0% encontró este documento útil (0 votos)
476 vistas431 páginas

Luces Revolucionarias

Este documento presenta una introducción a dos procesos revolucionarios ocurridos a finales del siglo XVIII en España y Venezuela: la Rebelión de Madrid de 1795 y la Rebelión de La Guaira de 1797. Ambas rebeliones surgieron del descontento popular con el gobierno de Carlos IV y su valido Manuel Godoy. La Rebelión de Madrid fue liderada por Juan Bautista Picornell y otros ilustrados, mientras que la Rebelión de La Guaira fue encabezada por Manuel Gual y José María España. Estos procesos revelan el deseo

Cargado por

Xa Mo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
476 vistas431 páginas

Luces Revolucionarias

Este documento presenta una introducción a dos procesos revolucionarios ocurridos a finales del siglo XVIII en España y Venezuela: la Rebelión de Madrid de 1795 y la Rebelión de La Guaira de 1797. Ambas rebeliones surgieron del descontento popular con el gobierno de Carlos IV y su valido Manuel Godoy. La Rebelión de Madrid fue liderada por Juan Bautista Picornell y otros ilustrados, mientras que la Rebelión de La Guaira fue encabezada por Manuel Gual y José María España. Estos procesos revelan el deseo

Cargado por

Xa Mo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 431

Carmen. L.

Michelena

Luces revolucionarias
De la rebelin de Madrid (1795) a la rebelin de La Guaira (1797)

Premio Internacional de Investigacin Sobre la Emancipacin I Edicin

INTRODUCCIN

La historiografa, tanto americana como espaola tradicional, tiende a reducir el inicio del proceso independentista al ao 1810, con lo cual la mayora de los condicionamientos, rupturas y definiciones de concepto aparecen aislados de su contexto, desconociendo intencionadamente que es imprescindible analizar los acontecimientos del crucial quinquenio finisecular (1795-1800) para comprender sus dimensiones y su alcance. Autores como Julin Maras dan a entender que antes de 1808 no hay historia en NuestraAmrica y casi no la hay tampoco de Espaa con respecto a sus colonias: [] la invasin francesa de 1808 tuvo atroces resultados: precipit la discordia latente apenas iniciada en Espaa y provoc lo que haba de ser decisivo para todo el siglo siguiente: la discordia entre las Espaas 1. Maras trastoca la cronologa y con ello todos los conceptos y la interpretacin de la situacin espaola a partir, justamente, de 1789!: Pero, sobre
todo, hay que recordar que [] los primeros chispazos de la independencia se producen hacia 1810, durante la guerra de Espaa contra Napolen [] 2.

Elimina as de un plumazo un perodo completo y desvirta la interpretacin del proceso histrico de constitucin de la peculiaridad revolucionaria independentista. Concluye Maras que, si no hubiera existido esa discordia en Espaa, la Independencia de Amrica se habra producido en otra fecha y sobre todo de otra forma. Algo similar ocurre con la opinin de Frdrique Langue, cuando sugiere que: [] habra que interpretar el fenmeno de la revoluc in de Independencia en cuanto guerra de clases y de castas o tambin en cuanto guerra civil/internacional []3, para la cual parte del concepto de una internacionalizacin de las ideas que, si bien es cierta en lo que se refiere a las provenientes de la Revolucin Francesa y la Independencia de Norteamrica, tambin es cierto que los procesos revolucionarios son especficos y responden a causas internas que no se pueden desechar, porque en ellas radica el fundamento de su explicacin.

1 2

Julin Maras, Espaa Inteligible. Razn histrica de las Espaas. Madrid: Alianza Editorial, pp. 322-323, 1985 Idem, p. 326. 3 Langue, Frdrique, Aristcratas, honor y subversin en la Venezuela del siglo XVIII. Caracas: Academia Nacional de la Historia, p. 219, (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 252), 2000

As pues, es el momento de comenzar a cambiar los paradigmas historiogrficos tradicionales 4, tan criticados pero sobre los que no hay, paradjicamente una crtica rigurosa cuando estamos a las puertas de los Bicentenarios de las Emancipaciones de NuestraAmrica, las que an no han culminado porque la dominacin europea y norteamericana persiste en nuestro Continente.

Para comenzar, recordemos que a Carlos III habra de sucederle en el trono su hijo Carlos IV (1788-1808), cuya imagen se ha convertido, a travs de la historia, en una especie de personaje fracasado de folletn: Un Rey bobo y beato [casado con], una reina intrigante y viciosa5. Un rey engaado por su esposa con el favorito Manuel Godoy (nacido en Badajoz, guardia de corps y, luego, duque de la Alcudia y Prncipe de la Paz) y, segn dicen con muchos otros, de lo que no parece darse cuenta el monarca. Este rumor corre por Madrid. De ello da fe un panfleto que circul con motivo de la guerra con Francia:
El francs le trata al espaol de colln por consentir la nacin le gobierne, quien Godoy! Pero que admiracin la doy si la reina por su lujuria le enamor! O que furia! Y le sac del cuartel para joderse con el seor duque de la Alcudia 6.

Aun as, Carlos IV se esfuerza en continuar la obra de su padre y delega los asuntos de Estado en manos del valido. Algunos representantes de la historiografa contempornea espaola, encabezados por Enrique Gimnez 7, se afanan por reivindicar la imagen del monarca, lo cual no contradice el hecho de que su gobierno estuviera lleno de equivocaciones.

Es sorprendente que en la actualidad pervivan visiones reaccionarias y poco rigurosas sobre la Rebelin de La Guaira (conocida como la Conspiracin de Gual y Espaa) como se muestran en la obra publicada por la Fundacin Polar, que lleva por ttulo: Gual y Espaa y la independencia frustrada. Juan Carlos Rey, Rogelio Prez-Perdomo, Ramn Aizprua Aguirre, Adriana Hernndez y Elas Pino Iturrieta. Gual y Espaa: La Independencia Frustrada. Caracas: Fundacin Empresas Polar, 2007. 5 Emiliano Fernndez de Pinedo et l, Centralismo, ilustracin y agona del antiguo rgimen (1515-1833). En Manuel Tun de Lara (Dir.), Historia de Espaa (pp. 45-46). Madrid: Labor, (s.f). 6 Pieza C reservadsima que comprende el expediente formado por el seor corregidor de Madrid, con motivo del insolente y escandaloso pasqun que se arranc la maana del 10 de diciembre del ao pasado de 1794. Todo ello en uno de los postes de los portales de Guadalajara, cuyo expediente corre por ahora agregado a la causa de conspiracin en que entiende el seor conde del Pinar, en virtud de especial comisin del ilustrsimo seor obispo de Salamanca gobernador del Consejo, Madrid, 1795-23-02, Archivo Histrico Nacional, Madrid (en adelante AHNM), Consejo, 11937, fol. 1r. 7 Enrique Gimnez Lpez, El contexto histrico: Manuel Godoy y la Espaa de Carlos IV, en Isadora Rose-de Viejo; Emilio la Parra Lpez y Enrique Gimnez, La imagen de Manuel Godoy (p. 38) [Cceres]: Junta de Exremadura (Consejera de Cultura), 2001.

Tres factores centrales caracterizan los aos del reinado de Carlos IV: el primero, la vocacin y accin crtica de los avezados pensadores ilustrados, cuya participacin poltica se hace ms radical; el segundo, los errores cometidos en el mbito de la poltica exterior de la Corona; y el tercero, el desmoronamiento del progresivo auge econmico, encaminado hacia el desarrollo de la actividad agraria y del incentivo del comercio con Amrica 8. Esto lo haba logrado Carlos III en los aos de su gobierno. Los dos ltimos son la causa del extremo desequilibrio social de finales de siglo, que incidir decisivamente en el descontento popular con consecuencias previsibles.

La Corona intenta por todos los medios recuperar el poder que hasta entonces se hallaba en manos de corporaciones y particulares, de abolir privilegios individuales, locales y regionales, y de ingresar a las arcas reales la mayor cantidad posible de recursos, con el fin de conformar un estado centralizado y fuerte -segn los designios del espritu poltico ilustrado-. Pero para ello es menester racionalizar y hacer eficiente la intervencin oficial en los mbitos gubernativo, judicial y hacendario. En este proyecto, las posesiones de Ultramar desempean un papel determinante, y es as que las polticas dirigidas hacia ellas tienen el propsito de recobrar el efectivo ejercicio de la autoridad real en los rganos de poder coloniales y centralizar la administracin con miras a reactivar la economa americana. Todo con el fin de ponerla al servicio de una Espaa desplazada del papel hegemnico que tuviera dos siglos antes en el escenario europeo. Tales medidas crearn fuertes polmicas en el aparato ministerial, en el seno de las Reales Sociedades Econmicas de Amigos del Pas y, como era de esperarse, generaran un gran descontento en todos los mbitos de la sociedad espaola, tanto peninsular como colonial.

En este difcil panorama, dos procesos utpicos revolucionarios, revelan las ansias de cambio de hombres y mujeres en Espaa y Venezuela a finales del siglo
XVIII.

La Rebelin de Madrid,

develada en esa ciudad en 1795 (con el maestro ilustrado Juan Bautista Picornell a la vanguardia, y a quien acompaaban en la organizacin Jos Lax, Sebastin Andrs y Manuel Corts de Campomanes) fue bautizada con el nombre del santo que corresponde en el santoral al 3 de

En adelante, a pesar de que escriba Amrica, me estar refiriendo a Nuestra Amrica, salvo en el caso de la Amrica del Norte.

febrero: San Blas, da en el que se supone, erradamente, que deba producirse el alzamiento9. El otro intento suele nombrarse por el apellido de dos de sus cabecillas: la Rebelin de Gual y Espaa (Manuel Gual y Jos Mara Espaa), descubierta en 1797 en la ciudad y puerto de La Guaira (Venezuela), y en la que por azar colaborarn algunos de los conjurados de Madrid en su exilio americano. Por nuestra parte, hemos decidido definirla como la Rebelin de La Guaira en honor al pueblo combativo de esa ciudad.

Son dos epopeyas que surgen del mbito popular, en las que no destacan hroes ni titanes sino seres comunes, individuos de oficio que lucharon por la libertad, en un tiempo en el que las polticas de Carlos IV y su favorito Manuel Godoy tocaban el fondo de sus propias contradicciones. El punto neurlgico en el que se unen ambos procesos se visualiza en la figura de Juan Bautista Picornell, quien no se sabe a ciencia cierta si por azar, formar parte determinante en la vanguardia de ambos movimientos. Y es esa suerte de omnipresencia la que obliga a revisar con cierto detenimiento el proceso de su transformacin ideolgica, en los diferentes contextos en los que se desarrolla la vida del maestro, desde la Salamanca acadmica hasta su periplo caribeo.

En lo que se refiere a la estructura social del momento, Espaa (y Madrid especficamente) est conformada por una sociedad estamental, mientras que la de Venezuela (y la de La Guaira en particular), est dividida en castas. Pero ambas tienen en comn el estar signadas por la casi total ausencia de movilidad hasta bien entrado el siglo
XIX,

las cuales se encuentran plenas de

atavismos culturales, lo que las convierte en sociedades en las que buena parte de la poblacin es reaccionaria y reticente a cualquier cambio radical. Es notable como en ambos casos Madrid y La Guaira los dirigentes tienen la voluntad y las ideas pero carecen del suficiente apoyo de un
9

Son muchos los errores que se han cometido al tratar el asunto de la conjura de Madrid. Por ejemplo, Rafael Mara Baralt confunde la fecha: Formronse juntas republicanas y de stas se pas a tramar una conspiracin formal que deba estallar el da de Madrid, 3 de febrero de 1796, Rafael Mara Baralt y Ramn Daz, Resumen de la Historia de Venezuela (desde el ao de 1797 hasta el de 1830), Brujas-Pars: Descle, De Brouwer, vol. I, p. 18, 1939. Esta misma equivocacin la comete (tal vez siguiendo el legado de Baralt) Pedro Grases en Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios), en Obras, vol. 3, p. 37. Barcelona, Seix Barral, 1981. Algo similar ocurre con Enrique de Ganda, El fundador del republicanismo en Amrica, Nueva Democracia, 40(4): 4-58, pp. 48-57, 1960; y con Jos de Austria en su Bosquejo de la historia militar de Venezuela en la guerra de su independencia, Caracas: Imprenta y Librera de Carreo Hermanos, t. I, p. 29, 1855. Casto Fulgencio Lpez en su libro: Juan Picornell y la conspiracin de Gual y Espaa: narracin documentada de la pre-revolucin de independencia venezolana, corrige el error cometido en el artculo El pensamiento americanista de Picornell, Revista El Litoral, p. 24, de ubicar en 1796 la fecha del frustrado alzamiento.

pueblo temeroso que prefiere mantenerse al margen de los acontecimientos, o a la sombra de los poderosos: en Espaa, tanto de la nobleza tradicional como de la ilustrada; y en Venezuela de los aristcratas criollos. Por su parte, estos ltimos harn todo lo que est en sus manos para impedir que se les prive de sus derechos especialmente del ms importante: la posesin de esclavos. Ni siquiera el propio Bolvar, aos ms tarde, lo lograra. Paradjicamente, son estos grupos pertenecientes a las clases privilegiadas los que se organizarn, desde los inicios del siglo siguiente, en movimientos insurreccionales. Estos intentos revolucionarios dejan entrever los mecanismos por los cuales el proceso de afianzamiento del despotismo ilustrado, o si se prefiere de la monarqua absoluta, haba perdido la fuerza adquirida en tiempos de Carlos III, la cual se encontraba en franca descomposicin10. Una situacin que, evidentemente, tambin repercuta con gran fuerza en los territorios coloniales de Amrica.

Ambos proyectos se inscriben entre la poca del Termidor y el Directorio pre-napolenico (ambas instancias radical y deliberadamente antijacobinas), que exorcizan el mito de la revolucin y el furor de la democracia totalitaria. Sin embargo, los principios defendidos por los conspiradores hacen que pueda considerrseles genuinos representantes del socialismo utpico en el mundo de habla hispana, porque ms all de la praxis, hay una filosofa poltica que les sirve de basamento: la utopa de las transformaciones libertarias, drsticas y necesarias.

En la dinmica interna de cada uno de estos intentos de revolucin opuestos a las reformas borbnicas, se aprecian tendencias claramente diferenciadas: en el caso madrileo, la alternativa modernizadora contra el sistema de gobierno monrquico, es decir, la republicana; frente a la que rechaza las reformas para volver a las viejas estructuras pre-reformistas. Un enemigo comn las une y unos fines antagnicos las dividen, entre los partidarios de cada una se establecen alianzas que, en la mayora de los casos, resultan contradictorias, y por uno u otro motivo, propiciarn el fracaso del proyecto. En el caso guaireo se debatir entre el rompimiento simultneo en Espaa y Venezuela para la instauracin de un sistema republicano de gobierno, y la independencia absoluta. Y gravitando en este marasmo: funcionarios corruptos, espas, intereses de partido y traicin.

10

Emilio la Parra Lpez, La alianza de Godoy con los revolucionarios (Espaa y Francia a fines del siglo Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, p. 9, 1992.

XVIII ),

El marco en el que se suceden los acontecimientos de la Rebelin de Madrid, es el del Madrid de la segunda mitad del siglo
XVIII.

Para comprender las circunstancias en las que se fragua es

necesario conocer a los actores y respirar el aire de una ciudad heterognea, de mltiples contrastes, que se debate entre la miseria en la que transcurre la vida cotidiana del ciudadano comn y la opulencia de una Corte itinerante: la de Carlos IV. Esta, a diferencia de la de su predecesor, hace pocas concesiones para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Villa. Los motines anteriores a los que se proponan hacer los conjurados de Madrid, como el de Esquilache11 en 1766, cuando el pueblo de la ciudad se sublev ante la orden real que pretenda acortar las capas e imponer el uso del sombrero de tres picos (en realidad contra las polticas del ministro al que desprecian, entre otras cosas, por extranjero), o los graves conflictos por la escasez del pan, haban tenido motivos y fines coyunturales, resultado de una crisis de subsistencia. Sin embargo, poco tiempo despus comienzan a aparecer pasquines subversivos con elementos ideolgicos que preocupan a las autoridades. 12

Meses antes de que fuera descubierta la Rebelin de Madrid, el descontento popular se haba hecho notorio en el resto de Espaa: en 1794 juntas clandestinas se reunan en Barcelona y corran libelos exhortando al pueblo a pedir convocatoria a las Cortes. Al ao siguiente entra desde Francia hacia los reinos de Navarra y el Pas Vasco el republicano Almanake de Aristid, y ve la luz la carta de Estala a Forner13. Pero desde mucho tiempo atrs, desde que comenzara la Revolucin Francesa, la sola posibilidad de una revolucin organizada y pensada para promover cambios estructurales, que partiera de una accin propagandstica ms coherente, como la que planeaban Juan Bautista Picornell y consortes (ocurre algo similar con la conspiracin de Malaspina14), creaba una gran conmocin en las autoridades. Estas, ante la impotencia que les
11

Vase: Jos Andrs-Gallego, El motn de Esquilache, Amrica y Europa. Madrid: Fundacin Mapfre-Tavera, CSIC; (Biblioteca de Historia, 53), 2003. 12 Enrique Gimnez Lpez, El contexto histrico: Manuel Godoy y la Espaa de Carlos IV , p. 40. 13 Iris Zavala, El Texto en la historia, Madrid: Editorial Nuestra Cultura, p. 202, 1981. Vase tambin el texto completo de la carta en: Juan F. Fuentes [ed.], Si no hubiera esclavos no habra tiranos. Proclamas, artculos y documentos de la revolucin espaola (1789-1837), Madrid: Ediciones El Museo Universal, 1988. 14 Algunas de las diferencias entre la conspiracin de Madrid y la de Malaspina, segn Antonio Elorza y Emilio Soler, tienen que ver esencialmente con la finalidad de ambas: En una obra reciente, Antonio Elorza situaba la conspiracin de Malaspina en unas coordenadas mucho ms adecuadas al considerar que: la conjura del brigadier Alejandro Malaspina hunde sus races en la oposicin a la poltica de guerra seguida por Godoy en el invierno de 1794-1795, pero que, a pesar de ciertas analogas con los principios expresados por Picornell para el levantamiento de Madrid su programa alejamiento de Godoy, establecimiento de un gobierno de hombres ilustres y alianza externa

produca la perspectiva de enfrentarse a un fenmeno, tanto indito (a pesar y a causa del antecedente francs) como peligroso, ven en todos los actos de los conspiradores los monstruos y fantasmas que servirn para inculparlos y agravar sus penas. El peor de ellos: el regicidio de Luis XVI entendido casi como parricidio en la mentalidad de la poca. Ciertamente espantaba esta suerte de premonicin segn la cual la prxima vctima sera el monarca espaol, con la consecuente anexin de Espaa a Francia, como en el caso de Blgica. Pero tambin atemorizan las noticias provenientes de Pars, las cuales el gobierno no logra censurar a tiempo: Infunden gran temor las consecuencias naturales de estos movimientos de un pueblo que no reconociendo a superior, a nadie quiere sujetarse ni obedecer, aun lo que le manden [sea] en su propio beneficio15.

Mucho se ha especulado con respecto a la procedencia de clase y a los motivos que indujeron a los conspiradores de Madrid, a quienes tambin se les atribuye, sin profundizar mucho en el asunto y por analoga, a los conspiradores criollos de La Guaira 16. Deca Pi y Margall que Picornell:
con Francia no representa ms que proponer un apuntalamiento del rgimen vigente. Antonio Elorza, El temido rbol de la libertad. En: Jean-Ren Aymes (Ed.), Espaa y la Revolucin Francesa, Barcelona: Seix Barral, pp. 69-118, 1989. Citado en: Emilio Soler Pascual, Antagonismo poltico en la Espaa de Godoy: La conspiracin Malaspina (1795-1796). Alicante: Instituto de Cultura Juan-Gil-Albert (Coleccin Ensayo e Investigacin), p. 64, 1990. Vase tambin entre otros, una bibliografa mnima acerca de Alessandro Malaspina: La Expedicin Malaspina 1789-1794. Viaje a Amrica y Oceana de las corbetas Descubierta y Atrevida; Alessandro Malaspina. Studi e documenti per la biografia del navigatore, Memorie della Accademia Lunigianese di Scienze Giovanni Capellini; Beerman, Eric El diario del proceso y encarcelamiento de Alejandro Malaspina (1794-1803); Manuel Lucena Giraldo y Juan Pimentel, Los Axiomas polticos sobre la Amrica de Alejandro Malaspina. Madrid: Doce Calles, Comisin Quinto Centenario, 1991; Dario Manfredi, Arresto e processo di Malaspina attraverso dieci dispacci diplomatici dalla Spagna, pp. 65-80, 1975-77; Pedro Novo y Colson (Ed.), Viaje poltico-cientfico alrededor del mundo por las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de los capitanes de navo D. Alejandro Malaspina y Don Jos de Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794, Madrid: Imprenta de la Viuda e Hijos de Abienzo, 1885; Mercedes Palau y Antonio Orozco (Eds.), Malaspina 92. I Jornadas Internacionales: MadridCdiz-La Corua. Cdiz: Real Academia Hispano-Americana, 1994; Mercedes Palau; Aranzazu Zabala y Blanca Saiz (Eds.), Diario de viaje de Alejandro Malaspina. Madrid: El Museo Universal, 1984. Juan Pimentel, La Fsica de la Monarqua. Ciencia y poltica en el pensamiento colonial de Alejandro Malaspina (1754-1810), Aranjuez: Doce Calles, 1998; Blanca Saiz, Bibliografa sobre Alejandro Malaspina y acerca de la expedicin Malaspina y de los marinos y cientficos que en ella participaron. Madrid: El Museo Universal, 1992; Blanca Siz (Ed.), Alejandro Malaspina: La Amrica imposible. Madrid: Compaa Literaria, 1994; Antonio Orozco, Mercedes Palau y J. M. Castanedo (Eds.), Malaspina y Bustamante 94. II Jornadas Internacionales Conmemorativas del regreso de la Expedicin a Cdiz. 1794-1994, 1996; John Kendrick, Alejandro Malaspina: Portrait of a visionary, Washington: Universidad de Washington, 2003. 15 Ahora en: Alberto Gil Novales, La Revolucin Francesa a travs de la Gaceta de Madrid, Oviedo: Instituto Feijoo de Estudios, p. 352, 1995. 16 En cuanto a los mviles, tmense como ejemplos algunos de los escasos estudios conocidos acerca del tema, cuyos autores tuvieron acceso a los documentos que conforman los dos procesos, aunque no los citen rigurosamente. En su muy conocida Historia de Carlos IV, A. Muriel repite casi textualmente el planteamiento de las autoridades a cargo

[] odiaba el poder absoluto porque Espaa se rega. Habase educado en los libros de los enciclopedistas, cuya lengua le era tan familiar como la propia, y arda en deseos de ver realizados en el mundo todos los principios democrticos 17.

Emilio Soler, lo define como un levantamiento popular18, con quien discrepan Aguirrezbal y Comellas cuando consideran que no puede identificarse con: [] un motn popular, sino con un clamor general, en que participan tanto los propietarios como la burguesa de negocios19. Lo cierto es que ms que de una burguesa de negocios o burguesa progresista como tambin la califica Iris Zavala20, clase que no exista como tal en la Espaa de la poca, sino en una pequesima escala, debera hablarse de nobleza comerciante, de aqu que el componente de clase de la conspiracin de Madrid no tenga parangn con el que poco antes haba tomado las riendas de la Revolucin Francesa. El grupo social partidista que ms se asemeja a la burguesa y cuyas aspiraciones parecieran coincidir con las que caracterizan a esta clase es el de los golillas, pertenecientes en su mayora a la pequea nobleza hidalga, a los que se designaba as en tono despectivo por el uso que hacan de la gola los togados o letrados manteistas mientras estudiaban en la Universidad. Sin embargo, en el seno de este grupo surgen mltiples enfrentamientos, tal es el caso del que se produce entre Grimaldi y Floridablanca y sus respectivos equipos ministeriales, lo que no les permitir actuar como asociacin homognea y polticamente compenetrada 21.

de la Causa de Madrid: [] los conjurados pretendan formar una repblica espaola y trastornar a la monarqua. Andrs Muriel, Historia de Carlos IV, Madrid: Ed. Atlas, Vol. I, p. 180, 1959. Pero C. F. Lpez expresa que: El fin inmediato era el derrocamiento del Rey []. Casto Fulgencio Lpez, Juan Bautista Picornell, Revista Nacional de Cultura, p. 64, 1948. Aguirrezabal y Comellas, por su parte, contradictoriamente advierten que: [] su carcter era netamen te jacobino, pretendiendo implantar en Espaa un rgimen republicano democrtico. Slo Elorza y Lpez aluden a su objeto monrquico constitucional. Mara Jess Aguirrezbal y Jos Luis Comellas, La conspiracin de Picornell (1795) en el contexto de la prerrevolucin espaola, Revista de Historia Contempornea. Sevilla, p. 10, 1982. 17 Francisco Pi y Margall y Francisco Pi y Arsuaga, (1902) Historia de Espaa en el Siglo XIX. Barcelona: Miguel Segu Editor, t.1, p. 301. Otros autores han repetido este argumento textualmente, entre ellos: Pedro Grases, Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios) . En Obras, Barcelona: Seix Barral, Vol. 3, p. 39, 1981. 18 Emilio Soler Pascual, Antagonismo poltico en la Espaa de Godoy: La conspiracin Malaspina (1795-1796). Alicante: Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, p. 44, 1990. 19 Aguirrezbal, y Comellas, Ob. cit., p. 25. 20 Iris Zavala, Ob. cit., p. 207. 21 Rafael Olaechea, El Conde de Aranda y el partido aragons. Zaragoza: Ed. Librera General, p. 67, 1969.

Con respecto a la Rebelin de La Guaira, si bien hay quien dice que: Las revoluciones empiezan siempre por los hombres de inteligencia22, aunque no se explica por qu son derrotadas, tampoco hay una mxima que se pueda aplicar en este sentido. Pero lo cierto es que fueron hombres y mujeres de inteligencia y formacin, con deseos de darlo todo por el pueblo, los que se embarcaron (y embarcaron a otros, al igual que en Madrid) en lo que pareciera ser una quimera revolucionaria. El encuentro de inteligencias europeas y americanas paradoja de la Invasin de Amrica contribuy a sembrar, en 1797, la semilla revolucionaria en la provincia de Venezuela. Se trata de un proceso que no puede ser visto nicamente a la luz de los que le preceden, su alcance no radica exclusivamente en ser un referente previo a la Independencia de Venezuela, concebirlo como movimiento precursor le resta carcter propio y lo supedita a acontecimientos que le son ajenos porque no haban ocurrido todava. Y no cabe duda de que no debe ser explicado a partir de sus consecuencias nicamente; por lo tanto este enfoque teleolgico resulta anacrnico. Manuel Gual y Jos Mara Espaa a quienes se seala como lderes de la conspiracin de 1797 proponan y luchaban por un proyecto republicano e independentista, cuyas bases ideolgicas estaban vinculadas con los dos acontecimientos cruciales del siglo
XVIII:

la Independencia Norteamericana y la Revolucin Francesa. An as, logran los conspiradores guaireos establecer sus propias directrices y comienza con ello la verdadera lucha independentista venezolana, que no debera ser calificada, como dice Franois-Xavier Guerra, de: [] una precoz aspiracin a la independencia23, pues esa aspiracin estuvo siempre latente en las colonias (digamos que slo desde 1492), y de ninguna manera puede considerarse como precoz.

En la Rebelin de La Guaira, se percibe la situacin de resquebrajamiento del vnculo colonial que se extiende como un cisma lento y continuo por todo el Continente, desde Mxico al Mar del Plata y desde el Pacfico hasta el Atlntico. La provincia de Venezuela posee su propia peculiaridad geopoltica, geocomercial, geoinstitucional y cultural: no se trata de un virreinato con una economa minera fuerte con posibilidades de monetizacin, sino de una economa basada en la agricultura extensiva, con obrajes dbiles, pasto del contrabando y hostigamiento angloholands en el Caribe. Por supuesto con una relativa facilidad de acceso al comercio con Europa
22 23

Pi y Margall y Pi y Arsuaga, Ob. cit., p. 302, 1969. Franois-Xavier Guerra, Revoluciones hispnicas. (Independencias americanas y liberalismo espaol). Madrid, Editorial Complutense, p. 15, 1995.

10

y Norte Amrica aqu radica en gran parte su fuerza que la convierte en el mbito propicio para la circulacin de las ideas revolucionarias, en el que se destacan personajes tan representativos de la clase dirigente mantuana como Francisco de Miranda.

Por nuestra parte, intentaremos aproximarnos con la mayor precisin posible a cules fueron las condiciones en las que se produjeron ambos procesos, cules eran los proyectos, tanto en Espaa como en Venezuela, generados a partir de las situaciones de conflicto internas y externas. As mismo, veremos qu factores impidieron que triunfaran estos intentos revolucionarios, todo ello visto a travs de los testimonios de los personajes, plasmados en la documentacin existente en los diferentes archivos y bibliotecas consultados. Por otra parte, el hecho de que los documentos fundamentales sean de corte jurdico hace que requieran de un estudio minucioso y especializado que contribuya a determinar la legalidad o no de los procesos en su propio contexto histrico. Y aunque la especulacin juegue un papel inevitable pero importante, cuidaremos en la medida de lo posible, de no hacer juicios valorativos anacrnicos. Ahora, a la luz de una nueva revisin de los documentos, surgen tambin nuevos cuestionamientos, hiptesis y explicaciones con relacin a acontecimientos que se daban por sabidos, y es ah donde pondremos el acento.

La metodologa utilizada para este estudio es sui gneris por la dualidad del sujeto que se estudia (dos conspiraciones), y porque la continuidad entre un proceso y otro ocurridos en zonas geogrficas tan distantes, impone una lectura poco comn. Evidentemente no forman parte de una sola historia nacional sino de la confluencia de muchas. Ciertamente, no es un caso tpico en la investigacin histrica. No se trata de un estudio expresamente comparativo (en algunos casos estableceremos comparaciones, cuando las caractersticas esenciales lo permitan), sino de un estudio en el que confluyen la historia poltica, la historia de las ideas, la de las mentalidades y la de la vida cotidiana. La existencia humana en cualquiera de sus formas y manifestaciones posee su propia cotidianidad, por lo tanto, tambin las conspiraciones la tienen, pues para un revolucionario la clandestinidad, el proselitismo, la redaccin de papeles sediciosos, la fuga, el prendimiento, la prisin y la tortura se convierten, a su modo, en parte de su vida diaria. Es un estudio que pretende dejar fluir la informacin, tratando de no constreirla a modelos rgidos que puedan deformarla. Tiene razn Joseph Fontana cuando dice que: [] importa tanto conocer los hechos como las representaciones que de tales hechos se formaban los hombres que los vivieron.

11

Acertadas o errneas, fueron stas, en ltima instancia, las que determinaron su actuacin24. En efecto, es necesario dejar hablar a los protagonistas, promotores de las acciones que determinaron el curso de los acontecimientos que es, en definitiva, el de su propia existencia.

El esquema est dividido en tres secciones. La primera, que lleva por ttulo: De Lavapies a La Guaira por la ruta de la libertad, la hemos denominado as porque la conspiracin madrilea se fragua en Lavapies, uno de los barrios ms castizos de Madrid, el cual concluye con el presidio de los reos de Estado: Picornell, Lax, Andrs y Corts de Campomanes en el puerto de La Guaira. En esta primera parte se exponen las motivaciones por las cuales fueron perseguidos, torturados, juzgados y derrotados los rebeldes en su intento, se fraguan y se descubren las motivaciones, as como las causas y circunstancias por las que fueron enviados al cautiverio americano. Tambin se incluye un anlisis de la propuesta educativa del maestro ilustrado Picornell, en sus mltiples matices y a la luz de su obra previa al alzamiento, en la que ya se hace presente su pensamiento libertario. La segunda seccin lleva por lema: Viva el pueblo americano, viva la libertad y muera el despotismo! Un proyecto republicano americano, haciendo referencia a la consigna revolucionaria de los rebeldes de La Guaira. En este apartado se estudian los pormenores de la Rebelin de La Guaira, hasta el asesinato de Manuel Gual, y la polmica del comercio de neutrales, generada en el seno de la sociedad colonial venezolana. A esta le sigue una tercera seccin con el ttulo Entre la libertad y el cadalso. Muerte y resurreccin de la utopa nuestramericana, referida expresamente al proceso de los conjurados guaireos y a sus postulados ideolgicos.

24

Josep Fontana, La crisis colonial en la crisis del antiguo rgimen espaol. En: Eraclio Bonilla (Ed.), El sistema colonial en la Amrica Espaola. Barcelona: Crtica, p. 305, 1991.

12

SECCIN PRIMERA
DE LAVAPIS A LA GUAIRA POR LA RUTA DE LA LIBERTAD

CAPTULO I
EL ESCENARIO MADRILEO

Madrid, sede de la Corte, sede de la sedicin El Madrid sede de la Corte y, por tanto, de varias de las recin creadas instituciones reformistas de gobierno (algunas de ellas ubicadas en el centro de la ciudad, alrededor de la Puerta del Sol), se diferencia poco del Madrid del siglo anterior. Desde la poca en que Felipe IV mandara a construir la muralla, en 1625 que rodeaba y, a la vez, limitaba su crecimiento hasta finales del siglo XVIII, tena aproximadamente la misma extensin1. En todos los aspectos, el diseo urbano dejaba mucho que desear, por lo intrincado y empinado de sus calles, y adems por la precariedad de los servicios, muestra de la desidia oficial y del desorden urbanstico, patentes en la vida ciudadana, que se desenvuelve en un ambiente incontrolablemente msero y violento2. Paradjicamente, estas condiciones se contradicen con lo que se ha considerado como un relativo crecimiento econmico, que ms parece un espejismo y que se expresa, entre otras cosas por el aumento de la poblacin (para mediados de siglo Madrid tena 142.000 habitantes y en 1799, el nmero asciende a 195.000), a consecuencia principalmente del incremento de la emigracin del campesinado a la ciudad en busca de nuevas alternativas laborales que le garanticen mejores condiciones de vida. En efecto, durante las dos ltimas dcadas del
XVIII

la

pobreza fue en ascenso por la disminucin de los salarios y el incremento de la desocupacin, por eso, no es de extraar que se produjeran con frecuencia motines populares.

Rafael Mas Hernndez, Lecturas histricas del plano de Madrid. Catastro. Madrid: Universidad Autnoma de Madrid, Ao IV, N 15, pp. 25-41, 1993. Javier Ortega Vidal, Los planos histricos de Madrid y su fiabilidad topogrfica. Catastro. Madrid: Universidad Autnoma de Madrid (III poca), N 39, pp. 23-28, 2000. 2 Enrique Martnez Ruiz, Orden pblico, poder y conflictividad social en el Madrid de la modernidad, Jess L. Cancio (Dir.), Visin histrica de Madrid (siglos XVI al XX). Madrid: Real Sociedad Ecmica Matritense de Amigos del Pas, 87-123, 1991. Vase tambin: ngel Alloza, La vara quebrada de la justicia. Un estudio histrico sobre la delincuencia madrilea entre los Siglos XVII y XVIII. Madrid: Universidad Autnoma de Madrid, 2000. Francisco Vindel, El Madrid de hace 200 aos (1758). Madrid: [s.e.] 1958.

14

An as, en comparacin con otras zonas de la Pennsula, Madrid disfrutaba de mejores condiciones, por ejemplo, que la misma Barcelona, ventaja derivada del hecho de ser la sede de gobierno. Sin embargo, Madrid es una ciudad desvinculada del mercado interno por la deficiente red de comunicaciones, y sobre todo alejada del mar, alejada del comercio del Mediterrneo, del Cantbrico, alejada del Ocano Atlntico y, por tanto, del comercio directo con las posesiones espaolas en Amrica. La sociedad madrilea (como la de toda Espaa) es de carcter estamental y, a pesar de los profundos cambios introducidos por las polticas reformistas de los monarcas de la Casa de Austria y luego, con mayor nfasis, por la de los Borbones, particularmente por Carlos III, en poco ha modificado sus condiciones de vida y mucho menos sus intereses. Madrid es una ciudad de consumo pero de escasa produccin destinada casi exclusivamente a satisfacer el mercado interno, una ciudad de ndole poltica, en la que conviven, eclesisticos, criados y funcionarios, pcaros y mendigos, rentistas y profesionales liberales. Una ciudad en la que buena parte de la poblacin trabajadora se ocupa en actividades de servidumbre, burocracia y oficios artesanales agrupados en gremios, algunos de ellos muy influyentes en todos los mbitos, como el conocido con el nombre de Los Cinco Gremios3 que funcionaba a modo de protobanco. Un artesanado cuyos productos de exquisita factura, exclusivos y ostentosos, tenan mucha demanda entre los nobles acaudalados (lencera, tapicera, platera, joyera, cordelera, sedera y encajes, entre otros), a quienes no les preocupa invertir en la produccin agrcola o industrial y prefieren gastar su fortuna en bienes suntuarios. Los grupos sociales poderosos, tanto de la nobleza como del clero, conservan sus privilegios y su poder, aunque entre ellos se incluyan tambin nobles y clrigos de muy escasos recursos, ms an, un buen porcentaje de los madrileos (4 de cada 100) pertenece a la baja nobleza que, a imitacin de la alta, desprecia los oficios manuales y comerciales por viles y prefiere vivir en la indigencia antes que perder el oropel de su clase. Para contrarrestar esta situacin, Carlos III haba sancionado en 1783 una real cdula, mediante la cual aquellos que comprobaran que su familia haba practicado alguna actividad mercantil o industrial de utilidad pblica durante tres generaciones, podran optar a un ttulo nobiliario. Pero aunque la apariencia indique que el comercio habra de convertirse en una opcin para alcanzar una cierta igualacin
3

Miguel Capella y Matilla Tascn, Los cinco gremios mayores de Madrid: estudio-crtico histrico, 1957. Jorge Pinto Rodrguez, Los cinco gremios mayores de Madrid y el comercio colonial en el siglo XVIII. Revista de Indias. Madrid: N 192, pp. 293-326, 1991.

15

social: Se trata de que la nobleza adopte pautas burguesas, no de otros estratos de rango inferior4, y que los de rango inferior se adapten a los nuevos procesos productivos derivados de las polticas sociales ilustradas, que en el fondo no pretenden estimular la movilidad social sino fomentar el desarrollo de una mano de obra ms calificada, imprescindible para el desarrollo y el afianzamiento del imperio colonial. Por su parte, la alta nobleza controla el ejrcito y la administracin, y ocupa, a la vez de que disputa, los cargos ms representativos del entorno del rey. No obstante, cualquier intento de la Corona por establecer un sistema de carcter centralista administrativo para el territorio madrileo pareca ser en vano, ya que habra de enfrentarse al tradicional rgimen seorial, caracterizado por la forma azarosa en que se hacan las distribuciones jurisdiccionales y por las mltiples trabas que impedan cualquier tipo de racionalizacin de las tierras, adems de la cercana de la urbe a los Reales Sitios, circunstancia que no beneficiaba en nada a la ciudad, porque competa con ellos en cuanto a la prioridad en la inversin de recursos5. En lo que se refiere a las instituciones de gobierno, hay que destacar la importancia de las Secretaras del Despacho Estado, Guerra, Marina, Hacienda, y Gracia y Justicia las cuales, a consecuencia del nfasis organizativo puesto por Carlos III y luego por Carlos IV durante la segunda mitad del siglo, adquirieron una considerable representatividad, no slo por la figura institucional como tal, sino por la destacada presencia de notables ministros. Tal es el caso de la Secretara de Estado, la ms importante de todas, desde donde se ejecutan las polticas concernientes a las relaciones internacionales. El clero, an cuando haba disminuido en nmero para mediados de siglo, no perdi ingerencia en el discurrir de la ciudad (ni del gobierno en general), que segua desde la Edad Media bajo el mismo modelo de distribucin poltico-territorial-administrativa, es decir, dividida en parroquias. En torno, tanto de la casa parroquial como de la iglesia, se agrupa un gran nmero de feligreses con oficios vinculados a la vida religiosa: sacristanes, monaguillos, aclitos, campaneros, sepultureros, etc., convertido as este mbito en una especie de microcircuito econmico que se nutre de las propiedades y prestaciones por servicio a la comunidad clerical. Los conventos controlan cerca del 15% del escaso terreno cultivable circundante a la ciudad y
4

Antonio Elorza, La Sociedad Bascongada de los Amigos del Pas en la ilustracin espaola. Cuadernos Hispanoamericanos. Madrid: Instituto de Cultura Hispnica, p. 342, 1968. 5 Vase: Jos Luis Bermejo Cabrero, Estudios sobre fueros locales y organizacin municipal en Espaa (siglos XIIXVIII ). Madrid: Universidad Complutense, Facultad de Derecho, Servicio de Publicaciones, 2001.

16

tienen a su cargo, y la mayora de las veces en patrimonio, los hospitales, las escuelas, las instituciones benficas (hospicios, por ejemplo) y culturales, poder ste que se haban disputado en el pasado con la comunidad juda, hasta su expulsin de la Pennsula. Por otra parte, Madrid no es autnoma en tales asuntos, ya que depende de la archidicesis de Toledo. Desde comienzos de siglo, se crean tambin varias instituciones filantrpicas destinadas a favorecer a los de menos recursos. Francisco Piquer Rodilla (conocido como el padre Piquer) funda el Monte de Piedad, una casa de empeo 6; y nace la lotera, establecida en 1763 por el polmico marqus de Esquilache, con cuyas ganancias el Estado poda patrocinar hospicios, hospitales y obras pas. Pero de todas ellas, la ms importante es la creacin del Banco de San Carlos (inici la emisin de vales reales de la deuda pblica y habra de convertirse, con el tiempo, en el Banco de Espaa), que se destina al financiamiento de proyectos de mayor envergadura y que, dicho sea de paso, le cost la prisin a su creador, el conde de Cabarrs, durante el gobierno del conde de Aranda, aunque luego convenientemente liberado por Godoy7. La sede de la Corte pasa en muy poco tiempo del boato de los Austrias y de los primeros Borbones, en que las reformas urbanas estaban encaminadas fundamentalmente a la refaccin y construccin de edificaciones reales, a la austeridad, en aras de los intentos urbansticos coherentes de Carlos III, y posteriormente, aunque en menor medida, a los de su sucesor Carlos IV. Pero verdaderamente, nada de esto increment la capacidad adquisitiva del madrileo comn, por el contrario, acentu la divisin social, gener una notable violencia delictiva, que convirti a la capital en mbito propicio para que surgiera en 1795 una propuesta revolucionaria. Entre sus an destartaladas callejuelas se pierden los pasos de los conjurados que van desde el barrio de Lavapies (tambin conocido como Avapies), hasta la plaza del Carmen y la calle Abades, atravesando la Puerta del Sol.

Los conspiradores de Madrid Por paradjico que parezca, Picornell y su grupo pertenecen a esa suerte de Ilustracin de funcionarios, que se va creando en Espaa para propiciar la recuperacin econmica que sacara a
6

Jos Lpez Yepes, Historia de los Montes de Piedad en Espaa: El Monte de Piedad de Madrid en el s. XVIII, 2 Vols. 7 Pedro Tedde de Lorca, El Banco de San Carlos (1782-1829). Madrid: Banco de Espaa, Alianza Editorial, 1988.

17

la nacin de la miseria. Curiosamente, fueron muchos de esos mismos funcionarios, agrupados y organizados en facciones, quienes fomentaron la difusin de la Ilustracin durante el gobierno de Carlos III, los que, apoyndose luego en la Inquisicin, trataron de impedir la penetracin de las ideas revolucionarias francesas en tiempos de Carlos IV. Datan de este perodo las Reales Sociedades Econmicas de Amigos del Pas 8, creadas paulatinamente en todo el reino, durante la segunda mitad del siglo
XVIII

y primera del XIX. Estas

sociedades tuvieron como finalidad someter a discusin los diferentes aportes intelectuales sobre temas econmicos y polticos, y decidir el patrocinio de proyectos especficos derivados del estudio, la investigacin y la creatividad de los sociosque ofrecieran buenas perspectivas para el desarrollo de cada regin y contribuyeran a promover la felicidad de los ciudadanos. De este modo se colaborara a la vez con las polticas de la Corona. El nuevo noble, digno de formar parte de las Sociedades Econmicas, se ocupar de desarrollar actividades tiles para el bien pblico, y por tanto, para el del Estado, deber educarse y educar. El pensamiento ilustrado constituye el substrato ideolgico que sirve de apoyo para el gran esfuerzo de recuperacin econmica que se pretende, claro est, sin que para ello se considere la necesidad de romper radicalmente con los paradigmas medulares ancestrales. Contradictoriamente, las decisiones polticas propuestas y adoptadas se derivan en buena medida de criterios pragmticos ms que de los principios filosficos ilustrados, a consecuencia de la falta de un programa poltico basado en esos principios. A pesar de todo, los esfuerzos de los ilustrados espaoles estuvieron encaminados al cambio y en buena medida a lograr el: [] paso de la mentalidad de vasallo a la mentalidad de ciudadano, [a] la autonoma del pensamiento, [que] slo puede resolverse en una sociedad en que la libertad individual est reconocida como el primer derecho9. Pero esta generalizacin tiene tambin sus matices, porque Juan Bautista Picornell y su grupo revolucionario no son individualistas, en su proceso de radicalizacin, conceptos como libertad y propiedad llegarn a adquirir un carcter colectivo que dista mucho de los postulados del liberalismo. Es por esto que a Juan Bautista Picornell, factotum principal del movimiento, se le atribuye el haber sembrado la
8

La primera de ellas es la Sociedad Patritica en Vergara, conocida como la Bascongada y fundada en 1764 por el Conde de Peaflorida, creador asimismo de la Real Compaa Guipuzcoana. Tambin en Amrica comienzan a crearse este tipo de sociedades: en La Habana y en Mxico, por ejemplo, cuyo nmero de miembros supera al de la madrilea. 9 Prieto Benavent, Jos Lus, La mentalidad ilustrada, en: La Ilustracin Liberal (Revista espaola y americana), n 3 (Reseas), Jun.-Sep. 1999, p. 33

18

mala simiente de un pensamiento diablico en la Villa y Corte, que no es ms que la genuina manifestacin de la utopa libertaria ilustrada. Lo que se propone, tanto en el campo educativo como en el poltico, es utpico slo en la medida en que trasciende el presente mediante un modelo ideal de futuro10.

Como ya se ha indicado, entre los personajes ms representativos que organizaron o participaron en la conjura madrilea de 1795, encabezada por Juan Bautista Picornell y Gomila, figuran: Jos Lax, Sebastin Andrs y Manuel Antonio Corts y Campomanes.

El profesor de humanidades, natural de Sena de Sigena, en Aragn, Jos Lax (c.1765), tena treinta aos y estaba soltero. Haba servido en los Reales Ejrcitos como cabo y sargento en el Regimiento de Infantera del Prncipe. Desde 1792, estuvo en calidad de ayudante en la Comisin de Escuela con Juan Bautista Picornell, en Talavera. Trabaj en Madrid, siendo empleado en el ramo de la educacin, en compaa del marqus de Buscayolo y de pasante de un hijo suyo. Fue maestro en la casa de la marquesa de San Juan y, para el momento de la conspiracin de Madrid, ejerca como ayo de los hijos del acaudalado Francisco Leandro de Viana y Senz, conde de Tepa11.

El matemtico Sebastin Andrs (c.1769), natural de Torrelosnegros, reino de Aragn, tambin estaba soltero. Era hijo de Jos Andrs y de Josefa Hernndez. Estudi Teologa y Matemticas en Zaragoza por dos aos, durante ese tiempo obtuvo el premio de la Sociedad Econmica de dicha ciudad; all sirvi en la casa del barn de Torre Arias y de un cannigo. En 1792 oposit a
10

Mercedes Vico Monteoliva, Educacin y utopa: de los pensadores ilustrados a los reformadores americanos. Mlaga: Universidad de Mlaga, p. 11, 1992. 11 Por lo interesante de su muda pero notable presencia en la conspiracin, incluimos algunos datos biogrficos del conde de Tepa: lugar de nacimiento: Espaa; edad: 26 (en 1756); estado civil: casado; lugar de nacimiento de la esposa: Mxico; universidad: Salamanca, colegio: San Bartolom (Salamanca); grado acadmico: licenciado, grados y rdenes: Carlos III (1780); cargos: Primera Audiencia, Manila, ao 1756; primer cargo: fiscal; nmero de cargos: 3; nmero de tribunales: 2 (indica en cuntas audiencias form parte y no el nmero de cargos que ocup); aos de servicio: 8; motivo: asumi el cargo de Alcalde del Crimen; audiencia: Mxico; cargo: Alcalde del Crimen; ao: 1765; edad: 35; cargo anterior: fiscal; nmero de cargos: 3; aos de servicio: 3; motivo de cesacin de funciones: oidor; audiencia: Mxico; ao originario: 1769; edad: 39; cargo anterior: Alcalde del Crimen; cargo: oidor; motivo de cesacin de funciones: pas al Consejo de Indias en la metrpoli; aos de servicio: 7; cesacin funciones: 1776 (fecha en la que dej de ejercer en una audiencia americana). Datos extrados de: Mark A. Burkholder y D. S. Chandler, De la impotencia a la autoridad. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1984, pp. 268-269, 380-381, 388389, 396-397. Vase tambin: Doris M. Ladd, La nobleza mexicana en la poca de la Independencia , 1780-1826. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1976.

19

la Ctedra de Matemticas (en la que obtuvo el tercer lugar), que estaba vacante en los Reales Estudios de San Isidro y en cuya biblioteca se preparaba intensamente para dicho concurso, por decisin del Ministro del Consejo, don Gutierre Vaca de Guzmn12, presidente del acto, conjuntamente con el seor don Evaristo de Lugo, director de los Reales Estudios de San Isidro por haber resuelto con acierto y lucimiento los ejercicios del examen:
[] manifestando asimismo a aquel Supremo Tribunal las fundadas esperanzas que el talento y aplicacin de Andrs les haba hecho concebir de los progresos que fomentado podra hacer en la carrera de las matemticas a fin de que se sirviese recomendarlo a la Real Piedad en Zaragoza13.

Para el momento de la delacin de la conjura de Madrid, tena veintisis aos de edad y resida en la Villa y Corte donde ejerca adems como traductor de latn y francs. Pobre de solemnidad, trabaj durante un ao como escribiente en la casa de don Eugenio Larruga oficial de la Secretara de la Junta de Comercio y Moneda, quien lo despidi porque no le acomodaba su letra14, despus de lo cual, ste segua dndole de comer en su casa mientras buscaba colocacin. El mismo Larruga lo recomienda con las importantes imprentas de Sancha y Cladera, con la finalidad de que pudiera colocarse en ellas como traductor para continuar con la parte de Matemticas de la Enciclopedia, pero esto no lleg a concretarse. Simultneamente, se dedicaba a hacer traducciones de obras religiosas con las que obtena algunos ingresos para su manutencin. Algunas veces iba a dormir a casa de Domingo Lugar de Andrade. Poco despus se va a vivir, en compaa de Picornell a la posada de la calle de San Isidro.

Manuel Antonio Corts y Campomanes, naci 10 de abril de 1775, en el Real Sitio de San Ildefonso, donde fue bautizado por don Martn Garca, teniente cura de la Colegial y Parroquial Iglesia de la Santsima Trinidad, el da 15 del mismo mes 15. Corts y Campomanes tendr gran

12

Paradjicamente, Gutierre Vaca de Guzmn ejercer como secretario de la Junta formada para seguirle juicio por la Causa de Madrid. 13 Extracto o Memorial ajustado de la causa criminal de Estado sobre la conspiracin, sublevacin, conmocin popular y trastorno del Gobierno monrquico, intentado y llevado a efecto en los preparativos y disposiciones prximas y ms conducentes a su ejecucin. Madrid, 1795. AHNM, Consejo, 11936-I, fol. 237 v. En adelante: Extracto. 14 Extracto, fol. 241r. 15 Los datos de su nacimiento eran hasta este momento desconocidos, por eso se incluyen con tanta extensin.

20

relevancia en el proceso independentista de Venezuela, tanto por su participacin en la conspiracin de Manuel Gual y Jos Mara Espaa como por su actividad militar a las rdenes de Francisco de Miranda durante la poca de la Primera Repblica. Contaba diecinueve aos de edad en el momento en que fue descubierta la conspiracin de Madrid, ejerciendo en esa poca como ayudante de la Real Escuela de Comitiva, con un sueldo asignado de seis reales diarios y adems pensionado por S.M. con tres, por haber sido el nio ms adelantado16, pero debido a sus implicaciones en el caso madrileo y por orden del rey segn oficio de 23 de mayo de 95 se le retira dicha pensin. Fsicamente bien parecido, despejado y de ojos vivos. Algunos, a pesar de su corta edad, vean en l un hombre de talento, aunque de escasa formacin, cuyos nicos conocimientos eran, al parecer, los necesarios para desempear con utilidad el oficio de pasante de la Escuela de Primeras Letras 17 de los Reales Sitios. Sin embargo, tambin se le considera de un espritu e imaginacin sagaces y de pensamiento libre, a pesar de no haber seguido una carrera acadmica. Ignoraba por entonces las lenguas extranjeras y nunca haba dado indicios de despreciar al rey, a su gobierno, o a sus leyes, ni de aborrecer a los ministros ni mucho menos de censurar su conducta. Habra de dar muchas sorpresas este joven suave, muy sensible, apocado y religioso, desacostumbrado a la bebida, hasta su muerte ocurrida probablemente en Colombia, hacia 183518.

Tambin participan, y son sujetos de averiguaciones y prisin, la esposa de Picornell: doa Feliciana Obispo (c.1745) natural de Valladolid, de cincuenta aos de edad, y su hijo, Juan Antonio Picornell, de trece aos y medio, natural de Salamanca, estudiante de Matemticas en los Reales Estudios de San Isidro y pensionado por S.M. A estos se unieron, aunque son muy escasas las referencias de su vida: Bernardino Garasa, natural de Baques, Obispado de Jaca, reino de Aragn, casado, abogado y traductor, cuado de Jos Lax. Juan Pons Izquierdo, natural y vecino de Madrid, casado, traductor. Jos Ballesteros, de cuarenta y cuatro aos, natural y vecino de
16 17

Extracto, fol. 81v. Aunque hay quien niega esta afirmacin: [] en contestacin al oficio de V. S. en que se sirve participarme haber arrestado en la noche pasada a don Manuel Corts, que ha dicho ser Maestro de Primeras Letras de estos Reales Estudios, debo hacer presente a V. S. para su gobierno, que no habiendo en este Real Establecimiento escuela alguna de primeras letras no tengo el menor conocimiento de dicho sujeto, que indebidamente pretende pasar por individuo de un cuerpo a que no pertenece. Carta de Estanislao de Lugo al seor conde del Pinar, Madrid, 1795-0203. AHNM, Consejo, 11936-2, fols. 104r-104v. 18 Vase: Marisa Vannini de Gerulewicz, Manuel Corts de Campomanes, un Maquiavelo americano: Apstol o traficante de la libertad? En 200 aos de la Conspiracin de Gual y Espaa 1797-1997. Caracas: Comisin Presidencial Bicentenaria-Archivo General de la Nacin. (CDRom), 1997.

21

Arganda, arriero de vino, propietario de la taberna La Gallega, frente a la Plazuela de Avapis. Juan Antonio Rodrguez, natural de Valdepeas, de cincuenta y cinco aos, casado, posadero en la calle del Bastero, y su hijo, Toms Rodrguez19, natural de Madrid, de veinticinco a veintisis aos, tirador de oro; y los plateros: Juan Bjar20 y Manuel Hernndez21.

19 20

Extracto, fol. 2v. [] de 42 aos de edad, natural de la Villa de Brunete, casado en segundas nupcias con Juana de la Madrid, oficial de platero, y habitante en la callejuela de San Miguel. Ibdem, fol. 24v. 21 [] madrileo, de 37 aos de edad, soltero, fundidor de oro y plata con obrador pblico. Ibdem, fol. 47v.

22

CAPTULO II
JUAN BAUTISTA PICORNELL
EN EL PARADIGMA DE LA ILUSTRACIN

Gnesis de la utopa revolucionaria pedaggica Durante los aos previos a la conspiracin madrilea, y a pesar de no pertenecer a la nobleza, pero en atencin a algunas de sus cualidades meramente formales, Picornell se aproxima considerablemente, como ya dijimos, al modelo del funcionario ilustrado que se ocupa tanto de la docencia como de la administracin escolar. Estudi dos aos de filosofa en la Universidad de Palma de Mallorca, fue seminarista del Conciliar de San Pedro y obtuvo una beca del Colegio de Nuestra Seora de la Sapiencia. En 1778 recibi el grado de Bachiller en Filosofa por la Universidad de Salamanca. Estudi adems tres aos de Teologa. Fue actuante de la Academia de San Agustn. Dio clases especiales de Filosofa durante tres meses en la Universidad de Salamanca, en la que tambin fue electo consiliario. Trabaj como suplente en una Ctedra de Artes y contribuy a la formacin de numerosos artesanos1. Entra a formar parte de la Real Sociedad Econmica Matritense, en 1784, y en 1787 es admitido como Socio Benemrito Abonado de la Bascongada. Consta adems en su Relacin de Mritos que: [] es de buena vida y costumbres, de conocida honestidad y desinters: que tiene una instruccin muy vasta del gobierno econmico y poltico de los pueblos; y que est adornado de un celo verdaderamente patritico2. Un hombre con una buena formacin intelectual, con una filosofa sui gneris, un tanto desconcertante para quienes han abordado su estudio.

Relacin de los mritos, ttulos, grado, ejercicios literarios, del bachiller don Juan Picornell y Gomila, Individuo de la Sociedad Econmica de Madrid y Benemrito abonado de la Bascongada. Madrid, 03-07-1787, AHNM, Consejo, 11936-I, fol. 2r. [Doc.1] En adelante: Relacin de mritos. 2 Idem, fol. 2r.

Para 1795, ao de la conspiracin, Picornell haca siete que se haba mudado con su familia de Salamanca a Madrid, ocupndose desde entonces en el:
[] desempeo de diversas comisiones de las Sociedades Matritense y Bascongada y de la que tuvo S.M. en el ao 91 de reformar las escuelas de la Villa de Talavera y su Partido, en la que emple siete meses, acompandole don Jos Lax, por lo cual adeud la cantidad de 31.000 reales para l y su compaero por cuenta aprobada por el Consejo, de la que slo ha cobrado 12.000 reales []3.

A travs de la, no muy extensa ni sistemtica, produccin intelectual de lo que podra llamarse el Picornell peninsular (que se diferencia notablemente de lo que ser el Picornell americano), es posible percibir como sus ideas se van radicalizando en funcin, por una parte, de sus intereses personales, y por otra, de las transformaciones polticas de las que es protagonista y testigo: desde la publicacin de sus bien documentados textos educativos de 1786, que contrastan con la ambigedad de su propuesta pedaggica de 1787, en la que oscila entre la censura y la defensa ferviente de la monarqua como sistema, con un evidente oportunismo; pasando por la traduccin de los polmicos e innovadores textos de Charles Joseph Mathon de la Cour y del abate Gabriel Bonnot de Mably, que utilizara para el adoctrinamiento de sus seguidores; hasta la redaccin de los papeles revolucionarios: el Manifiesto y la Instruccin4.

3 4

Extracto, fol. 91r. En orden cronolgico, de la produccin intelectual de Picornell, durante los aos que vivi en la Pennsula, antes de la conspiracin de Madrid, se conservan documentos manuscritos o impresos, que incluyen: el Discurso tericoprctico sobre la educacin de la infancia dirigido a los padres de familia, Salamanca: Imprenta de Andrs Garca Rico, 1786; el Examen pblico, histrico y geogrfico, a que expone segunda vez don Juan Picornell y Gomila , Individuo de la Real Sociedad Econmica de Madrid, a su hijo Juan Antonio Picornell y Obispo, en un general de esta Universidad en los das 7 y 11 de marzo de este presente ao a las tres de la tarde , Salamanca: Imprenta de Andrs Garca Rico, 1787. As mismo, se encuentra el manuscrito del Proyecto Educativo que presenta en 1789 ante la Sociedad Econmica Matritense: Picornell y Gomila, don Juan. Individuo de la Sociedad Econmica de esta Corte y de la Bascongada. Se hallan dos representaciones solicitando licencia para establecer en Madrid una escuela pblica de enseanza y educacin que dice ha formado en el libro que titula El maestro de primeras letras, Madrid, 1789-07-22. AHNM, Estado 3245-2, 14 fols. En adelante: Proyecto Educativo [Doc.2]; y la edicin en castellano (1790) de la obra de Mathon de la Cour: Discours sur les meilleurs moyens de faire natre et dencourager le patriotisme dans une monarchi, sans gner ou affaiblir en rien ltendue de pouvoir et dexcution qui est propre ce genre de gouvernement Pars: Cuchet et Gattey, 1787. En adelante: Discours. En versin de Picornell: Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el patriotismo en una monarqua sin ofender ni disminuir en cosa alguna la extensin del poder y execucion que es propia de este gnero de gobierno (Premiado por la Academia de Ciencias, Artes, Agricultura y Bellas Letras de Chalons de Marne el da 25 de agosto de 1787. Por Mr. Mathon de la Cour, de las Academias de Len de Villafranca y de la Sociedad Real de Agricultura de Len, etc. Traducido al castellano por Don Juan Picornell y Gomilla, Individuo de la Real Sociedad Bascongada y de la de Madrid), Madrid: Oficina de Aznar, 1790. En adelante: Discurso. De ambos impresos se conservan ejemplares: El original en

24

Sin embargo, hay en esas mismas ideas un hilo conductor que proviene de los objetivos que se plantea y que reflejan hasta cierto punto la coherencia y la continuidad que no es fcil apreciar a simple vista, y que se relacionan con lo que Mercedes Vico considera que son los trminos propios de la literatura utpica ilustrada, cuya meta principal es hacer individuos virtuosos, ciudadanos leales y miembros tiles a la sociedad5; pero para ello Picornell est consciente de que se requieren cambios verdaderamente drsticos, y as lo expresar, corriendo el riesgo de contradecirse en muchas ocasiones, en sus textos y en sus declaraciones, y de exponer su propia vida (y la de otros), si con ello contribuye a crear una sociedad justa y libre.

Para comprender el pensamiento y los actos polticos de Picornell, se hace imprescindible desandar los pasos de sus escritos y de las lecturas en las que basa su ideario. Desde el punto de vista de las doctrinas polticas y pedaggicas, no hay, hasta la fecha, ningn estudio que permita una aproximacin medianamente objetiva a cul habra sido la que inspirara a los revolucionarios. Todo esto a pesar de las afirmaciones tajantes, pero de dudoso fundamento, de
francs de Mathon de la Cour est en la Biblioteca Nacional de Pars, y la traduccin de Picornell en el Archivo Histrico Nacional de Madrid, registrado como: Discurso traducido y dado a luz por don Juan Picornell remitido por el Consejo al seor alcalde conde del Pinar a virtud del oficio que por ste se pas a aquel Supremo Tribunal para tenerlo a la vista en la causa reservada contra dicho Picornell y consortes. (Mathon de la Cour), 28 folios (incluyendo los del impreso), en: AHNM Consejo 11973-I, exp. K, Madrid, 1795-16-04. El Manifiesto e Instruccin datan de entre 1794-95. De ambas piezas slo se conservan las copias de escribano. Manifiesto (Papel nmero 2), en: Pieza A en la que se hallan los cuatro papeles distinguidos con otros tantos nmeros que se encontraron en el cofre del reo don Sebastin Andrs al tiempo de su apertura y reconocimiento en la Real Crcel de Villa por el seor alcalde conde del Pinar a presencia del mismo Andrs; cuyos papeles se conocen en la causa reservada que se sigue contra este y dems consortes con los ttulos de Manifiesto al pueblo e Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, Madrid, 1795-02-20. AHNM Consejo 11937, 6 folios. [Doc.4] En adelante: Manifiesto. Instruccin (Papel nmero 3), en: Pieza A en la que se hallan los cuatro papeles distinguidos con otros tantos nmeros que se encontraron en el cofre del reo don Sebastin Andrs al tiempo de su apertura y reconocimiento en la Real Crcel de Villa por el seor alcalde conde del Pinar a presencia del mismo Andrs; cuyos papeles se conocen en la causa reservada que se sigue contra este y dems consortes con los ttulos de Manifiesto al pueblo e Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, Madrid, 1795-02-20. AHNM Consejo 11937, 6 fols. [Doc. 5] En adelante: Instruccin. La Instruccin es un documento en el cual se establecen las normas para la creacin y ejercicio de las milicias civiles durante el tiempo que dure la sublevacin. Y podra pensarse, incluso, por tiempo indefinido, lo cual le imprime un carcter de gran modernidad: La Instruccin comprende las reglas, y mtodo con que deba conducirse el pueblo en el acto de la conmocin; prescribe el modo de reunirse, distribuirse, armarse y hacer el servicio bajo los Jefes que se elegiran; seala sueldos, ofrece premios y recompensas, y amenaza con castigos: De manera que el conjunto de estos dos papeles manifiesta un plan completo de la conspiracin, y descubre enteramente los designios de estos hombres perdidos y temerarios, y la basta extensin de sus proyectos. Y para llevarlos a ejecucin tenan formada lista de los que deban componer dicha Junta; y dispuesto otro papel que vena a ser un resumen de la Instruccin: con muchas copias de ellas para fijarlas en los parajes pblicos, con el fin de irritar, seducir y alucinar al pueblo con el Manifiesto; y dirigirle en sus operaciones por medio de la Instruccin []. Carta reservada de don Francisco Prez de Lema a Godoy, Madrid, 1796-07-19. AHNM Estado 3161, fols. 2v-3r. [Doc. 12] En adelante: Prez de Lema a Godoy. 5 Vico Monteoliva, Mercedes, ob. cit, p. 10.

25

algunos historiadores, como la de C.F. Lpez, quien sostiene que: Las directrices de este levantamiento [de Madrid] y el programa de accin de los conjurados estaban calcados de la doctrina filosfica de los derechos del hombre y en los principios republicanos de la Revolucin Francesa6. Valdra la pena preguntarse: A cul de las doctrinas filosficas de los derechos del hombre: a las de las de Mably, de Lafayette, de Paine, a las de 1789 o las de 1793? Y a los principios republicanos de cul de las cuatro etapas de la Revolucin Francesa?7 Los matices son muy contrastantes para que tal aseveracin tenga consistencia y, como acertadamente advierte Lluis Roura, considerar la conspiracin de Picornell como anecdtica y desligada de los acontecimientos revolucionarios franceses, es una incoherencia 8.

Si la causa de los motines previos al de Madrid haba sido la crisis de subsistencia, carente de dirigencia o ideologa definida que guiara a las masas enardecidas, a partir de la Revolucin Francesa se introduce una novedad en tales manifestaciones. Las autoridades se hallan ahora desconcertadas y desprevenidas ante una posible envestida popular, organizada por esta suerte de vanguardia revolucionaria, que pone en tela de juicio la eficacia para gobernar del monarca, de sus ministros y de las instituciones que sirven de base al sistema, y ofrece una alternativa de gobierno diametralmente opuesta al rgimen desptico. Por lo tanto, el fenmeno ahora es otro, se trata de una enfermedad para la cual no se conoce cura. Sin embargo, es difcil afirmar categricamente que Picornell fuera un afrancesado (ni menos un jacobino). Alares discrepa de

6 7

Casto Fulgencio Lpez, Juan Bautista Picornell, p. 11, 1957. En una breve y didasclica sntesis cronolgica, Alberto Filippi ofrece una periodificacin del proceso revolucionario en Francia, que ayuda a comprenderlo en sus diferentes especificidades y en sus repercusiones, tanto en Espaa como en Amrica: [] la primera etapa: la del ao 1789, la de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la de Sieys y Mirabeau, de la separacin de los poderes y de la abolicin de los privilegios econmicos e institucionales feudales. Esta revolucin tuvo, por lo menos al comienzo, [] una buena (relativa) acogida entre los ilustrados peninsulares y en algunos sectores criollos hispanoamericanos, desde un Jovellanos hasta un Miranda. Segunda etapa: dominada por la Convencin y el Terror, la del proceso al rey, la de Robespierre y Saint-Just, de la Constitucin de 1793, etapa que gener rpidamente el rechazo al pnico generalizado en Europa y Amrica. La tercera etapa: la del rgimen termidoriano y del Directorio, del republicanismo liberal, fruto de la reaccin censitaria y de los compromisos con los sobrevivientes monrquicos, etapa que, habiendo establecido una cierta normalidad, fue vista como la superacin del caos y de la dictadura. Por ltimo la cuarta etapa, del Consulado al Imperio, de la disolucin de la repblica y de la afirmacin del autoritarismo napolenico y del militarismo y que, en el caso de Espaa, vuelve a plantear las relaciones en la coyuntura de la guerra y de la invasin, trminos que ya se haban dramticamente conocido en los meses de la guerra contra la Revolucin Francesa (1793-1795), pero que ahora se vuelven an ms conflictivos, porque a la guerra se acompaa la ruptura introducida por los Bonaparte de la legitimidad dinstica de los Borbones, y con ello de la legitimidad de la propiedad del poder dinstico tambin sobre Amrica. Alberto Filippi, El rol histrico de las islas caribeas en la obra de Paul Verna (y consideraciones sobre Francisco de Miranda). Boletn de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, p. 39, 1996. 8 Lluis Roura, Robespierre, Babeuf i Picornell: dins la vitrina?. LAven, 205, p. 19, Barcelona, 1996.

26

Zavala y argumenta que su definicin de Picornell como democrtico-jacobino es discutible, como lo es tambin la proximidad ideolgica a Marchena, de quien no existe prueba alguna de su participacin en la conspiracin de Madrid 9.

Si bien es cierto que Picornell dedic buena parte de su tiempo a la lectura y traduccin de libros en francs, en todo caso es afrancesado en la medida en que muchos de los espaoles de los estratos medios y altos pudieran haberlo sido, por las circunstancias del momento y, por otra parte, el espectro de lo que significa ser afrancesado en esa poca, es muy amplio. A su manera, tan afrancesadas eran las ideas y las polticas borbnicas, aunque no revolucionarias, por supuesto. A este punto, es conveniente aclarar que, en contra de lo que la historiografa tradicional daba por evidente, el afrancesamiento no est necesariamente asociado a una caracterstica o a una tendencia de pensamiento especfica aunque, ciertamente, la Revolucin Francesa, en sus diferentes etapas, gener un proceso de cambios internos, cuyos efectos fueron muy diversos en cada pas y en cada estrato social, y este es un factor determinante que hay que tomar en cuenta.

Con la Revolucin Francesa, se produjo en Espaa un giro ideolgico, poltico e institucional que tuvo como una de sus respuestas el cordn sanitario que impone el Primer Ministro, el conde de Floridablanca. Una poltica de censura que cuenta con el apoyo del fortalecido Tribunal de la Santa Inquisicin, para evitar la proliferacin de la propaganda revolucionaria procedente de Francia, cuyo postulado central es la soberana del pueblo 10. Llama la atencin que no se tomen las mismas medidas con las ideas provenientes de la Independencia norteamericana, las cuales fueron aceptadas, incluso, por quienes se oponan a las francesas, a pesar del estrecho vnculo entre ellas.

10

Mara Luisa Alares Dompnier, Un ilustrado liberal en la Amrica de la emancipacin, p. 112, 1983. Jacques Ellul, Historia de la propaganda, Caracas, Monte vila, p. 109, 1969.

27

Los principios pedaggicos de Picornell en su Discurso terico-prctico sobre la educacin de la infancia, dirigido a los padres de familia En 1785, durante su residencia en Salamanca, Picornell se ocupa de desarrollar una suerte de experimento educativo, para el cual utiliza como sujeto a su propio hijo, segn consta en su Relacin de Mritos:

Que ha expuesto a su hijo don Juan Antonio dos veces a pblico examen en dicha Universidad de Salamanca, la una en la corta edad de tres aos y medio, y la otra en la de cinco y medio, cuyo ejemplo ha producido los mejores efectos en toda la nacin11.

Es probable que tal experimento haya tenido cierta repercusin entre los socios, tanto de la Sociedad Bascongada como de la Matritense 12. Desde ese momento seguramente fue, al menos, tema de conversacin y hasta de alabanzas entre los ilustrados de ambas Sociedades, el propio Jovellanos hace referencia al examen cuando recuerda en sus Diarios la conspiracin de San Blas: Nombran en ella a un tal Picornell, mallorqun, famoso en las gacetas por los talentos precoces de un hijo suyo 13. El examen consiste en un cuestionario esquemtico y tcnico compuesto de ocho pginas, cuyo verdadero valor proviene de su asociacin, en tanto que complemento, del Discurso terico-prctico, publicado un ao antes, en 1786: Que ha dado a luz un Discurso Terico-Prctico sobre la educacin de la infancia, en que expone el mtodo que ha observado en la instruccin de dicho su hijo14.

El Discurso terico-prctico es una obra representativa, aunque poco conocida, del movimiento pedaggico ilustrado, en la cual Picornell recoge las teoras realistas de John Locke (1632-1704)

11

Relacin de mritos, fol. 2r. [Doc.1] Algunos historiadores e investigadores que han analizado el alzamiento de Gual y Espaa en La Guaira, incurren en lamentables errores, como es el caso de Pedro Emilio Coll, quien afirma que: [] en honor de su hijo, apenas de tres aos, escribi un Tratado, suerte de enciclopedia o examen de varias materias []. Pedro Emilio Coll, El Conspirador Picornell. En: Boletn de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, p. 7, 1944. 12 En los archivos de esta ltima consta que: Don Juan Picornell remite desde Salamanca un ejemplar del examen pblico que acaba de sufrir en aquella Universidad su hijo Juan Antonio, de edad de 3 aos y medio. 12 de abril de 1785, 6 fols. El impreso no est en el expediente. El seor Picornell dice que lo enva y lo acompaa de una carta muy laudatoria de fray Isidoro Alonso, Catedrtico de Vsperas . Archivo de la Real Sociedad Econmica Matritense (en adelante ARSEM), 58, N. 6, 1.528, 1 fol. 13 Gaspar Melchor de Jovellanos, Diarios. Oviedo: Edic. Oviedo, t. I, p. 542, 1953. 14 Relacin de mritos, fol. 2. [Doc.1].

28

as como las del abate Condillac 15, Rousseau, Montaigne y Alexander Pope16 entre otros. La influencia de Locke en el pensamiento espaol del siglo
XVIII, es

colosal, no slo en el tema de la

educacin, sino en el pensamiento filosfico en general, desde Feijoo hasta Mart de Eixal, el cual tambin genera una autntica revolucin intelectual. En efecto, no escapa Picornell al influjo de Locke y Condillac aunque, inexplicablemente, esta influencia no es tan evidente en el Proyecto Educativo que presentar, poco tiempo despus, ante la Sociedad Econmica Matritense. Una de las numerosas veces que Picornell cita a Locke en el Discurso, lo hace para referirse a la importancia de la educacin:
[] no hay temperamento tan fogoso y tan vivo, que no pueda corregirse por medio de una buena educacin. sta decide ordinariamente de las buenas o malas costumbres, de modo que se puede decir con el Filsofo Lok (sic) que la diferencia que hay entre las costumbres, y la capacidad de los hombres, ms proviene de la diferente educacin que han recibido que de otra cosa alguna (m)17.

La obra no est dividida en captulos porque se trata de un discurso, pero en ella es posible apreciar una cierta divisin temtica sistematizada de las diferentes reas de conocimiento, que Picornell propone a padres y maestros, y que, a su juicio, deben formar parte esencial de la educacin de los nios durante la primera infancia. En ella combina algunos ejemplos metodolgicos con premisas morales y psicolgicas que han de servir para moldear la conducta y se basa, para definir su modelo del ciudadano patriota, en las nociones clsicas griega y romana del trmino. Sorprende la modernidad de sus conceptos en lo que se refiere al respeto al individuo, a las diferencias culturales, as como a la manera tajante en que se opone al uso de la violencia en la educacin, pero en esencia no parecen estar dirigidos al pueblo y, a pesar de que tal vez hiciera un esfuerzo para que as fuera, tienen un fundamento sumamente elitista y urbano.

15

En particular vase: John Locke, Essai sur lorigine des connaissances humaines: ouvrage o l on rduit un seul principe tout ce qui concerne lentendement humain, Mortier: Amsterdam, 1746. 16 Picornell cita a Pope para expresar que su mayor deseo es el de ser til a la patria a travs de su discurso: [] el deseo de ser til a mi patria [] es ms recomendable para m, que la gloria de haber hecho un excelente discurso. Deseara ms ser tenido por un buen ingls, que por el mejor poeta, o el ms famoso autor, que ha escrito jams dice Alexandro Pope, citando a Mr. Prior. Yo suscribo con el mayor gusto a este noble pensamiento. Juan Bautista Picornell y Gomila, Discurso terico -prctico sobre la educacin de la infancia dirigido a los padres de familia. Salamanca: Imprenta de Andrs Garca Rico, p. XVI, 1786. 17 Juan Picornell y Gomila, Ob. cit., p. 104.

29

La estructura de la obra, en la que pone especial nfasis en los contenidos humansticos, es la siguiente: Utilidad de la educacin al Estado y estmulo al patriotismo; el concepto de conocimiento y la inexistencia de las ideas innatas; el papel de los padres y maestros y la prescripcin del uso de la violencia en la educacin de los nios; tambin resalta la importancia del medio natural y el ocio dirigido como instrumentos de enseanza; la alimentacin; el lenguaje, la lectura y la escritura; la enseanza de la historia y de la geografa. Destaca en la obra pedaggica de Picornell, como en las dems su tendencia hacia el pensamiento utpico ilustrado: En las utopas, en general, el plan de estudios incluye instruccin prctica adems de formacin moral y patritica, pero siempre esta ltima ocupa el primer lugar18. En el postulado central del Discurso, sentencia que: A los padres y maestros pertenece inspirar a la infancia el amor a la patria, las mximas de la sana moral, la sumisin al legtimo soberano, el respeto a las leyes nacionales, y las sublimes verdades de la religin19. Aqu, adems de mostrarse paradjicamente monrquico, justifica la necesidad imprescriptible de la educacin para el ejercicio de ciertos cargos:

Los hombres no podrn servir ventajosamente a la sociedad, si no se procura rectificar sus ideas, y formarles un temperamento robusto, y un corazn recto. Estas cualidades les son indispensables para que puedan ejercer los empleos pblicos de la Administracin, de la Judicatura, y de la Milicia20.

En consecuencia, la buena educacin de los ciudadanos desde la infancia, contribuye al fortalecimiento del Estado. Picornell niega como Locke la existencia de las ideas innatas21, tanto en la teora como en la prctica, y adopta el sensismo de Condillac poniendo as distancia con el idealismo. Argumenta Picornell que el cuerpo y el alma con los que el hombre nace vienen dotados de facultades que, en lo que al alma se refiere, son las aptitudes mnimas para adquirir conocimiento, y son esas facultades las que han de ser cultivadas por medio de la educacin. En tono de crtica contra quienes se oponen a este principio, agrega que:

18 19

Mercedes Vico Monteoliva, Ob. cit., p. 26. Juan Picornell y Gomila, Ob. cit., p. V. 20 Idem, p. 1. 21 Vase: John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano. (Especialmente el Libro I: Las nociones innatas). Buenos Aires: Aguilar, pp. 29-46, 1977.

30

Para comunicarles estos acontecimientos, dice el abate Condillac, se espera a que tengan una cierta edad, que llaman de la razn, y que no se fija jams. Se dira que hay en la vida un momento en el que se nos infunde repentinamente la razn, que no tenamos en el antecedente22.

La razn se cultiva, no se adquiere repentinamente a una determinada edad (como lo pregona la religin catlica y de ah que la Primera Comunin se lleve a cabo cuando el individuo ha llegado al uso de razn). Comparte la nocin de Locke, para quien las ideas son las cuestiones que conforman la mente humana, independientemente de cual sea el carcter de las mismas. Al final de la introduccin al: Ensayo sobre el entendimiento humano, Locke pide perdn al lector por el uso reiterado de la palabra idea y la define como el trmino ms til para significar: [] lo que es objeto del entendimiento cuando un hombre piensa23. Es este concepto el que aplica Picornell para determinar el mbito de las ideas como generadoras de conocimiento, y de ah la necesidad de que sean claras y ciertas para que promuevan la sinceridad en el nio, debindose evitar tambin el uso de aquellas que le causen terror24 o atenten contra la moral y las buenas costumbres25. Pero sobre todo deben ser sencillas y promover en l la humildad y la generosidad, para que puedan convertirse en la verdadera base de la educacin 26.

Picornell establece un orden de prioridades segn el cual debe impartirse la enseanza de la historia y de la geografa, que rompe con la escolstica y se inserta en los postulados de la ilustracin. Si bien es cierto que le da gran significacin a la historia sagrada no slo por el estudio de los hechos bblicos, sino como aporte al conocimiento de la religin y de los principios morales27, establece una jerarqua en relacin a la enseanza de la historia no sagrada: Lo primordial para el nio es conocer la historia de su nacin, luego la historia universal y por ltimo y con ellas la geografa, en tanto que espacio en el que se desarrollan los acontecimientos, y apunta con notable nacionalismo que:

22 23

Juan Picornell y Gomila, Ob. cit., pp. 24-26. John Locke, Ob. cit., p. 28. 24 Juan Picornell y Gomila, Ob. cit., pp. 20-21. 25 Ibdem, pp. 28-29. 26 Ibdem, p. 27. 27 Ibdem, p. 60.

31

Despus de estos estudios [los del lenguaje, la lectura, la escritura y la gramtica] deber tener el primer lugar el de la Historia de la nacin. Sus sucesos son ms interesantes para nosotros, que los de los otros pueblos, y nos tocan ms de cerca28.

Esboza una manera de ver la historia, no como mera literatura o recopilacin de datos, sino imbuida de la idea enciclopedista (volteriana, particularmente) vista desde todos los ngulos, con un sentido de la comprensin de las diferencias culturales poco comn hasta esa poca. La historia fctica, providencialista y con pretensiones de autenticidad haba recopilado un valioso material que, en manos de los historiadores de la Ilustracin, cobrara un nuevo sentido. En El siglo de Luis XIV y en el Ensayo sobre las costumbres, Voltaire lleva a cabo un estudio histrico no slo de los aspectos polticos y econmicos, sino tambin de los usos y costumbres de los pueblos. El concepto de razn propici una apreciacin laica del mundo, lo que signific una ruptura con la historiografa cristiana y abri paso a nuevas consideraciones, la principal: la accin humana por encima de la accin divina, as como el estudio de los diferentes pueblos segn su raza y ubicacin geogrfica. Sin embargo, comienza tambin a diferenciarse entre los conceptos de civilizacin y barbarie, con toda la carga de racismo y discriminacin, un triste aporte de la Ilustracin al mundo moderno. Para Picornell:

La Historia Universal se seguir a la de la nacin; pero yo quisiera que los padres o maestros no se limitaran a slo llenar sus cabezas de datos y pocas. Si desean que el estudio de la historia se haga con utilidad, es preciso hacerles conocer el genio de las naciones, su poltica, sus costumbres, y las causas que influyeron en las grandes revoluciones. Aprendida as la historia, ser como un fiel espejo, que les representar el estado, y las vicisitudes de el (sic) espritu humano en las diversas edades de el mundo; los progresos de las artes y las ciencias, la formacin de las sociedades, y el modo con que el mundo ha ido por grados saliendo de su primera infancia, hasta llegar a el (sic) estado de cultura en que se halla al presente. Todos estos objetos podrn instruirlos tilmente, y hasta los mismos vicios y extravos de los hombres, presentndoselos bajo su verdadero aspecto, les sern de mucha utilidad 29.

Y agrega con respecto a la geografa que:

28 29

Ibdem, p. 61. Ibdem, pp. 62-63.

32

Si al tiempo de instruirlos en la historia, se les enseare tambin la geografa, ser este un medio eficacsimo para que hagan progresos en una y otra. La historia y la geografa tienen entre s una grande conexin, y se dan mutuamente la mano. Las cartas geogrficas representan el teatro en que pasaron los grandes sucesos, y para que stos se graven en su memoria, convendr mucho hacerles sealar sobre el mapa los lugares de que se hace mencin en la historia 30.

Pero la aportacin ms novedosa y plena de conciencia del valor del otro como cultura, est en esta cita en la que se refiere al Mundo como una gran repblica:

Al hablarles de los habitadores del Globo, se tendr gran cuidado de aficionarlos a todos, y de hacer que miren a el (sic) chino a el (sic) indio y al mongol, como a conciudadanos de esta gran Repblica del Mundo. Este es un medio muy eficaz para comunicarles sensiblemente aquellos sentimientos de humanidad, y de amor a sus semejantes, que son el origen de las bellas acciones31.

An as, no deja de estar inspirado por los atavismos religiosos y raciales de su poca (o tal vez se trate de una concesin para evitar la censura inquisitorial?) cuando escribe:

Sin embargo, se les debe acostumbrar a que miren con horror sus extravos en punto de religin, y todo lo que pueda fomentar en ellos principios de un tolerantismo no menos perjudicial a la buena constitucin de los Estados, que a la sana moral; a que prefieran su patria a todos los dems pueblos, para que no incurran en la ridcula mana de los que afectan una aficin general a todas las naciones, para creerse dispensados de las obligaciones que deben a su propio pas (c)32.

A modo de colofn y como sntesis del pensamiento pedaggico ilustrado de Picornell, el Discurso terico-prctico dice:
[] formar su corazn [el del nio] y sus costumbres debe ser el objeto de una buena educacin. [] Esta admirable ciencia tiene por objeto el rectificar el corazn del hombre, y el sembrar en
30 31

Ibdem, p. 64. Ibdem, p. 65. 32 Ibdem, pp. 65-66.

33

l las semillas de todas las virtudes. [] la tranquilidad de los pueblos, la sinceridad en el trato civil, la buena fe en el comercio, la paz y el sosiego en las casas, en una palabra toda la felicidad de que pueden los hombres gozar sobre la tierra, son los bellos efectos de este importante estudio33.

Poco despus de la publicacin del texto anteriormente comentado, Picornell presenta su Proyecto Educativo en el concurso convocado por la Sociedad Econmica Matritense, el 22 de julio de 1789. El Proyecto Educativo, as como el veredicto de la Junta nombrada para su discusin, conforman un conjunto de documentos poco conocidos, pero de gran inters. En ellos, adems de mostrar una sntesis de sus ideas pedaggicas (desde una perspectiva, no ya didctica, sino ms bien poltica), se perciben las influencias de diversos autores, algunos ya mencionados como el abate Mably y Mathon de la Cour, aunque Picornell no haga referencia expresa a ellos en el documento. Y es justamente en el asunto de la presentacin del Proyecto donde se ponen de manifiesto los intereses personales que le mueven a exponerlo ante la Sociedad Econmica y la frustracin por el fracaso que lo deja prcticamente en la ruina. Este podra haber sido el detonante que le marcar notablemente. De su aprobacin esperaba obtener la licencia para establecer en Madrid una escuela pblica basada en su mtodo, el cual condensara en el libro que probablemente pensaba escribir bajo el ttulo: El maestro de primeras letras34.

Pero el Proyecto es particularmente confuso y en l se declara, con la ambigedad del caso, unas veces monrquico y otras republicano. No se puede justificar un rgimen con los mismos argumentos con los que se defiende otro, que es su opuesto. No se puede defender a la monarqua con premisas republicanas. He aqu el meollo de las contradicciones de Picornell, y este ser el argumento del que se valdr Cabarrs para objetar el Proyecto.
33 34

Ibdem, pp. 96-97. Una obra que seguramente no lleg a publicar, y la constatacin ms directa de este asunto es el argumento del mismo Picornell, cuando se siente presionado por la Junta ( ARSEM, Actas de la Sociedad-1786- 87) calificadora de la Sociedad para entregar los ejemplares de la obr a que an no haba escrito: [] cuando aguardaba que se hara el examen de su plan y que le propondran todos aquellos reparos y dificultades que hubiesen encontrado, se hall que estaban muy distantes de ello y que slo se haban juntado para pedirle inmediatamente las dos obras de que hace mencin en su plan, a cuya solicitud se quej el suplicante alegando, en primer lugar, que S.M. no lo mandaba en su real orden, en segundo, que haba ofrecido su presentacin despus de medio ao de haber abierto su escuela, pues tena la necesidad de confirmar antes con su propia experiencia muchas mximas que en ellas propona, y en tercero, por qu era ms propio encaminar antes el plan de una nueva obra que se propona, que la misma obra, y as que desde luego hiciesen esta diligencia y le comunicasen su dictamen, que con arreglo a l, procurara concluirlos con la posible brevedad para su perfecto examen . Carta de Picornell a Floridablanca [?], Madrid, 24-10-1789. AHNM, Estado, 3245-2, fols. 3r-3v. [Doc.3]. En adelante: Picornell a Floridablanca.

34

La influencia del abate Mably y Mathon de la Cour en el Proyecto Educativo La marcada influencia del abate Mably y de Mathon de la Cour en el pensamiento de Picornell y su grupo, corrobora que intentaban poner en marcha una revolucin sustentada sobre una base filosfica socialista utpica y no de corte liberal como se ha credo hasta ahora, la cual es digna predecesora de las ms vanguardistas del siglo
XIX.

Pero no hay que confundir la praxis poltica

con la elaboracin de un complejo sistema filosfico, porque esto nunca llegaron a materializarlo los conspiradores de Madrid, al menos que se sepa.

Aunque se ha dicho repetidamente que el socialismo utpico hace su aparicin en Espaa durante el Trienio Liberal (1820-1823), ya Feijoo en sus Cartas eruditas y curiosas se haca eco de estos conceptos:
Dijo muy bien el Abad Mably en sus Observaciones sobre los Romanos, que stos fueron virtuosos mientras guerrearon con otros pueblos tan pobres como ellos; y dejaron de serlo desde que empezaron a triunfar de los ricos, porque trasladaron a Roma sus riquezas. Y si este Autor moderno hiciere poca fe, no puede menos de hacer mucha el grande Historiador de las cosas Romanas, Tito Livio, que en las riquezas conoce la nica causa de la corrupcin de aquellos Republicanos: Nuper divitiae avaritiam, & abundantes voluptates, desiderium per luxum, atque libidinem pereundi perdendique omnia invexere (Dcada 1, lib. 1)35.

Tambin es sabido que las ideas de Mably preceden y anuncian el pensamiento de Proudhon y de Marx y, efectivamente, influyen en ellos. El postulado central de la concepcin de Proudhon consiste en la necesidad de destruir toda autoridad, comenzando por el Estado, sin afectar el entramado social, mediante la accin revolucionaria de una minora (vanguardia intelectual, podramos decir), que guiar a las masas hacia una organizacin de la produccin en una especie de sistema feudal que denomina comunas, las cuales en poco o nada se diferencian de las comunidades de aldea propuestas por Mably. En lo que a Marx se refiere, es notable ver, por ejemplo, como en sus enunciados se ponen de manifiesto las advertencias hechas por Mably, ms
Benito Jernimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, Madrid: Imprenta de Don Eugenio Bieco, t. IV, Carta p. 224, 1754.
35

XVIII,

35

de un siglo antes, en cuanto a las consecuencias sociales, econmicas y polticas de aquellos factores los cuales, para ese momento, apenas comenzaban a percibirse que habran de conformar el sistema capitalista, tales como las contradicciones generadas por la diferencia de clases, la divisin del trabajo y la propiedad. Es universalmente aceptado el hecho de que el pensamiento anarquista moderno nace en el siglo
XIX

con Proudhon y Bakunin pero, puestos a

buscar sus races, estas se encontrarn, sin duda, en los ms selectos textos de los clsicos griegos, los mismos que estos ilustrados conocieron y leyeron con avidez para elaborar sus teoras revolucionarias.

Picornell deja ver el trasfondo de sus ideas: las republicanas, y aunque intente mostrarse como defensor del sistema monrquico, lo hace inexplicablemente atacando las leyes por las que se rige. Sostiene que existe una forma de libertad plena, cuya definicin podra considerarse como antecedente del concepto anarquista del siguiente siglo. Es muy probable que Picornell se familiarizara con la obra de Mably a travs de la lectura de la de Mathon de la Cour, quien cita extensamente al abate. Ambos representan el pensamiento filantrpico, lo que explicara tambin el sistema proselitista de limosna utilizado por Picornell para la captacin de sus seguidores. Al abate Mably36, hermano mayor de Condillac, reputado como moralista, historiador, economista, adversario de los fisicratas, se le considera uno de los ms importantes legisladores franceses, a la par de Montesquieu 37. Su contribucin al constitucionalismo moderno est enfocada, particularmente, hacia la defensa de los derechos fundamentales, los derechos comunes de la humanidad, a los que considera por su naturaleza, superiores a la propia soberana del Estado. Aunque Picornell trate de negarlo en algunas de sus declaraciones, la prueba fehaciente

36

Resulta interesante recordar que J.J. Rousseau, en abril de 1740, se ocupa como tutor de los hijos de Mably, en Lyn. 37 Es posible que el desconocimiento generalizado de la vida y obra de Mably se deba en buena medida a que: [] una vez iniciado el levantamiento de 1789, los lderes burgueses seleccionaron detenidamente aquellas figuras de la filosofa dieciochesca cuyas ideas mejor podan servir para otorgar legitimidad y prestigio al proceso revolucionario. As, cuando en 1791 hubo qu decidir qu filsofos deban pasar a integrar el panten de los hroes nacionales en Paris, slo Voltaire y Rousseau fueron admitidos. La incorporacin de otros autores, como Descartes, Fenelon, Buffon o Mably, fue rechazada. Como vemos, la propia Revolucin iba seleccionando sus precursores a posteriori, iba seleccionando sus hroes, estableciendo relaciones que luego fueron acrticamente reproducidas hasta el presente. Roger Chartier y los orgenes culturales de 1789, La Ilustracin hizo la Revolucin Francesa o la Revolucin Francesa hizo la Ilustracin? Roger Chartier y los orgenes culturales de 1789, La Ilustracin hizo la Revolucin Francesa o la Revolucin Francesa hizo la Ilustracin?, disponible en: http://www.nalejandria.com/archivos-curriculares/sociales/nota-005.htm

36

de la presencia de las ideas del abate Mably en su pensamiento, o en la redaccin del Proyecto, consta en su propia confesin ante el fiscal, el 12 de diciembre de 1795:
[] que Lax sabiendo que l trabajaba el catecismo en que intentaba educar la juventud conforme a los principios de nuestra constitucin para afianzarla ms le dijo, tu has de ser uno de los primeros enguillotinados, lo que le repiti muchas veces, hasta que le respondi que ya lo haba dejado, y entonces fue cuando lo tom con ms ahnco procurando reunir en el Catecismo las mximas que haba odo en el cuarto de Lax con especialidad las de libertad e igualdad y dems que trae el Mably que le dio el mismo Lax []38.

Simultneamente a la redaccin del Proyecto Educativo, Picornell estaba traduciendo la obra de Mathon de la Cour39: Discours sur les meilleurs moyens de faire natre et dencourager le patriotisme dans une monarchie cuya primera, y posiblemente nica versin al castellano que se conozca, es obra de Picornell: Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el patriotismo en una monarqua

La traduccin de Mathon de la Cour hecha por Picornell es una de las piezas esenciales del proceso madrileo (cuyo original en francs le haba remitido Mr. Sabathier, secretario de la Academia de Chalons sr Marne), del cual el fiscal que habra de juzgar a los comprometidos de Madrid, arguye que:

Ni es de admirar que un hombre del carcter de Picornell, se ocupase siempre de tan detestables proyectos, pues adems de lo que resulta en orden a su licenciosa conducta, se le ve ciegamente entregado a la lectura de libros sospechosos y a reimprimirlos para extender sin duda tan perniciosa semilla, bien que celoso el Gobierno en este punto, mirando se le recogiese, como as

38 39

Extracto, fols. 226r-227r. Mathon de la Cour naci en Lyon, en 1738, y muri guillotinado en su ciudad natal, en 1793; hombre ilustrado, literato, filntropo y masn, recurdese su Discours prononc, a Lyon, dans la Loge dadoption du patriotisme, le 27 juillet, 1785, p. 4 [1785]. (Biblioteca Nacional de Pars). Obtuvo diversos, premios de la Academia de Inscripciones y de otras sociedades eruditas, public varias series de estudios en forma de cartas, entre los que se cuentan los relativos a las obras artsticas expuestas en el Saln del Louvre (Pars, 1763-1765). Colabor tambin en el Almanach Musical, entre 1775 y 1778, y en el Journal de Musique. Lucile Runel, Charles-Joseph Mathon de la Cour et le journal de Lyon (1784-1791), 146 p., 1994. Una de sus obras ms importantes es: Sur le pril de la lecture contre la religion (Pars, 1770). Vase tambin la voz: Charles Joseph Mathon de la Cour, en: Enciclopedia Universal Ilustrada, p. 974.

37

se verific con la obra que tradujo intitulada Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el Patriotismo []40.

Sin embargo, Picornell se conduce como uno ms de los ilustrados de las Reales Sociedades, cuando argumenta que: [] las ideas del autor [] sin duda alguna ofrecen campos muy dilatados a los verdaderos amantes del bien pblico para ejercitar sus talentos en beneficio del rey y de la patria41. Aunque el hecho de traducir esta polmica obra pone en entredicho su regalismo, actitud que trata de ocultar en el prembulo que firma como: El menor de sus individuos, en el que reconoce hbil e interesadamente sus limitaciones para llevar a cabo un anlisis profundo del texto, porque sabe que tendra que fijar posicin con respecto a la Monarqua y por lo tanto comprometerse polticamente, y eso no le conviene porque estara poniendo en peligro lo que realmente le importa en ese momento: la aprobacin de su Proyecto Educativo.

Como uno de los actos del proceso a los conjurados, el duque de la Alcudia solicita personalmente al gobernador del Consejo y luego al conde del Pinar, el dictamen que le haba encargado al juez de imprenta, Jos Joaqun Coln de Larreastegui, en 1793 42. Este ltimo, magistrado, de pensamiento antiliberal y ultrarreaccionario, lleg a ocupar el cargo de decano del Consejo Supremo de Castilla y public, aos despus de la causa, su obra: Espaa vindicada en sus clases y autoridades desde las falsas opiniones que se le atribuyen (1811), en la cual destaca la preeminencia de la nobleza como clase por encima del pueblo.
40

Acusacin fiscal puesta por el seor don Jacinto Virto ministro del Consejo Real y fiscal nombrado por S.M. para entender en la causa de Estado reservada formada por el seor alcalde de Casa y Corte conde del Pinar sobre conspiracin, revolucin y conmocin popular, Madrid, 1795-11-08. AHNM, Consejo, 11937, fols. 12r-12v. [Doc.11]. En adelante: Acusacin fiscal. 41 Discurso, pp. [III]-[IV]. 42 Pieza M, correspondiente a la causa criminal reservada de Estado formada por el seor alcalde conde del Pinar, en virtud de especial comisin del excelentsimo seor obispo de Salamanca gobernador del Consejo sobre la conspiracin, sublevacin conmocin popular y trastorno del gobierno monrquico proyectado y llevado a efecto en los preparativos y disposiciones prximas y ms conducentes a su ejecucin, comprende esta pieza la real orden comunicada en 21 de mayo por el Excelentsimo seor duque de la Alcudia a dicho Excelentsimo gobernador del Consejo y por ste en otra de 24 del mismo al citado seor conde del Pinar remitindole para lo que conviniese a la expresada causa la traduccin del Discurso de Monsieur Mathon hecha por don Juan Picornell uno de los reos de ella, y el dictamen que sobre esta obra dio el seor Jos Joaqun Coln en 10 de mayo de 1793 cuando serva la judicatura de imprentas, Madrid, 24-05-1795. AHNM, Consejo, 11937, 6 folios. [Doc. 8]. En adelante: Pieza M. Si la orden a Coln data de 1793, o si fue forjada por el mismo Godoy con esa fecha, a raz de descubierta la conjura, en 1795, no es fcil de determinar pero cabe la posibilidad de que se trate de lo segundo, pues no hay ninguna orden de censura expresa que se conozca anterior a 1795, o mejor an, Godoy podra haber conocido el texto desde esa poca pero no le haba dado mayor importancia.

38

Es innegable que aunque Coln se opusiera a ellas, estaba muy al tanto de las nuevas ideas revolucionarias procedentes de la vecina Francia. Por oficio o por inters personal, haba ledo muchos de los ms floridos textos con los cuales compara el de Mathon de la Cour y la versin de su traductor. Quiz la traduccin de Picornell, desde su publicacin en 1790, circul en la esfera poltica ilustrada, sobre todo si se tiene en cuenta que fue editada en Madrid con la aprobacin de las Reales Sociedades Bascongada y Matritense, dos aos despus de que Floridablanca estableciera el cordn sanitario. En todo caso, es un juicio ambiguo, porque simultneamente se juzga al autor y al traductor como si se tratara de una misma persona 43.

La experiencia asamblesta francesa preocup considerablemente a la Corte espaola, tanto, que los temores an estaban muy frescos cuando se fragua la conjura. El gobierno por asambleas populares es el fundamento de los postulados utpicos que comenzaban a surgir entre algunos de los pensadores ms avanzados (Mably entre ellos), cuyo fin ltimo es la desaparicin del Estado y, por tanto, tambin de la monarqua, diferente del constitucionalismo. Con respecto a esto, se propone un sistema monrquico con capacidad para mantener, y a la vez controlar, la potestad del soberano, sobre la base de una constitucin y un sistema representativo, en el cual se establece la divisin entre los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, pero no es esto lo que propone realmente Mathon de la Cour.

Las crticas del juez de imprenta son contundentes, el Discours (Discurso) le parece artificioso y elocuente pero, a la vez, carente de sabidura y solidez, un texto en el que el autor aporta poco y contribuye a exaltar los principios de quienes, en Francia, haban logrado disminuir la autoridad del monarca (decapitado en 1793, lo cual no hay que perderlo de vista). Coln hace referencia a la cita de la pgina 10, lnea 7 del texto de Mathon de la Cour. De ella expresa que:
[] equivoca artificiosamente el autor el nombre de Soberano, y de nacin. La nacin no es el soberano de una monarqua absoluta, como la de Francia es el rey, en cuya persona se refunde

43

Extracto, fols. 189v-190r.

39

moralmente la nacin. De este modo no compete a las naciones pesar sus ventajas; sino a los Soberanos que las representan44.

Este reparo demuestra una actitud propia del aristcrata antiliberal que es. A ello hay que agregar la censura que hace de la influencia de los postulados de Necker, Mirabeau y Franklin, citados repetidamente en el texto, adems de los de Montesquieu, Mably y Argenson45, entre otros, en la obra de Mathon de la Cour, pero particularmente en lo que se refiere a las limitaciones del poder del monarca en aras de las asambleas de los Estados Generales, que Mathon de la Cour considera (en la traduccin de Picornell) como el modo eficaz de excitar el patriotismo 46. Coln recuerda as la experiencia nefasta, a su modo de ver, de Luis XVI, quien hubo de someterse a los designios de la mayora, cuando se vio forzado a reunir a los Estados Generales y agrega que: Todos los sanos polticos, miran como peligrosas estas convocaciones generales, as por los tristes efectos que resultan de los partidos, del tesn de las opiniones, y de la osada [roto] toma su fuerza en la pruralidad (sic)47. Ciertamente, en la traduccin de Picornell dice que se debe:
[] mirar estas asambleas como el medio ms eficaz para dar nuevo vigor al patriotismo. [] que no tardarn estas asambleas en reengendrar la nacin, en formar buenos ciudadanos, en reunirlos en un mismo espritu, en aficionarlos al bien pblico y en hacer digmoslo as brillar a un tiempo el patriotismo y los grandes talentos ofrecindoles dignas ocasiones en que ejercitarse48.

Efectivamente, como se podr comprobar poco tiempo despus de la edicin de la obra, en Francia, la aceptacin de la propuesta del abate Siyes, de declarar en Asamblea Nacional al Tercer Estado y posteriormente, en Asamblea Constituyente su reunin como tal, el 20 de junio de 1789, en lo que se conoce como la sala del Juego de Pelota, fue el acto ms
44 45

Pieza M, fols. 1r-1v. [Doc. 8]. Ren Louis de Voyer de Paulmy, marqus dArgenson (1694-1757). Ministro de Relaciones Exteriores francs, entre 1744 y 1747, literato y amigo de Voltaire. 46 Pieza M, fol. 1r. [Doc. 8]. 47 dem. 48 Discurso, Advertencia a la Academia, p. 1. En el original de Mathon de la Cour: [] regarder ces assembles comme le moyen le plus efficace de ranimer le patriotisme. [] ne tarderont pas rgnrer la nation, former de vrais citoyens, les runir tous dans un mme esprit en les attachant la chose commune, et faire pour ainsi dire clore a la fois le patriotisme et les grands talents, en leur offrant de dignes occasions de sexercer. Discourse, Advertissement, p. 5-6.

40

revolucionario que hasta ese momento se haba producido, mucho ms incluso que la subsiguiente toma de La Bastilla, ya que en la Asamblea Nacional quedaban cimentadas las bases del proceso constituyente. Coln culpa de ese desatino a:

Neker (sic) [quien] concedi este poder a los pueblos para disponerlos a las alteraciones. Su principio es un paralogismo, que seduce a los pueblos, y los prepara, a resistencias tenaces contra la autoridad dominante: en el funda Mr. Saint Pierre su verdadero patriota, Ruseau (sic) su sistema social49.

