo cual entendemos
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que corresponde, en lo atinente a los aspectos generales relativos a la validez de aquellos testimonios, hacer remisin a sus fundamentos, con el fin de no reeditar cuestiones analizadas. Asimismo, los cuestionamientos dirigidos respecto de la validez de las testimoniales de Nilda Hayde Orazi y Norma Susana Burgos Molina fueron objeto de un anterior anlisis en virtud de un planteo de nulidad que interpuso la defensa de Jorge Eduardo Acosta durante la etapa de la instruccin de la causa, y precisamente en relacin a ello se sostuvo que: Las piezas a las cuales alude la defensa como invlidas, han sido sometidas al control de las partes [] como as tambin lo ha efectuado el Superior, quien, tcitamente, convalid los testimonios al confirmar el procesamiento de, entre otros, Jorge Eduardo Acosta; al tenerlos como prueba de los eventos endilgados a los incusos. Y que: la totalidad de testimonios han sido recibidos conforme la legislacin procesal aplicable al caso, y, por ende, no se evidencia contrariedad con la regla establecida por el art. 166 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin. (Confr. fs. 33 del incidente nro. 43.585 mencionado), agregndose aqu que las circunstancias que, a criterio de la defensa, impediran tener por vlidas las declaraciones testimoniales de Orazi y Burgos Molina, no tienen entidad suficiente para restar eficacia a tales actos, motivo por el cual corresponde rechazar la peticin de los Sres. Defensores Dres. Eduardo Chittaro y Juan Tobas en tal sentido. Por otra parte, en relacin al cuestionamiento sobre las declaraciones brindadas durante la instruccin de este proceso por los testigos que al momento de los hechos juzgados haban prestado servicios en el Hospital Militar de Campo de Mayo, tambin es oportuno remitir a las consideraciones efectuadas al rechazarse las distintas oposiciones de las defensas, en razn a que cabe agregar que no fue acreditada circunstancia alguna compatible con una forzada situacin de autoincriminacin por su parte, como tampoco fue advertida la alegada falta de libertad ni condicionamiento alguno en esos relatos, siendo menester destacar que, respecto de los testigos que revestan calidad de imputados en otros procesos se distingui su situacin, dejndose en claro que no se pretenda una nueva exposicin en el debate, sino que nicamente se incorporaban las
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declaraciones que brindaron con anterioridad a que se formalizaran las imputaciones penales a su respecto, ya que lo contrario atentaba contra la garanta de la no autoincriminacin obligatoria (art. 18 de la Constitucin Nacional). Al respecto, corresponde recordar que la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad en la sentencia dictada en la causa nro. 13 el 9 de diciembre de 1985 sostuvo, bajo el ttulo 7.-Tacha de nulidad de la declaracin testimonial del Coronel ( R ) Roberto Rualds, que: ..si la declaracin prestada en la audiencia se utilizara en perjuicio del declarante en la causa en la que se encuentra procesado, podr su defensor plantear all las cuestiones a que se crea con derecho, pero formuladas en este juicio, resultan inatendibles. Tambin en orden a las impugnaciones de la defensa de Riveros
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sobre las declaraciones testimoniales brindadas en el debate por los mdicos y otros profesionales del Hospital Militar de Campo de Mayo, por considerar que a travs de todos ellos se pudo incurrir en una auto incriminacin -las cuales fueron enunciadas en el marco del cuestionamiento que los Sres. Defensores hicieron sobre la existencia de una maternidad clandestina en aqul lugar y la dependencia de ste a su asistido-, sin perjuicio de lo que se dir en el acpite respectivo, estimamos oportuno efectuar algunas consideraciones. En primer lugar, cabe dejar a salvo la condicin que revestan los mdicos y profesionales civiles del Hospital Militar de Campo de Mayo que declararon en este juicio, lo que nos lleva a aseverar que el conocimiento que aqullos pudieron tener sobre los hechos por los que fueron interrogados, se hallaba limitado frente al que pudieron tener los profesionales de investidura militar. Es as que de ninguna manera puede presuponerse con total certeza que, al momento de los hechos, aquellos testigos tuvieron el pleno o ilimitado acceso a la percepcin de las acciones desplegadas por quienes, por su funcin militar, tuvieron participacin en las actividades relacionadas con la denominada lucha antisubversiva cuyos efectos se extendieron al mbito de sectores o reas dependientes del Comando de Institutos Militares, como es el caso del Hospital Militar de Campo de Mayo. An cuando pudiera suponerse la circunstancial vivencia por
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parte de alguno de esos testigos de una situacin que -en su ntima creencia- le resultara sospechosa o anormal, ya por la percepcin de cualquier irregularidad en los procedimientos de rutina que deba observar el personal del hospital o que implic apartarse del protocolo que, en cada caso deba cumplirse, corresponde afirmar que tampoco aqullos contaron al momento de producirse ella-, con una va segura y eficaz para que se receptara adecuadamente, una manifestacin o denuncia en tal sentido, en plena vigencia de la dictadura militar. Pretender exigirles, desde la perspectiva democrtica de los tiempos actuales, a quienes, de manera ajena a su voluntad, pudieron tener noticia de algn acontecimiento ocurrido en el contexto poltico y social indicado, implicara colocarlos en la obligada situacin de asumir un acto de herosmo impensado para la poca de los hechos. Al respecto, no pueden dejar de considerarse los infortunados efectos que derivaron en perjuicio de quien en aqul momento tuvo la vehemente voluntad de denunciar ciertas circunstancias que evidenciaban el macabro velo de clandestinidad bajo el cual se llevaron a cabo las prcticas mdicas de mujeres embarazadas detenidas ilegalmente y de las que rodearon el nacimiento de sus hijos, informacin que inclusive les cost su propia desaparicin fsica -como ocurri en los casos de la enfermera Generosa Frattasi y la partera Mara Luisa Martnez de Gonzlez al informar a los familiares de Silvia Mabel Valenzi sobre el nacimiento de su nia y a la partera Delgadillo que inform sobre el nacimiento de los mellizos Reggiardo Tolosa (confr. T.O.F. 4, Causa nro. 1487 Zeolitti, Roberto Carlos y otros s/inf. art. 144 bis inciso 1 y ltimo prrafo de la ley 14.616 en funcin del art. 142 inc. 1 -ley 20.642-, art. 144 bis ltimo prrafo en funcin del art. 142 inc. 5 y art. 144 ter, prrafo 1 de la ley 14.616 y art. 80 inc. 2 del Cdigo Penal, sentencia del 23/09/2011 y T.O.F. 2, Causa nro. 1668 Miara, Samuel y otros s/inf. arts. 144 bis inc. 1 6 y ltimo prrafo ley nro. 14.616- en funcin del art. 142 inc. 1 -ley nro. 20.642- del C.P.; 144 bis, ltimo prrafo en funcin del art. 142 inc. 5 del C.P., en concurso real con inf. arts. 144 ter, primer prrafo ley 14.616- del C.P.). Asimismo, de las declaraciones producidas en este debate se
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comprob el pesar que para muchos testigos implicaba recordar estos hechos, haciendo una somera mencin aqu como ejemplo de ello, a la reaccin que exterioriz la obsttrica Nlida Valaris, quien rompi en llanto mientras se desarrollaba la inspeccin ocular en Campo de Mayo, y otros que dieron cuenta de haber recibido algn tipo de intimidacin antes de presentarse a declarar ante la CONADEP. Por lo cual, lejos de tratarse de personas que pudieron haberse representado alguna situacin de autoincriminacin en relacin a los hechos sobre los cuales testimoniaron, ya por haber supuesto la defensa que se encontraban obligadas a denunciar y no lo hicieron, o que intervinieron con poder de dominio en los hechos-, lo cierto es que se trat de personal civil del hospital que intervino incidentalmente y sin poder de decisin sobre lo
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sucedido por rdenes de los superiores del hospital, que directamente y por la especfica normativa que rega respondan a Santiago Omar Riveros, de quienes se pudo establecer que actuaron coaccionados por la particular situacin vivida en pocas de la ltima dictadura militar. Adems, resulta necesario recordar que para que exista
autoincriminacin, sta debe estar precedida de una conducta reprochable y la posicin que frente a los hechos cada uno de los testigos relat en la audiencia no puede ser includa en ese concepto. Sin perjuicio de lo expuesto, no se soslaya que entre los diversos testigos mencionados por la defensa, algunos han prestado su declaracin con mayor espontaneidad que otros, siendo evidenciado por algunos una ms elevada predisposicin orientada a colaborar con una mejor ilustracin de las circunstancias relatadas, mientras que otros lo hicieron de manera ms acotada, sin que esto pueda de entenderse de manera inequvoca como una actitud de reticencia para cumplir con su deber procesal, sino ms bien que tal circunstancia se corresponde con el comprensible temor que pudo impactar en torno a su relato y al entendible olvido en algunos casos, de ciertos detalles de hechos vivenciados treinta y cinco aos atrs. No obstante, hemos de remarcar que ninguna de las situaciones referidas afecta a la credibilidad en bloque de esos testimonios, entendiendo que cada uno de ellos en su individualidad, amerita una prudente evaluacin.
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Finalmente, sobre el cuestionamiento de la defensa a la incorporacin por lectura de las declaraciones testimoniales de Agatino Di Benedetto y Jorge Ernesto Curuchet Ragusin, y las declaraciones indagatorias de Julio Csar Caserotto, corresponde decir que tal circunstancia fue tratada oportunamente por el Tribunal al decidir sobre las oposiciones de las defensas. De los motivos expuestos en aquella oportunidad qued establecida la especial valoracin que deba efectuarse sobre ese tipo de declaraciones, claramente distinta a la de un testigo ajeno a los hechos investigados, no obstante lo cual, como antes se dijo, ello no afect a la validez misma del acto de incorporacin probatoria. Ms all de reiterarse que en el caso de Julio Csar Caserotto, su situacin se hallaba contemplada en el art. 392 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin. Por ltimo, respecto a las apreciaciones que la defensa oficial hizo en el contexto de sus crticas puntuales a las declaraciones testimoniales brindadas en el juicio por los mdicos y profesionales del Hospital de Campo de Mayo, estimamos pertinente distinguir su situacin que fue examinada en prrafos precedentes-, de la de los testigos de la Comisara 33 de la Polica Federal Argentina Vicente Caccaviello, Alberto Mattone y Eduardo Jorge Luttini, quienes debieron dar cuenta de las circunstancias que rodearon el hallazgo del menor Simn Mndez, en funcin de cuyos relatos en la audiencia de debate la Fiscala expresamente solicit que se extrajeran los testimonios del caso a fin de que se investigara la posible comisin de un delito de accin pblica por el incumplimiento de sus deberes como funcionarios pblicos. A la impugnacin de la defensa sobre la incorporacin por lectura del testimonio del fallecido Jorge Eduardo Noguer, por haber sido brindada en otro proceso, alegando la falta de control que tuvo sobre aqul, tambin se trata de una cuestin debatida por el Tribunal con fecha 5 de marzo de 2012, sin que ahora la defensa hubiera introducido nuevos argumentos que promuevan un nuevo anlisis en tal sentido. Sin perjuicio de ello, acerca de la invocacin que los Sres. Defensores Oficiales hicieran del precedente de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin Alfonso del 25 de septiembre de 2007 concretamente, del
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Dictamen del Sr. Procurador Fiscal-, corresponde destacar que la cuestin all decidida no resulta aplicable al caso de autos, debido a que all se dictamin sobre la validez de la valoracin de declaraciones prestadas ante la autoridad policial, habindose establecido que ello no poda ser asimilado a ninguno de los supuestos contemplados en el art. 391 del Cdigo Procesal Penal y por lo tanto, tampoco poda atriburseles el valor indiciario que se les asign en la sentencia recurrida. A las consideraciones transcriptas, nos permitimos agregar aqu el criterio delineado por el Tribunal en cuanto a lo que en procesos como los que nos ocupan, han de entenderse comprendidas dentro de la instruccin, las declaraciones testimoniales brindadas en otros procesos de indiscutible vinculacin con los que fueron sometidos a juicio.
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A propsito de los casos de testigos cuya situacin fue encuadrada en el art. 391 inc. 3 del C.P.P.N y, siendo el ltimo caso examinado uno de ellos, basta decir que Noguer prest declaracin testimonial a fs. 1114/1115 de la causa nro. 37/95 caratulada Tetzlaff, Herman Antonio y otra s/arts. 139, 2do prrafo y 146 del C.P. del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional nro. 1 de San Isidro, Provincia de Buenos Aires; y que la incorporacin por lectura de su declaracin fue admitida por el Tribunal luego de haberse corroborado de manera fehaciente su fallecimiento, circunstancia que resulta suficiente para su inclusin en las previsiones de aqul articulado. La universalidad probatoria existente en distintas causas no puede ser desechada si se tiene en cuenta la materia que se juzga, que obliga al Estado a su utilizacin por tratarse de hechos que han violado los derechos humanos y son delitos que afectan a toda la humanidad. En definitiva, corresponde rechazar el planteo efectuado por las defensas para restar validez a la declaracin testimonial de Jorge Eduardo Noguer incorporada por lectura al debate mediante resolucin del 5 de marzo de 2012, toda vez que ya fue determinado el criterio bajo el cual deban entenderse abarcadas las declaraciones prestadas en sede instructoria en procesos que, en virtud a sus objetos procesales, se encuentran relacionados a los presentes. Es as que oportunamente en todos los casos, el Tribunal adopt
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las medidas pertinentes para informar lo relacionado a tales circunstancias a los efectos de preservar adecuadamente la validez de sus testimonios, asegurando en todo momento con igual miramiento el pleno ejercicio de la defensa en juicio, restando por decir a dicho respecto, que nunca estuvo en duda la particular entidad probatoria que deba reconocerse a esos testimonios en la valoracin final. En consonancia con el criterio fijado, los mismos recaudos han sido observados en relacin a Agatino Di Benedetto y Julio Cesar Caserotto, debiendo destacarse que respecto del ltimo de los nombrados se mantuvo la incorporacin por lectura de sus declaraciones indagatorias obrantes a fs. 2067/2068 y 2322/2327 de la causa nro. 1499, y advertido que fue que se instruyeron dos causas diferentes, en una de las cuales prest declaracin como testigo y en la otra como imputado entre las cuales exista una unidad probatoria, a los efectos de preservar el derecho de defensa en juicio, se dio prevalencia a la incorporacin de las declaraciones indagatorias indicadas sobre la testimonial que en su momento fue solicitada por los acusadores. En cuanto a la invocada falta de control de la defensa sobre tales probanzas, y ms all de reafirmarse que en todo momento tuvieron acceso al proceso y dispusieron de la totalidad de las pruebas producidas a lo largo del debate, fcilmente puede deducirse la posibilidad cierta que las partes tuvieron de ofrecer cualquier otra prueba tendiente a neutralizar el potencial valor cargoso, que en tono con su postura, pudiera surgir de los elementos cuestionados. Todo el material documental constituye para el Tribunal una fuente de prueba, con los alcances especificados en cada caso, til para la dilucidacin de los hechos que deban ser probados, incorporados por un medio legal. En otro orden, respecto de la crtica que la defensa postulara sobre la aplicacin de la Acordada nro. 1/12 de la Cmara Federal de Casacin Penal, resulta menester mencionar que a travs de su regla quinta referida al tratamiento de testigos, aquella expresamente autoriza la incorporacin de declaraciones de otros procesos y contempla la dispensa para declarar de vctimas y testigos por causas de salud mental, afectacin de sus emociones y
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ante el supuesto de posibles amenazas, debiendo agregarse que aquella disposicin no fue el fundamento exclusivo de la resolucin puesta en crisis, donde tambin fueron aplicadas las disposiciones del artculo 79 sobre derechos del testigo y la vctima y de los artculos 391 y 392, todos del Cdigo Procesal Penal de la Nacin. Por ltimo, de manera complementaria a las consideraciones precedentemente efectuadas, corresponde sealar que en ningn momento la defensa se vio impedida, en el ejercicio de la actividad que le es propia, de la efectiva posibilidad de ofrecer pruebas para desvirtuar el contenido de las declaraciones cuyo control dijo no haber tenido.
Santiago Omar Riveros contra el Informe remitido por la Direccin de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa sobre las Juntas de Calificaciones: En primer lugar corresponde dejar a salvo la validez que cabe reconocer a los testimonios brindados en el debate que ilustraran las circunstancias en las cuales se produjo el nacimiento de Francisco Madariaga Quintela y Pablo Casariego en Campo de Mayo, lo cual ms all de conformar objeto de un anlisis ms extenso en el captulo relativo a la acreditacin de aquellos hechos, no permite que, en juego con otros testimonios y pruebas documentales que se indicarn, sea cuestionada la relacin guarnicional entre el Hospital de Campo de Mayo y el Comandante de Institutos Militares, que al momento de los sucesos era Santiago Omar Riveros. Asimismo, otros elementos de prueba que contribuyen a reforzar ello consisten en la Directiva nro. 504/77 y la Orden de Batalla respectiva citada en el alegato de la Fiscala, de la que surge con claridad esa relacin operacional del Hospital Militar de Campo de Mayo con el Comando de Institutos Militares, en el contexto de la denominada lucha contra la subversin. La circunstancia de que ningn mdico sea calificado por Riveros en nada modificaba esa conclusin pues estaba claro que la cadena de mando pasaba por el Director del Hospital, quien s responda a Riveros a tal efecto.
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Por otra parte, ello queda acreditado a travs de la documentacin remitida junto con el oficio de fs. 858 del legajo de actuaciones de juicio por la Direccin de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa. La documental mencionada corresponde a las copias certificadas del Libro de la Junta Superior de Calificaciones de Oficiales del Ejrcito correspondiente al ao 1977. En atencin a que la defensa oficial plante la nulidad del informe elaborado en tal sentido por considerar que se trataba de prueba aportada por quien no era parte en el juicio en violacin a las normas que imponan su actuacin, corresponde sealar que en esta oportunidad la defensa expuso los mismos argumentos que virtiera al momento de formular su oposicin a la incorporacin por lectura de tal documento, sin introducir ningn nuevo elemento que suponga la necesidad de revisar el criterio fijado por el Tribunal en la decisin notificada en el debate de fecha 26 de enero de 2012. Sin perjuicio de ello, y por guardar directa relacin con la cuestin introducida, estimamos pertinente remitir a las disposiciones del Decreto nro. 788/07, entre las cuales fue consignada la especfica misin encomendada a esa Direccin de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa de la Nacin relativa a la coordinacin y supervisacin en las investigaciones judiciales. Es que aqul organismo tiene la misin de colaborar activamente en la consolidacin de la lucha contra la impunidad por graves violaciones a los derechos humanos y entre las tareas que realiza, se destaca por un lado la labor de revisin de los archivos histricos de las Fuerzas Armadas para la bsqueda y produccin de informacin referida a las causas por violaciones a los derechos humanos. De su misin y objetivos, se destacan: a. [el] Desarrollo de una poltica coordinada y centralizada de actuacin con los dems organismos del Estado; c. [el] Desarrollo de una poltica institucional compatible con las exigencias republicanas en materia de acceso a la informacin pblica, colaborando activamente con los requerimientos de informacin y seguimiento de casos por graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante la vigencia del Terrorismo de Estado y cualquier otro suceso que involucre o haya involucrado el desempeo de las instituciones del sector. Como una de las trascendentes polticas desplegadas por esa
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Direccin, surge la puesta en marcha de un plan de trabajo con los archivos histricos a los efectos de inventariar cualitativamente el acervo documental de las Fuerzas Armadas. La tarea fue realizada a fin de coordinar con las instancias estatales para el adecuado desarrollo del proceso de bsqueda y produccin de informacin referida a procesos por violaciones a los derechos humanos durante la vigencia del Terrorismo de Estado y garantizar el derecho de toda la sociedad a conocer el pasado reciente. As fue consignado tambin que: En consonancia con los compromisos asumidos por el Estado Argentino en materia de derecho a la verdad, desde el Ministerio de Defensa se impulsaron una serie de medidas tendientes a anular todo tipo de limitacin al acceso a la informacin relativo al accionar de las Fuerzas Armadas durante el Terrorismo de Estado.En el ao 2009 se impuls el dictado del
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Decreto 1137/09 mediante el cual se relev de la clasificacin de seguridad Estrictamente Secreto y Confidencial a una serie de documentacin de inteligencia que resultaba necesaria a los fines de llevar a cabo una audiencia de debate oral en el marco de un proceso judicial por violaciones a los derechos humanos durante la vigencia del Terrorismo de Estado En el mes de enero de 2010 la Sra. Presidenta de la Nacin firm el Decreto nro. 4/2010 que estableci la desclasificacin de toda aquella informacin que se encuentre vinculada al accionar de las Fuerzas Armadas, durante el perodo temporal de 1976-1983.. Entre las acciones de la Direccin de Derechos Humanos y Derecho Internacional Comunitario, est la de coordinar y supervisar la colaboracin del rea de Defensa en las investigaciones judiciales vinculadas con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Al respecto, cabe poner de resalto que expresamente se consign en el oficio de fs. 858: Se hace saber que la presente remisin se realiza en el marco del relevamiento de documentacin que el Grupo de Trabajo que se conformara en el mbito de la Direccin Nacional de Derechos Humanos y de Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa realiza en los Archivos de las Fuerzas Armadas. Precisamente, la documentacin en cuestin, como surge del oficio de remisin fue parte del relevamiento de documentacin que se realizaba en los Archivos de las Fuerzas Armadas por el Grupo de Trabajo que se conform en esa Direccin.
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De las consideraciones efectuadas, resta mencionar que el documento aportado por la Direccin de Derechos Humanos no fue catalogado con el carcter de reservado por la funcionaria que suscribi su remisin, de cuya especfica competencia vale destacar, que se trata de la Sra. Stella Segado, Directora a cargo de aqulla. Relacionado con las circunstancias apuntadas, resta decir que las constancias apuntadas por la Junta de Calificacin de un mdico militar registradas documentalmente en los trminos certificados por la Direccin indicada-, tampoco puede encuadrarse bajo ningn carcter de reserva o confidencialidad de la informacin consignada. En definitiva, de las disposiciones de los decretos antes mencionados no surge prohibicin alguna para aquella Direccin de remitir documentacin que considere pertinente, an cuando no media un requerimiento previo de parte de la justicia. Por otra parte, cabe dejar aclarado que a travs de la decisin del Tribunal de fecha 26 de enero de 2012, la pertinencia de aquella medida de prueba de ninguna manera qued librada a la subjetividad de quien pusiera en conocimiento de estos procesos la informacin contenida en las copias del Libro de la Junta de Calificaciones aludida, toda vez que resultaba exclusivo resorte del Tribunal la evaluacin para su incorporacin por lectura a este debate. Por ltimo, en refuerzo de la validez formal del documento, del cual ya se sostuvo que cont con la intervencin de una funcionaria pblica competente designada al frente de una reparticin estatal que posee la custodia y guarda del acervo documental materia de revisin, los pertinentes libros del Ejrcito-, debe sealarse que tampoco el documento fue redargido de falso. Ahondando sobre la decisin en cuanto a la pertinencia y utilidad de este tipo de prueba y por consiguiente, sobre la inexistencia de impedimento a los fines de su valoracin final, vale evocar el criterio adoptado en relacin a diversas constancias y documentacin que en algunos casos fue aportada por algunos testigos que depusieron en el debate, cuestin que tambin fue especficamente tratada por el Tribunal, motivo por el cual no
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resulta ilgico marginar la informacin aportada en el proceso por parte de un organismo pblico con clara potestad para ello. Al respecto, y pese a que a esta altura se torna redundante recordar los lineamientos expuestos por el Tribunal durante el desarrollo del debate y en ocasin de contestar las respectivas oposiciones de las defensas sobre este punto, vale evocar que se sostuvo: 4) A fin de zanjar las dudas expuestas por algunas de las defensas que intervienen en este proceso, en relacin a la incorporacin al debate de las piezas documentales y/o instrumentales, que a lo largo de este juicio han ido aportando diversos testigos en el marco de sus respectivas declaraciones ante este Tribunal, y concretamente al manifestar su oposicin respecto de las piezas probatorias que aportaran las testigos Mariana Zaffaroni Islas y Mirta Guarino, este Tribunal habr de dejar sentado su criterio al respecto: En tal sentido se
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considera que tal documentacin da razn a los dichos de los testigos, tal como ha sido sostenido en otras ocasiones al resolver oposiciones similares a las mencionadas al momento de recibir declaracin a Norberto Liwsky y a Victoria Ginzberg. Dichas piezas forman parte integrante de la exposicin del testigo, sin perjuicio del valor probatorio que ulteriormente cada una de las partes les den a las mismas; y su
introduccin al debate deviene como consecuencia de la obligacin del Tribunal de valorar todos aquellos medios que lleguen a su conocimiento y que resulten pertinentes y tiles, a los fines del objeto procesal que se investiga en las actuaciones, y desconocerlos atenta contra aqul deber y contrara el principio de la bsqueda de la verdad real que rige el debido proceso. Por ello, y a fin de aclarar cuales son los alcances que tiene la aceptacin por parte del Tribunal al momento de recibir por parte de cada uno de los testigos, que lo han hecho, aquella prueba aportada al momento de declarar en juicio o que lo hicieron con posterioridad, pero con previo aviso al momento de ser escuchados, habr de decirse que la misma se encuentra incorporada al debate (confr. resolucin plasmada en el acta de juicio correspondiente al da 26 de enero de 2012). Por otra parte, relacionado con la cuestin que viene siendo analizada tambin ha sido suficientemente delineado a lo largo de la etapa probatoria cumplida en el debate, el criterio observado respecto de lo preceptuado en el art. 388 del ordenamiento ritual, habiendo quedado establecidos en cada caso en que as ocurri, los motivos que justificaron la incorporacin probatoria de las medidas que encuadraban en dicho supuesto,
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como as tambin cuando se rechaz. A propsito del artculo citado, corresponde decir en consonancia con las consideraciones efectuadas con anterioridad que la defensa que impugn la documental en cuestin se encontr posibilitada en todo momento de aportar prueba a fin de contrarrestar ese informe, precisamente en virtud de la amplitud probatoria que ha regido en el debate, de conformidad con el art. 388 del C.P.P.N., lo cual no hizo. Concretamente respecto de los pasajes consignados en las copias certificadas del Libro de la Junta de Calificaciones del Ejrcito cabe decir que, sin perjuicio de que no poseen firma ni fecha cierta, en plena consonancia con el criterio que en muchas oportunidades fue afirmado por el Tribunal, no se soslaya el especial cuidado con el que han de ser evaluados, de acuerdo con la sana crtica racional y teniendo en cuenta que se trata de documentos oficiales. De tales constancias documentales, se desprende que Santiago Omar Riveros elogiaba la colaboracin del Director del Hospital Lorenzo Pedro Equioiz con el Comando en la lucha contra la subversin (en sus palabras), con gran predisposicin, lo cual contribuye a acreditar la indiscutible relacin operacional entre ambos (confr. fs. 29 de la documental indicada).
IX. HECHOS:
Est legalmente probado al menos en dos casos de apropiacin de menores de diez aos que stas se cometieron fuera de algn centro clandestino de detencin especfico. En tales circunstancias los menores se hallaban en el lugar donde acontecieron enfrentamientos armados entre personal militar y los moradores de las viviendas. Ellos son los de Hilda Victoria Montenegro Torres y Clara Anah Mariani.
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Hilda Victoria, hija de Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro, naci el 31 de enero de 1976 en el Hospital Israelita de esta ciudad, siendo inscripta por sus padres biolgicos con ese nombre. La nia fue sustrada de la custodia de sus progenitores en el operativo ocurrido aproximadamente el 13 de febrero de 1976, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenida y oculta en poder del Mayor Herman Antonio Tetzlaff, quien se encontraba casado con Mara del Carmen Eduartes, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos de la nia la que fue inscripta como Mara Sol Tetzlaff, situacin que perdur hasta el 7 de julio de 2000, ocasin en que fuera informada en el marco de la causa N 37/95, caratulada Tetzlaff, Herman Antonio y otra s/ inf. Arts.
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139, 2 prrafo, 146 y 293 del CP del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 7 de San Isidro, provincia de Buenos Aires, del resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, y que obra glosado a fs. 349, 359, 388/397, 574/575 y 1442/1476 de esas actuaciones. Ahora bien, la causa que permiti la identificacin de la hija de Hilda Torres, de 18 aos de edad, y Roque Montenegro, tuvo inicio recin en enero del ao 1988, quedando primeramente registrada bajo el N 3016/88 por ante el Juzgado Federal de Primera Instancia de San Isidro, provincia de Buenos Aires. En ella se denunciaba, entre otras cosas, que el Mayor Tetzlaff tena anotada como hija biolgica a una nia llamada Mara Sol Tetzlaff Eduartes de entre 11 y 12 aos que podra ser hija de desaparecidos. Asimismo, en dicha presentacin se acompa adems una copia simple del acta de nacimiento N 298 donde constaba tal circunstancia. Fue as, que mediante el estudio inmunogentico realizado por miembros del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, remitido el 1 de noviembre de 1993, respecto del grupo humano constituido por Herman Antonio Tetzlaff, Mara del Carmen Eduartes y la inscripta como Mara Sol Tetzlaff se determin la no peternidad ni maternidad de aqullos con respecto a la tercera de los nombrados (cfr. pericia de fs. 388/397 de la causa N 37/95).
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Pero no fue sino hasta el 7 de julio del 2000 fecha en que fue remitido al Juzgado el estudio pericial efectuado nuevamente por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand que concluy que del grupo humano involucrado en la pericia no era posible excluir a Roque Orlando Montenegro ni a Hilda Ramona Torres como padre y madre biolgicos, respectivamente, en relacin a Mara Sol Tetzlaff, y que los nombrados en clculos matemtico-estadsticos tenan una probabilidad de parentalidad de 99,96% el primero y 99,91% la segunda, lo cual significaba que Hilda Torres y Roque Montenegro (padres alegados desaparecidos), tenan ambos esas probabilidades de haber sido los padres biolgicos de la inscripta como Mara Sol Tetzlaff (cfr. pericia de ADN obrante a fs. 1442/1476 de la causa referida incorporada por lectura en el punto 406). Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, el Dr. Jorge Horacio Solimine, bioqumico y Sergio Valente, tcnico qumico, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Pero el resultado de esta pericia se encuentra notificado fehacientemente a la inscripta como Mara Sol Tettzlaff a partir del acta de fecha 28 de noviembre de 2000, da en el cual se le hizo entrega de las copias de la pericia antes mencionada (cfr. fs. 1570 del expediente referido). Cabe agregar que estos hechos se encuentran probados por la sentencia dictada el da 13 de agosto de 2001 en el marco de la causa N 37/95, caratulada Tetzlaff, Herman Antonio y otra s/ inf. arts. 139 segundo prrafo, 146 y 293 del CP del registro de Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, Secretara N 7 -ex causa N 3016/88 Chorobik de Mariani, Mara Isabel s/denuncia-, mediante la cual se conden a Herman Antonio Tetzlaff a la pena de ocho aos de prisin, accesorias legales y costas por considerarlo autor material penalmente responsable de los
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delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos en la persona inscripta como Mara Sol Tetzlaff, en concurso real con supresin del estado civil de la menor mediante la falsificacin ideolgica de documento pblico, los que concurren materialmente entre s, y se declar la falsedad ideolgica del Acta N 298 del Registro Civil Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas Delegacin Boulogne-; del DNI nro. 25.299.533; y la falsedad de la constatacin de nacimiento de la inscripta como Mara Sol Tetzlaff, finalmente declarando que la nombrada se trataba en realidad de Hilda Victoria Montenegro -DNI nro. 25.142.481, inscripta en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, inscripcin 7, Tomo 1 D, N 108 de 1976(cfr. fs. 1659/1677 de la causa N 37/95, incorporada por instruccin
Asimismo, en ella el Magistrado declar inimputable a Mara del Carmen Eduartes y en consecuencia se la absolvi en orden a los delitos que se le imputaron en el marco de aqulla causa. Dicho decisorio fue confirmado el 15 de mayo de 2002 por la Sala I de la Cmara Federal de Apelaciones de San Martn sin perjuicio de reducir la pena impuesta a Tetzlaff a cuatro aos y seis meses de prisin (cfr. fs. 1777/1792). Y cabe recordar que Tetzlaff en su indagatoria y ampliacin de ella haba declarado que, pese a que no se encontraba presente, Mara Sol haba nacido el 28 de mayo de 1976 en la va pblica en cercanas de una sala de asistencia mdica lindante a la Comisara de Boulogne, a la vez que neg rotundamente conocer al mdico que haba asistido el parto, Dr. Carlos Zucca, con lo cual a Hilda Victoria Montenegro se le sigui ocultando su verdadero origen, impidindole de esta forma conocer a su familia biolgica y quienes fueron sus padres. As las cosas, mediante oficio recibido el 6 de diciembre de 2004 se dej constancia en autos que por Resolucin N 1473 de la Direccin Nacional del Registro Nacional de las Personas se procedi a la anulacin de la identificacin N 25.299.533 a nombre de Mara Sol Tetzlaff Eduartes as como tambin del Acta N 298 del ao 1976 del Registro Civil de Boulogne, provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 1920 del expediente N 37/95).
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A partir de ello conocemos que Hilda Victoria Montenegro, fue apropiada por el entonces Mayor del Ejrcito Herman Antonio Tetzlaff, siendo inscripta como hija biolgica del matrimonio compuesto por el nombrado y Mara del Carmen Eduartes, bajo el nombre de Mara Sol Tetzlaff, alterndole de esta forma su estado civil e identidad. Entonces, la inscripcin de la hija de Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro como hija propia de Tetzlaff y Eduartes, pudo lograrse a travs de un certificado de nacimiento apcrifo. En efecto, del Formulario N 1 falso -constatacin de nacimiento- Acta N 298, el cual es requerido como antecedente para toda inscripcin, se desprende que el da 28 de mayo de 1976, en el domicilio ubicado en la calle Uriarte 3096 de la localidad de Boulogne Sur Mer, naci de un parto simple, una criatura de sexo femenino, cuya existencia constaba por haber asistido el parto el mdico que lo firmaba, apareciendo como tal el Dr. Juan Carlos Zucca (cfr. fs. 2467/2468 de la causa N 1499 incorporadas por lectura en el punto 405). Asimismo, se observa que en la parte inferior del Formulario se verifica que quien suscribi el documento como denunciante del nacimiento fue Herman Antonio Tetzlaff, figurando como padre de la criatura y como madre su mujer Mara del Carmen Eduartes. Ahora bien, respecto de la crianza, y los pormenores de su vida como hija biolgica de los Tetzlaff, Hilda Victoria Montenegro Torres pudo ilustrarnos con su declaracin prestada en el marco de este debate el da 25 de abril de 2011. En dicha oportunidad, manifest que recuper su identidad haca aproximadamente de once aos atrs, pero que por primera vez y recin en este juicio poda contar su historia pblicamente. En relacin a su infancia narr que fue criada por los Tetzlaff, describiendo lo difcil que result para ella recuperar su verdadera identidad y sacar a quienes fueron sus apropiadores del lugar de padres, dejando de justificarlos y sobre todo conocer y establecer un vnculo con su verdadera familia. Explic que fueron justamente estos ltimos quienes la ayudaron a atravesar ese proceso traumtico y le contaron cmo fue su bsqueda desde el da en que desapareci.
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Hilda Victoria explic que supo que en los meses previos al golpe de estado de 1976, su ta, Antonia Azucena Montenegro haba ofrecido llevrsela consigo puesto que en ese momento tanto ella como sus padres corran peligro en Buenos Aires, pero su padre se neg puesto que deban permanecer juntos como familia. Relat que creci pensando que era hija de Tetzlaff y su mujer y que cuando preguntaba acerca de su nacimiento, le comentaban que haba nacido el 29 de mayo de 1976, da del Ejrcito, en la Clnica del Sol, mientras Herman Tetzlaff participaba de un desfile militar y que por eso le haban puesto ese nombre. Pero, explic que con el tiempo comenzaron las dudas, sobre todo en el ao 1989 cuando Herman Tetzlaff haba sido citado por un Juzgado de Morn, donde un Juez, amigo de aqul, lo recibi junto a ella en
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su despacho, sac un expediente del cajn y refiri que iba a pasar la causa a otro Juez porque las viejas haciendo alusin a las Abuelas de Plaza de Mayo- haban empezado otra vez a molestar. Fue as que, Hilda Victoria cont los detalles de su infancia, durante la cual Tetzlaff le explicaba que en la Argentina haba ocurrido una guerra y que l era un soldado, y que por causa de la subversin las Abuelas se estaban vengando daando a su familia, al mismo tiempo que le manifest que los desaparecidos no existan. La nombrada expuso que para ese entonces no cuestionaba nada de lo que deca su apropiador, quien ejerca una autoridad terrible en su casa, no se poda disentir con aqul, recordando que las discusiones con Herman Tetzlaff siempre terminaban con un arma en la mesa manifestando que l siempre tena la razn y ms cuando l lo deca. Victoria relat su experiencia en los asados que se realizaban en el cuartel de Campo de Mayo, donde desde la cabecera de la mesa Tetzlaff relataba a sus subalternos sobre cmo mataba subversivos durante los aos del golpe, as explicaba con detalle cmo antes de los operativos de secuestro reunan la informacin de inteligencia, por ejemplo interceptando llamadas, recordando uno en particular en el cual un subalterno de Tetzlaff le pregunt a ste por qu si haban matado a treinta mil personas, no mataron a treinta y un mil, aludiendo a los hijos de los desaparecidos, a lo que su apropiador le respondi que ellos eran cristianos y que por eso crean que esos nios se podan recuperar. Hilda
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Victoria relat que con ella sus apropiadores eran mucho ms rgidos que con su hermana de crianza, recordando que Tetzlaff en una oportunidad le dio un fuerte cachetazo por estar cantando la cancin de Pedro y Pablo, la marcha de la bronca, y que en otra ocasin quiso levantar un panfleto de un partido ecologista y la obligaron a tirarlo al piso porque decan que era subversivo y contagioso. Refiri que para cuando tena quince aos aproximadamente, comenz a ver a Tetzlaff muy nervioso con motivo de una causa judicial que la haba tomado un Juez de apellido Marquevich, refirindose Tetzlaff a l como un Juez Montonero, manifestndole adems que estaban las Abuelas, que a ella le iban a terminar sacando sangre y que como el Banco Nacional de Datos Genticos lo manejaban ellas seguro se iba a concluir que ella era hija de la subversin y se la iban a llevar de la casa. Hilda Victoria relat que con el paso de unos aos, Tetzlaff fue finalmente detenido el 2 de diciembre de 1997, y al da siguiente ella fue notificada de los resultados de la pericia de ADN que determinaron que no era hija biolgica del matrimonio Tetzlaff - Eduartes. Expuso que en ese momento ella no quera aceptar los resultados y se negaba a creerlos. Depuso que cuando fue a la crcel a visitar a Tetzlaff, y ste le orden que no llorara porque no haba que mostrar debilidad ante el enemigo, y le mencion a Tetzlaff que poda realizarse una contraprueba, pero l le contest que no, momento en el que comenz a entender que Herman Tetzlaff siempre conoci que ella no era su hija. En esos das, relat que recibi un llamado telefnico del amigo que Tetzlaff tena en la Justicia, puesto que aqul era quien le adelantaba las resoluciones que se tomaban en la causa, luego supo que esta persona era Juan Romero Victorica, cuyo cargo era el de Fiscal de la Cmara Nacional de Casacin Penal. A los pocos meses, para abril de 1998, Tetzlaff fue liberado. Fue as que Hilda Victoria describi que cuando se le solicit nuevamente una muestra de su sangre ella encontr en aqul pedido, una posibilidad para frenar el avance del expediente seguido contra Tetzlaff, manifestando que ella en ese entonces viva aqulla situacin como una guerra en la que iba a batallar hasta lo ltimo, y senta miedo de ir contra Tetzlaff, traicionarlo, y perder su afecto, e incluso cuando su propio marido, Gustavo
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Tarelli, la alentaba para que se extrajera sangre, ella lo acusaba de traidor. En ese contexto, Victoria se neg a la extraccin hemtica, relatando que la incidencia lleg hasta la Cmara Federal de San Martn, cuyos miembros solicitaron una audiencia previa con ella. Victoria expres que antes de ello, Tetzlaff la haba advertido manifestndole que en esa Sala haba dos jueces que eran de la causa, mientras que otro era el enemigo. Finalmente los Camaristas no autorizaron la extraccin compulsiva y Tetzlaff la felicit la por el triunfo. Sin embargo, explic que ese da sinti mucha angustia porque entendi que si alguna vez quera saber su verdad y quin era, ya no podra. Narr que el tiempo pas y para el ao 2000 el Banco Nacional de Datos Genticos pudo realizar el cotejo con la sangre existente el cual concluy quienes eran sus verdaderos padres, pero describi que en ese momento
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cuando ley los porcentajes y los nombres de sus paps sinti terror, pensando soy hija de la subversin, que ahora ella era el enemigo y que su pap ya no la iba a querer ms. Relat que de all parti inmediatamente a verlo a Tetzlaff a quien le relat lo sucedido, frente a lo cual aqul no pareci sorprendido. Fue as, que Victoria explic que lo interrog acerca del nombre de sus padres, y Tetzlaff le confes el nombre de guerra de su abuela biolgica. La nombrada describi que en ese momento entendi que Tetzlaff siempre supo quines eran sus verdaderos padres. Hilda Victoria expuso que en los das posteriores fue junto a su marido, a cenar con Tetzlaff, siendo que en esa oportunidad le revel algo increble para ella, pues le dijo que sus padres haban sido asesinados por l mismo en un operativo del Ejrcito el 13 de febrero de 1976, y que l haba sido el Jefe del grupo que entr a su casa y los mat, pero quien complet ese relato, fue Mara del Carmen Eduartes la cual le cont cmo la haba encontrado Tetzlaff debajo de una mesa, con los odos sangrando y sin parpadear y que durante los meses siguientes l no dejaba de hablar de esa criatura, y cmo la convenci de ir a buscarla a una comisara femenina de San Martn donde exista una nursery con nios que eran cuidados por monjas. Asimismo, la nombrada depuso que su apropiadora le revel tambin que los bebs permanecan all por unos cinco o seis meses y que luego eran enviados a la Casa Cuna. As comprendi entonces por qu en su casa no haba fotos
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suyas de recin nacida. Comprendi que muchas cosas que ella poda hacer antes que otros chicos, era porque haba nacido en realidad 6 meses antes de lo que figuraba en su partida apcrifa. La joven cont adems que Tetzlaff particip tambin en otros casos de apropiaciones de nios, tal era el caso de Horacio Pietragalla, quien recuper su identidad en abril del ao 2003. Explic que aqul se cri junto a ella de chiquitos ya que su apropiador se lo haba entregado a la mujer que realizaba tareas domsticas en su casa, quien lo anot como Csar Castillo un ao despus de su verdadero nacimiento, detallando adems que Herman Tetzlaff fue el padrino del nio. Explic que incluso vivan en el mismo edificio que ella y que con Horacio tenan trato de primos. En lo que respecta a la verdadera identidad de Horacio record que cuando l supo que se estaba cuestionando la filiacin de la nombrada con respecto a la familia Tetzlaff a travs de una causa judicial, y que en esa causa tambin se cuestionaba su propia identidad biolgica, Horacio comenz a dudar a cerca de su origen y decidi ir a Abuelas de Plaza de Mayo. Hilda Victoria, expres que al enterarse de ello, rpidamente se lo coment a Tetzlaff, quien le confes que efectivamente Horacio era hijo de desaparecidos. Pero adems record que Tetzlaff le dijo quienes haban sido los padres de Horacio, que aqul haba participado del operativo, y que ese nio le deba la vida porque un superior suyo lo quera asesinar. Dicha circunstancia surge tambin de la publicacin de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo de la que se desprende que el actual Diputado de la Nacin Argentina, Horacio Pietragalla, naci el 11 de marzo de 1976 y fue secuestrado y separado de la custodia de sus padres, Liliana Corti y Horacio Miguel Pietragalla, el 4 de agosto de ese mismo ao en un operativo realizado en la casa donde vivan en Villa Adelina cuando aqul slo contaba con apenas cinco meses de vida. Que en el ao 2002 se acerc a la CONADI y a travs del examen de ADN se determin el da 4 de abril de 2003 su verdadera identidad. Asimismo, Hilda Victoria cont tambin que en el barrio en el que se cri durante su infancia vivan alrededor de cinco o seis hijos de desaparecidos los cuales fueron criados por familias de militares,
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puntualizando que ello lo supo porque el mismo Herman Tetzlaff se lo haba relatado. Ella explic que su relacin con Tetzlaff fue enfermiza, tanto que en una oportunidad en la que viajaban en auto por la zona de Boulogne l le coment que mirara hacia su izquierda sealndole la casa de sus padres, momento en el que le expres que un da la iba a llevar all para que viera la casa. Finalmente, declar que Tetzlaff muri en el mes de mayo del ao 2003, y que nunca en todos esos aos le pidi disculpas por haberse apropiado de ella y haber matado a sus padres, al igual que Mara del Carmen Eduartes quien muri hace poco menos de un ao, la cual le sigui diciendo que no se arrepenta de haberse quedado con ella.
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En este debate, expuso lo difcil que haba sido su situacin, manifestando que necesitaba encontrar a un culpable, primero fue la subversin, luego las Abuelas y finalmente su familia biolgica, mientras que a la nica persona que no le atribua ningn tipo de responsabilidad era a Tetzlaff. Sin embargo, explic que con la ayuda de su marido, acept finalmente conocer a su familia biolgica para el ao 2001, siendo su primer encuentro con sus abuelos maternos. En dicha ocasin ella se present como Mara Sol Tetzlaff Eduartes, hija del Coronel, agregando que Herman Tetzlaff y Mara del Carmen Eduartes eran sus padres y nada iba a poder cambiar eso, manifestando que por ello, su abuela, Brgida Ramona Cabrera, no pudo establecer, en esas condiciones, un vnculo con ella, pues segua muy apegada a su apropiador, suceso que manifest lamentarlo enormemente ya que tiempo despus falleci sin haberla podido conocer mejor. Narr que el encuentro con su familia paterna haba sido distinto pues vinieron todos sus tos de Salta a conocerla e incluso, entre sus primos hubo que efectuar un sorteo ya que slo dos podan viajar. Refiri que nuevamente se present con rigidez, como Mara Sol Tetzlaff, pues su objetivo era verlos una vez y nunca ms. Pero cuando escuch el llanto de una de sus tas, algo se conmovi dentro de ella. Expuso que ellos le contaron que su padre era el menor de los hermanos y que siempre la haban buscado como Hilda Victoria, continuaron la charla y uno de sus tos comenz a llorar al lado
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suyo y esa misma noche les present a sus hijos. Manifest que ese mismo ao Victoria viaj con su familia a la provincia de Salta donde conocieron al resto de la familia, con la cual mantiene actualmente una relacin muy linda e incluso dijo que uno de sus primos era el padrino de uno de sus hijos. Explic que an hoy sigue procesando y tratando de comprender lo que le pas a ella y a su familia, que haca once aos que recuper su identidad, pero que haca poco ms de dos aos que comenz a llamarse Victoria. Le cost mucho dejar de considerar a Tetzlaff en el lugar de padre y dejar de justificarlo. Entendi que sus verdaderos padres nunca la hubieran criado con la violencia de los Tetzlaff; que su padre, Roque Montenegro, nunca hubiese terminado una discusin poniendo un arma en la mesa, y que su madre, Hilda Ramona Torres, nunca la hubiese amenazado con devolverla a las monjas, como hizo Mara del Carmen Eduartes, pero que lo ms importante que entendi fue que lo peor que le haban hecho los Tetzlaff haba sido robarle su identidad. La nombrada cont que le dola mucho imaginarse a su mam, que la haba trado al mundo 13 das antes de su secuestro, siendo atacada por su apropiador, que era enorme fsicamente. Explic que no siente odio, y que slo quera justicia, agregando que saber la verdad repercuti en su familia y sus hijos. Finalmente depuso que, al recuperar su identidad y su nombre, tambin rectific el nombre de su madre en su acta de nacimiento, apareciendo, ahora s, como hija de Hilda Ramona Torres. Asimismo modific su acta de matrimonio donde figuraba como Mara Sol Tetzlaff y las partidas de nacimiento de sus hijos. Aunado a lo anterior, en cuanto a Herman Tetzlaff, se encuentra tambin la declaracin de ex Teniente de Fragata, Jorge Eduardo Noguer la cual se encuentra incorporada por lectura a raz de su fallecimiento -art. 391 inc. 3 del CPPN- (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 678 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1351) quien al declarar en la causa N 37/95 del registro del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, Provincia de Buenos Aires manifest ser Marino retirado y que a raz de la desaparicin de su hija Mara Fernanda Noguer y de su nieta Luca Villagra el
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da 3 de junio de 1976 en San Isidro, se entrevist con el General Riveros, Comandante de Institutos Militares dentro de la Guarnicin Militar de Campo de Mayo, quien le design a Herman Tetzlaff para que lo ayudara a reconstruir el operativo donde secuestraron a sus familiares, manifestando que si bien pudo recuperar a su nieta, su hija, en cambio, continuaba desaparecida. El nombrado explic que durante ese tiempo Tetzlaff y su mujer le admitieron que no podan tener hijos y que aproximadamente por el mes de junio o julio de 1976 l lo haba pasado a buscar por su domicilio y lo llev a una vivienda ubicada en la calle Thames o Dardo Rocha a media cuadra de la Panamericana. All le dijo que la noche anterior haba estado en una operativo del Ejrcito donde haban reventado una casa, que murieron los guerrilleros y que haba dos chicos con los ojos gigantes, abiertos y que Tetzlaff se haba
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quedado con uno de ellos, agregando que en esa oportunidad Tetzlaff no le mencion si se trataba de un nio o nia, ni tampoco su edad, aunque le refiri el apellido de los padres el cual no recordaba. Noguer agreg que los dichos de Tetzlaff le parecieron sumamente crueles porque l justamente estaba buscando a su hija y a su nieta que estaban desaparecidas. Finalmente puntualiz que tiempo despus, Tetzlaff apareci en su domicilio junto a su esposa y una nia pequea a la que present como su hija, pese a que anteriormente le haba confesado que no poda tener hijos. Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de estos ilcitos, y que ya fueron relatados por Hilda Victoria Montenegro, consistieron en el operativo militar producido el 13 de febrero de 1976 en la vivienda de Hilda Torres y Roque Montenegro, ubicada en la localidad de Boulogne, provincia de Buenos Aires. El da sealado, las fuerzas de seguridad estatales irrumpieron en el interior del domicilio de mencin donde se encontraban reunidos los nombrados junto a su hija de pocos das de edad, la cual fue sustrada y llevada a la Brigada Femenina de San Martn, lugar en el cual permaneci hasta el mes de junio de 1976 en que fue retirada por el Mayor del Ejrcito Herman Antonio Tetzlaff. Este suceso fue narrado y ratificado por Hilda Victoria Montenegro, pero adems, se halla acreditado por la prueba documental
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incorporada al debate, entre la cual surgen los testimonios brindados por sus abuelos Domingo Torres y Brgida Ramona Cabrera, todo lo cual result suficientemente ilustrativo y conteste. As, Domingo Torres, abuelo materno de la pequea, relat en su declaracin de fs. 1554 de la causa N 37/95 ya referida, la cual se encuentra incorporada por lectura en virtud de lo dispuesto por el art. 391, inc. 3 del CPPN (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 2007 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1351), que en su unin con la Sra. Brgida Ramona Cabrera haban tenido cinco hijos, de los cuales tres haban desaparecido durante la dictadura militar, siendo una de ellos Hilda Ramona Torres, la cual haba tenido una hija con su yerno Roque Orlando Montenegro y que esa nia se encontraba anotada como Mara Sol Tetzlaff. En dicha oportunidad expuso que en una ocasin haba acompaado a su hija y a su yerno a anotar a la beba al Registro Civil de Capital Federal con el fin de oficiar de testigo, pero que una vez all advirti que su hija no la haba anotado con su nombre real sino utilizando el de Mara Rosa Luna, circunstancia que le haba sorprendido, y que fue por ello que le solicit explicaciones, manifestndole su hija al retirarse de dicha dependencia que tena documentacin falsa porque estaba siendo perseguida polticamente. Finalmente seal que la otra persona que tambin fue testigo de dicha anotacin haba sido la hermana de su yerno, Antonia Azucena Montenegro.
Por su parte, Antonia Azucena Montenegro, sin perjuicio de que al tiempo de la declaracin de Torres ya se encontraba fallecida (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 2012 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1351), haba denunciado ante la CONADEP la desaparicin de su hermano Roque Orlando Montenegro junto a su esposa Hilda Ramona Torres y la hija de ambos, Hilda Victoria Montenegro. Declar que la ltima vez que haba visto a su hermano y a su familia haba sido el 13 de febrero de 1976 y que al regresar de las vacaciones ya no los encontr en su domicilio (cfr. Legajo CONADEP N 1432 incorporado por lectura -punto 402-). Dicho suceso se encuentra avalado tambin por la prueba documental incorporada en el Legajo Conadep N 1430 de la que se desprende
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que los vecinos de la zona donde se hallaba la vivienda donde resida la pareja integrada por Hilda Torres y Roque Montenegro junto a su hija, expusieron que el grupo familiar completo haba sido secuestrado (cfr. punto 26 de la prueba incorporada mediante instruccin suplementaria en la causa N 1351). Finalmente Brgida Ramona Cabrera, abuela materna de Hilda Victoria Montenegro, testific en su declaracin de fs. 1555 de la causa N 37/95 ya referida, la cual se encuentra incorporada por lectura en virtud de lo dispuesto por el art. 391, inc. 3 del CPPN (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 2006 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1351). All sostuvo que tanto su familia como la de Montenegro fueron vctimas de la persecucin poltica durante la etapa militar y que poda afirmar con certeza que su nieta Hilda Victoria Montenegro, quien se encontraba anotada como Mara Sol
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Tetzlaff haba sido vctima de desaparicin forzada al igual que los padres, Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro. En relacin a la bsqueda de la nia por parte de la familia, Antonia Azucena Montenegro, ta de la menor por lnea paterna relat que desde el da en que se enter del secuestro de su sobrina y su hermano comenz a buscarlos. Explic que la pequea tena un lunar en la rodilla y que estaba segura que por esa marca la iba a poder encontrar en alguno de sus viajes a Buenos Aires. Asimismo, describi que su sobrina era de tez morochita, de cabello lacio y oscuro y ojos tambin oscuros, pero que cuando comenz la moda de las polleras largas en el pas, se desesper porque ya no poda ver las rodillas de las nias en la calle y en las plazas. El plexo probatorio colectado a lo largo de este debate y que se detallara para este caso, permite tener por acreditado la sustraccin de la nia siendo muy pequea por parte de fuerzas de seguridad, y su retencin y ocultamiento de su familia biolgica, haciendo incierta su identidad y paradero por muchos aos hasta la fecha en que Hilda Victoria conoci su verdadera identidad. Por ltimo resta agregar que Hilda Victoria recuper su identidad, su madre est desaparecida, y el cuerpo sin vida de su padre habra sido recientemente hallado en la Repblica Oriental del Uruguay, si bien esto, al
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momento del dictado del veredicto, no se tena la informacin, lo cierto es que ello fue publicado periodsticamente (ver C.I.J.).
b. Clara Anah Mariani Teruggi: Clara Anah Mariani, de tres meses de edad, nacida el da 12 de agosto de 1976, hija de Diana Esmeralda Teruggi y de Daniel Enrique Mariani, fue sustrada de su casa, ubicada en la calle 30 nro. 1134 de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, el da 24 de noviembre de ese mismo ao en horas del medioda, ocasin en que en un operativo montado por el Ejrcito Argentino, su progenitora, junto a Daniel Mendiburu Elicabe, Roberto Csar Porfidio, Juan Carlos Peiris y Alberto Oscar Bossio fueron asesinados. As las cosas se encuentra acreditado que la nia nica sobreviviente de ese procedimiento- fue retirada del lugar referido con vida, y llevada hacia un destino y una familia, que al da de la fecha se desconoce, para vivir bajo una identidad fraguada impuesta por quienes han simulado ser sus padres, alterndole de esta forma su estado civil. El ataque que tuvo lugar en la fecha y lugar indicados tuvo por objeto desbaratar la imprenta que funcionaba en el lugar desde donde se editaba la publicacin Evita Montonera, publicacin de la Organizacin Montoneros. De dicho suceso participaron ms de 200 efectivos de fuerzas conjuntas bajo el control operacional del rea 113, a saber: policas, miembros del ejrcito, bomberos, gendarmes y marinos, con el uso de helicpteros y de todo tipo de vehculos. Ello se desprende del informe de fecha 10 de Julio de 1983 firmado por el Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, Exequiel Verplaetsen - obrante a fs. 106 de la causa n 3160 caratulada Mariani, Clara Anah s/ habeas corpus, que coincide con lo informado por el ex Oficial Subinspector de dicha fuerza, Carlos Alberto Hours, quien denunci ante la Conadep (legajo nro. 7169) que en el operativo intervino personal de fuerzas conjuntas por orden del Jefe del rea. As tambin los testigos Carlos Angel Leotta, Lilian Stancati, Oscar Ruiz, Alberto Antonio Rudiez, Juan Carlos Piedra y Eduardo Jos Daz, en sus declaraciones relataron la magnitud del operativo y las fuerzas que se hicieron presentes ese da.
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El General de Divisin Carlos Guillermo Surez Mason a cargo del Comando del Primer Cuerpo del Ejrcito, el Comandante de la X Brigada de Infantera a cargo de la Subzona 11, General Adolfo Sigwald, y el entonces Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, el Coronel Ramn Juan Alberto Camps se encontraban presentes en el lugar del hecho, tal como se declarara ante la prensa, y por otra parte Miguel Osvaldo Etchecolatz, en su calidad de Jefe de Investigaciones de la Polica de la Provincia, y el cabo primero Norberto Cozzani tomaron parte del operativo en cuestin, conforme se dejara asentado en la resolucin firmada por Camps y obrante a fs. 1816 de la causa nro. 2251/06 ETCHECOLATZ, M. Osvaldo S/privacin ilegitima de la libertad, aplicacin de tormentos y homicidio calificado del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de La Plata, incorporada al debate. Por otra parte,
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tambin se prob, a travs de la presentacin efectuada por la Sra. Maria Isabel Chorobik de Mariani a fs. 7189/94 de la causa 1351, que los policas de la Provincia de Buenos Aires, Nstor Buzzato y Cecilio Gmez participaron tambin del procedimiento. A lo largo del debate, mediante las declaraciones testimoniales que se produjeron en la audiencia, y otras que fueron incorporadas por lectura a aqul, qued establecido inequvocamente que Clara Anah Mariani fue sacada con vida de la casa de la calle 30 de la ciudad de La Plata, y ocultada de sus familiares que intensificaron su bsqueda desde aqul momento hasta el da de la fecha. Ello sin perjuicio de los esfuerzos por parte de las Fuerzas Armadas de querer demostrar que la nia no fue sustrada de la casa de Mariani el da 24 de noviembre de 1976, en ocasin de la embestida contra la finca de mencin. En primer lugar, el nacimiento de Clara Anah se encuentra probado por el certificado de nacimiento obrante en el anexo B, recibido a fs. 38 de la causa 1351 del que se desprende que la nia fue inscripta en el acta 1895 de la Ciudad de La Plata, el da 12 de agosto de 1976. La presencia de la nia en la casa de la calle 30, n 1134 de la ciudad de La Plata se ha acreditado mediante el testimonio prestado por Eduardo Jos Daz el da 9 de junio de 1999 en la causa 1885/SU de la Cmara Federal de La Plata, oportunidad en la que el testigo, vecino del lugar de los hechos, afirm haber concurrido ese da 24 de noviembre de 1976- a la finca sealada, unos 45 minutos antes de que
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comenzaran los hechos para efectuar una entrega de mercaderas y que en esa oportunidad se hallaban presentes el matrimonio Mariani- Teruggi, su pequea hija y dos operarios. Asimismo, el hecho de que Clara Anah saliera con vida del procedimiento efectuado el da 24 de noviembre de 1976, en horas del medioda en la casa de la calle 30, encuentra sustento, como primer eslabn, en la inexistencia de partida de defuncin alguna de la menor, no debiendo soslayarse en tal sentido, como contexto valorativo, que todas las personas fallecidas en el episodio del da 24 de noviembre de 1976, s contaron con actas de defuncin, en algunas casos inhumados como NN como en el caso de Diana Teruggi y Alberto Bossio, y en otros acreditando su identidad como ocurri con Mendiburu Elicabe, Peiris y Porfidio (tal como surge de las 5 actas correlativas obrantes a fs. 448/52 de la causa 1885) Asimismo, para corroborar dicha supervivencia resulta pieza fundamental el testimonio del testigo Oscar Antonio Ruiz, - prestado con fecha 4 de abril de 2006 obrante a fs. 3831/32 de la causa 2/SE Crous, Felix Pablo s/denuncia del Juzgado Federal n 2 de La Plata; como as tambin aqulla recibida el 10 de julio del mismo ao, en los autos n 2251/06 Etchecolatz del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de La Plata, respecto del cual el Sr. Fiscal aport su registro flmico y qued incorporado al debate- . El nombrado manifest que el da 24 de noviembre de 1976, estando en la casa de su hermana, sita en la calle 51 nro. 1770, a 20 metros del Hospital Italiano, se produjo un violento estruendo por el bombardeo que se produca en la casa de Mariani. Que momentos despus, pudo ver por la ventana cmo desde la zona del bombardeo, apareci un polica morocho, vestido de fajina, excedido de peso y bastante alto, de unos 40 o 50 aos quizs, con un arma tipo escopeta en una mano y en la otra un bultito. Fue contundente en su declaracin al afirmar que ese bultito era en realidad un bebito, cuyo sexo no pudo especificar, que estaba vivo, dado que la manta o sbana blanca en la que estaba envuelto, estaba abierta en la parte superior. Dijo Ruiz que este polica estaba muy nervioso como loco- y que entreg el beb a otra persona que estaba en la parte de atrs del vehculo policial tipo celular- . Tambin indic que el uniformado lleg a verlo asomado a la ventana, observando la escena,
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por lo que lo apunt con su arma, lo insult y le orden que se metiera dentro de la casa. Agreg que si bien casi no lleg a ver al beb porque estaba envuelto y era muy chiquito, el cuidado y la forma en la que fue entregado a la persona dentro del carro, indicaba que estaba vivo. Tambin corresponde valorar la pieza documental obrante a fs. 3625/7 de la causa 1885, en la cual Hugo Alberto Guallama - chofer de
Etchecolatz- a travs de la misiva envada al Sr. Juez Federal de La Plata, Dr. Arnaldo Corazza - seal que el da del ataque a la casa de la calle 30 estaban presentes los policas Carlos el oso Garca y Fiorillo, y que fue justamente al auto de este ltimo donde subieron un bultito envuelto en algo blanco. Respecto de Hugo Guallama, surge del testimonio de la Sra. de Mariani que ella tuvo una entrevista con Mabel Suarez, esposa del nombrado, quien le
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relat hechos que le haban sido contados por su marido, relativos a su participacin en lo ocurrido en los sucesos del 24 de noviembre de 1976. Tal como surge de la certificacin remitida por el Tribunal Oral Federal nro. 1 de la Ciudad de La Plata, Hugo Alberto Guallama y Norberto Cozzani, se encuentran acusados en el marco de la causa N 2955 caratulada "Almeida Domingo y otros s/inf. arts 80, 139, 142, 144 y 146 del C.P.". del registro del Tribunal Oral Federal nro. 1 de la Ciudad de La Plata por el homicidio calificado de Diana Teruggi aquel 24 de noviembre de 1976, y tambin como cmplices primarios de la sustraccin, retencin y ocultamiento de Clara Anah Mariani, al haber facilitado ese hecho asesinando a la madre de la nia cuando intentaba huir del ataque a la casa. Habida cuenta que aqul habra sido quien desde los techos linderos dispar contra Diana, y la asesin cuando ella intentaba escapar con su hija en brazos. La nia, cubierta en sangre pero ilesa, fue protegida por su mam y logr sobrevivir. Carlos Garca por su lado, tambin se encuentra acusado, enfrentando la imputacin de ser quien sustrajo a Clara Anah ese da. (ver fs. certificacin obrante a 963/971 del Legajo de Actuaciones concernientes al debate oral y pblico)Esta versin de los hechos es coincidente con la proporcionada por Carlos Hours- a la que nos referiremos ms adelanteTambin se cuenta con los dichos de Carlos ngel Leotta, quien en su testimonio prestado en la audiencia el da 23 de enero del corriente ao,
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relat que para el ao 1976 viva en la calle 29 de la ciudad de La Plata y que el 24 de noviembre se produjo un operativo descomunal difcil de olvidar. Adems de describir lo que recordaba sobre el operativo, manifest que tambin haba podido verificar la presencia de Camps en el lugar. Ahora bien, en cuanto al conocimiento que tuvo sobre la presencia de una nia en la casa de la calle 30 el da del hecho, expres que lo que supo fue a travs de un compaero suyo del trabajo llamado Pedro Sabando, quien junto a su esposa, eran dueos del almacn ubicado en la calle 29, entre 55 y 56. El matrimonio Sabando conoca a la chica que viva en la calle 30 dado que en su almacn, Diana compraba los insumos para hacer el escabeche que se produca en su casa. Das despus del operativo el testigo tuvo oportunidad de conversar directamente con la seora de Sabando a quien en el barrio llamaban La Gallega, quien le dijo que la nena se haba salvado del ataque. Segn lleg a su conocimiento por vecinos que vivan frente a la calle 30 y que eran clientes de ella en el almacn, la mam la haba depositado en el lavatorio o baadera del bao. Este lugar que, segn se ha logrado corroborar en la inspeccin ocular que efectu el Tribunal el 23 de mayo de 2011, no fue alcanzado por el mortero que gener la explosin dentro de la casa. Segn le manifest, la Sra. de Sabando tambin se enter por las mismas personas, que a la nia se la llev un bombero o alguien con uniforme, con su mano lastimada. Aqulla le dijo a Leotta De enfrente vieron bien Carlitos en alusin a como supieron que la beb haba sobrevivido. Esta versin de los hechos fortalece la brindada por Ruiz, quien, como se dijo previamente vio como una persona uniformada trasladaba a la nia fuera del la finca. Y en este punto, no debe perderse de vista que la Sra. Mara Isabel Chorobik de Mariani, en ocasin de producirse la inspeccin ocular manifest que los propios Daniel y Diana le haban dicho que la baadera era el lugar ms seguro para resguardarse frente a un tiroteo. En esta misma lnea de ideas encontramos el testimonio brindado por el testigo Ral Amilcar Verde Tello el dia 26 de enero de 2012. ste cont que entre el 24 de marzo de 1976 y mayo de 1977 realiz el servicio militar en el Distrito Militar de la ciudad de La Plata. Record que al da siguiente del 24 de
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noviembre de 1976 tuvo que ir a buscar el pan al Regimiento 7 de Infantera, y all escuch como un grupo de soldados comentaba sobre un importante tiroteo ocurrido el da anterior. Uno de ellos dijo que una persona haba salido del lugar del operativo con una criatura, la cual a su entender estaba viva, ya que el soldado que hablaba hizo un gesto de mecer los brazos, como el de quien sostiene a un bebito. Afirm que luego se enter por el diario que en ese mismo operativo, haba fallecido un amigo suyo de apellido Mendiburu Elicabe, lo cual arroja luz sobre el suceso, despejando las dudas sobre que la criatura de la que hablaban se trataba de Clara Anah. El testimonio brindado por Nieves Lujn Acosta el da 23 de enero de 2012, sirve de sustento para afirmar el hecho en cuestin. El nombrado,
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compaero de militancia del padre de Clara Anah, explic que se reuni con Daniel tiempo despus del ataque a su domicilio, y que ste le cont que haban matado a su esposa Diana, y que a su nena se la haban llevado. Esta versin de los hechos se ve fortalecida an ms por el testimonio brindado por Lilian Marta Stancati quien relat el da 26 de abril de 2011, que durante los aos en que transcurra la dictadura, trabajaba en la Delegacin Municipal de City Bell, localidad perteneciente al partido de La Plata. Record que alrededor del ao 1976, el Banco de La Plata instal en la Delegacin un modus bank, o sea un cuartito donde un empleado cobraba las tasas municipales. Para custodiar ese sector de manejo de dinero refiri, se apostaba como custodia a un polica de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. Este hombre, que segn record, era morocho y que no pasaba los 30 aos, era una persona que habitualmente haca comentarios de lo que haba hecho la noche anterior referidos a su actividad policial. Deca que sala de ronda y que se quedaba dormido durante su turno diurno en la Delegacin porque a la noche haban estado levantando gente. Este personaje, que se jactaba de su actividad ilegal durante la dictadura, fue quien le dio el dato sobre la beb del operativo de la calle 30. Lilian record que en una ocasin este polica de quien no pudo recordar el nombre- le sac conversacin respecto de lo ocurrido en la casa de la calle 30, y cuando ella le dijo que en ese ataque haban muerto todos, el polica le retruc dicindole que no. Le refiri
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que la nena no haba muerto, que la haban guardado en una baera o placard con mantas y colchones y que la haban sacado con vida, que haba sido entregada a un alto jefe de la polica cuya mujer no poda tener hijos y que por ese motivo se la haba apropiado. Que estaba seguro de ese relato: que la nena haba salido con vida y que fue la nica sobreviviente. El testimonio de Stancati se vi respaldado por los dichos de Mara del Carmen Aguilera, compaera de Lilian de la Delegacin Municipal de City Bell, quien el 12 de septiembre de 2011, confirm que aqulla hablaba con los policas asignados a la custodia del Modus Bank. La serie de testimonios que corroboran la salida con vida de Clara Anah Mariani de la casa de sus progenitores encuentra otro eslabn fundamental en el testimonio- del 4/9/84 obrante en el legajo CONADEP nro. 4169, incorporado por lectura- del oficial subinspector de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, Carlos Alberto Hours, quien en el ao 1978
prestaba funciones en la Divisin de Seguimiento y Vigilancia de la SIDE, con asiento en el Departamento de Enlace de la Direccin de Informaciones de la Provincia de Buenos Aires. A raz de sus funciones, tom conocimiento de hechos delictivos perpetrados por el Estado, los que denunci ante la CONADEP segn qued registrado en el legajo nro. 7169. All, en septiembre de 1984, dijo que en el operativo de la calle 30, donde vivan Daniel Mariani, su esposa Diana Teruggi, y la hija de ambos Clara Anah de 3 meses de edad, hubo un intenso tiroteo que se prolong por ms de tres horas, del cual resultaron muertos los paps de la beb. En cuanto a Clara Anah, dijo que cuando su madre Diana intentaba entregarse, saliendo por los fondos de la vivienda con la bebita en brazos, fue ametrallada cito textual- envolviendo a la menor que estaba ilesa un oficial de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, quien la sustrajo y actualmente estara mantenindola en su poder, despus de haberla inscripto como hija suya (falsamente) a travs de un certificado de nacimiento que le habra proporcionado el Dr. Bergs. Asimismo, la sustraccin con vida de Clara Anah Mariani se ve corroborada por otra parte con los dichos de Mara Isabel Chorobik de Mariani, abuela de la nia Clara Anah Mariani, quien en su declaracin prestada en la audiencia del 11 de octubre de 2010, manifest que el da
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anterior a ese 24 de noviembre su nuera Diana la haba llamado para decirle que le llevara a Clara Anah a eso de las 13:30. Mientras esperaba que llegaran, empez a escuchar bombardeos, tiros y tanques que continuaron hasta las 16:00 hs, sin pensar que el ataque estaba dirigido a la casa de su hijo y nuera. Por un inconveniente con su padre, ese mismo da Mara Isabel tuvo que trasladarse a City Bell, y recin al da siguiente, por la radio, se enter de lo ocurrido. Al volver a su hogar de la calle 44 nro. 1298 de la ciudad de La Plata, dijo que se encontr con un escenario desolador. Todo estaba destruido, haban saqueado todo lo que haba en la casa y sus vecinos estaban en la puerta pensando que ella estaba muerta. Ellos le contaron que a las diez de la noche del da anterior haba
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ido el Ejrcito a los tiros, que se haban llevado todo lo llevable y que lo dems lo dejaron desparramado por el piso. Es ms, haban dejado un cable pelado enchufado en una llave de luz y cruzado en el medio del camino, con claras intenciones de electrocutar a quien ingresara. Luego continu narrando que, poco despus de ese episodio, y cuando ella crea que su nieta habia perdido la vida en aqul suceso, una vecina concurri a decirle a ella y a sus consuegros, que no lloraran ms porque la nia haba sobrevivido, que una ta de ella haba visto como se la llevaban en una frazadita blanca. La testigo cont que luego de varios intentos en vano de
interiorizarse sobre la actuacin administrativa del operativo realizado, sucedi que muy pocos meses despus, una amiga de la testigo llamada Marta Montecinos fue a decirle que la nia viva. Le manifest que el Comisario de la Seccional 5ta era amigo de un conocido de ella de apellido Calabresi, y saba que Clara viva e incluso dnde estaba. Por tal motivo, la Sra. de Mariani fue a ver a Osvaldo Sertorio, Comisario de la Seccional 5ta, quien la recibi, segn explic, gracias a la carta de recomendacin que portaba y le entreg al polica de guardia. La testigo seal que durante la entrevista que mantuvo con el nombrado, ste le manifest que su nieta estaba viva y que iba a tener que reconocerla por su ropita, porque con seguridad a la nena le haban cambiado el nombre y la identidad, como era de costumbre. En cuanto dnde buscarla,
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cont que Sertorio le dijo que deba preguntar en la Regional, pero que si haca referencia a esta informacin l iba a negar todo lo dicho. As fue que se acerc a la Unidad Regional, donde le informaron que all no haba ninguna nia, y la invitaron a retirarse. Continu relatando la Sra. Chorobik de Mariani que hacia el ao 1977 recibi otra noticia de su nieta. Result ser que un matrimonio amigo, compuesto por Omar Cerruti y Elvira Molina, le cont que tenan una sobrina que estaba de novia con un polica de nombre Daniel Del Arco, que les dijo que en realidad la nena no haba muerto, sino que estaba viva. Este polica trabajaba en la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia y por lo que pudo saber la testigo, trabajaba para el Comisario Etchecolatz. Conforme coment en la audiencia le pidi entonces a Del Arco si poda hacer la gestin para devolverle a su nieta, a lo que accedi pero a cambio de una suma de dinero porque segn l, haba datos tras las puertas de la Direccin de Inteligencia de la Policia de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) que deban ser pagados. As las cosas explic que hizo arreglos para poder salir del pas hacia Italia donde estaba su marido- ni bien recuperara a la nia. Para eso habl con el Cnsul italiano en Argentina, quien le ofreci todo el apoyo que necesitara. Sin embargo, en un segundo encuentro que tuvieron, el diplomtico cambi de actitud y le dijo, enojado, que ella lo haba engaado. El Cnsul Devita haba hablado con el Gral. Camps y ste le habia dicho que la Sra. de Mariani lo estaba engaando y que los Montoneros estaban detrs de todo en busca de dinero. Cabe destacar que para el momento de estas gestiones Daniel Mariani ya haba sido asesinado, por lo que se entiende la indignacin de la Sra. de Mariani frente a tremendas respuestas. Paralelamente, los Cerruti le dijeron que Del Arco estaba siendo perseguido por el tema y que les avis que no ayudaran ms porque iban a terminar en un zanjn, y de acuerdo a lo que ellos mismos le manifestaron, ambos estaban muy asustados y no queran hablar de lo que saban. Aos ms tarde el nombre de Del Arco volvi a aparecer en el proceso de bsqueda de Clara Anah. Rosaria Isabella Valenzi declar que un da estando en la filial La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo, fue una seora llamada Patricia Dominici diciendo que el marido Daniel Del
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Arco- haba estado en el operativo de la casa del hijo de la Sra. de Mariani y quera una entrevista con ella para contarle que el esposo saba mucho. Desde la filial le consiguieron la entrevista pero Dominici nunca ms volvi, la buscaron y en los Juicios por la Verdad de La Plata afirm que efectivamente haba ido a la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, pero no aport ms. Tambin Del Arco fue citado en los Juicios por la Verdad, en dnde neg todo, motivo por el cual enfrenta un proceso penal por falso testimonio. Por otra parte, suman mayor certeza al suceso acreditado en las presentes actuaciones, los numerosos intentos del Ejrcito Argentino de ocultar, en primer lugar, la presencia de Clara Anah el da del procedimiento en la casa de la calle 30, y luego de borrar todo rastro de la historia clnica de la menor, como el ocultamiento del deceso de su progenitora, quien en un
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principio fuera inhumada como NN. As las cosas, en primer lugar, la nota periodstica brindada por Camps a la prensa espaola. En efecto surge de la declaracin del periodista Vicente Romero prestada en el debate el 7 de febrero de 2012 que en cuanto a los chicos desaparecidos, Camps le habl de las mentiras que articulaban los grupos de derechos humanos y en especial las abuelas. Como ejemplo le cit el caso de Clara Anah, diciendo que la nia haba muerto en un tiroteo y que la abuela sin embargo estaba empeada en reclamarla. Destac Romero como algo curioso que Camps trajo a colacin, sin que le preguntara, el caso de la nieta de la Sra. de Mariani. En este punto ntese que conforme se desprende de las constancias obrantes en la causa no existe prueba alguna de que la nia hubiese fallecido. As, a la carencia de un certificado de defuncin se suma el testimonio de Juan Carlos Piedra- obrante a fs. 462/70 de la causa nro. 1885/SU y de fs. 3723/29 de la causa nro. 2251/06 Etchecolatz, incorporadas por lectura- , de las que surge que en el ao 1976 trabajaba en la Direccin de Sanidad de la Jefatura de la Polica de la Provincia, donde funcionaba la Morgue Polical, en la cual prestaba funciones de ayudante y camillero. Sobre su labor refiri que durante los aos de la dictadura le toc trasladar cadveres provenientes de los llamados enfrentamientos, los cuales en algunas ocasiones
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eran NN. Cont que haba una orden general de no hablar de lo que se vea en esas ocasiones. En cuanto al episodio de la casa de la calle 30, relat Piedra que concurri al lugar a fin de retirar cadveres, recordando que entraron por la puerta del garage de la casa, que haba balas por todos lados, muchos escombros y humo, mucha gente de Polica y del Ejrcito, bomberos y hasta el mismsimo Camps. Aclar que los cuerpos que retiraron del patio eran todos grandes, es decir de personas adultas. Por otra parte debe destacarse la contradiccin evidenciada respecto del nmero de decesos ocurridos con motivo del episodio. En efecto, el comunicado del Comando del Primer Cuerpo del Ejrcito difundido en los diarios de la poca -como lo fue en La Prensa- informaba a su poblacin de un enfrentamiento en las calles 30 y 56 sucedido a las 13. 40 hs del cual haban resultado muertos siete subversivos de la organizacin declarada ilegal Ese nmero de muertos nunca pudo ser corroborado, dado que solo 5 cuerpos salieron de ese operativo, tal como dieron cuenta las partidas de defuncin labradas ese da agregadas a las causas judiciales incorporadas al caso. Mas adelante, nuevamente Camps, a travs de sus declaraciones, publicadas en el medio escrito Conviccin en fecha 10 de febrero de 1983 (obrante a fs. 137 de la causa 3160) y en el Diario Clarn el 16 de marzo del mismo ao (agregada al dossier de documentacin aportado por la querella), dijo que la Seora de Mariani saba que su nieta estaba muerta, queda as clara su intencin de ocultar la supervivencia de la menor, siendo que cuando debi brindar testimonio en la causa 3160, simplemente manifest no recordar la presencia de una menor en el lugar, y que si hubiese habido alguna pudo haber perecido en el siniestro. A ese mismo nmero de cadveres (cinco) se refiri tambin la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires (D.I.P.P.B.A.) en el legajo nro. 6909 caratulado Enfrentamiento de Personal de esta Polica y Fuerzas Conjuntas con elementos subversivos en calle 56 y 30 de La Plata, incorporado por lectura y en el cual se registr el hecho. All, al da siguiente de los sucesos, se informaba que el 24 de noviembre de 1976 personal
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de la Polica junto a Fuerzas Conjuntas haba mantenido un enfrentamiento con NN subversivos integrantes de la organizacin Montoneros. Toda la prueba recolectada y enumerada en los prrafos precedentes se ve an ms fortalecida por la informacin que surge de los legajos de la ex Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. As, en primer lugar la labor del Batalln de Inteligencia 601 el cual a los pocos das del operativo de la calle 30 peda datos y el paradero de la obstetra que asistio al nacimiento de Clara Anah y del dentista que atenda a su mam Diana. Como se desprende a las claras, el Ejrcito buscaba
informarse sobre los antecedentes de salud de la beb (seguramente para drselos a quienes la tenan) y tambin borrar todo rastro que pudiera conectarla con su madre ya muerta y enterrada como N.N. Este accionar del
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Batalln 601 de Inteligencia del Ejrcito para, luego de la muerte de la madre de Clara Anah, recabar datos sobre los profesionales mdicos que la haban atendido en relacin a su parto y a su salud odontolgica es contundente al respecto. Tal como explic la testigo Claudia Bellingeri el 30 de mayo de 2011, del legajo 6976 que se titula Investigacin sobre la Dra. Esperanza Gurevich y Dr. Toms Fussini iniciado el da 26 de noviembre de 1976 es decir apenas 2 das despus de que Diana fuera asesinada y Clara Anah secuestrada-, el Batalln de Inteligencia 601 del Ejrcito requiri a la DIPPBA que informara todos los datos personales de la Dra. Gurevich, ginecloga y obstetra de Diana en el nacimiento de Clara Anah, y del Dr. Fussini, quin habra sido su dentista. La respuesta fue inmediata y se indic que Gurevich haba atendido a Diana Teruggi durante todo su embarazo y hasta antes de su muerte. Efectivamente, Esperanza Gurevich es la obstetra que certific el nacimiento de Clara Anah, tal como surge de su partida de nacimiento inscripta en el acta nro. 1895 del Registro Provincial de las Personas de la Provincia de Buenos Aires, por lo que las averiguaciones de la DIPPBA eran certeras y dieron rpidamente con la informacin sobre ella. Se inscriben asimismo, dentro de estos informes que proporcionan certeza acerca de la superviviencia de la menor los confeccionados por esa direccin a lo largo de
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los aos posteriores al suceso: A saber en 1979, se caratulara a Clara Anah, una nia de tan solo 3 aos al momento en el que se produjo el informe, como Factor Extremista, especificando su fecha de nacimiento, 12 de agosto de 1976, y solicitando informacin obrante en los archivos sobre su padre, Daniel Mariani. Por otra parte, cabe tambin mencionar que la ficha a nombre de Diana en la DIPBBA, remita a ciertos legajos donde se trataba la bsqueda de su hija y el operativo de la calle 30, por lo cual saban perfectamente de su desaparicin y tenan perfectamente identificado todo lo referente a ella y a sus padres. Ms adelante, el Legajo mesa DS carpeta Varios nro. 19.091, caratulado Regreso al pas de la Sra. MARIANI (Integrante de las ABUELAS DE PLAZA DE MAYO), contiene una informacin elaborada el 17 de marzo de 1982 sobre el regreso al pas de la seora de Mariani despus de su participacin en un Congreso de Derechos Humanos organizado por Amnesty Internacional. El agente de la DIPPBA que realiza el informe especifica que la Sra. Mariani tena dos hijos desaparecidos y un nieto en esa misma situacin. Lo curioso es que tambin la DIPPBA supiera que aparentemente la Sra. de Mariani tena datos de que su nieto se encontrara en poder de un Teniente Coronel mdico residente en la Ciudad de La Plata, y qu personas posean esa informacin. Se desprende de aqu que la DIPPBA conoca perfectamente que haba nios apropiados por integrantes de las fuerzas, y hasta se preocupaban en registrar cundo esa circunstancia pudiera salir a la luz. El informe tiene unas anotaciones a mano recomendando la intervencin de la sede DIPPBA Capital en el asunto y el pase de la informacin al Coronel Rospide para su colaboracin y que estuviera enterado el Ministerio del Interior. Recordemos que Nicols ROSPIDE fue un hombre de confianza del ex Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, Ramn CAMPS. Segn aparece como alguien que acceda a informacin secreta y confidencial, sobre la denominada Lucha contra la subversin. Segn lo demuestran los legajos, fue pieza clave de la poltica represiva del rgimen, y fue visto en centros clandestinos de ese circuito, como lo confirm el testigo Carlos De Francesco en el debate. Ocup el cargo de Coronel.
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Como corolario slo queda mencionar que luego de que la Sra. Chorobik de Mariani llevara el caso a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en el ao 1978 este organismo, luego de analizarlo, y pedir respuestas al Estado Argentino concluy que de los antecedentes surga que Clara Anah haba sido retirada de su residencia por autoridades militares argentinas desconocindose su paradero desde esa fecha, y que frente a las comunicaciones de la Comisin, el Gobierno Argentino omita referirse expresamente a la desaparicin de la beb. As fue que mediante la resolucin 31/78, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, observ al Estado argentino en cuanto a que la desaparicin de Clara Anah constitua un supuesto de gravsimas violaciones a los derechos humanos, y le recomend al gobierno de facto que
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devolviera a Clara Anah a su familia y que instara una investigacin pronta e imparcial de los hechos que la damnificaron. Al da de la fecha, Mara Isabel Chorobik de Mariani contina la bsqueda de su nieta Clara Anah Mariani, desconocindose hasta hoy todo dato de su paradero actual.
B. Centro clandestino de detencin La Cacha: Encontramos debidamente probado con el grado de certeza que este estadio requiere que, al momento de los hechos, existi un centro clandestino de detencin ilegal de personas ubicado en las antiguas instalaciones de Radio Provincia de Buenos Aires entre las calles 191, 47, 196 y 52 de Lisandro Olmos, partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires, contiguas a la Crcel de Olmos, conocido como La Cacha o la cueva de Cachavacha. Su existencia se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, pero adems de ella, por el informe Nunca Ms incorporado por lectura. La Cacha estuvo bajo la dependencia y el control operacional del Area 1.1.3, es decir, Zona 1, Subzona 1, rea 3 en jurisdiccin del Primer
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Cuerpo de Ejrcito, comandada en la poca de los hechos por el General Carlos Guillermo Surez Mason. El Centro fue bautizado La Cacha por los mismos represores como macabra alusin a la bruja Cachavacha, personaje de un famoso dibujo animado de televisin de la poca que haca desaparecer a la gente. La sobreviviente Mara Ins Paleo detall al Tribunal, en la audiencia del da 12 de abril del 2011, los lugares donde estuvo secuestrada dentro de La Cacha confeccionando un plano del CCD donde se pudo apreciar la planta baja con las cuevas donde permanecan tiradas las personas secuestradas, el bao, la cocina, y la sala de estar de los guardias. En la planta alta y en el stano estaban, en cambio, los equipos mecnicos que se utilizaban para torturar. Dentro del centro operaban principalmente el Ejrcito y la Marina. Esto era notorio para todos los sobrevivientes pues los mismos represores se lo hacan saber. Haba tambin personal policial, tanto de la Polica Federal como bonaerense, del Servicio Penitenciario y del Servicio de Inteligencia del Ejrcito Se encuentra probado tambin que en La Cacha existan registros y listados con los datos personales de todos los secuestrados, el destino final que se decida para ellos e informacin de sus familias. Esto resulta una prueba del nivel de planificacin, que inclua tareas de inteligencia, con que se llev a cabo la represin ilegal por los altos mandos militares. En este sentido, Mara Laura Bretal asegur en la audiencia del dia 12 de abril del 2011, que al lado de cada nombre se poda leer la letra T o L. El primer caso significaba el traslado, un eufemismo para lo que hoy sabemos que era la muerte, mientras que en el segundo se decida su libertad. Record, que antes de ser secuestrada, en la escuela donde trabajaba le pidieron una foto para su legajo y que luego en La Cacha le mostraron un dossier donde estaba su foto junto a la de otras compaeras de escuela, lo que daba cuenta de un seguimiento especfico. En La Cacha, como en tantos otros CCD que existieron en la Argentina en esos aos, las personas secuestradas fueron sometidas a condiciones inhumanas de detencin que configuran tortura.
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En efecto, todos los testigos coincidieron en que la picana elctrica era el mtodo habitual de tortura dentro de La Cacha. As lo manifestaron Mara Laura Bretal, Mara Ins Paleo y Alcira Ros, esta ultima en la audiencia del da 29 de marzo de 2011, quien agreg que en el centro haba una picana graduable y automtica, la cual pasaba electricidad cada 20 minutos, detena y continuaba aplicando descargas. Mara Bretal, sostuvo que todas las mujeres sufrieron situaciones de violencia sexual. Algunas veces debieron baarse desnudas con la capucha puesta, delante de los guardias. Asimismo, los sobrevivientes explicaron durante el juicio que durante gran parte del cautiverio permanecieron tabicados y engrillados. Es importante valorar tambin el informe de Maternidades
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se
Clandestinas realizado por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, donde se describen algunos casos de mujeres embarazadas que pasaron por La Cacha, de las cuales algunas permanecen desparecidas y en otros casos se ha probado que sus hijos fueron posteriormente apropiados. Si bien no forman parte de la plataforma fctica de este juicio, demuestran la cantidad y sistematicidad de las apropiaciones. Asimismo, en dicho trabajo se analiza el rol que cumpli la Unidad Penitenciaria 8 de Mujeres de Lisandro Olmos, la cual contaba con un hospital equipado con todos los recursos necesarios para atender heridos y partos de embarazadas, funcionando as como maternidad clandestina. La cercana entre la crcel y La Cacha explica que muchas detenidas hayan sido llevadas all para dar a luz. Si bien algunas fueron liberadas posteriormente, tuvieron a sus hijos en esa maternidad ilegal. As, tenemos acreditado que Laura Estela Carlotto y Mara Elena Isabel Corvaln estuvieron en ese lugar durante su embarazo y fueron llevadas para el parto y devueltas sin sus hijos.
a. El hijo de Laura Estela Carlotto: El hijo de Laura Estela Carlotto y de su compaero, apodado Chiquito respecto de quien se desconocen ms datosnaci
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Laura, de 23 aos de edad, fuera trasladada desde el centro clandestino de detencin denominado la Cacha, a fin de dar a luz. La pareja haba sido secuestrada el da 11 de noviembre de 1976 en la Capital Federal. A las pocas horas del parto, Laura fue separada de su hijo por agentes que respondan a las autoridades militares y conducida nuevamente a la Cacha. Su hijo le fue sustrado para ser entregado a otra familia, permaneciendo retenido y oculto, haciendo de esta forma incierta su identidad, permaneciendo desaparecido al da de la fecha. En la madrugada del 25 de agosto de ese mismo ao fue trasladada del centro clandestino junto a otro detenido, Carlos Lahte, y asesinada a balazos dentro de un automvil Renault 12 por personal del rea 114 correspondiente al Ejrcito, en la localidad de Isidro Casanova, Provincia de Buenos Aires. Como primer eslabn para probar la materialidad de los sucesos acaecidos, se encuentra el testimonio de Estela Barnes de Carlotto, madre de Laura, quien en su testimonio brindado en la audiencia el da 30 de marzo de 2011 cont que previo al secuestro de su hija, quien result vctima de secuestro fue su marido Guido Carlotto. Relat en la audiencia que el 1 de agosto de 1977 su esposo, preocupado porque Laura no llegaba a la hora pautada a devolverle la camioneta que le haba prestado, fue hasta el domicilio de su hija en la localidad de La Plata para ver qu ocurra y no volvi. Como se hizo de madrugada la testigo fue junto a su hermano a la casa de Laura y se encontr con un panorama desolador: la casa haba sido allanada. Al da siguiente regres y una vecina le dijo seora, no va a creer pero yo vi lo que pas y fue terrible. Vinieron unos autos, entraron, uno de los jvenes sali y lo mataron y se llevaron a una pareja. A la noche vino un seor, entr, recorri la casa y cuando sali desde otro coche lo detuvieron y se lo llevaron Carlotto explic que a travs de una compaera de trabajo, que era hermana del hoy imputado Reynaldo Bignone, logr entrevistarse con l, quien para ese entonces ocupaba el cargo de Segundo Jefe del Comando de Institutos Militares. Bignone se comprometi a mandar un hombre de su confianza a la casa de Estela, lo que efectivamente ocurri. Carlotto record que le envi a un
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militar de apellido Rospide, que concurri con gente uniformada y la interrog de tal manera que sinti mucha incomodidad. Se desprende del informe de la Comisin Provincial por la Memoria que Nicols ROSPIDE fue un hombre de confianza del ex Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, Ramn CAMPS ya que aparece como alguien que acceda a informacin secreta y confidencial, sobre la denominada Lucha contra la subversin. Segn lo demuestran los legajos, fue pieza clave de la poltica represiva del rgimen militar, y fue visto en centros clandestinos de ese circuito represivo, como lo confirm el testigo Carlos De Francesco en el debate. Ocup el cargo de Coronel. El 25 de agosto de ese ao Guido Carlotto fue liberado. Tena 15 kg menos y marcas de tortura en su cuerpo.
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Aadi la testigo que, conforme los dichos de su esposo, durante su detencin se encontr con la pareja con la que vivi Laura, los Medici; que aqul reconoci el lugar de La Plata en que fuera alojado; que se llamaba Cuatrerismo, ubicado entre las calles 55 y 14; que l le narr que estaba en una especie de fila como para ser asesinado, que vio episodios demenciales, gente a la que le ponan una inyeccin y caa desvanecida. Mientras se iba recuperando de esa traumtica experiencia Guido se encontraba secretamente con Laura todas las veces que poda en Buenos Aires. El 16 de noviembre de 1977 fue el ltimo contacto que la familia tuvo con ella a travs de un llamado telefnico. La Sra. de Carlotto explic que luego de la desaparicin de Laura, repiti todos los pasos de bsqueda realizados por su marido: ofreci dinero por los mismos canales lleg a entregar hasta 150 millones de pesos - y volvi a pedir una entrevista con Bignone. Destac que esta vez, ste la atendi con una actitud completamente diferente: nervioso, alterado y con un arma sobre el escritorio. En ese encuentro, la testigo pidi por la vida de su hija pero Bignone le respondi: a estas personas se les da la posibilidad de recuperarse pero se van al exterior y nos desprestigian. Frente a esto, Carlotto pidi que la juzgaran a Laura si consideraban que haba cometido un delito, segn explic, pero que Bignone respondi enrgicamente: de ninguna manera, acabo de volver del Uruguay y vi las crceles de los tupamaros y se fortalecen en sus convicciones y hasta
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convencen a los guardiacrceles. El militar le afirm: Ac hay que hacerlo. La testigo manifest que Bignone estaba hablando de asesinar a los detenidos y le suplic que si ya haban matado a Laura, al menos le devolvieran su cuerpo para no volverse loca como otras madres buscando en cementerios. La testigo record que sali desconsolada de esa entrevista, sin esperanzas de volver a ver a su hija con vida. Sin embargo, cont que se esperanz cuando el 31 de diciembre de 1977 la familia recibi una carta annima diciendo que Laura y su compaero estaban bien bajo control de las fuerzas de seguridad. Narr que la segunda noticia que recibieron fue en abril de 1978 cuando una vecina, Elsa Campos, les llev un mensaje de Laura, con quien haba compartido cautiverio en un centro de detencin. Les dijo que Laura estaba bien, embarazada de 6 meses, que su hijo nacera en junio de 1978 y que deban buscarlo en la Casa Cuna. En caso de que fuera varn Laura quera llamarlo Guido, como su abuelo. Estela Carlotto expres en el debate que ese momento fue muy esperanzador para su familia. Revel que lleg a creer que su hija vivira. Los sucesos probados a travs de los testimonios que se valoraran a continuacin, nos dan cuenta de una realidad distinta, acerca del destino de Laura y su hijo Guido. Alcira Rios, en su testimonio brindado el da 29 de marzo de 2011, refiri que estando secuestrada en el centro de detencin La Cacha, al segundo da de su cautiverio, se present una mujer apodada Rita, y que luego supo que era Laura Carlotto. sta le explic que tena que hacerle unas preguntas con sus datos personales y los de sus padres para volcarlos a una planilla porque se era el procedimiento habitual con los detenidos recin llegados. Al poco tiempo esta chica le refiri a la testigo; mir, yo hace 10 meses que estoy ac, soy de montoneros, me levantaron en la calle en Capital y me llevaron a mi domicilio donde estaba la prensa de capital, capturaron a mi compaero y nos llevaron a la ESMA, una semana estuvimos y luego nos trajeron ac. A mi compaero al da siguiente lo sacaron afuera junto a otro grupo y lo fusilaron delante de todos. A los muertos les echan goma de caucho y los queman.
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Mara Laura Bretal, mediante su testimonio brindado el dia 12 de abril de 2011, declar que fue secuestrada el 3 de mayo de 1978 con un embarazo de 4 meses y permaneci cautiva en La Cacha hasta el 22 de agosto de ese ao. Record que para fines de mayo vio a Laura Carlotto, a quien conoci como Rita, con un embarazo muy avanzado. Confes que aos despus le fue fcil reconocerla en fotos habida cuenta que aqulla era una muchacha muy hermosa, difcil de confundir, con unos ojos bellsimos. La testigo cont que Laura, que estaba sin vendas por ser una de las detenidas ms antiguas, le dijo que en febrero o marzo sufri contracciones y por eso fue llevada a la ESMA para ser atendida. Asimismo, la testigo record haberle enseado a Laura a hacer el trabajo de preparto y que cuando le tocaba la panza, senta las patadas del beb.
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Segn lo manifestado, Bretal pens que Laura supona que iba a ser liberada habida cuenta que quien referan que era su responsable en el centro, un interrogador del Ejrcito apodado VILLA, hombre de unos 50 aos que usaba traje y denotaba un alto rango, le haba dicho que no se preocupara, brindndole dos versiones alternativas: que su hijo sera entregado a la abuela o bien que ambos seran llevados a una granja de recuperacin. Bretal asegur que si bien en un principio Laura haba sufrido la tortura y las condiciones inhumanas comunes a todos los centros clandestinos de detencin, cuando su embarazo comenz a desarrollarse tuvo un tratamiento especial. Seal que Laura poda comer churrasco con pur como as tambin en algunas ocasiones tena acceso a una fruta. Los encargados de garantizar este trato eran dos hombres del Servicio de Inteligencia del Ejrcito. Hemos podido reconstruir en el juicio a partir del testimonio de Bretal que el 26 de junio de 1978 Laura Carlotto, empez a tener contracciones y fue sacada ante los gritos desesperados del resto de los detenidos. La testigo cont que entre el personal que intervino en el traslado estaba VILLA y que dos das despus uno de los guardias, perteneciente al Ejrcito, avis que ya haba nacido el nio. La testigo explic que una semana antes DON EDUARDO, tambin del Ejrcito, le mostr el ajuar que le haba comprado a Rita, diciendo que era blanco, como Rita quera.
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Segn la testigo, Laura le cont, cuando volvi a la Cacha, que le aplicaron una inyeccin en el Hospital para dormirla, pues intent resistirse aferrndose al nio pero perdi el conocimiento, despertndose en La Cacha, ya sin su hijo. Dichas circunstancias se ven asimismo corroboradas con lo declarado por Alcira Rios , quien record cmo Laura le cont las circunstancias en que haba tenido a su hijo, relat que ante los primeros dolores fue sacada en ambulancia del CCD y llevada a un Hospital Militar, que el nio naci por parto natural, que estuvo todo el tiempo engrillada a una camilla y que cuando se abra la puerta poda ver un soldado uniformado custodiando. Resalt que le permitieron tener durante 5 horas al nio, al que llam Guido, como su propio padre. Hizo hincapi en que Laura recordaba esas horas como inolvidables. Tambin la testigo Mara Ins Paleo es conteste con las afirmaciones citadas anteriormente. La testigo cont el da 12 de abril de 2011 que estuvo secuestrada en La Cachajunto a su marido desde el 25 de julio de 1978 hasta el 15 de agosto de ese ao, compartiendo cautiverio con Carlotto. Paleo rememor que en los primeros das en el centro conoci a la chica apodada Rita, que fue quien le hizo curaciones por las heridas sufridas
durante la tortura. Cont que se enter a travs de ella que el lugar se llamaba La Cacha y le cont que haba tenido un beb haca poco ms de un mes, el cual, segn le dijeron, sera entregado a la abuela. A su vez, le coment que a ella le haban asegurado que sera liberada. Confes la testigo que recordaba bien a Rita porque era quien serva la comida en el centro y porque, con permiso de los guardias, le hizo una torta a ella por su cumpleaos. Asimismo, Norma Aqun declar el da 12 de abril de 2011 que estando secuestrada en la Cacha conoci a Rita, una detenida que le refiri que haba tenido un varn, que era precioso y que lo iban a dejar en la Casa Cuna para drselo a la abuela. Las testigos Rios y Bretal coinciden en que una noche Laura lloraba desconsoladamente a la vez que gritaba: tengo un hijo que me quitaron, no s dnde est, hace meses que estoy ac estos me estn jodiendo, es todo mentira, no me van a liberar, no me voy a encontrar con mi hijo.
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En relacin al lugar adonde fue trasladada Laura Carlotto para dar a luz a su hijo, contamos con lo declarado por el testigo Carlos Anbal Lpez, quien seal, en la audiencia del da 4 de abril de 2011 que hizo el servicio militar en la Compaa de Soldados del Hospital Militar Central entre los aos 1978 y 1979. El testigo record que al da siguiente de que Argentina ganara el Mundial de Ftbol, que coincidi con su fecha de cumpleaos, el 26 de junio de 1978, recibi una orden a las 9 de la maana por parte de un suboficial de realizar una guardia armada en una habitacin del 2 piso, advirtindole que haba una subversiva embarazada relacionada con algn jefe militar y que estaba prohibido hablar con ella. Como la puerta estaba cerrada, pudo ver a esta joven recin cuando una enfermera ingres a atenderla. Permaneca despierta sentada en la cama, con una especie de camisn. Como las guardias eran de 3
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horas, el testigo se retir y volvi a custodiar la puerta recin a las 18 hs. Cuando regres la mujer ya haba parido porque se poda observar una cuna donde percibi la presencia de un beb. Sigui relatando, que a los 15 minutos aproximadamente de retomar la guardia se produjo una discusin entre un hombre vestido de civil con el rango de Mayor y un Capitn mdico de apellido Chovansek. El Mayor le ordenaba al mdico que aplicara una inyeccin a la detenida pero se negaba a indicarle el contenido de la misma, por lo que este ltimo se rehus. En ese momento lleg el director del hospital, el General mdico Marin, quien tras un dilogo con ambos dijo que l iba a aplicar la inyeccin. Continu explicando que finalmente el director del hospital ingres a la habitacin -con la jeringa en la mano- junto al Mayor y a los pocos minutos sacaron a esta joven, sin el beb, en estado de adormecimiento y la subieron a una silla de ruedas. El testigo Lpez explic que acompa a este grupo hasta la planta baja donde subieron a la mujer a un Ford Falcon y se la llevaron. Lpez volvi al 2 piso a dejar la silla y cuando regresaba a la guardia de prevencin que estaba en P.B, vio a un joven alto y delgado con lentes que se llevaba rpidamente a un beb por el pasillo de salida. Segn el testigo, ese beb era el que estaba en el 2 piso acompaando a la parturienta
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porque en ese piso no era habitual la presencia de bebs, ms considerando que obstetricia funcionaba en el 8 y el 9 piso. Lpez refiri que posteriormente, a principios de la dcada del 90 en un diario vi fotos de personas desaparecidas, reconociendo a Laura Carlotto como la mujer embarazada a quien debi custodiar en el Hospital Militar. A partir de eso, decidi contactarse con Estela de Carlotto para
brindar su testimonio y as lo hizo cada vez que le fue requerido. Acerca de alumbramientos de detenidas secuestradas
clandestinamente en el Hospital Militar Central, esto se ha visto corroborado, adems de lo declarado por Lpez, Alicia Eleonora Dottori de Ferreyra. Dottori declar el da 25 de abril de 2011 que durante el ao 1978 mientras trabajaba en el sector de Neonatologa del Hospital vio en el 8 piso a una detenida junto a su beb recin nacido custodiada por dos soldados armados. No record el sexo del beb pero s que lo revis, que estaba sano y que no tena historia clnica. Cuando le pregunt a su jefe por esta chica, el hombre le contest que ella iba a volver a su lugarde detencin y que el beb se lo devolveran a la familia La declaracin de Frati surge del legajo CONADEP n 4391. En ella, el testigo cont que por ser clase 1959 hizo la conscripcin durante el ao 1978 en el Hospital Militar Central donde supo que fueron llevados supuestos subversivos, a veces heridos y muy ensangrentados, y en una oportunidad una mujer en estado de gravidez. Agreg que estas personas eran trasladadas en autos de la Polica Federal, Ford Falcon y ambulancias de la Armada. De todos modos no se cuenta con la certeza de que el nacimiento en cuestin se haya producido en el Hospital Militar Central. Sin perjuicio de que tenemos por probado que aquel alumbramiento se produjo en un hospital militar. Respecto del destino de Laura Carlotto, Alcira Rios record que sta le manifest, das despus del episodio en que la oyeron llorar desconsoladamente, que tres jefes de la Marina iban a interrogarla para definir su papel. Al da siguiente la llevaron a una salita encapuchada donde tres hombres le hicieron preguntas y le comunicaron que iba a ser llevada a la por los testimonios de Mario Frati y de
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ESMA para ser sometida a un Consejo de Guerra y que en dos meses se reencontrara con su madre y su hijo. Luego de meses de cautiverio, el jueves 24 de agosto de 1978 Laura Carlotto se despidi de todos los secuestrados del CCD. Record Alcira Ros que en ese momento Laura le pidi algo prestado porque quera llevarse un recuerdo de ella por lo que le di su corpio negro de encaje. Estela Barnes de Carlotto narr que el 25 de agosto de 1978 la familia recibi en su domicilio de La Plata una comunicacin de la Comisara 9 citndolos a concurrir a la Subcomisara de Isidro Casanova. All fue junto a su hermano y su marido donde fueron atendidos por el comisario, quien les mostr la cdula de Laura informando que se le haba dado muerte junto a un hombre dentro de un auto por no acatar la orden de detencin en un operativo
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de control de automviles en Ruta 3 en el partido de La Matanza. La testigo cont que comenz a gritar asesinos, ella estaba secuestrada pero el comisario, mientras pona un arma en su escritorio, se limit a decir que a ellos el Ejrcito les haba entregado el cuerpo, que deban reconocerlo y retirarlo previa firma de unos papeles. Cuando la familia pregunt por el hijo de Laura, el comisario neg la existencia de un beb. El cuerpo de Laura, de tan slo 23 aos, estaba afuera del edificio tirado en la furgoneta de una empresa fnebre. El otro cadver era el de Carlos Lahte, quien fue enterrado como NN en el Cementerio de General Villegas, La Matanza, Provincia de Buenos Aires. Recin en el ao 1988 a partir del trabajo del EAAF se pudieron identificar sus restos. La versin oficial que pretendi encubrir el asesinato de Laura simulando un enfrentamiento qued plasmada en los archivos de la ex DIPBA. All obra una memorando confeccionado el da de la muerte de Laura, por el Jefe de la Unidad Regional I de Morn, Alberto Rousse, quien informa la defuncin de Laura Carlotto el da 25 de agosto de 1978 a las 1,20 horas. En ese informe se consigna que en el supuesto enfrentamiento haban intervenido Fuerzas Conjuntas dependientes del rea Militar 114 con asiento en la localidad de Ciudadela. A fs. 188 del legajo 77 de la causa nro. 450 puede leerse una nota de la Polica de la Provincia de Buenos Aires con fecha 28 de mayo de 1984
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informando que en los archivos de la Institucin existe un legajo sobre Laura Carlotto caratulado Cadver, causa enfrentamiento con Fuerzas Militaresrea 114 el 25/8/78 en Matanza 1era, Isidro Casanova, identificada en el Registro Provincial de las Personas. Sin embargo, en la misma nota se aclara que no existen constancias en la Comisara de Isidro Casanova (La Matanza) del inicio algn de sumario que se relacione con la vctima Laura Carlotto. Ya en democracia, en 1984 la familia Carlotto inici en La Plata una accin judicial por la privacin ilegal de la libertad seguida de muerte de Laura. En el marco de esta causa, agregada al legajo nro. 77 ya mencionado, se orden exhumar el cuerpo de la vctima para la realizacin de una autopsia (ver acta de exhumacin a fs. 298 del legajo 77). Se buscaba determinar el motivo de su muerte y si haba tenido un hijo. La autopsia fue efectuada en 1985 por el prestigioso cientfico americano Clyde Collins Snow junto a personal del Equipo Argentino de Antropologa Forense. Las conclusiones, obrantes a fs. 302/3 del legajo, revelan que Laura Carlotto fue muerta por disparos con arma de fuego efectuados a bastante corta distancia. Asimismo, las caractersticas de los huesos de la pelvis indicaban que antes de morir haba dado a luz a un nio luego de un embarazo a trmino. El hallazgo durante la exhumacin del cadver de un corpio de encaje color negro como aqul que a modo de despedida, Alcira Ros le entregara a Laura al salir de La Cacha y que fue reconocido por la testigo en el mbito judicial, como lo declar en el debate, confirma sin lugar a dudas que la joven que ella conoci como Rita era efectivamente Laura Carlotto. Tambin se probaron los diversos reclamos que Estela Barnes de Carlotto present ante las autoridades, con el fin de recuperar a su nieta. La testigo record que en el ao 1978 fue a la Casa Cuna de la Provincia de Buenos Aires con la ilusin de que all poda estar su nieto, cuyo sexo an desconoca. Fue recibida por el Director, quien se neg a darle informacin. El 18 de julio de ese ao Estela Barnes de Carlotto present un recurso de habeas corpus a favor de Laura y su beb ante el Juzgado Federal Nro. 2 de La Plata caratulado Carlotto Laura Estela s/ interpone recurso de habeas corpus su madre, expediente nro. 27.820-C. Tanto el Ministerio del
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Interior como el Comandante en Jefe del Ejrcito, negaron registrar antecedentes de Laura. El 22 de agosto, es decir, 3 das antes de que la
asesinaran, el Fiscal Federal Jorge Ortega dictamin el rechazo del recurso, decisin que finalmente toma el Juz Leopoldo J. Russo desestimndolo el 28 de agosto, cuando el cuerpo de Laura ya haba sido entregado a su familia. Estela Barnes de Carlotto tambin indic que dos aos despus, en 1980, cuando ya se haba unido a otras abuelas que buscaban a sus nietos y como parte de las actividades realizadas por ellas, viaj a Brasil a una reunin de sobrevivientes de centros clandestinos de la Argentina convocada por CLAMOR. All recibi una confirmacin fundamental por parte de una sobreviviente de La Cacha: su nieto haba nacido y era un varn. La informacin le lleg a travs de Alcira Ros, quien se haba exiliado luego de
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obtener su libertad en el ao 1979. En ese encuentro, Alcira Ros mencion entre los secuestrados de La Cacha a una muchacha Rita, que haba tenido un nio. Entonces Carlotto, que saba que a su hija le decan Rita porque ella se lo haba contado antes del secuestro, le mostr una foto y Alcira la reconoci. Por lo expuesto y a travs de las distintas evidencias valoradas precedentemente se encuentra probado que el hijo de Laura Estela Carlotto y su compaero, naci en cautiverio, no fue restitudo a su familia, no ha sido recuperado al da de la fecha, y se encuentra desaparecido.
b. Mara Natalia Surez Nelson Corvaln: Mara Natalia, hija de Maria Elena Isabel Corvalan y de Mario Cesar Suarez Nelson naci el da 8 de agosto de 1977, en la maternidad
ubicada en la crcel de mujeres de Lisandro Olmos, Provincia de Buenos Aires, lugar al que la joven Mara Elena Isabel, de 24 aos, fuera trasladada para dar a luz, desde el centro clandestino de detencin denominado La Cacha, donde aqulla haba sido llevada, luego de que se produjera su secuestro, el da el 10 de junio de 1977 en su domicilio de la calle 8 entre 82 y 83 de la Ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires en un operativo en que intervinieron tanto el Ejrcito como la Marina y en el que su compaero, Mario Csar Surez Nelson, padre de la criatura por nacer, resultara muerto.
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Asimismo, horas despus del nacimiento, la nia fue sustrada de los brazos de su madre por el Capitn de Marina Juan Carlos Herzberg, quien la entreg al matrimonio compuesto por Omar Alonso y su mujer Mara del Lujn Di Matta, quienes anotaron a la nia como propia alterando su estado civil e imponindole as una falsa identidad, mantenindola retenida y oculta de su familia biolgica, haciendo incierta, de esta manera, su identidad. As las cosas, con fecha 31 de mayo del 2006 pudo determinarse a travs del estudio de histocompatibilidad realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos que quien haba sido anotada como Mara Natalia Alonso era en realidad, la hija de Mara Elena Isabel Corvaln de Surez Nelson y Mario Csar Surez Nelson. El estudio, que fuera confeccionado por los peritos Mara Beln Rodrguez Oscar Santap, Mara Victoria Colica, y Sandra Filippili concluy que los Sres. CORVALN de SUAREZ NELSON, Mara Elena Isabel (madre alegada desaparecida) y SUAREZ NELSON, Mario Cesar (padre alegado desaparecido) tienen una probabilidad del 99,995 % de haber sido los padres del perfil gentico obtenido de la muestra remitida e identificada como Bao ppal M9 cepillo de dientes. Esto ltimo en alusin al cepillo de dientes perteneciente a la vctima secuestrado de su domicilio. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declar la bioqumica Maria Belen Rodrguez Cardozo, quien dio cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que la avalan, a la vez que reconoci su firma inserta en aquella pericia y ratific las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaracin prestada el 31 de octubre de 2011) Las circunstancias del nacimiento, la entrega y la apropiacin de la beb fueron objeto de un juicio en el marco de la causa nro. 2.965/09 por el Tribunal Oral Federal nro. 1 de La Plata. En esa oportunidad, el 14 de diciembre del 2010 se dict sentencia condenando a la pena de diez aos de prisin al entregador de la nia, el marino Juan Carlos Herzberg, y al hombre que la anot como hija propia y la ocult de su familia biolgica, Omar Alonso, causa que ha sido incorporada por lectura a este debate. De los hechos probados en la sentencia mencionada
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todava con el cordn umbilical intacto, la nia fue arrancada de los brazos de su madre por el Capitn de Marina Juan Carlos Herzberg, quien la entreg a un matrimonio, de la Ciudad de La Plata, integrado por el comerciante Omar Alonso y su mujer Mara del Lujn Di Matta, en el domicilio que compartan en la calle 39 nmero 622 2A. En la sentencia tambin se dio por acreditado que el 12 de agosto de 1977 se confeccion un certificado espurio en el que se consignaba falsamente el nacimiento de la beba ese da y en el domicilio del matrimonio, firmado por el mdico Francisco Bosia. En dicho instrumento, ms precisamente en la parte inferior del formulario, en el sector reservado para los datos necesarios para su inscripcin registral, Omar Alonso insert falsamente sus datos personales y los de su esposa Mara del Lujn Di Matta como si fueran los progenitores de la criatura. Con ese
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instrumento pblico falso Omar Alonso hizo insertar esos datos, que saba apcrifos, en la partida de nacimiento de Mara Natalia el 16 de agosto de 1977, ante el Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires, lo cual fue anotado bajo acta N 1148, de la delegacin La Plata. La partida de nacimiento result as ser ideolgicamente falsa, al distorsionar lugar de nacimiento, hora del parto y datos de los padres biolgicos de la beba. Se acredit el mismo proceder fraudulento de Alonso al tramitar el Documento Nacional de Identidad de la nia que llev el nmero 26.058.284 ante la seccional 2da La Plata del Registro Nacional de las Personas. Mediante la expedicin de toda esta documentacin se alter el estado civil de Mara Natalia. Asimismo, en el fallo se prob que quien fuera el mdico pediatra de Mara Natalia Surez Nelson hasta los 7 u 8 aos, el Dr. Hugo Prez Salas, concurri el supuesto da del parto a la casa de Alonso y Di Matta y se encontr con un recin nacido, cuando, segn sus dichos, esperaba encontrarse con un nio ya evolucionado. Segn afirm, se trataba de una nia que se encontraba en perfecto estado de salud, que haba nacido 3, 4 o 5 horas atrs porque tena el cordn umbilical intacto, perfecto, sin signos an de atrofia, pero extraamente nada indicaba que en el lugar se hubiera producido ese parto. Incluso se tuvo por probado que 20 das antes del nacimiento de Mara Natalia, Herzberg, sabiendo que el matrimonio no poda tener hijos, le haba ofrecido a Omar Alonso entregarle una nia que estaba por nacer. Eso
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explica que antes de la llegada de Mara Natalia, los apropiadores ya haban comprado el ajuar para recibirla. En la sentencia tambin se acredit que los apropiadores conocan con certeza cul era la verdadera familia de Mara Natalia. Un episodio all relatado resulta esclarecedor: Elsa Mara Surez Nelson, ta de Mara Natalia, para el cumpleaos de quien crea era su sobrina a partir de las investigaciones de Abuelas de Plaza de Mayo por el ao 1990/1991, sin haber tomado contacto previo ni con ella ni con su familia hasta entonces, le envi de regalo, a travs de un mozo de la parrilla propiedad de Alonso, una maceta con una violeta de los Alpes junto a una tarjeta que deca Natalia feliz cumpleaos, tu ta y tus primos que te quieren mucho. Ms tarde, encontr esa misma planta en la puerta de su casa y se enter que haba sido Alonso quien la dej all, lo que demuestra que saba perfectamente de quin vena el obsequio. Para acreditar esta circunstancia, el fallo se fund tambin en los dichos de la vctima, Mara Natalia Surez Nelson quien supo como lleg a la casa de Alonso por lo que le contara la esposa del nombrado, Mara Lujan Di Matta, en la Navidad de 1993, conmocionada luego de la detencin de Alonso. En esa fecha, encontrndose fuera del alcance de la justicia argentina en la Repblica del Paraguay, Di Matta le dijo que ellos no eran sus padres y que aparentemente era hija de desaparecidos. Ya en su etapa instructora, el 9 de agosto de 2007 el juzgado en lo Criminal y Correccional Federal N 3 de La Plata haba resuelto declarar la nulidad tanto del acta de nacimiento como del D.N.I. de Mara Natalia, ordenando inscribirla bajo el apellido Surez Nelson, el cual legalmente le corresponda y que debi llevar desde que naci. Esta rectificacin qued asentada en fecha 30 de noviembre del mismo ao. Del mismo modo, se efectu la rectificacin de la partida de la pequea hija de Mara Natalia, Isabella, haciendo constar el verdadero apellido de la madre. Volviendo a las circunstancias que rodearon el secuestro de Mara Elena, se prob a travs de un informe de la Comisin Provincial de la Memoria, incorporado a la causa, que la Marina vena realizando tareas de inteligencia sobre Corvaln desde diciembre de 1976. Ella era perseguida como activista importante de Montoneros por las fuerzas de seguridad, tanto de la
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Marina como del Ejrcito. Es absolutamente revelador el documento que obra en el legajo Mesa DS carpeta Varios N 6145 del que surge un informe del 29 de junio de 1976, que solicita un amplio informe ambiental, ideolgico y de cualquier tipo de circunstancias sobre Corvaln y otras personas. Los resultados fueron remitidos por la DIPBA un mes despus y dirigida al seor comandante rea Naval Ro Santiago. FUETAR 5, es decir, Fuerza de Tareas nro. 5 que sera comandada durante el ao 1977 por el mencionado Herzberg. Acerca de ste cabe resaltar que desempeaba un rol fundamental en la llamada lucha contra la subversin. Tanto es as, que en su legajo de conceptos surge, a fs. 58/9, que durante el perodo 1977-1978 fue calificado positivamente por su superior Antonio Vaek, hoy imputado en este juicio, por entonces Comandante de Operaciones Navales (CON). Vaek sostuvo que
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Herzberg tuvo un desempeo eficaz y que condujo las operaciones con eficiencia. Continuando, Herzberg era para esa fecha Director del Liceo Naval Almirante Brown y adems Comandante de la Fuerza de Tareas nro. 5 que un ao antes, dijimos, segua los movimientos de Mara Elena, secuestrndola en un operativo conjunto con el Ejrcito en junio de 1977. Dos meses ms tarde, el nombrado separaba a la nia recin nacida de su madre y la entregaba para ser apropiada, alterndole de esta forma su estado civil. Del legajo CONADEP n 215 correspondiente a Mara Elena Corvaln, surge que sta era conocida en el barrio como Mnica, mientras que a su marido, lo apodaban el gordo. El estado de gravidez de Maria Elena se encuentra tambin acreditado por el testimonio de su hermano, Juan Manuel Ricardo Corvaln quien, mediante su testimonio brindado en el debate el da 18 de abril de 2011, asegur que al momento del secuestro, el embarazo de su hermana Mara Elena era notorio. Se vean en las visitas que sta le haca en su lugar de trabajo, el Hospital San Martn, donde conversaban sobre sus cosas y el estado del embarazo. Cont que previo al secuestro hubo allanamientos en la casa de la familia preguntando por ella, lo cual resulta coincidente con el seguimiento que la Direccin de Inteligencia realiz sobre la vctima. Tambin cont que ella y su marido eran militantes de la Organizacin Montoneros.
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Luego del secuestro, en los primeros das de agosto de 1977, la familia Corvaln recibi noticias sobre el nacimiento de la hija de Mara Elena, a travs del llamado telefnico de una mujer que habra intervenido en el parto y que si bien no dio su nombre inform, que haba nacido una nena de 3 kilos y medio aproximadamente y que le haban puesto el nombre de Luca. Tambin por esa poca supieron que la beb haba nacido en la crcel de mujeres de Olmos. La familia Corvaln no volvi a tener noticias sobre el paradero de la hija de Mara Elena sino hasta la recuperacin democrtica, cuando a partir del trabajo de investigacin de las Abuelas de Plaza de Mayo recibieron informacin de que la beb haba sido entregada en un capote militar a un comerciante de la ciudad de La Plata. Esto fue confirmado por Estela de la Cuadra durante la audiencia de debate del dia 2 de mayo de 2011, quien cont que en el ao 1984 las Abuelas iniciaron una causa judicial denunciando que la hija que haba anotado como propia un conocido cantante de tangos de la Ciudad de la Plata de apellido Alonso poda ser hija de desaparecidos. Acorralado por las investigaciones judiciales, y eludiendo la prohibicin que pesaba sobre l para salir del pas, Alonso escap en 1986 junto a su esposa y la nia que en ese entonces tena 9 aos a la Repblica del Paraguay. Al respecto es muy esclarecedor el documento aportado durante la audiencia por Juan Manuel Ricardo Corvaln, incorporado por lectura al debate, el cual consiste en un informe de la Polica del Paraguay del 27 de noviembre de 1987 donde se deja constancia que el ciudadano argentino OMAR ALONSO, se encuentra radicado en nuestro pas en las mismas condiciones que los MIARA y BIANCO. Recordemos aqu que estas personas tambin eran imputados prfugos por casos de apropiacin de nios. La nota contina de la siguiente manera: que el exhorto de extradicin ya lleg por intermedio del Embajador argentino Dr. RAL ALBERTO QUIJANO y que entre el martes o mircoles de la prxima semana, por medio de los Diarios se iniciar un furibundo ataque en contra del Paraguay. Que el referido OMAR ALONSO () dice tener muy buenas relaciones con el Gral. HUGO BANZER, sugiriendo el informante que se le puede pedir que de inmediato salga para Bolivia, a fin de evitar problemas al superior
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gobierno de nuestro pas. Firmado: Comisario Alberto B. Cantero DIRECTOR DE POLTICA Y AFINES. Respecto del cautiverio de Maria Elena, aparece como esclarecedor el testimonio de Patricia Mara Prez Catn, quien relat ante este Tribunal el 18 de abril de 2011 que estuvo detenida junto a Mara Elena Corvaln, a quien le decan La Negrita, que estaba embarazada de 7 meses, razn por la cual sus captores la dejaban caminar dentro del CCD. Record que Mara Elena estaba muy panzona y que para fines de junio de 1977, fecha en que la testigo fue sacada de La Cacha, ella segua secuestrada y su embarazo continuaba. Tales dichos se ven respaldados por el testimonio brindado el 18 de abril de 2011 por Ral Guillermo Elizalde, quien refiri haber visto en La Cacha a la Sra. de Corvaln de Surez Nelson. Cont que estaba con un
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avanzado estado de embarazo y que tena una panza notable. Agreg que como estuvieron esposados uno al lado del otro pudo hablar con ella, quien le relat cmo haba sido secuestrada en su casa cuando volva de hacer las compras y que su esposo fue asesinado durante el procedimiento. El testigo explic que en el centro clandestino de detencin se pudo escuchar por frecuencia interna de radio el desarrollo del operativo antes referido. Confirm tambin que a Mara Elena la dejaban caminar y que reciba, dentro de las circunstancias, una atencin diferenciada por estar embarazada. Sobre el parto, record que la llevaron a tener el beb a otro lugar y que antes de irse, escribi una carta para despedirse y agradecer el apoyo de los otros secuestrados. Ambos testimonios son contestes con lo declarado el da 18 de abril de 2011 por Hctor Javier Quinterno. El testigo revel en el debate el momento en que Mara Elena lleg a la Cacha y le relat a l los pormenores del operativo de su secuestro. La noticia de la muerte de su pareja le haba llegado framente de boca de uno de los guardias, algo que segn el testigo era normal dentro ese lugar donde los lmites no existan. Quinterno agreg que Mara Elena estaba muy dolida por la prdida pero, a la vez, preocupada por su embarazo, por lo que pregunt a un guardia qu iba a pasar con su beb. ste le contest que se quedara tranquila, que estaba todo previsto, que iba a ir a un hospital a tener el bebe y se lo iban a remitir a un familiar.
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Est probado que Elena no fue trasladada a un hospital, sino a la maternidad que funcionaba en la crcel de Olmos, a metros de La Cacha. Luego del parto, Mara Elena fue devuelta a ese CCD sin su hija y desde entonces no se volvieron a tener noticias de ella, permaneciendo al da de hoy desaparecida.
C. Centro Clandestino de Detencin Comisara 5ta. de La Plata: Tenemos probado con el grado de certeza que este estadio requiere que, desde aproximadamente el ao 1976 y hasta 1979, existi un centro de detencin ilegal de personas ubicado en la calle 24 entre Diagonal 74 y calle 63 de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, sede de la Comisara 5ta de esa ciudad. Su existencia se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, como as tambin por el fallo recado en la causa N 44 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, caratulada Causa incoada en virtud del decreto 280/84 del Poder Ejecutivo Nacional, tambin incorporada y seguida contra los ex jefes de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, las declaraciones prestadas por los testigos Adriana Calvo, Miguel Laborde, Norberto Osl, Carlos De Francesco, Luis Velasco Blake, Hugo Marini, Osvaldo Lovazzano, Gabriela Gooley, Graciela Marcioni, Mara Cristina Bustamante, Luisa Linda Abdala, y Leopoldo Marcelo Campano y la inspeccin ocular realizada por este Tribunal, con presencia de las partes y testigos, el da 23 de mayo de 2011 (ver acta obrante a fs. 253/254 del Legajo concerniente al debate oral y pblico a desarrollarse en las causas 1351, 1499, 1584, 1604 y 1772) La Comisara 5ta de La Plata estuvo bajo la dependencia y el control operacional del rea 113 de la Zona 1, Subzona 1, bajo la jurisdiccin del Primer Cuerpo de Ejrcito, comandada en la poca de los hechos por el General Carlos Guillermo Surez Mason. Valorando los planos obrantes a fs. 256/258 del legajo referido, incorporado al debate, se observa que el ingreso principal era por la Diagonal 74, y en la primer edificacin estaban las oficinas donde se desarrollaban las
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tareas propias de la dependencia policial. Sin embargo, si uno continuaba por la diagonal, a travs de una puerta, se acceda a un patio y a la izquierda a un acceso vehicular. Sin perjuicio de que actualmente este espacio se encuentra tapiado, al momento de los hechos sta era la manera de llegar al fondo del predio donde funcionaba la seccin clandestina de la comisara, y en la que eran alojados los secuestrados, circunstancia que pudimos corroborar, en ocasin de la inspeccin ocular realizada oportunamente. De los testimonios recogidos surge que el C.C.D. dependa del Ejrcito, aunque era custodiado por efectivos de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. Adriana Calvo- mediante su testimonio obrante a fs. 2887/93 de la causa 1351, incorporado por lectura a este juicio -refiri que la custodia la haca
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personal de la Polica de la Provincia de Buenos Aires perteneciente a la misma comisara, pero que una vez por semana llegaba una patota vestida de civil y con voz de mando, la cual entraba a los calabozos con unos papeles y tomaba lista a los secuestrados. La testigo asegur que pertenecan al COT (Comando de Operaciones Tcticas) y que hasta los guardias les tenan miedo. Gabriela Gooley, cuya declaracin de fs. 8433/35 de la causa nro. 1351 y del expte. 834/SU cuya copia obra a fs. 8312/27 de la causa nro. 1351 en instruccin fueron incorporada por lectura al debate, afirm que la Comisara 5ta dependa del Ejrcito y que esto lo supo porque la persona que orden su libertad se identific como perteneciente a esa fuerza. A su vez, dijo que otros secuestrados le contaron que cada dos meses venan camiones del Ejrcito y de la Marina a llevarse detenidos. Graciela Liliana Marcioni, cuya declaracin de fs. 8379/86 de la causa 1351, tambin fue incorporada por lectura, dijo que el personal que intervino en su secuestro formaba parte del Ejrcito y era denominado la patota. Dijo que la Comisara 5ta estaba dirigida por personal policial pero que respondan al Ejrcito porque en varias oportunidades escuch a los guardiacrceles decir llegaron los jefes. El testigo Carlos Alberto De Francesco , mediante su testimonio brindado el da 17 de mayo de 2011, mencion que dentro de la comisara
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tomaban lista y fotografiaban a los secuestrados, como muestra del nivel organizativo de la represin A su vez, son varias las menciones a un Coronel como mxima autoridad del centro, aunque su identidad no resulte conocida hasta el momento. En este sentido son contestes las declaraciones de los testigos Gooley, Calvo, De Francesco y Norberto Osl, quien declar en la audiencia el da 19 de abril de 2011. Tambin se prob la presencia de embarazadas en ese centro de detencin. Adriana Calvo, quien lleg a la Comisara 5ta con un embarazo de 7 meses, record un movimiento masivo de secuestrados ocurrido el 1 de abril en el que fueron trasladadas casi todas las mujeres. Las excepciones fueron unas pocas entre quienes estaban la testigo, Ins Ortega y Elena de la Cuadra, las tres con embarazos avanzados, y Susana Falabella, a quien ya le haban sustrado a su hijo, Sabino Abdala, como veremos enseguida. Tambin pudo ver embarazadas a Mara Adelia Garin y a Silvia Graciela Muoz. Cont que haba un grupo especial de secuestradas integrado por Ins Ortega, Diana Wlichky de Martnez, Elena de la Cuadra y Susana Falabella de Abdala, que no eran nombradas cuando pasaban lista. La presencia de mujeres en estado de gravidez se pudo probar tambin a travs de los testimonios de los mencionados Carlos De Francesco, Mara Cristina Bustamante y de Hugo Marini. El da 7 de febrero del corriente ao, Mara Cristina Bustamante manifest que se poda escuchar la radio con la que se comunicaba el personal, y a su vez podan orse las campanadas del seminario mayor. Estos elementos, explic, le permitieron identificar el lugar donde estuvo secuestrada. Hugo Marini declar el 26 de abril de 2011 que en la Comisara 5 las personas estaban vestidas con la ropa que traan al ser secuestradas, y que algunos, incluso estaban descalzos. Record que dorman en el piso entre paredes transpiradas y que se juntaba agua en la celda. Adems de los casos de los hijos de Ins Ortega y de Elena de la Cuadra, que se desarrollarn en el apartado siguiente, mediante el informe
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Maternidades Clandestinas elaborado por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, surge que fueron varias las mujeres embarazadas que estuvieron secuestradas en ese centro, y que se encuentran hoy desaparecidas, desconocindose a su vez el paradero de sus hijos nacidos en cautiverio. Entre ellas: Elsa Cicero, Mara Adelia Garn, Silvia Amanda Gonzlez, Mirta Graciela Manchiola, Silvia Graciela Muoz, Mnica Edith Olaso, y Diana Beatriz Wlichky. Adriana Calvo tambin explic que Jorge Antonio Bergs era el mdico que atenda a las embarazadas dentro del centro, y que atendi el parto de Ins Ortega, atada de pies y manos a la mesa de una cocina, mientras la insultaba durante el alumbramiento. Tambin fue probada en este juicio la presencia de nios de muy
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corta edad en el CCD, quienes luego seran apropiados. En este sentido, casi todos los sobrevivientes de este centro recordaron como un hecho particularmente traumtico, el da en que llegaron a la Comisara 5ta dos nios muy pequeos. Ello ocurri el 16 de marzo de 1977. Se trataba de Maria Eugenia Gatica Caracoche, quien tena tan slo un ao y Jos Sabino Abdala, de dos aos y medio. Haban sido secuestrados junto a los padres de este ltimo, Susana Falabela y Jos Abdala, quienes estaban cuidando transitoriamente a Mara Eugenia. Todos ellos fueron vistos en la Comisara 5ta. Ambos nios fueron apropiados y recin muchos aos despus se les pudo restituir su identidad, y se pudo saber acerca de estos sucesos, en este juicio, a travs del testimonio brindado por Ana Mara Caracoche de Gatica el 11 de mayo de 2011. Asimismo, el caso de Mara Eugenia Gatica Caracoche se tuvo por probado en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal.
a. Carlos Leonardo Fossati Ortega: Carlos Leonardo, hijo de Ins Ortega y de Ruben Leonardo
Fossati, naci el da 12 de marzo de 1977, en el centro clandestino de detencin que funcion en la Comisara 5ta. de La Plata, Provincia de Buenos Aires, lugar
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donde Ortega y Fossati fueron trasladados luego de haber sido secuestrados el da 21 de enero de 1977 en la localidad de Quilmes, Provincia de Buenos Aires. Luego de 24 horas de permanecer con el recin nacido en una celda, a la joven Ins, de 18 aos de edad, se lo sustrajeron dicindole que el Coronel quera conocerlo.De esta manera, fue sacado de la Comisara 5 y retenido por el matrimonio compuesto por Carlos Alfredo Carassale y Amabelia Nlida Coudec, quienes imposibilitados de tener hijos, ocultaron su identidad e hicieron incierto su estado civil, anotndolo falsamente como hijo propio bajo el nombre de Carlos Roberto Carassale. As las cosas, el da 11 de agosto del 2005 pudo determinarse por medio del resultado del estudio inmunogentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos que quien fuera inscripto como Carlos Roberto Carassale, era en realidad, el hijo de Ins Ortega y de Ruben Leonardo Fossati, a quien su madre quiso llamar Leonardo. ( cfr. informe elaborado por el Banco Nacional de Datos Genticos obrante a fs. 1/19 de la causa n 10 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Federal n 3 de la Plata, Presunta supresin de identidad, Cassaralle, Carlos Roberto) El estudio realizado por los peritos Mariel Andrea Abovich, M. B. Rodrguez Cardozo y Ana M. Di Lonardo, estableci que de los marcadores genticos de los integrantes del grupo humano involucrado en la pericia, no es posible excluir el vnculo materno de Carlos Roberto Carassale con su madre alegada desaparecida Ins Ortega. De la misma manera dictamin acerca del vnculo biolgico paterno con su padre alegado desaparecido, Rubn Leonardo Fossati. El 5 de noviembre del 2006 se declar la nulidad del acta de nacimiento y se orden la nueva inscripcin como Carlos Leonardo Fossati, hijo biolgico de Ins Beatriz Ortega y Rubn Leonardo Fossati, nacido el 12 de marzo de 1977 en La Plata. A su vez, se orden la rectificacin de la partida del hijo de Leonardo, Toms, a quien se reinscribi como Toms Fossati, con su verdadero apellido paterno. A travs del testimonio brindado en la audiencia el da 18 de abril de 2011, por el propio Carlos Leonardo Fossati Ortega se pudo conocer que, a medida que creca comenzaron a generrsele dudas sobre su identidad,
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alimentadas por el hecho de no parecerse fsicamente a los Carassale. Adems, destac que le llamaba la atencin que stos eran mucho mayores que los padres del resto de sus compaeros de colegio, y que no existan fotos de su supuesta madre embarazada. Explic que durante aos vivi con esta incertidumbre pero a la vez pensaba que si tena otra familia, sta lo haba abandonado, y entonces prefera estar con aqullos que lo haban elegido. Esta postura, segn explic, la cambi radicalmente cuando fue padre, momento a partir del cual crey que era importante conocer la verdad. As fue que se acerc a una ta de crianza, le cont sus dudas y ella le confes que no era hijo biolgico de los Carassale. Relat en la audiencia, la versin que le proporcionaron en ese momento. As, cont que le explicaron que haban intentado adoptar un chico
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haca tiempo y que en marzo de 1977, una semana despus de la fecha de su nacimiento, una amiga del matrimonio Carassale llamada Marta Curel -quien luego sera elegida como madrina de Leonardo-, recibi el llamado de una vecina que atenda partos en su casa avisndole que haba nacido un nio de una chica cordobesa, y no saba qu hacer con l. Segn esa versin, los Carassale decidieron recibir al beb y anotarlo como hijo propio, haciendo constar que el nacimiento haba ocurrido el 20 de marzo de 1977 en el domicilio familiar de la calle 42 nro. 1178 de la Ciudad de La Plata. Segn esa versin, tambin fue Curel quien lo busc en la casa de esa supuesta partera. La partida de nacimiento conteniendo datos falsos fue firmada por el mdico familiar ngel Ral Ferrando, quien fue luego pediatra de Leonardo durante su infancia. No obstante, no existe ningn dato cierto que permita corroborar que a Leonardo lo fueron a buscar a la casa de esa supuesta partera. Recordemos que cuando Leonardo intent conocer su origen y confirmar esa versin, trat de buscar a esta partera pero los Carassale le dijeron que haba fallecido aos antes. Segn nos cont, la hija de Marta Curel lo llev hasta el domicilio donde habra estado esta mujer en la calle 66 entre 16 y 17 de la Ciudad de La Plata, es decir, a menos de 10 cuadras de la Comisara 5. Sin embargo, Leonardo aclar que no entr a esa casa y que no habl con
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nadie que le confirmara que all hubiera funcionado verdaderamente una casa de partos, ni tampoco confirm que esa persona realmente haya fallecido. Incluso cuando se le pregunt si habl con el mdico que firm su partida de nacimiento, explic que haba tomado la decisin de no hablar con l ni recabar informacin sobre cmo lleg al domicilio de los Carassale, sino priorizar conocer la historia de su familia biolgica. En el ao 2004 Leonardo decidi acercarse a la filial de La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo. Si bien no tena muchas esperanzas de encontrar ah su historia, no ignoraba, segn dijo, que haba nacido durante el ao 1977 en La Plata, una ciudad muy castigada por la dictadura. En Abuelas se inici una investigacin y le sugirieron hacerse un anlisis de ADN en el Hospital Durand, al que se someti voluntariamente el 25 de noviembre del 2004, siendo los resultados los ya conocidos por todos y que permitieron que finalmente pudiera recuperar su verdadera identidad. Leonardo relat que por el lado de su pap pudo conocer a una ta, pero lamentablemente no lleg a conocer a sus abuelos porque stos, al poco tiempo del secuestro de su padre, enfermaron y murieron. De parte de su mam se encontr con su ta Susana, hermana gemela de Ins, sus primos y sus abuelos que viven en La Plata. Todos ellos lo buscaron desde que supieron de su nacimiento. Tambin conoci a los compaeros de militancia, del secundario y aquellos que compartieron el cautiverio en la Comisara 5ta con sus padres. As, se enter que su mam militaba en la Unin Estudiantil Secundaria; que su padre estudiaba historia y era militante de la organizacin Montoneros; que fueron secuestrados en Quilmes y las circunstancias de su nacimiento. Leonardo describi en la audiencia la bronca y tristeza que le produjo descubrir que se cri a slo 4 cuadras de la Comisara 5 y a 5 cuadras de donde viva su familia biolgica paterna. Destac incluso que de chico jugaba en la misma plaza donde los Fossati iban a tomar mate. Del informe confeccionado por la Comisin Provincial por la Memoria, surge la formacin de un legajo n 17674 en la ex Direccin de Inteligencia de la Policia de la Provincia de Buenos Aires, asunto: s/paradero de Fonrouge, Adela Esther de Libralato y 5 mas, del que se desprende un
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pedido de paradero de Rubn Leonardo Fossati, el cual fue contestado en fecha 25 de mayo de 1981, en forma negativa. Las circunstancias del secuestro de Ins Ortega y su compaero fueron probadas en este juicio, a travs del testimonio brindado por la hermana de aqulla, Susana Ortega el da 18 de abril de 2011. En esa oportunidad, la testigo revel que supo lo ocurrido a partir del relato que le hiciera su marido, Emir Ramrez. l le cont que ese da a las 20 hs esperaba a Ins y Rubn en un bar ubicado entre las calles Andrs Baranda e Islas Malvinas, de la localidad de Quilmes, Pcia. de Buenos Aires, cuando desde el exterior escuch una voz de mando que gritaba Alto! y por la ventana vio correr a Rubn Fossati y a dos policas persiguindolo. Finalmente estos hombres alcanzaron a Rubn, le pusieron un arma en la nuca y lo subieron a
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un patrullero donde tambin estaba Ins Ortega con un notorio embarazo. Dichas circunstancias se ven corroboradas asimismo por las constancias obrantes en el legajo CONADEP n 2568, perteneciente a Ins Ortega, donde adems se aporta que las fuerzas intervinientes se identificaron como fuerzas de seguridad, que estaban vestidos, en su mayora de civil y que se trasladaban en 2 automviles Ford Falcon Sprint. Tambin aport que posteriormente, el domicilio de la pareja fue saqueado por personal del Ejrcito que se present en un camin militar. Revel la testigo que ella tambin fue perseguida por la dictadura. Que luego de eludir en un par de oportunidades a la persecucin del Ejrcito, finalmente fue secuestrada en octubre de 1976, llevada al CCD La Cacha y liberada al poco tiempo. Aport tambin que en el mes de mayo de 1977 su familia recibi la visita de una joven que dijo haber estado secuestrada junto a Ins en un lugar que no precis, y que sta haba dado a luz a un varn de nombre Leonardo, que le haban tomado las huellas y que a las pocas horas se lo sacaron para que lo viera un Coronel. Dijo que Ins mandaba saludos y peda que buscaran a su hijo. Hay indicios que pareceran indicar que esta joven era Adriana Calvo, quien haba sido liberada cerca de esa fecha. Susana explic que para esa poca debi exiliarse junto a su marido y su beb de 7 meses por el peligro que corran. Desde Suecia, hicieron
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las denuncias de la desaparicin de Ins y su pequeo hijo, ante el ACNUR y diferentes organismos internacionales como la OEA, la ONU y parlamentos europeos. Refiri que durante la bsqueda recibieron informaciones falsas y rumores horribles. A partir del trabajo de la CONADEP y la publicacin del NUNCA MS, la familia Ortega supo que Leonardo haba nacido en la Comisara 5 de La Plata. Susana Ortega rememor la tensin que padeci el da del encuentro con Carlos Leonardo habida cuenta que l ya era un hombre de 28 aos. Cont que ese da y durante 3 horas aqul hizo preguntas acerca de sus padres, quera saber cmo eran, inquietud que conserva hasta el da de hoy. Argument en el sentido de que tiene el convencimiento que a travs del ADN se transmiten cosas que trascienden simplemente el color de pelo o de los ojos. Refiri que a medida que fue conociendo la historia de sus padres, se pudo identificar en muchas cosas de su infancia y juventud que no encontraba en los Carassale. Una sensacin, segn l, muy difcil de explicar. Hizo saber que a sus padres los siente muy cerca porque al descubrir la verdad tuvo la posibilidad de identificarse con ellos. Respecto del cautiverio de Ins Ortega, resulta sumamente esclarecedor de los sucesos acaecidos, el testimonio de Adriana Calvo obrante a fs. 2887/93 de la causa 1351, incorporados por lectura a este juicio, - habida cuenta del deceso de la nombrada producido en el mes de diciembre del ao 2010- . La testigo, quien estuvo detenida en la Comisara 5 entre el 12 de febrero y el 15 de abril de 1977, relat que debido a su condicin de embarazada al igual que Ins, comparti muchos momentos con sta. As, narr que la asisti en los trabajos de preparto y convers con ella luego del nacimiento de Leonardo. A travs de ella se supo que en ese centro tambin se hallaba detenido su marido, Rubn Fossati. Adriana record que Ins era una chica muy jovencita, de unos 17 o 18 aos y que sus condiciones de cautiverio eran distintas al resto de las prisioneras. Estaba en un calabozo aparte, y destac que no era mencionada los
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cuando la patota pasaba lista de los detenidos, adems de que la comida le llegaba especialmente a ella. Calvo relat que unos das antes del 12 de marzo de 1977, Ins comenz con las contracciones. Como era su primer hijo y no tena experiencia, ella misma trat de auxiliarla hasta que finalmente lleg un mdico, Jorge Antonio Bergs. Por orden de ste, Calvo y Ortega fueron sacadas de los calabozos, subidas por unas escaleras, vendadas y atadas con las manos en la espalda, y tiradas en el piso de un cuarto donde les hizo una revisacin ginecolgica muy breve, sin respetar las ms mnimas reglas de higiene. Luego de ello Bergs orden que las devolvieran a sus celdas. Record que das despus, el 12 de marzo, Ins comenz
llegada del mdico Bergs. De esta manera, Calvo hizo hincapi en que Ins fue arrastrada del calabozo y llevada a la cocina donde, atada de pies y manos a la mesa, dio a luz a su hijo, al que llam Leonardo. Tambin resalt que, de fondo, se oan los insultos de Bergs y las bromas de los policas Los dichos de Calvo se vieron respaldados en este juicio, en primer lugar, mediante la declaracin testimonial prestada el da 17 de mayo de 2011 por Carlos Alberto De Francesco. El testigo cont que una noche escuch en el centro los gritos de dolor de una parturienta, y que luego se enter por otras mujeres secuestradas que era la mujer de un detenido de apellido Fossati, a cuyo padre conoca por ser ordenanza del Departamento de Fsica de la Universidad de La Plata. Coincidente con tales afirmaciones, encontramos el testimonio prestado el da 19 de abril de 2011 por Miguel Angel Laborde, fsico y que por entonces trabajaba en el Departamento de Ciencias Exactas de La Plata, quien tambin nos dijo que supo de la presencia en la Comisara de 5 del hijo de un no docente del Departamento de Fsica de la Universidad de La Plata de apellido Fossati, y que una noche escuch los gritos de las mujeres pidiendo ayuda porque haba una chica con trabajo de parto. Posteriormente, su esposa Adriana Calvo le cont que esa chica era la mujer de Fossati, Ins Ortega y que se haban llevado a su beb.
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El testimonio brindado en la audiencia por Norberto Oscar Osle el da 19 de abril de 2011 sirve tambin de sustento para probar el alumbramiento y posterior sustraccin del hijo de Ins Ortega. As, el testigo relat que
estando cautivo en la Comisara 5ta conoci a Ruben Fossati, a quien apodaban La chancha y quien le seal que su mujer tambin estaba alojada en ese centro, siendo que el nombrado pudo ver a la muchacha en una ocasin. El testigo aport que Fossati se enter de la llegada al mundo de su primognito en el momento que lo escuch llorar. Describi que, a pesar de las condiciones en que se encontraban, el nacimiento del pequeo fue una alegra para los secuestrados. Asimismo relat que Ruben fue conociendo diversas
circunstancias del parto a travs de otras detenidas y por la ubicacin de la celda en que ambos se encontraban, que se situaba en el pasillo que desembocaba en el bao. As, pudo saber que el parto haba sido arriba de una mesa, que intervino un mdico y que al beb le tomaron la huella de los piecitos y luego se lo llevaron. Gabriela Gooley, cuya declaracin se encuentra incorporada por lectura a este juicio, tambin hizo mencin de que a Ins embaraza de 7 meses- , tanto como a la otra mujer en esa condicin, de nombre Diana Martnez, no las nombraban cuando tomaban lista, y que no estaba permitido hablar con ellas, adems de que cuando venan a buscarlas, nunca preguntaban por las otras detenidas. Mediante el testimonio tambin incorporado por lectura al debate de la testigo Graciela Liliana Marcioni, tambin se confirm que Ins estaba embarazada y alojada sola en un calabozo aparte. Hugo Marini, quien prest testimonio en esta causa el da 26 de abril de 2011, record la presencia de una chica embarazada de nombre Ins y cont que a mediados de marzo de 1977, pudo escuchar los gritos desesperados de las mujeres porque sta haba empezado con el trabajo de parto. Cont que finalmente sacaron a esa chica y tuvo a su hijo, al que llam Leonardo. Segn dijo, ese da en el centro se vivi una alegra rara donde se mezclaba la emocin, el llanto y la bronca. Respecto del destino de ambos detenidos, Adriana Calvo refiri que cuando dej la Comisara 5 el 15 de abril de 1977, Ins continuaba
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secuestrada. Segn la testigo, luego de dar a luz, Ins empez a recibir el mismo trato que las dems mujeres secuestradas. Su marido, Rubn Fossati, haba sido cambiado de celda luego del nacimiento de su hijo, como explic el testigo Osl, y no se supo nada ms de l. Los padres de Leonardo, Ins Ortega y Rubn Fossati, permanecen desaparecidos.
b. La hija de Elena De la Cuadra: La hija de Elena De la Cuadra Zubasnabar y de Hctor Carlos Baratti Valenti, naci el da 16 de junio de 1977, en el Centro Clandestino de Detencin que funcion en la Comisara 5ta. de La Plata, predio perteneciente a la Polica de la Provincia de Buenos Aires, lugar al que la joven Elena, de 23
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aos de edad, fuera trasladada luego de haber sido secuestrada el da 23 de febrero de 1977 cuando transitaba el quinto mes de su embarazo, en un consultorio odontolgico ubicado en la calle 33 entre 24 y 25 de la ciudad de La Plata, junto a Hector Baratti, Humberto Fraccarolli, Eduardo Bonin, Pedro Simn Campano y Norma Estela Campano, por fuerzas uniformadas que manifestaron ser de seguridad. Asimismo se tiene por acreditado que luego de permanecer con su madre durante algunas horas, la nia que fue nombrada Ana Libertad, fue sustraida de la custodia de su madre, posteriormente retenida y ocultada de su familia, haciendo, de esta manera, incierta su identidad, encontrndose desaparecida al da de la fecha. Los circunstancias del secuestro de Elena De la Cuadra y Hector Baratti se encuentran probados en esta causa, en primer lugar, a travs del testimonio brindado en la audiencia de debate el da 2 de mayo de 2011 por Estela de La Cuadra, hermana de Elena, y asimismo por lo que surge de sus legajos CONADEP n 7238 y 7239 respectivamente, ambos incorporados por lectura al juicio. Respecto de las circunstancias que rodearon al cautiverio de los nombrados, pudimos escuchar en la audiencia el revelador testimonio brindado por Luis Velazco Blake el dia 16 de mayo de 2011. El testigo seal que fue secuestrado el 7 de julio de 1977 y llevado a la Comisara 5, donde
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estuvo junto a Hctor Baratti cerca de 22 das. Explic que, en ese tiempo, Baratti le pudo contar que haba cado junto a su compaera en el mes de febrero por su militancia dentro del Partido Comunista Marxista Leninista, y que haban pasado por diferentes centros clandestinos hasta llegar a la Comisara 5, donde su mujer dio a luz a su hija con la ayuda de otras mujeres secuestradas. El testigo asegur que Baratti no tena ninguna esperanza de salir vivo y que por eso estaba obsesionado con que si alguno era liberado, comunicara el nacimiento de su hija a la familia de su esposa para que la buscaran. As, explic que a todos los secuestrados que pasaban por ah Baratti les daba la direccin donde viva su suegra en la ciudad de La Plata. Velazco tambin asever que Baratti pudo ver a su hija, a quien llam Ana Libertad. Durante el debate, cont un episodio ocurrido en la comisara 5 en el cual el Capelln de la Polica Bonaerense Christian Von Wernich, se acerc a hablar con los secuestrados para decirles que no se sintieran mal por lo que hacan bajo los efectos de la tortura, porque en esa situacin no eran ellos y que no deban odiar, a lo que el testigo respondi expresndole que Vamos a ver si a usted lo torturan 5 personas si no siente odio a lo que el cura contest Ustedes han hecho mucho dao a la patria y deben pagarlo con tortura y muerte. Entonces cont el testigo que Baratti, que estaba escuchando, le dijo Y qu culpa tiene mi hija?. La respuesta del Capelln fue: Los hijos deben pagar la culpa de los padres Qu quieren? Que los entreguemos a los abuelos para que los cren terroristas como ustedes?. Velasco Blake revel que cuando fue liberado en agosto de 1977, aterrorizado por la experiencia padecida, envi a un amigo mdico a la casa de Alicia Zubasnabar de De la Cuadra -una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, apodada Licha-, ante quien se present y dijo Seora, usted tiene una nieta, se llama Ana Libertad. Bsquela. Aos despus Velasco pudo conocer a Licha y confirmarle que haba sido l quien envi a ese muchacho a su casa. Por su parte, Mara Cristina Bustamante, quien declar en el juicio el da 7 de febrero del corriente ao, afirm que tambin pudo hablar con
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Baratti en la comisara 5. Record que en diciembre de 1977 aprovechando que no estaba la guardia, l se levant la venda, le pidi que lo mirara y lo recordara porque all haba nacido su hija Ana Libertad. Agreg la testigo que el estado fsico de Baratti era terrible: estaba muy flaco, vestido con harapos, con visibles marcas de tortura en el cuerpo, adems de padecer pediculosis y sarna. Cont que luego, otra secuestrada con quien la testigo comparti celda, Lidia Fernndez, le dijo que esa nia haba nacido dentro de la
comisara y era hija de Elena de la Cuadra, a quien la declarante pudo ver en ese centro por el mes de junio aproximadamente. Fernndez tambin le dijo que les haban dado trapos para contener la sangre, y que, a las pocas horas de nacer, a Elena le sacaron a la
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beb. Cuando Bustamente fue trasladada de la comisaria en febrero de 1978, Baratti continuaba secuestrado. Respaldan las afirmaciones anteriores los dichos del testigo Osvaldo Lovazzano, quien el 11 de septiembre de 2011 declar en la audiencia de debate. Este testigo relat que fue secuestrado el 30 de agosto de 1977 en La Plata y que luego de transitar por numerosos centros clandestinos de detencin, antes de recuperar su libertad, en febrero de 1978, estuvo por segunda vez en la Comisara 5 de La Plata. Explic que en mas de una ocasin comparti cautiverio con Lidia Fernndez, quien desde haca mucho tiempo estaba secuestrada. Record que en dos oportunidades esta chica le pidi que si sala avisara a la familia De la Cuadra que su hija haba tenido un beb. La primera vez fue por el mes de diciembre de 1977, antes de las fiestas, y la segunda fue en febrero de 1978 en la Comisara 5 antes de ser liberado. En esa oportunidad, Fernndez le cont que haba intervenido en el parto de De la Cuadra, cuyo beb haba nacido bien, y le pidi: si sals acordate de De la Cuadra, asocia calle con De la Cuadra, avis a la familia que tuvo un beb. Lovazzano record que transcurridos aproximadamente tres meses de haber recuperado su libertad se encontraba caminando por la Plaza San Martn de la ciudad de La Plata, cuando vio a un grupo de madres
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reclamando por sus familiares desaparecidos. Se acerc y pregunt si all estaba una seora de apellido De la Cuadra. Se la sealaron y se acerc para avisarle que su hija haba tenido familia en un CCD. Apenas hizo esto sali corriendo, aterrado frente a la posibilidad de ser secuestrado nuevamente. No obstante, cont que muchos aos despus pudo reencontrarse con Licha De la Cuadra y su otra hija, Estela, al declarar en el juicio contra el Capelln Christian Von Wernich. Ntese que dicho testimonio se ve corroborado por el relato del hermano de Lidia Fernndez, Hugo Alberto Fernndez Plaul, quien el 26 de abril de 2011, depuso en el juicio llevado a cabo. Expres que luego de permanecer en cautiverio en un CCD que no pudo identificar desde el 15 de junio de 1977, antes de recuperar su libertad, el 5 de julio de ese ao, fue conducido por un da a la Comisara 5 donde se reencontr con su hermana Lidia. Ella estaba secuestrada desde tiempo antes en ese lugar, y pudieron intercambiar apenas unas palabras eludiendo la vigilancia de la guardia. Fernndez declar que a los pocos meses de estar en libertad recibi la visita de un hombre que haba compartido cautiverio con su hermana Lidia. Revel el testigo que dicha visita tuvo como propsito anoticiarlo de que Lidia haba sido la partera durante el nacimiento del beb de De la Cuadra y le peda que avisara a la familia. El testigo busc la direccin en la gua telefnica y fue hasta la casa de ellos, pero como no encontr a nadie dej una nota debajo de la puerta diciendo que buscaran al beb. Esta nota fue efectivamente recibida por la familia, y Estela de la Cuadra aport el original en esta audiencia. A partir del testimonio de Estela de la Cuadra, referido previamente, y la documentacin que aport durante la audiencia sabemos que el 9 de marzo de 1977, sus padres, Roberto y Alicia (o Licha como era conocida), se entrevistaron con el Secretario del Vicariato Castrense Monseor Emilio Graselli, quien se comprometi a hacer averiguaciones, y a los pocos das, cuando se reunieron nuevamente, el religioso sorprendi a los padres al decirles: No me dijeron que Elenita estaba embarazada. Un mdico la revis. Est en los alrededores de La Plata. Pero esas averiguaciones no fueron fructferas para
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la bsqueda, pues el religioso dijo que slo podra hacer algo si Elena pasaba a disposicin del Poder Ejecutivo. Estela refiri que el 3 de mayo de ese ao recibieron una llamada telefnica de una joven avisando que Elena estaba bien fsica y espiritualmente, y que les mandaba saludos. Su embarazo continuaba y estaba acompaada por su marido y su hermano. La mujer pidi a la familia que estuvieran tranquilos porque ella misma haba transcurrido su embarazo en cautiverio y actualmente estaba con su beb. Existen indicios para creer que esta mujer era Adriana Calvo, quien haba recuperado su libertad unos das antes junto a su hija recin nacida, Teresa. Segn especific Estela de la Cuadra, en los primeros das de julio
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su familia recibi una nota en la puerta avisando que haba nacido la hija de Elena. La misma deca textualmente: El 16 de junio la seora tuvo una nena, que no saben donde esta la nenita, que traten de ubicarla. Los padres estn bien. De la Cuadra. Al poco tiempo recibieron una nota similar que rezaba: Sr. La Cuadra, vine de parte de Baratti. Tengo que conversar con usted de urgencia. Hoy 20 horas vuelvo. Las notas originales fueron proyectadas en esta sala. Explic Estela De la Cuadra que ya saban el nombre de la beb porque Elena, antes del secuestro, les dijo cmo quera llamarla. Estela tambin record que el 9 de julio de 1977 una persona que no quiso identificarse trajo un mensaje de parte de Hctor Baratti, diciendo que haba nacido su hija y que pes 3,6 kg. Entre la documentacin aportada por Estela De la Cuadra, surge un habeas corpus presentado el 3 de marzo de 1977 a favor de Elena de la Cuadra donde se informa que la misma cursaba el 7 mes de su embarazo, el que fue rechazado. Tambien se conoci mediante el testimonio de Estela que la familia De La Cuadra continu elevando notas dirigidas al Ministerio del Interior, visitaban casas cunas, publicaban solicitadas en los diarios, dirigan cartas a las autoridades eclesisticas y a los organismos internacionales, segn consta en la numerosa documentacin que obra en la causa. Incluso, el 21 de septiembre de 1977, presentaron un recurso de amparo ante la Suprema Corte de Justicia de
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la Provincia de Buenos Aires, pidiendo su intervencin para dar con el paradero de Ana, con resultado negativo. Estela cont que en el invierno de 1977, Licha de la Cuadra conoci a Hebe de Bonafini en una reunin de familiares de desaparecidos. Explic que para octubre lograron juntar a 250 madres, periodistas extranjeros y 4 sacerdotes para la entrega de un petitorio a la Comisin de Asesoramiento Legislativo (C.A.L.). Record que fueron reprimidas y detenidas. A las 2 de la madrugada, en las vsperas del da de la madre, Licha fue liberada. Para ese octubre de 1977 se juntaban las primeras abuelas fundadoras. Contino contando que el 6 de diciembre de ese ao 1977, Roberto de la Cuadra recibi la visita de personas que dijeron pertenecer al servicio de inteligencia, quienes hicieron creer perversamente a la familia que Elena estaba mejor, recibiendo un buen trato y que para Navidad sera liberada. Esta informacin, que seguramente tena por nico fin paralizar la bsqueda de Elena y su hija, no detuvo a Licha. La testigo cont que ese mismo da fue secuestrado su marido, Gustavo Ernesto Fraire, junto con el hijo de ambos, de 2 aos y 9 meses, el que pudo ser recuperado tras das de bsqueda, por los contactos de su abuelo que era oficial de marina, quien se entrevist con Chamorro (aparentemente, Ruben Jacinto Chamorro, Director de la Escuela de Mecnica de la Armada, y Comandante del Grupo de Tareas 3.3) y otros compaeros de promocin. Por otra parte, Gustavo, en cambio, permanece desaparecido. Estela de la Cuadra record durante el juicio que su familia, en un intento por salvar la vida de sus seres queridos y recuperar a Ana Libertad, contact en Italia al Superior General de los Jesuitas, Pedro Arrupe, quien le encomend el asunto al provincial de los jesuitas en Argentina, Jorge Bergoglio. Seal la testigo que Bergoglio cit a su padre y le entreg una carta para que se dirigiera al Obispo Auxiliar de La Plata, Monseor Mario Picchi. Estas circunstancias fueron reconocidas por Bergoglio al momento de contestar el pliego de preguntas que le enviara el Tribunal, quien admiti que por encomienda de Pedro Arrupe se entrevist con Roberto De la Cuadra y que ste le transmiti su preocupacin por su hija desaparecida, y reconoci
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como propia la carta dirigida a Mario Picchi de fecha 28 de octubre de 1977. Bergoglio no record que le haya mencionado que la misma estuviera embarazada y explic que lo habitual en esos tiempos era recurrir a las autoridades eclesisticas de la zona donde se haba producido el secuestro de la vctima. Agreg que Picchi luego lo llam, para avisarle que l personalmente se iba a ocupar del tema. A travs de los dichos de Estela de la Cuadra y la documentacin referida, sabemos que Mario Picchi se entrevist con el Subjefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires Reinaldo Tabernero para obtener informacin sobre el paradero de los integrantes desaparecidos de la familia De la Cuadra. Record Estela que cuando Picchi se reuni nuevamente con su padre le reconoci que su nieta haba nacido pero dijo que se la haban regalado a un
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matrimonio. El religioso agreg que en diciembre de ese ao con el cambio de Jefatura iba a asumir un alumno suyo, el Cnel. Enrique Rospide, y que iba a intentar averiguar algo ms. Al poco tiempo el Cnel. Rospide le reiter esta informacin: que a la nena la criaba un buen matrimonio, agregando que la situacin de Elena y Hctor era irreversible. Aparece nuevamente involucrado el Cnel. Rospide, a quien ya nos referimos al relatar la apropiacin de Guido Carlotto, el hijo de Laura Carlotto, y que segn el informe de la Comisin Provincial por la Memoria centralizaba la informacin sobre casos de nios apropiados, Organismos de Derechos Humanos internacionales, Madres, Abuelas y Familiares. Entre las actividades de Licha como miembro de Abuelas de Plaza de Mayo, se realizaba una intensa campaa de denuncia en el exterior. As, del informe de la Comisin Provincial de la Memoria, surge un documento de la ex DIPPBA de marzo de 1983 caratulado: Remisin de Postales de Desaparecidos. (Cra 5ta), en el que se informa a las distintas direcciones sobre la recepcin en la Comisara 5 de La Plata de un sobre en cuyo interior haba 34 postales de desaparecidos remitidas desde Francia. En una de las postales se ve la foto de Elena de la Cuadra y Hctor Baratti como as tambin una imagen en blanco con el nombre de Ana, solicitando se la restituyera a su familia (carpeta Varios N 18899).
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Tanto
Elena
como
su
hija
se
encuentran
actualmente
desaparecidas. En cambio, los restos de Hctor Baratti pudieron ser identificados el 30 de noviembre 2009 a partir del trabajo del Equipo Argentino de Antropologa Forense. Su cadver haba sido hallado junto a otros en las costas de Pinamar y Villa Gesell, a fines de 1978 y fue enterrado como NN en un cementerio de General Lavalle, Provincia de Buenos Aires. (conforme surge de la Resolucin dictada por la Cmara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal en la que se logra la identificacin de quien en vida fuera Hctor Carlos Baratti, incorporada al juicio)
D. Centro Clandestino de Detencin Pozo de Banfield: Tenemos probado con el grado de certeza que este estadio requiere que, desde aproximadamente el mes de marzo de 1976 hasta fines de 1978, existi un centro clandestino de detencin (C.C.D.) de personas ubicado en la interseccin de las calles Siciliano y Vernet, cercanas a Camino Negro del Partido de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. Su existencia se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, pero adems de ella, por el informe Nunca Ms incorporado por lectura, como as tambin la causa 44 del la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, caratulada Causa incoada en virtud del decreto 280/84 del Poder Ejecutivo Nacional, tambin incorporada y seguida contra los ex jefes de la Polica de la Provincia de Buenos Aires y las declaraciones prestadas por los testigos Lidia Papaleo, Diego Barreda, Ruben Omar Bricio, Alicia Carminatti, Adriana Chamorro, Pablo Alejandro Daz y Gustavo Caraballo entre otros- . El Pozo de Banfield estuvo bajo la dependencia y el control operacional del rea 112 de la Zona I a cargo del Primer Cuerpo del Ejrcito, comandada en la poca de los hechos por el General Carlos Guillermo Surez Mason. Cabe destacar paralelamente que, se instalaron en esa dependencia policial las sedes de la Brigada de Investigaciones de Delitos Contra la Propiedad y la Seguridad Personal de la Polica de la Provincia de Buenos
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Aires, y luego -a partir de enero de 1977- las Direcciones de Investigaciones, Seguridad e Inteligencia -Zona Metropolitana- de la misma institucin. Este C.C.D. form parte de lo que se denomin el Circuito Camps, denominacin dada a un determinado grupo de centros clandestinos ubicados en la Ciudad de La Plata y zonas aledaas, en clara alusin al General de Brigada del Ejrcito Ramn Juan Alberto Camps, Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires entre el 26 de abril de 1976 y el 12 de diciembre de 1977. Lo sucedi en el cargo el General de Brigada Ovidio Pablo Richieri, quien se mantuvo en la jefatura hasta el 15 de diciembre de 1980. En la sentencia de la causa 44 antes referida, se tuvo por probado que esta lnea de mando Comandante de la Zona I-Jefe de la Polica de la Provincia-Director General de Investigaciones, dentro del circuito a cargo de
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Camps, responda a su vez al sistema ilegal ordenado por el Comandante en Jefe del Ejrcito, Jorge Rafael Videla. En el Pozo de Banfield, adems de haberse alojado a cientos de detenidos-desaparecidos, se mont una maternidad clandestina, donde las madres eran recluidas hasta el trmino de su embarazo y obligadas a dar a luz. Luego del alumbramiento, el destino de los recin nacidos y de sus madres estaba sellado. Los primeros seran apropiados por fuerzas de la represin o familias allegadas, y sus madres en cambio integraran la lista de desaparecidos. Los testigos que hemos escuchado en este debate, ms la inspeccin ocular realizada por este Tribunal junto con aqullos y las partes, el da 24 de mayo de 2011, han demostrado de forma coincidente que los secuestrados eran alojados en las celdas ubicadas en el segundo piso. All haba 24 calabozos, 12 de cada lado y en fila, los cuales se enfrentaban por la parte posterior y mediante cuyas paredes la comunicacin entre los secuestrados pudo ser bastante fluida. Cada una de las filas de calabozos daba a un pasillo, que finalizaba por un lado con una puerta de hierro o barrotes y por el otro con los llamados baos a los cuales eran espordicamente llevados a hacer sus necesidades fisiolgicas los cautivos. Los testigos fueron tambin contestes en cuanto al ingreso por un portn que daba a un patio descubierto, y de la existencia de cermicas de
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color rojo en el piso de las escaleras grandes, las cuales los llevaban a su lugar de reclusin. Muchos de ellos recordaron los gritos de nios jugando provenientes desde un lugar cercano y la antena que se vea desde los pequeos orificios de sus calabozos. En cuanto a las condiciones en las que eran mantenidos los cautivos, la mayora coincidi que eran encerrados tabicados, encapuchados o vendados y que slo cuando la guardia no estaba podan destabicarse y hablar con sus compaeros de celda, no obstante de carecer de luz en todo momento. Todos aludieron al fro extremo que pasaban en invierno, o a la humedad y el calor intenso padecido en verano, como as tambin a la falta de alimentacin, en algunos casos prolongada por ms de 40 das. Parte de la tortura consista justamente en las condiciones infrahumanas de detencin que los testigos nos han repetido una y otra vez, pero tambin lo fueron las golpizas, y dems torturas, insultos, y los hostigamientos sexuales que todos ellos relataron Los testimonios que hemos escuchado en este juicio dieron cuenta de la presencia militar en momentos en los cuales algo importante iba a suceder: si haba una liberacin, un interrogatorio o una inspeccin al centro, algn integrante del Ejrcito se haca presente. As, los testimonios que hemos escuchado en este juicio, hablaron de la intensa relacin entre los centros clandestinos Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de San Justo. En particular durante los aos 1977 y 1978, donde hemos podido acreditar el intenso intercambio de secuestrados de un centro a otro, y en especial respecto de las personas de nacionalidad uruguaya, que en esos lugares fueron interrogadas y torturadas tanto por represores argentinos como por uruguayos. Se prob en el juicio que la organizacin represiva eligi al centro clandestino Pozo de Banfield como el lugar indicado para mantener cautivas a mujeres embarazadas y hacer nacer all a sus hijos. Tambin se acredit que otras mujeres cautivas en diferentes Centros Clandestinos de detencin pertenecientes al circuito Camps, fueron llevadas al Pozo de Banfield a parir a sus nios y que secuestrados heridos o enfermos fueron trasladados por
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cuestiones de salud. Se deduce as que en el Pozo de Banfield funcion un verdadero hospital clandestino. A ese fin, se mont en el lugar un sector denominado enfermera, donde las embarazadas eran llevadas a tener a sus hijos, y donde se atenda a los cautivos heridos. Los testigos dieron cuenta del estado de gravidez de algunas de sus compaeras de cautiverio. Sus embarazos sucedan en el encierro, tabicadas y vendadas como los dems, y en condiciones de desnudez casi total en algunos casos. Hubo contadas ocasiones en las cuales las futuras madres eran provistas de algn medicamento o alimento distinto al de sus compaeros. Sin embargo existan claras seales que daban cuenta del inters
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por parte de los represores de mantener la gestacin de los hijos de las desaparecidas. As se corrobor que cuando la fecha del alumbramiento se acercaba, generalmente, las embarazadas eran puestas al cuidado de alguno de sus compaeros de cautiverio. Tambin qued dicho que haba controles mdicos, y que los partos eran usualmente atendidos por el mdico policial Jorge Antonio Bergs. Otra constante en el Pozo de Banfield fue que las madres, luego de tener a sus hijos, eran libradas a su suerte, teniendo que lidiar por s solas con los dolores post parto y las infecciones que se les generaban por la acumulacin de leche y las prdidas de sangre como consecuencia del parto. Ya nadie iba a controlar su estado de salud ni se interesaba por ellas. Slo se las volva a buscar, a fin de ser trasladadas. Esto demuestra que el inters de la organizacin represiva por el estado de estas mujeres desapareca luego del nacimiento de los nios. Su destino final fue en todos los casos el mismo: la desaparicin y la muerte. Respecto del trato a las embarazadas resulta sumamente ilustrativo el testimonio de Pablo Alejandro Daz, quien en su testimonio brindado el 5 de abril de 2011, relat que a los guardias de ningn modo les pasaba inadvertida la presencia de las embarazadas, dado que siempre reciban advertencias: tenan que cuidarlas y avisar por cualquier cosa que
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sucediera con ellas. Mencion tambin que los guardias tenan un gran temor de que les sucediera algo a estas chicas -evidentemente por las rdenes que reciban- y que la responsabilidad se la trasladaban a los all cautivos: si algo le pasaba a alguna de ellas, a los secuestrados les sucedera algo todava peor. Conforme ha quedado establecido mediante el testimonio brindado el 14 de junio de 2011 por la testigo Adriana Chamorro, las futuras madres no estuvieron exentas de los acosos sexuales durante su embarazo. Sin embargo los guardias reciban advertencias: Bergs les deca que podan abusar sexualmente de las mujeres cautivas del centro, pero no de las embarazadas. Tal como dijramos en los prrafos precedentes, en este C.C.D. se mont una verdadera enfermera o sala de partos. La mayora de los testigos la situ en el primer piso, y la sealaron como el lugar a donde, usualmente, se trasladaba a las embarazadas a parir. Ello se corrobora asimismo con el testimonio de Ana Mara Caracoche de Gatica quien en su testimonio del da 11 de mayo de 2011, dijo que en abril de 1977 fue trasladada desde La Cacha al Pozo de Banfield por cuestiones de salud, dado que en el operativo de secuestro le haban roto un brazo. All la enyesaron en un cuarto especial donde haba una camilla. En el mismo sentido, Adriana Calvo - cuya declaracin obrante a fs. 2887/93 de esta causa nro. 1351, fuera incorporada por lectura al debate relat que una vez llegada al Pozo de Banfield con su hija recin nacida, fue llevada a una sala azulejada con una camilla en el centro, donde bruscamente se le extrajo la placenta y se le hizo limpiar el lugar. Elocuente fue el testimonio ya citado del testigo Diaz, quien manifest que en ocasin de llevarse a Gabriela Carriquiriborde a tener a su hijo los guardias dijeron llvenla a la sala de parto. Lo testificado por Eduardo Corro el da 14 de junio de 2011, brinda precisiones acerca de la ubicacin de la enfermera. As dijo que los calabozos donde ellos estaban se ubicaban sobre la llamada enfermera, dado que con la oreja pegada al piso pudieron escuchar el llanto de un nio naciendo Dichas afirmaciones se ven respaldadas por los dichos de Adriana Chamorro, quien cont que Mara Antonia Martnez una mdica uruguaya
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secuestrada en Banfield- conoca la enfermera dado que en una oportunidad la hicieron ir a buscar remedios. Ella le cont que debajo de sus calabozos haba una sala con una camilla o cama y estantes con medicamentos. Tambin se encuentra probado que esos partos, en la generalidad de los casos, fueron atendidos por el mdico policial actualmente condenadoJorge Antonio Bergs. Su presencia no se circunscribi al Pozo de Banfield y slo a los casos de este juicio, sino que fue visto en varios centros clandestinos pertenecientes al circuito Camps tal como dieron cuenta los testigos Corro, Chamorro, Calvo y Leanza. Esta ltima mediante su testimonio de fecha 13 de septiembre de 2012. Asimismo, se halla acreditado que otras ocasiones quien desarrollaba esta tarea era el mdico policial Jorge Hctor Vidal quien aparece
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como firmante de los certificados apcrifos de nacimiento que sirvieron para la apropiacin de Paula Eva Logares y Mara Victoria Moyano Artigas. A travs de la documentacin aportada por la testigo Clara Elsa Petrakos, en ocasin de su declaracin en el juicio el da 3 de mayo de 2011, se conoci que por este CCD pasaron al menos 24 mujeres que estaran
embarazadas. Dos de ellas sufrieron abortos a causa de las torturas, de cinco de ellas se desconoce si el embarazo lleg a trmino y existen pruebas de que diecisis (16) dieron a luz mientras estaban en cautiverio. En lo que respecta al objeto procesal de la presente causa, en estas circunstancias y bajo estas condiciones de detencin ilegal relatadas por los testigos, se tiene por probado el nacimiento de Carlos DEla Casco, Victoria Moyano Artigas y Mara de las Mercedes Gallo Sanz quienes han recuperado su identidad, como as tambin los casos de la hija de Mara Eloisa Castellini y Constantino Petrakos, del hijo de Gabriela Carriquiriborde y Jorge Repetur, y del hijo de Stella Maris Montesano y Jorge Oscar Ogando.
a. Hijo de Gabriela Carriquiriborde: El hijo de Gabriela Carriquiriborde y de Jorge Orlando Repetur naci a principios del mes de diciembre de 1976, en el Centro Clandestino de Detencin denominado Pozo de Banfield, lugar en el que los nombrados fueran alojados luego de que se produjera su secuestro el da 30 de septiembre
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de 1976 cuando se encontraban en su domicilio de la calle 40 nro. 184, entre 115 y 116, de la ciudad de La Plata. El operativo fue llevado a cabo por un grupo armado de personas que se identificaron como pertenecientes a la Polica y al Ejrcito. La joven de 20 aos de edad cursaba un embarazo de 6 meses al tiempo del secuestro Posteriormente al nacimiento, el nio fue sustrado de su madre por agentes de las fuerzas represivas de la dictadura, retenido y ocultado de su familia, haciendo incierto su estado civil, y encontrndose al da de la fecha desaparecido. Gabriela era militante de la Juventud Universitaria Peronista (J.U.P.) y Jorge de la Organizacin Montoneros, situacin que los haba llevado a mudarse a la ciudad de La Plata debido a la persecucin poltica que se viva en aquel momento. Efectivamente, segn surge del legajo de Jorge de la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, el aparato de inteligencia contaba con sus datos en una ficha personal. Asimismo, se desprende del legajo remitido por la Comisin Provincial de la Memoria, que la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) que en junio de 1979 fue abierto a su respecto, un expediente en la mesa de entradas de la Polica de la Provincia por la averiguacin de su paradero. En el legajo de inteligencia de Gabriela Carriquiriborde, surge el detalle de las presentaciones judiciales referidas a este tema. A travs del testimonio brindado el da 2 de mayo de 2011 por Martn Rodolfo Carriquiriborde, hermano de Gabriela, se prob que para la poca de su secuestro, sta se encontraba en estado de gravidez. As, revel el testigo que fue en el mes de julio de dicho ao que su hermana convoc a una reunin familiar para comunicar que se encontraba cursando un embarazo de 3 meses y que comenzara a convivir con su pareja. El testigo reconoci que l tambin tena actuacin poltica a la poca de los sucesos, y que debido a la persecucin poltica imperante, tenan que buscar lugares alternativos de reunin, habida cuenta que no podan hacerlo en sus domicilios particulares. Record que buena parte de la familia
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sufri persecuciones y hasta cit el caso de una prima suya que haba sufrido un operativo en su casa del que haba logrado huir. Explic que por tal circunstancia su hermana Gabriela no quiso festejar su cumpleaos el 21 de septiembre de 1976, sino que prefiri apenas pasar a saludar a una amiga llamada Gabriela Fansoti, quien posteriormente le coment al testigo lo notorio del embarazo de su hermana. Martn asever haber visto a su hermana un par de semanas antes de su secuestro, con un embarazo evidente, y manifest que incluso se la poda percibir con ropa amplia, tal como le expresara una amiga de ella llamada Susana Zambrano, quien la haba visto vestida de esa forma, destacando lo indisimulable de su condicin. El deponente cont que las ltimas personas de su familia que
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vieron a Gabriela previo al secuestro fueron sus padres, quienes el da 26 de septiembre de 1976 concurrieron a pasar la tarde con ella. En esa visita se comprometieron a comprar toda la ropa necesaria para cuando el beb naciera, al que luego no llegaran a conocer y aun continan buscando. Relat el testigo Carriquiriborde que su hermana y su pareja fueron secuestrados el da 30 de septiembre de 1976 en su domicilio de la calle 40 nro. 184 de la Ciudad de La Plata, en un operativo en el que fuerzas del Ejrcito y la Polica rodearon la manzana completa. Esto se ve corroborado asimismo por lo que surge del legajo CONADEP 6462 perteneciente a Gabriela Carriquiriborde. Martn relat que fue su mujer, quien al da siguiente le comunic que su hermana haba sido secuestrada. Casualmente, la esposa del testigo trabajaba en aquel momento en la casa de Carlos Simons, persona que haba salido como garante en el alquiler del departamento que habitaban Gabriela y Jorge, y as se enter su esposa del llamado de la inmobiliaria a Simons, contando que el da anterior se haban llevado a los habitantes de la casa y que la vivienda se encontraba destruida, por lo cual requeran que se pagaran los daos all ocasionados. El testigo relat que su madre se enter del secuestro a travs de una compaera de Gabriela que viva cerca de la casa y que al ir a ver el
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departamento, los vecinos le contaron detalles del operativo. Se encontr tambin con la casa destruida y saqueada por los captores. El nacimiento en cautiverio del hijo de Gabriela Carriquiriborde se tiene por probado por los testimonios de quienes estuvieron cautivos en ese centro de detencin al tiempo que la nombrada, resultando sumamente ilustrativo lo relatado por el testigo Pablo Alejandro Daz, en ocasin de su declaracin en la audiencia, el da 5 de abril de 2011.Daz, cuyo testimonio fuera valorado en otros sucesos materia de este juicio, expres que luego de permanecer aproximadamente 7 das en el centro clandestino de detencin Pozo de Arana fue trasladado al Pozo de Banfield. Relat que desde su llegada a ese centro clandestino estuvo slo en la celda, hasta que a principios del mes de diciembre de ese ao trajeron a una chica de La Plata llamada Gabriela Carriquiriborde, quien se encontraba por tener familia. Cont el testigo que su compaera de cautiverio tena unos 21 o 22 aos y era de figura pequea. Que se encontraba vendada y con sogas colgantes, tales como las que ataban a los dems cautivos, y fue llevada a la celda con un colchn muy precario. Revel Daz que Gabriela le cont que su esposo Jorge tambin se encontraba alojado en el centro clandestino, y le pidi que lo llamara con su voz para comunicarle que estaba en la celda con ella. El testigo hizo hincapi en que apenas producido el arribo de Gabriela a su calabozo, Daz recibi precisas indicaciones por parte de un mdico a quien luego identific como Bergs: desde ese momento era l quien quedaba al cuidado de la embarazada, deba darle de comer y limpiarla con trapos cuando fuese necesario, dado que Gabriela tena prdidas. Tambin asegur que el doctor concurra asiduamente a la celda a tomarle el pulso a Gabriela y a hacerle controles sobre las contracciones. Asimismo, manifest recordar que ese mdico les exiga a los guardias, enfticamente y de modo amenazante, que nada malo poda pasarle a Gabriela, lo que evidenciaba un trato diferencial por su condicin de embarazada. Relat Daz que, a diferencia de los dems cautivos a quienes incluso en ciertos perodos no se les daba alimentacin, Gabriela reciba
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peridicamente un bowl con comida el cual ella, solidariamente, intentaba compartir - y que la guardia le traa una chata para sus necesidades, la que era higienizada por el testigo casi diariamente. Durante su estada junto a Gabriela, cont el testigo que pudo advertir el modo en que ella tocaba su panza y hasta escuch los latidos del beb apoyando sus odos en el abdomen de la nombrada. Refiri que ella le deca textualmente: Decle a Jorge que lo escuchs, se est moviendo, est latiendo. Fue por estas vivencias tan cercanas, que este testigo fue quien pudo vivir junto a Gabriela los momentos inmediatamente previos al nacimiento de su beb, los cuales nos describ en esta audiencia: Seal as que el mdico siempre les deca a las embarazadas que cuando empezaran con las contracciones gritaran. Y que eso fue lo que
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Gabriela y algunos compaeros del pabelln hicieron a principios del mes de diciembre de 1976 cuando ella sinti que comenzaba su trabajo de parto. El testigo indic que Gabriela comenz a gritarle Viene mi hijo, lo quiero tener, por lo cual golpearon la puerta de la celda llamando a los guardias. Recuerda Pablo, que en esos momentos, Gabriela estaba asustada, y lo agarraba fuerte. La guardia comenz a gritar que llamaran al mdico, a la Jefatura urgente y que haba que llevarla a la sala de parto, ubicada un piso ms abajo. Relat Pablo Daz que la guardia ingres a la celda, que a l lo tiraron violentamente contra una pared y que le dijeron que se vendara, a la vez que pusieron a Gabriela en algo similar a una chapa, que se arrastraba, y as se la llevaron. Tambin record que pudo escuchar que en la escalera la chapa se cay y que Gabriela grit, los guardias la levantaron y siguieron, a la vez que se insultaban entre ellos porque los mataban si le pasaba algo. Narr que luego de ello se hizo un silencio en el sector de las celdas y al rato escucharon el llanto de un beb. Cuando volvi a subir la guardia, pudieron saber que el recin nacido haba sido un varn. Daz les pregunt por Gabriela y los guardias lo tranquilizaron diciendo que se la llevaron a una granja con su hijo y que iban a estar bien. En su relato el testigo manifest que le dijeron que eso era lo mejor que le poda pasar, Ah va a estar brbara! ya salieron y estn disfrutando.
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Record el testigo que todos los cautivos brindaron y se pusieron contentos por esa noticia. Finaliz su relato sealando que no volvieron a ver a Gabriela nunca ms, ni tampoco a percibir la presencia de Jorge, su compaero. El testigo Pablo Daz abandon el centro clandestino el da 28 de diciembre de 1976, sin que a esa fecha ni Gabriela ni su beb, hubiesen regresado al sector de las celdas. Los dichos de Pablo Daz coinciden con lo relatado por el testigo Victor Carminati, cuyas declaraciones- de la causa 13/84 de fecha 10/5/85 obrantes en formato digital, y la de fs. 724/5 de la causa nro. 129.342 (5251) Mariani Mara Isabel Chorobik de y otras s/denuncia- se encuentran incorporadas por lectura al debate. ste explic que fue secuestrado el da 26 de septiembre de 1976, que permaneci cautivo en el Pozo de Banfield, y que tuvo oportunidad de hablar all con Gabriela Carriquiriborde, a quien ubic como oriunda de City Bell. El testigo afirm que se encontraba embarazada, aunque no pudo saber nada ms de ella. Tambin, Alicia Carminati relat el 5 de mayo de 2011, que
estando cautiva en el Pozo de Banfield tom conocimiento de la presencia de una joven embarazada llamada Gabriela Carriquiriborde, quien estaba prxima a dar a luz, aunque seal desconocer la fecha en la cual tuvo a su hijo o hija. Finalmente, respecto a la bsqueda emprendida por sus familiares el testigo Martn Carriquiriborde present la documentacin que acredita que los padres de Gabriela presentaron la denuncia por la desaparicin ante el Ministerio del Interior de la Nacin, ante el Ministerio de Justicia de la Nacin y ante la Polica Federal Divisin de Personas Buscadas, todos los cuales tuvieron sucesivas respuestas negativas o simplemente nunca la tuvieron Asimismo, el Comando de Subzona 11 que tena bajo su jurisdiccin a dicho centro, inform mediante una misiva fechada el 15 de agosto de 1977, que all no existan antecedentes de la nombrada. Asimismo, un hbeas corpus presentado por la familia que tramit en el Juzgado Federal n 3, Secretara Penal n 9, de La Plata, bajo el n801, fue rechazado el 1 de diciembre de 1976 cuando Gabriela an no haba dado a luz,
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segn se encuentra certificado en el legajo CONADEP n6462, y otro que tramit como causa nro. 1.376 caratulada Carriquiriborde, Gabriela s/ habeas corpus iniciada el 29.06.1977 ante el Juzgado Federal nro. 3, Secretara nro. 6, de la ciudad de La Plata, tambin con resultado negativo. La bsqueda judicial continu ya en democracia: en una causa iniciada por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo - donde se investig especficamente la desaparicin del hijo de Gabriela y Jorge- sin ningn resultado positivo En el plano internacional, relat el testigo Carriquiriborde que l mismo form parte activa de COSOFAM (Asociacin de Familiares de Detenidos-Desaparecidos), y que un grupo de Amnista Internacional de Noruega tom el caso de su hermana. En la carpeta aportada por el nombrado en la audiencia, obran presentaciones ante la Cruz Roja Internacional, el Alto
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Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ante la Divisin Derechos Humanos de la ONU y ante la Embajada de los Estados Unidos, que segn se desprende de una de las denuncias, presentaba reclamos por personas desaparecidas ante el entonces Presidente Videla. Tanto Gabriela Carriquiriborde, como su compaero Jorge Repetur, y el hijo de ambos, nacido en cautiverio, se encuentran al da de la fecha, desaparecidos.
b. Hijo de Stella Maris Montesano: El hijo de Stella Maris Montesano de Ogando y de Jorge Ogando naci alrededor del 5 de diciembre de 1976, en el Centro Clandestino de Detencin denominado Pozo de Banfield, lugar en que el matrimonio fuera alojado luego de que se produjera su secuestro en la madrugada del da 16 de octubre de 1976, en su domicilio de la calle 12 nro. 1782, departamento 1 de la ciudad de La Plata, por un grupo de personas que se identificaron como del Ejrcito. Stella, de 27 aos de edad estaba embarazada de 8 meses. Luego de aproximadamente diez das de permanecer el nio junto a su madre en ese sitio, fue sustrado de la custodia de ella por miembros de las fuerzas que ejercan la autoridad en ese centro, siendo retenido y ocultado a su familia, haciendo incierta de esa forma su identidad, permaneciendo al da de la fecha desaparecido.
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Se desprende del legajo remitido por la Comisin Provincial de la Memoria, que la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires tena conocimiento de la desaparicin de Stella embarazada segn puede dar cuenta el legajo correspondiente a Stella Maris Montesano y a Jorge Ogando formado en aqulla dependencia. En el correspondiente a ella, obran 2 solicitudes de paradero requeridas por el Ministerio del Interior, las que fueron contestadas negativamente por el Jefe de Polica, General de Brigada, Oscar Enrique Guerrero en fecha 23 de septiembre de 1981, y se detallaban las acciones de habeas corpus efectuadas a favor de Stella. Su embarazo tambin estaba registrado en ese archivo, a travs de la inteligencia hecha sobre las organizaciones Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, al agregar listados donde se dejaba sentado que Stella al momento de su secuestro se encontraba embarazada. Compulsado el legajo de Jorge, se aprecia un oficio remitido por el Banco Provincia de Buenos Aires el 4 de enero de 1977, al entonces Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, Coronel Ramon Camps, por el cual se informaba las distintas personas que por diversas causas haban dejado de pertenecer a la Institucin, tal como fue el caso de Jorge, quien fue dejado cesante por inasistencias prima facie injustificadas, colocando entre parntesis presunto secuestro. A travs del testimonio de Delia Giovanola de Califano brindado en la audiencia el da 17 de mayo de 2011, se prob que su hijo Jorge Ogando, de 29 aos, se encontraba casado con Stella Maris Montesano, de 27 aos, y que en el ao 1973 haban tenido a su primera hija, Virginia. Jorge era trabajador del Banco de la Provincia de Buenos Aires y Stella abogada. Para la fecha del secuestro, octubre de 1976, Stella cursaba el octavo mes de embarazo, esperando su segundo hijo. Dichas circunstancias se ven corroboradas asimismo por lo que surge de los legajos CONADEP n 2247 y 3638, pertenecientes a los nombrados Montesano y Ogando, respectivamente. Asimismo, la testigo revel que tom conocimiento del secuestro al da siguiente, cuando estando en su trabajo recibi un llamado de sus consuegros que le comunicaban lo que haba sucedido. Los secuestradores se
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haban llevado a la pareja y previo a partir, avisaron a la casa de una vecina que eran del Ejrcito y que dejaban a una nena sola durmiendo. En este punto, invoc los dichos de su vecina, que le haba manifestado que espiando por la cerradura pudo ver como se llevaban a Jorge y a Stella encapuchados, luego de lo cual corri a buscar a Virginia, de 3 aos de edad. Las circunstancias relativas al secuestro son contestes con las relatadas en su momento en los recursos de habeas corpus incorporados como prueba al debate El nacimiento en cautiverio del nio al que Stella Montesano llam Martn, y el despojo del beb de la custodia de su progenitora se pudo probar a travs de los testimonios que a continuacin se desarrollan. En primer lugar Rubn Omar Bricio expres en la jornada del
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juicio del da 5 de abril de 2011, que estando cautivo en el Pozo de Banfield no pudo ver a Stella Montesano a causa de la capucha, pero s logr conversar con ella tomando conocimiento de su avanzado estado de gravidez. Explic que la recordaba muy bien porque tena el mismo nombre que su hermana, y porque Stella era oriunda de Chascoms, al igual que l. Resalt que el notorio embarazo de Stella no pasaba inadvertido para los guardias del centro y que slo ella y otro prisionero reciban asistencia mdica. Record el testigo que tiempo antes de dar a luz, Stella, tuvo una descompostura, por lo cual fue sacada de su celda llorando sin cesar y que todos temieron que los guardias no la devolvieran con ellos a los calabozos. Bricio seal tambin, que Stella Maris haba dado a luz a un varn en el Pozo de Banfield a quien llam Martn; que la sacaron de la celda para tener a su hijo y que luego del parto le alcanzaron a Jorge el cordn umbilical del beb. Asimismo distingui que Stella fue atendida en el parto por otra cautiva, de apellido Pujol que era estudiante de medicina y, aunque no record el da exacto, ubic el nacimiento ms cerca de la fecha de su liberacin, esto es, para los primeros das del mes de diciembre de 1976, y coment el alivio que se sinti entre los cautivos cuando se enteraron que Stella Maris haba vuelto al sector de las celdas. Bricio cont tambin que luego del parto, los captores del centro le daban a Stella la esperanza de que volvera a reunirse con su hijo, y le decan
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que se quedara tranquila pero que en ese lugar el beb no poda estar con ella. El testigo hizo notar que las autoridades del CCD no tenan la voluntad de ayudar a Stella, sino ms bien que sus intenciones eran otras para con las embarazadas, a las que se refiri utilizando el trmino expropiar. Respecto del secuestro de los nombrados, manifest que, estando cautivo haba escuchado la versin de que Jorge Ogando tena una propiedad en el interior del pas, y que en dicha finca, que haba sido facilitada por la pareja a unos familiares, se haban secuestrado banderas del Ejrcito Revolucionario del Pueblo (E.R.P.). Que las personas que habitaban ese lugar fueron todas detenidas, y el mismo destino haba corrido el dueo de la casa, Jorge Ogando y su pareja. Por dems enriquecedor del acaecimiento de los sucesos resulta la declaracin prestada el da 5 de mayo de 2011 por Alicia Carminati quien comparti celda con Stella Montesano. La testigo comenz contando que durante su cautiverio supo de la presencia de mujeres embarazadas en el Pozo de Banfield y que una de ellas era Stella Montesano, con un avanzado estado de gravidez. Record que el 5 de diciembre de 1976 Stella se descompuso para dar a luz. Todos los prisioneros comenzaron a golpear las puertas y a llamar por ayuda, luego de lo cual, se la llevaron a tener a su nene, a algn lugar del mismo centro ms abajo de donde se encontraban las celdas. Carminati revel que su primer contacto directo con Stella Maris fue luego del nacimiento de su hijo, 10 das despus de sucedido, cuando la devolvieron sin su beb a la celda de la testigo, donde permanecieron juntas hasta que Alicia fue liberada el da 28 de diciembre de 1976. La testigo narr que en esos 15 das que compartieron calabozo, pudo saber que Stella tuvo un parto normal, que fue ayudada por una mdica obstetra, tambin secuestrada y embarazada, de apellido Pujol, y que su beb haba nacido sano y hermoso. Dijo que lo haba llamado Martn y que haba estado junto a l en esos 10 das que mediaron entre el parto y su retorno al sector de las celdas. Seal asimismo, que fue recin en ese momento que Jorge pudo enterarse del nacimiento de su hijo, a travs de una conversacin de celda a celda mantenida con Stella, para la cual todos los dems cautivos guardaron silencio. El cordn umbilical de Martn pudo llegar a su pap,
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pasando de mano en mano por cada uno de los cautivos que se encontraban en el pasillo esperando una magra porcin de comida. En cuanto al destino del nio recin nacido, la testigo refiri que los guardias del CCD le haban manifestado a Stella que Martn iba a ser restituido a su familia. Record tambin que Stella estaba muy preocupada por su hija Virginia, dado que no saba con quin haba quedado la nia. Finalmente Alicia concluy diciendo que fue liberada el da 28 de diciembre de 1976 y que para ese momento Stella Montesano permaneca en el centro clandestino. Destac que la ltima imagen que guarda en su recuerdo de ese lugar es la cara roja de Stella, llorando. Mediante el testimonio de Pablo Alejandro Daz, quien fue odo en este juicio el da 5 de abril de 2011, se conocieron algunos pormenores ms de
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la estada de Stella en el Pozo de Banfield. El testigo expres que se enter de una embarazada de nombre Stella, a travs de Claudia Falcone, quien permanece desaparecida. Daz revel que Stella era atendida en el CCD por un mdico, el cual pudo reconocer por la voz, como el mismo que visitaba a Gabriela Carriquiriborde durante su embarazo, a quien identific como Bergs. Relat, que 5 o 6 das despus del parto de Gabriela se produjo el de Stella. Record que ese da Claudia comenz a gritarle que la embarazada de su lado estaba teniendo familia, y que pudo percibir los gritos desordenados que se escuchaban en el lugar, asimilando la situacin a lo vivido el da que Gabriela dio a luz. Asegur que tiempo despus, fue tambin Claudia Falcone quien le cont que Stella haba tenido a su beb y que lo haba llamado Martn, que se lo haban puesto con ropita en el pecho y que le haban dicho que su hijo iba a estar bien, que no se preocupara. Tambin a travs de Falcone se enter que Stella haba retornado a las celdas sin su beb y con una infeccin en el tero, por la cual nunca fue atendida y que este abandono era muy evidente y llamativo, habida cuenta la circunstancia de que el mdico que la examinaba durante su estado de gravidez, concurra a su celda a revisar a otra
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Estos testimonios tambin se ven fortalecidos por lo declarado por Victor Carminati, cuyas declaraciones de la causa 13/84 de fecha 10/5/85 obrantes en formato digital, y la de fs. 724/5 de la causa nro. 129.342 (5251) Mariani Mara Isabel Chorobik de y otras s/denuncia del registro del Juzgado en lo Penal nro. 1 de La Plata, P.B.A., fueron incorporados por lectura a este juicio. El testigo explic que recuerda que en el centro clandestino Pozo de Banfield pudo conocer a Stella Maris Montesano de Ogando, quien cursaba un notorio embarazo. Destac que ella no estaba en el centro cuando l fue secuestrado -26 de septiembre de 1976- sino que lleg junto a su marido, Jorge, aproximadamente 25 das despus. El testigo asever que esa mujer dio a luz a un varn un mes y medio despus de llegar al CCD. Tambin revel que logr mantener un dialogo luego de ese nacimiento directamente con quien asisti el alumbramiento, una partera, tambin secuestrada y aun desaparecida de apellido Pujol, y relat que luego del parto, Stella fue separada de su hijo y devuelta al sector donde se encontraba su esposo. Es de notarse que en su declaracin Carminati agreg que uno de los guardias del lugar hablaba con alabanzas especiales hacia el varn nacido, resaltando que los padres eran dos personas de buena figura. De la prueba documental acumulada surge el mecanismo de ocultamiento del menor y de la desaparicin de sus padres. As, se desprende de los habeas corpus obrantes como prueba en esta causa a travs de las sistemticas respuestas negativas, tanto por parte del Comando en Jefe del Ejrcito sito en Capital Federal, como por parte de la Jefatura de Polica de la Provincia de Buenos Aires, a cargo del General de Brigada del Ejrcito Oscar Enrique Guerrero. Especficamente en el expediente nro. 82.701 del registro de la Cmara Federal de Apelaciones de la Plata, el mismo Coronel Roque Enrique Presti, a cargo del Regimiento 7mo de Infantera sito en la ciudad de La Plata informaba, en noviembre de 1976 al juez interviniente, que el
requerimiento de paradero por el matrimonio Ogando haba sido elevado a la Jefatura de Subzona 11 (Cfr. fs. 10 del expediente mencionado), que no efectu respuesta alguna en el legajo de referencia, a pesar de encontrarse en su radio el CCD Pozo de Banfield, lugar donde a esa fecha se encontraba Stella
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Montesano con un avanzado estado de gravidez, y donde das despus nacera su hijo Martn. Asimismo, ya en democracia, en la causa nro. 93.061 del registro del Juzgado en lo Penal n 5 de La Plata remitida por el Juzgado de
Transicin N 2 (actual Juzgado de Garantas n 5 de La Plata) en el legajo n 2736 de la Secretara n 10 del Archivo Penal, por intermedio de la Secretara de Exhortos Penales,- incorporada al debate y donde especficamente se investigaba la desaparicin de Martn, el Comandante de la X Brigada de Infantera del Ejrcito deca que en cumplimiento de rdenes vigentes la respuesta deba ser efectuada por la Jefatura del Estado Mayor del Ejrcito, quien finalmente dej sentado que no tena ningn antecedente respecto del secuestro de Stella y Jorge, sin siquiera referir el embarazo de sta.
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Surge del legajo CONADEP respectivo que la denuncia por la desaparicin de Jorge y Stella, fue presentada ante el Ministerio del Interior de la Nacin y reiterada all sin respuesta alguna. Dijo Delia Giovanola que tuvo una entrevista en el Ministerio del Interior para exponer su reclamo y recibi como respuesta que sus hijos estaban paseando por Europa y que cmo poda ser que ella estuviere all preocupada buscndolos. Por otra parte tambin surge de la prueba documental que la denuncia por la desaparicin de Stella en avanzado estado de gravidez fue presentada, dada su profesin, ante el Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires en octubre de 1976, y que sta fue transmitida al Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, sin xito. La bsqueda emprendida por Delia Giovanola fue continuada por Virginia Montesano, quien, segn relat aquella formaba parte de la Agrupacin HIJOS, recurri a programas televisivos y realiz cantidad de actos en busca de Martn. Virginia haba creado un blog llamado Virginia Ogando busca a su hermano en el que textualmente deca Este sitio tiene dos propsitos: el anhelo de encontrar a mi hermano nacido en diciembre de 1976 en el Pozo de Banfield, y la intencin de acompaar esta bsqueda contribuyendo al ejercicio de la memoria. Esa era la manera que Virginia haba elegido para publicar textos dirigidos a su hermano, intentando llegar as a Martn. (Virginia falleci el da 16 de agosto de 2011)
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Lo ltimo que sabemos de Stella y Jorge segn lo reconstruido en este juicio, es que hasta el da 29 de diciembre de 1976 ambos permanecan cautivos en el centro clandestino Pozo de Banfield, sin que luego se volviera a tener noticias de ellos. Sabemos tambin que Stella fue abandonada a su suerte luego del parto, dado que no era atendida por las distintas dolencias que la aquejaban. Segn surge del informe de maternidades clandestinas elaborado por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, la sobreviviente Mara Kubik Marcoff habra compartido cautiverio con ella en el Pozo de Quilmes en enero de 1977. A la fecha se desconoce todo dato de Stella, Jorge y su hijo nacido en cautiverio.
c. La hija de Maria Eloisa Castellini. La hija de Mara Elosa Castellini y de Constantino Petrakos, naci entre el 8 y el 15 de abril de 1977, en el Centro Clandestino de Detencin denominado Pozo de Banfield, lugar al que Castellini fuera trasladada en fecha que se desconoce a fin de dar a luz. Previamente, la joven Mara Eloisa de 21 aos de edad haba estado detenida en el centro clandestino conocido como Brigada de Gemes, Puente 12 o Protobanco, donde permaneci hasta fines del mes de diciembre de 1976. La nombrada haba sido secuestrada el da 11 de noviembre de 1976 en horas del medioda por parte de fuerzas de seguridad, a la salida de su lugar de trabajo, el Jardn de Infantes nro. 2 El Palomo, sito en la calle Bermejo s/n de la localidad de Libertad, Provincia de Buenos Aires. Luego de permanecer unas horas junto a su madre, la nia, a quien aqulla llam Victoria, fue sustrada de sus brazos por agentes de la represin, retenida y ocultada de su familia, hacindole incierta su identidad, y encontrndose al da de la fecha, desaparecida. Se desprende del legajo remitido por la Comisin Provincial de la Memoria, que la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires (D.I.P.P.B.A.) no fue ajena a su desaparicin. En primer lugar es importante destacar que la ficha que inicia el legajo est datada el da 28 de abril de 1977 fecha muy cercana al nacimiento de su hija en el Pozo de
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Banfield y apenas das despus del traslado de Elosa y otros cautivos con destino desconocido. Otra circunstancia de destacar es que luego del inicio del legajo, obra all una comunicacin de la Comisara de la Localidad de Libertad Partido de Merlo- en la cual se le informa a la DIPPBA del secuestro de Eloisa sucedido el 11 de noviembre de 1976. En esa localidad de Libertad fue secuestrada Eloisa a la salida de su lugar de trabajo y fue el lugar donde sus compaeras de trabajo radicaron la denuncia. Lucen tambin en ese legajo, dos solicitudes de paradero requeridas por la Direccin Interior del Ministerio del Interior, datadas de los aos 1979 y 1980 contestadas negativamente por la Jefatura de Polica de la Provincia de Buenos Aires y se registraba las acciones de habeas corpus
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interpuestas a favor de Eloisa Castellini. A travs del testimonio de Clara Mara Elsa Petrakos, querellante en la causa, hija de Eloisa Castellini y Constantino Petrakos, quien tena tan slo 9 meses de edad cuando su madre fue secuestrada embarazada, se prob que su madre era profesora de msica al momento de los hechos, y que junto a su padre militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), segn refiri. Cont que, en ocasin del secuestro de su madre ella tena 9 meses de edad y se encontraba al cuidado de su ta Mara Alejandra Castellini, en un departamento ubicado en esta ciudad, propiedad de sus abuelos. Que alrededor de las 19 horas lleg a ese departamento una patota de 10 personas relativamente jvenes que traan a su madre, quien evidenciaba claros signos de haber recibido tortura. Tambin cont que esas personas permanecieron en aquel departamento hasta las 2 de la maana del siguiente da, aparentemente, a la espera de su padre, Constantino Petrakos. Explic que conoce estas circunstancias, a travs de los testimonios que ha podido recabar a lo largo del tiempo, entre ellos, los de su propia ta Mara Alejandra Castellini. Se refiri a las tres maestras que acompaaban a su madre en el momento del secuestro, a saber; Ana Caviglian, Susana Aranega y Graciela Carli, y tambin hizo
referencia al portero del edificio donde se situaba el departamento de sus abuelos en esta ciudad, de nombre Jos Fernandez.
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Sirve de sustento adems para probar la desaparicin de Maria Eloisa, la constancia del informe de la Comisara 1era de Merlo que da cuenta que ese da se radic all una denuncia por el rapto de Mara Eloisa Castellini. (ver fs. 49 de la causa 1702/03 caratulada Berges Jorge Antonio y otro s/ inf. Arts. 139, 292, 293 del CP del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de La Plata, provincia de Bs. As)y luego el contundente testimonio de su hermana Mara Alejandra Castellini quien en su declaracin producida en el debate el da 19 de abril de 2011, relat que a las 19 horas aproximadamente, un grupo de hombres vestidos de civil y armados llegaron al departamento en el cual viva la familia en la interseccin de la Av. Las Heras y la calle Azcunaga. Se identificaron como pertenecientes al Ejrcito y traan consigo a Eloisa. Mara Alejandra relat que se encontraba en la vivienda cuidando a su sobrina Clara Elsa de 9 meses, cuando su hermana lleg esposada, casi sin hablar y muy mal, not que a pesar de que aqulla estaba embarazada de 4 meses, la haban torturado con picana, porque pudo ver su cara, boca, pezones, uas y estmago lastimados. Los captores permanecieron en la casa hasta las dos de la maana y se apoderaron de varias cosas de valor antes de partir. Antes de ser llevada por estos represores, Eloisa, pudo saludar a su hermana, su pequea hija Clara de 9 meses y su padre. Esa fue la ltima vez que la vieron. Todo lo cual es conteste con la denuncia efectuada ante la CONADEP por su desaparicin, obrante en el legajo n 492, como as tambin por las circunstancias relatadas en mas de trece de los recursos de habeas corpus presentados por la familia. De la misma manera, los detalles narrados precedentemente han quedado acreditados en la sentencia dictada en la causa 44 del la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, caratulada Causa incoada en virtud del decreto 280/84 del Poder Ejecutivo Nacional. Con relacin a Constantino Petrakos, Clara refiri que su padre logr evitar ser capturado por las fuerzas represivas la noche del secuestro de Eloisa. Segn le cont una amiga de sus padres a quien l fue a ver luego del
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hecho, se dio cuenta de la situacin porque dos personas quedaron en la puerta del edificio de la familia de Eloisa en esta ciudad, a modo de custodia. Se acerc a un lugar cercano a hablar por telfono y cuando llam se dio cuenta por las respuestas de su madre o de su ta que algo raro pasaba. Por eso no entr a la casa y logr escapar al secuestro en ese momento. Clara Petrakos continu viviendo con su padre luego del secuestro de su madre hasta que l consider que la situacin era muy peligrosa como para estar a cargo de su pequea beb, por lo cual aqulla pas a vivir con sus abuelos paternos que fueron quienes la criaron. Constantino se fue del pas por la situacin de peligro en la que se hallaba en marzo de 1977 y desde ah mantuvo comunicacin con la familia. Clara Petrakos dijo que su padre haba sido secuestrado a fines de
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1977 cuando intentaba volver al pas, tal como era su deseo y se lo haba manifestado a la familia previamente. Seal que no pudo saber exactamente el da de su desaparicin, pero que estiman fue a fines de 1977, dado que desde entonces no volvieron a tener ms noticias de su paradero, encontrndose en la actualidad en calidad de desaparecido. Su testimonio es conteste con los datos obrantes en el Informe de la CONADEP, incorporado como prueba, el cual da cuenta que Constantino Petrakos Leonti desapareci en el mes de noviembre de 1977 y que tal circunstancia se encuentra denunciada en un legajo a su nombre de la Secretara de Derechos Humanos. (SDH nro. 2157). El nacimiento en cautiverio de la nia a la que Mara Eloisa llam Victoria se tiene por probado por los testimonios de quienes luego del alumbramiento pudieron hablar directamente con Eloisa, y narraron detalles relevantes, por un lado, y por otra parte por las declaraciones de otros sobrevivientes que narraron las circunstancias del parto aunque desconocieran el nombre de la madre, aunque de las circunstancias de modo y lugar descriptas se acredit que ese fue el momento del nacimiento de Victoria Petrakos. Dicho acontecimiento tambin se tuvo por probado en la sentencia dictada en la causa n 44 de la Cmara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal. En primer lugar Gustavo Caraballo, en su declaracin del 27 de abril de 2011, expres que permaneci cautivo en el primer piso del CCD Pozo
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de Banfield durante la segunda semana del mes de abril de 1977. Record que una noche se escuch un grito, un llanto desesperado, y luego era el llanto de un beb. Al da siguiente, uno de los guardias le dijo que en el lugar haba nacido una nia y que lloraba de hambre dado que su madre no tena leche para amamantarla. Le dijo tambin que la comida del lugar no era adecuada para una lactante, por lo cual pidi una botella de leche que posean en las celdas donde se encontraba el testigo. Por dems contundente resulta el testimonio de Lidia Papaleo, a quien omos en este juicio el da 27 de abril de 2011. La nombrada manifest que durante su cautiverio en el Pozo de Banfield en la Semana Santa del mes de abril de 1977, pudo escuchar como una de las secuestradas, de nombre Mara, daba a luz. La testigo seal que en la primera noche, en lo que ella identific como un sector con celdas pequeas y en filas, un guardia le abri la puerta para ver si poda colaborar en un parto, dado que una de las cautivas estaba dando a luz. Papaleo, que haba sufrido torturas muy fuertes, contest que no poda moverse, por lo que le cerraron nuevamente la puerta. Entonces pudo percibir todo lo sucedido. Escuch que las cautivas comenzaban a golpear las puertas de chapa para que alguien fuera a atender a la parturienta lo cual sucedi durante mucho tiempo sin que nadie respondiera esos reclamos- hasta que alguien finalmente sac a la mujer del calabozo. Describi como Mara dio a luz en un pasillo inmediato a las celdas, al que calific de inmundo, y que pudo escuchar todo: desde los sonidos del nacimiento de la beb, hasta las tiernas palabras de la madre hacia su hija. Cont que el parto fue muy rpido y que no la asisti un mdico, sino una compaera, con la presencia y el control de un guardia del lugar, que trataba a la parturienta muy mal. Relat Lidia Papaleo que luego de los hechos, en el lugar, le dijeron que la criatura haba sido una nena, y que ms o menos a las 24 horas del nacimiento, el guardia abri la celda de Mara y le dijo que se tena que llevar a su beb. Nos dijo que recordaba claramente la voz de la madre dando al guardia los datos para que pudieran identificar a su hija, como as tambin que le dijo al represor el nombre elegido para la nia.
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Lidia revel que durante su cautiverio en el Pozo de Banfield, en una oportunidad la trasladaron a una oficina grande, donde le sacaron el tabique, le desataron las manos, y fue interrogada por el General Gallino, el instructor del sumario designado por Videla para investigar los supuestos negocios de su marido fallecido David Graiver con organizaciones armadas. Como el militar vesta de uniforme y pareca estar en un contexto un poco ms legal, Papaleo le coment indignada y muy preocupada sobre el nacimiento sucedido y la separacin de la recin nacida de su madre, pensando ingenuamente que poda hacer algo. Frente a la evidente sustraccin de una nia, Gallino no tom ninguna medida sobre la situacin y slo atin a darle un consejo: le dijo que rezara. stas afirmaciones se encuentran robustecidas asimismo por los
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dichos de la testigo Silvia Cristina Fanjul, cuyas declaraciones de fecha 5/4/04 de la causa nro. 2179/SU Fanjul s/averiguacin, recibida por instruccin suplementaria y de fecha 23 de julio de 2007 de la causa nro. 2506/7 Von Wernich, fueron incorporadas por lectura al debate, quien cont que estando detenida en el Pozo de Banfield en el mes de abril de 1977, escuch junto a las personas con las que estaba, que del otro lado donde haba otras detenidas naci un beb, y que tiempo despus supo haba sido una nia. Record que una noche oy que gritaban Fuerza Mara, fuerza Mara, como si se estuviese produciendo un parto, el cual se desarrollaba sin asistencia mdica, y que sa era la manera en que las mujeres daban nimo a la parturienta. Al otro da cuando fue alguien a llevarles agua o mate cocido, confirmaron que hubo un parto. Preguntaron cul sera el destino del beb y le respondieron que sera entregado a la familia. Tales referencias encuentran un firme sustento en los dichos de Ana Mara Caracoche de Gatica producidos el da 11 de mayo de 2011 en la audiencia. La nombrada reconoci que en su permanencia en el Pozo de Banfield pudo hablar con Mara Eloisa Castellini. La testigo revel que la propia Mara Eloisa le cont que haba dado a luz a una nia en ese lugar, aunque no pudo precisar la fecha exacta. Le confes que cuando estaba por tener a su beb, llam continuamente a la guardia para ser atendida, que nadie acudi en su auxilio, y que fueron las
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propias compaeras de cautiverio quienes cortaron el cordn umbilical en el pasillo o en la misma celda. Le explic que su beb, Victoria, le fue arrebatada. Eloisa tambin le dijo que cada vez que apareca un guardia, ella preguntaba por el paradero de su pequea nia. La testigo Caracoche manifest que luego fue trasladada al CCD La Cacha en una fecha cercana al 1ero de mayo, momento para el cual Eloisa Castellini an permaneca en el CCD Pozo de Banfield Concordantemente con lo ya relatado, Adriana Lelia Calvo cuya declaracin obrante a fs. 2887/93 de esta causa nro. 1351, fuera incorporada por lectura al debate- expuso que cuando lleg al Pozo de Banfield el 15 de abril de 1977, pudo conversar con Mara Eloisa Castellini, quien haca pocos das, aproximadamente alrededor del 8 al 10 de ese mismo mes, haba dado a luz a una nia en el lugar. Incluso record que tena algunas prdidas, a causa del reciente parto. Calvo describi que en las charlas mantenidas, Mara Eloisa pudo contarle de su secuestro en la escuela donde trabajaba, que vena de la Brigada de San Justo o Quilmes, y que fue en el mismo Pozo de Banfield donde comenz con el trabajo de parto cuando estaba sola en la celda. Le revel asimismo, que durante esos momentos grit por ayuda, hasta que finalmente fue auxiliada por otra cautiva de nombre Patricia Huchansky. Le dijo tambin que llam Victoria a su nena y que le arrebataron a la pequea poco despus del alumbramiento. Adriana Calvo mencion que tambin pudo dialogar con la nombrada Patricia Huchansky, quien le confirm que ella misma haba atendido ese parto, y que el cordn umbilical haba sido cortado con un cuchillo de cocina suministrado por la guardia. Finalmente asegur que el da 25 de abril de 1977 se produjo un gran traslado, muy riguroso, en el cual se llevaron a la mayora de los cautivos, entre ellos a Mara Eloisa Castellini y a Patricia Huchansky. Alejandra Castellini relat que la bsqueda de su hermana comenz inmediatamente despus del secuestro y que fue su madre, Blanca Iris Carllini, quien emprendi la peregrinacin en todos los lugares posibles que pudieran brindar informacin sobre su hija embarazada.
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Nos dijo que dicha misin se vio truncada a causa de la muerte de Blanca en el ao 1979. Sin embargo la bsqueda no se detuvo y continu, en ese momento, a travs de una ta de nombre Mara Esther Carllini y de la propia testigo y en la actualidad en cabeza de su sobrina Clara Petrakos. En cuanto a las noticias recibidas en aquellos primeros tiempos, cont Alejandra, que siempre llegaban informaciones sobre Mara Eloisa diciendo que poda estar en distintos lugares. Record tambin, que al poco tiempo del secuestro, llam a la casa de una ta, un militar conocido de nombre Jorge Lemuan diciendo nicamente: Eloisa est, no pregunte ms. Similar circunstancia vivieron con otro militar conocido llamado Armando Hornos. Ese militar Hornos fue Jefe del Destacamento de Inteligencia nro. 124 en la ciudad de Resistencia Chaco durante la dictadura y fue investigado por su
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responsabilidad en crmenes contra la humanidad cometidos en esa ciudad. Seal Alejandra Castellini, que su madre Blanca present 13 pedidos de habeas corpus en sede judicial, tal como se encuentra acreditado con la documentacin aportada en el debate e incorporada por lectura a este juicio cuyas respuestas fueron sistemticamente negativas. Tambin, se desprende de la documentacin aportada en la audiencia, que se present denuncia por la desaparicin de Mara Eloisa durante el ao 1977 ante el Ministerio del Interior, ante el imputado Videla, entonces Presidente de facto, y en dos oportunidades ante el Comando del Primer Cuerpo del Ejrcito lugar a donde Blanca Carllini tambin concurri personalmente, sin obtener nunca ningn resultado positivo. En cuando a las gestiones a nivel internacional, cont Alejandra Castellini que ella misma se present cuando la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la Organizacin de Estados Americanos vino al pas en el ao 1979, y que su madre viaj a Washington para efectuar personalmente la denuncia ante la Organizacin de los Estados Americanos -la cual ya se encontraba radicada desde el ao 1977 - pese a lo cual nunca tuvieron una respuesta oficial. Las notas remitidas a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos por la familia, integran la documentacin aportada en el juicio. Una de esas misivas, fue una carta de la seora Carllini, madre de Mara Eloisa,
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donde a raz de la visita de la comisin al pas, programada para el primer semestre de 1979, peticionaba su adelanto por el riesgo de vida para los desaparecidos. La organizacin brasilea CLAMOR tambin incluy, entre sus reclamos por la desaparicin de nios en dictadura, la denuncia por el nacimiento en cautiverio de la hija de Mara Eloisa Castellini, como consta en la solicitada del 4 de abril de 1982 publicada en el diario La Prensa (ver dossier de documentacin aportada por la querella de la Sra. Chorobik de Mariani). Alejandra Castellini explic que recin se enteraron que Mara Eloisa efectivamente haba dado a luz a su hija Victoria a travs de Adriana Calvo, en una reunin de familiares de desaparecidos en el ao 1979. Aos despus, en el camino que Clara, hermana de Victoria, emprendi a fin de dar con ella, tambin tom contact con varios sobrevivientes y supo en detalle las circunstancias del nacimiento de su hermana y de la investigacin sobre las embarazadas en el CCD Pozo de Banfield, de la cual aport copias, las que se hayan incorporadas a este juicio. En cuanto al destino de Mara Eloisa, tal como ya lo hemos dicho, poco se conoce respecto de los 4 meses y medio que transcurrieron entre su secuestro y su presencia en el Pozo de Banfield, por lo cual subsiste el interrogante sobre las condiciones que debi padecer en ese largo perodo de su embarazo en cautiverio. Por los datos suministrados por Clara Petrakos en este juicio respecto de la permanencia de su madre en el centro clandestino Protobanco, es materia de investigacin actualmente y tramita ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3 de esta ciudad, por los hechos ocurridos en ese centro clandestino, en el marco a su vez de los crmenes del Primer Cuerpo del Ejrcito. Al da de la fecha Clara Elsa Petrakos no renuncia a encontrar a su hermana nacida en cautiverio, y dedica sus das con perseverancia y paciencia a encontrarla, tal como lo demostr a lo largo de su declaracin testimonial y como querellante de la causa. Clara empez haciendo difusin, en diarios, revistas, e internet. Ha creado una cuenta en la red social Facebook llamada
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Clara Busca a Victoria, donde publicando fotos de sus padres y de ella misma, busca ampliar las chances de encontrar a su hermana desaparecida. Seal enfticamente que el Estado debera haber buscado en los primeros aos de democracia a los nios desaparecidos, cuestin que no hizo. Argument que la Justicia como rgano del Estado, se comport de modo similar. Expres que no tiene conocimiento de una investigacin iniciada de oficio por su hermana u otros bebs robados, que todas las investigaciones que existen son impulsadas por las abuelas o por familiares, y que si prosperan se desarrollan muy lentamente y con muchos obstculos. Lament tambin que en su momento, cuando los nios desaparecidos eran pequeos, no se hubiesen hecho los anlisis de sangre para determinar su identidad. Atribuy esto a la negativa que presentaban muchos de los jueces,
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lo cual los pona en un lugar de complicidad frente a la ocultacin. Resalt tambin, con atendible asombro, que los nios y nias que podran haber sido restituidos a sus familias en el ao 1984 cuando se analizaron las partidas firmadas por el mdico Bergs, recin lo hicieron 10 o hasta 20 aos despus, como fue el caso de Mara de las Mercedes Gallo, quien recordemos, se haba sometido a pruebas genticas de nia con resultado negativo y luego se volvi a realizar un estudio de ADN a travs del cual recuper su identidad, a instancias no de un rgano estatal, sino de la propia Clara que la contact por su cuenta, pensando que poda ser su hermana. Dijo textualmente: Yo quisiera que el Estado busque y encuentre los archivos en donde estn los datos sobre qu pas con mi hermana y con los nios robados Al da de la fecha, tanto Mara Elosa Castellini, como su hija nacida en cautiverio se encuentran desaparecidos.
d. Mara de las Mercedes Gallo Sanz: Maria de las Mercedes, hija de Ada Celia Sanz Fernndez y Eduardo Gallo Castro, naci el dia 27 de diciembre de 1977 en el Centro Clandestino de Detencin denominado Pozo de Banfield, lugar al que su madre fuera trasladada luego de que en virtud de las torturas padecidas en el centro de detencin en que se encontraba - posiblemente Pozo de Quilmes o
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COTI Martnez- se precipitara su trabajo de parto. Ada Celia, junto a su madre Elsa Fernndez, fueron secuestradas el 23 de diciembre de 1977 de un domicilio ubicado en la localidad de San Antonio de Padua, Pcia. de Buenos Aires, cuando Ada de 27 aos de edad se encontraba cursando un embarazo a trmino. Eduardo Gallo Sanz, compaero de Ada y padre de su hija por nacer, fue secuestrado unos das despus. Con posterioridad al nacimiento, la nia le fue inmediatamente sustrada a Ada Sanz por agentes de la represin. As fue retenida, ocultada e inscripta falsamente en el acta de nacimiento n 617 II A labrada en la localidad de Quilmes el 27 de marzo de 1978, como hija propia por el matrimonio compuesto por Horacio Fernndez y Marta Garca, bajo el nombre de Mara de las Mercedes Fernndez, con un certificado de nacimiento apcrifo, que consignaba el 27 de diciembre de 1977 como fecha de nacimiento, -el cual fue suscripto por el mdico Jorge Antonio Bergs, el mismo que asisti el parto en el cautiverio de Ada y que entreg la beb a ese matrimonio, que no poda tener hijos- haciendo incierta de esta manera la identidad de aquella. As las cosas, con fecha 9 de junio de 1999, pudo determinarse por medio del resultado del estudio inmunogentico y de biologa molecular realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos que quien fuera inscripta como Mara de las Mercedes Fernndez, era en realidad, Carmen Gallo Sanz, hija de Ada Celia Sanz Fernndez y Eduardo Gallo Castro (Ver informe pericial obrante a fs. 2398/2409 de la causa 1702/03 incorporada al debate, y anexo titulado estudio gentico de Crmen Sanz que corre por cuerda a la misma causa). El estudio, que fuera confeccionado por los peritos Rosario Alicia Di Sotelo y Ana Di Lonardo, concluy que: . . Mara de las Mercedes Fernandez no debe ser excluda como hija biolgica de una pareja constituda por un hombre cuyo perfil gentico fuera coincidente con aqul reconstrudo para el probable padre de Gallo Machado, Roxana Deslinda y Machado Dora Rosala y una mujer que fuera hija de Sanz Leira, Carlos y Sanz Fernandez, Carlos Agustn Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declar la nombrada Di Lonardo, ex jefa de la Unidad Inmunologa y ex
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Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, quien dio cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que la avalan, a la vez que reconoci sus firmas insertas en aquella pericia y ratific las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011) El estudio de ADN y los indicios que surgan de los datos insertos en la partida de nacimiento a nombre de Mara de las Mercedes Fernndez, dieron lugar al inicio de la causa nro. 1702/03. En dicha causa se dieron por acreditadas las circunstancias antes mencionadas y el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de La Plata el 29 de marzo de 2004 conden a Miguel Osvaldo Etchecolatz y a Jorge Antonio Bergs como autores del delito de supresin del estado civil y de la identidad, agravado por tratarse de una
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menor de edad y por su condicin de funcionario pblico y mdico para el segundo de los condenados. En el caso de Bergs los delitos concurrieron idealmente con el delito de falsificacin de documento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas respecto del certificado de nacimiento apcrifo (Ver fs. 2579/2583 de la causa 1702/03). En la instancia casatoria se modific parcialmente la sentencia en cuanto a la ley penal aplicable texto anterior a la reforma trada por la ley 24.410-, resultando Bergs condenado a 4 aos y Etchecolatz a 3 aos, encontrndose firme en la actualidad (fs. 3449 de la causa 1702/03). En la sentencia se afirm que Bergs cometi el delito en su condicin de mdico policial presente en distintos centros clandestinos de detencin del denominado circuito Camps y que Miguel Antonio Etchecolatz produjo entonces tambin la supresin de la identidad de Mara de las Mercedes, en su carcter de Comisario General a cargo de la Direccin General de Investigaciones de la Polica Bonaerense, dependiente en ltima instancia del Primer Cuerpo de Ejrcito y del Comandante en Jefe de esa Fuerza, Jorge Rafael Videla. En esa resolucin se dispuso la anotacin marginal en el acta de nacimiento n 617 II A labrada en la localidad de Quilmes en marzo de 1978 que dejara sentado que Mara de las Mercedes Fernndez es en realidad Carmen Gallo Sanz, hija de Ada Sanz y Eduardo Gallo. Mara de las Mercedes
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al momento de prestar declaracin en ste debate, explic que luego de ello, a travs de un proceso civil modific nuevamente esa inscripcin para conservar el nombre de pila bajo el cual fue criada. A travs de los legajos incorporados se supo que la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, registraba por lo menos, desde el mes de marzo de 1980 la denuncia por la desaparicin de Ada Sanz y el nacimiento en cautiverio de su hija. Surge as que se activ un pedido de paradero de Ada a raz de una denuncia de noviembre de 1979, en la cual se detallaban las circunstancias de su secuestro y el nacimiento de su hija. Dicha solicitud fue girada a la subcomisara de San Antonio de Padua, jurisdiccin de Merlo, donde Ada fue secuestrada, la cual contest no tener antecedentes del caso. Cabe resaltar que no surge del legajo quien aporta la denuncia, la cual contena un relato completo de los hechos que damnificaron a Ada en cautiverio, las torturas y el nacimiento de su beb. Tambin corresponde destacar que hasta el ao 1982 en dicho legajo, se agregaban notas periodsticas y solicitadas, sobre nios uruguayos desaparecidos, las cuales incluan a Carmen. La declaracin de la propia Mara de las Mercedes Gallo Sanz prestada en este juicio el da 2 de mayo de 2011 nos sirve para dar sustento al desenvolvimiento histrico de los sucesos que aqu se tienen por probados. La testigo manifest saber que sus padres llegaron a Argentina pensando que aqu habra menos persecucin que en Uruguay. Nos relat que su madre era enfermera en la Asociacin Espaola, y que una vez en nuestro pas, ambos pasaron a militar en la Organizacin Montoneros. Mara de las Mercedes declar que siempre supo que no era hija biolgica de Horacio Enrique Fernndez y Marta Noem Garca, el matrimonio que la cri, y que cuando tena 10 aos - ao 1987- hubo un juicio sobre su posible filiacin, donde se le hizo un estudio de sangre comparativo con dos familias, que arroj resultado negativo. Revel tambin que en esa primera investigacin empez a divulgarse quien era Bergs, persona que apareca como mdico firmante de su partida de nacimiento como Mara de las
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Mercedes Fernndez. Esas circunstancias fueron las que generaron alguna duda sobre su identidad. Mas adelante y a instancias de Clara Elsa Mara Petrakos- respecto de quien se valorara su testimonio oportunamente cuando se trat el caso de la hija de Mara Eloisa Castellini- quien se le acerc para convencerla de que deba someterse a un estudio gentico, Mara de las Mercedes concurri voluntariamente a la CONADI, organismo mediante el cual en enero de 1999 se realiz la extraccin de sangre sobre la que se realizaran los estudios inmunogenticos que le devolveran su identidad. Luego del estudio de ADN Mara de las Mercedes pudo encontrarse con parte de su familia que viaj desde Uruguay, y luego ella misma se traslad a dicho pas a conocer al resto de sus familiares. Se encontr
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entonces con su familia materna y pudo conocer a sus medias hermanas, hijas de su pap Eduardo Gallo. Actualmente, mantiene relacin con ellos, quienes la haban buscado durante todos esos aos. A travs del testimonio brindado el 9 de noviembre de 2011 por Beatriz Lilian Bermdez Calvar y la prueba documental del caso, ha quedado establecido que Ada y Eduardo Gallo Castro -tambin de nacionalidad uruguaya- pertenecan a la organizacin Tupamaros, encontrndose desde tiempo atrs en nuestro pas por la persecucin poltica que se viva en su nacin de origen El secuestro de Ada Celia Sanz y su estado de gravidez avanzado se encuentra probado a travs del testimonio de Adriana Chamorro y Washington Rodrguez, recibidas en el debate el 14 de junio y el 22 de noviembre, ambas del ao 2011. En lo sustancial, las circunstancias de modo, tiempo y lugar de dicho secuestro se encuentran corroboradas por la denuncia vertida en su legajo Conadep (nro. 7162), donde se detalla que el secuestro sucedi el da 23 de diciembre de 1977 en su vivienda de la localidad de San Antonio de Padua Provincia de Buenos Aires- por parte de un grupo de personas armadas vestidas de civil. Por su parte, el secuestro de Eduardo Gallo se encuentra probado mediante lo que se desprende del legajo CONADEP nro. 7217. Asimismo, en la
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Investigacin Histrica sobre detenidos desaparecidos realizada por la Universidad de la Repblica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, a raz de un convenio firmado con la Presidencia de la Repblica Oriental del Uruguay, publicada por la Direccin Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales incorporada por lectura al debate, y el testimonio prestado por el historiador lvaro Rico, se da cuenta de las circunstancias del secuestro e historia de Ada y Eduardo. All se da cuenta que Eduardo fue secuestrado, probablemente entre el 25 y 26 de diciembre de 1977 en la localidad de Laferrere, cuando concurra a avisar a otras personas del secuestro de su compaera. De dicha investigacin, tambin surge que Ada y Eduardo venan siendo perseguidos por razones polticas por la dictadura uruguaya desde el ao 1974. Mediante los testimonios recabados en la audiencia de las personas que compartieron cautiverio con Aida Sanz y su compaero, se pudo acreditar el alumbramiento de la nombrada en esa condicin de detencin. En este sentido, encontramos elocuentes los dichos de Adriana Chamorro, quien permaneci detenida ilegalmente en el Pozo de Banfield desde el da 23 de marzo de 1978, hasta el 11 de octubre de ese mismo ao. En su declaracin prestada el da 14 de junio de 2011 cont, que a travs de Maria Asuncin Artigas -mam de Victoria Moyano, vctima en este juicio- supo que Ada Sanz haba sido secuestrada en los ltimos das de diciembre 1977, en un estado de gravidez muy avanzado, junto a su madre que haba viajado a Buenos Aires para el parto de su hija. Se enter tambin que durante la tortura, comenz a nacer su bebita, por lo cual fue trasladada al Pozo de Banfield para dar a luz. Mercedes naci con Ada atada a la camilla. Artigas tambin le relat que la reciente madre fue obligada a limpiar la enfermera luego del nacimiento y que pudo notar que su hija era una beb muy sensible, que se sobresaltaba ante el ms mnimo sonido. Record la testigo que Ada, en ocasin que fue trasladada a Quilmes, donde le propinaron torturas, le expres que su hija estaba bien, y hasta la haban invitado a firmar un papel mediante el cual autorizaba el bautismo de la pequea. Los dichos de Chamorro se ven robustecidos por las afirmaciones efectuadas por el testigo Eduardo Otilio Corro el da 14 de junio de 2011. ste,
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permaneci detenido
ilegalmente en el Pozo de Banfield desde el da 23 de marzo de 1978, hasta el 11 de octubre de ese mismo ao, relat durante la audiencia que estando detenido en ese centro pudo saber, a travs de Alfredo Moyano que el trabajo de parto comenz mientras Ada, con un embarazo muy avanzado, era sometida a tortura, segn crea, en el COTI Martnez. Que fue debido a la inminencia de su parto, que la trasladaron al Pozo de Banfield donde, en condiciones muy duras y difciles y atada a la camilla, naci su hija a quien llam Carmen. Cont que el alumbramiento se produjo en la enfermera del centro -la cual se encontraba debajo de las celdas- y que luego del parto los represores hicieron que Ada limpiase el lugar. Record el testigo que la mam de Ada, Elsa Fernndez, tambin
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se encontraba cautiva en el Pozo, con problemas en las piernas y sordera, y que no logr que los represores escucharan sus pedidos de atencin por sus problemas de salud. En cuanto al destino de la nena, Eduardo tambin pudo saber que en uno de los traslados de Ada al Pozo de Quilmes, el represor apodado Zaracho, le pidi que firmara algo y le dijo que su hija estaba en muy buenas manos Por su parte Luis Guillermo Taub afirm- en su testimonio prestado el da 9 de mayo de 2011- que lleg al Pozo de Banfield con posterioridad a la Navidad del ao 1977. Asegur que supo del caso de dos mujeres que dieron a luz en el piso de abajo del C.C.D.. Respectos de los bebes asever que haban nacido con vida, toda vez que se escucharon sus llantos. Resulta revelador el testimonio de Beatriz Lilian Bermdez Calvar, quien mediante su testimonio de fecha 9 de noviembre de 2011 manifest que comparti cautiverio con Aida Sanz en el Pozo de Quilmes, donde estuvo detenida algunos das en abril de 1978. As la testigo relat que estando en su calabozo oy una voz -a la que reconoci- que la llamaba por su nombre. Explic que esta mujer era Aida Sanz, a quien ella conoca porque aqulla habia trabajado como personal domstico en la casa de sus consuegros. Bermudez indic que inmediatamente la llevaron al calabozo donde estaba Ada. All en el lugar, Sanz le explic que perteneca a la Organizacin
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Tupamaros y que en ocasin de ser interrogada haba indicado que trabaj en la casa de sus consuegros y por eso estaba all. Bermudez record que Sanz le cont que habia tenido una hija en diciembre y que se la haban sacado, y le pidi encarecidamente que la busque. La testigo destac que Aida le dijo que no permanecera en el centro, porque no tena nada que ver, que en virtud de ello, le recomend que la insultara y le pegara, y le exigi que pida que la saquen de su lado. Bermdez estremecida, record que no le fue posible agredir a Sanz, quien se encontraba muy lastimada y casi sin ropa, segn relat. Luego de ello, la testigo cont que siguiendo el consejo de Ada, pidi que la sacaran del calabozo que comparta con Ada, lo que ms tarde sucedi. Finalmente resalt que en ocasin de concurrir a una audiencia a prestar declaracin se encontr con Mara Mercedes Gallo Sanz, a quien reconoci automticamente sin serle indicado por nadie. Expres que aquella era idntica a su madre. Lo declarado por Bermdez encuentra respaldo asimismo en los dichos de Norma Esther Leanza del da 9 de septiembre de 2011- , quien tambin estuvo cautiva en el Pozo de Quilmas. Cont que a travs de Mara Antonia Martnez, mdica uruguaya, y otras compaeras, pudo saber que Ada previo a llegar a Quilmes haba tenido una nena mientras era torturada. Dijo creer que luego del nacimiento, Ada estuvo junto a su beb un tiempo, luego de lo cual fueron separadas. Finalmente Washington Rubn Rodrguez Martnez, quien
comparti cautiverio con Aida Sanz en el Pozo de Quilmes desde principios de abril hasta mediados de mayo del ao 1978, manifest el da 2 de
noviembre de 2011, haber conversado con Aida Sanz, a quien not muy deteriorada a causa de las torturas que haba recibido. Ella le pidi que
recordara los nombres de sus connacionales que se hallaban detenidos, para que en caso que fuera liberado pudiera difundirlos. El testigo explic que se enter de que Sanz haba dado a luz a una nia, en virtud de lo que le cont Freddy Moyano, quien le refiri asimismo que la nia le habia sido sustrada. Finalmente destac que a pesar de su deterioro fsico, Sanz demostraba una entereza moral y una conciencia poltica sorprendente.
