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Talia Bermejo - El Coleccioniasta en La Vidriera

Este documento describe el proceso de afirmación del coleccionista de arte como una figura pública en Argentina entre 1930 y 1960. Analiza cómo las exhibiciones de colecciones privadas en museos e instituciones culturales ayudaron a legitimar el coleccionismo y poner en circulación las colecciones y coleccionistas. También destaca algunos coleccionistas clave como Ignacio Pirovano, Luis Arena e Ignacio Acquarone, cuyas colecciones promovieron el arte argentino.

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Talia Bermejo - El Coleccioniasta en La Vidriera

Este documento describe el proceso de afirmación del coleccionista de arte como una figura pública en Argentina entre 1930 y 1960. Analiza cómo las exhibiciones de colecciones privadas en museos e instituciones culturales ayudaron a legitimar el coleccionismo y poner en circulación las colecciones y coleccionistas. También destaca algunos coleccionistas clave como Ignacio Pirovano, Luis Arena e Ignacio Acquarone, cuyas colecciones promovieron el arte argentino.

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El coleccionista en la vidriera: diseo de una figura pblica (1930-1960)

Tala Bermejo (Facultad de Filosofa y Letras, UBA)

Desde las primeras dcadas del siglo XX el coleccionista de arte se ha visto inmerso en un proceso de paulatina afirmacin en la escena cultural. Los indicios ms tempranos de este movimiento los encontramos a fines del siglo XIX cuando el coleccionista empieza a ser un tema de inters en las publicaciones decimonnicas. All pueden registrarse fotografas de galeras particulares atiborradas de objetos artsticos, as como invitaciones a recorrer las viviendas de prestigiosos coleccionistas1. Sin embargo, ser recin unos aos ms tarde cuando las muestras de colecciones en galeras comerciales e instituciones de promocin artstica se hacen regulares, trascendiendo definitivamente los dominios exclusivos y familiares del mbito privado. Esta situacin abre camino al coleccionista para instalarse en un espacio donde su capacidad de intervencin y participacin en los circuitos artsticos se hace efectiva. La paulatina profesionalizacin de esta prctica y la ostentacin de sus resultados en exhibiciones y publicaciones impulsadas especialmente para estos fines, confluyen en el trazado de una figura que adquiere especial visibilidad en el perodo 1930-1960. Tomamos como punto de partida, las primeras exposiciones que revelan una intencin manifiesta de dar a conocer el acervo privado, de marcar rumbos en la apreciacin esttica y, finalmente, educar el gusto del pblico. La puesta en circulacin del patrimonio, a travs de estas muestras, significa enfrentarlo a la opinin pblica y transformar la seleccin personal en objeto de discusin entre crticos, marchands, artistas y pblico en general. Pero tambin significa un medio de exhibicin, de distincin en trminos de Bourdieu2, para quien muestra sus objetos, sus elecciones, su obra en definitiva. El lapso que hemos circunscripto busca subrayar un momento de especial condensacin en el que se presentan las muestras ms significativas dentro de esta tipologa, aun cuando esta delimitacin temporal no implica de ninguna manera un corte abrupto en el proceso que intentaremos describir, sino ms bien un recorte efectivo para los fines de este trabajo. Dentro de esto que entendemos como un proceso de constitucin de una imagen pblica del coleccionista, la crtica especializada asume un rol protagnico en tanto contribuye con sus producciones a la legitimacin de la prctica, as como a la puesta en circulacin del coleccionista y su patrimonio en los medios grficos. Cayetano Crdova Iturburu, Manuel Mujica Linez, Jorge Romero Brest, Oliverio Girondo y Guillermo de Torre, son algunos de los que escriben en catlogos o artculos de prensa buscando precisar los rasgos que distinguen a esta figura y caracterizando la tarea especfica que lleva a cabo. Muestras como la de Rafael Crespo (1936) o la de Ignacio Acquarone (1965), por ejemplo, estuvieron acompaadas por extensos estudios que, aparte de presentar al coleccionista y resear las obras expuestas, tendan a valorar la seleccin personal como un aporte fundamental al conocimiento y difusin de lo artstico. Con relacin a este ltimo punto, uno de los objetivos centrales de este trabajo estar focalizado en el anlisis de los principales tpicos que nutren el discurso crtico y que adjudican al coleccionismo un papel central en el desarrollo de las artes plsticas. Asimismo, abordaremos, a travs de ciertos casos especficos, los canales pblicos por donde transitan las colecciones, es decir, los museos, las instituciones artsticas y las galeras comerciales que ofrecen sus salas y ponen en contacto al coleccionista con el pblico de arte. De este modo, podremos estudiar el lugar ocupado por esta actividad, tanto en el ceido mbito artstico, como en los diversos espacios culturales y sociales, lo que alumbrar algunos aspectos del proceso de emergencia de este personaje en la escena pblica.
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Dentro del amplio repertorio local de colecciones, nuestro estudio se concentrar en un conjunto acotado de ejemplos que consideramos paradigmticos en tanto revelan, no slo una presencia constante en el ambiente artstico de estos aos, sino que tambin intervienen de diferentes modos en la dinmica del campo llevando a cabo una accin de promocin cultural ms o menos formalizada segn los casos. A los nombres mencionados de Crespo y Acquarone, agregaremos los de Mercedes Santamarina, Francisco Llobet, Domingo Minetti, Luis Arena e Ignacio Pirovano. Por otro lado, nuestra seleccin tendr en cuenta aquellos casos cuya presencia en el espacio pblico se mantiene aun en la actualidad. Se trata de nombres que se constituirn, luego de la dispersin del patrimonio, como verdaderas marcas que se instalan con fuerza en el mercado del arte dotando a ciertas piezas de un plusvalor asociado al prestigio de su antiguo propietario. Por otra parte, el perodo que hemos delimitado corresponde a un momento singular del coleccionismo donde el arte argentino asume un protagonismo indito, quebrando la hegemona del arte europeo que hasta ese momento marc las elecciones estticas de los aficionados locales desde el siglo XIX. En este sentido, destacaremos en particular el caso de Arena, cuya pinacoteca circul en numerosas oportunidades por distintos espacios de exhibicin, generando un modelo para un nuevo coleccionismo que por estos aos se est especializando en el arte local. Tambin nos detendremos en la coleccin de Pirovano donde las firmas nacionales se combinan y dialogan con las internacionales. Este ltimo caso presenta la peculiaridad dentro del corpus que hemos seleccionado de no haber sido expuesto hasta el momento de su donacin pstuma al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. No obstante, esta coleccin se ha instalado en el medio, merced al reconocimiento pblico de Pirovano como promotor del arte concreto y como un referente de otra modalidad de coleccionismo abocado a las tendencias contemporneas ms radicales, diferencindose en este sentido de la lnea que encarna Arena. Esta situacin implica un cambio decisivo que privilegia las firmas locales, ms conservadoras o ms vanguardistas segn los casos, ligado a la consolidacin del movimiento moderno, de comienzos de los aos treinta, que supone la presencia de una dinmica de tensiones entre la tradicin y la renovacin vanguardista, dinmica en la que el coleccionista se constituir en un actor ms y muchas veces un actor clave.

