XII JORNADAS DE INVESTIGACIN Revista Investigacin Cientfica, Vol. 4, No. 2, Nueva poca.
Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196
Escritura, gnero y subjetividad femenina. El cuerpo (sexual) de la escritura
Sigifredo Esquivel Marn Unidad Acadmica de Docencia Superior Universidad Autnoma de Zacatecas
La intencin del presente ensayo es dilucidar la escritura a partir de la corporalidad y la experiencia femenina feminista; desde un cuerpo, acaso el cuerpo que escribe merodeando el cuerpo sexual de la escritura. Este ensayo es un comentario sobre los residuos corpreos de la significacin de la escritura. Para tal propsito o despropsito me remito a escritores y obras singulares, cuya irreductibilidad est a prueba de todo juego comparativo. Se trata de potenciar una bsqueda a partir de obras marginales que son cmplices de una aventura hacia lo desconocido. Tal es la carta de navegacin de la presente bitcora. Qu el viaje sea leve!
La escritura femenina es (dar a luz el cuerpo de) la hospitalidad
Supongo, nicamente supongo. Sobre la escritura femenina aventuro, aviento una conjetura: una travesa por la marginalidad, una subversin poltica, annima violencia que intenta abrirse paso a ciegas, bajo identidades contradictorias y mscaras impuestas. Hay una escritura que habla del cuerpo de la mujer desde ese cadver putrefacto del orden masculino. Identidad formada por el conjunto de elementos materiales y simblicos que identifica y al mismo tiempo petrifica bajo un otro. Atrapado en las rejas del lenguaje, el acto de nombrar fue por mucho tiempo una prerrogativa masculina.1 No obstante, la discusin del lenguaje,
Rich, Adrienne, On Lies, Secrets and Silence, New York, Norton, 1979, p. 35. El potencial subversivo de su obra apenas est siendo explorado por la crtica; su juego de escritura abierto a partir de la resignificacin del cuerpo cuestiona de forma creativa dogmas de la tradicin feminista anglo- norteamericana.
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desde la diferencia sexual, aglutina debates que se pierden en un murmullo meditico, una interferencia casi imperceptible. La crtica feminista se pregunta si hombres y mujeres emplean el lenguaje de manera distinta, si el lenguaje es un instrumento de poder falocntrico, y si en tal caso, las mujeres podran crear lenguajes y obras de arte propios. Poetas y escritoras encabezan el ataque en contra de lo que Adrienne Rich nombra el lenguaje del opresor. Se esgrime que el discurso social dominante muestra la ideologa masculina. En consecuencia, cuando una mujer escribe o habla para afirmar su existencia, estara forzada a hablar en una lengua extranjera; una lengua hostil y esclavizante.2 De ah, deducen que el desafo que hoy enfrenta la mujer consista en reinventar su propio lenguaje: no hablar solo en contra, sino fuera de la estructura falocntrica especular, aqu la pregunta es cmo?, si milenariamente el lenguaje ha sido una red del poder? Pese a su atractivo, la defensa de un lenguaje femenino no slo est plagada de dificultades y contradicciones sino que puede ser una camisa de fuerza para la mujer; autoras como Judith Butler y Camilla Paglia han mostrado los lmites de un pensamiento que afirma de forma total y totalitaria una diferencia excluyente. No slo porque no existe lengua ni dialecto hablado nicamente por mujeres en una sociedad, tampoco hay evidencia para afirmar que los sexos tienen sistemas lingsticos diferentes, sino ante todo porque el uso del lenguaje no puede explicarse en trminos de lenguajes sexualmente separados, ms bien como producto de innumerables factores de gnero, tradicin, memoria y contexto.3 Segn crticas feministas como Rosi Braidotti hay una resistencia inalienable que constituye una experiencia alterna a la del hombre, zona desierta o espacio femenino. Se busca convertir en realidad el peso simblico de la conciencia femenina, hacer visible lo invisible, lograr que lo silencioso hable. Lo cierto es que
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Burke, Carolyn, Report from Paris: Womens Writing and the Womens Movement, Signs, 3, Verano de 1978, p. 884. 3 Showalter, Elaine, La crtica feminista en el desierto, en Fe, Marina (Coord)., Otramente: lectura y escritura feministas, Mxico, F.C.E., 1999, pp. 618-619. Showalter es de las pocas acadmicas que intenta romper con la miopa acrtica que caracteriza a gran parte de la izquierda feminista norteamericana.