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Respecto de la bsqueda de la nia, su madre y su abuela, fue una ta materna de nombre Marta Enseat, quien emprendi esa bsqueda presentndose ante distintas autoridades civiles y militares argentinas a travs del letrado que la asista. En cuanto a las gestiones a nivel internacional, se desprende de los legajos CONADEP nros. 7228 y 7162, que la denuncia por la desaparicin de Ada y su hija fue presentada durante el gobierno dictatorial ante la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, las Naciones Unidas, Amnista Internacional y la Cruz Roja Internacional. Asimismo, en los reclamos diplomticos remitidos a la Cmara Federal en el marco de la causa 13 e incorporados por lectura al debate, obra una comunicacin de fecha 18 de septiembre de 1980, mediante la cual las
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Naciones Unidas informaron al gobierno argentino sobre el caso de Ada Sanz, su madre y el nacimiento de su pequea hija en cautiverio, que le fue arrebatada. La denuncia por el caso tambin fue remitida al Estado Argentino por la Comisin Interamericana de Derechos Humanos en el mes de enero de 1983, segn se desprende de la misma documentacin (Carpetas 60 y 61). Ada Sanz, ms de 4 meses despus del nacimiento en cautiverio de su hija, segua desaparecida y siendo sometida a torturas, como lo han declarado los testigos. La abuela de Mara de las Mercedes, corri el mismo destino que Ada. Por testimonios de este juicio en abril de 1978 an permaneca cautiva, encontrndose a la fecha tambin desaparecida. En cuanto al destino que corri el pap de Mara de las Mercedes luego de su secuestro a fines de diciembre de 1977, Leanza especific que cuando el grupo de uruguayos lleg a Quilmes en diciembre de 1977 o enero de 1978, el compaero de Ada no estaba con ellos. Los testigos Chamorro y Corro, previamente mencionados, afirmaron que segn les relataron los uruguayos, Cacho Gallo haba sido trasladado en lancha o avin al Uruguay junto a otros 5 cautivos de dicha nacionalidad desde el COTI Martnez, sin que nunca se supiera nada ms de l. Adriana especific que los guardias haban hecho que las cautivas prepararan sndwiches para ese viaje.
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En sntesis, Ada y Eduardo, luego de haber sido separados de su hija, y de sufrir cautiverio en otros centros clandestinos, fueron desaparecidos. La desaparicin de Ada y su madre fue decretada judicialmente el 9 de abril de 1997 tal como surge de su legajo Conadep. e. Carlos Rodolfo DEla Casco: Carlos Rodolfo, hijo de Yolanda Iris Casco y Julio Cesar DEla, naci en el mes de enero de 1978, en el Centro Clandestino de Detencin denominado Pozo de Banfield, lugar al que Yolanda de 33 aos de edad fuera trasladada a fin de dar a luz. Dicho traslado se produjo desde el centro clandestino COTI Martnez, donde los nombrada se encontraba detenida luego de que fuera llevada a ese lugar posteriormente a que se la mantuviera cautiva y recibiera torturas en una Comisara cercana a su domicilio. Casco y DElia haban sido secuestrados de su domicilio de la calle 9 de Julio 1130 Piso 2 de la localidad de San Fernando -Provincia de Buenos Aires- en la madrugada del 22 de diciembre de 1977, por personas fuertemente armadas y vestidas de civil pertenecientes a fuerzas militares uruguayas y argentinas. Asimismo se tiene por acreditado que posteriormente al nacimiento, el nio al que su madre llamara Martn- le fue inmediatamente sustrado a Yolanda Casco por personal que se encontraba actuando en ese centro de detencin. As fue retenido por el matrimonio compuesto por Carlos Federico Ernesto De Luccia, ex oficial de la Marina, y Marta Elvira Leiro, ocultado e inscripto falsamente en el acta de nacimiento nro. 179 1 B de fecha 13 de febrero de 1978 del Registro Provincial de las Personas de la Localidad de Quilmes, como hijo propio de aquellos, con un certificado de nacimiento apcrifo, que consignaba el 26 de enero de 1978 como fecha de nacimiento, el cual fue suscripto por el mdico Jorge Antonio Bergs,- el mismo que asisti el parto en el cautiverio de Yolanda- haciendo de esta manera incierta su identidad. As las cosas, con fecha 14 de junio de 1995, pudo determinarse por medio del resultado del estudio inmunogentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos que quien fuera inscripto como Carlos Rodolfo De Luccia, era en realidad, el hijo de Yolanda Iris Casco y Julio Cesar DEla, a quien su madre quiso llamar Martin (Ver fs.60/88, 146/153, 178/189, 206/220
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y 5546/5631 de la causa 623 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 2 de San Martn, incorporada al debate). El estudio, que fuera confeccionado por los peritos Oscar Santap, Sergio Valente, Daniel Alczar, Florencia Gagliardi, Mara Beln Rodrguez Cardozo, Zulema Acosta, Liliana Apfelbaum, Alberto Couchoud y Ana Di Lonardo concluy en primer lugar que los abuelos maternos alegados (CASCO y GHELFI REGGIANI) tienen una probabilidad del 99,99% de ser los abuelos biolgicos del menor DE LUCCIA, Carlos Rodolfo. Y asimismo que; los Sres. DELIA CORREA y PALLARES MARTINEZ de DELIA CORREA tienen una probabilidad del 99,99% de ser los abuelos biolgicos [paternos] del menor DE LUCCIA, Carlos Rodolfo Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la nombrada Di Lonardo, ex jefa de la Unidad Inmunologa y ex
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Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, el referido Sergio Valente, tcnico qumico, y la bioqumica Maria Belen Rodrguez Cardozo, quienes dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aquella pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011) El 5 de mayo de 1998 el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 2 de San Martn, conden a Marta Elvira Leiro a 3 aos de prisin en suspenso por considerarla coautora penalmente responsable del delito de retencin y ocultacin de un menor de 10 aos cometido entre enero de 1978 y enero de 1988 (Art. 146 CP). En la causa tambin estuvieron imputados Jorge Antonio Bergs, quien fue sobresedo por prescripcin, y Carlos De Luccia quien falleci cuando la causa se hallaba en la etapa instructoria. Mediante dicho pronunciamiento tambin se declar la falsedad ideolgica del acta de nacimiento nro. 179 Tomo 1 B del ao 1978 de la oficina del Registro Provincial de las Personas de la localidad de Quilmes, la cual se mand a modificar en cuanto a que la persona all anotada como Carlos Rodolfo De Luccia era en realidad hijo de Julio Csar DEla y Yolanda Iris Casco, debiendo rectificarse su inscripcin en ese sentido y manteniendo el nombre de pila que hasta ese momento portaba.
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El secuestro de Yolanda y Julio se encuentra probado a travs de las constancias obrantes en sus legajos CONADEP nro. 1715, y 1716 respectivamente. De la misma manera y en un momento que no puede indicarse con exactitud, pero que podra ubicarse aproximadamente en el da 26 de enero de 1978, Yolanda dio a luz a su hijo varn durante su cautiverio en el Pozo de Banfield. Conforme surge de los legajos remitidos por la Comisin Provincial por la Memoria, la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires dej asentada en sus registros la desaparicin de Yolanda y Julio. Constan en aqul varias solicitudes de paradero de fechas, 3 de abril de 1979 y 11 de junio y 4 de septiembre de 1981. Se inician todas ellas a partir de un pedido del Ministerio del Interior (donde la familia DEla haba presentado la denuncia) siendo los requerimientos contestados negativamente por el Jefe Policial del momento. Tambin surge de aquellos que la DIPBA; en el ao 1980 agreg una denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo titulada Un llamado a las conciencias en la cual se daba cuenta del nacimiento en cautiverio del hijo de Julio DEla y Yolanda Casco. Similar denuncia de octubre de 1983 se agreg tambin al legajo. Se pudo conocer a travs del testimonio del propio Carlos Rodolfo Delia Casco en la audiencia el da 9 de mayo de 2011, que cuando tena 8 aos se le realiz la primer extraccin de sangre en virtud de una denuncia annima recibida en la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, habida cuenta que el mdico firmante de su certificado de nacimiento era el Dr. Jorge Antonio Bergs. La muestra de sangre que se le extrajo en ese momento fue
cotejada con la de otro matrimonio desaparecido, a saber Olaso-Ford. Ese cotejo tuvo resultado negativo, pero la muestra suya qued para el registro. Posteriormente se realiz el estudio inmugentico que prob que Carlos era en realidad hijo de Yolanda y Julio. El testigo narr los pormenores de la manera que se enter de su verdadera identidad. As dijo que fue el Juez que estaba a cargo de la
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investigacin quien lo cit para notificarlo de su origen biolgico. sto aconteci el mismo da que Carlos De Luccia y Marta Leiro eran detenidos por orden de aquel magistrado. El nombrado describi lo traumtico de aquellos primeros momentos y lo arduo y angustioso que le result asimilar dicha situacin, lo que le demand varios aos. Record el testigo que desde un primer momento lo nico que deseaba era poder dialogar con quienes hasta dicho momento l crea eran sus progenitores. Cont que fue asistido por psiclogos y asistentes sociales, y que uno de ellos, Hctor Sagreti, fue un soporte muy importante en aquel momento. Luego de la detencin de sus apropiadores, decidi ir a vivir con
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su padrino que era el hermano de la imputada, Enrique Leiro. En este sentido record que de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo le recomendaban que inmediatamente no se fuera a vivir con su familia biolgica, toda vez que se consideraba que la construccin del vnculo no era una cosa que suceda de un da para otro. Continu su relato diciendo que a los pocos das de recibida la noticia fue convocado nuevamente por el Juez Federal de San Isidro, Dr. Marquevich y, en una jornada que record evidentemente angustiante, por el tema en s y por la repercusin meditica que se haba generado, le fueron presentados su abuela Ren y su ta Regina. Que en principio no accedi a verlas, pero ante la insistencia del Juez, prest conformidad para el encuentro, el cual record muy frio y fugaz, en virtud de que l no se senta cmodo en absoluto. Revel que en ese primer encuentro les manifest que entenda el dolor inmenso que ellas padecan y lo respetaba, pero que l deseaba irse a su domicilio. Que con el tiempo fue accediendo paulatinamente a continuar con esos encuentros, los cuales de a poco iban siendo mas amenos. Que incluso el Sr. Sagreti prestaba su domicilio para que se produjeran aquellos, que duraban lo que su estado de nimo le permita. Tambin record el inmenso esfuerzo de la familia para contribuir a la construccin del vnculo, ya que viajaban desde muy lejos y permanecan mucho tiempo en promedio con lo escaso de los
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encuentros, los que tenan lugar como ya dijimos- muy peridicamente a causa de su estado de nimo. Revel que los encuentros fueron creciendo y destac lo productivo que result cuando a aqullos se sumaron sus primos, que tenan aproximadamente su misma edad. Describi la construccin del vnculo, como progresivo y gradual. Record lo traumtico de la primera vez que vio una foto de su madre embarazada. Agreg que haba podido conocer del cautiverio de sus padres y de su propio nacimiento. As narr de la manera que se conocieron, que ambos eran uruguayos, que su madre era de Salto y su padre de Montevideo. Luego cont que su padre era quien militaba en el GAU (Grupo de Accin Unificadora) y que su madre siempre lo acompaaba. Cont que aqul era estudiante de Licenciatura en Economa, a la vez que era el presidente del centro de estudiantes de la facultad, y que se destacaba entre sus pares, por lo que siempre era elegido para defender una posicin y tomaba la palabra en los eventos que participaba. Supo que era uno de los principales dirigentes de aquella agrupacin. Record que luego de una manifestacin fue detenido y liberado casi inmediatamente, pero fue esto lo que los llev a tomar la decisin de emigrar a la Argentina. Resalt que tuvieron la posibilidad de irse a vivir a Europa, pero la desecharon porque tenan la intencin de regresar lo antes posible a su pas natal. Describi cuales fueron los antecedentes de la detencin de sus padres, la que se produjo en la madrugada del 22 de diciembre de 1977, destacando que en esos das se detuvo en total a 27 personas de nacionalidad uruguaya. Que todos ellos fueron llevados a COTI Martnez y que luego, slo 22 fueron trasladados al Pozo de Banfield, y a los 5 restantes se comunic que los llevaran al sur, para lo cual le encargaron a las mujeres detenidas que les prepararan comida para el viaje. Que existe un elevado grado de probabilidad que entre esas 5 personas estuviera su padre. Que de estos cinco, dos de ellos fueron vistos posteriormente en el Uruguay, que por eso se cree que jams fueron llevados al sur. Resalt que en el ltimo lugar donde fue visto su padre fue en el COTI Martnez y que quien lo vio fue Luis Taub, con
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quien se reuni y reconoci a su padre en una foto, y le confirm dicha informacin. Continu relatando que visit a De Luccia y a Leiro en sus respectivas unidades de detencin, el primero en Caseros y ella en Ezeiza, pero que en esas circunstancias decidi no indagar en el tema. Que fue recin cuando obtuvieron la libertad que les permiti que le contaran la verdad de lo sucedido. Record que se encontraba tan feliz por tenerlos de vuelta que no interrog demasiado sobre el tema, y slo se limit a escuchar lo que le contaban. Que, pese a reconocer que no era hijo biolgico de ellos, le contaron una versin de los hechos que luego descubri nuevamente falsa. Expres que en abril del ao 1995, De Luccia falleci y nunca pudo interrogarlo a fondo
restitucin de su identidad, y recin ah Leiro decidi contar lo que verdaderamente saba. Que si bien l no acudi a la celebracin del debate, en el ao 2005, cuando el vnculo con su familia biolgica se hallaba afianzado, comenz a sentir una necesidad imperiosa de conocer su historia mas a fondo. Que por eso, por primera vez acudi a Abuelas de Plaza de Mayo y tuvo una charla con Estela Barnes de Carlotto, que le fue muy til, porque segn manifest aqulla lo instruy para que pudiera llegar a la verdad. As fue que luego de esa charla se fue inmediatamente a la casa de Marta Elorio, a quien interrog acerca de lo sucedido. La mujer le cont de su imposibilidad de tener familia, causadas luego de haber perdido un embarazo y los problemas de salud que tuvo en consecuencia. Cont que viva una crisis de pareja y que cada vez mas imperiosamente senta la necesidad de ser madre, y que incluso haba amenazado con quitarse la vida si su marido no le daba un hijo. El testigo narr que si bien De Luccia se encontraba retirado de la fuerza (de la Marina, voluntariamente en el ao 1971 con el cargo de Teniente de Navo, luego de 26 aos de desempeo) habra conservado algn contacto, y fue a aquellos a quien acudi para conseguir un nio. Sin embargo no fue a la fuerza a la que l haba pertenecido a la que requiri, sino al Ejrcito. El testigo cont que su segundo nombre es Rodolfo y que jamas le gust. Dijo que le haban dicho que se deba a que a su abuelo le gustaba mucho, pero luego pudo descubrir que ese nombre se lo pusieron en
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agradecimiento de la persona a la que De Luccia contact y quien realiz las gestiones para conseguir que l fuera entregado a esa familia. Esa persona fue el Teniente Coronel Anbal Rodolfo Campos, subjefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires entre diciembre de 1977 y febrero de 1979, al momento en que la jefatura era desempeada por Ramn Camps. Cabe recordar que Campos se encuentra enfrentando un proceso en su contra por la participacin que pudiera haber tenido durante ese perodo de tiempo, en el CCD Comisara 5ta. de La Plata (causa 2955/09 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de la Ciudad de La Plata). Sigui diciendo Carlos DElia que segn los dichos de Leiro, una maana de enero de 1978 De Luccia la llam a Marta para decirle que se preparara porque iba a pasar a buscarla. Partieron as hacia una esquina del sur del Gran Buenos Aires, se estacionaron y una persona que baj de otro auto se acerc al de ellos. Leiro estaba sentada en el asiento del acompaante y esa persona le entreg a un beb: era el hijo de Yolanda y Julio, envuelto con papeles de diarios y an con sangre de recin nacido en su pequeo cuerpo. Marta le cont a Carlos que la persona que lo entreg siendo un beb cuando la vio dentro del auto la llam por su nombre. Marta le revel que en ese momento se fueron rpido y no lo reconoci, pero ms adelante el testigo pudo corroborar que esa persona era Jorge Antonio Bergs, quien firm su falso certificado de nacimiento y que atendi el parto de Yolanda. Result ser que Marta y De Luccia vivan en una poca en Avellaneda, donde tambin viva la familia Berges y Marta conoca al mdico y a su madre como vecinos. Delia cont que luego de hablar con Marta y en su afn de conocer la verdad de los acontecimientos decidi ir a hablar con Anibal Rodolfo Campos. Pero se enter que estaba cuadripljico y pens que no tena sentido acercarse a una persona que no iba siquiera a reconocerlo, as que desisti en un primer momento. Tiempo despus supo que Campos estaba en su casa as que consigui la direccin y fue, se present como el hijo de De Luccia y el militar lo recibi afectuosamente. Campos le confirm que haba sido l la persona a la que De Luccia concurri para conseguir un nio, pero aclar que su
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colaboracin consisti slo en contactarlo con un mdico, sin decir el nombre pero asinti cuando el apellido Bergs le fue mencionado. Cont el testigo que Campos apel en reiteradas ocasiones a su falta de memoria, pero Carlos hizo hincapi en que no poda entender esa falta cuando por momentos le deca ciertas cosas que sin memoria eran imposibles de reproducir. Sin embargo, Campos neg saber cualquier otra cosa sobre su origen sealando que por el rango que tena no poda saber nada. Carlos Delia seal que en esa charla Campos justific la actuacin de la dictadura militar , diciendo que lo hecho haba sido necesario. Fue asi que Carlos, de modo muy amable, le dijo que no comparta esa postura, ya que nada poda justificar los secuestros, la tortura y la desaparicin y la apropiacin de nios.
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En relacin al embarazo y parto de Yolanda Casco ha resultado fundamental la declaracin brindada ante este Tribunal por Adriana Chamorro el da 14 de junio de 2011 La testigo manifest que Yolanda se encontraba alojada en el primer calabozo de lo que ella describi como el lado B del centro clandestino de detencin Pozo de Banfield. Cont que supo a travs de Maria Asuncin Artigas, que Yolanda haba tenido un varn. Record que Yolanda -que tena una voz muy suavecita- di a luz a su hijo atada a la camilla, luego de lo cual se llevaron al beb inmediatamente y que despus del alumbramiento las fuerzas que se encontraban en el centro en ese momento obligaron a la reciente madre a limpiar en cuatro patas la enfermera del lugar. En cuanto a la atencin mdica recibida durante el nacimiento, dijo Adriana Chamorro que seguramente fue atendida por Bergs, dado que todas las all cautivas lo describan y coincidan en sus caractersticas: era el mdico de los ojos grandes. Su versin es conteste con la de Eduardo Otilio Corro producida el 14 de junio de 2011 tambin-, quien relat que estando en el Pozo de
Banfield supo a travs de Alfredo Moyano del nacimiento del hijo de Yolanda Casco -el cual sucedi luego del parto de Ada Sanz- a principios del mes de enero de 1978. Record que Yolanda tuvo a su hijo en similares condiciones que Ada a la suya, o sea en una camilla que se encontraba en el piso de abajo y
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con la intervencin del mdico Bergs, segn le relataron sus compaeras de cautiverio. El 22 de noviembre de 2011 Washington Rodrguez relat que durante su permanencia en el Pozo de Quilmes en abril de 1978, supo de un grupo de cuatro mujeres que provenan de Banfield, entre las cuales se encontraba Yolanda Casco. Ellas estaban todas muy mal y no tenan donde dormir porque el lugar era muy chiquito. Luis Guillermo Taub declar en este juicio que durante su permanencia en el Pozo de Banfield, luego de la Navidad de 1977 y hasta febrero de 1978, pudo saber con certeza de dos nacimientos ocurridos en el centro clandestino. Relacion uno de ellos con el parto de Yolanda Casco quien tuvo all un varn y cont que todo el mundo en el lugar se pona muy contento cuando naca un beb. En cuanto al destino de los nios, se saba que haban nacido con vida pues se escucharon los llantos de los bebs, y que luego, segn les decan, se los llevaban a la Casa Cuna. Relat tambin que aos despus tom contacto con uno de los chicos nacidos, de apellido DEla, y que lo gratific mucho saber que haba sido recuperado. El ltimo dato que consta de Yolanda es a travs del testimonio de Adriana Chamorro y Eduardo Otilio Corro, quienes relataron un traslado masivo de uruguayos con destino desconocido sucedido el da 16 de mayo de 1978 desde el Pozo de Banfield, en el cual habra partido Yolanda. Respecto del destino de Julio Dela ya mencionamos lo manifestado por Carlos Dela acerca de la posibilidad de su traslado desde el COTI Martinez con destino desconocido, posiblemente Uruguay. Las circunstancias del secuestro, cautiverio y desaparicin de Julio Dela y Yolanda Casco Ghelfi han sido desarrolladas asimismo en la investigacin histrica sobre detenidos desaparecidos del Uruguay,
incorporada al juicio. Una persona de apellido Fassana en la embajada de Uruguay en Argentina les habra dicho a los abuelos DEla que se olvidaran del nieto porque no lo iban a ver ms.
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De la documentacin aportada por Carlos Delia Casco surge que sus abuelos concurrieron al Ministerio de Relaciones Exteriores Argentino, Ministerio del Interior, Naciones Unidas, embajada Uruguaya en Argentina, y el mismo derrotero enfrentaron en el Uruguay. En bsqueda de su nieto recin nacido fueron a casas cunas y hospitales. Entre esa documentacin aportada al debate por la vctima, y reservada en el Tribunal, como documentacin aportada durante el debate se encuentra un relato de Ren Pallares donde dice que dej de creer que iban a devolverle a su nieto cuando se dio cuenta que si se lo restituan, estaban reconociendo que haban secuestrado a los padres. Todo ello fue tambin detallado por los abuelos DEla al momento de realizar la denuncia ante la Conadep. De igual modo fue mencionado en la
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investigacin histrica uruguaya sobre detenidos desaparecidos. Se da cuenta en esa documentacin de haber concurrido a la Nunciatura, Casas Cunas de Capital Federal y Provincia, Juzgados de Menores, hospitales de nios e instituciones de proteccin al menor. En la denuncia ante CONADEP (legajos n 1715 y 1716) se mencionaba tambin la presentacin de acciones de habeas corpus en las jurisdicciones de San Martn y San Isidro, entre el 3 de enero de 1978 y el 4 de abril de 1979. Todos fueron contestados negativamente y en algunos casos les impusieron el pago de costas a los peticionantes. En la causa mediante la cual se le restituy la identidad a Carlos efectivamente se certifica la existencia de acciones de habeas corpus y privaciones ilegales de la libertad en la jurisdiccin federal de San Isidro en favor de Yolanda Casco y Julio DEla (Ver fs. 158/9 y 198 de la causa nro. 623). Carlos, quien es hoy pap de 3 nias, pudo recuperar su identidad luego de 17 aos. Sin embargo sus padres, Yolanda Iris Casco y Julio Csar DEla, permanecen desaparecidos al da de la fecha.
f. Paula Eva Logares: Paula Eva Logares, nacida el da 10 de junio de 1976, hija de Mnica Sofa Grinspon y de Claudio Ernesto Logares, fue secuestrada junto a sus padres el da 18 de mayo de 1978 a las 15:30 horas aproximadamente, en las
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inmediaciones del Parque Rod, en la ciudad de Montevideo, Repblica Oriental de Uruguay, por fuerzas represivas compuestas por uruguayos y argentinos que actuaron en el marco del Plan Cndor. Luego de ello los tres miembros de la familia fueron trasladados clandestinamente a la Argentina, y mientras permanecan cautivos en el centro clandestino de detencin que funcion en la Brigada de Investigaciones de San Justo, dependencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires que se encontraba subordinada operacionalmente a la Zona I, a cargo del Comando del Primer Cuerpo del Ejrcito, Subzona 11, rea 114, Paula fue separada de sus padres para ser apropiada por el entonces Subcomisario de esa dependencia policial, Rubn Luis Lavalln y su esposa Teresa Raquel Leiro Mendiondo. Ese matrimonio inscribi a Paula como hija propia, alterando su estado civil e imponindole as una falsa identidad a travs de un documento apcrifo que contena una fecha de nacimiento distinta y datos filiatorios falsos. As las cosas, con fecha 31 de julio de 1984, pudo determinarse a travs del estudio inmunogentico que concluy que quien habia sido inscripta con fecha 25 de julio de 1978 como Paula Luisa Lavallen, era en realidad Paula Eva Logares, hija de Mnica Sofa Grinspon y de Claudio Ernesto Logares, nacida el 10 de junio de 1976, probado segn el acta de inscripcin de nacimiento nro. 361 del Registro Provincial de las Personas de la Localidad de Haedo (Cfr. copia certificada obrante a fs. 27 de la causa nro. 202/83 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro 1, Secretara nro. 1 de esta ciudad). El estudio, que fuera confeccionado por los peritos Victor Luis Poggi, Armando Maccagno, Mario Pisan Canale, Miguel Kohan, Mario Framian, Jorge Juan Perea, Edgardo Emilio Casset, Ana Yamamoto, Luis Garnek, Pedro Luis Guglielmone, Orlando Saturnino Gonzalez y Ana Di Lonardo concluy que .en base a los estudios efectuados, llegan por unanimidad a la conclusin de que la persona que actualmente lleva el nombre de Paula Luisa Lavallen no puede ser excluida como nieta de las familias Logares- Manfrini y Pavn de Aguilar- Grispon
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Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declar la nombrada Di Lonardo, ex jefa de la Unidad Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, quien dio cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que la avalan, a la vez que reconoci sus firmas insertas en aquella pericia y ratific las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011) En dichas piezas procesales se tuvo por probado que Paula Eva Logares fue secuestrada junto a sus padres Mnica Sofa Grinspon y Claudio Ernesto Logares, que stos permanecieron cautivos en los centros clandestinos de detencin Brigada de Investigaciones de San Justo y Pozo de Banfield, y que Paula lleg a manos del Subcomisario de la Polica de la Provincia de Buenos
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Aires Rubn Luis Lavalln, en el momento en que ste prestaba funciones en la Brigada de Investigaciones de San Justo Se constat en dicha causa que Lavalln, conociendo el origen de Paula, la retuvo y la ocult de su familia, suprimiendo adems su verdadera identidad y remplazndola por una falsa. Se prob en esas actuaciones que Paula Eva Logares fue falsamente inscripta como hija propia por Lavalln y su concubina Raquel Teresa Leiro Mendiondo, quienes no podan tener hijos, bajo el nombre de Paula Luisa Lavalln, mediante el acta de inscripcin nro. 1704 de la Delegacin San Justo del Registro Provincial de las Personas, efectuada el da 25 de julio de 1978, es decir, un mes despus de su secuestro. Para dicha inscripcin falsa fue utilizado un certificado de constatacin de nacimiento expedido por el Doctor Jorge Hctor Vidal mdico policial especialista en obstetricia, que actu tambin en la Brigada de Investigaciones de San Justo- en el que se document que el 29 de octubre de 1977 a las 10.30 hs. en la finca de la calle Charcas 2749 de la Localidad de San Justo, naci una criatura de sexo femenino. (Conforme copia certificada de fs. 612 de la causa en cuestin y copia certificada de la partida de nacimiento obrante a fs. 401 de la causa 202/83). En ese certificado mdico se consignaba falsamente que Paula haba nacido 16 meses despus de su verdadera fecha de nacimiento y, en
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consecuencia, se la hizo vivir como si tuviera un ao y medio menos de vida, ocasionndole as problemas en su vida escolar y en su desarrollo psicofsico en esos aos. Paula cont en este debate que Vidal la atendi como pediatra varias veces mientras viva con sus apropiadores. En esa causa qued probada tambin la responsabilidad de Lavalln y de Leiro respecto de los delitos imputados, sobre la base de numerosos elementos de prueba. Se hizo referencia en la sentencia al falso estado de embarazo de Leiro, con la atencin mdica de un cuado de los acusados que nunca certific dicho estado. Se mencion que el lugar en el cual supuestamente habra sucedido el parto de Raquel Leiro corresponda al domicilio de Luis Ferreira, quien casualmente era compaero de Lavalln en la Brigada de San Justo y habitaba muy cerca de dicha dependencia policial. Se valor la tardanza injustificada para inscribir el supuesto nacimiento y la carencia por parte de la pareja de fotografas de los primeros meses de vida de Paula, como as tambin la ausencia de certificados de vacunacin y asistencia peditrica en aquella poca. Todas esas probanzas mostraron irrefutablemente que entre los meses de octubre de 1977 fecha con la que fue falsamente inscripto su nacimiento- y mayo de 1978, Paula no viva con los Lavalln y que los datos insertados en el certificado y en el acta de nacimiento eran falsos en su totalidad. Finalmente, en dicha causa se conden a Rubn Luis Lavalln a la pena de 4 aos de prisin, por los delitos de ocultacin de un menor, falsedad ideolgica de documento pblico del acta de nacimiento nro. 1704 correspondiente a Paula Luisa Lavalln, falsedad ideolgica de documento pblico respecto del DNI y la cdula de identidad de esa persona, ordenndose la anulacin de esos documentos que contenan datos falsos (conf. sentencia de primera instancia de fecha 18 de febrero de 1988 luego confirmada y modificada parcialmente por la Cmara Federal en fecha 18 de abril de 1989). Por su parte, Raquel Teresa Mendiondo fue condenada a la pena de 3 aos de prisin por la falsedad documental respecto de la partida de nacimiento y la cdula de identidad.
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Del informe producido por la Comisin Provincial de la Memoria surge que en los archivos de la D.I.P.P.B.A. se encontr documentacin relacionada con la bsqueda de Paula. A saber un legajo titulado Mesa DS varios n 18018 en el que se encuentra informacin de nios desaparecidos en la Repblica Argentina desde 1976, siendo que figura el caso de Paula Eva Logares. As en el folio 65 se adjunt que desde el Tribunal de Menores de Baha Blanca, la Escribana Secretaria Nelly Betti Cobian le envi a Elsa Beatriz Pavn de Aguilar (abuela de Paula Logares) la informacin de que por ante las Secretaras nmero uno y dos de este Tribunal, no consta haberse tramitado actuacin alguna respecto de su nieta Paula Eva Logares, D.N.I. 25.348.781, hija de Claudio Ernesto Logares y de Mnica Sofa Grinspon de Logares, nacida el 10/06/76, desaparecida juntamente con sus padres el 18/5/ en Montevideo
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(Uruguay). Mucho tiempo despus, la Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, continuaba haciendo inteligencia sobre el caso: agreg al legajo de Mnica Grispon y Claudio Logares artculos periodsticos que daban cuenta de la restitucin luego fueron llevados al CCD denominado Pozo de Banfield . En el primero de esos centros clandestinos. Por dems ilustrativo resulta el testimonio de la vctima del suceso en trato, tambin querellante en la presente causa. Paula Eva Logares revel en su testimonio brindado en la audiencia el da 10 de mayo de 2011, que un da determinado, quienes ella pensaba eran sus padres, le pusieron un vestido lindo, le dijeron que eligiera una mueca y la llevaron al Palacio de Tribunales, donde se encontr con una asistente social que jug con ella. La noticia de que los Lavallen no eran sus padres, estuvo a cargo del entonces Juez de la Cmara Federal Dr. Andrs D Alessio, quien le present a Elsa Pavn como la mam de su mam. Paula dijo que se reconoci en una de las fotografas que haba llevado su abuela al Tribunal, pero guard silencio, y que cuando le dijeron que ella sola llamar a su pap Calio, en lugar de Claudio, lo repiti varias veces. Llor mucho y se qued dormida. Cont que se resisti a dormirse, porque no saba donde despertara.
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Paula tambin relat que uno de sus mayores miedos, luego de restituida que fue a su familia biolgica era que Lavalln se la llevara nuevamente. En su testimonio dio cuenta de sus recuerdos ms lejanos, en los momentos posteriores a la separacin de sus padres. Aclar que los peores recuerdos los ha olvidado, pero s sabe que hasta el da de hoy no puede soportar la oscuridad total y cree que puede ser por haber estado encapuchada de pequea. Asegur que guarda en su memoria estar junto a Lavalln en una habitacin de hotel, en una cama de dos plazas mirando un partido de ftbol. Record que ella lloraba, y que Lavalln la haca callar bruscamente. Luego pudo reconstruir que ese partido de ftbol corresponda al Mundial del ao 1978, muy cercano a la fecha de su secuestro. Asever que Lavalln tena que saber algo respecto del destino de sus padres y expres su deseo de saber mucho ms, o al menos, algo. Cont que una vez Lavalln le dijo que haba una mujer que lo quera molestar y que por eso apareca diciendo que era su abuela, Paula pregunt entonces por qu no deca que era su mam en lugar de su abuela. Rememorando, revel que se percat que ella no estaba bien con sus apropiadores, que no era libre en ese momento, que no era amor ni cario lo que vivi en esa casa y que siente que tenia como una percepcin de la realidad distinta, como si hubiera tenido que adaptarse a los roles que le impusieron. Record que de pequea su apropiadora y una vecina la invitaban a jugar a que se llamaba de otro modo, situacin que, ahora recuerda, no le gustaba para nada. La sentencia antes mencionada dio cuenta de que Paula Eva Logares al ser inscripta falsamente conserv su primer nombre porque no responda a otro, a pesar de los incansables intentos de los apropiadores de imponerle uno distinto. Tambin revivi escenas de los aos que pas con ellos, que le quedaron grabadas en su memoria, relacionndolas posteriormente con la necesidad de escapar de esa familia. En este sentido seal que le llamaba mucho la atencin el mecanismo de aplaudir que se utilizaba en la playa cuando un nio se perda, y tambin respecto del extrao juego que tena
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con Lavalln donde l la agarraba por la fuerza mientras ella peda auxilio. Tambin expres que una vez intent irse de esa casa y que cuando dorma en la cama junto a ellos, les pegaba dormida. Asegur que desde que fue restituda a su familia, nunca tuvo una crisis de nervios, en ningn momento quiso escapar y nunca extra ni quiso volver con los Lavalln. Tambin relat que cuando empez a ir a la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, todava de nia, vio una foto de muchas personas que pedan por ella en la puerta de Tribunales, y le llam la atencin que gente que no la conoca se hubiera movilizado as. Tambin destac con gratitud el riesgo que asumi la gente que aport datos de ella para que las Abuelas la ubicaran. Explic que ella formaba parte de un proyecto de vida de sus
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padres y que vive como un desgarro la separacin con ellos. Dijo que hoy puede ubicarse, reconocerse, saber que sus padres no la abandonaron, que la amaban, y que a ella la arrancaron de ese vnculo. Paula finaliz su declaracin diciendo que los padres
desaparecidos lucharon por ellos, tenan proyectos. Resalt que era una obligacin del Estado otorgarle la identidad a cada uno, habida cuenta que entenda que resolver donde est cada uno de nosotros era necesario para ordenar todo. Asegur que el secuestro de chicos no fue aleatorio ni azaroso. Los dichos de Paula Logares se ven respaldados y robustecidos por la declaracin de su propia abuela Elsa Pavn, tambin querellante en el presente proceso. La testigo relat, en su declaracin del da 10 de mayo de 2011, que su hija Mnica Sofa Grinspon, de 23 aos, y su esposo Claudio Ernesto Logares, de 22 aos, haban tenido que emigrar con su pequea hija Paula Eva en el ao 1977 hacia Montevideo, movidos por la persecucin poltica y el enorme riesgo en el que se encontraban en su condicin de militantes. Ambos eran estudiantes de Agronoma y militaron primero en la Juventud Universitaria Peronista y luego en la organizacin Montoneros. Narr que fue anoticiada de la desaparicin de sus familiares das despus de sucedidos los hechos, y segn ella misma lo primero que pens fue se perdi la nena. Resalt tambin que siempre pens que sus hijos podan ser
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detenidos, pero que jams pens en una desaparicin, y menos en la de un beb. Dijo textualmente: Era indebido para el Estado hacer eso. Elsa cont que estuvo enferma varios das, hasta que un da pens que si ella se mora los chicos se iban a morir, y por eso tenia que levantarse. As fue como empez a buscarlos: a su nieta Paula finalmente la encontr, a sus hijos an los sigue buscando. La testigo aport circunstancias del secuestro del matrimonio y la nia. Record que supo que el 18 de mayo, Claudio y Mnica decidieron llevar a Paula al Parque Rod, en Montevideo, para lo que deban tomar dos colectivos, que al bajar del primero y caminar los cien metros que los separaba de la parada del segundo fueron interceptados por tres autos con gente armada, frente a la calle Fernndez Crespo al 1200 de la ciudad de Montevideo. Afirm que aquella informacin la supieron luego, debido a que el operativo se llev adelante justo en la puerta de la casa de una amiga de ellos, donde aquella conocida se encontraba en el primer piso, y de esa manera pudo ver todos los sucesos, relatndole que Claudio fue golpeado e introducido en un auto encapuchado, y Mnica y la nena, tambin fueron encapuchadas e introducidas en otro rodado. Refiri que Paula le cont que estuvo en un garaje, pudiendo comprobar la testigo que efectivamente hay uno en la Brigada de Investigaciones de Quilmes. Elsa Pavn relat cmo supo de la llegada de Paula a la casa de los Lavalln. Dijo que una vez iniciada la denuncia por la restitucin de su nieta, mantuvo una reunin con Osvaldo Piccolo, vecino de Lavalln. Por l se enter que cuando Paula lleg a la casa de sus apropiadores, poco tiempo despus de su secuestro, ingres aferrada al cuello de Lavalln, mientras ella preguntaba por su pap. La esposa de este vecino se encontraba de visita en esa casa y pudo ver la escena. Tambin Piccolo le describi a Elsa la ropa que tena puesta esa nia, y la testigo inmediatamente la reconoci como la muda de ropa que faltaba entre las pertenencias de Paula que ella haba encontrado en la casa de Montevideo. Paula tena 23 meses cuando desapareci, por esa razn Elsa pens que poda estar bajo la custodia de algn juez de menores, en un colegio o en un hospital, lugares donde la busc sin obtener resultado alguno. En los
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Juzgados de Menores de la ciudad de La Plata conoci a otras madres y abuelas que atravesaban su misma situacin, quienes la invitaron a ir juntas a una entrevista que haban concertado con uno de los jueces de la jurisdiccin. Le dijeron que juntas era mejor, que sola no iba a lograr nada. Ese fue el comienzo de la historia de Elsa Pavn junto a Mara Isabel Chorobik de Mariani, Alicia de la Cuadra y otras mujeres que dieron origen a algunas de las organizaciones que hoy son querellantes en esta causa. Ya junto a la Sra. Chorobik de Mariani, Elsa Pavn llev el reclamo por la desaparicin de su nieta ante organismos internacionales como CLAMOR, la Organizacin de los Estados Americanos OEA- (caso nro. 3459), las Naciones Unidas, y Amnista Internacional, como surge de la prueba documental. Cont la testigo que la foto de Paula Logares de nia apareci en
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todas las solicitadas presentadas por Abuelas. La documentacin remitida por la Comisin Provincial por la Memoria da cuenta de que mientras su abuela la buscaba, el Estado tena conocimiento sobre la desaparicin de Paula. Existe un legajo de paradero de agosto de 1981 a nombre de Paula Eva Logares, en el cual la Direccin de Seguridad Interior requiere informes, siendo contestado por el Jefe de la Polica el 18 de septiembre de 1981, haciendo saber que no se hallaba detenida bajo esa fuerza. Iniciada ya la dcada del 80, las testigos Pavn y Mariani relataron que en el mes de mayo de 1980 el reverendo brasileo Jaime Wright les dio tres fotos que aport a su vez Mara Anglica Cceres Julien, abuela de los nios Anatole y Victoria Julien Grisonas- para que vieran si era una de las nias buscadas por las Abuelas. Nunca pudieron saber quin fue la persona que entreg las fotos a la abuela Julien, pero quien lo hizo dijo que la nia de la foto era hija de desaparecidos, porque haba escuchado que la mujer que la tena le reprochaba al marido Vos mataste a los padres de esta chiquilina y me la trajiste para que me joda la vida a m. Al reverso de las fotos estaba escrito el nombre de Paula, el nombre y apellido de la apropiadora y el apellido del apropiador como Luivallen o un fonema similar. Tal como fue relatado por Mariani, fue ella misma quien inmediatamente reconoci a la nia de la foto como Paula Eva Logares, y se lo
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comunic a Elsa Pavn. Mariani, por su profesin de especialista en Arte, explic a Elsa cules eran los rasgos que uno no cambiaba durante su vida. Elsa, a pesar de que el resto de la familia la identific instantneamente, tard en convencerse que la nia de la foto era su nieta, porque segn dijo en la audiencia, hasta ese momento ella pensaba que Paula estaba con su madre. Las Abuelas inmediatamente desplegaron sus actividades de seguimiento e investigacin para dar con la nia. La noticia tambin deca que Paula estaba viviendo en una casa en la calle Malabia 3050 de esta ciudad. Entonces Elsa junto a sus hijas se turnaron para vigilar la casa, hasta que un da la abuela pudo ver a la nia y la reconoci inmediatamente. A la semana de este episodio, el cartel de alquiler ya estaba puesto en el departamento. Coment Pavn que Paula volvi a desaparecer y la investigacin se paraliz de un momento a otro. Paradjicamente, luego supieron que Paula estuvo viviendo a 5 cuadras de la casa de una de sus tas. Paula record en esta audiencia que no entenda por qu en esa poca los Lavalln se mudaban tanto. Recin en 1983 Paula fue hallada nuevamente por su familia, a raz de una denuncia annima realizada recibida por Emilio Fermn Mignone en el Centro de Estudios Legales y Sociales, que daba cuenta de que la nia Paula Luisa Lavalln se domiciliaba en la calle Fraga 588 de esta ciudad y que era hija de desaparecidos. Segn pudo corroborarse luego, la denuncia fue efectuada por el ya mencionado Piccolo, vecino de Lavalln, que por un pleito personal quera perjudicarlo. Pavn cont que Piccolo con quien ella tuvo un encuentro personal- llam a todos los Logares de la gua telefnica, hasta que dio con el to de Claudio, quien luego de escuchar los datos respecto de su sobrina nieta, lo deriv al CELS. Mignone trasmiti a Chicha Mariani la informacin del paradero de Paula e inmediatamente las Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron a recopilar los datos necesarios para presentar lo que sera la primera denuncia judicial por la apropiacin de una menor y la sustitucin de su identidad durante la dictadura cvico militar, la que sera presentada el da 13 de diciembre de 1983, primer da hbil luego del traspaso del poder del Gobieno Militar al Presidente electo.
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A fin de iniciar la denuncia, los nicos datos que tenan las Abuelas eran que la nia se llamaba Paula y que su apropiadora se llamaba Raquel Teresa Leiro Mendiondo, por lo que fue necesario recopilar otros indicios para probar su verdadera identidad. La edad con la que fue inscripta Paula fue un elemento fundamental para la denuncia. Relat Elsa que la primera vez que la vio salir de la casa de la calle Fraga, la nia vesta un delantal de preescolar. Se asombr porque su nieta no deba estar en preescolar, sino cursando segundo grado del primario porque tena 7 aos en ese entonces. Pese a la inconsistencia entre la edad de su nieta y esa nia de delantal, not inmediatamente el enorme parecido entre la pequea y su hija Mnica a los 7 aos. Luego de ello, se present la denuncia judicial que culmin con el
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proceso que le restituy la identidad a Paula Eva Logares Elsa Pavn relat algunas circunstancias sobre los primeros meses de convivencia y del proceso que tuvo que atravesar Paula. Cont que un da su nieta le dijo que las mujeres de la televisin eran locas y sus hijos asesinos, refiriendo a una marcha de las Madres de Plaza de Mayo. Elsa le pregunt entonces si pensaba que ella era loca, y Paula dijo que no, le pregunt si pensaba que sus papas eran asesinos y tambin dijo que no. Elsa le explic que ella era una de esas mujeres, que estaba en la casa para cuidarla, y que sus hijos eran compaeros de los hijos de esas seoras. Cont tambin que cuando a los pocos meses de restituida le regalaron a Paula un mueco, ella quiso ver su ropa de beb. Elsa se la mostr. Paula le dijo que cuando le peda a Raquel Leiro esa misma ropa, ella deca que la haba regalado, al insistir, le dijo que no fuera egosta pero a la tercera vez Leiro le dio una cachetada y Paula no pregunt ms. Elsa tambin dijo que cuando a Paula le presentaban un nuevo familiar, exiga, con cierta desconfianza, ver una foto suya de beb junto a esa persona. En ese proceso de recuperacin de la identidad, Elsa tuvo que explicarle a Paula, cuando tena ocho aos de edad, quin era, de dnde vena y qu haba sucedido; y enfrentarse a las preguntas de Paula sobre el paradero
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de sus padres cuando quera saber, por ejemplo, si les daban frazadas, los dejaban baarse o si les tapaban los ojos. Por otra parte, tambin relat Pavn que luego de restituda que les fue Paula, los Lavalln aparecan constantemente en la puerta de la escuela a la que iba la nia, a pesar de la custodia policial. Expresaron las testigos referidas que la custodia no les generaba ninguna seguridad, dado que Lavalln perteneca a la misma fuerza y tenia un cargo superior. Paula tambin se pregunt, por las edades de los custodios, si podan haber tenido alguna participacin durante la dictadura, y se asombraba de que hubieran sido esas mismas personas quienes haban tenido a su cargo la tarea de cuidarla en los tiempos posteriores a su restitucin. Volviendo sobre el secuestro y cautiverio de Mnica Grispon y Claudio Logares, recordemos que el matrimonio se hallaba viviendo en Montevideo con una pareja de amigos: Adolfo Borelli, que haba sido compaero de Claudio del Liceo Militar, y su esposa Diana Bello. Ellos testimoniaron el 10 de mayo de 2011 que meses antes del secuestro, Claudio comenz a vivir situaciones fuera de lo comn: la correspondencia proveniente de Buenos Aires apareca abierta, personas extraas se acercaban a su trabajo a preguntar por l, y era seguido por un hombre que tambin vigilaba a Adolfo Borelli. Fue este ltimo quien con mayor detalle relat todos los indicios que sirvieron de antesala a la desaparicin de la familia Logares-Grinspon. Explic que vivieron situaciones extraas que le llamaron la atencin. Por ejemplo, que comenzara a acercarse a ellos con diferentes excusas un miembro de la Polica Uruguaya, Carlos Techera, que viva en el mismo edificio, quien en una oportunidad les pidi una foto de l y Claudio juntos en el Liceo Naval, con supuestas intenciones de ensersela a su esposa. La fotografa nunca volvi. Por todo ello, el fin de semana anterior al secuestro, Adolfo Borelli, segn dijo en la audiencia, le recomend a su amigo mudarse y dejar
Uruguay. Claudio sin embargo le respondi que no tena fuerzas para enfrentar otro desplazamiento de la familia.
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La persecucin sufrida por la familia Logares sera luego constatada en la Argentina. Segn relat Elsa Pavn, mientras realizaba gestiones para dar con el paradero de la familia, Ernesto Logares, padre de Claudio, pudo ver una ficha elaborada por la Marina, donde se volcaba informacin de los movimientos de Claudio y de su familia Gracias a los testimonios prestados en este juicio el da 14 de junio de 2011 por Adriana Chamorro y Eduardo Otilio Corro, sobrevivientes de los centros clandestinos de detencin y tortura Pozo de Banfield y Brigada de Investigaciones de San Justo, se logr reconstruir lo vivido por Mnica y Claudia durante su cautiverio. Los testigos manifestaron que luego de ser secuestrados en su domicilio en febrero de 1978, fueron trasladados a la Brigada de
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Investigaciones de San Justo y al Pozo de Banfield. Contaron que Claudio Logares y Mnica Grinspon llegaron al Pozo de Banfield desde la Brigada de San Justo, llevados por personal de esa dependencia, luego de un gran traslado ocurrido en el mes de mayo de 1978. Norberto Liwsky, quien declar en este juicio el da 9 de noviembre de 2011, tambin se refiri a la presencia de Mnica en San Justo para el 25 de mayo de 1978, lo cual coincide con lo dicho anteriormente. Asegur Chamorro que pudieron constatar de dnde provenan, porque cada vez que los integrantes de la patota de San Justo acudan a Banfield, tomaban lista a sus presos, y que eso tambin ocurri la noche que llegaron los Logares. Das despus, Mnica Grinspon, a travs de una de las paredes que divida las celdas, les cont su historia y la de su familia. Les relat que ella, su esposo y su hija haban sido secuestrados en una plaza en Uruguay y que haban sido trasladados juntos a Buenos Aires, y llevados al centro clandestino de detencin Brigada de San Justo, lugar donde haban sido torturados y separados de la nia. Los Logares les contaron detalles del funcionamiento de ese centro y de los represores que all actuaban, lo que permiti corroborar al matrimonio Corro y Chamorro, que tambin haban sufrido cautiverio all, que los Logares hacan referencia a la Brigada de San Justo.
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Ambos testigos relataron que Mnica y Claudio estaban desesperados por el paradero de su hija porque no saban dnde estaba. Corro especific que el tema central de las conversaciones giraba constantemente sobre los hijos y sobre su posible destino. Los hijos, asegur Corro, eran el leit motiv de las charlas en el centro clandestino. Adriana Chamorro relat que Mnica lleg al Pozo de Banfield con piojos y que entonces los guardias hicieron sacar de su celda a una cautiva llamada Mari para que le cortara el pelo. Cont Adriana que en ese momento Maria Asuncin Artigas pudo calmarla un poco con sus palabras. Hoy las hijas de estas dos mujeres, Victoria Moyano y Paula Logares, mantienen un vnculo de amistad muy especial, como cont Paula en la audiencia. Los testigos Chamorro y Corro dijeron que a fines de junio de 1978, en ese centro sucedi un traslado importante, con el mismo mecanismo de pasar lista y vendar a los cautivos utilizado en anteriores ocasiones. En esa ocasin fueron trasladados Claudio Logares y Mnica Grinspon junto a otras dos secuestradas, permaneciendo todos ellos desaparecidos en la actualidad. Por lo que se viene diciendo, Paula Eva Logares recuper su identidad el 31 de julio de 1984, desaparecidos. mientras que sus padres continan
g. Mara Victoria Moyano Artigas: Mara Victoria, hija de Mara Asuncin Artigas Nilo y de Alfredo Moyano, naci el da 25 de agosto de 1978 en el Centro Clandestino de Detencin denominado Pozo de Banfield, lugar en el cual su madre permaneciera detenida durante gran parte de su embarazo. Mara Asuncin y su compaero fueron detenidos el da 30 de diciembre de 1977 de su domicilio de la calle 495 y Camino General Belgrano de la localidad de Berazategui Provincia de Buenos Aires- por fuerzas conjuntas argentinas y uruguayas. Posteriormente al nacimiento, la nia a quien su madre de 27 aos de edad llamara Vernica Leticia fue sustrada del cuidado de su progenitora por una persona de guardapolvo blanco que manifest que llevara a la pequea a la Casa Cuna.
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Luego de ello fue retenida y ocultada por el matrimonio compuesto por Mara Elena Maurio y Victor Penna, inscribindola falsamente como hija propia bajo el nombre de Mara Victoria Penna, haciendo incierta de esta forma su identidad. La falsa inscripcin se produjo mediante un certificado de nacimiento, tambin falso, rubricado con el nombre del mdico Hctor Vidal, de la Brigada de Investigaciones de San Justo de la Policia de la Provincia de Buenos Aires, dependencia donde justamente el hermano de Victor Penna, llamado Oscar, prestaba funciones como Comisario al momento del
nacimiento de Mara Victoria, el 25 de agosto de 1978. As las cosas, el da 30 de diciembre de 1987, pudo determinarse por medio del resultado del estudio inmunogentico realizado por el Banco
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Nacional de Datos Genticos, cuyas constancias obran a fs. 242/3, y 337/357 de la causa 7791 caratulada Maurio, Mara Elena s/ art. 146 del C del registro del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal nro. 1 de Morn, que quien fuera inscripta como Mara Victoria Penna, era en realidad la hija de Mara Asuncin Artigas Nilo y de Alfredo Moyano. El estudio realizado por los peritos Ana Pacheco, Mara Mercapide y Roberto Fernndez, concluyo que; se calcul la probabilidad de relacin biolgica de la nia Mara Victoria Penna con los familiares Moyano- Santander y Artigas Nilo. . . . De acuerdo con las informaciones genticas obtenidas de la tipificacin de antgenos de Histocompatibilidad H L A A y B, la probabilidad de Abuelidad obtenida fue de 0,9903, lo cual indica una probabilidad de 99,035, de que la nia Mara Victoria Penna sea la nieta de los abuelos indicados Por tales motivos, en dicha causa nro. 7791, se le restituy su verdadera identidad y el 18 de junio de 1996 se conden a Mara Elena Maurio por el delito de retencin y ocultacin de un menor de 10 aos, imponindole una pena de 3 aos de prisin en suspenso .(Ver. fs. 922/930 de la causa 7791) En dichas actuaciones fueron sobresedos Jorge Hctor Vidal quien apareca como mdico firmando el certificado de nacimiento apcrifo- y Oscar Antonio Penna hermano del apropiador y Comisario que se desempeaba en la Brigada de San Justo.
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En cuanto a los extremos acreditados en la sentencia, se tuvo por probado que Mara Victoria Moyano Artigas fue sustrada de su madre Asuncin Artigas Nilo de Moyano, luego de su nacimiento, sucedido el 25 de agosto de 1978 en el CCD que funcionaba en la Direccin de Investigaciones Zona Metropolitana- con asiento en Banfield. Tambin se prob que Maurio recibi a la nia recin nacida de manos de su esposo y que no existi trmite alguno de adopcin que legalizara esa entrega. Tambin se dio por probado que la acusada, tena un conocimiento al menos superficial, del origen de Mara Victoria. En cuanto a este conocimiento, se dijo en la resolucin que su relacin con el Comisario Penna y la jerarqua que ste ostentaba, sumada a la dictadura militar que se viva en el momento y a los pblicos reclamos por nios desaparecidos y nacidos en cautiverio, tornaban poco creble que Maurio ignorara por completo el origen de la nia que recibi. Todo ello sumado al hecho de mantener la voluntad de ocultacin durante ms de 9 aos. Asimismo, de la documentacin la Direccin de Inteligencia de la Policia de la Provincia de Buenos Aires en 1987, ao de la restitucin de Mara Victoria a su familia, surge que se inici un legajo con su nombre clasificndolo como Social, donde agreg varios artculos periodsticos que daban cuenta de la situacin, y de la participacin de los policas Penna y Vidal en el hecho. Previo a ello surge que la DIPPBA tramit dos solicitudes de paradero requeridas por el Ministerio del Interior durante los aos 1979 y 1981, ambas con resultados negativos, las constancias de una informacin brindada por la tramitacin de habeas corpus a favor de Mara Asuncin y Alfredo, como as tambin denuncias presentadas ante la Polica de la Provincia durante 1978, ms especficamente una de ellas ante la Comisara de Berazategui, lugar del secuestro. Los sucesos se tienen por probados asimismo con la declaracin de la vctima, Mara Victoria Moyano Artigas, quien el da 3 de mayo de 2011, revel en la audiencia que desde que tiene conciencia de vida le dijeron que era adoptada. Que en virtud de que haba distintas versiones, fue creciendo su inters por conocer a sus padres.
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Seal que quien hizo la primera denuncia ante Abuelas de Plaza de Mayo, por su caso, fue su maestra de primer grado llamada Olga Fernndez. Explic que Fernndez comenz a sospechar que en la historia de Victoria haba una situacin irregular, dado que su hijo era compaero de colegio de Juan Ignacio, hermano de crianza de Victoria y saba que este nio un da apareci diciendo que tena una hermanita. Olga saba que Mara Elena Maurio no haba estado embarazada y que tena un cuado comisario, por lo cual la hiptesis de que Victoria fuese hija de desaparecidos comenz a delinearse como posible. Rese que fue desde su lugar de docente que Fernandez accedi a la documentacin que acreditaba la identidad de Mara Victoria: ella figuraba
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inscripta como hija propia de Mara Elena Maurio y Victor Penna, sin constancia alguna de adopcin. Refiri la testigo que Olga Fernndez junt todos los elementos que pudo y denunci en Abuelas de Plaza de Mayo la posibilidad de que Victoria fuese hija de desaparecidos. En base a esa denuncia las Abuelas
iniciaron la causa judicial que le devolvera a Victoria su verdadera identidad e historia. La denuncia fue presentada el da 11 de diciembre de 1987, y el 27 de ese mismo mes el Juez Federal de Morn, quien tuvo a su cargo la instruccin de la causa, ordenaba que Mara Victoria fuera sacada de la casa de Maurio y llevada con una familia sustituta. Record Mara Victoria que ese da, muy temprano a la maana, tocaron la puerta del edificio en el cual viva con Maurio. Escuch gente ingresar, forcejeos y discusiones entre Mara Elena y esas personas Los resultados del estudio inmunogentico fueron dados a conocer a Victoria el mismo da 30 de diciembre de 1987 a las 20 hs. de la noche en el despacho del Juez, Dr. Ramos Padilla. All le informaron quienes eran sus padres e intentaron explicarle que ellos estaban desaparecidos. Victoria manifest que slo con el tiempo pudo comprenderlo. Ella estaba nerviosa y quera llorar. Victoria no poda evitar querer volver a la casa donde haba vivido hasta haca tan slo unos das
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El encuentro con sus abuelas fue al da siguiente en el patio del Juzgado de Morn. Se prepar una mesa como si fuera algo festivo, y con todas las tristezas y contradicciones que le generaba ese encuentro, Victoria prepar galletitas de limn para ellas, sus abuelas. Mara Victoria pas a vivir con su abuela paterna Enriqueta ese mismo da. Record que era la noche de Ao Nuevo y que toda su familia estaba esperndola. As empez la vida con su familia biolgica. Aos mas tarde le pregunt a Maurio sobre el tema, y aquella le contesto que cuando se la trajeron no pregunt, sino que slo la recibi. Mara Victoria sostuvo en su declaracin que mas all de quien la haya llevado hasta Maurio, en realidad fue Oscar Penna quien realiz lo necesario para entregrsela a su hermano y cuada. En este sentido y sin perjuicio de que no haya podido acreditarse responsabilidad penal de Oscar Penna en la causa mencionada, no puede soslayarse el evidente vnculo existente entre el nombrado y la sustraccin de Victoria. En este sentido, se ha probado en el juicio la ntima relacin entre Pozo de Banfield y la Brigada de San Justo, perteneciente a la misma rea. En este sentido, ha quedado acreditado en mas de una ocasin el trnsito de detenidos desde un centro al otro. As, segn surge de la causa 7791 Oscar Antonio Penna, se desempeo como Comisario de la Brigada de Investigaciones de San Justo desde el 21 de septiembre de 1977 hasta el 23 de marzo de 1979. El suceso en trato se encuentra tambin probado por la declaracin de Enriqueta Santander, madre de Alfredo Moyano -fallecida al da de la fechacuya declaracin del da 30/9/86 obra a fs. 527/38 de la causa 44, incorporada por lectura al debate. Relat que se enter de las circunstancias del secuestro de su hijo mediante un familiar que concurri el da del hecho, 30 de diciembre de 1977, a la casa donde ellos vivan. All los vecinos le relataron que de madrugada la polica se los haba llevado a los dos, maniatados, vendados y a los golpes, mientras Asuncin y Alfredo gritaban al ser introducidos en un auto. Agreg que los vehculos eran Ford Falcon y que los secuestradores iban vestidos de civil y muy armados.
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Seal tambin que das despus del hecho concurri a la casa, pudiendo ver en el corredor manchas de sangre, las cuales evidenciaban que haban sufrido torturas y golpes mientras eran secuestrados. Record que se llevaron todo del domicilio. Saquearon
completamente la casa. Enriqueta meses despus del secuestro volvi a equipar el hogar de ellos, pensando seguramente que quizs volveran. Pero la vivienda volvi a ser totalmente desmantelada por gente con uniforme de fajina y un camin. Enriqueta insista con volver a la casa de Mara Asuncin y Alfredo, pero cont que dej de hacerlo cuando una vecina del edificio le pidi que no fuera mas, dado que haba gente que concurra preguntando quien visitaba ese departamento, bajo amenaza de secuestrar a todos.
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En su declaracin dijo tambin que Mara y Alfredo estaban terminando de pagar la casa en la que vivan, tenan el boleto de compra venta hecho y no llegaron a suscribir la escritura. Agreg que tiempo despus la casa fue vendida, sin saber ella por quin ni a quin. Rubn Anbal Artigas Nilo, to de Mara Victoria y hermano de Asuncin, indic en su testimonio brindado en la audiencia del da 9 de mayo de 2011, que la ltima vez que vio a su hermana fue antes de que se casara en el ao 1974. El testigo aclar que estuvo varios aos preso en el Uruguay, por lo que desde la crcel se enter que en el ao 1977 ella y su esposo haban sido secuestrados en su domicilio de la localidad de Berazategui. Los testimonios producidos en el debate por los compaeros de cautiverio de Mara Asuncin Artigas no hacen ms que robustecer la versin de los sucesos que se viene relatando en el presente apartado. As, Norma Esther Leanza, mediante su testimonio del da 13 de septiembre de 2011, cont que estando detenida en el Pozo de Quilmes se encontr con un grupo de uruguayos, que llegaron all en diciembre de 1977 o en enero de 1978. Entre ellos estaba Maria Asuncin Artigas Moyano, quien se enter que estaba embarazada luego de su secuestro y le cont que haba pasado por el CCD COTI Martnez. Cont tambin que en el tiempo que la vio a Mari (como era apodada), presume que cursaba su cuarto o quinto mes de embarazo, y que un
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oficial apodado Zaracho comenz a traerle frutas y leche ni bien se enter de su estado. Revel que Mari le dijo que ya conoca a este personaje del COTI Martnez. Previo a su liberacin, cont que ella pudo verla junto a su esposo Alfredo, dado que los represores haban reunido a los matrimonios en el patio del CCD. Tambin relat que los uruguayos eran llevados o venan del Pozo de Banfield, y que para marzo de 1978 Mari ya no estaba en Quilmes. Por su parte, Washington Rodrguez, quien declar en el juicio el da 22 de noviembre de 2011 record que durante su cautiverio en el Pozo de Quilmes en abril de 1978 pudo tomar contacto con Alfredo Moyano, quien le cont que en ese lugar se encontraba su esposa Mara Asuncin Artigas, embarazada de cuatro meses. Ambos provenan del Pozo de Banfield junto a un grupo de 22 uruguayos y eran llevados a Quilmes para ser sometidos a tortura. Destac que Mara, incluso a pesar de su embarazo, era sacada de su celda para ser torturada, y que su marido Fredy se preocupaba mucho por su mujer cada vez que la bajaban. Ms enriquecedores an resultan ser los testimonios de quienes estuvieron cerca de Maria Asuncin durante su cautiverio. Adriana Chamorro, refiri, en su testimonio brindado el da 14 de junio de 2011 que apenas lleg al Pozo de Banfield a fines de marzo de 1978, pudo dialogar con Mara Asuncin. sta le explic dnde estaban y que ese lugar era una especie de depsito. Adriana mantuvo con ella un vnculo muy fludo y cercano durante los meses de cautiverio que las unieron. Relat que en ese momento Mari cursaba un embarazo de 4 meses, el cual haba sido diagnosticado por otra secuestrada mdica de nombre Mara Antonia Castro de Martnez. Record tambin que hubo un gran traslado el 15 de mayo de 1978, donde se llevaron a casi todos los uruguayos, sin embargo ni Mari ni Ileana Ramos de Dosetti fueron includas. Y ello se deba, segn expreso, a que Mari estaba embarazada y que de Ileana se sospechaba poda estarlo.
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La realidad era que Ileana Ramos no cursaba ningn embarazo, sino que su atraso menstrual obedeca a otras razones. Cuando los represores advirtieron esto, incluyeron a Ileana en el siguiente traslado sucedido en Junio de 1978. La testigo seal que luego de ese traslado de Junio comenz a compartir la celda con Artigas. Agreg que una noche antes que eso sucediese, abrieron la puerta del calabozo de su compaera y al da siguiente Mari les cont que haba ido el oficial de guardia, junto a otro hombre, a verla. La haban obligado a pararse y a sacarse la venda, mientras el guardia le deca a su acompaante esta es la persona de la que te habl. El sujeto pregunt a Mari como estaba y si necesitaba algo. Ella pidi vitaminas, algo para las contracciones y mejores
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condiciones de vida. Por pocos das Mari recibi alguna atencin. Con pesar, seal Chamorro, que todos all pensaron que esa era la persona que se iba a llevar al beb de Mari. Ella no dijo nada, ni nadie ms lo hizo. En cuanto al transcurso del embarazo de Mara Asuncin en cautiverio, Adriana relat que ella tena constantes crisis, que se asimilaban a la epilepsia. Estaba rara y sombra durante el da, y de repente se pona dura y caa al piso. En una de esas ocasiones, concurri el oficial de guardia de apellido Britos, con un mdico bajito, delgado y con barba que nadie haba visto antes. Frente al ataque de Mari, Britos le dijo que se mentalizara, porque mientras no naciera su hijo no iba a salir del lugar. Ella peda angustiosamente irse adonde estaba su marido. Segn revel Adriana, en lo sucesivo continuaba con las crisis, pero ya no llamaban a los guardias porque ellos la trataban muy mal: la acosaban sexualmente, especialmente por su embarazo. Record que en uno de esos episodios, Mari hizo un escndalo. Hizo llamar al oficial de guardia, y todos los detenidos protestaron por esa situacin. Por esa razn cuando el 24 de agosto Mari comenz con el trabajo de parto, esperaron en el calabozo a que se desarrollaran todas las contracciones. No queran llamar a la guardia antes de tiempo.
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Explic que a travs de un sistema de golpes, junto a Eduardo Corro y a otros cautivos de celdas aledaas, controlaban la duracin y frecuencia de las contracciones de Mari. As estuvieron toda la noche y la maana siguiente, cuando las contracciones se hicieron muy seguidas, la guardia se la llev hacia abajo. La testigo Chamorro cont que todos pegaron la oreja contra el piso, hasta que escucharon el grito del beb que haba nacido. Los guardias no devolvieron a Mari inmediatamente. Fue recin a la noche que ella volvi con un paquete de algodn, una botella de Espadol y una sbana ensangrentada. Haba tenido una nia, a quien haba llamado Vernica Leticia, y fue atendida por el mdico Bergs. Nos dijo que a Mari la dejaron estar muy poco tiempo con su hija y que le prohibieron darle pecho. A pesar de esa orden, ella amamant a su beb recin nacida. La haba mirado mucho, por lo que les describi a sus compaeros cada milmetro de la nena, y les dijo que era muy nerviosa. Estaba muy interesada en que todos supieran cmo era Vernica, por si alguno de ellos sala y poda buscarla. Les cont tambin que cuando vinieron a sacarle a su hija, se la llev envuelta en un gamuln un hombre de delantal blanco. Tambin le manifest que le hicieron llenar un formulario con todos los antecedentes de salud de la familia de la nena y le dijeron que se la llevaban a la Casa Cuna. Narr cmo luego del parto, Artigas entr en una depresin muy grande, siendo que estuvo enferma, con mucha fiebre y problema de
infecciones por lo que le dieron ciertas inyecciones. En el mismo sentido, Eduardo Otilio Corro, respald los dichos de su ex esposa, Adriana Chamorro. Cont que tuvo un contacto muy fludo con Alfredo Moyano y que de esta manera estaba muy al tanto del rumbo del embarazo de Mara Asuncin Artigas. Respecto de ella, explic que luego de uno de los traslados, fueron ubicados en celdas linderas, por lo que ella, l y Adriana estaban en contacto constantemente. Justamente por ello, Corro fue conteste con las circunstancias relatadas por Adriana Chamorro respecto de Mara Artigas en su estado de gravidez. Habl de la visita, de los medicamentos que reciba, repiti el relato
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de las circunstancias que rodearon al parto, respecto de todo lo cual fue igual de contundente que su ex esposa. S consideramos necesario destacar que fue l quien coment que Mari haba compartido mucho con Ada Sanz y Yolanda Casco. Saba sus historias y el nacimiento de sus hijos en cautiverio, que les fueron sustrados, por lo cual a Mari le costaba no comparar su caso con el de ellas e imaginar el triste destino de su nena. Record tambin el reclamo encabezado por Mari debido al trato obsceno de los guardias, y el sentimiento de solidaridad que entre ellos gener ese episodio. Expres el testigo que Artigas quera compartir con sus compaeros el nacimiento por lo cual detall todo lo vivido, incluso mencion
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la presencia de Bergs y les describi muy minuciosamente a la beb. En cuanto al destino de la nia le haban dicho sera llevada a la Casa Cuna, cuestin que, dijo el testigo, era imposible de creer dadas las circunstancias vividas en otros casos. En este sentido Eduardo Corro afirm que el nacimiento fue muy esperado por todos, pero a la vez muy difcil. Cuando Corro sali en libertad en febrero de 1979, se reuni con un integrante de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la Organizacin de Estados Americanos y con Abuelas de Plaza de Mayo, para informar el embarazo y nacimiento de la hija de Maria Asuncin Artigas y toda la situacin que haban vivido en el centro clandestino. Tambin revel que 12 aos despus, cuando tuvo la posibilidad de conocer a Victoria, le llam mucho la atencin que la nia caminaba igual que su mam. A travs del testimonio de Diego Barreda en la audiencia se pudieron conocer algunas precisiones ms acerca del cautiverio de Mara Asuncin Artigas. En su testimonio brindado el da 9 de mayo de 2011, el testigo remarc que era una de las compaeras que lo tranquilizaba, cuando l estaba mal por la tortura. Ella era la encargada de juntar el tarro donde hacan sus necesidades por lo que la vea casi todos los das.
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En cuanto al parto fue conteste con lo relatado por los testigos Corro y Chamorro y agreg que Mari perda leche por los pechos desde das antes. Barreda remarc con tristeza, que Artigas tena la certeza de que iban a matarla. El testigo describi la solidaridad que tuvo Artigas con l. Relato que aqulla al advertir en una ocasin el fro que ste sufra, le cosi un chaleco con una cobija con la que ella se cubria y un trozo de alambre y se lo dio. Respecto de la bsqueda emprendida por la familia respecto de Victoria y sus padres, se encuentra acreditado a travs del testimonio de la vctima y de la documentacin respaldatoria, que sus abuelas Enriqueta Santander y Blanca Nair Nilo hicieron denuncias de todo tipo: presentaron Habeas Corpus, los cuales fueron todos rechazados, y hasta llegaron a las Naciones Unidas. Seal que existen fotos y artculos periodsticos donde su abuela Enriqueta denunciaba la desaparicin de sus padres y de ella. De los legajos CONADEP pertenecientes a Mara y a Alfredo (nros 7105 y 7218 respectivamente), surge que Enriqueta y Blanca concurrieron a la Casa Cuna de Capital Federal y de la ciudad de La Plata, y a todos los establecimientos estatales posibles en busca de su nieta. En cuanto a las gestiones judiciales, Enriqueta Santander cont en su declaracin en la causa n 44/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, que dedujo varias acciones judiciales por sus hijos y tambin por su nieta, lo cual tambin fue reseado al momento de efectuar la denuncia ante Conadep. All consta que en fecha 19 de marzo de 1979 el Juez Federal de la Capital Martn Anzotegui rechaz la accin de amparo a favor de Vernica Leticia Moyano Artigas. El testigo Washington Rodrguez tambin record que cuando fue a ver a Enriqueta ella le coment su intensa actividad y reclamos ante la justicia y que sin embargo nunca haba tenido una respuesta positiva. En el plano internacional presentaron la denuncia ante la Comisin Interamericana de la OEA (caso 3838) en el ao 1979, ante la Comisin de Derechos Humanos de la ONU, ante Amnista Internacional y Cruz Roja.
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Por su parte Rubn Artigas destac que su madre escribi tres o cuatro cartas a Jorge Rafael Videla pidiendo por Mara Asuncin. Respecto del destino de Mara Asuncin y Alfredo, se supo mediante el testimonio de Adriana Chamorro que aqul fue trasladado con fecha 15 de mayo de 1978, - traslado al que se ha hecho referencia antes- con destino que al da de la fecha se desconoce. En el mes de octubre de ese mismo ao, Adriana Chamorro y Eduardo Corro seran quienes abandonaran el centro, pero con destino a la crcel, mientras que Mara Asuncin Artigas permaneca ah. Antes de partir preguntaron que ocurrira con ella y les manifestaron que sera trasladada al da siguiente. Nunca ms se tuvieron noticias de ella. Al da de la fecha, Maria Asuncin Artigas y Alfredo Moyano se
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E. HECHOS COMETIDOS EN LA GUARNICIN MILITAR DE CAMPO DE MAYO: Con el grado de certeza que este estadio requiere, se encuentra debidamente acreditado que, al menos entre los aos 1976 y 1977, existi un centro de detencin ilegal de personas dentro de la Guarnicin Militar de Campo de Mayo, ubicado en la Provincia de Buenos Aires, entre las rutas 8, 202 y la actual autopista del Buen Ayre. All funcion el predio al que denominaron El Campito, tambin conocido como Los Tordos, ubicado en la Plaza de Tiro, y prximo al Campo de Paracaidismo y al Aerdromo. La existencia del mismo se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, pero adems de ella, por las copias certificadas del acta de la inspeccin ocular y reconocimiento realizados por la CONADEP en fechas 26 de agosto de 1984 y 19 de julio del mismo ao en la Guarnicin Militar Campo de Mayo, junto a algunas de las vctimas, el trabajo de investigacin realizado por la Secretara de Derechos Humanos de la Nacin para la identificacin de este Centro en el cual se realiz una superposicin de planos y huellas, y el mapa de Campo de Mayo, Ed. 1975; carta topogrfica de Bella Vista y el mapa de Campo de Mayo, Ed.
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1963 (todos ellos incorporados en los puntos de instruccin suplementaria nros. 104 de la causa N 1351 y 7, l) y de la causa N 1772, respectivamente). Asimismo tambin se acredit con la inspeccin ocular llevada a cabo por este Tribunal el da 9 de agosto de 2011 con presencia de las partes y algunos testigos que haban declarado en el debate (ver Acta de fs. 436/437 del Legajo de Actuaciones concernientes al debate). Asimismo, su existencia surge tambin del informe Nunca Ms incorporado por lectura (cfr. punto 184), las declaraciones prestadas en el marco de este juicio por los testigos Balza, Castiglioni, Covarrubias, Erb, entre otros, y ms recientemente por las sentencias dictadas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, el 12 de agosto de 2009, en las causas nros. 2005 y 2044, y en 20 de abril de 2010, en las causas nros. 2023, 2034, 2043 y 2031. De la sentencia referida en el prrafo precedente, se tuvo tambin por acreditado la existencia de otro centro clandestino de detencin, me refiero al perteneciente a Inteligencia, ubicado sobre la Ruta 8 frente a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral. Ahora bien, la Guarnicin Militar de Campo de Mayo funcion dentro de la denominada Zona de Defensa IV, la cual se encontraba bajo la jurisdiccin del Comando de Institutos Militares, comandada, a la fecha de los hechos materia de este debate, por SANTIAGO OMAR RIVEROS, quien ejerci ese cargo desde el 3 de septiembre de 1975 hasta el 8 de febrero de 1979, segn surge del informe remitido por la Secretara General de Ejrcito a fs. 1825/1826 de la causa N 1351, incorporado por lectura (cfr. punto 180), y en la cual REYNALDO BENITO ANTONIO BIGNONE se desempe como Segundo Comandante de aqulla Zona de Defensa, es decir, Segundo Jefe del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares desde fines de 1976, hasta fines de 1977, segn se desprende del original de su Legajo Personal del Ejrcito Argentino incorporado por instruccin suplementaria en la causa N 1351 (cfr. punto 111). En la Directiva N 404/75, se segregaron del Comando de la Zona de Defensa I, los partidos de Tres de Febrero, Vicente Lpez, San Martn, San Isidro, San Fernando, Gral. Sarmiento, Tigre, Pilar, Exaltacin de la Cruz,
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Escobar, Zrate y Campana, agregndolos al Comando de la Zona IV. A su vez, el Comandante de esta nueva Zona de Defensa IV, tendra su sede en el Comando de Institutos Militares. Respecto a la descripcin del lugar resultan sumamente ilustrativas las declaraciones del testigo Juan Carlos Scarpatti, que se encuentran incorporadas por lectura en virtud de su fallecimiento (art. 391, inc. 3 del CPPN), de las que se desprende que reconoci el predio donde estuvo secuestrado como perteneciente a Campo de Mayo porque debi realizar tareas de mantenimiento en el establecimiento, tales como pintar el edificio, como as tambin porque en varias oportunidades le fue encomendado el reparto de alimentos entre los distintos secuestrados, lo que le permiti recorrer el lugar y diversos pabellones. Asimismo, expres que los mismos
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gendarmes cuando hablaban entre ellos referan que se encontraban en ese lugar , agregando que tambin en un depsito existan diferentes carteles que rezaban plaza de tiro, Campo de Mayo. Finalmente declar que era de conocimiento de todos los que se encontraban all secuestrados que se encontraban en Campo de Mayo (cfr. declaracin prestada en Instruccin fs. 2613/2619 de la causa N 1499, incorporada por lectura, punto 198). Igual a Scarpatti, fueron contestes otros testigos que tambin estuvieron secuestrados en ese Centro pudieron reconocer El Campito, entre ellos Beatriz Castiglione quien relat durante el debate que en un reconocimiento que se hizo de Campo de Mayo, Cacho Scarpatti pudo acordarse de las huellas de unos rboles y all ella logr ubicarse observando los vestigios de las baldosas y el piso a los cuales aqulla reconoci. Tambin relat que estuvo en el mismo lugar que Scarpatti al que identificaba como el herido, pero que tambin supo donde estaba por sus compaeros de detencin, uno de los cuales viva cerca de all, porque tambin otro de ellos haba hecho la conscripcin en Campo de Mayo, y adems por el ruido del tren y los aviones. Por su parte, Eduardo Cobarrubias testific que fue llevado a lo que despus supo que se trataba de Campo de Mayo, que estuvo en el lugar que le decan El Campito, que l pudo conocer ese sitio porque hizo la conscripcin all, que logr ver aviones y que adems le gustaba dibujar
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planos, manifestando que a travs de la capucha que llevaba puesta en su cabeza algo se vea, que estuvo en un galpn y que recordaba a un rbol determinado y que por eso, cuando fue, lo reconoci (cfr. declaraciones prestadas durante la audiencia del da 22 de junio de 2011). Asimismo, se tiene por probado que este Centro Clandestino de Detencin denominado El Campito se encontraba fuertemente custodiado por personal perteneciente al Ejrcito Argentino, que a su vez dependa del Comando de Institutos Militares, como hemos referido estaba a cargo de Santiago Riveros. Ello se desprende, no slo de los informes remitidos por la Secretara General de Ejrcito a fs. 1825/1826 de la causa N 1351, los Legajos Personales del Ejrcito Argentino correspondientes a Santiago Omar Riveros y Reynaldo Benito Antonio Bignone, junto con la Directiva del Comandante General del Ejrcito N 404/75 y la Orden N 405/76, a los que se hiciera oportuna alusin, sino tambin de las declaraciones prestadas por los testigosvctimas Scarpatti, Castiglione y Cobarrubias, siendo que estos dos ltimos fueron detenidos en forma ilegal el da 17 de abril de 1977, y permanecieron cautivos en El Campito hasta el da de la liberacin de ambos, lo cual sucedi el 3 de mayo de ese mismo ao, mientras que Scarpatti estuvo secuestrado en ese centro aproximadamente desde el 28 de abril de 1977 hasta el 17 de septiembre de 1977. As Beatriz Susana Castiglione relat que un domingo cuando los sacaron al campo pudo ver botas y gente con uniforme de fajina verde y borcegues. Que en alguna oportunidad pudo conversar con un tal Cacho quien era el Jefe de Celadores y que perteneca al Ejrcito. Asimismo, ante esta Sede precis que la fuerza -refirindose al organismo de seguridad que ejerca la custodia del lugar- utilizaba el uniforme, segn lo que ella conoca, perteneciente al Ejrcito, que Cacho le coment durante una conversacin que era Capitn, pero que los celadores pertenecan a la Gendarmera, aunque los Jefes de celadores eran del Ejrcito, y que tanto Cacho como Yaya eran los Jefes de celadores. Concordantemente, Eduardo Oscar Cobarrubias, declar que el da que llegaron a Campo de Mayo los recibi un supuesto oficial, que quien
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interrogaba era apodado El Alemn que estaba de civil, que saba que El Yaya era oficial y que crea que ste perteneca al Ejrcito. Que los fines de semana venan oficiales superiores y por ello tenan que permanecer todos acostados y tapados para no ver a nadie, y que el da de su liberacin le dijeron a l y a su mujer que con ellos se haban equivocado y les pidieron perdn en nombre del Ejrcito Argentino. Cabe resaltar que la precisin de los sucesos, as como tambin de las fechas entre las cuales los ubican estos testigos obedece a que el da del secuestro (17 de abril de 1977) era el cumpleaos de Eduardo Cobarrubias, mientras que la fecha de liberacin (3 de mayo de 1977), coincida con el aniversario de bodas de los nombrados, puesto que por aqul entonces se encontraban unidos en matrimonio.
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Juan Carlos Scarpatti, testific en sede instructoria que en el campo haba tres fuerzas: Ejrcito, que se encargaba de toda la parte logstica, que de la parte de seguridad se encargaba al personal de Gendarmera y lo relacionado con los interrogatorios lo hacan personas que pertenecan al Ejrcito, otras que eran de Polica Federal, mientras que algunos segn crea eran civiles, incluso mencion al Sargento Ibez, expresando que ste trabajaba en la logstica del campo en un Rastrojero azul. Mencion adems que el interrogador, Jefe del G.T. 2 al que llamaban Gordo 1 o El Doctor, deca que era el dueo de la vida y la muerte, y que esta persona EL GORDO 1, tena vinculacin directa con RIVEROS, quien incluso visitaba el campo y que de hecho recordaba que, durante su cautiverio, Riveros haba visitado el campo en dos oportunidades. Seguidamente expuso que a cargo del centro exista una Jefatura de Campo a cargo de una persona a la que llamaban Vctor, quien aparentemente ostentaba el grado de Coronel. Finalmente
declar, que si bien los G.T. eran ms o menos fijos, estaban integrados por alrededor de diez personas, ellos tenan capacidad de convocar a veinte patotas, esto es, alrededor de cien personas y que las rdenes para que las personas que no eran permanentes del G.T., fueran convocadas a integrar dichas patotas no podan provenir sino del Comando de Institutos
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Militares (cfr. declaracin testimonial prestada a fs. 2467/2472 de la causa N 1351 incorporada por lectura). Estos sobrevivientes que estuvieron all, lo mismo que otros cautivos fueron sistemticamente sometidos a torturas y a condiciones inhumanas de vida, soportando todo tipo de humillaciones y maltratos, desde fsicos hasta psquicos. Por su parte, y en concordancia con lo expuesto, el testigo Martn Balza quien declar durante el debate expres que exista un lugar llamado de reunin de detenidos L.R.D. dentro del predio de la guarnicin, agregando que el acceso era restringido y que aqul operaba bajo rdenes del Comando de Institutos Militares. Todas estas declaraciones se ven avaladas adems por los testimonios brindados por personal mdico que, al momento de los hechos, prestaba funciones dentro del Hospital Militar de Campo de Mayo. Cabe precisar que, en cuanto a la descripcin y ubicacin del nosocomio, ste se hallaba dentro de la Guarnicin Militar, ms precisamente entre las puertas tres y cuatro, en cercanas del Comando de Institutos Militares, lo cual se encuentra probado no slo por los planos incorporados al debate sino tambin por la inspeccin ocular realizada por este Tribunal el da 9 de agosto de 2011 junto a las partes y varios de los testigos. Asimismo, respecto del personal, tanto civil como militar que prest funciones en este hospital, los cargos que ocup, jerarquas, servicio al que pertenecan, y la dependencia de aqullos, se encuentra acreditado por los informes remitidos por el Ejrcito Argentino a fs. 292/293 de la causa N 1351 que detalla, entre otras cosas, la nmina de Directores del Hospital Militar de Campo de Mayo entre marzo de 1976 y diciembre de 1983; a fs. 669 de la causa N 1351, nmina del personal mdico militar de los Servicios de Ginecologa y Epidemiologa; a fs. 682/691 de la causa N 1351, nmina del personal de los Servicios de Ginecologa, Obstetricia y Epidemiologa y a fs. 346/348 de la causa N 1499 o 367/374 de la causa N 1772, respecto a la nmina del personal civil y militar entre los aos 1976 y 1977; y a fs. 1828 de la causa N 1351 en el que obra la nmina de Comandantes de Sanidad y Directores Generales del
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Comando de Sanidad entre los aos 1976 y 1983, todos ellos incorporados por lectura (cfr. puntos 187, 188, 189 y 190). Entre ellos, Julio Csar Caserotto quien revesta en los aos 1976 y 1977 el grado de Capitn, era mdico y fue Jefe del Servicio de Obstetricia del mencionado nosocomio, declar que durante el llamado Proceso de Reorganizacin Nacional existieron rdenes verbales y escritas por la superioridad para que en el lugar se asistieran a las parturientas tradas por personal de Inteligencia y que los grupo de tareas eran integrados por gente de otras fuerzas adems del Ejrcito. Expuso que el Hospital Militar de Campo de Mayo se encontraba a cargo del Director, en ese entonces el Coronel Posse, y que el nosocomio tena una doble dependencia, una tcnica y otra tctica u operacional. Que en el primer caso dependa del Comandante de
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Sanidad, mientras que en el segundo caso dependa del Comando de Institutos Militares, y que crea que estaba bajo el mando del General Riveros en los aos 1976 y 1977. Asimismo, al ser interrogado a cerca de si esas rdenes sufran algn tipo de modificacin segn quien ocupara la Direccin del Hospital, respondi que no se modific nada. Finalmente aclar que el Comando de Institutos Militares se encontraba ubicado dentro de Campo de Mayo el cual dependa de Riveros que era un General de Divisin, y que se encontraba jerrquicamente a un mismo nivel de los Cuerpos del Ejrcito, dependientes del entonces Comandante en Jefe del Ejrcito, es decir, Jorge Rafael Videla. (cfr. declaraciones indagatorias de fs. 2067/2068 y 2322/2327 de la causa N 1499 incorporadas por lectura al debate punto 200-). En concordancia con aqullas declar Agatino Federico Di Benedetto, quien se desempe como Subdirector del Hospital Militar de Campo de Mayo entre los aos 1976 y 1977, y posteriormente, entre 1978 y 1979 como Director de este Hospital. Di Benedetto, al igual que Caserotto, declar que el nosocomio tena dos tipos de dependencias, una tcnica, del Comando de Sanidad, cuyas funciones consistan en nombrar personal, adquisicin de medicamentos, equipos, etc., y otra tctica u operacional, la cual estaba subordinada en dicho aspecto al Comando de Institutos Militares, y aclar es decir, todo aquello relacionado con la seguridad del Hospital, entre otras cosas las guardias, que eran cubiertas en un primer perodo por
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soldados asignados al Hospital Militar de Campo de Mayo, y en un perodo posterior, fueron cubiertas por suboficiales y soldados del Comando de Institutos Militares, agregando, por ltimo, que el Comandante de Institutos Militares, era el General Omar Riveros (cfr. declaracin testimonial prestada durante la instruccin a fs. 1557/1561 de la causa N 1351 incorporada por lectura durante la audiencia de fecha 5 de marzo de 2012). Durante el debate, Silvia Cecilia Bonsignore de Petrillo, mdica y tocoginecloga, quien se desempe en tal labor durante los aos 1975 y 1983 en el Hospital Militar de Campo de Mayo, declar que el General Riveros iba siempre, y que ella lo haba visto varias veces caminando en el hospital, que de hecho, se corra la bolilla cuando iba a venir Riveros y todos los jefes arreglaban sus escritorios por ejemplo (cfr. declaracin testimonial durante la audiencia del 6 de julio de 2011). Pedro Pablo Caraballo, en su declaracin de fs. 2109/2114, de la causa N 1499, en copia simple, incorporada al debate, expres que era msico trompetista, y que luego de ser ascendido a Cabo 1 fue invitado, a fines de 1966, a ingresar en Gendarmera en el Escuadrn de Seguridad de Buenos Aires en Campo de Mayo por el General Barrientos. Que ingres con un grupo de msicos a quienes les prometieron que no haran tareas de guerra. Al comenzar el Proceso se desempe en la Banda de Msica del Escuadrn de Seguridad de Buenos Aires con asiento en la puerta 4 a cargo de Gendarmera y que el Jefe inmediato era el Sargento Ayudante Cocha Reyes que tambin era msico, pero que cuando haba tareas la banda se integraba a ellas y que la dependencia era del General Riveros (cfr. acta que documenta la audiencia de fecha 5 de marzo de 2012). Aunado a lo anterior, existen dos instrumentos incorporados como prueba documental que tambin dan cuenta de ello. En efecto del Legajo del Segundo Comandante de Gendarmera Daro Correa, que trabaj durante los aos 1977 a 1979 en la Crcel de Encausados ubicada dentro de la Guarnicin de Campo de Mayo, en comisin permanente, surge un informe que da cuenta de las actividades que Correa afirm haber desplegado en el medio castrense. All menciona que fue comisionado con delicadsimas misiones, y que fue el encargado del traslado y entrega de detenidos a su
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cargo, a personal desconocido autorizado por las autoridades operativas. Mientras que el libro Campo Santo de Daro Almirn, relata que el Sargento Ibez cont que ms de una vez fue llamado desde la Jefatura de Inteligencia del Comando para que acompaara a ciertas personas hasta ese lugar, all hablaban con el personal del campo y luego se iban, y que en esas visitas vi por primera vez a Bussi, a Bignone y a Verplaetsen, quien, como era el jefe del lugar, iba ms seguido, exclamando que todos ellos se comportaban como si fueran dioses (cfr. punto 7 k) de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1772). Respecto al primero de los documentos aludidos, cabe hacer mencin aqu al testimonio brindado durante el desarrollo de este debate por Alejandro Pedro Sandoval, hijo de Liliana Fontana y Pedro Sandoval, quien
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testific el da 11 de julio de 2011, haber nacido el 28 de diciembre del ao 1977, aclarando que estimaba que dicha fecha era la ms certera en torno a su nacimiento, dado que tom conocimiento de que su madre fue trasladada del centro clandestino de detencin donde permaneca cautiva a la E.S.M.A., con un embarazo a trmino, el da 27 de diciembre y de all a Campo de Mayo. Respecto a su origen, Alejandro sostuvo que Alicia Arteach, quien lo cri como hijo biolgico, en un principio slo le dijo que le haban salvado la vida ya que un oficial de Gendarmera lo haba llevado hasta la puerta de su casa dicindoles que le haban dado la orden de matarlo. Agreg que conforme le dijera inicialmente Arteach, aqul oficial tena en su poder tambin a una nia, pero que ella lo eligi a l. Detall, adems, que concluido el juicio en contra de Vctor Rei por su apropiacin, y tras haberse enterado lo que realmente haba ocurrido, decidi volver a hablar con Arteach, quien cambi su versin y le cont que deseaban tener un hijo, que aqulla no poda concebir por una infeccin glandular, y que Rei se encarg del tema. Aadi que conforme le relatara su apropiadora, Rei fue citado al Regimiento de Patricios, tambin conocido como Maldonadito, donde le realizaron un informe ambiental, pues para que se entregara un nio deban pertenecer a la Fuerza o ser amigo de la Fuerza, tener casa propia, un matrimonio constituido y catlico y en virtud de que el matrimonio cumpla tales requisitos, pudo obtener un beb. Puntualiz que conforme le contara Arteach, un sacerdote llamado
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Espeche junto con Correa de quien no recordara nombre de pila -, pudiendo aadir que perteneca a Gendarmera, eran las personas que estaban al cuidado de los nios en Campo de Mayo; concurriendo Rei y Arteach al domicilio de Correa, lugar en que aquella permaneciera en tanto Rei y Correa fueron a buscarlo a Campo de Mayo. Explic que segn el relato de Arteach, Rei y Correa retornaron a las dos horas, indicndole a Arteach que subiera al automvil en que se trasladaban. Al subir, observ al testigo y una nia, que crey, tena das de nacida, dado que an tena su cordn umbilical. Testific que Arteach le dijo que se qued con l porque le gustaban los nios pero no los bebs recin nacidos, por lo que transcurrida una hora u hora y media, Correa retir a la nia del domicilio de Rei, quedndose la pareja con l, porque ya tena tres o cuatro meses de vida. Refiri que desconoca el destino que tena asignado Correa, pero que a consecuencia de su problema de alcoholismo, conforme le manifestara Arteach, era el encargado del cuidado de los nios en Campo de Mayo, siendo tal destino una manera de degradarlo. Relat que segn le dijera Alicia Arteach, l habra nacido en Campo de Mayo. Con ello, surge a las claras que no cualquiera poda entrar, circular y salir libremente del lugar, pues Campo de Mayo era un lugar fuertemente custodiado, sin olvidar la poca por la que transitaba nuestro pas por aqul entonces Asimismo, muchos de los testigos relataron que dentro de la Guarnicin de Campo de Mayo, tanto en la Crcel de Encausados como en el Hospital Militar de Campo de Mayo que ofici como maternidad clandestina, y ms precisamente dentro del pabelln denominado
Epidemiologa, estuvieron cautivas varias mujeres embarazadas detenidas en condiciones de ilegalidad. Entre ellos, Patricia Ann Erb declar que fue secuestrada el 13 de septiembre de 1976, y que fue llevada a Campo de Mayo donde estuvo detenida alrededor de un mes, manifest que en una oportunidad en que la llevaron al bao, vio a dos mujeres que estaban embarazadas, recordando que a una de ellas se le notaba que tena un embarazo avanzado. Explic que en
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ese momento le dijeron que estas mujeres eran Liliana Delfino y Ana Lancillota, compaeras de Emilio Mena y Roberto Santucho, respectivamente. Beatriz Castiglione, cont que durante su cautiverio en Campo de Mayo habl con varias mujeres embarazadas, as mencion a Beatrz Rechia, a Silvia que estaba embarazada como ella, ms o menos de siete meses y medio, a Norma tambin, expresando con sus palabras que las tres estbamos muy panzonas, y que adems vio a Mercedes Barreiro quien estaba embarazada de cinco meses. Otros como Eduardo Cobarrubias slo record a su mujer (Beatriz Castiglione) quien en ese momento estaba embarazada, mientras que Juan Scarpatti, declar que tom contacto con Mnica Quintela, Norma Tato y Beatriz Rechia de Garca, todas las cuales estaban embarazadas.
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Pedro Caraballo, declar que un caso que recordaba bien era el de una mujer embarazada, con rasgos gruesos, que para ese entonces ya haban pasado uno o dos aos del golpe militar, y que recordaba a esta mujer porque fue subida a uno de los aviones junto a su hijo porque nadie quera llevrselo. Mientras parte del personal que prest funciones en el Hospital Militar de Campo de Mayo durante 1976 y 1977, relat que slo supo de la existencia de mujeres detenidas embarazadas en el rea de Epidemiologa por comentarios de enfermeras y mucamas, entre ellos Walter Patalossi y Eduardo Julio Poisson, relatando este ltimo que supo que el Dr. Comaleras en una oportunidad tuvo que atender a una paciente embarazada en el Servicio de Epidemiologa, otros, mayormente quienes se desempearon como obsttricas, pudieron constatar personalmente dicha circunstancia. As, Margarita Marta Allende de Bottone, quien se desempe como tal en el Hospital Militar de Campo de Mayo, record que en una ocasin durante el ao 1977 por la maana el Dr. Caserotto le pedi que lo acompaara a atender a una chica embarazada que se encontraba alojada en Epidemiologa en una habitacin con bao privado, pero que adems, en otra oportunidad, tambin fue con Caserotto a Epidemiologa a ver a otra chica que tena los ojos vendados, la cual tambin se encontraba embarazada, y a quien le hizo un control (cfr. declaraciones de fs. 2521/2524 de la causa N 1351 y 469/470 de la
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causa N 1499, incorporadas por lectura ver acta de debate del da 5 de marzo de 2012-). Lorena Josefa Tasca, declar que ingres en este hospital en el ao 1956 como obsttrica, funcin en la que permaneci hasta su jubilacin alrededor del ao 1985, expres al ser interrogada acerca de si supo de la existencia de mujeres detenidas alojadas en el hospital a los efectos de dar a luz, contest que s, que supo que se hallaban en el rea de Epidemiologa y que el Dr. Caserotto concurra all para controlarles el embarazo, recordando haber ido dos o tres veces a ver a estas pacientes, mencionando que haba una embarazada en cada habitacin, que estaban limpias, que se las alimentaba normalmente, pero que la puerta se encontraba cerrada, y que del lado de afuera haba un centinela. Finalmente, dijo que estas mujeres tenan sus ojos vendados con una tela de color blanca o gris y que sus manos tambin estaban sujetadas con vendas. Tasca, tambin manifest que en otra oportunidad junto al Dr. Caserotto fueron a un lugar que supone se trataba de la Crcel de Encausados de Campo de Mayo en donde se encontraba una mujer embarazada de dos o tres meses a quien ella le efectu un tacto (cfr. declaracin de fs. 2529/2531 de la causa N 1351 incorporada por lectura al debate ver acta de debate del da 5 de marzo de 2012-). Cristina Elena Ledesma, quien se desempe en el Hospital Militar de Campo de Mayo entre los aos 1970, 1971 hasta 1987 en el Servicio de Maternidad, al ser preguntada al igual que Tasca respecto a la misma cuestin contest en forma afirmativa, y aclar que fue en el Servicio de Epidemiologa donde vi a mujeres embarazadas, expresando que el Dr. Caserotto fue quien les orden atenderlas, que para ello se sacaban las identificaciones de los guardapolvos y que en total vi entre dos o tres mujeres en esta situacin. Asimismo relat que cuando las traan, le avisaban al Jefe que haba llegado otra de las mujeres embarazadas (cfr. declaracin de fs. 2546/2548 de la causa N 1499 y 456/457 de la causa N 1772, incorporada por lectura al debate ver acta de debate del da 5 de marzo de 2012-). Concordantemente con estas declaraciones, testific durante la audiencia de debate la obsttrica Nlida Elena Valaris quien se desempe como tal entre los aos 1976 a 1986 en el referido nosocomio. Relat que haban
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empezado a llegar mujeres que no venan de Maternidad, expresando que en el lugar de trabajo se escuchaba de todo y que se saba que en el Sector de Epidemiologa entraban las subversivas o NN. Aclar que haba limitaciones para entrar a ese sector, y que ella haba podido ingresar unas cinco veces, pero con autorizacin de Caserotto, y que las mujeres que estaban all todas estaban vendadas en los ojos, mencionando que ella haba ido a controlar una auscultacin (cfr. declaracin durante la audiencia del da 28 de junio de 2011). Por su parte, Silvia Bonsignore de Petrillo, quien como mdica trabaj en el rea de Maternidad, tambin pudo constatar la presencia de una embarazada que se encontraba con los ojos tapados, en un rea que no corresponda a la atencin de estas pacientes, pues una partera le haba dicho que a esta mujer la haban internado en Epidemiologa, recordando que este
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sector era el nico con habitaciones privadas y que a las mujeres all internadas slo las vea Caserotto, pero que las parteras le contaron tambin que tuvieron que atender partos en la Crcel de Encausados de Campo de Mayo. El obstetra Ernesto Toms Petrocci, quien prest servicio desde el ao 1978 hasta que se jubil en el ao 2000 en el Hospital Militar de Campo de Mayo, declar que traan mujeres para ser atendidas en el hospital, que conforme se dijera eran presuntas guerrilleras, y que en estos casos no se las internaba en Maternidad, sino que eran alojadas en un pabelln que estaba a unos cien metros de esta rea, y que era el sector donde se internaba a enfermos infecciosos, pero que con el cambio de patologas en ese pabelln se comenz a internar a otra gente, y que l mismo revis a tres mujeres en estas condiciones, a las cuales describi. As record que dos de las chicas eran bajitas con aspecto de norteas y la tercera era una mujer muy elegante, bien vestida y que fue la que le dijo que no podan hablar, y que las norteas le informaron que haban estado presas porque militaban en un partido marxista leninista. Asimismo relat que al personal le decan que tenan que taparse el apellido de la placa y que esto era una directiva general (cfr. declaracin prestada en el debate el da 6 de julio de 2011). Asimismo, Elisa Ofelia Martnez, quien relat que haba ingresado al Hospital Militar de Campo de Mayo alrededor del ao 1955
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del ao 1978, al ser interrogada acerca de si supo de la existencia de mujeres detenidas alojadas en el hospital a los efectos de dar a luz, contest que en Maternidad no, pero que en Epidemiologa estaban alojadas en habitaciones privadas con un bao, y que en el pasillo de las habitaciones haba una custodia militar, aclarando que los custodios eran Suboficiales. Especific que entre los aos 1976 a 1978 haba visto alrededor de diez o doce pacientes alojadas en estas condiciones en ese lugar. Incluso mencion que dichas mujeres ingresaban generalmente por la noche, que eran tradas en un automvil marca Renault 12 color verde y luego en un vehculo de la misma marca pero color blanco, el cual era conducido por el Dr. Bianco, quien estaba a cargo del Sector de Traumatologa. Paula Elena Ogando, una sobreviviente que dio a luz en dicho hospital, relat que se encontraba embarazada de seis meses y medio al momento de ser secuestrada y al ser detenida, fue llevada al centro clandestino denominado Sheraton, y posteriormente fue nuevamente trasladada al centro clandestino de Campo de Mayo para dar a luz. Record que previo a ello fue revisada por el mdico Atilio Bianco, y que ya una vez en el hospital fue puesta en una silla de ruedas, dentro una habitacin con una cama de metal, habitacin que luego supo que se trat del rea de Epidemiologa de dicho nosocomio, la que se encontraba fuertemente custodiada por personal vestido de civil, luego de lo cual fue trasladada al lugar donde dio a luz (cfr. declaracin prestada durante el juicio el da 15 de noviembre de 2011). Jos Aniceto Soria, quien declar en este debate el 1 de agosto de 2011, manifest que se desempe como enfermero del Hospital Militar de Campo de Mayo, en el rea de Epidemiologa, manifestando que se trataba de un pabelln separado descentralizado del hospital. Soria indic que en esa rea vi entre seis o siete mujeres purperas, que haban dado a luz por cesrea, y fue all donde le dijeron que esas habitaciones estaban preparadas para este tipo de pacientes que estaban detenidas. Expuso que eso se lo haba informado el Dr. Caserotto o el Dr. Bianco, que eran quienes estaban a cargo. Indic, adems que la zona de Epidemiologa tena guardia de uniformados con armas largas, que rotaban, algunos de los cuales pertenecan al Ejrcito, Gendarmera y tambin haba personal civil de Inteligencia. Explic que estas
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pacientes no tenan ningn registro, ni historia clnica. Manifest que nunca vi que ningn chico fuera llevado despus de nacer con su madre, y que se deca que las personas que salan de ah eran llevadas a lugares de detencin y los bebs a sus familias. Explic que estas mujeres -con anteojos oscuros- eran acompaadas hasta un vehculo Renault 12 que era manejado por un civil, siempre custodiadas por uniformados armados, hasta que se las llevaban del lugar. Record tambin que espordicamente iban al nosocomio militares de alto rango, los cuales pasaban por el sector de Epidemiologa. Asimismo, el enfermero Soria record tambin que una vez, cuando les serva el almuerzo a las jvenes en Epidemiologa, ellas le formaron la palabra gracias con las migas de pan, y que en otra ocasin, cuando fue a retirar la bandeja de comida vi que una de las muchachas escribi un nmero
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de telfono utilizando las migas de pan, aunque lamentaba no poder recordarlo. A su vez, Julio Csar Caserotto, declar que fue el Director del Hospital, que por aqul entonces resultaba ser el Coronel Posse, en presencia tambin del Capitn Bianco, quien le haba dicho que a partir de ahora se internan todas las detenidas embarazadas en epidemiologa (cfr.
declaraciones indagatorias anteriormente referidas). Finalmente, Agatino Di Benedetto, quien tambin se desempe como Director de este nosocomio aunque con posterioridad (entre 1978 y 1979), y con el cargo de Subdirector en los aos 1976 y 1977, relat que en el rea de Epidemiologa, y ms precisamente en habitaciones de seguridad que all existan, fueron alojadas mujeres embarazadas detenidas que eran conducidas por personal militar, y luego eran custodiadas por un centinela que estaba en el pasillo. Asimismo, al ser interrogado acerca de la proveniencia de las directivas dirigidas a los distintos Jefe de Servicio, contest que emanaban del director, salvo en el caso de personas detenidas o detenidos que provenan de los penales militares, que dependan de las directivas emanadas por el Jefe de Personal Militar del hospital y que dentro de esta salvedad, se encontraban los casos de las mujeres embarazadas. Que el Jefe de Personal Militar era quien le informaba en forma verbal acerca del traslado de las mujeres embarazadas al nosocomio y los respectivos alumbramientos, pero
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que el informe escrito, el Jefe de Personal Militar lo elevaba al Comando de Institutos Militares (el resaltado nos pertenece), -ver declaracin testimonial anteriormente mencionada-. Por su parte, muchos de ellos llegaron a conocer, presenciar o hasta incluso participar del parto o cesrea de estas mujeres detenidas, respecto de las cuales exista la orden de que no quedara registracin alguna en los libros, es decir, ni de su ingreso, alumbramiento, egreso o historia clnica. Asimismo, algunos llegaron a tomar conocimiento que la modalidad de estos alumbramientos fue llevada a cabo en un primer momento dentro de El Campito, pero que posteriormente comenz a trasladarse a las detenidas en estas condiciones al Hospital Militar de Campo de Mayo a efectos de que el nacimiento se produjera en forma de cesrea programada. Varios de los testigos tambin relataron que estas mujeres reciban tratamiento como N.N., y que su paso por el hospital era fugaz porque generalmente al da siguiente de dar a luz tanto la madre como el recin nacido ya no eran ms vistos desconocindose su destino, de hecho algunos de estos testigos declararon haber visto nios pequeos los cuales tampoco se encontraban ms. As, surge del libro Campo Santo, ya mencionado, que el ex Sargento Ibez refiri que haba madres junto a sus hijos, algunos de hasta once aos. Indic que los interrogadores estaban divididos en cuatro grupos de tareas, teniendo a su cargo un sector o una zona y en algunas ocasiones les tocaba estar encargados de las embarazadas. Sobre estas jvenes, relat que eran trasladadas hasta el Hospital Militar que funcionaba dentro de Campo de Mayo, cuando estaban a punto de parir. Efectivamente, a travs del testimonio de Scarpatti se ha podido establecer que durante el primer tiempo que funcion el centro clandestino de detencin El Campito los partos se realizaban en una habitacin asistidos por la secuestrada Eiroa que era ginecloga, a quien conoca con el apodo de Yoli, la cual mantuvo conversaciones sobre el trabajo de parto de las embarazadas con un mdico, y que a su criterio ste sera traumatlogo, pudiendo tratarse del Dr. Bianco. Scarpatti, tambin declar que luego de junio de 1977 los partos se derivaron al Hospital de Campo de Mayo, pues se dijo
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que no se iban a realizar ms all los partos, refirindose a El Campito, y que ello lo escuch cuando hubo una discusin entre dos personas que decan que los partos haba que planificarlos y que la persona que argumentaba esto dijo esto ya lo conoce Riveros. Lo escuchado por Scarpatti, es coincidente con la declaracin
brindada por Caserotto, quien expres que contemporneamente al momento en que el Coronel Posse ejerca el cargo de Director del hospital le fue informado por aqul y en presencia de Bianco, que a partir de entonces se internaba a todas las detenidas embarazadas en Epidemiologa. Asimismo, Caserotto manifest que tambin se le orden que de all en adelante no se registraran a estas pacientes, como as tampoco los nacimientos que se produjeran. Que recordaba que en una ocasin al elevar tres historias
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identificadas con pacientes N.N. le fueron devueltas por el Mayor Martn por disposicin superior, quien le orden que dispusiera el archivo de estas historias, mencionado que las historias clnicas de detenidas entre los aos 1977 y 1980 fueron un total de diez. Por su parte los mdicos Carlos Alberto Raffinetti y Eduardo Julio Poisson si bien no presenciaron el alumbramiento de detenidas en las condiciones apuntadas, relataron que pudieron tomar conocimiento de una cesrea efectuada por la Dra. Petrillo. En efecto, Raffineti declar que esta mdica le haba manifestado que en una oportunidad en la que estuvo de guardia tuvo que atender a una persona en el hospital a la que oper porque el Dr. Caserotto estaba borracho y la obligaron a ir a ella a realizar la cesrea, y que sta se trataba de una mujer detenida internada en Epidemiologa. Por su parte, Poisson expres que un incidente que recordaba era el de la Dra. Petrillo que fue obligada por Caserotto a realizar una cesrea a una paciente a la que no pudo identificar y de la cual se desconoca su procedencia, que la doctora no le pudo hacer la historia clnica y que se comentaba que ese episodio desencaden en que aqulla no trabajara ms en el hospital, que tom sus cosas y se fue, que a posteriori pensaron que esa mujer podra tratarse de una persona privada de su libertad. Poisson tambin relat que el rea de Epidemiologa un da apareci una custodia infranqueable. Al ser interrogado acerca de si haba
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registro de la gente que estuvo all, contest que al menos en el libro de partos no figur nunca. Ello tambin resulta conteste con lo expresado por Patalossi, quien seal que, pese a pertenecer al Servicio de Epidemiologa, esta rea se encontraba restringida, incluso para l, pues se acordaba que un da lleg al hospital y se encontr con que en una de las salas a su cargo, le haban quitado a los enfermos y los haban acumulado en otra. Que la sala qued vaca y restringieron el ingreso, colocando adems gendarmes o soldados como centinelas suponiendo que en dicho lugar alojaron a personas detenidas. Asimismo, que no recordaba exactamente si el Jefe del Servicio o algn otro le coment que era rea restringida o si haba un cartel, pero lo cierto era que tena muy claro que el ingreso a ese sector estaba restringido para l y que en realidad no poda ni quera inmiscuirse en las cuestiones relacionadas con los presuntos detenidos all alojados. El incidente relatado por los mdicos Raffinetti y Poisson se encuentra confirmado por el testimonio brindado por la Dra. Bonsignore de Petrillo, pues la nombrada cont que un domingo mientras se encontraba de guardia pasiva la llamaron del hospital para que fuera a operar de urgencia ya que haba sufrimiento fetal; que por su manera de trabajar ella siempre examinaba previamente a la paciente y luego se la llevaba al quirfano, pero cuando lleg al rea de Maternidad al no ver a nadie, se dirigi al quirfano donde se top con la presencia de varios soldados y que entre ellos estaba tambin el Dr. Bianco quien le expres que la haban llamado a ella porque no lograron encontrar a Caserotto y que tena que operar a la paciente, as que efectu la operacin. Record adems que la operacin se produjo por el ao 1976 o 1977, que se trataba de una mujer joven de pelo lacio, castao, y que se la llevaron inmediatamente, exclamando que no qued internada ni ella ni el beb, y que fue en ese momento cuando discuti con Bianco porque no la dejaron seguir a la paciente pues ella era la responsable de la ciruga, a lo que aqul le contest que se encargara Caserotto, que tampoco le haban mostrado la historia clnica de la mujer ni registro alguno, aclarando que ya para ese entonces se hablaba en el hospital de gente a disposicin del PEN, y que Bianco le dijo que la joven sera trasladada a la Crcel de Encausados.
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Pero este no fue el nico caso que presenci la Dra. Silvia Bonsignore, puesto que relat que una maana en la que estaba en el consultorio tuvo que atender un parto que se realiz en la Sala de Partos y que all se encontraban presentes el Dr. Caserotto, Jefe de Servicio y la partera Nlida Valaris. Cont que cuando entr a la sala la paciente estaba pujando y tena una venda en los ojos y que luego del alumbramiento se retir, mencionando que recordaba perfectamente a esa mujer que tena pelo largo y con canas, pero que era joven puesto que tendra unos 30 aos de edad y que no haca mucho tiempo la haba visto en televisin. Como no era algo habitual ver mujeres con ojos tapados en el hospital le pregunt a la partera por esta situacin quien le contest que a la mujer la internaron en Epidemiologa y que Caserotto le explic que la venda la tena para que no pudiera verlos. Este caso
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tambin, al igual que el anterior, expres que se produjo entre los aos 1976 y 1977, y que le dijeron que la mujer provena de la Crcel de Encausados, agregando que se deca que todas las que estaban en esta crcel eran subversivas. La mdica relat adems que otras parteras le haban contado que salan a atender partos a ese lugar. Adems, la Dra. Bonsignore testific que una vez vio a un beb de meses al que las enfermeras paseaban, que recordaba esa maana cuando lleg y lo vi, pero a la vez siguiente no lo vi ms, y que en otras dos oportunidades vio chicos de uno y dos aos que le dijeron que eran nios que traan de enfrentamientos armados, cuyos padres se escaparon y los dejaron o tambin a quienes las familias no queran recibir. Finalmente, declar que estuvo en este hospital hasta 1982 fecha en la que se desafect. Expuso que el motivo de su renuncia fue que se enter que lo que se deca era verdad, que a estas chicas les sacaban a sus bebs. Respecto al relato del episodio en el cual se encontraba presente la partera Valaris, fue ratificado por esta ltima. En efecto, Nlida Valaris explic que en una ocasin asisti un parto de una mujer que tena los ojos vendados, que no poda precisar su edad, pero que supona que tendra unos 40 aos puesto que la mujer tena canas. Sostuvo que el nacimiento se produjo a fines del ao 1976 o principios de 1977, que dicho parto fue normal, se realiz en la Sala de Partos del nosocomio en presencia de la Dra. Petrillo, y que luego a la
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madre la trasladaron al pabelln de Epidemiologa. Se deca que el Dr. Bianco era el encargado de traerlas e ingresarlas en Epidemiologa y llevarlas, pero que no poda precisar quien le haba dicho esto siendo que era un comentario instalado en la maternidad, y que la orden de Caserotto era que estos registros los manejaba l, y para ellas stas mujeres eran N.N., que no recordaba con exactitud que pas con el beb luego, que crea que lo llevaron a la nursery sin identificacin alguna, pero que las rdenes eran que Caserotto era quien deba inscribir a los nios en el libro e identificar a la madre, aunque ignoraba si lo haba hecho. Valaris expres que tuvo conocimiento de otro parto de una mujer detenida puesto que, tambin en este caso, ella misma lo asisti. As relat que una maana Caserotto le dijo que tena que acompaarlo a la Crcel de Encausados a ver a una paciente a lo cual ella se neg rotundamente, pero luego el mdico le dijo que la orden provena de Di Benedetto, que en ese entonces era el Director del Hospital, explicando que no le qued ms alternativa que ir. Cont que fue llevada en una ambulancia junto con una enfermera de la cual no recordaba el nombre y otro mdico que era militar y de otra rea no obsttrica, que crea que era traumatlogo. Manifest que cuando baj haba muchos militares y que la llevaron hasta la enfermera de la crcel donde vi a la mujer acostada con los ojos vendados en trabajo de parto, con contracciones, que al examinarla se di cuenta que el parto era inminente y que por ello no haba tiempo de trasladarla, fue as que se le orden que lo hiciera all. Describi adems que recordaba que era un da fro de invierno, que cuando el beb sali ella se lo puso a la madre en la panza para que lo abrigara, pero ni bien cort el cordn se lo llevaron, que fue un militar aunque no saba quien pues estaban todos uniformados, incluso el mdico, que crea que era traumatlogo el cual la acompa. Valaris expuso que este episodio lo recordaba bien porque a partir de ello se enfrent con Caserotto porque no fue al lugar en condiciones de atender un parto, que era una situacin irregular, incluso recordaba que el sexo del beb era varn y que ello debi ocurrir entre julio o agosto del ao 1977 o 1978. Esta partera, dijo adems que supo de la presencia de nios en la maternidad aunque nunca supo de quienes eran, lo que le dijeron fue que los
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traan de un enfrentamiento, pero que nunca cuestion el destino de los bebs porque jams pens que no se los fueran a dar a los familiares, nunca supo nada, slo que estaban poco tiempo en el hospital, quedaban unas horas para observarlos y luego cuando volvan del receso de la guardia ya no estaban. Finalmente expres que crea que la Dra. Petrillo tambin haba discutido con Caserotto por los partos. Por su parte, la enfermera Isabel Manuela Albarracin quien se desempe como tal en el Hospital Militar de Campo de Mayo entre 1978 y 1992, especficamente en el rea de Neonatologa, declar que alrededor de seis o siete oportunidades fue convocada por el Dr. Caserotto a efectos de realizar cesreas de mujeres que luego era alojadas en Epidemiologa. Que las cesreas las realizaba Caserotto junto a ella, la instrumentadora y el
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anestesista. Que en todos los casos observ que luego de dos o tres das el recin nacido haba desaparecido al igual que su madre, respecto de quienes no exista historia clnica ni registro alguno, y que ella no poda escribir nada en relacin a estos pacientes, ya que ello era una orden implcita, aunque no recordaba quien se la haba dado, y que las madres eran identificadas como N.N. Relat que algunas parteras iban al Penal Militar de Campo de Mayo por orden del Dr. Caserotto, estimando que los partos naturales se deban realizar en ese penal. La enfermera manifest tambin que en una oportunidad vi a un chiquito de seis aos de nombre Rafael Quesada, sobrino de la artista Menchu Quesada, a quien al da siguiente no vi ms, y que en otra ocasin recordaba haber visto a dos niitas que se las dieron a las Monjas para que las cuidaran (ver declaraciones de fs. 1999/2001 de la causa N 1351 y fs. 392/394 y 438/439 de la causa N 1772, incorporadas por lectura en virtud de lo dispuesto por el art. 391, inc. 3 del CPPN -cfr. copia certificada de la partida de defuncin obrante a fs. 2002 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1351-). La obsttrica Cristina Ledesma, expuso que particip de dos o tres partos de mujeres embarazadas alojadas en el Servicio de Epidemiologa, los que se llevaron a cabo en la Sala de Partos, y de los cuales no se anotaba ni el ingreso de la madre ni el nacimiento del chico, aclarando que quien le haba dado dicha orden haba sido el Dr. Caserotto, Jefe de Servicio. Sin
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embargo, declar que exista una hoja sujetada con un broche de metal a una tablita donde deca N.N. conteniendo las indicaciones mdicas referidas a estas pacientes, y que dicha carpeta se hallaba dentro de la habitacin donde estaban estas mujeres (cfr. declaraciones de fs. 2546/2548 de la causa N 1499 y fs. 456/457 de la causa N 1772 incorporadas por lectura). Pedro Caraballo, tambin supo de la existencia de partos de estas mujeres, pues relat que en una oportunidad haba una prisionera embarazada que presumiblemente di a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo, que era de tez blanca, pelo castao, de ms de 1,55 metros de altura, buen aspecto y unos 30 aos de edad que estuvo muy poco tiempo, de quien saba que inmediatamente despus del parto haba sido ejecutada. Explic que por Campo de Mayo haban pasado unas cuatro o cinco embarazadas quienes habran dado a luz en el hospital, comentndose tambin que todos los bebs eran enviados a familiares de militares, y que uno de los bebs haba sido recibido por un militar con el grado de Capitn aproximadamente en 1978. De las declaraciones de la obsttrica Lorena Tasca y la enfermera Elisa Ofelia Martnez tambin se desprende que existieron este tipo de alumbramientos realizados fuera de los marcos legales. En efecto, Tasca relat que una noche la llamaron a su habitacin y tuvo que asistir un parto de una mujer que vena en camilla, acompaada por dos soldados y un Suboficial, y que cuando ella ayud a la mujer a sta se le sali la venda. Que si bien no recordaba el sexo del beb, s recordaba que una vez que cort el cordn umbilical el Suboficial le sac al beb y se lo di a la enfermera ordenndole que lo envolviera, luego de ello este Suboficial le pregunt a la testigo si haba terminado, a lo que ella respondi que an faltaba la placenta. Seguidamente, Tasca expres que le aplic a la mujer una inyeccin antihemorrgica y el Suboficial le volvi a reiterar la misma pregunta, contestndole esta vez que s, pero que la mujer deba quedar en reposo, y que recordaba que en ese momento el Suboficial le respondi ac usted termin, vuelva a su habitacin. Finalmente mencion que crea que esta mujer, se trataba de una de las que se alojaban en Epidemiologa y que no haba anotado este nacimiento ya que tena orden de Caserotto de no anotar estos nacimientos.
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Por su parte, Elisa Ofelia Martnez testific que durante la tarde le toc asistir dos o tres partos acompaada de una partera y que dichos nacimientos se produjeron en la Sala de Partos del hospital. Manifest que en los dos primeros casos no ponan al chico sobre el pecho de la madre, sino que directamente cortaban el cordn umbilical y se llevaban al chico, y en ese momento ella le pregunt a la partera por qu retiraban al beb, contestndole que estas mujeres deban volver al Penal Militar y los chicos iban a ser entregados a sus familiares. Asimismo relat que una enfermera le cont que haba habido un parto a la maana de una de las mujeres del fondo y que tenan rdenes de llevarle al beb en el horario de visita y que el nio se encontraba en una de la cunitas de la nursery. Dijo que no recordaba bien si se les pona una tarjeta en blanco para identificarlos o un cartelito que deca N.N.
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Coincidentemente con los anteriores testimonios, tambin manifest que el Dr. Caserotto era quien atenda a estas mujeres y que en Epidemiologa eran atendidas por una enfermera salvo algn caso de anormalidad en donde llamaban al personal de maternidad, ya sea enfermeras o parteras. Seguidamente, y en referencia a las condiciones de alojamiento en que se encontraban estas mujeres expres que las haba visto con un camisn, que a las dos o tres primeras las vi con las manos atadas a la cama con una venda y que tambin sus ojos estaban vendados, pero ya para alrededor de 1977 no se las vendaba ms y se les peda a los mdicos que se sacaran la identificacin del delantal por motivos de seguridad. En relacin a estos partos explic que en maternidad no haba historia clnica de la madre ni de los chicos. (cfr. declaracin de fs. 1858/1863 de la causa N 1351 incorporada por lectura al debate ver acta de debate del da 5 de marzo de 2012-). La testigo Martnez tambin record el suceso relatado por la Dra. Bonsignore de Petrillo y por Valaris en cuanto a uno de estos partos. En efecto, Martnez expuso que cuando los partos se complicaban, las cesreas las realizaba la Dra. Silvia Bonsignore de Petrillo y que crea que en el caso de las detenidas esa mdica efectu una sola cesrea, recordando haber visto a una mujer que se encontraba en el pasillo de la Sala de Maternidad esperando que la llevaran a la Sala de Partos y que le llam la atencin porque se trataba de
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una mujer grande, alta, de pelo largo y entrecano, y que crea que sta era una de las cesreas que efectu la Dra. Petrillo. Respecto del destino de estas mujeres y de los nios relat Martnez que luego de dar a luz estas mujeres permanecan alojadas entre 24 y 36 hs., aunque nunca vi ingresar a una de ellas porque estas pacientes entraban por la guardia militar del hospital y por las calles internas se las llevaba directamente al rea de Epidemiologa y que ello ocurra generalmente por la noche. Que recordaba un caso en el que vi que se llevaron a una de estas mujeres la cual fue trada hasta Maternidad en el auto de Bianco donde buscaron al beb y se lo entregaron, manifestando que esta mujer estaba muy bien vestida, era rubia, de estatura normal, cabello lacio largo y que luego tanto la madre como el beb fueron introducidos en el auto Renault 12 de Bianco y se retiraron del lugar, lo que le llam la atencin porque le haban dicho que los nios no se le entregaban a las madres sino a los familiares, entonces le pregunt a una partera quien le respondi que en este caso, dicha mujer tuvo suerte porque era la hija de un capo de La Plata y que quien le haba contestado esto era la partera Cristina Ledesma. Finalmente, respecto de otros nios refiri que al nico chico que vi fue a uno de cinco aos que era el sobrino de dos actrices hermanas de apellido Quesada, siendo una de ellas Menchu. Cabe destacar que Alcira Camusso, quien declar en el marco de este debate el da 4 de octubre de 2011, explic que fue secuestrada el da 24 de febrero de 1977 en la localidad de Ituzaing, Provincia de Buenos Aires, junto con su pareja en un operativo realizado por el Ejrcito. Relat que l haba sido herido y trasladado al Hospital Militar de Campo de Mayo pero al da siguiente su cuerpo sin vida fue entregado a su madre. Camusso tuvo conocimiento sobre la permanencia de su compaero en Campo de Mayo porque as constaba en la partida de defuncin. La nombrada, puntualiz que en esa poca se encontraba embarazada de tan slo un mes, no obstante lo cual haba sido llevada a la Comisara de Ramos Meja, donde estuvo detenida ilegalmente. En ese lugar fue visitada por un mdico traumatlogo, respecto del cual, si bien en ese momento no supo su nombre, varios aos despus pudo identificar como el Dr. Bianco.
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Describi que en una de las primeras vistas ella le pidi a Bianco que le hiciera un anlisis para saber si segua embarazada, porque tema haber sufrido una prdida por el trato recibido. El mdico respondi: con la vida que vas a tener para qu quers otro hijo. En otra de las conversaciones que mantuvieron, Bianco le pregunt para qu quera continuar con el embarazo si al fin de cuentas se lo iban a sacar, agregando que este mdico le haba comentado que atenda nicamente a las embarazadas, y que para ello concurra a la Comisara de Castelar y a la Brigada de San Justo. A su vez, record que cuando ste le exhibi una libreta con un ndice donde estaban anotados los nombres de las mujeres embarazadas que controlaba, observ que su nombre se encontraba entre ellas, estando identificada como Patricia. Camusso declar que permaneci en la Comisara de Ramos Meja
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varios meses ms, aproximadamente hasta principios de junio de 1977, y que durante este perodo, por su ciudadana francesa fue visitada por el Cnsul de ese pas en Buenos Aires, quien intent rescatarla antes de que fuera trasladada a Devoto. Asimismo, sus padres desde el exterior realizaron pedidos ante la OEA. Por lo dems, de los documentos desclasificados que fueron incorporados al debate, existe una carta del 16 de agosto de 1977 escrita por Patricia Schroeder, congresista del Estado de Colorado de los Estados Unidos, dirigida a Patricia Derian, integrante de la oficina de Derechos Humanos del Departamento de Estado del mismo pas, en la que se informaba el caso de Alcira Camusso, embarazada de seis meses. En la carta se dejaba constancia que el Estado Argentino se negaba a trasladarla. Finalmente la nombrada relat que fue trasladada a la Crcel de Devoto, donde en octubre de 1977 dio a luz a su hijo, a quien llam Martn. Por medio de un decreto del PEN de mayo de 1978 fue expulsada del pas. Asimismo, otras personas que prestaron servicios en el Hospital Militar de Campo de Mayo tambin recordaron haber visto a nios pequeos. As, la obstetra Margarita Allende relat que en una ocasin entr en la guardia y vi a dos o tres chicos hermanos entre s correteando dentro de la maternidad y que pregunt y esto que es?... a lo que las enfermeras le comentaron que eran hijos de subversivos y que los haban trado durante la
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noche. Mencion que la nena era la mayor y que aqulla tendra alrededor de cinco o seis aos, que los vi jugando con los Suboficiales y que luego no los volvi a ver ms. As Nicomedes Zaracho, religiosa que perteneca a la
congregacin Hijas de la Misericordia, quien declar en este debate el 27 de junio de 2011, relat que una vez, a pedido de la madre superiora, le dio el desayuno a tres chiquitos de 7 aos, una nena y dos varoncitos que no estaban con sus padres. Asimismo, su compaera de congregacin, Rosa Penayo, la cual declar en este juicio el 23 de junio de 2011, manifest que las habitaciones de Epidemiologa no eran de fcil acceso, pues en la puerta de esa rea haba un cartel que deca que no se poda entrar. Por su parte, Eva Beatriz Larregina de Logia quien trabaj en el hospital entre 1975 y 1983 como mucama, coment que un domingo haba visto en una habitacin a tres criaturas jugando y que haba un beb de cuatro o cinco meses, pero que despus no supo lo que pasaba porque de repente no estaban ms, y que crea que quien los estaba cuidando era una enfermera (cfr. declaracin prestada durante el juicio el da 6 de julio de 2011). Finalmente, en cuanto al mecanismo para el ingreso de las mujeres embarazadas detenidas en el Hospital Militar de Campo de Mayo, resulta de suma importancia el testimonio brindado por Agatino Di Benedetto, quien explic que el Penal pona en conocimiento de dicha circunstancia al Jefe Militar del Hospital, en ese entonces el Mayor Oliver, quien peda una ambulancia y pona en conocimiento de esta situacin al Comando de Institutos Militares. Que la documentacin personal de la paciente quedaba en el Penal Militar, mientras que la registracin del ingreso y egreso de aqullas, era responsabilidad del Jefe de Personal Militar del Hospital de Campo de Mayo, dependiente del Comando de Institutos Militares mientras que la historia clnica era responsabilidad del Jefe de Servicio, Dr. Caserotto. Dijo tambin que las pacientes eran retiradas del nosocomio en horarios de menor afluencia de pblico bajo la responsabilidad del Jefe de Seguridad Militar del hospital. Explic que luego de que estas mujeres dieran a luz permanecan internadas alrededor de tres o cuatro das, luego de lo cual la mujer y el nio eran retirados del hospital por personal del Comando de Institutos Militares, y
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que en el hospital no quedaba ninguna registracin del nacimiento del menor ni de la atencin de la madre (cfr. fs. 1557/1561 de la causa N 1351 incorporadas por lectura). Cabe destacar que del informe del Ejrcito obrante a fs. 8616 de la causa N 1351 surge que el Teniente Coronel Germn Oliver prest servicios en el Hospital Militar de Campo de Mayo entre el 1 de enero de 1977 y el 15 de octubre de 1977 (cfr. punto 182 de la prueba incorporada por lectura al debate). Incluso, si se observa el libro de Registro de Nacimientos del Servicio de Obstetricia de ese nosocomio se verifica que falsamente se registr una supuesta cesrea de Ins Susana Colombo como ocurrida el da 7 de julio de 1977, lo cual se produjo de forma irregular puesto que, fue inserta en el ltimo rengln de los folios 130 y 131 de ese libro en forma no cronolgica tal
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como hubiera correspondido (este punto ser tratado en extenso al relatar el caso de Francisco Madariaga Quintela). Pero debe destacarse que sobre esta circunstancia declar la obsttrica Nlida Valaris quien al serle exhibido, no slo por su especialidad como profesional de la salud, sino tambin como personal integrante del Hospital Militar de Campo de Mayo, respondi que en la parte que se consign por falta de progresin y no se registr el nmero de historia clnica, lo que pudo haber pasado fue que no se anotara el nmero de la historia clnica por no haberla tenido quien inscriba, pero que ello le resultaba raro, adems observ que dicha inscripcin figuraba agregada, como anotada luego, pero que no saba el por qu de ello ya que no era lo habitual. Por todo lo expuesto este Tribunal tiene debidamente acreditado que dentro de la Guarnicin Militar de Campo de Mayo, un nmero indeterminado de mujeres que estaban embarazadas, tuvieron a sus hijos, ya sea en el lugar donde se encontraban detenidas ilegalmente, El Campito, la crcel de Encausados o en el Hospital Militar de Campo de Mayo, entre los aos 1976 a 1978. Ello cont con la aquiescencia del personal militar que estaba a cargo de dichas dependencias. La prctica llevada a cabo consisti en que las jvenes embarazadas dieran a luz, no fueran registradas ni ellas, ni sus nios, salvo alguna excepcin que es materia de investigacin en otras causas. Tampoco deban tener ninguna historia clnica. Se destin un rea del Hospital Militar de
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ese predio, debido a que se haba ordenado que no sucediera ms que las embarazadas dieran a luz por parto natural sino que en adelante sera por cesrea programada, adems se orden que los partos se aceleraran mediante las prcticas mdicas. Se apart a las mujeres detenidas ilegalmente al sector de Epidemiologa, haciendo de ese lugar un espacio para ellas, contando con guardias armados en la puerta. Los profesionales que all ingresaran no deban mantener ningn dilogo y ocultar sus nombres. Luego de dar a luz, el destino de las madres y de sus hijos qued incierto, pues eran retiradas de all dentro de las 24 o 36 horas. Tambin tenemos probado que fueron llevadas al Hospital Militar de Campo de Mayo, mujeres embarazadas de otros centros clandestinos de detencin a fin de dar a luz, por ejemplo de El Vesubio.
a. Pablo Hernn Casariego Tato: Pablo Hernn, hijo de Norma Tato y Jorge Carlos Casariego, naci aproximadamente entre fines del mes de junio y principios del mes de julio del ao 1977, en la Guarnicin Militar de Campo de Mayo. Su madre de 28 aos de edad, se encontraba detenida all en El Campito en forma ilegal. El nio fue sustrado de la custodia de sus progenitores, y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenido y oculto en poder del matrimonio compuesto por Norberto Atilio Bianco, mdico del Hospital Militar de Campo de Mayo, y Nilda Susana Wehrli, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos del nio sustituyndole su identidad, situacin que perdur hasta el 16 de febrero de 2007, ocasin en que la vctima fuera informada en el marco de la causa N 2963/09, caratulada Bianco, Norberto Atilio y otra s/ inf. Arts. 139, 146 y 293 del CP del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1 de San Isidro, provincia de Buenos Aires, del resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que obra glosado a fs. 2188/2204 de esas actuaciones. En efecto, con fecha 6 de febrero del 2007 fue remitido al Juzgado el estudio pericial efectuado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand que concluy que del grupo humano involucrado en la
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pericia no era posible excluir el vnculo biolgico parental de Norma Tato y Jorge Casariego en relacin a Pablo Hernn Bianco Wehrli, y que los nombrados en clculos matemtico-estadsticos tenan una probabilidad de parentalidad de 99,9996%, lo cual significaba que Norma Tato y Jorge Casariego (padres alegados desaparecidos), tenan ambos esa probabilidad de haber sido los padres biolgicos de Pablo Hernn Bianco Wehrli (cfr. pericia de ADN obrante a fs. 2188/2204 de la causa N 2963/09, caratulada Bianco, Norberto Atilio y otra s/ inf. Arts. 139, 146 y 293 del CP del registro del Juzgado Federal N 1 de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, incorporada por lectura en el punto 150). Debe destacarse adems que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual
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Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica y Sergio Valente, tcnico qumico de la mencionada institucin, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe agregar, que el resultado de esta pericia fue notificado por conducto telefnico con fecha 16 de febrero de 2007, da a partir del cual se puso fin a la incertidumbre de Pablo Hernn Casariego Tato (cfr. nota actuarial de fs. 2213 del expediente referido), pero no fue sino hasta el 13 de marzo de 2007 en que se orden la inscripcin de aqul con su verdadero apellido (cfr. fs. 2218/2219). Ahora bien, la causa que permiti la identificacin del hijo de Norma Tato y Jorge Casariego, tuvo inicio recin en el ao 1985, quedando primeramente registrada bajo el N 1284. En ella se denunciaba que el Dr. Bianco, mdico militar que se desempeaba en el Hospital Militar de Campo de Mayo, tena anotados como hijos biolgicos a dos nios que podran ser hijos de desaparecidos, y que en ese nosocomio se produjeron irregularidades con respecto a las prcticas de partos y cesreas de detenidas embarazadas que eran ingresadas sin registro alguno, sindicndolo a Bianco como uno de los responsables. Cabe agregar que este expediente qued radicado ante el
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Juzgado Federal de Primera Instancia N 1 de San Isidro, provincia de Buenos Aires. En este contexto, Norberto Bianco y su mujer Nilda Wehrli huyeron a la Repblica del Paraguay junto a los nios Pablo y Carolina con el fin de sustraerse del proceso judicial en su contra, con dos claros objetivos, eludir la accin de la justicia y entorpecer la investigacin impidiendo la obtencin de muestras hemticas de los menores. Todo ello se ve avalado por la prueba documental incorporada a la causa N 1499, pues a fs. 145 y 149/150 obran constancias de que los nios Carolina y Pablo Bianco no concurrieron a clases a partir del da 8 de abril de 1986, que a su vez Nilda Wehrli tambin falt a su trabajo sin haber solicitado licencia y toda la familia se fue de viaje la noche anterior; a fs. 214 se encuentra glosado un informe del colegio donde Wehrli se desempeaba como maestra, del cual surge que la nombrada se ausent sin aviso a partir del 8 de abril de 1986, motivo por el cual se le iniciaron actuaciones administrativas; y asimismo se cuenta con el informe del Ejrcito Argentino de fs. 236 del que se desprende que Norberto Bianco no se present en su lugar de destino al trmino de su licencia, a raz de lo cual se inici la actuacin de Justicia Militar correspondiente por abandono de destino (cfr. puntos 138, 139 y 141, respectivamente, de la incorporacin por lectura). Finalmente, luego de lograr la extradicin de los nombrados tras varios aos se los pudo someter a proceso, lo que culmin con la condena del matrimonio compuesto por Bianco y Wehrli. Estos hechos se encuentran probados por la sentencia dictada el da 15 de mayo de 2000 en el marco de la causa N 2963/09, -ex nros. 6873/98 y 1284/85-, caratulada Bianco, Norberto Atilio y otra s/ inf. arts. 139, 146 y 293 del CP del registro de Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, Secretara N 2, mediante la cual se conden a Norberto Atilio Bianco y a Nilda Susana Wehrli como coautores de los delitos de retencin y ocultacin de menores de diez aos en las personas inscriptas como Carolina Susana Bianco Wehrli y Pablo Hernn Bianco Wehrli, en concurso real con el delito de falsedad ideolgica por haber hecho insertar declaraciones falsas en los DNI nros. 25.047.693 y 26.132.781, estos dos hechos en carcter de partcipe
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necesario y en concurso ideal con el delito de supresin del estado civil de los menores de diez aos antes mencionados, los que concurren materialmente entre si, y se declar la falsedad ideolgica de las Actas N 414, folio 16, y 416, folio 10 del Registro Civil Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas Delegacin Bella Vista-; de los DNI nros. 25.047.693 y 26.132.781; de los certificados de nacimiento; y de las constataciones de nacimiento de los inscriptos como Carolina Susana Bianco Wehrli y Pablo Hernn Bianco Wehrli (cfr. copias certificadas de la sentencia obrante a fs. 3685/3704 de la causa N 1499, incorporada por lectura punto 147-). En ella el Magistrado tuvo por probado que, Norberto Bianco, sacando provecho de una actividad paralela a la que como mdico no era legalmente exigida, logr hacerse de dos menores contra la voluntad de sus
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respectivas madres, que haban sido vctimas del plan sistemtico de persecucin, secuestro y eliminacin de disidentes del rgimen poltico instaurado de facto entre los aos 1976 y 1983. Vale aclarar que, sin perjuicio del dictado de esta sentencia, y pese a ya tener el conocimiento certero de que no era hijo ni de Nilda Wehrli, como tampoco de Norberto Bianco, no fue sino hasta el ao 2007 que recin el hijo de Norma Tato y Jorge Casariego recobr su identidad. En efecto, en un primer momento aqul se haba negado a la extraccin de sangre aduciendo que ya no era menor puesto que haba adquirido la emancipacin por matrimonio, siendo que aqul se cas con Mara Lorena Arzamendia en la Repblica del Paraguay. Y cabe recordar que Bianco en su indagatoria haba declarado que Pablo era hijo de una mujer que trabajaba de domstica para unos amigos suyos y que aqulla lo haba entregado a la familia porque no poda hacerse cargo de l, y que su esposa tambin haba confirmado esta versin, con lo cual se le sigui ocultando su verdadero origen impidindole conocer a su familia biolgica y quienes fueron sus padres, vctimas de desaparicin forzada. Cabe agregar que, el 27 de diciembre de 2006 Pablo Hernn solicit la inmediata realizacin de un estudio de histocompatibilidad ante el Banco Nacional de Datos Genticos, a fin de determinar si exista un nexo biolgico entre l y quienes haban resguardado muestras ante tal organismo,
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manifestando que de manera privada ya se haba realizado estudios que determinaron que era hijo de Norma Tato y Jorge Casariego (cfr. fs. 2163 y 2166 de esas actuaciones), estudio al que ya nos hemos referido en los prrafos precedentes y que comprob fehacientemente el vnculo biolgico del nombrado. En relacin a sus padres, debe destacarse que aqullos fueron investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 12557, caratulado Artefacto explosivo enterrado en jardn de finca en la localidad de TIGRE iniciado el 31 de enero de 1979 del cual se desprende que la DIPBA efectu una investigacin sobre el domicilio en el que vivan Norma Tato y su ex marido Luis ngel Barbera y se construy un relato del secuestro ocurrido el 13 de abril de 1977, siendo que sus hijos de 3 y 5 aos fueron dejados a una portera de un edificio la cual relat que uno de los integrantes de la comisin le haba manifestado que los detenidos pasaban a disposicin del PEN; Mesa DS Varios N 4936, caratulado Anlisis e informes sobre la situacin en los Laboratorios Squibb de esos archivos surga que ya desde el ao 1976 las fuerzas represivas buscaban a Norma Tato y a Jorge Casariego debido a su militancia gremial en Squibb, siendo que el segundo se desempeaba all como delegado de seccin, y por pertenecer a la organizacin Montoneros; Mesa B Carpeta 108, Legajo 5, en este legajo de fecha 15 de mayo de 1978 la Delegacin DIPBA San Martn remiti a la DIPBA Central informacin acerca de los despidos en la firma Squibb y las medidas tomadas ante posibles incidentes (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de estos ilcitos y que tambin han quedado debidamente acreditados no slo en este proceso, sino que tambin que fueron probados en las causas N 2023, 2034, 2043 y su acumulada 2031 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires, consistieron en la detencin ilegal estatal de Norma Tato y su pareja Jorge Casariego el da
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14 de abril de 1977, en horas de la madrugada, en la vivienda ubicada en la Av. Las Heras 4015, piso 2do. E de esta ciudad. El da sealado, las fuerzas de seguridad estatales irrumpieron en forma violenta en el interior del domicilio de mencin donde se encontraban reunidos los nombrados junto a los hijos menores de Norma Tato, Sebastin y Matas Barrera, quienes tenan aproximadamente entre seis y tres aos de edad, respectivamente, los cuales fueron dejados con un vecino, y luego fueron retirados horas ms tarde por su padre, Luis Miguel Barrera, a quien pudieron contarle que unos hombres armados tiraron la puerta abajo de su casa y se llevaron a su madre. Esos individuos se llevaron detenidos consigo a Jorge Casariego, en ese entonces de 32 aos de edad, y a Norma Tato, de 28 aos, encontrndose
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esta ltima con un embarazo de cinco meses de gestacin, resultando importante destacar que a la fecha de esos hechos Tato y Casariego trabajaban como empleados del laboratorio Squibb en la localidad de Martnez, Provincia de Buenos Aires y militaban en la agrupacin Montoneros, y que ambos, a la fecha, continan desaparecidos. Este suceso fue narrado y ratificado a travs de los testimonios brindados en el juicio por Jorge Tato y Julia Marta Plaza, los cuales resultaron suficientemente ilustrativos y contestes al indicar las circunstancias en las que se haba producido el secuestro de la pareja de la vivienda familiar. En efecto, Jorge Tato, hermano de Norma Tato y cuado de Jorge Casariego, relat durante el debate que el secuestro de los nombrados se produjo en el departamento de stos ubicado en la Av. Las Heras cerca del Botnico, expresando que ello ocurri en el mes de abril, que crea que haba sido el da 16 del ao 1976, no recordndolo con exactitud; que en ese entonces su hermana estaba embarazada de cuatro o cinco meses, manifestando que estuvo con ella hasta una semana antes de su desaparicin y que su embarazo era evidente a simple vista (cfr. declaracin prestada el da 28 de junio de 2011). En relacin a la bsqueda del nio por parte de la familia, Jorge Tato, explic que vio a su hermana por ltima vez una semana antes de ser secuestrada y que la recordaba embarazada de aproximadamente 5 meses para
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ese entonces. Relat que cuando ella desapareci, su familia present un habeas corpus el cual tuvo resultado negativo y que tambin realizaron la denuncia ante la Comisin Interamericana de Derechos Humanos. Posteriormente, supieron que ella estuvo secuestrada en el centro clandestino de detencin de Campo de Mayo, donde dio a luz a su sobrino, y que por esa razn, la familia dej muestras de sangre en el Banco Nacional de Datos Genticos con la esperanza de poder encontrar al nio, lo cual ocurri recin en el ao 2007 a travs de un proceso judicial. Por su parte, Julia Marta Plaza testific que luego de su regreso a la Argentina en el ao 1978 se enter del secuestro de la pareja cuando fue a visitar al padre de Jorge Carlos, a quien conoca por Pirincho y ah supo que estaban desaparecidos y que se los haban llevado en abril de 1977, sin poder recordar el da preciso, pero asegurando que efectivamente haba sido en el mes de abril. Relat adems que ella haba sido compaera de militancia de Jorge Casariego dentro de la organizacin Montoneros, y que aqul junto a Tato trabajaban en el laboratorio Squibb (cfr. testimonio prestado el da 22 de junio de 2011). Asimismo, las circunstancias de tiempo, modo y lugar se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate: Legajos CONADEP nros. 1338 correspondiente a Norma Tato y 1635 en relacin a Jorge Casariego (cfr. punto 135 de la incorporacin por lectura y punto 26 de la instruccin suplementaria de la causa N 1351). Norma Tato y Jorge Casariego fueron conducidos por las fuerzas represivas hasta al centro clandestino de detencin denominado El Campito donde permanecieron detenidos en forma ilegal hasta, aproximadamente, una semana despus del nacimiento de su hijo, siendo trasladados luego de ello con destino incierto. Esta circunstancia se encuentra acreditada por los testimonios brindados por sus compaeros de cautiverio. As Beatriz Castiglione relat que mientras estuvo en ese centro clandestino vio a Norma Tato, tambin conocida como Tina, que se encontraba embarazada, de hecho puntualiz en el debate que tanto ella, como Norma y Silvia, que se encontraban embarazadas, estaban las tres muy panzonas. Explic que asimismo vi a su amigo, Jorge
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Casariego, a quien tambin conoca por su apodo Pirincho, que era la pareja de Tato, y que esta circunstancia se la haba comentado justamente aqulla, agregando que a Casariego lo escuch en una ocasin mientras fue interrogada, siendo que ste le dijo Bety, dec todo lo que sepas porque ac te va la vida, y que pudo verle los pies y los tobillos que estaban lastimados por la aplicacin de picana elctrica. Por ltimo, expuso que cuando fue liberada, Norma Tato an continuaba secuestrada. Por su parte, Eduardo Oscar Covarrubias declar que en ese centro de detencin ilegal de personas pudo ver a Pirincho, aclarando que ste se trataba de Jorge Casariego, quien se encontraba con las manos y los pies muy hinchados producto de haber sido torturado, y que recordaba que aqul le haba dicho que dijera todo lo que supiera porque con ello se jugaba la vida.
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Respecto de la mujer de Casariego mencion que slo supo que tambin la secuestraron, pero que desconoca si haba estado all. Asimismo, Juan Carlos Scarpatti relat que durante su cautiverio en El Campito estuvo en un pabelln junto a otras cuarenta personas aproximadamente, y que all tom contacto con Norma Tato que se encontraba embarazada, lo mismo que otras dos mujeres ms, y que tambin recordaba al esposo de sta que realizaba tareas de pintura dentro del predio, que fue quien le solicit ayuda para realizar reparaciones en el campo. Fue as que producto de ello Scarpatti pudo recorrer el predio y posteriormente realizar unos planos del mismo. Respecto de las embarazadas explic que en un principio dorman en el suelo, pero que despus Jorge Carlos Casariego y l encontraron unos colchones abandonados y armaron dos camas, una de las cuales fue ocupada por Norma Tato. Este testigo, indic que el primer parto del que tuvo conocimiento en ese centro clandestino de detencin haba sido el de Norma Tato, quien fue asistida por otra detenida de nombre Eiroa, a quien tambin conoca como Yoli, la cual era ginecloga. Describi que fue un parto natural y que Tato haba dado a luz a un varn, que luego de ello la madre fue nuevamente trasladada al pabelln uno sin su beb, y que recordaba que aqul se haba producido a finales de junio o principios de julio de 1977.
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Seguidamente expuso que a la semana de haber dado a luz la joven fue trasladada, recordando esta situacin especialmente porque hasta ese entonces el tema de los traslados era un interrogante, pero que a travs de Tato lo logr en parte dilucidar, puesto que luego del traslado de la nombrada l encontr en la parte de atrs del campo, en una especie de basural, el saco de lana que aqulla vesta al momento de ser trasladada y que de esa forma se confirm en parte que los traslados conducan a la muerte y que los cuerpos se tiraban desnudos. Finalmente, al ser interrogado sobre como conoci que el nombre de esa embarazada era Norma Tato, respondi que en el caso de ella crea que se lo haba dicho la nombrada en forma directa. Asimismo, debe tenerse en consideracin que los hechos de los cuales resultaron vctimas Norma Tato y Jorge Carlos Casariego respecto de los delitos de privacin ilegtima de la libertad doblemente agravada por el empleo de violencia y amenazas, y por su duracin de ms de un mes e imposicin de tormentos agravados por ser la vctima un perseguido poltico, en el centro clandestino de detencin de Campo de Mayo, se encuentran probados en la sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, en el marco de las causas N 2023, 2034, 2043 y su acumulada 2031 de su registro, incorporada como prueba documental. Lo relatado hasta aqu condujo a que actualmente se sepa que ese beb nacido durante el cautiverio de sus padres, fue apropiado por el mdico militar Norberto Atilio Bianco, traumatlogo del Hospital Militar de Campo de Mayo, y su mujer Nilda Susana Wehrli, siendo inscripto como hijo biolgico de este matrimonio bajo el nombre de Pablo Hernn Bianco Wehrli, alterndole de esta forma su estado civil e identidad. Ahora bien, la inscripcin del hijo de Norma Tato y Jorge Casariego como hijo propio de Bianco y Wehrli, pudo lograrse a travs de un certificado de nacimiento apcrifo. En efecto, del Formulario N 1 falso -constatacin de nacimiento- Acta N 416, el cual es requerido como antecedente para toda inscripcin, se desprende que el 1 de septiembre de 1977, en el domicilio particular ubicado en la calle Riccheri 565, de la localidad de Bella Vista naci de un parto simple, una criatura de sexo masculino, cuya
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existencia constaba por haber asistido el parto el mdico que lo firmaba, apareciendo como tal el Dr. Carlos Alberto Raffinetti, gineclogo y obstetra (cfr. 29 de la causa N 1499 incorporada por lectura en el punto 137). Al respecto, debe advertirse que Carlos Alberto Raffinetti y Norberto Atilio Bianco se desempearon contemporneamente como mdicos del Hospital Militar de Campo de Mayo, aunque en distintas ramas, pues el primero de ellos era gineclogo y obstetra, mientras que el segundo era traumatlogo. Sin embargo, resulta importante aclarar que durante el debate Raffinetti asegur no haber suscripto esa partida, relatando que conoci a Bianco por una circunstancia muy desgraciada para l porque le haba falsificado una firma para un certificado mdico a travs del cual se apropi de
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una criatura, recordando que le llev mucho tiempo demostrar que esa firma no era suya. A su vez, dicha declaracin resulta avalada judicialmente puesto que mediante una pericia caligrfica se pudo determinar que la misma haba sido falsificada. En efecto de las conclusiones a las que arribaron los peritos Osvaldo ngel Prieto, calgrafo oficial de la Justicia Nacional y Mara Ins Litardo de Latour perito calgrafo de parte, se extrae que no se atribuy la intervencin de Carlos Alberto Raffinetti en el trazado del texto superior e inferior del Acta N 416, as como tampoco perteneca al nombrado la firma del acta de constatacin de nacimiento (cfr. pericia obrante a fs. 719/727 de la causa N 1499 incorporada por lectura -punto 149-). Asimismo, se observa que en la parte inferior del formulario se verifica que quien suscribi el documento como denunciante del nacimiento fue Norberto Atilio Bianco, figurando como padre de la criatura y como madre su mujer Nilda Susana Wehrli. Respecto de este mdico, ya ha sido tratada suficientemente en la parte general que corresponde a Campo de Mayo la intervencin que le cupo respecto a las embarazadas, los partos de mujeres detenidas dentro de la Guarnicin Militar en forma ilegal, y el destino de las criaturas pues, a partir de numerosos testimonios se demostr que el Dr. Bianco, adems de su funcin de traumatlogo, cumpla actividades paralelas en el sector de Epidemiologa del Hospital Militar de Campo de Mayo, trasladando a las
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parturientas secuestradas, presenciando los partos de sus hijos y visitndolas fuera del nosocomio; sin embargo resta referirse respecto al rol destacado que desempe en cuanto a este hecho particular. As Juan Carlos Scarpatti declar que un mdico traumatlogo del Hospital Militar de Campo de Mayo, que segn l podra tratarse del Dr. Bianco, iba a El Campito a darle instrucciones a Eiroa que, como se dijo anteriormente, era una mdica ginecloga detenida all que ayudaba con el parto de las embarazadas que se encontraban cautivas en ese lugar. Asimismo, Julia Marta Plaza relat que el padre de Jorge Casariego le haba contado que estaban esperando la liberacin de su hijo, ya que haban logrado juntar el dinero producto de la venta de un departamento y algo ms, que lo haban llevado a Campo de Mayo y que se lo entregaron a un militar de apellido Bianco, con quien haban hablado por telfono y le deca que se quedara tranquilo porque iban a salir. Finalmente, la misma testigo, respecto del destino del hijo de Norma Tato manifest que supo que el chico haba sido apropiado por un mdico y que estuvo en Paraguay, precisando que el nombre de ese mdico era Bianco, aunque no poda asegurar si se trataba de la misma persona porque ella no lo conoci. El plexo probatorio colectado a lo largo de este debate y que se detallara para este caso, permite tener por acreditado el nacimiento del hijo de Norma Tato y Jorge Carlos Casariego durante el cautiverio de su madre, su inmediata sustraccin por parte de fuerzas de seguridad, y su retencin y ocultamiento de su familia biolgica, haciendo incierta su identidad y paradero por muchos aos hasta la fecha en que Pablo Hernn conoci su verdadera identidad.
b. Francisco Madariaga Quintela: Francisco, hijo de Silvia Mnica Quintela Dallasta y Abel Pedro Madariaga, naci aproximadamente a principios del mes de julio del ao 1977, en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Su madre, de 28 aos de edad, se encontraba detenida en forma ilegal en el centro clandestino de detencin de Campo de Mayo, El Campito.
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El nio fue arrancado de los brazos de su madre al poco tiempo de haber nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores y no fue entregado a su padre ni a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenido y oculto en poder del matrimonio compuesto por Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos del nio, suprimindole su estado civil, mediante la falsedad ideolgica de dos instrumentos pblicos -certificado de nacimiento y acta de nacimiento N 331 del Registro Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas Delegacin Bella Vista a nombre de Alejandro Ramiro Gallo-, conducta sta que fue desplegada por Vctor Alejandro Gallo, lo que a lo postre le permiti a ste ltimo la obtencin del DNI N 26.132.698 ideolgicamente falso con la misma denominacin. Dicha situacin perdur hasta el 18 de febrero de 2010,
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ocasin en que la vctima fuera informada en el marco de la causa N 1772 del registro de este Tribunal (ex causa 3063/10 del registro del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, provincia de Buenos Aires) del resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que obra glosado a fs. 31/50 de esas actuaciones. Debe destacarse que, al igual que en el caso en el que result vctima el hijo de Norma Tato y Jorge Casariego, a los sucesos con relacin al secuestro y cautiverio de Silvia Mnica Quintela Dallasta se los tuvo por probados en las causas N 2023, 2034, 2043 y su acumulada 2031 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn, provincia de Buenos Aires, mediante la sentencia dictada el 20 de abril de 2010 por la cual se conden a Santiago Omar Riveros y a Reynaldo Benito Antonio Bignone como coautores de los delitos de privacin ilegtima de la libertad cometida por abuso funcional doblemente agravada por el empleo de violencia y amenazas, y por su duracin de ms de un mes, e imposicin de tormentos agravados por ser la vctima un perseguido poltico. En efecto, a partir de los testimonios brindados durante el juicio y la prueba documental agregada a la causa, se pudo establecer que Silvia Mnica Quintela Dallasta, quien se encontraba embarazada de cuatro meses, fue detenida ilegalmente el da 17 de enero de 1977, en la estacin de tren de
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Florida, Partido de Vicente Lpez, Provincia de Buenos Aires, ubicada sobre la calle Hiplito Irigoyen. Fue as, que el da sealado, las fuerzas de seguridad estatales se llevaron por la fuerza a la nombrada, quien fue introducida dentro de un automotor Falcon. Lo dicho tambin se ha corroborado por la pericia elaborada por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand de cuyas conclusiones se extrajo que de acuerdo a los resultados obtenidos de la investigacin del polimorfismo del ADN en el grupo humano involucrado en la pericia NO ES POSIBLE EXCLUIR el vnculo biolgico parental con los Sres. Madariaga, Pedro Abel (padre alegado) y Quintela Dallasta, Silvia Mnica (madre alegada desaparecida), y que segn los clculos matemtico-estadsticos efectuados a partir de la informacin biolgica
obtenida Pedro Abel Madariaga y Silvia Mnica Quintela Dallasta tienen una probabilidad de parentalidad del 99,9998% con respecto a Alejandro Ramiro Gallo, lo que significa que tienen aqulla probabilidad de ser sus padres biolgicos (cfr. pericia de fs. 31/50 de la causa N 1772 incorporada por lectura en el punto 153). Cabe agregar que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos y el Dr. Jorge Horacio Solimine, bioqumico que efectu la extraccin de las muestras hemticas, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Los resultados de dicho examen pericial fueron presentados al Juzgado interviniente y notificados tanto al joven Alejandro Ramiro Gallo, hoy Francisco Madariaga Quintela, como a su padre, Abel Pedro Madariaga, con fecha 18 de febrero de 2010. Todo ello se encuentra avalado a su vez con la prueba documental incorporada al debate, as como por las copias certificadas del formulario de inscripcin nro. 331 del Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires, Delegacin Bella Vista, relativo al nacimiento de Alejandro Ramiro Gallo
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en fecha 7/7/1977 (Constatacin de Nacimiento y Datos para Labrar la Inscripcin de Nacimiento); del Acta de nacimiento nro. 331 de Alejandro Ramiro Gallo; y del Libro de Registro de Nacimientos del Hospital de Campo de Mayo obrantes a fs. 581/625 de la causa N 1772 (cfr. puntos 155 y 201, respectivamente de la incorporacin por lectura). As pues, el hijo de Silvia Quintela y Abel Madariaga, creci y vivi durante 32 aos dentro de una familia y con una identidad que no era la suya puesto que se encontraba inscripto como Alejandro Ramiro Gallo, hijo de Vctor Gallo e Ins Susana Colombo, siendo en realidad su verdadero nombre Francisco Madariaga Quintela. Cabe destacar que la madre de Francisco fue investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba
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con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo y ambos militaban en la columna norte de Montoneros. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 8838, caratulado Antecedentes de Roberto Eugenio Luis Cabri; Silvia Mnica Quintela; Mesa DS Carpeta Varios N 10438, caratulado Secuestro de Silvia Mnica Quintela. Vicente Lpez 2da. Florida iniciado el 5 de agosto de 1977 que menciona que el da 3 del corriente se recibieron actuaciones procedentes del Ministerio del Interior, que refieren que el da 17 de enero pasado, a las 9:30 horas, varios NN armados, en la calle Irigoyen y vas del F.C.N. General Mitre, privaron de libertad a Silvia Mnica Quintela; Mesa DS Carpeta Varios, legajo 11108, caratulado Actividad de la B.D.S. Montoneros en Europa iniciado el 20 de enero de 1978; Mesa DS Carpeta Varios, legajo N 14911, caratulado Paradero de Quintela Dalllasta, Silvia Mnica y otros iniciado el 6 de septiembre de 1979 del cual se desprende la existencia de varios habeas corpus: C.A. 1911 Expte. 390.710, Juez Federal Dr. Spangenbeg, Depto. Judicial San Martn, contestado negativo el da 19/5. C.A. 4035 Expte. 423.504, Juez Penal Dr. Pelle, Depto. Judicial Lomas de Zamora, contestado negativo el da 8/4. C.A. 729 Expte. 520.893, Juez Nacional Dr. Rivarola, Palacio de Justicia, contestado negativo el da 31/3. C.A. 782 Expte. 680.069, Juez Federal, Dr. Gitard, Depto. Judicial San Martn, contestado negativo el da 21/4. C.A. 1365
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Expte. 709.210, Juez Federal Dr. Gitard, Depto. Judicial San Martn, contestado negativo el da 26/6, la solicitud de paradero se cierra con respuesta negativa el da 16 de enero de 1980; Mesa DS Carpeta Varios N 15839, caratulado Solicitud de paradero de Quintela Dallasta, Silvia Mnica iniciado el 2 de junio de 1980; y Mesa DS Carpeta Varios, legajo N 18018 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Ahora bien, respecto de la crianza, y los pormenores de su vida como aparente hijo del matrimonio Gallo-Colombo, Francisco Madariaga Quintela pudo ilustrarnos con su declaracin prestada en el marco de este debate. En efecto, al ser interrogado sobre sus datos personales el joven expuso que su nombre era Francisco Madariaga Quintela, nacido el 5 de julio de 1977, pero explic que antes figuraba con otra identidad siendo aqulla Alejandro Ramiro Gallo. Relat que lleg a conocer su verdadera identidad despus de aos de mentiras y dentro de una familia violenta, y que ya desde nio tena dudas acerca de su identidad, dado que sus hermanos eran diferentes y por el maltrato que reciba dentro de esa familia, enfatizando que no poda creer que a un hijo se lo tratara as. Explic que esos maltratos que sufri fueron tanto fsicos como psicolgicos, pero las dudas que tena estaban sobre todo por la fecha y lugar del nacimiento puesto que estaba inscripto como nacido el 7/7/77 en Campo de Mayo Respecto de los maltratos fsicos describi un episodio que recordaba de chico en el cual Gallo le rompi la nariz a Colombo y era un charco de sangre, que l se tuvo que colgar del cuello de Gallo y que ah ste lo apunt con un arma. En cuanto al maltrato psicolgico explic que de nio no iba al cine como los otros chicos sino que todo el tiempo escuchaba las historias de Gallo, los ponan en fila y cantaban la marcha de San Lorenzo e iban a ver a los paracaidistas a Campo de Mayo, exclamando me llevaba a jugar al campito!... donde estuvo en cautiverio su madre. Dijo que incluso padeca diabetes desde los 14 aos de edad y que su origen era nervioso. Pero la mitad de su vida recordaba a Gallo preso.
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Francisco Madariaga Quintela cont que mientras convivan todos ellos los actos de violencia se repetan todo el tiempo, que Colombo no poda enfrentarse a Gallo, a quien calific como un monstruo, y que aqulla no comparta para nada esos maltratos, que incluso siempre era lo mismo, Gallo vena y quera descargarse con l, con el perro, etc., pero Colombo vena y se pona adelante y ligaba tambin. Ella tena miedo a que lo mate, y que cuando se separaron qued al cuidado de Colombo y no de Gallo, y finalmente, al ser preguntado sobre el poder de decisin que tena Colombo, contest que las decisiones las tena l, refirindose a Gallo. Asimismo manifest que a raz del ltimo episodio que tuvo con Gallo pudo empezar a conocer su verdadera identidad. As relat en la audiencia que Gallo le haba conseguido trabajo de custodio de camiones en la
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zona de Polvorines, pero a los tres das Gallo lo traslad a una de las zonas ms peligrosas, la sucursal de San Martn. Explic que quera dejar ese trabajo y que se le pagara lo que le deban, pero que Gallo no lo dejaba. Ya en dicha sucursal y durante un servicio sus propios compaeros comentaban que no podan creer que lo trasladaran all y que fuera con ellos puesto que no se encontraba preparado y que incluso les haban dado armas. En aqulla ocasin, aproximadamente en enero de 2010, se alej del mercado que tena que custodiar y frente suyo pasaron unas personas tatuadas que se dirigieron directamente a atacar a uno de los otros custodios, manifestando que a l no lo atacaron por no tener el perfil de custodio. Relat que esas personas le abrieron la cabeza y l vi todo, que al final le sorprendi que no se llevaran el camin y que tampoco robaron el mercado, manifestando que en ese momento corri peligro su vida puesto que haban pasado enfrente suyo. Record que en ese entonces lo llam a Gallo quien le dijo que se encontraba a unas 15 cuadras de all y que se quedara tranquilo, pero que Gallo nunca vino. Sin embargo, record que pese a haber presenciado este episodio y que un compaero suyo tena sangre no le dejaron realizar la denuncia
correspondiente. Con respecto al arma que Gallo le haba entregado reflexion que aqul se la haba dado para hacer desaparecer a alguien en democracia, puesto que manifest con sus palabras yo siempre fui el hijo del enemigo
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A partir de ese episodio se enfrent con el jefe del mercado que estuvo custodiando, quien no le haba dejado realizar la correspondiente denuncia, y regres a la casa a hablar con Colombo, le cont lo sucedido y sta le dijo que no siguiera ms all. Pero a la semana que renunci de la sucursal de San Martn volvi a discutir con Gallo porque quera el dinero que le deba por su trabajo, a lo que Gallo le respondi que mientras estuviese con Colombo el dinero no se lo iba a dar. Luego de esa discusin interrog a Colombo acerca de si l era hijo suyo una y otra vez hasta que ella respondi que no con la cabeza. As fue que le pidi que le contara su historia a lo que sta le explic que Gallo le haba dicho que en Campo de Mayo haba un nio abandonado, pero que ella no saba si Francisco haba sido un hijo de Gallo con otra mujer. Fue as que, al da siguiente se presentaron ambos en Abuelas de Plaza de Mayo, donde llegaron a primera hora de la maana y fueron recibidos por Marcos Taricco a quien Colombo le cont la historia y entreg la partida de nacimiento con el objeto de que se corroborara su autenticidad. Expuso Francisco que al da siguiente Colombo lo acompa a realizarse la extraccin de sangre, luego de lo cual y tras realizarse la comparacin gentica, Marcos Taricco le inform que su padre estaba vivo, que era el jefe de aqul, ya que trabajaba en Abuelas, tras lo cual quiso ir a conocerlo.
Expres que el da que conoci a Abel buscaba algn parecido, ese que no encontr en su otra familia y le pidi una foto de su madre. Ya tiempo despus, cuando realiz los trmites de su documento eligi el nombre de pila de Francisco porque se haba sido el nombre que le haban querido poner sus padres y que la fecha en la cual actualmente figuraba como su nacimiento, 5 de julio de 1977 corresponda a una fecha aproximada calculada entre el da posible de su nacimiento y el da en que lleg a la casa del matrimonio compuesto por Gallo y Colombo an con el cordn umbilical. A su turno, Ins Susana Colombo al prestar declaracin indagatoria durante el desarrollo del debate, comenz relatando cmo le haba confesado la verdad a Francisco, as destac que en ese momento ste atravesaba una situacin de stress laboral mientras trabajaba como empleado de su ex marido Vctor Alejandro Gallo en una empresa de seguridad y aqul
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lo cambiaba constantemente de lugar de trabajo. Que Francisco iba a su casa quejndose del trato que Gallo le dispensaba y un da Francisco acudi a su casa desesperado y llam a este hombre sic-(en referencia a Vctor Alejandro Gallo) para explicarle que su vida estaba en riesgo debido a esos cambios. Al finalizar la charla telefnica, el muchacho golpe la mesa y le dijo a ella yo no puedo ser de esta familia, decime la verdad y ella le respondi que no era su hijo, remarcando que sta haba sido la primera vez que el chico le pregunt esto y que no vea la hora de que eso ocurriera para que la situacin cambiara. Instantes despus, el joven le pregunt qu hacer, a lo cual Colombo le prometi que lo ayudara y que siempre le dira la verdad y adems Francisco Madariaga le pregunt si saba quines eran sus verdaderos
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padres y ella respondi que no saba y que haba varias posibilidades: que hubiera sido abandonado en un hospital, que fuera hijo del propio Gallo argumentando que ste era mujeriego- o que fuera hijo de desaparecidos. As fue que juntos buscaron datos por Internet y llamaron a distintos lugares para pedir ayuda, recordando que ella tena un nmero telefnico (0800) que perteneca a una entidad de derechos humanos y pese a que dejaron varios mensajes con sus datos de contacto, ningn llamado tuvo respuesta. Luego llamaron al grupo de psiclogas de Abuelas de Plaza de Mayo avisando que tenan algo importante qu decir. As fue que la dicente volvi a llamar a Abuelas de Plaza de Mayo y dijo que tena dudas sobre la identidad de su hijo y que ambos estaban en riesgo. Les dieron una cita a la cual concurrieron juntos y durante el viaje ella alent a Francisco dicindole que todo iba a salir bien. Explic que una vez en el lugar los atendi un psiclogo a quien le narraron la situacin y le propusieron a Francisco que efecte un examen de ADN, a lo que ste accedi inmediatamente. Sobre la aparicin del beb en su casa, Colombo dijo que Francisco haba entrado en su vida por unos comentarios al pasar ello, aclar, segn el decir de Gallo-, ya que nunca haban tenido dilogo y ste nicamente le coment que haba un chico abandonado en el Hospital Militar (de Campo de Mayo) a lo que ella respondi pobre, no saben de dnde es, quin lo dej?.., dndole una respuesta negativa al respecto. Relat que al cabo de unos das,
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Gallo le volvi a decir lo mismo y ella le pregunt cmo estaba el beb, respondiendo aqul que lo estaban atendiendo las enfermeras del lugar limitndose a explicarle que lo haban dejado abandonado, y una noche, aproximadamente una semana y media despus, Gallo baj de un auto oscuro que se haba estacionado sobre el cordn de la vereda de enfrente a la casa donde vivan, con un beb en sus brazos, el cual se lo dej a ella y se retir. Ella qued sola con el nio en brazos y lo atendi. Relat que cuando su marido volvi a la casa, ella le dijo que lo tendran un tiempo, pero que deba averiguar de quin era ese beb, quin lo haba abandonado y si no que deban adoptarlo, recibiendo silencio como nica respuesta. Acerca del estado en el cual lleg el beb a la casa, Colombo dijo que Francisco tena una mantita, ropita, tena la piel arrugadita de un recin nacido y tena su cordn umbilical, lo cual no le cerraba, aunque desconoca la fecha de nacimiento y cuando le consult a su marido qu hacer porque la situacin le pareca irregular, ste le respondi con violencia, a los gritos. Expuso que haba sido Gallo quien lo anot en el Registro Civil y eligi el nombre de la criatura, recalcando que jams ella haba tenido en su poder la partida de nacimiento de Francisco ni la de ninguno de sus hijos, as como tampoco eligi sus nombres.
Con respecto al Hospital Militar de Campo de Mayo declar que era el que les corresponda por zona por la obra social, precisando que el da que Gallo lleg con el beb no tena uniforme, y que cuando su ex marido le habl del nio abandonado en el Hospital Militar, entendi que se trataba del Hospital de Campo de Mayo. En cuanto al padrino de Francisco manifest no recordar su nombre, aunque refiri que aqul tena un grado superior a Gallo en el Ejrcito, que tena un nombre compuesto y que viva en el mismo barrio militar, General San Martn, al que fueron trasladados luego de la llegada del nio. Finalmente, y en cuanto a por qu no le haba confesado a Francisco la verdad antes de ese da expres que se deba a que Francisco nunca le haba preguntado al respecto, y adems porque tena miedo de que Gallo pudiera matarla a ella y/o a Francisco. Por ltimo dijo que respetaba que
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Francisco en la actualidad no quisiera verla, aunque desconoca el motivo de tal actitud. Por otra parte, en la audiencia del da 12 de marzo de 2012 Vctor Alejandro Gallo prest declaracin indagatoria. Comenz expresando que, si bien desde el inicio del proceso haba asumido su responsabilidad en los hechos que se le imputaron, deseaba brindar algunas explicaciones sobre su personalidad y las caractersticas de su matrimonio con la Ins Colombo. Asimismo, aclar que no deslindaba responsabilidades sobre nadie y que asumi la forma en que Francisco haba llegado a su vida, a la par que advirti que no tena que hacerse cargo de la responsabilidad de otros y que rechazaba las acusaciones que pretendan presentarlo como un sujeto violento en el mbito familiar.
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En cuanto a la llegada de Francisco a la familia, Gallo sostuvo que no oblig a Colombo a criar al nio y que el beb haba llegado a sus vidas cuando ambos ya tenan una hija y tenan 25 y 26 aos respectivamente, con la indicacin de que era hurfano y no tena familiares identificados, y que sin evaluar las consecuencias, l haba decidido que ese beb integrara la familia y lo criaron igual que a sus otros hijos biolgicos, dndole amor, con sus defectos y virtudes y que haba cometido errores pero siempre en la creencia de que haca lo mejor para Francisco. Sintetiz finalmente que, pese a ser muy jvenes, junto con su ex mujer haban asumido la responsabilidad de criar a otro hijo y que esa responsabilidad era la que actualmente estaba siendo sometida a la decisin del Tribunal, concluyendo que para l, la historia haba concludo el 19 de febrero de 2010 mientras Francisco trabajaba para l y se enter de que tena un padre y una familia biolgica y a l lo detuvieron por esta causa. Abel Pedro Madariaga, padre de Francisco, describi al momento de declarar en este debate, cmo fue el momento del secuestro de Silvia Quintela. sta haba recibido un llamado telefnico de una tal Yoli del hospital de San Fernando, con quien coordin una cita para el da lunes 17 de enero de 1977 y l se ofreci a llevarla pidindole que slo se quedara unos 10 minutos nada ms. Record que la reunin sera al costado de la estacin Florida de tren, en Vicente Lpez y que cuando la dej, observ que ella iba
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caminando, mientras l se apartaba con la camioneta y vi que dos automviles Falcon se acercaron. En uno de ellos introdujeron a una mujer de baja estatura y pelo amarillento, que result ser Silvia, quien en ese entonces se haba teido el cabello de amarillo por seguridad, y luego el automvil parti a mucha velocidad ah vi la desaparicin de Silvia Adems, relat que tambin la familia de Silvia Quintela haba sido vctima de la persecucin y que de hecho un da secuestraron a la madre y al hermano de aqulla por el trmino de 24 horas, y que incluso en la casa del padre del testigo hubo un auto de civil durante una semana. Aadi que, luego del secuestro de su pareja, se puso en contacto con aqul y con ayuda de un sacerdote iniciaron distintos trmites legales, habeas corpus, etc. con el fin de dar con el paradero de la nombrada, todos los cuales arrojaron resultado negativo. Abel Madariaga tambin se refiri al hecho de que Silvia, al momento del secuestro, se encontraba embarazada de aproximadamente cuatro meses, lo que el testigo obviamente conoca ya que adems de ser su pareja, aqul manifest que viva con ella en la localidad de Martnez, provincia de Buenos Aires (cfr. testimonio prestado el da 21 de junio de 2011). Por lo dems, Abel Madariaga relat que a Silvia dentro de la organizacin, se la conoca tambin como Mara, y que l militaba en el rea de prensa y propaganda de la columna norte de Montoneros. Tambin testific lo referente a la aparicin de su hijo. Explic que tena una propiedad en Chascoms y que un da se present all Estela de Carlotto contndole que haban encontrado a su hijo, y que l no lo poda creer, y que ese mismo da se present en el Juzgado Federal N 1 de San Isidro donde lo esperaban su abogado por la querella y un psiclogo dentro de una de las oficinas, all se sent y esper a Francisco, explicando que se haba sido el nombre que haban pensado con Silvia en ponerle a su hijo. Describi que cuando se abri la puerta vio el parecido fsico que tena el joven con aqul, que se dieron un abrazo y que empezaron a hablar. Destac que el anlisis gentico lo nico que hizo fue reforzar esto, porque Francisco tena hasta el mal carcter de los Madariaga, segn expres el testigo.
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Declar que el da que lo notificaron del anlisis sinti una emocin muy grande y que actualmente se encontraba construyendo su vida junto a Francisco. Pero Abel Madariaga tambin expuso que su hijo haba sufrido maltrato dentro de esa familia, que en una oportunidad le haba contado que Gallo le gatill una pistola 9 milmetros en la cabeza, aunque saba que Francisco estaba muy dolido con ambos, Gallo y Colombo, y que supo tambin, pero esto ya no por su hijo sino por uno de los abogados, que Francisco haba concurrido a Abuelas acompaado por uno de sus apropiadores. Tambin, Daniel Quintela testific en este debate que su hermana fue secuestrada en enero de 1977, pero que para ellos todo lo referente a su secuestro comenz desde julio de 1976, porque ya para esa fecha la estaban
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buscando. Puntualiz que para ese entonces vivan en Acasusso junto a su madre y que aproximadamente entre la 1:00 y las 2:00 horas de la maana, un grupo armado que estaba de fajina irrumpi en su vivienda buscando a Silvia, recordando que estaban con la cara tapada, y eran unas seis o siete personas. stos les preguntaron reiteradamente donde estaba su hermana, quien ya no viva ms con ellos, y cmo podan ubicarla, pero eso era algo que tanto l como su madre desconocan. Expuso que les robaron cosas, les vendaron los ojos, les ataron las manos y luego los subieron a autos por separado, trasladndolos aproximadamente unos 30 o 40 minutos de viaje. Quintela relat que finalmente fueron liberados al da siguiente, luego de 24 horas de secuestro, no recordando exactamente si ello ocurri en la Ruta N 2 o en la Panamericana, explicando que durante esas horas los interrogaron y amenazaron de muerte o de sufrir torturas, no supiendo donde estuvieron. Relat que aqulla no haba sido la nica vez, sino que tres meses ms tarde, ya para octubre de 1976 regresaron buscando a Silvia, nuevamente con violencia, pero que en aqulla ocasin no se los llevaron sino que solamente los maniataron. Asimismo, expres que la ltima vez que pudo ver a su hermana fue para julio de 1976, aunque crea que su madre haba podido tomar contacto con ella a travs de sus amigos o por va telefnica, hasta que
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un da recibieron un llamado donde le manifestaron que a Silvia Quintela la haban secuestrado. Fue as que su madre comenz a realizar todo tipo de gestiones para ubicarla, entre ellas, con la Iglesia, el Ministerio del Interior, ante la Polica Federal, y tambin present habeas corpus, expresando que desde ese momento en que secuestraron a su hermana, ya para enero de 1977, su madre comenz a recibir amenazas requirindole que no realizaran diligencias para ubicarla, lo cual se repiti casi durante un ao. Finalmente expres que Silvia Quintela viva en pareja con Abel, y que supo que ella estaba embarazada a travs de su otra hermana, Norma Susana Quintela, quien tena guardadas las cartas que Silvia le haba escrito contndole ello: las primeras expresaban el deseo de ella de tener un hijo con Abel, y las posteriores que haba logrado quedar embarazada (cfr. declaracin prestada en el debate el da 22 de junio de 2011). Asimismo, las circunstancias de tiempo, modo y lugar se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate: Legajo CONADEP nros. 3499 correspondiente a Silvia Mnica Quintela Dallasta y las copias certificadas del Caso N 143 Quintela Dallasta, Silvia Mnica Quintela, Daniel Ernesto de la causa N 2043/2031 (ex 4012), del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de San Martn (cfr. puntos 152 y 151, respectivamente, de la incorporacin por lectura).
En cuanto a la presentacin de Francisco Madariaga e Ins Colombo en la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, los das 22 y 29 de noviembre de 2011, declar en el marco de este juicio Marcos Andrs Taricco, quien comenz relatando que conoca a integrantes de la Asociacin Abuelas Plaza de Mayo porque l trabaja all. Record que un da se haba presentado un joven que en su documento se llamaba Alejandro Ramiro Gallo, el cual haba llevado su certificado de nacimiento en el cual apareca como nacido el 7 /7/77 en Campo de Mayo, y como hijo legtimo de Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, quien se hallaba acompaado por la Sra. Colombo.
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Explic que hubo cuatro momentos de la entrevista, siendo uno de ellos el relativo al origen de Francisco y el modo en que ste lleg a la casa del matrimonio Colombo Gallo y de dnde provena, a lo que Colombo contest que su marido le haba dicho que en el Hospital Militar de Campo de Mayo haba un nio abandonado, lo que le pareci un hecho conmovedor, y por eso le pidi a Gallo que llevara a ese nio a su casa. Destac, que tal circunstancia le pareci importante, dado que en la entrevista se evaluaba cmo se podan tomar los dichos de la persona, manifestando que tal extremo fue el que le permiti confiar en los dichos de Colombo, pues asenta que ella haba consentido la apropiacin del nio y que no se trataba de un menor que fue encontrado en la va pblica, sino en un hospital. Remarc que el hecho de que Colombo hubiera manifestado que decidi apropiarse del nio le dio la pauta
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que poda confiar en lo que dijera. Relat que la fecha 7/7/77 no resultaba confiable as como tampoco el lugar que figuraba como de su nacimiento. Expuso que la segunda temtica de la entrevista se trat del eje familiar, en el que intervinieron ambos entrevistados, siendo Colombo quien le contara que Gallo era un Oficial del Ejrcito Argentino que haba tenido destino en Campo de Mayo por aqulla poca. Rese que Colombo colabor, al abordarse dicha temtica, tratando de tranquilizar a Francisco, que l all iba a encontrar a su familia, una afirmacin que al declarante le result muy fuerte, motivo por el que la recordaba con mucha claridad. Sostuvo que ambos entrevistados le contaron respecto a su relacin con Gallo, narrndole escenas familiares con un vnculo violento de Gallo hacia Colombo y Francisco, escenas de golpes, momentos en que Gallo luego de atacar a Colombo, sac un arma y se la puso en la cabeza a Francisco. Afirm que una cuestin de la que tom nota en la entrevista fue que hubo una conversacin telefnica entre Colombo y Gallo en la que aqulla le dijo que Francisco estaba dudando, que pona de manifiesto sus dudas, lo que para l implic un dato a considerar, pues surgi como hiptesis que Gallo tena algn conocimiento de lo que estaba ocurriendo.
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Detall que Francisco tuvo que contar con un acompaante teraputico que le asign el programa de proteccin de testigos, dado que en una oportunidad crey ver el auto de Gallo vigilndolo, lo que le gener mucha angustia al joven. Finalmente, testific que el da 17 de febrero de 2010 se obtuvo el resultado del estudio de ADN, el que Taricco tuvo que comunicarle a Francisco, lo que no resulta ser algo habitual en su labor, dado que generalmente lo realizaba la CONADI o Estela de Carlotto, pero en atencin a cmo se fueron desarrollando los hechos, el seguimiento del caso y la circunstancia de que deba ver a Francisco ese da, se decidi actuar de tal modo. Silvia Quintela Dallasta, al igual que la pareja de Tato y Casariego, fue conducida por las fuerzas represivas hasta al centro clandestino de detencin denominado El Campito donde permaneci detenida en forma ilegal hasta, aproximadamente, una semana despus del nacimiento de su hijo, siendo trasladada luego de ello con destino incierto. Esta circunstancia se encuentra acreditada por los testimonios brindados por los sobrevivientes contemporneos a su cautiverio. En este caso, como anteriormente se ha hecho referencia, Beatriz Castiglione expuso que mientras estuvo detenida en ese centro clandestino tambin pudo ver a Silvia, manifestando que estaba embarazada como ella, de ms o menos siete meses y medio, y que haba sido Silvia, a quien conoca tambin como Mara, la que atendi al herido Scarpatti. Con referencia al estado de gravidez de Silvia Quintela Dallasta, cabe recordar las palabras expresadas por la testigo durante el debate, pues Castiglione exclam que tanto ella, como Norma y Silvia, que se encontraban embarazadas, estaban las tres muy panzonas. Asimismo explic que las chicas, Norma, Silvia, y ella estuvieron destabicadas circunstancia que les permiti ver algunas cosas. Relat Castiglione que en una oportunidad en que un mdico la observaba ste le haba preguntado por la fecha aproximada de su parto, a lo que aqulla contest que para el 25 de mayo, y ese doctor le dijo piba and, lo cual le caus sorpresa ya que expuso que siempre la trataban mal, y que por ello le cont este episodio a Mara, lo que haba tomado como un
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signo de esperanza, siendo que cuando la liberan, en mayo de 1977, Silvia Quintela an segua detenida y continuaba con su embarazo. Finalmente, destac que recin a partir de la CONADEP se enter que no hubo sobrevivientes de Campo de Mayo, que estos chicos no fueron entregados a sus familiares porque cuando estuvo con la familia de Tina (Norma Tato) supo que no se lo haban dado y a Abel tampoco, quien era el padre del nio. Por su parte, Juan Carlos Scarpatti relat que durante su cautiverio en El Campito fue atendido por la mdica Silvia Mnica Quintela y una ginecloga de nombre Eiroa, y que despus estuvo en el pabelln 1, destacando que la primera de las nombradas se encontraba embarazada al igual que Norma Tato y Beatriz Rechia de Garca, y que ello lo supo porque
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dorma en el mismo pabelln frente a ellas, y que a Silvia la reconoci porque ya la conoca de antes. Cabe recordar que el testigo explic que estas embarazadas en un principio dorman en el suelo, pero que posteriormente Jorge Carlos Casariego y l encontraron unos colchones abandonados y armaron dos camas, una de las cuales, como ya se trat, fue ocupada por Norma Tato, y la otra por Silvia Quintela Dallasta. Respecto del nacimiento del hijo de la nombrada, Scarpatti explic que en junio se produjo un cambio, y que haba escuchado una discusin entre dos personas que decan que los partos haba que planificarlos en adelante, y que de esta nueva modalidad Riveros ya tena conocimiento, tal como se ha tratado en la parte general, circunstancia que tuvo incidencia en el caso del nacimiento del hijo de Silvia Quintela, puesto que el testigo relat que a partir de all los partos comenzaron a realizarse por cesrea programada en el Hospital Militar de Campo de Mayo y que cuando esta metodologa cambi, Eiroa dej de participar en los mismos, lo que resultaba conteste con las manifestaciones vertidas por los distintos profesionales de la salud que declararon en el marco de este debate, a las que se hizo oportuna alusin en la parte general al tratar este centro clandestino. Scarpatti testific que fue de esta manera que Silvia di a luz a su hijo, ya que afirm que tuvo a su beb por
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cesrea en el nosocomio de mencin, que a Quintela se la llevaron embarazada y que al otro da la reingresaron a El Campito sin su hijo. Finalmente, explic que esta mujer le cont que haba dado a luz a un varn y que lo haba podido tener un rato consigo, precisando que este nacimiento ocurri a finales de julio o principios de agosto del ao 1977. Asimismo, Abel Madariaga, tambin relat que supo que Silvia Quintela estuvo detenida ilegalmente en el centro clandestino de detencin de Campo de Mayo y que haba dado a luz a su hijo, ya que explic que luego de su regreso al pas pudo tomar conocimiento de esos hechos a raz de las declaraciones brindadas por los sobrevivientes, en especial la de Juan Carlos Sacarpatti a quien l y Silvia Quintela conocan de la militancia. Destac que supo que a ella la mantuvieron viva hasta que dio a luz, que fue por cesrea y que haba sido un varn. Que a su vez, por otra detenida que comparti el cautiverio con Silvia Quintela, a quien la haban liberado a principios de mayo, supo que efectivamente se trataba de ella cuando la sobreviviente la describi. En relacin a la bsqueda del nio por parte de las familias Quintela y Madariaga, han sido relatadas por Daniel Quintela y Abel Madariaga las gestiones realizadas, habiendo presentado habeas corpus y efectuado presentaciones ante la Iglesia, el Ministerio del Interior, la Polica Federal, as como tambin distintas denuncias en Ro de Janeiro, Brasil, y ante la Comisin de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Amnista Internacional y la CONADEP, todo lo cual arroj resultado negativo. De hecho, Madariaga explic que en dos oportunidades dej muestras hemticas en el Banco Nacional de Datos Genticos con la esperanza de que algn da su hijo apareciera lo cual ocurri recin a principios de 2010. Asimismo, tambin se prob en este juicio que el militar Vctor Alejandro Gallo fue quien inscribi al nio como hijo propio y de su mujer, con otro nombre e identidad. En efecto, fue Gallo quien hizo insertar datos falsos en el certificado mdico de nacimiento donde fue asentado que el nio naci a las 22:00 horas del da 7 de julio de 1977 en el Hospital Militar de Campo de Mayo, que el nacimiento se produjo por cesrea, que el nio era de sexo masculino, que tuvo nueve meses de gestacin, que pes unos 3 kilos, 200
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gramos, y cuya existencia constaba por haber asistido el parto la mdica que lo firmaba, apareciendo como tal, segn el sello aclaratorio puesto al pie de la firma, la obsttrica de aqul nosocomio, Luisa A. de Sala Garca. En dicho certificado, de fecha 2 de agosto de 1977, se registr el supuesto nacimiento de ese menor, y Gallo insert sus datos personales y los de su mujer, Ins Susana Colombo, como padres biolgicos del beb, suscribiendo el respectivo formulario. Asimismo Gallo hizo insertar datos falsos en el acta de nacimiento que fuera inscripta bajo el nmero 331 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas Delegacin Bella Vista; siendo dicho documento pblico el que posteriormente le permitiera obtener el D.N.I. nro. 26.132.698 expedido por el Registro Nacional de las Personas a nombre de Alejandro
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Ramiro Gallo que tambin result falso en su contenido, lo que pudo lograr no slo por pertenecer a las Fuerzas Armadas y debido al destino que cumpla a la fecha de los hechos, sino tambin por las irregularidades que se estaban cometiendo en el Hospital Militar de Campo de Mayo con relacin a los nacimientos de detenidas en forma ilegal, lugar donde se mont una maternidad clandestina cuyo objetivo era la sustraccin de nios, hijos de aqullos que estaban secuestrados e iban a desaparecer. Ahora bien, esa cesrea se registr en el libro de Registro de Nacimientos del Servicio de Obstetricia de ese nosocomio como ocurrida el da 7 de julio de 1977 y la parturienta fue Ins Susana Colombo. Esto ocurri en forma irregular puesto que, cabe observar que fue inserta en el ltimo rengln de los folios 130 y 131 de ese libro en forma no cronolgica tal como hubiera correspondido. Asimismo, que en la parte de observaciones se consign por falta de progresin y no se registr el nmero de historia clnica, a lo que al serle exhibido y preguntado al respecto a la obsttrica Nlida Valaris, no slo por su especialidad como profesional de la salud, sino tambin como personal integrante del Hospital Militar de Campo de Mayo, respondi que pudo haber pasado que no se anotara el nmero de la historia clnica por no haberla tenido quien inscriba, pero que ello le resultaba raro, y en relacin a la inscripcin que figuraba agregada del 7 de julio de 1977 de Susana Ins Colombo, expuso
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que se haba anotado luego pero que no saba por qu ya que ello no era lo habitual. Resta mencionar que, sin perjuicio de la participacin que eventualmente podr serle atribuida a Luisa Arroche de Sala Garca en la confeccin del instrumento pblico mencionado, lo relevante es que ms all de que aqulla no pudo ser imputada en el marco del presente debate se encuentra acreditado que la nombrada result ser una obsttrica que cumpla funciones a la fecha de estos hechos dentro del Hospital Militar de Campo de Mayo. Por todo ello, a partir de la prueba colectada en el marco de este debate tenemos acreditado tambin que el matrimonio compuesto por Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo retuvo y ocult al menor nacido como fruto de la unin de Silvia Mnica Quintela Dallasta y Abel Pedro Madariaga, por lo menos, a partir del nacimiento del nio, lo que se presume a principios del mes de julio de 1977 y hasta el 18 de febrero de 2010 suprimiendo la identidad de ese menor, mantenindole por ms de 32 aos separado de su padre y de su familia, y negndole su verdadera identidad. Finalmente, resulta importante destacar que tanto Gallo como Colombo reconocieron los hechos que le fueron imputados en el marco de este juicio a la vez que admitieron su participacin en aqullos, aspecto ste que ser tratado con mayor amplitud al ser analizadas sus respectivas responsabilidades penales.
F. HECHOS COMETIDOS EN EL CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIN EL VESUBIO: Ha quedado debidamente acreditado con el grado de certeza que este estadio requiere que, desde aproximadamente el mes de abril de 1976 hasta septiembre de 1977, funcion un centro clandestino de detencin de personas ubicado en el Partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires, en el cruce de la autopista Ricchieri y Camino de Cintura, cuyo predio lindaba con el destacamento de Caballera de La Matanza, se hallaba muy cercano a otro centro clandestino de detencin conocido como El Banco. All funcion el
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predio al que denominaron El Vesubio, tambin conocido como La Ponderosa. La existencia del mismo se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, pero adems de ella, por el informe Nunca Ms incorporado por lectura (cfr. punto 184), las declaraciones prestadas por las testigos Susana Reyes, Elena Alfaro y Ana Mara Di Salvo, y ms recientemente por la sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 4 de esta ciudad, el 14 de julio de 2011, en la causa N 1487 de su registro, caratulada Zeolitti, Roberto Carlos y otros s/ inf. Art. 144 bis, inc. 1 y ltimo prrafo de la Ley 14.616 en funcin del art. 142 inc. 1 de la Ley 14.616 y art. 80, inc. 2 del Cdigo Penal de la Nacin.
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Ahora bien, El Vesubio funcion dentro de la denominada Zona de Defensa I, Subzona 11, rea 114, la cual se encontraba bajo la jurisdiccin del Primer Cuerpo del Ejrcito, comandada, a la fecha de los hechos materia de este debate, por GUILLERMO SUREZ MASON. Cabe destacar que bajo su dependencia se encontraba la Brigada de Infantera Mecanizada por entonces a cargo de ADOLFO SIGWALD y JUAN BAUTISTA SASIAI, y en la cual HCTOR HUMBERTO GAMEN se desempe como Segundo Comandante, mientras que HUGO ILDEBRANDO PASCARELLI fue Jefe del Grupo de Artillera Mecanizada I. Respecto al mbito territorial, y tal como se ha tratado en el acpite anterior, se prob a travs de la mencionada causa N 13/84, que el Territorio Nacional haba sido dividido en Zonas, Subzonas y reas de defensa, ello con el objeto de combatir la subversin. Dentro de este centro de detencin ilegal de personas, quienes se encontraban en situacin de cautiverio fueron custodiados principalmente por personal integrante del Servicio Penitenciario Federal, aunque tambin oficiaron como interrogadores personal dependiente del Ejrcito u otras fuerzas, aunque de menor jerarqua, todos los cuales se encontraban subordinados al Jefe de ese lugar. Respecto a la descripcin del lugar resulta sumamente ilustrativa la declaracin testimonial brindada por Mara Susana Reyes durante el debate
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quien explic que reconoci el predio donde estuvo cautiva como El Vesubio reseando que la comida que le daban all llegaba dentro de ollas grandes del Ejrcito, que provenan del Regimiento de La Tablada, y especific que el da que aqulla debi cocinar en la Jefatura pudo ver que la soda deca La Tablada, con lo que a travs de ello logr deducir que se encontraban en un lugar cerca de all. Asimismo, expuso que este centro clandestino estaba conformado por tres casas, siendo que en una estaba ubicada la Jefatura y era donde vivan los milicos, puntualizando que recordaba una mesa larga en donde la mitad de aqulla estaba ocupada con armas, mientras que en la otra mitad deban poner el mantel y servir la comida, pero tambin aadi que se deca que all haba un stano con un bao y una cocina. Respecto al lugar donde la gente permaneca detenida relat que estaban en lo que llamaron cuchas, aclarando que stas se trataban de tabiques de madera ubicados uno al lado del otro en los que entre cada uno de ellos se ubicaba a un solo prisionero quien contaba con una frazada. Describi que el piso era de parqut y que El Vesubio era una casa con ventanas tabicadas donde haba un lugar central, la cocina, un bao sin puerta y una habitacin que comunicaba con otra. Reyes narr que estuvo en la primera de ellas en la cual haba cuatro cuchas enfrentadas con tres ms, mientras que en la segunda de las habitaciones recordaba que haba tres ms, y que todos los cautivos tenan una letra y un nmero. Explic que en otra ala se alojaban los varones, ubicados entre tabiques que ya no eran de aglomerado sino de material, y que crea que ellos eran puestos de a dos, lo que confirm en una ocasin cuando tuvo que ir a limpiar la llamada Pieza Q que se encontraba al final de la habitacin de varones y que se trataba de un lugar especial con cuchas y una ducha. Declar que tambin haba otro lugar al que le decan La Enfermera, siendo que sta en realidad se trataba de una sala de torturas con paredes de telgopor con una inscripcin que deca si lo sabe cante. Finalmente expuso que cuando regres a este centro clandestino a fin de reconocerlo, se encontr con que estaba derrumbado, aunque pudo reconocer los pisos del mismo, exclamando que aqullos eran lo nico que los
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cautivos podan ver (cfr. declaracin prestada en el debate el 6 de septiembre de 2011). Tal como Reyes, otros testigos que tambin estuvieron
secuestrados en ese centro clandestino pudieron reconocerlo, entre ellos Ana Mara Di Salvo y Elena Alfaro, cuyas declaraciones fueron incorporadas. As, Ana Mara Di Salvo declar a fs. 8056/8059 de la causa N 1351, incorporada por lectura, que durante su cautiverio les colocaron una esposa en la mueca que enganchaban con una especie de gancho a la pared a la altura de los zcalos, pero que tambin fueron engrilladas en sus tobillos, lo cual ocurra durante la noche, y que dentro de ese lugar fueron visitados un da por el General Sasiai vestido de civil, a quien reconoci por haberlo visto en fotografas en los diarios.
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Por su parte, Elena Alfaro en sus testimonios incorporados por lectura al debate (cfr. declaraciones de la testigo de los 08 y 09 de febrero de 2011 prestadas ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 4 en el marco del debate de la causa nro. 1487 Vesubio; declaracin de fs. 25.497/8 de la causa nro. 14.216/03 conocida como I Cuerpo del Ejrcito; y sus declaraciones obrantes en el legajo nro. 58 de la causa 450, como as tambin el registro audiovisual de su declaracin en el debate de la causa nro. 1487) relat que dentro de El Vesubio existi documentacin relativa a las personas que all permanecieron cautivas, y que de hecho ella misma tuvo que confeccionar una lista que contena el nombre personal, el nombre de guerra y la organizacin poltica o militar a la que pertenecan. En esas listas, figuraba tambin el nombre que le ponan al arribo al centro el cual se encontraba compuesto por una letra y un nmero; las letras segn la organizacin poltica a la que pertenecan, por ejemplo M- E- V- P- significaba Montoneros, varios o simples perejiles como se denominaba a quienes no pertenecan a grupos armados, entre otros. Estas sobrevivientes que estuvieron all, lo mismo que otros cautivos fueron sistemticamente sometidos a torturas y a condiciones inhumanas de vida, soportando todo tipo de humillaciones y maltratos, desde fsicos hasta psquicos.
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Mara Susana Reyes describi que al llegar a este centro clandestino la tabicaron con una venda, le fue asignado un nmero y se le indic que se olvidara de su nombre. Tambin le colocaron una capucha negra y ah recin fue llevada a las cuchas, exponiendo que si bien en alguna oportunidad se poda como entrever por algn lugarcito, era tanto el miedo que tenan, que hasta cerraban los ojos. La misma testigo tambin nos ilustr en cuanto al maltrato psicolgico que sufrieron, sobre todo a travs de una situacin padecida personalmente. Reyes declar que una persona a quien conoci como Chemes alias el polaco, que perteneca al Servicio Penitenciario, en una ocasin mientras le llev frutas para que comiera y se cuidara le expres que ello lo haca porque iba a ser para l, refirindose al nio que aqulla estaba por dar a luz en poco tiempo. Aadi que en otra oportunidad esta persona tambin le haba llevado un regalo para su beb. Asimismo, tanto Reyes como Alfaro expusieron que incluso los menores debieron soportar estas torturas dentro de El Vesubio, as ambas recordaron el caso del nio Pablo Miguez, con slo 14 aos de edad, que fue secuestrado y torturado frente a su madre, y que en la actualidad tanto l como su progenitora continan desaparecidos. Por su parte, Elena Alfaro describi las situaciones vejatorias por las que pasaron algunas mujeres dentro del centro clandestino, los actos de violencia sexual que ella misma tuvo que padecer, e incluso que ello tambin se produjo con mujeres que se encontraban embarazadas, sindicando como a uno de los responsables al Mayor Duran Saenz, destacando que aqul era una de las mximas autoridades de El Vesubio. Este hecho fue tambin ratificado durante la audiencia por Mara Susana Reyes quien enfatiz que Alfaro haba sido torturada, violada y que las embarazadas en general fueron sometidas a golpes y torturadas con picanas elctricas, dado que las torturas eran para todos A ello, deba sumarse que las mujeres que estaban embarazadas padecieron una incertidumbre inmensurable en torno a lo que ocurrira con el nacimiento y destino de sus hijos. En este sentido, Ana Mara Di Salvo declar que en una oportunidad cuando le confeccionaron ropita para el nio que
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esperaba dar a luz Mara Teresa Trotta (otra de las secuestradas), uno de los guardias apodado "Kolynos", le haba dicho que ya tena el regalo para su hijo siendo ste una capuchita del tamao para un beb y un grillo pequeo. Tal como relatan estas testigos, los motivos de tal desasosiego fueron confirmados por los acontecimientos posteriores que vivieron las parturientas, a quienes les practicaron sistemticamente cesreas para luego arrancarles el hijo recin nacido, muchas veces sin que la madre supiera siquiera de qu sexo era, o engandolas al hacerles creer que el nio o nia sera entregado a sus abuelos, cuando en realidad eran sujetos de apropiacin por terceras personas ajenas a todo vnculo familiar. As por ejemplo Ana Mara Di Salvo record el caso de Mara Teresa Trotta, de quien expuso que a mediados de abril o principios de mayo
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de 1977, fue sacada del lugar en horas de la maana a fin de tener a su beb, y que luego de ello nunca ms volvi, refiriendo que, a travs de los guardias, supieron que aqulla haba sido llevada a Campo de Mayo. Otro caso fue el de Rosa Taranto de Altamiranda a quien tambin conocan como Rosita, de quien supo fue llevada a parir a principios de septiembre de 1977. Dijo que cuando Rosa volvi al centro les coment que la haban cuidado unas monjas, pero que no supo si haba parido a un nio o a una nia porque no le mostraron al bebe, relatando que a ninguna de estas dos mujeres les fueron entregados sus nios. En estas circunstancias y bajo estas condiciones de detencin ilegal relatadas por estas testigos, se encuentra probado al menos que de las jvenes que permanecieron cautivas dentro de El Vesubio, Rosa Lujn Taranto, quien se encontraba embarazada, fue llevada a parir a la maternidad clandestina ubicada en el Hospital Militar de Campo de Mayo, lugar donde dio a luz a su hija Mara Beln Altamiranda Taranto.
a. Mara Beln Altamiranda Taranto: Mara Beln, hija de Rosa Lujn Taranto y Horacio Antonio Altamiranda naci aproximadamente a principios del mes de junio del ao 1977, dentro del Hospital Militar de Campo de Mayo. Su madre de 20 aos de edad se encontraba detenida ilegalmente en el centro clandestino de detencin
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conocido como El Vesubio y fue trasladada a ese nosocomio donde dio a luz a Mara Beln. La nia fue sustrada de la custodia de sus progenitores y no fue entregada a sus familiares biolgicos, siendo adoptada legalmente por el matrimonio compuesto por Alberto Oscar Pedro Gentile y Mara Nelly Artesano. Con posterioridad a ello el da 5 de julio de 2007, fue recepcionado por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad el examen pericial gentico del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand en cuanto a su origen biolgico, que obra glosado a fs. 110/119 de la causa N 10.518/07 (A-10.418) del registro del Juzgado aludido precedentemente, caratulada Gentile, Alberto y otra s/ sustraccin de menores de 10 aos. Ahora bien, la causa que permiti la identificacin de la hija de Rosa Lujn Taranto y Horacio Altamiranda, se inici en el ao 1982, habindose remitido por incompetencia al Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad, quedando finalmente all radicada bajo el N 10.518/07 (A-10.418). Debe tenerse en cuenta que tal expediente es un desprendimiento de la causa N 188/2000 (ex- A-140/82) del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, iniciada por denuncia de Mara Isabel Chorobik de Mariani por la sustraccin, ocultacin y retencin de menores nacidos durante el cautiverio de sus padres en la ltima dictadura militar. Uno de los casos de esa investigacin era precisamente el de la hija de Rosita Taranto y Horacio Altamiranda nacida en cautiverio y sustrada de los brazos de su madre. Entre las piezas procesales certificadas que encabezan esa investigacin, obran las copias del expediente de solicitud para trmite de adopcin del matrimonio compuesto por Alberto Oscar Gentile y Mara Nelly Artesano, las constancias del Equipo de Adopcin del Movimiento Familiar Cristiano y la presentacin de Mara Beln Estefana Gentile ante el Juzgado referido el da 2 de julio de 2007, ocasin en la que aport copias simples del acta y del certificado de nacimiento, y refiri conocer su condicin de hija adoptiva.
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A partir de dicho proceso se logr la extraccin de muestras hemticas de Mara Beln Estefana Gentile las cuales fueron comparadas a travs de la pericia gentica efectuada por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, con el grupo humano integrado por familiares del matrimonio desaparecido compuesto por Rosa Taranto y Horacio Altamiranda, de cuyas conclusiones se extrajo que los nombrados no podan ser excluidos del vnculo de maternidad y paternidad, respectivamente, respecto de la inscripta como Mara Beln Gentile, siendo que los nombrados, en clculos matemtico-estadsticos, tenan una probabilidad de paternidad de 99,9999999%, motivo por el cual aqullos resultaron ser los padres biolgicos de la nombrada (cfr. pericia de ADN obrante a fs. 110/119 de la causa N 10.518/07 (A-10.418), caratulada Gentile, Alberto y otra s/ sustraccin de
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menores de 10 aos incorporada por lectura en el punto 295). Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos y la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica de la institucin referida, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe agregar, que ya con anterioridad a la recepcin por parte del Juzgado de la pericia gentica (5 de julio de 2007), la joven mantuvo una entrevista con miembros de su familia biolgica dentro de ese rgano judicial la que se efectu el 2 de julio de 2007, puesto que el Banco Nacional de Datos Genticos haba adelantado el resultado de ese examen el 29 de junio de ese mismo ao, por lo que a partir de aqulla fecha se puso fin a la incertidumbre de Mara Beln Estefana Gentile respecto de su identidad (cfr. acta de fs. 109 del expediente referido). Asimismo, a fs. 283/315 de los autos referidos obran glosadas las copias certificadas del expediente de adopcin plena de la nombrada por parte del matrimonio compuesto por Alberto Oscar Pedro Gentile, quien falleci el 8 de agosto de 2006 (cfr. partida de fs. 233 de esas actuaciones) y Mara Nelly
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Artesano de Gentile (cfr. punto 10 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). El hecho se encuentra acreditado, adems por los dichos de Mara Beln, quien declar en este juicio el 6 de septiembre de 2011, pues la nombrada expuso que su madre biolgica haba sido secuestrada el da 13 de mayo de 1977 encontrndose embarazada de aqulla con una gestacin de aproximadamente siete meses y medio. Mara Beln, manifest haber nacido el da 7 de agosto del ao 1977 y ser hija biolgica de la pareja Altamiranda Taranto, siendo Gentile su apellido adoptivo. Aclar que fue adoptada legalmente por los Gentile y que conservaba dicho apellido por encontrarse en trmite su cambio de identificacin. Refiri que supo de su origen adoptivo desde que tuvo uso de razn, que tanto a ella como a su hermano de crianza, hijo tambin adoptivo del matrimonio Gentile, siempre les dijeron que de querer saber sobre su origen, podan llevarlos al lugar donde fueron entregados en adopcin, pero que recin al ser mayor de edad, concretamente al iniciar la facultad, quiso enterarse de su historia, dado que de nia no quiso sentirse diferente, siendo algo que guardaba en reserva dentro del ncleo familiar. Record que no haba escuchado la historia del Proceso en el secundario y que en su casa, no se habla del tema, ni de poltica, siendo recin en la universidad cuando comenz a tomar conocimiento de lo sucedido, recibiendo a travs de los medios de comunicacin informacin sobre las Abuelas de Plaza de Mayo y restituciones de nietos. Por ello, al decidir averiguar sobre su identidad, quiso comenzar en la Asociacin, dado que saba su fecha de nacimiento y que era adoptada, como as tambin que muchos nios fueron apropiados. Mencion que vivi en Capital Federal hasta el ao 1988, mudndose junto con su madre adoptiva y su hermano de crianza a la provincia de Crdoba. Relat que al decidir iniciar su bsqueda, habl en primer lugar con su hermano de crianza, quien le cont que haca poco se haba acercado a la Asociacin, lugar donde le dijeron que no haba posibilidad de que fuera hijo de desaparecidos en virtud del ao de su nacimiento, siendo que aqul haba nacido en 1973, pero no obstante aqul la estimul a concurrir
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all, recordando que su fecha de nacimiento s la haba hecho pensar que poda ser hija de desaparecidos. Seal que inicialmente no supo si contarle de su bsqueda a sus padres adoptivos, dado que tema herirlos, siendo su hermano de crianza quien hablara con ellos del tema, manifestndole su padre adoptivo su temor a que dejara de llamarlos como padres, no obstante lo cual le mostraron un documento relacionado a su adopcin donde constaba que haba sido un trmite legal, y le informaron que el lugar donde fueron a buscarla haba sido el Movimiento Familiar Cristiano. Indic que inici la bsqueda de su origen en el ao 2006. Relat que posteriormente suspendi la misma al ver mal a su padre adoptivo, reinicindola en agosto de ese ao, tras el fallecimiento de aqul. En relacin a su madre adoptiva, dijo que recibi apoyo de su parte.
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Aadi que respecto al Movimiento Familiar Cristiano sus padres adoptivos le contaron que al desear tener otro hijo, fueron all porque ese haba sido el lugar donde adoptaron a su hermano de crianza, enterndose luego, en la agrupacin Abuelas, del conocimiento que dicha Institucin tena en torno a la procedencia de los nios. Destac que fue su padre adoptivo quien le habl del lugar, y quien se encarg de los trmites relativos a su adopcin, no pudiendo hablar ms del tema con aqul dado su fallecimiento. Describi que sus padres adoptivos le dijeron que ingresaron en la lista de adoptantes del Movimiento, que haba un tiempo en que la madre biolgica poda reclamar al beb y llevrselo, y que fue adoptada recin nacida, siendo muy chiquitita, aunque no recordaba la fecha en la que fue adoptada. Agreg que el matrimonio Gentile era religioso, siendo ambos catlicos y que su padre adoptivo la llevaba a la iglesia de San Martn de Tours, donde comenz a gestarse el Movimiento Familiar Cristiano. Declar que, al acercarse a Abuelas, ver su partida de nacimiento y copia de su D.N.I. y que se estaba ante una adopcin legal, se comenz a realizar una investigacin, enterndose entonces de la ficha que se haba labrado en el Movimiento Familiar Cristiano, lugar al que fue llevada e ingresada como NN el da 12 de agosto de 1977, no figurando en la sentencia de su adopcin ningn dato filiatorio respecto a su madre biolgica.
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Expres que la extraccin de sangre a fin de realizarle el estudio gentico, fue realizada el 18 de mayo del ao 2007 en Abuelas, lugar a donde concurri un extraccionista del CONADI, siendo el da 29 de junio de 2007 en que recibi la llamada donde le dijeron que tenan informacin para darle y que deba concurrir a Buenos Aires, dirigindose entonces a la sede de la Asociacin Abuelas en Crdoba, lugar donde ya estaban informados del resultado positivo de su anlisis de ADN. Record que se le exhibieron fotos de sus padres y de su abuela, reseando que no esperaba lo ocurrido, que se vi reflejada en la foto de sus padres, y viaj a Capital Federal, donde se encontr con sus abuelos, tos y hermana en el Juzgado a cargo de la Dra. Servini de Cubra. Expuso que fue un encuentro muy emotivo, ocurrido cuando la dicente tena 29 aos, oportunidad en que se reconoci en su hermana Natalia, de 36 aos de edad y le fue exhibido un lbum de fotos de sus padres, hermanos y Cristian quien haba fallecido cinco o siete aos antes de que ella fuera hallada. Atestigu que le contaron cmo fueron sus padres y en torno a su bsqueda, que sta se haba iniciado desde el secuestro de aquellos, bsqueda que cada una de sus abuelas llev por su lado, siendo que la rama materna debi detenerse por las constantes amenazas recibidas. No obstante, su abuela paterna, Irma Rojas, continu buscndola unindose a la Asociacin Abuelas. Coment que su familia recorri crceles, regimientos, la Casa Cuna, con fotos de sus padres, obteniendo siempre respuestas negativas. Narr que tuvo contacto con Susana Reyes, quien comparti cautiverio con su madre y le cont como era sta en un momento tan difcil como el que atravesaba, que tena mucha fuerza y esperanza de recuperar su libertad. Explic que respecto a su nacimiento conoci dos versiones: que por relatos que dieron en Abuelas al tiempo de la denuncia, su mam, al momento del secuestro tena un embarazo de 7 meses y medio, habiendo sido secuestrada el da 13 de mayo de 1977, por lo que su fecha de nacimiento no resulta probable. La otra versin, contada por Reyes, deca que su madre estaba de menos meses de embarazo, creyendo que de cinco, dado que aqulla fue liberada en el mes de septiembre y semanas antes de esa liberacin, la
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madre de la dicente haba sido trasladada a tener familia, destacando que su madre fue la primera embarazada a quien trasladaron a fin de dar a luz, por lo que las restantes estuvieron expectantes para ver qu ocurra con ella. Depuso que crea haber nacido aproximadamente a los ocho meses de embarazo de su madre y no a trmino, por cesrea, no sabiendo si era real la informacin que obra en la ficha confeccionada en el Movimiento Familiar Cristiano, donde surga que naci el da 7 de agosto por parto natural. En relacin a la profesin de su padre adoptivo, depuso que ste trabaj en la empresa Standard Electric cuando ella era nia, lugar donde se jubil, pasando luego por varios trabajos, habiendo incluso tenido un negocio, y trabajado posiblemente junto a un escribano. Agreg que su padre adoptivo figur formalmente como Director de la empresa Perkins en Crdoba y que
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continu trabajando a fin de entregarle dinero a su madre adoptiva luego de la separacin. Detall que de nia supo que tuvo un buen pasar econmico, pero su padre adoptivo se endeud y debi vender su casa de Belgrano, momento en que su madre adoptiva recibi la mitad del dinero y se fue con ella y su hermano de crianza a vivir a Crdoba, pero dado que aqul sigui contrayendo deudas, debieron vender la casa de Crdoba tambin. Respecto a sus padres biolgicos dijo saber que ambos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), sabiendo por su abuela que su padre trabajaba en una empresa, de hielo, de la que no recordaba el nombre. En cuanto a su expediente de adopcin explic que figuraba que ella haba nacido por parto natural y que en la ficha que la Directora del Movimiento Familiar Cristiano confeccion cuando la trajeron a all, deca que se haba acercado al lugar, el da 12 de agosto de 1977, un hombre joven quien dijo conocer a la madre de la criatura, que por motivos personales y por seguridad del beb no poda hacerse cargo de ella, siendo que la nia haba nacido el 7 de agosto de ese mismo ao, creyendo que constaba que haba nacido a las 15 horas. Puntualiz que en dicha ficha constaba que se intent hacer cambiar la postura de dicho hombre, que no se logr y que ste se retir del lugar sin identificarse. Finalmente, en cuanto a la direccin de donde funcionaba el Movimiento Familiar Cristiano, dijo que se la anotaron en su
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momento pero que no la recordaba, pudiendo indicar que estaba en Capital Federal. Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de este delito y que tambin han quedado debidamente acreditados no slo en este proceso, sino tambin en la causa N 1487 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 4 de esta ciudad, consistieron en la detencin ilegal de las vctimas Rosa Taranto y su pareja Horacio Altamiranda el da 13 de mayo de 1977, en horas de la madrugada, en la vivienda ubicada en la calle 822, esquina 892 de la Localidad de San Francisco Solano, Provincia de Buenos Aires. El da sealado, un grupo de personas fuertemente armadas irrumpieron en forma violenta en el interior del domicilio de mencin donde se encontraban reunidos los nombrados junto a la hermana de Rosa Taranto, Adriana Taranto, y sus hijos menores de edad los cuales fueron dejados con una vecina, y luego entregados por sta a sus abuelos paternos, mientras que su ta fue dejada en libertad a las pocas horas y pudo contar lo ocurrido. Ese grupo armado se llev detenidos consigo a Horacio Antonio Altamiranda y a Rosa Lujn Taranto, encontrndose esta ltima con un embarazo de cinco meses de gestacin. A la fecha de esos hechos tanto Altamiranda como Taranto militaban en el Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP), y ambos, a la fecha, continan desaparecidos. Irma Rojas, expuso durante el debate que el da 13 de mayo de 1977, su hijo Horacio Altamiranda y su nuera Rosa Lujn Taranto, haban sido secuestrados, en horas de la madrugada, de su domicilio particular ubicado en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires. Agreg que pudo tomar cocimiento de ello por medio de una vecina de los jvenes quien le manifest a su marido que durante la madrugada haba arribado al lugar un automvil de color blanco, del cual descendieron varias personas que primero golpearon y luego rompieron la puerta de la vivienda de aqullos. Explic que esa vecina pudo observar todo lo ocurrido desde la ventana de su inmueble y que as vi que esposaron al matrimonio y se llevaron encapuchado a Altamiranda junto a su mujer y su cuada, Adriana Taranto.
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Finalmente puntualiz que a la fecha de ese suceso su nuera se encontraba embarazada de ocho meses. En relacin a la bsqueda de la nia y sus padres por parte de la familia, su abuela paterna, Irma Rojas, testific que realiz todo tipo de gestiones para ubicarlos, entre ellas expuso que concurri a hospitales, comisaras, morgue, e incluso debi renunciar a su trabajo para poder abocarse a la bsqueda de stos. Record que en una oportunidad le sugirieron que concurriera a sedes del Ejrcito, motivo por el cual concurri a las ciudades de La Plata, General Lemos y Campo de Mayo, siendo que concurri en tres ocasiones a este ltimo lugar puesto que en una estacin se encontr con un muchacho que cumpla el servicio militar all que le coment que haba visto a los jvenes en Campo de Mayo. Asimismo, explic que comenz a buscar a su
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nieto o nieta acercndose a Abuelas de Plaza de Mayo asociacin a la que se uni en 1979, y luego de mucho tiempo supo que una familia que se encontraba radicada en la provincia de Crdoba haba adoptado a su nieta de buena fe, que ese matrimonio la llam Mara Beln a quien pudo conocer recin cuando aqulla tena 29 aos de edad. Asimismo, las circunstancias de tiempo, modo y lugar se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate: Legajo CONADEP nro. 7317 correspondiente a Rosa Lujn Taranto de Altamiranda (cfr. punto 294 de la incorporacin por lectura). Esta pareja fue conducida por las fuerzas represivas hasta al centro clandestino de detencin denominado El Vesubio donde permanecieron detenidos en forma ilegal desde mediados de mayo de 1977 hasta al menos principios de agosto de aqul ao, luego de que Rosa Taranto diera a luz, desconocindose actualmente su paradero.
Esta circunstancia se encuentra verificada por sus compaeras de cautiverio. As Mara Susana Reyes relat que ella fue secuestrada durante la ltima dictadura militar el da 16 de junio de 1977, del domicilio de sus suegros ubicado en San Martn, que se encontraban all su marido y una amiga, Liliana Vieti, respecto de la cual nunca supo nada ms, y que fue liberada meses ms tarde el 16 de septiembre de ese mismo ao.
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La nombrada expuso que fue conducida hasta el centro clandestino de detencin El Vesubio lo cual lo supo con el correr de los aos. Indic que all comparti cautiverio con Rosa Taranto, a quien tambin conoci como Rosita, la cual se encontraba embarazada al igual que ella, siendo que Rosa presentaba un embarazo de cinco meses de gestacin, mientras que aqulla de cuatro, relatando que Taranto se encontraba detenida para cuando ella lleg puesto que estuvo en ese centro desde el mes de mayo de 1977. Por su parte, Elena Alfaro y Ana Mara Di Salvo tambin declararon haberla visto a Rosa Taranto embarazada en ese lugar. Asimismo, Reyes relat con detalle las circunstancias que rodearon el nacimiento de la hija de Rosa Taranto, siendo ste un caso emblemtico para todas las embarazadas que se encontraban detenidas all puesto que an desconocan lo que ocurrira en torno a los nacimientos y el destino de sus hijos. As, la testigo declar que un da Rosa fu a la Jefatura del Centro donde le informaron que sera trasladada a efectos de dar a luz y que podra permanecer con el beb nacido durante quince das para amamantarlo y que luego ste sera entregado a su familia, circunstancia que le di mucha alegra y esperanza a todas las cautivas. Pero al poco tiempo Rosa Taranto fue tabicada y trasladada a fin de dar a luz sin siquiera tener dolores de parto. Remarc que ste fue el primer parto de una embarazada cautiva dentro de este centro clandestino y que el mismo aconteci aproximadamente por fines del mes de agosto de 1971, que luego aqulla retorn al Vesubio a los dos das, oportunidad en que la vi pasar frente a su cucha con la cabeza baja y sin pronunciar palabra alguna. Narr que Rosa le haba contado que di a luz estando tabicada, que fue por cesrea y que no saba si haba parido a un nio o a una nia ya que no le haban dejado ver a su beb tal como le haban prometido. Asimismo, le coment que pese a estar todo el tiempo tabicada pudo observar que haba sido cuidada por unas monjas en un lugar que pareca un hospital, dado que haba podido ver lo que sera una sala de partos en un momento en que se le haba corrido la venda de sus ojos. Asimismo Reyes destac que ese nosocomio donde Rosa Taranto haba sido llevada a dar a luz se trat de la maternidad de
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Campo de Mayo, pero que ello lo supo mucho tiempo despus, recin luego de que Mara Beln recuperara su identidad. Seguidamente, seal que Rosita cuando regres sin su beb no haba dicho nada respecto de lo que ocurrira con aqul, lo cual le pareci bastante extrao ya que con anterioridad al parto Taranto s haba hablado sobre ese tema, y record que aqulla volvi muy mal despus de haber dado a luz porque no se haba imaginado siquiera que no iba a poder tocar a su beb. Asimismo, Ana Mara Di Salvo declar que cuando Rosa Taranto regres de parir le haban quitado a su beb apenas haba dado a luz y que ni siquiera haba podido ver cual era el sexo de aqul. Mientras que Elena Alfaro relat que Rosita fue llevada a Campo de Mayo, que all le realizaron la cesrea y que luego la volvieron a traer al centro de detencin pero sin el beb.
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Rojas explic que su nuera haba sido trasladada a la maternidad clandestina ubicada dentro del Hospital Militar de Campo de Mayo, a los efectos de dar a luz. Huelga decir que, fue a partir de aqulla causa que Mara Beln Estefana Altamiranda, hija de Horacio Altamiranda y Rosa Lujn Taranto, recobr su verdadera identidad aunque a la fecha, y tal como lo expres la nombrada, contina con el apellido de su adoptante puesto que se encontraba en trmite su cambio de identificacin.
G. HECHOS COMETIDOS EN EL CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIN ESCUELA DE MECNICA DE LA ARMADA (ESMA): A partir del dictado de la Directiva 1/75 del Consejo de Defensa, la Armada Argentina se integr a la denominada lucha antisubversiva. Fue justamente dentro de este mbito, que la Escuela de Mecnica de la Armada (en adelante E.S.M.A.) funcion como centro clandestino de detencin. La E.S.M.A. que era una institucin de formacin y enseanza (dependiente administrativamente de la Direccin de Instruccin Naval que estaba dentro de la rbita de la Direccin de Personal Naval del Estado Mayor General de la Armada), fue integrada a las Fuerzas de Tareas (en adelante F.T.) que se pusieron en funcionamiento con el PLANCINTARA (documento
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incorporado al debate), dictado en 1975, y que estableciera como misin operar ofensivamente contra la subversin en el mbito de la propia jurisdiccin y fuera de ella, en apoyo de otros fuerzas, detectando y aniquilando las organizaciones subversivas a fin de contribuir a preservar el orden y la seguridad de los bienes, de las personas y del estado. En sntesis, la E.S.M.A. se encontr bajo las rdenes de la F.T. 3 denominada Agrupacin Buenos Aires, la que estuvo compuesta adems por otras dependencias navales de Capital Federal y el Gran Buenos Aires; y a su vez subordinada del Comando de Operaciones Navales. Cabe recordar aqu, que ya en el marco del fallo dictado por la Cmara Federal en la causa nro. 13/84, se tuvo por acreditado el funcionamiento de la E.S.M.A. (ubicada en Capital Federal, en Av. Del Libertador al oeste, calle Comodoro Rivadavia y Leopoldo Lugones al este, y la calle Santiago Calzadilla al sur, lindante con la Escuela Industrial Raggio al norte) como centro clandestino de detencin en el mbito de la Armada Argentina. En lo que aqu interesa, dentro del plan represivo, la E.S.M.A. se situ dentro de la Zona 1 bajo el control del Primer Cuerpo del Ejrcito, Sub Zona 1 de la Capital Federal, rea IIIA. Desde el punto de vista organizativo, el grupo que all funcion se dividi en tres sectores: inteligencia, operaciones y logstica y cont con personal del Servicio de Inteligencia Naval (en adelante S.I.N.), Prefectura Naval Argentina y tambin en coordinacin con otras fuerzas tales como Ejrcito, Polica Federal Argentina, y Servicio Penitenciario Federal. Conforme la descripcin obrante en el informe Nunca Ms (incorporado al debate) y la inspeccin ocular realizada por el Tribunal el da 5 de septiembre de 2011 junto a las partes y algunos de los testigos, el centro clandestino de detencin oper en el edificio del Casino de Oficiales destinado al Grupo de Tareas 3.3.2., que cont con tres pisos, un stano y un altillo, siendo en estos dos ltimos y en el tercer piso donde fueron alojados los detenidos. Al stano (tambin denominado sector 4), ubicado en el subsuelo del Casino de Oficiales, se ingresaba descendiendo una escalera que
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comunicaba a todo el edificio, la que fuera posteriormente cancelada, por lo que el ingreso al sector, debi realizarse a partir de all, por el exterior desde un playn trasero. El lugar estuvo conformado por cuartos armados con tabiques que se fueron reestructurando de acuerdo con las necesidades y el paso del tiempo, conservando siempre un pasillo central que los marinos denominaron Avenida de la Felicidad y donde generalmente aguardaban los detenidos para ser interrogados mediante torturas en las habitaciones, ubicadas al fondo del stano. A la derecha de las piezas de torturas (denominadas 12, 13 y 14), estaba ubicada la enfermera, utilizada para atender a los torturados y algunos de los partos ocurridos en el centro clandestino. Pero esta distribucin fue modificada a fines de 1977, momento a
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partir del cual el stano cont tambin con un laboratorio fotogrfico y oficina de documentacin; dos baos; una sala de audio conocida como la huevera, que tambin fue utilizada como sala de torturas y sala de parto como en el caso de Silvia Dameri; y un comedor situado al lado de la huevera. En la planta baja, se distinguieron dos sectores. En el ala ms cercana a la Escuela Raggio, el sector de Los Jorges, lugar donde se encontraban las oficinas de Jorge Acosta, Jorge Vildoza y de Jorge Perrn. En el otro sector, el saln denominado Dorado, donde funcion el servicio de Inteligencia del grupo de tareas (en adelante G.T.) donde se realizaba la planificacin de las operaciones. En el primer y segundo piso del edificio, se encontraban los dormitorios de los oficiales, a los que se acceda por la misma escalera por la que se suba y bajaba a los secuestrados, desde y hacia el stano. En el tercer piso, hacia el ala izquierda estaba la capucha, recinto en forma de ele, que se utilizaban para mantener a los prisioneros acostados en el suelo, encapuchados, engrillados y separados entre s por tabiques de aglomerado. El lugar no contaba con ventanas, sino solo con pequeos ventiluces como nico sistema de aireacin, que daban a celdas pequeas denominadas camarotes. A mano derecha frente a las celdas se suceda tabiques de madera aglomerada de un metro de alto que limitaban cubculos denominados
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cuchas, donde los prisioneros deban permanecer acostados o sentados, sobre una colchoneta de goma espuma. All tambin, en el tercer piso, estaban los baos, ubicados entre la Capucha y el Paol donde los cautivos pudieron entablar algn tipo de dilogo. El Paol por su parte, fue el lugar situado al lado opuesto de capucha y hacia el ala derecha del tercer piso que funcion como depsito del producto del saqueo a las viviendas de los secuestrados: mobiliario, utensilios, ropa, etc. Para el ao 1977, cuando ya se contaba con una cantidad importante de prisiones sometidos al llamado proceso de recuperacin en una parte de lo que fuera el paol se construy la Pecera, una serie de pequeas oficinas, separadas por tabiques transparentes, unidas por un pasillo central, en la que los cautivos fueron utilizados como mano de obra esclava. En el pasillo que una capucha con la pecera adems de los baos, se encontraba tambin el cuarto o habitacin que fuera destinada a las prisioneras embarazadas, conocida como pieza de embarazadas, que tena una ventana tapiada con hierros que daba a la Avenida Lugones, algunos muebles provenientes del Paol y tres o cuatro camas. Conforme los relatos recabados en el debate, era justamente en el trayecto hacia los sanitarios o hacia la pecera que los detenidos pudieron ver y hablar con las cautivas embarazadas. Cabe sealar, que existi una segunda pieza de embarazadas que fue habilitada luego de que la primera fuera cerrada. Se ubic frente a donde se situara la primera, haca la Avenida del Libertador. Finalmente y conforme refirieran los testigos que depusieron en el presente debate, existi una tercer pieza para el alojamiento de las embarazadas, ubicada tambin en el tercer piso, debajo de lo que fuera conocido como capuchita. Era una habitacin sin ninguna ventilacin en la que estuvo alojada Patricia Roisinblit de Prez Rojo. Fue justamente la pieza de embarazadas descripta en primer lugar donde el entonces Director de la E.S.M.A., capitn de navo Rubn Jacinto Chamorro, acompa personalmente a los visitantes, generalmente altos
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mandos de la Marina, para mostrar el lugar donde estaban alojadas las prisioneras embarazadas, jactndose de la Sard por izquierda (haciendo alusin a una maternidad conocida de Buenos Aires) que tenan instalada en ese centro. As numerosos testigos afirmaron en el debate haber escuchado las expresiones de Sard por izquierda o la Sard de Chamorro, referida a aqulla habitacin. En el piso superior, se encontraba el altillo llamado capuchita. Este fue el sector ms alto de la E.S.M.A. al que poda accederse a travs de una escalera caracol de escasas dimensiones, donde originariamente estaba el tanque de agua y donde se aloj a prisioneros dependientes del SIN, la Fuerza Area y el Ejrcito, con el propsito de separarlos de los detenidos propios de la E.S.M.A.