Estrategias de presentacin pblica La aparicin de colecciones privadas en el escenario artstico local ha seguido diferentes vas que garantizan en mayor o menor medida su visibilidad pblica. Las salidas ms notorias del domicilio particular a veces coinciden con el final de un conjunto que se dispersa en subasta pblica3 o, aspirando a mejor destino, cuando son donadas a una institucin. Este ltimo es el caso de Luis Len de los Santos e Ignacio Pirovano, por ejemplo, que pasaron a engrosar el acervo del Museo Provincial de Bellas Artes de Santa Fe y el del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires respectivamente4. Tambin se destacan los casos donde el aporte privado pasa por la estrategia inaugural de una institucin dedicada al fomento del arte y de la cultura, como es el caso de la Asociacin Amigos del Arte que abre sus puertas en 1924 con la exhibicin de la coleccin Llobet5. Esta iniciativa marca lo que sera el modus operandi de la institucin en lo que a muestras colectivas se refiere. Coleccionistas como Enrique Larreta, Diego Lezica de Alvear, Atilio Larco, Rodolfo Pirovano entre muchos otros se encuentran, a travs de la exposicin de sus obras, en mbitos que renen artistas, intelectuales, msicos, poetas y crticos de las ms diversas tendencias locales e internacionales. De este modo, la actividad del coleccionista, tradicionalmente considerada un signo de distincin social, quedaba pblicamente reconocida dentro de un amplio programa cultural. Situacin que estaba auspiciada, adems, por la presencia de coleccionistas en la Comisin Directiva de la Asociacin, quienes por su parte tambin estaban prestos a ceder sus obras cuando la programacin as lo requera6.
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En la misma lnea de promocin institucional del coleccionismo, podemos mencionar el ejemplo de Mercedes Santamarina, cuyo nutrido conjunto de pintura francesa del siglo XIX se expone como parte del programa de reestructuracin del Museo Nacional de Bellas Artes llevado a cabo por Jorge Romero Brest en su calidad de director (1955-1963). En el prlogo, el crtico da cuenta de sus intenciones, al tiempo que deposita fuertes expectativas en lo que considera una muestra ejemplar para el coleccionismo porteo: Con esta exposicin de las extraordinarias obras que posee la Srta. Mercedes Santamarina y que constituyen el ajuar artstico de su residencia, el Museo inicia una nueva poltica cultural, que por cierto no excluye otras intenciones ya puestas en prctica. A nadie se le puede escapar, en efecto, que al mostrar esta coleccin tendemos a algo ms que al simple goce de las obras expuestas. Tendemos a que se intensifique el gusto por coleccionar obras de arte y por medio del ejemplo marcar rumbos a futuros coleccionistas. ()7 En los aos que siguen a la denominada Revolucin Libertadora, Romero Brest est lanzando una enrgica y renovada poltica cultural dentro de la que se perfila una apuesta importante a la actuacin de los coleccionistas. En primer lugar, ofrece al pblico lo que considera una seleccin de firmas cannicas del arte moderno francs a travs de un conjunto sobresaliente por su unidad, estilo y armona, buscando darle un carcter pedaggico a la muestra8. Por otro lado, promociona una coleccin privada desde uno de los principales foros artsticos oficiales, promoviendo un modelo paradigmtico para eventuales aficionados y un estmulo a la prctica en general. Romero Brest reanuda, de este modo, la estrecha relacin que el museo ha mantenido con el coleccionismo privado desde su fundacin en 18959. Con las primeras donaciones de Adriano Rossi y Jos Prudencio de Guerrico, esta institucin adquiere una fisonoma que luego cambiara con sucesivas adquisiciones. Pero lo que nos importa subrayar es la participacin del MNBA en este proceso de puesta en escena del coleccionismo. El ao 1936 marca un hito importante de este itinerario con la presentacin de la coleccin Crespo en las salas del Museo. En el lujoso catlogo que edit la Asociacin de Amigos10, Oliverio Girondo escribi un extenso estudio que pretende ubicar los Fautrier, Chagall, Derain, Modigliani, Picasso, Rouault, entre otras firmas seleccionadas por Crespo, dentro de una historia evolutiva de la pintura moderna europea que va desde la segunda mitad del siglo XIX hasta las primeras dcadas del XX11. La repercusin que tuvo esta exhibicin nos permite ver con que fuerza Crespo se instalara en el horizonte del coleccionismo local desde sus primeras apariciones pblicas. La revista Forma, por ejemplo, publica un estudio de Eduardo Eiriz Maglione12 que recorre la trayectoria de algunos de los artistas representados y lo que resulta aun ms significativo a los efectos de poner en circulacin esta seleccin de pinturas la revista reproduce a lo largo de varios nmeros obras de la coleccin. De este modo, promueve entre sus lectores la prctica de un coleccionismo de reproducciones y la formacin de pinacotecas caseras, apoyadas en el soporte de papel que provea la revista13. Attilio Rossi en Sur, celebra la iniciativa llevada adelante con esta exposicin en un artculo donde se muestra visiblemente sorprendido ante las manifestaciones de inters que los jvenes visitantes demuestran frente a los originales que ven por primera vez: [La coleccin de Crespo] es un soplo de oxgeno para la estancada atmsfera artstica de Buenos Aires, y los jvenes, como era fcil y lgico imaginrselo, lo han respirado a pleno pulmn. Nosotros mismo hemos odo discusiones y exclamaciones de asombro por parte de los jvenes que por la primera vez vean un conjunto representativo y vital de obras de arte autnticas. ()14 En 1948, la viuda de Crespo cede una parte del conjunto para una nueva muestra auspiciada por la asociacin Amigos de Libro. Tambin en esta oportunidad los medios especializados, como es el caso
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de la revista Ver y Estimar15, se hacen eco del evento destacando la importancia que tiene este tipo de muestras en un campo donde el arte contemporneo europeo circula en forma restringida. Esta sucesin de exhibiciones y la publicacin de imgenes y textos en los medios grficos sealan el itinerario que recorre la coleccin para afirmar su presencia en la escena artstica, para imponer un nombre como modelo y cita de autoridad en materia de coleccionismo de arte moderno. Pero tambin hablan del papel fundamental que se le est asignando desde las revistas culturales al coleccionista privado: el de ocupar, en cierta medida, el lugar que el Estado ha dejado vacante con respecto a la difusin del arte moderno en Buenos Aires16. El Museo Nacional contina siendo a lo largo de sucesivas gestiones un espacio codiciado por los coleccionistas durante estos aos, una vidriera prestigiosa y, eventualmente, un sitio que puede albergar el acervo personal en forma permanente. Adems de las presentaciones individuales, tambin se organizan exposiciones que seleccionaban piezas de diferentes coleccionistas dentro de un mismo perodo histrico como fue el caso de El impresionismo francs en las colecciones argentinas en 1933. Debemos destacar que esta modalidad est fundamentalmente dirigida a la exhibicin de colecciones de arte internacional. Las series consagradas al arte local debern esperar el patrocinio de gestores vinculados a otro tipo de espacios como veremos ms adelante. Por otro lado, el Museo representa en algunas ocasiones la posibilidad de poner en circulacin otra variante del coleccionismo local, ms atento a manifestaciones artsticas inmediatamente contemporneas. Con obras de Picasso, Kandinski, Klee, Debuffet, Tapies y argentinos como Iommi, Badii o Testa entre otros, Torcuato Di Tella presenta por primera vez su coleccin en 1960. Tambin, el entrerriano Ignacio Acquarone expone en 1965 una seleccin que rene las firmas de Sironi, Carra, De Chirico, Severini o Campigli, dentro de vasto conjunto dedicado exclusivamente a la pintura italiana del siglo XX. Ambos ejemplos definen un perfil diferenciado de coleccionista que ya no surge necesariamente de las familias tradiciones de la elite portea y que involucra, por un lado, a la burguesa industrial en plena expansin durante estos aos, y por otro, a sectores medios, profesionales, que se vuelcan progresivamente al consumo suntuario. La emergencia de este nuevo tipo de coleccionismo, que se consolida en los aos 50, se articula en gran medida con el accionar de nuevos espacios consagrados a la difusin del arte de vanguardia, como es el caso del Instituto de Arte Moderno por ejemplo17, y ya dentro de los circuitos comerciales, son los casos como las galeras privadas que introducen a su vez otras modalidades en la promocin del coleccionismo.