Entre los libros y papeles incautados a los revolucionarios, figuran no slo los textos de Mably en sus ediciones originales, sino adems la traduccin que, al parecer, ya estaba bastante adelantada para el momento de la captura50. Son significativas las referencias de algunos testigos a los comentarios y citas reiteradas que les hiciera Picornell de algunos pasajes de la obra del Abad. La edicin original en francs del Estudio de la Historia se la entreg nada menos que el famoso pintor de la Corte, Antonio Carnicero a Picornell, como expone en sus declaraciones Ignacio Sancho, quien asevera:
[] que ha tenido en el concepto de no estar prohibido, aunque tiene licencia para leerlos, y cuando se le entregaron le dijeron que era corriente, un libro francs dirigido al Prncipe de

49 50

Pieza M, fol. 1v. [Doc. 8]. Sin embargo, hay discrepancias en cuanto a la autora de dicha traduccin, entre lo que dicen algunos historiadores y lo que expresan los documentos. Iris Zavala afirma: Fue justamente Juan Pons quien hizo la traduccin de Mably, y la lectura del revolucionario francs transform radicalmente el pensamiento de Picornell. Iris Zavala, Ob. cit, p. 216. Mientras que Prez de Lema comenta que: El mismo Lax fue quien tradujo el discurso de Mably Sobre el Estudio de la Historia, y facilit a Picornell, el otro sobre los derechos y deberes del ciudadano, para su traduccin. Prez de Lema a Godoy, fol. 8v. [Doc. 12] (Se refiere a la obra pstuma de Gabriel Bonnot de Mably, Des droits et des devoirs du citoyen. Esta obra fue redactada por Mably en 1758 y prohibida por la Inquisicin el 13 de diciembre de 1789). Segn Prez de Lema, la obra de Mably sobre los derechos de hombre y del ciudadano: [] l a hizo traducir Picornell a uno de los reos, y la dio a otro para que se instruyese, de la cual recogi aquel varios cuadernos y los dej una noche en poder del ama de don Francisco Querejazo, la que por no saber leer ni escribir los que vio cuando supo la prisin de los reos. Prez de Lema a Godoy, fol. 3r. [Doc. 12]. Uno de esos reos es Andrs, pues en ese mismo documento afirma que se encontraron en su poder: [] las dos cartas ltimas de la obra, derechos y deberes del ciudadano []. Prez de Lema a Godoy, fol. 10v. [Doc. 12]. Y a Corts le descubren en el bal de su habitacin: Cuatro cuadernos con 32 hojas manuscritas, en las cuales haba copiado parte de la obra: Conversacin para ilustracin del anterior medio para afirmar la libertad del poder legislativo, del repartimiento del poder ejecutivo en diferentes ramos. Por qu medios puede una Repblica perpetuar y conservar su gobierno despus de haber recobrado su libertad. Extracto, fols. 69v-70r. Probablemente se trate de una traduccin libre de algunos pasajes de la obra de Mably, Gabriel Bonnot, De l'tude de l'histoire. Primera edicin impresa por separado de este tratado, el cual haba sido publicado inicialmente por su hermano Etienne Bonnot de Condillac como parte del Cours d'tude pour l'instruction du Prince de Parme, la cual figura en el Catlogo Picornell.

41

Parma por el abate Mably, Sobre el Estudio de la Historia, el que le prest don Antonio Carnicero, Pintor 51.

Por su parte, Nicols Mara Bremond declara que:


[] noticioso de que Lax deseaba adquirir conocimiento de la lengua francesa, le dijo ahora tiene vuestra merced buena ocasin de hacerse con los libros de este idioma, y habindole nombrado algunos de los de [Lus] Winfent, entre ellos los Derechos del Ciudadano por el abate Mably, le encarg le hiciese el favor de llevrsele para leerle, y ver si le acomodaba comprarlo []52.

Pero volviendo al Proyecto Educativo, contrariamente a lo antes dicho, Picornell propone que se eduque a los nios para que conozcan y amen el sistema de gobierno que rige a Espaa y estimular, bajo ese rgimen (monrquico, obviamente), las virtudes que son la fuente del patriotismo. Para demostrar la importancia de este principio, utiliza argumentos muy similares a los de Mathon de la Cour, segn los cuales, a juicio de Picornell, las causas que generan la falta de patriotismo en una monarqua proceden:
[] de la falta que se advierte de virtudes sociales, del poco efecto que producen muchas leyes, de la suma ignorancia que hay de las obligaciones en que estamos constituidos como vasallos y miembros del Estado, de la ninguna idea que se tiene de lo que es la patria[]53,

cuya analoga con Mably (citado por Mathon de la Cour) es evidente:

Lo que hace todava que el patriotismo sea ms digno de nuestra estimacin es, el ser como centro de las virtudes sociales, siendo, por decirlo as, la norma y garante de todas. Uno de nuestros ms profundos y sabios amoralistas, dijo: Quien no sabe ser ni marido, ni padre, ni amigo, ni vecino, no sabr tampoco ser ciudadano (I). Las virtudes domsticas son el origen y la

51 52

Extracto, fol. 147r. Extracto, fols. 148v-149r. 53 Proyecto Educativo, fol. 1r. [Doc.2].

42

basa de las virtudes pblicas; y stas indicando el ms alto grado de benevolencia y de amor a la patria, pronostican todas las dems virtudes. 54

Mably teoriza sobre las diversas formas de gobierno, en especial sobre el sistema monrquico tradicional, y propone uno republicano en el que la soberana residira en el pueblo, y este delegara su conduccin en el ejecutivo. Para Mably la monarqua es sinnimo de corrupcin y embrutecimiento, y la aristocracia francesa es una clase en plena decadencia. Para lograr un sistema ideal (aqu radica en buena medida la utopa de Mably) crea imprescindible inculcar en el ciudadano la virtud y propiciar la igualdad mediante la erradicacin de la propiedad privada, causante, a su modo de ver, de todos los males sociales, y en su lugar propone la comunidad de bienes en un sistema democrtico de aldea. Para Mably la democracia degenera en anarqua (no en oclocracia) y el gobierno aristocrtico en despotismo: La dmocratie est dans son tat naturel limage de lanarchie, et le gouvernement aristocratique est aussi plus proche de lexcs oppos, je veux dire du despotisme55.Con respecto al sistema de gobierno polaco, por ejemplo, deca que: En Pologne, au contraire, tout cela na servi qu faire natre la plus parfaite anarchie56 Mably identifica el orden natural con la anarqua: En efecto, de qu servira dar la Constitucin ms sabia a los hombres corrompidos si previamente no se corrigen sus vicios? 57.

54 55

Discurso, p. 7. (I) El Abate Mably (N.A.). Gabriel Bonnot de Mably, Parallle des Romains et des Franais, par rapport au gouvernement. Paris: Didot, 1740. livre 1, p. 48, 1740 56 Gabriel Bonnot de Mably, De l'tude de l'histoire. A Monseigneur le Prince de Parme. Nouvelle dition revue et corrige. Mastreicht, chez Cavelier, et se trouve a Paris: chez Barrois, Bailly, p. 134, 1778. (Se trata de una obra compuesta en forma de correspondencia-debate dirigida a Milord Stanhope, evidentemente se trata de Philip, Segundo conde de Stanhope). El uso que desde el siglo XVII vena hacindose en Francia del trmino anarquismo est asociado a la democracia pura, concepto que procede de los clsicos griegos: Anarchie. s. f. tat deregl, sans chef & sans aucune sorte de gouvernement. La democratie pure degenere facilement en anarchie. Dictionnaire de L'Acadmie Franaise (1694), primera edicin. Esta definicin se repite casi idnticamente en la edicin de 1798. Anarchie. s. f. tat sans chef, et sans aucune sorte de gouvernement. La Dmocratie pure dgnre facilement en Anarchie. Dictionnaire de L'Acadmie franaise, Cinquime dition, 1798. Y la definicin de democrtico en la primera edicin, est asociada al gobierno de la Atenas clsica: Democratique. adj. de tout genre. Qui appartient la democratie. Etat, gouvernement democratique. Le gouvernement d'Athenes fut long-temps (sic) dmocratique. 57 Mably, Gabriel Bonnot de (1781). Entretenimientos de Phocion sobre la semejanza y conformidad de la moral con la poltica / traducidos del griego de Nicocls con notas y del francs por don Martn Fermn de Labiano. Madrid: Joachin Ibarra, p. 37. Semejantes teoras no podan menos que ser censuradas por la Inquisicin, como de hecho ocurri: El opsculo pstumo de Mably, que calcaba el ttulo de Puffendorf (sic), Des droits de lhomme et du citoyen (Kehl, 1789) [La traduccin francesa de esta obra por Barbeyrac (1706-1707) ya haba sido censurada previamente] fue condenado slo pocos meses despus de su aparicin (Edicto de diciembre de 1789), a causa de sus doctrinas sediciosas incitantes a la insurreccin contra los poderes establecidos. [] Las Oeuvres compltes, de Mably, no fueron incluidas en el Index sino en 1804. Marcelin, Defourneaux, Inquisicin y censura de libros en la Espaa del siglo XVIII. Madrid: Taurus Ediciones S:A., p.155, 1973

43

Esta cuestin est patente en el pensamiento educativo de Picornell, al referirse reiteradamente a las virtudes que hay que promover en los reinos y la urgencia de erradicar la corrupcin en todas las instancias de Estado, mediante un sistema educativo adecuado. En opinin de Picornell, es de esta falta de virtudes, y por tanto de patriotismo, de donde se deriva: [] la corrupcin de costumbres que se nota generalmente, y de las preocupaciones y errores que se hallan en todas las clases y jerarquas del Estado []58. En suma, la corrupcin es el resultado del reparto desigual de la riqueza, gnesis de los conflictos que impiden el equilibrio social, porque propicia la existencia de opresores y oprimidos, por tal motivo y mientras esto sea as, no habr hombres virtuosos y ser imposible acabar con la corrupcin. Este es un supuesto utpico insostenible e inaplicable en una monarqua absolutista, y es sin duda una crtica temprana y feroz a las polticas realistas y a los fundamentos del capitalismo. Picornell advierte que:
[] con las lecciones que nos dan desde la cuna, es absolutamente necesario, que adquiramos un grande apego a nuestro inters personal, y al dinero; y supuesto este apego qu acciones heroicas podrn esperarse de nosotros? Cmo se han de formar buenos ciudadanos? tiene razn cierto Filsofo, cuando dice, que el inters es el padre de todos los delitos 59.

En el Proyecto Educativo, Picornell hace gala de su concepcin espartana de la educacin:

Por esto, no es de admirar que los Antiguos hayan encargado tanto la buena educacin de la infancia, y que le hayan tenido por el ms seguro medio para hacer estable y florido un Imperio. Su mxima capital esa que los hijos pertenecen ms a la repblica que a sus padres, y que as no se ha de dejar a su antojo la educacin, sino que la Repblica debe encargarse de este cuidado, que por esta razn deben criarse los muchachos no en particular y en casa de sus padres, sino en pblico por Maestros comunes, y bajo de una misma disciplina, para que les inspiren desde su

58

Proyecto Educativo, fol. 3v. [Doc.2] (nota al pie). En trminos similares califica Mathon de la Cour el problema de la corrupcin, a lo largo de toda su obra, por ejemplo, cuando dice que: De la desproporcin de las riquezas nacen el orgullo, la obstinacin y la corrupcin de los ricos, la envidia de los pobres, su desaliento, y todos los dems delitos a que los expones su miseria. Cmo del seno de tantos vicios, con tantos motivos de divisiones y antipatas, se podr alguno gloriar de hacer nacer esta benevolencia recproca que sirve de basa al patriotismo?. Discurso, p. 16. 59 Proyecto Educativo, fol. 4v. [Doc.2] (nota al pie). Esta reflexin es una suerte de parfrasis de Mathon de la Cour: Este desapego y desinters, depende de la simplicidad de las costumbres, ellos son al mismo tiempo su disposicin y su consecuencia; y as mientras que todos los vicios se daan y se combaten, las virtudes al contrario se unen y se ayudan mutuamente, y en su seno todo es paz y armona .Discurso, p. 20.

44

niez el amor de la patria, el respeto a la leyes, y el gusto de los principios y mximas de Estado en que han de vivir60.

En este concepto coinciden Mably y Mathon de la Cour, quien a su vez toma de Mably asuntos tales como el afn por comparar los sistemas polticos de la antigedad clsica, especialmente de Esparta, con el de su propia realidad, en la que no existe la diferencia social generada por la propiedad, sino un reparto equitativo de la tierra entre los ciudadanos. Una sociedad destinada a proscribir el lujo, la envidia y la avaricia, en la que el patriotismo se convertira en una conducta, fruto de un sentimiento natural, derivado de la felicidad del pueblo 61. Esta interpretacin revolucionaria del concepto de patriota, que Picornell usa (lo hace al traducirla, obviamente), la difunde (al publicar su traduccin) y luego la plasma en el Proyecto Educativo, es anterior no slo a la Revolucin Francesa, sino tambin a su origen espaol, que Gil Novales data en 179362. Sin embargo, el sistema, tanto administrativo como de organizacin social, que propone Mathon de la Cour, es desde todo punto de vista incompatible con los de un gobierno monrquico absolutista como el de Francia, en el momento en el que escribe el Discours, y as quedar demostrado poco tiempo despus en los prolegmenos de la Revolucin Francesa. Se trata de una de las tendencias del pensamiento ilustrado, segn la cual el estudio de la historia de los antiguos permite esclarecer los mecanismos de evolucin de las sociedades polticas modernas63. De aqu que Picornell se dedique en adelante y con profundo inters a la lectura de los clsicos:

60 61

Proyecto Educativo, fol. 2v. [Doc.2] (nota al pie). Esto tambin se puede apreciar en la obra de Mably: Par quelles causes et par quels degrs les loix de Lycurgue se sont altres chez les Lacdmoniens jusqu' ce qu'elles ayent t ananties. Dissertation qui a remport le prix dans l'Acadmie Royale des Inscriptions & Belles-Lettres, le 28 avril 1767. Avec des notes contenant les principaux traits de l'histoire de Lacdmone, Paris: Durand, et Vallat-la-Chapelle, 1767. 62 Alberto Gil Novales, La revolucin francesa a travs de la Gaceta de Madrid. Oviedo: Instituto Feijoo de Estudios, p. 350, 1995. Corominas la fecha hacia 1800, derivada del patriote de la Revolucin Francesa. Joan Corominas: Breve Diccionario etimolgico de la lengua castellana. Madrid: Gredos, 2 ed. voz padre, 1967 Cf. para comprender las implicaciones de este uso, Furio Daz, Filosofa e poltica nel Settecento francese . Turn: Einaudi, pp. 478, 1962 y ss. y para Espaa, en un momento ligeramente posterior, Pierre Vilar, Patria i naci en el vocabulari de la Guerra contra Napolen. En: Assaigs sobre la Catalunya del segle XVIII. Barcelona: Curial, pp. 133-171, 1973. (Ambas citadas por A. Gil Novales, La revolucin francesa). 63 Marc Deleplace, L'anarchie de Mably Proudhon (1750-1850): histoire d'une appropriation polmique. Lyon: ENS Editions, p. 17, 2000. Esta obra aporta un enfoque muy novedoso sobre la historia moderna del anarquismo antes de Proudhon, un tema desatendido hasta hace poco, incluso por notables historiadores del anarquismo como ngel Cappelletti, Cfr. Las actas del: Colloque Mably. Gnova, 1998.

45

Estando [el platero Bjar] en la habitacin del Juan le hall en la cama leyendo en un libro pequeo a la luz de una vela que tena al lado de una silla, y despus de hechos los cumplidos regulares, se sent y le dijo el tal caballero: quiere vuestra merced creer que desde las dos de la noche no sosiego pensando y cavilando sobre tanta multitud de necesidades y pobres jornaleros como hay, me estoy temblando de que Madrid se va a perder y con tanta facilidad si viera vuestra merced este Libro que tengo entre manos que notas tiene y volvindose a tomar le hizo ver al deponente lo que estaba leyendo que era sobre el gobierno de Scrates, Platn, Tcito, y otros emperadores griegos y romanos, que en esta lectura invertira como unos 15 minutos 64.

Influido por estos y otros autores, Picornell hace una recreacin del modelo de Jenofonte en su: Constitucin de los lacedemonios o, posiblemente, de la biografa de Licurgo escrita por Plutarco, citada reiteradamente por Mably. Deca Plutarco:

Licurgo habituaba a los ciudadanos a no tener ni el deseo ni la aptitud para llevar una vida particular. Los llevaba, por el contrario, a consagrarse a la comunidad y a congregarse en torno a su seor, liberndolos del culto al propio yo para que pertenecieran enteramente a la patria65.

Para Werner Jaeger, este entusiasmo de los ilustrados por el utpico pasado espartano, es el resultado de una visin, segn la cual:
[] la figura del gran estadista y pedagogo Licurgo es una interpretacin idealizadora de la vida en Esparta, desde el punto de vista de los ideales educadores de la filosofa posterior66.

Picornell es la prueba palmaria de esta visin, al punto de considerarse a s mismo el Licurgo ibrico:
[] en la taberna de la plazuela de Avapis estando de sobremesa dicho Picornell [] hablando el primero de los pobres y de que haban despedido de el Salitre toda la gente, refiri que hallndose Atenas o Esparta en estado an ms deplorable que Madrid anduvo un hombre llamado Licurgo 8 das con un candil en la mano, y preguntndole todos qu hacia, les responda
64 65

Extracto, fols. 50v-51r. Tal vez se refiere a Vidas paralelas de Plutarco Plutarco. Vida de Licurgo, 24. Ahora En: Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, p. 89, 1970. 66 Idem.

46

que buscar hombres de bien; y al cabo de los ocho das encontr diez de esta clase, con los cuales solamente puso en estado ms floreciente aquella ciudad, y estableci la mejor repblica que ha habido en el mundo, y que esto era lo mismo que Picornell estaba haciendo, aunque muchos le tenan por loco67.

Sin duda, la utopa de la sociedad perfecta est presente en el pensamiento y en las acciones de Picornell, sin embargo se contradice al defender en el Proyecto Educativo el sistema monrquico y llega al extremo, casi podramos decir que de cursilera premonitoria, de lo que habra de ser su propia accin y su suerte futura, cuando recurre a un aforismo en el 4 de los cnones que redacta, segn el cual: [] deberan gravar con caracteres de oro en la fachada principal de las escuelas: Observa las leyes, ama al soberano, venera sus decretos, defindele del enemigo extrao, protgele contra el perturbador interno, contra el sedicioso y el rebelde 68. Agrega adems que hay que defender a la monarqua de las perniciosas ideas republicanas (aquellas que pondran en jaque, y l lo sabe, la legitimidad monrquica):

El ms eficaz de los medios para conservar las constituciones de los gobiernos firmes y estables es el educar a la juventud al tenor de la Constitucin. [] En todos los tiempos ha sido muy til seguir esta importante mxima para lograr el fin que propone el autor, pero en el da lo es mucho ms por cuanto por desgracia de la Europa van cundiendo ms ideas republicanas capaces de transformar sin el ms leve motivo la monarqua ms bien constituida y mejor gobernada 69.

Posiblemente se refiere, haciendo una de sus mltiples concesiones, a una monarqua constitucional que tampoco es compatible con el absolutismo borbnico, pocas lneas despus de este prrafo se pierde en su propio laberinto y se delata republicano, habla de libertad y critica las leyes opresivas. Seguramente opiniones como la que transcribimos a continuacin, habran disgustado a los aristocrticos miembros de la Matritense, e incluso hasta a los liberales como Cabarrs:

La ley por si sola es una seora dura e imperiosa que oprime al hombre en lo que ms ama y de que es ms celoso que es su libertad, que le entristece, que se le opone a todo, que es sorda a sus
67 68

Extracto, fols. 137r-137v. Proyecto Educativo, fol. 5v. [Doc.2]. 69 Ibdem, fol. 1v. (nota al pie).

47

pretensiones y deseos, que le habla en tono de amenaza, y amagando castigos. As no es de admirar que en pudiendo libremente sacuda el hombre este yugo, y que sin escuchar sus lecciones importunas, se deje llevar de sus inclinaciones naturales, que haba contenido, mas no mudado, ni destituido la ley70.

No es de descartar que la alabanza al sistema monrquico es para Picornell, en este contexto, slo un elemento para aderezar un discurso superficial, engaoso y oportunista, pero til en todo caso para alcanzar sus fines la instalacin de su escuela, aunque en el fondo estaba convencido de que la monarqua absolutista era un sistema poltico que debera extinguirse. Con todo, no se puede afirmar que Picornell fuera, a luz de este texto, el emblema de la oposicin a la monarqua, no obstante lo ser pocos aos ms tarde y en diferentes circunstancias.

Un momento crtico: la Real Sociedad Econmica Matritense rechaza el Proyecto Educativo El conde de Cabarrs encabeza la Junta constituida para decidir sobre el futuro del Proyecto Educativo. La primera reunin de la Sociedad Econmica Matritense en la que participa Picornell de la que se tenga noticia, es la del sbado 22 de diciembre de 1787, segn consta en el libro de actas de la Junta General de esa fecha71. En el controvertido debate por su aprobacin o no, es notable el contraste entre las consideraciones utpicas de la educacin de Picornell y las liberales de Cabarrs. Segn Picornell, el conde es el primero en rechazarlo de plano, critica con aridez su propuesta y le exhorta a desistir de la misma. Cabarrs se muestra ms radical que Picornell en algunos aspectos, cierto es que la influencia ideolgica de la Revolucin Francesa en el pensamiento poltico del conde es considerable, precisamente a partir del crucial ao de 1789, el mismo en el que Picornell presenta su Proyecto Educativo.

Cabarrs hace gala de una concepcin democrtica, liberal, cierto es que menos contaminada con los principios del absolutismo que la de otros ilustrados, defiende el derecho de propiedad, la

70 71

Ibdem, fol. 2r. (nota al pie). ARSEM, Actas de la Sociedad 1786 87, Junta General del sbado, Madrid, 1787-12-22, fol. 532.

48

libertad de expresin, la libre comunicacin72. Pero, sobre todo, y esto puede habrsele pasado por alto a Picornell, Cabarrs asume una posicin constitucionalista y a la vez individualista. Es por ello que este colectivismo educativo de Picornell debe haber sido un fuerte motivo de discrepancia con el conde, para quien:

El fin de cualquier sociedad poltica es impeler a cada miembro a que contribuya con su propio inters a la armona de todo y a que, multiplicndose la accin de cada individuo, sea por consiguiente mayor la accin general, que es la suma de todas las particulares73.

Cabarrs concibe la educacin nacional desde una perspectiva laica y est convencido de la necesidad de divulgar el uso de un catecismo poltico, el cual le permitira comprender a los educandos la sociedad en la que viven y los beneficios que podran obtener de ella, a la par de los que el gobierno adquirira de este conocimiento74. En esto coincide con Picornell pero, sobre todo, coincide tambin en las expectativas con respecto a las cuantiosas ganancias que se obtendran de la publicacin de una obra semejante, para la cual Sociedad Patritica haba propuesto de un premio cuantioso 75. A escasos das de la frustrada exposicin de Picornell, Cabarrs presenta el 25 de julio de 1789, a la Real Sociedad Econmica Matritense su Elogio de Carlos III76, una ilustrativa obra en la que expone sus planes reformistas liberales; en ella manifiesta su inconformidad con la antigua constitucin y propone discreta pero hbilmente la transformacin del Estado, y en lo que se refiere al poder considera que este debe residir en la voluntad general y no exclusivamente en la del monarca, como lo expresa tambin en la cuarta de sus Cartas77. El Elogio es un texto que ensombrece con su fuerza y audacia a la en apariencia pseudo conservadora y a la vez
72

Francisco Conde de Cabarrs, Cartas sobre los obstculos que la naturaleza, la opinin y las leyes oponen a la felicidad pblica escritas por el conde de Cabarrs al seor Gaspar de Jovellanos y precedida de otra al Prncipe de la Paz por El Conde de Cabarrs. Vitoria: Imprenta de don Pedro Real, p. 77, 1808. Estas cartas fueron escritas desde prisin en 1791. 73 Cabarrs Francisco, Informe sobre el Montepo de Nobles de Madrid, Madrid: L. Domergue en: Jovellanos a la Socit des Amis du Pays de Madrid (1778-1795), Toulouse, p. 313, 1971. Ahora en: Carmen Lpez Alonso, y Antonio Elorza, El hierro y el oro: Pensamiento poltico en Espaa siglos XVI-XVIII. Madrid: Historia 16, p. 185, 1989. 74 Ibdem, p. 75. 75 Ibdem, p. 82. 76 Francisco Conde de Cabarrs, Elogio de Carlos III Rey de Espaa y de las Indias: ledo en la junta general econmica de Madrid de 25 de julio de 1789. Madrid: Antonio de Sancha, 1789. 77 Ibdem, p. 157.

49

acomodaticia proposicin de Picornell. An as, y a pesar de su elocuencia, el Elogio no favorece la situacin poltica del conde, al contrario, es posible que tales especies fueran usadas en su contra por quienes le perseguan, hasta el punto de denunciarlo a la Inquisicin lo cual se vincula tambin con el conflicto del Banco de San Carlos78 con las consecuencias ya conocidas, que habran de derivar tambin en el destierro de Jovellanos, la destitucin de Campomanes y, en el caso en particular que nos ocupa, en la restriccin de las actividades de las Reales Sociedades Econmicas de Amigos del Pas. Picornell alude a los motivos por los cuales Cabarrs rechaza el Proyecto Educativo en la carta que le enva, segn dice, a Floridablanca, quien supuestamente estaba enterado del asunto e incluso ha llegado a pensarse que lo favoreca79. No est de ms recalcar, aunque es evidente, que el contenido de la carta es obra de Picornell, si realmente refleja lo expresado por Cabarrs es algo imposible de determinar, presumiblemente es as, aunque no hay ninguna certeza del hecho y por ello hay que leerla con precaucin, para no confundir la procedencia y atribucin de los argumentos. En ella Picornell se queja de las dilaciones de la Junta para emitir un veredicto, y expresa haberle ofrecido adaptar su diseo de sistema educativo a los requerimientos del mencionado comit, comprometindose a reducir su proyecto nicamente al establecimiento de una escuela pblica80. Habra hecho cualquier cosa con tal de no quedarse en la calle, incluso sacrificar el Proyecto. A tal extremo llega su deseo y la necesidad imperiosa de aprobacin, que decide presentarle a la Junta una nueva versin del Proyecto, pero se contiene en el ltimo momento, previa consulta con Floridablanca, sin embargo, es posible que ste ltimo hubiera percibido en el discurso educativo de Picornell elementos filosfico-polticos que le habran hecho desconfiar y los rechazara por considerarlos peligrosos para la monarqua (con o sin Revolucin Francesa previa). Lo primero que advierte Picornell en el documento es la dificultad que tuvo que vencer para ser escuchado, pues Cabarrs se negaba a dejarle hablar:
78

Es interesante recordar que el conde de Cabarrs, preso por el asunto del Banco de San Carlos, es puesto en libertad por Godoy, probablemente en agradecimiento a la mediacin de su hija Teresa Cabarrs ( Madame Thermidor) con su marido, Tallien en la firma de la Paz de Basilea (1795). 79 Casto Fulgencio Lpez, Juan Bautista Picornell, p. 66, 1948. 80 El Excelentsimo seor Subdirector de la Sociedad, para evitar disputas, determin crear para su inspeccin una Junta y nombr para este efecto los socios don Jos del Ro don Francisco Cabarrs y el abogado Viegas a los cuales a instancia y peticin de dicho Cabarrs se agreg el socio Espinosa. Picornell a Floridablanca, fol. 2v. [Doc.3]. Vase tambin: Copia de notificacin dirigida a Juan Bautista Picornell en: Educacin. Expediente sobre el plan de educacin de don Juan Picornell. ARSEM, Leg. 105, Doc. 16, 1789, VII, 30,1789, XI, 27. [Doc.3].

50

V.E. Excelentsimo seor en vista de esta solicitud tuvo a bien dar parte a S.M. y con real orden se ley en la Sociedad en Junta del da 2 de agosto. Mas apenas concluy el secretario su lectura, cuando se levant don Francisco Cabarrs y peror largamente persuadiendo a la Sociedad que no deba tomarse la molestia de leer aquel escrito, ni otro alguno que hablase de buena educacin, por ser en Espaa tiempo perdido hablar de semejante materia; lo cul fundaba en este dilema: o el nuevo plan de educacin que se propona era cual deba ser o no; si era, contendra precisamente muchas mximas e ideas opuestas a nuestro Gobierno y por consiguiente no se podra aprobar y si no, evidentemente sera malo por cuya razn se debera igualmente reprobar y as fuese uno, fuese otro, debera archivarse dicho papel sin leerse ni darle aquel curso que S.M. mandaba81.

Estos motivos llenan de perplejidad, porque de ser cierto este comentario, Cabarrs se estara declarando abiertamente y sin rodeos opuesto al sistema absolutista. Al fin logra Picornell que le dejen leer su Proyecto (dos meses y cuatro das despus de nombrarse la Junta):
[] en efecto ley el suplicante hasta la clusula se les educa al tenor de la Constitucin de nuestro Gobierno cuya mxima es de la mayor importancia 82. Aqu fue interrumpido por el mismo Individuo [Cabarrs] por el razonamiento siguiente todos los Individuos de esta Sociedad dijo, estn firmemente persuadidos de la utilidad de la buena educacin y de la necesidad que tiene Espaa de reformar la que tiene: todos ellos creen que es muy til adems de ensear a los nios lo que comnmente se acostumbra en las Escuelas, el instruirlos en las obligaciones del ciudadano: pero Quin ser capaz en Espaa de esta empresa? Ninguno: porque una de dos: o se les ha de decir la verdad o no, si se les dice es forzoso chocar con el gobierno, y si no, es engaar a los ciudadanos imbuyndolos de ideas falsas y de cosas contrarias a su bienestar. Para dar una educacin cual se propone, es preciso definir nuestro Gobierno, y Quin ser capaz de dar una definicin exacta de l sin que el Gobierno se resienta? Ninguno83.

81 82

Picornell a Floridablanca, fols. 1v-2r. [Doc.3]. Subrayado en el original. 83 Picornell a Floridablanca, fols. 2r-2v. [Doc.3].

51

Ahora Cabarrs aparenta estar lleno de las mejores intenciones hacia el gobierno monrquico, porque ningn vasallo debera tener la potestad de juzgar al monarca ni a sus polticas. Sin duda, Cabarrs considera arriesgado para la Real Sociedad y para el mismo Picornell aprobar el Proyecto. An as, Picornell contina tercamente su exposicin:

Aqu llegaba cuando el Censor de la Sociedad interrumpi su discurso sacndole esta consecuencia con que esto es decir que en un gobierno monrquico no puede haber buena educacin. Esto es evidentemente falso, como tambin lo es el que no se puede definir nuestro gobierno sin chocar con los que mandan, yo le dar a V.S. no una ni dos sino ciento que sean menester, sin faltar a la verdad ni chocar con el gobierno84.

Pero cual no sera su sorpresa, cuando Cabarrs le responde con argumentos decididamente antimonrquicos:

Que la idea del plan sera muy til cuando nuestro Gobierno estuviera en otro estado. Que debera reparar que si aprobaban el plan de las instrucciones que propona para educar la juventud desde su menor infancia al tenor de nuestra Constitucin y las formaba con aquella sencillez y claridad que ofreca, y lograba un feliz xito en los primeros exmenes que tal vez se mandara establecer por panto (sic) general semejante enseanza a todo el Reino; con cuya providencia perpetuara nuestra Constitucin, que si haban de hablar claro y en confianza era desptica. Que el inspirar una plena confianza a todas las operaciones del Gobierno como lo pretenda y declaraba en la primera nota, que era el disparate mayor que se poda intentar. Que extraaban mucho que ahora que los verdaderos sabios no pensaban ms que en esparcir las luces de la sana filosofa para restituir a cada uno sus justos derechos, intentase detener sus progresos con una doctrina diametralmente opuesta. Finalmente que como tan amante del bien pblico, deba saber que toda la felicidad de que iba a gozar de aqu en adelante la Francia, lo deba a las luces de la sana filosofa que reclamaba la libertad del hombre cuyo bien jams habra disfrutado enteramente la Francia si se hubiese imbuido al pueblo de las mximas que se prebenden en dicho plan y as que deba desistir el suplicante de su intento por perjudicial a toda la nacin85.

84 85

Ibdem, fol. 2r Ibdem, fols. 2v- 3r.

52

Si esta carta de Picornell lleg a manos de Floridablanca seguramente atiz el fuego que ya arda en las instancias oficiales en contra de Cabarrs, pero no por ello debe asumirse como determinante el fracaso del Proyecto Educativo en la supuesta radicalizacin del pensamiento de Picornell, como afirma Zavala, quien la atribuye a la influencia de Cabarrs, por el contrario, si hubo alguna influencia de Cabarrs en Picornell, habra sido de rechazo del segundo hacia el primero, aunque es cierto que: La carta de Picornell pone de manifiesto la fuerte oposicin que se estaba desarrollando entre algunos miembros de la burocracia de Carlos III86.

Es significativo que hasta la fecha no se conozca ningn documento en el que Floridablanca manifestara su opinin con respecto al Proyecto Educativo, precisamente en un momento crucial en el que el conde est en proceso de bloquear la entrada a Espaa de las ideas revolucionarias francesas. Si bien es cierto que Floridablanca tuvo un perodo de cierta apertura ideolgica hacia Francia antes de 1789, con el inicio de la Revolucin cambia completamente de actitud. Pero esto no lo sabe todava Picornell cuando le escribe relatndole su situacin. Pareciera que Picornell no logra percibir que las condiciones polticas han cambiado de la noche a la maana, motivo por el cual es probable que hubiera perdido sorpresivamente este respaldo y eso es lo que tal vez trataba de transmitirle Cabarrs, pero Picornell no lo interpreta as. Por otra parte, la actitud opositora de Cabarrs tambin puede deberse a algo tan simple como lo es su inters personal en que fuera aprobado su propio plan educativo y no el de Picornell. En definitiva, esto dar comienzo a una nueva y conflictiva etapa en la vida de Picornell.

Libros y papeles sediciosos en poder de los conspiradores Esta nueva etapa en la vida de Picornell la revolucionaria obliga a ahondar, ms all de sus ideas educativas, en la formacin intelectual de los conjurados para comprender los mviles de la Rebelin de Madrid, cuyos nicos vestigios constan en los papeles que pudieron rescatar las autoridades en los allanamientos practicados en el momento de su captura, o en las referencias de los declarantes, lamentablemente muchos otros fueron destruidos antes y durante los das del prendimiento, como confiesa Manuela Payan87 en el interrogatorio sobre las actividades de Pons:
86

Zavala, Iris (1969). Cabarrs y Picornell: Un documento desconocido. En: Cuadernos Hispanoamericanos. (Lugar de publicacin y de edicin), pp. 779-781. 87 Extracto, fol. 171r.

53

[] que aquellos papeles franceses traducidos o copiados ya los haban quemado porque no llegaran a manos de la Justicia, y que as se lo haba referido un padre de San Cayetano, llamado Cano y segn pudo entender este mismo religioso fue el que los quem88.

Y ms an la propia mujer de Picornell, Feliciana Obispo, a quien se le acusa:


[] principalmente por haber contribuido a la extraccin y ocultacin de los papeles que custodiaba su marido en el cuarto de la calle de Buenavista, y haberlos despus quemado, porque con esta oficiosidad y maniobra se han desaparecido con trascendental perjuicio a la causa, y de los sujetos que existen presos, por aquella ocultacin89.

Perjuicio tambin para quien trate de interpretar los hechos desde la perspectiva histrica. Sea como fuere, haba que liquidar las ideas subversivas y a quienes las promovan, este es el alegato central de la acusacin del fiscal Virto a los alzados:
[] para evitar el contagio de que instruan en sus mximas a otros incautos, pues se observa en ellos un carcter muy ajeno del noble espaol, y estar imbuidos de las ms perniciosas ideas, por efecto acaso de su propensin y adhesin a los libros que las inspiran, y de haber tratado de ponerlas en ejecucin, y ser muy recelable que intenten y procuren imprimirlas en otros, siempre que se les proporcionare90.

Buena parte de estos libros procedan de Francia, y su comercializacin, paradjicamente, estuvo muy difundida en Espaa durante la ltima dcada del XVIII:
[] en Madrid conoca el francs casi toda persona con alguna educacin y lo entendan muchas gentes de oficios; el mercado potencial del libro francs estaba en expansin y se hubiese incrementado an ms si los libreros franceses no hubieran abusado en precios y en ediciones falsificadas91.
88 89

Ibdem, fol. 173r. Acusacin fiscal, fols. 30v-31r [Doc.11]. 90 Ibdem, fol. 5r. 91 Emilio La Parra Lpez, La alianza de Godoy con los revolucionarios (Espaa y Francia a fines del siglo XVIII). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, pp. 71 y 73, 1992.

54

Si bien durante el siglo

XVIII

crece el inters, en aras de la Ilustracin, por disponer de

colecciones bibliogrficas personales, ms all de la esttica, de la consideracin del libro como un bello objeto decorativo, esta fascinacin saldr de las residencias de monarcas y aristcratas y comenzar a extenderse a los estratos menos pudientes de la tradicional sociedad estamental. Pero con unos fines diferentes: el conocimiento, y en particular, el activismo poltico. Diversos temas ocupan el tiempo de formacin intelectual y doctrinal de los rebeldes, especialmente los poltico-filosficos, los clsicos griegos y latinos, y los religiosos, sin duda todas las obras que leen, estudian y discuten, son una fuente invalorable para la comprensin de sus ideas, de sus intereses y aficiones. Entre los textos a los que alude el sumario de la causa, figura una reveladora lista, nada menos que el Catlogo de los libros que contena el bal que se condujo de casa de Juan Picornell y Gomila a la del conde del Pinar para su reconocimiento 92, que si bien no es la coleccin exhaustiva de un prominente ilustrado, contiene lo esencial y ofrece su propio discurso. Es una suerte de biblioteca porttil sin estantes y sin muros, una pequea coleccin malvola descubierta por las autoridades durante las investigaciones y usada como prueba de la acusacin. Tambin las carencias son indicadores a tomar en cuenta, aunque en el caso del Catlogo, minsculo si se compara con las colecciones de Campomanes o Jovellanos, hay que ser flexible al notar la ausencia de las obras de Voltaire, Montesquieu, Thomas Paine, Benjamin Franklin o Adam Smith, textos muy conocidos por los ilustrados, incluido el propio Picornell. La lista de ms de 80 ttulos se incluye al final de este estudio (Ver: Apndice) con la referencia bibliogrfica ms completa posible de cada uno de ellos. Es de hacer notar las dificultades comunes para la comprensin de este tipo de documentos, copiados por escribanos que, por apuro o desconocimiento, incluyen escasos o ningn dato de pie de imprenta de las obras que refieren, de aqu que la identificacin de las mismas haya requerido de un laborioso e intuitivo cotejo bibliogrfico.

Aunque la eleccin tuviera mucho de coyuntural, puede percibirse como prototipo de biblioteca ilustrada y, en particular, del educador que cambia de rumbo hacia la actividad poltica

92

Catlogo de los libros que contena el bal que se condujo de casa de Juan Picornell y Gomila a la del conde del Pinar para su reconocimiento, Madrid, 31-01-1795. AHNM, Consejo, 11936-2, 507 + 56 folios, fols. 501r-502v. En adelante: Catlogo Picornell. Vase: Apndice.

55

revolucionaria, con la dificultad econmica que conlleva reunir una coleccin como esa 93. Si difcil era reunirla, an ms difcil era conservarla, especialmente para quien tiene que vivir prcticamente en la clandestinidad a la vez de que necesitara de sus libros para hacer proselitismo poltico. No es fcil imaginar como transporta Picornell tantos volmenes en sus mltiples y necesarias mudanzas. Esto refleja un verdadero amor a los libros y un genuino inters por lograr sus metas.

Las materias que conforman el Catlogo Picornell son las siguientes: educacin, literatura, filosofa, clsicos griegos y latinos, medicina casera, gramtica, diccionarios y otras obras de referencia, religin y doctrina catlica, biografa, ciencias naturales, geografa, matemticas, publicaciones peridicas, etc. Y entre todos ellos obras prohibidas como era de esperarse, algunas en francs y diccionarios para su traduccin, muchos de ellos expurgados por la Inquisicin94.

Adems del Manifiesto y la Instruccin, a los que acompaa la Adicin al Manifiesto, un pequeo papel que Picornell trat intilmente de esconder al momento de su captura, y de la obra de Mathon de la Cour, se incluyen en el sumario otras que jugaron un papel significativo. Al presbtero Antonio Corts y Barrientos, implicado en la conspiracin, le decomisan una contrastante combinacin de tres libros, dos de ellos originalmente en francs, titulados: Doctrina Cristiana, o instruccin sobre las principales verdades de la religin , impreso en Colonia95 y el tomo 2 y 8 de las actas y decretos del Concilio de Pistoya 96, impreso en la misma ciudad; y el 2 tomo en italiano de los Derechos del Hombre de Nicols Spedalieri97, impreso en Ass. En ellas se conjuga el desmo de H. S. Reimarus; el jansenismo 98 del Snodo de Pistoya y el anti93

Snchez Cantn, F.J. La librera de Juan Herrera. Citado en: Luis Enciso Recio, (2002). Barroco e Ilustracin en las bibliotecas privadas espaolas del siglo XVIII. Madrid: Real Academia de la Historia, p. 22, 2002. Vase tambin: Roger Chartier, El orden de los libros (Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XIV y XVIII). Barcelona: Gedisa Editorial, 2000. 94 Luis Enciso Recio, Ob. cit. p. 30. 95 Posiblemente se trate de la: Exposition de la doctrine chrtienne ou instructions sur les principales vrits de la religion, de 1758, escrito por H. S. Reimarus. 96 La lectura de esta obra muy bien podra asociarse con: Baltasar Lezaeta y Ziga, Dilogo que tuvieron en Maschre los senores (sic) Escipion de Ricci y Pedro Tamburini: sobre el xito del Concilio de Pistoya . Segovia: Imprenta de Espinosa, [s.f.] 97 Nicola Spedalieri, De diritti dell'uom., Ass: [s.n.], Libri VI: ne'quali si dimostra che la pi sicura custode de'medesime nella societ civile e' la religione cristiana, 1791. 98 Cornelius Jansenius Yprensis (Cornelio Jansen, obispo de Ypres, 1585-1636), acrrimo enemigo de la Compaa de Jess, se propone restaurar, a lo que considera su lugar de honor, una doctrina supuestamente oscurecida y abandonada por la Iglesia durante varios siglos: la verdadera doctrina de San Agustn sobre la gracia. Una doctrina

56

jansenismo de Spedalieri. Esta mezcla de conocimientos sugiere el estudio de las ms revolucionarias tendencias teolgicas de la poca. Por estar en posesin de estas obras al presbtero Corts y Barrientos se le acusa de ser: [] adicto a las mximas modernas, y opiniones perniciosas que han causado las tribulaciones de Francia [] 99 y cmplice de la conspiracin. Jovellanos, al referirse a la vida universitaria de Salamanca, expresa que: [] toda la juventud salmantina es port-royalista; de la secta pistoyense, Ostraect, Zuola y sobre todo Tamburini100 andan en manos de todos101. Jansenismo vs. Societas Iesu. Seguramente todo ello tambin fue parte de la formacin de Picornell durante sus aos universitarios, pero no cabe duda de que en la Espaa del XVIII la poltica y la religiosidad estuvieran estrechamente unidas102. Por su parte, Picornell y los dems conjurados defienden en diversas ocasiones a los jesuitas y se lamentan de su expulsin103, pero sobre todo por la desaparicin de las escuelas regidas por la Compaa y con ellas su mtodo. Siendo esta la opinin de Picornell, difcilmente habra pertenecido a ninguna logia masnica, al menos en este perodo de su vida. Hervs y Panduro, fillogo jesuita, y como el resto de la Compaa enfrentado a los jansenistas, al hacer su incisiva crtica a la Revolucin Francesa manifiesta que: [] el carcter y los proyectos de los francmasones [] han conspirado y concurrido con los calvinistas, los

que proclamaba descubierta por l, pero poco conocida por los eruditos. Su polmica obra publicada post-mortem: El Agustinus (Completada en 1640, la obra lleva por ttulo: Cornelii Jansenii, Episcopi Yprensis, Augustinus, seu doctrina S. Augustini de humanae naturae sanitate, aegritudine, medicina, adversus Pelagianos et Massilienses), produjo por casi tres siglos, violentos enfrentamientos en el seno de la Iglesia Catlica, Bulas papales, acusaciones, penas, censura, facciones, divisiones, controversias y toda clase de conflictos, por considerarse a su obra y a sus partidarios herticos a pesar de que Jansenio, durante su vida, nunca se manifest como hereje. Vaya al caso, el contraste con la afirmacin de La Parra: Al comenzar el reinado de Carlos IV exista una guerra declarada en el seno de la Iglesia espaola entre los partidarios de la doctrina de la Compaa de Jess, quienes acentuaban la obediencia al Papa (denominados, por esta razn, ultramontanos) y sus contrarios, conocidos como jansenistas, aunque doctrinalmente nada tenan que ver con los seguidores teolgicos de Jansenio. Emilio La Parra Lpez,,Iglesia y grupos polticos en el reinado de Carlos IV http://hispanianova.rediris.es/general/articulo/022/art022.htm 99 Acusacin fiscal, fol. 32v. [Doc.11]. 100 Por el contexto en que lo menciona se refiere probablemente al sacerdote jansenista italiano Pedro Tamburini, nombrado profesor de la Universidad de Pava en 1778, de la ctedra de Moral, tica, Derecho natural y Derecho estatal, y no a Michelangelo Tamburini, decimocuarto general de la Compaa de Jess. 101 G.M. de Jovellanos, Diarios. Oviedo: Edic. Oviedo, vol. III, p. 240, 1953 102 Cfr. R. Olaechea, En torno al ex-jesuita Gregorio Iriarte, hermano del conde de Aranda, En Archivum historicum Societatis Iesu, 1964, n 23, pp. 157-234 (2005-08-25) p. 181. http://www.cervantesvirtual.com/bib_tematica/jesuitas/seleccion_textos/seleccion_textos9.shtml 103 Extracto, fol. 34v.

57

filsofos y los jansenistas a la revolucin francesa104. Para respaldar esta opinin recurre a la de Spedalieri, en el apartado de su obra titulado: Reflexiones del seor Spedalieri sobre el influjo que el jansenismo ha tenido para fomentar y promover la rebelin de la nacin francesa, y la destruccin del catolicismo en Francia105. En ella comenta Hervs que: El seor Spedalieri, famoso por diversas producciones en que ilustremente defiende el cristianismo contra los sofismas de Freret, y de Gibon (sic), agota los manantiales de la metafsica, y de la tanto filosfica como cristiana, en su obra los derechos del hombre106. Ciertamente no escatima Spedalieri en su obra, la misma que le fuera incautada al presbtero Corts, ataques contra los jansenistas, particularmente en el captulo
XII

del libro

VI

de su obra, titulado: Il favore

accordato a la ipocrisia del Giansenismo mezzo distruttivo della Religione, e del Principato . Este captulo comienza aclarando sin ambages: Il Giansenismo no pu qualificarsi con altra denominazione, che con quella dipocrisia, perch a considerato in tutte le sue parti, e neglintimi rapporti, che ha coll Ateismo, non pare, che vern uomo di senno possa essere Giansenista di persuasiere; que posa cio persuadersi la Religione da Dio rivelata essere il Giansenismo107.

La participacin de religiosos en el proceso de adoctrinamiento de los conspiradores, a pesar de una evidente tendencia anticlerical, puede ser un indicio del inters de los mismos en promover simultneamente una reforma eclesistica que comenzara por devolver a su lugar a los jesuitas expulsados. Probablemente, y esto es pura especulacin, la reforma eclesistica estara dirigida hacia el laicismo, lo cual no es del todo evidente en los documentos. Sin embargo, esta orientacin ambigua no tiene ninguna relacin, al menos que se sepa, con la propuesta del obispo francs Grgoire constitucionalista y jansenista que data de estos mismos aos, dirigida expresamente a la abolicin del Tribunal de la Inquisicin por considerarlo el causante del atraso cultural espaol. Al respecto hace notar La Parra:

Tngase en cuenta que en estos aos no se haba publicado en Espaa la bula Auctorem fidei (1784), mediante la cual Po VI haba condenado el snodo de Pistoia. En Espaa, por tanto, se

104

Lorenzo Hervs y Panduro, Causas de la revolucin de Francia en el ao de 1789, y medios de que se han valido para efectuarla los enemigos de la religin y del Estado. Madrid: [s.n.], p. 387, 1807. 105 Ibdem, pp. 169-170. 106 Idem, p. 169. 107 Nicola Spedalieri, De diritti dell'uomo. Ass: [s.n.]. Libri VI: ne'quali si dimostra che la pi sicura custode de'medesime nella societ civile e' la religion cristiana, p. 437, 1791.

58

poda pensar en emprender una reforma eclesistica radical, proyecto compartido por el grupo de ilustrados mencionado. Grgoire conoca esta realidad y por ello puso tanto empeo en atraerse a los ilustrados espaoles y en difundir su Carta, como queda demostrado por su correspondencia con el obispo Ricci, el protagonista del snodo pistoyense. De haber tenido xito esta iniciativa, Espaa habra experimentado una transformacin radical en el mbito ideolgico108.

Pero no ocurri as, sin embargo, tampoco se muestra Picornell como ultramontano, por el contrario, su desprecio hacia la figura del Papa y su poder terrenal es evidente como consta en la declaracin de Hernndez quien seala que Picornell le:
[] manifest que haba ledo un libro francs, cuyo ttulo le parece era viaje del Pontfice al cielo para colocar su silla en l, pues en la tierra ya no tena lugar, y le explic el viaje como cosa muy particular y celebrada []109.

Confusamente, esto contrasta con el contenido precisamente ultramontano de uno de los textos que se agregan a la causa: Apuntamientos para el Discurso que he de formar sobre las obligaciones de los sbditos a sus Soberanos, conforme al Espritu del Cristianismo, desde su venerable antigedad, e impugnacin de la Doctrina que autoriz el regicidio fundada en la opinin de Santo Toms en el opsculo 20 de Regimine Principium ad Regem Cypri110. Esta obra es una defensa de la autoridad del Papa, de los monarcas, de los prncipes como puestos por Dios en la Tierra en su divina representacin. A otro de los indiciados, el abogado Francisco Javier Izquierdo:
[] se [le] reconocieron con la mayor prolijidad todos los libros y papeles que se hallaron en su casa [] y slo se encontraron en uno de los legajos, de borradores de su oficio, dos discursos

108

Emilio La Parra Lpez, La alianza de Godoy con los revolucionarios (Espaa y Francia a fines del siglo XVIII). Madrid: Consejo Superior de investigaciones cientficas, p. 66, 1992. 109 Extracto, fols. 52r-53v. 110 Con este ttulo en: AHNM, Consejo, 11936-I. Junto con otros temas y lecturas de carcter religioso, tal es el caso del texto decomisado a Babil Florencio Grao: [] que presuma estar arrestado por habrsele preguntado si tena unos papeles de don Jos Lax, que en efecto ste le entrego unos 15 o 20 pliegos de letra bastante menuda, y cuyo ttulo era Examen de los Apologistas de la Religin Christiana en castellano, para que se los copiase de buena letra []. Extracto, fols. 104v-105r. Es muy posible que se tratase de la compilacin del abate de Gourcy (Franois Antoine de tienne) traducida al castellano por Manuel Ximeno y Urieta titulada: Coleccin de los apologistas antiguos de la Religin Christiana, San Justino, Taciano de Siria, Atengoras, Tefilo de Antioqua, Tertuliano, Minucio Flix y sus orgenes, Madrid: Imprenta Real, 2 vols, (1792).

59

franceses. El primero de cinco hojas tiles que principia: Discurso de Gonson (sic)111 en la sesin de 26 de octubre. Ciudadanos voy a llamar vuestra atencin y concluye, con otro Discurso igualmente admirable; y el segundo de cuatro hojas tiles letra muy menuda y metida que principia: Discurso de Brisot (sic)112 Los representantes del pueblo francs han manifestado ya muchas veces a las naciones extranjeras y concluye y empleara todos los medios para obstenerla (sic). Y habiendo rubricado las hojas de estos papeles el citado Izquierdo, se mandaron unir a la causa para los efectos que hubiese lugar como se verific113.

La cuestin es curiosa, pues se trata de dos documentos de los ms representativos girondinos: Gensonn y Brissot, cuyo contenido ideolgico no se corresponde con la tendencia radical de los rebeldes, ms cercana a la de la Montaa que a la de la Gironda. Probablemente usaban estos documentos para su anlisis poltico o como simple modelo de oratoria. Carrillo menciona que entre los papeles que supo que andaban en manos de Izquierdo y Andrs, haba nada menos que: [] unos discursos de Chavot fraile capuchino, uno de Robespierre, otro de Barrere, otro de Danton, otro de Marat, otro de Tallien, y de otros que no le es fcil conservarlos en la memoria114. A Lax115se le recogi, entre otros, el texto de varios himnos revolucionarios cuya nica referencia directa al respecto figura en la declaracin de Bremond:

111 112

Se refiere al girondino Armand Gensonn (1758-1793). Se refiere al abolicionista girondino Jacques-Pierre Brissot de Warville (1754-1793). 113 Extracto, fols. 109v-110r. 114 Declaracin de Manuel Jos Carrillo de Albornoz, Madrid, 16-2-1795. AHNM, Consejo, 11936-2, fols. 47r-48r. En este mismo documento, fols. 48v-49r. Pero ninguno de stos fueron encontrados a los conspiradores, probablemente porque fueron quemados entre Juana Rivero La Guisandera y la mujer de Picornell. 115 Papeles hallados en el bal del reo don Jos Lax, y recogidos de el para agregar al escrito de defensa y prueba propuesta por el don Jos Lax. Madrid, [s.f.] AHNM, Consejo, 11936-1. 50 folios. Esta seccin incluye: Diario de Madrid del domingo 30 de septiembre de 1792, nm. 74, pp. 1147-1150. (Impreso); Proyecto proponiendo la extincin de la Compaa de Muchachos; Demostracin de la utilidad que resultar al Estado y especial beneficio que se seguir en el ramo militar de Espaa extinguiendo las Compaas de Muchachos que tienen los Regimientos de Infantera de Espaa y otros cuerpos del ejrcito. (Original y copia); Borrador de un Ensayo econmico-poltico militar, 2 pp.; Borrador de un Discurso sobre educacin, 22 pp.; Conversaciones del da en las cuales se tratan varios asuntos poltico militares relativos al tiempo y circunstancias presentes; Conversacin entre un sargento, un mozo llamado Feliz y un recluta. (Borrador); Conversacin entre tres caballeros sevillanos llamados don Juan, don Fernando y Jaime. (Borrador); Conversacin entre un capitn, un cadete y un letrado que salieron de Madrid en un coche juntos, camino de Aragn. (Borrador); Conversacin entre un cura de un lugar y un anciano llamado Patricio. (Borrador).

60

Que como ha concurrido pocas veces al cuarto de dicho Lax no ha visto ni odo cantar en l los himnos de la Convencin ni la Carmaola, y lo nico que puede decir en este particular es, que la segunda vez que estuvo le pregunt aquel como dndolo por supuesto, si haba odo en Francia la Carmaola y respondindole que si, pues all se cantaba en los teatros, y a todos obligaban a cantarla, ponindoselas a cantarla le dijo que si se cantaba as, y el deponente le respondi que no; que aquel no era el tono, y le ensay ligeramente sin referir la letra 116.

Estas reuniones ya se haban hecho costumbre desde un ao antes:

Confiesa tambin Lax las conversaciones con Picornell, en el verano y otoo de 94, relativas al gobierno, que haba poca diferencia en lo que pensaban ambos, que a su mismo cuarto en aquella poca concurran el abogado Manzanares con Picornell, y otros varios y que all se hablaba de las mximas y principios de la Convencin Francesa, y de sus victorias, y se censuraba al Gobierno de Espaa 117.

De la procedencia de tales canciones dice Prez de Lema 118 que:


[] en aquella concurrencia se cantaban y bailaban los himnos de la Convencin, y la caramaola (sic), cuya letra escribi Lax, y existe en el Proceso 119; aunque se supone ste haberla adquirido de un presbtero francs, que se asent en la Corte120.

Es importante observar que estos cantos e himnos son los de la Convencin no los de Termidor, entre los que existen considerables diferencias, y que forman parte del imaginario colectivo de la Revolucin Francesa, los cuales pasan a la Pennsula en papeles clandestinos o por tradicin oral, y de ah a Amrica. En el caso particular de Venezuela, durante el alzamiento de La Guaira se convertirn tambin en emblema revolucionario y como tales sern perseguidos por las autoridades metropolitanas.

116

Extracto, fols. 149v-150r. El texto de la Carmaola (Carmagnole) y otros himnos franceses del mismo perodo estn contenidos en la obra: Pierre Constant, Musique des fetes et ceremonies de la Revolution Francaise. Pars: Imprimerie Nationale, pp. 146-147, 1899 117 Prez de Lema a Godoy, fols. 6v-7r. [Doc. 12]. 118 Francisco Prez de Lema y Festa Bermdez, natural de Alcoy (Alicante), ministro del Consejo de Guerra en 1788, Orden de Carlos III. 119 Si estuvo en alguna ocasin, no aparece entre los legajos consultados. 120 Prez de Lema a Godoy, fol. 7v. [Doc. 12].

61

Tambin la defensa hace uso de algunos papeles pertenecientes a los reos, pero ahora para demostrar su inocencia; por ejemplo, el abogado de Picornell pide que se agregue al sumario: [] un ejemplar de la relacin impresa de los mritos de Picornell, formada haca mucho tiempo, por hacerse en ella particular expresin de su inclinacin a socorrer a los necesitados, cuyo ejemplar de relacin deca de existir e ntre los papeles embargados []121. Este documento, citado en varias ocasiones en este mismo trabajo, no se halla en el inventario de las obras que contena su bal, sin embargo aparece despus, probablemente porque lo haya entregado el abogado de la defensa para que fuera unido a la causa: En cumplimiento de lo prevenido en este auto se examinaron y reconocieron los papeles de Picornell a fin de que hallndose la relacin impresa de mritos conforme al 1 otros se uniese a estos autos, efectivamente consta de diligencia practicada en 28 de diciembre haberse hallado un ejemplar impreso, copia de la original que suena haber quedado en la Secretara de Cmara de Gracia y Justicia y Estado de Castilla su fecha 3 de julio que est unida122. Como otro de los manotazos de ahogado que hacen Picornell y su defensor para tratar infructuosamente de convencer a la Justicia de que el reo nunca fue afecto a las mximas francesas, se menciona que:

Habindose tambin pasado los oficios correspondientes al excelentsimo seor gobernador del Consejo para los fines indicados, en 16 del propio mes, dirigi S. E. al juez de la Causa con orden del 21 del mismo el Catecismo Romano para la instruccin [de la infancia] espaola /Al margen: Nota. Este catecismo y representaciones existen en pieza separada/ que present Picornell en la Secretara de Estado y varias representaciones del mismo que existan en la citada Secretara relativas a manifestar su aversin a las mximas de Francia, y a solicitar diferentes destinos, recomendando su catecismo en las ms de ellas.123

121

Probanzas de los reos de esta causa. Probanza de don Juan Picornell. Pieza de escrito de defensa de Picornell (S.F.). (Este documento est integrado al Extracto). Extracto, fol. 206r [Doc. 13]. 122 Idem, fols. 208v-209r. 123 Esta obra no figura en el Catlogo Picornell Ibdem, fols. 209r y 207r.

62

Picornell tena en la taberna del Avapis, como consta en el Catlogo Picornell, un ejemplar de Los Comentarios de Julio Cesar traducidos por Valbuena124, as como el segundo tomo de las oraciones de Iscrates traducidas al castellano por Romancillos (sic) 125. Los otros dos tomos se recogieron de casa de las hermanas Colmenar. Picornell tena en su haber en el momento del arresto: seis pliegos de papel blanco cortado, con el sello de Cuarto y uno partido en dos mitades, dos cuadernillos de papel blanco de marca, y otros dos pliegos sueltos compaeros con el sello que dice Silvestre; un cartn fino con un rengln que al principio de una de sus caras dice candeleda (sic); ocho papeles en forma de memoriales o esquelas de pobres que solicitaban limosnas, juntamente con un retazo de bayetn blanco126. Los borradores de los textos escritos por Picornell sobre las escuelas de Corte127, as como los relativos a la educacin de la infancia escritos en Salamanca obra de la cual conservaba varios ejemplares todos encontrados en su casa, sita en la calle del Calvario, sealada con el numero 1, cuarto principal, a los que se suma: el Plano de la Poblacin de Madrid: Discurso sobre la abundancia de comestibles que puede haber en Espaa a moderados precios128, que trata, al parecer, sobre la gran cantidad de alimentos baratos que tendra Espaa con la extincin de las mulas y el restablecimiento del ganado de bueyes y caballos, etc.129, y que se encontr en el cofre que Picornell dej en la posada de San Isidro.

Los conspiradores no slo se instruyen en las mximas perniciosas que proceden de Francia, tambin se ocupan de conocer la geografa y la economa del reino, aunque no hay ningn indicio que haga presumir su particular inters hacia los asuntos americanos, salvo por el hecho de que uno de los encartados, el artista Antonio Carnicero:
[] contesta tener el libro contenido en la Declaracin Americana, del que apenas habr ledo dos captulos, as porque no posee mucho el francs, como por no ser de su profesin, en la que

124 125

Se refiere probablemente a Manuel Blanco de Valbuena Es posible que se refiera al Consejero de Estado, helenista y constitucionalista Antonio Ranz Romanillos, sobre cuya obra y circunstancias vase el muy completo estudio de Jos Antonio Prez Rioja, El helenista Ranz Romanillos y la Espaa de su tiempo (1759-1830). Soria: Centro de Estudios Sorianos-CSIC. 1962. Traductor tambin de Vidas Paralelas de Plutarco (Marchena traduce solamente la Vida de Teseo). 126 Extracto, fols. 68r-69v. 127 Idem, fol. 207r. 128 No est mencionado entre las obras que componen la lista del Catlogo Picornell. 129 Extracto, fol. 70r.

63

emplea todo su cognato (sic). Que entonces tena dicho libro el secretario del Embajador de Portugal, a quien se lo pedira si fuese necesario, y que i gnoraba estuviese prohibido []130.

A Andrs, junto con las copias que vena realizando del Manifiesto y la Instruccin, se le incauta una inocente lista de las provincias de Espaa. 131 Domingo Lugar de Andrade confiesa que le haba dado hospedaje a Andrs por unos meses mientras hacia la oposicin a la ctedra de Matemticas de San Isidro y que luego se fue, en enero de 1795, sin decir cual sera su paradero. Y refiere que: [] en su casa no ha dejado ms libros ni papel que el Ustriz de Comercio 132 y nunca le oy discurrir en materias de gobierno133. Refirindose a Andrs, en su confesin el neogranadino Juan Ignacio Bireja:
[] contesta que habiendo hecho poner en el Diario que deseaba un maestro de matemticas fue dicho Andrs, y le admiti porque le dijo ser opositor a una ctedra de San Isidro, y crey sera el mejor, que esto se verific el 27 de enero de 95 en el cual le encarg le proporcionase la obra de Cammani134 (sic), y en su defecto la de Bayls porque le haban dicho eran difciles de encontrar. Que el 30 se llev Andrs la obra de Bayls que l tena, diciendo no haba encontrado

130 131

Ibdem, fol. 147v. En la habitacin de Andrs, segn el Extracto: [] se hallaron encima de la mesa varios papeles, y algunos, como si en aquella ocasin estuviese escribiendo, [] se encontraron unos carton es o hojas de pasta que parecen haber sido forros de algunos libros en folio y cuarto mayor, en los cuales se incluan varios papeles manuscritos, de los que llamaron la primera atencin los siguientes: dos de papel de marca que se sealaron, con el nmero 1 que empieza con estas palabras: el pueblo plenamente convencido de que todas cuantas miserias afligen a la nacin, y acaba hechos estos con el nmero 2 el que empieza: El pueblo plenamente convencido de que todas cuantas miserias y calamidades afligen a la nacin y acaba: cios (sic) del Difunto. Con el tercero un pliego azul escrito a lo largo en dos columnas y sin ttulo: Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, y acaba: tro (sic) artculos contenidos en el manifiesto de el pueblo. Con el cuarto, el que principia: por este nuevo reglamento, y acaba: todos los Jueces y gobernadores. Cuyos papeles que se hace preciso leer por su importancia y naturaleza, se hallan en pieza separada y reservada en virtud de providencia del juez de la causa. En: Ibdem, fols. 68v-69r. 132 Se refiere a la obra de Jernimo de Uztris, Theorica y practica de comercio y marina: en diferentes discursos y calificados exemplares, que con especificas providencias se procuran adaptar a la monarchia espaola para su prompta restauracion, beneficio universal y mayor fortaleza contra los mulos de la Real Corona. Madrid: [s.n.], 1724. 133 Extracto, fol. 128v. 134 Es posible que se refiera a la obra: Jernimo de Capmany y Benito Bails, Tratado de mathematica: que para las escuelas establecidas en los Regimientos de Infantera han escrito Madrid: Joaqun Ibarra, 1772. El matemtico espaol Benito Bails (1730-1797), director de la Real Academia de San Fernando y miembro de las Reales Academias Espaolas de la Historia y de las Ciencias Naturales y Artes de Barcelona, publica: Principios de matemtica donde se ensea la especulativa con su aplicacin a la dinmica, hydrodinamica, ptica, astronoma geografa, gnomnica, arquitectura, perspectiva y al calendario, 1776, 3 tomos. Cfr. Inmaculada Arias de Saavedra, Ciencia e ilustracin en las lecturas de un matemtico. La biblioteca de Benito Bails . Granada: Universidad de Granada, 2002.

64

ni sta ni la de Cammani (sic) [] Que la obra de Bayls en 3 tomos la entregaba a disposicin del juez comisionado []135.

Pero tal vez el ms astuto de todos los conspiradores era Pons de quien el alumno de francs que tena en la Plazuela del ngel, Jos Gardeaiaval confiesa:
[] el conocimiento de Pons por haberle dado leccin de lengua francesa; y que es motivo de haberle ido a buscar, fue por haberle dicho en la calle un da que no recuerda, el alguacil Pedro Tejero que el presente juez andaba buscando a Pons. Que al or esto exclam a Dios, mis 18 tomos se los llev la trampa! porque Pons tena en su poder las causas clebres de Pitabal136, y otros varios libros del deponente137.

Al cirujano Joaqun Villalba le descubren: [] un papel138 dirigido a su mujer en el hueco que forma
el hondn de una botella de vino, y despus en su encierro se le recogieron varios trozos de tinta, plumas y papel para escribir []139. Nada aparentemente significativo.

135 136

Extracto, fol. 129r-129v. Gayot de Pitaval, (recopilador) (1762). Causa clebres, instructivas, e interesantes con sus decissiones / todo recopilado por el seor Gayot de Pitaval ; traducidas al idioma espaol del frances, por Don Marhco sic] Antonio Barberi con addicciones de algunas notas, y reflexiones. Impresso en la ciudad del Gran Pucro sic] de Santa Maria: Imprenta de la Casa Real de las Cadenas, 1762. 137 Extracto, fols. 180v-181r. 138 De dicho papel se desconoce el contenido. 139 Extracto, fol. 18r

65

CAPTULO III
LOS MOTIVOS COYUNTURALES, LAS DIVERGENCIAS ENTRE LOS GRUPOS PROMOTORES
Y LA ORGANIZACIN DEL ALZAMIENTO DE MADRID

Percepcin de los conspiradores de la situacin poltica y social del momento La rebelda de los conspiradores est dirigida en varios sentidos, sin duda hacia el sistema monrquico, pero tambin, y en lo inmediato, hacia Carlos IV por su apoyo a Godoy o, mejor dicho, en Godoy, en todas las cuestiones de gobierno. Adems aflige a Picornell la falta de humanidad y de caridad hacia la situacin de pobreza en que ha sumido a Madrid el abandono de sus gobernantes, as como el exceso de tributos y gabelas que haca imposible que los pobres pudieran levantar cabeza, a ello le atribuye el alto desempleo y el auge delictivo de los ltimos tiempos. Le preocupa el destino incierto del dinero procedente del comercio americano, as como el hecho de que se ignorara en qu se inverta la gran cantidad de vales 1 emitidos por la Corona con motivo de la guerra con Francia. Durante las ltimas dos dcadas del siglo XVIII, no fue posible detener el proceso crtico en el que haba entrado la economa espaola. Al sistema fiscal, ya obsoleto, se una el dficit financiero por los altos gastos que haba ocasionado, primero la guerra contra Francia (1793) y luego contra Gran Bretaa (1796), lo cual dej prcticamente paralizado el comercio con Amrica, de aqu que los vales reales bajaran su cotizacin considerablemente. Para remediar esta situacin fue preciso llevar a cabo la venta de propiedades de manos muertas (garanta de la pervivencia de los estamentos econmicamente poderosos) para amortizar la deuda del Estado, lo que le valdra a Godoy la enemistad con el clero que lo respaldara poco antes, y por si esto fuera poco, se dispuso un alza impositiva y el gravamen sobre productos de primera necesidad.

Cuatro aos despus de la toma de La Bastilla y dos aos antes de la Rebelin de Madrid, el 7 de marzo de 1793, Espaa haba declarado la guerra a Francia. Ese mismo ao el pueblo francs
1

Ibdem, fol. 78r.

toma Las Tulleras, queda disuelta la Asamblea Legislativa, se rene la Convencin Nacional, las fuerzas revolucionarias francesas ganan la batalla de Valmy, se proclama la Repblica y Luis XVI es procesado y condenado a muerte. Tras vanos intentos por liberar al monarca francs y una vez ejecutado este, Godoy decreta la expulsin de Espaa de los sbditos franceses y por tal motivo la Convencin declara la guerra a Espaa, con lo cual queda anulado el Tercer Pacto de Familia. A su vez, esta guerra patritica contra el gobierno revolucionario se haca con la suprema justificacin del parentesco entre Carlos IV y Lus XVI, lo cual complic y profundiz an ms los contrastes entre las posiciones de Aranda 2 y Godoy pues ello introduca cambios radicales en las alianzas tradicionales y cuestionaba substancialmente la neutralidad, oportunista y sapiente, esgrimida por Aranda. En 1794, Godoy traiciona a Aranda, primero reemplazndolo en el cargo y luego desterrndolo a Jan, por las insalvables divergencias en torno a la poltica exterior, especialmente en lo que se refiere a la Francia revolucionaria. Lo que comenz bajo los divinos auspicios de la rebelin de la Vende, termin desastrosamente para Espaa en todos los frentes y creo una notable confusin polticoideolgica. Con los franceses ocupando San Sebastin, Bilbao y Vitoria, el 22 de julio de 1795 (en pleno Termidor) se firma la Paz de Basilea (y Godoy recibe el ttulo de Prncipe de la Paz, que habra de ser motivo de mofa e indignacin para sus adversarios), a partir de la cual los franceses devuelven las conquistas espaolas:

Tras Basilea, el gobierno espaol recel que Amrica podra ser blanco permanente de los ataques ingleses. Godoy tena motivos fundados para ello, pues meses antes de la paz mantuvo conversaciones con Inglaterra acerca de la posibilidad de una accin armada conjunta contra la parte francesa de Santo Domingo3.

Aranda no comparta del todo las bondades de las victorias burguesas de la Francia revolucionaria, siendo como era un aristcrata, pero las defenda estratgicamente cuando se trataba de enfrentar a la antirreformista nobleza del Antiguo Rgimen (un antirreformismo que se produce no por novedad, sino para estimular lo que ms conviene a algunos, que es la pervivencia institucional de la vieja estructura poltico-jurdica-administrativa). Tampoco comparta el aragons: [] los principios ms radicales de los revolucionarios franceses, y [] era consciente de la inferioridad espaola ante su vecino el peor de sus amigos-, [por ello] apost por prestar apoyo a la monarqua constitucional francesa. Emilio Soler Pascual, Antagonismo poltico en la Espaa de Godoy: La conspiracin Malaspina (1795-1796). Alicante: Instituto de Cultura Juan-Gil-Albert, p. 30, 1990. 3 Emilio La Parra Lpez, La alianza de Godoy con los revolucionarios (Espaa y Francia a fines del siglo XVIII). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, pp. 31-32 y 84-89, 1992.

67

La Paz de Basilea vena sellada con la marca del temor a la posibilidad de tener que someterse a Francia en franca dependencia econmica (lo que afectara al sistema colonial, obviamente), poniendo a Espaa en desventaja, pues sta aportara metales preciosos y materias primas a cambio de la produccin francesa, perfectamente prescindible. Incluso le resultaba ms lucrativo a la Corona espaola el comercio britnico, el cual se vio afectado, en detrimento de Espaa, especialmente en lo que se refiere a las negociaciones con el corso ingls en las colonias. Todo ello unido a la conciencia de la debilidad militar de Espaa contra su vecino. De aqu que la negociacin de Basilea no llegara a satisfacer a ambas partes, ya que las concesiones hechas por Espaa no fueron tan amplias como Francia esperaba. Sin embargo, esta ltima logra comprometer a Espaa en inconvenientes acciones armadas. El tratado entre Espaa y Francia, a pesar de las exigencias inauditas del Directorio, en lo que se refiere a la intermediacin de Espaa con Portugal y los intentos por llegar a acuerdos con Estados Unidos posible aliado para la proteccin de las posesiones coloniales espaolas de la amenaza inglesa define lo que habra de ser la poltica exterior de Godoy, tanto hacia Europa como hacia Amrica:
Se trata de un programa contra natura, pues la monarqua espaola, tradicional como la que ms y sumida en profundas contradicciones institucionales e ideolgicas, se alejaba de los regmenes similares y quedaba en brazos de sus opuestos desde el punto de vista de la doctrina poltica4.

El asunto se complica cuando el Directorio de la Repblica gala 5 obliga a Godoy a firmar el Tratado de San Ildefonso (19 de agosto de 1796), segn el cual Francia detiene la alianza espaola contra Inglaterra y en el Caribe. Un ao despus de la Paz de Basilea, de carcter neutral para Espaa, la alianza con Francia adquiri matices contradictorios: [] entre la conservadora y rancia corte espaola con la revolucionaria y joven Repblica francesa, y supuso una alianza a perpetuidad, ofensiva y defensiva, entre ambas partes y que tena en el punto de mira al Reino Unido6. Lo que deriv en la franca enemistad inglesa que perjudic grandemente los intereses econmicos espaoles y adems Espaa tuvo que pagar un gran costo geo-poltico: la derrota de la armada en el Cabo San Vicente y, poco despus, la prdida de Trinidad en 1797.
4 5

Ibdem, p. 43. Cfr. R. Guyot, Le Directoire et la paix de l'Europe, Pars: Alcan ed, pp. 245-247, 1911. 6 Emilio Soler Pascual, Antagonismo poltico en la Espaa de Godoy: la conspiracin Malaspina (1795-1796), p. 42.

68

Para los conspiradores la situacin por la que atraviesa Espaa a causa de tales circunstancias es insostenible, y as lo expresan en el Manifiesto, que junto con la Instruccin, es uno de los documentos incendiarios de la conspiracin. Mientras Godoy le presta toda su atencin a los asuntos internacionales, estn:
[] las ciencias sin proteccin, las artes sin fomento, la agricultura destruida, el comercio arruinado, las leyes sin fuerza, la virtud perseguida, el mrito desatendido los fueros de los tribunales abolidos, los sagrados derechos de las cortes violados, las provincias invadidas, los ejrcitos sacrificados, el reino despoblado, y el erario pblico exhausto a pesar de tan grandes costas7.

Tambin era dramtica la situacin del clero y la nobleza: [] viendo el Estado Eclesistico vejado, el noble abatido8. No tienen duda, el principal objetivo de un buen gobierno debe ser el de procurar la felicidad general9 y por eso Picornell critica la forma inhumana en que este explota al pueblo:
[] la administracin de justicia enteramente perdida, despus de haber esperado en vano por largo tiempo la debida reforma de tantas injusticias, cansado de ver repetir intilmente representaciones, quejas y lamentos, conociendo que el sufrir ms, sera consentir en las ms execrables maldades, y cooperar a su total destruccin10.

Picornell est convencido de que la situacin de pobreza habr de terminar en un motn, en una sublevacin, en una revolucin que algunos de sus supuestos seguidores, como Juan Francisco Prez11, calificarn de gran trascendencia pero de malas consecuencias. Picornell insiste en que el centro de Madrid se halla muy revuelto y que la gente est dispuesta a alzarse:

7 8

Manifiesto, fols. 2r-2v. [Doc.4]. Ibdem, fol. 2r. 9 Manifiesto, fol. 3r. [Doc.4]. 10 Ibdem, fol. 2v. 11 De 37 aos de edad, nacido en Aguera (Concejo de Castropol, Asturias), casado y encargado de los toldos de la Villa de Madrid. En: Extracto, fol. 32 r.

69

Que con una mujer12 que principiase a gritar en un barrio bajo seguiran otras, y de un barrio en otro se ira alborotando la gente a modo de un levantamiento dando a entender de que este era el medio que el gobierno fuese bien Que nada importaba que un pan valiese una onza un da o dos [] pues por eso no se morira la gente, dando a entender que este era el modo de que se alborotasen ms y de que hubiese un nuevo gobierno13.

Probablemente esperaba que ocurriera lo mismo que pocos aos antes haba sucedido en Paris por una causa similar.

Polmica en los argumentos de los conspiradores: una revolucin para derrocar al monarca, o una revolucin para abatir al sistema monrquico? En una de sus conversaciones, Picornell trae a colacin el pasado poltico de la nacin y recuerda la poca en que en Espaa haba Cortes y leyes que no eran exclusivamente las del monarca, las cuales tambin estaba obligado a cumplir. La poca en que el rey no tena erario ni la Casa Real incurra en tantos gastos superfluos, y que por lo tanto haba menos pobreza: [] daba a entender, que sera muy bueno y conveniente restablecer aquel antiguo gobierno que supona haber habido en Espaa14. Sin llegar a especificar exactamente a qu gobierno se refera (probablemente al de Carlos III), valga la pena recordar que las Cortes no se reunan desde 1789. Manuel Hernndez dice en su declaracin que se haba mostrado en desacuerdo con esa opinin porque el rey gastaba lo necesario para mantener la majestad, a lo que Picornell le responde que: [] el rey distribua lo que no poda ni deba15. La situacin es desastrosa porque el gobierno no cumple con sus funciones y hace uso indiscriminado del erario [] para satisfacer sus propias pasiones, para engrandecer y mantener a Godoy con un lujo superior a las rentas del ms rico potentado16. Godoy gasta a manos llenas, mientras el pueblo est en la ms profunda miseria, a Picornell le indignaba que ante esa situacin: los soberanos saliesen a divertirse y a

12

En varias ocasiones destaca Picornell cual sera el papel que jugaran las mujeres en la sublevacin; dice, por ejemplo: Que las mujeres seran gustosas en la sublevacin y atraeran la tropa a su favor. Ibdem, fol. 44 v. 13 Ibdem, fol. 119r. 14 Ibdem, fol. 78r. 15 Ibdem, fol. 52r. 16 Manifiesto, fol. 3 v. [Doc.4].

70

tomar aires17, porque casualmente el paseo es la nica diversin que la Corte practica diariamente entre Aranjuez y La Granja 18. Para convencer a uno de sus supuestos delatores, Bjar, quien se muestra escptico ante sus argumentos, Picornell le explica la necesidad de llegar a establecer un reparto equitativo de la riqueza, y as le cuenta lo que haba ocurrido en Barcelona cuando era gobernador un duque de Alba19. En otra ocasin, Picornell le comenta ese mismo asunto a Hernndez, tan desconfiado como Bjar y tan cauto como l, quien le replica que est equivocado y le dice: [] no se seor don Juan respecto lo que vuestra merced dice, como el rey ha permitido al duque del Infantado y a otros Grandes levantar regimientos, pues supuestos los deseos que vuestra merced dice, podan ser los ms perniciosos20.

Picornell estaba seguro de que el pueblo tomara en sus manos la justicia para poner coto a tales desmanes, porque estaba: el plebeyo en la mayor opresin, y lo hara en virtud de sus imprescriptibles derechos21. El presbtero Joaqun Traggia 22 discrepa en su declaracin, pues no cree que el pueblo estuviese deseoso de unirse a una causa cuyas nicas consecuencias seran estragos y robos, y que por lo tanto no existan las condiciones para que se diera una revolucin como la francesa23. Este comentario diverge de la revelacin que le hara aos ms tarde, en La Guaira, el mismo Picornell al sargento Rusiol:

17 18

Extracto, fol. 77v. Comenta Espadas Burgos que: [] esta Corte borbnica del siglo XVIII tiene un carcter itinerante alguien la ha calificado de nmada, pues raramente reside en Madrid y reparte los meses del ao entre los palacios y residencias reales del entorno madrileo. Circunstancia que es ya una norma, una rgida norma, en los reinados de Carlos III y Carlos IV. Y contina aclarando la situacin que se le planteaba a la servidumbre: [] estos frecuentes cambios de la Corte suponan una incmoda obligacin para las personas que estaban a su servicio. Se calculaba entre seis y siete mil personas las que seguan a la Corte en sus desplazamientos. Manuel Espadas Burgos, Niveles materiales de vida en el Madrid del siglo XVIII. Madrid: Ayuntamiento de Madrid, Delegacin de Culturan, Instituto de Estudios Madrileos del Consejo Superior de Insvestigaciones Cientficas, p. 14, 1979. 19 Extracto, fols. 44v-45r. 20 Ibdem, fol. 51v. 21 Manifiesto, fol. 2v. [Doc.4]. 22 Joaqun Traggia (1748-1813). Escolapio aragons, acadmico de la Historia. Entre sus textos religiosos existentes en la Real Academia de la Historia de Madrid, figuran algunos de sus discursos polticos, tales como: La Historia de los clrigos franceses en Aragn y El Examen filosfico de los disturbios de Francia, destinados, entre otros temas, a la crtica de la Revolucin Francesa, los cuales, a su juicio, constituyen una prueba de como haba sido aplicado el racionalismo a la crtica de la Revolucin. Se trata, sin duda, de un personaje significativo en el mbito intelectual de su poca y en particular del pensamiento racionalista liberal reaccionario, autor de la obra: Aparato a la Historia Eclesistica de Aragn, publicada en 1792. Vase: Antonio Elorza, La ideologa liberal de la ilustracin espaola. Madrid: Ed. Tecnos, p. 293 y sig., 308, 1970. 23 Extracto, fol. 247v.

71

[] que desde que se principi la [Revolucin] de Francia, adopt el proyecto de formar y promover otra igual en Espaa, y habiendo comunicado su pensamiento a muchas personas, se lo aprobaron y lo animaron para que trabajase un plan de nueva Constitucin [que se publicara en todo el reino, incluidas las colonias americanas]24 como efectivamente lo trabaj y form, arreglado en todo al primero que adoptaron y publicaron los franceses [] que este plan fue remitido en consulta a la Repblica del Norte Amrica y a la Francia, y que por ambas se aprob, dando por respuesta la segunda, que en Espaa convena y era preciso que hubiese rey con las ms o menos facultades que quisiese la nacin, y que con esta calidad estaba pronto y ofreca auxiliar con sus armas y con sus ejrcitos la reforma que se intentaba de la Constitucin actual25.

A decir de Picornell, hubo una disposicin de respaldo al movimiento revolucionario de Madrid por parte de los gobiernos, tanto de Estados Unidos como de Francia, lo cual contrasta con el hecho de que el Directorio nunca tuvo inters en exportar la repblica a Espaa, por lo que bien podra tratarse de un comentario fanfarrn para atraerle a su causa, ya que en la provincia de Venezuela, a los rebeldes de La Guaira, como opina Rusiol al respecto de tales sealamientos:
[] que dichas noticias [le] fueron comunicadas en diversas conversaciones del declarante por Picornell, Gual y Espaa y Ronan, y cree que todo fue invencin, estudio y artificio de ellos para seducir y conquistar al que declara en quien desde los principios reconocieron una voluntad contraria a toda sedicin, movimiento, o sublevacin por cuya razn les fue preciso esforzarse a persuadirlo como en efecto lo lograron26.

Lo cierto es que tanto el uno como el otro mienten, el primero al garantizar un apoyo del que careca, y el segundo en aras de su libertad para convencer a las autoridades de su inocencia y desvinculacin con la Rebelin de La Guaira.

Comentaba Picornell con Bjar que era necesario un cambio, una reforma en las costumbres que condujera a la igualdad de todos, que no hubiera poderosos que dominaran a los pobres y a los jornaleros porque todos eran: [] hijos de un padre, que cuando se cri sic el mundo no haba
24

Confesin de Rusiol y Cordero, Caracas, 1798-09-01. Cordero. 25 Rusiol y Cordero, fols. 3r-3v. 26 Ibdem, fols. 18v-19r.

AGI,

Caracas, 432, N. 84, fol. 4v. En adelante: Rusiol y

72

tres especies de sangre diversa como ahora, porque todos eran iguales. Que los bienes deban estar distribuidos entre los necesitados27. Una igualdad que pasa por eliminar las diferencias entre los tres rdenes que constituan la sociedad estamental espaola. De ser as, la proposicin de Picornell trasluce un pensamiento verdaderamente revolucionario. Esto aclara y trastoca a la vez la nocin del inmediatismo poltico que muchos autores ven reflejado en la intentona de Madrid, ampliando su alcance ms all de lo que hasta ahora se concibe sobre dicho movimiento, y que concuerda con que en el Extracto haya varias alusiones de parte de los declarantes- al hecho de que los principales implicados hablaban de llevar a cabo en Espaa un plan similar al de los franceses. Sin embargo, Aguirrezbal y Comellas opinan lo contrario: No parece que la conspiracin de Picornell fuese centralmente contra el orden estamental [] 28.

Por otra parte, es de suponer la participacin de personajes de altos estratos sociales en la conspiracin y si se profundiza un poco, especficamente de integrantes del partido aristocrtico29, cuyo antecedente ms cercano es el partido aragons30. Si, segn expresa el
27 28

Extracto, fol. 77v. Mara Jess Aguirrezbal y Jos Luis Comellas, La conspiracin de Picornell (1795) en el contexto de la prerrevolucin espaola. En Revista de Historia Contempornea. Sevilla: Universidad de Sevilla, p. 34, 1982. 29 Cfr. Juan Francisco Fuentes, Concepto de pueblo en el primer liberalismo espaol. En: Trienio: Ilustracin y Liberalismo (Revista de Historia). Madrid: Ediciones Clsicas, pp. 177-209, 1988. 30 Recuerda Claude Morange, que el secretario de la Embajada francesa en Madrid, Perrochel, defina, en 1798, al partido aragons y a sus opositores o descontentos en los siguientes trminos: Il existe en Espagne deux partis bien prononcs, lun appel le partis aragonais, lautre form par les mcontents du gouvernement actuell. Les premiers veulent supplanter la maison rgnante, les seconds dsirent seulement la rforme des abus . Claude Morange, El conde de Montijo, reflexiones en torno al partido aristocrtico de 1794 a 1814. En: Trienio Ilustracin y liberalismo, Revista de Historia, N4, Madrid, p.36, 1984. El partido aragons lo conformaban aristcratas, clrigos, camaristas, consejeros, covachuelistas, empleados de administracin, miembros del cuerpo diplomtico y algunos sectores de la milicia, junto con ellos figuraban personajes como el, por entonces, ministro de Hacienda Mzquiz, los duques del Infantado, de San Carlos y Sotomayor, los condes de Orgaz, Montijo, Oate y Altamira; el marqus de Ayerbe, el cannigo Esciquiz, Martn de Garay, Juan Martn Goicoechea, entre otros. Por lo general, todos sus integrantes posean una excelente formacin, lo cual los converta en una suerte de vanguardia intelectual. Muchos de ellos eran miembros de la Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas o de las diferentes Academias. El partido aragons, aun cuando estuviera constituido principalmente por la alta nobleza, se diferencia radicalmente del conservador partido ensenadista, identificado con el poder absoluto y centralizador de los Borbones. A pesar del fuerte regionalismo del partido aragons, y de su aversin a la injerencia de extranjeros en el gobierno (a los que, paradjicamente, Aranda propone imitar), especialmente de los franceses, y por el resentimiento que causaba en sus miembros la deuda histrica de la que eran depositarios los Borbones, a quienes no les perdonaban el haber aniquilado sus privilegios, no por ello perda de vista la perspectiva nacional, pero no se trata de un partido estructurado como tal, sino de un grupo aliado en torno a intereses y acciones comunes coyunturales, con una procedencia regional y de clase en comn. Si bien es cierto que, durante los gobiernos de Carlos III y Carlos IV, el mando efectivo le fue confiado a ministros de temperamento frreo: a Floridablanca (destituido y procesado por abuso de poder, pero luego absuelto de responsabilidades polticas en 1795) y luego a Aranda, quienes dirigieron el destino del reino con el respaldo, respectivamente, el primero en el grupo de los golillas y el segundo, en el aristocrtico partido aragons, ste ltimo, el ms implacable opositor de Godoy (quien, a su vez, no pertenece a ninguno de los dos bandos en pugna), a quien

73

Manifiesto, han sido: [] los buenos ministros depuestos, los magistrados ntegros desanimados, los amantes del [bien] pblico desterrados []31. No sera lgico pensar que se refera al recin depuesto y desterrado conde de Aranda? a quien no puede considerarse afrancesado nicamente por haberse opuesto a la guerra entre Espaa y Francia. Al respecto comenta C. Morange que: [] esto no impide que Aranda, o los de su partido, hubieran pensado en utilizar contra Godoy el descontento popular frente a los reveses militares32.

No es casual que Picornell compartiera el criterio de Aranda en contra de la guerra con Francia, porque:
[] ocasionaba muchos desastres la guerra que no era til, que haban muerto ms de 100.000 hombres, que aunque se haban enviado diputados a los franceses solicitando la paz, ellos haban respondido que si iban de parte de la nacin trataran con ellos, pero que si iban de parte del Rey, de ninguna manera33.

la alta aristocracia rechaza por haberla desplazado de las decisiones del gobierno, la puntilla para que comenzaran los conflictos entre ambas facciones, parece haber sido el nombramiento de Manuel de Roda, como ministro de Gracia y Justicia, en enero de 1765. En 1792, el 28 de febrero llega al gobierno el conde de Aranda y el 15 de noviembre se ratifica la privanza de Godoy como secretario de Estado. Haba incomodado a la nobleza aragonesa la preferencia de Carlos III por los golillas quienes, a su vez, argumentaban que la injerencia de la nobleza en el gobierno impeda la posibilidad de mantener el equilibrio poltico. Comienza as el enfrentamiento entre golillas y aragoneses: [] producto unas veces del roce de las jurisdicciones, puntillosamente defendidas por cada ministro-secretario, y fomentadas, otras veces, por gentes extraministeriales, como los colegiales mayores, resentidos de verse desplazados, o los aristcratas del Antiguo Rgimen, que atizaban el fuego de la discordia, y queran servirse de Aranda para obstaculizar, al ro revuelto, las reformas que deseaba introducir Carlos III valindose de colaboradores golillas. R. Olaechea, El conde de Aranda y el partido aragons. Zaragoza: Ed. Librera General, p. 62, 1969. Aranda queda en medio de los conflictos entre ambos grupos, formalmente est de acuerdo con las propuestas de los primeros, pero desea que quienes pongan en marcha las reformas sean los segundos. Es en el Discurso sobre la autoridad de los Ricos Hombres sobre el Rey y cmo la fueron perdiendo hasta llegar al punto de opresin en que se hayan hoy, que le enva a Godoy, en 1794, el conde de Teba, Guzmn Palafox y Portocarrero, futuro conde de Montijo, donde se manifiesta esta tendencia de la nobleza reformista seguidora del conde de Aranda como una fuerza capaz de moderar y hacer resistencia a la concentracin absoluta del poder monrquico. Incluso se plantea un retorno a la estructura monrquica medieval. Morange censura el Discurso en estos trminos: Su autor echaba de menos la poca en que el poder del rey se encontraba limitado por el de la alta nobleza, y criticaba duramente a los reyes, que haban venido reduciendo el papel de la aristocracia para afirmar cada vez ms su propio absolutismo. Aunque el Discurso se refiere varias veces al pueblo (en el sentido ms abstracto de la palabra), es evidente que la perspectiva desde la cual habla el autor es la de la alta aristocracia, radicalmente opuesta a las corrientes progresistas de la Ilustracin. Claude Morange, Ob.cit., p. 34. Con la cada de Aranda, el partido aragons queda acfalo y se reagrupa en torno a la figura del sucesor natural al trono: el Prncipe de Asturias, futuro Fernando VII, sentando as las bases del partido fernandino desde 1803 (organizador del complot del Escorial y del Motn de Aranjuez, en 1808, que obligara a Carlos IV a abdicar). 31 Manifiesto, fol. 2r. [Doc.4]. 32 Claude Morange, Ob.cit., p. 62. Nota N 2. Cfr. Aguirrezbal y Comellas, Ob. cit., p. 25. 33 Extracto, fols. 77v-78r.

74

Por ello es sorprendente y, evidentemente, inverosmil el comentario que dice Rusiol haber escuchado de Picornell aos despus en La Guaira: [] desde que se hacan las Juntas Generales en Francia, de acuerdo con stas se empez a tratar en Espaa el proyecto de la revolucin entre el seor conde de Floridablanca y Picornell []34. Una de dos, o Rusiol confunde los hechos descritos por Picornell, o ste deliberadamente se burla de Rusiol al comentarle algo tan descabellado, pues es bien sabido que el principal opositor a la Revolucin Francesa, al gobierno revolucionario, a las ideas emanadas de ese proceso y, por lo tanto, a su influencia en Espaa, la cual consideraba muy perniciosa para la monarqua, era Floridablanca. Contina Rusiol diciendo que:
[] adoptndose el pensamiento de que en un mismo da se hiciese el rompimiento en Francia, Espaa y Flandes, pero no se efecto en Espaa porque no pudieron ser combinadas y tomadas las disposiciones con la prontitud que se combinaron y tomaron en Francia, que as lo haba insinuado el expresado seor Conde a los franceses, expresndoles que no haba podido poner el gobierno de las provincias en personas de su satisfaccin, ni haba en los Espaoles tan buena disposicin de nimos como en los franceses, que sin embargo de esta disculpa creyeron los franceses que el Conde los haba engaado y por este motivo diputaron uno de su nacin que viniese a asesinarle en Madrid, como en efecto lo intent segn se sabe notoriamente, que a este suceso sigui el de la separacin que se le hizo al Conde del Ministerio de Estado, y el atraso consiguiente en el proyecto, pero que Picornell sin embargo llev adelante sus ideas, y procur siempre buscar nuevos partidarios 35.

Es posible que la cohesin poltica entre los alzados se viera debilitada por la incompatibilidad de objetivos y por una marcada divergencia de intereses entre los mismos conspiradores. Los forjadores del plan Picornell y su grupo deseaban llevar a cabo cambios revolucionarios radicales, pero los financiadores, los poderosos que tal vez los apoyaron econmicamente en un primer momento el partido aristocrtico deseaban la cada de Godoy y la recuperacin de sus privilegios y slo eso, aunque, como seala Zavala, en un comentario absurdo, es posible que intentaran: conjugar los intereses de las clases altas y medias con los del pueblo36. Al respecto seala Juan Francisco Fuentes que: [] cuando Picornell y sus compaeros se plantean proporcionar a su proyecto el necesario apoyo social tienen que aceptar, por lo menos
34 35

Rusiol y Cordero, fol. 10v. Ibdem, fol. 11v. 36 Iris Zavala, El Texto en la historia. Madrid: Editorial Nuestra Cultura. p. 223, 1981.

75

inicialmente, la colaboracin que, en la sombra, les brinda una aristocracia descontenta, pero no revolucionaria37. Algo a todas luces imposible, porque es evidente que el explotador slo se une al pueblo en funcin de sus propios intereses, es decir, de explotarlo. En este contexto otro de los conjurados:
Manzanares fue el primero que en su cuarto empez a hablar contra el gobierno monrquico y aristocrtico, a proferir improperios los ms criminosos, llegando a decir Picornell que con seis millones se atreva a ejecutar una revolucin en Espaa, mudndolo todo sin derramar una gota de sangre38.

Lo cual habra motivado la orden de arresto de Juan Manzanares, quien estaba en contradiccin con el espritu general de la conjura39, precisamente porque era el ms radical y de cuya actividad menos se sabe. Es posible, incluso, que la Rebelin de Madrid sea el antecedente poltico e ideolgico del motn de Aranjuez. Una referencia que da luces al respecto es la declaracin de Rusiol, cuando relata lo que haba odo comentar a Manuel Gual y a Jos Mara Espaa con relacin al movimiento madrileo, quienes a su vez lo saban de boca de los propios reos espaoles en su presidio americano: [] que adems sin embargo de que haban arrestado a tres o cuatro [de los conspiradores], crean que la confusin estaba todava en pie y que algn da resollase40. Nada de lo dicho anteriormente se corresponde con la opinin del historiador espaol Emilio La Parra, quien considera erradamente a la aristocracia como promotora ideolgica de la Rebelin de Madrid:
[] es evidente que esta conspiracin nada tuvo que ver con propsitos revolucionarios, ni pretenda acabar con la sociedad estamental. Su objetivo directo consista en derribar a Godoy o, como declaraba el Manifiesto, terminar con los abusos de la monarqua y el despotismo
37

Juan Francisco Fuentes, Concepto de pueblo en el primer liberalismo espaol. En Trienio: Ilustracin y Liberalismo, Revista de Historia, Madrid: N 12, pp. 193-194, 1988. 38 Extracto, fol. 12v. Postulado girondino, dicho sea de paso. 39 Mara Jess Aguirrezbal y Jos Luis Comellas, Ob.cit., p. 20. Consta en la mltiple documentacin existente y clasificada en este legajo [Varios. Documentacin sobre Juan Manzanares, 1795-1799. AHNM, Consejo, 11941] los estrechos contactos que mantena Juan Manzanares con las autoridades de Cdiz, Mxico, Santiago de Chile, Per, Santo Domingo de la Espaola, como abogado de los Reales Consejos hasta el ao 1795 incluido. Igualmente figuran en este legajo, entre los papeles incautados a Manzanares, los borradores de algunas de las traducciones de obras en francs realizadas por l. Manzanares fue condenado, en 1796, a seis aos de presidio en el Pen [de Gibraltar?] por su participacin en el alzamiento de Madrid. Antonio Egea Lpez, La conspiracin republicana espaola de 1795. En Les Rvolutions Ibriques el Ibro-Americaines l`aube du XIX sicle. Pars: Ed. Centre National de la Recherche Scientifique, p. 86, 1991. 40 Rusiol y Cordero, fols. 3r-3v.

76

ministerial. No iban los conjurados contra la dignidad real; pretendan que quedara reducida a sus justos y verdaderos lmites, conservndose inviolable mientras el Rey no intente por medios secretos o a fuerza abierta volver a usurpar el poder. Este discurso poltico nada tiene de revolucionario ni est relacionado con los acontecimientos franceses, sino que es en el fondo el planteamiento de los aristcratas: la monarqua espaola est viciada por la autoridad adquirida por Godoy, el cual ha usurpado el poder real y, por consiguiente, hay que terminar con el despotismo y, al mismo tiempo, establecer los cauces para evitar algo similar en lo sucesivo. El medio para encauzar adecuadamente a la monarqua es, en suma, la vuelta al poder de la aristocracia, cuya influencia atemperara el poder del Rey y evitara situaciones como la presente41.

En este sentido, el deterioro y la excesiva militarizacin de las instituciones, le impedira a la aristocracia actuar a su antojo en la toma de decisiones polticas y econmicas. Como se aprecia en este texto, para La Parra, el ideal era reformista y no revolucionario, lo cual, en el caso de Picornell y su grupo no es cierto, sino en la medida en la que ven constreidos sus ideales por los de la aristocracia desplazada del poder por Godoy.

La filantropa poltica de J. B. Picornell As, con la intencin de solucionar el caos que agobia al pas, Picornell se dispone a tomar las medidas que cree ms convenientes para llevar a cabo la transformacin radical. Dispensa ayuda econmica a los pobres en crecidas cantidades, con lo que cree que lograr alistar dice a ms de 100 artesanos42, casi todos plateros, porque es un oficio con menos posibilidades de ocuparse que el de albail, digamos, el gremio ms explotado de todos, especialmente en tiempo de guerra, la cual durara, segn sus previsiones, hasta que Dios quisiese o se acabase la nacin. Es curioso el hecho de que no abunden entre sus partidarios los maestros de escuela.

En este estado de cosas, los conspiradores aprovechan la coyuntura adversa de la guerra para llevar a cabo su plan, que segn la visin reaccionaria de las autoridades consisti en intentar:

41 42

Emilio La Parra Lpez, Ob.cit., p. 112. Segn queda asentado en la declaracin de Bernab Lpez, de edad de 43 aos, natural y vecino de Madrid, viudo y de oficio forjador de plata, en: Extracto, fol. 30v.

77

[] seducir y agavillar una porcin de miserables e ignorantes, excitndolos con promesas lisonjeras, en el tiempo de la mayor necesidad, y en la poca que el Reino se hallaba ms angustiado con los adversos sucesos de la guerra, valindose de estas tristes, pero oportunas circunstancias, para conmover la multitud fcil y propensa a la novedad, apoderarse de los caudales pblicos, y de los establecimientos ms opulentos, ofreciendo recompensas a unos, e intimidando a otros43.

El proyecto revolucionario de los rebeldes pareca una aventura utpica, pero Picornell estaba muy consciente de la realidad, conoca y viva la crtica situacin de Espaa en carne propia y se propona firmemente cambiarla por completo.

Picornell, imbuido de ese espritu filantrpico (adquirido tanto por su formacin catlica originaria, como por la lectura de los utopistas franceses), asegura que daba ayudas econmicas porque consideraba que alguien deba ocuparse de los pobres, ya que quienes tenan la capacidad para hacerlo se dedicaban exclusivamente a financiar los gastos blicos de la Corona, al punto de entregar al rey para este fin, capitales que iban desde los 8 a los 20 millones de pesetas 44. Por este motivo le apelaban El Indiano. Emprende as una campaa de reparto intensivo de ddivas entre los artesanos ms necesitados (a quienes considera la base econmica del reino) y les promete que pronto estar en capacidad de darles un empleo, aunque ste sera corto, en la fbrica que pensaba establecer para tal fin. Picornell viva de la docencia y de la administracin en el rea educativa, de cuyos recursos se dice que hizo uso para financiar la causa, como l mismo se lo comentar ms tarde a Rusiol:
[] valido Picornell de la comisin que tena por el ministro de Estado para reforzar las escuelas de la Corte, e inspeccionar los oficios menestrales promoviendo sus adelantamientos y perfeccin, haba logrado corromper y traer al partido de la revolucin a los maestros de las escuelas, a los de los oficios, y a sus oficiales, dndoles premios y hacindoles asignaciones de un fondo de cinco millones que se haba puesto a su disposicin45.

43 44

Prez de Lema a Godoy, fol. 2r. [Doc. 12]. Extracto, fol. 32r. 45 Rusiol y Cordero, fols. 4v-5r.

78

Esta es sin duda una explicacin posible de la misteriosa procedencia de los fondos supuestamente distrados por Picornell. Rusiol aclara que Picornell le haba asegurado que:
[] los cinco millones que tenan entre sus manos en Madrid para hacer los gastos preparatorios, se haban facilitado por los cuatro Grandes partidarios y varios comerciantes; y los diez y ocho millones asegurados en el Banco de Venecia, por la Francia 46.

Del destino de estos capitales, en los aos siguientes a la conjura, nada se sabe, porque tampoco est comprobada su existencia. A cada uno de los favorecidos, Picornell les pide que escriban una nota ( memorial) con sus datos para llevar a cabo una suerte de control administrativo que le permita, en el momento preciso, acudir a ellos para solicitarles lealtad y adhesin a su causa, por eso les insta a ser discretos y a abstenerse de divulgar la procedencia de las ddivas. Hernndez duda de la buena fe de los actos de caridad de Picornell, e intuye que detrs podra haber fines turbios no revelados por el generoso benefactor, por eso comenta en su declaracin que trata de seguirle la corriente para averiguar cuales son sus verdaderos propsitos. Sospecha que Picornell trama una conjura en contra del rey y que para ello soborna a los incautos, por eso Hernndez le dice sarcsticamente que los necesitados eran tantos que slo con un gran bolsillo podra socorrerlos47.

Constitucin y acciones de la Junta de Gobierno Revolucionaria El plan revolucionario se llevara a cabo segn lo previsto en el Manifiesto. En sus conversaciones, Picornell habla con frecuencia de lo ocurrido con el rey de Suecia, argumento que toma de la obra del abate Mably y con el que justificaba la formacin de una Junta de Gobierno que fungiera, entre otras cosas, como control de la actividad y de los gastos del monarca48. Las instituciones y fuerzas militares estaran sujetas inicialmente a la autoridad de esa Junta, compuesta por los diputados de los reinos:
46 47

Ibdem, fol. 5r.. Extracto, fol. 49r. 48 Hernndez relata que en una conversacin que sostuviera con Picornell, en la que comentaban sobre la coincidencia del infausto destino de varios de los gobernantes europeos: el rey de Suecia Gustavo Adolfo, el emperador Jos Segundo, Luis XVI, Mara Teresa de Lorena, el rey de Portugal don Juan II y hasta del atentado a Floridablanca, haba opinado el mallorqun que: [] por eso son felices las repblicas d e Gnova, Ginebra, y otras, porque slo el pueblo es el que juzga y gobierna, dando a entender que aqu en Espaa debera hacerse lo mismo, esto es, ser repblica. Ibdem, fol. 54r. (Subrayado en el original).

79

[] y de otros varios sujetos de conocida probidad e instruccin de los muchos que de todas las provincias, estados y jerarquas se hallan en el da en esta Corte, hasta que con la posible brevedad se pase la conveniente instruccin a los pueblos para el respectivo nombramiento de sus representantes y dems que se juzgue oportuno49.

Para el momento del prendimiento ya exista una lista de quienes habran de conformar dicha Junta, pero la misma no aparece incluida en el sumario de la causa, a pesar de que Picornell le asegurar en La Guaira a Jos Cordero que estaba elaborada y haba sido incautada junto con los dems papeles, que:
[] la Justicia sorprendi una lista de patriotas que haba en que estaban comprendidas personas de todas clases inclusos algunos Grandes, Ttulos de Castilla, y consejeros, pero que ni Picornell ni sus dems compaeros confesaron que aquellos sujetos estuviesen hablados y convenidos para la revolucin50.