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El lugar tambin fue utilizado por el G.T. cuando la capucha se encontraba abarrotada de cautivos. Dicho sector, de ventilacin escasa y temperatura extrema en invierno y verano, cont tambin con cuartos de torturas. En lo que se refiere al objeto del presente debate, numerosos testimonios permiten tener por acreditado que las instalaciones y personal de la E.S.M.A. fueron utilizados para atender los embarazos y partos de mujeres que fueron secuestradas tanto por el G.T. 3.3. y el SIN que all funcionaron, como as tambin, por otras fuerzas y G.T. de distintas jurisdicciones, siendo trasladadas a la ESMA en estos casos, ms precisamente al Casino de Oficiales, al tiempo en que se encontraban prximas a dar a luz. As, los testigos dieron cuenta de numerosas parturientas secuestradas por Aeronutica, Ejrcito, personal actuante en el llamado circuito A.B.O. (Atltico, Banco, Olimpo) y Buzos Tcticos de Mar del Plata, que fueron llevadas a la E.S.M.A. a fin de dar a luz. Los partos all producidos, durante el cautiverio de las madres, fueron atendidos en su mayora, por el mdico gineclogo del Hospital Naval, Dr. Jorge Magnacco, siendo ayudada la parturienta en la mayora de los casos por algunas otras prisioneras. Tambin el mdico Capdevila fue sindicado como interveniente en el parto de Silvia Dameri.
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Una vez nacida la criatura, la madre permaneca poco tiempo en este C.C.D., indicndoles antes de su traslado que deba escribir una carta a sus familiares, a los que supuestamente les entregaran los nios junto a un moiss comprado generalmente por el Prefecto Febrs como fue dicho por los testigos en este debate y en algn caso acompaado por alguna prisionera. Luego de ello, las madres eran trasladadas de la E.S.M.A., y sus nios apropiados. Pero si las mujeres provenan de otras fuerzas, eran retiradas de all por sta, configurndose as en fuerza de pertenencia de las jvenes, y de sus nios recin nacidos, siendo su supuesto destino, el lugar de cautiverio anterior. No obstante, en todos los casos, fue el G.T. el que se encarg del cuidado de las parturientas, como as tambin del suministro a las madres, de los recursos necesarios para la atencin del nio hasta su traslado del lugar; operando las fuerzas extraas, como invitados que actuaban con la conformidad del jefe del lugar, papel que fue atribuido por los cautivos, a Jorge Eduardo Acosta, quien tomara en aquella poca las decisiones relativas al centro clandestino. Tambin qued demostrado que ante algn inconveniente en el parto, la parturienta era trasladada al Hospital Naval, como ocurri en el caso de Susana Siver. La vinculacin de este nosocomio y el centro clandestino, result acreditada, no solo por la presencia en ambos lugares del mdico Magnacco aqu imputado-, a travs de las manifestaciones brindadas por los numerosos testigos que dieron cuenta del traslado al Hospital de cautivos para su atencin mdica, y en algunos casos, para llevar adelante un parto (testimonios de Marta lvarez, Silvina Labayr y Miriam Lewin en otros). De lo dicho, puede advertirse que fue puesto en prctica en relacin a las embarazadas un procedimiento o protocolo de actuacin implementado con un alto grado de organizacin. Una prctica comn a todos los casos, que se vio reflejada en: 1.- La utilizacin de los espacios del casino de oficiales para su alojamiento y parto.
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2.- La disposicin de personal de control, vigilancia y traslado, que generalmente les permiti a las jvenes parturientas tener contacto con otros cautivos. 3.- El alojamiento de madre e hijo en el lugar solo por pocos das luego de producido el parto, perodo que oscil entre los cinco y quince das aproximadamente. 4.- La disposicin de personal que les seal a las jvenes que deban escribir una carta al familiar al que el nio sera entregado, con indicaciones para la crianza del menor. Dicho personal tambin se encarg de la compra y entrega de moiss y lujosos ajuares con los que los nios recin nacidos seran entregados, como as tambin de la separacin del nio y su madre, retirndolos del lugar, en la mayora de los casos, en forma aislada.
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Estos roles fueron atribuidos por los testigos que depusieron en el debate al Prefecto Febrs y Pedro Bolita principalmente. 5.- La disposicin de mdicos de la Armada para la atencin de los partos que se llevaron a cabo en la ESMA (caso del Dr. Capdevilla y Magnaco), como as tambin, en forma alternativa, de las instalaciones del Hospital Naval, en donde se realizaron cesreas por parte de mdicos no determinados. 6.- La seleccin de las secuestradas que colaboraron en la atencin, contencin y visita de las embarazadas en los meses anteriores al parto, durante el nacimiento y en lo sucesivo, hasta el traslado de madre y el nio o nia. Tal el caso de Sara Solarz, Lidia Vieyra, Amalia Larralde, Mara Alicia Milia, Lila Pastoriza, entre otras. Lo expuesto precedentemente, fue justamente lo que permiti que la E.S.M.A. fuera conocida como la Sard de Chamorro o la Sard por izquierda. En refuerzo de lo expuesto, se valoran los testimonios de numerosos sobrevivientes de aqul centro clandestino que compartieron cautiverio con las jvenes embarazadas, observando el trato por ellas recibido, e incluso presenciando sus partos, hasta su traslado del lugar, por lo general sin sus nios. As, se cuenta con los dichos de Juan Alberto Gaspari, vertidos el 26 de septiembre de 2011 oportunidad en la que relat que luego de su
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secuestro el da 10 de enero de 1977, permaneci cautivo en la E.S.M.A. hasta el mes de agosto de 1978. Seal que fue as que tom conocimiento de que en el centro clandestino existi lo que se llam los casos de las embarazadas, organizndose en el lugar una suerte de maternidad para que diera a luz el conjunto de mujeres que eran detenidas por miembros del G.T. que all operaba o provenan de otros centros que no contaban con la infraestructura necesaria para llevar adelante un parto. Manifest haber tenido conocimiento de partos acaecidos en el stano de la ESMA, en el lugar destinado a la enfermera, en tanto el alojamiento de las embarazadas se realiz en el tercer piso, en una habitacin llamada pieza de embarazadas ubicada hacia la derecha de capucha, camino a los baos. Describi que en el centro clandestino, hubo un militar a cargo de los casos, llamado jefe de las embarazadas. Puntualiz que Vildoza ocup tal puesto en los primeros meses del ao 1977 y luego de ello, el Prefecto Febrs, habiendo visto el testigo a este ltimo salir de la pieza de embarazadas con un beb en brazos, lo que le llam la atencin en aqul momento, preguntndose dnde estaba la madre del menor. Agreg que el jefe de las embarazadas era quien se ocupaba de ese problema, traerlas, llevarlas, organizar el parto, etc., existiendo un oficial de la Marina destinado a atender tal problemtica. Refiri que si bien desconoca con precisin la operatividad, fue notorio que existi siempre un oficial responsable de las embarazadas. Explic que al compartir con las embarazadas el mismo bao del tercer piso, se cruz con ellas, pudiendo entablar breves dilogos en tanto esperaban su turno para el uso del sanitario, destacando que hubo varias cautivas que realizaron la tarea de estar presentes en esa pieza que le fuera asignada a las jvenes, a fin de contenerlas, sabiendo que Sara Solarz fue una prisionera que asisti gran cantidad de los partos all acaecidos. Record a Magnacco como el mdico relacionado a las embarazadas, a quien viera entrando a la habitacin que se les destinara. Respecto a la persona que tomaba las decisiones en el centro clandestino, destac que el Tigre Acosta era quien se ufanaba de ser, a pesar de su jerarqua de Capitn de Corbeta, el verdadero jefe del centro, lo que se
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adverta tambin en la prctica, encontrndose omnipresente en todas las actividades all desarrolladas. Expres que el nombrado viva en el lugar, describindolo como un adicto a la vida del campo, indicndole a los cautivos que hablaba con jesusito todos los das y era l quien decida quin se iba para arriba, el administrador de la vida y la muerte en el lugar, conforme los propios dichos de Acosta. Indic que el nombrado, fue quien dirigi el grupo que all oper, con libertad de maniobra dentro de la Marina, pese a encontrarse inserto en la estructura del Ejrcito, a quien se debi rendir cuentas constantemente, existiendo un oficial de dicha fuerza permanentemente asignado a la ESMA. En torno a las embarazadas, afirm que Acosta entraba y sala de la habitacin que se les asignara todo el tiempo, cuando realizaba su inspeccin
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por todo el tercer piso. As tambin la testigo Marta Remedios lvarez, declar en la audiencia del 3 de agosto de 2011, que luego de su secuestro, permaneci cautiva en la E.S.M.A. desde el 26 de junio del ao 1976, tiempo en el que se encontraba recientemente embarazada. lvarez dio cuenta de la vinculacin existente entre la E.S.M.A. y el Hospital Naval al relatar su propio parto. En tal sentido seal que si bien en un principio, se haba organizado que dara a luz en la enfermera ubicada en el stano de la E.S.M.A., tras ser examinada por un mdico del lugar, ste le dijo que el parto no podra producirse all, dado que sera necesario practicar una cesrea, por lo que fue llevada al Hospital Naval, lugar donde naci su hijo en marzo de 1977, sin necesidad de que se le practicara aquella intervencin. Aadi que luego de producido el nacimiento fue conducida nuevamente a la E.S.M.A., quedndose su hijo en el nosocomio, indicndosele a la testigo que se lo llevaran al da siguiente a su lugar de cautiverio, a lo que se dio cumplimiento, pero dado que la testigo comenz con perdidas y alta temperatura, el nio fue cuidado en el centro clandestino por una prisionera. Relat que durante su dolencia fue examinada en la ESMA, a los dos o tres das de acaecido el parto, por el Dr. Magnacco, a quien la testigo era la primera vez que lo vea y fue este mdico quien dispuso su traslado al Hospital Naval, a fin de que se le extrajera la placenta, procedimiento luego del cual fue reintegrada
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al centro, donde permaneci con su hijo en un camarote que le fuera asignado, por el trmino de un mes y medio. Precis que el nio fue entregado a la madre de la testigo el da 16 de junio del ao 1977, y ella permaneci cautiva en la E.S.M.A. donde fue asignada a trabajar en El Dorado y luego en La Pecera, permitindosele luego de un tiempo, realizar visitas controladas al menor. Sostuvo que una de las embarazadas con quien habl en el centro clandestino fue Liliana Pereyra, joven trasladada a la E.S.M.A. desde Mar del Plata, quien enterada de que la testigo haba dado a luz en cautiverio, se le acerc a fin de preguntarle si era verdad que vea al nio. La testigo se refiri tambin a otras embarazadas trasladadas a la E.S.M.A. desde otros centros clandestinos, nombrando en tal sentido a Ins Garca y Liliana Fontana. Mencion que conoci la llamada sala de embarazadas, lugar que conoci cuando all estuvo Silvia Labayru, tomando conocimiento de que las parturientas fueron all alojadas a travs de Sara Solarz y Ana Mara Mart, como as tambin que fue en ese lugar donde se produjeron algunos partos. Tambin dijo haber conocido durante su cautiverio a Amalia Larralde, una enfermera detenida que particip en un parto all realizado, al igual que Lidia Vieyra. Record que durante su embarazo en cautiverio dentro de la ESMA, fue visitada por altos oficiales de la Marina tales como Massera, Vaek, Menda, Chamorro y otros. Asimismo, record que en el mes de septiembre u octubre del ao 1976, en una visita del Almirante Vaek ste le comenz a hablar y le pregunt si sus padres eran separados, si era catlica y de cuanto tiempo estaba embarazada, respondiendo lvarez a la ltima pregunta que se encontraba de cuatro o cinco meses. Puntualiz que pudo escuchar directamente a Chamorro
manifestar que la E.S.M.A. se haba transformado en una maternidad Sard, y que si bien en el lugar Acosta actuaba como si Chamorro fuera su jefe, quien se encontraba permanentemente all y daba las rdenes era aqul.
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Mencion en relacin a Febrs, apodado Selva que lo conoci en la E.S.M.A., y que era un oficial de inteligencia, encargado de comprar el ajuar para los nios que all nacan, conforme l mismo lo deca. Sostuvo asimismo haber conocido en el centro a fines de 1976 o 1977 a Azic con el apodo Piraa, quien integraba el grupo de operaciones que all actuaba. Al igual que lo hiciera el testigo Gaspari, dijo que Acosta ingresaba en la pieza de las embarazadas como lo haca en todo el C.C.D., no existiendo lugar que ste no controlara, siendo a su vez, quien controlaba a Febrs, que era el responsable de las embarazadas. Respecto al funcionamiento de la pieza de las embarazadas, refiri que supo que stas permanecan all hasta dar a luz, quedndose en dicho
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lugar estas mujeres unos das ms luego del parto hasta ser trasladadas. Expres que esa sala a veces quedaba vaca hasta que aparecan all otras embarazadas, las que la testigo pudo ver cuando se diriga al bao de la ESMA o cuando stas caminaban por el pasillo. Aclar que no supo que hacan las jvenes dentro de la habitacin, sabiendo a travs de Sara Solarz de Osatinsky que les haca escribir cartas a los abuelos de sus bebs, en las que les decan que los nios seran entregados. Destac que en aqul momento no imagin que el destino de los nios fuera otro que el de ser entregado a sus familiares, dado lo ocurrido en su caso como en el Silvia Labayru, en que los menores fueron efectivamente entregados a sus familiares, precisando que tambin se le entreg un ajuar para su hijo y se le indic que deba escribir una carta a su madre, misiva que supo, lleg a destino. Por su parte, la testigo Lila Victoria Pastoriza al brindar testimonio en la audiencia del 3 de agosto de 2011, seal que fue secuestrada y trasladada a la E.S.M.A. el 15 de junio de 1977. Precis en aquella oportunidad que en virtud de haber sido prisionera del S.I.N. permaneci alojada la mayor parte del tiempo en el sector de capuchita, aislada de la mayora de los detenidos. Aclar que capuchita fue el lugar donde se alojaba a los cautivos que no pertenecan al G.T. 3, salvo excepciones, cuando no haba lugar para su alojamiento en capucha.
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Indic haber tenido contacto con embarazadas alojadas en capuchita (entre ellas, Graciela Tauro, cuyo caso ser analizado
individualmente) cautivas de otras fuerzas o grupos de tarea, como as tambin, y en las oportunidades en que se diriga a los sanitarios, con aquellas alojadas en el cuarto del tercer piso de la ESMA. Precis que en la E.SM.A. fueron alojadas varias cautivas embarazadas provenientes de la ciudad de Mar del Plata, como fuera el caso de Paty Mancuso y Liliana Pereyra. La testigo al tiempo de relatar lo que supo del nacimiento del beb de Ana Rubel, acaecido en la enfermera de la E.S.M.A., a mediados de junio de 1977, narr que dada la impresin que le caus saber de un nacimiento en ese lugar, al preguntar por el caso al Capitn DImperio, apodado Abdala, ste le dijo que se consideraba que los nios no tenan la culpa de tener los padres que tenan, subversivos o terroristas, por lo que las madres deban dar a luz a sus hijos, los que seran entregados a otras familias, a fin de que los criaran bien, y no para la subversin. De otra parte, y al referirse la testigo al caso de Susana Siver, manifest que esta dio a luz en el mes de enero de 1978, habiendo sido trasladada para ello al Hospital Naval a fin de que se le practicara una cesrea, dando cuenta la testigo una vez ms, de que al presentarse algn tipo de complicacin en el desarrollo de un parto, personal del centro clandestino cont con la posibilidad de trasladar a la parturienta a aqul nosocomio. La testigo Pastoriza asimismo refiri, que lo que supo en la E.S.M.A. respecto de las mujeres provenientes de otros centros, es que eran retiradas, al igual que sus nios por la fuerza que los tena cautivos inicialmente. No obstante, durante su estada en la E.S.M.A. fueron custodiadas por miembros del GT 3, en tanto el Prefecto Febrs, se encargaba de ellas. Aadi que uno de los jefes de guardias, a quienes se llamaban pedros, era colaborador de Febrs en los temas relacionados a las embarazadas, tratndose ste de Pedro Bolita. Respecto a las actividades que realizaban las embarazadas dentro de la pieza que se les asignara, describi que hacan manualidades y tejan,
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actividades que les acercaban las detenidas con acceso a dicho cuarto, como Elisa Tokar, Amalia Larralde y Sara Solarz de Osatinsky. Pastoriza describi a Acosta como el jefe, en la prctica, del G.T. que oper en la E.S.M.A., a pesar de creer que el jefe formal era Vildoza, apodado Gastn. Destac al respecto que el seor del lugar, el jefe indiscutido, era Acosta, quien tena todo el poder en el centro. Respecto a la incidencia de Acosta en la situacin de las embarazadas secuestradas por el SIN, la testigo puntualiz que no poda imaginar que en la E.S.M.A. ocurriera algo de lo que aqul no tuviera conocimiento. La testigo Ana Mara Mart el da 12 de septiembre de 2011 al prestar testimonio en el debate seal que durante su cautiverio en la E.S.M.A.,
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desde el 18 de marzo de 1977 al 19 de diciembre de 1978, tuvo contacto con varias de las embarazadas all detenidas, siendo algunas de ellas trasladadas a la ESMA a fin de dar a luz. Al referirse la testigo al rol de Acosta dentro del centro clandestino, dijo que este pareca ser el jefe mximo del lugar, el Dios, habindolo observado presente en todos lados, gritando, dando rdenes, teniendo conocimiento de todo lo que all ocurra. Record puntualmente, que al tiempo de su liberacin, Acosta le dijo a la testigo que iba a ser asesinada, pero que jesusito le haba dicho que deba vivir y que aunque esto era contrario a su deseo, dejara que as fuera. Narr que en una oportunidad en que se encontraba en la que funcionara como la primer pieza de embarazadas, presenci cuando Chamorro abri la puerta de la habitacin, momentos en que pudo observar que se encontraba acompaado por tres o cuatro altos mandos -a los que la testigo no pudo identificar-, que vestan uniformes, y tras ellos, los guardias. Rese que Chamorro tras abrir la puerta, dijo algo similar a esta es la Sard de la E.S.M.A.. La testigo aadi que por dichos de Sara Solarz de Osatinsky y otras cautivas, supo que la mayora de los partos fueron atendidos en la E.S.M.A. por el Dr. Magnacco, quien fuera identificado por Lydia Cristina Vieyra durante el parto de Hilda Prez de Donda. Agreg, haber visto a
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Magnacco en el stano del centro clandestino y en otra oportunidad, saliendo de la pieza de las embarazadas. La testigo se refiri a Febres, como el jefe del grupo de prefectura que actuara en la E.S.M.A., encargado y responsable de las embarazadas, habindolo observado al tiempo en que les indicaba a las jvenes que deban escribir una carta a su familia o a la persona a quienes quisieran que los nios fueran entregados, consignando sus datos, relatndoles el parto. Record que aqul les seal a las jvenes que no se equivocaran al anotar sus datos y direccin de los destinatarios, a fin de que no existieran confusiones al tiempo de entregar a los nios. Asimismo y en relacin a Febrs, la testigo afirm que, en su accionar en la E.S.M.A. estuvo totalmente subordinado a Acosta, quien lo despreciaba e insultaba. Detall en relacin al funcionamiento de la E.S.M.A. en torno a las embarazadas, que en el lugar, todo estuvo perfectamente organizado, operando all, bajo la direccin de Acosta, los suboficiales, los verdes, los pedros, los mdicos y enfermeros, el grupo de inteligencia, el operativo, y el de logstica. Describi que en el centro se sigui un protocolo, cumplindose el mismo procedimiento en cada secuestro y en los ingresos, siendo en esta organizacin que Hctor Febrs, secundado por Pedro Bolita (quien fuera identificado como Carlos Galin, un suboficial a quien se lo apodaba Pedro por tener muchas llaves consigo) junto a los verdes, se ocupaban del cotidiano de las embarazadas. Expres que cuando las embarazadas necesitaban algo, se lo pedan a los verdes, que le llevaban la comida y las trasladaban al bao, siendo imposible para la testigo en este contexto que Febres -un subordinado maltratado- y Pedro Bolita, se ocuparan de
embarazadas sin conocimiento de Acosta, a quien viera dirigirse al cuarto de ellas. Describi al respecto, que al llegar una embarazada a la E.S.M.A., no era alojada en cualquier lugar sino en una pieza destinada a ellas, ocupndose siempre Febres de su caso, esperando juntas las jvenes el momento del parto en aquella pieza donde reciban mejor trato que en capucha.
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Explic que uno de los motivos por los que comenz a tener dudas de que los nios fueran entregados a las familias luego de ser separados de sus madres, fue el hecho de que al ser retirados de la E.S.M.A. no se usaba siembre el mismo moiss, sino uno nuevo en cada caso, recordando haber visto a Febres con un moiss blanco, muy costoso, saliendo de capucha, no pudiendo entender la testigo que se gastara tanto dinero para entregar al hijo de una detenida. Aadi que supo por Lydia Vieyra, que existi un rumor de que en el Hospital Naval haba una lista para que se anotaran las personas que queran adoptar un beb. En relacin a las condiciones de detencin de las embarazadas, relat que estando en capucha, las condiciones de su detencin eran iguales
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o parecidas a las de otras detenidas, siendo la diferencia que no tenan capucha sino anteojitos que les permitan respirar. Describi que luego les dieron colchonetas y ms tarde camas de metal, comiendo aqullas al igual que otras cautivas, un sndwich con un mate cocido a la maana y tarde, de almuerzo y cena. Agreg que al ser trasladadas las embarazadas a la pieza que se les destinara, les sacaron la capucha y grilletes, aunque las engrillaban para trasladarlas al bao, comenzando a recibir mejor comida, y medicamentos en caso de necesitarlos, siendo Febres el encargado de llevrselos. Explic que pese a que algunas cautivas fueron autorizadas a ingresar a dicha pieza, nadie tuvo en verdad libre acceso all, debiendo solicitar autorizacin a la guardia para hacerlo, mencionando a modo de ejemplo que cuando fue trasladada a trabajar a la pecera, al pasar por dicha pieza le peda al guardia entrar unos minutos. Destac que la pieza de aqullas estaba cerrada con llave, y que ingres en ella aproximadamente dos veces por semana o lo mximo que pudiera, manteniendo con las jvenes charlas durante solo segundos, en las que les llevaban las novedades de lo que ocurra fuera del cuarto. La testigo Mara Alicia Milia, tambin record en la audiencia del 2 de agosto de 2011, que tras ser secuestrada el da 28 de mayo del ao 1977, permaneci cautiva en la E.S.M.A., lugar en el que fuera trasladada con esposas, grilletes y capucha al sector denominado capucha. Describi que al
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poco tiempo, pese a la capucha pudo ingenirselas para ver, logrando observar en el mes de mayo de 1977 a futuras madres que estaban all, tabicadas, pero durmiendo en camas, siendo stas Hilda Prez de Donda, Mirta Alonso de Hueravillo y Ana Rubel. Relat que en horas de la noche pudo escuchar a las jvenes embarazadas caminando con sus grilletes por el lugar. Precis que al tiempo en que Mirta Alonso de Hueravillo diera a luz a su hijo, hacia fines de junio o principios de julio de 1977, ya funcionaba en la E.SM.A. la denominada pieza de las embarazadas, dado que desde el ingreso de la testigo al centro hasta ese momento haban ingresado un nmero importante de embarazadas a quienes decidieron separar del resto de los cautivos, en una habitacin ubicada al lado de los baos, en el tercer piso de la ESMA, en un sector distinto al interior de capucha. Indic que fue al ir a los sanitarios cuando pudo observar esta habitacin. Describi que en aquella pieza de embarazadas, podan alojar a tres mujeres, y que cuando por su nmero, el lugar se encontraba completo, se haca dormir a la joven en capucha y pasar el da en aqulla habitacin. Manifest que el cuarto tena una ventana tapiada, con hierros, que daba a la Av. Lugones, contaba con muebles que eran trados del paol de la E.S.M.A., tres o cuatro camas y una mesa grande; una habitacin en que las mujeres podan cocer, bordar y charlar entre ellas. Expres que algunas cautivas inventaban pretextos para entrar a dicha pieza y contener a las jvenes, tal el caso de la testigo que logr convencer a Febres que saba tejer y poda ensearle a las jvenes, motivo por el cual fue autorizada a ingresar a la pieza. Al igual que lo hicieran los dems testigos, Milia detall que quien controlaba la pieza de embarazadas era Febres, resultndole la organizacin de dicho lugar algo absolutamente orgnico, no existiendo decisiones arbitrarias de Febres al respecto, dado que era una habitacin mostrada a los suboficiales de otras fuerzas. Aadi que Chamorro, Director de la E.S.M.A., presentaba a los visitantes esta habitacin como la Sard por izquierda. Agreg que no supo cual era la jerarqua de los visitantes, percibiendo slo que Chamorro les hablaba como si tuvieran igual o similar grado.
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La testigo seal que Febres se ocup de las embarazadas, siendo secundado en tal tarea por Azic, con alias, piraa, de quien en aqul momento solo supo que era parte del GT de la ESMA. Especific que concurrieron all Minicucci, en reiteradas
oportunidades, como as tambin el Coronel Rualdes, quienes vieron la pieza embarazada, que era supervisada por Acosta, que entraba a dicha habitacin preguntando cmo estaba todo, si estaba en orden, para luego retirarse. Refiri que en dicha pieza fueron alojadas jvenes que haban sido trasladadas desde el Banco, Tercer Cuerpo de Ejrcito, la ciudad de Mar del Plata, y Aeronutica. Record al igual que Mart, que al habilitarse la pieza, mejor la comida para las embarazadas y su asistencia mdica.
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Destac que los partos que tuvieron lugar en el stano de la E.S.M.A., fueron anteriores a que se instrumentara la habitacin de embarazadas, dado que una vez que sta se articulara, la mesa grande que all se encontraba era el lugar donde las jvenes daban a luz, siendo que una vez concluido el parto, las embarazadas que haban sido provisoriamente retiradas, volvan a ingresar all. Describi haber visto en la habitacin de las embarazadas, ajuares para bebs, gasa, paales y hasta en algunos casos moiss. Depuso que algunos bebs all nacidos, estuvieron con sus madres algunos das, quince como mximo, quedando algunos de ellos all luego de que sus progenitoras fueran trasladadas, para ser luego retirados por Pedro Bolita. Sostuvo que el hecho del control que realizaban sobre las
embarazadas Fbres, Azic y Acosta, como as tambin que Chamorro presentara la habitacin como la Sarda por izquierda, que las jvenes embarazadas llegaran de distintos centros clandestinos de detencin; la mejora en la comida que stas reciban, el hecho de que una de ellas recibiera atencin mdica en el Hospital Naval, institucin oficial, y el rumor que circulaba en la E.S.M.A. de que en aqul nosocomio exista una lista donde se inscriban parejas que deseaban tener nios; le gener angustia, dado que intuy junto a otras compaeras, que los nios no eran entregados a quienes sus madres
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disponan, sino que eran llevados a otros; suponiendo que eran entregados a los miembros de las distintas fuerzas represivas o amigos civiles de estas personas, gente que ideolgicamente era contraria a las creencias de los padres biolgicos de los menores. Especific que en una determinada poca, a todas las embarazadas les hicieron escribir una carta destinada a las familias, a fin de darles esperanza respecto del destino de sus hijos, lo que produjo que las madres aceptaran su destino con la tranquilidad de que sus hijos seran entregados a sus abuelos o familiar que sindicaran. Por su parte, la testigo Lydia Cristina Vieyra al prestar declaracin en la audiencia del 26 de octubre de 2011, relat como a partir de su secuestro el 11 de marzo de 1977 fue trasladada a la E.S.M.A. lugar donde tuvo contacto con varias mujeres embarazadas all cautivas, entre otras, Silvia Labayr, Mara del Carmen Moyano Poblete, Ana Rubel y Mara Hilda Prez. Precis que fue justamente en el parto de Hilda Prez, en el que fue requerida su intervencin, para lo cual fue trasladada a la pieza de las embarazadas, donde aquella dio a luz sobre una mesa de madera. Remarc que fue en dichos momentos en que reconoci al mdico interviniente como el Dr. Magnacco, a quien su padre, mdico gineclogo obstetra del Hospital Naval-, le presentara como su jefe en aqul nosocomio. Al igual que el resto de los testigos, se refiri a Acosta como el amo y seor de la E.S.M.A. quien con la mirada deca quien viva y quien no. Respecto de Azic, Vieyra dijo haberlo visto siempre en el centro, como operativo permanente. La testigo Amalia Larralde, secuestrada el da 15 de agosto de 1978, al prestar declaracin en el debate el 8 de agosto de 2011, relat lo que supo del parto de Patricia Roisinblit, el que presenci y respecto del que puntualiz, tuvo lugar en la enfermera ubicada en el stano de la E.S.M.A, interviniendo el mdico Magnacco. Remarc que el da anterior a que la joven fuera retirada de la E.S.M.A., Acosta le indic que se olvidara de todo de lo que haba visto, lo que sorprendi a la testigo dado que percibi que lo que le deca en aqul momento no era bueno para madre e hijo.
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La testigo se refiri a Acosta como quien, pese a su menor jerarqua en relacin a Vildoza o Chamorro, tomaba las decisiones en el centro clandestino, dando rdenes y contrardenes, como si fuera Dios y seor del lugar. El testigo Lisandro Ral Cubas en la audiencia del 24 de enero de 2012, manifest que durante su cautiverio en la E.S.M.A. (desde el 20/10/76 al 19/1/79) tuvo conocimiento de mujeres embarazadas que fueron all alojadas en el tercer piso, en una habitacin que se les destinara a partir del mes de junio de 1977. As tambin dijo haber tenido conocimiento de partos que se llevaron a cabo en la enfermera ubicada en el stano del lugar, identificando como mdicos all actuantes, a los Dres. Capdevila y Magnacco. Respecto al ltimo de los nombrados dijo haberlo visto
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regularmente en la E.S.M.A. teniendo conocimiento a travs de Sara Solarz, que dicho galeno intervino en varios de los partos all acaecidos. Relat que con anterioridad a la puesta en funcionamiento del cuarto de embarazadas, los partos se llevaron a cabo en la enfermera del centro, donde se atendi a heridos del G.T. 3 y, donde afirm, fueron tambin atendidos detenidos trasladados de otros centros. Manifest que Febrs y un oficial apodado Pedro Bolita, eran los encargados de la atencin de las jvenes embarazadas, la ropa de los nios, moiss y dems. Agreg que el primero de los nombrados fue el encargado de trasladar a las jvenes luego del parto, como as tambin a los nios, ejecutando as las ordenes que le diera Acosta, quien decida sobre la suerte de los cautivos, su traslado (que implicaba la muerte) o su libertad. Testific, dando cuenta de la estrecha vinculacin del centro clandestino con el Hospital Naval, que en su caso particular, en el mes de octubre de 1978 en virtud de una afeccin que sufriera fue trasladado desde la E.S.M.A. (donde se le practicaron las primeras curaciones) a dicho nosocomio, donde se lo ingresaran por la guardia como un caso por izquierda, indicndose que el testigo deba ser operado sin que se registrara su atencin. Depuso que luego de ser intervenido en el lugar, fue reintegrado a la E.S.M.A. Por su parte los testigos Carlos Gregorio Lordkipanidse y Vctor Melchor Basterra al prestar declaracin en el debate los das 23 y 15 de agosto
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de 2011 respectivamente, dieron cuenta en forma conteste del parto de la joven Silvia Dameri, el que tuvo lugar en el stano de la E.S.M.A. en la denominada huevera. Ambos testigos precisaron que fue el mdico Capdevila quien intervino en tal alumbramiento, con la asistencia de la prisionera Nora Wolfson. As tambin Lordkipanidse se refiri a la intervencin de Juan Antonio Azic en la tortura a la que fuera sometido luego de su captura el 18 de noviembre de 1978; destacando que obtuvo la libertad vigilada a mediados de 1981, logrando salir del pas en septiembre de 1983. Respecto de Febres, dijo que era el encargado de los temas relacionados a la pequea Sard, los nacimientos que all se producan, la compra de ajueres para los nios y las cartas que las embarazadas deban escribir a fin de que los nios fueran entregados a los abuelos, dndoles instrucciones para la crianza. Se refiri a Acosta como jefe del grupo de tareas de la E.S.M.A., quien desempe una actividad polifuncional en el lugar, dado que particip de operativos, interrogatorios, teniendo presencia en capucha y la pecera. Al igual que lo hiciera el testigo Gaspari, Lordkipanidse manifest que Acosta viva en el lugar, donde lo vio siempre. Por su parte, Basterra, afirm haber escuchado en la E.S.M.A. durante su cautiverio, que los represores tenan la visin de que los nios no deban ser contaminados por los pensamientos de las familias de subversivos, razn por la que los menores nacidos en cautiverio, como metodologa, no eran entregados a sus familias. Puntualiz que tras el parto de Silvia Dameri en la E.S.MA. le pregunt a un guardia, apodado merluza de apellido Martn, sobre el destino de los hijos del matrimonio Ruiz Dameri, contestndole aqul que estaban en el hogar naval, creyendo el testigo en aqul momento que exista un lugar que funcionaba como hogar para los nios de los cautivos, por lo que si bien tuvo la certeza de que los menores estaban con vida, tambin la tuvo respecto a la muerte de sus padres. La testigo Miriam Liliana Lewin al prestar declaracin en la audiencia de debate del da 2 de agosto de 2011, se refiri con detalle, a lo que
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supo del caso de Patricia Roisinblit, a quien la testigo conoci con anterioridad a su secuestro. Al respecto dio cuenta del alojamiento de la joven con un embarazo a trmino, para el mes de noviembre de 1978, en un lugar distinto a la pieza de las embarazadas, un cuarto de pequeas dimensiones, sin ventilacin ni iluminacin, ubicado al ingreso del paol. Precis que en tanto la joven fue alojada all, la pieza de las embarazadas segua funcionando. As tambin seal que conforme le relatara, Patricia estuvo secuestrada con anterioridad a su traslado a la E.S.M.A. en una quinta, que crea ubicada en la zona oeste, pudiendo tratarse de la Central de Inteligencia de Morn. Precis tambin que Patricia dio a luz a su beb en la enfermera
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del stano del centro, con la asistencia del mdico Magnacco y la asistencia de Sara Solarz de Osatinsky y Amalia Larralde. Por su parte, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, cuyo testimonio prestado el 17 de octubre de 2011 ser analizado al tratar gran parte de los partos acaecidos en la E.S.M.A., precis que la pieza de las embarazadas fue inaugurada para el mes de junio o principios de julio del ao 1977. Asimismo refiri que previo a dicha habitacin, vio a las cautivas embarazadas alojadas en capucha junto a los restantes detenidos. Precis que Febres fue el encargado en la E.S.M.A. de llevarle a las jvenes un lujoso moiss, con el que deca, los nios sera llevados a los abuelos, junto a una carta que las mujeres deban escribirles a sus familias sealndoles que deban cuidar a las criaturas. No obstante ello, la testigo afirm que Febres manifest tener un primo que se ocupaba de buscar a los nios nacidos en cautiverio, una casa, lo que le dijo la pauta a la testigo de que los menores no eran entregados a sus verdaderas familias. Relat que Capdevila fue el mdico que concurra a ver a las jvenes a la pieza de las embarazadas antes del parto, el que se llevaba a cabo sobre una mesa all ubicada, momentos en que las restantes jvenes eran retiradas del cuarto, adonde volvan a ingresar una vez lavado el lugar. Aadi que Capdevila llevaba consigo material esterilizado y sabanas de color verde.
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Puntualiz que vio a Vaek junto a Rubn Jacinto Chamorro, en la visita que aquel hizo a la maternidad de la E.S.M.A., a fines del mes de julio de 1977, indicando que si bien no poda precisar fechas, lo vio visitando a las embarazadas en ms de una oportunidad. Explic que pudo identificar al entonces Vicealmirante Vaek, porque ste tambin concurri como visitante a la pecera, muchas veces en compaa de altos oficiales, pero adems, porque antes de ser secuestrados lean los diarios y a partir de ellos result fcil identificarlos. Se refiri a Acosta como el jefe de la E.S.M.A., quien decida la vida y la muerte, dicindoles a los cautivos si ustedes siguen as les pongo un pento naval y los mando para arriba o que le preguntaba a Jesusito a quien tena que matar, decidiendo las listas de traslados que se hacan todos los mircoles en el centro clandestino. Mencion tambin que conforme se deca en el centro, en el Hospital Naval exista una lista de mujeres de miembros de la Marina, que no tenan hijos y queran adoptar a los nios de guerrilleros. Seal que la pieza de las embarazadas funcion hasta el mes de febrero de 1978, transformndose luego en un comedor, habilitndose otra habitacin al fondo del tercer piso que funcion hasta el mes de abril de 1978. En cuanto a los motivos por los que la testigo fue elegida para colaborar en gran cantidad de partos que se llevaron a cabo en la E.S.M.A., dijo que fue la joven Moyano de Poblete quien pidi a los represores que se le permitiera a la testigo estar presente en su parto, siendo que despus, cada embarazada tambin peda por ella o por otra compaera cautiva. As las cosas, qued debidamente probado el funcionamiento dentro del Casino de Oficiales de la E.S.M.A., de un C.C.D. en el cual se aloj a detenidas desaparecidas, embarazadas, quienes luego del parto fueron trasladadas con destino incierto, o la muerte, habindose sustrado, retenido y ocultado a esas nias y nios, sustituyendo sus identidades, haciendo incierta las mismas mediante distintas falsedades ideolgicas de documentos pblicos.
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La hija de Mara del Carmen Moyano y Carlos Simn Poblete, naci aproximadamente en el mes de junio del ao 1977 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 23 aos de edad, permaneca all privada ilegtimamente de su libertad desde que fuera trasladada all clandestinamente en el mes de mayo de ese ao, desde el centro de detencin denominado la Perla, sito en la Provincia de Crdoba. La joven fue secuestrada entre los meses de abril y mayo de 1977 junto a su pareja, Carlos Poblete, poca en que la joven cursaba el sptimo mes de gestacin aproximadamente. La nia, fue arrancada de los brazos de su madre
aproximadamente a los ocho das de nacida, siendo sustrada de la custodia de sus progenitores, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, continuando desaparecida a la fecha al igual que sus padres.
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Cabe destacar que esta pareja fue investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo, adems en lo que respecta a los antecedentes sociales de Mara del Carmen Moyano se consignaba que perteneca a Montoneros. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 2703, Tomo 5 Anexo 1, caratulado Pedido de captura (actv. Subversiva)iniciado el 19 de diciembre de 1977 del cual se desprende que el legajo se inici por un parte producido por el Servicio de Inteligencia Naval informativo para la DIPBA; Mesa DS Varios N 3899, caratulado Derivaciones de procedimiento antisubversivo que origin el
desmembramiento de una clula de montoneros en la provincia de San Juan, fechado en diciembre de 1975, con el encabezado del Grupo de Tareas 37, en donde hace mencin a un procedimiento antisubversivo llevado a cabo en la provincia de San Juan el 24 de noviembre de 1975, donde fue allanado el domicilio de Poblete, Carlos Simn y que hasta el presente, los procedimientos antisubversivos en conjunto, entre fuerzas militares y policiales, han tenido resultados positivos, toda vez que la documentacin secuestrada y el grado de importancia, y de militancia y contactos de los detenidos; y Mesa DS Varios N 7412, caratulado Referente organizacin subversiva Socialismo Revolucionario, el cual contiene el Parte de
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Informaciones N 7/77 producido por la Superintendencia de Seguridad Federal de la Polica Federal, en donde hace referencia a la organizacin Socialismo Revolucionario, sealando entre los fundadores a Carlos Gonzlez (el alias de Carlos Simn Poblete), siendo que esta informacin est fechada el 2 de marzo de 1977 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 12 de septiembre de 2011 por Adriana Moyano, hermana de Mara del Carmen, secuestrada en el ao 1977 y cuada de Carlos Poblete. Relat que Mara del Carmen tena el sobrenombre familiar de Pichona, por ser la ms chica y protegida de la familia y con anterioridad al secuestro viva en la provincia de Mendoza junto a sus padres, en tanto la testigo, que tambin habitaba la provincia referida, viva junto con su esposo. Seal que la joven militaba en la Juventud Peronista (J.P). y prestaba colaboracin en un barrio realizando tareas de alfabetizacin, donde dados sus estudios de bioqumica y farmacia haba instalado junto a un sacerdote un dispensario, con el que abastecan de medicamentos. Refiri que a fines del ao 1975 el domicilio de sus padres fue allanado por fuerzas de seguridad que buscaban a su hermana sin indicar los motivos, creyendo la testigo que la direccin de la vivienda haba aparecido en alguna agenda. Dijo que en dicho operativo fue apresado su padre hasta que su hermana apareciera, conforme dijeran, pero dado que su progenitor por su trabajo como telegrafista en la Polica de la Provincia tena contactos a travs de quienes tena conocimiento de lo que estaba ocurriendo en el pas, hizo llegar el mensaje a Mara del Carmen de que no apareciera por su domicilio, pasando la joven en aqul momento a la clandestinidad. Explic que su padre estuvo procesado por la posesin de un arma, calibre 45, que tena por haber trabajado en la polica y con la que se haba quedado tras retirarse de la fuerza. Indic que la presin durante la detencin de su padre, fue que su hermana se entregara, hecho al que su padre se negaba al temer que le ocurriera alguna barbaridad de las que ya tena conocimiento que pasaban.
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Afirm que su padre recuper finalmente la libertad, y al tener familiares en la provincia de San Juan la llev a Mara del Carmen a esa Provincia, all ella conoci a Carlos Poblete, un topgrafo que se convertira en su pareja. Explic que si bien quisieron casarse, su hermana no poda hacerlo con su documentacin dado que la estaba buscando, por lo que se unieron como compaeros, en tanto ambos militaban en la Juventud Peronista. Dijo que su padre constantemente visitaba a su hermana en San Juan, y que la pareja tambin viaj a la provincia de Mendoza de visita en la Navidad del ao 1976, aqullos estaban buscando la forma de salir del pas. Relat que su padre iba a buscar a los jvenes, ingresndolos a la provincia de Mendoza escondidos en un furgn del correo, para evitar que la vigilancia los detectara.
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Destac que la intencin de salir del pas, por las fronteras del noreste era por el embarazo de su hermana, a quien la deponente vio por ltima vez en el mes de febrero o marzo del ao 1977, cuando cursaba el sexto o sptimo mes de embarazo, oportunidad en que fuera examinada por una mdica de la provincia de Mendoza, y fuera vista en cinta por amigos de la testigo, que luego dieron su testimonio al respecto, tratndose de conocidos que le facilitaron el domicilio a Mara del Carmen durante el tiempo que estuvo en la provincia. Exhibida que le fuera a la testigo Moyano el acta obrante en el legajo CONADEP nro. 3186 perteneciente a Mara del Carmen Moyano de Poblete (incorporado al debate), concretamente la actuacin protocolar nro. 17620, del 12 de octubre del ao 1983 donde se dej constancia de que las personas que all comparecieron ante escribano lo hicieron a fin de dejar constancia de que vieron a Mara del Carmen Moyano Poblete en evidente estado de gravidez, entre los meses de febrero y marzo del ao 1977, la testigo reconoci su firma all inserta, recordando que el documento fue firmado entre otros, por Estela Guerra de Mazzutti. La Sra. Moyano expuso que la pareja visit su domicilio, a fines del ao 1976 y en febrero o marzo del ao 1977, tiempo en que decidieron salir del pas, para lo que primero deban llegar a Buenos Aires, lugar donde se
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contactaran con personas que podran posibilitarle la salida del pas y de all, a la frontera. Declar que la pareja se dirigi en mnibus a la casa de su abuela paterna en Buenos Aires, pero nunca llegaron all, dado que fueron detenidos, circunstancia que la familia conociera tiempo despus, en virtud de que en la casa de su abuela se recibieron breves llamados telefnicos, en que una mujer y un hombre indicaban que la pareja estaba bien, para cortar inmediatamente, por lo que la familia no supo de lo sucedido y tena la esperanza de que estuvieran a salvo fuera del pas, permaneciendo as por aos. Narr que al arribar la democracia supieron por personas que estuvieron detenidas con la joven que la pareja fue detenida en Crdoba, trasladada al centro clandestino denominado La Perla, donde fueron alojados por varios das, y le indicaron a su cuado que Mara del Carmen sera trasladada. Rese que los testigos vieron a un militar de apellido Gonzlez subir a su hermana a una ambulancia, oportunidad en que le dijeron que la llevaran a Mendoza a fin de que diera a luz, lo que finalmente no ocurri, dado que la trasladaron a la E.S.M.A., a un mes y medio del parto. Aclar que supo de estos extremos a travs de los dichos de Teresa Meschiati, quien conoca al hermano de Carlos Poblete y viera a Mara del Carmen embarazada en La Perla. As tambin seal que Graciela Susana Geuna tambin estuvo detenida junto a la joven. Especific que por dichos de sobrevivientes de aqul centro clandestino, Mara del Carmen dio a luz en la E.S.M.A. en los primeros das del mes de junio del ao 1977, a una nia sana, siendo trasladada la joven aproximadamente a los ocho das de ocurrido el parto, junto a otra cautiva, Ana Rubel de Castro, tras ser separada de la nia. Precis que fue a travs de Sara Solarz de Osatinsky y Ana Mart quienes ayudaron a su hermana a dar a luz, que supo lo expuesto, como as tambin que Mara del Carmen pidi que le sacaran los grilletes a Osatinsky, lo que no hicieron, siendo stas las condiciones en que naci su sobrina, a quien dijo, continuaban buscando. Puntualiz que, segn los testimonios recabados, Magnacco fue el mdico que atendi el parto en que naciera su sobrina, quien fuera retirada de la E.S.M.A. junto al beb de Ana Rubel por Pedro Bolita.
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A preguntas que se le formularan en relacin a cmo supo el padre de la deponente en el mes de julio del ao 1979 que su hermana haba estado detenida al mes de mayo de 1977 en la E.S.M.A., lugar donde fuera atendida por su embarazo y prxima a dar a luz, circunstancia de la que da cuenta la nota que aqul presentara ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal nro. 5, Secretara nro. 15, en el marco del habeas corpus que iniciara a favor de Mara del Carmen el 16/5/79 nro. 847, (obrante en el legajo CONADEP nro. 3186 incorporado, en cuya presentacin tambin se hace mencin a que la joven fue vista en avanzado estado de gravidez en la E.S.M.A.), la testigo contest que crea que a travs de un amigo de su to, que trabajaba en la Presidencia de la Nacin, dentro de algn Ministerio de la Provincia de Mendoza, se haba obtenido tal informacin.
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As tambin le fue exhibido a la testigo Moyano un certificado firmado por la Dra. Olga Markstein de Tenenbaum el 11/10/83 (obrante en el legajo nro. 3186 ya referido) en que da cuenta de haber examinado a Mara del Carmen Moyano de Poblete en el mes de marzo de 1977 y que sta presentaba en esa poca un embarazo de seis meses, oportunidad en que seal que crea que haba sido esta profesional quien examinara a su hermana cuando estuvo en la provincia de Mendoza. Cabe recordar aqu que la testigo Adriana Moyano sostuvo que Teresa Silvia Meschiati le envi una carta manuscrita a la familia luego de arribar la democracia, en la que relat que estuvo con su hermana en La Perla, indicando ya en aqulla poca que el matrimonio Poblete fue secuestrado en el mes de abril o mayo del ao 1977, y que pudo reconocer su foto porque en La Perla haba una carpeta con prfugos de la provincia de San Juan. Consign en aquella misiva, y conforme relatara la testigo Moyano, que Mara del Carmen tena un avanzado estado de gravidez Se cuenta tambin con los dichos de Graciela Susana Geuna, quien prestara declaracin en el debate el da 17 de octubre de 2011, y relatara que fue secuestrada el 10 de junio de 1976 en la Provincia de Crdoba, habiendo permanecido cautiva en el centro clandestino de detencin denominado La Perla, de donde fue liberada en abril del ao 1978. Record haber conocido a Mara del Carmen Moyano de Poblete, apodada Pichona, quien fuera
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secuestrada en el mes de abril de 1977 y permaneciera unos das cautiva en La Perla. Indic al respecto que en una oportunidad fue conducida al galpn del centro clandestino, a fin de lavar los autos utilizados en los operativos, lugar en el que pudo observar una ambulancia, en la que se encontraba acostada la joven Moyano, a quien vio con un embarazo notorio de siete u ocho meses, pudiendo escuchar que le dijeron que la llevaran a Mendoza a fin de que tuviera all a su beb, dado que era oriunda de dicha provincia. Precis que lo que se le dijo a la joven es que sera legalizada y podra estar con su familia. Sostuvo que fue un militar de apellido Gonzlez, apodado Monseor o Juan XXIII quien les dijo a los cautivos que no deban preocuparse por la joven Moyano, que iba a estar bien. En el legajo nro. 3186, obra el escrito que la testigo Geuna entregara a la familia de Mara del Carmen en el que relat su cautiverio en el centro clandestino La Perla en forma conteste a lo declarado en el debate, precisando en relacin a la joven Moyano, que tanto ella como Carlos Poblete fueron secuestrados en el mes de abril o mayo de 1977 y que si bien no recordaba la cara de la joven, dado que al verla, tena sus ojos vendados, pudo identificarla por los siguientes datos: ella era de Mendoza y su marido de San Juan, de una familia numerosa, y uno de los hermanos del marido, a quien la testigo conoca, se llamaba Isidro. Indic all que Mara del Carmen, una joven de tez morena, embarazada de varios meses, siete u ocho, fue trasladada en horas de la tarde, y a la semana aproximadamente de haber llegado al centro clandestino, de donde fue retirada por Jos Carlos Gonzlez, alias Monseor, Juan XXIII o Quiroga. Se cuenta tambin con los dichos brindados en el debate por la testigo Teresa Celia Meschiati el 30 de enero de 2012 oportunidad en la que relatara que fue secuestrada el 25 de septiembre de 1976 en Crdoba, donde permaneci cautiva en el mbito del Tercer Cuerpo del Ejrcito hasta diciembre de 1978, en el centro clandestino denominado La Perla. Afirm haber conocido en dicho centro clandestino, el caso de la joven Moyano de Poblete, quien cursaba un embarazo prcticamente a trmino, de
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como panzona, no obstante indicar que la joven era apodada Pichona. Dijo que la joven era oriunda de Mendoza y fue trasladada a la Perla junto a su marido, permaneciendo alojados entre biombos. Aclar que la joven estuvo all muy poco tiempo y que en dicho centro clandestino, se rodeaba a la persona de biombos a fin de que no fuera vista por los dems cautivos, porque estaba agonizando o porque sera trasladada a otro centro clandestino. Refiri que no poda precisar el tiempo en que la joven fue detenida, explicando al respecto que en el primer testimonio de CONADEP figuraba como fecha de secuestro de la joven el 1ro de abril del 1977, en tanto en el testimonio que realizara la testigo, consign el mes de mayo de ese ao, siendo ambas fechas posibles a su entender. Atribuy dicha imprecisin a la dificultad para llevar un registro exacto de los hechos, salvo el caso de que
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algn acontecimiento marcara al cautivo, como ser en su caso el asesinato de su compaero. Afirm que ms all de una fecha exacta, supo de Pichona en aqul centro clandestino, a sus siete meses de cautiverio. Dijo que si bien no pudo hablar con la pareja, s lo hizo otra cautiva, apodada Tita, la Sra. de Buitrago, a travs de quien tomara conocimiento del apodo de la joven y que era oriunda de Mendoza. Precis haber visto a Mara del Carmen cuando pasaba delante de la testigo, a fin de dirigirse a hacer sus necesidades. Record que durante su exilio en Suiza, tom contacto con Solarz de Osatinsky y Ana Mara Mart y la primera fue quien le cont que la joven dijo a luz a una nena, encontrndose ambas desaparecidas, creyendo que el parto haba tenido lugar en el mes de junio o julio. Lo expuesto hasta aqu, permite tener por acreditado el embarazo de la joven Moyano al tiempo de su secuestro, su detencin inicialmente en el centro clandestino denominado la Perla, y traslado a la E.S.M.A, circunstancias de las que tambin dieran cuenta numerosos sobrevivientes de este ltimo centro clandestino que compartieron cautiverio con la joven, refirindose asimismo al nacimiento de la hija de la nombrada, que tuviera lugar en el mes de junio del ao 1977, en la enfermera que funcion en el stano de la E.S.M.A. y en circunstancias similares al parto de Ana Rubel.
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En tal sentido, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, en la audiencia del 17 de octubre de 2011, relat que tras ser secuestrada el 14 de mayo de 1977, fue llevada al tercer piso del centro clandestino, al lugar denominado capucha, donde la tiraron sobre una colchoneta. Record que all pudo levantarse la capucha, oportunidad en la que vio a tres jvenes embarazadas, de quien luego supo se trataban de Ana Rubel, Mara del Carmen Moyano, apodada Pichona, e Hilda Prez de Donda, apodada Cori. Indic que esas jvenes estaban cautivas en la E.S.M.A. desde tiempo antes que la testigo. Respecto de Pichona precis que haba sido trasladada a la E.S.M.A. desde la Perla en los primeros das del mes de abril de 1977, lo que coincidi con que en el mes de mayo de ese ao, entre el 20 o 25 de mayo, el mdico Jorge Antonio Bergs fue a dicho centro clandestino a fin de interrogar a la testigo, oportunidad en que Bergs le dijera que la llevara a Crdoba, para matarla, porque deba desaparecer de la faz de la tierra. Sostuvo que la joven pidi por favor que la testigo la acompaara al momento del parto ya que no quera gritar al lado de los asesinos. Record que la joven dio a luz a su hija en el mes de junio del ao 1977, da en que ambas, fueran trasladadas a la enfermera de la E.S.M.A, lugar en el que se encontraba el Dr. Magnacco. Describi que Mara del Carmen permaneci con la nia diez das en la pieza de las embarazadas que ya se haba inaugurado, aunque los partos se realizaban en la enfermera. La testigo precis que a los dos das despus de dar a luz Ana Rubel, sta fue trasladada de la E.S.M.A. junto con Pichona (Moyano de Poblete) quien tambin ya haba dado a luz a su hija, y que a ambas les dijeron que seran llevadas a Crdoba. Por su parte, la testigo Ana Mara Mart en su declaracin prestada en el debate el 12 de septiembre de 2011, refiri haber visto durante su cautiverio en la E.S.M.A., en el sector de Capucha a cautivas embarazadas, tratndose de Ana Rubel, a quien conoci como Ana de Castro, Mara del Carmen Moyano, apodada Pichona y Hueravillo, apodada Tita que era Hilda Garca de Hueravillo. Sostuvo que Mara del Carmen, estuvo alojada en Capucha junto con Rubel, de quien se hiciera muy amiga y que en conversaciones que
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tuvo con la testigo le coment que era mendocina y que haba sido torturada en la provincia de Crdoba, al igual que su marido. Explic Mart que durante su exilio en Suiza, tras recuperar su libertad, tom contacto con sobrevivientes de la Perla, Graciela Geuna y Teresa Meschiati, quienes le informaran que Mara del Carmen haba estado cautiva all, lugar del que fuera trasladada en el mes de mayo de 1977. Destac que luego de que Mara del Carmen diera a luz a su hija, en el ao 1977, permaneci una semana en la pieza de embarazadas con la nia, y muy poco despus del parto del hijo de Rubel, supo que ambas fueron trasladadas juntas y sin sus bebs al Tercer Cuerpo del Ejrcito, creyendo que las jvenes que estaban en la pieza embarazadas en aqul momento, le dijeron que Pedro Bolita se haba llevado a ambos nios.
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La testigo Mart expuso que no presenci los partos de Ana Rubel y Mara del Carmen, pero que conforme le contara Sara Solarz de Osatinsky, los mismos tuvieron lugar en el stano de la E.S.M.A. durante el mes de junio, momentos en que pudieron escuchar terribles ruidos, dado que mientras las jvenes daban a luz a sus hijos pudieron or los gritos de personas producidos por la tortura y la msica a muy alto volumen como la ponan los represores, a lo que se sumaba los ruidos que provenan de una construccin que permanentemente se haca en el lugar con tabiques prefabricados. Se destaca que las circunstancias relatadas por las testigos Ana Mara Mart y Sara Solarz de Osatinsky fueron tambin reseadas por las nombradas ante la Comisin de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en el mes de febrero de 1983 (v. fs. 1262/64 de la causa nro. 1351, incorporado por lectura al debate, como as tambin legajo CONADEP nro. 3186). All precisaron que supieron por dichos de Mara del Carmen que haba sido secuestrada junto a su esposo en la ciudad de Crdoba, y alojados en la Perla, donde fueran torturados. Consignaron tambin que la joven fue trasladada a la E.S.M.A. a los pocos das de su secuestro, en los primeros das del mes de mayo de 1977, lugar donde permaneci alojada, aproximadamente por el trmino de un mes, en el sector denominado capucha, donde permaneci encapuchada, con grilletes en los pies y tirada en el suelo sobre una colchoneta a pesar de su estado de gravidez. Agregaron all, que en los
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primeros das del mes de junio de 1977 cuando fue inaugurada una pieza sin ventilacin ni luz natural, Mara del Carmen fue alojada all junto a Ana de Castro. Indicaron que el parto fue llevado a cabo por los Dres. Magnacco, mdico gineclogo del Hospital Naval y el Dr. Martnez, mdico de piel del mismo nosocomio (a quien Solarz, conforme manifestara en el debate, pudiera reconocer como Capdevila) y un enfermero del que desconocieron datos filiatorios. Tambin sealaron que la joven luego del parto fue conducida nuevamente a la pieza junto a Ana de Castro y permaneci en dicho lugar aproximadamente ocho das, dos das despus de que Ana de Castro diera a luz, tiempo en que ambas fueron trasladadas sin sus hijos, los que luego de permanecer unas horas en la habitacin destinada a las mujeres embarazadas, fueron retirados de all por Pedro Bolita. La testigo Mara Alicia Milia, tambin record en la audiencia del 2 de agosto de 2011, haber visto en la E.S.M.A. embarazada, como as tambin luego del parto a Mara del Carmen Moyano, apodada Pichona, de quien dijo fue trasladada a la E.S.M.A. desde el centro clandestino denominado la Perla, ubicado en la Provincia de Crdoba. Indic que la joven durante su cautiverio, se hizo muy amiga de otra cautiva embarazada, Ana Rubel y que el parto de la joven se produjo en la segunda semana de junio de 1977. Agreg que se enter pocos das despus del parto de Ana Rubel, que sta fue trasladada junto a Mara del Carmen Poblete de Moyano, sin sus hijos al Tercer Cuerpo del Ejrcito. Cabe sealar que en el testimonio que Milia prestara en Madrid en el ao 1984 (incorporado por lectura), tambin hizo mencin a Pichona secuestrada junto a su marido en abril de 1977 en Crdoba y trasladada a la E.S.M.A. en mayo de 1977 a fin de dar a luz. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 3 de agosto de 2011 por Lila Victoria Pastoriza quien expuso que supo de dos embarazadas que aparentemente eran cautivas del Tercer Cuerpo de Ejrcito y no dependan del G.T. 3 que operaba en la E.S.M.A., Ana Castro y otra joven trada desde la Perla Crdoba, de quien no recordaba nombre y
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pudo ubicar en el centro clandestino, para el mes de junio de 1977, tiempo en que diera a luz en el lugar en forma contempornea a Ana Castro Rubel. La testigo Lidia Vieyra al declarar en el debate el 26 de octubre de 2011, seal haber conocido durante su cautiverio en la E.S.M.A., a Mara del Carmen Moyano, apodada Pichona., a quien vio en capucha y de quien supo era mendocina y diera a luz en el lugar a mediados del ao 1977. Por su parte, el testigo Lisandro Ral Cubas, al declarar en la audiencia del 24 de enero del 2012, refiri recordar el caso de una joven de apellido Poblete, apodada Pichona, una detenida embarazada que fuera llevada a la E.S.M.A. a fin de que diera a luz, y luego fuera trasladada nuevamente a la provincia de Crdoba, donde haba estado previamente cautiva. Agreg que no vio personalmente a la joven, motivo por el que en la
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mayora de sus declaraciones no hizo referencia a ella, sabiendo por comentarios de otros sobrevivientes del centro clandestino, que dio a luz en la E.S.M.A. y era militante de Montoneros. Record que su actual pareja, Rosario Quiroga, conoci al marido de la joven, a raz de su militancia en la provincia de San Juan. Finalmente cabe hacer mencin aqu, a los dichos de Nilda Haydee Orazi Gonzlez, obrantes a fs. 2051/2057 de la causa N 1351, que fueran incorporados por lectura al debate, donde record haber visto embarazada en la E.S.M.A. a Mara del Carmen Moyano de Poblete que vena del Tercer Cuerpo de Ejrcito, y dio a luz en junio de 1977, siendo posteriormente trasladada junto a Ana Castro. Como se sealara, los testimonios reseados, permiten tener por acreditado el nacimiento de la hija de Mara del Carmen Moyano y Carlos Poblete, en el mes de junio de 1977 durante el cautiverio de su madre, y su inmediata sustraccin por parte de fuerzas de seguridad, quienes hicieran incierta su identidad y paradero hasta la fecha, ocultndola de su familia biolgica. Por ltimo resta agregar que tanto la nia como sus padres, a la fecha, estn desaparecidos.
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El hijo de Ana Mara Rubel y Hugo Alberto Castro, naci aproximadamente en el mes de junio del ao 1977, en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 27 aos de edad, permaneca all privada ilegtimamente de su libertad desde que fuera secuestrada el 17 de enero de 1977 de su domicilio sito en la calle Camargo 288, piso 4, depto. B de esta ciudad, tiempo en que tambin fuera secuestrado Hugo Castro y en el cual la joven cursaba un embarazo de dos meses de gestacin. El nio fue arrancado de los brazos de su madre al poco tiempo de nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores, y no fue entregado a sus familiares biolgicos, continuando tanto l como sus padres desaparecidos. Cabe destacar que Ana Rubel haba sido investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Carpeta Varios N 13456, caratulado Asunto: RUBEL, Ana Mara, (GRUPO OFENSIVA), el mismo contiene antecedentes ordenados cronolgicamente desde el ao 1971 hasta diciembre de 1978; y Mesa DS Carpeta Varios N 19688, caratulado S/ Paradero de ROMERO, Juan Manuel y otros iniciado el 14 de octubre de 1981 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Para ello se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 3 de agosto de 2011 por Perla Rubel, hermana de Ana Mara, de quien dijo que tom conocimiento que dio a luz a un nio durante su cautiverio. Narr que el da 18 de enero del ao 1977 se recibi en la casa de sus padres, en la ciudad de Resistencia, Provincia de Chaco, un telegrama que deca que su hermana estaba muy grave, internada y que su madre deba viajar a Buenos Aires para atenderla, lo que su progenitora hizo junto al marido de la testigo, tomndose un avin hasta esta ciudad. Aclar respecto del telegrama al que hiciera referencia, que en una primera instancia creyeron que haba sido enviado por un to materno, lo que ste neg, desconociendo a la fecha quin lo envi.
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Describi que cuando su madre y su esposo llegaron al departamento donde viva su hermana, ubicado en la calle Camargo 288, 4to piso de esta ciudad, lo encontraron con claros signos de haber sido allanado, totalmente revuelto, llamndoles la atencin que las conexiones elctricas estaban desarmadas y la baera a medio llenar, lo que hizo pensar al esposo de la testigo que haban utilizado la baera para algn procedimiento, dado que luego supieron que quienes apresaron a Ana Mara, estuvieron con ella en el interior del departamento de 7 a 11 de la maana. Record que su madre esa misma noche se dirigi a la Comisara a fin de realizar la denuncia de lo sucedido, lugar en que le dijeron que no haba constancia relativas a su hermana y que posiblemente el Ejrcito se haba llevado a la joven, comenzando as su progenitora una ardua bsqueda de Ana
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Mara. La Sra. Rubel expuso que luego, al enterarse de la posible existencia de un sobrino, hijo de su hermana, dio su sangre al Banco Nacional de Datos Genticos, y present una declaracin donde denunci el hecho de que su hermana haba sido madre en cautiverio. Explic al respecto que no tuvo mucho conocimiento de lo que ocurra en los aos en que su hermana fuera secuestrada, dado que su madre no le contaba nada para protegerla, luego de que un hermano de la testigo, militante del Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP) y su seora, fueran asesinados en el ao 1974. Manifest que su madre tena conocimiento del embarazo de Ana Mara, no as la testigo, quien desconoca si su hermana tena actividad poltica, pudiendo solo sealar, que se encontraba estudiando y trabajando en Buenos Aires. En torno a cmo tom noticia de la existencia de su sobrino, relat que Graciela Ojeda, miembro de la CONADEP, concurri a su domicilio en la Provincia de Corrientes, preguntndole datos relativos a Ana Mara, siendo que en una oportunidad Ojeda, junto a Remo Carlotto, le comentaron que haban recabado informacin en relacin a una detenida, Ana de Castro, que haba dado a luz a un varn, y tena la misma edad de su hermana al tiempo de su cautiverio. Agreg que conforme le explicaron por dichos de los sobrevivientes, como Alicia Milia supieron que Ana de Castro, era del Chaco y
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su padre era no vidente, determinando as que Ana Rubel y Ana de Castro se trataba de la misma persona. Depuso que luego, pudo confirmar el embarazo de su hermana, al que se refirieran los sobrevivientes de la E.S.M.A, al hablar con una prima hermana, Susana Horowicz, que s conoca tal extremo, dado que haba visto a Ana Mara el da anterior a su desaparicin, el 17 de enero del ao 1977, encontrndose con sta en un bar, a fin de entregarle un sobre con dinero y pasajes con destino a Paraguay, siendo sta la ltima persona de la familia que vi a Ana Mara. Rese que conforme le contara su prima Susana, el da que vi a Ana Mara por ltima vez, le dijo que se fuera inmediatamente del pas, a lo que su hermana contest que primero deba ir a su domicilio a retirar sus cosas, indicndole que estaba embarazada de dos meses, aunque an no se le notaba. Puntualiz que supo por testimonios de sobrevivientes, que Ana Mara dio a luz a un varn durante su cautiverio, esperando a la fecha que su sobrino sea hallado. Agreg que conforme le informaran, la pareja de su hermana y padre de su sobrino era Hugo Alberto Castro, a quien no conoci. Expuso que al enterarse de la existencia de su sobrino, tambin le contaron de la pareja que Ana Mara haba formado con Hugo Castro, quien tambin fuera secuestrado, en el interior de un automvil. Completan los dichos de la testigo, las constancias documentales obrantes en los legajos CONADEP nro. 3601 y 2661 pertenecientes a Ana Rubel de Castro y Hugo Alberto Castro respectivamente, que fueran incorporados al debate. En la denuncia formulada por la hermana de Ana, Perla Rubel (legajo nro. 3601) ante la CONADEP, como as tambin en la copia de los recursos de habeas corpus que presentara en vida su madre, Regina Horowicz de Rubel, a pocos das del secuestro de Ana Mara, entre enero y febrero del ao 1977, se precis: conforme los dichos del portero del edificio en que viva Ana Mara, Jorge Pedrozo (quien inicialmente negara tener informacin) aqulla fue secuestrada el 17 de enero de 1977 en su domicilio de la calle Camargo nro 288, 4to. Piso dpto. B de esta ciudad, luego de que all se presentaran, siendo las 7 horas, miembros de Fuerzas Conjuntas del Ejrcito Argentino y la Polica Federal, que actuaran posiblemente con la colaboracin de efectivos de la
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Comisara nro. 27, sujetos que se encontraban debidamente uniformados y actuaban a cargo de un Teniente del Ejrcito. Se agreg all que aquellos permanecieron en el departamento de su hermana hasta las 11 horas, dicindole al Sr. Pedrozo que Ana Mara estaba detenida y quedaba a disposicin del Ejrcito. Se indic tambin que en la Comisara 27 le informaron a la madre de Ana Mara que presumiblemente la detenida se encontrara a disposicin del Ejrcito, en dependencias del Regimiento I de Palermo. Obra tambin en dicho legajo, el memorndum confeccionado por Claudia Carlotto, en su carcter de Coordinadora de la Comisin Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), que con fecha 5 de septiembre de 2000 hizo saber respecto a la identidad de Ana de Castro, quien conforme dichos de
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personas liberadas del centro clandestino de detencin, E.S.M.A., se encontraba embarazada al tiempo de su cautiverio, se trataba en realidad de Ana Rubel. Consta tambin en el legajo de referencia, el informe que realizara la CONADI a fin de establecer la identidad de Ana de Castro (quien diera a luz a un varn en la E.S.M.A. en junio de 1977) elaborado por Graciela Ojeda y Remo Carlotto, a raz de una entrevista con Perla Rubel el 30/8/00, entrevista de la que tambin diera cuenta la testigo Rubel al declarar en el debate. All se consignaron las coincidencias entre Ana Rubel y de Castro, como as tambin se reflej la confirmacin del embarazo de la joven, de dos meses al tiempo de su secuestro, que su hermana pudiera realizar a raz de los dichos de su prima Susana Horowicz. As tambin se dej constancia del reconocimiento parcial (solo rostro) que hiciera de una fotografa la testigo Alicia Milia, como sobreviviente de la E.S.M.A. que intervino en el parto de la joven hasta entonces identificada como Ana de Castro, como Ana Mara Rubel. El legajo nro. 2661 da cuenta de la desaparicin de Hugo Alberto Castro, el da 15 de enero de 1977, al salir del domicilio de su madre ubicado en la calle Rawson 3575, localidad de La Lucila, P.B.A., lugar del que se haba retirado manejando una automvil marca FIAT, con el que se diriga a encontrarse con una muchacha, con quien se encontraba habitualmente en un bar ubicado en Cabildo y Lacroze de esta ciudad.
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Lo expuesto hasta aqu, permite tener por acreditado el embarazo de la joven Rubel al tiempo de su secuestro, circunstancia de la que tambin dieran cuenta numerosos sobrevivientes de la E.S.M.A. que compartieran cautiverio con la joven, refirindose asimismo al nacimiento del hijo varn de la nombrada, que tuvo lugar en el mes de junio del ao 1977, en la enfermera que funcion en el stano de la E.S.M.A. En tal sentido, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, en la audiencia del 17 de octubre de 2011, relat que su primer contacto con las embarazadas cautivas en la E.S.MA., fue cuando tras ser secuestrada el 14 de mayo de 1977, fue llevada al tercer piso del centro clandestino, al lugar denominado capucha, donde la tiraron sobre una colchoneta con hule blanco. Record que all pudo levantarse la capucha, observando entonces un espectculo dantesco, como poda ser el estar dentro de una caja de muertos, una caja de madera, cerrada, con el espacio exacto para que los cautivos no estuvieran de pie sino acostados, y en el medio de toda la gente all secuestrada, vio una cama que sobresala, y en ella una mujer embarazada que tambin se haba levantado la capucha y era Ana de Castro. Dijo que tambin pudo ver a Pichona (la joven Moyano de Poblete) y Cori (Prez de Donda). Indic que las tres jvenes embarazadas a las que se refiriera, estaban cautivas en la E.S.M.A. desde tiempo antes que la testigo. Puntualiz que presenci el parto de Ana Castro, quien haba sido torturada salvajemente, siendo que su hijo naci sietemesino, pesando tan solo dos kilos, por lo que le llevaron, posiblemente desde el Hospital Naval hasta la E.S.M.A. una incubadora, la que no se encontraba con anterioridad al parto en el lugar. Narr que Ana, temerosa de las consecuencias que la tortura que sufriera le hubiera ocasionado al nio, le pidi que lo mirara bien, queriendo saber si tena todos sus dedos, o si se adverta en l alguna caracterstica particular. La testigo precis que dos das despus de dar a luz, Ana fue trasladada de la E.S.M.A. junto con Pichona (Moyano de Poblete) quien tambin ya haba dado a luz a su hija, y que a ambas les dijeron que seran llevadas a Crdoba.
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Por su parte, la testigo Ana Mara Mart en su declaracin prestada en el debate el 12 de septiembre de 2011, refiri haber sido secuestrada el da 18 de marzo del ao 1977, permaneciendo privada de su libertad en la E.S.M.A., lugar donde le fue dable ver en Capucha a otras cautivas, embarazadas, tratndose de Ana Rubel, a quien conoci como Ana de Castro, Mara del Carmen Moyano de Poblete y Hueravillo, apodada tita que era Hilda Garca. Depuso que Ana Rubel y su marido fueron secuestrados por personal de la E.S.M.A., y que la joven fue salvajemente torturada por un miembro del Ejrcito que oper en aqul centro clandestino. Expres que un da fue llevada junto a Rubel al bao a fin de ducharse, lugar que no tena cortinas por lo que eran observadas por los guardias, pudiendo ver la testigo
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en Rubel, lo que describiera, como horribles marcas, como de quemaduras que le hacan agujeros en el pecho. Record que Rubel le cont que haba sido duramente torturada y estaba angustiada por el temor de que la electricidad hubiera afectado a su beb. Especific que Rubel di a luz a un varn en el mes de junio del ao 1977, no pudiendo precisar la fecha, un nio muy chiquito, de muy bajo peso, que estuvo pocos das con su madre. Testific que durante su cautiverio, Rubel se hizo muy amiga de otra cautiva embarazada, Mara del Carmen Moyano, apodada Pichona, quien fuera trasladada a la E.S.M.A. desde el centro clandestino denominado La Perla, en el mes de mayo. Destac que luego de que Mara del Carmen diera a luz, permaneci una semana en la pieza de embarazadas con la nia, y luego del parto del hijo de Rubel, con quien la joven permaneci poco tiempo, supo que ambas fueran trasladadas juntas al III Cuerpo de Ejrcito, creyendo que las jvenes que estaban en la pieza de embarazadas en aqul momento, le dijeron a la testigo que Pedro Bolita se haba llevado a los nios. La testigo Mart expuso que no presenci los partos de Ana y Mara del Carmen, pero que conforme le contara Sara Solarz de Osatinsky, los mismos tuvieron lugar en el stano de la E.S.M.A. durante el mes de junio, momento en que pudieron escuchar terribles ruidos, dado que mientras las jvenes daban a luz a sus hijos pudieron or los gritos generados por la tortura y la msica a muy alto volumen como la ponan los represores, a lo que se
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sumaban los ruidos que provenan de una construccin que permanentemente se haca en el lugar con prefabricados. La testigo Mara Alicia Milia, tambin record en la audiencia del 2 de agosto de 2011, que tras ser secuestrada el da 28 de mayo del ao 1977, permaneci cautiva en la E.S.M.A. lugar en el que fuera trasladada con esposas, grilletes y capucha al sector denominado capucha. Describi que al poco tiempo, pudo ingenirselas para ver, logrando observar en el mes de mayo de 1977 a futuras madres que estaban en Capucha, tabicadas pero durmiendo en camas, siendo stas Hilda Prez de Donda, Mirta Alonso de Hueravillo y Ana Rubel. Relat que en horas de la noche pudo escuchar a las jvenes embarazadas caminando con sus grilletes por el lugar. Seal que Rubel durante su cautiverio en la E.S.M.A., al igual que otras embarazadas, tuvo el mismo rgimen de comida que los dems secuestrados, el que consista en el llamado bife naval, compuesto de un pan con bife, lo que coman al medioda y a la noche; un desayuno y merienda con pan y mate cocido, siendo la nica diferencia, que a las embarazadas se les daba, a veces, una fruta. Record que Ana Rubel de Castro, conocida en el centro clandestino como Ana Castro, esposa de Hugo Alberto Castro, dio a luz en la E.S.M.A. a un varn, parto en el que la testigo participara, estimando que aconteci a mediados de junio de 1977, en el transcurso de la segunda semana. Relat al respecto que un da, mientras era interrogada en el stano, se le present Febrs, quien le pregunt que saba la dicente de partos, a lo que contest que nada, que haba tenido dos hijos, sealndole Febrs a la testigo que iba a ver como cuidaban ellos a la gente. Narr que fue trasladada al lugar que llamaban la enfermera, ubicado tambin en el stano del centro, donde pudo observar acostada a la joven en una cama, sin grilletes, y junto a ella un mdico, y una compaera secuestrada, Solarz de Osatinsky. Aadi que el mdico, de quien luego supo, se trataba de Magnacco, tras preguntarle si saba algo de partos, le indic que le dara las rdenes. Record como caractersticas fsicas del nombrado Magnacco, el de ser ms alto que la testigo, de ojos claros, aunque no celestes, con tez cetrina, pero tostada, como la de alguien que practicaba deportes.
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Explic que en una declaracin que prestara previamente (obrante a fs. 2059 de la causa nro. 1351), describi al mdico que participara en el parto de Rubel de igual forma, pero al exhibrsele una fotografa que no perteneca a aqul, indicndosele que dicho sujeto era Magnacco, manifest que no se trataba del mdico que interviniera en el parto de Rubel. Mencion la dicente que antes del parto, ya haba hablado con Ana en el bao, momentos en que sta le contara que fue secuestrada por el Ejrcito. Record que Ana en el parto pidi que les sacaran los grilletes a Quica Osatinsky y a la testigo, a lo que el mdico contest que no, pidiendo la joven tambin que bajaran la msica, la que era ensordecedora, a fin de tapar los gritos de las torturas, peticin a la que el mdico accedi, consiguiendo que la bajaran. Aclar que el pedido de Ana, en cuanto a que les sacaran los
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grilletes, responda a que el ruido que stos hacan al caminar, era terrible, como el recuerdo permanente de la situacin en la que se encontraban, a lo que se sumaba la msica y los gritos de torturados. Describi que fue un parto rpido, y que en dichos momentos pudo ver que Ana tena muy marcado el pecho por las torturas de las que fuera vctima, lo que causaba el temor en la joven de que el nio naciera con malformaciones, por lo que les peda a Osatinsky y a la testigo que lo observaran para asegurarse de que estuviera bien. Indic que Rubel dio a luz a un beb muy pequeo, pidindole al galeno que permitiera que fuera colocado sobre el pecho de su madre, lo que fue permitido por aqul, luego de lo cual la testigo fue retirada de la enfermera, para ser llevada nuevamente a la sala de interrogatorios. Agreg que luego de ello, no volvi a ver ni a Ana ni a su beb, enterndose pocos das despus, que la joven haba sido trasladada con otra compaera que estaba ah a fin de dar a luz, Mara del Carmen Poblete de Moyano. Precis que luego del parto de Mara del Carmen y de Ana, ambas, quienes se haban hecho amigas, fueron llevadas al III Cuerpo de Ejrcito, sin sus hijos. Dijo que supo que el beb de Ana Rubel fue llevado al Hospital de Nios porque estaba ciantico. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 3 de agosto de 2011 por Lila Victoria Pastoriza (secuestrada y trasladada a la E.S.M.A. el 15 de junio de 1977) quien expuso que previo a su
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traslado a Capuchita estuvo prcticamente sola en el stano de la E.S.M.A., siendo que en el subsuelo del lugar, la declarante vi a una persona que haba tenido un beb, muy poco tiempo despus de ser secuestrada la dicente, calculando que el parto haba ocurrido dos o tres das despus de su secuestro. Record que fue trasladada por un guardia a la enfermera, dado que tena sus costillas fisuradas, creyendo que aqul guardia le mencion que haba nacido un beb all, lo que confirm la testigo al ingresar a la enfermera, donde vi a una muchacha joven con su beb. Dijo al respecto que le impact mucho dicha imagen, una joven secuestrada, sentada en una camilla, quien se par y le manifest a la dicente mira lo que mi hicieron estos hijos de puta, abrindose su blusa, exhibindole sus pechos, los que estaban muy lastimados, con quemaduras. Aclar que dicha joven haba tenido su beb haca muy poco tiempo y se trataba de Ana Castro, creyendo que se identific en aquella oportunidad, pudiendo precisar que sus compaeros de cautiverio le dijeron luego a quin haba visto en la enfermera. Indic que luego de aqul encuentro, al ser trasladada al cuarto de interrogatorios, donde haba miembros del S.I.N., pregunt qu ocurra en dicho lugar, dado que no entenda cmo podan nacer nios all, siendo que DImperio (alias Abdala) le contest a la testigo que ellos consideraban que los nios no tenan la culpa de tener los padres que tenan, subversivos o terroristas, y que crean que las madres deban dar a luz a los nios, quienes seran entregados a otras familias que los criaran bien, para que no sean criados para la subversin, lo que en aqul momento le result imposible de creer. Detall que luego de aqul encuentro no volvi a ver a Ana Castro de quien se deca en la E.S.M.A. haba sido trasladada al III Cuerpo de Ejrcito. El testigo Lisandro Ral Cubas, declar en la audiencia del 24 enero del 2012, que permaneci cautivo en la E.S.M.A. luego de su secuestro, desde 20 de octubre del ao 1976. Record que all vi a Ana de Castro, compaera que fuera secuestrada entre noviembre y diciembre de ese mismo ao y con quien pudiera hablar a fines del enero del ao 1977, cuando fuera llevado a trabajar a una oficina del stano. Seal que Castro estaba all, en una
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oficina contigua, con otras mujeres secuestradas, todas ellas a cargo de oficiales del Ejrcito que en ese momento tenan acceso a la E.S.M.A. aclarando que esto significaba que quin la visitaba y hablaba reiteradamente con ella era un oficial del Ejrcito, en el caso de Rubel puntualmente un oficial de apellido Fernndez. Al respecto record que Ana le coment que la haba torturado brutalmente un oficial del Ejrcito vestido siempre de uniforme, quien llevaba una identificacin que deca Fernndez, oficial a quien Cubas vi, y describiera como alto, de 30 o 35 aos, de pelo castao claro y bigote tupido. Refiri que Ana estaba angustiada porque pensaba que perdera al bebe, con motivo de la tortura. Sostuvo que conforme recordaba, Ana haba dado a luz para fines
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de junio del ao 1977, y que el Subcomisario de la P.F.A., Roberto Gonzlez, quien durante el cautiverio de Cubas en la E.S.M.A. haba hablado en varias oportunidades con l, le confi que estuvo encargado de llevar al nio de Ana Castro al Hospital de Nios de Buenos Aires, porque haba nacido ciantico y en la E.S.M.A no se daban las condiciones para sacarlo de esa situacin. En relacin a Ana, dijo que crea que fue trasladada entre los dos o tres das posteriores al parto. Precis que habl con la joven en enero del ao 1977, esto es, conforme le dijere Ana, tras un mes o mes y medio de su secuestro, pudiendo verla en una o dos ocasiones ms en aquella oficina a la que hiciera referencia, oportunidad en la que no hablaron. Manifest que no presenci el parto, habiendo tomado conocimiento de aquel por dichos de otra cautiva, Sara Solarz de Osatinsky, de quien dijo fue la detenida que ms atendi a las embarazadas, teniendo informacin al respecto. Finalmente cabe hacer mencin aqu, a los dichos de Nilda Haydee Orazi Gonzlez, obrantes a fs. 2051/57 de la causa principal, que fueran incorporados por lectura al debate, donde record haber visto embarazada en la E.S.M.A. y despus de dar a luz, a Ana Castro, de quien dijo, vena de Ejrcito, y diera a luz a un varn aproximadamente en junio de 1977. Como se sealara, los testimonios reseados, permiten tener por acreditado el nacimiento del hijo de Ana Rubel y Hugo Castro durante el
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cautiverio de su madre y su inmediata sustraccin por parte de fuerzas de seguridad, quienes hicieran incierta su identidad y paradero hasta la fecha, ocultndolo de su familia biolgica. Por ltimo resta agregar que tanto el nio como sus padres, a la fecha, estn desaparecidos.
c. Victoria Anala Donda Prez: Victoria Anala, hija de Mara Hilda Prez y Jos Mara Laureano Donda, naci aproximadamente en el mes de agosto del ao 1977, en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 26 aos de edad, se encontraba detenida all en forma ilegal. La nia, fue arrancada de los brazos de su madre
aproximadamente entre los 10 a 15 das de haber nacido, siendo sustrada de la custodia de sus progenitores, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenida y oculta en poder de Juan Antonio Azic, quien se encontraba casado con Esther Noem Abrego, el cual simul detentar el carcter de padre biolgico de la nia, suprimindole su estado civil mediante la falsedad ideolgica de dos instrumentos pblicos -certificado de nacimiento y acta de nacimiento N 2294 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires a nombre de Claudia Anala Leonora Azic-. Dicha situacin perdur hasta el 7 de octubre de 2004, ocasin en que la vctima fuera informada en el marco de la causa N 1584 del registro de este Tribunal del resultado del dictamen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que obra glosado a fs. 666/679 de esas actuaciones. En efecto, la identidad de la hija de Mara Hilda Prez y de Jos Mara Laureano Donda, fue establecida con fecha 8 de septiembre de 2004, tras obtenerse el resultado de la pericia de A.D.N. ordenada en el marco de la causa nro. 14.171/03 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 1, Secretara nro. 1 de esta ciudad, donde se investig la sustraccin de la hija de Silvia Dameri y Orlando Ruiz por parte de Juan Azic (pericia obrante a fs. 666/679 de la causa nro. 1584 del registro de este Tribunal, caratulada Azic, Juan Antonio s/delito de accin pblica). Conforme las
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conclusiones de dicho informe, no es posible excluir el vnculo biolgico paterno materno de la Srta. Azic, Claudia Anala Leonora (titular) con quienes en vida fueran Sr. Donda, Jos Mara (padre alegado desaparecido) y la Sra. Prez, Mara Hilda (madre alegada desaparecida). El resultado del informe en cuestin fue notificado a la vctima con fecha 7 de octubre de 2004, conforme luce del acta obrante a fs. 734 de la causa nro. 1584. Asimismo y de acuerdo al tratamiento matemtico estadstico de la informacin biolgica, en dicha pericia se obtuvo un porcentaje de probabilidad de parentalidad acumulada de 99,9999%. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mara Beln
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Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, y la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe destacar que esta pareja fue investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Carpeta Varios N 9071, caratulado Secuestro a Hilda Mara Prez de Donda. 23 de mayo de 1977; Mesa DS, Carpeta Varios, N 8572, caratulado Antecedentes relacionados con Mara Hilda Prez de Donda, 21-5-77; Mesa DS, Carpeta Varios N 14811, caratulado Paradero de Mara Hilda Prez de Donda y otros iniciado en agosto de 1979; Mesa DS, Carpeta Varios N 19816, caratulado Prez, Mara Hilda de Donda y otros iniciado en octubre de 1981; Mesa DS, Carpeta Varios N 2001; Mesa DS, Carpeta Varios N 1993, caratulado Hechos subversivos en el interior del pas, que da cuenta de la detencin de Jos Mara Laureano Donda en 1974; Mesa DS, Carpeta Material Blico N 1102, caratulado Procedimiento en la Juventud Trabajadora Peronista, detenciones y secuestro de armas. Mor. 21 de febrero
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de 1974; Mesa DS, Carpeta Varios N 10962, caratulado Antecedentes Grupos de Tareas. Tomo 3, en l figura informacin relativa a 1975 que da cuenta de la persecucin ideolgica practicada sobre Jos Mara Laureano Donda, y que con fecha 3 de diciembre de 1975, el GT3 refiere a la militancia poltica de aqul; y Mesa DS, Carpeta Varios N 20323, caratulado Antecedentes CAA, que refiere a diferentes casos tratados por la Comisin Asesora de Antecedentes (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta la declaracin brindada en el debate por Victoria Anala Donda Prez, el 3 de agosto de 2011, oportunidad en que manifest haber nacido en el ao 1977, y que conforme surge de su D.N.I, su nacimiento habra tenido lugar el da 17 de septiembre, extremo que no pudo confirmar dado que por dichos de sobrevivientes que compartieran cautiverio con su madre, la fecha de su parto fue a fines del mes de julio de 1977. Indic que antes de descubrir su origen biolgico se encontraba anotada como Claudia Amalia Eleonora Azic; y que con fecha 8 de octubre del ao 2004, da en que fuera notificada del resultado del anlisis de A.D.N. llevado a cabo en B.N.D.G. del Hospital Durand, supo que sus padres biolgicos eran Mara Hilda Prez de Donda, y Jos Mara Laureano Donda. Expres que en torno a sus padres, pudo reconstruir a travs de relatos que recabara, que su madre al tiempo de ser secuestrada, hacia fines del mes de marzo, posiblemente el da 28 de marzo del ao 1977, cursaba el quinto mes de embarazo. Aclar que la detencin de su progenitora se produjo en una plaza de Morn, donde la esperara personal de la Aeronutica. Relat que pudo saber que su madre fue subida en la parte delantera de una camioneta, en tanto uno de sus compaeros, lo fue en la parte trasera del rodado, logrando ste en un momento, saltar del vehculo y darse a la fuga, oportunidad en que fue perseguido por tres efectivos de Aeronutica, a los que se sumaron quienes custodiaban a su progenitora, momentos en que sta intent huir, rompindose el taco de unos de sus zapatos al correr, motivo por el que cay al piso y fue nuevamente detenida y trasladada a la Comisara
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3ra. de Castelar de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, donde permaneci cautiva un tiempo hasta que su padre tambin fue secuestrado. En relacin a este hecho, la testigo Donda Prez describi que supo que su padre concurri a la plaza en donde su madre fue apresada, dos horas despus del secuestro de sta, encontrando all su zapato, siendo secuestrado finalmente, dos meses mas tarde. Record que supo que su madre fue alojada en un calabozo de la Comisara de Castelar, lugar al que fuera llevado luego su padre, siendo ambos careados en la oficina de tortura, de la que su madre regres muy golpeada, conforme los relatos de compaeros de cautiverio que la vieran en aqul lugar, quienes le dijeron que pese a que su madre hablaba mucho, ese da permaneci callada. Agreg que su progenitora, fue trasladada de la comisara a los tres
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das con destino a la E.S.M.A. Mencion que conforme le relatara su abuela materna, Leontina, cuando su madre fue secuestrada, su padre fue a la casa de aquella, transcurridos 15 das, dejndole una carta a su abuela, sin entablar dilogo con ella. En relacin al contenido de la misiva, refiri que en ella su padre explicaba que su madre haba sido secuestrada por fuerzas de la Aeronutica, y solicitaba que se comunicaran con Adolfo Donda, su hermano, persona en quien ya no confiaba, pero esperaba que existiera en l algn resabio de humanidad. Agreg que su padre tambin solicit a sus abuelos maternos, cuidaran a su hermana Eva, de pocos aos de edad, tal como deseaba Hilda; ello dado que Eva para ese entonces ya viva con sus abuelos. Relat que su madre en la E.S.M.A., fue alojada en Capucha, lugar donde se enter que uno de los represores que operaban all, era su cuado, Adolfo Donda, motivo por el cual recibi algunos beneficios, entre comillas, como el de permitrsele caminar por el pasillo con los grilletes puestos y recibir dos mandarinas, en vez de una como las restantes embarazadas, aclarando la testigo que obtuvo esta informacin a travs de Sara Osatinsky, quien le cont que su madre guardaba una mandarina para drsela a ella.
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Relat que en una de las veces que su progenitora fue llevada para ser torturada o interrogada, al salir le cont a un sobreviviente, Ral Cubas, que haba podido hablar con su cuado quien se comprometi a que al nacer la testigo se la entregara a su abuela materna, promesa que dej tranquila a su madre. Expuso que otra sobreviviente, Lidia Vieyra, quien estuviera en el camastro al lado del de su madre, le cont que Hilda empez con contracciones en horas de la noche, y dado que no quera ser atendida por el mdico de la E.S.M.A., fue asistida en el cuarto de embarazadas por Lidia. Aadi que a su madre le pusieron un suero en el pie y le dieron a Lidia un hilo azul y una aguja para que la suturara si, al nacer, la testigo la desgarraba. Victoria coment que conforme los dichos que recabara, supo que el Dr. Magnacco fue quien cort su cordn umbilical, para luego retirarse; y que si bien su madre quera llamarla inicialmente Dolores, finalmente le puso el nombre de Victoria. As tambin, supo que su madre tema no poder reconocerla al recuperar su libertad, por lo que decidi utilizar el hilo de coser azul y la aguja para hacerle una marca a la testigo, lo que hizo junto con Vieyra, dado que ambas suponan que sera dejada en casa de su abuela o en un orfanato. Afirm que conforme le comentara Lidia, su madre fue llevada nuevamente a capucha, donde estuvo con la dicente entre 10 o 15 das, y que conforme los dichos de Ral Cubas, su progenitora fue trasladada, en tanto ella permaneci all, sola en la E.S.M.A. durante tres o cuatro das ms, llorando mucho dado que rechazaba la mamadera. La testigo tom conocimiento de que a su madre le hicieron escribir una carta dirigida a su abuela, siendo Febrs, quien le entregara ropa para vestirla y le manifestara a su progenitora que con esa carta, la testigo sera entregada a su abuela, ocurriendo el traslado luego de que su madre escribiera dicha misiva. Coment que conoci de chica a Febrs, a quien le deca padrino, en tanto ste le deca turquita, hasta que un da tras cumplir 15 aos, al verla en uno de los encuentros del personal de Prefectura, al enterarse aqul que la testigo se haba hecho guevarista comenz a llamarla la zurdita, entablando por ello discusiones de ndole poltica, hasta romper relacin. Record que
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luego de que Febrs comenzara a llamarla zurdita en una oportunidad le dijo hay algunas cosas que no tienen arreglo. Respecto de Adolfo Donda, su to, cont que ste llam a la casa en que se cri a fin de saludar para alguna fiesta, pero que nunca lo conoci personalmente. Detall que sus padres se encontraban clandestinos al tiempo en que su madre se enterara que estaba embarazada, anoticiando Hilda de su estado por telfono a su abuela Leontina, cuando tena tres meses de embarazo. Relat que en una oportunidad, sus padres, se encontraron con sus abuelas materna y paterna y le pidieron a Leontina que cuidara a su hermana Eva a partir de ese momento, permaneciendo la nia a su cuidado hasta el ao 1985, en que Adolfo Donda al recuperar su libertad, luego de estar detenido, pidi la tenencia de la nia.
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Remarc que varios testimonios de sobrevivientes hacen mencin a la presencia de Adolfo Donda en la E.S.M.A. al tiempo en que su madre estuviera all cautiva, sabiendo ste del embarazo de su progenitora. Agreg que luego de su nacimiento, Donda pregunt a otras cautivas sobre el destino de la testigo. Destac que su familia fue a ver a Adolfo Donda luego de que el padre de la dicente dejara la carta que mencionara en el domicilio de su abuela materna, solicitando que buscara a los padres de la dicente, a lo que Donda contest que l les haba dicho que se fueran del pas, que ellos haban elegido lo que les ocurri. Respecto a la militancia de sus progenitores, Victoria rese que su padre, apodado Pato milit primero en la Fuerzas Armadas Revolucionarias (F.A.R) y luego en Montoneros, en tanto su madre apodada petiza o Cori militaba en el Partido Comunista (P.C.), luego en la Juventud Peronista y finalmente en Montoneros. Victoria Donda, atestigu tambin que el proceso en que logr recuperar su identidad, comenz con la investigacin realizada por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo y hermanos de hijos, en el ao 2001, a raz de denuncias annimas de vecinos del lugar donde fuera criada la testigo, en las que se deca que podra ser hija de desaparecidos. Explic que durante la primer semana de agosto del ao 2003, luego de que Juan Azic intentara
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suicidarse, se le acercaron algunas personas de dichas organizaciones y le manifestaron la posibilidad de que fuera hija de desaparecidos, destacando la testigo que previamente, no tuvo dudas respecto de su origen. Dijo que a partir de all se inici un proceso muy doloroso, dado que siempre tuvo un buen vnculo con su familia de crianza, creyendo que fue el 25 de marzo del ao 2004, cuando se realiz los anlisis de sangre. Aclar al respecto que realiz los estudios inicialmente por va extrajudicial, en el exterior, pero ante la demora del resultado y su ansiedad por saber de su origen, el 26 de junio del mismo ao, realiz los estudios nuevamente en el Hospital Durand. Narr que al enterarse del resultado del estudio de
histocompatibilidad, tambin tom noticia de que el hermano mayor de su padre, Adolfo Donda, haba sido jefe de tareas en la E.S.M.A. y que all haba estado con su madre durante su cautiverio. Aadi que tambin se enter que tena una hermana biolgica, Eva quien inicialmente viviera con su abuela materna, hasta que Adolfo Donda le quitara su tenencia. Puntualiz que se considera hermana de Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, hija biolgica de Silvia Dameri y de Orlando Antonio Ruz, con quien la testigo se criara como hermana, siendo ambas apropiadas por Azic. Rese que tras recuperar su identidad, record la ausencia de fotos suyas de recin nacida, y que al preguntar dnde haba nacido, se le contest que haba sido un regalo de Dios, aclarando que si bien no le mintieron dicindole que era hija biolgica del matrimonio, nunca dud de su vnculo con ellos. Tras exhibrsele a la testigo Donda Prez en el transcurso de la audiencia de debate, la partida de nacimiento expedida a su respecto, bajo el nombre de Claudia Anala Leonora Azic, como as tambin su anulacin, partida que figura firmada por el Dr. Horacio L. Pessino y Juan Azic, la testigo refiri que Esther Abreg no saba leer ni escribir en ese momento, siendo Azic el encargado de firmar sus inscripciones, boletines y dems. Aclar que ella le ense a leer y a escribir a Abreg cuando cursaba el tercer o cuarto grado de la escuela primaria. Completan los dichos de la testigo, las constancias documentales obrantes en el legajo CONADEP nro. 2246 perteneciente a Mara Hilda Prez de Donda, que fuera incorporado al debate; en el que se informa que la
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nombrada cursaba el quinto mes de embarazo al tiempo de su secuestro, el da 28 de marzo de 1977. All tambin la madre de Mara Hilda, Leontina Puebla de Prez hizo mencin que el da 29 de marzo de 1977 su domicilio fue allanado por un grupo armado que dijo pertenecer a fuerzas de seguridad, llevando en su poder una carta que obraba en la cartera de la joven, conforme viera su madre el da de su secuestro. As tambin dej constancia de que Jos Mara se comunic telefnicamente con la familia Prez en varias oportunidades, hasta principios del mes de mayo de 1977, lo que hizo presumir su detencin. Tambin en el Habeas Corpus colectivo presentado a favor de varias mujeres embarazadas al tiempo de su secuestro, entre ellas, Mara Hilda Prez de Donda (obrante a fs. 1282/1298 de la causa nro. 1351, incorporado al
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debate), Leontina denunci que al da siguiente de aquel allanamiento en su domicilio realizado el 29 de marzo, se recibi en su domicilio una llamada telefnica anunciando que Mara Hilda haba sido detenida el da 28 de ese mes por personal de la Aeronutica en la zona de Castelar. All tambin hizo mencin a que conforme el testimonio de liberadas de la E.S.M.A., Solarz, Mart y Milia, su hija fue vista en ese centro clandestino en el mes de mayo de 1977, dando a luz a una nia en el mes de agosto del mismo ao, siendo trasladada nuevamente por la Aeronutica a los 15 das del parto, quedando la nia en el lugar tres das ms, hasta que tambin se la llevaron. Se cuenta asimismo con los dichos de Rubn Delfor Galucci en la audiencia del da 17 de octubre de 2011, oportunidad en que seal que tras su secuestro fue alojado en dos oportunidades en la comisara 3ra. de Castelar, donde permaneci clandestinamente detenido. Explic que fue justamente en su segundo ingreso en aquella dependencia en que conoci a Mara Hilda Prez de Donda en el mes de marzo de 1977, tiempo en que la nombrada ingres secuestrada en el lugar, posiblemente el da 27 o 28 de aqul mes y ao. Aadi que si bien en un principio no pudo verla por las condiciones de su encierro, en el que permanecieron aislados, al estar contiguas sus celdas, se comunicaron oralmente a travs de la rendija de la
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puerta, oportunidad en que Ma. Hilda, a quien conoci con el apodo de Cori le cont que se encontraba en la va pblica junto a Juan Carlos Domnguez cuando ambos fueron detenidos en un operativo conjunto de la Fuerza Area y Ejrcito, que subi a Domnguez en la parte trasera de un camin en tanto ella fue colocada en la cabina. Agreg que la joven le relat que en un momento, Domnguez salt de la camioneta y huy, por lo que los soldados se bajaron del rodado para seguirlo, dejndola sola, a lo cual decidi salir corriendo en direccin contraria, pudiendo escuchar en su huda que le disparaban a su compaero, siendo finalmente capturada. El testigo depuso que supo por dichos de la joven, que estaba embarazada de cinco meses, pese a ello fue interrogada y torturada como cualquier otro detenido, sin tenerle ningn tipo de consideracin, viviendo la joven en las mismas condiciones de encierro, en soledad en una celda sin colchn ni manta. Precis que posteriormente, pudo confirmar que su estado de gravidez era muy avanzado, al ver a Ma. Hilda en dos oportunidades, una de ella fue cuando debieron lavar las celdas. Agreg que la joven no recibi una racin especial de comida, siendo que un compaero de cautiverio, trat de darle la suya, porque consideraba que ella la mereca ms que l. Respecto del marido de la joven, dijo que supo que le decan Pato Donda, militando la pareja en Montoneros. Coment que estando exiliado en Zurich en el ao 1980, Sara Solarz le coment que Mara Hilda haba tenido un beb en la E.SM.A. Record que Cori le cont, que Pato, era hermano de un marino, creyendo por ello que su cuado podra hacer algo por ellos. Afirm que Hilda todos los das le comentaba sobre la evolucin de su embarazo, si senta movimientos, siendo ste un tema de conversacin permanente. Especific que pudo saber que en la Comisara 3ra. de Castelar oper la Fuerza Area, a travs de compaeras de cautiverio, que pudieron ver que los servicios de la Aeronutica llevaban la comida en una lata que deca Fuerza Area Argentina. El testigo expres que Cori supo que tendra a su beb en la E.S.M.A. ya que en una oportunidad la sometieron a un simulacro de fusilamiento, indicndole que contase hasta tres porque le dispararan, rindose despus, al tiempo en que le sealaron que
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ellos determinaban cuando la mataran, y que no se preocupase dado que primero la llevaran a la pequea Sard de la ESMA. Se valora tambin, en torno al secuestro de Mara Hilda, los dichos vertidos en la audiencia del 16 de agosto de 2011 por Julio Cesar Lston, quien en el ao 1977 tuviera como destino la Regional de Inteligencia de Buenos Aires de la Fuerza Area, que operara en una casa antigua en la localidad de Morn, P.B.A., y reconociera haber participado en el traslado de detenidos a la Comisara 3ra. de Castelar (ver puntualmente al respecto, lo desarrollado en el caso relativo a Tauro Rochistein). El nombrado Leston depuso que recordaba el apellido Donda, personal de la marina, que fuera nombrado en una reunin que mantuviera el Jefe de la Regional con oficiales.
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A preguntas que se le formularan dijo que no recordaba que algn pariente de Donda estuviera en alguna dependencia de la Fuerza Area, pero s supo en aquella poca que ste tena un hermano dentro de Montoneros, comentndose que haba sido detenido por un grupo de tareas de la Fuerza Area, en una camioneta Dodge azul, grupo del que desconoca a que unidad perteneca. Agreg que las camionetas Dodge azul eran utilizadas por las distintas regionales de la Fuerza Area. El traslado y permanencia de Mara Hilda a la E.S.M.A., el progreso de su embarazo hasta acaecido el parto durante su cautiverio, como as tambin, la separacin que sufriera de su nia al poco tiempo de nacida, se tienen por acreditadas con los dichos contestes de los sobrevivientes del centro clandestino que all la vieran y dieran cuenta de tales circunstancias. En tal sentido, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, en la audiencia del 17 de octubre de 2011, relat que conoci durante su cautiverio en la E.S.M.A. a Hilda Prez de Donda, aclarando que si bien no particip en su parto, comparti tiempo con la joven, dado que fue autorizada a estar en la pieza de las embarazadas. Indic que Cori como conoci a Ma. Hilda, tuvo una nia sin poder aportar fecha al respecto a quien llam Victoria. Manifest que supo que la joven fue secuestrada por la Aeronutica y que tras nacer Victoria, le hizo unos agujeritos en la oreja y le pusieron unas cintitas azules. Depuso que Mara Hilda escribi, tal como le
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indicaran sus captores, una carta a su familia pidindoles que atendieran a la beba dado que ella no podra ocuparse. Expres que el cuado de la joven, era un militar, de apellido Donda apodado Palito, quien luego del parto preguntara en el centro clandestino por el nacimiento del beb de Mara Hilda. Record al respecto que Donda, el militar, se present en la E.S.M.A. cerca de septiembre u octubre de 1978 y dijo desconocer dnde poda estar el beb y que su hermano (el marido de Cori) se haba pasado al otro bando. Describi que a las embarazadas en la E.S.M.A. se le suministraba una fruta y un guiso, recordando que Ma. Hilda le dio una mandarina a la testigo y que por dichos de la joven supo que tena otra hija, de dos aos aproximadamente, que pensaba haba sido entregada a su madre. Por su parte, la testigo Ana Mara Mart en su declaracin prestada en el debate el 12 de septiembre de 2011, refiri haber visto a Hilda Prez de Donda apodada Cori, en la pieza de embarazadas, aclarando al respecto que tena conocimiento de que otros cautivos dijeron haberla visto en otro lugar, en Capucha dentro de la E. S. M.A. Manifest que durante su cautiverio se encari mucho con Hilda Prez quien le hablara mucho de su hija Mara Eva, respecto de la que se senta tranquila dado que saba que la nia estaba con su madre. Expuso que la joven fue trasladada a la E.S.M.A. desde la Aeronutica, habindole contado a la testigo que estuvo cautiva en varios centros clandestinos de la Fuerza Area. Manifest que Hilda llam Victoria a su hija, nacida en la E.S.M.A. en el mes de agosto de 1977, nia a quien tuvo en brazos durante su cautiverio. Aadi que supo que el parto de Hilda Prez, fue llevado a cabo por el mdico Magnacco con la participacin de Lidia Vieyra, una cautiva que pudo identificar al galeno como Magnasco, dado que lo haba conocido a travs de su padre, que era gineclogo del Hospital Naval. Record con dolor que el dar a luz a una nia, alegr a Hilda dado que pensaba que sus dos hijas se criaran juntas, recordando que Cori le dijo que tena esa ilusin, la que conforme sealara Mart, la dictadura y horribles personajes, como Donda y Azic impidieron.
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La testigo afirm haber visto en la E.S.M.A. a los nombrados Donda y Azic, sabiendo que el primero supo que Cori estuvo all cautiva durante su embarazo, dado que lo vi en el interior del cuarto de embarazadas por un segundo, siendo que al ingresar all, Cori habl con l y al volver le dijo a la testigo que era su cuado, y que estaba ms tranquila por el destino de su beb dado que volvera con su familia. Indic que Donda volvi a la E.S.M.A. en el ao 1978 como jefe de inteligencia, quedando en esa poca como personal fijo del centro clandestino, donde ya haba estado con anterioridad, desconociendo con precisin la testigo si haba formado parte de un grupo rotativo de oficiales que estuvieron all en el ao 1977, trabajando o durmiendo en el casino de oficiales. Remarc que recordaba que un da al salir la testigo junto a un
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grupo de cautivos de la Pecera, vi a Donda ir hacia su encuentro, y uno de ellos, posiblemente una mujer, le pregunt cmo estaba la nia de Cori, pregunta ante la cual Donda se hizo el extraado, como si no supiera que Cori estaba embarazada. Coment que Donda en el juicio de la E.S.M.A. minti al decir que tuvo una conversacin con la testigo en la que le dijera que su hermano haba sido secuestrado por la Aeronutica. Relat que luego conoci a Azic, con el apodo de piraa o Claudio, ubicndolo en la E.S.M.A. a fines del ao 1977, principios de 1978, vindolo casi siempre en la pecera, formando parte de un grupo de la Prefectura que iba a dicho sector, grupo del que Febres era jefe. Destac que ste ltimo era quien estaba a cargo de las embarazadas en el C. C. D. Seal que supo que Azic, a quien conociera como Claudio, fue quien se apropi de Victoria, la hija de Ma. Hilda, resultndole perverso que llamara Claudia a la nia, dado que aqul fue el nombre que utiliz como represor en la E.S.M.A. Precis que Febres era el responsable de las embarazadas, quien les indicaba que deban escribir una carta poniendo sus datos, habindolo visto la testigo cuando les llev a aqullas papeles y les deca a las jvenes que escribieran una carta a su familia o a la persona a quien queran que los nios fueran entregados, que les contaran en ellas cmo haba sido el parto, que pusieran bien el nombre y direccin del destinatario para que no hubiera
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confusiones, en las que se entregara al nio en otro lugar. Sostuvo que supona que Febres fue quien entreg a Victoria a Azic, habindose enterado por la prensa que aqul fue como un padrino para la joven. La testigo expres que en un principio, en aqul tiempo, no sospech cual era el destino de los bebes, dado que se convenca que no era posible que se robaran a los nios, pero ya para el fin de su cautiverio, sobre todo luego de que Donda se hiciera el desentendido en relacin al parto de Hilda Prez, comenz a tener dudas, a lo que se sum que Lidia Vieyra le cont un rumor que exista, de que en el Hospital Naval haba una lista para que se anotara gente que quera adoptar bebs. Al respecto aclar que fue atando cabos, llamndole la atencin que al retirar a los bebs no usaron siempre el mismo moiss, sino uno nuevo, recordando haber visto a Febres con un moiss blanco salir de capucha, no entendiendo la testigo que se hubiera gastado tanto dinero para entregar el hijo de una detenida. La testigo Mara Alicia Milia, tambin record en la audiencia del 2 de agosto de 2011, haber visto embarazada en el interior de la E.S.M.A., en el mes de mayo de 1977, a Hilda Prez de Donda, apodada Cori, quien se encontraba en el sector de capucha junto a otras futuras madres, Mirta Alonso de Hueravillo y Ana Rubel. Describi que dichas jvenes se encontraban tabicadas, durmiendo en camas, y que en horas de la noche pudo escucharlas caminar con sus grilletes en el lugar, de ida y vuelta, vigiladas por guardias. Destac que dado que Hilda, hablaba fuerte, se la escuchaba, siendo en dichos momentos una de las pocas voces humanas que la testigo escuch que no perteneciera a los guardias. Seal que Hilda di a luz en la E.S.M.A. en el mes de agosto del ao 1977, al igual que Rubel y Hueravillo, teniendo conocimiento de que pese a estar embarazadas tuvieron durante su cautiverio el mismo rgimen de comida que los dems secuestrados, el que consista en el llamado bife naval, compuesto de un pan con carne, que se coma al medioda y a la noche; un desayuno y merienda consistente en un pan y mate cocido, pudiendo marcar como nica diferencia, que a las embarazadas se les daba, a veces, una fruta. Al igual que la testigo Mart, Milia dijo que Hilda Prez en su parto, fue asistida por una compaera secuestrada, Lidia Vieyra, quien logr reconocer al
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galeno que atendi todos los partos de la E.S.M.A., con el apellido de Magnacco, dado que el padre de Lidia tambin era mdico y antes del secuestro de aqulla, se lo haba presentado. En relacin a Hilda indic que estuvo alojada en la denominada pieza de embarazadas, explicando que all haba lugar para ubicar a tres mujeres, y que cuando una de ellas no entraba en dicha habitacin por estar completa, se la haca dormir en capucha y pasar el da en aqulla pieza. Describi haber visto en el interior de la habitacin, ajuares para bebs, gasa, paales, chirip y hasta algunos moiss que les eran entregados. Detall que quien controlaba la pieza de embarazadas era Febres y un prefecto, Azic; describiendo la testigo la organizacin de dicha pieza como algo absolutamente orgnico, no existiendo decisiones arbitraria de Febres al
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respecto, dado que era una habitacin mostrada a los integrantes de otras fuerzas. Al respecto, depuso que Chamorro, Director de la E.S.M.A., presentaba esta habitacin como la Sarda por izquierda; y que si bien desconoca la jerarqua de los visitantes, pudo percibir que Chamorro les hablaba como si tuvieran igual o similar grado. Especific que Febres se ocupaba de las embarazadas, siendo secundado en tal tarea por Azic, con alias, piraa, de quien en aqul momento solo supo que era parte del G.T. de la E.S.M.A.; puntualizando que en el lugar se conoca tanto el apodo de Piraa como el apellido Azic, al igual que se haban escuchado, los apellidos de Rolon, Acosta y Astiz. Explic la testigo a preguntas que le fueran formuladas, que en sus declaraciones anteriores no hizo mencin a Azic, como uno de los oficiales que junto con Carnot secundaban a Febres, porque no haba podido asociar la cara de Azic con su nombre y apodo, aclarando que en sus primeras declaraciones slo mencion a quienes recordaba fsicamente; teniendo conocimiento de que Piraa o Azic, tena contacto con las embarazadas, por medio de otras detenidas, no por las embarazadas, quienes se lo nombraban. Al respecto indic que dudaba si la haba visto a Azic en la E.S.M.A. Respecto de Hilda Prez, dijo que supo que haba sido secuestrada por la Aeronutica, y era cuada de un marino, Donda, apodado Palito, que integraba el G.T. - grupo de tareas- de la E.S.M.A. Puntualiz que luego de dar
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a luz, Hilda fue trasladada de la E.S.M.A., al igual que su nia, enterndose luego que Victoria, nombre que Hilda le pusiera a la nia, fue apropiada por Azic o Piraa, apodo que escuch en la E.S.M.A. pero que no pudo asociar durante mucho tiempo con el rostro del nombrado. En forma conteste a lo relatado por Mart, la testigo Milia mencion que un da, no mucho tiempo despus de que naciera su sobrina Victoria, Adolfo Donda arrib a la E.S.M.A., y pregunt a las cautivas, incluida la testigo, qu haba ocurrido con el beb de su cuada. Remarc que este hecho llam su atencin, dado que un familiar de la criatura preguntaba por su destino, aadiendo que le contestaron que haba nacido una nia y que Hilda haba sido trasladada. Explic que dicho suceso y el haber tenido noticia del caso de un nio dejado en Casa Cuna, la hicieron dudar de que fuera verdad que los hijos de aquellas mujeres, tal como se les deca, fueran entregados a sus familiares; conociendo luego la existencia de una lista en el Hospital Naval en la que se anotaban familias que queran tener nios. Cabe sealar que en el testimonio que Milia prestara en Madrid en el ao 1984 (incorporado por lectura), tambin hizo mencin a la sorpresa que manifestara el Teniente de Navo Donda, alias Jernimo o Palito en torno al parto de su cuada en la E.S.M.A. Precis que Donda era uno de los Jefes de Operaciones del G.T. 3.3/2. All hizo mencin al secuestro de la joven y de su esposo por la Aeronutica, su traslado a la E.SM.A., aproximadamente el da 10 de mayo de 1977, su parto, acaecido en el mes de agosto de ese ao y su traslado, nuevamente a Aeronutica, a los 15 das de haber tenido familia. Aadi que la nia permaneci tres das ms en la E.S.M.A. luego del traslado de su madre, siendo finalmente retirada de all. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 3 de agosto de 2011 por Lila Victoria Pastoriza (secuestrada y trasladada a la E.S.M.A. el 15 de junio de 1977) quien expuso que el da viernes 17 de junio, fue llevada desde la E.S.M.A. a una cita que los marinos crean la testigo tena con un miembro de Montoneros, por lo que para que estuviera en condiciones de ir a dicha cita, previamente la condujeron al sector de
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capucha, donde haba unos camarotes en que dorman los prisioneros, con el objeto de que se arreglara y maquillara la cara a fin de ocultar un golpe que tena en su rostro. Record que al regresar del fondo de dicho sector, escuch una voz que la llamaba, momentos en que vio a Cori, Hilda Prez de Donda, quin tena un avanzado estado de gravidez. Aclar al respecto la testigo que conoca a Hilda Prez de su militancia en Juventud Peronista (J.P.) de zona oeste, precisando que Cori militaba en la J.P. de Morn. Aadi que si bien aquella vez vio a la joven solo un momento en el sector de Capucha, luego volvi a hablar con ella. La testigo Pastoriza aclar, que si bien en declaraciones previas, indic haber visto a Cori en Capuchita, dicho extremo era errado, dado que el primer sitio en que la
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encontrara, fue Capucha y luego, en otra oportunidad, en el bao, donde pudieron hablar, creyendo tambin, que pudo hablar con ella en una tercera oportunidad, en el cuarto de embarazadas o en Capucha y en dos o tres oportunidades ms. Relat que Hilda le cont que fue secuestrada en Castelar por la Aeronutica, y que haba estado cautiva en dicha localidad, hasta ser trasladada a la E.S.M.A., donde fue alojada en el cuarto de las embarazadas, el que aclar, empez a funcionar en esa poca, lugar al que las llevaban cuando estaban a punto de dar a luz. Manifest que los partos, que antes se producan en la enfermera del stano, lugar donde dio a luz Ana Castro, comenzaron a ocurrir en el interior de aqulla habitacin. Describi que las veces que vio a Hilda, en encuentros rpidos, hablaron de personas que ambas conocan, precisando que observ a la joven en buen estado, aunque preocupada por el destino de su beb, no recordando la dicente si Hilda le manifest que su cuado se encontraba en la E.S.M.A. Afirm que supo que Hilda tuvo a su beb, una nia, en el mes de agosto o septiembre de 1977, aclarando que no volvi a ver a Hilda ni vio a su nia, dado que no tena acceso al cuarto de las embarazadas, ubicado en el tercer piso, tomando conocimiento que fue trasladada de la E.S.M.A. posiblemente con destino a Castelar. Declar que por comentarios supo que Magnacco, un personaje conocido por los prisioneros como el mdico de las embarazadas, fue quien
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atendi el parto de Hilda, en el que tambin particip Lidia Vieyra. Indic que vio a Magnacco en el stano de la E.S.M.A. y que ste deca ser mdico del Hospital Naval, desconociendo la testigo la cantidad de partos en el que particip, teniendo conocimiento de que era el encargado de las cuestiones mdicas de las embarazadas, as como Febres se encargaba de otros asuntos en relacin a stas. Puntualiz que al ser trasladada a trabajar con la gente del GT 3, conoci en la E.S.M.A. al cuado de Hilda, no recordando si la joven le haba hablado ya de l. Narr que un da apareci Donda en el lugar, creyendo la testigo que ya haba estado trabajando en dicho grupo, ausentndose un tiempo, volvindolo a ver en el ao 1978, recordando la testigo al igual que lo hiciera Mart y Milia - que escuch que aqul le pregunt a compaeras de cautiverio si saban que haba pasado con Cori, lo que sorprendi a las cautivas, dado que se trataba de su cuada y l era un miembro del GT 3. Aadi que Pilar Calveiro le cont, cuando estuvo cautiva en la E.S.M.A., que cuando fue trasladada a la Comisara de Castelar, all se encontraba el marido de Cori; y que al estar alojada en la casa del SIN, Donda le haba preguntado a Calveiro por el parto de Cori y el destino de su beb, aclarando que en aqul momento Pilar desconoca que quien le hizo tales preguntas era Donda, lo que confirm cuando fue reintegrada a la E.S.M.A. El testigo Lisandro Ral Cubas, declar en la audiencia del 24 enero del 2012, que vi cautiva y embarazada en la E.S.M.A. a Mara Hilda Prez de Donda, a quien conoca como Cori, dado que militaban en la misma zona que aqul, siendo sta la Regional Oeste, habiendo conocido tambin a su compaero, apodado Pato, para fines de marzo del ao 1976. Expres que se enter de su secuestro y llegada a la E.S.M.A. a travs del Teniente Acosta, quien le dijera al testigo que haba llegado una militante de zona oeste y que debera confirmar en qu situacin estaba la columna oeste de Montoneros. Indic que no poda precisar cmo o por qu razn, registr como fecha de ingreso de la joven en la E.S.M.A., el da 10 de marzo del ao 1977 y que conforme le contara Cori fue secuestrada por la Fuerza Area, permaneciendo detenida en la Comisara de Castelar, junto a 15 personas ms,
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entre las que se encontraba el esposo de la joven, y que das previos a su traslado a la E.S.M.A. se haban vivido momentos de tensin, en dicho centro clandestino, dado que se haban fugado tres o cuatro prisioneros. Destac que conforme le relatara la joven, le dijeron que la llevaran a dar a luz a la Sard, siendo aquella la primera vez que el testigo supo que le decan Sard a la E.S.M.A. Record que al hablar con la joven en la E.S.M.A. se dijeron sus identidades porque por la militancia y clandestinidad solo se conocan por sus apodos y que luego de dar a luz a su beb, una nia, Hilda le coment que haba sido visitada all por su cuado, el oficial Donda, conocido en la E.S.M.A. con el apodo de Palito, que le haba manifestado que no se hiciera problema, que su hija se quedara con su familia, sin precisar la joven, si se trataba de su
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familia paterna o materna. Relat que Hilda le pregunt que opinaba al respecto, a lo que contest que supona que siendo su cuado, poda tener cierta garanta, sintiendo el testigo mucha culpa aos despus por haber alentado las esperanzas de la joven en tal sentido, al saber que tanto ella como su esposo e hija, permanecan desaparecidos. En torno a la fecha de nacimiento de la nia, dijo que crea que el parto tuvo lugar en la primer quincena del mes de agosto de 1977, precisando que todo el mes anterior, esto es, en julio del 1977, fue trasladado a un centro clandestino de de Baha Blanca, siendo reintegrado a la E.S.M.A. a fines de julio, y que la ltima charla que mantuviera con la joven fue a su regreso. Afirm que Hilda estuvo dos semanas con su nia, quien se encontraba a su lado cuando habl con ella en el cuarto de embarazadas, dentro de un moiss muy bonito que le llev el oficial de Prefectura Febres, apodado Cebra. Dijo que luego del traslado de Cori no supo ms de la nia, sealando al respecto que nunca obtuvo informacin de dnde se trasladaban a los cautivos, habiendo supuesto que era hacia su lugar de origen, en el caso de Hilda, la Comisara de Castelar, a cargo de la Fuerza Area. Sobre el moiss en el que Hilda tena a su nia, el testigo dijo que supo por charlas que mantuviera con Febres, que l se encargaba de comprarlos en una casa muy conocida de artculos y ropa de bebs, ubicada en una esquina de Av. Cabildo.
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Cabe hacer mencin aqu, a los dichos de Beatriz Elisa Tokar de Di Tirro, Nilda Haydee Orazi Gonzlez y Norma Susana Burgos, obrantes a fs. 1832/37, 2051/57 y 2065/75 respectivamente de la causa nro. 1351 del registro de este Tribunal, que fueran incorporados por lectura al debate. En tal sentido, la testigo Beatriz Tokar record que supo por comentarios de embarazadas que se encontraban con anterioridad en la E.S.M.A. que la joven Donda, a quien no vi personalmente, dio a luz en dicho centro clandestino. Por su parte, Orazi seal haber visto embarazada en la E.S.M.A. y luego de dar a luz, a Hilda Prez de Donda, quien fuera trasladada all desde la Aeronutica, y tuviera una nia en el mes de agosto de 1977. La testigo Burgos por su parte, manifest que el caso de Donda fue clave para saber que pasaba con las dems embarazadas, dado que cuando el cuado de la joven, que tena que ver con la Marina, se enter que su cuada haba dado a luz y que el beb no haba sido entregado a su familia, hizo algn tipo de problema, enterndose de esta manera que los recin nacidos no eran devueltos a sus familias de origen. Cabe sealar que en el testimonio que Burgos prestara en Madrid (incorporado por lectura), tambin hizo referencia a Mara Hilda Prez de Donda, trasladada desde la Aeronutica, quien diera a luz en el mes de agosto de 1977 a su hija. La testigo Marta Remedios lvarez, en la audiencia de fecha 3 de agosto de 2011, manifest que conoci en la E.S.M.A. a otra cautiva, Lidia Vieyra, quien intervino en el parto de un beb, decidiendo junto con la madre del beb, pasarle un hilo azul en su oreja. Agreg que mucho tiempo despus supo que dicho beb se trataba de la joven Donda. Por su parte, la testigo Lidia Vieyra al prestar declaracin en la audiencia del 26 de octubre de 2011, seal que vio a Mara Hilda Prez de Donda en Capucha por primera vez, en condiciones inhumanas, haciendo sus necesidades en un balde en avanzado estado de gravidez. Aadi que cuando la joven comenz con su trabajo de parto en la E.S.M.A., la testigo acudi en su ayuda. Expres que fue trasladada a la pieza de las embarazadas, donde se encontraba Ma. Hilda y donde haba una cama de madera. Precis
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que el parto fue atendido por el Dr. Magnacco, a quien conociera con anterioridad, dado que el padre de la testigo era mdico gineclogo- obstetra y trabajaba en el Hospital Naval, siendo all su jefe, el nombrado Magnacco a quien en una oportunidad, su padre le presentara. Record que durante el parto Magnacco se limit a decirle a Hilda que pujara, cortando el cordn umbilical luego del nacimiento de Victoria, para retirarse de all sin decir una palabra. Destac que la madre, llam Victoria a su hija recin nacida, recordando que le hicieron un agujerito en la oreja de la nia, pasndole un hilo azul, con la ilusin de que slo fuera visto por ellas y no por los represores. Dijo no supo nada ms de la joven luego del parto, creyendo que debi permanecer en el centro clandestino unos das ms. Precis que supo que la joven fue trasladada a la E.S.MA., desde Castelar, y
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que antes de ser alojada en Capucha, fue ubicada en Capuchita. La testigo afirm que Cori fue torturada durante su cautiverio. Indic que el cuado de Ma. Hilda, Donda, era un operativo permanente de la E.S.M.A., al igual que Azic. El plexo probatorio colectado en el debate, permite tener por acreditada la materialidad de los hechos aqu investigados y la participacin en ellos de Juan Antonio Azic. Se destaca al respecto que Azic, como miembro de la Prefectura Naval Argentina, e integrante del G.T. 3.3/2 que actuara en la E.S.M.A. cumpli funciones all durante la ltima dictadura militar, lo que permite situarlo en el contexto del hecho atribuido. Asimismo, y dada su activa participacin en aquel centro clandestino puede afirmarse el conocimiento que ste tuvo del origen de la nia que inscribiera como hija propia y de Noem Esther Abreg, con el nombre de Claudia Anala Leonora Azic, reteniendo y ocultando as a la joven. En tal sentido se valoran los dichos del testigo Carlos Gregorio Lordkipanidse, en la audiencia del 23 de agosto de 2011, oportunidad en que relat, que tras ser capturado el 18 de noviembre de 1978 y alojado en la E.S.M.A. fue sometido a torturas, en las que intervino activamente, Juan Antonio Azic, entre otros. Al respecto manifest que Azic, a quien conociera con el apodo de piraa tom de una pierna a su hijo Rodolfo de solo 20 das de vida, amenazando al testigo con tirar al nio si no hablaba, para luego
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colocarlo sobre el pecho de Lordkipanidse al tiempo en que le pasaban corriente elctrica. As tambin y al tiempo de relatar el testigo lo que supo del parto de Silvia Beatriz Dameri en el ao 1980, seal que luego de nacida la menor, ingresaron al comedor donde permaneca aislado con Vctor Basterra, el mdico Capdevila junto al prefecto Daz Smith, Lanzn y el Prefecto Azic, a quien le llam la atencin ver en el lugar dado que haca tiempo que no lo vea all. Narr que los nombrados ingresaron al lugar con el beb recin nacido, momento que describi como difcil de sobrellevar porque imaginaba cual sera el destino de la nia y su madre. El testigo Vctor Melchor Basterra, en la audiencia del 15 de agosto de 2011, secuestrado el 10 de agosto de 1979 y alojado en la E.S.M.A. se refiri al prefecto Azic, como miembro del equipo de torturadores de la E.S.M.A. que inspiraba temor hasta en sus compaeros. Por su parte, la testigo Marta Remedios lvarez record en la audiencia del 3 de agosto de 2011, que durante su cautiverio en la E.S.M.A. vio en el lugar a fines del ao 1976 o 1977 al encausado Azic, como miembro del grupo de operaciones que all actuaba, conocindolo con el apodo de piraa. El testigo Alfredo Manuel Juan Buzzalino, tambin se refiri a Azic, alias piraa como un hombre del grupo operativo de la E.S.M.A., de quien crey ingres en la ESMA luego del secuestro del dicente el 25 de junio de 1976, sin poder precisarlo, dado que en sus primeros meses en el lugar no tuvo mucha orientacin. Mencion haberlo visto generalmente cuando lo llevaban de la ESMA a la calle, dado que hacan patrullaje, observndolo manejar el vehculo en que se trasladaban. La pertenencia de Azic al G.T. 3.3.2 que oper en la E.S.M.A. entre los aos 1978/1983, si bien no surge de su legajo personal, se tuvo por probada en la causa E.S.M.A. del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5, donde el nombrado fue condenado a la pena de 18 aos de prisin por ser autor de privaciones ilegtimas de libertad y torturas acaecidas sobre los cautivos en aqul centro clandestino de detencin. Como se sealara anteriormente, los testimonios recabados en el debate, permiten tener por acreditado, que tras diez o quince das del
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nacimiento de Victoria en la E.S.M.A. en agosto del ao 1977, fue separada de los brazos de su madre y entregada, aproximadamente tres das despus del traslado de Mara Hilda de la E.S.M.A. a Juan Antonio Azic, quien retuvo a la nia, ocultando su verdadera identidad. Al respecto es del caso sealar, la vinculacin existente entre el imputado Azic y Hctor Febrs, sindicado como el encargado de la cuestin de los menores en la E.S.M.A. Recurdese al respecto lo dicho en la audiencia por Victoria Donda, en cuanto a que conoci desde nia a Febrs, considerndolo su padrino de bautismo aunque desconoca quien figuraba en el certificado correspondiente. Aadi que Febrs la apodo turquita, hasta que un da tras cumplir 15 aos, cambi su apodo por zurdita, comenzando as una serie de discusiones entre ellos que termin por romper su relacin.
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Para ello, Azic obtuvo el certificado y partida de nacimiento de Victoria bajo el nombre de Claudia Anala Leonora Azic y la inscribi como hija biolgica suya y de su mujer, Noem Esther Abreg. El nacimiento fue inscripto ante el Registro Civil y Capacidad de las Personas de la ciudad de Buenos Aires, el 21 de octubre de 1977, en la Circunscripcin 7, Tomo 3 A, nmero 2294, Ao 1977, en donde se asent que Claudia Anala Azic haba nacido el 17 de septiembre de 1977 a las 9:00 horas, en el domicilio de la calle Cdiz 4029 de esta ciudad y se la inscribi como hija biolgica de Juan Antonio Azic L.E. 7.717.537- y Esther Noem Abreg L.C. 5.777.701 (v. acta obrante a fs. 680 y certificacin de fs. 2028 de la causa nro. 1584). Tambin se dej constancia que el asiento se efectu en virtud de la autorizacin del Director del Registro Civil, disposicin R y D n 4307 por medio de la cual el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Municipalidad de Buenos Aires, con fecha 7 de octubre de 1977 autoriz la inscripcin del nacimiento fuera de trmino previo a lo cual Azic, mediante una nota, renunci al trmite de asiento suspendido y prest su conformidad para que la nacida se inscribiera con el nombre de Claudia Anala Leonora (v.fs. 683/4, 1305/6 y certificacin obrante a fs. 2028 de la causa nro. 1584). En la partida de nacimiento consta que el interviniente del trmite fue el padre y se dej constancia que la inscripcin fue hecha segn el
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certificado del mdico Pessino labrado con fecha 4 de octubre de 1977, al que seguidamente se har referencia. Las constancias documentales reseadas permiten tener por acreditada la participacin de Azic en la confeccin de aquellos documentos, pues los datos falsos insertos en ellos fueron aportados por l. Lo expuesto permite tener por acreditado que Azic se encontr en poder de Victoria (nacida en el mes de agosto de 1977) aproximadamente entre los das 4 de octubre de 1977, fecha que surge del certificado de nacimiento falso, y 21 de octubre de ese mismo ao, fecha en la que fuera hecha la inscripcin se ese nacimiento. A su vez, Azic pudo inscribir a Victoria bajo el nombre de Claudia Anala Leonora Azic en el Registro Civil y, obtener la partida de nacimiento referida, acreditando el nacimiento de la nia, a travs del certificado respectivo realizado con fecha 4 de octubre de 1977 por el mdico Horacio Pessino, documento en el que obra tambin la firma de Azic. Se certific as que Victoria, con el nombre de Claudia Anala Leonora Azic, haba nacido a las 9:00 horas del da 17 de septiembre de 1977, en la calle Cdiz 4029 de esta ciudad, hija de Juan Antonio Azic L.E. 7.717.537- y Esther Noem Abreg L.C. 5.777.701-, describindose que el parto fue normal y que la nia registr un peso de tres kilos ochocientos gramos. Cabe destacar que el nombrado Horacio Luis Pessino result ser el titular registral desde el ao 1972 hasta 1982 del domicilio consignado como aqul en que tuvo lugar el nacimiento, conforme el informe y copias del folio real del Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital Federal (v.fs. 759/76 de la causa nro. 1584). De esta forma, Azic alter y suprimi el estado civil e identidad de Victoria Victoria Donda Prez, y le impuso por muchos aos un nombre, una fecha, lugar de nacimiento, y una relacin filial falsas, evitando as que pudiera conocer su verdadera historia. Finalmente, el 21 de diciembre de 2004, Victoria Donda solicit la anulacin de la falsa inscripcin y solicit se la anote con el nombre de Victoria Anala Donda Prez, hija matrimonial de Jos Mara Laureano Donda y de Mara Hilda Prez. Dicha anulacin fue ordenada judicialmente el 21 de marzo
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de 2005 y comprendi el D.N.I. nro. 26.157.572 y cualquier documento que se hubiera emitido en consecuencia y se orden la inscripcin con sus verdaderos datos. Por ltimo resta agregar que Mara Hilda Prez y Jos Mara Laureano Donda, a la fecha, estn desaparecidos y Victoria recuper su identidad. d. Javier Gonzalo Penino Vias: Javier Gonzalo, hijo de Cecilia Marina Vias y Hugo Reynaldo Penino, naci aproximadamente a mediados del mes de septiembre de 1977, en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 30 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all a fin de dar a luz, desde la ciudad de Mar del Plata donde se encontraba ilegtimamente privada de su libertad.
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El nio fue sustrado de la custodia de sus progenitores, y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenido y oculto en poder del matrimonio compuesto por Jorge Ral Vildoza y Ana Mara Grimaldos, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos del nio, sustituyndole su identidad, hasta el 13 de agosto de 1998, fecha en la que se estableci la verdadera identidad de la vctima a travs del resultado arrojado por el dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand en el marco de la causa N 11.684/1998 (A-124/84) del registro del Juzgado Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad. En efecto, la identidad del hijo de Cecilia Marina Vias y Hugo Reynaldo Penino pudo establecerse en el marco de la causa nro. 11.684/1998 (A-124/84) del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 1, Secretara nro. 1 de esta ciudad, donde pudo establecerse que quien fuera inscripto como Javier Gonzalo Vildoza, hijo de Jorge Ral Vildoza y su esposa, Ana Mar Grimaldos, en verdad era hijo biolgico de la pareja Vias Penino. As, el anlisis de A.D.N. realizado por el B.N.D.G. (obrante en la causa de referencia a fs. 1494/587, cuyas copias certificadas agregadas a fs. 4598 y sgtes de la causa nro. 1604 se incorporaran al debate), estableci con fecha 13 de agosto de 1998, que Javier Gonzalo Vildoza, pertenece al grupo
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Vias- Penino y posee una probabilidad del 99,76% de ser nieto de los abuelos Penino Vias. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, y el Dr. Jorge Horacio Solimine, bioqumico, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Ahora bien, consecuencia directa del informe pericial referido fue la declaracin de nulidad de la partida de nacimiento del inscripto como Javier Gonzalo Vildoza. Ello se desprende de la resolucin de fecha 30 de septiembre de 1998, mediante la cual aqulla judicatura resolvi: Declarar la nulidad de la inscripcin en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Capital Federal, del nacimiento de Javier Gonzalo Vildoza, como hijo de Jorge Rafal Vildoza y de Ana Mara Grimaldos, ocurrido el 7 de septiembre de 1977, a las 14:00 horas en la Capital Federal. Que fuera inscripto el da 12 de septiembre de 1977 en la Circunscripcin 8. Tomo 2-A, del Registro Nacional de las Personas y de la Cdula de Identidad N 11.939.404 expedida por la Polica Federal Argentina (cfr. copia certificada de la resolucin obrante a fs. 1621/1623 de la causa N 1604, incorporada por lectura -punto 270-). Pero la inscripcin de Javier Gonzalo Penino Vias como Javier Gonzalo Vildoza con su consecuente Acta de Nacimiento falsa pudo efectuarse a travs del certificado de nacimiento fechado el 12 de septiembre de 1977 otorgado por el mdico Hctor Rinaldo RICCIARDI, quien fuera, entre el 09 de febrero de 1976 y el 28 de marzo de 1978, Jefe Departamento Sanidad de la ESMA e integrante del Grupo de Tareas 3.3 en operaciones antiguerrilla, (cfr. copias certificadas de Acta de Nacimiento de la Circunscripcin 8. Tomo 2A, del Registro Nacional de las Personas obrante a fs. 2758 de la causa N 1604 y de la partida y certificado de nacimiento de Javier Gonzalo Vildoza, obrantes
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a fs. 447/448 de la causa N 1604, incorporadas por lectura puntos 273 y 274, respectivamente). Resta decir que si bien, mediante la resolucin antes aludida se orden la restitucin de la identidad a Javier Gonzalo Penino Vias, aqul recin pudo hacerla efectiva el 10 de diciembre de 1999. Cabe destacar que sus padres haban sido investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Carpeta Varios N 14939, caratulado Paradero de Souto Leston, Manuel Ramn y otros iniciado el 19 de septiembre de 1979, siendo que el legajo se cerr con respuesta negativa el 19
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de noviembre de 1979; Mesa DS, Carpeta Varios N 18223, caratulado S/ Paradero de PENINO, Hugo Reinaldo y otros siendo que el legajo se cerr con respuesta negativa el 15 de septiembre de 1981; Legajo de Referencia N 18333/1, caratulado Agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo, Tomo 1; Mesa DS, Carpeta Varios, legajo N 21296, caratulado Solicitada publicada por Organizaciones de Solidaridad en el diario Clarn de fecha 25-10-83; y Mesa DS, Carpeta Varios, legajo N 20803, caratulado Actividades Madres de Plaza de Mayo. Tomo 9, 1983, octubre a diciembre (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 7 de julio de 2011, por Cecilia Pilar Fernndez de Vias, progenitora de Cecilia Marina Vias y suegra de Hugo Penino, quien relat lo que supo del secuestro de la pareja, ocurrido el da 13 de julio de 1977 en su domicilio, ubicado en Av. Corrientes al 3600 de esta ciudad. Describi que conforme le dijera el portero del domicilio de los jvenes, quien la llamara por telfono a su domicilio en la ciudad de Mar del Plata, el da del secuestro concurrieron a la vivienda un grupo de personas que dijeron ser de Coordinacin Federal, quienes esperaron a Cecilia y a Hugo hasta su arribo en horas de la noche, en momentos en que volvan de un velatorio. Indic que su hija se encontraba cursando el sptimo mes de embarazo. Refiri que supo que su hija fue trasladada a la E.S.M.A. a fin de dar
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a luz y que sta tena fecha probable de parto entre el 9 o 14 de septiembre de 1977. Expuso que no tuvo noticias del lugar donde su hija permaneci cautiva, hasta que Sara Solarz de Osatinsky al declarar desde Ginebra, seal haberla visto en la E.S.M.A., de donde fue trasladada sola a la ciudad de Mar del Plata cinco das despus de dar a luz a su beb, un varn. Indic que crea que otro testigo, Juan Gasparini dijo haber visto a Jorge Vildoza llevndose a su nieto de aqul centro clandestino. Dijo la dicente que crea que en el parto de su hija haba intervenido el Dr. Magnacco. Declar en relacin al lugar donde Cecilia permaneciera cautiva, que su hija fue vista debajo del faro de Mar del Plata por otra detenida, Susana Garca, quien fuera alojada en la Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata y reconociera a Cecilia por haber sido compaera suya de trabajo. Agreg que en aqul lugar se desempe Roberto Pertusio, quien resultara ser el padrino del nieto de la testigo. La testigo afirm que supo que en la Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata funcion un centro clandestino de detencin; recordando al respecto lo que le dijera Susana Garca, en cuanto a que estuvo detenida all, y que vio a Cecilia debajo del faro al tiempo de su cautiverio. Respecto de Hugo Penino, dijo no tener informacin, creyendo posible que la pareja hubiera sido separada durante su cautiverio, teniendo slo noticias de que a su yerno lo haban visto en muy mal estado. Cecilia Pilar Fernndez de Vias, manifest en la audiencia que su hija tena fecha probable de parto entre el 9 a 14 de septiembre de 1977, por lo que aceptaba como probable la fecha consignada en la partida de nacimiento de su nieto, Javier Penino, 7 de septiembre del ao 1977, destacando que el nico dato certero de dicha partida, por la que se inscribi al joven como Javier Gonzalo Vildoza, era la fecha sealada. Respecto a su intervencin en la Agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo, la testigo dijo que la haba ayudado mucho en su bsqueda, dado que se reciban denuncias respecto de mujeres que nunca fueron vistas embarazadas y sbitamente aparecan con un beb; explicando que una de esas denuncias fue referida al caso de una seora mayor, esposa de un militar de apellido Vildoza, quien tenan un nio de cinco aos; aclarando que el matrimonio tena otros
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hijos, uno de ellos, Jorge Vildoza, de 18 aos de edad al tiempo en que se produjera la apropiacin del nieto de la testigo, Javier. Respecto a la restitucin de su nieto, Javier Penino Vias, indic que l se present en Abuelas en el ao 1998 manifestando que quera realizarse el estudio gentico, siendo su voluntad la de que sus apropiadores dejaran de sufrir; resultando el estudio positivo tanto para la filiacin paterna como la materna. La Sra. Fernndez especific que en la conversacin en que su hija pidi que buscaran a su hijo, le atribuy la culpa de lo que le haba ocurrido a una amiga de su padre, sosteniendo que sta la haba denunciado, que era la culpable de su desaparicin; insistiendo en la bsqueda de su hijoConforme relataran los testigos, el temor de la familia de dar a
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conocer los llamados recibidos por parte de Cecilia, se fundaba en que ello implicaba ponerla en peligro como as tambin al grupo de personas que estaba con ella, destacando en tal sentido que Cecilia hizo referencias que daban cuenta que se encontraba con un grupo de personas, tales como nos trasladan. Relataron que en los llamados, se escuch a Cecilia con mucha angustia, corroborado por el Tribunal al escuchar la grabacin telefnica en el debate, pese a lo cual hablaba segura y lcida; contestando las preguntas que se le formularon a fin de despejar las dudas que la familia tena en cuanto a que fuera la joven quien realizaba tales llamados. Fue en el marco de dichas llamadas y conforme describiera el testigo Carlos Vias que se tom noticia que la joven haba perdido contacto con su marido, Hugo Penino, luego del primer da de cautiverio y que por lo que manifestara, en torno a que saldra recuperada para encontrar a su hijo, la familia crea que quien tena cautiva a la joven, le habra dicho que estaba en un plan de recuperacin. Por su parte el testigo Carlos Alberto Vias, hermano de Cecilia Vias y cuado de Hugo Penino, al prestar declaracin en el marco del debate, el da 16 de agosto de 2011, relat lo que supo a travs de su padre del secuestro de la pareja, de modo conteste a lo relatado por su madre, Cecilia Fernndez.
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Agreg que haba cenado con su hermana Cecilia un mes antes de su secuestro, tiempo en que se encontraba embarazada, aclarando que a la fecha de su detencin, la joven cursaba el sptimo mes de embarazo y que fue a partir del testimonio en el exterior de Sara Solarz de Osatinsky que supo que su hermana estuvo cautiva en la E.S.M.A. y que conforme Solarz, Cecilia le dijo que fue llevada all desde Mar del Plata a fin de dar a luz, por lo que la familia dedujo que luego del secuestro, Hugo y Cecilia fueron llevados a esa ciudad. Agreg en relacin al parto de su hermana, que Solarz manifest que fue asistido por el Dr. Magnacco. Al igual que su madre, Vias atestigu que Gasparini, dijo haber visto a Jorge Vildoza retirndose de la E.S.M.A. con el nio en brazos. Carlos Alberto Vias, por su parte record que la denuncia recibida en la agrupacin Abuelas, provena de un mdico que asisti a un nio de entre cinco a seis aos en una casa de la localidad de Martnez, P.B.A., a quien le llamara la atencin el haber visto en aquella vivienda, la foto de un marino en el living, y la avanzada edad de la presunta madre del menor. Dijo que entre los datos recibidos, se aport la edad del nio, nacido en septiembre del ao 1977, fecha en que Cecilia deba dar a luz. Indic que al entrevistarse con aqul mdico, le exhibieron una fotografa de Cecilia, momento en que el galeno, confundi a su hermana con el nio, lo que le confirm que se trataba de su sobrino. Expres que al encontrar a su sobrino, ste ya era un joven de 21 aos, sorprendido por lo que ocurra, tras haber vivido en una mentira, criado con terror hacia su apropiador. Se destaca tambin, que conforme relataran los testigos Fernndez y Vias (y tal como surge de las constancias documentales del legajo
CONADEP nro. 3542) la joven Cecilia Vias se comunic en ocho oportunidades con su familia en forma telefnica, en forma espordica y en distintos das y horarios, desde el 21 de diciembre de 1983, hasta marzo del ao 1984, esto es, luego de siete aos de acaecido su secuestro, oportunidad en que pregunt por su hijo, dado que crea que el nio estaba con su familia, y al enterarse que esto no era as, les solicit su bsqueda.
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As surge del relato de las llamadas realizadas por Cecilia, obrante en el legajo referido, destacndose que pudo escucharse en audiencia la grabacin que de forma casera efectuara la familia del anteltimo llamado telefnico de la joven. Se destaca que tras exhibrsele en audiencia al testigo Carlos Vias las fs. 229/6 del cuaderno de prueba de la causa 1604, reconoci lo all plasmado como el detalle que realizara en el ao 1984, consistiendo en una descripcin de las llamadas realizadas por su hermana, consistiendo en un total de ocho llamadas. Respecto de Vildoza, tanto la Sra. Fernndez como su hijo, Carlos Vias refirieron que era jefe del grupo de tareas que operaba en la E.S.M.A. Se destaca aqu que ya en los aos 80 la familia tuvo noticias del
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nacimiento del nio. As puede leerse de la denuncia obrante en el legajo nro. 3542, realizada ante la Delegacin Mar del Plata de la CONADEP el 15 de mayo de 1984 por Mara Luisa Moreno de Penino, donde consign que a travs de comunicaciones mantenidas con su consuegro, el Sr. Vias, ste le seal que en distintas oportunidades recibi llamadas annimas que le informaban que su nuera estaba con vida y haba dado a luz a un hijo varn en el mes de septiembre u octubre del ao 1977. As tambin la Sra. Moreno de Penino mencion que la joven haba llamado en el mes de diciembre de 1983 a su familia, lo que a su turno tambin denunciara la madre de Cecilia ante el Ministerio del Interior (v. folio 2 del legajo de mencin), sealando que conforme dijera su hija, de quien crea permaneca cautiva, sera trasladada hacia Mar del Plata sin especificar lugar. Si bien este hecho no fue recordado por la Sra. Fernndez s fue reconocido por su hijo, Carlos Alberto Vias quien seal que pasado el tiempo sin obtener ninguna respuesta, la madre de Hugo Penino se puso en contacto con la asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, lo que hiciera luego de recibirse un llamado annimo en que se dio la noticia de que el hijo de Cecilia haba nacido y era varn. Completan los testimonios reseados, las constancias
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pertenecientes a Cecilia Marina Vias de Penino, que fueran incorporados al debate. A ello se suma, el habeas corpus colectivo interpuesto el 8 de noviembre de 1983, a favor de varias mujeres embarazadas, entre ellas, Cecilia Marina Vias de Penino (v. fs. 1282/1298 de la causa nro. 1351 y legajo CONADEP nro. 3542 incorporadas al debate) en donde Carlos Vias, padre de Cecilia, al tiempo en que denunci el secuestro de la joven y Hugo Penino, hizo mencin al embarazo que aqulla cursaba y por el que se atenda con el Dr. Salvador Romano, en la Clnica IMO. All se precis que el encargado del edificio, Juan Carlos Rodrguez dio aviso de lo sucedido, en torno a que el da 13 de julio de 1977 en horas de la madrugada un grupo de personas que dijera ser de la Polica Federal se presentaron en el edificio de la Av. Corrientes 3645 y preguntaron sobre los habitantes del piso 9 del depto. F. El Sr. Vias tambin hizo saber que a travs de la testigo Solarz, quien viera a Cecilia en la E.SM.A. en el mes de septiembre u octubre, supo que la joven fue llevada all por personal de la Marina de Mar del Plata y conducida a la pieza de embarazadas. Agreg que la joven permaneci all un mes aproximadamente y dio a luz un nio de sexo masculino, siendo trasladada a los pocos das sin su hijo, quien fuera llevado de all por personal de la E.S.M.A. a pocas horas de que su madre fuera trasladada. Finalmente el Sr. Vias precis all, que conforme la historia clnica de Cecilia en el IMO su fecha probable de parto era el 12 de septiembre de 1977. Se destaca asimismo, que en el marco del presente debate, numerosos testigos dieron cuenta del cautiverio de Cecilia en la E.S.M.A., y el nacimiento de su hijo. As la testigo Sara Solarz de Osatinsky, al deponer en el debate el da 17 de octubre de 2011, record haber visto embarazada a Cecilia Vias, de quien dijo permaneci poco tiempo en la E.S.M.A., lugar donde la viera en pocas oportunidades. Precis que la joven fue trasladada all desde Buzos Tcticos de Mar del Plata y dio a luz durante su cautiverio a un varn alrededor del mes de octubre de 1977. Agreg que presenci el parto de la joven, el que fue asistido por el mdico Magnacco.
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Sostuvo que el desenlace de este caso fue como en los dems, esto era, la madre luego de dar a luz a su beb fue trasladada en tanto el nio permaneci en el lugar hasta ser retirado; siendo las madres las primeras en desaparecer. En el testimonio escrito, prestado por Solarz en Ginebra en el mes de septiembre de 1983 ante la Comisin de Derechos del Hombre, de Naciones Unidas, denunci haber visto entre las mujeres embarazadas en la E.S.M.A. a Cecilia Vias, a quien pudo reconocer de una foto que le fuera tomada poco tiempo antes de su secuestro. All tambin hizo referencia que fue trasladada a la E.S.M.A. en avanzado estado de gravidez por personal de Marina de Mar del Plata y que permaneci en ese centro clandestino, aproximadamente un mes. Indic que la
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joven fue trasladada sin su hijo, a pocos das de ocurrido el parto, en tanto el nio fue retirado por personal de la E.S.M.A. pocas horas despus de que su madre fuera trasladada. En igual sentido, fue conteste la testigo Mara Alicia Milia, quien declar el da 2 de agosto de 2011 durante el debate, recordando haber visto en el interior de la pieza destinada a las embarazadas a Cecilia Vias, a quien record como una joven muy especial, muy bonita e inteligente, de una edad un poco mayor a la media de las embarazadas cautivas en la E.S.M.A (recurdese al respecto que la joven tena 30 aos al tiempo de su secuestro, conforme surge de los legajos nro. 2076 y 3542) que vesta un camisn azul. Seal la testigo Milia a preguntas que le fueron formuladas, que no recordaba si la joven haba sufrido tortura fsica, aclarando que el solo hecho de estar cautiva en la E.S.M.A., privada de su libertad, desconociendo el destino de su hijo, implicaba una tortura. Volviendo a la testigo Milia, cabe recordar que en el testimonio que prestara en el ao 1984 (incorporado al debate) se refiri a una joven llamada Cecilia, alta, de cabellos castao oscuro, que fuera trasladada a la E.S.M.A. desde Mar del Plata, precisando all que a fines de 1977 dio a luz a un varn, siendo luego trasladada. Explic que pudo hablar con Cecilia quien saba cual iba a ser su destino, esto es, que vivira en tanto estuviera embarazada. Dijo que Cecilia dio a luz a un varn en el mes de octubre de 1977, indicando que el nio fue
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apropiado por Jorge Vildoza, apodado Gastn en la E.S.M.A., lugar donde ostentaba el cargo de Subdirector. En tal sentido, el testigo Juan Albero Gaspari, al prestar declaracin en la audiencia del 26 de septiembre de 2011, seal a Vildoza, como una de los jefes de las embarazadas en la E.S.M.A. para los primeros meses del ao 1977, esto es, un militar a cargo de la cuestin. Aclar que Vildoza luego fue reemplazado por el Prefecto Febrs, y afirm haber visto a ambos sujetos, salir de la E.S.M.A. con un beb en brazos, lo que le llam mucho la atencin, dado que se preguntaba donde estaba la madre. En cuanto a las funciones realizadas por Vildoza y Febrs como jefes de las embarazadas, el testigo depuso que se ocupaban de sus traslado hacia y desde la E.S.M.A., organizar el parto, su tratamiento, vestimenta, esto era, lo cotidiano, explicando que el hecho de que llegaran mujeres embarazadas de otros campos, haca necesario que un oficial de la marina estuviera al frente de dicha problemtica y se contactara con esos centros clandestinos de detencin y se hiciera responsable de las embarazadas. Afirm que pese a que Vildoza tena ms cargo que el Tigre Acosta, dado que era Capitn de Fragata, en tanto Acosta era Capitn de Corbeta, era ste ltimo quien tena mayor poder de decisin en el C.C.D. y no crea que Vildoza pudiera darle una orden a Acosta en relacin a las embarazadas. Tambin se tiene en cuenta los dichos de la testigo Ana Mara Mart, quien prestara declaracin durante el debate el da 12 de septiembre de 2011, oportunidad en que refiriera haber visto a Cecilia Vias en la pieza de las embarazadas que daba al ro. Sostuvo que recordaba bien a Cecilia, una hermossima mujer que le manifestara a la testigo que haba sido trasladada a la E.S.M.A. desde Mar del Plata. En forma coincidente a Milia, la testigo Mart seal que Cecilia le dijo su nombre de pila, la llamaba la chica del camisn azul, porque vesta un camisn azul francia de manga larga. Describi que la joven dio a luz a un varn hacia fines de 1977, no pudiendo precisar si el parto acaeci en el mes de noviembre o diciembre de ese ao.
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en la
audiencia del 26 de septiembre de 2011, seal que recordaba haber visto durante su cautiverio en la E.S.M.A. a Cecilia Vias en estado de gravidez. Explic que pudo verla al pasar, camino al bao de capucha, por lo que no tuvo un conocimiento pormenorizado de sus circunstancias, lo que si ocurri con el caso de Graciela Tauro. En forma coincidente los testigos Adolfo Mara Prez Esquivel y Horacio Ravena en la audiencia del 6 de septiembre de 2011, explicaron como hicieron saber de la existencia de llamadas telefnicas recibidas por parte de Cecilia Vias, a las que nos refiramos antes, a las autoridades, y las infructuosas investigaciones que se realizaron sobre ellas. El profesor y Premio Nobel de la Paz en 1980, Adolfo Prez
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Esquivel, coment que estuvo detenido durante la dictadura militar, desde el 4 de abril de 1977 hasta dos das antes de finalizar el Mundial de Ftbol, siendo liberado por Ral Guglielminetti quien le dijera que estara con libertad
vigilada a disposicin del PEN, situacin en la que permaneci durante catorce meses. En relacin al caso de Cecilia Vias, relat que tuvo conocimiento de su desaparicin, y en democracia, ya durante el gobierno del Dr. Ral Ricardo Alfonsn sucedieron algunas cosas que originaron encuentros en la Casa de Gobierno. Narr que en el mes de mayo de 1984, en pleno gobierno democrtico, fueron a verlo la madre y el hermano de Cecilia Vias de Penino quienes le dijeron que tenan una grabacin de la joven, que se haban recibido ocho llamados de Cecilia, logrando grabar algunos, y que inicialmente desconfiaron que se tratara de ella y que los estuvieran extorsionando, pero que tras hacerle preguntas sobre cosas de su habitacin y otras, confirmaron que se trataba de Cecilia. Rese que lo impresion que la joven no hablara en singular, sino en plural, diciendo nos trasladan. Fue as que recurri a una persona a quien conoca y con quien tena una amistad siendo ste Horacio Ravena, Secretario de Derechos Humanos en la Cancillera al que le explic lo que pasaba, le llevaron la grabacin que le dieran de la joven, y le cont que se tena registro de su desaparicin.
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Describi que Ravena decidi hablar de ello con Antonio Trccoli, por entonces Ministro del Interior, a quien fue a ver, avisndole luego que fuera a verlo junto con la familia Vias al Ministerio, lo que as hicieron, y en dicha oportunidad le hicieron escuchar al Ministro la grabacin, luego de lo cual le preguntaron qu podan hacer. Agreg que Trccoli le dijo que para investigar lo sucedido deban recurrir a la polica, manifestndole el testigo abiertamente su desconfianza hacia la misma polica de la dictadura, pero que deba ser la familia, la madre y el hermano que aguardaban fuera, quienes decidieran. Explic que aqullos fueron recibidos por el Ministro quien les dijo que dentro de la polica haba un pequeo grupo de investigadores tcnicos y que lo ocurrido quedara en la ms absoluta privacidad, contactndose Trccoli con un Comisario a cargo de la seguridad de la Casa de Gobierno que poda realizar el contacto de la familia con ese equipo. Narr que la familia estuvo de acuerdo, y los acompa junto con Ravena al Departamento Central de la Polica, donde se comenzaron a analizar cules eran las posibilidades de investigacin, destacando que a partir de ese momento no hubo ms llamadas de Cecilia y no se supo nada ms de ella. Testific que supo que la familia Vias permaneci en contacto con aqul grupo especial de la polica, desconociendo qu fue lo ocurrido con posterioridad. Afirm que el Dr. Alfonsn fue informado de lo ocurrido dado que Trccoli en dos oportunidades se haba levantado de la reunin para hablar con aqul. Expres que hoy crea que se haba actuado errneamente, pero que no se haba encontrado otra alternativa, pensando que la joven sera trasladada de Mar del Plata a la ESMA, por ser de la Marina, pero que al reunirse nuevamente con la familia, no haba ms informacin. Destac adems que mantuvo un total de seis encuentros con el Papa, siendo el primero muy duro, por la informacin que aqul reciba a travs de la Nunciatura y el Episcopado, a lo que sumaba que la Comisin de Justicia y Paz Vaticana no haba querido recibirlo, -lo cual le dijo un amigo suyo que integraba esa Comisin-. Record que el Papa habl por primera vez
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en la Plaza de San Pedro de los desaparecidos en Argentina despus de su primer visita. A preguntas relativas a si los organismos internacionales a los que recurri realizaron algn reclamo a la junta militar argentina, contest que si, que recurri a Naciones Unidas, donde al principio senta que era darse la cabeza contra la pared, hasta que le dijeron que era difcil que actuara, pero que una vez puesta en funcionamiento, continuaba. Aadi que tambin estaba el Comit Contra la Tortura, Cruz Roja Internacional, OIT, la UNESCO en Pars, donde trat de informar lo que aqu suceda. Expres que los organismos internaciones hicieron llegar al Gobierno argentino el reclamo que el dicente les llev. Finalmente, preguntado respecto de si el Episcopado argentino
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realiz algn documento en el ao 1976 relativo a los desaparecidos, contest que si bien supo que el Episcopado sac un documento sobre derechos humanos dentro de la doctrina social de la iglesia, no tena informacin de que la Conferencia Episcopal hubiera efectuado un reclamo en su conjunto, no obstante lo cual, supo de reclamos individuales realizados por Obispos que actuaron en forma particular. Por su parte, Horacio Ravena, refiri haber sido Director de la Direccin General de Derechos Humanos de la Cancillera a partir del mes de diciembre del ao 1983, habiendo recibido en el mes de mayo del ao 1984 un llamado telefnico de su amigo, Adolfo Prez Esquivel, quien le dijo que necesitaba verlo con urgencia por un tema muy delicado y grave, lo que hizo, concurriendo al SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia), donde se encontraban tambin la Sra. de Vias junto a su hijo, y le hicieron escuchar unas grabaciones de conversaciones entre la Sra. de Vias y a quien sta identificaba como a su hija Cecilia, no recordando en detalle a qu se referan tales conversaciones, pero creyendo que hablaban de temas familiares preguntando la madre cundo volvera y dnde se encontraba, a lo que la joven no contestaba, diciendo que volvera a llamar. Aadi que en dicha oportunidad lo pusieron al tanto de la situacin de Cecilia, que hubo otras llamadas que sta haca en forma peridica pero que haban cesado y que el hecho de que la joven no hubiera aparecido
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durante la democracia, les haca temer sobre la suerte de Cecilia, queriendo saber que podra hacer por ella el Presidente, Dr. Ral Ricardo Alfonsn. Seal que habl del tema en forma directa con el Dr. Alfonsn dado que era algo que representaba una gravedad institucional, entrevista en la que ste le dijo que hablara con el Dr. Trccoli, a lo que ste le contest que seguir la lnea orgnica podra resultar peligroso sobre todo cuando no se haba desarmado la lnea represiva, a lo que el Dr. Alfonsn respondi que Trccoli haba armado un grupo selecto con el cual poda trabajar sin problemas, lo que le confirm Trccoli cuando el testigo habl con l. Expres que como la decisin de qu hacer era de la familia, les coment inmediatamente a ellos, quienes lo esperaban junto con Prez Esquivel, habiendo concurrido todos a una nueva entrevista con Trccoli en la Casa de Gobierno, habiendo aceptado los familiares la propuesta realizada, tras la cual se llam a un miembro de la Polica Federal Argentina de la Casa de Gobierno que los acompa al Departamento Central de Polica donde se mantuvo una entrevista con quienes seran los investigadores del caso, quienes sealaran que tomaran la denuncia. Afirm que los familiares llevaron consigo la grabacin de la conversacin con la joven, pero desconoca si tal grabacin fue finalmente entregada a los miembros de la polica. Coment que al entender en ese momento que haba concluido su gestin oficiosa, se retir del lugar, habiendo mantenido relacin con la progenitora y con el hermano de Cecilia Vias quienes lo llamaban para saber si tena informacin, a lo que contestaba que no. Atestigu finalmente que a los quince das ley en un peridico o revista un recuadro que denunciaba el caso, hacindose referencia a la investigacin en curso, lo que para l signific el final y gener dolor e indignacin por parte de la familia y en Prez Esquivel, agregando que desconoca cmo se haba originado tal noticia ya que supona que el tema se iba a mantener con discrecin y ello no sucedi. Cabe agregar que en el marco de la causa N 11.684/98 (A-124/84) en trmite por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad, si bien se resolvi la nulidad de los
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documentos aludidos con anterioridad y se dispuso lo respectivo en cuanto a la restitucin de la verdadera identidad de Javier Gonzalo Penino Vias, an resta definir la eventual responsabilidad que en esos hechos le cupo al matrimonio compuesto por el ex Capitn de Navo, Jorge Ral Vildoza y Ana Mara Grimados, quienes simularon el carcter de padres biolgicos del hijo de Cecilia Marina Vias y Hugo Reynaldo Penino, el cual se encontraba inscripto como Javier Gonzalo Vildoza. Por ltimo resta agregar que Cecilia Marina Vias y Hugo Reynaldo Penino, a la fecha, estn desaparecidos y Javier Gonzalo recuper su identidad.
Ezequiel, hijo de Mara Graciela Tauro y de Jorge Rochistein, naci aproximadamente entre los meses de septiembre y noviembre de 1977 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 24 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all entre los meses de septiembre y octubre del mismo ao, a fin de dar a luz. Dicho traslado se produjo desde un centro clandestino de detencin dependiente de la Fuerza Area, en donde la joven permaneca privada ilegtimamente de su libertad desde que fuera secuestrada por miembros de esa Fuerza a mediados del mes de mayo de 1977, en el domicilio de la calle Alsina al 2100 aproximadamente, de Hurlingham, Provincia de Buenos Aires, tiempo en que tambin fuera secuestrado Jorge Rochistein. Mara Graciela cursaba los cuatro meses y medio de embarazo. El nio fue arrancado de los brazos de su madre a los pocos das de haber nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo como hijo propio de Juan Carlos Vzquez Sarmiento y su esposa, Stella Maris Emadi, quines simularon detentar el carcter de padres biolgicos mediante la usurpacin del nio hasta el 30 de septiembre de 2010 en que la vctima fuera informada del resultado del examen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand. En efecto, la identidad de Ezequiel, hijo de Mara Graciela Tauro y de Jorge Rochistein, fue establecida en el marco de la causa nro. 3521/02
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caratulada Vzquez Sarmiento, Juan y otros s/sustraccin de menores de 10 aos, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 6, Secretara nro. 11, a travs del examen de ADN que fue agregado a dichas actuaciones el 7 de septiembre de 2010 a fs. 2066/2082 (incorporado al debate) que concluy que Jorge Daniel Rochistein (padre alegado
desaparecido) y Mara Graciela Tauro (madre alegada desaparecida) tenan una probabilidad de parentalidad del 99,9995% con respecto al perfil gentico obtenido de las muestras remitidas, pertenecientes al inscripto como Ezequiel Vzquez Sarmiento, lo que significaba que los nombrados tenan una probabilidad del 99,9995% de haber sido los padres biolgicos del joven, comparados con otro hombre y otra mujer tomados de la poblacin general en forma no seleccionado. Cabe agregar, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica, y el tcnico qumico Sergio Valente, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Debe destacarse que los padres del nio haban sido investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa A, carpeta 37, legajo N 271, caratulado Juventud Trabajadora Peronista. El documento consta de un informe producido por la DIPBA Delegacin Baha Blanca, sobre un acto de la JTP (juventud Trabajadora Peronista) Regional 8, realizado en esa ciudad el 25 de mayo de 1974. Un teleparte de la misma fecha informa que de las personas presentes en el acto se identific, entre otras, a Graciela Tauro; Mesa DS Varios N 2024, caratulado Secuestro y homicidio de Luis Jess Garca iniciado el 22 de septiembre de 1974, Baha Blanca. El documento aborda el asesinato de Luis Jess Garca, militante del Frente Antiimperialista por el
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Socialismo (FAS), relata que en el sepelio de Jess Garca se concentraron muchas organizaciones polticas, y entre los Activistas identificados se encontraban Graciela Tauro de la JP Regional VIII; Mesa DS, carpeta Daos, legajo N 3272, caratulado Atentados terroristas contra los domicilios Oscar Tauro y iniciado el 17 de abril de 1975, en l se inform que se produjo el estallido de dos artefactos explosivos, uno en la casa de Oscar Tauro; Mesa DS Carpeta Varios N 2861, caratulado Solicitud de antecedentes de Dagoberto Luis Fernndez. Ana Mara Ponce y otros se inicia con un teleparte fechado el 29 de abril de 1975 producido por el Batalln de Inteligencia Militar 601, se pide informacin identificatoria, datos filiatorios y antecedentes de toda ndole sobre tres personas, una de ellas, Mara Graciela Tauro; Mesa 2DS, Carpeta Varios N 4438, caratulado Elementos de
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tendencia izquierdista o de reconocida militancia en alguna OPM iniciado el 5 de noviembre de 1975; Mesa DS, Carpeta Varios N 4521, caratulado Nmina de integrantes y simpatizantes de las agrupaciones extremistas Montoneros y del ERP. mbito: Baha Blanca, Pheguaj, Trenque Lauquen, iniciado el 16 de noviembre de 1975; Mesa DS, Carpeta Varios N 11878, caratulado Ceremonia religiosa por desaparecidos celebrada en Baha Blanca; Mesa DS Carpeta Varios N 14429, caratulado Directivas emanadas del Mrio. Del Interior referente a la campaa de desprestigio que realiza la Comisin de desaparecidos y detenidos por causa polticas; Mesa DS
Carpeta Varios N 14453, caratulado Solicitada publicada en diario Clarn relacionada con desaparecidos en Baha Blanca, iniciado el 9 de agosto de 1979; Mesa DS, Carpeta Varios N 13824, caratulado Solicitud de paradero de Di Paolo Juan Carlos y 4 ms iniciado en noviembre de 1979; Mesa DS Carpeta Varios N 16297, caratulado Solicitud paradero de Di Paolo Juan Carlos y 4 ms iniciado en agosto de 1980 y el legajo se cerr con respuesta negativa el 8 de octubre de 1980; Mesa DS Carpeta Varios N 5855, caratulado Plan de penetracin Marxista Universidades de Baha Blanca, detencin de Maris Ramrez de Custodio y otros; Mesa DS, Carpeta Varios N 28063, caratulado Sta. Informe sobre el hijo de Mara Graciela Tauro, Desaparecida; Mesa DS, Carpeta Varios N 15416; y Mesa DS, Carpeta Varios N 20216, caratulado Solicitud de paradero de Jorge Daniel Rochistein
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iniciado el 6 de marzo de 1983 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Por su parte, al ser odo en el debate el 31 de enero del corriente ao, Ezequiel comenz relatando que antes su apellido era Vzquez Sarmiento, siendo que aqul cambi aproximadamente a partir de mediados de diciembre de 2011, y que crea haber nacido el 1 de noviembre de 1977. Cont que pudo saber que era muy chiquito al llegar a la casa del matrimonio Vzquez Sarmiento, indicando que aquel domicilio que figura en su partida de nacimiento, de la calle Dean Funes 255 de Castelar, P.B.A. (obrante a fs. 472 de la causa nro. 3521 e incorporada al debate) perteneca a la casa de quienes conociera como sus abuelos, donde viva el matrimonio Vzquez Sarmiento. Explic que Juan Carlos Vzquez Sarmiento trabajaba en la Fuerza Area y su madre, como administrativa y ama de casa. Manifest que nunca tuvo dudas acerca de su identidad, pero que su vieja refirindose a Stella Maris Emadi-, para el ao 1997, 1999 o 2000, comenz a tener problemas de salud, y frente a la eventualidad de que le realizaran una operacin que crea complicada le confes que l era adoptado y que no saba quienes eran sus padres biolgicos. Refiri que para ese entonces, Stella Maris se encontraba separada de Vzquez Sarmiento, siendo que despus de que este ltimo dej la Fuerza hubo menos contacto an. Con Stella Maris no habl mucho ms, pues relat que le hizo mucho ruido su enfermedad dado que tena cncer, y l no quiso procesar el tema hasta que finalmente lo cit la Jueza Servini de Cubra para que se realizara la extraccin de sangre. En dicha citacin observ que el expediente donde se peticionaba estaba caratulado por el delito de sustraccin de menores, y su vieja no entenda el porqu de ello. Finalmente, concurri a la extraccin de sangre y all observ que Stella Maris apareca como imputada en la causa, a partir de all fue que manifest su deseo de no seguir con ello y se retir. Record que en mayo citaron a Stella Maris Emadi en calidad de imputada.
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Expuso que con Vzquez Sarmiento la ltima vez que habl fue en febrero del ao 2002, siendo que l esperaba que aqul le dijera algo. Cuando lo llamaron a declarar le dijo a aqul que prefera no verlo ms que verlo preso, en ese momento terminaron hablando de cosas privadas y luego se retiraron. Relat que no tena muy asimilado el tema de derechos humanos ni lo de su identidad, y que en cuanto a su negativa, la Corte Suprema de Justicia le termin dando la razn para que no se le efectuara la extraccin compulsiva de sangre, ya que la Cmara de Casacin haba resuelto lo contrario. Respecto de Stella Maris declar que ella le cont que un da haba venido de trabajar y que l haba aparecido en la cama matrimonial de ella, que
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haba sido desde all que lo empez a querer como si fuera su hijo. Depuso que Stella Maris no recordaba bien la fecha de su llegada, creyendo que habra sido para el 1 de noviembre de 1977, siendo sta una fecha aproximada, ya que destac que ella no haba intervenido en lo que respecta a su partida de nacimiento. Relat que su negativa a la extraccin de sangre tena que ver ms con su preocupacin por la imputacin contra su madre, y no con una negativa a conocer su verdadera identidad. Pero puntualiz que finalmente hubo un allanamiento a mediados o fines del ao 2008, explicando que en dicha oportunidad se llevaron diversas prendas, calzoncillos, y cepillo de dientes, aunque el resultado fue negativo, porque ninguno de ellos eran suyos, sino que pertenecan a un amigo de aqul entonces. Record que en marzo de 2010 lo llam el Juez a cargo del Juzgado Federal N 6 de esta ciudad, y l finalmente se retir, por lo que en mayo lo llevaron compulsivamente al Juzgado, all le hicieron sacarse sus prendas de vestir, hasta que un da lo convocaron para comunicarle de quien era hijo. Relat que a partir de all conoci a miembros de su familia materna y de la familia paterna lo contactaron primos o familiares lejanos que vivan en el exterior, recordando que su abuela le mostr fotos de su madre y le impact que sus hijas sean idnticas a ella. Asimismo, que le cont que
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Graciela estudiaba bioqumica y Jorge estudiaba Economa en la Universidad del Sur. Explic que en el documento viejo figuraba un domicilio en Morn y que crea que la partida refera al domicilio de Dean Funes, domicilio que perteneca a sus abuelos. Expres que no conoca a los mdicos de su entorno familiar, y que conservaba la misma fecha de nacimiento porque no tena otro dato. En relacin a Vzquez Sarmiento explic que su retiro se produjo aproximadamente en el ao 1998, y que para el ao 1976, y 1977 trabajaba en Morn en una Regional de Inteligencia de la Fuerza Area, manifestando que en su hogar no haca comentarios respecto de la dictadura militar. Respecto de la persona que denunci que Vzquez Sarmiento lo apropi refiri que iba a ser su padrino, pero que no fue porque su madre quera que fuese un vecino. Puntualiz que quien efectu la denuncia fue Julio Leston que trabaj junto con Vzquez Sarmiento. Su abuela le cont que primero la haban empezado a buscar a Graciela, que ellos estaban en Baha Blanca para preservar a la familia porque les haban puesto una bomba, y se vinieron a Buenos Aires. Le cont adems que en ese momento se comunicaban por carta, que como su abuela cumple aos en mayo esperaba para esa poca recibir una carta de su hija, pero que como no la recibi fue y se enter que los haban secuestrado. Expuso que su abuela se enter recin de su existencia por el ao 1984 o 1985 porque un compaero de cautiverio, Gasparini, le dijo que el nio estaba vivo, y fue as que lo empez a buscar a l. En cuanto a lo que signific recuperar su identidad explic que primero signific sacarse muchas mochilas, que haba sido liberador, y que hoy en da mantena relacin con su abuela y su ta. Sin embargo continuaba compartiendo su vida con su vieja de crianza, y con su abuela y su ta, y que ello le di paz. Manifest que habl con Gasparini y con dirigentes de Baha Blanca, como as tambin con Julio Leston, quien iba a ser su padrino. Refiri que se enter a partir de la denuncia que su vieja lo conoca y en ese
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momento le cont que l iba a ser su padrino y que su vieja quera que fuese un vecino porque a l no lo conoca. Relat que supo que sus padres estaban viviendo por la zona de Hurlingham, cerca de la Comisara de Castelar, pero que su madre lo haba parido en la ESMA. Para ello se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 12 de septiembre de 2011 por Nelly Patricia Tauro, hermana de Mara Graciela quien relat que Graciela y su esposo Jorge Rochistein desaparecieron en el ao 1977, tiempo en que su hermana estaba embarazada de cuatro meses y medio. Record la testigo que en el ao 1975, sufri un atentado en la casa y en el local del comercio familiar, motivo por el cual supona que Mara Graciela y Jorge, quienes militaban en la Juventud Peronista (J.P.) y participaban en planes de
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alfabetizacin, se mudaron de Baha Blanca a Hurlinghan, P.B.A. al tomar aqul atentado como una advertencia. Aadi que la pareja contrajo matrimonio en 1977 y que cuando su madre dej de tener noticias de Graciela, el 15 de mayo de ese ao, decidi viajar a Buenos Aires a buscarla. Explic que mantenan contacto con los jvenes a travs de visitas a Buenos Aires, y por cartas y encomiendas peridicas que su madre les enviaba a la localidad de Hurlinghan a la casa de un vecino, Justo Farias, lugar al que su progenitora, tras no recibir respuestas de Mara Graciela, se dirigi cuando viaj a Buenos Aires y donde le fue informado por la esposa de Farias, que se haban llevado a Mara Graciela esposada, habindola visto aqulla vecina en muy mal estado, llorando. Agreg que a la mujer de Farias, los hombres que se llevaron a su hermana, luego de preguntarle por unos tucumanos, le dejaron un telfono para que se comunicara en caso de tener noticias de aqullos. Indic que dicho telfono perteneca a la Comisara de Castelar, donde sus padres concurrieron buscando a Mara Graciela, y en la cual su madre pudo observar que tenan el documento de su hermana por lo que insisti en su bsqueda hasta que los amenazaron para que se retiraran. Respecto a la fuerza que secuestr a su hermana, dijo que conforme comentara la Sra. de Farias, al tiempo en que se llevaban a Mara Graciela escucharon pronunciar la palabra Comodoro, motivo por el cual
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crean que la Fuerza Area haba secuestrado a los jvenes, destacando que ello finalmente pudo confirmarse. Refiri que su madre concurri en muchas oportunidades a fin de obtener informacin al edificio Cndor, sede de la Fuerza Area como as tambin, present habeas corpus y envi cartas a distintos lugares, tales como Campo de Mayo, la crcel de Devoto, iglesias, Arzobispado, sin obtener respuesta alguna. Aclar que fue en el marco de esa bsqueda en que su madre entabl amistad con un soldado de Campo de Mayo, quien le escribiera una carta, informndole que Jorge haba sido abatido en un enfrentamiento. La testigo exhibi dicha misiva en la audiencia y fue leda en alta voz. La misma, fechada el 29 de noviembre de 1977, fue remitida por el soldado Valdis Rodrguez a su madre, informndole que haba realizado averiguaciones respecto de su hija, todo con resultado negativo, por lo que le solicit una foto de la joven para seguir investigando. Respecto a Jorge Rochistein, le inform que habra sido abatido al resistirse a su detencin pero que dicho dato no estaba confirmado; pidindole finalmente silencio, porque las averiguaciones las realizaba a nivel personal y al margen de lo que su madre haca judicialmente. Completan el testimonio de la testigo Tauro, las constancias documentales obrantes en el legajo CONADEP nro. 7355 perteneciente a Mara Graciela Tauro, incorporado al debate, en el que la madre de la joven, Nelly Celia Wviovich de Tauro denunciara con fecha 5 de febrero de 1983 en Abuelas de Plaza de Mayo, la desaparicin en la localidad de Hurlinghan P.B.A., de Mara Graciela y Jorge Rochistein, como as tambin de su beb, que debi nacer en septiembre/octubre de 1977, ocurrida el 15/5/77. All surge que el domicilio del vecino de los jvenes, Justo J. Farias, era el de la calle Alsina 2180, Hurlinghan, P.B.A. y donde la Sra. Wviovich describiera fue esa familia la que me relat los hechos que presenciaron los vecinos del lugar; que fuerzas conjuntas llegaron a ese domicilio llevando con ellos a Mara Graciela fuertemente esposada y con evidencias de estar pasndolo muy mal para que sealara a un matrimonio (...). Mi hija estaba embarazada de 4 meses y medio, situacin que yo conoca pues ella me lo haba comunicado. La Sra. Farias dice que Graciela lloraba desesperadamente y le peda ayuda, que prcticamente la
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llevaban disfrazada y tapndole las esposas con una manta blanca. Ellos pensaron que las fuerzas pertenecan a 'Fuerza Area' pues escucharon la palabra 'Comodoro'. En el testimonio prestado por la Sra. Wviovich ante Madres de Plaza de Mayo, tambin obrante en el legajo nro. 7355, aadi que se supo que en noviembre de 1977 la joven dio a luz un varn en la E.S.M.A. Tambin hizo referencia al embarazo de Mara Graciela al tiempo de su secuestro, la testigo Tauro quien manifestara que su hermana se
encontraba embarazada de cuatro meses y medio en mayo de 1977, por lo que la familia supona que el beb habra nacido a fines del mes de octubre o principios de noviembre, embarazo que fue visto por la madre de la testigo. Indic que la familia no supo si el beb de su hermana haba nacido, hasta que
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Juan Gasparini, en el ao 1982 o 1983 tom contacto con ellos, primero por carta y luego personalmente, narrndoles que haba estado en cautiverio con su hermana en la E.S.M.A., que Mara Graciela tuvo a su bebe en brazos y le haba pedido a Gasparini que fuera el padrino del nio. A su turno, el testigo Juan Alberto Gaspari (quien explicara los motivos por los que dejara de llamarse Gasparini a sus cincuenta aos de edad y al tiempo de obtener su ciudadana italiana), quien fuera privado ilegtimamente de su libertad el 10/01/77 y alojado en el centro clandestino de detencin que funcionara en la E.S.M.A., relat en la audiencia de debate del 26 de septiembre de 2011, que conoci en Baha Blanca a Mara Graciela Tauro y Jorge Rochistein en el ao 1974 o principios de 1975, con motivo de su militancia en la Tendencia Revolucionaria del Peronismo. Dijo que durante su cautiverio en la E.S.M.A. y entre los meses de mayo a julio de 1977, supo de una muchacha que haba sido secuestrada por la Fuerza Area en el Oeste del Gran Buenos Aires, a quien haban trasladado a la E. S. M. A. a fin de dar a luz, enterndose que se trataba de Mara Graciela. Manifest que pudo acercarse a la joven, a quien pudo ver en varias oportunidades en las que le contara que haba estado cautiva junto a su esposo, a manos de la Fuerza Area, en un campo ubicado en la zona Oeste del Gran Buenos Aires, que perteneca a la regin donde el matrimonio viva,
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lugar al que se haban mudado desde Baha Blanca, donde la represin los haba comenzado a buscar. Record que Tauro le cont que haba sido maltratada en aqul centro clandestino y que Rochistein haba sido salvajemente torturado, por lo que prcticamente no poda caminar, describindole las torturas que all se practicaban, las que el testigo entendi, eran de mayor brutalidad que las aplicadas en la E.S.M.A. Precis que Mara Graciela tuvo a su hijo, en el mes de septiembre u octubre de 1977, nio al que el testigo pudo conocer, observndolo en los brazos de su madre, quien le pidi a Gaspari, fuera el padrino del beb, como as tambin, que en caso de sobrevivir, diera aviso a su familia del nacimiento del menor. Aclar que vio al nio y a su madre en el interior de la pieza de embarazadas y que crea que el parto se haba llevado a cabo en el stano de la E.S.M.A., donde se haba dispuesto una enfermera a la que eran llevadas las embarazadas a dar a luz, siendo alojadas en la llamada pieza de embarazadas, ubicada hacia la derecha de la entrada al tercer piso del edificio, en una habitacin camino hacia los baos, siendo que a la izquierda se encontraba el sector denominado capucha, donde permanecan el resto de los cautivos. Expres que los marinos toleraban solo que dos cautivas acompaaran a las embarazadas, siendo la que ms lo hizo Sara Solarz de Osatinsky, quien crea haba estado en el parto de Mara Graciela. Respecto al pedido que le hiciera Mara Graciela, explic que la joven tema no sobrevivir a las torturas dado que saba que sera nuevamente trasladada al campo de concentracin de la Fuerza Area, por lo que le dio la direccin de su madre en Baha Blanca y le pidi que le escribiera, contndoles que el nio haba nacido. En forma coincidente a los dichos de la testigo Tauro, afirm haber enviado dicha misiva desde el exilio, comenzando tambin a testimoniar sobre su caso pudiendo precisar el nombre de aqulla cautiva embarazada, trasladada desde la Fuerza Area, a las que se refirieran otros sobrevivientes de la E.S.M.A. El testigo sostuvo que Tauro estuvo muy pocos das con su hijo, lo que afirm, era habitual en la E.S.M.A. luego de acaecido el parto, ms an cuando la madre provena de otro centro clandestino de detencin.
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Se cuenta as tambin con las declaraciones contestes de las compaeras de cautiverio de la joven, quienes tambin la vieran en la E.S.M.A., y dieran cuenta de su estado avanzado de gravidez y parto. As, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, en la audiencia del 17 de octubre de 2011, en forma conteste a Gaspari, record a Mara Graciela Tauro como otra de las embarazadas trasladadas a la E.S.M.A. a fin de dar a luz, a quien llamaba Raquel. Indic que aquella fue trada al centro clandestino desde la Aeronutica, confirmando su participacin junto al mdico Magnacco en su parto, oportunidad en que naci un varn. Por su parte, la testigo Lila Victoria Pastoriza en su declaracin prestada en la audiencia del 3 de agosto de 2011, refiri que otra joven que fuera ubicada inicialmente en capuchita y luego en el sector de capucha en
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la E.S.M.A. fue Graciela Tauro de Rochistein, quien diera a luz en dicho centro clandestino, ubicando el parto en el mes de noviembre del ao 1977. Indic que supo que la joven haba estado cautiva anteriormente en la Comisara de Castelar, que dependa de la Aeronutica. Manifest que tambin supo que la joven fue trasladada luego de dar a luz siendo que lo que se deca en la E.S.M.A. era que tanto a las mujeres como a los nios que eran llevados all por otras fuerzas, luego eran retirados o devueltos. Explic que conoca al marido de Graciela Tauro, Jorge Daniel con el apodo de Ricardo. Respecto a la procedencia de la joven, confirm que era la Aeronutica y que conforme le haba mencionado otra cautiva, Pilar Calveiro, supo que haba estado con Graciela en la Comisara de Castelar. La testigo Ana Mara Mart (quien declarara en el marco del presente juicio con fecha 12 de septiembre de 2011) tambin record haber visto en la pieza de las embarazadas, a Graciela Tauro, trasladada a la E.S.MA. desde la Aeronutica en los ltimos meses del ao 1977, dando a luz a su beb hacia fines de ese ao, en el mes de octubre o noviembre. La testigo Mara Alicia Milia, se refiri en la audiencia del 2 de agosto de 2011, a Graciela Tauro como otras de las mujeres embarazadas, de las que supo, estuvieron en la E.S.M.A. y a quien trasladaran desde otro centro clandestino a fin de dar a luz. Cabe sealar que en el testimonio que Milia prestara en Madrid en el ao 1984 (incorporado por lectura), tambin hizo mencin a una embarazada
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que conociera como Raquel trada a la E.S.M.A. en septiembre/octubre de 1977, secuestrada junto a su marido por la Fuerza Area, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, varios meses antes de su arribo a la E.S.M.A.. Indic all, que la joven dio a luz a un varn y fue trasladada a los pocos das. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio de Nilda Haydee Orazi Gonzlez, obrante a fs. 2051/57 de la causa nro. 1351, que fuera incorporado por lectura al debate. La testigo record a Mara Graciela Tauro de Rochistein como una de las embarazadas que viera durante su cautiverio en la E.S.M.A., que fuera trasladada all desde la Aeronutica y diera a luz a un varn en el mes de octubre de 1977. Cabe hacer mencin aqu a lo afirmado por la testigo Nelly Patricia Tauro, en cuanto a que luego de tomar noticia a travs de Gasparini, del nacimiento de su sobrino, intensificaron su bsqueda, contando luego con el testimonio del Suboficial Principal de la Fuerza Area, Julio Cesar Leston, quien relatara que se acordaba bien de la joven Tauro, quien haba dado a luz a un varn, y que el nio haba sido entregado al Cabo Vzquez Sarmiento, a quien Leston conoca. Por su parte, Julio Cesar Leston, en su declaracin brindada el 16 de agosto de 2011 describi lo que supo del caso de Mara Graciela Tauro. En tal sentido manifest que en 1977 se desempe como Cabo 1ro. en la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA) del Partido de Morn, Provincia de Buenos Aires que operara en una casa vieja de aqulla localidad, ubicada a pocas cuadras de la Estacin del Ferrocarril Sarmiento, de la plaza principal de Morn y del Cementerio Municipal, utilizada como oficina, explicando que en caso de realizarse un procedimiento o detencin, en que se encontrara armamento, explosivos, documentacin, etc., se derivaba a los detenidos a la Comisara de Castelar. Al respecto, record que si bien no vio embarazadas entre aquellos detenidos, supo de ellas por comentarios, recordando el apellido Tauro, en relacin a estas mujeres, joven con quien dijo, se sigui el procedimiento habitual, por lo que luego de ser detenida fue llevada a la Comisara de Castelar. Destac que lo que supo del embarazo de aqulla fue por comentarios realizados en almuerzos, por compaeros del mismo rango que el
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testigo, dado que al tiempo de su detencin, no not el estado de gravidez de aqulla dado que era muy delgada. Aclar que Tauro no fue trasladada a la Regional, sino que desde la casa de aqulla, donde dijo se haban encontrado gran cantidad de armamento y explosivos, Leston vi que fue llevada a la Comisara de Castelar. A preguntas que se le formularan en relacin a Juan Carlos Vzquez Sarmiento, el testigo contest haberlo conocido, en virtud de que ste tambin fue asignado a la Regional de Inteligencia en la que se desempeara y realizaron juntos un curso en el Edificio Cndor en el ao 1976. Indic que supo por comentarios de la poca que Tauro haba tenido familia en la E.S.M.A., no pudiendo precisar quin le dijera esto, dado que trabajaba con cuarenta personas en aqul entonces. Dijo desconocer los
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motivos del traslado de la joven a la E.S.M.A., dado que no se le haba dado ninguna explicacin, en atencin a que era Cabo 1ro. y aquellas cuestiones eran manejaban a otro nivel. Tras darse lectura a fragmentos de la declaracin que el testigo prestara el 13 de septiembre de 2002 en el marco de la causa E.S.M.A. del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5, (concretamente a preguntas obrantes a fs. 704 vta.) en la que al preguntrsele si supo quien entreg la criatura a Juan Carlos Vzquez Sarmiento, y contestara que supona, porque no lo haba visto, que debi haber sido Sende o Taboada, que eran los que tenan una afinidad con el nombrado, afirmando que Taboada era el que ms concurra a la E.S.M.A. dado que era nexo entre el C.C.D y la Regional, depuso en la audiencia que si bien no recordaba lo expuesto en aquella oportunidad, no pona en duda el contenido de aquella declaracin en la que obraba su firma. Luego de ello y tras darse lectura al testigo en virtud de contradicciones en las que incurriera de otro fragmento de la declaracin del 12/9/2002 a la que se hiciera referencia en la que al exponer los motivos por los que recordaba a Graciela Tauro, dijera que Yo tomaba mate en las celdas con la chica de Tauro y con el chico de Rochistein, en la Comisara de Castelar. Haba como quince detenidos en ese momento. Yo tambin particip en la detencin del chico Rochistein. Lo aprehendimos en un bar en un barrio
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cerca de San Justo, tena una granada y una pistola en una carterita de esas de mano. A este muchacho no se donde lo llevamos primero. Rochistein estuvo un tiempo en la Comisara de Castelar porque era un miembro importante de la agrupacin Montoneros y queramos que nos d la mayor informacin posible el testigo expres que lo ocurrido sucedi de ese modo. Al darse lectura de otro fragmento de la declaracin del 13/9/02 donde manifestara que Despus pasaron los meses, me enter que tuvo familia por conversaciones entre nosotros Una noche yo estaba de guardia en la Regional y nos dicen que preparemos un coche para fraguar un enfrentamiento de ah sali un Fiat verde 1600 y despus me entero que all iba la chica Tauro y dos personas ms cuyos nombres no recuerdo, creo casi seguro que uno de esas dos personas era el chico Rochistein. En el auto salieron Taboada y otros suboficiales, y cuando vuelven luego de unas horas, les preguntamos a donde haba ido, que haban hecho y nos dijeron, supongo que fue algunos de los conductores, Ren Bustos u otro chico, que eran los conductores con los que siempre se manejaba Taboada, que haban hecho figurar un enfrentamiento y acribillaron a esas personas dentro del coche. S que particip gente de la Jefatura II , a lo que contest que el comentario fue as, que haban sido acribillados, respecto del auto no record que se tratara de un rodado marca Fiat 1600, aunque expuso que si poda haber sido Bustos el tercer chofer. Finalmente se dio lectura a un prrafo de la declaracin prestada por el deponente el 12 de junio del ao 2002, obrante en copias, la que posee foliatura 555/6 en la que refiri que por comentarios supe que se deca que el destino final de las criaturas de las chicas embarazadas cuyo parto se efectuaba en la E.S.M.A. eran distintas familias de allegados al distinto personal de la Fuerza Area, cuyas mujeres no podan tener familia , aclarando el testigo que tom noticia de tal extremo aproximadamente en los aos 1980. Solo resta recordar que aquel mdico que figura en el certificado de nacimiento de Ezequiel fue el Capitn mdico, Dr. Pedro Alejandro Canela, oficial de la Fuerza Area, quien figuraba tambin en el certificado de nacimiento con que el hijo de Patricia Roisinblit y Jos Prez Rojo fue inscripto bajo el nombre de Guillermo Francisco por Francisco Gmez y su esposa Teodora Jofr.
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Por ltimo resta agregar que Mara Graciela Tauro y Jorge Rochistein, a la fecha, estn desaparecidos y Ezequiel recuper su identidad.
f. Evelyn Bauer Pegoraro: Evelyn, hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer, naci aproximadamente entre fines del mes de octubre y principios de noviembre de 1977 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 21 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all a fin de dar a luz, desde la Agrupacin de Buzos Tcticos de la Base Naval de Mar del Plata donde se encontraba ilegtimamente privada de su libertad desde su secuestro el 18 de junio de 1977, al tiempo en que cursaba el quinto mes de embarazo. La nia fue sustrada de la custodia de sus progenitores y no fue
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entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenida y oculta en poder del matrimonio compuesto por Policarpio Luis Vzquez y Ana Mara Ferr, siendo anotada como Evelin Karina Vzquez Ferr, hasta el 22 de abril de 2008, fecha en que se determin mediante el examen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand que en realidad se trataba de la hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer. La identidad de la hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer fue establecida con fecha 22 de abril de 2008, tras obtenerse el resultado de la pericia de A.D.N. ordenada en el marco de la causa nro. 16.354/07 (A-10.761) caratulada Magnacco, Jorge Luis s/ sustraccin de menores de 10 aos del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1, obrante a fs. 1346/1358 de dicha causa. Dicho estudio denominado Investigacin del Polimorfismo del ADN por mtodos de Biologa Molecular, tuvo por objeto la realizacin del estudio de histocompatibilidad del material biolgico obtenido de los objetos de uso personal de Evelin Karina Vzquez Ferr secuestrados en el marco del allanamiento practicado en su domicilio, y el entrecruzamientos con los datos genticos del grupo familiar Pegoraro- Bauer, como as tambin con los
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restantes grupos familiares de personas desaparecidas obrantes en el Banco Nacional de Datos Genticos. En base a los resultados obtenidos se inform que los Sres. BAUER, Rubn Santiago (padre alegado desaparecido) y PEGORARO, Susana Beatriz (madre alegada desparecida) tienen una Probabilidad del 99.99993 % de haber sido los padres biolgicos del perfil gentico obtenido de las muestras remitidas e identificadas como `N 4 cepillo de dientes, marca Oral B, color rosa y blanco con cerdas blancas, amarillas y celestes y `N 1 prenda ntima color negro, comparados con otro hombre y otra mujer tomados de la poblacin general en forma no seleccionada. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica, y el tcnico qumico Sergio Valente, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe destacar que con fecha 13 de junio de 2008 el Juzgado Federal n 1 en el marco de la causa n 16.354/2007 caratulada NN s/sustraccin de menores de 10 aos [] resolvi declarar la nulidad de la inscripcin en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Capital Federal, del nacimiento de Evelin Karina Vzquez Ferr, acaecido el 29 de octubre de 1977 en la Capital Federal como hija de Policarpo Lus Vzquez y Ana Mara Ferr, inscripta el da 3 de noviembre de 1977 en la Circunscripcin 2, tomo 4 A, nmero 2998, del documento nacional de identidad Nro. 26.337.068 expedido por el Registro Nacional de las Personas y de la pertinente Cdula de Identidad que le fuera expedida por la Polica Federal Argentina; como as tambin de cualquier otro documento que en consecuencia se haya expedido y ordenar la inmediata inscripcin de Evelin Karina Vzquez Ferr como Evelin Karina Bauer Pegoraro, hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer, nacida el 29 de octubre de 1977 en Capital Federal.
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En tal sentido la testigo Anglica Chileno, madre de Rubn Bauer, explic en la audiencia que dio una muestra de su sangre al Banco Nacional de Datos Genticos, la que fue cotejada con una muestra de A.D.N. extrada de prendas de su nieta incautadas en un allanamiento, en virtud de que la joven, luego de ser encontrada a travs de la gestin de Abuelas, en un principio no quiso realizarse aquel estudio. Aadi que en aquella agrupacin se recibi una denuncia annima en relacin a la joven, efectuada por la seora de un militar. Rese que supo que quienes inscribieran como hija propia a su nieta con el nombre de Evelyn Karina, apropindose de ella, fueron Ana Mara Ferr y Policarpio Vzquez, siendo ste buzo tctico de Mar del Plata. Indic que tambin supo que el mdico que interviniera en el nacimiento de Evelyn
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fue el Dr. Magnacco. Se tiene en cuenta que en la sentencia dictada el da 22 de septiembre de 2011, en el marco de la causa nro. 4.266/1999, caratulada VZQUEZ, Policarpo Lus y otros s/ sustraccin de menores de 10 aos (art. 146 CP) [], del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 9, Secretara n 17, se tuvo por probado: 1) que la menor Evelin Karina fue sustrada del mbito legtimo de tenencia de su madre por fuerzas estatales que operaron en la Escuela de Mecnica de la Armada durante el llamado Proceso de Reorganizacin Nacional, sufrido por este pas entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983; 2) Que Evelin Karina naci en la Escuela de Mecnica de la Armada, entre los meses de octubre y noviembre de 1977, durante el cautiverio de su madre, Susana Pegoraro. Luego de producido el nacimiento, Susana fue trasladada presumiblemente- a la Base Naval de Buzos Tcticos de Mar del Plata y permanece desaparecida; 3) Que la nia no es hija biolgica de Policarpo Lus Vzquez y Ana Mara Ferr, sino que sus padres biolgicos fueron los actualmente desaparecidos Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer; 4) Que Policarpo Lus Vzquez y Ana Mara Ferr retuvieron y ocultaron a la menor, desde momentos despus de producido su nacimiento, en ocasin del cautiverio de su madre en la ESMA, inclusive con posterioridad a la fecha en que se produjo el allanamiento en el domicilio de ambos, esto es el 16 de marzo de 1999; 5) Que la nia fue inscripta
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por Policarpo Lus Vzquez como su hija biolgica y de Ana Mara Ferr, con el nombre de Evelin Karina Vzquez Ferr, utilizando el certificado de nacimiento firmado y confeccionado por Justina Cceres y en virtud del cual, el Registro de las Personas expidi partida de nacimiento y Documento Nacional de Identidad con el nombre de la nia 10) Que quien fuera anotada como hija biolgica de los encartados Vzquez y Ferr fue tratada como hija de los nombrados, desde aproximadamente fines del mes de octubre de 1977 hasta la fecha en que conoci su verdadera filiacin, a partir de la toma de conocimiento de la existencia de la causa y de la posibilidad de que no fuera hija biolgica de quienes supona eran sus padres. Ello ocurri el 16 de marzo de 1999, fecha en que se produjo el allanamiento en la vivienda de los
acusados. En dicha oportunidad la psicloga que acompa la medida expuso a Evelin Karina las circunstancias del caso. Posteriormente, y a raz del resultado de los estudios de histocompatibilidad realizados, la nombrada fue anoticiada sobre su verdadera identidad y as, el 13 de junio de 2008, fue declarada la nulidad de la inscripcin en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Capital Federal del nacimiento de Evelin Karina Vzquez Ferr y su inscripcin como Evelin Karina Bauer Pegoraro, hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer 12) Que Policarpo Luis Vzquez y Ana Mara Ferr revistaron en la Armada Argentina, el primero en carcter de Suboficial y la segunda como personal civil hasta noviembre de 1976. Se valor en tal sentido que de los dichos del propio acusado, ste reconoci, no slo haber desempeado funciones en el Edificio Libertad, sino tambin en la Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata; 13) Que la nia recin nacida fue entregada a Policarpo Luis Vzquez por una persona que era miembro de la Armada Argentina; y 14) Que los acusados Vzquez y Ferr conocan o por lo menos deban tener serias sospechas de que la nia era hija de alguna persona desaparecida. Cabe destacar que la pareja haba sido investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Carpeta Varios N 14907, caratulado
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Paradero de Utesa, Javier lvaro y otro, iniciado el 7 de junio de 1979 siendo que el legajo se cerr con un radiograma de respuesta negativa, fechado el 18 de enero de 1980; Mesa DS Carpeta Varios N 13788, caratulado Denuncia formulada por la Sra. Inocencia Luna de Pegoraro, esposa de Juan Pegoraro y madre de Susana Beatriz Pegoraro, ambos secuestrados el 19/06/1977 en Capital Federal, se trata de un informe de la Delegacin Regional de Inteligencia de Mar del Plata, con fecha 5 de agosto de 1979, referido a Informacin: Factor Subversivo; Mesa DS Carpeta Varios N 13429, caratulado Solicitada del diario La Capital de Mar del Plata referente a los dos aos de la desaparicin de Juan Pegoraro y su hija Susana Beatriz; Mesa DS Carpeta Varios N 18018, caratulado Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires. Tribunal de Menores Velsquez de Toranzo, Ilda Anglica
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solicitan informacin; Mesa DS Carpeta Varios N 20803, Tomo 8, caratulado Actividades Madres de Plaza de Mayo. Agosto septiembre 1983. Tomo 8; Mesa DS Carpeta Varios N 20803, Tomo 9 caratulado
Actividades Madres de Plaza de Mayo. Octubre noviembre 1983. Tomo 9, Referencia, Legajo N 18498, caratulado Indulto. Legajo 624. Carpeta 4. Tomo II; Mesa DS Carpeta Varios N 21296, caratulado Solicitada publicada por Organizaciones de Solidaridad en el diario Clarn de fecha 25/10/1983; Mesa DS Carpeta Varios N 17947, caratulado Paradero Pegoraro, Susana Beatriz Pegoraro Juan siendo que el legajo se cerr con respuesta negativa del 18 de enero de 1980; Mesa DS Carpeta Varios N 9620, caratulado Desaparicin del empresario de la construccin de Mar del Plata Juan Pegoraro; Mesa A, Carpeta Partidos Polticos, legajo N 271, caratulado Juventud Peronista de Ayacucho en dicho legajo aparece mencionado Bauer Rubn; Mesa DS Carpeta Varios N 9297, caratulado Listado de personas con pedido de captura de las distintas organizaciones extremistas; Mesa DS Carpeta Varios N 2703, Tomo 5, Anexo 1, caratulado Pedido de Captura (Actividades Subversivas); Mesa DS Carpeta Varios N 2703, Tomo 5, Anexo 2, caratulado Personas con pedido de captura por desarrollar actividades subversivas; Referencia, Legajo N 18528, caratulado Madres de Plaza de Mayo; Carpeta 119. Memorando N 10 S /77. 8599, RN9. Objeto:
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R/listado personas c/ pedido de captura (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Debe tenerse en cuenta, adems, la declaracin brindada en el debate el 6 de junio de 2011, por Anglica Chimeno, progenitora de Rubn Santiago Bauer y suegra de Susana Pegoraro, quien relat el ltimo contacto que tuvo con la joven, el 18 de junio de 1977, sin poder precisar la fecha de su secuestro. Al respecto expres que aqul da Susana la llam por telfono, solicitndole su presencia en la ciudad de La Plata, dado que Rubn estaba enfermo y la necesitaba. Describi que concurri al da siguiente al lugar de encuentro acordado previamente con su hijo, en el Hospital de Nios de la ciudad de La Plata, en donde no encontr a persona alguna, siendo ste el momento desde el cual no tuvo ms noticias de Rubn, a quien aclar, vio por ltima vez en la referida ciudad, el da 30 de mayo de 1977 y de quien no logr obtener informacin en torno a su secuestro y cautiverio. Declar que tena tres citas acordadas con la pareja en el hospital mencionado y en distintos horarios, a fin de evitar saber el lugar donde vivan, en virtud de que la testigo haba sido vctima de secuestro, el da 22 de octubre del ao 1976, luego de un allanamiento en su vivienda. Narr que en aqulla oportunidad fue detenida por quienes se identificaran como militares, quienes la encapucharon y trasladaron a Mar del Plata, pudiendo identificar dnde se encontraba, dado que le fue dable escuchar el sonido del mar. Agreg que le realizaron preguntas respecto de Rubn, al tiempo en que se la amenaz con que si no deca la verdad le ocurrira lo mismo que a Cristina Coussement, primera esposa de Rubn, secuestrada y asesinada en un enfrentamiento. Detall que fue liberada tras 24 horas de cautiverio, en la ciudad de La Plata, sin perjuicio de lo cual sufri varias visitas de las fuerzas armadas en su domicilio de Ayacucho, anteriores y posteriores al secuestro de su hijo, ocurrido en el mes de junio del ao 1977. Afirm que desconoca si los jvenes pertenecan a algn grupo u organizacin poltica, aunque imaginaba que tenan militancia. Respecto a su nuera, Susana, dijo que la ltima comunicacin que mantuvo con ella fue la relatada, del 18/6/77, tomando noticia de su secuestro
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a ms de un ao de ocurrido, dado que aqulla le haba anunciado que se ausentara un tiempo. Manifest que al leer un libro escrito por otras jvenes que estuvieron cautivas con Susana, supo que haba estado secuestrada en la E.S.M.A., donde dio a luz a una nia el 29 de octubre de 1977 conforme all se consign, dato que desconoca. Afirm la testigo, que al tiempo de su desaparicin, Susana cursaba entre el cuarto a quinto mes de embarazo, y que conforme tomara noticia a travs de la madre de aquella, fue secuestrada junto a su padre, Juan Pegoraro, en un caf ubicado en el barrio de Constitucin, de esta ciudad, donde haba viajado desde Mar del Plata a fin de intentar averiguar algn dato sobre el paradero de Rubn. Agreg que en aqul libro que leyera, escrito por sobrevivientes de la E.S.M.A. se consign que Juan Pegoraro, tambin estuvo
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cautivo all. Completan los dichos de la testigo Chimeno, las constancias documentales obrantes en los legajos CONADEP nro. 2078 y 2413 pertenecientes a Susana Beatriz Pegoraro, y Rubn Santiago Bauer respectivamente, que fueran incorporados al debate. Obra ya consignado en el primero de los legajos mencionados, la denuncia de la desaparicin de la joven Pegoraro, quien se encontraba embarazada, de cinco meses al tiempo del secuestro. All, Inocencia Luca de Pegoraro, madre de la joven, manifest el 9 de diciembre de 1981 (v.fs. 3) que tanto su hija como su esposo, Juan Pegoraro fueron vistos por ltima vez el da 18 de junio de 1977, no teniendo ms noticias de ellos. Precis que Susana, embarazada de cinco meses, esperaba dar a luz entre los meses de octubre y noviembre de ese ao, lo que pudo saber a raz de los llamados telefnicos que la joven efectuara a su domicilio. A ello se suma, el habeas corpus colectivo interpuesto el 8 de noviembre de 1983, a favor de varias mujeres embarazadas, entre ellas, Susana Beatriz Pegoraro (v. fs. 1282/1298 de la causa nro. 1351 incorporadas al debate) en donde la Sra. Luca de Pegoraro denunci que pudo saber a travs del testimonio de sobrevivientes de la E.S.M.A., que su hija haba sido vista cautiva en el mes de julio de 1977, luego de que fuera secuestrada en la estacin de Constitucin de esta ciudad, junto con su padre, siendo ambos conducidos a la
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E.S.M.A. Expuso all que Susana fue conducida a la piecita destinada a las embarazadas donde permaneci pocos das, para luego ser transferida a la base de Buzos Tcticos de Mar del Plata, junto con su padre, quien no fue vuelto a ver. Agreg que Susana fue llevada nuevamente a la E.SM.A. en noviembre de 1977, donde dio a luz a una nia, habiendo sido atendida en el parto por los Dres. Magnacco y Martnez. Describi que Susana permaneci dos das ms en la E.S.M.A. hasta que a fines de noviembre de 1977, fue trasladada sola, sin su hija, hacindose cargo a las pocas horas de la criatura el Subprefecto Febrs, momento desde el que no se supo nada ms de Susana y su hija. As tambin se tiene en cuenta, que el caso de Susana Beatriz Pegoraro fue tratado en la causa nro. 13/84 (bajo el nro. 496), oportunidad en que se tuvo por probado que el da 18 de junio de 1977 Susana fue privada de su libertad en esta Capital Federal por fuerzas de seguridad, dependientes del comando de operacin del Primer Cuerpo del Ejrcito. Tambin se tuvo por probado que la joven dio a luz una criatura durante su cautiverio. Se destaca asimismo, que en el marco del presente debate, numerosos testigos dieron cuenta del cautiverio de Susana en la E.S.M.A., y el progreso de su embarazo hasta dar a luz a su hija. En tal sentido, el testigo Ral Lisandro Cubas, al prestar declaracin en el debate el da 24 de enero de 2012, refiri que durante su cautiverio en la E.S.M.A. conoci, vio y habl con Susana Pegoraro, de quien dijo fue secuestrada junto a su padre a la salida de un Hotel en Constitucin. Relat que la joven era de Mar del Plata, pero dada la situacin de inseguridad que atravesaba se mud a Buenos Aires. El testigo dijo que conforme supo por dichos de Susana, con quien hablara en el sector de capucha, el da del secuestro, cuando el padre de Susana observ que se llevaban a su hija, no obedeci la orden que se le impartiera de no mirar a su alrededor, motivo por el cual tambin lo apresaron. En relacin al padre de la joven, a quien describi como un seor mayor de 60 aos, de 1.80 de altura, con un pelo canoso con entradas, el testigo
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dijo haberlo visto en dos oportunidades en la E.S.M.A., en el bao de capucha lavando los platos. Agreg que supo que Susana a mitad del ao 1977 fue llevada por dos meses a Mar del Plata, donde conforme le refiriera la testigo, Sara Solarz, Susana le cont que permaneci cautiva y fue interrogada en relacin a su militancia y la de su compaero en esa zona. Dijo que la joven fue regresada a la E.S.M.A. al tiempo que le faltaba un mes o mes y medio para parir, dando a luz una nia en el mes de noviembre de 1977, aclarando que al regresar all, su padre ya no estaba, dado que haba sido trasladado. Manifest el testigo que Sara Solarz le cont del parto de la joven, como as tambin que sta haba sealado que haba sido trasladada a la Base Naval de Mar del Plata.
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Por su parte la testigo Lila Victoria Pastoriza, al prestar declaracin en el debate el 3 de agosto de 2011 manifest haber visto durante su cautiverio en la E.S.M.A. a Susana Pegoraro, quien haba sido trasladada desde la ciudad de Mar del Plata. Refiri que supo que la joven fue secuestrada en Buenos Aires junto a su padre, Juan Pegoraro, comentndose en la ESMA que el padre de Susana haba viajado a esta ciudad a fin de alquilarle un departamento, oportunidad en que ambos fueron capturados. Explic que pudo hablar con Juan Pegoraro, a quien vio en tres o cuatro oportunidades, encontrndolo en el bao de la E.S.M.A., dado que lo llevaban all a lavar los platos de los cautivos alojados en capucha. Indic que la primera vez que habl con l, le dijo que estaba all cautivo con su hija, aadiendo que la joven estaba embarazada. Seal que estimaba que Juan Pegoraro fue trasladado de la E.S.M.A. en el mes de agosto o septiembre de 1977, antes de que su hija fuera reintegrada a la ESMA. Narr que si bien Susana fue trasladada de la E.S.M.A., fue reintegrada a ese centro clandestino a fin de dar a luz, momento en que fue vista por la testigo en el interior del cuarto de embarazadas en el trayecto que realizaba para ir al bao.
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Rese que tom noticias de que Susana haba dado a luz a una nia, aproximadamente entre los meses de octubre y noviembre de 1977, siendo que luego, Susana fue nuevamente trasladada. La testigo Mara Alicia Milia, declar el da 2 de agosto de 2011 durante el debate, recordando haber visto en el interior de la pieza destinada a las embarazadas a Susana Pegoraro, a quien record vistiendo un trajecito de embarazada a cuadritos blanco y celeste o verde. Atestigu que supo que Susana fue secuestrada embarazada, en el mes de junio, en el barrio de Constitucin de esta ciudad, junto a su padre, siendo retirada de la E.S.M.A. para reintegrarla all en el mes de noviembre del ao 1977 a fin de que diera a luz a su nia. Aadi que tom conocimiento que en el perodo en que la joven no estuvo en la E.S.M.A., fue trasladada a la ciudad de Mar del Plata. Indic la testigo, que apod a la joven como Kinder, y que sta dio a luz a una nia antes de Navidad, entre fines de noviembre o principios de diciembre del ao 1977, aclarando que Susana no firm la tarjeta que le obsequiaran las embarazadas, porque ya haba sido trasladada del centro clandestino. Cabe recordar que en el testimonio prestado por la testigo Milia en Madrid, en el ao 1984 (incorporado al debate) se refiri a la joven Susana Beatriz Pegoraro, precisando all que fue secuestrada por el G.T. 3.3/2, al igual que lo hiciera la testigo Pastoriza en la audiencia de debate. Tambin se tiene en cuenta los dichos de la testigo Ana Mara Mart, quien prestara declaracin durante el debate el da 12 de septiembre de 2011, y refiriera haber visto a Susana Pegoraro en la pieza de embarazadas. Sostuvo que vio a Susana inicialmente en el transcurso del mes de junio, tiempo en que fuera secuestrada, en el stano de la E.S.M.A., un da de mucha actividad en el centro. Describi al respecto la testigo que haba sido llevada al stano a fin de interrogarla, sin picana, encontrndose all a mucha gente de la ciudad de La Plata. Manifest que llevaron all tambin a Susana Pegoraro y a su padre, pudiendo hablar con aqulla un momento en dicha oportunidad, cruzndose ambas en otra ocasin en el bao.
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Indic que la joven Pegoraro fue trasladada por varios meses de la E.S.M.A., creyendo que fue reintegrada al lugar en el mes de septiembre u octubre, oportunidad en que le comentara a la testigo que la haban llevado a Mar del Plata donde vio a muchas personas detenidas, lo que a su tiempo tambin le describiera la joven Liliana Pereyra, quien fuera trasladada a la E.S.M.A. tambin desde dicha ciudad, agregando que all los cautivos estaban en una celda pequea, y doblaban los colchones al levantarse, para sentarse en una silla contra la pared. La testigo record que una vez exiliada en Suiza, se entrevist con la madre de Susana Pegoraro, que con anterioridad le haba enviado una fotografa de la joven, en la que pudo reconocerla. Afirm que Pegoraro tuvo una nia en el mes de noviembre del
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ao 1977, parto en el que supo, intervino el mdico Magnacco. Expuso que en tanto la nia fue apropiada y finalmente restituida a su familia biolgica, a su madre, lo ltimo que se le dijo en la E.S.M.A. fue que sera llevada a Mar del Plata. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 17 de octubre de 2011, por la testigo Sara Solarz de Osatinsky, quien recordara a la joven Beatriz Pegoraro, de quien dijo fue capturada embarazada, en julio de 1977 en la estacin Constitucin de esta ciudad y que pocos das despus fue llevada a Mar del Plata, y que luego la llevaron directamente a la E.S.M.A. para dar a luz. Describi que la joven fue llevada junto a su padre a la E.S.M.A., y luego fue trasladada a Mar del Plata, a la Base de Buzos Tcticos. Indic que cuando la joven fue reintegrada a la E.S.M.A., faltaba poco tiempo para que diera a luz, notando la testigo que Susana estaba muy alterada por lo vivido en aqul centro clandestino, que no rea ni lloraba. La testigo sostuvo que particip en el parto de Susana Pegoraro, en el que intervino el mdico Magnacco. En el testimonio conjunto que brindaran Mart y Solarz en agosto de 1983 en Ginebra (obrante en el legajo CONADEP nro. 2078 perteneciente a Pegoraro) se refirieron a Susana Pegoraro en forma conteste a sus dichos en el debate. All precisaron que Susana fue trasladada de la E.S.M.A. en el mes de
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noviembre de 1977 sin su hija, quien qued durante unas horas en el lugar, de donde fuera retirada por personal de la E.S.M.A. Indicaron que antes de ser trasladada, Susana escribi una carta a su madre pidindole que se ocupara de la nia. Finalmente cabe hacer mencin, a los dichos de Beatriz Eliza Tokar de Di Tirro y Nilda Haydee Orazi Gonzlez, obrantes a fs. 1832/37 y 2051/57 respectivamente de la causa principal, que fueran incorporados por lectura al debate. En tal sentido, la testigo Beatriz Tokar record haber visto en la llamada pieza de las embarazadas, a Susana Pegoraro, de quien dijo dio a luz a una nia. Por su parte la testigo Nilda Orazi aclar que si bien no asisti a los partos, vi embarazadas en la E.S.M.A. y despus de dar a luz, encontrndose entre ellas Susana Beatriz Pegoraro, una joven marplatense que diera a luz a una nia en diciembre de 1977. Finalmente, debe mencionarse que en el marco de la causa N 4266/99 (A-3804), del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1 de esta ciudad, caratulada Vzquez, Policarpo Luis y otros s/sustraccin de menor de 10 aos, si bien se determin la responsabilidad que en los hechos le cupo al matrimonio compuesto por Policarpo Luis Vzquez y de Ana Mara Ferr, respecto de la apropiacin de hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer, resta definir la eventual responsabilidad del mdico militar Jorge Luis Magnacco en la intervencin de los mismos, lo que contina siendo tratado en el marco de la causa N 16.354/07 (A-10.761), en trmite por ante aqulla judicatura, en la cual se le imput la participacin en esta apropiacin. Por lo dems, debe tenerse presente que en el marco de la causa N 13/84 del registro de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal se prob que Susana Beatriz Pegoraro fue privada de su libertad por Fuerzas de Seguridad, el da 18 de junio de 1977, en Capital Federal, (caso n 496), y tambin se prob en esa causa que fue mantenida en cautiverio en la ESMA. Cabe agregar que el Almirante (R) Emilio Eduardo Massera fue condenado como autor doloso del delito de privacin ilegal de la libertad, calificada por haber sido cometido con violencia y amenazas, y entre
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los hechos que se le reprocharon se encuentra el caso n 496, correspondiente, como dijramos, a Susana Beatriz Pegoraro. Por ltimo resta agregar que Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago Bauer, a la fecha, estn desaparecidos y Evelyn recuper su identidad.
g. Alejandro Sandoval Fontana: Alejandro, hijo de Liliana Clelia Fontana y de Pedro Fabin Sandoval, naci a fines del mes de diciembre del ao 1977 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 21 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all a fin de dar a luz. Dicho traslado, ocurrido en el mismo mes y ao se produjo desde el centro clandestino de detencin del circuito denominado el Atltico, donde la joven, se encontraba ilegtimamente privada de su libertad desde el 1
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de julio de 1977, fecha en la que fue secuestrada junto a Pedro Fabin Sandoval del domicilio de la calle Kelsey 2034 de la localidad de Caseros, Partido de Tres de Febrero, Provincia de Buenos Aires, al tiempo en que cursaba su segundo mes de embarazo. El nio, fue arrancado de los brazos de su madre al poco tiempo de haber nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores, y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenido y oculto en poder de Vctor Enrique Rei, quien se encontraba casado con Alicia Arteach, los cuales simularon detentar el carcter de padres biolgicos del nio sustituyndole su identidad, hasta el 7 de agosto de 2006, fecha en que la victima fuera notificada del resultado del examen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand (cfr. fs. 1919 de la causa N 1278 del registro de este Tribunal, las cuales se encuentran incorporadas por lectura). As las cosas, el dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos obrante a fs. 1855/1873 de la causa nro 1278 caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos del registro de este Tribunal, result contundente para determinar que el -A.D.N.que fuera extrado del cepillo de dientes marca PRO colores azul celeste y blanco incautado en el allanamiento del da 9 de septiembre de 2005 en la vivienda de la calle El Omb nro. 1581 de Don Torcuato, Provincia de Buenos
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Aires, era compatible con el material biolgico correspondiente al grupo familiar Fontana Sandoval, luego del cotejo que se hiciera sobre la totalidad de muestras existentes en los archivos del Banco Nacional de Datos Genticos, dictaminando con igual firmeza que no poda excluirse el vnculo biolgico entre quien fuera portador de ese A.D.N. (es decir, el sujeto al que perteneciera dicho cepillo de dientes, esto es, quien fuera inscripto como Alejandro Rei) y el grupo familiar conformado por Fontana-Sandoval en un valor que lleg a la cifra del 99.9999996 %. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos y el tcnico qumico Sergio Valente, los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe recordar que en el marco de la causa nro. 1278, este Tribunal con distinta integracin tuvo por probado que Vctor Enrique Rei retuvo y ocult al menor nacido como fruto de la unin de Liliana Clelia Fontana y Pedro Fabin Sandoval, por lo menos, a partir del da 6 de abril de 1978 y hasta el 11 de julio de 2006, suprimiendo la identidad de ese menor haciendo insertar datos falsos en el certificado mdico de nacimiento donde fue asentado que Alejandro Adrin naci a las 3:00 horas del da 5 de abril de 1978 en la calle Bez nro. 840 de esta ciudad y que el parto fue asistido por el Dr. Julio Csar Cceres Moni que suscribiera este documento; asimismo Vctor Enrique Rei hizo insertar datos falsos en el acta de nacimiento que fuera inscripta el da 6 de abril de 1978 bajo el nmero 545, Folio 273 del Tomo I de la Circunscripcin 8 del Registro Civil de esta ciudad; siendo dicho documento pblico el que posteriormente le permitiera obtener el D.N.I. nro. 26.122.906 expedido por el Registro Nacional de las Personas a nombre de Alejandro Adrin Rei que tambin result falso en su contenido. As tambin y como sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de los ilcitos endilgados a Vctor Enrique Rei, se tuvo por acreditada, la detencin ilegal estatal de la que fueran vctimas Liliana Clelia Fontana y su
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pareja Pedro Fabin Sandoval el da 1 de julio de 1977 a las 21:00 horas aproximadamente, en la vivienda familiar de la calle Kelsey nro. 2034 de la localidad de Caseros, Partido de Tres de Febrero de la Provincia de Buenos Aires; que Liliana, al momento de su secuestro se encontraba cursando el primer trimestre de embarazo; que fue alojada en el centro clandestino denominado Club Atltico, lugar donde estuvo hasta una fecha que no pudo precisarse con certeza, pero que por lo menos fue hasta el da 27 de diciembre de 1977, desconocindose su posterior destino. Se tuvo tambin por acreditado que mientras Liliana Clelia Fontana se hallaba ilegalmente privada de su libertad, en un lugar y una fecha que no pudieron ser determinados, di a luz un varn; que ese recin nacido fue entregado por una persona cuya identidad es desconocida al entonces
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Comandante Mayor de la Gendarmera Nacional Argentina Vctor Enrique Rei quien, en el contexto de su matrimonio con Alicia Beatrz Arteach, lo retuvo y ocult suprimiendo su identidad mediante las falsedades ideolgicas de documentos pblicos que resultaban idneos para acreditar la filiacin de ese menor y su identidad. No escapa a los suscriptos que en la sentencia dictada en el marco de la causa N 1278 de este Tribunal slo pudo probarse el embarazo que cursaba Liliana Fontana y su cautiverio en el Club Atltico, hasta por lo menos el da 27 de diciembre de 1977. No obstante ello, las nuevas probanzas adunadas al debate han podido establecer fehacientemente que el lugar donde dio a luz Liliana Fontana fue la Escuela Mecnica de la Armada. Cabe destacar que esta pareja fue investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS N 10582, caratulado Secuestro de Liliana Clelia Fontana. Tres de Febrero 1era. RID 09/11/77; Mesa DS N 15811, caratulado Solicitud de paradero de Resnicoff, Silvia Graciela de Orzbal y 7 ms iniciado en mayo de 1980, del cual se desprende que hubo tres recursos de habeas corpus en su favor: H.C. 2917, Expte. 612.136, Juez Penal Dr. Cayuela, Depto. Judicial San Martn, contestado negativo el da 02/11/78. H.C.