Apuesta al arte argentino Espacios como Van Riel (1924) o la flamante Bonino (19511979), entre otros, continan la lnea de accin que observamos en los Amigos del Arte o en el MNBA, tendiente a prestigiar la figura del coleccionista. Pero en estos aos el compromiso con la plstica contempornea y los artistas locales asume un carcter prioritario que supone una significativa renovacin de imgenes dentro de la misma modalidad de promocin del coleccionismo18. La exhibicin del patrimonio de Arena en el Saln Kraft (1950) y en Van Riel (1955), y las de Cesar Franceschini (1953), Luis Len de los Santos (1953) o Minetti en Bonino (1956), presentan nicamente obras de artistas argentinos. Esta operacin, que si bien implica una apuesta fuerte dentro de un mercado aun en proceso de consolidacin, est ostensiblemente dirigida a montar una puesta en escena donde el protagonista ms visible es el coleccionista. Se trata de muestras que, en primer lugar, fueron encabezadas con el nombre del propietario de las obras y una referencia genrica al perodo o procedencia de las piezas que forman parte del acervo privado: Pintura Argentina. Coleccin Domingo Eduardo Minetti es un ejemplo en este sentido, advirtiendo adems, como el coleccionista se exhibe junto a su obra. En segundo lugar, generalmente