La misteriosa desaparicin de este registro, el cual seguramente formaba parte del Manifiesto, probablemente se deba a la censura oficial para proteger a importantes personajes que Picornell quera hacer pasar como comprometidos en la conspiracin. Quizs Godoy o alguna de las autoridades designadas para el juicio que se le seguir despus a Picornell y a sus incondicionales, habra tomado la iniciativa de desaparecerla. En ella, segn le comenta Picornell a Traggia, no figura ningn extranjero y por eso no consta el nombre del conde de Cabarrs, a quien dice el presbtero que Picornell pensaba incluir posteriormente, aunque las probabilidades de ello son mnimas por el altercado ocurrido pocos aos atrs entre ambos, cuando Cabarrs haba rechazado el Proyecto Educativo de Picornell. Confa en que esta sublevacin s dar sus frutos: [] no como la otra que fue un engao51, se estara refiriendo al intento fallido del ao anterior en Guadalajara? En efecto, ciertas condiciones favorecen la organizacin del alzamiento, como por el hecho de encontrarse peleando en la guerra contra Francia, Madrid se halla desprovista de tropa, abundan las armas y escasean los
49 50

Manifiesto, fol. 4v. [Doc.4]. Rusiol y Cordero, fol. 8r. 51 Extracto, fol. 44v.

80

soldados. Calcula que podra reunir hasta 129 escopetas, adems de porras y palos, con la seguridad de no encontrar resistencia. Para ello habra que apoderarse primero de los cuarteles y de los cuerpos de guardia. Incluso cuenta Picornell con la posibilidad de incorporar al ejrcito francs. Pero, a pesar de esa ventaja, requiere de ms hombres para emprender la accin y por ello le pide a Bjar, apelando a su pretendida fidelidad, que reclute entre cuarenta y cien hombres52, a lo cual Bjar responde que slo mediante el pago de entre 500 y 1000 doblones eso sera posible. Picornell, haciendo gala de sus caudales, le muestra 100 onzas de oro y le advierte que por dinero no tiene de qu preocuparse. Bjar le sugiere buscarlos en las tabernas y aguardenteras, pero Picornell se opone por considerar que seran personas poco aptas, y cree que con 12 hombres de confianza (siguiendo el modelo de Licurgo) sera suficiente para empezar:

Ahora bien con 12 hombres que yo tenga para emprender un plan y que todos sean hombres de bien, podr formar una Junta, y a su consecuencia distribuira a cada uno un ejemplar de dicho plan para que le sirviese de instruccin [segn dice, de ocho captulos, cuya copia deberan llevar cada uno de los miembros], advirtindoles que si algo se les ofreca quitar o aadir lo pudiesen hacer por una nota53.

Con relacin a los comprometidos, Rusiol expresa haberle odo decir a Picornell:
[] que la primera que se declar tal, fue la marquesa de Matallana 54 en su tertulia, a la que empez a concurrir con ocasin de defenderla [en] un pleito, que en la expresada tertulia casi no se hablaba de otra cosa que sobre la revolucin proyectada; y que en ella fue donde se hicieron partidarios el conde de Aranda, el duque de Almodvar, el conde de Tepa, y otras muchas personas principales del reino, de modo que la expresada marquesa de Matallana hizo ms reclutas que todos los dems partidarios, que eran de partido don Ventura de Escalante, el seor Mazarredo [luego ministro de Jos Bonaparte], el conde, o marqus de la Colomera [del partido aragons], y otros muchos coroneles y oficiales del Ejrcito, con cuatro o cinco consejeros del Consejo de Estado, muchos comerciantes, ttulos de Castilla y particulares , los diputados de los

52

Esto se contradice con la especie (exagerada, sin duda) que dice el sargento de pardos Jos Cordero, haber odo de boca de Picornell en La Guaira: [] que para la revolucin que se tena proyectada en Madrid estaban aprontados setenta y cinco mil hombres []. Rusiol y Cordero, fols. 7r-7v. 53 Extracto, fol. 43r. 54 Mara Fernanda O'Connock, marquesa de Matallana, fue encarcelada el 22 de noviembre de 1795, por conspiracin, junto al padre Manuel Gil y Alejandro Malaspina.

81

reinos de Aragn, Valencia, Galicia, y seoro de Vizcaya. Que haban ganado a un fraile que estaba diputado en Madrid por el principado de Catalua []55.

La historiografa ms reciente sobre el tema menciona este texto como la nica referencia conocida de dicha lista, aunque no hay ninguna garanta de que se ajuste a la verdad. A este grupo se refiere Menndez Pidal como: [] los autnticos mentores, privilegiados que se refugian en un comit director integrado por Aranda, Teba [Tepa?], duque de Almodvar, marqus de la Colomera, manipuladores de inquietudes de las clases populares [ ]56. Con relacin a estos limitados indicios del contenido de la lista, comentan Aguirrezbal y Comellas: Quienes eran los Cuatro Grandes partidarios? No es seguro que Aranda, por su ausencia y su enfermedad, fuese uno de ellos. Si descartamos al prcer aragons, quedaran Almodvar, Colomera, Tepa y Mazarredo57. Llama la atencin que Picornell mencione al duque de Almodvar 58, amigo de Aranda, cuya participacin iba a ser determinante en el proceso, si no fuera porque haba fallecido un ao antes, en 1794: [] que el duque de Almodvar bajo el nombre de Malo estaba previsto y puesto en lista para presidente de la Junta Suprema de nacin, que los partidarios se conocan y trataban recprocamente con la expresin de buen Espaol []59. Lax dice: [] haber visto, aunque en papeles pequeos, escritos los nombres de algunos de los que deban componer la Junta Suprema, de los cuales refiere varios, y no hace memoria de otros []60. Pero en el documento no dice cuales son esos nombres que Lax refiri. Si la finalidad era la de instaurar una monarqua constitucional, no es de extraar que supusiera que podra contar (no sin cierta candidez) con la participacin de los Grandes de Espaa, del gobernador del Consejo y hasta de los ministros de los Consejos, quienes eran los que ms

55 56

Rusiol y Cordero, fols. 11v-12r-12v. Ramn Menndez Pidal, Historia de Espaa. (Lugar de publicacin) vol. XXXI, p. 164, ao de publicacin. Cfr. Iris Zavala, Picornell y la Revolucin de San Blas. En Historia Ibrica. 1973. Y Antonio Elorza, La ideologa liberal de la Ilustracin espaola. Madrid: Ed. Tecnos, 1970. 57 Mara Jess Aguirrezbal y Jos Luis Comellas, La conspiracin de Picornell (1795) en el contexto de la prerrevolucin espaola. En: Revista de Historia Contempornea, N 1. Sevilla: Univrsidad de Sevilla, p. 34, 1982. 58 Pedro Francisco Lujan Silva y Gngora, conocido por el seudnimo Eduardo Malo de Luque, traductor de la obra del abate Guillaume-Thomas Raynal: Histoire philosophique et politique des tablisements et du commerce des europens dans les Indes, lo cual le traera no pocos problemas con la Inquisicin. Vase al respecto el juicio de Jovellanos sobre dicha obra en: Gaspar Melchor de Jovellanos, Obras publicadas e inditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, (Coleccin hecha e ilustrada por D. Cndido Nocedal), (Biblioteca de Autores Espaoles desde la formacin del lenguaje hasta nuestros das, n 46), Madrid: Ediciones Atlas, 1951. vol.2. pp. 534-535. 59 Rusiol y Cordero, fols. 14r-14v. 60 Ibdem, 14v.

82

ansiaban que se produjera un motn: por los muchos agravios que experimentaban61 y porque anhelaban la restauracin de los viejos poderes seoriales62.

En todo caso, una vez designados sus miembros (que no se sabe a ciencia cierta quienes seran), la Junta celebrara su primera sesin en el Saln de Embajadores lugar previsto temporalmente para tal finpreparado por un conserje mayor, elegira a su presidente y secretario y all, desde el balcn, en presencia de los celadores, juraran todos fidelidad a la causa: [] en manos del ilustrsimo seor obispo auxiliar o de otro eclesistico, de defender la Religin Catlica y ser fieles al pueblo63. Al da siguiente de jurar, comenzaran las deliberaciones pasando al rey los oficios que convengan64. En la declaracin de Rusiol, este afirma que Picornell le haba revelado que para la revolucin se pondran: [] tres o cuatro generales que sirven en el ejrcito y marcharan derechamente a Palacio, en donde presentaran al Rey Nuestro Seor la constitucin para que la sancionase, ponindolo en arresto si se denegase a ejecutarlo65. Sin embargo, el rey no queda excluido de los actos de gobierno, como de hecho consta en la Adicin al Manifiesto:

Por este nuevo reglamento no quedar abolida la dignidad Real sino reducida a sus justos y verdaderos lmites: conservndose inviolable mientras que el rey no intente por medios secretos, o a fuerza abierta volver a usurpar el poder arbitrario que tantos y tan graves perjuicios ha causado a la nacin66.

No est entre los planes de los rebeldes el destierro ni el regicidio pero si limitar las potestades gubernativas del monarca; al respecto expresa Picornell que:
[] la Junta haba de privar al rey de su despotismo, le asignaran un tanto, por ejemplo 20 reales, de los que se debera mantener; y que si necesitase de algn otro dinero lo buscase. Que

61 62

Extracto, fol. 51v. Carlos, Seco Serrano, Godoy. El hombre y el poltico. Madrid: [s.d.], p. 63, 1978. 63 Manifiesto, fol. 5v. [Doc.4]. 64 dem. 65 Rusiol y Cordero, fols. 4r-4v. 66 Adicin al Manifiesto (papel n 4), fol. 2r. [Doc.4].

83

el soberano haba de estar en todo a las rdenes de la Junta y caso que no quisiese pasar por lo que ella determinase, se abrira un sello de estampilla, el cual servira para todo el reino67.

La Junta coordinara las acciones: los 12 individuos se repartiran en las plazuelas y parajes pblicos ms adecuados, cada uno tendra a su cargo 200 hombres y a la sea: Viva la fe y muera el mal gobierno!68, que les dara la propia Junta, probablemente mediante un pasqun que amanecera fijado en la Plaza Mayor o en la Puerta del Sol, todos se reuniran y tomaran la casa de Los Cinco Gremios, as como otros establecimientos, tales como la Tesorera General, la Casa de la Moneda y el Banco de San Carlos. Todo esto habra de ocurrir antes del da de San Blas en Madrid.

Una vez logrado el propsito de la sublevacin, la Junta Creada para que:


[] en nombre y representacin del pueblo espaol, y en virtud de los derechos y facultades que la confiere, examine todos los males que padece el Estado por los vicios de la Constitucin, abusos y usurpaciones del gobierno, y proceda a su total reforma 69.

A su vez, dispondra no slo de: [] poder absoluto para arreglar la nueva Constitucin Civil
que se ha de observar en adelante, sino tambin para resolver y poner en ejecucin cuanto sea necesario y conveniente para sostener y llevar a debido efecto la resolucin del pueblo. A este fin quedan sujetos a sus rdenes y determinaciones etctera. Arreglada la Constitucin, la Junta Suprema ejercer solamente el Poder Legislativo esto es, tendr el derecho slo de hacer nuevas leyes, de mudar, modificar y anular las antiguas segn ms convenga al bien pblico de decidir en los negocios generales que interesan al cuerpo de la nacin, como la paz, la guerra, las alianzas, las contribuciones, etctera.70

Con ello la autoridad absoluta del monarca quedara reducida y dara paso a una divisin de poderes, coincidiendo con la proposicin de Aranda en 1794 y as mismo se lo expone Picornell a Rusiol:

67 68

Extracto, fols. 44r-44v. Este asunto tambin aparece referido en Prez de Lema a Godoy, fol. 9v. [Doc. 12]. Tomado del Extracto, fol. 94r, aunque en la Instruccin [Doc. 10] dice: Viva la Ley de Dios, viva el pueblo y muera el gobierno, consigna semejante a la que despus harn para el alzamiento de Gual y Espaa. 69 Manifiesto, fol. 4r. [Doc.4]. 70 Extracto, fols. 188v-189r.

84

[] dejando el poder ejecutivo en el rey y poniendo el legislativo en la Asamblea Nacional, con la diferencia de que no tocaba en el estado actual de la religin y de la iglesia y que al rey se le suprima la facultad de batir moneda y de conferir los empleos []71.

Por su parte, el pueblo tambin deba asumir la importancia de tales acciones y comprometerse fielmente a la causa:

Y a fin de que todo tenga el ms pronto y feliz xito, observar todo ciudadano los artculos siguientes: I Entre todos los espaoles habr unin, constancia y fidelidad, todos formarn la noble y generosa resolucin de morir primero que abandonar la justicia de esta causa. II Siendo esta empresa til para todos, no se permite a persona alguna mirarla con indiferencia, cada uno deber contribuir por cuantos medios le sea posible al buen xito de ella; el que no lo ejecutase as ser mirado como sospechoso; y el que de alguna manera se opusiese, tenido por un traidor a la patria, y como tal por objeto constante de la justa indignacin del pueblo. 3 El que a la sombra de esta reforma, hija de la razn, de la justicia y de la virtud, por motivos de resentimiento o mala intencin, cometiese algn robo, ejecutase algn asesinato, atropellase alguna persona, ocultase o extraviase algunos papeles, ser castigado con el mayor rigor 72.

Estos principios, a modo de compromiso ciudadano se conformaran como los fundamentos esenciales de una verdadera revolucin. Tena previsto Picornell, y as aparece tanto en el Manifiesto como en la Instruccin, remunerar los servicios de los alistados a la causa con diez reales diarios, los cuales se debitaran de los caudales obtenidos, luego del asalto a los lugares ya referidos. Adems, asegura que la Junta suprimira:
[] inmediatamente todos los derechos de puertas que se exigan, con lo cual se vendera el vino a dos o tres cuartos y las carnes y el aceite por la mitad del precio a que corren. Que se apoderaran de las aduanas, estancos y dems oficinas reales, y ejecutada esta operacin, los vocales se juntaran en el paraje que se sealase sin cuyo permiso ninguno otro podra determinar ni arribar. Que de todo se dara parte a dicha Junta y que los que no se presentasen prontos y obedientes a sus ordenes seran pasados a cuchillo, y as sublevado el pueblo se retiraran los vocales de que se haba de componer dicha Junta al sitio sealado, desde el cual
71 72

Rusiol y Cordero, fol. 3v. Manifiesto, fols. 5v-6r. [Doc.4].

85

acordaran y expediran todas las ordenes convenientes por medio de un emisario o portador que se tendra a este fin73.

Otro de los declarantes, el platero Antonio Nieva y Ayala, dice haberle escuchado decir a Picornell que despus de tomar Madrid la incendiaran74. La interpretacin que le da Picornell a Cordero, acerca de este asunto, en La Guaira, difiere notablemente:
[] que en una Junta que se celebr en la noche, sin embargo de haber faltado uno de los vocales, se acord que el rompimiento se hiciese para el da siguiente a las seis de la maana y que fuese la seal un fuego que se haba de prender en uno de los barrios de la Corte75.

Aunque Picornell y los dems conjurados no hacen especial nfasis con respecto a que el plan se estuviera llevando a cabo en otras provincias, se tiene noticia de que algo poda estarse preparando fuera de Madrid. Traggia le comunica a Godoy que una vez, conversando con el cirujano Joaqun Villalba, y slo por seguirle la corriente, le pregunt con respecto a quienes conformaran la Junta:
[] esos seores contarn con las provincias, porque el pueblo de Madrid ningn influjo tiene en ellas, y contar tambin con los ejrcitos, y con el enemigo. A esto me contest, que hasta aqu no se haba tratado nada con las provincias, pero que habiendo descontento en todas, seguiran el ejemplo de la Corte76.

Sin embargo, una provincia en la que Picornell habra pensado para incluirla en sus planes era Catalua, accin que no llega a concretarse. As se lo comenta a Traggia:
[] se suscit la conversacin sobre los diputados de Catalua que deberan venir a la Corte, y si ahora era buena ocasin para ejecutar el plan del principio de este siglo, cuyo plan era hacerse repblica aquella provincia dijo que al principio que hacan las guardias en Barcelona los paisanos estaban muy contentos, y tenan cenas en los cuerpos de guardia de manera que alguno

73 74

Extracto, fols. 43v-44r. Extracto, fol. 78r. 75 Rusiol y Cordero, fols. 7r-7v. 76 Extracto, fol. 78r.

86

haba gastado cincuenta pesos, pero que ahora ya estaban rabiando. Que entonces Picornell replic ahora era buena ocasin para hacer lo que quisiesen los catalanes al principio del siglo, que era erigirse en repblica; a lo que el sujeto que estaba presente respondi, que si era buena ocasin []77.

A decir de Rusiol78, Picornell le comenta que los alzados haban divulgado la noticia de que los franceses estaban preparados para desembarcar en Valencia, lo cual habra sido usado como un pretexto para obtener nada menos que 20.000 armas en la zona levantina y, una vez sancionada la nueva Constitucin, las escuadras espaolas quedaran a cargo del general Mazarredo. Al parecer contaban con un diputado de las Canarias de apellido Fierro, quien al momento de descubrirse la conspiracin haba logrado huir a Francia. Tambin tenan contacto con los diputados por Aragn, Valencia, Galicia y Vizcaya residentes en Madrid. Con relacin a las acciones revolucionarias que se esperaban desde Vizcaya, asegura que:
[] estaba acordado de que el ejrcito de Vizcaya al mando del general Colomera inmediatamente que se hiciese el rompimiento desfilase para Madrid en auxilio de la revolucin, cesando al propio momento las hostilidades de la Francia con Espaa, e introduciendo aquella en caso necesario ciento y cincuenta mil hombres para proteger el partido revolucionario []79.

Segn cuenta Rusiol, hasta en Amrica tenan apoyo: [] tenan igualmente los suyos los reinos de Mxico y Per: que sin embargo de que esta provincia de Venezuela no tena diputado autorizado hacia sus veces don Jos Patio80, probablemente por la intermisin del conde de Tepa. Todo estaba preparado, hasta Sebastin Andrs haba diseado: [] las armas de la
repblica espaola en las cuales figuraba un rbol con varias ramas y en cada una de stas una inscripcin con expresin de tres de ellas, que son las palabras libertas, ecualitas y avumdantia y que alrededor tambin se lea otra inscripcin [] 81. Pero no especifica cual. Por su parte Andrs, adems de

escribir y fijar pasquines en contra del rey, le manda dos cartas annimas a Godoy con amenazas de sublevacin. Todo parece estar perfectamente calculado, pero la conspiracin no logra reunir

77 78

Ibdem, fol. 133v. Rusiol y Cordero, fol. 12v. 79 Ibdem, fols. 13v-14r. 80 Ibdem, fols. 19r-19v. 81 Extracto, fols. 140r-140v. Dichas piezas no constan en el sumario.

87

las condiciones para convertirse en una verdadera revolucin y es descubierta antes de que llegue a trmino.

La rebelin probablemente fracasa, entre otras cosas, por la inexperiencia y el apresuramiento de sus dirigentes, pero sobre todo por miedo a las consecuencias o la reticencia a un cambio tan radical, de buena parte de los mismos participantes, y esto podra haber ocasionado incluso una ruptura interna, fruto tambin de una diferencia de objetivos que se hace ms patente a medida que avanzan los preparativos. Tal puede ser el caso de Hernndez y Bjar, los plateros delatores, quienes, salta a la vista, estaban indiscutiblemente implicados.

88

CAPTULO IV
LA REACCIN DE LA CORONA
DELACIN, PERSECUCIN, PRENDIMIENTO Y JUICIO

De cmo se descubri la conjura de Madrid: la delacin de los plateros o la del presbtero Joaqun Traggia? La delacin es una de las cuestiones ms confusas en el proceso que se le sigue a los conspiradores: quin delata?, por qu delata? y cules fueron las consecuencias? Durante muchos aos los estudiosos sobre el tema daban por resueltos tales asuntos, sin embargo, los documentos sugieren nuevas hiptesis. Por otra parte, las condiciones del prendimiento, prisin, juicio y sentencia, se caracterizan por la perversidad, ilegalidad y el desorden en la forma en que la Junta nombrada para la Audiencia fiscal conduce la causa, algo muy usual en la poca 1, como respuesta a la necesidad de resolver rpida y silenciosamente un delito de Estado. Tortura e injusticia definen el proceso.

Hay una tendencia entre los historiadores a repetir sistemticamente que los plateros Juan Bjar y Manuel Hernndez fueron los primeros en denunciar el hecho 2, posiblemente porque eso le hacen creer, tanto las autoridades como su propio defensor, a Picornell, quien en uno de sus intentos por escapar de prisin, comenta: [] fui descubierto por dos pcaros plateros, a quienes haba dado de comer3. En opinin del abogado de Picornell, los plateros delatores, quienes declararon por

1 2

Vase en particular la obra de Michel Foucault, Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI Editores. 1976 Vase, entre otros, Casto Fulgencio Lpez (1955). Juan Picornell y la conspiracin de Gual y Espaa: narracin documentada de la pre-revolucin de Independencia venezolana. Caracas, Madrid: Ediciones Nueva Cdiz, p. 37, 1955. Iris Zavala, (1981). El Texto en la historia. Madrid: Editorial Nuestra Cultura, pp. 37-40, 1981. Nicols Daz y Prez, (1891). Datos para escribir la historia de los caballeros francmasones en Espaa, desde su origen hasta nuestros das. En Revista de Espaa. Madrid, p. 589, 1891. Pero la ms completa floresta de confusiones, inexactitudes e incluso de plagios, la recoge Al Enrique Lpez Bohrquez (Compilador), Manuel Gual y Jos Mara Espaa (Valoracin mltiple de la conspiracin de La Guaira de 1797), Caracas: Comisin Presidencial del Bicentenario de la Conspiracin de Gual y Espaa. pp. 783. 3 Extracto (Incidentes relativos a don Juan Picornell y don Joaqun Villalba), fol. 273r.

separado, deberan haber sido considerados autores de los mismos delitos que se le imputan a Picornell, en lugar de premirseles!:

Frecuentaron estos dos del da 21 de enero hasta el 31 del mismo, la posada de Picornell, y la conversacin y trato de los dems que se suponen autores de la conspiracin [] todo hablaba contra ellos, y los calificaba de cmplices; de manera que si la justicia hubiera llegado a entender alguna cosa por otro medio en los diez das que mediaron, se hallaran seguramente en el caso que Picornell, su excusacin sera la misma, diran que haban hecho el papel de entrar en las ideas de los conjurados, por asegurarse de sus interioridades, y ponerse en estado de hacer una delacin, circunstanciada y segura; que eran reos en la apariencia, pero en la realidad unos servidores del rey y de la patria, dignos de premio4.

La delacin de Bjar y Hernndez, data del 31 de enero de 17955. Acompaados por el cura prroco de la iglesia de San Miguel, Agustn Yage, se presentan ante el gobernador del Consejo para informar de lo que ellos aseguran se est fraguando en Madrid. Relatan que en la calle de San Isidro haba un tal don Juan Enrique (refirindose sin duda a Juan Bautista Picornell) que da muchas limosnas: [] con el objeto, segn ellos comprendan, de conmover el pueblo, excitar una sedicin y trastornar el gobierno monrquico6. Pocos das despus, ambos delatores cobraron 180 reales de velln, en recompensa por su lealtad a la Corona7.
4

Plan general de la causa. Escrito de defensa del abogado y procurador nombrados por el reo don Juan Picornell, don Antonio de Garay y Orcasitas. Comprende esta pieza las diligencias que en parte de prueba se ha practicado a instancia de la parte de dicho Picornell, Madrid, 1795, AHNM, Consejo, 11936-I, 45 fols. A este documento acompaan: 1.- Declaracin de don Juan Rubio, Madrid, 28 de diciembre de 1795. 2.- Declaracin de don Ignacio Sancho, Madrid, 28 de diciembre de 1795. 3.- Relacin de los mritos, ttulos, grado, ejercicios literarios del Bachiller don Juan Picornell y Gomila, Individuo de la Sociedad Econmica de Madrid, y Benemrito abonado, de la Bascongada. (Impreso) 2 fol. [4 p.] Madrid, 3 de julio de 1787. Documento 1]. 4.- Estatutos de la Real Academia de Primera Educacin (Con certificacin por don Ignacio Sancho, secretario por S.M. de la Real Academia de Primera Educacin, Madrid, 14 de enero de 1796). Defensa de Picornell, fols. 2r-2v. Esta seccin de la causa constituye una de las piezas ms raras del proceso, pues en ella estn reunidos una gran cantidad de los datos menos conocidos de la vida de Picornell, y en adelante se citar, para efectos de este estudio, bajo el ttulo de: Defensa de Picornell y los documentos que lo acompaan: Relacin de Mritos y Estatutos respectivamente. 5 En el mismo Extracto consta as: Ya queda Sentado que sta [la causa] hubo principio por la denuncia verbal, que hicieron Juan Bjar, y Manuel Hernndez, acompaados de su cura prroco; y presentados por ste con un memorial en que pedan audiencia al excelentsimo seor gobernador del Consejo, en el da 31 de enero del ao pasado de 1795, quien despus de haberlos odo muy despacio les hizo continuar su narrativa la misma tarde al anochecer en presencia del alcalde conde del Pinar, Extracto, fol. 23r. Ntese que incluso las autoridades desestiman la denuncia de Traggia, a pesar de la extensa referencia en el sumario. [Doc.6]. 6 Extracto, fol. 3r. 7 Digo yo Manuel Hernndez y Juan Bjar, naturales y vecinos de esta Coronada Villa de Madrid, que hemos recibido la cantidad y de ciento y ochenta reales velln, por mano del seor don Nicols Fernndez de Ochoa, secretario de S.M. y oficial de la Sala, por orden del seor conde del Pinar, alcalde de su Casa y Corte, y por ser

90

En su obra: Historia de Espaa en el Siglo

XIX,

Pi y Margall y Pi y Arsuaga afirman que: La

conspiracin fue delatada por dos hombres del pueblo: el uno bordador, Francisco Rodas; y el otro, fundidor de metales, Manuel Hernndez8, y explican el motivo de la delacin con el argumento segn el cual: [] el pueblo era entonces el principal apoyo de la Monarqua, el que ms veneracin senta por sus reyes, el que ms ciego estaba por los esplendores del trono9. Tal vez Picornell nunca lleg a saber que los plateros no eran los nicos que le haban traicionado. Al respecto, existe un antecedente: la carta relativamente annima que le enva Traggia10 a Godoy, cuatro das antes de la delacin de los plateros. Traggia refiere tambin las dificultades que haba tenido para hacrsela llegar y le pide proteccin para el anonimato de la denuncia, porque, segn advierte: [] el adjunto escrito no tiene otro fin que el descargo de su conciencia y la seguridad de los inocentes que pueden peligrar11. Llama la atencin que, a raz de su lectura, el duque de la Alcudia no actuara inmediatamente, como corresponda al menos no que se sepa hasta el momento, para atajar a tiempo los planes, y ordenara directamente que se llevaran a cabo las averiguaciones del caso Qu podra haber motivado que no lo hiciera? En el Extracto, las alusiones a esta correspondencia son extensas e incuestionablemente explcitas. En su misiva, fechada en Madrid el 27 de enero de 1795, Traggia le comunica a Godoy todos los detalles de los cuales est enterado sobre el asunto, en ella le cuenta que un sujeto de quien no quiere decir su nombre12, le haba asegurado que en el barrio de Avapis se vena tramando una insurreccin. Ante la sorpresa de tal confidencia, l le haba respondido que eso era un sueo pero que esta persona le haba ratificado que era cierto lo que deca, y le asegur que haba suficiente dinero y personas de habilidad para llevar a cabo los planes. As que el presbtero, por seguirle la corriente y averiguar ms de la cuestin, continu conversando con l, quien le dio los detalles de la

verdad lo firmamos en dicha Villa de Madrid a ocho de febrero de mil setecientos noventa y cinco. #Son 180 reales velln# [fdo.] Juan Bjar, Manuel Hernndez.Recibo por la recompensa a Manuel Hernndez y Juan Bjar por la delacin, Madrid, 8 de febrero de 1795. AHNM, Consejo, 11936-2, fol. 445. 8 Pi y Margall y Pi y Arsuaga, Historia de Espaa en el Siglo XIX. Barcelona: Miguel Segu Editor. T. 1, p. 302, 1902. 9 Idem. 10 En el Extracto existe mencin a que Juan Lpez Valverde hubiera delatado tambin (en: Extracto, fols. 7r-7v), y en la Causa de Estado - Pza 1 Corrienteva adjunto el annimo que tardamente le enviara a Godoy. Causa de Estado - Pza 1 Corriente, Carta de delacin de Juan Lpez Valverde al duque de la Alcudia, Madrid, 31 de enero de 1795. AHNM, Consejo, 11936-2, fols. 91r- 92r [Doc.7]. 11 Extracto, fols. 92v-93r [Doc.6]. 12 Ms adelante se sabr que se trata del cirujano Joaqun Villalba, con quien la justicia carea a Traggia en el proceso.

91

organizacin del movimiento, a cuyas explicaciones dice Traggia, que responda con una mezcla fingida de inters y escepticismo 13.

Traggia le enva esta carta delatora a Godoy, una semana antes de la fecha en que se presume fueron descubiertos los conjurados, y tres das antes de la denuncia de Bjar y Hernndez. Godoy parece no darse por enterado pero no hay duda de que conoca tanto la carta como a su autor, quien insista sin xito en hacerle saber lo que estaba ocurriendo. En efecto, hay un desfase entre la accin de las autoridades de la causa y la de Godoy14. Varios das despus de que recibiera el aviso del presbtero, el 10 de febrero, el mismo Godoy dirige al gobernador del Consejo una orden del rey con fecha posterior a la delacin de Bjar y Hernndez, refirindose a la misiva. En dicha orden dice haber recibido la carta de Traggia, con fecha de 8 de febrero, delatando la insurreccin y censura el hecho de que no se le hubiera notificado antes tratndose de un asunto tan grave, por lo que le ordena que abra la investigacin y cite a Traggia a declarar15.Godoy da la orden, pero no hay ninguna explicacin del motivo para que demorara en hacerlo, ni para que no aparezca en el sumario la lista que dice enviarle Traggia junto con la carta. Sin duda era la lista propuesta por Picornell de quienes iban a conformar la Junta de Gobierno. Y sta sera la segunda o la primera en desaparecer, junto con la anexa al Manifiesto.

Un mes despus, el 10 de marzo, el obispo de Salamanca, gobernador del Consejo, remite una comunicacin al juez de la causa, el alcalde conde del Pinar, en la que entre otras cosas dice:

Acerca de las cartas [se refiere a las de Traggia] dirigidas tambin a la Corte en la ltima jornada del Escorial, pas oficio al seor duque de la Alcudia a efecto de que me las remitiese, y en fecha del da 8 responde S.E.: [] puedo asegurar a V.S. que las quemara siendo annimas, pues as lo hago con todas las de esta clase, al no darme indicios fciles de poder descubrir su autor []16.

13 14

Extracto, fols. 93v-96v. Godoy no hace ninguna mencin a este hecho en sus Memorias. Vase: Manuel Godoy, Memorias de Prncipe de la Paz, o sea cuenta dada de su vida poltica; para servir a la historia del reinado del seor don Carlos IV de Borbn, Pars: Librera Americana de Lecointe y Lasserre, 1839. 15 Extracto, fols. 92r-92v. 16 Ibdem, fol. 141v.

92

Era frecuente que llegaran a manos de los ministros, especialmente de Godoy, annimos de todas clases tanto de advertencia como de amenaza, esto podra justificar su desinters en el tema.

El 11 de febrero se provey al vicario eclesistico auto para su comparecencia por medio de oficio verbal, como era de rigor por tratarse de un sacerdote, y esa misma maana le toman declaracin en la cual involucra al cirujano Joaqun Villalba 17, a Manuel Avella, encargado por la Corona para la elaboracin de la Coleccin Diplomtica de Espaa, al presbtero Pedro Pardo y a Francisco Clemente, agente fiscal del Consejo de Hacienda.

Avella tena el encargo de Traggia de entregar las cartas a fray Pedro Pardo, secretario del ilustrsimo seor arzobispo de Farsalia, quien a su vez habra de ponerlas en manos de Godoy el mismo da que las recibiese; esto no fue posible y, por lo tanto, segn manifiesta Avella, se vio obligado a devolvrselas a su autor18. En el interrogatorio a Francisco de Clemente, del da 17 del mismo mes de febrero, confiesa que no ha recibido ninguna carta para don Manuel Avella, y cuando le muestran el sobre reconoce en l la letra del padre Pardo19. Una vez descubierto el alzamiento, Pardo no pudo ser interrogado por encontrarse ausente cumpliendo una comisin por rdenes del rey, en su lugar el acto se realiz mediante un informe solicitado a travs de un oficio del 19 de febrero, que inclua el texto literal de la carta dirigida por Pardo a Manuel de Avella, el 29 de enero, desde el Sitio de Aranjuez. El interrogatorio a Pardo se llev a cabo con la finalidad de que informase con la mayor brevedad su versin, y de que confirmara si haba enviado dicha carta cerrada al excelentsimo Prncipe de la Paz, as como las recomendaciones que le hiciera Avella para su entrega. El padre Pardo respondi el 23 siguiente diciendo que haba recibido en el Sitio de Aranjuez un pliego annimo, que no recordaba si abierto o cerrado, remitido por Avella para que se lo entregase a Godoy. 20 Posteriormente, Pardo remiti al Consejo la carta de Avella que haba encontrado entre su correspondencia y cuyo texto no deja dudas acerca de que Godoy ya estaba al tanto del asunto:

17

[] cirujano y agregado al colegio de San Carlos de esta Corte, con destino a escribir la Historia y Biblioteca Universal de la Medicina Espaola y el sueldo de 100 reales. Extracto, fol. 98v. Declar 3 veces. Posible miembro de la Junta Suprema segn la acusacin. Acusacin fiscal, fol. 22r. [Doc.11]. 18 Extracto, fols. 247v-248r. 19 Ibdem, fol. 248v. Esto, lo nico que confirma es que el sobrescrito de la carta es de Pardo y no de Traggia, lo cual aporta poco al hecho, ya que Pardo, segn Traggia, slo habra actuado como intermediario. [Doc.6]. 20 Ibdem, fols. 249v-250r.

93

[] para que la adjunta carta llegase con seguridad a las manos del Excelentsimo duque de la Alcudia, se ha valido de mi don Joaqun Traggia, mi maestro21.

Por ingenuidad o astucia, el padre Pardo tom las precauciones que consider prudentes pretendiendo que Godoy le protegera. Traggia arguye en su defensa que el cirujano Villalba le haba dado semejantes informaciones, lo cual niega el galeno en su testimonio y esto motiva que la justicia decida carearlos con la licencia correspondiente in scripti del vicario eclesistico ante el juez y el escribano, cuyo resultado habra de ser tomado como prueba de acusacin. Traggia explica que Villalba haba ido a buscarlo con la finalidad de solicitar su entrada en la Academia de la Historia, pero Villalba, si bien niega esta versin, admite que paseando una tarde por El Retiro, conversaron acerca del peligro que supona el ejemplo revolucionario de los franceses, que quien haba puesto el tema de la insurreccin haba sido Traggia, asunto por el cual l mismo le haba reprendido 22. Evidentemente, se trata de un dilogo entre hombres ilustrados, quienes no son desde ningn punto de vista susceptibles de la candidez poltica que ellos mismos quieren atribuirse. Entre los denunciantes, hasta el mismo Picornell se declara como un delator frustrado, cuando en la Probanza alega su abogado que:
[] hallndose la Corte en el Real Sitio de Aranjuez en el ao de 94, expuso don Juan Picornell al excelentsimo seor ministro de Estado, que tena que comunicar a S.E. asuntos reservados, y le remiti a persona de su confianza con quien se explic efectivamente; y que en atencin a que ste fue don Pascual Vallejo, oficial de la Primera Secretara de Estado [a quien curiosamente nunca se llama a declarar], y habindole indicado que haba en esta Corte sujetos aficionados a las mximas que dominaban entonces en Francia, le respondi substancialmente que S.E., al paso que estimaba los avisos que pudiesen conducir a la conservacin de la tranquilidad pblica, miraba con desagrado las especies de esta clase [] 23,

porque el gobierno no escuchaba habladuras slo argumentos que estuvieran sustentados en pruebas constatables y, segn dice Picornell, nadie quiso escucharle.
21 22

Ibdem, fols. 250v-251r-251v. Esta carta no tiene fecha, pero dice en el margen: contestada el 29 siguiente. Ibdem, fols. 253v-254r. 23 Ibdem, fols. 206-206v.

94

Establecimiento de la Junta para la Audiencia fiscal Lo cierto es que a partir de la denuncia y las declaraciones de los plateros comienzan las averiguaciones, pero no por orden expresa de Godoy, y llama la atencin que tampoco las autoridades le notificarn sus sospechas sino hasta despus de que han emprendido las pesquisas:

Habindose llamado al alcalde de Corte, conde del Pinar, y conminando en su presencia los dichos Bjar y Hernndez acompaados de su prroco; se confiri, por S.E. [el obispo de Salamanca], amplia comisin y especialsimo encargo al citado alcalde para averiguar la verdad de los hechos referidos, prisin de los delincuentes y formacin del proceso24.

Este acepta la comisin, dando as inicio al proceso. En cuanto al basamento jurdico de la causa, tanto el alegato de la parte acusadora como el de la defensa, se fundan en la Pragmtica sancin25 de Carlos III que data de 1774, en la cual se establecen las medidas a tomar contra los que causen bullicio o conmociones populares. Esta Pragmtica sancin es un importante antecedente que pone de relieve el hecho de que durante el reinado de Carlos III se haban producido en repetidas ocasiones, conspiraciones, motines, etc., adems del que se hiciera contra Esquilache, y se tema que pudieran volver a ocurrir, slo ello justificara que el rey dictara medidas tan drsticas porque el documento no se refiere a simples alteraciones cotidianas del orden pblico sino a desrdenes de tipo poltico contra la Corona:
[] las repetidas experiencias del Gobierno han demostrado en todos los tiempos, que no se puede asegurar la felicidad de los vasallos, si no se mantiene en todo su vigor la autoridad de la Justicia, y en su debida observancia de las leyes, y las providencias dirigidas a contener los espritus inquietos, enemigos del sosiego pblico, y defender a los dignos vasallos de sus malignos perjuicios 26.

24 25

Ibdem, fol. 3r. Pragmtica sancin de SM en fuerza de ley por la cual se prescribe el orden con que se ha de proceder contra los que causen bullicios, o conmociones populares, Madrid: Pedro Marn, 1774. En adelante: Pragmtica sancin. 26 Idem, pp. [1-2].

95

De aqu que la Pragmtica adquiriera, por orden del monarca, carcter de ley como si fuese hecha, y promulgada en Cortes.27 Esta ley estar vigente durante el reinado de Carlos IV, por motivos similares y se aplicar igualmente tanto en Espaa como en los territorios bajo su control en Nuestramrica. Consta en el sumario 28 que la Junta como tal qued constituida, por real orden del 22 de abril de 1795 dirigida al obispo de Salamanca, de la siguiente manera: presidente: El obispo de Salamanca del Consejo de Estado y gobernador del Real y Supremo Consejo de Castilla; Marcos Argaiz; Gonzalo Jos de Vilches; Benito Puente; secretario: Gutierre Vaca de Guzmn; fiscal con voto: Jacinto Virto; relator: el conde del Pinar; escribano actuario: Nicols Fernndez Ochoa y Salazar. Posteriormente fue nombrado en virtud de real orden, por ausencia del Gonzalo Jos de Vilches, para individuo de dicha Junta, Antonio Carrasco. Tales nombramientos se llevaron a cabo dos meses despus de haber sido descubierta la conspiracin, durante ese lapso se encarga del proceso al conde del Pinar, por comisin especial del obispo de Salamanca. Sobre estas situaciones, muy comunes en la poca, advierte Francisco Toms y Valiente que:

La imparcialidad judicial quedaba as doblemente en entredicho: por un lado, porque el proceso inquisitivo haca del juez una parte procesal, aunque en etapa avanzada del proceso, el promotor fiscal formalizase la acusacin; y por otro lado, porque este mecanismo de participacin en las penas los converta en personas interesadas en el contenido de una sentencia, que ellos mismos haban de pronunciar. No es preciso ponderar ms la gravedad de estos hechos29.

27 28

Idem, p. [7]. Pieza reservada de Acuerdo que comprende las Reales Ordenes de S.M. de 1 y 2 de abril de este ao comunicadas por el Excelentsimo seor duque de la Alcudia al excelentsimo seor obispo de Salamanca gobernador del Consejo, relativas, entre otras cosas, al establecimiento de una Junta y seores ministros que la deben componer para el examen y determinacin con audiencia fiscal a consulta con S.M., de la causa formada por el seor alcalde de Casa y Corte conde del Pinar en virtud de especial comisin sobre la conspiracin, sublevacin, conmocin popular y trastorno del gobierno monrquico, proyectado y llevado a efecto en los preparativos y disposiciones prximas y ms conducentes a su ejecucin y as mismo todos los acuerdos y resoluciones de la Junta en orden a la citada causa, las cuales se celebran en la posada del excelentsimo seor gobernador del Consejo en los das y horas que S.E. se sirve sealar, Madrid, 1795. AHNM, Consejo, 11936-II. En adelante: Pieza reservada de Acuerdo. 29 Francisco Toms y Valiente, El derecho penal en la monarqua absoluta (siglos XVI, XVII, y XVIII). Madrid: Ed. Tecnos, p. 167, 1981.

96

Esta situacin pone en evidencia la arbitrariedad y la desigualdad entre el poder del juez, justificada legalmente, porque es l quien tiene las atribuciones para llevar a cabo todas las acciones que puedan conducir a la verdad, mientras que las posibilidades de una defensa efectiva son casi nulas. Por otra parte, en atencin a su investidura y por tratarse de una comisin especial ordenada por el rey, el juez tiene que encargarse de realizar personalmente las visitas y confiscaciones de las cuales deban obtenerse los fondos para pagar el alto costo de sus funciones, mediante un porcentaje de los bienes confiscados; esto deriva en el ferviente deseo de encontrar culpables y, si son acaudalados, mejor. Es as, que el juez ejerce como arte y parte, con atribuciones acusadoras y a la vez policiales, a pesar de que la Pragmtica sancin el rey indica lo siguiente:

Declaro, que el conocimiento de estas Causas toca privativamente a los que ejercen la Jurisdiccin Ordinaria: inhibo a otros cualesquiera jueces, sin excepcin de alguno, por privilegiado que sea: prohbo, que puedan formar competencia en su razn: y quiero que presten todo su auxilio a las Justicias Ordinarias30.

El proceso se alarga por ms de un ao hasta que se dictan las sentencias y, como era de esperar, en su transcurso se suscita una progresin geomtrica de delaciones, confesiones, pruebas y careos, de la que emana un inmenso volumen de informacin. Bien sea por el exceso de burocracia, bien por el alto nmero de participantes entre testigos y encausados, por la multiplicidad de pruebas a favor y en contra, o por el evidente inters poltico del asunto, el caso es que no sorprende que escape de la capacidad de las autoridades el llevar a cabo un juicio que se cia cabalmente a las estrictas normas que exiga la aplicacin de justicia, e incluso hacer de l, al menos, una ajustada sntesis. Bastaba con que uno de los detenidos hiciera la ms ligera mencin a una persona, aunque nada tuviera que ver con los hechos, para que inmediatamente se le citara a declarar. El propio fiscal Jacinto Virto, en las conclusiones del documento de acusacin, manifiesta las molestias que esta medida le ha ocasionado y los arreglos que ha debido hacer para poder redactar el sumario:

30

Pragmtica sancin, p. [2-3].

97

Este es en globo y resumen el resultado de la causa, que se hara inmenso y molesto, con la individual expresin, de todos los particulares que comprende, y discursos que se ofrecen a la vista, por la infinidad de antecedentes, indicios y presunciones en hecho y derecho, que resaltan contra los acusados, y se hacen ms vigentes y recomendables por la calidad tan privilegiada de esta causa; pero se ha desentendido el fiscal de hacer de cada uno, especial discernimiento, por abundar pruebas plenas y positivas, y por contemplar que sobran los insinuados, para estimarse los castigos que deja propuestos, y tambin por haberle relevado el juez de ella, de dilatarse en su mayor extensin y otros raciocinios, por el acierto, energa y vehemencia en los slidos puntuales cargos y oportunas reconvenciones que ha hecho a cada reo, y reproduce por va de acusacin []31.

Este argumento concuerda con el de Blas Antonio de Garay y Orcasitas, abogado de Picornell:

Sera preciso recorrer los casi infinitos particulares que juegan en esta causa, y cotejar todas las declaraciones y confesiones que comprende, para demostrar circunstanciadamente esta verdad y esto pedira un trabajo de muchsima extensin, por lo que conviene reservarlo para ocasin ms oportuna []32.

Es qu acaso habra una mejor oportunidad que la del juicio..?

La primera reunin de la Junta, bastante tarda por cierto, fue convocada para el 2 de mayo de 1795, con oficio formal por el obispo de Salamanca gobernador del Consejo (reunin que se llev a efecto en su casa), quien la presidi, y a ella asistieron: Marcos de Argaiz, Gonzalo de Vilches, Jacinto Virto en el cargo de fiscal con voto, el alcalde de Casa y Corte conde del Pinar, quien ejercera como relator con voto, y Gutierre Vaca de Guzmn como secretario. El delito que en ella se les imputa a los sospechosos es el de levantamiento y conspiracin. Una vez constituidos como tribunal por orden de Godoy, el conde del Pinar hizo una relacin puntual del extracto del sumario, asimismo, en el curso de la Junta se discuti acerca de la posibilidad de liberar a algunos de los reos sobre quienes slo pesaban presunciones, y encarcelar a otros de los

31 32

Acusacin fiscal, fols. 35r-35v. [Doc.11]. Defensa, fol. 8v.

98

que haba indicios ciertos de su participacin; sin embargo, se tom la decisin de no excarcelar a nadie hasta tanto no se conocieran los resultados definitivos de la investigacin33.

El sumario El 23 de marzo de 1795, una vez instruido el sumario, el conde del Pinar se lo remite al obispo de Salamanca acompaado de un oficio en el que le expresa: [] reconocer V.S. Ilustrsima, por su contenido, lo que se ha trabajado desde el da treinta y uno de enero en que me fi esta ardua y peligrosa comisin []34. Por qu habra de trabajar segn comisin desde el 31 de enero si se supone (lo suponen los historiadores) que la conspiracin fue descubierta el 3 de febrero? Y la carta de Traggia? Pero nada de lo anterior fue tomado en cuenta (como tampoco lo ha sido por los historiadores), por el contrario, el rey est conforme con el dictamen del obispo, como se desprende del informe que el propio prelado, en su comunicacin del 3 de abril, le transmitiera al conde del Pinar acerca del contenido de la real orden, segn la cual es de suponer que, para ese momento, ya han concluido las averiguaciones y detenciones, y el rey, por va de Godoy, ha sido informado al respecto. He aqu la respuesta del obispo al conde del Pinar:

El excelentsimo seor duque de la Alcudia, con fecha 1 del corriente, me dice ha dado cuenta al rey del resultado de la causa de conspiracin que sigue vuestra merced contra don Juan Picornell y otros reos presos en esta Real Crcel, y que conformndose S.M. con mi dictamen, se ha servido resolver que se devuelvan a V.M. los autos para que tome las confesiones a dichos reos, ratifique los testigos, y de cuenta a una Junta que deber formarse en mi posada, de ministros de los Consejos, que a este efecto propondr a S.M. y de vuestra merced, y que en dicha Junta con audiencia del fiscal que se nombre del mismo modo, se oigan las defensas de los reos, limitando los trminos cuanto sea posible por pedirlo as la vindicta pblica y que, dada la sentencia, se consulte a S.M. por mano de dicho Excelentsimo Primer ministr o de Estado [] En la misma real orden se me encarga prevenga a vuestra merced convendr haga declarar a los

33 34

Extracto, fols. 10v-11v. Menciona que el mismo est compuesto de diez piezas: la primera de 506 folios, la segunda de 646, la tercera de 190, la cuarta de 6, la quinta de 32, la sexta de 22, la sptima de 8, la octava de 6, la novena de 9, y la dcima de 17, [] con un testimonio reservado, un paquete de cinco libros que son parte de dicha causa y cuerpos de delito, [] Pieza reservada de Acuerdo, fol. 8r-8v. Erradamente dice Zavala: El proceso esta contenido en veintitantos mil legajos. Iris Zavala, El Texto en la historia. Madrid: Editorial Nuestra Cultura, p. 217, 1981.

99

comprendidos en esta causa de conspiracin, sobre los annimos que he remitido a vuestra merced35.

Posiblemente hayan sido estos de los pocos annimos que se salvaron de ser destruidos por Godoy. Pasados tres meses de haber sido descubierta la conspiracin, Godoy informa al obispo que ha notificado de lo ocurrido al rey, quien aprueba las medidas tomadas, pero no slo las medidas tambin el dictamen, es decir, que para llegar a un dictamen han debido realizar, adems de las averiguaciones, el interrogatorio a los reos y testigos, pero si ya han sido interrogados los reos por qu el rey ordena que se tomen las confesiones a los reos y se ratifiquen los testigos? La explicacin podra hallarse en una de estas dos cuestiones, o bien por un mero formalismo legal de Godoy y no del rey, o bien porque estuviera previsto volver a interrogarlos ante la Junta con la finalidad de que stos dieran las respuestas ms convenientes, las que no involucraran a las altas personalidades que supuestamente deban conformar la Junta Suprema revolucionaria dispuesta para reemplazar al Gobierno, por considerarlo polticamente poco conveniente para los intereses del valido y de la Corona (en ese orden). Tambin vale la pena preguntarse cmo habran de limitarse los trminos de las defensas en pro de la vindicta pblica, cules seran y quin establecera los parmetros que determinaran tales lmites? Todo ello no hace ms que confirmar que ya haba una predisposicin en el juez para el momento de dictar sentencia (probablemente impuesta por Godoy a travs del obispo), y que la Junta de ministros, as como el fiscal y los abogados de la defensa, poco podran aportar en definitiva a la decisin. La defensa se basa, con argumentos endebles, en la interpelacin a testigos que puedan alegar la buena conducta de los reos, as como su afeccin al monarca y a su gobierno. Por otra parte, como refiere Zavala:
El prelado eclesistico, el obispo de Salamanca, no tena dispensa, por lo cual todo lo obrado, y en particular la sentencia, es notoriamente nula, y el seor gobernador del Consejo queda suspenso e incapaz de ofrecer el inefable sacrificio de la misa, y dems funciones de su ministerio espiritual36.

35 36

Extracto, fols. 9r- 9v. Iris Zavala, El Texto en la historia. Madrid: Editorial Nuestra Cultura, p. 236, 1981.

100

Esto marca un nuevo hito en el proceso, no se puede tomar una decisin, no es posible excarcelar a nadie, hay que ratificar los testimonios de los testigos y evidentemente, tomar de nuevo la confesin a los presos porque pareca ocurrir dudas. Por supuesto que haba dudas, ni el ms esclarecido de los funcionarios hubiera podido entender lo que estaba ocurriendo en el galimatas legal en que haban convertido el proceso entre el obispo de Salamanca y el conde del Pinar.

Persecucin y captura Una vez establecida la Junta para la audiencia fiscal, el juez ordena la captura de Picornell y Andrs, y manda apostar a los oficiales en su ronda con el santo y sea. Mientras, Bjar y Hernndez prestan declaracin el 31 de enero, y se forma el sumario en absoluto secreto, sin perdonar medio de inquirir la verdad y evitar una conmocin37. Ni al juez ni al resto de los miembros de la Junta parece pasarles por la cabeza la idea de que la denuncia de tal conspiracin pudiera tratarse de una calumnia, as que convencidos de la veracidad de las delaciones, comienzan las investigaciones tratando de dar con el paradero de Picornell, pero cuando llegan a la casa en la calle San Isidro, lugar en el que se hospedaba habitualmente, ya no estaba; para protegerlo la posadera Mara Gmez y del mozo Felipe Ruiz 38, afirman que se encuentra en una comisin en Parla (argumento que Picornell usar como coartada). Como sea, las autoridades saben que no ha salido de Madrid, pero por qu no le citan a declarar o le prenden inmediatamente? Ahora se enfrentan a la pueril disyuntiva entre si asaltar la casa y confiscar el bal que Picornell haba dejado all, o esperar a que regresase a buscarlo y apresarle en ese momento, lo que evidentemente era posible que no ocurriera. Al fin, el juez se decide por lo primero, y al abrir el cofre lo encuentran vaco. Un allanamiento que no se justifica al inicio del proceso y en el que no encuentran pruebas, por lo tanto, nada indica que los delatores estn diciendo la verdad, slo existe la presuncin.

37 38

Extracto, fol. 24v. Ibdem, fol. 72v.

101

El juez est encolerizado, irrumpe y registra todas las posadas de los alrededores, esa noche pocos sern los que logren conciliar el sueo en la plaza de El Carmen. Poco antes del amanecer del 2 de febrero, cae Sebastin Andrs, en la posada de la esquina de la calle Abada con la de Chinchilla. All aparecen las tan deseadas pruebas que formarn parte del sumario. Un gran hallazgo para la Justicia y un desastre para Andrs, porque en su bal estn nada menos que las armas:

un sable con vaina de pergamino verde con tesa de hoja de lata, brocal y botn de latn dorado, hoja de Alemania, puo de metal amarillo con la figura de una guila en el remate, guardamonte de lo mismo, y soldado con estao; tres pistolas, dos bien cargadas y una con la caja rota por el medio del can, ste de morcillo con remate en la boca, llave a la francesa, guarnicin de metal y sin gancho, y una bayoneta o cuchillo de monte fabricado en Puerta Cerrada con su cavo de asta, vaina negra de papel, con dos correas para usarlas en el biric o cinto y una pieza de suplemento para enroscarla en la escopeta 39.

Y adems una copia del Manifiesto, otra de la Instruccin, y una lista de las provincias de Espaa. Surge otra pregunta era posible llevar a cabo una revolucin con semejante armamento?

En medio de un gran alboroto, Andrs es conducido a pie a la Crcel de Villa, y en un intento desesperado por fugarse de este indeseado va crucis, va gritando: Sagrado, Sagrado! al paso por San Martn, San Gins y las dems iglesias que estn en el camino 40. Sus gritos ponen en sobreaviso al resto de sus compaeros de que haba sido descubierto el plan, esto crea una situacin incontrolable que contraviene lo dispuesto en la Real Pragmtica, las autoridades no pueden evitar la confusin, ni que los honrados vecinos presencien la dramtica imagen del convicto. Una vez en la crcel bajo apremios41 empieza el interrogatorio del primer reo, inquirindole sobre el paradero de Juan Obispo. Andrs miente al confesar que no conoce a nadie con ese

39 40

Extracto, fol. 69 v. Pieza A, fols. 4v-5r. 41 En esa poca, la definicin del trmino apremio est asociada a la tortura, al tormento

102

nombre42, pero muy bien sabe que Juan Obispo lvarez es uno de los seudnimos de Juan Bautista Picornell.

Corts fue capturado poco despus, en la casa de la calle de la Concepcin, all se le incaut un bal con papeles y efectos personales, que qued en custodia del portero del Consejo, Jorge Junco, quien viva en la misma casa. Corts es encerrado en la misma crcel que Andrs, y su interrogatorio, como el de su compaero, tambin gira inicialmente en torno al paradero de Juan Obispo. Corts responde que: [] aunque no lo saba de fijo, le pareca poda hallrsele en una taberna de la plazuela del Avapis, o en la que llaman del Sotanillo, en la calle de Santa Isabel, inclinndose ms a la primera []43, y as fue que el Alcalde, a las tres de la maana del 3 de febrero, asalt la taberna para dar con el paradero de Picornell y efectu el sorpresivo prendimiento de ste y de Francisco de la Fuente44, medidor de la taberna de la plazuela de Avapis, conocida con el nombre de La Gallega culpable, segn el fiscal, por sabedor y adicto a las mximas revolucionarias de Picornell ambos fueron identificados por Felipe Ruiz. Picornell, en el momento de su captura an estaba durmiendo, por lo que no parece que tuviera previsto el alzamiento para ese da45.

Picornell fue recluido en la Crcel de Villa durante los 19 meses que dur el juicio, y Francisco de la Fuente en la de Corte. En los interrogatorios inculparon a Jos Lax, Bernardino Garasa y Juan Pons Izquierdo, pero slo pudo capturarse a Lax el 7 de febrero, lo cual:
[] se ejecut sin dilacin, hallndose en la cama, y precediendo el oficio personal del juez con el ilustrsimo seor conde de Tepa, en cuya casa y cuarto segundo habitaba, y recogida la llave de su habitacin, se le condujo a la Crcel de Villa 46.

42 43

Pieza A, fol. 5r. Ibdem, fols. 5r-5v. 44 Extracto, fol. 158r. Declar 5 veces y fue torturado. 45 En efecto, Picornell y su grupo no saban, para el momento del prendimiento, cual sera el mejor da para llevar a cabo el alzamiento. Una posibilidad la revela Francisco Prez de Lema cuando se refiere al: [] empeo [de Picornell] de acelerar sus malvados designios, y que para ello haba querido aprovecharse de la despedida de los trabajadores del salitre que se verific a ltimos de en ero de 95 []. Prez de Lema a Godoy, fol. 10v. [Doc. 12]. 46 Extracto, fols. 84r-84v.

103

Cabe preguntarse: estaba ausente de los hechos el conde de Tepa? Por qu nunca se le interroga si, como se sabe, en su casa se lean tambin libros perniciosos?47

Los reos principales de la causa fueron torturados durante los interrogatorios numerosas veces para obtener sus confesiones: Juan Bautista Picornell y Gomila, 19 veces 48; Sebastin Andrs, 14 veces; Manuel Corts y Campomanes, 13 veces; Jos Lax, 12 veces; Feliciana Obispo, esposa de Picornell, 7 veces. De aqu que Prez de Lema, a pesar de que en su carta a Godoy se muestra en franca oposicin a los actos conspirativos de los reos, le advierte al Favorito:
[] noto en la causa, por lo que trasluzco de la consulta, que las confesiones de los reos principales, no han sido libres, ni un efecto de las fuertes reconvenciones que se les hicieron, sino forzadas; y una consecuencia precisa de los tormentos, que han padecido en sus encierros o calabozos49.

Precisamente durante la segunda mitad del siglo

XVIII

se acenta la discusin, entre algunos

destacados juristas europeos, en contra de la tortura y la pena de muerte, y se publican importantes obras sobre el tema, tales como Osservazioni sulla tortura (1770) de Pietro Verri, y Dei delitti e delle pene, publicada en 1764, de Cesare Beccaria, condenada por la Inquisicin y prohibida incluso a quienes tuvieran licencia para la lectura de obras censuradas; aun as, el pensamiento de Beccaria trascendi a Espaa y a otros lugares del Continente europeo, el propio Jovellanos se hace eco de sus postulados, como poco antes lo hizo Voltaire en su obra: Commentaire sur le livre Des delits et des peines, par un avocat de province (1766), y en Amrica Francisco de Miranda lo menciona en su Diario. Es posible que tambin Prez de Lema
47

Sorprende sobremanera que el conde de Tepa nunca fuera llamado a declarar y que, incluso, poco tiempo despus, hiciera una representacin al Rey solicitando su nombramiento precisamente como Grande de Espaa. Vase: Solicitud del conde de Tepa del ttulo de Grande de Espaa, Madrid, 17-12-1795. AHNM, Estado, 3470-1. En 1789 solicita al Rey: [] el ascenso de su sobrino carnal don Guillermo de Aguirre y Viana oidor de M xico a alguna de las plazas togadas que han vacado en el Consejo de las Indias, o a alguna supernumeraria, en atencin a sus meritos, a los de su difunto padre, y a sus servicios de 16 aos en las audiencias de Nueva Espaa [ ]. Copia de representacin del conde de Tepa al Rey, Madrid, 24-07-1798. AHNM, Estado 879-2, 1 fol. 48 En las declaraciones de uno de los conspiradores, Jos Cordero, capturado con motivo del intento fallido de revolucin en La Guaira, aos ms tarde, se refiere la conversacin que haba tenido con Picornell con respecto a los acontecimientos de Madrid, en la que el mallorqun le cuenta que: [] le arrestaron en su propia casa, conducindolo a la crcel, en la cual y durante todo el tiempo de su prisin que fue el de diez y nueve meses, se mantuvo inconfeso, sin embargo de que para hacerle confesar y mortificarle, le calzaron un par de grillos y sobre estos una arroba de fierro Rusiol y Cordero, fol. 8r. 49 Prez de Lema a Godoy, fol. 24r. [Doc. 12].

104

conociera, y an compartiera, tales ideas de indiscutible modernidad. Esta praxis fue oficialmente abolida en Espaa por orden de Fernando VII, el 25 de julio de 1814, pero continu ejercindose ilegalmente.

Las mujeres, como puede apreciarse en los pormenores del juicio, tambin tuvieron una participacin determinante. Feliciana Obispo fue torturada en repetidas ocasiones pero nunca delat a nadie, y mucho menos a su marido. He aqu el relato de una de las veces en las que la esposa de Picornell pide ser escuchada por el obispo de Salamanca para que ste la libere del martirio:
Siendo la una y media de la noche para amanecer est da de la fecha, compareci en mi posada el alcalde de la Real Crcel de la Corte, Aquilino Sandoval, y me expres que la presa doa Feliciana Obispo, que se hallaba con apremio, le haba manifestado al tiempo de la ltima requisa que se me llamase, pues tena que decirme, y inmediatamente me vest y asistido de mi amanuense Manuel de Islas, pas a la Crcel de Corte y hacindola comparecer en el cuarto de su Alcalde, la pregunt que era lo que tena que decirme, a que me respondi que el suplicarme hiciese presente a Su Seora que por el amor de Dios la mandase aliviar del apremio, y volvindola a preguntar si tena alguna otra cosa que manifestarme, como me respondiese que no, previne al alcalde la volviese al paraje en donde estaba como as se verific, siendo ms de las dos de la madrugada 50.

Es de suponer que se le volvi a apremiar. A Feliciana se le considera culpable por proteger a su marido con la ocultacin y quema de papeles, y a pesar de que el parentesco con Picornell es suficiente motivo legal para que no sea interrogada, tal medida no tiene efecto porque no se trata de un delito comn sino poltico:

Conoce el fiscal que impelida esta mujer del cario a su marido, y de precaver el dao que podan causar a ste los mencionados papeles, pareca regular tratase de ocultarlos, pero al mismo tiempo considera que en una causa de esta gravedad y naturaleza, no tienen lugar las reglas ordinarias de otras, ni la expresada exculpacin, y por lo propio corresponde castigar a dicha Feliciana con las penas a que se ha hecho merecedora por los insinuados excesos51.

50

Oficio del obispo de Salamanca en el que certifica la comparecencia del alcalde de la Real Crcel de Corte a darle aviso que la doa Feliciana Obispo presa apremiada le tena que decir, Madrid, 08-02-1795, AHNM, Consejo, 11936-2. fols. 241v. - 242r. 51 Acusacin fiscal, fols. 31v-32r. [Doc.11].

105

Tambin fueron capturadas y sometidas a tortura otras mujeres. Juana Rivero 52 La guisandera de la taberna La gallega del Avapis, fue interrogada 7 veces, y las hermanas Jacoba 53 y Manuela Matute54: [] conocidas y amigas de ste [Picornell], por cuyas razones y la de haber negado stas obstinadamente la verdad y que Picornell hubiese dormido en su casa dos noches, despus que se ausent de la suya []55.

El interrogatorio a los testigos gira en torno, principalmente, a la inquisitoria sobre las limosnas que daba Picornell en la posada a la que se mud en la calle de San Isidro. Una vez capturados los principales inculpados: [] se procedi a la continuacin del sumario recibiendo sus declaraciones a los reos y a cuantos fueron citados o se pudo comprender tuviesen alguna noticia directa o indirecta de la conspiracin, o hubiesen participado de las liberalidades y limosnas56. Adems de los argumentos de Hernndez y Bjar, la acusacin se vale para inferir la culpabilidad, tanto de Picornell como de Andrs, Corts, Lax y del resto de los imputados, de los testimonios de los beneficiados con las ddivas de Picornell. Una larga lista de testigos, la mayora artesanos, afirma haber recibido limosnas de Picornell con fines poco claros, todos ellos coinciden en que les pareca un tanto extraa su actitud porque no aparentaba ser una persona de caudales, y coinciden tambin en haber escrito en un trozo de papel sus nombres y sus direcciones. Por lo tanto, sus declaraciones se consideran contestes y se agregan al sumario como pruebas positivas y perentorias. A otro grupo, casi tan numeroso, se le toma declaracin pero por motivos diferentes, unos porque estn implicados directamente, otros por complicidad y ocultamiento de informacin, o por estar en conocimiento de los hechos y no haberlos denunciado, como lo expresa la ley:

Declaro cmplices en la expedicin a todos los que copiasen, leyesen, o (sic) oyesen leer semejantes papeles sediciosos, sin dar prontamente cuenta a las Justicias: y para su seguridad, siempre que quieran no sonar en los Autos que se hagan se pondrn sus nombres en testimonio

52 53

Extracto, fol. 1v. Vanse tambin los fols. 156r-156v. Ibdem, fol. 1v. Vase tambin el fol. 171v. Declar 3 veces. 54 Ibdem, fol. 183v. Declar 3 veces. 55 Ibdem, fol. 6v. 56 Ibdem, fol. 6r.

106

reservado, de modo que no consten del Proceso: todo lo cual se entienda sin perjuicio de proceder a la averiguacin de sus autores57.

Los implicados, Bernardino Garasa y Pons Izquierdo, huyeron con la ayuda del padre Cano (quien, adems, haba colaborado en la quema de los papeles de Picornell) y se les busc por todo el territorio peninsular, mediante edictos y pregones, pero las autoridades nunca dieron con su paradero, por lo que fueron declarados por la justicia como reos prfugos y ausentes58. Juan Manzanares, fue arrestado en Cdiz y en su cautiverio, donde hubo de permanecer incomunicado, intent suicidarse el 24 de julio de 1796. A los ya mencionados les siguen: Pedro Lpez59, marido de Juana La guisandera y el hijo de ambos, de nombre Cristbal60, de 11 aos, a quien se le interroga al margen de la legalidad, por tratarse de un menor de edad; su ta Mara Lpez 61, sobornada y luego delatada por las hermanas Jacoba y Manuela Matute, cmplice de La guisandera, falt al juramento, pero no pudo ser juzgada porque falleci antes de que finalizara el proceso, tal vez vctima de las torturas. Jos Ballesteros62; Mariano Garca63, medidor de la del Sotanillo; Pablo Gozani64, Manuel Casero65 (liberado bajo caucin juratoria [] por no resultar contra l otra cosa que el haberse conducido, como mozo que es de cordel, algunos muebles desde el cuarto de la calle de Buenavista a la taberna del Avapis)66, el padre Cayetano Lpez Cano 67, clrigo reglar; Jos Carrillo Albornoz68 liberado previo el juramento de non revelando; Joaqun Romero69, marido de Jacoba Matute; el abogado Francisco [Juan?] Javier Izquierdo 70, a Babil Florencio Grao 71 y al
57 58

Pragmtica sancin, p. [4-5]. Extracto, fol. 2v. Vase el texto del impreso de requisitoria que sirvi de formato y fue utilizado como orden de captura de ambos reos, en toda la Pennsula en: Modelo del impreso de requisitoria, Madrid, 1795. AHNM, Consejo, 11936-I, 1 fol. 59 Ibdem, fol. 1v. Declar 4 veces. 60 Ibdem, fol. 158v. Al igual que el hijo de Picornell, estuvo preso en la Real Crcel de Corte desde el da 8 de febrero de 1795, a las 3 de la madrugada, junto con su padre y su ta, hasta el 19 de ese mismo mes, en que se le tom declaracin. 61 Ibdem. Declar 2 veces. 62 Ibdem. Declar 3 veces. 63 Ibdem. Declar 3 veces. 64 Ibdem. Declar 7 veces. 65 Ibdem. Declar 3 veces. 66 Extracto, fol. 7r. 67 Presbtero de la Real Casa de San Cayetano. Ibdem, fol. 1v. Declar 4 veces. 68 No se sabe con certeza su nombre, porque dos renglones ms arriba lo llaman Manuel. Ibdem, fols. 99r-99v. Declar 2 veces. 69 Marido de Jacoba Matute, Ibdem, fol. 184r. Declar una vez. 70 Ibdem, fols. 115v-116r. Declar una vez.

107

hijo de Picornell, Juan Antonio 72 de 13 aos, en situacin idntica a la del nio Cristbal: [por sabedores, cmplices y ocultadores en la extraccin de las armas, papeles y efectos del cuarto de la calle de Buenavista, en cuyo hecho todos han tenido la respectiva parte [ ]73. Juan Antonio y Cristbal fueron recluidos en el hospicio, el primero logr huir, pero fue capturado y encerrado de nuevo. Tambin fueron detenidos: Juan Antonio Rodrguez propietario de la posada de la calle del Bastero, y su hijo Toms, donde por indicacin de Picornell, se haba alojado Andrs y en la que solan reunirse con Lax, Corts y Garasa; ambos fueron liberados bajo caucin juratoria, as como las hermanas Mara Tomasa 74 y Mara Antonia Colmenar 75, puestas posteriormente en libertad por comprobarse su inocencia: [] en cuya casa consta haber estado algunas veces, y haber dejado libros, y un pliego cerrado Picornell, pero sin que ellas tuvieran inteligencia ni noticia de su contenido76. Tambin fueron arrestados el presbtero Antonio Corts y Barrientos77, uno de los presuntos candidatos a integrar la Junta de Gobierno, a quien le fue sobreseda la causa al comprobarse su precario estado de salud por un grupo de facultativos; Jos Gonzlez78 por perjuro, el doctor Joaqun Villalba, cirujano agregado del Colegio de San Carlos: [] a quien consta que don Juan Picornell, y don Sebastin Andrs leyeron en su estudio los papeles prevenidos para ejecutar la revolucin, y no haber delatado un asunto de esta gravedad e importancia79. Juan Lpez Valverde80 fue capturado el 19 de febrero y hecho preso:
[] como noticioso del proyecto de revolucin, aunque ha hecho constar, despus de preso, haber dado parte de ella por medio de un annimo al excelentsimo seor Prncipe de la Paz,

71 72

Empleado de la Contadura de la Compaa de Filipinas. Ibdem, fol. 104v. Declar 3 veces. [] de edad de 13 aos y 6 meses, soltero, hijo de don Juan, y de doa Feliciana Obispo, natural de Salamanca, residente en compaa de sus padres en esta Corte, estudiando matemticas en los Reales Estudios de San Isidro. Ibdem, fol. 158v. Confinado ilegalmente por su corta edad, el 7 de febrero de 1795, en la Real Crcel de Corte, fue interrogado el 19 de febrero. 73 Ibdem, fol. 4r. 74 Ibdem, fol. 2v. Declar 2 veces. 75 Ibdem, fol. 2v. Declar 2 veces. 76 Ibdem, fol. 6r. 77 Extracto, fol. 2r. Declar 4 veces. 78 Ibdem, fols. 54r-54v. 79 Extracto, fol. 7v. 80 Empleado en la Contadura de Cuentas de Sisas de Madrid. Ibdem, fol. 11v. Declar 4 veces.

108

como esto, fueron verificadas las prisiones de los reos principales, hay la duda de si lo ejecut de buena fe, o para precaverse y ponerse a cubierto81.

Adems fueron citados, en calidad de testigos: Jos Castelnou, empleado en los Reales Estudios de San Isidro, y cuado de Bernardino Garasa; el abogado Eufemiano Estremera 82; Juan Rubio 83, maestro de primeras letras de Andrs y director de las Escuelas de Comitiva; Jos Gmez84; Antonia Palomares85; Francisco Daz86, amigo de Corts; Antonio Gurich87 al que confunden con su hermano Ignacio Gurich88; Enrique Luque89; Isabel Martn90, Ignacio Sancho91, Antonio Carnicero92, Nicols Mara Bremond 93, Nicols Antonio Salcedo 94, Sebastiana Correonero95, ama de don Antonio Querejazu; Jos Bea 96, Micaela Martnez97, Domingo Lugar de Andrade98, Jos Castilln99 y Juan Ignacio Bireja100. En total, ms de 100 personas declararon en la causa de Madrid.

Argumentos del fiscal y de la defensa Visto desde una perspectiva un tanto pragmtica, y como ellos mismos alegan, los encartados no lograron llevar a cabo sus planes sino en mnima medida, nunca dispararon un tiro, nunca

81

Ibdem, fols. 7r-7v. Valverde delata el 4 de febrero: [] as lo conoci el mismo Valverde, pues con los propios antecedentes con que se puso a escribir la carta en el da dos, la remiti al seor duque, en el da cuatro. Acusacin fiscal, fol. 11v. y 24v. [Doc.11]. Pero como su delacin es posterior, se le considera culpable. 82 Pasante de leyes. Ibdem, fol. 198r. 83 Director de las Escuelas de S.M. Ibdem, fol. 130v. Declar una vez. 84 Pen de albail. Ibdem, fol. 1v. 85 Viva en compaa de su padre en la calle ancha del Avapis y en la misma casa que La guisandera. Ibdem, fol. 16 7v. Declar 2 veces. 86 Pensionado por S.M. por Ayudante de las Escuelas de Comitiva. Ibdem, fol. 128v. Declar una vez. 87 Maestro de obra primaria. Ibdem, fol. 132r. Declar una vez. 88 Maestro de obra primaria. Extracto, fol. 132r. Declar una vez. 89 Ibdem, fol. 138v. Declar una vez. 90 Viuda de un oficial del correo de Badajoz. Ibdem, fol. 145r. Declar una vez. 91 Secretario del ilustrsimo seor conde de Tepa. Ibdem, fol. 146v. Declar una vez. 92 Acadmico de San Fernando. Ibdem, fol. 146v. Declar una vez. 93 Factor de la Real Compaa de Filipinas. Ibdem, fol. 148v. Declar una vez. 94 Oficial de la Contadura principal de Tabacos. Extracto, fol. 149v. Declar una vez. 95 Ama de gobierno. Ibdem, fol. 153r. Declar una vez. 96 Ibdem, fol. 154v. Declar una vez. 97 Casada con Mariano Garca empleado en la fbrica del Salitre, viva en la taberna del Sotanillo. Ibdem, fols. 158v-159r. Declar una vez. 98 Promovedor de los establecimientos de refinos de azcares. Ibdem, fol. 127v. Declar una vez. 99 Gentilhombre de la Condesa de Montijo. Ibdem, fol. 128v. Declar una vez. 100 Natural de Guayaquil en Santa Fe, soltero. Ibdem, fol. 129r. Declar una vez.

109

mataron a nadie, el proyecto no pas de unas pocas reuniones, unas ddivas con fines proselitistas, que como accin poltica dej mucho que desear y, por ltimo, de la redaccin, traduccin y lectura de algunos papeles sediciosos que no llegaron a repartirse sino entre los mismos que los redactaron. Critica el fiscal que usaran estos dbiles argumentos para demostrar su inocencia: [] se armaron con dos medios de exculpacin general, el primero por no haberse verificado la revolucin, y el segundo por su intencin o nimo de delatarla101. Y an cuando el mismo fiscal reconoce que no tuvo efecto el alzamiento, objeta que los reos pusieron todo de su parte para que se produjera y no hubo, a su juicio, una intencin manifiesta de delatar los hechos. Considera el fiscal Virto que:

Todas estas disposiciones preparatorias, tomadas con tanta anticipacin, salen de la esfera de un simple conato del pensamiento, y eran tan inmediatas al acto, que se ha de estimar por completo, como si efectivamente se hubiese consumado, pues pusieron para su ejecucin cuanto estaba en su mano y en semejantes circunstancias, es lo mismo para incurrir en la pena establecida por las leyes, que si positivamente se hubiera verificado la revolucin, porque en delitos de esta clase, hay establecidas por su enormidad otras particulares reglas para castigar hasta el ms leve desnudo conato. 102

Para el fiscal, poco importa que el proyecto no se haya consumado, basta con la intencin, y para demostrar este punto se vale de la Pragmtica:
[] no ignorarn que en esta especie de delaciones, vasta (sic) el ms remoto resquicio, rumor o voz vaga para noticiarlas, ni que se procede en estas causas reservando los nombres de los delatores con arreglo a lo prevenido en la Real Pragmtica de 17 de abril de 1774, y que no se debe perdonar instante en dar cuenta a las Justicias [] para que tomen las providencias necesarias []103.

Entonces de qu se les acusa realmente? Para cuando se les detiene no haban tenido ni el tiempo suficiente, ni una organizacin moderna estructurada, ni menos un ejrcito revolucionario para llevar a cabo sus planes. Esto explicara tanto el poco inters de Godoy en el caso, como el
101 102

Acusacin fiscal, fols. 5r-5v. [Doc.11]. Ibdem, fol. 6r. 103 Ibdem, fols. 6v-7r.

110

comentario despectivo de Prez de Lema: El atentado de Picornell, ms bien debe estimarse un acto de carnaval, o de entrems fraguado por seis hombres perdidos y llenos de vino, que de una verdadera y temible conjuracin104. Contradictoriamente, las autoridades logran cortar de raz las bases ya sentadas para una verdadera revolucin popular en Espaa y sus organizadores resultan vctimas de la tortura. El fiscal Jacinto Virto considera que ante la gravedad de los cargos hechos a los imputados y para satisfacer la vindicta pblica, es preciso: [] extinguir la perniciosa semilla de unos hombres tan fanticos, prfidos y perjudiciales al Estado, hasta el extremo, si fuese posible, de que no quedara a la posteridad, memoria ni fragmento de sus iniquidades105. Unos deseos con los que, salvo por los escasos textos citados, lamentablemente la historiografa ha cumplido casi cabalmente. Por su parte, el fiscal acta en concordancia a su condicin y [] acusa grave y criminalmente a todos los reos comprendidos en ella, y les pone por acusacin y cargo todos y cada uno de los que resultan en la misma []106. Pide por tanto a la Junta, que los condene a la muerte en la horca, previa confiscacin y perdimiento de sus bienes. Adems, solicita que a Picornell, en el cadalso, se le corten la lengua y la mano derecha en la forma acostumbrada; y que al mismo Picornell, junto con Sebastin Andrs, Jos Lax, Manuel Corts, Bernardino Garasa, y Manuel Pons [?], se les conduzca arrastrados por las calles. Para los reos Joaqun Villalba, Juan Lpez Valverde, Pablo Gozani, Juana Rivero La guisandera, as como a su marido Pedro Lpez, a Mariano Garca, Jos Ballesteros, Francisco de la Fuente, Jos y Mara Lpez, Jacoba y Manuela Matute y doa Feliciana Obispo, pide el fiscal que se les condene por: [] las mayores y ms graves penas en que han incurrido, y a todos en las costas con la correspondiente mancomunidad que estimare la Junta, y las dems providencias, declaraciones y condenaciones, consultando as a S.M.[]107, y a los nios Juan Antonio Picornell y Cristbal Lpez por ser menores de edad:
[] se destine al primero a algn colegio o casa de enseanza para que aprenda algn oficio en que pueda ser til su talento para retraerlo de que dedicndose a la carrera de estudios, pueda

104 105

Prez de Lema a Godoy, fol. 19r. [Doc. 12]. Acusacin fiscal, fol. 2r. [Doc. 11]. 106 Ibdem, fol. 1r. 107 Ibdem, fol. 1v.

111

incurrir en los desvos de su padre, y al segundo al hospicio o colocarlo de aprendiz con algn maestro que le ensee el oficio[]108.

Al fiscal ilustrado le parece que el conocimiento incita a la revolucin. El fiscal hace especial nfasis en que:

El objeto y materia de esta causa, presenta un prospecto y cmulo de crmenes los ms atroces, infames, sediciosos, y denigrativos contra el rey, contra el superior gobierno y la repblica, pues la Dignidad Real se mira ofendida, insultada y atropellada hasta lo ms sagrado: sus regalas, autoridades soberanas y altos respetos, enteramente destrozados, las personas Reales injustamente sindicadas con el mayor oprobio, el gobierno abatido y censurado, el poltico religioso sistema del reino trastornado, la tranquilidad de esta fidelsima Corte y toda la Pennsula, notablemente alterada, y finalmente se ve un oprobio, feo borrn y deshonor contra la constante lealtad de la nacin espaola, que excede a todas las de Europa109.

Una retrica que, sin duda, habra de convencer de la culpabilidad de los reos a las fanticas y retrgradas autoridades, y para ello se apoya, adems, en los ya citados documentos subversivos que redactaran los conspiradores: el Manifiesto y la Instruccin. Y aunque el acusador pretenda convencer a la Junta de que entre los planes de los conspiradores estaba previsto: [] el ms sacrlego regicidio para allanar as todo tropiezo a sus detestables ideas110, se contradice cuando expresa que:

En el contexto de los citados papeles, y providencias que comprenden, se reconocen destruidas y extinguidas las ms altas regalas de S.M.; pues se le priva de la de establecer leyes, y se autoriza a la que llaman Junta Suprema de la Nacin Espaola, con la facultad de derogar las ya hechas, y mudar enteramente el gobierno, dejando reducida la soberana, a un simple ridculo esqueleto, y con subordinacin inmediata a las deliberaciones de la misma Junta111.

Eso es cierto, en el plan pareciera haber (al menos en una primera etapa, antes de establecer definitivamente el sistema republicano) una firme decisin de modificar el sistema hacia una
108 109

Ibidem Ibdem, fols. 1v-2r. 110 Ibdem, fol. 3v. 111 Ibdem, fol. 3r.

112

monarqua parlamentaria o constitucional, pero de ninguna manera tenan previsto matar al rey. Aun as, y por los muchos motivos que ve para acusarlos, incluido [] el hallarse plenamente posedos del espritu fantico y entusiasmo de los franceses sediciosos112, considera que, a la vista del proceso, su conducta: [] los pone y constituye inevitablemente en la clase de los reos de Lesa Majestad por varios captulos, pues estn convictos y confesos de los horrendos crmenes de sedicin, conspiracin, rebelin y conjuracin, contra el rey y la patria113

El fiscal considera como reos principales a Picornell, Lax, Andrs, Corts, Pons y Garasa por ser los autores, auxiliantes y cooperantes a la revolucin y porque, entre otras cosas,
[] criticaron estos reos la conducta del gobierno superior, como si los Seores ministros que lo tienen a su cargo, se hubiesen entregado al ltimo extremo del desacierto y a la desolacin del Reino, pues los hacen causantes de las calamidades que le oprimen, del trastorno en la administracin de justicia, y provisin de empleos, y censuran su porte con unas expresiones las ms injuriosas y denigrativas, que no pueden orse sin admiracin114.

Lo que en pocas palabras podra interpretarse como un ataque directo e imperdonable a las malas polticas de Godoy, combatidas por Picornell. Asimismo, sus antecedentes los delatan, especialmente a Picornell:

En calificacin de esto mismo se observa en estos perversos hombres, la envejecida propensin a excitar alborotos, pues adems del que pens ejecutar Picornell en tiempos anteriores, y haber empezado a tramar el que motiva este procedimiento, en el mes de agosto ltimo, principiaron antes de Navidad prxima todos los cmplices []115.

En esa ocasin Picornell haba tratado de divulgar sus ideas usando hasta canciones de ciegos. Incluso:

112 113

Ibdem, fol. 4v. Ibdem, fol. 5r. 114 Ibdem, fol. 4r. 115 Ibdem, fol. 6r.

113

Considerando tambin su arraigada ojeriza a toda Persona Real, puede recelarse, que cuando no cooperase en la conspiracin que expresa haber estado dispuesta para el da en que se ech el globo en la plazuela de Palacio Nuevo116, y que tuviese en ella su mayor complacencia, a lo menos falt a los deberes de buen vasallo, en no haberla delatado, como as mismo a los sujetos que prorrumpieron en las sacrlegas palabras que refiere, al tiempo de la Jornada de Aranjuez y a todos los dems que han prorrump ido en iguales expresiones []117.

Los testimonios y el cuerpo del delito (armas, papeles y libros), todo ello conjugado hace que los seis reos sean declarados culpables, en particular a Picornell, un: [] hombre a la verdad sagaz, dscolo, perturbador del sosiego pblico, enemigo declarado de los imperios monrquicos, y capaz, por su extremada travesura, de fraguar sediciones y cuantos excesos caben en la esfera de la perversidad118. A Picornell le sigue Andrs, el que ms apuraba el alzamiento y quien:

Por efecto tambin de su implacable odio a los reyes, procur tambin indisponer los nimos de nuestros soberanos para que no viniesen a esta Corte, dirigiendo a este fin sin duda las cartas y especies que eran consiguientes en deshonor de los vecinos de esta leal corte, y para acabarlos de desconceptuar, form los pasquines que expres haber fijado en varios parajes de ella 119.

Adems de haber hecho personalmente el acopio de las armas, asunto que era secundario para Picornell, a quien Andrs le critica el excesivo tiempo que perda en redactar y corregir los papeles subversivos. El fiscal acusa a Lax, especficamente, porque:

En este hombre se hallan reunidas todas las circunstancias y disposiciones necesarias para cometer los atentados, desacatos y crmenes de que se le ha hecho cargo en su confesin, pues se ve que abusando de la casa del seor conde de Tepa donde viva en clase de ayo de su hijo, era su cuarto el sitio sealado para los congresos y concilibulos de los autores y cmplices del complot de la revolucin, y en el que se cantaban los himnos y canciones que han inventado el furor y mximas de los franceses para desterrar del mundo los imperios monrquicos y asegurar la Constitucin republicana120.

116 117

Se refiere probablemente al lanzamiento del globo aerosttico de Vicente Lunardi, el 15 de agosto de 1792. Acusacin fiscal, fol. 11v. [Doc.11]. 118 Ibdem, fol. 7v. 119 Ibdem, fol. 15v. 120 Ibdem, fol. 16r.

114

A Manuel Corts porque: [] era el mayor confidente y agente de Picornell, pues le confi la gente que tena preparada dentro y fuera de la Corte, el sitio por donde haba de empezar la revolucin; y le encarg la compra de armas121. Sin embargo, afirma Virto que todo esto lo haca Corts por temor a las amenazas de Picornell 122. Pero a pesar de que la defensa arguye la poca formacin de Corts para comprender las mximas francesas y su minora de edad el fiscal alega que:
[] tiene la mayor resistencia, la falta de instruccin que se atribuye este reo, pues confiesa el mismo, que enmendaba y correga lo que le dictaba Picornell, cuando notaba falta de explicacin, y que tambin manifest mucha inclinacin a leer libros franceses, a que era consiguiente beber en sus mximas y ofrecerse, y an instar (como as lo hizo) para la ms pronta ejecucin del alboroto []123.

Otro de los reos acusado es el comerciante italiano Pablo Gozani, cmplice de Feliciana Obispo y de Pons en la ocultacin y destruccin de los papeles sediciosos, as como en la fuga de este ltimo, a pesar de lo cual, aunque el fiscal considera que no estaba directamente implicado en la conjura, cree que: se ha hecho merecedor de sufrir las penas en que ha incurrido124. A Gozani se unen Juana Rivero y su marido, de quienes expresa el fiscal que debe considerrseles encubridores bajo soborno y confiados en que Picornell y los dems no los delataran de los delitos que se les imputan a los reos principales, y en particular apunta que si La guisandera:
[] en sus primeras declaraciones hubiera contestado con verdad a las preguntas que se le hicieron, habra descubierto al juez de la Causa, el medio o camino para haber recogido dichos papeles, y evitado la prolijidad de las exquisitas diligencias que le fue preciso practicar para el mismo efecto []125.

El fiscal recomienda, una vez concluida la acusacin, que se formalicen las defensas de los reos y que slo se les permita a los letrados o priores designados, bajo juramento de non revelando, la
121 122

Ibdem, fol. 19r. Ibdem, fol. 19v. 123 Ibdem, fols. 20r-20v. 124 Ibdem, fol. 25r. 125 Ibdem, fols. 27r-27v.

115

lectura de los documentos y libros incautados a los reos acusados. Con respecto a los eclesisticos Antonio Corts, presbtero, y al padre Cayetano Lpez Cano, por no estar sujetos a la Justicia Real, el fiscal pasa su causa a la casa del vicario eclesistico de Madrid, para que juzgue lo que crea conveniente, previa aceptacin de S.M.

Sentencias y sentenciados As pues, el obispo de Salamanca dicta sentencia definitiva (que no ser tal) atendiendo a la solicitud del fiscal en el pleito criminal y declara reos de alta traicin y Lesa Majestad in primo capite, a Juan Picornell, Jos Lax, Sebastin Andrs y Manuel Corts, en ausencia y rebelda a Juan Pons Izquierdo y Bernardino Garasa, y los condena:
[] a que desde la crcel y, misin en que respectivamente se hallen, sean sacados atados de pies y manos y metidos en un sern de esparto, sean llevados y arrastrados por las calles pblicas y acostumbradas de esta corte con voz de pregonero delante que manifieste su delito hasta la Plaza Mayor de ella, donde estar hecha una horca de la cual sean ahorcados hasta que naturalmente mueran, y ninguna persona sea osada de quitarles de ella sin nuestra Licencia y mandado pena de muerte; y a la confiscacin de todos los bienes para la Real Cmara, deducidas las costas por dichos reos causadas en que los mancomunamos 126.

La suerte de los dems reos fue como sigue: Joaqun Villalba, libre bajo fianza para curarse de la vista, arrestado en su casa, fue desterrado por cuatro aos a cincuenta leguas de la Corte y Sitios Reales; Juan Lpez Valverde fue puesto en libertad; a Pablo Gozani y Jos Gonzlez, a quienes: [] sirvindoles de pena la carcelaria que han sufrido se les ponga en libertad127, as como Pedro Lpez, para que regresara a su pueblo; y con ellos, a Jos Ballesteros, a las hermanas Jacoba y Manuela Matute se les ordena regresar a su pueblo de origen con sus respectivos maridos, remitiendo testimonio de su llegada. A Mariano Garca se le impuso el destierro por diez aos a diez leguas de distancia de Madrid y Sitios Reales. Juana Rivero fue condenada a cumplir cuatro aos de reclusin en el hospicio de San Fernando, despus de los cuales volvera con su marido, Francisco de la Fuente, quien a su vez fue obligado a regresar a su pueblo e
126 127

Sentencia definitiva contra don Juan Picornell y consortes [Madrid] [s.f.]. AHNM, Consejo, 11942, fol. 1v. Ibdem.

116

informar a las autoridades de su llegada. Fueron absueltos, una vez que les fue levantada la caucin juratoria: Manuel Casero, Mara Tomasa Colmenar y su hermana Mara Antonia Colmenar, Juan Antonio Rodrguez y su hijo Toms Rodrguez. A los liberados se les advierte que: [] si en lo sucesivo incurriesen en iguales excesos y diesen motivo a sospechar de su conducta sern castigados con el mayor rigor y paguen las costas que respectivamente hayan causado128. Juan Antonio Picornell continuara en el hospicio, no as Cristbal Lpez quien sera devuelto a su padre. Se orden el sobreseimiento de la causa al padre Cayetano Lpez Cano [] para que hacindole salir fuera de Madrid le destine a otra casa en que fije su residencia, y se le aperciba que en lo sucesivo observe mejor conducta, pues de lo contrario se proceder contra su persona segn corresponda129. Antonio Corts y Barrientos, liberado y conducido a su dicesis, as como a 10 priores ms.

Por su parte, Prez de Lema utiliza la treta de restarle importancia a la conspiracin para conseguir una reduccin de la pena capital y al fin lo logra, aunque ciertamente sus esfuerzos estn dirigidos, mediante una maniobra poltica, a evitar que se divulgue la conjura en un momento difcil para la Monarqua espaola, porque la ejecucin de los rebeldes habra supuesto un riesgo tanto para la imagen pblica del rey, como para la estabilidad del tambaleante gobierno. As, las sentencias tomarn un giro diferente a partir de los razonamientos, polticamente prudentes, que le comunica a Godoy, a los que ste atiende en aras de no agravar an ms la complicada situacin de su gobierno y no, como podra pensarse, por una actitud magnnima hacia los reos, cuyo proceso, paradjicamente, Prez de Lema reconoce que est viciado:

Es pues mi juicio, que la sentencia no slo es justa sino benigna, segn las disposiciones de las leyes civiles, as antiguas como modernas que tratan del castigo del execrable delito de Lesa Majestad contra la sagrada persona de los reyes y su seoro; pero que su ejecucin en el actual estado de las cosas, atendidas las disposiciones de las leyes pblicas, las mximas de buen gobierno, y reglas de prudencia, que es el compuesto de lo que con propiedad se llama razn de Estado, puede causar un efecto enteramente contrario a la justa y necesaria imposicin de las penas; y que por lo mismo corresponde, que se vea, considere y resuelva por la Augusta persona del rey, si ser ms til y decoroso adoptar otro castigo, que dejando bien puesta la majestad y
128 129

Ibdem. Ibidem.

117

dignidad de su Corona, no ofenda en cosa alguna la rectitud de la justicia; mayormente notndose en el Proceso algunos defectos capitales, que lo hacen ilegal 130.

Ante la evidente ilegalidad del juicio, es de suponer que la ejecucin de tan drstica sentencia habra derivado inevitablemente, si no en una revolucin, al menos en un nuevo motn popular, precisamente lo que se pretenda evitar al juzgar a los conspiradores, algo muy contraproducente en un momento en el que, adems, los franceses haran uso de ello para calumniar al gobierno, y es sta la razn de Estado a la que alude Prez de Lema y agrega:
[] cuanta prudencia se necesita para la imposicin de las penas, que deben proporcionarse a lo daoso de los delitos, y sobre todo ajustarse con las costumbres actuales, y con el presente estado de las cosas, que unas veces piden mayor rigor, y otras extremada suavidad, y blandura, y a veces tolerancia y disimulo sufriendo el menor mal para evitar el mayor131.

Podra especularse que el propio Godoy hubiera protegido a los alzados por encontrarse entre ellos personajes importantes, en particular Grandes de Espaa, cuyo poder habra hecho caer estrepitosamente el suyo, y con quienes estaba obligado por las circunstancias a negociar polticamente.

Prez de Lema est convencido de que en tiempos de paz poda haberse reprimido el alzamiento con poco esfuerzo, incluso sin que mediara un proceso, pero dadas las condiciones del momento, considera ms oportuno que les sea conmutada la pena a los reos, porque:
Picornell y los dems descamisados, o ms bien sabandijas de la taberna del Sotanillo, no merecen que la espada de la justicia se ensangriente en ellos, sino que despreciados como gente la ms vil y baja, sean arrojados con infamia perpetua y confiscacin de sus bienes a las mazmorras ms hediondas de los presidios de Amrica, enteramente separados los unos de los otros132.
130

Prez de Lema a Godoy, fol. 12v. [Doc. 12]. Al respecto comenta Zavala: Prez de Lema sustenta la ilegalidad del proceso, pues se atorment a los reos sin que estos tuvieran nombrado abogado, lo cual invalida sus declaraciones, sobre las que se basa gran parte de la acusacin. Por otra parte, aade que slo en los delitos graves se permita el tormento, que deba ser decretado por el juez despus de haberse nombrado abogado, todo lo cual demuestra que no se ha seguido orden legal. Iris Zavala, El Texto en la historia. Madrid: Editorial Nuestra Cultura, pp. 235-236, 1981. 131 Prez de Lema a Godoy, fol. 18r. [Doc. 12]. 132 Ibdem, fol. 23v.

118

En nota al margen a este mismo documento, y con fecha 25 de julio de 1796, Godoy certifica que el rey acepta la proposicin de Prez de Lema. Al da siguiente, Godoy le remite al obispo gobernador del Consejo un oficio con la siguiente resolucin:
[] se ha servido el Rey conmutar la pena de muerte a que estos se hallaban condenados, en la de encierro perpetuo en varios castillos de Amrica, y ha sealado S.M. para ello los de Portobelo, Puerto Cabello y Panam a fin de que a cada uno de los tres vayan dos reos de los seis, conformndose con lo que acerca de los dems pronuncia la Junta en su sentencia [] 133.

Para lo cual pide que les quite el distintivo de don porque no corresponde su uso a unos traidores enemigos pblicos. El 17 de agosto de 1796, el obispo de Salamanca le responde al Prncipe de la Paz, en carta reservada, que:

En consecuencia de la conmutacin que S.M. se ha dignado hacer de la sentencia dada contra los reos de Estado Juan Picornell, Jos Lax, Sebastin Andrs y Manuel Corts, destinndolos a los presidios de Panam, Puerto Cabello y Portobelo; se ha sealado al primero el de Panam, a los dos segundos el de Puerto Cabello, y al tercero el de Portobelo, a cuyo fin sern conducidos dichos reos al puerto de La Corua con la seguridad correspondiente para que all sean embarcados en los correos de S.M. por ser ste el medio ms pronto, seguro y menos dispendioso de su conduccin134.

Asimismo, el embarque de los reos para el traslado hacia sus respectivos destinos debera hacerse siguiendo las disposiciones oficiales:

Y estando dichos correos a las ordenes de V.E., espero se sirva remitirme la competente para el Administrador General de dicha ciudad a fin de que cuando el regente de aquella Audiencia le avise han llegado all estos delincuentes, los embarque y dirija a sus respectivos destinos, haciendo el ms estrecho encargo de su custodia, separacin y falta de comunicacin a los comandantes o capitanes de los buques a quienes fuesen entregados bajo las responsabilidades de sus personas, y de la obligacin de traer y remitir a mis manos documento que acredite la
133

Carta del Prncipe de la Paz al seor obispo gobernador del Consejo, San Ildefonso, 26 de julio de 1796. AHNM, Consejo, 11942, fols. 1r-1v. 134 Carta que dirige el obispo de Salamanca al Prncipe de la Paz, Madrid, 17 de agosto de 1796. AHNM, Estado, 3161, fols. 1r-1v.

119

entrega a los gobernadores de dichos presidios: a quienes se hace forzoso igualmente que por V.E. o el seor ministro de la Guerra se comuniquen rdenes, que V.E. se servir remitirme auxiliando las que yo les dirija con las prevenciones y responsabilidades que exige la naturaleza de los reos135.

Pero algo inesperado ocurri y todos fueron a parar al mismo puerto, el de La Guaira en la provincia de Venezuela. Jos Zorrilla, administrador de Correos, en su carta al Prncipe de la Paz, le comunica la imposibilidad de transportar en el mismo buque a los puertos asignados a los reos de Estado, por lo reducido del espacio, que evitara la separacin y el mantener en secreto la presencia de los reos; esto le impide cumplir con la real orden del 3 de agosto, ya que tena que transportar al conde de Saruco a Cuba y a otros comisionados. Se trata de una nave que no rene las condiciones, pues el bajel correo no sola llevar tropa de la Real Armada, sino slo marinos, y no dispona de calabozos a bordo, por lo tanto, le expresa Zorrilla a Godoy, desde La Corua, que la entrega:
[] no podrn verificarla en los presidios de Panam, Puerto Cabello y Portobelo, porque los correos no llegan a ninguno de estos tres parajes, y si slo a Canarias, Puerto Rico y La Habana. En esta atencin supongo que dichos presos se entregarn al gobernador de Puerto Rico, que es de donde deben dirigirse a los otros presidios []136.

Por su parte Lax intenta escapar del exilio americano hacindose pasar por loco antes de su embarque, y estuvo a punto de lograrlo, como consta en varios documentos, pero al final no fue as:
El regente de La Corua me ha hecho la representacin adjunta acompaando copias de sus oficios con el capitn de la fragata del Correo don Pedro Nez, sobre haber rehusado llevar a su destino al reo de Estado Jos Lax, a pretexto de estar loco, lo cual no consta en manera alguna y fue preciso dejarle en la crcel de aquella ciudad137.

135 136

Ibdem, fols. 1v-2r. Carta de Jos Zorrilla, administrador de Correos, al Prncipe de la Paz, expresando la imposibilidad de transportar en el mismo buque a los puertos asignados a los reos de Estado, Corua, 10 de septiembre de 1796. AHNM, Estado, 3161, fol. 1v 137 Representacin del obispo de Salamanca al Prncipe de la Paz, Madrid, 13 de diciembre de 1796. 1 fol. Vase tambin: Copia n1 del Oficio de Vicente de Peuelas al conde de Jaruco dando relacin de los problemas ocasionados por la locura de Lax, La Corua, 23 y 30 de noviembre de 1796. AHNM, Estado, 3161, 1 fol.

120

Picornell llega a La Guaira el 3 de diciembre de 1796 en el bergantn La Golondrina138, tripulado por el capitn Pedro del Barco de camino para el presido en Panam, y el 29 de diciembre de 1796 arriban a La Guaira los otros prisioneros: Lax, Corts y Andrs. El 6 de mayo de 1797, el gobernador y capitn general de la provincia de Venezuela comunica a Miguel Azama la llegada al puerto de La Guaira de dos reos de Estado: Sebastin Andrs y Jos Lax:
[] en los bergantines correos de S.M. El Pjaro, y Lanzarote, sus Capitanes don Juan Jos de Murrieta, y don Miguel Rodrguez Salsidua, procedentes de La Corua, que salieron de La Corua (sic) llegaron los reos de Estado, Sebastin Andrs y Jos Lax de quienes trata la real orden de 24 de agosto ltimo y se efectuar con ellos cuanto previene el excelentsimo seor gobernador del Supremo Consejo de Castilla, con fecha de 31 del mismo agosto; y quedan ambos reos en la mayor seguridad e incomunicacin en la plaza de La Guaira hasta que se presente ocasin segura en que hacerlos seguir a su destino de Puerto Cabello139.

Aos ms tarde la informacin al respecto se hace confusa para las autoridades metropolitanas, probablemente porque ya haban perdido el inters en el asunto. En su carta al embajador del rey en Pars, en 1800, Masserrano informa que:

En 25 de julio de 96 les conmut el rey esta pena en la de encierro perpetuo en Portobelo, Puerto Cabello, y Panam. Conducidos a la Corua, fueron transportados en diferentes buques. Picornell lleg a La Habana segn avisa en 11 de mayo 97 el gobernador del Consejo donde obran los autos. Parece que despus se pudo fugar de La Guaira a la Trinidad 140.

A partir de ese momento comenzar el periplo americano de los conspiradores de Madrid, quienes, junto a Manuel Gual y Jos Mara Espaa, y otros revolucionarios, llevarn a cabo una nueva conspiracin que ser fraguada y debelada en La Guaira en 1797.

138

Oficio de don Agustn Garca al capitn general interino. Le adjunta el pliego del regente de la Corua con la condena del reo de Estado Juan Picornell, llegado en el barco correo La Golondrina, el cual ingresar en la crcel en los trminos que se le previno, La Guaira, 3 de diciembre de 1796. ANH/7-B, Tomo I. 139 Comunicacin del gobernador y capitn general Pedro Carbonell dirigida a Miguel Azama notificando la llegada al puerto de La Guaira de dos reos de Estado: Sebastin Andrs y Jos Lax. Caracas, 6 de mayo de 1797. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Secretara de Guerra, 7183, Exp. 20, fol. 1v. 140 Carta de Masserano, fol. 1r. Vase tambin: Remitido del obispo de Salamanca al Prncipe de la Paz en el que expresa su seguridad sobre el arribo de Picornell a La Habana; as como la salida para sus destinos de Jos Lax, Sebastin Andrs y Manuel Corts, [s.f.]. AHNM, Estado, 3161, 3 fols.

121

122

SECCIN SEGUNDA
VIVA EL PUEBLO AMERICANO, VIVA LA LIBERTAD Y MUERA EL DESPOTISMO! UN PROYECTO REPUBLICANO AMERICANO

124

CAPTULO I
LOS PRELIMINARES DE LA CONJURA DE LA GUAIRA

La ciudad y puerto de La Guaira: refugio de insurrectos La Guaira, zona portuaria desde la Colonia, ubicada en el litoral central venezolano (capital del actual Edo. Vargas), vivida y descrita esmeradamente por cientficos, viajeros, artistas, polticos y funcionarios que tuvieron ocasin de residir, o al menos pasar por ella, durante la segunda mitad del siglo
XVIII,

no se pareca en nada al Madrid del que haban sido extraados los convictos.

Contrastaba el hecho de ser la puerta martima del Caribe al Continente por la provincia de Venezuela, con poca poblacin, que por esos aos alcanza escasamente a los 4.000 habitantes entre los que predominan los negros sobre los europeos y los indgenas, al concluir el siglo no sobrepasa los 6.0001, y apenas cuenta con un reducido contingente militar. Al respecto comenta el viajero francs Francisco Depons que: La guarnicin de la plaza consiste de ordinario en una compaa destacada del Regimiento de Caracas. En tiempos de guerra se las refuerza con otras tropas de lnea y Milicia de Caracas2.

Una de las descripciones ms conocidas y detalladas de La Guaira es la relacin del conde Roncali para el gobernador Solano, que data del 5 de mayo de 1768, en la cual seala sus lmites:

Mientras que Caracas, segn los clculos de 1796, contaba con 35.000 habitantes, y la estimacin de Humboldt para 1800 era de 40.000. Cifras tomadas de Manuel Landaeta Rosales, Gran recopilacin geogrfica, estadstica e histrica de Venezuela, vol. I. p. 136; 1889. Pedro Fermn de Vargas informaba que: Personas instruidas de la provincia de Caracas me aseguraron en 1796 que haba en toda la Capitana General ms de seiscientas mil almas. Pedro Fermn de Vargas, Relacin sucinta del estado actual de las colonias espaolas en la Amrica Meridional. En: Pensamientos polticos y memoria sobre la poblacin del Nuevo Reino de Granada. Bogot: Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, p. 176, 1944. Vase tambin las cifras aportadas por Luis Vitale en su artculo: La Capitana General de Venezuela, p. 6. 2 Francisco Depons, Viaje a la parte oriental de Tierra Firme . Caracas: Tip. Americana, p. 55, 1930

125

[] el territorio que la constituye se extiende tres leguas de norte a sur, y media de este a oeste; confina con la de Maiqueta al Oeste; por el Este con el corregimiento de Caraballeda, al sur con el trmino de Caracas; y al Norte el Mar3.