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2946, Expte. 616.401, Juez Penal Dr. Guitard, Depto. Judicial San Martn, contestado negativo el da 07/11/1978. H.C. 1487, Expte. 715.736, Juez Nacional Dr. Marquardt, Palacio de Justicia, contestado negativo el da 12/07/79, siendo que la solicitud se cerr con respuesta negativa el 24/06/80; Mesa DS N 18018, caratulado Velsquez de Toranzo, Hilda Anglica; Ferrarese de Urra, Mara Paulina solicitan informacin. Junn; Mesa DS N 18415, caratulado Menor Juliana Trevio; Mesa DS Varios N 21296, caratulado Solicitada publicada por Organizacin de Solidaridad en el diario Clarn de fecha 25-10-83 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Al recibrsele declaracin en la audiencia de debate llevada a cabo en el marco del presente proceso el da 11 de julio de 2011, Alejandro Pedro Sandoval, hijo de Liliana Fontana y Pedro Sandoval manifest haber nacido el 28 de diciembre del ao 1977, aclarando que estimaba que dicha fecha era la ms certera en torno a su nacimiento, dado que tom conocimiento de que su madre fue trasladada del centro clandestino de detencin donde permaneca cautiva a la E.S.M.A., con un embarazo a trmino, el da 27 de diciembre y de all a Campo de Mayo. Supo quienes eran sus padres biolgicos en el ao 2006, pero que ya en el ao 2004 tom conocimiento de que haba sido adoptado y era hijo de desaparecidos, circunstancia que le confesara su apropiador, Vctor Rei. Conoci el resultado del estudio de A.D.N., tras ser citado en el Juzgado a cargo de la Dra. Servini de Cubra el da 14 de julio del ao 2006, y en dicha oportunidad conoci a su familia biolgica, entre ellos, su abuela materna y tos. Rese que no obstante conocer el resultado de la pericia, tuvo dudas que lo llevaron a repetir los anlisis de A.D.N. para conocer su identidad, teniendo el resultado de este ltimo estudio corroborando su identidad. Respecto a Alicia Arteach, quien lo cri como hijo biolgico, Alejandro sostuvo que en un principio no quiso presionarla para que le contara su historia, habindole dicho nicamente que le haban salvado la vida, que un oficial de Gendarmera lo haba llevado hasta la puerta de su casa, dicindoles que le haban dado la orden de matarlo. Agreg que conforme le dijera
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inicialmente Arteach, aqul oficial tena en su poder tambin a una nia, pero que lo eligi a l. Detall que concluido el juicio en contra de Rei por su apropiacin, y tras haberse enterado lo que realmente haba ocurrido,
entendi que la persona a la que haba llamado pap le haba mentido. Por ello volvi a hablar con Arteach de lo ocurrido, quien cambi su versin, contndole que desearon tener un hijo, el que Arteach no poda concebir por una infeccin glandular, encargndose Rei del tema. Aadi que conforme le relatara su apropiadora, Rei fue citado al Regimiento de Patricios, tambin conocido como Maldonadito, donde le realizaron un informe ambiental, pues para que se entregara un nio deban pertenecer a la fuerza o ser amigo de la fuerza, tener casa propia, un matrimonio constituido y catlico y en
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virtud de que el matrimonio cumpla tales requisitos, pudo obtener un beb. Puntualiz que conforme le contara Arteach, un sacerdote llamado Espeche junto con Correa de quien no recordara nombre de pila -, pudiendo aadir que perteneca a Gendarmera, eran las personas que estaban al cuidado de los nios en Campo de Mayo; concurriendo Rei y Arteach al domicilio de Correa, lugar en que aquella permaneciera en tanto Rei y Correa fueron a buscarlo a Campo de Mayo. Explic que segn el relato de Arteach, Rei y Correa retornaron a las dos horas, indicndole a Arteach que subiera al automvil en que se trasladaban, al subir, observ al testigo y una nia, que crey, tena das de nacida, dado que an tena su cordn umbilical. Testific que Arteach le dijo que se qued con el dicente porque le gustaban los nios pero no los bebes recin nacidos, por lo que transcurrida una hora u hora y media, Correa retir a la nia del domicilio de Rei, quedndose la pareja con l, porque ya tena tres o cuatro meses de vida. Sostuvo que al preguntarle a Arteach cul fue el destino de su madre biolgica, le contest que seguramente fueron los vuelos de la muerte. Destac que si bien fue inscripto como nacido el da 5 de abril de 1978, supo que fue entregado a Rei el da 4 de abril. Especific que desconoca el destino que tena asignado Correa, pero que a consecuencia de su problema de alcoholismo, conforme le manifestara Arteach, era el encargado del cuidado de
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los nios en Campo de Mayo, siendo tal destino como una manera de degradarlo. Relat que segn le dijera Alicia Arteach, el testigo habra nacido en Campo de Mayo. Se tiene en cuenta, tambin, la declaracin brindada en el debate el 8 de junio de 2011, por Clelia Deharbe de Fontana, quien relat las circunstancias del secuestro de la pareja y lo que pudo reconstruir sobre el cautiverio de su hija, Liliana y su yerno, Pedro Sandoval. Declar que los jvenes fueron secuestrados el 1ro. de julio del ao 1977, aproximadamente a las 21 horas, en el domicilio de la testigo sito en Kelsey 2034 de la localidad de Caseros, Provincia de Buenos Aires, en momentos en que la familia se preparaba para cenar. Manifest que tras escuchar fuertes golpes en la puerta de calle, abruptamente ingresaron en su vivienda un grupo de cuatro o cinco hombres, vestidos de civil (alguno de ellos disfrazados), portando armas largas, los que empujaron a la familia hacia una habitacin donde se encontraba el esposo de la testigo en reposo. Agreg que en tanto uno de los hombres se qued vigilndolos en dicha habitacin, otros retiraron a Pedro de all, llevndolo a la habitacin donde dorma con Liliana. La Sra. Fontana aclar que la pareja viva con ella provisoriamente, porque estaban construyendo su casa. Narr que al tiempo en que Pedro era sacado del domicilio por aquellos hombres su hija pidi despedirse de l, lo que en principio le negaron para luego preguntarle quien era, a lo que Liliana respondi que era la esposa de Pedro. Seal que luego de ello, llamaron a su hija, retirndola del lugar, pudiendo despedirse de todos con una mirada, siendo sta la ltima vez que vio a la pareja. Indic que los miembros del operativo que se llev a cabo en su casa, tambin buscaban a su otro hijo, Edgardo Fontana, quien no estaba en el lugar. Precis que al tiempo de su secuestro, Liliana cursaba un embarazo de dos meses y medio, el que fue constatado a raz de su atencin mdica en el Hospital Ramn Carrillo de Ciudadela. En tal sentido, obra a fs. 2038 de la causa nro. 1278 del registro de este Tribunal, (causa que se encuentra incorporada al debate), el certificado referido, expedido el da 22 de septiembre de 1977, en el que se dej constancia
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que la Sra. Fontana fue examinada el da 10 de junio de 1977 encontrndose embarazada de 2 meses y medio. Volviendo a los dichos de la testigo, sta manifest en el debate que tom conocimiento de que tanto Liliana como Pedro, permanecieron secuestrados en el centro clandestino de detencin denominado el Atltico, donde su hija continu con su embarazo y le dieran vitaminas, asegurando la testigo, que la joven recibi cuidados porque tenan la intencin de robarle su beb. Refiri que tambin pudo saber que a la joven le dijeron que el nio sera entregado a su familia. Aclar que lo dicho, lo supo a travs de Jorge Allega, un sobreviviente que compartiera cautiverio con Liliana, quien le dijera que la joven crea que sera liberada cuando tuviera a su beb. La testigo dijo que otras personas, Ana Mara Careaga, Miguel
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ngel DAgostino y Delia Barrera, quienes tambin compartieron cautiverio con Liliana y Pedro en el Atltico, le contaron que a su hija le haban sacado la venda de los ojos y cumpla tareas de reparto de comida y limpieza. Indic que previo al arribo de la democracia; obtuvieron informacin desde Espaa, por parte de dos exiliados, Horacio Cid de la Paz y Gonzlez quienes hablaron con su hijo Edgardo, manifestndole que Liliana haba dado a luz a un varn. De otra parte, narr que en Viale, un pueblo de Entre Ros, lograron contactarse con un sacerdote de apellido Caul fallecido a la fecha-, Capelln de Rosario del Tala, Entre Ros, quien les manifest que tenia muchas conexiones en Buenos Aires, prometindole al esposo de la Sra. Fontana, averiguar dnde estaba Liliana. Unos das despus les inform que la joven se encontraba bien, segua con su embarazo, pero que no poda decir nada ms. Aadi que tiempo despus, cuando la familia supona que Liliana poda haber tenido familia, su esposo se encontr casualmente con dicho sacerdote, quien lo felicit por ser abuelo de un varn, aclarndole que no poda decirle nada ms. Respecto del parto de su hija, la testigo dijo desconocer dnde tuvo lugar, siendo que por dichos de sobrevivientes Liliana fue trasladada del Atltico a fines de diciembre de 1977 a fin de que diera a luz. Tras serle exhibido a la testigo el legajo CONADEP nro. 1967, un dibujo obrante a fs. 16, manifest que se trataba de una tarjeta que le hicieran a
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Sara Osatinsky un grupo de mujeres embarazadas cautivas en la E.S.M.A., para Navidad. Aclar, dado que en aquella tarjeta se observa entre las firmas consignadas, la de Paty, apodo coincidente con el de su hija, que no perteneca a ella, sino a otra joven trasladada al centro clandestino desde Mar del Plata. Cabe destacar aqu, que en el habeas corpus colectivo interpuesto el 8 de noviembre de 1983, a favor de varias mujeres embarazadas, entre ellas, Liliana Clelia Fontana (obrante a fs. 1282/1298 de la causa nro. 1351, que se encuentra incorporado al debate) la Sra. Deharbe denunci que en el ao 1981 por informacin prestada por una persona que estuviera cautiva en un lugar parecido a un stano, ubicado en la Avenida Paseo Coln y Garay de esta ciudad, conocido como Club Atltico, tuvo conocimiento de que Liliana estuvo all hasta el 26 de diciembre de 1977 fecha en que fue trasladada para dar a luz en la E.S.M.A., enterndose esta persona despus que Liliana haba sido madre de un nio de sexo masculino. Asimismo, la Sra. Fontana relat en la audiencia que tras 28 aos de bsqueda se hall a su nieto, quien no quiso realizarse el anlisis gentico, verificndose su parentesco, a travs del secuestro de su cepillo de dientes, del que se obtuvo la muestra que cotejada con la aportada por su familia al Banco de Datos Genticos, determin que el joven inscripto como Alejandro Rei era en verdad su nieto. Record que el apropiador de su nieto, fue condenado por este hecho a la pena de 16 aos de prisin. De modo conteste a lo reseado por la Sra. Clelia Fontana, su hija, Silvia Graciela Fontana en la audiencia de debate del 11 de julio de 2011 relat las circunstancias del secuestro de su hermana Liliana, apodada Paty y su pareja, Pedro Sandoval, apodado Erico, de las que tuvo conocimiento por encontrarse presente. Destac saber al tiempo del secuestro, que Liliana cursaba un embarazo de dos meses y medio, circunstancia que indic fue certificada por un galeno del Hospital Ramn Carrillo de la provincia de Buenos Aires. Precis, en relacin a los dichos de su progenitora, que los hombres que integraron el operativo en que secuestraran a la pareja, dijeron pertenecer a fuerzas conjuntas. En torno a la actividad poltica de la pareja, dijo
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que ambos militaban en el Frente Revolucionario 17 de Octubre. Tambin hizo mencin a la informacin que la familia recibiera en relacin al nacimiento de su sobrino por parte de un sacerdote de la Provincia de Entre Ros, Miguel Caul, Capelln del Ejrcito de Rosario del Tala. Puntualiz que a principios del ao 1980, a travs de su hermano Edgardo, exiliado en Espaa, tuvieron noticias a travs de dos sobrevivientes que dieron una conferencia de prensa, Cid de la Paz y Gonzlez, que Liliana, haba estado cautiva en el Club Atltico, sito en Av. Paseo Coln y Garay de esta ciudad, lugar del que fue retirada por el Turco Julin, quien al regresar, le dijo a Gonzlez, viste la rubita que llev, tuvo un varn. Narr en forma conteste a como lo hiciera su progenitora, que con el arribo de la democracia, fueron recabando testimonios de otros
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sobrevivientes, tales como Careaga, Barrera y Ferrando y DAgostino, a travs de quienes supieron que en el Atltico, su hermana continu con su embarazo, pese haber sido torturada y vejada, recibiendo vitaminas que le fueron suministradas y ms comida que el resto de los cautivos, dado que, conforme afirm, queran que Liliana tuviera un buen embarazo para robarle a su beb. Sostuvo que al realizarse una inspeccin ocular en el lugar donde haba funcionado el Atltico, por disposicin del Juez, pudo reconocer junto a su madre en una vitrina existente en el museo que all se formara con todo lo que pudo ser recuperado, las medias que vesta Liliana el da de su secuestro. Afirm que segn los testimonios de sobrevivientes, Liliana fue retirada del Atltico a fin de dar a luz, el da 26 de diciembre del 1977, fecha que indicara como probable del parto y a partir de la cual la familia perdiera todo rastro de la joven. Describi que pocos aos atrs, una sobreviviente de la E.S.M.A., Marta lvarez, dijo haber visto a su hermana en ese centro clandestino, aclarndole que si bien la vi all solo un momento, nunca olvidara sus ojos. Agreg que conforme relatara lvarez, en aquella oportunidad Liliana estaba caminando en el pasillo donde estaban alojadas las embarazadas, con una panza muy grande, sin venda, siendo trasladada por un verde, quien al momento en que Liliana se detuviera, le dijo segu Paty, aclarndole lvarez que luego de esto no la vio ms. Puntualiz que se
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encontr con la testigo lvarez, en un organismo de derechos humanos, en el equipo de Antropologa Forense. Expres que la familia hasta entonces supona que Liliana haba dado a luz en Campo de Mayo, dado que tras ser recuperado su sobrino Alejandro, se supo que su apropiador un Comandante de Gendarmera haba estado all asignado a lo que se sum lo dicho por el joven, en cuanto a que se le confes que fue Daro Correa, Director de Campo de Mayo, quien lo entreg de beb a Rei. La testigo seal que le fue dable ver una ficha en la Polica de Buenos Aires, concretamente en la DIPPBA, relativa a Liliana, donde se consign que la joven haba sido secuestrada en Caseros, llamndole la atencin a la testigo que en dicha ficha, en la parte superior constaba una inscripcin, 27 de diciembre del 77. Aclar que lo que la sorprendi de este dato, fue que desde julio de 1977 a diciembre de 1977, ninguna fuerza u organismo manifest tener noticias de Liliana, arrojando resultado negativo los hbeas corpus que la familia interpusiera en su nombre. Remarc que dicha fecha adems, era justamente el da siguiente al que Liliana fue retirada del El Atltico. Se destaca, que en la ficha inicial del legajo correspondiente a Liliana Fontana de la D.I.P.BA, agregada como prueba documental, se indica escrito a mquina, en el ngulo superior izquierdo 27-12-97 cz, y en el derecho Mesa 'Ds' (delincuentes subversivos) Legajo N Varios 10.582, anteriormente referidos, fecha que como indicara la testigo, sera muy cercana al traslado de su hermana del Club Atltico para el parto. Finalmente Silvia Fontana seal que a travs de otra
sobreviviente, Mara Lourdes Lagripanti, obtuvieron la informacin de que Liliana habra estado en cautiverio en el centro clandestino denominado la Perla, en la provincia de Crdoba. Expuso al respecto que Lagripanti reconoci a su hermana en una fotografa que su madre llevaba colgada en su pecho, contndoles que no recordaba si durante el mes de mayo o junio de 1978 trasladaron a Liliana de Buenos Aires a la Perla, observndola en muy malas condiciones fsicas, recordando que Liliana reclamaba por su hijo. Destac que Lagripanti no tuvo dudas de que la joven que viera se tratara de Liliana, por sus ojos.
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Asimismo se valoran los dichos del hermano de Liliana, Edgardo Rubn Fontana, prestados en la audiencia de debate del 11 de julio de 2011. En aquella oportunidad refiri que, en horas de la maana del da 1ro. de julio del ao 1977, al tomar noticia de la desaparicin del hermano de Pedro, Juan Carlos Sandoval, tomaron la decisin de irse a otro lugar, acordando con la pareja una cita en la estacin Palomar a las 21 horas de ese 1ro. de julio. Manifest que saba del embarazo de Liliana al tiempo de su secuestro, recordando al respecto que sta se lo cont el 4 de junio de 1977, cuando cursaba aproximadamente el segundo mes de embarazo. Indic al respecto que luego de enterarse de la detencin de compaeros de militancia de ambos, decidieron tomar recaudos y que en tal encuentro, su hermana Liliana le dijo 'Cambadito' vas a ser to, aclarando el testigo que su apodo era
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Camba, en tanto el de Liliana era Paty. Aadi que en aqulla oportunidad se prometieron, que si algo le ocurra a uno de ellos, si uno de ellos era secuestrado, el otro se hara cargo del hijo del otro, crindolo. Seal que en esa misma conversacin Liliana le dijo que quera que de ser varn su beb se llamara Pedro y si era nia Eva. De otra parte, se tienen en cuenta tambin que los dichos de Clelia Deharbe de Fontana y Silvia Fontana, resultan ser concordantes a las constancias documentales obrantes en el legajo CONADEP nro. 1967 de Liliana Clelia Fontana Deharbe (apodada Patty) incorporado al debate, en el que se denunciara en los aos 1980 su secuestro, ocurrido el 1 de julio de 1977, tiempo en que cursaba los dos meses y medio de embarazo, describindosela all como una joven muy delgada, de 1.58 de altura aproximadamente, de cabello rubio dorado y lacio, ojos grandes y de color verde. As tambin a fs. 9 de dicho legajo, obra una constancia de que la Sra. Mara de Lourdes Lagripanti, el 27 de marzo de 1984, manifest haber estado en el C.C.D La Perla Crdoba- en el perodo de agosto 1977 a noviembre 1978, presumiendo haber visto entre sus compaeros de cautiverio a una persona de sexo femenino cuyas caractersticas fsicas eran: delgada, de mediana estatura, ojos grandes claros, a quien pudiera reconocer en una fotografa perteneciente a Liliana Fontana. Se consign all que dicha persona estuvo compartiendo la celda con Lagripanti durante setenta y dos horas
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aproximadamente, entre los meses de julio agosto de 1978, habiendo sido trasladada all desde un centro clandestino de detencin de Buenos Aires. Se destaca que conforme Lagripanti esta persona clamaba por su hijo y se encontraba en deplorables condiciones fsicas. En relacin al cautiverio de Liliana en el Club Atltico, su permanencia all hasta alcanzar un embarazo a trmino, y su traslado a fin de dar a luz, result probado en el debate con los dichos contestes de sus compaeros de cautiverio; circunstancia que tambin se tuviera por probada en la sentencia dictada en el marco de la causa nro. 1668 del registro del Tribunal oral en lo Criminal Federal nro. 2 de esta ciudad. As, se cuenta con los dichos de Ana Mara Careaga quien en la audiencia del 11 de julio de 2011 relat que fue secuestrada el da 13 de junio del ao 1977, tiempo en que cursaba el tercer mes de embarazo. Manifest que fue trasladada al centro clandestino de detencin, Club Atltico, que funcionaba como un edificio de suministro de Polica Federal Argentina, permaneciendo cautiva all durante cuatro meses en los que permaneci vendada y con grillos en sus pies. Record que desde la celda en que permaneca cautiva en el sector 3 del lugar, pudo escuchar el arribo a dicho sector de una pareja, la de Liliana Clelia Fontana y Pedro Sandoval a quienes durante su cautiverio conoci como Paty y Erico. Destac la testigo, que fue apodada piojo en el centro clandestino y que en un principio fue la nica embarazada all, por lo que se le suministro ms comida que al resto de los cautivos, habiendo escuchado luego, que en una oportunidad se orden que se le diera ms comida a las embarazadas, y en otras oportunidades escuch que se referan especficamente a Paty y a la testigo, lo que le dio la pauta de que no era la nica embarazada all cautiva. En relacin a Liliana Fontana, Paty, dijo que debi realizar tareas de limpieza durante el da dentro del centro, y en una oportunidad se le di la orden de buscar a la testigo en su celda, para hacerla caminar, en tanto permaneca tabicada y con grilletes. Agreg que mientras caminaba junto a Paty escuch a unos represores que preguntaron si estbamos viendo vidrieras para comprar ropa a los bebs. Narr que en otra oportunidad, Paty debi limpiar la celda de la testigo, ocasin en que s pudo verla.
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Sostuvo que aunque tena un vientre parecido al de Liliana, crea que sta tena un mes y medio de embarazo menos que el suyo. Tal como lo researa la testigo Silvia Fontana, Careaga indic que tras la reconstruccin que se llev a cabo del centro clandestino Club Atltico, se encontraron objetos que pertenecan a los cautivos, tales como unas medias rojas que Liliana vesta al momento de ser secuestrada. Seal que durante su cautiverio supo de otras dos mujeres embarazadas, una de ellas de nombre Soledad, que permanece desaparecida a la fecha junto a su beb, y la otra, Iris Garca Soler, pareja de Enrique Bustamante quien se encontraba en El Atltico, manifestndole a la testigo en una oportunidad en que la viera con un vestido que le fuera entregado, que dicha prenda era de su compaera, a quien haban trasladado a dar a luz a la
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E.S.M.A. Expuso que lo que se comentaba por parte de los destabicados en El Atltico, era que a las embarazadas se las trasladaba al sptimo mes a la E.S.M.A. o a Campo de Mayo a dar a luz, porque en el lugar no se contaba con las condiciones necesarias para llevar a cabo un parto, destacando la testigo que antes de ser liberada, cuando cursaba el sptimo mes de embarazo, se le pregunt qu tiempo de embarazo llevaba, dndose cuenta con ello que se estaban ocupando de su estado. Aadi que en una oportunidad habl directamente con Fioravanti, Comisario a cargo del C.C.D, quien le dijo que al sptimo mes sera sacada de all. Testific que Liliana y Pedro fueron interrogados por personas de otra fuerza, que no pertenecan al lugar, que venan de afuera, que no estaban habitualmente en el Atltico, no pudiendo identificar si pertenecan a la Armada o al Ejrcito. Al darse lectura en alta voz a la testigo de un fragmento de su declaracin obrante a fs. 5494/5 de la causa nro. 1351, oportunidad en que sealara que la pareja era interrogada por gente de la Marina, Careaga ratific tal extremo; explicando que supo de esto por comentarios de otros destabicados, no recordando si la propia Liliana se lo haba comentado. En relacin a las fuerzas que actuaron en el Club Atltico, dijo que este lugar dependa del Primer Cuerpo de Ejrcito, y concurran all, tanto personal de la Armada y Ejrcito, en tanto actuaba en forma permanente personal de la P.F.A.
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Explic que desconoca si Paty y Erico fueron torturados, destacando al respecto, que el mtodo utilizado en toda persona que ingresaba a dicho lugar, era la tortura mediante picana elctrica, siendo que las condiciones de vida, configuraban una tortura permanente. Indic que no supo que las embarazadas recibieran un trato especial en relacin a la tortura fsica, dado que ella fue brutalmente torturada, an cuando su embarazo ya era notorio, aunque s recibi un litro de leche y un huevo en algunas oportunidades, pese a que se le dijo que lo recibira diariamente. Describi en relacin a la identificacin que realizara de Paty y Erico como Liliana Fontana y Pedro Sandoval, que en un primer momento denunci el caso de una joven embarazada apodada Paty, rubia y de ojos celestes, reconocindola luego por fotos, dado que pudo verla durante su cautiverio. Agreg que la mayora de los sobrevivientes del Atltico supieron de Paty, dado que era una destabicada que reparta la comida; en tanto los restantes cautivos permanecan con vendas en sus ojos; pudiendo realizar una reconstruccin de lo ocurrido con ella, junto con otros sobrevivientes tales como Delia Barrera, Miguel ngel DAgostino, Jorge Allega, Villani, Pedro Barrel y Mnica Crdoba. Depuso que recuper su libertad el da 30 de septiembre de 1977, fecha en que tanto Paty como Erico permanecan cautivos en el lugar. Por su parte, el testigo Miguel ngel DAgostino, en la audiencia del 1ro. de agosto de 2011 relat que fue secuestrado el da 1 de julio del ao de 1977, en horas de la noche, siendo trasladado al Club Atltico, un edificio ubicado en la calle Paseo Coln de esta ciudad, entre Cochabamba y San Juan, con fondos a Humberto Primo; edificio que funcionaba en la superficie como depsito de suministros de la P.F.A. y donde permaneciera cautivo 91 das, hasta obtener definitivamente su libertad el da 1ro de octubre de ese mismo ao. Seal que cuando lleg al Club Atltico, le sustituyeron su identidad, por una letra y nmero, luego de lo cual fue sometido a un proceso que estim, pudo durar entre 20 o 30 minutos, en que se le preguntaba su nombre, siendo golpeado el testigo al contestar, hasta que comprendi que deba decir que era K 35.
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Puntualiz que pudo hablar con una de las personas all detenidas, una joven mayor que el testigo, de aproximadamente 20 aos de edad, a quien no pudo ver, que le comentara que estaba muy angustiada porque los gritos que se escuchaban en esos momentos eran los de su esposo que estaba siendo torturado. Rese que irrumpi en la leonera una persona que preguntaba quien haba recibido picana elctrica, debido a que no podan tomar agua, lo que les podra causar un trastorno cardaco, siendo que tanto la joven que refiriera como el testigo manifestaron que no podan hacerlo. Expuso que a sta joven le preguntaron su nombre, contestando con su nombre real, en lugar de decir su letra y nmero, recordando el testigo el nombre de aquella, Clelia, tomando conocimiento luego que se trataba de Liliana Clelia Fontana, quien fuera detenida horas antes que el testigo en la localidad de Caseros,
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P.B.A. Puntualiz que a quien identificara en aqul momento como Clelia y el esposo de sta, Pedro Sandoval, fueron identificados con misma letra y nmero anterior que el del dicente, el K 34 y K 33, no recordando cual le perteneca a Clelia. Narr que mientras estuvo en la leonera, a los cautivos le repartan comida en platos de loza, con una cuchara en la que pudo percibir el relieve del escudo de la P.F.A., dndole su comida a Clelia, porque estaba embarazada. Expuso que estuvo alojado all hasta el da 6 de julio, oportunidad en la que fue trasladado al sector de celdas, no pudiendo precisar cuando la mentada Clelia y su compaero fueron retirados de dicho lugar. Refiri que entre los destabicados (cautivos utilizados para realizar tareas de tipo domstico, como repartir la comida, barrer, etc.) con los que tuvo contacto durante su cautiverio, se encontraron Paty y su esposo, Erico, a quienes en democracia pudiera identificar como Liliana Clelia
Fontana y Pedro Sandoval, logrando tambin asociar a la joven de la leonera de nombre Clelia, con aquella, dado que se trataban de la misma persona. Depuso que al realizar las primeras listas con los nombres de desaparecidos con los que comparti cautiverio, se refiri a Clelia y su esposo, como as tambin a Paty y Erico, como si fueran personas distintas, pudiendo salir de su
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error y asociarlas en enero del ao 1984, en que tom contacto con la madre de Liliana, quien le exhibi fotos de su hija. Respecto de Paty especific que era una joven rubia, con un embarazo notorio, pero no a trmino, una destabicada que reparta la comida, a fines de agosto o principios del mes de septiembre, junto con Erico, un joven de 34 o 35 aos, siendo que ambos reemplazaron a otros destabicados que haban sido trasladados por los que tuvo ms contacto con Paty y Erico, que repartieron la comida hasta el da anterior a la liberacin del testigo. Coment que al ser liberado el dicente, la pareja an permaneca en el centro clandestino. Respecto de Erico seal que para el mes de septiembre, ste le cort el pelo y lo afeit, indicndole que no era un represor, que tena grillos igual que l. Destac que al conocer al hijo de ste, recuperado a la fecha, pudo advertir el gran parecido con su padre. Respecto a otras embarazadas de las que supo estuvieron en aqul centro clandestino, se refiri a Paty, cuyo embarazo era evidente y a una compaera apodada piojo, de quien supo se trataba de Ana Mara Careaga, K 04, sobreviviente del Club Atltico, quien fuera detenida a mediados de junio del ao 1977, aclarando que tuvo ms contacto con Careaga dado que conoca al padre de su hija y estaban alojados en el mismo sector de celdas. Refiri que tanto a Paty como a Careaga, cuando an la primera no estaba destabicada, las hicieron caminar en compaa de una destabicada llamada Blanca. Se valoran tambin los dichos de la testigo Delia Barrera y Ferrando, quien al prestar declaracin el da 1 de agosto de 2011, relat que fue secuestrada el da 5 de agosto del ao 1977, y trasladada al Club Atltico, lugar donde reemplazaran su nombre por el de H 26 y donde compartiera cautiverio entre otros, con Miguel ngel DAgostino. En relacin a la presencia de embarazadas en el lugar, la testigo seal que supo de la presencia de tres de ellas, una joven a quien le decan la Chaquea, Paty, a quien pudo identificar como Clelia y piojo, Ana Mara Careaga. Record que la pareja de Paty, Erico, tambin estaba all, siendo ambos destabicados (cautivos utilizados como mano de obra esclava) que
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repartan la comida en el lugar. Record que en una oportunidad escuch a un guardia dicindole a Paty que sacara a pasear a piojo. Sostuvo que permaneci detenida hasta el da 4 de noviembre de 1977, y que el da en que recuper su libertad, algunos compaeros destabicados se acercaron a saludarla, entre ellos, Paty, de quien pudo sentir, su vientre sobre su cuerpo, indicando la testigo que por lo que pudo percibir, Paty deba cursar el sexto o sptimo mes de embarazo. Respecto al momento en que la declarante supo la identidad de Paty y Erico, refiri que esto sucedi luego que efectuara su denuncia ante CONADEP, momento a partir del cual y al tomar contacto con otros sobrevivientes del Club Atltico, entre ellos, Careaga y D`Agostino, compartieron sus experiencias vividas en dicho centro clandestino, recabando
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apodos y nombres de las personas con las que compartieron su cautiverio. Aadi que tom contacto con familiares de desaparecidos, pudiendo as asociar los apodos de los cautivos, con nombres y apellidos reales, siendo en este proceso en que se contact con la familia Fontana Sandoval, especialmente con la madre de Liliana Clelia Fontana, apodada Paty. Especific que muchos aos despus de recuperar su libertad, y al ser encontrado Alejandro, el hijo de la pareja Fontana Sandoval, pudo saber que Paty haba llegado a trmino con su embarazo. Detall que en una oportunidad durante su cautiverio, en el mes de octubre del ao 1977, abrieron la puerta de su calabozo, pudiendo observar a pesar de su tabique, la presencia de dos personas, manifestando una de ellas seor, sta parece que est embarazada a lo que el otro hombre contest bueno llvenla a la Sard. Cabe recordar aqu, que conforme el relato efectuado por los sobrevivientes de la E.S.M.A., as fue nombrada la pieza destinada a las embarazadas, como Sarda de la E.S.M.A. o Sarda por izquierda. En relacin a lo ocurrido con la joven luego de su traslado del Club Atltico, se tienen en cuenta los dichos de Edgardo Rubn Fontana, su hermano, que declarara que en el exilio, a principios de los aos 1980 en una conferencia de prensa organizada por Amnista Internacional, donde hablaron sobrevivientes del Atltico, Olimpo y el Banco, escuch a Horacio Cid de la Paz y Oscar Gonzlez (ver Legajo CONADEP 8153 -punto 26 de la prueba
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incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351), quienes previo a esto, en una publicacin, haban dado los apodos de las personas con las que compartieron cautiverio, encontrndose entre ellos los apodos de Paty y Erico, apodos que correspondan a su hermana Liliana y Pedro, siendo que al entrevistarse personalmente con ellos, le dieron una descripcin de Paty y Erico correspondiente a Liliana y Pedro. Expuso que tom conocimiento que quien tuvo ms relacin con la pareja en el Atltico fue Oscar Gonzlez, quien le confirmara que el embarazo de Paty haba llegado a trmino. Aadi que conforme le relatara Gonzlez, Erico fue retirado del Atltico en un traslado definitivo a fines de noviembre de 1977, en tanto su hermana fue sacada de all sola, dos das antes de que cerraran el centro, el 26 de diciembre de 1977, a fin de que diera a luz en otro lugar, siendo que un da despus de que esto ocurriera, el turco Julin, Julio Hctor Simn, le dijo a Gonzlez te acords de la rubita, tuvo un varn, motivo por el cual, desde un primer momentos en los registros de Abuelas de Plaza de Mayo figur que su familia buscaba un varn. Aadi en relacin a este encuentro con Cid de la Paz y Gonzlez, que en el documento que stos confeccionaron en relacin a los desaparecidos con los que compartieron cautiverio, stos al lado del apodo Paty, anotaron grupo GT 3, y que al preguntarles que significaba esto, aqullos le explicaron que crean que Liliana dependa de la Marina, creyendo por ello que haba dado a luz en la E.S.M.A., porque tenan la presuncin de que Liliana era interrogada por personal de la Marina, dato del que el testigo aclar no tena certeza. De otra parte, se cuenta con los dichos de la testigo Marta Remedios lvarez en la audiencia del 3 de agosto de 2011, quien sostuvo que permaneci detenida en esa dependencia naval estando embarazada, y que tambin dio a luz en cautiverio. Expres en el juicio que haba visto otras embarazadas en la ESMA ya que a partir de fines del 77, haba otras detenidas embarazadas que las traan de otros lugares. Y a la que s que se llama Liliana Fontana, lo supe despus. Vi a una chica embarazada que estaba caminando por el pasillo que estaba en los camarotes, estaba en un estado bastante avanzado de embarazo. Y me impresion ver que tena unos ojos enormes y claros. Y la vi en ese momento que
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caminaba y el guardia la llamaba por el sobrenombre que era Paty. Le deca tens que caminar Paty, segu caminando. Fue lo nico que vi de ella, y no la vi ms. Pero me qued impresionada por sus ojos. Eso fue a mi me marcan los tiempos porque mi beb ya no estaba conmigo y todava no fui llevada a trabajar a la Cancillera-, era verano, o sea que fue a fines del 77 principio del 78. Preguntada durante su testimonio por cmo identific el nombre de Liliana Fontana, respondi: porque despus vi una foto de ella, y dije esta chica estuvo en la ESMA, yo la vi. Y me encontr con su hermana, me mostr otras fotos, y ah supe que era Liliana FONTANA. Dicha circunstancia fue confirmada por Silvia Fontana al momento de declarar en el debate el da 11 de julio de 2011. La testigo tambin record haber visto en ese centro clandestino a otras mujeres embarazadas que fueran trasladadas all a fines del mes de junio
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desde otros centros clandestinos. lvarez se refiri a Ins Garca, apodada la lobita, como una de las jvenes embarazadas que viera en la E.S.M.A. y a la que lvarez conociera por su militancia. Explic la testigo que vi a la joven a fines del mes de junio o principios de julio y que conforme le dijera un compaero de cautiverio, Daniel Lastra que pudo hablar con ella, Garca fue trasladada a la E.S.M.A. desde un centro de la polica, el Atltico. Asimismo, con relacin al descrdito que la defensa pretendi atribuirle a lo manifestado por la testigo lvarez durante el debate, cabe sealar que los argumentos expuestos no conmovieron al Tribunal en cuanto a la verosimilitud de su relato. Por lo dems, debe destacarse que la nombrada no presto declaracin testimonial en el marco de la causa N 1278, Rei, Vctor Enrique s/ sustraccin de menores de diez aos del registro de este Tribunal al momento de llevarse a cabo el debate oral en esos actuados. Al respecto se destaca que han sido numerosos y contestes los relatos recabados en la audiencia de debate, que dieran cuenta del traslado a la E.S.M.A. a fin de dar a luz, de numerosas mujeres embarazadas durante su cautiverio, procedente de distintos centros clandestinos de detencin, ubicados en distintas partes del pas. Tales fueron los casos de Mara del Carmen Moyano, Liliana Carmen Pereyra, Susana Beatriz Pegoraro, Liliana Carmen Pereyra, Alicia Alfonsn de Cabandi, Patricia Rosa Roisinblit y Cecilia Vias.
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Ntese en particular, que la referencia que hiciera la testigo Careaga, como lvarez, al traslado a la E.S.M.A. desde el Club Atltico, a fin de dar a luz, de Ins Garca, permite tener por acreditado una vez ms, el arribo all de jvenes cautivas que se encontraban prontas a dar a luz, procedentes de centros clandestinos de detencin que no contaban con los elementos necesarios para llevar all adelante el alumbramiento. Asimismo permite tener por cierto el traslado de la joven Liliana Fontana a la E.S.M.A. y el nacimiento all de su hijo. Por ltimo resta agregar que Liliana Clelia Fontana y Pedro Fabin Sandoval, a la fecha, estn desaparecidos y Alejandro recuper su identidad.
h. Mara Florencia Reinhold Siver: Maria Florencia, hija de Susana Leonor Siver de Reinhold y de Marcelo Carlos Reinhold, naci aproximadamente a mediados del mes de enero de 1978 en las instalaciones del Hospital Naval de Buenos Aires. Su madre, de 22 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all a dar a luz desde la E.S.M.A., lugar donde se encontraba ilegtimamente privada de su libertad desde el mes de agosto de 1977. La nia, fue arrancada de los brazos de su madre
aproximadamente entre los 10 y 15 das de haber nacido, siendo sustrada de la custodia de sus progenitores, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenida y oculta dentro de una familia que simul detentar el carcter de padres biolgicos la nia sustituyndole su identidad, hasta el 2 de agosto de 2011, fecha en que se determin su verdadera filiacin a travs del examen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand. La identidad de la hija de Susana Siver y Marcelo Reinhold fue establecida luego de que la joven se acercara a Abuelas de Plaza de Mayo, dado que pese a encontrarse inscripta como hija biolgica de la pareja que la criara, nacida el 7 de febrero de 1978, aquella comenz a tener dudas respecto a su identidad, sospechando que poda ser hija de desaparecidos. As las cosas, y tras practicarse un examen sanguneo para determinar su identidad biolgica en el B.N.D.G., que arroj como resultado el
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da 1 de agosto de 2011 recibido en el juzgado instructor con fecha 2/8/11que Marcelo Carlos Reinhold (padre alegado desaparecido) y Susana Leonor Siver (madre alegada desaparecida) tienen una probabilidad de parentalidad del 99,999999% respecto al perfil gentico obtenido de la muestra de sangre perteneciente a Mara Florencia Lavia; lo que significa, conforme se aclar en el informe aludido que Marcelo Reinhold y Susana Siver tienen una probabilidad del 99,999999% de haber sido padres biolgicos de Mara Florencia Lavia, comparados con otro hombre y otra mujer tomados de la poblacin general en forma no seleccionada. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos y la Dra. Mariel Andrea
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Abovich, bioqumica, todas las cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). El examen que se encuentra agregado a fs. 477/486 del legajo de actuaciones concernientes al debate, pertenece a la causa N 9769/98 caratulada Lavia, Juan Carlos y otros s/ supresin del estado civil de un menor (ex causa Reinhold, Adriana s/ querella) del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 6, Secretara N 11 de esta Ciudad. Con respecto a su inscripcin, ella se produjo a partir del certificado de nacimiento falso en el cual se consign que el da 7 de febrero de 1978 naci Maria Florencia Lavia, en Honduras 4059 2 piso, departamento 7, de Capital Federal, siendo hija de Serafina Susana Marchese y de Juan Carlos Lavia, mdico de la Unin Obrera de la Construccin de la Repblica Argentina (UOCRA) con igual domicilio, el cual fue expedido el mismo da por el mdico Francisco V de Luca. Dicho certificado de nacimiento apcrifo permiti la inscripcin del nacimiento en el Acta del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas -circunscripcin 9, Tomo 2do. N 1166, ao 1978, del da 10 de
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febrero de 1978, lo que posteriormente permiti la obtencin del DNI 26.435.805 a nombre de Mara Florencia Lavia. Conforme relatara la testigo Adriana Reinhold el da 2 de agosto de 2011, recibi un llamado de Estela Carlotto quien le dijo que haban encontrado a su sobrina, quien fue informada del resultado del examen el da siguiente, oportunidad en que se produjo el primer encuentro entre ambas. Cabe destacar que sus padres haban sido investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo, y de hecho Marcelo Carlos Reinhold en la parte donde se constaban sus antecedentes policiales se consign Actividades
Subversivas. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Carpeta Varios N 2703, caratulado Detenidos a Disposicin del PEN (Poder Ejecutivo Nacional), este documento producido por la Jefatura de Inteligencia Naval del Estado Mayor de la Armada el 17 de junio de 1980 donde consta un listado de personas detenidas a disposicin del PEN, figurando entre ellos Reinhold Marcelo Carlos por actividades subversivas, producido por la PFA, siendo que la detencin se produjo el 7 de mayo de 1975 y su Decreto PEN nro. 01238 era de fecha 8 de mayo de 1975; Mesa DS Carpeta Varios N 20803, caratulado Actividades Madres de Plaza de Mayo Tomo 9 1983. Octubre a noviembre; Mesa DS Carpeta Varios N 19495, caratulado REINHOLD, Marcelo Carlos y otros, siendo que el legajo se cerr con respuesta negativa con un radiograma fechado el 8 de octubre de 1980; y Mesa DS, Carpeta Varios N 10382, caratulado Secuestro de Leonor SILVER. Morn 2da. Haedo ID 22/VIII/77 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 23 de agosto de 2011, por Adriana Luisa Reinhold, hermana de Marcelo y cuada de Susana Siver, quien luego de relatar que la pareja se conoci en el ao 1975, y contrajo matrimonio en el mes de febrero de 1977 en General Madariaga, Provincia de Buenos Aires (ver en tal sentido, copia de acta de matrimonio obrante a fs. 7/8 del legajo CONADEP nro. 3528
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perteneciente a Susana Leonor Siver), indic que ambos militaban en la Juventud Peronista (J.P.) y luego en la agrupacin Montoneros. Respecto del secuestro de la pareja, la testigo describi que tuvo lugar el da 14 de agosto de 1977, oportunidad en que su cuada, Susana Siver quien se encontraba embarazada de cuatro meses, fuera detenida en el marco de un operativo llevado a cabo en el domicilio de la calle Pisco nro. 67 de la localidad de Haedo P.B.A. (v. constancias documentales de los legajos CONADEP nro. 3529 de Marcelo Reinhold y nro. 3528 ya citado, incorporados al debate) de propiedad de los padres de la declarante, en tanto su hermano Marcelo fue apresado en las inmediaciones del lugar junto a un amigo, Alejandro ODell. Al respecto la testigo aclar que si bien no se encontraba presente
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en el lugar, como as tampoco sus padres quienes estaban en Mar del Plata, supo de lo sucedido all a travs de su hermano Augusto, su novia en ese momento, Luca Campos, y otras personas que estaban all preparando una despedida de solteros. De este modo record que siendo aproximadamente las 20 horas, ingresaron en la finca mencionada, un grupo de doce o quince hombres armados, vestidos de civil, preguntando por su hermano Marcelo, y ante la respuesta de que el nombrado no estaba en el lugar, preguntaron por Susana, quien al identificarse fue llevada al piso superior de la vivienda, durante aproximadamente una hora y media o dos, tiempo en el que algunos de esos hombres comieron lo que haba en el lugar, rompieron cosas, sustrajeron otras, golpearon a su hermano Augusto y obligaron a los presentes a permanecer sentados mirando el piso. Aadi que pudo saber que el grupo de tareas que llev a cabo el operativo estuvo conformado por militares y policas; que un joven que se encontraba en la finca, pudo reconocer de entre aquellos sujetos, a un integrante de la Comisara de Haedo, al que finalmente no se pudiera identificar fehacientemente; en tanto Luca Campos, reconoci a Hctor Antonio Febrs, en una foto publicada en los diarios al tiempo de su fallecimiento, como quien permaneciera a su lado durante el allanamiento y le pegara cuando intentaba levantar la cabeza.
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La testigo as tambin relat, que las mujeres que se encontraban en el lugar pudieron escuchar cuando se inform a los miembros del grupo de tareas que haban localizado a su hermano Marcelo, lo que posiblemente sucediera cuando ste regresaba a la finca junto a ODell. Agreg que tras recibirse aquella noticia, el grupo de hombres se retir del lugar dejando a su hermano Augusto, llevndose consigo a su cuada Susana, a quien le indicaron que se llevara un abrigo porque ira a un lugar donde haca fro. Destac que uno de los presentes pidi por Susana, sealando que se encontraba embarazada, circunstancia que sus captores dijeron, ya conocer. La circunstancia de que Susana Siver se encontraba embarazada al tiempo de su secuestro, qued acreditada en el debate, en virtud de los dichos de la testigo Adriana Reinhold, quien manifestara que ella tambin estaba embarazada en aqul momento, de dos meses menos que Susana, compartiendo ambas la misma mdica, como as tambin por el certificado expedido por dicha profesional el 9 de agosto de 1983, aportado en la audiencia por la testigo (que se encuentra incorporado al debate y luce agregado a fs. 464 del legajo de actuaciones concernientes al debate) que di cuenta que Susana Siver fue examinada en dos oportunidades, la primera el 2 de junio de 1977 y la segunda el 16 de julio de 1977, encontrndose de un mes y medio y de tres meses de embarazo respectivamente. La testigo narr que en las conversaciones que mantuviera con su cuada Susana, relativas al embarazo, sta le manifest que haba dejado de militar a fin de cuidarse. El extremo referido tambin se corrobora con las constancias documentales de los legajos CONADEP nro. 3528 y 3529 que dan cuenta del estado de gravidez de Susana al tiempo de su detencin, y que dicha circunstancia fue conocida por el resto de los integrantes de la familia. Volviendo al testimonio de Adriana Reinhold interesa recordar aqu, que conforme relatara en el debate, luego del secuestro de la pareja, su hermano Marcelo se comunic telefnicamente en dos oportunidades con la familia, siendo en la segunda llamada, en la que tambin habl con Susana, dando cuenta as de que la pareja se encontraba con vida para el mes de octubre o noviembre del ao 1977.
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La testigo precis al respecto que el da 14 de agosto de 1977, en momentos en que se encontraba junto a su madre, recibieron la primera llamada de Marcelo, quien les pidi que no hicieran nada por ubicarlos, porque estaban bien. Respecto a la segunda comunicacin en la que tambin habl Susana, indic que fue para fines de octubre o principios de noviembre de 1977, oportunidad en que la pareja volvi a pedirles que no hicieran nada por hallarlos, sealando nuevamente que se encontraban bien, advirtiendo la testigo que pese a la insistencia de su hermano en que no hicieran nada por ellos, ste no estaba bien, dado que pudo escucharlo llorar. A ello se suma, que conforme describiera la testigo Reinhold, la familia luego de mucho tiempo sin tener noticias de la pareja, pudo saber del nacimiento de su sobrina en fecha cercana a la indicada por las testigos, como
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aqulla en la que se produjo el alumbramiento. En tal sentido aclar que esto fue a travs de un compaero de su padre, un abogado que tena dos hijos secuestrados que obtena datos de stos por medio de un informante, el que tambin le suministr alguna informacin de su hermano Marcelo y de Susana. Precis que para fines del mes de enero del ao 1978, el amigo de su padre lo llam a fin de felicitarlo porque era abuelo, desconociendo en dicho momento la familia, si Susana haba dado a luz un nio o una nia o el lugar en que el parto haba ocurrido. La testigo asimismo manifest que luego de aqul llamado en el ao 1978, la familia no tuvo ms noticias, hasta que en el ao 1982, luego de que su madre realizara la denuncia ante las Abuelas de Plaza de Mayo, obtuvieron la primera informacin de lo sucedido a travs de Sara Solarz de Osatinsky, ex detenida de la E.S.M.A. que estuviera con Susana en momentos previos y posteriores a su parto, y por medio de quien supieran que la joven haba dado a luz a una nia por cesrea, y que dicho parto no fue atendido por el Dr. Magnacco sino por un mdico del Hospital Naval, posiblemente el jefe de ginecologa del nosocomio. Aadi que Sara Solarz no asisti a su cuada en el Hospital Naval, lugar al que conforme tena entendido, fue trasladada por el prefecto Scheller. La testigo dijo que tambin supieron a travs de Solarz que Susana fue llevada nuevamente a la E.S.M.A. luego del parto junto con la nia. Agreg
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que ya en aqulla poca, esto es a partir del ao 1982, otras sobrevivientes de la E.S.M.A., como Graciela Daleo y Lila Pastoriza, dieron fe del nacimiento de su sobrina, debiendo remarcarse que el hecho de que la familia recibiera dicha informacin ya en el ao 1982, da cuenta de que la misma no ha sido improvisada a raz de los hechos que se juzgan, sino que se ha venido reiterando por las testigos desde entonces, en forma conteste y coincidente entre s. Al respecto pueden citarse la resea del testimonio brindado por Solarz en Ginebra el 25 de septiembre del ao 1982, obrante en el legajo CONADEP nro. 3528, que luce agregado en el legajo nro. 72, caratulado Pereyra Liliana y otros de la causa 761, donde luce el testimonio escrito de Solarz y el brindado por Mara Alicia Milia de Pirles en Madrid en el ao 1984 obrante en el legajo CONADEP 5307, entre otros, todos ellos incorporados por lectura al debate. La testigo Reinhold asimismo afirm que su cuada llamara Laura a su sobrina, y que a travs de los relatos de las sobrevivientes supo que la nia fue apodada lauchita en el centro clandestino, por ser rubia y chiquita, como as tambin que Susana permaneci con ella aproximadamente 15 das, pudiendo amamantarla, y que madre e hija fueron retiradas de la E.S.M.A. en forma separada, el mismo da, a distintas horas, indicando que la nia fue llevada en un moiss blanco. Destac que por los testimonios recabados de los sobrevivientes, se estimaba que la fecha de nacimiento de la joven fue el 15 de enero del ao 1978. Por ltimo la testigo seal que hacia pocos das que haba encontrado a su sobrina. En relacin a la permanencia de Susana y Marcelo en la E.S.M.A. y el progreso del embarazo de aqulla hasta dar a luz a su hija, result probado en el debate con los dichos contestes de sus compaeras de cautiverio que all la vieron, y dieran cuenta no solo de su estado de gravidez, sino tambin del inicio del trabajo de parto, su traslado al Hospital Naval a fin de practicrsele una cesrea y el posterior retorno de Susana a su lugar de detencin junto con su pequea nia recin nacida. Asimismo las testigos dieron cuenta de que Susana permaneci aproximadamente diez das con su hija, hasta que fue trasladada con destino incierto en el mes de febrero de 1978.
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De otra parte, de las constancias documentales del legajo CONADEP nro. 3528, surge que la joven permaneci alojada desde su arribo a la E.S.M.A. y durante dos meses aproximadamente en el sector denominado capuchita, y para mediados de octubre de 1977 fue conducida a la pieza destinada a las embarazadas. As, la testigo Lila Victoria Pastoriza, secuestrada el da 15 de junio de 1977, al prestar declaracin en el debate el 3 de agosto de 2011 manifest haber compartido cautiverio en la E.S.M.A. con la pareja. Al respecto relat que tanto Susana y Marcelo, como la deponente fueron secuestrados por el Servicio de Inteligencia Naval (S.I.N.), que tuvo contacto con Susana enseguida de su arribo al lugar, afirmando que cursaba el cuarto mes de embarazo al llegar a la E.S.M.A.; que el primer contacto lo tuvo cuando uno de los guardias la llamara
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a fin de que le realizara masajes a la joven por los calambres que sufra, recordando que en tanto la atenda pudo conversar un poco con ella, quien llorando le narr que fue secuestrada en su casa, en el marco de una reunin familiar. Respecto de Marcelo, supo que fue secuestrado junto a un amigo, Alejandro ODell, siendo que durante su cautiverio, tanto Susana como Marcelo estuvieron con la testigo en algn momento en el cuartito donde hacan el trabajo esclavo de archivo. Agreg que Susana permaneci alojada durante bastante tiempo en la ESMA, no as su marido Marcelo, quien fue sacado del lugar en un traslado individual el 9 de noviembre de 1977 (v. en tal sentido legajo CONADEP nro. 4447 y legajo de Cmara nro. 74 de esta testigo). Narr que la joven fue alojada en la sala de embarazadas, habiendo dado a luz a su hija en el mes de enero del ao 1978, por cesarea, en el Hospital Naval, conforme se lo contara a la dicente y a otras compaeras la propia Susana. La testigo remarc que el caso de Reinhold fue comentado en la E.S.M.A. porque como sucedi con la generalidad de las embarazadas, Febrs le llev un ajuar para su bebe y le hizo escribir una carta destinada a sus familiares dicindole que el beb sera entregado, pero en este caso, el ajuar que se le entreg a la joven, fue muy lindo, costoso, por lo que algunos cautivos supusieron que el beb estaba destinado a una familia especial.
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Narr que respecto del caso de Susana habl en el mes de diciembre de 1977 con el Capitn DImperio, alias Abdala, jefe del grupo del S.I.N. y encargado del caso de la testigo. Relat que como nunca le haba solicitado nada y el caso de Susana le preocupaba, dado que era muy joven, tena 21 o 22 aos de edad y no militaba polticamente, le pidi que la liberaran, recibiendo como nica respuesta de DImperio nunca ms vuelvas a pedirme algo as. Al respecto aclar que un signo de recuperacin al que se dio mucha importancia fue el de no tener una actitud solidaria con los dems, esto es, no demostrar preocupacin por los dems, como as tambin el arreglarse, dado que sus captores pensaban que las militantes no lo hacan. Aadi que luego de dar a luz a su hija, Susana fue trasladada permaneciendo desaparecida a la fecha. Por su parte, la testigo Mara Alicia Milia, quien fuera secuestrada el 28 de mayo del ao 1977 y alojada en la E.S.M.A. declar el da 2 de agosto de 2011 durante el debate, que para la Navidad del ao 1977 en la pieza de las embarazadas se encontraban Susana Siver conocida como Susi o Susanita, Liliana Pereyra, Paty Mancuso y Mara Jos Rapella. Relat que fue en esta poca que las embarazadas les regalaron a algunas compaeras de cautiverio y a la dicente, quienes tenan permitido ir a dicho cuarto, algunos presentes y una tarjeta firmada por ellas, entre la que se encuentra la firma de Susana como ellas le decan a Siver, en la que se ilustra una casa y en la que puede leerse, Detrs de cada puerta hay un sol esperndonos, exhibiendo la testigo en la audiencia un bordado que le fuera obsequiado por las jvenes, como as tambin la tarjeta a la que hiciera referencia obrante a fs. 417/8 del legajo de actuaciones concernientes al debate. Respecto al parto de Siver, afirm que ste se present con problemas, advirtindose en la E.S.M.A. que necesitara que se le realizara una cesrea, motivo por el cual fue trasladada el da 15 de enero de 1978, en ambulancia al Hospital Naval, donde dio a luz a una nia, a quien llamaba Lauchita, por ser muy pequeita, sin recordar su nombre real, destacando la testigo que pudo precisar dicha fecha, porque fue el mismo da en que en la E.S.M.A. asesinaron a Norma Arrostito.
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Tambin se cuenta con los dichos de la testigo Ana Mara Mart, quien prestara declaracin durante el debate el da 12 de septiembre de 2011, y sealara haber sido secuestrada el da 18 de marzo del ao 1977, habiendo estado cautiva en la E.S.M.A, lugar donde afirm haber visto a Susana Siver, apodada Susanita, de quien dijo que era muy joven y a quien pudo ver en el interior de la pieza de las embarazadas. Al respecto describi que Susana se descompuso en el mes de enero de 1978, en un da feriado, un domingo, en que no haba mucho personal en la E.S.M.A., motivo por el cual los guardias llamaron al represor Scheller, apodado pingino o Mariano, quien dado que Magnacco no se encontraba en el lugar, llev al otro mdico a dicha habitacin. La testigo depuso que conforme le relatara Sara Osatinsky, Susana
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fue atendida por el jefe de ginecologa del Hospital Naval, aclarando que con esto deseaba sealar que todo el mundo saba de la existencia de la pieza de embarazadas en la E.S.M.A. y que si bien no observ un documento referido a un plan sistemtico, si pudo advertir all, una prctica sistemtica. Agreg que por dichos de Osatinsky, supo que si bien Magnacco intervena en todos los partos de las mujeres cautivas en la E.S.M.A., no lo hizo en el de Siver, interviniendo otro mdico. Rese que supo por dichos de Siver, que fue trasladada a dar a luz al Hospital Naval, donde tuvo una nia por medio de una cesrea. Al respecto record que vi a Susana Siver pocas horas despus de practicrsele dicha intervencin, observndola an dormida por efecto de la anestesia. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 17 de octubre de 2011, por la testigo Sara Solarz de Osatinsky, quien estuvo cautiva en la E.S.M.A. desde el 14 de mayo de 1977 y record a Susana Siver de Reinhold, como una de las embarazadas que fue capturada junto a su marido por el S.I.N. Refiri que Siver di a luz en el mes de enero de 1978, habiendo permanecido alojada en la pieza de embarazadas desde octubre o noviembre de 1977. Respecto del parto de Susana Siver, la testigo destac que el suyo, fue un parto sin el mdico Magnacco quien se encontraba de vacaciones, siendo Scheller quien llamara al Hospital Naval, a fin de que un mdico
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gineclogo concurriera a la E.S.M.A., presentndose quien fuera, conforme le dijera Scheller, el jefe de ginecologa del Hospital Naval, de quien la testigo desconoca datos filiatorios. Agreg que luego de que el mdico examinara a Susana, dijo que deba trasladrsela al Hospital Naval a fin de practicrsele una cesrea. La testigo record que Susana regres a la E.S.M.A. casi dormida por efecto de la anestesia junto con la nia. De la resea del testimonio brindado en Ginebra, el 25 de septiembre de 1982, por la testigo Osatinsky (obrante en el legajo CONADEP nro. 3528 perteneciente a Siver), del todo conteste a sus dichos durante la audiencia de debate, surge que aquella precis que Susana Siver pudo permanecer con la nia durante once das, y que en horas previas a ser trasladada, debi escribir una carta destinada a los abuelos de la nia, a quienes conforme le dijeran, entregaran la criatura. Asimismo surge que Solarz estuvo con Siver en el momento en que la separaran de su nia, que en tanto Siver fue retirada de la E.S.M.A. alrededor de las 15 horas, la nia permaneci all hasta horas de la noche de ese mismo da, momentos en que fue llevada por un jefe de guardia apodado Pedro Bolita, siendo que horas antes, Febrs, encargado de la custodia de las embarazadas de la ESMA, y de los nios nacidos en cautiverio avis a las otras embarazadas que se llevaran a la criatura. La testigo Solarz narr en la audiencia, al igual que la testigo Milia, que para la Navidad de 1977, Susana Siver, apodada Susanita junto a otras tres embarazadas, le obsequiaron una tarjeta, un osito en cartulina, en el que al abrir sus brazos, puede leerse que reza El amor que no es todo dolor, no es todo amor, MUCHOOO!... tus hijas, en el que luce la firma de la joven como Susanita, entre otras, tarjeta que la testigo reconoci en el debate tras habrsele exhibido (la que luce agregada en copia a fs. 3 del legajo nro. 72 de la causa nro. 761 incorporado al debate, caratulado Pereyra Liliana y otros). Finalmente cabe hacer mencin, a los dichos de Beatriz Eliza Tokar de Di Tirro y Nilda Haydee Orazi Gonzlez, obrantes a fs. 1832/37 y 2051/57 respectivamente de la causa principal, que fueran incorporados por lectura al debate.
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En tal sentido, la testigo Beatriz Tokar record a Susana Siver de Reinhold, como cautiva embarazada cuyo marido tambin estuvo detenido en la E.S.M.A., pero en otro sector al de ella, en capuchita. Expres que Siver dio a luz a una nia a quien llam Lauchita entre los meses de enero y febrero de 1978, y que conforme le relatara la misma Susana, dio a luz a la beb a travs de una cesrea que se le practicara en el Hospital Naval, donde estuvo alojada en una habitacin individual, que se encontraba enrejada, donde no se le permiti tener contacto con nadie. Agreg que Susana volvi a la ESMA junto con su beb, con quien estuvo aproximadamente diez das, no recordando cuando fueron trasladadas del lugar. La testigo asimismo relat que en el caso de las embarazadas era el Prefecto Febrs, quien se encargaba de comprar la ropa para los bebs, ropa
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blanca, que se le entregaba a la madre en una caja, donde adems se acompaaba una carta que supuestamente se entregara junto con la ropa y el beb a los familiares de la madre. Por su parte la testigo Nilda Orazi aclar que si bien no asisti a los partos, vi embarazadas en la E.S.M.A. y despus de dar a luz, encontrndose entre ellas Leonor Siver de Reinhold quien diera a luz a una nia en el mes de enero de 1978, habiendo sido trasladada a tal fin al Hospital Naval. Por ltimo resta agregar que Susana Leonor Siver y Marcelo Carlos Reinhold, a la fecha, estn desaparecidos y Mara Florencia recuper su identidad.
i. Federico Cagnola Pereyra: Federico, hijo de Liliana Carmen Pereyra y de Eduardo Cagnola, naci en febrero del 1978 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 21 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all entre fines de noviembre y principios de diciembre del ao 1977, a fin de dar a luz. Dicho traslado se produjo desde el centro clandestino de detencin que funcionaba en la Agrupacin de Buzos Tcticos de la Base Naval de Mar del Plata, en el que la joven permaneca privada ilegtimamente de su libertad desde el 5 de octubre de 1977, fecha en la que fuera secuestrada de su domicilio junto a su
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compaero, Eduardo Cagnola y en la que se encontraba cursando el quinto mes de embarazo. El nio, fue arrancado de los brazos de su madre
aproximadamente entre los 5 y 10 das de haber nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo como hijo propio del matrimonio compuesto por Jos Ernesto Bacca y su esposa, Cristina Gloria Marielarena, hasta el 8 de septiembre de 2008, fecha en que se determin en virtud del estudio pericial gentico
realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand que quien fuera inscripto como Hilario Bacca era en verdad el hijo de Liliana Carmen Pereyra y Eduardo Cagnola. En efecto, la identidad de Federico, hijo de Liliana Carmen Pereyra y Eduardo Alberto Cagnola fue establecida en el marco de la causa nro. 9201/99 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 3 de esta Ciudad, caratulada NN s/supresin de identidad, que remitiera oportunamente la siguiente documentacin incorporada al debate (v. cuaderno de prueba de la causa nro. 1351, fs. 496). a) copia del resultado del anlisis de A.D.N. realizado por el B.N.D.G. obrante a fs. 246/263 de la causa nro. 9201/00 donde se determinara la identidad del joven inscripto como Hilario Bacca con el grupo familiar Pereyra-Cagnola. El 8 de septiembre de 2008, se informaron al juzgado interviniente las siguientes conclusiones: los Sres. Cagnola, Eduardo Alberto (padre alegado desaparecido) y Pereyra, Liliana Carmen (madre alegada desaparecida) tienen una probabilidad de parentalidad del 99.92% con respecto al perfil gentico obtenido de la muestra remitida e identificada como nro. 2 maquina de afeitar color verde y gris marca Schick. Esto significa que los nombrados tienen una probabilidad del 99.92% de haber sido los padres biolgicos del perfil gentico obtenido comparado con otro hombre y otra mujer tomadas de la poblacin general en forma no seleccionada b) as tambin fue remitida la partida de nacimiento obrante en dichas actuaciones, de la que surge la inscripcin del joven con el nombre de
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Hilario Bacca, como hijo propio de Jos Bacca y Cristina Gloria Marielarena. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica, y el tcnico qumico Sergio Valente, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe solo sealar que en el marco de aquellas actuaciones, con fecha 11 de mayo de 2011 se dict el procesamiento de Cristina Gloria
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Marielarena y Jos Ernesto Bacca, como coautores del delito de retencin y ocultacin de un menor de diez aos en concurso ideal con la supresin de estado civil en concurso ideal con falsedad ideolgica de instrumento pblico; declarndose extinguida la accin penal por muerte respecto a Antonio Guillermo Minicucci. Finalmente y con fecha 5 de julio de 2011, se dispuso el procesamiento de Ins Graciela Lugones (esposa del Coronel Guillermo Antonio Minicucci al tiempo de los hechos) por coautora del delito de retencin y ocultacin de un menor de diez aos (Arts. 45 y 146 CPN). Todo ello conforme surge de fs. 1139/1151 del legajo de actuaciones concernientes al debate. Debe destacarse que los padres de Federico haban sido investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Factor Varios N 16949, caratulado Paradero de Cagnola, Eduardo Alberto cuya respuesta result negativa; Mesa DS, Factor Varios, Legajo N 22837, caratulado Solicitud antecedentes referente causa 1886 Pereyra Liliana y otros s/Recurso de Habeas Corpus iniciado el 20 de marzo de 1984 y siendo la respuesta negativa; Mesa DS, Factor Varios, Legajo N 37111, caratulado Primer etapa de la planificacin general peritaje antropolgico forense en el cementerio de
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Avellaneda Pcia. de Buenos Aires; Mesa DS, Carpeta Varios N 27542, caratulado Hurto Asociacin: Madres, Familiares y Abuelas Desaparecidos Detenidos. Mar del Plata. Origen: Deleg. Icia. M. d. Plata. Fecha: 04/04/89 iniciado el 3 de abril de 1989; Mesa DS, Carpeta Varios n 12867, caratulado Solicitud de paradero de Tvez, Sixto Pastor y 4 ms; Mesa DS, Carpeta Varios n 17152, caratulado Actividades de familiares de detenidos y desaparecidos en la ciudad de Chacabuco; y Mesa DS, Carpeta Varios N 22795, caratulado Comisin Provisoria de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en Chacabuco (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Cabe agregar que el cuerpo sin vida de Liliana Carmen Pereyra fue encontrado en el cementerio de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, en el ao 1985, fecha en la cual sus restos fueron exhumados, aunque se estableci que la nombrada fue asesinada aproximadamente el 15 de julio de 1978. Por su parte, Eduardo Cagnola permanece desaparecido. Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 8 de junio de 2011 por Jorgelina Azzari de Pereyra, progenitora de Liliana Carmen Pereyra, quien relat que su hija fue secuestrada junto a su compaero Eduardo Cagnola, el da 5 de octubre de 1977 en el domicilio de la pareja, una casa de pensin ubicada en la calle Catamarca nro. 2264 de la ciudad de Mar del Plata (v. en tal sentido legajo CONADEP nro. 7286 perteneciente a Liliana Carmen Pereyra, incorporado al debate). Respecto a la actividad poltica de la pareja, indic que militaban en Montoneros. La testigo narr que el da 5 de octubre de 1977 arribaron al domicilio de los jvenes fuerzas de la Marina, pertenecientes a la Agrupacin de Buzos Tcticos de la Armada, quienes luego de tomar contacto con el encargado de la pensin, a quien se le diera la orden de actuar normalmente, aguardaron a la pareja en el lugar. Depuso que siendo las 20.30 horas, Liliana y Eduardo llegaron a la pensin, donde fueron detenidos al tiempo en que ingresaban a su habitacin, siendo trasladados desde all hasta la Escuela de Buzos Tcticos de la ciudad balnearia, lugar en que Liliana fue torturada. Destac que la joven fue trasladada de all, aproximadamente a los 15 o 20 das,
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y conducida clandestinamente a la E.S.M.A., lo que entendi, era comn que hicieran con las mujeres embarazadas; aclarando al respecto que cursaba el quinto mes de embarazo al tiempo de su secuestro. Seal que al ser trasladada a la E.S.M.A. su hija tuvo contacto con otras mujeres embarazadas, conociendo adems a Sara Solarz de Osatinsky, otra cautiva encargada de acompaar a las parturientas en ese centro clandestino, quien presenciara el nacimiento del nieto de la testigo, en el mes de febrero de 1978. Precis que no obtuvo mucha informacin en cuanto al cautiverio de su hija en la Escuela de Buzos Tcticos, ms all de lo que la propia Liliana le contara a compaeras de cautiverio en la E.S.M.A., entre ellas a Sara Solarz, que haba estado cautiva all, encerrada todo el da en una pieza de escasas
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Liliana,
dimensiones, sitio en el que haba otras embarazadas, y en el que fuera torturada delante de Eduardo, quien permaneciera detenido all, cuando Liliana fue trasladada a la E.S.M.A. La Sra. Azzari atestigu que no supo en aquella poca que su hija se encontraba viviendo en pareja con Eduardo Cagnola, como as tampoco que estaba embarazada de cinco meses, pese a haberla visto por ltima vez poco antes de su secuestro, en una reunin familiar, oportunidad en la que la testigo record haberle sealado a Liliana que la observaba hermosa pero gordita, respondiendo la joven que adelgazara para el mes de febrero. Relat que al tomar noticias de lo sucedido con los jvenes, su esposo y el padre de Eduardo viajaron a Mar del Plata, retirando sus pertenencias de la pensin, encontrando entre ellas unos escarpines, siendo Sara Solarz, quien le confirmara el embarazo de Liliana. Explic que luego asoci lo que su hija le manifestara, en cuanto a que adelgazara para el mes de febrero, con la fecha de nacimiento de su nieto, el 28 de febrero de 1978, y con el hecho de que su hija tuviera fecha probable de parto para mediados de ese mes. Respecto a lo que pudo conocer del cautiverio de Liliana en la E.S.M.A. detall que conforme le relatara Sara Solarz, quien acompaara a su hija cuando ambas estuvieron detenidas en la E.S.M.A., supo que en el parto de la joven intervino el Dr. Magnacco, y que sta di a luz en las mismas
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condiciones que las otras mujeres embarazadas all detenidas, con grilletes y capucha. Destac que su hija deseaba llamar Federico a su nieto y que tuvo referencias contradictorias de los sobrevivientes en cuanto a si Liliana pudo amamantarlo o darle una mamadera, pudiendo afirmar nicamente que el nio fue sustrado de los brazos de su madre, y dejado en un pieza, en tanto la joven era trasladada desde la E.S.M.A. a Mar del Plata, con destino a la Escuela de Buzos Tcticos, donde fuera asesinada aproximadamente a los 15 das. Agreg que, por dichos de Osatinsky, su hija tuvo al beb consigo poco tiempo. Dijo que supo tambin que en dicho centro clandestino hubo dos personas encargadas de llevarse a los bebs, Febres y Pedro Bolita, siendo que uno de ellos adems les llevaba un ajuar. Expuso que su hija junto a otras jvenes embarazadas, que compartieran cautiverio con ella en la E.S.M.A., para el 24 de diciembre de 1977 hicieron una tarjeta con un dibujo, que firmaron y luego entregaron a Sara Solarz, encargada de atenderlas en ese centro clandestino, para que sta a su vez, la entregara a sus familiares. Record que quienes firmaron tal dibujo fueron Paty Mancuso, una joven cuyo apellido probablemente era Magnone, Susana Siver y su hija. Aclar que esta tarjeta le fue entregada a la compareciente por Solarz. Al exhibrsele a la compareciente el dibujo obrante en el legajo CONADEP nro. 1967 (perteneciente a Liliana Clelia Fontana Deharbe, incorporado al debate) concretamente el folio 16, en el que figura el dibujo de un oso con sus brazos abiertos, la testigo lo reconoci como aqul al que hiciera referencia y que le entregara en copia Solarz de Osatinsky, detallando en cuanto a las firmas que all figuran, que la firma de Lili corresponda a su hija, en tanto, crea que Paty era la firma de Mancuso, de quien la testigo tuvo la versin que haba sido tambin trasladada a la E.S.M.A. desde Buzos Tcticos, en tanto las dos firmas restantes pertenecan a Mara Jos Magnone, de quien dudaba que el apellido fuera correcto y Susana Leonor Siver de Reinhold.
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Coment que Solarz entreg dicho dibujo cuando las Abuelas, ya en los aos 1980, tratando de recabar informacin, viajaron a Suiza a fin de entrevistarse con sobrevivientes de la E.S.M.A. La madre de Liliana, Jorgelina Azzari de Pereyra, relat en la audiencia que tom conocimiento de que su hija haba sido asesinada en el Paraje Barranca de los Lobos, cercano a Mar del Plata junto a otros secuestrados, lugar que dijo, figuraba en su certificado de defuncin (v. partida agregada al legajo nro. 7286, que indica como causa del deceso herida de bala de escopeta en la cabeza). Destac que posee dos certificados de defuncin de su hija, uno en el que figura que el deceso habra acaecido en el mes de abril y otro el 15 de junio del ao 1978 con sus huellas digitales, desconociendo la testigo la fecha real en que se di muerte a la joven, pudiendo afirmar que fue
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asesinada. Aclar que los restos de su hija fueron encontrados en un cementerio de Mar del Plata, junto a otros dos cuerpos, todos ellos identificados como N.N., logrando verificarse mediante la exhumacin de los cuerpos, que se realizara el 9 de marzo de 1985, y posterior estudio que uno de ellos perteneca a su hija, el otro al joven Fonseca y el tercero, a la hija de la Sra. de Torres. Indic que uno de los miembros del equipo de antropologa forense que realizara el peritaje en cuestin, declar en el Juicio a las Juntas, en relacin a la muerte de su hija, que a la joven la mataron de cerca, con una Itaka; como as tambin que aqulla haba dado a luz de manera natural. Mencion que supo que en el transcurso del mes de abril, cuatro o diez jvenes fueron trasladados a Barranca de los Lobos, lugar donde fueron asesinados. En tal sentido, en el legajo nro. 72 caratulado Pereyra Liliana y otros, obra el informe realizado sobre el esqueleto exhumado de la fosa nro. 672 del cementerio Parque de la ciudad de Mar del Plata el 9/3/85. Dicho estudio fue realizado bajo la direccin del Dr. Clyde Snow, quien con fecha 29 de marzo de 1985 inform que arrib, entre otras, a las siguientes conclusiones: 1) La presencia de surco preauricular sobre los dos huesos innomitantes, indica que habra dado a luz a por lo menos un nio al momento de su muerte; 2) la
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muerte fue causada por una herida de bala de escopeta en la cabeza y a poca distancia. Restos de postas de tamao considerable fueron encontradas con los restos humanos. Las mismas son coincidentes con 00 Buckshot, similares a las que usaba la Polica y las Fuerzas Armadas Argentinas, fabricadas por la empresa norteamericana ITHACA ARMS COMPANY de los E.E.U.U.; 3) en base a las pruebas dentales y comparaciones de rayos X pre-morten y postmorten los restos humanos son identificados positivamente como de Liliana Carmen Pereyra. As tambin se precis que la pelvis presentaba signos claros de parto natural. La Sra. Azzari destac tambin en el marco de su declaracin brindada en el debate, el vnculo de su nieto con el represor Minicucci, (de quien la testigo dijo no recordar nombre de pila ni arma a la que perteneca, pero que resultara ser Antonio Guillermo Minicucci, Capitn del Ejrcito, conforme la certificacin de la causa nro. 2230 registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 10, Secretara N 20 caratulada Marielarena, Cristina y otros s/supresin del estado civil de un menor) quien fuera el padrino del joven, siendo la esposa de ste a travs de quienes recibieran a su nieto, dado que era conocida de la apropiadora del joven. Es del caso recordar aqu lo narrado por la abuela del joven, Jorgelina Azzari, en cuanto que su nieto, hoy integrado a su familia, no se present espontneamente a la agrupacin Abuelas sino que los estudios genticos fueron realizados sobre muestras obtenidas en un allanamiento. La circunstancia de que Liliana Pereyra se encontraba embarazada al tiempo de su secuestro, qued acreditada en el debate, no solo con los dichos de la testigo Azzari, sino tambin con las constancias documentales del legajo CONADEP nro. 7286 ya referido y las declaraciones contestes de las compaeras de cautiverio de la joven, quienes la vieran en la E.S.M.A., dando cuenta no solo de su estado avanzado de gravidez, sino tambin de su parto. As, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, en la audiencia del 17 de octubre de 2011, record a Liliana Pereyra como una de las jvenes embarazadas que firmara la tarjeta que ilustra un oso con sus manos abiertas (la que le fue exhibida en la audiencia y reconocida por la testigo). Al respecto detall que Liliana lleg a la E.S.M.A. junto a otra embarazada, Patricia
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Mancuso, habiendo sido trasladadas ambas en forma conjunta de la base de Buzos Tcticos en Mar del Plata, siendo alojadas en la pieza de embarazadas en el mes de septiembre u octubre. Relat que supo que Liliana durante su cautiverio fue torturada ante su esposo, con el objeto de lograr que ste hablara. La testigo detall que presenci cuando Liliana dio a luz en el mes de febrero de 1978, que el beb haba sido varn y que en el parto intervino el Dr. Magnacco. Por su parte, la testigo Mara Alicia Milia, tambin record en la audiencia del 2 de agosto de 2011, que para la Navidad del ao 1977 en la pieza de embarazadas, que daba hacia la Av. del Libertador, se encontraban Liliana Pereyra, apodada Lili junto a Susana Siver, Paty Mancuso y Mara Jos
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Rapella, todas ellas, embarazadas. Detall que para fines del mes de diciembre del ao 1977, Liliana Pereyra y Paty Mancuso arribaron a la E.S.M.A., habiendo sido trasladadas desde la Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata. Destac que ambas jvenes tuvieron partos normales, en el transcurso del ao 1978, especificando que Liliana dio a luz a un varn a mediados del mes de febrero. Tal como se researa al analizar el caso de la hija de Susana Siver de Reinhold, la testigo exhibi en la audiencia una tarjeta donde se ilustra una casa, que le fuera obsequiada por las embarazadas en la Navidad de 1977, tarjeta en la que se observa la firma de Lily correspondiente a Liliana Pereyra, junto a las de Paty, Susana, y Ma. Jos (agregada a fs. 417/8 del legajo de actuaciones concernientes al debate y se encuentra incorporada al debate). Cabe sealar que en el testimonio que Milia prestara en Madrid en el ao 1984 (incorporado por lectura), tambin hizo mencin a Liliana Pereyra, su llegada a la E.S.M.A. desde la Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata, el trato que la joven le contara haber sufrido all, su estado de gravidez y parto en febrero de 1978. All precis tambin que inmediatamente luego del parto, Liliana fue trasladada de la E.S.M.A. sin su hijo, indicando que la fueron a buscar desde Mar del Plata.
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La testigo Ana Mara Mart (quien declarara en el marco del presente juicio con fecha 12 de septiembre de 2011) record haber conocido durante su cautiverio en la E.S.M.A. a Liliana Pereyra, a quien observ en la pieza destinada a las embarazadas, ubicada en capucha. Detall que Pereyra, al igual que Susana Pegoraro, fueron trasladadas a la E.S.M.A. desde la ciudad de Mar del Plata, relatndole ambas en forma coincidente que en aqul lugar de cautiverio observaron a muchas personas detenidas, precisando Liliana, que fue alojada en una celda pequea, donde deban doblar los colchones al levantarse, para sentarse en una silla, ubicada contra la pared. Precis que Liliana Pereyra arrib a la E.S.M.A. junto a Paty, dando a luz a un varn en el mes de febrero del ao 1978, tomando noticia la testigo, de que el cadver de Liliana fue hallado en el ao 1985, habiendo sido asesinada meses despus de ser retirada de la E.S.M.A. Luce a fs. 5/6 del legajo CONADEP nro. 7286, como as tambin a fs. 1272/3 de la causa nro. 1351, la presentacin conjunta que las testigos Mart y Solarz, realizaran ante la Comisin de Derechos del Hombre de la Organizacin de Naciones Unidas, de agosto de 1983 en Ginebra (que fuera incorporada al debate), realizada, conforme all surge, sobre la base de lo declarado por ellas en el ao 1979 en la Asamblea Nacional Francesa y la Comisin, oportunidad en que aqullas denunciaran haber visto entre las mujeres embarazadas, secuestradas en la E.S.M.A., a Liliana Pereyra. En dicha presentacin, en un todo conteste con sus dichos en el debate, Mart y Solarz sealaron haber reconocido a la joven Pereyra en una fotografa que les fuera exhibida en el ao 1982, e hicieron referencia a su avanzado estado de gravidez, como as tambin al deseo de la joven de que su hijo al nacer fuera entregado a su madre. Agregaron que pocos das despus del parto, personal de la base de Buzos Tcticos de Mar del Plata retir a Liliana a la E.S.M.A. sin el nio, quien permaneci un da en la pieza sin su madre, hasta que El Sub Prefecto Febres, acompaado por Pedro Bolita se lo llevaran de all. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 3 de agosto de 2011 por Lila Victoria Pastoriza quien tambin
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identific a Liliana Pereyra como una de las jvenes embarazadas que diera a luz en la E.S.M.A. en los primeros meses de 1978 y fuera all desde la ciudad de Mar del Plata, al igual que Patricia Mancuso. Por su parte Miriam Liliana Lewin al prestar declaracin en el debate el 2 de agosto de 2011, record que una vez que fuera trasladada a la E.S.M.A., al permitrsele ir al bao del tercer piso, con su tabique ligeramente levantado para no caerse, pudo observar para su sorpresa y por nica vez, junto a quien luego pudiera identificar como Alicia Alfonsn de Cabandi, quien tena a su beb en brazos, a una joven con un embarazo notorio, posiblemente de ms de seis meses de curso, a la que describiera como morena, de cabello largo y de quien dijera utilizaba, un pauelo atado a modo de vincha. Explic que luego pudo identificar, en los primeros aos de
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democracia, a aquella joven como Liliana Pereyra, quien luca tambin, en la foto que se le exhibiera, un pauelo atado de igual manera. Atestigu tambin, que luego supo que otra cautiva, Elisa Tokar, tuvo autorizacin para acompaar a las embarazadas que se encontraban en la E.S.M.A. Cabe hacer mencin aqu, a los dichos de Beatriz Elisa Tokar de Di Tirro y Nilda Haydee Orazi Gonzlez, obrantes a fs. 1832/37 y 2051/57 respectivamente de la causa principal, que fueran incorporados por lectura al debate. En tal sentido, la testigo Beatriz Tokar record que a principios de noviembre de 1977 ingresaron dos jvenes en la E.S.M.A., ambas embarazadas, Liliana Pereyra, alias Lili y Elizabeth Mancuso, conocida con el apodo de Patty. Por su parte la testigo Nilda Orazi aclar que si bien no asisti a los partos, vio embarazadas en la E.S.M.A. y despus de dar a luz, entre ellas, Liliana Pereyra, quien fuera trasladada desde Buzos Tcticos de Mar del Plata, y diera a luz a un varn en febrero del 1978.
La testigo, Marta Remedios lvarez, relat en la audiencia del 3 de agosto de 2011, que fue secuestrada el 26 de junio del ao 1976 y trasladada a la E.S.M.A., lugar donde permaneci cautiva. Declar que al ser secuestrada se encontraba recientemente embarazada, dando a luz a su hijo en cautiverio en
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marzo de 1977, siendo trasladada para ello al Hospital Naval, donde se le practic una cesrea. Indic que en el mes de junio de 1977 su hijo fue entregado a su progenitora en tanto la testigo permaneci cautiva, no obstante lo cual, y en forma espordica se le permitieron visitas familiares en que pudo ver al nio. Manifest que una embarazada con quien habl durante su cautiverio en la E.S.M.A., fue Liliana Pereyra, quien se le acercara al saber que lvarez haba dado a luz en cautiverio, queriendo confirmar si tena contacto con el nio. Aadi que conforme le relatara Pereyra haba sido trasladada all desde la ciudad de Mar del Plata. Por ltimo resta agregar que el cuerpo sin vida de Liliana Carmen Pereyra fue encontrado en el cementerio de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, en el ao 1985, fecha en la cual sus restos fueron exhumados, aunque se estableci que la nombrada fue asesinada aproximadamente el 15 de julio de 1978, mientras que Eduardo Cagnola permanece desaparecido y Federico recuper su identidad.
j. Juan Cabandi Alfonsn: Juan, hijo de Alicia Elena Alfonsn y de Damin Abel Cabandi, naci aproximadamente a mediados del mes de marzo del ao 1978 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 16 aos de edad, fue clandestinamente trasladada all a fin de dar a luz. Dicho traslado, ocurrido en el mes de diciembre de 1977 se produjo desde el centro clandestino de detencin del circuito denominado A. B. O. denominado el Banco, donde la joven se encontraba ilegtimamente privada de su libertad desde el 23 de noviembre de 1977. El nio, fue arrancado de los brazos de su madre
aproximadamente a los 15 das de haber nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores, y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenido y oculto por Luis Antonio Falco, quien se encontraba casado con Teresa Perrone Mackinze, los cuales simularon detentar el carcter de padres biolgicos del nio, sustituyndole su identidad, hasta el 26 de enero de 2004, fecha en que la victima fuera notificado del resultado del examen
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pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand. As las cosas, a raz del examen de sangre realizado en el B.N.D.G. (agregado a fs. 727/739 de la causa nro. 10.906/97 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 1, Secretara nro. 2 de esta Ciudad, caratulada Falco, Lus Antonio s/supresin del estado civil), se determin con fecha 23 de enero de 2004 que no haba podido ser excluido del vnculo biolgico paterno-materno alegado entre el joven Mariano Andrs Falco y los grupos familiares Cabandi Noguera (rama paterna) y AlfonsnGrandi (rama materna), determinndose que con respecto a sus padres alegados desaparecidos la probabilidad de paternidad es del 99,98% y de maternidad del 99;5%.
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Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos y la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, las cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Finalmente cabe hacer mencin a los hechos que se tuvieran por probados en la sentencia dictada con fecha 17 de mayo de 2011 en el marco de la causa nro. 10.906/97 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 2 de esta ciudad, en la que se condenara a Luis Antonio Falco por considerarlo autor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de 10 aos, en concurso real con el de alteracin de estado civil en concurso ideal este ltimo, con el de falsedad ideolgica de documentos pblicos puntualmente de un certificado y un acta de nacimiento- a la pena de 18 aos de prisin , segn los hechos que tuvieran lugar cuanto menos, desde el 4 de abril de 1978, tomndose como fecha de conclusin de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos el da 26 de enero de 2004.
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En aquella causa, Teresa Perrone Mackinze, esposa de Falco, fue sobreseda. Conforme surge de aquella sentencia se tuvo por acreditado: a) el secuestro de Alicia y Damin mientras esperaban un hijo; b) el cautiverio de Alicia y el parto de Juan Cabandi Alfonsn en la E.S.M.A., el que ocurri en el mes de marzo de 1978; c) la apropiacin de Juan Cabandi Alfonsn por parte de Luis Antonio Falco, quien con fecha 4 de abril de 1978 lo llev al hogar que conformaba con Teresa Perrone y su hija Vanina Falco, d) que el joven fue inscripto el 5 de abril de 1978 en la delegacin del registro civil que funcionaba entonces en el Hospital Penna de esta ciudad, por Luis Antonio Falco, como hijo biolgico suyo y de su esposa Teresa Perrone, nacido el da anterior, a las 20 horas, con intervencin de la obsttrica Alicia Yolanda Britos (confr. acta y certificado de nacimiento obrantes a fs. 935 y 936 de la causa de mencin, los que fueran incorporados al debate). La sentencia de marras, fue parcialmente confirmada por la Sala II de la Cmara del fuero, la que con fecha 18 de octubre de 2011, redujo la pena impuesta a Luis Falco, a la de catorce aos de prisin, por considerarlo autor de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, en concurso real con el de falsedad ideolgica de documentos pblicos. Cabe destacar que Alicia Elena Alfonsn haba sido investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 14856, caratulado Solicitud de paradero de Leonardo Susana de Nievas y otros iniciado el 18 de agosto de 1979, siendo que el legajo se cerr con respuesta negativa, fechado el 28 de diciembre de 1979; y Mesa DS Varios N 15839, caratulado Solicitud de paradero Quintela Dallasta Silvia Mnica siendo que el legajo se cerr con respuesta negativa un memo fecha del 28 de diciembre de 1979 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta, la declaracin brindada en el debate el 23 de agosto de 2011, por Juan Cabandi Alfonsn, quien relatara que conforme pudo reconstruir, sus padres fueron secuestrados el 23 de noviembre del ao 1977, poca en que la organizacin poltica a la que
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pertenecan haba tomado la decisin de pasar a la clandestinidad, por lo que la pareja haba decidido apartarse del lugar en que vivan. Remarc el testigo que sus padres eran muy jvenes, y que a la fecha de su secuestro ya tenan un ao de casados y vivan en la calle Sols al 800 de esta ciudad. Dijo que el primero en ser capturado fue Damin, su padre, al salir de su trabajo en la empresa estatal ENTEL, y luego, ese mismo da, en horas de tarde o noche, lo fue su madre, tras ser interceptada en la calle Sols por vehculos no identificados, al tiempo en que regresaba de un almacn cercano, todo lo cual fue visto y relatado al testigo por una vecina, con quien pudo hablar luego de recuperar su identidad en el ao 2004, quien le relat que desde su vivienda escuch gritos y al mirar por la ventana pudo ver lo que pasaba, pudiendo escuchar tambin el estallido o golpe en el piso de frascos de vidrio de yogur
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que haba comprado su madre, quien fue introducida en un vehculo. Relat que tambin supo que horas despus de la captura de su progenitora, otras personas o las mismas que participaron en la aprehensin volvieron al departamento de la pareja, sustrayendo sus pertenencias, incluso la ropa que su madre haba hecho o comprado al testigo. En torno a la actividad poltica de sus padres, dijo que conforme los testimonios recabados, stos realizaron pintadas, siendo su padre el ms activo, dado que su madre, si bien era militante, compartiendo ideales buscados y actividad poltica, estuvo ms orientada al trabajo social en barrios carenciados. Precis que su padre en primer lugar perteneci a la Unin de Estudiantes Secundarios de la Capital Federal (UES) y luego milit en una Unidad Bsica, antes del golpe de estado, que perteneca a Montoneros, de nombre Beto Simona y por aqul tiempo, luego de pasar a la clandestinidad, conoci a su madre en un club social, el Club Colegiales, donde comenzaron a llevar a cabo su actividad poltica social en la villa General Mitre, la ms grande de Buenos Aires, ubicada en Colegiales. Explic que lo que pudo recopilar de sus padres, detalles de su secuestro y cautiverio fue a travs de testimonios de personas que tuvieron vnculo con ellos, investigaciones realizadas por Abuelas de Plaza de Mayo y la CONADEP.
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La identidad del hijo de Alicia Elena Alfonsn y de Damin Abel Cabandi, fue establecida luego de que el joven se acercara a Abuelas de Plaza de Mayo en el ao 2003. En tal sentido el propio Juan Cabandi Alfonsn relat que supo que era hijo de Damin Cabandi y Alicia Alfonsn el da 26 de enero del ao 2004, al tomar noticia del resultado del estudio de A.D.N. que se realizara en el Hospital Durand, luego de que se acercara a la agrupacin Abuelas a mediados del ao 2003 en virtud de las dudas que tuvo en relacin a su filiacin, surgidas en torno a su fecha de nacimiento y el maltrato que sufriera por parte de quien se dijera su padre, circunstancias por las que sospech que poda ser hijo de desaparecidos. Manifest al respecto que otra circunstancia que lo hiciera dudar en torno a su filiacin, fue la estrecha relacin que su apropiador, Luis Falco, tena con el Subcomisario Miara, apropiador de los mellizos Reggiardo Tolosa. Indic que el nombre falso con el que fue inscripto, fue el de Mariano Andrs Falco, siendo su apropiadora Teresa Perrone, esposa de Falco. A Falco lo describi como violento y autoritario, que ejerci violencia fsica y verbal hacia el testigo, atribuyendo tal comportamiento, en parte, a la formacin que tuvo en la Polica Federal Argentina, fuerza de la que fue miembro, integrando el cuerpo de inteligencia. Agreg que tanto el padre como el hermano de Falco fueron miembros de la polica, por lo que se trataba de un familia con pertenencia a esa fuerza de seguridad. Manifest que su caso, fue otro como el de muchos, en que la familia Falco Perrone tratando de satisfacer una ausencia y haciendo uso de la autoridad, se apropi de un menor. Explic al respecto que, luego de perder un beb con su esposa y dado que solo tena una hija biolgica, de nombre Vanina, tuvo la necesidad de completar su familia, conformando una familia tipo, tomando as la decisin de apropiarse de un beb nacido en un centro clandestino, lo que le fue posible en virtud de la autoridad e impunidad con la que contaba en aqul entonces. Depuso que a raz de la informacin que logr colectar, entenda que el vnculo de Falco con Miara, fue lo que le permiti al primero apropiarse de l tras su nacimiento en la E.S.M.A., en el ao 1978, dado que si bien
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ninguno de los dos ocup una alta jerarqua en la fuerza, Miara fue un miembro de la polica con mucha actividad represiva, lo que le permiti apropiarse de los mellizos Reggiardo Tolosa. Indic que Miara actu en el Club Atltico, centro clandestino de detencin que perteneca a la P.F.A., y donde supo, sus padres compartieron cautiverio tras ser secuestrados el 23 de noviembre de 1977, hasta ser trasladados al centro denominado El Banco, lugar donde fueron separados, tras ser llevada su madre a la E.S.M.A. Relat que desde nios, tanto el testigo como Vanina Falco, tuvieron una estrecha relacin con los mellizos Reggiardo Tolosa, habiendo compartido cumpleaos, vacaciones, reuniones, llamado tos a Miara y su mujer y primos a los mellizos. Record que al hacer pblico el caso de los jvenes, en un primer momento se le dijo que todo se trataba de un error, y
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aos ms tarde, luego de la detencin de Miara y su mujer, que stos haban realizado una gran obra de amor respecto de los mellizos, quienes al nacer eran muy flaquitos. Respecto a su nacimiento, seal que supo que acaeci en la E.S.M.A., en una de las salas de capucha, donde estaban alojadas las embarazadas. Dijo que en el parto intervinieron Sara Osatinsky y el Dr. Magnacco, y que dentro del sistema de mentiras orquestado, su madre fue engaada cuando se le hizo escribir una carta a sus abuelos a fin de ser entregado con ella a la familia, lo que indic le fue relatado por Elisa Tokar, una sobreviviente de la E.S.M.A., que estuviera muy cerca de su madre durante su cautiverio. Expuso que a travs de los testimonios de las sobrevivientes, supo de la felicidad de su madre con su nacimiento, que lo nombr Juan dado que quera que fuera un hombre simple; y que dentro del contexto de tanto dolor y sufrimiento para todos los detenidos de la E.S.M.A., su nacimiento fue una alegra. Aadi que conforme los relatos que recab, su madre estaba esperanzada, dado que crea que por su corta edad sera liberada y porque le haban dicho que se encontrara con su padre luego de su nacimiento, en alguna provincia, en una crcel o predio, y que en los quince o veinte das que pudieron estar juntos, su madre lo tuvo siempre en brazos, siendo el testigo
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uno de los recin nacidos que ms tiempo permaneci con su madre, hasta ser definitivamente separados por un hombre apodado Pedro Bolita. As, en el legajo CONADEP nro. 3479 de Alicia Elena Alfonsn de Cabandi, incorporado al debate, surge la denuncia de su secuestro el 23 de noviembre de 1977, en la calle Sols 688/670, 7 piso dpto. 30 de esta ciudad, tiempo en el que cursaba un embarazo avanzado. Se consign en aquella denuncia que conforme relataran los testigos, la joven fue interceptada cuando regresaba de un almacn cercano, llevando dos botellas de vidrio (tal como le relatara la vecina aos despus al joven Cabandi) y antes de ingresar a su vivienda, por un grupo de 10 hombres armados vestidos de civil, que la ingresaron a los golpes en un camin. Dicha denuncia fue realizada por la Sra. Yole Elena Opezzo (madre de Damin y suegra de Alicia Alfonsn de Cabandi). En relacin al traslado de Alicia a la E.S.M.A., su permanencia all en tanto su embarazo progresaba hasta dar a luz a su hijo, result probado en el debate con los dichos contestes de sus compaeras de cautiverio que all la vieron, y dieran cuenta de su estado de gravidez y parto, as como de su permanencia por escasos das en el centro clandestino junto a su beb, hasta que fuera trasladada con destino incierto, siendo separada definitivamente de su hijo. De otra parte, cabe recordar que en el marco de la causa nro. 13/84 se trat el caso nro. 402 relativo a Alicia Elena Alfonsn de Cabandi, respecto del que se tuvo por probado que el 23 de noviembre de 1977, en horas de la noche, Alicia fue privada de su libertad, en el domicilio de la calle Sols nro. 688, piso 7, dpto. 30 de Capital Federal por un grupo armado de personas, valorndose para ello los dichos de la madre de la joven, que denunci que aquella se encontraba con un embarazo muy avanzado. As tambin se tuvo por probado en aquella sentencia, el cautiverio de Alicia Alfonsn en la E.S.M.A. a travs de los testimonios concluyentes de Miriam Lewin entre otros, quienes dijeron haber visto a la joven embarazada, que sta luego dio a luz un hijo al que llam Juan, y que madre e hijo ya no fueron vistos en el lugar, poco tiempo despus de ocurrido el nacimiento.
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De la prueba recaba en el marco del presente debate se valoraron los dichos de la testigo Miriam Liliana Lewin, quien al prestar declaracin en el debate el 2 de agosto de 2011, manifest que luego de ser trasladada a la E.S.M.A. en marzo de 1978, al ser llevada al bao se le permiti levantar su tabique a fin de que no se cayera, pudiendo observar para su sorpresa que en el pasillo que conduca hacia el bao, haba una chica bajita de pelo castao o rubio, piel blanca, muy bonita, vestida con un camisn azul largo que le llegaba hasta los pies, con sus pechos y vientre hinchados, como si recientemente hubiera dado a luz, con un beb en brazos. Agreg que dicho beb era un recin nacido, rubio, chiquito, y que luego se enter que a dicha joven a quien le decan Beb se trataba de Alicia Alfonsn de Cabandi. Record que aquella situacin le result chocante, el ver una mujer
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con un beb en brazos, ensendoselo a otras mujeres, entre quienes pudo ver a otra joven embarazada, que luego reconociera como Liliana Pereyra. Precis que vi a Alicia y a Liliana Pereyra en aquella nica oportunidad en que fuera llevada al bao, lo que debi ocurrir no ms all del 30 de marzo de 1978, pudiendo precisar slo que fue en los primeros das de su cautiverio en la E.S.M.A. Indic tambin la testigo que supo que Elisa Tokar fue una cautiva que tuvo autorizacin para acompaar a las embarazadas que se encontraban en la E.S.M.A. y que a dicho centro clandestino concurri Minicucci, a quien aclar, no vio personalmente. La testigo Sara Solarz de Osatinsky, al deponer en el debate el da 17 de octubre de 2011, record que durante su cautiverio en la E.S.M.A., conoci a Alicia Alfonsn de Cabandi, joven embarazada trasladada all desde el centro clandestino de detencin denominado el Banco, que si bien tena su pelo rapado, le cont a la testigo que antes de su secuestro lo tena muy largo. Puntualiz que la joven di a luz en el mes de marzo del ao 1978, a un varn a quien llam Juan, parto en el que prest colaboracin y que fuera llevado a cabo por el mdico Magnacco. Refiri que Alicia le cont que durante su cautiverio previo a la E.S.M.A. un represor a quien le decan Coronel le dijo que su marido sera trasladado al sur de la Argentina y que luego de que ella diera a luz, tambin
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ella ira all con su beb a fin de que le cambiaran sus ideas en aqul lugar, agregando que posteriormente Minicucci fue a ver a Alicia a la E.S.M.A. y le manifest que lo de su viaje al sur era una mentira, y que luego del parto sera trasladada pero sin su beb. Por su parte la testigo Ana Mara Mart, quien prestara declaracin durante el debate el da 12 de septiembre de 2011, seal haber visto en la segunda pieza de embarazadas, orientada hacia la Av. del Libertador, a la joven Alicia Alfonsn de Cabandi, apodada Beb junto a Patricia Mancuso, apodada Paty, quien quedara sola en aquella habitacin luego del parto y traslado de Alicia. Narr que Alicia Alfonsn era muy joven, de 16 o 17 aos, tena poco pelo dado que la haban rapado en el Banco, centro clandestino del que provena, y fuera trasladada a la E.S.M.A. a fines del ao 1977 o principios de 1978. Record que la joven le cont que sus padres estaban separados, que su madre era enfermera y que fue secuestrada junto a su esposo, siendo ambos alojados en el Banco, centro clandestino de donde su marido fue trasladado junto a treinta personas ms, con destino a un centro de recuperacin, conforme le dijera a Alicia, un alto jefe de aqul centro, a quien le decan el Coronel. Agreg, en forma conteste a los dichos de Solarz, que conforme dijera la joven, se le indic en aqul centro clandestino de detencin, que luego de que diera a luz, sera llevada junto al beb a ese mismo centro de recuperacin donde estaba su esposo. Al igual que Solarz, tambin record que Minicucci, a quien le decan Rolando, (siendo ste el Mayor Guillermo Antonio Minicucci el cual se desempe como Jefe de los centros clandestinos de detencin conocidos como Atltico, Banco y Olimpo, o ms conocido como Circuito ABO), iba a ver a la joven Alfonsn, afirmando la testigo Mart haberlo visto en la pieza de las embarazadas. Relat que Alicia les cont que Minicucci le haba dicho que su beb sera entregado a su familia, a lo que ella le haba contestado que un Coronel le haba dicho otra cosa, que los dos iran junto al padre del nio, lo que le fue negado por Minicucci. Precis que Alicia di a luz a un varn en el mes de marzo del ao 1978, Juan Cabandi, quien permaneci junto a su madre un poco ms de
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tiempo que el promedio de los nios all nacidos, en aquella pieza que daba a la Av. del Libertador. Manifest que Alicia fue retirada una maana de la E.S.M.A. sin su nio por el Subprefecto Febrs, dejando a Juan en el lugar junto a una carta que haba escrito su madre, siendo retirado el beb esa noche por Pedro Bolita. El testimonio conjunto brindado por las testigos Mart y Solarz ante la Comisin Nacional Sobre la Desaparicin de Personas, realizado sobre la base del testimonio prestado el 12 de octubre de 1979 ante la Asamblea Nacional Francesa (obrante en el legajo CONADEP nro. 3479 perteneciente a Alfonsn) es conteste con los dichos brindados durante la audiencia de debate. Precisaron que pudieron identificar en el mes de marzo de 1984, de una fotografa que se le tomara poco tiempo antes de su secuestro a una de
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las jvenes embarazadas que conocieran en la E.S.M.A. con el apodo de Beb, como Alicia Elena Alfonsn de Cabandi. Indicaron al respecto que Alicia fue trasladada a la E.S.M.A. hacia fines de 1977, pocos das despus de la Navidad y alojada all en una piecita destinada a las embarazadas. Relataron que conforme los dichos de Alicia fue secuestrada por fuerzas del Ejrcito en el mes de noviembre de 1977 y conducida al campo de concentracin denominado el Banco, donde estaba tambin secuestrado su esposo, Damin Cabandi. Expusieron que Alicia comparti la pieza de las embarazadas de la E.S.M.A. con Susana Siver, Liliana Pereyra, Paty y Cristina Greco. Sealaron tambin, que das antes de dar a luz, Alicia fue entrevistada por el Mayor Minicucci, jefe del C.C.D. El Banco quien le dijo que sera trasladada junto a su esposo sin el nio, lo que la llen de desesperacin. Sostuvieron que la joven fue retirada de la E.S.M.A. luego de 15 das de dar a luz, oportunidad en que fue separada del nio, quien qued all junto a Paty en la pieza de embarazada, hasta ser retirado por Pedro Bolita. Refuerza el plexo probatorio, el testimonio brindado en la audiencia del 2 de agosto de 2011 por la testigo Mara Alicia Milia, quien declar que Alfonsn de Cabandi, a quien describi como una joven rubia,
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muy delgada y de vientre prominente, de pelo rapado, apodada beb, fue llevada a la E.S.M.A. desde el Banco, dando a luz en la E.S.MA. Indic que Alicia le relat que al ser llevada a la E.S.M.A., luego de la Navidad de 1977, le dijeron que sera trasladada a un campo de recuperacin, pero que en una entrevista que aquella tuviera con Minicucci, ste le dijo que eso no ocurrira, que se hiciera a la idea de que no se iba a quedar con el beb, indicando la testigo que no presenci el parto de aqulla, pero que si vi a su hijo, a quien la joven llam Juan. Rese que crea que antes del parto de Alicia Alfonsn de Cabandi, el cuarto de embarazadas que daba a Lugones fue cerrado, siendo stas trasladadas a otra pieza, que tena una ventana que daba a la Av. del Libertador. Agreg que fue en aqulla poca en que las embarazadas, entre las que estaba Alicia, les dieron a las cautivas recuerdos, obsequindole a la testigo un bordado que exhibi en la audiencia. Especific que Minicucci concurri en reiteradas oportunidades a la E.S.M.A. y visit la pieza de embarazadas. Cabe sealar aqu, que en el testimonio que prestara la testigo Milia de Pirles en Madrid, en 1984, incorporado al debate, tambin se refiri a la joven que conociera como Beb de quien seal fue trasladada en diciembre de 1977 desde El Banco, lugar desde el que, conforme supiera la joven, su esposo fue trasladado junto a un grupo de alrededor de 30 prisioneros que all se encontraban. En aqulla oportunidad, la testigo Milia hizo referencia a aquel encuentro de Alicia con un sujeto que se presentara como Coronel del Ejrcito y a las visitas que la joven recibiera por parte de uno de los jefes de la patota de El Banco, el Mayor Minicucci, alias Rolando. Precis que all Alfonsn di a luz a un varn en marzo de 1978 y fue trasladada en los primeros das de abril sin el nio. Al igual que la testigo Mart, Milia record en aqul testimonio, que Beb le cont que sus padres estaban separados y su madre era enfermera. Por su parte la testigo Lila Victoria Pastoriza, record al prestar declaracin en el debate el 3 de agosto de 2011, entre las cautivas embarazadas que viera en la E.S.M.A. en el ao 1978, a una joven de muy corta edad, a quien
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apodaron Beb, que fue llevada a la ESMA desde el centro clandestino llamado El Banco por un sujeto del ejrcito, conocido como Rolando, que era Minicucci. Agreg que una vez en libertad, ms precisamente durante el Juicio a las Juntas, supo que la joven se trataba de Alicia Alfonsn de Cabandi, quien diera a luz a un varn, parto que la testigo ubic en marzo de 1978. Dijo que la joven luego fue trasladada, creyendo al respecto que fue Minicucci quien la retir de la E.S.M.A. La testigo describi en relacin a las actividades que realizaban las embarazadas alojadas en la pieza que tenan asignada las embarazadas, que hacan manualidades y tejan, precisando que algunas compaeras de cautiverio como Elisa Tokar, Amalia Larralde, Solarz de Osatinski, y otras con acceso a dicho cuarto les llevaban a las jvenes manualidades y cosas para
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hacer, extremo que se corrobora con los dichos de las restantes sobrevivientes de aqul centro clandestino. Cabe recordar aqu los dichos del testigo Juan Alberto Gaspari, quien al prestar declaracin el 26 de septiembre de 2011, record tras drsele lectura a su declaracin prestada en la Embajada Argentina en Berna, el 21 de enero de 1988, a una joven que le diera una muequita fabricada con sus manos en momentos de ocio, joven conocida como Beb, de corta edad. Precis que a la fecha conservaba tal obsequio que le permitiera recordarla. Al prestar declaracin Lidia Cristina Vieyra, el da 26 de octubre de 2011, seal que fue secuestrada el da 11 de marzo de 1977 y trasladada a la E.S.M.A. Record haber visto durante su cautiverio a la joven Alfonsn, apodada Beb, con quien aclar, no habl. Describi que Beb pareca muy jovencita, una nena, rubia de pelo lacio, con buen nimo, buena actitud. Tambin se cuenta con los dichos de Beatriz Eliza Tokar de Di Tirro, Nilda Haydee Orazi Gonzlez y Norma Susana Burgos, obrantes a fs. 1832/37, 2051/57 y 2065/75 respectivamente de la causa principal, que fueran incorporados por lectura al debate. En tal sentido, la testigo Beatriz Tokar record que a principios de noviembre del ao 1977 ingresaron a la E.S.M.A. dos chicas embarazadas de seis o siete meses, Liliana Pereyra, alias Lili y Elizabeth Mancusso de Rosenfeld, conocida como Patty, las que fueran mudadas de la primer pieza
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de las embarazadas, hacia la segunda, ubicada en el lugar que antes haba ocupado el mini staff. Agreg que a dichas jvenes se les sum Alicia Alfonsn de Cabandi, llevada al C.C.D. desde el centro de detencin El Banco, que se encontraba bajo las rdenes de la Polica Federal. Expres que a Alicia, en El Banco, un Coronel le regal una cadenita con una cruz, y le expres que iba a ser llevada a un centro de recuperacin, junto con su beb y su marido, pero que catorce das antes de parir, fue a verla a la E.S.M.A., desde el Banco el Coronel Minicucci, que no era el coronel que le haba regalado aquella cadenita, y le expres qu Coronel ni Coronel, nosotros no conocemos a ningn Coronel, ten a tu hijo y despus vemos (sic). La testigo ubic el parto de la joven para fines del mes de febrero del ao 1978, recordando que Alicia llam Juan a su hijo y que di a luz en una sala ubicada al lado de embarazadas, parto en el que estuvieran Magnacco y Sara Solarz de Osatinsky. Relat que cuando ingres a dicho lugar, la joven ya haba dado a luz al nio, ayudando Tokar a limpiarlo, llevndolo luego hacia capucha para mostrrselo a otra detenida, y luego, a la habitacin de las embarazadas donde ya haban trasladado a su mam. Indic que la joven fue retirada de la E.S.M.A. por gente de la Polica Federal, creyendo que fue trasladada nuevamente al Banco. Manifest que si bien no presenci las visitas de altos oficiales a las embarazadas, en el caso de Alicia Alfonsn de Cabandi, sta fue llevada a las oficinas de planta baja llamadas El Dorado para hablar con el Coronel quin le arranc la cadenita que llevaba en el cuello. Por su parte la testigo Nilda Orazi aclar que si bien no asisti a los partos, vi embarazadas en la E.S.M.A. y despus de dar a luz, encontrndose entre ellas Alicia Alfonsn de Cabandi, a quien apodaban Beb, porque era muy jovencita. Agreg que Alicia fue llevada all desde El Banco y en el mes de marzo del ao 1978 di a luz a un varn. Finalmente, la testigo Norma Susana Burgos tambin record a una chica muy joven a la que llamaban Beb, de cabello castao, a quien
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poda ver cuando se abra la puerta de la pieza de embarazadas, vistiendo un camisn. Por lo dems, debe tenerse presente que en el marco de la causa N 13/84 del registro de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal se prob que Alicia Elena Alfonsn de Cabandi fue privada ilegalmente de su libertad el da 23 de noviembre de 1977, en horas de la noche, en su domicilio de Sols 688, piso 7, dto. 30 de Capital Federal, (caso n 402), y tambin se prob en esa causa que fue mantenida en cautiverio en la ESMA. Cabe agregar que Emilio Eduardo Massera fue condenado como autor doloso del delito de privacin ilegal de la libertad, calificada por haber sido cometido con violencia y amenazas, y entre los hechos que se le reprocharon se encuentra el caso n 402, correspondiente, como dijramos, a Alicia Elena
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Alfonsn de Cabandi. Por ltimo resta agregar que Alicia Elena Alfonsn y Damin Abel Cabandi, a la fecha, estn desaparecidos y Juan recuper su identidad.
k. Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit: Guillermo Rodolfo, hijo de Patricia Rosa Roisinblit y de Jos Manuel Prez Rojo, naci aproximadamente el 15 de noviembre de 1978 en instalaciones de la E.S.M.A. Su madre, de 25 aos de edad, fue trasladada all en forma ilegal entre el 13 y 14 de noviembre de ese ao a fin de dar a luz. Dicho traslado se produjo desde una casa ubicada en la localidad de Morn, P.B.A., donde se encontraba ilegtimamente privada de su libertad junto a su esposo, desde el 6 de octubre de 1978, oportunidad en que fuera secuestrada, embarazada de ocho meses, por grupos operativos vinculados a la Regional de Inteligencia de Buenos Aires, dependiente de la Fuerza Area Argentina. El nio, fue arrancado de los brazos de su madre a los pocos das de haber nacido, siendo sustrado de la custodia de sus progenitores, y no fue entregado a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenido y oculto en poder del matrimonio compuesto por Francisco Gmez y Teodora Jofr, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos del nio sustituyndole su identidad, hasta el 30 de agosto de 2000, fecha en que se
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determin su verdadera filiacin a travs del examen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand. Respecto a la acreditacin fehaciente del vnculo biolgico del joven que fuera inscripto como Guillermo Francisco Gmez con la pareja Roisinblit Prez Rojo, obra a fs. 634/636 de la causa nro. 9298/00 la pericia confeccionada el 30 de agosto del ao 2000 por la Divisin de Medicina Gentica de la Escuela de Medicina de la Universidad del Estado de Washington (que fuera incorporada al debate), realizada en el extranjero en base a las muestra que Rodolfo se extrajera a travs de Abuelas de Plaza de Mayo, estudio al que hiciera referencia la testigo, y abuela materna del joven, Rosa Tarlovsky. En la sentencia de la causa N 9298/00 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 4 de esta ciudad, se tuvo por fecha de cese de la ocultacin del joven, justamente la relativa a este estudio gentico que revel su identidad el 30 de agosto del 2000. La sentencia fue confirmada el 14/12/05 por parte de la Sala II de la Cmara Federal de Apelaciones (v. fs. 2838/62 de esas actuaciones). As tambin fue incorporado al debate, el informe confeccionado por el B.N.D.G. -agregado a fs. 2087/97 de la mencionada causa que el 11 de junio de 2004 corrobor el primer resultado de identificacin positiva de Guillermo Francisco Gmez como hijo de Patricia y Jos Manuel. En dicho examen se consign que de los resultados obtenidos de los marcadores genticos investigados en el estudio pericial, no era posible excluir el alegado vnculo biolgico paterno y materno del Sr. Gmez Guillermo Francisco con los grupos familiares Prez Rojo (rama paterna) y Roisinblit Tarlovsky (rama materna), arrojando una probabilidad de abuelidad paterna (abuelos paternos nieto) del 99,84%, una probabilidad de abuelidad materna (abuela materna nieto) del 99,99% y una probabilidad de hermandad del 99,9998%, lo que implicaba una probabilidad de parentalidad (abuelos paternos, abuela materna nieto) del 99, 9999999%. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos y la Dra. Mara Beln
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Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, las cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Las circunstancias relativas al nacimiento, entrega del beb y su apropiacin, fueron objeto de un proceso judicial, llevado a cabo ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro.2, Secretara nro. 4 de esta Ciudad, en el marco de la causa nro. 9298/2000 (incorporada al debate), caratulada Gmez, Francisco y otros s/delito de accin pblica. Conforme surge de la compulsa de dichas actuaciones, con fecha 22 de abril de 2005 se conden a I) Francisco Gmez a la pena de siete aos y
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seis meses de prisin por considerarlo autor penalmente responsable del delio de retencin y ocultamiento de un menor de 10 aos (art. 146 del C.P.) en concurso real con el delito de falsedad ideolgica de documento pblico destinado a acreditar la identidad (arts. 293 en funcin del 292 del C.P) ; II) a Teodora Jofr a la pena de tres aos y un mes de prisin por coautora de los delitos previstos en el art. 139 inc. 2 del C.P. en concurso real con falsedad ideolgica de documento pblico destinado a acreditar la identidad y III) a Jorge Luis Magnacco a la pena de diez aos de prisin por partcipe necesario de sustraccin de un menor de diez aos. Cabe destacar aqu que en dicha sentencia se tuvo por acreditado que: 1) el da 15 de noviembre de 1978, Patricia Julia Roisinblit en ocasin de encontrarse ilegtimamente detenida por las fuerzas de seguridad que respondan al gobierno de facto, dio a luz en la ESMA a un varn, al cual puso el nombre de Rodolfo Fernando. 2) en el alumbramiento fue asistida por el mdico Jorge Luis Magnacco y por dos mujeres tambin detenidas, Amalia Larralde y Sara Solarz de Osatinsky. 3) el Dr. Magnacco habitualmente asista a las detenidas que llegaban a la ESMA para dar a luz y se ocupaba de la salud ginecolgica de ellas.
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4) a los pocos das, el Comodoro Roberto Oscar Sende (fallecido) concurri a la vivienda de la calle San Lorenzo 3965 de la localidad de Jos C. Paz, P.B.A. con el beb referido y se lo entreg al matrimonio constituido por Francisco Gmez y Teodora Jofr. El certificado de nacimiento daba cuenta de que el nio habra venido al mundo el 24 de noviembre de 1978, a las 14:00, en la localidad de Jos C. Paz., Pcia. de Buenos Aires. Esta certificacin, ideolgicamente falsa, fue extendida por el Capitn Dr. Pedro Alejandro Canela, cuya firma fuera autenticada por el Capitn Carlos Leonidas Sols Jefe de la Divisin Central del Grupo I de Vigilancia Area, ambos fallecidos. 5) el Comodoro Sende era el jefe de Francisco Gmez en la Regional Inteligencia Buenos Aires de la Fuerza Area, donde este ltimo oficiaba de personal de maestranza. 6) el 29 de noviembre de 1978, en la Delegacin San Miguel del Registro Provincial de las Personas, el nio nacido en cautiverio fue anotado como Guillermo Francisco Gmez, hijo de Francisco y Teodora Jofr. Asimismo se destac, a fin de completar la reconstruccin histrica de los hechos (no obstante aclararse que dichas circunstancias estaban excluidas del objeto procesal de las actuaciones) que Patricia Julia Roisinblit fue secuestrada el da 6 de octubre de 1978 por fuerzas de seguridad, en su domicilio particular de la calle Gurruchaga 2259, 3er piso, dto. 20 de esta ciudad momento en el que se encontraba cursando el octavo mes de embarazo fruto de su unin con Jos Manuel Prez, tambin secuestrado ese da. Se remarc tambin que a escasos das de dar a luz, Patricia fue trasladada de la E.S.M.A. sin que se haya obtenido informacin con relacin a la suerte que corri. Para la acreditacin de los hechos se tomaron en cuenta los testimonios prestados por Larralde, Solarz, Miriam Lewin, y Lila Pastoriza entre otros, como as tambin el testimonio de Julio Csar Leston quien declarara en el presente debate con fecha 16 de agosto de 2011. Leston seal que en el ao 1977 se lo deriv a trabajar a la Regional de Inteligencia de Buenos Aires de la Fuerza Area, la que oper unos meses en la 7. Brigada Area de Morn, (Provincia de Buenos Aires), y luego, conforme tuviera entendido, en una casa vieja ubicada en esa ciudad, la que se
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utiliz como oficina. Refiri que conoci a Francisco Gmez, cocinero y empleado de mantenimiento de la regional, quien comentara en aqulla poca que haba tenido familia, sealando que, en las oportunidades en que tuviera contacto ocasional con la esposa de aqul, no la vio embarazada. Agreg que supo por comentarios de un compaero de trabajo, que Francisco Gmez tuvo problemas relacionados con un hijo de Roisinblit que le fuera dado, lo que aclar, ste nunca mencion. Ante contradicciones en las que incurriera el testigo, se dio lectura en el debate a un fragmento de su declaracin testimonial, prestada el 13 de septiembre de 2002, en el marco de la causa N 3521/00 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 6, Secretara N 11 a fs. 703/705 (la que le fuera exhibida, reconociendo Leston su firma all
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inserta). En aquella oportunidad el testigo seal que en su momento sospecharon que el hijo de Francisco Gmez era hijo de personas desaparecidas, porque fue muy evidente, al aparecer de un da a la noche que tena un hijo. Despus aparecieron los comentarios, puede ser el hijo de fulana, o de mengana. Todos saban la procedencia de las criaturas, a Gmez le tienen que haber dicho. Tras ello, Leston dijo que si bien no recordaba en la actualidad aqullas circunstancias, no pona en duda el contenido de la declaracin. Cabe destacar que en dicha sentencia tambin fue valorada el acta de nacimiento que fuera declarada falsa, (agregada a fs. 535 de la causa 9298/00 e incorporada al debate) la cual luce que el 29 de noviembre de 1978, en la Delegacin San Miguel, Partido Gral. Sarmiento, del Registro Provincial de las Personas, fue inscripto Guillermo Francisco Gmez, como hijo de Francisco y Teodora Jofr; conforme hiciera constar el Dr. Pedro A. Canela. As tambin se tuvo en cuenta la constatacin de nacimiento (obrante a fs. 536 de aqullas actuaciones que tambin fuera incorporada al debate) que da cuenta de que el 24 de noviembre de 1978 a las 14 horas, en la calle San Lorenzo nro. 3965 de Jos C. Paz (domicilio de Francisco Gmez), naci una criatura de sexo masculino. Dicha constancia fue expedida por el Dr. Capitn Pedro Alejandro Canela, jefe del servicio de sanidad pertenciente a la Fuerza Area.
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Estos documentos acreditan que Rodolfo, hijo de Patricia Roisinblit y Jos Prez Rojo fue inscripto falsamente bajo el nombre de Guillermo Francisco por Francisco Gmez y su esposa Teodora Jofr. Conforme se consign en aquella sentencia, el apropiador, Francisco Gmez, trabaj en la Regional de Inteligencia de Buenos Aires, de la Fuerza Area Argentina, con funcionamiento en Morn, Provincia de Buenos Aires, siendo que el mdico que firm la partida, el Capitn Dr. Pedro Alejandro Canela, era oficial de la Fuerza Area. Cabe destacar que esta pareja haba sido investigada por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba Delincuente Subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 19423, caratulado Paradero de Pontnau, Gabriel Gustavo y otros, iniciado el 14 de octubre de 1981, siendo que el pedido es respondido de manera negativa en todas las instancias por las que tramita; Mesa DS Varios N 36635 Tomo 1, caratulado Caso Capitn de Corbeta Adolfo Scilingo y presunto dao contra vehculo de su hermana; y Mesa DS Varios N 18018 en el cual se encuentra un listado de Criaturas nacidas de madres detenidas y desaparecidas (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Asimismo, la declaracin brindada en el debate el 30 de mayo de 2011, por Rosa Tarlovsky de Roisinblit, madre de Patricia, quien testificara respecto de lo que pudo conocer en relacin al secuestro de su hija, ocurrido entre las 16.30 y 18 horas aproximadamente, del da 6 de octubre de 1978, en el domicilio de la pareja ubicado en la calle Gurruchaga nro. 2254, 3er. piso dpto. 20 de esta ciudad (v. en tal sentido, legajo CONADEP nro. 1656 perteneciente a Patricia Roisinblit, incorporado como prueba). Cabe destacar, que en dicho relato la testigo dio cuenta de que su hija a la fecha de su secuestro se encontraba cursando el octavo mes de embarazo, circunstancia que tambin fuera consignada en el legajo CONADEP nro. 1656 referido, dando cuenta as del estado de gravidez de Patricia al tiempo de su detencin.
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En tal sentido la testigo Tarlovsky describi que el da citado, luego de que su yerno, Jos Manuel Prez Rojo fuera detenido ilegalmente junto a su amigo y socio, en el comercio de cotilln de ambos, sito en la localidad de Martnez, P.B.A, por fuerzas de seguridad, stas se hicieron presentes en el domicilio de la pareja, donde se encontraba Patricia junto a su nieta Mariana Eva, de 15 meses de edad. Aadi que la pareja, el socio de su yerno y la nia fueron trasladados al domicilio de sus consuegros ubicado en Vuelta de Obligado y Sucre de esta Ciudad, a fin dejar all a Mariana, y dado que stos no se encontraban, se dirigieron al domicilio de otro familiar paterno, lugar donde entregaron a Mariana a un joven de 17 aos. Destac que su hija le pidi a ese muchacho a los gritos que cuidara a la nena, porque a ellos los llevaban
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detenidos. Explic que se enter de lo sucedido ese mismo da, dado que el joven se lo comunic a sus suegros y stos, la llamaron para anoticiarla. Dijo que conforme le relatara tiempo despus el muchacho al que se refiriera, la nia le fue confiada con el compromiso de que se la que entregara a sus abuelos paternos, recibiendo un llamado telfono al da siguiente, a fin de verificar que hubiese cumplido con tal cometido, oportunidad en la que le sealaran que no eran secuestradores de nios. Completan dicho relato, las constancias documentales obrantes en los legajos CONADEP nro. 1171 perteneciente a Rodolfo Prez Rojo y el nro. 1656 ya citado, que dan cuenta de las circunstancias del secuestro de los jvenes y que la Sra. Tarlovsky precis que la nia, Mariana Eva, fue entregada en el domicilio de una ta de su yerno, por personas que viajaban en un patrullero y que se identificaran como de Coordinacin Federal. Asimismo la testigo refiri all que su hija, embarazada de ocho meses, tena fecha probable de parto entre el 25 de noviembre y 5 de diciembre de 1978. En torno a la actividad poltica del matrimonio, la testigo manifest en el debate que ambos se oponan a la dictadura, queran un porvenir mejor y militaban en la agrupacin Montoneros. Conforme lo expuesto por la Sra. Tarlovsky en la audiencia, a travs del testimonio de sobrevivientes de la E.S.M.A., como Solarz, Larralde,
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Actis y Mart, pudo saber que su hija y Jos Manuel permanecieron cautivos en una casa ubicada en la localidad de Morn P.B.A., perteneciente a la Aeronutica, fuerza que crea, los haba secuestrado. Supo tambin que su hija pudo ver en dicha casa a su esposo, que ste haba sido muy torturado, y que fue trasladado para ello a otro lugar. Detall que a su hija no la torturaron, que supo que le permitieron caminar en un jardn de la propiedad a fin de que tomara aire. Ello, en palabras de la testigo, esperando por el beb. Indic que su hija fue trasladada a la E.S.M.A. al solo efecto de tener all a su bebe, y que conforme le relataran las sobrevivientes, el parto fue llevado a cabo por el Dr. Magnacco, mdico que fue asistido durante el alumbramiento por dos cautivas, Amalia Larralde, una enfermera que le aplic el goteo a Patricia, y por Solarz de Osatinsky. Especific que su hija llam Rodolfo Fernando a su nieto, y que al tiempo de nacer, pidi que se lo pusieran sobre su vientre hasta cortar el cordn umbilical. Volviendo al testimonio de la Sra. Tarlovsky interesa recordar aqu, que conforme relatara en el debate, luego del secuestro de Patricia, recibi efectivamente dos llamados telefnicos. El primero, a los cuatro o cinco das del secuestro de su hija, oportunidad en que pudo hablar con Patricia, dando cuenta as que se encontraba viva. Record que la joven le dijo que haba estado muy equivocaba y que la estaban atendiendo bien, comunicacin en que luego tom el telfono una persona de sexo masculino, quien le dijo que los cargos contra Patricia no eran graves, pero s, los existentes respecto a su yerno; que su hija recuperara pronto su libertad, luego de seis meses o un ao, y que ella estuviera atenta porque cuando naciera el beb se lo entregara. Respecto del segundo llamado, describi que le preguntaron si le haba dado las vacunas a Mariana, pregunta que la testigo entendi como un mensaje de su hija para que supiera que estaba viva, dado que ambas saban que la nia tena dadas todas las vacunas. La madre de Patricia, Rosa Tarlovsky expres que denunci la desaparicin de su hija y su yerno en plena dictadura, mediante la presentacin de habeas corpus que ella misma confeccionara en base a un modelo que le redactara una abogada amiga. Dio cuenta tambin, de los
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lugares donde concurri a fin de obtener informacin de la pareja y de cmo se fue uniendo a la agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo. En tal sentido relat que fueron las sobrevivientes de la E.S.M.A. quienes le confirmaron el nacimiento de su nieto en cautiverio, siendo luego de muchos aos que recibieran noticias certeras de su paradero. Cont que su nieta, Mariana Eva Prez, quien trabaja en la filial de Abuelas de Plaza de Mayo, recibi una llamada denunciando el caso de un joven nacido en cautiverio en noviembre de 1978, al tiempo en que tambin se indic el lugar donde ste trabajaba. Relat que la joven concurri all y directamente le dijo que crea que podan ser hermanos, siendo muy convincente al respecto, dado que al da siguiente ese joven se present a fin de dar su sangre para saber si Mariana era su hermana. Narr que las muestras de sangre fueron remitidas a
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Estados Unidos, lugar donde se estableci su identidad, motivo por el que la testigo regres al pas a fin de tener el primer encuentro con su nieto, que tuvo lugar en el estudio de un abogado. En relacin al traslado de Patricia a la E.S.M.A. a fin de dar a luz a su hijo, como as tambin el nacimiento del nio, stos resultaron probados en el debate con los dichos contestes de sus compaeras de cautiverio que all la vieron, habiendo presenciado algunas de ellas el parto de la joven, asistindola bajo la direccin del Dr. Magnacco. Asimismo las testigos dieron cuenta de que el nio permaneci unos das con su madre en ese centro clandestino de detencin, hasta que Patricia fuera trasladada a su anterior lugar de cautiverio, conforme les dijeran los represores que actuaron en la E.S.M.A. As tambin se cuenta con las denuncias obrantes en el legajo CONADEP nro. 1656 ya citado, que dan cuenta de que Patricia dio a luz en cautiverio a un varn de aproximadamente 3.500g., al que llam Rodolfo; que dicho parto fue normal, y tuvo lugar el 15 de noviembre de 1978 en la E.S.M.A, siendo asistida por el Dr. Magnacco, mdico del Hospital Naval. As, la testigo Amalia Larralde, secuestrada el da 15 de agosto de 1978, al prestar declaracin en el debate el 8 de agosto de 2011 manifest en relacin a las mujeres embarazadas con las que compartiera cautiverio en la E.S.M.A, haber visto a dos de ellas, siendo una, Patricia Roisinblit de Prez Rojo, mdica que militaba en la J.P. y que fuera trasladada all desde otro
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campo de detencin, que perteneca a la Aeronutica y al Ejrcito. Destac que no solo la vi all embarazada sino que tambin particip en su parto, circunstancia de la que tambin diera cuenta el testigo Juan Alberto Gaspari, quien en la audiencia de debate del 26 de septiembre de 2011, dijera haber tenido conocimiento del parto de Roisinblit en la E.S.M.A., alumbramiento en el que interviniera otra cautiva, Amalia Larralde. Aclar que vio a Roisinblit embarazada en la E.S.M.A. En tal sentido relat Larralde que previo al traslado de Patricia a la E.S.M.A., fue interrogada respecto a si la conoca, y al contestar que s, dado que haban trabajado juntas en dispensarios, Carlos Orlando Generoso, del Servicio Penitenciario le coment que aqulla estaba embarazada y alojada en otro centro clandestino, siendo posible que fuera trasladada a la E.S.M.A. a fin de que tuviera a su beb. Depuso que en dicho momento, solicit que en caso de que dicho traslado se produjera le permitieran verla. Describi que el da 13 o 14 de noviembre de 1978, le dijeron que haban trasladado all a Patricia, a quien viera alojada en capucha, esto es, en el tercer piso del casino de oficiales, en un cuarto de dimensiones pequeas con muy mala ventilacin. Refiri que pudo hablar con la joven y solicit presenciar su parto, dado que ella era enfermera. Expuso que el da 15 de noviembre fue llevada a la enfermera, ubicada en el stano, la que solo contaba con una cama y pudo ver all a Patricia, al mdico que la asista de apellido Magnacco, y otra secuestrada, Solarz de Osatinsky de quien le dijeron, ya haba participado en otros partos. En relacin a Magnacco, dijo que supo que aqul trabajaba en el Hospital Naval, no recordando si tuvo conocimiento de tal circunstancia durante su cautiverio o luego, especificando que aqul era mdico gineclogo. Mencion que se le requiri que le pusiera el suero a Patricia, lo que hizo, recordando que la joven di a luz a su bebe, al que pudo amamantar; nio que describi como normal en cuanto a peso, dimensiones y reacciones. Declar que Patricia qued en dicho lugar varios das, sin poder precisar cuntos, habiendo sido trasladada de la E.S.M.A. cuando a su hijo se le haba cado ya el cordn umbilical.
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Aclar que solicit quedarse en el lugar junto con Patricia a fin de cuidarla a ella y a su beb, lo que le permitieron hacer por unos das, hasta que madre e hijo fueron sacados del stano. Detall que al hablar con Patricia pudo enterarse que sta haba sido secuestrada en el mes de octubre de 1978; que haba podido dejar a su hija de un ao y medio con su suegra y que tanto ella como su esposo permanecan cautivos en una casa. Dijo que conforme le relatara la joven, a ella la trataban bastante bien all, no as a su marido a quien haban torturado mucho, creyendo que para ello era llevado a Campo de Mayo, lugar del que retornaba en un estado deplorable. Testific que cuando Patricia estuvo en la E.S.M.A., otros detenidos pidieron por ella a los oficiales que estaban a cargo de sus casos,
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solicitando que la joven se quedara all, dado que tena mayores posibilidades de sobrevivir. Indic que no se accedi a dicho pedido, recibiendo como respuesta que no perteneca a la E.S.M.A., y que en su caso, le realiz dicha peticin a Acosta, quien le contest que no. Afirm que Patricia estaba angustiada porque quera volver con su marido a su lugar de cautiverio, pero al mismo tiempo tema por su destino y que cuando Patricia le solicit a Magnacco y a otro oficial que haba ingresado en el lugar donde ella estaba, inscribir a su beb, le contestaron que no podan hacer esto, dado que Patricia no era responsabilidad de la E.S.M.A. y provena de otro campo. Depuso la testigo que el da anterior a que se llevaran a Patricia de la E.S.M.A, fue a verla Acosta, quien la hizo salir del cuarto y le dijo vos de esto, olvidate todo o vos no sabes nada, olvidate, advirtiendo en dichos momentos, que como lo dijo no era bueno, por lo que no supo cmo volver a entrar a la habitacin y mirarla. Record que Patricia fue retirada al da siguiente del stano, observndola salir de all con su beb en brazos y un bolso de su propiedad de color marrn con cosas para el beb con el que haba llegado a la E.S.M.A., precisando que la joven se encontraba acompaada por guardias del C.C.D. Expuso Larralde que luego de ser liberada de la E.S.M.A., en septiembre del ao 1979, tom contacto con Rosa, madre de Patricia, a quien
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tambin le escribiera una carta, contndole todo lo que supo de la joven y el nacimiento de su hijo. Cabe sealar que dicha misiva, (obrante fs. 6048/52 de la causa nro. 1351 e incorporada al debate) fue reconocida durante la audiencia por la testigo como aquella a la que hiciera referencia, destacndose que ya en febrero del ao 1983 la testigo narr los hechos de los que tuviera conocimiento, de modo conteste a sus dichos en el debate, lo que permite descartar cualquier improvisacin, motivo de algn inters personal en el resultado del proceso. En dicha carta la testigo precis que recibi la primera informacin respecto de Patricia en el mes de octubre de 1978, cuando Generoso, alias Fragote, le dijera que sta haba sido secuestrada junto a su esposo por un grupo conjunto de Aeronutica y Ejrcito. Afirm all, que la joven llam Rodolfo Fernando a su hijo y que luego del parto, le salieron una serie de puntitos rojos en la cara, los que segn el mdico se deban al esfuerzo realizado (circunstancia a la que como se ver, tambin hizo referencia, en forma conteste, la testigo Lewin). Respecto de Magnacco, indic que sigui supervisando a Patricia, apurndola para que se moviera y caminara, ya que tena que volver al lugar donde haba estado. Aadi que el Cap. de Corbeta Jorge Eduardo Acosta, por quien pasaban las decisiones en ese momento en el centro clandestino de detencin, la autoriz a cuidar a la joven luego del parto; que esto fue a pedido del mdico y de Fragote. Record all que le cont, que luego de su secuestro haba hablado con su madre en dos oportunidades, refirindole que no hiciera nada por ella, la cual le fue indicada por los militares. Continuando con el testimonio de las sobrevivientes, Miriam Liliana Lewin declar durante el debate el da 2 de agosto de 2011 que fue secuestrada el da 17 de mayo del ao 1977 y luego trasladada a la E.S.M.A. entre los das 26 a 28 de mayo del mismo ao. Narr que en el mes de noviembre de 1978, le dijeron que haba sido trasladada a la E.S.M.A., Patricia Roisinblit, joven a la que conoca como Mariana, por haber compartido militancia. Record que previo a su secuestro, en mayo de 1977, vi a Patricia embarazada de su primera hija, y que cuando le dijeron que estaba en la E.S.M.A. supo que estaba nuevamente en cinta.
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En torno a las circunstancias que rodearon el cautiverio de la joven en la E.S.M.A., refiri que sta fue encerrada en un cuartito sin ventilacin ni iluminacin, que estaba al ingreso del paol; que se le suministr una especie de refuerzo de comida, consistente en uno o dos sachets de leche por da y fue examinada varias veces por un enfermero. Explic que fue autorizada a acompaar a Patricia, a quien vio en aqul cuarto, oportunidad en que le cont las circunstancias de su secuestro, de las que Lewin diera cuenta en el debate en forma coincidente a como lo hicieran Amalia Larralde y Rosa Tarlovsky. Record la sorpresa de Patricia al verla por primera vez en la E.S.M.A. dado que saba de su secuestro en mayo del ao 1977, destacando que en aqul momento la joven tena un embarazo prcticamente a trmino. Afirm que conforme le contara Patricia, estuvo secuestrada junto
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a su esposo en una especie de quinta, la que crey estaba ubicada en zona oeste, creyendo Lewin que poda tratarse de la Central de Inteligencia de Morn, lugar al que aqulla insista en todo momento con volver a fin de estar nuevamente con su esposo. Al igual que lo hiciera Larralde, Lewin narr que an contra la voluntad de Patricia, varios secuestrados, intentando salvar su vida, utilizaron una estrategia que ya haban empleado respecto a otros cautivos, consistente en hablar de las habilidades de aqullos, la necesidad y utilidad de su participacin en el trabajo esclavo que all se realizaba o en el plan poltico de Massera, siempre en la creencia de que con ello podran salvar su vida. En el caso de Lewin, realiz tal peticin personalmente a Mariano Scheller, quien le contest que respecto a Patricia no podan hacer nada, porque tanto ella como su beb pertenecan a Fuerza Area. Al respecto aclar, a preguntas que le fueran formuladas, que no le realiz la misma requisitoria a Acosta, con quien hablara permanentemente durante su cautiverio en la E.S.M.A. Indic que ante la respuesta negativa y categrica que le diera Scheller, quien estaba a cargo del caso de la testigo, y a quien deba dirigir cualquier solicitud, ni se le hubiera ocurrido reiterar aqul pedido a Acosta, destacando que all no exista libertad para pedir beneficios, ni vas para peticionar a las autoridades. Expres Lewin que mantuvo varios dilogos con Patricia hasta que un da le dijeron que sta estaba dando a luz en la enfermera ubicada en
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el stano de la E.S.M.A., lugar al que le permitieron ir a fin de acompaarla. Relat que al llegar a la habitacin que funcionaba como enfermera, que contaba solo con una cama, un armario metlico y una mesa con instrumental, vio all a Patricia, quien ya haba dado a luz a un varn, observando la testigo cuando cortaban el cordn umbilical, mientras ponan al nio en su pecho. Precis que en el lugar se encontraban tambin, junto a Patricia, Sara Solarz de Ozatinsky, Amalia Larralde y un mdico al que pudo identificar posteriormente como el Dr. Magnacco, lo que ocurri una vez en libertad, tras realizarse una investigacin periodstica respecto del mentado, que fuera trasmitida en los aos 1990. Al respecto coment que se le exhibi una filmacin que se le realizara a aqul, enterndose entonces que Magnacco, a quien vi por ltima vez en la E.S.M.A. en el parto de Patricia, segua desempendose en democracia, como mdico gineclogo y obstetra. Destac que dado que tena 20 aos de edad en aqul momento y el de Patricia fue el primer parto que vi, pudo identificar a Magnacco dado que lo recordaba claramente, no pudiendo olvidarse de su rostro. Respecto a las cautivas que se encontraban en la enfermera junto a Roisinblit, manifest que supo que Larralde tena conocimientos de enfermera, y que si bien Solarz de Osatinsky no los tena, fue asignada a cuidar a las embarazadas en razn de su edad y el hecho de haber tenido dos hijos. Aclar que en aqul momento, con sus 19 o 20 aos de edad, le pareci natural que se le diera aquella labor a Solarz, a quien si bien no observ realizar ninguna labor tcnica, s vio asistir a Magnacco. Record que en el momento del parto, Magnacco intent ser clido con Patricia, sealando tambin, al igual que lo hiciera Larralde en la misiva a la que se hiciera referencia anteriormente, que ante la preocupacin que tuvo por un zarpullido que observ en la cara de Patricia, el mdico le explic que se deba a la fuerza realizada por sta durante el alumbramiento. Manifest que Patricia llam Rodolfo a su hijo, un beb rubio de aproximadamente tres kilos de peso, y que el Dr. Magnacco le dijo a la joven que se haba portado muy bien durante el parto, que haba sido muy valiente. Remarc que luego del parto, no volvi a ver a Patricia y a su nio, dado que estuvo all gozando de un permiso especial y fue retirada rpidamente del lugar y trasladada a la
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pecera. Agreg que luego, tuvo noticias de Patricia, por parte de otras secuestradas autorizadas a visitarla, como Amalia Larralde y Nilda Actis, quienes compartieron con ella los das subsiguientes, en la enfermera del stano de la E.S.M.A., hasta que madre e hijo fueron trasladados; indicando que fue das despus del nacimiento, que le dijeron a la testigo que la haban llevado al lugar de donde haba venido. Aadi que supo por cautivas autorizadas a ingresar en la habitacin del tercer piso destinada a las embarazadas, que en dicho cuarto para el mes de noviembre del ao 1978, tiempo en que Patricia fue trasladada a la E.S.M.A., segua habiendo embarazadas, ello pese a que la joven fue ubicada en otro lugar. A preguntas que le fueran formuladas a la testigo, respecto de
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Patricia Roisinblit, y otras dos embarazadas que dijera haber visto en la E.S.M.A., Alfonsn de Cabandi y Pereyra, manifest que no supo si dichas jvenes fueron vctimas de tortura con picana elctrica, remarcando que el solo hecho de estar cautivas en ese centro clandestino, era una tortura. Finalmente, la testigo Lewin relat tambin que Rodolfo, el hijo de Patricia, fue ubicado por su hermana, Mariana, la hija mayor de Patricia, interviniendo la declarante en una primera etapa de reconocimiento, acompaando a Mariana al lugar donde el joven se encontraba, destacando que al verlo, vio la cara de su padre, Jos Prez Rojo. Refuerza el plexo probatorio, los testimonios brindados en las audiencias del 12 de septiembre y 17 de octubre de 2011 respectivamente, por las testigos Ana Mara Mart y Sara Solarz de Osatinsky, quienes estuvieran cautivas en la E.S.M.A., Mart desde el 18 de marzo y Solarz desde 14 de mayo de 1977, y afirmaran haber conocido all a Patricia Roisinblit. En torno a ello, la primera de las nombradas relat haber visto embarazada en la E.S.M.A. a Patricia Roisinblit, quien fuera alojada en soledad en lo que la testigo describi como la segunda pieza destinada a las embarazadas, en el tercer piso la E.S.M.A., un lugar horrible sin ventilacin, que daba al sitio donde haba estado ubicado el paol. Manifest haber visto a Patricia o la mujer de Matas como la llamaban, solo en dos o tres oportunidades, teniendo conocimiento tambin
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que lleg a la E.S.M.A. procedente de la Aeronutica. Indic que en el parto de aqulla participaron Amalia Larralde, Sara Solarz y Magnacco, que en dicho parto dio a luz a un varn en el stano del C.C.D., das previos al 17 de noviembre de 1978, fecha en la que fue trasladada junto con Solarz a un anexo de la E.S.M.A. Rese que en el testimonio colectivo que diera junto a Sara Solar y Milia en Pars, una denuncia que hicieran en plena dictadura, se refirieron a las embarazadas, pudiendo reconocer entre ellas, por fotos que le llevaran las abuelas, a Patricia Roisinblit. A su turno, Solarz de Osatinsky record haber participado junto con Amalia Larralde en el parto de Roisinblit, que tuviera lugar el 18 de noviembre de 1978 en la enfermera ubicada en el stano de la E.S.M.A. Dijo que fue un parto conmovedor porque Patricia era mdica y tras nacer su bebe pidi que no le cortaran inmediatamente el cordn umbilical porque era lo que la una al nio y que se lo pusieran sobre su pecho. Por ltimo resta agregar que Patricia Rosa Roisinblit y Jos Manuel Prez Rojo, a la fecha, estn desaparecidos y Guillermo Rodolfo Fernando recuper su identidad.
l. Carla Silvina Valeria Ruz Dameri: Carla Silvina Valeria, hija de Silvia Beatriz Dameri y Orlando Antonio Ruiz, naci aproximadamente entre los meses de septiembre y octubre del ao 1980 en instalaciones de la E.S.M.A., ms precisamente en el cuarto denominado huevera, ubicado en el stano del casino de oficiales conocido como sector 4. Su madre, de 32 aos de edad, fue secuestrada junto a su pareja y sus dos hijos, Marcelo Mariano y Mara de las Victorias Ruiz Dameri, presumiblemente el da 4 de junio de 1980, en el marco de una operacin denominada S Yacar, tiempo en que Silvia Beatriz, se encontraba en avanzado estado de gravidez. La nia, fue arrancada de los brazos de su madre al poco tiempo de nacida, siendo sustrada de la custodia de sus progenitores, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo oculta dentro de una familia que simul detentar el carcter de padres biolgicos de la nia sustituyndole su identidad, hasta el 26 de mayo de 2008, fecha en que se
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determin su verdadera filiacin a travs del examen pericial gentico realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand. La identidad de Carla Silvina Valeria Ruiz Dameri. hija menor de Silvia Beatriz Dameri y Orlando Antonio Ruiz, nacida en cautiverio, fue establecida luego de practicado un allanamiento en su domicilio, en el que se secuestraran elementos de uso personal que quedaran en custodia del B.N.D.G. As y obtenido su perfil gentico del cepillo de dientes marca Reach color blanco y azul con cerdas blancas y azules pudo determinarse el 26 de mayo de 2008 que Orlando Ruiz (padre alegado desaparecido) y Silvia Dameri (madre alegada desaparecida), tienen una probabilidad de parentalidad del 99,999999999% con respecto al perfil gentico obtenido de las muestras secuestradas para el anlisis, correspondientes a quien fuera inscripta como
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Carla Silvina Victoria Azic (ello, conf. pericia de ADN obrante -en copia certificadas- a fs. 2468/2480 de la causa N 15.750/08 (14.171/03 A-7050), caratulada Azic, Juan Antonio; Lanzn, Oscar Rubn y otro s/ sustraccin de menores de 10 aos y otros del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 3 (fs. 2460/2472 del registro del Juzgado Federal N 1, Secretara N 1), siendo que fue requerida la elevacin de la causa a juicio, encontrndose actualmente en trmite por ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 de esta ciudad. Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mariel Andrea Abovich, bioqumica, y el tcnico qumico Sergio Valente, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Aunado a ello, conforme surge de la documentacin incorporada a fs. 685/686 de la causa nro. 1584, del registro de este Tribunal, la joven fue inscripta en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires, en el Acta de Nacimiento labrada el 6 de agosto de 1980, circunscripcin CN, Tomo 13, N 2304 del ao 1980-, bajo el nombre de
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Carla Silvina Valeria Azic, a travs del certificado de nacimiento falso que consignaba que la nia haba nacido el 30 de julio de 1980, a las 23:30 hs. en el domicilio de la calle Montevideo 127 piso 7 de esta ciudad siendo hija de Juan Antonio Azic y su mujer, Esther Abrego, certificado que fuera suscripto por el mdico naval Alberto Domingo Arias Duval, lo que posteriormente permiti la obtencin del DNI 28.380.511 a nombre de Carla Silvina Valeria Azic. Cabe destacar que sus padres haban sido investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS lo cual significaba Delincuente Subversivo, siendo que en la parte correspondiente a sus antecedentes sociales se consign que eran Montoneros. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen el legajo: Mesa DS Varios N 15852, caratulado Procedimiento efectuado sobre la BDT Montoneros en Per, en l obra una ficha elaborada por el S.I.N. con fecha 3 de julio de 1980, que lleva tambin el sello de estrictamente confidencial y secreto, relativo al procedimiento sobre la B.D.T. Montoneros. En el punto 3 de dicha planilla puede leerse, Bajas de la BDT. En procedimientos realizados por Fuerzas Legales en el pas, se procedi a la detencin de los siguientes DD.TT.: Capital Federal - neutralizados por F.T.3: NL: Orlando Antonio Ruiz, NG: Carlos o Chicho miliciano, realiz cursos de TEI en el Lbano (abril- junio de 1979) y curso de TEA en Mxico (principios de 1980) y a Silvia Beatriz de Ruiz, NG: Victoria e iguales referencias que el anterior. (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). En relacin al secuestro de la familia, la testigo Anala Arol Argento (autora del libro De vuelta a casa: historia de nios desaparecidos), al declarar en la audiencia de debate del 31 de enero de 2012 seal que en su carcter de periodista y escritora, investig el caso de la familia Ruiz Dameri, para lo cual se bas en la informacin suministrada por distintas fuentes, como el testimonios de ex detenidos desaparecidos que vieron a la pareja e hijos en la E.S.M.A. y supieron del parto de Dameri en ese centro clandestino. Aadi que cont tambin con el testimonio de Marcelo y Mara de la Victorias Ruiz, a quienes entrevist, que pudo acceder a ciertos
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documentos, y que respecto a algunas de sus fuentes se vea limitada por la obligacin de reservar su identidad. Al respecto describi, que pudo acceder a travs de una de sus fuentes a un documento del grupo de tareas 3.3., que haca referencia a la detencin del matrimonio Ruiz Dameri y sus hijos en la zona de frontera el da 4 de junio de 1980. El documento en cuestin (obrante a fs. 166 del cuaderno de prueba de la causa nro. 1351) fue exhibido en la audiencia de debate a la testigo, quien lo reconoci como aqul al que hiciera referencia, como as tambin a las partes y ledo en alta voz. Explic la testigo que crey que se trataba de un documento conocido, al que ya se haba tenido acceso, descubriendo luego que nunca haba sido revelado. Destac que la fuente no le brind mayores datos a su
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respecto y no la liber del compromiso de no revelar su identidad, al que se comprometiera. Dio cuenta de la confianza que le mereca la persona que se lo entregara a quien haba chequeado previamente, y porque tena acceso a mucha informacin, se lo haba dado desinteresadamente y que su redaccin le resultaba similar a la utilizada en informes policiales y de inteligencia a los que pudo tener acceso, utilizndose las mismas siglas y referencias. Indic que el documento en cuestin, corrobor la informacin que le aportaran distintos testigos. Cabe resear aqu que la planilla en cuestin, posee un sello en su margen superior izquierdo que reza Estrictamente secreto y confidencial. No debe salir del mbito naval; en tanto a modo de ttulo puede leerse Escuela de Mecnica de la Armada GT 3.3., Informe especial de inteligencia n 2 'Esc' 80. All se consign que a raz de operaciones de inteligencia personal que ese grupo de tareas realiz en zona de fronteras, juntamente con personal de P.N.A. (Prefectura Naval Argentina), operacin S Yacare, el 04-06-80 fue detectado el D.T.M. (delincuente terrorista montonero) N.G (nombre de guerra) Carlos o Chico, Orlando Antonio Ruiz, quien se diriga a la ciudad de Buenos Aires en compaa de sus dos hijos de 4 y 2 aos de edad, y de su esposa, la DTM NG Victoria, Silvia Beatriz Dameri. Puede leerse tambin
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que la detencin de la totalidad del grupo familiar se produjo a las 17.15 hs. aproximadamente del da 4-06-80. En tal sentido y volviendo al testimonio de la Sra. Argento, sta sostuvo que recab testimonios de personas que vieron a Marcelo y Mara de las Victorias jugando en la E.S.M.A., como as tambin al padre de los nios y a su madre embarazada, recordando al respecto la testigo, los dichos de Basterra, quien al revelar fotos en el centro clandestino, vio en una de ellas a Silvia Dameri amamantando a la beb y a los dos hermanitos Ruiz, los que conforme pudo averiguar, fueron abandonados, Mara de las Victorias, en la puerta del Hospital de Nios de Rosario, con un cartel, y Marcelo con unas monjas de la provincia de Crdoba. Detall que Marcelo recordaba a la persona que manejaba el auto que lo trasladara hasta aqul lugar, a una persona que se ocupaba de l y su hermana, como as tambin recordaba ruidos y lugares, en tanto Mara de las Victorias recordaba botas y le daba miedo la cara de Menotti, dado que le recordaba a alguien. Depuso que Marcelo y Mara de las Victorias fueron adoptados, que si bien Marcelo recordaba que tena una hermana no la buscaba, en tanto la joven no record a su hermano, creyendo siempre que haba sido abandonada por su madre, por lo que rezaba el cartel con el que fue dejada en Rosario. As tambin se valora, los dichos brindados en le audiencia de la testigo Mara de las Victorias Ruz Dameri el da 15 de agosto de 2011, oportunidad en que relat que supo de su identidad biolgica el da 4 de enero del ao 2000, tras haber sido notificada por el B.N.D.G. de la identidad de sus progenitores, habiendo vivido antes con su familia adoptiva, de apellido Torres, matrimonio del que dijo, la adopt luego de cuatro aos de trmites a tales fines, tras haber sido abandonada la declarante en la puerta del Sanatorio de Nios en Rosario, Provincia de Santa Fe. Aclar que siempre supo que no era hija biolgica del matrimonio Torres, quienes le contaron que haba sido abandonada en el Sanatorio de Nios, habiendo tomado noticia la testigo a travs de Estela de Carlotto que sus padres biolgicos no la haban abandonado. Relat que concurri a Abuelas de Plaza de Mayo y se realiz el estudio de A.D.N., luego de que un da al mirar el diario Clarn en una publicacin con fotos de nios que haca
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ms de veinte aos eran buscados, observ la fotografa de una nia, reconocindose en ella. Agreg su padre y to adoptivos se comunicaron con el diario de mencin a fin de obtener el nmero telefnico del organismo de derechos humanos radicado en Buenos Aires, procediendo luego a entablar comunicacin con Hijos y Abuelas de Plaza de Mayo fijndose inmediatamente un turno para que la declarante se realizara los anlisis de sangre respectivos, obtenindose en veinte das los resultados de su filiacin. Describi que tom conocimiento tambin, de que tena hermanos, Marcelo quien fuera abandonado al igual que la testigo, pero en la provincia de Crdoba y quien fuera hallado por la Agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo. Seal que de la informacin que pudo recabar, supo que fue dejada con una carta, en tanto su hermano lo fue con un cartel, en que se deca que se llamaban
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respectivamente Marcelo y Victoria y que sus padres no podan mantenerlos, pidindole ayuda a Dios. Destac que tambin supo que tena una hermana, nacida en cautiverio, quien fuera apropiada por Juan Antonio Azic. Narr que a travs de los testimonios colectados, pudo reconstruir lo vivido por la familia, su secuestro, el embarazo de su madre al tiempo de su detencin, el traslado del grupo familiar a la E.S.M.A., y el nacimiento all de su hermana. Depuso que por los testimonios de sobrevivientes de dicho centro clandestino supo que estuvo all con su hermano Marcelo, corriendo por los pasillos, desconociendo la testigo cunto tiempo permaneci junto con Marcelo en dicho lugar, posiblemente tres meses, conforme le dijeran, para luego ser abandonados en distintas provincias. Refiri que conforme le dijeran sus padres adoptivos, al poco tiempo de ser adoptada, cuando la dicente vea a Menotti en la televisin, lloraba y gritaba, escondindose debajo de una mesa pidiendo que no dejaran que el to Tommy la fuera a buscar, sabiendo luego, tras ver fotografas de represores que actuaron en distintos centros clandestinos, que dicho sujeto, el to Tommy era Capdevila. Aadi que conforme pudo reconstruir, fue abandonada en el hospital de Rosario por Capdevila, en tanto su hermano Marcelo quien tena cuatro aos y medio al tiempo del secuestro, nombra a un to Willi, desconocido por la dicente.
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Para tener por probado el hecho se tiene en cuenta tambin, las constancias documentales del legajo CONADEP nro. 2272, perteneciente a Silvia Beatriz Dameri, donde la hermana de Orlando Antonio, Mara del Carmen Ruiz, denunciaba ante la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo el 29 de marzo de 1985, la desaparicin de la pareja junto a sus dos hijos menores, al tiempo en que la joven cursaba el quinto mes de embarazo. Conforme relatara la Sra. Ruiz, en los primeros meses del ao 1977, su hermano Orlando Antonio Ruiz, su compaera, Silvia Dameri y el hijo de ambos de pocos meses, Marcelo Mariano, se vieron obligados a exiliarse, radicndose inicialmente en Winterthur, Suiza, donde naci su segunda hija, Mara de las Victorias. Explic que en 1979 los Ruiz se radicaron en Madrid, Espaa, manteniendo siempre permanente y fluida comunicacin con toda la familia (cartas, fotografas, llamadas telefnicas), comunicndoles a principios de 1980, sus intenciones de regresar a la Argentina. Expuso que fue entonces cuando la comunicacin se interrumpi abruptamente, desapareciendo en circunstancias desconocidas. Agreg que volvi a saber de ellos a travs del testimonio de una persona liberada de la E.S.M.A. que vi a toda la familia all secuestrada en 1980. Conforme luce de los documentos all incorporados, Silvia dio a luz en la E.S.M.A. a una nia que llam Laura. En relacin al destino de los hermanos Ruiz, conforme surge de las constancias del legajo referenciado, Marcelo Mariano fue localizado en el ao 1988 en Crdoba bajo el nombre de Marcelo Heinzmann, donde fue adoptado legalmente, de buena fe, tras ser alojado en la Casa Cuna de aquella Provincia. De otra parte y conforme surge de la copia de fs. 124/5l del libro de Anala Argento, ya referido, la joven Mara de las Victorias Ruiz Dameri, fue abandonada en Rosario con un cartelito que rezaba Me llamo Victoria. Mi mam no me puede criar. Que Dios los ayude, siendo tambin adoptada de buena fe, recuperando finalmente su identidad en el ao 2000. Todo ello permite tener como probable, que el da 4 de junio de 1980 la familia fuera detenida en la zona de frontera, para luego ser trasladada
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a la E.S.M.A., donde fue alojada en el denominado sector 4, ubicado en el stano, lugar donde fuera vista por sobrevivientes. Respecto al cautiverio de la familia en la E.S.M.A. y el nacimiento de la tercer hija de la pareja Ruiz Dameri, se cuenta con los dichos de Vctor Melchor Basterra, brindados en la audiencia del 15 de agosto de 2011, oportunidad en que seal que fue secuestrado el da 10 de agosto del ao 1979, siendo trasladado y alojado en la E.S.M.A. Aadi que tras siete meses de cautiverio, en el ao 1980 a pedido de algunos compaeros de cautiverio y en virtud de su profesin, fue llevado nuevamente al sector 4, ubicado en el stano del C.C.D., debajo del casino de oficiales, lugar donde el testigo haba sido torturado y obligado a trabajar como mano de obra esclava. El testigo record el caso de Ruiz - Dameri, dada su presencia en el
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pasillo del stano (el que comunicaba al sector 4, donde se encontraba el laboratorio fotogrfico y el bao) en el transcurso del ao 1980, junto a otras personas en condiciones lamentables, golpeadas y torturadas, pasillo que pasaba por la huevera, principal sala de torturas de la E.S.M.A., llamada as por tratarse de una habitacin grande con piso de goma y paneles isonricos con forma de huevo, con el objeto de evitar que el ruido se propagara, lo que no se evitaba, pudindose escuchar los gritos de los compaeros. Mencion que en ese momento no saba que la pareja se llamaba Dameri y Ruiz; siendo Carlos y Victoria para el testigo, sealando que fueron secuestrados aproximadamente en el mes de mayo o junio del ao 1980, teniendo Victoria un embarazo muy pronunciado. Agreg Basterra que la pareja fue secuestrada con dos criaturas de tres y cuatro aos respectivamente, que tambin fueron trasladadas a la E.S.M.A. y ubicadas en el stano, lugar tenebroso en el que los nios corran, mientras torturaban a su padre, resultndole increble al testigo que las criaturas estuvieran en esa situacin. Relat que vio varias veces a los nios en dicho lugar, en el mes de septiembre u octubre, destacando que Victoria dio a luz en la Huevera, lugar donde Carlos haba sido torturado, suponiendo que seguramente Silvia Dameri tambin lo haba sido, aunque no le constaba, pero dado que la tortura sobre los prisioneros era una prctica irremediable, es posible que haya sucedido.
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Describi que la pareja Ruiz Dameri, ingres a la Huevera cuando el testigo trabajaba con Carlos Gregorio Lordkipanidse en el sector 4, pudiendo precisar que en el parto Victoria fue asistida por una prisionera desaparecida, Nora Irene Wolfson y por el mdico naval, Carlos Capdevila, apodado Tommy que inicialmente se desempe en la E.S.M.A. como operativo, lo que supo dado que aqul ingres en su domicilio al ser secuestrado, y luego, como mdico y jefe de comunicaciones en el C.C.D. Precis que en ese entonces el responsable principal de la E.S.M.A., era Oscar Rubn Lanzn, en tanto el jefe del sector 4 era Jorge Daz Smith. Refiri el testigo que la criatura que naci de Victoria, fue puesta en sus brazos luego del parto, y que con posterioridad a este hecho, no tuvo ms noticias de la pareja y de la criatura nacida, hasta que al revelar tiempo despus (en el transcurso del ao 1980) unas fotos, pudo ver en una de ellas a Victoria amamantando a una criatura, al costado de una pileta de natacin, la que Basterra pudo reconocer como la pileta que estaba ubicada en una quinta de Pacheco, cercana a la fbrica de Ford, utilizada por personal de E.S.M.A., a la que fuera trasladado junto a otros detenidos, para una comida. Detall que la nia recin nacida, fue sacada de la huevera por Capdevila quien se la dio al testigo, el cual se encontraba en la puerta del lugar junto a Lordkipanidse, Lanzn y Diaz Smith, como exhibindole un trofeo, siendo que todos tuvieron a la nia en brazos, la que posea an los rastros de sangre propios del parto. Dijo que la menor luego de esto fue llevada por Capdevila, y entregada a su madre en el interior de la huevera. Record Basterra que al preguntarle tiempo despus a un guardia, apodado Merluza de apellido Martn, quien se haba desempeado como chofer, sobre el destino de los hijos de Carlos y Victoria, ste le contest que los nios estaban en el Hogar Naval, creyendo el testigo que se refera a un lugar que funcionaba como hogar de nios, lo que le di el indicio de que los menores estaban vivos, pero no sus padres. Remarc que supo por comentarios realizados en la E.S.M.A. durante su cautiverio, que los represores tenan la visin de que los nios no fueran contaminados por los pensamientos de las familias de subversivos, razn por la que sus hijos nacidos en cautiverio, como metodologa, no eran entregados a sus familias.
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Expuso que supo que la hija de Victoria nacida en la E.S.M.A. fue apropiada por Juan Antonio Azic, a quien Basterra conoci all, como un torturador del centro clandestino, un sujeto que inspiraba temor hasta en sus compaeros, y que particip en el robo de la casa del declarante, lo que realiz en connivencia con Adolfo Donda, quien actuara como jefe del operativo del secuestro del testigo. Manifest que antes de que se produjera el nacimiento de la hija de Silvia Dameri, vio a la joven en el C.C.D. en dos o tres oportunidades, destacando que si bien no era comn que los prisioneros tuvieran acceso a los nuevos cautivos, se ingeniaba para contactarse con ellos a fin de ayudarlos de alguna manera, lo que ocurri con Silvia Dameri o Victoria como el testigo la conociera. Puntualiz que siempre la vi con un avanzado o pronunciado
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estado de embarazo, y que si bien no poda afirmar que hubiera sido torturada con picana elctrica s sufri tortura de tipo psicolgica, por el slo hecho de estar en la E.S.M.A., lugar donde se respiraba y se perciba una crueldad muy grande, permaneciendo los cautivos esposados, siendo habitual que las mujeres fueran violadas. Rese que no recordaba haber visto a Dameri engrillada, aunque s con su capucha un poco levantada y en una oportunidad con tabique, que era una especie de antifaz que anulaba su visin. Se cuenta asimismo con el testimonio que brindara el testigo Vctor Basterra ante el CELS el 17 de octubre de 1984 (obrante en el legajo CONADEP nro. 2272 incorporado al debate) en el que en forma coincidente a sus dichos en el debate, dijo haber visto cautivos en la E.S.M.A. entre los meses de mayo y julio de 1980 a Carlos y Victoria. Hizo mencin all, que se acusaba al matrimonio de estar involucrados en el atentado cometido contra Juan Alemann, secretario del ministerio de Economa. Que un da supo por una filtracin de uno de los guardias que Juan Alemann haba sido invitado por la Marina a fin de demostrarle que haban investigado el atentado y a los presuntos responsables. De forma conteste a lo declarado por el testigo Basterra, Carlos Gregorio Lordkipanidse expres en la audiencia del 23 de agosto de 2011, que durante su cautiverio en la E.S.M.A. (luego de su secuestro el 18 de noviembre
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de 1978) tuvo conocimiento del caso de la pareja Ruiz Dameri, precisando que durante los dos aos y medio que permaneci all cautivo, ste fue el nico caso de una embarazada que vi en el stano del centro clandestino. Precis que el matrimonio estuvo all cautivo con sus dos nios de muy corta edad. Al igual que lo hiciera Basterra, el testigo seal que la joven Dameri dio a luz en la denominada huevera, ubicada en el stano de la E.S.M.A., llamada as porque tena cajas de transporte de huevos pegados en las paredes para aislar sonido, lo que no se lograba. Detall que el da del parto de Dameri, pudo hablar con Orlando y una joven que haba sido detenida con ellos, contndole aqul en un momento de distraccin de un guardia que haban ingresado al pas desde Suiza, y que la familia haba permanecido cautiva en una quinta. Explic que ese da, Dameri fue trasladada desde una quinta a la E.S.M.A., dado que no dorma en el lugar, por lo que no ocup el cuarto de embarazadas que en ese tiempo se encontraba vaco. El testigo ubic los hechos relatados respecto de Silvia Dameri, en el ao 1980, entre los meses de mayo y septiembre, precisando que el parto acaeci el 9 de septiembre de ese ao, costndole ubicar la fecha del secuestro del matrimonio y los nios en el tiempo, dado que al ser capturados por el Servicio de Inteligencia Naval no ingresaron directamente a la E.S.M.A. como el resto de los prisioneros. Aadi que en el caso de Ruiz -Dameri, le fue encomendado revelar un rollo fotogrfico, en el que vi la imagen de la familia, en la cual estaban Orlando, su mujer y los nios, en una quinta del Norte del Gran Buenos Aires, lugar al que el dicente haba sido llevado en una ocasin junto a otros prisioneros, suponiendo Lordkipanidse que el matrimonio y sus hijos, fueron alojados en dicho lugar. Respecto del destino de los hijos ya nacidos del matrimonio Ruiz Dameri, dijo que los dos hermanos que ingresaron a la E.S.M.A., fueron abandonados por Capdevila, uno en la provincia de Crdoba y otro en Rosario, en tanto supo que la bebe nacida en cautiverio fue apropiada por Azic. Puntualiz que fue un comentario interno en la E.S.M.A. que a Capdevila le haban encargado abandonar a los nios en Rosario y Crdoba, no
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recordando qu oficial realiz tal comentario, el que Capdevila nunca neg pese a que se realiz delante de l. Indic que no presenci el parto de Silvia Dameri dado que se encontraba junto a Vctor Basterra en una sala contigua a aqulla en la que el nacimiento se produjo, esto es, la huevera, alumbramiento que supo fue asistido por otra prisionera, Nora Wolfson, y Capdevila. Depuso que luego de producirse el parto, ingresaron al lugar donde el testigo se encontraba con Basterra, Capdevila, el Prefecto Diaz Smith, Lanzn y el Prefecto Azic o piraa. Aclar que le llam la atencin ver all a Azic dado que haca tiempo que no lo vea en el centro, especificando que ste intervino en su tortura. Describi que aqullos ingresaron al lugar con el beb recin nacido, siendo un momento difcil de sobrellevar para el testigo.
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Sostuvo que tom conocimiento de que Nora Wolfson sigui atendiendo a la madre luego de que diera a luz. En forma conteste a Basterra, expres que durante el tiempo en que el matrimonio Dameri Ruiz estuvo cautivo en la E.S.M.A vi al entonces ministro Alemann junto a Adolfo Donda Tigel, oportunidad en que fue llevado a la huevera. Depuso que en su visita, Alemann fue llevado ante Orlando Ruiz, para que ste le explicara cmo haba llevado a cabo el atentado que aqul haba sufrido, siendo el fin exhibirle a Alemann al responsable de su atentado, lo que el testigo calific de situacin falsa, dado que Orlando Ruiz no haba tenido relacin con dicho atentado, por lo que se trat a su entender de una puesta en escena. Es del caso sealar que el hecho de que la fecha consignada en aqullos instrumentos utilizados para la inscripcin de la nia (la de nacimiento, el 30/7/80 y la de inscripcin el 6/8/80) sea discordante con la referenciada por los testigos Lordkipanidse y Basterra, que sitan el nacimiento de la joven entre septiembre u octubre de 1980, (discrepancia que no pudo ser salvada en el debate) no quita veracidad al nacimiento, como circunstancia de hecho acaecida en el transcurso del ao 1980 en instalaciones de la E.S.M.A. y durante el cautiverio de su madre, Silvia Dameri, de quien la nia fuera sustrada, para ser luego retenida y ocultada hasta la determinacin de su identidad real.
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Finalmente cabe destacar aqu lo consignado en la publicacin de Tlam, del 28 de mayo de 2007 (obrante en el legajo nro. 2272) en donde se seala que el caso de la familia Ruiz Dameri es tal vez uno de los ms emblemticos de apropiacin, dado que los tres nios fueron llevados a diferentes puntos del pas deliberadamente, para evitar que la familia en algn momento se reuniera, lo que no sucedi dado que los tres hermanos recuperaron finalmente su identidad. Por ltimo resta agregar que Silvia Beatriz Dameri y Orlando Antonio Ruiz, a la fecha, estn desaparecidos aunque los tres nios han recuperado su identidad.
H. HECHOS COMETIDOS EN EL CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIN EL OLIMPO: Se halla debidamente probado con el grado de certeza que este estadio requiere que, desde aproximadamente el 16 de agosto de 1978 hasta principios de 1979, funcion un centro de detencin ilegal de personas denominado El Olimpo ubicado en la Divisin Mantenimiento de Automotores de la Polica Federal Argentina, en el barrio de Floresta de esta ciudad, en Av. Ramn L. Falcn 4250, entre las calles Lacarra y Olivera. La existencia del mismo no slo se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, sino tambin por el acta de inspeccin ocular efectuada por este Tribunal durante el desarrollo del presente debate junto a las partes y algunas de las vctimas el da 1 de noviembre de 2011 (ver acta de fs. 805 del Legajo de Actuaciones concernientes al debate). Asimismo, su existencia surge tambin del informe Nunca Ms, incorporado por lectura, en el cual tambin obra un plano del lugar (cfr. punto 184), las declaraciones prestadas en el marco de este juicio por los testigos Careaga, Guilln, Cerruti y Caride, y ms recientemente por los fallos dictados tanto por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 de esta ciudad, el da 11 de agosto de 2006 (veredicto) en la causa N 1056/1207 de su registro, caratulada Simn, Julio Hctor s/inf. art. 146, 144 bis, inc. 1 y ltimo prrafo
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en funcin art. 142 inc. 1 y 5 y art. 144 ter, prrafos 1 y 2 del C.P., y la sentencia de fecha 22 de marzo de 2011 dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 2 de esta ciudad en el marco de las causas N 1668, caratulada MIARA, Samuel y otros s/ inf. arts. 144 bis, inc. 1 de la ley 20.642; 144 bis, ltimo prrafo, en funcin del art. 142, inc. 5; 144 ter, primer prrafo de la ley 14.616, y 1673 caratulada TEPEDINO, Carlos Alberto Roque y otros s/ inf. arts. 80, inc. 2; 144 bis, inc. 1 y 142, inc. 5 del CP, conocidas como ABO, todas ellas incorporadas por instruccin suplementaria (cfr. punto 47, B de la instruccin suplementaria de la causa N 1351 y punto de fs. 890 del listado de incorporaciones ordenadas durante el debate). Ahora bien, El Olimpo funcion dentro de la denominada Zona de Defensa I, Subzona de la Capital Federal, rea 5, la cual se encontraba bajo
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la jurisdiccin del Primer Cuerpo del Ejrcito, comandada, a la fecha del hecho de este juicio, por GUILLERMO SUREZ MASON. Cabe destacar que este centro de detencin clandestino dependiente del Ejrcito Argentino se encontraba por entonces a cargo del Mayor GUILLERMO ANTONIO MINICUCCI. Respecto al mbito territorial, y tal como se ha tratado oportunamente se prob a travs de la mencionada causa N 13/84, que el Territorio Nacional haba sido dividido en Zonas, Subzonas y reas de defensa, ello con el objeto de combatir la subversin. Asimismo, ello tambin se ve corroborado por las declaraciones brindadas por Guillermo Surez Mason en su indagatoria incorporada por lectura a raz de su fallecimiento, pues ste haba admitido que se haba organizado el territorio de pas en zonas: el Cuerpo 1 se hizo cargo de la zona 1, comprenda Capital Federal, una parte de la Pcia. de Buenos Aires y la Pcia. de La Pampa, la parte de la Pcia. de Buenos Aires que estaba fuera de la Zona, eran los partidos del sur de alrededor de Baha Blanca que pertenecan a la zona V y el lmite de la Capital por la Avda. General Paz y Rivadavia aproximadamente, hasta San Nicols, que pertenecan a la zona Institutos Militares (Campo de Mayo, Vicente Lpez etc), cada zona se dividi en sub-zonas y cada sub-zona en areas y cada sub-zona tena un comandante y las areas un jefe manifestando que la Subzona Capital Federal, estuvo a cargo del General JORGE
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OLIVERA ROVERE en 1976 y posiblemente parte de 1977 (cfr. fs. 2130/2131 de la causa N 1604 y 6008/6016 de la causa N 1351 -punto 42 de la incorporacin por lectura-). Asimismo, dentro de El Olimpo tambin oper personal correspondiente a la Polica Federal Argentina, a la Gendarmera Nacional, al Servicio Penitenciario Federal y al Batalln de Inteligencia 601. Respecto a la descripcin y conocimiento del lugar el testigo Juan Agustn Guilln relat durante el debate que haba sido secuestrado el da 7 de diciembre de 1978, pero que ya para la Navidad de ese ao supo que se encontraba alojado en el centro clandestino de detencin denominado Olimpo porque el mismo Turco Julin (Julio Hctor Simn) se lo haba dicho, manifestando que recordaba ese episodio porque ste les haba pedido a l y a otras personas que se encontraban en el lugar que se sacaran el tabique y lo mirasen a la cara exclamando que se hallaban en El Olimpo, lugar reservado para los dioses, aadiendo, adems, que ellos los represores eran quienes decidan y quienes deban morir. Expuso que el da de su secuestro fue llevado en un vehculo que cuando se detuvo pudo escuchar que un portn muy pesado se mova, percibiendo luego de ello que varios rodados ingresaron en un gran espacio, similar a un estacionamiento, y que despus de descender fue llevado a una suerte de oficina donde record que haba una Virgen y tachos de pintura (cfr. declaracin del da 25 de agosto de 2011). Tal como Guilln, otras testigos que tambin estuvieron secuestradas en ese Centro pudieron reconocer El Olimpo, entre ellas Isabel Teresa Cerrutti quien relat durante el juicio que primeramente haba sido alojada en El Banco, y posteriormente fue trasladada por el Grupo de Tareas N 2 perteneciente al Ejrcito, junto con todas las personas que se encontraban detenidas all, al Olimpo, ubicado en el barrio de Floresta de Capital Federal, manifestando que supo que haba sido llevada a ese lugar porque los mismos represores y los que se encontraban al mando del centro de detencin decan que se trataba de El Olimpo, destacando que no les ocultaban nada ya que no podan denunciarlos, y tambin porque en una ocasin una persona haba subido a arreglar el tanque de agua que se encontraba en el techo y estando all
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pudo advertir que estaban en ese lugar. Pero adems, porque en otra oportunidad haban trado algo de una confitera que se encontraba cerca, ubicada en Av. Rivadavia y Lacarra, a dos cuadras del C.C.D. (cfr. declaracin del 31 de agosto de 2011). Por su parte, Susana Leonor Caride depuso en el debate que supo que estuvo privada de su libertad en El Olimpo porque haba un cartel que deca ha llegado al Olimpo de los dioses. Aqulla record que la parte de afuera del campo de concentracin daba a un playn que tena una pieza, la cual an conserva las mismas maderas, y que all estuvo con las menores Pasalacqua (cfr. declaracin del 31 de agosto de 2011). Aunado a ello, ambas reconocieron el predio durante la inspeccin ocular realizada en el marco de este juicio, momento en el cual describieron
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con ms detalle ese centro de detencin ilegal de personas, y especficamente los espacios en los cuales permanecieron secuestradas durante su cautiverio, ello sin perjuicio de que el lugar haba sido derribado. As, en virtud de las marcas que an existan, sealaron donde se hallaba la puerta de ingreso, la cual era de hierro y daba a un playn, el hueco situado en la pared izquierda donde se hallaba empotrada la figura de una Virgen, las celdas, el bao, y la puerta que comunicaba a la Sala de Inteligencia, la cual ostentaba colgado un cartel que deca Bienvenido al Olimpo de los dioses. Tambin sealaron donde se hallaba la sala destinada a las torturas, el sector para personas incomunicadas, la enfermera, las oficinas de archivo y documentacin, y operaciones especiales, el laboratorio, etc. Estos sobrevivientes, describieron con detalle las circunstancias de sus secuestros y posterior cautiverio, aportando, algunos de ellos, los nombres del personal que los visitaba o se hallaba en ese lugar, o incluso la fuerza de seguridad a cargo. Entre ellos, Juan Agustn Guilln relat que ya desde antes del ingreso al centro clandestino de detencin lo haban tabicado y que, al llegar a una oficina donde lo hicieron sentar, fue golpeado por las personas que pasaban junto a l. All not que era observado por otras, en tanto que una voz grave le dijo as que vos sos Chiche, bueno cant, luego de lo cual el Turco Julin lo puso contra una pared y comenz a pegarle por la espalda.
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Cont que su ex esposa, Mnica, tambin haba sido torturada recibiendo descargas de una picana elctrica y golpes en su vientre, pese a estar embarazada, y que producto de ello sufri abundantes prdidas de sangre, lo que culmin finalmente con un aborto teraputico en una clnica, luego de su liberacin. Guilln manifest tambin que el personal que custodiaba El Olimpo no estaba uniformado, sino vestido de civil, y que incluso all vi al General Surez Mason acompaado de otro militar, ambos de civil, pese a lo cual al primero de ellos pudo reconocerlo de inmediato luego de su liberacin a travs de las fotografas publicadas en los diarios, agregando que tambin haba escuchado el apellido Minicucci. Asimismo, expres que a Roln lo vi los das de su secuestro y su liberacin, mientras que supo que haba sido el Turco Julin quien le haba pegado. Por su parte, Isabel Cerrutti al ser interrogada sobre si recordaba a alguien, respondi que se acordaba de Cacho quien perteneca al Grupo de Tareas N 2, Quintana, Fleitos, el Turco Julin que era polica, Miguel del Pino, Pereyra, Paco, un seor que tena muy bajo rango creyendo que aqul era Montoya, aadiendo que ellos eran los que tomaban las decisiones. Explic que tambin haba uno apodado Colores (Antonio del Cerro), perteneciente a la polica, quien fue el que luego proporcion en la causa judicial muchos de los nombres de quienes tenan funciones en ese campo de concentracin. Asimismo, manifest que la guardia estaba a cargo de la Gendarmera, aunque tambin haba personal perteneciente a la Polica Federal vestido de civil, y que el nivel jerrquico que all rega no era el mismo que fuera del Centro, mas cuando eran visitados por Surez Mason ya que su sola presencia se haca sentir y todos saban que aqul haba venido. En esas circunstancias todas las celdas eran cerradas y saban de su llegada por las charlas entre los carceleros, quienes decan que Surez Mason haba venido y no lo ocultaban, aclarando que esta visita durante su estada ocurri dos veces. Record a Minicucci, relatando que aqul era quien se encontraba a cargo de El Olimpo, y que un da escuch un comentario de que haba reprendido a su personal porque estaban robando mucho, y que todos estaban bajo el mando del Primer Cuerpo segn le refirieron.
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La misma testigo tambin nos ilustr en cuanto al maltrato fsico que sufrieron los detenidos. En ese sentido, declar que el guardia Quintana elega de entre ellos a algunos, los sacaban de sus celdas, y los hacan pelear en el pasillo en una especie de circo romano, y que si llegaban a negarse los golpeaban. Tambin afirm haber visto a un adolescente que fue maltratado, relatando que en algunas oportunidades, segn sus propias palabras, hubo un plus de represin, por ejemplo con el caso de Jos Poblete que era discapacitado o con Cristina Carreo porque era chilena. En concordancia con aqullas declaraciones, Susana Leonor Caride testific durante el debate que dentro del Olimpo pudo identificar a tres clases de fuerzas de seguridad siendo stas la Polica Federal, Gendarmera y el Ejrcito. Asimismo afirm haber visto all a Surez Mason en
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dos oportunidades, recordando que en la primera lo vi pasar, a travs de una puerta que se encontraba entreabierta, y la segunda cuando volvi a los gritos y los propios represores comentaron que haba venido a reprenderlos porque estaban robando. Tambin nombr a Minicucci a quien lo llamaban El Mayor, a quien sindic como la cabeza de aqul lugar, pero puntualiz que todos mandaban, que todos hacan el mismo trabajo y eran igual de temibles, recordando tambin a uno apodado Colores (Antonio del Cerro), el Turco Julin, Cortez y del Pino, entre otros. Finalmente, declar haber visto, junto con otros, las torturas sufridas por Jos Poblete manifestando que stas se efectuaron con un ensaamiento total. Asimismo, dos de los testigos afirmaron en forma concordante haber visto en El Olimpo documentacin relativa a los secuestrados llevada en forma de carpetas individuales. As, Isabel Cerrutti expuso que en El Olimpo exista un orden exhaustivo en cuanto a la documentacin, que a ella le haban hecho escribir su historia poltica, y que luego esto era colocado en carpetas rotuladas por nombres que ostentaban la foto correspondiente a cada uno de los secuestrados, enganchada en el exterior de ellas. Incluso describi que era como un legajo personal de cada uno de los detenidos, manifestando que supo
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de su existencia porque pudo ver estas carpetas mientras limpiaba y barra la oficina, repitiendo que todo era muy ordenado. Tambin Susana Caride afirm haber visto unas carpetas que rezaban Polica Federal Argentina Confidencial, las cuales le haban asignado para que las pasara a mquina, y que adems haba unos ficheros, algunos de los cuales tenan una cruz en rojo, y que en ellos busc el nombre de su marido quien se encontraba desaparecido desde el ao 1976, aunque no logr localizarlo. Asimismo, varios testigos relataron que dentro de El Olimpo estuvieron cautivas varias mujeres embarazadas detenidas en condiciones de ilegalidad, e incluso afirmaron haber visto tambin algn nio o adolescente. Entre ellos Juan Guilln testific que durante su cautiverio observ la presencia de un joven de 12 aos de edad, Daniel Retamar, y de una mujer embarazada, creyendo que aqulla se trataba de Marta Vaccaro. Isabel Cerrutti, manifest que haba visto durante el tiempo que estuvo detenida en ese lugar, a mujeres embarazadas y aclar que a Luca Tartaglia la vi en una ocasin en la cual la intentaron maquillar para poder cubrirle los golpes, que fue en ese momento que la conoci. Describi que Tartaglia se encontraba embarazada y que la conocan como Anteojito porque llevaba anteojos, recordando que era de La Pampa, que haba venido a estudiar a la Universidad de La Plata, que perteneca a la agrupacin Montoneros, y que la hacan trabajar en el lavadero donde a veces podan charlar. Incluso record que llevaba un embarazo a trmino y que cuando Luca Trataglia comenz con el trabajo de parto se la llevaron y nunca ms regres a El Olimpo, aunque se coment en el lugar que haba tenido una beba y que dicho alumbramiento se produjo en el Hospital Militar Central. Otras embarazadas que tambin record haber visto fueron Marta Vaccaro y Graciela Trota. Con respecto a la primera de ellas expres que no recordaba exactamente si haba sido similar su caso al de Luca Tartaglia, pero en relacin a la segunda depuso que la vi en la enfermera y que ella tena a un nene que era un beb y que la haban llevado a la maternidad Sard, pero que tanto Graciela como su hijo hoy en da estaban vivos por lo que no era el mismo caso que el de Luca y Marta Vaccaro.
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Tambin testific haber visto a un adolescente que fue maltratado y a Victoria Pasalacqua que era una nia, la cual fue secuestrada junto a su hermanita, agregando que en el Centro le haban dicho que con los nios no se metan, pero tiempo despus supo que esto no fue as porque con los chicos se metieron. Por su parte, Susana Caride, relat que haba visto mujeres embarazadas. Al igual que la testigo anterior, record a Graciela Trota, refiriendo en relacin a sta que saba que se encontraba bien, a Marta Vaccaro, a quien vi que se encontraba embarazada de casi 8 meses cuando entr al lavadero y la vi mientras planchaba una camisa, tambin a Luca Tartaglia, respecto de la cual le haban comentado que tuvo familia mas aadi que ella nunca ms apareci y su beb tampoco, al igual que Marta Vaccaro. Asimismo
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relat que el padre del nio que esperaba Luca Tartaglia tambin estuvo detenido all pero supuestamente haba logrado fugarse o hubo una especie de fuga simulada porque su familia haba pagado, y que su apellido era De la Paz. Estos sobrevivientes que estuvieron all, lo mismo que otros cautivos fueron sistemticamente sometidos a torturas y a condiciones inhumanas de vida, soportando todo tipo de humillaciones y maltratos, desde fsicos hasta psquicos.
a. Claudia Victoria Poblete Hlaczik: Claudia Victoria, hija de Marta Gertrudis Hlaczik y Jos Liborio Poblete Roa, naci el 25 de marzo de 1978, siendo inscripta por sus padres biolgicos con ese nombre. Su madre, de 20 aos de edad, fue llevada detenida en forma ilegal junto a su pareja al centro clandestino de detencin conocido como El Olimpo, lo que ocurri aproximadamente entre fines del mes de noviembre y principios del mes de diciembre de ao 1978. La nia fue sustrada de la custodia de sus progenitores y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenida y oculta en poder del matrimonio compuesto por Ceferino Landa y Mercedes Beatriz Moreira, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos de la nia, sustituyndole su identidad con el nombre de Beatriz Landa, situacin que perdur hasta el 10 de febrero de 2000, ocasin en que fuera informado en
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el marco de la causa N 530, caratulada Landa, Ceferino y otra s/ inf. Arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del CP del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 de esta ciudad, el resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, y que obra glosado a fs. 203/271 de esas actuaciones. Ahora bien, la causa que permiti la identificacin de la hija de Marta Gertrudis Hlaczik y Jos Liborio Poblete, tuvo inicio recin en el ao 1998, quedando primeramente radicada ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 4, Secretara N 7, bajo el N 3406/1998. En ella se denunciaba que el militar retirado Landa y su esposa Moreira tenan anotada como hija propia a la menor que llamaron Mercedes Beatriz Landa, la cual podra ser hija de desaparecidos, y cuyo certificado de nacimiento se encontraba firmado por el mdico Julio Csar Cceres Moni. A partir de dicho proceso se logr la extraccin de muestras hemticas de la nombrada las cuales fueron comparadas a travs de la pericia gentica efectuada por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, con el grupo humano integrado por familiares del matrimonio desaparecido compuesto por Gertrudis Hlaczik y Jos Poblete, de cuyas conclusiones se extrajo que no era posible excluir el vnculo de abuelidad respecto de la familia Hlaczik y tambin de la familia Poblete en relacin a Mercedes Beatriz Landa, y que los nombrados en clculos matemticoestadsticos tenan una probabilidad de abuelidad de 99,999993% los primeros, mientras que los segundos de 99,999994%, de lo cual se desprende que Gertrudis Hlaczik y Jos Poblete resultaron ser los padres biolgicos de la nombrada (cfr. pericia de ADN obrante a fs. 203/271 de la causa N 530, caratulada Landa, Ceferino y otra s/ inf. Arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del CP del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 incorporada por lectura en el punto 299). Debe destacarse, adems, que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida y el Dr. Jorge Horacio Solimine, bioqumico, todos los cuales dieron cuenta de los
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procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe agregar, que el resultado de esta pericia fue notificado con fecha 10 de febrero de 2000, da a partir del cual puso fin a la incertidumbre de Claudia Victoria Poblete (cfr. acta de fs. 2828 del expediente referido), a la vez que el 25 de febrero de ese mismo ao el Juzgado Instructor orden la anulacin de la inscripcin del nacimiento de Mercedes Beatriz Landa en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, as como tambin del DNI y la Cdula de Identidad bajo el mismo nombre, y finalmente mediante resolucin de fecha 24 de marzo de 2000 se requiri a todas las dependencias
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encargadas en la obtencin de documentos de identidad que adoptasen las medidas tendientes a facilitar y agilizar la tramitacin de los documentos de Claudia Victoria Poblete (cfr. fs. 557/568 y 958, respectivamente de la causa N 530 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5). Estos hechos se encuentran probados por la sentencia dictada el da 5 de julio de 2001 en el marco de la causa referida, mediante la cual se conden a Ceferino Landa a las penas de nueve aos y seis meses de prisin, inhabilitacin absoluta por el tiempo de la condena, dems accesorias legales y costas, mientras que a Mercedes Beatriz Moreira a las penas de cinco aos y seis meses de prisin, inhabilitacin absoluta por el tiempo de la condena, dems accesorias legales y costas por considerarlos coautores de los delitos de retencin y ocultamiento de una menor de diez aos, y respecto del primero de los nombrados, adems, por resultar partcipe necesario de la falsedad ideolgica de un instrumento pblico, y autor de la falsedad ideolgica de un instrumento pblico y falsedad ideolgica de un instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas, todos ellos en concurso material entre s, y se orden la destruccin del DNI N 26.769.382 y de la Cdula de Identidad N 11.681.647, ambos a nombre de Mercedes Beatriz Landa (cfr. fs. 1529/1541 de la causa N 530, incorporada mediante instruccin suplementaria en la causa N 1351 punto 47-).
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Dicho decisorio fue confirmado el 27 de noviembre de 2002 por la Sala IV de la Cmara Federal de Casacin Penal y posteriormente por la Corte Suprema de la Nacin, el 28 de julio de 2005, al rechazar el recurso extraordinario deducido por la defensa (cfr. fs. 1668/1676 y 1739, respectivamente, de esas actuaciones). Cabe destacar que sus padres fueron investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaba con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 21296, caratulado Solicitada publicada por organizaciones de solidaridad en el diario Clarn. Fecha 25 de octubre de 1983, acerca de un listado de personas detenidas-desaparecidas habilitadas para votar con sus datos personales y su fecha de desaparicin, con el ttulo Cmo y dnde votarn los detenidos-desaparecidos?; Mesa Referencia N 18133, caratulado Agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo del 20 de marzo de 1984, referente a unos afiches pertenecientes a la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo en los que se despleg una lista de los nios desaparecidos y localizados (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de este delito y que tambin han quedado debidamente acreditados en el marco de las causas nros. 1207/06, Del Cerro Juan Antonio y otro s/inf. art. 144 bis inc. 1 y ltimo prrafo de la ley 14.616 en funcin del art. 142, inc. 1 y 5 de la ley 21.338 y art. 144 ter, prrafo 1 y 2 de la ley. 14.616 del C.P. y 1056 Simn, Julio Hctor s/inf. art. 146, 144 bis, inc. 1 y ltimo prrafo en funcin art. 142 inc. 1 y 5 y art. 144 ter, prrafos 1 y 2 del C.P. del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 de esta ciudad, y 1668 MIARA, Samuel y otros s/ inf. arts. 144 bis, inc. 1 de la ley 20.642; 144 bis, ltimo prrafo, en funcin del art. 142, inc. 5; 144 ter, primer prrafo de la ley 14.616, y 1673 TEPEDINO, Carlos Alberto Roque y otros s/ inf. arts. 80, inc. 2; 144 bis, inc. 1 y 142, inc. 5 del CP, consistieron en la detencin ilegal de las vctimas Gertrudis Marta Hlaczik el da 27 de noviembre de 1978 junto a su hija menor de edad, Claudia Victoria Poblete, en su domicilio ubicado en la
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Localidad de Guernica, Provincia de Buenos Aires, y su marido Jos Liborio Poblete en el barrio de Balvanera, conocido como Once de esta ciudad. Por lo dems, debe tenerse presente tambin que en el marco de la causa N 13/84 del registro de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal se prob que Gertrudis Hlaczick de Poblete fue detenida en su domicilio sito en la calle San Ignacio entre 40 y 41 de Guernica, Provincia de Buenos Aires, entre los das 27 y 28 de noviembre de 1978, junto a su hija de 8 meses de edad, Claudia Victoria (caso n 93), y que Jos Liborio Poblete fue detenido en la misma fecha (caso n 94). Tambin se prob en esa causa que la pareja fue mantenida en cautiverio en los sitios destinados al funcionamiento de los centros clandestinos de detencin denominados El Banco y El Olimpo. Cabe agregar que el Teniente General
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(R) Roberto Eduardo Viola fue condenado como autor doloso del delito de privacin ilegal de la libertad, calificada por haber sido cometido con violencia y amenazas, y entre los hechos que se reprocharon se encuentran los casos nros. 93 y 94, correspondientes, como dijramos, a Gertrudis Hlaczik y Jos Liborio Poblete. El da sealado, un grupo de personas armadas irrumpieron durante la noche en el interior del domicilio mencionado donde se encontraban Marta Gertrudis Hlaczik, de 20 aos de edad y su hija Claudia Victoria Poblete, de 8 meses de edad, las cuales fueron secuestradas y llevadas a El Olimpo, lugar donde la primera permaneci detenida en forma ilegal hasta enero de 1979, desconocindose actualmente su paradero, mientras que la pequea nia permaneci en ese centro clandestino de detencin unos pocos das para luego ser entregada al matrimonio compuesto por Ceferino Landa y Mercedes Beatriz Moreira, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos. Al declarar en la audiencia del da 25 de agosto de 2011, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, en cuanto al secuestro y cautiverio, tanto de ella como de sus padres dijo que si bien no posea recuerdos puesto que a la fecha de esos hechos slo contaba con 8 meses de vida, pudo saber y reconstruir que aqullos ocurrieron el da 28 de noviembre de 1978, y que en esa fecha ella y su madre fueron secuestradas en la Localidad de Guernica, luego de lo cual las trasladaron a ambas a El Olimpo donde estuvo unos das, agregando que
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tambin supo que su padre fue capturado el mismo da y conducido al mismo lugar (cfr. declaracin de fecha 25 de agosto de 2011). Manifest haber nacido el da 25 de marzo del ao 1978 y ser hija de Marta Gertrudis de Hlaczik y Jos Poblete; siendo su nombre previo a descubrir su identidad el de Mercedes Landa, y figurando como su fecha de nacimiento el 5 de diciembre de 1978. Record que descubri su identidad el da 10 de febrero del ao 2000, al ser informada del resultado de los anlisis de ADN que se practicara luego de ser citada ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 4, Secretara N 7 de esta ciudad, en el marco de la causa seguida contra las personas que la criaron, Ceferino Landa y Mercedes Moreira, en orden al delito de apropiacin de menor. Refiri que en dicha oportunidad, descubri su identidad, la de sus padres, como as tambin el hecho de que stos estuvieran desaparecidos y la dicente con ellos, conociendo en dichos momentos a su familia paterna y materna. Aadi que su apropiador Landa era militar, quien luego de retirarse en el ao 1979, con el grado de Teniente Coronel, se convirti en comerciante, sabiendo solo, y por dichos de Landa, que ste fue Oficial de Intendencia del Ejrcito. Seal que ante la primera citacin judicial que recibi, Landa y su esposa le contaron que ya a sus cinco aos de edad, le haban practicado un anlisis en el marco de una causa que fue desestimada, y que en esa oportunidad, una familia la reclamaba. All fue la primera vez que le confesaron que no era hija biolgica del matrimonio, dado que no haban podido tener hijos propios en virtud de una operacin que habra sufrido su apropiadora, Mercedes Moreira, y como deseaban tener uno, un mdico militar de apellido Cceres Moni les haba ofrecido supuestamente una hurfana sin padres. Relat que en su casa se habl poco de lo ocurrido en el pas durante la dictadura, refirindose slo a la poca de subversin, tal as que desconoca la existencia de la Agrupacin Abuelas, y slo tena una nocin de Madres, indicndoles sus apropiadores que la buscaban para vengarse, para perjudicarlos.
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Describi que cuando en el Juzgado Federal N 4, le exhibieron el resultado del anlisis de ADN y una fotografa suya de beb, se reconoci inmediatamente, revelndose la verdad. En relacin al encuentro con su familia biolgica, declar que fue difcil dado que le preocupaba lo que les pudiera pasar a los Landa, quienes fueron detenidos, siendo finalmente alojados en Campo de Mayo hasta obtener el arresto domiciliario. Sin embargo, mencion que los visitaba en la actualidad, recibiendo por su parte siempre la misma explicacin, en cuanto a Cceres Moni que haba sido el mdico que la haba entregado de nia, pero ya no negaban su verdadera identidad biolgica, pues cuando les coment del resultado del examen de ADN ya no dijeron que ste era falso. Agreg que durante su crianza se sinti querida y no fue
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maltratada, recordando que el crculo social de la familia era restringido al mbito militar, siendo acompaada a todos lados por el temor a que se descubriera que era hija de desaparecidos. Puntualiz que Graselli era el capelln del colegio al que concurra la testigo, Nuestra Sra. de la Misericordia en el barrio de Belgrano de esta ciudad, y fue quien intervino en la bsqueda que sus abuelos biolgicos hicieran de sus padres. Relat que luego del proceso de acercamiento con su familia en la actualidad los siente parte suya, y que siempre fueron respetuosos pese a su afecto hacia sus apropiadores. Expuso que su to Fernando, hermano de su padre, fue el que ms la acompaara al principio a fin de conocer al resto de la familia y compaeros de sus padres, acercndose luego ella al resto de sus parientes biolgicos. Atestigu que supo que su padre era de nacionalidad chilena, que siempre haba tenido militancia, que luego de sufrir un accidente de tren en el que perdi sus piernas, viaj a la Argentina con el fin de recuperarse, alojndose en el centro de lisiados en el barrio de Belgrano, donde form el Frente de Lisiados Peronistas, lugar donde sus padres se conocieron, sealando que su madre, Gertrudis, era de descendencia alemana y estudiaba psicologa. Coment que luego de iniciar la convivencia, su madre qued embarazada de la testigo. Rese que sus padres militaron en el Frente Revolucionario para la Liberacin, agrupacin que perteneca a Montoneros. Depuso que su abuela
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tom noticia del secuestro de la familia, cuando fue a buscarla a fin de llevarla a un control peditrico. En relacin a su certificado de nacimiento, indic que ste se encuentra firmado por el mdico militar Cceres Moni, figurando como fecha de nacimiento el 5 de diciembre de 1978, puntualizando, en torno al desfasaje de su fecha de nacimiento y aquella que figura como de inscripcin en su partida de nacimiento, que los Landa le haban explicado que se haban demorado en la inscripcin por problemas. Al ser preguntada en cuanto a si pudo recordar algn hecho de su infancia que pudiera relacionar con lo ocurrido, contest que de nia le gustaba jugar en silla de ruedas, lo que supo, haca con su padre, teniendo un mueco llamado Pepe que era precisamente el sobrenombre de su padre, como as tambin la percepcin de que los Landa tenan miedo a que ella fuera encontrada, y que ante ese juego, los Landa se manifestaban dicindole que no les gustaba dado que traera desgracias. En relacin a si Cceres Moni, detall que fue mencionado en su casa antes de la citacin judicial que la testigo recibiera por parte del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 4, Secretara N 7 de esta ciudad, recordndolo como el mdico que haba estado presente en su nacimiento, siendo que en una oportunidad, tras ser llevada por su apropiadora al cementerio de Chacarita, especficamente al panten militar, sta le mostr la tumba de Cceres Moni, dicindole que era el mdico gracias al cual la dicente estaba con ella. Testific que cuando pregunt a sus apropiadores el motivo por el que no haba fotos suyas de recin nacida, stos le contestaron que las haban robado. En cuanto a la causa judicial que sealara tramit contra los Landa cuando la dicente tena cinco aos de edad, dijo que slo recordaba que fue llevada a un consultorio mdico, tomando luego conocimiento de que en aqulla oportunidad se pens que la dicente poda ser la nia Lanuscou. En cuanto a las dudas que la dicente tuviera de su origen, explic que se cri creyendo que era hija biolgica de los Landa, pero las dudas surgieron en relacin a la edad avanzada de sus apropiadores, llegando a pensar en su adolescencia que podra ser hija de alguno de los hermanos de
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Landa, quien tiene una familia numerosa, sin pensar nunca que podra ser hija de desaparecidos. En cuanto a cmo decidi realizarse los anlisis en el Hospital Durand destac que fue ante la explicacin que le dieron en el Juzgado antes referido que accedi a realizarse los estudios, pese a haber mediado en principio resistencia de su parte. Su abuela, Buscarita Imperio Roa, declar ante este Tribunal que el da 28 de noviembre de 1978, muy temprano por la maana, se enter de que su nuera, Gertrudis Marta Hlaczik, cuyo nombre de militancia era Luci, su hijo y su nieta haban desaparecido. Durante el debate relat que ya la noche anterior su hijo, Jos Liborio Poblete, a quien apodaban Pepe y cuyo nombre de militancia era Martn no haba ido a cenar a su casa, y que temprano por
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la maana, su hija Patricia se haba dirigido hacia la casa de su nuera pues haba acordado con sta en acompaarla a realizar un control mdico a su beb, la cual retorn con la noticia de que la vivienda se encontraba totalmente destruida y no se encontraba nadie. Agreg que pudo tomar contacto con una vecina de los jvenes quien le manifest que en horas de la noche haba arribado al lugar un automvil de color negro, marca Falcon junto a un camin militar del cual descendieron varios sujetos vestidos con uniforme, unos de polica y otros de traje militar, quienes se haban llevado a su nuera de los pelos ya que aqulla se resista, en tanto que a la nia se la llevaron envuelta en una sbana. (lo destacado nos pertenece). Refiri que en el mes de diciembre de ese mismo ao, por medio de tres compaeros de su hijo, que haban recuperado la libertad, a quienes slo conoca por sus apodos, siendo stos Chiche, Boli y Mnica, supo que haban visto a Pepe en las duchas de El Olimpo. Asimismo expuso que en el marco de otro juicio tom conocimiento de las torturas sufridas por aqul en ese lugar, refiriendo que haban hecho pirmides humanas donde lo tiraban desde arriba, mientras que su nuera haba sido arrastrada desnuda y de los pelos por el Turco Julin, y que por otros testimonios que pudo recabar supo que su nieta estuvo slo un da en ese campo y que haba sido el Turco Julin quien se la entreg a un Coronel a quien le refiri que se la llevara
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tranquilo porque stos refirindose a los padres de la menor- dentro de poco iban a ser comida de los pescados (cfr. declaracin prestada durante el debate el da 8 de junio de 2011). En relacin a la bsqueda de la nia y sus padres por parte de la familia, su abuela paterna, Buscarita Imperio Roa testific en este debate que realiz todo tipo de gestiones y denuncias para ubicarlos, entre ellos expuso que concurri a Comisaras de Zona Norte, recorri hospitales, tambin present varios habeas corpus, realiz una denuncia ante la CONADEP, concurri ante la Comisin de Derechos Humanos de la OEA, y comenz a buscar a su nieta acercndose a Abuelas de Plaza de Mayo. Se present junto a ellas a las Iglesias, a la vez que se entrevist con periodistas a los cuales les llev la foto de su nieta, etc. Asimismo, rese que su consuegra, Ana, la acompa durante un tiempo en la lucha, aunque no se encontraba bien de salud y que tiempo despus se suicid. Respecto del destino de su nieta, declar que la encontr en el ao 2000 a travs de un proceso judicial, indicando que aqulla haba sido inscripta como Mercedes Landa con una fecha de nacimiento distinta a la real, recuperando sta su verdadera identidad recin a los 22 aos de edad, habiendo vivido durante ese tiempo con la familia Landa. Incluso seal que supo que la mujer no poda tener hijos, que Landa era un Coronel perteneciente al Primer Cuerpo del Ejrcito, y que ambos fueron condenados por el delito de apropiacin de menores a las penas de 6 aos y medio de prisin la primera de ellos, mientras que el segundo a 9 aos de prisin, en tanto que se vincul tambin por ese hecho al Turco Julin ( Julio H. Simn) a quien se lo conden a la pena de 25 aos de prisin. Estas circunstancias de tiempo, modo y lugar se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate: Legajos CONADEP nros. 3685 y 3686 correspondientes a Gertrudis Marta Hlaczik y Claudia Victoria Poblete, respectivamente (cfr. puntos 297 y 296,
respectivamente, de la incorporacin por lectura) y por el testimonio brindado por los sobrevivientes contemporneos al cautiverio de Gertrudis Hlaczik, Jos Liborio Poblete y Claudia Victoria en el centro clandestino de detencin El Olimpo.
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As Susana Leonor Caride relat que ella fue secuestrada el da 26 de julio de 1978 y liberada meses ms tarde el 23 de diciembre de ese mismo ao, y que durante su cautiverio en El Olimpo pudo ver all a la hija del matrimonio Poblete a fines de noviembre o principios de diciembre de 1978, la cual estuvo aproximadamente uno o dos das, y respecto de la cual exclam que era un beb de 8 meses, y que la criatura estuvo all. Especific que la vi ese da mientras regresaba a su celda de una de las oficinas que haba en el lugar, ah pudo ver a Claudia en la enfermera en brazos de Graciela Trotta, quien por tener algunos problemas con su embarazo estaba cautiva en ese sector. La nombrada Caride relat que comparti cautiverio con Gertrudis Hlaczik y su esposo Jos Poblete, respecto de quien manifest que
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haba sufrido brutales torturas, y que tiempo despus de obtener su libertad, tom conocimiento del llamado telefnico que el Turco Julin le haba dejado hacer a Gertrudis, porque su hija Claudia no haba llegado a su familia de sangre tal como le haba sido prometido al matrimonio Poblete por parte del Turco Julin (Julio H. Simn). Record tambin, un encuentro con el grupo de Cristianos para la Liberacin, en el que los nicos que no haban sido liberados era este matrimonio, entendiendo que el motivo era que les haban robado a su hija. Por su parte, Juan Agustn Guilln e Isabel Teresa Cerrutti tambin declararon haber compartido cautiverio en El Olimpo con Gertrudis Marta Hlaczik y Jos Poblete. En este sentido Guilln refiri haber sido secuestrado entre el 7 de diciembre de 1978 y el 1 de enero de 1979, recordando que durante su cautiverio vio tanto a Gertrudis Hlaczik como a Jos Poblete, siendo que a la primera la denominaban comnmente Trudis mientras que al segundo Pepe. Expuso que en el centro escuch la risa de Hlaczik con la cual pudo hablar en varias oportunidades dado que una vez al da le llevaba cigarrillos, pero que ya en el primer encuentro observ que tena un moretn en la mejilla izquierda, respecto del cual sta le refiri que cuando fue detenida Colores la haba golpeado. Asimismo record que en otra oportunidad tambin la haba visto muy deprimida, manifestndole aqulla que se encontraba en ese estado
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porque haba llamado a la madre y su hija no estaba con ella, lo cual la preocup ya que no saba con quien haban dejado a su nia. Destac que Gertrudis Hlaczik no estaba tabicada y que cumpla distintas funciones dentro del Centro como limpiar la ropa y los pisos, entre otras. Respecto de Pepe record haberlo visto en una ocasin en el bao con su silla de ruedas y en otra, junto a su mujer, el 31 de diciembre de 1978 en el que los tres pudieron hablar. En dicha oportunidad Pepe le comunic que esa noche o al da siguiente el testigo sera liberado, a la vez que le solicit que cuando ello ocurriese fuera a ver a la madre de aqul y se fijara si con ella se encontraba la hija de la pareja. Incluso, stos le contaron tambin que les haban dicho que seran trasladados al sur a fin de realizar una rehabilitacin poltica. Finalmente aclar que haba tomado conocimiento del nacimiento de la hija del matrimonio Poblete Hlaczik por intermedio de su mujer, Mnica, quien le coment que su madre le haba dicho que Gertrudis Hlaczik haba tenido un beb. La testigo Cerrutti destac que en ese lugar vi a varias personas detenidas, entre ellas a Jos Poblete o Pepe, como le decan, y su esposa Gertrudis con la cual pudo conversar ya que se encontraban frente a su celda, siendo sta la N 2, a la vez que expuso que a su lado estaba Caride. Relat que apenas llegados los Poblete al "Olimpo", vio a la beb de stos en una o dos oportunidades en la enfermera, al cuidado de una mujer. Agreg que fue Gertrudis quien le cont de la presencia de su hijita en el centro clandestino, y que ya en libertad tuvo oportunidad de ver fotos de Claudia en las que reconoci a aquella beba que haba visto en el Olimpo. Seguidamente, seal que supo que en una oportunidad Gertrudis haba estado en la enfermera y que un da el Turco Julin le hizo hablar por telfono con sus padres, afirmando que ella presenci esta escena y que cuando ello ocurri tanto Pepe como Gertrudis entraron en desesperacin porque los padres de sta les comunicaron que su hija Claudia no estaba con los abuelos, creyendo que ese llamado se efectu para las fiestas en diciembre de 1978. En cuanto a este episodio, agreg que todos pudieron ver el estado de desesperacin y angustia en el que se sumergieron Gertrudis y Jos,
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sentimiento que fue compartido por todos los que estaban all, los cuales intentaron contenerlos y se ofrecieron a hablar con "El Turco Julin" para saber que haba sucedido con Claudia. Relat que al preguntar a "Julin" sobre el tema, ste coment que iban a averiguar, que seguramente era una confusin y se haban equivocado de lugar, pero todo qued en una nebulosa, y sin aclararse qu haba sucedido con Claudia. Respecto del destino de esa pareja record que para la fecha que la liberaron en enero de 1979 ya no estaban, y que se deca que los haban trasladado a una granja de rehabilitacin lo cual le gener serias dudas puesto que la silla de ruedas de Jos Poblete haba quedado en El Olimpo. Finalmente relat que ella tambin pudo ver en ese centro, en una oportunidad, a Claudia, la hija de este matrimonio que estaba con una mujer
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El plexo probatorio colectado a lo largo de este debate y que se detallara para este caso, permite tener por acreditado la sustraccin de la pequea de pocos meses de vida por parte de fuerzas de seguridad, y su retencin y ocultamiento de su familia biolgica, haciendo incierta su identidad y paradero por muchos aos hasta la fecha en que Claudia Victoria conoci su verdadera identidad.
I. HECHOS COMETIDOS EN EL CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIN AUTOMOTORES ORLETTI: Se encuentra acreditado con el grado de certeza que este estadio requiere que, a partir de mediados de 1976 y hasta casi fines de ese mismo ao funcion un centro clandestino de detencin ilegal de personas dentro de un antiguo taller mecnico de autos, ubicado en la calle Venancio Flores 3519/21, entre las calles Emilio Lamarca y San Nicols, en el Barrio de Flores de esta ciudad. All funcion el predio al que denominaron Automotores Orletti, tambin conocido como El Jardn o El Taller. La existencia del mismo se encuentra acreditada por la sentencia dictada en la causa N 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal, pero adems de ella, por el acta de inspeccin ocular efectuada por este Tribunal durante el desarrollo del presente debate junto a las partes y algunas de las vctimas el da 1 de
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noviembre de 2011 (ver acta de fs. 806 del Legajo de Actuaciones concernientes al debate). Asimismo, su existencia surge tambin del informe Nunca Ms incorporado por lectura (cfr. punto 184), de las declaraciones prestadas en el marco de este juicio por los testigos Sara Rita Mndez, lvaro Nores Montednico, Ana Ins Quadros Herrera, Jos Luis Bertazzo, Mara Elba Rama Molla, Mara del Pilar Nores, Beatriz Castellonese, Edelweis Zahn Freire, Gastn Zina Figueredo, Beatriz Victoria Barboza Snchez, Margarita Michellini, Alicia Raquel Cadenas Ravela, Julio Csar Barboza Pla, Rafael Michellini, Gabriel Mazzarovich, Juan Roger Rodrguez Chandari y lvaro Rico, y ms recientemente de la sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad, el 31 de mayo de 2011, en la causa N 1627 de su registro, caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/ privacin ilegal de la libertad agravada, imposicin de tormentos y homicidio calificado. Asimismo, la existencia y ubicacin del predio se encuentra probada tambin por el contrato de locacin del inmueble sito en Venancio Flores 3519 y 3521 de esta ciudad a partir del cual quien figura como su dueo, Santiago Cortell, lo alquil a partir del 11 de mayo de 1976 a Felipe Salvador Silva y Julio Csar Cartels, y en el cual surgen como fiadores Juan Rodrguez y Eduardo Alfredo Ruffo. Cabe agregar que de la pericia caligrfica incorporada al debate surge que la firma obrante en ese contrato corresponde efectivamente al ltimo de los nombrados (cfr. contrato de locacin glosado en copias certificadas a fs. 1131/1155 y pericia de fs. 335/360, ambas de la causa N 1627 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1, respectivamente, incorporadas por instruccin suplementaria en la causa N 1730 - punto 6, m-). Respecto al mbito territorial, y tal como se ha tratado en los acpites anteriores y se prob a travs de la mencionada causa N 13/84, el territorio nacional haba sido dividido en Zonas, Subzonas y reas de defensa, con el objeto de combatir la subversin. Ahora bien, Automotores Orletti funcion dentro de la denominada Zona de Defensa I, Subzona de la Capital Federal, la cual se encontraba bajo la jurisdiccin del Primer Cuerpo de Ejrcito, Comandada, a la
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fecha del hecho de este juicio por GUILLERMO SUREZ MASON, mientras que la Subzona se encontraba a cargo del General JORGE OLIVERA ROVERE, tal como lo afirm el mismo Guillermo Surez Mason en su indagatoria incorporada por lectura a raz de su fallecimiento, puesto que declar la Subzona Capital Federal, estuvo a cargo del General Jorge Olivera Rovere en 1976 y posiblemente parte de 1977 (cfr. punto 42 de la incorporacin por lectura). En cuanto a la descripcin del lugar resultan de importancia tanto el informe Nunca Ms elaborado por la CONADEP como el contrato de locacin mencionados anteriormente de los que se desprende que el inmueble constaba de dos plantas y posea dos lugares por los que se poda ingresar, uno de los cuales posea un especie de cortina metlica, la cual tambin fue
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recordada por lvaro Nores Montednico, entre otros testigos, en su declaracin testimonial al expresar que el da de su secuestro fue ingresado en un automvil marca Ford Falcon y llevado hasta ese centro clandestino de detencin, que cuando el vehculo se detuvo pudo sentir que una puerta metlica se levant y finalmente ingres al lugar (cfr. declaracin del da 21 de diciembre de 2011). Respecto del nombre o denominacin de este centro clandestino de detencin como Automotores Orletti, fue conocido con posterioridad a su cierre. En efecto, fue el resultado de una lectura rpida de dos sobrevivientes en momentos en que se fugaban del lugar al leer el cartel que se encontraba en la entrada que deca "Automotores SA- Cortell". La circunstancia apuntada explica la deformacin del nombre efectuada por aqullos ante la situacin de extrema tensin vivida en la fuga. Pero adems, surge de la lectura del contrato de locacin incorporado al debate que Santiago Cortell, dueo del lugar que funcion en su momento como taller mecnico, lo alquil desde el 11 de mayo de 1976 a Felipe Salvador Silva, y a Julio Csar Cartels (cfr. sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad en la causa N 1627 de su registro). Asimismo, de los documentos aludidos, sumado al testimonio de varios sobrevivientes, surge tambin que la planta baja -que contaba con un bao pequeo-, era el lugar donde
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generalmente
permanecan
los
secuestrados, a la vez que se observaba una escalera que conduca al primer piso o planta superior destinado al interrogatorio y torturas de los detenidos. En efecto, durante este juicio muchos de los testigos relataron las deplorables condiciones de higiene con las que contaron durante su detencin y el maltrato sufrido, entre ellos, Edelweiss Zahn Freire expuso que el lugar pareca un garage, que estaba muy sucio, haba aceite en el piso y que ah permanecieron detenidos y encapuchados, mientras que Jos Luis Bertazzo manifest que las condiciones de higiene eran muy malas, que ni siquiera se le brindaba atencin mdica a los heridos, que pasaron hambre por falta de comida y que el maltrato era constante. Por su parte, Gastn Zina Figueredo, Alicia Cadenas Ravela y Mara Elba Rama Molla, fueron contestes respecto de que en Orletti los cautivos eran torturados y que generalmente ello se produca en la planta superior. As el primero y la segunda expusieron que todos permanecan esposados y encapuchados y que fueron sometidos a golpizas y vejmenes, agregando Cadenas Ravela que para torturarlos los llevaban al primer piso, mientras que la ltima declar que traan gente secuestrada y la tiraban en el piso, que luego la levantaban y la suban por las escaleras hasta la planta superior donde aqulla pudo escuchar los gritos de las torturas infringidas. Mara Elena Laguna relat que durante su cautiverio en una oportunidad en que fue al bao una de las personas que custodiaban el lugar le toc la vagina aprovechando que sta estaba tabicada y no poda ver, e incluso Sara Rita Mndez testific que haba sido torturada, explicando que para ello la desnudaron y la colgaron con las manos atadas a la espalda mientras que el piso estaba mojado con sal y comenzaron a aplicarle corriente elctrica en su cuerpo, picana. Muchos de estos sobrevivientes relataron tambin que pudieron reconocer la fuerza de seguridad a cargo de Automotores Orletti aportando, algunos, los nombres del personal integrante. Entre ellos, lvaro Nores Montednico declar que el da 2 de octubre de 1976, fecha en que se produjo su secuestro, record que cuando baj del automvil en el que fue llevado a Orletti subi por una escalera la que condujo a un cuarto en el cual una persona de nacionalidad uruguaya quien se
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identific como Mayor Gavazzo, lo apunt con una pistola en la cabeza mientras conversaba con l. Por su parte, Mara Elba Rama Molla, expuso que en una ocasin vi a dos hombres, uno de ellos canoso y vestido como de paisano y otro que tena pelo oscuro peinado con gomina, manifestando que aqullos se trataban de Anbal Gordon y Otto Paladino. Pero adems, Sara Rita Mndez, Pilar Nores Montednico, Ana Ins Cuadros Herrera y Gastn Zina Figueredo fueron coincidentes en sus testimonios pues expusieron que el jefe o autoridad visible del centro haba sido Anbal Gordon, pero que adems dentro de aqul operaba tanto personal dependiente del Ejrcito como de la Secretara de Inteligencia del Estado, en adelante SIDE, logrando identificar a algunos de ellos mediante los apodos
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utilizados, siendo stos Pajarovich, Paqui y Zapato. Estos sobrevivientes que estuvieron all, lo mismo que otros cautivos fueron sistemticamente sometidos a torturas y a condiciones inhumanas de vida, soportando todo tipo de humillaciones y maltratos, desde fsicos hasta psquicos. Para entender este esquema debe destacarse que si bien Automotores Orletti se encontraba emplazado dentro de la jurisdiccin que corresponda al Primer Cuerpo de Ejrcito, la SIDE contaba con una cierta independencia operativa en lo que refera a las tareas de inteligencia y detencin de personas en aquella zona, lo que result acreditado en la sentencia dictada en el marco de la causa N 1627 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 antes referida. Ello se desprende tambin de la Ley N 20.195 del 28 de febrero de 1973 mediante la cual se dispona que el Poder Ejecutivo Nacional designaba al Director de la SIDE y que a su vez este ltimo dependa directamente de aqul (ver art. 4). Es decir que la SIDE dependa en definitiva del Presidente de la Nacin. Por lo dems, ello fue reconocido por quien, a la fecha de los hechos (1976), se desempe como Secretario de aqul organismo, Otto Paladino, en su declaracin indagatoria prestada en el marco de la causa N 42.335 bis, incorporada por lectura a raz de su fallecimiento -art. 391 inc. 3 del
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CPPN- (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 65 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1730). En ella relat que a partir del mes de marzo de 1976, en su carcter de Secretario de Inteligencia, le fue ordenado reunir informacin, procesarla y darle a conocer la Inteligencia resultante al Gobierno Nacional particularmente al Poder Ejecutivo, atinente a la realidad total de la vida del pas, ya sea social, poltico, gremial, estudiantil, abarcando el campo subversivo y el rea exterior, es decir, las funciones que emanaban del art. 10 de la ley 20.195 antes referida. Pero adems, destac que una vez producido el hecho revolucionario prosigui con sus funciones cotidianas aunque algunas veces fue requerido por el Presidente Videla, sin perjuicio de la reunin semanal de una hora que mantena con ste. Asimismo, esas reuniones mantenidas entre Videla y Otto Paladino tambin surgen de la entrevista realizada por Mara Seoane a Ricardo Yofre, la cual fue aportada por esta testigo en su declaracin testimonial en el marco de este debate, y de la que se puede extraerse que cada maana Videla se entrevistaba con el Jefe de la SIDE. Finalmente, surge de la misma declaracin indagatoria que el cargo que desempe Paladino dentro de la SIDE fue un destino militar asignado por el entonces Comandante en Jefe del Ejrcito y Presidente de la Nacin, Teniente General Jorge Rafael Videla (cfr. fs. 353/357 de la causa N 42.335 bis, Rodrguez Larreta Piera s/ n. querella incorporadas por lectura -punto 343-). Aunado a lo anterior se encuentran las constancias obrantes en el Sumario Militar N 417 de 1977 Comando de la Cuarta Brigada de Infantera Aerotransportadota incorporado como prueba documental, del que surge que en Automotores Orletti actuaba personal militar destacado en comisin al organismo, personal de inteligencia de la SIDE, agentes de inteligencia pertenecientes al Batalln 601, personal inorgnico y perteneciente a la Polica Federal Argentina (cfr. punto 6 r, incorporado por instruccin suplementaria en la causa N 1730). Ahora bien, dentro de este centro clandestino de detencin ilegal de personas coexistieron tanto personal de nacionalidad argentina como uruguaya actuando en forma conjunta y coordinada y con un mismo fin. En efecto, Automotores Orletti funcion como una de las bases operativas de lo que se conoci como el denominado Plan Cndor, nombre con el que se
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conoci al pacto o alianza entre las fuerzas de seguridad existentes en varios pases del Cono Sur durante los gobiernos de facto imperantes en ellos, con el objeto comn de reprimir y eliminar a las personas calificadas por aqullos como elementos subversivos. Ya del libro Investigacin Histrica sobre Detenidos
Desaparecidos de la Presidencia de la Repblica Oriental del Uruguay, surge la Primera Reunin Interamericana de Inteligencia Nacional efectuada entre el 25 y el 30 de noviembre de 1975 en Santiago de Chile como el momento fundacional del Plan Cndor, cuya acta de clausura se encontraba firmada por representantes de Chile, Argentina, Uruguay y Bolivia. En efecto, el mencionado Plan Cndor implic una estructura de organizacin supranacional entre gobiernos y servicios de inteligencia de
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Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay, destinada a coordinar proyectos con el fin de obtener, ordenar e intercambiar informacin para perseguir ilegalmente a opositores polticos. De esta manera, y ms all de las propias estructuras operativas de cada pas, se estableci una red de inteligencia para el intercambio de informacin, como as tambin se crearon protocolos conjuntos de actuacin, se llevaron adelante operaciones conjuntas cuya finalidad era secuestrar, torturar, desaparecer y matar opositores polticos fuera de las fronteras propias de cada pas. Esta organizacin oper en forma real y concreta, con divisiones de funciones, articulando las distintas organizaciones militares, fuerzas de seguridad e institucional de los distintos pases. Teniendo en cuenta ello el Plan Cndor implic una superestructura que super las fronteras estatales e involucr una importante cantidad de personas de cada uno de los pases que la integraron. En la mayora de los casos se hicieron presentes miembros de los servicios de inteligencia uruguayos en este centro clandestino de detencin, para interrogar y torturar a los detenidos de aqulla nacionalidad. As como tambin se hicieron presentes en la Repblica Oriental del Uruguay, militares argentinos a los mismos fines. As se llev adelante un operativo de importante envergadura contra un grupo poltico uruguayo desplegado a nivel regional y con fuerte colaboracin de las fuerzas represivas de Argentina, Chile y Paraguay dirigido principalmente, en este caso, contra integrantes polticos de
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nacionalidad uruguaya pertenecientes al denominado Partido por la Victoria del Pueblo (PVP). Este operativo se inici a comienzos de 1976 y estuvo bsicamente a cargo de miembros del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) y personal perteneciente al Servicio de Informacin de Defensa de Uruguay dependiente del Ministerio de Defensa (SID), en conjunto con personal integrante de la SIDE de Argentina, con base en Buenos Aires, dentro del centro clandestino de detencin Automotores Orletti. Todo ello se encuentra avalado por la prueba documental incorporada al debate, la que resulta concordante con el relato de los declaraciones prestadas por los testigos en este juicio. As del archivo desclasificado por el Departamento de Justicia de los Estado Unidos del 28 de septiembre de 1976 se documenta la existencia del Plan Cndor en los siguientes trminos: Operacin Cndor es un nombre en clave para la recopilacin y el intercambio de informacin sobre los llamados izquierdistas, comunistas o Marxistas. Esta Operacin fue recientemente establecida entre los servicios secretos de Amrica del Sud para eliminar las actividades marxistas terroristas en esta zona... Adems, se desprende de aqul que tambin consisti en organizar operaciones conjuntas contra los terroristas en sus Estados miembros, siendo que los miembros de la Operacin Cndor que ms entusiasmo han mostrado hasta la fecha son la Argentina, Uruguay y Chile. Estos tres pases llevaron a cabo operaciones conjuntas contra los terroristas, principalmente en la Argentina (cfr. fs. 5389/5405 de la causa N 1351 incorporadas por lectura -punto 388-). Tambin se menciona la existencia del Plan Cndor en el marco de la causa N 2922, caratulada Gavazzo, Jos Nino y otros s/ sustraccin de menores de diez aos del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 9 de esta ciudad, en un documento en el cual se menciona no slo la existencia de ese plan, sino que incluye las actividades contra nacionales uruguayos residentes en Argentina durante el mes de septiembre de 1976. En dicho documento tambin se hizo alusin a la conformacin entre distintos pases del Cono Sur del Plan Cndor a los efectos de organizar operaciones conjuntas contra los terroristas en sus Estados
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miembros, siendo estos pases Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Paraguay (cfr. fs. 1255/1256 de la causa referida incorporadas por lectura -punto 369-). Por lo dems, la existencia y alcances del Plan Cndor han sido reconocidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en distintos pronunciamientos. Entre ellos, en la sentencia dictada el 22 de septiembre de 2006 en el caso Goibur y otros c/ Paraguay, en la cual se consider probada la alianza que una a las fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia de las dictaduras del Cono Sur en su lucha y represin contra personas designadas como elementos subversivos. Las actividades desplegadas como parte de dicha Operacin estaban bsicamente coordinadas por los militares de los pases involucrados, y posteriormente, se reafirm aquello en la sentencia dictada el 24 de febrero de 2011 en el caso Gelman c/ Uruguay.
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En el mbito nacional, se mencion la existencia de este Plan en el marco de la sentencia dictada el 9 de diciembre de 1985 en el marco de la denominada causa N 13/84 del registro de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, en la que se afirm que dentro de Automotores Orletti las fuerzas actuaron en forma conjunta con Oficiales del Ejrcito de la Repblica Oriental del Uruguay, y que las personas privadas de su libertad en ese centro fueron trasladadas a Montevideo en operativos conjuntos de los ejrcitos de ambos pases, y ms recientemente en la sentencia de fecha 31 de mayo de 2011 dictada en la causa N 1627, caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/ privacin ilegal de la libertad agravada, imposicin de tormentos y homicidio calificado del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad. Asimismo, la coordinacin existente entre las distintas fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas ha sido relatada por varios de los testigos que depusieron en el marco de este debate, muchos de los cuales recordaron el traslado de detenidos de Argentina a Uruguay efectivizado a travs de dos viajes areos, y que incluso sostuvieron que ello se realiz en el marco de un acuerdo entre ambos pases que form parte del mencionado Plan Cndor. Cabe agregar que las circunstancias apuntadas se desprenden tambin del documento La Investigacin Histrica sobre Detenidos Desaparecidos
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realizada por la Universidad de la Repblica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, a raz de un convenio firmado con la Presidencia de la Repblica Oriental del Uruguay, publicada por la Direccin Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales, encabezada por el historiador lvaro Rico quien declar en el marco de este debate los das 12 y 25 de octubre de 2011 (cfr. documento incorporado en el punto 401 de la incorporacin por lectura y punto 82 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Entre los testigos, Mara del Pilar Nores, quien declar el 12 de octubre de 2011, expuso que dentro del centro clandestino de detencin denominado Orletti haba visto a personal uruguayo de los cuales, a cinco de ellos, Manuel Cordero, Jos Nino Gavazzo Pereira, Gilberto Vzquez, Ricardo Arab y Luis Maurente, los volvi a ver estando detenida en Uruguay. Asimismo testific que en ese centro crea que los uruguayos reconocan como autoridad argentina a Anbal Gordon, aunque otras veces le di la impresin de que el trato era entre pares y que se comportaban como una banda, lo que la llev a pensar que ni los argentinos mandaban a los uruguayos ni viceversa, sino que todos ellos trabajaban en conjunto. En el mismo sentido declar lvaro Nores, hermano de la anterior, quien al declarar el 21 de diciembre de 2011, refiri que estando secuestrado junto a otras personas en Uruguay, aproximadamente a fines del mes de octubre o principios de noviembre de 1976, los haban ido a visitar a El Palmar un grupo de argentinos miembros de la banda los cuales vestan traje, siendo que esa denominacin la haba escuchado durante su cautiverio en Orletti cuando los oficiales uruguayos se referan a los argentinos. En torno a su traslado de Orletti a la Repblica Oriental del Uruguay describi que fue llevado hasta all en un avin de la lnea comercial de Pluna sin haber realizado ningn tipo de trmite para ingresar al aeropuerto, y que el viaje areo lo efectu junto a otras personas respecto de las cuales crea que no haban estado junto a l en ese centro, sino que se trataba de pasajeros comunes. Relat que previo a viajar, haba sido baado con una manguera y le taparon sus heridas con ropa. Agreg que al llegar a Uruguay fue introducido en un vehculo que se coloc al final de la escalera del avin, el
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que lo llev fuera del aeropuerto de Carrasco donde haba aterrizado. Record que al llegar hasta un portn de ese aeropuerto se baj del automvil un Oficial perteneciente a la Prefectura General Martima el cual se dirigi hasta una garita y arregl la salida del vehculo, siendo que despus fue trasladado a un lugar sito en la calle Boulevard Artigas donde fue alojado junto a su hermana y Jos Daz, a quien no conoca con anterioridad a su cautiverio. Coincidentemente con ellos, Mara Elba Rama Molla, quien declar el 8 de noviembre de 2011, relat que mientras estuvo secuestrada en lo que luego supo que se trataba del lugar conocido como Orletti pudo escuchar tanto voces de argentinos como de uruguayos, estos ltimos se dedicaron a realizar los interrogatorios mientras que a los primeros los vincul con actividades de represin dentro del centro. Asimismo, declar que entre
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aproximadamente el 24 y 25 de julio de 1976 los trasladaron a Uruguay, pero que con anterioridad a ese viaje, tal circunstancia haba sido puesta en su conocimiento por medio de uno de los guardias en momentos en que los llevaban al bao, aunque ella le contest que no poda ser cierto ya que las dimensiones de tal medida implicaran problemas de ndole internacional, explicndole dicha persona que eso se arreglaba de Gobierno a Gobierno. Fue as que finalmente comprob que los dichos del guardia fueron ciertos, los prepararon, esposaron sus manos por detrs, les vendaron los ojos y la boca y los llevaron en el piso de un camin que parti a gran velocidad y utilizando sirenas, hasta llegar a un avin mediante el cual los trasladaron efectivamente al pas vecino. Por su parte, Rafael Eugenio Michellini Delle Piane declar el 21 de noviembre de 2011, que el homicidio de su padre el Senador uruguayo Zelmar Michellini, fue una prueba palmaria del nivel logrado en la operacin conjunta de militares uruguayos y argentinos conocida como Plan Cndor. As depuso que en una oportunidad en la que mantuvo una conversacin con el Gral. Martn Balza, cuando ste era Comandante del Ejrcito Argentino, junto a otras personas de su staff, record que manifestaron insistentemente que no era posible secuestrar a un Senador uruguayo de un hotel argentino ubicado en pleno microcentro de la ciudad, y asesinarlo 48 horas ms tarde sin
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que ello se produjera sin el visto bueno de las autoridades represivas argentinas. Adems, relat que hubo dos vuelos en los que se traslad a personas detenidas de Argentina a Uruguay. Respecto del primero manifest que en l viajaron mujeres y hombres que haban estado cautivos en Orletti en virtud de las detenciones producidas en el mes de julio de 1976, y que en relacin al destino de aqullos supo que se realiz un proceso penal en su pas mediante el cual se los conden por haber ingresado ilegalmente. En cuanto al segundo vuelo refiri que tambin los cautivos haban pasado por Orletti y partieron desde Aeroparque. En cuanto al traslado de detenidos en Automotores Orletti por va area hasta Uruguay, Beatriz Castellonese tambin confirm este suceso. As declar el 21 de noviembre de 2011, que parti desde el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, acompaada de personal policial y que viaj con documentos falsos junto a Mara Elena Laguna que tambin estaba secuestrada junto a tres chicos. Expres que Jos Nino Gavazzo, quien se encontraba acompaado de otros militares, le haba mencionado que se hara pasar por su esposo y padre de los nios. Describi que hasta el Aeroparque fueron en una ambulancia con sirena, y que ya estando en el aeropuerto de Uruguay los sacaron por una puerta distinta a la de los pasajeros, especificando que en ningn momento hubo alguna clase de trmite migratorio. A estas declaraciones debe aunarse el testimonio brindado por otras vctimas que, al igual que los anteriores, pusieron de manifiesto que sus secuestros, interrogatorios y cautiverios se efectivizaron a travs de la coordinacin entre las fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas. As surge de los relatos de Sara Rita Mndez, Beatriz Victoria Barboza Snchez, Gastn Zina Figueredo, Ana Ins Cuadros Herrera y Alicia Raquel Cadenas Ravela, entre otros. Incluso, la existencia del Plan Cndor fue afirmada por prestigiosos periodistas y un historiador, todos ellos de nacionalidad uruguaya, quienes depusieron en el marco de este juicio. lvaro Hugo Rico Fernndez, historiador y docente universitario en la Repblica Oriental del Uruguay, quien declar en el debate los das 12 y
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25 de octubre de 2011, manifest que a partir de septiembre del ao 2005, en el marco de un convenio en aqul pas entre historiadores y arquelogos, se comenz a realizar una investigacin sobre los desaparecidos. Explic que mientras los arquelogos se ocuparon de estudiar los restos encontrados, el equipo de historiadores, el cual coordinaba, se avoc al estudio de la documentacin hallada al respecto hasta el presente. Expuso que el resultado de ello fue la publicacin en el ao 2007 de cinco libros con documentacin y reconstruccin de los hechos sobre detenidos desaparecidos, y posteriormente tres tomos ms, similares a los anteriores, acerca del perodo dictatorial en Uruguay, y en particular sobre la vigilancia de la sociedad civil, los presos polticos, etc. Relat que para la confeccin de stos result sumamente importante el acceso a los archivos de Inteligencia entre los aos 1973 y 1985,
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junto con los archivos de Defensa, de la Direccin de Polica Tcnica, de Migraciones, etc., e incluso los archivos localizados haca poco tiempo dentro de Sanidad Militar junto con otros archivos mdicos de la poca, los cuales estaban siendo revisados. Con referencia al Plan Cndor explic que Automotores Orletti haba sido el centro en el cual se encontraban combinadas las fuerzas represivas argentinas y uruguayas, desde all los detenidos fueron trasladados a Uruguay pasando por el Departamento III de Defensa y el edificio perteneciente al SID (Sede de Informacin de Defensa) ubicado en Boulevard Artigas 1488, casi Palmar, recordando como caso emblemtico el de la madre de Macarena Gelman quien fue secuestrada en Argentina el 24 de agosto de 1976, detenida en Automotores Orletti, y luego trasladada a Uruguay, desapareciendo finalmente para el mes de diciembre de ese mismo ao. Manifest adems que desde Argentina a Uruguay hubo dos importantes traslados, uno grupal de 24 ciudadanos uruguayos de los cuales 22 pertenecan a la agrupacin poltica Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), efectuado el 24 de julio de 1976, y que se conoci como Primer Vuelo, y otro traslado efectuado el 5 de octubre de 1976 denominado Segundo Vuelo. Puntualiz que mientras los secuestrados y trasladados en el primer vuelo fueron liberados mediante un falso operativo que se conoci como Operativo del Chalet Sucio, los del segundo vuelo se encontraban
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desaparecidos. Asimismo precis que el primer vuelo haba partido del Aeroparque Jorge Newbery aterrizando en el aeropuerto de Carrasco, y que ello se realiz a solicitud del Servicio de Inteligencia de Defensa y mediante una operacin coordinada, siendo posteriormente alojados los 24 detenidos en La Casona o La Mansin. A su testimonio debe sumarse que se encuentra incorporada al debate la Investigacin Histrica sobre detenidos desaparecidos realizada por la Universidad de la Repblica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, a raz de un convenio firmado con la Presidencia de la Repblica Oriental del Uruguay, publicada por la Direccin Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales (cfr. punto 401 de la prueba incorporada por lectura y punto 82 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351), y la documentacin confeccionada por la Secretara Internacional de Juristas por la Amnista en Uruguay (SIJAU) que tambin da cuenta de la actividad cooperada por parte de los servicios de seguridad uruguayos y argentinos en los operativos que efectuaban en forma conjunta (cfr. punto 389 de la incorporacin por lectura). Asimismo, Juan Roger Rodrguez Chandari, periodista uruguayo, declar en el debate el 23 de noviembre de 2011, que realiz una investigacin de los hechos ocurridos en Argentina en el centro de detencin Orletti respecto de uruguayos desaparecidos, entre otras cosas. As relat que la informacin que obtuvo indicaba que desde el ao 1971 existi una coordinacin represiva por parte del Servicio de Inteligencia Policial uruguayo, que en Uruguay aparecieron los llamados escuadrones de la muerte inspiradores de la Triple A en Argentina, y que tambin se encontraba vinculado Chile. Que segn las conclusiones a las que arrib, el sistema de coordinacin entre Argentina y Uruguay consista en trasladar a los desaparecidos de un pas al otro, como el caso de Claudio Ernesto Logares, Mnica Sofa Grinspon y Paula Eva Logares, secuestrados en Uruguay y trados a Argentina, o como el caso de los uruguayos secuestrados en Orletti en Argentina y trados a Uruguay mediante dos vuelos, siendo sta la metodologa utilizada. Record que a partir del ao 1984 y de la entrevista con testigos-vctimas se habl de un Plan Cndor lo que tambin le fue
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mencionado por Furci quien le coment acerca de la unidad represiva del Plan Cndor, de la Banda de Gordon y de Orletti en los que varios uruguayos participaron, y que a su entender los nios de un pas eran trasladados a otro para nunca ser encontrados. Asimismo mencion que durante esa poca se pudo diferenciar dos perodos, el primero abarcara desde junio de 1976 en donde 23 uruguayos fueron trasladados a su pas permaneciendo detenidos en el Servicio de Informacin de Defensa (SID), y a partir de all no hubo ms cautivos en Orletti hasta el mes de septiembre del mismo ao, momento a partir del cual comenz un segundo perodo de detencin de ciudadanos uruguayos hasta octubre de 1976, siendo que estos ltimos se encuentra todos desaparecidos. Explic que muchos de estos datos los obtuvo a travs de un informante quien
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le relat que cuando se cerr Orletti, a Uruguay le devolvieron todos los uruguayos junto a cinco argentinos ms para su disposicin final, y en cuanto al segundo vuelo explic que un Oficial de la Fuerza Area Uruguaya le haba confirmado que se efectu en el vuelo N 511 comandado por Malaquin junto a Muoz y Pinto, quienes fueron los oficiales uruguayos que intervinieron en el traslado de encapuchados desde Buenos Aires. Adems, puntualiz que cuando en el ao 2005 asumi la Presidencia Tabar Vzquez orden que las tres fuerzas de seguridad uruguayas confeccionaran un informe sobre desaparecidos, y record que en ese entonces la Fuerza Area Uruguaya reconoci que el 5 de octubre de 1976 existi ese vuelo. El periodista Gabriel Jorge Mazzarovich Gonzlez, testific en el debate el da 21 de noviembre de 2011, que la existencia de este Plan Cndor qued establecido no slo por los evidentes viajes de militares uruguayos y argentinos, sino tambin por el manejo de la tortura y el funcionamiento organizado en el trfico de nios entre ambos pases. Al igual que el anterior testigo tambin manifest la existencia de un segundo vuelo mediante el cual se traslad a Uruguay aproximadamente a 24 ciudadanos uruguayos quienes figuraban como desaparecidos en Argentina. Finalmente, tambin dio testimonio en este juicio de la existencia de este plan Julio Csar Barboza Pla, quien declar el 12 de octubre de 2011, que en el ao 1976 se desempeaba en Uruguay como miembro del
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Departamento III, en labores administrativas, y en calidad de Escribiente y Funcionario Administrativo de Informacin de Defensa, manifestando respecto de esta coordinacin entre las fuerzas argentinas y uruguayas que era vox populi y un comentario generalizado que los uruguayos hacan cosas en Argentina. En este sentido, del documento La Investigacin Histrica sobre Detenidos Desaparecidos anteriormente referido surge en el Tomo I, pginas 326 y 327, dos cables remitidos al Secretario de Estado en Washington DC, uno de ellos desde la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires (Documento 13) y el otro desde la Embajada de Estados Unidos en Montevideo (Documento 14). El primero de stos menciona que un funcionario de ACNUR cont que al menos 24 uruguayos desaparecieron en julio y otros 28 en septiembre, lo que indica que no se tiene noticias de todos ellos. El funcionario sostuvo que haba testigos oculares argentinos de los secuestros, pero dijo que no se haban tomado testimonios jurados en ese momento y podra ser difcil encontrar argentinos que quieran testimoniar ahora contra la versin del gobierno uruguayo. El segundo relata que aqullos iban a ser matados por los argentinos quienes en cambio los entregaron a las autoridades uruguayas y que estn mejor desde el punto de vista humanitario a pesar de la repatriacin forzosa. Por lo menos estn vivos; una bienvenida diferencia con respecto a anteriores temores y reportes de que haban sido ejecutados, como han sido tantos otros, poco despus de ser reportados como desaparecidos en Argentina. En definitiva, y en consonancia con lo expuesto hasta aqu, puede sintetizarse que Automotores Orletti fue uno de los centros donde se puso de manifiesto la existencia de este operativo de coordinacin entre las fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas con el objeto de combatir la subversin en ambos pases, operativo que se denomin como Plan Cndor, y a travs del cual fueron llevados all muchos secuestrados -detenidos en forma ilegal-, cuyo denominador comn fue que resultaron ser personas de nacionalidad uruguaya, militantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), y exiliados en nuestro pas.