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no existe escritura ni habla totalmente fuera del lenguaje dominante; acaso el mismo acto de hablar sea ya, en principio, sujetarse a ley de la cultura: ser sujeto. Ninguna obra humana, ya sea masculina o femenina, puede estar completamente libre de los mecanismos de control econmicos, polticos y culturales de una sociedad determinada. Por lo menos, la creacin femenina es una obra polifnica que encarna las voces artsticas, sociales y culturales de los vencidos y las voces del poder. Margen activo en constante descentramiento, la escritura femenina no est dentro ni fuera de la tradicin masculina, sino de forma simultnea en ambas tradiciones. Se aloja en los umbrales del discurso. Tiene mltiples conexiones y niveles. Mapa de movimientos vivenciales, es una obra dinmica, grama mvil, que expresa el sentido hacindolo. Obra que emerge del encuentro o desencuentro y pugna entre partes y pares.
Escritura autobiogrfica y gnero
Segn Jacques Derrida la autobiografa es una escritura impregnada de una alteridad que no deja nunca de irradiar contaminaciones. Relato testimonial y juego de la ficcin, de manera intermitente se despliega como un devenir transgenrico. La relacin verdad-ficcin en la obra autobiogrfica no es una disyuncin sino ms bien una indecisin. Su Circonfesin debe ser pensado bajo dicho planteamiento: un simulacro de confesin ante un simulacro de muerte (aunque el trasfondo sea la muerte real de su madre). Ni verdad, ni ficcin, sino umbral inapropiable que excede todas las consideraciones binarias y convenciones literarias y filosficas, la autobiografa, desvela siempre la disolucin de lo propio del nombre y de la propia vida:
Derrida escribe su autobiografa como una confesin circuncidada y circundada. Como judo, su vida se inicia con la marca de la comunidad: la circuncisin que lo hace parte de una cultura, religin, alianza y don. Esa marca, pretendida marca de lo mismo, es al mismo tiempo marca de lo otro, no slo de
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la diferencia sino tambin de la exclusin y del dolor de ser otro. Juego de desapropiacin y apropiacin de lo propio es un paradigma de lo indecidible. En este juego de desapropiacin, el autor de su propia vida deviene casi ajeno a la misma. Ni el mismo Agustn, desde la verdad interior, da cuenta de s, porque esa interioridad ya est siempre habitada por un otro.4
La escritura de la vida se encarna como escritura de la sobrevivencia. En un relato de Blanchot titulado El instante de mi muerte. La locura de la luz se produce un cruce muy especial entre autor y lector, por lo que el fragmento nombra una cierta hospitalidad, el lugar del lector como un otro y del otro como un husped a quien ese testimonio autobiogrfico y artstico no confa nada en suma, no da nada, nada a saber ms que su muerte, su inexistencia. Como dice el mismo Blanchot en La escritura del desastre: Hospitalidad de la muerte misma. De ah que escribir no sea sino desangrarse, desvivirse. Toda escritura est herida de muerte; es ella misma la anunciacin de la muerte, y tambin la patentizacin de una excedencia ms all de la vida y la muerte. Ni mortal ni tampoco inmortal sino trans-mortal, la escritura testimonia lo imposible.
La escritura de la identidad femenina feminista como reescritura y experimentacin
Las mujeres escritoras han hecho de la escritura autobiogrfica un espacio de exploracin de su propia subjetividad, as como una cartografa de reinvencin de la identidad. La escritura femenina feminista implica un ejercicio de re-escritura, trabajo paciente y tenaz de re-apropiacin de moldes impuestos y trituracin de esquemas preestablecidos. En estado de memoria Tununa Mercado la escritura resiste a los gneros literarios.5 La reflexin se abre a la narracin y sta se despliega como biografa, apunte, epigrama. El yo fijo que autolimita la
Cragnolini, Mnica, Adieu, adieu, remember me. Derrida, la escritura y la muerte, Derrida en Castellano, http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/derrida_muerte.htm 5 Cfr. Mercado, Tununa, En estado de memoria, Buenos aires, Ada Korn, 1990.