estuvieron acompaadas con catlogos ilustrados, prlogos y/o ensayos de crticos especializados en la materia, en los que suelen aparecer datos biogrficos del coleccionista, algn indicio acerca de cmo y dnde reuni su patrimonio y un estudio breve sobre las obras.19 En muchas ocasiones este recurso form lgicamente parte de las estrategias comerciales de la galera, que al momento de subastar una coleccin, o poner a la venta parte de ella, apela al prestigio de un nombre reconocido en el ambiente artstico. De esta forma, el marchand apuesta a instalar ciertas firmas nacionales en los circuitos comerciales, al tiempo que provee un modelo a futuros aficionados, con el objeto de estimular eficazmente la prctica del coleccionismo y dinamizar el mercado. Aun hoy, las obras que pertenecieron a una personalidad destacada en el terreno Acquarone y Arena son buenos ejemplos favorecen ciertas ventas que cuentan con una garanta extra en cuanto a la calidad y autenticidad de las obras. En otras palabras, el apropiarse de las que fueron valiosas posesiones de un personaje de renombre, posee el beneficio secundario de vestirse con el prestigio y el reconocimiento social que gozaba y goza el antiguo propietario. Asimismo, esta operacin facilita y asegura al comprador menos avisado una seleccin lcida e inteligente como la que ostent aquella figura. Este tipo de exhibiciones, y otras que no estn destinadas necesariamente a la venta de las piezas, como fueron los casos de Arena y Minetti, funcionaron esencialmente como presentacinrepresentacin del coleccionista. Se trata de la oportunidad para que ste despliegue pblicamente sus habilidades, sus gustos, su intuicin, sus conocimientos sobre arte y, especialmente, para darse a conocer, para ascender a la vidriera antes de la dispersin de su patrimonio. Por esta va, el galerista crea un espacio visible para el acercamiento entre coleccionistas, aficionados, artistas y pblico, propiciando la circulacin y divulgacin del acervo privado. En definitiva, la visibilidad de estas figuras coleccionistas contribuye, no slo a la difusin de ciertos artistas, sino tambin a la formacin del gusto artstico, as como refuerza con su intervencin pblica el proceso de legitimacin y consagracin de un corpus especfico de imgenes. Desde su posicin de mediador autorizado, el galerista tambin puede intervenir directamente en la configuracin de una coleccin. Acaso uno de los ejemplos ms notorios de esta colaboracin sea el mencionado caso de Alfredo Bonino y la pinacoteca de Minetti20, quien adquiri el grueso de su coleccin en esta galera llegando a formar una de las pinacotecas ms significativas del pas en los aos 50 y 60. Aqu, la competente gua de Bonino contribuy a la formacin de un conjunto enfocado a la plstica local contempornea, que por cierto constitua el punto fuerte de sus ventas. Es en esta productiva relacin entre galerista y coleccionista que se origina una de las versiones comprimidas ms aplaudidas del arte local, con importantes exponentes como Antonio Berni, Juan Batle Planas, Gustavo Cochet, Po Collivadino, Emilio Pettoruti, por slo mencionar algunos de los mejor representados dentro de la plstica moderna21. Sin embargo, la adquisicin de obras de plsticos argentinos tuvo entre nosotros mecanismos ms recurrentes y directos que la mediacin del marchand. En este punto nos detendremos en el caso de Arena, quien se vincula con las producciones contemporneas fundamentalmente a travs del contacto directo con los artistas que pertenecen, bsicamente, a su misma generacin. En esto ltimo, sigue la prctica informal que ejercieron los coleccionistas de las dcadas precedentes, pero que aqu asume un carcter sistemtico que desemboca en la confeccin de un conjunto especializado en un rea especfica de la plstica argentina. Arena inicia su pinacoteca a mediados de 1940, haciendo foco en los lenguajes consagrados que en esos aos ocupan los espacios de legitimacin artstica. Con algunas excepciones como Casa quinta (1899) y La fbrica (1909) de Martn Malharro, o El guitarrista de Emilio Pettoruti (1920), el conjunto rene obras producidas en su mayora entre los aos 30 y 50, las cuales retoman los lenguajes de vanguardia introducidos hacia los 20. De esta forma, la coleccin tiene a distinguirse por una
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relativa homogeneidad estilstica que privilegia las diversas tendencias figurativas vigentes, entre las que se cuentan a Eugenio Daneri, Lino E. Spilimbergo, Miguel Carlos Victorica, Ral Soldi, Juan C. Castagnino, Pablo Curatella Manes y Jos Fioravanti entre los mejor representados. Dedicado desde muy joven a la actividad docente y especialmente preocupado por cuestiones relativas a la metodologa de la enseanza, Arena se introduce en el mbito artstico a travs del continuo recorrido de galeras, salones y, especialmente, en la asidua visita a los ateliers de los artistas, con quienes mantena estrechos vnculos de amistad. Asimismo, los fluidos intercambios con crticos, historiadores y personas vinculadas de una u otra forma al mbito de las artes, le permite sumergirse de lleno en las problemticas que ocupan a este sector de la plstica local. En esta lnea, Arena se mantendr en el espacio de los lenguajes consagrados y la tradicin, ajeno a los debates que por entonces suscita la vanguardia de lnea abstracta. Seguramente, la opcin por una versin moderada de la vanguardia local y lo que considera un nmero razonable de obras, es lo que le sugiere a Crdova Iturburu comparar la experiencia de recorrer esta coleccin con la audicin de () una bella sinfona de dimensiones razonables, sin sobresaltos, ni notas disonantes, sin excesos y sin desfallecimientos22. En esta va el coleccionista, diremos un autntico self made man, prescinde de intermediarios, de marchands, de galeristas23 y se transforma en un benefactor que apoya y alienta a cierto nmero de artistas. No slo a travs de la adquisicin de obras para su coleccin, sino tambin oficiando l mismo de intermediario informal entre los artistas y otros posibles compradores, entre crticos e incluso galeristas. En cierto modo, la tarea docente de Arena se ver prolongada en el influjo que proyect sobre algunos amigos, ajenos al arte por sus respectivos desempeos profesionales, incitndolos a conocer los talleres y a adquirir obras. Se trata de mdicos, abogados, profesores que si bien no llegaron a constituir colecciones comprables a la de Arena, contribuyeron a beneficiar a los artistas locales y a la circulacin comercial de las obras.24 La figura de Arena resulta emblemtica dentro de una clase media que se est volcando a un consumo cultural hasta el momento reservado a los sectores ms acaudalados de la sociedad, ya se trate de las tradicionales familias patricias o de los emergentes grupos industriales y empresarios. Siendo educador, pedagogo y escritor, los medios econmicos de Arena para la formacin de una coleccin artstica ciertamente fueron reducidos. No obstante, en un momento en que el mercado de arte argentino recin comienza a dar signos de desarrollo y crecimiento, los precios aun no alcanzan las elevadas sumas de los aos posteriores. Esta circunstancia, y un pequeo excedente econmico que Arena obtuvo gracias la publicacin de libros para la enseanza primaria durante el peronismo, favorecieron sus adquisiciones de pintura y escultura. De esta forma, cuando se enfrent a la clsica opcin de los sectores medios durante estos aos, de invertir sus excedentes en una casa de veraneo en Mar del Plata, Arena decidi formar una pinacoteca de artistas argentinos.25 Por su parte, la crtica apunta la emergencia de este nuevo coleccionismo como uno de los factores que contribuyen en el proceso de consolidacin de un nuevo status y protagonismo para la plstica nacional. Guillermo de Torre, por ejemplo, destaca la labor de Arena, haciendo hincapi en su carcter de precursor en este terreno, en su independencia de criterios y en la manifiesta confianza en los exponentes locales: Si en otros medios ya se hizo el elogio del marchand, alabando el riesgo y la agudeza, la osada y la clarividencia que este menester supone cuando se desempea con pulcritud redimindolo de su mercantilismo () con ms razn podramos intentar aqu y ahora la exaltacin del coleccionista. La tarea, adems, asumira plena originalidad; ante todo, aquella que deriva de sujeto mismo: el coleccionista de cuadros pertenecientes a artistas de su propio medio, en este caso, el argentino. Acaso no es sta, entre nosotros, una especie nueva y reciente, digna de un subrayado especial? En efecto, el coleccionista de arte con que hasta ahora contbamos
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lo era slo indirectamente, como si dijramos por procuracin o delegacin. Aplicado a reunir con preferencia pintores extranjeros, no haca uso de su capacidad de iniciativa y seleccin; operando con valores distantes, se atena a seleccionar y reunir lo ya acotado por otros. Pero he aqu un coleccionista aunque l repruebe este trmino y prefiera el ms ntimo de gustador como don Luis Arena, quien se resuelve a explorar u territorio prximo, donde puede aventurarse con plena seguridad, sin guas ni criterios extraos: el territorio cada vez ms firme y ensanchado de la pintura argentina contempornea.26 Los artistas que ingresaban a esta coleccin se veran lanzados a espacios seguramente ya conquistados por muchos de ellos, pero en estas circunstancias lo haran bajo los auspicios de un mecenas cuya reputacin y autoridad en materia de arte argentino le confera, podemos especular, un plusvalor al estmulo econmico que proporcionaba en cada una de sus adquisiciones. Debemos tener en cuenta que hablamos de una de las colecciones ms visibles y reconocidas del medio local durante los aos 50. As lo demuestran las diversas oportunidades en que fue expuesta pblicamente, tanto en espacios comerciales como en instituciones de promocin cultural.27 Tambin la coleccin que Ignacio Pirovano comienza a reunir por estos aos, recalara con importancia decisiva en la relacin con los artistas que la integran. Toms Maldonado28, a quien le uni un fuerte lazo de amistad y compaerismo, sera fundamental en la orientacin que asumi este conjunto centralizado en las diferentes versiones de la abstraccin nacional e internacional29. Asimismo, la propia experiencia de Pirovano como artista (1925-1945), los frecuentes viajes y sus vnculos con los compatriotas que residen en Europa, lo llevan a involucrarse profundamente con las nuevas corrientes de pensamiento y con las tendencias de avanzada que se desarrollan entonces en los principales centros internacionales30. stas constituirn el punto de arranque de la coleccin y el fundamento de la seccin dedicada a la abstraccin local. Con obras de Enio Iommi, Eduardo Mac Entyre, Miguel ngel Vidal y Vctor Magarios entre otros, Pirovano condensa un momento y un sector particularizado del desarrollo artstico en la Argentina. Se trata de un conjunto que a diferencia de la opcin de Arena centralizada en la tradicin figurativa testimonia la vehemencia del cambio introducido por los movimientos concretos desde 1945 y la renovacin violenta de los lenguajes por la va de la abstraccin, constituyendo un caso inaugural en la Argentina de ese momento. Un imperativo de contemporaneidad parece alimentar y dirigir ostensiblemente sus decisiones:

() Esto es lo importante afirma Pirovano. Ser un hombre pero un hombre de un tiempo dado. En Europa, en las antiguas civilizaciones, los hombres pueden darse el lujo de elegir, de instalarse cmodamente dentro del encuadre histrico que ms les convenga. En Amrica tenemos el mandato de ser de nuestro tiempo. Tenemos que ser contemporneos o no seremos nada.31 En este sentido, Pirovano cumple su propio mandato de contemporaneidad y se transforma en un pionero del coleccionismo nacional al ocuparse en forma prioritaria de lo que est sucediendo a su alrededor en al campo del arte y adelantndose, por momentos, al juicio legitimador de las instituciones que consagraran a su tiempo las propuestas de estos artistas. Por otro lado, Pirovano inaugura un nuevo modelo que es el del crticocoleccionista, que adquiere obras en funcin de una visin muy estudiada del arte contemporneo y de una toma de posicin respecto de los caminos que debe transitar el arte para ser expresin de su tiempo32. Aparte de una nutrida labor terica que desarrolla tanto en escritos, como en disertaciones pblicas, su desempeo como gestor cultural desde diferentes instituciones de promocin artstica como el Museo de Arte Decorativo, la Comisin Nacional de Cultura, as como su participacin en la Asociacin Argentina de Crticos de Arte, coloca a Pirovano en un lugar visible desde el cual ejerce una autoridad legtima y promociona un modo de ver, de entender y de
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coleccionar el arte abstracto, aun cuando no lograra traducir en iniciativas institucionales concretas los proyectos elaborados desde la esfera privada, ni su coleccin fuera expuesta pblicamente como es el caso de Arena. La intensa participacin de Pirovano en la escena cultural lo convierten en un caso de excepcin que evidencia la complejidad de la relacin entre las esferas de lo privado y de lo pblico. Pese a que su coleccin no lleg a trasponer los muros de su residencia hasta la donacin pstuma al MAM, esto no impidi que se constituyera una imagen pblica del coleccionista asociada a la del gestor cultural cuyo influjo en el campo artstico a travs del apoyo que recibieron aquellos artistas que Pirovano se dedic a seguir, sostener e impulsar en un momento en el que no contaban con otro mecenas dispuesto a ello, contribuy en gran medida a la difusin y consagracin del arte de vanguardia. Testimonio de esto son las cartas que intercambiaba con sus amigos y protegidos, como por ejemplo la que le enva Vctor Magarios donde registramos el reconocimiento y el respeto del que gozaba Pirovano entre los artistas: Quizs le extrae leer estas lneas, puesto que no ha pasado mucho tiempo de nuestra ltima entrevista, pero hay algo que siento y quiero dejar testimonio de ello, es mi agradecimiento y respeto a cuanto usted viene haciendo por el Arte, la Cultura y por nosotros () en particular. Es alentador verlo luchar, interpretando el presente y haciendo ver el futuro a una sociedad que vive en medio de una alienacin que ignora. No se si en este ir y venir por la Repblica alguien interpret sus altos y nobles ideales, en ese caso, no se preocupe, los hombres cuyo destino es el de abrir caminos, no tienen tiempo de pensar en otra cosa. () Otros hombres, otros artistas, otros cientficos, lucharon y luchan del mismo modo, por eso valoro cuanto usted hace, sin esperar el mezquino reconocimiento de los dbiles de espritu. Adelante Ignacio, siempre como si recin comenzramos a vivir.33

En sntesis, los contornos del mbito privado tienden a disolverse en tanto cada coleccin asume, por las diferentes vas que hemos mencionado, un carcter pblico cuando forma parte de los circuitos de distribucin artstica con cierta regularidad, o semipblico, como en este ltimo ejemplo. Dentro del repertorio local de colecciones, nos hemos concentrado en las series de Arena y Pirovano en virtud de que se presentan, de acuerdo a lo expuesto, como dos opciones vigentes en el coleccionismo local de estos aos, como dos apuestas por el arte argentino, y como dos formas de situarse frente a una misma intencin de contemporaneidad manifiesta en direcciones divergentes. En este sentido, ambas colecciones operan como espacios que, enfrentados, hacen patentes los debates que se gestan en este perodo entre las vertientes figurativas y los movimientos abstractos, tendencias sobre las que cada uno ejerce una seleccin de signo distinto que define un perfil y un modelo especfico de coleccionista.

La produccin discursiva sobre el coleccionismo. Del prestigio a la profesionalizacin La participacin del coleccionista en los circuitos artsticos y comerciales que articulan las instituciones y las galeras privadas de arte se ver legitimada por el reconocimiento de crticos influyentes en el medio34, quienes se ocuparn de reforzar su imagen fundamentalmente a travs de escritos en los catlogos de exposiciones o de la misma coleccin. La construccin de discursos alrededor de esta prctica, desde la crtica de arte, nos instala en una dimensin de la cuestin donde las representaciones y las proyecciones que efectan los medios especializados sobre el fenmeno del coleccionismo,