La Guaira es una estrecha franja de tierra compartida entre el mar y la montaa: La cordillera de montes que separa el puerto del alto valle de Caracas se hunde casi de seguida en el mar, y las casas de la ciudad se encuentran adosadas a una muralla de rocas escarpadas4, refiere Humboldt. De clima extremadamente clido y escasa tierra cultivable, en la que con gran esfuerzo se cosecha: [] caa de azcar, ortaliza (sic), yuca y algunas frutas que surten a La Guaira5, adems de la casi total ausencia de pasto para el ganado, todo lo cual hace que los productos que se consuman en la zona provengan en su mayora de otras latitudes. Otra de las consecuencias del clima de la que se quejan los viajeros, es de las enfermedades mortales que genera su inclemencia entre la poblacin.

La red urbana, en la que predomina el patrn hispano, la componen dos calles que atraviesan la pequea poblacin de este a oeste, y se cruzan con otras angostas, torcidas y mal pavimentadas, lo que a los ojos de Humboldt le da un aspecto [] algo solitario y lgubre, creyendo uno encontrarse, no en un continente cubierto de vastas selvas, sino en una isla rocallosa, privada de mantillo y de vegetacin6. Depons advierte el peligro de esta circunstancia que causara estragos y autnticas tragedias a lo largo de su historia teniendo en cuenta tambin que las casas le parecen miserablemente construidas, y comenta:

La ciudad o el pueblo de La Guaira, para seguir las costumbres espaolas de llamar ciudad slo a los lugares con Cabildo, se halla encajado de tal modo en el cerro, que las piedras al desprenderse, causan a menudo serios perjuicios 7.

3 4

Relaciones geogrficas de la Gobernacin de Venezuela (Notas de ngel de Altolaguirre y Duvale), p.17 Alejandro de Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas: Ediciones del Ministerio de Educacin,vol. I, p. 212, 1954. 5 Relaciones geogrficas de la Gobernacin de Venezuela, p. 18. 6 Alejandro de Humboldt, Ob.cit., p. 213. 7 Francisco Depons, Ob.cit., p. 53.

126

Cuatro quebradas serpentean la aridez de la zona, de las cuales slo dos tienen agua todo el ao: [] la una que forma el ro de La Guaira que en realidad es puro arroyo vadeable [] La otra desemboca junto a La Punta de Mulatos y riega el territorio de Guanapa8.

En lo tocante al puerto, situado frente a la casa de la Compaa Guipuzcoana, coinciden Humboldt y Roncali en describirlo como una rada abierta con el mar constantemente agitado, que pone en peligro a las embarcaciones que atracan en l. Sin embargo, alaba Roncali algunas de sus cualidades:

Al frente de La Guaira est su fondeadero en rada abierta, bien que de excelente tenedero; igual comodidad no se encuentra en toda la corta extensin de costa que permite la limitada jurisdiccin, a distancia de cien brazas de la orilla hay de fondo nueve, y disminuye en la misma proporcin que se aproxima a la tierra []9.

An cuando era uno de los ms utilizados de la costa, Depons lo califica como un mal punto para los comerciantes, quienes prefieren transportar sus mercancas a Caracas:

En La Guaira viven pocos comerciantes. Los negocios tienen lugar en Caracas; de all se va a recibir los cargamentos para remitirlos de Europa, o a comprar mercancas. Ya sean stas propiedad del comerciante o las haya recibido en consignacin, se transportan a Caracas, donde se venden. En La Guaira queda slo lo necesario para el consumo de la localidad. Igual pasa con los frutos: se almacenan en Caracas, y se remiten en La Guaira slo cuando se van a embarcar 10.

Humboldt considera extraordinario el viejo camino de La Guaira a Caracas y lo bien dispuestas y mantenidas que estn las fortificaciones de Cerro Colorado:

El camino de La Guaira al valle de Caracas, es infinitamente ms hermoso que el de la Honda a Santa Fe, y el de Guayaquil a Quito, y aun est mejor mantenido que la antigua va que conduce del puerto de Veracruz a Perote, en la ladera oriental de las montaas de Nueva Espaa. En

8 9

Relaciones geogrficas de la Gobernacin de Venezuela, p.18 Ibdem, p.19. 10 Francisco Depons, Ob.cit, p. 54.

127

buenas mulas, no se gastan sino tres horas para ir del puerto de La Guaira a Caracas, y bastan slo dos para el regreso. En mula de carga o a pie, el viaje es slo de cuatro horas11.

En cuanto a sus habitantes, Jos Mara Rey, quien asume el cargo de ministro de Real Hacienda y contador del Ejrcito del puerto de La Guaira en 1787, describe desde su perspectiva de funcionario metropolitano, la desagradable impresin que le causa la conducta de los pobladores, incluidas las autoridades, y la califica como de: [] obstinacin y arraigo en unos nimos mal dispuestos a la razn, justicia y entendimiento []12. En particular, al gobierno local le reprocha la falta de control para evitar los desmanes y el desorden cotidiano que observa, especialmente en cuanto a la evasin de los compromisos fiscales, tema que le atae directamente:

A poco tiempo conoc ser un pueblo de un trato ms que franco, advirtiendo dos especies de gentes, unos de un modo de pensar libre y poco decoroso, criados a su libre albedro y voluntariedad, y otros a quienes la codicia los tena dominados al lucro e inters, dispuestos siempre a motejar y resistir el pago de los Reales derechos y mal avenidos con las Reales disposiciones que tratan del asunto, comprend desde el punto que los achaques que padeca la poblacin podra ocasionarlo (sic) la tibieza de su gobierno, el poco celo en refrenar los genios duros, indagar lo que se trataba en las concurrencias y compaa de los jvenes, celar sus pasos y vigilar sus conductas para contener los vicios que son propios en los puertos de mar, donde la variedad de naciones que lo frecuentan acarrean la corrupcin, el desorden y las insubordinaciones a las sabias leyes que los gobiernan, y a los magistrados que con madurez las administran []13.

Estas caractersticas confluyeron, a su manera de ver, para que La Guaira se convirtiera en un lugar propicio para que estallara una revuelta en contra de la Corona, con lo que concuerda el presbtero Jos Ignacio Moreno:

11 12

Alejandro de Humboldt, Ob.cit, p. 215. Informe del contador Jos Mara Rey sobre lo que haba entendido concerniente y alusivo a la sublevacin, motivo y causas de este proyecto, Caracas, 1 de agosto de 1798. AGI, Caracas, 430, N. 44, fols. 7r-7v. En adelante: Informe Jos Mara Rey 13 Ibdem, fols. 6v-7r.

128

Lo cierto es que a tantos choques, tantas sugestiones y malignos influjos vino a pervertirse de una vez el cerebro destemplado de algunos jvenes libertinos, o nada sensatos de aquel puerto, que concibieron el negro proyecto, el aborto horrendo de una conspiracin contra el gobierno. 14

Un argumento que difiere notablemente de la del coronel Agustn Garca, quien se refiere a los guaireos como vecinos de carcter moderado, serio, y religioso15.

Los conspiradores de La Guaira Antes del arribo de Picornell, Lax, Andrs y Corts, ya en La Guaira vena fragundose un intento revolucionario con claras intenciones independentistas, a cuyos organizadores se unirn los reos procedentes de Madrid. Este movimiento lo encabezan, como se sabe, Manuel Gual y Jos Mara Espaa, amigos de la infancia. El primero de ellos naci en La Guaira en 1759. De excelente formacin intelectual y artstica (dicen que tocaba bien el violn), capitn retirado tempranamente del Batalln de Granaderos de las Milicias de Infantera Regulares de Caracas, era hijo del coronel Mateo Gual16 y de Josefa Ins Curbelo e Ibieta, viva en su hacienda Santa Luca, en los Valles del Tuy, y viajaba con frecuencia a Caracas y La Guaira. Jos Mara Espaa naci tambin en La Guaira, en 1761, era hijo del militar espaol Jos de Espaa, sargento mayor de la Guarnicin de La Guaira, y de Anastasia Rodrguez, y pas su infancia en Bayona (Francia). Hombre ilustrado, poseedor de una de las ms completas bibliotecas personales de La

14

Jos Ignacio Moreno sobre la sublevacin de Caracas, Caracas, 22 de marzo de 1798. Acompaa: Observaciones de un ciudadano sobre la conspiracin descubierta en Caracas el da 13 de julio de 1797 y de los remedios a los que podr ocurrir el gobierno para asegurar en lo sucesivo a los habitantes de iguales insultos, Caracas, 29 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N.24, fol. 4r. En adelante: Informe Moreno. Jos Ignacio Moreno (1748-1806) criollo vinculado a los crculos mantuanos caraqueos, quienes repudiaban la presencia de los espaoles del Cabildo Municipal, creador de la primera ctedra de francs y en su momento rector de la Universidad de Caracas (17871789), adems de formar parte del partido del regente, y participar directamente en las decisiones de la Real Audiencia como consejero del oidor Francisco Ignacio Cortines. Esta asociacin de Moreno con el regente fue tan estrecha, que llegaron a emparentar, por va del matrimonio, entre la hija de Lpez Quintana, Mara de la Concepcin, y el hermano menor del presbtero, Andrs Moreno. Vase voz: Jos Ignacio Moreno, en: Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Fundacin Polar, 1999 (CDRom) 15 Doc. 247. Certificacin en favor del coronel don Agustn Garca. Resea del proceso de la Revolucin de 1797 [Caracas 3 de julio de 1799], ahora en: Jos Flix Blanco y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia Caracas: Imp. de la Opinin Nacional, vol. I, pp. 370-382, 1875. 16 Vase el comentario de Gual sobre su padre en: Presentacin en la iglesia de La Guaira del reo Jos Cordero, sargento de pardos, y su manifestacin de cuanto haba sabido, practicado y entendido sobre el proyecto de la insurreccin. (1797) Caracas, 1799-12-23. AGI Caracas 428, N. 25, fols. 651-848. fols. 752v-753v. En adelante: Confesin de Cordero.

129

Guaira, y posiblemente de toda la provincia, se enrol muy joven en el ejrcito y se cas, en 1783, con quien habra de ser su ms ferviente seguidora y colaboradora: Josefa Joaquina Snchez Bastidas17. Espaa, a la muerte de su padre, se dedic al comercio y a administrar, junto con sus hermanos, la hacienda familiar de cacao llamada El Carmen, cerca de Naiguat. El gobernador y capitn general de Venezuela, Pedro Carbonell, le asign en 1793 el cargo de teniente justicia mayor de Macuto18. Dauxion Lavaysse hace una vvida descripcin de Jos Mara Espaa:

Conoc a Espaa. Tena una de esas fisonomas francas y abiertas pero pensativas y sensibles, tal como he visto algunas en el Nuevo Mundo; aunque raramente tan hermosa, tipo primordial, del cual ya no se encuentran casi las huellas en Europa, sino en los Pirineos, en Suiza, en las montaas cuyos habitantes se han mezclado muy poco con sus vecinos. Espaa descenda de una ilustre familia vizcana, transplantada al Nuevo Mundo19.

Junto con la esposa de Espaa, otras mujeres tuvieron una destacada participacin en la conspiracin, entre ellas la hermana de Jos Mara Espaa, Joaquina Espaa (casada con Pedro Canivens).

17

Nacida en La Guaira en 1765. Hija de Joaqun Snchez, un comerciante de origen cumans establecido en La Guaira, y de Ana Mara Bastidas. Era una joven instruida, que haba aprendido de su padre los principios revolucionarios franceses, los cuales compartira con su esposo. Vase: Carmen Clemente Travieso, Josefina Joaquina Snchez, esposa de Jos Mara Espaa. En: Mujeres de la Independencia (Seis Biografas de Mujeres Venezolanas). Mxico: Talleres Grficos de Mxico, pp. 89-157, 1962. Carmen Clemente Travieso, El herosmo de Joaquina Snchez. ahora en: 200 aos de la Conspiracin de Gual y Espaa 1797-1997. (1997). Caracas: Comisin Presidencial Bicentenaria-Archivo General de la Nacin. (CDRom). Ermila Troconis de Veracoechea, Indias, Esclavas, Mantuanas y Primeras Damas. Caracas: Alfadil Academia Nacional de la Historia, 1990. 18 En el momento en que ocurren los hechos, ocupaba el cargo de gobernador, capitn general y presidente de la Audiencia Pedro Carbonell (1792-1799). A este le sucede Manuel de Guevara y Vasconcelos (1799-1807), caballero de la Orden de Santiago, brigadier de los Reales Ejrcitos, quien llega a Venezuela con la orden expresa de reconquistar la Trinidad e impedir una invasin inglesa a Venezuela; y posteriormente para acelerar el proceso judicial de los alzados de La Guaira y ordenar las ejecuciones de los condenados. Para cubrir las dems plazas de la Real Audiencia de Caracas, fueron designados Antonio Lpez Quintana, regente (antiguo oidor de la Audiencia de Guadalajara, caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, consejero de S.M., y fundador del Colegio de Abogados de Caracas, con la aprobacin de Carlos IV); Jos Patricio de Rivera, como oidor decano (quien, como en el caso de Lpez Quintana, no apareca en la lista de candidatos sugeridos por la Cmara del Consejo de Indias a Carlos III); oidor segundo Francisco Ignacio Cortines (teniente gobernador y auditor de Guerra de la provincia de Venezuela); oidor tercero Juan Nepomuceno de Pedrosa; fiscal de lo Civil y Criminal, Julin Daz de Saravia (cargo que le fue asignado por orden expresa de Carlos III, cuando ejerca como fiscal de la Audiencia de Santo Domingo). 19 J. J. Dauxion Lavaysse, Viaje a las Islas de Trinidad, Tobago, Margarita y a diversas partes de Venezuela en la Amrica Meridional. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Edicones del Rectorado, p. 214, 1967.

130

Entre quienes conformaban el grupo de los conspiradores, se encontraba tambin Jos Rusiol20, nacido en 1775 (Manresa - Catalua), sargento 2 de la Octava Compaa del Batalln Veterano. Rusiol fue el encargado de custodiar y conducir a Picornell hasta el calabozo a su llegada a La Guaira y desde ese momento se estableci entre ellos una excelente relacin. Rusiol, el carcelero, permiti y estimul la presencia de los revolucionarios guaireos en su celda, con quienes comparta inquietudes polticas. Vctima de la inoperancia burocrtica, el 30 de julio de 1798 es gratificado y pasado a retiro por orden del rey, como queda asentado en la peticin de premio y retiro que, en 1793, hiciera para l Juan de Salas, capitn de Infantera, ayudante mayor, en ausencia del sargento mayor, encargado de sus funciones en el Batalln Veterano de Caracas, del que era comandante el brigadier don Joaqun de Zubillaga, tal y como consta en la Remisin de Cdulas de Premio y Retiro21 para varios individuos del Batalln Veterano de Caracas, gracia que Rusiol nunca pudo disfrutar, obviamente, porque cumpla la condena impuesta por el Alto Tribunal que habra de concluir con su ahorcamiento y posterior decapitacin, el mismo da en que seran ejecutados Jos Mara Espaa, Narciso del Valle y Juan Moreno. El testimonio de Rusiol es de particular importancia para comprender tanto los acontecimientos de La Guaira como los de Madrid. Con ellos colaboraron otros muchos de los ms diversos oficios y procedencias, algunos emparentados entre s. Por ejemplo, de la familia de Espaa, adems de su esposa y su hermana, participaron activamente sus cuados Domingo Snchez, oficial de las Cajas Reales, y Pedro Canivens, mdico de origen francs. Manuel Montesinos y Rico 22, por quien se descubre el complot, nacido en Mora de Aragn, en 1761, comerciante y hacendado, hijo de Pedro Montesinos y Mara Rico, y casado con Manuela Otamendi, cuya madre era la prometida de
20

Vase: Rafael Martnez Salas, Jos Rusiol, un cataln mrtir de la libertad de Venezuela. ahora en: 200 aos de la Conspiracin de Gual y Espaa 1797-1997, Caracas: Comisin Presidencial Bicentenaria-Archivo General de la Nacin, 1997 (CDRom). 21 Premio a Jos Rusiol, 1798, en: Tropas Venezuela. Premios y retiros, AGS, Secretara de Guerra, 7184, Exp. 49. fols. 197-255. Probablemente se trate de un error, el que este documento diga expresamente que Rusiol no saba leer ni escribir, cuando precisamente, una de las cosas de las que se le acusa es de la lectura, transcripcin y difusin de papeles sediciosos, En este sentido, afirma Level de Goda en sus Memorias: De los tres ahorcados en La Guaira, fue uno el espaol sargento de artillera N. Rusenior (sic), que acaso no sera tal, porque su gran ilustracin no debi adquirirse para ser sargento, y sera otra cabeza desgraciada como Serrano errante fuera de la casa de sus padres, y sujeto para correr a una sargenta que tan fcilmente ganaba el que slo saba escribir. Al clebre abogado venezolano don Jos Bernab Daz que tom la confesin a Rusenior (sic) le o decir que le haba dejado aturdido, porque se hall con otro abate Vertot en el profundo conocimiento de las revoluciones y su historia. [Memorias de Level de Goda], p.602. 22 A pesar de que en ocasiones aparece citado en los documentos por su segundo apellido: Rico, para efectos de este estudio, en adelante ser nombrado como Montesinos.

131

Gual. Manuel Montesinos viva en Caracas desde 1780 y, tanto l como su hermano Jos, tambin comerciante, formaban parte del grupo, junto con la esposa de este ltimo, Mara de los Dolores Maytn. Martn de Goenaga, oficial de la Real Audiencia y Miguel Antonio de Larruleta, agricultor y propietario de las haciendas Uria y Carmen de Uria, eran cuados. Por su parte, Jos Xavier de Aranzamendi23, otro de los implicados, estaba casado con Luisa Mara de Elzaburu, hija de la esposa de Martn de Goneaga y emparentada con Mara de los Dolores Maytn. Nada de esto debe sorprender porque la sociedad de La Guaira era muy pequea y, por lo tanto, endgena, al punto que podra decirse que la conjura se forj en el mbito de una familia extendida.

Adems, apoyaban la causa otros hacendados como Esteban Valenciano, propietario de la Hacienda Caricuao en Antmano; y Francisco Zinza, dueo de una hacienda de cacao en el Valle de Chuspa; as como quienes seguramente prestaban servicio a esta familia nada comn: los bodegueros Vicente Estrada, dueo de la bodega de los Traposos y Martn Amador; el boticario Toms Cardozo, el barbero Narciso del Valle y el peluquero Andrs Renoir; el carpintero Lorenzo Garca; el pescador Antonio Ojeda; el practicante mdico Juan de la Tasa y el comerciante mayorista Juan Xavier Arrambide y, por supuesto, no poda faltar el cura, el presbtero Juan Agustn Gonzlez, vicario del Litoral. Todos ellos se reunan en una posada en San Felipe Neri, propiedad de la caraquea Ana Mara de Castro.

A diferencia de lo ocurrido en la conspiracin de Madrid, particip un significativo nmero de militares en servicio activo: Juan Agustn Garca, comandante militar del puerto; Juan Lartique de Cond, barn de Cond, capitn del Real Cuerpo de Ingenieros; Bonifacio Amezcaray, alfrez de Navo de la Real Armada y excapitn del puerto de la Trinidad; Juan Jos Mendiri, comandante del puerto y contador real interino; Patricio Ronan, teniente de ingenieros, comandante extraordinario del puerto y encargado de las obras de fortificacin; Jos Francisco Oramas24, alcalde de la Crcel; Jos Antonio Azcrate; Ramn Prncipe; Jos Antonio Camacho (alias Robespierre); el madrileo Agustn Serrano, de 26 aos, sargento del Batalln de

23

Incautacin de los documentos de Manuel Montesinos y Rico, Caracas, 1 de agosto de 1798. AGI, Caracas, 427, N. 1, 735 fols., fol. 249v. En adelante: Incautacin Montesinos. 24 Vase: Confesin de Jos Francisco Oramas alcalde que fue de la Crcel de La Guaira, Caracas, 1 de agosto de 1798. AGI, Caracas, 432, N. 74, 40 fols.

132

Veteranos; Nicols de Len (alias Croquer)25, subteniente de Granaderos; Lorenzo Archila, sargento de Caballera; Jos Rosalo Camacho, alguacil de la Real Audiencia; el sargento Jos Cordero, a quien junto a Narciso del Valle se les considera los jefes de la faccin de los pardos; Jos Florencio Angulo; el miliciano Lorenzo Acosta, de Carayaca; y los soldados guaireos Jos Manuel Pino y Juan Moreno; junto con Luis Peraza y Ayala, abogado de la Real Audiencia y Joaqun Sorondo, empleado de la Real Hacienda.

En realidad, es prcticamente imposible cuantificar y nombrar exhaustivamente a todos cuantos participaron en el alzamiento, aunque Tavera Acosta se atreve a dar cifras exactas: En esa revolucin hubo muchos complicados, como que pasaron de ciento, entre ellos 25 europeos, 49 criollos, 28 milicianos, 23 vecinos, 13 militares, 6 empleados fiscales, dos ingenieros y dos sacerdotes26.Una buena parte de los que encabezaban el grupo de los rebeldes perteneca a la colonia vasca que se haba establecido en La Guaira desde tiempos de la Guipuzcoana, entre ellos, los ya mencionados: Arrambide, Amezcaray, Goenaga, Aranzamendi, Mendiri y el propio Espaa.

La influencia revolucionaria de los prisioneros y emigrantes franceses de las Antillas En la Capitana General ya se haban producido otros alzamientos en el transcurso del siglo
XVIII:

La rebelin de Andresote en el valle del Yaracuy (1730-1733); el motn de San Felipe el Fuerte (1741); la rebelin de El Tocuyo (1744); la insurreccin de Juan Francisco de Len (1749-1751) contra la Compaa Guipuzcoana; el movimiento de Jos Leonardo Chirino 27 y Jos Caridad Gonzlez (1795) en Coro; y muy cerca tambin, el movimiento de los comuneros de los Andes (1781); coincide en buena medida la historiografa en decir que en ellos no se perciben objetivos polticos definidos, lo cual es, desde todo punto de vista, discutible, aunque por su extensin llevar a cabo un profundo anlisis del tema se sale de los lmites de este estudio, el cual posponemos para otra ocasin. Adems de los ya mencionados, tambin hay otros importantes antecedentes revolucionarios en La Guaira. Desde el comienzo de la Revolucin Francesa, Rusiol haba conversado en algunas ocasiones con J. M. Espaa, acerca de la posibilidad de
25 26

Incautacin Montesinos, fol. 136v. Bartolom Tavera-Acosta, (s.f.) Historia de Carpano. Caracas: Ministerio de Educacin, p. 83. 27 La Real Audiencia de Caracas condena a muerte de Jos Leonardo Chirino el 10 de diciembre de 1796.

133

establecer una repblica en la provincia de Venezuela, para que esta regin pudiera disfrutar, como Francia, de la libertad y la igualdad. Pero si hubiera que fijar una fecha precisa, es a partir de la declaracin de guerra entre Espaa y Francia, en 1793, cuando las ideas republicanas comenzaron a penetrar en Venezuela con mayor mpetu, aunque no hay que descartar que estas ya haban irrumpido desde la guerra de independencia norteamericana a travs de diversas publicaciones, como la edicin clandestina, en 1792, de la versin en espaol, del libro de Thomas Paine: Los Derechos del hombre28. Por eso no es acertado otorgarle toda la responsabilidad a los reos espaoles, lo cual le resta valor a los revolucionarios guaireos y a los antecedentes americanos, adems no hay que dejar de lado el hecho de que las reivindicaciones que reclaman y por las que luchan Gual, Espaa y sus seguidores, son fruto de su vivencia, de su conocimiento de la realidad local y no slo del contacto, tanto con los franceses de las Antillas, como luego con los reos espaoles.

Durante el interrogatorio a que se somete a Espaa en Caracas, el 2 de mayo de 1799, se le acusa de mentir con respecto a su idea de intento de sublevar la provincia de Venezuela para erigirla en Repblica Popular, segn las declaraciones de Jos Rusiol, del sargento Jos Cordero, del presbtero Domingo Arraiz 29: [] pues consta justificado en autos que desde el ao de noventa y cuatro ya conferenciaba y trataba con don Agustn Sorondo y don Manuel Gual acerca de reformar el gobierno de estas provincias e introducir en ellas el republicano [] 30, especie que Espaa niega porque dice no haber conocido, en el ao 1794, ni a Rusiol ni a Cordero. Pero este argumento:
[] confirma la conversacin que el nominado Gual hizo en Curazao a don Jos Francisco Barroso a presencia del confesante [Jos Mara Espaa], asegurando que el pensamiento de

28

Como era de esperarse, tambin aparece al igual que en Madrid entre los documentos incautados: [] un papel en castellano que contiene la declaracin de independencia de los representantes de las trece provincias unidas de la Amrica convocadas en el Congreso general publicado el diez de julio de mil setecientos setenta y seis. Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta, Caracas, 23 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N.18 (n.6), fol. 2r. 29 Que segn Espaa era su enemigo. 30 Confesin del reo Jos Mara Espaa, su sentencia imponindole la ltima pena, y su ejecucin, Caracas, 3 de mayo de 1799. AGI, Caracas, 433, N. 91, fols. 37v-37r. En adelante: Confesin de Espaa.

134

hacerse republicanos tuvo principio desde que estuvieron en La Guaira los franceses prisioneros remitidos de Santo Domingo []31.

Desde esa poca: [] se comenz a hablar con desembarazo, casi con publicidad en aquel puerto en favor del gobierno republicano, del nuevo sistema adoptado por los franceses, y de los decretos que emanaban de la Convencin []32 y, por lo tanto, del odio al gobierno metropolitano. Efectivamente, durante los aos previos al alzamiento, llegaron a La Guaira prisioneros franceses procedentes de Saint Domingue, muy a pesar de lo deseado por las autoridades metropolitanas:

Si la llegada de los emigrados cre el desasosiego en las autoridades coloniales, stas se sintieron caer en un estado de total consternacin por una comunicacin de Joaqun Garca, gobernador y capitn general de Santo Domingo, quien anunci que estaba enviando a Venezuela para su custodia un grupo de ms de quinientos (sic) prisioneros franceses tomados por los espaoles en la campaa de verano de 1793. Carbonell, que estaba ansioso por evitar la presencia de hombres pervertidsimos y detestables , inmediatamente comenz a hacer esfuerzos a fin de que fuesen embarcados para Puerto Rico y La Habana en lugar de hacia Venezuela. [] El intendente, siempre atento al estado de la tesorera, inform tambin al gobernador de que la colonia careca de recursos para encargarse de tantos prisioneros 33.

Pero de nada sirvieron los esfuerzos para despachar a los condenados a otro destino, as que no le qued ms remedio al gobernador que disponer los preparativos para recibirlos y aunque el primer intento fue el de enviarlos a Puerto Cabello:
[] los prisioneros fueron transferidos a La Guaira a causa de la presencia de los emigrados en Puerto Cabello al tiempo de su llegada. En La Guaira los presos fueron alojados en las oscuras y hmedas bvedas de la fortaleza. Los prisioneros deban ser mantenidos en completo aislamiento34.

31

Confesin de Espaa, fols. 37v-37r. Vase tambin: Jos Gil Fortoul, Historia constitucional de Venezuela. Caracas: Parra Len Hermanos Editores, T. I, p.133, 1930. 32 Confesin de Espaa, fols. 45v-46r. 33 William Callahan, La propaganda, la sedicin y la Revolucin francesa en la Capitana General de Venezuela (1789-1796). En: Boletn Histrico de la Fundacin John Boulton. Caracas: N 14, p. 193, 1967. 34 Ibdem, pp. 193-194.

135

Pero una vez en La Guaira, lejos de permanecer aislados tuvieron grandes facilidades de comunicacin con la poblacin local. Un informe de la Audiencia de Caracas al rey dice:

Con motivo de las revueltas de los espaoles y los franceses en Saint Domingue se recibieron ms de ochocientos prisioneros franceses en La Guaira, en donde estuvieron largo tiempo con separacin, pero no pudo ser tanto que impidiese su trato con los espaoles 35.

A partir de ese momento y durante todo el proceso, se agudiza el enfrentamiento que se haba iniciado prcticamente desde la creacin de la Real Audiencia, entre el grupo de los De Len, del que forman parte el intendente Esteban Fernndez de Len y su hermano Antonio (nombrado ms tarde marqus de Casa Len), el regente Antonio Lpez Quintana y el presbtero Jos Ignacio Moreno, en contra de la faccin del gobernador Carbonell36. Moreno censura, con su pluma insidiosa, que:

Las libertades de la juventud guairea no han tenido en mucho tiempo una autoridad fuerte que los enfrente, un jefe inmediato tan celoso y vigilante como se haba menester y as ellas subieron al colmo del furor. Sus reos, los presidiarios franceses venidos de Saint Domingue, junto con sus cadenas transfirieron all sus vicios y sus errores, sus grillos y sus miserias, sin embargo es preciso confesar que no fue sino una pequea porcin de mozos mal divertidos y de las heces de aquel vecindario, la que verdaderamente fue contaminada de aquel tan atrevido y delincuente proyecto []37.

35

Casto Fulgencio Lpez, Juan Picornell, p. 72. Lpez, Casto Fulgencio. (1955). Juan Picornell y la conspiracin de Gual y Espaa: narracin documentada de la pre-revolucin de Independencia venezolana. Caracas-Madrid: Ediciones Nueva Cdiz. 36 El desafecto de Carbonell por estos funcionarios y su partido es evidente, de ellos advierte que: As tambin conociendo que el Ayuntamiento puede ser de mucho embarazo a sus pretensiones, se han procurado un partido en l por unos medios escandalosos y peligrosos como fomentar abiertamente la divisin entre espaoles y criollos, declarndose protectores de stos en las apariencias y seducindolos con utilidades y beneficios a favor de la patria, para conseguir a su conveniencia afaccionarlos (sic), cuyo nmero proyectaron aumentar incitando a los que aqu se llaman mantuanos por medio del presbtero doctor Juan Jos Ignacio Moreno y don Esteban Fernndez de Len a entrar en los oficios de regidores que ha mucho tiempo estaban vacantes. Informe del capitn general, Caracas, 1796-01-28. AGI Caracas 60. Ahora en: A. E. Lpez Bohorquez, Los ministros de la Audiencia de Caracas (17861810) Caracas: Academia Nacional de la Historia, p.94, 1984. 37 Informe Moreno, fols. 4r-4v. El informe de Moreno est dividido en cinco secciones: Medios de establecer la tranquilidad de Caracas; Mejoras en el sistema moral; Mejoras en el sistema poltico; Mejoras en el Sistema Militar; Mejoras en el sistema econmico, precedidas por una especie de exordio preliminar.

136

Esto provoc que se pusiera en duda la autoridad de Carbonell, a lo cual contribuye Lpez Quintana, quien en su informe a Jovellanos no desperdicia la oportunidad de criticar a Carbonell con el ministro ilustrado:

Contemporneamente se haban remitido de la isla de Santo Domingo al puerto de La Guaira ms de 800 prisioneros franceses imbuidos de sus opiniones revolucionarias y contagiosas, y por tanto muy sospechosos y peligrosos supe que no haba la diligencia prudente y firme que era indispensable en su custodia, y que se manejaban casi con entera libertad, saliendo continuamente en cuadrillas con pretexto de tomar vveres, y baarse intimndose cuanto podan con el paisanaje, que tambin concurra en tropas a or su conversacin, y sus canciones y ver sus juegos en la mansin que les estaba destinada, sobre lo cual repet mis insinuaciones al gobernador con toda la eficacia que pude, pero las reciba framente y sin la menor sombra del temor que yo tena de que aquellos prisioneros contribuyesen, como a mi parecer contribuyeron efectivamente, a la preocupacin de muchos inspirndoles el deseo del infame plan de la revolucin que la Audiencia ha manifestado a V.E.38.

Por su parte, Lpez Quintana afirma que con la llegada de los emigrados franceses llega tambin la masonera a Venezuela, aunque hasta ahora al igual que ocurre con la conspiracin de Madrid no haba ninguna prueba convincente salvo su testimonio. Relata Lpez Quintana:

Vinieron en fin aqu los emigrados, y la experiencia demostr que mis recelos eran fundados, pues desde su llegada entraron en conversacin demasiado franca, y de ningn modo indiferentes con todas las clases del pueblo por lo cual, usando del artificio, entre otros a manifestar como en prueba de confianza ciertos ropajes y papeles que decan ser honrosos distintivos y ttulos del Colegio Universal de Franmastres (sic); y se logr que se retirasen aquellos hombres al puerto de La Guaira de donde salieron a poco tiempo para Europa; pero no se pudieron remediar las impresiones que haban causado en el orden moral, y que despus acaso

38

Documentos histricos de Venezuela [manuscrito] 8 carpetas (1 caja), Coleccin Manuel Alfaro Barroso. Documentos: Juan Antonio de la Virgen Mara y Viana. ndice de la representacin reservada que dirige al Excelentsimo seor don Gaspar de Jovellanos del Consejo de Estado secretario de Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia, el regente de la Real Audiencia de Caracas con fecha de 16 de septiembre de 1798. Biblioteca Nacional de Venezuela, Sec. Manuscritos, ZMV D636. 51 fols., fol.5r. En adelante: Representacin Viana. Vase tambin: Doc. 247. Certificacin en favor del coronel don Agustn Garca. Resea del proceso de la Revolucin de 1797 [Caracas, 3 de julio de 1799], ahora en: Jos Flix Blanco y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia. T. I, pp. 370-382, 1875

137

habrn sido unos estmulos perniciosos para que muchos deseen el libertinaje con el nombre de libertad39.

Las autoridades que interrogan a Espaa aseguran, basndose en las confesiones de otros reos, que entre quienes establecieron este primer contacto y se reunan con ellos en el Puente del Ro Arriba, en La Guaira, se encontraban: Narciso del Valle, Jos Rusiol, Joaqun Sorondo, Manuel Gual, Jos Antonio Pardo, Martn Goenaga y el propio Espaa, y hasta festejaron la toma de Irn por los franceses40. Por este motivo, Gual fue seriamente reprendido por el teniente del rey en La Guaira, en una fiesta muy sonada que diera este en su casa; y Espaa y Arrambide lo fueron por el comandante Esteban Aymerich, a lo cual hicieron caso omiso. A partir de entonces, Espaa intenta organizar y llevar a cabo una insurreccin con la cooperacin del comandante de los prisioneros franceses, mr. Pac (sic):
[] para apoderarse del puerto, y que al efecto los prisioneros se haban provisto de cuchillos que llevaban ocultos en las copas de sus sombreros, pero que no se realiz por haberlo resistido el capitn Raynar, ponindoles presente que un proyecto semejante era contra la humanidad, pues forzosamente haba de seguirse el derramamiento de sangre en el pueblo41.

A los pocos das de fraguarse el plan, los prisioneros fueron remitidos al puerto de Ballaj [Puerto Rico], de donde Espaa dedujo que probablemente la informacin sobre el proyecto se haba filtrado en las esferas gubernamentales.

Consideraba Espaa un buen momento para llevar a cabo la revolucin: se haba producido la firma del tratado de paz entre Francia y Espaa (recurdese Basilea, 1795) y de esto se hablaba con cierta libertad en La Guaira, pero J. M. Espaa no supo elegir bien la coyuntura, porque a la Francia metropolitana (a diferencia de la antillana), no le interesaba en ese momento entrar en nuevos conflictos protegiendo sus intereses con la Monarqua espaola y, por lo tanto, no
39 40

Representacin Viana, fol. 4v. Confesin de Espaa, fol. 45v. 41 Ibdem, fols. 48r-48v. Es posible que este plan est asociado al que relata Cordero en su declaracin de 16 de agosto de 1797, en la que alude a una conversin que tuvo con Narciso del Valle en la que: [] ste haba tratado sobre la materia de la revolucin con Monsiur (sic) Fronqua oficial entre los prisioneros franceses que hubo en La Guaira uno de los cuatro que intentaron hacer fuga del Hospital de San Juan de Dios, de cuyas resultas se le form Causa. Confesin de Cordero, fol.60v.

138

apoyara una revolucin independentista en sus colonias. De aqu que todo lleve a pensar que, tanto los rebeldes guaireos como las propias autoridades y, por supuesto, los mantuanos y comerciantes, estaban desfasados de la realidad europea, en cuanto a la velocidad con que se sucedan los acontecimientos y cambiaban de la noche a la maana la correlacin de fuerzas polticas en las metrpolis. Otro tanto pasa, por ejemplo, con Vctor Hugues, quien se entera muy tarde, para su sorpresa, de la destitucin y muerte de Robespierre.

Una vez, estando reunidos Gual, Espaa y Ronan con el mdico del hospital de La Guaira, Pedro Canivens, invitaron a Rusiol, de quien conocan sus inclinaciones polticas, a compartir con ellos la lectura y discusin de algunas gacetas procedentes de Francia, que recogan las ltimas noticias de la guerra. Paradjicamente pero a la vez de modo comprensible, Jos Ignacio Moreno como uno de los muchos que tenan importantes intereses econmicos y polticos en las colonias deplora la firma de la paz entre Espaa y Francia, pues cree que esto traer consecuencias negativas, tanto para Espaa como para sus colonias:

Mientras estuvimos en guerra con la Francia como tenamos cortado con esta nacin nuestra comunicacin y nuestro comercio, los idlatras del republicanismo no tenan facilidad, valor, ni proporcin para desplegar abiertamente sus ideas revolucionarias [] Despus de nuestra Paz con la Francia, y que acordadas nuestras diferencias establecimos con ella una alianza firme y recproca contra el orgulloso poder de la Inglaterra, los impulsos de la revolucin tomaron un calor, un desembarazo, y un movimiento bien diferentes42.

Es indudable que las autoridades saban del propsito de J. M. Espaa de liberar a los reos franceses, como lo denuncia en su informe a la Real Audiencia de Caracas Jos Mara Rey:
[] a pesar del resguardo que se tena en su custodia, y el corto recinto de ella, tuvieron un trato franco con el pblico, pero muy particularmente con don Jos de Espaa y don Juan de Arrambide llegando a tanto esta franqueza que o generalmente entonces haberse descubierto la resolucin de fugarse para cuyo fin nombraron los franceses cuatro de ellos que deban pasar de comisionados a sus colonias a implorar el asunto de sus compatriotas para que tuviese efecto la

42

Informe Moreno, fol. 2v.

139

fuga meditada, as eran las voces que corran en aquel tiempo, que Espaa y su colega favorecan esta solicitud []43.

Llama la atencin que, si en el mbito oficial era vox populi este hecho, los funcionarios se limitaran a una simple reprimenda verbal, cuando se trataba de una situacin tan grave. Critica Rey en su informe: [] que si el Jefe de aquella plaza hubiese cumplido con sus deberes y vigilante celo, conteniendo a los que se excedan mucho poda haberse remediado y contenido, y tal vez no habra llegado el grave conflicto en que nos hemos visto estos das con las maquinaciones de los malvados referidos y sus secuaces44. Una posible explicacin de la aparente ineptitud o negligencia de los funcionarios radica en que entre ellos haba quienes simpatizaban con las ideas republicanas:
[] en esta ciudad hablaba frecuentemente sobre la materia de la revolucin de Francia con el sargento Jos Archila; y como este escriba en la Secretara del seor gobernador, consegua algunas papeletas de noticias, y las franqueaba al confesante, y entre los dos discurran sobre aquellas y cuando eran relativas a las nuevas leyes que establecan los franceses, opinaban si eran o no adaptables a esta provincia45.

Las consecuencias de la Revolucin Francesa resultaban aterradoras, desde la perspectiva antirrevolucionaria de los grandes propietarios, quienes se vean reflejados en la que para ellos haba sido la funesta experiencia de sus pares antillanos, exterminados por los movimientos de negros jacobinos, como el encabezado en Hait por Toussaint L' Ouverture, o como ocurri en La Martinica, en Santa Lucia o en La Guadalupe. Consideraban los criollos que la Revolucin haba sido hecha sin consultar a los terratenientes europeos de las colonias francesas, y que el movimiento no haba tomado en cuenta sus intereses consolidados en la zona Absurdo argumento! Pero que dejaba consternada a la nobleza de la provincia de Venezuela, de aqu que la reanudacin de relaciones con Francia no fuera bien recibida. Dice Moreno que:

43 44

Informe Jos Mara Rey, fols. 8r-8v. Informe Jos Mara Rey, fol. 9v. 45 Declaraciones inquisitivas del sargento Veterano Jos Rusiol y su confesin, Caracas, 1 de agosto de 1798. Caracas, 430, N. 51, fols. 75v-76r. En adelante: Declaraciones de Rusiol.

AGI,

140

Desde que la Francia en el ao de 91, para sostener sus ideas republicanas contra la poderosa coalicin de los soberanos de Europa, adopt el proyecto de un gobierno rigurosamente democrtico todo extrao y sin consideracin, o relacin alguna hacia sus establecimientos de Amrica; desde que para reunir y consolidar sus fuerzas debilitadas por la anarqua y el poder de los partidos realistas estableci el sistema de perfecta unidad sobre las bases de la libertad e igualdad, sin contar para esta deliberacin con la quietud y grandes intereses de los propietarios de sus Antillas, fue visto que estos infelices abandonados por el gobierno de la metrpoli iban a ser otras tantas vctimas de los resortes de su nueva poltica46.

Esto, a su juicio, fue la causa de la destruccin de las colonias francesas en Amrica y lo sera de las espaolas, y agrega Moreno que esta situacin de desastre haba obligado a los franceses que quedaban vivos, a emigrar a Norteamrica y a las colonias espaolas, y an cuando el mismo Moreno expresa que se trataba de propietarios y hacendados, en general estos emigrantes pareca que tuviesen la misin de adoctrinar y compartir los ideales de la Revolucin Francesa con los grupos rebeldes (entre quienes tambin haba varios hacendados), que se venan formando en esos territorios. Moreno considera como una de las peores consecuencias de la emigracin de los blancos franceses de las islas a Tierra Firme, no slo la posibilidad de que se propaguen con ms fuerza las ideas revolucionarias y que, adems, su presencia induzca a la corrupcin de las costumbres, sino tambin a dar un mal ejemplo a la poblacin negra, que vera con admiracin el triunfo de los suyos sobre los blancos antillanos. Es cierto que: Los sucesos de Saint Domingue planeaban sobre Venezuela y hacan pensar que las tensiones entre plantadores y grupos de color, libres y esclavos, se reproduciran en la Capitana con las mismas consecuencias que en la colonia francesa47.

Este temor estaba perfectamente justificado, porque vena aunado a la introduccin de papeles subversivos procedentes de las islas, que comprometan la estabilidad del gobierno colonial como, por ejemplo, la traduccin al castellano de la: Instruccin que debe servir de regla al Agente Interino francs destinado a la parte espaola de la isla de Santo Domingo . El agente al que se refiere el documento es el ciudadano Roum antes monsieur de San Laurent. Este documento fue examinado en Acuerdo Ordinario el da 19 de mayo de 1796; en l:
46 47

Informe Moreno, fol. 1r. Javier Lavia, Revolucin francesa y control social en Venezuela. En: Tierra Firme, Revista de Historia y ciencias sociales. Caracas: Ao 7, T. VII, p. 280, 1989.

141

[] se observ que este papel comprende varias expresiones capaces de causar perjudiciales impresiones en las gentes sencillas, especialmente en los esclavos que en sola esta provincia pasarn de cien mil, si como es de temer corriere semejante papel, y llegaren ellos a entender la clusula en que hablando con el insinuado Agente dice: Mirar como la principal de sus obligaciones la de ganar la voluntad de los habitantes espaoles de la isla de Santo Domingo, y refutar con la constitucin en la mano cuantas objeciones se le hagan. Si el acto constitucional aniquila el derecho horrible de esclavitud de un hombre sobre otro hombre, dotado igualmente de alma racional, claro, es lgico que este artculo no puede mirarse como una infraccin al derecho de propiedad colonial, sino por gentes llenas de preocupacin o ceguedad por un vil inters []48.

Por su importancia y lo delicado del asunto, las autoridades dieron la orden de recogerlo de manera discreta, porque teman que cualquier alboroto sobre el asunto pudiera ser contraproducente y aumentar el desconcierto y los deseos de libertad entre los esclavos, al punto que, el gobernador Carbonell descarta de plano la posibilidad de vender, en la provincia de Venezuela, 200 esclavos que haban arribado desde Saint Domingue y asegura que: [] ni an de balde seran recibidos por los hacendados y vecinos de este pas tales esclavos, porque ninguno quiere meter en su casa el estmulo de la insubordinacin, la irreligin y la corrupcin de las costumbres []49.

El destino americano de los reos de Madrid Durante el mes de diciembre de 1796, Picornell, Lax, Andrs y Corts arriban a su cautiverio guaireo. El sargento Rusiol conduce y custodia a Picornell, que viene enfermo 50 del largo viaje,

48

Carta reservada n. 85 de la Real Audiencia de Caracas, al secretario de Estado, Eugenio Llaguno, hacindole presente que, con iguales testimonios a los que acompaa, representa a S.M. haber detenido el curso y lectura de una Instruccin para el agente francs de la parte espaola de la isla de Santo Domingo , en: Real Audiencia de Caracas sobre un papel extranjero, Caracas, 2 de junio de 1796. AGI, Estado, 58, N.8, fol. 3r. En adelante: Instruccin para el agente francs, fols. 1v-2r. 49 Independencia. Docs. Varios 1791-1796. AANH, Vitrina I, fol. 27. 50 Doc. 247. Certificacin en favor del coronel don Agustn Garca. Resea del proceso de la Revolucin de 1797 [Caracas, 3 de julio de 1799], ahora en: Jos Flix Blanco y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per yBolivia, T. I, p. 375, 1875.

142

hasta su calabozo, a partir de ese momento se establece entre ellos una buena relacin 51. Desde finales de febrero de 1797, Rusiol hace ms frecuentes sus visitas al reo de Estado, adems, l y el alcalde de la crcel, Francisco Oramas, dan puerta franca a los rebeldes guaireos, quienes usan como justificacin su inters por conocer los entretelones de lo ocurrido en Madrid, pero lo cierto es que la intencin de estas visitas no es otra que la de incorporar a los recin llegados al levantamiento que ya se vena forjando en La Guaira. No hay detalles al respecto, pero se sabe que desde antes de su arribo, tanto el partido de los De Len como Gual y Espaa conocan lo ocurrido en Madrid, como lo revela Rusiol: [] antes de que viniesen a La Guaira los reos de Estado, oy hablar a don Manuel Gual y a Jos Mara Espaa sobre una conspiracin que se tena dispuesta en Madrid para el da de San Blaz (sic)[] 52, es factible que la propagacin de tales especies antes de la llegada de los reos, tambin haya contribuido a preparar el terreno para el alzamiento en La Guaira, porque en una poblacin de tan corto nmero de habitantes, es muy seguro que hubiera creado gran revuelo la llegada de unos prisioneros con tales antecedentes.

El sargento Jos Cordero, encargado de la vigilancia de la prisin, dice que no recuerda haber visto a nadie en el calabozo de Picornell, porque l siempre tena guardia de noche y realmente quien le facilitaba la comunicacin era el carcelero Oramas; menciona tambin que el barbero Narciso del Valle visitaba con frecuencia al reo, con la excusa de ir a afeitarlo, y relata los primeros encuentros entre l y Picornell en los das de su llegada, mientras haca la guardia. La segunda vez que conversan Cordero y Picornell, este le cuenta que:

51

La amistad entre Rusiol y Picornell la atribuye C. F. Lpez al hecho de que Pico rnell [] simpatiz con su paisano quien le habl en cataln []. Lpez, Casto Fulgencio, Juan Bautista Picornell, p. 71. Lpez, Casto Fulgencio. (1948). Juan Bautista Picornell. En: Revista Nacional de Cultura, M.E.-Direccin de Cultura (pp.64-72). Caracas, N 70, Sep./Oct. Ao IX. Aos ms tarde, en 1813, Dauxion Lavaysse describe la llegada de los reos a La Guaira como sigue: Entretanto, llegaban a La Guaira tres espaoles prisioneros de estado, condenados a estar encarcelados el resto de sus das, en una de las casamatas de uno de los fuertes de La Guaira. Estos prisioneros de estado, eran hombres dotados de gran talento. Uno de ellos, Picornell, haba sido apodado por sus compatriotas el Mirabeau espaol; ellos se aprovecharon del descontento pblico para interesar por su suerte al comandante y a los oficiales de la guarnicin []. J. J. Dauxion Lavaysse, J. J., Viaje a las Islas de Trinidad, Tobago, Margarita y a diversas partes de Venezuela en la Amrica Meridional. Caracas: Universidad Central de Venezuela, diciones del Rectorado, p. 40, 1967. 52 Rusiol y Cordero, fol. 3r.

143

[] se hallaba preso, y destinado a encierro perpetuo por haber intentado y casi puesto en ejecucin una revolucin en Madrid, para sacudir el yugo de la tirana que tena a Espaa oprimida, y otras cosas de este gnero relativas a la citada revolucin 53.

Por su parte, Espaa le pide a Rusiol que hable con Picornell para ver si este acepta recibirlo, as lo hace el sargento y de resultas le informa a Espaa:
[] que Picornell lo recibira bien respecto de que por el trato que con l haba ya tenido que era hombre bueno y sociable, que admitida la oferta pas en efecto a la Crcel Real conducido por Rusiol, y abierta aquella y el calabozo por Jos Tur, ayudante del alcalde, entr al calabozo vio y trat por la primera vez a Picornell el cual le recibi con agrado 54.

Espaa tiene ms comunicacin con Picornell que con los dems reos:

Confiesa de buena fe l haber tratado y comunicado de palabra y por escrito con los reos de Estado que se expresan y lo eran Juan Bautista Picornell, Manuel Corts, Sebastin Andrs y Jos Lax entendindose que de estos el principal era el primero []55.

A decir verdad, Espaa estaba ansioso de compartir con un revolucionario europeo de alto vuelo, como crea que lo era Picornell. Sobre este asunto declara que:
[] despus de la llegada de Juan Bautista Picornell al puerto de La Guaira, oy decir pblicamente vena condenado a encierro por haber proyectado e intentado una revolucin en el reino de Espaa, con cuyo motivo, y persuadido de que sera hombre de singular actividad, entr en vivos deseos de comunicarlo56.

A pesar de que sus encuentros fueran aparentemente escasos dice Espaa que slo se vieron tres veces se estableci entre ellos una intensa comunicacin por escrito, cuyos mediadores eran Rusiol y Narciso del Valle. Es probable que sea fruto de este contacto un misterioso papel sedicioso en defensa y solidaridad con los reos espaoles, en el que se pide a los ciudadanos
53 54

Confesin de Cordero, fol.2v. Confesin de Espaa, fols. 28r-28v. 55 Ibdem, fol. 26v. 56 Ibdem, fols. 27v-28r.

144

protegerlos, como su annimo autor dice haberlo hecho cuando el alzamiento de Madrid. Dice en este lbelo que los reos:
[] quienes despus de haber sufrido grillos, cadenas, tormentos, y agonas en las crceles de Madrid por sus opiniones polticas, han sido transferidos aqu para pasarlos a los presidios de Puerto Cabello y Panam, y que seguramente hubieran ya sofocado sus ltimos suspiros entre los brazos de la muerte si no hubisemos tomado nuestras medidas para sustraerlos del yugo de la opresin, y la preocupacin del Ministerio Espaol, aunque a peligro de nuestras vidas, empleos y honor; porque en nuestro fatal gobierno este es un delito de alta traicin 57.

Otro de los sospechosos es Agustn Garca, de quien se sabe que le entreg cien pesos a Picornell, durante los das cercanos a su llegada, cinco reales diarios para su manutencin y dos onzas de oro cuando se produjo su fuga 58, adems de sostener correspondencia con l. De Garca dice Rusiol que lo haca para obtener, a travs de l, prebendas en la Corte:
[] respondi que llevaban correspondencia secreta, pero ignora de que trataba, aunque todos decan que era por conseguir sus ascensos: y aade que en La Guaira con generalidad se dice que el origen de estos movimientos de revolucin salieron del mismo Garca, porque desde los principios de la Guerra con la Francia la proyectaba pero se ha distrado de ella con motivo de haberle venido grado de teniente coronel [] 59.

Qu ingerencia podra tener Picornell en la Corte para recomendar a alguien para un ascenso? Posiblemente la misma que le habra salvado la vida de la pena de muerte? O simplemente Picornell haba estafado a Garca para conseguir dinero? Jos Mara Espaa explica:

Que el mismo Picornell dijo al que confiesa que don Agustn Garca le haba pedido recomendacin para la Corte y le haba recomendado sin expresarle para qu? cundo? ni

57

Proclama en defensa y solidaridad con los reos espaoles, Caracas, 8 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 32, fol. 1v. 58 Declaraciones de Rusiol, fols. 36r-36v. Doc. 247. Certificacin en favor del coronel don Agustn Garca. Resea del proceso de la Revolucin de 1797, Caracas, 3 de julio de 1799, ahora en: Jos Flix Blanco y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia. Caracas: Imp. de la Opinin Nacional, T. I, p. 375, 1875. 59 Declaraciones de Rusiol, fols. 36v-37r.

145

cmo?, y slo le consta que el carcelero Gonzlez llev al correo de La Guaira una carta de Picornell rotulada de la letra de ste a un Villalba Sols en Madrid60.

Es probable que se trate del mdico Joaqun Villalba, inculpado tambin en la causa de Madrid, lo que podra ser un indicio de que Picornell haba logrado, por ese medio, establecer contacto epistolar con sus antiguos colaboradores en la Pennsula. Pero lo cierto es que las autoridades no estn en absoluto alejadas de la verdad, cuando afirman que los reos de Estado han participado activamente en la ejecucin de los planes subversivos:

Poco antes que V. M. declarase la guerra al rey de Inglaterra, vinieron remitidos de Espaa algunos reos de Estado y se pusieron en la crcel de La Guaira mientras haba proporcin de pasar a sus respectivos destinos, llamados Juan Picornell, Manuel Corts, y Sebastin Andrs, hombres sin duda muy sagaces y versados en el arte de persuadir conmover y atraer a sus intereses las personas que los tratan, como resulta han conseguido [] Es indubitable que los tres reos de Estado -Picornell, Cortes y Andrs- no slo inflamaron con su trato los nimos ya corrompidos y dispuestos a la rebelin, sino que tambin los aconsejaron en el modo de ejecutarla, formndoles o ayudndoles a formar las instrucciones conducentes y dndoles noticias y papeles anlogos al designio61.

El mito de las visitas a los reos ha tenido curiosas repercusiones en la historiografa sobre el tema, al punto incluso de convertir la crcel en una suerte de santuario republicano, del cual se presume que hasta Bolvar lo frecuent, segn dice Toms Cipriano de Mosquera en un texto que carece de apoyo documental:

Bolvar supo por una casualidad el ao de 1797 el plan de la revolucin que se tena en Caracas para emanciparse de Espaa; pero fue cauto, y no dijo a su tierna edad nada que pudiese comprometer a los que queran ejecutarlo, y celebraba la idea con los de su familia, como una cosa buena, deseando que tomasen parte su curador y su hermano. Cuando fueron juzgados

60 61

Confesin de Espaa, fols. 37v-37r. Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 6r-6v.

146

algunos sujetos a causa de haberse descubierto el plan, Bolvar por su poca edad pudo obtener permiso de los jefes de Espaa para visitar los presos, y les fue til su viveza y cautela 62.

Bolvar tena, para aquel entonces, 14 aos.

62

Toms Cipriano de Mosquera, Memorias sobre la vida del Libertador Simn Bolvar. New York: Imprenta de S.W. Benedict, 1853, 2 v. T.I, p: 6, 1853.

147

CAPTULO II
MOTIVACIONES, CONDICIONES Y ORGANIZACIN DEL PLAN REVOLUCIONARIO

Incidencia de las reformas borbnicas en la decadencia de Espaa y sus colonias y sus repercusiones en la conspiracin de La Guaira Antes de continuar, consideramos imprescindible hacer una revisin, aunque sea somera, de la situacin de la economa colonial espaola y, evidentemente, de sus consecuencias en la Venezuela que se prepara para lograr su Independencia, considerando que lo econmico es determinante en los procesos sociales. Vista desde la perspectiva metropolitana, la poltica econmica colonial de la segunda mitad del XVIII, result ineficaz e impidi a la Corona espaola aprovechar racionalmente los recursos y mantener su precario control en Ultramar que, lejos de ser redituable, se haba vuelto oneroso. Esto lo percibe el conde de Aranda, quien, en su muy conocida Exposicin al rey Carlos III sobre la conveniencia de crear reinos independientes en Amrica1, declara ante el soberano los motivos por los cuales sera para Espaa muy til deshacerse de todas sus posesiones en Amrica. Pero la poltica puesta en marcha por la Corona fue diametralmente opuesta a lo que propona Aranda, porque por el contrario, crea que era imprescindible recuperarlas2. Los crecientes conflictos en la poltica exterior de Carlos IV, motivados, entre otras cosas, por los constantes reajustes de la situacin de Espaa en el marco de la correlacin de fuerzas internacionales, especialmente con la introduccin de cambios en las alianzas tradicionales y por tanto en las relaciones de neutralidad, habran de repercutir en el establecimiento de una poltica de comercio libre que complaciera a todos los sectores involucrados. Un sistema que apareca tanto ms inquietante en el Caribe, por la presencia en l

1 2

Ahora en: Andrs Muriel, Historia de Carlos IV. Mardrid. Ed. Atlas, p. 400, 1959. Josep Fontana, La crisis colonial en la crisis del Antiguo Rgimen espaol. En Bonilla, Eraclio (ed.). El Sistema colonial en la Amrica Espaola. Barcelona: Crtica, p. 316, 1991.

de los grandes canales atlnticos de competencia comercial (ingls, holands, francs, dans, etc.), particularmente en lo que a trasporte se refiere.

La economa espaola se hallaba en inferioridad de condiciones con respecto a la de las potencias martimas europeas, las cuales se mostraban abiertamente hostiles a las rdenes restrictivas y exclusivistas impuestas desde la metrpoli al comercio colonial. En consecuencia, la Corona era la ms perjudicada por su propia incompetencia para cubrir las necesidades, tanto de sus posesiones americanas como las de la Pennsula, y para completar, los metales trados de las colonias apenas alcanzaban para cubrir el dficit de la balanza de pagos. A esto hay que agregar, por si fuera poco, el fuerte impacto ocasionado por el desembolso blico que genera un considerable aumento del gasto pblico. Lo cierto es que disminuyeron los impuestos en Amrica pero tambin las inversiones en burocracia civil y militar, limitando la ya restringida posibilidad de acceso a los cargos de los criollos. Valentn de Foronda, en 1787, sostena en una de sus disertaciones que [] el comercio exterior siempre es til, pues nada menos que impide la aniquilacin total de un pas3; y deca Jovellanos que:
[] el comercio libre impedir la constitucin de los monopolios por los grandes propietarios capitalistas y el alza consiguiente de los precios, y pide la promulgacin de una ley permanente que ponga fin a las turbias negociaciones que se llevan a cabo bajo el manto de las leyes prohibitivas.4

En 1788, Campomanes destacaba la significacin que posea para Espaa el comercio con las Indias. En todo caso, el comercio americano, orientado hacia nuevos esquemas de intercambio,

Foronda, Valentn de (1968). Sobre lo honrosa que es la profesin del comercio, p. 2, ahora en: Antonio Elorza, La Sociedad Bascongada de los Amigos del Pas en la ilustracin espaola, p. 342. Otros autores de la misma generacin de Foronda, por ejemplo, Jos del Campillo y Cosso, ministro espaol de Guerra y Finanzas, en su tratado Nuevo sistema de gobierno econmico para la Amrica, manifestaba lo conveniente que era para el gobierno peninsular la explotacin de sus posesiones en Amrica. Este tratado fue reeditado con algunas modificaciones en 1762 por Bernardo Ward en su: Proyecto Econmico en que se proponen varias providencias dirigidas a promover los intereses de Espaa, con los medios y fondos necesarios para su implantacin, Madrid, 1779 y luego publicado en 1789. 4 Sarrailh, Jean (1981). La Espaa ilustrada de la segunda mitad del siglo XVII. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, p. 554.

149

era determinante en la implantacin de las reformas y, por lo tanto, en el proceso de integracin espaola al sistema econmico mundial finisecular, de aqu que buena parte de la produccin intelectual de los ilustrados gravitara en torno a las alternativas que ste ofreca. Por supuesto que, en las Sociedades Econmicas el comercio con Amrica era un tema de polmica entre sus miembros, quienes debaten acerca de la conveniencia de asignarle a las colonias americanas el lugar preeminente que deba corresponderles: el de ser el principal abastecedor de materias primas en particular de productos agrcolas y de metales preciosos, lo cual favorecera el trfico comercial y a la vez incrementara el erario metropolitano, an as, estructuralmente la economa peninsular no cambi significativamente con las reformas comerciales 5, porque tampoco cambiaron los criterios oficiales ni las concepciones doctrinales en lo que al sistema econmico se refiere6.

Carlos III, el 12 de octubre de 1778, haba promulgado el Reglamento para el comercio libre basndose en la premisa de que: [] slo un comercio libre y protegido entre espaoles y americanos, puede restablecer en mis dominios la agricultura, la industria y la poblacin a su antiguo vigor []7, en consecuencia suprime el monopolio gaditano y autoriza a trece puertos espaoles (adems de los de Baleares y Canarias) a comerciar con veinte puertos americanos 8. Evidentemente, el incipiente capitalismo imperialista metropolitano pareca desmoronarse y se vea como nica alternativa un reajuste (de ah las reformas borbnicas) en sus mecanismos de explotacin. Entre 1788 y 1792, el gobierno metropolitano toma aquellas medidas que consider ms oportunas, con las cuales trata tambin de aplacar los nimos inquietos de quienes haban logrado establecer en Amrica importantes intereses econmicos desde haca varias generaciones. Por real decreto de 28 de febrero de 1789, esta gracia se extiende a Venezuela y Nueva Espaa y, desde ese momento, la incertidumbre de los productores haitianos y trinitarios los lleva a crear nuevas relaciones con las provincias norte-orientales de Venezuela y hasta se trasladan a Tierra
5

John Robert Fisher, El comercio entre Espaa e Hispanoamrica (1797-1820). Madrid: Banco de Espaa Servicio de Estudios, p. 19-20, 1993. 6 Fernando Murillo, Las Indias y el cambio econmico en la Espaa del siglo XVIII: Administracin y comercio . En A:A:V:V, La Amrica espaola en la poca de las Luces: Tradicin Innovacin Representaciones . Madrid: Edicones de Cultura Hispnica, p. 19, 1988. 7 B. Torres Ramrez, B. y J. Ortiz de la Tabla (eds.), Reglamento para el comercio libre, 1778, p. 1, ahora En: John Robert Fisher Ob.cit, p. 15, 1993. Vase tambin: Fernando Murillo, Las Indias y el cambio econmico en la Espaa del siglo XVIII: Administracin y comercio. En A:A:V:V, La Amrica espaola en la poca de las Luces: Tradicin Innovacin Representaciones . Madrid: Edicones de Cultura Hispnica, p. 19, 1988 8 Jean Sarrailh, Op.cit., p. 556.

150

Firme, donde sigue siendo protegido el monopolio comercial reformado. En cuanto a los resultados que derivaron de esas disposiciones y segn Fisher: Considerando el perodo 17821796 como un todo, el porcentaje anual del valor de las exportaciones fue un 400% ms alto que en el ao base de 17789. Al mismo tiempo, los productos que se comercializaban eran de dudosa procedencia y la posibilidad de implantar un verdadero control de las mercancas pareca un sueo inalcanzable:

Las reglas del juego establecidas para el comercio libre permitan declarar como productos nacionales los extranjeros semielaborados que haban sido acabados en Espaa [ ] y el fraude acababa de complicar las cosas, hasta el punto de que en la propia Junta Suprema de Estado se lleg a reconocer que, dada la falsificacin general de las marcas que llevaban los gneros, era imposible saber cules eran realmente de produccin nacional10.

Adems, el comercio con Amrica funcionaba como un monopolio cerrado del trfico con las Indias11, que restringa a los propios espaoles y extranjeros naturalizados la posibilidad de obtener licencias para negociar con Amrica, y a los americanos adquirir barcos hasta un cierto tonelaje que no les permitiera hacer el viaje a Europa. Esto ocurra precisamente cuando el dominio del mar era sinnimo de poder, as que para evadir tantas trabas se impone el contrabando o, mejor dicho, contina el contrabando, con las consecuencias econmicas que de ello se derivan12. Es un dato curioso que los revolucionarios guaireos culpen a la religin catlica de ser la instigadora contra el contrabando al calificarlo de acto pecaminoso: qu Religin la que ha predicado por orden del Rey que era pecado mortal el contrabando ! Que el Rey es Seor de vidas, honras y haciendas!13.

Por supuesto, los comerciantes peninsulares obtenan unos mrgenes de beneficio considerablemente superiores a los que podan recibir los de las colonias, porque los metales
9

John Robert Fisher, Ob.cit., p. 18. Josep Fontana, Ob. cit., p. 311. 11 Fernando Murillo, Ob. cit., p. 24. 12 Sobre el contrabando durante el siglo XVIII en las costas de Caracas (y en el Caribe en general), vase el muy completo estudio de Ramn Aizpurua: Curazao y la costa de Caracas (Introduccin al estudio del contrabando de la provincia de Venezuela en tiempos de la Compaa Guipuzcoana 1730-1780), 1993, incluye una extensa bibliografa sobre el tema. 13 Exhorto de Gual a los Americanos, en: Presidente de Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 59, N. 8, fol. 1v. [Doc. 11]. En adelante: Exhorto a los americanos.
10

151

preciosos y otros productos americanos superaban con creces las mercancas despachadas desde la Pennsula, valoradas a precio de pie de fbrica o del puerto14. Adems de que los precios de ida no incluan los gastos imprescindibles para su traslado, ni siquiera el flete, los impuestos o el seguro, al contrario de lo que ocurre con los de retorno, que eran pagados en Amrica. Por otra parte, la economa monetaria en Amrica fue muy reducida, a pesar del flujo de metales, porque, como lo ha sealado R. Romano: [] la pretendida correlacin entre oferta de metales preciosos y oferta de moneda es falsa, por lo menos en el caso Americano 15. Es muy diferente hablar de metales preciosos en bruto que de monedas acuadas, los primeros se miden por peso y las segundas por unidades, por la calidad de las emisiones y por su circulacin social, estas ltimas representan, por lo dems, signos de intercambio y su importancia depende tambin de la velocidad de su circulacin, incluso se pensaba que: [] la abundancia de metales amonedados en un Estado no slo no es provechosa, sino que amenaza con derribar su industria, sus fbricas y su comercio interior16. A este punto, vale la pena destacar que algunas de las regiones de ultramar que podran considerarse marginales o de menor importancia, sirvieron de puertos de trnsito y abastecimiento, o de almacenes para el comercio espaol por tratarse de territorios cuya escasa produccin metalrgica los haca poco interesantes para la Corona, pero que por su ubicacin convenan para poner a salvo la mercanca, especialmente la de aquellos cercanos a las costas o a lugares en los que se dispona de caminos que facilitaban el paso de los cargamentos. Estas reas sirvieron de apoyo estratgico a aquellas otras que podan reportar mayores beneficios econmicos: la zona de extraccin de oro y plata del Per, la de plata en Mxico y algunos puntos estratgicos de la Costafirme por la produccin de tabaco con la cual se abastecan los estancos reales. As: [] la regin circuncaribea, como un todo, fue el mercado ms importante para Espaa.
Dicha regin consuma 67% de las exportaciones de Cdiz; el puerto de Veracruz slo contabilizaba el 35%, y Venezuela, el 10%, siendo ste segundo mercado en importancia de la regin, despus de Veracruz17.

14 15

Josep Fontana, Ob. cit., Nota al pie N 6, p. 312. Ruggiero Romano, Fundamentos del funcionamiento del sistema econmico colonial. En: Bonilla, Eraclio. (Ed.). El sistema colonial en la Amrica Espaola. Barcelona: Ed. Crtica, p. 245 (subrayado en el original), 1991. 16 Jean Sarrailh, La Espaa ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, p. 548, 1981. (El texto entrecomillado lo cita del Diario de Barcelona, 7 de noviembre de 1792). 17 John Robert Fisher, Ob. cit., p. 309.

152

Sin embargo, el mercado del Pacfico era ms rentable para los comerciantes de Cdiz que el del Ro de la Plata y Venezuela juntos. Como impulso a la industria y al comercio ultramarino, durante el siglo
XVIII

fueron creadas importantes compaas comerciales como la Guipuzcoana,

en Venezuela (1728), que deban afrontar, a su vez, un desfasado ordenamiento fiscal, pero que, en todo caso, vino a constituirse como uno ms de los ya implantados instrumentos de represin, dependencia, explotacin y genocidio de los que se vali el gobierno espaol desde que se iniciara la Invasin. En Amrica, tambin algunos de los ms versados pensadores de la poca en materia econmica, como el ilustrado neogranadino Pedro Fermn de Vargas, exponen las nefastas consecuencias para Amrica, derivadas de la falta de visin en cuanto a las polticas econmicas espaolas. En lo que respecta a la situacin de la industria expresa que:

La Espaa cuando se apropi el comercio exclusivo del nuevo mundo estaba muy distante de pensar que sus manufacturas haban de extinguirse totalmente en la Pennsula [y] [] lo cierto es que la nacin se vio a los 150 aos del descubrimiento de la Amrica casi sin fbrica alguna de su propio suelo, y obligada a comprar a los extranjeros todas las manufacturas que pedan sus colonias ultramarinas []18.

Todo esto como consecuencia de la prohibicin en las colonias de elaborar productos acabados. Este era uno de los puntos de honor para Gual, quien tena la esperanza de que, una vez concluido el proceso revolucionario inicial, [] se estableceran fabricas de todas clases de lenceras, y otras cosas tiles de que abundaba este pas, y se vea privado en perjuicio de sus moradores porque se utilizasen o hiciesen mayores ganancias los comerciantes de Europa19. Pero contrariamente a los argumentos de Vargas, plantea Burkholder que: [] muchos esfuerzos reales en fomentar la economa imperial se caracterizaron por un gran nfasis en la produccin metropolitana20. No obstante, para que las colonias pudieran implantar su propia industria, era condicin sine qua non lograr la independencia, algo impensable porque, evidentemente, Espaa no las aceptara como sus competidoras.

18 19

Pedro Fermn de Vargas, Ob. cit., pp. 178-180. Confesin de Cordero, fol. 103v. 20 Mark Burkholder A., y D. S. Chandler, De la impotencia a la autoridad. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, p. 121, 1984

153

Esta situacin se agudiza en las dcadas siguientes. En su anlisis sobre el perodo que abarca desde 1797 hasta 1820, Fisher advierte dos temas polmicos, esenciales, caractersticos y relacionados entre s de la poltica comercial de Espaa hacia sus colonias en Amrica: uno, el de la aplicacin intermitente del comercio neutral; y el otro relativo a la cuestin del comercio libre con otros pases, no slo con Espaa o entre las propias colonias espaolas 21. Las posesiones ultramarinas, slo podan abastecerse de los productos procedentes de Espaa, permitindoseles nicamente ofrecer a ella los suyos, evitando as la competencia en los mercados internacionales, lo cual redundaba en la ms absoluta dependencia. Por supuesto, la Corona obtuvo interesantes beneficios con la aplicacin de esta poltica, para empezar aprovech los pinges dividendos aduaneros (casi la cuarta parte del total de sus ingresos) que Amrica aportaba al erario, no obstante demor el proceso de modernizacin de la hacienda, sin que su posicin en la economa internacional se viera notablemente afectada, lo que no haba sido posible a sus ms acrrimos competidores, Francia e Inglaterra. La crisis econmica, poco antes de finalizar el siglo, lejos de desaparecer, empeora, al punto de que el monarca se ve obligado, en 1798, a pedir vergonzosamente a sus vasallos para saldar las deudas contradas donaciones o prstamos en efectivo, a largo plazo y sin intereses:

El Rey se ha dignado expedir los dos reales decretos siguientes: La obstruccin e impedimentos que por inevitable consecuencia de la guerra padecen la industria y el comercio en mis dominios de Espaa, juntamente con la detencin de caudales y frutos preciosos en los de Indias, son causa de que en el da se hallen extremamente reducidos los productos de mis rentas reales, mientras que por otro lado se acumulan y aumentan progresivamente los extraordinarios gastos con que es preciso atender a la defensa, al decoro y a la prosperidad de la Monarqua; de manera que despus de agotados los recursos a que ha podido echarse mano en las pocas anteriores, resulta un vaco cuantioso, con la urgente necesidad de llenarlo por medios tambin extraordinarios. El de imponer nuevas contribuciones se halla justificado por el ejemplo de las otras naciones beligerantes y por el conjunto de las actuales circunstancias en que el bien y la conservacin del Estado estrechan a cada individuo por los vnculos del inters y de la obligacin comn a consumar sacrificios proporcionados a sus facultades respectivas; pero repugnando todava a la sensibilidad de mi paternal corazn el acudir a este ltimo remedio, sino despus de haber experimentado la insuficiencia de todos los dems, he preferido entregarme a

21

John Robert Fisher, Ob. cit., p. 45.

154

la justa confianza de que mis fieles y amados vasallos, movidos por los estmulos de su propio honor, lealtad y patriotismo, coadyuvarn con generoso esfuerzo a que se complete la suma necesaria para las presentes atenciones. Por tanto he resuelto abrir dos suscripciones en Espaa e Indias, la una a un donativo voluntario en que las personas de todas clases y jerarquas ofrecern espontneamente cualesquiera cantidades en moneda y alhajas de oro y plata que les dicte su celo por la causa pblica: y la otra a un prstamo patritico sin inters, con calidad de haber de reintegrarse en preciso trmino en los diez aos siguientes a los dos primeros, que se contarn desde el da de la publicacin de la paz, a fin de que todos puedan ser participantes de la satisfaccin y el honor de concurrir a tan digno servicio del Estado, sin desprenderse de la propiedad de aquellos caudales que necesitarn para atender a sus negocios ulteriores, o fomentar los progresos de su industria 22.

Esta solicitud es emblemtica de las circunstancias en las que se halla el rgimen, porque cuando el monarca se ve obligado a implorarle al pueblo recursos econmicos en trminos tan humillantes, sus das en el poder estn contados; en efecto, ese mismo ao de 1798, Godoy se ve obligado a abandonar temporalmente su cargo, momento de crisis que pone de manifiesto el declive paulatino del reinado de Carlos IV.

El establecimiento del comercio libre en la Capitana General de Venezuela Inquietaba a los pobladores de esta Capitana este incierto escenario, especialmente a los ms poderosos y hacendados23, incluyendo tambin a los funcionarios metropolitanos, muchos de ellos enriquecidos artificiosamente, por decir lo menos. A todos les preocupan, en particular, las condiciones desfavorables del libre comercio en la Capitana General, que afectaba las posibilidades de aumentar sus caudales. A su entender, y en la prctica era as, la Corona se equivocaba en la aplicacin de las polticas comerciales. Es sabido que molesta a los mantuanos que no quepa la posibilidad de ser reconocidos como iguales en derechos a los peninsulares, no slo en cuanto al ejercicio de los cargos poltico-administrativos sino tambin en lo que se refiere
22 23

Suplemento a la Gazeta de Madrid del martes 19 de junio de 1798 [pp. 449-452]. Es interesante observar que el nmero de individuos del comercio aparece mayor que el de los hacendados. Estos llegaban a 45 y aquellos eran en total 50, ncleo que evidencia la importancia que adquira el comercio. [ ] La clase de comerciantes por mayor era casi toda de procedencia vasca y la de mercaderes de origen canario. Mercedes lvarez F., Comercio y comerciantes y su proyeccin en la independencia venezolana . Caracas: Tip.Vargas, p. 45, 1963.

155

a los valores cambiables. Sin embargo, en relacin a su situacin econmica, y de cmo hicieron uso y abuso de las tierras y de la mano de obra, explica Lavia que:

Los mantuanos se beneficiaron de la poltica de remates de tierras llevados a cabo por la Corona y de las reformas de tierras de realengo, obligando a la poblacin libre que se beneficiaba de estas tierras a trabajar como asalariadas. [] la oligarqua se convirti en intermediaria entre los comerciantes y los pequeos propietarios; con el control de la comercializacin, la oligarqua pas a ejercer de metrpoli de los grupos subalternos, con casi el monopolio de la propiedad territorial, de la mano de obra esclava y el ejercicio de tutela de los libres 24.

A esto hay que agregar que los mantuanos no consideraban necesaria la ruptura independentista, porque ya haban logrado algunas prebendas, aunque no todas las deseadas, del gobierno metropolitano en la Pennsula, resultado de sus hbiles negociaciones. Es importante recordar una vez ms, que en el grupo de los revolucionarios hay hacendados entre los que destacan casualmente Gual25 y Espaa, por lo tanto, es indudable que a ellos les afectan directamente tanto como al resto las polticas econmicas metropolitanas, de aqu que su inters en combatirlas o aceptarlas, segn sea el caso, es un asunto que adquiere connotaciones personales y, por ello, no es fortuito que entre sus planes y proclamas se haga referencia expresa a cuestiones econmicas de las que el Estado Llano seguramente no estaba muy enterado, de aqu se deduce que su discurso no est orientado especficamente a ese estrato de la poblacin, o no particularmente a ese, sino a los de su misma o superior condicin econmica, objetivo que no logran alcanzar como hubieran deseado. La prueba ms palpable de esta cuestin est recogida, nada menos que en la proclama Espaoles de Amrica, cuyo primer prrafo dice:

24

Javier Lavia, Revolucin francesa y control social en Venezuela. En: Tierra Firme, revista de Historia y ciencias sociales.Ao 7, T.VII, p. 282, 1989. 25 Segn refiere Casto Fulgencio Lpez, Juan Picornell, p. 81: Manuel Gual viva en su hacienda en Santa Luca situada a dos leguas del pueblo del mismo nombre, en la Sabana de Ocumare. Retirado del ejrcito de S.M., con el grado de capitn, se haba dedicado a la agricultura, cultivando en su finca, cacao, ail, caf y maz. Para este ao de 1797, trabajaba en la instalacin de tanques y patios para el caf y el cacao y coladores y batidores para la extraccin de la tinta del ail. Tena 52 esclavos de su propiedad para el servicio de la hacienda, y, tal vez pensando en un contingente de futuros soldados, contrat con el doctor Adrin Campuzano terrateniente de Santo Domingo, el alquiler de otros 53 esclavos que le fueron enviados bajo contrato de tres pesos mensuales por cada uno. Lamentablemente no ha sido posible adivinar de dnde extrajo Lpez esta informacin.

156

Las circunstancias actuales han puesto a vuestras mercedes las armas en las manos y por consecuencia legtimamente deducida de ellas, expuestos a padecer mil miserias que os obligan el abandono de vuestro comercio con las dems colonias, as como a dejar sin cultura la mayor parte de vuestras haciendas nicamente para corresponder la esperanza lisonjera que os presentan vuestros Jefes y gobernadores de mantenerse en este estado que llaman de defensa con evidente peligro de su ruina y de la de sus familias. stos (con nimo porque sus intereses les hace la ley de tenerlo) obligan a vuestras mercedes hacer continuos sacrificios de su quietud y de sus caudales slo con el fin de sostener un gobierno tirano y cruel que pone todo su esmero en cargarles con derechos muy a menudo repetidos sobre todos los ramos que lisonjean su gusto y existencia26.

En esta misma proclama, despus de la humillante Paz de Basilea, Gual trata de persuadir a la poblacin, especialmente a los hacendados y comerciantes, de ponerse bajo la tutela del gobierno ingls, por supuesto en contra de los intereses del Directorio francs y de la Corona espaola, y en ella sintetiza tambin las ventajas econmicas que obtendra la provincia de Venezuela:
[] la propiedad ser sagrada y los frutos se multiplicarn sobre unos campos que el cielo bendice; el comercio ser libre como el aire que se respira Dios! El comercio libre! Que palabra de salud y de bendicin para la Amrica!27.

Consigna emblemtica del pensamiento liberal, demasiado bella para definir un proceso tan lleno de trabas, controles, posiciones y oposiciones y, en suma, de dificultades. Esta bendicin vendra acompaada del franco trnsito de las mercaderas y de la abolicin de los impuestos excesivos, de los cuales hacen mencin explcita en sus proclamas (de una manera muy racista, dicho sea de paso):
Abrid los ojos Espaoles! [] No veis estas leyes fiscales que ponen continuamente a cada uno no slo en la desgraciada situacin de verse despojado de cuanto tienen sino, lo que es ms sensible en la fatalidad de acabar sus das en los grillos y presidios! Qu esperanzas pueden ser

26

Proclama: Espaoles de Amrica, pasqun remitido desde la isla de Trinidad, Caracas, 12 de agosto de 1797. Caracas, 434, N. 234 (n. 7), fols. 1r-1v. [Doc. 12]. En adelante: Proclama: Espaoles de Amrica. 27 Exhorto a los Americanos, fols. 1r -1v.

AGI,

157

las vuestras de un gobierno opresivo que ha sacado de los moros argelinos y turcos los principios destructivos en que funden sus leyes?28.

A Manuel Gual le preocupa considerablemente el progreso del pas, a cuyo desarrollo se refiere como el ms avezado de los reformistas ilustrados espaoles, segn cuenta Ronan:
[] que hablando conmigo el capitn don Manuel Gual habr dos meses sobre la provincia de Caracas me dijo que era lstima no la hubiese yo visto o recorrido, que era un pas delicioso, que se daban en l todos los frutos de Espaa, y que slo se necesitaba libertad de comercio y siembras para que fuese dichoso, que se daba la grana, cepas de via, aromas y gomas, que tena excelentes maderas, ensenadas, ros navegables, situacin para astilleros, diques etctera. Que bajo otro gobierno sera feliz. Que se deban establecer imprentas y entonces luciran los talentos de la provincia y que era una de las primeras cosas que deba entablarse en caso de una reforma. Que deban fomentarse los ingenios, estimular y traer de fuera buenos fsicos y naturalistas para que examinasen la calidad de las plantas, minerales y dems para su uso; que haba excelentes minas, que bien exploradas seran utilsimas, pues las haba de hierro, cobre y an plomo, que seran ventajosas para fundicin de caones; que tambin las haba de azufre, y que con las de salitre que crea haba, se podran hacer fbricas de plvora. Que se podran establecer academias excelentes aqu en donde se instruyese la juventud y que sera una comisin digna de un talento grande. Que tambin floreceran las artes trayendo buenos artistas de colonias o Espaa29.

Y precisamente, en los das en los que se cierra el comercio de neutrales, los conspiradores hacen referencia explcita, en varios de los apartados de las Constituciones30, a la
28 29

Proclama: Espaoles de Amrica, fol. 1v. [Doc. 12]. Confesin de Patricio Ronan, Caracas, 1 de agosto de 1798, Documento n 7 Contiene la delacin del teniente del Real Cuerpo de ingenieros y extraordinario, comandante de la plaza de La Guaira don Patricio Ronan . AGI, Caracas, 427, N. 7, 167 fols., fols. 38v-39r. En adelante: Confesin de Ronan. 30 Autos sobre los papeles encontrados en poder de don Manuel Montesinos, comerciante y vecino de Caracas, incitando a la revolucin, Caracas, 1 de agosto de 1798. AGI, Caracas, 427, N. 1. En adelante: Constituciones. [Doc. 6]. Entre los papeles incautados a Manuel Montesinos y Rico, aparecieron varios ejemplares manuscritos de las Constituciones. Uno de los muchos que redactaron los conspiradores, pero que en este caso reviste una particular importancia, por tratarse de un instrumento jurdico de limitada vigencia, pero esencial para la comprensin de los hechos de La Guaira, porque en l estn resumidas las medidas que habran de tomarse para el xito del alzamiento y las acciones posteriores. Se trata realmente de un borrador, porque como explica Cordero: Estos planes nunca llegaron a tener perfeccin por no haberse acordado, examinado, ni aprobado en Junta. Confesin de Cordero, fol. 8v. Al respecto dice Pedro Grases que: Los 44 artculos en que estn distribuidas las Ordenanzas de la Conspiracin [] en conjunto constituyen una base de accin revolucionaria que tena que ser observada en todas

158

forma en que estn dispuestos, y se comprometen a resolver los problemas econmicos de la provincia. Son ellos el reflejo de la situacin general y de las aspiraciones de los habitantes. En el apartado 15 decretan los revolucionarios que quedara:
[] abolido el derecho que con el nombre de composicin pagaban al rey de Espaa todos nuestros mercaderes, bodegueros y pulperos y tambin el derecho de alcabalas que pagaban todos los que compraban efectos en los almacenes de nuestros comerciantes para el consumo de la tierra adentro31.

las provincias de Tierra Firme (Caracas, Maracaibo, Cuman y Guayana) a fin de alcanzar el xito apetecido: restituir al pueblo americano su libertad. Pedro Grases, Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios). En: Obras. Barcelona: Seix Barral, vol. 3, p. 51, 1981. La historiografa tradicional ha dado en llamar a las Constituciones, erradamente, Ordenanzas, posiblemente por una confusin con otro documento que est en el mismo legajo, elaborado aos antes en Madrid con una finalidad muy diferente, se trata de un escrito de los aristcratas espaoles, enemigos acrrimos del marqus de Esquilache, y que forma parte de un grupo de documentos que corrieron por Madrid durante el motn contra el polmico ministro. Lo que no se explica es como llegaron tales papeles a manos de los conspiradores de La Guaira. Este escrito en cuestin, que data de 1776, lleva por ttulo: Constituciones y ordenanzas que [se] establecen para un nuevo Cuerpo que en defensa del Rey y de la patria ha erigido el amor Espaol para quitar y sacudir la opresin con que intentan violar estos Dominios. Expediente principal de todas las providencias, acuerdos, ordenes, y dems que fueron librando para contener la traicin en el cual rueda tambin la Carta Pastoral, Caracas, 10 de enero de 1799. AGI, Caracas, 427, N. 2, fol. 60v. Vase el anlisis de este documento en: Jos Andrs-Gallego, El motn de Esquilache, Amrica y Europa, pp. 274280, 2003. En las Constituciones puede apreciarse una marcada influencia del pensamiento constitucionalista moderno, al menos en el nombre, tanto de Montesquieu y de Sieys, como de la Independencia norteamericana lo que lo convierte en un significativo aporte al pensamiento revolucionario de la emancipacin y en un antecedente de no poca importancia de la Constitucin Federal de 1811, que como se sabe es la primera en la Amrica de habla hispana. Las disposiciones que contempla son de carcter transitorio, y no se establece expresamente la separacin de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, aunque en su articulado est presente la intencin de realizar cambios estructurales profundos: desde la Independencia absoluta y la libertad de los esclavos, hasta el establecimiento definitivo del nuevo sistema de gobierno republicano. Con respecto a la autora de las Constituciones, comenta Cordero: [] sin duda Picornell hizo unos apuntes sobre l as nuevas Constituciones, y los pas segn le parece a don Manuel Gual por mano del sargento Rusiol segn tambin le parece; pero que Gual fue el que extendi en forma las Constituciones. Confesin de Cordero, fols. 23r-24v. En lo que respecta a la organizacin de su contenido, carece de la divisin en captulos y en secciones, que caracterizan a una Constitucin y, slo en algunos casos existe conexin temtica entre un artculo y el siguiente. Los asuntos de los que trata este documento pueden sintetizarse como sigue: 1. Disposiciones para las acciones iniciales del movimiento; 2. Disposiciones polticas; 3. Disposiciones civiles; 4. Disposiciones econmicas: produccin y comercio; 5. Disposiciones con respecto a la designacin de Junta Gubernativa interina y atribuciones de las nuevas autoridades; 6. Disposiciones sobre la conformacin del ejrcito revolucionario, sus atribuciones y compromiso con la causa; 7. Disposiciones relativas a la religin y a la iglesia. 31 Ibdem, fol. 9v. Con relacin a la diferencia entre comerciante y mercader, aclara Mercedes lvarez que: [] no haba en la ley clara distincin del Comerciante y el Mercader, pero en la prctica la caracterizacin era que aqul venda al por mayor y el segundo al por menor, y en consecuencia era comerciante detallista. Mercedes lvarez F., Ob. cit., p. 49. Para ver la diferencia entre las funciones de ambos, as como con las de los bodegueros, pulperos, y encomenderos, pp. 46-53. Proclamacin al pueblo hacindole saber que en Caracas estn aseguradas las cabezas del gobierno tirano, y ejecutado el mismo plan. AGI, Caracas, 434, N. 25, fol. 1v. En adelante: Proclamacin al pueblo de Caracas.

159

Esto se conformara como un intento de proteger, como nunca antes se haba hecho, a los pequeos comerciantes y, por supuesto, a los consumidores. Una poltica con la que esperaban que disminuyera la inflacin:
[] porque los multiplicados pagamentos de un mismo derecho sobre una misma cosa slo sirven de aumentar su valor a beneficio del que los impuso y en perjuicio general del pblico y de embarazar por este medio el consumo y el comercio []32.

Todos los controles, y hasta el estanco del tabaco 33, quedaran abolidos o al menos reducidos a su mnima expresin y no pagaran impuesto los alimentos considerados de primera necesidad:

La siembra y venta del tabaco ser libre desde el mismo acto de la revolucin de cualquiera pueblo; sern igualmente libres de todo derecho los comestibles de pan, arroz, menestras, races, verduras, frutas, etctera; y las dems especies de rentas y tributos quedarn en el mismo pie actual con la rebaja de la cuarta parte hasta la determinacin de la Junta General34.

En lo que al comercio internacional se refiere, se abriran los puertos: Todos nuestros puertos y radas estarn abiertos para todas las naciones del mundo, desde el principio de la revolucin, guardando con ellas la mayor armona y observando la ms exacta neutralidad con las potencias beligerantes35. Para ello llevaran a cabo una serie de acciones diplomticas con esas naciones, como queda establecido en el Plan:
[] con este objeto pasarn comisionados a tratar con las naciones, para establecer nuestra amistad entre ellas; y al mismo tiempo se les suplicar a las extranjeras que se hallen por casualidad en el puerto, demoren su salida hasta que les avise el gobierno; en el concepto de que

32 33

Constituciones, fol. 9v. [Doc. 6]. Vase: Eduardo Arcila Farias, Historia de un Monopolio: El Estanco del tabaco en Venezuela 1779-1833. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1977. 34 Constituciones, fol. 9r. [Doc. 6]. 35 Ibdem, fols. 11v-11r.

160

les ser remunerado cualquier perjuicio que les siga por esta causa, en caso de que lo reclamante (sic)36.

Jos Cordero apunta en su declaracin un elemento muy importante que hay que agregar a los anteriores y es que, segn le haba dicho Picornell, era imprescindible: [] abrir el comercio libre con todas las potencias extranjeras sin contribuciones algunas, o muy limitadas37. La comercializacin de los productos espaoles estara sujeta al reconocimiento de la independencia por parte de la Corona: Desde el acto de la revolucin se conceden tres meses a nuestros comerciantes para que avisen a sus corresponsales de Espaa que pasando dicho termino, sus efectos no sern admitidos hasta el reconocimiento de nuestra independencia por S.M. Catlica38. Y determinan que:

Todas las embarcaciones de mercantes espaolas que arribaren en nuestros puertos dentro de los referidos tres meses, sern admitidas con las precauciones que se juzguen convenientes. Pero todo barco perteneciente a S.M. Catlica ser detenido y de ello se dar parte a la Junta General para providenciar lo necesario39.

Para poder cumplir con este cometido deberan antes consolidarse una serie de condiciones materiales y polticas que requerirn de mucho tiempo y organizacin, lo cual no parecen tener previsto. Sin duda, la competencia entre la metrpoli y sus propias colonias por el control comercial, y por los usos polticos de los espacios internacionales, se explica y se refuerza con el creciente inters de los mantuanos por ser protagonistas de la situacin de ruptura que se produce entre 1795 y 1798, a consecuencia de la coyuntura que atraviesa el rgimen borbnico. Una ruptura de la que queda solamente el vnculo colonial reformado y traicionado, desde la perspectiva implcita de los acuerdos (Basilea y San Ildefonso), y que los propios mantuanos tratan de rescatar para adaptarlo a sus intereses, en el marco de la nueva situacin en el Caribe y de las fluctuantes relaciones de Espaa con Francia y Gran Bretaa, a lo que hay que agregar,
36

Plan del movimiento revolucionario de La Guaira, Caracas, 8 de agosto de 1797 (fecha de la copia de escribano). Caracas, 434, N. 16, fols. 6v-7r. En adelante: Plan del movimiento revolucionario [Doc. 7]. 37 Confesin de Cordero, fol. 17v. 38 Constituciones, fol. 11r. [Doc. 6]. Recurdese que: Los comerciantes espaoles estaban [ ] avecindados y formaban parte de la aristocracia territorial vigente. Mercedes lvarez F., Ob. cit., p. 45. 39 Constituciones, fols. 11r-11v. [Doc. 6].
AGI,

161

como seala La Parra, que: El temor a la penetracin comercial de Inglaterra en la Amrica espaola movi a los franceses a insistir en la necesidad de mantener la integridad territorial del imperio de Carlos IV40. Pero no le convendra a Espaa interrumpir completamente el comercio britnico, porque ello hara peligrar la economa peninsular e impedira de plano las comunicaciones con Amrica. Slo los Estados Unidos estaban en capacidad, mediante una negociacin adecuada, de proteger a Espaa ante el peligro de una conflagracin con Inglaterra. Las Antillas se convirtieron para los productores y comerciantes de la Capitana General de Venezuela en un puente con Europa, precisamente en un panorama en el que estas islas jugaban variables papeles, segn sus condiciones especficas y dependiendo de las guerras en las que Espaa se involucrara. Esto genera mltiples frenos para el comercio y complica an ms el panorama econmico de los mantuanos, y a la par propicia el contrabando, los juegos de lealtades y las traiciones a las cuales se ven obligados con los franceses, ingleses, portugueses, daneses, holandeses, etc., en aras de proteger sus intereses particulares, aunque fuera necesario usar los medios menos escrupulosos para llevar a cabo esa suerte de internacionalizacin comercial.

El pndulo comercial en la visin de los conspiradores El comercio de neutrales es uno de los fundamentos en los que se basan las posiciones polticas dirigidas a desarticular el sistema colonial espaol en Venezuela, durante la segunda mitad del siglo
XVIII

y constituye uno de los fundamentos que explicara la actitud de las oligarquas

econmicas en el proceso independentista, a mediano plazo. Llama la atencin la posicin ambigua de los comerciantes, unas veces recelosa, otras, radicalmente opuesta al comercio de neutrales, para luego convertirse en sus ms vigorosos defensores. Una conducta que contrasta, segn las diversas etapas y circunstancias, con la de la oligarqua, tanto terrateniente como administrativa, como explica Antonio Garca-Baquero: En realidad a lo que se oponen [los comerciantes] es a un cierto concepto del comercio neutral, representado por el intendente, que tiende a situar los intereses de la Real Hacienda por encima de los del comerciante41. Otra de las cuestiones ms significativas del perodo en todo su conjunto, que abarca desde 1796 hasta 1801,

40 41

La Parra Lpez, Emilio, Ob. cit., p. 41. Antonio GarcaBaquero Gonzlez, El comercio de neutrales en Venezuela, 1796-1802: tpico y cambio de las actitudes polticas de las lites venezolanas, en: Boletn de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, nm. 271, julio-septiembre, 1985, p. 686-708. p. 701.

162

y que contribuye a comprenderlo, es la forma en que se manifiestan los intereses de la Corona britnica en torno al comercio y la poltica en la provincia de Venezuela. Con relacin a este perodo, Antonio GarcaBaquero ha identificado cuatro etapas, que tomamos como referencia, en funcin de la legalidad o ilegalidad del comercio de neutrales. A partir de la declaracin de guerra a Inglaterra, el 5 de octubre de 1796, las condiciones econmicas, en general, y comerciales, en particular, con respecto al perodo anterior, sufren notables cambios por la nueva legislacin que emana tanto del poder central como del colonial, propiamente dicho, en reaccin a los acontecimientos. Al mes siguiente de haber sido proclamada la contienda entre ambos pases, por orden del intendente Esteban Fernndez de Len, queda prohibido el comercio con Inglaterra y en abril de 1797, dispone su apertura con los neutrales, que cuenta con la aprobacin provisional del monarca, quien hacia finales de ao, en noviembre, ratifica la de todas las provincias americanas, hasta que en 1799, deroga tales disposiciones. El 6 de diciembre de ese mismo ao el intendente, contraviniendo la real orden, asume la responsabilidad de abrirlo de nuevo, pero a comienzos de 1800, el 18 de febrero y, ms tarde, el 18 de julio, el monarca reitera la orden de cierre. En 1801, el rey autoriza el restablecimiento del comercio con los neutrales, orden que se extiende hasta la firma de la Paz de Amiens con Inglaterra, en 1802. La primera etapa va de noviembre de 1796 al 8 de abril de 1797, en que se abre el comercio con neutrales en Venezuela y, en este tiempo, el nfasis de la decisin de apertura por el intendente apunta hacia el incremento de los fondos de la Real Hacienda, dejando en segundo plano los intereses de los particulares, poltica que se ver obligado a modificar por las mltiples presiones de los actores interesados. Por su parte, los comerciantes exponen las condiciones adversas en las que se vern las cosechas si no se pueden exportar los productos, a causa de la guerra, por lo tanto, el comercio con los neutrales sera un paliativo temporal mientras se soluciona este problema, por lo que piden proteccin al rey para sus barcos frente a los ataques filibusteros y de la propia Real Marina britnica que circundan las costas. Ante la negativa del intendente, los comerciantes insisten, invocando los beneficios que el comercio con los neutrales reportara a la Real Hacienda. Pero son los hacendados los mayores defensores del comercio con los neutrales, pues la comercializacin de sus productos depende en buena parte de ello 42.
42

Vase la documentacin existente el Archivo General de Indias, en particular: Capitn General de Caracas sobre el comercio libre con los neutrales, Caracas, 25 de mayo de 1801. AGI, Estado, 61, N. 10, en la cual es posible apreciar, al menos parcialmente, los volmenes de circulacin martima de mercanca, durante todo el perodo.

163

Por su parte, los ingleses, especialmente el recin nombrado gobernador de La Trinidad, Thomas Picton, y, por supuesto, el ministro Henry Dundas, conocan bien las dificultades y conflictos que el comercio con neutrales vena causando en la provincia de Venezuela desde que se iniciara la guerra, situacin de la que con gran habilidad tratan de aprovecharse por medio de toda clase de maniobras polticas en circunstancias en las que el puerto de La Guaira, por sus propias condiciones, permita espacios para el contrabando , que fueron determinantes en la idea de hacer de l un uso alternativo (subversivo) econmica y polticamente hablando, y que, desde luego, le dara a Inglaterra el control total de la costa (pues tenan planes de invadir hasta el Demerari, punto lgido durante la guerra entre ambas potencias, el istmo de Panam y las Bocas del Ro de las Amazonas), lo que prcticamente le impedira a Espaa atacar las colonias inglesas, y eso significara su ruina, porque la poltica de apertura de Trinidad hacia las colonias espaolas era una amenaza en ciernes 43. Con este fin, los ingleses esparcieron panfletos y papeles sediciosos por la zona, uno de los cuales deca:

La Fortuna ofrece, a los habitantes de la Costa Firme, libertad entera y completa para todo comercio. Supresin de los derechos de entrada y salida. Permiso de cultivar todo lo que le da gusto y de vender sus frutos lo mismo. Eleccin del gobierno a que quieren dar la preferencia bajo proteccin eficaz de las armas britnicas44.

Un panfleto atribuido al famoso espaol Miranda, de quien se tema estaba fraguando un proyecto en la Corte de Londres para hacer una expedicin contra Nueva Espaa 45. Las noticias acerca de la presencia inglesa alarman a las autoridades metropolitanas de la Capitana General, y estas manifiestan, en todos los rdenes, una desconfianza que ni siquiera -ni menos an- la paz con Inglaterra podra hacer desaparecer. Queda claro, en el Exhorto de Gual a los Americanos, el repudio al Pacto de Familia y a sus consecuencias en contraste con las bondades que se esperaba recibir de los ingleses:

43

Real Audiencia de Caracas sobre conjura descubierta (representacin n 234), Caracas, 12 de agosto de 1799. AGI, Estado, 58, N.18, fols. 5r-5v. 44 Papel sedicioso (S.d.). AGI, Caracas, 435, N. 2, 1 fol. Vase tambin: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233) Caracas 9 de agosto de 1799. AGI, Estado, 58, N.18, fol. 6v. 45 Carta donde se hace presente a S.M. la providencia que ha dado a la venta de un pasqun sedicioso. Refiere las tentativas del gobierno ingls para substraer aquellas provincias e insina las providencias tomadas para contener la sedicin. Caracas, 11 de mayo de 1797. AGI, Caracas, 434, N.234 (23). 22 fols.

164

Yo he entrado en el interior de los Gabinetes de las naciones, y he sabido con horror que el Directorio de Francia ha garantizado en su tratado secreto con el rey de Espaa su sistema colonial, es decir que el Directorio de Francia ha hecho con el rey de Espaa el pacto sacrlego de eternizar un gobierno en horror a toda la naturaleza, y que l mismo haba denunciado tantas veces a la execracin de los siglos. El fin de esta poltica prfida es tener en el rey de Espaa un cajero servil que le libre toda la Plata del Per y de Mxico. Pero la Gran Bretaa una nacin generosa a quien sus victorias han dado el imperio de los mares nos ofrece su proteccin para establecer un gobierno de justicia y de orden46.

Cuan equivocado estaba Gual con respecto a Gran Bretaa. La libertad de comercio que proponan los ingleses era de exportacin y no de importacin. A la vista de las autoridades metropolitanas y, en particular, del regente Lpez Quintana, los ingleses, adems de entrar productos prohibidos a la Capitana General, introduciran sus ideas sediciosas acompaando a las mercancas, peligro que no dudar en advertir a la Corona:
[] el comercio de gneros prohibidos y no prohibidos que propona el gobernador con las colonias amigas o neutrales y con muy cortos derechos allanara el mayor trato, mayor amistad y confianza con los extranjeros, que valindose de esta franqueza destruiran el comercio de la metrpoli, afirmando en su favor el afecto de los vasallos de S.M. y tendran mayor facilidad de introducir, extender y sostener sus doctrinas y papeles sediciosos []47.

En este mismo documento, el regente comunica las disposiciones que haba extendido al gobernador de Cuman, Vicente Emparan, para que tratara con prudencia el asunto del contrabando que tambin llevaban a cabo los propios residentes de la zona, y recomienda que no se les trate como traidores; dice Lpez Quintana que: [] deba prevenirse al gobernador de Cuman que se tratase con la mayor precaucin en orden a calificar de traidores a los que verosmilmente haran algn contrabando ms por fragilidad o pobreza, que por un principio de

46 47

Exhorto a los Americanos, fol.1r. Representacin del regente de la Audiencia, Antonio Lpez Quintana n. 248, donde hace presente al Rey lo ocurrido en la causa de la sublevacin descubierta el 13 de julio de 1797 ampliando lo expuesto en las representaciones anteriores y acompaa los documentos correspondientes, Caracas, 16 de marzo de 1798. AGI, Caracas, 435, fol. 5r.

165

infidelidad []48. O, tal vez, podra especularse que el regente tena intereses personales, y clandestinos obviamente, en el asunto del contrabando. Henry Dundas, ministro encargado de los negocios extranjeros por S.M. Britnica, le haba enviado a Picton una representacin que coincide con la fecha, 8 de abril de 1797, en que llega la real orden de la Corona espaola para la apertura del comercio con neutrales. Este documento forma parte de los papeles incautados por las autoridades a los alzados de La Guaira, a quienes Picton les haba remitido una copia para prevenirles de la situacin e impulsarles a actuar en consecuencia. En dicha comunicacin, dice Dundas:

El objeto que por ahora deseo ms particularmente encomendar a la atencin de V.S. es los medios que pueden ser ms adaptables para libertar los habitantes del Continente vecino de esta isla de Trinidad del sistema opresivo y tirano que con mucho rigor mantiene el monopolio del comercio bajo la capa de registros exclusivos que franquea el gobierno; as como para sacar todas las ventajas posibles que la situacin local de esta Isla puede ofrecer, abriendo una comunicacin directa y libre con las otras partes del mundo sin perjuicio a los intereses del comercio de la nacin inglesa. Para conseguir esa mira con mayor facilidad parece ser discurso prudente que V.S. anime a esos habitantes de la Trinidad en conservar aquella comunicacin e inteligencia que tenan con los de tierra firme antes de la cogida de esa isla bajo el supuesto que encontraran en ella un interpuesto o Almacn General de Mercancas de cualquier especie que sea; a cuyo fin acaba S.M. britnica de determinar en su Consejo la franquicia y libertad del puerto de la Trinidad con el comercio directo de la Britania49.

Dundas le participa a Picton que est en disposicin de ofrecer toda la ayuda que fuere necesaria a los comprometidos en la conspiracin guairea si aceptan el plan 50, con el argumento maniqueo y tramposo segn el cual: [] el nimo de S.M. britnica no es otro sino conservarles su independencia sin pretender a ninguna soberana en aquel pas, ni tampoco mezclarse en nada de sus privilegios o derechos polticos civiles o religiosos51.

48 49

Ibdem, fols. 7v-8r. Papeles sediciosos procedentes de Trinidad sobre comercio. Puerto de Espaa, 26 de octubre de 1797. AGI, Caracas, 435, N. 1, 3 fols., fols. 1r-2v. Tambin en: Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1770-1810), T. XV, p. 456. En adelante citado como: Dundas a Picton. 50 Dundas a Picton, fols. 2v-3r. 51 Ibdem, fols. 3r-3v.

166

Siguiendo las rdenes de Dundas, Picton le escribe tambin al padre fray Antonio de la Mata, presidente capuchino de Chaguaramal (en el actual Edo. Sucre), en diciembre de ese mismo ao, haciendo nfasis en la importancia que tiene tanto la presencia como la produccin britnica para los habitantes, especialmente para los comerciantes de la provincia de Venezuela y del provecho que de ella obtendran:

No es necesario que yo alargue sobre el ventajoso comercio que sus neophiles y parroquianos podrn sacar de una comunicacin libre con una nacin que sola posee la facultad de suplirles de las fbricas que necesitan a precio razonable y con buena fe se habr usted ya observado que todos los bastimentos etc., de esta parte de la Amrica son de fabrica inglesa52.