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identidad es atravesado por un sinfn de bsquedas, encuentros, experiencias, relecturas y recuerdos. Para la autora la escritura es exilio literario y exploracin de lo ignoto. La escritura avanza como inmigrante en un pas lejano, se pierde y se re-encuentra slo para definitivamente volverse a perder. El carcter oblicuo y laberntico de la escritura borra el poder de la primera persona, transgrede el gnero autobiogrfico. En estado de memoria el sujeto escribiente se extrava en la bsqueda de un autorreconocimiento bajo categoras impuestas, y sin embargo, se re-encuentra en distintas figuras y figuraciones de la alteridad.6 A travs de la escritura autobiogrfica, las mujeres impugnan el principio de identidad para encarnar al sujeto de la diferencia. Subjetividad en fuga, el cuerpo intransferible de la escritora desenmascara la identidad y promueve formas abiertas de identificacin. En estado de memoria se describe un cuerpo que deja de ser constituyente y determinante de la configuracin de la subjetividad al huir de las pautas simblico-culturales establecidas como signos reconocidos de representacin. Se muestra el cuerpo exiliado de s mismo, un cuerpo que diluye toda certidumbre de identidad7. Lejos del mtico Narciso literario eternamente enamorado de su imagen, la escritura autobiogrfica funciona como un espejo monstruoso que devuelve imgenes equvocas de una identidad siempre distorsionada. En la mujer, en su autorrepresentacin, hay algo que escapa al discurso. Autodesconocimiento, extraeza y desposesin, los lmites del propio cuerpo dejan de ser propiedad de una mujer que escribe y se convierten en fronteras mviles:
En sntesis, la desnudez, la carencia y la imagen del espejo, pasan a constituirse en los recursos que Tununa Mercado articula para trazar el destino inexorable de una subjetividad fugitiva, (des)encarnada en el cuerpo del exilio. Destino de ser un escenario vaco, un cuerpo sin espesor, en el que sin embargo existe algo que ningn vestido jams podr cubrir. Algo que insiste en el orden del sentido para
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Cfr. Jara, Sandra, Escribir(se) fuera de los lmites (Sobre En estado de memoria), Cuadernos del CILHA, No. 7/8, 2005-2006, http://ffyl.uncu.edu.ar/IMG/pdf/sandra_jara.pdf 7 Ibidem. (La cita ha sido ligeramente modificada.)
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marcar la presencia de un hueco, de una grieta, de un dolor inexpresable, algo que en definitiva se resiste a la representacin: una falta, un vaco que el trnsito del deseo de autorreconocimiento no podr jams colmar.8
Por medio de la escritura autobiogrfica, las mujeres tienen y ejercen la transformacin de la propia biografa y la reconfiguracin de una identidad impuesta desde la memoria y la utopa. El lenguaje y el cuerpo expresan lo inidentificable, lo sin Yo, y sin nombre, la presencia de lo inaccesible, la huella de la represin, pero tambin, el trazo de un eros femenino feminista que impugna creativamente toda domesticacin.