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Asimismo, que aqulla coordinacin se verific tambin tanto en la fase de secuestro como en las torturas infringidas a los cautivos. Para ello, la SIDE haba puesto a disposicin de los represores uruguayos que se encontraban en Argentina distinta y variada clase de recursos, de infraestructura, operativos y humanos. Y finalmente, el punto mximo que evidenci esta relacin y organizacin conjunta entre ambos pases durante el perodo dictatorial, culmin con el traslado de estos detenidos de un pas a otro, a travs de distintos vuelos internacionales, de los cuales al menos dos de ellos se encuentran verificados tanto por el relato de los testigos ya mencionados como por la prueba documental desarrollada anteriormente en extenso, los que se llevaron a cabo eludiendo cualquier tipo de control y formas migratorias tanto
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en una como en otra frontera de ambos Estados. Todo ello pone de resalto el necesario conocimiento y aval por parte de las mximas autoridades de nuestro pas de los sucesos descriptos hasta aqu. En estas circunstancias y bajo estas condiciones de secuestro y detencin ilegal, ha quedado evidenciado el nacimiento de la hija de Mara Claudia Garca Iruretagoyena y Marcelo Ariel Gelman, y la apropiacin del hijo de Sara Rita Mndez Lompodio y Mauricio Gatti Antua; la hija de Mara Emilia Islas Gatti de Zaffaroni y Jorge Roberto Zaffaroni Castilla; y los hijos de Victoria Grisonas y de Roger Julien, todos ellos llevados al centro clandestino de detencin Automotores Orletti.
a. Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena: Mara Macarena, hija de Mara Claudia Garca Iruretagoyena y Marcelo Ariel Gelman, naci aproximadamente el 1 de noviembre del ao 1976, en la Repblica Oriental del Uruguay. Su madre de 19 aos de edad, se encontraba detenida en ese pas en forma ilegal, habiendo sido trasladada embarazada desde el centro clandestino de detencin Automotores Orletti ubicado en la Repblica Argentina y en el marco de un operativo de nivel interestatal denominado Plan Cndor, dando a luz en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas en Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay.
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La nia fue sustrada de la custodia de sus progenitores, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo como hija del matrimonio compuesto por ngel Julin Taurio Rodrguez y Esmeralda Vivian de Taurio, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos de la nia sustituyndole su identidad. A ella la inscribieran como Mara Macarena Taurio Vivian, situacin que perdur hasta el 5 de julio de 2000, ocasin en que fuera recepcionado, en el marco de la causa N 2922/00, caratulada Gavazzo Pereira, Jos Nino y otros s/ sustraccin de menores de diez aos del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 9, el resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que obra glosado a fs. 764/792 de esas actuaciones, confirmando el resultado de la pericia gentica obtenida por el Centro de Estudios de Polimorfismo Humano de Pars, Francia, en forma privada. Dicho informe pericial concluy que del grupo humano involucrado en la pericia no se obtuvo exclusin del vnculo biolgico alegado con ninguno de los marcadores genticos investigados, lo que implicaba que no era posible excluir a Marcelo Ariel Gelman ni a Mara Claudia Garca Iruretagoyena como padre y madre biolgicos, respectivamente, en relacin a Mara Macarena Taurio Vivian, y que los nombrados, en clculos matemticoestadsticos, tenan una probabilidad de parentalidad de 99,99%, lo cual significaba que ambos posean esa probabilidad de haber sido los padres biolgicos de la nombrada (cfr. pericia de ADN incorporada por lectura en el punto 370). La causa judicial que permiti la identificacin de la hija Mara Claudia Garca Iruretagoyena de Gelman y Marcelo Ariel Gelman en la Repblica Argentina, tuvo su inicio en noviembre del ao 1987, quedando finalmente registrada bajo el N 2922/00 ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 9, de esta ciudad. En ella se denunciaron los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, siendo ste o sta el hijo/a nacido del matrimonio compuesto por Marcelo Gelman y su esposa, Mara Claudia Garca Iruretagoyena. Asimismo, en dicha presentacin se acompa adems una copia del certificado de
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matrimonio de los nombrados y del certificado mdico que acreditaba el embarazo de Mara Claudia Garca con fecha probable de parto para el 1 de noviembre de 1976 (cfr. fs. 1/16 de la causa referida, la cual se encuentra incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351 -punto 40-). De sus constancias surge que, el da 23 de mayo de 2000 compareci ante la Secretara del Juzgado mencionado la ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos con el objeto de poner en conocimiento de aqulla judicatura que, quien se encontraba inscripta como Mara Macarena Taurio Vivian, se haba presentado por su propia voluntad ante la dependencia referida a los efectos de realizarse un estudio de filiacin (cfr. fs. 747 de la causa N 2922/00). Cabe agregar que en el marco del presente debate declararon la
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Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, el Dr. Jorge Horacio Solimine, bioqumico y Sergio Valente, tcnico qumico, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). El 8 de marzo de 2005, mediante la sentencia definitiva dictada en la causa Fa. 2-16864/2004 del registro del Juzgado Letrado de Familia N 17 de la Repblica Oriental del Uruguay, caratulada Taurio Vivian, Mara Macarena c/ Vivian Esmeralda Gelman Burichson, Juan Schubaroff, Berta Garca Iruretagoyena, Juan A. s/ acciones de estado civil se hizo lugar a la accin de constatacin de filiacin y se declar la nulidad y caducidad de la inscripcin de la partida de nacimiento de Mara Macarena Taurio Vivian como hija legtima de ngel Julin Taurio Rodrguez y Esmeralda Vivian, nacida el 1 de noviembre de 1976, que figuraba inscripta en la Oficina N 10 del Registro de Estado Civil del Departamento de Montevideo, Acta N 1568 de fecha 28 de julio de 1978 y en consecuencia se dispuso la inscripcin de la nombrada como nacida en la ciudad de Montevideo el da 1 de noviembre de 1976, hija legtima del matrimonio que fuera celebrado el 8 de julio de 1976 en
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la ciudad de Buenos Aires, Repblica Argentina, integrado por Marcelo Ariel Gelman y Mara Claudia Garca Iruretagoyena, y nieta por lnea paterna de Juan Gelman Burichson y Berta Schubaroff y por lnea materna de Juan Antonio Garca Iruretagoyena y Mara Eugenia Cassinelli (f) (cfr. exhorto librado y contestado -punto 2 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351-). Ms recientemente, la sentencia dictada el 24 de febrero 2011 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Gelman vs. Uruguay declar, entre otras cosas, que el Estado uruguayo era responsable por la supresin y sustitucin de identidad de Mara Macarena Gelman Garca, ocurrida desde su nacimiento hasta que se determin su verdadera identidad, expresada como una forma de desaparicin forzada, a la vez que tambin lo declar responsable por la desaparicin forzada de su madre. Cabe destacar que sus padres fueron investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surge el legajo Mesa DS Varios N 14211, caratulado Paradero de Petelli Anabella de Caon y 2 ms iniciado el 27 de junio de 1979 con respuesta negativa fechado el 3 de octubre de 1979 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Mara Macarena Gelman, quien declar en el marco de este debate el 24 de octubre de 2011, relat que creci creyendo ser hija biolgica de ngel Taurio y Esmeralda Vivian, pero que, para febrero del ao 2000, esta ltima le haba confesado que ello no era as. Narr la versin que le dieron aqullos sobre su llegada a ese hogar, manifestando que en el mes de enero de 1977 haba sido dejada en la puerta de la vivienda dentro de una canasta de mimbre con un cartel supuestamente firmado por su madre que indicaba que haba nacido el 1 de noviembre de 1976 y que no la poda criar. En esa oportunidad Esmeralda Vivian le dijo que no poda explicarle nada ms porque de todos los trmites se haba encargado el ex Comisario Taurio, quien ya se encontraba fallecido. En cuanto a l, puntualiz que Taurio profesaba la masonera, lo mismo que su
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padrino de bautismo, Alberto Lpez, el cual haba sido elegido por aqul, y tambin ofici como testigo de su nacimiento. Mara Macarena tambin explic que trat de dilucidar el motivo del traslado de su madre a Uruguay para dar a luz all, ya que no exista ninguna vinculacin ni familiar ni poltica que la ligara a ese pas. Resalt que pudo saber de la presencia en el centro clandestino de detencin perteneciente al Servicio de Informacin de Defensa (SID) en Uruguay, donde estuvieron alojadas su madre y ella misma cuando recin haba nacido, de represores argentinos que operaban paralelamente en Automotores Orletti. Mara Macarena relat estas visitas de control, acotando que las mismas obedecan a la desconfianza de los represores argentinos respecto del personal uruguayo, los cuales haban dejado con vida a las personas que fueron trasladadas
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clandestinamente en julio de 1976 a Uruguay. Expuso que cuando ngel Taurio se encontraba internado poco tiempo antes de morir, en numerosas ocasiones record que le haba pedido perdn llorando, manifestando que en ese entonces ella no alcanzaba a imaginar el motivo de esas disculpas. Relat que incluso en una oportunidad, mientras se encontraba internado, Taurio le pidi que le llevara el libro La ira del Leviatn, escrito por el militar uruguayo Troccoli y ella se lo llev sin alcanzar a comprender el motivo de ese pedido. Explic que cuando conoci su verdadera identidad advirti que en ese libro se relata la coordinacin represiva entre Uruguay y Argentina durante la dictadura, mencionndose entre uno de los protagonistas a Anbal Gordon. Relat que cuando conoci su verdadera identidad se realiz un encuentro y que en dicha reunin se encontraban Juan Gelman y Esmeralda Vivian. Mara Macarena explic que en ese encuentro, Esmeralda Vivian cont que cuando la nia haba sido abandonada en la puerta de su casa, ella quiso quedrsela para criarla y ngel Taurio accedi a ello, aunque ella misma reconoci que como funcionario policial l debi saber que ante una situacin de esas caractersticas su obligacin era dar aviso a las autoridades. Expuso que Esmeralda Vivian relat tambin que le expres a Juan Gelman en esa conversacin que recordaba que le haba llamado la atencin que en los meses de junio o julio de 1999, cuando viva con su esposo en San Jos donde ste era
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funcionario policial, aqul le haba pedido que viajara a Montevideo para acompaar a Macarena, siendo que ella viva sola en esa ciudad, porque segn l haba problemas, aunque jams le explic cuales eran. Respecto a cmo haba llegado hasta su abuelo, Mara Macarena relat que en el ao 2000, un sacerdote, el Obispo de Las Flores, Monseor Galimberti, se haba contactado con Esmeralda Vivian para transmitirle que Juan Gelman haba estado en contacto con l, frente a la posibilidad de que ella fuera su nieta. Explic que hasta ese momento, ella no saba nada sobre su verdadero origen, pensando que era hija biolgica del matrimonio Taurio. Refiri que por ese motivo decidi reunirse primero con el Obispo Galimberti, quien le cont acerca de la bsqueda que venan llevando adelante su abuelo y su familia biolgica. As, manifest que el da 31 de marzo de 2000 se reuni por primera vez con Juan Gelman. Destac que a partir de conocer su verdadera filiacin se sinti ms completa, pudo entender muchas cosas que antes no entenda, y llenar vacos que no saba antes de donde salan. Cont tambin que hoy en da se encuentra avocada a la bsqueda de los restos de su madre Mara Claudia y que por este motivo inici las correspondientes acciones judiciales en Uruguay. Al respecto relat que se han hecho excavaciones en el Batalln de Infantera 14 en busca de sus restos los que hasta esa fecha no haban podido ser hallados pese a las laboras que se continuaban realizando. Finalmente, explic que en virtud de la ley de caducidad vigente en aquel pas, se haba archivado la causa judicial, que por ese motivo realiz junto con su abuelo Juan Gelman un reclamo a nivel internacional que concluy con la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que conden al Estado uruguayo, entre otras sanciones, a iniciar una investigacin judicial sobre los hechos que perjudicaron a su madre, a fin de lograr su esclarecimiento, a realizar las tareas tendientes a lograr la localizacin de Mara Claudia Garca Iruretagoyena o de sus restos mortales para entregarlos a sus familiares y a realizar un acto pblico de reconocimiento de responsabilidad internacional por tales acontecimientos, acto que se realiz en la ciudad de Montevideo. Seal que, por tal motivo la causa judicial se reabri.
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Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de los ilcitos por los cuales fue vctima Mara Macarena-, han quedado debidamente acreditados no slo en este proceso, sino que tambin fueron probados en la causa N 1627 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad y en el caso Gelman vs. Uruguay de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, consistieron en la privacin ilegal de la libertad agravada y posterior homicidio agravado de Marcelo Ariel Gelman, y en la desaparicin forzada de Mara Claudia Garca Iruretagoyena de Gelman el da 24 de agosto de 1976, en horas de la madrugada, en la vivienda ubicada en Gorriti 3868 de esta ciudad, respectivamente. El da antes sealado, las fuerzas de seguridad estatales irrumpieron en forma violenta en el interior del domicilio de mencin donde
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se encontraba el matrimonio compuesto por Marcelo Gelman y Mara Claudia Garca Iruretagoyena. Esos individuos se llevaron detenidos consigo a los nombrados, encontrndose esta ltima con un embarazo de aproximadamente siete meses de gestacin. Ambos jvenes, Marcelo y Mara Claudia, fueron trasladados al centro clandestino de detencin Orletti, y segn declar Berta Schubaroff ante este Tribunal, aqullos haban tenido actuacin poltica en la U.E.S. (Unin de Estudiantes Secundarios). Asimismo, se estableci que posteriormente el cuerpo sin vida de Marcelo Gelman fue hallado en el canal de San Fernando, provincia de Buenos Aires y se fij, a travs de las pericias de rigor, como fecha de su defuncin el 9 de octubre de 1976. Mara Claudia Garca Iruretagoyena, del centro clandestino de detencin Orletti fue trasladada en forma subrepticia e ilegal a Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay, y contina desaparecida. Este suceso fue narrado y ratificado a travs de los testimonios brindados en este juicio por Berta Schubaroff, Juan Gelman, padres de Marcelo, y Alejandro Martn Garca Cassinelli, los cuales resultaron suficientemente ilustrativos y contestes al indicar las circunstancias en las que se haba producido el secuestro de la pareja de la vivienda familiar. En efecto, Berta Schubaroff, madre de Marcelo Ariel, relat durante el debate -7 de junio de 2011-, que el secuestro de su hijo y su nuera, Mara Claudia Garca Iruretagoyena se produjo por parte de un grupo armado
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de personas que irrumpieron en el domicilio donde aqullos residan el da 24 de agosto de 1976, entre la una y las dos de la madrugada. Explic que previo a ello, el referido grupo, antes de hacerse presente en la vivienda de los nombrados se haba hecho presente en forma violenta en su propio domicilio preguntando por su hijo, recordando que estas personas se encontraban vestidos con trajes de fajina militar o de polica, y que uno de ellos posea contextura fsica muy grande y considerable altura. Relat que ante la resistencia que ella opuso a contestar las preguntas sobre el paradero de Marcelo Gelman tomaron a su otra hija, Nora Gelman, y la llevaron a otra habitacin donde la golpearon en la cara con la culata de un arma hasta que aqulla les suministr la direccin de su hermano. Al obtener dicha informacin se retiraron de su morada y se dirigieron al domicilio de su hijo ubicado a dos cuadras del suyo donde finalmente fue secuestrado junto a su mujer. Aadi que cuando se aperson hasta dicha finca encontr muchas personas que estaban paradas contra la pared, asustadas y sin hablar, las cuales le relataron, en el momento que pudieron reaccionar, que haban subido a su hijo y a su nuera a una camioneta y se los llevaron. Finalmente aclar que su nuera, al tiempo de su secuestro, se encontraba embarazada de aproximadamente siete meses y que ese mismo da tambin fue secuestrada su hija, Nora Gelman de 19 aos de edad junto a un amigo de sta de apellido Peredo que se encontraba en su casa, los cuales fueron privados de su libertad por el trmino de tres das y luego liberados (cfr. declaracin prestada el da 7 de junio de 2011). Juan Gelman, padre de Marcelo Ariel, testific que se enter del secuestro de la pareja dos das despus de ocurrido puesto que resida en Roma trabajando para una agencia de noticias, y que ese hecho se haba producido el da 24 de agosto de 1976 en el domicilio de su hijo ubicado en la calle Gorriti altura 3868, siendo que en aqulla oportunidad tambin fue secuestrada su otra hija, la que haba sido liberada aproximadamente a los cuatro das (cfr. testimonio prestado en el da 31 de octubre de 2011). Asimismo, las circunstancias de tiempo, modo y lugar se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate:
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Legajo CONADEP nro. 7156 correspondiente a Mara Claudia Garca Iruretagoyena (cfr. punto 357 de la incorporacin por lectura). Por su parte, Alejandro Martn Garca Cassinelli, quien declar en este debate el 20 de diciembre de 2011, refiri ser hermano de Mara Claudia Garca Iruretagoyena y to de Macarena Gelman. Record haberse enterado del secuestro de Mara Claudia, quien se encontraba para ese entonces embarazada de siete meses y medio, y de su esposo, Marcelo Gelman a travs de su madre, con quien el dicente viva en Buenos Aires, como as tambin que conforme le contaran, fueron secuestrados por un grupo de gente uniformada en la calle Gorriti de esta ciudad. Explic que en aqul momento l tena entre 16 o 17 aos de edad, pese a lo cual agreg que acompa a su madre en la presentacin de habeas
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corpus y a la Casa de Gobierno, manifestando no recordar por quien haban sido recibidos, a fin de intentar obtener informacin, resultando todo ello infructuoso. Declar que supo que su cuado fue asesinado siendo introducido a un tanque de petrleo y tirado al ro, en tanto que su hermana, luego de servir de envase para entregar a la criatura en Uruguay fue tambin asesinada. Relat que la primer informacin que tuviera del nacimiento de su sobrina, le lleg hace unos aos a travs de Juan Gelman, pero en ese momento no se precisaba si se trataba de un nio o nia. Aadi que en el ao 2000 supo que su hermana haba dado a luz a una nia, gracias al trabajo realizado por Juan Gelman y organizaciones de derechos humanos que lograron localizar a su sobrina, a quien visita y con la que mantiene buena relacin. Coment que conoci a Macarena al enterarse de su aparicin en el ao 2000. Sostuvo que conforme las noticias que tuviera, su sobrina naci en un hospital militar del Uruguay. Expuso haber dejado sus muestras de sangre en el Banco Nacional de Datos Genticos de la Argentina luego de la extraccin que se le realizara en un laboratorio en Pars tras localizarse a su sobrina Macarena. Seal que crea haber visto a su hermana por ltima vez en el ao 1976, en el mes de julio o primeros das de agosto, con un estado de gravidez
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avanzado, imaginando que tanto Mara Claudia, de 19 aos de edad, como su esposo tenan militancia poltica, pero afirm que su familia no tena vnculo con el Uruguay. Narr que su madre haba recibido llamados telefnicos de un militar que, a cambio de dinero, le ofreci informacin, creyendo que tal persona era de nacionalidad Argentina. Depuso que dicho militar poda pertenecer a la Marina, dado que crea que hablaba de Baha Blanca, extremo del que no estaba seguro. Finalmente expuso que su madre, haba fallecido el 5 de abril de 1995 sin conocer a su nieta. Marcelo Ariel Gelman y su mujer, Mara Claudia Garca Iruretagoyena, fueron conducidos por las fuerzas represivas hasta al centro clandestino de detencin denominado Automotores Orletti donde
permanecieron detenidos en forma ilegal, el primero hasta, aproximadamente el da 9 de octubre de 1976, fecha en la que fue fijado, luego de las pericias practicadas al respecto, su fallecimiento. Con respecto a Mara Claudia, aproximadamente entre el 5 al 7 de octubre de ese mismo ao, fue trasladada a la Repblica Oriental del Uruguay a travs de un viaje areo irregular conocido como Segundo Vuelo, a la sede del Servicio de Informacin de Defensa (SID), ubicado en Boulevard Artigas y Palmar de la ciudad de Montevideo, hasta unas semanas despus del nacimiento de su hija, siendo finalmente trasladada con destino incierto. En relacin a la privacin ilegal de la libertad de ambos en Automotores Orletti se encuentra probado por las declaraciones brindadas por sus compaeros de cautiverio, algunos de los cuales relataron este suceso en primera persona, mientras que otros se lo manifestaron a sus familiares, los que tambin depusieron en el marco de este debate en consonancia con los primeros. Dentro de estos ltimos, Berta Schubaroff relat que su hija Nora Gelman y el amigo de sta, Peredo, le contaron que fueron llevados junto a su hermano y su mujer a un lugar donde subieron unas escaleras y la msica estaba puesta a un volumen muy alto. Que si bien en un primer momento estuvieron junto a Marcelo Gelman dentro de la misma habitacin, posteriormente fueron separados. Explic que tambin le haban manifestado
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que a Marcelo Ariel lo haban torturado, pero que no haba ocurrido lo mismo con Mara Claudia, ya que sta reciba otro tipo de trato y, segn sus palabras, como si la cuidaran para algo. Al igual que ella, Juan Gelman, tambin relat que su hija le haba contado que mientras estuvo privada de su libertad estuvo con su hermano al cual lo haba escuchado mientras lo torturaban. Ahora bien, entre los compaeros de cautiverio de la pareja, Jos Luis Bertazzo, quien depuso ante este Tribunal el da 11 de octubre de 2011, relat que fue secuestrado el da 23 de agosto de 1976 y que dentro de Orletti pudo conversar con Marcelo Gelman puesto que se encontraban en la misma celda, la que tambin, en principio, compartieron con Mara Claudia Garca Iruretagoyena la cual se encontraba embarazada, siendo ello evidente por su
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panza. Ella luego fue trasladada junto a otras mujeres prisioneras, puntualizando que pudo observar que sta estaba embarazada de
aproximadamente siete meses. Asimismo, expres que habl bastante con su marido, y que supo de la presencia de la nombrada en dos ocasiones ms; la primera vez cuando Marcelo Gelman le coment que haba podido acercarse a su esposa y ella le manifest que no haba sido torturada y que estaba bien alimentada, recibiendo un trato diferencial; mientras que la segunda vez volvi a saber de aqulla con posterioridad al traslado de su marido, cuando se la cruz en un pasillo y pudo reconocer su voz. Ahora bien, respecto al destino de Marcelo Ariel Gelman, y tal como se expres en los prrafos precedentes, su cuerpo sin vida fue localizado el da 14 de octubre de 1976 dentro de un tanque de 200 litros en el canal de San Fernando, provincia de Buenos Aires, donde sus restos fueron exhumados e identificados por el Equipo Argentino de Antropologa Forense, pudindose determinar fehacientemente que se trataba del nombrado y su fecha de defuncin, siendo sta el 9 de octubre de ese mismo ao, lo que se encuentra probado no slo por el testimonio de su padre, Juan Gelman, sino tambin por el informe del Equipo Argentino de Antropologa Forense dirigido a la Subsecretara de Derechos Humanos sobre la identidad de cuerpos identificados de personas que tuvieron detenidas en Automotores Orletti y que obra glosado a fs. 2755 de la causa N 1351 y la fotocopia del certificado de
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defuncin obrante a fs. 703 de la causa N 2922/00 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 5, Secretara N 9 (cfr. punto 361 de la incorporacin por lectura y punto 40 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351, respectivamente). En cuanto al traslado y posterior cautiverio de Mara Claudia Garca Iruretagoyena en la Repblica Oriental del Uruguay, declararon varios testigos, entre ellos Sara Rita Mndez, Mara Elba Rama Molla, Edelweiss Zahn Freire y Alicia Cadenas Ravela, los cuales, con anterioridad al secuestro de la nombrada, tambin estuvieron cautivos dentro de Automotores Orletti siendo luego trasladados a ese pas en el denominado Primer Vuelo, pero fueron contemporneos a la detencin ilegal y permanencia de Mara Claudia en el centro clandestino ubicado en la sede del Servicio de Informacin de Defensa de Uruguay (SID). Ello sin perjuicio de otros testigos que tambin corroboraron su presencia, como Rafael Michellini, Julio Csar Barboza Pla, Gabriel Mazzarovich, lvaro Rico y Mara del Pilar Nores. Al respecto, Sara Rita Mndez, quien declar en el debate el da 18 de octubre de 2011, relat que mientras estuvo secuestrada en el SID, por alrededor del mes de septiembre u octubre de 1976 supo de la existencia de una mujer que se encontraba embarazada en el piso superior aunque nunca la lleg a ver. Explic que ello logr saberlo porque peridicamente vena a visitarla un mdico que dejaba ciertas indicaciones y se di cuenta que hablaba de una embarazada, e incluso en una noche escuch que requeran instrucciones con motivo de la inminencia del parto, y adems porque tambin a los pocos das de ese suceso un guardia les pregunt a ella y otras internas si saban preparar un bibern. En el mismo sentido, Mara Elba Rama Molla, quien depuso en este juicio el da 8 de noviembre de 2011, declar que mientras permaneci en el Boulevard Artigas durante dos das percibi que en la planta de arriba corran unos nios y tambin escuch sus voces, expresando que stos se encontraban junto a una mujer embarazada respecto de la cual haba tomado conocimiento de su presencia porque en un determinado momento hubo una movida para trasladarla a los efectos de que diera a luz. En esa ocasin les requirieron a las mujeres que estaban all que les dieran ropa, recordando que
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a una compaera suya tambin le haban solicitado ayuda para preparar un bibern. Concordantemente con ellas testificaron, Edelweiss Zahn Freire y Alicia Cadenas Ravela, quienes declararon en el marco de este debate el 3 de octubre de 2011. La primera expuso que durante su cautiverio en Uruguay tuvo conocimiento de una embarazada aunque no haba podido verla, explicando que haba sabido de ella ya que pudo escuchar los gritos de los guardias en el momento que aqulla estaba por dar a luz, y que adems tena el recuerdo de pedidos de mamaderas. Pero adems, Alicia Cadena Ravela, record otro momento en el que se encontraba en el patio de ese centro clandestino de detencin y vi a travs de una ventana a una mujer con un beb en brazos. Tambin declar que la mujer que vi era una chica de tez
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blanca y de pelo oscuro, que solo la vi un segundo, y que no supo el sexo del beb en aquel momento. La segunda de los testigos relat que estando en la base del SID, ubicado en Boulevard Artigas y Palmar, Montevideo, supo de la presencia de una mujer en estado de gravidez, que aproximadamente durante el mes de septiembre hubo mucho control y comenz a escuchar que preguntaban por la embarazada. Explic que tiempo despus los guardias los interrogaron acerca de cmo preparar una mamadera y que en una ocasin requirieron de urgencia al mdico porque la embarazada iba a dar a luz. Asimismo, declar tambin que con los aos, y a travs del contacto con Juan Gelman, pudo saber que aqulla embarazada se trat de Mara Claudia y que el beb que llev en sus brazos era Mara Macarena Gelman. Al igual que esta ltima testigo, Mara del Pilar Nores, quien declar el 12 de octubre de 2011, al ser interrogada acerca de si supo de la presencia de alguna mujer que se encontrara embarazada contest afirmativamente y relat que los nios jugaban alrededor de una muchacha que estaba con un estado de embarazo avanzado, con mucha panza, a la cual describi como muy jovencita, morocha, de tez blanca y cabello recogido y que actualmente supo que esa mujer se trat de Garca, siendo que los datos que ella guardaba en su memoria coincidan absolutamente con los de Mara Claudia. Asimismo, explic que la ltima vez que la vi estaba con su beb y
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que los guardias preparaban las mamaderas. Respecto de las fechas de esos sucesos record que aproximadamente la haba visto a mediados de octubre embarazada y que a la semana siguiente la vi con el beb, aunque no poda precisar la fecha exacta. En ese orden, Julio Csar Barboza Pla, manifest que estando en Boulevard Artigas y Palmar tuvo contacto con una muchacha joven que se encontraba embarazada y que tiempo despus logr saber que sta era Claudia Garca Iruretagoyena de Gelman. Expuso que la vi esa vez y tambin durante una noche que se la llevaron con su bebito recin nacido, recordando que la haba visto muy demacrada y triste, y que haba una canastita de mimbre de un tamao como para poner a un chiquito dentro. Puntualiz que mientras estuvo embarazada la vi en la planta alta, y que una vez que tuvo a su beb pas al subsuelo. Afirm entonces haberla visto con su beb con el que refiri que estuvo alrededor de pocos das o semanas, recordando adems que el Capitn Arab mencion respecto a este caso que, a veces haba que hacer cosas jodidas. Declar que entonces la vi salir por la parte de atrs, describiendo que el trato con ella haba sido correcto dentro de la circunstancias, y que la observ salir caminando con la canasta, aunque no pudo ver a que auto se subi y despus de ello no supo ms de Mara Claudia hasta que mucho tiempo despus se reuni con Gelman quien le mostr una foto de su nuera, y l respondi que por la foto no poda afirmar 100% que se trataba de la mujer que l haba visto, pero que sin embargo poda asegurar que la retratada en esa fotografa tena todas las caractersticas de ella. Expuso que tambin tiempo despus y por medio de la prensa se enter que a su hija la haba cuidado la familia Taurio, y que Taurio haba sido Jefe de Polica del Departamento de San Jos en Uruguay. Asimismo, lvaro Nores Montednico quien testific en este debate el 21 de diciembre de 2011, supo que haba una embarazada cautiva en el piso superior de Boulevard Artigas, manifestando que se era el comentario en el lugar, y que di a luz en el mes de noviembre. Incluso relat que a la mujer la haban llevado al Hospital Militar de Montevideo a fin de dar a luz que luego la regresaron al lugar de detencin junto a su beb, y que crea que haba odo su llanto. En cuanto al conocimiento que tuvo respecto del traslado
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al hospital expuso que en noviembre haba escuchado ello por la radio interna que utilizaban los guardias. Es importante mencionar que el personal argentino que operaba en Automotores Orletti, continuaba manteniendo el poder de decisin junto a los militares uruguayos, sobre las personas que haban sido secuestradas en la Argentina. Este control, inclua por supuesto, a Mara Claudia Garca Iruretagoyena y a su hija Mara Macarena nacida en Montevideo y por ello su destino acordado al momento de ser trasladada con un embarazo casi a trmino. Ello fue no slo cabalmente conocido por los argentinos sino tambin confirmado y reafirmado al viajar a Montevideo en esas visitas de control. Ms an, esas visitas por parte de los militares argentinos a Uruguay obedeca a la desconfianza de los represores de nuestro pas respecto
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del personal uruguayo, puesto que haban dejado con vida a las personas que fueron trasladadas clandestinamente en julio de 1976, es decir, a quienes fueron trasladados de Orletti al SID en la Primer Vuelo y luego aparecieron mediante el falso operativo de blanqueamiento, suceso ste que, por lo dems, ocasion una tensin en las relaciones entre los agentes represivos de ambos pases, lo que fue puesto de manifiesto por algunos sobrevivientes conforme lo relataron en este debate Sara Rita Mndez y Mara del Pilar Nores. En efecto, Sara Mndez relat que los guardias uruguayos le dijeron que haban roto relaciones con los argentinos para salvar la vida de ellos (refirindose a los cautivos) y que por ese motivo ellos deban aceptar ciertas condiciones de aparicin, siendo que los hicieron quedar como un grupo de subversivos que haban entrado a Uruguay. Manifest que ello fue catico y hubo una gran repercusin de los secuestros que estaban ocurriendo en Argentina, exclamando que el mundo comenz a saber lo que estaba haciendo la dictadura. Relat que simularon un fuerte operativo del cual la sacaron esposada, salieron con sirenas, la gente miraba azorada, fueron noticia durante tres das, y decan que un grupo de 62 subversivos fueron capturados en operativos, aunque ella crea que haban sido 24 los uruguayos trasladados. Refiri que as se dieron cuenta de la magnitud que haba tenido la denuncia ante la sociedad internacional.
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Adems, expuso que recordaba que Gavazzo haba hecho mencin a la ruptura de relaciones entre argentinos y uruguayos, lo que tambin fue mencionado por Buratti. Explic que todos decan eso a modo de muletilla, y que tambin les dijeron que si se quedaban en Argentina iban a desaparecer, que de hecho haba tenido grandes conflictos para poder sacarlos del pas, pero que en agosto-septiembre hablaban de que haban reanudado de nuevo las relaciones, e incluso que un grupo de argentinos relacionado con la captura de los uruguayos viaj a Uruguay, y que al llegar recorrieron la habitacin donde estaban los cautivos mientras reconocan a los prisioneros que haban estado en Argentina. En el mismo sentido, Mara del Pilar Nores refiri que se acordaba que estando en Uruguay haban comentado que iban a venir de visita del Jardn (otro de los nombres del centro clandestino de detencin Orletti) y que en su memoria tena que esperaban a los visitantes argentinos, pero que al nico que pudo reconocer fue a Gordon. Por su parte, Rafael Michellini Delle Piane, declar en el debate el 21 de noviembre de 2011, que de acuerdo a la informacin que recab, expuso que entre el 5 o 6 de octubre de 1976 un grupo de uruguayos fue llevado a Montevideo clandestinamente en avin, en lo que se denomin como Segundo Vuelo, que supo que en uno de esos vuelos viaj Mara Claudia a Uruguay y la alojaron en el centro clandestino ubicado en Boulevard Artigas y Palmar donde estuvo en un stano junto a uruguayos trados en el Primer Vuelo. Primeramente se la aloj en el primer piso del edificio que era el rea de inteligencia y defensa del Uruguay. Respecto del nacimiento del beb, relat que la fecha aproximada de su nacimiento fue el 1 de noviembre y que el parto se produjo en el propio Hospital Militar Uruguayo, siendo as que naci Mara Macarena Gelman. A nivel histrico, lvaro Rico declar los das 12 y 25 de octubre de 2011, que Mara Claudia Garca Iruretagoyena de Gelman haba sido atendida en una sala del Hospital Central de las Fuerzas Armadas dando a luz a su hija, Mara Macarena, el 1 de noviembre de 1976. Declar que con anterioridad a ello, haba sido trasladada ilegalmente de Argentina a Uruguay siendo alojada en el SID, encontrndose desaparecida en la actualidad. En
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cuanto a la fecha del viaje a la Repblica Oriental del Uruguay, expuso que la haban trado en el Segundo Traslado. Incluso el periodista Gabriel Mazzarovich manifest haber realizado una labor periodstica en cuanto a este caso. As relat que Mara Claudia haba llegado a Uruguay en el vuelo de octubre de 1976 y que luego la alojaron en el predio militar de inteligencia uruguaya hasta el momento del parto trasladndola para ello al Hospital Militar de Uruguay. Puntualiz que del entrecruzamiento de la informacin por l obtenida con la que haban reunido Juan Gelman y Mara Lamadrid, concluy que todos ellos manejaban fechas muy cercanas. Explic que en una ocasin haba sido llevado a ese hospital por un informante y que entraron con un auto por Centenario, y que lo llevaron hasta un depsito donde vi muchsimas carpetas de cartn, hasta
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el techo, y libros viejos de tapa dura. Que en un momento le mostraron uno de ellos del ao 1976, puntualizando que se encontraba escrito a mano el nacimiento de una ciudadana argentina que haba tenido una nia, y que como la fecha estaba borrosa, no pudo distinguir si el da exacto era 2 o 3 u otro nmero. Sin embargo, logr determinar que el nacimiento se produjo en noviembre de 1976, ya que tanto el mes como el ao se vean claramente. Ahora bien, en relacin a la bsqueda de la nia y sus padres por parte de la familia, su abuela paterna, Berta Schubaroff, explic que luego de la desaparicin de su hijo Marcelo y de su nuera se dedic junto a su consuegra, Mara Eugenia Casinelli de Garca Iruretagoyena, a recorrer todas las comisaras preguntando por ellos, oportunidad en la que se encontr con muchas personas preguntando por situaciones similares a la suya, y que por ese motivo comenzaron a presentar documentos y peticiones, y realizar distintas averiguaciones en conjunto. Tambin dijo que solicit audiencia con Albano Eduardo Hurguindeguy, quien en ese momento era el Ministro del Interior, pero ste nunca la recibi. Presentaron habeas corpus, solicitadas en los diarios, y recurrieron a distintas autoridades eclesisticas requiriendo ayuda para lograr el paradero de la pareja, todo lo cual arroj resultado negativo. Asimismo, relat que al regresar de Espaa en 1984 se uni a la agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo iniciando as la bsqueda de su nieta.
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Seal que respecto al destino de su hijo supo que sus restos fueron encontrados por el Equipo Argentino de Antropologa Forense en el cementerio de Virreyes ubicado en San Fernando, provincia de Buenos Aires, pero que su nuera an contina desaparecida. Asimismo, en cuanto a su nieta, declar que fue localizada en la ciudad de Montevideo, Uruguay cuando ya contaba con 23 aos de edad, y rese que supo que su nuera haba sido internada en el Hospital Militar de Montevideo a efectos de dar a luz a su nieta Macarena y que la nia haba sido arrancada de los brazos de su madre y apropiada por un Comisario de la ciudad. Por su parte, Juan Gelman, ratific los dichos brindados por la testigo anterior y agreg que tom contacto con diversos peridicos y con la sede del Vaticano a travs del Arzobispo Aldo Caballi, Nuncio apostlico en Colombia, el cual lo contact con varios Obispos, entre ellos, Alberto Mller quien le envi un cable escrito en ingls que deca the child was born, que significa el nio/a ha nacido, y por ello no saba si se trataba de un nio o nia. Gelman relat que tambin realiz gestiones ante el Ministerio del Interior y ante el Juzgado Federal N 5 de esta ciudad, que tampoco tuvieron resultado alguno. Explic que ya conociendo el destino de su hijo, centr su bsqueda en su nuera y su nieto o nieta, as se contact con distintas personas, y uno de ellos le coment que haba hablado con Eduardo Alfredo Ruffo y que aqul le haba contado que argentinos y uruguayos compartan el centro del Plan Cndor, que haba trueques y que su nuera poda estar en Uruguay. Fue as que solicit una entrevista con quien en ese entonces era el Presidente de la Repblica Oriental del Uruguay, Dr. Julio Mara Sanguinetti, quin le neg el nacimiento de nios en cautiverio, no obstante lo cual el caso tom bastante notoriedad dentro de la sociedad uruguaya y producto de ello fue que una seora de nombre Cristina Roma que haba sido vecina del matrimonio Taurio en 1999 se aperson hasta la sociedad de familiares detenidos y aport datos importantes en referencia a su nieta. Gelman record que aqulla le haba mencionado que Taurio era un polica retirado y que tanto l como su mujer eran de edad avanzada y que no podan tener hijos y que, por ese motivo, le haba sorprendido mucho que a
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fines de 1976 hubiera aparecido en la puerta del domicilio de ese matrimonio una beba que supuestamente estaba abandonada a la que criaron como hija propia y que los vecinos recordaban ese suceso como el milagro de la Navidad. Pero adems de estos datos, explic que Cristina Roma seal tambin que en otra oportunidad en que habl con otra vecina que era funcionaria del Penal de Punta Carretas, ella dijo que se haba encontrado con Jorge Silveira Quesada y Ricardo Jos Medina, militares pertenecientes al Ejrcito uruguayo, quienes conociendo a la familia Taurio le consultaron acerca de cmo les haba ido al matrimonio con la nia y que cuando aqulla les pregunt sobre cmo conocan ese hecho, stos le contestaron que haban sido ellos mismos quienes haban dejado a la nia en la puerta de la casa. Ahora bien, cabe recordar que el hecho de que el matrimonio
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Taurio no pudiera tener hijos fue relatado tambin por la testigo Alicia Cadenas, quien depuso que muchos aos despus del secuestro conoci en un balneario de Uruguay a la hermana de Taurio, Nelly Taurio, quien le manifest aproximadamente entre los aos 2000 y 2002 que su hermano y la mujer de ste no podan tener hijos. Por su parte, Gabriel Mazzarovich testific que la ardua investigacin dur aproximadamente dos aos hasta el ao 2000. Explic que se entrevist con decenas de testigos y tuvo contacto con dos periodistas ms y fuentes policiales y militares uruguayas de carcter reservado a travs de las cuales pudieron constatar en 1999 el paradero de la nieta de Juan Gelman y su identidad. Seal que se uni a Juan Gelman en su bsqueda y que ste tena informacin obtenida de fuentes militares argentinas y as del
entrecruzamiento de los datos obtenidos llegaron a la conclusin de que aqulla muchacha joven y embarazada vista en el SID era Mara Claudia Garca Iruretagoyena. Expuso que sobre este caso llegaron a publicar ms de 112 notas periodsticas, lo que finalmente les permiti llegar hasta unos vecinos que les proporcionaron mayores datos, y lograron establecer que el beb de Mara Claudia fue entregado a policas uruguayos, lo que fue constatado al observar el acta de nacimiento y los libros del Hospital Militar a lo que ya se hizo oportuna alusin. Cabe agregar, en cuanto a este hecho, que si bien fue
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desmentido por las autoridades uruguayas, en la actualidad el equipo de historiadores encabezado y coordinado por lvaro Rico se encuentra analizando los archivos encontrados hace poco tiempo en ese nosocomio, los cuales reuniran las mismas caractersticas de los descriptos por este periodista. Asimismo, narr que la familia que se qued con Macarena era la familia Taurio, siendo el nombrado un destacado personal de la polica, pues ostent el cargo de Jefe de Polica del Departamento de San Jos, que esa familia no tuvo otros hijos y que le haba parecido curioso que la mujer a sus 45 aos de edad haya tenido un parto primerizo en su domicilio particular sin ayuda o asistencia adecuada, sobre todo viviendo en un barrio cntrico, al tratarse de un nacimiento que por estas caractersticas conllevaba ciertos riesgos. Ahora bien, existiendo firmes sospechas y bajo la Presidencia de Jorge Luis Batlle (2000-2005), Juan Gelman junto a Mara Lamadrid decidieron contactarse con alguien que oficiara de intermediario. As se pusieron en contacto con un sacerdote, siendo aqul el Obispo de San Jos de Mayo, Montevideo, Pablo Galimberti, a quien Juan Gelman le escribi una larga carta contndole los detalles del caso. Fue as que para febrero de 2000, el Obispo Galimberti se reuni con Esmeralda Vivian de Taurio, -pues su esposo haba fallecido- a la que le manifest que existan posibilidades de que la hija que haba criado como propia fuera en realidad la hija de un matrimonio de argentinos y nieta de Juan Gelman. As las cosas, dos semanas despus de ese suceso la nombrada le confes a Mara Macarena que no era hija biolgica del matrimonio y que existan fuertes indicios de quienes podran ser sus verdaderos padres, por ese motivo fue que esta ltima decidi reunirse con aqul Obispo, quien le brind ms detalles y finalmente acept reunirse con Juan Gelman. Ese encuentro se concret a fines de marzo de ao 2000 y decidieron realizarse los estudios genticos de ADN a fin de confirmar la filiacin, los cuales comenzaron en Uruguay y finalizaron en Pars, Francia, siendo que los mismos determinaron en una probabilidad de 99,99% que quien se hallaba inscripta como Mara Macarena Taurio Vivian era la nieta de Juan Gelman.
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Cabe agregar que estos sucesos se encuentran avalados por las declaraciones brindadas en el marco de este debate por Juan Gelman, Berta Schubaroff, Macarena Gelman Garca, Gabriel Mazzarovich y la investigacin histrica realizada por lvaro Rico, quien relat que a fines de 1999, Juan Gelman pudo encontrar a su nieta a partir de la investigacin que l mismo realiz junto a su mujer, sumado al testimonio de muchos sobrevivientes del Primer Vuelo, la averiguacin periodstica calificada realizada por el diario La Repblica, y la mediacin ejercida por el Obispo de San Jos. De ese modo, se logr recin en el ao 2005 la restitucin de la identidad de la nieta de Gelman, todo lo cual resulta suficientemente ilustrativo y concordante. Por ltimo resta agregar que Mara Macarena, conoci y recobr su libertad y verdadera identidad.
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b. Anbal Simn Mndez: Anbal Simn, hijo de Sara Rita Mndez Lompodio y Mauricio Gatti Antua, naci el da 22 de junio de 1976 en la Clnica Bazterrica de esta ciudad, siendo inscripto por su madre biolgica. El nio de pocos das de vida fue sustrado de la custodia de sus progenitores el da 13 de julio de 1976, y no fue entregado a sus padres, permaneciendo retenido y oculto en poder del Subcomisario Osvaldo Armando Parodi, quien se encontraba casado con Julia Haydee Campo. Ese matrimonio lo adopt plenamente mediante un trmite irregular
inscribindolo como Anbal Armando Parodi, hasta aproximadamente el 18 de marzo de 2002, ocasin en la que se remiti al Juzgado Instructor el resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que obra glosado en original a fs. 3/16 del Legajo de Identidad Reservada formado en la causa N 1351, y en copias certificadas a fs. 4/18 del expediente N 1730, tambin del registro de estos estrados. Corresponde aclarar que el nio haba sido originalmente inscripto por Sara Mndez como Simn Antonio Riquelo, nacido el 22 de junio de 1976, a las 14:30 horas, en Billinghurst 2084 de esta ciudad, hijo de Stella Maris
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Riquelo, segn consta en la partida de nacimiento incorporada por lectura al debate (cfr. punto 302). Ello se desprende en primer lugar del estudio pericial efectuado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand que concluy que del grupo humano involucrado en la pericia no era posible excluir el vnculo biolgico parental de Sara Rita Mndez Lompodio y Mauricio Ral Gatti Antua en relacin a la persona inscripta como Anbal Armando Parodi, y que los nombrados en clculos matemtico-estadsticos tenan una probabilidad de parentalidad de 99,999999%, lo cual significaba que Sara Mndez y Mauricio Gatti (padres alegados), tenan ambos esa probabilidad de ser los padres biolgicos del nombrado (cfr. pericia de ADN obrante en el Legajo de Identidad Reservada formado en la causa N 1351 incorporada por lectura en el punto 150). Cabe agregar que en el marco del presente debate declararon la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, la Dra. Mara Beln Rodrguez Cardozo, bioqumica y actual Directora de la institucin referida, y Sergio Valente, tcnico qumico, todos los cuales dieron cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconocieron sus firmas insertas en aqulla pericia y ratificaron las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). El 5 de octubre de 2010 el Sr. Magistrado Instructor dispuso DECLARAR LA NULIDAD de la inscripcin de nacimiento en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de Simn Antonio Riquelo, materializada el da 12 de julio de 1976 en la CABA, como hijo de Stella Maris Riquelo Tomo 36, N 1819, DNI 25.441.449, como as tambin de cualquier otro documento que en consecuencia se haya expedido (arts. 526 del CPPN) DECLARAR LA NULIDAD de la inscripcin de nacimiento en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de Anbal Armando Parodi, materializada en da 14 de septiembre 1976 en la CABA, -Acta N 180, Tomo 1 B, N 332, DNI N 24.983.654-, como as tambin de cualquier otro documento que en consecuencia se haya expedido ORDENAR al citado funcionario
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pblico la INMEDIATA INSCRIPCIN de quien ser anotado y se llamar en adelante ANIBAL SIMN MNDEZ, hijo de Sara Rita Mndez Lompodio (CI URUGUAYA 1.010.231/5), nacido el 22 de Junio de 1976 en Capital Federal (art. 526 del CPPN). El da 15 de noviembre de 2011 Anbal Simn Mndez fue anotado en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de esta ciudad con su verdadero nombre y apellido, y el 16 de diciembre de 2011 se procedi a la rectificacin de su partida de matrimonio consignado su verdadera identidad. sta deber rectificarse pues ha sido errneamente ordenada por el Juez actuante cuando omiti se consignara el apellido paterno Gatti-. Anbal Simn Mndez, declar el da 26 de octubre de 2011 en el marco de este debate. El nombrado comenz relatando que actualmente
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continuaba con el nombre de Anbal Armando Parodi, encontrndose en proceso su cambio de identidad, relatando que la partida bajo ese nombre refera como que haba nacido el 6 de junio de 1976. En cuanto al proceso de recuperacin de su verdadera identidad, explic que recin se enter en marzo de 2002 que no era hijo natural de quienes crea eran sus padres y que haba una seora que lo estaba buscando, la cual pensaba que l poda ser su hijo. Declar que accedi a realizarse el estudio de ADN, el cual termin concluyendo que aqulla tena razn, relatando que a partir de ese momento comenz el vnculo con su familia biolgica. Expuso que casos como el suyo hubo muy pocos porque l contaba an con su mam. Puntualiz que el ADN se realiz en marzo de 2002 manifestando que su madre biolgica era Sara Mndez. Asimismo, expuso que nunca haba escuchado el nombre de Ruffo. Explic que conoca que haba sido inscripto con el nombre de Simn Antonio Riquelo, siendo su fecha de nacimiento el 22 de junio de 1976, el que se produjo en la Clnica Bazterrica, y que su madre lo haba anotado con ese nombre utilizando documentacin falsa, porque ella en ese momento tena otra identidad.
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Cont que hasta el ao 2002 no supo que era adoptado, manifestando que su crianza haba sido buena junto a sus dos hermanos ms grandes, hijos del matrimonio. En cuanto al Acta de nacimiento en la que consta su inscripcin como Anbal Parodi, expres que nunca le llam la atencin, ni repar en las observaciones de aqulla, siendo que durante la audiencia reconoci una copia certificada de ella. Respecto de cmo se enter que no era hijo biolgico del matrimonio Parodi y quin se lo dijo, explic que fue en una reunin familiar, donde slo asistieron sus padres adoptivos y sus hermanos de crianza. All le dijeron que su madre lo estaba buscando y le contaron que lleg a la familia durante una noche, relatando que a su padre de crianza, quien se desempeaba como Subcomisario de la PFA en la Comisara de Belgrano, le avisaron que lo haban dejado abandonado en la puerta del Sanatorio del Norte, y el matrimonio pens que era mejor que, antes de que fuera a una institucin, solicitara a la autoridad judicial si poda otorgarle su resguardo, lo que ocurri, y luego el matrimonio plante la adopcin plena, lo que tambin finalmente acaeci. Finalmente, en cuanto al motivo por el cual no le haban dicho sus padres de crianza que l no era su hijo biolgico, refiri que ellos le dijeron que siempre estuvieron por decirle la verdad y buscaron el momento propicio, pero que nunca se animaron. Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de estos ilcitos consistieron en el operativo militar producido el 13 de julio de 1976, aproximadamente a medianoche, en la vivienda particular donde resida Sara Rita Mndez junto a su hijo menor de edad y una amiga de nacionalidad uruguaya, Asil Sonia Maceiro Prez, ubicada en la calle Juana Azurduy 3163 de esta ciudad. El da sealado, las fuerzas de seguridad estatales junto a militares uruguayos irrumpieron en el interior del domicilio de mencin donde se encontraban las dos mujeres junto al beb inscripto como Simn Antonio Riquelo de menos de un mes de vida, hijo de Sara Mndez y Mauricio Gatti, el cual fue sustrado y llevado a la Comisara N 33, lugar en el cual permaneci
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hasta la madrugada del 14 de julio de 1976 en que fue retirado por el Subcomisario Osvaldo Armando Parodi, perteneciente a aqulla seccional policial, en virtud de la autorizacin conferida por el Juez de Instruccin un turno, Dr. Gustavo Mitchell, en el expediente formado a su respecto, (NN por abandono de menor), siendo trasladado al domicilio del nombrado. Este suceso fue narrado en primera persona por la propia vctima de este secuestro Sara Rita Mndez Lompodio, cuyo testimonio result suficientemente ilustrativo y conteste con la declaracin de Asil Maceiro Prez incorporada por lectura- al indicar las circunstancias en las que se haba producido el secuestro de ambas y su hijo menor de edad, hijo de la primera, de aqulla vivienda familiar. En efecto, Sara Rita Mndez, quien testific en este juicio el 18 de
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octubre de 2011, comenz relatando que tanto ella como su compaero, Mauricio Gatti, eran militantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) y con motivo de su militancia en la Repblica Oriental del Uruguay debieron exiliarse en Argentina a partir del ao 1973. Seguidamente, rese que el da 22 de junio de 1976 dio a luz a su hijo en la Clnica Bazterrica de esta ciudad. Inscribi al nio como Simn Antonio Riquelo utilizando para ello un documento falso a nombre de Stella Maris Riquelo, por el temor que tena en aqulla poca a que algo grave les ocurriese. Asimismo, durante el debate expuso que el secuestro de ella, Asil Maceiro y su hijo se produjo por parte de un grupo armado de personas integrado por uruguayos y argentinos que irrumpieron en su domicilio rompiendo la puerta de entrada el da 13 de julio 1976. Explic que stos se encontraban vestidos de civil recordando que uno de ellos se present como Gavazzo. Declar, adems, que ese grupo operativo se haba dividido para revisar las dos plantas de la vivienda y las separ a ambas a efectos de interrogarlas. Aadi Mndez que fue llevada a una de las habitaciones desde donde pudo escuchar como destrozaban la casa en busca de armas y documentacin a la vez que la golpeaban sobre la cama al lado del moiss, recordando cmo se mova ste en el que se hallaba su hijo, mientras sufri este tipo de violencia.
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Finalmente, adems de Jos Nino Gavazzo Pereira, quien se desempe como Suboficial del Ejrcito Uruguayo, siendo el Jefe Operativo del Servicio de Informacin de Defensa Uruguayo, Sara Mndez pudo identificar otros uruguayos que estuvieron aqul da en su casa, entre ellos a un soldado de apodo Drcula, quien se encarg de la vigilancia frente a su vivienda y a otro conocido como Boquita, mientras que de los argentinos pudo identificar posteriormente a quien comandaba el operativo, Anbal Gordon, y a Eduardo Ruffo, refiriendo que a ste ltimo lo reconoci muchos aos despus cuando vi una foto de l de cuerpo entero que haba salido en una revista. Sara Rita Mndez fue conducida por las fuerzas represivas conjuntas hasta al centro clandestino de detencin denominado Automotores Orletti donde permaneci detenida en forma ilegal hasta aproximadamente diez das despus en que fue trasladada junto a otros secuestrados, en su mayora de nacionalidad uruguaya, a la Repblica Oriental del Uruguay a travs de un viaje areo irregular conocido como Primer Vuelo, a la sede del Servicio de Informacin de Defensa (SID), ubicado en Boulevard Artigas y Palmar de la ciudad de Montevideo, hasta que meses ms tarde fue legalizada su detencin en un aparente procedimiento regular, que configur una especie de blanqueo. Esta circunstancia se encuentra acreditada tanto por el testimonio de la nombrada como por los dichos brindados por sus contemporneos de cautiverio. As Sara Mndez relat que el da de su secuestro fue atada de pies y manos, le colocaron una bolsa en la cabeza y fue trasladada a lo que luego supo que se trataba de Automotores Orletti junto a Asil Maceiro, a la vez que expres que no pudo llevarse consigo a su hijo pequeo, el cual qued en el interior de la vivienda familiar. Respecto a ese hecho puntualiz que en dicha oportunidad Anbal Gordon le haba mencionado que la guerra no era contra los nios. Una vez all, expuso que fue golpeada, torturada e interrogada en el piso superior, y que despus fue llevada junto a otras personas quienes se encontraban en idntica situacin, entre las cuales pudo reconocer por su voz a Margarita Michellini. Con relacin a las torturas que sufri las describi con detalle, as relat que la desnudaron, ataron y la colgaron con sus brazos en la
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espalda, que el piso estaba mojado y tena piedras, que trat en vano de mantenerse sin tocar el piso, pero que finalmente se venci, y cuando ello ocurri comenz a sentir descargas elctricas. Describi que la corriente generaba tanto efecto en su cuerpo, que rog que pararan la electricidad, recordando tambin que comenz a perder leche de sus senos. Asimismo narr que durante su cautiverio en Orletti al principio no pregunt por su hijo ya que pensaba que no iba a sobrevivir, pero luego, al ser informada de que los trasladaran a su pas de origen, comenz a preguntar por su beb ya que no lo haba podido traer consigo puesto que el da de su secuestro se lo quitaron de sus brazos manifestndole que al lugar donde ella iba no poda llevar al nio, pero que tambin le expresaron que no se preocupara porque la guerra no era contra stos.
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En esas condiciones, Sara describi que aproximadamente el da 24 de julio de 1976 fue trasladada a Uruguay junto a otros ciudadanos uruguayos que tambin se encontraban en Automotores Orletti. Explic que ese da les permitieron higienizarse, les dieron de comer, luego los esposaron colocndoles sus manos hacia atrs, vendndoles incluso la boca y sus ojos, recordando que el General Otto Paladino fue quien fiscaliz y control dicho traslado. As, fueron subidos a un vehculo que se dirigi con gran velocidad hacia el Aeroparque Jorge Newbery, de la Ciudad de Buenos Aires, recordando tambin que escuch la sirena con la que aqul fue conducido hasta all. Relat que el traslado de los cautivos de Argentina a Uruguay, haba sido el 24 de Julio de ese mismo ao, y que ello pudo establecerlo con el resto de sus compaeros. Adems, expuso que recordaba que Gavazzo haba hecho mencin a la ruptura de relaciones entre argentinos y uruguayos, lo que tambin fue mencionado por Buratti. Explic que todos decan eso a modo de muletilla, que tambin les dijeron que si se quedaban en Argentina iban a desaparecer, y que de hecho haban tenido grandes conflictos para poder sacarlos del pas, pero que en agosto-septiembre hablaban de que haban reanudado de nuevo las relaciones, e incluso que un grupo de argentinos relacionado con la captura de los uruguayos viaj a Uruguay, y que al llegar
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recorrieron la habitacin donde estaban los cautivos mientras reconocan a los prisioneros que haban estado en Argentina. Sara Mndez puntualiz que una vez en Montevideo fueron alojados primeramente alrededor de diez das en una casa de Punta Gorda y que luego fueron conducidos a un local del SID situado en las calles Boulevard Artigas y Palmar, el cual hizo las veces de centro clandestino de detencin. Durante ese perodo explic que no dej de preguntar por su beb y requerir informacin sobre su paradero, pese a no recibir respuesta alguna. Asimismo declar que aproximadamente para el mes de agosto de ese mismo ao Jos Nino Gavazzo les plante a los secuestrados cual era la situacin, y as fue que les manifest a todos ellos que se encontraban desaparecidos y que para salvarles la vida debieron ser trasladados a Uruguay porque los argentinos queran matarlos y que, por ese motivo, deban aceptar una serie de condiciones para su legalizacin. Mndez expuso adems que incluso los amenaz con entregarlos al grupo de argentinos si no cooperaban. Bajo estas pautas, hacia fines de octubre de 1976 los militares uruguayos pusieron en prctica el falso operativo de detencin denominado comnmente blanqueamiento por medio del cual se difundi en la opinin pblica la noticia de que los cautivos haban sido capturados al intentar ingresar de manera ilegal a Uruguay, y posteriormente fueron enjuiciados y detenidos en crceles comunes, as Sara Mndez record que ella fue trasladada al Penal de Punta Rieles donde permaneci detenida hasta 1981, ao en que fue liberada. Finalmente en lo que respecta al encuentro con su hijo declar que en febrero de 2002 se encontr con el periodista, Roger Rodrguez, a quien conoca de hace aos y ste le dijo que haba estado con el Senador Michellini y que estaban tras las pistas que les di un represor que fue identificado por vctimas de Automotores Orletti. El periodista le dijo que haba dejado una investigacin y que no haba continuado para que ella la siguiera, y sin decirle la fuente de su informacin, aqul le dijo que Simn haba sido sacado de su casa y abandonado en las puertas del Sanatorio Norte y luego adoptado por la familia de un polica de la Seccional N 33 de la PFA.
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Sigui diciendo Mndez que el periodista le cont sobre una charla que tuvo con ese represor y Michellini, y el 3 de marzo llam ste y le cont que iba a ir a su casa con su hermana Margarita y all le dio informacin ms avanzada con la que trat de ubicarlo dentro de nombres posibles respecto de quien podra haber adoptado a su hijo. Explic que cuando Roger Rodrguez le habl supuso que esa informacin la haba obtenido de parte de Ruffo, por los datos que le di, y si bien aqul no respondi, le di a entender que s se trataba de aqul. Fue as que llegaron hasta Parodi quien le plante hacer el ADN fuera del pas, pero ella supo por Abuelas que esto no haba resultado y ella requiri que se haga de forma oficial, que ella cuidara que no se difundiera la identidad del chico para no afectarlo.
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Sobre el primer encuentro que tuvo con su hijo antes del ADN, coment que ella haba dado varios pasos para ubicar el Sanatorio Norte, a los policas de la Seccional N 33, y al polica Parodi que ya estaba retirado. Cuando se contact con el chico ste accedi a hacerse el examen de ADN, el 8 de marzo se le extrajo sangre y la llam para decirle que hasta ahora haba sido feliz y quera que ella se incorporase a esa felicidad, y le plante su conviccin de que era su hijo, aunque ella le manifest que haba que tener precaucin, y finalmente el da 18 de ese mes tuvieron el resultado positivo resolviendo 26 aos de bsqueda. En consonancia con sta, testific Asil Sonia Maceiro Prez, cuya declaracin se incorpor por lectura en virtud de su fallecimiento, art. 391 inc. 3 del CPPN, (ver partida de defuncin obrante a fs. 1889 del cuaderno de prueba formado en la causa N 1351 -punto 93 de la prueba incorporada por lectura-) quien manifest a fs. 7593/7595 de la causa N 1351, que en el mes de junio del ao 1976, durante la noche y mientras se dispona a dormir en el domicilio ubicado en la calle Juana Azurduy de Capital Federal, golpearon la puerta de ingreso logrando romperla e ingresaron un grupo de sujetos quienes se identificaron como miembros de las Fuerzas Armadas Argentinas, los cuales se hallaban vestidos de civil. La testigo depuso que en esa vivienda se encontraba junto a Sara Rita Mndez y su hijo, Simn Antonio Riquelo, recordando que estos sujetos rompieron gran cantidad de cosas. Asimismo
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relat que la llevaron a la cocina mientras que Sara Mndez fue trasladada a un dormitorio de la casa donde se encontraba el menor dentro de una canastita portable sobre la cama y que all la golpearon. En cuanto al conocimiento que tuvo respecto de que el nio anotado como Simn Riquelo era el hijo de Sara Mndez explic que haba convivido con la nombrada durante unos cuantos meses mientras aqulla cursaba un embarazo evidente y que el padre de ese nio era Mauricio Gatti, tambin de nacionalidad uruguaya. Seguidamente, narr que tambin estuvo presente en el parto de Mndez, y que ste se llev a cabo en una clnica particular de nombre Bazterrica ubicada en la Capital Federal. Asimismo, puntualiz que Sara Mndez antes se atenda en otro centro, pero por temor a que algo le ocurriese cambi la atencin mdica de su embarazo de un hospital pblico a un establecimiento privado. Y finalmente describi al hijo de sta como un nio de cutis muy blanco, cabello rojizo y nariz bien perfilada. Asil Sonia Maceiro Prez, agreg que el da de su secuestro tanto a ella como a Sara Mndez les colocaron una bolsa sobre sus cabezas y fueron conducidas a un lugar que luego determin que se trataba de Automotores Orletti, recordando que el hijo de Mndez haba quedado en el domicilio y que cuando pregunt el porqu de ello le contestaron que la guerra no era contra los nios. Asimismo, relat que dentro de Orletti fue sometida a torturas al igual que Sara Mndez, las cuales se las infringan en el piso superior de ese centro clandestino de detencin, en el cual estuvo aproximadamente diez das, luego de lo cual fue trasladada junto a Mndez y otros uruguayos que tambin se encontraban all a Montevideo en un avin de bandera uruguaya, manifestando algunos de los detenidos que ese avin perteneca a la empresa Pluna, siendo que en total trasladaron a unas veinticinco personas. Asil Maceiro declar que una vez en territorio uruguayo, le pareci que no aterrizaron en el Aeropuerto de Carrasco ya que haba pisado csped, y que crea que posiblemente se tratara de una base militar ubicada junto al mismo. Narr que de all fueron conducidos a una casa ubicada en Punta Gorda, donde permanecieron pocos das, luego de lo cual fueron conducidos a un centro militar ubicado en Montevideo donde los alojaron
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alrededor de tres o cuatro meses, siendo objeto de constantes amenazas y sometidos a sesiones de torturas. Asimismo expuso que el jefe de ese lugar era un militar uruguayo de nombre Nino Gavazzo, quien lo primero que les dijo fue que los argentinos los queran matar y que ellos fueron quienes los rescataron. Seguidamente, explic que antes de blanquearlos se mont una parodia que se llev a cabo en el Balneario de la Costa, a pocos kilmetros de Montevideo. As depuso que la idea era hacerlos aparecer ya que no soportaron ms la presin incesante de familiares y abogados ante la Justicia, previo a lo cual negociaron con los cautivos, quienes an continuaban como desaparecidos. Y fue as, que en horas de la maana los llevaron al lugar sealado donde, ms tarde, se hicieron presentes camiones del Ejrcito,
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montando un operativo a partir del cual manifestaron que haban descubierto a un grupo de subversivos, y que recin en ese entonces declararon ante la opinin pblica que los haban detenido. Manifest que luego de ello fueron sometidos a juicio y conducidas al Penal de Mujeres. Asimismo, las circunstancias de tiempo, modo y lugar se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate: Legajos CONADEP nros. 3892 correspondiente a Sara Mndez Lompodio y 7143 en relacin a Simn Antonio Riquelo (cfr. puntos 301 y 300, respectivamente, de la incorporacin por lectura). En concordancia con estos testimonios declar el 8 de noviembre de 2011, Mara Elba Rama Molla la cual expuso que fue secuestrada y llevada a Automotores Orletti y que dentro del centro clandestino de detencin escuch la voz de Sara Mndez a quien reconoci porque la conoca de Uruguay, y as supo que ella haba tenido a su beb, que en ese entonces tena alrededor de 20 das, y que no haban dejado que lo llevara con ella. De hecho puntualiz que Mndez tena una infeccin en el pecho ya que estaba amamantando y que preguntaba incesantemente por su hijo respecto de lo cual no obtena contestacin alguna. Tambin relat que aproximadamente entre el 24 y el 25 de julio de 1976 fueron llevados en avin a Uruguay, y que al llegar fueron primeramente alojados en una vivienda de dos plantas en el barrio de Punta
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Gorda, y que al cabo de unos pocos das fueron trasladados nuevamente a un edificio de Boulevard Artigas, donde permanecieron aproximadamente desde el mes de agosto de ese mismo ao, hasta el simulacro de detencin que culmin con el procesamiento de los detenidos en Uruguay. Especific que supo que tambin en Uruguay Sara Mndez preguntaba por su hijo sin obtener respuesta, y que cuando armaron el simulacro para justificar la aparicin pblica de ellos, alquilaron una casa a la que la llevaron a la maana junto a Sara Mndez y otros y durante la tarde efectivizaron el operativo en el que fueron detenidas. Por su parte, Mara del Pilar Nores testific el 12 de octubre de 2011, que respecto de Sara Mndez supo que estuvo secuestrada junto a ella en Orletti porque haba escuchado a muchos integrantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), y que si bien no la haba visto, al Mayor del Ejrcito Uruguayo Manuel Cordero, le manifest que la nombrada tambin se hallaba secuestrada all junto a Asil Maceiro. Relat que Mndez preguntaba por el paradero de su nio, pero nunca le contestaron. Explic que a Sara Mndez la conoci aproximadamente en el ao 1974 en Argentina y que convivi con ella en el ao 1975, a la vez que relat que supo que el padre de su beb era Mauricio Gatti. Relat que entre el 20 y 22 de junio de 1976 fue trasladada en un vuelo comercial con un documento falso a Carrasco, Repblica Oriental del Uruguay, hasta que meses ms tarde realizaron un operativo de blanqueo mediante el cual legalizaron la entrada clandestina de los detenidos en Uruguay. Para ello, expuso que alquilaron un chalet y llevaron a un grupo, y que con relacin al resto de los trasladados desde Argentina simularon sus detenciones en distintos hoteles de la ciudad de Montevideo. En el mismo sentido, declar el hermano de la anterior el 21 de diciembre de 2001, lvaro Nores, quien expres que mientras estuvo detenido en Uruguay en la base de Boulevard Artigas, estuvo junto a Mara del Pilar Nores, Jos Daz, a quien no conoca con anterioridad a su cautiverio, Laura Sanone, y otros veintiocho detenidos ms entre los cuales se encontraba Sara Mndez.
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Avalando las anteriores declaraciones, Julio Csar Barboza Pla, quien se desempe como Escribiente Administrativo del Servicio de Informacin de Defensa, testific el 12 de octubre de 2011, que un contingente de personas arrib a La Casona de Punta Gorda, y que supo que aqullos haban sido secuestrados en Buenos Aires, manifestando que mantuvo un corto dilogo con ellos en el momento que solicitaron ir al bao. Entre esas personas record a Sara Mndez, Margarita Michellini, Rodrguez Larreta, entre otros, e incluso explic que posteriormente se efectiviz un operativo de blanqueo utilizando los nombres verdaderos de los detenidos, y refiri que se trat de un procedimiento simulado. Respecto de Sara Mndez rememor que aqulla reclamaba incansablemente por su hijo. Todos estos relatos se encuentran corroborados tambin por la
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investigacin periodstica realizada por Gabriel Mazzarovich y principalmente por Juan Roger Rodrguez Chandari, pero adems, encuentran sustento en la investigacin histrica encabezada por lvaro Rico quien declar que en el Primer Vuelo efectuado el 24 de julio de 1976 fueron trasladados en forma grupal veinticuatro ciudadanos uruguayos, de los cuales veintids militaban en el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), entre cuyos integrantes se hallaba Sara Mndez cuyo beb de 20 das, siendo ste Simn Riquelo, haba sido secuestrado. Por lo dems, debe tenerse presente que el hecho en el cual result vctima Sara Rita Mndez Lompodio respecto del delito de privacin ilegtima de la libertad en el centro clandestino de detencin de Automotores Orletti, as como las circunstancias que rodearon su secuestro, detencin y posterior traslado a la Repblica Oriental del Uruguay, se encuentran probados por la sentencia dictada el 31 de marzo de 2011 por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad, en el marco de la causa N 1627 de su registro (caso n 17), incorporada como prueba documental. Ahora bien, en relacin a la bsqueda del menor, se encuentra plasmado suficientemente en el relato de los testigos mencionados que su madre preguntaba y reclamaba incesantemente por su pequeo, tanto desde el da de su secuestro, y durante su cautiverio y posterior liberacin. Sin embargo, resta destacar que mientras Sara Rita Mndez estuvo detenida en el
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Penal con posterioridad al blanqueo, aprovech en una ocasin la visita de la Cruz Roja Internacional para realizar su reclamo y que en otra oportunidad, segn lo relat Ana Quadros Herrera, en que haban sido visitadas en la crcel por un embajador de Gran Bretaa amigo de su padre, Sara le solicit que realizara averiguaciones por su hijo, aunque no pudo obtener informacin al respecto. Tambin relat Mndez que a la par que se encontraba detenida en la crcel, su familia se encarg de llevar adelante las gestiones de bsqueda, entre ellos su padre y su hermano, quienes viajaron a Buenos Aires y realizaron un reclamo ante la justicia argentina. En efecto, da cuenta de ello el expediente N 3390/76, del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N 4, caratulado Mndez Lompodio, Sara Rita Riquelo, Simn Antonio s/ habeas corpus incorporado como prueba documental (cfr. punto 38 de la instruccin suplementaria en la causa N 1351). Luego de su liberacin en el ao 1981, manifest que se entrevist en ese ao con el Tte. Coronel Mainard, puesto que su libertad era vigilada y deba presentarse quincenalmente en el Cuartel, siendo que en aqulla oportunidad ese Oficial quien supuestamente se encargaba de los casos de desaparecidos, le manifest que ella no poda probar que haba tenido un hijo, y que sin el beneplcito de ellos no habra forma de hacerlo, fue as que se uni a la bsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo. Posteriormente, el padre de su hijo, Mauricio Gatti, quien se encontraba exiliado en Europa, viaj tambin a nuestro pas en el ao 1984 para sumarse a la bsqueda de su hijo. Sara Rita Mndez, en los aos subsiguientes efectu denuncias ante distintos organismos tanto en Argentina como en Uruguay, y a nivel internacional, entre ellos la CONADEP, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, Amnesty International, la Comisin Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, entre otros. Incluso, de la Investigacin Histrica sobre Detenidos
Desaparecidos anteriormente referida, surge tambin que se realizaron reclamos por el paradero de su hijo, por ejemplo por parte de la Asociacin Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, el Servicio de
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Paz y Justicia, y la Comisin Intereclesistica de Coordinacin para Proyectos en Desarrollo. Fue as que, a partir de la notoriedad que tom este caso, a la bsqueda de Sara Mndez se sumaron diversas personalidades quienes colaboraron con ella hasta que finalmente pudo dar con el paradero de su hijo. En relacin a estos sucesos, Rafael Eugenio Michellini Delle Piane relat que se contact con Rafael Bielsa aproximadamente entre los aos 2000 y 2001, con motivo de obtener informacin acerca de su padre, expresando que a dicha reunin, la que se realiz en la vivienda de Bielsa, comparecieron adems el periodista Roger Rodrguez y una persona que podra dar algn tipo de informacin al respecto, manifestando posteriormente que estaba convencido de que se trataba de Ruffo. Fue as que cuando le trasmitieron que
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queran averiguar sobre su padre, las primeras palabras de Ruffo haban sido que aqul haba hecho muchas cosas en su vida que quera reparar, pero que lamentaba no tener informacin acerca del padre de Michellini, refiriendo que ello deriv en una charla prcticamente entre aqul y Rodrguez hasta que en un momento surgi el tema del hijo de Sara Mndez, decidiendo inmiscuirse a partir de all en esa charla puesto que ese asunto le interesaba, y Ruffo le manifest que si bien sobre ese caso careca de informacin se comprometa a buscarla. Manifest que meses despus hubo una segunda reunin en la cual aqulla persona les dijo que Simn Riquelo haba terminado en la Clnica Norte, dato que l retransmiti a la Comisin para la Paz. Explic Michellini que trat que esta persona que les estaba brindando algunos datos les consiguiera mayor informacin, pero Ruffo les dijo que no era fcil y que no la tena, lo que ocurri finalmente tiempo ms tarde, aproximadamente a fines del ao 2001, cuando Roger Rodrguez les dijo que haba averiguado que deban buscar al hijo de Sara Mndez entre Comisarios y Subcomisarios de la Seccional N 33 de la PFA, expresando el Senador uruguayo que crea que aqul haba conseguido esa informacin por la misma fuente aunque no poda asegurarlo. Explic que si bien fue un dato sumamente relevante quera corroborarlo ya que con anterioridad haban pensado que el hijo de Mndez
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era un muchacho que haba sido adoptado por un familiar de un Teniente Coronel del Servicio de Informacin de Defensa (SID) en Uruguay, que se negaba a realizarse un examen de ADN, y que por ese motivo, y a fin de despejar las dudas, se inmiscuy en el asunto y le sugiri al Presidente uruguayo de ese entonces, Jorge Batlle, que l mismo hablara con ese joven y lo convenciera, lo que finalmente sucedi y los estudios concluyeron en forma negativa. Fue as que, junto a la Dra. Raquel Gass, realiz averiguaciones en torno a quienes se encontraban al frente de aqulla seccional policial, logrando obtener algunos datos tales como nombres, direcciones y telfonos, aproximadamente, en el mes de febrero de 2002. En estas circunstancias pudo contactarse con Osvaldo Armando Parodi, un integrante de la Comisara N 33 que fue con el primero que habl, y quien hoy se encuentra fallecido (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 71 y 73 de la causa N 1730, incorporada por lectura -punto 317-). Michellini explic que se haba presentado como senador uruguayo y le coment que tena informacin acerca de que Simn Riquelo haba estado en la Comisara referida, y que Parodi, luego de largos rodeos le termin confesando que l era el padre adoptivo de ese nio. Asimismo expuso que Parodi le coment que al beb recin nacido lo haban dejado en la Clnica Norte durante una noche fra, que ese da lo llamaron de la Comisara N 33 donde haban llevado al nio, que acudi all y denunci el hallazgo al Juez y posteriormente le solicit autorizacin al Magistrado para poder tenerlo unos das y brindarle los cuidados necesarios hasta que se dispusiera lo que correspondiese, pero con el transcurso del tiempo su familia se fue encariando con el pequeo y por ello le solicitaron al Juzgado la tenencia y adopcin formal, que les fue otorgada. Respecto a aqullas reuniones y la informacin obtenida puntualiz Michellini que en cuanto al primer encuentro crea que Ruffo no contaba con ella, suponiendo que si la hubiese tenido en ese momento se la hubiese dado, mientras que en el segundo si bien aport algunos datos ellos no eran suficientes, lo que provoc malestar en Roger Rodrguez quien le requiri que buscara ms.
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Al ser interrogado a cerca de las personas que haban concurrido a las reuniones, el lugar y las fechas, seal que haban sido en la vivienda de Bielsa las dos veces, que haban ocurrido aproximadamente para fines del ao 2000 la primer reunin y la segunda para el mes de febrero de 2001, y estuvieron en ella Bielsa, Roger Rodrguez, Ruffo y l, pero que se trataba de Ruffo el informante lo supo tiempo despus. Tambin relat que a travs de las distintas conversaciones que mantuvo con Osvaldo Parodi, quien fuera el integrante de la Comisara N 33 que adoptara al hijo de Sara Mndez, le pareci que no exista ninguna vinculacin entre aqul y Ruffo en relacin a los hechos ocurridos, concluyendo que estaba convencido que no exista elemento que vinculara a Eduardo Ruffo con las personas que estuvieron en el secuestro de Simn
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Riquelo, exclamando que si Ruffo hubiera tenido alguna participacin en ese hecho puntual no crea que hubiera demorado tanto tiempo en darles la informacin para encontrarlo. Asimismo expuso que supo que Eduardo Ruffo tambin haba dado informacin en relacin al caso de Mara Claudia a la vez que manifest que sin esos datos no se hubiera encontrado jams la conexin con Uruguay, lo mismo que ocurri respecto al paradero de Riquelo. Consultado acerca del motivo por el cual crea que Ruffo haba brindado informacin respecto a estos dos casos, Michellini contest que pensaba que el aporte de aqul haba sido por gratitud de Rodolfo Galimberti a su padre, puesto que este ltimo lo ayud cuando viaj a Uruguay y Galimberti tena antecedentes penales, pero adems, las dos veces que habl con Ruffo le pareci que aqul tena algn sufrimiento que pesaba sobre su espalda, descartando que ello hubiera ocurrido como contraprestacin econmica. Finalmente, manifest que naturalmente haba tomado
conocimiento que dentro del listado de personas que estuvieron vinculadas a Automotores Orletti se encontraba el nombre de Ruffo, pero que no le constaba que Sara Mndez se lo haya nombrado, siendo que con aqulla haba hablado en alguna ocasin porque era amiga y compaera de militancia de su hermana.
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En el mismo sentido declar Juan Roger Rodrguez Chandari quien comenz relatando que junto a Rafael Michellini viajaron a Argentina y se reunieron con Eduardo Ruffo, al cual localiz a travs de un nmero de telfono que perteneca a la madre de aqul. Explic que luego del primer encuentro lo nico que supo fue que Ruffo haba estado en Orletti, pero que les mencion que no haba estado presente en el secuestro de Riquelo y que sobre el suceso del padre de Michellini careca de datos al respecto. Refiri que tiempo ms tarde se contact con una persona respecto de la cual se reservaba el derecho a no divulgar la fuente, quien le suministr informacin revelante del caso que, sumada a otros datos les permiti concluir que el hijo de Sara Mndez estaba en manos de uno de los cinco Oficiales de Guardia pertenecientes a la Seccional N 33 de la Polica Federal. Asimismo, la declaracin indagatoria prestada a fs. 838/840 de la causa N 1730 por Julia Haydee Campo, cnyuge de Osvaldo Armando Parodi, corrobora los dichos brindados por estos testigos, pues de ella surge, segn su relato, que en la madrugada del 13 o 14 de julio de 1976 recibi un llamado telefnico en su vivienda, desde la Comisara N 33, lugar donde se desempeaba su marido, y que en ese momento le manifestaron a este ltimo que un beb haba sido abandonado. Narr que, ante tal acontecimiento, su esposo se dirigi hacia la Comisara N 33, previo a lo cual se comunic telefnicamente con un Juez a quien notific de lo sucedido. Posteriormente, su marido le solicit al Magistrado interviniente si poda traer al beb a su domicilio hasta que las cosas se aclararan, es decir, hasta que los padres del nio aparecieran, a lo que el Juez finalmente accedi. La nombrada expuso tambin que recordaba el da que trajeron al nio y acudieron a su domicilio un fotgrafo y asistentes sociales del Juzgado, los cuales acudan en forma permanente a fin de confeccionar los informes ambientales, lo que ocurri por ms de un ao hasta que, una vez que les otorgaron la guarda del menor, comenzaron el trmite de adopcin. Ahora bien, con respecto al verdadero origen biolgico del pequeo, a quien inscribieron como Anbal Parodi, respondi que crea que en el ao 2000 haba apareci un Senador manifestando su deseo de mantener una entrevista con su marido, a lo que el mismo accedi, la que se llev a cabo en
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una confitera del centro. Explic que si bien ella no presenci la charla, al regresar su esposo a la casa le cont que esta persona, era el Senador Michellini, quien le dijo que estaban buscando una criatura abandonada en el ao 1976, a lo que Parodi respondi que a ese nio lo haba adoptado l, relatndole la historia de cmo haba llegado el beb (cfr. 838/840 de la causa N 1730 incorporadas por lectura en el punto 344). Las circunstancias apuntadas precedentemente se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate. En efecto, del informe remitido por la Divisin Retiros y Jubilaciones de la PFA se desprende el listado de Comisarios y Subcomisarios que revistieron funciones en la Seccional N 33 durante el mes de julio del ao 1976, entre los que surge Osvaldo Armando Parodi (cfr. punto 321 de la incorporacin por lectura).
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De las copias certificadas del expediente N 4627, caratulado NN s/ abandono de menor del registro de Juzgado Nacional de Primera instancia en lo Criminal de Instruccin N 16, Secretara N 147 de Capital Federal, surge que el da 14 de julio de 1976, fue hallado un beb de aproximadamente 20 das de vida sobre la acera y frente al Sanatorio del Norte situado en Av. Cabildo 1295 de esta ciudad, dentro de un moiss de mimbre y que seis das despus el Magistrado a cargo de aqulla judicatura, Dr. Gustavo Mitchell, dispuso preventivamente del menor confirindole la guarda al Subcomisario Osvaldo Armando Parodi (cfr. punto 308 de la incorporacin por lectura). Ahora bien, al principio de este caso nos referimos a que la adopcin de Anbal Simn Mndez se haba realizado mediante un trmite irregular. En efecto, tal conclusin se desprende del confronte de las constancias obrantes en el expediente referido en el prrafo precedente con los testimonios prestados en este debate por las personas que apareceran como firmantes y el personal que integraba la Comisara 33. de la PFA. As, el mdico Ricardo Chevarlzk, declar en este juicio que las revisaciones a los nios en domicilios particulares eran algo excepcional y al serle exhibido el documento labrado el 14 de julio de 1976, respecto del reconocimiento mdico efectuado a un beb de aproximadamente un mes de vida, en el domicilio particular de Moldes 3435, piso 3 B, de esta ciudad, el cual se encuentra incorporado al debate como prueba documental (cfr. punto
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334 de la incorporacin por lectura), refiri que los datos que aparecan all insertos respecto del peso y altura del menor seguramente haban sido extrados de alguna ficha natal porque no tena como tomar esas mediciones en un domicilio. Sin embargo, puntualiz que esos datos no debieron haber estado en un papel membretado porque lo hubiera asentado en el certificado que expidi (cfr. declaracin prestada el da 28 de septiembre de 2011). Asimismo, de ese expediente surge tambin una constatacin de domicilio de fecha 14 de julio de 1976, cuyos firmantes resultaron ser el entonces Comisario Alberto Mattone y el inspector Eduardo Jorge Luttini (cfr. fs. 3 y 8 de ese expediente). El primero, al ser preguntado al respecto neg haber estado en alguna oportunidad en la casa del Subcomisario Parodi, mientras que el segundo declar que no recordaba nada al respecto (cfr. declaraciones brindadas en este juicio los das 2 de noviembre de 2011 y 28 de septiembre de 2011, respectivamente). Finalmente, los compaeros de trabajo del entonces Subcomisario Parodi tampoco pudieron recordar el suceso del hallazgo del menor -Oscar DAmario y Vicente Alberto Caccaviello-, siendo que este ltimo declar a fs. 1 de la causa referida (cfr. declaraciones prestadas el da 28 de septiembre de 2011). Resta hacer alusin a quien figuraba como mdico en el acta inicial del expediente aludido, firmada por el Subinspector Vicente Caccavielo y el Comisario Alberto Mattone (cfr. fs. 1), Dr. Alberto Schattenhaffer, el Ministerio de Salud, Direccin de Registro, Fiscalizacin y Sanidad de Fronteras y el Colegio de Mdicos de la Provincia de Buenos Aires informaron que de la compulsa de sus registros no surga una persona con esos datos (cfr. puntos 323, 324 y 325 de la incorporacin por lectura). Y ms an, la Cmara Nacional Electoral inform que tampoco contaba con antecedentes respecto de Alberto Schattenhaffer, solo informando que de sus registros surge una persona cuyo nombre y apellido se aproximara, siendo ste Alberto Schatternhoffer, nacido y domiciliado en Federacin, Provincia de Entre Ros, de profesin talabartero y no mdico, segn surge del informe glosado a fs. 688/689 de la causa N 1730 (cfr. punto 326 de la incorporacin por lectura).
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Por ultimo, Beatriz Di Paola Derqui, quien prestaba funciones en el Juzgado Nacional de Primera instancia en lo Criminal de Instruccin N 16, como delegada de menores junto a Susana Prez Brea (fallecida), que figuraba como la asistente social que haba intervenido en este caso, explic que normalmente las familias que queran adoptar se anotaban en los Juzgados, se mandaba entonces al delegado a los domicilios a hacer un informe socioambiental y quedaba en una carpeta hasta que apareca un nio para adoptar y los jueces elegan teniendo en cuenta al nio, si era enfermo, si tena alguna discapacidad y por la antigedad de las inscripciones de los futuros adoptantes, y que respecto de la cantidad de casos de abandono en los que le tocaba actuar, dijo que nunca han sido ms de tres por ao, en los que estaba trabajando simultneamente (cfr. declaracin prestada en el debate el da 26 de
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septiembre de 2011). Asimismo, de los autos N 27.218, caratulado Parodi Anbal A. s/ adopcin plena del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N 9, Secretara N 18, se desprende que con fecha 30 de agosto de 1976 aqul Juzgado le otorg la tenencia de ese menor a su guardador, Osvaldo Armando Parodi, y finalmente, el 23 de noviembre de 1978 resolvi conceder a los esposos Osvaldo Armando Parodi y Julia Hayde Campo de Parodi la adopcin plena del menor Anbal Armando Parodi (cfr. punto 310 de la incorporacin por lectura). Por ltimo resta agregar que Anbal Simn, conoci y recobr su libertad y verdadera identidad.
c. Mariana Zaffaroni Islas: Mariana, hija de Mara Emilia Islas Gatti y Jorge Roberto Zaffaroni Castilla, naci el 22 de marzo de 1975 en la Maternidad Sard de esta ciudad, siendo inscripta con ese nombre por sus padres biolgicos. La nia, de 18 meses de vida, fue sustrada de la custodia de sus progenitores en el operativo ocurrido aproximadamente el 27 de septiembre de 1976, y no fue entregada a sus familiares biolgicos, permaneciendo retenida y oculta en poder del matrimonio compuesto por Miguel ngel Furci y Adriana Mara Gonzlez, quienes simularon detentar el carcter de padres biolgicos
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de la nia sustituyndole su identidad, habindola inscripto como Daniela Romina Furci, situacin que perdur hasta el mes de junio de 1992, ocasin en que fuera informado en el marco de la causa N 154, (ex 86/84) caratulada Furci, Miguel ngel y otra s/ av. circunstancia de desaparicin de Zaffaroni Islas, Mariana del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 3 de de San Martn, provincia de Buenos Aires, el resultado del dictamen pericial gentico realizado en el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que obra glosado a fs. 1333/1341 de esas actuaciones. Ahora bien, la causa que permiti la identificacin de la hija de Mara Emilia Islas Gatti y Jorge Zaffaroni Castilla, qued registrada bajo el N 86/84 ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1, Secretara N 2 de San Isidro, provincia de Buenos Aires. En ella se denunciaba, entre otras cosas, la desaparicin de la menor Mariana Zaffaroni Islas y su progenitora el da 27 de septiembre de 1976, y que dicha menor se encontrara inscripta como Daniela Romina Furci, habiendo sido anotada como hija biolgica del matrimonio compuesto por Miguel ngel Furci y Adriana Mara Gonzlez de Furci. Fue as, que en el mes de junio de 1992 fue remitido el estudio inmunogentico realizado por miembros del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que concluy que del grupo humano involucrado en la pericia la probabilidad de que la menor inscripta como Daniela Furci sea la nieta biolgica de las familias Zaffaroni - Muttoni Castilla e Islas Gatti Borsali era del 97,60% (cfr. pericia de ADN obrante a fs. 1333/1341 de la causa referida incorporada por lectura en el punto 382). Debe destacarse que en el marco del presente debate declar la Dra. Ana Mara Di Lonardo, ex Jefa de la Unidad de Inmunologa y ex Directora del Banco Nacional de Datos Genticos, quien di cuenta de los procedimientos utilizados y los mecanismos de seguridad que los avalan, a la vez que reconoci sus firmas insertas en aqulla pericia y ratific las conclusiones en ella arribadas (cfr. declaraciones prestadas el 31 de octubre de 2011). Cabe agregar que estos hechos se encuentran probados por la sentencia dictada el da 18 de marzo de 1993 en el marco de la causa N 86/84,
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caratulada Furci, Miguel ngel y Gonzlez de Furci, Adriana p/averiguacin de circunstancias de desaparicin de Zaffaroni Islas Mariana, mediante la cual se conden a Adriana Mara Gonzlez a la pena de tres aos de prisin y costas por considerarla coautora penalmente responsable del delito de ocultacin y retencin de una menor de diez aos, en concurso real con el delito de supresin del estado civil de una menor de diez aos y falsificacin ideolgica de documento destinado a acreditar la identidad de las personas, estos dos ltimos en concurso ideal, y asimismo se conden a Miguel ngel Furci a la pena de siete aos de prisin, accesorias legales y costas por considerarlo autor penalmente responsable del delito de ocultacin y retencin de una menor de diez aos, en concurso real con el delito de supresin del estado civil de una menor de diez aos y falsificacin ideolgica de documento destinado a
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acreditar la identidad de las personas, estos dos ltimos en concurso ideal. Dicho decisorio fue confirmado parcialmente el 5 de agosto de 1994 por la Sala II de la Cmara Federal de Apelaciones de San Martn puesto que si bien homolog la condena de ambos en orden al delito de ocultacin y retencin de un menor de diez aos, resolvi sobreseer por prescripcin de la accin penal a los nombrados en orden a los delitos de supresin del estado civil de un menor de diez aos y falsificacin ideolgica de documento pblico, e incluso redujo la pena impuesta a Miguel ngel Furci a cinco aos de prisin, accesorias legales y costas. Cabe destacar que los padres de Mariana fueron investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Carpeta Varios N 14853, caratulado Solicitud de Paradero de Juan Carlos Pradanos y otros iniciado a fines de 1979, siendo que el legajo se cerr con un radiograma de respuesta negativa fechado el 18 de enero de 1980 y Mesa DS Carpeta Varios N 14850, caratulado Solicitud de Paradero de Claros, Roxana Teresa y otros de fines de 1979, siendo que el legajo se cerr con un radiograma de respuesta negativa fechado el 28 de diciembre de 1979 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351).
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Mariana Zaffaroni Islas, quien declar en este debate el 14 de noviembre de 2011, explic que naci el 22 de marzo de 1975, siendo que el nombre con el que haba vivido durante mucho tiempo haba sido Daniela Romina Furci y que se enter de su verdadera identidad a los 17 aos, habiendo sido criada por Adriana Gonzlez y Miguel ngel Furci quien trabajaba en la SIDE. Explic que se enter de su identidad en un proceso largo, y que en el ao 1984 aproximadamente cuando estaba en el colegio vino una seora quien se le acerc y le pregunt si poda sacarle una foto, a la vez que la interrog por su nombre, y cuando era la fecha de su cumpleaos, manifestndole que le mandara dicha fotografa para esa fecha. Puntualiz que cuando les cont en su casa a Furci ste se alter en ese momento, lo cual no entendi. Para esos aos apareci en los medios su foto de chiquita, aunque sin saber que se trataba de ella, y luego se haba publicado su foto del colegio donde se mencionaba que una familia buscaba a esa nia. Furci le cont que una familia buscaba a una nena, pero que era un error porque no era ella, y as partieron rumbo a Paraguay donde vivieron. Pero al regresar hubo un acercamiento entre Furci y su familia biolgica, y en 1992 los detienen a Adriana Gonzlez y Miguel ngel Furci y por el estudio de ADN se verific su identidad. Narr que luego del ADN se reencontr con su familia, lo que al principio no fue muy agradable, all estaban sus dos abuelas y dos tas paternas. Explic que pregunt por qu hicieron las cosas as y no de otra forma y le contestaron que no lo haban hecho para daarla ni hacerla sentir mal, sino porque era la nica forma de hacerlo. Describi que Furci y su esposa le dieron una explicacin una vez revelada su identidad, recordando que Furci, a los largo de los aos, le haba dado distintas versiones, no sabiendo cul era la verdadera, pues al principio le dijo que l no trabajaba ah (refirindose a Orletti), que haba ido a Orletti a hacer algunas cosas, siendo el lugar del cual la retir, y que la persona que le dijo que la llevara haba sido Anbal Gordon, pero luego le dijo que haba sido Gavazzo. Tambin le dijo que eventualmente lo mandaban all y que ella estaba en una habitacin con una seora con los ojos vendados, de la cual pens que se trataba de su madre, junto a otros nios. Pero luego cambi la versin en cuanto a los responsables.
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Expuso que ella figuraba inscripta como nacida el 29 de septiembre de 1975, y que a la partera cuyo nombre estaba all asentado la conoci en una oportunidad, aproximadamente para el ao 1983 o 1984, en que fue a su casa, y que tena el nombre de Gorordo. Respecto a Anbal Gordon manifest que ese apellido no se nombraba en casa, aunque s se nombraba a Ruffo quien fue compaero de Furci y una vez vino a visitar su casa y ella fue a la de l, donde conoci a quien figuraba como su hija. Restituida su identidad, explic Zaffaroni Islas que el vnculo con su familia fue lentamente restablecido, pues al principio no estaba abierta a hacerse cargo de su historia y los encuentros eran obligados, recordando que al principio se acordaban reuniones peridicas entre ella y su familia que viva en
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Uruguay, los cuales venan a Argentina a visitarla mientras continuaba viviendo con su abuela de crianza. Los encuentros no eran fluidos, pero ello cambi cuando tuvo a su hija mayor, y la familia vena a ver a la nena. Refiri que tambin decidi viajar a Uruguay y la relacin se hizo mas fluida. Su abuela materna falleci hace varios aos, manifestando que no pudo disfrutarla todo lo que quiso. Expuso que sus abuelas fueron quienes le contaron respecto de su bsqueda, y las gestiones que hicieron al enterarse de que sus padres y ella haban desaparecido, buscando en hospitales, Ministerios y otros lugares, inclusive del exterior. Relat que en Paraguay tuvo que repetir el ao, y respecto a otros argentinos con idntica situacin mencion que no recordaba haber tenido contacto pero que saba que se encontraban en ese pas Bianco y Miara. Narr que Furci y su esposa fueron condenados y estuvieron en prisin, Adriana Gonzlez fue condenada a 3 aos, aunque cuando cumpli 9 meses sali en libertad condicional, mientras Furci fue condenado a 7 aos, pero la Cmara se lo redujo a 5 aos. Puntualiz que la fecha que figuraba de su nacimiento haba sido el 29 de septiembre, y que no saba si aqulla haba sido elegida porque coincida con el cumpleaos de su abuela de crianza o porque se acercaba a la fecha en que Furci la trajo, dado que sus padres haban sido detenidos el da 27 de septiembre.
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Respecto a la bsqueda de ella por parte de la familia explic que se reunieron con el Nuncio Apostlico a travs del esposo de su ta paterna, as se contactaron con Monseor Pio Laghi para que l averiguara por ellos, pero no lleg a nada, manifestando que esa circunstancia le haba llamado la atencin porque justamente dicho prelado le mandaba tarjetas de felicitaciones de Navidad a Furci, lo que habra ocurrido unas dos o tres veces entre los aos 1980 a 1983, parecindole poca casualidad, aunque desconoca el vnculo entre ellos. Respecto de Furci manifest que trabaj en la SIDE hasta que se fueron a Paraguay. Expres que le pregunt a aqul si haba participado en el operativo de secuestro de ella y de sus padres, porque realizando terapia psicolgica le tena miedo al ruido del botn del bao, y l le respondi que no estuvo pero que s haba estado Ruffo, aunque Ruffo dijo que no lo recordaba porque haba participado en muchos operativos. Furci tambin le dijo que Ruffo aport datos para que ubicaran a Mara Macarena Gelman. En cuanto a recuperar su identidad explic que fue un proceso difcil pero liberador, porque se encuentra el lugar de pertenencia, se siente cmodo, como en casa, esa sensacin de pertenecer la cual ella no la haba sentido nunca, ese sentimiento de sentirse parecido y pertenecer la tuvo recin al conocer a su familia. En cuanto a sus padres, record adems que tuvieron militancia estudiantil en Uruguay as como tambin en el Partido por la Victoria del Pueblo. Narr que Furci le haba dicho que estuvo en Orletti porque trabajaba en la custodia de una persona importante de la SIDE, y que a l y a otro compaero eventualmente los mandaban all, siendo que ella interpret que iba a buscar y llevar documentos de ese lugar, pues su trabajo en tal sitio no era permanente. Expuso que una mujer, Beatriz Barboza, que fue secuestrada el 30 de septiembre de 1976, quien tambin estuvo, aunque slo ese da en Orletti ya que fue liberada, la haba visto a su madre que estaba con otros chicos y habl con ella. Finalmente declar que haca pocos meses haba hablado con compaeros de cautiverio de sus padres quienes le comentaron que su madre
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estaba nuevamente embarazada y que les pareca que aqulla le haba escrito una carta a su abuela, aunque an no la pudo encontrar. Explic que tambin su ta Luca, que en ese entonces viva en Buenos Aires, le coment que saba que su madre tena un atraso, pero no le confirm que estuviera embarazada. Cabe recordar aqu que Miguel ngel Furci se desempe como miembro de la Secretara de Inteligencia del Estado (SIDE) desde el ao 1971, contando con el Legajo N 50.131/52, resaltndose que el centro clandestino de detencin Automotores Orletti fue una de las bases operativas donde actu personal integrante del organismo mencionado. Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de estos ilcitos consistieron en el operativo militar producido el 27 de septiembre de 1976 en la vivienda particular de Mara Emilia Islas y Jorge
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Zaffaroni ubicada en el partido de Vicente Lpez, provincia de Buenos Aires. El da sealado, Jorge Zaffaroni fue acompaado hasta su domicilio por varias personas armadas quienes ingresaron junto a l y aguardaron el arribo de su mujer y su hija, lo que una vez ocurrido culmin con el secuestro del matrimonio y la hija de ambos por parte de las fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas. En relacin a este suceso declar el da 14 de noviembre de 2011, Mara Luca Zaffaroni Castilla, hermana de Jorge Zaffaroni, quien relat que vino a vivir a nuestro pas en el ao 1974 y que su hermano y la mujer de ste, que se encontraba embarazada, recin llegaron a la Argentina un ao despus. Explic que convivi con su hermano y su mujer Mara Emilia y su hija Mariana en un departamento ubicado en la calle Alsina por la zona de Congreso hasta que contrajo matrimonio y luego se mud. Asimismo expuso que para aquellos aos la situacin de los uruguayos refugiados era muy difcil y para el ao 1976 se complic an ms, pues tuvieron noticias de que varios de sus compaeros haban sido secuestrados, incluso con sus hijos. Manifest que con motivo de ello, decidieron reunirse con un abogado a fin de otorgarle la tutora de la menor y con el correr de los das su sobrina pasaba la mayor parte de los fines de semana junto a ella, mientras que durante los restantes das la nia estaba en una guardera a tres cuadras de su trabajo, habiendo acordado con sus padres que si no acudan a retirarla ella
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deba ir a buscarla. Mara Luca Zaffaroni puntualiz que tambin haban consensuado con su hermano y su cuada en que independientemente de que se vieran o no, deban llamarla todos los das, lo que, si algn da no ocurra y pasaban tres das ms, deba comunicarse con sus padres en Brasil y con los padres de Mara Emilia Islas en Uruguay a fin de que acudieran a realizar las gestiones pertinentes para ubicarlos. Explic que dicha hiptesis finalmente ocurri y se comunic con ambas familias. Ahora bien, en cuanto al secuestro de su sobrina y sus padres refiri que un vecino que viva en una casa en frente de ellos vi que el da 27 de septiembre de 1976 a Jorge lo acompaaron hasta su vivienda entre tres o cuatro personas de particular las cuales se encontraban armadas e ingresaron al domicilio esperando que llegara su cuada y la nia y que, cuando aqullas llegaron, a todos los introdujeron en un automvil y se los llevaron secuestrados. En cuanto al conocimiento que tuvo respecto del nacimiento de su sobrina explic que ella haba acompaado a Mara Emilia Islas en el momento en que naci la pequea Mariana, lo cual ocurri en la maternidad Sard el 22 de marzo de 1975. Finalmente al ser interrogada acerca de la circunstancia de que Mara Emilia se encontrase embarazada respondi que ella mantuvo una relacin muy estrecha con su cuada y que producto de ello fue que sta le coment que tena un atraso de dos o tres semanas, aunque an no lo haba consultado con su mdico, pero tiempo despus, compaeros de su hermano Jorge, le dijeron que aqul les haba dicho que a la difcil situacin que estaban atravesando en ese entonces se les sum el hecho de que Mara Emilia estaba embarazada (cfr. declaracin testimonial prestada durante el debate el 14 de noviembre de 2011). Asimismo, el secuestro de este matrimonio junto a su hija menor se encuentra probado tambin por la prueba documental incorporada al debate. En efecto, en una hoja que reza Ejrcito Argentino ICIA 601 de fecha 28 de septiembre de 1976 remitido por la Secretara de Inteligencia del Estado al Comando del Primer Cuerpo de Ejrcito, se consign el secuestro de Jorge Zaffaroni, con indicacin de que aqul era el objetivo primario y que
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Mara Emilia Islas era el objetivo secundario, pero adems, de ese documento se despende tambin el nmero de documento, estado civil, edad, domicilio, agrupacin poltica de que formaban parte Tupamaros- y el grado de peligrosidad de ambos. Y an ms, pues de all surge tambin la fecha prevista para el operativo y el resultado arrojado en el procedimiento, el cual result positivo. Finalmente, de ese documento surge que el destino interno era la SIDE y que tambin se prevea el traslado de ambos puesto que en l se logra leer entregados al OCOAS (cfr. Legajo Conadep N 3675 y causa N 154 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 3 de San Martn, incorporados en los puntos 26 y 61, respectivamente de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Por lo dems, las circunstancias de tiempo, modo y lugar en
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cuanto a estos sucesos se encuentran avaladas tambin por la prueba documental incorporada al debate: Legajos CONADEP nros. 7098
correspondiente a Mara Emilia Islas Gatti de Zaffaroni, 7097 en relacin a Mariana Zaffaroni Islas y 7099 correspondiente a Jorge Roberto Zaffaroni Castilla (cfr. puntos 375, 376 y 377, respectivamente, de la incorporacin por lectura). En relacin a la bsqueda de la menor por parte de la familia, Mara Luca Zaffaroni Castilla, ta de la nia por lnea paterna relat que tal como haba acordado con su hermano, al pasar tres das sin recibir algn llamado ni noticias de su parte, se comunic con sus padres en Brasil y con los padres de su cuada en Uruguay. Expuso que cuando aqullos llegaron a nuestro pas realizaron todo tipo de gestiones para dar con el paradero de su sobrina y los padres de aqulla. As, manifest que consiguieron una entrevista con un funcionario de Naciones Unidas en Argentina, y tambin por intermedio de un abogado llegaron hasta un funcionario de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Buenos Aires, e incluso presentaron un recurso de habeas corpus ante el Juzgado Federal N 2, Secretara N 7. Asimismo, refiri que realizaron una publicacin el da 8 de octubre de 1976 en los diarios Crnica y Buenos Aires Herald adjuntando en ambos una fotografa de Mariana y solicitando informacin a su respecto. Puntualiz adems, que comparecieron ante la Comisara de Vicente Lpez
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con el objeto de realizar la denuncia correspondiente, siendo que ello les fue negado en las dos oportunidades en que se presentaron, la primera con fundamento en que haba que esperar la resolucin del habeas corpus presentado, y la segunda por el resultado negativo obtenido en ese habeas corpus. Asimismo, depuso que cuando aqulla volvi a Brasil sus padres continuaron realizando gestiones, recorrieron maternidades, incluso la Sard donde haba nacido su sobrina, lugar en el que los sorprendi que ya no se encontraba el certificado de nacimiento de la menor. Relat que tambin recorrieron distintos Juzgados de Menores y hospitales y redactaron innumerables cartas a autoridades, incluso al Nuncio Apostlico en Buenos Aires. Sus dichos se encuentran avalados por la distinta documental incorporada al juicio, entre ella el expediente N 108, correspondiente al hbeas corpus presentado en favor de Mariana Zaffaroni con fecha 26 de agosto de 1977, acumulado al expediente n 95/77 del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n 5, ex Secretara 15, caratulado Trias Hernndez Cecilia Susana s/recurso de hbeas corpus; y el expediente N 43.455/95, caratulado "Islas de Zaffaroni s/ausencia del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N 60 (cfr. puntos 106 y 107 de la instruccin suplementaria en la causa N 1351). Asimismo, de la Investigacin Histrica sobre Detenidos Desaparecidos surgen las denuncias y reclamos llevados a cabo tanto a nivel nacional como internacional en bsqueda de Mariana. En ella se incluyen tambin las acciones efectuadas por el Consulado de la Repblica Oriental del Uruguay en Buenos Aires, informando que se cursaron notas en el ao 1978 al Primer Cuerpo del Ejrcito, Polica Federal Argentina y Polica de la Provincia de Buenos Aires intentando averiguar el paradero de Mariana Zaffaroni. Fue as que, a las diligencias y gestiones realizadas, se sumaron a la bsqueda de la familia diversas personalidades, siendo stos: la funcionaria de ACNUR Mara Bernabella Herrera Sanguinetti, el Embajador uruguayo Milton Romani y el periodista uruguayo Juan Roger Rodrguez Chandari quien mantuvo algunas entrevistas con Furci, colaboraron con aqulla hasta
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que finalmente se pudo dar con el paradero de Mariana Zaffaroni Islas. En cuanto a esto Mara Luca Zaffaroni Castilla relat que en el ao 1983 se public en un diario de Sao Paulo, Brasil, una entrevista a un militar argentino que aseguraba haber participado en Orletti. Esa persona tambin haba hecho referencia a que los nios hijos de desaparecidos estaban bien con sus nuevas familias ejemplificando el caso de la hija de un matrimonio de uruguayos desaparecidos en Argentina que estaba siendo muy bien criada por un conocido suyo. Aqul dato les hizo sospechar que tal vez esa nia podra tratarse de su sobrina y que por ese motivo su madre pidi una entrevista con aqul, lo cual se logr, aunque jams pudieron conocer el nombre de ese militar. Depuso que durante la entrevista, al ver la foto de su sobrina le expres a su madre que
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se quedara tranquila porque la nia estaba siendo cuidada. As las cosas, ese mismo ao decidieron publicar en el diario Clarn una foto de Mariana Zaffaroni solicitando informacin, la cual poda ser enviada a Abuelas o a CLAMOR en Sao Paulo, lo cual finalmente ocurri. Declar que a esta ltima entidad lleg un annimo con un recorte de diario que hablaba de Miguel ngel Furci, que el matrimonio tena una nia siendo que su mujer nunca estuvo embarazada, y que esa nia se pareca a Mariana. A partir de ello, en una oportunidad se acercaron hasta el colegio de aqulla menor tratando de verla y unos conocidos lograron tomarle una fotografa. Una vez que compararon las fotos y al parecerles que esa nia se trataba de su sobrina presentaron en el ao 1984 la denuncia correspondiente ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N 1 de San Isidro, provincia de Buenos Aires. Tiempo despus, el Magistrado a cargo de la causa le requiri a Furci que presentara pruebas de que la nia era su hija, el cual aport una partida de nacimiento en la que consta que aqulla naci en septiembre de 1975, siendo inscripta en septiembre de 1976, lo cual le result llamativo. Sin embargo, cuando estaba programada la realizacin del examen de ADN, Furci se present al Juzgado manifestando que su mujer haba hecho abandono del hogar junto a la nia, y ms tarde l tambin se fue a Paraguay.
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Mara Luca Zaffaroni testific que luego de la huda de la familia a ese pas, debieron pasar varios aos hasta que recin en 1989, a travs de un conocido que ofici de intermediario, le hicieron llegar a Miguel ngel Furci una carta en la que se comprometan a sentarse a conversar para poder ver a la menor. Fue as que comenzaron a mantener contacto a travs del intercambio de cartas, hasta que finalmente se acord un encuentro. Record que para el mes de junio de 1992 Furci y su seora fueron detenidos y a partir de esa detencin pudo materializarse el examen gentico que corrobor en definitiva que la menor que figuraba inscripta como hija de aqul era en verdad su sobrina Mariana Zaffaroni Islas. Jorge Roberto Zaffaroni y su mujer, Mara Emilia Islas Gatti, fueron conducidos por las fuerzas represivas conjuntas hasta al centro clandestino de detencin denominado Automotores Orletti donde
permanecieron detenidos en forma ilegal hasta aproximadamente entre el 5 y el 7 de octubre de 1976, fecha en que fueron trasladados a la Repblica Oriental del Uruguay a travs de un viaje areo irregular conocido como Segundo Vuelo con destino incierto. En relacin al cautiverio de ambos en Automotores Orletti se encuentra probado por las declaraciones brindadas por sus compaeros de cautiverio, entre ellos Mara del Pilar Nores quien testific que supo de la presencia de una nia con el nombre de Mariana Zaffaroni, porque otro menor, Anatole Julien, se lo haba comentado a su hermano. En el mismo sentido, lvaro Nores, hermano de la anterior, declar el 21 de diciembre de 2011, que en una oportunidad en que Gavazzo le trajo ante l al nio Anatole Julien de cinco o seis aos de edad aproximadamente, ste le coment que se encontraba all con su hermanita y Mariana Zaffaroni Islas. Asimismo, expuso que dentro de ese centro tambin escuch la voz de la madre de Mariana, respecto de la cual record que en una ocasin fue llevada a la cocina para que le cocinara a los nios. Asimismo, relat que crea que la madre de Mariana estaba embarazada lo que supo a travs de su esposa la cual era amiga de Mara Emilia, agregando que cuando estuvo detenido en Montevideo escuch a alguien decir que el Mayor Cordero
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haba dicho que ella estaba embarazada, aunque no recordaba quien haba sido. Por su parte, Beatriz Victoria Barboza Snchez explic que ella haba sido secuestrada el 30 de septiembre de 1976 y que haba sido llevada a lo que luego conoci que se trat de Orletti. Manifest que estando cautiva all escuch la voz de una nia pequea que le pregunt a su madre quin era ella, a lo que le respondi que era la ta Bety, lo cual le sirvi para darse cuenta que en ese lugar tambin se encontraban secuestradas su compaera de militancia en el Partido por la Victoria del Pueblo, Mara Emilia Islas de Zaffaroni y su hija Mariana a quienes conoca, relatando que aqulla nia le deca ta Bety. Asimismo depuso que Mara Emilia Islas permaneci alojada junto
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a ella en la misma habitacin y que as le pudo contar que haba sido secuestrada junto a su marido el da 27 de septiembre de ese mismo ao, manifestndole que a Jorge lo haban torturado fuertemente. Finalmente, describi que la nombrada era la encargada de cuidar a los nios, tanto a su hija como a los hermanos Julien Grisonas y que recordaba que en un momento fue sacada de la habitacin para que preparase unas mamaderas. Estos relatos encuentran sustento tambin en la investigacin histrica encabezada por lvaro Rico sobre detenidos desaparecidos, el cual declar que en el Segundo Vuelo efectuado aproximadamente el 5 de octubre de 1976 fueron trasladados en forma grupal alrededor de veintitrs personas, los cuales, en su mayora militaban en el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), siendo que todos ellos actualmente se encuentran desaparecidos. Asimismo puntualiz que Mara Islas de Zaffaroni y Jorge Zaffaroni eran miembros del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), lo cual resulta conteste con la investigacin periodstica realizada por Juan Roger Rodrguez Chandari, quien expuso que, a travs de una persona, respecto de la que se reserv sus datos filiatorios amparndose en el derecho a no divulgar las fuentes periodsticas, supo que los secuestrados que haban sido trasladados a Uruguay en el llamado Segundo Vuelo, fueron ejecutados. Debemos mencionar que la sentencia dictada en la causa N 24332/2005 del registro del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Penal
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N 19 de Turno de Montevideo, Uruguay, caratulada SILVEIRA QUESADA, Jorge y otros s/ 28 delitos de homicidio muy especialmente agravados dio por probada la existencia del Plan Cndor y la estrecha vinculacin de las fuerzas represivas argentinas y uruguayas. En dicha causa se conden a los militares integrantes del SID y del OCOA- Jorge Alberto Silveira Quesada, Ernesto Avelino Ramas Pereira, Gilberto Valentn Vzquez Bisio, Luis Alfredo Maurente Mata, Ricardo Jos Medina Blanco y Jos Felipe Sande Lima por el homicidio de ciudadanos uruguayos que haban sido secuestrados en Argentina, entre ellos Mara Emilia Islas y Jorge Roberto Zaffaroni, padres de Mariana. Por su parte, Juan Roger Rodrguez Chandari declar tambin que por medio de un informante supo que Furci era el apropiador de Mariana Zaffaroni, que estuvo vinculado a la SIDE y al centro clandestino denominado Automotores Orletti, e incluso expuso que Furci mencion que a la nena se la haban dado en la escalerilla del avin, lo que tambin fue punta de la investigacin sobre sus padres, aunque Furci neg aqullos datos. En el mismo sentido que los anteriores declar el da 18 de octubre de 2011, Milton Romani, Embajador uruguayo, quien relat su participacin en la pesquisa realizada para tratar de corroborar si la nia del annimo al que anteriormente se hizo referencia era en realidad Mariana Zaffaroni. Este explic que el annimo suministraba el domicilio del militar a cuyo cargo se encontraba la menor, y que entonces, suponiendo que la nia en edad escolar deba entrar o salir de su casa en horas del medioda, se apost frente al domicilio de aqul, simulando que el vehculo en el que viajaba se hallaba descompuesto. As logr ver a la nia suponiendo que se trataba de Mariana, ms como an le faltaban evidencias, su esposa, en ese entonces, Mnica Parada, concurri con l en otra oportunidad a la puerta del edificio y lograron averiguar el colegio al que asista la pequea. Cuando su mujer vi que la menor entraba al colegio y que la persona que la acompa se retiraba, ingres por el patio de la escuela y se acerc a la nia dicindole que era fotgrafa a la vez que le pregunt si aceptaba que le tomara unas fotografas, a lo cual ella accedi. Asimismo, le pregunt tambin cual era su nombre y su fecha de nacimiento para enviarle las fotos, respondindole que era Daniela Romina
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Furci, con fecha de nacimiento el 29 de septiembre de 1975. Finalmente, Milton Romani declar que en el Registro del Estado Civil pudo localizar la partida de nacimiento apcrifa de la inscripta como Daniela Romina Furci, en la que figuraba como lugar de nacimiento el domicilio particular del matrimonio de Furci y Gonzlez. Por su parte, Mara Bernabella Herrera Sanguinetti, quien declar el da 24 de octubre de 2011, relat que en el ao 1983, mientras se encontraba en Buenos Aires, le lleg una carta donde le pedan que viajara a la sede de CLAMOR en Sao Paulo. Una vez all le mostraron un sobre celeste en el que un papel con recorte de palabras de prensa, anunciaba que Mariana estaba en Buenos Aires con el matrimonio Furci en una casa de la que se daba la direccin en Capital Federal. Relat que con ese dato regres a la Argentina y
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aqu junto al uruguayo Alberto Correa, corroboraron la informacin. Record que para ello, concurrieron al edificio simulando ser un matrimonio interesado en saber si all haba un departamento libre. Entonces pudieron ver salir a un seor con una chica, la cual se ajustaba a las caractersticas fsicas de Mariana Zaffaroni. Adems, en la pelcula titulada Por esos Ojos que fue exhibida durante el debate, la madre de Mara Emilia Islas, Mara Esther Gatti, record que junto a su consuegra Marta Castilla, se dirigieron al edificio en el que viva Furci y esperaron all para ver a su nieta. Narr que en un momento vieron salir del edificio, a una mujer que llevaba de la mano una nia que por sus caractersticas fsicas se ajustaba a Mariana, a quien haban dejado de ver cuando tena un ao y medio, manifestando que en ese momento la pequea iba cantando, y ella le dijo que linda cancin. Fue entonces que la nia levant la vista y Mara Esther Gatti explic que reconoci inmediatamente esos ojos que tanto haba buscado puntualizando que esa nia se trataba sin duda de su nieta. Por ltimo resta agregar que Mariana, conoci y recobr su libertad y verdadera identidad.
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Anatole Boris y Victoria Eva, son hijos de Victoria Luca Grisonas y Mario Roger Julien. Anatole naci el 25 de septiembre de 1972 en la Repblica Oriental del Uruguay, mientras que Victoria naci en Argentina el 7 de mayo de 1975, siendo anotados con esos nombres por sus padres biolgicos. Los nios, de cuatro y un ao y medio de edad, respectivamente, fueron sustrados de la custodia de sus progenitores en el procedimiento ocurrido el da 26 de septiembre de 1976. Esos menores fueron adoptados legalmente en la Repblica de Chile por el matrimonio compuesto por Jess Larrabeiti Correa y Silvia Yaez, hasta que con posterioridad al mes de agosto de 1979, la familia biolgica de los nombrados logr dar con el paradero de los nios, quienes a partir de all fueron identificados pudiendo conocer su verdadera identidad. Ahora bien, las causas que permitieron la identificacin de ambos hermanos se encuentran radicadas ante los Juzgados con asiento en la Repblica de Chile, siendo que, de la lectura de las constancias all plasmadas surge que los nios Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas fueron identificados con los nombres de Anatole Alejandro Larrabeiti Yaez y Claudia Victoria Larrabeiti Yaez. En efecto, en la sentencia dictada el 28 de junio de 1990 por el Tercer Juzgado de Letras de Menores de Valparaso, Repblica de Chile, en el marco de la causa rol N 4.527, registro reservado N 182, obrante en el exhorto librado y contestado por la Repblica de Chile, se dispuso hacer lugar a la demanda y en consecuencia conceder la adopcin plena de los menores Anatole Alejandro y Claudia Victoria Larrabeiti Yaez, quienes figuraban como nacidos el 24 de septiembre de 1972 y el 2 de agosto de 1975, respectivamente, a los demandantes Jess Juvenal Larrabeiti Correa y Sylvia del Carmen Yaez Vera, quienes ejercan la tuicin de ellos desde el 16 de junio de 1977. Del mismo decisorio se extrae tambin que al Oficial del Registro Civil de Valparaso se le orden inscribir el nacimiento de los menores en el Registro de Nacimientos de la oficina a su cargo, sin dejar constancia en dicha inscripcin de la resolucin en cuya virtud se practic (cfr. punto 3 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351).
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Adems, de dicho exhorto surge tambin el acuerdo celebrado el 8 de julio de 1980 entre el matrimonio compuesto por Jess Larrabeiti Correa y Sylvia Yaez Vera de Larrabeiti con los mandatarios de Mara Anglica Cceres de Julien, abuela paterna de los menores en relacin al reconocimiento de identidad de Anatole Alejandro Larrabeiti Yaez como Anatole Boris Julien Grisonas, quien se encontraba radicado y domiciliado en Valparaso, Chile desde diciembre de 1976, y hasta esa fecha ininterrumpidamente, bajo la custodia y cuidado del matrimonio Larrabeiti Yaez, a cuyo favor se haba otorgado la tuicin judicial por resolucin del 16 de junio de 1977 del Segundo Juzgado de Menores de Valparaso en el expediente rol 22.709. En dicho acuerdo se plasm adems que en virtud de ello y de desconocerse a la poca de atribuirse la tuicin la identidad del menor, fue inscripto en Chile,
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Oficina de Registro Civil de Valparaso, Circunscripcin de El Puerto, bajo el N 121 del Registro de Nacimientos de 1977 de esa Oficina, bajo el nombre de de ANATOLE ALEJANDRO LARRABEITI YAEZ y que, en ausencia de padres o parientes conocidos se haba iniciado por peticin de los encargados de la tuicin del menor la gestin de adopcin legitimante. Ms, habiendo aparecido a fines de 1979 doa Mara Anglica Cceres de Julien en calidad de abuela paterna del menor, se acord entre ella y el matrimonio LarrabeitiYaez suspender la tramitacin de la gestin de legitimacin adoptiva, permaneciendo el menor en Chile bajo la tuicin y cuidado del matrimonio, pero a la vez se le reconoci a su abuela y a otros parientes un amplio derecho de visita. Cabe destacar que los padres de los nios fueron investigados por la Ex Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y contaban con fichas personales bajo la denominacin DS, lo cual significaba delincuente subversivo. En efecto, de esta prueba documental incorporada al debate surgen los legajos: Mesa DS Varios N 14082, caratulado s/ paradero de Mario Roger Julien Cceres, Victoria Luca Grisonas de Julien, Anatole Boris Grisonas y Eva Grisonas iniciado el 9 de junio de 1978; Mesa DS Varios N 14112, caratulado Investigacin acerca de desaparecidos en la localidad de Martnez (Mario Roger, Cceres Julien y Grisonas Victoria Luca) iniciado el 10 de septiembre de 1979; Mesa DS Varios N 15418, caratulado
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Investigacin Familiar Julien Grisonas, delegacin San Martn iniciado el 28 de febrero de 1980 del cual se desprende que Mario Roger Julien Cceres posee antecedentes por haberse fugado del penal de Punta Carretas, Uruguay el 6 de septiembre de de 1971 junto a otros terroristas Tupamaros; Mesa DS Varios N 17973, caratulado Paradero de Grisonas Victoria Luca de Julien iniciado en junio de 1981; y Mesa DS Varios N 18796, caratulado Grisonas, Victoria Luca de Julien y otros iniciado el 29 de septiembre de 1981, del cual se extrae que existen varios pedidos de habeas corpus H.C. 4049, Expte. 423499, Juez Penal Dr. ngel Martnez, depto. Judicial La Plata, contestado negativo el da 6/8/77. H.C. 4117 Expte. 425797, Juez Federal Dr. Russo, depto. Judicial La Plata, contestado negativo el da 10/8/77 (cfr. punto 102 de la prueba incorporada por instruccin suplementaria en la causa N 1351). Anatole Julien Grisonas declar en este juicio el da 24 de octubre de 2011, que cuando tena alrededor de nueve aos viaj por primera vez a Uruguay, aunque con su abuela ya haban tenido encuentros en Chile, y all pudo conocer a su ta Marie Julien, respecto de la cual le llam la atencin que tena una mancha en la cintura, tal como l, situacin que le produjo una profunda emocin al advertir el parecido. Expres que cuando le mostraron fotos de su madre pudo reconocer en ellas el rostro de su hermana. Asimismo refiri que lleg a conocer a sus abuelos paternos, maternos y a sus primos con los cuales reanud la relacin familiar, puntualizando que en la actualidad incluso uno de sus hijos resida en la ciudad de Montevideo. En cuanto a su abuela paterna, Mara Anglica Cceres de Julien, que fue la primera de la familia en dar con su paradero, expuso que en un principio se mantuvo en el anonimato, pero que con el tiempo logr recuperar a sus nietos y que falleci en el ao 1997. En lo que respecta a su identidad expuso que a la edad de doce aos haba sido consultado acerca del apellido que quera llevar en adelante, manifestando que opt por conservar, por entender que ello era lo correcto, el apellido Larrabeiti Yaez de sus padres adoptivos, empero tambin destac la importancia que represent para l conocer su verdadera identidad, ms all del trauma que le implic conocer su
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historia y los procesos psicolgicos que debi afrontar, exclamando que deba buscarse siempre la verdad con pena interna, pero sin odio. Anatole Boris Julien Grisonas, expuso que a la fecha de los acontecimientos contaba tan slo con cuatro aos de edad. En efecto, aqul declar que todava contaba con algunos recuerdos del procedimiento ocurrido en su casa en 1976. As expuso que recordaba haber estado tomado de la mano de su madre la cual llevaba a su hermana en brazos, que estaban en una casa grande y algo extrao estaba sucediendo ya que su padre caminaba de un lado a otro. Manifest que junto a su hermana estaban escondidos en algo similar a un compartimiento de un estacionamiento hasta que vi un fuego azulado y a un soldado que los separ mientras los apuntaba con el arma. Respecto a su madre describi haberla visto tirada en el suelo abierta de brazos y piernas,
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mientras era apuntada tambin por militares armados, y que posteriormente recordaba que l y su hermana estaban en una estacin de servicio. En relacin a los lugares en los que permaneci secuestrado, Anatole relat tambin en su testimonio, que recordaba que durante su cautiverio un hombre mayor le daba dulces y tambin que jugaba y cantaba canciones con una persona cuyo nombre no recuerda en la actualidad pero las personas que hablaron con l cuando fue encontrado le dijeron que a una de ellas la llamaba ta Mnica, apodo con el que los nios en 1976 conocan a Mara del Pilar Nores. Sin embargo destac, que no poda precisar en qu lugar de los que permaneci secuestrado sucedieron estos acontecimientos. Respecto del traslado a Chile, Anatole record un viaje en taxi con otra niita y la permanencia con tres mujeres en un lugar que supone puede haber sido una habitacin de hotel porque tiene recuerdos de la entrada al cuarto de un mozo llevando una mesita con el desayuno. Mencion tambin que recordaba el viaje en un avin pequeo en donde pudo hablar con el piloto y ver cmo era la cabina y el manubrio, y que durante el vuelo, pudo ver tambin la cordillera. Relat tambin que recordaba que cuando llegaron a Chile, los bajaron de un auto con vidrios polarizados en una plaza donde haba juegos infantiles y manifest que fue el dueo de ese lugar quien advirti la presencia de l y su hermanita que se encontraban solos en el lugar.
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Cont tambin que hace algunos aos haba hablado con Pilar Nores quien le confirm que ella los haba cuidado mientras estuvieron secuestrados en el centro clandestino de detencin de Montevideo. Supo tambin, por el relato de otros sobrevivientes, que en ese lugar se haba hecho cargo de cuidarlos la madre de Macarena Gelman, Mara Claudia Garca Iruretagoyena, que en ese momento se encontraba embarazada y secuestrada en el mismo lugar. Finalmente, en cuanto a sus das en el orfanato, Anatole record que en aqul momento sinti una enorme preocupacin por su hermana y por su cuidado. Relat que cuando fue mayor pudo ver las noticias aparecidas en los diarios de la poca lo que lo ayud a refrescar sus recuerdos de nio. Dijo que en todas las noticias se resaltaba que eran nios bien vestidos y alimentados, con acento argentino, lo que haca an mas extrao el supuesto abandono. Respecto de los trmites para su adopcin realizados por el matrimonio de Larrabeiti Yaez refiri que haca siete aos
aproximadamente se haba filmado un documental con su historia y la de su hermana y que en esa oportunidad tom contacto con la Jueza de Familia que haba intervenido en su caso, siendo que esa Jueza le relat que su mayor preocupacin en aquel momento era no separar a los hermanos porque no haba familias dispuestas a adoptar a los dos nios, hasta que apareci Jess Larrabeiti y le manifest su intencin de criar ambos nios lo que la decidi para entregar la guarda a ese matrimonio. Por su parte, su hermana Victoria Julien Grisonas, tambin testific en este juicio que ya desde sus nueve aos tuvo una nocin de su verdadero origen, pero que haca relativamente poco, al cumplirse 30 aos de la asociacin Abuelas de Plaza de Mayo comenz a investigar acerca de su verdadera historia familiar y a hablar con personas que los conocieron, entre ellos, expres que se reuni con quienes fueron sus vecinos en el ao 1976, Joaqun Castro y Francisco Cullari, los cuales le relataron los detalles del procedimiento en que su padre haba sido asesinado mientras que aqulla junto a su hermano y su madre fueron secuestrados.
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Asimismo, record la presencia de su abuela biolgica en Chile desde el ao 1979, mientras viva junto a su hermano con el matrimonio Larrabeiti Yaez, exclamando que en un principio no entenda quien era esa mujer y por qu tena tantas abuelas, lo que no ocurri con su hermano, que por su edad siempre supo que los Larrabeiti Yaez no eran sus padres biolgicos. Sin embargo, dej en claro que tanto sus padres adoptivos como su familia biolgica le contaron la historia respecto a su verdadera identidad, luego de lo cual, segn sus palabras, hubo un antes y un despus. Depuso que tanto ella como su hermano fueron llevados a Chile supuestamente por tres mujeres y dos hombres y que posiblemente tambin estuvieron alojados en un hotel hasta que fueron conducidos hasta la Plaza, OHiggins, de Valparaso y segn le coment su hermano, estaban con la ta
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Mnica que les dijo que la esperasen all y nunca volvi. Detall que nadie los fue a buscar por horas y la gente de alrededor comenz a darse cuenta que estaban perdidos, que tenan otro acento pensando que podran ser hijos de argentinos, y que no se encontraban en situacin de calle acorde a la ropa que vestan, pero que ningn adulto los acompaaba. Fue as que llamaron a los Carabineros y la llevaron separada de su hermano a distintos hogares de menores. Explic que esa noticia comenz a publicarse en los peridicos, y su hermano recordaba algunos datos tales como lugares con caractersticas inusuales en los que haban estado, los nombres de ambos, aunque no sus apellidos. Continu su relato manifestando que primeramente a ella la entregaron a un matrimonio joven que estaba por tener a una nia, siendo all que obtuvo el nombre de Claudia dado que la seora tena ese nombre, mientras que a su hermano lo dieron a una mujer sola. Pero posteriormente se comunicaron con su padre adoptivo Jess el cual se encontraba en tratativas de comenzar un proceso de adopcin, quien finalmente los termina adoptando a ella y su hermano juntos. Pero ello no fue sencillo pues mientras estaban viviendo con ese matrimonio y previo a obtener la adopcin apareci su abuela Julien quien verific que se trataba de sus nietos. Puntualiz que para ese entonces sus padres estaban a das de firmar la adopcin plena, pero cuando apareci su abuela se abstuvieron hasta que se decidiera en definitiva que era
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lo mejor para ellos, demostrando su buena fe. Respecto a cmo fueron localizados, la testigo dijo que una seora que se encontraba en Venezuela vi una foto que le result similar a la de los dos nios que publicaron en un peridico. La nota periodstica mencionaba que los dos nios haban aparecido perdidos en Chile y se envi gente para ver si efectivamente se trataba de los mismos, lo que finalmente se verific.
Expres, adems, que despus de todo ello no supo ni qu sentir ni qu pensar; pero con el tiempo le fueron cerrando los interrogantes que se planteaban desde su niez, sensaciones que tuvo desde muy pequea, algunas de ellas relacionadas con ruidos fuertes y golpes, relatando cmo la aterrorizaba cuando su madre adoptiva se iba a trabajar pues pensaba que se mora. Describi, incluso que sinti un vaco, dolor y sntomas depresivos. Por ltimo, narr que durante la campaa que se realiz en virtud de la Ley de Caducidad en la Repblica Oriental del Uruguay haba sido invitada a participar, junto a otros autores, en la creacin del libro "Las Palabras que Llegaron Distintas voces contra la impunidad", en el que, en uno de sus captulos, ella escribi su historia y se titul justamente as, "Mi historia", en el cual relat la historia de sus padres desde su origen, como as tambin el operativo de secuestro, el cautiverio y dems vivencias que se sucedieron posteriormente. Cabe destacar que ese ejemplar del libro, aportado por la nombrada durante el debate, se encuentra incorporado como prueba documental en copias certificadas. En lo que respecta a su verdadera identidad especific que si bien su nacionalidad era chilena y en su cdula apareca consignado como nacida el 2 de agosto de 1975, ella saba que haba nacido en Buenos Aires el 7 de mayo de ese mismo ao, y que si bien su nombre actual era Claudia Victoria Larrabeiti Yaez, conoca que sus padres biolgicos la inscribieron como Victoria Eva Julien Grisonas. Finalmente, en cuanto a ellos expuso que supo que ambos militaron en el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) y que el operativo militar se produjo el da 27 de septiembre de 1976.
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Por lo dems, a fs. 9790/9791 de la causa N 1351 obran glosadas las copias de los recortes periodsticos que dan cuenta del hallazgo de los hermanos Julien Grisonas en Valparaso, Repblica de Chile, los cuales se encuentran incorporados por lectura (cfr. punto 373). Ahora bien, para llegar hasta los nios, su abuela paterna, Mara Anglica Cceres de Julien, debi atravesar innumerables dificultades realizando todo tipo de gestiones a fin de dar con el paradero de ambos. Siendo uruguaya y teniendo su domicilio all viaj a nuestro pas y recorri Comisaras, Juzgados, Ministerios y hasta cementerios. Se present tambin ante la Casa Cuna y la Secretara Nacional del Menor y la Familia del Ministerio de Bienestar Social, a la vez que se entrevist con miembros de la Iglesia, entre ellos Monseor Pio Laghi, y present recursos de habeas corpus
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en favor de toda la familia, pero todo ello arroj resultado negativo. Ante la escasa o nula respuesta obtenida por parte de la autoridades argentinas que negaban la existencia de estos hechos, Mara Anglica Cceres decidi realizar gestiones a nivel internacional, ante autoridades y organismos de derechos humanos, entre stos, la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU), la Organizacin de Estados Americanos (OEA), La Comisin Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Secretario Internacional de Juristas por la Amnista en el Uruguay (SIJAU), y el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias en Ginebra, a la vez que tambin se reuni con otros miembros de la Iglesia Catlica, como el Cardenal Evaristo Arns, en Sao Paulo, a cuyo cargo se encontraba la organizacin de defensa de los derechos humanos CLAMOR y el Presbtero Jaime Wright, Director de la revista del Episcopado Brasileo, quienes
escucharon sus reclamos y publicaron en una revista mensual la foto de ella y su hermano Anatole cuando eran nios y un reportaje realizado a su abuela paterna. Todas estas gestiones de bsqueda se encuentran avaladas por la prueba documental incorporada al debate, en particular el expediente N 14.846/96, caratulado Larrabeiti Yaez, Anatole Alejandro y otra c/Estado Nacional s/proceso de conocimiento que tramit por ante el Juzgado
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Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal N 4, Secretara N 7 de esta ciudad (cfr. punto 68 de la instruccin suplementaria en la causa N 1351). Asimismo, contamos con la causa N 11.407, caratulada "Julien, Anatole Boris y otros s/recurso de hbeas corpus interpuesto en su favor por Mara Anglica Cceres de Julien, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 4 (cfr. punto 57 de la instruccin suplementaria en la causa N 1351).
Incluso, durante el debate el da 18 de octubre de 2011, declar Milton Romani quien manifest haber prestado colaboracin en la investigacin llevada a cabo respecto de varios nios entre los cuales se encontraban los hermanitos Julien Grisonas. As narr que haba tomado conocimiento que en el ao 1979, una asistente social chilena, que se encontraba circunstancialmente en la ciudad de Caracas, Repblica de Venezuela, haba visto una publicacin con la foto de los hermanos Julien e inmediatamente reconoci a los nios buscados como aquellos que haban aparecido en diciembre de 1976, en la ciudad de Valparaso, en Chile. En ese momento se encontraba tambin en Caracas la ciudadana uruguaya Tota Quinteros, madre de una maestra uruguaya desaparecida, quien
inmediatamente se puso en contacto con la organizacin CLAMOR para que avisaran a la familia biolgica del posible hallazgo de los nios. En el mismo sentido declar el da 24 de octubre de 2011, Mara Bernabella Herrera Sanguinetti, quien seal que en el ao 1979 cumpla funciones en Chile como delegada del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR). La nombrada expuso que el primer aviso que recibi acerca de la situacin de los hermanos Julien Grisonas se haba producido en el mes de julio de 1979, mediante una llamada y una carta que recibi del Director de un organismo en Paris dedicado a la asistencia de refugiados extranjeros, el cual le coment que por noticias llegadas desde Caracas, a travs de una asistente social chilena que haba llegado a dicha ciudad, tomaron conocimiento de que los nios Anatole Julien Grisonas y Eva Julien Grisonas, que haban sido secuestrados en Buenos Aires, haban sido abandonados y hallados en una plaza de Valparaso, Chile. Manifest que se
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contact con varias personas hasta llegar al Cardenal Paulo Evaristo Arns, creador de CLAMOR en Sao Paulo, quien en su momento le habra brindado ayuda a la abuela de los nios. Desde all se contactaron con esta ltima que rpidamente viaj a Brasil y luego se dirigi, acompaada por otras personas hasta Chile para que pudiera encontrar a sus nietos. Asimismo, expuso que una vez en Chile contaron con la ayuda del Vicario Cristian Pret, quien conform una comitiva para acompaar a la abuela Mara Anglica Cceres de Julien. Aadi que, al llegar a Valparaso, un abogado que integraba ese grupo compareci ante el Juzgado de Familia interviniente para comprobar el estado del trmite de adopcin y el resto de la comitiva se dirigi al colegio al que asista Anatole. All fueron recibidos por el Rector, a quien explicaron la situacin y accedi a comunicarse con el Sr.
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Larrabeiti, padre adoptivo del nio, para que se reuniera con ellos por la tarde. Fue as que se efectu una reunin en privado entre la abuela paterna de los menores y Larrabeiti, quienes acordaron un nuevo encuentro para que la Sra. Cceres de Julien pudiera ver a sus nietos, aunque decidieron que en ese momento no se les dira nada a los nios para no causarle mayores angustias., y finalmente, su abuela accedi a que sus nietos fueran adoptados por el matrimonio chileno a condicin de que se les informara su verdadera identidad y se les permitiera reanudar los vnculos con su familia biolgica, todo lo cual qued plasmado en el acuerdo referido con anterioridad. Ahora bien, los sucesos que necesariamente precedieron a la comisin de estos ilcitos consistieron en el operativo militar producido entre las fuerzas conjuntas argentinas y uruguayas el da 26 de septiembre de 1976 frente al domicilio de Mario Roger Julien y Victoria Grisonas ubicado en la calle Mitre casi esquina Carlos Gardel de la Ciudad de San Martn, provincia de Buenos Aires. El da sealado, las fuerzas de seguridad irrumpieron en forma violenta en el vecindario donde se encontraba emplazada la vivienda de mencin, lugar en el que se hallaba Victoria Luca Grisonas junto a sus dos hijos menores de Anatole Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas, de aproximadamente cuatro aos y un ao y cuatro meses de edad, respectivamente, todos los cuales fueron secuestrados, mientras que el padre
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de los nios, Mario Roger Julien, result muerto como consecuencia de ese operativo. Este suceso fue narrado y ratificado a travs de las declaraciones brindadas por los testigos presenciales de esos acontecimientos, Joaqun Castro y Francisco Cullari, los cuales resultaron suficientemente ilustrativos y contestes al indicar las circunstancias en las que se haba producido el operativo que culmin con el secuestro de los menores referidos. En efecto, Joaqun Castro, vecino de la zona, relat, el da 15 de noviembre de 2011, durante el debate, con sus palabras, que desde 1940 viva en el mismo lugar y que conoca al matrimonio aunque no en forma directa, ya que varias veces los haba visto el lado de una proveedura a la que asistan a comprar y en virtud de que l era amigo de su dueo. Explic que esa familia estaba constituida por la pareja de nacionalidad uruguaya y los dos nios, un varn y una nena, cuyas edades oscilaban entre tres y cuatro aos aproximadamente, siendo el varn el mayorcito. Respecto a las circunstancias del hecho expuso que fue en el ao 1976 durante una tarde muy linda de domingo mientras se encontraba durmiendo la siesta, pero que en un momento se despert cuando escuch los estruendos de los explosivos. Puntualiz que tambin se cort la electricidad de la zona, motivo por el cual decidi salir a la calle para ver lo que ocurra. As vi una tanqueta en la interseccin de las calles Carlos Gardel y Mitre y que rpidamente pas un coche de color oscuro con personas vestidas de civil y color azul, y que uno de ellos portaba un arma arriba de sus piernas. Describi que vi que de la esquina de Carlos Gardel traan a una mujer arrastrndola de los pelos a la que crea que la haban fusilado. Seguidamente, explic que por medio de otros vecinos se enter que sobre la calle Gardel y Mitre fusilaron al marido de esta mujer, quien haba intentado huir por el fondo de su casa. En cuanto al operativo en el vecindario record que los militares primero haban subido al techo de la fbrica que se encontraba lindera a la finca del matrimonio, que en la esquina de Av. de Mayo y Mitre tambin haban colocado una tanqueta y a 100 metros otra en la interseccin de Mitre y Carlos Gardel, e incluso pudo ver una camioneta clsica verde oliva con gente portando armas largas y cortas, y luego que
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comenzaron a tirarle a la casa de esta gente vecina a la que la ametrallaron hasta quedar destruida. Asimismo refiri que el asesinato de estos jvenes se produjo ya cada la noche y sus cadveres fueron puestos en bolsas de papel, como las que usaba el correo para la correspondencia, y se los llevaron en los vehculos. Con relacin a los hijos del matrimonio expuso que uno de los hombres del pelotn de fusilamiento le grit a los nios la yegua de tu madre ya no est, los pequeos estaban en una esquina llorando en una estacin de servicio, pero despus se los llevaron y no supo nada ms sobre ellos. Finalmente al ser interrogado sobre si conoca a Francisco Cullari, contest de manera afirmativa agregando que recordaba que aqul tena un maxikiosko en la misma vereda que el matrimonio, aproximadamente a unos 40 metros, a la
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vez que manifest que en virtud de lo ocurrido l y su esposa redactaron una carta contando todo lo que haban visto ese da (cfr. declaracin prestada el da 15 de noviembre de 2011). Por su parte, Francisco Cullari relat en su declaracin obrante a fs. 8475/8478 de la causa N 1351, la cual se encuentra incorporada por lectura en virtud de lo dispuesto por el art. 391, inc. 3 del CPPN (cfr. partida de defuncin obrante a fs. 1043 del legajo de actuaciones concernientes al juicio), que viva en el domicilio ubicado en la calle Mitre 5683 de San Martn, Provincia de Buenos Aires y cercano a ste trabajaba en un pequeo comercio, un kiosco. Relat que atenda a un matrimonio que tena dos hijos, un varn de cinco aos y una nena de dos aos, aproximadamente, a los cuales recordaba que eran lindsimos y educados, al igual que sus padres quienes le parecan muy buenas personas, puntualizando que eran vecinos suyos y vivan a tres casas de distancia, es decir, aproximadamente a 20 metros de la suya. En relacin al da de los hechos declar que lo haba visto todo, que se presentaron las tres fuerzas y haba gente vestida con ropa de civil, militar y tambin de polica, que era un enjambre de gente con armas de todo tipo, a 30 o 40 metros de hecho haba una tanqueta,. Depuso que ese da haba salido a pasear con su seora y lleg justo en el momento en que ocurra todo, exclamando que le pareci indescriptible, que le haca recordar a lo que se viva en la guerra, que no qued nada sano, ni la puerta ni la
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persiana, lo cual daba la pauta de la cantidad de tiros que hubo, y que los miembros de la fuerza de seguridad se llevaron muchas cosas dentro de un camin grande color verde militar que estaba apostado en la puerta porque el matrimonio tena muy buenos muebles, de buena calidad. En cuanto al operativo relat que haba gente por todos lados, en los techos, recovecos, en las calles de atrs, arriba de la fbrica lindera a ellos, puntualizando que eso lo recordaba bien, y que tambin haba visto mviles policiales y sin identificacin. Con relacin al padre de los nios expuso que recordaba que su nombre era Mario, quien cuando lleg al lugar comenzaron a dispararle, pese a que no se encontraba armado, hasta que finalmente cay, y que tambin haba visto a la mujer de aqul que la llevaban entre dos o tres personas a la altura de los hombros de ellos, la colocaban paralela al piso y la soltaban una y otra vez, reiterando este procedimiento hasta que alguien les orden que pararan, y ah la pusieron en forma vertical, la subieron a un mvil y no la vi nunca ms. En cuanto a los hijos de ese matrimonio testific que ellos estaban custodiados en la YPF, pero que sin embargo lo dejaron acercarse y darles un beso, y que en ese momento pidi que los dejaran a su cuidado hasta que apareciera algn familiar, aunque eso le fue negado manifestndole que ellos saban qu tenan que hacer con los chicos. Refiri, adems, que junto a l hubo ese mismo da en la esquina otro vecino que tambin vi lo sucedido, siendo ste Joaqun Castro, y que segn crea intervinieron en los hechos todas las fuerzas de seguridad, exclamando que las de Campo de Mayo seguro, porque recordaba que en el momento que pregunt sobre si le permitan quedarse con los nios le contestaron que el operativo lo manejaba alguien de Campo de Mayo. Finalmente, manifest que conoci aproximadamente diez aos despus del hecho a la abuela de los nios, a la que describi como una seora uruguaya que pareca buena gente, la cual se present buscando y queriendo saber algo de su hijo con la esperanza de que aqul estuviera vivo, pero que l fue quien le tuvo que dar la noticia de que al hijo lo haban matado ese da. Asimismo, las circunstancias de tiempo, modo y lugar de estos sucesos se encuentran avaladas tambin por la prueba documental
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incorporada al debate: Legajos CONADEP nros. 2950 correspondiente a Victoria Luca Grisonas y 2951 en relacin a Mario Roger Julien (cfr. puntos 371 de la incorporacin por lectura y 26 de la instruccin suplementaria en la causa N 1351). Por lo dems, debe tenerse presente que el hecho en el cual result vctima Victoria Luca Grisonas respecto del delito de privacin ilegtima de la libertad en el centro clandestino de detencin de Automotores Orletti, as como las circunstancias que rodearon su secuestro y detencin se encuentran probados por la sentencia dictada el 31 de marzo de 2011 por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de esta ciudad, en el marco de la causa N 1627 de su registro, (caso n 56), incorporada como prueba documental. Ahora bien, desde el da de su secuestro, Anatole Boris Julien
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Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas estuvieron alojados en diversos lugares, as fueron conducidos por las fuerzas represivas conjuntas hasta al centro clandestino de detencin denominado Automotores Orletti donde permanecieron en forma ilegal hasta aproximadamente entre el 5 al 7 de octubre de 1976, fecha en que fueron trasladados a la Repblica Oriental del Uruguay a travs del viaje areo irregular conocido como Segundo Vuelo, a la sede del Servicio de Informacin de Defensa (SID), ubicado en Boulevard Artigas y Palmar de la ciudad de Montevideo, donde estuvieron junto a otros cautivos, hasta que finalmente fueron trasladados hacia la Repblica de Chile por va area y abandonados en el parque OHiggins de la ciudad de Valparaso. En efecto, en relacin a la permanencia de ambos en Automotores Orletti se encuentra probado por las declaraciones brindadas por varios sobrevivientes, entre ellos, lvaro Nores quien expres que estando cautivo en Orletti, Jos Nino Gavazzo le llev ante su presencia al nio Anatole Julien, hijo de Roger Julien, que tendra en ese momento entre cinco o seis aos de edad, y que cuando pudo verlo el menor le haba dicho que se encontraba all junto a su hermanita, describiendo que al nio lo vea bien fsicamente, pero muy traumatizado. Asimismo, dijo que despus del viaje areo a Uruguay, y ya en Boulevard Artigas y Palmar relat que aproximadamente 24 horas despus de su llegada, un da mircoles, pudo
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observar a travs de una puerta de vidrio esmerilado la sombra de una persona mayor que llevaba en brazos a un nio, y tras escuchar sus voces, pudo reconocer a ese pequeo como el hijo de Roger Julien, pero que lo ltimo que supo en ese momento en relacin a los hermanitos fue que un Sargento del Ejrcito Uruguayo apodado El Viejo se los haba llevado a su casa para el mes de diciembre, manifestando que posteriormente pudo enterarse que los nios fueron encontrados en Chile, lo cual lo asombr, y luego record que el Sargento apodado El Viejo, segn le haba comentado Jos Daz, iba a ir a Chile por un entrenamiento, suponiendo que tal vez ese Sargento fue quien los llev a ese pas. Jos Luis Bertazzo, quien declar en este debate el 11 de octubre de 2011, y estuvo secuestrado en el centro clandestino de detencin Automotores Orletti, relat que a fines de septiembre o principios de octubre de 1976 pudo escuchar la llegada de un grupo de alrededor de 10 o 15 secuestrados uruguayos, cuya presencia not por unos pocos das. Record que junto con la llegada de estas personas uruguayas pudo percibir la presencia de nios cantando canciones de cuna y por el timbre de la voz le pareci que uno de ellos poda ser un varn de alrededor de cinco aos, siendo que dichas caractersticas se ajustaban a Anatole Julien. Mara del Pilar Nores, en su declaracin en el debate, expuso que ya estando en Uruguay escuch la voz de Anatole Julien, puntualizando que los chicos estaban jugando alrededor de una muchacha que estaba embarazada. Asimismo relat que a los hermanitos los haba visto al menos en dos oportunidades y que un recuerdo que no se le borr fue el de los ruidos que aqullos hacan mientras jugaban los cuales un da desaparecieron y que El Viejo les habl de las cosas que contaban los nios, sobre todo Anatole. Al igual que los anteriores, Mara Elba Rama Molla, al ser interrogada sobre si estando en Boulevard Artigas supo de la presencia de nios contest de manera afirmativa, y especific que por unos das sinti las voces de los nios a la vez que escuch sus corridas en la planta de arriba, y pese a que no pudo verlos posteriormente le confirmaron que se trataba de los nios Julien que haban estado junto a una mujer embarazada. Refiri, adems, que en una ocasin dentro de una habitacin apareci documentacin que
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estaba en una de las casas de Argentina, siendo sta la vivienda de los Julien, y producto de ello fue que se dio cuenta que hubo otras detenciones. Corroborando aqullos relatos, Julio Csar Barboza Pla refiri recordar que estando en Boulevard Artigas y Palmar, tuvo contacto con una mujer embarazada y con dos nios, uno de los cuales le manifest llamarse Anatole Julien, quien le coment que con ellos estaba tambin su hermanita Victoria. Respecto al destino de los nios depuso que tiempo despus se enter por la difusin de la prensa que haban aparecido en Chile y que al parecer un Sargento de apellido Velsquez los haba tenido un tiempo en su casa. Tambin refiri que recordaba que Gavazzo lo llamaba Coyote a Anatole y le llevaba golosinas. Finalmente, Edelweiss Zhan Freire, Ana Ins Quadros Herrera,
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Gastn Zina Figueredo y Sara Rita Mndez, relataron en el juicio que aproximadamente en el mes de octubre de 1976, oyeron en el piso superior del centro clandestino de detencin en el que se encontraban secuestrados en Montevideo, Uruguay (SID)las voces y corridas de nios pequeos. Asimismo, Rafael Michellini narr en lo que respecta a stos chicos que el 22 de diciembre de 1976 desarmaron el SID y se llevaron a Anatole y a Victoria, los nios desaparecidos en Argentina y trados a Uruguay, con destino a Chile mediante un viaje areo que no fue comercial y los dejaron en una plaza en Valparaso, manifestando que supo ello porque fue algo pblico y notorio. Estos sucesos encuentran sustento adems, en las declaraciones brindadas en el marco de este debate por el periodista Juan Roger Rodrguez Chandari y la Investigacin Histrica sobre Detenidos Desaparecidos encabezada por lvaro Rico, quien, ratific que a travs de los datos obtenidos se pudo saber que los hijos del matrimonio Julien Grisonas, Anatole y Victoria, fueron secuestrados en Argentina, trasladados ilegalmente a Uruguay primero, y luego de all a Valparaso, Chile, donde fueron finalmente abandonados, todo lo cual resulta suficientemente ilustrativo y concordante. Cabe agregar que la sentencia dictada en la causa N 2-4332/2005 del registro del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Penal N 19 de Turno de Montevideo, Uruguay, caratulada SILVEIRA QUESADA, Jorge y
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otros s/ 28 delitos de homicidio muy especialmente agravados dio por probada la existencia del Plan Cndor y la estrecha vinculacin de las fuerzas represivas argentinas y uruguayas. En dicha causa se conden a los militares integrantes del SID y del OCOA- Jorge Alberto Silveira Quesada, Ernesto Avelino Ramas Pereira, Gilberto Valentn Vzquez Bisio, Luis Alfredo Maurente Mata, Ricardo Jos Medina Blanco y Jos Felipe Sande Lima por el homicidio de ciudadanos uruguayos que haban sido secuestrados en Argentina, entre ellos Victoria Luca Grisonas y Mario Roger Julien Cceres, padres de Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas. Por ltimo resta agregar que Anatole Boris y Victoria Eva recobraron su libertad y conocieron su verdadera identidad.
X. ACREDITACIN DE LA EXISTENCIA DE UNA PRCTICA SISTEMTICA Y GENERALIZADA DE SUSTRACCIN, RETENCIN Y OCULTAMIENTO DE MENORES DE DIEZ AOS, HACIENDO
MUERTE DE SUS MADRES. A resultas de la prueba colectada en el presente debate ha quedado debidamente acreditada la materialidad ilcita de treinta y cuatro casos de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores ocurridos durante la ltima dictadura militar, por las circunstancias de modo, tiempo y lugar enunciadas en cada uno de los acpites pertinentes y sobre la base de la respectiva valoracin de los elementos probatorios all enumerados, a cuyas consideraciones nos remitimos. Merece ser destacado que al momento de efectuar los pertinentes alegatos, ninguna de las defensas cuestion la existencia misma de los hechos que damnificaron a cada una de las vctimas. Sin embargo, todas coincidieron en negarles cualquier tipo de carcter sistemtico o generalizado, rechazando enfticamente que hubiesen obedecido a un plan diseado desde la cpula que tom el poder durante los aos 1976 a 1983 de la ltima dictadura militar. En todos los casos atribuyeron la ocurrencia de tales eventos a comportamientos
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delictivos aislados motivados en intereses particulares y asimismo descartaron que sus asistidos debieran responder penalmente por tales actos, por diversos motivos invocados respecto de cada uno de ellos. Por su parte, todos los acusadores coincidieron en considerar que los hechos que aqu se juzgan obedecieron a un plan o prctica- generalizada y sistemtica, ordenada por las mximas autoridades estatales durante la ltima dictadura militar y sustentaron, sobre tales argumentos, diversos grados de responsabilidad en relacin a los aqu imputados, tambin, segn los casos. En consecuencia, corresponde abordar entonces el anlisis de los hechos acaecidos desde una visin global, comparativa y conjuntamente analizados, a fin de determinar si puede establecerse algn tipo de patrn
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comn o de vinculacin entre ellos o si pueden encontrarse caractersticas propias a su modalidad comisiva que puedan ser consideradas generales o sistemticas o si su comisin puede responder a una poltica de Estado, teniendo en cuenta las circunstancias de modo, tiempo y lugar acreditadas respecto de cada uno de ellos. Valga aqu aclarar que existen diversos precedentes
jurisprudenciales en los que fueron acreditados una importante cantidad de casos de apropiacin de menores ocurridos entre los aos 1976 y 1983, como consecuencia de diversos actos en los que sus padres resultaron vctimas de secuestros, desapariciones o muertes a causa de la accin represiva desplegada por las autoridades del autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacional. Sin embargo, sta es la primera oportunidad, desde la causa 13/84, en que diversos sucesos anlogos son juzgados de manera conjunta, lo que posibilita una comprensin global de la ocurrencia de los hechos delictivos, las circunstancias que los determinaron y la asignacin de responsabilidad que corresponde efectuar respecto de aqullos. En relacin a la sentencia dictada en la aludida causa 13/84, corresponde sealar que en dicho pronunciamiento se concluy que no pudo establecerse que los hechos imputados a los ex Comandantes en los que se investigaban sustracciones de menores, hijos de los secuestrados, se hallaran previstos en el plan criminal all acreditado, al menos como una consecuencia
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asentida como necesaria, habida cuenta que su comisin fue demostrada en forma ocasional por haberse verificado slo dos casos. En tal sentido se seal lo siguiente La posibilidad de que el personal a quien se mandaba a domicilios particulares a cometer delitos de la apuntada gravedad, se apoderara sistemticamente de bienes en su propio beneficio, fue necesariamente prevista y asentida por quienes dispusieron tal modo de proceder. La enorme proporcin de casos en que ello tuvo lugar, y el hecho de que se les otorgara igual tratamiento en cuanto a la impunidad de sus autores, que a los delitos antes descriptos, confirma la inferencia, que a su vez puede comprobarse con el examen de los elementos enumerados en la parte pertinente del captulo dcimoprimeroNo es posible, en cambio, hacer extensivo este razonamiento a otros delitos, como el despojo de inmuebles, la sustraccin de menores y las exigencias de dinero cuya comisin se ha demostrado slo en forma ocasional. Merece recordarse que nicamente se han verificado despojos de inmuebles que damnificaron a las familias Armeln y Vega, sustracciones de los menores Felipe Martn y Mara Eugenia Caracoche de Gatica, y las exigencias de dinero relacionadas a los casos de Patricia Astelarra y Rafael Perrota (C.S.J.N. Fallos: 309 -Tomo I- pag. 292) (lo resaltado nos pertenece) Recurdese que en ese juicio fueron investigados un total de siete casos de sustracciones de menores (casos 4 Felipe Martn Gatica- , 5 Mara Eugenia Gatica-, 93 hija de Gertrudis Hlaczik de Poblete-, 138 Simn Riquelo-, 209 hijo de Mara Jos Rapela de Mangone-, 402 hijo de Alicia Elena Alfonsn de Cabandi- y 496 hijo de Susana Beatriz Pegoraro-), seis de los cuales (casos 4, 5, 138, 209, 402 y 496) le fueron imputados al encartado Jorge Rafael Videla, habiendo sido absuelto por todos ellos, al igual que los restantes imputados a los que se les reprochara tal ilcito. Dicha absolucin obedeci, segn los casos, a dos fundamentos: o bien por insuficiencia probatoria -no se demostr que el menor fue sustrado del poder de la madre, o no se prob su nacimiento o habindose probado la sustraccin no se acredit que el menor fuera recuperado por sus familiares- (casos 402, 496, 209 y 138), o bien porque los hechos cuya comisin fue demostrada se desarrollaron slo en forma ocasional (casos 4 y 5).
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Al fundarse en la presente sentencia el temperamento absolutorio que corresponde adoptar en relacin al imputado Jorge Rafael Videla respecto del hecho del que result vctima Anbal Simn Mndez (identificado como Simn Riquelo en aqul pronunciamiento), ya fue abordada la cuestin relativa a los alcances y efectos que corresponde extraer de la sentencia dictada en la causa 13/84 en orden a la cosa juzgada, por lo que a dichas consideraciones nos remitimos en honor a la brevedad. De tales fundamentos se concluye que este Tribunal se encuentra perfectamente habilitado para abordar el anlisis que aqu se propone, as como el tratamiento de los hechos investigados en aquella oportunidad, en la medida que no se verifique una doble persecucin por un mismo
Anbal Simn Mndez y respecto del imputado Jorge Rafael Videla, como ya fuera analizado. En los dems casos que integran este debate no se advierte limitacin alguna impuesta por la garanta del non bis in idem. A riesgo de resultar reiterativas tales consideraciones merecen ser destacadas muy especialmente en relacin a la cuestin aqu tratada. Por otra parte, tambin ha de dejarse expresamente aclarado que el objeto de investigacin de la presente causa lo constituyen los 35 casos que han sido trados a juicio, independientemente de la determinacin que se haga de si aqullos fueron llevados a cabo de un modo tal que permita inferirse algn tipo de patrn comn, generalidad o sistematicidad. Es decir, no se juzga aqu un plan o una prctica como objeto en s mismo del debate. Tal como ocurri con la causa 13/84 la determinacin o no de tales conclusiones tiene implicancias respecto de la atribucin de responsabilidades y como marco global de contextualizacin de las acciones desplegadas, pero no agota la materia de juzgamiento en relacin a los imputados, ni a los hechos, ni a la comisin de delitos anlogos en el perodo temporal aqu considerado en la medida que no se verifiquen vulneraciones concretas de la garanta del non bis in idem, como fuera establecido precedentemente. As se ha pronunciado la Corte Suprema de Justicia de la Nacin al resolver un planteo de cosa juzgada en estas mismas actuaciones,
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estableciendo que En la causa 13/84, la insuficiencia en la reiteracin del delito de sustraccin de menores slo dos casos fueron comprobados- no permiti tener por acreditada la existencia de un plan (ver en este sentido, captulo XX del considerando II Antecedentes y desarrollo del sistema general en el que se integran los hechos, publ. en Fallos: 309:5, pag. 285) y, por lo tanto, no pudo tenerse por comprobada la autora mediata respecto de esos casos. Concretamente: el plan no es la conducta tpica, sino que slo permite la imputacin de la conducta prevista en el tipo penal a ttulo de autor mediato (del voto de la mayora, en Fallos: 326:2805 Videla del 21-8-03). Precisamente se fue el motivo por el cual oportunamente se declar la nulidad de los procesamientos de, entre otros, Emilio E. Massera, Antonio Vaek, Jorge E. Acosta, al entenderse que haban sido interrogados slo genricamente sobre la existencia de un plan sistemtico orientado a la sustraccin de menores, su ocultamiento y supresin de identidades, y se seal que la prctica sistemtica sobre la que se interrogara
originariamente, si bien es trascendente en el marco de la investigacin y en lo atinente a la determinacin de la participacin en los delitos que se atribuyen no se identifica con los hechos que a la postre se atribuyen a los imputados (Conf.. causa n 30.597, reg. n 740 del 9/9/99)Es claro entonces, que no debe confundirse la aludida prctica sistemtica con la conducta tpica a investigar, sino que ella tendr relevancia en cuanto al tipo de participacin que pueda corresponder a cada uno de los que intervinieron en los hechos... (Sala I. Causa 41.484 Videla, Jorge Rafael s/apelacin Juz. Fed. n 7- Sec. n 13 Exp. N 9841/98 Reg. n 780). (lo resaltado nos pertenece) Dicho todo esto surge que no existe impedimento alguno fundado en la resolucin adoptada en la causa 13/84 que obste evaluar en esta oportunidad, a partir de la totalidad de las pruebas colectadas en las presentes actuaciones y de conformidad con las circunstancias de modo, tiempo y lugar reseadas al tratarse cada uno de los hechos probados en autos, si puede establecerse que tales eventos tengan algn tipo de patrn comn, vinculacin o caractersticas propias en su modalidad comisiva que indiquen una generalidad o sistematicidad o si su comisin puede responder a una poltica de Estado. Eso es, precisamente, lo que analizaremos a continuacin.
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Abordando entonces dicho anlisis, y previo a cualquier consideracin que se haga respecto de las caractersticas propias de los hechos que sern materia de evaluacin comparativa, debemos tener especialmente en cuenta que los casos probados en este debate han mantenido su vigencia comisiva por aos, es ms muchos de ellos continan cometindose. Dicha circunstancia es esencial y no debe ser soslayada a los efectos de ponderar el alcance de los eventos que seguidamente sern analizados, debiendo ponerse especial atencin, no slo a las circunstancias que rodearon el tramo inicial, sino a toda la secuencia comisiva que hizo posible que las vctimas de los hechos que aqu se juzgan hayan permanecido durante tantos aos ignorando su verdadera identidad y separados de sus familias, y que otras tantas familias an no sepan qu pas con las restantes vctimas que an permanecen
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desaparecidas. Comenzaremos entonces por referirnos a la etapa inicial de los hechos que aqu se juzgan, que consiste en el momento en que los menores fueron separados de sus padres.
Las sustracciones ocurridas. Caractersticas En cuanto a las circunstancias que rodearon esa etapa inicial comisiva podemos concluir que el patrn comn consisti en que todas las madres de los nios sustrados, al igual que casi la totalidad de los padres, fueron vctimas de la accin represiva llevada a cabo por el ltimo gobierno de facto en el marco de procedimientos ilegales desplegados por personal de las fuerzas armadas, policiales, de inteligencia o de seguridad en los que se implementaron mtodos de terrorismo de estado y fue a partir de tales hechos que los nios quedaron a merced de las fuerzas intervinientes quienes dispusieron de ellos, sustrayndolos del poder de sus progenitores, bajo las modalidades que ms adelante se detallarn. Respecto de las edades de las vctimas, advertimos que los menores sustrados fueron en su gran mayora bebs recin nacidos o nios de hasta un ao de vida; y en los casos que se constataron en este juicio de nios que sobrepasaron dicha edad, se acredit la implementacin de modalidades
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comisivas de carcter excepcional, como ocurri con el caso de Anatole Boris Julien Grisonas quien al momento de ser sustrado tena 4 aos de edad. Previo a tratar el momento en que se produjeron cada una de las sustracciones acreditadas en este debate, resulta necesario entonces
caracterizar los hechos que las precedieron y que resultaron absolutamente determinantes para que aqullas tuvieran lugar bajo las formas comisivas que se adoptaron para llevarlas a cabo. Tales hechos son, precisamente, las acciones represivas desplegadas sobre los padres de las vctimas, tal como sealramos precedentemente. Dichas acciones represivas fueron desplegadas de acuerdo a las modalidades comisivas y mtodos de terrorismo de Estado implementados en el plan general de aniquilacin que ide, planific, orden y ejecut la ltima dictadura militar. Ello surge de las denuncias que oportunamente fueron efectuadas ante la Conadep, respecto de los hechos que damnificaron a los padres de las vctimas, obrando incorporados como prueba documental de este juicio los respectivos legajos que as lo acreditan. Asimismo, lo antedicho se compone, a su vez, de la restante prueba enunciada y ponderada en la materialidad ilcita de cada uno de los casos aqu probados, como as tambin del detalle efectuado separadamente de los respectivos centros clandestinos de detencin en los que muchos de tales eventos tuvieron lugar. La existencia de aquel plan criminal ha quedado acreditada de conformidad con lo establecido en la sentencia firme dictada en la causa 13/84 y en los sucesivos fallos de los diversos tribunales federales que, posteriormente y recogiendo tales lineamientos, se han pronunciado en igual sentido respecto de hechos anlogos muchos de los cuales abordaron especficamente los casos de los padres de las vctimas de este debate a los que venimos haciendo referencia-, destacndose, a su vez, que tales sentencias han sido incorporadas como prueba documental de este debate, as como muchas de las causas en las que ellas fueron dictadas. Conforme tales precedentes podemos afirmar que a partir del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, y una vez que las fuerzas militares de las tres armas tomaron el control del pas, se constat un accionar criminal de
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desprecio absoluto de las libertades y derechos consagrados a los ciudadanos por nuestra Constitucin Nacional, desplegado por parte de las fuerzas armadas y de seguridad, organismos de inteligencia y penitenciarios en su conjunto (en adelante fuerzas represivas). Las estructuras y engranajes
represivos que ya actuaban antes del golpe militar de marzo de 1976, adquirieron dimensiones inusitadas, transformando as a cada ciudadano en potencial enemigo del sistema, y cristalizndose de esta manera, una verdadera cacera humana sin precedentes en la historia de este pas. Es as que toda persona considerada miembro de alguna de las agrupaciones calificadas como ilegales como sucedi con todas las madres y la mayora de los padres de las vctimas de autos- era perseguida, detenida e interrogada ferozmente en los diversos centros clandestinos de detencin
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existentes en la Capital Federal o en las Provincias, y todo ello, en funcin del aniquilamiento de las agrupaciones subversivas en pos de la seguridad nacional, y sin siquiera inquietarles que, para ello, deban valerse de atroces, sdicas e inhumanas metodologas, teniendo siempre como finalidad ltima, el cumplimiento de las tareas asignadas. Estas tareas se enmarcaron en un concierto de acciones cuya magnitud y coordinacin a nivel nacional se explica desde el momento en que se asume que su conduccin obedeca a mandatos estatales. La logstica estatal puesta en funcionamiento para la ejecucin de severas vulneraciones a los derechos humanos de amplios sectores de la poblacin civil ha autorizado holgadamente a calificar tales hechos como delitos de lesa humanidad, lo que se ha corroborado en diversos pronunciamientos jurisdiccionales que han sido objeto de tratamiento especfico en el apartado correspondiente de esta sentencia. Continuando con las caractersticas del aludido plan y de acuerdo a las conclusiones a que se arribaran en la mencionada sentencia dictada en la causa 13/84, pudo establecerse que co-existieron dos sistemas jurdicos: a) uno de orden normativo escrito, amparado por las leyes, rdenes y directivas cuyo anlisis es abordado en otro considerando de esta sentencia- que reglamentaba formalmente la actuacin de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el terrorismo, y b) un orden predominantemente verbal, secreto, en el que slo se
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observaba parcialmente el orden formal v.g. jurisdicciones, accin psicolgica, informes que se deban suministrar a los mandos, etc.- en todo lo referente al tratamiento de personas sospechadas responda a directivas que
sustancialmente consistan en: detener y mantener oculta esa persona, torturar para obtener informacin y eventualmente matar haciendo desaparecer el cadver o bien fraguar enfrentamientos armados como modo de justificar dichas muertes. De este modo los ex Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas en el ao 1976 aprobaron un plan criminal por el cual en forma secreta y predominantemente verbal ordenaron a sus subordinados que: a) privaran de su libertad en forma ilegal a las personas que considerasen sospechosas de tener relacin con organizaciones terroristas. b) que las condujeran a lugares de detencin clandestinos. c) que ocultaran todos estos hechos a familiares de las vctimas y negaran haber efectuado la detencin a los jueces que tramitaran habeas corpus. d) que aplicaran torturas a las personas capturadas para extraer la informacin obtenida, dispusieran la libertad, la legalizacin de la detencin o la muerte de la vctima. Respecto de las apuntadas caractersticas del aludido plan criminal y en atencin a la relevancia que ello tendr en los anlisis subsiguientes, advertimos como esencial la necesidad de transcribir ciertos fragmentos de los considerandos volcados en el el Captulo XX de la referida sentencia -dictada en la causa 13/84-, por lo ilustrativo que resulta en orden a lo que hasta aqu hemos venido diciendo y por lo pertinente que ser, como adelantramos, respecto de lo que se dir despus. As pues, all se ha sostenido lo siguiente: El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 no signific un cambio sustancial de las disposiciones legales vigentes a esa fecha en punto a la lucha contra la subversin. Los comandantes militares que asumieron el gobierno, decidieron mantener el marco normativo en vigor, con las jurisdicciones y competencias territoriales que ste acordaba a cada fuerza. Ahora bienel sistema imperante slo autorizaba a detener al sospechoso, alojarlo ocasional y transitoriamente en una unidad carcelaria o militar, e inmediatamente disponer su libertad, o su puesta a disposicin de la justicia civil o militar, o bien del Poder Ejecutivo (v. Directiva 404/75, Anexo 6 Bases Legales-, PON 212/75 y DCGE 217/76; Placintara/75, Anexos E y F)
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Sin embargolo acontecido fue radicalmente distinto. Si bien la estructura operativa sigui funcionando igual, el personal subordinado a los procesados detuvo a gran cantidad de personas, las aloj clandestinamente en unidades militares o en lugares bajo dependencia de las fuerzas armadas, las interrog con torturas, las mantuvo en cautiverio sufriendo condiciones inhumanas de vida y alojamiento y, finalmente, o se las legaliz ponindolas a disposicin de la justicia o del Poder Ejecutivo Nacional, o se las puso en libertad, o bien se las elimin fsicamente. Tal manera de proceder, que supona la secreta derogacin de las normas en vigor, respondi a planes aprobados y ordenados a sus respectivas fuerzas por los comandantes militares La ilegitimidad de este sistema, su apartamiento de las normas legales an de excepcin, surge no del apresamiento violento en s mismo, sino del
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ocultamiento de la detencin, del destino de las personas apresadas, y de su sometimiento a condiciones de cautiverio inadmisibles cualquiera fuera la razn que pudiera alegarse para ello Esta garanta de impunidad, para los autores materiales de los procedimientos ilegales, a travs del ocultamiento de prueba, de la omisin de denuncia y de la falsedad o reticencia en las informaciones dadas a los jueces, constituy un presupuesto ineludible del mtodo ordenado. Integr tambin la impunidad asegurada, la no interferencia de las autoridades encargadas de prevenir los delitos, la que tambin dependa operacionalmente de los enjuiciados La implantacin de tal sistema en forma generalizada fue dispuesta a partir del 24 de marzo de 1976, lo que aparece como indudable si se tiene en cuenta que una decisin de esa naturaleza implicaba, por sus caractersticas el control absoluto de los resortes del gobierno como condicin indispensable para garantizar la impunidad antes referida Habida cuenta de su naturaleza y caractersticas, no hay constancias documentales en autos de las rdenes secretas e ilegales que se han descripto en el apartado anterior Los propios comandantes alegaron haber tenido el control efectivo de sus fuerzas y negaron la existencia de grupos militares que actuaran con independencia de la voluntad del comando, circunstancias ambas que no fueron desvirtuadas en la causa
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El sistema operativo puesto en prctica captura, interrogatorios con tormentos, clandestinidad e ilegitimidad de la privacin de libertad y en muchos casos la eliminacin de las vctimas- fue sustancialmente idntico en todo el territorio de la Nacin y prolongado en el tiempo Encontrndose probado que los hechos fueron cometidos por miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, organizadas vertical y disciplinadamente, resulta descartable la hiptesis de que pudieron haber ocurrido sin rdenes expresas de los superiores Tampoco es posible la instalacin de centros de detencin en dependencias militares o policiales, ni su control por parte de personal de esas fuerzas, por exigencias logsticas que ello supone, sin una decisin expresa de los comandantes en jefe Idntico razonamiento merece la asignacin de personal, arsenal, vehculo y combustible a las operaciones Slo as puede explicarse, adems, la circunstancia de que el sistema operativo reseado fuera puesto en prctica aprovechando la estructura funcional preexistente de las fuerzas armadas surgida de los planes de capacidades y directivas escritas nicamente as se explica tambinque las autoridades militares o policiales locales hayan recibido en la mayora de los casos avisos del comando de zona para que se abstuvieran de intervenir donde se realizaba un procedimiento La pasividad y colaboracin del personal militar y policial ajeno a los procedimientos, en los hechos de secuestro de personas, slo pudo obedecer a una instruccin en tal sentido La falta de investigacin y castigo de los numerosos hechos que se han probado, a pesar de que fueron objeto de reclamos dentro y fuera del pas, y los esfuerzos ya mencionados de las autoridades por suprimir cualquier noticia de los procedimientos clandestinos o de las gestiones a que dieron lugar, ponen de manifiesto inequvocamente la existencia de la garanta de impunidad, esencial para poner en prctica el sistema instaurado Coincide con ello que los integrantes de las fuerzas armadas nunca hayan denunciado hechos que forzosamente debieron conocer, con excepcin de aqullos casos en que las vctimas fueron familiares directos, lo que slo se explica en el supuesto
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de que supieran que tales actos, a pesar de su ilegalidad, haban sido ordenados por sus superiores (C.S.J.N. Tomo 309, Volumen I, pginas 289 a 299). Establecido ello, volvemos entonces al anlisis de los casos que aqu se juzgan y a los distintos momentos de sus etapas comisivas, como mtodo para su estudio comparativo conforme fuera oportunamente propuesto a los fines del objetivo pautado para el presente considerando. Decamos entonces que al momento de producirse las 34 sustracciones que aqu se juzgan los padres de las vctimas haban sufrido el accionar represivo estatal detallado precedentemente. Corresponde hacer aqu una salvedad en cuanto al hecho que no fue objeto de acusacin (correspondiente al caso del hijo/a de Liliana Delfino y Roberto Santucho), por cuanto a su respecto, an cuando no fue incluido en la materialidad fctica de
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esta sentencia, ha podido constatarse -a resultas de las pruebas colectadas en el debate- que tambin comparte las caractersticas apuntadas respecto del accionar represivo del que fueron vctima los adultos. Sin embargo, a pesar de esa caracterstica comn, podemos identificar tres grupos de situaciones distintas, a partir de la modalidad implementada para llevar a cabo tales sustracciones: 1) Casos en los que las madres, encontrndose embarazadas, fueron trasladadas a diversos centros clandestinos de detencin y mientras se encontraban ilegalmente privadas de su libertad dieron a luz a sus hijos en condiciones de absoluta clandestinidad. Luego de ello, sus hijos les fueron arrebatados, en algunos casos, inmediatamente y, en otros, a los pocos das de haber nacido. En tales circunstancias se produjeron los nacimientos de: Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Leonardo Fossatti Ortega, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Mara Victoria Moyano Artigas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Beln Altamiranda Taranto, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Victoria Anala Donda Prez, Javier Gonzalo Penino Vias, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Alejandro Sandoval Fontana, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Juan Cabandi Alfonsn, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisimblit y Carla Silvina Valeria Ruiz Dameri y los hijos de:
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Laura Carlotto, Elena De la Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Stella Maris Montesano, Mara Elosa Castellini, Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel. 2) Casos en los que los menores se encontraban junto a sus madres en sus respectivas viviendas al momento de irrumpir en ellas las fuerzas represivas, producindose en tales circunstancias la sustraccin de aqullos por parte del personal interviniente. A resultas de tales procedimientos se produjo, adems, la muerte, la desaparicin o el secuestro de las respectivas madres, segn los casos. Entre estos supuestos podemos ubicar los casos de: Clara Anah Mariani, Anbal Simn Mndez e Hilda Victoria Montenegro. En el caso de Clara Anah Mariani, su madre -Diana Teruggi- fue asesinada en la vivienda familiar en las que ambas se hallaban al tiempo de producirse el operativo desplegado por fuerzas conjuntas. El personal interviniente se llev de la casa a la nia con vida, nica sobreviviente del ataque y el cuerpo de su madre fallecida en aqul episodio fue enterrado como NN. En el caso de Anbal Simn Mndez, fue sustrado de los brazos de su madre de la vivienda familiar donde se llev a cabo el procedimiento en el cual intervinieron fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas. All Sara Rita Mndez madre de Simn- fue privada ilegalmente de su libertad, y luego de haber permanecido en cautiverio durante varios aos fue posteriormente liberada desde la Repblica Oriental del Uruguay, donde fue clandestinamente trasladada, habiendo sido all tambin ilegalmente detenida. Por su parte, Hilda Victoria Montenegro fue sustrada de su vivienda familiar a resultas del procedimiento llevado a cabo all por fuerzas represivas, en virtud del cual se produjo la desaparicin de sus padres quienes estaban junto a ella cuado se produjo la intervencin de los agentes estatales y al da del dictado del veredicto permanecan desaparecidos, habiendo tomado estado pblico en forma muy reciente que los restos del padre de Hilda Victoria habran sido identificados, lo que no obstante no obra incorporado como prueba del debate. 3) Casos en los que la sustraccin de los menores se produjo durante el cautiverio al que stos fueron sometidos por haber sido conducidos
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conjuntamente con sus padres a un centro clandestino de detencin, donde fueron separados del poder de sus progenitores por agentes del estado que se desempeaban en tales centros, quienes posteriormente dispusieron de ellos dndoles diversos destinos (casos de Paula Eva Logares, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas y Mariana Zaffaroni Islas). Resulta asimismo importante destacar que las madres de los 34 menores sustrados bajo las circunstancias apuntadas, permanecen
desaparecidas o han sido asesinadas, a excepcin de Sara Rita Mndez (madre de Anbal Simn Mndez), quien fue liberada en circunstancias que podran ser calificadas de excepcionales, ya que a su respecto haba sido previsto idntico destino que las restantes madres y ello no sucedi por las
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circunstancias que a continuacin se detallan. As pues, la madre de Anbal Simn Mndez fue dejada en libertad, luego de haber permanecido cautiva en centros clandestinos de detencin, tanto de este pas como del Uruguay. Sobre este punto es necesario poner de resalto que conforme fue acreditado en el debate, su liberacin fue producto de un desacuerdo entre las autoridades argentinas y uruguayas, dado que una vez trasladada al vecino pas le fue informado que las autoridades argentinas tenan previsto asesinarla y que el haberla mantenido con vida (junto con los restantes integrantes de lo que se conoci como el primer vuelo de secuestrados desde el CCD Automotores Orletti al Uruguay) provoc la ruptura temporal de relaciones entre las fuerzas represivas de ambos pases. Esto fue relatado por la propia Sara Rita Mndez en su declaracin prestada durante el debate cuando refiri que estando secuestrada clandestinamente en Uruguay, las autoridades de ese pas encargadas de su situacin le explicaron a la nombrada y a los dems detenidos que se encontraban junto a ella que estaban desaparecidos y que para salvar sus vidas y llevarlos de vuelta al Uruguay debieron romper relaciones con los argentinos que los queran matar. Asimismo se les inform que tenan que aceptar determinadas condiciones para su legalizacin, amenazndolos con entregarlos al personal argentino en el caso de que se negaran.
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Tales circunstancias tambin fueron corroboradas por los dichos de Mara del Pilar Nores prestados durante este juicio, entre otros elementos probatorios que tambin lo acreditan. Sin embargo, a pesar de haberla mantenido con vida y de haber sido puesta en libertad, en ningn momento se le brind a Sara Rita Mndez informacin alguna respecto del paradero de su hijo, pese a los desesperados e innumerables intentos que realiz para que le fuera aportado algn dato que le permitiera reencontrarse con su hijo, a quien pudo localizar recin en el ao 2002. Tampoco se brind informacin alguna sobre lo ocurrido con Anbal Simn Mndez a todos aquellos que reclamaron por su paradero desde que fue desaparecido junto a su madre. Tambin permanecen desaparecidos o han sido asesinados la totalidad de los padres que fueron vctimas del accionar represivo detallado y son los padres de 33 de los 34 menores sustrados (a excepcin de Abel Madariaga, padre de Francisco Madariaga, quien no fue secuestrado). Asimismo corresponde destacar que en todos los casos
precedentemente mencionados las sustracciones de los menores se llevaron a cabo en el marco de situaciones revestidas de la ms absoluta clandestinidad, donde esa conducta delictiva se desdibujaba dentro de la ilegalidad general de toda la situacin del contexto en que se llev a cabo (ya sea en procedimientos ilegales o dentro de los mismos centros de detencin clandestina). Ello ha determinado que haya podido reconstruirse slo parcialmente la trama de sucesos que acaecieron desde el momento mismo de la sustraccin, hasta el definitivo hallazgo de las vctimas en los casos en que ello sucedi. Tampoco ha sido posible la individualizacin de la totalidad de las personas que estuvieron en posesin de los nios, en el intervalo temporal transcurrido desde la separacin de stos de manos de sus madres hasta su arribo a manos de los apropiadores, en los supuestos en que aqullos han sido encontrados, habindose constatado muchas veces intervalos temporales variables que ameritan considerar la intervencin de un nmero
indeterminado de personas en todo el perodo del desarrollo de los sucesos delictivos aqu analizados.
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Esta observacin controvierte la alegada maniobra delictiva individual que sostuvieron las defensas, dado que previo a llegar a los brazos de quienes definitivamente decidieran quedrselos, los nios pasaron a la vista y por la decisin de una indeterminada cantidad de personas que revestan funciones concretas dentro del plan general antes apuntado y que, como fuera explicado precedentemente, obedecan rdenes emanadas de los ms altos niveles de mando que hicieron posible que el destino de esos nios se sellara de un modo clandestino e ilegal, en el que la voluntad del apropiador no hizo ms que determinar el lugar final de ese recorrido ilegal que haba sido trazado mucho antes de llegar a los hogares donde finalmente fueron criados en la mentira, donde fueron mantenidas las desapariciones de esos nios y nias encerrndoselos en su propia tragedia.
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Destino de los menores Como quedara precedentemente establecido, todos los menores fueron sustrados del poder de sus padres en el marco de diversas situaciones en las que siempre se constat la intervencin de fuerzas represivas estatales. Una vez llevada a cabo la sustraccin se evidenciaron diversos destinos que les fueron dados a los nios, aunque ninguno de ellos fue la entrega a sus familiares, a pesar de los constantes, insistentes y heterogneos reclamos y bsquedas efectuadas por stos en forma ininterrumpida, tanto ante las autoridades nacionales como extranjeras, gubernamentales y no gubernamentales. No slo no fueron entregados sino que tampoco se brind informacin alguna que permitiera su hallazgo. As pues, en todos los casos en que los nios fueron encontrados (en la mayora de los casos transitaban ya su edad adulta), el hallazgo se produjo como consecuencia de datos que fueron recabados en forma privada por familiares u organizaciones no
gubernamentales y puestos a disposicin de la justicia. En ningn caso el hallazgo se origin a partir de informacin alguna provista por parte de las autoridades gubernamentales. Una consideracin especial merece el caso de Anbal Simn Mndez, cuyo hallazgo ocurri en el ao 2002, a partir de una informacin
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aportada a un senador y un periodista uruguayos por parte de Eduardo Alfredo Ruffo, uno de los aqu imputados, quien al momento de los hechos cumpla funciones en la SIDE e intervino en el procedimiento llevado a cabo en la vivienda de Sara Rita Mndez. Dicha circunstancia, sin embargo no controvierte lo sostenido precedentemente, por cuanto su aporte de informacin no fue hecho a instancias de los reclamos a las autoridades requeridas formalmente a ese respecto en tiempo oportuno sino que fue aportado en una reunin privada y como consecuencia de una decisin intempestiva adoptada mucho tiempo despus de iniciados los reclamos y holgadamente avanzado el transcurso del perodo democrtico. Esa decisin, valiossima por cierto por los resultados que produjo, no hace ms que confirmar, a la vez, que la informacin exista al momento de los hechos y fue ocultada sistemticamente y durante todos esos aos a quienes la requeran. Sobre este punto tambin es importante recordar que tampoco eran reconocidos los hechos que damnificaron a los padres de los menores quienes, como ya dijramos, permanecen desaparecidos y a su respecto se omiti dar a conocer todo tipo de informacin sobre su paradero, incluso hasta el da de la fecha. Como consecuencia de ello, la imposibilidad de reconstruir el destino de los menores fue casi total, dado que quienes se encontraban a su cuidado fueron secuestrados, desaparecidos o muertos, y quienes ordenaron y llevaron a cabo tales actos ocultaron lo sucedido, omitiendo brindar cualquier clase de informacin al respecto. A ello se suma, en los casos de las mujeres que fueron secuestradas estando embarazadas, que sus familiares no pudieron saber siquiera si los nios haban nacido desde que tampoco se les informaba si las madres permanecan con vida, dnde se encontraban y menos an que hubieran dado a luz. Todo ello fueron reconstruyndolo, muy lentamente y luego de mucho tiempo, a partir del relato de los sobrevivientes que compartieron cautiverio con tales mujeres y dieron cuenta del nacimiento clandestino de las criaturas. Sin embargo en muchos casos no hubo sobrevivientes y ello cerr la
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mayor fuente de informacin con la que puede contarse en este tipo de hechos, cometidos en la ms absoluta clandestinidad y por el propio Estado. En otros casos, los familiares desconocan directamente el embarazo de tales mujeres por encontrarse stas transitando los primeros meses de gestacin al momento de ser secuestradas, por lo que aqullos no asumieron la bsqueda de los menores sino hasta que recibieron tales datos, aportados tambin por sobrevivientes, muchsimo tiempo despus. Ello sucedi, por ejemplo, en el caso de Laura Carlotto, por cuanto su madre Estela Barnes de Carlotto- recin se enter del embarazo que cursaba su hija varios meses despus por intermedio de Elsa Campos, una sobreviviente que haba compartido cautiverio con su hija Laura en un centro clandestino de detencin. Recin a los dos aos de la desaparicin de Laura, su
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madre supo que haba nacido su nieto al encontrarse con Alcira Ros, sobreviviente y compaera de cautiverio de su hija, en un encuentro que ambas tuvieron en Brasil. Represe asimismo que, al momento de producirse el citado encuentro, Estela Barnes de Carlotto se encontraba en Brasil con motivo de uno de los tantos viajes que realiz junto a otras abuelas, familiares y vctimas, a fin de contactarse con organismos de derechos humanos extranjeros, en el marco del tortuoso periplo que iniciaron en busca de informacin y ayuda para encontrar a sus seres queridos desde la ocurrencia de los hechos que no cesaron jams. La falta de informacin fue completa y permanente. Se erigi en una constante en la que no tuvieron la ms mnima incidencia el recambio de autoridades con posterioridad a los hechos iniciales, esto es, las aludidas desapariciones. Volviendo entonces a la etapa posterior a la sustraccin, se constataron las siguientes situaciones, en cuanto al destino que tuvieron las criaturas: 1) Algunas vctimas permanecen desaparecidas. Tal es el caso de Clara Anah Mariani y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano,
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Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel. En estos casos no ha podido reconstruirse la trama posterior al momento de la sustraccin. 2) En otros casos que constituyen la mayor cantidad de sucesos aqu probados- los menores fueron apropiados e inscriptos como hijos biolgicos, mediante documentacin falsa, por matrimonios respecto de los cuales se constat, en casi la totalidad de ellos, algn tipo de vnculo con la fuerza (armada, de seguridad, policial o de inteligencia) que tuvo intervencin en los hechos que damnificaron a las vctimas apropiadas o sus padres. Tales son los casos de: Javier Gonzalo Penino Vias: inscripto como hijo biolgico de Jorge Ral Vildoza, integrante de la Armada Argentina, quien por entonces se desempeaba como Subdirector de la Esma. Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisimblit: inscripto como hijo biolgico de Francisco Gmez, quien se desempeaba como agente civil de la Fuerza Area Argentina. Juan Cabandi Alfonsn: inscripto como hijo biolgico de Luis Antonio Falco, por entonces miembro de la Polica Federal Argentina. Victoria Anala Donda Prez: inscripta como hija biolgica de Juan Antonio Azic, por entonces miembro de la Prefectura Naval Argentina. Alejandro Sandoval Fontana: inscripto como hijo biolgico de Vctor Rei, quien se desempeaba como agente de inteligencia de la Gendarmera Nacional. Evelyn Bauer Pegoraro: inscripta como hija biolgica de Policarpo Luis Vzquez y Ana Mara Ferr, por entonces miembro de la Armada Argentina, el primero y personal civil de esa fuerza, la segunda. Carla Silvina Valeria Ruiz Dameri: inscripta como hija biolgica de Juan Antonio Azic, por entonces miembro de la Prefectura Naval Argentina. Federico Cagnola Pereyra: inscripto como hijo biolgico de Jorge Bacca y Cristina Marielarena. El padrino del menor fue Antonio Guillermo Minicucci, por entonces Coronel del Ejrcito Argentino, cuya esposa, Ins Graciela Lugones, era amiga de la nombrada Marielarena. Ezequiel Rochistein Tauro: inscripto como hijo biolgico de Juan Carlos Vzquez Sarmiento, por entonces agente de la Fuerza Area Argentina.
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Mara Florencia Reinhold Siver (su caso es el ltimo que ha podido ser esclarecido de entre los hechos que aqu se juzgan-, por cuanto su identificacin mediante la prctica del pertinente estudio de ADN se llev a cabo mientras se estaban desarrollando las audiencias del debate y las actuaciones en las que se investiga las circunstancias de su apropiacin se encuentra an en pleno trmite).
Mariana Zaffaroni Islas: inscripta como hija biolgica de Miguel ngel Furci, por entonces agente de inteligencia de la SIDE.
Claudia Victoria Poblete Hlaczik: inscripta como hija biolgica de Ceferino Landa, quien por entonces Teniente Coronel del Ejrcito Argentino.
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Mara Victoria Moyano Artigas: inscripta como hija biolgica del hermano del Comisario de la Polica Bonaerense, Oscar Penna.
Hilda Victoria Montenegro: inscripta como hija biolgica de Herman Antonio Tetzlaff, por entonces Mayor del Ejrcito Argentino.
Paula Eva Logares Grinspon: inscripta como hija biolgica de Rubn Lavalln, quien se desempeaba en la Polica Bonaerense.
Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena: inscripta como hija biolgica de ngel Taurio, por entonces miembro de la polica uruguaya.
Mara de las Mercedes Gallo Sanz: inscripta como hija biolgica de Horacio Fernndez y Marta Garca, mediante un certificado de nacimiento firmado por el entonces mdico policial, Jorge Antonio Bergs.
Carlos DEla Casco: inscripto como hijo propio de Carlos Rodolfo De Luccia, quien se desempeaba como miembro del Servicio de Inteligencia Naval.
Pablo Hernn Casariego Tato: inscripto como hijo biolgico de Norberto Atilio Bianco, quien se desempeaba como mdico militar en el Hospital Militar de Campo de Mayo.
Francisco Madariaga Quintela: inscripto como hijo biolgico de Vctor Alejandro Gallo, imputado en estas actuaciones, por entonces miembro del Ejrcito Argentino.
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Mara Natalia Surez Nelson Corvaln: inscripta como hija biolgica de Omar Alonso y su mujer Mara del Lujn Di Matta, a quienes les fue entregada por el Capitn de Marina Juan Carlos Herzberg.
Leonardo Fossati Ortega (en este caso no se acreditaron nexos concretos con las fuerzas intervinientes pero tampoco pudo confirmarse la versin de los apropiadores sobre el origen de la criatura. No obstante ello, no puede soslayarse que el nio fue entregado a una familia que viva a pocas cuadras de la Comisara 5 de La Plata, lugar en el que se produjo el nacimiento clandestino de la vctima, habiendo sido criado en las inmediaciones de donde vivan sus familiares biolgicos que
intensamente lo buscaban y no recibieron informacin alguna sobre su paradero). 3) Vctimas que fueron trasladadas a otro pas y abandonadas sin ningn tipo de identificacin, circunstancia que sumada a la ocultacin de la informacin pertinente que permitiera localizar a sus familiares biolgicos, determin que fueran dados en adopcin. Tal es el caso de los hermanos Julien Grisonas, que refiriramos precedentemente, quienes luego de haber pasado por un centro clandestino de detencin en nuestro pas y trasladados clandestinamente, primero al Uruguay y luego a Chile, finalmente fueron abandonados en una plaza de Valparaso. Este caso, adems de ser excepcional como antes mencionramos, resulta paradigmtico, ya que controvierte cualquiera de las conjeturas esbozadas por las defensas en cuanto a los mviles que les atribuyeron a las acciones delictivas investigadas en autos, por cuanto no resiste ninguna lgica atribuir una conducta semejante a una eventual motivacin delictiva individual, sino que tal proceder no pudo sino obedecer a la deliberada voluntad de alejar a los menores de cualquier posibilidad de ser hallados por sus familiares. Represe adems en que uno de esos nios, Anatole Boris Julien Grisonas fue, justamente, aqul que mencionramos antes como el mayor de los nios que fueron sustrados entre los casos que aqu se juzgan, mientras que su hermana tambin tena una edad mayor a la media -18 meses- al tiempo
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de producirse el operativo en el domicilio en que ambos se encontraban junto a sus padres. Asimismo, fue peculiar el peregrinaje al que fueron sometidos por dos centros clandestinos de detencin, uno de este pas y el otro del Uruguay, el que continu con el segundo traslado internacional de stos a la Repblica de Chile, y su abandono sin documentacin personal alguna en medio de una plaza, habiendo transcurrido un trmino de tres meses desde el procedimiento llevado a cabo en su vivienda familiar y el abandono en Valparaso. No es extrao entonces, teniendo en cuenta la edad de ambos (en la que claramente podran reconocer a familiares, lugares de pertenencia y dems consecuencias propias de la edad madurativa que tenan), que tales nios hayan sido abandonados en otro pas -un lugar en el que no resultara
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lgica la bsqueda de los familiares y que alejaba a los menores de cualquier recuerdo vivencial- y a los tres meses de ocurrido el procedimiento, ya que era un momento que no coincida con aqul de su desaparicin y ello coadyuvaba tambin a alejar cualquier posibilidad de conectar los sucesos y lograr la identificacin de los menores, que era precisamente lo que se intentaba evitar. De otro modo no se explica ninguna de las medidas adoptadas con relacin a ellos. Tampoco resulta lgico que si fueron sustrados del poder de sus padres para satisfacer necesidades de paternidad no resueltas, tal como fuera alegado por la Defensa del encartado Videla y que motivaron las conductas ilcitas individuales que se sealan hayan sido, precisamente, abandonados. Huelga agregar que resulta imposible atribuir a cualquier maniobra delictiva particular la ejecucin de dos vuelos internacionales con traslados de menores en forma clandestina en un contexto en que las fuerzas armadas tenan el control absoluto del territorio nacional y, por supuesto, de las fronteras; adems de que no resiste la menor lgica que, an concediendo tales circunstancias como ciertas, alguien pudiera asumir semejante riesgo para terminar abandonado a los nios en una plaza. Slo resta agregar a tales consideraciones que eventos de tal envergadura no pudieron sino ser ordenados y supervisados por las mximas autoridades nacionales. Sin embargo, la determinacin de las
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responsabilidades concretas que corresponda atribuir por este suceso escapa a este anlisis y ser motivo de las consideraciones pertinentes en el apartado respectivo de esta sentencia, no obstante lo cual no poda dejar de sealarse esta circunstancia de carcter general sobre el suceso. Paradjicamente y contraviniendo cualquier pronstico que hubiese podido hacerse, Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas fueron los primeros nios en ser hallados, evento que ocurri en el ao 1979, a partir de una informacin aparecida en forma casual en el extranjero y en virtud de la labor realizada por diversas organizaciones no gubernamentales tanto de nuestro pas como extranjeras que se hicieron eco de la bsqueda desplegada por sus familiares, quienes ante la falta total de informacin de parte de las autoridades gubernamentales requeridas, extendieron los reclamos a todos los mbitos que estuvieron a su alcance, nacional e internacionalmente, como tambin lo hicieron los dems familiares de las restantes vctimas, como ya fuera mencionado y conforme lo relataran de manera unnime al testimoniar sus bsquedas ante esta sede. 4) Casos en que los menores fueron dados en adopcin, a pesar de no haber sido abandonados y de contar con familiares que intensamente los buscaban y reclamaban por ellos. Tales son los casos de Anbal Simn Mndez y Mara Beln Altamiranda Taranto. Tal proceder se explica, nicamente, por la finalidad de evitar que los nios fueran restituidos a sus familias, de las que se tenan datos ciertos, no slo por los reclamos que stas efectuaban, sino por haberse llevado a cabo, previamente, los procedimientos ilegales en las viviendas familiares de esos menores ordenados por el propio Estado en el marco de la persecucin a los padres de tales nios como parte de las acciones criminales desplegadas en el referido plan de represin ilegal y clandestino que fue el origen de todas las situaciones de desproteccin en que quedaron los menores que aqu son materia de anlisis y a partir de las cuales se decidieron las conductas sucesivas que los alejaron definitivamente de sus familias. De all que no puedan ser considerados genuinamente
abandonados a los fines de tales adopciones, ya que el propio Estado fue el responsable de la situacin de desamparo en las que quedaron los nios, sin
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que se arbitraran los medios para procurar la individualizacin de sus familiares a los fines de su restitucin. Tales adopciones, decididas sobre un presupuesto falso abandono fraguadoconstituyeron as, una modalidad ms de las
implementadas para hacer incierta la identidad de menores previamente sustrados, posibilitando de tal modo su ocultamiento de quienes los buscaban. De todo lo hasta aqu expuesto podemos concluir que ninguno de los hechos que aqu se juzgan fueron producto de conductas delictivas aisladas llevadas a cabo en forma individual o por un grupo que pudiera alzarse contra el poder de las fuerzas a las que pertenecan. Tales fuerzas, por su estructura de comandos, no slo ejercan el control sobre los subordinados sino que adems tenan el control absoluto de todo el territorio nacional, en el marco del
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poder general desplegado por el ltimo gobierno de facto, conforme ha sido detallado pormenorizadamente al inicio del presente anlisis. As pues, dadas las caractersticas de modo, tiempo y lugar de los hechos probados y a partir de las modalidades precedentemente apuntadas corresponde concluir que tales sucesos han sido llevados a cabo de un modo generalizado y sistemtico, por cuanto ha podido acreditarse la comisin de mltiples actos con caractersticas anlogas y con una estrecha vinculacin entre s los que, asimismo, fueron ejecutados siguiendo determinados patrones en cuanto a su ejecucin y evidenciado una modalidad comisiva comn. Ello constituy una prctica generalizada y sistemtica de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores de edad, haciendo incierta, alterando o suprimiendo su identidad, ejecutada en el marco del plan general de aniquilacin que se despleg sobre parte de la poblacin civil, con el argumento de combatir la subversin e implementando mtodos de terrorismo de Estado, durante los aos 1976 a 1983 de la ltima dictadura militar. En efecto, la generalidad de dicha prctica se extrae de las siguientes consideraciones: a) el nmero de casos acreditados; b) la cantidad de fuerzas (armadas, de seguridad, policiales, de inteligencia o penitenciarias) que tuvieron intervencin en los eventos analizados; c) el mbito territorial en la que se constat la realizacin de los hechos; d) el mbito temporal de los sucesos, no slo en cuanto a la continuidad propia de cada uno de ellos sino
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tambin respecto de los diversos momentos en los que tuvieron inicio cada una de las sustracciones llevada a cabo; e) las distintas autoridades que se encontraban al frente del gobierno nacional y en la totalidad de la cadena de mandos que transmitieron, ejecutaron y supervisaron el cumplimiento de tales rdenes, durante todo el desarrollo comisivo de los ilcitos cometidos. Todas esas consideraciones controvierten cualquier aseveracin dirigida a sostener que se trat de hechos aislados o que respondieran a motivaciones individuales. La aludida sistematicidad se concluye a partir de las siguientes consideraciones: a) clandestinidad en la realizacin de los hechos cometidos; b) el deliberado ocultamiento de informacin; c) vulneracin de la identidad de los menores como modo de ocultamiento de los hechos a perpetuidad. Las referidas caractersticas comisivas han sido verificadas respecto de la totalidad de los sucesos probados en este juicio y ello puede constatarse de la lectura de cada una de las descripciones fcticas configuran la materialidad ilcita de los sucesos cuya que
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pormenorizada con la pertinente valoracin probatoria integra otros considerandos de esta sentencia, al igual que el detalle sobre el funcionamiento y caractersticas de los distintos centros clandestinos de detencin en los que la mayora de tales hechos tuvieron lugar. Por ello y a fin de evitar ociosas repeticiones, las menciones que seguidamente se harn son meramente ejemplificativas a fin de ilustrar las distintas cuestiones apuntadas en orden al anlisis comparativo propuesto en el presente considerando. De all que slo sern destacadas cuestiones puntuales que hacen a la generalidad y sistematicidad verificadas, seleccionndose aqullas que resulten ms elocuentes a fin de ponerlas de manifiesto y partiendo de la base de todo el universo fctico verificado en estas actuaciones el que ha sido pormenorizadamente detallado en los
considerandos pertinentes. Aclarado ello, pasaremos puntualizar ciertas cuestiones sobre cada una de las caractersticas que conforman la generalidad y sistematicidad de la prctica acreditada en autos.
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En este punto la propia contundencia de la cantidad de hechos probados en autos nos exime de mayores comentarios. En efecto, la totalidad de los casos que integraron las acusaciones, tanto pblica como privadas, han sido acreditados, habindose asimismo constatado respecto de todos ellos las caractersticas de generalidad y sistematicidad apuntadas, lo que arroja una uniformidad y homogeneidad en el objeto de anlisis. Este Tribunal no desconoce que los 34 hechos en trato no agotan la totalidad de sucesos de la misma ndole que fueron denunciados, y que alcanzaran un total aproximado de 500 casos (al respecto confrontar el libro Nios desaparecidos, jvenes recuperados en la Argentina desde 1975 a 2007, publicado por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo e incorporado al
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debate como prueba documental, as como la informacin que actualiza tales publicaciones y que se encuentra disponible en la pgina web oficial de dicha asociacin) Existen adems muchos de ellos que ya han sido resueltos judicialmente, habindose establecido circunstancias fcticas anlogas a las aqu juzgadas pero que, por distintas circunstancias, no integraron el objeto procesal de este debate -escapa a esta sede la seleccin que ha sido hecha en la instruccin y los criterios de acumulacin de causas oportunamente efectuados tambin en la etapa anterior-. Sin embargo, ello no resulta bice para concluir que los eventos que aqu se analizan constituyeron una prctica de las caractersticas apuntadas. En efecto, si hacemos una proporcin de ese grupo de 34 casos (hechos probados en estas actuaciones) respecto del total de hechos denunciados (500 casos), encontramos un porcentaje del 6,8% de casos de sustracciones acreditadas en esta oportunidad (sin perjuicio de la apuntada acreditacin del 100% de los casos probados respecto de los que integraron las acusaciones de este debate). Si, a su vez, comparamos ese porcentaje del 6,8 % con el porcentaje de casos de robo que fueron probados en la causa 13/84 respecto del universo de los 700 casos all seleccionados (que era a su vez representativo en escala y
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muy inferior al total de casos denunciados para entonces), encontramos que con un porcentaje de robos del 3,7% en la sentencia dictada en la aludida causa 13/84 se concluy que stos delitos integraban el plan original, tal como ya fue referido al inicio del presente considerando. Por otra parte, si para el clculo del porcentaje de robos probados en la sentencia de la causa 13/84 tomramos como referencia, no ya la cantidad de 700 casos seleccionados para las imputaciones formuladas en aqul juicio, sino el total de los hechos denunciados en aqul momento, que rondaba entre las 8000 y 9000 denuncias (tomando aqullas formuladas ante la Conadep), el porcentaje de robos respecto de los hechos denunciados se reducira drsticamente y a niveles exiguos (Respecto de la cantidad de denuncias ante Conadep confrontar: Marcelo A. Sancinetti. Marcelo Ferrante, El derecho penal en la proteccin de los derechos humanos. Ed. Hammurabi. Buenos Aires, 1999, pag. 138). De all que no puedan invocarse argumentos cuantitativos en el anlisis de los casos que aqu se juzgan como fundamento para excluir la consideracin de los hechos como una prctica generalizada y sistemtica. Sobre la apuntada valoracin efectuada en la causa 13/84 se ha dicho que no es relevante el argumento cuantitativo en s. En primer lugar, tampoco los hechos por robo fueron proporcionalmente significativos: en razn de que el tribunal slo tena por cierto el hecho del robo cuando haba cierto elemento corroborante de la declaracin de la vctima o familiar, los casos en los que se reconoci la comisin de robo fueron relativamente escasos. Mientras que el comandante en jefe del Ejrcito, teniente General Videla fue condenado como autor de trescientas seis privaciones de ilegales de libertad agravadas por amenazas y violencias- adems de por la comisin de sesenta y seis homicidios agravados por alevosa, de los cuales cincuenta fueron agravados tambin por el nmero de intervinientes-, se le imput a l, en cambio, tan slo la comisin de veintisis robos... contina la cita parece claro que, para el sistema de secuestros, tuvo que ser mucho ms capital el sustraer menores de sus padres o tenedores legtimos, que sustraerles a esos mismos padres a su vez, secuestrados- las cosas muebles situadas en la casaPorque secuestrando mediante un sistema de clandestinidad a ms de 5000 personas en plena edad de procreacin, mediante un sistema, en fin, que deba quedar lo
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ms libre posible de testimonios y seales institucionales, era obvio que si bien se poda prescindir de llevarse todo lo que hubiera de valor en las viviendas esto no poda estar en el centro, en cualquier caso no era posible respetar la identidad del menor, hacindoles decidir a los padres la persona que ejercera la tutela o el lugar donde el menor habra de seguir desarrollndose. Como plan de un sistema criminal de vulneracin a los derechos de esas personas adultas sera poco razonable, o casi incomprensible contina la cita si la razn de la imputacin de los hechos de roboera vista por el tribunal en que la posibilidad de los apoderamientos haba sido necesariamente prevista y asentida por quienes dispusieron tal modo de proceder (en el sentido de modo de proceder general), no poda haber menor razn para imputar la sustraccin
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de los menores del poder de guarda de los padres detenidos-desaparecidos. Esto es especialmente as respecto de las mujeres secuestradas en estado de gravidez, que dieron a luz en cautiverio. Porque, habiendo habido unas trescientas mujeres sin contar aqu las que luego recuperaron su libertad- detenidas en estado de embarazo, habra sido completamente disfuncional al sistema que el nio nacido en cautiverio quedara con la madre o fuera entregado a aquellas personas que los padres designaran, mientras ellos mismos eran eliminados de un tiro en la cabeza o tirados al mar. Ello no quita que efectivamente haya habido tambin casos en que los nios fueron llevados por fuerzas de seguridad a casa de abuelos, familiares o vecinos, o bien puestos en libertad en algn lugar para que llegaran por s mismos donde fuera menester (Marcelo A. Sancinetti. Marcelo Ferrante, El derecho penal en la proteccin de los derechos humanos. Ed. Hammurabi. Buenos Aires, 1999, pags. 165 a 167) En consecuencia, concluimos que los 34 casos probados en este debate, por sus caractersticas y homogeneidad, tienen la solvencia suficiente para constituir una cantidad significativa que da sustento a la conclusin sobre la existencia de una prctica de las caractersticas apuntadas.
Cantidad de fuerzas y de personal perteneciente a stas que tomaron intervencin en los hechos Analizando las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se llevaron a cabo cada uno de los 34 casos probados en estas actuaciones ha podido constatarse que, ya sea en forma separada o conjuntamente, en mayor o
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menor medida, todas las fuerzas represivas tuvieron algn tipo de intervencin en ellos. Es decir que ya sea el Ejrcito, la Marina, la Fuerza Area, las policas federal y provinciales, los organismos de inteligencia y el servicio penitenciario, han tomado parte, segn los casos y modalidad de intervencin de sus miembros, en los diversos tramos de las conductas comisivas de los hechos investigados. Los aportes que efectuaron las fuerzas intervinientes fueron mltiples y variados segn la participacin que a cada una le cupo. Slo por mencionar algunos pueden sealarse: personal (operativo, de inteligencia, de guardia, mdico, logstico), instalaciones, traslados, inteligencia, as como todos aquellos recursos que hicieron posible la retencin y el ocultamiento de las vctimas mediante la negacin y destruccin de informacin en relacin a tales nios. Para dimensionar la intervencin de las fuerzas represivas en los hechos que aqu se juzgan basta con tener en cuenta el personal interviniente en los procedimientos de secuestro, la dependencia operacional de los centros clandestinos de detencin donde se alojaron los nios y las embarazadas, aqullos lugares donde se llevaron a cabo los partos (ya sea en los mismos centros de detencin clandestinos donde permanecan en cautiverio esas mujeres o aqullos especialmente acondicionados para los partos y que recibieron tambin a embarazadas que eran trasladadas all desde otros centros clandestinos slo para tal fin, como tambin en hospitales de las fuerzas o en unidades penitenciarias utilizadas de igual modo para que las embarazadas dieran a luz), as como los traslados efectuados entre distintos centros clandestinos de detencin donde estuvieron alojadas las vctimas y sus madres durante la gestacin. Nada de todo ello pudo realizarse sin la ejecucin coordinada y estrictamente supervisada de las mximas autoridades militares que decidan todo aquello que deba llevarse a cabo respecto de quienes se encontraban en condiciones clandestinas de cautiverio, impuestas justamente por aquellas autoridades.
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El ejemplo ms elocuente de ello lo constituyen las evidencias colectadas respecto de los nacimientos clandestinos constatados en estas actuaciones. As pues, tal como ha quedado acreditado durante la sustanciacin de este debate se produjeron numerosos nacimientos en diversos centros clandestinos de detencin y en algunos de ellos, adems, se verific un nivel de organizacin de la metodologa implementada que evidenci la previsin del desarrollo de tales sucesos y su ocurrencia con cierta regularidad, as como la continuidad en la ejecucin de esa metodologa para el desarrollo de tales partos, bajo similares condiciones, durante diversos perodos temporales. Asimismo, la implementacin de la referida estructura
otros lugares clandestinos de cautiverio hayan sido all trasladadas al slo efecto de dar a luz, en virtud de la infraestructura organizativa de aqullos para tales fines. Los lugares en los que se desarrollaron los partos con cierta regularidad, en diversos perodos de tiempo y que contaron con esa estructura organizativa diferenciada respecto de otros centros de detencin clandestina fueron denominados en estas actuaciones maternidades clandestinas. Al respecto hemos de aclarar que an cuando fcticamente hayan servido para tales fines, el nico aspecto que pudo resultar comn con una maternidad, propiamente dicha, es que en tales sitios nacieron criaturas y que las mujeres recibieron un mayor o menor grado de atencin mdica que en todos los casos fue exigua-, pero muy lejos estn de haber sido, ni mnimamente, algo parecido a maternidades, ya que esos lugares conservaban la totalidad de las caractersticas estructurales y funcionales de los centros clandestinos de detencin, compartan los espacios fsicos de stos y las mujeres que all parieron lo hicieron en las condiciones ms aberrantes en que puede darse vida a una criatura, con idntico desprecio por los derechos tanto de la madre como de los recin nacidos. Slo se procur que nacieran, en lo posible, con vida. Eso fue todo lo que implic el montaje de tales estructuras para las embarazadas en cautiverio clandestino.
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La razn de ser de tales estructuras no fue la construccin de centros de salud, ni nada que se le parezca. Del desarrollo de este debate ha quedado palmariamente demostrado que su creacin y mantenimiento obedeci a la deliberada e ilcita necesidad de mantener, tambin en la clandestinidad, a los hijos de las detenidas, a cuyo respecto se haba adoptado, al igual que con sus madres, la decisin de hacerlos desaparecer. Idnticas consideraciones cabe efectuar respecto de los nosocomios de las fuerzas armadas o penitenciarias utilizados tambin clandestinamente, para tales fines, ya que en esos casos, como asimismo se acredit durante el debate, las embarazadas fueron ocultadas y atendidas clandestinamente, sin que se verificara el cumplimiento de metodologa alguna de las que usualmente se implementan para las internaciones regulares llevadas a cabo en tales centros de salud respecto de parturientas. El ingreso, la permanencia y egreso de las embarazadas as como el nacimiento de las criaturas fue clandestino en todo su desarrollo, no habiendo quedado registro de nada de ello, ms que el testimonio de quienes pudieron constatar alguna de tales circunstancias por su presencia en el lugar de los hechos y an dentro de tales hospitales mantenan el tratamiento vejatorio recibido en los centros clandestinos de detencin de donde provenan, con todos sus derechos y libertades suprimidos. La circunstancia de encontrarse dentro de un hospital slo modific el lugar fsico del parto pero no las condiciones de ste ni los derechos de madres e hijos. Hecha esa salvedad, pasaremos a detallar los lugares en los que se evidenciaron los nacimientos de las vctimas de este juicio. Reiteramos aqu tambin que no se detallarn a continuacin todas las caractersticas estructurales y funcionales de tales centros porque ello es materia de otros apartados de esta sentencia, sino que slo se apuntarn algunos aspectos peculiares de aqullos que hacen a la evaluacin comparativa propia de este considerando y a fin de no abundar con innecesarias reiteraciones, en mrito a la brevedad. As pues, el Pozo de Banfield fue uno de los lugares en los que se verific el nacimiento de muchas de las vctimas de este juicio. Dichos partos
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se produjeron en distintas pocas, dado que se han registrado nacimientos desde fines del 1976 hasta en agosto de 1978. La aludida extensin temporal no slo descarta la ocurrencia ocasional de los nacimientos, sino que resulta ilustrativa en cuanto a la continuidad de dicha prctica. Las condiciones generales de ese centro clandestino de detencin eran terribles y los partos all producidos no estuvieron exentos de los vejmenes generales cometidos. El Pozo de Banfield era una dependencia de la polica de la provincia de Buenos Aires, y all concurra el mismsimo Ramn Camps, por entonces Jefe de la misma. Los ltimos casos de partos y apropiacin de los bebs se produjeron cuando ya estaba al frente de la polica de la Provincia de Buenos Aires, el General de Brigada Ovidio Pablo Richieri, lo que demuestra la continuidad de esa prctica sistemtica, cualquiera fuera el que estuviese en la
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lnea superior de mandos. En dicho centro asimismo se acredit la concurrencia del mdico (Jorge Antonio) Bergs quien controlaba a las embarazadas y daba indicaciones de cmo proceder en caso de ocurrir los alumbramientos. Tambin all se constataron traslados de embarazadas desde otros centros de la zona (Pozo de Quilmes o Coti Martnez) al momento de dar a luz. Tales son los casos de Ada Celia Sanz Fernndez y Yolanda Iris Casco Ghelpi. En la Comisara 5 de La Plata se acreditaron los nacimientos de Leonardo Fossati Ortega y de la hija de Elena De La Cuadra. Asimismo se ha sealado el estrecho vnculo con dicha comisara del Coronel Enrique Rospide quien all concurra asiduamente, segn relataran los testigos Estela De La Cuadra y Norberto De Francesco. Rospide cumpla funciones en el Departamento Central de la Polica de la Provincia de Buenos Aires y segn el informe de la Comisin Provincial por la Memoria, centralizaba la informacin sobre casos de nios apropiados. El nombrado Rospide estaba bajo las rdenes de Ramn Camps y segn declar Estela Barnes de Carlotto era tambin un hombre de confianza de Bignone. Asimismo fue mencionado por Estela de la Cuadra como quien le informara a Monseor Piqui, segn dichos de ste relatados a la testigo, que su nieta estaba bien, que la criaba un buen matrimonio y que la situacin de Elena y Hctor era irreversible (en relacin a Elena de la Cuadra y Hctor Baratti).
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A su vez, Mara Isabel Chorobik de Mariani relat en el debate que al concurrir a la Comisara 5 de La Plata, sede policial con jurisdiccin en el domicilio de la calle 30 donde sustrajeron a su nieta, el comisario que la recibi le dijo que era costumbre alterarles la identidad a los chicos. Segn lo manifestado por Mariani durante el debate el Comisario era Osvaldo Sertorio, quien luego de bajar la voz le manifest que la nena estaba viva e irnicamente le dijo que la iba a tener que reconocer por la ropa porque seguro que ya tena otra identidad como siempre se haca y le dijo tambin que si ella deca algo l lo desmentira hasta el fin de sus das. La Esma fue otro de los centros clandestinos de detencin en los que tambin se constataron los nacimientos de muchas de las vctimas de los hechos que aqu se juzgan. All se mont una estructura con el fin de atender a los partos y tambin se verific el traslado de mujeres desde otros centros para que tuvieran all a sus hijos con atencin de mdicos navales, uno de los cuales, Jorge Luis Magnacco est siendo juzgado en este debate por el hecho que damnific a Javier Gonzalo Penino Vias. De todos los centros clandestinos de detencin acondicionados como maternidades clandestinas, la Esma fue el que evidenci una mayor infraestructura y organizacin, -al igual que Campo de Mayo que ser tratado ms adelante-, habida cuenta tambin las caractersticas propias de ese lugar de alojamiento clandestino, que en s mismo constituy uno de los mayores centros de tal naturaleza que funcionaron durante el gobierno de facto, por su estructura , organizacin, permanencia y cantidad de personas que all fueron alojadas en los distintos perodos de su funcionamiento. Ello se vio tambin reflejado en una de las peculiares caractersticas que tuvo la Esma y que consisti en la explcita mencin por parte de uno de sus mximos responsables de los nacimientos all ocurridos. En tal sentido, diversos testimonios de sobrevivientes recordaron cmo (Rubn Jacinto) Chamorro, Director de la Esma se refera ese lugar como La Sard de la ESMA, La Sard por izquierda, la pequea Sard, o la Sard de Chamorro y que as lo present a diversas autoridades de la Armada que lo visitaron, al tiempo que se vanagloriaba de lo que all suceda con las embarazadas.
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Tambin la Esma fue especial en cuanto a la parodia que quienes tenan a su cargo dicho centro montaron respecto de las embarazadas, hacindoles creer que sus hijos seran entregados a sus familiares, mediante la compra de lujosos ajuares y la indicacin que les daban a las madres de escribirles a los familiares que recibiran a sus hijos. Resulta elocuente a los fines aqu tratados, sealar el episodio relatado por una sobreviviente respecto de los medios puestos a disposicin de dicho centro clandestino de detencin para el nacimiento de criaturas, por lo peculiar del relato. As pues, la testigo Sara Solarz de Osatinsky, refirindose al parto de Ana Rubel en la Esma dijo que como el beb pesaba dos kilos y era sietemesino haban llevado una incubadora a fin de colocar en ella al recin
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nacido por un par de das. El caso de Ana Rubel, es particularmente singular para ilustrar la arbitrariedad con la que se desplegaron el terrorismo de estado y sus mtodos, implementados respecto de todas las conductas aqu investigadas. En efecto, lo ocurrido con Ana Rubel y su hijo dentro de la Esma ejemplifica acabadamente tales aseveraciones, por cuanto en este debate se ha acreditado que la nombrada fue salvajemente torturada encontrndose con un embarazo a trmino. Dan cuenta de ello, entre otros, el testimonio de Lila Pastoriza. De ese modo se ha evidenciado un total desprecio por la vida, tanto de la madre y como de su hijo por nacer. Sin embargo, luego del nacimiento y como fue relatado precedentemente, se procur salvar la vida de la criatura arbitrando los medios para colocar al nio en una incubadora. Ello no hace ms que evidenciar que la decisin sobre la vida y la muerte de las personas en condiciones clandestinas de cautiverio poda cambiar permanentemente y ello fue una herramienta sumamente eficaz para imponer el terror. Del mismo modo, operaron las liberaciones ordenadas, de la que dan cuenta los propios testimonios de los numerosos sobrevivientes que declararon en el debate, y con igual carcter deben ser consideradas las restituciones de nios verificadas en otros casos ajenos a este juicio. Todas esas situaciones son igualmente funcionales al terror que se pretenda imponer y se implementaron de un mismo modo: clandestina, ilegal y arbitrariamente, en
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cumplimiento de estrictas rdenes al respecto emanadas de los mximos responsables de ese mecanismo represivo. Sobre esto volveremos ms adelante, pero ameritaba su sealamiento en este caso, por lo ilustrativo que resulta en orden a las cuestiones que estn siendo tratadas. Otro de los lugares en los que se constataron nacimientos clandestinos fue en el Hospital Militar de Campo de Mayo. En dicho nosocomio se acondicion el sector de epidemiologa para atender parturientas que se encontraban en condiciones de cautiverio clandestino que eran trasladadas all al slo efecto de dar a luz, siendo rpidamente retiradas del lugar una vez producidos los partos, sin que quedara registro alguno ni de las madres ni de los nios. Sobre los nacimientos clandestinos ocurridos en Campo de Mayo resultaron elocuentes, entre otras, las constancias obrantes en el legajo personal de la Gendarmera Nacional de Daro Alberto Correa, incorporado como prueba documental en el debate, en el cual surge que durante los aos 1977, 1978 y 1979 aqul fue destinado en comisin permanente a la Prisin Militar de Encausados de Campo de Mayo, y que el propio Correa admiti que en ese rol tuvo a su cargo la atencin de parturientas detenidas, sus hijos y posterior entrega de los mismos a personas seleccionadas por las autoridades responsables incluyendo el posterior traslado de las madres a lugares secretos para su entrega a los responsables de su eliminacin final. Corroboran tales extremos las manifestaciones vertidas en este debate por Alejandro Sandoval Fontana en cuanto seal que una vez finalizado el juicio oral en el que este Tribunal aunque con otra integracinconden a Vctor Rei por su apropiacin, tuvo oportunidad de recibir informacin sobre su origen por parte de Alicia Arteach, su apropiadora, quien le cont que en su momento la citaron junto a Rei en el Regimiento de Patricios y le hicieron un ambiental. Segn palabras del testigo, les dijeron que quienes se quedaran con el nio tena que ser de la fuerza o amigo de la fuerza, tenas que tener casa propia, ser catlico. Arteach tambin le cont a Alejandro Sandoval Fontana que haba participado en este procedimiento previo a su entrega un cura de apellido Espeche, y tambin Correa, quien segn dijo era de Gendarmera y estaba a cargo de los chicos en Campo de Mayo. Represe en la
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coincidencia del apellido Correa con aqul que mencionramos en el prrafo precedente. Asimismo en un informe realizado por el Juzgado de Instruccin Militar N 17 el 10 de febrero de 1986 y elevado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en la causa nro. 489/84 caratulada Hospital Militar de Campo de Mayo s/irregularidades, obrante a fs. a fs. 6973/6985 de la causa 1351 e incorporado por lectura, se tuvo por probada la existencia de dicha maternidad. Se establecieron, entre otras circunstancias, las siguientes: a) que entre los aos 1976 y 1977 ingresaron al Hospital Militar de Campo de Mayo, en forma irregular y espordica, una cantidad no determinada de pacientes femeninas en estado de embarazo avanzado, que tenan la particularidad de revistar en carcter de detenidas por considerrselas integrantes de
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organizaciones subversivas. b) que las pacientes de referencia, eran internadas en dependencias del Servicio de Epidemiologa a cargo y bajo la atencin del Servicio de Obstetricia. c) que las pacientes detenidas eran alojadas en habitaciones de a dos con bao privado y mantenan en el exterior de las habitaciones una guardia o custodio armado. d) que las pacientes embarazadas detenidas, no eran registradas en ninguna documentacin, como as tampoco eran registrados los advenimientos de los recin nacidos. e) que no se han podido obtener referencias que permitan conocer filiacin o domicilio actual de alguna de las embarazadas que fueran asistidas en el perodo que se ha investigado a efectos de lograr testimonio de, al menos, alguna de las mencionadas. Otro de los centros clandestinos de detencin que se vincula a los hechos investigados en este juicio fue el denominado Automotores Orletti. Dicho centro funcion bajo dependencia operacional de la Secretara de Inteligencia del Estado (SIDE), que a su vez estaba bajo el control funcional del Comando del Primer Cuerpo del Ejrcito, conforme surge de la directiva 404/75. Tambin actuaron all militares uruguayos en coordinacin con las autoridades argentinas. En dicho centro clandestino estuvieron alojados los hermanos Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas y Mariana Zaffaroni Islas quienes fueron conducidos all junto a sus padres luego de los
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respectivos procedimientos llevados a cabo en forma ilegal y clandestina en sus correspondientes viviendas familiares. Tngase en cuenta, adems, que desde all fueron trasladados rumbo al Uruguay, en un vuelo internacional, los hermanos Julien Grisonas y Mara Claudia Garca Iruretagoyena, quien al momento del traslado transitaba un avanzado embarazo casi a trmino-. Tambin fueron escuchados testimonios sobre partos llevados a cabo clandestinamente en el Hospital Militar Central, pudiendo tratarse uno de ellos el de Laura Carlotto, aunque ello no ha podido ser determinado fehacientemente (s que se llevo a cabo en un hospital militar, sin poder determinarse en cul de ellos). Asimismo en el Hospital Naval de Buenos Aires naci tambin de manera clandestina Mara Florencia Lavia, ya que su madre, Susana Siver de Reinhold, quien se hallaba clandestinamente detenida en la Esma fue trasladada a dicho nosocomio donde se le practic una cesrea e inmediatamente fue devuelta a aqul centro clandestino. Adems, un mdico de ese hospital concurra habitualmente a la Esma para asistir a los partos. En el hospital de la Unidad Carcelaria n 8 de Olmos tambin se llevaron a cabo partos clandestinos de mujeres que se encontraban secuestradas en centros clandestinos de detencin. En este sentido, durante el debate se pudo conocer la desaparicin que sufri la obstetra Hilda Delgadillo junto a su esposo Csar San Emeterio, tras haber revelado informacin sobre la ocurrencia de tales hechos. Ello otorga coherencia al llamado annimo por el cual se hizo saber a la familia de Mara Elena Corvaln, que la nombrada haba dado a luz en esa unidad. Recurdese que Mara Elena Corvaln se encontraba alojada en el centro clandestino de detencin La Cacha de donde fue sacada para dar a luz y donde fue inmediatamente reintegrada aunque sin su hija, Mara Natalia Suarez Nelson Corvaln, quien recuper su identidad muchsimos aos despus. Represe adems en la proximidad fsica que exista entre La
Cacha y la Unidad Carcelaria n 8 de Olmos. Del testimonio de Hilda Victoria Montenegro tambin pudo saberse que en la Brigada Femenina de San Martn de la Polica de la Provincia
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de Buenos Aires hubo varios bebs. De all fue retirada la propia Hilda Victoria por Hernn Antonio Tetzlaff quien la inscribi como hija biolgica, siendo nombrado padrino de la nia el entonces comisario de dicha Brigada, Horacio Sella. Asimismo, Hilda Victoria Montenegro relat en el debate que a travs de los dichos de su apropiadora tom conocimiento que las criaturas que se encontraban en dicha comisara eran cuidados por monjitas de la Congregacin de Morn y que stas se ocupaban del cuidado de los bebs captado en operativos. De igual modo indic que fueron esas monjas quienes le preguntaron a sus apropiadores si queran un varn rubio, a lo que Tetzlaff contest que no, que la negrita es mi hija, quedndose as con la declarante, quien al momento de ser retirada de la comisara se encontraba impecable,
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pelada y limpia. Por su parte, la testigo Adriana Mercedes Leiva confirm lo que suceda en esa dependencia policial con los nios. Entre los diversos traslados que antes mencionramos, llevados a cabo en forma clandestina, en los cuales las mujeres embarazadas eran llevadas desde un centro clandestino a alguno de los lugares precedentemente mencionados para dar a luz, pueden citarse los casos de Patricia Julia Roisinblit y Mara Graciela Tauro quienes se encontraban alojadas clandestinamente en dependencias bajo el control operacional de la Fuerza Area y al momento de dar a luz fueron trasladadas a la ESMA y a los pocos das de producidos los partos, tanto ellas como sus hijos fueron sacados de all por personal de la misma fuerza que las tena bajo su rbita. Tambin en el caso de Juan Cabandi; su madre Alicia Alfonsn fue trasladada a la Esma al slo efecto de dar a luz, ya que se encontraba alojada en el centro clandestino de detencin denominado El Banco. Asimismo se acredit, por el testimonio de diversas sobrevivientes, que en la Esma, Alicia Alfonsn fue visitada por el Mayor Minicucci, respecto de quien se constat que actuaba en el circuito represivo conocido como ABO, comprensivo de los centros El Banco, el Club Atltico y el Olimpo. Asimismo Liliana Fontana fue trasladada a la Esma desde el Club Atltico.