Cierto es que, comparada con la inglesa, la produccin manufacturera espaola era insignificante, mientras que en Gran Bretaa el aumento de la produccin superaba el de la poblacin de forma considerable y constante, con el consecuente incremento de los ingresos reales per capita, resultado de un proceso inhumano de industrializacin. El gobernador de Trinidad trata de convencer al clrigo de sus buenas intenciones dicindole: [] el objeto de mi nacin no es otro sino promover la prosperidad de los habitantes de esas provincias en facilitndoles un gobierno bueno y comercio libre ni pretender mezclarse en ninguna manera en su administracin religiosa, poltica y civil 53. Todo esto, con la intencin de que el sacerdote ponga tambin a sus indios al servicio de los intereses britnicos, y con la astucia que le caracteriza, expresa que no existen entre espaoles e ingleses mayores diferencias religiosas, a lo que agrega que:
La prosperidad de las armas britnicas; el imperio absoluto en ambos mares que tiene [ ] y veneracin que pone sobre las disposiciones religiosas, deben persuadir a Vmd. que es la nica

52

Copia de la carta que dirige el coronel Picton al padre fray Antonio de la Mata justificndole su apoyo a las armas britnicas, Puerto Espaa, 10 de diciembre de 1797. AGI, Caracas, 435, N.16, fols.1r-1v. En adelante: Picton a de la Mata 53 Picton a de la Mata, fols. 1v-2r. Las autoridades espaolas recomiendan que los sacerdotes seculares y regulares hagan uso de su ministerio para que, con naturalidad y sin levantar sospecha entre los feligreses, combatan los ataques ideolgicos de que son vctimas por parte de los ingleses. Carta donde se hace presente a S.M. la providencia que ha dado a la venta de un pasqun sedicioso. Refiere las tentativas del gobierno ingls para substraer aquellas provincias e insina las providencias tomadas para contener la seduccin, Caracas, 111 de mayo de 1797. AGI, Caracas, 434, N.234 (23), fols. 4r-4v.

167

nacin que merece su confianza y que es la sola que puede administrar a sus indgenas con efecto y buena fe como lo acostumbra con sus aliados y verdaderos amigos 54.

Y por ltimo concluye con el argumento que deja al descubierto sus verdaderas intenciones, pues adems de disponer de los indgenas para el trabajo agrcola: Los americanos necesitan nuestras fbricas y nosotros sus frutos para cumplir con su felicidad, necesitan un gobierno razonable y comercio libre y nosotros tenemos el nimo y buen deseo de darles la mano a este fin55. Para cul fin? El de establecer un gobierno razonable, es decir, el suyo, el britnico, que comenzara por apropiarse de los indgenas de una pequea poblacin, pero no slo para ponerlos a producir, como trata de hacerle creer al capuchino, sino para armarlos y tenerlos a sus rdenes a la hora de una invasin desde Trinidad. Por ello no debe sorprender que Picton apoyara las actividades revolucionarias de los alzados de La Guaira, saba muy bien por qu lo haca. Gual escribe, precisamente en el momento en que Espaa esta en guerra con Inglaterra, el Dilogo entre un patriota y un miliciano de Costa Firme 56, uno de los muchos papeles sediciosos que les capturan a los alzados. El patriota le pregunta al miliciano que por qu va a la guerra y este le responde que no sabe, que cree que para defender a su rey y a su patria, a lo que el patriota le responde hacindole ver el estado de explotacin en el que se encuentra, por lo que no tiene sentido que defienda con su vida a un tirano ni a un rgimen opresivo, y le pregunta al miliciano: La Inglaterra no nos ofrece su proteccin para que nos gobernemos por nosotros mismos?57, y el miliciano responde: As lo dicen seor. Y as es: todos no deseamos en el corazn que el comercio sea libre, y que acabe de una vez tanta maldicin de tributos, no deseamos salir de nuestra miseria y ser felices?58. Aqu expresa Gual sus planes de establecer una alianza con los ingleses con miras a lograr la independencia, porque cree contradictoriamente que la prosperidad slo es posible a la sombra del gobierno ingls, un anhelo que estar presente en muchos otros de sus escritos:

54 55

Picton a de la Mata, fols. 2r-2v. Ibdem, fols. 2v-3r. 56 Dilogo entre un patriota y un miliciano de Costa Firme . AGI, Estado, 58, N. 31, 2 fols. 57 Idem, fol.1v. 58 Idem.

168

Agricultores que con tierra para ser rica una provincia, es pobre vuestra familia, echad vuestros ojos sobre la isla de Trinidad, ved el valor que da a sus frutos y a sus plantaciones, la libertad de comercio, ved la prodigiosa prosperidad de dos das de buena administracin y calculad. // Comerciantes elevad vuestro espritu representaos los desiertos de Amrica cubiertos de ricas producciones que nacern a la sombra de unas leyes protectoras, los puertos llenos de embarcaciones mercantes y calculad59.

La segunda etapa abarca del 8 de abril de 1797 al 20 de abril de 1799 (31 de julio), en que se deroga el comercio de neutrales, y posee caractersticas muy diferentes a la anterior, porque los comerciantes, precisamente en el perodo de apertura, se declaran contrarios a ella y se enfrentan a las autoridades y a los hacendados, ahora argumentan que el comercio de neutrales va en detrimento del nacional. Al parecer, segn Garca-Baquero, el conflicto surge por la propuesta del intendente de contratar a una empresa de Saint Thomas para la comercializacin de los tabacos de la Real Hacienda, a lo cual se oponen los comerciantes y, en vista de ello, el intendente opta por ofrecerle dicha contratacin al Real Consulado, pero ante la reiterada queja de los comerciantes, el intendente alega que si el comercio con los neutrales no ha rendido los resultados que esperaban, es porque ellos no han sabido sacarle provecho. Estos, por su parte, acusan, en lo que parece una contradiccin, al intendente por haber permitido el comercio libre, cuando haban sido ellos mismos quienes haban suplicado que se autorizara, como se evidencia en la primera etapa. Una explicacin posible es el reclamo que hacen de que no se hubiera respetado la libertad absoluta e igualdad de derechos que se les haba ofrecido en un comienzo, y acusan al intendente de los manejos interesados de l y los miembros del Ayuntamiento, sus amigos y partidarios, no slo en dicha contratacin, sino en la manera en que flagrantemente permiten y en alguna forma, auspician el contrabando en la provincia. La frustracin de los comerciantes en cuanto a los mtodos poco escrupulosos del intendente y sus partidarios, los llevara a rechazar categricamente esta poltica comercial hasta lograr que sea derogada. Durante esta etapa, los hacendados continan apoyando el comercio de neutrales, no importndoles la frmula que se aplique y esto genera un enfrenamiento encarnizado entre ambos grupos, aunque tambin hay que recordar, por sorprendente que parezca, que buena parte de los hacendados son propietarios de naves mercantes y les interesa colocar directamente sus productos en el mercado norteamericano y, a la vez, controlar el procedente de Nueva Espaa.
59

Exhorto a los Americanos, fol.1v.

169

En 1798, Miguel Cayetano Soler le pide a Francisco de Saavedra que le remita el informe de los comerciantes de Caracas Sobre lo insubsistente del comercio libre con las colonias neutrales60, de cuya existencia saba por Bernardo Rodrguez del Toro, apoderado del gremio de hacendados de Caracas. En este informe, es notable el uso interesado que hacen de la nocin mtica de Amrica que tienen los espaoles que nunca han salido de la Pennsula, y en l es posible hacer una doble (o mltiple) lectura, la textual, en la que advierten los comerciantes que lo peor que podra hacer Espaa sera abrir el comercio libre con los neutrales, porque ello representara la ruina, tanto para la Corona como para ellos, por los motivos que se vern a continuacin, que son los mismos que utilizan y aqu viene la otra lectura para tratar de evitar que queden al descubierto sus verdaderos intereses, e incluso los de los propios mantuanos. En ltima instancia, los unos por los otros, todos quieren controlar el comercio con Nueva Espaa, el ms rentable del Caribe, por eso manifiestan su temor a que el comercio libre, que no ha tenido ningn efecto en pocas anteriores para poner fin al contrabando de Jamaica, venga a complicar las cosas:
[] hay males precisos y que si tiramos a remediarlos como uno, descubrimos como mil, pues para el valor de 50.000 pesos en que atajamos el trato clandestino, introducimos en el reino de Nueva Espaa, uno y medio o dos millones anuales de que se usurpan al rey sus legtimos derechos de entrada de efectos y extraccin igualmente clandestina de su importe; as lo publican las noticias generales de aquel reino donde se temen malas ventas en la presente flota porque encontr muy abastecidas todas sus provincias por la causa referida del comercio libre a La Habana y del clandestino de Penzacola []61.

Esto hara que el Real Erario dejar de percibir ingresos por este concepto. Este informe de los comerciantes comienza con una relacin del estado de la poblacin costera, en la que, desde el Orinoco hasta el Golfo de Paria, se dice que predominan los grupos indgenas que no reconocen vasallaje y varios curatos, doctrinas y misiones, pero de corto consumo y trfico; que desde

60

Oficio de Miguel Cayetano Soler a Francisco de Saavedra para que informe sobre la oposicin de los comerciantes de Caracas al libre comercio con las colonias neutrales, San Lorenzo, 23 de noviembre de 1798. Acompaa: Informe sobre lo insubsistente del comercio libre (S.l., s.f.,). AGI, Estado, 63, N. 15, 14 fols. En adelante: Informe sobre comercio libre. 61 Informe sobre comercio libre, fol. 8v.

170

[] las islas de Pritu al cabo de Quiquibacoa62 (sic) hay de 120 a 130 leguas en que estn las provincias de Venezuela y Maracaibo, sin que en sus costas se cuenten otros pueblos que Guaira, Puerto Cabello, Coro y Maracaibo; pero ya se sabe que estas provincias admiten el crecido comercio correspondiente a sus cacaos, cueros y otras varias producciones [] 63,

A su vez, aclara que desde Coquivacoa hasta Cartagena ocupan: [] la tierra interior los indios guajiros, que son los que admiten, por lo comn, el trato de ingleses y holandeses y el de los contrabandistas, con quienes nicamente estn en paz64. En lo que respecta a la franja costera que abarca unas 400 leguas, el comercio est bajo el control exclusivo de la Compaa de Caracas, as como el libre de Cuman, Guayana y Santa Marta en donde temen la introduccin de efectos del trato ilcito. No hay demanda de productos espaoles, porque tampoco hay un vecindario econmicamente activo ni institucionalmente organizado, capaz de garantizar un comercio ptimo para la metrpoli, poniendo de manifiesto que las reformas no estn dando los resultados esperados, algo que no debe haber sido del agrado de las autoridades. A esto hay que agregar otros factores que confluyen, a su juicio, para que el comercio libre desde Castilla resulte inconveniente a la Corona y a los comerciantes peninsulares, porque:

Toda la costa expresada desde el Orinoco hasta Cabo Catoche, que corre de 600 a 700 leguas, est situada desde 5 hasta 15 grados de latitud y goza de una suma intemperie, de calor y humedad, tempestades continuas y animales y sabandijas venenosas, de suerte que los espaoles, inmediatamente que desembarcan, huyen para la tierra adentro en solicitud de mejores climas y de las ciudades y lugares habitables donde se rene el comercio de los minerales y frutos del pas y con cuyo fin dejaron su patrio suelo65.

Las consecuencias nefastas que generan tales circunstancias para los emigrantes peninsulares llegan al extremo de que:

62 63

Actualmente Coquivacoa. Informe sobre comercio libre, fol. 1v. 64 Ibdem 65 Ibdem, fol. 2v.

171

No hay espaol por infeliz y destituido de recomendaciones que llegue a aquellos parajes, que inmediatamente no los deserte, para ganar la tierra interior, a donde se logra con el mejor temperamento, sus ventajas fsicas y adems las de la minera, que es el objeto principal de adquirir sus metales con que salen de estos reinos y todo el que no logra ingerirse en este trato por va del comercio, queda hecho un tunante y perdido, de que se cuentan a millares en las Indias66.

Por ello proponen la ocupacin de la mano de obra peninsular, que se ve obligada a dejar su tierra, en las labores agrcolas de sus zonas de origen e incrementar el comercio interno y la industria con los productos de la tierra. De aqu podra inferirse tambin que el comercio libre contribua a la conformacin de una suerte marginalidad espaola, tanto en Venezuela como en Espaa. Afirman que la experiencia de pocas pasadas demuestra que el comercio libre no ha contribuido a eliminar el contrabando y la perspectiva a futuro no indica una mejora, porque:
[] ya se ve que los contrabandistas derramarn a los puntos donde acuden las balandras de Curazao y Jamaica en solicitud de sal, mulas, tortugas y careyes de que necesitan en ambas islas cuyos gobernadores, sabe el Consejo, que dan las licencias limitadas a la pesca, sin apartarse de la vista de tierra, con lo cual se escudan siempre que por la va de Estado se reconviene a sus Cortes sobre indebidas recaladas y trato ilcito en nuestros dominios 67.

Tambin aducen que la competencia entre los navos comerciales que zarpan de los diferentes puertos espaoles y la competencia de los productos espaoles con los americanos; la escasez de madera y astilleros para la construccin de barcos en las colonias; el exceso de monetarizacin y la doble acuacin inflacionaria, que le da preeminencia a la explotacin minera sobre otros productos; el falso concepto del comercio de Cdiz estancado, cuyo efecto repercute en un alza de precios en el resto de la Pennsula; la adquisicin, por parte de los espaoles, de bienes extranjeros a elevados precios, que hace que el comercio sea desigual, y advierten que: Este libre comercio ha sido meditado y establecido por el alto Ministerio sin

66 67

Ibdem, fol. 3r. Ibdem, fol. 4r.

172

consulta del Consejo de Indias y lo mismo debe creerse ejecutar para los restantes dominios si S.M. lo tuviese por conveniente68. La tercera etapa va de agosto de 1799 a diciembre de ese mismo ao, perodo en el que se encuentra abolido el comercio con los neutrales y que se asemeja mucho al primero, porque hay unanimidad en cuanto a que sea suprimido. Garca-Baquero destaca en este perodo dos matices que lo diferencian de la fase inicial:
[] en primer lugar, el intendente no va en vanguardia de la reaccin a favor del comercio de neutrales (como lo haba hecho en la primera fase) y aunque en definitiva asumir la responsabilidad de volver al sistema, manteniendo en suspenso la derogacin del 20 de abril lo har despus de 'exigrsele' no slo por las presiones de las lites econmicas, sino tambin por las del Cabildo, la Real Audiencia, etc., el segundo matiz reside en la aparicin, en el conjunto de razonamientos que abogan por la reposicin del comercio de neutrales, de argumentos claramente polticos en el sentido de que si no se adoptase tal providencia peligrara la propia fidelidad de la colonia69.

Una vez ms los comerciantes actan en sentido contrario a lo que podra esperarse, protestando contra la supresin de dicho comercio, as ste vuelve a entrar en vigencia. En este corto perodo llama la atencin la forma en que el fiscal se dirige al rey en trminos polticos, destacando la presencia de los ingleses, y la influencia directa que Picton vena teniendo desde la primera etapa referida, en el desarrollo de los acontecimientos revolucionarios del Caribe y, por supuesto, en la conspiracin de La Guaira. Presionada por los hacendados, el Consulado y los comerciantes congregados en l, la Real Audiencia considera prudente reactivar el comercio con los neutrales para evitar que las estratagemas de los ingleses cumplan con su cometido, en tal sentido el intendente decreta, el 6 de diciembre de 1799, la suspensin de la real orden de 20 de abril, corriendo el riesgo de que la Corona se oponga a esta medida, como de hecho ocurrir, acto con el cual comienza la cuarta etapa que, segn el esquema de Garca-Baquero, abarca desde el 6 de diciembre de 1799 hasta diciembre de 1801, en la que se restablece el comercio de neutrales:

68 69

Ibdem, fol. 5v. Antonio GarcaBaquero Gonzlez, Antonio, Ob. cit., p. 693.

173

[] esta ltima etapa resulta al menos tan confusa como lo fue la segunda, en el sentido de que la Corona que empieza reiterando la prohibicin al comercio de neutrales (reales rdenes de 13 de febrero y 18 de julio de 1800) termina por dar luz verde al intendente para que aporte las medidas que considere oportunas (8 de enero de 1801); por su parte, el intendente parece haber interpretado la facultad de abrir el comercio de neutrales de una manera tan restrictiva que concita las quejas y el clamor de los comerciantes y del propio Cabildo, repitindose as la situacin chocante de que establecido el nuevo comercio de neutrales, persistan las quejas de los interesados contra tal decisin70.

Con fecha del 18 de abril de 1801, el capitn general Manuel de Guevara y Vasconcelos le remite al secretario de Estado las representaciones que le han hecho el Ayuntamiento y el Real Consulado de Caracas en solicitud de comercio libre con los neutrales. En esta correspondencia Guevara y Vasconcelos le expone una sntesis de los reclamos que hacen los comerciantes, pero muy especialmente de los que comercian y producen cacao: 1) La interrupcin absoluta del comercio exterior; 2) La desestimacin y envilecimiento del fruto del cacao; 3) Necesidad de abandonar las haciendas; 4) La ruina de la agricultura. Posiblemente el capitn general tambin tena intereses personales en este ramo. Aduce que:
[] tantos males, as presentes como futuros, proceden de la absoluta interrupcin que padece el comercio exterior despus de la publicacin de la real orden de 13 de febrero del ao pasado porque de aqu ha procedido la determinacin y decadencia a que ha venido el delicado y precioso fruto del cacao, de aqu la pobreza, miserias y dems calamidades, que actualmente afligen y consternan a la provincia [], a ello le atribuye tambin, refirindose en buena medida a acontecimientos revolucionarios como el de La Guaira, [] esa progresiva dependencia de sucesos y que tambin conducen a la debilitacin del poder soberano.71

70 71

Ibdem, p. 697. Capitn general de Caracas sobre el comercio libre con los neutrales. Carta n. 57 del capitn general, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al secretario de Estado, remitiendo testimonios de las representaciones que le han hecho el Ayuntamiento y Real Consulado de Caracas en solicitud de comercio libre con los neutrales; expone lo que se le ocurre en favor de estas solicitudes, Caracas, 18 de abril de 1801. AGI, Estado, 61, N. 10, fol. 5v.

174

El plan y sus fines Disposiciones para la independencia absoluta y la creacin de una repblica La percepcin por los conspiradores de La Guaira, de la situacin poltica y social del momento y el debate por la definicin de los objetivos, se sita ms all de la parafernalia de la emblemtica revolucionaria calcada de Francia, vertida en himnos, consignas, bandera y escarapelas, lo realmente importante son los cambios radicales que pretenden -recogidos en las Constituciones y otros documentos que les costarn la vida- en particular y, por encima de todo, la independencia, que tenan previsto proclamar en estos trminos:
Adems de los expresados objetos tomarn cuantas providencias juzguen desde luego convenientes para asegurar ms, y ms, el acto de la Independencia que ser declarada en la ciudad de N. para cuyo efecto desde ahora se seala como lugar ms proporcionado, y se convoca a todas las provincias, comandancias, corregimientos, etctera a que dentro del termino de dos meses contados desde la publicacin de estos artculos, enven sus diputados con amplios poderes para la Declaracin de la Independencia, establecimiento del Gobierno General Interino del Estado y particular de cada pueblo, y provincia72.

No se trata aqu nicamente de intentar derrocar al rey o de acabar con la monarqua como sistema, como ocurri en Madrid, la realidad venezolana (y Americana en general) es muy diferente a la espaola, y en la provincia de Venezuela los alzados se proponen lo que para muchos pareca una peregrina idea: romper el nexo colonial y crear una nacin republicana, igualitaria e independiente, con todas las implicaciones que tal hazaa pudiera acarrear. Una ruptura que implicaba inicialmente romper el juramento de fidelidad al monarca, y por tanto con la tirana. Aunque es muy probable que no hubieran medido en toda su magnitud el proyecto, como lo haran Francisco de Miranda y Simn Bolvar, si estaba en sus postulados claramente definida la idea de independizar una nacin (o, mejor dicho, de crearla) segn la moderna concepcin de Estado-nacin, y aunque el plan pareciera una utopa, no se les puede negar el mrito de intentar llevar a cabo una autntica revolucin con fines independentistas, cimentada
72

Artculo de las Constituciones, fol. 10v. [Doc. 6]. Vargas comenta con gran lucidez, donde deban producirse los primeros movimientos independentistas: Esta verdad estando una vez reconocida nos falta hablar con alguna ms individualidad de los parajes por donde se podra comenzar tamaa obra desde luego se presentan como ms atacables, o a lo menos como ms cmodas para ello, aquellas partes de la costa espaola que estn ms cercanas a las islas Antillas, de donde se podran llevar para el efecto todas las municiones necesarias y a donde se hallara una pronta retirada en el caso remoto de una repulsa. Por consiguiente Caracas y el reino de Santaf son los puntos que naturalmente se vienen a la idea en un plan de esta especie. Tienen adems estas provincias la recomendacin de haber manifestado un espritu ms decidido por la libertad. Pedro Fermn de Vargas, Ob. cit., pp. 216-217.

175

sobre la base de un pensamiento radical ms slidamente estructurado y de unas acciones mejor planificadas que en ocasiones anteriores. Sin embargo, cuando algunos historiadores actuales se refieren al proceso independentista americano, dejan de lado el movimiento de Gual y Espaa, prueba de ello es el anlisis de Guerra sobre las lgicas y los ritmos del proceso revolucionario americano. En l reconoce dos facetas complementarias que pueden estudiarse cronolgicamente a partir de 1808, pero no toma en cuenta los importantes acontecimientos que venan sucedindose desde las dcadas anteriores en Nueva Granada y Venezuela. La primera fase abarcara desde 1808 hasta 1810, en la que:
[] predomina el gran debate, terico y prctico, sobre la nacin, la representacin y la igualdad poltica entre Espaa y Amrica, debate que va a provocar la mutacin poltica de las elites espaolas y va a darles su primera y fundamental victoria73.

Esta situacin, evidentemente, ya vena producindose desde mucho antes en las colonias espaolas. En el Discurso preliminar dirigido a los americanos, que acompaa la edicin de 1797 de la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano, queda claramente expresada y sin lugar a dudas, la conciencia de lo que debe ser una nacin y la importancia de la representatividad ciudadana en cada uno de los poderes que conforman su gobierno, como condicin inherente a su calidad de nacin independiente. 74 Critica tambin Guerra que la historiografa patria, haya enfatizado el hecho de que: [] la aspiracin a la 'emancipacin nacional' y el rechazo del despotismo espaol fueron las causas principales de la independencia75. Y agrega que: Una variedad de esta interpretacin es la que concibe como principal causa de la independencia, no exactamente la existencia de la nacin, sino la rivalidad entre criollos y peninsulares y la formacin de fuertes identidades americanas76. Unas identidades que, a su juicio, no llegaron a constituirse en naciones a partir de sus mltiples coincidencias culturales, sino por intereses polticos y econmicos, en lo cual est equivocado a todas luces.
73

Franois-Xavier Guerra, Revoluciones Hispnicas (Independencias americanas y liberalismo espaol). Madrid: Editorial Complutense, p. 17, 1995. 74 Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos, Madrid: Imprenta de la Verdad, 1797, ahora en: Pedro Grases, Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios. En: Obras, vol. 3, p. 41, 1981. 75 Franois-Xavier Guerra, Ob.cit., p. 15. 76 Idem.

176

Asimismo, es posible inferir que los revolucionarios guaireos, en alianza con los reos espaoles, pudieran haber tenido la intencin, ambiciosa sin duda, de llevar a trmino el rompimiento simultneo , dicho de otra manera, derrocar a la monarqua en la Pennsula para establecer tambin en ella una repblica -y no una monarqua constitucional-, paralelamente con la declaracin de la independencia de la provincia de Venezuela, como relata Rusiol, en su confesin del 13 de noviembre de 1797, cuando escuch a Picornell exponer que:
[] sin embargo de las providencias tomadas por la Corte, juzgaba que el actual gobierno no poda durar ni cuatro aos, por la disposicin que haba conocido en todos los cuerpos, y en los particulares una declarada propensin al establecimiento de Repblica y que aun crea que su destino y el de sus compaeros a Puerto Cabello, Panam y Puertovelo (sic) haba sido premeditado por alguno de los protectores del partido [quienes?] para que fuesen disponiendo los nimos de estos habitantes a fin de que se hiciese el rompimiento a un mismo tiempo en Espaa e Indias, fundados en que como reos de Estado no era regular que los hubiesen destinado a Tierra Firme sino a las Filipinas, a La Habana, o Puerto Rico77.

En relacin a las consecuencias de un proyecto como ste, La Parra recuerda un annimo reaccionario que corri en Espaa en 1796, que deca:

Quienes desean una revolucin sbita en Espaa y la independencia absoluta en Amrica, no razonan como polticos. A lo sumo son amateurs del gnero humano, pero por mi parte, a todo esto no le veo otro inconveniente que la ruina total del comercio de toda Europa78.

Ciertamente, el fracaso del plan revolucionario de La Guaira hizo que el concepto de independencia absoluta pasara de ser ms que una aspiracin utpica, que, sin embargo, ser el faro que guiar al movimiento emancipador. A diferencia de Picornell, Manuel Gual y Jos Mara Espaa no se proponen solamente el trnsito de una monarqua a una repblica, puesto que tampoco estaban dispuestos a aceptar que la provincia de Venezuela siguiera bajo el dominio peninsular, aunque se instaurara en Espaa un gobierno republicano; incluso, estn conscientes de la imperiosa necesidad de que la independencia fuera reconocida por Espaa

77 78

Rusiol y Cordero, fol.15r. Emilio La Parra Lpez, Ob. cit., p. 42.

177

inmediatamente79. En el escueto prembulo al Plan revolucionario de La Guaira, se resume la finalidad del proyecto en estos trminos:

Supuesta la general disposicin de nimos, tanto del pueblo como de la generosa guarnicin de la plaza, y de las de la capital para defender sus derechos, y establecerlos formando un nuevo gobierno, bajo de nuevas leyes, erigiendo en su patria80 una nueva y respetable potencia de las del Mundo []81.

No puede asegurarse con certeza, como asevera Level de Goda, que Picornell hubiera propuesto la creacin de una repblica federal82. Sin embargo, en cuanto a la nueva estructura poltico administrativa, tenan previsto que los enclaves realistas de Puerto Cabello, Maracaibo, y Cuman pasaran a ser departamentos de la Repblica 83. En contradiccin, es significativo que uno de los personajes, Agustn Garca nada menos que el teniente coronel y capitn del Cuerpo de Artillera del puerto de La Guaira!, quien al parecer estaba involucrado en el alzamiento 84, planteara algo como lo que declara Rusiol:
[] un cabo de las Milicias de Artillera que fue escribiente de don Agustn Garca y hoy es muerto, manifest un papel dictado por ste en que se contenan varios artculos sobre el establecimiento de una Repblica Aristocrtica en esta provincia, dejndose en su pie la nobleza, la esclavitud, y la distincin de clases []85.

79 80

Constituciones, fol. 11r. [Doc. 6]. Segn cuenta Ronan, en sus juntas, los conspiradores cantaban: [] tan slo a la patria es a quien debemos la vida, y hacienda y cuanto tenemos [], esto declara el uso de un concepto moderno y revolucionario de lo que era un patriota. Confesin de Ronan, fol. 65v. 81 Plan del movimiento revolucionario, fol. 1v. [Doc. 7]. 82 Se trat de la independencia de Venezuela en dicho ao sobre el pie de una Repblica federal, poniendo el sabio Picornell esta revolucin en los intereses de todos, as espaoles como criollos o venezolanos, por lo cual entraron en ella cuantos fueron hablados apenas se les destrua el plan. [Memorias de Level de Goda], p. 595. 83 Constituciones, fol. 31r. [Doc. 6]. 84 En el interrogatorio a que fuera sometido Juan Moreno, el 2 de octubre de 1798, explica que: Picornell haba insinuado no quera nada con Garca porque era de espritu mandn y otro aadi sin saber tampoco quien, que Garca provea, o provey a Picornell: que de estas especies son las nicas que se acuerda por ahora, y le han hecho presumir que Garca estaba instruido del proyecto. Confesin de Juan Moreno. AGI, Caracas, 432, N. 70, Caracas, 23 de diciembre de 1799, fols. 10r-11r. 85 Declaraciones de Rusiol, fols.134r-134v.

178

Pero los otros, los que encabezan la rebelin, junto con los pardos, negros, mulatos e indios, por el contrario, desean la independencia porque les garantiza la libertad y la igualdad y, en suma, el reconocimiento de sus derechos como ciudadanos. Se le considere o no un precursor, Picornell contribuy y luch junto a Gual y Espaa, en aras de un proyecto independentista, aunque lo ms probable es que a su llegada a La Guaira no tuviera previsto hacerlo, pues vena de intentar uno muy diferente en Espaa, segn confiesa J. M. Espaa:

Picornell era de sentir que se efectuase la revolucin a la mayor brevedad, a fin de que se verificase antes que Espaa donde se supona que sucedera muy en breve, a fin de prevenir los desrdenes que cometeran las gentes de color, libres y esclavos luego que llegasen a entender la mutacin de la forma de gobierno86.

Posiblemente esto no quiere decir que estuviera planeando, ni remotamente, el rompimiento simultneo, es ms probable que usara este argumento nicamente con la finalidad de acelerar el proceso en Venezuela, con el que, adems, manifiesta su temor a que ocurran sucesos semejantes a los de Saint Domingue, y porque en lo personal, quera huir de la crcel. El Picornell de La Guaira, as como los dems reos espaoles, razona de una manera mucho ms radical (notablemente distanciados del arandismo del Partido Aragons) de lo que lo haban hecho en Madrid; se trata de una perspectiva que no se puede explicar slo por el fracaso madrileo anterior y menos an por el indulto y la deportacin a Venezuela. El encuentro con los diferentes, pero a la vez coincidentes, intereses econmico-ideolgicos de esa suerte de marginalidad mantuana en lo econmico y administrativo, representada por Gual y Espaa, es la clave de las nuevas posturas que todos terminaron por adoptar. Ciertamente, el alcance, la trascendencia y la originalidad de las Constituciones, superan con creces el contenido de cualquiera de los documentos ms representativos de Madrid ( Manifiesto e Instruccin), especialmente en lo que tiene que ver con las concreciones y elaboraciones polticas que, en el mbito venezolano, tampoco fueron superadas por la propuesta de los mantuanos en la conjura de 180887.

86 87

Confesin de Espaa, fols. 55r-55v. Vase: Ins Quintero, La Conjura de los Mantuanos. Caracas: Universidad Catlica Andrs Bello, 2002.

179

Lo cierto es que las voluntades estn divididas, pues a buena parte de la lite criolla no le conviene la independencia, ni la creacin de una repblica, ni perder a sus esclavos, al contrario, le importa y defiende la continuidad de la monarqua, si ello le garantiza que tanto sus intereses econmicos como polticos permanecern intactos, por lo que adems son declaradamente antirreformistas, no como una posicin de avanzada, sino, por el contrario, para estimular lo que ms les conviene que es la pervivencia institucional de la vieja estructura poltica, jurdica y administrativa, por eso la aristocracia mantuana rinde pleitesa a la Corona y deja solos a los alzados. Por otra parte, la influencia de las ideas republicanas procedentes de Estados Unidos y Francia es notable88, particularmente las de la Convencin, por ello es lgico que estuviera planteada la posibilidad de establecer una repblica y que ella se mencione con frecuencia tanto en los escritos como en las declaraciones de los implicados. Nicols de Len (alias Croquer) confiesa que una vez conversando a solas con Gual, ste le haba dicho:

Hombre, Croquer, yo s que usted es un hombre de bien como yo, yo pienso establecer en esta ciudad una repblica como la de Norte Amrica, y lo mismo que la de Francia, yo quisiera que usted como hombre de bien me ayudara a esta empresa, esto es que guarde usted todo aquel silencio preciso para que no se sepa ni trascienda []89.

Y aunque J. M. Espaa, el mayor promotor de la revolucin, durante su confesin: [] niega por falso el cargo que se le hace de haber imaginado establecer en ellas el gobierno republicano bajo los principios que se indican de igualdad, libertad y tolerancia90. Evidentemente est mintiendo.

88

No slo es considerable la influencia ideolgica, adems, en sus proclamas los alzados hacen una comparacin con la capacidad revolucionaria del pueblo venezolano con el francs y el norteamericano: Volved los ojos a los americanos del norte, y a la Francia y os instruirn de los medios de que se han valido para triunfar de la tirana, y de todos los enemigos de su libertad. La unin, la constancia, un ardiente amor a su patria, y el valor heroico de sus habitantes han superado todos los obstculos. Estas mismas son las virtudes que yo os recomiendo, y estad seguros de que con ellas conseguiris la libertad como ellos la lograron. [tachado: Tened presente] Este es el ms precioso patriotismo que podemos dejar a nuestros hijos y descendientes; tened presente que su [tachado: nuestra] patria no vala para ellos ms que la nuestra para nosotros. Proclama: Lleg ya el da padres de la patria AGI, Caracas, 434, N. 23, fols. 1v-2r. [Doc. 13]. En adelante: Proclama: Lleg ya el da 89 Incautacin Montesinos (Declaracin del reo Nicols de Len (alias Croquer), Caracas, 17 de julio de 1797), fols.137v-138r. 90 Confesin de Espaa, fols. 27r-27v.

180

En torno al polmico tema de las disposiciones relativas a la religin y a la iglesia, las Constituciones decretan no eliminar las rentas de los eclesisticos, iglesias y comunidades religiosas; se premiara a aquellos eclesisticos que contribuyeran con sus actos a la consolidacin de la Independencia; y se respetaran los sacerdotes, templos e imgenes 91; sin embargo, se advierten drsticas medidas:
[] si cualquiera contra las Divinas Doctrinas del Evangelio y sagrados libros, predicase exhortase y difundiese papeles, o hiciese otros actos contra la felicidad general despojndose de su carcter de ministro espiritual para hacer un defensor de la tirana ser tratado como traidor de la patria y castigado con el rigor de las leyes 92.

Nada se dice que haga pensar en la posibilidad de establecer la libertad de culto, ni de separar el vnculo de las iglesias americanas con la Santa Sede, mediatizado a travs del Regio Patronato Indiano por la Corona. Entre los papeles que se les incauta, llama la atencin el borrador de una carta dirigida al obispo Viana:
[] escrita en una cuartilla y al parecer sin concluir por la cual se le convidaba en nombre de la patria a ponerse de parte de la libertad y que previniese a todo eclesistico no intentase poner estorbo a ella y que se le hara responsable de los desordenes que hubiera por esta causa93.

El espejismo: la Corona espaola desea abandonar Amrica? Gual y Espaa se valen de cuanto ardid est a su alcance para convencer a Rusiol y a otros del grupo de llevar a cabo la revolucin de independencia, para ello usan hasta los argumentos del conde de Aranda, en su Exposicin a Carlos III94 que, segn la interpretacin de los rebeldes

91 92

Proclama: Espaoles de Amrica, fol. 3r. [Doc. 12]. Constituciones, fols. 8r-8v. [Doc. 6]. 93 ndice de todos los documentos que acompaan a las representaciones que con fecha 18 de julio, 9, 12, 16 y 20 de agosto de 1797, y bajo los nmeros 232, 233, 234, 235 y 236, dirige la Real Audiencia de Caracas al Rey Nuestro Seor en su Real y Supremo Consejo de Indias, por mano del seor don Silvestre Collar, su secretario, informando de la sublevacin y traicin descubierta el 13 de julio del mismo ao en el puerto de La Guaira de esta ciudad en: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta, Caracas, 23 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N.18, n 6, fol. 1r. En adelante: Informe de la Audiencia al Supremo Consejo de Indias. 94 Exposicin al rey Carlos III sobre la conveniencia de crear reinos independientes en Amrica. En: Andrs Muriel, Historia de Carlos IV. Madrid: Ed. Atlas, p. 400, 1959. Es interesante hacer notar que el hecho de que hicieran referencia a este texto es una demostracin del conocimiento de la situacin de la monarqua y de importantes documentos de actualidad poltica, cuyo antecedente ms cercano es la posicin al respecto del

181

guaireos, la Corona tendra previsto deshacerse de sus posesiones en Amrica, motivo por el cual envi a los reos espaoles a La Guaira, por eso estn seguros, dicen, de contar con el beneplcito y la colaboracin de las autoridades, quienes no tomaran ninguna accin en contra del movimiento, puesto que ste estaba en consonancia con los deseos del monarca y sus ministros. Estas cuestiones seguramente las haba escuchado Gual de Picornell, quien es ms probable que conociera el texto de Aranda por su cercana poltica al conde y a su partido, durante la poca de la conspiracin de Madrid, aunque ya para este momento el ministro ilustrado, como se sabe, haba cado en desgracia con Godoy. Por supuesto que esto explica el contenido de la proclama de los alzados: Espaoles de Amrica, que al texto dice as:

Si las opresiones que desde tanto tiempo padecen no han desterrado de vuestros corazones el amor de la libertad con aquel espritu varn que grita tras la Independencia dando vida a esos animosos esfuerzos que distinguen el hombre libre del esclavo; si tenis algn sentimiento de honor y ambicin deben vuestras mercedes unnimes resolverse al punto a libertarse del yugo que slo se mantiene ms bien por la costumbre que lo ha inventado que por las fuerzas y medios facultativos que han puesto para su continuacin95.

Explica Rusiol que Gual le haba dicho que no tendran que:


[] sostener guerra alguna respecto de que el Consejo de Estado y los sabios de la nacin haban consultado al rey que abandonase todas las Amricas como nico medio de restablecer la Monarqua a aquel antiguo esplendor, grandeza y respeto de que disfrutaba antes entre todas las naciones de Europa, y que perdi despus del descubrimiento de las Amricas, viniendo a ser con este motivo el juguete de las otras potencias96.

Y para demostrarles lo acertado de su criterio le pone el ejemplo de las operaciones militares que extraamente no haba llevado a cabo Espaa en las Antillas, cuando se produjeron situaciones semejantes, particularmente desde el comienzo de la guerra entre Espaa e Inglaterra:
intendente Jos Abalos en 1781. Vase: Manuel Lucena Giraldo, Premoniciones de la independencia de Iberoamrica. Madrid: Fundacin Mapfre Tavera, Doce Calles, 2003. 95 Proclama: Espaoles de Amrica, fols. 17v-18r. [Doc. 12]. El mismo documento en: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 248), Caracas, 16 de marzo de 1798. AGI, Estado, 58, N.22, fol. 2v. El contenido de este documento hace pensar, indudablemente, en la influencia de Picornell en su redaccin. 96 Declaraciones de Rusiol, fol. 86v.

182

[] que cuando en las anteriores guerras con la Inglaterra, uno de los primeros pasos de la Espaa haba sido el de enviar tropas y armada a las Indias para resguardar stas, en la presente no haba enviado buque alguno de guerra, ni ninguna tropa, ni aun para la defensa de La Habana y Puerto Rico, y esto sabiendo que los ingleses tienen considerables fuerzas en las Antillas, que no pueden ser empleadas sino en conquistar las posesiones espaolas, pues las francesas estn todas en su poder, a excepcin de la isla de la Guadalupe [con el comisario Vctor Hughes a la cabeza del gobierno insular] que han abandonado por haber sido rechazadas de ellas en tres veces97.

Rusiol, incrdulo de tan descabellada explicacin, insiste en decir que no cree tal cosa, a lo que los revolucionarios responden que no hay ninguna:
[] duda en que estaba resuelto el abandono de las Amricas por haberse conocido que con estas no poda restablecerse la poblacin de Espaa, que es en lo que consista y deba consistir su verdadera fuerza y grandeza, as como no obstante que la plaza de Orn era de mucho honor e importancia para la Espaa por sujetarse con ella toda la costa de frica se haba abandonado por el gran dispendio de hombres y caudales que causaba su posesin []98.

Aunque la Corte espaola, estara dispuesta a abandonar sus colonias en Amrica, siempre y cuando: [] stas quedasen erigidas en Repblicas y que estableciesen entre s un gobierno independiente para que no se apoderasen de ellas otras potencias99. No podan estar ms equivocados los revolucionarios al esgrimir un razonamiento que raya en el absurdo, y resulta inconcebible que alguien pudiera creerles. Todo esto lo usa Gual como evidencia para justificar la proteccin de la que estaban siendo objeto Picornell y sus conmilitones de Madrid en la crcel guairea:
[] que era prueba de esto el que estando sentenciado el reo Picornell a encierro perpetuo en Panam, y debiendo a este efecto habrsele dirigido a La Habana para que all en el Correo ordinario pasase a Cartagena, se le trajo y dej en el puerto de La Guaira en donde se le

97 98

Ibdem, fols. 87r-87v. Ibdem, fols. 87v-88r. 99 Ibdem, fol. 88r.

183

mantena bajo de una Guardia de Mulatos, abierta la puerta del calabozo y sin ninguna prohibicin de comunicarlo, ocupndose diariamente en escribir papeles incentivos de revolucin y establecimiento de repblica, todo con ciencia y conocimiento del pueblo y sin que pudiese ignorarlo el mismo comandante, por lo menos en cuanto a su franca comunicacin y ocupacin en escribir: deducindose de aqu que este hombre a pretexto de desterrado era remitido por la Corte para que secretamente proyectase y dispusiese la formacin de la repblica y no lo entendiesen las dems naciones hasta despus de verificarlo; con cuyo propio fin y con el de que auxiliasen en este proyecto a Picornell se esperaban otros dos reos que se decan de Estado100.

Y como confirmacin de un pensamiento tan elaborado como ilgico, le muestran dos cartas, que casi con certeza eran falsas, enviadas desde Madrid a Gual y a Arrambide en las que se les informaba del plan. Gual le lee a Rusiol una de ellas, en la en la que se le solicitaba expresamente disear un plan de revolucin, ofrecindole en garanta otorgarle un alto cargo, una vez ste hubiera triunfado segn lo previsto. Tanta consistencia argumental, dice Rusiol, termin por convencerlo:

Que en fuerza de estas demostraciones y disminuida por ellas en su opinin la gravedad del delito de conspiracin contra el Rey, reflexionando por una parte que si no abrazaba el partido que se le propona quedaba expuesto a ser asesinado por aquellos mismos que le haban confiado sus secretos, y por otra que si los denunciaba siendo verdad la resolucin de abandonar las Amricas no sera atendido de los magistrados y vendra a ser la primera victima de la revolucin []101.

A esto se agrega el non plus ultra de las creaciones conspirativas de Gual, Espaa y Picornell, quienes llegaron al extremo de:
[] fingir una real cdula de V.M. con el cmplase del presidente gobernador y capitn general toma de razn, y otras circunstancias para seducir con ella a los menos cautos, hacindoles creer que V.M. haba estimado conveniente para el beneficio de Espaa la separacin e independencia

100 101

Ibdem, fols. 88r-89. Ibdem, fols. 91r-92r.

184

de las Amricas, con tal que se hiciese sin que lo entendiesen otras potencias, a cuyo fin ordenaba se tratase de esto con el mayo sigilo102.

Y por si fuera poco, intentan desacreditar al recin llegado Guevara y Vasconcelos, despus de descubierta la conspiracin, de lo que da queja Lpez Quintana:
[] desde que lleg en cuatro de abril ltimo el presidente de esta Real Audiencia capitn general de estas provincias don Manuel de Guevara y Vasconcelos, se hizo correr la voz maligna en que traa orden de V. M. para tratar de los medios de que todos los esclavos sean libres 103.

El proyecto abolicionista El temor, siempre presente en las capas dominantes de la sociedad venezolana, a un alzamiento de pardos, mulatos y negros, genera una lgida polmica. Los revolucionarios guaireos (aunque no todos estn de acuerdo104) tratan de contenerlos con sus propios mtodos: intentan convencerlos de que se incorporen a sus huestes en calidad de efectivos del ejrcito revolucionario, con la garanta de que, una vez lograda la independencia, todos seran iguales, tendran los mismos derechos y quedara abolida la esclavitud. Los funcionarios metropolitanos llevan a cabo las acciones que creen ms convenientes 105, para calmar los nimos y contener lo que suponen sera un desastre en caso de que hubiera un alzamiento de tales caractersticas. Los mantuanos, que no estn dispuestos a liberar a sus esclavos, se alan entre ellos y con las autoridades para proteger sus propiedades. Los reformistas americanos, particularmente los criollos, frustrados por el incumplimiento de las reformas, se radicalizan en sus posiciones
102

ndice de la representacin que la Real Audiencia de Caracas dirige al Rey en su Real y Supremo Consejo de las Indias, por mano del seor don Silvestre Collar su secretario y del mismo Consejo, Caracas, 16 de marzo de 1798. AGI, Caracas, 435, fols. 24v-25r. Vase tambin: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 234), Caracas, 12 de agosto de 1799. AGI, Estado, 58, N.18, fols. 1r-1v. 103 Copia de la representacin n 264 que la Real Audiencia de Caracas dirige a S.M. sobre haber sido preso y ejecutado Jos Mara Espaa, uno de los principales reos de la revolucin y que est en la necesidad de fenecer la causa (Caracas, 9 mayo), en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N. 27, fols. 3r-3v. En adelante: Informe sobre la ejecucin de Espaa. 104 Ronan justifica su oposicin radical e interesada a la abolicin de la esclavitud diciendo: [] qu hubiera yo ganado con la reforma entrando bajo el pie de dar la libertad a una esclava y cinco esclavos que me daban de comer con sus jornales en las Reales obras, pues mi sueldo no me alcanzaba para mis gastos? Ciertamente, esto confirma que los blancos vivan a expensas de los oficios, que hacan que sus esclavos aprendieran, con la finalidad de alquilarlos y vivir de su salario. Confesin de Ronan, fols. 31r-31v. 105 El basamento legal con el que combaten la libertad de los esclavos es la real cdula de 31 de mayo de 1789, sobre la educacin, trato y ocupacin de los esclavos en todos los dominios de Indias e islas Filipinas. Instruccin para el agente francs, fol. 3r.

185

reformistas, tal es el caso de Francisco de Miranda y de Pedro Fermn de Vargas, en Nueva Granada, a quienes podra llegar a considerrseles racistas reformistas radicales. La manera en que Vargas describe el origen y las diferencias raciales, y cmo llegan algunos grupos tnicos a alcanzar privilegios que slo estn destinados a los blancos, es reveladora:

Lo que sucede a los indios acaece igualmente a los negros, y en su lugar los mulatos aumentan, y esta raza, como la de los mestizos, aspirando ambas a la jerarqua de criollos, esto es a la de blancos del pas, se enlazan cuanto pueden con ella y as sta ltima aumenta cada da con progresos muy perceptibles. Soy de opinin que si se dejaren de introducir negros en aquellos pases, dentro de dos centurias seran rarsimos los negros que se hallasen en ellos 106.

Y agrega un juicio claramente sexista: [] las negras e indias prefieren, en todas circunstancias, y creo que entre todas las naciones que pueblan los pases occidentales, los hombres blancos a los de su propio color cuando se trata de conceder los favores de su sexo.107 A pesar de lo que pueda suponerse, algunos sectores de la poblacin esclava se niegan, y actan en consecuencia, contra la posibilidad de obtener su libertad; tal es el caso de Rafael Espaa108, esclavo y delator de Jos Mara, quien relata que:
[] doa Joaquina [Snchez] estando a solas con l, le dijo que los esclavos no deban serlo, y si deban levantarse todos para ser libres como los dems y que por qu el declarante, su mujer y sus hijos haban de estar en esclavitud y no ser libres, que el declarante la dijo mi ama yo nac esclavo y he vivido esclavo, y por eso no me he muerto, y ser esclavo hasta que Dios quiera o hasta que me muera109.

Pero, es evidente que esta no era ni la opinin ni el deseo de todos los esclavos. Sin embargo, y en contrapartida a las estrictas normas adoptadas por las autoridades - que cuentan con el beneplcito de los mantuanos - para someter a los grupos tnicos considerados inferiores,

106 107

Pedro Fermn de Vargas, Ob. cit., p. 174. Ibdem, p. 175. 108 Casado con Mara Maximiana de Espaa, natural y vecina de Naiguat, negra esclava, de 30 aos de edad. 109 Aprensin de doa Joaquina Snchez, y dems encubridores de la residencia del reo Jos Mara Espaa en La Guaira, despus de proscrito, y la prisin de ste, e igualmente la confesin de dicha Snchez, Caracas, 23 de diciembre de 1799. AGI, Caracas, 433, N. 90, fols. 40v-41r. En adelante: Aprensin de Joaquina Snchez.

186

algunas de esas medidas quedaron sin efecto en la prctica como la prohibicin del uso de armas que afectaba a los pardos:
[] por las necesidades defensivas de las colonias al crearse los batallones de milicias de pardos, donde los hombres libres de color reciban instruccin militar. Esta medida no agrad a los mantuanos porque suponan que era un primer paso hacia el reconocimiento de la igualdad de derechos, a la vez que se creaba un ejrcito, ms o menos entrenado, que en cualquier momento poda volverse contra ellos 110.

Al mismo tiempo, recela la aristocracia criolla de que la aplicacin de la real cdula de Las Gracias al Sacar111 (promulgada en 1795) incitara a la subversin, y est convencida de que era peligrosa esta suerte de apertura legal, porque los pardos estaban, en su mayora, emparentados con los esclavos de las haciendas, quienes, al ver la ejecucin de tales medidas, estaran dispuestos a insubordinarse contra sus amos y reclamar sus derechos. Pero, que duda cabe, nadie mejor que los pardos para dar testimonio de la discriminacin y, por supuesto, de la inmensa distancia que los separa de los blancos en derechos. Picornell culpa a la Monarqua espaola de la segregacin tnica y social, como ya lo haba hecho en Madrid, al referirse a la discriminacin en la sociedad estamental, que ve agudizada en Amrica. Cordero confiesa haber escuchado de boca de Picornell que:
[] el Rey de Espaa no tena derecho alguno para la dominacin de la Amrica sino que la haba usurpado a los indios que eran sus antiguos dueos, que no era razn que hubiese diversidad de clases, ni esclavitud porque todos los hombres proceden de un mismo principio, y

110

Javier Lavia, Revolucin francesa y control social en Venezuela. En: Tierra Firme, Revista de historia y de ciencias sociales. Ao 7, T. VII, pp. 279-280, 1989. 111 Ermila Troconis de Veracoechea expone que: La llamada real cdula de Gracias al Sacar fue promulgada el 10 de febrero de 1795 y consisti en un arancel o tarifa mediante la cual, por el pago de una suma de dinero estipulada en cada caso, se concedan licencias, dispensas y prerrogativas a las personas que lo hubieren solicitado. Esta real cdula se bas en otra de fecha 3 de junio de 1773 (destinada a Espaa), pero la gran diferencia consiste en que la de 1795, por ser para las Indias, incluye a los pardos como posibles beneficiarios de la misma. [] La real cdula de Gracias al Sacar signific una forma muy concreta de permitir el ascenso social de los pardos, quienes as pudieron lograr cierta igualdad con los blancos. Voz: Cdula de Gracias al Sacar, en: Diccionario de Historia de Venezuela. Vase tambin: Rodulfo Corts, Santos (1978). El rgimen de las gracias al sacar en Venezuela durante el perodo hispnico. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 2v.

187

que el medio que se propona para hacer feliz a este pas era el establecer un nuevo gobierno que todos los habitantes fueran iguales sin distincin alguna de clases, ni esclavitud []112.

Paradjicamente, recuerda Canivens, en el memorial que enva desde Filadelfia para probar su inocencia, en 1798, haber escuchado a Gual, en una de las juntas revolucionarias, decir lo siguiente:
Seores, me han informado que los pardos de resultas de la fuga de los reos de Estado quieren amotinarse, y es menester que procuremos evitar esta maldad, y poner a cubierto nuestras personas que por el mero hecho de ser blancos seramos los sacrificados a ejemplo de lo que se ha observado en las colonias francesas: Para este efecto convendra conocer las cabezas y hacerlas entrar en razn []113.

Y cuando se presentaron los pardos a la reunin, y manifestaron sus intenciones de alzarse proclamaron:

Gual dirigiendo la voz a los recin entrados les amonest y exhort con la mayor vehemencia a apartarse absolutamente de los detestables pensamientos que se supona encerraban, manifestndoles los horrores que produciran si por las ms terribles de las desgracias se obstinasen a ponerlos en planta con otros juiciosos y prudentes consejos e cuidados a restablecerlos en el sosiego; en todo lo cual convinieron unnimemente protestando que nunca haban abrigado designio tan perverso e inicuo, con lo que cada uno se retir de la casa114.

En tales circunstancias, era prcticamente inevitable que, en la zona costera, se produjeran alzamientos de negros, por ejemplo el de Cariaco, en Cuman, y el de Carayaca, en el Litoral Central. El mismo ao de 1797, el gobernador de Cuman, Vicente de Emparan: [] haba dado tambin aviso de una insurreccin de negros bozales descubierta en el Partido de Cariaco, y dirigida a dar muerte a los blancos, inclusos sus amos, aadiendo que haba dado el auxilio

112 113

Confesin de Cordero, fols.16v-17r. Representacin que dirige a S.M. Don Pedro Canivens, mdico del hospital de La Guaira, exponiendo la participacin que tuvo en la intentada revolucin de 1797, solicitando se le permita regresar al lado de su familia. Filadelfia, 10 de febrero de 1798. AGI, Estado, 62, N.12, fol. 2r. En adelante: Representacin de Pedro Canivens. 114 Representacin de Pedro Canivens, fol. 2v.

188

conveniente para extinguirla [].115 El joven barbero guaireo y cabo de Milicias de Pardos, Florencio Angulo, declara que por esas fechas vena de Carayaca una partida de negros para hacer el levantamiento.116 La iglesia tena una fuerte ingerencia en el mantenimiento del sistema esclavista, poseedora de esclavos, comprados o donados, su misin era, entre otras, adoctrinar a los negros esclavos infieles, as como establecer los controles necesarios para que no se desbordaran, cuando de celebrar sus propias festividades se trataba, y en general, en sus costumbres poco ortodoxas para el gusto de los religiosos catlicos. Contra los mtodos de los eclesisticos tambin combatirn los revolucionarios. En su Exhorto a los Americanos, Gual increpa:

Sacerdotes! Ministros de Dios! Tutores del pueblo! Sobrado tiempo en nombre de la religin se han burlado los tiranos de estos tristes climas, de la especie humana. Sobrado tiempo en nombre de Dios han desfigurado con una esclavitud vergonzosa la ms hermosa obra de sus manos, el hombre117.

Para los rebeldes: [] es menester tener grande unin todos los americanos a fin de salir de nuestra esclavitud, y quedar cristianos libres, y no esclavos cristianos [] 118. No nos corresponde en este momento hacer un estudio exhaustivo de los antecedentes ni de las condiciones de vida de estos grupos sociales, tema al que muchos autores le han dedicado importantes y profundos anlisis119. Se trata, en todo caso, de revisar la propuesta de los

115

ndice de la representacin que la Real Audiencia de Caracas dirige al Rey en su Real y Supremo Consejo de las Indias, por mano del seor don Silvestre Collar su secretario y del mismo Consejo, Caracas, 16 de marzo de 1798. AGI, Caracas, 435, fols. 12v-13r. En este sentido, Jos Ignacio Moreno, aconseja: El segundo punto sobre que debe reformarse aunque provisionalmente el sistema poltico es sobre la absoluta introduccin de negros bozales. La provincia de Caracas que contiene en sus limites ms de treinta mil leguas cuadradas tan feraces, como incultas por falta de brazos, en nada debe tener mayor inters, ni hay medio alguno, que puede hacerla ms contribuyente a la metrpoli, como el acopiar de las costas de Guinea los que necesita para hacer tiles, y fructuosos sus inmensos, y yermos terrenos, pero en las circunstancias actuales nada debe mirar con mayor recelo ni serle ms perjudicial que un permiso ilimitado de introducirlos. Informe Moreno, fols. 10r-10v. 116 Contiene las declaraciones inquisitivas, y confesiones del cabo de Milicias de pardos Florencio Angulo, Caracas [s/f]. AGI, Caracas, 431, N. 56, fol. 4r. 117 Exhorto a los Americanos, fol. 2v. 118 Copia de la declaracin de Manuel Espaa, en presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual Caracas, 6 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol.3r. 119 Vase, entre otros: Miguel Acosta Saignes, (1965). La trata de esclavos en Venezuela. Caracas: Centro de Estudios Histricos, 1965. Miguel Acosta Saignes, (1984). Vida de los esclavos negros en Venezuela. Valencia:Venezuela: Vadell Hermanos, 1984. Marcos Andrade Jaramillo, La trata de negros: disertaciones recientes, Caracas: Universidad Santa Mara, 1993. Federico Brito Figueroa, (1964). El comercio de esclavos negros y la mano de obra esclava en la economa colonial venezolana. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1964. Federico

189

insurrectos guaireos para lograr la igualacin social mediante la abolicin de la esclavitud, que va ms all, incluso, de la consecucin de la independencia, porque para lograrla es imprescindible la participacin de los esclavos, de tal forma que: [] con estos y la dems gente de color, animada por la igualdad, se principiar la revolucin []120, a esto precisamente le temen las autoridades a: [] que a la primera voz de libertad, e igualdad, saldran de las haciendas y casas 100 mil esclavos, y mucho mayor nmero de negros, sambos, y mulatos libres, resueltos a conseguir, y sostener aquellos objetos lisonjeros. 121 An as, entre los rebeldes hay divergencias, pues Rusiol critica la pasin que pone J. M. Espaa al confiar en la participacin de los esclavos en el alzamiento:

Espaa lo pona todo muy fcil y deca que dndole libertad a todos los esclavos, ellos entraran despus en el partido por conseguir la misma libertad y a la primera voz de igualdad vendra toda la dems gente de color, cuyas proposiciones siempre parecieron al declarante unos delirios [].122

La tarea no sera tan fcil, pero lo ms curioso es que, una vez ms, la creatividad de los conspiradores vuelve a su efervescencia, haban falsificado otra real cdula, como lo hicieron cuando intentaban captar proslitos con el argumento de que Espaa haba decidido abandonar sus posesiones en Amrica:

La real cdula fingida que ha corrido sobre la libertad de los esclavos de que o hablar en La Guaira, y no hice por entonces mayor caso, reflexionando ahora de ms cerca digo, que puede

Brito Figueroa, (1987). Historia de la esclavitud negra en Venezuela y el Caribe. Caracas: Universidad Santa Mara, 1987. Federico Brito Figueroa, El problema tierra y esclavos en la historia de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1984. Morella A. Jimnez G., (1986). La esclavitud indgena en Venezuela, siglo XVI. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1986. Daniel P. Mannix, y Malcolm Cowley, Historia de la trata de negros. Madrid: Alianza Editorial, 1962. Carmen Sotelia Moreno Urquiola, (1980). Aporte bibliogrfico a la esclavitud en Venezuela. Caracas: s.n, 1980. Jos Marcial Ramos Gudez, El padre Alonso de Sandoval y sus acciones en contra de la trata de esclavos africanos. Barquisimeto: s.n, 1991. Jos Antonio Saco, Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los pases amrico-hispanos. La Habana: Editorial Cultural, 1938. Ermila Troconis de Veracoechea (comp.), Documentos para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1969. 120 Declaraciones de Rusiol, fols. 74 v. 121 Real Audiencia de Caracas sobre conjura descubierta (representacin n 234), Caracas, 12 de agosto de 1799. AGI, Estado, 58, N.18, fol. 2r. 122 Declaraciones de Rusiol, fols. 3v-4r.

190

atribuirse al reo Corts quien, segn Espaa, tena habilidad para imitar toda especie de letra []123.

Al reo Corts? Al joven timorato de San Blas? Seguramente Rusiol miente cuando confiesa que la diferencia tnica no constitua el terreno social propicio para el alzamiento, y que as lo haba expresado en varias ocasiones a los de su partido, al decir que: [] no cree que sus ideas se hubiesen extendido hasta el extremo de juntar cuerpo y fuerzas para una revolucin, la cual nunca podra ser conveniente en este pas por la diversidad de clases y colores. 124 Y que haba tratado de hacerle ver a Espaa que sus esclavos vendran a ser sus iguales, y quizs sus superiores125 si llegaba a constituirse el pas en repblica, aunque fuese cierto que:
[] las gentes de Norte Amrica aun siendo de un color y de un modo de pensar, y diferentes en costumbres a las de esta provincia, haba costado mucha sangre el establecimiento del nuevo gobierno. Que en la Francia mucho ms, sin que hasta ahora se haya logrado la reunin total de la nacin. Que en las colonias francesas donde haba la misma diversidad de gentes que en esta, tenamos el ejemplo de tanto estrago, y que los de color haban matado a todos los ms de los blancos, quedando los pocos que de estos dejaron, sujetos al gobierno de los mismos mulatos y negros, particularmente en el Guarico []126.

Hay que recordar que Rusiol es militar y no hacendado, por lo tanto, lo ms probable es que s fuera abolicionista, a pesar de que su declaracin refleje lo contrario. Precisamente, el proyecto de J.M. Espaa fracasa en el punto en el cual propone la libertad e igualdad de los esclavos, porque no slo no conviene a los intereses de los grupos criollos con poder econmico, adems, tampoco cuenta con el apoyo de los esclavos, ni siquiera de los suyos, quienes temen por su futuro una vez puestos en libertad 127. El peso de la cuestin
123

Confesin de Ronan, fol. 47v. Es posible tambin que Ronan confundiera esta real cdula con la que, por lo visto, se haba falsificado en el alzamiento de Jos Leonardo Chirino. Vase al respecto: Informe sobre la ejecucin de Espaa, fols. 3r-3v. 124 Declaraciones de Rusiol, fol. 3r. 125 Ibdem, fol. 3v. 126 Ibdem, fols. 12v-13r. 127 No en balde alentaba Gual, con su discurso radical, a sacudir el yugo de la esclavitud: Hasta cuando vuestra paciencia aguantar el peso de la opresin que crece todos los das? Hasta cuando besareis servilmente el ltigo con que os azotan? y hasta cuando la esclavitud en que vivs os parecer honor y gloria?, y ms adelante dice: Desterris sobre todo las preocupaciones que la supersticin os ensea, y las odiosas distinciones con respecto a la sangre parda; remitid a la oscuridad de sus autores la infame doctrina que vale ms las esclavitud en que uno ha

191

radica en el impacto econmico y social (e incluso psicolgico) de los mecanismos utilizados para garantizar la pervivencia del sistema esclavista y, en particular, de la comercializacin de los negros, contra la que tambin se oponen los conspiradores guaireos, cuando proclaman el comercio libre con otras naciones, a quienes se les har: [] saber que hallarn (abiertos) los puertos de nuestra provincia para toda negociacin, como no sea de esclavos, pues que se ha abolido con el nuevo gobierno por inhumana []128. El comercio de esclavos fue liberado por la Corona, en 1791, por un lapso de 6 aos, restablecido en 1798 hasta 1804, cuando se renueva una vez ms, pero el gobernador Guevara y Vasconcelos suspende la orden por temor a que una mayor afluencia de negros al territorio incrementara las posibilidades de un alzamiento, motivo por el cual qued suspendido el trfico negrero indefinidamente. Por su parte, los conspiradores guaireos disponen, en el artculo 32 de las Constituciones, que:
Se declara la igualdad natural entre todos los habitantes de las provincias y distritos: y se encarga que entre blancos, indios, pardos y morenos reine la mayor armona, mirndose todos como hermanos en Jesu-Cristo iguales por Dios, procurando aventajarse slo unos a otros en mrito, y virtud que son las dos nicas distinciones reales y verdaderas que hay de hombre a hombre, y habr en lo sucesivo entre todos los individuos de nuestra Repblica 129.

Por lo tanto, quedara abolida la esclavitud como contraria a la humanidad. El procedimiento que habra de seguir el gobierno provisional, en quien recaeran todas las decisiones y las previsiones legales, sera el siguiente:
[] todos los amos presentarn a la Junta Gubernativa de sus respectivos pueblos, cuantos esclavos tuvieren con una razn jurada, de su nombre, patria, edad, sexo, oficio, coste que le tuvo y aos que le sirve, ms una nota de su conducta y achaques, si los tuviere para que en su vista, en la Junta General, se determine y mande abonar a los respectivos dueos de los fondos pblicos lo que merezcan en justicia, pero los esclavos permanecern en el actual servicio de sus amos hasta la disposicin de la Junta General130.

nacido, que un gobierno libre, independiente y administrado por unos hombres virtuosos elegidos por vuestro sufragio, y responsables de su conducta. Habitantes libres de la Amrica Espaola, fol. 1r. 128 Ibdem, fol. 15 v. 129 Constituciones, fols. 15v-16r. [Doc. 6]. 130 Idem, fols.16v-17r.

192

Esto ltimo se prescribi con la finalidad de que no se viera perjudicada la produccin, remunerando oportunamente sus jornales. Los amos que se negaran a cumplir esta orden, y los entregaran despus de tres das de establecida la Junta, los perderan, as como su importe. Sin embargo, el esclavo, aunque pasara a ser ciudadano (pero de segunda), quedara sujeto a la tierra y, en casi todos los casos, a su antiguo amo, en lo que podra considerarse un prolegmeno del pen asalariado del sistema capitalista de produccin, es decir: [] ningn criado, o mucho menos ciudadano de esta naturaleza, podr despedirse de su amo sin justa causa probada por uno de los individuos de la Junta Gubernativa que ser nombrado para juez de estas causas. 131 Con relacin a este asunto, en una ocasin, Cordero escuch decir a Gual que:
[] uno de los puntos de constitucin haba de ser la libertad de los esclavos; pero que haban de quedar en sus haciendas correspondientes, pues considerados como unos agricultores no se les haba de remover de ellas; a menos que por ser demasiado para su cultivo se sacasen los sobrantes para las armas132.

Tambin hacen referencia explcita a las esclavas y se reglamenta sobre su nueva condicin de libres:

Las mujeres que [tachado: actualmente son esclavas y] hubieren recibido la libertad en nombre de la patria, estarn bajo cuidado de la Junta hasta que hallen un medio de subsistir, pudiendo quedarse con los propios amos en calidad de libres si no hubiese algn reparo por una u otra parte133.

En este sentido, los indios saldran un poco mejor parados, pues sera abolido el pago de tributo con que les pechaba la Corona, y se les daran tierras en propiedad para su cultivo. Una vez cumplido el proceso legal vendra la apoteosis, la gran fiesta simblica de la liberacin, en la que los esclavos haran junto a sus amos el gesto emblemtico que marcara el

131 132

Ibdem, fol.18r. Confesin de Cordero, fol. 7r. 133 Papel sedicioso: El comandante en Jefe del Ejrcito Revolucionario del pueblo americano de la provincia de Caracas a los vecinos y moradores del pueblo de La Guaira, Caracas, 8 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 16, fols. 6r-6v. En adelante: Papel sedicioso: El comandante [Doc. 8].

193

fin de su condicin de esclavos; as lo haba dispuesto Gual en su: Dilogo entre un patriota y un miliciano de Costa Firme, en el que el primero le dice al miliciano:
[] diga vuestra merced a sus amigos los veteranos que no tiene ninguna gloria ser esclavos para amarrar otros esclavos que la verdadera gloria ser que unos espaoles curen hoy una llaga horrible que hicieron a la Amrica otros espaoles tres siglos ha, y sern los primeros hombres de la Amrica, y todos nos abrazaremos como hermanos, y ser una fiesta lo que quieren que sea una guerra esos seores que se enriquecen con nuestra miseria134.

Todo estaba dispuesto, en el apartado 13 de la proclama que hara el Comandante en Jefe del Ejrcito Revolucionario del Pueblo Americano de la provincia de Caracas, a los vecinos y moradores del pueblo de La Guaira, en el que se establece que:

Formada despus la Junta gubernativa en la plaza de N. irn pasando de dos en dos todos los esclavos, de uno y otro sexo, que hubiese en el pueblo, con una cadena fcil de quitarse en el brazo, u otra cualquiera seal de esclavitud; y sus amos presentarn por escrito una breve noticia de sus circunstancias conforme al artculo N. de la instruccin general135.

El espectculo patritico proseguira as:

Una persona destinada para este fin le ir quitando las seales de esclavitud en nombre de la patria y el presidente y dems individuos de la Junta irn abrazando sucesivamente(1) declarndoles el secretario que son libres y que quedan reconocidos por ciudadanos 136.

A continuacin, no poda faltar el oficio religioso:

Concluido este acto se entonar con toda solemnidad un Te Deum en accin de gracias al todo poderoso y pidindole que derrame sus bendiciones sobre el pueblo y coadyuve al justo recobro de su libertad, se har tambin una salva de artillera 137.
134 135

Dilogo, fol.2r. Papel sedicioso: El comandante, fols. 4v-5r. [Doc. 8]. (1) No s si las costumbres del pas permitirn este acto respecto del otro sexo (nota del autor del documento que parece haber sido escrita por el propio Picornell). 136 Ibdem, fols. 5r-5v.

194

Y para concluir el acto solemne:

El presidente les har una breve exhortacin animndoles al amor y defensa de la patria que acaba de darles la libertad; y para este fin con acuerdo del comandante en jefe del Ejrcito Revolucionario o de otra persona comisionada por ste, se procurar armas a los que fueren aptos para ello y formarn varios cuerpos ms o menos numerosos segn el destino que se les diere, a los dems se les ocupar en ocupaciones correspondientes a sus cualidades 138.

Lamentablemente, habran de pasar muchos aos antes de que los esclavos obtuvieran su libertad en Venezuela.

La organizacin y la praxis revolucionaria Procedimientos que habran de seguirse para llevar a cabo las acciones iniciales del movimiento El plan139 segn el cual habran de llevarse a cabo las acciones revolucionarias en La Guaira, a pesar de las circunstancias adversas, era mucho ms que un proyecto incipiente para el momento en que fue descubierta la conspiracin; hasta estaba calculado, segn las condiciones climticas, cual habra de ser la mejor poca del ao para llevarlo a cabo:

El de la revolucin ser precisamente en el de la cosecha ms abundante de todo gnero de comestibles, desde el cual al de las nuevas siembras hay algunos meses de intermisin en que la ocupacin de los primeros movimientos de las armas, y del nuevo establecimiento no perjudicando mucho a la agricultura no ocasionar escasez []. El tiempo de la cosecha es tambin el ms propio porque no es llovioso (sic), y en otro que lo fuese se entorpeceran o demoraran mucho las operaciones por lo malo de los caminos y por toda marcha de tropas, trenes [de campaa] vveres y pertrechos se hara penosa y ruinosa 140.

137 138

Ibdem, fol. 5r. Ibdem, fols. 5v-6r. 139 Copia del documento que contiene el esquema de la estructura general de plan revolucionario, Caracas, 8 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 26. 1 fol. 140 Proclamacin al pueblo de Caracas, fols. 2v-3v.

195

Sin embargo, en lo que se refiere a la captacin de adeptos, tanto en el mbito civil como en el militar, no logran llevar a cabo una accin proselitista al igual que haba ocurrido en la conspiracin de Madrid-, lo suficientemente efectiva como para persuadir nuevas voluntades, ni siquiera con los panfletos y papeles sediciosos que hicieron correr por La Guaira, y est claro que no se puede hacer una revolucin si no hay gente que crea y trabaje por ella. La primera irrupcin debera comenzar simultneamente en La Guaira y en Caracas. El pueblo saldra a la calle organizado en cuadrillas, cada una al mando de un cabo 141, y vitoreando Viva el pueblo americano:
[] a la hora y da que se acuerde en esta plaza, y la capital, previniendo el tiempo que podr gastarse en llegar tropas nacionales a algunos puestos distantes que han de ocupar, y en asegurar las cabezas del mal gobierno, y dems personas desafectas al nuevo, de manera que al tiempo sealado se vea enarbolada la bandera nacional142 en la capital y esta plaza con las aclamaciones generales de: Viva la libertad, y muera el despotismo143.

Todos llevaran la escarapela cuatricolor144 (blanca, azul, amarilla y roja), como smbolo revolucionario y de [] la buena unin, concordia, e igualdad que ha de reinar constantemente entre todos los habitantes de la Tierra Firme [] 145. Las casas abriran sus ventanas, se quitaran las celosas de las rejas, y a la luz de la libertad, todos leeran los Derechos del Hombre, pero si alguno intentaba oponerse a la revolucin, sera arrestado, juzgado y castigado como enemigo de

141 142

Constituciones, Cita: fol. 6r. [Doc. 6]. Patricio Ronan recuerda cuando Cordero, por indicacin de Gual: [] hizo un plan idea l de bandera de cuatro colores, encarnado, blanco, azul, y dejaba en duda si el cuarto seria amarillo o carmelita, con las alusiones siguientes: Libertad, igualdad, propiedad, seguridad. Caracas, Cuman, Maracaibo, Guayana. Blancos, Indios, pardos, Negros. Confesin de Ronan, fol. 22r. 143 Texto tachado en el original. Plan del movimiento revolucionario, fol. 1v. [Doc. 7]. Aunque en las Constituciones dice que todos entonaran al unsono: Viva la Religin Catlica romana, el pueblo americano, la libertad, y la igualdad natural, que as lo previene la ley en el plan original . Incautacin Montesinos, fol. 38r. En otro de los papeles del plan dice: Se har una proclama general por las calles y plazas pblicas, diciendo en alta voz: Viva la ley de Dios, viva el pueblo americano y muera el mal gobierno. (Casi el mismo lema que usaron Picornell y sus cmplices en la conspiracin de Madrid) Papel sedicioso: El comandante, fol. 1r. [Doc. 8]. Vid. Supr. 144 Curiosamente, a la escarapela a la que hace referencia Joaquina Snchez es a la tricolor: Preguntada porque hizo arriba la declarante la advertencia de que las escarapelas de su nia aunque tenan los tres colores no eran separados sino matizados, respondi haber hecho esta advertencia porque la maracaibera [vecina desterrada] dijo a la declarante que los tricolores ms privados eran los que tenan los colores separados. Aprensin de Joaquina Snchez, fols. 33r-33v. 145 Constituciones, fol. 3v. [Doc. 6].

196

la patria146, y para evitar actos vandlicos como los ocurridos poco antes en las colonias francesas, disponen que:

El que a la sombra de esta revolucin hija de la razn, de la justicia y de la virtud, por fines particulares incendiare algunos edificios, ejecutare algn asesinato, atropellare alguna persona, cometiera algn robo, perdiere el respeto o decoro a las mujeres 147 sea de la clase que fuere, o extraviaren algunos papeles ser inmediatamente castigado con rigor 148 .

Los heridos contaran con los hospitales del ejrcito, que se abriran para atenderlos sin distincin. Pero la revolucin requiere tambin de mecanismos que garanticen el compromiso de los involucrados, es decir, de todos los ciudadanos, mediante el juramento ineludible de fidelidad a la causa: Entre todos los habitantes habr unin, constancia, y fidelidad, todos formarn la firme resolucin de morir primero que abandonar la justicia de esta causa149. Libertad es lo que claman los alzados: No temis pues a decir que sois libres y a este instante vuestra libertad es cierta150. Cuenta Ronan, que una de las veces que Cordero fue a su casa, le ense a los presentes:
[] un acta, celebrada bajo un rbol, entre l y Espaa, y otros, la cual se reduca a decir que los representantes de la nueva Repblica de Tierra Firme juntos y congregados por la primera vez, invocando a Dios y las Divinas luces del Espritu Santo se obligaban y comprometan los unos a los otros el guardar, observar, y cumplir y hacer guardar, observar y cumplir lo que contenan

146

A cada uno de los funcionarios metropolitanos de alto rango se les remitira esta advertencia, junto con una copia de los artculos que conforman el plan: Requiero a V. en nombre del pueblo con el cumplimiento de los adjuntos artculos en la parte que le toca bajo la inteligencia de que si al tiempo de su lectura o posteriormente ejecutase la ms mnima accin en contrario se proceder inmediatamente a la ejecucin de las ordenes que lleva el comisionado, pero si despus de enterado de su contenido se sometiere a la disposicin de dichos artculos ser tratado como corresponde y se previene en los mismos. Copia de la advertencia a los funcionarios metropolitanos para que eviten oponerse al plan, Caracas, 8 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 21, fol. 1. 147 En el Exhorto a los Americanos hay una importante defensa y exaltacin a la mujer para que se una a la revolucin: Sexo adorable! Sexo compasivo! Si puede haber alguno que no se estremece a la contemplacin de esta imagen horrible, desarma con tu dulzura su burro parricida, haz valer por la libertad de la patria el duro imperio que te ha dado la naturaleza sobre el corazn del hombre. Mustrale si es necesario con tu ejemplo que es hermoso vivir para la patria, que es ms hermoso aun por ella morir. Exhorto a los Americanos, fol.2v. 148 Constituciones, fol. 5v. [Doc. 6]. Un texto sorprendentemente similar al de Madrid. Vid. Supra. Manifiesto, fols. 5v-6r. [Doc.4]. 149 Constituciones, fol. 5r. [Doc. 6]. 150 Proclama: Espaoles de Amrica, fol. 2v. [Doc. 12]. Unos prrafos ms abajo dice: Las armas en vuestras manos, y el grito de la libertad en vuestros corazones son la divisa que debis desde este instante llevar a porfa uno con otro. fol. 3v.

197

sus artculos que se reducan a propagar sus mximas con el mayor sigilo hasta formar un partido respetable: que le fuese permitido y lcito perseguir hasta de muerte a cualquiera que revelase el secreto [] dicha acta o copia no estaba firmada de nadie151.

Cordero relata cmo se celebr el juramento, a orillas de una quebrada en La Guaira, acto al cual asistieron adems de Cordero, Jos Mara Espaa, el sargento Rusiol, Narciso del Valle, el sargento Miguel Granadino, Nicols Agustn, Ramn Prncipe y Florencio Angulo:
[] all hizo don Jos Espaa un exordio animndonos a seguir el partido de la Libertad, luego pas a recibirnos juramento de fidelidad, secreto, y defensa a la patria hasta derramar por ella nuestra sangre, y concluy este acto con mutuos abrazos de unos a otros [ ]152.

Un juramento al que todos estaran obligados, incluso los esclavos libertos, quienes podran pasar a formar parte de las milicias: Todos estos nuevos ciudadanos harn el juramento de fidelidad a la patria []153. En cuanto al contenido, existen evidencias - como no se vieron en la conspiracin de Madrid - que hacen suponer que se trata de un juramento masnico, como lo demuestra uno de los documentos encontrados a Montesinos y Rico:

Nos los vecinos de la provincia de Venezuela y contornos adyacentes de mancomun e insolidum vocales de la Juntas Generales particulares, y reservadas in Pectore etctera de la Venerable Orden Patritica de Jugs etctera. Declaramos a nuestra voluntad que el Profesor y socio de mrito M[aes]tro aprobado de nuestras artes liberales, el Ilustre Seor M a alias el Ro So pueda en lo sucesivo ejercer el arte de C. en que al presente se halla ocupado mediante las conocidas ventajas y aumentos que proporcionan sus ideas, y ocupacin a nuestro Erario154.
151 152

Confesin de Ronan, fols. 21r-21v. Confesin de Cordero, fols. 5r-5v. En casa de Mendiri tambin se hizo juramento: [] sac don Joaqun Sorondo una caja de tabaco en cuya tapa haba una pintura o grabado del tumulto (sic) de no s quien y ponindola sobre la mesa, dijo: Seores ac; Besen ustedes ah, besen ustedes hay: algunos le preguntaron que era aquello, y l dijo, nada, beban ah, ese es el rbol (creo que dicho tmulo estaba en una arboleda) y casi todos besamos la caja: luego entr una danza de Reyes Negros, bailaron en el corredor y tambin algunos de los del convite, que si no me engao fueron Goenaga, Mendiri, Verdes, y Sorondo.Confesin de Ronan, fols. 65v-66r. 153 Constituciones, fol. 17v. [Doc. 6]. 154 Incautacin Montesinos, fols. 30r-30v. Sobre el contenido de este papel responde Montesinos, en este mismo interrogatorio, a la pregunta n 6 en los siguientes trminos: Preguntado diga: si igualmente reconoce por suyo el papel nmero primero folio diez y siete que principia = Nos los v[ecin]os de la P[rovinci]a de Ven[ezuel]a y acaba, y ocupacin a nuestro erario, y si la dejo entre los mismos dos antecedentes que deja reconocidos? Dijo: Que le parece que el papel que se le pregunta es de muchos aos hace, escrita de mano del declarante y que no sabe para que lo

198

La posibilidad de que para la fecha ya hubiera sido creada en Venezuela una Venerable Orden Patritica confirmara la presuncin de que la masonera en Venezuela es anterior al siglo XIX, y que podra haber sido introducida por los refugiados franceses, miembros del Colegio Universal de Franmastres como lo llama el regente Lpez Quintana 155. Una vez juramentados, la siguiente medida de precaucin consistira en proteger la informacin y asegurar la propiedad sobre el patrimonio que dejara de pertenecer, desde ese momento, a las autoridades metropolitanas y, por tanto, a la Corona espaola:
[] se apoderarn de todas las oficinas y parajes donde haya caudales pblicos, papeles, armas o municiones de guerra con candados sus puertas, y dejando en cada una de estas partes el suficiente nmero de soldados y paisanos para su custodia, no permitiendo que se abran dichas puertas, ni se extraigan papeles, caudales, ni efectos algunos, sin orden expresa de la Junta Gubernativa, o comandante militar jefe de la revolucin156.

Una maniobra similar a la que se propona Picornell en Madrid, y que como aquella nunca lleg a materializarse. Contaban con que los fondos provendran del Real Erario, as como de otros recursos pblicos, tales como los tesoros de las iglesias, y prestamos de particulares, los cuales emplearan hasta que las fuerzas republicanas pudiesen restituir las cantidades solicitadas. Asimismo, la mayor fuerza econmica, explica Cordero, provena de los pulperos, bodegueros, mercaderes y comerciantes.157 Rusiol, sostiene que Espaa nunca le coment nada a cerca de que estuviera esperando que gente acaudalada financiara el proyecto, por el contrario afirma que:
[] por lo que respecta a arbitrios, o caudales para sostener la revolucin nunca le manifest alguno, salvo los de que a un golpe de mano se apoderaran de las Contaduras, que habra muchas confiscaciones de los que no siguiesen el partido de la libertad y la igualdad, que se

guardan, ni para que lo hizo, pues ya aun no se acuerda que significan las palabras Ing s = seor Ma. = y el Ro. So. y responde. fols. 63r-63v (Subrayado en el original). Lo cual no permite aclarar las dudas con respecto a su procedencia. 155 Vid. Supra: Representacin Viana, fol. 4v. 156 Constituciones, fols. 6r-6v. [Doc. 6]. 157 Confesin de Cordero, fol. 127r.

199

suprimiran unas contribuciones y se estableceran otras, y que quitndose el Estanco del tabaco se tendra el pueblo ms gustoso y contento158.

Por su parte, el joven sargento Agustn Serrano opina en cuanto a las finanzas algo que realmente no se sabe si llego a ponerse en prctica, pero que es una propuesta muy interesante y moderna. Hace memoria Cordero de que Serrano le haba dicho:
[] que se deba ya haber hecho un fondo destinndole a comerciar con l, y emplear las utilidades que rindiese en formar una compaa y en los individuos de ella, y los sueldos que se deberan asignar; que el objeto y ocupacin de estos sera difundir y propagar por todo el interior de la provincia la idea y mxime de la revolucin, preparar y disponer los nimos a ella para que estuviesen prontos y cuando llegare el caso en la ejecucin []159.

Sea cual fuere la va por la cual se obtuvieran los recursos para llevar a cabo la revolucin:

Todos los gastos que se hicieren o fondo que se formase para ello, sern inmediatamente pagados de los del Estado a los buenos patriotas que por efectos tan visibles de su patriotismo contribuyesen [tachado: concurriesen] con sus intereses a dichos gastos y fondos, servicio sealado que premiar en ellos y sus familiares el gobierno160.

Proselitismo y mecanismos de persuasin Por supuesto, era imprescindible organizar al pueblo, as que haba que captar adeptos y disponer los nimos y lo hacen de manera similar que en Madrid, en realidad de la nica posible en esas circunstancias: hombre a hombre y corriendo grandes riesgos. Los principales dirigentes del movimiento se reparten el trabajo entre La Guaira y Caracas, como declara Cordero:

Pocos das antes de la prisin de don Jos Rico, subi ste a Caracas, y a su vuelta a este puerto me dijo que dejaba conquistado a su hermano don Manuel, y que se prometa de ste unos
158 159

Declaraciones de Rusiol, fol. 4r. Confesin de Cordero, fols. 128v-129r. 160 Copia de las notas anexas al Plan, Caracas, 8 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 28, fol. 1.

200

famosos xitos; tambin estaba don Manuel Gual hecho cargo de conquistar gente en Caracas, y don Jos Espaa, costa arriba161.

Pero la forma en que pretendan reclutar a la poblacin civil no dio los frutos esperados, y es as que este precario mtodo proselitista, aplicado a una pequea comunidad como la de La Guaira, por hombres desconocedores de tales maniobras polticas, dificult el proceso y contribuy, en buena medida, a su fracaso. Como era de esperarse, la inexperiencia en estas lides les lleva a cometer errores que Espaa como puede, trata de enmendar 162. Contrariamente a todas las vicisitudes que tenan que enfrentar Gual y Espaa, el furor revolucionario les haca pensar que podan contar con un amplio respaldo de la poblacin de todos los estratos sociales. Ronan recuerda que, durante una visita que hiciera Gual en La Guaira, fue a su casa con Espaa, Narciso del Valle y Jos Cordero, y la conversacin gir en torno al hecho de que: [] estaban persuadidos de que en el primer rompimiento que hiciesen sobre la revolucin les seguira todo el pueblo163, adems le mostraron a Ronan: [] una lista de gente de color, creo que de treinta o cuarenta [] pero no puedo dar razn de los comprendidos en ella, pues apenas la mir164. Y agrega: sta fue la primera vez que o de semejantes Negros165. El caso del reo Croquer es emblemtico por la forma en que describe las artimaas de las que se vale Gual para intentar reclutarlo; la relacin entre ambos recuerda a la de Picornell con el platero Hernndez, uno de los delatores de Madrid. Croquer expone como Gual le haba pedido, pocos das antes de ser descubierta la conspiracin, que le ayudara en la tarea de captar partidarios, a lo que ste le haba respondido que:
[] no crea que fuese posible saliese en un pueblo como ste donde hay tanta religin, con bien de su empresa; para la cual era necesario tuviese muchos millones con que poder persuadir los nimos, y subvenir a los gastos de su ejecucin y que el declarante no era capaz, ni se hallaba en animo, ni crea que ninguno de los de su clase le auxiliasen porque eran muy amantes a su rey y

161 162

Confesin de Cordero, fols. 8v-9r. Confesin de Espaa, fols. 63r-63v. 163 Confesin de Ronan, fols. 7v-8r. 164 Ibdem, fol. 58r. 165 Ibdem, fols. 35r.

201

a su patria, siendo lo peor no tener ningn valimiento, representacin, ni capacidad para atraer los nimos a una materia de tan grandes consecuencias []166.

Tales argumentos no convencen a Gual, quien cuestiona la desconfianza de Croquer y persiste en que acepte su proposicin, asegurndole que para ello no ser necesario ningn tipo de desembolso econmico, pero Croquer la rechaza de nuevo y alega que no entiende como es posible: [] formar instrucciones un hombre que no tena principios, ni conocimientos en esta materia, pues slo estaba empleado en su trabajo de barbero en que fue creado [ ]167. Gual insiste y le dice que su problema es que tiene miedo. De nada serva la molesta terquedad de Gual, porque l estaba seguro de que el plan no dara resultado y, por lo tanto, no se iba a ocupar de captar a nadie para una causa que crea perdida. En su afn, Gual intentaba convencer a sus potenciales partidarios, asegurndoles que contaran incluso con el apoyo de los ms poderosos: funcionarios de alto rango, comerciantes y hacendados acaudalados. A Lartique le comenta, medio en serio medio en broma:
[] que hasta al ilustrsimo seor obispo procurara ver el modo de ponerle de su partido; entonces le dije que no hablase disparates me respondi, y an al viejito al mismo seor capitn general si Vmd. me apura, y les har bailar la Caramaola (sic). Confieso ingenuamente - agrega Lartique - que con estos disparates sin embargo de las agitaciones en que luchaba mi corazn, no pude menos de rerme de la tal expresin, lo que advertido por l, me dijo rase usted todo lo que quiera yo bien s lo que hago Qu querrn ms esos seores que comer su renta tranquilamente amados y respetados de todos? En fin arreglndolo todo vera usted cosas grandes 168.

Tambin Cordero y Narciso del Valle tuvieron que pasar por una situacin semejante a la de Croquer y Lartique. Picornell trata de convencer a Cordero de la factibilidad de llevar a cabo acciones semejantes en la Capitana General, a lo que Cordero objeta algunas de las dificultades, entre ellas las de carcter religioso, adems de:

166

Incautacin Montesinos (Declaracin del reo Nicols de Len (alias) Croquer, Caracas, 17 de julio de 1797, fol. 139r. 167 Ibdem, fol. 139v. 168 Confesin de Juan Lartique de Cond, barn de Cond, Caracas, 1de agosto de 1798. AGI, Caracas, 427, N. 16, fols. 21r-21v.

202

[] la poca unin que hay entre las clases que componen el todo de esta provincia: la falta de armas y vveres para sostener la guerra que indefectiblemente haba de sobrevenir; y ltimamente la falta de fuerzas para oponer a cualquier armada que viniese de Espaa []169.

Picornell le rebate tales argumentos dicindole que:


[] por la unin no haba que temer, que l lo hara de modo que todos quedasen unidos y contentos, que por lo dems tampoco haba que tener cuidado pues l tena a su devocin casi todos los sujetos principales de La Guaira, los cuales le protegan, y que todos estos siendo de lo ms principal de este puerto estaban dispuestos a entablar desde luego la revolucin170.

Al fin Picornell logra convencer a Cordero y a Narciso del Valle, y Rusiol les confirma que cuenta con apoyo militar para la accin.

Organizacin del ejrcito revolucionario Crean los rebeldes que no hay revolucin sin ejrcito, as que para la conformacin y orientacin del papel de la milicia en el nuevo espacio poltico hay que convencer a los militares de oficio, por lo tanto, lanzaran una arenga para alentar a la tropa: se les leer la proclamacin n (sic) para animarlos171. Es necesario prepararla primero, hacer un trabajo de penetracin ideolgica meticuloso y asegurarse, por supuesto, de que el contingente est logsticamente preparado, y

169 170

Confesin de Cordero, fol.3r. Ibdem, fol.3v. 171 Plan del movimiento revolucionario, fol. 2r. [Doc. 7]. Se trata de la proclama Espaoles de Amrica, un pasqun remitido, segn parece desde la isla de Trinidad, Caracas, 12 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 234 (n. 7). Una de las arengas a los militares, encontrada entre los papeles sediciosos que se les incauta, dice as: Soldados valerosos: Yo os convido para la ejecucin de una empresa heroica, justa, virtuosa e indispensable. Se ha de librar al pueblo americano del yugo de la esclavitud que ha sufrido por espacio de ms de 300 aos. Con vuestra ayuda, con vuestro valor y firmeza ser exterminado para siempre el despotismo, arrojado lejos de estos confines y restituido este pueblo en sus legtimos derechos. Haced este servicio debido a la patria, importante a la humanidad y deseado con la mayor ansia de todos los buenos. Si as lo ejecutareis la patria os promete el premio correspondiente a vuestro valor y mrito y la fama escribir vuestro nombre en el libro de la inmortalidad; pero si [tachado: por] alguno contra la comn obligacin de manifestarse partidario de la tirana la misma le amenaza con todo con todo el rigor de su indignacin. Quien tenga aliento para aspirar al glorioso ttulo de libertador de la patria vuele sin dilacin en su socorro, y huna (sic) hermanadamente su brazo con el nuestro; pero huyan lejos de [tachado: nosotros] nuestro alcance los amigos de la tirana si no quieren ser confundidos bajo la tierra. Arenga a los soldados del ejrcito revolucionario que hara el comandante en Jefe del Ejrcito a todos los militares de la provincia de Caracas y sus dependencias. AGI, Caracas, 434, N. 24 fols. 1r-1v.

203

para ello se proponen abrirles los ojos ante el deplorable estado en el que la metrpoli ha sumido a las milicias coloniales:

Acaso sera el miedo que os impidiera? y miedo de qu? de un gobierno dbil en que la codicia de unos jueces venales encubre el desanimo de unos soldados miserables que los defienden expuestos a la direccin de todo hombre de coraje, abatidos por la falta de paga que con escasez les dan los administradores reales, y tratados por el mismo mtodo que se hace comn en todos los que mandan, los tienen expuestos al mismo despotismo e insulto, de modo que hallndose sus intereses comunes con los vuestros nunca han de perder el nico consuelo que les asiste de no desenvainar su espada sino para la conservacin de su honor y no contra la causa de la humanidad y de la justicia 172.

Convencer para poder organizar a las tropas era todo un reto, porque las huestes eran realistas en su mayora, por lo que la posibilidad de atraerlos masivamente al partido de la revolucin era casi una quimera, y an cuando en algunos de los cuerpos o batallones, como en los de pardos, hubiera un buen nmero de adeptos al movimiento, se haca casi imposible ocupar puestos distantes173. Los nombramientos de cargos seran potestad de los jefes principales de cada uno de los ejrcitos. Todo dependa tambin de que pudieran procurarse los recursos econmicos, a la par de asegurar el respaldo de los ejrcitos aliados procedentes de las colonias antillanas con importantes intereses en la provincia. Gual le asegura a Manuel Montesinos que en la Guadalupe haba diez mil franceses, listos a apoyar174. Al respecto declara Ronan que Gual:
[] tambin form un papel aparte en el cual propona hacer algn fondo para la empresa y enviar Comisionados a las colonias y Costas, a aquellas para avisar la independencia, pedir

172 173

Proclama: Espaoles de Amrica, fols. 2v-3r. El plan de ejecucin en otras provincias, partira de Coro, luego tomaran Carora. Un contingente saldra de Caracas haca los Valles de Aragua hasta Valencia, y de ah tomaran la plaza de Puerto Cabello, para seguir a San Carlos, Guanare, San Felipe, Nirga y Barquisimeto. Tambin de Caracas iran al Valle San Antonio, Guaira de Paracoto y Sabana de O. Otro saldra hacia Baruta, Santa Luca y la Sabana de Ocumare. Uno a Petare, Guarenas y Guatire. Saldran tropas hacia Guanare, Barinas, Mrida, Guayana, Cuman. Algunos detalles de cmo habra de hacerse a ocupacin de estos territorios pueden verse en: Providencias para la ejecucin del plan en otras provincias. AGI, Caracas, 434, N. 29.Una vez concretado el plan en Caracas, se distribuiran entre las dems provincias los artculos de las Constituciones. Vase: Proclama: Lleg ya el da, fols. 2r-3r. [Doc. 13]. 174 Incautacin Montesinos, fols. 172v-173r.

204

socorros etctera y a stas para que todos los comandantes de distritos estuviesen prontos a recibir la ley175.

De entre los revolucionarios, la estrategia la conciben quienes poseen mayor trayectoria militar, y son ellos los que verifican cuales son las unidades disponibles y los lugares en los cuales se apostarn los destacamentos. La reunin principal de todas las tropas se llevara a cabo en la plaza o calle de la batera de la Fuerza 176, bajo el mando del jefe militar quien decidira cul sera su destino; se formarn cuadrillas para apagar aquellos incendios que pudieran propiciar los enemigos para entorpecer la accin sorpresiva de los revolucionarios; tambin planean proteger, tanto el almacn de plvora como el del apostadero de San Agustn, destinando dos caones cargados por cada batera para impedir la salida de embarcaciones sin licencia, a las cuales se les incautaran las armas, pertrechos, municiones y vveres que tuvieran a bordo. Se trata tambin de formar un ejrcito popular 177, pero no se plantean la posibilidad de profesionalizarlo en sentido moderno:

Todo el paisanaje que est ya prevenido para esta misma accin por las personas destinadas a convocarlos se juntar en el paraje en que se halla el repuesto de las armas para entregrselas, proveerlos de municiones y marchar las divisiones que se hicieren de l a los parajes que se les destinase, mandadas por los oficiales que con anticipacin estarn ya nombrados. Estos sern, o del mismo paisanaje o de los militares en quienes se encuentren las calidades de valor, patriotismo y exactitud178.

175 176

Confesin de Ronan, fol. 22r. Plan del movimiento revolucionario, fol. 4r. [Doc. 7]. 177 Para asegurarse de que los agricultores, artesanos y hombres de oficio estuvieran dispuestos a participar sin que vieran mermados sus ingresos, advierten en su plan que: A todo jornalero que se ocupare en algn servicio se le satisfar puntualmente su jornal. Papel sedicioso: El comandante, fol. 7v. [Doc. 8]. 178 Plan del movimiento revolucionario, fol. 2v. [Doc. 7] Comenta Cordero que: Que puesta en planta la nueva forma de gobierno se instruira en el manejo de las armas y en la disciplina militar toda la juventud desde la edad de diez y seis aos para arriba para que en cada individuo se tuviese un soldado que hiciese la defensa de la patria cuando fuese necesario dejndoles en libertad para que fuera de otros casos pudiesen emplear el tiempo en sus respectivas obligaciones en beneficio propio Confesin de Cordero, fols. 103r-103v.

205

La distribucin de las armas sobrantes la haran personas de confianza, nombradas con anticipacin179. Asimismo, se procedera a cerrar las puertas de la plaza, cuya apertura quedara a la orden del Jefe Militar, con la finalidad de capturar a los enemigos de la causa. Se reclutara e instruira en el manejo de las armas a todos los habitantes entre los 10 y los 47 aos de edad, y estaran obligados a servir los varones aptos en las milicias hasta que se consolidara la libertad del pueblo y segn las circunstancias 180 incluidos los eclesisticos y los presos comunes:
[] se le anunciar el indulto general [entrerrenglonadura: que se publicar a tal hora] para los reos que han delinquido bajo de las leyes de Espaa, y que sern castigados los que incurrieren contra las nuevas leyes que se establezcan sobre el Derecho Natural del hombre181.

Esta suerte de milicias estara bajo las rdenes de los oficiales y destacadas en diferentes destinos, con la siguiente organizacin:

Para que el vecindario no experimente daos, ni vejaciones que suelen ser consecuentes en las conmociones de los pueblos, se establecern seis patrullas en seis barrios para que cada una cuide en el suyo de que no haya robos, asesinatos, insultos a mujeres ni otros excesos, y procedan a la prisin de los que los cometieren, como a la de cualquiera persona sin distincin de sexos, que levante alguna voz que pueda perturbar el orden de las operaciones del da. Ser tambin del cuidado de estas patrullas prevenir a todos los hombres propios para las armas que ocurran a tomarlas en [en blanco] y a los eclesisticos que ocurran a la iglesia parroquial182.

Este era el procedimiento para La Guaira, el plan para Caracas era casi el mismo, con la nica diferencia de que a la voz de la libertad crean que todos participaran, lo cual resulta un
179

Otra de las preocupaciones de los alzados era la de asegurarse de que contaran con suficientes caballos, lo que les permitira mayor velocidad de movimiento, por ello incluyen en su plan una disposicin segn la cual: Todos los habitantes de este puerto y pueblos inmediatos de Macuto y Maricatia que tuvieren caballeras, las presentarn a los N. En el sitio M. Con los correspondientes arreos de cargamento o de montar las que no fueren de carga, y en dicho sitio esperarn las rdenes del comandante en jefe del Ejrcito Revolucionario, se satisfar plenamente a los amos el importe de lo que ganasen con sus bestias, quedando a cargo de ellos la manutencin. Papel sedicioso: El comandante, fol. 7r-7v. [Doc. 8]. 180 Constituciones, fol. 18v. [Doc. 6]. 181 Proclamacin al pueblo de Caracas, fols. 1r-1v. Adems: La solicitud de los presos de la crcel y de la tropa para que acudan a las armas, o a los trabajos que se les destine estarn prevenidos herreros para quitarles las prisiones. Ibdem, fols. 1v. 182 Plan del movimiento revolucionario, fols. 3v-4r. [Doc. 7].

206

tanto ilusorio, precisamente por las condiciones de la ciudad 183, adems: No me acuerdo bien dice Ronan - si fue Rosiol (sic) o Cordero que form un proyecto disparatado de sorprender con cien hombres los almacenes de La Pastora y llevarse la plvora a la Cumbre184. Tanto en las Constituciones como en el Manifiesto se contempla el premio a soldados y civiles que se destacaran en la accin, y la proteccin a la familia de quienes cayeran en combate, advirtiendo del castigo seguro a los que no actuaran a favor de la causa185, empezando por los de grados ms altos, quienes seran declarados enemigos de la patria 186. Tenan planeado tomar medidas extremas, semejantes a las que aos ms tarde tomara Bolvar al proclamar el Decreto de Guerra a Muerte:

El gobernador o comandante de cualesquiera provincia, plaza o castillo que desde el acto del levantamiento del pueblo tuviese la orden de tomar la ms mnima providencia para contenerle, ser tratado con todo el rigor, pero el que condescendiere en un todo con la determinacin del pueblo se le conceder salvo conducto para que se retire a los dominios del rey de Espaa, o se le admitir con su misma graduacin en el servicio de la repblica si sus talentos y virtudes lo merecieren187.

Esta orden se hace extensiva a los oficiales subalternos. Y en uno de los documentos que forman parte del plan, por si fuera poco, dice: Aun la indiferencia, cuando se trata del bien general, es dbito que merece su castigo188. Los comandantes de cada uno de los ejrcitos estaran obligados a mantener correspondencia para regularizar la actuacin de las tropas y garantizar el auxilio entre ellas, y cada una tomara el nombre de la provincia respectiva. Espaa trata de asegurarse de poder contar con el apoyo del ejrcito de La Guaira:

Que en las veces que trataba con Rusiol, Cordero y Narciso le aseguraban estos que el primero tena a su devocin la Tropa Veterana destacada en aquel puerto de que era sargento de Brigada; el segundo la de pardos de esta ciudad, del mismo modo all destacados, que igualmente era

183 184

Confesin de Cordero, fols. 5r-5v. Confesin de Ronan, fol. 57r. 185 Constituciones, fol. 13v. [Doc. 6]. Vase tambin: Plan del movimiento revolucionario, fols. 3r-3v. [Doc. 7]. 186 Constituciones, fols. 14r-14v. [Doc. 6]. 187 Ibdem, fols. 14v-15r. 188 Papel sedicioso: El comandante, fol. 7v. [Doc. 8].

207

sargento de Brigada, y el tercero la de Artillera de que era cabo, pero ignora si haba hablado a todos, o a algunos, o si slo contaban con que a su voz los seguiran189.

La disponibilidad de efectivos que esperaban poder apostar en cada una de las plazas consta en un cuadro incluido en uno de los borradores del plan 190, en el que aunque la mayor parte de los resultados estn equivocados, sirven de mnima referencia. Efectivamente, falta saber de dnde obtendran armas y municiones para pertrechar este contingente que, aunque no llegaba, para comenzar, a los 700 efectivos, no eran pocos, si se toma en cuenta que a ellos habran de sumarse los civiles. Ronan relata que don Jos Montesinos y Rico tena trescientas hojas de espada, a las que era preciso poner los mangos, lo cual no lleg a efectuarse191. No se sabe de donde podra haber sacado Montesinos tal cantidad de armas, salvo que hubieran venido o bien por la va del contrabando, o por el refuerzo ingls o francs del Caribe, porque tenan previsto: Traer armas de las colonias etc. para que lleguen a entrar al puerto al tiempo de la revolucin por la seal 4a. de bandera192. Tambin contaba Gual con el apoyo de Vctor Hugues, por eso le pide a Montesinos que consulte la cuestin con sus amigos en Cuman. Gual le menciona el asunto a Cordero:
[] que para efectuar la revolucin tena pensado valerse de los jefes franceses de la isla de Guadalupe, y de los ingleses americanos para que franqueasen las armas, y vveres que hubiese menester, pues aunque tenan conflictos con Espaa ambas potencias no se comprometan descubiertamente a auxiliar con tropa, y por esta razn no se la pedira, no tendran dificultad en ejecutar todo aquello que se pudiese hacer secretamente []193.

Incluso Arrambide aseguraba que podan contar con los ingleses:

Hablando un da con Arrambide sobre la comisin del gobierno con que pas a la Martinica me dijo comenta Ronan que el general ingls estaba inclinado o resuelto a venir aqu; pero que

189 190

Confesin de Espaa, fols. 62v-63r. Tropas para el primer movimiento. AGI, Caracas, 434, N. 22, fols. 1r-1v. [Doc. 9]. 191 Confesin de Ronan, fols. 36v-37r. 192 Proclamacin al pueblo de Caracas, fol. 2r. 193 Confesin de Cordero, fols. 102v-103r.

208

haba desistido por lo bien que l haba desempeado su comisin; pero que apostara cualquier cosa a que ira a atacar a Cuman o Guayana194.

Por su parte, el ingeniero Lartique dice que ha reunido un importante contingente de hombres, como se lo hace saber a Espaa, en el interregno entre el momento en que logran escapar los reos espaoles y se descubre el movimiento: [] y que contaba con quinientos zambos empleados en las obras de fortificacin de aquel puerto, y adems con los que trabajaban en la Cumbre bajo la direccin de Lartique []195. El ingeniero Ronan comparta con Lartique la responsabilidad en el proyecto de toma de las fortificaciones, asunto que, como era de esperar, niega con su acostumbrada falsa humildad y celo patritico hacia la Corona, en estos trminos:
[] me hubiera apoderado de los fuertes de la Cumbre y la Cuchilla, los hubiera minado, y puesto en ellos una guarnicin respetable, con lo que interceptaba el Camino Real y de las Aguadas que son los nicos de transito a La Guaira: hubiera tomado y fortificado todas las alturas y puntos intermedios convenientes a impedir la subida de las tropas de la Capital: y hallndome en situaciones de dominaciones ventajosas, hubiera esperado con frescura los ataques; pues en un camino aspersimo no poda menos de fatigarse la tropa que subiese, y esta sera una ventaja considerable a los defensores: es constante que los ataques hubieran sido dificilsimos de abajo arriba; pudiera haber entorpecido y cegado todos los caminos y pasos que pudieran ofender. En la plaza de La Guaira no necesitaba ms que una corta guarnicin para tener el pueblo a la brida, y ser dueo de sus murallas, castillos, baha, avenidas y almacenes. [] pero como mi nimo no fue jams el cometer semejante maldad ni he detallado, ni comunicado estas reflexiones a nadie, en prueba de lo cual tomo a Dios []196.