Helene Cixous y la deconstruccin de la identidad faloscntrica
En la eliminacin de fronteras, Helene Cixous ejerce una exploracin potica. Ejercicios de relectura, sus textos creativos son derivas de otras escrituras. En la risa de la medusa. Ensayos sobre la escritura retoma el ejercicio de deconstruccin emprendido por Jacques Derrida. Desmonta las oposiciones binarias de la cultura occidental y desenmascara la jerarqua del logos sobre el pathos; un logos concebido como da, cultura, sol, padre, lo activo. Y un pathos reducido a noche, naturaleza, luna, madre, lo pasivo. Privilegio occidental del falocentrismo en la filosofa, la historia y el arte. Para Cixous la escritura femenina depende de una libido csmica. Escritura que no se inscribe jams ni discierne sus lmites. Hay un vnculo entre la economa libidinal de la mujer su goce, el imaginario femenino y su modo de constituirse. Para Cixous, lo femenino pasa por las alteraciones: suspenso, silencios, superabundancia, vnculo con la voz de la madre mezclada con leche. La mujer escribe con la tinta blanca, escribe con su cuerpo, y al hacerlo, transgrede el orden impuesto en un acto de autoliberacin.9 La metfora de las oposiciones binarias, segn Cixous, la
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Ibidem. Arajo-Delgado, Textos de teoras y crtica literarias (Del formalismo a los estudios poscoloniales), Mxico, UAM, 2003, p. 516
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seguimos y nos trasporta bajo todas sus formas y por todas partes donde se organiza un discurso: desde la literatura, la filosofa y la crtica, hasta la cultura, la sociedad y la tecnologa.10 Segn la escritora argelina de origen judo, el pensamiento siempre ha funcionado por oposiciones. Arte, cultura, familia, religin, todo segn la autora se construye recurriendo a los mismos esquemas: la historia de Occidente advierte est marcada por una constante absoluta, ordenadora de valores: la oposicin actividad-pasividad.11 Y si se interroga la historia de la literatura, el resultado es el mismo: la literatura est regida por lo filosofa, y esta por el falocentrismo. El orden filosfico se ha construido a partir del sometimiento de la alteridad, en tal sentido la mujer es la encarnacin paradigmtica de lo otro. Subordinacin de lo femenino a lo masculino como condicin de funcionamiento de Occidente.12 Privada de su condicin de ser, la mujer ha estado obligada a guardar distancia consigo misma. Se le ha confinado a ver lo que el hombre quiere que ella vea. Excluida del sistema sociocultural, es la inhibicin que asegura al sistema su funcionamiento. No ha podido habitar su propio cuerpo. Han colonizado el cuerpo del que no se atreve a gozar. La mujer tiene miedo y asco de ser mujer.13 La economa poltica sexual se organiza por medio de cdigos diferenciados. Produce signos y significaciones sociales. Y ah reproduce un sistema de inscripcin cultural legible. La sexualidad masculina engendra una anatoma poltica centralizada bajo la dictadura de la cabeza sobre las partes (falo y en-cfalo), en cambio la mujer no realiza est fragmentacin en provecho de la pareja cabeza-sexo: su libido es csmica. La ley codifica la diferencia sexual, se codifica como relacin de fuerza. Sin embargo, cabe
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Habra que pensar el audaz ejercicio de deconstruccin de Helene Cixous como una radicalizacin poltica y afirmativa de la empresa derridiana, al consumar la crtica al falogocentrismo como creacin de escrituras y subjetividades emergentes. Cixous, Helene, La joven nacida, La risa de la medusa. Ensayos sobre la escritura, Barcelona, Anthropos, 1995, pp. 13-107; ensayo compilado en Araujo-Delgado, Op. Cit. p. 517. 11 Ibid. p. 519. 12 Ibid. p. 520. 13 Ibid. p. 525.
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aclarar, como lo hace Cixous, que la diferencia sexual no es meramente una diferencia entre hombres masculinos y mujeres femeninas; la diferencia no se distribuye a partir de los sexos determinados de forma social. En este cuento que sigue siendo real, la mayora de mujeres estn despertando de un largo sueo; recuerdan haber sido dormidas en el sepulcro del silencio, la muerte y la ignominia. Quiz un da se llegue a saber que el proyecto logocntrico siempre ha sido, inconfesablemente, fundar el falocentrismo.14 La puesta en duda de la alianza entre logocentrismo y falocentrismo amenaza la estabilidad conceptual de Occidente. Sin embargo, la autora no excluye hoy la posibilidad de transformaciones radicales de comportamientos, mentalidades, roles, en suma: de la economa poltica (economa libidinal). En su poderosa aleacin, La economa poltica, que en tanto control de cuerpos implica una economa libidinal, re-construye el espacio y el tiempo vital de representacin del imaginario social y de la imagen corporal. La invencin implica abundancia de lo otro, lo diverso; sbitas apariciones de un otro yo absolutamente desconocido. Pero no existe la invencin del otro aclara Cixous sin que un juego de bisexualidad obre en m como cristalizacin de mis ultrasubjetividades; bisexualidad no como bsqueda de fusin de dos mitades por miedo a la castracin, sino como localizacin individual en s de cada uno de los sexos como umbral de trnsito y afecciones. En fin, permiso otorgado para la multiplicacin de los efectos de inscripcin del deseo en todas las partes de mi cuerpo y del otro cuerpo.15 La mujer acepta lo Otro. Su convertirse-en-mujer no elimina nunca del todo la bisexualidad latente. Feminidad y bisexualidad van juntas, en una combinatoria que vara segn los individuos, distribuyendo de manera distinta sus intensidades. Al hombre le resulta mucho ms difcil dejarse atravesar por el Otro. La escritura en la mujer, puede ser, el paso, entrada, salida, estancia, del otro que soy y no soy.