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En el caso de Mara del Carmen Moyano, fue trasladada a la ESMA desde el centro clandestino de detencin denominado La Perla, ubicado en la provincia de Crdoba y luego del parto remitida de regreso, junto con Ana Rubel. Otro de los traslados constatados fue el de Rosa Taranto quien se encontraba alojada en el centro clandestino de detencin El Vesubio y desde all fue llevada hasta el Hospital Militar de Campo de Mayo, donde dio a luz a su hija Mara Beln Altamiranda Taranto, que le fue quitada enseguida, siendo luego devuelta a aqul centro clandestino que dependa operacionalmente del Primer Cuerpo de Ejrcito Zona I-. Tambin Paula Elena Ogando, quien prest declaracin
testimonial en el debate afirm haber sido trasladada desde el centro clandestino de detencin conocido como el Sheraton o el embudo una comisara de Villa Insuperable- al Hospital Militar de Campo de Mayo, donde dio a luz a su hija, luego de los cual fue reintegrada a aqul centro de detencin junto con la nia, siendo ambas finalmente liberadas. Este caso, si bien no integra el debate, ilustra acerca de los traslados aludidos. Asimismo, la testigo relat que mientras se encontraba alojada en el Sheraton su embarazo fue controlado por un mdico, a quien posteriormente reconoci como Atilio Bianco. Todo lo hasta aqu sealado demuestra no slo la cantidad de fuerzas represivas intervinientes, sino la coordinacin y uniformidad de tratamiento en todos los casos.
mbito territorial en el que se constat la realizacin de los hechos De las constancias probatorias recabadas durante el debate ha quedado suficientemente acreditado que la prctica de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores que hemos dado por probado precedentemente tuvo un mbito territorial de ejecucin a nivel nacional, del mismo modo que lo fue el plan general de aniquilacin acreditado en la causa 13/84. En respaldo de ello habremos de mencionar, por caso, los traslados efectuados desde la
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Provincia de Crdoba o desde Mar del Plata, como asimismo, traslados internacionales tanto al Uruguay como a Chile. Un caso que resulta ilustrativo de la coordinacin a nivel nacional de las decisiones adoptadas respecto de los menores que fueron sustrados de sus padres y ocultados a sus familias es el que damnific a la familia Ruiz Dameri y que ha podido ser reconstruido en virtud del anlisis pormenorizado de las circunstancias que rodearon el hecho de una de las vctimas de esa familia, Carla Silvina Valeria Ruiz Dameri, por ser uno de los casos que integra el objeto de este debate. Recurdese que la pareja compuesta por Silvia Beatriz Dameri cursando un embarazo avanzado- y Orlando Ruiz, junto a sus dos hijos Marcelo Mariano de 4 aos de edad- y Mara de las Victorias -de 2 aos de
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edad-, fueron secuestrados el 4 de junio de 1980, en la zona de frontera, y trasladados a la ESMA, habiendo sido tambin la madre junto a sus hijos alojados temporalmente en una quinta de la Provincia de Buenos Aires. Entre los meses de julio y octubre de 1980 Silvia Beatriz Dameri dio a luz a Carla Silvina Valeria Ruiz Dameri en las instalaciones de la ESMA, quien le fue sustrada, mientras que sus otros dos hijos Marcelo Mariano y Mara de las Victorias fueron abandonados, hacia fines de 1980, en Crdoba y Rosario, respectivamente, luego de lo cual fueran adoptados. En cuanto a los lugares donde ocurrieron los hechos que constituyen el objeto procesal de estas actuaciones, encontramos que la gran mayora se concentran en la Capital Federal y Gran Buenos Aires y ello encuentra lgica teniendo en cuenta que all es donde se verifica una mayor densidad de poblacin y por lgica consecuencia donde ocurrieron la mayor cantidad de casos, sin perjuicio de que no fueron los nicos mbitos territoriales en los que se despleg la prctica de sustraccin de menores aqu acreditada, habindose constatado tambin que ello ocurri en Crdoba, Entre Ros, Tucumn y San Juan. Aclarado ello, no puede pasarse por alto en este aspecto que la Orden Parcial nro. 405/76, cuya finalidad era intensificar las operaciones contra la subversin, sealaba que en tales zonas se encontraba la mayor densidad demogrfica nacional y a la vez la mayor concentracin obrera fabril,
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que constitua el medio prioritario para el accionar subversivo y su principal objetivo de captacin. Esa orden se refiere a la Capital y al conurbano como una entidad diferenciable y organiza una Central de Operaciones de Inteligencia (COI) para coordinar las acciones en esa zona y las operaciones de seguridad, integrado por personal de los rganos de inteligencia, la Polica Federal y la Polica de la Provincia de Buenos Aires. Territorialmente, lo que se modific con esta orden fue el esquema de la Orden 404, segregando del Comando de Zona I los partidos de 3 de febrero, San Martn, Vicente Lpez, San Isidro, San Fernando, General Sarmiento, Tigre, Pilar, Exaltacin de la Cruz, Escobar, Zrate y Campana, y agregndolos al Comando de Zona 4. El Comandante de esta nueva Zona de Defensa 4, tendra su sede en el Comando de Institutos Militares. Tambin, en cuanto a la logstica de la que se provee a ese Comando, se establece que se dispondr de los efectos necesarios para la asistencia de sanidad a proveer por el Comando de Sanidad (ver punto 4.b.2). Veremos que ese elemento para la asistencia sanitaria, en la guarnicin militar de Campo de Mayo, resultaba ser justamente el Hospital Militar de ese lugar, donde funcion la maternidad clandestina que describiramos precedentemente, y que quedaba por medio de esta orden bajo la rbita del Comando de Zona 4. Posteriormente se dict la Directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito nro. 504 (denominada continuacin de la ofensiva contra la subversin en el perodo 1977-1978 del 20 de abril de 1977), que tena por finalidad actualizar e intensificar el contenido del Plan de Capacidades militares de 1972 y la directiva nro. 404/75, reemplazndolas. En cuanto al territorio, no hay ninguna reestructuracin pero aparece una pequea zona de nombre DELTA a cargo de la Armada. Nuevamente, esta directiva, coloca como rea principal de los esfuerzos estratgicos a la Zona Buenos Aires, que inclua Capital Federal, Gran Buenos Aires, La Plata, Berisso y Ensenada, zona justamente donde se asentaron algunos de los centros clandestinos referidos precedentemente y mantiene como elementos bajo control operacional a la Polica Federal y a las policas provinciales, fuerzas que algunas veces operaban en esos centros.
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Por otra parte, tambin resulta elocuente la ubicacin de los centros clandestinos de detencin acondicionados para llevar a cabo los partos, por cuanto su posicionamiento cubre adecuadamente la zona geogrfica donde ocurrieron los hechos: as Campo de Mayo y el Hospital Militar de Campo de Mayo en el norte del conurbano bonaerense-, la ESMA en plena Capital Federal-, y Pozo de Banfield en la zona sur del Gran Buenos Aires.
mbito temporal de los hechos cometidos Las sustracciones de los menores que resultan objeto de juzgamiento en estas actuaciones han sido cometidas desde los primeros meses del gobierno de facto iniciado el 24 de marzo de 1976 y se han extendido hasta fines del ao 1980, al menos en lo que ha sido acreditado en este juicio.
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El primer hallazgo fue el de los hermanos Julien Grisonas, ocurrido en el ao 1979, como ya se dijo, mientras que la ltima determinacin de identidad efectuada respecto de una de las vctimas de este juicio ocurri durante la sustanciacin del debate y corresponde al anlisis de ADN practicado respecto de Mara Florencia Reinhold Siver. Asimismo existen an ocho vctimas que permanecen
desaparecidas (Clara Anah Mariani y los hijos de Laura Carlotto, Elena De la Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Stella Maris Montesano, Mara Elosa
Castellini, Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel), continuando entonces la permanencia comisiva de esos hechos hasta la actualidad. La aludida extensin temporal de las conductas delictivas investigadas en estas actuaciones resulta por dems elocuente. De tales conclusiones y atendiendo a los extensos perodos de tiempo consignados surge como consecuencia, adems, que los distintos tramos comisivos hayan sido desplegados sin perjuicio del recambio de las autoridades que integraron las distintas cadenas de mandos dentro de la estructura de poder que los llev a cabo. En este aspecto se advierte una uniformidad comisiva en toda la secuencia temporal sin que el recambio en las autoridades de mando haya tenido incidencia alguna en la modalidad de los hechos o su permanencia.
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De all que pueda concluirse asimismo que las decisiones delictivas fueron sucesivamente renovadas en la inicial direccin con las que fueron impartidas.
Clandestinidad como marco general en que se produjeron las sustracciones de los menores. Como ya fuera adelantado todas las sustracciones de los menores que aqu se juzgan, tuvieron como denominador comn el marco general de clandestinidad determinado por las acciones represivas a las que fueron sometidos sus padres, inscribindose entonces tales sustracciones en el mismo contexto del plan general de aniquilacin ejecutado por el ltimo gobierno militar mediante la implementacin de mtodos de terrorismo de Estado, al haber quedado inmersas en el mbito de actuacin de las fuerzas represivas que llevaron a cabo tales actos. En ese contexto, ilegal y clandestino, todos los menores vctimas de las acciones que fueron acreditadas, quedaron a merced de las fuerzas represivas intervinientes. Aqu cobra una relevancia fundamental la cuestin relativa a las rdenes impartidas por el gobierno militar respecto de los menores de 10 aos, que fueron mencionadas incluso por las defensas de modo exculpatorio. En tal sentido corresponde sealar que obra incorporada como prueba del debate la Orden de Operaciones 9/77 (Continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977) que textualmente dispona lo siguiente: Proceder con menores de edad que queden desamparados como consecuencia de operaciones antisubversivas. Se encuentran comprendidos los hijos de hasta 10 (diez) aos, con quienes se adoptar el siguiente temperamento: 1) En caso de conocerse la filiacin de los detenidos o desaparecidos y, en consecuencia, la de los hijos de stos, el organismo que haya intervenido deber hacer entrega del o de los menores a los parientes de primer grado; (lo resaltado nos pertenece)
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2) En el caso mencionado en 1) la entrega deber efectuarse mediante acta documentada, en la que deber constar, como mnimo, los datos de filiacin de la persona que recibe y su grado de parentesco, la fecha y lugar de entrega y el estado fsico de los menores; 3) Bajo ningn concepto deber hacerse entrega de los menores a vecinos del lugar; 4) En caso de no conocerse los datos de filiacin de los detenidos, desaparecidos y/o parientes cercanos, deber hacerse entrega de los menores al organismo ms prximo de la PFA o provincial, a fin de que stos efecten la posterior entrega al Ministerio de Bienestar Social o dependencias similares provinciales; (lo resaltado nos pertenece) 5) En el caso mencionado en 4), la entrega deber efectuarse en
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forma documentada; 6) En caso de desconocimiento de la filiacin de los menores o de la existencia de familiares, debern suministrarse los datos necesarios para su publicacin a fin de que los posibles parientes puedan solicitar su entrega. Dicho fragmento fue extrado del Apndice 1 (PON sobre administracin de personal detenido por hechos subversivos) al Anexo 7 (Personal) de la referida Orden, todo lo cual obra incorporado como prueba documental. Del contenido de dicha orden pueden extraerse importantes conclusiones. Previo a ello merece destacarse que resulta por dems llamativa la utilizacin del trmino desaparecido en una orden de tales caractersticas. Teniendo en cuenta entonces lo ordenado conforme la normativa citada y constatando las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se desarrollaron la totalidad de los hechos acreditados en autos, puede concluirse que esa normativa fue claramente incumplida. No ha habido un slo elemento probatorio que constituya siquiera un indicio de que respecto de alguno de los 34 menores que fueron secuestrados, retenidos y ocultados, se haya pretendido instrumentar alguno de los mecanismos de restitucin all ordenados. Muy por el contrario, todo el accionar desplegado por las fuerzas represivas respecto de los menores evidenci la deliberada voluntad de
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mantenerlos en la ms absoluta clandestinidad, dndoles as a los hijos la misma entidad de desaparecidos que a sus padres. Ello se deriva de las copiosas pruebas colectadas que as lo indican. En los casos de los nios secuestrados junto a sus padres, no hubo el menor intento de contactar a las familias como tampoco una explicacin documentada del motivo por el cual fueron mantenidos en cautiverio. El caso de los nios nacidos durante el cautiverio de sus madres es an ms elocuente habida cuenta la ostensible organizacin montada, especficamente, para mantenerlos en la ms absoluta clandestinidad hasta que se decidiera su destino, alejando a las familias de toda posibilidad de conocer siquiera si tales alumbramientos haban tenido lugar. Esa clandestinidad en el alojamiento de los menores y en el modo de llevarse a cabo los partos, implicaron el otorgamiento de una garanta de impunidad para el desarrollo de las conductas delictivas verificadas en este debate respecto de esos nios. De all se concluye que el temperamento adoptado respecto de los menores no era ajeno a la metodologa propia del plan general de aniquilacin desplegado por la ltima dictadura militar y que se implement tambin respecto de los nios los mismos mtodos de terrorismo de Estado que caracterizaron las acciones criminales llevadas a cabo respecto de los adultos. Estas consideraciones resultan por dems elocuentes para concluir que la prctica sistemtica y generalizada de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores que hemos dado por probada, obedeci a rdenes ilegales emanadas de las mximas autoridades y que fueron acabadamente cumplidas por las diversas cadenas de mandos que conformaban la estructura militar del gobierno de facto, las que lgicamente no podremos hallar por la manifiesta ilegalidad de su contenido, tal como ocurri con las rdenes que disearon el plan general de aniquilacin que se prob en la aludida causa 13/84. Esta circunstancia explica tambin por qu, cuando se devolva a los nios a sus familias o se entregaban a vecinos o en entidades de beneficencia o afines, tampoco se cumpli esa normativa. En este sentido es importante sealar que tales supuestos son ajenos a los casos que integran el
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presente debate, pero han sido invocados por casi la totalidad de las defensas, presentndolos como no-casos o supuestos que permitiran controvertir la afirmacin de la existencia de una prctica sistemtica de apropiacin de nios. Represe asimismo que de una copiosa cantidad de testimonios recibidos durante el debate pudo darse cuenta tambin de numerosos casos en que las criaturas eran dejadas abandonadas solas en las casas luego de los procedimientos en los que se llevaban a los adultos del lugar, o entregados a vecinos que disponan de ellos con total libertad o entregados a alguna persona elegida arbitrariamente por las fuerzas represivas o por el encargo de las personas secuestradas en medio de la urgencia e ilicitud que rodeaba la privacin de libertad en el marco de la cual se adoptaban tales decisiones desesperadas. Sin embargo, aunque abundramos en ms ejemplos, en
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ninguno de ellos encontramos formalidad alguna para llevar a cabo las aludidas medidas adoptadas respecto de los menores. En efecto, an cuando los nios fueron restituidos, dichos procedimientos fueron tambin clandestina e ilegalmente llevados a cabo, en orden a la normativa que debi haberse seguido a esos efectos. Aqu tambin puede hacerse un paralelismo con la situacin de los adultos, y es el caso de las personas liberadas. As como la existencia de una gran cantidad de personas liberadas o puestas a disposicin del Poder Ejecutivo no controvirti el plan general probado en la causa 13/84; paralelamente, puede decirse que los no-casos o contra-casos tampoco controvierten o niegan la existencia de la prctica que ha sido acreditada en las presentes actuaciones. En la clandestinidad del sistema represivo instrumentado se poda tanto secuestrar como, torturar, matar o liberar a las vctimas. Y en este debate se ha acreditado que con los nios sucedi lo mismo, con la diferencia, quizs, que se encontr un modo de mantenerlos desaparecidos con vida imposible de llevar a cabo respecto de los adultos- que consisti en la modificacin de sus identidades (hacindolas inciertas, alterndolas o suprimindolas) y el apartamiento de sus familiares. Desde la clandestinidad en la que se encontraban los menores, cualquier decisin que se adoptara sobre su destino quedaba amparada por la
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garanta de impunidad sobre la que se bas la funcionalidad de todo el sistema de represin ilegal. De all que no tenga ninguna incidencia en la conclusin arribada respecto de la existencia de una prctica con las caractersticas apuntadas que haya habido casos en los cuales algunos nios fueron devueltos del modo sealado en este debate, en la medida que no controvierten la existencia de la mencionada garanta de impunidad. Lo que resulta trascendente para esta cuestin no es la existencia de casos de restituciones sino el modo en que fueron efectuadas. Y los casos invocados no hacen ms que corroborar todo lo que ha sido dicho hasta ahora respecto del tratamiento clandestino que se dio a los nios, que fueron mantenidos en cautiverio en centros clandestinos de detencin, que nacieron en condiciones inhumanas de alumbramiento y que no tuvieron el ms mnimo respeto a los derechos inherentes a la niez y a la posibilidad de que quienes ejercan sobre ellos la patria potestad pudieran decidir su destino y no quienes arbitrariamente lo dispusieron a su antojo. As pues, como ha quedado acreditado precedentemente, el destino de las criaturas fue decidido arbitrariamente al antojo de quienes los colocaron en esa situacin de clandestinidad. De all que no puedan extraerse de tales restituciones las pretendidas conclusiones alegadas por las defensas, como tampoco puede considerase que esos supuestos controviertan en modo alguno lo que hemos concluido sobre los casos probados en este juicio. Es por todo ello que consideramos que los hechos acreditados en este debate fueron decididos desde las ms altas cpulas del poder militar que emiti las rdenes para la implementacin de los mtodos de terrorismo de Estado desplegados en el marco del plan general de aniquilacin. Asimismo y por todo lo expuesto concluimos que tales rdenes no implicaron necesariamente que los menores fueran entregados a tal o cual persona, sino que aqullas disponan que no seran restituidos a sus familias, a pesar de los reclamos a nivel nacional e internacional realizados a lo largo de los aos para encontrarlos.
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As como los restantes delitos cometidos en el marco del plan general de aniquilacin desplegado en esos aos de nuestra historia, los hechos probados en estas actuaciones fueron decididos de modo arbitrario, ejecutados de manera clandestina y amparados por la garanta de impunidad que hizo posible su continuidad. Tambin, ha quedado establecido que aquellos hechos fueron cometidos por miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, organizadas vertical y disciplinadamente, por lo que queda descartada toda hiptesis de que pudieron haber ocurrido sin rdenes expresas de los superiores. Tampoco es posible, que la realizacin de tales conductas en centros clandestinos de detencin o en dependencias militares o policiales, controlados por parte del personal de esas fuerzas, haya podido llevarse a cabo
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sin una decisin expresa de las mximas autoridades militares, descartndose tambin por ello la hiptesis que seala la ocurrencia de hechos aislados e individualmente cometidos. En todos los casos, recordemos, la finalidad del plan general que se acredit en la causa 13/84 era aniquilar a la subversin. El objetivo de las acciones desplegadas era neutralizar el accionar de los grupos que se consideraban subversivos. Para ello se desplegaron acciones que repercutieron en toda la sociedad. Entre ellas se ubican las acciones directas desplegadas contra quienes eran identificados como subversivos e ingresaban al sistema clandestino de represin. Esto ocurri, como ya ha sido expresado, con lo padres de las vctimas. La implementacin de los mtodos de terrorismo de Estado sufridos por aqullos implicaban todo tipo de vejmenes que tenan por objeto anular los rasgos ms bsicos de la condicin humana, siendo ultrajados los derechos ms esenciales, la libertad, la alimentacin, la higiene, la vestimenta, fueron maniatados, encapuchados, torturados, no podan comunicarse y ni siquiera identificarse con sus propios nombres, no tenan la ms mnima certeza sobre su futuro, estaban aislados absolutamente de sus seres queridos y con todos sus derechos conculcados, los que quedaban a merced de quienes haban decidido suprimirlos. Sobre ellos se decida todo y toda decisin era
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arbitraria porque no se daba cuenta de ello, ni de su razn de ser o fundamento, que, por supuesto, era ilegal. El terror se infunda de ese modo y la finalidad era la sumisin y la colaboracin de los cautivos en pos de lo que les fuera requerido el tiempo que all permanecieran. En tales circunstancias quienes sufrieron esos actos fueron privados tambin de la libertad de ejercer la patria potestad respecto de sus hijos, que quedaron a merced de lo que a su respecto decidieran quienes se arrogaron el poder de decidir sobre la libertad y la vida de sus respectivos padres. Con esa misma arbitrariedad se sell la suerte de los menores que hoy son vctimas de estos hechos. Conforme se estableciera en las conclusiones a las que se arribara ms arriba, todos los menores que resultaron vctimas de los hechos aqu acreditados ingresaron al sistema clandestino implementado por las Juntas Militares como consecuencia de haberse decidido tambin respecto de ellos someterlos a las mismas condiciones de clandestinidad a las que fueron sometidos sus padres. Se los sustrajo del poder de ellos y se los separ y ocult de sus familias por accin de quienes actuaban en estricto cumplimiento de rdenes superiores.
Deliberado ocultamiento de informacin Durante el debate los familiares de las vctimas han dado cuenta de los innumerables reclamos efectuados as como de la constante negativa de informacin que recibieron como respuesta de parte de las autoridades requeridas. Conforme lo adelantramos ms arriba, esa negativa de brindar informacin fue absolutamente deliberada y respondi a rdenes bien concretas, ya que constitua un elemento esencial para la funcionalidad de la prctica llevada a cabo, as como del plan general. El hecho ms emblemtico y representativo de lo que venimos diciendo puede encontrarse en la actuacin evidenciada por las mximas autoridades militares en relacin al caso de Clara Anah Mariani.
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Veamos por qu. De todos los hechos que integran el debate, ese caso fue el de mayor despliegue de fuerzas represivas, de una violencia inusitada, con una trascendencia pblica y meditica enormes, el nico en el que se constat la presencia en el lugar del hecho de las mximas autoridades militares de la poca y con jurisdiccin en el lugar del hecho, en el que pblicamente tambin se reconoci la intervencin militar en hechos ocurridos, la orden emitida para la realizacin de tal operativo de fuerzas conjuntas y la muerte de los adultos ocupantes de la vivienda. Sin embargo, nada se dijo de la nia que se encontraba en la casa y que fue la nica sobreviviente del lugar, a pesar de que quienes ostentaban la mxima autoridad respecto de los hechos ocurridos estuvieron presentes y constataron dicho extremo. Cmo es posible entonces explicar que omitieran
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referirse a la menor de un modo tan deliberado?. No existe posibilidad alguna de que les fuera ocultado algo semejante. Sin embargo todos coincidieron en omitir cualquier tipo de informacin relativa a la nia. Resulta por dems inaplicable en este supuesto cualquier tipo de conjetura sobre eventuales actuaciones delictivas individuales y aisladas, conforme las alegaciones de las defensas. El contexto del hecho lo rebate por s mismo. Volviendo al suceso que tratamos, lo ms sorprendente quizs, sea lo declarado por Carlos Guillermo Surez Mason y Adolfo Sigwald al referirse a los hechos acaecidos, quienes no negaron su presencia en el operativo pero sostuvieron que no recordaban que hubiera una nia en el lugar. Ni siquiera fueron categricos. Resulta absolutamente inverosmil que autoridades de tal alto rango pudieran desconocer un dato semejante, pero ms inverosmil an es que lo hayan manifestado de tal modo en el marco de actuaciones judiciales (declaraciones prestadas por los nombrados ante el Juzgado Federal nro. 3 de La Plata, en causa nro. 3160 Mariani, Clara Anah s/habeas corpus e incorporadas por lectura). Por su parte, Ramn Juan Alberto Camps, en ese mismo expediente tambin declar haberse hecho presente en el lugar, sealando al respecto que En oportunidad del operativo, luego de un intenso tiroteo, se declar un incendio. Como consecuencia del mismo, resultaron varias personas fallecidas, de las cuales
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recuerdo estaban totalmente carbonizadas. De haber existido en el lugar de marras una criatura de tan corta edad, pudo haber perecido en el siniestro. Todo lo expuesto es lo que se dio a la prensa (declaracin prestada por el nombrado en la causa de referencia e incorporada por lectura). Por otra parte, el reclamo sobre Clara Anah Mariani lleg a originar la Resolucin 31/78 de la Comisin Interamericana de Derechos
Humanos en la cual se observ al Gobierno Argentino en cuanto a que la desaparicin de la nia constitua un supuesto de gravsimas violaciones a los derechos humanos, y le recomend al gobierno de facto que devolviera a Clara Anah a su familia y que instara una investigacin pronta e imparcial de los hechos que la damnificaron (ver expte. N 2553 de la OEA). Ante ello, el Estado Argentino, mediante su correspondiente representacin, inform no tener informacin alguna sobre la nia ni registro de que hubiera estado en la casa. Ello coloca la decisin de omitir informacin al mximo nivel nacional y da cuenta acabadamente que lo sucedido con Clara Anah Mariani fue ordenado tambin a ese nivel. Con esa decisin se evidencia que la nia estaba desaparecida en los trminos del propio informe que elabora el gobierno sobre lo ocurrido en la casa. La nia no estaba. No se asume que haya salido viva ni que haya muerto en tal ocasin. Esa fue la respuesta oficial en todos los mbitos en los que fue dada. Sin embargo, todo lo contrario ocurra extraoficialmente, donde las versiones de los hechos fueron diferentes. Recordemos nuevamente lo manifestado por Mara Isabel Chorobik de Mariani ante esta sede respecto de los dichos que recibi de parte del Comisario Sertorio (a cargo de la Comisara 5) inmediatamente despus de ocurridos los hechos, entre otras versiones que tambin recibi en igual sentido. Ello jams hubiera sido posible de haber sido cierta la informacin oficial. Tampoco tiene el menor asidero el seguimiento del caso por parte de los organismos de inteligencia, como se ha probado que ocurri a partir del anlisis de la documentacin relativa a los archivos de la D.I.P.B.A. que fueron incorporados al debate como prueba documental.
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Es en virtud de todo ello que resulta ilustrativo el caso sealado para acreditar que las decisiones sobre los menores se adoptaron desde los mximos niveles del poder militar, y fueron tambin las cpulas las que decidieron que se omitira dar cualquier informacin respecto de los nios, ingresndolos a la misma clandestinidad a la que haban sido conducidos sus padres. Esta contradiccin entre lo que se informaba a nivel oficial como respuesta a los reclamos y lo que se expresaba extraoficialmente, fue una constante en muchos de los casos que aqu se juzgan y fue relatado por los familiares de las vctimas al declarar en el debate. Dicha circunstancia demuestra cabalmente que la informacin exista y que deliberadamente se ocultaba.
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En tal sentido puede mencionarse tambin lo manifestado por Mara Isabel Chorobik de Mariani durante el debate, al detallar las diversas gestiones y contactos que las primeras Abuelas desarrollaron para encontrar a sus nietos. Al respecto, record que dos integrantes de la incipiente agrupacin Abuelas, Alicia de la Cuadra y Eva Castillo Barrios, fueron a hablar con Mario Amadeo el nombrado haba sido Embajador ante las Naciones Unidas y durante el ao 1978, momento en que se produjo el encuentro relatado, se lo haba propuesto como experto en la Comisin de Derechos Humanos de las Naciones Unidas-. Amadeo las recibi, se mostr afligido y les dijo que mucha gente le iba a pedir ayuda, siendo que las Abuelas le pidieron que intercediera ante el Secretario General de la OEA, Alejandro Orfila, para que les devolvieran a sus nietos. Ante ello, Mariani sostuvo que Amadeo les dijo que lo hara y que cuando regresaron a la semana siguiente, ste les respondi que haba hablado con el Coronel Ruiz Palacios, por entonces Subsecretario del Interior, y que le haba dicho que ni sobre sus cuerpos les iban a devolver a los nietos. En sentido similar se expres Emilio Fermn Mignone, en su declaracin incorporada por lectura al debate (obrante a fs. 2516/17 de la causa 1499) en la cual manifest que mientras buscaba a su hija desaparecida, en 1978, mantuvo una reunin con el General Vaquero, quien le dijo que un
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problema que tenemos que enfrentar es el de los hijos de los subversivos, para evitar que se cren con odio hacia las instituciones militares. Asimismo, Mignone tambin refiri haberse entrevistado con Mario Amadeo solicitndole que se interiorizara sobre la situacin de desaparicin de personas y que recibiera a las Abuelas de Plaza de Mayo. Dicho encuentro tuvo lugar y a raz de ste Mignone seal que Amadeo se entrevist con el Secretario Legal y Tcnico de la Presidencia, el Coronel Auditor Cerd, y que le plante a ste la cuestin referida a los menores, ante lo cual Cerd tom distancia de la cuestin diciendo que era una cuestin sobre la que resolvi la Junta Militar. Que Amadeo le dijo a Mignone que, segn el mismo Cerd, lamentablemente, se haba aprobado a nivel de la Junta Militar una doctrina mediante la cual los hijos de los subversivos no deban ser educados con odio hacia las instituciones militares. Que por ello se entregaban los chicos en adopcin. Que no pudo llegar a conocer el destino especfico que tendran los menores. All record los dichos de Vaquero, que fueron expresados casi en los mismos trminos. Por lo expuesto los dichos de Mariani y Mignone resultan coincidentes en cuanto al contenido de la informacin recibida, sin perjuicio de las referencias de uno u otro interlocutor, que, en cualquier caso, ocupaban un alto cargo jerrquico en el gobierno nacional de entonces. Otra evidencia insoslayable sobre el conocimiento que tenan los mximos responsables de la estructura represiva acerca del paradero de los nios y su deliberada decisin de ocultar esa informacin a los familiares, puede encontrarse en las manifestaciones efectuadas a un medio periodstico espaol, durante el ao 1983 por Ramn Camps en una entrevista realizada por el periodista Santiago Aroca. Recordemos que dicha entrevista, publicada en la revista Tiempo, de Madrid (Espaa), el 7 de noviembre de 1983, fue acompaada a este Tribunal por Estela Barnes de Carlotto durante su declaracin testimonial prestada durante este debate e incorporada como prueba documental. De all surge que luego de adjudicarse 5.000 desapariciones y darlos por muertos, Ramn Camps dijo: personalmente no elimin a ningn nio. Lo que hice fue entregar a algunos de ellos a organismos de beneficencia para que los
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encontrasen nuevos padres. Los padres subversivos educan a sus hijos para la subversin. Eso hay que impedirlo y todos los dems (desaparecidos) son responsabilidad de la Junta Militar y del Presidente de la Repblica. No puede soslayarse que tales afirmaciones pblicas fueron efectuadas por quien revistiera el grado de General del Ejrcito durante los hechos aqu investigados y tuvo a su cargo la conduccin de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, jurisdiccin en la que se cometieron una gran cantidad de los hechos que aqu se juzgan. Ello tambin ilustra lo que afirmramos anteriormente sobre la disociacin entre las informaciones oficiales proporcionadas a los familiares por las vas legales pertinentes y lo que se sostena extraoficialmente, bajo el amparo, claro est, de la garanta de impunidad sobre la que se sustent toda
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la metodologa represiva analizada. Otro de los testimonios que no puede soslayarse es el que prest durante el debate Elliot Abrams (26-01-2012), por cuanto sus dichos pusieron de manifiesto de manera elocuente el conocimiento que exista en las ms altas esferas del gobierno nacional sobre lo que ocurra con los nios desaparecidos, a la vez que demuestra la deliberada decisin que se adopt de ocultar toda la informacin relativa a las vctimas de estos hechos, pudiendo concluirse a su vez que por sus caractersticas, tal determinacin conform una poltica de Estado. Recurdese que Elliot Abrams era Subsecretario de Estado en Derechos Humanos, del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Amrica y dependa directamente del Secretario de Estado, denominacin que en la administracin estadounidense, refiere al cargo de Canciller; por lo que se trataba de un funcionario jerrquico, lo que se reflejaba en que su designacin requiri la conformidad del Senado de Estados Unidos. El nombrado relat que su oficina segua con atencin lo que suceda con los derechos humanos en Argentina, por lo que reciba informaciones de organismos de derechos humanos y familiares de vctimas, entre otros, evocando especialmente a Emilio Mignone y a Adolfo Prez Esquivel como dos de las personas con las que tena contactos.
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Abrams y su equipo mantenan reuniones con funcionarios argentinos, donde trasladaba las inquietudes del Departamento de Estado en esta materia. El testigo al declarar en este juicio, record una reunin con el entonces Embajador Argentino en Estados Unidos, Lucio Garca del Solar, luego de la cual redact un memorandum confidencial para su jefe, el Secretario de Estado. En dicho documento traducido al castellano e incorporado como prueba documental- con fecha 3 de diciembre de 1982 Abrams informaba a su jefe que haba tratado dos asuntos con el Embajador Argentino; el primero, relativo a lo que llam la certificacin, consistente sta en una suerte de reconocimiento por parte de Estados Unidos sobre avances en materia de derechos humanos en la Argentina, que Garca del Solar trataba de obtener; el segundo asunto tratado en la reunin fue, especficamente, el tema de los nios desaparecidos. En el aludido memorandum Abrams sostiene Le pregunt al embajador el tema de los nios en este contexto, los nios nacidos de prisioneras o los arrancados de sus familias durante la guerra sucia. Si bien los desaparecidos estaban muertos, estos nios estaban vivos y en un sentido esto era el problema humanitario ms grave. El embajador acordaba en un todo y ya le haba mencionado este punto a su Ministro de Relaciones Exteriores y al Presidente. No haban rechazado su punto de vista, pero sealaron el problema de, por ejemplo, sacarle los nios a los padres adoptivos. Suger que el problema poda ser derivado a la Iglesia o una comisin que incluyera a la Iglesia, mdicos, etc. Toda accin con respecto a esos nios tendra un contenido humanitario y poltico enorme. Nuevamente el embajador dijo que estaba totalmente de acuerdo y que mencionara el tema nuevamente en su capital (cfr. fs. 1283/1287 del cuaderno de prueba de la causa n 1351 donde luce agregado el documento y la traduccin precedentemente transcripta). Recurdese que para esa fecha los hermanos Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas ya haban sido localizados y sus padres permanecan desaparecidos. Dicho memorndum era un documento de carcter confidencial, y segn explic Abrams en su declaracin prestada en este debate, esa clasificacin responda a que en la reunin se haban tratado temas sensibles, por lo que su conocimiento estaba reservado al Secretario de Estado. Record
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tambin el testigo que ese documento fue desclasificado parcialmente por el gobierno de Estados Unidos en el ao 2002 y en forma completa durante el desarrollo de este debate. Asimismo resultan insoslayables las expresiones que continuacin se transcriben y que fueron vertidas testimonialmente en este juicio por Abrams al continuar su relato sobre las circunstancias documentadas en el referido memorndum, en cuanto sostuvo que pensbamos que no se referan slo a uno o dos nios o uno o dos oficiales que hubiesen sustrados a los nios, pensbamos que era un plan porque haba mucha gente que encarcelaban o asesinaban, y nos pareca que el gobierno militar haba decidido que algunos se entreguen a otras familias, luego de lo cual dej expresamente aclarado que sa no era su opinin personal, sino que era lo que se pensaba en el gobierno de Estados
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Unidos. As pues, el altsimo nivel de debate en el que se manejaba el asunto, su carcter internacional, los interlocutores que lo protagonizaron, la fecha en la que el referido evento tuvo lugar, el contexto en el que se dio esa conversacin, el carcter confidencial del memorando, as como esencial y principalmente el contenido de las cuestiones all documentadas -ratificadas en todos sus trminos por uno de sus protagonistas durante este debate-, corroboran las conclusiones que fueran dadas precedentemente en cuanto a que la decisin adoptada por el gobierno de facto sobre la prctica de desaparicin de menores a la que nos hemos venido refiriendo constituy una poltica de Estado. Por otra parte, tambin resultan ilustrativos de la deliberada decisin de ocultar la informacin sobre los nios sustrados los diversos informes que han sido incorporados a estas actuaciones correspondientes a las operaciones de inteligencia desplegadas sobre los familiares de la vctimas, las Abuelas de Plaza de Mayo e incluso sobre las propias criaturas y que obran detallados en los diversos legajos de la D.I.P.B.A., de los que diera cuenta extensamente durante el debate la testigo Claudia Bellingieri quien, a raz de su desempeo en la Direccin Provincial por la Memoria pudo ilustrar acabadamente el contenido de los informes y carpetas que conforman dicha documentacin.
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Del contenido de tales legajos puede extraerse como conclusin no slo que debieron necesariamente emitirse rdenes concretas para efectuar tales investigaciones y seguimientos por parte de organismos de inteligencia, sino que en modo alguno aqullas estaban dirigidas a elucidar lo ocurrido con las vctimas, sino que evidenciaban medidas de supervisin y que el control de las rdenes de hacer desaparecer a los nios aludidas precedentemente- se siguiera cumpliendo con la clara finalidad de evitar que tales nios fueran encontrados. Recurdese en este punto la importancia otorgada a los organismos de inteligencia durante el plan represivo instrumentado, conforme fuera analizado en el considerando pertinente en el que se detallan pormenorizadamente las rdenes y reglamentos que as lo establecan, donde asimismo qued acreditada la frecuencia y fluidez de los mecanismos implementados para mantener permanentemente actualizada la informacin obtenida a travs del personal de inteligencia y su coordinacin con todas las fuerzas represivas. A partir de tales consideraciones es que puede concluirse que el seguimiento de los familiares de las vctimas de estos hechos, constatados a partir de los informes plasmados en los legajos de la D.I.P.B.A. que fueron incorporados como prueba documental, obedecieron claramente al aludido control de las rdenes impartidas respecto de los menores sustrados y con la ostensible finalidad de verificar que no fueran encontrados por quienes haban emprendido su tenaz bsqueda.
La vulneracin de la identidad de los menores como modo de ocultamiento de los hechos a perpetuidad. De los 34 casos que han sido probados, 26 de las vctimas fueron localizadas a lo largo de todos estos aos. Tales hallazgos han permitido conocer las modalidades
implementadas para ocultar a las vctimas de sus familias, haciendo perdurar sus desapariciones durante tantos aos. El ocultamiento se logr mediante la modificacin de sus identidades, ya sea bajo falsas inscripciones como hijos biolgicos de personas
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que no eran sus padres en la mayora de los casos- o mediante adopciones provocadas por habrselos abandonado deliberadamente para tal fin y omitindose brindar a las autoridades judiciales pertinentes las informaciones sobre ellos, colocndolos en una situacin de desproteccin por parte del Estado, ya que en modo alguno se hallaban dentro de los supuestos que habilitan tal decisin jurisdiccional al no tratarse de genuinos abandonos y contando todos ellos con familiares que paralelamente agotaban todas las vas judiciales y extrajudiciales a su alcance para dar con su paradero, tal como ya mencionramos. Tales maniobras determinaron que se imposibilitara cualquier contacto entre las vctimas y sus familiares que intensamente los buscaban. Resulta asimismo importante destacar la intervencin del personal
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de las fuerzas represivas, tambin en la confeccin de muchos de los certificados de nacimiento apcrifos utilizados para inscribir a las vctimas como hijos biolgicos de quienes los apropiaron. Varios de esos certificados fueron firmados por mdicos del Ejrcito, de la Fuerza Area, de la Armada y de la polica bonaerense. Pueden mencionarse a ttulo de ejemplo los certificados de nacimiento de Alejandro Sandoval y de Claudia Poblete, firmados por el mdico del Ejrcito Argentino, Cceres Moni; como asimismo otros certificados de nacimiento firmados por el mdico de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Antonio Bergs o por el mdico Jorge Hctor Vidal quien prestaba servicios en la Brigada de Investigaciones con asiento en San Justo. En torno a esta cuestin no puede soslayarse una circunstancia que resulta medular para comprender la eficacia de la metodologa implementada en la prctica que acaba de ser reseada consistente en hacer incierta, alterar o suprimir la identidad de los menores como un modo de ocultamiento de los hechos a perpetuidad. Dicha circunstancia consiste en una peculiaridad histrica, relativa a que al momento de los hechos no se contaba con las prcticas cientficas que existen actualmente a los fines de la identificacin de personas. Esta
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consideracin deviene fundamental a fin de ponderar la eficacia de la metodologa implementada. Recordemos aqu que tal como sealaran muchas de las abuelas que declararon en este juicio, al igual que las profesionales del Banco Nacional de Datos Genticos, en la dcada del 70 era imposible lograr la identificacin de un nio con apenas una muestra hemtica y en ausencia de los padres, como ocurre hoy en da. Ello, era lisa y llanamente impensado en aqul entonces. En este sentido resultan ilustrativos y desgarradores ciertos relatos de las abuelas, sobre la precariedad de los mtodos de bsqueda que implementaban e improvisaban; as como el temor que les generaba pensar que ya no podran reconocer los rasgos de sus nietos con el paso del tiempo, eso en el caso de que llegaran a encontrarlos. Ejemplifica tales aseveraciones lo manifestado durante el debate por Hilda Victoria Montenegro, quien relat que su ta Antonia Azucena Montenegro -a quien no lleg a conocer porque falleci antes de que la testigo recuperara su identidad- desde que se enter de su desaparicin comenz su bsqueda y al respecto puntualiz que aqulla recordaba que la declarante tena un lunar en la rodilla y que por tal motivo estaba segura que gracias a esa marca la iba a poder encontrar. Record que en el legajo CONADEP nro. 1432, correspondiente a la dicente, Antonia Azucena Montenegro expres que su sobrina era morochita de tez, de cabello lacio y oscuro, ojos tambin oscuros y tena un lunar en una de las rodillitas, agregando luego la testigo que segn el relato que le efectuara su familia, cuando empez la moda de las polleras largas, su ta se desesper porque ya no poda ver las rodillas de las nias en la calle y en las plazas. Tambin dan cuenta de ello, algunos relatos de sobrevivientes que compartieron el cautiverio con las madres de las vctimas, quienes a la propia desesperacin de ver que sus hijos podan serles arrebatados, agregaban aqulla derivada de ese mismo temor que refirieron las abuelas a no poder reconocerlos con el paso del tiempo. En este caso resulta elocuente lo manifestado durante el debate por la testigo Lydia Vieyra quien comparti cautiverio con Mara Hilda Prez en la
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ESMA. La testigo relat que el da que Mara Hilda comienza con el trabajo de parto, pidi ayuda, y ella fue llevada para acompaarla y una vez que tuvo a la beb, salt de la cama y decidi ponerle de nombre Victoria. Agreg que luego de que el mdico cortara el cordn umbilical y abandonara el lugar, slo se les ocurri, en la desesperacin, hacerle un agujero en la oreja a la nia y pasarle un hilo azul, con la inocente esperanza de poder encontrarla en caso de que sta no fuera entregada a sus familiares. Todo ello ilustra acabadamente que la metodologa diseada e implementada a los fines de separar a los nios de su familia biolgica y hacer desaparecer cualquier informacin que pudiera dar cuenta de su paradero fue absolutamente idnea en el contexto histrico en que ocurrieron los eventos que aqu se juzgan y su efectividad hubiera sido total de no haberse logrado los
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avances cientficos apuntados. Resulta ilustrativo en torno a esta cuestin el proceso de restitucin que se llev a cabo en el caso de Paula Eva Logares y todas las demoras que se derivaron de las exigencias cientficas requeridas para determinar la identidad de la nia, dado que por entonces todava se encontraban en plena evolucin las tcnicas que luego de su progresivo perfeccionamiento y evolucin derivaron en lo que hoy resulta un mtodo mucho ms gil e infalible. Asimismo y en relacin a las aludidas prcticas cientficas, tampoco puede soslayarse otra de las implicancias que se deriva de la propia naturaleza del estudio inmunogentico que permite en la actualidad conocer la verdadera identidad de las personas apropiadas. As pues, la naturaleza misma del estudio de ADN hace necesario contar con el material gentico de las propias vctimas, quienes muchas veces se han negado a someterse a las extracciones de sangre pertinentes, como consecuencia de uno de los efectos propios de la naturaleza de los hechos investigados, consistente en la violencia moral que a muchos de ellos les provoca sentirse responsables con su decisin de aportar el elemento probatorio incriminante para la determinacin de la responsabilidad penal de sus apropiadores, a quienes les guardan el cario propio de la crianza y a quienes consideran sus padres, con el enorme conflicto psquico que implica
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todo el proceso de descubrimiento de la verdadera identidad en estos casos, proceso aqul que tiene su inicio, precisamente, a partir del resultado de los estudios genticos. Pueden citarse los casos de Alejandro Sandoval Fontana, Evelyn Bauer Pegoraro y Mara Natalia Surez Nelson Corvaln como quienes se negaran a aportar muestras hemticas, en los trminos referidos. Las consecuencias del terrorismo de Estado se mantienen hasta hoy pues la culpa de incriminar a los vnculos afectivos, los encierra a estos jvenes en su propia tragedia. Este aspecto de las conductas fue abordado en otro apartado de esta misma sentencia al citarse las consideraciones que efectuara la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en el fallo Gualtieri (C.S.J.N. G. 1015. XXXVIII. Recurso de hecho.) y que resultan aqu tambin plenamente aplicables. Dicha circunstancia tambin ha constituido un factor determinante de las dificultades que se han advertido para el descubrimiento de la verdad en todos los casos aqu juzgados, por lo que corresponde asimismo su mencin en este considerando.
Garanta de impunidad Las reseadas consideraciones relativas a circunstancias que determinaron la sistematicidad de la prctica acreditada en las presentes actuaciones y que fueron analizadas precedentemente, es decir, la
clandestinidad con los que fueron llevados a cabo los hechos cometidos, el deliberado ocultamiento de informacin y el cambio de identidad de los
menores como modo de ocultamiento de los hechos a perpetuidad, no hacen sino constituir la garanta de impunidad sobre la que se construy la funcionalidad de dicha prctica, que hizo posible la prolongada y expandida vigencia comisiva de las conductas criminales llevadas a cabo. Tal como sealramos al inicio de este considerando la garanta de impunidad fue el presupuesto ineludible del plan general de aniquilacin probado en la causa 13/84. De conformidad con todo lo que fuera precedentemente analizado, tuvo idntica relevancia respecto de la prctica ordenada en relacin a los
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nios, contemplndose a este respecto idnticas metodologas para llevarla a cabo, tales como ocultamiento de prueba, de la omisin de denuncia y de la falsedad o reticencia en las informaciones dadas a los jueces, as como la no interferencia de las autoridades encargadas de prevenir los delitos, las que tambin dependan operacionalmente de quienes emitieron las rdenes. Tales rdenes no han podido ser halladas. Sin embargo, ello resulta sumamente lgico habida cuenta la manifiesta ilegalidad de aqullas. De all que corresponda determinar que han sido verbales y escritas, las que fueron destruidas. Sobre la existencia y eficacia reconocida a las rdenes verbales en la estructura militar, en el marco de la cual se llevaron a cabo las conductas aqu investigadas resulta elocuente lo testimoniado por Martn Antonio Balza
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durante el debate (26-09-2011), quien otorg idntica validez a rdenes verbales o escritas y explic que su emisin de uno u otro modo estaba determinada por las circunstancias en las que deban ser dadas. As, puso por ejemplo la guerra de Malvinas, para sealar que all la mayora de las rdenes fueron verbales. Represe entonces que ante la evidente ilegalidad de las rdenes impartidas respecto de los hechos aqu juzgados, la lgica indica que fueran emitidas en forma verbal, habida cuenta la efectividad que tal modalidad conservaba en funcin de lo que fuera puesto de manifiesto precedentemente. Tambin la reglamentacin vigente al momento de los hechos reconoca igual validez a rdenes verbales o escritas, como puede advertirse de lo establecido en el Reglamento RC 9-1. Recurdese asimismo que el testigo Horacio Ballester fue ampliamente interrogado durante la audiencia sobre la aludida reglamentacin militar. El nombrado dej claramente establecido que todo el accionar de las fuerzas armadas se llev a cabo en funcin de una direccin centralizada y una ejecucin descentralizada y aclar que toda orden impartida en el mbito militar tena necesariamente como correlato la supervisin de su cumplimiento por parte de los superiores. De tales consideraciones se concluye la eficiencia del sistema, a la vez que se excluye cualquier posibilidad de que sucesos delictivos de la
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envergadura de los aqu juzgados pudieron haber sido llevados a cabo de modo individual y aislado, a espaldas de los superiores, como fuera argumentado por las defensas. Otro de los elementos ineludibles en cuanto a la garanta de impunidad que prevea la prctica implementada consisti en la destruccin de documentacin. Sobre este aspecto merece efectuarse una especial consideracin que se vincula tambin con la intrnseca ilegalidad que rodea ese tipo de acciones, consistente en el contenido mismo de la orden que prev destruir documentacin en la que se pueda dar cuenta de actividades clandestinas e ilegales. De all que por la ilegalidad de la decisin, el acto de destruccin y el contenido del material destruido, no haya podido recabarse demasiada documentacin al respecto. Esa fue precisamente la finalidad de tales rdenes. Dicho esto, merece destacarse entre la prueba documental incorporada al debate, una copia certificada del radiograma que da cuenta del Mensaje Militar nro. 561/83 de fecha 22 de noviembre de 1983 en el que consta que el Comando en Jefe del Ejrcito dispuso que se ordene a los Jefes de Polica de todas las jurisdicciones del pas que procedieran a la devolucin inmediata al comando militar respectivo de toda la documentacin clasificada relativa a la lucha contra la subversin que hubieren recibido en cumplimiento de rdenes impartidas en circunstancias de encontrarse bajo control operacional de la fuerza. El comando militar respectivo deba disponer la inmediata incineracin por acta. Cada comando de Zona deba arbitrar las medidas para su difusin y ejecucin urgente. Tambin se ordenaba que deba informarse su cumplimiento por el mismo medio antes del 1 de diciembre (cfr. copia certificada del radiograma dirigido a los Jefes de Polica en el que se transcribe el mensaje militar acerca de la incineracin de la documentacin clasificada relativa lucha contra la subversin, que se encuentra reservada en Secretara, obrante en el Legajo I de documentacin aportada por la querella en la causa 1351) De ese mismo mensaje surge que estaba dirigido a los Comandos de Zona 1, 2, 3, 4, 5 y 6. El promotor era el Estado Mayor y lo firm el Jefe del Estado Mayor General del Ejrcito, Edgardo Nstor Calvi.
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En su declaracin durante el debate, Martn Balza refiri tambin haber tenido conocimiento en 1999, de la existencia de un documento que se trataba de un mensaje militar, consistente en una orden impartida por el Comandante en Jefe del Ejrcito, Cristino Nicolaides, firmado por la segunda autoridad, el General Calvi. Al serle exhibido el referido documento, Balza lo reconoci como aqul mensaje al que l se estaba refiriendo. Respecto de la incineracin ordenada expres el testigo que sobre la base de su experiencia y el modo en que fue llevada a cabo daba cuenta de una finalidad inequvoca, consistente en eliminar los registros de lo acontecido y explic que en general se solan dejar constancias de lo que se destrua, al menos en los archivos histricos de la institucin y que nada de ello haba
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ocurrido, impidindose de tal modo reconstruir el contenido de la documentacin eliminada. Asimismo de las diversas actuaciones correspondientes a la causa 4677, caratulada Ministerio del Interior s/denuncia del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal 4, Secretara nro. 11 de esta ciudad, incorporadas al debate (cfr. copias de actuaciones desde fs. 130 a 153 correspondientes a la causa n 4677, caratulada Ministerio del Interior s/denuncia del registro del Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n 4, Secretara n 11, que se encuentran reservadas en Secretara, obrantes en el Legajo I de documentacin aportada por la querella en la causa 1351), surge por ejemplo un parte de la Direccin General de Seguridad Interior de fecha 22 de noviembre de 1983, as como el mensaje 97/83, en el que se transcribe el contenido del mencionado mensaje militar 561/83 y est dirigido a los Jefes de Polica de todas las Provincias y territorio nacional de Tierra del Fuego, Antrtida e Islas del Atlntico Sur para que tomen conocimiento de lo ordenado. En igual sentido obra el mensaje militar nro. 5055 de fecha 23 noviembre de 1983 un da despus de la orden dada por Nicolaides- por el cual el 2do. Comandante y Jefe de Estado Mayor del III cuerpo, General Castelli ordena al Jefe de la Polica de Crdoba, la elevacin al comando de Zona de toda la documentacin relativa a la lucha contra la subversin.
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Obran asimismo constancias que acreditan el cumplimiento de lo ordenado. Entre ellas, resulta elocuente la respuesta del Jefe de Polica de Crdoba, remitiendo la documentacin solicitada que fue detallada en tres inventarios, correspondindose cada uno de ellos a la documentacin producida por organismos de la Subzona 3.1, por el Comando de Cuerpo III y por los organismos policiales dependientes. Uno de esos inventarios consigna especficamente que se elev a la superioridad un documento denominado Normas de procedimiento para implementar con los menores de edad, hijos de integrantes de organizaciones poltico-gremiales cuando sus progenitores son detenidos o se encuentran desaparecidos. Originado en el Ministerio del Interior y transcripta en la Subrea Militar 313, fecha 19-04-77. Sobre ese documento se pronunci el testigo Jos Luis DAndrea Mohr, en su declaracin testimonial incorporada por lectura (cfr. fs. 1751/1755 de la causa 1351) quien, luego de exhibrsele la documentacin mencionada, refiri que daba cuenta del cumplimiento de una orden de operaciones dada por el Teniente General Cristino Nicolaides, entonces Comandante en Jefe del Ejrcito, que dispona la incineracin de toda la documentacin referida a la lucha antisubversiva. Asimismo afirm que al incinerarse la documentacin deba quedar constancia en actas, de qu documentacin se inciner. De igual modo, merece recordarse que la testigo Teresa Celia Meschiati al declarar durante el debate (30-01-2012) refiri haber visto en el ao 1977, durante su cautiverio en el centro clandestino de detencin de La Perla en Crdoba, en una oficina a la que pudo acceder, una directiva del Ministro del Interior, en la que se ordenaba que los nios nacidos en cautiverio o los nios secuestrados junto a sus padres, deban ser devueltos a sus familiares o entregados a las autoridades competentes. Por otra parte, la testigo refiri haber visto fichas en ese centro clandestino de detencin, y que ello pudo constatarlo cuando comenz a hacer tareas de oficina en dicho lugar. Sobre la informacin plasmada en tales fichas refiri que haba datos, sin fotos, con nombres, apellidos y descripciones fsicas. Aclar que eran fichas muy antiguas que mandaron del Batalln a Crdoba para actualizar. Agreg que una vez que la persona era secuestrada
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no se necesitaba ficha y se le abra una carpeta, las cuales pudo ver. Si la persona era asesinada se dejaba constancia de su fallecimiento con una sigla. Resultan elocuentes en tal sentido, es decir, sobre el registro de lo que suceda con las personas secuestradas, los testimonios prestados en el debate por diversos sobrevivientes de la Esma, que dieron cuenta que en dicho centro clandestino de detencin se confeccionaban fichas, las que eran microfilmadas y que fueron asimismo destruidas. As pues Carlos Gregorio Lordkipanidse relat ante esta sede (2308-2011) que al ser fotgrafo y fotocromista, fue requerido por los marinos, entre otras tareas, para la realizacin de un trabajo especfico consistente en la duplicacin de rollos de microfilm, respecto del cual refiri que era un procedimiento complejo y poco habitual y que para ello trabaj junto a otro
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compaero, Carlos Muoz. En virtud de ello pudo ver que en los microfilms haba fotos de prisioneros que estuvieron antes que el dicente en la ESMA, estimando, dada la cantidad de rollos, que cinco mil personas haban pasado antes que el testigo, destacando que las fotos tenan continuidad. Narr que una copia de los microfilms fue retirada por Acosta. Tambin el testigo Vctor Melchor Basterra al declarar en el debate (15-08-2011) mencion que hacia fines de 1983 pudo constatar la presencia de (Jorge Eduardo) Acosta en la Esma y que en esa oportunidad el nombrado se dedic a destruir la documentacin que haba sido microfilmada y que daba cuenta de las personas secuestradas en dicho centro clandestino de detencin, aclarando que para esa fecha Acosta ya no prestaba funciones all. Por su parte Lisandro Ral Cubas, en su testimonio brindado en este debate (24/01/2012) habl de organigramas que vio en la ESMA, donde se reproduca la organizacin, con nombre legal o apodo y se pona la fecha del secuestro y en los casos en que estuvieran muertos en enfrentamientos se haca una cruz. Empezaban en el cargo superior y se iba completando para abajo con la informacin que ellos traan y el dicente junto a otros secuestrados pasaban de la planilla al organigrama. La informacin que recab el dicente es que en las fichas de cada cautivo constaba el nombre, apellido, apodo, organizacin a la que perteneca y un ltimo recuadro que deca destino final, y que ello llamaba la atencin por ser una frase usada en el rgimen nazi. Supo por otros
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compaeros dentro de la ESMA que cuando sucedi el pase a retiro de Massera, se dio la orden de microfilmar esas planillas. Tambin supo que las planillas se efectuaban y estaban registradas en el sector de inteligencia, donde se deba hacer un reporte o sntesis al Comando I del Ejrcito. Todo lo hasta aqu detallado da cuenta del registro de la informacin relativa a los centros clandestinos de detencin y de su ocultamiento y destruccin, tal como ha sido enunciado precedentemente, habida cuenta la ilegalidad de su contenido. Por ltimo resta mencionar el dictado de la ley 22.924 mediante la cual se pretendi cerrar toda posibilidad de investigacin de los hechos cometidos, complementndose de aqul modo todo el sistema de impunidad diseado tanto por la clandestinidad de las acciones, el ocultamiento, la destruccin de la documentacin y la modalidad comisiva que prevea hacer incierta, alterar o suprimir la identidad de los menores como un mtodo para su ocultamiento. Respecto del dictado de la mencionada ley, su tratamiento se abordar en extenso en otros considerandos de esta sentencia, por lo que slo la mencionaremos aqu a ttulo ilustrativo y no ahondaremos en un mayor desarrollo al respecto a fin de evitar ociosas repeticiones. Lo mismo cabe referir en relacin al denominado Documento Final, habida cuenta tambin que a este respecto, los suscriptos hemos arribado a conclusiones diferentes sobre su valoracin.
precedentemente, todos los sucesos sealados se perpetraron a partir de circunstancias de modo, tiempo y lugar que fueron planificadas, ordenadas y estrictamente ejecutadas en el marco del plan general de aniquilacin instaurado por las mximas autoridades de aquel aparato de poder. La ejecucin de tales eventos en las distintas etapas de su desarrollo delictivo y su permanencia consumativa evidenciada por dcadas no pudo haber sido realizada en modo alguno con xito bajo las circunstancias
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que han sido invocadas por las defensas, esto es, a partir de una motivacin particular y un desarrollo comisivo aislado. Muy por el contrario, para llevar a cabo la totalidad de los hechos aqu investigados y mantener su continuidad comisiva durante tantos aos fue absolutamente necesario contar con todos los recursos que tuvo a su disposicin el aparato estatal que ejerci ilegalmente el poder durante aquellos aos y que extendi los efectos comisivos de los ilcitos perpetrados durante mucho tiempo despus de abandonar aquel poder de facto. Los hechos que aqu se juzgan no fueron consecuencia del accionar de personas individualmente consideradas que se hayan visto en la ocasin de cometerlos. Para su perpetracin fue necesaria la misma estructura represiva que hizo posible los delitos juzgados en la causa 13/84 y en todas aquellas
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causas que le siguieron hasta el da de hoy, en las que se abordaron los hechos ocurridos como consecuencia del terrorismo de Estado implementado durante la ltima dictadura militar. Es decir, para que la totalidad de las vctimas de los hechos aqu probados hayan podido ser sustradas de sus padres, ocultadas a sus familias de origen, criadas bajo falsas identidades, o lisa y llanamente desaparecidas en las circunstancias antes detalladas, hizo falta la intervencin de personal perteneciente a todas las fuerzas represivas, la realizacin de procedimientos de manera ilegal y clandestina, el alojamiento de personas en centros clandestinos de detencin, la provisin de personal para procedimientos, traslados, custodia, atencin de partos, acondicionamiento de partos de manera clandestina -ya sea en los mismos centros de detencin o en hospitales militares o penitenciarios-, traslado de nios de manera clandestina incluso, internacionalmente, intervencin de personal mdico de las distintas fuerzas, garanta de impunidad, coordinacin entre fuerzas y el mantenimiento de todas esas condiciones durante aos, an habindose modificado las autoridades que ocuparon los distintos cargos dentro de las cadenas de mando que emitieron las sucesivas rdenes. Recordemos que los delitos que aqu se juzgan son de carcter continuado y se registran los primeros de ellos en el ao 1976, algunos de los cuales llevan ms de 35 aos cometindose.
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En consecuencia, no encontramos asidero probatorio alguno al argumento de las defensas que presentan a los hechos aqu investigados como el resultado de conductas individual y aisladamente consideradas,
determinadas exclusivamente por el accionar delictivo llevado a cabo por individuos con ansias de paternidad no saciadas y con voluntad de satisfacerlas ilegalmente. Esto ltimo ocurri, pero quienes as delinquieron lo hicieron en consonancia con una cantidad de decisiones ilegales previas que hicieron posible todo el desarrollo comisivo desplegado por quienes aparecen como los ltimos eslabones de esa modalidad delictiva diseada para mantener desaparecidos a los nios a cuyo respecto se haba decidido que no deban ser reintegrados a sus familias, en el marco del plan general de aniquilacin perpetrado por la ltima dictadura militar. De otro modo no se explica por qu, desde el momento en que los menores fueron separados de manos de sus madres no se estaban instrumentando las medidas legales y reglamentarias, incluso previstas por el mismo gobierno de facto, para ser entregados a sus familiares. Represe que desde el momento de ser sustrados hasta que
llegaron a manos de quienes finalmente los criaron con otras identidades, intervinieron diversos agentes del Estado e incluso en algunos casos transcurri un tiempo prolongado en que no fue acreditado que se haya tenido que desbaratar, por parte de quienes aparecen como autores directos de las apropiaciones, alguno de los mecanismos para lograr la restitucin de los nios a sus familias. La accin delictiva de los apropiadores consisti, en todos esos casos, lisa y llanamente, en tomar la decisin de quedarse con los menores e inscribirlos como propios. En ningn caso, los apropiadores tuvieron que sortear algn tipo de inconveniente o dificultad que hiciera presumir que paralelamente a las acciones delictivas evidenciadas en estas actuaciones se estuvieran procurando las medidas legalmente pertinentes para restituir a los nios o procurar hallar a sus familiares. Asimismo, no puede soslayarse que en todos los casos se conoca la procedencia de tales nios y, en consecuencia, sus datos filiatorios ya que fue
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el propio Estado el que despleg los procedimientos en los que fueron secuestradas o muertas sus madres, con lo que era fcilmente identificable el grupo familiar al que pertenecan esas criaturas a los fines de su restitucin, si ello hubiese sido intentado en alguno de los casos que aqu se juzgan. Sin embargo, en este debate qued probado todo lo contrario. Todos los esfuerzos desplegados por el aparato de poder estatal del gobierno de facto, representado por sus diferentes actores, se orient a separar a esos nios de sus familias biolgicas. Resulta ingenuo sostener que la accin criminal desplegada por quienes estuvieron en contacto directo con las criaturas, tuviera semejante respaldo burocrtico, sin que ello obedeciera a rdenes bien concretas y puntillosamente cumplidas por la generalidad de las fuerzas. La decisin de
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separar a las criaturas de su familia fue ordenada por los mximos responsables de la estructura represiva tal como fue probado precedentemente y las acciones criminales llevadas a cabo respecto de las vctimas de este debate fueron desplegadas utilizando el mismo modus operandi que se acredit respecto de la desaparicin forzada de la que fueron vctimas los adultos. Tampoco se mencion que quienes se apropiaran de las vctimas hayan tenido que esconderse o hayan sufrido algn tipo de investigacin o denuncia por los hechos cometidos durante el gobierno de facto. Antes bien, los casos en que se constat alguna fuga ocurrieron una vez reinstaurado el gobierno democrtico y ante el avance de las investigaciones judiciales. Tal es el caso, por ejemplo, de Norberto Atilio Bianco, quien se fug al Paraguay llevndose a Pablo Hernn Casariego Tato a fin de eludir la investigacin iniciada, precisamente, para establecer la verdadera identidad de ste. A resultas de la prueba colectada no puede afirmarse vlidamente que las sustracciones ocurridas con las subsiguientes retenciones y ocultaciones de los menores vctimas de los hechos relatados, hayan podido depender de acciones ilcitas individuales, llevadas a cabo de forma aislada y sin el respaldo de la garanta de impunidad que otorgaba el sistema operativo ordenado por quienes detentaron el poder durante la ltima dictadura militar. La metodologa implementada, los distintos tramos de las conductas desplegadas y la cantidad de personas involucradas en el desarrollo
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de las acciones llevadas a cabo para hacer posible que los menores sustrados hayan podido ser criados bajo falsas identidades o, lisa y llanamente, ocultados sin que pueda conocerse su paradero o destino hasta el da de la fecha, a pesar de los innumerables reclamos efectuados judicial y extrajudicialmente, en forma ininterrumpida desde la ocurrencia de los hechos hasta la actualidad, con la consiguiente afectacin tanto al derecho a la identidad de los menores como al derecho de sus autnticos familiares para acceder a ellos y ejercer todos los derechos derivados del estado de familia que les fueron quebrantados a raz del accionar desplegado bajo la modalidad sealada, as lo comprueban. Y no modifica esa conclusin, como ya sostuviramos, la presentacin que se ha hecho por parte de las Defensas de otros casos, distintos a los aqu juzgados, en los que se han sealado otros temperamentos adoptados respecto de menores que atravesaron situaciones similares a las mencionadas en lo que denominaron no-casos y sobre los que se estructur el fundamento de aqullas tendiente a desvirtuar la posibilidad de considerar sistemtica y generalizada la prctica antes sealada. La sistematicidad y generalidad no se debilitan ni desaparecen por el hecho de la ocurrencia de otros destinos posibles para los menores. Ello es as, porque tambin en los sucesos presentados como contra-casos se advierte que los destinos de esos nios fueron decididos de modo clandestino, ilegal y arbitrario, en el marco del plan general de aniquilacin del que resultaron vctimas los padres de esos menores, es decir, del mismo modo que ocurri en los casos que integran el objeto de este debate. La ilegalidad y clandestinidad de las decisiones ya fue puesta de manifiesto. Su arbitrariedad se deriva necesariamente de aqullas, puesto que no se esgrimieron fundamentos documentados que pudieran dar razn a una u otra decisin, sea en el caso de los hijos o de sus padres. La arbitrariedad en la toma de decisiones, sobre la vida, la muerte, la libertad o la desaparicin de quienes resultaron vctimas del plan general de aniquilamiento, era funcional a los mtodos del terrorismo de Estado implementados. Con idntica arbitrariedad fueron decididos los destinos de los menores.
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En este juicio se ha establecido que uno de los destinos que se decidi darles a los menores fue sustraerlos del poder de sus padres, retenerlos y ocultar a sus familias todo tipo de informacin que les permitiera hallarlos. Asimismo ha podido establecerse que ese destino fue decidido en todos los casos aqu probados, cuando previamente se haba adoptado la decisin de que los padres de los menores fueran desaparecidos, habindose determinado que las vctimas permanecieran con vida. Ello pudo lograrse al haberse hecho incierta, alterado o suprimido la identidad de stas, y fue acreditado en la totalidad de los casos que han cesado su permanencia comisiva, de entre los que integran este debate. Tales modalidades se verificaron a partir del desarrollo de las siguientes situaciones constatadas en estas actuaciones: o bien fueron anotados
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como propios por quienes conocan su origen y decidieron apropiarlos la mayora de los casos-; o bien fueron dispuestas sus adopciones, al haberse construido falsamente a su respecto un estado de abandono que no era tal, ya que fueron ocultadas deliberadamente las informaciones relativas a su origen y que eran perfectamente conocidas por quienes colocaron a los nios en situacin de desamparo y quienes tampoco desconocan que existan intensas bsquedas por parte de familiares, que eliminaban cualquier posibilidad real de considerarlos abandonados a los fines legales. An as, como ya fuera puesto de manifiesto precedentemente, exista una reglamentacin especfica sobre el modo de proceder en casos de abandono, y nada de lo dispuesto al respecto fue cumplido. La contundencia de la prueba colectada en el presente debate resulta concluyente a los fines de la acreditacin de la prctica sistemtica y generalizada que se tuvo por evidenciada respecto de la totalidad de los casos que han sido acreditados, de conformidad con las consideraciones precedentes. Entendemos que los esfuerzos realizados por las defensas de presentar diversos casos anlogos para controvertir la existencia de dicha prctica, destacndose que tambin los acusadores hicieron mencin de otros sucesos que no integran el debate pero que presentan analoga con los que aqu se juzgan para reforzar los argumentos en contrario, encuentran sustento, en ambos casos, en la necesidad de fundar un argumento cuantitativo, que como
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ya fue explicado, no reviste incidencia a esta altura del anlisis, habida cuenta la solvencia y suficiencia de la prueba colectada en autos, as como la contundencia de las conclusiones que pueden extraerse del estudio de los 34 casos objeto de ponderacin en el presente considerando, los que por su homogeneidad metodolgica, eximen de requerir consideraciones adicionales de casos ajenos a estas actuaciones para dar solvencia a las conclusiones aqu arribadas. Finalmente, slo habremos de aadir algunas consideraciones adicionales. En efecto, no podemos dejar de sealar que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos al fallar en el caso Gelman vs. Uruguay seal lo siguiente: Por lo general, la poltica de apoderamiento de menores (de edad) se llevaba a cabo en las siguientes etapas: a) los nios y nias eran sustrados del poder de sus legtimos tenedores cuando estos pudieran resultar sospechosos de tener vnculos con la subversin o disidentes polticos con el rgimen de facto, y de acuerdo con los informes de inteligencia o eran sustrados durante la detencin clandestina de sus madres; b) luego eran conducidos a lugares situados dentro de dependencias de la fuerza pblica o bajo su dependencia operativa; c) se entrega(ban) los menores (de edad) sustrados a integrantes de las fuerzas armadas o de seguridad, o a terceras personas, con el objeto de que stos los retuviesen y ocultasen de sus legtimos tenedores; d) en el marco de las apropiaciones ordenadas, y con el objeto de impedir el restablecimiento del vnculo con la familia, (se suprima) el estado civil de los mismos, inscribindolos como hijos de quienes los retuviesen u ocultasen, y e) se les inserta (ba) o (haca) insertar datos falsos en constataciones y certificados de nacimiento y documentos destinados a acreditar la identidad de los menores (de edad) (Corte Interamericana de Derechos Humanos, Uruguay. Sentencia de 24 de febrero de 2011, prrafo 62) En cuanto a los fines perseguidos con las sustracciones y apropiaciones ilcitas, stos podan corresponder: a) a una forma de trfico para adopcin irregular de nios y nias; b) a un castigo hacia sus padres o a sus abuelos de una ideologa percibida como opositora al rgimen autoritario, o c) a una motivacin ideolgica ms profunda relacionada con una voluntad de trasladar por la fuerza a los hijos de integrantes de los grupos opositores, para de esa manera, evitar que los caso Gelman vs.
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familiares de los desaparecidos se puedan erigir un da en elemento (s) potencialmente subversivo... (sentencia citada en el prrafo anterior, prrafo 63). Por ltimo, resulta insoslayable destacar, a resultas de la totalidad de los sucesos inherentes a la prctica verificada en el presente considerando y extensamente detallados precedentemente, que la metodologa implementada respecto de los menores sustrados cerr todos los caminos institucionales vigentes e idneos para dar respuesta a los innumerables, permanentes y heterogneos reclamos emprendidos por los familiares de las vctimas quienes se vieron en el ms absoluto estado de desproteccin en cuanto a los derechos que les haban sido conculcados. Dicha desproteccin no slo devino como consecuencia de haber sido desodas por el Estado todas sus pretensiones sino que, a la vez, se
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materializ en el temor que vivieron en carne propia como consecuencia, justamente, de las acciones llevadas a cabo para reclamar por sus familiares. De ello han dado cuenta en el debate varios de los familiares de las vctimas quienes sealaron diversas amenazas sufridas de parte de las autoridades nacionales durante la dictadura militar como consecuencia de las peticiones efectuadas para dar con el paradero de sus seres queridos. Todo ese cuadro de situacin determin que las bsquedas emprendidas hayan terminado recorriendo un camino particular en forma paralela al institucional que, por otro lado, nunca ces. Esa bsqueda particular, luego se mancomun en todos aquellos que se encontraron ante las mismas situaciones y unidos por el mismo objetivo. As fue como las primeras abuelas se encontraron y unieron ante un mismo reclamo y ante la idntica falta de respuestas que cada una de ellas haba vivido en forma individual, identificando su objetivo de bsqueda con aqullas otras que paralelamente transitaban idnticos caminos, con no menos favorables resultados. Es importante sealar esto porque el nacimiento mismo de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo es una muestra ms de esa sistematicidad y generalidad de la prctica apuntada, dado que de no haber ocurrido ello, tales mujeres probablemente no hubieran tenido que organizarse
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de tal modo para coordinar los esfuerzos de su bsqueda ante la falta total de colaboracin y respuesta de las autoridades nacionales requeridas. Fueron notables los logros que en ese esfuerzo conjunto han sido alcanzados y sin los cuales, difcilmente, hubieran podido localizarse a la totalidad de las vctimas que hasta ahora han podido ser halladas. En primer lugar, resulta insoslayable el avance cientfico conseguido a los fines de la determinacin de identidad mediante lo que ha dado en llamarse ndice de abuelidad precisamente por la novedosa particularidad de dicha prctica, consistente en la determinacin de la filiacin de una persona en ausencia de sus padres y a partir de estudios de ADN practicados con muestras hemticas de otros familiares, como son las abuelas, por ejemplo. Sobre esta cuestin han sido elocuentes los testimonios brindados en el debate por diversas abuelas que relataron los innumerables viajes a pases extranjeros en busca de cientficos que pudieran dar una respuesta al problema suscitado para la determinacin de la identidad de esos nios, en ausencia de sus padres y que no cesaron hasta dar con el cientfico indicado. Otro de los elementos que han sido determinantes para la elucidacin de este tipo de casos, impulsado asimismo por dicha organizacin, ha sido la creacin del Banco Nacional de Datos Genticos, herramienta fundamental para poder efectuar el cotejo del material gentico en los casos investigados con las muestras de los familiares directos que all acudieron a tales fines, logrndose de tal modo la preservacin de dicho material gentico a pesar del paso del tiempo y salvaguardando la posibilidad de una futura identificacin en los casos en que puedan ocurrir fallecimientos de familiares antes del hallazgo de las vctimas. Tampoco puede dejar de sealarse que la tenaz bsqueda emprendida, tanto nacional como internacionalmente, fundamentalmente ante organismos de derechos humanos de diversa ndole, ha tenido una incidencia legislativa especfica, habindose constatado incorporaciones de normas concretas, tanto nacionales como internacionales, que se motivaron en los hechos aqu investigados y en procura de lograr una mayor tutela de los derechos vulnerados por la comisin de stos.
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En tal sentido se destaca, a nivel nacional, la reforma introducida por la ley 24.410 en relacin a la figura del artculo 139, inciso 2 del Cdigo Penal, por cuanto dicha modificacin, en lo sustacial, sustituy el estado civil por la identidad en la descripcin tpica. De conformidad con los antecedentes parlamentarios de la mencionada ley surge que La identidad tiene que ver no con un derecho nuevo pero s con una nueva captacin de la misma como valor que hasta ahora tal vez no estaba tratado con el rigor que le queremos darLa identidad adquiere otra dimensin. No se trata ya solamente del estado civil sino que es omnicomprensiva del estado civil. El estado civil empieza a ser una parte de la identidad y sta comienza a tener otra identidad jurdica y moral, que es la que queremos incorporar (Antecedentes Parlamentarios, La Ley, Buenos Aires,
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1996, ao III, n 3). la preocupacin del legislador por otorgar debida tutela jurdica al derecho a la identidad se explica a a luz de dos grandes problemas que aquejaron y aquejan a nuestro pas. Por un lado, la desaparicin de los nios de las personas secuestradas y luego desaparecidas durante el proceso militar y, por el otro el creciente robo de bebs y trfico de menores, ya sea con fines de venta para adopcin, ya sea con otros fines (Cdigo Penal y normas complementarias. Anlisis doctrinal y jurisprudencial. David Baign y Eugenio Ral Zaffaroni. Editorial Hammurabi. Buenos Aires. 2008. Tomo 5. Pag. 85). Por otro lado, del testimonio brindado ante esta sede por algunas de las abuelas de las vctimas ha podido determinarse que fue a instancias de la presentacin efectuada oportunamente ante los organismos internacionales pertinentes, que la Convencin Sobre los Derechos del Nio adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en New York, aprobada en nuestro pas mediante la ley 23.849, se hizo eco de las peticiones efectuadas al establecer, en su artculo 8 que 1. Los Estados partes se comprometen a respetar el derecho del nio a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilcitas2. Cuando un nio sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su identidad o de todos
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ellos, los Estados partes debern prestar la asistencia y proteccin apropiadas con miras a restablecer rpidamente la identidad Las consideraciones precedentes se extraen no solamente del contundente material probatorio colectado en este debate sino, principalmente, del elocuente y pormenorizado detalle brindado sobre la labor desarrollada por la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo desde sus inicios y hasta la actualidad, a partir del testimonio prestado ante este Tribunal por Mara Isabel Chorobik de Mariani y Estela Barnes de Carlotto, quienes se desempearan, sucesivamente, como presidentas de dicha Asociacin, la que hasta el da de hoy, sigue arbitrando los medios para continuar aquella inicial bsqueda, actualizando las herramientas que se encuentren a su alcance para ello y con el fin de lograr el hallazgo de la totalidad de los nios que fueron desaparecidos y que an resta localizar. Hemos destacado especialmente la labor reseada
precedentemente por haber constituido una herramienta fundamental para el esclarecimiento de los hechos que son objeto de este debate, habida cuenta el deliberado ocultamiento que fue acreditado como metodologa de la prctica verificada en el presente considerando. Como ltima reflexin y a modo de cierre de la valoracin de las innumerables implicancias del accionar delictivo desplegado de modo generalizado y sistemtico conforme fuera verificado, no queremos dejar de sealar el testimonio vertido en el debate por las vctimas de estos hechos. Ms all de las conmovedoras, conflictivas, contradictorias y traumticas experiencias que en todos los casos desencaden en sus vidas el descubrimiento de la verdad sobre su origen e identidad, con la heterognea cantidad de reacciones generadas a partir de tal suceso, el comn denominador que pudo encontrarse en la palabra de esos jvenes fue que, ms tarde o ms temprano, se encontraron con un sentimiento de alivio, liberador, provocado, sin dudas, por la libertad que acarrea la verdad. Esa libertad es precisamente la que les fue arrebatada hace dcadas al cercenrseles el acceso a su propia historia y que recobraron al conocer su identidad. Por todo lo hasta aqu expuesto concluimos que a resultas de la prueba colectada en las presentes actuaciones ha podido acreditarse la
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existencia de una prctica sistemtica y generalizada de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores de edad, haciendo incierta, alterando o suprimiendo su identidad, en ocasin del secuestro, cautiverio, desaparicin o muerte de sus madres en el marco de un plan general de aniquilacin que se despleg sobre parte de la poblacin civil con el argumento de combatir la subversin, implementando mtodos de terrorismo de Estado durante los aos 1976 a 1983 de la ltima dictadura militar.
XI. AUTORA Y RESPONSABILIDAD Una vez delimitados y expuestos los hechos materia de este juicio, debemos determinar si corresponde asignar responsabilidad a los acusados con referencia a los mismos y, en virtud de que sus respectivas situaciones
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resultan dismiles, las mismas se tratarn en captulos por separado. Cabe adelantar que para las consideraciones respecto de la autora de los delitos atribuidos, por parte de algunos de los imputados, se seguir la teora del dominio del hecho, como criterio dominante, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia (cfr. Zaffaroni, Eugenio Ral; Alagia, Alejandro y Slokar, Alejandro, Op. Cit., pg. 741; Maurach, Reinhart; Gssel, Kart Heinz y Zipt, Heinz Derecho Penal Parte General, traduccin de la 7 edicin alemana por Jorge Bofill Genzsch, Astrea, Bs. As., 1995, pg. 314; y Mir Puig, Santiago Derecho Penal Parte General, 7 edicin, reimpresin, Euros Editores, Buenos Aires, 2005, pg. 372). As, el artculo 45 del Cdigo Penal dispone que: Los que tomasen parte en la ejecucin del hecho o prestasen al autor o autores un auxilio o cooperacin sin los cuales no habra podido cometerse, tendrn la pena establecida para el delito. En la misma pena incurrirn los que hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo. Se aprecia claramente que la norma determina la aplicacin de la pena del delito tanto a los autores, como a los coautores, como a los partcipes necesarios y, por ltimo, a los instigadores. Es decir que, a los fines prcticos, no hay diferencia en la sancin aplicable a cualquiera de estos sujetos. Sin perjuicio de ello, veremos que los encausados Jorge Rafael Videla, Antonio Vaek y Santiago Omar Riveros, debern responder como autores mediatos de los hechos en los que quedara
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demostrada su intervencin. Tambin segn el voto de la Dra. Roqueta debern responder en ese mismo grado de responsabilidad Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco. Cuando la Cmara Federal de esta ciudad, en la causa 13/84 analiz la responsabilidad de Jorge Rafael Videla en su calidad de Comandante en Jefe del Ejrcito y miembro de la primera Junta Militar del autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacional, encontr basamento legal para arribar a la conclusin de que el mismo resultaba autor mediato de los hechos en las disposiciones del artculo 514 del Cdigo de Justicia Militar que prev un caso especial y expreso de autora de este tipo-. Se arrib a tal forma de responsabilidad ante la evidencia de que los Comandantes haban impartido rdenes para que se actuara de tal modo y que haban contado con el dominio de los hechos atribuidos mediante la utilizacin de una organizacin de poder (cfr. Fallos 309). En efecto, la relacin causal entre las rdenes ilegales y los delitos perpetrados, estuvo dada por la circunstancia de que aquellas fueron impartidas a travs de las respectivas cadenas de mando y por la provisin de todos los recursos necesarios personal, logstica, comunicaciones, etc.- sin los cuales los hechos no habran podido producirse (ibdem). Las argumentaciones de la Cmara Federal se basaron en los trabajos de Claus Roxin, en cuanto a la posibilidad de atribuir autora mediata a un sujeto que se encuentra detrs de un autor directo responsable (cfr. del autor Voluntad de dominio de la accin mediante aparatos de poder organizados en Doctrina Penal, Ao 8, n 29 a 32, Depalma, Bs. As., pg. 399). La Cmara Federal consider en aquella oportunidad,
particularmente la teora del dominio del hecho para definir el concepto de autora. As se dijo, que es autor: quien mediante un dominio consciente del fin es seor sobre la realizacin del tipo, tiene en sus manos el curso del suceso tpico, el voluntario moldeado del hecho (Ibdem, Considerando VIII, Ap. 3). Se afirm asimismo que, en la medida en que el sujeto no reconozca una voluntad que domine la suya, aparecer como autor y dueo del suceso, siendo l quien podr decidir el s y el cmo (Ibdem).
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En esa misma sentencia se construy la siguiente clasificacin: a) es autor mediato quien tiene el dominio del hecho, mediante el dominio de la voluntad de otro u otros, aunque stos acten en forma culpable; b) es autor inmediato quien tiene el dominio sobre el hecho individual que l mismo ejecuta, sea por propia determinacin o porque cumple una orden; c) es coautor quien, junto con otro u otros, tiene el co-dominio funcional del hecho, bien porque co-domina la voluntad de quien ejecuta, o porque l mismo ejecuta con otros; d) en la ejecucin de un hecho pueden converger distintas responsabilidades: la de uno o ms autores mediatos, junto con la de uno o ms autores inmediatos y eventuales partcipes (artculos 45 y 46 del Cdigo Penal). Ahora bien, cuando aqul Tribunal tuvo que analizar la
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responsabilidad que le caba a quienes haban actuado como Jefes de la Polica de la Provincia de Buenos Aires Generales Br. (R) Ramn Juan Alberto Camps y Ovidio Pablo Ricchieri-, como as tambin al Jefe de la Direccin General de Investigaciones de dicha fuerza Comisario General Miguel Etchecolatz-, arribaron a la misma conclusin que en la Causa n 13 pero con fundamento en las disposiciones del artculo 45 del Cdigo Penal sin prescindencia del artculo 514 del Cdigo Justicia Militar respecto de los primeros- (C.C.C.Fed., Causa n 44 titulada Causa incoada en virtud del Decreto 280/84 del Poder Ejecutivo Nacional). Al respecto se dijo, Toca ahora analizar la eventual responsabilidad de las dems personas que intervinieron en los hechos comunes y que por encontrarse ubicados en esa cadena de mandos efectuaron un aporte, ya transmitiendo las rdenes con eficacia vinculante, o bien lisa y llanamente ejecutndolas. Lo expuesto es suficiente para que quede anticipado el problema: fuera de la autora mediata adjudicada a los ex-Comandantes en Jefe, es posible que existan otros autores, tambin mediatos a cuyo cargo estuvo la ejecucin de los hechos. Ambos procesados, a mrito de la funcin que desempeaban en la cadena de mandos, contaron con poder de emitir rdenes y con el dominio de la parte de la organizacin a ellos subordinada. De tal modo, posibilitaron que el aparato siguiera funcionando en forma ilegal Este dominio de los escalones intermedios, sobre la parte de la organizacin a ellos subordinadas es, precisamente, lo que funda su responsabilidad
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como autores mediatos de los hechos ejecutados por sus subordinados en esa cadena. En efecto, los procesados que ocuparon dichas instancias intermedias colocaron sus facultades de mando al servicio de la ejecucin, por parte de sus subordinados, de conductas ilcitas. Desde este ngulo, resulta irrelevante que hayan actuado por propia iniciativa o en inters y por encargo de sus superiores. Lo decisivo para fundar su autora es el hecho de haber guiado ilegtimamente la porcin de la organizacin que se encontraba bajo su mando. Efectivamente, quien est inserto en un puesto dentro de un aparato de poder organizado, de tal forma que puede impartir rdenes a las personas que le estn subordinadas, es autor mediato gracias al dominio de la voluntad que le corresponde, pues quien ejecuta dicha orden cumple con la voluntad preeminente de aquel que la imparte. A todo evento, la situacin de Antonio Vaek en su calidad de Comandante de Operaciones Navales, y de Santiago Omar Riveros como Comandante de Institutos Militares (Zona 4) es equiparable a la de Miguel Etchecolatz, en su calidad de Director General de Investigaciones de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. Ambos ocuparon un eslabn intermedio en la cadena de mandos, retransmitiendo las rdenes que reciban. A travs de esa lnea de comando se mantena clandestinamente en cautiverio a personas que eran perseguidas por el rgimen, muchas de las cuales eran sometidas a tormentos y que tambin resultaron desaparecidas. Vaek y Riveros, en mrito de la funcin que desempeaban en la cadena de mandos, contaron con el poder de emitir rdenes y con el dominio de la parte de la organizacin a ella subordinada. De tal modo, posibilitaron que el aparato siguiera funcionando en forma ilegal. Esta imputacin utilizada por la Cmara Federal ha sido materia de estudio por Marcelo A. Sancinetti y Marcelo Ferrante quienes en su obra El Derecho Penal en la Proteccin de los Derechos Humanos (Ed. Hammurabi, Bs. As., 1999), sostuvieron que en el contexto de los hechos tratados, interesan tres aspectos que fueron denominados: 1) Responsabilidad vertical, la cual plantea el problema relativo a cmo deban responder los mandos superiores de las fuerzas, por los hechos cometidos por los subalternos. 2) Responsabilidad horizontal, la que limita la responsabilidad que le corresponda a los jefes de cada fuerza, respecto de los hechos cometidos
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por las otras fuerzas. 3) Responsabilidad temporal, es decir, si cada comandante deba responder por los hechos posteriores o anteriores a su propia comandancia. En lo que hace a la primera de ellas, nos ceiremos a los roles que ocuparon los aqu procesados en el Ejrcito Argentino y en la Armada Argentina, por los cuales los acusadores les imputaron los hechos que nos encontramos juzgando; a la segunda, el lugar que ocuparon en la estructura militar, es decir, si se encontraban dentro de la cadena de mando a travs de la cual emanaron rdenes ilegales; y a la tercera, el tiempo durante el cual ocuparon esos cargos. Luego pasaremos a tratar la responsabilidad penal del encartado Jorge Eduardo Acosta quien a nuestro criterio deber responder frente a los
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hechos endilgados, como coautor funcional. Righi, en su obra Derecho Penal Parte General, ED. Lexis Nexis Argentina, 2007, pginas 373 y siguientes, sostiene respecto de la coautora funcional que se presenta en los casos en que es posible la divisin del trabajo, cuando los intervinientes se distribuyeron los aportes necesarios para la consumacin en funcin de un plan y los realizaron durante la etapa de ejecucin. Es decir que cada coautor se ha reservado un dominio funcional, pues el aporte de cada uno es imprescindible para que el delito pueda cometerse del modo previsto En la jurisprudencia penal internacional, la intervencin criminal fue entendida tradicionalmente como toda clase de ayuda fctica o jurdica a la comisin del hecho, considerndose, al respecto, a los aportes individuales al mismo, como independientes entre s y de un mismo valor. Es por ello que en el caso de la intervencin de varias personas (en coautora) tiene lugar una imputacin mutua de los aportes de cada uno, si stas estn funcionalmente vinculadas en razn de una meta comn y/o plan comn del hecho o de otro modo doctrina del Common design (Kai Ambos La Parte General del Derecho Penal Internacional, traducida al espaol por Ezequiel Malario, ed. Honrad-Adenauer- Stiftunge E.V., Uruguay, Montevideo, 2005, pginas 73 y ss) El autor primordial que se refiere a este tipo de intervencin en la comisin de un injusto, es Claus Roxin, quien refiere que los jueces aluden a la
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especial dificultad de definir, en trminos tcnicos, quin ha auxiliado a quien, y para estimar autora invocan en definitiva el carcter de estos delitos de crmenes en masa, que excluyen la aplicacin de las categoras normales de la participacin y agrega que es coautor todo interviniente cuya aportacin en fase ejecutiva representa un requisito indispensable para la realizacin del resultado pretendido, esto es, aqul con cuyo comportamiento funcional se sostiene o se viene abajo lo emprendido (Claus Roxin, Autora y dominio del hecho en Derecho Penal traduccin de la sptima edicin alemana por Joaqun Cuello Contreras y Jos Luis Serrano Gonzlez de Murillo, Marcial Pons Ediciones Jurdicas y Sociales S.A., Madrid 2000, pginas 274, 311 y 312) Kai Ambos refiere tambin que en los crmenes internacionales la teora de Roxin del dominio funcional del hecho es la ms indicada para aplicar. Esto es as en virtud de que ofrece la fundamentacin ms convincente de la responsabilidad por coautora, pues no ocurre autnomamente o bien de propia mano. Por el contrario, los coautores actan conjuntamente en base a una divisin funcional del trabajo, de modo tal que el funcionar de cada interviniente individual representa un presupuesto indispensable de la realizacin del hecho total. Los intervinientes son co-autores del todo, poseen el co-dominio, lo que los convierte en co-dueos del hecho total (conf. Kai Ambos, ob cit. Pg. 180 y 181) La teora de autora mediata en virtud del dominio de un aparato organizado de poder ha pasado a ser doctrina dominante en Alemania (conforme ROXIN, La autora mediata por dominio de la organizacin, p. 11 nota 2 y en AMBOS, Kai, La parte general del derecho penal internacional. Bases para una elaboracin dogmtica, traduccin Ezequiel MALARINO, Temis KAS, Montevideo, 2005 pp 215 y ss.), y ha sido adoptada por algunos fallos del Tribunal Supremo Federal Alemn (BGH), como ser el caso de los disparos del Muro de Berln, Sentencia del 3 de julio de 2003. Tambin ha sido receptada por varios tribunales extranjeros y recientemente por la Corte Penal Internacional, en el caso Luhanga Dylo, decisin del 29 de enero de 2007, puntos 322 y ss. En nuestro pas ha sido adoptada principalmente por la
Cmara Federal en los autos 13/84 ya mencionados, como tambin en reiteradas oportunidades por diferentes Tribunales del orden federal a lo largo
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del pas, tal como fuera enunciado en el Captulo c del Considerando VII (causa n 12.038 Sala IV- C.F.C.P. Olivera Rvere, Jorge Carlos y otros s/ recurso de Casacin, rta. el 13/06/2012 y causa n 14.571 Sala I- C.F.C.P. Videla, Jorge Rafael y otros s/ recurso de casacin, rta. el 22/06/2012). En lo que respecta a Reynaldo Benito Antonio Bignone y Jorge Luis Magnacco, debern responder frente a los injustos por los que fueron formalmente acusados como partcipes necesarios. Respecto de Bignone, mediante el voto de los Dres. Panelo y Altieri, ya que la Dra. Roqueta, lo situar frente a los injustos por los que fuera formalmente acusado, como autor mediato, de conformidad con las premisas antes expuestas en relacin a este tipo de participacin. Al respecto, se ha dicho que la condicin esencial de la
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delimitacin negativa no debe entenderse en un sentido formal, sino material, es decir, que es preciso que el partcipe no haya tenido el dominio del hecho (cfr. Enrique Bacigalupo Manual de derecho penal. Parte general, Santa Fe de Bogot, 1.996, pgs. 199/200). Esto ser explicado para cada uno de los imputados al tratar concretamente su responsabilidad penal. Esta forma fue caracterizada como fundamento de extensin de la pena (M.E. Mayer) o del tipo penal (Zimmerl). Esto significa que la participacin no da lugar a un tipo autnomo, a un delito en s, sino a un tipo de referencia o concepto de referencia. No es posible la participacin si no se la conecta a un hecho punible cuyo autor es otro, distinto del partcipe. Tambin se ha dicho que no hay coautora funcional cuando el aporte necesario se hace en la etapa preparatoria sin que el agente participe en la ejecucin del hecho. Se trata de un cmplice primario o necesario. (Zaffaroni, Eugenio Ral y otros; Manual de Derecho Penal. Parte General; Ediar; Buenos Aires; 2.005; pgs. 612/620). En relacin a los imputados Vctor Alejandro Gallo, Ins Susana Colombo y Juan Antonio Azic, acreditada materialmente la existencia de los sucesos que motivaron este proceso, el Tribunal determinar la
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En efecto, con relacin a los hechos que perjudicaron en forma directa a Francisco Madariaga y a Victoria Anala Donda Prez, entendemos que con las probanzas valoradas en el considerando que antecede debe tenerse por acabadamente demostrada la participacin que en aquellos le cupo a Vctor Alejandro Gallo, Ins Susana Colombo y Juan Antonio Azic, debiendo responder los dos primeros como coautores de la retencin y el ocultamiento de Francisco Madariaga y el ltimo de ellos como autor de la retencin y ocultamiento de Victoria Anala Donda Prez. En lo que respecta a las imputaciones formuladas por los acusadores contra Rubn Oscar Franco, pese a la labor desplegada por el Sr. Fiscal y por la querella Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo al formular formal acusacin, por mayora, con disidencia de la Dra. Mara Del Carmen Roqueta, se dispondr un pronunciamiento absolutorio por no haber sido acreditada su responsabilidad penal a su respecto. Mismo temperamento ser adoptado respecto de Euardo Alfredo Ruffo, aunque en este caso por unanimidad, habida cuenta que la totalidad del plexo cargoso producido por el acusador pblico no ha resultado suficiente para superar el mero estado de sospecha que pesa sobre el nombrado, lo que ser acabadamente explicado en el Considerando correspondiente. Por lo que se viene diciendo, queda claro que en la ejecucin de los hechos materia de juzgamiento, convergen distintas responsabilidades: la de autores mediatos, la de coautores funcionales, la de autores de propia mano y tambin la de partcipes necesarios (artculos 45 y 46 del Cdigo Penal). A. AUTORA Y RESPONSABILIDAD DE JORGE RAFAEL VIDELA:
a. Voto conjunto: Habiendo tenido por probados los hechos materia de juzgamiento respecto de Jorge Rafael Videla, en relacin a los cuales formularon acusacin tanto el Ministerio Pblico Fiscal como tambin las querellas intervinientes, corresponde, ahora tratar su responsabilidad criminal.
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As pues, tenemos por acreditado que Jorge Rafael Videla sustrajo del poder de sus padres a Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi; y a los hijos de Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano y Gabriela Carriquiriborde. Luego de ello, continu renovando su voluntad para que aquellos continen retenidos y ocultados de sus familias biolgicas, a la vez que dispuso que se hiciera incierta su identidad; todo, en carcter de autor mediato.
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Y en el carcter de partcipe necesario penalmente responsable por esos mismos delitos en los que resultaron vctimas Mara Victoria Moyano Artigas y Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena (respecto de esta ltima de las nombradas, por mayora conformada por la Dra. Mara del Carmen Roqueta y por el Dr. Domingo Luis Altieri; toda vez que el Dr. Julio Luis Panelo formular su voto en disidencia por los motivos que sern expuestos). Entendemos para sostener tal responsabilidad que Videla ha realizado un aporte imprescindible sin el cual los menores en ese entonces, no hubieran podido ser sustrados de su seno familiar, y luego ser retenidos, ocultados y haber hecho incierto su estado civil. Su responsabilidad es palmaria, y la hemos visto reflejada al tratar el contexto histrico en el que sucedieron los casos de este juicio, como tambin al tener por probada la prctica sistemtica de apropiacin de menores dentro de la lucha que se haba gestado contra una parte de la poblacin civil. A dichas conclusiones nos remitimos; no obstante ello, realizaremos aqu otras consideraciones que hacen a su activa intervencin en los hechos, actuando desde la mxima jerarqua militar, como Comandante en Jefe del Ejrcito entre el 27 de agosto de 1975 y el 31 de julio de 1978, ostentando tambin el cargo de Presidente de facto del pas, a partir del 29 de marzo de 1976 hasta el 29 de
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marzo de 1981 (ver decreto n 21 publicado en el Boletn Oficial n 23.377, y las constancias obrantes en el Legajo Personal del imputado). Todo ello con pleno dominio de los hechos y con la voluntad de que el resultado se cometiera y perdure en el tiempo durante todo el tramo del injusto. Para ello se vali del aparato organizado de poder estatal, dominando la voluntad de las personas a l subordinadas e impartiendo rdenes secretas y reservadas con el objetivo de combatir a quienes se designaban como subversivos. Dentro de ese contexto, dispuso de la suerte de las madres como as tambin de sus hijos, hacindolos desaparecer para que no se supiera la verdad sobre sus destinos. Tuvo en sus manos la posibilidad de dar certeza sobre el paradero de aquellos menores pero no lo hizo, dificultando a lo largo del tiempo la labor de las familias para que no puedan hallarlos. El imputado orden las detenciones ilegales de Laura Estela Carlotto, Elena De La Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano, Gabriela Carriquiriborde, Mnica Sofa Grinspon, Mara Emilia Islas Gatti de Zaffaroni, Victoria Grisonas, Yolanda Iris Ghelpi de Dela, Ins Beatriz Ortega de Fossati, Norma Tato, Rosa Lujn Taranto de Altamiranda, Silvia Mnica Quintela Dallasta, Mara Elena Isabel Corvaln de Surez Nelson, Ada Cecilia Sanz Fernndez y luego de disponer sobre sus vidas hizo lo mismo respecto de sus hijos -algunos nacidos durante el cautiverio de aquellas y otros privados ilegalmente de su libertad junto a sus madres, en los operativos de secuestro llevados a cabo por disposicin de su Comando-. Esmeralda Teruggi e Hilda Ramona Torres, En los casos de Diana
procedimientos en los cuales la primera result abatida, y la segunda habra resultado muerta, encontrndose al da de la fecha, desaparecida. Asimismo en los casos en que resultaron vctimas Mara Asuncin Moyano Artigas y Mara Claudia Garca Iruretagoyena, para los Dres. Roqueta y Altieri, mientras que para el Dr. Panelo, nicamente respecto de Moyano Artigas, Videla realiz un aporte necesario para que sus sustracciones,
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Continuando con el anlisis de los casos, cabe mencionar que stos fueron realizados de conformidad con el plan de aniquilamiento que traz desde el alto mando que ostentaba. La conducta que se le reprocha ha sido realizada con voluntad para que perdure durante toda la vida de quienes entonces eran menores; renovndola da a da para que las vctimas continuaran separadas de sus familiares y con una identidad que no les era propia. En su declaracin indagatoria prestada en el debate, si bien neg la existencia de un plan sistemtico para la sustraccin de menores, asumi en plenitud sus responsabilidades castrenses por el desarrollo de lo que denomin la guerra interna, descargando de responsabilidad a sus subalternos, toda vez que dijo que cumplieron sus rdenes. Tambin reconoci
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la autora de las directivas impartidas como comandante en Jefe del Ejrcito, desde la primera, derivadas de los decretos del Poder Ejecutivo Nacional. Ahora bien, el criterio de atribucin de responsabilidad que hacemos a su respecto tal como fuera explicado en el Considerando que antecede-, es el mismo que utiliz la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en la causa n 13/84. A mrito de la funcin que desempeaba en el escalafn superior del Ejrcito Argentino, cont con el poder para emitir rdenes ilegales ejerciendo el dominio sobre una parte de la organizacin a l subordinada (Fuerzas Armadas, de Seguridad y
Penitenciarias) para que fueran cumplidas. El decida qu, cmo, cundo y porqu. Es decir, intervino tanto en el diseo, la ejecucin, como tambin en el control de la prctica criminal llevada a cabo en todo el territorio nacional. Asignaba personal, destinaba equipamiento para la ejecucin de aquellas prcticas y para el posterior alojamiento de las cautivas en su caso- y de sus nios, a la vez que pona a disposicin de los autores materiales y de los partcipes, los medios para que las sustracciones, retenciones, ocultamientos de los menores por los que debe responder penalmente, se hayan cumplido acabadamente; a la vez que garantizaba impunidad a aquellos ejecutores y apropiadores.
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En definitiva, posibilit que el aparato funcione ilegalmente, pese al intento de darle una apariencia de apego a las normas que regan en ese entonces. Este dominio que tena sobre las fuerzas a l subordinadas, es lo que funda su responsabilidad como autor mediato de los hechos en cuestin. En este juicio ha sido acusado por su condicin de Comandante en Jefe del Ejrcito, pues siguiendo este criterio ha sido indagado, procesado y elevada a juicio la conducta a l reprochada, fundndose la imputacin, en que en la causa 13/84 de la Cmara Federal, en pleno, se concluy que cada Comandante se encarg autnomamente de la planificacin, ejecucin y control de lo realizado por la fuerza a su cargo, sin interferencia alguna de las otras fuerzas, no obstante la coordinacin que existi en y entre las tres Fuerzas. Este control efectivo no se encuentra controvertido. Y nos remitimos para ello a las citas efectuadas a lo largo de esta sentencia en los Considerandos correspondientes. Para atribuirle responsabilidad penal, tenemos presente las funciones que le correspondan a todo Comandante en Jefe, de conformidad con los reglamentos y Directivas vigentes al momento de los hechos. El Comandante en Jefe del Ejrcito Argentino tena la
responsabilidad primaria en la direccin de las operaciones contra la subversin en todo el territorio de la Nacin, la conduccin de la comunidad informativa y el control operacional sobre la Polica Federal, Servicio Penitenciario Federal, Provinciales, y Policas Provinciales. El pas haba sido dividido en Zonas, Subzonas y reas, a fin de operar ofensivamente contra la subversin en el mbito de su jurisdiccin y fuera de ella en apoyo de las otras Fuerzas Armadas, para detectar y aniquilar las organizaciones subversivas a fin de preservar el orden y la seguridad de los bienes, de las personas y del Estado (Directiva 404/75 suscripta por el Comandante en Jefe del Ejrcito, Jorge Rafael Videla). Era quien autorizaba el traslado entre distintas Zonas; reciba el parte diario de inteligencia confeccionado por las Zonas y Subzonas; como as tambin los resmenes de inteligencia, informes urgentes y estudios especiales, segn el caso.
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Tena bajo su comando en forma operativa a la Secretara de Inteligencia del Estado (Directiva del Consejo de Defensa N 1/75). Esto adems lo reconoci el entonces General de Brigada Otto Paladino -quien se desempeara como Secretario de la SIDE en 1976- en su declaracin indagatoria prestada en la causa N 42.335 bis, incorporada por lectura al debate, quien sostuvo tambin, que en marzo de 1976, en su carcter de Secretario de Inteligencia le fue ordenado reunir informacin, procesarla y entregarla a conocimiento del Poder Ejecutivo, ejercido en ese entonces por Jorge Rafael Videla, atinente a la realidad social, poltico, gremial, estudiantil, abarcando el campo subversivo y el rea exterior del pas. Tambin ha sido acreditado en la sentencia recada en la causa n 1627 Guillamondegui del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1, que en
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la segunda mitad de 1976, el Comando del Primer Cuerpo de Ejrcito cumpla la funcin de coordinador de las operaciones dentro de la Zona 1, de ah que la SIDE deba ajustar sus operaciones a los lineamientos ordenados por el Comando y solicitar autorizacin para que liberaran el rea donde pretenda actuar. All tambin se prob que existan otros importantes elementos que reforzaban el accionar coordinado de la SIDE en la llamada lucha antisubversiva, siendo que en primer lugar, en el Anexo 1 de la Directiva en anlisis, se observaba el cuadro de la Estructura del Rgimen Funcional de Inteligencia del que surga que el Comando General del Ejrcito deba actuar conjuntamente con los delegados de inteligencia de la SIDE, entre otras fuerzas. Luego de la entrada en vigencia de la Directiva 405/76, se dispuso que la organizacin de la Central de Operaciones e Inteligencia (COI) en la Zona I, deba estar integrada por personal especialista delegado de la SIDE, el Batalln de Inteligencia 601, Polica Federal y Polica de la Provincia de Buenos Aires, a cuyo efecto el Comando General del Ejrcito, adecuar las rdenes y directivas en vigencia. Tambin, Videla tuvo un representante en el Centro de Operaciones Tcticas del Comando de Primer Cuerpo del Ejrcito, y en la Central de Reunin de Inteligencia (CRI) conformada en el Batalln de Inteligencia 601. A su vez, la coordinacin entre la SIDE y los organismos de
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Inteligencia del Ejrcito, puede observarse en la planilla de secuestro de Jorge Zaffaroni y Mara Emilia Islas Gatti, elaborada por el Batalln de Inteligencia 601 a partir de los informes que la SIDE remiti a dicho rgano, como tambin al Comando de Primer Cuerpo y a la Jefatura 1 de Ejrcito (cf. copia obrante a fs. 2761 de la causa n 1.351) Ahora bien, cuando una organizacin militar se vuelca hacia una actividad ilcita manifiesta, con basamento en su propio esquema, ninguno de sus integrantes, y menos an, quien ha ejercido la mxima jerarqua, puede ampararse en el principio de la responsabilidad exclusiva y excluyente de los mandos inferiores, como consecuencia de la anarqua operativa. Esto es lo que fue alegado por la defensa de Jorge Rafael Videla, aunque sin embargo, fue desmentido por l mismo, al prestar declaracin indagatoria en este juicio. Diversos reglamentos militares reflejan un principio bsico y fundamental que rige en toda organizacin militar; esto es que el Comandante es el nico responsable de lo que su Gran Unidad haga o deje de hacer, y tambin, que esta responsabilidad no podr ser delegada ni tampoco compartida (cfr. RC-3-30, artculo 1. 001 apartado 2 segundo prrafo; ms actualmente cfr. RC-2-2, artculo 2. 002; y ms an cfr. ROB-00-01, artculo 1. 002). Ahora bien, en cuanto a la manera en que las rdenes han sido impartidas por Jorge Rafael Videala a sus subordinados, para la ejecucin de los hechos materia de juzgamiento, compartimos plenamente lo sostenido por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la Repblica de Per en la sentencia del 7 de abril de 2009, oportunidad en la que se conden al ex presidente de ese pas, Alberto Fujimori por crmenes de lesa humanidad en los hechos conocidos como Barrios Altos, La Cantuta y Stanos del Servicio de Inteligencia del Ejrcito (sentencia confirmada por la Primera Sala Transitoria de la misma Corte Suprema, el 30 de diciembre de 2009), y en la cual se ha desarrollado y acogido la argumentacin de Roxin en lo que hace a la autora mediata a travs de un aparato organizado de poder. All se dijo en relacin a las rdenes emanadas desde la cpula, que el hombre de atrs podr confiar siempre en que su orden o designio criminal se van a cumplir sin necesidad de que tenga que conocer al ejecutor inmediato. Ser, pues, este funcionamiento
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automtico del aparato lo que realmente garantice el cumplimiento de la orden. Por tanto, no ser indispensable que exista una disposicin expresa y que est contenida en un documento, por la que el nivel superior estratgico ordene directamente el cumplimiento de una funcin especfica al ejecutor inmediato. En este sentido, Kai Ambos nos indica que la existencia de rdenes explcitas no es necesaria, si los actos de los autores directos son cometidos en el contexto de los objetivos establecidos y perseguidos por la organizacin. Por lo tanto resulta irrelevante el cmo y por quin son ejecutadas las rdenes, cuando los comandantes pueden estar seguros de que son ejecutadas por alguien de alguna u otra manera (Ambos, kai Trasfondos polticos jurdicos de la sentencia contra el ex Presidente peruano Alberto Fujimori, publicado en La autora mediata. El caso Fujimori. Ara editores, Lima, 2012, pag. 77).
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En lo que a la cuestin de los menores respecta, la responsabilidad penal de Videla se ve plasmada al haber definido el destino de los hijos de las mujeres secuestradas, nacidos en cautiverio o privados de su libertad junto a ellas, y que iban a resultar desaparecidas. Videla, ostentando la mxima jerarqua en el Ejrcito, ejerca el poder de mando. Esto no solo ha quedado demostrado en la mencionada sentencia de la causa n 13/84; tambin en este juicio ha quedado acreditado, mediante los reglamentos y directivas incorporados por lectura, los cuales ya merecieron su debido tratamiento. En este mismo sentido se ha expedido Horacio Ballester, Coronel (R) del CE.MI.DA., a quien se le pregunt si el imputado Videla tena el mando efectivo del Ejrcito, y no dud en responder que al que protestaba, lo echaban l firmaba, aprobaba, estaba de acuerdo con todo lo que se estaba haciendo. Y agreg que el superior siempre tiene que estar informado. No puede ser que no sepa qu est pasando en su comando. Tambin afirma esta cuestin la regularidad de los
procedimientos, la provisin de recursos materiales y humanos, especialmente para la cuestin de las embarazadas; ello en distintas zonas represivas y bajo supervisin de diferentes Comandos, en lo que respecta a los casos imputados a Videla, todos ellos dependientes del Comando en Jefe del Ejrcito. Por otra parte cabe traer a colacin la primera reglamentacin que haca especial mencin a los nios. Se trata del Reglamento RE-10-51
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Instrucciones para operaciones de seguridad de diciembre de 1976, en el cual los nios eran referenciados como parte del grupo de los detenidos por la subversin, a los que se los deban clasificar una vez terminado un operativo de secuestro (punto E del artculo 3.021 Apoyo de Personal). Lo importante de este documento es que qued establecido que se identificaba un grupo especfico que iba a ser reprimido, y que dentro de aqul podan encontrarse nios. Teniendo en cuenta la fecha de dicho reglamento diciembre de 1976- ya haban ocurrido varios procedimientos en los que al momento del secuestro de personas mayores, stos se encontraban con sus hijos menores, situacin que llev al dictado de la directiva mencionada por parte del Comandante del Ejrcito. La existencia de esas rdenes qued acreditada en el
correspondiente considerando, a pesar de que no se pudo saber el contenido preciso de ellas. Estas instrucciones demuestran que la cuestin de los menores hijos de detenidas fue prevista por las Fuerzas Armadas, pretendiendo ocultar esta circunstancia con la destruccin del mencionado inventario. Esta prueba se encuentra incorporada por lectura al debate. Se trata de una copia certificada del radiograma dirigido a los jefes de polica en el que se transcribe el mensaje militar acerca de la incineracin de la documentacin clasificada relativa a la denominada lucha contra la subversin. Dicho documento fue exhibido al testigo Martn Antonio Balza, quien lo reconoci al momento de declarar en este juicio y agreg que mientras l se desempe como Jefe del Estado Mayor del Ejrcito, solicit toda documentacin existente en las distintas unidades que dependan de l, en relacin con la denominada lucha contra la subversin, y ningn documento le fue entregado, lo que a su criterio demuestra que la orden de incinerar la documentacin fue cumplida, al menos en el rea del Ejrcito. No obstante ello, se cuenta con fotocopias de la Directiva del Comandante en Jefe del Ejrcito del 12 de abril de 1977", de donde se desprende Capitulo 2: Situacin, apartado a) Nacional, tem 3), que el entonces Presidente de facto de la Nacin y Comandante en Jefe del Ejrcito,
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Jorge Rafael Videla, imparti al Gabinete instrucciones ...tendientes a implementar en cada rea de gobierno la estrategia sectorial conveniente para erradicar la subversin. Estas instrucciones fueron impartidas por Jorge Rafael Videla, siete das antes que el Ministerio del Interior ordenara las Instrucciones sobre procedimiento a seguir con menores de edad hijos de dirigentes polticos o gremiales cuando sus progenitores se encuentran detenidos o desaparecidos... ya mencionado. Este sistema ilegal que avanzaba a espaldas de la sociedad, tambin se advierte respecto del ocultamiento de las detenciones, y destinos de las personas apresadas, y de su sometimiento a condiciones inadmisibles de cautiverio. Videla deliberadamente ocult lo que suceda, tanto a la Justicia, a
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los familiares de las vctimas, a entidades y organizaciones nacionales y extranjeras, en fin, a toda la sociedad. Esta garanta de impunidad para los autores materiales de los casos materia de juzgamiento, a travs del ocultamiento o destruccin de prueba, de la omisin de denuncia y de la falsedad o reticencia en las informaciones requeridas por la justicia, constituy un presupuesto ineludible del mtodo ordenado. Por otra parte, teniendo en cuenta el marco terico de imputacin dirigido contra Jorge Rafael Videla, corresponde pronunciarnos en orden a la fungibilidad del ejecutor. En palabras de Claus Roxin se trata de el factor decisivo para fundamentar el dominio de la voluntad. En este aspecto, tampoco advertimos diferencias con el anlisis efectuado por la Cmara Federal al dictar sentencia en la mencionada causa 13/84. Es as que entendemos que el ejecutor fungible en este esquema son aquellos agentes de la organizacin criminal que sustrajeron a los nios de sus madres y los entregaron a terceros. Tambin son aqullos que se ubican en un escaln intermedio, es decir, entre los ejecutores directos y los Comandantes de cada una de las fuerzas. Estos son los ejecutores fungibles, y no los apropiadores de los menores; aunque como veremos, pueda converger un sujeto en ambos lugares de comisin del hecho.
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Es as que descartamos la hiptesis de la defensa acerca de que los hechos eran explicables a partir del dolo individual del ejecutor y que esto configuraba una negacin a la autora mediata. En tal sentido, esa parte sostuvo que desaparecer la relacin del hombre de atrs con el de adelante, desaparece la condicin de medio, y aparece el dominio o seoro causal de propia mano. Para ilustrar ms esta cuestin, cabe citar textualmente lo
manifestado por la defensa, al decir que la estructura misma del delito, que fue inventar una relacin paterno-filial que no existe, supona una conexin intersubjetiva, una especie de pseudo-afecto respecto de esa persona que viene a ser el hijo que no es, situaciones reafirmadas por muchos de los testigos vctimas, quienes sostuvieron que les represent una gran dificultad asumir su realidad a partir de que tenan un vnculo afectivo con quien era su apropiador, y que slo con el tiempo fue posible asumir la idea y dejar de verlo como un padre desde ambos extremos, vctima-apropiador, pudo generarse la creencia de un vnculo afectivo, no existiendo ningn enlace afectivo tan grande como el que recae sobre la relacin paterno-filial apriorsticamente es ms pensable como regla el inters particular de construir una relacin padre-hijo -que no existe-, que el acatamiento de una orden a un superior lejano no es la misma situacin que la de haber ordenado a un inferior el aniquilamiento de un enemigo en un supuesto estado de guerra, que aquella situacin de ordenarle la construccin de una relacin paterno-filial. Es decir, que lo quiera, que cumpla con deberes propios de quien es padre, siendo por naturaleza mucho ms pensable el aspecto subjetivo de este delito desde el punto de vista individual, intersubjetivo que desde el mero acatamiento de la orden de un superior Tal cuestin no es as. Se trata de un criterio sesgado de esa parte, en un vano intento por tratar de deslindar de responsabilidad penal a su defendido, frente a los hechos aqu imputados. Pues bien, este Tribunal tiene por acreditado que en este esquema de imputacin los ejecutores fungibles son aquellos agentes de las fuerzas armadas o policiales, cumpliendo funciones en los operativos, denominados por los imputados, como encubiertos o tambin en los centros clandestinos de detencin instalados por disposicin de los altos mandos. Ellos fueron quienes sustrajeron de propia mano a los nios que nacieron de madres en cautiverio, entregndoselos a terceros, o bien, en el caso de haberse producido
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el secuestro de la madre junto a su hijo/a, quienes los separaron para que terminaran ambos desaparecidos de la sociedad. Estos ejecutores fungibles pueden haber estado en los engranajes intermedios tanto superiores como inferiores, como ya ser
analizado al tratar la responsabilidad de otros coimputados. Es decir, se encuentran entre los ejecutores de propia mano y los Comandantes en Jefe de la Fuerza (en este caso Ejrcito). retransmitan y las hacan cumplir. Estos autores, se encuentran dentro de la estructura organizada de poder y no en los llamados apropiadores; aunque pueda tratarse en algunos casos de los mismos sujetos, como veremos en el caso de los imputados Azic y Gallo.
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A estos ejecutores fungibles no les faltaba libertad en su obrar; por tal motivo, tambin deben responder personalmente. En este sentido se expide Roxin diciendo que quien comete un delito no se ve exonerado de responsabilidad porque de no haberlo hecho l, otro lo habra cometido (Roxin, Claus Autora y dominio del hecho en derecho penal, Marcial Pons Ed. Jurdicas y Sociales S.A., Madrid, 2000, 7ma edicin, pg. 274). No caben dudas que los ejecutores directos, as como quienes se encontraban en el escalafn intermedio, han sido fungibles. De hecho, los casos imputados a Videla tuvieron lugar en distintos mbitos geogrficos y temporales; basta con confrontar lo que este Tribunal tuvo por probado al tratar los hechos materia de juzgamiento en la presente. De estos ejecutores se ha valido el imputado Jorge Rafael Videla, para que su cometido se cumpla en forma efectiva. El otro requisito que Claus Roxin agreg recientemente a su teora, es el de la predisposicin del autor directo a la realizacin del hecho. A criterio del Tribunal es un requisito que se integra y no desplaza al de fungibilidad. Es decir, ya no se trata de probar que los ejecutores sean intercambiables si se niegan a cumplir la orden, sino que, por el contrario, los ejecutores estn predispuestos a cumplir esa orden porque adscriben al lder. Por otra parte y reforzando esta cuestin, no son pocos los apropiadores de menores que se han quedado con nios o nias recin nacidos
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habindolos hecho pasar como hijos propios, a pesar de que fueron arrancados de sus madres, quienes permanecan secuestradas en cautiverio, que pertenecieron a las Fuerzas Armadas, Policiales de Seguridad. Tales los casos de Norberto Atilio Bianco (ex Capitn mdico del Ejrcito), Miguel Angel Furci (ex Oficial de Inteligencia de la SIDE), Herman Tetzlaff (ex Mayor del Ejrcito), Eduardo Alfredo Ruffo (ex Oficial de Inteligencia de la SIDE), Samuel Miara (ex Oficial de Inteligencia de la Polica Federal), Ceferino Landa (ex Teniente Coronel del Ejrcito), Rubn Lavallen (ex Oficial de la Polica de la Provincia de Buenos Aires), Francisco Gmez (ex Oficial Civil de Inteligencia de la Fuerza Area), Vctor Rei (ex Comandante de Gendarmera), Luis Antonio Falco (ex Oficial de Inteligencia de Polica Federal), Jos Luis Ricchiutti (ex Agente de Inteligencia del Batalln 601), Luis Policarpio Vzquez (ex Suboficial de la Armada) y Carlos Hidalgo Garzn (ex Teniente del Ejrcito- Batalln de Inteligencia 601), entre otros mas; no caben dudas a este Tribunal acerca de lo consustanciados que estaban, en estos casos, los apropiadores directos, con la doctrina represiva que impartan los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas de ese entonces. No obstante habernos explayado acabadamente respecto de su responsabilidad frente a los hechos materia de juzgamiento, hay otras
cuestiones que debemos tener en cuenta a la hora de efectuar el reproche penal. Veamos: En mayo de 1978 se public una nota con varios casos de abuelas buscando a sus nietos. De acuerdo a la documentacin obrante en la causa, los reclamos por parte de la ONU datan de 1978, mientras que el informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos de 1980 es terminante en cuanto a impartir instrucciones al gobierno argentino sobre los menores de edad desaparecidos. Frente a ese informe de la CIDH la respuesta no fue impartir las instrucciones para la entrega de los menores, sino prohibir su difusin en la Argentina y slo dar a conocer una versin con los aspectos que mejor convengan a la eficacia de nuestra rplica, de acuerdo a las instrucciones de Videla. En la sentencia de la Cmara Federal en la causa 13/84, al comentar la actitud adoptada ante el informe de la CIDH, se mencionan las
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pautas fijadas por Videla para contestar el informe. En aquella ocasin, el imputado dijo que se torna imperiosa la adopcin de recaudos y controles periodsticos que neutralicen localmente toda informacin que se desliga con la nuestra. Hubo muchsimos reclamos, nacionales e internacionales. Entre esa multitud de reclamos figuraron los referidos a mujeres embarazadas y a nios. Ya los hemos tratado en el correspondiente Considerando. All mismo, se sostuvo que Frente a esa multitud de reclamos, el gobierno no slo omiti realizar una investigacin seria y adecuada a la gravedad de los hechos, sino que adems, demostr un propsito deliberado de ocultar la realidad de las desapariciones de personas, o de tergiversar cuando el ocultamiento fuera imposible, atribuyendo tales desapariciones a otros motivos
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Por otra parte, hemos escuchado al testigo Robert Cox, ex director del diario Buenos Aires Herald, quien public notas en aquella poca acerca de algunos de estos casos y luego de ello quien sufri una breve detencin y recibi amenazas que lo llevaron a irse del pas. Tambin declar en el debate Adolfo Prez Esquivel, quien acompa a las abuelas desde el principio, fue detenido en abril de 1977 y permaneci a disposicin del PEN hasta fines de junio del ao siguiente. Esa era la respuesta de Videla en relacin a los nios desaparecidos. Igual que con la cuestin de los desaparecidos en general, es decir, negarla, reprimir a los que se animaban a decir algo, para asegurar la impunidad. Norberto Liwsky nos relat en la audiencia que cuando estaba secuestrado en la Brigada de San Justo se le present una persona quien dijo ser un capitn del Ejrcito, el que le expres: la ley es Videla, l decide quien vive y quien no. La Comisin Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en su informe seal que la mayora de los prisioneros a disposicin del Poder Ejecutivo eran personas que haban sido originalmente secuestradas y torturadas, y que evidentemente Videla decidi que vivieran (Informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina, ao 1980).
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Finalmente, de un informe desclasificado de fecha 7 de junio de 1976, enviado por la Embajada de EE.UU en Argentina, sobre coordinacin represiva y responsabilidad del gobierno de Jorge Rafael Videla al Departamento de Estado de dicho pas, el cual se encuentra reproducido en los Anexos del Archivo de la Secretara de Seguimiento de la Comisin para la Paz, de la Repblica Oriental del Uruguay, a fs. 329, Documento 15, Seccin 2, surge lo siguiente: 3. Cualquiera sea la razn para la continuada inercia de Videla, los resultados son los mismos. Nuestra mejor estimacin es que elementos del servicio de seguridad estn involucrados, que tienen la aprobacin al menos de sus superiores inmediatos y cuentan con la tolerancia (o ms) de niveles an ms altos. Es imposible determinar cun alto llega la aquiescencia en este momento. Una cosa es clara, Videla no puede ocultarse durante mucho tiempo detrs de sus alegatos de inocencia. Si estos abusos continan mucho ms sin contramedidas efectivas, la
culpabilidad (sea por omisin o comisin) ser inevitablemente imputada a su gobierno Todas estas consideraciones no dejan margen de duda respecto de que Videla, quien se encontraba en la mxima jerarqua del Ejrcito, control de manera decisiva y fundamental el aparato de poder utilizado para perpetrar los crmenes aqu juzgados. Por otra parte, no obstante haberse adelantado que Jorge Rafael Videla es responsable penalmente por los casos individualizados al inicio del presente Considerando, realizaremos un somero relato de aqullos,
agrupndolos por lugar de comisin o por personal interviniente en los procedimientos que culminaron con sus apropiaciones; para una mejor comprensin de la responsabilidad de Jorge Rafael Videla. En primer lugar ya hemos tratado al denominado Circuito Camps, que para los hechos de este juicio abarca la Comisara 5 de La Plata, el Pozo de Banfield; La Cacha y el caso de Clara Anah Mariani ocurrido en la ciudad de La Plata. Esos centros clandestinos salvo La Cacha, en el que actuaban diversas fuerzas- dependan de Ramn Camps, Jefe de la polica bonaerense, quien a su vez dependa del comandante del Primer Cuerpo, Guillermo Surez Mason, responsable de la Zona I, quien a su vez, dependa directamente de Jorge Rafael Videla.
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En la causa n 13/84 de la Cmara Federal, Videla fue condenado como autor mediato por diversos hechos ocurridos en esos lugares teniendo en cuenta su condicin de Comandante en Jefe del Ejrcito. Por otro lado, Ramn Camps era responsable directo de lo que suceda en la Comisara 5 y en el Pozo de Banfield. Esto ha quedado demostrado en la sentencia dictada por la Cmara Federal en pleno, en la causa n 44 Camps. En la Comisara 5 de La Plata dieron a luz Beatriz Ortega de Fossati y Elena de la Cuadra con diferencia de meses, y los bebs fueron entregados a personas que les alteraron su identidad. All, concurra asiduamente el Coronel Enrique Rospide, segn relataran los testigo Estela De La Cuadra y Norberto De Francesco.
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Departamento Central de la Polica de la Provincia de Buenos Aires y segn el informe de la Comisin Provincial por la Memoria, centralizaba la informacin sobre casos de nios apropiados. A su vez, dependa de Ramn Camps, quien expresamente comulgaba con el mandato de sus superiores, tal como lo dijo en forma expresa en una entrevista unos aos despus. Si Ramn Camps tena personas secuestradas durante meses en una comisara de La Plata, donde a su vez nacieron nios que luego fueron entregados a personas que no eran familiares, cambindoles la identidad, esto era posible porque el Comandante en Jefe del Ejrcito as lo haba dispuesto. Tambin se ha visto que en el centro clandestino denominado La Cacha estuvieron secuestradas Laura Estela Carlotto y Mara Elena Isabel Corvaln de Surez Nelson. Sus partos se produjeron con diferencia de un ao. Esta circunstancia demuestra la continuidad del centro clandestino y de la presencia de mujeres embarazadas en aqul lugar. Este centro estaba prximo a la unidad carcelaria provincial de Olmos, a la que habra sido llevada Mara Elena Corvaln de Surez Nelson para dar a luz. El traslado para el parto y la entrega del beb fueron actos que gozaron de la impunidad que tenan los captores por obedecer a las decisiones de los mandos superiores. En el caso de Laura Carlotto, si bien no hemos podido determinar fehacientemente el lugar donde fue llevada a tener al beb, lo cierto es que tal
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acontecimiento tuvo lugar en alguna dependencia de las Fuerzas Armadas, tal como ha quedado acreditado al tratar el caso de sustraccin de su hijo. No obstante ello, lo que s podemos afirmar es que esos traslados clandestinos, realizados por personal de las Fuerzas Armadas o de Seguridad de mujeres embarazadas, prximas a dar a luz, existieron. Al respecto, cabe recordar que los movimientos de personas detenidas, de conformidad con lo dispuesto en la directiva 9/77, deban ser previamente elaborados por el Comandante en Jefe el Ejrcito, quien a su vez los autorizaba. Tambin tenemos por probado que en el centro denominado Pozo de Banfield, se alojaban mujeres embarazadas hasta despus del parto. Sus traslados eran de un centro a otro. Nuevamente, este movimiento de personas ilegalmente detenidas era decisin del Comandante en Jefe del Ejrcito. El testigo Gustavo Caraballo dijo que Camps haba ido dos veces a dicho centro en helicptero. All fueron trasladadas varias mujeres embarazadas para dar a luz, durante casi dos aos. En una primera etapa a fines del ao 1976, cuando se produjeron los partos de Stella Maris Montesano y de Gabriela
Carriquiriborde. Al ao siguiente, en abril se produjo el parto de Mara Elosa Castellini. A fines de diciembre de 1977 se produjeron los partos de Yolanda Iris Casco de Dela y de Ada Sanz y en agosto de 1978 el de Mara Asuncin Artigas. En los casos de Sanz, Casco y Artigas, debemos tener en cuenta que se trata de ciudadanas uruguayas que fueron secuestradas con la participacin de militares del vecino pas, lo que demuestra con mayor poder de conviccin, que ello era parte de una metodologa planeada y dirigida desde los altos mandos. En el caso de Mara Victoria Moyano Artigas, el nacimiento se produjo poco despus de que Videla hubiera dejado la comandancia del Ejrcito -31 de julio de 1978-, aunque para esa poca continuaba desempendose como presidente de facto.
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No obstante, lo cierto es que su madre Mara Asuncin Artigas se encontraba secuestrada desde diciembre de 1977, y fue mantenida con vida hasta dar a luz a la nia y as poder entregarla a quienes resultaron ser sus apropiadores. La lgica es la siguiente: Al momento del secuestro de Artigas, Videla se encontraba en plena comandancia del Ejrcito. Su suerte estaba echada. Su destino final, es decir su desaparicin ya era una cuestin decidida desde los ms altos mandos. Su embarazo fue la circunstancia que hizo que sobreviva hasta dar a luz. Si bien la decisin de la sustraccin de la beba por nacer fue tomada al momento de constatar el embarazo de la madre, para lo cual se
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dispusieron todos los recursos materiales y humanos al servicio de aquella finalidad, lo cierto es que esta cuestin ocurri luego de que Videla dejara la comandancia; por lo que su responsabilidad frente a este caso debemos circunscribirla a una participacin necesaria. Tenemos en cuenta para ello el aporte indispensable que efectu el imputado mediante el aparato criminal que diriga para la comisin de tal hecho. Esto se encuentra reflejado en el previo secuestro de la madre, su alojamiento en forma clandestina, con vida y en estado de gravidez, dentro de aqul centro clandestino, utilizado con frecuencia para alojar parturientas provenientes de otros lugares y que, al haber dado a luz, los represores que all cumplan funciones le sustrajeron su hija con el objeto de entregarla a una familia ajena, y de ese modo hacerla desaparecer. En el caso de Paula Logares, ella no naci all (Pozo de Banfield), pero sus padres estuvieron secuestrados en dicho lugar, habiendo provenido de la Brigada de San Justo. Una vez ms advertimos el movimiento de
personas secuestradas a disposicin de las Fuerzas Armadas, entre diferentes centros clandestinos de detencin. Paula Logares fue secuestrada con sus padres en Uruguay y trada con ellos a la Argentina. Eso demuestra el nivel en el que se tomaban aquellas decisiones, ya que para trasladar a un matrimonio con su hija, privados ilegalmente de su
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libertad desde el pas vecino, se precisaban acuerdos entre las cpulas que gobernaban ambos pases. Paula Logares fue separada de sus padres en la Brigada de San Justo y fue apropiada por un oficial policial quien la anot como hija propia, con la colaboracin de un mdico de la polica provincial, Jorge Hctor Vidal, que tambin intervino en el caso de Mara Victoria Moyano Artigas. Nada perturbaba la sustraccin, retencin y ocultamiento de la nia, porque dicha conducta no contrariaba la voluntad de los Comandos Superiores. En cuanto a Clara Anah Mariani, su caso tambin es demostrativo de que la actuacin de Camps no fue un hecho aislado, sino que responda a la metodologa dispuesta desde la comandancia del Ejrcito. El hecho, como ya qued demostrado en anterior considerando, se trat de uno de grandes dimensiones, y de gran repercusin pblica. El destino de la nia no solo fue decisin de Camps, quien estaba en ese lugar. Tambin lo fue del Jefe de la Brigada X, Adolfo Sigwald y del Comandante de la Zona 1, Guillermo Surez Mason, quienes tambin estuvieron en el lugar del hecho. Mara Isabel Chorobik de Mariani declar que dos prelados de la Iglesia Catlica, Monseor Montes de la ciudad de La Plata y Monseor Graselli de Buenos Aires, le manifestaron que a la nia la tena gente con poder. La Sra. Chorobik de Mariani public la primera solicitada por su nieta en el ao 1977 en el diario El Da de La Plata. Esta sustraccin no pudo ser desconocida por Jorge Rafael Videla, quien orden el operativo en el que intervinieron gran cantidad de efectivos bajo su mando, en el cual hubo varios muertos y heridos y en el que result sustrada la hija de una de las personas que all haba sido abatida por las fuerzas conjuntas; y que fuera insistentemente reclamada por su abuela. Tampoco accedi a la audiencia que la Sra. Chorobik Mariani le haba solicitado. La intervencin del Batalln de Inteligencia 601 en la averiguacin de datos sobre Clara Anah a los pocos das del hecho es otro indicio de la responsabilidad del imputado en la sustraccin de la beba.
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Ese batalln era el organismo de inteligencia del Ejrcito. Ante un hecho que tuvo esa repercusin y que fue motivo de innumerables reclamos internacionales, si nada hubiera tenido que ver con el mismo, al menos debera haber ordenado una investigacin. Pero nada se hizo. La negacin del hecho por parte de Videla comienza en 1978 cuando da respuesta a una peticin de la Organizacin de Estados Americanos, diciendo que en el procedimiento no haba habido ninguna menor. Luego en 1980 la respuesta fue dada a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, tambin en forma negativa. Esto demuestra la manera en que era renovada su voluntad de perpetuar el delito en el tiempo. Por otro lado, los casos de Norma Tato
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y de Silvia Mnica
Quintela Dallasta sucedieron en la guarnicin militar de Campo de Mayo que para esa poca era una de las ms importantes del pas. All vivi Jorge Rafael Videla hasta el 31 de julio de 1978, fecha en que dej la comandancia del Ejrcito. En la causa 13/84 la Cmara Federal estableci su responsabilidad respecto de lo sucedido en el Centro Clandestino El Campito situado en la Guarnicin Militar de Campo de Mayo. La sustraccin de los hijos de Norma Tato y de Silvia Quintela Dallasta fueron actos cometidos de acuerdo al mecanismo planificado. Ellas fueron desaparecidas, y sus hijos registrados como hijos propios del Capitn del Ejrcito Norberto Bianco, mdico militar del Hospital Militar de Campo de Mayo respecto de Pablo Hernn Casariego Tato; y del teniente del Ejrcito Vctor Alejandro Gallo, quien en aquella poca estuvo en comisin en Campo de Mayo, respecto de Francisco Madariaga Quintela. Adems de estos dos casos, hay alrededor de diez ms que fueron denunciados como ocurridos en el predio de Campo de Mayo. Lo que all sucedi fue una parte ms del plan llevado a cabo por las Fuerzas Armadas. Los directores del Hospital y el director del rea de Obstetricia eran oficiales que respondan al mando de Jorge Rafael Videla. Tambin debe responder Videla por el caso de Mara Beln Altamiranda Taranto, cuyos padres estuvieron secuestrados en el centro de
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detencin clandestino llamado Vesubio. Videla ha sido condenado en la causa 13/84 por hechos ocurridos en ese centro clandestino, con lo cual se encuentra comprobada su responsabilidad por los hechos que all sucedieron en esos aos. El Vesubio estaba comandado por Oficiales Superiores del Ejrcito. All concurra Surez Mason, tal como sostuvieron varios testigos de este juicio, y estaba bajo su jurisdiccin como Comandante de la Zona 1. Mara Beln Altamiranda Taranto naci en el Hospital Militar de Campo de Mayo, lo que demuestra la coordinacin entre los militares que estaban al frente del Vesubio y las autoridades de aqul nosocomio. Dicho centro clandestino estaba bajo el comando de Surez Mason, mientras que el Hospital Militar de Campo de Mayo, responda tcnicamente al Comando de Sanidad pero tcticamente dependa del Comando de Institutos Militares. En este caso, intervinieron tres comandos directamente subordinados al entonces Jorge Rafael Videla. La nia fue entregada al Movimiento Familiar Cristiano para su posterior adopcin en lugar de ser apropiada directamente por personas vinculadas a las Fuerzas Armadas. No obstante ello, lo cierto es que actuando de ese modo, los ejecutores que intervinieron en el hecho, igual cumplieron con el objetivo principal que era hacerla desaparecer, para negar el destino de su madre. Por otra parte, en el caso de Hilda Victoria Montenegro quien tena pocos das de vida cuando fue secuestrada (febrero de 1976), intervino el entonces Mayor del Ejrcito Herman Tetzlaff. El Ejrcito ya estaba en operaciones en todo el pas desde haca varios meses y actuaba en forma clandestina, ms all de que ese accionar y el funcionamiento de la mayora de los centros clandestinos de detencin se desplegaron en su plenitud luego del golpe de estado del 24 de marzo de 1976. Hilda Victoria Montenegro fue llevada a la Brigada Femenina de San Martn de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. Cuatro meses despus la retir Tetzlaff con su esposa, entregndosela el Comisario a cargo de dicha Brigada.
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Adriana Mercedes Leiva, mediante su testimonio confirm que en esa Brigada Policial haba bebs y que se entregaban a personas que no eran familiares. El comisario de dicha Brigada result ser el padrino de Hilda Victoria Montenegro. Tetzlaff era un hombre de confianza de Riveros. Esto lo relat Hilda Victoria Montenegro en la audiencia de debate al prestar declaracin testimonial, y tambin surge de los dichos del Teniente de Fragata de la Armada Argentina, Jorge Eduardo Noguer, incorporados por lectura al
debate, quien tena buena relacin con Galtieri y con Surez Mason y buscaba a su hija embarazada. Adems Tetzlaff continu actuando en la denominada lucha antisubversiva siendo ascendido a Teniente Coronel y luego a Coronel.
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Lo sucedido con este caso, es lo mismo que ha ocurrido en todos los centros clandestinos que han sido objeto de este juicio. Es decir, se actu con total impunidad al saber que lo que se haca era aprobado por los superiores. La circunstancia de que la primera parte de la comisin del hecho se produjera con anterioridad al 24 de marzo de 1976, no altera la atribucin de responsabilidad penal frente al mismo de Jorge Rafael Videla. Inclusive para entonces, ya era Comandante General del Ejrcito; y adems todo lo relativo a la seguridad y la lucha antisubversiva se encontraba bajo control de los militares (ello ha sido desarrollado en el Considerando VII de la presente). Por otra parte, Jorge Rafael Videla ha sido condenado en la causa n 13/84 por hechos estrechamente vinculados a la apropiacin de los menores que permanecieron en el centro clandestino denominado Automotores Orletti. Ha quedado demostrado en este juicio que su responsabilidad se extiende a esas sustracciones (a excepcin del caso de Simn Mndez, tal como fuera desarrollado en el Considerando correspondiente). En primer lugar quien estaba al frente de aqul centro clandestino era el General Otto Paladino, Secretario de Inteligencia del Estado, directo colaborador de Videla, y a quien lo haba trasladado desde la Jefatura II
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Inteligencia del Ejrcito para cubrir una importante funcin en el plan represivo. Paladino fue visto por varios secuestrados en Orletti y era quien supervisaba el traslado de los uruguayos a su pas. Ya nos hemos explayado acerca de las peridicas reuniones que mantena el Comandante en Jefe del Ejrcito todas las maanas, al recibir el parte de inteligencia, reunindose con el Coronel Martnez de la Jefatura II y con el General Paladino de la SIDE. A dichas consideraciones nos remitimos. All ocurri el caso de Mariana Zaffaroni Islas, quien fue apropiada por Miguel Angel Furci, agente de la SIDE que actuaba en el grupo de Anbal Gordon en Automotores Orletti El jefe de la SIDE saba del secuestro de Jorge Zaffaroni, Mara Emilia Gatti y su hija Mariana, todos ellos de nacionalidad uruguaya. En dicho procedimiento intervinieron militares uruguayos. Un subordinado suyo fue quien se qued con la nia. Esto no pudo haber sido de otra manera que con su consentimiento. Y est claro que Paladino actuaba bajo las rdenes directas de Videla. A esta cuestin se agrega que Mara Esther Gatti de Islas la abuela materna de Mariana- se entrevist ese mismo ao con el entonces Ministro del Interior Albano Harguindeguy para pedirle por su hija, su yerno y su nieta, y de ese encuentro le qued claro que a la nica que era posible recuperar era a la nia. Harguindeguy saba acerca del destino de Mariana Zaffaroni y el de sus padres. Conoca que la menor se encontraba con vida, y que haba sido sustrada de su familia biolgica. Si no realiz ningn aporte para su bsqueda, era porque se trataba de una prctica aprobada desde la ms alta jerarqua militar y gubernamental. El caso de Mariana Zaffaroni Islas figur relatado en la primera plana del peridico Buenos Aires Herald en octubre de 1976, incluso con una foto de ella. Respecto del caso de Anatole y Eva Julien Grisonas, fueron secuestrados junto con su madre Victoria Grisonas el 26 de septiembre de 1976, como consecuencia de un operativo de la ciudad de San Martn, Provincia de
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Buenos Aires, en el que intervino gran cantidad de efectivos militares y policiales. En ese operativo muri el padre de los nios, Roger Julien. La madre fue trasladada a Automotores Orletti. Con posterioridad los nios tambin. Francisco Cullari, vecino de la familia y testigo presencial del operativo, solicit que le entregaran a los nios para su custodia hasta que llegaran los familiares; pero no obtuvo respuesta por parte de los captores (cf. declaracin incorporada por lectura al debate de fs. 475/78 de la presente causa - prestada en el marco del exp. 14.486/96 caratulada "Larrabeiti Yaez, Anatole y otro c/ Estado Nacional s/ proceso de conocimiento, del registro del Juzgado Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal n 4, Secretara
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n 7, y de fs. 8475/78 de la causa nro. 1351). Los nios fueron trasladados a Automotores Orletti y posteriormente enviados a la Repblica Oriental del Uruguay a un centro clandestino del ejrcito denominado SID. Finalmente fueron llevados a Chile, y abandonados en una plaza pblica en la ciudad de Valparaso. La salida de Anatole y Eva del territorio argentino fue una decisin tomada por las ms altas autoridades. De las declaraciones que fueron recibidas en el debate surge con claridad el control que Paladino tena de lo que suceda en Automotores Orletti, como as tambin de los vuelos planificados trasladando personas secuestradas (cf. declaraciones recibidas en la audiencia de Ana Quadros, Pilar Nores, Elba Rama y Alicia Cadenas) Fue Paladino quien deba autorizar la salida de los nios al Uruguay, ya que dos nios no pudieron ser sacados del pas por militares uruguayos sin autorizacin de las mximas autoridades argentinas. Tambin como dijimos anteriormente, Paladino dependa de Videla a quien reportaba peridicamente. Desde el momento en que las autoridades argentinas autorizaron a los militares uruguayos para que se lleven a los menores, saban perfectamente que su destino iba a ser su desaparicin, ya sea fsica o de su identidad. Esto podemos afirmarlo toda vez que su padre haba sido asesinado en el pas y su cuerpo haba desaparecido, mientras que su madre
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luego de haber pasado por Automotores Orletti tambin result desaparecida. Las autoridades argentinas no hicieron aparecer a los nios en nuestro pas para garantizarse impunidad. Dejaron que los llevaran a Uruguay sabiendo que los militares uruguayos tampoco deban hacer pblica su aparicin en ese pas so pretexto de blanquear la suerte de sus padres; por lo tanto el destino deba ser la continuidad de la sustraccin y la alteracin de su identidad, lo que deba ocurrir en un tercer pas, teniendo en cuenta la edad de los nios, especialmente Anatole, de cuatro aos. Todas las acciones que se llevaron adelante, desde el secuestro hasta el abandono en la ciudad de Valparaso, Chile, fueron orquestadas dentro de una prctica criminal y tuvieron adems como finalidad, la desaparicin de toda la familia. Este caso form parte de una decisin en comn efectuada entre Argentina, Uruguay y Chile, y formaba parte de la coordinacin represiva mediante el Plan Cndor. Por este caso tambin debe ser responsabilizado Jorge Rafael Videla, pese a que los nios fueron encontrados en el pas vecino. En efecto, resulta de aplicacin para determinar la competencia el principio de ubicuidad, que sostiene que en aquellos casos en que los diferentes pasos del iter criminis no se producen en el mismo lugar- se consideran cometidos en todas las jurisdicciones a travs de las cuales se desarroll la accin as como en la del lugar de verificacin del resultado, en esos casos, para la tentativa, el delito se reputa cometido, tanto en el lugar donde se comenz la ejecucin como en donde deba producirse la consumacin. El hecho se considera cometido tanto en el lugar donde se exterioriz la voluntad como donde se produjo el resultado. (Francisco Dalbora Cdigo Procesal Penal de la Nacin- comentado y anotado) Por ello que resultan competentes para intervenir los magistrados con jurisdiccin en cada uno de los lugares en los cuales se produjeron actos con relevancia tpica, y en esa hiptesis la eleccin del tribunal que conocer en la causa debe hacerse atendiendo a exigencias de una mejor economa procesal
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y eficaz investigacin (Fallos: 326: 4586 y Competencia N 740, L. XLI, in re Brandan, Omar Nstor s/ robo agravado de automotor, resuelta el 16 de agosto de 2005).
b. Caso en el que result vctima Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena. Voto de la Dra. Mara del Carmen Roqueta y Domingo Luis Altieri: Asimismo, habremos de responsabilizar a Jorge Rafael Videla como partcipe necesario de la sustraccin, retencin, ocultamiento y haber hecho incierto el estado civil, de la nombrada, a travs de un aparato organizado de poder. Al tratar el caso en el considerando correspondiente tuvimos por
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probado que su madre Mara Claudia Garca Iruretagoyena dio a luz en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas, en Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay, mientras se encontraba en cautiverio en aquel pas por haber sido trasladaa desde Automotores Orletti clandestinamente, y estuvo con su hija Macarena, hasta, al menos, la ltima semana de diciembre de 1976. Luego la nia fue sustrada de su poder, y entregada al matrimonio Taurio-Rivas, quienes la retuvieron, ocultaron y alteraron su estado civil. Los autores directos de los hechos tambin fueron agentes del aparato represivo de la dictadura uruguaya. Como podemos advertir, el nacimiento de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena se produjo en la ciudad de Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay. Por tal motivo, nos vemos impedidos de adjudicar a Jorge Rafael Videla el rol de autor mediato de la sustraccin, retencin y ocultamiento de la menor, como el haber hecho incierto su estado civil, no obstante ello, entendemos que corresponde atribuirle responsabilidad penal como partcipe necesario. Veamos: El secuestro de Mara Claudia Garca Iruretagoyena ocurri en territorio argentino, enmarcado dentro de la coordinacin planificada entre las
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distintas dictaduras del Cono Sur mediante la cual se llevaba a cabo la persecucin de disidentes polticos -el denominado Plan Cndor-. Fue llevada a Automotores Orletti donde permaneci detenida clandestinamente durante parte de su embarazo, siendo trasladada con posterioridad a la Repblica Oriental del Uruguay. Los represores argentinos saban acerca del destino que iba a tener su hija. Saban que iba a ser sustrada de su seno materno por los militares uruguayos. Ello, podemos afirmarlo, toda vez que el destino de la madre marcaba el del menor recin nacido. Es decir la desaparicin de ambos. As pues, al momento de su detencin, Garca Iruretagoyena contaba con 7 meses de embarazo, y ya saban que el alumbramiento se iba a producir en las fechas inmediatamente posteriores al traslado a Montevideo, tal como efectivamente ocurri. Por otra parte, los represores de Automotores Orletti le dieron a Mara Claudia Garca Iruretagoyena un trato especial durante su cautiverio. Los testigos Bertazzo y Juan Gelman coincidieron en que Mara Claudia era guardada como una incubadora. Adems se encontraba destabicada, por lo que poda ver a sus compaeros de cautiverio y a los represores argentinos y uruguayos que actuaban en Orletti. Esto nos habilita a afirmar que la decisin acerca de su destino final ya haba sido tomada en la Argentina. En este contexto, la apropiacin de su hija, aunque fuera en otro pas, se enmarc en la prctica trazada por la dictadura argentina, pues era funcional a la finalidad de borrar todo rastro sobre su paradero. Las circunstancias del caso tambin nos permiten concluir que Mara Claudia Garca Iruretagoyena fue llevada a Uruguay precisamente para sustraerle a su hija. Ella era de nacionalidad argentina y no tena ninguna relacin con los militantes uruguayos, por lo que no era til como fuente de informacin para los represores de aquel pas. Tambin, los represores uruguayos se aseguraron que los otros detenidos -que luego seran liberados- no pudieran ver ni identificar a Mara Claudia Garca Iruretagoyena. Ella permaneci detenida en una habitacin separada de los dems secuestrados.
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Este hecho refuerza la conclusin de que ya se haba tomado la decisin de desaparecerla luego de su parto. Finalmente, ha quedado probado que una comitiva de represores argentinos que actuaba en Automotores Orletti viaj al centro clandestino de Uruguay luego del parto de aqulla. All se enteraron que la nia haba nacido y que haba sido sustrada. Nada hicieron al respecto. En efecto, se haba cumplido lo ordenado y form parte del botn de guerra junto con los muebles y dems efectos que se trasladaron de Buenos Aires a Montevideo como fue narrado por los testigos. Por lo expuesto, consideramos que Jorge Rafael Videla prest un aporte esencial para la concrecin de los delitos perpetrados en perjuicio de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena. Pues su sustraccin, retencin
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y ocultacin, as como tambin la alteracin de su estado civil, jams pudieron haberse cometido si previamente el aparato criminal controlado por Videla no la hubiera secuestrado, mantenido en cautiverio durante parte de su embarazo y entregado a los represores uruguayos antes de su parto. La apropiacin de la nia, aunque fuera en otro pas, se enmarcaba en la prctica sistemtica de apropiacin de nios trazado por la dictadura, pues era funcional a la finalidad de borrar todo rastro sobre el destino de Mara Claudia Garca Iruretagoyena y negar informacin sobre su paradero. Entendemos que el haberse materializado la sustraccin fuera del pas, no es bice para que sea aplicada la ley argentina al caso; porque de conformidad con lo que prescribe el art. 1 en su inciso 1 del Cdigo Penal de la Nacin, ste ser aplicable por delitos cometidos o cuyos efectos deban producirse en el territorio de la Nacin Argentina; o en los lugares sometidos a su jurisdiccin. En contra de este sentido, la defensa del encartado Videla, en ocasin de alegar, cuestion la competencia de este Tribunal para expedirse en relacin a este caso de apropiacin, sosteniendo que al tratarse de un delito de comisin permanente, respecto del cual la acusacin ha dicho que cesa al revelarse la identidad y filiacin del apropiado, el caso queda atrapado en lo dispuesto por el art. 37 del CPPN en cuanto establece que frente a un delito
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continuado o permanente ser competente el Tribunal en el que cesa la continuidad o permanencia. Sostuvo la defensa que dicha norma veda la jurisdiccin de los Tribunales de nuestro pas, en cuanto al aplicar dicho criterio, la permanencia del delito que damnificara a aqulla termin en la Repblica Oriental del Uruguay, pas en el que ocurri la restitucin de la filiacin. Que en consecuencia son los Tribunales de ese pas los que deben perseguir el delito cometido en su territorio. As se dijo que si el delito es cometido ntegramente en un pas, juzga ese pas, si el delito involucra otra jurisdiccin internacionalmente hablando habr que estar al punto de cese pero en el caso Gelman se comete ntegramente en Uruguay, los tres verbos tpicos (de la figura del art. 146 del C. Penal) se dan ntegramente en Uruguay ) Ahora bien, el art. 37 del CPPN en modo alguno tiene por finalidad vedar la aplicacin de la ley penal fuera del mbito territorial del pas, sino que consiste en una norma de mero carcter ordenatorio en la distribucin de la competencia territorial de los diversos tribunales provinciales o nacionales. Tan es as, que es una norma de mero carcter ordenatorio, que la C.S.J.N., en relacin al delito de asociacin ilcita, ha establecido que si el accionar se ha verificado en varias jurisdicciones corresponde atribuir la competencia al magistrado que resulte ms conveniente por razones de economa procesal, con el fin de procurar una mejor actuacin de la justicia (C.S.J.N., competencia n 623. XXXIII, Supermercados Coto s/sumario por averiguacin extorsin, rta. 18/11/1997 (con cita de Fallos 301:728 y 316:2530) , LL, 1998-B-816. En seguimiento de esa doctrina, la Sala IV de la Cmara Federal de Casacin Penal ha dicho que resulta competente para entender en un proceso por secuestro extorsivo la justicia ante la cual se ha desarrollado la totalidad del trmite instructorio resultando irrelevante a los fines de pretender variar la competencia en razn del territorio la circunstancia de que la vctima recuperara su libertad en otra localidad, pues en los delitos de carcter permanente no hay razn que imponga decidir a favor de la competencia de alguno de los jueces en el mbito de cuyas jurisdicciones se ha desarrollado la accin delictiva, siendo determinantes en este punto consideraciones
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de economa y conveniencia procesal (Poyo, Ariel y otros rta. 15/08/2002, cita on line AR/JUR/ 3273/2002, LL, 2003-B-44). En consecuencia, queda claro que dicha norma citada por la defensa del encartado reviste un mero carcter ordenatorio de la jurisdiccin criminal y que si bien el principio general que rige la materia en el mbito del derecho penal argentino es la territorialidad, ninguna norma veda que excepcionalmente se apliquen principios de extra-territorialidad tales como el de la ubicuidad o el de la Justicia universal, que ser desarrollada a continuacin. Si bien la sustraccin de la menor fue pergeada en nuestro pas, y Videla particip necesariamente, conforme la prctica general que se haba desarrollado, no puede afirmarse dogmticamente que la conducta tuvo inicio
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de ejecucin en nuestro territorio. Como bien seala la defensa los tres verbos tpicos de la figura del art. 146 del C.P. se desarrollaron en Uruguay, no obstante la competencia a nuestros Tribunales bien puede ser asignada en virtud del principio que habilita la persecucin universal de delitos de lesa humanidad, como resulta ser el padecido por Mara Macarena Gelman Iruretagoyena, sin olvidar la participacin que le cupo a Videla. En este sentido, la Corte Suprema en la causa Arancibia Clavel (Fallos 327:3312) sostuvo que la desaparicin forzada de personas constituye una violacin mltiple y continuada de numerosos derechos reconocidos en la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada de Personas y que los estados parte estn obligados a respetar y garantizar. Tambin expres el Superior Tribunal que los delitos como el genocidio, la tortura, la desaparicin forzada de personas, el homicidio y cualquier otro tipo de actos dirigidos a perseguir y exterminar opositores polticos, pueden ser considerados crmenes contra la humanidad, porque atentan contra el derecho de gentes tal como lo prescribe el artculo 118 de la Constitucin Nacional. Por su parte, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos habilita a que, frente a un crimen internacional de lesa humanidad, si el Estado no quisiera o no pudiera cumplir con su obligacin de sancionar a los
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responsables, resulte plenamente aplicable la jurisdiccin universal para que cualquier Estado persiga, procese y sancione a quienes aparezcan como responsables de esos ilcitos, aun cuando los mismos hubieran sido cometidos fuera de su jurisdiccin territorial o no guardaran relacin con la nacionalidad del acusado o de las vctimas, en virtud de que tales hechos afectan a la humanidad entera y quebrantan el orden pblico de la comunidad mundial (Informe N 133/99 caso 11.725 Carmelo Soria Espinoza, Chile, 19 de noviembre de 1999, pr. 136 a 149 y punto 2 de las recomendaciones). Por lo cual, si no se ejerce la jurisdiccin en funcin del principio universal se pone en juego la soberana de la Repblica Argentina (conf. Simn, voto de la jueza Highton de Nolasco, considerando 29 (Fallos: 328:2056) Cabe destacar, que la Corte en Fallos 326:2805 (voto del Juez Maqueda), en el cual se investigaban hechos similares a los que son objeto de este proceso penal, entendi que dichos delitos son una consecuencia directa de la desaparicin forzada de personas y stos constituyen crmenes de lesa humanidad, y as lo ha sostenido esta Corte en el precedente Simn (fallos: 328:2056, voto del Juez Maqueda) En este sentido, los estados que han suscripto la Convencin Internacional para la proteccin de todas las personas contra las desapariciones forzadas, han tenido en miras prevenir y luchar contra la impunidad en lo que a ellas respecta, teniendo especialmente en cuenta no slo el derecho de toda persona a no ser sometida a una desaparicin forzada sino tambin el derecho de las vctimas a la justicia y la reparacin. En ese sentido afirma el derecho a conocer la verdad sobre las circunstancias del crimen y la suerte de la persona desaparecida, as como el derecho a la libertad de buscar, recibir y difundir informacin a este fin (conf. Prembulo de la Convencin) Por ello, si el otro Estado, en este caso Uruguay no investig los hechos que damnificaran a Mara Macarena Gelman Iruretagoyena, por los motivos que fueran, este Estado u otro, en base al principio de persecucin universal puede investigar este hecho, ello tal como lo sostiene la Comisin Interamericana de Derechos Humanos.
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Por lo expuesto, hay que tener en cuenta en ambos casos las circunstancias histricas en las que se produjeron los sucesos, su vinculacin con la investigacin de otros delitos de lesa humanidad acaecidos en nuestro territorio, la circunstancia de que toda la instruccin del sumario se ha desarrollado en nuestro pas, y el estado de avance del juicio, conlleva que declinar la competencia redundara en perjuicio de la investigacin, de la resolucin de la causa y de los derechos del imputado a obtener un pronunciamiento que defina su situacin frente a la ley respecto del hecho que se le imputa. A la circunstancia de que ste reside aqu, con lo cual tambin atendiendo al derecho de defensa en juicio, resulta ms conveniente que sea nuestro pas el que finalice con el juzgamiento.
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Por lo que venimos diciendo, corresponde citar algunas de las disposiciones que se extraen del fallo Gelman vs. Uruguay de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de fecha 24 de febrero de 2011, mediante las cuales, nos encontramos habilitados a intervenir en el juzgamiento de este caso, Veamos: Considerando 100: La preparacin y ejecucin de la detencin y posterior desaparicin forzada de Mara Claudia Garca no habran podido perpetrarse sin el conocimiento u rdenes superiores de las jefaturas militares, de polica e inteligencia de ese entonces, o sin la colaboracin, aquiescencia o tolerancia, manifestadas en diversas acciones realizadas en forma coordinada o concatenada, de miembros de los cuerpos de seguridad y servicios de inteligencia (inclusive diplomticos) de los Estados involucrados, por lo que los agentes estatales faltaron gravemente a sus deberes de prevencin y proteccin de los derechos de las vctimas. Considerando 193: Cuando un Estado es parte de un tratado
internacional como la Convencin Americana, todos sus rganos, incluidos sus jueces, estn sometidos a aqul, lo cual les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la Convencin no se vean mermados por la aplicacin de normas contrarias a su objeto y fin. Considerando 233: La obligacin de investigar los hechos en el presente caso se ve particularizada por lo establecido en la Convencin Interamericana sobre Desaparicin Forzada, en cuanto a la investigacin de la desaparicin forzada como delito continuado o permanente, el establecimiento de la jurisdiccin para investigar dicho delito, la cooperacin con otros Estados para la persecucin penal y eventual extradicin de presuntos responsables y el acceso a la
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informacin sobre los sitios de detencin.. Considerando 234: Igualmente, por tratarse no solo de un patrn sistemtico en que mltiples autoridades pudieron estar implicadas sino tambin de una operacin transfronteriza, el Estado ha debido utilizar y aplicar en este caso las herramientas jurdicas adecuadas para el anlisis del caso, las categoras penales correspondientes con los hecho por investigar y el diseo de una adecuada investigacin capaz de recopilar y sistematizar la diversa y vasta informacin que ha sido reservada o que no puede fcilmente accederse a ella y que contemple la necesaria cooperacin inter-estatal. Considerando 250: Tanto la Comisin como los representantes solicitaron que se ordene al Estado la realizacin de una investigacin completa, imparcial, efectiva, y pronta de los hechos con el objeto de establecer y sancionar la responsabilidad intelectual y material de todas las personas que participaron en los hechos Por todo ello, de conformidad con lo que venimos sosteniendo, entendiendo que somos competentes para intervenir en el juzgamiento de Jorge Rafael Videla en el caso de Maria Macarena Gelman Garca, es que le atribuimos responsabilidad penal al nombrado como partcipe necesario respecto de la sustraccin, retencin, ocultamiento y hacer incierto el estado civil de la nombrada, en los trminos del art. 45 del Cdigo Penal.
c. Voto en disidencia del Dr. Julio Luis Panelo respecto del caso en el que result vctima Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena: Considero que en razn de que el hecho del que resultara vctima Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena fue cometido en Montevideo, Repblica Oriental del Uruguay conforme la descripcin efectuada en la parte respectiva de la presente sentencia-, este Tribunal no resulta competente, en razn del territorio, para expedirse con relacin a la responsabilidad penal que le podra haber cabido a Jorge Rafael Videla en ese suceso. Si bien en el requerimiento de elevacin a juicio del seor Agente Fiscal obrante a fs. 15348 de la causa Nro.1499 no se hace referencia al lugar en el que se habra producido la sustraccin, retencin y ocultamiento de Mara Macarena Gelman, lo cierto es que la prueba testimonial, documental e informativa recibida durante el debate a la que se hizo referencia al tratar el hecho- ha sido contundente en este aspecto.
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Es decir que si bien Mara Claudia Garca Iruretagoyena, madre de Macarena, estuvo detenida en el centro clandestino de detencin Automotores Orletti, ubicado en la ciudad de Buenos Aires, y fue trasladada, embarazada de aproximadamente ocho meses, por va area hacia la Repblica Oriental del Uruguay en un operativo conjunto de las fuerzas armadas y de seguridad argentinas y uruguayas, lo cierto es que todos los delitos que se cometieron en perjuicio de Mara Macarena Gelman tuvieron lugar en territorio uruguayo. Por tanto, quienes habran sido los autores o partcipes de los delitos de que fue vctima la nombrada, entre ellos Jorge Rafael Videla, deben ser juzgados segn la ley uruguaya y por la Justicia del pas vecino. Lo sealado, a mi juicio, es el criterio que contempla nuestra legislacin penal. En efecto, la norma basal que rige esta materia es el art.1 del
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Cdigo Penal, el cual consagra, en primer trmino el principio denominado territorial en su inciso 1 cuando seala : Este Cdigo se aplicar: 1 Por delitos cometidosen el territorio de la Nacin Argentina, o en los lugares sometidos a su jurisdiccin. Claramente no resulta aplicable en este caso, puesto que el nacimiento de Macarena y los delitos que se cometieron a su respecto, ocurrieron todos en Uruguay, ninguno en Argentina o en algn lugar sometido a su jurisdiccin En cuanto al principio real o de defensa, consagrado en el inc.1 del art.1 del Cdigo Penal, cuando prescribe: Este Cdigo se aplicar: 1 Por delitos..cuyos efectos deban producirse en el territorio de la Nacin Argentina, y tambin en el inciso 2 al sealar: Por delitos cometidos en el extranjero por agentes o empleados de autoridades argentinas en desempeo de su cargo, tampoco resulta aplicable en la especie, pese a las alegaciones en contrario de la Fiscala y una de las querellas. La mayora de la doctrina ha sido conteste en sealar que en el caso de este principio el delito tiene que haberse cometido en el extranjero, pero en perjuicio de un bien jurdico de naturaleza pblica nacional. Se ha dicho que se trata de bienes jurdicos que afectan la organizacin poltica, social o econmica de nuestro pas y que estn ligados a la subsistencia, poder y soberana estatal. Se sostiene tambin que la aplicacin del principio de defensa, en cuanto supone la extraterritorialidad de la ley penal,
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indudablemente implica la agresin al principio de territorialidad de otro Estado,y que tanto la doctrina como la jurisprudencia dominante entienden que su interpretacin debe ser restrictiva y debe excluir de su mbito la proteccin de intereses individuales (Antonini, Mnica, en D Alessio, Andrs, y Divito, Mauro, Cdigo Penal Anotado y Comentado, Parte General, 1. Edicin, pg. 13, Ed. La Ley, Bs.As. 2005). De all entonces que se manifieste que ir ms all y extender la aplicacin del principio a cualquier clase de bienes importa desnaturalizarlo y confundirlo con el principio de nacionalidad pasiva, lo cual traera aparejado una inagotable sucesin de conflictos con otros Estados y sin que la razn estuviese de nuestro lado (Fierro, Guillermo, en Baign, David y Zaffaroni, Eugenio, Cdigo Penal Argentino y normas complementarias, Anlisis doctrinario y jurisprudencial, pg.29 y ss. 1. Edicin, 1997, Ed. Hammurabi, Bs.As.).Tambin hace referencia Fierro a que el criterio para aplicar el principio real no tiene que ver con la importancia del bien tutelado sino, principalmente, con su naturaleza eminentemente pblica (Fierro, Guillermo, Ley Penal y Derecho Internacional, Tomo 1, pg.432, 3. Edicin ampliada y actualizada, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2007). Al respecto, Righi siguiendo a Bacigalupo- sostiene que la norma alude a bienes jurdicos a los que se pretende proteger, como sucede en los casos de traicin (art.214 Cdigo Penal) o falsificacin de moneda (art.282 del Cdigo Penal), que aunque hayan sido cometidos en el extranjero resulta aplicable la ley argentina porque son susceptibles de producir efectos en el pas, sea por resentir el orden constitucional o la incolumidad de nuestro signo monetario, y aade que consiguientemente, este principio no puede ser invocado ante hechos que lesionan o ponen en peligro bienes individuales, respecto de los cuales podra entrar en consideracin el principio de nacionalidad pasivo (Righi, Esteban, Derecho Penal Parte General, pg.80, Ed.Lexis Nexis, Buenos Aires, 2008). De ah entonces que en el inciso 2 del art.1 del Cdigo Penal se prescriba que debe aplicarse la ley argentina a los delitos cometidos por agentes del Estado Argentino en cumplimiento de sus funciones, en una aplicacin ms concreta del principio real. Ahora bien, ninguna de estas hiptesis se aprecia en el caso de Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, ya que los delitos cometidos en su
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integrantes de las fuerzas armadas o de seguridad uruguayas, o con su aquiescencia, y no afectan a los llamados bienes jurdicos estatales de nuestro pas. Sin embargo, s podra resultar aplicable el principio de la nacionalidad pasiva, que pretende la vigencia de la ley penal correspondiente a la nacionalidad de la vctima del delito ms all del lugar de su comisin. Ello, en atencin a que la madre de Macarena, sus abuelos y dems parientes de sangre tambin resultan vctimas y son argentinos, pero lo cierto es que ese principio no es reconocido por el derecho argentino. Por ltimo, en cuanto al principio universal, discrepo en cuanto a que pueda considerarse aplicable en la especie. Debe tenerse en cuenta que, si
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bien nos encontramos claramente, en el caso de Mara Macarena Gelman, frente a delitos de lesa humanidad, ello no obsta a que los mismos deban ser juzgados en el lugar de su comisin, cuando ello resulta posible, como en este caso. Sobre este aspecto dice Righi siguiendo tambin a Bacigalupo-, en una opinin con la que coincido plenamente, que constituye un lmite a la invocacin del principio universal, todo supuesto en que un Estado pretenda aplicar unilateralmente el derecho penal propio, procurando intervenir en las cuestiones de otro Estado (op. cit. pg.82). Y se es el supuesto que se presenta en el caso de Macarena Gelman cuando la totalidad de los delitos de los cuales ha resultado vctima se cometieron en territorio uruguayo. Ello es precisamente lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostuviera en el caso Gelman vs. Uruguay, resuelto el 24 de febrero de 2011 al sealar textualmente: La Corte determina, en vista de los hechos probados y de conformidad con las violaciones declaradas, que el Estado (uruguayo) debe investigar los hechos, identificar, juzgar y, en su caso, sancionar a los responsables de la desaparicin forzada de Mara Claudia Garca, la de Mara Macarena Gelman, esta ltima como consecuencia de la sustraccin, supresin y sustitucin de su identidad..(pargrafo 252), aadiendo que El Estado (uruguayo) debe conducir la investigacin eficazmente, de modo que se lleve a cabo en un plazo razonable, disponiendo la indispensable celeridad de la actual causa incoada o la instruccin de una
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nueva, segn sea ms conveniente para ello y asegurando que las autoridades competentes realicen las investigaciones correspondientes ex officio. (par. 255) -los agregados en parntesis son mos-. Tambin la Corte Interamericana, en ese fallo, declar que 3. El Estado (uruguayo) es responsable por la supresin y sustitucin de identidad de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, ocurrida desde su nacimiento hasta que se determin su verdadera identidad y expresada como una forma de desaparicin forzada, por lo cual en ese perodo, viol sus derechos al reconocimiento de la personalidad jurdica, a la vida, a la integridad personal, a la libertad personal, a la familia, al nombre, a los derechos de los nios y nias y a la nacionalidad (par.312) y que . 5. El Estado (uruguayo) es responsable por la violacin de los derechos a las garantas judiciales y a la proteccin judicialpor la falta de investigacin efectiva de los derechos del presente caso, as como del juzgamiento y sancin de los responsables, en perjuicio del seor Juan Gelman y de Mara Macarena Gelman (igual pargrafo) y por ltimo dispuso que 9. En un plazo razonable, el Estado (uruguayo) debe conducir y llevar a trmino eficazmente la investigacin de los hechos del presente caso, a fin de esclarecerlos, determinar las correspondientes responsabilidades penales.y aplicar las consecuentes sanciones que la ley prevea.. (igual pargrafo).-tambin son mos los agregados en parntesisPrecisamente, en base a lo declarado en la audiencia de debate por el querellante y abuelo de Mara Macarena, Juan Gelman, el da 31 de octubre de 2011, se tom conocimiento que por los hechos que damnificaran a su nuera Mara Claudia Garca Iruretagoyena y a su nieta se encontraban
detenidos por orden judicial, desde pocos das atrs, en la Repblica Oriental del Uruguay los militares uruguayos Gavazzo, Arab, Vzquez, Silveira y Medina Blanco. Tambin dio cuenta de la existencia de esa causa judicial, Mara Macarena Gelman, en su testimonio en el debate el da 24 de octubre de 2011, quien seal que tambin el proceso se refera a su apropiacin; aadi tambin que dicha causa haba sido cerrada dos veces por aplicacin de la ley de caducidad uruguaya, pero que se haba reactivado a partir de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a que me he referido
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anteriormente. En el mismo sentido se expidi el testigo Gabriel Mazarovich en la audiencia del da 21 de noviembre de 2011. Considero entonces que resulta ajeno a la competencia del Tribunal juzgar la participacin necesaria de Jorge Videla en un hecho cometido en otro pas. Resulta indudable que si hay imputados en la causa que tramita ante las autoridades judiciales uruguayas relativa a la desaparicin de Mara Claudia Garca Iruretagoyena y la sustraccin de Mara Macarena
Gelman, slo en ese mismo proceso debe establecerse la posible participacin de Videla en el suceso. Sin duda resulta sugestivo que Mara Claudia Garca
Iruretagoyena haya sido remitida al Uruguay, estando embarazada, cuando ningn vnculo de sangre tena ella en ese pas, pero lo cierto es que la
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sustraccin, retencin y ocultacin de Macarena Gelman, haciendo incierto su estado civil, fueron ejecutados en su totalidad, en Montevideo, Repblica
Oriental del Uruguay, por quienes la tenan bajo su cautiverio, es decir las fuerzas represivas ilegales de ese pas. Por lo dems los delitos de sustraccin, ocultamiento o retencin de un menor de edad tienen lugar a partir de su nacimiento y no antes. Contrariamente a lo que sostuvieron en el debate las representantes de la querella de Juan Gelman respecto de la aplicacin del art.70 del Cdigo Civil en el presente caso, por entender que Macarena Gelman, aun en el vientre de su madre, durante su detencin ilegal en la Argentina, ya deba considerarse vctima de sustraccin, y por ende objeto de tutela penal, debe sealarse que ello no responde a lo que la normativa penal prev al respecto ya que no est contemplado el delito de sustraccin de persona por nacer, sino el de una persona que ya naci. El delito que s tiene a una persona por nacer como sujeto pasivo es el aborto (arts.86 y ss. del Cdigo Penal). Lo que ocurri antes del nacimiento de Macarena, fue la privacin ilegal de la libertad de Mara Claudia Garca Iruretagoyena cuando se hallaba embarazada, lo cual -en base a lo que surge de la sentencia de la causa Nro.1627 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro.1-, de fecha 31 de mayo de 2011, ser objeto de juzgamiento en la causa Nro.1504 de ese Tribunal, que versa sobre el denominado Plan Cndor.
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Tngase en cuenta inclusive que fue ante la propia Justicia Uruguaya donde se resolvi declarar la nulidad de la inscripcin anterior de Macarena Gelman, por sentencia definitiva de fecha 8 de marzo de 2005, conforme surge de la prueba mencionada al describir el hecho. Sobre el tema de la participacin de varios individuos en un hecho delictivo, que han actuado algunos en un pas y el resto en otro Estado ha sealado Fierro que, en el caso en que en un pas se desarrolla la accin tpica por parte de los autores y en otro, acciones de participacin, sea complicidad o instigacin la solucin terica correcta reside en otorgar competencia, para juzgar la conducta de todos, al Estado donde se cometieron las acciones tpicas, pues las otras, por definicin son atpicas y su punibilidad deriva de su vinculacin con los hechos tpicos a los que acceden. Y agrega tambin la incuestionable conveniencia de llevar a cabo un juicio nico para todos los que intervinieron de cualquier forma en l y, de esa manera, evitar el escndalo jurdico de que por un mismo hecho puedan resultar valoraciones y conclusiones contradictorias (Fierro, op. cit. pg.390) Y en este sentido, resultan atinadas las expresiones del Dr. Filia, defensor de Videla, cuando sostuvo que no se prob en el debate cul ha pudo haber sido el aporte concreto que habra efectuado el imputado o bien la viabilidad de que Videla pudiera haber ejercido su jerarqua e influencia militar ms all de nuestras fronteras respecto de los represores uruguayos, por los delitos cometidos en la repblica vecina respecto de Mara Macarena Gelman. Entonces considero improcedente aplicar la ley penal argentina y, consecuentemente, extender la competencia del Tribunal a hechos acaecidos fuera del pas, mxime cuando ya se ha acreditado que en la Repblica Oriental del Uruguay, una vez despejado el obstculo legal que constitua la ley de caducidad y ante el dictado del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos referido, se ha reanudado la investigacin relativa al hecho que aqu se juzga. Ahora bien, como esta incompetencia territorial no fue planteada con anterioridad por ninguna de las partes (arts. 39, 376 y concordantes del C.P.P.), y se trata de una de tipo improrrogable, como lo prescribe claramente
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el art.18, primer prrafo del C.P.P., en atencin a que recin en el curso del debate se obtuvo la prueba decisiva para determinarla con precisin, toda vez que el suscripto no tiene, en este estadio procesal y en el caso particular, otro opcin ms que la de condenar o absolver , me inclinar por la ltima de esas soluciones respecto de Jorge Rafael Videla, en orden al hecho que damnifica a Mara Macarena Gelman Iruretagoyena, por aplicacin del art. 1 a contrario sensu del Cdigo Penal, y 402 del Cdigo de Procedimientos Penal. Tal es mi voto.
d. decisin del Tribunal, por mayora: Por lo expuesto, Jorge Rafael Videla debe responder como autor mediato de la sustraccin, retencin, ocultamiento, como as tambin por haber
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hecho incierto el estado civil, de Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi, y de los hijos de Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano y Gabriela Carriquiriborde. Y como partcipe necesario, por los mismos delitos mencionados en perjuicio de Mara Victoria Moyano Artigas y de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena (art. 45 del Cdigo Penal) respecto de ste ltima, con disidencia del Dr. Julio Luis Panelo por los motivos antes expuestos-
e. Absolucin de Jorge Rafael Videla respecto del caso del hijo o hija de Liliana Delfino y Mario Roberto Santucho, por falta de acusacin: Durante el transcurso de la audiencia de debate, en la oportunidad prevista por el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, respecto de este hecho particular por el que requirieron la elevacin a juicio en el marco de la causa n 1499 nicamente la querella Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo y el grupo encabezado por la Sra. Mara Isabel Chorobik de Mariani, stas no formularon acusacin contra el imputado Jorge Rafael Videla.
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Ello, en el caso de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, por haber sostenido sus letrados representantes que el nico caso del cual no hay ningn testimonio sobre que el embarazo haya llegado a trmino es el de Liliana Delfino; por ello no mantuvieron la acusacin. Mientras que las letradas representantes de la querella encabezada por la Sra. Chorobik de Mariani, dijeron que nada tenan que manifestar a su respecto. Ahora bien, en primer trmino y en absoluta coincidencia con el criterio sustentado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en el precedente Santilln, Francisco Agustn del 13 de agosto de 1998, la acusacin del querellante particular constituye un derecho asegurado por la Constitucin Nacional del cual se sigue la posibilidad de obtener un pronunciamiento til, relativo a su pretensin e independiente de la acusacin o falta de ella por parte del Ministerio Pblico Fiscal. Dicho ello y siguiendo tal lnea argumental, entendemos que deben aplicarse a la falta de acusacin de la querella, las consideraciones que se arribaron ut supra respecto de la falta de acusacin propiciada por parte del Ministerio Pblico Fiscal en relacin a los casos mencionados en el acpite precedente. Que sobre la base de lo expuesto, tal como hemos sostenido en pronunciamientos anlogos en donde no acusaron ninguna de las querellas habilitadas para ello, como tampoco el Ministerio Pblico Fiscal, por carecer de legitimacin toda vez que no requiri la elevacin a juicio a su respecto, en lo que aqu respecta, en relacin al hecho que habra perjudicado al hijo o hija de Liliana Delfino y Mario Roberto Santucho, reprochado al imputado Jorge Rafael Videla en el marco de la causa N 1499, es que corresponde dictar a su respecto un fallo absolutorio.
a. Voto de los Dres. Julio Luis Panelo y Domingo Luis Altieri, respecto de Reynaldo Benito Antonio Bignone:
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En la oportunidad prevista en el art. 393 del C.P.P. la querella que representa a Abel y Francisco Madariaga, responsabiliz a Reynaldo Benito Antonio Bignone por los hechos que cometi al desempearse como Presidente de la Nacin de facto, desde el 1 de julio de 1982 hasta el 10 de diciembre de 1983, sobre la base del concepto de autora mediata por dominio de la voluntad en aparatos organizados de poder. Se sostuvo que durante ese perodo la represin ilegal se hallaba vigente y que el aporte concreto de aqul se patentiz en el dictado de la ley de facto 22.924, conocida como de auto-amnista. Se dijo que Bignone, en el marco del cargo que detentaba, resultaba penalmente responsable por la retencin y ocultacin de Francisco Madariaga, por haber brindado una garanta de impunidad frente a la
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inminencia de la salida del poder del gobierno militar, dando tranquilidad a los apropiadores de nios sustrados de que no seran sancionados. Agreg la querella que si bien la incineracin de documentacin vinculada con la represin ilegal apareca como ordenada por el entonces Comandante en Jefe del Ejrcito Argentino, Cristino Nicolaides, no caben dudas de que es atribuible a la Junta y al Presidente que encabezaban el aparato. Sostuvo tambin dicho acusador que la ley de auto-amnista, materializada en el dictado de la ley 22.924, y la destruccin de la documentacin tenda a la continuidad de la ocultacin de los nios, as como a encubrir las distintas responsabilidades de los integrantes del aparato de poder, con lo que los aspectos objetivo y subjetivo del tipo se encuentran probados. Por ello, se reproch a Bignone la co-autoria mediata en la retencin y ocultacin de Francisco Madariaga, de conformidad a lo dispuesto en el art. 146 del Cdigo Penal de acuerdo a la redaccin de la ley 24.410 y pidi que se lo condene a la pena de 15 aos de prisin, accesorias legales y costas. A su turno, las Dras. Luca I. Gmez Fernndez y Valentina M. Besana Texidor, en representacin de la querella de Juan Gelman y en relacin al caso de Macarena Gelman tambin reprocharon a Bignone, en su calidad de ltimo gobernante de facto, el haber suscripto la Ley 22.924, conocida como Ley de autoamnista, que consideraba extinguidas las acciones penales
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emergentes de los delitos cometidos con motivacin o finalidad subversiva o terrorista y los realizados en ocasin o con motivo del desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin a las referidas actividades terroristas o subversivas. Consideraron, entonces, que la conducta reprochada poda tener adecuacin tpica en lo dispuesto en los arts. 146, texto segn ley 24.410, art. 139 inc. 2, texto segn ley 24.410 y 55 del Cdigo Penal de la Nacin, para considerarlo co-autor mediato de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de 10 aos, en concurso real con los de supresin o suposicin del estado civil y la identidad de Macarena Gelman y postularon la aplicacin de una pena de 21 aos de prisin, ms las accesorias legales y costas. Por su parte, el Sr. Fiscal General acus a Reynaldo Benito Antonio Bignone como co-autor mediato del delito de retencin y ocultacin de menores de diez aos en concurso ideal con encubrimiento (arts. 45, 54, 55 y 146 segn ley 11.179 y 277 segn ley 21.338, del Cdigo Penal) respecto de Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas y Mariana Zaffaroni Islas. A su vez consider que estos ilcitos concurran realmente con los de retencin y ocultacin de menores de diez aos en concurso ideal con encubrimiento, en el mismo carcter de co-autor mediato (arts. 45, 54, 55 y 146 segn ley 24.410 y 277 segn ley 21.338, del Cdigo Penal), respecto de Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Maria Natalia Suarez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez Gatti, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi y del hijo de Laura Carlotto, de la hija de Elena De La Cuadra y Hctor Baratti, del hijo de Gabriela Carriquiriborde y Jorge Orlando Repetur, de la hija de Mara Elosa Castellini y Constantino Petrakos, del hijo de Stella Maris Montesano y Jorge Oscar Ogando, Javier Penino Vias, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Donda Perez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandie Alfonsn, Carla Ruiz Dameri, Guillermo Perez Roisinblit, y la hija de Mara del
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Carmen Moyano y Carlos Simn Poblete y el hijo de Hugo Alberto Castro y Ana Rubel; imputndosele al nombrado un total de treinta y dos hechos y requiriendo la aplicacin de una pena de cincuenta aos (50) de prisin a su respecto, accesorias legales y costas. Seal que una de las conductas concretas que se le reprochan, adems de los mltiples actos que realiz como Presidente para disuadir a las familias de la bsqueda de los nios desaparecidos, consiste en haber dictado la ley 22.924 -inmediata derivacin legal del documento de la ltima Junta Militar denominado Documento Final sobre la Guerra contra la Subversin y el Terrorismo-. Sostuvo que mediante aquella norma legal se procur la garanta de impunidad para los autores de los delitos objeto de este juicio as como tambin asegurar que los menores siguieran en poder de las familias
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apropiadoras y ocultos a sus familias biolgicas, asegurando tambin el mantenimiento de la falsa identidad. Al contestar los trminos de la acusacin, la defensa del encartado, representada por los Sres. Defensores Dres. Figlia y Di Meglio, luego de extensas consideraciones mediante las cuales descalificaron la existencia de la pretendida garanta de impunidad, por cuanto no se prob cuando y como se sustanci la promesa que Bignone habra cumplido con la sancin de la ley 22.924, esto es la existencia de un compromiso previo de impunidad consumado o garantizado a posteriori, refiere que la nica imputacin alternativa o subsidiaria que podra llegar a reconocerse es bajo la figura del encubrimiento, porque en definitiva, la figura del encubrimiento tambin tiene en su construccin tpica las voces de ocultar, usufructuar el provecho de un delito, impedir investigaciones, etc.. Y respecto de esa calificacin, cuya admisin fue realizada en el plano hipottico del discurso, sealaron que deba considerarse en grado de tentativa y que sta no resultaba idnea por cuanto ces, sin aplicacin en concreto, cuando a los tres das de vuelta la democracia, el 13 de diciembre el presidente constitucional firma el decreto 158/83 y ordena el juzgamiento de todas las cpulas militares. Que si la intencin era amnistiar, claramente, no tuvo posibilidad alguna porque a los tres das todo el efecto pretendido en esta seudo ley qued sin ningn efecto posible y se someti a todas las cpulas , en tanto que el 22 de
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diciembre de 1983, es decir doce das despus; la norma en cuestin fue declarada insalvablemente nula e inconstitucionalidad con la ley 23.040. Expuestos los trminos de las acusaciones y defensa, no cabe duda que el principal aporte en la comisin de los hechos reprochados al encartado Bignone en este juicio, fue materializado mediante la sancin de la ley de facto N 22.924, llamada de pacificacin nacional y conocida como Ley de auto-amnista. En efecto, con fecha 22 de septiembre de 1983 se sancion y promulg dicha norma por parte de Reynaldo Bignone, y fue publicada en el Boletn Oficial el 27 de ese mismo mes y ao; posteriormente fue derogada por la ley 23.040, sancionada el 22 de diciembre de 1983 y publicada en el Boletn Oficial el 29 de diciembre de 1983. La pretensin concreta de la norma era encubrir a los autores materiales y mediatos y todos los participantes en los delitos cometidos en el marco de la represin ilegal desarrollada por la ltima dictadura militar al impedir que fueran sometidos a juicio. As, por ejemplo, declaraba extinguidas las acciones que se relacionaran con hechos de naturaleza penal realizados en ocasin o con motivo de prevenir, conjurar o poner fin a las actividades terroristas o subversivas, cualquiera hubiera sido su naturaleza o bien jurdico lesionado -si haban sido cometidos en el perodo comprendido entre los das 25 de mayo de 1973 y el 17 de junio de 1982- y estableca que los efectos de la norma alcanzan a los autores, partcipes, cmplices o encubridores y comprende a los delitos comunes conexos y a los delitos militares conexos (art. 1). Asimismo, se prohiba a la justicia que se interrogara, investigara, citara o requiriera a cualquier sospechado por la comisin de los hechos o por suponer de su parte un conocimiento de ellos, de sus circunstancias, de sus autores, partcipes, instigadores, cmplices o
encubridores (art. 5), ordenaba que se dictaran sobreseimientos definitivos por extincin de la accin en los casos ya iniciados (art. 11) y que se rechacen sin sustanciacin las nuevas denuncias (art. 12). Ahora bien, en principio diremos que nos encontramos frente a una norma que ostentaba un carcter eminentemente inmoral, y que asimismo era nula e inconstitucional en tanto fue dictada por el entonces Presidente de
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la Nacin de facto Reynaldo Bignone, quien haba sido designado como tal por resolucin del entonces Comandante en Jefe del Ejrcito, Cristino Nicolaides, de fecha 24 de junio de 1982, asumiendo esa funcin el da 1 de julio de ese ao, conforme se desprende de la fotocopia certificada del acta acompaada por la Escribana General de Gobierno de la Nacin (fs. 398/399 del legajo de actuaciones concernientes al debate), ya que sus efectos beneficiaban tanto a su firmante como a los dems integrantes de las Fuerzas Armadas, policiales y de seguridad que haban participado de la denominada lucha antisubversiva. Ello, sin perjuicio de la ya de por s anmala situacin que Bignone revesta en ese entonces, en virtud de las disposiciones del Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional (arts. 3 y 5, con la reforma del 22 de junio de 1982, B.O.13-9-82, obrante a fs. 873 vta. del legajo de actuaciones concernientes al
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debate; Bidart Campos, Germn, Manual de Derecho Constitucional Argentino, pg. 724, Ediar, Buenos Aires, 1979) ya que simultneamente ejerca los Poderes Ejecutivo y Legislativo, sin tener origen su designacin en el voto popular sino en un acto de poder contrario a la Constitucin Nacional. La amnista ha sido definida como la atribucin del Congreso de eliminar la criminalidad de un hecho en forma retroactiva (Manili, Pablo, en Sabsay, Daniel (direccin) Constitucin de la Nacin Argentina, y normas complementarias. Anlisis doctrinal y jurisprudencial. Tomo 3, pg.653, Ed. Hamurabi, Bs.As. 2010). Tambin se ha dicho que la amnista borra los efectos del delito y la condena, tal como si el crimen no se hubiera cometido (Gelli, Mara Anglica, Constitucin de la Nacin Argentina Comentada y Concordada, 3. Edicin ampliada y actualizada, pg. 698, Ed. La Ley, Bs.As., 2008). Y es de inters destacar que es potestad excluyente del Congreso Nacional ya que es la contrapartida de su facultad de tipificar delitos: as como puede crearlos mediante ley, puede luego borrar su criminalidad (Manili, Pablo, op. cit. pg.653). Es decir que con semejante vicio de origen, en lo referente a su sancin por un poder legislativo de facto, adems la llamada auto
amnista busc sustraer de la Justicia a los responsables de violaciones gravsimas a los derechos humanos para lograr su impunidad, no aprecindose, por ende, el efecto pacificador que le atribuye la defensa. Como
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dijo Manili los mismos que utilizaron la estructura estatal para cometer delitos y silenciarlos, la utilizaban para autoamnistiarse (Manili, Pablo, op. cit. p. 656). Como ya dijimos, el propio Congreso Nacional, al restaurarse la democracia, sancion el 22 de diciembre de 1983 la ley 23.040, la cual en su art. 1 estableci: Dergase por inconstitucional y declrase insanablemente nula la ley de facto Nro. 22924, y en su art. 2 agreg: la ley 22924 carece de todo efecto jurdico para el juzgamiento de las responsabilidades penal.emergentes de los hechos que ella pretende cubrir, siendo en particular inaplicable a ella el principio de la ley penal ms benigna establecido en el art.2 del Cdigo Penal. Queda claro entonces que el Parlamento elegido con posterioridad a la ltima dictadura militar, se aboc de inmediato a la tarea de abortar todo intento de aplicacin ultraactiva de la ley 22924, ya que sus eventuales efectos extintivos de la accin penal podan impedir la investigacin y/o sancin de los responsables de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante aquel perodo de facto con solo invocar el principio de la ley penal ms benigna (art. 2 del Cdigo Penal). De ah inclusive la declaracin de nulidad de la ley por parte del Poder Legislativo, que como apunta Manili en la obra citada- le otorg efecto retroactivo, tratndose de un caso de control de constitucionalidad efectuado por el Congreso Nacional, rgano que conforme la doctrina de la CSJN Aramayo, Fallos 306:72- se encuentra
facultado para ejercer dicho control respecto de normas de facto (op.cit., pag. 657). Y precisamente la ley 22.924 mereci la tacha de inconstitucional por parte de nuestro Mximo Tribunal en la causa C.895.XX., Causa
originalmente instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en cumplimiento del decreto del Poder Ejecutivo Nacional, del 30 de diciembre de 1986 (fallos 309:1689). Por tanto, no es cierto que la ley 22.924, hubiera carecido de efectos jurdicos, en razn de ser derogada por la ley 23.040. Es que, en dicho pronunciamiento, la Corte Suprema de Justicia de la Nacin trat el planteo de inconstitucionalidad de la ley 23.040 efectuado por varias defensas, las cuales sostenan que la ley 22.924 deba aplicarse ultraactivamente por ser ms benigna.
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Mas all del rechazo que tuvo el planteo efectuado y su fundamento normativo, resulta interesante resaltar cul fue la opinin expresada por la Corte respecto de la ley de facto 22.924, cuando sostuvo en el considerando 8 de la sentencia (pag. 1692) que era el resultado del abuso del poder, porque no slo se aparta del art.67 inciso 11, de la Constitucin Nacional que autoriza al Congreso para dictar la ley penal- sino que tambin contrara las exigencias del art.1 de la Ley Fundamental en punto a la esencia de la forma republicana de gobierno y la consiguiente divisin de poderes, garantizadas al fulminar el art.29 con la nulidad de aquellos actos que importen conferir a los gobernantes la suma del poder pblico. Finalmente aadi: Por estas consideraciones, no puede.aducirse el cercenamiento de derechos adquiridos mediante la ley de facto 22924, que pretendi excusar de responsabilidad penal a quienes abusando del poder
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poltico, cometieron graves crmenes comunes. Bien ha sostenido el Sr. Juez Antonio Augusto Canado Trindade que las auto-amnistas son la propia negacin del Derecho. Violan abiertamente principios generales del derecho, como el acceso a la Justicia, la igualdad ante la ley, el derecho al juez natural, entre otros son, en suma, una afrenta inadmisible al derecho a la verdad y al derecho a la Justicia (del voto razonado en la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Almonacid Arellano y otros c/Chile, del 26 de septiembre de 2006). En igual sentido se ha dicho que se trata de un inescrupuloso abuso de quienes detentando el poder y habiendo incurrido en graves violaciones de derechos humanos recurrieron a las formas de la amnista para procurarse a s mismos vas de impunidad o exoneracin de sus crmenes de Estado. Recurriendo, pues, a la cubierta formal de leyes de amnista esta clase de disposiciones se han orientado a procurar un blindaje de apariencia legal, configurando obstculos capaces de frustrar todo intento futuro de investigacin, esclarecimiento de responsabilidades y sancin penal de los autores directos o mediatos de tales crmenes de lesa humanidad (Conf. Vctor Roberto Prado Saldarriaga -Vocal de la Corte Suprema de Justicia de la Repblica del Per-, en Nullum crimen sine poena: las leyes de amnista y su impacto en los procesos de justicia transicional en Latinoamrica, en www.derechopedia.pe). Tambin en la sentencia Barrios Altos, de fecha 14 de marzo de 2001, la Corte Interamericana de Derechos Humanos consider que eran
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inadmisibles las disposiciones de amnistaque pretendan impedir la investigacin y sancin de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como.las desapariciones forzadas, .prohibidas por contravenir derechos
inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, aadiendo que las leyes de amnista adoptadas por el Per impidieron que los familiares de las vctimas y las vctimas sobrevivientes .fueran odas por un juezimpidieron la investigacin, captura, enjuiciamiento y sancin de los hechos ocurridosy obstruyeron el esclarecimiento de los hechos del caso. (pargrafos 41 y 42). Sealado ese aspecto, cabe consignar que para considerar a Bignone co-autor o partcipe de alguno de los delitos pesquisados en este debate es necesario establecer cual ha sido el aporte concreto realizado por el encartado, ya que se ha sostenido que no alcanza el mero conocimiento de determinada situacin, ni tampoco el hecho de que pueda reprochrsele responsabilidad concreta en la sustraccin, retencin u ocultacin de otros menores cuyas apropiaciones no han sido objeto de debate en este juicio; incluso que se sospeche vlidamente la voluntad de otorgar una garanta de impunidad en virtud de una promesa anterior que no fue acreditada en modo alguno en el juicio. En ese marco, todas las partes acusadoras han sealado que el aporte concreto que en el caso se reprocha a Bignone consisti en el dictado de la ley de facto N 22.924, llamada de pacificacin nacional y conocida como Ley de auto-amnista, sancionada en el perodo en que el Dictador se desempe como Presidente de facto de la Nacin Argentina; cuestin incluso admitida por la defensa del encartado. Ahora bien, el Profesor Dr. Eugenio Zaffaroni, actual Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, en su momento, seal que Un caso sin precedentes en nuestra historia legislativa de tentativa de encubrimiento por va de amnista, fue el acto de poder n 22.924 que pretendi amnistiar los actos de fuerza de los usurpadores, a travs de otro emergente de la misma fuente, por lo cual su propio contenido configura una accin tpica de tentativa de encubrimiento. Se trataba de un delito con apariencia y registro de ley, lo cual, precisamente, lo haca tpico y le restaba todo carcter legal. Aunque fue formalmente derogado por el Congreso de la Nacin (ley 23.040 del 22 de diciembre de 1984) no corresponda hacerlo porque no se trataba
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de una ley sino de un delito. (Zaffaroni, Eugenio, Alagia, Alejandro y Slokar, Alejandro, Derecho Penal Parte General, pg. 118, Edit.Ediar, Buenos Aires, 2000). Analizando el articulado de la ley 22.924 se aprecia claramente con qu contundencia aqulla impeda todo avance de alguna investigacin en curso y obligaba al rechazo inmediato de las futuras denuncias que se iniciaran. No es cierto que -como aduce la defensa- los casos de sustraccin, retencin y ocultacin de menores no estuvieran comprendidos dentro de la nmina de delitos cuyas acciones penales deban extinguirse, no podan ser investigados ni recibirse denuncias de su posible comisin. Es que, frente a la denominacin contenida en la ley 22.924 de
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hechos de naturaleza penal realizados en ocasin o con motivo del desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin.. a actividades terroristas o subversivas, cualquiera hubiera sido su naturaleza o el bien jurdico lesionado, claramente se poda considerar abarcada la sustraccin de nios nacidos de mujeres detenidas en centros clandestinos de detencin o con sus padres, si se argumentaba que uno de sus progenitores o ambos estaban privados de su libertad por las fuerzas armadas o de seguridad por hallarse incursos en supuestas actividades terroristas. Adems no cabe atribuir relevancia, en este anlisis, como lo hace la defensa, al dictado del decreto 158/83 dictado por el ex presidente Ral Alfonsn el da 13 de diciembre de 1983, ya que ste ordenaba someter a juicio a las cpulas de las fuerzas militares, pero luego de ello transcurri el juicio de la causa Nro. 13 de la Cmara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad y en definitiva, recin se resolvi el tema de la eventual aplicacin de la ley 22.924 en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin de fecha 30 de diciembre de 1986. Por lo dems, hay elementos de juicio que demuestran el conocimiento de Bignone acerca de que la sancin de una ley de estas caractersticas resultaba necesaria para garantizar, entre otras situaciones de impunidad, la de aquellos que retenan u ocultaban menores de edad previamente sustrados.
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Debe tenerse en cuenta en primer lugar, el rol que revisti el imputado en el aparato de poder del rgimen militar. Si se aprecia su legajo personal se advierte que aqul prest funciones durante la ltima dictadura militar en los siguientes destinos: Director del Colegio Militar de la Nacin (marzo a diciembre de 1976), Segundo Comandante y Jefe de Estado Mayor del Comando de Institutos Militares, con sede en Campo de Mayo (diciembre de 1976 a diciembre de 1977), Secretario General del Ejrcito (diciembre de 1977 hasta diciembre de 1980), y Comandante de Institutos Militares (diciembre de 1980 a diciembre de 1981), pasando a situacin de retiro voluntario en enero de 1982. Inclusive resulta til destacar que result condenado, por sentencia que aun no se halla firme, por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 1 de San Martn (Pcia.de Buenos Aires) el da 18 de mayo de 2010 a la pena de veinticinco aos de prisin, accesorias legales y costas por haber sido hallado co-autor penalmente responsable de los delitos de allanamiento ilegal, robo, privacin ilegal de la libertad calificada, y tormentos agravados todos ellos cometidos en forma reiterada, que incluy hechos de los que fueran vctimas Silvia Quintela Dallasta, Norma Tato y Jorge Casariego, padres de Francisco Madariaga y Hernn Casariego Tato, respectivamente, en
oportunidad de desempearse Bignone como Segundo Comandante y Jefe de Estado Mayor del Comando de Institutos Militares, con asiento en Campo de Mayo (Pcia. de Buenos Aires), por lo cual tuvo conocimiento concreto de la existencia de personas detenidas en centros clandestinos de detencin como el que funcion en El Campito en el mbito de la denominada Zona IV-, y el destino de aquellos all privados de su libertad, entre los cuales se destaca el de las madres que dieron a luz a sus bebes, en forma clandestina, en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Otra referencia importante surge del testimonio recibido en la audiencia de debate a Elliot Abrams, ex Subsecretario de Estado para Derechos Humanos de Estados Unidos de Amrica, entre los aos 1982 y 1985, quien refiri recordar varias conversaciones que mantuvo en la sede del Departamento de Estado, en Washington, con el Embajador Argentino ante ese pas, Lucio Garca del Solar, en los aos 1982 y 1983 en las cuales, entre otros
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temas, se toc el de los nios sustrados durante la dictadura militar y la posible solucin a ese situacin, ya que era un asunto de extrema preocupacin del Gobierno Norteamericano, recordando que el Embajador le haba referido que el tema lo haba tratado con el Ministro de Relaciones Exteriores argentino y con el Presidente de ese entonces, o sea con el imputado Reynaldo Bignone. Esto sin duda corrobora lo que surge de los documentos desclasificados aportados por el Departamento de Estado norteamericano, reconocidos en la audiencia por el testigo Abrams, en los cuales puede destacarse aqul que obra a fs. 1286/1287 traducido al castellano-, el cual da cuenta de una reunin celebrada en Washington D.C. entre el Embajador Argentino ante los Estados Unidos de Amrica, Lucio Garca del Solar y el Asistente de la Oficina de Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios del
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Secretario de Estado norteamericano, Elliott Abrams, el da 3 de diciembre de 1982, cuando este ltimo le pregunt al embajador acerca del tema de los niosnacidos de prisioneras o los arrancados de sus familias durante la guerra sucia, acotando que estos nios estaban vivos y esto era, en un sentido, el
problema humanitario mas grave, a lo que Garca del Solar le haba sealado que ya le haba mencionado este punto a su Ministro de Relaciones Exteriores y al Presidente. A continuacin se aade: No rechazaron su punto de vista pero sealaron el problema, de, por ejemplo, quitarle los nios a los padres adoptivos. Suger que ese problema poda delegarse a la iglesia o a una comisin que incluyera a la iglesia, mdicos, etc. Las acciones con respecto a esos nios tendran un contenido humanitario y poltico enorme. Nuevamente el embajador dijo que estaba totalmente de acuerdo y que mencionara este punto una vez ms en su pas. Queda claro entonces que, a pesar del pedido de las autoridades norteamericanas al gobierno argentino de solucionar el tema de los nios sustrados, Bignone rehus no solamente acceder a buscar algn tipo de
solucin negociada, sino que unos meses despus de esas conversaciones dict la ley que amnistiaba, entre otros, a los apropiadores de esos nios. Por lo dems, la expresin all contenida relativa a quitarle los nios a los padres adoptivos, implicaba por un lado el conocimiento, por parte del gobierno argentino, cuya presidencia ejerca Bignone, de que los nios haban sido sustrados a madres detenidas, y por otro lado que aquellos no
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haban sido entregados a sus familiares de sangre, sino a quienes se denomin padres adoptivos, lo cual obviamente englobaba no slo a quienes pudieran haberlo sido de buena fe, sino a otros que no lo fueran o directamente retuvieran u ocultaran nios cambindoles la identidad, como los casos objeto de este juicio. Por lo cual esa ya insinuada voluntad de favorecer a los adoptantes -en realidad, los apropiadores-, se vio reflejada meses despus en la sancin y promulgacin de la ley 22.924. Dando respuesta a algunos de los argumentos defensistas, diremos que para cometer el hecho que se le atribuye no necesitaba Bignone conocer el destino concreto de cada uno de los nios previamente sustrados, sino la mera existencia de tales hechos. Sobre el tema, basta sealar que ya la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo haba hecho petitorios solicitando la recuperacin de los nietos sustrados, por lo cual es de suponer que ese reclamo formulado ante autoridades nacionales e internacionales, tambin sera llevado a la Justicia, como ocurri con las primeras denuncias que tuvieron lugar precisamente durante los aos 1982 (Mara Beln Altamiranda Taranto) y 1983 (Paula Logares). En cuanto a la circunstancia de que tambin se le atribuyan a Bignone los sucesos ocurridos bajo jurisdiccin de la Armada Nacional, debe tenerse en cuenta que el acto de sancionar y promulgar la ley 22.924 lo llev a cabo aqul como detentador del poder poltico de facto, tanto ejecutivo como legislativo, y no ejerciendo un poder militar, ya que en ese momento el cargo de Presidente de la Nacin estaba disociado del de Comandante en Jefe del Ejrcito. Por ltimo, en lo referente a la destruccin de documentacin efectuada por disposicin del Comandante en Jefe del Ejrcito en guarniciones militares y dependencias policiales, debe tenerse en cuenta que como aquella orden eman de dicho comando, a cargo por entonces de Cristino Nicolaides, y no de la Presidencia de la Nacin, no hay elementos de juicio suficientes para reprocharle alguna participacin a Bignone en tal episodio. Por todo lo expuesto consideramos que Bignone es responsable penalmente como partcipe necesario en la ocultacin de menores de diez aos
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en los casos que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel
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art. 45 del C.P.Respecto del caso que resultara vctima Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, cabe aclarar que, en virtud de que no hemos llegado a una mayora conforme lo prescripto por el art. 398 del C.P.P.N., emitiremos cada uno de los suscriptos un voto por separado.
El Dr. Panelo dijo: Considero que no es atribuible a Reynaldo Benito Antonio Bignone el hecho relativo a la ocultacin de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, en razn del desarrollo que fuera efectuado al tratar la responsabilidad penal de Jorge Rafel Videla en el considerando respectivo -al cual me remito en lo pertinente-, destacando adems que tampoco considero que la presunta participacin necesaria de Bignone en la ocultacin de la menor pueda ser juzgada segn la ley argentina, cuando el ordenamiento jurdico nacional integrado por la ya derogada ley 22.924 cuya sancin se le imputa al nombrado- no poda ser aplicado a un hecho cometido totalmente fuera de las fronteras de nuestro pas. Por tal motivo, entiendo que Bignone debe ser responsabilizado penalmente por todos los hechos a los que nos referimos con el Dr. Altieri en nuestro voto por mayora -30 hechos-, a excepcin del que resultara vctima Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena.
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No obstante ello, resulta menester destacar que no corresponde un pronunciamiento absolutorio expreso de mi parte respecto de Raynaldo Bignone, por cuanto la conclusin a la que arribamos con el Dr. Altieri es que la conducta reprochada al nombrado encuadra en un hecho nico, por aplicacin de las reglas del concurso ideal de delitos, tal como se desarrollar oportunamente al tratar la calificacin legal, concurso y mensuracin de la pena impuesta al nombrado en el acpite correspondiente (art. 54 del C.P.). As voto. Artculos 1 a contrario sensu del Cdigo Penal y 398 y 399 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin.
El Dr. Altieri dijo: Por las consideraciones que he vertido en mi voto conjunto con la Dra. Roqueta al analizar la autora y responsabilidad criminal del coimputado Jorge Rafael Videla, a las que me remito en un todo por razones de brevedad, es que considero que somos competentes para intervenir en el juzgamiento de Reynaldo Benito Antonio Bignone en el caso de Maria Macarena Gelman Garca Iruretagoyena y en consecuencia cabe atribuirle responsabilidad penal al nombrado como partcipe necesario respecto del ocultamiento de la nombrada, en los trminos del art. 45 del Cdigo Penal. Es mi voto. Artculos 398 y 399 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin.
b. Voto de los Dres. Julio Luis Panelo y Domingo Luis Altieri respecto de Rubn Oscar Franco. Absolucin por los casos imputados: Como ya se sealara anteriormente la imputacin contra Rubn Oscar Franco se ubica temporalmente durante su desempeo como Comandante en Jefe de la Armada e integrante de la Junta Militar en el perodo comprendido entre los das 19 de octubre de 1982 y el 10 de diciembre de 1983, segn se consigna en el requerimiento fiscal de elevacin a juicio que obra a fs.14542 bis/14574 donde se sostiene que form parte de la ltima Junta Militar que hizo posible que el accionar ilegal perpetrado por sus antecesores se ejecutara y se agotara sin correr el riesgo de ser puesto al descubierto.
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Seal all el Dr. Delgado que Franco tena su cuota de responsabilidad en el segmento individualizado como d) del acpite II del mismo requerimiento, el cual agrup los hechos delictuosos ocurridos durante el denominado Proceso de Reorganizacin Nacional constitutivos de acciones vinculadas a la emisin de decisiones autoritativas del Estado, para que los hechos se cometan, o bien para asegurar el xito de acciones criminales llevadas a cabo con el alegado propsito de reprimir a la subversin.(ver fs. 14543 vta.y 14570). Sostuvo tambin el seor Fiscal Federal que Franco, desde su estratgica posicin de mando, no se priv de congelar la historia, de no condenar a los culpables, y auto absolverse (fs.14571). Precis tambin que su accionar se vio materializado en el Documento Final sobre la Guerra contra la
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Subversin y el Terrorismo y en el dictado de la ley 22924 de autoamnista(fs.14546 vta./14547). Esta imputacin fue mantenida en el juicio por el seor Fiscal General, en orden a treinta y dos casos de apropiacin de menores de edad, aunque circunscripta a los delitos de retencin y ocultacin de menores de diez aos, cometidos en forma reiterada, en carcter de autor mediato, en concurso ideal con el delito de encubrimiento, solicitando se le impusiera a Franco una pena de cincuenta aos de prisin. As tambin la querella que representa a la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, en lo que respecta al caso de Francisco Madariaga, reproch a Franco la comisin de los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, en carcter de coautor y peticion se le aplicara la sancin de quince aos de prisin. Por lo dems, los acusadores particulares que representan a Juan Gelman le reprocharon a Franco los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de diez aos en concurso real con el de supresin de estado civil como coautor mediato y le solicitaron la imposicin de la pena de veintin aos de prisin. La defensa, a su turno, como se expres, solicit la absolucin de Franco por todos los hechos imputados.
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As las cosas, los suscriptos entendemos que no se encuentra acreditada la responsabilidad penal de Rubn Oscar Franco en los hechos materia de acusacin: En primer lugar diremos que Franco fue designado Comandante en Jefe de la Armada a partir del 1 de octubre de 1982 por resolucin Nro.630 de su antecesor, Jorge Anaya, segn copia de la misma obrante en su legajo de conceptos. Asimismo, a partir de esa misma fecha, integr la Junta Militar, tal como se desprende de la fotocopia certificada del acta acompaada por la Escribana General del Gobierno de la Nacin (fs. 398/399 del legajo de actuaciones concernientes al debate): Los acusadores han sostenido que la imputacin que se cierne sobre Franco versa sobre su actuacin en dicho perodo al frente de la Armada Nacional, y concretamente con relacin a la sancin de la ley 22924 y a la suscripcin del Documento Final de la Junta Militar sobre la Guerra contra la Subversin y el Terrorismo. Por ello, en primer lugar, analizaremos si puede atribuirse a aqul algn tipo de autora o participacin respecto del dictado de la ley 22924, oficialmente denominada de pacificacin nacional o de autoamnista como tambin se la conoce, publicada en el Boletn Oficial del 27 de septiembre de 1983. Surge de su anlisis formal , que fue sancionada y promulgada por el Poder Ejecutivo de facto, a cargo por entonces del Presidente de la Nacin, el imputado Reynaldo Bignone, el da 22 de septiembre de 1983, y refrendada por los otrora ministros Llamil Reston y Lucas Lennon. Ahora bien, no surge de su texto ni de su exposicin de motivos que la Junta Militar de ese momento, que el imputado Rubn Franco integraba como Comandante en Jefe de la Armada, hubiera dado algn tipo de aprobacin formal previa a la sancin de tal instrumento legal. Tngase en cuenta para ello que el entonces vigente Estatuto del Proceso de Reorganizacin Nacional estableca claramente que la potestad legislativa se encontraba en manos del Poder Ejecutivo Nacional, sin ingerencia de la Junta Militar, salvo casos especficos que en este caso no se dieron (art.5 del Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional, con la reforma del 22
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de junio de 1982, B.O: 13-9-82, obrante a fs.873 vuelta del legajo de actuaciones concernientes al debate, en consonancia con el Reglamento para el Funcionamiento de la Junta Militar, Poder Ejecutivo Nacional y Comisin de Asesoramiento Legislativo, art.4, aprobado por ley 21.256, B.O. 26-3-76, obrante a fs. 871 vuelta del mismo legajo; Bidart Campos, Germn, Manual de Derecho Constitucional Argentino, pg. 724, Ediar, Buenos Aires,1979). Esta circunstancia es decisiva, a nuestro criterio, para desvincular a Franco de su intervencin en la sancin de la ley 22924, que produjo los efectos jurdicos de connotacin delictiva a que nos referimos al tratar la situacin de Reynaldo Bignone. Por tanto, la aparente oposicin de Franco al dictado de una ley de estas caractersticas a que hiciera referencia aqul en su declaracin indagatoria
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de fs.3269/3275, sobre lo que ha hecho notorio hincapi la defensa en su alegato, y la manifestacin concreta del imputado en la misma indagatoria y en la de fs.10784/10787 de que finalmente la haba firmado , como ya sostuviramos, resulta irrelevante ya que ni la ley fue firmada por Franco, ni de sus fundamentos surge que deba tener la aquiescencia previa de la Junta Militar, circunstancia que podemos suponer, pero que no ha sido demostrada fehacientemente en juicio. Sobre este aspecto resultan ilustrativas las manifestaciones del imputado sobresedo Cristino Nicolaides, que fuera Comandante en Jefe del Ejrcito e integrante de la Junta Militar al momento de la sancin de la ley, cuando seal a fs.3467; que la responsabilidad jurdica, poltica e histrica de su promulgacin fue del entonces Presidente de la Nacin, Reynaldo Bignone, y no de la Junta Militar. Ahora bien, tambin se ha planteado por parte de los acusadores y es, de alguna manera, lo medular de la imputacin contra Franco, su intervencin en la suscripcin del llamado Documento Final de la Junta Militar sobre la Guerra contra la Subversin y el Terrorismo (En adelante: el documento final), que data del mes de abril de 1983, segn la copia certificada que fuera remitida al Tribunal por la Escribana General del Gobierno de la Nacin (fs.398/399 del legajo de actuaciones concernientes al debate). Cabe sealar que tambin obra reservada en Secretara la copia
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certificada del acta Nro.258 de la reunin de la Junta Militar del 28 de abril de 1983 en la que se aprueba y firma el mencionado documento por parte de los Comandantes en Jefe, entre ellos Franco (legajo I de documentacin correspondiente a la causa Nro.13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal), siendo reconocida por aqul su firma al serle exhibida al prestar declaracin indagatoria a fs.3273. En este caso s se encuentra acreditado que este documento fue elaborado y firmado por las tres Fuerzas Armadas, suscribindolo en representacin de cada una, sus respectivos Comandantes en Jefe, entre ellos el de la Armada, Rubn Oscar Franco; como integrante de la Junta Militar. Ahora bien, de la minuciosa lectura de tal documento no se desprenden referencias concretas a la situacin de los menores apropiados durante el perodo del gobierno militar iniciado el 24 de marzo de 1976. En una parte de aqul se hace referencia a que las fuerzas armadas, de seguridad y policialesno utilizaron directamente su poder contra terceros inocentes , an cuando indirectamente stos pudieran haber sufrido sus consecuencias (pg. 8), no pudindose inferir claramente si esa expresin se refiere a los menores sustrados pero en todo caso ninguna precisin adicional hay al respecto acerca de su eventual destino. Es verdad, como lo han apuntado los acusadores, que en ese documento se sostiene que los desaparecidos estn muertos. Lo que no surge ntidamente, a nuestro criterio, es que esa aseveracin se predicara tambin respecto de los nios sustrados. El prrafo en cuestin dice as: En consecuencia, debe quedar definitivamente claro que quienes figuran en nminas de desaparecidos y que no se encuentran exiliados o en la clandestinidad, a los efectos jurdicos y administrativos se consideran muertos, an cuando no pueda precisarse hasta el momento la causa y oportunidad del deceso, ni la ubicacin de sus sepulturas (pg.13). Ahora bien, ese prrafo expresa una conclusin al final del
captulo IV del documento denominado Las secuelas del conflicto. Si se leen los prrafos que lo anteceden se pueda apreciar claramente que la referencia a
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los desaparecidos tiene relacin con las personas mayores que no haban podido ser localizadas pese a los reclamos efectuados por sus familiares u organismos internacionales, sealando la Junta Militar que pona a disposicin de los interesados informacin sobre los detenidos bajo proceso en la Justicia Federal, Militar o a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional (art.23 CN), los pedidos de paradero registrados en el Ministerio del Interior o solucionados por va judicial o administrativa, y las bajas producidas por la accin terrorista.(pgs. 10/11). A posteriori el documento final relata posibles destinos de los desaparecidos, como la de ser desertores, cados en enfrentamientos, personas que luego aparecieron y desarrollaron una vida normal, finalmente
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para
sealar
enfticamente:
Se
habla
asimismo
de
personas
desaparecidas que se encontraran detenidas por el gobierno argentino en los ms ignotos lugares del pas. Todo esto no es sino una falsedad utilizada con fines polticos, ya que en la Repblica no existen lugares secretos de detencin, ni hay en los establecimientos carcelarios personas detenidas
clandestinamente (pgs.11/13), todo lo cual revela sin perjuicio de que la negativa acerca de la existencia de centros clandestinos de detencin ha sido rotundamente desmentida tanto en esta causa como en numerosas otras por violaciones a los derechos humanos- que las referencias que all se hacen, de acuerdo con una interpretacin contextual del documento, no pareceran tener vinculacin con la suerte de los menores de edad, sustrados en las circunstancias aludidas al describir los hechos que integran este proceso. Pero ms all de los aspectos semnticos, vale preguntarse si ese documento tuvo alguna repercusin prctica en cuanto a la dificultad para investigar los hechos que son aqu juzgados o dar con sus posibles autores. Ms precisamente, si la elaboracin, firma y publicidad de tal instrumento constituy alguna forma de encubrimiento de la sustraccin de los menores, o constituy algn medio comisivo en la retencin u ocultacin de aqullos o en la supresin de su estado civil. En el juicio no se ha aportado elemento de juicio alguno que permita responder afirmativamente tal interrogante. Por eso es que no se aprecia la influencia en trminos concretos que el documento final habra tenido en la conducta de quienes por ese
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entonces retenan u ocultaban a los menores. Distinto ha sido el caso de la ley de amnista, al cual ya nos referimos al tratar la situacin del coimputado Bignone. Por lo dems, no se ha mencionado durante el debate la existencia de algn caso de apropiacin de menores cuya investigacin o juzgamiento se hubiera frustrado o intentado frustrar invocndose la existencia de alguna clusula de tal documento. No se ha acreditado tampoco la existencia de un vnculo concreto entre quienes luego fueron imputados como apropiadores de los nios y Franco, como para que ste haciendo valer su alta jerarqua militar- omitiera hacer cesar alguna de las retenciones u ocultaciones de nios objeto de este proceso. Es decir que no se prob que los que retenan u ocultaban a los menores de edad fueran subordinados de Franco, que hicieran aplicable a su respecto la teora de Roxin sobre la autora mediata por dominio de la voluntad en los aparatos organizados de poder. Tngase en cuenta adems que ningn testigo en el juicio seal que Franco hubiera visitado o prestado funciones en algn centro clandestino de detencin, concretamente la Esma; que tal como se analiz en esta sentencia- dependa de la Armada. Entonces lo concreto que tenemos respecto de Rubn Franco es que se desempe como Comandante en Jefe de la Armada, en el perodo comprendido entre octubre de 1982 y diciembre de 1983 y que, en tal calidad, form parte de la Junta Militar concretamente la cuarta que integr con Cristino Nicolaides, por el Ejrcito, y Augusto Hughes, por la Fuerza Area-: Es cierto tambin, como lo afirman los acusadores y surge de su legajo de conceptos, que Franco cumpli funciones durante la ltima dictadura militar, tanto dentro de la propia rbita de la fuerza naval ( Jefe de Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales a fines de 1977 y Subsecretario General Naval y Director de Personal Naval en los aos 1979/1982) como as tambin en la estructura poltica del Estado (Secretario de Informacin Pblica de la Presidencia de la Nacin en los aos 1978/1979), pero no se ha probado que el desempeo de tales cargos haya necesariamente implicado el
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conocimiento concreto, por parte del imputado, del destino de los menores sustrados, Es dable destacar tambin, como lo apunta la defensa, que durante la gestin de Franco como Comandante en Jefe de la Armada, no tuvieron lugar las sustracciones de nios que aqu se juzgan sino que ellas ocurrieron en aos anteriores. Tampoco se ha demostrado que Franco hubiera efectuado aportes comisivos concretos para la continuacin de las apropiaciones y la eventual impunidad de los autores de ellas. En este sentido, ya se descart su intervencin en el dictado de la ley de amnista y as como el efecto inocuo o neutro que el denominado Documento Final tuvo respecto del destino de los menores de edad sustrados.
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Por ltimo, respecto de la posible ingerencia que Franco habra tenido en la destruccin de documentacin relativa a los hechos que aqu se juzgan o ms precisamente acerca de la que habra existido en la Esma sobre la cual depusieron los testigos Carlos Lordkipanidse, Carlos Muoz y Vctor Basterra, entre otros-, ninguna prueba concreta se ha acercado acerca de la participacin del imputado en tales sucesos. En suma, no se ha demostrado que Franco, desde su alta jerarqua en el Comando en Jefe de la Armada ejercida entre el 1 de octubre de 1982 y el 10 de diciembre de 1983 hubiera efectuado aportes comisivos tendientes a que se continuaran en el tiempo las retenciones y ocultaciones de nios sustrados o para procurar la impunidad de sus autores.
c. Voto de la Dra. Mara del Carmen Roqueta respecto de Reynaldo Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco. Disidencia con los Dres. Julio Luis Panelo y Domingo Luis Altieri:
1. Introduccin En relacin a la responsabilidad penal de los encausados Reynaldo Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco voy a elaborar mi voto por separado, toda vez que, si bien con respecto al imputado Bignone voy a adherir en cuanto a la responsabilidad penal que le cupo, disiento con mis distinguidos
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colegas preopinantes en cuanto al grado de participacin criminal y la forma de concursar los hechos materia de este juicio que se le imputan. Asimismo, con respecto al coimputado Franco disiento en cuanto a las conclusiones a las que arribaron mis colegas en la oportuna deliberacin. Ahora bien, cabe recordar que ha sido materia de acusacin, la conducta comisiva de aquellos que ocuparon las ms altas funciones estatales de la ltima etapa de la dictadura militar. En efecto los hechos por los cuales han sido acusados Bignone y Franco se dirigen a destacar su conducta criminal en esta ltima etapa y con respecto a la comisin de los delitos imputados. En virtud de ello, es que, antes de adentrarme en el anlisis de la responsabilidad de los encartados considero que corresponde formular en esta sentencia un breve desarrollo del momento histrico ya referido, completando lo ya dicho en el apartado VII titulado Introduccin, que permitir el adecuado examen de las conductas ilcitas sometidas a juicio. Pues bien, en primer lugar resulta menester recordar que la Guerra de Malvinas signific para el gobierno de facto no slo una derrota en cuanto al combate blico sino tambin en cuanto a la poltica institucional desarrollada desde la interrupcin democrtica en el ao 1976. Resultado de ello, fue que Cristino Nicolaides reemplaz a Fortunato Galtieri en la conduccin del Ejrcito y como miembro de la Junta Militar, continuando en sus comandancias los otros dos integrantes de dicha Junta, por la Armada Jorge Isaac Anaya y por la Fuerza Area Basilio Lami Dozo. La crisis poltica desatada por la derrota blica provoc que casi a finales del mes de junio de 1982 se comunicara a la poblacin que el Ejrcito se hara cargo del Poder Ejecutivo Nacional y nombrara como Presidente de la Nacin al General de Divisin Bignone quien se hara cargo de ese nuevo mandato, a partir del 1 de julio de 1982. Paralelamente a ello, tanto la Armada como la Fuerza Area quedaban apartadas de la accin de gobierno, desintegrndose de hecho, despus de seis aos, la Junta Militar.
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As fue que por aquel entonces se deca (ver peridicos de la poca) que la decisin de una sola persona -el Gral. Cristino Nicolaides- haba determinado quien presidira el pas. El objetivo del gobierno militar de ese momento fue la institucionalizacin y llegar a elecciones a travs de la reorganizacin de los partidos polticos; ese fue el mensaje del Ejrcito. La crisis de gobierno fue permanente; el Brigadier Lami Dozo pas a retiro porque se manifest pblicamente a fin a la creacin de un partido oficialista. En su lugar asumi como comandante de la Fuerza Area Augusto Hughes. En tanto, en la Armada, asuma como Comandante de esa fuerza Rubn Oscar Franco. De esta manera conclua formalmente la crisis dentro del poder militar
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integrando la ltima Junta Militar, conforme estaba previsto en el Estatuto del Proceso de Reorganizacin Nacional y dems instrumentos normativos a que ya he hecho referencia al desarrollar esa temtica. Ahora bien, las denuncias y reclamos por violaciones a los derechos humanos por parte de los familiares, quienes buscaban alguna informacin y respuesta por la desaparicin de sus hijos, hijas, nietos y nietas, fue constante y permanente, como as tambin la de aquellas organizaciones que acompaaron estas peticiones al estado argentino. Las peticiones no solo fueron privadas a travs de la presentacin de Habeas Corpus ante la Justicia por parte de los familiares, sino que tambin llegaron ante organismos internacionales O.N.U., O.EA, Parlamento Europeo, ACNUR, Cruz Roja Internacional, etc.-, y ante estados extranjeros -EE.UU., Francia, Espaa, Italia, Alemania, Vaticano, etc.- por mencionar algunos. A ello cabe agregar que el reclamo tambin se hizo pblico en la misma Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires, a travs de mujeres que iban a llenar una ficha ante el Ministerio del Interior preguntando donde estaban sus hijos, sus hijas, sus nietos y sus nietas. Esa presencia fue conocida por el gobierno militar, nunca la ignor. Muy por el contrario detuvo ilegalmente e hizo desaparecer a tres de ellas: Azucena Villaflor de De Vicenti, Mara Esther Ballestrino de Careaga y Maria Eugenia Ponce de Bianco. Estas mujeres fueron llevadas a la E.S.M.A. y
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sus cuerpos fueron hallados y reconocidos en el ao 2005 (cfr. fundamentos de la sentencia dictada en el marco de la causa N 1270 ESMA- del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5). En este juicio hemos presenciado el relato de algunas de esas mujeres y de cmo fueron organizndose para obtener respuesta. Aunque parezca de Perogrullo, esto ha quedado, suficientemente acreditado en autos. En funcin de lo expuesto los integrantes de la ltima Junta Militar y quien detentaba el cargo de Presidente de la Nacin, saban y conocan del movimiento de las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. Parafraseando a Eduardo Galeano, en la Argentina, las locas de la Plaza de Mayo seran un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de amnesia obligatoria. Y, como el mtico personaje de Antgona, estas mujeres desafiaron pacficamente, mas no pasivamente, no slo al poder militar, sino tambin al mandato social que establece los comportamientos correctos de las mujeres, enfrentndose as al imaginario del cual el personaje de Ismena es portavoz cuando declama: Menester es, pues, reflexionar, por un lado que la naturaleza nos hizo mujeres para no luchar contra los hombres; y, por otro, que recibimos rdenes de quien es mas fuerte, de suerte que hemos de obedecer no solo esto, sino cosas an mas dolorosas (Antgona- Sfocles. Ed. Guadarrama S.A., Madrid, Reino de Espaa, 1974). Ahora bien, en atencin a que los delitos imputados a los encausados son de carcter permanente, es que considero apropiado realizar una sucinta cronologa de la respuesta que ha dado el estado argentino ante la desaparicin forzada de personas, tanto adultas como menores. Esta cronologa tiene como finalidad completar el desarrollo, que ya fuera tratado en el considerando respectivo, en relacin a los sucesos que acontecieron en el perodo de tiempo que es objeto procesal de autos. As, podremos ver cuales fueron las distintas variantes que implement nuestro pas para dar respuesta a la violacin de los derechos humanos en la
dictadura. Es decir, cmo y cual fue la investigacin, esclarecimiento y reparacin de los trgicos hechos ocurridos durante el gobierno de facto de 1976-1983. Veamos:
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La ltima Junta Militar integrada por Nicolaides, Franco y Hughes, y, en su carcter de Presidente de la Nacin, Bignone -el cuarto hombre-, intentaron cerrar o finalizar los reclamos de los familiares de desaparecidos a travs de un documento final y una ley de amnista. Para ello ordenaron ya sea en forma pblica o clandestina- a las distintas reas funcionales y operacionales que funcionaban en la rbita del poder estatal tanto militares como polticas- la destruccin de toda documentacin existente sobre la guerra contra la subversin. De esta forma se pretendi eliminar cualquier dato que pudiera existir sobre el paradero de quienes haban sido detenidos y privados de su libertad ilegalmente. Esa destruccin y quema de documentacin obstaculiz el hallazgo de todo dato e informacin que permitiera dar con el paradero de
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nios y nias que haban sido secuestrados con sus padres, como as tambin de aquellos bebes que nacieron durante el cautiverio de sus madres. Resulta necesario recordar que las cuatro personas ya mencionadas Nicolaides, Franco, Hughes y Bignone- detentaron el mximo poder de la Nacin, hasta el 10 de diciembre de 1983. Despus de asumir el gobierno democrtico el Presidente Dr. Ral Ricardo Alfonsn, a travs del Decreto N 158 del 13 de diciembre de 1983, orden llevar acabo el juzgamiento de los responsables de la persecucin ilegal. Es decir, a la Junta Militar y los mandos orgnicos de las fuerzas armadas que se encontraban en funciones entre los aos 1976 y 1979. Asimismo, mediante el dictado de la ley N 23.040 publicada en el B.O. con fecha 29/12/1983- se derog la ley de facto N 22.924 conocida como ley de autoamnista- y se cre la Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas CONADEP-, que estuvo destinada a recibir testimonios sobre lo sucedido con los desaparecidos. Corresponde destacar que la temporalidad no fue extendida a la ltima Junta, tal vez por algn acuerdo poltico, teniendo en cuenta que tuvo a su cargo el traspaso a la democracia, sin reparar quiz, que sta haba dado paso a una garanta de impunidad con el Documento Final sobre la guerra contra la Subversin y el Terrorismo, la ley N 22924 de autoamnista (las
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ordenes pblicas) y el Decreto secreto N 2726/83, (entre las ordenes clandestinas). No obstante lo expuesto, en uno de los considerandos del Decreto del Presidente Alfonsn, cabe destacar lo siguiente: Que adems de los atentados derivados de las ordenes recibidas, es tambin un hecho de conocimiento pblico que en el curso de las operaciones desarrolladas por el personal militar y de las fuerzas de seguridad se cometieron atentados contra la propiedad de las vctimas contra su dignidad y libertad sexual y contra el derecho de los padres de mantener consigo a sus hijos menores (lo resaltado me pertenece). A raz de sta orden presidencial se llevaron a cabo varios procesos judiciales a quienes se endilgaba la responsabilidad penal por lo graves delitos cometidos. As, la Cmara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la ciudad de Buenos Aires arrib al dictado de la sentencia en la causa 13/84 y en la causa 44/85, instrumentos a los que a lo largo de este fallo varias veces se ha hecho referencia. Con motivo de celebrarse las audiencias en la mencionada causa 13/84 se corri el velo de aquella clandestinidad. Ejemplo de ello, fue lo sealado por Jorge Luis Borges luego de asistir como pblico al debate: He asistido, por primera y ltima vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que haba sufrido unos cuatro aos de prisin, azotes, vejmenes y de cotidiana tortura Doscientas personas lo oamos, pero sent que estaba en la crcel Stevenson crea que la crueldad es pecado capital; ejercerlo o sufrirlo es alcanzar una suerte de insensibilidad o inocencia Qu pensar de todo esto?... Descreo de castigos y de premios. Sin embargo, no juzgar y no condenar el crimen sera fomentar la impunidad y convertirse, de algn modo, en su cmplice. (Jorge Luis Borges, Textos Recobrados 1956-1986 da lunes, 22 de julio de 1985, pag. 278/279, Editorial Sudamericana, junio 2011). Siguiendo con la cronologa, en diciembre del ao 1986 se promulg la ley N 23.492, extinguiendo las acciones penales con respecto de aquellas personas, militares o de seguridad, que estaban siendo investigadas por la comisin de posibles delitos, excluyendo especficamente los delitos de sustitucin de estado civil, y sustraccin y ocultacin de menores (art. 5). El 8 de junio de 1987 se promulga la ley N 23.521 que presuma sin admitir prueba en contrario, que los oficiales jefes y subalternos,
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suboficiales y personal de tropas militares y de fuerzas de seguridad, policiales y penitenciarias haban obrado en virtud de obediencia debida, excluyendo esta presuncin en los casos de delitos de violacin, sustraccin y ocultacin de menores o sustitucin de su estado civil y apropiacin extensiva de inmuebles (art. 2). Las leyes antes sealas -23.492 y 23.521- son conocidas como de Punto Final y Obediencia Debida. Posteriormente en el mes de diciembre del ao 1990 se resolvi el perdn para aquellos que haban sido condenados y para aquellos que estaban procesados en ese momento a travs de varios Decretos de indulto presidencial de quien en ese momento ocupaba el cargo de Presidente de la Nacin. Tambin se consider necesario que a las vctimas del terrorismo
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de estado se las indemnizara econmicamente por ello, sin ninguna otra respuesta por parte del estado argentino sobre lo ocurrido. Muchos aos despus se dio inicio a los Juicios por la Verdad en las distintas jurisdicciones federales, orientados a poder reunir informacin sobre donde haban estado y que haba sucedido con los desaparecidos, sin ninguna sancin penal por ello a los responsables de esos hechos. En el ao 2003 por iniciativa de la diputada nacional Patricia Walsh se aprob el proyecto de ley que declaraba insanablemente nulas las leyes N 23.492 y N 23.521, circunstancia sta que finalmente ocurri mediante la ley N 25.779 promulgada por el Presidente de la Nacin, Dr. Nestor Carlos Kirchner. Asimismo, en el ao 2005 la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en el fallo Simn, Julio Hctor s/ sustraccin convalid el dictado de dicha ley. Durante todo este tiempo, el tema de los nios y nias desaparecidos fue logrando algunas respuestas, evolucionando y alcanzando publicidad, en la medida que se los encontraba, judicializndose en cada uno de los casos. Ahora bien, durante todos estos aos hemos visto como el estado argentino fue aplicando distintas respuestas al reclamo de las victimas y sus familiares, no siendo en muchos casos satisfactorias para su incertidumbre y su angustia.