La mayor parte del alistamiento lo realizan entre Narciso del Valle y Rusiol, hombre de gran precaucin el primero, y el segundo con gran influencia en su batalln, en el cual contaba con muchos partidarios197. Otros que apoyaban desde Caracas, segn Cordero, eran: Andrs Manuel Torres, Juan Esteban Siso, Antonio Campos, Nicols Gonzlez, Jos Mara Castro, Nicols de Len, y Jos Mara Gallegos. En lo que respecta a la proteccin por va martima, convienen en bloquear los puertos:
194 195

Confesin de Ronan, fols. 47v-48r. Confesin de Espaa, fols. 62r-62v. 196 Confesin de Ronan, fols. 80v-81v. 197 Confesin de Cordero, fol. 37r.

209

No se permitir a ninguna embarcacin [] bajo de las mismas equitativas condiciones, que vaya a ninguno de los puertos [] hasta la determinacin de la Junta General, por lo perjudiciales que pueden ser al establecimiento primario de gobierno, las noticias que puedan recibir los gobernadores o comandantes de dichas provincias, y plaza sobre que se tendr el mayor cuidado, an con las embarcaciones ms pequeas para impedir que los mal contentos pasen aviso o papeles contrarios a nuestra humana constitucin, con cuyo objeto se apostarn dos botes o lanchas armadas a barlovento y sotavento de esta plaza198.

Y disponen para ello dos caones cargados en cada batera, uno de balas y el otro de metralla para impedir la salida del puerto de cualquiera embarcacin, y hacer fuego en caso de antirrevolucin199. No se olvidan los organizadores del alzamiento de la importancia que, desde el punto de vista estratgico militar, tiene la informacin cartogrfica, por lo que disponen que:

Todos los mapas, planos, y papeles, relativos a las provincias, castillos, fortalezas, establecimientos, y trabajos pblicos sern entregados por inventario con toda fidelidad, al comandante de las armas, o a las personas que ste diputare para este objeto, lo propio todos los efectos pertenecientes al ramo Militar200.

Valga la pena recordar que durante el siglo

XVIII

la cartografa del territorio an era muy


XIX,

escasa y precaria, situacin que se prolonga hasta las primeras dcadas del ejrcito realista pondra mayor empeo en el tema:

poca en que el

El material cartogrfico, hoy de tanta importancia para las actividades blicas, era, de hecho, inexistente. Los mapas disponibles en la poca nicamente solan representar grandes espacios. El relieve, en el mejor de los casos, se expona de una manera sumamente simple y la exactitud, en numerosas ocasiones, era supuesta. Los mapas de la poca podan servir para orientarse; pero no para obtener conocimientos precisos201.

198 199

Plan del movimiento revolucionario, fols. 7r-7v. [Doc. 7]. Ibdem, fols. 7v. 200 Constituciones, fol. 13v. [Doc. 6]. 201 Marco Aurelio Vila, Bolvar y la geografa. Caracas: Corporacin Venzolana de Fomento, p. 51, 1976

210

Ciertamente, la cartografa de la poca no era lo suficientemente detallada como para servir a las acciones militares, incluso durante el proceso de emancipacin, en que:

Los que tuvieron bajo su responsabilidad el desarrollo de las campaas de la Guerra de la Independencia [], aprendieron la geografa de los territorios donde les toc actuar por el contacto directo con cada paisaje. Hacan geografa al avanzar; hacan geografa al replegarse202.

Por otra parte, la situacin en este contexto tambin haba adquirido una fuerte connotacin poltica, como seala L. Litvak, la geografa se haba convertido en un instrumento de las potencias colonialistas203. Por eso, no es de extraar que los alzados pusieran gran celo en apropiarse y proteger los planos.

Creacin y atribuciones de la Junta de Gobierno Por supuesto que ninguna de estas acciones habra tenido orden ni concierto sin la creacin de un rgano de gobierno provisional. Serrano reflexiona, como destaca Cordero:
[] que deba tambin haberse formado una Junta, extendindose y puesto por escrito firmndola las personas que estaban comprometidas y dispuestas a efectuar la revolucin y establecimiento de nuevo gobierno, expresndose en ella los motivos que obligaban a hacerla y las ventajas que se conseguiran verificada que fuere [ ]204.

De tal forma, se procedera a instalar este gobierno provisional y a formalizar las atribuciones de las nuevas autoridades. Se destituira de sus cargos a los funcionarios de la Corona, incluyendo a los empleados de rentas, militares y justicia; acto seguido se convocara al pueblo (en el caso de Caracas, se reuniran las juntas generales en el rea, an sin consagrar, de la iglesia de Nuestra Seora de Altagracia) para llevar a cabo el nombramiento de la Junta gubernativa interina, cuyos miembros seran electos en nmero proporcional a la cantidad de
202 203

Ibdem Lily Litvak, El ajedrez de estrellas. (Crnicas de los viajeros espaoles del siglo XIX por pases exticos, 18001913). Barcelona: Editorial Laia, p. 185, 1987. 204 Confesin de Cordero, fols. 129r-129v.

211

habitantes por localidad y las candidaturas se haran por medio de una postulacin por escrito de cada ciudadano; esto denota la tendencia a un sistema censitario, que impedira la participacin de la poblacin analfabeta, es decir, de la mayora. A pesar de la ambigedad de la propuesta, se percibe una tendencia clara a llevar a cabo unas elecciones a partir de movimientos por la base. Las condiciones para que un ciudadano pudiera considerarse apto para ocupar un cargo en la Junta eran las siguientes: Solamente podrn ser elegidos para individuos de esta Junta, aquellos vecinos hacendados que de antemano hubiesen dado pruebas nada equivocas de su constante patriotismo, amor a los pobres e instruccin en las materias de gobierno205. Sin embargo, en cuanto al voto estaba contemplado en otro de los documentos que se les incauta, que: Cada uno dar su voto a favor de aquella persona que conociere ser ms afecta a la patria, ms ilustrada, de mayor prudencia sin que el color ni otro accidente alguno pueda tener la ms mnima influencia206. Vale la pena preguntarse si ello inclua a las mujeres, ciertamente que todava no. En el primer escrutinio, de los candidatos se elegiran 15, quedando descartado el resto:
[] pero si acaeciere que dos, tres o ms salieren empatados (no llegando a quince las personas que les exceden en el nmero de votos) se repetir respecto de stos la votacin y quedar fuera el que tuviere menos sufragios; debiendo advertirse que han de tener voto activo en este acto todos los representantes de los barrios aunque hubieren quedado excluidos del voto pasivo en el anterior escrutinio207.

Lo que de alguna forma se contradice con la proporcionalidad exigida y las caractersticas que se establecen para el derecho al voto. En todo caso, una vez electos los 15 integrantes de la Junta: [] procedern inmediatamente entre s a la eleccin de un presidente y de un secretario en distintas votaciones208. Al concluir la segunda votacin, prestaran juramento de defender la Religin Catlica y de ser fieles a la patria.209 Tambin estaban contempladas las excepciones:

205

Constituciones, fols. 7r-7v. [Doc. 6]. Aunque en otro documento expresan que: Todos los representantes de los barrios tendrn voto activo y pasivo y a cada uno se le entregarn los nombres de los dems, escritos separadamente en otras tantas cdulas. Papel sedicioso: El comandante, fol. 7v. [Doc. 8]. 206 dem. 207 Ibdem, fol. 4r. 208 Ibdem 209 Ibdem, fol. 4v.

212

En todo pueblo cuya revolucin se hiciere sin previsin anticipada la eleccin de comandante de las armas y dems jefes principales, se har por la Junta Gubernativa, pero en aquellos que alguno, o algunos ciudadanos con el plan hecho y disposiciones anticipadas ejecutasen esta accin heroica, dicho ciudadano o ciudadanos de cualesquiera estado clase o graduacin que fueren, permanecern con el mando militar hasta la determinacin y arresto de este punto por la Junta General210.

Las atribuciones de la Junta General y de las Juntas Gubernativas seran las siguientes: 1) Hacerse cargo de todas las oficinas y papeles relativos a los fondos y rentas pblicas; 2) El nombramiento de los empleados en el sector de rentas sera competencia de las Juntas Gubernativas por disposicin de la Junta General, las cuales tendran la potestad de destituir o ratificar a los funcionarios en sus cargos, as como nombrar nuevos, segn lo considerasen conveniente; 3) Tendran la facultad de establecer los sueldos, supervisar el trabajo, seleccionar y nombrar sujetos con las cualidades morales suficientes y demostradas para recaudar y llevar la cuenta y razn de los diezmos hasta que la Junta General arregle este punto211; 4) Tomar las disposiciones convenientes para la dotacin del ejrcito; 5) Se ocupara de hacer publicar y divulgar los artculos contenidos en las Constituciones; 6) Convocaran, con fines electorales, a las provincias, comandancias y regimientos, as como a diputados que hicieran acto de presencia en la promulgacin del decreto de Independencia; 7) Estaran obligadas a publicar, en nombre del pueblo, las actas de las sesiones, las cuales deberan ir refrendadas con las firmas del presidente, el secretario y los tres vocales de turno de cada una de ellas; 8) Las juntas Gubernativas asumiran, junto con la General de Justicia, la autoridad para juzgar en cualquier delito civil y particularmente en aquellos que se consideren contra la estabilidad de la patria, como parte de las medidas que seran tomadas para garantizar la independencia de la repblica. Asimismo, cada ciudad y pueblo nombrara sus propios jueces electos por sus habitantes y un diputado o representante que se constituira como miembro del Supremo Tribunal, quien residira en la capital212.

210 211

Constituciones, fols. 12r -12v. [Doc. 6]. Ibdem, fol. 8r. 212 Confesin de Cordero, fol.29v.

213

En cuanto a la eleccin de los miembros de la Junta de Gobierno Revolucionario, es probable que entre los elegibles estuvieran Arambide y Amezcaray, aunque Jos Xavier Aranzamendi, uno de los testigos presentes en el acto, dice desconocer el hecho:

Vuelto a reconvenir como es posible no tuviese noticia de ella cuando tratndose de nombrar al expresado Arambide y Amezcaray por miembros de las juntas decan unos y otros que era menester declarasen, o manifestasen un poco ms sus ideas antes de ser nombrados, a que expres Amezcaray que todo aquel que no pensase como l, mereca le cortasen la cabeza, levantndose al momento de la silla que llamaban de presidencia, a que contestaron todos bueno, bueno, viva, est usted nombrado, a cuya conversacin, asisti, y presenci el confesante []213.

Pero lo cierto, es que algunas investiduras ya tenan dueo desde antes, como revela Cordero, quien se entera por Rusiol de que haba sido nombrado don Manuel Gual en el cargo de comandante militar, y presidente de la Repblica, y por su segundo a Patricio Ronan. 214

213 214

Incautacin Montesinos, fols. 255r-255v. Confesin de Cordero, fols. 98r-98v.

214

SECCIN TERCERA
ENTRE LA LIBERTAD Y EL CADALSO MUERTE Y RESURRECCIN DE LA UTOPA NUESTRAMERICANA

216

CAPTULO I
UN CAMBIO RADICAL DE TIMN: SE DESCUBRE LA CONJURA Y COMIENZA EL
PERIPLO POR EL CARIBE

La fuga de los reos de Estado La confusa, inestable y peligrosa situacin poltica que se presenta para los conspiradores, les impone ayudar a los reos de Estado a fugarse de la crcel. Su partida hacia las islas se efecta rpida y sigilosamente, a ellos se unirn pocos das despus los principales rebeldes guaireos. Acto seguido, la delacin da al traste con el proyecto de revolucin y provoca un giro inesperado a la vida de los conspiradores. Unos se delatan acogindose al indulto solicitado al monarca por el obispo Viana, y otros huyen siguiendo los pasos de los reos de Estado, en particular Gual y Espaa, hacia el Caribe y Estados Unidos. En adelante, todos ellos entrarn a formar parte activa de un entramado poltico, orientado con ms fuerza hacia la internacionalizacin de un proyecto de revolucin independentista. Esta nueva etapa est marcada particularmente, por el encuentro, proteccin y complicidad con que contarn de importantes personajes revolucionarios, tanto de las Antillas holandesas, como inglesas y francesas, quienes les brindarn su apoyo, a condicin de que regresen a Tierra Firme para llevar a cabo un nuevo intento de insurreccin en contra de la Corona espaola, del cual todos ellos esperan obtener grandes provechos. Espaa, decide rescatar a los reos de Estado de prisin y hace llamar a Cordero y a Narciso para que le ayuden en la empresa, aunque el resto del grupo, incluido Gual, estaba en desacuerdo.1 Discuten el asunto, hasta que la fuga de los reos acaba por convertirse, ms que en un rescate, en el mejor medio para quitarse una molestia de encima. La decisin est tomada, lo primero ser ayudarlos a salir de la crcel, con lo cual podrn eludir tambin el compromiso con los mulatos. El 4 de junio de 1797, se fugan Picornell y Corts, junto con un reo por homicidio de nombre Jos Tux (a quien no hay que confundir con Jos Lax), y van a tener a la casa de Jos

Delacin de Ronan, fol. 6v.

217

Mara Espaa en Macuto, hasta el 25, mientras, las autoridades creen que andan por la sierra, slo Andrs tuvo una suerte muy diferente:
[] el reo Andrs2 se extravi de sus compaeros en la citada noche del 4 de junio y se vino a esta capital [Caracas] solicitando la proteccin de algn cnsul de Francia, fue aprehendido inmediatamente y est en uno de los calabozos del Cuartel del Batalln Veterano3.

Ciertamente, Andrs crey que un intrprete de francs, de nombre Jos Manuel Henrquez, era cnsul de la Repblica gala, craso error, porque fue l quien lo entreg a las autoridades4. Por lo que respecta a Jos Lax, fue enviado a su destino original: la crcel de Puerto Cabello, el 2 de junio, dos das antes de la fuga de los reos, y de l no se vuelve a hablar en el resto del proceso5.

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (n 7 Oficio que se dirigi a Curazao), Caracas, 30 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 1v. Vase tambin: Minuta del oficio al comandante de La Guaira. Le acusa recibo de la representacin en que participa haberse fugado de la crcel tres reos de Estado, de los cuales ha sido aprehendido en Caracas Sebastin Andrs y le hace cargos por su falta de actividad y malicia, Caracas, 5 de junio de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, N. 30, fol. 47. 3 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 6r. Este argumento se repite en: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 6r. 4 Auto y diligencias para la aprehensin de los reos de Estado, Juan Picornell, Manuel Corts, Jos Tux, Caracas, 9 de junio de 1797. AGNC, Secciones Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda. Seccin Anexos. C039-008, fol. 1r. Una vez preso, Andrs hizo llamar a las autoridades, seguramente para burlarse de ellas con notable agudeza, o quien sabe si realmente hablaba en serio, porque lo cierto es que vena trabajando en ello desde Madrid. Esta solicitud la hace para: [] demostrar algunas proporciones matemticas tenidas hasta ahora por oficiales e imposibles, sealando en primer lugar fcil y segura la cuadratura del circulo [ ]. Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 17v-18r. El cabo Serrano, disgustado por la captura de Andrs, culpa a la Junta de los conspiradores de haber tomado medidas improvisadas para la fuga de los reos y por no haber contado con su ayuda: Ciudadano bueno = Ayer se prendi en una posada un miembro y anoche le remitieron al cuartel veterano, tengo entendido que la fuga la arma por direccin de la Junta y siendo as no se puede negar que han hecho una cagada porque sabiendo que yo tengo aqu proporciones para ocultar no slo un hombre sino diez mil hicieron muy mal en no remitrmelo a mi. Tengo entendido quien es este sujeto, y tambin conozco que es materia imposible darle libertad en donde est metido = En la adjunta digo que son los dos presos, pero habindome informado mejor he venido a saber que es uno nada ms, si acaso hay alguno que sea de los de esta clase, remitirlo que yo tengo a donde ponerlo y ser muy til, pues se puede trabajar mucho en el sitio y con mucha franqueza = Cuidado lo que se practica y vuelvo a decir que la pera se debe cortar a su tiempo. Notcieme V. de los dems hermanos y de ste estar seguros = Vuestro Bitatusa , en: Declaraciones de Rusiol, fols. 7r-8r. En el folio 16r. de este mismo documento, Rusiol atribuye ambas cartas a Serrano. 5 Vase: Oficio de Antonio Lpez Chvez para el capitn general y minuta de contestacin de ste. La Guaira y Caracas, 3 de junio de 1797, ahora en: Hctor Garca Chuecos, Documentos relativos a la revolucin de Gual y Espaa, p. 87, 1949. Cfr. Llegada de reos de Estado. Comunicacin n2 dirigida a Miguel Azama notificando la llegada al puerto de La Guaira de dos reos de Estado: Sebastin Andrs y Jos Lax, Caracas, 6 de mayo de 1797. AGS, Secretara de Guerra, 7183. Exp. 20, fols. 1r-1v.

218

Por su parte, las autoridades tratan de encontrarle una explicacin convincente al hecho de que los reos de Estado pudieran huir con tanta facilidad, y apelan a argumentos contradictorios tales como que, segn la declaracin del alcalde de la crcel Oramas, la fuga se debi a su descuido o negligencia, porque se le olvidaron en el presidio las llaves de los calabozos donde estaban encerrados los reos de Estado, ocasin que aprovech el convicto Jos Tux para abrirles las puertas, y que el sargento a cargo6, quien estaba en complicidad con ellos, los dej ir, segn declaracin de los soldados que estaban de guardia esa noche 7. Comienza la persecucin, Carbonell enva una circular el 5 de junio 8, a todos los tenientes de justicia mayor de la Capitana General con la descripcin de los proscritos y la orden de que sean capturados vivos o muertos, para lo cual ofrece en premio por cada uno 300 pesos de plata acuada, pero a quienes los ocultasen se les castigara con la pena del destierro perpetuo, sin importar su rango o condicin social. Para el 10 de junio, ya les ha enviado tambin una circular a los agentes de la Repblica Francesa en Santo Domingo y Guadalupe, a los gobernadores de Curazao, Saint Thomas, Santa Cruz y San Bartolom, as como al encargado de negocios de la Corte en Estados Unidos, en la que se les participa la fuga de los reos de la crcel de La Guaira, y en la que, como en la anterior, tambin se incluye su descripcin. En ella les solicita Carbonell su bsqueda, captura y remisin a la provincia de Venezuela, en caso de que arribaran al territorio de su jurisdiccin9. El 25 de junio salen para Curazao, Picornell, Corts y el desconocido homicida Tux, sin embargo, las propias autoridades tienen una confusin con respecto a la fecha de la partida de los reos, que se aclarar posteriormente en la confesin de Espaa. Carbonell le enva el 30 de julio al gobernador de Curazao un oficio en el que dice que:

Oficio de don Pedro de La Rosa al capitn general. Solicita la pronta remisin del sargento 2 del Batalln de pardos Alejo Landaeta, acusado de complicidad en la fuga de los reos, para que evacue la citacin en la causa que se instruye, La Guaira, 30 de junio de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa 1796-1797, T. I, N. 53, fol. 76. 7 Oficio de don Antonio Lpez Chvez al capitn general, La Guaira, 8 de junio de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, N. 41, fol. 63r. 8 Auto y diligencias para la aprehensin de los reos de Estado, Juan Picornell, Manuel Corts, Jos Tux, Caracas, 9 de junio de 1797. AGNC, Secciones Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda, Seccin Anexos. C039-008, 6 fols. 9 Minuta del oficio circular a los agentes de la Repblica Francesa en Santo Domingo y Guadalupe, gobernadores de Curazao, Saint Thomas, Santa Cruz y San Bartolom y encargado de negocios de la Corte en Estados Unidos, Caracas, 10 de junio de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, 47. fol. 70r.

219

[] salieron de esta costa el lunes veinte y siete del mismo junio, por el sitio llamado Macuto, en un bote pescador de Antonio Ojeda que hacia de patrn, y de los marineros Sebastin Rodrguez, Juan Francisco Vargas y Manuel Calzadilla, y arribaron a esa isla de Curazao el mircoles diez y nueve []10.

Los fugados reciben importantes sumas de dinero para hacer el viaje, entre el 18 y el 19 de junio de ese ao, y la ms cuantiosa de ellas alcanzaba a los 750 pesos11. Tales recursos los consiguen por las gestiones de Gual y Espaa, ste ltimo
[] por medio de Juan Lorenzo Garca, vecino de Macuto, solicit que Antonio Ojeda fletase su bote para conducir a los expresados reos a la isla de Curazao, y habindole manifestado Garca que Ojeda estaba convenido en hacerlo por el precio de doscientos pesos, entreg el confesante la cantidad a dicho Ojeda de los quinientos pesos que don Manuel Gual recogi del propio confesante que dio cincuenta del ingeniero Patricio Ronan, del contador interino de aquellas cajas don Juan Jos Mendiri, de don Francisco Zinza, de don Joaqun Sorondo, de don Martn de Goenaga, y de don Miguel de Larruleta, a consecuencia del acuerdo que tuvieron entre los expresados sujetos y de haber convenido en hacer un bolsillo para facilitar la fuga de dichos reos y auxiliarlos, y que consiguiente a esta deliberacin entreg los trescientos pesos que sobraron despus de pagado el flete al reo Picornell12.

Pero antes de la salida de los dos reos de Estado hacia Curazao, en el lapso que va del 4 al 25 de junio, ya se ciernen sobre el grupo el temor y las dudas acerca de llevar a cabo el alzamiento en los trminos y en el plazo en que estaba previsto y, en consecuencia, las opiniones se dividen y las discusiones se multiplican. Desde el momento en que organiza la fuga de los reos de Estado, Espaa se empecina en llevar a cabo las acciones lo antes posible, incluso Picornell apoya esta decisin por temor a que los negros y mulatos tomen la justicia por su mano, en un acto que considera apresurado y desorganizado en lo que coincide con Gual -, que podra traer como consecuencia lo ya ocurrido en Las Antillas. Las posibilidades de xito son mnimas y los reos espaoles tampoco estn dispuestos a perder la vida que tanto les ha costado defender, por ello le proponen a Espaa que les ayude a salir hacia las islas. En la interpretacin de Ronan,
10

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (n 7 Oficio que se dirigi a Curazao), Caracas, 30 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 1v-2r. 11 Informe de la Audiencia al Supremo Consejo de Indias, fol. 7v. 12 Confesin de Espaa, fols. 4r-5v.

220

Gual no los considera necesarios para hacer la revolucin, por el contrario, podran comprometerlos, y en eso si que estaban todos de acuerdo, incluso el mismo Espaa 13. Esos fueron unos das de intensa actividad para los reos de Estado, durante los cuales nadie los delat a las autoridades, aunque todos saban lo que ocurra e incluso iban a visitarlos, dice Espaa:

Que por lo que respecta al tiempo que pasaron los expresados reos en su casa del pueblo de Macuto, [] el abogado Peraza slo se detuvo muy pocos minutos la noche que en compaa de Gual y Ronan visit a los reos, y nada se habl entonces sobre revoluciones. Que don Jos Xavier de Aranzamendi, aunque fue expresamente a la casa del confesante a visitar a los reos de Estado, pues no acostumbraba ir antes, y luego que entr le pregunt por ellos dicindole que los quera ver, infiere el que confiesa que fue nicamente un efecto de curiosidad, porque ni l ni los reos hablaron cosa alguna de revolucin ni de otra cosa que tuviera alusin a ella, y solamente de materias indiferentes, y slo por espacio de un cuarto de hora14.

Picornell, mientras tanto, se dedica a escribir algunos lbelos que espera poner a circular lo antes posible:

Que en el referido tiempo compuso Picornell en la casa del confesante un Dilogo entre un negro y un criollo espaol, contrado a explicar el primero al segundo el sistema de gobierno francs, y las ventajas sobre el monrquico; que adems compuso una carta sediciosa a imitacin de la del Abuelo al Nieto, cuyo asunto individualmente no tiene presente, ni el uso que hizo de ella, pero si que el dilogo referido lo entreg a Cordero o Narciso del Valle15.

Lo cierto es que el plan de remitirlos a las islas tena otro fin de mayor alcance poltico: Picornell y Corts iran a Curazao, y de ah a Guadalupe en busca del apoyo de Vctor Hugues, segn confesar despus Espaa:
[] la resolucin de que se embarcasen los reos de Estado para salir de esta provincia la tomaron entre ellos don Manuel Gual y don Patricio Ronan, con el objeto de que pasasen a la
13 14

Delacin de Ronan, fols. 14r-14v. Confesin de Espaa, fols. 56v-57r. 15 Ibdem, fols. 57r-57v.

221

isla Francesa de Guadalupe a tratar con el Comisario de ella, con el fin de conseguir algunos auxilios para proteger la revolucin de esa provincia, pues slo se le manifest segn tiene expuesto, a ponerlos en seguridad del riesgo en que se hallaban de ser descubiertos y aprendidos, pero vino en conocimiento de que aquel era el verdadero objeto por haberle manifestado los nominados Ronan y Gual, una carta puesta a nombre de los dos que dict el primero y escribi el segundo, recomendando dichos reos al comisionado Vctor Wgues (sic) de la Guadalupe, y porque los mismos Ronan y Gual informaron al que confiesa, que haban instruido del proyecto de la revolucin al ciudadano Menet que en aquellos mismos das se hallaba en el puerto de La Guaira con comisin de La Guadalupe, y que ste les haba ofrecido tomar en la isla de Curazao a Picornell a bordo de su embarcacin, conducirle a La Guadalupe y proporcionarle hospedaje en la habitacin de un amigo suyo que le franqueara lo necesario para su subsistencia16.

Ronan y Gual ponen manos a la obra, a pesar de la oposicin de Espaa, y encargan a Juan Lorenzo Garca que busque un bote, ste consigui el de Antonio Ojeda en el que partieron a la isla de Curazao, y de all salieron, ese mismo da, en la embarcacin del ciudadano Menet para la Guadalupe. 17 Arregaadiente, Espaa les da una carta de recomendacin a Picornell y a Corts para el capitn Waltod de la fragata francesa republicana Pencee, anclada en Curazao, en la que expresa que: [] su desgracia consista en haber adoptado los principios de la Constitucin francesa pidindole que los protegiese y diese asilo en caso que fuesen reclamados por el gobierno espaol18. Las noticias siguientes son confusas, tanto en lo que respecta a las fechas como a los itinerarios. A Guadalupe llega un informe oficial de la Real Audiencia que dice:

Los citados reos [Picornell, Corts y Tux] tengo noticia positiva llegaron en un cayuco a Curazao el propio 29 de junio por la maana, y [tachado] en el instante se trasladaron al paraje llamado la Otrabanda, y embarcaron la misma tarde en la goleta de Dupn, la cual dio vela y lleg a La Guaira a las 2 de la tarde del 2 de este mes, a pretexto de refrescar vveres y volvi a salir el siguiente da mantenindolos a su bordo19.

16 17

Ibdem, fols. 58v-59v. Ibdem, fol. 59v. 18 Ibdem, fols. 59v-60r. 19 Minuta del oficio de la Real Audiencia de Caracas a los agentes del Directorio de la Repblica Francesa en Guadalupe, Caracas, 25 de julio de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, N. 57, fol. 80.

222

Una vez han partido Picornell y Corts, las acciones continan y Espaa recuerda en sus declaraciones: Que despus de embarcado Picornell en los das ltimos del mes de junio, sigui Gual
trabajando algunos papeles para la revolucin; y al cabo de muy pocos [das] subi a esta ciudad [Caracas] a tantear y examinar si los nimos de la gente estaban dispuestos a emprender la revolucin [] 20, y a ver

si era cierta la oferta de un nutrido contingente listo para atacar, como le haba prometido Serrano, nada menos que de 3.000 hombres; as como la del producto de la venta de una hacienda en Valencia, cuyo valor rondaba los 40.000 pesos, de la cual se desconoce el nombre del generoso y acaudalado propietario. Pero todo era pura fantasa, tanto como los ilusorios ofrecimientos de hombres y municiones que Lartique y Rusiol le haban hecho en La Guaira. Gual regresa de Caracas desanimado, porque no haba hallado en las gentes de ella disposicin alguna21. As que decide volver por unos das a su hacienda en Santa Luca, antes de continuar con la labor de preparar, disponer y conquistar los espritus para la revolucin22. Los das siguientes, protesta Espaa, se diluyeron en meras conversaciones pero no lograron concretar nada, hasta el decisivo 13 de julio de 1797, en que las circunstancias (y las autoridades) lo hicieron por ellos.

La reaccin de las autoridades De cmo fue descubierta la conspiracin de La Guaira y las dilaciones para llevar a cabo la revolucin La delacin del plan tuvo varios momentos y diferentes motivaciones, con un denominador comn: el temor, tanto de los funcionarios metropolitanos como, por supuesto, de algunos de los conjurados, pero la causa fundamental fue la imprudencia o, mejor dicho, la buena fe de uno de ellos en su afn proselitista: Manuel Montesinos y Rico, comerciante aragons de Caracas, hermano de uno de los ms conspicuos del grupo de La Guaira: Jos Montesinos y Rico. Casto Fulgencio Lpez interpreta este momento crucial como una de las desgraciadas conquistas23 de Manuel Montesinos. ste ltimo comete el error de tratar de inmiscuir en el proyecto al barbero Juan Jos Chirinos, al que supone dispuesto a seguir la causa, adems cree que por su oficio

20 21

Confesin de Espaa, fols. 61r-61v. Ibdem, fols. 61v-62r. 22 Ibdem, fol. 62r. 23 Lpez, Casto Fulgencio, Juan Picornell, p. 148.

223

(recurdese que los barberos de la poca ejercan mltiples funciones, incluso la de dentistas), es un buen prospecto para ayudarle a captar nuevos partidarios. En su inocencia y en la confianza que a un ciudadano le merece su barbero, en cuyas manos pone con frecuencia su vida, o por lo menos su cuello, crey Montesinos que estaba haciendo una excelente adquisicin. Chirinos24 sola afeitar, tanto al comerciante Manuel Montesinos y Rico, como a uno de los dependientes de su tienda, de nombre Jos Lpez, por orden de su maestro Jos Antonio Landaeta. Segn refiere Chirinos en su testimonio, el martes 11 de julio de 1797 25, durante una de sus acostumbradas visitas a Montesinos, y mientras estaban a solas, ste le pregunt acerca de las novedades que seguramente - imaginaba Montesinos - corran de boca en boca por la ciudad, a lo que el barbero respondi que no haba odo nada de particular. Montesinos aprovecha la ocasin para introducir el tema, dicindole que:
[] muchas personas blancas con los pardos, morenos, y mulatos aspiraban, y tenan proyectada la unin, e igualdad sin ofender a la religin, pero que los bienes temporales seran comunes y todos usaran de ellos como hermanos, y que no habra Estancos de Tabaco, pues todo sera libre, que en esta virtud, solicitase amigos que con todo secreto se incorporasen, y uniesen en esta empresa, previnindole la comunicase a los de su satisfaccin, entendido de que la sea para conocerse con los otros, ya fuese tarde o temprano de la noche en las esquinas o calles de la ciudad, era llamarse hermanos26.

Tambin le participa Montesinos al pardo Chirinos que: todos los esclavos seran libres, pues sus respectivos amos exhibiran su valor27. Ante la falsa actitud receptiva de Chirinos y haciendo uso de la confianza que existe entre ambos, Montesinos le da las instrucciones que, ilusamente, considera pertinentes y le explica, segn declara el barbero, que:
[] para convocar ms gente era necesario hacer esquelas con una pluma muy delgada que disfrazase e hiciese desconocida la letra, previniendo al declarante la cortase a su gusto, que l le dara otra esquela para que por ella copiase, y le dirigira o enviara por hoy sbado casa del
24

[] edad de veinte y tres aos poco menos, su calidad pardo, natural y vecino de Caracas, en: Incautacin Montesinos, fol. 95v. 25 Esta declaracin de Chirino se realiz, segn consta en el documento, el sbado 15 de julio de 1797, dos das despus del prendimiento de Manuel Montesinos y Rico. Ibdem, fol. 87r. 26 Ibdem, fols. 90r-90v. 27 Ibdem, fol. 93r.

224

sujeto (sin explicarle quien) que haba de entregarle dicha esquela; con lo cual, sin replicarle el declarante se retir ofreciendo as verificarlo, y solicitar como se lo encargaba, otros ms sujetos que entrasen en el asunto []28.

Chirinos, alarmado, habla del asunto con su compaero Francisco Xavier de Len y con Juan Antonio Ponte29, barbero de la tienda de Manuel Andrs Torres, quienes tan preocupados como l deciden consultar, el primero con el doctor Domingo Lander 30, y el segundo con fray Juan Antonio Ravelo 31, provincial de San Francisco, poco despus, todos se dirigen a Juan Vicente Echeverra, cura de la Catedral (quien luego aparecer como uno de los principales delatores) en solicitud de su sabia orientacin. El clrigo les aconseja que suspendan cualquier accin hasta que l consulte al seor presidente32. Juan Antonio Ponte es uno de los primeros a los que se toma declaracin, el 16 de julio, y cuando le preguntan si haba hablado del asunto con otras personas responde que:
[] exceptuando los referidos, a ninguna otra persona, pues desde el instante en que lleg a su noticia, se comprometieron los tres a no dar paso alguno en el asunto sin acuerdo de personas doctas e inteligentes como as lo hicieron33.

Siguiendo las instrucciones del sacerdote aguardaron dos das, hasta el jueves 13 de julio en que, atendiendo a su llamado, fueron a visitarle a las nueve de la maana. En la conversacin, el provisor aconseja a Chirinos que se vaya a su casa, y le hace la advertencia de que si volva a casa de Montesinos estuviese ojo avizor, y que regresase por la noche a contarle las novedades

28 29

Ibdem, fols. 90v-91r. [] sargento de pardos, natural y vecino de Caracas, de oficio barbero. Incautacin Montesinos (Declaracin de Juan Antonio Ponte, sargento de pardos, Caracas, 16 de julio de 1797), fol. 95v. 30 Oficio de don Domingo Antonio Lander al capitn general. Le comunica haber descubierto una proyectada sublevacin en esta capital y provincias, segn las declaraciones de los pardos libres Jos Chirino, Francisco Xavier de Len y Juan Antonio Ponte, quienes estn dispuestos a ratificarlas como cristianos y buenos vasallos de S.M., Caracas, 14 de octubre de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa 1796-1797, T. I, N. 56, fol. 79r. 31 Informe que hace el reverendo padre fray Juan Antonio Ravelo al capitn general de la Provincia, sobre el proyecto de insurreccin, Caracas, 15 de octubre de 1797. AGNC, Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda, C049-025, fols. 1r-25v. Vase: Picn Lares, Eduardo. (1943). La verdad histrica acerca del descubrimiento de la Revolucin de Gual y Espaa. Seccin: Crnicas de la Colonia y la Repblica. En: El Universal, Caracas (3 de abril 1943), p.5. Vase tambin la continuacin de este artculo y los comentarios de Picn Lares, en este mismo diario, en los nmeros: 11, 18 y 24 de abril de 1943. 32 Incautacin Montesinos, fol. 91v. 33 Ibdem, fols. 92r-92v.

225

para que luego fueran juntos a la casa del gobernador y capitn general34. El barbero y sus amigos cumplen con lo previsto por el sacerdote. Chirinos, convertido ahora en espa de Montesinos, propicia un nuevo encuentro con l. Durante su conversacin, el comerciante le pregunta al barbero sobre el comprometedor encargo, a lo que ste le responde con una mentira, le dice que nada ha podido hacer debido a la muerte de un pariente. Montesinos le comenta que le va a mostrar un papel en el que se describe el plan, pero Chirinos declara que nunca lleg a ver tal documento. En la madrugada del 13 de julio, las autoridades capturan a Manuel Montesinos y Rico 35, y le decomisan los papeles subversivos 36 que estaban en su poder, y al da siguiente prenden a su hermano Jos y al cabo Serrano. En la notificacin que enva la Real Audiencia a la Corte en el mes de agosto, proclama que:
[] en la tarde del da trece de julio ltimo se tuvo la primera noticia del atentado que iba a dejarse ver por entero prontamente, y que fue reprimido con tanta actividad, que los principales autores quedaron desconcertados, y todos sus cmplices aturdidos del rpido movimiento de la Justicia37.

El regente Lpez Quintana, en su representacin del 19 de julio al monarca, le comunica las noticias sobre el prendimiento de Jos Montesinos y Rico, y las dificultades que enfrentaron las autoridades para acometer la misin:

34 35

Incautacin Montesinos, fol. 87v. Oficio. Informa la llegada del doctor Francisco Espejo, abogado de la Real Audiencia, encargado de pasar a la casa de Manuel Montesinos y hacerlo preso, La Guaira, 14 de julio de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T.14, fols. 1v-2v. 36 Diligencia. Gabriel Jos de Aramburu escribano de Caracas, certifica que se dirigi con el teniente de Bley de esta plaza y al regente de la Real Audiencia, comisionados por el presidente gobernador de esta provincia, al arresto de Manuel Montesinos. Recabando en su casa una serie de documentos, Caracas, 14 de octubre de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T.14, fols. 2r-4v. 37 Carta n 1 de la Real Audiencia de Caracas a Pedro Varela y Ulloa, secretario de Estado y del Despacho de Hacienda notificndole la conjuracin descubierta en el mes de julio contra la fidelidad y obediencia a S.M., remitindole copias de las representaciones dirigidas al Supremo Consejo de las Indias y otros documentos justificativos, en: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta, Caracas, 23 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 1r-1v.

226

[] por no habrsele abierto la puerta de aquella plaza hasta las cinco de la maana del 14, no pudo verificar la sorpresa, porque por las sendas del monte [en La Guaira] al lado que no hay muralla, tuvo don Jos Rico aviso de Caracas y ocult o quem sus papeles segn se presume38.

Efectivamente, esa misma noche del 14, Ronan dio la voz de alerta de que todo haba sido descubierto39 y cuenta que:
El da del arresto de Rico [] me mand a decirle avisase a su hermano: mand un expreso y me dijo que tambin estaba arrestado [] Jos Rico escribi un papel desde la crcel a su suegra [se refiere a la suegra de Manuel]: en l deca que su hermano era enfermizo y de poco espritu y que no podra resistir el arresto []40.

La suegra de Manuel, quien adems era la prometida de Gual, le comenta sorprendida a Ronan, que ella crea: [] que la noche antes se iban a levantar las gentes, y que no saba por qu se haban contenido [] -a lo que Ronan le contest que- convena as, que tuviese conformidad y esperanza en Dios []41. Al da siguiente, los rebeldes encabezados por Espaa, ya tenan previsto el rescate de los hermanos, pero desisten a instancias de Ronan. Poco tiempo despus, durante su forzada fuga hacia el Caribe, Gual y Espaa le comentarn al espa Barroso que: [] el haberse perdido el lance fue por el ingeniero [Ronan] que siempre los detena lleno de miedo42. La situacin vendra a complicarse con la captura de Jos Montesinos y Rico. A partir de ese momento, los alzados toman verdadera conciencia de que el plan ha sido descubierto y se agudiza la polmica en torno a la posibilidad de aplazarlo temporalmente. La mayora piensa que es un desatino por el riesgo que ello implica y, sobre todo, porque el plan an no est listo, no

38

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. Estado, 58, N. 18, fols. 8r-8v. 39 El aviso de que el alzamiento haba sido descubierto, se extendi a todas las colonias por va oficial, vase, por ejemplo: Doc. 209. El capitn general de Venezuela avisa al virrey de Santa Fe que ha sido descubierta una revolucin republicana en Caracas. [Santa Fe, 19 de septiembre de 1797. Firma: Jos de Geyva (sic). Ahora en: Jos Flix Blanco y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia. T. I, p. 287, 1875 40 Delacin de Ronan, fols. 53r-53v. 41 Ibdem, fol. 53v. 42 Contiene lo obrado prohibiendo la introduccin, y lectura del libro titulado Derechos del hombre y del ciudadano, y cualquiera papel sedicioso, Caracas, 11 de diciembre de 1797. AGI, Caracas, 432, N. 85, fol.100v. [Doc. 14]. En adelante: Prohibicin de Derechos del hombre, fol. 93v. [Doc. 14].
AGI,

227

cuentan con suficientes adeptos y juzgan que lo mejor es huir. Espaa convoca al grupo de los principales a una reunin en su casa, en la junta estaban presentes: Arrambide, Sorondo, Goenaga, Zinza, Ronan, Larruleta, Rusiol, Canivens, Narciso del Valle, Cordero, Mendiri, Pino, Prncipe, Jos Mara Ledesma, el presbtero Juan Agustn Gonzlez y Domingo Snchez, quien no particip directamente, pues Espaa le haba dejado cuidando la entrada. Ronan abri la sesin diciendo que: [] las prisiones hechas en Rico y Serrano manifestaban que el gobierno haba descubierto el proyecto de conspiracin, y que era preciso acordar lo que deba hacerse para impedir la persecucin que cada uno deba esperar43. En un aparte, comenta Ronan con Mendiri y el cura: Seores, ya ustedes ven que han arrestado a Rico, y que seguramente el gobierno se maneja con mucho tino, y es menester que tratemos el particular44. Seguidamente, se unieron otros al grupo: Arrambide dijo que era de sentir se tomasen medidas activas; Snchez y Espaa fueron del mismo sentir45. La divergencia de opinin entre los rebeldes es notable: Arrambide, Cordero y Narciso, con quienes conversa Espaa en otro espacio de la casa, opinaban que:
[] era necesario hacer aquella noche el rompimiento porque seguramente estaban descubiertos y vendran sobre ellos. En cuyo acto dijo Arrambide que iban a dar las nueve y que l no dormira en La Guaira porque en aquella noche los amarraban a todos, con lo que acompandose con el que confiesa [Espaa] se retiraron ambos al pueblo de Macuto en donde durmieron46.

Dice Cordero que:


[] don Jos Espaa, el sargento Rusiol, don Juan Arrambide, don Domingo Snchez, y Narciso del Valle, fueron de opinin que se rompiese aquella misma noche puesto que estando el pueblo ferviente no haba mejor ocasin, y ms cuando ya debamos suponernos enteramente descubiertos. Los restantes opinaron por la contraria diciendo: que dnde estaban los planes que se haban arreglado para la ejecucin, que era precisamente perderlo todo el arrojarse a ella sin tener direccin ni arreglo; que don Patricio Ronan, segundo jefe, estaba desanimado

43 44

Confesin de Espaa, fol. 64r. Delacin de Ronan, fol. 23v. 45 Ibdem, fol. 23v. 46 Confesin de Espaa, fols. 65v-66r.

228

enteramente, y sin las luces precisas para la acertada direccin de una materia tan delicada, en efecto subsisti esta opinin47.

Por su parte, el cura sugiere:

Seores, mi dictamen es, que cada uno se est quieto en su casa; que nos dejemos de estas juntas y tonteras, y obre el gobierno, y obre Dios, y vmonos. Yo repuse [comenta Ronan] que deca muy bien el seor presidente (cuyo ttulo le dio Espaa) y as que nos retirsemos y quedase la cosa quieta, y padeciera el que cayera48.

Y as lo hizo Ronan, a quien poco le importa quien caiga, ni menos le preocupa defender a sus compaeros, si de salvar su propia vida se trata. A pesar de todo, comenta que trat de convencer a Espaa quien insista en que era muy fcil hacer la revolucin - de que desistiera del asunto. Ronan describe la pintoresca conversacin que tuvo con Espaa, en la que le dijo:

Hombre Espaa, por Dios qu es lo que usted piensa? es eso lo qu hemos tratado? l replic que no haba remedio: que se vea perdido, y ms comprometido que nadie, por las juntas en su casa, por el trato con los mulatos, por haber abrigado los reos y otros motivos, y que se separaba de nosotros, y slo iba a tratar con Narciso, Cordero, y Rosiol (sic): que nosotros lo dejsemos tratar, y que luego entraramos si queramos: yo le repliqu: Ah, amigo, amigo Espaa! qu miserias, qu desastres, puede ocasionar ese procedimiento! y l dijo que eran majaderas; que no haba remedio, que haban arrestado a Rico en Caracas, que bajaba una Compaa de la Capital, y que nos iran cogiendo uno a uno: yo le contest que nos dejase coger, y que si no tena constancia para sufrir una prisin y aguantar los cargos? dijo que no, que no tena sufrimiento para acabar en un calabozo como un pendejo, y que de no hacerse la revolucin en la misma noche se largaba para Curazao o otra parte con un mozo que tena consigo llamado Juan Lorenzo49.

47 48

Confesin de Cordero, fols. 9v-10v. Delacin de Ronan, fols. 24r-24v. 49 Ibdem, fols. 24v-25v.

229

Espaa describe esta conversacin a su manera, en la que al parecer discuti acaloradamente con Ronan y aqu fue donde se produjo la ruptura definitiva entre ambos, que llevara al ingeniero a entregarse a las autoridades y a acogerse al indulto, delatando los detalles del plan:

Que el que confiesa [Espaa] le contest [a Ronan] que los acompaara en la revolucin pero no en el calabozo, a donde seguramente iran a parar todos, y que en este concepto tena dispuesto bote para trasladarse a Curazao y estaba resuelto a marcharse inmediatamente si no hacan la revolucin aquella noche, con cuya contestacin se enfad Ronan pasndose a la casa de Mendiri y regresndose el que confiesa para Macuto, en cuyo trnsito, esto es, antes de salir del puerto en el callejn que llaman de San Juan de Dios, encontr a Narciso del Valle, quien instruido por el que confiesa de que iba a embarcarse para Curazao, le inst que no lo hiciese, asegurndole que la revolucin se hara en la noche del siguiente domingo, a que contest el confesante que de no haber duda en el rompimiento diferira su viaje y vendra a asistir a l, pero que de no hacerse se iba seguramente a Curazao con lo que se despidi [ ]50.

Para ese momento, todava Gual tena algunas esperanzas de que la revolucin pudiera producirse en corto tiempo:

De los que concurrimos a la primera Junta de Espaa, Larruleta, Canivens, yo [Ronan], y no s que otros, ramos de opinin que no convena la revolucin en el da, y me acuerdo que dijimos que con el tiempo s, y que podra ser dentro de dos o tres aos. Despus o decir a Gual que podra ser en todo este ao, y que si las cosas caminaban a priesa (sic) podra ser en todo el mes de agosto51.

Ronan lleva a cabo una efectiva campaa antirrevolucionaria, persuade a los pardos Cordero y Narciso del Valle, as como a Rusiol, para que no hagan nada al respecto, as cuando ellos le preguntan
[] por el estado de la revolucin, yo los entretena comenta Ronan - dicindoles que todava no era tiempo, que no haba nada, que dejasen estar, y as de lo dems; pues aseguro con toda
50 51

Confesin de Espaa, fols. 66v-67r. Delacin de Ronan, fol. 52v.

230

vertad (sic) que mi nimo no ha sido jams el tomar sobre m semejante revolucin, antes bien el cortar de raz el asunto.52 El ingeniero afirma que, ayudado por Goenaga y Sorondo, haba convencido al menos a Rusiol, para que se abstuviera de llevar a cabo alguna accin. En la maana del sbado 15 Arrambide parte para su hacienda de Camburi-Chiquito [actual Camurichico], y Espaa se queda en Macuto, y el da del Carmen: [] entr Rosiol (sic) diciendo que se iba a hacer la revolucin aquella noche: nosotros lo disuadimos [dice Ronan] cuanto estuvo de nuestra parte [] 53.

Lo mismo hace con otros del grupo:


Aquella tarde salimos de paseo Amezcaray, Sorondo y yo cuenta Ronan- entramos en la hacienda de Guanapa, y sentados los tres sobre unas piedras, hablando de los abusos del gobierno, me ech Amezcaray mano a la escarapela y me dijo hombre qu diablo hace usted con eso? y le zaf una cinta: yo le dije tiene razn y la hicimos pedazos. Es verdad que tambin he odo decir a dicho Amezcaray el mismo da, que aqu no haba nada, nada: que a la hora que se pusiesen dos o tres horcas, todo el mundo estaba quieto54.

Llama la atencin el uso de la escarapela, aunque no queda claro si la usaban solamente cuando estaban reunidos en la clandestinidad o pblicamente, esto ltimo es dudoso. Inmediatamente, llega la noticia de que han mandado a Macuto una patrulla, desde Caracas, para detener a Espaa, Cordero cree entonces que si eso ocurre era imprescindible romper sin duda aquella noche55. Los avisos sobre la captura de otros de los implicados se van sucediendo paulatinamente a partir del 16 de julio, da en que prenden a Jos Aranzamendi, los conspiradores vuelven a reunirse en casa de Miguel Granadino, esta vez asisten: Rusiol, Narciso, Ramn Prncipe, Juan Moreno, Cordero y el propio Granadino, aunque no se deciden a ejecutar el plan hasta tanto no d la orden Manuel Gual, a quien esperan ansiosamente, pero ste no aparece. Por su parte Gual, que haba participado en la reunin en casa de Espaa, segn lo refiere Cordero, opinaba que: [] aquella Junta se haba divulgado mucho y se hablaba ya sobre ella con demasiada publicidad []56. A este punto, las autoridades ya suponen que Espaa est
52 53

Delacin de Ronan, fol. 23r. Ibdem, fols. 26v-27r. 54 Ibdem, fols. 52r-52v. 55 Confesin de Cordero, fol. 10v. 56 Ibdem, fols. 97r-97v.

231

implicado en ambos sucesos, tanto en la fuga de los reos de Estado como en la sublevacin, por lo que la Audiencia considera que ambos procesos deben unirse en uno slo: [] a fin de llegar por todas partes a la averiguacin de los reos principales de estos crmenes, que en la sustancia, en el impulso y en los medios vendrn a ser uno solo con diversos arbitrios57. El 15 de julio 58, Carbonell da la orden de detener a Espaa:

En el pueblo de Macuto a una legua de La Guaira se hallaba sirviendo el empleo de justicia mayor don Jos Mara Espaa, a quien por los primeros indicios se mand prender, pero tuvo la audacia de arrojarse por una tapia elevada a una hacienda inmediata y se halla fugitivo. Se le persigue con eficacia y se espera su prisin. A los indicios que le complican en el proyecto de la sublevacin, se renen sospechas prudentes de que ha concurrido a la fuga de tres reos de Estado remitidos de orden de V. M. desde Espaa, y se hallaban provisionalmente en los calabozos de la crcel de La Guaira59.

Es posible que Espaa hubiera podido fugarse, porque quienes intentan detenerlo son sus propios compaeros y partidarios. Esto dir dos aos despus el espa Jos Francisco Barroso, cuando en su declaracin cite lo que le haba comentado Espaa al respecto:
[] que cuando fue el doctor Espejo a Macuto a aprehenderlo, fue con una partida de cuarenta y cinco hombres militares, que estos los nombr el sargento Rusiol, que como ste era tambin de la faccin, dispuso la cosa en trminos de quince o veinte voluntarios blancos de Caracas, los puso tendidos en la playa, y que los dems fueron al escrutinio de su casa, de donde l no quiso moverse en la satisfaccin de que todos eran sus compaeros, como que l mismo les haba recibido el juramento en el Ro Arriba, lugar en donde se juntaban por las tardes y tenan sus conferencias y acuerdos que se escriban. Que en tanto se haca el registro de la casa, estaba l durmiendo dentro de ella, y en ratos despierto mirndoles, y ellos a l, y dicindole no tuviese

57

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. Estado, 58, N. 18, fol. 3r. 58 Vase: Auto. Oficio de Pedro Carbonell solicitando la captura de Jos Mara Espaa. Se envan varios comisionados a Macuto para su aprehensin. Relato de testigos de lo acontecido. Fuga. Orden de aprehensin, Caracas, 15 de julio de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T.15, fols. 1r -7r. En adelante: Carbonell solicita captura de Jos Mara Espaa. 59 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 2v-3r.
AGI,

232

cuidado. Que Espejo se qued en el corredor y que si hubiera entrado y encontrndole los soldados le hubieran quitado la vida60.

Mientras tanto, en el Real Acuerdo ya se han tomado tambin medidas, aunque infructuosas, para la aprensin de Gual a quien consideran peligroso por: [] su calidad natural, su carcter poltico, su talento muy despejado, su desembarazo genial, y su prontitud en las resoluciones[]61, as pues ordenan:
[] saliese el oidor honorario don Antonio Fernndez de Len con la escolta que pareci necesaria, a prender al capitn retirado del Batalln Veterano don Manuel Gual que se hallaba en una hacienda suya, distante ms de doce leguas, y aunque hizo toda la diligencia posible, no lo pudo lograr; porque sin duda los complicados en la conjuracin vivan con mucho cuidado []62.

El 17 de julio, Antonio Fernndez de Len avisa de las acciones que ha llevado a cabo para el prendimiento de Gual y el itinerario que supone hizo ste en su huida, dice:
[] haber ocupado la casa del don Manuel Gual y sus circunferencias a larga distancia sin poder hallarlo, asegurando los papeles que encontr para su reconocimiento. Aade haber averiguado que Gual sali de esta capital el martes once [de julio] del corriente para su hacienda de Santa Lucia, distante una hora de camino del pueblo del mismo nombre, que lleg a l en el mircoles doce y all pas la noche, que el jueves trece por la maana fue a su hacienda; que en el sbado quince, a las nueve de la maana, sali a caballo llevando consigo un criado, y en el acto de montar dijo a su mayordomo que iba al pueblo de San Francisco de Yare a cobrar cuatrocientos

60

Carta desde Jacmel de Francisco Barroso, espa enviado a las islas, al intendente de Hacienda [s.f.], en: Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 101r-101v. [Doc. 14]. Auto relativo a la orden de embargo dictada a Jos Mara Espaa. Descripcin de efectos, muebles, libros, papeles encontrados en su casa. Oficio sobre evacuacin de bienes, Caracas, 18 de julio de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T.15, fols.13v-27. Oficio relativo a la fuga de Jos Mara Espaa. Declaracin de don Juan Lorenzo Garca. Declaracin de Manuela Mederos sobre la fuga de Jos Mara Espaa, La Guaira, 18 de julio de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T.15, fols. 32v-36r. Es de hacer notar la incorporacin y destacada participacin de Espejo en las filas patriotas durante el proceso independentista, a partir de 1811. 61 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 119 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 2r. 62 Ibdem, fol. 8r.

233

pesos y volvera el lunes diez y siete o el martes diez y ocho. Que sin duda fue supuesta la salida de Gual para el pueblo de San Francisco de Yare []63.

Pero segn cuentan despus, Espaa y el mismo Gual en Curazao: [] cuando se profug se encontr en el camino con el seor Antonio Len y tropa que le buscaba y que hasta le dijeron a Dios y no lo conocieron64. Desde el da 15 de julio, expresa el documento oficial, que alguno de los conspiradores:
[] traslucira la detencin de Rico en la calle y pas aviso a don Manuel Gual, que en el instante de recibirle tom la resolucin de huir, pas a La Guaira, avis a don Jos Mara Espaa, don Juan Xavier Arrambide y otros reos principales que ya por otra parte saban algo del procedimiento []65.

Una vez en La Guaira, avisado Gual por Nicols Ascanio 66, tanto del prendimiento de Rico, como de la orden de captura que corra en su contra, le manda un mensaje a Espaa pidindole que le espere para embarcarse juntos hacia Curazao, para no exponerse a ser capturados si se internan tierra adentro. El mismo da 15 de julio 67, Carbonell da la orden de detener a Espaa, quien tambin haba escapado, pero no fue posible arrestarle.

Conflictos de intereses y competencia entre las autoridades ante el hecho conspirativo, y medidas para capturar a los prfugos A la par de la fuga y persecucin de Gual, Espaa, Picornell y Corts por el Caribe, las autoridades deciden llevar a cabo una serie de acciones para proteger a la ciudadana, dentro del territorio, de cualquier posible brote de insurreccin. El capitn general cambia la Milicia de Pardos por una de Blancos, y para ello pide autorizacin y ayuda al gobierno espaol, porque le

63 64

Ibdem, fol. 2r. Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 76v-77r. [Doc. 14]. 65 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol.8r. 66 Copia de la sentencia de destierro contra treinta reos de sublevacin dada en Caracas a 1 de junio (Caracas, 10 junio), en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N.27, fols. 8v-9r. En adelante: Sentencia de destierro. Sobre sentencias vase: Consulta del Consejo de Indias sobre la causa a los reos de Estado por la sublevacin de La Guaira, Madrid, 10 de septiembre de 1798. AGI, Caracas, 436. 67 Vase: Carbonell solicita captura de Jos Mara Espaa, fols. 1r-7r.

234

teme a la influencia ideolgica que los revolucionarios tenan en las tropas68. Tambin ordena que le entreguen un juego de llaves a uno de los oficiales de confianza, y otro al nuevo alcalde de la crcel de La Guaira, con la prevencin de que slo ellos podrn usarla69. Acto seguido establecen una suerte de polica vecinal, organizada en rondas y patrullas, para la que cuentan con el apoyo de los habitantes, tanto de La Guaira como de Caracas, y especialmente de los ms acaudalados. Todo est aparentemente bajo control, as se lo comunica, el 9 de agosto, Lpez Quintana al monarca:

El teniente de rey [Joaqun de Zubillaga] con celo infatigable ha llevado la direccin de todos los cuerpos armados, la situacin de todas las guardias que han parecido precisas, y de una multitud de rondas y patrullas que sin cesar, especialmente de noche, cruzan y rodean la ciudad [ ]70.

A todo ello se suman disposiciones tales como la recoleccin en toda la zona de armas blancas y de fuego71, y la iluminacin del pueblo 72. Sin embargo, entre las propias autoridades y sus partidarios la situacin genera grandes suspicacias y se agudiza el enfrentamiento entre el grupo de los De Len y el de Carbonell. Por su parte el regente alaba las acciones del intendente, quien:

68

Esta medida responde al hecho de que, segn las autoridades: [] estaba corrompido el cuerpo de Artillera que sirve en aquella plaza [de La Guaira], el destacamento de ste Batalln Veterano que la guarnece, otro igual de la milicia de pardos destinada a la misma plaza y generalmente todo el pueblo. Sin duda hay en l y en los citados cuerpos varios individuos que no se han mezclado en la conspiracin, y otros a quienes por su entereza y fidelidad invencibles ocultaron los conjurados cuidadosamente sus pensamientos y operaciones []. Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 2v. Vase tambin: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 5v. Carta n 2 de la Real Audiencia de Caracas a Juan Manuel lvarez secretario del despacho de la Guerra, avisndole de la conspiracin descubierta en el mes de julio, contra la fidelidad y obediencia a S.M., remitiendo copias de las representaciones dirigidas al Supremo Consejo de las Indias y otros documentos justificativos. Con ndice de remisin, Caracas, 23 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N.19, fols. 3v-4r. 69 Informe sobre la decisin del capitn general Pedro Carbonell de reforzar la plaza de La Guaira con una compaa del Batalln de Milicias de blancos, Caracas, 16 de julio de 1797. AGNC, Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda, Seccin Anexos C008-4a22, 1 fol. Orden para armar las tropas que vienen de Ocumare, Guarenas y Santa Luca, Caracas, 19 de julio de 1797. AGNC, Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda, Seccin Anexos, C010-4a35, 1 fol. Disposicin para que pase a La Guaira una compaa de las milicias de blancos, Caracas, 20 de julio de 1797. AGNC, Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda, Seccin Anexos, C011-4A38, 1 fol. 70 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 10r. 71 Ibdem, fol. 12r. 72 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 232), Caracas, 19 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 5r.

235

[] no menos celoso y activo, ha facilitado en los momentos precisos todos sus auxilios de dinero, vveres, postas, y dems conveniente, manteniendo sin intermisin prontos los resguardos para acudir a donde se ordena con velocidad y destacando partidas de estos hombres que contribuyen notablemente a la seguridad contra los malos, refugiados en los montes, y a la pronta comunicacin de noticias y pliegos que casi de hora en hora han salido, especialmente para La Guaira, en donde su hermano don Antonio Fernndez de Len, ha llevado tambin el peso de cuantos encargos le han hecho convenientes a los fines expresados73.

Tambin exalta Quintana las bondades y el apoyo provenientes de un Ayuntamiento (constituido por los mismos que, aos despus, formarn filas por la causa independentista), que encabezado por uno de los ms notables mantuanos: el marqus del Toro, est curiosamente en una perfecta armona con los intereses de los De Len:

En consecuencia de la oferta hecha por el Ayuntamiento, se form velozmente una compaa de los primeros caballeros de la ciudad, que aadiendo ejemplo a ejemplo, y dispuestos a llevar sus armas a todas partes, se han hecho cargo de una sobreguarda importantsima en la crcel de Corte, que siendo como es muy dbil dara mucho cuidado en las presentes circunstancias, y no le da por la vigilancia y fuerza de este cuerpo noble que demuestra de todos modos su resolucin de acabar primero, que consentir el menor agravio a la soberana de V. M. y al respeto de la Justicia74.

Lo cual contrasta con el contenido de otro documento en el cual el capitn general denuncia las intrigas del marqus del Toro, aliado y posiblemente miembro activo de la faccin del regente y los De Len, las cuales habran contribuido a poner en peligro la tranquilidad de la provincia, al punto de solicitar la remocin de sus cargos75. De igual forma, el Cabildo eclesistico, incluyendo
73

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797. Estado, 58, N. 18, fols. 10r-10v. 74 Ibdem, fol. 11v. 75 Copia de la representacin del capitn general a S.M. exponindole las medidas tomadas para sofocar la insurreccin y las causas indirectas que han puesto en peligro la tranquilidad de la provincia, entre ellas las intrigas del marqus del Toro, don Esteban Fernndez de Len, doctor Moreno y don Manuel Monserrate, a quienes conviene remover de sus puestos para que se afiance la tranquilidad de todos y en esta la de la Provincia y sus agregadas. Caracas, 28 de agosto de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa 1796-1797, T. I, N. 64, fol. 125. Vase: Doc. 214. Protesta que hacen varios vecinos notables de Caracas al rey de Espaa, por el rgano del capitn general, contra la revolucin descubierta, Caracas, 1 de agosto de 1797. Doc. 215. Varios notables de Caracas ofrecen directamente al gobierno espaol sus personas y sus bienes para defenderlo de la revolucin, Sala Capitular de Caracas, 4 de agosto de 1797, Doc. 222. El capitn general de Venezuela informa al Prncipe de la Paz sobre la
AGI,

236

tambin el clero regular, est dispuesto a colaborar en la misin de defender y propagar la fidelidad a la Corona. Lo mismo ocurre con los comerciantes, congregados en el Real Consulado; con el Colegio de Abogados76 y la Academia de Derecho, quienes participan activamente, no slo en las rondas y patrullas sino tambin en aquellas acciones atinentes a su oficio, tales como en el reconocimiento de los papeles sediciosos incautados, as como en la elaboracin de la colosal cantidad de documentos que la burocracia obliga a redactar, en lo que se refiere a la Causa por conspiracin. Todos ellos trabajarn conjuntamente con los alcaldes de los cuarteles y de los barrios. Uno de los momentos ms espinosos de los conflictos de autoridad entre quienes se reparten el gobierno de la provincia de Venezuela, queda de manifiesto en las mltiples y contradictorias interpretaciones de los motivos y circunstancias en que se organiz y fue descubierta la conspiracin de La Guaira, incluidas en los informes que envan a Espaa. Carbonell comunica oficialmente el asunto a la Corona el 28 de agosto de 179777, Lpez Quintana le remite a Jovellanos una representacin (el 22 de marzo de 179878), y seis meses despus, el 16 de septiembre de 1798, el presbtero Moreno 79 enva al ministro Francisco de Saavedra, sus reflexiones sobre las medidas que cree que debera tomar el gobierno metropolitano para mejorar las condiciones de la provincia y evitar un nuevo alzamiento, adems de enmendar las polticas erradas del gobierno de Carbonell. Todo ello forma parte evidente de una maniobra poltica para desplazar a ste ltimo de su cargo, de tal manera que la explicacin de ambos personajes con respecto al alzamiento, es circunstancial y parcializada en contra del capitn general y en defensa del intendente. A su vez, el informe de Moreno, forjado sin duda en el seno del partido, tena como finalidad reforzar la imagen negativa que pretendan dar de

protesta que hizo la nobleza de Caracas contra la revolucin descubierta. [Caracas, 28 de agosto de 1797. Firma: Pedro Carbonell], ahora en: Jos Flix Blanco y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia. T. I., pp. 294, 295-296 y 320-323 respectivamente, 1875 76 Vase: Copia del acta de la reunin del Colegio de Abogados de Caracas realizada en Caracas, 19 de julio de 1797, en la que se toma decisin realizar la ronda montada en esa ciudad y las condiciones en que ha de hacerse, Caracas, 20 de julio de 1797. JLSB 79-80, fol. 79. 77 El capitn general de Venezuela informa al Gobierno de Espaa sobre la revolucin tramada en Caracas para proclamar la Repblica y la independencia americana. [Caracas, 28 de agosto de 1797. Firma: Pedro Carbonell] [Se dirixi al Exmo. Sor. Prncipe de la Paz y al Exmo. Sor. Don Juan Manuel lvarez], Doc. 221. ahora en: Blanco, Jos Flix y Ramn Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia,Per y Bolivia. T I. pp. 311-319, 1875 78 Representacin Viana, fols. 1r-2r. 79 Vase: Informe Moreno.

237

Carbonell, neutralizando as las advertencias que en su contra enviaba sin cesar el capitn general a la Corona80. Maliciosamente, el regente advierte al gobierno central sobre la urgencia de relevar a Carbonell de su cargo por:
[] su larga edad y enfermedades; la conducta que ha observado con l en las circunstancias terribles de este tiempo y la necesidad de poner a otra mano el gobierno de aquellas vastas e importantes provincias81.

Carbonell, a su vez, manifiesta su preocupacin por la actitud asumida por el partido de los De Len, en cuanto a la posibilidad de que hubiera encubierto a los sublevados, o al menos hubiera adoptado una actitud tolerante en semejante crimen contra la autoridad del monarca, y as lo hace saber en su informe dirigido a Godoy:
[] vea por una parte, que si pona el manejo y conocimiento del asunto en las manos de esta Real Audiencia, poda resultar mayor desconcierto en los habitadores del pas, as europeos, como de la mayor, y ms sana parte de los naturales, que miran con desconfianza los procedimientos de vuestro regente don Antonio Lpez Quintana, de los cuales, igualmente que de su coligacin con este intendente don Esteban Fernndez de Len y otros parciales, han dirigido multiplicadas quejas a V. M. en diversas ocurrencias y tiempos []82.

A tal punto lleg la desconfianza de Carbonell, que se vio obligado a tomar una drstica decisin, en cuanto a la instancia que debera ocuparse de la causa de los alzados: [] me determin al fin deponer el negocio bajo la autoridad del Real Acuerdo, despojndome de algn modo, y traspasndole todas mis facultades de gobernador presidente y capitn general, quedando siempre a la mira [].83 En efecto, pocos das antes Carbonell impone que:

80

A. E. Lpez Bohrquez, Los ministros de la Audiencia de Caracas(1786-1810). Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas: Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, p. 92, 1984. 81 Representacin Viana, fol. 1r. 82 El capitn general de Venezuela contina su informe sobre la protesta de la nobleza de Caracas y sobre la revolucin. [Caracas, 28 de agosto de 1797] Doc. 223. p. 320-323, ahora en: Blanco, Jos Flix y Azpurua, Ramn (1875). Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia . Caracas: Imp. de la Opinin Nacional, Tomo I, pp. 320-323. 83 Ibdem

238

[] se retiren el seor Antonio Fernndez de Len y el doctor Francisco Espejo, con los autos y uno de los escribanos que ahora los asisten, quedando el otro para ayudar al despacho de los negocios que por estas ocurrencias estarn detenidos; a cuyo fin, y en calidad de asesor, bajar uno de los abogados de esta ciudad y Colegio de ellos, que sea de la mayor satisfaccin y pidiese el comandante Justicia Mayor de aquella plaza; en cuyo celo y vigilancia fa el Acuerdo la buena custodia de los que quedan all presos [] 84.

Ambos integrantes del grupo del regente y el intendente. Tal fue la magnitud del enfrentamiento entre los carbonelistas y los De Len, que al gobierno metropolitano no le qued ms remedio que reemplazar a Carbonell por Guevara y Vasconcelos, y ste a su vez restituy, en 1799, a sus antiguas competencias en el proceso contra los alzados 85, a aquellos a quienes Carbonell haba cesado en tales funciones:
[] a consecuencia de la prisin del reo Jos Mara Espaa y de la multitud de ocurrencias contemporneas a resultas de los partes dados descubriendo la nueva tentativa de sacar de las crceles a los reos de la causa de sublevacin, no siendo posible que los tres ministros propietarios de la Audiencia atiendan a todo deban cometer y cometieron al seor don Antonio Fernndez de Len la confesin del expresado reo Espaa concurriendo los abogados doctor don Francisco Espejo y don Jos Bernab Daz para facilitar la multitud de citas que se hacen al mismo reo en los autos, y para que reciba otras cualesquiera declaraciones y ocurrencias que se le sealen encargndose al seor presidente gobernador y capitn general de comunicar dentro y fuera de la provincia las rdenes necesarias segn lo que vaya resultando sin esperar a que se junten el Acuerdo86.

84

Respuesta al oficio, de fecha 23 de julio de 1797, de los comisionados de La Guaira sobre conveniencia del indulto. Firman Pedro Carbonell, Antonio Lpez Quintana, los oidores Cortines, Pedrosa, Asteguieta, el fiscal Saravia. Rafael Diego Mrida. Caracas, 9 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 6, fol. 2r. 85 Gual no escatima la oportunidad de atacar a Guevara y Vasconcelos: Guevara V. va a mandar un pueblo de cerviz dura y que necesitaba un yugo de bronce y una ley de terror; pero los tiempos no son unos, es preciso cerrar los ojos y pasarle todo, es preciso cambiar de freno y alargarlo, el da llegar que Poltica Guevara poltica que quiere decir perfidia no olvide V. que a los nios se les engaa con moneras, y a los pueblos con juramentos falsos aparente V. la inocencia de la paloma, y srvase de la astucia de la raposa, y de la zarpa del tigre, segn las circunstanciasmultiplique V. las copias y delatores guerra a los hombres de bien y de talento sobre todo indisponga V. unos ciudadanos con otros para impedir que se unan pero una mxima Guevara una mxima, el pueblo americano es supersticioso, ignorante, estpido; el cree quanta se le dice con aire de religin, no le faltar a V. quien por la esperanza de un obispado predique que se condenan miserablemente cuantos pretendan que la Amrica se gobierne por si misma y no por el Rey, en fin Guevara hoy no tenemos otras armas. Lo creemos as pero los pueblos os han conocido, esas armas no dan ya fuego. Gual. Exhorto a los Americanos, fol.1v. 86 Confesin de Espaa, fols. 1v-1r.

239

Probablemente no estaba errado Carbonell en sus suposiciones y realmente el partido del intendente haba favorecido la insurreccin, incluso antes de que los reos espaoles llegaran a La Guaira, y una vez all, el mismo Lpez Quintana facilitara su encuentro con los revolucionarios, sin embargo, los indicios documentales que podran corroborar esta hiptesis son muy vagos. En su declaracin Rusiol admite que uno de los argumentos utilizados para convencerlo de participar en el movimiento fue que Manuel Gual y Juan de Arrambide le haban asegurado que:
[] haba mucha gente principal de aquel puerto y esta ciudad preparados para ello, de los cuales le expresaron nominadamente al seor intendente y su seor hermano, quienes franqueaban los caudales pblicos y los propios suyos, en que estaban comprendidas sus haciendas que eran las ms pinges de esta provincia []87.

Tambin podra tratarse de una mentira dicha para convencer a Rusiol y nada ms. Entre quienes se sospecha que podran estar involucrados en el movimiento, le preguntan a Rusiol si ha sabido que lo estuvieran el doctor don Domingo Lander y el doctor don Francisco Espejo, o:
[] si hubiese tenido noticia [refirindose a Espejo] de esta sublevacin, o asistido a algn acto: respondi: que ninguna, pues lejos de ello, cuando estaba enfermo en La Guaira en casa de Mendiri que se quera tratar de la materia, se reservaban de l y su hermano88.

Pero esto no concuerda con la declaracin de Jos Mara Espaa. Una de las capturas ms importantes que se harn es la del sargento Jos Rusiol, el 23 de julio, porque como ya se dijo, sus declaraciones resultarn de gran importancia para el conocimiento de los entretelones, tanto de la conspiracin madrilea como de la guairea 89. Comenta Rusiol que Picornell le haba mencionado acerca de una carta90 que recibiera mientras estaba en cautiverio en La Guaira, que

87 88

Declaraciones de Rusiol, fol. 13v. Ibdem, fol. 51v. 89 Oficio: se enva a la provincia de Caracas asegurado y escoltado a Jos Rusiol, La Guaira, 23 de julio de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T. 22, fols. 83r-87v. Vase tambin: Comunicacin de Pedro Carbonell para los comisionados de La Guaira, notifica haber recibido el acuerdo extraordinario sobre las delaciones hechas por Jos Rusiol, y ordena se obligue a las personas que se han presentado, o se haga entender a las personas que se han presentado o se presenten acogindose a la gracia del indulto, que manifiesten sus declaraciones con puntualidad de fecha, tiempos y lugares, La Guaira, 25 de julio de 1797. AANH, Independencia de Venezuela, T. 24, fols. 1r-8v. 90 Vase: Delacin de Ronan, fols. 45v-46v. Manuel Montesinos y Rico declara que: [] cuando se vio despus con Peraza le dijo este, aunque con dudas, poda atraer a su partido a los Ustriz, y su tertulia, para lo cual trataba de

240

muchos creyeron que se trataba de una oferta proveniente del partido de los De Len, o tal vez de los Ustriz, para cooperar con la causa: [] que esta carta juzgaron todos los que la vieron que poda ser del seor intendente y su seor hermano, y que estaba firmada por: El Ciudadano F:: hermano y compaa []91. Las contradicciones en las que incurre Rusiol son tantas que difcilmente puede llegarse a una conclusin cierta. Es as que, considerando que el asunto podra comprometerlo seriamente por involucrar al hermano del intendente, quien adems se encontraba presente en el interrogatorio, cuando se le pregunt que:
[] si el hermano del seor intendente, de quien habl en su citada declaracin, es el seor don Antonio Fernndez de Len que est presente y le recibe su actual confesin y, si por esto tiene algn embarazo o le falta de algn modo la libertad para explicarse, Su Seora est pronto, sin embargo que no es juez de la Causa, y no obstante la presencia de los abogados que lo acompaan y del escribano de Cmara que autoriza no debe haber el menor inconveniente, a suspender este acto, y a consultar con el Real Acuerdo para que se sirva cometerlo a otro, respondi [Rusiol]; que se remite a lo que tiene confesado y que no hace memoria de haber asistido a la conversacin que dice Cordero haberse tenido en casa de don Patricio Ronan, ni de haber odo las especies que este depone relativas a la carta, ni de haberle dicho que hubiese hablado sobre ella con Picornell, y que en esta parte es falsa la deposicin por estar cierto de no haber hablado con Picornell acerca de la tal carta92.

Evidentemente, advirtiendo el peligro que se avecinaba si prosegua en su ataque al oidor, a Rusiol no le queda ms remedio que responder cambiando por completo sus argumentos.

poner un concierto. Incautacin Montesinos, fols. 174r-174v. Pero lo cierto es que nunca llamaron a declarar a los Uztriz. 91 Declaraciones de Rusiol, fols. 20r-20v. El texto de la carta en cuestin era ms o menos el siguiente, segn recuerda Rusiol: Hemos determinado formar una repblica en esta provincia: Si usted quiere hacernos un plan de revolucin adaptado a las circunstancias del pas le tendremos presente para colocarlo en uno de los mejores y principales puestos, en inteligencia de que hay caudales suficientes y muy sobrados para ello, pues adems de todas los pblicos con que puede contar hay los de dos hermanos que son los mejores de la provincia, y los de otros muchos hacendados y comerciantes. Ibdem, fols. 90r-90v. 92 Ibdem, fols. 104r-105r.

241

El doble discurso en los actos del obispo Viana: Indulto, Carta Pastoral y Edicto El obispo Juan Antonio de la Virgen Mara y Viana 93, se hallaba casualmente en La Guaira en el momento en que se descubre la conspiracin, a donde haba ido a temperar para recuperarse de erisipela. Al respecto le escribe al Prncipe de la Paz:

Por restablecerme de mis dolencias y recobrar mi salud, me fue preciso seguir el consejo de los mdicos de pasar en principio de julio al puerto de La Guaira dejando como siempre con el cuidado del obispado y con las facultades todas de gobierno a mi provisor y vicario general doctor don Andrs Manzanares []94.

El mismo Viana est consciente de que su versin es poco creble y para darle veracidad se refugia en la providencia:

Podr parecer, seor excelentsimo, casual mi subida a La Guaira, pero combinando las cosas, podemos mirarla como una disposicin de la divina providencia que quera valerse de mi presencia, de mis respetos y de mi influencia para descubrir un fuego oculto y sofocarlo95.

Y para ser ms convincente agrega: [] hoy no veramos sino la confusin y el desorden, si por una especie de prodigio no ocurre mi existencia en el puerto de La Guaira96. Al descubrirse la conspiracin, Ronan se presenta ante el obispo a pedirle que interceda por l, se delata ante el religioso y ste, condolido por su situacin le comunica el caso al Real Acuerdo en un oficio, en el cual pide indulto para l y para los que se delatasen o delatasen a otros, de haber participado en los hechos. Escribe el obispo que Ronan:
[] implora la gracia asequible para otras dos personas que dice se descubrirn, complicadas en la propia causa, y yo en orden de ellas hago aquella splica que sea compatible con el mrito de

93

Juan Antonio de la Virgen Viana, Calahorra (Espaa) c.1745 - Murcia (Espaa) 1800. Obispo de la dicesis de Venezuela (26 obispo de Caracas) entre 1792 y 1798. De la orden de los Carmelitas Descalzos, es nombrado para el cargo por bula del 24 de septiembre de 1792. Su consagracin como obispo de Venezuela se realiza en Santo Domingo, entre agosto y septiembre de 1793. El 8 de septiembre llega a Caracas y ese mismo da se celebra la ceremonia de su investidura. 94 Carta del obispo Juan Antonio de la Virgen Mara y Viana al Prncipe de la Paz, Caracas, 1797-08-19, ahora en: Documentos: El obispo de Caracas, Ilustrsimo Seor Viana y la Revolucin de Gual y Espaa, p. 533. 95 Idem. 96 Ibdem, p. 534.

242

la causa y unida a las intenciones piadosas del Rey Nuestro Seor para un mejor servicio, para la paz y tranquilidad de estas provincias, evitando la efusin de mucha sangre, que considero peligro97.

Ese mismo da, 21 de julio, el Acuerdo acepta la solicitud de indulto del obispo y expresa:

En el Acuerdo extraordinario de este da veintiuno de julio de mil setecientos noventa y siete aos, en conformidad de la proclama que se ha de publicar a las ocho del da de maana, se acord conceder y concede en el real nombre de S.M. el indulto y gracia que recomienda el reverendo obispo98.

Orden el Acuerdo publicarla en los parajes ms frecuentados99.Curioso personaje el obispo, hermano del conde de Tepa 100, en cuya casa de Madrid, como se recordar, se reunan los alzados, es muy probable aunque obviamente no consta en los documentos, que la solicitud de indulto que hace el obispo hubiese estado inspirada por su hermano, esto abre la posibilidad a una interpretacin muy diferente a la que tradicionalmente ofrece la historiografa de su participacin en los acontecimientos de La Guaira. Hasta el momento se ha credo que el obispo acta acogindose a las leyes y que sus actos se corresponden en todo con su condicin de prelado, esto es cierto al menos en apariencia, pero el conocimiento que pudiera tener, casi con certeza, de la

97

Carta del obispo Juan Antonio de la Virgen Mara y Viana al Prncipe de la Paz, Caracas, 1797-08-19, ahora en: Documentos: El obispo de Caracas, Ilustrsimo Seor Viana y la Revolucin de Gual y Espaa, p. 533. 97 Idem. . Vase tambin: Auto: indulto que concede la Real Audiencia de Caracas a quien se delate o delate a otros conspiradores, Caracas, 1797-07-24. AANH Independencia de Venezuela, T. 18, fols. 1r-6v. Contiene el indulto publicado a real nombre de S.M. y providencias que a su consecuencia se libraron sobre los que se presentaban a gozar de l, Caracas, 1798-08-01. AGI Caracas 427, N. 5, 67 fols. Informe de la Audiencia al Supremo Consejo de Indias, fol. 1v. 98 Real Acuerdo, Caracas, 1797-07-21, ahora en: Documentos que justifican la conducta del obispo y Clero de Caracas, en la revolucin de Gual y Espaa, p. 367 99 Auto. Publicacin de la proclama sobre el indulto y gracia, Caracas, 1797-07-21. AANH Independencia de Venezuela, T. 22, fols. 21r-25v 100 Es importante recordar que su hermano se haba librado en Madrid de ser llamado a declarar, posiblemente por su amistad con el propio Godoy, que se hace extensiva al obispo, a quien el Prncipe de la Paz complace en su peticin de enviarlo al obispado de Almera, a raz de los acontecimientos de La Guaira (hecho que ocurre el 19 de agosto de 1798, pero sale de La Guaira el 4 de diciembre con los honores correspondientes). En estos trminos hace Viana la solicitud de traslado a Godoy: [] interpondr su poderoso influjo para trasladarme a Espaa, seguro que en todas partes manifestar ser ahijado de V. E. cumpliendo con mis obligaciones y deberes. /Mi hermano el conde de Tepa est solo y sin el consuelo de quien pueda ayudarle a cuidar su familia []. Carta del obispo Juan Antonio de la Virgen Mara y Viana al Prncipe de la Paz, Caracas, 1797-08-19, ahora en: Documentos: El obispo de Caracas, p. 541.

243

situacin de los reos de Estado madrileos por va de su hermano, hace sospechar que el conde le hubiera pedido que les ayudara, y lo nico que el obispo poda hacer en tales circunstancias era demandar el indulto, de otra manera se habra visto comprometido, hubiera cado en manos de la justicia como uno ms de los conspiradores y no habra podido hacer nada por ellos. El obispo protege y se protege pero no permanece al margen. La Real Audiencia lgicamente le informa al rey de la resolucin que ha tomado con respecto al indulto:
[] previniendo la Audiencia que la conspiracin estaba demasiado entendida, y que el terror, en que haban cado los delincuentes podra convertirse en una desesperacin abierta, ms peligrosa que la perfidia secreta, crey ser absolutamente necesario, publicar al real nombre de V. M. el indulto []101.

No se equivocan ni el obispo ni la Audiencia, pues a la delacin de Ronan, el 22 de julio de 1797, le siguen muchas ms como era de esperarse, por ejemplo, la del pardo Jos Cordero el 15 de agosto102. El 16 se presentan tambin a acogerse al indulto, Juan Xavier de Arrambide y Jos Garca, a los que las autoridades consideran tan principales en la causa como Gual y Espaa, y al respecto informan que: [] ninguna de estas presentaciones ha sido voluntaria sino en el ltimo riesgo de ser presos o perder su vida, y en la imposibilidad de continuar la ocultacin o la fuga: en cuya consecuencia se les van formando sus procesos.103 Es de hacer notar que la fecha mxima para acogerse al indulto era el 31 de agosto de 1797. La medida del indulto no puede interpretarse meramente como un gesto altruista, porque si las autoridades estn de acuerdo en emitirlo es porque saben que entre los implicados hay personas importantes de La Guaira a quienes debera drseles, como era la costumbre, un trato especial. 104 La Real Audiencia recibe la real cdula de 27 de noviembre de 1798 en la que el rey ordena que:

101

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 1797-08-09. AGI Estado 58, N. 18, fol.2r. 102 Parte dado por Jos Cordero, La Guaira, 1797-08-15, en: Confesin de Cordero, fol. 1r. 103 Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 236), Caracas, 1797-08-20. AGI Estado 58, N. 18, fols. 2v-3r 104 Diligencias: oficio consultivo sobre el trato que debe drsele a las personas implicadas en la conspiracin, en su mayora personas importantes de La Guaira. Se har saber a los comisionados del pueblo de La Guaira si se va a esperar que se amparen bajo el indulto o bien se tomen en calidad de reos y se embarguen sus bienes, La Guaira, 1797-07-23. AANH Independencia de Venezuela, T. 22, fols. 71-75

244

[] guarde las leyes, y proceda conforme a derecho en la substanciacin, y determinacin de la causa de sublevacin, respecto a los reos principales que no tuvieren indulto, tratando a los naturales de aqu con la consideracin que encargan las leyes municipales []105.

Sin embargo, la Audiencia no est muy convencida de las ventajas del indulto porque:
[] aunque algunos se arrepientan con sinceridad, otros y verosmilmente los ms fingirn el arrepentimiento ocultando su mal propsito, su rencor, y venganza hasta hallar ocasin de hacerla valer, aadiendo precauciones tiles para no dar seales de su perfidia hasta el momento de la erupcin106.

Adems de pedir el indulto para el ingeniero Patricio Ronan 107 a quien le unen lazos de amistad, y luego para el resto de los que se fueran delatando, posiblemente porque intua que no habra posibilidades de salvarlos de un juicio, que a todas luces se perfilaba viciado de ilegalidad, Viana en un gesto lleno de retrica, teatralidad y con un despliegue de erudicin teolgica digna de su condicin clerical, publica y declama ante sus fieles una carta pastoral, el 29 de noviembre de 1798 (de la cual le enva una copia al Prncipe de la Paz) y promulga un edicto para que se haga misa en toda la Provincia en honor a la Virgen salvadora: Nuestra Seora del Carmen, por cuya ingerencia, dice, fue descubierta la conspiracin. Dispone el obispo Viana que:
[] el sbado inmediato veintinueve del corriente, se cante en cada iglesia a las nueve de la maana una misa solemne en honor a la Santsima Virgen Nuestra Seora, votiva del ttulo del Carmen, expuesto en ella el Santsimo Sacramento, que al fin se cante la Letana Lauretana y despus se haga la reserva en la forma acostumbrada y as mismo que al tiempo del Ofertorio se lea esta nuestra carta []108.

105 106

Informe sobre la ejecucin de Espaa, fol. 2r Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 1797-08-09. AGI Estado 58, N. 18, fols. 14r-14v 107 Delacin de Ronan, fols. 2v-3r. Vase tambin: Real Audiencia de Caracas sobre conjura descubierta (representacin n 235), Caracas, 1797-08-16. AGI Estado 70, N.25, fols. 1r-3v. En este documento dice: Don Patricio Ronan, teniente del Real Cuerpo de Ingenieros y que serva en el puerto de La Guaira, fue el primero que se delat aun antes de publicarse el indulto ofrecido en el real nombre de S.M. []. 108 Edicto o Carta de Su Seora Ilustrsima para cantarse en todas las iglesias una misa solemne a Nuestra Seora del Carmen y denunciando el prodigio de ella, Caracas, 1797-07-27, ahora en: Documentos que justifican la conducta del obispo y Clero de Caracas, en la revolucin de Gual y Espaa, p. 374-375

245

Con ello todos quedan complacidos los conspiradores, al menos una buena parte de ellos, se salvan de la pena de muerte y las autoridades asumen que el prelado es un furibundo regalista, de lo cual queda siempre la duda, aunque en la pastoral exprese:

En todos los corazones, hijos mos, deba estar impresa aquella ley santa que recomienda el Prncipe de los Apstoles, que es el temor a Dios y el honrar, reverenciar y prestar toda sumisin y obediencia a los soberanos y a las sacrosantas leyes que ellos establecen. Si todos en el mundo reconociesen tan saludable precepto, los reinos seran felices y en ellos no se vera, sino el buen orden y la tranquilidad, pero, lloramos la desgracia de que muchos de aquellos que han llegado a formar idea de una verdad tan segura e incontrastable, conducidos de unas dbiles mximas sugeridas por los incrdulos, ponen su esfuerzo en oscurecerla y se empean en substraer a los dems hombres de aquel deber inviolable de la sumisin, respeto y obediencia al soberano, llegando su atrevimiento hasta el extremo de hablar sin escrpulo contra su sagrada persona, censurar y criticar sus leyes, violarlas y estar dispuestos, por slo su capricho y vil inters particular, a destruir la religin y a sacrificar todo el bien comn y felicidad general de la sociedad109.

La pastoral est llena de imputaciones e insultos a los conspiradores, a los que califica de inspirados por el demonio, lo cual lo convierte al menos en apariencia, en uno de los ms duros crticos del movimiento, y si eso es lo que se propone, no hay duda de que lo logra. Su posicin es ambigua en todo caso.

109

Viana, Juan Antonio, Pastoral del Illmo. Sr. Juan Antonio Viana, obispo de Caracas, sobre la Revolucin de Gual y Espaa, en Boletn de la Academia Nacional de la Historia, Caracas: Tomo XLIII (enero-marzo), N 169, pp. 159-169, p. 160.

246

CAPTULO II
POR EL CARIBE
Los das y los avatares de la persecucin por las islas Entre espas Para los principales de la causa se abre ahora la senda hacia el fin, segn consta en oficio que remite la Real Audiencia de Caracas al gobernador de Curazao, de apellido Lauffer, solicitando su captura y remisin a la Provincia de Venezuela, Gual, Espaa y su hijo, Pascual Mara Espaa, de 15 aos, parten para Bonaire la noche del 18 de julio, en el mismo barco en que lo haban hecho, pocos das antes, los reos de Estado110. En esa isla estuvieron apenas veinticuatro horas, zarpan para Curazao el 20 de julio, y al da siguiente llegan y se hospedan: [] en la casa de un holands nombrado Felipe Piar que vive en la Otrabanda [] 111. Se trata de un hermano del polmico prcer, el pardo Manuel Piar. Durante esos das, y aunque vivieron en casa de los Piar, Gual se ocup de la manutencin de Espaa y de su hijo, adems iban a comer a la casa de otros amigos, entre ellos a la del cnsul francs, mr. Cadet, y a la del holands mr. Gendri, quienes estaban al tanto del motivo de su presencia en las islas 112. Simultneamente, el intendente Fernndez de Len, tomando la justicia por su mano, decide no perder tiempo y as, el 30 de julio de 1797, pone en marcha un operativo de espionaje para la bsqueda y captura de los sediciosos que comienza con la contratacin de Jos Francisco Barroso (quien actuar con el seudnimo de Jos Liendo). El intendente le instruye detalladamente sobre cules son los asuntos de los que habr de informarle:

110

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (n 7. Oficio que se dirigi a Curazao). Caracas, 30 de julio de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 2r-2v. 111 Ibdem, fol. 2v. Vanse algunas de las versiones historiogrficas ms conocidas de este hecho en: Lpez, Casto Fulgencio, Juan Picornell, p. 223. Es posible que la mulata holandesa Mara Isabel Gmez, quien vivi en La Guaira con su hijo Manuel Piar, tuviera una destacada participacin en la conspiracin. Vase: Luis Enrique Gonzlez F, Conspiracin de Gual y Espaa. En: 200 aos de la Conspiracin de Gual y Espaa 1797-1997, Caracas: Comisin Presidencial Bicentenaria-Archivo General de la Nacin, 1997 (CDRom 112 Confesin de Espaa, fols. 7r-7v.

247

[] me dar aviso de todo lo que concierna, a saber, el paradero de don Manuel Gual, don Jos Mara Espaa, don Juan Javier Arrambide y Jos Cordero, sus conversaciones y auxiliadores, plan de la sublevacin inmediata aqu, a qu partidos o provincias era extensiva, todos los complicados, qu correspondencias tenan, auxilios con que contaban para ella, de aqu o de fuera, qu auxilios tienen ahora en Curazao, qu conexiones y trato con qu personas, qu correspondencia y por qu conductos, qu ideas o proyectos tienen actualmente qu avisos se les dan de aqu y por quines, qu cartas escriben ellos, a qu sujetos y por qu conductos, qu medios tienen para subsistir, quin los socorre, qu acogida les da el gobierno y habitantes de Curazao, qu conversan de los reos de Estado que vinieron de Espaa y se huyeron de La Guaira, auxilios que tuvieron para la fuga, su paradero actual, sus ideas y proyectos 113.

Adems, tendra que llevar un diario en el que anotara todo lo referente a su misin y otro: [] de noticias polticas sobre la guerra de Espaa y Francia con Inglaterra, sucesos favorables o adversos de nuestros ejrcitos y escuadras, negociaciones sobre la paz, expresando las gacetas, o autores de dichas noticias [] 114. A stos se uniran otros asuntos de particular inters para el intendente, recurdese su actuacin en las disposiciones relativas al comercio con neutrales:

Observar cuidadosamente qu espaoles hacen el comercio furtivo en Curazao, los frutos que llevan y gneros que retornan, los puertos o los parajes de extraccin e introduccin, con qu auxilios cometen estos fraudes y especialmente si se los dan o son consentidores los empleados de Real Hacienda de estas provincias y sus resguardos de mar y tierra, sobre cuyos puntos llevar tambin otro diario muy circunstanciado que me dirigir por el conducto de Morian115.

Una ardua tarea para una sola persona. En sus informes, Barroso usa una clave para evitar escribir los nombres de pila de sus espiados: Gual, Espaa, Jos Cardero y Juan Xavier Arrambide pasaran as a ser denominados primero, segundo, tercero y cuarto respectivamente. Su correspondencia tiene ciertas caractersticas que hacen que la secuencia de los hechos que describe sea algo desordenada y por lo tanto confusa:

113 114

Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 67v-68v. [Doc. 14]. Ibdem, fols. 68v-69r. 115 Ibdem, fols. 69r-69v. Cuado de Barroso, Joaqun Morian era oficial primero de la Administracin de Rentas Reales de Coro.

248

[] cuando escriba a Su Seora [le dice al intendente] ser con el disfraz de variar letra, y escribir desde Yacomelo [Jacmel] para Barcelona, poner la fecha de ocho das de atraso. El sobrescrito, para don Pedro Prez Prieto, y firmarme Jos Liendo. Dicho seor escribir con fecha de Barcelona a don Jos Liendo, en Yacomelo, y firmar Pedro Prez Prieto, todo de su puo116.

En cuanto a la captura de los prfugos, el intendente le ofrece una jugosa recompensa:

Si con maa o por fuerza puede arrestar a los nominados Gual, Espaa, Arrambide y Cordero y traerlos bien asegurados, a ms de abonrsele todos los costos, se le gratificar con diez mil pesos por Gual, cinco mil por Cordero, tres mil por Espaa, y tres mil por Arrambide117.

Para ese momento, la suma de la recompensa aumenta considerablemente, de los 300 que originalmente ofreca por cada uno de ellos, aunque no queda claro por qu da tan poco por Espaa en relacin con Gual, si ambos tenan la misma condicin de ser los principales del grupo, pero lo cierto es que amenazan las autoridades espaolas con cortar temporalmente la comunicacin con Curazao, hasta que su gobierno los entregue o d garantas de que no se encuentran all118. El plan de Barroso es salir de Caracas hacia Puerto Cabello con el salvoconducto que le entrega el intendente, llevando por compaa a un mulato de nombre Jos Antonio. Desde all parte para Curazao, hacindose pasar por prfugo de la justicia metropolitana por haber apoyado la causa de Gual, y por la supuesta delacin de Valenciano. Una vez en la isla, trata de unirse al grupo de los fugitivos, pidindoles que le ayuden a encontrar trabajo como escribano para poder subsistir fuera de su pas. Desde Curazao le avisa al intendente que Gual y Espaa se hallan en esa isla tratando de huir a Guadalupe o Norteamrica, para de ah seguir viaje a Europa y presentarse a la Repblica francesa, pero que Cordero y Arrambide haban decidido regresar a Caracas a acogerse al indulto, en contra de los deseos de Gual y Espaa, a quienes les parece que eso lo hacan por no ser hombres de bien. Que ambos se hallan en la ms completa pobreza y bajo la proteccin de

116 117

Ibdem, fol. 66r. Ibdem, fol. 68v. 118 Minuta del oficio al Prncipe de la Paz, Caracas, 28 de diciembre de 1797. 1796-1797, T. I, N. 79, fol. 154r.

AANH,

Revolucin de Gual y Espaa,

249

monsieur Brion119 y el cnsul francs monsieur Cadet, por cuya indicacin usan la cucarda republicana. Comenta Barroso que estn: en un estado tan miserable que ni tienen ms que un vestido de listado el segundo y el primero un fraque y panta ln []120. En el mes de agosto del 97, el intendente supone la presencia de Gual y Espaa en Guadalupe y as se lo notifica a Barroso121 para que vaya tras ellos con las precauciones del caso, pero lo cierto es que estn en Curazao, como se lo har saber despus el espa en su diario. A pesar de que Barroso hace todo lo posible por cumplir con las rdenes impuestas por el intendente, en una carta fechada el 11 de septiembre, ste insiste en que le d ms detalles y cumpla con lo pautado de recoger da a da las noticias de todo lo que ocurra122. Como no le queda ms remedio, inicia el primero su diario el 25 de agosto, que lleno de lagunas, pareciera haber llevado hasta el mes de marzo de 1798. Comienza relatando su primera conversacin con Gual y Espaa, con quienes logra entrar en cierta confidencia, en la que hablaron sobre la delacin que haba hecho Cordero por escrito a su llegada a Caracas, as como de las posibilidades de entrar en negocios con el corso, como una va para resolver su precaria situacin econmica: [] que saldramos al corso a la parte de presas, y que nos redondearamos para emprender negocio a la costa123. Al da siguiente, Gual y Espaa convencen a Barroso de usar la cucarda republicana. Tanta armona se ve interrumpida por la llegada, el 27 de agosto, de Rafael Oberto, cuya torpeza, dice Barroso, casi le cuesta el que se descubra su misin:

119

Se refiere a Pierre Louis Brion (1750-1799), padre de Lus Brion (1782-1821) almirante de Venezuela y de la antigua Repblica de Colombia. 120 Prohibicin de Derechos del hombre, fol. 73v. [Doc. 14]. 121 En carta fechada el 6 de agosto, remitida desde Barcelona. Ibdem, fols. 71v-72r. Podra suponerse, por lo dicho anteriormente, que la fecha oscila entre los 8 das antes o los 8 das despus, de tal forma que tomar como referencia la data indicada en el documento da un margen casi de un mes de su posible redaccin y envo. Adems, es de suponer tambin que es falsa la ciudad de procedencia. Por otra parte, esto no concuerda con la confesin de Espaa: en Curazao estuvo siempre asociado a Manuel Gual, viviendo juntos desde el da de su arribo, que fue el veinte y uno de julio de noventa y siete hasta noviembre del mismo ao, en que el confesante con su hijo se traslad a la Guadalupe, dejando a Gual en Curazao. Se trata de una diferencia de varios meses entre un testimonio y otro. Confesin de Espaa, fol. 7r. Vase tambin: Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797 AGI, Estado, 58, N. 18, fol. 9r. 122 Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 79v-80r. [Doc. 14]. 123 Ibdem, fols. 81v-82r.

250

Amaneci don Rafael Oberto y luego se corri que vena comisionado del Gobierno de Caracas a llevar el primero y el segundo [Gual y Espaa], que para esto traa una talega de onzas de oro, que haba ofrecido mil y quinientos duros al fiscal Chiquito [?] por su prisin124.

Pero la proteccin con la que cuentan Gual y Espaa en la isla, as como la astucia y los intereses econmicos de sus protectores, impiden a Oberto cumplir el encargo:

Yo vi la guardia doble que sali a buscarlos, ellos se ocultaron, el pueblo dijo que el salir la guardia a buscarlos era parapeto por quitarle los reales a Oberto y por cumplir con la requisitoria del Gobierno de Caracas, pues de otra forma sera desagradable [] 125.

El da 28, en un acto de prepotencia, Oberto reta a Picornell a un duelo a espadas y ofrece 500 pesos por tenerlo frente a frente, adems anuncia que espera una lancha armada procedente de Caracas para capturarle. Ante tal atrocidad, las milicias de la isla salen a buscar a Oberto, pero ste logra refugiarse en casa de su amigo, el capitn Simn Gmez, hasta el 29, en que solicita proteccin al gobernador, quien, lejos de ampararle, lo culpa de su situacin, advirtindole que no salga de noche a riesgo de su vida, y se niega a entregarle a Gual y a Espaa, porque podra llegar a perder incluso su cargo de gobernador, que le haba sido dado por el Pueblo y la Repblica.126 De Oberto y su actitud, le escribe Barroso muy molesto al intendente, dicindole que por su culpa la misin se ha visto frustrada. Por supuesto que el conflicto no queda ah, al da siguiente llega la fragata anunciada por Oberto y se enfrenta a tiros con otra llamada Comandanta, atinndole por error a una lancha del corso espaol. Todo esto causa un gran revuelo y cuenta Barroso que:

No se entendan las calles del tumulto y vocera. Salt a tierra su patrn Castillo [el de la lancha del corso], le cayeron a pedradas los muchachos. El gobernador destin inmediatamente una guardia a favorecerle y puso en arresto a un holands que le ultraj de palabras y todo fue confusin, pues hasta las mujeres en sus casas hablan de favorecerles [a Gual y a Espaa], con lo

124 125

Ibdem, fol. 82v. Ibdem, fols. 82v-83r. 126 Ibdem, fols. 83v-84r.

251

cual acabaron todos de conocer la fuerza de la proteccin y lo imposible de verificarse el arresto del primero y del segundo, que an se mantienen en la casa del Cnsul francs127.

All se reunieron todos a brindar por la felicidad de los fugitivos, incluso el patrn de la lancha y el propio Barroso, y en esa reunin se dej colar la especie de que entre ellos haba un sopln128. Es indudable que al referirse a un sopln estaban aludiendo a Barroso, quien comenta en su diario, el 18 de septiembre: Hoy me ha aconsejado un amigo que me ausente porque hay sospechas contra mi, y el pueblo est criminoso desde la venida importuna, desatinada y escandalosa de Oberto129. Al sentirse descubierto, enfurecido Barroso por las torpezas de Oberto y por la forma en que ha malbaratado los recursos de que dispona para pagar la recompensa por las cabezas de los prfugos, le escribe al intendente una nota en la que deja traslucir su descontento, y adems le pide que le mande dinero para poder continuar su misin:
En el supuesto de haberse perdido el lance por las barraganadas de Oberto [] nada hago yo aqu durante un mes en tanto usted me ordena otra cosa. Si quiere que contine me proveer de dinero [] Aqu no se levanta una paja sin pagar primero130.

Pero Barroso est determinado a abandonar la isla, a lo que el intendente le responde: Supuesto en lo que segn me dice usted en la de diez y nueve de septiembre piensa salir de esa isla y venir a esta ciudad nada me ocurre insinuar a usted hasta la vista131. Sin embargo, al final decide quedarse y con el pasar de los das, logra hacerse de nuevo de la confianza de los revolucionarios, quienes le revelan su plan de volver a intentar un alzamiento en Costa Firme:
Me aseguraron dice el espa - contar conmigo, as lo promet. Se trata de juntar aunque sean cien hombres y bien armados, entrar dentro de pocos meses a Caracas por Valencia, que para esto tienen buen partido en Valencia. Que en aquella se apoderarn del Cuartel Veterano donde

127 128

Ibdem, fols. 84r-84v. Ibdem, fol. 85r. 129 Ibdem, fol. 94r. 130 Ibdem, fols. 86v-87v. 131 Ibdem, fols. 96v-97r.

252

saben estn depositadas todas las armas. Que la tropa veterana est por ellos, que saben que a la primera voz, lo estar tambin toda la ciudad y as el resto de la provincia 132.

Aunque ellos le confiesan que eso ser muy difcil porque carecen de fondos. El 1ro. de septiembre da cuenta Barroso de que, en vista de las presiones ejercidas sobre el Consejo de Gobierno de la isla, a ste no le haba quedado ms remedio que sacar de madrugada a Gual, Espaa y al hijo de ste, en una goleta hacia Saint Thomas con buenas recomendaciones. Pero la noticia de la huida resulta ser falsa, porque pasada una semana de haber informado de ella, el 9 de septiembre, Barroso descubre que los prfugos siguen ocultos en Curazao, que no se han movido de la isla, que todo ha sido un plan de las autoridades para protegerlos133. Al mismo tiempo, Obregn y Castillo regresan a La Guaira. Por su cuenta, el intendente durante el mes de octubre, trata de hacer otras averiguaciones sobre el posible paradero de Gual y a Espaa en Saint Thomas, sin recibir ninguna respuesta positiva de otro de sus contactos en la isla, Faustino Lalanda, quien le responde que no sabe donde se encuentran134. El 14 del mismo mes Barroso pasa a Jacmel, desde donde le escribe al intendente culpando de nuevo a Oberto del fracaso de su misin, y agrega indignado que:

Todos los espaoles que hacen comercio con Curazao hablan all apoyando el sistema de los republicanos. Se canta la carmaola. Es delito de Estado no ser republicano, y por ltimo yo estoy persuadido de que esa Colonia es un asilo de vasallos infieles; y un seminario en donde los espaoles toman lecciones contra un soberano por quien yo sacrificara gustosamente la vida135.

En noviembre llega a Tierra Firme la noticia desde Curazao, por va de Diego de Mora, Jos Dionisio Blanco y Diego Gonzlez, de que Gual y Espaa se haban embarcado en un buque americano cargado de fusiles y pertrechos, por lo que se haba visto obligado a tomar nuevas medidas para contrarrestar sus planes, y que el agente del Directorio en Curazao les haba suministrado 1600 pesos, con los que pagaron su pasaje 136. Esto era falso, porque ahora s estaban en Guadalupe. A finales de ese mes, el intendente hace regresar a Barroso a Caracas para enviarlo
132 133

Ibdem, fols. 93r-93v. Ibdem, fols. 89v-90r. 134 Ibdem, fol. 98r. 135 Ibdem, fols. 102v-103r. 136 Minuta del oficio al Prncipe de la Paz, Caracas, 21 de noviembre de 1797. 1796-1797, T. I, N. 77, fol.152r.