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Ibid. p. 520. Ibid. pp. 532-533.
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Feminidad: apertura: cuidado en vida del Otro; lo propio es su capacidad para desapropiarse: cuerpo sin fin, sin extremidad, sin partes principales: ilimitado cosmos ertico que recorre un inmenso espacio astral. Feminidad: amar al Otro, en calidad de absolutamente Otro y sin sumisin. Escribir la feminidad: proceso de construccin del entre, entre lo mismo y lo otro. Dinamizar al infinito un recorrido multiplicador de transformaciones. Y esto segn la autora no se produce sin riesgo, dolor y prdida. Hay que abismarse en lo desconocido y enloquecedor. La escritura femenina no puede sino proseguir. Siempre traspasando sus lmites hacia lo infinito. Al escribir, la mujer es cntaro y dulce carne que canta: injerta una transformacin viva. La luz femenina no cae. Irradia una ascensin absolutamente imparable, dolorosa. Brota y desgarra, humedece, separa espesuras y volmenes. Contra la opacidad, se abre y es luz y percibe las entraas de la materia. En ella despierta el alma y la sangre (ambas son una), levantndose, bajo la insurreccin de un nuevo cuerpo, de una nueva carne.16 La posibilidad de alteracin y devenir radicales se inscriben en el cuerpo. Creacin literaria femenina: experiencia del parto: alumbrar un ser ms fuerte, ms grande, ms pleno que uno mismo. Vnculo con el Otro que se vive en una relacin nica: en la escritura y en el parto. Escritura como la experiencia del no yo en el yo. Vnculo entre una economa femenina abierta y prdiga hacia el Otro y una escritura que siempre exceder el sistema falocntrico. La feminidad en la escritura privilegia la voz: escritura y voz se trenzan, se traman en la continuidad de un ritmo. Un aliento jadea en texto hasta destrozar el goce en la palabra soberana. Cree Cixous que la mujer materializa carnalmente lo que piensa. Se expone, con su cuerpo expresa lo que piensa y siente: en toda mujer canta el primer amor sin nombre.17 La escritura literaria femenina guardara, segn ella, la posibilidad de expresar y describir el cuerpo, algo tan incomunicable como Dios, el alma o el Otro. El cuerpo, en la mujer que escribe,
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Ibid. pp. 538-539. Ibid. p. 545.
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es la inmanencia que inscribe el estilo de mujer en la lengua: voz irreductible. La voz femenina siempre guarda un poco de la madre previa al origen y a la designacin del nombre propio. Escribe con una voz mezclada con leche. Ella dispara. Rompe. Desde un cuerpo prohibido a gozar. La mujer tiene casi todo por escribir acerca de la feminidad, de la infinita y mvil complejidad de un erotismo fulgurante. De ah que siguiere que en la escritura femenina se aventura una pulsin, un viaje brusco y un lento despertar: cuando la mujer deje que su cuerpo y articule la abundancia de significados y sentidos repercutir la lengua materna de un solo surco.18 El cuerpo de la mujer que se expresa, literalmente, en texto violenta las dicotomas autor-escritura, lector-obra. Las mujeres son cuerpos: sentencia Cixous. Y lo son ms que el hombre. Ms cuerpo, significa segn ella, ms escritura. Durante mucho tiempo, la mujer respondi con el cuerpo a las vejaciones. Durante mucho tiempo la mujer se mordi la lengua antes que hablar, por eso conoce su lengua y su boca mejor que nadie. Sabe lo que es el silencio y el (con)fin(namiento). Aquella que en una sola palabra del cuerpo inscribi el inmenso vrtigo de una historia arrancada como una saeta de toda la historia de los hombres, de la sociedad bblico-capitalista, es la mujer legin, la mujer mrtir ajusticiada quien va a trastocarlo todo, y despus de ella, ninguna relacin intersubjetiva podr ser como antes. Pese a las sugerentes aportaciones, la posicin de Cixous suele caer en una visin esencialista, orgnica y biolgica bajo la declaracin extrema de la diferencia de gnero: anatoma es texto literario. Ya se ha denunciado el determinismo biolgico que invoca a un cuerpo femenino nico y absoluto como retroceso a un descarnado esencialismo: en su obsesin por el territorio corporal de nuestra inteligencia la biocrtica feminista puede ser tambin cruelmente prescriptiva. La exhibicin de heridas sangrantes se podra convertir en un rito de iniciacin muy distante y sin conexin alguna con una visin crtica; alguien recuerda el reality show de Laura en Amrica? Las editoras de la revista Questions Fministes sealan, es
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Ibid. p. 547.