y en particular sobre el sujeto coleccionista, activan nuevos significados en la constitucin y exhibicin del patrimonio artstico. La crtica buscar por diferentes medios trazar aquellos aspectos que singularizan esta prctica y hacen del coleccionista un sujeto especial, diferente u original. En este sentido describe Manuel Mujica Linez a Domingo Minetti: () Nadie ms respetable, inquietante y sugerente, que un coleccionista. Su existencia se rige por reglas especiales. Cazador alerta, clasificador sensible, estudioso y observador especializado, conservador riguroso, adorador de una mitologa cuyo sentido nicamente l alcanza: hlo ah, en el refugio envidiable de su coleccin.35 Asimismo, el coleccionista se ha visto como un artfice que derrocha talento y creatividad en cada decisin, arrogndose un lugar equivalente al de los artistas que constituyen su patrimonio. En este sentido, Romero Brest nos previene: () conviene no olvidarlo, formar una coleccin es crear, por cuyo motivo puede tener estilo o no tenerlo36. Esta idea de creacin suele estar presente en los textos que exponen las cualidades puestas en juego a la hora de reunir un conjunto artstico y apunta, en especial, a despojar la prctica de todo tinte mercantilista y a otorgarle, en algunos casos, un aura de espiritualidad, incluso de misterio, de reserva. En otros escritos, la tarea del coleccionista se vuelve substancial por cuanto puede suplir, hasta cierto punto, las exiguas medidas oficiales tendientes a conformar un patrimonio artstico nacional37. Para llegar a este punto el coleccionista ha debido protagonizar una evolucin en su status profesional, es decir, ha pasado del aficionado o gustador como prefiere llamarse Arena en un exceso de modestia38, al coleccionista experto. Este ltimo, establece un criterio especfico de seleccin; lleva a cabo adquisiciones sistemticas de obra, que obedecen a lineamientos predeterminados; recoge informacin, se documenta por sus propios medios o busca asesoramiento; y en algunos casos, encarga la confeccin de un catlogo como el de Acquarone en el que se registran los datos pertinentes a la seleccin, se reproducen imgenes y se busca anclar histricamente el recorte efectuado. La suma de estos ingredientes hacen a la institucin de un coleccionismo profesional, aunque la ausencia de alguno de estos elementos no signifique necesariamente la prdida del status del coleccionista. En este sentido, los casos que hemos mencionado se exponen pblicamente como el resultado del conocimiento y las competencias de un entendido en la materia para crear un conjunto coherente, representativo y didctico en su composicin. La capacidad de iniciativa y seleccin distinguen a este nuevo coleccionista que ya no opera liberando sus opciones estticas al azar, al instinto del amateur, o al sentido comn. De esta forma, lo que caracteriza los discursos sobre el coleccionismo es la explcita intencin de exaltar las habilidades que se pondrn en juego, los resultados exhibidos y la funcin del acervo personal que entra en la esfera de lo pblico. Quin podra negar la funcin social y esttica cumplida por el coleccionista de arte?39, se pregunta Guillermo de Torre enarbolando el ejemplo de Arena. En este caso, se le atribuye un rol protagnico en el desarrollo de las artes al coleccionista de firmas locales especficamente: () Lejos de cumplir una funcin limitada o egosta segn se cree errneamente, desempean una misin generosa, esclarecedora, ejemplarizante. Contribuyen a orientar y depurar el gusto pblico, a seleccionar valores, con un criterio menos esttico y conformista sin trabas ni compromisos que el de los jurados oficiales.40 Habra que esperar todava algunos aos para que la ciudad contara con un museo de arte moderno, donde se exhibiera un panorama representativo de la produccin nacional contempornea como parte
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de un patrimonio pblico y, esencialmente, accesible en forma permanente al gran pblico41. Mientras tanto, en este contexto poco alentador, el hacer del coleccionista deviene, al decir del crtico, en una misin generosa, esclarecedora y ejemplarizante, proyectando sus potencialidades fuera del reducido crculo de compradores, intermediarios y especialistas. Los alcances de esta vocacin son definidos, de este modo, en trminos que van desde la capacidad de una coleccin para ilustrar cierto perodo de la historia del arte, hasta el cumplimiento de un deber social y nacional que los crticos y escritores adjudican a los particulares. As, un punto central de las consideraciones sobre la prctica del coleccionismo es la habilidad para llevar a cabo una seleccin que posibilita explorar una determinada etapa del arte argentino a travs de sus representantes fundamentales. Crdova Iturburu ofrece un ejemplo atractivo de esta lnea cuando describe la coleccin de Acquarone como una viva resea histrica de la pintura de este siglo y un panorama actual de denso valor ilustrativo. De modo que recorrer esta serie () importa tanto como recorrer cincuenta aos de nuestra pintura y pasar revista al nutrido y complejo abanico multicolor de las tendencias cuyas aparentes contradicciones proporcionan su vibracin de inquietud al mbito de nuestros das. A travs de estos cuadros puede seguirse paso a paso, en una palabra, la evolucin de las formas () desde los impresionistas de los comienzos de siglo hasta las ms recientes manifestaciones de avanzada y en lo que se refiere al arte actual se hallan aqu presentes, en piezas ejemplares, las tendencias originadas tanto por las particularidades de diverso orden del pas como por la gravitacin de las grandes direcciones estticas modernas ()42 El extracto citado es representativo del uso que suele hacerse del catlogo de una coleccin. Su primera finalidad consiste, lgicamente, en divulgar el acervo personal. All suele exponerse un estudio de las obras que pretende incorporarlas a un determinado relato de la historia del arte que legitima la seleccin. En otras palabras, el prlogo a la coleccin es tambin ocasin para un ensayo terico en el que se desarrolla un pensamiento especfico sobre la plstica local o internacional, donde se expone un discurso previamente establecido y difundido43. Se trata de una doble estrategia que en el caso de Acquarone busca subrayar por un lado la audacia y la modernidad del coleccionista, y que por el otro, tiende a contribuir en el afianzamiento de un discurso sobre el arte moderno en la Argentina. A la primera seleccin efectuada por el coleccionista, debemos sumar ahora el juicio del crtico, que evala la formacin del conjunto, agrupa concienzudamente las obras que va a comentar, y arma un recorrido desde una perspectiva que seala claramente su adscripcin a un pensamiento evolutivo de las formas y el lenguaje moderno44. De esta manera, la coleccin se transforma en un escenario donde se exhiben determinados criterios de valoracin esttica introducidos tanto desde la prdica aleccionadora del especialista, como a travs de las afortunadas elecciones del coleccionista. Finalmente, en esto que parece una feliz coincidencia de olfato y percepcin, las habilidades desarrolladas por este sujeto, es decir, sus conocimientos sobre arte, su capacidad para discernir la buena pintura, as como para avizorar nuevos valores, etc., convierten al coleccionista en un estudioso, en un experto en materia artstica, en un profesional que supera definitivamente al aficionado y otorga nuevos sentidos al prestigio que habitualmente reviste esta tarea. Esta somera descripcin de los tpicos utilizados para la caracterizacin del coleccionista, nos permite visualizar de que modo y en que medida el escritor se halla comprometido con la figura que est presentando. Se trata de textos pensados para los catlogos de exposiciones, o artculos de revistas culturales, encargados por los galeristas, por quienes promocionan las muestras, o por el mismo coleccionista. De modo que el objetivo que gua este tipo de trabajos apunta a la exaltacin del coleccionista segn las palabras empleadas por Guillermo de Torre, dejando poco espacio para el disenso, o propuestas alternativas de coleccionismo.
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A modo de conclusin La emergencia del coleccionista en el mbito pblico abre una nueva lnea de anlisis hacia las proyecciones que su accionar puede tener en las modalidades de valorizacin y reconocimiento del arte argentino. A travs de una activa participacin en las redes que articulan instituciones, galeristas, artistas y crticos, el coleccionista interviene en el campo del arte desempeando lo que durante este perodo se eleva al estatus de misin patritica. Ya sea mediante el apoyo sostenido a artistas consagrados como en el caso de Arena, o mediante el descubrimiento de nuevos valores en la plstica local que lleva a cabo Pirovano, el coleccionista tiende a suplir en alguna medida las exiguas medidas oficiales para la constitucin del patrimonio artstico nacional. La crtica especializada recupera y pone de relieve esta tarea del coleccionista que, lejos de agotarse en el placer esttico o la mera bsqueda de prestigio, tiende a satisfacer necesidades de conocimiento, a orientar y depurar el gusto del pblico, entre otras capacidades que son destacadas en los escritos sobre el coleccionista. Las potencialidades de esta prctica nos permiten pensar en la accin de un actor destacado en el medio local que, en muchos casos, combina productivamente la actividad del mecenas con la del gestor cultural, como en el ejemplo emblemtico de Pirovano. Aqu, la coleccin personal forma parte de un proyecto cultural de largo alcance que busca la promocin de las tendencias ms radicales iniciadas con los movimientos concretos. En tanto cada coleccin exhibe un recorte especfico del desarrollo artstico, pensado y elaborado de acuerdo a unos criterios que le proporcionan un carcter homogneo, stas se presentan como espacios en los que se debaten y se enfrentan ideas, experiencias, donde rivalizan conocimientos, concepciones estticas, proyectos personales, vocaciones docentes. La operacin que efecta la crtica sobre cada serie, y las diferentes estrategias que se despliegan en la representacin de este actor, sitan la actividad en un foro de discusin virtual que busca reforzar esta imagen, despojarla, casi redimirla de su aspecto comercial, e instalar la prctica como algo imprescindible para el desarrollo del arte en el pas. El proceso de construccin de una imagen pblica del coleccionista de arte, y especficamente del coleccionista de arte argentino, involucra a un sujeto que se distingue de sus antecesores por su extraccin social, sus preferencias estticas y esencialmente, por la adhesin a nuevos valores culturales asociados a producciones artsticas nacionales, revelando una dimensin de significados indita en la prctica de coleccionismo local. Se trata de un fenmeno cultural y social, ntimamente ligado a la consolidacin institucional del medio artstico, as como a la aparicin de nuevos espacios para la difusin y venta del arte argentino. Asimismo, este coleccionismo se halla enmarcado dentro del proceso de emergencia y afianzamiento de los sectores medios e industriales, proceso que se desarrolla a lo largo de este perodo y que da lugar a una extensin de los hbitos de consumo artstico hacia las capas medias de la sociedad. Diremos, finalmente, que la figura del coleccionista cobre un relieve desconocido hasta el momento a partir de la confluencia de varios factores: las exposiciones en espacios pblicos, la produccin crtica desarrollada alrededor de esta prctica, as como la participacin de los coleccionistas en instituciones de promocin artstica. Todos estos elementos contribuyen a la afirmacin pblica del coleccionista, a la distribucin de una nueva valoracin asignada a la prctica del coleccionismo y a sus impulsores, y a su constitucin como dinmicos agentes culturales, capaces de ejercer un poder transformador y legitimador de la produccin artstica.