AANH,

Revolucin de Gual y Espaa

253

de nuevo el 5 de diciembre a Curazao, a donde llega el da 8 con la misin de averiguar si Picornell haba logrado introducir desde Guadalupe a esa isla algn ejemplar del libro Derechos del hombre, para recogerlo y entregarlo a las autoridades de Caracas. Simultneamente, en Caracas todo es desconcierto y la persecucin se convierte en un conflicto internacional, al punto de que la Real Audiencia, invocando tratados bilaterales, pretende convencer, infructuosamente, a Vctor Hughes de que entregue a los rebeldes:

En conformidad del artculo quince del Tratado de Alianza Ofensiva y Defensiva ajustado entre el rey de Espaa, mi amo y la Repblica de Francia, en diez y ocho de agosto de mil setecientos noventa y seis, estoy en la obligacin y precisin de reclamar a V.E. como lo hago en forma al Real nombre de S.M., las personas de los tres [sic] reos de Estado, Juan Picornell y Manuel Corts remitidos de Espaa y fugitivos de la crcel del puerto de La Guaira de esta Provincia, los cuales segn las diligencias que se han hecho con exactitud tocaron en la isla de Curazao, y desde all pasaron a esa de la Guadalupe en una embarcacin francesa a fines de junio o principios de julio prximo. En la misma forma reclamo las personas de Manuel Gual, capitn retirado que fue de este Batalln Veterano, y Jos Mara de Espaa, reos tambin de Estado por delito perpetrado en estas provincias, que tambin pasaron a Curazao, y de all salieron para esa isla en los das ltimos del citado mes de julio como resulta de las diligencias respectivas137.

Pero como era de esperarse, Hughes hace caso omiso de la solicitud, por lo que la Audiencia le remite una nueva exhortacin a los agentes del Directorio de la Repblica Francesa en Guadalupe, esta vez pidiendo, adems, que se castigue con todo el peso de la ley al capitn de la goleta armada La Actividad, Pedro Dupn, a quien se le acusa de haber transportado desde Curazao a los reos de Estado Juan Picornell y Manuel Corts, y al convicto Jos Tux, hasta Guadalupe, un acto que la Audiencia considera ajeno al derecho de gentes, que viola el Tratado de Amistad y Alianza entre Espaa y la Repblica Francesa 138. A la vez, Barroso prosigue en su tarea:

137 138

Oficio que se dirigi a Guadalupe, Caracas, 6 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N. 8, fols. 1r-3v. Minuta del oficio de la Real Audiencia de Caracas a los agentes del Directorio de la Repblica Francesa en Guadalupe, Caracas, 25 de julio de 1797. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, N. 57, fol. 80r.

254

[] despus de haberme introducido por la ciudad y lugares de diversin pblica, supe de positivo que hace dos meses que Gual y Espaa se trasladaron en un corsario francs a la Guadalupe con el fin de congregar partidarios para asaltar esta provincia 139.

De all Gual va a Martinica (segn le avisa Manuel Salias, procedente de Saint Thomas), y:
[] se haba hecho partidario de los ingleses, que haba seducido mil y quinientos hombres a su partido, que haba escrito al general de Jamaica pidindole gente y ofrecindole que como le diese este auxilio le entregara La Guaira y que a este intento haba escrito a sus partidarios de dicha Guaira, que trataba de introducirse por la costa de Macuto a Caraballeda, y que no hiciesen armas cuando l y los suyos hiciesen el asalto140.

As corroboraba lo que ya le haba comunicado al intendente en octubre anterior. De Picornell le participa:

Le trat en la posada y billar de don Joaqun San Juan en la Otrabanda, jugu una mesa con l. Es de una estatura y grueso regular, su color trigueo con algunas manchas de viruelas, su edad como de treinta y cinco a cuarenta aos, su vestir es chaqueta azul, sanquilot blanco, media y zapato a lo marinero, porque (segn comprend) trata de ocultarse del gobernador. Su designio es atraer hombres (as me lo dijo San Juan) para asaltar esta provincia. El mismo San Juan me inform y ense en su posada tres franceses a quienes haba dado de comer por cuenta de Picornell, como que eran de su partido para dicho asalto, pero tambin me dijo que le haba

139

Razn que le da Jos Francisco Barroso al intendente Esteban Fernndez de Len sobre el paradero de los reos prfugos, en: Prohibicin de Derechos del hombre, fol. 12r. [Doc. 14]. (Error de foliacin en el original). 140 Ibdem, fol. 12v. Por este motivo, el Acuerdo, reunido el 25 de diciembre de 1797, decide suspender la comunicacin con Curazao: su correspondencia [la de Gual y Espaa] fcil y frecuente con sus confidentes en esta provincia, es sumamente ofensiva a su sosiego y felicidad y a la autoridad soberana de Su Majestad, por lo cual se ver este gobierno en la desagradable y dura necesidad de cortar la comunicacin de estas provincias con la isla de Curazao, hasta que sean entregado Gual y Espaa, o se sepa positivamente que en verdad se han transferido a otra parte que a precaucin[]. Ibdem, fols. 18v-19r. Vase: Minuta del oficio al Prncipe de la Paz y a don Juan lvarez. Les participa que el gobernador de Curazao accedi a sus representaciones, publicando un bando en el que ofreca 100 portugueses de premio por las personas de los reos reclamados, asegurando con fecha 17 de abril haber salido todos de dicha Isla, Caracas, 25 de abril de 1798. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, N. 95, fol. 218r.

255

mandado suspendiese esta asistencia, porque le haban desangrado (esto es a Picornell) con motivo de que no guardaban silencio y publicaban la intentada empresa141.

Barroso regresa a Caracas el 24 de diciembre con un ejemplar de los Derechos del hombre y del Ciudadano y 3 de la Carmaola Americana, de los cuales dos eran impresos142, y al da siguiente se los entrega al intendente:

Este mismo da por la tarde me sorprendi sobre este libro el Asesor General, Escribano, Escribiente, Ministro y Granaderos, me llevaron al seor Capitn General, Su Seora me mand al seor Regente, me descargu, y fui detenido en tanto el seor intendente acredita mi relato. Si hasta hoy yo escriba mis papeles y los firmaba con el nombre de Jos Liendo, desde ahora digo que por servir al Rey a nadie temo en obrando como buen vasallo, y desde luego afirmo que soy Jos Francisco Barroso143.

Pero por existir sospechas de que hubiera sido el propio Barroso quien estuviera introduciendo dichas obras en la provincia, el intendente considera que lo ms conveniente es retirarlo de la misin, sin embargo, esto no se concreta y de nuevo Barroso le enviar, a partir de enero de 1798, el diario acordado. El 28 de enero sale de La Guaira para Curazao, acompaado de Vicente Villarroel, Jos Domingo Carmona y su paje Domingo, arriban el da 30 y se dirigen hacia la Otrabanda a casa de don Joaqun Febles y San Juan, personaje de dudosa reputacin 144, de donde van, dice:
[] a bordo de nuestro guayro al expendio de maz dulce, y en este tiempo se nos dijo por los caseros que anduvisemos con cautela porque Picornell (disfrazado con el nombre de Mariano) viva en casa de Cadet, cnsul francs y deca que yo traa comisin contra l para matarle; y que

141

Razn que le da Jos Francisco Barroso al intendente Esteban Fernndez de Len sobre el paradero de los reos prfugos, en: Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 13r-13v. [Doc. 14]. 142 Carmaola Americana (Caracas, 11 junio), en: Sobre sentencias en la causa de sublevacin. Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 59, N.6. En adelante: Carmaola Americana. Vase: Bugliani, La, La Carmaola Americana (1797) entre la Carmagnole Francesa (1792) y el Canto de las Sabanas de Barinas (1817-1818). HISTAL enero 2004. (22 de marzo de 2005). <http://www.histal.umontreal.ca/espanol/versionsp.htm> Se desconoce hasta la fecha la existencia de ejemplares impresos de la Carmaola Americana. 143 Ibdem, fols. 15r-15v. 144 Declaracin de Francisco Diego Hernndez, en: Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 146r. [Doc. 14].

256

los otros eran mis compaeros. Que Villarroel era destinado a dar fe del homicidio como escribano y que el mulato Domingo era el asesino145.

Por lo visto, Picornell haba descubierto el complot para matarle y, en consecuencia, alerta a sus compaeros de la isla para que vigilen a los recin llegados. Por la tarde de ese mismo da, se trasladan a La Punta y all un alguacil conduce al mulato a la casa de Cadet, en donde tambin se hallaba un fiscal para interrogarle sobre los planes de Barroso, Carmona y Villarroel. A su regreso, el mulato les cuenta los pormenores de su entrevista con los funcionarios en cuestin y, segn el relato de Barroso, ste fue el tenor de la conversacin:
[] entre el fiscal y Cadet le examinaron sobre nuestros designios, amenazndole que ninguno de nosotros saldramos vivos de la isla si nos dirigamos a matar a algunos. Djonos el mulato que haba contestado ir de paje de Carmona. Que bamos a nuestros negocios de comercio, y que todo esto lo haba escrito el mismo fiscal de su puo en un cuadernito, a manera de declaracin verbal o extrajudicial informe146.

El siguiente da, ya 5 de enero, lo pasaron atemorizados por la posibilidad de que Picornell diera con ellos, sin salir apenas de su cuarto ubicado en la casa de Santiago Lafons. Barroso toma la determinacin de elevar su queja formal ante el fiscal y se lleva como intrprete segn dice - a un judo de apellido Obediente, un personaje con quien Picornell haba tenido un lance pblico147. El fiscal hace que Barroso ponga por escrito sus quejas, pero Obediente aconseja a Barroso que no mencione el nombre de Picornell porque es un protegido del gobernador de Curazao, al que considera un francs republicano. Por su parte, el fiscal decide enviarlos a ver al gobernador y as lo hacen. Mientras transcurre esta conversacin, llegan Manuel Salias y su hermano Pedro148 al Palacio de Gobierno a avisarle a Barroso que Picornell los est buscando para matarlos. En vista de la situacin, el gobernador les recomienda que se vayan a vivir a La Punta, pero haciendo caso omiso se quedan en la Otrabanda, justamente donde

145 146

Ibdem, fols. 109v-110r. [Doc. 14]. Ibdem, fol. 110v. 147 Ibdem, fols. 114r-115r. 148 A quienes, paradjicamente, Barroso considera amigos y mecenas de Picornell, y por lo tanto sus enemigos, por lo que pide al intendente que no les permita regresar a Caracas.

257

vive Picornell. Estando all, ste ltimo pasa por su lado sin reconocerlos: de sortu149 [sic] largo abotonado, manifestando ir armado, y por fuera llevaba un sable.150 Al rato comprobarn, por sus propios ojos, que la proteccin a Picornell no es poca cosa:

A las cinco se alborot La Punta, ocurrimos a saber del bullicio y vimos al gobernador, a Obediente, al fiscal y mucha tropa que en ponches pasaban a La Otrabanda y casa de Cadet a buscar a Picornell para aprehenderle. Se regresaron sin l y con generalidad dicen unos que Cadet dijo al gobernador que no poda aprehender a Picornell por estar bajo la proteccin francesa y deberse considerar como de la nacin. Otros que Cadet ofreci al gobernador presentndole al da siguiente y Obediente nos ha dicho a Villarroel y a mi, que esto segundo fue lo cierto, pero que aquella noche se present Cadet al gobernador y por splica consigui no se tocase ms contra Picornell151.

Ni la indignacin con la que el da 7 de febrero se dirige Barroso al gobernador, para comentarle que el cnsul Cadet ha arriado la bandera holandesa y ha dejado slo la francesa, es suficiente argumento para que ste tome medidas, porque en los das siguientes no hizo nada al respecto hasta que el 20 parte Picornell para Guadalupe, con orden del gobernador de no regresar a Curazao, en un bergantn corsario francs que se hallaba a disposicin de Cadet 152. Con Picornell viajan tambin Gual y Espaa, llevando consigo una fuerte suma de dinero (25.000 pesos) cuya procedencia se desconoce, aunque Barroso cree, por lo que le ha dicho el francs Santiago Lafons, que proviene de quienes apoyan su causa en Caracas. Los tres regresan casi inmediatamente para refugiarse durante un mes en la casa de un protestante llamado Ian Scof junto a la iglesia luterana en La Otrabanda 153. De donde Cadet los enviara a su conuco. Todos en la isla protegen a Picornell, incluso el propio Obediente, quien, traidoramente, se lamentar despus de haberle ocultado su paradero a las autoridades de Caracas por orden del gobernador de Curazao.154 Barroso y su grupo, toman entonces la decisin de volver a La Guaira llevando:
149

Se trata de una castellanizacin del trmino francs surtout, en espaol: sobretodo, y se refiere a una prenda de vestir parecida a un abrigo. 150 Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 113r. [Doc. 14]. 151 Ibdem, fols. 113v-114r. 152 Ibdem, fol. 115v. 153 Ibdem, fol. 120r. 154 Ibdem, fol. 116r. Vase tambin: Minuta del oficio al Prncipe de la Paz y a don Juan lvarez. Participa que don Jos Manuel Serrano, Capitn y dueo de la goleta Nuestra Seora del Carmen, de paso por Curazao pudo imponerse de los planes de Picornell y de Gual, quienes disponen de 800 hombres de diferentes nacionalidades para

258

[] cien libros que tratan de derecho del hombre en castellano que no dud comprarlos al precio que dar en cuenta separada porque se dirigen a revolucionar la provincia de Caracas []155. Este ser el motivo de su prisin al regresar a Caracas, el 18 de marzo. A su salida de la isla, Cadet le entrega un misterioso pliego cerrado para el gobernador de Caracas156. Las sospechas de Barroso sobre Cadet no son infundadas:

La vspera de nuestro viaje, despach Cadet dos goletas francesas corsarias para la costa de Puerto Rico a hacer crucero, pero yo creo que ms bien habr sido a buscar armas como la anterior que apres el ingls, cuya sospecha fundo en la otra de que Gual, Picornell y Espaa han quedado en Curazao, desde donde han pensado hacer el asalto a estas costas157.

Los motivos que mueven a Cadet a proteger a los prfugos, explica el espa, provienen del hecho de que el referido cnsul francs haba sido avisado desde La Guaira de la llegada del grupo de Barroso a Curazao con orden de matar a Picornell. Otro de los espas enviado por el intendente Fernndez de Len, Joaqun Garca Jove, sigue los pasos de Barroso, embarcndose para Curazao el 19 de diciembre de 1797, a donde arriba el 21. Una vez en la isla conoce a un francs anti-revolucionario de quien Jove omite dar su nombre, y cuando ste le pregunta si ha viajado a la isla por el asunto de los reos de Estado, Jove le responde con evasivas, entonces el francs le cuenta el plan: [] dispuesto por los citados fugitivos espaoles cuyo contenido es obra de Picornell, el hombre ms sanguinario segn sus producciones, que mantienen las Sociedades, pues le considero an ms cruel que al infame Robespierre [sic]158. Y le pide a Jove que le ayude, a l y a otros de sus amigos, econmicamente con 300 pesos para pasar desde Curazao a Saint Thomas y as: [] mudar de situacin local, pues en caso de revelar este secreto, siempre que se llegue a saber por algunos de
intentar una expedicin contra estas provincias, que Espaa haba pasado a Norteamrica en busca de voluntarios con el mismo fin, y que el judo Jos Obediente Jnior, secretario intrprete del Gobierno de Curazao, haba venido aqu con el objeto de avisar a los revolucionarios las providencias tomadas por el gobierno, por el cual fue expulsado en el plazo de 24 horas. Pide que le enven todas las tropas existentes en Santo Domingo, pues con ellas se consigue asegurar el sosiego de estas provincias, del que miro depender el todo de la Amrica , Caracas, 23 de marzo de 1798. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, N. 89, fol. 211. 155 Prohibicin de Derechos del hombre, fol. 117v. [Doc. 14]. 156 Ibdem, fol. 120v. 157 Ibdem, fol. 121v. 158 Oficio de Joaqun Garca Jove al intendente de Ejrcito y Real Hacienda, Caracas, 16 de marzo de 1798, en: Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 124v-125r. [Doc. 14]. Es posible que Jove escuchara otra cosa, y que el francs se estuviera refiriendo a Vctor Hugues, llamado el Robespierre del Caribe, entre otras cosas, por haber introducido la guillotina en las colonias francesas.

259

los conjurados, seremos vctimas infalibles a sus manos159. Todo esto podra tratarse de un ardid para sacar provecho de la situacin, y convencerlo de que consiga el dinero con el gobierno espaol. Comenta Jove que el francs insiste en contarle el proyecto de Picornell para invadir por La Guaira160. Jove le interroga sobre quien le facilitara los barcos con las condiciones adecuadas para transportar caballera, a lo que el francs le responde que no sabe. Es difcil determinar cuanto hay de verdad en este informe, o si el propio Jove lo inventa para complacer a las autoridades metropolitanas y conseguir un dinero que ira a parar a su propio bolsillo, porque, dicho sea de paso, Jove est en connivencia con Jos Obediente, de quien le escribe al intendente que es el nico que podra darle: [] una exacta noticia de los pensamientos de Picornell, y dems fugitivos por cuanto con este fin le haba instruido de todo161. El 24 de diciembre, parte Jove de Curazao para la isla sueca de San Bartolom y arriba el 15 de enero. Estando all se entera de la negociacin fallida de los conspiradores guaireos con Hugues, quien se encontraba debilitado en sus poderes desde que en 1794 fuera ajusticiado su protector: Robespierre, circunstancia que afecta notablemente la poltica revolucionaria en toda el rea caribea. Al respecto informa Jove que:
[] varios habitantes de las costas intermedias desde Caracas a Cuman pocos das antes haban pedido en splica al ciudadano Vctor Hugues, agente de Francia en la isla de Guadalupe se sirviese mandarles tres mil fusiles para poner en ejecucin la revolucin que tanto deseaban; pero que aquel agente aunque deseaba entraablemente hacerles esta remesa, no se haba atrevido ejecutarlo por miedo del Directorio francs 162.

Sin embargo, Jove confirmar posteriormente que Hugues protege a los conspiradores. El espa se encuentra en San Bartolom con Espaa y Corts, el da 22, en que llegan procedentes de la Guadalupe y se hospedan en la casa del Cnsul francs, el ciudadano Bigard, de all salen para Curazao, el 2 de febrero, a reunirse con Picornell y Gual, de este encuentro comenta:

Que mientras han estado todos estos en la Guadalupe asistieron en casa del citado Edecn de Hugues, segn Espaa y Corts me han noticiado; y que el hijo de Espaa se halla en casa del
159 160

Ibdem, fol. 125r. Ibdem, fols. 125v-126r. 161 Ibdem, fols. 127r-127v. 162 Ibdem, fol. 128r.

260

mismo edecn sirviendo en Guardias Nacionales habiendo prometido el agente Hugues a su padre su proteccin segn este mismo me ha dicho. 163

Por su parte Espaa, en las conversaciones con Jove, trata de averiguar cules son las condiciones militares en las que se halla La Guaira 164. Poco antes de la partida de Espaa y Corts para Curazao, Jove dice que haba intentado disuadirlos de llevar a cabo sus planes de invasin a Costa Firme, a lo que Espaa se resista muy disgustado 165. Jove regresa a La Guaira en marzo.

Thomas Picton y Tierra Firme En abril de 1798 se reciben en Caracas noticias del gobernador subalterno de la isla de Margarita, segn las cuales Espaa estaba en Trinidad en conversaciones con el gobernador Tomas Picton.166 El gobernador de Cuman, Emparan, informa que:
[] don Santiago Mario167 su comisionado, y juez en el partido de Guiria le comunic un aviso del tenor siguiente: 'Gual me dicen esta en casa de Blak (este es un ingls vecino de Trinidad). Picornell en casa de Robles (este es un oficial Real retirado, enemigo de todo espaol, asociado al gobernador Picton y hoy, segn me han informado, alcalde en Puerto de Espaa) y Espaa fue para Martinica. Tengo noticia estn formando una expedicioncita no se para donde se dirige168.

163 164

Ibdem, fols. 133v-134r. Ibdem, fol. 129v. 165 Ibdem, fols. 131r-132r. 166 El presidente de la Audiencia de Caracas da cuenta de la detencin y castigo del reo de Estado Jos Espaa acompaando testimonio de la sentencia que en el se ejecut; y recomienda el merito de las personas que contribuyeron a su descubrimiento y captura, Caracas, 20 de septiembre de 1799, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N. 28, fol.1v. En adelante: Sentencia a Jos Mara Espaa. Vase: n 2 - Copia de oficio de respuesta del capitn general, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Margarita, dndole instrucciones para averiguar si Picornell, Gual y otros reos de Estado se hallaban en Trinidad y cules eran sus propsitos (Caracas, 26 de abril), en: Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N.30. 167 Probablemente se trate del capitn de Milicias Regladas, Santiago Mario de Acua, padre de Santiago Mario Carrige, quien despus sera prcer de la Independencia, y que para esta fecha contaba con apenas 10 aos de edad. 168 Sentencia a Jos Mara Espaa, fol. 1v. Vase tambin: Oficio de don Vicente de Emparan al capitn general. Participa conocer muy bien a don Miguel Arreche, considerando ciertas las noticias que da en la adjunta relacin sobre Picornell y Corts, Cuman, 14 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, 41, fol. 121r.

261

Y le pide a cada uno de estos gobernadores, que manden espas a seguirlos, pero los conspiradores regresan a Curazao, de donde Picornell sigue a San Bartolom, y de ah a La Bermuda, continuando despus hacia Saint Martin en una balandra adquirida para el transporte de prisioneros de guerra.169 El 1 de mayo, regresa Picornell a Guadalupe (usando el nombre falso de Vicente Mariene o Mariano, que dice ser oriundo de San Juan de Luz y se hace pasar por sobrino de Cabarrs170), en una goleta francesa, junto con Corts. El resto del ao, los conspiradores se dedicarn a difundir sus ideas por medio de impresos y a captar adeptos por medio de negociaciones clandestinas con las autoridades de las islas. Se sospecha que Gual, Espaa, Picornell y Corts son los responsables del frustrado intento de invasin por Maracaibo del 19 de mayo:

No es inverosmil que hayan movido ellos la que se ha hecho contra la ciudad y provincia de Maracaibo, en cuyo puerto entraron tres barcos bien tripulados, titulndose los dos corsarios franceses, procedentes de Puerto Prncipe en la Isla de Santo Domingo con destino a Saint Thomas, y el tercero presa inglesa hecha por ellos en la inmediacin de la Barra de Maracaibo, punto opuesto al viaje de Saint Thomas, y fingiendo que necesitaban de algunos auxilios tuvieron el permiso de entrar, con la buena fe, y la franqueza que se debe a la amistad, y alianza de Espaa con Francia []171.

169

Carta reservada n 6, del presidente de la Audiencia de Caracas, Manuel Guevara y Vasconcelos, al secretario de Gracia y Justicia, dando cuenta, con documentos, de los movimientos sediciosos de Juan Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, protegidos del gobernador ingls de la isla de Trinidad, y de las providencias que han tomado en la defensa de las provincias de la Capitana General de su cargo. Con nota-resumen de Secretara (s.f.), en: Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N.30, fol. 7r. 170 Sin embargo, es probable que si hubiera un pariente cercano de Cabarrs, por esos aos, en Saint Domingue, como consta en la documentacin consultada en el Fondo Masnico del Caribe de la Biblioteca Nacional de Paris, FM2 543 Saint Domingue. Tableau des officiers et membres qui composent la R.: L.: de S. Jean de Jrulasem [sic] Ecossaise, situe a L. O. du Cap Franais de l'Isle S. Domingue, ous servi a l'installation faise ce Jour 8 e du 4me moi de M. 5777. En la lista de asistentes a la ceremonia de creacin de la primera logia masnica de Amrica, aparece una persona de apellido Cabarrs como maestro de ceremonia. Cabe tambin la posibilidad de que este misterioso personaje hubiera colaborado con Picornell, por recomendacin de su to el conde de Cabarrs. Resea Torres Lanza un documento en el que se hace mencin a la presencia de un sobrino de Cabarrs: Nmero 791. 1799.- mayo, 27.Caracas. Copia de un informe del Capitn don Antonio Rodrguez al capitn general de Caracas dndole cuenta de los accidentes de su viaje desde la salida de Sanlcar de Barrameda y de haber viajado con uno de los reos escapado de La Guaira, sobrino del seor Cabarrs. Anexo 9 a la carta nmero 6 del Presidente de la Audiencia de Caracas de 22 de junio de 1799. Hay duplicado en el Legajo 2 (5) y en el Legajo 10. Estado-Caracas-Legajo 1 (39).Torres Lanza, Pedro, Independencia de Amrica (Fuentes para su estudio), T. I, p. 240. 171 Copia de la representacin n 265, que la Real Audiencia de Caracas dirige a S.M., dando cuenta con documentos de las sentencias que ha pronunciado en la causa formada sobre la insurreccin descubierta al 31 de julio de 1797, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N. 27, fol. 3v. En adelante: Representacin n 265 sobre sentencias.

262

Simultneamente se descubre una conspiracin en Cartagena, de donde las autoridades infieren (con cierto retraso) que se trata de un movimiento extendido por toda la costa del Caribe:
[] desde las bocas del Orinoco hasta el istmo de Panam, con la seguridad de que lograda esta empresa es muy difcil conservar la quietud en las interiores de la Amrica Meridional pues correr velozmente el fuego de la seduccin y de la insurreccin para lo cual se cuenta con la inclinacin de muchos habitadores del reino de Santa Fe, en donde parece no estar bien apagadas las cenizas de los movimientos que se han experimentado desde el ao de 1781 172.

Entretanto, el gobernador de Margarita cumple las rdenes de Guevara y Vasconcelos de enviar otro espa a la Trinidad, se trata de Lus Pea, cuyo informe le remite al mismo gobernador, con fecha del 12 de mayo. En l, Pea hace alusin al excelente sistema de espionaje con que cuenta Picton en el Continente, pues se entera inmediatamente de todo lo que hacen las autoridades espaolas173, tan es as, que Picton descubre la maniobra y expulsa a Pea de Trinidad por recomendacin del espaol Cristbal de Robles. Pocos das antes de que esto ocurra, el gobernador de Margarita sugiere enviar otro espa a Trinidad sin que Pea lo sepa 174, para poder comparar sus informes y enva tras los pasos de los fugados a Jos Mariano Aloy. Todava para esas fechas Gual y Picornell permanecen en esa isla, segn lo confirma Miguel de Herrera175. El viaje de Aloy, desde Sanlcar de Barrameda estuvo lleno de vicisitudes, de las cuales da una exhaustiva relacin digna de una novela de aventuras, en la que no falta ningn ingrediente: fue hecho prisionero por un corsario de las Bermudas, hasta que el gobernador ingls le autoriza a viajar a La Guaira en compaa de otros prisioneros espaoles y franceses, entre los
172 173

Ibdem Oficio de don Miguel de Herrera al capitn general, Margarita, 12 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N.36, fol. 111r. Vase tambin: n 8 - Copia de orden reservada del capitn general de Caracas, al gobernador de Margarita, para que recoja y remita los sospechosos en su jurisdiccin (Caracas, 13 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31. Adems: Oficio de don Lus de La Pea al capitn general. Da cuenta de su comisin a la isla de Trinidad, detallando sus conversaciones con el gobernador y los revolucionarios apoyados por ste, el estado defensivo de la isla, as como su expulsin por orden terminante del gobernador Picton. Dice que sabe con certeza que Espaa se ausent para el Continente con propsitos de sublevacin, Pampatar, 9 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, 32, fol. 88r. 174 Minuta del oficio al gobernador de Margarita. Le demuestra su aprecio por las diligencias practicadas por don Lus Pea en la comisin reservada que le confi en la isla de Trinidad de cuyos resultados se ve que conviene tener en ella dos personas de confianza, sin saber una de la otra, para despus combinar sus noticias. Ofrece recomendarle a S.M. por los servicios prestados, y le juzga competente para director oculto de los comisionados en lo sucesivo, Caracas, 24 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 52, fol. 148r. 175 Oficio de don Miguel de Herrera al capitn general, Margarita, 26 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N.55, fol. 169r.

263

que vena Picornell, quien sublev a los franceses y dos marineros espaoles, obligndolos a desembarcar en la Isla de San Martn, donde se quedaron. Sus peripecias incluyen hasta un naufragio, de l narra el 29 de abril:
[] nos hicimos pedazos en el bajo de la Isla de Aves, que sale dos leguas a la mar, nos sostuvimos por nuestra fortuna hasta el alba en cuyo momento echamos al agua una balsa que en el discurso de la noche construimos para llevarla a remolque, y poder coger la tierra, saltamos en dicha balsa desnudos, y a poco rato nos favoreci un pescador holands, nico en aquella isla que nos condujo en su pequeo bote a Curazao; de all pasamos a la Vela de Coro, y por ltimo a recibir las ordenes de V.S176.

Concluye su relato comentando que, durante ese tiempo tuvo oportunidad de conocer los planes de Picornell de llevar a cabo un desembarco en la Costa Firme 177. Por su parte, el gobernador de Guayana le propone al capitn general, suponiendo que es cierto el plan de Picton y Picornell de invadir por Guayana: [] que sera de mayor importancia realizar el embarco en el neutral de los dos sujetos que se hallan en Trinidad [Gual y Picornell], alucinndolos con la confianza de tener un gran partido en Costa Firme, para asegurar sus personas178. Sin embargo, Guevara y Vasconcelos no cree que Picton realmente estuviera dispuesto a apoyar a Picornell en el plan de invasin despus de los acontecimientos de La Bermuda, en que fue detenido por el propio Picton, por intentar alzar en su contra a un regimiento irlands 179:

176

Informes del capitn Antonio Rodrguez y de Jos Mariano Aloy, prisioneros de guerra, que hablan de los planes de Juan Bautista Picornell con Gual y Espaa (Caracas, 27 y 28 de mayo), en: Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N.30, fol. 2r. Se refiere al mismo Juan Manzanares que haba conspirado con Picornell en Madrid, quien, al parecer, tambin se haba fugado al Caribe, era: confidente del gobernador ingls, y tambin reo de Estado, fugitivo del Pen, residente en Trinidad. Carta de Jos Antonio Caballero a don Mariano Lus de Urquijo. San Lorenzo 17 de octubre de 1799, en: Proceso por conspiracin a don Juan Picornell y Gomila, Madrid, 1795. AHNM, Estado, 3161, fol. 2v. 177 Oficio de don Jos Mariano Aloy al capitn general, Caracas, 28 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 58, fol. 177r. 178 Minuta del oficio al gobernador de Guayana, Caracas, 28 de mayo de 1799. Ibdem, N. 60, fol. 184r. 179 Minuta del oficio al gobernador de Guayana. Le parece que cree demasiado las noticias que le comunican sobre supuesta estimacin del gobernador Picton por Gual y el abogado Manzanares, pues las mximas revolucionarias que predican no sern seguramente de su agrado, mxime cuando su maestro Juan Picornell trat de sublevar un regimiento irlands de guarnicin en las Bermudas, siendo encerrado por el gobernador en la bodega de una fragata con otros franceses, expulsndoles de dicha isla, Caracas, 29 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 63, fol. 187r.

264

[]estos hombres sern siempre sospechosos al gobierno britnico y sus designios de venir con algunas fuerzas a la tierra firme le recordar al gobernador la idea que tuvo Begorrat de ocultar en su casa la guillotina contra el gobernador Chacn, siendo uno de los primeros revolucionarios entonces, y ahora se muestra muy amante del gobierno monrquico ingls 180.

Ese mismo mes, llegan a Caracas las noticias desde Cuman, que remite Vicente de Emparan, sobre el incidente de Manuel Espaa (quien al parecer no tiene ningn parentesco con Jos Mara Espaa) y el engao de que dicen fue vctima por parte de Picton, Gual y Picornell. El joven cuenta que le entreg al cura de Carpano, Francisco Lozano, un paquete con documentos sediciosos para reclutar oficiales voluntarios, que su hermano Andrs le haba dado sin saber que lo enviaba Picornell. Despus parti para Trinidad a reunirse con su hermano, donde ste le pidi que se uniera a las filas de la revolucin, proponindole un encuentro con Gual y Picornell. En la conversacin con los revolucionarios, tratan de convencerlo de que reclute a 20 o 30 hombres para libertar el usurpado reino americano y agregan que con facilidad seramos nosotros los libertadores de nuestras patrias []181, a lo cual dice haberse negado, porque con uno u otro gobierno l siempre tendra que ganarse el sustento con su trabajo. Luego, conversando con su hermano, ste intenta convencerlo de que los ingleses les apoyan con un gran contingente. Al fin acepta unirse a la causa, y por ello le dan el paquete para entregrselo al cura. Picton lo invita a comer, le presenta al gobernador de Martinica, le regala 300 pesos y le ofrece el mando de una
180

N 14 - Copia de carta reservada del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Curazao, para que haga todas las diligencias conducentes a la detencin de los reos Domingo Snchez y Pedro Canivens, que residen en Curazao (Caracas, 14 mayo y 16 junio), en: Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N.30, fols. 1r-1v. Con respecto al verdadero Juan Manzanares, que particip en la conspiracin de Madrid, corren noticias paralelas de que se halla en Guayaquil. Vase: Minuta de oficio sin direccin. Dice que don Juan de Manzanares, abogado, fue expulsado de la Corte por querer introducir prcticas nuevas en los Tribunales. Pas luego a Cdiz donde fue hecho preso y enviado a Mlaga y de ah al Pen, de cuya prisin logr fugarse pasando a Portugal. Crese cas con una sobrina de don Jacinto de Bejarano, Coronel de Milicias de Guayaquil. Especifica las precauciones que deben tenerse con las correspondencias que vayan para Guayaquil o vengan de all bajo este apellido, Caracas 28 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 61, fol. 185r. 181 Copia de la declaracin de Manuel Espaa (Cuman, 6 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 6r. Vase tambin: Minuta del oficio de don Vicente de Emparan al capitn general. Lo remite con el ayudante don Inocencio Gutirrez al joven Manuel Espaa, cogido con correspondencia sediciosa de los revolucionarios de Trinidad para el cura don Juan Francisco Lozano, que la denunci inmediatamente al teniente de Carpano, Cuman, 7 de junio de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 74, fol. 240r. Adems: Minuta del oficio al gobernador de Cuman. Acusa recibo de su carta relativa a las declaraciones de don Manuel Espaa y los papeles sediciosos que entreg al cura de Carpano, P. Lozano, cuyo rasgo de fidelidad ser recompensado eficazmente. Especifica las medidas que deben tomarse contra un posible desembarco de los enemigos en Costa Firme, Caracas, 14 de junio de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 82, fol. 262r.

265

fragata para que participe en la expedicin que estaba preparando en Martinica con el objetivo de invadir Costa Firme, en la que tena previsto que participaran cinco mil hombres entre ellos muchos espaoles que estaban en las islas, los cuales llegaran a la provincia de Venezuela en cuatro meses. El contingente incluye 3 navos y 4 fragatas de guerra, adems de las embarcaciones de transporte. Manuel cree que los conspiradores no tienen correspondencia con Costa Firme pero si con Madrid, porque ellos mismos se lo han dicho, y que:
[] en la Corte haba sujetos interesados en la sublevacin de la Amrica, y que por esta causa haban doblado el papel sellado, y que se doblaran el del tabaco y otros ramos. Que en Caracas y 6 pueblos ms, slo esperaban ocasin para sublevarse: Que la noticia de los 4 mil hombres conjurados en Santa Fe, es una noticia pblica []182.

En su presencia Gual le dice a Picton que, una vez armado el partido en Carpano, le bastara con 200 hombres y un par de embarcaciones de Guerra. El cura Lozano denuncia a Manuel Espaa con el teniente de Carpano, el joven se declara enemigo de Gual y Manzanares y cree que realmente no es cierto que Picton apoye a los insurgentes, a pesar de las apariencias. Este argumento le sirve a Guevara y Vasconcelos para afirmar que Gual, Manzanares y su grupo estn abusando de la credulidad del gobernador de Trinidad, quien desea vehemente de ejecutar las ordenes del Ministro Dundas183. En consecuencia, Guevara le sugiere a Emparan que haga correr el rumor, mediante papeles sediciosos, de que desde Costa Firme hay un plan para invadir Trinidad, y as poder contrarrestar las intrigas de Picton, exagerando el contingente de tropas: Me parece conveniente ocupar la atencin de Picton con los cuidados propios de su casa y a este fin empezar a indicar una invasin en la isla de Trinidad por la Guayana184. Esta accin responde al temor de la invasin de los ingleses por Guayana:

182

Copia de la declaracin de Manuel Espaa (Cuman, 6 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 8r. 183 Copia de carta del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Cuman, con reflexiones sobre Manzanares y Gual, para inspirar desconfianza a Picton (a cuyas manos har que llegue) (Caracas, 14 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 1r. 184 Copia de carta reservada del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Cuman, dndole instrucciones relativas a la introduccin y recogida de papeles sediciosos en el territorio de su mando (Caracas, 14 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 1v. Vase tambin: Minuta del oficio al gobernador de Cuman. Reitera su orden

266

Guayana que es a mi parecer el punto de conquista de los ingleses aparentando otros y el de mayor importancia para ellos, pues ocupada Guayana tendran la comunicacin libre con Santa Fe por el Orinoco y dominadas estas provincias por lo interior, y con el fin de impedir este grave mal, hago los encargos estrechos y precisos [] 185.

Adems, Guevara y Vasconcelos pretende armar y apertrechar Carpano en contra de una posible invasin de los ingleses, incluso contratando soldados mercenarios alemanes 186.

El comienzo del fin Prendimiento de Jos Mara Espaa Hacia finales de enero de 1799, regresa Espaa a La Guaira:
[] y despus de manifestarse a su mujer y a otras cinco personas de su confianza nicas que seala, se meti en su propia casa, y desde ella repiti sus antiguos esfuerzos revolucionarios, esparciendo papeles sediciosos, y procurando sealadamente sublevar la numerosa esclavitud del contorno187.

de descubrir, recoger y remitir todos los papeles sediciosos que se hayan introducido en el pas, pues el 19 de mayo se descubri un plan para sublevar a Maracaibo, tramado en tres barcos que arribaron al puerto con el nombre de franceses y fueron apresados por las autoridades. Sugiere haga correr la especie de que se proyecta invadir la isla de Trinidad para contrarrestar las intrigas de Picton, Caracas, 14 de junio de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, 84, fol. 265r. 185 Copia de orden del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al comandante de Barinas, para que pasen a Guayana dos compaas de Milicias, con la mayor brevedad (Caracas, 14 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 1v. 186 N 3 - Copia de carta reservada del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Cuman, en respuesta a su carta del 7 de junio, y en la que le da instrucciones (Caracas, 14 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 53v. Vase: Minuta del oficio a los Ministerios de Estado y Guerra. Da cuenta de las nuevas intrigas del gobernador de Trinidad, en unin de Gual y Manzanares, quienes proyectan un desembarco en Tierra Firme, segn participacin del gobernador de Cuman, Caracas, 27 de junio de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 96, fol. 283r. Tambin: Minuta del oficio al gobernador de Guayana. Le pone en cuenta de los papeles cogidos a don Manuel Espaa en Carpano, para que proceda sin tardanza a recoger los que se hayan introducido en su jurisdiccin. Temiendo la invasin de los ingleses por Guayana, ha ordenado ya al gobernador de Barinas el envo de dos compaas de milicianos a esa plaza, para impedir cualquiera tentativa de parte de ellos. Cree conducente correr la voz de que se proyecta invadir a Trinidad, exagerando el contingente de tropas, Caracas, 14 de junio de 1799. Ibdem, N. 85, fol. 267r. 187 Informe sobre la ejecucin de Espaa, fol. 1v.

267

Cuenta para ello con su esposa Joaquina Snchez, ella le pide a su esclavo Rafael que salga a reunir a otros esclavos o negros cimarrones para que se pongan a las rdenes de su marido. Rafael se niega al principio, pero despus, a disgusto, obedece el encargo de su ama188. Desconocedoras de la presencia de Espaa en La Guaira, las autoridades, desde enero hasta abril de ese ao, siguen buscndole por las islas, y el 7 de abril le comunica el gobernador de Margarita, Miguel de Herrera, que Espaa est en Trinidad a las rdenes de Picton189, por lo que decide enviar a un nuevo espa a que vigile sus movimientos190. De Picornell, se sabe para la fecha, que lleva seis meses en Trinidad191 organizando con Picton el intento de invasin por Guayana, pero al saberse espiado, huye de nuevo hacia Guadalupe. Con respecto al paradero de Gual, las autoridades sospechan que hubiera regresado a La Guaira, pero lo cierto es que Gual contina en Trinidad 192. El esclavo Rafael trata de cumplir las rdenes de su amo, hasta que el 28 de abril lo capturan Jernimo Pimentel, Corregidor de Caraballeda y Naiguat, y el coronel Agustn Garca, porque les parece sospechosa su conducta y lo ponen preso sin comunicacin. Durante el interrogatorio al que lo somete Pimentel: [] llor mucho y dio algunos gritos como un hombre afligido, diciendo que era un hombre perdido193. Inmediatamente el Corregidor manda a montar guardia194 en la casa de Joaquina Snchez, para apresarla y enviarla a Caracas junto con dos

188 189

Aprehensin de Joaquina Snchez, fols. 41r-41v. Oficio de don Miguel de Herrera a don Joaqun de Zubillaga, comunicando el Real Acuerdo. Participa saber con certeza que don Jos Mara Espaa se halla en Trinidad unido al gobernador y que ha dicho que el fuego de la rebelin no est apagado en Caracas como se cree, Margarita, 7 de abril de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. I, N. 117, fol. 279. 190 Oficio don Miguel de Herrera al capitn general. Se refiere a la anterior comunicacin y participa haber comisionado una persona de toda confianza para que pase a Trinidad, observe cuanto haya dicho Espaa y sus conversaciones, interceptndole la correspondencia que pueda. Pide adems auxilio en dinero con este fin y por haber adelantado de su propia paga, Margarita, 10 de abril de 1799. Ibdem, N. 118, fol. 280. 191 Noticias adquiridas en la Trinidad del da 3 al 5 de abril de 1799, en: Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N.30, fol. 1r. [Doc. 10]. 192 Informe sobre la ejecucin de Espaa, fol. 2v. 193 Oficio de don Jos Vzquez y Tllez al capitn general. Participa haber puesto preso al esclavo Rafael Espaa, comisionado por la mujer de Jos Mara Espaa para inducir a los negros de su hacienda de Naiguat a sublevarse y venir sobre La Guaira, La Guaira, 28 de abril de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 3 fol.4. Vase tambin: Oficio de Jos Vzquez y Tllez al capitn general. Le acompaa testimonio de las averiguaciones practicadas hasta la noche anterior, despus del aviso dado por el Corregidor de Caraballeda, La Guaira, 29 de abril de 1799. Ibdem, T. II, N. 8, fol. 15v. 194 Oficio de don Francisco Antonio Pimentel al capitn general. Participa que ya haba dado sus disposiciones para salir en la madrugada hacia Naiguat, cuando ocurri la gran novedad de la prisin de Jos Mara Espaa y, en vista de la gravedad del suceso y de un posible tumulto en que puede perder la vida, espera nuevas rdenes caso de considerar indispensable la comisin, La Guaira, 30 de abril de 1799. Ibdem T. II, 22, fol. 57r. Oficio de don Esteban Fernndez de Len al capitn general. Queda enterado de su disposicin de reforzar la plaza de La Guaira,

268

criadas195 que estaban en la hacienda, una de ellas la india Mara Rufina Acosta. El 29 de abril, el capitn general le ordena a Pimentel que le remita a Joaquina Snchez y al negro Rafael Espaa a su presencia, que se encargue de vigilar a los esclavos de la hacienda Laderas, y que arreste a cualquiera que le parezca sospechoso. 196 Mara Rufina confiesa que Espaa est escondido en su casa, y as, el 30 de abril, el capitn del Batalln Veterano Antonio Moreno:
[] advirtiendo que en el techo de la casa haba un agujero, resolvi con el mayor espritu introducirse por l y continuando el examen logr al fin que el reo de Estado Espaa, se desprendiese de la chimenea de la casa inmediata en que se ocultaba, y cayendo a sta se lograse felizmente su aprehensin197.

Con gran beneplcito Jos Vzquez y Tllez le informa al capitn general que ha puesto al reo: [] en un calabozo con dos pares de grillos y dos esposas, custodiado de una respetable guardia al cargo de un oficial198. Debe tomrsele declaracin, cuyo primer objetivo es averiguar el paradero de Gual, Picornell y Corts; as como por dnde y cmo lleg a La Guaira, quines le ayudaron y dnde ha estado refugiado 199, y despus remitirlo con el capitn Antonio Moreno y una partida de 25 hombres a Caracas. Para Guevara y Vasconcelos, el asunto est claro:[] la principal esperanza de Picton est en la seduccin y que Jos Mara Espaa vino de Trinidad a La Guaira para promoverla y avisar oportunamente sus progresos200. Vzquez pasa a tomarle confesin a Jos Mara Espaa, de cuyo acto le informa al capitn general que: [] declar

con motivo de la prisin de Espaa, entrando en servicio en la capital otra compaa, para sustituir a la enviada a aquel puerto, Caracas, 30 de abril de 1799. Ibdem, T. II, 25, fol. 60v. 195 Oficio de don Jos Vzquez y Tllez al capitn general. Le participa que remite a la capital a doa Joaquina Snchez, custodiada por el capitn don Vicente Balvey y tropa, y al negro Rafael Espaa al cargo del teniente don Agustn de la Concha y Partida, ambos privados de comunicacin. Tambin ha mandado prender dos criadas que se encuentran en la hacienda, evacuadas sus citaciones las remitir a su presencia, La Guaira, 29 de abril de 1799. Ibdem, T. II, N. 9, fol. 17r. 196 Minuta del oficio al comandante de La Guaira, Caracas, 29 de abril de 1799. Ibdem, T. II, N. 6, fol. 13r 197 Sentencia a Jos Mara Espaa, fol. 2r. Vase tambin: Oficio del comandante de La Guaira al capitn general. Participa que tomar declaraciones a una criada de los Espaa, a un zambo capturado con una lanza, y a otro tambin con un machete, a ver qu dicen de consideracin. Tambin transcribe las palabras odas a Espaa por el centinela, mencionando como culpable al carpintero, quien fue capitn del bergantn Carmen y se encuentra en Puerto Cabello. La Guaira, 30 de abril de 1799. Ibdem, T. II, N. 17, fol. 50r. 198 Oficio de Jos Vzquez y Tllez al capitn general, La Guaira, 29 de abril de 1799. Ibdem, T. II, N. 10, fol. 21r. 199 Ibdem, fol. 21v. 200 Copia de carta reservada del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Cuman, dndole instrucciones relativas a la introduccin y recogida de papeles sediciosos en el territorio de su mando (Caracas, 14 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 1r.

269

abiertamente su delito, sus cmplices, pasos y medios que haba dado a fin de lograr su perverso proyecto en las colonias holandesas, francesas, dinamarquesas [sic], suecas e inglesas en que haba estado []201. Tambin dijo Espaa en el primer interrogatorio que Domingo Snchez y Pedro Canivens estaban en Curazao:
[] los cuales por haberse delatado para gozar de indulto ofrecido a los que lo hiciesen, se remitieron a Espaa y apresados por los ingleses y llevados a La Bermuda, se transportaron al Norte Amrica de donde han venido a Curazao sin duda con el designio de volver a sta provincia []202.

Pocos das despus, el 6 de mayo, en juicio sumarsimo Espaa ser condenado a muerte y ejecutado el 8 del mismo mes.

Los vnculos entre Manuel Gual y Francisco de Miranda Desde que en 1797 la Corona espaola perdiera la Trinidad a manos de los ingleses, su control poltico y comercial en el Caribe haba disminuido notablemente, y por si fuera poco ahora corra el riesgo de una invasin desde la isla dirigida por Miranda y apoyada ideolgica, poltica, militar y econmicamente por Picton, lo que hubiera significado la presencia de La Prfida Albin en tierra continental, con las consecuencias evidentes para Espaa. Desde su exilio, Gual establece vnculos epistolares con Francisco de Miranda, quien se halla en Londres organizando la temida invasin con la ayuda de Pedro Fermn de Vargas, quien para ese momento ya se encontraba en Europa. La primera de las cartas sobre este particular de la que se tenga noticia, es la del 12 de julio de 1799, en la que Gual, en un gesto de humildad, sabidura y reconocimiento a la accin de Miranda, se ofrece a colaborar con l y le pide que no ceje en su empresa:
201

Oficio de Jos Vzquez y Tllez al capitn general, La Guaira, 29 de abril de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa 1796-1797, T. II, N. 10, fol. 21v. 202 Copia de la carta N 15 de Manuel de Guevara y Vasconcelos al gobernador de Curazao. Caracas, 11 de mayo de 1799, en: Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N.30, fol. 1v. Vase tambin: Minuta del oficio al gobernador de Curazao. Reitera su anterior solicitud de prender a los reos Pedro Canivens y don Domingo Snchez, lo mismo que a Juan Bautista Picornell, quienes probablemente se hallan en la Isla. El oficial comisionado para llevar este oficio esperar su contestacin y la entrega de los referidos reos, procedimiento que juzga conforme a los derechos de ambas naciones, Caracas, 16 de junio de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 90, fol. 274r.

270

Amigo mo: Yo no escribira a V. si me fuese posible pasar a verle. Miranda! Si por lo mal que le han pagado a V. los hombres: si por el amor a la lectura y a una vida privada como enunciaba de V. un diario, no ha renunciado V. a estos hermosos climas, y la gloria pura de ser el salvador de su patria; el pueblo americano no desea sino uno; venga V. a serlo Miranda! Yo no tengo otra pasin que de ver realizada esta hermosa obra, ni tendr otro honor que de ser un subalterno de V203.

Gual le expone que se encuentra en Trinidad huyendo de las autoridades espaolas por los acontecimientos de 1797, y acogindose a la proteccin que le haba ofrecido el gobernador Thomas Picton, incluso le dice que las comunicaciones puede envirselas por intermedio del mismo. Miranda le responde desde Londres, el 4 de octubre de ese mismo ao, preocupado porque Picton haba impedido que Gual se encontrar con su agente, Pedro Caro, quien, dicho sea de paso, luego lo traicionara tanto a l como a la causa; tambin le comenta que ya ha puesto personalmente en manos de las autoridades britnicas los documentos que Gual le enviara meses atrs, con el fin de solicitar el apoyo militar para la invasin. Pero Miranda le advierte del peligro de asociarse con Picton y le aconseja que huya a Norteamrica al lado del general Hamilton:
Acerca del gobernador de la Trinidad, debo prevenir a usted que yo le he credo un hombre amigo y favorable a nuestra independencia hasta de poco tiempo a esta parte, que su conducta me ha hecho suspender el juicio, y as convendra que se condujese usted con precaucin y reserva con este personaje, y si acaso quiere vejar a usted o tratarle mal como lo hizo con nuestro comisario don Pedro Caro, procure usted irse a los Estados Unidos de Amrica y presentarse all en mi nombre al General Hamilton, que es el segundo comandante general del Ejrcito Americano; y dar a usted sin duda acogida honrosa: puede usted abrirse enteramente con l, pues es acaso el ms fiel amigo que tiene nuestra libertad e independencia en todo el mundo. Sin embargo, no conviene precipitar nada en este crtico momento, y usted haga por aguardar hasta que reciba mis noticias posteriores 204.

203

Carta de Gual a Miranda, Puerto Espaa (Trinidad), 12 de julio de 1799, en: Expediente sobre conspiracin denunciada por Pedro Jos Caro. Expediente reservado sobre la conspiracin para hacer independientes la colonias hispano-americanas denunciada por Pedro Jos Caro, uno de los conjurados de Miranda. AGI, Estado, 61. N. 24, fol. 1v. Ahora tambin en: Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1770-1810), T. XV, pp. 372-373. 204 Carta de Miranda a Gual, Londres, 4 de octubre de 1799, en: Expediente sobre conspiracin denunciada por Pedro Jos Caro. Expediente reservado sobre la conspiracin para hacer independientes la colonias hispano-americanas

271

An as, le pide tener paciencia ante las ofertas de los ingleses, aunque en realidad cree en ese momento, que la verdadera ayuda provendra de los norteamericanos y no de los ingleses ni de los franceses, a quienes hace responsables del: [] perjuicio incalculable que ha hecho la anarqua galicana a la libertad en todo el mundo205. Recurdese que Miranda es girondino y no jacobino. El 8 de noviembre escribe Miranda en su diario:

Nuevas infamias y picardas del gobernador de Trinidad, Picton - quien me parece un tirano y un traidor contra la Amrica con sus mentiras ha impedido el que Caro viese a Gual - y es la Causa de que Espaa hubiese sido apresado &206.

Mientras tanto, Miranda le enva a Gual la revolucionaria Carta derijida [sic] a los espaoles americanos del abate Viscardo207, para que la haga correr por las islas, en respuesta, el guaireo glosa a Viscardo, y es probable que sea sta una de las primeras veces en que aparece citada la Carta en la correspondencia americana: Los particulares, dice Viscardo, conquistaron este
imperio para el despotismo, ellos lo conquistarn para la libertad, refirindose a los revolucionarios que

denunciada por Pedro Jos Caro, uno de los conjurados de Miranda. AGI, Estado, 61. N. 24, fol. 2r. Ahora tambin en: Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1770-1810), T. XV, pp. 382-383. 205 Carta de Miranda a Gual, Londres, 8 de noviembre de 1799, en: Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1770-1810), T. XV, p. 403. 206 Ibdem, p. 385. 207 Nacido en Pampacolca, Arequipa (Per) en 1748 y muerto en Londres en 1798, el abate Viscardo o el abate Rossi, es uno de los jesuitas expulsos de Amrica por orden de Carlos III en 1767 y quien, desde Europa, en Italia e Inglaterra particularmente, continu la lucha independentista. Ante la imposibilidad de regresar a Amrica y cercano a la muerte, Viscardo entrega a Rufus King, ministro de los Estados Unidos en Londres, sus manuscritos, los cuales recibi Miranda de manos de King. Miranda elige la Lettre aux espagnols americains, la cual se encargara, con gran celo, de hacer imprimir y divulgar. La primera edicin, en francs, la llev a cabo en Londres, en 1799, con falso pie de imprenta Philadelphie. La edicin en castellano traducida por el propio Miranda, de la Carta derijida [sic] a los espaoles americanos es tambin londinense y de la misma imprenta de P. Boyle, en 1801. (AGI, Estado, 70). La edicin inglesa es mucho ms tarda, data de 1808, y apareci incluida en el libro de William Burke titulado: Additional reasons for our immediately emancipating Spanish America. Vase: Jernimo Alvarado S., Dialctica democrtica de Juan Pablo Vizcardo: Notas sobre el pensamiento y la accin de un precursor peruano de la emancipacin americana. Batllori, Miguel (S.I.), El abate Viscardo: historia y mito de la intervencin de los Jesuitas en la independencia de Hispanoamrica. Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio, Juan Pablo Viscardo y Guzmn: idelogo y promotor de la independencia hispanoamericana. David A. Brading, [et al.] Juan Pablo Viscardo y Guzmn (1748-1798): el hombre y su tiempo, 3 v. Guillermo Durand Flores, Influjo del pensamiento de Viscardo en la Libertad Americana. Csar Pacheco Vlez, (estudio preliminar), Tras las huellas de Viscardo y Guzmn, p. XLVIII-CXXVIII. Merle E. Simmons, Los escritos de Juan Pablo Viscardo y Guzmn, precursor de la independencia hispanoamericana. Rubn Vargas Ugarte, (S.I.), La carta a los espaoles americanos de Don Juan Pablo Vizcardo y Guzmn. Gustavo Vergara Arias, Juan Pablo Viscardo y Guzmn (Biblioteca visin peruana. Los que hicieron el Per, 20). Juan Pablo Viscardo y Guzmn, (Brading, David A., prlogo), Obra completa.

272

contaban con el apoyo de los ingleses para invadir Tierra Firme, y contina Gual diciendo: He ledo con un santo entusiasmo la carta de Viscardo; hay en ella bocados de una hermosura, y de una energa originales 208.

Miranda, a su vez, le responde a Gual:


[] celebro haya llegado a sus manos la ma del 4 de octubre 1799, junto con el papel de Viscardo. Esta templanza y buen juicio es menester que adaptemos en nuestros asuntos si queremos tener amigos de afuera, y reunir entre nosotros mismos el mayor nmero: adems de que todo lo que es muy exaltado quema, o destruye con la violencia! No cortaremos el rbol (dice usted) podarmoslo; no derribaremos los Altares, mas dejaremos a la mano lenta del tiempo la reforma, etc., muy bien, sigamos esta conducta prudente y sabia, y no dude usted que los resultados sean favorables y muy ventajosos para todo el mundo 209.

El 23 de agosto de 1803, Miguel Herrera, gobernador de Margarita, le escribe a Guevara y Vasconcelos:


[] en cumplimiento de mi celo por el servicio del Rey, y tranquilidad de sus posesiones estoy siempre velando las noticias de las Islas, y en particular de la de Trinidad de donde me dice un comisionado con fecha de 20 del corriente lo siguiente. Este gobierno piensa en hostilizar la Costa Firme, contribuyendo a su levantamiento, para lo cual se espera a Miranda que ha hecho el proyecto remitiendo unos libritos de 30 hojas, en los que se habla en contra de los gobiernos, y propone el modo de terminarlos con otra porcin de cosas perversas, y de infernales ideas; [] Tambin me asegura le ha dicho un confidente mo, que no lo escribe por temor, hay orden del gobierno ingls, para ir reuniendo, y dando proteccin a los prfugos de las crceles de toda la Costa Firme, y aquellos perseguidos que son los que comunican las noticias que necesitan, y que uno de los ms estrechos cargos que se le hacen a Picton es el de que por qu no trabaj ms en la inquietud de estos habitantes para hacerles felices, y por conclusin dice saber mucho y que uno de los libritos me lo mandar, pero que hay basto proyecto y que Miranda es el de l210.

208

Carta de Gual a Miranda, Puerto Espaa (Trinidad), 4 de febrero de 1800, en: Expediente sobre conspiracin denunciada por Pedro Jos Caro. Expediente reservado sobre la conspiracin para hacer independientes las colonias hispano-americanas denunciada por Pedro Jos Caro, uno de los conjurados de Miranda. AGI, Estado, 61, N. 24, fol. 1v. 209 Carta de Miranda a Gual, Londres, 20 de abril de 1800, en: Expediente sobre conspiracin denunciada por Pedro Jos Caro. Expediente reservado sobre la conspiracin para hacer independientes la colonias hispano-americanas denunciada por Pedro Jos Caro, uno de los conjurados de Miranda. Ibdem, fol. 1r. 210 Copia de carta reservada de Miguel Herrera, gobernador de Margarita, a Manuel de Guevara y Vasconcelos, transmitindole las noticias que le ha enviado un comisionado de Trinidad sobre los proyectos de Miranda para

273

Un librito de 30 hojas, sin duda la Carta de Viscardo. La edicin en francs fue poco difundida en Amrica, y aparentemente, slo entre aquellos a quienes Miranda consideraba polticamente capaces de entenderla y de divulgar los principios contenidos en ella. Envi inmediatamente cuatro ejemplares a Pedro Jos Caro, a la isla de Trinidad, y otro a Martinica, para que les fueran entregados a Picton y a Gual. Tambin la remiti, probablemente, al general Hamilton; mientras tanto, Vargas se encarga de difundirla en Paris. Tena razn Miranda con respecto a Picton, y esto es notable en la carta que Vargas le remite durante su estancia en Trinidad, el 6 de febrero de 1803, despus de la muerte de Gual:
[] cuando Gual volvi aqu el gobernador Picton lo recibi con mucha frialdad, y an dicen que le dio a entender que le convena que dejase la Colonia, se quejaba de que por su causa no tena que comer. A esto se agrega que Manzanares haba recibido cartas de su hermano de Caracas y algn dinero; en las cartas le deca que mejor era componer las cosas y volver, y que Manzanares con esto estaba vacilante, o a lo menos tibio. Sin embargo, no queriendo dejar a Gual y viendo que las cosas tomaban distinto semblante del que ellos deseaban, parece que Manzanares se resolvi a tomar opio de que muri en casa de Begorrat. Esta es la opinin de comn aqu. Estos contratiempos, y el de haber mandado a Gual una persona de su satisfaccin [se refiere a Jos Mara Espaa?] a la Costa Firme para apuntar un lugar de reunin con sus amigos (ltimo esfuerzo que quera tentar); y siendo aprehendido este sujeto, y revelado todo el plan, hizo a Gual tanta impresin que cay en un desaliento total, y de all su enfermedad y muerte211.

La misteriosa muerte de Manuel Gual Con respecto al misterio que envuelve las muertes de Gual y de Juan Manzanares, la historiografa ha dado variadas versiones. Por nuestra parte, nos atendremos a dos de los documentos en los que se explican los hechos, el primero consta de un informe de la Real Audiencia de Caracas al rey, en el que se dice:

sublevar Tierra Firme, para lo que ha remitido unos libritos en los que se habla en contra de los gobiernos. (Margarita, 23 agosto de 1803), en: gobernador de Margarita sobre proyecto de ingleses en Trinidad, Caracas, 14 de septiembre de 1803. AGI, Estado, 71. N. 6, fols. 1r-1v. 211 Carta de Pedro Fermn de Vargas a Francisco de Miranda, Trinidad, 6 de febrero de 1803, en: Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1770-1810), T. XVI, p. 300.

274

[] en virtud de real provisin librada por el reverendo obispo de Guayana y por mandato de este Prelado al vicario forneo juez eclesistico en dicha isla de Trinidad, se emiti a la Audiencia una certificacin fecha veinte de agosto de mil ochocientos tres del cura prroco de la ciudad de San Jos de Orua de la que consta haberse dado sepultura eclesistica en veinte y seis de noviembre de mil ochocientos a Manuel Gual, haber sido entierro rezado, y no haber este recibido los Santos Sacramentos por no haber avisado para su administracin, y por oficio de dicho Cura Prroco pas al comandante del partido de Diego Martn, don St. Hilario Begorrat certific catorce de agosto de mil ochocientos tres, haber muerto y sido sepultado en dicho partido don Juan Manzanares en el ao de mil ochocientos, y que por no tener parroquia aquel partido no se haba sentado su muerte en ningn registro []212;

El segundo, a su vez da cuenta de la carta de Vargas a Miranda, enviada desde Puerto Espaa, el 19 de marzo de 1803, en la que expresa:

Posteriormente he sabido que un tal Vallesillas, echado de Mxico por su mala conducta y admitido aqu por empeo de varios sujetos y por la amistad de Gual, se ha hecho un mrito particular en Caracas de haber envenenado a Gual, por cuyo motivo ha recibido una suma considerable del gobierno, y las charreteras de capitn. No se si habr sido cierto que le dio veneno, mas lo que hay de cierto es que el dicho Vallesillas ha obrado como espin llevando y trayendo lo que pasaba en esta Isla y en la Costa Firme, y que al fin se qued en Caracas sin embargo de haberlo hecho aqu capitn en el servicio de Inglaterra213.

El entierro de Gual fue como posiblemente l lo deseaba, al modo de los ilustrados agnsticos, clandestino y laico, pero tambin como lo deseaban sus asesinos en el ms absoluto silencio:
[] sin querer auxilios espirituales, ni enterrarse en la iglesia; que el gobernador de San Jos [de Orua] haba dispuesto se le enterrase sin ser visto de nadie, y que recogidos sus papeles haba divulgado la voz, de que por el Norte se haba embarcado para Martinica, y que ltimamente
212

Informe de la Real Audiencia de Caracas al Rey, sobre los fallecimientos en la isla de Trinidad de don Manuel Gual y don Juan de Manzanares, reos de la sublevacin descubierta en Caracas, Caracas, 1804-02-10. AHNM Consejo 21672, fols. 42r-43v 213 Carta de Pedro Fermn de Vargas a Francisco de Miranda, Puerto Espaa, 19 de marzo de 1803, en: Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1800-1804) T. XVI. P 305 - 310. Ahora en: ngel Grisanti, El Precursor Neogranadino Vargas. Bogot: Editorial Iqueima, p. 273, 1951.

275

asegura dicho gobernador de Margarita, no poderse dudar la muerte de Gual, la que haba presenciado el Cura del partido de Acarigua, y a quien otras personas igualmente haban visto morir. [] muri Gual en la ciudad de San Jos de Orua y fue enterrado en el monte por haber fallecido impenitente214.

214

Informe de la Real Audiencia de Caracas al Rey, sobre los fallecimientos en la isla de Trinidad de don Manuel Gual y don Juan de Manzanares, reos de la sublevacin descubierta en Caracas, Caracas, 10 de febrero de 1804. AHNM, Consejo, 21672, fol. 43v.

276

CAPTULO III
DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO, Y OTROS PAPELES SEDICIOSOS DE LA
CONSPIRACIN DE LA GUAIRA

La primera edicin en Nuestramrica de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: Antonio Nario y Pedro Fermn de Vargas La persecucin de papeles sediciosos y, en particular, de las ediciones de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es un hecho comn en todo el mbito colonial espaol en Amrica. En 1797, a raz de haber sido descubierta la conspiracin de La Guaira: [] tom la Audiencia entre otras precauciones la de publicar la pena de muerte contra cualquiera que sea convencido de la fijacin de semejantes papeles [ ]1. En este contexto, el paradigma terico que servir de base a los movimientos revolucionarios e independentistas, durante la segunda mitad del siglo XVIII y las primeras dcadas del XIX, en los espacios caribeo y neogranadino, gira precisamente en torno a la polmica publicacin. Es sabido que la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, llevada al papel durante la Convencin en 1793, dista mucho de la que fuera proclamada en 1789 por la Asamblea Nacional francesa. La primera, la de 1789, consta de 17 artculos y la segunda de 35. La primera proclama: igualdad, libertad, fraternidad; la segunda, que obviamente responde a intereses muy diferentes, pregona: igualdad, libertad, seguridad y propiedad. Si bien la primera Declaracin tiene sus antecedentes en la Independencia norteamericana, tambin es pertinente aclarar que: [] su importancia y su peligro radicaban en que en la Asamblea Francesa se codificaron y proclamaron como los principios bsicos de la constitucin de un estado libre, que no atentara contra la libertad humana2. Sin embargo, en los aos cercanos a la declaracin de la Asamblea
1

La Audiencia de Caracas, sobre la conjuracin descubierta. Representacin n 234 dirigida por la Audiencia al Consejo de Indias, relatando los sucesos de la conspiracin de La Guaira. Caracas, 16 de agosto de 1797. AGI, Estado, 59, N.1, fol. 2r. 2 Fernando Restrepo Uribe, Don Antonio Nario y la Declaracin de los Derechos del hombre y del ciudadano. En A:A:V.V. Francia en Colombia: Exposicin Conmemorativa de la Novena Feria Internacional del Libro en Bogot. Bogot: Biblioteca Nacional de Colombia, p. 9, 1996.

no exista una versin conocida en castellano ni en Espaa ni en sus colonias. En Amrica, estos postulados -considerados sediciosos por las autoridades espaolas- se dan a conocer y se comparten en mbitos societarios clandestinos, paralelos al mundo acadmico. Las tertulias literarias, en apariencia inofensivas para el ya maltrecho gobierno metropolitano, sirven de proteccin a los ms conspicuos pensadores revolucionarios. Estas veladas proceden de una costumbre de origen francs, en ellas se haca gala del buen gusto y de la buena conversacin, pero adems, como advierte P. Liss:
en tales reuniones, casi por doquier los temas bsicos eran las distinciones y el progreso de la regin, y aunque se supona que la moda era predominantemente francesa, esas reuniones semejaban, en cambio, una tendencia occidental general al espritu de club3.

En Nueva Granada se constituyen, hacia finales del siglo

XVIII,

entre otras, la Tertulia del

Buen Gusto que se reuna en casa doa Manuela Sanz Santamara de Manrique; la Tertulia Eutroplica, organizada por Manuel del Socorro Rodrguez; y entre los grupos de tendencia ms radical, la que tena lugar en la casa de Antonio Nario, reunida por vez primera en 1789 y disuelta en 1794, que tena por nombre: Arcano Sublime de la Filantropa. En ella se reuna lo ms granado de la intelectualidad santaferea, conspiradores conectados con los estudiantes revolucionarios del Rosario y San Bartolom, que forman parte de un crculo cerrado de iniciados, guiados y dirigidos por Nario como el Gran Maestre. Se trata de una sociedad secreta, ms an, de una logia masnica con intereses polticos bien definidos. Se les ha atribuido a los mdicos franceses, miembros de las logias masnicas de Saint Domingue, Lus de Rieux y Manuel Froes4, ste ltimo nacido en esa isla, la introduccin en los misterios de la masonera a Nario, a Pedro Fermn de Vargas y a quienes formaban parte de su grupo. Vargas adquirir tambin una gran significacin en lo que se refiere a la publicacin castellana de las dos primeras

Peggi K. Liss, Los imperios trasatlnticos (las redes del comercio y de las Revoluciones de Independencia). Mxico: Fondo de Cultura Econmica, p. 248, 1983. 4 Amrico Carnicelli, La masonera en la Independencia de Amrica (1810-1830). Bogot: s.d. Vol. II, p. 52, 1970. Sobre Rieux y sus vinculaciones con Nario, vase: Vista fiscal del Consejo Supremo de Indias sobre la pretendida sublevacin en Santa Fe en el ao de 1794. 1799. En: Hernndez de Alba, Guillermo. (Compilacin y prlogos). (1980). Proceso contra don Antonio Nario, por la publicacin clandestina de la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano. (Coleccin Presidencia de la Repblica. Administracin Turbay Ayala). Bogot: Impr. Nacional, 2 vols., vol. 2, pp. 268-269.

278

ediciones - de las versiones de 1789 y de 1793 - de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La primera y ms temprana traduccin y edicin5 en el sur del continente americano de la famosa Declaracin de la que se tenga noticia, data del 24 de julio de 1793 en Santa Fe de Bogot, impresa por Nario y los integrantes de su logia (o tertulia?), en la Imprenta Patritica instalada en Santa Fe en 1791, lo que le costar persecucin y crcel. Sin embargo, la procedencia de este texto no est claramente determinada. Si bien es cierto que de la mencionada traduccin no se conserva ningn ejemplar6, sabemos que se corresponda en todas sus partes con el de la Asamblea Francesa de 26 de agosto de 1789 y lleg a manos de Nario, biblifilo y librero7, en el mismo ao de la Convencin, 1793, por un prstamo que le hizo Cayetano Ramrez de Arellano, capitn de guardia del virrey Ezpeleta. Se trata del tercer volumen de la Histoire de la Revolution de 17898, de donde extrae los diecisiete artculos de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y hace imprimir 100 ejemplares, que luego, por

F. Restrepo Uribe hace notar la posible existencia de una traduccin en castellano hecha en Espaa por esos mismos aos con fines propagandsticos y proselitistas. Pero no da referencia precisa al respecto. Restrepo Uribe, Fernando, Ob. cit., p. 9. 6 Palau incurre en mltiples errores al resear la obra de Nario: Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos, Santa Fe de Bogot, 1794, 4, [el ttulo de la obra no corresponde con el lugar y fecha de edicin y posiblemente tampoco con sus dimensiones], y contina Palau, El autor o traductor de esta clebre excitacin revolucionaria fue Antonio Nario, quien imprimi unos 100 ejemplares que luego fueron quemados escepcin (sic) de dos de los cuales no hace referencia exacta. En el proceso que se formul a Nario, ste dijo en su defensa que el impreso vino de Espaa. Se conoce otra edicin de Madrid. En la imprenta de la verdad. 1797, 16 211-15 p., y reimpresiones de Santa Fe de Bogot, En la Imp. del Estado por el C.J. Ma Ros, 1813, 8 64 p.; Caracas, Antero, 1824, 16 48-9-7p. [confunde la obra de Nario con la atribuida a Picornell o a Vargas] En esta ltima va un discurso preliminar por Toms Payne . Pero lo cierto es que no hay evidencias de que tenga ninguna vinculacin con la obra de Paine. Palau y Dulcet, Antonio, Manual del librero Hispano-americano, T.III, D-G, p. 30. Si bien es cierto que de la primera edicin no se conserva ningn ejemplar del que se tenga noticia, el propio Nario se encargar de recordarla al reeditarla aos ms tarde - en 1811, en Santa Fe de Bogot y agregarle un corto pero revelador prembulo que comienza diciendo: Nota para que el pblico juzgue los 17 artculos de los Derechos del hombre que me han causado 16 aos de prisin y de trabajos [ ]. Vase: Hernndez de Alba, Gonzalo (presentacin), Derechos del hombre y del ciudadano, primeras versiones colombianas, p. 151. 7 Vargas le vende todos sus libros por 700 pesos: Del proceso nariiano y del escrutinio de sus libros, dedcese claramente que Vargas fue mentor y gua del santafereo [Nario], y el primitivo poseedor de las ms revolucionarias obras de la biblioteca del precursor. Roberto Mara Tisnes Jimnez, Dos precursores: don Francisco de Miranda, don Pedro Fermn de Vargas, p. 57. 8 El ttulo completo de la obra es: Histoire de la Revolution de 1789, et de ltablissement dune Constitution en France, prcde de l'expos rapide des administrations successives qui ont dtermin cette Revolution memorable . / Par Deux Amis de la Liberte, Paris: Clavelin, 1790-, 20 vols. (la Declaracin forma parte del 3er. vol, pp. 39 a 45). Sus autores fueron Franois Marie de Kerveseauy y G. Clavelin. Vase: Abelardo Forero Benavides, Impresin y represin de los Derechos del hombre, p. 21, 1967. Eduardo Ruiz Martnez, La librera de Nario y los Derechos del hombre, p. 192, 1990.

279

precaucin, seran recogidos por Ignacio Snchez de Tejada, oficial de la Secretara de la Cmara. Por su parte, Gonzalo Hernndez de Alba expresa que:

El hecho concreto, tantas veces recordado por el propio don Antonio y esgrimido por el doctor Ricaurte, es que nunca se pudo hallar ningn ejemplar de su traduccin. Es por ello que solicita sea incluido en el expediente el tomo tercero de la Historia de la revolucin de mil setecientos ochenta y nueve y del establecimiento de una Constitucin francesa9, impresa en Paris en 1790.10

Disquisiciones acerca de la edicin de 1797 atribuida a Picornell Estructura y contenido de la obra En efecto, el proceso a Nario 11 result ser la ms larga y polmica causa ideolgico-poltica seguida en el siglo XVIII en el mbito colonial, en torno a la difusin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pero a pesar de la influencia de sus ideas - as como de quienes estuvieron involucrados en la causa - en el pensamiento y en la accin de los revolucionarios de La Guaira, la versin difundida en el Caribe, a partir de 1797, no es la de Nario, sino la que lleva por ttulo: Derechos del Hombre y del Ciudadano, con Varias Mximas Republicanas y un Discurso Preliminar Dirigido a los Americanos, Madrid: Imprenta de la Verdad, 1797. En ella aparecen posiblemente, y tambin por primera vez en castellano - los 35 artculos de la declaracin de 1793. Las dudas en torno a esta obra estn motivadas por la inexactitud del pie de imprenta, as como por la imposibilidad de determinar quien fue su autor, de aqu que el abanico de mltiples, y en ocasiones contradictorias, explicaciones sea muy amplio. Desde el punto de vista formal la obra tiene la siguiente estructura: 1. Parte.- Discurso preliminar dirigido a los
9

Vase: Oficio muy reservado del oidor de la Real Audiencia de Mxico, don Joaqun de Mosquera y Figueroa al marqus de Branciforte, fechado en Mxico el 23 de septiembre de 1797, en el cual resume el proceso seguido en 1794 a don Antonio Nario por la publicacin de Los Derechos del hombre, e incidentes de la causa (23 de septiembre de 1797), ahora en: Hernndez de Alba, Guillermo, Proceso contra don Antonio Nario, vol. 2, p. 138. 10 Gonzalo Hernndez de Alba, Derechos del hombre y del ciudadano, primeras versiones colombianas. Bogot: Instituto Caro y Cuervo, p. 15, 1990. 11 Vase la documentacin esencial recopilada en las obras: Guillermo Hernndez de Alba, (editor) (1958). El proceso de Nario a la luz de documentos inditos. Bogot: Editorial ABC, p. 327, 1958. La obra ya citada: Proceso contra don Antonio Nario Asimismo, El precursor; documentos sobre la vida pblica y privada del general Antonio Nario; Guillermo Hernndez de Alba y Andrs Olivos Lombana, (compiladores), Archivo Nario, 1990. Jos Manuel Prez Sarmiento, Causas clebres a los precursores de los Derechos del hombre: Pesquisa de sublevacin, pasquines sediciosos; tambin la bibliografa sobre Antonio Nario recopilada por Eduardo Ruiz Martnez, Aproximacin a una bibliografa de don Antonio Nario y lvarez. Santa Fe de Bogot: Instituto Caro y Cuervo, 1995.

280

americanos, que abarca 52 pginas; 2. Parte.- Derechos del Hombre y del Ciudadano, 35 artculos; 3. Parte.- Mximas republicanas, 7 pginas que contienen las 24 mximas. Un anlisis detallado y especializado del Discurso Preliminar Dirigido a los Americanos, del cual se carece hasta el momento, arrojara luces acerca del contenido de una de las piezas ms ricas y representativas del pensamiento poltico del siglo
XVIII

nuestroamericano, pero por el

momento, y a modo de esquema preliminar que sirva para orientar futuros estudios, damos un bosquejo de los postulados centrales del mismo, todos ellos dirigidos a lograr la independencia de Amrica y a la implantacin de la repblica, como sistema de gobierno y como forma de vida, porque ms all de ser un texto radical de exaltacin revolucionaria, o de un mero panfleto infamatorio contra la Monarqua, se trata del diseo, a grandes rasgos, de un nuevo modelo de gobierno: el republicano, en el que estn comprendidos los elementos fundamentales que deben conformar un sistema democrtico, de aqu su importancia y modernidad que, dicho sea de paso, no ha perdido vigencia. El Discurso comienza con la acusacin a los reyes (y podra agregarse que a los imperios) por los mtodos que han utilizado para someter al pueblo y, en particular, por los: Innumerables delitos, execrables maldades, [que] han cometido siempre [] en todos los Estados; pero con ningn pueblo se han excedido ms que con el Americano.12 Por la falta de respeto a los: [] derechos sagrados e imprescriptibles [que es] la causa de cuantos males se experimentan sobre la tierra. 13 Por los mtodos que han utilizado para someter al pueblo:
[] hasta aqu llega la perversidad de los reyes, abusan de las voces ms sagradas, se valen de los fines ms justos y honestos, para engaar a los hombres, alucinar los pueblos, y de este modo poner mejor en ejecucin sus depravados intentos, y encubrir todas sus maldades 14.

Por la manera en que el rey propicia, protege o ignora las acciones nefastas de sus funcionarios y los males que de ello se derivan:
[] el Rey tiene noticia de todas las principales providencias que se toman para el rgimen y gobierno de la Amrica; [] o el Rey sabe lo que pasa, o no, si lo sabe y no pone, como vemo s
12

Discurso preliminar dirigido a los americanos. En: Pedro Grases, Pensamiento poltico de la Emancipacin venezolana. Caracas: Biblioteca Ayacucho, p. 10, 1988. En adelante citado como: Discurso preliminar. 13 Discurso preliminar, p. 9. 14 Ibdem, p. 11.

281

y experimentamos, el conveniente remedio, es seal cierta que lo quiere as; y si no lo sabe, es prueba clara que no cumple con su obligacin; pues est encargado de vigilar sobre todo, en uno y otro caso, se concluye evidentemente, que el Rey es malo15.

Culpa a la monarqua de los problemas econmicos de la regin, y concluye que la solucin podra ser esta:

ltimamente el tirano no puede hacernos la guerra, s nosotros no le suministramos los medios, esto es el dinero: quitmosle pues este recurso, abramos nuestros puertos a todas las naciones del mundo, desde el mismo acto de nuestro primer movimiento, observemos la ms exacta neutralidad con las potencias beligerantes, hagamos respetar nuestros territorios y nuestro pabelln, y tendremos cuanto sea necesario para conseguir nuestra libertad, y confundir ese monstruo, ese Carlos, ese Len sanguinario, que con sus garras devora, uno y otro mundo 16.

Al mismo tiempo, ven un panorama internacional conveniente para acometer tal empresa: [] las circunstancias de la Europa presentan la ocasin ms favorable para recuperar nuestra libertad17, y en:

Amrica no hay tantos obstculos que vencer para hacer una buena revolucin, como en la Europa; no hay prncipes, no hay grandes, nuestra nobleza actual escarmentada de lo que ha pasado en otras partes, se contendr en los limites de la razn [] 18.

Una nobleza que, como era de esperarse, no se sum al proyecto. A lo que aade otras consideraciones:
La gran distancia que media, entre este pas y la Europa, es una ventaja considerable para nosotros: no es menor el hallarnos con tropas patricias; pues aunque estas en el da estn a las rdenes del tirano, saben muy bien que la milicia fue establecida para defender la patria y no

15 16

Ibdem, p. 13. Subrayado en el original. Ibdem, p. 14. Subrayado en el original. 17 Ibdem 18 Ibdem

282

para oprimirla segn la voluntad de un malvado usurpador; en cuya suposicin no es de creer que haya alguno que quiera ser instrumento de la tirana, contra su mismo pas. 19

Paradjicamente, aparece aqu la proposicin de la ruptura simultanea, porque a partir de estos principios y medidas podra establecerse la repblica simultneamente en Amrica y Espaa, pero ello depender de la unin entre los pueblos espaoles y americanos, as el rey no podr disponer de la fuerza suficiente para combatir simultneamente a todos quienes se hallarn unidos por un mismo fin:
En las dos Amricas se pueden establecer varias Repblicas, y es de creer que se haga as [] y si a la hora que una provincia rompa, las dems siguen su ejemplo, no hay la menor duda que se lograr inmediatamente la libertad genera l; [] es evidente que [en Espaa] hay infinitos patriotas, verdaderos hombres de bien, que se hallan libres de esta corrupcin, y que seguramente se unirn a nosotros para la destruccin de la tirana20.

Como sea, hay que hacer la revolucin para recuperar la libertad y lograr la independencia: La patria despus de trescientos aos de la ms inhumana esclavitud pide a voces, un gobierno libre21, y si otros pueblos lo han logrado: [] los americanos nos desacreditaramos, si no penssemos seriamente en efectuar esto mismo [] Ningn pueblo tiene ms justos motivos, ninguno se halla con ms proporciones que nosotros, para hacer una revolucin feliz22. Esta revolucin feliz slo es posible mediante el celo, la perspicacia y la justicia, pero tambin con la fuerza como el nico medio efectivo. A este punto, a diferencia del plan de Madrid, estn convencidos de que es necesario el derramamiento de sangre:
[] sacrifiqumoslo todo, si es necesario, para el bien de la patria; tomemos todos las armas: si, a las armas, a las armas todos; resuena por todas partes: viva el pueblo soberano, y muera el despotismo. Porfiemos todos en ser los primeros en romper las cadenas de la esclavitud 23.

19 20

Ibdem. Subrayado en el original. Ibdem, pp. 14 y 15. 21 Ibdem, p. 30. 22 Ibdem, p. 10. 23 Ibdem, p. 30.

283

Un texto que remite al que luego habra de ser el Himno Nacional de Venezuela. En definitiva, es necesario tomar las armas, porque: Una revolucin poltica que no es otra cosa que la recuperacin de los derechos del hombre, debe hacerse exclusivamente por el pueblo: as tener consideraciones con sus enemigos, es ir contra la primera regla que se debe seguir. 24 Sin embargo, la revolucin debe ser moral y material, por ello es preciso regenerar las costumbres y demostrarle al pueblo que: [] no puede hallar su verdadera felicidad, sino en la prctica de las virtudes sociales []25, y que el ocio no es compatible con la democracia: El ocioso en una democracia, es despreciado del pblico, como un ser intil, y castigado por la ley como un ejemplo escandaloso26. Supone que el clero tambin apoyara al movimiento, porque no est previsto atacar a la religin aunque no se contempla la libertad de culto. En contraposicin al sistema monrquico, advierte que la soberana radica en el pueblo y en su unidad, por lo cual es preciso: [] buscar los medios ms eficaces para restituir al pueblo su soberana, a la Amrica entera los imponderables bienes de un gobierno paternal27. Proclama: [] reine entre nosotros la ms perfecta unin, constancia y fidelidad, y nada tendremos que temer []28, porque: [] el goce comn de los derechos del hombre, [es el] que constituye el bienestar de cada individuo29. Reitera los principios de unidad y de igualdad:

Entre blancos, indios, pardos y negros, debe haber la mayor unin. Todos debemos olvidar cualquier resentimiento que subsista entre nosotros, reunimos bajo un mismo espritu, y caminar a un mismo fin [] establezcamos nosotros la igualdad natural, mirmonos como hijos de un mismo padre, que fue Adn, como hermanos en Jesucristo individuos de un mismo Estado: [] cesen de una vez los odios, los desprecios, los malos tratamientos, y reine entre todos la fraternidad30.

Y recalca que: [] hacer de un vasallo o de un esclavo, que es lo mismo, un republicano, es formar un hombre nuevo, es volver todo al contrario de lo que era31. Pero para que el pueblo pueda ejercer esa soberana, debe conocer sus derechos, por lo tanto, es necesario
24 25

Ibdem, p. 20. Ibdem, p. 19. 26 Ibdem, p. 17. 27 Ibdem, p. 10. Subrayado en el original. 28 Ibdem, p. 15. 29 Ibdem, p. 21. 30 Ibdem, p. 15. 31 Ibdem, p. 17.

284

combatir la ignorancia que: [] es el mayor mal de un pueblo: ella es la que le hace crdulo, supersticioso, incapaz de conocer las verdades esenciales, y la que le somete a la astucia de los gobiernos opresivos32. De aqu que la crtica se haga extensiva, ya no slo al monarca espaol o al sistema monrquico en general, sino, ms an, a la tirana y al despotismo, basndose en las teoras de algunos de los pensadores contemporneos de orientacin democrtica, como Montesquieu y Mably. Para el primer autor, despotismo y tirana son formas de gobierno en s que no se identifican exclusivamente con la monarqua. A este respecto, seala Norberto Bobbio, recordando los textos de ambos filsofos:

En 1768 Mably (1709-1785) escribi una confutacin muy puntual a las tesis de Le Mercier en un libro titulado Doutes proposes aux philosophes conomistes su l'Ordre natural et essentiel des socits platiques, en el que uno de los temas ms tratados es precisamente la crtica del despotismo y la defensa de la separacin de los poderes, que sin lugar a dudas es identificada por Mably con la tradicional figura de un gobierno mixto. Para este autor no se puede establecer ninguna diferencia entre despotismo legal y arbitrario []33.

No cabe duda de que en el Discurso estn implcitas las categoras de gobierno mixto o de gobierno moderado, marco en el que considera imprescindible establecer legalmente la divisin de los poderes, porque: [] no puede jams existir, ni se pueden evitar los males del despotismo, si la autoridad no es colectiva34. La autoridad en un gobierno democrtico debe ser, adems de colectiva, alternativa y momentnea35, en la que sus lmites:
[] sean tan positivos, que aquellos a quienes est confiada, no puedan de manera alguna, engrandecer, ni estrechar su circunferencia, sin sufrir la pena impuesta a cualquiera que cometa un atentado contra la seguridad pblica, que reside particularmente en la integridad de la Constitucin36.

32 33

Ibdem, p. 12. Norberto Bobbio, La teora de las formas de gobierno en la historia del pensamiento poltico, ao acadmico 1975-1976. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, pp. 144-145, 2001. 34 Discurso preliminar, p. 21. 35 Idem. 36 Ibdem, p. 28.

285

En efecto, el paso inmediato al acto mismo de la sublevacin ha de ser el de redactar y hacer pblica la nueva Constitucin:

Hecho el primer movimiento, nombrados los representantes del pueblo, reunidos en lugar determinado, y ejecutada la declaracin solemne de los derechos sagrados del hombre, es de la mayor importancia, publicar inmediatamente la nueva Constitucin [] que fundada nicamente sobre los principios de la razn y de la justicia, asegure a los ciudadanos el goce ms entero de sus derechos; combinar sus partes de tal modo, que la necesidad de la obediencia a las leyes, y de la sumisin de las voluntades particulares a la general, deje subsistir en toda su fuerza y extensin, la soberana del pueblo, la igualdad entre los ciudadanos, y el ejercicio de la libertad natural; es necesario crear una autoridad vigilante y firme, una autoridad sabiamente dividida entre los poderes, que tenga sus lmites invariablemente puestos, y que ejerzan el uno sobre el otro una vigilancia activa, sin dejar de estar sujetos a contribuir a un mismo fin37.

Esto habra de hacerse antes de que pasase el tiempo del entusiasmo revolucionario inicial en el pueblo, para no darle la oportunidad a la tirana de que lo persuada de que el retardo en la ejecucin de las nuevas polticas las hara impracticables, en vista de lo cual se unira de nuevo a la causa de los tiranos, en detrimento de la revolucin. 38 El sentido de este nuevo sistema de gobierno es el de la reforma radical:
[] no se debe tratar de reparar, sino de construir de nuevo: jams se puede edificar slidamente, sobre cimientos falsos; sera esto quererse hallar enterrado el mejor da, entre las ruinas de su misma obra [] La experiencia ha demostrado que las leyes y las costumbres absurdas, son las que desfiguran al hombre de su estado natural; siendo esto constante, slo destruyendo estas leyes y estas costumbres, se podr restituir el hombre a su estado primitivo, y encaminarle al bien39.

La revolucin en su esencia lleva la impronta del cambio total. Destaca el Discurso la importancia de contar con buenos legisladores para el xito de la revolucin, cuya principal cualidad debe ser:
37 38

Ibdem, pp. 19 y 21. Ibdem, p. 20. 39 Ibdem, p. 19.

286

[] la abnegacin de si mismo: debe mirar exclusivamente en sus trabajos el bien general, y no esperar otra recompensa de sus fatigas, de sus esfuerzos, que la gloria de haber atrado la virtud entre los hombres, presentndoles leyes propias para lograr su felicidad40.

Y aqu curiosamente se refiere a Licurgo, de quien Mably y luego Picornell en Madrid, hacen exaltacin de sus mtodos para gobernar:
[] convendra tomar a Licurgo por modelo, que teniendo que regenerar una nacin pervertida, la sac de un golpe del cieno de las pasiones desarregladas, de los vicios y del crimen, por una legislacin imperativa y propia para sujetar inviolablemente el espritu, a toda la severidad de los principios. Un gobierno sabio, es un manantial continuo de las buenas costumbres []41.

En cuanto a la forma en que debe estructurarse el cuerpo gubernamental, advierte que la autoridad debe ser colectiva y electiva 42, y por tanto, la eleccin de los gobernantes y legisladores debe hacerse con plena conciencia de que se est eligiendo a la persona adecuada y mediante el sistema representativo, al que le corresponde, como deca Sieys: [] conducirnos hasta el punto ms alto de libertad y prosperidad de que sea posible disfrutar43. El proceso electoral habra de seguir las siguientes pautas: [] el nmero de miembros que ha de componer una autoridad constituida, debe calcularse por la extensin de los poderes delegados a esta misma autoridad []44, de tal forma que: [] las elecciones son ms acertadas, cuando se hacen por el pueblo y en presencia de la multitud45. Esto sugiere una frmula anloga al sufragio universal, cuya ventaja es que:

El nombramiento hecho inmediatamente por el pueblo, conserva a ste el derecho de supremaca, y no transmite a los funcionarios pblicos sino el simple ttulo de mandatarios; en

40 41

Ibdem, pp. 29 y 30. Ibdem, p. 17. 42 Ibdem, p. 22. 43 David Pantoja Morn, Escritos polticos de Sieys. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, p. 242, 1993. 44 Discurso preliminar, p. 22. 45 Ibdem, p. 24.

287

este caso, no pueden desconocer su principal creador, lo que hace que le respeten, o al menos que le tengan cierta consideracin46.

Las elecciones deben ser populares y pblicas para que sus resultados sean conocidos por todos, porque: La publicidad es la ms fuerte columna de la libertad [] de las opiniones, y de las deliberaciones, es absolutamente necesaria en una Repblica: no se debe hacer jams uso, sino del escrutinio verbal47. Lo cual no debe confundirse con la libertad de expresin, tema del que no se habla en el Discurso. Las condiciones y regulaciones para ser candidato y ejercer funciones pblicas, en sntesis, son las siguientes: 1. Debe justificar su amor a la patria; 2. Ha de tener una conducta sin tacha; 3. El ejercicio de un cargo tiene que ser por tiempo limitado; 4. Debe haber alternancia en los cargos; 5. La persona electa regresar, una vez finalizado el lapso de su ejercicio, a sus funciones privadas; 6. Para evitar la corrupcin: [] es necesario que al fin de la carrera, no sea uno ms poderoso, ni menos considerado: ms rico, ni ms pobre48 7. No habr excepciones ante la ley: Toda excepcin de la ley comn, hecha en favor de un individuo, es un atentado cometido contra los derechos de los dems49. 8. Evitar la creacin de cargos pblicos innecesarios (burocracia). Para concluir, no deja de lado dos cuestiones importantes, como lo son la educacin y la participacin de la mujer, ambas dirigidas a afianzar la revolucin y a consolidar la repblica. Con respecto a la educacin propone un modelo similar al espartano que proponan Picornell y Simn Rodrguez:

Conviene asimismo no olvidar la educacin de la niez, sta se perdera inefablemente, si se dejase al cuidado de los padres, llenos comnmente de preocupaciones e ignorancia, y que no pueden darla, sino una instruccin perjudicial, cual ellos la han recibido; mas si por medio de una educacin pblica, comn y gratuita, se le procurar instruir en los principios de igualdad, libertad y fraternidad []50.

46 47

Ibdem, p. 23. Ibdem, p. 24. 48 Ibdem, p. 26. 49 Ibdem, p. 28. 50 Ibdem, p. 17.

288

Con respecto a la participacin de la mujer como protagonista del cambio, las exhorta diciendo:
[] individuos del bello sexo, contribuid tambin con vuestro poderoso influjo: esposas fieles y tiernas madres, animad a vuestros maridos, a vuestros hijos; castas viudas y doncellas honradas, no admitis favores, ni deis vuestras manos a quien no haya sabido pelear valerosamente por la libertad de su patria; nadie tenga por buen marido, por buen hijo, por buen hermano, por buen pariente, ni por buen paisano, a todo aquel que no defienda con el mayor tesn la causa pblica; a todo aquel, que volviese la espalda al enemigo; tiemble ste a nuestra presencia; llnese de terror y espanto al ver nuestra intrepidez, nuestro valor y constancia; quede de una vez confundido el vicio, exaltada la virtud, destruida la tirana, y triunfante la libertad51.

Pero hay que advertir que todava la mujer no es considerada como igual al hombre en deberes y derechos, sino como ciudadana de segunda, aunque como colofn del Discurso concluye que:
En una verdadera Repblica [] el cuerpo poltico es uno, todos los ciudadanos tienen el mismo espritu, los mismos sentimientos, los mismos derechos, los mismos intereses, las mismas virtudes: la razn sola es la que manda, y no la violencia; el amor quien hace obedecer, y no el temor; la fraternidad quien constituye la unin, y de ningn modo los manejos del egosmo, y de la ambicin52.

Dnde y cundo fue escrita y publicada? Por consenso tcito, la historiografa ha determinado que, salvo por la fecha, el pie de imprenta de la obra publicada en 1797 es falso y, hasta el momento parece no haber duda con respecto a que no exista en Madrid la Imprenta de la Verdad. Ciertamente, buena parte de los indicios apuntan hacia el hecho de que este texto pudo haber sido publicado en una colonia francesa53 y no inglesa, de ser as quedara descartada la isla de Trinidad, a pesar del apoyo de Picton a los conspiradores, aunque lo ms probable es que la obra hubiera sido redactada y publicada mucho
51 52

Ibdem, p. 30. Ibdem, p. 17. 53 Es fcil deducir que la impresin se hizo con tipografa francesa, por el uso de los acentos circunflejo (^) y grave (`) que, como se sabe, no se emplean en castellano o la ausencia de acento agudo () en palabras que lo requieren, sin embargo no se utiliza la cedilla ().

289

antes de la fuga y que, por lo tanto, formara parte del complejo y mucho ms amplio entramado revolucionario que haba ido consolidndose en el rea del Caribe, con la empresa comn de desplazar el poder imperialista hispano. Algunos argumentos hacen suponer que para el momento en que se descubre la rebelin de La Guaira, el libro ya circulaba por el Caribe, incluso que hubiera pasado a Tierra Firme por mano de los emigrantes franceses procedentes de Saint Domingue, por lo que las autoridades metropolitanas de la provincia de Caracas haban tomado medidas drsticas para evitar la penetracin de libros y papeles sediciosos procedentes de las islas. En el Plan del movimiento revolucionario de La Guaira ya se menciona entre los primeros documentos que habran de circular para el conocimiento del pueblo:

Muchas copias de las gracias que se hacen al pueblo, y de los artculos que ha de observar bajo de un papel, y bajo de otro u extracto de los motivos de la revolucin, y de los principales derechos del hombre que se fijarn por todas las esquinas y parajes pblicos en letra clara y comprensible, para cuyo efecto habr personas destinadas54.

Aunque no se especifica el ttulo completo, es posible que se tratara de la Declaracin de 1793. En el Acuerdo celebrado en Caracas el 11 de diciembre de 1797, a escasos cinco meses de la huida de Gual y Espaa, las autoridades buscan la obra incesantemente, por:
[] el empeo de los extranjeros en su introduccin y extensin, observaron que los tales libros y papeles llevan su intencin a corromper las costumbres y hacer odioso el Real nombre de S.M. y su justo gobierno [] como ha observado el Acuerdo en los libros que ha recogido de algunos de los sublevados y en diferentes papeles sueltos que han venido a la Tierra Firme por diversas manos sealadamente de la isla de Santo Domingo, y la de Trinidad desde que la ocuparon los ingleses; y tales son otros papeles de que se tiene noticia positiva especialmente de un librejo impreso en octavo y encuadernado a la rstica del cual hay en la isla de la Guadalupe muchos ejemplares, y cuyo ttulo dice as: Derechos del Hombre y del Ciudadano55.
54 55

Plan del movimiento revolucionario, fols. 7v-8r. [Doc. 7]. Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 1r-2v. [Doc. 14]. Convencidas las autoridades de que la obra procede de la Guadalupe, en el Acuerdo extraordinario del 10 de mayo de 1798, deciden enviar a los agentes particulares del Directorio ejecutivo de Francia en la Guadalupe un oficio en estos trminos: Sin duda ignoran vuestras excelencias el abuso que han hecho de su bondad en esa isla Juan Picornell y Manuel Corts, reos de Estado remitidos de Espaa y fugitivos de la crcel del puerto de La Guaira, imprimiendo en el idioma francs y espaol un cuaderno o libro con el ttulo de Los Derechos del hombre y varias canciones al nico fin de introducirlos en estas provincias, y excitar a sus habitantes a la rebelin, introducindoles una multitud de ejemplares de tales papeles verdaderamente injuriosos

290

Poco despus se sabe que la obra ha llegado a Santa Fe de Bogot, como lo manifiesta en carta reservada del 19 de mayo de 1798 a Godoy, el virrey de Santa Fe, Pedro Mendinueta, quien le remite un ejemplar del libro y de las dos canciones, y le comenta que hay propensin a la revolucin, de la que:
[] es prueba de su realidad el papel Los Derechos del Hombre y las dos canciones que acompao a V.E.; cuyos monumentos de infidelidad llegaron a mis manos. Son producciones a mi juicio de los sujetos comprendidos en la sedicin de Caracas, que a toda costa desean consumar sus detestables designios, ya que por la fuga consiguieron poner a salvo sus personas56.

El asunto es bastante confuso, por lo tanto, habra que comenzar por revisar entre los elementos del pie de imprenta, aquellos cuya autenticidad ha generado ms dudas pero, a la vez, ms informacin. As pues, habra que determinar donde estaba ese misterioso taller tipogrfico con el nombre de: La Verdad, y si realmente tena la capacidad de produccin que se le atribuye. Todos los indicios apuntan, evidentemente, a que hubiera sido impreso en Saint Domingue. En 1767 se funda en el Guarico una logia que llevaba por nombre Verit57 (Verdad), hecho que se produce en el marco del importante desarrollo de la masonera en el mbito caribeo durante esos aos. En su muy detallado estudio sobre la biblioteca de Nario, E. Ruiz Martnez explica este proceso: desde 1748, se ha fundado en la parte francesa de la isla de Santo Domingo (hoy Hait), con carta patente de la Gran Logia inglesa con sede en Pars, la primera logia masnica de Amrica. sta se denomina 'San Juan de Jerusalem de Escocia' y a partir de ese momento la
al decoro del Directorio, y de toda la nacin Francesa, pues como fiel amiga y aliada de la espaola, evidentemente detesta los artificios y medios sugestivos que se inventen para turbar el sosiego, la tranquilidad y la fidelidad de sus individuos; por lo cual yo no puedo menos de dar a vuestras excelencias esta noticia con toda la confianza que debo tener de que ella es bastante para que vuestras excelencias repriman la audacia de los expresados reos y de otros cualesquiera sus cmplices y auxiliadores que intenten agraviar el territorio de Francia con semejantes impresiones y con la extraccin de obras formadas con el designio de ofender al Rey mi amo y sus vasallos y la recproca buena armona de los dos imperios. Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 155r-156r. [Doc. 14]. 56 Virrey de Santa Fe sobre movimientos sediciosos, Santa Fe, 19 de mayo de 1798. AGI, Estado, 52, N. 68, fols. 1r1v. 57 Vase la documentacin correspondiente a esta logia en el ya mencionado Fondo Masnico del Caribe de la Biblioteca Nacional de Paris, FM2 543 Saint Domingue. Or.: du Cap Franais. L.: Vrit (1770-1808). La ms importante informacin sobre las logias masnicas del Caribe de los siglos XVIII y XIX se encuentra en la Seccin de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Paris - Fondo masnico del Caribe, en el cual pueden constatarse muchos de los pormenores relativos al funcionamiento de la Logia de la Verdad, entre otras.

291

masonera progresa en la isla. En 1763 se funda en los Cayos de San Lus, Les Freres Reunis, segunda Logia de Amrica, y en 1765 la denominada Amiti Indissoluble. A ella le siguen la Verit (1767) y la de los Freres Choisis (1772). Refiere Carnicelli58 que:
[] el 10 de julio de 1785, 16 masones franceses residentes en el Cabo francs Guarico del Oriente de Santo Domingo, se dirigen a George Washington, Gran Maestro de la Logia de Pensylvania (sic) y General en Jefe de los Ejrcitos Americanos, solicitndole una carta para establecer otras ms, siendo as evidente la expansin y auge de la masonera en la isla hasta tal punto que, bajo Petin, sta prosper de manera notable, aun entre los negros 59.

Los smbolos de la masonera estn presentes en la portada del libro segn la describe F. Restrepo Uribe, basndose en el ejemplar existente en el Archivo General de Indias de Sevilla: sobre el nombre del impresor, dentro de un valo, presenta un haz de flechas rematado por un gorro frigio y el ojo del Gran Arquitecto []60. El relato de Jos Rosi y Rubi, alcalde mayor de Suchitepequez, durante su prisin en el Guarico, en 1796, resulta sumamente revelador y da algunas luces a cerca de la existencia de una imprenta en ese enclave, entre 1791 y 1797, al servicio de la Logia de la Verdad. Rosi y Rubi describe con profundo racismo y desprecio a los affranchis (muchos de los cuales haban pasado a Tierra Firme desde aos anteriores) enemigos de los blancs y de los petits blancs a quienes haban vencido y desplazado del territorio en 1791. Son estos mismos:
[] negros, mulatos y desertores: hombres todos de mala educacin, de aspecto feroz, y viciosos hasta el ltimo grado posible de corrupcin, y perversidad [quienes le proponen] entrar en la Orden de los francmasones, que ellos llaman Estado luminoso de regeneracin61.

Es as como se introduce en un lugar muy especial, como l explica:

58

Se refiere a la obra de Amrico Carnicelli, La masonera en la Independencia de Amrica. Secretos de la Historia, vol. I, p. 39, 1970. 59 Eduardo Ruiz Martnez, La librera de Nario y los derechos del hombre. Bogot: Planeta, p. 148, 1990. 60 Fernando Restrepo Uribe, Ob. cit., p. 13. Basta para comprobarlo consultar el que, hasta el momento, es el nico ejemplar original conocido, perteneciente a la biblioteca del Archivo General de Indias de Sevilla (Signatura: L.A. S.XVIII-138, N 17). 61 Jos Rosi y Rubi informa sobre los francmasones, Nueva Guatemala, 8 de febrero de 1796. AGI, Estado, 48, N.26, fol. 2r.

292

En el Cabildo del Guarico (Municipalit) hay cuatro salones llenos de libros y papeles, que han sobrado a los incendios y devastaciones ocurridas en aquel pas desde el ao de 1790. All se hallan confusamente almacenados los restos de las bibliotecas y archivos pblicos y privados, sin que aquellos vecinos se incomoden por saber lo que all se contiene62.

Pero lo ms importante es que encuentra los documentos de la, aparentemente extinguida Logia de la Verdad:

Como yo pasaba plaza ya de Catecumen Maznico entre ellos, - dice Rosi - e interpretaban a su favor mis ardientes disquisiciones; me permitan frecuentar y registrar dichos salones, so color de instruccin preparatoria de curiosidad literaria, y an de mera ociosidad. Al cabo de muchos escudriamientos intiles, hall envueltos en una bandana los registros de la Logia de la Verdad (as llamaban los Franmazones sic del Guarico a la Junta Suprema de su instituto), sus correspondencias con el Gran Oriente de Paris, y todos los dems papeles as peculiares de la Logia, como generales de la Orden entera. All es donde he descubierto arcana verba, quae non licet homini loqui63.