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peligroso colocar al cuerpo en el centro de una bsqueda de identidad femenina. No se puede olvidar que la diferencia entre los sexos se ha utilizado para justificar el poder absoluto de un sexo sobre el otro. Las ideas acerca del cuerpo son fundamentales para comprender cmo las mujeres conceptualizan sus situacin en la sociedad, pero no puede haber expresin corporal sin estructuras lingsticas y sociales. La diferencia en la prctica literaria femenina debera buscarse segn palabras de Miller en el cuerpo de su escritura y no en la escritura de su cuerpo.19 Una afirmacin exagerada, y podra decirse inconsistente (entre otras afirmaciones?), que aparece en La joven nacida hace la siguiente extrapolacin:
Un texto femenino no puede no ser ms que subversivo: si se escribe, es trastornando, volcnica, la antigua costra inmobiliaria. En incesante desplazamiento. Es necesario que la mujer se escriba porque es la invencin de una escritura nueva, insurrecta, que permitir llevar a cabo rupturas y transformaciones indispensables en su historia, al principio en dos niveles inseparables: individualmente, al escribirse, La Mujer regresar a ese cuerpo que, como mnimo, le confiscaron; ese cuerpo que convirtieron en el inquietante extrao del lugar, el enfermo o el muerto, y que con tanta frecuencia, es el mal amigo, causa y lugar de inhibiciones. Censurar el cuerpo es censurar, de paso, el aliento, la palabra.20
Por una parte, una serie de novelas rosa escritas por y para mujeres muestra que no toda las escritoras, por el simple hecho de ser mujeres, son subversivas hay un sinnmero de contraejemplos, al respecto tres nombres paradigmticos: Corn Tellado, Laura Esquivel y Guadalupe Loaeza. Que una mujer escriba no garantiza necesariamente, una obra literaria, mucho menos una obra revolucionaria. Tampoco es suficiente que una mujer se ponga a escribir para
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Showalter, Op. Cit. pp. 605 y 613. Cixous, Op. Cit.. p. 551.
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que su cuerpo sea expresado en cabalidad. Por otra parte, en cuantas obras, escritas por hombres no se aprecia la condicin femenina desde una profundidad escalofriante? Marcel Proust y Jean Genet lo muestran y demuestran con creces. Afirmar que la literatura y el arte son construcciones cannicas falocntricas nos da licencia para escribir y hacer cualquier obra desde una supuesta originalidad, que de antemano, se declarara a prueba de toda crtica, pues la crtica sera falocntrica, claro est. La consecuencia nefasta por sus implicaciones de reducir toda apropiacin y/o creacin artstica o literaria a un apndice de expresin de gnero termina al igual que las lecturas marxistas y culturalistas por negar su singularidad expresiva, y por tanto, neutralizar su aportacin creadora y crtica; puesto que el ncleo crtico de una obra reside en su potencial creacionista. La escritura como el espacio de soberana trgica, como umbral infinito de infancia y despersonalizaciones no es un territorio virgen reservado a una nueva casta de mujeres escritoras indmitas. William Shakespeare, Marcel Proust, Jean Genet, Maurice Blanchot, Walter Benjamn, Gilles Deleuze (slo por citar nuevamente algunos ejemplos) nos muestran, en su praxis creadora, que una escritura abierta a las alteridades no es exclusiva de las mujeres. Convengamos que la feminidad es apertura al otro, empero no es patrimonio de mujeres, as como la virilidad no es cualidad (nicamente) masculina; lo cual tambin debe prevenirnos para no caer en el reduccionista feminista anglosajn de separar de forma dicotmica el sexo del gnero, pues dicha separacin tajante vuelve a introducir los criterios binarios y esencialista de un falocentrismo que no ha logrado superar ideolgicamente no slo ha sido ingenuo sino pernicioso pensar que se pueden construir lenguajes conceptuales sin cierta adscripcin metafsica de la realidad. Cixous ha matizado las cosas, al sealar que slo con algunas excepciones, no hay todava una escritura que admita la feminidad de forma plena. La idea es ubicar la escritura femenina feminista como un proyecto abierto al devenir del presente ms que al pasado.