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Notas
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Es el caso de la Revue Illustre du Rio de la Plata a fines del siglo XIX, por ejemplo, o La Ilustracin Sudamericana en los primero aos del siglo XX. Para una aproximacin al coleccionismo decimonnico vase Ma. Isabel Baldasarre, Bronces en Buenos Aires. Un escultor contemporneo en la coleccin Guerrico, en: Eplogos y prlogos para un fin de siglo, VIII Jornadas de Teora e Historia de las Artes, CAIA, Buenos Aires, 1999, pp.151-160. Tambin debemos mencionar el ejemplo de Plus Ultra durante los aos 20, al respecto vase Diana B. Wechsler, Revista Plus Ultra: un catlogo del gusto artstico de los aos 20 en Buenos Aires, en: Boletn de Estudios e investigaciones del Instituto de Teora e Historia del Arte Julio E. Payr, n.4, Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras, UBA, 1991, pp.199-209. 2 Vase Pierre Bourdieu, La Distincin, Madrid, Taurus, 1998 (1979, 1 ed.). 3 Como fueron los casos de Vctor Bossart y Mario Alessandro, entre otros, cuyas colecciones no tuvieron mayor difusin hasta el momento en que cambiaron de manos. Bossart se desprendi prcticamente de la totalidad de su patrimonio en el remate realizado en la Galera Van Riel en 1964 y Alessandro puso a la venta un importante conjunto de pinturas argentinas en la misma galera en 1966. 4 De los Santos don su coleccin en 1952 y la de Ignacio Pirovano fue donada despus de muerte en 1983. 5 Coleccin Francisco Llobet. Pintura Moderna 18301924. Catlogo de Exposicin, Primer Saln de la Sociedad Amigos del Arte, Buenos Aires, julio de 1924. 6 Vase La obra de Amigos del Arte, Julio 1924 Noviembre 1932, Buenos Aires, Asociacin Amigos del Arte, 1932, y La obra de Amigos del Arte en los aos 1933-1934-1936-1936, Buenos Aires, Asociacin Amigos del Arte, 1936. Tambin debemos mencionar aqu a la Asociacin Amigos del Libro que en varias oportunidades auspici la presentacin de colecciones privadas como la de Luis Arena, Rafael A. Crespo y Alejo B. Gonzlez Garao entre otros. 7 Jorge Romero Brest, Coleccin Mercedes Santamarina, Catlogo de Exposicin, Museo Nacional de Bellas Artes (en adelante MNBA), Buenos Aires, junio de 1959, s/p. 8 Ibdem. 9 Vase Marcelo Pacheco, La relacin de los coleccionistas con el Museo de Bellas Artes, en: La Maga, Buenos Aires, Mircoles 22 de mayo de 1996, p.36. 10 Asociacin que, al igual que Amigos del Arte, estaba impulsada por coleccionistas como Alfredo Gonzlez Garao y Rafael A. Bullrich. 11 Tambin se public una versin econmica del catlogo que ampliaba las posibilidades de divulgacin de esta pinacoteca. 12 Eduardo Eiriz Maglione, La coleccin de Don Rafael Crespo, en Forma. Organo de la sociedad de Artistas Plsticos, Buenos Aires, n.2, septiembre de 1936, pp.10-12. 13 El anuncio aparece en la Seccin de Notas y Comentarios del mismo nmero: Una coleccin de cuadros y un coleccionista, p.16. Crespo aparecera en reiteradas oportunidades en esta revista al igual que otros coleccionistas como Atilio Larco, Marcelo Schlimovich, Alfredo Gonzlez Garao, Rafael A. Bullrich o Francisco Llobet. Asimismo, se publicaron en diferentes nmeros reproducciones de algunas piezas de estas pinacotecas. 14 Attilio Rossi, La coleccin de Rafael A. Crespo expuesta al pblico en las salas del Museo de Bellas Artes, en Sur, Buenos Aires, n.25, octubre de 1936, p.97. 15 Ver y estimar, dirigida por Romero Brest (1948-1955) es otra de las publicaciones especializadas en arte que darn un espacio al coleccionismo local. 16 Al respecto, vase Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo y poltica, Arte argentino en los aos sesenta, Buenos Aires, Paids, 2001, captulo I. 17 Aqu se expondr, por ejemplo, la coleccin de Mario Remorino dedicada al arte italiano contemporneo en 1951. 18 Esta tendencia se registra tempranamente en las actividades de la antigua Witcomb (1868-1971), as como en la galera Mller desde los primeros aos del siglo XX. Vase Patricia Artundo, Memorias de una galera, Fondo Nacional de las Artes Fundacin Espigas, Buenos Aires, 2000. 19 Andrea Giunta analiza algunos de estos aspectos con respecto a las actividades de Bonino en Hacia las nuevas fronteras: Bonino entre Buenos Aires, Ro de Janeiro y Nueva York, en: El Arte entre lo Pblico y lo Privado, VI Jornadas de Teora e Historia de las Artes, Buenos Aires, CAIA, 1995, pp.277-284. 20 Aparte de Minetti, Bonino tambin influy en la confeccin de la seccin argentina de la coleccin de Ignacio Acquarone. 21 Minetti inici su coleccin en 1943 con exponentes de la plstica argentina del siglo XIX, entre los que se contaban Ernesto de la Crcova, ngel Della Valle, Adolfo DHastrel, Cayetano Descalzi, Otto Grashof, Juan Len Pallire, Prilidiano Pueyrredn, Carlos Pellegrini, Juan Mauricio Rugendas y Eduardo Svori. Luego, bajo la influencia de Alfredo Bonino, Minetti se orient decisivamente hacia la pintura contempornea. Ver Manuel Mujica Linez, Pintura Argentina. Coleccin Domingo Eduardo Minetti, Catlogo de Exposicin, Buenos Aires, Galera Bonino, 1956. 22 Cayetano Crdova Iturburu, Cuatro pintores en la coleccin Arena. Victorica Daneri Spilimbergo Soldi, Catlogo de Exposicin, Galera Van Riel, 15-17 de agosto de 1955, s/p. 23 Hasta el momento no tenemos noticias de que Arena haya efectuado compras en galeras privadas de arte, no obstante, no desechamos la posibilidad de que esto sucediera en alguna oportunidad. 24 Entrevista de la autora con Hctor L. Arena, Buenos Aires, 6 de septiembre de 2001.