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Probablemente ha sido muy acotado el porcentaje de respuesta a esa bsqueda, ms all de las distintas polticas llevadas a cabo. Lo cierto es que aqullos que fueron los hacedores del plan criminal de terrorismo de estado no han permitido llegar a la verdad en cada uno de los casos, han negado dar respuesta del paradero de hombres y mujeres, de nios y nias, que hasta hoy sus familiares solicitan y reclaman. Es que han negado un derecho fundamental para todo ser humano que es el de llorar y enterrar a sus muertos. Pero tambin se ha negado a las madres y padres, abuelas y abuelos, poder criar, educar, acompaar y besar a sus hijos y a sus nietos. La respuesta ha sido mantener la desaparicin de esos nios y nias encerrndolos en su propia tragedia como ya lo he mencionado
oportunamente al tratar la sistematicidad de sus desapariciones. Mientras el estado argentino responda como lo he descripto, la sociedad argentina fue tomando conciencia de lo que haba sucedido e internaliz la triste experiencia. Sin olvidar a las organizaciones civiles, la cultura fue una de las opciones ms importantes para que no se olvidara lo sucedido en aquellos aos de dictadura. Los artistas en todas sus disciplinas, el teatro, el cine, la msica, la literatura, la televisin y la plstica se manifestaron en tal sentido: .. Los desaparecidos que se buscan, con el color de sus nacimientostodo esta clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia. (Len Giecco- La Memoria); ... La persona que amas puede desaparecer (Charly Garca- Los dinosaurios); .. Haba llegado el tiempo ms amargo y atroz de la Argentina moderna. Desde entonces hasta el presente, no han sido escasos los intentos por abordar aquellos trgicos sucesos desde el periodismo, la crnica, el ensayo, la literatura y tambin la historiografa. Sucesos cuya gravedad tico-poltica pueden sintetizarse no slo en la tortura sistemtica e infinita a que fueron sometidas miles de victimas, sino en las figuras terribles del desaparecido y los nios expropiados hasta su identidad (Historia de las ideas en la argentina- Oscar Tern Ed. Siglo XXI -2008). Para culminar, cabe traer a colacin el prlogo del libro aportado por Estela Barnes de Carlotto al momento de declarar ante este Tribunal, y que
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obra incorporado como prueba documental al debate. Si bien la cita que voy a hacer es extensa creo que sintetiza acabadamente lo que he tratado de fundamentar en esta sentencia. Dice el Dr. Zaffaroni La destruccin de la identidad de una persona por razn de estado era una rara hiptesis asociada a la memoria nebulosa de Kaspar Hauser y los ltimos aos del viejo Feuerbach en Baviera. Para colmo, se trataba de una historia envuelta en el misterio, la leyenda, la tradicin oral, los informes perdidos durante dcadas, lo que creaba un clima romntico que la haca an mas lejana, en el marco de la Europa Central de 1830, en medio de la nieve, llovizna, castillos, intrigas y casas reinantes de reinos perdidos. Slo la impresionante fuerza catica de un poder dominado por el miedo que es mucho peor que un poder paranoico- , pudo arrancarla de semejante lejana vivencial y traerla hasta nuestra realidad cotidiana. Herodes habr estado entre nosotros, era uno de los nuestros: sigue
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sentndose a nuestro lado en el mnibus, en el tren, y en otros lugares menos humildes tambin. Es necesario un considerable autocontrol para no huir ante ese horror, para no huir fsica ni psquicamente (negando el hecho) Est claro que no podemos admitir el asesinato, la tortura, la desaparicin de personas, los botines de guerra, la corrupcin, la destruccin del potencial productivo de la Nacin, el endeudamiento fraudulento que causa miseria, enfermedad, muerte, violencia, dolor; nada de eso podemos admitir. Pero el repudio alcanza su mximo nivel cuando la victima fue un nio, casi siempre recin nacido o nacido en un campo de concentracin, y el mal que se le infiri fue suprimirle su identidad por razn de estado. Crimen que califica como uno de los ms repugnantes. (Ral Eugenio Zaffaroni, prlogo Los Nios Desaparecidos y la Justicia Abuelas de Plaza de Mayo, 1988).
2. Respecto de Reynaldo Benito Antonio Bignone: Voy a coincidir con los argumentos desarrollados por mis colegas preopinantes. Pero he disentir con ellos en cuanto al grado de responsabilidad que le cupo a Bignone en virtud de que por las funciones y el cargo que detent de Presidente de la Nacin de facto considero que su accin comisiva fue realizada como coautor mediato. Para ello tengo en cuenta que el mximo poder poltico de la Nacin lo detentaba la Junta Militar y el Presidente de la Nacin. Es as que valindose de un aparato de poder organizado llev adelante con su accin la ocultacin de menores de 10 aos, durante ese
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perodo, pues manifiestamente permiti que aquellos que los haban sustrado, retenido y ocultado, continuaran con su accionar delictivo, haciendo incierto el destino de cada uno de los nios y las nias menores de edad quienes
quedaron atrapados por la desaparicin forzada de ellos y sus progenitores, dentro de la poltica de terrorismo de estado llevada a cabo en el perodo 19761983. En relacin a la destruccin de documentacin, he de disentir con lo expuesto por mis colegas. En tal sentido, entiendo que dicha destruccin es un elemento ms que acredita la accin realizada por el encartado Bignone, dentro de su mbito de competencia. Cabe recordar que las familias que buscaban conocer el paradero de sus desaparecidos -menores y adultos- se dirigan al Ministerio del Interior. Por lo tanto, dicha bsqueda era registrada en ste Ministerio, y ejemplo de sto es que en el Documento Final de la Junta Militar se hace referencia a ello, como as tambin en varios legajos de la Direccin de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires D.I.P.B.A.El mismo Bignone en su declaracin indagatoria obrante a fs. 3590/3598 de la causa N1351, que fue leda en el debate, reconoci que haba recibido una sugerencia del Ministerio del Interior acerca de destruir la documentacin y que estuvo de acuerdo y dict un decreto al respecto. Aclar que su intencin no fue la de ocultar esa documentacin y que no se haba planteado la posibilidad de su resguardo para el futuro. Asimismo, en su declaracin indagatoria obrante a fs. 5525/5527 de la misma causa, agreg que solo firm un decreto que autoriz la incineracin de fichas de detenidos a disposicin del P.E.N. que no tuvieran causa judicial. Y en la ampliacin indagatoria brindada ante este Tribunal, manifest que su intencin era la de favorecer a aquellos subversivos que haba estado detenidos, para que no quedaran estigmatizados en la nueva etapa democrtica que se iniciaba. Es concluyente que tambin dentro de su accionar comisivo despleg varias conductas para que se ocultaran a los menores que eran
buscados por sus familiares. Pues hemos escuchado a los testigos quienes mencionaron que adems de los Habeas Corpus que presentaban ante la
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justicia, tambin se acercaban a la Casa de Gobierno para realizar los trmites de bsqueda de paradero. Por ltimo, cabe agregar que el desconocimiento aludido por Bignone en relacin al destino de los menores no puede considerarse como vlido, toda vez que el nombrado saba que la Comisin Interamericana, con motivo de su visita a la Repblica Argentina, haba efectuado al Gobierno argentino las siguientes recomendaciones preliminares: I. Desaparecidos: La Comisin estima que el problema de los desaparecidos es uno de los ms graves que en el campo de los derechos humanos confronta la Repblica Argentina. En tal sentido la Comisin recomienda lo siguiente: a) Que se informe circunstancialmente sobre la situacin de personas desaparecidas, entendindose por tales aquellas que han sido aprehendidas en operativos que por las condiciones en que se llevaron a cabo y por sus
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caractersticas, hacen presumir la participacin en los mismos de la fuerza pblica. b) Que se impartan las instrucciones necesarias a las autoridades competentes a fin de que los menores de edad desaparecidos a raz de la detencin de sus padres y familiares y los nacidos en centros de detencin, cuyo paradero se desconoce, sean entregados a sus ascendientes naturales u otros familiares cercanos. c) Que se adopten las medidas pertinentes a efecto de que no continen los procedimientos que han trado como consecuencia la desaparicin de personas. Al respecto, la Comisin observa que se han producido recientemente casos de esta naturaleza que como todos los dems deben ser esclarecidos lo antes posible (Informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina, ao 1980. Captulo
Recomendaciones. En ese mismo informe se deja constancia que la observacin in loco realizada en nuestro pas se dio por concluida el 20/9/1979) (lo resaltado me pertenece). Por todo lo expuesto considero que Reynado Benito Antonio Bignone es responsable penalmente como coautor mediato en la ocultacin de menores de diez aos en los casos que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Maria Macarena Gelman Garcia Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de
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las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel art. 45 del C.P.-. Finalmente, con respecto al caso de Maria Macarena Gelman Garcia Iruretagoyena, teniendo en cuenta que el Dr. Panelo no
responsabiliz al imputado por ese hecho, a efectos de hacer la mayora correspondiente conforme lo prescriben los arts. 398 y 399 del C.P.P.N., es que voy a adherir a lo manifestado por el Dr. Altieri. Asimismo, por razones de brevedad me remito en un todo a las consideraciones que he vertido en mi voto conjunto con el Dr. Altieri al analizar la autora y responsabilidad criminal del coimputado Jorge Rafael Videla.
3. Respecto de Rubn Oscar Franco: Autora, responsabilidad penal, calificacin legal, concurso de los injustos y pautas mensurativas de la pena:
Voto de la Dra. Mara del Carmen Roqueta: Encuentro debidamente acreditado que el encausado Rubn Oscar Franco deber responder como coautor mediato en la ocultacin de los
menores de diez aos que previamente fueron sustrados, retenidos y ocultados, suprimiendo su identidad, hacindola incierta y alterando y falseando ideolgicamente documentos pblicos en los casos que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel
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Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel. Ahora bien, en primer lugar, se encuentra debidamente acreditado a travs de las diferentes constancias incorporadas por lectura al debate que, Rubn Oscar Franco, se desempe como Comandante en Jefe de la Armada Argentina, en el perodo comprendido entre el 19 de octubre de 1982 y el 10 de diciembre de 1983, con el grado de Almirante, al que haba sido ascendido el da 1 de octubre de 1982, para luego pasar a retiro voluntario con fecha 1 de febrero de 1984. Las fechas consignadas se desprenden de fs. 2/3 de su legajo
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de conceptos y fs. 5/7 de su legajo de servicios. Asimismo, del mentado legajo de conceptos, se advierten elogiosas calificaciones por parte de sus superiores jerrquicos por su intervencin en la llamada lucha contra la subversin, ocupando diversos cargos de jerarqua, entre ellos, el de Jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales, Secretario de Informacin Pblica de la Presidencia de la Nacin, Director General de Personal Naval y Agregado Naval en los Estados Unidos de Norteamrica y Canad. En tal sentido, en el perodo de calificacin comprendido entre el 14 de febrero y el 29 de agosto de 1977, el Contralmirante de la Armada Jorge Isaac Anaya al momento de evaluarlo, consider Lleva todas sus funciones con dinamismo y un vivo inters por el buen funcionamiento del servicio naval. Se puede confiar plenamente en l para cualquier tipo de tareas. Para quien no lo conozca en profundidad, su gran sentido de lo humano podra confundirse con tendencia a debilidad en la conduccin, siendo de hecho todo lo contrario ya que su personalidad crea a su alrededor un clima de confianza y elevada moral en toda circunstancia, lo que unido a su aptitud profesional y espritu de justicia, le permite el aprecio de sus subordinados, y una total adhesin a sus decisiones. Tiene un cabal sentido de la nobleza de su misin, un elevado ideal moral, jams se deja influenciar por su inters personal, sino que se brinda al servicio naval con plenitud, poniendo el bien del servicio en el primer plano de sus preocupaciones. Condujo a su divisin de Destructores con exacto sentido de agresividad, aconsejando y transmitiendo su experiencia naval a sus
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Comandantes subordinados, logrando mejorar notablemente las condiciones de los mismos. Lo considero un oficial que rene todas las condiciones necesarias de lo que la Armada debe esperar de un Almirante (correspondiente al perodo de calificacin del 14/02/1977 al 29/08/1977, fs. 17, punto 22, del legajo sealado). Por otra parte, el Comandante de Operaciones Navales, Antonio Vaek, consider lo que a continuacin se transcribe: Inteligente y criterioso. Procederes nobles, considerable cario por la institucin con total dedicacin, sobresalientes conocimientos profesionales, sumamente leal, honesto asesor, maneja su equipo del estado mayor en forma sobresaliente (correspondiente al perodo de calificacin del 29/08/1977 al 25/11/1977, fs. 19, punto 22, del legajo en cuestin). El Teniendo General Jorge Rafael Videla, Comandante en Jefe del Ejercito y Presidente de facto, dictamin sobre Franco: De personalidad definida, claro criterio para asesorar y destacada capacidad para resolver y ejecutar, su modalidad comprensiva a la par que firme, sumada a su prestigio personal, le ha valido el respeto y el afecto de sus camaradas, superiores y subordinados. Desempe su funcin como secretario de Informacin Pblica de la Presidencia de la Nacin a entera satisfaccin y con resultados ponderables. Ha sido un gusto para mi tenerlo a mis rdenes como colaborador directo (correspondiente al perodo de calificacin del 01/02/1978 al 07/12/1978, fs. 22, del legajo mentado). De otro lado, el Vicealmirante Humberto Jos Barbuzzi, consider lo que a continuacin se transcribe: Si bien ha figurado como Subjefe de Operaciones hasta la fecha de cierre de esta foja, a partir del da 25 de julio de 1979, fecha en que asumi la Subsecretara General Naval, prcticamente dej de actuar en aqul cargo por la absorcin que le insumi la nueva funcin. De manera que esta foja abarca en realidad un perodo de cinco (5) meses, en que el causante se desempe con total dedicacin. Cabe consignar muy en particular, la sobresaliente actuacin que le cupo al Sr. Alte. Franco en el estudio y asesoramiento de la configuracin operativa de la nuevas unidades a adquirir por la Armada en Alemania. Con celo extraordinario en su trabajo y con un destacado criterio profesional logr conciliar muy satisfactoriamente los distintos puntos de vista. Sus dotes individuales revelan a un seor Almirante con distinguida personalidad y trayectoria. De carcter afable en el trato cotidiano y de una manera de conducir sobria y efectiva. Sus condiciones profesionales lo capacitan para ocupar los ms altos cargos en la Armada.
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(correspondiente al perodo de calificacin del 15/02/1979 al 14/12/1979, fs. 3, punto 22, del legajo sealado). Similares conclusiones volc en su legajo de conceptos el Vicealmirante Eduardo Fracassi, quien sostuvo que Es un oficial almirante de sobresalientes condiciones personales y profesionales, totalmente dedicado a la institucin. Tiene capacidad y habilidad para cumplir tareas de responsabilidad bajo su propia iniciativa. Durante su desempeo como Subsecretario General Naval sostuvo funciones en el E.M.G. Naval, lo que le ha demandado un esfuerzo que estimo digno de ser mencionado, no solo por el recargo que ello le implic en sus obligaciones, sino en el criterio e iniciativas puestas en fuerza para cumplir con sus multiples obligaciones. Considero que rene condiciones para acceder a la jerarqua de
30/12/1979, fs. 4, punto 22, del legajo en cuestin). Sumado a ello, el encausado Franco ha recibido diversas e importantes condecoraciones como la Gran Cruz del Mrito Naval y la Gran cruz del Merito Aeronutico con distintivo Blanco, ambas otorgadas por el Reino de Espaa con fechas 16 de noviembre de 1978 y 13 de septiembre de 1983, respectivamente, como as tambin la Gran Maestre de la rden del Mrito Naval otorgada por la Repblica Federativa de Brasil con fecha 10 de julio de 1980. Habiendo ubicado funcionalmente a Rubn Oscar Franco, cabe sealar una vez ms que lo que aqu interesa y fue materia de acusacin, es la actuacin que le cupo al nombrado a travs del rol de mando que ocup a partir del da 19 de octubre de 1982 hasta el 10 de diciembre de 1983 como Comandante en Jefe de la Armada e integrante de la ltima Junta Militar. En tal sentido, el desarrollo de su conducta de ocultar a los
menores de 10 aos fue manifiesta, toda vez que permiti que aquellos que los haban sustrado y retenido continuaran con su accionar delictivo, haciendo incierto el destino de nios y nias menores de edad. Ahora bien, es preciso recordar que como se ha desarrollado oportunamente, los integrantes del gobierno militar contaron con elementos normativos pblicos y rdenes verbales clandestinas para llevar a cabo la poltica de terrorismo de estado.
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Si bien a diferencia del Ejrcito en el cual consta una orden secreta de incineracin de documentos, en el caso de Armada se cuenta con las declaraciones testimoniales de aquellos que permanecieron secuestrados en la ESMA y que estuvieron realizando trabajo esclavo, hasta su liberacin, siempre clandestinamente. As pues, Carlos Gregorio Lordkipanidse relat ante esta sede (2308-2011) que al ser fotgrafo y fotocromista, fue requerido por los marinos, entre otras tareas, para la realizacin de un trabajo especfico consistente en la duplicacin de rollos de microfilm, respecto del cual refiri que era un procedimiento complejo y poco habitual y que para ello trabaj junto a otro compaero, Carlos Muoz. En virtud de ello pudo ver que en los microfilms haba fotos de prisioneros y prisioneras que estuvieron antes que el dicente en la ESMA, estimando, dada la cantidad de rollos, que cinco mil personas haban pasado antes que el testigo, destacando que las fotos, tenan continuidad. Narr que una copia de los microfilms era para el Comandante en Jefe de la Armada y otra para el Jefe de Inteligencia, Jorge Eduardo Acosta. Tambin el testigo Vctor Melchor Basterra al declarar en el debate (15-08-2011) mencion que hacia fines de 1983 pudo constatar la presencia del Jefe de Inteligencia Jorge Eduardo Acosta en la ESMA y que en esa oportunidad el nombrado se dedic a destruir la documentacin que haba sido microfilmada y que daba cuenta de las personas secuestradas en dicho centro clandestino de detencin, aclarando que para esa fecha Acosta ya no prestaba funciones all. Por su parte Lisandro Ral Cubas, en su testimonio brindado en este debate (24/01/2012) expres que vio organigramas en la ESMA, donde se reproducan los nombres de las organizaciones y de los detenidos o sus apodos-. As tambin expres que se pona en fichas la fecha del secuestro y en los casos en que estuvieran muertos en algn enfrentamiento se haca una cruz. Seal que empezaban en el cargo superior y se iba completando en forma descendente con la informacin que le traan. Agreg que un ltimo recuadro deca destino final, lo que le llam la atencin por ser una frase usada en el rgimen nazi. Asimismo, indic que supo por otros compaeros dentro de la ESMA que cuando sucede el pase a retiro de Masera, se dio la
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orden de microfilmar esas planillas. Tambin que las planillas se efectuaban y estaban registradas en el sector de inteligencia. Estos tres testigos estuvieron privados ilegalmente de su libertad en la Escuela Mecnica de la Armada. Por su parte, Rubn Oscar Franco en su declaracin indagatoria obrante a fs. 3271/3275 de la cn 1351 -la que fue leda en la audiencia-, con referencia a los desaparecidos, dijo que no encontr ningn documento de la Armada ya que haba ordenado una investigacin en la ESMA y el resultado haba sido negativo. Expres que no se haba encontrado ningn legajo, y que no conoca, ni saba si exista algn legajo relacionado a la lucha contra la subversin. Expres tambin, que pensaba que no haban existido esos documentos por lo cual tampoco indag para saber de su existencia,
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concluyendo que crea que sus subalternos no le haban ocultado nada, pues prcticamente estaba olvidado el tema de la subversin cuando estuvo a cargo de la fuerza. Como claramente se aprecia, sus dichos no concuerdan para nada con los testimonios apuntados por aquellos sobrevivientes de la ESMA. Aqu tambin es preciso resaltar lo manifestado por aqul en cuanto refiere que conoca que haba centros de detenidos, pero no clandestinos. Recurdese que es una constante en los miembros de la Armada imputados penalmente, sostener que la ESMA no era un centro clandestino de detencin, sino que por los tiempos de guerra que se vivan en aquellos momentos dicho lugar deba mantenerse en secreto. En este sentido, el encartado agrega algo ms sobre la ESMA, pues reconoce irregularidades, en razn de que haba gente que perteneca a la subversin y trabajaba con la Armada. Sin embargo, se ha podido acreditar que estas personas eran el trabajo esclavo de la Escuela Mecnica de la Armada, entre ellos Lordkipanise, Basterra y Cubas. Todo lo hasta aqu detallado da cuenta del registro de la informacin relativa a los centros clandestinos de detencin y de su ocultamiento y destruccin, tal como ha sido enunciado precedentemente, habida cuenta la ilegalidad de su contenido.
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Corresponde ahora analizar cul fue su participacin en la elaboracin del Documento Final sobre la Guerra contra la Subversin y el Terrorismo, el cual tuvo una amplsima publicidad en la poca y obra incorporado a la causa -actualmente se puede acceder a ste a travs de la pgina web www.youtube.com-. En tal sentido, Franco ha reconocido su consentimiento en el contenido de dicho instrumento al firmar el mismo, responsabilizando a su arma, dentro de los esquemas institucionales del gobierno dictatorial. Su voluntad no se encontraba viciada y el reconocimiento de su firma en ese documento lo dice todo. Asimismo, manifest el imputado que para la realizacin del citado documento, la Junta Militar orden la confeccin de una comisin ad hoc integrada por oficiales superiores de las fuerzas armadas, siendo aprobado dicho trabajo por el General Nicolaides y el Brigadier General Hughes. Con respecto a declarar la muerte innominada de la lista de desaparecidos, dijo que ello respondi a la necesidad de que los familiares de las victimas pudieran acceder a lo que legalmente les corresponda, a fin de que no esperaran tanto tiempo, teniendo en cuenta la legislacin de la poca, para luego aclarar que el fin solo fue jurdico y humanitario. Pues bien, extrao concepto de humanidad resulta responder a los reclamos de quienes buscaban nios y nias que se encontraban muertos segn los integrantes de la ltima dictadura militar, mediante el dictado de un documento que aceleraba con fines jurdicos y humanitarios los tiempos de leyes que regulaban cuestiones de ndole patrimonial o sucesoria. No obstante ello, cabe preguntarse qu contenido tena ese Documento Final?. En tal sentido, tratar de dar una respuesta breve atento lo extenso de ste. En primer lugar, en el texto se desarrollaba un racconto histrico sobre los acontecimientos de la guerrilla, la subversin y el terrorismo, como as tambin los momentos ms violentos vividos temporal y territorialmente. El objetivo de ese documento era dar una respuesta al tema de los desaparecidos, que como ya he desarrollado era un reclamo no slo de los familiares, sino de organismos nacionales e internacionales, como as tambin
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de estados extranjeros. Asimismo, se manifestaban una serie de explicaciones sobre lo sucedido, y que como bien ha dicho el Sr. Fiscal, ninguna de ellas se condice con lo que se ha desarrollado durante este juicio. En efecto, basta con transcribir lo siguiente: Se han presentado personas denunciadas como desaparecidas, que luego aparecieron y desarrollaron una vida normal La nmina de desaparecidos puede ser artificialmente aumentada, si se computan los casos no atribuibles al fenmeno terrorista, que se registran habitualmente en todos los centros urbanosSe habla de personas desaparecidas que se encontraran detenidas por el gobierno argentino en los mas ignotos lugares del pas . Todo esto no es sino una falsedad utilizada con fines polticos, ya que en la Repblica no existen lugares secretos de detencin, ni hay en los establecimientos carcelarios personas detenidas clandestinamente .
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De lo expuesto surge que el Documento Final elabor la siguiente conclusin a efectos jurdicos y administrativos sobre las personas que se encontraban desaparecidas: o estaban en la clandestinidad, o en el exterior, o estaban muertas. Resulta contundente entonces, que se declar la muerte de esos nios y de esas nias. Por lo tanto, conociendo el imputado perfectamente que la prctica sistemtica era no devolver a los menores a sus familias y hacer incierto su paradero e identidad queda demostrado que amparado a travs de un
aparato organizado de poder, orden la continuidad de los delitos que se estaban cometiendo, dentro de la prctica sistematizada de desaparicin de personas, y en particular de los menores, utilizando para ello polticas de impartir el terror a la poblacin desde el estado. Durante el perodo que dur la comandancia de Franco en la Armada no encubri los delitos, sino que comunic a sus inferiores que ocultaran el paradero de los menores sustrados, conducta que ces a medida que fueron encontrndose a esos nios y nias y ms cercanos en el tiempo a esos jvenes adultos. Ello as fue desarrollado en el considerando de cada uno de los hechos. Por otro lado, no escapa a la suscripta los fundamentos vertidos por la defensa de Franco al momento de presentar su alegato.
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En dicha oportunidad esgrimi la defensa que su pupilo, solamente haba suscripto un documento que no tena consecuencias jurdicas. Muy por el contrario, entiendo que ese instrumento del que se vali la Junta Militar fue delictivo y mas an al dictar la ley N 22.924, que complet el cuadro incriminante. Ntese que a la fecha del dictado de esa norma conocida como Ley de auto-amnista se perfeccion la impunidad por las acciones delictivas llevadas cabo durante todo el proceso militar. En consecuencia, lo que buscaban los miembros de la ltima Junta Militar era la impunidad, para de esta forma pasar a un tiempo democrtico sin que fueran molestados por sus terribles acciones. Asimismo, la defensa se esmer en relatar que Franco y la Armada se opona al dictado de esa ley del olvido, para ello trajo a colacin algunos peridicos de la poca. Ahora bien, y porque se opona la Armada?. Se opona porque no consensuaba con los otros Comandantes en amnistiar a los subversivos. As fue como lo registra la historia y los mismos peridicos que la defensa esgrimi como elemento exculpante de Franco, ya que recompuesta la Junta Militar esta tuvo todo el mando y el mismo poder que sus antecesores. Las razones morales eran que no estaba de acuerdo con la liberacin de subversivos y que se amnistiara a aquellos que estuvieran en el exterior. Es decir, no coincidan los mandos inferiores de la Armada que se los equiparara a los terroristas subversivos. Tal era la oposicin. Esa es la historia. Sin embargo las discusiones llegaron a un acuerdo y se garantiz el dictado de esa ley. Franco se mantuvo en la Junta Militar, no renunci, abog entonces por ello. Dems esta decir, que quien era el Presidente de la Nacin de facto- no poda tomar decisiones de esa ndole singularmente, muy por el contrario todo deba ser consentido, consensuado y autorizado por las tres fuerzas armadas. Considero que distinguir las facultades legislativas y ejecutivas del presidente de facto, se encuentran perfectamente delineadas en el Estatuto para la Reorganizacin Nacional, pero ese no era un estado parlamentario, ni un estado presidencialista democrtico, ese era un estado totalitario y dictatorial.
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As pues el mismo imputado admite en su declaracin indagatoria que la Junta Militar estaba por encima del Presidente de la Nacin y que aquellos hechos eran de significativa trascendencia, por lo cual el
documento pas por la Junta habindose negado en un principio a firmarlo pero dos meses despus opto por hacerlo, en bien de la institucionalizacin del pas. En cuanto a la aplicacin de la ley N 22.924, la misma fue aplicada y en numerosas causas penales fue planteada la aplicacin de esta ley, hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nacin resolvi en diciembre de 1986 que era inconstitucional (fallos 309:1689). Por lo tanto a los dos instrumentos normativos dados a publicidad al pueblo de la Nacin, que han servido como plataforma incriminante, debe
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agregarse como prueba la orden de destruccin de aquellas carpetas o legajos que fueron microfilmados y que han dado cuenta los testigos que ofrecieron su testimonio en este debate y que ya fueran mencionados. Se destaca el esmerado cuidado en que se hicieron dichas carpetas, con varias copias, una de ellas dirigida al Comando de la Armada. All seguramente se encontraba detallado quienes haban sido detenidos ilegalmente, que haba pasado con ellos, a que organizacin poltica pertenecan, que haban hecho, y todos aquellos datos personales, que, como sabemos, la burocracia estatal y militar no puede dejar de volcar en un legajo, mucho ms si trata de alguien sospechado de delincuente. De ello dieron cuenta en el juicio varios testigos a quienes hacan trabajar en lo que se denominaba El Dorado (Casino de Oficiales de la ESMA). Ejemplo de ello, fue lo manifestado por el testigo Lordkipanidse, quien mencion que la nica rea restringida dentro del sector 4 Stano- era documentacin donde haba partidas de nacimiento, certificados de defuncin, pasaportes, entre otros y gran cantidad de rollos de microfilm con fotos de prisioneros. Por ltimo cabe agregar, que tambin incluyo como prueba de cargo para el imputado Franco los dichos del testigo Elliot Abrams, ex subsecretario de Estado del gobierno de los Estado Unidos de Amrica, como as tambin la prueba documental, que aqul reconoci en el debate cuando efectu su testimonio.
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En tal sentido, entiendo que la referencia que se hiciera en relacin a que los nios an estaban vivos, y que el Embajador argentino ante ese estado, le seal a Abrams que dicha preocupacin haba sido trasmitida al Ministro de Relaciones Exteriores y al Presidente, es contundente de acuerdo a lo que vengo sosteniendo que ese tema estaba en la agenda del gobierno militar, es decir los tres miembros de la Junta y el cuarto hombre, todos ellos formaban el poder del estado en esos aos. Ello es contundente, a mi juicio no cabe duda alguna. Adems considero que cuando en los documentos analizados se habla de desaparecidos, no corresponde distinguir si eran adultos o menores, teniendo en cuenta el desarrollo efectuado en esta sentencia, al analizar el tratamiento sobre la desaparicin forzada de personas y los delitos de lesa humanidad. Por ltimo, cabe agregar que el desconocimiento aludido por Franco en relacin al destino de los menores no puede considerarse como vlido, toda vez que el nombrado saba que la Comisin Interamericana, con motivo de su visita a la Repblica Argentina, haba efectuado al Gobierno argentino las siguientes recomendaciones preliminares: I. Desaparecidos: La Comisin estima que el problema de los desaparecidos es uno de los ms graves que en el campo de los derechos humanos confronta la Repblica Argentina. En tal sentido la Comisin recomienda lo siguiente: a) Que se informe circunstancialmente sobre la situacin de personas desaparecidas, entendindose por tales aquellas que han sido aprehendidas en operativos que por las condiciones en que se llevaron a cabo y por sus caractersticas, hacen presumir la participacin en los mismos de la fuerza pblica. b) Que se impartan las instrucciones necesarias a las autoridades competentes a fin de que los menores de edad desaparecidos a raz de la detencin de sus padres y familiares y los nacidos en centros de detencin, cuyo paradero se desconoce, sean entregados a sus ascendientes naturales u otros familiares cercanos. c) Que se adopten las medidas pertinentes a efecto de que no continen los procedimientos que han trado como consecuencia la desaparicin de personas. Al respecto, la Comisin observa que se han producido recientemente casos de esta naturaleza que como todos los dems deben ser esclarecidos lo antes posible (Informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina, ao 1980.
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Recomendaciones. En ese mismo informe se deja constancia que la observacin in loco realizada en nuestro pas se dio por concluida el 20/9/1979) (lo resaltado me pertenece). Por todo lo expuesto considero que Rubn Oscar Franco es responsable penalmente como coautor mediato en la ocultacin de un menor de diez aos en los casos que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca
Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi,
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Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (treinta y un hechos que concurren en forma material entre s), por haberse valido de un aparato organizado de poder, como ya he desarrollado ampliamente al fundamentar la responsabilidad que le cupo a Jorge Rafael Videla en el considerando respectivo, para lo cual me remito por razones de brevedad por ser los mismo fundamentos -Art. 45 C.P.-.
Calificacin legal, concurso y mensuracin de la pena: La calificacin legal que corresponde asignarle a los hechos por los cuales fuera declarado penalmente responsable es aqulla prevista en el artculo 146 segn ley 24.410-, del Cdigo Penal, ya que sus conductas encuadran objetivamente en el delito de ocultacin de menores de 10 aos. Por las explicaciones ya efectuadas al tratar su autora y responsabilidad, corresponde aplicarle uno de los tres verbos tpicos del artculo mencionado ocultar-.
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Ello, toda vez que en todos los casos que se tuvieron probados y por los que fuera responsabilizado penalmente, Franco hizo posible que el accionar ilegal perpetrado por sus antecesores se ejecutara y se agotara sin correr el riesgo de ser puesto al descubierto como ya he explicado. Es decir, se asegur que esas criaturas que haban sido previamente sustradas, retenidas y ocultadas no llegaran a manos de sus familias biolgicas, quienes jams fueron informadas acerca de su paradero. En cuanto al tipo subjetivo, no es indispensable que Rubn Oscar Franco tuviera conocimiento del lugar en se hallaban cada uno de los menores sustrados, ya que es suficiente que supiera la existencia de las sustracciones durante los aos anteriores a la ltima Junta Militar que integr en el marco de la represin ilegal. En tal sentido, no puede negarse que siendo la mxima autoridad de la Armada era imposible que desconociera los distintos centros clandestinos de detencin donde nacieron los nios de madres detenidas ilegalmente. La ejecucin de la conducta de ocultamiento de un menor de diez aos, como ya fuera explicado en el acpite respectivo, es de carcter permanente. En tal sentido, la ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable a los casos que se siguieron cometiendo con posterioridad. Al aplicar este criterio a los hechos relatados, resulta que los casos de Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas y Carlos DEla Casco, deben encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal en su redaccin anterior a la vigencia de la ley 24.410, pues su comisin ces antes de la entrada en vigencia de esta norma. Mientras que los casos de Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn
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Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri y Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit, cuyo cese se produjo luego de la fecha indicada, deben subsumirse en el art. 146 segn la ley 24.410. Lo mismo sucede en los casos de Clara Anah Mariani Teruggi y los hijos o hijas de Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, en los cuales an se desconoce su paradero y contina mantenindose, por lo tanto, el estado antijurdico imputable a Franco.
Franco es en forma real -art. 55 del Cdigo Penal-. Es decir, se trata de treinta y un casos en que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln
Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, que concurren materialmente entre s, que se encuentran calificados como infraccin al artculo 146 del Cdigo Penal segn leyes 11.179 y 24.410- (en su modalidad de ocultacin), del Cdigo Penal. Cada una de las ocultaciones debe tomarse como hechos
independientes y en consecuencia concurrir materialmente, ya que no nos encontramos frente a una unidad de accin.
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Ello en atencin a que, cada momento de cada una de las ocultaciones achacadas al encausado Franco se escinden entre s, y no solo la imputacin al nombrado queda encerrada por los documentos pblicos, sino que la ocultacin de cada uno de los menores fue individual y se hace extensiva a todos, aunque en este caso no fueran desaparecidos de la Armada, porque teniendo en cuenta el momento en el cual realiz cada una de las acciones tendientes a seguir en la continuidad de cada uno de los hechos, su aporte fue fundamental. El tema de los nios estaba en la orden del da y no hizo nada para cesar esa accin penal, por eso considero que debe responder por cada uno de los casos, inclusive de aquellos que terminaron de perfeccionarse en el exterior. La competencia y poder que detentaba pudo haberla utilizado para que cesara la accin y muy por el contrario orden continuar, ocultando a los nios y nias, no solo de sus personas, sino de toda informacin que pudiera localizarlos. Siguiendo el criterio de la Corte Suprema fijado a partir del precedente Jofr que ya fuera explicado al momento de tratar la calificacin legal de los coimputados Videla y Vaek, resulta que aquellos casos imputados a Franco que dejaron de cometerse luego de la entrada en vigencia de la ley 25.928 e incluso los que an continan ejecutndose en tanto se desconoce el paradero de las vctimas, son alcanzados por la nueva legislacin penal.
Mensuracin de la pena: En cuanto a la sancin penal aplicable al imputado Rubn Oscar Franco, debe tenerse presente en primer lugar que nos hallamos ante un delito de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, debe ser encuadrado dentro de la categora de crimen de lesa humanidad, ya que se produjo en el contexto de un ataque generalizado y sistemtico desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos
fundamentales de una poblacin civil. Asimismo, en todos los casos que le fueron reprochados al encausado, ha quedado verificado que aquellos han sido cometidos en el
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marco de una desaparicin forzada de personas tal como ha sido definida en todas las convenciones internacionales. Sumado a ello, debe tenerse en cuenta que con sus actos el imputado impidi el contacto familiar que eventualmente pudieron haber tenido las vctimas con los integrantes de sus verdaderas familias por muchos aos, derivndose de todo esto un profundo dao psicolgico. Cabe recordar que Rubn Oscar Franco ingres desde muy joven a la carrera militar -ms precisamente el da 19 de enero de 1945, con el grado de Cadete de Cuerpo General (cfr. fs. 5 y 6 de su legajo de servicios), donde fue entrenado para defender a la Patria. En tal sentido, sus ascensos demuestran su alto grado de capacitacin, llegando a ser Almirante de la Armada Argentina y ocupando el mximo cargo posible en la Armada.
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Es decir, se trata de una persona que tuvo muchsimos subordinados, dispuso de cuantiosos recursos, bienes pblicos y armamentos. Esto trae aparejado como consecuencia un alto grado de responsabilidad y poder de su parte, que fue utilizado para cometer gravsimos crmenes. Sumado a ello, resta mencionar que se le ha atribuido responsabilidad penal en carcter de autor mediato y en consecuencia su medida de responsabilidad es mayor en cuanto a los cuadros inferiores y ejecutores directos. Por otro lado, cabe valorar como atenuantes que solo se ha demostrado y acusado al imputado por uno solo de los verbos tpicos que delimitan su conducta. En este contexto, considero que debe condenarse a Rubn Oscar Franco por ser autor mediato penalmente responsable del delito de ocultacin de un menor de diez aos en los casos de: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln
Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer
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Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (treinta y un hechos que concurren en forma material entre s), a las penas de cuarenta aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 55 segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin). As lo voto.
d. Absoluciones de Reynaldo Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco en relacin a los casos de Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas, hijos de Victoria Luca Grisonas y Mario Roger Julien Cceres, por no haber mediado acusacin: Durante el transcurso de la audiencia de debate oral y pblica celebrada en autos, en la oportunidad prevista por el art. 393 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, el Sr. Fiscal manifest que no les imput las conductas de retencin, ocultacin y de haber impedido que se pueda acceder a sus verdaderas identidades, a los encausados Bignone y Franco, en relacin a los casos de Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas, hijos de Victoria Luca Grisonas y Mario Roger Julien Cceres, toda vez que al el momento en que ellos realizaron los actos coadyuvantes para la apropiacin de los treinta y dos casos por los cuales s fueron formalmente acusados, aquellos dos menores ya haban sido encontrados en Chile, tenido contacto con su familia de origen, y haban llegado a un acuerdo con el matrimonio que los haba adoptado, lo que significa que la comisin del delito haba cesado al habrseles restituido su identidad. formul sus conclusiones sobre las pruebas all producidas, de manera motivada y especfica, propiciando la absolucin de Reynaldo Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco, En ese sentido, sostuvo que para el caso de los hermanos Julien Grisonas, la ley 22.924 slo tena como consecuencia la impunidad del hecho
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del que haban sido vctimas; indicando que a Bignone y a Franco no han sido acusados por haber sancionado la ley que otorgaba impunidad a los autores, sino, por haber garantizado mediante esa ley, impunidad para que no se pueda llegar a esclarecerse el destino de los menores y as evitar que stos pudieran recuperar su identidad y encontrarse con sus familias. As pues, consideramos aplicable al presente proceso el criterio adoptado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en el fallo Mostacchio, Julio Gabriel s/homicidio culposo resuelto el 17 de febrero de 2004, en el que se retomaba la doctrina sentada por ese Alto Tribunal- a partir de los precedentes Tarifeo, Francisco s/encubrimiento en concurso ideal con abuso de autoridad del 29 de diciembre de 1989; Garca, Jos Armando s/p.s.a. estelionato y uso de documento falso en concurso ideal s/casacin
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resuelto el 13 de junio de 1995 y Ferreyra, Julio s/ recurso de casacin resuelto el 20 de octubre de 1995, oportunidades en las que se sostuvo que ante el pedido absolutorio fiscal, el tribunal se encuentra impedido de realizar el juicio valorativo crtico del proceso, pues de lo contrario habra una transgresin a las garantas constitucionales de la defensa en juicio y del debido proceso. En este sentido, entendemos que la acusacin en s misma constituye una entidad compleja integrada por dos fases fundamentales, siendo stas el requerimiento de elevacin a juicio y el alegato fiscal solicitando condena, razn por la cual la carencia de alguna de ellas importa que su propsito se encuentre incompleto, desapareciendo en definitiva como tal. Consideramos que el control jerrquico que impone la ley no deja lugar a dudas respecto a que la funcin de acusar recae de manera excluyente en los miembros del Ministerio Pblico Fiscal; siendo el rgano Judicial, al que se le impone el deber de juzgar, ello, en miras a la imparcialidad de las decisiones y la garanta del derecho de defensa, resultando dicha potestad inherente y exclusiva del juzgador. Por lo expuesto, corresponde dictar la absolucin a favor de Reynaldo Benito Antonio Bignone y Rubn Oscar Franco, en relacin a los casos de Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas, hijos de Victoria Luca Grisonas y Mario Roger Julien Cceres, correspondientes al
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acpite Automotores Orletti por no haber mediado acusacin fiscal alguna a ese respecto.
C. AUTORA Y RESPONSABILIDAD DE ANTONIO VAEK: A) Tal como se adelant, este Tribunal se abocar al anlisis de la responsabilidad de Antonio Vaek frente a los hechos por los cuales fue sometido a proceso, utilizando para ello la teora de Claus Roxin de autora mediata en virtud del dominio de un aparato organizado de poder, a cuyos requisitos, que fueran enunciados en el acpite XI, nos remitimos por razones de brevedad. Cabe recordar que en este juicio el nombrado se encuentra imputado por los casos en que resultaran vctimas: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel. Ahora bien, en primer lugar, se encuentra debidamente acreditado a travs de las diferentes constancias incorporadas por lectura al debate que, Antonio Vaek, se desempe a la fecha de los hechos como Comandante de Operaciones Navales, en el perodo comprendido entre el 4 de enero de 1977 y el 22 de septiembre de 1978, con el grado de Vicealmirante, al que haba sido ascendido el da 31 de diciembre de 1976. Luego de ello pas a desempearse como Jefe de Estado Mayor General de la Armada desde el 18 de septiembre de 1978 hasta el 2 de febrero de 1980, para luego pasar a retiro. Las fechas consignadas, se desprenden de fs. 123 y 124 de su legajo de servicios y del informe de la Armada Argentina obrante a fs. 308 del cuaderno de prueba de la causa N 1604. Habiendo ubicado funcionalmente a Antonio Vaek y, a fin de abordar la labor que desarrollaba como Comandante de Operaciones Navales a efectos de explicar su responsabilidad en las decisiones que contribuyeron de manera esencial a sostener el plan represivo en general y la apropiacin de nios como uno de los hechos enmarcados en l, es menester acudir a los principales elementos de prueba de carcter documental que nos permiten
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reconstruir como estaba conformada la cadena de comando de la Armada a los fines del desarrollo de las operaciones concretadas en el marco de la ltima dictadura militar que ejerci el poder a partir del 24 de marzo de 1976. Cabe aclarar que, si bien los responsables de las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas durante esta ltima dictadura operaron en la clandestinidad, no puede afirmarse que aqullos no se hayan regido por normas -como las que detallaremos a continuacin- para regular su actuacin en ese mbito. Es decir, no actuaban en una suerte de anarqua sin atarse a reglas que organizaran detalladamente sus conductas. De all que, aunque la Armada Argentina resolviera operar clandestinamente, sus integrantes no actuaron por propia iniciativa organizndose de modo informal, sino como institucin, representando a la fuerza a la que pertenecan y bajo el amparo de
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la misma. Pues bien, como ya hemos mencionado en el acpite VII, en donde se hizo una resea detallada del plexo normativo con el que se pretendi reglamentar la labor militar en la llamada ofensiva contra la subversin, cabe recordar que en el contexto de la directiva 1/75 del Consejo de Defensa del 15 de octubre de 1975, la Armada Argentina emiti la Directiva Antisubversiva N 1/75 S y el 21 de noviembre de 1975 el Plan de Capacidades
(PLACINTARA) C.O.N. N 1 S/75, consecuencia de la directiva ya citada. El anlisis de dicha normativa, que explica la estructura operativa de la Armada, va a ser efectuado en lo que hace a las especficas funciones que tena el encausado Vaek a la fecha de los hechos materia de este juicio. Para ello, se tendrn en cuenta las copias digitalizadas de dichos documentos remitidas a fs. 1405 del cuaderno de prueba de la causa N 1351, como as tambin parte del anlisis ya efectuado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 en la sentencia dictada en los autos N 1270 y conexas ESMA. En primer lugar, es necesario mencionar que no obstante las modificaciones a la estructura jerrquica y funcional de la Armada establecidas por el PLACINTARA- el mximo responsable de dicha fuerza continuaba siendo el Comandante en Jefe de la Armada, el cual formaba un Estado Mayor cuyo Jefe estableca relaciones funcionales con los distintos Comandos siendo
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uno de stos el de Operaciones Navales-, que dependan jerrquicamente del Comandante en Jefe de la Armada. Aclarado este punto, recordemos que el PLACINTARA estableca una organizacin operativa que dividi a la Armada Argentina en once Fuerzas de Tareas, asignndole a cada una de ellas diversas dependencias de la institucin, reas de inters (territorios) y misiones especficas, ejerciendo la comandancia de cada una de esas fuerzas diversas personas que ocupaban determinados cargos a nivel administrativo de la armada que desarrollaremos ms adelante- (cfr. fs. 2/6-20, ttulo Organizacin). Asimismo, las once fuerzas de tareas ya mencionadas dependan jerrquicamente del Comandante de Operaciones Navales. En lo que a nosotros nos interesa, la Escuela de Mecnica de la Armada integraba la Fuerza de Tareas N 3 (FUERTAR 3) denominada Agrupacin Buenos Aires (cfr. fs. 3-20, ttulo Organizacin). Dicha Fuerza estaba integrada adems de la ESMA por el Batalln de Seguridad de la Sede del Comando General de la Armada; la Base Aeronaval de Ezeiza; el Arsenal de Artillera de Marina Zrate; el Apostadero Naval Buenos Aires; el Apostadero Naval San Fernando; los Organismos y Dependencias con Asiento en la Capital Federal y Gran Buenos Aires; la Escuela Nacional de Nutica y el Arsenal Naval Azopardo (cfr. fs. 3-20). Cabe hacer mencin que dentro de la Escuela Mecnica de la Armada funcionaba el Grupo de Tareas 3.3 -cuyo Comandante era el Director de la institucin educativa- el cual estuvo dividido en por lo menos- dos Unidades de Tareas, siendo la U.T. 3.3.2 que es la que est afectada al presente proceso-, la que interesa. Asimismo, se dispona con precisin cada una de las acciones que deban desarrollar las 11 Fuerzas de Tareas (cfr. fs. 8/13-20). La FUERTAR 3 tena ordenado la realizacin de las siguientes: 3.1.1. Movilizacin. 3.1.2. Administracin y control del Personal detenido. 3.1.3. Organizacin de la justicia Especial para las Operaciones. () 3.2.1. Adoctrinamiento del personal propio. 3.2.2. Captacin de opinin pblica externa. 3.2.3. Inteligencia sobre el oponente interno. 3.2.4. Empleo de la propaganda y el rumor. 3.2.5. Contrainfiltracin. 3.2.6. Contrainformacin. 3.2.7. Contraespionaje. 3.2.8. Contrasabotaje. 3.2.9. Contrasubversin. 3.2.10. Acciones secretas ofensivas.
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3.3.1 Seguridad, Control y rechazo en instalaciones y personal propios. 3.3.2. Proteccin de objetivos. 3.3.3. Apoyo al mantenimiento de los Servicios Pblicos esenciales. 3.3.4. Control de la poblacin. 3.3.6. Bloqueo de puertos en zonas de inters. 3.3.7. Vigilancia y seguridad de fronteras. 3.3.8. Apoyo naval y aeronaval a operaciones terrestres. 3.3.10. Respuestas a acciones sorpresivas del oponente subversivo. 3.3.11. Represin. 3.3.12. Conquista y ocupacin de zonas y objetivos. 3.3.13. Ataque terrestre a las fuerzas regulares e irregulares del oponente subversivo. 3.3.14. Control del Trnsito Martimo Fluvial, Areo y Terrestre en zonas de (). 3.4.1. Sostn logstico naval, areo naval, terrestre. 3.4.2. Transporte martimo, areo, terrestre, naval y fluvial. 3.4.3. Requisicin (cfr. Anexo B Concepto de la Operacin, fs. 5/6 de 10). Por otro lado, prevea el PLACINTARA instrucciones de
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coordinacin entre las distintas Fuerzas Armadas y entre las propias Fuerzas de Tareas, indicando que las Fuerzas debern realizar los acuerdos necesarios a efectos del cumplimiento de la misin, procurando el mejor aprovechamiento de los medios disponibles. En todos los casos se buscar que, sin desvirtuar las misiones especficas y sin desarrollar nuevos medios, se acuerde localmente el mximo de apoyo entre las Fuerzas, compatible con su capacidad operacional, y eventualmente, con la concurrencia de otros efectivos procedentes de reas donde no se aprecia necesaria su intervencin, a fin de materializar una efectiva cooperacin para el aniquilamiento del enemigo comn, previendo expresamente el intercambio de Oficiales de Enlace (cfr. fs. 13-20). Asimismo, se determinaba que seran los Comandantes de las Fuerzas de Tareas quienes realizaran, por s o por intermedio de representantes pertenecientes a sus fuerzas subordinadas, los acuerdos que resultaran necesarios con los Comandantes de Subzonas, reas, Agrupaciones o Unidades de Ejrcito o sus equivalentes de la Fuerza Area (pg. 14-20). Con relacin a la coordinacin entre Fuerzas de Tareas de la Armada, sus Comandantes acordaran directamente en los niveles respectivos, las operaciones de apoyo entre las distintas Fuerzas de Tareas, debiendo informar al Comando de Operaciones Navales sobre su ejecucin (cfr. fs. 1420). Ms adelante, se dispona que las actividades de las unidades y organismos que de acuerdo con el prrafo ORGANIZACIN tengan una dependencia operativa distinta de la administrativa, sern reguladas por coordinacin directa entre la autoridad administrativa de quien dependa la unidad o el organismo y el Comandante
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de Fuerza de Tarea al que este Plan le confiere la subordinacin operativa. Cabe aclarar en este punto que como ya mencionramos en el acpite VII, la ESMA no obstante ser un instituto de formacin y enseanza- integraba la Fuerza de Tareas N 3 que se encontraba bajo las rdenes del Comandante de Operaciones Navales. Asimismo, se estableca que los Comandantes de Fuerzas de
Tareas tenan la obligacin de informar, entre otras cosas, las novedades ocurridas en las operaciones y los resultados obtenidos al Comando de Operaciones Navales con sede en Puerto Belgrano (cfr. fs. 17/20). Cabe precisar, que dicho deber de informar, tambin lo tena obviamente el Comandante de Operaciones Navales tal como surge de la Directiva Antisubversiva N 1/75 S- donde se estableca que aqul deba informar peridicamente al Comandante en Jefe de la Armada y cuando la urgencia lo requiriera, la sntesis de las operaciones realizadas y resultados obtenidos. Asimismo, sealaba que el Comandante de Operaciones Navales mantendra coordinacin directa con los comandantes de zona (comandantes de cuerpo de ejrcito), mientras que los comandantes de fuerzas de tareas mantendran coordinacin directa con los niveles equivalentes a comandantes de subzonas y/o reas correspondientes (cfr. puntos Nros. 4 Administracin y Logstica y 5 Comando y Comunicaciones). Volviendo al PLACINTARA, se estableca en el anexo A
titulado Inteligencia, que deban elevarse informes cuatrimestrales al Comando de Operaciones Navales actualizando los indicios obtenidos sobre los Elementos Esenciales de Inteligencia, con copia informativa del mismo a la Jefatura de Inteligencia (N-2) del Estado Mayor General de la Armada (cfr. fs. 7/8 de 9). En otro orden de ideas, en el Anexo C titulado Concepto de cada accin prevista del rea de operaciones, en el punto Punto 11.3 Represin. Autoridad que ordenar la represin y oportunidad en que lo har, se estableca que la ordenar expresamente el Comandante de Operaciones Navales, excepto el caso en que la urgencia y gravedad de la situacin local imponga a los Comandantes de Fuerzas de Tareas subordinados la necesidad de adoptar por s esta medida, informando luego sin demora la
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ejecucin de la represin. Una vez ordenada la represin, el momento y modo de empleo de la fuerza lo decidira el Comandante de la Fuerza de Tarea, quien apreciara las circunstancias de tiempo y lugar para el comienzo de la accin represiva. De otro lado, en la directiva de anlisis se haba ordenado que los Comandantes de la Fuerzas de Tareas que detuvieran a personas a raz de operaciones por ellas desarrolladas, tenan que efectuar las correspondientes comunicaciones al Comando de Operaciones Navales de acuerdo a los cuatro niveles de clasificacin de detenidos indicados en el apndice 1 al Anexo F titulado Administracin y Control del Personal Detenido punto titulado Clasificacin de los detenidos y resolucin sobre su destino-. Tambin se hallaban reglamentadas las comunicaciones que deba efectuar el Comandante
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de Operaciones Navales y, ms puntualmente, como deban tramitarse ante los Comandos de Cuerpo de Ejrcito correspondientes los decretos que permitieran poner a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional las personas detenidas en el mbito Naval. A su vez, deba comunicarse al Comandante en Jefe de la Armada las personas que fueron detenidas transitoriamente y liberadas, cuando su importancia lo justifique (cfr. fs. 1/8 -11) Por ltimo, se estableca en el punto 2.4.5. en relacin a los detenidos que Se efectuar un examen mdico por intermedio del mdico militar, policial, municipal o particular ms prximo, a fin de dejar identificado el estado psicofsico de los mismos, certificacin que deber hacerse por escrito y bajo firma segn el modelo del Agregado n 2 al presente Apndice.... Pues bien, habindose mencionado las cuestiones de inters en relacin a la estructura operativa de la Armada delineada por el PLACINTARA en lo que hace a las funciones del encausado Vaek, cabe traer a colacin los dichos del ya fallecido Luis Mara Menda quien precedi al imputado en el cargo de Comandante de Operaciones Navales- quien explic que en atencin al cargo que detentaba recorra asiduamente todas la fuerzas de tareas en los distintos puntos geogrficos donde se encontraban los diferentes grupos de tareas. Asimismo, mencion que estuvo en la ESMA en numerosas oportunidades (ver declaracin testimonial prestada por el nombrado a fs.
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1902/1903 de la causa N 1604 Vaek, Antonio y otros incorporada por lectura al debate). Por otro lado inform que sus subalternos tenan que enviarle semanalmente un estado de los detenidos que fueran aprehendidos en los procedimientos y que el Almirante Massera estaba al tanto de los informes que reciba pero no semanalmente. Menda expres que en dichos informes se reciba un detalle numrico de los procedimientos, en forma semanal por radiogramas y record la existencia de actas en las cuales se volcaba los datos de filiacin de los aprehendidos, los motivos de la captura y de la documentacin secuestrada en cada caso. Indic que dado el reglamento de correspondencia de la Armada, todos los informes aludidos precedentemente, eran destruidos, al trmino de un perodo de aos. Finalmente, expres que recorra la casa del Director, el edificio de Oficiales, los lugares donde se tomaban declaraciones a los detenidos, donde se alojaban, y la central de operaciones, donde se centraban todos los operativos. Por su parte Oscar Antonio Montes quien fuera Comandante de la fuerza de Tareas N 3- afirm que dependa del Vicealmirante Lambruschini, como Jefe de Estado Mayor y del Comandante de Operaciones Navales en ese momento Menda-. Asimismo, afirm que las novedades le eran informadas en forma verbal semanalmente por parte de los grupos de tareas a su cargo y luego stas eran transmitidas al Comandante de Operaciones Navales (ver declaracin testimonial prestada por el nombrado a fs. 1902/1903 de la causa N 1604 Vias incorporada por lectura al debate). De otro lado, el propio imputado Vaek, en ocasin de efectuar sus descargos ante la instruccin en el marco de la causa N 1351, asumi que a la fecha de los hechos ostentaba el cargo de Comandante de Operaciones Navales. Asimismo, reconoci la existencia del PLACINTARA y la divisin de la Armada en once fuerzas de tareas cada una de ellas con sus correspondientes grupos de tareas- que dependan del Comando de Operaciones Navales, abarcando stas distintos sectores del pas. Por otro lado, mencion que cada Fuerza de Tareas mandaba semanalmente los partes indicando las personas que haban sido detenidas y
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el lugar al que haban sido derivadas. No obstante ello, neg la existencia de detenidos en la ESMA, alegando que en caso de ser as no le fue comunicado, desligando responsabilidad en los sucesivos jefes de la Fuerza de Tareas N 3. Adujo que la lucha contra la subversin era responsabilidad del Comandante de Operaciones Navales y mencion que en la ESMA operaban dos o tres grupos de tareas, que dependan de la Fuerza de Tareas N 3, siendo el Comandante de aqullos el Almirante Rubn Jacinto Chamorro, quien dependa del Comando de Operaciones Navales. Reconoci haber realizado una visita a la ESMA durante su desempeo como Comandante de Operaciones Navales en el ao 1977, en oportunidad de hacer una visita a la Ciudad de Buenos Aires a efectos de acudir a una reunin del Consejo de Almirantes. Record tambin que el
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objeto de la reunin era preguntarle al entonces Director de la ESMA - Rubn Jacinto Chamorro- si le alcanzaba el personal de la escuela en general, si necesitaba apoyo en cuanto a municiones, armas, vehculos, lo que fuere., no habiendo visitado el Casino de Oficiales o instalacin alguna en que se encontraran alojados detenidos. Aclar que desconoca el lugar fsico desde el que operaban los grupos de tareas que se desempeaban en la ESMA y que nunca realiz una inspeccin, en virtud de que para hacerlo deba previamente avisar al Jefe de la Fuerza de Tareas N 3 y concurrir con aqul. Asimismo, mencion que las reuniones de los Jefes de las Fuerzas de tareas se efectuaban en la Base Naval de Puerto Belgrano, una vez cada tres o seis meses. Indic que no tuvo conocimiento ni se le informaron los nacimientos que se produjeron en las instalaciones del Casino de Oficiales de Escuela de Mecnica de la Armada, correspondientes a hijos de mujeres detenidas. Asimismo, expres que a travs de un volante rectificativo agregado al PLACINTARA por l, se haba dispuesto una referencia acerca de qu procedimiento seguir en caso de comprobar la presencia de menores de edad en los operativos desarrollados por personal naval. Por otro lado, cuando prest declaracin indagatoria ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 1, Secretara N 1,
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en el marco de la causa N 1604 ver fs. 3253/3256-, sostuvo que su comando se encontraba en la Base Naval de Puerto Belgrano y semanalmente o quincenalmente se le informaban las novedades de cada una de las fuerzas de tareas del pas. Asimismo, mencion que nunca tuvo conocimiento de ningn ilcito y que si se hubiera sustrado un menor no (se) lo hubieran informado porque los delitos no se informan por parte del que los comete. Por ltimo, expres en dicha instancia que fundamentalmente tena la responsabilidad de que las unidades operativas estuvieran en condiciones de operar y que para ello se planificaban ejercicios que se realizaban durante todo el ao de acuerdo al plan naval. Asimismo, mencion que su cargo dependa directamente del entonces Jefe del Estado Mayor de la Armada, Almirante Armando Lambruschini y que el Jefe de Operaciones del Estado Mayor General de la Armada que desempeaba la funcin de Comandante de la Fuerza de Tareas N 3 dependa directamente de l.
B) En resumen, si bien lo expuesto hasta aqu ha permitido entender la importancia y enorme responsabilidad del cargo ejercido por
Vaek a la poca en que se produjeron los hechos objeto de este juicio, es necesario mencionar brevemente algunas conclusiones que hacen a las funciones especficas que tena el nombrado con relacin al llamado plan de Lucha contra la Subversin y su consecuente prctica de apropiacin de nios. 1) El Comandante de Operaciones Navales era la mxima
autoridad operativa de la Armada y en consecuencia era el responsable de las once fuerzas de tareas que estaban operando al momento de los hechos. Dicha posicin dentro de la fuerza, previo trnsito por las instancias decisorias anteriores, le permita impartir directivas, controlar y supervisar los actos de sus subordinados. La Escuela de Mecnica de la Armada integraba la Fuerza de Tareas N 3 denominada Agrupacin Buenos Aires, cuyo Comandante dependa jerrquicamente de Antonio Vaek. En dicho cargo, se
desempearon a la fecha de los hechos Oscar Antonio Montes (20/01/7630/05/77), Manuel Jacinto Garca Tallada (30/05/1977-19/12/1977) y Julio Antonio Torti (19/12/1977-21/09/1978).
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Navales
informaba
peridicamente al Comandante en Jefe de la Armada y cuando la urgencia lo requiriera, la sntesis de las operaciones realizadas y resultados obtenidos. Asimismo, quien estableca las relaciones funcionales con el Comandante de Operaciones Navales era el Jefe del E.M.G.A., no obstante depender jerrquicamente el primero de los nombrados del Comandante en Jefe de la Armada -al momento de los hechos se desempe como Comandante en Jefe de la Armada Emilio Eduardo Massera (18/12/1975-15/09/1978) y como Jefe de E.M.G.A. Armando Lambruschini (desde febrero de 1976 hasta el 15/09/1978)-. 3) El Comandante de Operaciones Navales mantena
mientras que stos mantenan coordinacin directa con los niveles equivalentes a comandantes de subzonas y/o reas correspondientes. 4) El comandante del G.T. 3.3. que operaba en la ESMA-
responda ante el comandante de la F.T. 3, que era el Jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada, y ste a su vez responda ante el Comandante de Operaciones Navales. Al estar la E.S.M.A. incluida dentro de la Fuerza de Tareas 3, su Director, que tambin era el Comandante del Grupo de Tareas 3.3, dependa jerrquicamente del Comandante de la Fuerza de Tareas 3. En el cargo de Director de la E.S.M.A., se desempe a la fecha de los hechos Rubn Jacinto Chamorro (22/12/75-02/05/79). 5) El vnculo de comando constitua una relacin permanente y
el superior siempre mantena la responsabilidad por lo que el subordinado hiciera; ello implicaba que ms all de los informes peridicos que reciba el superior, ste tena la obligacin de supervisar a sus subordinados como se mencion en el punto 1. 6) El Comandante de Operaciones Navales era quien deba
ordenar la represin en cada caso, salvo que por la urgencia y gravedad de la situacin local impusiera a los comandantes de fuerzas de tareas la necesidad de adoptar esa decisin. 7) El Comandante de Operaciones Navales estaba al tanto de
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Fuerzas de Tareas que detenan a personas a raz de operaciones por ellas desarrolladas deban comunicarlas por la va ms rpida a aqul, quien a la vez deba comunicarlo al Comandante en Jefe de la Armada.
8)
cuatrimestrales sobre los Elementos Esenciales de Inteligencia de los diferentas Fuerzas de Tareas. 9) Por ltimo, vale aclarar que el Subdirector de la E.S.M.A.,
que tambin era Jefe del Estado Mayor del G.T. 3.3 y Jefe de la Unidad de Tareas 3.3/2, dependa del Director de la E.S.M.A. En dicha funcin se desempe a la fecha de los hechos Jorge Vildoza. Lo expuesto deja en evidencia que la relevancia de la jerarqua funcional de Antonio Vaek como Comandante de Operaciones Navales, no solo estaba determinada por su posicin en la estructura militar, sino que se desprenda de la reglamentacin antes citada.
C)
Para
una
mejor
comprensin
de
la
atribucin
de
responsabilidad a Antonio Vaek por los hechos que se le imputan, resulta de utilidad recordar que de conformidad con lo manifestado por el Tribunal en el considerando en que se desarroll la prctica sistemtica de apropiacin de nios, lo que la cspide del terrorismo de Estado defini fue que los hijos de mujeres secuestradas, nacidos en cautiverio, y cuyo destino no iba a ser la liberacin, no fueran entregados a sus familias, evitando que aqullas pudieran localizarlos. El Cmo se lograba este objetivo, quedaba bajo el dominio de los mandos intermedios e inferiores. Pues bien, la existencia de una metodologa clandestina que consista en la sustraccin de los nios menores de edad de sus padres, su entrega a terceros y el ocultamiento de su paradero a sus familiares, a esta altura ya se encuentra probada. Ahora bien, el encausado Antonio Vaek, a mrito de la funcin que desempeaba en la cadena de mando de la Armada Argentina, cont con el poder de transmitir rdenes dadas por las cpulas y supervisar su cumplimiento, dominando la parte de la organizacin a l subordinada. Esto
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ha quedado por dems acreditado mediante los reglamentos y directivas incorporadas por lectura al debate que ya merecieron su debido tratamiento. En lo que aqu interesa, recordemos brevemente el protocolo de actuacin implementado en la ESMA con un alto grado de organizacin, que fuera avalado por Vaek, en relacin a las mujeres detenidas embarazadas que se encontraban all: 1. La utilizacin de los espacios del casino de oficiales para su alojamiento y parto; 2. La disposicin de personal de control, vigilancia y traslado; 3. La permanencia del recin nacido junto a la madre en las instalaciones de la ESMA, luego de producido el parto, por un perodo que oscil entre los cinco y quince das;
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4. La autorizacin a otras fuerzas conjuntas Ejercito y Fuerza Area- y a otros centros clandestinos de detencin de la propia Armada Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata, etc- para que trasladaran embarazadas que se encontraban detenidas clandestinamente a efectos de que dieran a luz en la ESMA. 5. La disposicin de personal que les seal a las jvenes que deban escribir una carta al supuesto familiar al que el nio sera entregado, con indicaciones para la crianza del menor. Dicho personal tambin se encarg de la compra y entrega de moiss y lujosos ajuares con los que los nios recin nacidos seran entregados, como as tambin de la separacin del nio y su madre, retirndolos del lugar, en la mayora de los casos, en forma aislada; 6. La disposicin de mdicos de la marina para la atencin de los partos que se llevaron a cabo en la escuela, como as tambin, en forma alternativa, de las instalaciones del Hospital Naval, en donde se realizaron cesreas por parte de mdicos no determinados; 7. Por ltimo, la seleccin de las secuestradas que colaboraron en la atencin, contencin y visita de las embarazadas en los meses anteriores al parto, durante el nacimiento y en lo sucesivo, hasta el traslado de madre y nio.
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Pues bien, a esta altura, los dichos de Vaek en cuanto a su total desconocimiento de las circunstancias expuestas, no son ms que un vano intento de desligarse de su responsabilidad invocando la actuacin que les cupiera a los sucesivos Jefes de las Fuerzas de Tareas N 3. En tal sentido, cabe sealar que cuando una organizacin militar se vuelca hacia una actividad ilcita manifiesta, con basamento en su propio esquema, ninguno de sus integrantes, y menos an, quien ha ejercido una de las mximas jerarquas, puede ampararse en el principio de la responsabilidad exclusiva y excluyente de los mandos inferiores, como consecuencia de la anarqua operativa, alegada por su propia defensa. Recordemos que el propio imputado declar en su oportunidad que cada Fuerza de Tareas mandaba semanalmente los partes indicando las personas que haban sido detenidas, el lugar al que haban sido derivadas y las novedades que fueran importantes, adems de mencionar que citaba a los comandantes de las Fuerzas de Tareas a Puerto Belgrano para que en conjunto transmitieran sus experiencias. La defensa sostiene que afirmar que Vaek no poda desconocer el nacimiento en la ESMA de hijos de mujeres secuestradas que se encontraban alojadas en diferentes centros clandestinos, que a su vez no fueron entregados a sus familias biolgicas, evitando que aquellas los localizaran, cuando ste era el encargado de controlar a la Fuerza de Tareas N 3 (de la que dependa la ESMA), resulta una afirmacin dogmtica. Sin embargo, sostener que Vaek no cumpliera al momento de los hechos con ninguna de las funciones operativas que tena asignadas en funcin de su cargo en una estructura tan ordenada y diagramada como era la Armada, resulta carente de toda coherencia y en abierta contradiccin con las probanzas adunadas a la causa. A dicha conclusin se arriba tras escuchar los testimonios en el debate de Carlos Muoz, Marta lvarez, Alfredo Buzzalino y Sara Solarz de Osatinsky, quienes mencionaron al imputado Vaek entre los altos mandos que visitaron y/o conocieron el campo de concentracin y exterminio que funcion en el predio de la E.S.M.A., como as tambin su maternidad clandestina.
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Marta Remedios lvarez declar que fue privada de su libertad el da 26 de junio de 1976, y que permaneci en la ESMA hasta agosto o septiembre de 1978, si bien luego continu con un rgimen de libertad vigilada. Seal que encontrndose privada de su libertad en la Escuela de Mecnica de la Armada recib la visita de altos oficiales de la Marina tales como Massera, Vaek, Menda, Chamorro y otros. Asimismo, record que, en el mes de septiembre u octubre del ao 1976, en una visita del Almirante Vaek ste le comenz a hablar y le pregunt si sus padres eran separados, si era catlica y de cuanto tiempo estaba embarazada, respondiendo a la ltima pregunta que se encontraba de cuatro o cinco meses. En el mismo sentido declar Alfredo Buzzalino, quien record la visita de superiores jerrquicos de la Armada en el mes de septiembre o
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principios de octubre de 1976, afirmando que una noche ingres el Contralmirante Chamorro al camarote donde se encontraba detenido junto a un grupo de personas vestidas con uniformes de color azul, entre los que se encontraban Menda y Vaek, quienes le dieron la mano. Por su parte, el testigo Carlos Muoz manifest en el debate haber visto en abril o mayo de 1979, entre otros oficiales superiores, mientras se encontraba detenido en la ESMA, a Antonio Vaek, remarcando que ste ltimo le dio la mano. Finalmente, la testigo Sara Solarz de Osatinsky afirm haber visto a Antonio Vaek en el cuarto de las embarazadas ms de una vez, recordando puntualmente una visita despus del mes de julio de 1977 en compaa del entonces Director de la Esma, Rubn Jacinto Chamorro. Asimismo, con relacin al descrdito que la defensa pretende atribuirle a lo manifestado por sta testigo, cabe aclarar que los argumentos que fueran expuestos en su alegato no conmovieron al Tribunal en cuanto a la credibilidad de su relato. Por otro lado, no escapa a los suscriptos que tres de los testigos mencionados lvarez, Buzzalino y Muoz- vieron al imputado de autos cuando an no se desempeaba como Comandante de Operaciones Navales o cuando ya haba dejado tal funcin. No obstante ello, dichos testimonios son valorados en cuanto poseen la entidad convictiva y la contundencia suficiente para desacreditar los dichos de Vaek en cuanto neg rotundamente el
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conocimiento de la existencia de detenidos y tambin embarazadas -en la misma condicin- en la ESMA, como as tambin que aqul desempe, en ese tiempo, cargos de jerarqua en la Fuerza Naval. Y sobre este punto, cabe resaltar que el PLACINTARA bajo el ttulo Administracin y Control del personal detenido, estableca en el punto 2.4.5. que Se efectuar un examen mdico de los detenidos por intermedio del mdico militar, policial, municipal o particular ms prximo, a fin de dejar identificado el estado psicofsico los mismos, certificacin que deber hacerse por escrito y bajo firma segn el modelo del Agregado n 2 al presente Apndice. Se aprovechar este examen para efectuar un minucioso registro de los detenidos(lo resaltado nos pertenece). Lo expuesto no hace ms que corroborar que el registro de los detenidos era celoso, intenso y preciso. Nuevamente queda claro que Vaek no puede alegar como defensa el desconocimiento de embarazadas detenidas en la ESMA, mxime teniendo en cuenta que la normativa que regula sus funciones operativas ordenaba realizar un examen mdico a las personas que eran privadas de su libertad en los distintos procedimientos ilegales. Sumado a ello, basta recordar los dichos de decenas de testigos escuchados en el debate, quienes fueron contestes en cuanto a que, al ser trasladados a los diferentes centros clandestinos de detencin, se les asignaba un nmero por el cual seran identificados de all en adelante. A su vez, no debe perderse de vista tambin que otros testigos han mencionado la presencia y frecuentes visitas de altos mandos en la ESMA pero sin poder identificarlos, como es el caso de Lila Victoria Pastoriza, Ana Mara Mart y Mara Alicia Milia de Pirles. En este sentido, estos testigos han sido contestes en que el entonces Director de la ESMA, Rubn Jacinto Chamorro, acompaaba personalmente a altos mandos de la Marina, para mostrar el lugar donde estaban alojadas las prisioneras embarazadas. Asimismo, la testigo Milia de Pirles mencion que en dichas visitas Chamorro se jactaba de la Sard por izquierda que tena instalada en el casino de oficiales de la ESMA. Cabe aclarar, que todos estos testigos estuvieron detenidos ilegalmente en las instalaciones de la ESMA al momento en que Antonio Vaek se desempeaba como Comandante de Operaciones Navales.
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Tambin resulta menester recordar que los testigos Amalia Larralde y Vctor Melchor Basterra quien aclar que no vio al imputado- han mencionado la presencia de altos mandos en la ESMA, no obstante haber permanecido detenidos en dicho lugar cuando Antonio Vaek no se desempeaba en el cargo que nos ocupa. No obstante ello, estos testimonios prueban, una vez ms, el conocimiento que tenan los diferentes mandos de la Armada de lo que ocurra en la ESMA. Por lo tanto, ms all de que Vaek conoca acerca de la existencia de detenidas embarazadas que daban a luz en la ESMA, y prueba de ello es la declaracin de la testigo Solarz de Osatinsky, en nada hubiese cambiado la responsabilidad de aqul en estos hechos si ningn testigo lo hubiese visto en la ESMA. Cules son los motivos que llevan a la defensa a sostener que
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detenidos que gran parte del da se encontraban tabicados, engrillados y eran torturados frecuentemente -por meses y hasta aos- deberan reconocer personalmente a cada uno de los altos mandos de la Armada que vieron en el casino de oficiales y otras dependencias de la ESMA?. La atribucin de responsabilidad de Vaek no radica en que uno, tres o cien testigos lo hayan visto en dicho centro de detencin. Acaso esta sentencia solo estara fundada si el Comandante de Operaciones Navales hubiese presenciado los partos, hubiese acobijado los nios y luego se los hubiese entregado personalmente a sus apropiadores?. Realmente este Tribunal no considera que esto sea as. An en una hipottica situacin en la que no haya habido testigos que pudiesen individualizar a Vaek, tanto las directivas que estableca el PLACINTARA como los dichos del ya fallecido Menda, permiten concluir que Vaek en cumplimiento de sus funciones no poda dejar de concurrir peridicamente a la ESMA. Sin perjuicio de lo cual, cabe recordar a la defensa, que a Antonio Vaek se le imputan los hechos objeto de este juicio en carcter de autor mediato, siendo la caracterstica fundamental que funda dicha responsabilidad que dicho autor se encuentra lejos de las vctimas y de los hechos tpicos. Asimismo, otro punto a tener en cuenta es la fuerza y dependencia operativa a la que pertenecan las mujeres embarazadas que eran
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Ejercito, Coordinacin Federal, Servicio de Inteligencia Naval y Fuerza de Tareas N 6-. Dicha circunstancia obligaba a los comandantes de las diferentes Fuerzas, a efectuar las correspondientes comunicaciones al Comando de Operaciones Navales, estando en consecuencia informado Vaek de dichos traslados. Asimismo, en relacin a las crticas de la defensa en cuanto a que Vaek tena su asiento fsico en la Base Naval de Puerto Belgrano, situado al sur de la provincia de Buenos Aires (ms precisamente en el Partido de Coronel Leonardo Rosales, a 30 km de la ciudad de Baha Blanca y aproximadamente a 670 Km de la ciudad de Buenos Aires), lo que le impeda efectuar un control operativo de la Escuela Mecnica de la Armada, vale aclarar que dichos argumentos no conmueven al Tribunal, ya que en virtud de lo expuesto ut supra se encuentra acreditado que el Comandante de Operaciones Navales se trasladaba con frecuencia a la ESMA, como as tambin que reciba partes e informacin semanalmente, todo ello sin perjuicio de poder enviar en caso de estimarlo necesario, colaboradores directos a ste sitio. Cabe recordar una vez ms, que ms all de la autonoma para cumplir sus funciones que podan tener los integrantes del Grupo de Tareas 3.3. y la Unidad de Tareas 3.3.2 que operaban en la ESMA que es alegada en reiteras oportunidades por la defensa-, las relaciones jerrquicas y funcionales que existan en la Armada que ya fueran detalladas-, imponan el deber de informar a los mandos superiores las tareas realizadas en todo momento como ya se ha mencionado. Lo desarrollado precedentemente, permite desestimar el intento defensista de desvincular a Vaek de lo que suceda en la ESMA, pues tal como se demostr, el nombrado retransmita rdenes y supervisaba las actividades ilcitas all desplegadas. El alegado inters especial del Comandante de la Armada Argentina por las actividades que se desarrollaban en ese centro de detencin, en nada cambia la importancia de la funcin que cumpla Vaek para el fin ltimo relativo a la sustraccin, retencin y ocultamiento de los nios que nacan all.
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Sumado a ello, un claro ejemplo de que Vaek supervisaba las once fuerzas de tareas que estaban a su cargo, es la calificacin por l otorgada al ex Capitn de Navo Juan Carlos Herzberg, quien se desempe como Comandante de la Fuerza de Tareas N 5 a la fecha de los hechos objeto de este juicio. En tal sentido, el imputado, en su funcin de Comandante de Operaciones Navales evalu la actuacin del nombrado Herzberg con la siguientes palabras: desempeo eficaz condujo las operaciones con eficiencia. Asimismo, calific su desempeo en el tem condiciones personales y militares como sobre lo normal, para luego destacar su disciplina como sobresaliente. Finalmente expres que el evaluado ejerca supervisin y asuma plenamente sus responsabilidades (correspondiente al perodo de calificacin del 18/02/1977 al 17/02/1978, fs. 58/59 del legajo de conceptos del ex Capitn de
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Navo Juan Carlos Herzberg, incorporado por lectura al debate). No resulta un dato menor que Juan Carlos Herzberg fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 1 de La Plata, Provincia de Buenos Aires, por la sustraccin y alteracin de identidad de Natalia Surez Nelson, cuya madre -Mara Elena Corvaln de Surez Nelsonestuvo secuestrada en La Cacha y tuvo a su hija en el hospital de la Unidad penitenciaria N 9 de La Plata, tal como fuera desarrollado in extenso en la materialidad de los hechos. Por otro lado, respecto de lo sostenido por la defensa en cuanto a que la emanacin y retransmisin de rdenes por parte de Vaek, no pudo ser probada, cabe aclarar que, lo que aqu interesa, es el reconocimiento de una orden expresa transmitida orgnicamente desde los mximos responsables de la Fuerzas Armadas sobre cmo proceder con las mujeres embarazadas tradas por las diferentes fuerzas. Dicha orden pudo ser verbal o escrita y tener la misma fuerza en trminos de cumplimiento, no siendo indispensable que exista una disposicin expresa que est contenida en un documento, sin perjuicio de lo cual ha quedado acreditado al desarrollarse la prctica sistemtica de apropiacin de nios que las rdenes y directivas escritas existieron. Ahora bien, hasta aqu la imputacin que se dirige a Antonio Vaek se encuentra determinada conforme las explicaciones brindadas en el
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punto correspondiente a la teora de la autora mediata en virtud del dominio de un aparato organizado de poder, en el acpite XI. No obstante ello cabe hacer una aclaracin en torno a uno de esos requisitos, relativo a la fungibilidad del ejecutor, cuyo autor lo ubica como el factor decisivo para fundamentar el dominio de la voluntad. Si bien ya hicimos referencia a este requisito al tratar la responsabilidad del coimputado Jorge Rafael Videla, vale recordar que los ejecutores fungibles son aquellos agentes de las fuerzas armadas o policiales, cumpliendo funciones en los centros clandestinos de detencin instalados por disposicin de los altos mandos, y quienes sustrajeron a los nios que nacieron de madres en cautiverio, entregndoselos a terceros. Tambin pueden ubicarse en el engranaje intermedio, es decir, entre los ejecutores directos y la cspide. Se encuentran dentro de la estructura organizada de poder y no en los llamados apropiadores; aunque pueda tratarse en algunos casos de las mismas personas, como ya veremos en el caso de Azic y Gallo. A estos ejecutores fungibles no les falta libertad en su obrar y tambin deben responder personalmente. En este sentido se expide Roxin diciendo que quien comete un delito no se ve exonerado de responsabilidad porque de no haberlo hecho l, otro lo habra cometido (Roxin, Claus Autora y dominio del hecho en derecho penal, Marcial Pons Ed. Jurdicas y Sociales S.A., Madrid, 2000, 7ma edicin, pg. 274). No caben dudas que los ejecutores directos, as como quienes se encontraban en el escalafn intermedio, han sido fungibles. Pues bien, en la presente causa ha quedado probado que los hechos sometidos a juicio se cometieron a travs de la utilizacin de la estructura militar y siguiendo las rdenes impartidas por el Comandante en Jefe de la Armada, transmitidas por quienes se desempearon en la respectiva cadena de mando y ejecutadas por quienes contaban con menor jerarqua dentro del escalafn militar, organizados de acuerdo a un aceitado plan de divisin de funciones. De esta forma, las ms altas jerarquas cometan crmenes sin tener que supeditar su realizacin a la decisin autnoma del eventual ejecutor, que a su vez actuaba con libertad y responsabilidad, puesto que no se encontraba coaccionado. Ahora bien, Antonio Vaek como Comandante de Operaciones Navales, ocup un eslabn intermedio en la cadena de mandos de la Armada, y como ya hemos mencionado su funcin era retransmitir las rdenes que
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reciba del Comandante en Jefe de la Armada. A travs de esa lnea de comando contribuy de manera esencial a sostener el plan represivo en general y la apropiacin de nios como uno de los hechos enmarcados en l, y realizar as la concreta configuracin de los sucesos materia de juicio. En consecuencia, tanto los ejecutores directos, as como quienes se encontraban en el escaln intermedio Vaek-, han sido fungibles. Tal como se ha probado en el juicio, el encausado tena una responsabilidad superior en la represin en una amplia jurisdiccin, concentrando su comando un gran poder mediante el cual emita las rdenes que deban ejecutar las fuerzas de tareas a su cargo una de ellas la Fuerza de Tareas N 3 de la que dependa la ESMA-. En consecuencia tuvo responsabilidad sobre las operaciones realizadas en el mbito que le
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corresponda, entre ellas el control de dicho centro clandestino de detencin y la maternidad clandestina que funcionaba en quel, asignando personal, destinando equipamiento, dirigiendo las operaciones y asegurando un sistema criminal destinado a resguardar que nadie perturbara a los apropiadores, para garantizar la continuidad de stas conductas y contribuir a la impunidad de stos hechos. A su vez, los hechos de apropiacin de nios fueron motivo de innumerables reclamos nacionales e internacionales a travs del tiempo; entonces no caben dudas que el Comandante de Operaciones Navales, en el supuesto de que no estuviera involucrado, hubiera ordenado una
investigacin, a efectos de que dichos delitos no se perpeten durante toda la vida de esos menores a los que sustraan y hacan incierto su estado civil. Por todo lo expuesto, no hay dudas de que Vaek tena el dominio de los hechos que se le imputan por intermedio de personas que se encontraban bajo su rbita de mando. Es decir, quiso estos hechos como propios. Dicho dominio no se presupone, est acreditado fehacientemente. En conclusin, Antonio Vaek es responsable penalmente frente a los hechos materia de juzgamiento y deber responder como autor mediato de los casos que resultaran vctimas: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana;
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Javier Gonzalo Penino Vias y en los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel art. 45 del Cdigo Penal-.
D. AUTORA Y RESPONSABILIDAD DE JORGE EDUARDO ACOSTA: A) Abocndonos a la cuestin vinculada a la responsabilidad de Jorge Eduardo Acosta, consideramos que el nombrado debe ser
responsabilizado como coautor funcional en los casos que resultaran vctimas: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias; Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel. Debemos sealar, en primer lugar, que se encuentra acreditado a travs de las diferentes constancias incorporadas por lectura al debate que, Jorge Eduardo Acosta, se desempe desde el 31 de diciembre de 1976 hasta el 1 de septiembre de 1978, como Jefe de Inteligencia del Estado Mayor de la Unidad de Tareas 3.3.2, con el grado de Capitn de Corbeta, al que haba sido ascendido el da 31 de diciembre de 1976. Las fechas consignadas se desprenden de fs. 26 y 44 de su legajo de servicios y fs. 123 y 124 de su legajo de conceptos. Asimismo, conforme surge a fs. 115, 117/118 y 119 del legajo de conceptos del imputado, del 1 de septiembre de 1978 al 1 de septiembre de 1.979, Acosta se desempe como Jefe de Inteligencia del Estado Mayor del Grupo de Tareas 3.3, con el mismo grado. Durante las fechas consignadas recibi las siguientes apreciaciones por parte de sus superiores, siendo detalladas a continuacin en orden ascendente de jerarqua de acuerdo con los cargos que detentaban al momento de los hechos: 1) El Capitn de Fragata Jorge Ral Vildoza, Jefe de la Unidad de Tareas 3.3.2, para ese entonces, consider que En virtud de su capacidad intelectual, inters profesional y especiales aptitudes personales para el cumplimiento de las tareas propias de este grupo operativo, considero a este oficial jefe como
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excepcional dentro de la Armada. Su extraordinaria dedicacin, para la cual se abstrae an de sus problemas personales normales en un jefe, iniciativa, singular empuje y consustanciacin para con las actividades de esta unidad, han sido pilares fundamentales en el xito de las operaciones realizadas y en su ya mencionado excepcional desempeo como jefe de Inteligencia. (correspondiente al perodo de calificacin del 31/12/1976 al 31/12/1977, fs. 124 vuelta del legajo sealado). As tambin que (su) desempeo como jefe de Inteligencia se mantuvo en el nivel de excepcionalidad del perodo anterior. Ha demostrado gran criterio profesional y flexibilidad al producirse cambios de situacin que han determinado importantes cambios en las formas de operar del Grupo de Tareas. No obstante ser sumamente dinmico y extrovertido ha evidenciado especial tacto y mesura en el constante asesoramiento brindado al suscripto. (correspondiente al perodo de
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calificacin del 15/12/1977 al 01/09/1978, fs. 123 del mentado legajo). Por ltimo, dijo de Acosta que Este jefe ha alcanzado un excepcional nivel en rendimiento general de sus actividades en virtud de su extraordinaria y constante dedicacin, capacidad intelectual y de trabajo y especiales aptitudes personales para las operaciones especiales que realiza esta unidad. En virtud de la conduccin operativa que le correspondi ejercer por organizacin, considero que debe drsele por cumplido el Comando de tercera clase que corresponde a su jerarqua, por lo cual lo he calificado en el item 15.. Asimismo en el tem N 15 se refiere al rubro Ejercicio del Comando durante este perodo, en el cual se lo calific de excepcional (correspondiente al perodo de calificacin del 01/09/1978 al 15/09/1978, fs. 119 del legajo sealado). 2) De otra parte, el Contralmirante Rubn Jacinto Chamorro, por entonces Comandante del GT 3.3 y director de la Escuela Mecnica de la Armada, consider lo que a continuacin se transcribe: Reitero los conceptos vertidos en la foja anterior: sin ninguna duda es un jefe excepcional en todas sus facetas- Forma parte de ese 2% que merece esta calificacin en la armada, pero tiene a su favor la realidad de haber sido probado en combate tambin, habiendo demostrado su valenta, imaginacin y una singular presencia de nimo. (calificacin del 31/12/1976 al 31/12/1977, fs. 124 vuelta del mentado legajo de concepto). En la foja anterior, es decir, la que comprende el lapso que va entre el 1 de agosto y el 15 de diciembre de 1.976, destac que el nombrado era el oficial ms completo que (ha) conocido en (su) carrera, con la importantsima acotacin que lo
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(estaba) evaluando en tiempo de guerra real. (fs. 128 vuelta del legajo de concepto citado). Tambin consign que Acosta era un oficial excepcional. Forma(ba) parte de ese 2% con que cuenta la armada, (resaltando) algo muy importante: este concepto est discernido en la guerra y en una doble funcin: cumpliendo tareas de inteligencia y operativas. Para las primeras demostr en grado superlativo vuelo imaginativo, habilidad, perspicacia y criterio, en las ltimas se distingui por su valenta, arrojo, dotes de planificador y conductor de hombres en el combate. En el cumplimiento de ambas, un total renunciamiento a todo lo que no fuera el servicio. (calificacin del perodo del 15/12/1975 al 1/8/1976, fs. 129 vuelta del sealado legajo). Asimismo, dictamin que (s)u desempeo en el perodo que abarca esta foja no ha hecho ms que ratificar las brillantes aptitudes tanto personales cuanto profesionales que me permiten encuadrarlo dentro de ese 2% de oficiales excepcionales con que cuenta la armada. Por su actuacin en acciones de combate real ha sido propuesto por el suscripto para ser condecorado por HEROICO VALOR EN COMBATE. (calificacin del perodo comprendido 15/12/1977 al 1/9/1978, fs. 123 vuelta del citado legajo de conceptos), condecoracin que finalmente le fue otorgada, mediante Resolucin n 745/78 S COAR- del 12 de septiembre de 1.978. Por otro lado, Acosta fue calificado por Chamorro de la siguiente forma: Reitero las observaciones formuladas en mis anteriores evaluaciones. Entiendo que el encuadre ms objetivo para valorizar a este jefe es remarcar que sin ninguna duda forma parte de ese 2% del personal superior de la armada que merece el calificativo de EXCEPCIONAL. Dada la filosofa actual imperante en la institucin, discrepo con la observacin formulada por el Seor Jefe del Estado Mayor del Grupo de Tareas en el sentido de darle por cumplido su comando en el mar. (calificacin del perodo comprendido 1/09/1978 al 15/12/1978, fs. 119 vuelta del citado legajo de conceptos). Finalmente, Chamorro suscribi que Hace casi cuatro aos que tengo a mis rdenes a este jefe y durante este tiempo mi contacto ha sido directo, casi dira que diario, a travs de este extenso e inusual tiempo de dependencia, tiempo necesario y suficiente para conocer profundamente sus virtudes y sus defectos. Su mejor elogio est sintetizado en esta, mi terminante opinin: sin ninguna duda merece
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ser encuadrado dentro de ese 2% de oficiales excepcionales con que cuenta la armada. Pero lo ms importantes es recalcar que demostr esa vala, no solamente en cuestiones rutinarias, donde los valores en juego raramente son fundamentales, sino tambin en operaciones reales de combate, cuando a menudo, su vida y la de sus subordinados corra riesgos. Es brillante en todos los aspectos, tanto profesionales cuanto personales, pero quiero recalcar especialmente su sentido de la responsabilidad, su tremenda vocacin de servicio y su espritu de renunciamiento, virtudes que posee en grado superlativo y que no tienen parangn con ningn otro miembro de la armada que yo haya conocido en mi larga carrera naval. (calificacin del perodo comprendido 02/05/1979 al 1/9/1979, fs. 115 del citado legajo de conceptos). 3) De fs. 117/118 del precitado legajo surge que entre el 15 de diciembre de 1.978 y el 2 de mayo de 1.979, Acosta fue calificado por el
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Almirante Emilio Eduardo Massera, Comandante en Jefe de la Armada, quien consign lo siguiente: Es un oficial de dotes excepcionales. Se ha desempeado en diferentes y difciles tareas demostrando una dedicacin, decisin, entusiasmo y valor que lo hacen una figura de particular relieve pese a su jerarqua. Excepcional. He verificado a lo largo de dos aos en desempeo de tareas operativas su aptitud excepcional para el comando..
B) Habiendo acreditado la condicin de integrante de Jorge Eduardo Acosta del Grupo de Tareas 3.3. y la Unidad de Tareas 3.3.2 que funcionaron en la Escuela Mecnica de la Armada, como as tambin mencionadas las sobresalientes calificaciones recibidas en cada uno de los aspectos que fueran evaluados por sus superiores jerrquicos, cabe pasar a explicar cul fue la intervencin que tuvo Acosta en el plan represivo en general y la apropiacin de nios como uno de los hechos enmarcados en l, que es lo que aqu interesa. Para ello, acudiremos a los principales elementos de prueba que nos permitirn entender el verdadero rol que cumpli Acosta dentro de la ESMA, teniendo dicho establecimiento, como ya se ha explicado,
particularidades sustantivas, siendo una de ellas y la que aqu interesa, una maternidad clandestina destinada a albergar a las prisioneras embarazadas que estaban prximas a dar a luz.
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Ahora bien, cabe aclarar que, a efectos de explicar la participacin, relevancia y nivel de decisin del imputado a la fecha de los hechos y de esta manera reconstruir las diversas funciones que desempe en la ESMA, es fundamental acudir a las declaraciones testimoniales que han prestado decenas de sobrevivientes que estuvieron privados de su libertad en dicho centro clandestino. Ello as, toda vez que ste Tribunal no cuenta con documentacin precisa sobre la forma de actuacin del Grupo de Tareas 3.3. y la Unidad de Tareas 3.3.2. que funcionaron en la ESMA, toda vez que no hay registro hasta la fecha de los planes contribuyentes que fueran ordenados por el PLACINTARA que podran explicar con mayor detalle el funcionamiento y organizacin interna a nivel operativo de aqullas. Pues bien, mencionaremos las declaraciones testimoniales
prestadas en el debate y las incorporadas por lectura que nos han llevado a tener por probada la autora de Acosta en los once hechos que se le imputan. La testigo Sara Solarz de Osatinsky mencion en el debate que Acosta era el Jefe de la ESMA y resolva sobre la vida y muerte de aquellas personas que se encontraban privadas de su libertad en aquel centro clandestino de detencin. Asimismo, afirm que el nombrado decida las listas de los traslados que se hacan todos los mircoles o a veces los jueves, haciendo particular referencia a que le escuch decir al imputado que l hablaba todos los das con Jesusito y que si ste le deca que una persona viviera, sta viva, pero que al da siguiente le poda decir que se iba para arriba y que, a tal fin, le daba un pentonaval. Asimismo, mencion que Acosta conoca todo lo que pasaba en la ESMA, afirmando que que decida todo, cuando venan las embarazadas, se les comunicaba a Acosta quin iba a venir, l conoca. No recuerdo que haya entrado a la pieza de las embarazadas, al menos yo no lo vi. Pero de que saba y que saba quines estaban y en qu momento iban a partir, o iban a dar a luz, eso lo conoca todo, tena toda la informacin, de hasta el ms mnimo movimiento de lo que pasaba en la ESMA. Alfredo Buzzalino declar, por su parte, que Acosta tena un rol predominante, aparecindose a cualquier hora del da y tomando intervencin
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en todos los detalles. Expres que no se haca nada sin la autorizacin de Acosta o Chamorro y que el primero viva dando rdenes. Asimismo, mencion que el imputado tuvo una participacin activa en la ESMA, tras un enfrentamiento en que hirieron a un oficial de nombre Menndez -quien comandaba el grupo de tareas-, ocasin en la que Acosta tom la comandancia del grupo. Cabe aclarar, que el enfrentamiento al que se refiri el testigo se trata del homicidio de Edgardo de Jess Salcedo y su esposa Esperanza Cacabellos de la Flor de fecha 12 de julio de 1976. Por otro lado, expres que tuvo que fingir una relacin con Marta lvarez, por creatividad de Acosta para shockear al detenido de que se formaba algo ah adentro, ingresando as en un juego perverso que Acosta mostraba a todo el mundo, como un acto de recuperacin.
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Finalmente, record que concurri al bautismo del hijo de Marta lvarez en una iglesia de la calle Jujuy y luego a una reunin que se llev a cabo en la casa de la madre de lvarez, en la cual haba oficiales de las Fuerzas Armadas, no recordando haber visto personal de la marina. A su turno, la testigo Marta Remedios lvarez record que Acosta era el jefe del grupo, recordando la declarante -al igual que Buzzalinoque en un principio el jefe de grupo era Menndez, quien al mes, fue herido en un operativo, y fue reemplazado en su cargo por Acosta, con quien luego de asumir, comenzaron a notarse cambios. Remarc haber visto a Acosta asiduamente en los sectores capucha, pecera, y en los camarotes. Con relacin a las mujeres embarazadas all cautivas dijo que Acosta manejaba todo, entraba a la pieza de las embarazadas -al menos una vez lo vi entrar all- y no tenia lugares que no poda controlar, controlaba a Febrs que era el responsable de las embarazadas. Por ltimo, coincidi con Buzzalino en que por orden de Acosta era junto a aqul la pareja de la ESMA, que estaba esperando un beb. Inclusive Chamorro nos presentaba como la pareja que se haba armado en la ESMA, a las visitas que venan de otros lugares. Aadi que, incluso su hijo fue inscripto en el Registro Civil con testigos con documentos falsos antes de ser entregado a su madre y lo bautizaron por decisin de Jorge Eduardo Acosta en una iglesia de San Cristbal.
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Por otra parte, Silvia Labayr seal que, el prefecto Febrs era un subordinado de Acosta, definiendo a ste ltimo como el jefe ejecutivo del G.T. 3.3.2 ya que no era el jefe institucional, formall era el jefe indiscutido de la ESMA, era la persona que tomaba todas las decisiones. Asimismo record la existencia de una estructura, integrada por sectores de operaciones, inteligencia y logstica, aclarando nuevamente que Acosta era el jefe, an por sobre quienes tenan un grado mayor como Vildoza. Asimismo, relat cmo fue el nacimiento de su hija y la posterior entrega a su familia por decisin del imputado Acosta, quien luego de esperarla en su despacho en el Casino de Oficiales de la ESMA le dijo que iban a entregar a su hija Vera a sus padres. A su vez expres que por orden de Acosta se falsific un documento de identidad a nombre de su esposo a fin de que un oficial de la ESMA inscribiera a su hija ante el Registro Civil utilizando dicho documento espurio, para finalmente falsificarse en la ESMA el certificado de nacimiento. Relat Labayr que el bautismo de su hija Vera fue otro acto que se produjo por decisin del encausado Acosta, quien gestion que su primo hermano, el sacerdote Eugenio Acosta, oficiara la ceremonia religiosa donde tambin se bautiz a otra nia, hija de Mercedes Carazo, que tambin haba sido secuestrada por el Grupo de Tareas y que junto a la declarante haba compartido cautiverio en la ESMA. Por ltimo, expres que durante la noche de su parto, Acosta se present como si estuviera dando a luz en la Clnica Otamendi, con un inmenso ramo de flores, para sostener nuevamente que Acosta tomaba todas las decisiones como jefe operativo de la ESMA. Describi a Acosta como un monstruo imposible de controlar, , haciendo y deshaciendo todo como un Dios, y aclar que el nombrado era el que decida en la ESMA ya que l estaba en conocimiento de todos los operativos, de los traslados, el haca para arriba para abajo, -refirindose al gesto con el pulgartodos se referan a l como el Seor el que tomaba las decisiones. Asimismo, record que uno de los comentarios que haca Acosta era que haba que eliminar todo brote.
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Relat que durante su cautiverio en la ESMA pudo presenciar el parto de Patricia Roisinblit, quien haba sido trasladada desde otro centro clandestino de detencin a fin de que tuviera a su beb, agregando que otros detenidos luego de acaecido el parto- pidieron que ella se quedara all, pero que no se accedi a dicho pedido. Depuso que el da anterior a que se llevaran a Patricia del lugar, fue a verla Acosta, quien le dijo vos de esto olvidate todo, vos no sabs nada, lo que la sorprendi dado que advirti que lo que le decan no era bueno. Por otro lado, atestigu que estando en cautiverio logr convencer a Acosta para que la dejara inscribir a su hijo quien haba nacido al tiempo del secuestro y se encontraba al cuidado de sus abuelos- con el nombre de su padre, siendo el nombrado quien se encarg de que un oficial de inteligencia
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de la ESMA de apellido Cavallo con un documento falso y hacindose pasar por el padre del menor, lo inscribiera en el Registro Civil. La testigo Ana Mara Mart record que el 25 de junio de 1978, un guardia la llev al sector denominado Los Jorges donde Acosta le dijo que Jesusito le haba dicho que me iba a dejar viva y en libertad, aunque era contrario a sus deseosantes de eso el Tigre Acosta haba anunciado mi traslado 3 veces Rawson, Ushuaia y Chapadmalal- A este ltimo destino amenaz conducirla junto a su padre y sus hijos acusando al primero de haberla educado mal ya que le haba salido montonera. Manifest que Acosta la martirizaba constantemente, insultndola y dicindole entre otras cosas que era mala madre, que cmo militaba si tena hijos, que su casa estaba sucia y permanentemente le hablaba de que sus familias eran malas, marxistas y ateas. Describi que Acosta en la ESMA pareca ser el jefe del grupo de tareas en la prctica, sin perjuicio de que formalmente lo fuera Vildoza. Agreg que all Acosta era Dios, el jefe mximo, habindolo escuchado hablar en varias oportunidades con sus jefes en tono amenazante, como as tambin lo escuch decir que a quien se portara mal en la ESMA le iban a dar pentonaval y se iba para arriba. Relat que pareca que Acosta estaba siempre en todos lados, gritando, dando rdenes, que nada de lo que ocurra en la ESMA pasaba sin que l lo supiera. En relacin al trato con las embarazadas precis que en la ESMA
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todo estaba perfectamente organizado, no era un grupo de loquitos. Estaban los oficiales, los verdes, los pedros, mdicos, enfermeros, inteligencia, operativos, logstica, haba un responsable de la Pecera, de las embarazadas, y el tigre Acosta dirigiendo todo esto. Aadi que haba un protocolo en la ESMA, una divisin de trabajo a cargo del Prefecto Hctor Antonio Febres secundado por Carlos Galin -alias Pedro Bolita- y los Verdes, quienes se ocupaban del cotidiano de las embarazadas, todo ello bajo la supervisin de Acosta, quien iba al cuarto de las embarazadas y abra la puerta y poda hacer y deshacer libremente. Asimismo, explic que este protocolo relativo a las mujeres embarazadas no era obra ni decisin de un subordinado maltratado como Febrs y menos el Suboficial Pedro Bolita, era absolutamente imposible que el tigre Acosta no supiera. Destac que Febrs en su accionar en la ESMA estuvo totalmente subordinado a Acosta, quien lo despreciaba e insultaba. Agreg que en una oportunidad en que Susana Siver de Reinhold se descompuso, en un da feriado en que no haba mucho personal en la ESMA, los guardias llamaron a Scheller, apodado pingino o Mariano, quien llev a un mdico, que segn le cont Sara Osatinsky era el jefe de ginecologa del Hospital Naval, sealando con ello que todo el mundo saba de la existencia de la pieza de embarazadas, al igual que de la pecera, capucha y capuchita, por lo que si bien no vi un documento referido al plan sistemtico, s observ una prctica sistemtica ya que de las embarazadas se ocupaba siempre Febres, iban todas a la pieza de las embarazadas, esperaban el momento del parto, las empezaron a tratar mucho mejor, yo sent que eran envases las embarazadas, ellos trataban bien a las embarazadas para obtener un buen fruto que eran los bebs. De otro lado, dio cuenta del nivel de decisin de Acosta en la ESMA Juan Alberto Gaspari, quien sostuvo que Acosta se ufanaba de ser el jefe verdadero del campo -como ejemplo relat la muerte de Norma Arrostito que decidi Acosta an en contra de la opinin de Chamorro-. Seal a Acosta como el administrador de la vida y la muerte, quien deca yo hablo con Jesusito todos los das, yo digo quien se va para arriba. A su vez, relat que Acosta tena poder de decisin y estaba en conocimiento de todo lo que suceda en la ESMA, era quien les ordenaba a todos los oficiales que integraban el Grupo de Tareas que haba que poner los
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dedos, lo que significaba que deban comprometerse. Aclar, que viva prcticamente en el campo de concentracin, se duchaba y se cambiaba varias veces por da, vestido de civil. Lo describi como un tipo muy histrinico y desequilibrado que se hizo adicto a esa vida, prefera no salir, no tener vida social, al igual que otros oficiales. Sobre las embarazadas alojadas en la ESMA, expres que Acosta a cara descubierta todo el tiempo entraba y sala de la pieza de las embarazadas, y era quien tomaba las decisiones clave respecto de stas, a pesar de que Vildoza tena mayor jerarqua dentro de la estructura de la Armada. Agreg que tena el poder fctico, tomaba la decisin final y gozaba del trato directo con Massera, jactndose que hablaba directamente con ste sin pasar por la espera de otros militares.
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Por ltimo, agreg que Vildoza solo se encargaba de todo lo relativo a la intendencia de la embarazas, mientras que el funcionamiento da a da en lo global era de Acosta. A igual que los restantes testigos, Miriam Liliana Lewin record que Acosta decida absolutamente todo, tomando las decisiones en el da a da siendo el amo y seor del lugar y haciendo gala de su poder, independientemente de los cargos formales que detentaran los integrantes de las fuerzas, ya que nada se haca all sin el consentimiento del imputado y de la jefatura del Grupo de Tareas. Mencion que lo vea prcticamente todos los das y que era el encargado de todo lo que suceda all, tomando conocimiento que Acosta mantena una estrecha relacin con Massera y estaba involucrado en el proyecto poltico de ste, siendo sta razn la que le daba ms poder dentro del centro clandestino. Sostuvo que Acosta deca que hablaba con jesusito y que ste le deca quien se va para arriba, eufemismo para referirse a la muerte. Destac que decida quien sera trasladado en los llamados vuelos de la muerte o a quin se torturara, recordando que en ese momento los secuestrados no saban de dichos vuelos, sino que se le deca que los cautivos seran trasladados. Por ltimo, mencion que si bien no lo vi a Acosta dentro de la pieza de las embarazadas, s lo vi pasar en muchas oportunidades por delante
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de aqulla, como as tambin de la pieza en que se aloj Patricia Roisinblit, reiterando que no haba rincn de la ESMA en el que el tigre Acosta no tuviera dominio. Al igual que el resto de los testigos, Lidia Cristina Vieyra y Beatriz Elisa Tokar de Di Tirro cuya declaracin fuera incorporada por lectura al debate- describieron a Acosta como el amo y seor de la ESMA quien con la mirada deca quien viva y quien no y la cabeza ms visible del grupo de tareas 3, respectivamente. La testigo Mara Alicia Milia, quien fuera torturada, entre otros, por Acosta, expres en el debate que la pieza de las embarazadas era supervisada por Acosta quien entraba a dicha habitacin preguntando cmo estaba todo, es decir si estaba todo en orden, para luego retirarse. Mencion tambin que el Prefecto Hctor Antonio Febrs se ocupaba de las embarazadas, pero responda a las rdenes de Acosta y al igual que el testigo Gaspari record las circunstancias en las que se desarroll la muerte de Norma Arrostito. A su vez y en relacin al rol que cumpla el imputado, la testigo indic que lo vea habitualmente all dado que siempre estaba presente, en general, vestido de civil, aunque alguna vez lo vio uniformado, siendo que era un oficial de la marina y que dentro de ese centro clandestino, pese a que Chamorro, era el Director oficial de la ESMA, Acosta haca y deshaca en el grupo de tareas, destacando que si bien los grados eran respetados en la institucin militar, el nombrado decida por s las cosas. Por otro lado, Carlos Muoz mencion que vea
permanentemente a Acosta en la ESMA hasta el mes de abril o mayo del ao 1979, teniendo una presencia muy fuerte en el centro, hasta el cambio de jefatura del grupo de tareas, oportunidad en que en su lugar asumi DImperio. Del mismo modo record el caso de Daniel Oviedo, a quien Acosta le neg la libertad. Afirm que el imputado sola decir macho te vas para arriba, creyendo en un principio que se refera a ser llevado a Capucha, cuando en verdad era que seran arrojados desde un avin. As tambin sola decirle a los cautivos que deban quebrarse, involucrarse, pasarse de bando, o suministrar informacin. Manifest que sola decir que todas las noches hablaba con Jesusito y l le deca quien se queda y quien se va para arriba.
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Seal que en la ESMA escuch, por parte de Acosta decir te meto un pentonaval y te vas para arriba, comenzando a entender tal expresin a partir de los traslados efectuados y comentarios de compaeros. En igual sentido, la testigo Amalia Larralde expres que Acosta tomaba las decisiones en el centro clandestino, dando rdenes y contraordenes, haciendo y deshaciendo como un Dios. Record que el nombrado la autoriz a cuidar a la detenida Patricia Roisinblit y su beb, luego de dar a luz. As tambin, expres que le solicit a Acosta si poda contemplar la posibilidad de que Roisinblit permaneciera en la ESMA junto a su bebe recin nacido, a lo que ste le contest rotundamente que no. Por ltimo indic que el da anterior a que la joven Patricia Roisinblit fuera trasladada de la ESMA, Acosta le indic que se olvidara de
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todo lo que haba visto, lo que la sorprendi dado que percibi que lo que ste le deca no era bueno para madre e hijo. El testigo Carlos Gregorio Lordkipanidse record a Acosta como el Jefe del Grupo de Tareas, indicando que era polifuncional, participaba de interrogatorios y de operativos, siendo su presencia constante ya que viva en el lugar recordando que los sitios Pecera y Capucha eran constantemente visitados por el nombrado-. Agreg que la salida de Acosta del Grupo de Tareas fue una retirada gradual, ya que nunca se desvincul por completo, a diferencia de otros integrantes del Grupo de Tareas. Seal que en una sesin de tortura Acosta mencion a su hijo, por lo que Azic fue a la pieza contigua, donde escuch gritar a su esposa el nene no, tomando Azic a su beb de la pierna, dicindole luego al declarante hijo de puta, si no hablas lo tiro, colocndole a su hijo sobre su cuerpo al tiempo en que le pasaban picana elctrica. Por otro lado, explic que Febrs era el encargado de temas relacionados a la pequea Sard, los nacimientos que all se producan, la compra de ajuares de nios, siendo quien se llevaba las cartas que las madres de los nios dirigan a los abuelos de sus hijos, dndoles instrucciones para sus cuidados, destacando que adjudicarle una funcin especfica a algn integrante del grupo de tareas resultaba ser difcil, porque siempre llevaban a cabo otras funciones. Lordkipanidse, agreg que la nica rea restringida dentro del
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sector 4 Stano- era documentacin donde haba partidas de nacimiento, certificados de defuncin, pasaportes, entre otros; y que para realizar un juego de documentacin falsa se requera una orden escrita de Acosta, que l mismo vi. Expuso que al ser fotgrafo y fotocromista, fue requerido por los marinos para falsificar distintos documentos, siendo alojado en el stano para realizar dicha labor. Dijo que luego de que se le indicara qu deba hacer, fue llevado al sector llamado laboratorio, donde encontr la maquinaria necesaria para hacer las tareas encomendadas. Se le requiri un trabajo especfico, la duplicacin de rollos de microfilm, aclarando que era un procedimiento complejo y poco habitual, trabajando junto a otro compaero, Carlos Muoz, pudiendo ver que en los microfilm haba fotos de prisioneros que estuvieron antes que el dicente en la ESMA, estimando, dada la cantidad de rollos, que cinco mil personas haban pasado antes que el testigo, destacando que las fotos, tenan continuidad. Narr que una copia de los microfilm fue retirada por Acosta. Tambin Lisandro Ral Cubas record haber visto al imputado Acosta, resaltando el poder de veto que tena frente a todos los integrantes del sector inteligencia, el cual ejerca en las reuniones quincenales donde se decida el destino de cada persona secuestrada en la ESMA, que involucraba mujeres embarazadas y sus bebs, circunstancia que no supo de manera directa, sino por comentarios, siendo algo conocido por todos los detenidos, al igual que era quien finalmente decida, siendo el jefe del lugar. Agreg que a pesar de los cargos jerrquicos formales, estos se solapaban y una persona de menor cargo poda tener ms poder que otro en los hechos. Asimismo, mencion que Acosta tena el peso de las decisiones en el grupo de tareas y que visitaba el cuarto de las embarazadas, mencionando que no haba limites y que todo se poda lograr y hacer. Asimismo, expres que el propio Acosta le coment sobre la llegada a la ESMA de Mara Hilda Prez de Donda. Finalmente mencion que Febrs y Pedro Bolita eran los encargados de la atencin de las jvenes embarazadas, la ropa de los nios, moises y dems, siendo el primero de los nombrados quien ejecutaba las rdenes que
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le diera Acosta, quien decida sobre la suerte de los cautivos, su traslado -que implicaba la muerte- o su libertad. Idnticas afirmaciones efectu Lila Victoria Pastoriza, quien seal al Capitn Acosta como aqul que comandaba en la prctica, aclar que en los cargos formales el Jefe del Grupo no era Acosta sino Vildoza, pero que todo el mundo daba por sentado en el Grupo de Tareas que el Jefe era Acosta, ya que era el seor por esos espacios, el jefe indiscutido y que era capaz de cualquier cosa. Coincidi para mostrar el enorme poder de Acosta, en recordar el da que muri Norma Arrrostito y tambin destac la frecuente relacin entre Acosta y Massera. Sobre las embarazadas la testigo Pastoriza manifest: No puedo pensar algo que pasara en ese lugar sin que lo conociera Acosta, aclarando que
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dicha situacin era conocida por todos dentro de la ESMA, lugar donde llevaban embarazadas de otros centros clandestinos, siendo custodiadas por personal del Grupo de Tareas N 3, quienes organizaban los partos, en tanto que Febrs se encargaba de las mujeres encintas, como as tambin Pedro Bolita. Por ltimo, el testigo Vctor Melchor Basterra mencion que vi varias veces a Acosta, siendo ms habitual su presencia a partir de junio hasta octubre del ao 1983, aclarando que el nombrado ya no cumpla funciones en la ESMA. Agreg que, en esa oportunidad Acosta se dedic a destruir la documentacin que haba sido microfilmada y que daba cuenta de las personas secuestradas en la ESMA. Resulta oportuno hacer una aclaracin sobre los parmetros que se tuvieron en cuenta al momento de evaluar las declaraciones testimoniales antes mencionadas, toda vez que la defensa de Jorge Eduardo Acosta ha puesto de relieve en su alegato que por el paso del tiempo y el contacto con otras vctimas, los testimonios prestados en el juicio pueden generar dudas en cuanto a su veracidad. Para ello hizo un extenso anlisis de diversas obras que tratan el tema, entre ellas y la mas citada la Psicologa del testimonio: concepto, reas de investigacin y aplicabilidad de sus resultados de Jos Joaqun Mira y Margarita Diges, de las Universidades de Alicante y Autnoma de Madrid, Reino de Espaa.
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Pues bien, este Tribunal entiende que las circunstancias sealadas por la esforzada defensa, en modo alguno invalidan la credibilidad de los testimonios a los cuales se ha hecho referencia, toda vez que los testigos referidos han sido veraces, convincentes y verosmiles en sus relatos. A ello debe sumarse que cuando no recordaban algn detalle no lo mencionaban y en la mayora de los casos reiteraron dichos ya vertidos anteriormente. Sumado a ello, ninguno de stos fue imputado por incurrir en la posible comisin del delito de falso testimonio conforme las previsiones del art. 275 del cdigo de rito. En otro orden de ideas, el propio Jorge Eduardo Acosta, en ocasin de efectuar sus descargos ante la instruccin ver fs. 3298/3306 y 3314/3327 de la causa N 1351-, asumi haberse desempeado como Jefe de Inteligencia de la Unidad de Tareas 3.3.2, dependiente del Grupo de Tareas 3.3., con el grado de Capitn de Corbeta -al que haba ascendido a principios de 1976-, para luego explicar las lneas de comando existentes entre ambas. Asimismo, reconoci la existencia de un lugar especialmente acondicionado en la U.T. 3.3.2. para la atencin mdica de los asuntos de dicha unidad de tareas. Asimismo, expuso que cuando la unidad de tareas 3.3.2 estaba en operaciones, se arribaba a un lugar, se deca que una seora estaba embarazada, la directiva es clarsima, si tena que ver o no con la organizacin montoneros, si tiene que ver, triganla era la directiva. A su vez, expuso que durante los tres aos que estuvo a cargo Chamorro de la central de operaciones, no sali un solo da de la ESMA, es decir tena control absoluto de las operaciones. Mencion el caso de Silvia Labayr -afirmando que dio a luz estando detenida-, desligando responsabilidad en la Unidad de Tareas 3.3.1. y el Jefe del Grupo de Tareas, ya que la primera se encargaba de su chequeo diario y el segundo decida que da iba a tener el chico, si ya poda salir a visitar a sus familiares, cuando tuviera el chico qu se hara con l, etc. (lo resaltado nos pertenece). Por otra parte, explic que no tena claro que comandos superiores al Grupo de Tareas 3.3. hayan coordinado y concretado el envo de embarazadas para su tratamiento de parto al G.T. 3.3. de la ESMA, afirmando
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que que esta coordinacin puede haberse producido a niveles de escalones de grupo de tareas o superiores en la totalidad del esquema de combate contra la subversin. Indic que la U.T. 3.3.2. cumpli absolutamente con las entregas de acuerdo al Placintara y que los casos que se le imputan no son, en su totalidad, producto del trabajo de inteligencia de dicha unidad. Record que se enter que el hijo de Cecilia Vias est(ba) en manos de Vildoza. Que si tuvo el chico en la ESMA debe haber existido una conexin a nivel del comandante del Grupo de Tareas que era ajena a la Unidad de Tareas 3.3.2. y aadi que Cecilia Vias no entr detenida en la ESMA por la U.T.3.3.2 y por ello debe haber estado detenida en otro lugar, que a su criterio hubo un canal de autoridad superior que dispuso que Cecilia Vias tuviera a su hijo en la ESMA., siendo ello ajeno a la U.T. 3.3.2.
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Durante su ampliacin indagatoria ver fs. 5512/5515 de la causa N 1351- mencion que tena diferentes sobrenombres como 2, Anbal y Tigre y afirm que las rdenes venan desde Vaek a Chamorro, y de ste a Vildoza. En este sentido agreg que Vaek era Comandante de Operaciones Navales y que Massera visitaba el Casino de Oficiales, y que saba de la existencia de detenidos en la ESMA. Asimismo, afirm que en la ESMA haba personas detenidas en el Casino de Oficiales, que estaban en distintos sectores, es decir distintos camarotes y que no le constaba si en el escaln superior Grupo de Tareas N 3- se puso en funcionamiento una maternidad segn dicen los denunciantes. Agreg que todo servicio de Inteligencia debe tener un centro de falsificacin de documentacin, para luego contradecirse mencionando que desconoce la existencia de un lugar destinado a falsificaciones en la ESMA. Expres que en su unidad de tareas cree que no hubo excesos y que era la nica que trabajaba con detenidos. Agreg que se encontraban encapuchados por horas, hasta das y tenan grilletes. Asimismo, adujo que en la ESMA trabajaban en inteligencia otros oficiales que le eran subordinados y que entre sus funciones estaba la de participar en diferentes operativos. Record que en la ESMA venan oficiales y suboficiales que rotaban mucho, es decir, estaban quince das o un mes en la ESMA y luego eran derivados a otros destinos, siendo l un oficial permanente.
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Al referirse a la denominada guerra contra el terrorismo Acosta manifest que la Armada Argentina particip en cumplimiento de los planes nacionales, que el mismo PLACINTARA ordenaba los informes para ser elevados a las autoridades de Ejrcito, manifestando no saber con exactitud si era el Comandante del Grupo de Tareas o el de Operaciones Navales quien remita esos informes a dicha fuerza. Agreg que visitaban la ESMA las autoridades de la Subzona Capital, como el Coronel Roualdes y otros veedores del Ejrcito, a los fines de coordinar las tareas del Grupo con Chamorro quien estaba subordinado a Roualdes en funcin del cargo y no del grado. Del mismo modo, aadi que Chamorro concurra semanalmente al I Cuerpo de Ejrcito a reuniones de conduccin. De otro lado, durante el debate Acosta afirm que ya con lo que se sabe de la aparicin de estas personas confirma todo lo que dije en su momento, me refiero a la aparicin de estos chicos en manos de algunos apropiadores y seal que esos seores en relacin a los apropiadores- tendrn sus razones o no. Asimismo, indic que tanto Silvia Labayr como Marta lvarez dieron a luz estando detenidas, y agreg que del resto -tratando de desligarse de los cargos en su contra- vinieron de otros lugares a travs de otro escaln absolutamente superior al de la Unidad de Tareas. Luego mencion que era una falacia que hubiera quinientos bebes sin aparecer, limitndose a sealar que haba un estudio minucioso que haba concluido que los nios sustrados eran veinticuatro, para agregar que l tan solo haba participado de la alegra de que los nios haban sido reintegrados a sus familiares, citando como ejemplo el caso de Ana Mara Mart. Finalmente indic que era totalmente ajeno a los actos de otros inferiores jerrquicos que eran imputados en este juicio, siendo tambin ajeno a decisiones de superiores suyos.
C) A efectos de una mejor comprensin de la atribucin de responsabilidad a Jorge Eduardo Acosta por los once hechos que se le imputan, resulta de utilidad recordar que de conformidad con lo manifestado por el Tribunal en el considerando en que se desarroll la prctica sistemtica de
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apropiacin de nios, lo que la cspide del terrorismo de Estado defini fue que los hijos de mujeres secuestradas, nacidos en cautiverio, y cuyo destino no iba a ser la liberacin, no fueran entregados a sus familias, evitando que aqullas puedan localizarlos. El Cmo se lograba este objetivo, quedaba bajo el dominio de los mandos intermedios e inferiores. La conducta de Acosta no fue indiferente a la ejecucin de esta prctica sistemtica de apropiacin de nios, sino que por el contrario estuvo dirigida a su materializacin a travs de los aportes que efectu durante la ejecucin de los hechos que se le imputan. En este sentido, cabe agregar que la base de la estructura del aparato de poder organizado para llevar la prctica se sustent en un sistema de rdenes que se diseminaron en una escala jerrquica descendente, que
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gener un fraccionamiento de las funciones llevadas a cabo por aquellas personas que participaron en dicha organizacin. Esa distribucin de funciones, que surge de las pruebas reseadas anteriormente y sern analizadas a continuacin, permiten fundamentar con claridad la calidad de coautor atribuida a Jorge Eduardo Acosta. Pues bien, en funcin de la prueba antes sealada, ha quedado acreditado en el debate que Jorge Eduardo Acosta tena pleno conocimiento de todo lo que suceda dentro de la maternidad clandestina que funcion en las instalaciones del casino de oficiales de la Escuela Mecnica de la Armada. Su presencia no ha pasado desapercibida en las declaraciones de los diecisis testigos que afirmaron haberlo visto en el casino de oficiales de dicho centro, quienes fueron contestes con lo mencionado por el propio Acosta en su indagatoria al afirmar que era un oficial permanente que no sali un solo da de la ESMA. A ello, cabe agregar que los testigos Marta Remedios lvarez, Ana Mara Mart, Juan Alberto Gaspari, Mara Alicia Millia, Lisandro Ral Cubas y Silvia Labayr, lo vieron personalmente en la maternidad clandestina que funcion all. Habindose determinado la habitualidad con la que se
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tareas por l cumplidas que si bien tuvieron como eje su especialidad en inteligencia fueron muy diversas. Recordemos, que la Unidad de Tareas 3.3.2 se estructur en tres sectores: Inteligencia, Operaciones y Logstica. Asimismo, cont con personal del Servicio de Inteligencia Naval y proveniente de otras fuerzas tales como Polica Federal Argentina, Prefectura Naval Argentina, Servicio Penitenciario Federal y Ejrcito. La seccin Inteligencia era la encargada de evaluar la informacin obtenida, para lograr la ubicacin y sealamiento de las personas a secuestrar. Los oficiales de Inteligencia planificaron todos los operativos de secuestro, tuvieron a su cargo los prisioneros durante toda su permanencia en la E.S.M.A., llevaron adelante los interrogatorios donde practicaron
sistemticamente la tortura e intervinieron en la decisin de los traslados, es decir, la desaparicin fsica de los secuestrados. La seccin Operaciones tena a su cargo la ejecucin concreta de los secuestros y trabajaba con los datos que le brindaba Inteligencia. Conforme los testimonios escuchados en el debate era comn que mientras los detenidos eran torturados, un grupo operativo siempre estuviera dispuesto para salir a secuestrar a otras personas en caso de obtenerse nuevos datos. Finalmente, la seccin Logstica se ocupaba del apoyo y aprovisionamiento de los grupos operativos y del desarrollo de la infraestructura del U.T. 3.3.2, lo que inclua el mantenimiento y refaccin de las instalaciones del edificio entre otras cosas. Pues bien, no debe olvidarse la declaracin del testigo Carlos Gregorio Lordkipanidse quien record a Acosta como el Jefe del Grupo de Tareas, indicando que era polifuncional, participaba de interrogatorios y de operativos, siendo su presencia constante ya que viva en el lugar. Otros testigos, han realizado las mismas observaciones, a las cuales nos remitimos por razones de brevedad. Asimismo, el propio imputado al momento deponer a tenor de lo normado en el art. 294 del C.P.P.N. reconoci que ninguno de los departamentos que funcionaron en la ESMA era estanco, ya que en su carcter
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de Jefe de Inteligencia tambin intervena en los diferentes operativos y secuestros. Lo dicho se encuentra corroborado por las calificaciones recibidas por sus superiores jerrquicos, que ya fueran mencionadas, en las que se consign reiteradas veces que cumpli funciones de inteligencia y operativas. En este orden, habindose determinado el rol operativo de Acosta, resta analizar qu funciones cumpla en la maternidad clandestina que funcionaba en la ESMA, ya que en relacin a las detenidas embarazadas que se encontraban all alojadas hubo un alto grado de organizacin y logstica, con un preciso reparto de tareas que le vali precisamente los nombres Sard por izquierda o la Sard de Chamorro. Con el contenido de las declaraciones citadas se encuentra
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probado que Acosta diriga, organizaba y supervisaba la maternidad clandestina que se ubicaba en el casino de oficiales de la ESMA. Cabe sealar las siguientes conclusiones que se desprenden de dichos testimonios:
a) Acosta tena direccin y mando sobre el personal subordinado que intervena cotidianamente en el
cuidado de las embarazadas. El era el que asignaba las funciones que deba cumplir dicho personal segn los testigos, los ms importantes eran Hctor Febrs y Carlos Galin alias Pedro Bolita-. b) Acosta era quien seleccionaba qu mujeres detenidas iban a ser utilizadas para colaborar algunas de ellas por sus conocimientos de enfermera- en los partos que se llevaban a cabo. c) Acosta era quien decida el destino de las mujeres embarazadas que pertenecan a la Unidad de Tareas 3.3.2. Sin perjuicio de ello, en todos los casos independientemente de que aquellas pertenecieran a otras fuerzas-, conoca siempre el destino que les deparaba.
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d) Finalmente, era quien ordenaba la confeccin de documentacin apcrifa certificados de nacimiento, documentos de identidad, etc- a efectos de perfeccionar las maniobras delictivas, haciendo incierto el estado civil de los nios y posterior separacin de su familia biolgica.
Cabe traer a colacin lo expuesto por la testigo Ana Mara Mart, quien mencion la perfecta organizacin de la ESMA a travs una divisin de trabajo a cargo de Febrs secundado por Carlos Galin -alias Pedro Bolita- y los Verdes, quienes se ocupaban del cotidiano de las embarazadas, todo ello bajo la supervisin de Acosta, quien concurra asiduamente al cuarto de las embarazadas. Sumado a ello, recordemos lo expuesto por el testigo
Lordkipanidse en cuanto al sector que funcionaba en el stano de la ESMA para falsificar distintos documentos, entre ellos partidas de nacimiento. Ahora bien, no podemos dejar de sealar que las diferentes funciones que cumpla Jorge Eduardo Acosta operativas, de inteligencia y logsticas- slo podran darse dentro de un reducido nmero de hombres que revistieran la preparacin y el compromiso suficiente con el plan represivo en general y su consecuente prctica de apropiacin de nios. Lo dicho, concuerda con lo odo por los diferentes testigos en cuanto a que Acosta cumpla con dichos requisitos. Recordemos el fanatismo ideolgico de Acosta alegado por los diferentes testigos en cuanto a que recordaron al imputado como un monstruo imposible de controlar, administrador de la vida y la muerte, que deca hablar con jesusito y que crea ser un Dios. A esta altura, habiendo puesto en evidencia su importante rol de conduccin dentro de la Escuela Mecnica de la Armada, aunque formalmente cumpli los cargos de Jefe de Inteligencia del Estado Mayor de la Unidad de Tareas 3.3.2. y del Grupo de Tareas 3.3. (conforme su legajo de conceptos), no hay duda alguna que Jorge Eduardo Acosta tuvo injerencia en los once casos que se le imputan.
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Es que, el grado de proximidad con las vctimas que se encontraban alojadas en la maternidad clandestina ubicada en el casino de oficiales de la ESMA, tomando decisiones y organizando todo lo relativo a su cuidado, no hace ms que afirmar el conocimiento de Jorge Eduardo Acosta de la sustraccin, retencin y posterior ocultamiento de los nios que nacieron all. A ello cabe agregar, que el nombrado al realizar estas conductas saba que estaba creando una situacin incierta en cuanto al estado civil de los bebes sustrados que durara para toda la vida de aquellos. Por otro lado, cabe hacer una aclaracin, en torno a los dichos de Acosta al momento de declarar en la presente causa, quien manifest que no tena nada que ver con el Grupo de Tareas 3.3. en virtud de que su cargo era el
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de Jefe de Inteligencia del Estado Mayor General de la Armada de la Unidad de Tareas 3.3.2. Como bien explicamos al inicio del presente acpite, conforme surge del legajo de conceptos del encausado, ste ocup dos cargos distintos al momento de los hechos que fueran objeto de debate. Uno de ellos abarc temporalmente la gran mayora de los nacimientos de los nios que fueran sustrados en la presente (31 de diciembre de 1976 hasta el 1 de septiembre de 1978): ste fue el cargo de Jefe de Inteligencia del Estado Mayor de la Unidad de Tareas 3.3.2. Asimismo, el otro cargo que ocup conforme su legajo, fue el de Jefe de Inteligencia del Estado Mayor del Grupo de Tareas 3.3. (del 1 de septiembre de 1978 al 1 de septiembre de 1.979). Ahora bien, de las declaraciones prestadas en el debate ha surgido una confusin puesto que muchos de los testigos refirieron que Acosta era integrante del Grupo de Tareas 3.3., otros dijeron que perteneca a la Unidad de Tareas 3.3.2. y otros al Grupo de Tareas 3.3.2. Pues bien, las disposiciones y reglamentos de la Armada incorporados por lectura al debate explican la jerarquizacin de los diferentes niveles de comando de forma decreciente en el siguiente orden: Fuerzas de Tareas, Grupos de Tareas y Unidades de Tareas. sta es la organizacin operativa normalmente utilizada en la Armada.
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En esa inteligencia y siguiendo esta lgica, los cargos que desempe Acosta en la Armada no son idnticos tal como bien sostuviera el Sr. Fiscal en su alegato, puesto que el Jefe de Inteligencia del Estado Mayor de un Grupo de Tareas tiene a su cargo las diferentes unidades de tareas en que est compuesto dicho Grupo. No obstante ello y en virtud de la base fctica con la que contamos a lo largo del debate, es evidente, que en la prctica, tanto el Grupo de Tareas 3.3. al cual Acosta niega pertenecer rotundamente no obstante su legajo de conceptos- y la Unidad de Tareas 3.3.2 dependan una de la otra y viceversa para lograr sus objetivos. A ello cabe agregar que, independientemente del cargo que alegara detentar Acosta en su acto de defensa, todos los testigos han sido contestes en cuanto al rol protagnico del nombrado en los hechos, siendo el Jefe real del Grupo de Tareas que funcionaba en la ESMA. Por lo tanto, los argumentos expuestos por aqul en cuanto a su desconocimiento de los hechos objeto de este juicio alegando su ignorancia respecto de apropiaciones de nios cuyas madres haban sido capturadas por otras fuerzas expresando que vinieron de otros lugares a travs de otro escaln absolutamente superior al de la Unidad de Tareas, no son ms que un vano intento de desligarse de su responsabilidad. Recordemos que en su propia indagatoria reconoci cumplir funciones que no eran propias de su cargo. A ello cabe agregar, lo explicado anteriormente en cuanto a que, el control sobre el personal subordinado que intervena cotidianamente en el cuidado de las embarazadas, era de Acosta. Si bien lo expuesto resulta suficiente para desestimar los dichos de Acosta, resulta hacer una ltima aclaracin. Siendo breves, la defensa en el debate basndose en los dichos de Acosta dijo que era absolutamente imposible que ste tuviera conocimiento de mujeres embarazadas y/o de sus hijos que no haban sido detenidas por la U.T.3.3.2, porque de haber sido as ese trnsito de detenidos necesariamente se tiene que haber manejado en niveles de comandos superiores conforme el PLACINTARA. Si bien ya explicamos en el punto A que no hay registro hasta la fecha de los planes contribuyentes que fueran ordenados por el PLACINTARA
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que podran explicar con mayor detalle el funcionamiento y organizacin interna a nivel operativo de la Unidad de Tareas 3.3.2., este Tribunal debe hacer algunas consideraciones en relacin a la normativa que mencion la defensa. A tal efecto, citaremos textualmente lo dicho por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5 en los fundamentos de la sentencia dictada en el marco de la causa N 1270 ESMA- al analizar la actuacin del Grupo de Tareas 3.3. y la Unidad de Tareas 3.3.2, que funcionaron en la Escuela Mecnica de la Armada. Recordemos que la defensa utiliz esta sentencia para explicar cuales eran las funciones de Acosta en la ESMA. All se tuvo por probado que se ha observado que en la ESMA no se
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en
relacin
al
PLACINTARA, anexo F, Clasificacin de los detenidos- y como dijimos los casos se resolvan de dos formas: la liberacin del detenido, ya sea total o en forma controlada; o lo eufemsticamente conocido como el traslado del detenido, que en rigor era la eliminacin fsica de los prisioneros rendidos y capturados, es decir, su asesinato, para luego aclarar que dicho incumplimiento se realizaba con total respeto de las rdenes superiores recibidas a travs de la cadena de comando y bajo la estricta supervisin de los escalones superiores. En virtud de ello y conforme las conclusiones a las que arrib el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5, si en la ESMA no se cumpla con el PLACINTARA en relacin al destino de los detenidos tambin podra ocurrir que el trnsito de detenidos provenientes de otras fuerzas no se manejara nicamente a niveles de comando superiores como sostiene la defensa. A dicha conclusin se llega luego de escuchar el testimonio de Lisandro Ral Cubas quien afirm que el propio Acosta le coment sobre la llegada a la ESMA de Mara Hilda Prez de Donda, quien recordemos se encontraba privada de su libertad en la Comisara de Castelar dependiente de la Fuerza Area Argentina. Por lo tanto, los traslados de detenidos provenientes de otras fuerzas de tareas o aqullos provenientes de las otras fuerzas conjuntas no necesariamente eran de exclusivo conocimiento del Director de la ESMA, Rubn Jacinto Chamorro, en su carcter de Comandante de la Fuerza de Tareas N 3.
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A ello, cabe agregar las consideraciones efectuadas en los prrafos precedentes donde se explicaron las funciones operativas, de inteligencia, y logsticas esta ltima en relacin a la maternidad clandestina- que cumpla Acosta en la ESMA, en virtud de lo cual resulta lgico que el nombrado supiera quienes eran los detenidos que llegaban a la ESMA provenientes de otras fuerzas. Por ltimo, cabe aclarar, que lo expuesto no entra en contradiccin con el anlisis efectuado en esta sentencia al momento de analizar la responsabilidad del imputado Vaek donde se describieron sus funciones conforme el PLACINTARA, ya que como aclaramos en aqulla oportunidad los comandos superiores de la Armada estaban al tanto de la situacin de los detenidos en la ESMA. En definitiva, acreditado que Jorge Eduardo Acosta comparti el plan comn con otros individuos cuya intervencin no form parte del presente proceso- y su aporte a aqul ha sido fundamental, habremos de responsabilizarlo a ttulo de coautor funcional por los casos que resultaran vctimas: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias; Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel.
E. AUTORA Y RESPONSABILIDAD DE SANTIAGO OMAR RIVEROS: Este Tribunal tiene por acreditado que Santiago Omar Riveros sustrajo del poder de sus padres a Pablo Hernn Casariego Tato y a Francisco Madariaga Quintela, y luego continu renovando su voluntad para que aquellos continen retenidos y ocultados de sus familiares biolgicos, a la vez que dispuso que se hiciera incierta su identidad. Ello actuando desde la
jerarqua militar que ostentaba (Comandante de Institutos Militares a partir de septiembre de 1975 hasta febrero de 1979, con el grado de General de Divisin, dependiendo directamente del Comandante en Jefe del Ejrcito). Todo lo expuesto, con pleno dominio de los hechos y con la voluntad de que el
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resultado se cometiera y perdure en el tiempo durante todo el tramo del injusto, hasta que cesaron, al recuperar su identidad ambas vctimas. Para obrar de tal manera, se vali del aparato organizado de poder estatal, para dominar la voluntad de otras personas subordinadas a l, al recibir e impartir rdenes secretas con el objetivo de combatir la subversin. Dentro de ese contexto, dispuso de la suerte de las madres como as tambin de sus hijos, hacindolos desaparecer para que no se supiera la verdad sobre sus destinos. Tuvo en sus manos la posibilidad de dar certeza sobre el paradero de aquellos menores pero no lo hizo, dificultando a lo largo del tiempo la labor de las familias para que no puedan hallarlos -circunstancia sta que, finalmente, recin acaeci en febrero de 2007 en el caso de Pablo Hernn
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Casariego Tato y en febrero de 2010 en el caso de Francisco Madariaga Quintela- . Riveros orden y por lo tanto supo y conoci, las detenciones ilegales de Norma Tato y Silvia Mnica Quintela Dallasta, y luego de disponer sobre sus destinos desapariciones-, lo mismo hizo respecto de sus hijos, nacidos durante el cautiverio de aquellas. Ello de conformidad con el plan de aniquilamiento de la subversin trazado desde las ms altas cpulas. Su responsabilidad por los hechos cometidos en contra de aquellas mujeres (entre otros casos ms), fue acreditada en el juicio llevado a cabo ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1 de San Martn, en el cual fue condenado a la pena de veinticinco aos de prisin (cf. sentencia de fecha 18 de mayo de 2010 recada en las causas n 2023, 2034, 2043 y su acumulada 2031). Ahora bien, podemos endilgarle responsabilidad plena, en las conductas mencionadas, pues como ya se dijera en reiteradas oportunidades a lo largo de la presente sentencia, a partir de la Orden Parcial 405/76, a mediados del ao 1976 se cre la Zona 4 y se le adjudic a su comandante Riveros- la responsabilidad de las misiones operativas que all se llevaran a cabo. Esto sucedi previo a los hechos materia de juzgamiento. El centro clandestino de detencin El Campito, donde estuvieron secuestradas Norma Tato y Silvia Mnica Quintela Dallasta, se
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encontraba custodiado por personal del Ejrcito, bajo las rdenes del Comandante de Institutos Militares, es decir, de Santiago Omar Riveros. All mismo Norma Tato tuvo a su hijo; y tambin all fue despojada de aqul, terminando ambos desaparecidos; el nio hasta el 16 de febrero de 2007, cuando recuper su identidad. El caso de Quintela Dallasta, si bien es similar al anterior, vara, toda vez que ella fue llevada desde El Campito hasta el Hospital Militar de Campo de Mayo, lugar donde le practicaron una cesrea. Luego del nacimiento, tambin tanto la madre como el hijo fueron desaparecidos; permaneciendo Francisco en esta situacin hasta el 18 de febrero de 2010 en que recuper su identidad. El testigo Juan Carlos Scarpatti relat que uno de los interrogadores de El Campito, al que llamaban Gordo 1 o Doctor, era el Jefe del G.T.2 que operaba en dicho centro y tena vinculacin directa con Riveros, quien visit dicho lugar al menos en dos oportunidades mientras el testigo estuvo all secuestrado (cf. declaracin testimonial de fs. 2467/2472 de los autos n 1.351, incorporada por lectura al debate). Tambin relat que en El Campito se encontraba una ginecloga llamada Eiroa que estaba a cargo de las embarazadas. Incluso sostuvo que esta persona le coment haber atendido dos partos antes de que l llegara a ese centro clandestino; y que a los partos, cuando se realizaban en el Campito, iban mdicos del Hospital Militar de Campo de Mayo para asistirlos. Scarpatti falleci el 16 de agosto de 2.008 (cf. acta de defuncin obrante a fs. 1008 del cuaderno de prueba de la causa n 1351). Es por ello que se incorporaron sus declaraciones prestadas en la instruccin. La defensa de Riveros se agravia de los dichos de este testigo, sosteniendo que a lo largo de todas sus declaraciones prestadas en sta y en otras causas, incurri en contradicciones, pero lo cierto es que desde la declaracin mencionada, que data del 5 de agosto de 1998, a la fecha de su fallecimiento, la defensa cont con tiempo suficiente para solicitar su convocatoria a efectos de confrontar los dichos de modo de ejercer un cabal control de la prueba a su respecto (ello, teniendo en cuenta la fecha en la que
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Riveros prest declaracin indagatoria por estos hechos, que data del 10 de agosto del 2.000) En dicha declaracin indagatoria, obrante a fs. 7724/7742, incorporada por lectura al debate, Riveros sostuvo que En Campo de Mayo existi un L.R.D (Lugar de Reunin de Detenidos) dependiente de Inteligencia del Ejrcito y a preguntas de S.S. acerca de si visit el L.R.D., dijo que que era su obligacin visitar cualquier lugar de detenidos dentro de la zona asignada, es decir la Zona 4 Que el L.R.D. que funcionaba en las instalaciones militares de Campo de Mayo, al crearse la Zona 4, pasa a depender del dicente como lugar en el aspecto fsico en virtud de su ubicacin (el subrayado nos pertenece). En otro pasaje de la declaracin, Riveros afirm que los detenidos por inteligencia del Ejrcito eran
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interrogados por los miembros de esa dependencia y los detenidos por el Comando de Institutos Militares eran interrogados por los miembros de este Comando Los propios dichos del imputado echan por tierra el intento de su defensa al sostener en el alegato que el Comando de Institutos Militares no tena formaciones de Ejrcito ni estructuras propias de los Cuerpos del Ejrcito. De ser ello as, no se explica entonces cmo era que el Comando de Institutos Militares poda detener personas e interrogarlas; mxime que se encuentra corroborado que el nico lugar denominado en la jerga militar Lugar de Reunin de Detenidos existente en el predio de Campo de Mayo era precisamente el denominado El Campito, donde Riveros dijo que pasaban detenidos a disposicin de su Comando. Asimismo, como Comandante de Institutos Militares era
responsable de la seguridad y defensa de todas las unidades ubicadas en Campo de Mayo, incluido el Hospital Militar que funcionaba all. Dicho nosocomio tena una relacin guarnicional con el Comando de Institutos Militares por estar emplazado dentro de su territorio (ver informe de fs. 8967 de la causa n 1351). Esa relacin estaba regulada en lo establecido en el Reglamento RV 200-5 Servicio en Guarnicin, vigente en ese entonces (que en copia se encuentra agregada a fs. 8968/8978).
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De tal documento surge, entre otras cuestiones, pero en lo que aqu interesa, que el jefe de la guarnicin deba fiscalizar el cumplimiento fuera de los cuarteles e instalaciones militares, de las disposiciones reglamentarias vigentes relativas a disciplina, ley y orden. Fiscalizar el funcionamiento de los servicios de guardia. Fijar las normas de funcionamiento de los servicios en guarnicin. Recibir los partes que semanalmente deban elevar los organismos de la guarnicin (art. 1.010, prrafos 1, 2, 5 y 9) Asimismo, cabe citar el artculo 1.018 de dicho reglamento, en cuanto reza que Cuando en una guarnicin existen comandos cuyos jefes sean del mismo grado, pero de menor antigedad que el Jefe de Guarnicin, ste tendr sobre tales organismos las facultades disciplinarias correspondientes al grado inmediato superior. Riveros era el Jefe de la Guarnicin, y tambin el militar con mayor rango dentro de la Zona 4. Tambin el reglamento estableca que el jefe de la guarnicin deba informar sobre las novedades de importancia que se producan en su jurisdiccin, por el medio ms rpido, directamente al Comando en Jefe del Ejrcito (cf. artculo 1.021) Al respecto, cabe recordar lo manifestado en la audiencia por el testigo Teniente General (R) Martn Antonio Balza quien dijo que en el ao 1976 las rdenes sobre seguridad en el predio de Campo de Mayo emanaban del comandante de la guarnicin, es decir, de Riveros y que esta funcin abarcaba al Hospital Militar all existente. Tambin dijo el testigo que las medidas de seguridad en Campo de Mayo haban variado para el ao 1978, siendo que para esa poca ya eran muy estrictas. Asimismo manifest que en la guarnicin de Campo de Mayo exista un lugar llamado Lugar de Reunin de Detenidos y que su acceso era restringido y que aqul operaba bajo rdenes del Comando de Institutos Militares. Esto tambin se condice con lo manifestado por el imputado en su declaracin indagatoria. En este mismo sentido Balza manifest que el Hospital dependa en la parte tcnica del Comando de Sanidad, mientras que en el resto de sus actividades dependa del Comando de Institutos Militares.
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Esto tambin lo ha manifestado Julio Csar Caserotto al prestar declaracin indagatoria en el marco de la causa n 1499, (cf. fs. 2067/68 y fs. 2323/27, incorporadas por lectura). Tambin se refiri en dicha ocasin a la existencia de rdenes verbales y escritas de la superioridad para que en el lugar asistieran a las parturientas tradas por personal de Inteligencia. Respecto de las rdenes escritas, cabe hacer un anlisis de los reglamentos vigentes a la poca de los sucesos. Tenemos entonces, los
referidos a Hospitales Militares, el RV 101-41, y al Rgimen de Funcionamiento de Sanidad, RV 101-73 (113-13), los que se encuentran incorporados por lectura. Es cierto, tal como lo mencion la defensa en el alegato, que de conformidad con lo que surge del art. 1.009 (RV-113-13), por delegacin del
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Comandante en Jefe del Ejrcito, el Comandante de Sanidad ejerce comando operacional sobre todas las organizaciones de sanidad que integran formaciones del Comando en Jefe del Ejrcito. Por otra parte cit tambin el art. 13 del Reglamento RV-101-41 en cuanto prescribe que la Direccin de los hospitales militares debe velar por el cumplimiento de las disposiciones establecidas en el reglamento, teniendo bajo responsabilidad directa todo lo concerniente con el funcionamiento del hospital. Ahora bien, debemos tener en cuenta que dichos reglamentos datan del ao 1960 el RV-101-41, y del ao 1972 el RV-101-73 (RV 113-13). Asimismo, para la poca de los hechos materia de juzgamiento, se encontraba vigente tambin el Reglamento RV 200-5 Servicio en Guarnicin, motivo por el cual, en lo que aqu respecta, aquellos reglamentos se encuentran supeditados a ste. Por ello, el Comandante de Institutos Militares tena el poder y el deber de fiscalizacin sobre el Hospital Militar, como as tambin, posea facultades disciplinarias respecto del Director de dicho nosocomio. Ms an, luego de la entrada en vigencia de la Orden Parcial 405/76 (21 de mayo de 1976), en la cual se dispuso que sea el Comandante de Institutos Militares el responsable de las misiones operativas que dentro de la jurisdiccin de la Zona 4 se llevaran a cabo, claramente se ha visto recortado el
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poder de mando y la autonoma que aquellos reglamentos haban otorgado al Comandante de Sanidad y al Director del Hospital Militar de Campo de Mayo. En efecto, se le haba conferido al Comandante de la Zona 4, la conduccin, con responsabilidad primaria en su jurisdiccin, del esfuerzo de inteligencia de la comunidad informativa a fin de lograr la accin coordinada e integrada de todos los medios puestos a disposicin. Adems, se le concedi el control operacional sobre los elementos de la Direccin Nacional de Gendarmera, delegaciones de la Polica Federal y elementos de la Polica de la Provincia de Buenos Aires con asiento en su jurisdiccin. Tambin deba realizar las operaciones que le fueran requeridas en apoyo de otras Fuerzas Armadas; e incrementar los efectivos de su orden de batalla, a fin de cumplimentar la Directiva 404/75 (Lucha contra la subversin) y la Orden Parcial 405/76, con los elementos, entre otros, del Batalln de Inteligencia 601, el que ya se encontraba en apoyo del Comando de Institutos Militares (art. 3 inc. c de la Orden Parcial 405/76) Por otro lado, en el Captulo II, artculo 15, del reglamento RV 10141, se consignaba que el Director de un Hospital Militar deba mantener relaciones directas con las reparticiones militares, unidades, institutos y dems organismos, en aquellos casos en que no fuera necesario la intervencin de la Direccin General de Sanidad, tales como los asuntos relacionados con el racionamiento y vestuario de los enfermos y del personal, materiales provistos por las grandes reparticiones, informes sobre enfermos que asistan al Hospital, balances, etc. A su vez, en los artculos 25 y 26 de aqul cuerpo normativo, se prevea la designacin de un Jefe Militar, quien deba ser un oficial del Cuerpo de Comando, designado por la Superioridad, y que deba depender directamente del Director, siendo que entre sus deberes se encontraba el de velar por la seguridad y disciplina del hospital. Agatino Di Benedetto, Director del Hospital de Campo de Mayo entre los aos 1978/9 y Subdirector entre los aos 1976/7, confirm lo sealado precedentemente al momento de prestar declaracin testimonial en la presente causa 1351 (obrante a fs. 1557/61) -incorporada por lectura al debateal mencionar la existencia de una especie de oficial de enlace entre el Comando
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de Institutos Militares y el Hospital Militar de Campo de Mayo. Lo identific como el Mayor Germn Oliver, quien era el Jefe militar dentro de dicho nosocomio, a quien se le deban brindar informes de tipo militar, y a la vez era el encargado del registro de ingreso y egreso de mujeres embarazadas provenientes del Penal Militar. Tambin sostuvo que el Comandante de
Institutos Militares realizaba una o dos visitas anuales a dicho Hospital. La defensa se agravia por la invocacin de los acusadores acerca de la presencia de este oficial militar dentro del Hospital, pues sostuvo que la designacin de Oliver por parte de aqul no haba sido acreditada y que de conformidad con lo que surge de los legajos de los mdicos civiles del Hospital, tampoco fue acreditado que haya intervenido como Jefe Militar en los trminos del Reglamento RV 101-41.
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No obstante ello, lo cierto es que adems de los dichos del testigo Di Benedetto, fue el propio Riveros quien al prestar la declaracin indagatoria antes mencionada dijo que el Jefe Militar del Hospital era el Tte. Cnel. German Oliver; y luego, mas adelante en su declaracin, volvi a decir que cuando el testigo Di Benedetto en su declaracin de fs. 1557 alude al Jefe Militar o al Enlace se refiere al Tte. Cnel. Germn Oliver, confirmando que era la autoridad militar del Hospital bajo dependencia del Comando de Sanidad (ver declaracin indagatoria de Santiago Omar Riveros de fs. 7724/7742). De lo expuesto, se desprende que la designacin del Jefe Militar del Hospital, fue cumplida de conformidad con lo establecido en el reglamento antes referido, siendo Oliver un Oficial designado por el Comando de Institutos Militares, quien dependa del Director del Hospital Militar. Ello dentro de la faz normativa; puesto que como ha quedado probado a lo largo de la presente sentencia, en las filas de las fuerzas armadas, haba un circuito de rdenes y directivas clandestinas y reservadas. Es decir, coexistieron un estado terrorista clandestino, encargado de la represin, y otro visible, sujeto a normas, establecidas por las propias autoridades. Por ello, cabe atribuirle credibilidad al testigo Di Benedetto, al sostener que Oliver se trataba de una especie de oficial de enlace que dependa de Riveros.
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Sumado a ello, se advierte del informe remitido por la Direccin de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa sobre el Libro de la Junta Superior de Calificaciones de Oficiales del Ejrcito, correspondiente al ao 1977 y que se encuentra incorporado por lectura al debate, la vinculacin del Comando de Institutos Militares con el Hospital Militar de Campo de Mayo. All surge que al reunirse una de las juntas a fin de calificar al Coronel Lorenzo Pedro Equiciz, que en 1976 se desempeaba como Director de ese nosocomio, fue el propio Riveros, quien en su rol de Comandante de Institutos Militares afirm haberlo observado de cerca por su colaboracin en el Comando en la lucha contra la subversin y que le haba llamado la atencin su predisposicin a la colaboracin en momentos bastante difciles. Este informe es otra prueba cargosa contra el encartado que nos permite afirmar su responsabilidad frente a los dos casos imputados, y respecto de su validez ya nos hemos explayado tanto en el Considerando VIII. C. de la presente como tambin en oportunidad de haber dispuesto su incorporacin por lectura durante el debate oral y pblico. Del mismo informe surge su vinculacin operativa con el Hospital Militar de Campo de Mayo, en el marco del plan de exterminio organizado desde las altas cpulas castrenses. Estas cuestiones confirman que si bien el Hospital se encontraba bajo dependencia del Comando de Sanidad en la parte tcnica, tambin se encontraba subordinado al Comando de Institutos Militares en la fase tctica u operativa, es decir, con el objeto de combatir la subversin. En contra de lo sostenido por la defensa, si bien Riveros no apareca firmando las calificaciones de los Directores del Hospital, lo cierto es que intervena en las juntas calificadoras aportando su opinin al menos- respecto del desempeo de aqul Director. Esto fue mencionado adems, por el testigo Di Benedetto, y tambin por el entonces Comandante de Sanidad del Ejrcito Argentino entre el 30 de noviembre de 1976 y el mes de diciembre de 1977, Jorge Ernesto Curutchet, en su declaracin testimonial incorporada por lectura al debate, obrante a fs. 2517/2520 de los autos n 1351. Por otra parte la responsabilidad penal de Riveros frente a la imputacin dirigida en su contra, tambin se encuentra corroborada mediante
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el testimonio incorporado por lectura de Jorge Eduardo Noguer fallecidoobrante a fs. 1105/06 y 1114/1115 de la causa 37/95 caratulada Tetzlaff, Herman Antonio y otra s/arts. 139, 2do prrafo y 146 del CP del registro del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional nro. 1 de San Isidro Provincia de Buenos Aires. Al respecto, cabe hacer una aclaracin. Ya hemos tratado la
cuestin de las declaraciones testimoniales recibidas en otros expedientes que hacen a la universalidad probatoria de los hechos de autos, a la cual nos remitimos. As es que le damos pleno valor al testimonio mencionado y que a continuacin habremos de analizar. Surge de aquella declaracin que a partir de la desaparicin de su hija y nieta, Noguer se entrevist con el General Riveros con el fin de obtener
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informacin sobre el paradero de aqullas. Riveros lo contact con Tetzlaff para que lo ayudara a reconstruir el operativo; as fue que mantuvo dos
entrevistas, entre junio de 1976 y enero de 1977, y a raz de un comentario efectuado por aqul acerca de que en un operativo se haba llevado a un menor, como as tambin, a raz de una visita que recibi de su parte en su domicilio, donde Tetzlaff se present con su esposa Eduartes, junto con una nia de unos dos o tres aos y segn los dichos de aqul, la pequea era su hija, Noguer acudi a Riveros nuevamente para preguntarle si caba la posibilidad de que a su nieta la hubieran entregado a un matrimonio, tras lo cual Riveros le contest que con su nieta no haba sucedido lo mismo. Que esas normas eran para que los hijos de zurdos caigan en hogares bien constituidos ideolgicamente con el nico fin de enderezarlos y le mencion que exista toda una estructura dentro de las fuerzas para quedarse con los hijos menores de matrimonios zurdos. A raz de ello, Noguer se entrevist con el entonces Ministro del Interior, Albano Harguindeguy, quien tras compulsar una lista, le ratific que su hija y su nieta estaban desaparecidas, y que su destino estaba en manos de Massera de Riveros. De otra parte, surge del mencionado legajo del Segundo Comandante de Gendarmera Daro Correa incorporada por lectura- quien dependa del 1er Cuerpo del Ejrcito con asiento en Palermo, cuya valoracin
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tambin ha sido objetada por la defensa de Riveros por lo que ya ha sido tratada en el considerando pertinente. Surge de all, bajo el ttulo Actividades cumplidas en el medio castrense su participacin en el plan represivo durante los aos 1977 a 1979, donde fue destinado en comisin permanente a la Prisin Militar de Encausados de Campo de Mayo, y admiti que en ese rol tuvo a su cargo la atencin de parturientas detenidas, sus hijos y posterior entrega de los mismos a personas seleccionadas por las autoridades responsables incluyendo el posterior traslado de las madres a lugares secretos para su entrega a los responsables de su eliminacin final. Si bien lo sostenido corresponde a sustracciones ocurridas en la prisin de encausados, dependiente del Primer Cuerpo del Ejrcito, se trata de un indicio ms de que esta prctica no slo suceda en El Campito, el cual para el ao 1976 ya se encontraba bajo control operacional de Riveros; en el Hospital Militar de Campo de Mayo, el que tena una relacin guarnicional con aqul Comandante y del que en definitiva, por lo que se dijo, tambin resulta responsable. Ello es demostrativo de la existencia de una prctica sistemtica para hacer desaparecer a los hijos de las mujeres que iban a resultar desaparecidas, teniendo por probado que la coordinacin entre distintas Zonas del Ejrcito (al menos en lo que aqu respecta, la Zona 1 y la Zona 4 previstas en el Apndice 1 del Anexo 4, Ejecucin de blancos- de la Orden de Operaciones n 9/77, analizado previamente) se desarrollaba con efectividad; y nuevamente, descartando la hiptesis de la defensa de Riveros en cuanto alega que su Comando careca de tropa propia y de elementos de inteligencia. Finalmente, estas cuestiones surgen tambin del libro Campo Santo de Daro Almirn, incorporado por lectura al debate como documental. Es verdad que Riveros debe responder slo por los casos de
Francisco Madariaga Quintela y Pablo Hernn Casariego Tato. No obstante ello, por lo que ha quedado probado, aquellos no se trataron de hechos aislados, sino que en el predio de Campo de Mayo ya sea en El Campito, en el Hospital Militar de Campo de Mayo o en la Prisin Militar de Campo de Mayo, se produjeron otros partos donde la suerte de esos bebes se desconoce.
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La nica manera de ingresar mujeres embarazadas ilegalmente detenidas al Hospital para dar a luz o bien disponer su cautiverio en El Campito donde luego alumbraron, fue mediante las rdenes de quien tena la responsabilidad directa e indelegable del Comando de Institutos Militares, es decir de Riveros. No puede alegar desconocimiento de su funcin y de sus obligaciones, que entre otras tantas, era la de fiscalizar las guarniciones que de l dependan; adems de informar las novedades de importancia al Comando en Jefe (ver reglamento citado). No solo saba lo que estaba sucediendo con los hijos de las mujeres secuestradas; l era parte de esa maquinaria aceitada en donde reciba rdenes y las retransmita, con el fin de que esas mujeres como sus nios recin
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nacidos, terminaran desaparecidos. Para afirmar lo que se viene diciendo, nos remitimos tambin a los testimonios ya citados al analizar la situacin de Campo de Mayo al momento de los hechos materia de juzgamiento, como as tambin, al tratar los casos imputados a Riveros en el considerando correspondiente, de: Juan Carlos Scarpatti, Beatriz Castiglione, Eduardo Covarrubias y Patricia Erb, quienes padecieron el secuestro en El Campito; como as tambin del personal que se desempeaba en la poca de los sucesos en dicho nosocomio, tales como: Silvia Cecilia Bonsignore de Petrillo, Walter Patalossi, Eduardo Julio Poisson, Margarita Marta Allende, Lorena Josefa Tasca, Cristina Elena Ledesma, Nlida Elena Valaris, Ernesto Toms Petrocci, Elisa Ofelia Martnez, Isabel Manuela Albarracn, Cristina Ledesma, y del militar Pedro Pablo Caraballo, todas estas declaraciones debidamente citadas en el considerando correspondiente a hechos de Campo de Mayo, y cuya valoracin ha sido materia de anlisis. Dichos testimonios, como se ha dicho en el apartado
correspondiente, resultan de suma utilidad habida cuenta de las rdenes y prcticas clandestinas realizadas en el marco del plan de exterminio de la subversin, decidido desde los ms altos mandos a las que nos hemos venido refiriendo en el desarrollo de la presente. Mxime, en lo que aqu respecta, que, los testimonios de aquellos profesionales y auxiliares del arte de curar, que desempearon funciones en el Hospital Militar de Campo de Mayo al
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momento de los hechos materia de juzgamiento, siendo su aporte de gran importancia para reconstruir lo sucedido en aqul lugar. Asimismo, sus declaraciones han sido valoradas y evaluadas en armona con el resto de otros elementos de prueba con que contamos a tal efecto. La conducta reprochada a Riveros fue realizada con el designio de que perdurare en el tiempo durante toda la vida de los menores y desde entonces ha renovado su voluntad para que las vctimas continen separadas de sus familiares y con una identidad que no les era propia. El criterio de atribucin de responsabilidad que hacemos a su respecto tal como fuera explicado en el considerando XI de la presente- es el mismo que utiliz la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en la causa n 44/85, oportunidad en la que arribaron a la misma conclusin que en la Causa n 13 pero con fundamento en las disposiciones del artculo 45 del Cdigo Penal. Tomamos entonces de dicho pronunciamiento que la
responsabilidad de Riveros por su intervencin en los hechos imputados, ha sido realizando un aporte en la cadena de mandos, recibiendo y retransmitiendo las rdenes con eficacia vinculante. A mrito de la funcin que desempeaba en dicho escalafn
superior, cont con poder de emitir rdenes y con el dominio de la parte de la organizacin a l subordinada. As fue que decida y diriga las operaciones clandestinas, asignaba personal y destinaba equipamiento para la ejecucin de aquellas y para el posterior alojamiento de las cautivas, a la vez que pona a disposicin de los autores materiales y de los partcipes, los medios para que las sustracciones, retenciones, ocultamiento y el hacer incierto el estado civil de los menores por los que debe responder penalmente, se cumplan acabadamente, a la vez que garantizaba la impunidad de aquellos ejecutores. En definitiva, posibilit que el aparato funcione en forma ilegal. Este dominio sobre la parte de la organizacin a l subordinada, es lo que funda su responsabilidad como autor mediato de los hechos ejecutados. El procesado ocup una de las ms altas instancias dentro del Ejrcito Argentino, como Comandante de la Zona 4, aunque, a los fines de
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atribucin de su responsabilidad, debemos situarlo en un escaln intermedio pues como ya se dijo- dependa del Comandante en Jefe del Ejrcito, y por lo tanto se trata de un autor fungible dentro de este marco de imputacin. Cabe en este punto hacer mencin al informe de la entonces Secretara General del Ejrcito, de fecha 3 de septiembre de 1985 dirigido al Subsecretario de Defensa incorporada por lectura al debate- en donde se precis la concepcin de la lucha antisubversiva, y el criterio empleado por el personal militar en sus distintos niveles: El Ejrcito Argentino actu con unidad de concepcin y de accin, dado que: Todos los elementos cumplimentaron ordenes que tuvieron un origen comn, las impartidas en este nivel y adems, las que como consecuencias de stas fueron impartiendo los Comandos intermedios. El
para todo el ejrcito. La institucin se empe en su totalidad, ya que si bien en algunas operaciones contra-subversivas slo actuaron fracciones orgnicas de reducidos efectivos, stos fueron continuamente rotados En conclusin, Santiago Omar Riveros ejerci el Comando de Institutos Militares y el de la Zona 4, siendo responsable de lo que sucedi, en lo que aqu respecta, con los hijos de Norma Tato y Silvia Quintela Dallasta, es decir, Pablo Hernn Casariego Tato y Francisco Madariaga Quintela, respectivamente, por lo que debe responder en calidad de autor mediato por la sustraccin, retencin, ocultamiento de aquellos menores de edad, as como tambin por haber hecho incierto el estado civil de los nombrados (art. 45 del Cdigo Penal).
F y G. AUTORA Y RESPONSABILIDAD PENAL RESPECTO DE LOS IMPUTADOS VCTOR ALEJANDRO GALLO E INS SUSANA COLOMBO: Trataremos aqu la autora y responsabilidad penal de ambos imputados, pues han sido acusados por la retencin y ocultamiento de Francisco Madariaga Quintela; como as tambin por la supresin de su estado civil; y en el caso de Gallo, por haber falseado ideolgicamente el certificado de nacimiento del menor, el Acta de nacimiento expedida por el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas y el D.N.I. expedido a nombre de Ramiro Alejandro Gallo.
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En efecto, acreditada materialmente la existencia de los sucesos que motivaron el inicio de las actuaciones N 1772, proceso en el que han sido imputados exclusivamente Gallo y Colombo, trataremos sus responsabilidades en relacin a estos hechos. Consideramos que con la totalidad de las pruebas valoradas en el acpite correspondiente a los hechos ocurridos en Campo de Mayo y desarrollados en el considerando respectivo, ha quedado plenamente demostrada la participacin que en aqullos tuvieron Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, debiendo responder ambos como coautores penalmente responsables de la retencin y ocultamiento de Francisco Madariaga Quintela, hijo de Abel Pedro Madariaga y Silvia Mnica Quintela Dallasta. Adems, el imputado Gallo, debe responder como autor penalmente responsable por haber hecho insertar datos falsos en el certificado de nacimiento del menor, en el acta de nacimiento, y en el Documento Nacional de Identidad expedido a su respecto. Ello, en virtud de que fue corroborado a lo largo de este juicio que tales acontecimientos delictivos, han tenido como marco propicio para su desarrollo y duracin en el tiempo, el estado y la situacin familiar detentada por el matrimonio conformado por Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, motivo por el cual resulta imposible excluir el compartido conocimiento que aqullos tuvieron en relacin al origen y a la previa sustraccin del menor que recibieran. As, pudo verificarse en este estadio que ambos sujetos fueron quienes retuvieron y ocultaron a quien hoy sabemos que se trata de Francisco Madariaga Quintela de manera contnua e ininterrumpida, al menos desde principios del mes de julio de 1977 y hasta el 18 de febrero de 2010, impidindole a aqul que conociera su verdadera identidad, privando asimismo a sus familiares de conocer su paradero y destino, como as tambin a ejercer los respectivos derechos de tutela que le correspondan sobre ese menor Resulta pertinente destacar que de las probanzas incorporadas por lectura, sumado a las diversas declaraciones prestadas por los testigos durante la produccin del juicio oral y pblico, en parte, pudo ser precisada tambin la
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manera en que Francisco Madariaga fue sustrado del poder de su madre al poco tiempo de su nacimiento mientras aqulla se encontraba detenida clandestinamente en El Campito, por lo cual hemos determinado la identidad de algunos de los sujetos de la cadena que intervinieron en la sustraccin del por entonces recin nacido Francisco Madariaga Quintela, siendo aqullos Jorge Rafal Videla y Santiago Omar Riveros, lo que fue tratado suficientemente en el acpite correspondiente a la autora y responsabilidad que en los hechos le cupo a cada uno de los nombrados. Ahora bien, la inscripcin del hijo de Silvia Mnica Quintela Dallasta y Abel Pedro Madariaga como hijo propio del matrimonio compuesto por Gallo y Colombo pudo lograrse a travs de la constatacin de nacimiento apcrifa Formulario N 1-, requerida como antecedente para toda inscripcin.
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En efecto, fue el propio Vctor Alejandro Gallo quien se present ante las oficinas del Registro Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas, Delegacin Bella Vista, con dicho documento de carcter espurio, del que se desprende que el da 7 de julio de 1977, a las 22:00 horas, en el Hospital Militar de Campo de Mayo, naci una criatura de sexo masculino, cuya existencia constaba por haber asistido el parto la obsttrica de aqul nosocomio, Luisa A. de Sala Garca, segn el sello aclaratorio puesto al pie de la firma obrante en el formulario correspondiente, observndose adems, que en la parte inferior del dicho formulario figuraba que quien suscribi el documento como denunciante del nacimiento fue Vctor Alejandro Gallo, invocando ser el padre del nio y como madre, su mujer Ins Susana Colombo. Como consecuencia de la conducta desplegada por aqul, el 3 de agosto de 1977 se labr el Acta de Nacimiento N 331, en la cual Gallo hizo insertar datos falsos en lo que respecta a los verdaderos progenitores y las circunstancias que rodearon el nacimiento de Francisco Madariaga, lo que a la postre le permiti obtener el DNI nro. 26.132.698 expedido por el Registro Nacional de las Personas a nombre de Ramiro Alejandro Gallo, el que tambin result falso en su contenido. Resta mencionar que, sin perjuicio de la participacin que eventualmente podr serle atribuida a la obsttrica Luisa Arroche de Sala Garca en la confeccin del instrumento pblico mencionado, lo relevante es
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que ms all de que aqulla no pudo ser imputada en el marco del presente debate, Vctor Alejandro Gallo deber responder en calidad de autor de las falsedades ideolgicas reseadas toda vez que fue comprobado que aqul conform la accin tpica contemplada por la norma de encuadre; consistente en hacer insertar datos falsos respecto de hechos que el documento deba probar. Por lo dems, con referencia a la falsedad ideolgica del acta de nacimiento inscripta bajo el nro. 331 del ao 1977, y del Documento Nacional de Identidad nro. 26.132.698 entendemos que, sin el aporte esencial del certificado mdico de nacimiento falso, no se hubieran podido falsear ninguno de aquellos documentos, constituyendo dichos trmites registrales la finalidad en s misma, por la cual obtuvo el certificado de nacimiento aludido conteniendo datos falsos. Acerca de la naturaleza jurdica de todas las falsedades documentales cometidas por Gallo, tampoco caben dudas que aqullas resultan falsedades ideolgicas que giran en torno a los datos respecto de los cuales esos instrumentos deben dar f erga omnes. As las cosas, se verific en este jucio que mediante la presentacin del certificado mdico de mencin, Gallo inscribi al hijo de Silvia Mnica Quintela Dallasta y Abel Pedro Madariaga en el Registro Civil de Bella Vista, Provincia de Buenos Aires como hijo propio y de su mujer Ins Susana Colombo, suprimindole su estado civil mediante datos filiatorios falsos . De esa manera obrada por Gallo, ha quedado plenamente probado que a partir de las falsedades ideolgicas efectuadas se suprimi el estado civil del nio al que nominaron Alejandro Ramiro Gallo, conculcando
concretamente con ello su derecho a la identidad y a su estado de familia, as como al consiguiente derecho de sus autnticos familiares para acceder a ella y ejercer todos los derechos derivados de tal estado, bienes jurdicos que necesariamente se distinguen de la fe pblica que fuera vulnerada mediante las falsedades cometidas. En consecuencia, cabe concluir que los datos falsos que Vctor Alejandro Gallo hizo insertar en los documentos pblicos aludidos, resultaron el recurso idneo para que aqul y su mujer pudieran respaldar
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documentalmente en los registros pblicos respectivos, la supresin del estado civil de ese menor al que lo hicieron pasar como hijo biolgico. Por ello, y en cuanto al perjuicio requerido para este tipo penal, Creus y Buompadre, sostienen que no es tpicamente suficiente el menoscabo de la fe pblica ocurrida mediante la falsedad ideolgica en cuestin, sino que la ley exige que a esa eventual abstracta se sume la concreta de la posibilidad de perjuicio de otros bienes jurdicos (distintos de la fe publica), que pueden ser de variada naturaleza: patrimonial, moral, poltica y deben pertenecer a un tercero, es decir tienen que ser de titularidad de alquien que no sea el agente de la falsificacin (Derecho Penal, Parte Especial, Tomo II, Editorial Astrea, 7ma. edicin actualizada y ampliada, ao 2007, pgina 468). Es decir, mediante las falsedades
conocer su verdadera identidad por muchos aos, quedando eliminado cualquier indicio relativo a su verdadero origen y evitando el contacto con su verdadera familia, que por otra parte, se vio privada de acceder a cualquier informacin relativa al paradero cierto y al destino definitivo del menor. Finalmente, resulta importante destacar que tanto Gallo como Colombo reconocieron los hechos que les fueron imputados a la vez que admitieron su participacin en aqullos. En este sentido ntese que Gallo admiti que desde el inicio del proceso haba asumido su responsabilidad en los hechos que le fueron imputados y que no deslindaba responsabilidad sobre nadie, asumiendo la forma en que Francisco haba llegado a su vida, a la vez que manifest que sin haber evaluado las consecuencias, l haba decidido que ese beb integrara la familia crindolo igual que a sus otros hijos biolgicos, y que junto a su ex mujer haban asumido la responsabilidad de criarlo. Mientras que Colombo, por su parte, treinta y tres aos despus, fue quien le hizo saber a la vctima que ellos no eran sus verdaderos padres siendo una de las posibilidades que en realidad fuera hijo de desaparecidos, pero adems relat con detalle la llegada irregular de ese beb a la familia (cfr. declaciones indagatorias prestadas durante el debate los das 12 de marzo de 2012 y 13 de junio de 2011, respectivamente). Esa confesin realizada por parte de ambos incusos en relacin a los sucesos acaecidos se encuentra avalada tambin por la totalidad de las
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medidas probatorias a las que venimos haciendo alusin, las cuales resultan verosmiles y suficientes para tener por acreditada la responsabilidad que en estos ilcitos les cupo a Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo. Finalmente, resulta pertinente dejar sentado que la versin exculpatoria ensayada por ambos imputados no permite desvirtuar ni rebatir el contundente cuadro cargoso obrante en su contra, debidamente desarrollado a lo largo del presente y que coloca a Gallo y a Colombo como coautores penalmente responsables de las figuras tpicas que se le endilgan, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, y supresin de su estado civil, siendo que adems, Gallo resulta responsable en calidad de autor, de la falsedad ideolgica del certificado mdico de nacimiento constatacin de nacimientocuyo denunciante result ser el nombrado; del acta de Nacimiento inscripta bajo el N 331 de fecha 3 de agosto de 1977, del Registro Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas, Delegacin Bella Vista, y del D.N.I. nro. 26.132.698, todos ellos a nombre de Alejandro Ramiro Gallo. En efecto, entendemos que lo aducido por Vctor Alejandro Gallo durante su indagatoria en punto a que ese beb haba llegado cuando l y su mujer tenan 26 y 25 aos, respectivamente, con la indicacin de que era hurfano y careca de familiares identificados, que ambos decidieron criarlo dentro de esa familia como al resto de sus otros hijos biolgicos brindndole amor, y que si bien haba cometido algunos errores siempre haba actuado con la creencia de que haca lo mejor para Francisco, no puede reputarse vlido toda vez que no se condice con los actos posteriores realizados por aqul con la crianza, en el caso, no haber efectuado la denuncia de hallazgo del nio, inscribirlo falsamente como hijo propio sin observar las prescripciones legales y ocultarle su verdadera identidad durante ms de treinta aos. Incluso Gallo, ms all de su juventud, sobrepasaba el mnimo de la mayora de edad legal, tratndose adems de una persona instruida integrante de las Fuerzas Armadas, y como miembro de ellas conoca, mejor que cualquier civil, la situacin imperante en nuestro pas durante esos aos de gobierno de facto. Esta circunstancia mencionada, surge del Legajo Personal del imputado, del que corresponde aqu realizar algunas consideraciones. En efecto, se extrae que egres como subteniente en el arma de Infantera de la
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Escuela Militar en el ao 1973, y que durante los primeros meses de 1974 realiz un curso bsico de armas en la Escuela de Infantera en Campo de Mayo. El 26 de abril de 1974 lo destinaron al Regimiento de Monte 28 en Tartagal, provincia de Salta. En febrero de 1975 fue destinado en comisin a la zona de operaciones en Tucumn, durante el Operativo Independencia, como Jefe de Seccin. Durante todo el ao 1976, Gallo altern su destino entre Tucumn, Buenos Aires y Tartagal. Por su desempeo en operaciones, fue calificado en diciembre de 1976 como sobresaliente. En un listado aparte, se detallan varias comisiones de fuerza de tarea en la zona, entre marzo y diciembre de 1976. En diciembre de 1976 regres al Liceo Militar General de San Martn para continuar con sus
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servicios, como oficial instructor de cadetes, momento en el que fue ascendido al grado de Teniente. El 3 de febrero de 1977 pas en comisin al Comando de Institutos Militares en Campo de Mayo, y continu durante los meses de junio y julio del mismo ao hasta el 4 de agosto. Recordemos que en julio de 1977, Silvia Quintela se encontraba secuestrada en El Campito, y dio a luz a su hijo en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Luego fue desaparecida. A los pocos das de haber nacido, su hijo fue retenido y ocultado por Gallo y Colombo, habiendo sido inscripto por aqul como hijo biolgico de la pareja. Continuando con lo que surge de su Legajo, en 1978 permaneci cumpliendo funciones como Oficial Instructor de la compaa de Cadetes en el Liceo Militar General San Martn. Ascendi al grado de Teniente Primero en diciembre de 1979, y fue destinado al RIM 20 en San Salvador de Jujuy como Jefe de una subunidad de Infantera. Desde este lugar fue en comisin a la Escuela de Inteligencia en septiembre de 1980, alternando su lugar entre Buenos Aires y Jujuy. Del Boletn reservado del Ejrcito n 4.910, surge que desde noviembre de 1980 continu prestando funciones en la Escuela de Inteligencia. A su vez, del informe de calificacin del curso de tcnico de Inteligencia llevado a cabo en la Escuela de Inteligencia del Comando de Institutos
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Militares, entre febrero y noviembre de 1981, surge que Vctor Gallo lo aprob con nota sobresaliente. Luego fue destinado en el Destacamento de Inteligencia n 183 en Comodoro Rivadavia hasta diciembre de 1984, fecha en la cual ascendi al grado de Capitn. Tambin durante los meses de septiembre y octubre de 1983 realiz un curso de fotointerpretacin en el Batalln de Inteligencia 601. En 1987 ingres a la Escuela Superior de Guerra y fue separado por haber participado en el intento de levantamiento contra el rden constitucional perpetrado en la Semana Santa del ao 1987, como l mismo lo reconoci en su indagatoria. Finalmente se declar a Gallo en situacin de retiro obligatorio el 28 de febrero de 1994, con el grado de Capitn de Infantera. De otra parte, tampoco resultan verosmiles las explicaciones brindadas por Ins Susana Colombo al momento de prestar declaracin indagatoria en el sentido de que cuando su ex marido le trajo al beb, an con el cordn umbilical, ella le haba expresado su deseo de averiguar de quien era ese nio, quien lo haba abandonado y que en caso de carecer de familiares quera adoptarlo puesto que tampoco materializ ningn acto encaminado a la consecucin de su propsito. En cuanto al estado de necesidad exculpante invocado por su defensa al momento de alegar, intentando desvincularla de los hechos enrostrados, por haber obrado violentada por amenazas de sufrir un mal grave e inminente por parte de su ex marido Gallo, no tendr acogida favorable por este Tribunal. Si bien la defensa, hizo mencin de diversas constancias de su historia clnica y hemos escuchado en el juicio a testigos que mencionaron el temor alegado por Colombo, lo cierto es que esta circunstancia se percibe de manera difusa, y sin referencia concreta a ninguna situacin de entidad objetiva ocurrida luego de la separacin. En efecto, la cuestin radica en que para que se configure el estado de necesidad exculpante se requiere que el mal grave, que funciona como amenaza, sea inminente.
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Asimismo, de conformidad con lo que nos ilustra Soler no es suficiente la invocacin genrica de una situacin necesitada. Es preciso establecer concretamente la situacin de peligro y la relacin existente entre el acto cumplido y el mal que con el se ha evitado o se pretenda evitar. Una necesidad genrica solamente puede computarse como atenuante (el subrayado nos pertenece) Y contina el autor, diciendo que no podr llevarse la justificacin hasta el caso en que por evitar un mal menor se causa uno ms grave, pues tal hiptesis queda, por su valor objetivo y subjetivo, excluida del estado de necesidad (Derecho Penal Argentino Tomo 1, pgina 462/463 y 471) El temor en el estado disculpante debe tener cierta entidad, y no puede ser una mera alegacin. Dicho estado debe ser evaluado con pautas objetivas; y al efectuar esa evaluacin advertimos que el temor invocado por la
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defensa de Colombo no era objetivamente fundado como para permitir su exculpacin. En este sentido Baigun y Zaffaroni nos preguntamos qu sucede cuando el sujeto vive realmente como un mal grave, lo que tal vez, desde el punto de vista del orden jurdico puede aparecer como algo no gravecreemos que debe darse preeminencia a la regla de objetividad debe determinarse la verosimilitud de la amenaza y el contenido de la misma, es decir, cul es el riesgo puesto en movimiento... (Derecho Penal Comentado y Concordado, Tomo 1, pg. 615, 617) Por lo que venimos diciendo, habindose evaluado la totalidad de la prueba recabada durante el debate oral y pblico desarrollado en autos, mediante la sana crtica razonada, como as tambin los bienes jurdicos en juego y el momento en que aqullos entraron en colisin, queda claro para este Tribunal que el temor invocado por Colombo no era objetivamente fundado como para permitir su exculpacin. En efecto, no aparece debidamente fundado el temor que Colombo le tena a Gallo. Y al respecto, nos preguntamos si lo que impidi a Colombo durante su matrimonio -revelar la verdadera condicin de Francisco, fue el miedo a aqul, por qu no procur develar la identidad del jven, haciendo cesar la ocultacin que ste padeca, una vez que se produjo su divorcio vincular en el ao 1993.
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Finalmente, no debe perderse de vista que en contra de lo alegado por aqullos, y pese a que ambos contaban con capacidad intelectual y medios suficientes como para garantizarle a la vctima la reanudacin del vnculo biolgico, procuraron durante ese largo tiempo, todo cuanto estuvo a su alcance para mantener su verdadera filiacin ajena al conocimiento de Francisco Madariaga. Sobre la base de lo expuesto, consideramos que en las presentes actuaciones existe respecto de Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo un completo cuadro probatorio cuyo anlisis result suficiente para tener por acreditada la responsabilidad penal que les cupo a los nombrados en los hechos investigados y no existen causales que excluyan su responsabilidad, por lo que debern responder en las calidades ya asignadas resepctivamente (art. 45 del Cdigo Penal de la Nacin).
H. AUTORA Y RESPONSABILIDAD PENAL DE JUAN ANTONIO AZIC: Resulta de utilidad reiterar que el hecho atribuido al encausado Juan Antonio Azic, se cometi en el marco de una organizacin militar que ocup de facto las instituciones del Estado y que desarroll una prctica sistemtica de apropiacin de menores nacidos en cautiverio durante la ltima dictadura que tuvo lugar en nuestro pas entre 1976 y 1983. Sentado ello, ha quedado demostrado en el debate que la hija de Mara Hilda Prez y de Jos Mara Laureano Donda, naci en el mes de agosto del ao 1977 en instalaciones de la Escuela Mecnica de la Armada, lugar al que Mara Hilda fuera clandestinamente trasladada desde la Comisara de Castelar, Provincia de Buenos Aires, aproximadamente en el mes de mayo del mismo ao, a fin de dar a luz. Asimismo se tiene por acreditado que la nia fue sustrada de los brazos de su madre tras diez o quince das de haber nacido, cuando Mara Hilda Prez fuera retirada de aquel centro clandestino por personal de la Fuerza Area Argentina, en tanto su hija permaneci algunos das ms all, para luego ser entregada de modo irregular a una familia extraa en cuyo seno fue retenida y ocultada.
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Ahora bien, es pertinente destacar, que se alcanz a determinar la identidad de algunos de los sujetos que intervinieron en la sustraccin de la por entonces recin nacida Victoria Anala Donda Prez, siendo aqullos Antonio Vaek y Jorge Eduardo Acosta, habiendo sido tratada la autora y responsabilidad de los nombrados en los acpites respectivos, a los que nos remitivos por razones de brevedad. No obstante ello, en lo que respecta a las restantes fases del iter criminis en cuestin, esto es la retencin y ocultamiento de Victoria Anala Donda Prez, ha quedado acreditada la directa intervencin que le cupo al imputado Juan Antonio Azic, por lo menos desde el mes de octubre de 1977 mes de emisin del falso certificado de nacimiento de la vctima y del acta de inscripcin respectiva-, hasta el 7 de octubre de 2004, fecha en que Victoria
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Anala Donda Prez fue notificada personalmente del resultado del anlisis de ADN llevado a cabo por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, tomando conocimiento de que sus padres biolgicos eran Mara Hilda Prez de Donda y Jos Mara Laureano Donda. Lo expuesto fue corroborado a lo largo de este juicio, ya que la conducta llevada a cabo por el encausado Azic ha tenido como marco propicio para su desarrollo y duracin en el tiempo, el estado y la situacin familiar detentada por el matrimonio que conformara con la ya fallecida Esther Noem Abreg cuya partida de defuncin de fecha 8 de octubre de 2009 fuera incorporada por lectura al debate-, lo que les permiti conocer el origen de la nia sustrada. Es as que ambos sujetos fueron quienes retuvieron y ocultaron a Victora Anala Donda Prez de manera contnua e ininterrumpida entre las fechas que ya fueran indicadas, impidindole a la nombrada recuperar su verdadera identidad y, privando a sus familiares de conocer su paradero y destino, como as tambin de ejercer los respectivos derechos de tutela que le correpondan sobre esa menor. Cabe aclarar, que si bien no pudo ser establecido en el debate en forma certera, muchos han sido los testigos que sindicaron al Prefecto Hctor Antonio Febres actualmente fallecido- como el sujeto que actuara de nexo con Juan Antonio Azic para dar comienzo a la ejecucin de las maniobras delictivas
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detalladas cfr. declaraciones detalladas en el acpite respectivo a la materialidad de los hechos-. Pues bien, a travs de las probanzas arrimadas a la causa, se encuentra acreditada la directa intervencin que le cupo al imputado Azic, quien aport sus datos personales y los de su esposa Esther Abrego, haciendo insertar un lugar y fecha de alumbramiento falsos en el certificado de nacimiento de la nia Claudia Anala Azic de fecha 4 de octubre de 1977, quien result ser Victoria Anala Donda Prez, otorgado por el mdico Horacio Pessino. Asimismo, junto con los falsos datos mencionados tambin insert un nombre espreo para la menor que consign en el formulario de inscripcin de fecha 21 de octubre de 1977, que cuenta con su firma, invocando el carcter de padre, quedando inscripta Victoria Anala Donda Prez en e1 Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires con el nombre de Claudia Anala Eleonora Azic, obteniendo el Documento Nacional de Identidad N 26.157.572. Dicho nacimiento fue inscripto ante el registro mencionado, Circunscripcin 7, tomo 3 A, nmero 2294, con fecha 21 de octubre de 1977. Asimismo, se asent que Claudia Anala Azic haba nacido el 17 de septiembre de 1977 a las 9:00 horas de la maana, en el domicilio de la calle Cdiz 4029 de esta ciudad de Buenos Aires, inscribindosela como hija biolgica de Juan Antonio Azic L.E. 7.717.537- y Esther Noem Abreg L.C. 5.777.701- (Ver acta obrante a fs. 680 y certificacin de fs. 2028 de la causa N 1584). Tambin se dej constancia que dicho asiento se efectu en virtud de la autorizacin otorgada el da 7 de octubre de 1977 por el Director del Registro Civil y Capacidad de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires Disposicin R y D N 4307-, en virtud de haberse inscripto el nacimiento fuera de trmino. Previo a ello, Juan Antonio Azic, haba renunciado al trmite de asiento suspendido mediante una nota, prestando su conformidad para que la nacida se inscribiera con el nombre de Claudia Anala Leonora Azic -ver fs. 683/684, 1305/1306 y certificacin obrante a fs.2028 de la causa N 1584-. A su vez, en la partida de nacimiento consta que el
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dej constancia que la inscripcin fue hecha segn el certificado falso del mdico Horacio Pessino labrado con fecha 4 de octubre de 1977, permitiendo tales instrumentos concluir, como se sealara en los prrafos precedentes, que la menor se encontraba en poder del imputado por lo menos desde el mes de octubre de 1977, sin perjuicio de que su nacimiento se produjo
aproximadamente en el mes de agosto de dicho ao en el casino de oficiales de la Escuela Mecnica de la Armada. A ello, cabe agregar, que la certificacin del nacimiento y las copias del Documento Nacional de Identidad fueron utilizadas por Azic para inscribir a la nia en el colegio Instituto Sagrada Familia de Quilmes, Provincia de Buenos Aires, firmando la ficha de matriculacin respectiva como su progenitor cfr. fs. 151/173 del cuaderno de prueba de la causa 1584-.
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Las constancias documentales reseadas permiten tener por acreditada no slo la utilizacin, sino tambin la participacin de Juan Antonio Azic en la confeccin de aquellos documentos, pues los datos falsos insertos en ellos fueron aportados por el imputado. En definitiva, Azic obtuvo el certificado y partida de nacimiento de Victoria bajo el nombre apcrifo de Claudia Anala Leonora Azic y la inscribi como hija biolgica suya y de su mujer ya fallecida Esther Noem Abreg. De tal modo se consum la supresin del estado civil de Victoria Donda Prez y se imposibilit durante muchos aos que la familia biolgica de aqulla conociera su existencia y paradero. Como consecuencia de la conducta que desplegara, Azic deber responder en calidad de coautor de las falsedades ideolgicas reseadas toda vez que pudo comprobarse que aqul conform la accin tpica contemplada por la norma de encuadre consistente en hacer insertar datos falsos respecto de hechos que el documento deba probar (art. 293 del C.P.). Asimismo, como ya mencionamos, mediante la actividad desplegada al suministrar datos falsos para la confeccin del certificado de nacimiento y la utilizacin del mismo para la inscripcin como hija propia y de su esposa a la menor nacida en cautiverio Victoria Anala Donda Prez, suprimi el estado civil e identidad de aqulla, imponindole por muchos aos un nombre, una fecha, lugar de nacimiento y relacin filial falsas,
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evitando as que pudiera conocer su verdadera historia. Recin en diciembre de 2004, sta solicit la anulacin de la falsa inscripcin y solicit se la anotara con el nombre de Victoria Anala Donda Prez, hija matrimonial de Jos Mara Laureano Donda y de Mara Hilda Prez, anulacin que fue ordenada judicialmente el 21 de marzo de 2005. Se constata de esta manera, la clara y concreta afectacin al derecho de identidad de la menor y a su estado de familia as como al consiguiente derecho de sus autnticos familiares para acceder a ella y ejercer todos los derechos derivados de tal estado, bienes jurdicos que necesariamente se distinguen de la fe pblica que fuera vulnerada mediante las falsedades cometidas. Corresponde sealar a esta altura del anlisis que si bien Azic se neg a declarar sobre la imputacin que se le formulara, la prueba documental citada acredita de por s la veracidad de la misma. A ello debe sumarse el conocimiento que el imputado tena de las circunstancias del caso ya que no solo le constaba la falsedad de los datos que hizo insertar en el certificado y partida de nacimiento en cuanto a la falsa paternidad que se atribuy, sino que, adems, saba que la menor inscripta no era una nia abandonada sino que haba sido sustrada de la custodia de su madre poco despus de dar a luz en el cautiverio que sufri en la ESMA y que sus padres eran vctimas de la ltima dictadura militar. Como integrante de la Prefectura Naval Argentina, no fue ajeno a los actos represivos ilegales, prestando funciones en el centro clandestino de detencin que funcionara en la Escuela Mecnica de la Armada, lugar en el que dio a luz Mara Hilda Prez de Donda. De la simple lectura de su legajo de servicios se puede observar que estuvo destinado al Servicio de Inteligencia de la Prefectura Naval Argentina (S.I.P.N.A), desde el 6 de febrero de 1.969 hasta el 3 de enero 1.984. Asimismo, el 31 diciembre de 1975 fue ascendido a Ayudante de 2, luego, el 31 de diciembre de 1.978, promovido al grado de ayudante de 1, para finalmente ser ascendido a Ayudante Principal con fecha 31 de diciembre de 1984. A su vez, surge del mentado legajo que pas a retiro voluntario con fecha 2 de mayo de 1990 -cfr. fs. 13/15 de su legajo de servicios-.
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La S.I.P.N.A., como rgano de inteligencia de la Prefectura Naval Argentina, se encontr en esa poca y hasta el ao 1984 bajo el control operacional de la Armada, integrada al plan represivo -ver PLACINTARA y Anexos-, contando la Escuela Mecnica de la Armada con agentes de inteligencia de Prefectura para la ejecucin de sus planes. A modo de mencin, la actuacin de Juan Antonio Azic en la Unidad de Tareas 3.3.2. que funcion en la ESMA ha sido comprobada en la sentencia condenatoria dictada en la causa N 1270 y sus acumuladas del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N 5. Por otra parte, los testimonios escuchados en el debate, vinculan al imputado para el ao 1978 fecha en la que ya se haba apropiado de Victoria Anala-, como uno de los suboficiales que cumpla funciones
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operativas con habitualidad en el casino de oficiales de la ESMA, con un alto grado de protagonismo, por lo que era evidente que el nacimiento en cautiverio de Victoria Donda y el vnculo de sangre que la ligaba con sus padres era indudablemente conocido por Azic. En tal sentido, nos remitimos a los testimonios prestados por Carlos Gregorio Lordkipanidse, Mara Alicia Millia, Vctor Melchor Basterra, Marta lvarez, Silvia Dameri y Victoria Donda, los cuales fueran desarrollados en la materialidad de los hechos. Sobre la base de lo expuesto, consideramos que en las
presentes actuaciones existe respecto de Juan Antonio Azic, un completo cuadro probatorio que resulta suficiente para tener por acreditada la responsabilidad penal que le cupo al nombrado en el hecho investigado. Es por ello que Juan Antonio Azic es responsable penalmente frente al hecho materia de juzgamiento y deber responder como coautor penalmente responsable en l caso que resultara vctima Victoria Anala Donda Prez. AUTORA Y RESPONSABILIDAD DE JORGE LUIS
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MAGNACCO: Resulta de utilidad recordar que el hecho atribuido al encausado Jorge Lus Magnacco que aqu se tiene por probado, se cometi en el marco de una organizacin militar que ocup de facto las instituciones del Estado y que elabor una prctica sistemtica de apropiacin de menores nacidos en
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cautiverio durante la ltima dictadura que tuvo lugar en nuestro pas entre 1976 y 1983. En dicho contexto, el encausado, amparado por el manto de impunidad que le brindaban los aparatos del Estado, hizo posible la sustraccin del nio Javier Gonzalo Penino Vias, su entrega a terceros y el ocultamiento de su paradero a su familia de origen, mientras su madre se encontraba en cautiverio en la ESMA, inscribindose su conducta dentro del circuito ilegal de apropiacin de menores que tuvo lugar en dicha institucin. Se encuentra acreditado a travs de las diferentes constancias incorporadas por lectura al debate que, Jorge Luis Magnacco, se desempe en el perodo comprendido entre el 16 de diciembre de 1975 y el 9 de abril de 1979, como Jefe de la Seccin Obstetricia del Hospital Naval de Buenos Aires, con los grados de Teniente de Navo y Capitn de Corbeta. Asimismo, durante el perodo sindicado ocup distintas jefaturas, tales como Ginecologa, Neonatologa, Tocoginecologa y Materno infantil. Las fechas consignadas se desprenden de fs. 49/60 de su legajo de conceptos y 5 y 15 de su foja de servicios. Asimismo, cabe agregar que desde el 9 de abril de 1979 hasta febrero de 1980, estuvo destinado a la Fragata A.R.A. Libertad y con posterioridad, fue trasladado al Hospital Naval Puerto Belgrano -Divisin Tocoginecologa- hasta el 6 de marzo de 1981, fecha en la que volvi a prestar servicios en el Hospital Naval de Buenos Aires como Jefe de la Divisin Tocoginecologa, cargo en el que permaneci hasta el 25 de julio de 1983. Un mes despus, fue enviado a la Agregadura Naval Argentina en el Reino de Espaa por el trmino de un ao a los efectos de realizar el curso de perfeccionamiento en ginecologa y obstetricia en el Hospital Clnico Universitario de Valencia, para luego desempearse en la Direccin de Sanidad Naval como Jefe de Divisin de Hospitales y Enfermeras y Jefe de Docencia hasta el 30 de diciembre de 1987. A su vez, cumpli funciones como Director de Residencia de Tocoginecologa, Jefe de Departamento Docencia e Investigaciones y Subdirector del Hospital Naval Pedro Mallo hasta el da 30 de noviembre de 1992, para luego desempearse como Director del Hospital Naval Ro Santiago, hasta pasar a retiro voluntario con fecha 1 de febrero de
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1995. Las fechas consignadas se desprenden de fs. 61/83, 74/77 y 109, 128/132, 142/143, 153/154, 158/163, 174/182, 199/200 y 230/231 de su legajo de conceptos y fs. 11 y 13 de su foja de servicios. Asimismo, Jorge Luis Magnacco prest funciones en relacin de dependencia en el Hospital Bartolom Churruca y en el Sanatorio Mitre, ambos de esta ciudad, como mdico de guardia en obstetricia y ginecologa y mdico ecografista, abarcando dicho perodo en forma interrumpida desde el 31 de marzo de 1975 hasta su retiro en el ao 1995, tal como surge de fs. 46, 140, 214/216 de su legajo de conceptos y fs. 3 de su foja de servicios. Respecto del ttulo profesional del encausado, surge de la lectura del informe del Ministerio de Salud obrante a fs. 157/160 del cuaderno de prueba de la causa N 1604 y el certificado expedido por la Facultad de
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Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires de fs. 4 de su foja de servicios, que Jorge Luis Magnacco se encuentra inscripto en la nmina de profesionales mdicos matrcula N 30357- desde el 1 de abril del ao 1966, siendo su especialidad ginecologa y obstetricia, habiendo egresado con fecha 18 de diciembre de 1965 de dicha Universidad. A su vez, dentro de ese lapso mereci sobresalientes calificaciones por sus superiores, consignndose a continuacin las comprendidas entre el perodo 01/01/1977 al 01/08/1977 y 02/08/1977 al 31/12/1977. El Capitn de Navo Mdico Efran Vila Snchez afirm que Magnacco era un Oficial con excelentes condiciones morales y profesionales y con espritu de permanente superacin. Lo considero apto para el ascenso. Asimismo, el Capitn de Navo Mdico Leopoldo Bottaro Cantaluppi se manifest de acuerdo con las citadas consideraciones (ver fs. 51 vuelta del legajo de conceptos del imputado, correspondiente al perodo de calificacin del 01/01/1977 al 01/08/1977). Por su parte, el Capitn de Navo Mdico Pedro Luis Cariola consider durante el mismo perodo: De excelente formacin profesional, dispuesto y animado se consagra totalmente a su especialidad ganndose la confianza y estima de los pacientes; por circunstancias especiales ha debido reemplazar al jefe de divisin durante largos perodos cumpliendo con eficiencia las funciones
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administrativas en una divisin que es muy compleja para un oficial de su grado. (ver fs. 51 vuelta antes citada). De otra parte, el Capitn de Navo Mdico Efran Vila Snchez mencion sobre Magnacco: Sobresaliente oficial mdico con gran capacidad , responsabilidad, sentido de lo humano y especialmente responsable. De gran entusiasmo e iniciativa ha demostrado un mejoramiento ostensible en el manejo de las tareas administrativas. Lo considero apto para el ascenso (ver fs. 52 vuelta del legajo de conceptos del imputado, correspondiente al perodo de calificacin del 02/08/1977 al 31/12/1977). Habiendo ubicado funcionalmente al encausado, cabe pasar a explicar cul fue su intervencin en el plan represivo en general y la apropiacin de nios como uno de los hechos enmarcados en l, que es lo que aqu interesa. Pues bien, la identificacin de Jorge Luis Magnacco como el mdico que particip en el parto de Cecilia Vias realizado en la maternidad clandestina montada en ESMA, surge de la declaracin testimonial de Sara Solarz de Osatinsky. Cabe recordar, que dicho testimonio es sumamente valioso para acreditar la participacin del encartado en el hecho que se le imputa, ya que la nombrada asisti gran cantidad de partos de detenidas embarazadas en el Casino de Oficiales de la Escuela Mecnica de la Armada y convivi con stas. La nombrada afirm haber visto embarazada a Cecilia Vias en la ESMA, quien fuera trasladada desde la base de Buzos Tcticos de Mar del Plata. Asimismo, record que durante su cautiverio dio a luz a un varn alrededor del mes de octubre de 1977 y que presenci el parto de la joven, el que fue asistido por el mdico Magnacco. Similar testimonio prest en el mes de septiembre del ao 1983 ante la Comisin de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde mencion haber visto entre las mujeres embarazadas que se encontraban en la E.S.M.A. a Cecilia Vias, a quien pudo reconocer a travs de una foto que le fuera tomada poco tiempo antes de su secuestro. Agreg que fue trasladada a la Escuela Mecnica de la Armada en avanzado estado de gravidez por
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personal de la Marina de la Base de Buzos Tcticos de Mar del Plata y que permaneci en ese centro clandestino, aproximadamente un mes. Por ltimo, indic que la joven fue trasladada sin su hijo, a pocos das de ocurrido el parto, en tanto el nio fue retirado por personal de la E.S.M.A. pocas horas despus de que su madre fuera trasladada. A ello cabe agregar, los testimonios odos en el debate de Ana Mara Mart, Mara Alicia Milia, Nilda Haydee Orazi de Gonzlez, Juan Gasparini y Miriam Liliana Lewin, quienes recordaron haber compartido cautiverio con Cecilia Marina Vias en la Escuela de Mecnica de la Armada, mientras ella estaba embarazada. Asimismo, manifestaron que Vias estuvo alojada en la denominada pieza de las embarazadas, ubicada en el tercer piso del citado centro clandestino.
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Tambin hicieron referencia al estado de gravidez de Cecilia Marina Vias sus familiares y amigos cercanos, entre ellos Carlos Vias padre-, Carlos Alberto Vias hermano-, Cecilia Pilar Fernndez de Vias madre- y Luca Grecco amiga-. Resulta de utilidad recordar, los llamados telefnicos recibidos por su familia en el mes de octubre de 1977, de parte de personas desconocidas que le informaban que los tres estaban bien, haciendo referencia a que la pareja haba tenido un hijo varn, como as tambin los llamados recibidos entre los meses de diciembre de 1983 y marzo de 1984 de parte de la propia Cecilia Marina Vias quien se encontraba cautiva, en los que deca con la voz quebrada y en forma desesperada que por favor busquen a su hijo. A ello cabe agregar, lo expuesto por las testigos Miriam Liliana Lewin, Lila Victoria Pastoriza, Amalia Larralde y Lidia Cristina Vieyra, quienes recordaron haber visto al mdico Jorge Luis Magnacco en los partos que tuvieron lugar en la enfermera del stano de la ESMA, como aquellos que se sucedieron en las distintas piezas de las embarazadas. Por otro lado, resta agregar que el propio imputado Magnacco en ocasin de efectuar su descargo en el Juzgado Instructor, asumi que a la fecha de los hechos ostentaba el cargo de Jefe de la Seccin Obstetricia del Hospital Naval de Buenos Aires, con el grado de Capitn de Fragata. Asimismo,
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describi todos sus destinos que ya fueran desarrollados ut supra (ver declaracin indagatoria obrante a fs. 4837/4838 de la causa N 1604). Asimismo, mencion que nunca fue destinado a la ESMA para prestar servicios formales, sin perjuicio de lo cual fue citado en dos oportunidades por el Jefe del Departamento de Sanidad de dicho centro, el Capitn de Fragata Mdico Ricciardi, a fin de atender dos partos que presumi se trataba de mujeres detenidas, sin perjuicio de lo cual no estaban vendadas en sus ojos ni engrilladas. Respecto de una de ellas, record que su apellido era Labayr y era hija de un General, desconociendo el nombre de la otra mujer embarazada que asisti en el casino de oficiales de la ESMA. Preguntado por el lugar y las condiciones en que las parturientas fueron atendidas en la Escuela Mecnica de la Armada, expres que era una habitacin que tena dos ventanas con persianas, semi-bajas, y desde donde se vea el parque. Agreg que no haba una mesa de partos, que se acondicion como tal una mesa o un escritorio, con una colchoneta arriba, sbanas, recubrimiento plstico, almohada con su funda, etc y que no le falt nada para asistir estos partos ya que haba en la ESMA el instrumental necesario. Por ltimo, manifest que no haba registrado los nacimientos en virtud de que de todo lo administrativo respecto del nacimiento se encargaba el Dr. Ricciardi. En resumen, hasta aqu se ha demostrado que Jorge Luis Magnacco, prestaba funciones en la ESMA -organismo educativo y no hospitalario-, ms precisamente en el Casino de Oficiales donde funcionaba la Unidad de Tareas 3.3.2., donde pona en prctica sus conocimientos de ginecologa y obstetricia para atender mujeres cautivas, en habitaciones con ventanas tapiadas, en las cuales no se contaba con los elementos de higiene adecuados y las condiciones de asepsia eran mnimas, siendo en ocasiones auxiliado por otras mujeres tambin secuestradas, tal como surge de los testimonios antes citados. As fue que Magnacco ofici de obstetra en un parto a mediados de septiembre de 1977, en el que Cecilia Marina Vias dio a luz en cautiverio a su hijo Javier Gonzalo Penino Vias, quien le fue sustrado y entregado a
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personas ajenas a su crculo familiar, los cuales lo criaron e inscribieron como hijo biolgico con el nombre de Javier Gonzalo Vildoza. Respecto de la identidad del nio sustrado, la misma fue establecida por el estudio de identidad biolgica realizado el 13 de agosto de 1998 por la Unidad de Inmunologa del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand, que dio como resultado una probabilidad de abuelidad del 99,95% -a travs de la rama paterna Penino- y del 99,98% -a travs de la rama materna Vias-. De esta manera se estableci que quien haba sido criado como Javier Gonzalo Vildoza era en realidad Javier Gonzalo Penino Vias. Cabe sealar, que los testigos Mara Cecilia Milia y Juan Alberto Gaspari, sealaron a Vildoza, apodado Gastn en la ESMA, como el apropiador del nio Penino Vias, a lo que se debe aunar que el nio fue
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inscripto civilmente con el apellido del nombrado. En virtud de ello, con fecha 30 de agosto de 1998 la partida de nacimiento de Javier Gonzalo Vildoza, fue declarada nula, ordenndose la restitucin de su identidad, como Javier Gonzalo Penino Vias, la que se hizo efectiva el 10 de diciembre de 1999. A s es, que, de las pruebas reseadas precedentemente, podemos afirmar que el encausado Magnacco en su carcter de oficial mdicoposibilit el nacimiento de Javier Gonzalo Penino Vias, en septiembre de 1977, con el fin de que inmediatamente despus del parto, el menor fuera separado de la guarda de su madre, para posteriormente ser retenido y ocultado por una familia vinculada al circuito represor que funcionada en la Escuela Mecnica de la Armada, siendo uno de sus integrantes el entonces Subdirector de dicho centro, que tambin era Jefe del Estado Mayor del G.T. 3.3 y Jefe de la Unidad de Tareas 3.3.2, de nombre Jorge Vildoza. Es decir el nombrado prest una ayuda indispensable sin la cual no hubiese sido posible la sustraccin del menor Penino Vias y su posterior retencin y ocultamiento, haciendo incierto su estado civil. Recordemos que la sustraccin de menores en la ESMA constitua una prctica habitual que Magnacco no poda desconocer, sin perjuicio de lo cual mantuvo inclume la direccin de sus acciones, prestando una colaboracin imprescindible para que se produjera la sustraccin de Javier
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Gonzalo Penino Vias. El nombrado era consciente de que la asistencia que brindaba en los partos tena como fin que los nios dados a luz fueran separados de su madre, independientemente de su conocimiento personal, o no, de los apropiadores. Sin perjuicio de lo cual y tal como manifestara en su indagatoria, conoca a Jorge Vildoza. No caben dudas que al ejercer su actividad profesional en precarias salas de parto, en habitaciones con sus ventanas tapiadas, sin ayuda de personal especializado ni de instrumental adecuado para tal fin, siendo auxiliado en su labor por mujeres secuestradas, sin la presencia de los familiares de la criatura, dentro del contexto que se viva en esos aos, no poda desconocer que estaba prestando una ayuda esencial para posibilitar el nacimiento del nio Penino Vias, a fin de que ste fuera arrancado de los brazos de su madre, usurpando al nio y a su progenitora del vnculo que los una. Esto desvirta la alegacin de la defensa en cuanto sostiene que Magnacco slo haba participado de un acto mdico. Sin la ayuda de Magnacco como mdico obstetra en los partos de la ESMA, no hubiese sido posible la sustraccin del hijo de Cecilia Marina Vias ya que con su conducta no solo colabor con la sustraccin del menor, sino que permiti que los apropiadores tornaran incierto el estado civil del menor al inscribirlo como hijo propio, reteniendo y ocultando al nio de su verdadera familia. Por otra parte, si segn los testimonios de Sara Solarz de Osatinky, Ana Mara Mart, Mara Alicia Milia y Lidia Cristina Vieyra, ya Magnacco haba asistido a los partos de Victora Anala Donda Prez y los hijos de Mara del Carmen Moyano de Poblete y Ana Mara Rubel an desaparecidos hasta el da de la fecha- en tan precarias y humillantes condiciones, no se explica por qu en momento alguno el imputado no opuso reparo en asistir el parto de Javier Gonzalo Penino Vias. En tal sentido, cabe recordar los dichos de la testigo Milia quien record haber presenciado el parto de Ana Rubel de Castro junto a Sara Solarz de Osatinsky. La testigo record que Rubel le pidi a Magnacco que le sacara los grilletes a ella y a Osatinsky, a lo que el mdico contest que no, pidiendo Rubel tambin que bajaran la msica, la que era ensordecedora, a fin de tapar
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los gritos de las torturas, peticin a la que el mdico accedi, consiguiendo que la bajaran. Por lo tanto, la conducta de Magnacco permiti que Javier Gonzalo Penino Vias estuviere fuera de la esfera de custodia y de la tutela de su verdadera familia durante ms de veinte aos, ya que si bien, quizs, su participacin no era necesaria para el nacimiento del nio, ya que como dijo la defensa un parto puede producirse en la va pblica, su participacin fue imprescindible para que el parto de Cecilia Vias se haya desarrollado y mantenido en total clandestinidad. El encausado en su calidad de mdico posea una posicin de garante de la legalidad del hecho en el cual intervena. Sin embargo, sabiendo que el nio sera entregado a un tercero que lo inscribira como propio, omiti
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dejar constancias de su actividad profesional, como por ejemplo, suscribir un certificado en el que constara el nacimiento del nio, su sexo, peso, nombre, y estado de salud en general, como as tambin el nombre y estado de salud de su madre, el personal galeno interviniente, fecha, lugar y hora de nacimiento, etc. La falta de asentamiento de los datos del parto, slo tiene como explicacin que el encartado no quera dejar rastros del nacimiento, y de esa manera facilitar la apropiacin del nio por parte de un tercero, en este caso Vildoza, quien luego lo podra inscribir sin problemas como hijo propio. Es claro que la ocultacin del suceso no solo permita el arrebato de un nio del que no figuraran rastros de su existencia, sino que tambin lograba la perdurabilidad de su apropiacin. Por lo tanto, Magnacco prest la ayuda necesaria para hacer incierto el estado civil del menor Penino Vias y de esa manera facilitar su retencin y ocultamiento por parte de Jorge Vildoza, lo que impidi durante aos, incluso en poca de democracia, el restablecimiento del vnculo fracturado con la sustraccin. Es por ello que Jorge Luis Magnacco es responsable penalmente frente al hecho materia de juzgamiento y deber responder como partcipe necesario en el caso del que resultara vctima Javier Gonzalo Penino Vias art. 45 del C.P.-
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J. ABSOLUCIN DE EDUARDO ALFREDO RUFFO: Llegado el momento de resolver acerca de la responsabilidad criminal que corresponde atribuir al encartado Eduardo Alfredo Ruffo frente al hecho que le fuera atribuido, habremos de adelantar que tras la objetiva y ponderada valoracin del cmulo de probanzas colectadas en juicio, tanto las reproducidas en el debate como aquellas que fueran incorporadas con anuencia de las partes, los elementos reunidos nos han impedido adquirir certeza acerca de su culpabilidad. En efecto, el Seor Fiscal General, tras acusarlo por la sustraccin y ocultamiento de un menor de diez aos (Anbal Simn MNDEZ, en ese momento inscripto legalmente por su madre como Simn RIQUELO), como as tambin en la alteracin que ello produjo en el estado civil del nombrado, consider como especial elemento de cargo en su perjuicio el reconocimiento efectuado por Sara Rita MNDEZ, a lo que adun las circunstancias de que aqul a la poca en que ocurri la apropiacin del hijo de aqulla se desempe en la Direccin IN. 12 de la Direccin A.III.I. de la S.I.D.E., as como su probada participacin dentro de los grupos de tareas que operaban en el centro clandestino de detencin denominado Automotores Orletti, a las rdenes de Otto PALADINO y de Anbal GRDON, mencionando al efecto la sentencia firme- que recay en su contra en la causa n 4474/2000 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 5, Secretara n 10, en la que se lo conden a diez aos de prisin por su responsabilidad en el delito de asociacin ilcita segn hechos cometidos durante los aos 1983 y 1984, junto con ex miembros de la SIDE, confirmada por la Cmara de Apelaciones del Fuero, el 21 de octubre de 2008. Por otra parte, cit los dichos de Mariana Zaffaroni Islas para atribuir responsabilidad a Ruffo en la sustraccin de Anbal Simn Mndez y, como corolario, record que aqul fue condenado por la apropiacin de Carla Rutila Artes Cmpany, a quien sustrajo durante su secuestro en Automotores Orletti e inscribi como hija biolgica.Ahora bien, hemos podido escuchar en el debate los dichos de Sara Rita Mndez, en cuanto sostuvo que RUFFO particip en el operativo que
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culmin con su secuestro y la sustraccin y ocultamiento de su hijo menor de edad, as como con la alteracin del estado civil de ste. As, explic que aqul integr el grupo que violent el domicilio de la calle Juana Azurduy 3163 de Capital Federal, el 13 de julio de 1976, en el que se hallaba junto a su pequeo hijo y a Asil MACEIRO, reconocindolo (en fotografas a las que accedi en el ao 2004) como aqul sujeto al que vi descender por unas escaleras tras hallar en un escondite unas fotografas de su cuado Gerardo Gatti, actualmente desaparecido. Los dichos de aqulla no admiten discusin; ya nos hemos referido a la especial valoracin que cabe atribuir a los dichos de las vctimas en sucesos como los acontecidos y nos remitimos a esas consideraciones en aras a la brevedad.
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Por ello, no habremos de hacernos cargo de los reproches articulados por la defensa del acusado en cuanto a que en declaraciones testimoniales anteriores, prestadas a fs. 227/230, 232/5 y 491/94, y que datan del ao 2005 en ningn momento aquella hizo mencin a esa circunstancia; ni tampoco a que dicha referencia acerca de la participacin de Ruffo tuvo lugar recin en el ao 2006 en el marco de una nueva declaracin testimonial que se encuentra agregada a fs. 543/544 de la causa n 1730. El motivo de no vernos envueltos en esa discusin lo constituye la circunstancia de que aqul fue condenado a la pena de veinticinco aos de prisin por la privacin ilegal de la libertad agravada y tormentos, cometidos en contra de Sara Rita Mndez, entre otras vctimas, en sentencia an no firme dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n 1, con fecha 31 de mayo de 2011 en los autos n 1627 Guillamondegui, Nstor Horacio y otros
s/privacin ilegal de la libertad agravada, imposicin de tormentos y homicidio calificado; sentencia en la que se han tenido por probados los hechos denunciados por Sara Rita MNDEZ. Consecuentemente, se ha establecido judicialmente que RUFFO particip del allanamiento y detencin ilegal de Sara Rita MNDEZ, as como en los tormentos de los que ella fue vctima; no es se el objeto de nuestro juicio.
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La cuestin reside en establecer si Ruffo tuvo participacin en la sustraccin y posterior ocultamiento del hijo de aqulla, y en la alteracin de su estado civil, y es aqu donde se acaban las certezas. En ningn momento RUFFO fue visto con el nio, ni por Sara MNDEZ ni por Asil MACEIRO, quin la acompaaba en aqul duro momento y cuyo testimonio, obrante a fs. 7593/7595 de la causa n 1351, fue incorporado al juicio por lectura por encontrarse ya fallecida. No existen constancias de que el nio, luego de la separacin de su madre, fuera trasladado al predio en el que funcionaba Automotores Orletti, ni forma cierta de saber a la luz de lo actuado en la causa N 4627, caratulada: NN por abandono de menor vctima menos de 20 das del registro del entonces Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instruccin N 16, Secretara N 147, incorporado por lectura al debate y de los testimonios recibidos en juicio, como lleg el pequeo ciertamente a la Comisara 33 de la Polica Federal Argentina. Esto es, si bien es dable sospechar del apoyo que desde esa dependencia se prest al grupo operativo de la S.I.D.E que oper ilegalmente en ese domicilio, puesto que, al decir de la testigo Antonia Concepcin Ciccala, en algunas ocasiones se reciban memos de aquella Secretara que eran reservados, e incluso, la dicente, particip en procedimientos con oficiales de civil, lo cierto es que judicialmente se document que el adoptante de Simn Mndez, el Subcomisario Osvaldo Parodi, recibi al pequeo recin al da siguiente de la ocurrencia del hecho, en tanto que Sara Rita MNDEZ no pudo precisar sobre la participacin de aqul en el procedimiento ilegal llevado a cabo en su perjuicio. Por ltimo, ninguna relacin de conocimiento pudo establecerse en el juicio entre RUFFO y PARODI, debiendose sealar que en el debate el joven Anibal Simn MNDEZ refiri no haber escuchado nunca hablar de Ruffo durante su convivencia con PARODI. Ahora bien, quiz aquello que ha resultado determinante para sumirnos en el estado de duda en que nos encontramos, lo han constitudo las declaraciones testimoniales que en juicio prestaran los testigos Rafael Michelini Dellepiane y Juan Roger Rodrguez Chandari, quienes enfatizaron
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que al entrevistarse originariamente con aqul a raz de una investigacin que estaban realizando respecto del asesinato de Zelmar Michelini padre de Rafael Michelini Dellepiane- RUFFO no tena noticias acerca del destino y/o paradero del hijo de Sara MNDEZ y que debi salir a buscarlos, regresando al tiempo con datos que permitieron localizarlo. As Michelini Dellepiane agreg que a su juicio, si Ruffo hubiera tenido la informacin del paradero del nio sustrado, la hubiera suministrado desde el primer momento, y sin embargo tuvo que salir a buscar datos y obtener contactos que en los primeros momentos no resultaron idneos, para llegar luego con la informacin de que sera un oficial de la Comisara 33 de la P.F.A. el que se haba quedado con el nio. Esta aseveracin, corroborada tambin por el periodista Rodrguez
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Chandari, quien particip de los encuentros entre Ruffo y Michelini, nos impide avanzar sobre la responsabilidad del encartado con el grado de certeza requerido para dictar un pronunciamiento condenatorio en su contra. Ms bien, nos instala una duda razonable, que nos obliga a estar a lo que sea ms favorable al imputado, de conformidad con lo previsto en el artculo 3 del CPPN. En efecto, las discordancias existentes no pueden sino redundar en pos de la versin brindada por Ruffo al momento de prestar declaracin indagatoria, y a cuyas manifestaciones nos remitimos, tornando por su propia naturaleza, arbitraria cualquier interpretacin en contrario que pretenda elaborarse para sostener en su contra un juicio de condena. De ah, es que resulta como nico camino posible la solucin remisoria que respecto de Eduardo Alfredo Ruffo hemos de adoptar. As las cosas y, frente a la carencia absoluta de cualquier otro tipo de prueba fehaciente que permita avanzar sobre la situacin procesal del encartado, de modo que se pueda desvirtuar el estado de inocencia que invoca y del que goza el imputado, no resulta ocioso recordar que en el juicio penal, el grado de conviccin que debe nutrir las decisiones jurisdiccionales, evoluciona desde una mera sospecha sobre la responsabilidad penal de un individuo -que habilita su llamado a indagatoria, y as, su vinculacin al proceso- hasta la
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conquista de una certeza absoluta sobre su culpabilidad, base de una sentencia condenatoria, lo que en el caso no ocurre. Cafferata Nores ensea en este sentido que todo imputado, "gozando... de un estado jurdico de inocencia constitucionalmente reconocido (C.N. artculo 18), nicamente podr ser declarado culpable cuando las pruebas hayan
producido la ms plena conviccin del tribunal al respecto" (conf. Cafferata Nores, Jos "La prueba en el proceso penal", pg 9, Editorial Depalma, 1994). Siguiendo este esquema sostenido pacficamente por gran parte de la doctrina, puede decirse que hay certeza slo cuando se tiene la firme conviccin de estar en posesin de la verdad. En cambio, cuando se advierte una indecisin del intelecto acerca de la existencia o inexistencia del objeto sobre el cual se est pensando, derivada del equilibrio entre los elementos que inducen a afirmarla y aquellos que inducen a negarla -siendo todos ellos atendibles- impera la duda. En ella, el intelecto oscila, pues es llevado desde el s hacia el no, sin poder quedarse definitivamente en ninguno de los dos (conf. op. cit. pg. 7). En similares trminos Julio Maier, al referirse al principio de inocencia ("Derecho Procesal penal", tomo I, "Fundamentos", Ediciones del Puerto, Bs. As., 1996, 2da. edicin, p. 492 y ss.), indica: "Desde este punto de vista es lcito afirmar que el imputado goza de la misma situacin jurdica que un inocente. Se trata, en verdad, de un punto de partida poltico que asume -o debe asumir- la ley de enjuiciamiento penal en un Estado de Derecho, punto de partida que constituye, en su momento, la reaccin contra una manera de perseguir penalmente que, precisamente, parta desde el extremo contrario. El principio no afirma que el imputado sea, en verdad, inocente, sino, antes bien, que no puede ser considerado culpable hasta la decisin que pone fin al procedimiento, condenndolo...". Para agregar que "su contenido al menos para el Derecho Procesal Penal, es claro: la exigencia de que la sentencia de condena y, por ende, la aplicacin de una pena slo puede estar fundada en la certeza del Tribunal que falla acerca de la existencia de un hecho punible atribuible al acusado. Precisamente, la falta de certeza representa la imposibilidad del Estado de destruir la situacin de inocencia, construida por la ley (presuncin), que ampara al imputado, razn por la cual ella conduce a la absolucin. Cualquier otra posicin del juez, respecto de la verdad, la duda, o la probabilidad, impiden la condena y desembocan en la absolucin..."; y que "...En este
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contexto se llama verdad a la correspondencia correcta entre la representacin ideolgica del objeto, que practica el sujeto que conoce, y la realidad: es la representacin ideolgica correcta de una realidad ontolgica o, con otras palabras mas sencillas, la concordancia del pensamiento con el objeto pensado...". Cuando ello as no ocurre, deviene la duda, situacin sta que siempre es un estado de incertidumbre y, por tanto, neutro para ser pasible de base de un juicio de reproche. Veamos, que si convencionalmente llamamos certeza positiva o probabilidad positiva a aqulla que afirma el hecho imputado y al contrario, certeza negativa o probabilidad negativa a aqulla que se dirige a explicar como inexistente el hecho imputado, es correcto afirmar que slo la certeza positiva permite condenar y que los dems estados del juzgador respecto de la
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verdad remiten a la absolucin, como consecuencia del "in dubio pro reo", principio previsto incluso los arts. 8 de la Convencin Americana de Derechos Humanos y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, incorporados a nuestro ordenamiento jurdico, con jerarqua constitucional
de acuerdo a la actual redaccin del art. 75 inc. 22 de la Carta Magna. En este marco, consideramos que en lo que hace a la autora y responsabilidad penal del imputado, la prueba producida no ha permitido arribar a una absoluta certeza como para poder quebrar el estado de inocencia que desde la Carta Magna se atribuye a todo ciudadano, quedando en consecuencia subyacente el claro margen de duda que no alcanzamos a desterrar por medio alguno, sin poder encontrar los elementos necesarios para llegar a la certeza de imputacin en cabeza del encartado tal como lo propone el Sr. Fiscal General, por lo que en definitiva, encuentra un solo canal de solucin en el consagrado principio del "in dubio pro reo" , cuya operatividad y raigambre constitucional es innegable, y que por cierto registra consagracin legislativa en el art. 3 de la ley procesal. Advirtase que venimos hablando de duda como aquella certeza o probabilidad negativa, ms no de que el hecho no hubiera ocurrido, o que el inculpado absolutamente no pudiera haber tenido ninguna vinculacin con ste, por cuanto algunos elementos de autos no permiten descartar dicha probabilidad, todo lo cual nos lleva indefectiblemente a adoptar este
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temperamento, pese al esfuerzo encomiable del Sr. Fiscal General en el desarrollo del debate. De modo que, siguiendo las reglas de la sana crtica racional al momento de valorar las probanzas arrimadas por las partes, se impone la absolucin judicial de Eduardo Alfredo Ruffo, por existir duda en cuanto a la participacin del nombrado en el hecho por el que result vctima Anbal Simn Mndez, hijo de Sara Rita Mndez Lompodio y Mauricio Gatti Antua, y por el que fuera acusado por el representante del Ministerio Pblico Fiscal como constitutivo de los delitos de sustraccin y ocultacin de un menor de diez aos, as como tambin la alteracin que ello produjo en el estado civil de esta persona (art. 3 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
XII. CALIFICACIN LEGAL: Habindose determinado la materialidad ilcita de los hechos en juzgamiento as como las responsabilidades penales que corresponde atribuir a cada uno de los imputados en relacin a aqullos, abordaremos a continuacin el anlisis de la subsuncin tpica de las conductas reprochadas. Para ello se seguirn las siguientes pautas de anlisis: En primer lugar, evaluaremos la peticin efectuada por la mayora de las partes querellantes relativas a la aplicacin de la figura de genocidio, lo que ser rechazado por los fundamentos que se expondrn. Luego, efectuaremos un tratamiento general de las figuras penales que resultan de aplicacin respecto de los sucesos acreditados en autos y establecido ello, se analizarn las pautas generales sobre el concurso de tales delitos. Finalmente, se determinar la calificacin legal respecto de las conductas atribuidas a cada uno de los imputados, continundose tambin en forma individual con el desarrollo de las consideraciones relativas, segn los casos, a la relacin concursal entre los delitos, las pautas mensurativas de las sanciones a imponer y la unificacin de penas, en los casos que as corresponda. Pasaremos entonces al estudio de cada una de las cuestiones reseadas.
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A. Genocidio
a. Voto de la Dra. Mara del Carmen Roqueta y del Dr. Julio Luis Panelo: Al momento de producir sus alegatos la totalidad de las querellas con excepcin de la encabezada por la Dra. Alcira Rios, introdujeron la figura del genocidio, contemplado en la Convencin para la Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio. Sucintamente enumeraremos los argumentos en que se apoyan los acusadores particulares. En primer lugar sostienen que el hecho de que grupo poltico no
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haya sido incluido en la definicin de la Convencin del delito de genocidio no obsta a la aplicacin de este tipo penal toda vez que consideran que el ius cogens rige la materia y tiene primaca sobre la norma convencional. Y en este sentido explican que la norma consuetudinaria referida al crimen de genocidio tiene un contenido distinto al que qued plasmado en la convencin. En efecto, sealan que aqulla comprende tambin a los grupos polticos como uno de los sujetos pasivos del delito de genocidio. Por otra parte, y complementariamente, entienden que resulta aplicable la figura del genocidio habida cuenta que los grupos polticos contra los que se dirigi el ataque generalizado perpetrado por la Juntas Militares pueden ser comprendidos dentro de la categora grupo nacional, entendiendo que ste no se circunscribe a personas que pertenecen a una misma nacin, sino que se refiere a un grupo humano nacional, diferenciado y caracterizado por un rasgo comn. Y, en este sentido explican que se ha probado que el grupo que sufri el traslado por la fuerza de nios estaba compuesto, exclusivamente por militantes polticos opositores al rgimen militar. En definitiva, indicaron que considerando que el objetivo fue la eliminacin parcial del grupo, con el fin de modificar sustancialmente el entramado de relaciones y alterar la vida del conjunto, se podria inferir entonces que las miles de vctimas de la ltima dictadura militar son
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individuos pertenecientes a un grupo nacional, sujeto pasivo indiscutible del delito de genocidio. En el mismo orden de ideas afirmaron que es el punto de vista subjetivo de los perpetradores el que define al genocidio y no la existencia objetiva de los grupos de la mencionado convencin. De otra parte, tambin fueron contestes en asegurar que no
existen razones de ndole jurdica ni sociolgica que den apoyo a la distincin jurdica introducida en la Convencin entre los diferentes grupos protegidos. Asimismo, respecto de la definicin brindada por la Convencin, hicieron especial hincapi en que en el caso ha existido un claro traslado de nios de un grupo al otro ya que la sustraccin y apropiacin de menores y la supresin y suposicin de su estado civil e identidad tenan el declarado propsito de sustraer a los nios y nias de su mbito de pertenencia, en la inteligencia de que, de esa forma, no creceran con las familias que haban dado vida a quienes ellos consideraban enemigos. Explicaron que, dentro de su lgica blica, la apropiacin tuvo el sentido de trasladar y as convertir a los hijos de los por ellos catalogados como subversivos en sus propios descendientes, como una suerte de impedimento de proliferacin de determinadas ideas y modos de vida y su sustitucin por otros. Por lo dems, citaron jurisprudencia y doctrina acorde con la posicin que sostuvieron, en sus referidas presentaciones, a todo lo cual nos remitimos por una cuestin de brevedad. Respecto de dichos planteos, las defensas de los imputados propiciaron su rechazo en forma unnime, por los argumentos expuestos oportunamente a los cuales nos remitimos tambin por una cuestin de brevedad. Puestos a resolver, entendemos que no corresponde hacer lugar a los pedidos de las querellas, respecto de lo solicitado en relacin a la figura del Genocidio. En primer lugar cabe destacar que existe una cuestin que impide considerar la aplicacin del tipo penal de genocidio en los presentes actuados, sin perjuicio de la discusin que implica la figura tpica en s misma, es decir, que aquella precede dicho debate.
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Es de orden formal y radica en que, siquiera considerar en esta etapa la valoracin de los hechos como genocidio -como pretende la acusacindevendra en una afectacin del principio de congruencia. La doctrina, tradicionalmente, ha limitado la cuestin a que se respete la congruencia fctica entre la acusacin y lo decidido en definitiva por el Juez, sin que la correlacin entre las normas tipos penales- integrara la problemtica (cfr. Ledesma, ngela Ester, Principio de congruencia en el proceso penal. Reglas aplicables, Ponencia General XXIV Congreso Nacional de Derecho Procesal, Comisin Procesal Penal, Mar del Plata, noviembre de 2007 publicacin del congreso-, pg. 716). Lo que aqu interesa es el acontecimiento histrico imputado, como situacin de vida ya sucedida (accin u omisin), que se pone a cargo de alguien como
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protagonista, del cual la sentencia no se puede apartar porque su misin es, precisamente, decidir sobre l (Maier, Julio B. J., Derecho procesal penal. Tomo I. Fundamentos, Ed. del Puerto, Bs. As., 1996, pg. 569). En la misma lnea Binder sostiene que Existe un principio, denominado principio de congruencia entre la acusacin y la sentencia, segn el cual la sentencia solamente puede absolver o condenar por los hechos que han sido objeto del juicio, es decir, aquellos hechos que han sido introducidos al juicio por medio de la acusacin (Binder, Alberto M., Introduccin al derecho procesal penal, Ed. AdHoc, Bs. As., 1999, pg. 162). Bajo el ttulo de correlacin entre acusacin y sentencia Vlez Mariconde trata el principio que aqu nos ocupa, y dice: De modo originario o haciendo uso de su facultad de ampliacin, el actor penal formula una hiptesis fctica que somete a consideracin del Juez, determinando as como expresa Beling- el objeto procesal concreto, el hipottico asunto de la vida en torno del cual gira el proceso: La sentencia debe referirse al mismo hecho imputado, al mismo acontecimiento histrico que el actor presupone, a la concreta conducta humana puesta en tela de juicio (Vlez Mariconde, Alfredo, Derecho procesal penal, tomo II, Ed. Lerner, Crdoba, 1986, pgs. 233 y 234). Y Clari Olmedo indica que: La sentencia penal est necesariamente vinculada con la acusacin, por cuanto debe correlacionarse obligatoriamente en lo fctico con sta; y slo podr pronunciarse vlidamente cuando exista una acusacin legtima y oportuna (Clari Olmedo, Jorge A., Derecho procesal penal, tomo tercero, Ed. Lerner, Crdoba, 1985, pg. 238).