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Algunas tericas del feminismo advierten que definir la diferencia y singularidad de la escritura femenina es una tarea escurridiza; puede conducir a callejones sin salida. Divergencia delicada, la diferencia manifiesta la naturaleza sutil y evasiva de la prctica feminista de la escritura. Pues slo la figuracin reiterada del cuerpo femenino permite construir una conciencia de gnero y articular la estructura de una compleja potica basada en una visin afirmativa de lo femenino.21 Aducen que las mujeres poetas piensan a travs del cuerpo, ello no quiere decir que los hombres no piensen tambin corporalmente, pero slo en las mujeres lo corporal potencia el acto de pensar. En la escritura de mujeres, el cuerpo femenino potencia metforas de creacin por medio del mismo cuerpo y de otras formas de razonamiento alternas a la lgica como la imaginacin y la intuicin. Esto resulta unilateral, puesto que en escritores como Platn y James Joyce tambin se establecen importantes analogas entre la gestacin y la creacin literaria. Uno de los principales problemas de la mayora de escritoras feministas pues aqu como en toda discusin verdaderamente relevante hay que evitar simplificaciones y generalizaciones sin establecer los matrices es que liberarse significa asumir una identidad masculina, consciente o inconscientemente. Esto se puede observar claramente en el texto fundacional del feminismo El segundo sexo de Simone de Beauvoir. El patriarcado es una marca, una huella histrica y transhistrica que condiciona en gran medida nuestras formas de pensar y hacer. El patriarcado constituye un rgimen de dominacin que es funcional al sistema de produccin y que estableci una dinmica propia en las relaciones de poder y convivencia. La lucha de la mujer no es la lucha de clases, etnias o minoras sociales, pero no cabe duda de que todas las formas de resistencia frente al poder hegemnico se interrelacionan. La literatura feminista en Amrica
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Russoto, Margarita, Modernidad alternativa en la poesa venezolana, en Mujeres latinoamericanas del siglo XX. Historia y Cultura, T. I, Mxico, UAM, 1998, p. 140. (En Amrica Latina, las apuestas tericas ms interesantes son las que abren un dilogo crtico con los textos feministas desde los contextos marcados por el colonialismo, la marginalidad y una serie de dispositivos de opresin. Esto implica que los estudios de gnero europeos y norteamericanos exigen una deconstruccin poscolonialista: una relectura desde el margen.)
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Latina, ms que comienzo de una tradicin, representa una subversin constante de todo lo que niega el dilogo entre alteridades polifnicas.22 Deconstruir el falocentrismo no es posible sin la deconstruccin geopoltica del eurocentrismo y las formas de dominacin subsidiarias a toda visin hegemnica.
Braidotti y Richard: subversin nmada (A manera de eplogo)
El pensamiento nmada de Rosi Braidotti se encarna como una filosofa materialista del cuerpo. Si retoma la desgastada y polmica nocin de sujeto y subjetividad, herencias de la filosofa moderna, lo hace para potenciar el feminismo como una filosofa poltica y tica de cara los principales temas y problemas de la sociedad contempornea. En Sujetos nmades Braidotti elabora una crtica al sujeto racional que funda y fundamenta la modernidad tecnocientfica. La responsable de ATHENA (Red de la Comunidad Europea de Gnero), a travs de la nocin deleuziana de sujeto nmade efecta un trabajo de crtica y de creacin dentro de la crisis actual del pensamiento contemporneo. El sujeto nmade es una estrategia de demolicin del pensamiento hegemnico y un espacio de autocreacin social de los sujetos individuales y colectivos. La obra de Braidotti retoma los conceptos de nomadismo y devenir de Gilles Deleuze. Ya la misma obra es una declaracin de principios: Por la senda del nomadismo. El libro nos recuerda la idea del libro experimental y vitalista de Michel Foucault: Este libro no hace ms que trazar un itinerario intelectual; tambin refleja la situacin existencial como la experimenta un individuo multicultural, un emigrante convertido en nmade.23 La escritura feminista femenina traduce una serie de bsquedas plurales de autocreacin que impactan ms all de los estudios de gnero en la conformacin misma de nuestras sociedades contemporneas.