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Ibidem. En esta misma lnea de coleccionismo de clase media se inscribe el caso de Luis Len de los Santos y Cesar Francesquini. 26 Guillermo de Torre, Pintura argentina contempornea de la Coleccin Arena, Catlogo de Exposicin, Buenos Aires, Saln Kraft, septiembre de 1950, s/p. 27 Este conjunto pudo verse parcialmente en el Saln Kraft (1950); en las salas de La Sociedad Argentina de Escritores (1950); en la Galera Van Riel (1955); en las salas de la Direccin de Artes Plsticas del Ministerio de Educacin de la Pcia. de Bs.As. (1960); y en el Saln de la Municipalidad de la Plata (1960). Por otro lado, esta coleccin form parte de los itinerarios didcticos que realizaba la Asociacin Ver y Estimar a cargo de Jorge Romero Brest, con el objeto de observar y analizar las obras de arte in situ. 28 Maldonado fue uno de los fundadores de la Asociacin Arte ConcretoInvencin en 1945, junto a Lidy Prati, Alfredo Hlito, Caraduje, Ennio Iommi, Claudio Girola, Manuel Espinosa, Alberto Molenberg, los hermanos Lozza, Edgar Bayley, y otros. Ver Nelly Perazzo El arte concreto en la Argentina en la dcada de cuarenta, Buenos Aires, Gaglianone, 1983. 29 Coleccin Ignacio Pirovano, Donacin Sra. Josefina Pirovano de Mihura, Catlogo de la Coleccin, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 1983. 30 Maldonado se traslada en 1954 para ingresar en la Escuela Superior de Diseo de la mencionada ciudad. A partir del intenso intercambio epistolar entre ambos obtenemos una rica informacin no slo sobre la amistad que los una, sino tambin acerca de los mltiples aspectos que conciernen especficamente a la formacin de esta coleccin. 31 Ignacio Pirovano, Palabras mencionadas por Ignacio Pirovano en el banquete despidiendo a Toms Maldonado en ocasin de su viaje a Ulm, Alemania Occidental, donde ha sido nombrado profesor del Instituto Superior del Diseo Buenos Aires, 2 de mayo de 1954, Archivo Pirovano, Fundacin Espigas. 32 Catlogo de la exposicin de Ignacio Pirovano Retrospectiva 1925/1945, Galera Carmen Waugh de Buenos Aires, julioagosto de 1972. 33 Carta de Vctor Magarios a Ignacio Pirovano, Pinamar, 27 de abril de 1967, s/p., Achivo Pirovano, MAM. 34 Se trata de crticos y escritores, como Cayetano Crdova Iturburu, Guillermo de Torre o Manuel Mujica Linez entre otros, que ocupan espacios preponderantes para la divulgacin y legitimacin de lo artstico, como los ciertos medios grficos, la enseanza artstica, los jurados de diferentes certmenes artsticos, etc. 35 Citado en Andrea Giunta, Hacia las nuevas fronteras: Bonino entre Buenos Aires, Ro de Janeiro y Nueva York, art. cit., p.418. 36 Jorge Romero Brest, Cat. cit, s/p. 37 Cf. Andrea Giunta, Marcelo Pacheco, Mari Carmen Ramrez, De lo pblico a lo privado y viceversa: Estrategias del coleccionismo artstico en la Argentina, en: Cantos paralelos, Catlogo de la exposicin, EEUU, Jack S. Blanton Museum of Art, The University of Texas at Austin, pp.261-271, 1999. 38 Guillermo de Torre, cat. cit., s/p. 39 Ibdem. 40 Ibdem. 41 El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires se fund en 1956 como un museo itinerante que desde ese momento recorra sucesivos puertos internacionales exhibiendo su patrimonio. Ver Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo op.cit., pp.100-103. 42 Cayetano Crdova Iturburu, Pintura argentina en la Coleccin Acquarone, Buenos Aires, Edicin Aleph, 1955, pp.10-11. 43 Entre otros ejemplos destacaremos el texto de Oliverio Girondo sobre la coleccin Crespo, donde se puede registrar el mismo mecanismo con respecto al desarrollo del arte moderno en Europa. 44 Julio E. Payr y Jorge Romero Brest sern los principales promotores de este discurso sobre lo moderno que guiar gran parte de las interpretaciones del arte en este perodo. Al respecto, vase Diana B. Wechsler, Julio Payr y la construccin de un panten de los hroes de la pintura viviente, en: Boletn de Estudios e investigaciones, Buenos Aires, Instituto de Teora e Historia del Arte Julio E. Payr, n.10 (en prensa); Recepcin de un debate. Reconstruccin de la polmica en torno a la formacin de una plstica moderna en la prensa de Buenos Aires, en: Arte y Recepcin, VII Jornadas de Teora e Historia de las Artes, Buenos Aires, CAIA, pp.47-57; y Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo op. cit., pp.45-100.

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