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Absolutamente todos los autores vinculan el necesario respeto del principio de congruencia con una efectiva posibilidad de ejercicio del derecho de defensa. La base de interpretacin del principio de congruencia est constituida por la relacin del mismo con la mxima de la inviolabilidad de la defensa en juicio consagrada en el artculo 18 de la Constitucin Nacional. Entonces, hasta aqu, podemos decir que las facultades del Tribunal para dictar sentencia se enmarcan en lo que se define como el objeto del proceso, lo cual encuentra proyeccin en el principio de congruencia fctica que, respetndolo, permite a los jueces calificar jurdicamente las circunstancias fcticas, con independencia del derecho que hubieren invocado las partes, en tanto y en cuanto, no se alteren los hechos o se tergiverse la naturaleza de la accin deducida (Ledesma, ngela Ester, Es constitucional la aplicacin del brocardo iuria novit curia? en Estudios sobre Justicia Penal. Homenaje al Profesor Julio B. J. Maier, Ed. del Puerto, Bs. As., 2005, pg. 365). Ahora, solo considerando el principio de congruencia en su faz de adecuacin fctica al objeto del proceso existira una manifiesta afectacin del derecho de defensa en el caso de considerarse la aplicacin del tipo penal de genocidio. Ello es as porque, ms all de la extrema gravedad de los hechos considerados en el debate en cuanto a su resultado, forma de comisin y calidad de los sujetos intervinientes- muy distinto es defenderse de toda una serie de imputaciones que eventualmente podran resultar en sustraccin de menores, alteracin de su estado civil y otra del desarrollo de un plan de represin que importe actos perpetrados con la intencin de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, tnico, racial o religioso, como tal, a travs del traslado por fuerza de nios del grupo a otro grupo del artculo 2 de la Convencin para la prevencin y sancin del delito de genocidio aprobada el 9 de diciembre de 1948 por la III Asamblea General de las Naciones Unidascomo pretende la acusacin. Resulta que el principio de coherencia o correlacin (congruencia) entre acusacin y sentencia debe comprender todo aquello que, de alguna manera, pueda influir en el proceso, debiendo evitar cambios bruscos o sorpresivos para la defensa. Ello incluye no solamente la faz objetiva sino tambin a la subjetiva del suceso, [aunque] en ms de una ocasin, los Tribunales restringieron el concepto del
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hecho a los datos meramente objetivos, excluyendo los datos psquicos, cuyo manejo y diferentes consecuencias jurdicas podran entonces ser mutados libremente por el juzgador (Langevin, Julin Horacio, Nuevas formulaciones del principio de congruencia: correlacin entre acusacin, defensa y sentencia, Ed. Di Plcido, Bs. As., 2008, pg. 122; cfr. tambin Sarmiento, Mara Cecilia, Inviolabilidad de la defensa en juicio. Principio de congruencia y componentes subjetivos del tipo, en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, Ao II, n 1-2, Ed. AdHoc, Bs. As., 1996, pg. 625 y sgts.). Podemos presentar muy sucintamente la construccin dogmtica procesal a que hacemos referencia del siguiente modo. Son tres los puntos que definen el principio acusatorio que debe regir el proceso, esto es: 1) no hay proceso sin acusacin y sta debe ser formulada por persona ajena al tribunal
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sentenciador; 2) no puede condenarse por hechos distintos de los acusados ni a persona distinta de la acusada; y 3) no pueden atribuirse al juzgador poderes de direccin material del proceso que cuestionen su imparcialidad (cfr. Ledesma, ngel Ester ponencia citada-, pg. 718). El nico camino posible para que el acusador modifique la base jurdica de la acusacin durante el debate se encuentra establecido en las previsiones del artculo 381 del Cdigo Procesal Penal. Pero debemos advertir que ello opera slo si se trata de circunstancias agravantes del hecho que fueron conocidas en el transcurso de la audiencia, lo que no ocurre en nuestro caso. Entonces, dado que las circunstancias de hecho que motivan la pretensin acusatoria ya eran conocidas al momento de expedirse respecto de la elevacin a juicio del proceso, debieron ser expuestas en dicha oportunidad; de lo contrario no pueden ahora ser enmendadas. Ms an, el genocidio no puede ser considerado como una circunstancia agravante, sino que es una figura penal autnoma con referencia a los delitos que han sido enrostrados a los encausados. Podemos agregar, que el principio iura novit curia no es una facultad absolutamente irrestricta de los jueces, aunque algunos as lo piensen. Los jueces no pueden, por va de interpretacin jurdica, romper la identidad fctica y normativa sustancial en la que se fundamenta la acusacin. En esta lnea se funda lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
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en el caso Ramrez, Fermn vs. Guatemala (sentencia del 20 de junio de 2005), al indicar la incongruencia se produjo cuando el Tribunal de Sentencia cambi la calificacin jurdica del delito y dio por establecidos hechos y circunstancias nuevos, que no fueron considerados en la acusacin. Por lo que venimos diciendo, queda claro entonces que no tendr acogida favorable la pretensin de algunos de los querellantes, para que sea aplicada la figura del genocidio a los hechos materia de juzgamiento.
b. Voto del Dr. Domingo Luis Altieri: La querella representante de la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo solicit el reconocimiento de que la sustraccin de nios que hemos tenido por acreditada en los casos trados a juzgamiento sean considerados como constitutivo del crimen de genocidio previsto en el derecho internacional. Similar solicitud efectuaron las querellas representante de Mara Isabel Chorobik de Mariani y de Juan Gelman. Si bien admiten todos ellos que el art. 2 de la Convencin para la Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio establece que, entre otros actos, el traslado por la fuerza de nios de un grupo hacia otro, perpetrado con la intencin de destruir a un grupo nacional, tnico, racial o religioso constituye una forma de genocidio, no previendo expresamente a los grupos polticos como un sujeto pasible de este delito entienden que en la prctica la conducta aqu reprochada debe ser considerada como tal. Ello, en base a dos lneas argumentativas: 1) que la norma
consuetudinaria referida al crimen de genocidio tiene un contenido distinto al que qued plasmado en la Convencin y, en consecuencia, tras poner el acento en la norma del jus cogens del genocidio, debe prevalecer una interpretacin ms amplia e incluir la figura del genocidio poltico sobre los trminos de la convencin; 2) en la posibilidad de considerar a los casos materia de este juicio como un caso de intento de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, al sostener que ese trmino no se circunscribe a personas que pertenecen a una misma nacin, sino que se refiere a un grupo humano
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nacional, diferenciado y caracterizado por un rasgo comn, su calidad de opositor a un rgimen o de grupo poltico. He de principiar este anlisis por el ltimo de los argumentos, para sealar las razones que me lleva a descartarlo. Las querellas fundan la interpretacin que pretenden sea acogida acudiendo a otras ciencias como la sociologa, la historia o la antropologa que ayudaran a determinar el alcance del trmino grupo nacional contenido en la norma en cuestin, elementos vlidos para que el legislador se nutra,
eventualmente, en el proceso de creacin de la norma; ms omite considerar que recurrir una vez sancionada la norma dispositiva a otras ciencias para ampliar la interpretacin en perjuicio del imputado puede conllevar a una violacin al principio de legalidad (consagrado en los arts. 18 y 19 de la C.N y,
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mediante el inc. 22 del art. 75, en los arts. 9 de la C.A. y 9 del PIPCP) por afectacin al principio de mxima taxatividad legal e interpretativa. As, se ha sostenido que dentro del alcance semntico de las palabras legales puede haber un sentido ms amplio para la criminalizacin o uno ms limitado o restrictivo. Las dudas interpretativas de esta naturaleza deben ser resueltas en la forma ms limitativa de la criminalizacin (Conf. Eugenio R. ZAFFARONI A. ALAGIA y A. SLOKAR, Tradado de Derecho Penal Parte General Ed. EDIAR, ao 2000, pg. 112; En igual sentido Claus ROXIN, Derecho Penal Parte General- Tomo I Fundamentos. La Estructura de la Teora del Delito Trad. LUZN PEA, DAZ y GARCA CONLLEDO y de VICENTE REMESAL, Ed. Cvitas, 1997, pgs. 147 y sigas.. Ver Hans Heinrich
JESCCHECK, Tratado de Derecho Penal Parte General Trad. MANZANARES SAMANIEGO, Ed. Comares Cuarta Edicin , 1993, pgs. 133 y sgts.). Cerezo Mir, tras sealar que ha sido rechazada la interpretacin extensiva por el Tribunal Superior Espaol, cuando era perjudicial al reo, bien sostuvo que la posibilidad de una interpretacin extensiva se deriva de que el tenor literal puede ser impreciso o ambiguo, el hecho pueda ser considerado incluido en el mismo y est claramente comprendido en la voluntad o espritu de la ley. Si el tenor literal de la ley abarca ms supuestos de los comprendidos por su espritu o voluntad ser preciso realizar una interpretacin restrictiva (Jos Cerezo Mir, Derecho Penal Parte General, Ed. Indef., 2008, pg 206)
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Y aqu debo aclarar que no toda interpretacin extensiva siempre que no sea arbitraria- debe entenderse como violatoria al principio de legalidad, cuando su aplicacin puede resultar del espritu o voluntad de la ley (VG. Roxn, en la obra citada, trae a colacin el caso de considerar actualmente como armas a diversos medios qumicos utilizables para agredir, a pesar de que esto no se le pudo ocurrir al legislador histrico en el momento de creacin de una ley que reprima la agresin con armas), ya que en esos casos no nos hallaramos frente a una interpretacin extensiva sino ante una interpretacin correcta, ms en el supuesto concreto que nos ocupa queda claro y por los fundamentos que la propia querella ha explicitado al desarrollar la primer lnea de argumentos que trataremos ms adelante- que no ha sido espritu ni voluntad del creador de la norma en cuestin alcanzar dentro del concepto de grupo nacional al grupo poltico. Consecuentemente, descartada esa segunda lnea de
argumentacin por los reparos constitucionales que conlleva su adopcin, habremos de abocarnos al primero de los argumentos expuestos por aquellos a fin de establecer su procedencia. Como bien es sabido, el delito internacional de genocidio fue tipificado como tal en el art. II de la Convencin para la Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio aprobada el 9 de diciembre de 1948 por la III Asamblea General de las Naciones Unidas, 179 Sesin Plenaria; convencin a la cual se adhiri nuestro pas mediante decr.-ley 6286/56 del 9 de abril de 1956, publicado en el Boletn Oficial el 25 de abril de 1956 (con reservas los arts. IX y XII) y, posteriormente fue incluida en la reforma del ao 1994 a la Constitucin Nacional, conforme al texto del art. 75 inc. 22, al denominado Bloque de Constitucionalidad Federal. El texto de la norma refiere que en la presente Convencin, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuacin, perpetrados con la intencin de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, tnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesin grave a la integridad fsica o mental de los miembros del grupo;
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c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destruccin fsica, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de nios del grupo a otro grupo. Consecuentemente, de la interpretacin literal de la norma podra afirmarse que slo adquieren proteccin el traslado por fuerza de nios del grupo a otro grupo cuando se refieren a un grupo nacional, tnico, racial o religioso, no as cualquier otro, esto es por ejemplo, el denominado grupo poltico. Dicha interpretacin restrictiva encuentra apoyo jurisprudencial en el Informe N 5/97 de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos C.I.D.H-, en el caso 11.227 COLOMBIA (Sobre Admisibilidad) del 12 de
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marzo de 1997, en cuanto al analizar la admisibilidad de la peticin efectuada por la Corporacin Reiniciar (Corporacin para la defensa y promocin de los Derechos Humanos) y la Comisin Colombiana de Juristas en relacin con la persecucin de miembros del partido poltico Unin Patritica1 seal en los apartados 24 y 25 que: (24). La definicin de genocidio de la Convencin no incluye la persecucin de grupos polticos, si bien fueron mencionados en la resolucin original de la Asamblea General de las Naciones Unidas que llev a la redaccin de la Convencin sobre Genocidio. El texto final de la Convencin excluy de manera explcita los asesinatos en masa de grupos polticos. La definicin de genocidio, incluso en su aplicacin ms reciente en foros como el Tribunal de Crmenes de Guerra de Yugoslavia, no se ha ampliado para incluir la persecucin de grupos polticos. (25). Los hechos alegados por los peticionarios exponen una situacin que comparte muchas caractersticas con el fenmeno del genocidio y se podra entender
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La Unin Patritica (UP), fue un partido poltico de Colombia fundado en 1985 como resultado del proceso de paz entablado entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC- y el gobierno del Presidente Belisario BENTACUR, buscando una alternativa posible de reasimilacin de las FARC a la vida civil. Los peticionarios alegaron que desde su fundacin los miembros de U.P. fueron vctimas de persecucin sistemtica, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, enjuiciamientos penales infundados y diversos atentados, debido al accionar de narcotraficantes y de grupos paramilitares, argumentando, por distintos motivos, que el Estado de Colombia era responsable de las violaciones de los derechos humanos de miembros de la Unin Patritica, bajo la figura de Genocidio. Conforme informacin recabada en Internet desde mayo de 1985 a 1994, fueron asesinados 2 candidatos presidenciales, 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes , muertes a las que hubo que sumar las de cientos de simpatizantes del partido Unin Patritica en un total de 1.163, obligndose a muchos otros sobrevivientes a abandonar el pas.http://www.cidh.oas.org/annualrep/96port/Caso11227.htm
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que s lo constituyen, interpretando este trmino de conformidad con su uso corriente. Sin embargo, la Comisin ha llegado a la conclusin de que los hechos alegados por los peticionarios no caracterizan, como cuestin de derecho, que este caso se ajuste a la definicin jurdica actual del delito de genocidio consignada en el derecho
internacional. Por lo tanto, en el anlisis de los mritos del caso, la Comisin no incluir la alegacin de genocidio Tambin debemos advertir que la misma definicin contemplada en la Convencin se recogi posteriormente en el Estatuto de los dos tribunales especiales, el Tribunal Penal Internacional para Rwanda (artculo 2) y el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (artculo 4), y por ltimo en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) (artculo 5 y 6). Esto es, ninguno de ellos contempla al grupo poltico como sujeto de proteccin. As planteadas las cosas parecera que la suerte de la cuestin articulada por los querellantes estara echada, no obstante la solucin dista en mucho de ser pacfica por cuanto tal posicin no parece brindar una resolucin justa al caso en cuanto al precedente que deja sentado. Hannah ARENDT sostuvo que es propio de la historia de la naturaleza humana que todo acto ejecutado una vez e inscripto en los anales de la humanidad siga siendo una posibilidad mucho despus de que su actualizacin haya pasado a ser parte de la historia (Hannah Arendt, Eichmann en Jerusaln Ed. DE BOLSILLO, Espaa, 2009, pg. 397) los antecedentes histricos, confrontados con los aberrantes hechos que hemos comprobado en juicio demuestran la vigencia del concepto. La organizacin denominada Lebensborn Eingetragener Verein, fundada en la Alemania nazi por el lider de las S.S. Heinrich HIMMLER, tuvo por finalidad la de expandir la raza aria. Dicha organizacin, entre otras funciones dedicadas a la consecucin de su propsito, se hallaba a cargo del otorgamiento en adopcin de nios sustrados en pases ocupados de Europa del este, que presentaran las caractersticas que pretendan de la raza aria, para someterlos a programas de Germanizacin, entregndolos a familias seleccionadas o apadrinadas por miembros de las S.S. .
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As, la crnica sostiene que fueron secuestrados entre 50.000 y 200.000 nios polacos apropiados con destino a la Lebensborn, los nios que luego de pasar rigurosos exmenes raciales eran considerados aptos eran enviados, con certificados de nacimiento falsos, a familias previamente seleccionadas los nios que no alcanzaban el certificado de ser lo suficientemente arios eran enviados a los campos de exterminio2. Tambin la apropiacin de nios, hijos de detenidos, constituy una prctica generalizada que pretendi ser investigada por el ex- Juez Baltasar GARZN, quin se desempeara como titular del Juzgado Central de Instruccin n 5 de Madrid- Espaa 3, en relacin a delitos cometidos en ese pas a partir del golpe militar del ao 1936 contra el gobierno de la Segunda Repblica Espaola, durante los aos de guerra civil y los siguientes de la
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posguerra, producidos en diferentes puntos geogrficos del territorio espaol por el bando franquista triunfante, representado por las organizaciones Falange Espaola Tradicionalista y de las Jons. En efecto, dicho Magistrado pretendi dilucidar el caso de aquellas personas que durante su primera infancia o pre- adolescencia fueron sustrados legal o ilegalmente, segn se ofreciera cobertura aparente desde el Estado o no frente a sus madres naturales durante la guerra o, principalmente, tras la misma, y los de aquellos menores que fueron recuperados contra la voluntad - o sin ella- de sus progenitores, en el extranjero, entre 1939 y 1949, a travs de todo un entramado de acciones, organismos, principalmente el Servicio Exterior de Falange y de normas que condujeron inexorablemente a la prdida de la identidad . En el caso espaol, aquellos que desarrollaron tal aberrante conducta habran tenido por propsito el separarlos de sus padres, que por militar o simpatizar con el Gobierno legtimo de la Repblica se entendi que militaban en el marxismo, atribuyndoseles la categora de psicpatas antisociales, considerando que la segregacin total de estos sujetos desde la infancia, podra liberar a la sociedad de plaga tan terrible (conf. VALLEJO NAJERA escriba en su obra La locura de la guerra. Psicopatologa de la guerra espaola, citado en El caso de los nios perdidos del
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franquismo, Miguel ngel RODRGUEZ ARIAS, Tirant lo Blanch 592, Valencia 2008, pg. 41). El citado psiquiatra, segn refiere el Dr. GARZN, alertaba sobre el dao que poda hacer y haca el ambiente democrtico en nias y nios e insista en combatir la propensin degenerativa de los muchachos criados en ambientes republicanos, los que deban ser segregados en ambientes adecuados para evitar la degeneracin del biotipo (Conf. Nios y Jvenes Anormales, Vallejo Njera, Madrid 1941, citado por Richard Vinyes). Es decir, el rgimen franquista habra sustrado o eliminado de custodia sobre mujeres detenidas a miles de nios en la dcada de los aos 40, privndolos de identidad, ya que sus datos de filiacin fueron modificados para entregarlos a familias adictas al rgimen en aras a una ms adecuada preparacin ideolgica o tutelarlos por medio de instituciones del Estado. En uno jug el factor raza, en otro la referencia fue el grupo poltico al que pertenecan los padres, opositores al rgimen revolucionario triunfante. Como vemos, tristemente, el vaticinio de Hannah ARENDT se cumpli en nuestro pas; los criminales autctonos no fueron originales. Y, frente a ello, cabe preguntarse cuales son las razones jurdicas o ticas por las cuales esta forma de crimen extremo no puede ser receptada en la definicin de genocidio cuando es cometido contra colectividades que se identifican por sus ideas o pertenencias polticas. A poco de analizar la cuestin, en especial entre los antecedentes invocados por las partes, la obra de quin se considera el autor de la definicin de genocidio, el jurista polaco, de origen judo, Raphael LEMKIN, se advierte que si bien ste (conf. LEMKIN, R. Axis Rule in Occupied Europe: Laws of Occupation Analysis of Goverment (Washington D.C.: Caamegie Endowment for International Peace, publicado en noviembre de 1944, pgs. 7995, trad. para el Tribunal de la Dra. Agustina Scoppa), slo se refiere a los grupos nacional, tnico, racial o religioso no surge un desacuerdo del autor con la inclusin de los grupos polticos como objeto de proteccin, ms an cuando se considera que durante el rgimen Nacionalsocialista Alemn
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tambin fueron objeto de persecucin y destruccin fsica los comunistas y social demcratas. Incluso, de acuerdo al tratadista Wlllian SCHABAS, Titular de la ctedra de Derechos Humanos de la Universidad de la Universidad Nacional de Irlanda-Galway, en la Resolucin 96 del proyecto de la Asamblea General la definicin de Genocidio proyectaba en forma especfica la inclusin de los denominados grupos polticos. Evidentemente, si ese proyecto no fue admitido no se debi a cuestiones jurdicas o ticas, sino porque la inclusin poda generar
dificultades en alcanzar el consenso internacional, ms all de que el argumento oficial es que los grupos nacional, tnico o racial pareceran poseer estabilidad y permanencia, constituyndose en un criterio edificado en
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funcin del nacimiento y excluyendo a aquellos grupos a los que, en cambio, uno se integra voluntariamente como los polticos y econmicos, que carecen de la cuota necesaria de permanencia y hasta especificidad (conf. Tribunal Penal Internacional para Ruanda, en el caso AKAYESU, que fue resuelto en 1998). Pero, entonces, si tenemos como vlido ese criterio, cabe preguntarse, por qu se incluye en el mbito de proteccin de la norma a los grupos religiosos?, si estos no poseen ese carcter de permanencia y estabilidad, en la medida en que, por lo general, en la actualidad cualquiera puede mudar de religin de cuerdo a su conciencia y libre albedro. Compartimos con FEIRSTEIN (conf. FEIRSTEIN, Daniel El
Genocidio como prctica social entre el nazismo y la experiencia argentina, Ed. Fondo de Cultura Econmica, 2007. Tambin en El carcter genocida del proceso de reorganizacin nacional en Revista Digital de la Escuela de Historia, ao 1, n 1 de la Universidad Nacional de Rosario) la opinin acerca de que la figura aprobada por la Convencin vulnerara el principio de igualdad ante la ley, en tanto el delito queda delimitado por las caractersticas de la vctima y no por la prctica delictiva en si. Si merece proteccin cualquier grupo religioso, igualmente debera merecerla cualquier grupo poltico, porque es la voluntad de los miembros de
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pertenecer a ellos, tanto en uno como en otro, lo que da cohesin y hace a la existencia de la parcialidad de que se trate. No existe ningn criterio jurdico o moral vlido para que el traslado por la fuerza de un grupo de nios hacia otro grupo, cometido por quien se vale del Poder del Estado, o con su aquiescencia, contra grupos de personas que se identifican por sus ideas polticas no sean incluidas en el mbito de proteccin de la norma. Y as tambin lo seal el Estudio sobre la Prevencin y la Sancin del delito de Genocidio, preparado por el Sr. Nicodeme RUHASHYANKIKO, Relator Especial de la Subcomisin para la Prevencin de la Discriminacin y Proteccin de Minoras de Naciones Unidad (conf. documento: STUDY OF THE QUESTION OF THE PREVENTION AND PUNISHMENT OF THE CRIME OF GENOCIDE / PREPARED BY NICODEME RUHASHYANKIKO, SPECIAL RAPPORTEUR, publicado el 4/7/1978 , signatura E/CN.4/SUB.2/416, sesin n 31,nmero de trabajo G7807047, fecha de distribucin 2/9/2009, en pg. Web
http://documents.un.org/mother.asp, trad. para el Tribunal de la Dra. Agustina Scoppa), en cuanto all se refiere que entre las diversas razones por las cuales no se incluy al grupo poltico, se encontraba la de lograr el mayor nmero de adhesiones por parte de los Estados en el establecimiento de una jurisdiccin penal internacional, evitndoles dificultades a los gobiernos en sus acciones internas contra los grupos subversivos. En recomendaciones al Consejo Econmico Social de la O.N.U., el Sr. B. WHITAKER, Relator Especial para la revisin y actualizacin del estudio de la cuestin para la prevencin y sancin del crimen de genocidio de la Comisin de Derechos Humanos de ese organismo internacional (Informe n 38 perodo de sesiones, tema 4 del programa provisional, distribucin general, E/CN.4/ sub 2/1985-6. del 2 de junio de 1985, pg 18 y sigts.), para la inclusin de los grupos polticos dentro de la Convencin al menos en un protocolo adicional, refiri que al dejar a los grupos polticos y de otra ndole fuera de la pretendida proteccin de la Convencin se dejaba una escapatoria amplia y peligrosa que permite exterminar a un determinado grupo, ostensiblemente, con la excusa de que se hace por razones polticas .
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As, cit a Pieter Drost (The Crime of State, II: Genocide, Leyden, A. W. Sythoff, 1959), quien seal que los autores de la Convencin tambin dejaron una escapatoria amplia y peligrosa a cualquier gobierno que desee evadir los deberes humanos consagrados en la convencin llevando el genocidio a la prctica so pretexto de tomar medidas ejecutivas contra grupos polticos y de otra ndole por razones de seguridad, orden pblico o cualquier otra razn de estado en su forma ms seria, el crimen de genocidio es la destruccin deliberada de la vida fsica de seres humanos determinados por ser miembros de cualquier colectividad humana como tal. En ese marco, la norma convencional debera ser modificada y, an cuando ello no aconteciera, resultara posible la admisin ante los Tribunales de Justicia, en base a una interpretacin pro- homine de los
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trminos de la actual Convencin, con sustento en la normas ius cogens que se impondran incluso sobre los trminos cuya incorporacin han sido consentidos por los Estados individuales (Conf. art. 53 del Convenio de Viena sobre Derecho de los Tratados, 1969). Resulta evidente que sostener que los delitos que aqu se reprochan no fueron cometidos aplicando una poltica genocida en modo alguno puede servir para atenuar la gravedad de las conductas y/o de la pena que pudiera corresponderles a sus autores. Los delitos internacionales como los crmenes de lesa humanidad que hemos dados por probados en este juicio no son menos graves o atroces que el genocidio, si igualmente imprescriptibles y no pueden ser perdonados o amnistiados. No obstante, la situacin no es indiferente ante la posibilidad de construir una verdad jurdica que coincida con lo realmente ocurrido, a mi juicio, no cabe duda que, en nuestro pas, los crmenes perpetrados por los imputados tuvieron lugar en el marco del genocidio de un grupo poltico, que si bien heterogneo en cuanto a su composicin (edad, sexo, clase social, etc.), se caracteriz por hallarse integrado por militantes polticos, sociales, sindicales y estudiantiles, todos opositores al rgimen cvico militar que el 24 de marzo de 1976 usurp el poder poltico en la Repblica Argentina, asumiendo de facto la direccin de los destinos de la Nacin; sector de la
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poblacin a los que defini como enemigos o subversivos, hacindolos vctima de una empresa criminal que valindose del poder del Estado implement, para eliminarlos fsicamente, un plan generalizado y sistemtico de exterminio y aniquilacin. Es en ese marco que hemos tenido por probada la aberrante prctica generalizada y sistemtica de apropiacin de nios que nos ha tocado juzgar. En virtud de ello, he de aclarar que son slo cuestiones procesales las que me impiden de efectuar tal declaracin, todas ellas tendientes a evitar dar lugar a planteos de nulidad que pongan en peligro la validez e integridad de esta sentencia, por la afectacin al principio de congruencia, por cuanto, en realidad, es verdad que la conducta recin les fue enrostrada a los encartados en la discusin final del juicio. En efecto, la imputacin de genocidio intentada por los acusadores particulares en la oportunidad contemplada en el art. 393 del C.P.P., conlleva a analizar una plataforma fctica distinta respecto a la cual los encartados fueron indagados, luego procesados y respecto a la que oportunamente se requiri la elevacin de la causa a juicio; en relacin a los que las defensas han podido ejercer su ministerio acabadamente durante el debate. As la jurisprudencia ha sostenido en forma pacfica que el principio de congruencia en su proyeccin en el proceso penal exige que el ncleo fctico sometido a juzgamiento sea esencialmente el mismo a lo largo de todo el proceso: desde su intimacin en la indagatoria, su descripcin en el procesamiento, su formulacin en la requisitoria de elevacin a juicio y su anlisis en la sentencia. En tal sentido la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que el imputado tiene derecho a conocer, a travs de una descripcin clara, detallada y precisa, los hechos que se le imputan. El llamado 'principio de coherencia o de correlacin entre acusacin y sentencia' implica que la sentencia puede versar nicamente sobre hechos o circunstancias contemplados en la acusacin". (CORTE SUPREMA DE JUSTICIA , SANTA FE, SANTA FE (SPULER - GASTALDI - GUTIERREZ - NETRI), CH., C. s/ QUEJA POR DENEGACION DEL RECURSO DE
INCONSTITUCIONALIDAD -LESIONES CULPOSAS Y ABANDONO DE PERSONA SEGUIDO DE MUERTE AGRAVADO POR EL VINCULO EN
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CONCURSO IDEAL (EXPTE.: C.S.J. NRO. 408 AO 2007), SENTENCIA del 20 de Febrero de 2008, en registro lgico SAIJ sumario: J0035541; En igual sentido: CAMARA NACIONAL DE CASACION PENAL , CAPITAL FEDERAL Sala I (Magistrados : Catucci, Madueo, Berraz de Vidal.), Simn, Julio Hctor s/ recurso de casacin, SENTENCIA del 15 de Mayo de 2007, en registro lgico SAIJ sumario: 33012258; CAMARA NACIONAL DE
CASACION PENAL , CAPITAL FEDERAL, Sala 02 (Magistrados: David, Fgoli, Madueo.) Moino, Juan Carlos y otros s/ recurso de casacin. SENTENCIA del 6 de Febrero de 2004, en registro lgico SAIJ sumario 33009762; CAMARA NACIONAL DE CASACION PENAL , CAPITAL FEDERAL, Sala 03 (Magistrados : Riggi, Ledesma, Tragant.), Rivero, Jorge H. y otros s/ recurso de casacin, SENTENCIA del 5 de Marzo de 2004, en registro
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lgico SAIJ sumario 33009806 y cctes.-) Cabe destacar que la base de interpretacin del principio de congruencia est constituida por la relacin del mismo con la mxima de la inviolabilidad de la defensa en juicio consagrado en el art. 18 de la Constitucin Nacional, habiendo sostenido el Profesor Maier que todo aquello que, en la sentencia signifique una sorpresa para quien se defiende, en el sentido de un dato, con trascendencia de ella, sobre el cual el imputado y su defensor no se pudieron expedir, cuestionarlo y enfrentarlo probatoriamente, lesiona el principio estudiado (Maier, Julio B.J., Derecho Procesal Penal Argentino, Tomo I vol. B, Ed. Hammurabi, pg. 336) Y, en igual sentido se ha dicho que debe existir congruencia entre el reproche final que se le hace al imputado y los hechos concretos que motivaron la acusacin sin introducir elementos nuevos sobre los cuales no haya podido aqul defenderse (Carri, Alejandro D., Garantas
constitucionales en el proceso penal, 4 Edicin, Ed. Depalma, pgs. 100 y ss.). No se puede condenar por delito distinto, salvo que se trate de figuras homogneas y el nuevo titulus condemnationis no conlleve indefensin. El acusado debe tener siempre a su alcance la posibilidad de alegar y presentar prueba de su inters respecto a todo cuanto antes no fue acusado y determine su responsabilidad, ya que la diversidad puede comprometer su estrategia de defensa. (ngela Ester Ledesma, Principio de congruencia en el proceso penal.
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Reglas
aplicables,
en
pgina
http://www.procesal1-
catedra2.com.ar/sites/procesal1catedra2.com.ar/files/Ledesma_Principio_de_ Congruencia.pdf). En sntesis, la congruencia es consecuencia directa del principio de contradiccin que debe presidir en esencia todo juicio, de modo de que se respete la inviolabilidad de la defensa (derecho a ser odo tras conocer en tiempo oportuno la imputacin que se le formula y presentar pruebas en su descargo). La nica posibilidad para que el acusador modifique la base jurdica de la acusacin durante el debate se encuentra establecida en las previsiones del artculo 381 del Cdigo Procesal Penal; modificacin que slo podr argir si se trata de circunstancias agravantes del hecho que fueron conocidas en el transcurso de la audiencia, lo que no ocurre en el presente caso (conf. Navarro, G.R. y Daray, R.R. Cdigo Procesal Penal de la Nacin, T 2, pg 1033 y sgtes. Ed. Hammurabi, 2004). Cabe destacar entonces que dado que las circunstancias de hecho que motivan la pretensin acusatoria ya eran conocidas al momento de expedirse respecto de la elevacin a juicio del proceso, debieron ser expuestas en dicha oportunidad; de lo contrario no pueden ahora ser enmendadas. As, nos vemos ante la imposibilidad de avanzar en el sentido por aquellos propuesto, no obstante nuestra ntima conviccin, ya que la imputacin del delito de genocidio no ha sido correctamente formulada en la etapa procesal debida.
B. Artculos 146, 139, inciso 2 y 293 del Cdigo Penal. Leyes aplicables El anlisis general aqu abordado responde a una necesidad metodolgica y tiene por finalidad establecer los lineamientos generales que resultan comunes a todas las figuras penales que sern de aplicacin en la subsuncin tpica de los sucesos acreditados, evitando as innecesarias repeticiones ulteriores al tratarse las calificaciones legales especficas respecto de cada imputado, reservando entonces para tales consideraciones las cuestiones propias a la individualidad de cada caso.
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Esta posibilidad de efectuar un tratamiento general se funda, a su vez, en las homogneas caractersticas comisivas constatadas respecto de cada uno de los hechos que integran este debate. Ello ha quedado establecido al tratarse, en los considerandos pertinentes, las caractersticas propias de las conductas aqu juzgadas respecto de las que ya nos hemos pronunciado concluyendo que constituyen desapariciones forzadas de personas especficamente, de nios menores de 10 aos- y que fueron llevadas a cabo mediante una prctica generalizada y sistemtica de las caractersticas apuntadas en el extenso anlisis efectuado al respecto. De all la homogeneidad comisiva referida precedentemente, respecto de cada hecho probado.
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Asimismo,
tal
como
ya
adelantramos
al
afirmar
la
imprescriptibilidad de los delitos que son materia de juzgamiento, si bien se ha establecido que stos constituyen desapariciones forzadas de personas a la luz de las disposiciones del derecho internacional que fueron ponderadas al momento de fundarse tales conclusiones, las conductas reprochadas al tiempo de cometerse se encontraban tipificadas en el derecho positivo interno, configurando diversos delitos, que si bien han sufrido modificaciones legislativas -sea en cuanto a los elementos objetivos o subjetivos de las figuras, o al monto de la sancin punitiva previsto- se encuentran actualmente vigentes. Es por ello y como tambin ya fue indicado oportunamente, que dichas figuras penales son las que habremos de aplicar a los fines de la subsuncin tpica de los hechos objeto de este debate (lgicamente, segn los casos y conforme el anlisis particular que oportunamente se efectuar respecto de cada uno de los imputados). Tales delitos son los que prevn y reprimen los artculos 146, 139, inciso 2 y 293 de Cdigo Penal, tambin, segn corresponda. En consecuencia, pasaremos a analizar seguidamente las caractersticas propias de cada uno de ellos y el criterio general con el cual se aplicarn tales tipos penales, y que luego ser trasladado a los casos puntuales, segn sus particularidades.
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En concordancia con tal criterio, ya ha tenido oportunidad de pronunciarse este Tribunal -aunque con distinta composicin- al dictar
sentencia en la causa n 1278 del registro de esta sede, caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos, al sostener que el universo fctico abarcado por la desaparicin forzada de Alejandro Adrin, se encontraba ya previsto en los delitos de sustraccin, ocultacin y retencin de un menor de diez aos de edad -Art. 146 del C.P-; supresin del estado civil de un menor de diez aos Art. 139, inciso 2 del C.P-; y falsedad ideolgica de instrumento pblico, y falsedad ideolgica de instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas -293 del C.P- Esto es as porque, la desaparicin forzada de Alejandro Adrin, no abarca slo su privacin de libertad, materializada mediante su sustraccin y posterior retencin, sino que tambin comprende la falta de informacin o la negativa de reconocer dicha privacin de libertad o de informar sobre su paradero, lo que se materializa mediante su ocultamiento y la sustitucin de su estado civil, como as tambin las correspondientes falsedades documentales Arts. 146, 139 y 293 del C.P.-. (En igual sentido, Sala I de la Cmara Nacional de Casacin Penal, Exp. 30.312 Videla, J.R. s/prisin preventiva, resuelta el da 9 de septiembre de 1999) A continuacin analizaremos cada uno de tales delitos en particular. 1. Artculo 146 del Cdigo Penal Las acciones tpicas previstas por el artculo 146 del Cdigo Penal son las de sustraer a un menor de 10 aos y las de retenerlo u ocultarlo. Las acciones de retener y ocultar, para resultar tpicas en los trminos de dicha norma requieren como presupuesto indispensable que se trate de un nio previamente sustrado. En la sustraccin, el agente se apodera de la persona del menor, despojando a quien lo tena legtimamente en su poder, apartndolo de los lugares donde ejerca su tenencia, logrando que el mismo menor se aparte, o impidiendo que el legtimo tenedor vuelva a la tenencia del menor cuando aqulla se ha interrumpido por cualquier causa.
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Retener consiste en tener o guardar al nio previamente sustrado, mantenerlo fuera de la esfera de custodia de la que ha sido quitado mediante la sustraccin. El ocultamiento consiste en impedir la vuelta del menor a la situacin de tutela en que se hallaba, imposibilitando la reanudacin del vnculo usurpado y fracturado con la sustraccin. Lo oculta el que lo esconde, impidiendo el conocimiento de su ubicacin por parte del legtimo tenedor; en este ltimo caso no se trata solamente de impedir el restablecimiento del vnculo de la tenencia, sino de impedirlo por el particular medio de ocultar al menor. Asimismo, se ha sostenido que la retencin y la ocultacin del menor a que se refiere el art. 146, desplazan las figuras de encubrimiento
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(Carlos Creus, Derecho Penal. Parte especial. Tomo 1. 5 Edicin actualizada. Editorial Astrea. Buenos Aires 1995, pag. 342). La doctrina acepta pacficamente que los medios empleados para cometer este delito, bajo cualquiera de sus formas tpicas, son indiferentes. Al respecto merece recordarse que al tratarse la metodologa de la prctica sistemtica y generalizada acreditada en este debate se sostuvo que la modalidad para llevar a cabo el ocultamiento de los menores vctimas de este debate, quienes haban sido previamente sustrados en ocasin del secuestro, cautiverio, desaparicin o muerte de sus madres durante la ltima dictadura militar, se llev a cabo vulnerando su identidad, ya sea haciendo incierto, alterando o suprimiendo su estado civil. Tanto en la retencin como en el ocultamiento sealados, debe existir la conciencia y voluntad de hacerlo respecto de un menor previamente sustrado. Sobre esta figura se ha indicado que el ataque no est directamente dirigido contra la libertad individual del menor, son contra la tenencia de l por parte de quienes la ejercen legtimamente (padres, tutores, guardadores, etc) y por eso se dice que, en verdad, se trata de ofensas a la familia del menor. Sin embargo, regulados estos ataques en nuestro derecho como delitos contra la libertad, reconozcamos que lo que la ley toma en cuenta es el libre ejercicio de las potestades que surgen de las relaciones de familia,
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que ciertos sujetos, originariamente o por delegacin, tienen sobre el menor (Carlos Creus, ob. cit. Pag. 340) La ejecucin de los delitos de retencin y ocultamiento de menores de diez aos, es de carcter permanente. La doctrina pone el acento en el mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en el dominio voluntario del hecho. Esta postura es adoptada por Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis. All sostienen que se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida Tambin sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica (ob. cit. pgina 213). Establecido el carcter permanente de la figura que tratamos y habida cuenta la extensin temporal que los sucesos que se juzgan que en algunos casos llevan dcadas cometindose- corresponde fijar el criterio respecto del cese de la comisin del delito y la determinacin de la ley aplicable en cada caso, habida cuenta que la etapa inicial comisiva en todos los casos aqu acreditados ocurri durante la vigencia de la ley 11.179, siendo que a partir del 2 de enero de 1995 se reform la aludida figura del artculo 146 del Cdigo Penal, materia de anlisis, mediante la ley 24.410 que modific la escala penal de este delito, agravndola. Tales cuestiones ya han sido objeto de un pronunciamiento de este Tribunal, aunque con distinta composicin, al dictarse la sentencia en la mencionada causa n 1278 (rta. el 30/4/2009), criterio que result confirmado por la Sala IV de la Excma. Cmara Federal de Casacin Penal, a cuyas consideraciones y fundamentos nos remitimos en su totalidad, sin perjuicio de transcribirse a continuacin, ciertos fragmentos que resultan elocuentes a los fines aqu analizados.
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As pues, sobre el momento del cese de la conducta delictiva se ha sostenido que la accin tpica cesa cuando se descubre la verdadera identidad de la vctima, por cuanto es la que mejor se conforma con la naturaleza del delito (de ejecucin permanente o continua), teniendo en cuenta la persistencia de la negativa de informacin acerca de la suerte o paradero de la vctima, y es la inteligencia que ha adoptado, adems, la C.I.D.H. en los precedentes Heliodoro Portugal vs. Panam (12/08/08) y Ticona Estrada y otros vs. Bolivia (27/11/08). En estos asuntos, se dijo que ...la desaparicin forzada consiste en una afectacin de diferentes bienes jurdicos que contina por la propia voluntad de los presuntos perpetradores, quienes al negarse a ofrecer informacin sobre el paradero de la vctima mantienen la violacin a cada momento. Por tanto, al analizar un supuesto de desaparicin forzada se
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debe tener en cuenta que la privacin de la libertad del individuo slo debe ser entendida como el inicio de la configuracin de una violacin compleja que se prolonga en el tiempo hasta que se conoce la suerte y el paradero de la presunta vctima. En el caso que ahora nos ocupa, los jueces que en este aspecto conformaron la mayora entendieron que el delito ces de ejecutarse el da 11 de julio de 2.006, fecha en la cual la vctima recuper su identidad por haberse recibido en este proceso el resultado del estudio inmunogentico practicado por el Banco Nacional de Datos Genticos (fs. 1855/1873). El criterio no parece desacertado en cuanto a que, si habremos de aceptar que la accin tpica cesa cuando se descubre la verdadera identidad de la vctima, bien puede considerarse determinante el momento de obtencin de datos fidedignos que permitan conocerla... (Cmara Federal de Casacin Penal. Causa nro. 10.896 - SALA IV. REI, Vctor Enrique s/recurso de casacin, rta. 10/6/10) No puede pasarse por alto que la Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha dejado claramente establecida esta cuestin al sostener que el segundo dato de infeliz originalidad del hecho que da origen a la investigacin de la presente causa y al conflicto consiguiente, es la continuidad del delito. El delito de que se trata -como cualquier delito- tiene un momento consumativo, pero pertenece a la categora de los delitos en que la consumacin no se agota de modo instantneo sino que se mantiene en el tiempo hasta que cesa el
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resultado. No es un delito de resultado permanente, pues ste puede cesar, sino que el delito mismo es permanente y slo cesa simultneamente con el estado que ha creado y que el autor o autores estn siempre en condiciones de hacer cesar. Por ende, el delito de que es vctima el secuestrado -sin perjuicio de mayores precisiones tcnicas acerca de la tipicidad, que no son materia de discusin en este momento- se sigue cometiendo hasta la actualidad y, de hecho, sa fue una de las razones (aunque no la nica) por la que nunca pudo plantearse en trminos jurdicamente vlidos la cuestin de la prescripcin. La medida compulsiva contra la vctima secuestrada sera el nico medio para hacer cesar la comisin del delito que se sigue perpetrando contra l mismo y a lo que ste se niega, haciendo valer el derecho a no ser nuevamente victimizado, aunque el reconocimiento de este derecho en plenitud implicara la condena a seguir sufriendo una victimizacin. Semejante paradoja es de tal magnitud que escapa a toda posible imaginacin de laboratorio de casos, al punto de no existir doctrina ni jurisprudencia aplicable. Por otra parte, esa continuidad delictiva no ha sido breve, sino que abarca treinta aos de vida de la persona, en los que sta ha pasado por la infancia, la adolescencia y se halla en plena juventud y madurez, o sea, que ha transcurrido un curso vital en que ha definido mltiples y decisivos rasgos de su existencia y ha establecido o mantenido vnculos de toda ndole con muy diversa relevancia afectiva y jurdica. (C.S.J.N. G. 1015. XXXVIII. Recurso de hecho Gualtieri Rugnone de Prieto, Emma Elidia y otros s/ sustraccin de menores de 10 aos. Causa n 46/85 AC. Considerando 9. rta. el 11/8/09). En cuanto a la aplicacin de la ley penal correspondiente se sostuvo que Sobre el punto ya ha recado pronunciamiento de la CSJN en los autos REI, VICTOR ENRIQUE Y OTRO (S) s/sustraccin de menores de 10 aos (art. 146) (causa R. 1236. XLI, resuelta el 29 de mayo de 2007), en la cual el Alto Tribunal comparti e hizo suyos los fundamentos y conclusiones del dictamen del Procurador Fiscal relativos a la aplicacin de la ley 24.410 al caso -que resultaba segn la defensa de Rei contraria al principio de legalidad establecido en el art. 18 de la Constitucin Nacional-. Al respecto, concluy que ...las figuras de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos integran la categora de delitos permanentes, en los que la actividad consumativa no cesa
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al perfeccionarse el delito, sino que perdura en el tiempo, por lo que ste contina consumndose hasta que culmina la situacin antijurdica. Frente a estos hechos, la reforma de la ley 24.410 no introduce uno de los supuestos contemplados en el art. 2 del Cdigo Penal (que plantea nicamente la hiptesis de un cambio de leyes entre el tiempo de comisin del delito y de la condena o, eventualmente, el intermedio), sino que su aplicacin al caso debe resolverse segn la regla general del artculo 3 del Cdigo Civil (tempus regit actum) en virtud de la cual el delito (en este caso, que an se est cometiendo) debe regirse por las normas vigentes. (Dictamen del Procurador Fiscal, de fecha 15 de agosto de 2.006). De esa manera, ha quedado aclarada la inteligencia que debe reconocerse a la aplicabilidad temporal de la ley 24.410, restando en todo caso determinar si, en la especie, la accin tpica haba
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continuado cometindose al tiempo de entrada en vigencia de esta norma (Cmara Federal de Casacin Penal. Causa nro. 10.896 - SALA IV. REI, Vctor Enrique s/recurso de casacin) De todo lo hasta aqu expuesto, se concluye que ley aplicable a cada caso deber determinarse en funcin de aqulla que se encontraba vigente a la fecha del cese de la comisin del delito, que se ha establecido concretamente en la fecha en que se ha hecho pblico judicialmente el resultado del estudio pericial, en los casos en que ello se ha verificado. Y para los casos en que no se ha verificado el cese, el de la fecha de la sentencia que prueba la sustraccin, retencin y/u ocultamiento de un menor de 10 aos.
2. Artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal En primer lugar corresponde sealar que este delito es de carcter instantneo, con lo cual corresponde aplicar la redaccin del tipo penal vigente al momento en que se llevaron a cabo las conductas reprochadas y que en todos los casos corresponde a aqulla prevista por la ley 11.179. Aqul texto puna a quien por medio de exposicin, de ocultacin o de otro acto cualquiera, hiciere incierto, alterare o suprimiere el estado civil de un menor de diez aos. Dicha figura fue tambin modificada por la mencionada ley 24.410 que la torn ms gravosa dado que adems de aumentar las penas
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conminadas, le quit una forma especial de designio requerida con anterioridad, consistente en el particular elemento subjetivo relativo al propsito de causar perjuicio. No obstante ello, an con la redaccin de la anterior ley 11.179 pudo verificarse en todos los casos objeto de este debate que existi un concreto perjuicio toda vez que los menores no eran nios abandonados y se aprovech de una situacin de ilegalidad cometida por el terrorismo de Estado para llevar a cabo las conductas delictivas. Ahora bien, al constituir el objeto jurdico de este delito el estado civil del nio, ello no implica el reconocimiento unvoco de tal derecho en el nio, mxime teniendo en cuenta que la ley prev especialmente esos casos, toda vez que dicha circunstancia no apareja desconocimiento del derecho que a la inscripcin del genuino estado civil de un individuo tambin le corresponde a sus padres, parientes, y an puede darse el caso de que lo tengan los extraos. As, cuando la ley manda el registro autntico del estado civil y eleva a la categora de delito toda alteracin que de l se cometa, tiene en mira el proteger el derecho de todos los que en ello tienen un inters. De all que el bien jurdico protegido por la figura es el derecho a la identidad de la persona, constituyendo un delito contra las relaciones familiares y ms precisamente contra la filiacin. Tal concepcin ha sido reafirmada a partir de la nueva redaccin de la figura en anlisis en virtud de la ley 24.410, por cuanto all se sanciona al que por un acto cualquiera, hiciere incierto, alterare o suprimiere la identidad de un menor de diez aos, y el que lo retuviere y ocultare. Represe que dicha modificacin, en lo sustancial, sustituy el estado civil por la identidad, en la descripcin tpica. De conformidad con los antecedentes parlamentarios de la mencionada ley surge que La identidad tiene que ver no con un derecho nuevo pero s con una nueva captacin de la misma como valor que hasta ahora tal vez no estaba tratado con el rigor que le queremos darLa identidad adquiere otra dimensin. No se trata ya solamente del estado civil sino que es omnicomprensiva del estado civil. El estado civil empieza a ser una parte de la identidad y sta comienza a tener otra identidad jurdica y moral, que es la que
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queremos incorporar (Antecedentes Parlamentarios, La Ley, Buenos Aires, 1996, ao III, n 3) la preocupacin del legislador por otorgar debida tutela jurdica al derecho a la identidad se explica a la luz de dos grandes problemas que aquejaron y aquejan a nuestro pas. Por un lado, la desaparicin de los nios de las personas secuestradas y luego desaparecidas durante el proceso militar y, por el otro el creciente robo de bebs y trfico de menores, ya sea con fines de venta para adopcin, ya sea con otros fines (Cdigo Penal y normas complementarias. Anlisis doctrinal y jurisprudencial. David Baign y Eugenio Ral Zaffaroni. Editorial Hammurabi. Buenos Aires. 2008. Tomo 5. Pag. 85) La infraccin contenida en la figura que analizamos consiste en
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que el autor, valindose de cualquier modo, o por ejecutar cualquier acto, determina que el estado civil de otro se altere, pase a ser incierto o se suprima. Los tres supuestos determinan, a su vez y como resultado, que el estado civil ya no se conozca con certeza, o que, simplemente, no se conozca. Pasaremos a analizar a continuacin los supuestos comisivos que hemos aplicado respecto de los imputados. As pues, en los casos de los autores directos, corresponde aplicar la accin tpica de suprimir el estado civil, por cuanto el que lo suprime, elimina la posibilidad de determinar o de demostrar ese estado... (Carlos Creus, Derecho Penal. P. Especial, Tomo 1. Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995, pags. 282/283). (el destacado nos pertenece). Entendemos entonces que quienes adoptaron la decisin de incribir a las vctimas como hijos biolgicos, mediante la utilizacin de documentacin falsa sobre los datos filiatorios de tales menores y sobre circunstancias de ocurrencia de sus nacimeintos, suprimieron su estado civil, por cuanto los colocaron ante la imposibilidad de determinarlo o acreditarlo. Tal es el caso de los imputados Vctor Alejandro Gallo, Juan Antonio Azic e Ins Susana Colombo. En los restantes casos en los que se han determinado otros grados de responsabilidad de los imputados respecto de los hechos acreditados, sea por autora mediata, co-autora funcional o participacin necasaria, segn los
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casos, corresponde aplicar la accin tpica de hacer incierto, por cuanto quien hace incierto el estado civil siembra dudas sobre l, dificultando su prueba o determinacin. (Carlos Creus, Derecho Penal. P. Especial, Tomo 1. Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995, pags. 282/283) (el destacado nos pertenece). En tales casos se han verificado aportes comisivos concretos de los imputados, segn cada caso y con las particularidades propias de las responsabilidades atribuidas, a partir de los cuales se crearon situaciones que modificaron las circunstancias que sirven para la determinacin del estado civil de las vctimas, volvindolo inseguro y dificultando la prueba del mismo. Prrafo aparte merece la situacin del imputado Reynaldo Benito Antonio Bignone, a cuyo respecto nos remitimos a lo expresado por los suscriptos en los considerandos pertinentes a su responsabilidad.
3) Artculo 293 del Cdigo Penal de la Nacin En lo que respecta a las conductas relativas a hacer insertar datos falsos en documentos pblicos -falsedades ideolgicas- que fueron plenamente acreditadas, corresponde realizar algunas precisiones a fin de determinar cul ha de ser la normativa aplicable a partir de que la ley nro. 24.410 equiparara a los documentos nacionales de identidad, los certificados de parto y los de nacimiento. Se plantea entonces, nuevamente, un inconveniente de validez temporal de la ley. La doctrina resulta pacfica para afirmar que las falsedades documentales como las que aqu se juzgan son delitos instantneos. Establecido dicho extremo y habida cuenta las fechas de comisin de tales ilcitos constatados en las presentes actuaciones, por aplicacin del artculo 2 del Cdigo Penal, aqullos debern ser subsumidos en las previsiones del art. 293 del Cdigo Penal, segn las leyes nro. 11.179 y 20.642 (esta ltima, slo si se trata de documentos nacional de identidad), vigentes segn los casos.
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En primer lugar, y respecto de los 34 casos probados en este debate cabe afirmar que, tratndose de conductas independientes que damnificaron a personas distintas y que fueron llevadas a cabo mediando circunstancias de modo, tiempo y lugar perfectamente diferenciadas entre s, corresponde aplicar respecto de tales sucesos las reglas del concurso real de delitos previstas en el artculo 55 de Cdigo Penal de la Nacin, cuando la atribucin de responsabilidad pertinente comprenda ms de un hecho respecto del mismo imputado. Sobre las reglas que rigen el concurso real recordemos que los presupuestos del concurso real son: 1) pluralidad de acciones (o conductas o hechos) independientes de un mismo sujeto activo; 2) que tales hechos encuadren cada uno- en tipos penales y que no haya un tipo penal que trate la
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pluralidad como un nico delito, 3) que respecto de los mismos no se haya extinguido la respectiva accin penal, por prescripcin (art. 62 del Cdigo Penal) o por otro motivo, y 4) que an no se hayan juzgado, para poder as tener la posibilidad de juzgamiento en un mismo proceso penalLa diferencia con el concurso ideal es clara: mientras que en ste estamos frente a un nico hecho o conducta con encuadre tpico pluralel concurso real de trata de una pluralidad de hechos o conductas independientes (Andrs Jos DAlessio Cdigo Penal de la Nacin. Comentado y Anotado 2 Edicin Actualizada y Ampliada. Tomo I. Parte General. Buenos Aires. La Ley, 2011. pags. 881/882). En torno a este punto, corresponde hacer una salvedad relativa al voto mayoritario emitido respecto del tratamiento de la calificacin legal correspondiente al imputado Reynaldo Benito Antonio Bignone, que ser desarrollado en el apartado pertinente y a cuyas consideraciones nos remitimos. Por otra parte, abordaremos a continuacin la relacin concursal que corresponde establecer entre los delitos que configuran cada una de las conductas reprochadas, individualmente consideradas. Represe que la mayora de los imputados han sido acusados en orden a los delitos previstos y reprimidos en los artculos 139, inciso 2 y 146 del Cdigo Penal, y slo respecto de los imputados Vctor Alejandro Gallo, Juan Antonio Azic e Ines Susana Colombo se han incluido, adems, reproches
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por falsedades documentales en virtud de lo previsto por el artculo 293 del Cdigo Penal de la Nacin. Las partes en sus alegatos, han adoptado posturas diversas sobre el tipo de concurso aplicable en relacin a tales figuras, por los fundamentos que expusieron en su oportunidad y a cuyas consideraciones no remitimos. Como ya adelantramos en el considerando pertinente a la imprescriptibilidad de los delitos que aqu se juzgan consideramos que todas las figuras precedentemente mencionadas concursan de manera ideal, tal como se analizar a continuacin. En virtud de tal decisin, consideramos que no existe bice para el tratamiento conjunto de todos los casos,
independientemente de las imputaciones diferenciadas antes apuntadas y es por ello que se efecta el anlisis de esta cuestin de modo general.
a. Los Dres. Mara del Carmen Roqueta y Julio Panelo dijeron: Al momento de dictar sentencia en la causa n 1278 del registro de este Tribunal, caratulada REI, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos, resuelta el 30 de abril de 2009 y al tiempo de decidir sobre la relacin concursal entre las mismas figuras que resultan de aplicacin en autos y ante un hecho de anlogas cactersticas comisivas a los aqu juzgados sostuvimos, sucintamente , lo siguiente: Entre el atentado contra la posesin del estado civil de un menor de diez aos y los atentados a la fe pblica existe un concurso ideal. En tal sentido Soler afirma que estos delitos se pueden cometer de las ms variadas maneras, la ms corriente y eficaz ser la falsa inscripcin o alteracin de las partidas en el Registro Civil As, cuando se efectan falsas declaraciones sobre el hecho que el acta tiende a probar, se comete falsedad ideolgica en documento pblico, y es de aplicacin la figura ms grave, en concurso ideal porque justamente la falsedad, para serlo, debe consistir en la alteracin de lo que el documento debe probar, es decir, el estado civil. En otro orden, sobre la manera en que concurren todos los delitos que fueran cometidos por Rei, corresponde sealar que la retencin y ocultamiento de un menor de diez aos concurre en forma real con los delitos de supresin del estado civil de un menor de diez aos, falsedad ideolgica de
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documento pblico reiterado en dos hechos y falsedad ideolgica de documento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas, concurriendo las cuatro ltimas conductas de manera ideal entre s. De lo expuesto, claramente se desprende que se trata de una pluralidad de movimientos voluntarios que respondieron a un plan comn y conforman una conducta nica en los trminos del art. 54 del Cdigo Penalinsusceptible de ser escindida, en la que el delito de supresin del estado civil de un menor de diez aos concurre idealmente con las falsedades ideolgicas cometidas en cada uno de los instrumentos pblicos indicados, siendo sta la actual doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin (en tal sentido v. C.S.J.N. c. 1495 XXXIX Npoli, Erika y otros s/arts. 139 bis y 292 C.P. de fecha 6 de julio de 2004)
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Ahora bien, a los fines de establecer la relacin concursal de las figuras en anlisis y respecto de las conductas imputadas en este debate, hemos de modificar el criterio oportunamente adoptado y que reseramos precedentemente. Esta decisin se funda en un nuevo estudio de la cuestin, basado en las consideraciones volcadas al tratar las caractersticas de la prctica de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores acreditada en autos, as como en el planteo formulado puntualmente en torno a este tema por una de las Defensas durante los alegatos, criterio que fue seguido, adems, por varios de los restantes defensores. As pues, al momento de efectuar su alegato, la Defensa de los imputados Vctor Alejandro Gallo y Juan Antonio Azic cuestion la relacin concursal establecida oportunamente por este Tribunal en el aludido fallo Rei con relacin a las figuras aqu analizadas, procurando una modificcin de tal criterio a los efectos del presente pronunciamiento. Al respecto, se seal que aquel pronuncamiento (el fallo Rei) la calificacin legal de los hechos efectuada a los fines de la configuracin del delito de desaparicin forzada de personas, importaba sostener implcitamente que la supresin y posterior sustitucin de su estado civil a travs de las distintas falsedades ideolgicas de documentos pblicos y dems formas comisivas concomitantes, resultaron el medio para la ocultacin y retencin de
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la vctima, previamente sustrada. A patir de tales consideraciones, concluy la Defensa que las conductas mencionados no podan considerarse aisladamente respecto de aqulla primitiva sustraccin. Valorando tales argumentos en forma concordante con las conclusiones a que arribramos sobre la metodologa implementada a los fines de la prctica acreditada en este debate, en la que se estableci, entre otras cosas, que la vulneracin de la identidad de los menores fue el modo sistemtico de ocultar los hechos a perpetuidad, cuya comisin generalizada tambin fue probada y habindose establecido asimismo que todos los hechos aqu juzgados consistireon en desapariciones forzadas de nios, concluimos que cada una de tales desapariciones debe ser considerada como una unidad de accin, an admitindose sus distintos tramos comisivos y las infracciones que cada una de ellas conlleva, como ya dijramos, de diversos tipos penales a resultas de su ejecucin, que en muchos casos ha acaecido por dcadas. Esa unidad de accin determina que deban aplicarse las reglas del concurso ideal en relacin a la totalidad de los delitos que tipifican las conductas de los aqu imputados segn la responsabilidad que les fue atribuida en relacin a cada uno de los respectivos sucesos, dadas las caractersticas comisivas apuntadas y de conformidad con lo que ha sido argumentado por la Defensa de los imputados Juan Antonio Azic y Vctor Alejandro Gallo Tales aseveraciones se ven reforzadas, a su vez, al considerarse que se ha afirmado que los actos ejecutivos de un delito instantneo realizados en el marco de un delito permanente tienen el carcter de identidad que caracteriza el concurso formalSobre el particular, Caramuti aclara que en el caso de delitos permanentes, la concurrencia ideal puede tener lugar con actos que tienen por objeto prolongar el estado de permanencia consumativo (como ejemplo, en el caso de la privacin de la libertad, donde hay concurso ideal con las lesiones o las amenazas realizadas para impedir que el secuestrado huya). Por el contrario, los otros delitos cometidos mientras se mantienen el estado consumativo y que no tengan aquel objeto (las injurias al secuestrado, el dao a sus objetos personales, la violacin, etc.) concurrirn en forma material (Andrs Jos DAlessio Cdigo Penal de la Nacin.
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Comentado y Anotado 2 Edicin Actualizada y Ampliada. Tomo I. Parte General. Buenos Aires. La Ley 2011. pags. 869) La jurisprudencia ha resuelto que la tipicidad del art. 146 no se halla absorbida por la figura del art. 139, inc. 2, ya que ambos tipos remiten a supuestos diversos y bienes jurdicos protegidos diferentes, consecuentemente, en los casos de mujeres que dieron a luz en centros clandestinos de detencin, siendo luego separadas de sus hijos sin que se hiciera asiento formal de los nacimientos-, se ha inclinado por una relacin de concurso ideal entre dichas figuras. Si bien se trata de pronunciamientos referidos a la redaccin anterior de dichos artculos, sus fundamentos son aplicables a los textos vigentes (Andrs Jos DAlessio, ob cit., pag. 329). En idntico sentido puede citarse el siguiente pronunciamiento
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Configura los delitos de sustraccin, ocultacin y retencin de un menor de diez aos, en concurso ideal con el delito de supresin de estado civil de un menor, la conducta del personal militar que revesta funciones en el centro clandestino de detencin que funcion en la Escuela de Mecnica de la Armada donde fueron alojadas mujeres embarazadas durante la ltima dictadura militar, para que dieran a luz, separndolas posteriormente de sus hijos, que eran retenidos y ocultados mediante la entrega a terceros bajo inscripcin registral falsificada (CNFed. Crim. y Corr., Sala I, 24/5/06, Acosta, Jorge E., Lexis, nros 1/70025070-2 o 1/700225070-1) (citado en Cdigo Penal y normas complementarias. y Eugenio Anlisis doctrinal y
jurisprudencial.
David
Baign
Ral
Zaffaroni.
Editorial
Hammurabi. Buenos Aires. 2008. Tomo 5. pags. 137 y 138) Por todo lo precedentemente expuesto, y habiendo efectuado un minucioso estudio de la cuestin, ponderando la totalidad de las circunstancias de hecho acreditadas en autos y atendiendo a un planteo especfico efectuado por las defensas, hemos concluido en modificar el criterio oportunamente sostenido en el mencionado precedente Rei de este Tribunal, exclusivamente en lo atinente a la relacin concursal existente entre los delitos previstos y reprimidos por los artculos 139, inciso 2, 146 y 293 del Cdigo Penal de la Nacin, con los que corresponde calificar las sustracciones, retenciones y
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ocultaciones de menores ocurridas en el marco de la prctica sistemtica y generalizada acreditada en autos. La aplicacin concreta de tales figuras y el concurso pertinente se sealar en particular al abordar la calificacin penal respecto de cada uno de los imputados, segn los casos.
b. El Dr. Domingo Luis Altieri dijo: Que coincido en un todo con lo antedicho por mis distinguidos colegas en cuanto a las reglas del concurso ideal que corresponde aplicar respecto de las figuras penales previstas en los artculos 139, inciso 2, 146 y 293 del Cdigo Penal atribuidas, segn los casos, a los aqu imputados, cuyo detalle se abordar separadamente. El motivo de este voto por separado obedece, slamente, a que el suscripto no interg este Tribunal al dictarse el mencionado fallo en la causa n 1278, caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos, respecto del cual mis colegas fundaran precedentemente un cambio de criterio parcial en relacin a aquel pronunciamiento.
D. a. Calificacin legal concurso mensuracin de la pena y unificacin de penas respecto de Jorge Rafael Videla:
1. Voto de la Dra. Mara Del Carmen Roqueta: Habindonos explayado en forma genrica, en el considerando XII. respecto de la calificacin legal aplicable a los hechos materia de juzgamiento, y habindose fijado all las pautas a tener en cuenta a la hora de subsumir cada uno de los injustos enrostrados a los imputados, corresponde pronunciarnos respecto de Jorge Rafael Videla. Esta es la frmula que hemos adoptado en este considerando, toda vez que respecto de Jorge Rafael Videla y frente a ciertas decisiones a su respecto, hubo que conformar mayoras con mis colegas. Ahora bien, entiendo que la calificacin legal que corresponde asignarle respecto de los hechos por los cuales fuera declarado penalmente responsable son aquellos previstos en el artculo 146 tanto en su antigua como
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en su nueva redaccin, y en el artculo 139 inciso 2, del Cdigo Penal en su anterior redaccin.
Artculo 146 del Cdigo Penal. Las conductas de Videla encuadran objetivamente en los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de menores de 10 aos, previsto en el art. 146 del Cdigo Penal. Corresponde aplicarle las tres conductas tpicas del artculo mencionado. Ello, toda vez que en todos los casos que se tuvieron probados y por los que fuera responsabilizado penalmente en el considerando pertinente, se produjeron las sustracciones de los menores de diez aos de la esfera de custodia de sus padres, ya sea despus de su secuestro o luego de haber nacido
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en cautiverio durante la detencin ilegal de sus madres. Luego de haber sido sustrados, Videla se asegur que los menores continuaran siendo retenidos y ocultados frente a sus familiares que los buscaban. De esa manera no llegaran a manos de sus familias biolgicas, quienes jams fueron informadas acerca del paradero de aqullos. En algunos casos, esto se concret mediante la entrega de los menores a agentes del aparato estatal que llevaron adelante el plan de exterminio, como por ejemplo en los casos de Hilda Victoria Montenegro Torres, Victoria Donda Prez, Pablo Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela y Claudia Victoria Poblete, por mencionar algunos casos; mientras que en otros fueron entregados a familias sin vinculacin comprobada con el rgimen militar -como en el caso de Leonardo Fosatti- o dados en adopcin a travs de procedimientos aparentemente legales como sucedi con Mara Beln Altamiranda Taranto-. Sin embargo, el modo especfico en que se concret la separacin de los nios de sus familias biolgicas en cada caso es irrelevante para calificar la conducta de Videla, pues eso era algo que estaba librado a la discrecin de los cuadros medios o de los mismos ejecutores de las rdenes emanadas desde la cspide. Lo importante aqu, es que en todos los casos se configuraron tambin las acciones tpicas de retener y ocultar a los menores, habiendo
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impartido en su momento, rdenes a sus subordinados para que no fueran entregados a sus familias biolgicas. Se ha configurado este delito en sus tres conductas tpicas, respecto de los casos de Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi y de los hijos de: Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano, Gabriela Carriquiriborde, en calidad de autor mediato. Y respecto de Mara Victoria Moyano Artigas, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, en calidad de partcipe necesario, de conformidad con lo desarrollado al tratar su autora y responsabilidad. La ejecucin de los delitos de retencin y ocultamiento de menores de diez aos, como ya fuera explicado precedentemente, es de carcter permanente. As es que la doctrina pone el acento en el mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en el dominio voluntario del hecho. Esta postura es adoptada por Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis. All sostienen que se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida Tambin sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica Es decir, que aunque el autor ya no se encuentre en ejercicio de sus funciones sigue obligado por el mandato de informar mientras subsista el derecho de la sociedad a exigir el esclarecimiento y la debida administracin de justicia respecto de los hechos acontecidos (ob. cit. pgina 213).
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Esto ha sido desarrollado para ser aplicado al delito de desaparicin forzada de personas tal como ha sido definido a nivel internacional. Pero, tal como venimos sosteniendo a lo largo de la presente, resultan plenamente aplicables al caso en estudio, tal como fuera desarrollado en el Considerando X de la presente sentencia al haberse tenido por cierta la prctica sistemtica de apropiacin de nios como parte dentro del plan de aniquilamiento de la subversin Por otro lado, en los casos enrostrados a Videla, la prctica sistemtica de sustraccin de menores se llev a cabo tambin, haciendo incierto el estado civil de los nios, entregndolos a familias que los criaron con otra identidad, de modo que stos jams pudieran conocer su origen y reencontrarse con sus verdaderas familias.
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La retencin y ocultacin de estos nios se perfeccion y mantuvo en el tiempo a partir de la negacin de cualquier tipo de informacin, tanto a ellos como a sus familiares, que permitiera develar su verdadera identidad y, a partir de all, dar cuenta de su paradero a los familiares. Esta negativa a brindar informacin se mantiene al da de hoy en los casos que an no recuperaron su identidad, tanto por los autores directos de las sustracciones, retenciones y ocultaciones como as tambin por parte del resto de los autores funcionales o mediatos as hasta la cspide desde donde se ordenaron y consintieron estas acciones. La ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable a los casos que se siguieron cometiendo con posterioridad. Esto tambin ya ha sido explicado en el considerando que antecede. Al tratarse la retencin y el ocultamiento de un delito permanente en el tiempo, y al aplicar este criterio a los hechos relatados, resulta que los casos de Paula Eva Logares, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Carlos DEla Casco, Anatole Julien Grisonas y Victoria Julien Grisonas, deben encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal en su redaccin anterior a la vigencia de la ley 24.410, pues su comisin ces antes de la entrada en vigencia de esta norma.
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Mientras que los casos de Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Natalia Surez Nelson Corvaln, Carmen Gallo Sanz y Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, cuyo cese se produjo luego de la fecha indicada, deben subsumirse en el art. 146 segn la ley 24.410. Lo mismo sucede en los casos de los hijos o hijas de Stella Maris Montesano, Mara Eloisa Castellini, Elena de la Cuadra, Laura Estela Carlotto, Gabriela Carriquiriborde y Clara Anah Mariani Teruggi, en los cuales an se desconoce su paradero y contina mantenindose, por lo tanto, el estado antijurdico imputable a Videla.
Artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal: Por otra parte, las conductas cometidas por Jorge Rafael Videla en todos los casos mencionados encuadran en el inciso segundo del artculo 139 del Cdigo Penal. En efecto, debe responder como autor mediato penalmente responsable por haber hecho incierto la identidad de menores de 10 aos, segn ley 11.179, que era la vigente al momento del hecho, puesto que se trata de delitos instantneos. En el aspecto objetivo, considero acertado adoptar como accin tpica el haber hecho incierto la identidad de los menores sustrados, ya que de acuerdo al plan criminal puesto en marcha, los menores no deban volver a sus familias de origen. Coincido con lo expuesto por Creus cuando dice: el que hace incierto el estado civil siembra dudas sobre l, dificultando su prueba o determinacin ... (Carlos Creus, Derecho Penal. P. Especial, 1; pg. 260; Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995). Desde el momento en que se produjo el parto en cautiverio de la madre, se tuvo conocimiento del nacimiento del beb, y se lo sustrajo de la esfera materna, se configura el tipo penal previsto en el artculo 139 iniciso 2 del Cdigo Penal, en la modalidad descripta. La ley requiere que se haga incierta la identidad, por medio de un acto cualquiera. Es decir, que se satisface la tipicidad con cualquier acto idneo
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que produzca el resultado tpico sea que recaiga sobre la persona del menor o sobre los documentos que acreditan su identidad- (Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado por Andrs Js DAlessio, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag. 326, Ed. La Ley, ao 2011) Incluso, respecto de los casos en los que las vctimas an no han podido ser localizadas, se encuentra consumado el tipo previsto en el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Sustantivo, toda vez que su identidad tambin se ha hecho incierta. Al momento de considerar los hechos reprochados al imputado Videla, se tuvieron por probados en algunos casos, sus nacimientos en los centros clandestinos y en otros casos su secuestro junto a sus progenitores. En ambos casos, ha quedado probada la sustraccin de esos menores de la esfera
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materna, pero debido al desarrollo clandestino de los hechos, poco se ha sabido cuanto tiempo estas madres estuvieron con sus hijos. Lo que s puedo afirmar con la certeza apodctica que este pronunciamiento judicial requiere, es que luego de haber sido sustrados sus destinos fueron inciertos para sus familias; y con ello tambin, su identidad. Aquellos menores no eran nios abandonados, ellos tenan su familia, y Jorge Rafael Videla desde su rol de Comandante en Jefe del Ejrcito dispuso que fueran criados por personas ajenas a su vida, sin dejar rastro alguno de ello. Tal como fuera sostenido, este delito es de carcter instantneo, por lo que debe aplicarse la redaccin del artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal, anterior a la reforma de la ley 24.410. Ahora bien, se ha configurado este delito respecto de los casos de Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi y de los hijos de: Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano y Gabriela Carriquiriborde, en calidad de autor mediato. Y respecto de Mara Victoria
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Moyano Artigas y Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, en calidad de partcipe necesario, tal como lo sostuviera precedentemente.
Concurso: Como primer cuestin, cabe aclarar que los casos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, previstos en el artculo 146 del Cdigo Penal, por los cuales fuera responsabilizado Jorge Rafael Videla, concurren entre s en forma real (art. 55 del Cdigo Penal). En efecto, pacfica es la doctrina al tratar esta cuestin. En este sentido podemos citar a Andres Jos DAlessio en su obra Derecho Penal de la Nacin Comentado y Anotado, 2da. Edicin, Tomo I, pg. 881/882, en cuanto sostiene que existe este tipo de concurso cuando el autor ha cometido varios delitos independientes que son enjuiciados en el mismo proceso penal. En este sentido, Mir Puig sostiene que hay concurso real cuando una pluralidad de hechos de un mismo sujeto constituye una pluralidad de delitos, agregando Jescheck a este presupuesto la posibilidad de enjuiciamiento conjunto. As Nez afirmaba que en el caso del concurso real existe un verdadero concursus delictorum, es decir, la concurrencia de varios delitos distintos e independientes el uno del otro, cometidos por la misma persona y todava no juzgados La diferencia con el concurso ideal es clara: mientras que en ste estamos frente a un nico hecho o conducta con encuadre tpico plural el concurso real se trata de una pluralidad de hechos o conductas independientes Por otra parte, aquellas conductas subsumidas en el artculo 146 del Cdigo Penal, concurren en forma ideal con la prevista en el artculo 139 inciso 2 del mismo cuerpo normativo, tal como fuera desarrollado en el considerando XII - C, donde qued explicado cules son las pautas a tener en cuenta a la hora de hacer concursar tales injustos. Por ello Jorge Rafael Videla debe responder como autor mediato penalmente responsable por la comisin de los veinte (20) hechos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de 10 aos (artculo 146 del Cdigo Penal -redaccin segn leyes 11.179 y 24.410, segn el caso-) en concurso ideal -art. 54 del Cdigo Penal- con el tipo previsto en el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal segn ley 11.179, en cuanto sanciona a quien hiciere incierta la identidad de un menor de 10 aos. A su vez, cada uno de estos
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hechos -subsumidos en esos tipos penales- concurren materialmente entre s, en los trminos del art. 55 del Cdigo Penal. En los casos en que se continu reteniendo y ocultando a los menores, con posterioridad a la ley 25.928 publicada en el Boletn Oficial el 10 de septiembre de 2004-, que modific el tope penal previsto en el artculo 55 del Cdigo Penal, corresponde su aplicacin, ello como consecuencia del mantenimiento en el tiempo de aquellas conductas tpicas. En efecto, siguiendo el mismo razonamiento que al aplicar el artculo 146 del Cdigo Penal segn ley 24.410, como dej aclarado anteriormente, algunas de las conductas reprochadas a Videla se encuentran alcanzadas tambin por la nueva escala penal que prev el artculo 55 mencionado, elevando a 50 aos de prisin el mximo de la escala penal en
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casos de concurso material. Ello, de conformidad con el criterio de la Corte Suprema fijado a partir del precedente Jofr, en cuanto se dijo que en los casos de delitos permanentes, debe aplicarse la ley vigente al momento del cese de la comisin, aunque se trate de una norma ms grave para el imputado. Quedan comprendidos bajo esta nueva normativa los casos de Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Natalia Surez Nelson Corvaln, Clara Anah Mariani y los hijos/as de Stella Maris Montesano, Mara Eloisa Castellini, Elena de la Cuadra, Laura Estela Carlotto y Gabriela Carriquiriborde, nicamente en lo que respecta a su retencin y ocultacin, pues como ya se dijo, son las nicas acciones tpicas de carcter permanente.
Mensuracin de la pena: Ahora pasar a graduar la pena a imponerle a Jorge Rafael Videla, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal. Ante todo debe tenerse presente que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad, ya que se produjeron en el contexto de un ataque generalizado y sistemtico
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desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos fundamentales de una poblacin civil. En todos los casos que le fueron reprochados, ha quedado verificado que aquellos han sido cometidos en el marco de una desaparicin forzada de personas enunciada en todas las convenciones internacionales. En efecto, han comenzado en una privacin ilegal de la libertad por parte de agentes estatales, a una mujer embarazada o junto a su hijo menor -o en el caso de la madre de Clara Anah Mariani, quien fue abatida en su domicilio en un procedimiento llevado a cabo por las fuerzas conjuntas-, quienes luego fueron sustrados de la esfera de custodia de sus familias; habindoseles negado a stas, en forma sistemtica, informacin sobre el paradero de aqullos menores, e impedido plantear los recursos legales pertinentes que permitan restablecer el vnculo y hacer cesar el delito. Incluso, se les ha impedido a las vctimas, una vez alcanzado el discernimiento, buscar a sus familiares y poner fin a la situacin de apropiacin a la que fueron sometidos. A la hora de caracterizar el bien jurdico penalmente tutelado del artculo 146 del Cdigo Penal, los criterios varan. Algunos autores, como Nez o Creus, sostienen que los tipos penales aqu aplicados tienden a proteger la tenencia de los menores por parte de sus padres o tutores. Ello toda vez que se encuentran ubicados dentro de los delitos contra la libertad, por lo cual lo que la ley protege es el libre ejercicio de las potestades que surgen de las relaciones de familia que tienen sobre el menor. Por otro lado estn los autores que entienden a estos delitos como ofensas contra la libertad individual, sobre la base de su ubicacin dentro de los delitos que tutelan ese bien jurdico. Ellos son Molinario, Fontn Balestra o Donna, quienes sostienen que el bien jurdico protegido es el derecho a tener su estado de familia, a conocer quienes son sus padres, a estar con ellos (cfr. Andres Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 476 y citas, Editorial La Ley, ao 2011). De un modo u otro, no puede soslayarse que nos encontramos frente a delitos que inciden en las estructuras familiares que quedan
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desvirtuadas en atencin al perodo de tiempo en el cual persisti dicha incertidumbre. A travs de tantos aos el imputado impidi el contacto familiar que eventualmente pudieron haber vivido las vctimas con los integrantes de sus verdaderas familias; de ello se deriva un profundo dao psicolgico a todos los nios y nias hoy mayores- sustrados, que acciones como las que se vienen describiendo producen en sus vidas y cuyas consecuencias resultan obvias y el dao causado irreparable. En palabras del testigo Marcos Taricco, licenciado en psicologa, quien recibe a las vctimas de estos delitos en la sede de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, y quien declar en el debate, la identidad implica la estructura de la personalidad y las consecuencias de su alteracin equivale a
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andar sin pies, porque las referencias primeras se muestran falaces, lo que genera mucha angustia. Tambin hemos escuchado en el debate a Norberto Liwski, quien actu de manera prolongada y cotidiana con los nios, acompandolos en los procesos de restitucin, constatando sus padecimientos en el plano fsico, y psicolgico, quien sostuvo que la restitucin de la identidad era el nico medio reparatorio. Afirm que ello se verific en el expediente correspondiente al proceso restitutorio de Paula Eva Logares y los informes obrantes en el incidente tutelar que revelaban que la damnificada padeci una retraccin en su crecimiento fsico, y que luego de recobrar su identidad, recuper tambin su estatura correspondiente. Explic que este sntoma se denominaba Stress de guerra. En aquella oportunidad, al declarar, consider que toda adopcin normal requera dos factores constantes y obligatorios: una familia abandnica y por ende, un nio abandonado, y del otro lado, un estado protector y una familia adoptante. Ninguna de estas circunstancias se presentaron en relacin a los casos que conforman el objeto procesal de estas actuaciones; sino padres secuestrados y nios buscados desesperadamente por sus familiares; y tambin, que fue el propio Estado el principal responsable de este despojo. Por lo dems, en la mayora de los casos tampoco se contaba con familias adoptantes legtimas.
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Tambin nos ilustr el testigo, que en el plano de la salud psicofsica y social, solo la restitucin poda brindar un enfoque teraputico para un dao, que si bien no era posible medir an a lo largo del tiempo, sin duda estableca una importante perturbacin en la estructura de la personalidad de la vctima, con manifiestas alteraciones en el proceso de crecimiento y maduracin. Ahora bien, volviendo al imputado Jorge Rafael Videla, cabe mencionar que ingres desde muy joven a la carrera militar, habindose instruido para defender la Patria. Sus ascensos demuestran su alto grado de capacitacin. Incluso lleg a ser el Presidente de facto- de la Nacin. Es decir, se trata de una persona que tuvo muchsimo personal subordinado, de distintas fuerzas, tanto militar, como de seguridad, policial, de inteligencia, y penitenciario, por mencionar los ms relevantes. Asimismo, dispuso de infinidad de recursos, bienes pblicos y armamentos. Esto trae aparejado como consecuencia un alto grado de responsabilidad por su parte. Ese poder que alcanz, fue utilizado para cometer crmenes de extrema gravedad en contra de una parte de la poblacin para la cual tambin deba servir. Adems de haber decidido sobre la vida y la muerte de las personas que, segn su parecer pudieron llegar a ser consideradas como el enemigo, tambin dispuso del destino de aquellos nios que fueron sustrados, y por los que debe responder penalmente. Sobre este tema, cabe mencionar que la sustraccin de un hijo debe ser uno de los peores padecimientos que puede sufrir una madre, un padre, incluida su familia directa. Cuando quien dispone la sustraccin, es la mxima autoridad del aparato estatal, allanndose los caminos para lograr su
impunidad y poder disponer de ese menor sin mayores problemas, la gravedad del injusto aumenta. Asimismo, me pregunto si acaso hay alguna manera de medir el padecimiento que sufrieron los nios y nias al haber sido apropiados. Estas vctimas, hoy mayores, que en algunos casos pese a haber recuperado su verdadera identidad, continan con su padecimiento. Hemos visto en la audiencia de debate declarar a muchas de las vctimas por las que ha sido responsabilizado Jorge Rafael Videla, y
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evidentemente, a la fecha, a pesar de tratarse de personas adultas, de haberse reencontrado con sus familias y de haber forjado una personalidad propia, hemos advertido la afliccin que padecen; difcil de describir para aquellas personas que no lo han vivido en carne propia. Los familiares de estos nios tambin se han visto privados de verlos crecer desde sus albores, con todo lo que ello implica. Las primeras miradas, pasos, abrazos, palabras; vivencias y sentimientos indescriptibles que, con certeza, no volvern a repetirse, al menos en lo que respecta a la edad de la inocencia. Tambin tengo en cuenta a la hora de mensurar la pena a aplicar al encartado Videla, como otro agravante, la trascendente normativa
correlativos. Por ms que evidencian un inters por el mismo bien jurdico, ms all de los lmites locales, no se imponen por ello penas diferentes que resulten ms gravosas, de manera tal que la ofensa local a un bien jurdico a la par interno e internacional, no tiene por correlato un incremento sancionador. En definitiva, el derecho a la identidad integra el tipo objetivo. Por otra parte, cabe citar a la Comisin Interamericana de derechos Humanos, al expedirse en el caso Gelman vs. Uruguay al sealar que en casos que involucran la desaparicin forzada de personas, es posible entender que la violacin del derecho a la integridad psquica y moral de los familiares de la vctima es una consecuencia directa de ese fenmeno, que les causa un severo sufrimiento por el hecho mismo, que se acrecienta, entre otros factores, por la constante negativa de las autoridades estatales de proporcionar informacin acerca del paradero de la vctima o de iniciar una investigacin eficaz para lograr el esclarecimiento de lo sucedido. Adems, la privacin del acceso a la verdad de los hechos acerca del destino de un desaparecido constituye una forma de trato cruel e inhumano para los familiares cercanos, lo que hace presumir un dao a la integridad psquica y moral de familiares directos de vctimas de ciertas violaciones de derechos humanos En definitiva, Jorge Rafael Videla pudo haber atenuado el dao restituyndoles la identidad a sus vctimas en cualquier momento de los aos que dur la comisin del delito y an hoy lo puede hacer con los que no se han reencontrado con sus verdaderas familias; sin embargo, reivindica sus crmenes y los ratifica con su palabras.
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Al momento de fijar la pena tambin habr de tener en cuenta que Jorge Rafael Videla ha demostrado un desinters respecto del padecimiento que vienen sufriendo muchos de los familiares de las vctimas de autos. Incluso no ha demostrado ni un atisbo de arrepentimiento frente al reclamo que desesperadamente han efectuado -y lo siguen haciendo- las abuelas y los familiares de los nios sustrados. Muchos de estos reclamos fueron realizados en la audiencia de debate frente al propio imputado. Sin embargo, lo nico que escuchamos decir respecto de estos casos, fue al momento en que pronunci sus ltimas palabras refirindose a que las parturientas eran militantes activas de la maquinaria del terror y muchas de ellas usaron a sus hijos embrionarios como escudos Por eso, mi voto es que debe ser penado acorde a la entidad del dao causado, es decir al mximo de la pena prevista para los hechos endilgados. En este contexto, propicio que se condene a Jorge Rafael Videla por ser autor mediato penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi y de los hijos de: Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano y Gabriela Carriquiriborde; y en el carcter de partcipe necesario penalmente responsable por esos mismos delitos en los casos de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena y Mara Victoria Moyano Artigas (veinte hechos que concurren materialmente entre s), a las penas de cincuenta aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn leyes nros. 11.179 y 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
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Unificacin de penas: Teniendo en cuenta Jorge Rafael Videla se encuentra cumpliendo pena de reclusin perpetua, inhabilitacin absoluta perpetua y accesorias legales, dictada por sentencia firme- de fecha 9 de diciembre de 1985 por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en pleno-, en la causa n 13/84, corresponde observar a su respecto, las prescripciones de los artculos 56 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin. En efecto, el artculo 56 de dicho cuerpo normativo en su segundo prrafo nos indica que si alguna de las penas no fuera divisible, se aplicar sta nicamente, salvo el caso en que concurrieren la de prisin perpetua y la de reclusin temporal, en que se aplicar reclusin perpetua.
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Asimismo, es de aplicacin la primera de las premisas del artculo 58 mencionado que prev las reglas en que deber aplicarse en caso de que despus de una condena pronunciada por sentencia firme, se deba juzgar a la misma persona que est cumpliendo pena por otro hecho distinto. Este es justamente el caso de Jorge Rafael Videla, por lo que a su respecto deber procederse de conformidad con lo aqu establecido. Por ello, propongo que se condene a Jorge Rafael Videla, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, a la pena nica de reclusin perpetua, inhabilitacin absoluta perpetua y accesorias legales, comprensiva de la propuesta por los hechos materia de juzgamiento, y de la de reclusin perpetua e inhabilitacin absoluta perpetua dictada el 9 de diciembre de 1985 por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad en la causa n 13/84, debiendo observarse en relacin a las costas, el criterio fijado en cada uno de los procesos (arts. 56 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin).
2. Voto del Dr. Domingo Luis ALtieri: Comparto en un todo los argumentos expuestos por mi colega Dra. Mara del Carmen Roqueta, al tratar la calificacin legal de los hechos atribuidos a Jorge Rafael Videla, as como los agravantes tenidos en cuenta para mensurar la pena que corresponde aplicar al encartado.
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No obstante, por las consideraciones que he vertido al analizar el planteo de inconstitucionalidad del art. 55 del C.P. en el Considerando II, la pena que considero corresponde aplicar al acusado no puede superar los 25 aos de prisin, lo que voto en consecuencia. Asimismo, por los mismos motivos esgrimidos por mi colega preopinante en lo que respecta a la unificacin de penas en cuanto corresponde observar a su respecto las prescripciones de los artculos 56 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin, es que propongo que se condene a Jorge Rafael Videla, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, a la pena nica de reclusin perpetua, inhabilitacin absoluta perpetua, accesorias legales y costas, comprensiva de la propuesta precedentemente, por los hechos materia de juzgamiento, y la de reclusin perpetua e inhabilitacin absoluta perpetua dictada el 9 de diciembre de 1985 por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad en la causa n 13/84, debiendo observarse en relacin a las costas, el criterio fijado en cada uno de los procesos (arts. 56 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin).
3. Voto del Dr. Julio Luis Panelo: Comparto los argumentos expuestos por mi colega, Dra. Mara del Carmen Roqueta al tratar la calificacin legal de los hechos atribuidos a Jorge Rafael Videla, as como los agravantes tenidos en cuenta para mensurar la pena que corresponde aplicar al encartado; a excepcin en lo que respecta a la participacin necesaria que se le atribuye al nombrado, en relacin al caso por el cual result vctima Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, por las consideraciones que he vertido al analizar su responsabilidad frente al mismo caso. No obstante ello, coincido con la colega que lidera el acuerdo, en que se condene a Jorge Rafael Videla por ser autor mediato penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati
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Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi y de los hijos de: Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano y Gabriela Carriquiriborde; y en el carcter de partcipe necesario penalmente responsable por esos mismos delitos en el caso de Mara Victoria Moyano Artigas (diecinueve hechos que concurren materialmente entre s), a las penas de cincuenta aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn leyes nros. 11.179 y 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
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Asimismo, coincido en que respecto del nombrado debe ser condenado a la pena nica de reclusin perpetua, inhabilitacin absoluta perpetua, accesorias legales y costas, comprensiva de la propuesta en el punto anterior, por los hechos materia de juzgamiento, y de la pena de reclusin perpetua e inhabilitacin absoluta perpetua dictada el 9 de diciembre de 1985 por la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad en la causa n 13/84, debiendo observarse en relacin a las costas, el criterio fijado en cada uno de los procesos (arts. 56 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin). Por ello, al disentir el Dr. Altieri con el monto de la pena a aplicar a Jorge Rafael Videla, conformo la mayora que requiere nuestro
ordenamiento procesal, con el voto de la Dra. Roqueta, por los veinte casos que consider debe ser responsabilizado penalmente.
D. b. Calificacin legal, concurso y mensuracin de la pena respecto de Reynaldo Benito Antonio Bignone:
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El delito que reprochamos a Reynaldo Benito Antonio Bignone es el de ocultacin de un menor de diez aos, en carcter de partcipe necesario (arts. 45 y 146 del Cdigo Penal). Ya ha sido analizado en esta sentencia el tipo penal del delito de ocultacin de un menor de diez aos de edad que contempla el art. 146 del Cdigo Penal, por lo que ha dichas consideraciones nos remitimos. Sin perjuicio de ello, hemos de referir que la conducta en cuestin se refiere a la de aqul que esconde, y de ese modo impide el conocimiento de la ubicacin del nio por parte de su legtimo tenedor, impidiendo de ese modo el restablecimiento del vnculo de tenencia (Creus, Carlos y Buonpadre, Jorge, Derecho Penal Parte Especial, Tomo 1, pg. 349, 7. Edicin actualizada y ampliada, Ed.Astrea, Buenos Aires, 2007). Hemos considerado entonces que la sancin y promulgacin por parte del imputado Bignone de la ley 22.924 ha configurado un aporte necesario e indispensable para que aqullos que ocultaban los menores de edad previamente sustrados, continuaran hacindolo, sin mayores riesgos de ser descubiertos, toda vez que con el dictado de esa legislacin, como ya lo analizamos, se impeda no slo la promocin de denuncias tendientes a localizar los menores, sino la continuacin de algn tipo de investigacin al respecto. Por lo tanto los familiares de sangre o bien los terceros que procuraran acceder a la va judicial para aportar elementos de juicio tendientes a dar con el paradero de los menores de edad e individualizar a quienes los retenan y ocultaban, tenan vedada toda posibilidad de hacerlo. Tengamos en cuenta para ello que si no era a travs de la va judicial, mediando denuncia previa, resultaba imposible que los abuelos, tos o dems familiares de las vctimas directas de la sustraccin pudieran avanzar hacia la localizacin de los nios. Pensemos inclusive que si haba algn tercero que tena alguna informacin respecto de la aparicin de un menor en un matrimonio que no lo haba concebido previamente, tampoco tena posibilidades de acceder a alguna va judicial para denunciar la posible apropiacin del nio.
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Es decir que, mediante la sancin de la ley, el cerrojo que se estableca sobre la posibilidad de esclarecer estos hechos de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores, era cada vez mayor, ya que inclusive sus efectos trascenderan an al gobierno democrtico que asuma en diciembre de 1983. Como sealamos antes, la invocacin del principio de la ley penal ms benigna (art. 2 del Cdigo Penal) no era conjetural sino que se concret especficamente en el denominado Juicio a las Juntas y fue rechazado en definitiva por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en su pronunciamiento del 30 de diciembre de 1986. Con esto queremos significar que el accionar de Bignone al sancionar y promulgar la ley no fue inocuo, tuvo consecuencias prcticas de
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orden jurdico que contribuyeron notoriamente a que la ocultacin de los nios sustrados demorara aos en cesar, en los casos que as ocurri. Por lo dicho hasta aqu, consideramos acreditado desde el punto de vista del tipo objetivo, el delito al que nos hemos referido. En cuanto al tipo subjetivo, dijimos anteriormente que no es indispensable que Bignone tuviera el conocimiento exacto del lugar en que se hallaba cada uno de los menores sustrados para participar en el delito que le reprochamos, bastaba que supiera la existencia de sustracciones de menores durante los aos anteriores de la ltima dictadura militar, ocurridas en el marco de la represin ilegal. Ya sealamos que su desempeo en funciones preponderantes dentro del arma de Ejrcito en ese perodo, inclusive con jurisdiccin concreta sobre un lugar la Guarnicin Militar de Campo de Mayo- donde exista simultneamente un centro clandestino de detencin El Campito- y una maternidad tambin clandestina en el Hospital Militar de Campo de Mayo, donde nacieron nios de madres detenidas ilegalmente, resulta ser un elemento importante para acreditar su conocimiento acerca de la existencia de personas a quienes se haban entregado menores sustrados. Y tambin destacamos que la existencia de tales situaciones qued patente en las circunstancias referidas por el testigo Abrams sobre el conocimiento de la existencia de padres adoptivos por parte de quien era el
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Presidente de la Nacin a fines de 1982, es decir Bignone, lo cual qued reflejado no slo al prestar aqul testimonio en el debate sino en la documentacin desclasificada del Departamento de Estado de Estados Unidos de Amrica relativa a las reuniones mantenidas en esa poca entre el Subsecretario Abrams y el Embajador argentino Garca del Solar. Lo expresado resulta suficiente para acreditar la comisin del delito de ocultacin de menores de diez aos de edad por parte de Bignone, en carcter de partcipe necesario. Por lo dems queda descartado, entonces que aqul pudiera revestir la calidad de co-autor y encubridor a la vez, tal como sostuvo el Sr. Fiscal General pues una figura excluye a la otra (Conf. Edgardo Alberto Donna Derecho Penal Parte Especial, Tomo III, pgina 463 y ss. En igual sentido Julin Eduardo Berger en La problemtica relacin entre el robo y su encubrimiento, en pgina web www.pensamientopenal.com.ar; as como Soler, Sebastin Derecho Penal Argentino, pag. 268, 3a. reimpresin, Ed. TEA, Buenos Aires, 1956 y Fontan Balestra, C. Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, T.VII, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2a. edicin actualizada por el Dr. Guillermo C. Ledesma, 1980). Debe tenerse en cuenta para ello que el encubrimiento supone la intervencin del sujeto activo con posterioridad al delito pre-existente del que no se participa, aunque en base a una promesa anterior, con la finalidad de lograr que el autor eluda el accionar de la Justicia. En tal sentido, se ha sostenido que la retencin y la ocultacin del menor a que se refiere el art. 146, desplazan las figuras de encubrimiento (Carlos Creus, Derecho Penal. Parte especial. Tomo 1. 5 Edicin actualizada. Editorial Astrea. Buenos Aires 1995, pag. 342). En el caso que nos ocupa, lo que se pretendi encubrir mediante la sancin de la cuestionada norma de facto fue la investigacin y eventual sancin a los autores de la sustraccin, retencin y ocultacin de menores de 10 aos de edad. Ya hemos sealado con anterioridad que el delito de ocultacin aludido se encuentra entre aquellos a cuyos efectos se les reconoce carcter permanente.
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En consecuencia, si para considerar a un sujeto encubridor se requiere que acte con posterioridad a la ejecucin de un delito tentado o consumado preexistente, quien realiza un aporte concreto al hecho de la ocultacin del menor durante la permanencia de los efectos de la misma no podr en forma alguna revestir la calidad de encubridor sino la de verdadero cmplice en el hecho. En efecto, se ha sostenido que el que interviene en un delito permanente despus del acto inicial y mientras dura la permanencia, es cmplice (Conf. Soler, Sebastin en Tratado de Derecho Penal Argentino, T V, pg 251, Ed. TEA, ao 1983). En igual sentido, el Maestro Francesco Carrara sostuvo que hay algunos derechos que aunque hayan sido lesionados una vez, subsisten en el ciudadano,
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y hay actos posteriormente realizados por un tercero, que vuelven a violar esos mismos derechos. Considerar estos actos como un mero favorecimiento y su ejecucin como meramente ofensiva a la justicia pblica, sera un nuevo yerro, porque esos actos violan efectivamente otro derecho y estn intencionalmente dirigidos a violarlo, no tan slo a violar la justicia pblica. (Conf. Carrara, Francesco Programa de Derecho Criminal - Parte Especial, Vol. N 1 pargrafo 2826). En consecuencia, consideramos en base a las probanzas colectadas que el encartado Reinaldo Benito Bignone, mediante el dictado de la norma sancionada y promulgada como ley Nro. 22.924, realiz un aporte necesario para la ocultacin de menores de 10 aos que se estaban cometiendo al tiempo en que aquella disposicin legal fue dictada.
Concurso: Por otra parte, en el entendimiento de que slo es posible imponer varias penas cuando al autor se le pueden imputar varios delitos, porque ha realizado varias acciones, y puesto que en el caso que nos ocupa nos encontramos frente a una nica accin -la sancin de la referida ley-, con una decisin comn (unidad final) y tiene un nico disvalor jurdico (unidad normativa), habremos de considerar que todos los hechos reprochados por las partes acusadoras concurren idealmente entre si, conforme lo normado en el art. 54 del Cdigo Penal.
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As las cosas, deber responder el nombrado Bignone en orden al delito de ocultacin de menores de diez aos de edad, en calidad de partcipe necesario, conforme lo disponen los arts. 45 y 146 del Cdigo Penal. Se aplicar el art.146 del Cdigo Penal, en su redaccin actual segn la ley 24.410, toda vez que, como se dijo anteriormente, algunos de los hechos siguieron cometindose aun despus de la vigencia de dicha norma, ya que las vctimas conocieron su verdadera identidad con posterioridad.
Mensuracin de la pena: En cuanto a la pena a imponer a Reynaldo Benito Antonio Bignone, no habremos de considerar ningn tipo de atenuantes,
correspondindole la penalidad mxima para el delito del que se trata por cuanto fue cometido por quien desempeaba la mxima Magistratura de la Nacin Argentina y en ocasin de sus funciones. Tngase en cuenta que el poder legislativo de facto era detentado en exclusividad por Bignone en ese momento y, valindose de tales facultades, sancion y promulg una ley que, por su naturaleza, tena inmensas implicancias en cuanto a consagrar la impunidad de los autores de los delitos de lesa humanidad como los que aqu se juzgan. Hemos sealado la excepcional caracterstica que tienen las amnistas, y que por ello el constituyente de 1853 estableci que slo podan ser dictadas por el rgano legislativo: Por tal motivo, la gravedad del hecho se vio acrecentada por la circunstancia de que Bignone aprovech el poder de facto que ejerca para dictar una norma de tan vastas consecuencias. La sancin de esta legislacin provoc un enorme dao en las vctimas sea los menores de edad o sus familiares, e inclusive sobre la sociedad, porque llev a la creencia de que delitos de las caractersticas de los que aqu se juzgan no seran investigados, ni sancionados sus responsables penales. Si bien la ley tuvo una vigencia efectiva de tres meses aproximadamente, los efectos que produjo aun pudieron ser invocados, al menos, hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nacin dictara sentencia
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en el fallo contra Jorge Videla y otros, el da 30 de diciembre de 1986, es decir ms de cuatro aos despus de su sancin. Por lo dems la norma legal no dejaba resquicio alguno para que hechos de las caractersticas sealadas pudiera ser denunciado, investigado o juzgado en los Tribunales Argentinos. Por todo ello, consideramos que Reynaldo Benito Antonio Bignone es responsable penalmente como partcipe necesario en la ocultacin de menores de diez aos en los casos que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria
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Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena (respecto de esta ltima de las nombradas, por mayora conformada por el Dr. Domingo Luis Altieri y la Dra. Mara del Carmen Roqueta; toda vez que el Dr. Julio Luis Panelo formul su voto en disidencia por los motivos que all fueran expuestos) y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (treinta y un hechos que concurren idealmente entre s), a las penas de quince aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 146 segn ley N 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
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La calificacin legal que corresponde asignarle a los hechos por los cuales fuera declarado penalmente responsable Reynaldo Benito Antonio Bignone es aqulla prevista en el artculo 146 segn ley 24.410-, del Cdigo Penal, ya que sus conductas encuadran objetivamente en el delito de ocultacin de menores de 10 aos. Por las explicaciones ya efectuadas al tratar su autora y responsabilidad, corresponde aplicarle uno de los tres verbos tpicos del artculo mencionado ocultar-. Ello, toda vez que en todos los casos que se tuvieron probados y por los que fuera responsabilizado penalmente, Bignone hizo posible que el accionar ilegal perpetrado por sus antecesores se ejecutara y se agotara sin correr el riesgo de ser puesto al descubierto como ya he explicado. Es decir, se asegur que esas criaturas que haban sido previamente sustradas, retenidas y ocultadas no llegaran a manos de sus familias biolgicas, quienes jams fueron informadas acerca de su paradero. En cuanto al tipo subjetivo, no es indispensable que Bignone tuviera conocimiento del lugar en se hallaban cada uno de los menores sustrados, ya que es suficiente que supiera la existencia de las sustracciones efectuadas en el marco de la represin ilegal durante los aos anteriores. En tal sentido, no puede negarse que habiendo ocupado cargos relevantes en el Ejrcito no poda desconocer lo acontecido. La ejecucin de la conducta de ocultamiento de un menor de diez aos, como ya fuera explicado en el acpite respectivo, es de carcter permanente. En tal sentido, la ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable a los casos que se siguieron cometiendo con posterioridad. Al aplicar este criterio a los hechos relatados, resulta que los casos de Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas y Carlos DEla Casco, deben encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal en su redaccin anterior a la vigencia de la ley 24.410, pues su comisin ces antes de la entrada en vigencia de esta norma. Mientras que los casos de Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn
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Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri y Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit, cuyo cese se produjo luego de la fecha indicada, deben subsumirse en el art. 146 segn la ley 24.410. Lo mismo sucede en los casos de Clara Anah Mariani Teruggi y los hijos o hijas de Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, en los cuales an se desconoce su paradero y
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Concurso: La manera en que concurren los hechos imputados a Reynaldo Benito Antonio Bignone es en forma real -art. 55 del Cdigo Penal-. Es decir, se trata de treinta y un casos en que resultaran vctimas: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, que concurren materialmente entre s, que se encuentran calificados como infraccin al
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artculo 146 del Cdigo Penal segn leyes 11.179 y 24.410- (en su modalidad de ocultacin), del Cdigo Penal. Cada una de las ocultaciones debe tomarse como hechos
independientes y en consecuencia concurrir materialmente, ya que no nos encontramos frente a una unidad de accin. Ello en atencin a que, cada momento de cada una de las ocultaciones achacadas al encausado Bignone se escinden entre s, y no solo la imputacin al nombrado queda encerrada por los documentos pblicos antes detallados, sino que la ocultacin de cada uno de los menores fue individual y se hace extensiva a todos. Asimismo, teniendo en cuenta el momento en el cual realiz cada una de las acciones tendientes a seguir en la continuidad de cada uno de los hechos, su aporte fue fundamental. El tema de los nios estaba en la orden del da y no hizo nada para cesar esa accin penal, por eso considero que debe responder por cada uno de los casos, inclusive de aquellos que terminaron de perfeccionarse en el exterior. La competencia y poder que detentaba pudo haberla utilizado para que cesara la accin y muy por el contrario orden continuar, ocultando a los nios y nias, no solo de sus personas, sino de toda informacin que pudiera localizarlos. Siguiendo el criterio de la Corte Suprema fijado a partir del precedente Jofr que ya fuera explicado al momento de tratar la calificacin legal de los coimputados Videla y Vaek, resulta que aquellos casos imputados a Franco que dejaron de cometerse luego de la entrada en vigencia de la ley 25.928 e incluso los que an continan ejecutndose en tanto se desconoce el paradero de las vctimas, son alcanzados por la nueva legislacin penal.
Mensuracin de la pena: En cuanto a la sancin penal aplicable al imputado Bignone, debe tenerse presente en primer lugar que nos hallamos ante un delito de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, debe ser encuadrado dentro de la categora de crimen de lesa humanidad, ya que se produjo en el contexto de un
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ataque generalizado y sistemtico desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos fundamentales de una poblacin civil. Asimismo, en todos los casos que le fueron reprochados al encausado, ha quedado verificado que aquellos han sido cometidos en el marco de una desaparicin forzada de personas tal como ha sido definida en todas las convenciones internacionales. Sumado a ello, debe
tenerse en cuenta que con sus actos el imputado impidi el contacto familiar que eventualmente pudieron haber tenido las vctimas con los integrantes de sus verdaderas familias por muchos aos, derivndose de todo esto un profundo dao psicolgico. Cabe recordar que Bignone se desempe destacadamente en su
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carrera militar y fue elegido como Presidente en el ltimo tramo de la dictadura. Es decir, se trata de una persona que tuvo muchsimos subordinados, dispuso de cuantiosos recursos, bienes pblicos y armamentos. Esto trae aparejado como consecuencia un alto grado de responsabilidad y poder de su parte, que fue utilizado para cometer gravsimos crmenes. Sumado a ello, resta mencionar que se le ha atribuido responsabilidad penal en carcter de coautor mediato y en consecuencia su medida de responsabilidad es mayor en cuanto a los cuadros inferiores y ejecutores directos. Por otro lado, cabe valorar como atenuantes que solo se ha demostrado y acusado al imputado por uno solo de los verbos tpicos que delimitan su conducta. En este contexto, considero que debe condenarse a Reynaldo Benito Antonio Bignone por ser coautor mediato penalmente responsable del delito de ocultacin de un menor de diez aos en los casos de: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani
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Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (treinta y un hechos que concurren en forma material entre s), a las penas de cuarenta aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 55 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
1. Voto de la Dra. Mara del Carmen Roqueta y del Dr. Julio Luis Panelo: Habindonos explayado en forma genrica acerca de la calificacin legal aplicable a los hechos materia de juzgamiento, en el considerando que antecede, y habiendo fijado all las pautas a tener en cuenta a la hora de subsumir cada uno de los injustos enrostrados a los aqu imputados, corresponde ahora s, pronunciarnos en forma individual respecto de cada uno de los acusados. En lo que respecta a Antonio Vaek, la calificacin legal que corresponde asignarle a los hechos por los cuales fuera declarado penalmente responsable son aquellos previstos en el artculo 146 segn ley 24.410-, y en el artculo 139 inciso 2 -segn ley 11.179-, del Cdigo Penal.
1. Artculo 146 del Cdigo Penal: Las conductas de Vaek encuadran objetivamente en los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de menores de 10 aos, previstos en el art. 146 del Cdigo Penal. Corresponde s, aplicarle los tres verbos tpicos del artculo mencionado.
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Ello, toda vez que en todos los casos que se tuvieron probados y por los que fuera responsabilizado penalmente en el considerando pertinente, se produjeron las sustracciones de los menores de diez aos, de la esfera de custodia de sus padres, luego de haber nacido en cautiverio durante la detencin ilegal de sus madres. Luego de haberse procedido con dichas sustracciones, Vaek se asegur que los menores continuaran siendo retenidos y ocultados frente a los familiares que los buscaban incansablemente. Se asegur de esa manera, que esas criaturas no llegaran a manos de sus familias biolgicas, quienes jams fueron informadas acerca del paradero de aqullos. En siete casos, esto se concret mediante la entrega de los menores a agentes del aparato criminal que intervinieron en el plan de exterminio o
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estaban vinculados a aqul como integrantes de las fuerzas armadas, policiales, de seguridad y organismos de inteligencia, como por ejemplo en los casos de Victoria Anala Donda Prez; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana y Javier Gonzalo Penino Vias; mientras que en el caso de Federico Cagnola Pereyra fu entregado a una familia con vinculacin comprobada con el rgimen militar, cuyos progenitores lo inscribieron falsamente como hijo biolgico a travs de procedimientos aparentemente legales. El modo especfico en que se concret la separacin de los nios de sus familias biolgicas en cada caso es irrelevante para calificar la conducta de Vaek, pues poda suceder que estuviera muchas veces librado a la discrecin de los cuadros intermedios inferiores al nombrado o de los mismos ejecutores de las rdenes emanadas desde la cspide. Lo importante aqu, es que en todos los casos se configuraron tambin las acciones tpicas de retener y ocultar a los menores, habiendo impartido en su momento, rdenes o retransmitido aqullas a sus subordinados para que no fueron entregados a sus familias biolgicas. En consecuencia, se han configurado las conductas delictivas que se encuentran tipificadas en el art. 146 del Cdigo Penal respecto de todos los casos reprochados al imputado Vaek.
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La ejecucin de las conductas de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, como ya fuera explicado en el acpite respectivo, es de carcter permanente. As es que la doctrina pone el acento en el mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en el dominio voluntario del hecho. Esta postura es adoptada por Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis. All sostienen que se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida. Tambin se sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica. Es decir, que aunque el autor ya no se encuentre en ejercicio de sus funciones sigue obligado por el mandato de informar mientras subsista el derecho de la sociedad a exigir el esclarecimiento y la debida administracin de justicia respecto de los hechos acontecidos (ob. cit. pgina 213). Es verdad que esto ha sido desarrollado para ser aplicado al delito de desaparicin forzada de personas tal como ha sido definido a nivel internacional. No obstante ello, tal como venimos sosteniendo a lo largo de la presente, resultan plenamente aplicables al caso en estudio, como fuera desarrollado en el considerando X de la presente sentencia al haberse tenido por cierta la prctica sistemtica de apropiacin de nios dentro del plan de aniquilamiento de la subversin. Por otro lado, en los casos enrostrados a Vaek, la prctica sistemtica de sustraccin de menores se llev a cabo tambin, haciendo incierto el estado civil de los nios, entregndolos a familias que los criaron con otra identidad, de modo que stos jams pudieran conocer su origen y reencontrarse con sus verdaderas familias. La retencin y ocultacin de estos nios se perfeccion y mantuvo en el tiempo a partir de la negacin de cualquier tipo de informacin, tanto a ellos como a sus familiares, que permitiera develar sus verdaderas identidades y, a partir de all, dar cuenta de su paradero a quienes reclamaban por ellos.
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La negativa a brindar informacin se mantiene hasta el da de hoy en los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, quienes an no recuperaron su identidad, tanto por parte de los autores directos de las sustracciones, retenciones y ocultaciones como as tambin por parte del resto de los autores funcionales o mediatos y as hasta la cspide desde donde se ordenaron y consintieron estas acciones. Cabe agregar que, la ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable a los casos que se siguieron cometiendo con posterioridad. Esto tambin ya ha sido explicado en el considerando correspondiente. Al tratarse la retencin y el ocultamiento de un delito de carcter
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permanente en el tiempo, al aplicar este criterio a los hechos relatados, resulta que los casos de Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana y Javier Gonzalo Penino Vias, deben encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal texto segn ley 24.410-, pues dichos hechos terminaron de cometerse con posterioridad a la entrada en vigencia de la ley citada, esto es el 2 de enero del ao 1995, habindose detallado la fecha de cese de cada delito en el desarrollo de los hechos en el Considerando IV y XV. Lo mismo sucede en los casos de los hijos de Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, en los cuales an se desconoce su paradero y contina mantenindose, por lo tanto, el estado antijurdico imputable a Vaek.
2. Artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal: Por otra parte, las conductas cometidas por Vaek en todos los casos mencionados encuadran a su vez, en el inciso segundo del artculo 139 del Cdigo Penal, en lo que respecta al verbo tpico hacer incierto el estado civil de un menor, segn ley 11.179, que era la vigente al momento de los hechos, puesto que se trata de un delito instantneo. En el aspecto objetivo, los suscriptos consideramos acertado como accin tpica el haber hecho incierto el estado civil de los menores sustrados,
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ya que de acuerdo al plan criminal puesto en marcha por las Juntas Militares, los menores no deban volver a sus familias de origen. Ya dijimos al tratar la calificacin legal de Jorge Rafael Videla quue coincidimos con lo expuesto por Carlos Creus cuando dice: el que hace incierto el estado civil siembra dudas sobre l, dificultando su prueba o determinacin ... (cfr. Derecho Penal. P. Especial, 1; Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995, pag. 260). Desde el momento en que se produjo el parto en cautiverio de la madre, donde se tuvo conocimiento del nacimiento del beb y se lo sustrajo de la esfera materna, se configura el tipo penal previsto en el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal, en la modalidad descripta. En efecto, la ley requiere que se haga incierta la identidad, por medio de un acto cualquiera. Es decir, que se satisface la tipicidad con cualquier acto idneo que produzca el resultado tpico sea que recaiga sobre la persona del menor o sobre los documentos que acreditan su identidad(Andres Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 326, Editorial La Ley, ao 2011). Incluso, respecto de los casos en los que las vctimas an no han podido ser localizadas -Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel-, tenemos por consumado el tipo previsto en el artculo 139 inciso 2 en lo que respecta a haber hecho incierto el estado civil. Ello desde que, conforme se tuvo por probado al momento de resolver sobre los hechos materia de juzgamiento, se tuvieron por probados sus alumbramientos en la Escuela Mecnica de la Armada, y posterior desaparicin de los bebes. Ya se dijo que este delito es de carcter instantneo, y pese a que la ley N 24.410 modific las figuras de los artculos 138 y 139 del Cdigo Penal tornndolas ms gravosas desde que adems de aumentar las penas conminadas, suprimi una forma especial de designio requerida con anterioridad, an con la redaccin de la anterior ley 11.179 puede verificarse con claridad que existi un concreto perjuicio, toda vez que aquellos menores no eran nios abandonados, ya que tenan familia y Vaek desde su rol de Comandante de Operaciones Navales, retransmiti las rdenes que
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permitieran que dichos nios fueran arrancados de su seno familiar para ser criados por personas ajenas a su vida, sin dejar rastro alguno de ello.
3. Concurso: La manera en que concurren ambos tipos penales enrostrados a Antonio Vaek es en forma ideal, tal como fuera desarrollado en el considerando correspondiente, donde se explic, en forma genrica cules son las pautas a tener en cuenta por el Tribunal a la hora de hacer concursar tales injustos -art. 54 del Cdigo Penal-. Es decir, se trata de diez casos en que resultaran vctimas: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi
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Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, que concurren materialmente entre s, que se encuentran calificados como infraccin al artculo 146 del Cdigo Penal -redaccin actual segn ley 24.410- en concurso ideal con el artculo 139 inciso 2 segn ley 11.179-, del Cdigo Penal. Todo ello, en los trminos del art. 55 del Cdigo Penal, y en los casos en que se continu reteniendo y ocultando con posterioridad a la ley 25.928 publicada en el Boletn Oficial el 10 de septiembre de 2004-, corresponde su aplicacin como consecuencia del mantenimiento en el tiempo de aquellas conductas tpicas del art. 146 del Cdigo Penal, y siguiendo el mismo razonamiento para aplicar la ley 24.410, como se dejara aclarado anteriormente, algunas de las conductas reprochadas a Vaek son alcanzadas tambin por la nueva escala penal que prev aqul articulado, elevando a 50 aos de prisin el mximo de la escala penal posible en casos de concurso material. Siguiendo el criterio de la Corte Suprema fijado a partir del precedente Jofr, en casos de delitos permanentes debe aplicarse la ley vigente al momento del cese de la comisin, aunque se trate de una norma ms grave para el imputado. De ello resulta que aquellos casos imputados a Vaek que dejaron de cometerse luego de la entrada en vigencia de la ley 25.928 e incluso los que
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an continan ejecutndose en tanto se desconoce el paradero de las vctimas, son alcanzados por esta nueva legislacin penal. Quedan comprendidos bajo esta nueva normativa los casos de Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Alejandro Sandoval Fontana y los de los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel. Ello, claro est, se aplica en forma exclusiva en relacin a los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos, pues como ya se dijo, son los nicos de carcter permanente.
acpite, dar tratamiento a la sancin penal aplicable al imputado Antonio Vaek, mensurando el quantum en torno a los delitos que se les reprochan y en base a las escalas establecidas por los legisladores para dichas figuras delictivas, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal. En primer lugar debe tenerse presente que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad, ya que se produjeron en el contexto de un ataque generalizado y sistemtico desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos fundamentales de una poblacin civil. En todos los casos que le fueron reprochados, ha quedado verificado que aquellos han sido cometidos en el marco de una desaparicin forzada de personas tal como ha sido definida en todas las convenciones internacionales. En efecto, han comenzado en una privacin ilegal de la libertad por parte de agentes estatales, a una mujer embarazada o junto a su hijo menor, quienes luego fueron sustrados de la esfera de custodia de su familia; habindoseles negado a sus familias en forma sistemtica informacin sobre el paradero de aquellos, habindose visto impedidos los familiares de plantear los recursos legales pertinentes que permitieran restablecer el vnculo y hacer cesar el delito.
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Incluso,
se
les
ha
impedido a las vctimas, una vez alcanzado el discernimiento, buscar a sus familiares y poner fin a la situacin de apropiacin a la que fueron sometidos. A la hora de caracterizar el bien jurdico penalmente tutelado del artculo 146 del Cdigo Penal, los criterios varan. Algunos autores, como Nez o Creus, sostienen que los tipos penales aqu aplicados tienden a proteger la tenencia de los menores por parte de sus padres o tutores. Ello toda vez que se encuentran ubicados dentro de los delitos contra la libertad, por lo que lo que la ley protege es el libre ejercicio de las potestades que surgen de las relaciones de familia que tienen sobre el menor. Por otro lado, estn los autores que entienden a estos delitos como ofensas contra la libertad individual, sobre la base de su ubicacin dentro de
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los delitos que tutelan ese bien jurdico. Ellos son Molinario, Fontn Balestra o Donna, a modo de ejemplo, quienes sostienen que el bien jurdico es el derecho a tener su estado de familia, a saber quienes son sus padres, a estar con ellos (cfr. Andres Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 476 y citas, Editorial La Ley, ao 2011). De un modo u otro, no puede soslayarse que nos encontramos frente a delitos que inciden en las estructuras familiares que quedan desvirtuadas en atencin al perodo de tiempo en el cual persisti dicha incertidumbre. Debe tenerse en cuenta adems que el imputado impidi el contacto familiar que eventualmente pudieron haber tenido las vctimas con los integrantes de sus verdaderas familias por muchos aos, derivndose de todo esto un profundo dao psicolgico, sobre cuyas consecuencias no es menester explayarse pues resulta obvio e irreparable el perjuicio causado. Cabe recordar que Antonio Vaek ingres desde muy joven a la carrera militar -ms precisamente el da 19 de enero de 1942- a la edad de 17 aos, con el grado de Cadete del Cuerpo General (cfr. fs. 5 de su legajo de servicios), donde fue entrenado para defender a la Patria. En tal sentido, sus ascensos demuestran su alto grado de capacitacin, llegando a ser
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Vicealmirante de la Armada Argentina, es decir que slo le falt la mxima jerarqua de su carrera militar de cuarenta aos. Es decir, se trata de una persona que tuvo muchsimos subordinados, dispuso de cuantiosos recursos, bienes pblicos y armamentos. Esto trae aparejado como consecuencia un alto grado de responsabilidad de su parte. Ese poder que recibi para defender a la Patria, y serle leal, como tambin a sus propios conciudadanos, fue utilizado para cometer gravsimos crmenes en su contra. No solo ha decidido sobre la vida y la muerte, sino que tambin lo hizo respecto del destino de aquellos nios sustrados de sus familias biolgicas. La sustraccin de un hijo es un delito gravsimo. Sin duda de las peores circunstancias que puede atravesar una madre o un padre. Cuando quien lo sustrae forma parte del aparato estatal, allanndose los caminos para lograr su impunidad y poder disponer de ese menor sin mayores problemas, no cabe duda que la gravedad del injusto aumenta. No hay forma de medir el padecimiento que sufrieron los nios y nias apropiados. Algunos padecieron el secuestro junto a sus padres en centros clandestinos, otros, an en el vientre de sus madres padecieron los tratos crueles de esos centros. Y en todos esos casos, sus nacimientos, se produjeron en medio de la angustia de sus madres por su destino incierto. Los familiares de estos nios tambin se han visto privados, de disfrutarlos en vida, con todo lo que ello implica. Tambin, como ha sido explicado respecto del encartado Videla, se tuvo en cuenta la trascendente normativa internacional en lo atinente al derecho a la identidad y otros derechos correlativos. Asimismo en dicha ocasin, hemos citado el caso
Gelman vs. Uruguay de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, plenamente aplicable al presente. En definitiva, Antonio Vaek pudo en ms de estos treinta cinco aos desde la fecha de nacimiento del ltimo nio que fuera sustrado que se le imputa-, aunque sea, haber colaborado a efectos de restituir la identidad a sus vctimas en cualquier momento de los aos que dur la comisin del delito
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y an lo puede hacer con los que no han recuperado su identidad; sin embargo, por el contrario, ha decidido guardar silencio demostrando un desinters respecto del padecimiento que vienen sufriendo muchos de los familiares de las vctimas de autos. Por lo tanto, no ha mostrado signos de arrepentimiento. Sumado a ello, resta mencionar que se le ha atribuido responsabilidad penal en carcter de autor mediato y en consecuencia su medida de responsabilidad es mayor en cuanto a los cuadros inferiores y ejecutores directos, tal como explicamos al tratar la calificacin legal genrica de los imputados de autos. Si bien consideramos que no concurren atenuantes, cabe mencionar que, si bien Antonio Vaek desempe a la fecha de los hechos un
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cargo sumamente trascendente dentro de las mximas jerarquas de la Armada, sus funciones no pueden ser equiparadas con las del Comandante en Jefe del Ejercito, Jorge Rafael Videla, quien fuera integrante de la Junta Militar que constitua la mxima autoridad de gobierno en todo el territorio del pas. Asimismo, contemplamos que el nombrado Vaek deber responder por diez hechos a diferencia del coimputado Videla. En este contexto, consideramos que debe condenarse a Antonio Vaek por ser autor mediato penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (diez hechos que concurren realmente entre s), a las penas de cuarenta aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 segn ley 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
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2. Voto del Dr. Domingo Luis Altieri: Comparto en un todo los argumentos expuestos por mis colegas preopinantes en los acpites relativos a la autora y responsabilidad y Calificacin legal de Antonio Vaek, as como los agravantes tenidos en cuenta para mensurar la pena que corresponde aplicar al encartado Vaek. No obstante, por las consideraciones que he vertido al analizar el planteo de inconstitucionalidad del art. 55 del C.P. en el considerando II, la pena que considero corresponde aplicar al acusado no puede superar los 25 aos de prisin, lo que voto en consecuencia. D. d. Calificacin legal, concurso y mensuracin de la pena respecto de Jorge Eduardo Acosta:
Voto de la Dra. Mara del Carmen Roqueta y del Dr. Julio Luis Panelo: Habindonos explayado en forma genrica acerca de la calificacin legal aplicable a los hechos materia de juzgamiento, en el considerando correspondiente, y fijado all las pautas a tener en cuenta a la hora de subsumir cada uno de los injustos enrostrados a los aqu imputados, corresponde ahora s, pronunciarnos en forma individual respecto de cada uno de los acusados. En lo que respecta a Jorge Eduardo Acosta, la calificacin legal que corresponde asignarle a los hechos por los cuales fuera declarado penalmente responsable son aquellos previstos en el artculo 146 segn ley 24.410-, y en el artculo 139 inciso 2 -segn ley 11.179-, del Cdigo Penal.
Artculo 146 del Cdigo Penal: Las conductas de Acosta encuadran objetivamente en los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de menores de 10 aos, previstos en el art. 146 del Cdigo Penal. Corresponde s, aplicarle los tres verbos tpicos del artculo mencionado. Ello, toda vez que en todos los casos que se tuvieron probados y por los que fuera responsabilizado penalmente en el considerando pertinente, se produjeron las sustracciones de los menores de diez aos, de la esfera de
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custodia de sus padres, luego de haber nacido en cautiverio durante la detencin ilegal de sus madres. Luego de haberse procedido con dichas sustracciones, Acosta se asegur que los menores continuaran siendo retenidos y ocultados frente a los familiares que los buscaban incansablemente. Se asegur de esa manera, que esas criaturas no llegaran a manos de sus familias biolgicas, quienes jams fueron informadas acerca del paradero de aqullos. En ocho casos, esto se concret mediante la entrega de los menores a agentes del aparato criminal que intervinieron en el plan de exterminio o estaban vinculados a aqul como integrantes de las fuerzas armadas, policiales, de seguridad y organismos de inteligencia, como por ejemplo en los casos de Victoria Anala Donda Prez; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel
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Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias y Guillermo Rodolfo Prez Roisinblit; mientras que en el caso de Federico Cagnola Pereyra fu entregado a una familia con vinculacin comprobada con el rgimen militar, cuyos progenitores lo inscribieron falsamente como hijo biolgico a travs de procedimientos aparentemente legales. Sin embargo, el modo especfico en que se concret la separacin de los nios de sus familias biolgicas en cada caso es irrelevante para calificar la conducta de Acosta, pues poda suceder que el destino de las mujeres embarazadas y sus hijos fuera decidido por la cspide o los cuadros intermedios. Lo que es indiscutible es que Acosta saba que el destino de los bebes no iba a ser el regreso a sus familias. Lo importante aqu, es que en todos los casos se configuraron tambin las acciones tpicas de retener y ocultar a los menores, habiendo efectuado aportes con sus actos para que no fueran entregados a sus familias biolgicas. En consecuencia, se ha configurado estos tres delitos tipificados en el artculo 146 del Cdigo Penal respecto de todos los casos imputados a Jorge Eduado Acosta. La ejecucin de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos, como ya fuera explicado en el acpite respectivo, es de
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carcter permanente.
mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en el dominio voluntario del hecho. Esta postura es
adoptada por Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis. All sostienen que se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida. Tambin se sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica. Es decir, que aunque el autor ya no se encuentre en ejercicio de sus funciones sigue obligado por el mandato de informar mientras subsista el derecho de la sociedad a exigir el esclarecimiento y la debida administracin de justicia respecto de los hechos acontecidos (ob. cit. pgina 213). Es verdad que esto ha sido desarrollado para ser aplicado al delito de desaparicin forzada de personas tal como ha sido definido a nivel internacional. No obstante ello, y tal como venimos sosteniendo a lo largo de la presente, resultan plenamente aplicables al caso en estudio, tal como fuera desarrollado en el considerando X de la presente sentencia al haberse tenido por acreditada la prctica sistemtica de apropiacin de nios dentro del plan de aniquilamiento de la subversin. Por otro lado, en los casos enrostrados a Acosta, la prctica sistemtica de sustraccin de menores se llev a cabo tambin, haciendo incierto el estado civil de los nios, entregndolos a familias que los criaron con otra identidad, de modo que stos jams pudieran conocer su origen y reencontrarse con sus verdaderos parientes de sangre. La retencin y ocultacin de estos nios se perfeccion y mantuvo en el tiempo a partir de la negacin de cualquier tipo de informacin, tanto a ellos como a sus familiares, que permitiera develar sus verdaderas identidades y, a partir de all, dar cuenta de su paradero a quienes reclamaban por ellos.
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La negativa a brindar informacin se mantiene hasta el da de hoy con los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel, quines an no recuperaron su identidad, tanto por los autores directos de las sustracciones, retenciones y ocultaciones, como as tambin por parte de Acosta, hasta la cspide desde donde se ordenaron y consintieron estas acciones. Cabe agregar, que la ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, y que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable a los casos que se siguieron cometiendo con posterioridad. Esto tambin ya ha sido explicado en el considerando correspondiente. Al tratarse la retencin y el ocultamiento de delitos de carcter
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permanente en el tiempo, al aplicar este criterio a los hechos relatados, resulta que los casos de Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias y Guillermo Rodolfo Prez Roisinblit, deben encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal texto segn ley 24.410-, pues dichos hechos terminaron de cometerse con posterioridad a la entrada en vigencia de la ley citada, esto es el 2 de enero del ao 1995, habindose detallado la fecha de cese de cada delito en el desarrollo de los hechos en el considerando IV y XV. Lo mismo sucede en los casos de los hijos de Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel, en los cuales an se desconoce su paradero y contina mantenindose, por lo tanto, el estado antijurdico imputable a Acosta.
Artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal: Por otra parte, las conductas cometidas por Acosta en todos los casos mencionados encuadran a su vez, en el inciso segundo del artculo 139 del Cdigo Penal, en lo que respecta al verbo tpico hacer incierto el estado civil de un menor, segn ley 11.179, que era la vigente al momento de los hechos, puesto que se trata de un delito instantneo. En el aspecto objetivo, los suscriptos consideramos acertado adoptar como accin tpica el haber hecho incierto el estado civil de los
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menores sustrados, ya que de acuerdo al plan criminal puesto en marcha por las Juntas Militares, los menores no deban volver a sus familias de origen. Ya dijimos al tratar la calificacin legal de los restantes imputados que coincidimos con lo expuesto por Carlos Creus cuando dice: el que hace incierto el estado civil siembra dudas sobre l, dificultando su prueba o determinacin ... (cfr. Derecho Penal. P. Especial, 1; Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995, pag. 260). Desde el momento en que se produjo el parto en cautiverio de la madre, donde se tuvo conocimiento del nacimiento del beb y se lo sustrajo de la esfera materna, se configura el tipo penal previsto en el artculo 139 iniciso 2 del Cdigo Penal, en la modalidad descripta. En efecto, la ley requiere que se haga incierta, por medio de un acto cualquiera. Es decir, que se satisface la tipicidad con cualquier acto idneo que produzca el resultado tpico sea que recaiga sobre la persona del menor o sobre los documentos que acreditan su identidad- (Andrs Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 326, Editorial La Ley, ao 2011). Incluso, respecto de los casos en los que las vctimas an no han podido ser localizadas -Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel-, tenemos por consumado el tipo previsto en el artculo 139 inciso 2 en lo que respecta a haber hecho incierto el estado civil. Ello, desde que, conforme se dijera al
momento de resolver sobre los hechos materia de juzgamiento, se tuvieron por probados sus alumbramientos en la Escuela Mecnica de la Armada, y la posterior desaparicin de los bebes que ellas dieran a luz. Ya se dijo que este delito es de carcter instantneo, y pese a que la ley N 24.410 modific las figuras de los artculos 138 y 139 del Cdigo Penal tornndolas ms gravosas desde que adems de aumentar las penas conminadas, suprimi una forma especial de designio requerida con anterioridad, an con la redaccin de la anterior ley 11.179 puede verificarse con claridad que existi un concreto perjuicio, toda vez que aquellos menores no eran nios abandonados, ya que tenan familia y Acosta desde su rol de Jefe de Inteligencia del Estado Mayor de la Armada de la UT 3.3.2. y el G.T.3.3., contribuyo con sus actos a que dichos nios fueran arrancados de su seno
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familiar para ser criados por personas ajenas a su vida, sin dejar rastro alguno de ello.
Concurso: La manera en que concurren ambos tipos penales enrostrados a Jorge Eduardo Acosta es en forma ideal, tal como fuera desarrollado en el considerando correspondiente, donde se explic, en forma genrica cules son las pautas a tener en cuenta por el Tribunal a la hora de hacer concursar tales injustos art. 54 del Cdigo Penal-. Es decir, se trata de once casos en que resultaran vctimas: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi
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Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias; Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y Ana Rubel, que concurren materialmente entre s, que se encuentran calificados como infraccin al artculo 146 del Cdigo Penal (redaccin actual segn ley 24.410) en concurso ideal con el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal -segn ley 11.179-. Todo ello, en los trminos del art. 55 del Cdigo Penal, y en los casos en que se continu reteniendo y ocultando con posterioridad a la ley 25.928 publicada en el Boletn Oficial el 10 de septiembre de 2004-, corresponde su aplicacin como consecuencia del mantenimiento en el tiempo de aquellas conductas tpicas del art. 146 del Cdigo Penal, y siguiendo el mismo razonamiento para aplicar la ley 24.410, como se dejara aclarado anteriormente, algunas de las conductas reprochadas a Acosta son alcanzadas tambin por la nueva escala penal que prev aqul articulado, elevando a 50 aos de prisin el mximo de la escala penal posible en casos de concurso material. Siguiendo el criterio de la Corte Suprema fijado a partir del precedente Jofr, en casos de delitos permanentes debe aplicarse la ley vigente al momento del cese de la comisin, aunque se trate de una norma ms grave para el imputado.
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De ello resulta que aquellos casos imputados a Acosta que dejaron de cometerse luego de la entrada en vigencia de la ley 25.928 e incluso los que an continan ejecutndose en tanto se desconoce el paradero de las vctimas, son alcanzados por esta nueva legislacin penal. Quedan comprendidos bajo esta nueva normativa los casos de Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Alejandro Sandoval Fontana y en los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel. Ello, claro est, se aplica en forma exclusiva en relacin a los delitos de retencin y ocultacin de un menor de diez aos de edad, pues como ya se dijo, son los nicos de carcter permanente.
acpite, dar tratamiento a la sancin penal aplicable al imputado Jorge Eduardo Acosta, mensurando el quantum en torno a los delitos que se les reprochan y en base a las escalas establecidas por los legisladores para dichas figuras delictivas, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal. En primer lugar debe tenerse presente que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad, ya que se produjeron en el contexto de un ataque generalizado y sistemtico desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos fundamentales de una poblacin civil. En todos los casos que le fueron reprochados, ha quedado verificado que aquellos han sido cometidos en el marco de una desaparicin forzada de personas definida en todas las convenciones internacionales. En efecto, han comenzado en una privacin ilegal de la libertad por parte de agentes estatales, a una mujer embarazada o junto a su hijo menor, quienes luego fueron sustrados de la esfera de custodia de su familia; habindoseles negado a sus familias en forma sistemtica informacin sobre el paradero de aqullos, habindose visto impedidos los
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familiares de plantear los recursos legales pertinentes que permitieran restablecer el vnculo y hacer cesar el delito. Incluso, se les ha
impedido a las vctimas, una vez alcanzado el discernimiento, buscar a sus familiares y poner fin a la situacin de apropiacin a la que fueron sometidos. A la hora de caracterizar el bien jurdico penalmente tutelado, los criterios varan. Algunos autores, como Nez o Creus, sostienen que el tipo penal aqu aplicado tiende a proteger la tenencia de los menores por parte de sus padres o tutores. Ello toda vez que se encuentra ubicado dentro de los delitos contra la libertad, por lo que lo que la ley protege es el libre ejercicio de las potestades que surgen de las relaciones de familia que tienen sobre el menor. Por otro lado, estn los
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autores que entienden a estos delitos como ofensas contra la libertad individual, sobre la base de su ubicacin dentro de los delitos que tutelan ese bien jurdico. Ellos son Molinario, Fontn Balestra o Donna, a modo de ejemplo, quienes sostienen que el bien jurdico es el derecho a tener su estado de familia, a saber quienes son sus padres, a estar con ellos (cfr. Andres Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 476 y citas, Editorial La Ley, ao 2011). De un modo u otro, no puede soslayarse que nos encontramos frente a delitos que inciden en las estructuras familiares que quedan desvirtuadas en atencin al perodo en el cual persisti dicha incertidumbre. Debe tenerse en cuenta adems que el imputado impidi el contacto que eventualmente pudieron haber tenido las vctimas con los integrantes de sus verdaderas familias por muchsimos aos derivndose de todo esto un profundo dao psicolgico, sobre cuyas consecuencias no es menester explayarse pues resulta obvio e irreparable el perjuicio causado. Cabe recordar que Jorge Eduardo Acosta ingres desde muy joven a la carrera militar -ms precisamente el da 25 de enero de 1957- a la edad de 16 aos, con el grado de Cadete (cfr. fs. 5 de su legajo de servicios), donde fue entrenado para defender a la Patria. En tal sentido, sus ascensos demuestran su
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grado de capacitacin, llegando a ser Capitn de Fragata de la Armada Argentina, ocupando un importante jerarqua hasta su pase a retiro obligatorio efectuado por la Junta de Calificaciones de la Armada con fecha 1 de mayo de 1985. Es decir, se trata de una persona que tuvo subordinados a su cargo, dispuso de recursos, bienes pblicos y armamentos. Esto trae aparejado como consecuencia un alto grado de responsabilidad por su parte. Ese poder que recibi para defender a la Patria, y serle leal, como tambin a sus propios conciudadanos, fue utilizado para cometer gravsimos crmenes en su contra. No solo ha decidido sobre la vida y la muerte, sino que tambin lo hizo respecto del destino de aquellos nios sustrados de sus familias biolgicas. La sustraccin de un hijo es un delito gravsimo. Sin duda de las peores circunstancias que puede atravesar una madre o un padre. Cuando quien lo sustrae forma parte del aparato estatal, allanndose los caminos para lograr su impunidad y poder disponer de ese menor sin mayores problemas, no cabe duda que la gravedad del injusto aumenta. No hay forma de medir el padecimiento que sufrieron los nios y nias apropiados. Algunos padecieron el secuestro junto a sus padres en centros clandestinos, otros, an en el vientre de sus madres padecieron los tratos crueles de esos centros. Y en todos esos casos, sus nacimientos, se produjeron en medio de la angustia de sus madres por su destino incierto. Los familiares de estos nios tambin se han visto privados, de disfrutarlos en vida, con todo lo que ello implica. Tambin, como ha sido explicado respecto de los restantes coimputados, se tuvo en cuenta la trascendente normativa internacional en lo atinente al derecho a la identidad y otros derechos correlativos. En dicha ocasin, hemos citado el caso Gelman vs. Uruguay de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, plenamente aplicable al presente. En definitiva, Jorge Eduardo Acosta pudo en ms de estos treinta cinco aos desde la fecha de nacimiento del ltimo nio que fuera sustrado que se le imputa-, aunque sea, haber colaborado a efectos de restituir la
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identidad a sus vctimas en cualquier momento de los aos que dur la comisin del delito y an lo puede hacer con los que no han recuperado su identidad; sin embargo, por el contrario, decidi guardar silencio demostrando un desinters respecto del padecimiento que vienen sufriendo muchos de los familiares de las vctimas de autos. Por lo tanto, no ha mostrado signos de arrepentimiento. Si bien consideramos que no concurren atenuantes, cabe mencionar que, si bien la actuacin de Jorge Eduardo Acosta fue protagnica en los hechos objeto de debate a cuyo anlisis efectuado al momento de analizar la responsabilidad del imputado nos remitimos-, sus funciones dentro de la estructura represiva de la Armada no pueden ser equiparadas bajo ningn punto de vista con las de los coimputados Jorge Rafael Videla y
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Antonio Vaek. Sumado a ello, resta mencionar que se le ha atribuido responsabilidad penal en carcter de coautor funcional y en consecuencia su cuota de responsabilidad es menor en cuanto a los cuadros superiores de la Armada, tal como explicamos al tratar la calificacin legal genrica de los imputados de autos. En este contexto, propiciamos que se condene a Jorge Eduado Acosta por ser coautor funcional penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias; Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (once hechos que concurren realmente entre s), a las penas de treinta aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 segn ley 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
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Voto del Dr. Domingo Luis Altieri: Comparto en un todo los argumentos expuestos por mis colegas en los acpites relativos a la autora y responsabilidad y Calificacin legal de Jorge Eduardo Acosta, as como los agravantes tenidos en cuenta para mensurar la pena que corresponde aplicar al encartado Jorge Eduardo Acosta. No obstante, por las consideraciones que he vertido al analizar el planteo de inconstitucionalidad del art. 55 del C.P. en el considerando II, la pena que considero corresponde aplicar al acusado no puede superar los 25 aos de prisin, lo que voto en consecuencia. D. e. Calificacin legal concurso y mensuracin de la pena respecto de Santiago Omar Riveros: Todas las consideraciones realizadas al momento de tratar la calificacin legal atribuida a los hechos imputados a Jorge Rafael Videla, son plenamente aplicables respecto de Santiago Omar Riveros. Ello por considerarlo autor mediato de sustraccin, retencin y ocultamiento de dos menores de diez aos, en concurso ideal con el haber hecho incierto su estado civil. En efecto, tal como se ha venido sosteniendo en el Considerando XV. B. y C. , la calificacin legal que corresponde asignarle respecto de los hechos por los cuales fuera declarado penalmente responsable a Santiago Omar Riveros, son aquellos previstos en el artculo 146 en su nueva redaccin, y en el artculo 139 inciso 2, del Cdigo Penal en su anterior redaccin. A los hechos reprochados a Riveros corresponde aplicarle las tres conductas tpicas del artculo 146 del Cdigo Penal y el haber hecho incierto el estado civil de un menor previsto en el segundo inciso del art. 139 inciso 2 del Cdigo Penal. Ello, toda vez que en los dos casos por los que fuera declarado penalmente responsable como autor mediato, se produjeron las sustracciones de los menores de diez aos de la esfera de custodia de sus padres, luego de haber nacido en cautiverio durante la detencin ilegal de sus madres. Luego de haber sido sustrados, Riveros se asegur que Pablo Hernn Casariego Tato y Francisco Madariaga Quintela continuaran retenidos
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y ocultados frente a sus familiares que los buscaron incansablemente. En el caso de Francisco Madariaga, su padre incluso lleg a unirse activamente a la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo. El designio de Riveros era que los menores no llegaran a manos de sus familiares. Para ello, se asegur que Pablo Hernn Casariego Tato sea entregado a otra familia, siendo en este caso el matrimonio compuesto por Norberto Atilio Bianco -militar mdico traumatlogo del Hospital Militar de Campo de Mayo que desempeaba funciones en dicho nosocomio en la poca de los hechos- y Nilda Susana Wherli, lo sustrajeron, retuvieron, ocultaron y lo inscribieron como hijo biolgico bajo el nombre de Pablo Hernn Bianco Wehrli, alterndole de esta forma su estado civil e identidad.
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Respecto de Francisco Madariaga Quintela, Riveros, quien orden previamente su sustraccin de la esfera materna, se asegur que sea retenido y ocultado con otra identidad, al habrselo entregado al matrimonio compuesto por Vctor Alejandro Gallo coimputado- e Ins Susana Colombo. No es un dato menor la participacin de Gallo durante la dictadura. Era un militar especialista en inteligencia. De su legajo surge que durante el ao 1975 fue destinado a la provincia de de Tucumn durante el denominado Operativo Independencia como Jefe de Seccin. En diciembre de 1976 regres al Liceo Militar General San Martn para continuar con sus servicios, como oficial instructor de cadetes, momento en el que fue ascendido al grado de Teniente. El 3 de febrero de 1977 pas en comisin al Comando de Institutos Militares en Campo de Mayo, y continu durante los meses de junio y julio del mismo ao hasta el 4 de agosto, fecha coincidente con la apropiacin de Francisco Madariaga. Ahora bien, el modo especfico en que se concret la entrega de estos nios a sus apropiadores es irrelevante para calificar la conducta de Riveros. Eso era algo que tena que suceder, sus destinos ya estaban sellados, desde que deban correr el mismo que sus madres.
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Respecto de los dos casos por los cuales fuera declarado responsable Santiago Omar Riveros, se han configurado las acciones tpicas de retener y ocultar a los menores, habiendo dispuesto que mediante sus desapariciones aqullos no fueran recuperados por sus familias biolgicas. Como vemos, se ha configurado acabadamente las
conductas del artculo 146 del Cdigo Penal, en sus tres verbos tpicos, respecto de ambos menores, de conformidad con lo desarrollado al tratar su autora y responsabilidad. La ejecucin de los delitos de retencin y ocultamiento, como ya fuera explicado precedentemente, es de carcter permanente. As es que la doctrina pone el acento en el mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en dominio voluntario del hecho. Ya hemos efectuado las citas correspondientes al tratar la calificacin de Jorge Rafael Videla, para tener por aplicados a estos casos, tal como fuera desarrollado en el considerando IX de la presente sentencia, una prctica sistemtica de apropiacin de nios dentro del plan de aniquilamiento de la subversin Por otro lado, en ambos casos imputados a Riveros, la prctica sistemtica de sustraccin de menores se ha llevado a cabo tambin, haciendo incierto su estado civil habiendo sido entregados a familias que los criaron con otra identidad, de modo que stos jams pudieran conocer su origen y reencontrarse con sus verdaderas familias. La retencin y ocultacin de estos nios se perfeccion y mantuvo en el tiempo a partir de la negacin de cualquier tipo de informacin, tanto a ellos, como a sus familiares, que permitiera develar su verdadera identidad y, a partir de all, dar cuenta de su paradero. La ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, y que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable a estos dos casos reprochados a Riveros, desde que ambos siguieron siendo cometidos con posterioridad a tal reforma; ello al tratarse la retencin y el ocultamiento de delitos permanentes en el tiempo.
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Por otra parte, las conductas cometidas por Santiago Omar Riveros en los casos de Pablo Hernn Casariego Tato y Francisco Madariaga Quintela, encuadran en el segundo inciso del artculo 139 del Cdigo Penal segn ley 11.179; tratndose de delitos instantneos en el tiempo. Por ellos, tambin debe responder como autor mediato Santiago Omar Riveros por haber hecho incierto la identidad de menores de 10 aos.
Concurso: La manera en que concurren ambos tipos penales enrostrados al encartado Riveros, es decir los artculos 146 y 139 inciso 2 del Cdigo Penal, es en forma ideal, por lo que debe responder como autor mediato penalmente
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responsable por la sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de 10 aos (artculo 146 del Cdigo Penal -redaccin segn ley 24.410) en concurso ideal -art. 54 del Cdigo Penal- con el tipo previsto en el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal segn ley 11.179, en cuanto sanciona a quien hiciere incierta la identidad de un menor de 10 aos, en relacin a los casos de Pablo Hernn Casariego Tato y Francisco Madariaga Quintela. A su vez, y por lo sostenido ut supra, estos injustos concurren materialmente entre s, en los trminos del art. 55 del Cdigo Penal, debiendo aplicarse la redaccin actual, introducida mediante ley 25.928; ello como consecuencia del mantenimiento en el tiempo de las conductas tpicas con posterioridad a la vigencia de dicha norma legal.
Mensuracin de la pena: Al graduar la pena a imponerle a Santiago Omar Riveros, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal, debe sealarse que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad. Aquellos han sido cometidos en el marco de una desaparicin forzada de personas enunciada en todas las convenciones internacionales. Comenzaron con la privacin ilegal de sus madres, por medio del uso de la fuerza pblica por parte de agentes estatales; habindoseles negado
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a sus familias en forma sistemtica informacin sobre el paradero de aqullos. Y se les ha impedido a las vctimas, una vez alcanzado el discernimiento, buscar a sus familiares y poner fin a la situacin de apropiacin a la que fueron sometidos. En el plano particular, Riveros tuvo una innegable responsabilidad por el cargo que desempeaba dentro del Ejrcito Argentino. Tuvo a su cargo muchos subordinados, dispuso de manejo territorial y de recursos humanos. Se trataba de uno de los cinco Comandantes de Zona en que haba sido dividida geogrficamente la Repblica Argentina para la lucha contra la subversin. Pudo haber atenuado el dao restituyndoles la identidad a sus vctimas en cualquier momento de los aos que dur la comisin del delito; sin embargo Casariego Tato y Madariaga Quintela recuperaron su identidad por causas ajenas a la voluntad de Riveros; en cambio s por la incansable labor y bsqueda de sus familiares. Por ello, Santiago Omar Riveros debe ser penado acorde a la entidad del dao causado. En este caso, por ser autor mediato penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos (en dos casos que concurren materialmente entre s) respecto de los casos de Pablo Hernn Casariego Tato y Francisco Madariaga Quintela, a las penas de veinte aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19,29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin). D. f g Calificacin legal respecto de Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo:
De la retencin y ocultacin de un menor de diez aos (art. 146 del Cdigo Penal): En las consideraciones efectuadas precedentemente ha quedado determinado que la retencin y el ocultamiento de los que fuera vctima
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Francisco Madariaga Quintela comenz a consumarse, cuanto menos, desde principios del mes de julio de 1977 y ces de ejecutarse el 18 de febrero de 2010, fecha en la cual el nombrado recuper su identidad al haber sido notificado en este proceso del resultado del estudio inmunogentico de ADN practicado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand a partir de la comparacin entre las muestras hemticas extradas a quien por ese entonces se encontraba inscripto como Alejandro Ramiro Gallo, por voluntad propia, y el grupo humano constituido por familiares de Madariaga y Quintela (fs. 31/50 de la causa N 1772 del registro de este Tribunal). Dichas conductas evidenciadas por Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo deben ser definitivamente calificadas como constitutivas de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos acorde a lo
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prescripto en el art. 146 del Cdigo Penal de la Nacin, texto segn ley nro. 24.410. Ahora bien, concretamente en lo atinente a la aplicacin de esta norma, es oportuno destacar que en el marco de la causa N 1278 del registro de este Tribunal, caratulada Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de menor de diez aos la Corte Suprema de Justicia de la Nacin se haba expedido sobre el tpico mencionado, concluyndo que corresponda aplicar aqulla versin normativa. En lo que aqu interesa, resulta pertinente transcribir parcialmente el dictamen del Procurador General de la Nacin, Dr. Eduardo Rafael Casal, y que la C.S.J.N., el 29 de mayo de 2007, comparti e hizo suyos esos fundamentos y conclusiones, cuando postul: que las figuras de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos integraban la categora de delitos permanentes, en los que la actividad consumativa no cesaba al perfeccionarse el delito, sino que perduraba en el tiempo, por lo que ste continuaba consumndose hasta que culminaba la situacin antijurdica, y que .frente a estos hechos, la reforma de la ley nro. 24.410 no introduce uno de los supuestos contemplados en el art. 2 del Cdigo Penal (que plantea nicamente la hiptesis de un cambio de leyes entre el tiempo de comisin del delito y de la condena o, eventualmente, el intermedio), sino que su aplicacin al caso debe resolverse segn la regla general del art. 3 del Cdigo Civil (tempus regit actum) en virtud de la cual el delito (en este caso, que an se est cometiendo) debe
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regirse por las normas vigentes (C.S.J.N. R. 1236. XLI Rei, Vctor Enrique y otro (s) s/sustraccin de menores de 10 aos -art. 146-). Comenzando ya con el anlisis del tipo penal, es menester sealar que la retencin y ocultacin a las que hace referencia el art. 146 del Cdigo Penal resultan vinculadas a una sustraccin cometida por un tercero, cuya accin de despojo y ocultacin contina el que retiene u oculta al menor. En consecuencia, retiene al menor sustrado el que lo tiene o lo guarda, y lo oculta el que, adems de retenerlo, esconde su ubicacin a la vista y conocimiento de los titulares de la tenencia. En ambos casos, debe existir la conciencia y voluntad de hacerlo respecto de un menor previamente sustrado. stas han sido las conductas desplegadas por Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, a quienes no se les ha atribuido la sustraccin del menor s en cambio a los imputados Jorge Rafal Videla y Santiago Omar Riveros, al ser tratado en el considerando correspondiente a su responsabilidad penal frente a los hechos endilgados a cada uno de ellos-. Gallo y Colombo, recibieron a ese menor con el conocimiento previo de su origen, configurndose as los delitos de retencin y ocultamiento, evitando que quien tena legtimo derecho a solicitar y ejercer su tutela y patria potestad, conociera su existencia y destino, puesto que su padre se halla con vida. Adems, le han impedido a la vctima recuperar su verdadera identidad. Efectivamente, tanto Gallo como Colombo retuvieron y ocultaron al hijo de Silvia Mnica Quintela Dallasta y de Abel Pedro Madariaga durante el perodo temporal sealado, mantenindose en esa misma tesitura en todo momento, de manera contnua y permanente, persistiendo en esa misma actitud por ms de treinta aos. En cuanto a la faz subjetiva del tipo penal, sta ha quedado debidamente acreditada para ambos imputados toda vez que conocan la procedencia irregular de ese nio hijo de una madre desaparecida, y ms an en el caso de Vctor Alejandro Gallo, que fue la persona que lo trajo a la vivienda familiar y quien lo anot en el Registro Civil como hijo propio y de su mujer con el nombre de Alejandro Ramiro Gallo. En este sentido, resulta importante resaltar que de las propias declaraciones de la vctima y de la ficha personal y del Legajo militar del
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encausado, de donde surgen los destinos que tuvo en el Ejrcito Argentino, los que han sido indicados pormenorizadamente al analizar su autora y responsabilidad penal (Considerando XI. F), se desprende que, como miembro del Ejrcito Argentino, cumpla funciones dentro de la Guarnicin Militar de Campo de Mayo en la poca de la sustraccin del menor, quien posteriormente fue retenido y ocultado por l mismo y su entonces cnyuge Colombo,
hacindolo pasar como hijo propio. Se observa as que Vctor Alejandro Gallo se desempe en el mismo lugar en el que permaneci cautiva la madre de Francisco, Silvia Mnica Quintela Dallasta, siendo all el lugar en el que la nombrada dio a luz a su hijo y donde adems, se asent falsamente en el Libro de Registro de Nacimientos de Servicio de Obstetricia del Hospital Militar de Campo de Mayo
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que Ins Susana Colombo el da 7 de julio de 1977 haba dado a luz por cesrea a un nio de nueve meses de gestacin con un peso de 3,200 kilogramos. Asimismo, esta responsabilidad, como hemos explicado, debe hacerse extensiva a Ins Susana Colombo, no slo por el conocimiento que aqulla tuvo en relacin a la ilicitud del hecho por haber sido su cnyuge y haber convivido en el mismo domicilio durante varios aos, sino tambin porque saba que ese nio haba sido inscripto como hijo propio del matrimonio sin haber realizado ninguna denuncia de su hallazgo y sin haber cumplido los requisitos legales para su adopcin. En efecto, Colombo tena pleno conocimiento que ese menor que fue inscripto como Alejandro Ramiro Gallo no era su verdadero hijo, a lo que debe aunarse que ella fue quien le hizo saber a la vctima que podra tratarse de un hijo de desaparecidos, y quien, por lo dems, le dio cuenta del detalle, para nada menor, de que haba llegado al seno de su hogar cuando an tena el cordn umbilical. Como esposa de un Oficial del Ejrcito deba conocer que en el Hospital Militar de Campo de Mayo slo podan ser atendidas parturientas de personal del Ejrcito y que ninguna persona extraa poda dar a luz y dejar all un nio abandonado. En consecuencia, por tales conductas, Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo debern responder en calidad de coautores penalmente responsables de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez
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aos, habiendo participado en la faz ejecutiva del delito con pleno dominio del hecho.
Supresin del estado civil de un menor de diez aos (art. 139 inciso 2 del Cdigo Penal): Ahora bien respecto de la conducta de supresin del estado civil de un menor, coincidimos con lo expuesto por Creus cuando dice el que hace incierto el estado civil siembra dudas sobre l, dificultando su prueba o determinacin el que lo suprime, elimina la posibilidad de determinar o de demostrar ese estado (Carlos Creus, Derecho Penal. P. Especial, 1; Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995-) Corresponde sealar que el delito de supresin del estado civil de un menor es de carcter instantneo, por lo que debe aplicarse a su respecto la redaccin del artculo 139 del Cdigo Penal, segn ley 11.179. Respecto de esta conducta, pudo verificarse con claridad que existi un concreto perjuicio toda vez que ese menor no era un nio abandonado, ya que tena familia e incluso su padre se hallaba vivo, y esta pareja se aprovech de una situacin de ilegalidad cometida durante la poca del terrorismo de Estado, en especial Vctor Alejandro Gallo, quien como miembro de las Fuerzas Armadas cumpli funciones en el mismo lugar en que la madre del pequeo permaneci cautiva y lo dio a luz, tal como se mencionara anteriormente. Dentro de este orden, cabe decir que el bien jurdico protegido por la figura de encuadre es el derecho a la identidad de la persona, constituyendo un delito contra las relaciones familiares y ms precisamente, contra la filiacin. Nos remitimos sobre esta cuestin, a lo expuesto en el Considerando XII de la presente sentencia, para no incurrir en reiteraciones. En otro orden, cabe aqu hacer una breve mencin al planteo formulado por la defensa de Gallo, en cuanto sostuvo que como el juicio se encuentra unificado entre diferentes procesos penales, y en uno de ellos el acriminado Azic no fue imputado por la alteracin del estado civil de un menor, tampoco puede ser acusado Gallo por esa misma conducta, por imperio del principio de igualdad ante la ley.
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Carece de total fundamento el planteo efectuado, no pudiendo beneficiarse un imputado, por el diferente criterio adoptado por otro Juzgado y Fiscala que intervinieron durante la instruccin de la causa, pese a haberse unificado los procesos para realizar un nico juicio oral y pblico a su respecto, ms all de no tratarse de identidad de vctima entre ambos. En todo caso, el que habra resultado beneficiado es el consorte de causa de Gallo, no obstante ello, en esta instancia nada puede hacerse al respecto, para reparar el yerro.
Falsedades ideolgicas (art. 293 del Cdigo Penal) cometidas por Vctor Alejandro Gallo: En lo que respecta a las falsedades documentales que fueron plenamente acreditadas, corresponde realizar algunas precisiones a fin de
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determinar cul ha de ser la normativa aplicable a partir de que la ley 24.410 equipara a los documentos nacionales de identidad, los certificados de parto y los de nacimiento. Ya hemos dicho que la doctrina resulta pacfica para afirmar que las falsedades documentales como las que aqu se juzgan son delitos instantneos que se consuman en el mismo momento en que el instrumento que contiene las declaraciones falsas se perfecciona con su firma y sello. Habiendo sido establecido dicho extremo, teniendo en cuenta que las conductas de falsedad ideolgica de instrumento pblico imputadas a Gallo, ocurrieron en agosto del ao 1977, son aplicables las disposiciones de la ley n 20.642, vigentes en ese momento. En consecuencia, las falsedades que recayeron sobre el certificado de nacimiento firmado y presentado por Gallo en el Registro Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas, Delegacin Bella Vista, que lleva fecha del 2 de agosto de 1977, lo que a la postre le permiti obtener el Acta de Nacimiento N 331 anteriormente aludida, con fecha 3 de agosto de 1977 y consecuentemente el DNI N 26.132.698 a nombre de Alejandro Ramiro Gallo, resultan constitutivas del delito de falsedad ideolgica de instrumento pblico dos hechos- y falsedad ideolgica de instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas un hecho-, en los trminos del artculo 293 en funcin del artculo 292 segundo prrafo del Cdigo Penal, segn ley
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11.179 y su modificatoria segn ley 20.642, que agrava las penas all previstas para estos delitos.
Concursos: Por lo que venimos diciendo, y habiendo dado el tratamiento debido en los considerandos IV y XII. B, C y D al haber sido contestados los planteos de prescripcin de la accin penal, y analizadas las calificaciones legales de las conductas reprochadas a todos los imputados en autos, en forma genrica, entendemos que estas conductas subsumidas en los artculos 139 inciso 2, 146 y 293 del Cdigo Penal, concurren idealmente entre s, de conformidad con lo establecido en el artculo 54 del Cdigo Penal. Ello, toda vez que cada una de las falsedades ideolgicas (art. 293 del C.P.) y la supresin del estado civil (art. 139 inc. 2 del C.P.) por las que fuera responsabilizado penalmente Gallo, resultaron ser el modus operandi para mantener retenido y oculto al menor (art. 146 del C.P.). Y, tal como fuera analizado en el Considerando IV, este Tribunal sostuvo que tales ilcitos, resultan constitutivos, a su vez de una de las modalidades comisivas propias del delito de desaparicin forzada de personas, por lo que la cuestin relativa a la relacin concursal entre aquellas figuras ha quedado fuera de discusin habida cuenta que en todos los casos aqu tratados, este Tribunal ha entendido que media un concurso ideal entre los tipos penales en cuestin.
Pautas mesurativas de la pena respecto de los imputados Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo: Al graduar la pena a imponerle a Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal, como primer cuestin debe sealarse que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad. Aqullos han sido cometidos en el marco de una desaparicin forzada de personas enunciada en todas las convenciones internacionales.
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As tambin debemos valorar como causal de agravamiento de la pena, la magnitud, la calidad y la extensin del dao causado. En atencin a las especiales caractersticas del delito previsto y reprimido en el art. 146 del Cdigo Penal segn Ley N 24.410-, debe considerarse evidente el dao psicolgico causado a quien fuera vctima directa del ocultamiento y retencin. En tal sentido, debe valorarse la falacia generada para mantener la ocupacin de un rol filial que al sujeto activo no le corresponda. A estas consideraciones nos remitimos a lo expuesto con mayor detenimiento y amplitud al mensurar la pena impuesta a Jorge Rafael Videla, en el Considerando XII. D. a. Sumado a lo anteriormente mencionado, debe considerarse tambin el dao causado a los familiares -legtimos sujetos para ejercer la
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guarda y el cuidado del menor- quienes fueron despojados de su descendencia, y sin que hubieran renunciado a ella, buscndolo incansablemente en la constante incertidumbre acerca de su existencia, paradero y destino. Esta estructura familiar ha quedado afectada en atencin al perodo de tiempo en el cual persisti dicha incertidumbre ms de treinta aosDebe considerarse adems que ambos incusos, como apropiadores de Francisco Madariaga Quintela, impidieron durante todo el tramo del injusto que ste supiera cual era su verdadero origen, que conociera a sus familiares, en especial a su padre, Abel Pedro Madariaga, quien pudo haber ejercido su legtimo derecho de ejercer la patria potestad durante la minoridad de aqul, con la consecuente verdad sobre la autntica filiacin del joven. Adems, tanto Gallo como Colombo renovaron continuamente dicha actitud, sin perjuicio de la delicada situacin emocional que este acontecimiento necesariamente produjera en la vctima, a la que expusieron a innumerables cuestionamientos e incertidumbre debido a la reubicacin familiar que abruptamente tuvo que asumir, adems del padecimiento de una enfermedad crnica, puesto que Francisco padece de diabetes, cuyo origen sera nervioso, desde aproximadamente los catorce aos de edad. Respecto de Vctor Alejandro Gallo se pondera especialmente el grado y jerarqua militar que alcanz dentro del Ejrcito Argentino, que lejos de permitir que aqul ajustara su conducta a las pautas formativas de dicha
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institucin, se vali de la autoridad que tal condicin naturalmente le confera, y precisamente durante la poca en que las Fuerzas Armadas gobernaban el pas, para recibir en la forma indicada a un recin nacido del que saba que haba sido despojado recientemente de su madre, puesto que lo introdujo a su hogar cuando an conservaba el cordn umbilical; mientras que su madre se encontraba ilegtimamente detenida, y actualmente desaparecida; sucesos estos que ocurrieron dentro de la guarnicin militar de Campo de Mayo, en la que Gallo precisamente cumpli funciones militares, y donde adems se registr falsamente el alumbramiento del menor inscripto como Alejandro Ramiro Gallo en el Libro de Nacimientos del Hospital Militar de Campo de Mayo figurando como su madre Ins Susana Colombo. Incluso, debe ponderarse adems que fue el propio Vctor Alejandro Gallo quien inscribi a la criatura como hijo propio en los Registros Pblicos respectivos a travs del certificado de nacimiento ideolgicamente falso firmado y presentado por l en el Registro Provincial del Estado Civil y Capacidad de las Personas, Delegacin Bella Vista, lo que a la postre le permiti obtener el Acta de Nacimiento N 331 anteriormente aludida, y consecuentemente el DNI N 26.132.698 a nombre de Alejandro Ramiro Gallo. Asimismo, en relacin a Gallo, tambin ha de ponderarse la violencia y el temor infundido durante todos esos aos dentro de su familia. En particular, las vivencias relatadas por Francisco Madariaga Quintela, quien lejos de haber sido criado con el cario y cuidado propios que merece un nio, manifest haber padecido innumerables escenas de violencia domstica en las cuales su padre le pegaba a su madre y en una oportunidad lleg a romperle la nariz; hasta sentirse no solo que no era hijo propio sino que era el hijo del enemigo. Habr de ponderarse tambin, pero esta vez en relacin a ambos imputados, la trascendencia normativa internacional en lo atinente al derecho a la identidad y otros derechos correlativos. En igual sentido se valorar, la permanente ocultacin de la verdad y la manipulacin de la conciencia de quien fuera vctima as como el dao psquico que de aquella se deriva, tal como se relat.
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Finalmente, con relacin a Gallo consideramos tambin la ausencia de signos que denotaran arrepentimiento de su parte, el nivel educacional logrado, ya que adems de su condicin de militar, obtuvo una licenciatura en ciencias de la educacin. En definitiva, hasta el momento en que pas a retiro del Ejrcito, era un funcionario pblico, por lo que le corresponda la exigencia de un plus de responsabilidad mayor frente al mero ciudadano que carece de aqulla impronta. En cambio, respecto de Ins Susana Colombo ha de ponderarse el hecho de que carece de antecedentes penales, esto es, su calidad de primaria; y haber sido ella quien le confes la verdad a la vctima y lo acompa a la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo a efectos de conozca su identidad biolgica, como as tambin la especial situacin psicolgica y de
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temor que pudo tener respecto de su ex marido, segn lo han expresado en el debate los testigos Jos Antonio Maseda, Liliana Beatriz Costa, Graciela Viviana Velardez, Natividad Lidia Hayde Valenzuela, Mara Elena Plvora, Fabiana Alejandra Moschetto y Patricia Fernanda Righetti, circunstancia que se aduna a lo dicho por el propio Francisco cuando seal que la mola a golpes. Tambin, los resultados de la pericia psicolgica realizada respecto de Ins Susana Colombo, efectuada por el Cuerpo Mdico Forense de la Justicia de la Nacin de fs. 2803/2809 y la efectuada por los peritos de parte Dr. Bertone a fs. 2819/2823 y Dra. Vago a fs. 2826/2832, de las que pueden concluirse como rasgos de su personalidad, la inestabilidad y vulnerabilidad emocional. No obstante ello, creemos que Colombo conoca el origen espurio del menor por las consideraciones ya efectuadas, y tambin, teniendo en cuenta la constancia plasmada en la foja 40 de la historia clnica de aqulla, donde el Licenciado Santiago Cao asent dichos de la imputada: ...es trado de un campo de concentracin..., documento ste que se encuentra incorporado por lectura obrante a fojas 2024/25, fue exhibido al testigo al momento de su declaracin, y confirm lo all expresado. En este contexto, propiciamos que se condene a Vctor Alejandro Gallo a la pena de quince aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo
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tiempo de la duracin de la condena, accesorias legales y costas, por considerarlo coautor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos previamente sustrado, en concurso ideal con la supresin del estado civil de un menor de diez aos, y por resultar autor penalmente responsable del delito de falsedad ideolgica de instrumento pblico reiterado en dos oportunidades, que concurren de manera ideal entre s, y a su vez en concurso ideal con el delito de falsedad ideolgica de instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de las personas, en la persona de Francisco Madariaga Quintela (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 -segn Ley N 11.179-, 146 -segn Ley N 24.410-, 293 en funcin del art. 292 segundo prrafo segn Ley 20.642- del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin). Finalmente entendemos que debe condenarse a Ins Susana Colombo a la pena de cinco aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de la duracin de la condena, accesorias legales y costas, por considerarla coautora penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos previamente sustrado, en concurso ideal con la supresin del estado civil de un menor de diez aos, en la persona de Francisco Madariaga Quintela (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 -segn Ley N 11.179-, 146 -segn Ley N 24.410- del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
D. h. Calificacin legal, concurso y mensuracin de la pena respecto de Juan Antonio Azic: Habindonos explayado en forma genrica acerca de la calificacin legal aplicable a los hechos materia de juzgamiento, en el considerando que antecede, y habiendo fijado all las pautas a tener en cuenta a la hora de subsumir cada uno de los injustos enrostrados a los aqu imputados, corresponde ahora s, pronunciarnos en forma individual respecto de cada uno de los acusados. En lo que respecta a Juan Antonio Azic, la calificacin legal que corresponde asignarle al hecho por el cual fuera declarado penalmente responsable se encuentra prevista en los artculos 146 segn ley 24.410-, 139
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inciso 2 -segn ley 11.179-, y 293, primer prrafo, segn ley N 20.642-, todos del Cdigo Penal.
Artculo 146 del Cdigo Penal: La conducta de Azic encuadra objetivamente en los delitos de retencin y ocultacin de un menor de 10 aos, previstos en el art. 146 del Cdigo Penal. Corresponde as, aplicarle dos de los tres verbos tpicos del artculo mencionado. Ello, toda vez que en el caso que se tuvo por probado y por el que fue responsabilizado penalmente en el considerando pertinente, se
configuraron las acciones tpicas de retener y ocultar a la menor Victoria Anala Donda Prez. De esta forma, el encausado Azic evit con sus actos que la
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menor no fuera entregada a su familia biolgica. En consecuencia, se ha configurado este delito en sus verbos tpicos de retener y ocultar. La ejecucin de estos delitos, como ya fuera explicado en el acpite respectivo, es de carcter permanente. As es que la doctrina pone el acento en el mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en dominio voluntario del hecho. Esta postura es
adoptada por Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis. All sostienen que se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida. Tambin se sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica. Es decir, que aunque el autor ya no se encuentre en ejercicio de sus funciones sigue obligado por el mandato de informar mientras subsista el derecho de la sociedad a exigir el esclarecimiento y la debida administracin de justicia respecto de los hechos acontecidos (ob. cit. pgina 213). Es verdad que esto ha sido desarrollado para ser aplicado al delito de desaparicin forzada de personas tal como ha sido definido a nivel
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internacional. No obstante ello, y tal como venimos sosteniendo a lo largo de la presente, resultan plenamente aplicable al caso en estudio, tal como fuera desarrollado en el considerando respectivo de la presente sentencia al haberse tenido por cierta la prctica sistemtica y generalizada de sustraccin, retencin y ocultamiento de menores de edad, haciendo incierta, alterando o suprimiendo su identidad, en ocasin del secuestro, cautiverio, desaparicin o muerte de sus madres en el marco de un plan general de aniquilacin que se despleg sobre parte de la poblacin civil con el argumento de combatir la subversin, implementando mtodos de terrorismo de estado durante los aos 1976 a 1983 de la ltima dictadura militar. La retencin y ocultacin de Victoria Anala Donda Prez se perfeccion y mantuvo en el tiempo a partir de la negacin de cualquier tipo de informacin, tanto a la nombrada como a sus familiares, que permitiera develar su verdadera identidad y, a partir de all, dar cuenta de su paradero a quienes reclamaban por ella. Cabe agregar que, la ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, que agrava los tipos penales contenidos en el artculo 146 del Cdigo Penal, resulta aplicable al caso de autos en virtud de las consideraciones efectuadas en el considerando que antecede. Ello as, toda vez que al tratarse la retencin y el ocultamiento de un menor de diez aos delitos de carcter permanente en el tiempo, al aplicar este criterio al hecho relatado, debe encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal texto segn ley 24.410-, pues dicho suceso termin de cometerse con posterioridad a la entrada en vigencia de la ley citada, esto es el 7 de octubre de 2004, fecha en la cual Victoria Anala Donda Prez fue notificada personalmente del resultado del anlisis de A.D.N. realizado por el Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand.
Artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal: Por otra parte, la conducta cometida por Azic encuadra a su vez, en el inciso segundo del artculo 139 del Cdigo Penal, en lo que respecta al verbo tpico suprimir el estado civil de un menor, segn ley 11.179, que era la vigente al momento del hecho, puesto que se trata de un delito instantneo.
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En el aspecto objetivo, los suscriptos consideramos acertado adoptar como accin tpica el suprimir el estado civil de la menor retenida y ocultada, ya que Azic cre un desapoderamiento de dicho estado, habindolo eliminado, sabiendo que Victoria Anala Donda Prez no podra conocer de esta forma a su familia de origen. Desde el momento en que Juan Antonio Azic incribi a Victoria Anala Donda Prez ante el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas como hija biolgica, se configur el tipo penal previsto en el artculo 139 iniciso 2 del Cdigo Penal, en la modalidad descripta. La ley requiere que se suprima la identidad, por medio de un acto cualquiera. Es decir, que se satisface la tipicidad con cualquier acto idneo que produzca el resultado tpico sea que recaiga sobre la persona del menor o
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sobre los documentos que acreditan su identidad- (Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado por Andrs DAlessio, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 326, Editorial La Ley). Ya se dijo que este delito es de carcter instantneo, y pese a que la ley N 24.410 modific las figuras de los artculos 138 y 139 del Cdigo Penal tornndolas ms gravosas desde que adems de aumentar las penas conminadas, le quit una forma especial de designio requerida con anterioridad, an con la redaccin de la anterior ley 11.179 puede verificarse con claridad que existi un concreto perjuicio, toda vez que Victoria Anala Donda Prez no era una nia abandonada, ya que tena familia y Juan Antonio Azic saba esta circunstancia, sin perjuicio de lo cual la incribi como hija propia.
Artculo 293, primer prrafo, del Cdigo Penal: Ahora bien, en lo que respecta a las falsedades documentales que fueron plenamente acreditadas, corresponde realizar algunas precisiones a fin de determinar cul ha de ser la normativa aplicable a partir de que la ley N 24.410 equiparara a los documentos nacionales de identidad, los certificados de parto y de nacimiento. Como ya hemos mencionado, la doctrina resulta pacfica para afirmar que las falsedades documentales como las que aqu se juzgan son
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delitos instantneos que se consuman en el mismo momento en que el instrumento que contiene las declaraciones falsas se perfecciona con su firma y sello. Establecido dicho extremo, y toda vez que los delitos de falsedad ideolgica en instrumento pblico que se imputan a Azic se consumaron los das 4 y 21 de octubre del ao 1977, por aplicacin del artculo 2 del Cdigo Penal debern ser subsumidas en las previsiones del art. 293 del Cdigo Penal, segn la ley nro. 20.642, vigente en ese momento. En consecuencia, las falsedades que recayeron sobre el acta de nacimiento -inscripta en el tomo 3 A, nmero 2294, Circunscripcin 7 , con fecha 21 de octubre de 1977, en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de esta ciudad- y el certificado de nacimiento presentado ante ese mismo organismo pblico el da 4 de octubre de 1977, resultan constitutivas del delito de falsedad ideolgica de instrumento pblico -dos hechosconforme a las disposiciones del art. 293 primer prrafo del Cdigo Penal.
Concurso: La manera en que concurren los tipos penales enrostrados a Juan Antonio Azic es en forma ideal, tal como fuera desarrollado en el considerando correspondiente, donde se explic, en forma genrica cules son las pautas a tener en cuenta por el Tribunal a la hora de hacer concursar tales injustos. Es decir, se trata de un hecho, que se encuentra calificado como infraccin al artculo 146 del Cdigo Penal (redaccin actual segn ley 24.410) en concurso ideal con el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal -segn ley 11.719-, a su vez en concurso ideal con el artculo 293 -primer prrafo- segn ley N 20.642 dos hechos que concurren en forma ideal entre si-.
acpite, dar tratamiento a la sancin penal aplicable al imputado Juan Antonio Azic, mensurando el quantum en torno a los delitos que se les reprochan y en base a las escalas establecidas por los legisladores para dichas figuras
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delictivas, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal. En primer lugar debe tenerse presente que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad, ya que se produjeron en el contexto de un ataque generalizado y sistemtico desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos fundamentales de una poblacin civil. En el caso que le fue reprochado, ha quedado verificado que aqul ha sido cometido en el marco de una desaparicin forzada de personas enunciada en todas las convenciones internacionales. En efecto, ha comenzado en una privacin ilegal de la libertad
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por parte de agentes estatales, a una mujer embarazada, para luego su hija ser sustrada de la esfera de custodia de su familia no habiendo intervenido Azic en esta fase del iter criminis-; habindosele negado a dicha familia en forma sistemtica informacin sobre el paradero de la nia y siendo impedidos los familiares de plantear los recursos legales pertinentes que permitieran restablecer el vnculo y hacer cesar el delito. Incluso, se le impidi a la vctima, una vez alcanzado su discernimiento, buscar a sus familiares y poner fin a la situacin de apropiacin a la que fue sometida. A la hora de caracterizar el bien jurdico penalmente tutelado, los criterios varan. Algunos autores, como Nez o Creus, sostienen que el tipo penal aqu aplicado tiende a proteger la tenencia de los menores por parte de sus padres o tutores. Ello toda vez que se encuentra ubicado dentro de los delitos contra la libertad, por lo que lo que la ley protege es el libre ejercicio de las potestades que surgen de las relaciones de familia que tienen sobre el menor. Por otro lado, estn los autores que entienden a estos delitos como ofensas contra la libertad individual, sobre la base de su ubicacin dentro de los delitos que tutelan ese bien jurdico. Ellos son Molinario, Fontn Balestra o Donna, a modo de ejemplo, quienes sostienen que el bien jurdico es el derecho a tener su estado de familia, a saber quienes son sus padres, a estar con ellos (cfr. Andres Jos
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DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 476 y citas, Editorial La Ley, ao 2011). De un modo u otro, no puede soslayarse que nos encontramos frente a delitos que inciden en las estructuras familiares que quedan desvirtuadas en atencin al perodo de tiempo en el cual persisti dicha incertidumbre. A travs de muchos aos que imputado Azic impidi el contacto que eventualmente pudo haber tenido la vctima con los integrantes de su verdadera familia, derivndose de todo esto un profundo dao psicolgico en su vida, sobre cuyas consecuencias no es menester explayarse pues resultan obvias e irreparable el dao causado. Cabe recordar que Juan Antonio Azic, no fue una persona ajena a la organizacin militar que ocup de facto las instituciones del Estado durante la ltima dictadura que tuvo lugar en nuestro pas, ya que estuvo destinado al Servicio de Inteligencia de la Prefectura Naval Argentina (S.I.P.N.A), desde el 6 de febrero de 1.969 hasta el 3 de enero de 1.984, tal como ya fuera sealado anteriormente. La retencin y ocultamiento de un hijo es un delito gravsimo. Sin duda de las peores circunstancias que puede atravesar una madre o un padre. Cuando quien lo retiene y oculta forma parte del aparato estatal, allanndose los caminos para lograr su impunidad y poder disponer de ese menor sin mayores problemas, no cabe duda que la gravedad del injusto aumenta. No hay forma de medir el padecimiento que sufrieron los nios y nias apropiados y menos an los familiares de aqullos, que se han visto privados, de disfrutarlos en vida, con todo lo que ello implica. Tambin, como ha sido explicado respecto de los restantes coimputados, se tuvo en cuenta la trascendente normativa internacional en lo atinente al derecho a la identidad y otros derechos correlativos. En dicha ocasin, hemos citado el caso Gelman vs. Uruguay de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, plenamente aplicable al presente. En definitiva, Juan Antonio Azic pudo en ms de estos treinta y cinco aos desde la fecha aproximada de nacimiento de Victoria Anala
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Donda Prez-, aunque sea, haber colaborado a efectos de restituir la identidad a su vctima en cualquier momento de los aos que dur la comisin del delito; sin embargo, por el contrario, decidi guardar silencio. Por otro lado, cabe valorar como atenuante la buena relacin que adujo tener Victoria Anala Donda durante muchos aos con su apropiador, conforme lo testimoniado por la nombrada en el debate. En este contexto, propiciamos que se condene a Juan Antonio Azic por ser coautor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de supresin del estado civil de un menor de diez aos, a su vez en concurso ideal con el de falsedad ideolgica de instrumento pblico en dos hechos que concurren en forma ideal entre s, en relacin a Victoria Anala Donda Prez, a las penas de
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catorce aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 segn ley 24.410-, 293 primer prrafo- segn ley N 20.642, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin). D. i. Calificacin legal, concurso, mensuracin de la pena y unificacin de condenas respecto de Jorge Luis Magnacco: Habindonos explayado en forma genrica acerca de la calificacin legal aplicable a los hechos materia de juzgamiento, en el considerando que antecede, y habiendo fijado all las pautas a tener en cuenta a la hora de subsumir cada uno de los injustos enrostrados a los aqu imputados, corresponde ahora s, pronunciarnos en forma individual respecto de cada uno de los acusados. En lo que respecta a Jorge Luis Magnacco, la calificacin legal que corresponde asignarle al hecho por el cual fuera declarado penalmente responsable se encuentra prevista en el artculo 146 segn ley 24.410-, y en el artculo 139 inciso 2 -segn ley 11.179-, del Cdigo Penal.
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La conducta de Magnacco encuadra objetivamente en los delitos de sustraccin, retencin y ocultacin de un menor de 10 aos, previstos en el art. 146 del Cdigo Penal. Ello, toda vez que en el caso que se tuvo por probado y por el que fue responsabilizado penalmente en el considerando pertinente, se produjo la sustraccin de un menor de diez aos, de la esfera de custodia de sus padres, luego de haber nacido en cautiverio durante la detencin ilegal de su madre. Luego de haber participado en dicha sustraccin, Magnacco se asegur que el menor continuara siendo retenido y ocultado frente a los familiares que lo buscaban incansablemente. Contribuy de esa manera, a que esa criatura no llegara a manos de su familia biolgica, quien jams fue informada acerca del paradero de Javier Gonzalo Penino Vias. En este caso, esto se concret mediante la entrega del menor Penino Vias a un agente del aparato criminal que intervino en el plan de exterminio como integrante de las fuerzas armadas, siendo aqul el Subdirector de la Escuela Mecnica de la Armada, que tambin era Jefe del Estado Mayor del Grupo de Tareas 3.3 y Jefe de la Unidad de Tareas 3.3.2, Jorge Vildoza. Sin embargo, el modo especfico en que se concret la separacin de Javier Gonzalo Penino Vias de su familia biolgica es irrelevante para calificar la conducta de Magnacco, pues poda suceder que el destino de la mujer embarazada y su hijo fuera decidido por la cspide, los cuadros intermedios o los ejecutores directos. Lo que es indiscutible es que Magnacco saba que el destino del bebe no iba a ser el regreso a su familia. Lo importante aqu, es que en ste caso se configuraron tambin las acciones tpicas de retener y ocultar al menor Penino Vias, habiendo contribuido con sus actos para que no fuera entregado a su familia biolgica. En consecuencia, se han configurado los tres delitos tipificados en el art. 146 del Cdigo Penal. La ejecucin de los delitos de ocultacin y retencin de un menor de diez aos, como ya fuera explicado en el acpite respectivo, es de carcter permanente. As es que la doctrina pone el acento en el mantenimiento de la situacin antijurdica que se produce por la falta de informacin sobre el
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destino o paradero de la vctima sin que importe si el autor contina o no en dominio voluntario del hecho. Esta postura es adoptada por Kai Ambos y Mara Laura Bhm, en su estudio incluido en el libro Desaparicin forzada de Personas, anlisis comparado e internacional, publicado en 2009 por la editorial Temis. All sostienen que se admite que haya conducta criminal en tanto perdure el estado antijurdico, esto es, en tanto no se conozca por cualquier tipo de medio el destino de la persona desaparecida. Tambin se sostiene que el delito se consuma con la primera negacin a brindar informacin, pero que los efectos del injusto son permanentes y que se extienden an ms all de la finalizacin del ejercicio concreto de la funcin pblica. Es decir, que aunque el autor ya no se encuentre en ejercicio de sus funciones sigue obligado por el mandato de informar mientras subsista el derecho de la sociedad a exigir el esclarecimiento y la debida administracin de justicia respecto
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de los hechos acontecidos (ob. cit. pgina 213). Es verdad que esto ha sido desarrollado para ser aplicado al delito de desaparicin forzada de personas tal como ha sido definido a nivel internacional. No obstante ello, y tal como venimos sosteniendo a lo largo de la presente, resultan plenamente aplicable al caso en estudio, tal como fuera desarrollado en el considerando X de la presente sentencia al haberse tenido por acreditada la prctica sistemtica de apropiacin de nios dentro del plan de aniquilamiento de la subversin. Por otro lado, en el caso enrostrado a Magnacco, la prctica sistemtica de sustraccin de menores se llev a cabo tambin, haciendo incierto el estado civil del nio, entregndolo a una familia que lo cri con otra identidad, de modo que ste jams pudiera conocer su origen y reencontrarse con su verdadera familia. La retencin y ocultacin de Javier Gonzalo Penino Vias se perfeccion y mantuvo en el tiempo a partir de la negacin de cualquier tipo de informacin, tanto al nombrado como a sus familiares, que permitiera develar su verdadera identidad y, a partir de all, dar cuenta de su paradero a quienes reclamaban por l. Cabe agregar, la ley 24.410, publicada en el Boletn Oficial el 2 de enero de 1995, que agrava el tipo penal contenido en el artculo 146 del Cdigo
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Penal, resulta aplicable al caso de autos en virtud de las consideraciones efectuadas en el acpite respectivo. Ello as, toda vez que al tratarse la retencin y el ocultamiento de un delito de carcter permanente en el tiempo, al aplicar este criterio al hecho relatado, debe encuadrarse en el art. 146 del Cdigo Penal texto segn ley 24.410-, pues dicho hecho termin de cometerse con posterioridad a la entrada en vigencia de la ley citada, esto es el 13 de agosto de 1998, fecha en la cual se estableci la verdadera identidad de Javier Gonzalo Penino Vias a travs del estudio de identidad biolgica realizado por la Unidad de Inmunologa del Banco Nacional de Datos Genticos del Hospital Durand.
Artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal: Por otra parte, la conducta cometida por Magnacco encuadra a su vez, en el inciso segundo del artculo 139 del Cdigo Penal, en lo que respecta al verbo tpico hacer incierto el estado civil de un menor, segn ley 11.179, que era la vigente al momento del hecho, puesto que se trata de un delito instantneo. En el aspecto objetivo, los suscriptos consideramos acertado adoptar como accin tpica el haber hecho incierto el estado civil del menor sustrado, ya que de acuerdo al plan criminal puesto en marcha por las Juntas Militares, los menores no deban volver a sus familias de origen. Ya dijimos al tratar la calificacin legal de los restantes imputados que coincidimos con lo expuesto por Carlos Creus cuando dice: el que hace incierto el estado civil siembra dudas sobre l, dificultando su prueba o determinacin ... (cfr. Derecho Penal. P. Especial, 1; Ed. Astrea; Buenos Aires, 1995, pag. 260). Desde el momento en que se produjo el parto en cautiverio de la madre, donde se tuvo conocimiento del nacimiento del beb y se lo sustrajo de la esfera materna, se configura el tipo penal previsto en el artculo 139 iniciso 2 del Cdigo Penal, en la modalidad descripta. En efecto, la ley requiere que se haga incierta la identidad por medio de un acto cualquiera. Es decir, que se satisface la tipicidad con cualquier acto idneo que produzca el resultado tpico sea que recaiga sobre
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la persona del menor o sobre los documentos que acreditan su identidad(Andrs Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 326, Editorial La Ley). Ya se dijo que este delito es de carcter instantneo, y pese a que la ley N 24.410 modific las figuras de los artculos 138 y 139 del Cdigo Penal tornndolas ms gravosas desde que adems de aumentar las penas conminadas, suprimi una forma especial de designio requerida con anterioridad, an con la redaccin de la anterior ley 11.179 puede verificarse con claridad que existi un concreto perjuicio, toda vez que Javier Gonzalo Penino Vias no era un nio abandonado, ya que tena familia y Jorge Luis Magnacco, contribuy en forma indispensable para que dicho nio fuera arrancado de su seno familiar para ser criado por personas ajenas a su vida, sin
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Concurso: La manera en que concurren los tipos penales enrostrados a Jorge Luis Magnacco es en forma ideal, tal como fuera desarrollado en el considerando que antecede, donde se explic, en forma genrica cules son las pautas a tener en cuenta por el Tribunal a la hora de hacer concursar tales injustos art. 54 del Cdigo Penal-. Es decir, se trata de un hecho, que se encuentra calificado como infraccin al artculo 146 del Cdigo Penal (redaccin actual segn ley 24.410) en concurso ideal con el artculo 139 inciso 2 del Cdigo Penal -segn ley 11.179-.
acpite, dar tratamiento a la sancin penal aplicable al imputado Jorge Luis Magnacco, mensurando el quantum en torno a los delitos que se les reprochan y en base a las escalas establecidas por los legisladores para dichas figuras delictivas, de conformidad con las reglas previstas en los artculos 40 y 41 del Cdigo Penal.
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En primer lugar debe tenerse presente que nos hallamos ante delitos de suma gravedad, que tal como fuera desarrollado en el considerando pertinente, deben ser encuadrados dentro de la categora de crmenes de lesa humanidad, ya que se produjeron en el contexto de un ataque generalizado y sistemtico desplegado por agentes estatales contra bienes jurdicos fundamentales de una poblacin civil. En el caso que le fue reprochado, ha quedado verificado que aqul ha sido cometido en el marco de una desaparicin forzada de personas definida en todas las convenciones internacionales. En efecto, ha comenzado en una privacin ilegal de la libertad por parte de agentes estatales, a una mujer embarazada que diera a luz un nio mientras se hallaba ilegalmente detenida, quien luego fue sustrado de la esfera de custodia de su familia; habindosele negado a aqulla en forma sistemtica informacin sobre el paradero del nio y siendo impedidos los familiares de plantear los recursos legales pertinentes que permitiran restablecer el vnculo y hacer cesar el delito. Incluso, se le ha impedido a la vctima, una vez alcanzado el discernimiento, buscar a sus familiares y poner fin a la situacin de apropiacin a la que fue sometido. A la hora de caracterizar el bien jurdico penalmente tutelado, los criterios varan. Algunos autores, como Nez o Creus, sostienen que el tipo penal aqu aplicado tiende a proteger la tenencia de los menores por parte de sus padres o tutores. Ello toda vez que se encuentra ubicado dentro de los delitos contra la libertad, por lo que lo que la ley protege es el libre ejercicio de las potestades que surgen de las relaciones de familia que tienen sobre el menor. Por otro lado, estn los autores que entienden a estos delitos como ofensas contra la libertad individual, sobre la base de su ubicacin dentro de los delitos que tutelan ese bien jurdico. Ellos son Molinario, Fontn Balestra o Donna, a modo de ejemplo, quienes sostienen que el bien jurdico es el derecho a tener su estado de familia, a saber quienes son sus padres, a estar con ellos (cfr. Andres Jos DAlessio, Cdigo Penal de la Nacin comentado y anotado, 2da. Edicin. Tomo II Parte Especial, pag 476 y citas, Editorial La Ley, ao 2011).
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De un modo u otro, no puede soslayarse que nos encontramos frente a delitos que inciden en las estructuras familiares que quedan desvirtuadas en atencin al perodo en el cual persisti dicha incertidumbre. Debe tenerse en cuenta adems que el imputado impidi el contacto que eventualmente pudo haber tenido la vctima con los integrantes de su verdadera familia por varios aos derivndose de todo esto un profundo dao psicolgico, sobre cuyas consecuencias no es menester explayarse pues resulta obvio e irreparable el perjuicio causado. Cabe recordar que Jorge Luis Magnacco ingres a la carrera militar el da 30 de junio de 1967, con el grado de Teniente de Fragata Mdico en
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comisin (cfr. fs. 3 de su foja de servicios), donde fue instruido para prestar sus conocimientos en medicina al servicio de la comunidad. En tal sentido, sus ascensos demuestran su grado de capacitacin, llegando a ser Capitn de Navo de la Armada Argentina, ocupando importantes cargos como ser Subdirector del Hospital Naval Cirujano Mayor Dr. Pedro Mallo y Director del Hospital Naval Ro Santiago, habiendo efectuado estudios en el extranjero en reiteradas oportunidades, para finalmente retirarse en el ao 1995. Es decir, se trata de una persona que fue capacitada y la sociedad le confi el cuidado de su salud, como as tambin la vida de sus semejantes. Esto trae aparejado como consecuencia un alto grado de poder y
responsabilidad de su parte, que no puede ser utilizado para cometer un graven crimen. La sustraccin de un hijo es un delito gravsimo. Sin duda de las peores circunstancias que puede atravesar una madre o un padre. Cuando quien lo sustrae forma parte del aparato estatal, allanndose los caminos para lograr su impunidad y poder disponer de ese menor sin mayores problemas, no cabe duda que la gravedad del injusto aumenta. No hay forma de medir el padecimiento que sufri el nio apropiado. En este caso, su nacimiento, se produjo en medio de la angustia de su madre por su destino incierto.
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Los familiares de este nio tambin se vieron privados, de disfrutarlo en vida, con todo lo que ello implica. Tambin, como ha sido explicado respecto de los restantes coimputados, se tuvo en cuenta la trascendente normativa internacional en lo atinente al derecho a la identidad y otros derechos correlativos. En dicha ocasin, hemos citado el caso Gelman vs. Uruguay de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, plenamente aplicable al presente. En definitiva, Jorge Luis Magnacco pudo en ms de estos treinta y cuatro aos desde la fecha aproximada de nacimiento de Javier Gonzalo Penino Vias-, aunque sea, haber colaborado a efectos de restituir la identidad a su vctima en cualquier momento de los aos que dur la comisin del delito; sin embargo, por el contrario, decidi guardar silencio. Si bien consideramos que no concurren atenuantes, cabe mencionar que se le ha atribuido responsabilidad penal a Jorge Luis Magnacco en carcter de participe necesario y en consecuencia su cuota de responsabilidad es menor respecto de los restantes coimputados. En este contexto, propiciamos que se condene a Jorge Luis Magnacco por ser partcipe necesario penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos respecto de Javier Gonzalo Penino Vias, a las penas de diez aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 segn ley nro. 11.179-, 146 segn ley 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
Unificacin de condenas: Ahora bien, previo a precisar el monto de pena nica a aplicar al encausado Jorge Luis Magnacco, cabe aclarar que este Tribunal no se encuentra vinculado por lo solicitado por su defensa en lo relativo a la mensuracin de dicha sancin, siendo libre el Tribunal de tener que decidir conforme lo
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establecido por el artculo 58 del Cdigo Penal en lo relativo al monto de la pena nica que finalmente se fije. Sentado ello, a fin de examinar la cuestin es menester destacar que, mediante sentencia firme de fecha 22 de abril del ao 2005, el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 4, en el marco de la causa N 9298/2000, resolvi condenar a Jorge Luis Magnacco, a la pena de diez aos de prisin, accesorias legales y costas, por considerarlo partcipe necesario de la sustraccin de un menor de diez aos (arts. 12, 45 y 146 del C.P. y 29 inc. 3 y 144 del C.P.P.N.), en relacin al caso de Guillermo Prez Roisinblit, cometido el da 15 de noviembre de 1978. Asimismo, se estableci en dicho resolutorio que la pena impuesta vencera el da 16 de mayo de 2011 y caducara en el ao 2021 (arts. 51 del C.P. y 496, inc. 1, del
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C.P.P.N.). Cabe aclarar que el hecho que le fuera imputado a Jorge Luis Magnacco en el marco de dichas actuaciones, pudo ser determinado en base al anlisis de ADN efectuado por la Divisin de Medicina Gentica de la Escuela de Medicina de la Universidad del Estado de Washington, Seatle, Estados Unidos de Norteamrica, con fecha 30 de agosto del ao 2000. De la resea efectuada, se concluye que entre el hecho investigado en la presente causa, del que resultara vctima Javier Gonzalo Penino Vias que pudo ser develado con fecha 13 de agosto de 1998 mediante el resultado del estudio inmunogentico realizado en del B.N.D.G.- y el que fuera juzgado por el Juzgado precitado, concurre el supuesto contemplado en el artculo 55 del Cdigo Penal de la Nacin; ya que han sido desplegados por un mismo sujeto, teniendo lugar en el mismo contexto histrico. Ello, sin perjuicio de que el conocimiento de ambas conductas correspondiera en definitiva a distintos rganos judiciales del fuero federal ya que tal circunstancia no debe impedir que las reglas atinentes al concurso de delitos deban ser observadas en miras al dictado de la pena total. En este sentido, vale destacar el criterio que afirma que .....cuando se trata de dos hechos enlazados por un concurso real que slo por razones tcnicas ajenas al enjuiciado determinaron la promocin de dos procesos distintos, es aplicable el principio de la unidad de la accin penal, a fin de enfocar los dos delitos reprochados
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desde la ptica hipottica de su contempornea ejecucin y con la perspectiva de que la pena unificada es la primera condena....(confr. C.Nac. Crim. y Corr. Fed. Sala I, 25/2/1997). A mayor ahondamiento, cabe sealar que el art. 58 del Cdigo Penal prev dos supuestos, el primero es la unificacin de condenas, y el segundo, la unificacin de penas. En el primer caso no hay cosa juzgada material de las diversas condenas, habida cuenta la existencia del concurso real de hechos que, de haberse juzgado todos en la misma sentencia hubiera dado como resultado una condena distinta. Siendo ello as, cuando por un hecho distinto deba juzgarse a quien se encuentra cumpliendo pena por sentencia firme, corresponde al juez que pronuncie el ltimo fallo dictar la sentencia nica prevista en la norma de mencin. En consecuencia, corresponde unificar la condena que resulte de la presente con la que fue oportunamente dictada respecto de Jorge Luis Magnacco por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 4, en el marco de la causa N 9.298/2000 caratulada Gmez, Francisco y otros s/ sustraccin de menores de 10 aos. Por otra parte, en lo que respecta al criterio que estimamos adecuado para la mensura de la sancin nica a aplicar, postulamos la adopcin del sistema denominado composicional. Ello, en atencin a que el hecho que se le imputa en la presente causa resulta ser contemporneo con aqul por el cual fuera condenado en la causa antes citada. Sobre este punto, es menester reiterar que la Cmara Nacional de Casacin Penal sostuvo que ....la determinacin de la pena por unificacin segn el artculo 58 del C.P. -mensurando en atencin a las pautas de los arts. 40 y 41 del C.P. y eligiendo entre una suma aritmtica o una composicional a esos efectos-, es una atribucin propia y exclusiva del tribunal de grado...., (Sala II, Muz Ros, Jos J. s/rec. de casacin, reg. n 3364, causa n 2427, rta. el 6/07/00; Puccio, Domingo C. s/rec. de casacin, reg. n 3451, causa n 2690, rta. el 15/8/00). A mayor ahondamiento, y respecto de la facultad que posee el Tribunal para optar entre los mtodos de suma aritmtica y composicional, se resolvi que .....el tribunal de mrito tiene la posibilidad de escoger entre dicho sistema o el composicional, y que la circunstancia de que se pueda optar por ste ltimo
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no significa una gracia que debe ser concedida siempre en forma automtica por el Tribunal que realiza este procedimiento, sino nicamente cuando las constancias del proceso y la personalidad revelada por el autor (arts. 40 y 41 del C.P.) lo hagan aconsejable. (C.N.C.P. , Sala II, Ekcart, Walter Diego s/recurso de queja, reg. n 7721.2, causa n 5986). Consideramos adecuada la sancin que propiciamos en atencin a que ambos delitos fueron cometidos con escaso tiempo de diferencia, en igual lugar y porque tuvieron iguales caractersticas, lo que demuestra su proclividad en este tipo de delitos. En virtud de todo lo expuesto, consideramos que resulta justa la imposicin a Jorge Luis Magnacco de una pena nica de quince aos de prisin, inhabilitacin absoluta por el mismo tiempo de duracin de la
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condena, accesorias legales y costas, comprensiva de la sancin aplicada en el considerando que antecede y la condena de diez aos de prisin de efectivo cumplimiento, accesorias legales y costas impuesta el 22 de abril de 2005 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N 2, Secretara N 4, en el marco de la causa N 9.298/2000 caratulada Gmez, Francisco y otros s/ sustraccin de menores de 10 aos.
XIII. COSTAS DEL PROCESO: Asimismo, de conformidad con lo normado por el art. 29 inciso 3 del Cdigo Penal, los imputados Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Santiago Omar Riveros, Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta, Jorge Luis Magnacco, Juan Antonio Azic, Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo debern afrontar el pago de las costas procesales, que sern fijadas en la suma de sesenta y nueve pesos con sesenta y siete centavos ($69,67), bajo apercibimiento de imponrseles una multa equivalente al cincuenta por ciento de la tasa omitida en caso de no hacerlo efectivo dentro de los cinco das en que la presente sentencia adquiera firmeza.
A. SOBRE LOS PEDIDOS DE ARRESTO DOMICILIARIO: En relacin a los pedidos que, de manera subsidiaria dejaron
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planteados las defensas oficiales de Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Jorge Luis Magnacco, Santiago Omar Riveros y Antonio Vaek, teniendo en cuenta las condenas impuestas a los nombrados y el temperamento que ha de ser observado a fin de hacer efectivas sus detenciones en estos procesos, lo cual suceder una vez que la presente sentencia adquiera firmeza, corresponde declarar que no resulta este estadio procesal el oportuno para resolver los pedidos de prisin domiciliaria efectuados. Respecto del encartado Rubn Oscar Franco, teniendo en cuenta la absolucin dispuesta por la mayora del Tribunal a su respecto, corresponde decir que la solicitud que, en subsidio hiciera su defensa particular para que se mantuviera la excarcelacin oportunamente concedida en el proceso nro. 1351, devino abstracta. Asimismo, en virtud de la unificacin de condenas impuesta en esta sentencia en relacin a Jorge Luis Magnacco por darse los supuestos contemplados en los arts. 55 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin, corresponde comunicar la pena nica aqu dictada al Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 4 de esta ciudad en el marco del proceso nro. 9298 caratulado Gmez, Francisco y otro s/sustraccin de un menor de diez aos. Por otra parte, en atencin a la absolucin dictada respecto de Eduardo Alfredo Ruffo, deber disponerse su inmediata libertad en la causa nro. 1730, la cual no se har efectiva toda vez que el nombrado contina detenido a disposicin del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de esta ciudad en la causa nro. 1627 caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/privacin ilegal de la libertad agravada, imposicin de tormentos y homicidio calificado, debiendo por ltimo, ordenar el cese de las restantes medidas cautelares decretadas a su respecto. En relacin con lo expuesto, deber comunicarse al mismo Tribunal mencionado, el temperamento liberatorio aqu dispuesto en relacin a Eduardo Alfredo Ruffo. De la misma forma, teniendo en cuenta el temperamento absolutorio resuelto por la mayora del Tribunal, deber disponerse el cese de las restantes medidas cautelares oportunamente dispuestas en relacin a
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Rubn Oscar Franco, sin perjuicio de aclararse que dicha disposicin no fue expresamente mencionada en el veredicto, al dictarse la respectiva absolucin.
B. SOBRE LAS DETENCIONES DE LOS IMPUTADOS Y LA REVOCACIN DE LAS EXCARCELACIONES CONCEDIDAS: En virtud de las penas de prisin aqu dictadas, corresponde ordenar, una vez que la presente adquiera firmeza, las inmediatas detenciones de JORGE EDUARDO ACOSTA, REYNALDO BENITO ANTONIO BIGNONE, SANTIAGO OMAR RIVEROS, JUAN ANTONIO AZIC,
ANTONIO VAEK e INS SUSANA COLOMBO. En los casos de Jorge Eduardo Acosta, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Santiago Omar Riveros, Juan Antonio Azic e Ins Susana Colombo debern
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revocarse las excarcelaciones oportunamente concedidas en los incidentes respectivos (art. 494 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
XV. EXTRACCIN DE TESTIMONIOS: En primer lugar, dada la cantidad de testimonios producidos en el debate que indicaron que el ex Capelln de la Armada, Monseor Emilio Graselli pudo haber tenido conocimiento de los crmenes ocurridos durante la ltima dictadura militar (lo que surgi, entre otras, de las declaraciones brindadas por Elsa Pavn de Grinspon, Mara Isabel Chorobik de Mariani y Estela de la Cuadra), surgiendo incluso que aqul habra intentado disuadir a las abuelas y familiares de la bsqueda de los desaparecidos, corresponde disponer la extraccin de testimonios a fin de que se investigue lo respectivo a la conducta delictiva en la que pudo incurrir el nombrado, teniendo en cuenta su condicin de funcionario pblico a la poca de los sucesos investigados (art. 177 inc. 1 del C.P.P.N.). En igual sentido, deber procederse respecto de los testigos que depusieron en el juicio Vicente Caccaviello, Alberto Mattone y Eduardo Jorge Luttini ante la posible comisin por su parte de delitos de accin pblica y por ltimo, teniendo en cuenta que de los testimonios brindados por Sara Solarz de Osatinsky, Miriam Lewin, Lydia Cristina Vieyra, Ana Mara Mart, Mara Alicia Milia de Pirles y Lila Pastoriza, entre otros, surgira la posible
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participacin de Jorge Luis Magnacco en los partos de Mara del Carmen Moyano de Poblete, Mara Hilda Prez de Donda, Ana Rubel, Mara Graciela Tauro, Susana Beatrz Pegoraro y Alicia E. Alfonsn, corresponde adoptar el mismo temperamento en relacin al nombrado a fin de que se lleve a cabo la respectiva investigacin. Por lo expuesto, corresponde remitir los testimonios de las piezas procesales correspondientes a fin de que se designe el Juzgado Federal que deber intervenir en las investigaciones pertinentes (art. 177 inciso 1 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin). Relacionado con la presente cuestin, teniendo en cuenta el pedido formulado por los Sres. Defensores Oficiales de Jorge Luis Magnacco, para que se advierta a los distintos rganos judiciales ante los cuales se sustancie algn otro proceso en el cual el nombrado revista calidad de imputado, sobre la supuesta atomizacin de procesos que la defensa entendi que poda operar en perjuicio del nombrado, corresponde poner en conocimiento de dicha peticin al Sr. Juez Federal que resulte designado para investigar al nombrado.
A. SUPRESIN Y RECTIFICACIN DE LAS ACTAS Y CERTIFICADOS DE NACIMIENTO, COMO AS TAMBIEN DE LA RESTANTE IDENTIDAD: Respecto de la solicitud de los Sres. Representantes del Ministerio Pblico Fiscal para que se rectifiquen las constancias documentales de quienes fueron inscriptos como: Mara Florencia Lavia, Hilario Bacca y Mara Belen Estefana Gentile, para que se incluyan los datos relativos a sus verdaderas filiaciones; tratndose las cuestiones relativas a la supresin o rectificacin de sus documentos personales, de especfica competencia de cada uno de los Juzgados ante los cuales se sustanciaron los procesos relacionados con los hechos de los cuales los nombrados fueron vctimas, y donde, segn el caso, pudieron haberse declarado las falsedades documentales de determinadas piezas tales como actas, partidas y certificados de nacimiento y por otra parte, DOCUMENTACIN PERSONAL QUE ACREDITE
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de sus D.N.I; corresponde comunicar la presente sentencia a esas judicaturas a los fines de que se adopten las medidas pertinentes, hacindose saber el modo de instrumentacin que sobre ellas propici la Fiscala de Juicio en los casos indicados. Asimismo, en el caso de Anbal Simn Mndez, teniendo en cuenta lo dispuesto en el incidente de restitucin de identidad formado en el marco de la causa nro. 16.983/2004 (registrada bajo el nro. 1730 de este Tribunal) corresponde, disponer su convocatoria a fin de que sea consultado sobre su voluntad de adicionar a los datos con los que fue inscripta su verdadera identidad, el apellido de su padre, Mauricio Gatti Antua, debiendo instrumentarse dicho acto mediante la conformacin del acta que acredite la voluntad exteriorizada en tal sentido, con la asistencia del funcionario
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designado por la Unidad de Regularizacin Documental de las vctimas de violaciones de los Derechos Humanos del Ministerio del Interior -Res. nro. 679/2009- (arts. 526 y cctes. del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
B. DEL PEDIDO DE RECTIFICACIN DE LAS PARTIDAS DE DEFUNCIN DE DIANA ESMERALDA TERUGGI Y DANIEL ENRIQUE MARIANI: Por otra parte, respecto al pedido formulado por la querella encabezada por Mara Isabel Chorobik de Mariani, en cuanto a que se ordene la rectificacin de las partidas de defuncin de Diana Esmeralda Teruggi y Daniel Enrique Mariani, no procede hacer lugar a aqul toda vez que este Tribunal carece de competencia a tal efecto, debido a que los hechos que afectaran a los nombrados no conformaron el objeto procesal de ninguno de los procesos aqu juzgados. Sin perjuicio de lo expuesto precedentemente, estimamos adecuado remitir copia certificada de la presente sentencia al Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de La Plata que entendiera en los hechos indicados supra, a los efectos de que considere la pertinencia de la solicitud presentada por la querella de mencin.
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DESTINO DE LA DOCUMENTACIN ORIGINAL RELACIONADA A LOS PROCESOS JUZGADOS: Consideramos de especial relevancia dar tratamiento al destino de la documentacin reservada en el Tribunal en el marco de cada uno de los procesos juzgados y en definitiva, adoptar adecuadas medidas tendientes a su debida conservacin, en atencin a su gran valor testimonial e histrico. En efecto, se cuenta con una importante cantidad de
documentacin original que, desde el inicio de las investigaciones y durante la tramitacin de las causas ha sido relacionada a cada una de ellas, la cual fue obtenida en algunos casos, con motivo de distintos allanamientos practicados en los propios lugares en los cuales se originaran tales constancias documentales. As, por ejemplo, cabe destacar que en ocasin de practicarse el registro en dependencias del Hospital Militar de Campo de Mayo se logr la incautacin de gran cantidad de historias clnicas de pacientes clasificadas por la poca de su confeccin, como as tambin diversos libros de registro donde se asentaran las internaciones y el registro de atenciones mdicas llevado en los sectores de obstetricia, ginecologa, y otros. Se encuentran incluidos tambin, los libros de registros de nacimientos, de internacin y de otros servicios especficos (entre ellos, los de ginecologa, obstetricia, neonatologa) que fueron incautados en el Hospital Militar Central Dr. Cosme Argerich en el marco del proceso nro. 1278 Rei, Vctor Enrique s/sustraccin de un menor de diez aos ya juzgado por este Tribunal por sentencia del 30 de abril de 2009, que se encuentra firme. Esos documentos constituyen en la actualidad el indispensable testimonio escrito acerca de ciertos acontecimientos que tuvieron lugar hace poco ms de treinta y cinco aos atrs. No escapa a este Tribunal la peligrosa circunstancia de dejar librado a los avatares propios del paso del tiempo o a la azarosa tarea del destino, la preservacin que la misma historia impone de aquella documentacin. Por otra parte, la conservacin en trato se impone a fin de resguardar los eslabones que tan esforzadamente debieron ser unidos a fin de reconstruir en cada caso, una historia personal y a partir de ella la historia que
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toda sociedad que se digne de vivir en democracia y dentro de un Estado de Derecho, no debe renunciar a reclamar. Si bien pudo establecerse luego de producido el juicio que en la mayora de los casos de sustraccin de menores cuyo despliegue se diera en el contexto de una prctica sistemtica pergeada desde las ms altas cpulas del gobierno de la ltima dictadura militar, se ha verificado de manera generalizada, la falta de todo registro documental fidedigno sobre los alumbramientos de mujeres que se hallaban clandestinamente detenidas y por ende, habiendo quedado acreditado el inescrupuloso falseamiento cometido sobre los datos de nacimiento y filiacin de esos bebs, no puede dejar de decirse que precisamente de los asentamientos efectuados en algunos de los libros de registro antes mencionados, se permiti arribar por obligada
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induccin a la certeza sobre la existencia de procedimientos llevados a cabo con aquellas mujeres gestantes y prcticas mdicas completamente irregulares cometidas en un escenario facilitador de una total negacin de la realidad. Es as que entendemos indispensable la adopcin de medidas tendientes a preservar el conjunto de documentos que ofician como fuentes tiles para asegurar su existencia en el tiempo y contribuir en la bsqueda de la verdad de los sucesos que pudieran testimoniar. Es as que consideramos especialmente relevante el tratamiento que deber darse a la cuantiosa documentacin relacionada con los procesos juzgados. Al respecto, cabe sealar que, desde el inicio de las investigaciones, se ha logrado colectar una importante cantidad de elementos que sobre la base de su propio valor documental, han servido de prueba en estos procesos, habiendo quedado corroborada la entidad que tales constancias poseyeran para acreditar en cada caso, su valor probatorio. No puede dejarse de lado, en lo que respecta a la perdurabilidad a lo largo del tiempo de toda la prueba documental reunida en el contexto de estos procesos, la afortunada circunstancia de contar con ella a fin de reconstruir la verdad de los hechos investigados como asimismo, la infortunada circunstancia relativa al peligro que el paso del tiempo aparejara contra la preservacin de otras valiosas fuentes de prueba que por su histrico valor demanda la adopcin de urgentes medidas tendientes a su conservacin.
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Entendemos, en base a las consideraciones expresadas que no puede quedar librado al azar de las naturales implicancias del paso del tiempo y mucho menos al arbitrio de quienes por norma, tienen el deber de la conservacin y custodia de los documentos en cuestin, la suerte de su cuidado, justamente, en honor a la memoria y la verdad cuya inalterabilidad y bsqueda permanente debe mantenerse, con lo cual se vislumbran como inexorables las medidas que contribuyan a ello. Asimismo, hasta tanto se instrumenten debidamente las medidas que han de adoptarse sobre la documentacin que no se encuentra en la sede del Tribunal, corresponde que el Sr. Director del Hospital Militar de Campo de Mayo prosiga observando los recaudos y obligaciones que sobre l pesan en el carcter de depositario judicial que sobre esos documentos se le asignara. Constituyendo la documentacin reservada en el marco de las investigaciones llevadas a cabo en los procesos juzgados, -consistente entre otras, a numerosas historias clnicas, libros de registro de nacimientos, de internacin y dems constancias documentales del Hospital Militar de Campo de Mayo y de otros centros de salud pertenecientes a las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales correspondiente al perodo 1975/1983-; de especial trascendencia a los fines de facilitar cualquier investigacin judicial que se hallare en curso o que pueda llevarse a cabo en un futuro y resultando imprescindible su debido resguardo, consideramos pertinente librar un oficio a la Sra. Presidenta de la Nacin, Dra. Cristina Fernndez de Kirchner a fin de que contemple la posibilidad de destinar una partida presupuestaria a los efectos de que se proceda a la digitalizacin de aquella documentacin reservada. En el mismo oficio, y en funcin de los motivos expresados en el prrafo precedente, estimamos pertinente solicitar a la Sra. Presidenta de la Nacin que por su intermedio, se contemple la posibilidad de invitar a los Gobernadores de las Provincias argentinas a que adopten igual temperamento con relacin a los nosocomios dependientes de las fuerzas policiales provinciales.
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DE LA DEFENSA PARTICULAR Y DEL MINISTERIO PBLICO DE LA DEFENSA: Sobre los honorarios profesionales de los letrados Dres. Christian Carlet y Constanza Capici, Lidia Rodrguez y Gustavo Schultze y Luis Enrique Velasco y Alfredo Battaglia; corresponde diferir dichas regulaciones hasta tanto los nombrados den cumplimiento a lo dispuesto por las leyes provisionales y tributarias. Asimismo, en lo que respecta a la peticin de los Sres. Defensores Oficiales relacionada con la regulacin de honorarios del Ministerio Pblico de la Defensa, deber observarse el trmite previsto en el art. 63 de la ley nro. 24.946, a los efectos de regular en los casos que as corresponda, los honorarios profesionales de los Defensores oficiales intervinientes y resolver va incidental
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XVIII. COMUNICACIONES: En otro orden, deber comunicarse la presente sentencia a las Salas I y III de la Cmara Federal de Casacin Penal y al Sr. Presidente del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nacin, en el marco los legajos sobre las prrrogas de la prisin preventiva dispuestas respecto de Jorge Rafael Videla, Jorge Luis Magnacco, Vctor Alejandro Gallo y Eduardo Alfredo Ruffo. Asimismo, corresponde remitir copia de la presente sentencia a los Juzgados Nacionales en lo Criminal y Correccional Federal nros. 2, 5 y 7 de esta ciudad, en el marco de las causas nros. 9201/99; 4183/10 y 9243/07 respectivamente.
XIX. REGISTRAL:
CMPUTO
DE
PENA
FECHA
DE
CADUCIDAD
En atencin a la modalidad de las penas que en la presente sentencia se aplican, debern practicarase por Secretara los respectivos cmputos de las penas de prisin impuestas a Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Antonio Bignone, Santiago Omar Riveros, Antonio Vaek, Jorge Eduardo Acosta, Jorge Luis Magnacco, Juan Antonio Azic, Vctor Alejandro Gallo e Ins Susana Colombo, debiendo asimismo determinarse las fechas de caducidad
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registral de aqullas (arts. 24 y 51 del Cdigo Penal y 493 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin). Por otra parte, corresponde tener presentes la totalidad de las reservas de concurrir ante la Cmara Federal de Casacin Penal y del caso federal planteadas por las respectivas defensas en sus alegatos. Por ltimo, deber disponerse la devolucin a los rganos judiciales pertinentes de los distintos expedientes que, junto con la documentacin relacionada en cada caso, fueron oportunamente remitidos a este Tribunal ad efectum videndi et probandi en relacin con los procesos que fueron sometidos a debate. Por todo lo expuesto, y en mrito a lo que surge de los artculos 396, 398, 399 y 400 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin, el Tribunal;
RESUELVE:
1.-NO HACER LUGAR A LOS PLANTEOS DE NULIDAD TOTAL Y PARCIAL DE LOS ALEGATOS DE LAS PARTES
QUERELLANTES Y DEL MINISTERIO PBLICO FISCAL formulados por las defensas (arts. 166 a contrario sensu- y cctes. del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
2.-NO HACER LUGAR A LOS PLANTEOS DE NULIDAD formulados por las defensas respecto de la incorporacin por lectura de declaraciones testimoniales, por no haberse acreditado los agravios invocados por las partes que acarreen dicha sancin (arts. 166 a contrario sensu- y cctes., 391 y 392 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
3.-NO HACER LUGAR AL PLANTEO DE NULIDAD formulado por la defensa de JORGE EDUARDO ACOSTA, respecto de la orden de allanamiento dictada el 15 de febrero de 2011 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 4, Secretara nro. 7 de esta ciudad, obrante a fs. 1107 de la causa nro. 14.159/06 caratulada Hidalgo Garzn, Carlos y otra s/arts. 139 inc. 2, 146 y 293 del C.P., por no haberse acreditado los agravios
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invocados por la parte que acarreen dicha sancin (arts. 166 a contrario sensu- y cctes. del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
4.-NO HACER LUGAR A LA NULIDAD planteada por la defensa de JORGE EDUARDO ACOSTA, sobre la intervencin de las querellas que indic, por encontrarse stas legitimadas (arts. 166 y 167 inciso 2 -ambos a contrario sensu-, del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
5.-NO HACER LUGAR A LOS PLANTEOS DE EXTINCIN DE LA ACCIN PENAL POR COSA JUZGADA Y VIOLACIN AL PLAZO RAZONABLE en relacin a JORGE RAFAEL VIDELA; REYNALDO BENITO ANTONIO BIGNONE; JORGE LUIS MAGNACCO, JORGE
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EDUARDO ACOSTA y RUBN OSCAR FRANCO, por no haberse verificado ninguno de los extremos alegados por las defensas.
6.-NO HACER LUGAR AL PEDIDO formulado por la defensa de SANTIAGO OMAR RIVEROS y ANTONIO VAEK para que se declare, en relacin a los nombrados, la validez de la aplicacin del indulto dispuesto por Decreto nro. 1002/89 del Poder Ejecutivo Nacional.
7.-NO
HACER
LUGAR
AL
PLANTEO
DE
INCONSTITUCIONALIDAD del art. 55 del Cdigo Penal de la Nacin conforme con la redaccin de la ley nro. 25.928, formulado por las defensas.
8.-NO HACER LUGAR A LOS PLANTEOS DE PRESCRIPCIN DE LA ACCIN PENAL interpuestos por las defensas; POR TRATARSE LOS HECHOS JUZGADOS DE DELITOS DE LESA HUMANIDAD, IMPLEMENTADOS MEDIANTE UNA PRCTICA SISTEMTICA Y GENERALIZADA DE SUSTRACCIN, RETENCIN Y OCULTAMIENTO DE MENORES DE EDAD, HACIENDO INCIERTA, ALTERANDO O SUPRIMIENDO SU IDENTIDAD, EN OCASIN DEL SECUESTRO, CAUTIVERIO, DESAPARICIN O MUERTE DE SUS MADRES EN EL MARCO DE UN PLAN GENERAL DE ANIQUILACIN QUE SE DESPLEG SOBRE PARTE DE LA POBLACIN CIVIL CON EL
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ARGUMENTO DE COMBATIR LA SUBVERSIN, IMPLEMENTANDO MTODOS DE TERRORISMO DE ESTADO DURANTE LOS AOS 1976 A 1983 DE LA LTIMA DICTADURA MILITAR (art. 118 de la Constitucin Nacional).
9.-CONDENAR A JORGE RAFAEL VIDELA, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser autor penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Paula Eva Logares Grinspon, Mariana Zaffaroni Islas, Anatole Boris Julien Grisonas, Victoria Eva Julien Grisonas, Carlos DEla Casco, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossati Ortega, Pablo Hernn Casariego Tato, Mara Beln Altamiranda Taranto, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Mara de las Mercedes Gallo Snz, Clara Anah Mariani Teruggi y de los hijos de: Laura Estela Carlotto, Elena De la Cuadra, Mara Eloisa Castellini, Stella Maris Montesano y Gabriela Carriquiriborde; y en el carcter de partcipe necesario penalmente responsable por esos mismos delitos en los casos de Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena y Mara Victoria Moyano Artigas (veinte hechos que concurren materialmente entre s), a las PENAS DE CINCUENTA AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn leyes nros. 11.179 y 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
10.-CONDENAR a JORGE RAFAEL VIDELA, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, a la PENA NICA DE RECLUSIN PERPETUA, INHABILITACIN ABSOLUTA PERPETUA Y ACCESORIAS LEGALES, comprensiva de la aplicada en el punto dispositivo anterior y de las penas de reclusin perpetua e inhabilitacin absoluta perpetua dictadas el 9 de diciembre de 1985 por la Cmara Nacional de
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Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad en la causa nro. 13/84, debiendo observarse en relacin a las costas, el criterio fijado en cada uno de los procesos (arts. 56 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin).
11.-CONDENAR
ANTONIO
VAEK,
de
las
dems
condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser autor penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias y en los casos de los hijos de: Mara del
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Carmen Moyano y de Ana Rubel (diez hechos que concurren realmente entre s), a las PENAS DE CUARENTA AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
12.-CONDENAR A JORGE EDUARDO ACOSTA, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser coautor penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de: Victoria Anala Donda Prez; Federico Cagnola Pereyra; Mara Florencia Reinhold Siver; Ezequiel Rochistein Tauro; Evelyn Bauer Pegoraro; Juan Cabandi Alfonsn; Alejandro Sandoval Fontana; Javier Gonzalo Penino Vias; Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y en los casos de los hijos de: Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (once hechos que concurren realmente entre s), a las PENAS DE
TREINTA AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro.
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25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
13.-CONDENAR A SANTIAGO OMAR RIVEROS, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser autor penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto el estado civil de un menor de diez aos en los casos de Pablo Casariego Tato y Francisco Madariaga Quintela (dos hechos que concurren materialmente entre s), a las PENAS DE VEINTE AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19,29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 55 -segn ley nro. 25.928-, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
REYNALDO
BENITO
ANTONIO en el
condiciones
personales
obrantes
encabezamiento, por ser partcipe necesario penalmente responsable del delito de ocultacin de un menor de diez aos en los casos de: Paula Eva Logares Grinspon, Mara Victoria Moyano Artigas, Mariana Zaffaroni Islas, Pablo Hernn Casariego Tato, Francisco Madariaga Quintela, Mara Natalia Surez Nelson Corvaln, Anbal Simn Mndez, Mara Macarena Gelman Garca Iruretagoyena, Hilda Victoria Montenegro Torres, Leonardo Fossatti Ortega, Mara Beln Altamiranda Taranto, Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Mara de las Mercedes Gallo Sanz, Carlos DEla Casco, Clara Anah Mariani Teruggi, Alejandro Sandoval Fontana, Victoria Anala Donda Prez, Mara Florencia Reinhold Siver, Federico Cagnola Pereyra, Ezequiel Rochistein Tauro, Evelyn Bauer Pegoraro, Juan Cabandi Alfonsn, Carla Silvina Valeria Ruz Dameri, Guillermo Rodolfo Fernando Prez Roisinblit y de los hijos de: Laura Carlotto, Elena De La Cuadra, Gabriela Carriquiriborde, Mara Elosa Castellini, Stella Maris Montesano, Mara del Carmen Moyano y de Ana Rubel (treinta y un
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hechos que concurren en forma ideal entre s), a las PENAS DE QUINCE AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
15.-CONDENAR A VICTOR ALEJANDRO GALLO, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser coautor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de supresin del estado civil de un menor de diez aos, y por ser autor penalmente responsable del delito de
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falsedad ideolgica de instrumento pblico en dos oportunidades que concurren de manera ideal entre s, a su vez en concurso ideal con el delito de falsedad ideolgica de instrumento pblico destinado a acreditar la identidad de Francisco Madariaga Quintela, a las PENAS DE QUINCE AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 segn ley nro. 24.410-, 293 en funcin del art. 292, segundo prrafo segn ley nro. 20.642-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
16.-CONDENAR A JUAN ANTONIO AZIC, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser coautor penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el delito de supresin del estado civil de un menor de diez aos, a su vez en concurso ideal con el delito de falsedad ideolgica de instrumento pblico en dos hechos que concurren en forma ideal entre s, en relacin a la identidad de Victoria Anala Donda Prez; a las PENAS DE CATORCE AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3,
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40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, 293 primer prrafo- segn ley nro. 20.642, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
17.-CONDENAR A JORGE LUIS MAGNACCO, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser partcipe necesario penalmente responsable de los delitos de sustraccin, retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de hacer incierto su estado civil en el caso de Javier Gonzalo Penino Vias, a las PENAS DE DIEZ AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
18.-CONDENAR A JORGE LUIS MAGNACCO, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, a la PENA NICA DE QUINCE AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA CONDENA Y ACCESORIAS LEGALES, comprensiva de la aplicada en el punto dispositivo anterior y de la pena de diez aos de prisin, accesorias legales y costas, impuesta por sentencia del 22 de abril de 2005, por ser partcipe necesario del delito de sustraccin de un menor de diez aos, en la causa nro. 9298/2000 caratulada Gmez, Francisco y otros s/sustraccin de menores de diez aos, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 2, Secretara nro. 4 de esta ciudad, debiendo observarse en cuanto a las costas, el criterio fijado en cada uno de los procesos (arts. 55 y 58 del Cdigo Penal de la Nacin).
19.-CONDENAR A INS SUSANA COLOMBO, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por ser coautora penalmente responsable de los delitos de retencin y ocultamiento de un menor de diez aos en concurso ideal con el de supresin del estado civil de un menor de diez aos, respecto de la identidad de Francisco Madariaga Quintela;
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a las PENAS DE CINCO AOS DE PRISIN, INHABILITACIN ABSOLUTA POR EL MISMO TIEMPO DE DURACIN DE LA
CONDENA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12, 19, 29 inciso 3, 40, 41, 45, 54, 139 inciso 2 -segn ley nro. 11.179-, 146 -segn ley nro. 24.410-, del Cdigo Penal de la Nacin y 398, 399, 400 y 403 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
20.-ABSOLVER
SIN
COSTAS
REYNALDO
BENITO
ANTONIO BIGNONE Y A RUBN OSCAR FRANCO, ambos, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, en orden a los casos referidos a Anatole Boris Julien Grisonas y Victoria Eva Julien Grisonas, por no haber mediado a su respecto acusacin Fiscal (arts. 402 y 530 del Cdigo
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21.-ABSOLVER SIN COSTAS A EDUARDO ALFREDO RUFFO, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, en orden al hecho por el que fue requerida la elevacin de la causa a juicio a su respecto, por aplicacin del art. 3 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin (arts. 402 y 530 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
22.-ABSOLVER SIN COSTAS A RUBN OSCAR FRANCO, de las dems condiciones personales obrantes en el encabezamiento, por no haberse acreditado a su respecto los hechos materia de acusacin (arts. 402 y 530 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
23.-ABSOLVER SIN COSTAS A JORGE RAFAEL VIDELA, de las dems condiciones obrantes en el encabezamiento, en orden a los hechos por los cuales se requiri su elevacin a juicio, referidos a Anbal Simn Mndez por haber sido juzgado en la causa nro. 13/84 de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad (caso nro. 138 correspondiente a Simn Antonio Riquelo), y con relacin al hijo/a de Liliana Delfino, respecto del cual no se mantuviera la acusacin en el debate (arts. 402 y 530 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
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24.-ORDENAR,
LA PRESENTE,
LAS
DETENCIONES de JORGE EDUARDO ACOSTA, REYNALDO BENITO ANTONIO BIGNONE, SANTIAGO OMAR RIVEROS, JUAN ANTONIO AZIC, ANTONIO VAEK E INS SUSANA COLOMBO, debiendo revocarse en todos los casos las excarcelaciones oportunamente concedidas (art. 494 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
26.-DISPONER LA INMEDIATA LIBERTAD DE EDUARDO ALFREDO RUFFO, en virtud de lo resuelto en el punto 21, LA QUE NO SE HAR EFECTIVA por continuar detenido a disposicin del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de esta ciudad en la causa nro. 1627 caratulada Guillamondegui, Nstor Horacio y otros s/privacin ilegal de la libertad agravada, imposicin de tormentos y homicidio calificado, debiendo cesar las restantes medidas cautelares oportunamente decretadas a su respecto.
27.-ORDENAR,
SEGN
EL
CASO,
LA
SUPRESIN
PERSONAL QUE ACREDITE IDENTIDAD, librndose a tal fin los oficios pertinentes, debiendo darse intervencin a la Unidad de Regularizacin Documental de las vctimas de violaciones de los Derechos Humanos del Ministerio del Interior -Res. nro. 679/2009-(arts. 526 y cctes. del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
28.-NO HACER LUGAR AL PEDIDO DE RECTIFICACIN de las partidas de defuncin de Diana Esmeralda Teruggi y Daniel Enrique Mariani formulado por una de las partes querellantes, por no conformar el objeto procesal de los hechos juzgados, careciendo este Tribunal de competencia para ello, sin perjuicio de lo cual habr de remitirse copia de la presente sentencia al Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de La Plata a
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29.-ORDENAR LA EXTRACCIN DE TESTIMONIOS de las piezas procesales pertinentes, a fin de ser remitidas a la Excma. Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal para que, mediante el sorteo de rigor, se determine el Juzgado que deber investigar la posible comisin de delitos de accin pblica por parte de Vicente Caccaviello, Alberto Mattone, Eduardo Jorge Luttini, Emilio Graselli y Jorge Luis Magnacco (art. 177 inciso 1 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
30.-LIBRAR OFICIO A LA SRA. PRESIDENTA DE LA NACIN, DRA. CRISTINA FERNNDEZ DE KIRCHNER, a fin de que
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contemple la posibilidad de destinar una partida presupuestaria a efectos de que se proceda a la digitalizacin de la documentacin reservada en el marco de la investigacin objeto de este proceso relativa a historias clnicas y dems constancias instrumentales del Hospital Militar de Campo de Mayo y de otros centros de salud pertenecientes a las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales con el objeto de facilitar cualquier investigacin judicial y resguardar ese material correspondiente al perodo 1975/1983. Asimismo, que por su intermedio, se contemple la posibilidad de invitar a los Gobernadores de las Provincias argentinas para que adopten igual temperamento con relacin a los nosocomios dependientes de las fuerzas policiales provinciales.
31.-DIFERIR la regulacin de los honorarios profesionales de los letrados defensores de Rubn Oscar Franco, Eduardo Alfredo Ruffo e Ins Susana Colombo, hasta que se acredite el cumplimiento de la normativa previsional y tributaria vigente.
32.-DISPONER la previa verificacin de los presupuestos exigidos por el art. 63 de la ley nro. 24.946, a los efectos de regular en los casos que as corresponda, los honorarios profesionales de los Defensores oficiales intervinientes.
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SENTENCIA a los
Juzgados Nacionales en lo Criminal y Correccional Federal nros. 2, 5 y 7 de esta ciudad, en el marco de las causas nros. 9201/99; 4183/10 y 9243/07 respectivamente.
34.-COMUNICAR la presente al Consejo de la Magistratura y a la Cmara Federal de Casacin Penal en los casos de Jorge Rafael Videla, Vctor Alejandro Gallo, Jorge Luis Magnacco y Eduardo Alfredo Ruffo (arts. 1 y 9 de la ley nro. 24.390 segn ley nro. 25.430).
35.-PRACTICAR por Secretara, los cmputos de las penas de prisin impuestas en la presente, debiendo determinarse sus vencimientos y caducidad registral (arts. 24 y 51 del Cdigo Penal y 493 del Cdigo Procesal Penal de la Nacin).
36.-TENER PRESENTES las reservas de recurrir en Casacin y del caso federal planteadas (art. 14 de la ley nro. 48).
Ante M:
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