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Alonso, Mara Elena, Entre el deseo y la imposibilidad: la poesa de Delmira Agustn, Alfonsina Storni y Julia de Burgos, en Mujeres latinoamericanas... pp. 150-151. 23 Braidotti, Rosi, Sujetos nmades, Buenos Aires, Paids, p. 25.
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Y sin embargo, el nomadismo como teora y prctica de las multiplicidades de sujetos y sociedades contemporneas, es un concepto que tiene que ser deconstruido desde la marginalidad crtica de otros agentes de la movilidad social que no hacen turismo revolucionario o existencial: los migrantes. Anttesis efectiva del flujo liberador, la migracin replantea toda visin idlica del nomadismo. Nelly Richard en varios de sus luminosos ensayos analiza la produccin artstica y cultural a partir de un poderos dispositivo crtico que resignifica la crtica cultural y los estudios de gnero desde una ptica poscolonialista. Frente a visiones de negacin y autonegacin, la autora reclama el derecho a la teora desde Latinoamrica como una crtica a la autoridad del saber hegemnico. Apela a la memoria como un proceso abierto de reinterpretacin y autointerpretacin.24 Desde la perspectiva de Richard se podra decir que hay un cierto nomadismo postmodernista (no cita a Braidotti, pero se puede inferir que se trata de autoras como ella), que todo lo deslocaliza sin cesar, borrando peligrosamente fronteras y antagonismos. (En cambio) Contexto y Experiencia designan el modo contingente, situacional a travs del cual las feministas latinoamericanas producen teora25. Para leer la composicin heterognea de la realidad y el proceso de descentramiento continuo de los sujetos actuales, considera Richard que hacen falta teoras flexibles capaces de abrirse a la multiplicidad articulatoria de las diferencias: teoras que no conciban lo femenino como un trmino absoluto o retotalizador sino como una red de significados en proceso y construccin que cruzan el gnero con otras marcas de identificacin social y acentuacin cultural26.
Richard, Nelly, Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crticos, Buenos Aires, siglo XXI, 2007, pp. 13, 18-19, 93, 211. El prolfico trabajo de Richard da un paso ms all del posmodernismo y post-estructuralismo europeos al mostrar y demostrar conceptos como alteridad y diferencia desde un campo de accin-actuacin que sortea las dicotomas centroperiferia, capital-marginal a partir de los lenguajes del arte realmente existentes y la semiotizacin de la vida cotidiana. Se podra concebir su quehacer intelectual como la construccin de herramientas para una subversin autocreadora. 25 Richard, Nelly, Experiencia y representacin: lo femenino, lo latinoamericano, en Colonialidad y crtica en Amrica Latina, Puebla, UDLA, 2007, p. 487. 26 Ibid, p. 494.
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Sugiere que hace falta un feminismo de las diferencias (no de la diferencia), una apuesta terica que en lugar de contribuir a una representacin homognea de la feminidad propague escrituras y creaciones que se constituyan como vectores de descentramiento significante y que postulen mltiples combinaciones de signos y transiciones contingentes, de sexos e identidades plurales y transversales. Todo ello en las antpodas de muchas de las empresas feministas y de gnero de rescatar las experiencias y representaciones de un cuerpo y escritura de una supuesta subjetividad femenina feminista primigenia. En el cruce complejo y contradictorio de escritura, gnero y subjetividad femenina, el cuerpo (sexual) de la escritura, no es un dato, tampoco es un principio o fin, sino un proceso histrico, social, poltico, tico y esttico abierto a todas las precariedades y vicisitudes que padecemos.
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