Sin duda, se trataba de una de las ms importantes logias del Caribe, cuyo nombre coincide con el pie de imprenta de la obra, por lo tanto, pudo haber sido publicada en el Guarico al amparo de la Logia de la Verdad, y de all pasar al resto de las islas y a Tierra Firme, aunque en el documento Rosi no lo menciona. Sin embargo, en 1798 y en carta reservada, el intendente Fernndez de Len le comunica a Francisco de Saavedra sus presunciones:

El nominado reo Picornell ha dispuesto e impreso en la isla francesa de la Guadalupe un tratado con el titulo de Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyo preciso objeto es alarmar a los americanos y sublevarlos contra el gobierno espaol, se tiene noticias positivas de que se imprimieron dos mil ejemplares para esparcirlos en todas nuestras Amricas, y que ya se ha verificado de muchos en las provincias de Guayana, Cuman, Caracas, Maracaibo, Santa Marta, Ro Hacha, Santa Fe, Puerto Rico, Habana, y aun en la Nueva Espaa, junto con diversas canciones de la misma especie formadas por el otro reo Manuel Corts, impresas tambin en la
62 63

Ibdem, fol. 2r. Ibdem, fols. 2r-2v. Subrayados en el original.

293

isla Guadalupe en gran numero de ejemplares, asegurndose que se han tirado ocho mil de sola la que incluyo con el nmero 2 64.

En otro documento emanado del Acuerdo ordinario de 25 de diciembre de 1797, la cifra supera lo imaginable: doce mil ejemplares 65. Esta informacin proviene de los datos aportados por Barroso al intendente, el 19 del mismo mes, haciendo referencia a la Carmaola americana66 y la Cancin (Soneto) americana, de aqu la posible confusin:

La Carmaola y cancin son unos versos alusivos al espritu del libro. Uno de aquellos tres franceses me dijo que se haban mandado imprimir doce mil ejemplares con el fin de introducirlos en la provincia de Caracas, su Continente y reino de Mxico y que el modo de introducirlos sera entre las piezas de gneros. [] Del mismo libro quedaron dos ejemplares e n Curazao (segn me dijo por San Juan) uno en Picornell, y otro en un espaol vecino de all a quien llaman Pedrote. 67

Por lo tanto, lo ms probable es que en Guadalupe slo se imprimi la Carmaola68 y el Soneto Americano, pero no el libro, y que la isla sirviera slo de centro para su distribucin. C. F. Lpez dice que:
[] puede afirmarse imperativamente [] que Picornell compuso su libro en La Guadalupe por octubre de 1797, en cantidad de 2.000 ejemplares, en 16 a la rstica, gracias a la ayuda
64

Sobre el reo de Estado Juan Picornell: Carta reservada del intendente de Caracas, Esteban Fernndez de Len a Francisco de Saavedra, dando cuenta de las noticias sobre un prximo ataque de los ingleses a La Guaira, Caracas, 23 de marzo de 1798. AGI, Estado, 70, N. 25, fol. 2v. Subrayado en el original. Vase tambin: Representacin n 265 sobre sentencias, fols. 2r-2v. 65 Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 17r-17v. [Doc. 14]. 66 Carmaola americana, 67 Razn que le da Jos Francisco Barroso al intendente Esteban Fernndez de Len sobre el paradero de los reos prfugos, Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 14v-15r. [Doc. 14]. El espa Barroso haba ido a las islas a buscar el libro, pero al regresar a La Guaira, comete la imprudencia de hablar en una bodega acerca de los diez ejemplares que tiene en su poder y de los 3.000 pesos que espera ganar por ellos. El Acuerdo ordinario del 31 de diciembre de 1797, ordena su detencin y el allanamiento de su casa y de sus papeles. En su defensa Barroso declara: Que los expresados libro y canciones los hubo por empeo y mano de don Joaqun de Febles y San Juan [en Curazao], de unos de los franceses que por disposicin de Picornell estaban en la posada de aquel. Y que en la misma posada oy decir entre San Juan y los franceses citados que eran obra de Picornell, que ste los haba introducido, y que tendran de impresos como mes y medio poco ms o menos. En el diario apunta Barroso la compra de cien ejemplares y asegura haber adquirido toda la existencia en espaol, adems de los doce ejemplares que le haban dado Espaa y Corts. Vase: Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 22r-22v; 36v-37r.; 40v-45r.; 105v.; 122v123v.; 134v-135v. [Doc. 14]. 68 Carmaola americana.

294

pecuniaria del gobernador Hugues. Corts, por su parte, contribuy con las dos canciones patriticas englobadas bajo el ttulo de Carmaola Americana, una de las cuales fue el Soneto Americano escrito en el Viga de Chacn de La Guaira. Estas canciones, tambin editadas por Picornell, en nmero de 8.000 ejemplares, para inundar con ellas los pueblos de Tierra Firme y las Antillas69.

No hay duda de que es excesivo hablar de 2.000 ejemplares de la obra, pero ms exagerado es imaginar que pudo haberse impreso 8.000 ejemplares de las canciones, de las que no se conserva ni uno slo, y que de ellas nicamente existan ejemplares manuscritos. Toda esta confusin proviene de las propias declaraciones de Jos Mara Espaa:

Que cuando Picornell arrib a Curazao, con procedencia de la Guadalupe, en noviembre de noventa y siete, llev consigo una imprenta, a fin, segn dijo, de que sirviera para imprimir unos papeles de la revolucin; que adems llev porcin de ejemplares del libro titulado 'Derechos del Hombre y del Ciudadano y de unos versos en tres piezas, titulados los dos Carmaola Americana70 y el otro Cancin Americana 71, con expresin que hizo Picornell de que el libro lo haba trabajado l mismo: de que los versos los haba compuesto Corts: de que la impresin se haba hecho a costa de Vctor Hugues, que al efecto haba franqueado cuatrocientos pesos: de que haban imprimido sic dos mil ejemplares del tratado sobre los derechos del hombre: y de los versos ocho mil: de que se haban remitido copias a todos los cnsules franceses de las Antillas, para su distribucin en las posesiones espaolas: y en fin de que l haba remitido barios ejemplares a La Habana, a Cartagena y a Mxico, con cuya noticia es concordante el hecho que vio el confesante, de haber entregado Corts al Cnsul francs de San Bartolom, doscientos ejemplares del tratado sobre los derechos del hombre, que trajo de la Guadalupe'. 72

S es posible que Vctor Hugues hubiera financiado la publicacin, sin embargo, no resulta concluyente la referencia sobre la imprenta que Picornell habra llevado de la Guadalupe a Curazao, especialmente cuando en ningn otro testimonio se cita este hecho. Posiblemente, Espaa utiliza la figura de Picornell - por tratarse de un personaje inaccesible, por la proteccin
69

Lpez, Casto Fulgencio. (1955). Juan Picornell y la conspiracin de Gual y Espaa: narracin documentada de la pre-revolucin de Independencia venezolana. Caracas-Madrid: Ediciones Nueva Cdiz. p. 235. 70 Carmaola americana, 71 Copia del panfleto subversivo Cancin americana (s.f.) fols. 95r-98v., en: Documentos relativos a la conjuracin descubierta en Caracas el 13 de julio de 1797. AGI, Estado, 71, N. 2. 1798 -1807. 72 Ibdem, p. 239. Cfr. Confesin de Espaa.

295

tanto de los ingleses como de los franceses - para dirigir hacia l todas las sospechas y encubrir a los verdaderos responsables. De la imprenta de Picornell no se sabe ni dnde ni cmo la obtuvo y, por la escueta descripcin, no hay que descartar de que, en todo caso, se est refiriendo a una imprenta de camino y por tanto, relativamente pequea como para el volumen de impresin que se le atribuye, porque slo en un taller slidamente establecido podra haberse llevado a cabo un trabajo de tal magnitud. Como sea, Guevara y Vasconcelos no hace ningn esfuerzo por disimular la ira que le produce la circulacin de la obra: [] se lisonjean los autores sediciosos de haber hallado la Piedra Filosofal73.

La impresin y la autora: Picornell, Vargas o Baillio? Sin embargo, es asombrosa, como lo demuestra Paul Verna uno de los muy pocos autores que ha estudiado el tema con cierta profundidad -, la gran difusin de la imprenta en Saint Domingue:
[] contaba en 1791 con alrededor de treinta imprentas. Hasta se sorprende uno al saber que en la sola ciudad de Cabo Francs, seis o siete imprentas funcionaban aquel ao. He aqu la lista: 1) Imprenta Nacional, antigua Imprenta Real de Santo Domingo, instalada desde 1767; 2) Imprenta de G. Decombaz; 3) Chez Mozard, con una sucursal en Puerto Prncipe; 4) Imprenta Pierre Roux; 5) N. Guillot; 6) Imprenta de Dufour de Rians, de la cual no se sabe con exactitud si segua trabajando en 179174.

Verna seala que la primera imprenta instalada en la zona data de 1764 y en ella se publicaban el semanario Gazette de Saint Domingue y el Journal de Saint Domingue, en la imprenta de Chez Marie (Impresor patentado del Rey para la Isla de Santo Domingo); en 1766 aparece en el Guarico la revista literaria: LIris amricaine; en 1788 la revista cientfica: Gazette de mdecine et dhippiatrique, siendo los peridicos polticos de la zona - para 1792 los ms conocidos de la Colonia. 75 Pero de todas las imprentas existentes en Saint Domingue durante la ltima dcada del
73

Copia de carta reservada del capitn general de Caracas, Manuel de Guevara y Vasconcelos, al gobernador de Cuman con reflexiones sobre Manzanares y Gual, para inspirar desconfianza a Picton (a cuyas manos har que llegue) (Caracas, 14 junio), en: Presidente Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 31, fol. 1r. 74 Paul Verna, (1973). Tres franceses en la Independencia de Venezuela . Caracas: Monte Avila, p. 11, 1973. Las referencias a los antecedentes de la imprenta en Hait citadas por este autor provienen de la obra de Max Bissainthe, Max, Dictionnaire de Bibliographie haitienne. Washington D. C., 1951. 75 Algunos de los impresos realizados en Saint Domingue, entre la ltima dcada del siglo XVIII y comienzos del XIX, se conservan en el Archivo General de Indias de Sevilla, los cuales son, en orden cronolgico: Adresse / Aux

296

siglo XVIII, la que ms interesa a este asunto es la de los hermanos Baillio, de quienes el mismo Verna da algunos antecedentes de su actividad en la isla antes de establecerse en Caracas, en los primeros aos del siglo XIX, como Impresor del Supremo Congreso de los Estados Unidos de Venezuela:

Es en Cabo Francs, para entonces capital de la colonia francesa de Santo Domingo (Saint Domingue) donde encontramos las primeras huellas de Juan Baillio, quien toma parte en los acontecimientos polticos que sacuden la Isla en 1791. El importante papel desempeado induce a creer que viva all desde muchos aos antes. Juan Baillio, conocido como Baillio el joven (Baillio le jeune) y su hermano Baillio el mayor (Baillio lain), eran impresores en Cabo francs: impresores, periodistas y tambin revolucionarios76.

Casualmente la segunda edicin conocida de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias Mximas Republicanas, sale de la imprenta caraquea de Juan Baillio en 1811, con la nota en la portada: Nueva Edicin, por lo tanto, la primera pudiera haber sido impresa en la que regent con su hermano en Saint Domingue; an cuando los rasgos tipogrficos no se correspondan entre ambas ediciones, hay que tomar en cuenta que mediaron entre ambas, al menos, trece o catorce aos y es probable que la caja, los tipos y las planchas originales se hubieran modificado para la fecha de la segunda edicin. De todo lo anterior se deduce que si la obra ya circulaba por el Caribe en el momento en que se descubre la rebelin de La Guaira, es improbable que Picornell o alguno del grupo de los
Habitans de la partie de Saint-Domingue, cde la France / par le Trait de Paix , Cap-Franais, P. Roux, Imprimier de la Commision, 23 de agosto de 1795 (6 Fructidor del ao 4 de la Repblica francesa), a dos columnas, gran folio, en: AGI, Estado, 11B, N.45 (1), gobernador de Santo Domingo. Santo Domingo, 23 de agosto de 1795. Loi / Du 5 Thermidor, an troisime Au Port-de-Paix, LImprimerie de P. Roux, a dos columnas, gran folio, 17 de octubre de 1795 (25 Vendemiaire ao 4 de la Repblica francesa), en: AGI, Estado, 5A, N.49 (1c), gobernador de Santo Domingo: Diputados franceses, Santo Domingo, 21 de noviembre de 1795, y en el mismo legajo se encuentra: Proclamacin. /. Estevan Laveaux, General y gobernador de la isla de Santo-Domingo de las Antillas de Sotavento./ A todos los espaoles residentes en la isla de Santo-Domingo, Brumario del ao 4 de la Repblica francesa), dos columnas, gran folio; tambin existe en este Archivo un ejemplar de la Proclamacin/ don Gordon Forbes, Mariscal de Campo y Comandante en Xefe de todos / los Exercitos de Su Magestad Britnica en Santo Domingo: / A todos los colonos de la parte espaola / de la misma Isla . Puerto del Prncipe, Imprenta Real, 12 de julio de 1796, a dos columnas, gran folio (espaol y francs). Arzobispo de Santo Domingo sobre evacuacin de aquella isla. Santo Domingo, 28 de agosto de 1796. AGI, Estado, 11 B, N. 63. Vase tambin: Max Bissainthe, Max, Dictionnaire de Bibliographie haitienne. Washington D. C., 1951. Saint- Domingue, en departemens, arrondissemens et parorssis, au Cap-Franais: P. Roux, 1801, 104 p.; y la obra del conde de Limonade, Julien Prevost, Relation des glorieux evenemens qui ont porte Leurs Majestes Royales sur le trone d'Hayti; suivi de l'histoire du couronnementet du sacre du roi Henry 1er, et de la reine Marie-Louise, CapHenry: P. Roux, Imprimeur du Roi, 1811. 76 Verna, Paul (1973). Tres franceses en la Independencia de Venezuela. Caracas: Monte Avila, p. 8.

297

guaireos hubiera participado en su elaboracin. Cuando Azara le informa a Saavedra sobre el libro, el 12 de noviembre de 1798 77, no explica cuales son los fundamentos que le hacen confirmar la autora de Picornell, probablemente se trate de los informes confusos que recibe de las autoridades de la Capitana General. Por otra parte, la diferencia radical entre cada una de las partes, es un indicio de que en su redaccin estuvieron involucradas ms de una persona. Grases afirma que el autor es Picornell porque [] su redactor haba de ser hombre versado en lides revolucionarias, como lo era Picornell, conspirador probado en la de San Blas, en Espaa78, y apenas unas pocas pginas despus se contradice al expresar que: En la redaccin del Discurso preliminar me parece ver ms de una mano, o, si hay un redactor nico, hay por lo menos dos actitudes claramente diferenciadas79. Para Hernndez de Alba:

La hiptesis de Pedro Grases sobre la autora exclusiva de Picornell es difcil de sostener. Como tampoco se puede mantener la afirmacin por Manuel Jos Forero 80, que relaciona la traduccin de Nario y la edicin antillana de 1797. Ni la esgrimida por Alberto Miramn 81, que supone la obra totalmente escrita y publicada en Madrid. El investigador ngel Grisanti 82, ms contemporizador, mantiene una posible colaboracin mltiple; de ella formaran parte Corts, Gual, Espaa y Vargas como difusores, y Picornell como autor. La participacin de los tres primeros es meramente hipottica y la del ltimo algo ms que la de ser un mero difusor 83.

77

Carta de Azara a don Francisco de Saavedra, Paris, 11 de diciembre de 1798, en: Proceso por conspiracin a don Juan Picornell y Gomila. Causa formada por delacin que han dado de la conspiracin que haba de estallar el da de Madrid para trastornar la monarqua a varios individuos entre ellos Juan Picornell, y los delatores Manuel Hernndez, fundidor de todos los metales y Francisco Rodas, Bordador. Madrid, 1795. AHNM, Estado, 3161, N. 123. 78 Pedro Grases, Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios). En: Obras. Barcelona: Seix Barral vol. 3, pp. 52-53, 1981. 79 Ibdem, p. 57. 80 Segn Forero: La primera edicin haba sido hecha en la misma Espaa en el ao 1797. Manuel Jos Forero, Carta sobre don Pedro Fermn de Vargas. En Boletn de Historia y Antigedades. Bogot: Imp. Nacional, p. 697, 1945. 81 Al respecto dice Miramn: En su andar errante, Pedro Fermn encamina sus pasos en 1797 a Espaa. Y mientras se le crea en Filadelfia formando una expedicin, escribe en el propio Madrid y edita, ante las barbas de las autoridades, un folleto en el que reclama los Derechos del hombre americano. Cercado en la Pennsula, escapa como dice Pedro Jos Caro - por la costa de Santander en forma increble. Alberto Miramn, Dos vidas no ejemplares: Pedro Fermn de Vargas, Manuel Mallo. Bogot: Publicaciones Editoriales, p. 37, 1962. 82 Incluye a Vargas entre los posibles autores pero sin aclarar los vnculos polticos o personales que pudiera tener con los revolucionarios guaireos. ngel Grisanti, El Precursor Neogranadino Vargas. (Una vida real que es la ms apasionante novela de aventuras). Estudio basado en documentos inditos o desconocidos en Colombia. Bogot: Editorial Iqueima, p. 30, 1951. 83 Gonzalo Hernndez de Alba, Derechos del hombre y del ciudadano, primeras versiones colombianas. Bogot: Instituto caro y Cuervo p. 22, 1990.

298

Hay que tener en cuenta las circunstancias prcticas en las cuales habra redactado y hecho imprimir Picornell la referida obra; recordemos que ha estado en cautiverio durante el lapso previo a su publicacin - desde 1795 (Madrid) hasta junio de 1797 (La Guaira) -, lo cual, a pesar de su inteligencia y formacin, e incluso de su contacto con los rebeldes de La Guaira, no le ha permitido escribir una obra tan compleja en tan corto tiempo, y menos imprimir tantos ejemplares como se ha dicho. Grases percibe esta situacin:
[] el pie de Madrid es totalmente falso, fingido como dice el capitn general. Este tiempo es poca de portadas apcrifas, pero sta es de todo punto inaceptable. Picornell, autor principal, Corts su ayudante, de ningn modo podan imprimir esta obra en Madrid en 1797, ya que fueron encarcelados el 2 de febrero de 1796 84, y de la crcel pasaron a cumplir cadena perpetua en Amrica, a travs [sic] de la pena de muerte. Adems, este libro se imprimi para Tierra Firme, pues lo comprueba - aparte el anlisis del contenido [] - el hecho de que el 10 de abril de 1798, el capitn general Carbonell enva desde Caracas a don Joaqun [sic] de Jovellanos un ejemplar impreso y el 14 de abril dos ejemplares ms, uno al Inquisidor General y otro al conde de Ezpeleta, gobernador del Supremo Consejo de Castilla, haciendo memoria que estando Ezpeleta de virrey de Santa Fe, le avis en septiembre de 1794, haberse descubierto la impresin de un papel titulado Los derechos del hombre cuyo autor result ser don Antonio Nario. Y ahora Juan Picornell hizo un papel con igual mote para introducirlo en los dominios de S.M. logrando encontrar muchos sectarios a quienes complace el veneno de su lectura, para pasar la plaza de ilustrados85.

De ello tan slo deduce que no pudo haber sido impreso en Madrid, pero lo cierto es que tampoco pudo Picornell haber tenido la oportunidad de redactar y de hacer publicar la obra. Grases lleva a cabo un anlisis de las posibles autoras sobre la base de lo que considera confusiones. As hace referencia a las obras de Antonio Nario, de Juan Pons Izquierdo, de Thomas Paine, de Juan Germn Roscio, de Juan Pablo Viscardo y Guzmn y de Pedro Fermn de Vargas, concluyendo con una relacin de las diferentes ediciones posteriores a la de 1797 86.
84 85

Fecha errada, recurdese que Picornell fue encarcelado el 3 de febrero de 1795. Pedro Grases, (1981). Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios). En Obras. Barcelona: Seix Barral, vol. 3, p. 46, 1981. No hay referencia del documento citado. 86 Relacin de ediciones: 1.- Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos, Madrid: en la imprenta de la Verdad, ao de 1797, 15 cm., lii+15 p. 2.Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos, Nueva edicin, Caracas [sic], 1811, imprenta de J. Baillio y Comp. 52, [21], 7 p. sin numerar. 17 cm. 3.-

299

Evidentemente no existe ninguna prueba de que Nario fuera el autor de tal versin. Es significativo notar como, por el hecho de estar siempre vinculados l y Vargas a la primera publicacin bogotana, se les asocia a ambos con la de 1797. Con respecto a la confusin con Juan Pons Izquierdo sostiene Grases: Juan Pons Izquierdo, notorio compaero de Picornell en la Rebelin de Madrid, maestro de francs y de humanidades, haba traducido el libro de los Derechos y deberes del Ciudadano, probablemente para la obra revolucionaria dirigida por Picornell en Espaa87. De ello no hay constancia en la documentacin de Madrid. En relacin a Juan Germn Roscio, dice Grases:

Sospecho que tal adjudicacin se debe a la intervencin decisiva que Roscio habr tenido en la Declaracin de los Derechos del pueblo, formulada el 1 de julio de 1811, por la seccin legislativa de Caracas [] - y agrega - la fama de la obra de Roscio ha llevado a atribuirle la publicacin, aunque referida siempre a las ediciones caraqueas de 1811 y 1824. Como se ignoraba el impreso de 1797, quizs han influido en esta adjudicacin las alusiones a Venezuela que figuran en el impreso de Picornell. [Una de las atribuciones es] la manifestada en la coleccin Blanco-Azpurua88, donde se inserta el texto ntegro del impreso de 1797 - pero de la edicin de 1811 89.

No hay que descartar la posibilidad de que Roscio hubiera intervenido en la edicin de 1797 porque por ese tiempo estaba en las islas. Durante su interrogatorio, Barroso declara lo siguiente:

Preguntado: si vio, trat y comunic en la isla de Curazao al doctor don Juan Germn Roscio y si supo que este tuviese intimidad con Gual, Espaa y Picornell, o si estuviese al cabo o
Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos, reimpreso en Santa Fe de Bogot, ao de 1813. 1, En la imprenta del Estado por Jos Mara Ros, 3-64 p. 15 cm. 4.- Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos, segunda edicin, Caracas, ao de 1824, reimpreso por Toms Antero, 48, 10, 7 p., 14 cm. 5.- Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos, Londres: Imprenta espaola de M. Calero. n 17, Frederick Place, Goswell Road, 1825. 57 p., 15 cm. 6.- Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos, segunda edicin, Cuman, Imprenta de Antonio M. Martnez, ao 1848, 52 p., 15 cm. Pedro Grases, Preindependencia y Emancipacin , vol. 3, p. 74. 87 Grases, Pedro (1981). Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios). En: Obras, vol. 3, p. 68. 88 Se refiere a la obra de Blanco y Azpurua, Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia Caracas: Imp. de La Opinin Nacional, T. III, p. 236. 89 Pedro Grases, Ob. cit., pp. 69-70.

300

conferenciase sobre su proyecto respondi: que aunque no vio ni trat al doctor Roscio en Curazao, no le queda duda en haberle dejado all, por ciertos pasajes que se lo aseguran. Que no supo si tena amistad, ni lo dems que se pregunta con Picornell, Gual y Espaa; y que entendi que estaba tratando con cacaos de doa Mara de la Luz Pacheco90.

En lo que se refiere a la confusin con la obra del abate Viscardo, apunta Grases que:
[] se ha asegurado que la Carta de Viscardo se public en Caracas, en 1811. No creemos que exista tal edicin, deducida equivocadamente del carcter semejante del alegato de Viscardo con el Discurso preliminar dirigido a los americanos, de la edicin de los Derechos del Hombre, de 1797, reimpreso todo en Caracas, en 181191.

Y aade: Jams se hace mencin alguna de los Derechos del Hombre y del Ciudadano con varias mximas, etc. Gual tampoco habla a Miranda de este impreso, a pesar de remitirle desde Puerto Espaa algunos alegatos en pro de la rebelin92. Todo lo cual es cierto. La raz de esta confusin radica en dos cuestiones esenciales: la primera, la vinculacin ideolgica entre el Discurso preliminar y la Carta, y aqu habra que pensar en la participacin de Miranda en ambas publicaciones; y la segunda, el hecho de que la misma persona que acompa a Miranda en la publicacin y distribucin, tanto en Francia como en las islas del Caribe de la obra de

90

Prohibicin de Derechos del hombre, fols. 39r-39v. [Doc. 14]. Tambin existen algunas referencias acerca de la participacin de Simn Rodrguez, pero se desconocen pruebas documentales, al respecto explica Carlos Reyes: Por la poca en que dict clases al joven Bolvar y Palacios, se vio involucrado en la conspiracin de Manuel Gual y Jos Mara Espaa contra el gobierno de la Capitana General de Venezuela, por lo cual se vio forzado a salir de Caracas y viajar al extranjero Carlos Jos Reyes, Atala, de Chateaubriand: una visin idlica del encuentro de dos mundos. En: A.A.V.V. Francia en Colombia: Exposicin conmemorativa de la Novena feria Internacional del Libro en Bogot. Bogot: Biblioteca Nacional de Colombia, p. 15, 1996. 91 Perdro Grases, (1981). Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios). En: Obras. vol. 3, p. 70, 1981 92 Ibdem, pp. 80-81.

301

Viscardo, pudo haber sido quien se ocupara de la publicacin, como coautor y editor de la obra atribuida a Picornell, es decir, Pedro Fermn de Vargas93, de quien Grases slo comenta que:

En la edicin de Pensamientos polticos y memorias sobre la poblacin del Nuevo reino de Granada de P. F. de Vargas, Bogot, 1944, con prlogo de Alberto Miramn, se atribuye al extraordinario conspirador neogranadino la obra y la publicacin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1797 - y agrega Grases - [] lo mismo hace el historiador Manuel Jos Forero, quien acepta que los referidos Derechos fueron impresos sigilosamente, en 1797 en Madrid, en la Imprenta de la Verdad94.

Es muy posible, por no decir que est plenamente demostrada por Hernndez de Alba95, la participacin de Pedro Fermn de Vargas en la edicin caribea, prcticamente desconocido -o deliberadamente ignorado- para la historiografa venezolana, an cuando entre sus ms importantes bigrafos se encuentre precisamente un venezolano: ngel Grisanti. Desde los intentos subversivos en la Nueva Granada de mediados del siglo XVIII, hasta las incursiones mirandinas en el Caribe a principios del XIX, Vargas aparece por un motivo u otro implicado directa o indirectamente en los acontecimientos. Los conoce a todos, o al menos a los ms importantes de los revolucionarios caribeos y neogranadinos finiseculares, de aqu que su presencia e influencia haya sido determinante en el pensamiento y en el desarrollo de tales acontecimientos. Vargas nace el 3 de julio de 1762 en la Villa de Santa Cruz de San Gil de la Nueva Baeza, Nuevo Reino de Granada - apenas tres aos antes que Nario -; en octubre de 1776 ingresa al Colegio Mayor de Nuestra Seora del Rosario en Santa Fe de Bogot y estudia bajo el Plan de Moreno y Escandn, obtiene el nombramiento de Colegial Mayor; en 1781 recibe el
93

Vase tambin, adems de la bibliografa ya citada sobre Pedro Fermn de Vargas: Tisnes Jimnez, Roberto Mara. (1969). Un precursor: Don Pedro Fermn de Vargas. Bogot: Academia Colombiana de Historia. p. 81. Hctor Garca Chuecos, (1938). Don Pedro Fermn de Vargas. En: Boletn de Historia y Antigedades. Bogot: Imp: Nacional, pp. 646-652, 1938. Obras de Pedro Fermn de Vargas: Pensamientos polticos y memoria sobre la poblacin del Nuevo reino de Granada. A esta obra hay que agregar las siguientes: De la falta de albergues y posadas; De la polica y decoro de las construcciones. Zipaquir, 10 de noviembre de 1789; Plan de las Constituciones que presenta al Excelentsimo seor virrey del Reino para el Hospital de San Pedro de la Parroquia de Zipaquir. Zipaquir, 10 de noviembre de 1789; Estudio sobre el guaco, contra el veneno de las culebras en: Papel Peridico de Santa Fe, nos. 34 y 35 de septiembre 3 y octubre 4 de 1791; Reflexiones acerca de los principales frutos del Reino; Discurso sobre el estado actual del ro Magdalena; Pensamientos polticos sobre la agricultura, comercio y minas del Virreinato de Santa Fe de Bogot; Memoria sobre la Poblacin del Nuevo reino de Granada; Relacin sucinta del Estado de las Colonias Espaolas en la Amrica Meridional, Londres, 1803. 94 Pedro Grases, Ob.cit., p. 71. 95 Vase: Ignacio Chves Cuevas, (1990). Nota liminar a Gonzalo Hernndez de Alba, Derechos del hombre y del ciudadano primeras versiones colombianas. Bogot: Instituto Caro y Cuervo, p. 7.

302

ttulo de Bachiller en Filosofa y en 1782 el grado de abogado, colabor con Jos Celestino Mutis como comisionado en la Expedicin Botnica (en ella participaron tambin Francisco Antonio Zea, Francisco Javier Zabaran, Bruno Landete y el gegrafo Jos Camblor), desde su creacin en 1783. Contrajo matrimonio, en 1784, con Catalina de Vegas, y ese mismo ao fue nombrado primer oficial de la Secretara del Virreinato y acompaa a Cartagena al virrey Caballero y Gngora, como colaborador en la organizacin de la defensa de las costas del Darin hasta 1787, retirndose del cargo por motivos de salud. Caballero lo propone ante el virrey Gil como Factor de Quina, pero es rechazado y Gil le ordena reintegrarse a su empleo en la Secretara. En septiembre de 1789 - ao en que asume Nario el cargo de Tesorero de Diezmos - recibi Vargas del nuevo virrey, Jos de Ezpeleta, el nombramiento de Corregidor Interino del partido de Zipaquir - antiguo centro comunero - y su agregado de Ubat y a fines de ese mes, pasa a ejercer el cargo de juez de residencia en esa poblacin, hasta el 15 de diciembre de 1791, fecha en que huye - con un gran cargamento de armas - de Zipaquir a Bogot, acompaado de su amante Brbara Forero, de donde partir el 22 de enero de 1792 para recorrer Nueva Granada y seguir a Venezuela, las Antillas y Norte Amrica, Filadelfia en concreto - periplo que durar hasta 1798, usando en esos aos el seudnimo de Fermn Sarmiento.96 Al respecto seala E. Ruiz Martnez:

Su ntimo amigo de Nario el socorrano Pedro Fermn de Vargas, con quien tantas veces ha platicado sobre el tema de los Derechos del Hombre, acaba de huir por el camino de Venezuela para tratar de obtener en Europa o en los Estados Unidos, apoyo a la revolucin. Segn el rumor que corre, desea deponer a las autoridades espaolas y constituir una repblica a la manera de Filadelfia, con un ejrcito de 18.000 hombres que se organizar en los Llanos Orientales 97.

A raz de la fuga, el virrey Ezpeleta emite un decreto dirigido al capitn general de Venezuela y al gobernador de Panam, entre otros, para su detencin y traslado a Santa Fe. Precisamente durante los primeros meses de ese ao pasa por La Victoria y luego a Maracay,
96

Desde 1797 hasta 1801, a su paso por Espaa y Francia utilizar Vargas el nombre de Pedro de Oribe (el cual ha motivado una confusin segn la cual se habra hecho llamar Pablo de Olavide). A comienzos de 1800, de regreso a Paris - en donde permanecer hasta julio de ese ao, para desaparecer hasta 1801, ao en que reaparecer en Londres con el nombre de Peter Smith - desde Inglaterra, se afianza su polmica relacin amistosa y poltica con Francisco de Miranda y Pedro Jos Caro. Miranda recomienda a Pedro Fermn de Vargas con el primer ministro ingls, William Pitt. Vase: Archivo de Miranda, T. XV p. 391. En 1802, ya en Trinidad, Vargas vuelve a usar su verdadero nombre. 97 Eduardo Ruiz Martnez, (1990). La librera de Nario y los derechos del hombre. Bogot: Planeta, p. 191, 1990

303

donde al parecer establece contacto con Antonio Fernndez de Len y obtiene una licencia falsa para ir a uno de los puertos de Guayana o al de La Guaira. En su respuesta del 16 de febrero de 1792 que da Santiago Gmez de Saa, justicia mayor de Caycara en la Capitana General de Venezuela, expresa que Vargas, junto con Mara Josefa Arias, joven que acredita ser su esposa, y un individuo de origen gallego, Ignacio Calvio: traan tres o cuatro armas de fuego y dijeron que hacan trnsito para la Isla del Guarico francs.98 Esto confirma los indicios aportados por Hernndez de Alba:

Es conocido cmo desde 1792 hasta fines de 1797 don Pedro Fermn de Vargas se encuentra por primera vez en las Antillas; hasta ahora no ha sido posible reconstruir exactamente su itinerario. Se sabe que permaneci en Curazao, Jamaica, Santa Cruz, Saint Thomas, Guadalupe, Puerto Rico y Cuba99. Durante estos aos contina con su labor subversiva y sus aficiones cientficas; estudia medicina, herboriza y se inclina por la qumica100.

Relata Tisns que en las colonias de las Antillas, entre ellas Curazao:
Santa Cruz, Santo Toms y Puerto Rico, vive quiz hasta el ao de 1795 en que se traslada a Jamaica donde ejerce como mdico. De su paso y permanencia en Santo Toms no nos queda otra noticia que la que Nario diera a M. Petion cuando aqul estuvo en esta isla a su regreso a la Nueva Granada. En casa de Petion haba vivido y lo haba instruido en muchas cosas tocantes al virreinato granadino101.

Hay que recordar que Petin estaba muy interesado en aplicar y divulgar en Hait los principios contenidos la Declaracin de los Derechos del Hombre, tambin es posible que fuera l quien financiara la edicin.
98

Oficio del justicia mayor de Caycara del Orinoco, don Santiago Gmez de Saa, Archivo Nacional de Colombia, Empleados Pblicos de Cundinamarca, tomo 19, folios 1004r. y 1005v. ahora en: ngel Grisanti, El Precursor Neogranadino Vargas. Bogot: Editorial Iqueima, pp. 50-51, 1951 El subrayado es mo. Segn Calvio, Vargas pensaba dirigirse a Puerto Cabello para embarcarse con destino a las Antillas. Sin embargo quizs volviese a Caracas y se embarcara por La Guaira, lugar ms cercano que Puerto Cabello. Grisanti, Angel. (1951). El Precursor Neogranadino Vargas. (Una vida real que es la ms apasionante novela de aventuras). Estudio basado en documentos inditos o desconocidos en Colombia. Bogot: Editorial Iqueima, p. 52 99 Sobre noticias referentes a Pedro Fermn de Vargas, La Habana, 14 de agosto de 1798. AGI, Estado, 15, N. 57. 100 Gonzalo Hernndez de Alba, Derechos del hombre y del ciudadano, primeras versiones colombianas. Bogot: Instituto Caro y Cuervo, p. 21. (1990). 101 Roberto Mara Tisnes Jimnez, (1970). Dos precursores: Don Francisco de Miranda, Don Pedro Fermn de Vargas. Caracas: Academia Colombiana de Historia, pp. 61-62.

304

En el ao de 1797 se le busca en la provincia de Venezuela, como lo expone en carta reservada Pedro de Mendinueta al capitn general:
[] aunque aqu se han encargado de practicar las diligencias convenientes a su captura, me ha parecido oportuno comunicar a V.S. este aviso, [] para que en caso de descubrirse alguna persona que intente esparcir especies sediciosas, se pueda indagar la conexin o alianza que tenga con Vargas y el paradero de este cuyas seas incluyo para facilitar su conocimiento y aprehensin, que tal vez podra lograrse si se llegase a descubrir y comprobar que alguno de los que introdujesen en esa provincia con el designio expresado fuese emisario o agente suyo como puede suceder 102.

Tal vez no se equivoca Miramn al afirmar que su objetivo principal era el de relacionarse con los alzados de La Guaira103, lo cual podra ser cierto, ya que entre sus amigos figuran: Domingo Snchez (cuado de Jos Mara Espaa); Francisco Zinza y el propio Jos Montesinos y Rico quien, a su vez, tena contactos comerciales con el Guarico 104. No parece casual que Vargas hubiese buscado refugio en el Guarico. Ignacio Calvio los acompaa a l y a Brbara en su fuga, para luego separarse de ellos al regreso de Caracas a La Victoria. Calvio declara:

Qu confuso y desorientado le presion para que le dijese qu destino llevaban y el fin que se propona le dijo Vargas que su nimo era seguir al Guarico y colonias francesas a aprender la lengua francesa e instruido en ella pasar a Londres a aprender una facultad, nombrando especialmente la medicina, para volver a este Reino a los cuatro, cinco o diez aos con una instruccin de que pudiesen l y su familia subsistir y ser tambin til al pblico
105

102

Copia de la carta reservada de Pedro de Mendinueta al gobernador y capitn general de Caracas dando referencias sobre Pedro Fermn de Vargas, Santa Fe de Bogot, 15 de septiembre de 1797 AGI, Caracas, 434, N.25, fol. 2v. 103 Alberto Miramn, Dos vidas no ejemplares: Pedro Fermn de Vargas, Manuel Mallo. Bogot: Publicaciones Editoriales, p. 59, 1962. 104 Muy pocos das despus de la fuga de Gual y Espaa, el 19 de julio de 1797, Carbonell sospecha, y as se lo informa al virrey, que existen vnculos entre los rebeldes de La Guaira y los de Santa Fe. Vase: Carta reservada N 2. El capitn general de Venezuela don Pedro Carbonell informa al virrey de Santa Fe, Jos de Leiva, el proyecto de sublevacin descubierto en Venezuela en connivencia con los proyectos de don Antonio Nario, Caracas, 19 de julio de 1797, ahora en: Guillermo Hernndez de Alba, Proceso contra don Antonio Nario, por la publicacin clandestina de la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano. Bogot: Impr. Nacional, vol. 2, pp. 268269, 1980. 105 ngel Grisanti, El Precursor Neogranadino Vargas. Bogot: Editorial Iqueima, p. 64, 1951.

305

Sin embargo, advierte A. Miramn que:

Siempre quedar, como un interrogante sin respuesta, la frase de Ignacio Calvio en su indagatoria ante los jueces de Santa Fe: El destino que llevaba Vargas era pasar a Paris, a pedir auxilio de gente y armas para introducirse en el reino de Santa Fe y el de llevarse a la Brbara Forero era para que se dijese que la fuga la haca por la libertad de vivir con ella en el mal estado y desfigurar as el principal objeto106.

Gran confusin, probablemente intencional, generan los testimonios de Calvio quien, proponindoselo o no, logra despistar a las autoridades con respecto al paradero de Vargas. De la enigmtica estada de Vargas en el Caribe se sabe muy poco, as como de los aos posteriores, pero es de suponer que all continu su actividad revolucionaria antes de regresar a Londres, en donde se cree que trabaj en Kensington en asuntos relacionados con la botnica, aunque la informacin al respecto es escasa porque la clandestinidad fue para l, como para muchos de sus contemporneos, una forma de vida obligada 107. En todo caso, y visto lo anterior, las pruebas que ofrece Hernndez de Alba parecen ser las ms slidas, particularmente porque incluye en su obra una reproduccin facsimilar del manuscrito de las Notas:
No hay duda: las Notas son de Pedro Fermn de Vargas, forman parte del libro Ms an, como se ha destacado, esas Notas son las que ilustran la primera parte del Discurso. Slo es necesario efectuar un mnimo cotejo para establecer su identidad absoluta108.

106

Alberto Miramn, Dos vidas no ejemplares: Pedro Fermn de Vargas, Manuel Mallo. Bogot: Publicaciones Editoriales, p. 32, 1962. 107 En cuanto a la actuacin de Vargas durante el proceso independentista, Miramn infiere que: En 1810 al alborear la independencia, Pedro Fermn de Vargas deba contar 48 aos de edad. Sus bigrafos dudan de que viviera para entonces. Como no toma contacto con Bolvar, Lpez Mndez y Bello, ni con otros americanos y compatriotas, Alberto Miramn, Dos vidas no ejemplares: Pedro Fermn de Vargas, Manuel Mallo. p. 75. Incluso, la recientemente instalada Junta Superior de la provincia del Socorro reclama su presencia. Hasta los liberales europeos desean contar con su presencia imaginndolo an vivo: Entre todas las tertulias hispnicas en la capital inglesa, la ms notable fue la de la redaccin del peridico en castellano El Espaol, que diriga el celebrrimo J. M. Blanco White. En ese crculo de expatriados revolucionarios, necesariamente era conocido Pedro Fermn. Pues bien: all no le daban por muerto en 1811, puesto que con fecha de 30 de enero, reprodujeron en el nmero 10 del combatido peridico, el llamamiento que haca la Junta del Socorro. Alberto Miramn, Dos vidas no ejemplares: Pedro Fermn de Vargas, Manuel Mallo. p. 77. 108 Gonzalo Hernndez de Alba, Derechos del hombre y del ciudadano, primeras versiones colombianas. Bogot: Instituto caro y Cuervo, p. 22, 1990.

306

De ser as, si la autora correspondi a Vargas y la vehemente opinin de Grases, basada en la propia confusin generada por los informes cruzados e inexactos de las autoridades metropolitanas de la provincia de Caracas, segn la cual Picornell era el autor de la obra, carecera de toda validez. Acaso sea ms apropiado decir que se difundi en la Capitana General, a partir de la Rebelin de La Guaira, aunque lo verdaderamente concluyente es que tanto Picornell como Vargas son sentenciados por la misma causa. El fiscal acusa a Vargas de haber publicado la obra en cuestin, y deja asentado que:
[] los papeles que el confidente Gonzlez remiti de Jamaica, [] no se duda son de don Pedro Fermn de Vargas [] se cita el mismo papel de los Derechos del Hombre, publicado por un americano, y las ideas de libertad que estn grabadas profundamente en los corazones de los habitantes de Amrica, y lo que es peor, se halla entre dichos papeles uno con el ttulo Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos. Madrid. En la imprenta de la Verdad, ao de 1797. El cual estaba preparado por Vargas para imprimirse y llamar la atencin de sus paisanos [] 109.

Es curiosa la similitud con la sentencia a Picornell en la real orden de 26 de enero de 1799, remitida por Urquijo a Guevara y Vasconcelos, imponindole la ltima pena, y sobre el libro de Derechos del Hombre, est tambin la clave del lugar de publicacin:

El Excelentsimo seor Mariano Lus de Urquijo encargado interinamente de la Secretara de Estado en real orden de veinte y seis de enero de este ao me previene lo siguiente: Segn me avisa el Embajador de S.M. en Paris, con fecha de veinte y dos de diciembre del ao ltimo, ha llegado a aquella capital un ejemplar impreso en castellano de aquel libro cuyo ttulo es Derechos del Hombre y del Ciudadano con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos en Madrid, en la Imprenta de la Verdad, ao de mil setecientos noventa y siete, creyendo Usa con bastantes fundamentos que su autor sera Juan Picornell. Dice dicho Embajador que el papel y la impresin de dicho ejemplar son de Francia 110,

109

Vista fiscal del Consejo Supremo de Indias sobre la pretendida sublevacin en Santa fe en el ao de 1794. En: Guillermo Hernndez de Alba, Proceso contra don Antonio Nario, por la publicacin clandestina de la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano. Bogot: Impr. Nacional, vol. 2, p. 341, 1980 110 Vase al respecto: Carta de Azara a don Francisco de Saavedra, Paris, 11 de diciembre de 1798, en: Proceso por conspiracin a don Juan Picornell y Gomila. Causa formada por delacin que han dado de la conspiracin que haba de estallar el da de Madrid para trastornar la monarqua a varios individuos entre ellos Juan Picornell, y los delatores

307

y segn ha podido colegir ha venido de Santo Domingo, de donde se introduce en las islas y el continente, sin duda por los manejos del referido Picornell, y supuesto que Usa tiene ya hechas diligencias para reclamar a este reo, y aun ofrecido premios para haberlo puede continuarlas, y mandar ahorcar al instante al referido Picornell si puede ser habido, lo cual comunico a Usa de real orden para su noticia y cumplimiento.111

Despus de todo, y aunque parezca que la autora de la obra queda aclarada con lo dicho hasta aqu, el mismo Picornell dejar abierta la duda muchos aos despus, en 1814 desde Filadelfia, cuando pide perdn al Gobierno espaol en los siguientes trminos: Declaro que en el da siento infinito haber publicado en 1798 los derechos del pueblo con varios preceptos de moral y un largo discurso preliminar: suplico de todas veras al actual Gobierno espaol me perdone este hecho [].112 Es curioso que Picornell confunda la fecha de edicin, posiblemente se estuviera atribuyendo a s mismo una autora que no le corresponda.

Otras obras agregadas a la causa por conspiracin de La Guaira: libelos, canciones y pasquines sediciosos Otros papeles pensados y escritos para la revolucin circularon por el Caribe, y en particular por la costa de la provincia de Venezuela, por mano de los conspiradores, muchos de ellos forjados en Trinidad, Guadalupe o Saint Domingue, tantos que sera imposible analizarlos en detalle en este estudio; adems, muchos de ellos ya han sido publicados con anterioridad, lo cual no quiere decir que hayan sido sujetos de profundo anlisis, por el contrario, es un trabajo que todava est por hacerse.113 Adems, otros muchos, como en el caso de Madrid, fueron rotos, escondidos o
Manuel Hernndez, fundidor de todos los metales y Francisco Rodas, Bordador. Madrid, 1795. AHNM, Estado, 3161, N. 123. 111 Real orden de 26 de enero de 1799, imponiendo la ltima pena a Picornell, y sobre el libro de Derechos del hombre. Caracas, 23 de diciembre de 1799. AGI, Caracas, 432, N. 88. Citado tambin en Lpez, Casto Fulgencio Lpez, Juan Picornell, pp. 238-239, Lpez, Casto Fulgencio. (1955). Juan Picornell y la conspiracin de Gual y Espaa: narracin documentada de la pre-revolucin de Independencia venezolana. Caracas-Madrid: Ediciones Nueva Cdiz. 112 Duplicado. Declaracin firmada por Picornell el 12 de febrero de 1814 y certificada por Antonio de Selleda, capuchino en San Lus de Nueva Orlens, y refrendada por Diego Morphy, vice cnsul de S.M.C. para el Estado de Luisiana en N. Orlens, 11 de julio de 1814., en: Diversos documentos sobre las actividades de Picornell en Filadelfia, Nueva Orlens, Filadelfia. AHNM, Estado, 5558-2, exp.12. N. 24 1814-03-10, fol. 1v. 113 Vase algunas de las listas de documentos incautados a los reos en: Papeles encontrados en la habitacin del reo Manuel Gual, y los cuales han hecho Cuerpo del delito, como que todos eran dirigidos al proyecto de insurreccin, y en esta pieza se halla una relacin breve y circunstanciada del contenido de cada uno de ellos, Caracas, 30 de enero de 1800. AGI, Caracas, 429, N. 35, 353 fols. Primera pieza de los papeles encontrados al reo Jos Mara Espaa alusivos muchos de ellos al proyecto de insurreccin, Caracas, 30 de enero de 1800. Ibdem, N.32, 155 fols. Segunda

308

quemados por sus mismos autores, para evitar que los comprometieran ms an en la causa de rebelin. Ya se hizo referencia a algunos en captulos anteriores, por ejemplo, a la Carmaola Americana114 y al Soneto Americano, poemas revolucionarios para ser cantados, en los cuales se recogen las mismas inquietudes y principios que en la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano, en sus diversas versiones, pero particularmente del Discurso preliminar dirigido a los americanos, que acompaa a la edicin de 1797. De su autora no es mucho lo que se sabe, slo lo que los mismos sealados comentan en sus declaraciones. Del Soneto Americano115 habla Manuel Montesinos y Rico en sus declaraciones:

Preguntado: Si sabe de dnde lo hubo Gual, o quin fue el autor de este papel o si fue compuesto por l, y que manifiestan aquellas letras de la nota que se le ponen manifiestas para que las descifre, o aclare? Dijo: Que el papel, como tiene declarado, entiende para si fue compuesto por uno de los reos que se profugaron de La Guaira; y aunque las letras iniciales de la nota que sigue a dicho Buen Americano manifiesta que esta cancin titulada Los Americanos est compuesta por el M. R. P. F. P. N. que quiere decir el Muy reverendo padre fray Pedro Nolasco, y la que sigue: Des. que quiere decir de Salvatierra, segn hace memoria, de haberlo ledo en dicho original, no esta compuesta aqu sino por uno de los reos que se profugaron de La Guaira116.

Pero quin es el cura Nolasco de Salvatierra? No se sabe, tal vez un invento de Montesinos, aunque en su ambigua declaracin al menos reconoce que lo hizo uno de los reos de Estado, como lo ratifica Ronan:
[] que don Jos Espaa le manifest un papel que contena el plan de la nueva forma de gobierno que se quera establecer, una carta inflamatoria para persuadir al pueblo a seguir las
pieza de los papeles aprehendidos al reo Jos Mara Espaa alusivos al proyecto de insurreccin, Caracas, 23 de diciembre de 1799. Ibdem, N. 33, 205 fols. ndice de los papeles encontrados en las casas de los reos Manuel Gual en Caracas, y Jos Mara Espaa en La Guaira, y son los mismos que estn en la representacin enviada al Rey, [Caracas, s.f.]. JLSB, 134, N.12. Papeles remitidos de Cuman a Trinidad excitando el nimo de los Espaoles a la sedicin, y que no fueron enviados al Rey, [s.f.]. JLSB, 153. Vase tambin: Contiene la Ria de un negro y un blanco que hubo en La Guaira, despus del descubrimiento de la traicin, alegando aqul la igualdad, Caracas, 1 de marzo de 1798. AGI, Caracas, 430, N. 42, 43 fols. Lista de los libros que contiene este cajn que se remite a su majestad por su Real Audiencia de Caracas proveniente de los reos de la sublevacin descubierta en el ao de mil setecientos noventa y siete, Caracas, 16 de agosto de 1802. AGI, Caracas, 436, 15 fols. 114 Carmaola americana. 115 La letra del Soneto Americano en: Incautacin Montesinos, fols. 33v-37v. 116 Ibdem, fols. 62v-63r.

309

mximas del nuevo Gobierno y unas coplas o cancin que concluan con un estribillo que deca viva nuestro pueblo, viva la Justicia, viva la libertad, que segn le comunic Espaa fueron todas las composiciones hechas por Picornell117.

Tanto la Carmaola como Los americanos (Soneto Americano) se cantan en las reuniones de los conspiradores, dentro y fuera de la provincia de Venezuela, antes y despus de descubrirse la conspiracin. Sin duda, Picornell escribi muchos otros papeles, algunos menos conocidos como La vida del admirable Bitatusa118, un relato moralizante a la vez que revolucionario y religioso con el que seguramente pensaba que podra atraerse a la causa a los ms recalcitrantes catlicos. Cuenta Cordero que vio esta obra en manos del cabo Serrano, quien le describi el contenido pero no lleg a leerlo119, como si lo hizo Rusiol, quien narra que: [] la sustancia del referido cuaderno estaba reducida a que Bitatusa [sic], que era un personaje fingido, [que] se supona que serva al rey de los apaeses en clase de cadete [] 120. Bitatusa conoce al filsofo Dadven, quien trata de convencer al joven para que abandone las armas, pues stas son usadas por el rey contra su pueblo, as lo hace y se va a vivir con el filsofo para dedicarse a las letras. En casa de Dadven, Bitatusa descubre y aprende a reconocer el contraste entre los smbolos de la opresin y los de la libertad, as como el modo de alcanzarla combatiendo a la monarqua y luchando por la repblica. Ambos viajan al reino de Colisbato, en donde el filsofo le ensea a Bitatusa las deplorables condiciones en que el rey tiene a sus sbditos, por lo cual preciso derrocarlo. Bitatusa es, segn dice el propio Rusiol, el anagrama del segundo nombre de Picornell: Bautista; los apaeses son los espaoles; y el reino de Colisbato es Galicia, por la cantidad de coles que all se producen. Cordero hace mencin expresa y detallada a otros textos de Picornell, entre ellos a la Carta del abuelo a su nieto, as como a un curioso escrito de contenido mgico-religioso-poltico:
[] un papel manuscrito que comenzaba a modo de Edicto, y deca: Nos fray Jos Mara de la Concepcin del Orden de San Francisco, y su idea era anunciar que estando en oracin el citado Religioso se le haba aparecido el alma de Leonardo [Jos Leonardo Chirino?], y le haba
117 118

Confesin de Ronan, fols. 7r-7v. Declaraciones de Rusiol, fol. 67r. y ss. 119 Confesin de Cordero, fols. 30v-31r. 120 Declaraciones de Rusiol, fol. 67r.

310

revelado que estaba en el cielo por haber muerto mrtir, y haberle concedido Dios un verdadero arrepentimiento de sus culpas, y que de parte de S.M. Divina, vena a prevenirle que si los americanos queran recobrar su antigua libertad podran desde luego hacerlo pues tenan a su favor el brazo del Todo-Poderoso que los protegera: que dudando el religioso de la certidumbre y verdad de esta revelacin, se puso segunda vez en oracin, y volvi a aparecerle el espritu de Leonardo repitindole lo mismo, y previnindole de parte de Dios que saliese a predicarlo por los pueblos: que dudoso todava el religioso de si esto era verdadera revelacin, o ilusin se puso por tercera vez en oracin, y entonces se le apareci la Virgen Mara con su santsimo hijo en sus brazos, y le asegur que la revelacin era cierta, y que era voluntad de Dios que saliese a predicar por los pueblos de Amrica la libertad: que el religioso en vista de esto se le present a su prelado, y habindole comunicado lo que le pasaba, y peddole licencia para emprender su predicacin se consulto el asunto con el obispo de aquella Dicesis; con cuyo dictamen se resolvi que el citado padre fray Jos Mara fuese encerrado perpetuamente; que estando en su encierro, y careciendo de todo arbitrio para llenar su vocacin, le pidi a Dios le subministrase algn medio de cumplir lo que le tena mandado: que repentinamente y sin saber como, ni por donde se encontr provedo de recado de escribir y papel, y que aprovechndose de esta provisin milagrosa se haba puesto a escribir y haba escrito una exhortacin a los pueblos americanos, en la cual les hace ver la tirana y esclavitud con que los tratan los reyes, los Derechos del Hombre, los beneficios de la libertad, y de la igualdad, incitndolos finalmente, y convocndolos para que clamen por esta, y recobren sus antiguos Derechos 121.

De la Carta del abuelo a su nieto explica Cordero que se trata de:


[] un abuelo residente en Cdiz [que] escriba a un nieto, existente segn parece en Amrica significndole que los habitantes de aquella Pennsula se hallaban oprimidos por el mal gobierno, y que la agricultura, el comercio y las artes estaban en deplorable atraso, gimiendo bajo el yugo de la tirana; que sta se haba extendido a la Amrica, y de ella se reciban en Europa frecuentes noticias que anunciaban estar exasperados los pueblos y dispuestos los nimos a una prxima resolucin: que especialmente se hablaba de cierta provincia de las ms remotas, en la cual estaban ya reunidos muchos, y pensaban convocar a las otras provincias circunvecinas al fin de substraer del gobierno actual, y establecer entre si una Repblica Independiente: con cuyo objeto se ocupaban en proveerse de armas, y dems municiones de guerra, y se manifestaban tan

121

Confesin de Cordero, fols. 31r-33r.

311

acalorados que hasta las mujeres hacan reclutas, y se ofrecan a la ejecucin, concluyendo el abuelo con exhortar a su nieto a que en caso de pensarse lo mismo en el pas donde se hallaba, no fuese de los ltimos en abrazar y seguir el partido de la Libertad122.

Ronan tambin cita otros documentos redactados en una tnica similar al anterior, incluyendo en las lista Los americanos y, como puede, trata de exculparse de haberlos tenido, ledo, copiado o traducido:
[] una carta intitulada de fray Jos de la Concepcin: otra del Abuelo al Nieto: un dilogo entre Francho y Mariano: un plan general: una exhortacin al pueblo en el primer acto: otra para la primera victoria, todos de Picornell segn tengo entendido y escritos de algn tiempo a esta parte ms o menos modernos: Unas dcimas intituladas Los Americanos. De los papeles mos que puedan encontrarse se hallar un discurso del seor Gratham del ao de ochenta [y] un a la apertura del Parlamento de Dubln. Un cuaderno del Contrato Social de Rouseau [sic], advirtiendo que parte de l est escrito por el cadete don Miguel Ufano, como tambin el dilogo123 sin que este infeliz tenga ms culpa en ello que el habrselo yo mandado como que estaba a mis ordenes. Tambin hay una traduccin ma de la declaracin de la independencia de los Estados Unidos de la Amrica Septentrional. Una conclusin de la oracin fnebre del doctor Nelson a la muerte del General Warren; y un retazo del plan de sorpresa que empec a copiar: Si acaso hubiese algn otro estoy pronto a reconocerlo y confesarlo, y aseguro con toda verdad, que todos ellos (excepto el dialogo) estn traducidos mucho tiempo hace, y que mi fin cuando los traduje no era susceptible del cargo que por ellos se me puede hacer en el da124.

Corran del mismo modo papeles en clave entre los conspiradores, como por ejemplo uno de los que se le descubre a Manuel Montesinos en el que aparece el siguiente escrito:

1. nof. se de los J. Don S.s act.s 2 El pueblo es a quien se libera 3 q.n v.e es lo siguiente 1 Latre. S.t T,te 2 La R.n C.en
122 123

Ibdem, fols. 144v-145v. Probablemente se refiere al Dilogo entre un patriota y un miliciano de Costa Firme. 124 Confesin de Ronan, fols. 27v-28v.

312

3 L.s P.e Am. En. 4 L. aim.e L. 5 La G.d f.te pero sin que se derrame una gota de sangre del hombre oprimido En Santa Fe se cree ya todo listo [] 125.

La explicacin a la clave que da Montesinos, es que Gual y Picornell solan usar cdigos cifrados para escribir sobre aquellos asuntos que consideraban ms clandestinos, interrogado sobre el asunto, explica lo que significa cada frase:

Que de las otras que se encuentran al pie del referido papel, no ha podido acertar ni recordar lo que significa esta 1. no Fse de los J.don Ss. act.s= pero que las dems hasta su conclusin dicen a su parecer lo siguiente: Segundo, el pueblo es a quien se liberta o libra= Primero, La Santsima Trinidad= Segundo la Religin Cristiana= Tercero el (el) Pueblo Americano= Cuarto, la amable Libertad= Quinto, la gran felicidad, pero sin que se derrame una gota de sangre [295v] del hombre oprimido= En Santa Fee se cree ya todo listo= En Espaa no se duda, y los nimos provistos no dejan la menor duda 126.

Se trata de un cdigo casi infantil, por decir lo menos. El 12 de diciembre de 1797, otra de las ocasiones en que interrogan a Montesinos:

Preguntado, diga: Que fundamento ha tenido para la inteligencia que ha dado a las cifras del papel nmero tercero, y si Gual u otra persona les instruy sobre ellas: respondi: Que cuando don Manuel Gual recibi el Soneto Americano que le devolvi el confesante el nueve, o diez de julio, lo instruy sobre las cifras, y con facilidad comprendi que los nmeros 1, 2, 3, 4, 5, equivalan a las letras vocales a, e, i, o, u: y an le aadi que a su (negocio)127 regreso de Santa Lucia le enseara otros modos inusitados de escribir y difciles de comprender 128.

Por supuesto, no faltaban los pasquines que pegaban consuetudinariamente en los lugares ms concurridos, tanto de La Guaira como de Caracas, y que la justicia trataba intilmente de

125 126

Incautacin Montesinos, fol. 33r. Ibdem, fols. 295r-295v. 127 testado=negocio=no vale. 128 Incautacin Montesinos, fols. 297r-297v.

313

combatir porque algunos de ellos ponan en evidencia las ansias de poder de los funcionarios metropolitanos:

El Rey con las guerras que provoca, acaba con vuestras vidas, con vuestros caudales, os quita el sosiego y el tiempo de buscar con que alimentar vuestros hijos, os carga de pechos, alcabalas, estancos, papel sellado. El por slo su capricho, rompe guerras en que perecen infinitas vidas, y quedan ciudades llenas de viudas y hurfanas en lastimoso estado. En esta ciudad hay tribunales llenos de hombres doctos y justos que os gobiernen y en teniendo vuestro gobernador y seores oidores, no necesitis de vivir sujetos a ese que llaman rey, que por estar siendo rey y tener dominios os inquieta y os hace morir como animales; y as Seores, vivan vuestra Audiencia, vuestro gobernador, viva la paz con todas las naciones y viva la libertad129.

En otros atacaban a las autoridades advirtindoles que la revolucin estaba en marcha y se cobrara sus cabezas:

[Al margen: Pasqun] Cortez [sic] viva, Espaa viva, Picornell Guera [sic] Carbonell mira lo que haces [al margen: as est] Gual vi [sic] abre los ojos, y cree lo que por tu vista pase, si quieres saber quien soy y quien te dar la muerte derriba esas almas buenas que en la crcel tenis presos, no me busques en los montes de Catia, ni de Aguanegra, bscame en tu casa propia que estoy a la cabecera, mira que el tiempo se acerca, prevn tus tropas y sal que Gual y Espaa te esperan, y entonces no pagars los cincuenta mil que prometes y aquestos te servirn para dejarle a tu nieto. Sers otro rey de Francia, si la fortuna te sigue. Muera el mal gobierno; y viva la libert hegalited [sic]130.

Estos y muchos ms fueron los papeles que los revolucionarios llenaron de palabras y fueron sus armas para luchar por una libertad que nunca llegaron a ver, pero que dejaron asegurada en la conciencia del pueblo.

129

Pasqun que se encontr fijado el 9 de agosto de 1797 en la pared del atrio de la Iglesia, y Convento de San Francisco, el cual se dirige contra la autoridad soberana del Rey. Caracas, 1 de agosto de 1798. AGI, Caracas, 430, N. 43, fols. 1r-1v. 130 Pasqun en que se amonestaba al Gobierno, y amenazaba de su muerte, y se aclama la libertad, Caracas, 1 de agosto de 1798. Ibdem, fols. 2v-3r.

314

CAPTULO IV
PROCESO EN LA CAUSA DE ESTADO A LOS CONSPIRADORES DE LA GUAIRA: LA
DUDOSA LEGITIMIDAD DEL JUICIO JUSTO

El ejercicio de la injusta justicia Desde que prenden a Manuel Montesinos y Rico comienzan las actuaciones judiciales, el Acuerdo se declara en sesin permanente y extraordinaria a partir del 14 de julio de 1797 y, segn dicen, sus primeros movimientos:
[] eran necesariamente muy apresurados y rgidos, a fin de imponer a todos tal respeto y temor, y sorprender a los sediciosos de suerte que perturbados del miedo, y asombrados de su propio delito descubierto, cuando no lo pensaban quedasen desconcertados y frustrada la resolucin que tenan de ejecutar en la noche del 15 al 16 del mismo julio, segn manifiesta en el Proceso1.

Ante la premura por resolver el asunto, comenzaron las detenciones nerviosas, sin orden ni concierto, as que todo aquel sobre quien recayera la ms mnima sospecha era considerado autor del crimen atroz de la sedicin:

No era posible discernir en aquella celeridad la gravedad y certeza de la culpa de cada uno de los que iban resultando indiciados o sospechosos, y se hicieron las prisiones de los que parecan serlo sin distincin ni excepcin de persona alguna, de suerte que aun el escribano de cmara interino don Rafael Diego Mrida, por haberse dilatado un rato en concurrir al examen de los que se prendan, fue arrestado, por espacio de diez horas nterin se reconoci toda su casa y papeles por uno de los ministros de la Audiencia, y result enteramente libre su conducta, que
1

AGI,

Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797. Estado, 58, N. 18, fol. 1r.

por otra parte tiene bien acreditada: en cuya consecuencia sigui y contina en la actuacin con una constancia sin ejemplar2.

En el Acuerdo del 12 de enero de 1798, las autoridades reunidas redactan el documento en el que hacen referencia detallada a los instrumentos legales utilizados para juzgar a los conspiradores:

Se han examinado detenidamente las reales ordenanzas, cdulas y ordenes dadas en varios tiempos desde las que se hicieron en trece de junio de mil quinientos cincuenta y uno, por las cuales se mand que el alcalde de caballera o guardas viejas de Castilla juzgase de las causas civiles y criminales que hubiese entre la gente3.

Consiste en un recorrido casi exhaustivo por la legislacin de tres siglos que condena los actos sediciosos, en l se hace especial nfasis a las leyes que regulan las causas seguidas a miembros del ejrcito y del clero, incursos en este tipo de delito. Pero, a pesar de los fueros con los que se privilegia a ambos estamentos, deciden -dada la urgencia por concluir todos los casos y por dictar pronta sentencia- dirigir todas las causas de sedicin, sin distincin, a los tribunales civiles, es decir a la Real Audiencia de Caracas, basndose, de igual modo que se hizo en Madrid, en la Pragmtica sancin de 1774, en particular en el artculo 6, que seala:
[] se ordena que en caso resultar indiciados en las causas de conmociones populares algunos militares se acuerde la Justicia Ordinaria con el jefe militar del distrito, para que con su auxilio se proceda a las averiguaciones, y se logre mejor y ms fcilmente detener con el pronto castigo los progresos4.

El motivo para tomar esta medida es que:

Si hubiese de atender a cada uno de ellos casi resultara una imposibilidad o por lo menos suma dificultad en la substanciacin y decisin: se habra de sacar testimonio integro de estos
2 3

Ibdem, fols. 1r-1v. Copia del acuerdo de 12 de enero, tomado por la Real Audiencia de Caracas en vista de las circunstancias. (Caracas, 10 de marzo de 1798), en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin de La Guaira, Caracas, 18 de marzo de 1798. AGI, Estado, 58, N.23 (n.2), fols. 15v-16r. En adelante: Acuerdo del 12 de enero de 1798. 4 Ibdem, fols. 35r-35v.

316

voluminosos autos para que el Consejo Ordinario del Batalln Veterano pudiese juzgar los reos que han resultado de l, y en otras circunstancias seria forzoso otro para el Batalln de blancos: otro para el Batalln de pardos: otro para el seor capitn general por lo respectivo a la oficialidad de su resorte; y otro para la Comandancia de Artillera []5.

De ello deduce con razn la Audiencia que la milicia est corrupta, es peligrosa y que por lo tanto:
[] sera grande el riesgo de hacer tantas prisiones sin poder asegurarlas, que la multitud debe ser tratada con la mayor precaucin y exige cierto grado de indulgencia; ha estimado tambin ser forzoso suspender las prisiones, y retirar la comisin de La Guaira, calmando la inquietud de muchos6.

Un proceso en tales condiciones retrasara la ratificacin de las confesiones, de las pruebas, as como las defensas y los careos con las consecuencias evidentes. La celeridad es imprescindible para evitar que se propague la subversin porque, de prolongarse el juicio, podran:
[] abusar en lo sucesivo cualesquiera personas que conciban designios iguales a los de los reos presos, los cuales permanecern en los calabozos donde acaso miran todos o los ms de ellos; el pueblo que cuando se descubri la traicin manifest vehemente odio a ella y a sus autores, y el deseo de su castigo para el escarmiento general y para quedar asegurado en su quietud, ha perdido ya, en gran parte, aquellos afectos y los va mutando en una compasin inconsiderada, la cual se aumentar de da en da sobre la falsa persuasin de que pues la Justicia dilata el castigo de un crimen tan grande, ser porque no le halle probado []7.

Temen las autoridades que esa compasin (y solidaridad) que los reos despiertan en la poblacin, lleve a sta ltima a tramar la manera de sacarlos de la crcel por la fuerza 8.

5 6

Ibdem, fols. 33r-33v. Real Audiencia de Caracas sobre conjuracin descubierta (representacin n 233), Caracas, 9 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N. 18, fols. 2v-3r. 7 Acuerdo del 12 de enero de 1798, fols. 8v-9r. 8 Ibdem, fols. 9r-10v.

317

Comienzan las declaraciones y, por supuesto, las delaciones de casi 100 personas entre acusados y testigos.9 De manera anloga a lo ocurrido en la causa que se sigue a los conspiradores de Madrid, el proceso inquisitivo a los implicados en la rebelin de La Guaira genera un inconmensurable volumen de informacin, miles de folios que documentan un juicio, en una curiosa progresin geomtrica de dimensiones descomunales aunque, a fin de cuentas, no se ajusta a la legalidad porque, como haba ocurrido en Madrid, median intereses polticos y una inoperante burocracia que lo envicia y lo entorpece todo. En el Acuerdo del 12 de enero de 1798 la queja al respecto es evidente, pues se considera que aunque el fiscal se dedicara nicamente a este caso, necesitara al menos dos meses para formalizar la acusacin, a lo que seguira el traslado de los reos y sus respectivas defensas; de aqu que habra que entregar los Autos a cuarenta y nueve procuradores y a los cuarenta y nueve abogados para que llevasen a cabo los alegatos, todo ello tomara al menos un mes, y segn el clculo de las autoridades: se necesitarn cuarenta y nueve meses para la contestacin de la demanda10 y pasaran aos hasta que la causa llegara al estado ordinario de sentencia, mientras tanto, con el correr de los das, inevitable e inconvenientemente, los autos se habran divulgado por todas partes11. Es evidente la falta de transparencia y el abuso de poder a la hora de aplicar justicia en los actos de una Audiencia corrupta que, aunados a la inexperiencia poltica de los conspiradores, propicia un sinnmero de tergiversaciones en la redaccin de los interrogatorios que conducen luego a sentencias erradas y mal intencionadas. Un proceso que, adems, genera importantes beneficios econmicos a las autoridades, fruto de los interminables trmites legales y de la confiscacin de bienes. De esta compleja situacin da fe Dauxion Lavaysse:

El gobierno colonial envi un mensaje a Espaa para dar a conocer este acontecimiento. El rey, despus de exigir le rindiesen cuenta, convencidos de que sus sbditos de Venezuela haban sido llevados a la desesperacin y a la revuelta por las exacciones inauditas de sus administradores, orden que se tuviese clemencia para con los conjurados y que fuesen enviados a Espaa. Pero los administradores tenan motivos para temer que si los enviaban, la verdad sera conocida por el soberano y ellos seran sacrificados por el justo resentimiento de los colonos. Fue por esto que en lugar de obedecer la orden de su soberano, hicieron alargar todo lo posible el proceso de los
9

Vanse los siguientes legajos: AANH, Independencia de Venezuela, Tomos 9 al 11; 15 y 21 al 30. AGI, Caracas, 427, N. 6 y 10 al 21. AGI, Caracas, 428, N. 22 al 28. AGI, Caracas, 427, N. 8 y 9. AGI, Caracas, 431, N. 57. 10 Acuerdo del 12 de enero de 1798, fols. 7r. 11 Ibdem, fol. 8v.

318

prisioneros y no dejaron, como se ver, de escribirle al ministro que la razn de Estado demandaba que al menos se golpeasen las principales cabezas12.

A esto hay que agregar que el conflicto de intereses y la arbitrariedad en el nombramiento de los funcionarios, impiden tambin la imparcialidad. As pues, considera la Audiencia declarar a todos culpables y dictar rpidamente las sentencias, por ello no aparecen entre los documentos los alegatos de las defensas, porque nunca los hubo; a los reos se les priv de un juicio justo y esto no tiene vuelta de hoja:
[] es indispensable y conveniente decidir a la mayor brevedad, y en el estado que tiene la expresada causa en que todos los reos estn convictos y confesos del atroz crimen de alta traicin, con mayor o menor gravedad, segn el mayor o menor talento, influjo, y discernimiento de cada uno13.

Entre las autoridades facultadas para la causa, adems del regente de la Audiencia, Antonio Lpez Quintana, el capitn general encarg al cabo subalterno teniente de rey y brigadier, Joaqun de Zubillaga, los primeros actos de la causa, sirviendo de escribano Rafael Diego Mrida y a la vista de la misma asistieron los abogados, segn Acuerdo ordinario del 7 de marzo de 1798: Francisco Espejo, Antonio Martnez de Fuentes y Jos Bernab Daz. 14 Ningn reo pudo nombrar a su propio abogado.
12

J. J. Dauxion Lavaysse, Viaje a las Islas de Trinidad, Tobago, Margarita y a diversas partes de Venezuela en la Amrica Meridional. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Ediciones del Rectorado, p. 212, 1967. 13 Acuerdo del 12 de enero de 1798, fol. 13r. 14 Ibdem, fols. 14v-15r. Vase tambin: Copia del Decreto de la Real Audiencia para tomar declaracin y sentencia a los diversos reos implicados en la sublevacin de 1797, Caracas, 12 de marzo de 1798. AGI, Caracas, 435, N. 31, fols. 1v-2r. Durante el juicio actan los siguientes funcionarios, a saber: Pedro Carbonell, gobernador y capitn general, a quien le sucede en el cargo y concluye la causa, Manuel de Guevara y Vasconcelos; el regente de la Real Audiencia Antonio Lpez Quintana; Juan Nepomuceno de Pedroza, oidor; Jos Bernardo de Asteguieta, oidor; Francisco Ignacio Cortines, oidor; Antonio Fernndez de Len, oidor honorario; Alonso de la Ballina, relator; Francisco Antonio Garca de Quintana, fiscal; Julin Daz de Saravia, fiscal; Casiano Bezares, receptor; Rafael Diego Mrida, escribano de Cmara; Francisco Espejo, juez comisionado; Jos Manuel de Sabogal, escribano comisionado. Actuaron como asesores, entre otros, los abogados: Domingo Gmez de Rus, Ignacio Javier Uzelay, Antonio Martnez de Fuentes, Jos Bernab Daz y Carlos Garay. El Poder Ejecutivo estaba en manos de: Jos Mara Ramrez, teniente gobernador interino; coronel Joaqun Zubillaga, regente de rey; Jos Bernal, secretario de Gobierno; Esteban Fernndez de Len, intendente de Ejrcito y Real Hacienda; Jos Antonio Borges, asesor de Gobierno y auditor; Jos Gabriel de Aramburu, escribano de Gobierno. Los reos a los que se refiere la orden, y que estaban presos en las diversas crceles y reclusorios eran: en la crcel de Estado: Jos Rusiol, Manuel Rico, Agustn Serrano, Francisco Torres, Juan Moreno, Jos Domingo Camacho, Narciso del Valle, Esteban Valenciano, Lorenzo Acosta, Francisco Oramas, Jos Cordero, Jos Antonio Parra, Lus Peraza, Jos Manuel Pino, y Jos Irigoyen; en la crcel de Corte: Jos Rosalio Camacho, Jos Camacho, Jos Antonio Noguera, Jos Rudesindo Flores, Nicols

319

Sentencias y sentenciados Pedro Carbonell deja el cargo, en enero de 1799, en manos de Joaqun de Zubillaga, hasta que el 6 de abril de 1799 toma posesin el nuevo gobernador y capitn general, el brigadier Manuel de Guevara y Vasconcelos, con lo cual toda posible benignidad de la justicia queda descartada definitivamente y comienza un atroz, violento e inhumano captulo de la historia de Venezuela. Un mes escaso despus de su llegada dar inicio a las ejecuciones, acelerando as el proceso de manera inusitada. El 29 de abril es hecho prisionero Jos Mara Espaa y remitido a Caracas. Sometido a juicio sumarsimo, los interrogatorios a Espaa se suceden desde el da siguiente de su aprensin, hasta su condena a muerte, el 6 de mayo, por un Tribunal Especial constituido por: Manuel de Guevara y Vasconcelos, Antonio Lpez Quintana, Francisco Ignacio Cortines, Jos Bernardo de Asteguieta y Rafael Diego Mrida. Este tribunal decide ejecutarlo, el da 8, en la Plaza Mayor de Caracas y dispone, adems de la confiscacin de sus bienes, un macabro destino para el revolucionario, que:
[] sea sacado de la crcel arrastrado a la cola de una bestia de albarda y conducido a la horca, publicndose por voz de pregonero su delito: que muerto naturalmente en ella por mano de verdugo, le sea cortada la cabeza y descuartizado: que la cabeza se lleve en una jaula de fierro al puerto de La Guaira y se ponga en el extremo alto de una viga de treinta pies que se fijar en el suelo a la entrada de aquel pueblo por la puerta de Caracas .
15

De ese modo, se designan los lugares donde deben ser colocados los cuatro trozos del cuerpo:

Ascanio -ste en una de las Piezas de la Sala capitular-, Joaqun Iglesias, Jos Tovar, Jos Manuel Pino, Jos Mara Quintero, Pedro Barguilla, Nicols de Len, Vicente Estrada, Francisco Gonzlez, el sargento Pedro Betancourt, Antonio Quesada, Santiago Lafons, Jos Vctor Hernndez, Pedro Manuel Granadino, el sargento Jacinto Garca, Juan Lorenzo Garca y Martn Amador; en el Cuartel Veterano: Jos Rico, Bonifacio Amezcaray, Juan Xavier Arrambide, Juan de Dios Garca, Florencio Angulo, Nicols Agustn y Manuel Verde; en la Casa de Ejercicios: Francisco de Paula Grana, y Jos Xavier Aranzamendi. En Choron: Manuel Ayala; en Maiqueta: Jos Mara Salas.
15

Copias de la sentencia de muerte dictada por el Presidente, Regente y Oidores de la Real Audiencia contra el reo de Estado Jos Mara Espaa, Caracas, 6 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 30, fol. 77r.

320

Que se ponga en otro igual palo uno de sus cuartos en la entrada del pueblo de Macuto en donde ocult otros gravsimos reos de Estado, a quienes sac de la crcel de La Guaira y proporcion la fuga. Otro en la Viga de Chacn en donde tuvo ocultos los citados reos de Estado, otro en el sitio llamado Quita Calzn, ro arriba de La Guaira en donde recibi el juramento de rebelin contra el rey, y otro en la Cumbre donde proyectaba reunir las gentes que se propona mandar []16.

As se remiten custodiadas: [] las cinco partes del cadver del reo de Estado Jos Mara Espaa, para que quede cumplida en todas sus partes la sentencia dada contra aqul [] 17. Y as se hizo. Su esposa, Joaquina Snchez, fue condenada a reclusin por ocho aos en la Casa de la Misericordia de Caracas. Lpez Quintana, muy probablemente asustado ante la presencia del nuevo y sanguinario capitn general, justifica esta decisin con el argumento de que:

Vista su confesin con el proceso en la Audiencia asistiendo yo, se vot unnimemente la pena capital contra el mismo reo y que deba ejecutarse prontamente sin las dilaciones ordinarias de otras causas comunes por muchas consideraciones urgentes []18.

Un mes escaso despus de la ejecucin de Espaa, el 1 de junio, sentencian a Jos Rusiol, Narciso del Valle, Juan Moreno, Jos Manuel Pino y Agustn Serrano. A Rusiol:
[] en la pena de muerte de horca que se ejecutar en el puerto de La Guaira, a cuya crcel ser trasladado con la custodia necesaria, y desde la cual se sacar arrastrado a la cola de una bestia de albarda, publicndose por tres veces su delito, y esta sentencia, y despus de muerto le ser

16 17

Ibdem, fols. 77r-77v. Minuta del oficio al comandante de La Guaira, Caracas, 8 de mayo de 1799. Ibdem, N. 31, fol. 87r. 18 Sentencia a Jos Mara Espaa, fol. 2v. Vase tambin: Carta N 104 de la Real Audiencia de Caracas a Jos Antonio Caballero, secretario de Gracia y Justicia, remitindole copias de la representacin que dirige a S.M. sobre las ocurrencias graves que obligan a fenecer la causa de la sublevacin del 13 de julio de 1797 y de la sentencia de muerte contra Jos Mara Espaa, reo principal de la mencionada causa. Con ndice de remisin y nota comn con la carta n 105, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N. 27, 2 fols. Representacin al excelentsimo seor lvarez, ministro de Guerra, ministro de Estado y ministro de Gracia y Justicia. Da cuenta de la captura y muerte ejemplar del reo de Estado Jos Mara Espaa, recomendando a S.M. los miembros del Gobierno, oficiales y civiles que se distinguieron con este motivo, Caracas, 10 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa, 1796-1797, T. II, N. 33, fol. 94.

321

cortada la cabeza y puesta en un palo de treinta pies de alto, inmediata a la del reo Jos Mara Espaa su cmplice, al lado opuesto19.

A Narciso del Valle:


[] en la pena de muerte de horca en el puerto de La Guaira, con las mismas calidades que Rusiol y con la prevencin de que la cabeza se ponga a la salida de La Guaira para Macuto fuera de la puerta de las trincheras a su inmediacin20.

A Juan Moreno: [] en la pena de muerte de horca en La Guaira con las calidades referidas, y la prevencin de fijarse su cabeza inmediata a la de Narciso del Valle al lado opuesto21. A Jos Manuel Pino:
[] en la pena de muerte de horca que se ejecutar en esta capital llevndosele desde la crcel arrastrado a la cola de una bestia de albarda, publicndose por tres veces su delito y esta sentencia y despus de muerto, le ser cortada la cabeza y puesta en un palo de treinta pies a las inmediaciones de la Aduana de la Pastora por el lado de afuera22.

A Agustn Serrano:
[] en la pena de muerte de horca con las mismas calidades que Jos Manuel Pino y la de que se fije su cabeza en un palo de treinta pies fuera de la Aduana de la Vega en el camino que dirige a Caricuao, en donde supona tener alojamiento seguro para diez mil hombres23.

Con Jos Cordero la Audiencia fue indulgente, a pesar de ser:

19

Copia de la sentencia de muerte contra Jos Rusiol, Narciso del Valle y Juan Moreno, dada en Caracas a 1 de junio de 1799, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N. 27, fols. 1r-1v. 20 Ibdem, fol. 1v. 21 Ibdem, fols. 1v-2r. 22 Copia de la sentencia de muerte contra Jos Manuel Pino y Agustn Serrano, dada en Caracas a 1 de junio de 1699, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. Ibdem, fol. 2r. 23 Idem.

322

[] reo principal de la conjuracin y tan grave como Narciso del Valle y Jos Manuel Pino, pero que se present para gozar del Real indulto aunque en los ltimos das del trmino concedido, y cuando ya era muy difcil su fuga, en que vaya recluso a una bveda de los castillos de La Habana, hasta que S.M. en vista del proceso se digne resolver lo que fuere de su Real agrado24.

Con anterioridad y en ausencia, Picornell haba sido sentenciado a muerte, por real orden de 26 de enero de 179925, pena que nunca lleg ejecutarse. En junio de 1799 todava no haban logrado las autoridades dar con el paradero de Domingo Snchez ni de Pedro Canivens:
[] es de presumir que Snchez y Canivens se han obstinado en el horroroso proyecto que formaron en el ao de 97 y por lo mismo es forzoso tomar todas las precauciones conducentes a estorbarlo y es la ms oportuna rogar como ruego a V.E., tenga a bien hacer practicar tan activas diligencias como las antecedentes para que sean presos Canivens y Snchez con toda seguridad, y mandar que se me avise de ello en inteligencia que har pagar puntual y prontamente todo lo que se gastare en las prisin y alimentos hasta la entrega y en el supuesto de que si esos hombres no agravaren nuevamente ser delito, tampoco recibirn aqu pena, y sern remitidos segunda vez a Espaa26.

Tambin el 1 de junio fueron condenados a destierro 33 reos27 de la sublevacin, con prohibicin de regresar a la provincia de Venezuela, sin expresa licencia del rey y so pena de incluso el de la muerte28. En ningn momento la Audiencia acepta la falta de equidad en las
24 25

Sentencia de destierro, fol. 11r. Vase tambin: Representacin n 265 sobre sentencias, fol. 13v. Real orden de 26 de enero de mil setecientos noventa y nueve, imponiendo la ltima pena a Picornell, y sobre el libro de Derechos del hombre y del ciudadano, con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos, Caracas, 23 de diciembre de 1799. AGI, Caracas, 432, N. 88, 5 fols. 26 Sobre Juan Bautista, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 30, fol. 1v. 27 Sentencia de destierro. Vase tambin: Contiene las providencias acordadas sobre el extraamiento de los delatados, y remisin de sus personas a Puerto Cabello, Puerto Rico, y Cdiz hasta el nmero 32 las instrucciones que se dieron a los capitanes de los buques, y noticias de su arribo a sus respectivos puertos con exclusin de los que remitieron en El Arrogante que fueron apresados por los enemigos, y con noticia de haber arribado al Norte de Amrica, desde la Bermuda: Se dieron providencias para su reclamo por medio del Enviado de Nuestra Corte, cuyas resultas aun no han llegado: Otro reclamo hecho a Curazao por los reos Canivens, y Snchez, que han recalado all, y los que desde Puerto Cabello, y Puerto Rico, han hecho los reos confinados a aquellos Presidios, Caracas, 23 de diciembre de 1799. AGI, Caracas, 429, N. 29, 223 fols. 28 Sentencia de destierro, Las condenas fueron: a Manuel Montesinos Rico la confiscacin de bienes y encierro en el castillo de San Juan de Ula por ocho aos, fols. 1v- 2r. A Jos Rosalo Camacho y a su hermano Jos Domingo Camacho, a trabajar con grillete y cadena en las obras del castillo de San Juan de Ula por seis aos. fol. 2r. A Jos

323

sentencias, por el contrario: [] entiende que sus procedimientos en apariencia rgidos son en el fondo justos, y equitativos [].29 Este mismo tribunal dicta sentencia absolutoria 30 a los reos: Manuel de Ayala, capitn de Infantera retirado, teniente gobernador justicia mayor en el pueblo de Choron; Jos Mara Salas, capitn graduado y ayudante de la plaza de La Guaira, y Manuel Crdoba y Verdes, subtenientes del Batalln Veterano de La Guaira. Pedro Betancourt, sargento de Milicias Blancas Regladas de Artillera. A Jos Vctor Hernndez, Juan Antonio Quesada y Santiago Lafons, esclavos de la hacienda de Uria, Miguel Gil, Juan de la Mata Daz y Cayetano Orozco, Jos Rudesindo Flores, y
Antonio Camacho, primo de los anteriores, a trabajar con grillete en las obras del castillo de San Juan de Ula por cuatro aos. fols.2v-3r. A Pedro Ignacio Barguilla, a trabajar por dos aos en las obras de Puerto Rico. fols. 3r-3v. A Nicols de Len, alias, Croquer a trabajar por tres aos en las obras de Puerto Rico. fol. 3v. A Jos Xavier de Aranzamendi a ser confinado en la isla de Puerto Rico por seis aos. fol. 4r. A Vicente Estrada, la confiscacin de sus bienes, y el destierro por cuatro aos a la isla de Puerto Rico. fols. 4v-5r. A Lorenzo Acosta, a trabajar por cinco aos en las obras de Puerto Rico con grillete y cadena. fol. 5r. A Juan de Dios Garca, a la pena de destierro en las obras de Puerto Rico por cuatro aos. fol. 5v. A Jos Manuel Pino, a destierro por cuatro aos a la isla de Puerto Rico. fol. 6r. A Francisco Grana, a destierro a Puerto Rico donde quedar en libertad. A Fernando Gonzlez, a trabajar por cuatro aos en las obras de Puerto Rico. fol. 6v. A Juan de Dios Cuevas, a destierro en Puerto Rico, donde cumplir el tiempo que le falte en el servicio de las armas tomando despus ocupacin honesta [].fol. 7r. A Esteban Valenciano, a seis aos de trabajo en las obras de Puerto Rico con grillete y cadena. fols. 7r-7v. A Pedro Manuel Granadino, a trabajar por cuatro aos en las obras de Puerto Rico. fol. 7v. A Jos Montesinos y Rico, a la confiscacin de sus bienes y encierro por ocho aos en La Habana. fol. 8r. A Lus Peraza, a prisin de seis aos en La Habana y a pagar trescientos pesos de multa. fol. 8v. A Nicols Ascanio, a prisin en La Habana por cuatro aos y la multa de trescientos pesos. fol. 9r. A Florencio Angulo, a trabajar en el arsenal de La Habana, con grillete por seis aos [], fol. 9v. A Francisco Oramas, a trabajar seis aos con grillete en el arsenal de La Habana. fol. 10r. A Jacinto Garca, a trabajar por cinco aos en el arsenal de La Habana con grillete. fol. 10v. A Bonifacio Amezcaray, a reclusin por seis aos en La Habana. fol. 11r. A Juan Lorenzo Garca, a trabajar por seis aos en el Arsenal de La Habana con grillete. fol. 11v. A Jos Antonio Noguera, a trabajar en las obras de la Florida por seis aos con cadena y grillete. fols. 11v-12r. A Juan Xavier de Arrambide, a prisin por seis aos en el castillo de San Agustn de la Florida y a pagar una multa de cuatrocientos pesos. fol. 12r. A Nicols Agustn, a trabajar por ocho aos en las obras de la Florida con cadena y grillete. fol. 12v. A Francisco Gonzlez, a trabajar por cuatro aos en las obras de la Florida con cadena y grillete. fol. 13r. A Francisco Torres, a trabajar por seis aos en las obras de la Florida con cadena y grillete. fols. 13r-13v. A Martn Amador, a trabajar por cuatro aos con grillete y cadena en las obras de la Florida. fol. 13v. Al presbtero Toms Sandoval: [] en extraamiento perpetuo de estas provincias remitindosele a Espaa a disposicin del Supremo Consejo de las Indias, a costa de sus bienes, de los cuales se exigir por va de multa la cantidad de quinientos pesos aplicados para gastos de esta causa, y desde luego pase al convento de San Francisco de Puerto Rico para seguir de all su viaje a Espaa en ocasin oportuna . fols. 14r-14v. A Francisco de Zinza, comerciante de La Guaira, condenado a pasar a una crcel de la metrpoli. Documentos descritos como duplicados del expediente referentes a la sublevacin descubierta que fueron pasados a reales cdulas, contentivo de la orden por la que se enva a Espaa como cmplice de la conspiracin a don Francisco de Zinza comerciante de La Guaira, son embargados todos sus bienes. AGNC, Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda, CG-SD-T75, 4 fols. Al presbtero, cura del puerto de La Guaira, Juan Agustn Gonzlez: [ ] en extraamiento perpetuo de todas las provincias del distrito de la Audiencia y confiscacin de la mitad de sus bienes, dejndole la otra mitad para sus alimentos, pasndosele desde luego al convento de Santo Domingo de Puerto Rico para que se le remita a Espaa en ocasin oportuna, a disposicin del Supremo Consejo de las Indias. fols. 15r-15v. 29 Representacin n 265 sobre sentencias, fol. 4r. 30 Copia de la sentencia absolutoria a favor de Manuel Ayala, Jos Mara Salas y Manuel Crdoba y Verdes, Pedro Betancourt, Jos Vctor Hernndez, Juan Antonio Quesada, Santiago Lafons, Miguel Gil, Juan de la Mata Daz, Cayetano Orozco y Jos Antonio Parra, dada en Caracas a 11 de junio de 1799, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin. Caracas, 9 de mayo de 1799. AGI, Estado, 58, N.27.

324

Jos Mara Quintero 31. Asimismo, el sargento Jos Antonio Parra, el cabo y los soldados que estaban de guardia en la crcel de La Guaira cuando la fuga de los reos de Estado, fueron entregados al Juzgado Militar, porque: [] es obscura y dudosa la conducta del sargento Parra, por la contra posicin de las declaraciones de Jos Co rdero, y Narciso del Valle [].32 Tambin quedan encarcelados los presos que intentaron huir de la crcel el 24 de septiembre de 1798 33.

Premios, gratificaciones y splicas Como era la costumbre, las autoridades gratifican a aquellos que haban prestado algn servicio para que la conspiracin fuera descubierta:

As como es de necesidad absoluta castigar ejemplarmente a los autores y cmplices de esta traicin por cuyo medio se conseguir la tranquilidad de esta provincia, me parece conveniente que en esta ocasin distinga S.M. con algunas gracias a las personas que particularmente se han esmerado y proporcionado descubrir las nuevas prfidas disposiciones que meditaba Jos Mara Espaa para sublevar las esclavitudes con el fin de hacer su insurreccin, y a los que con riesgo de su vida cooperaron a su prisin34.

Entre los premiados figuran: el brigadier don Joaqun de Zubillaga, teniente de rey; el brigadier don Mateo Prez, comandante del Real Cuerpo de Artillera; y el capitn don Felipe Rodrguez, del Batalln de Milicias de blancos de los Valles de Aragua, quien:
[] no slo ha cedido a favor de S.M. el sueldo que le corresponde, como actual empleado en el servicio con motivo de la insurreccin, tambin ha entregado en las Cajas Reales mil pesos para auxiliar a los crecidos gastos que se estn haciendo con motivo de ella; y por ltimo sali del puerto de La Guaira con treinta hombres escogidos a solicitar la prisin de Juan Xavier Arrambide, y don Jos Garca, que se saba estaban ocultos en una montaa muy spera distante
31

Copia de la sentencia absolutoria a favor de Jos Rudesindo Flores y Jos Mara Quintero, dada en Caracas, a 11 de junio de 1799, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. Ibdem, fol. 1r. 32 Copia de la sentencia absolutoria a favor de Manuel Ayala, Jos Mara Salas y Manuel Crdoba y Verdes, Pedro Betancourt, Jos Vctor Hernndez, Juan Antonio Quesada, Santiago Lafons, Miguel Gil, Juan de la Mata Daz, Cayetano Orozco y Jos Antonio Parra, dada en Caracas, a 11 de junio de 1799, en: Real Audiencia de Caracas sobre la sublevacin, Caracas, 9 de mayo de 1799. Ibdem, fol. 3v. 33 Representacin n 265 sobre sentencias, fol. 4r. 34 Sentencia a Jos Mara Espaa, fol. 4r.

325

tres leguas, y tom medidas tan justas que los reos no pudieron menos de entregarse, en lo cual hizo un servicio y contrajo un merito particular35.

Domingo Lander, capelln del Batalln Veterano, para quien la Audiencia solicita: [] una canonja en esta Santa Iglesia Catedral, o una pensin de 1000 pesos anuales sobre el ramo de vacantes mayores, y menores, mientras se le coloca en aquella. 36 Tambin al: [] capitn don Evaristo Buroz, concediendo el sueldo de su grado, y al sargento don Sebastin Blesa, el grado, y sueldo de Subteniente37. Otro de los favorecidos por motivos parecidos es Juan Vicente Echeverra38, en la solicitud de premiacin que hace Guevara y Vasconcelos el 4 de enero de 1799, al seor secretario de Estado, y del Despacho Universal de Gracia y Justicia, explica:

Entre los individuos de quienes hice mencin en mi informe de 28 de agosto de 1797 dando cuenta del descubrimiento de la conspiracin, que se tramaba contra este Gobierno en estas provincias, fue uno el doctor don Juan Vicente de Echeverra, cura rector decano de esta Santa Iglesia Catedral, con quien comunic, y consult el doctor don Domingo Lander, capelln del Batalln Veterano, la revelacin que le hicieron tres honrados y fieles pardos, del sigilo de la maquinacin []39.

Se premia tambin al escribano Jos Gabriel Aramburu 40 por:

35

Carta n 2 de la Real Audiencia de Caracas a Juan Manuel lvarez secretario del despacho de la Guerra, avisndole de la conspiracin descubierta en el mes de julio, contra la fidelidad y obediencia a S.M., remitiendo copias de las representaciones dirigidas al Supremo Consejo de las Indias y otros documentos justificativos. Con ndice de remisin, Caracas, 23 de agosto de 1797. AGI, Estado, 58, N.19, fols. 6v-7r. 36 Carta n 31 del presidente de la Real Audiencia de Caracas, don Manuel de Guevara y Vasconcelos, al ministro de Gracia y Justicia recomendando el mrito contrado por el cura castrense don Domingo Lander en el descubrimiento de la conspiracin que se tramaba contra el Gobierno y acompaa los documentos relativos a las gracias que se le concedieron, Caracas, 4 de enero de 1799. Ibdem, N. 26, fol. 1r. 37 Ibdem, fols. 1v-2r. 38 Carta n 32 del presidente de la Real Audiencia de Caracas, don Manuel de Guevara y Vasconcelos, al ministro de Gracia y Justicia, recomendando el mrito contrado por el cura don Juan Vicente Echeverra en el descubrimiento de la conspiracin que se tramaba contra aquel Gobierno, en: Presidente de la Real Audiencia de Caracas al ministro de Gracia y Justicia, Caracas, 4 de enero de 1799. Ibdem, fol. 1. 39 Idem. 40 Carta n 33 del presidente de la Real Audiencia de Caracas, don Manuel de Guevara y Vasconcelos, al ministro de Gracia y Justicia, recomendando el mrito contrado por el escribano de Gobierno don Jos Gabriel Aramburu, en el descubrimiento de la conspiracin que se tramaba contra aquel gobierno. Presidente de la Real Audiencia de Caracas al ministro de Gracia y Justicia, Caracas, 4 de enero de 1799. Ibdem, fol. 1r.

326

[] el desembolso de ms de 200 pesos fuertes que ha pagado de su bolsillo en la saca de 80 testimonios del Real decreto de 27 de mayo, y orden de 20 de junio, expedidos por el Ministerio de Hacienda para el donativo voluntario, y emprstito patritico, que deben contrsele como un verdadero donativo y servirle de recomendacin segn el espritu del citado real decreto 41.

Mara Josefa Herrera pide recompensa porque Espaa fue aprehendido en su casa 42; al esclavo Rafael Espaa, por haber delatado a su amo, se le otorga la libertad y se le permite usar una medalla con el busto del rey; a Miguel Jernimo Pimentel se le concede la Cruz Supernumeraria de Carlos III; a Antonio Moreno, el grado de teniente Coronel, al comandante de La Guaira Jos Vzquez Tllez, se le concede el traslado que haba pedido
43

, y a los oficiales, a

la tropa de la guarnicin de La Guaira, y a cualquier ciudadano de los: [] que concurrieron a la prisin de Espaa, que se les manifieste lo grato que le ha sido a S.M. este servicio[]44.

Desde la perspectiva econmica, este juicio caus una suerte de hecatombe en La Guaira y en alguna medida en Caracas: con las confiscaciones de bienes, buena parte del comercio y la produccin quedaron paralizados, muchas familias se arruinaron (con el cambio de manos de los bienes), aument considerablemente el nmero de mujeres y nios indigentes, por la prisin y extraamiento de sus parientes masculinos (padres, maridos, hermanos, etc.) que eran la nica fuente para su sustento, de tal forma que la zona, no muy prspera a pesar de ser puerto de mar, se vio seriamente depauperada; recurdese la escasa poblacin de La Guaira, en la que los conspiradores, sus familias, sus amigos y sus esclavos forman un porcentaje considerable. De aqu que en los aos siguientes sea abundante la documentacin solicitando devolucin de bienes, ayudas econmicas y la libertad para muchos de los que se pudran en los calabozos 45.

41 42

Ibdem, fols. 2r-2v. Oficio de doa Mara Josefa Herrera al capitn general. Da cuenta de las circunstancias en que fue preso en su propia casa, y por denuncia suya, el reo de Estado Jos Mara Espaa, pidiendo en recompensa parte del premio ofrecido para su aprehensin. La Guaira, 4 de mayo de 1799. AANH, Revolucin de Gual y Espaa 1796-1797, T. II, N. 28, fol. 63. 43 Sentencia a Jos Mara Espaa, fol. 1r. 44 Idem. 45 Vase: Representacin que dirige a S.M. Don Pedro Canivens, mdico del hospital de La Guaira, exponiendo la participacin que tuvo en la intentada revolucin de 1797, solicitando que se le permita regresar al lado de su familia. Filadelfia, 10 de febrero de 1798. AGI, Estado, 62, N. 12, y tambin: Documentacin relativa a la conspiracin de La Guaira en 1797. Varios, 1797-1805. AHNM, Consejo, 21.672. Documentacin relativa a la conspiracin de La Guaira en 1797. AGI, Estado, 61. Documentacin relativa a la conspiracin de La Guaira en 1797. AGI, Estado, 71. Documentacin relativa a la conspiracin de La Guaira en 1797. AGI, Estado, 72.

327

328

CONCLUSIONES

Muchas coincidencias y grandes diferencias pueden identificarse entre la Rebelin de Madrid y la Rebelin de La Guaira, y no slo la presencia de Picornell, Lax, Andrs y Corts y Campomanes; en ambos proyectos hay, por ejemplo, una conciencia concurrente: la firme resolucin de morir por la causa, que recuerda la interpretacin que hace Albert Camus del rebelde:

El rebelde quiere serlo todo, identificarse totalmente con ese bien del que ha adquirido conciencia de pronto y que quiere que sea en su persona, reconocido y saludado; o nada, es decir, encontrarse definitivamente cado por la fuerza que le domina. Cuando no puede ms, acepta la ltima prdida, que le supone la muerte, si debe ser privado de esa consagracin exclusiva que llamar, por ejemplo, su libertad. Antes morir de pie que vivir de rodillas1.

Lo cierto es que la nica sangre que se derrama en ambas conspiraciones es la de los propios encartados, bien por la tortura o por la ejecucin, porque nunca llegaron a tomar las armas contra nadie, ni siquiera contra las autoridades, y todo estuvo ms en las palabras que en los hechos. Ambos proyectos se inscriben en un mismo mbito poltico-ideolgico, signado tanto por las innumerables equivocaciones de la Corona al implantar su poltica de reformas, como por las revoluciones inglesa (industrial), norteamericana y francesa, un marco en el que adems ya haba antecedentes de insurreccin local. Pero tienen, entre si, unos propsitos comunes y otros diferentes. La finalidad de la conspiracin de Madrid gravita entre el establecimiento de una democracia libertaria, segn el modelo espartano propuesto por Picornell; la posibilidad de instaurar una repblica segn el modelo francs, o una monarqua constitucional, proposicin ms generalizada entre los reformistas ilustrados. En todo caso, el mvil central era acabar con el despotismo para alcanzar la libertad con un gobierno del pueblo y para el pueblo. En lo que respecta a la Rebelin de La Guaira, es por definicin, al igual que Madrid, un movimiento libertario, igualitario, republicano, democrtico y, por supuesto, antimonrquico y

Albert Camus, El hombre rebelde. Buenos Aires: Losada, p. 19, 1953.

como tal, antiimperialista pero se diferencia radicalmente del proyecto madrileo en cuanto a sus fines independentistas y abolicionistas. El nuevo proyecto del '97, inter-clasista (y peninsular criollo) puede entenderse tambin como la necesaria previsin de una experiencia republicana. sta ser la postura que, poco tiempo despus, defender Francisco de Miranda (como se evidencia en la correspondencia con Gual), reafirmada y parecida a la de Simn Rodrguez en los aos posteriores. A la vista de la documentacin de ambos procesos, de los cuales hemos tratado de deshilar y explicar, en la medida de lo posible, muchos de los asuntos que an quedaban oscuros en la historiografa espaola y venezolana, podemos inferir algunas cuestiones en las que ambos se asemejan y se diferencian, que permiten deducir la forma en que los conspiradores organizan el movimiento revolucionario, y a la vez, la manera en que la Corona acta en casos de sedicin: cmo se devela, se persigue, se juzga y se sentencia a los insurgentes en espacios muy diferentes: una ciudad europea interior, como Madrid, que es totalmente diferente a la ciudad portuaria caribea de La Guaira, pero lo cierto es que a las dos llegan con cierta facilidad los influjos ideolgicos revolucionarios. La organizacin, en ambos intentos frustrados de insurreccin, se estructura en el ncleo familiar de quienes encabezan el movimiento, en los dos casos, hombres con muy buena formacin humanstica, ilustrados al fin, a quienes respaldan sus hijos y sus esposas, sus amigos y parientes, es decir, que se fraguan en el seno de familias extendidas, lo cual es mucho ms notorio en la revolucin guairea, y como acertadamente dice Germn Arciniegas: La revolucin de la independencia en Amrica no es obra del caudillaje, ni idea surgida del cuartel, sino frmula de campesinos, puesta en limpio por estudiantes de vanguardia2. A pesar de tratarse de movimientos que nacen de los estratos medio-bajos de la poblacin, cuentan los rebeldes para la consecucin de recursos, con personajes poderosos del entorno poltico, interior o extranjero, quienes inciden con gran fuerza en el rumbo de los acontecimientos. En este sentido, se notan algunas diferencias pues, en el caso de La Guaira, los cabecillas son los mismos hacendados con disponibilidad econmica, y con el de los gobiernos ingls, francs, holands y sueco, a travs de sus representantes en las respectivas islas caribeas. No as en el caso de Madrid, en el que Picornell y sus aliados dirigen sus esfuerzos proselitistas hacia el artesanado desocupado, principalmente plateros, aunque nunca queda descartado el
2

Germn Arciniegas, El Estudiante de la Mesa Redonda. Plaza y Jans, p. 167, 1982.

330

hecho de que hombres poderosos como el conde de Tepa y otros de su estirpe, estuvieran respaldando econmica y polticamente las acciones; recurdese la misteriosa lista, desparecida del sumario, de quienes formaran la Junta Revolucionaria de Gobierno. Otro elemento que llama la atencin es el diseo minucioso de ambos planes, que en Madrid se evidencia en la redaccin del Manifiesto e Instruccin y, en La Guaira, en los numerosos documentos redactados con este fin, en particular en las Constituciones, todos los cuales les seran incautados, pero que sugieren la gran atencin puesta en organizar una maquinaria efectiva y la plena conciencia de que ella es necesaria para el xito de sus planes. La debelacin sigue un patrn: el de la traicin de aquellos en quienes se ha depositado la confianza y se cree que son afectos a la causa; ninguna de las dos conspiraciones fue descubierta porque las autoridades tuvieran sospecha alguna previa, lo fueron exclusivamente por la delacin, y desde ese momento es cuando comienzan las investigaciones y persecuciones. Se apostaron rondas para la captura, se violaron domicilios bajo sospecha, se detuvo a todo aquel sobre quien recayera la ms mnima duda de haber participado en cualquiera de las dos intentonas. El instrumento jurdico fundamental sobre el cual se basan las autoridades para justificar sus actos es la: Pragmtica sancin de S.M. en fuerza de ley por la cual se prescribe el orden con que se ha de proceder contra los que causen bullicios, o conmociones populares, promulgada en 1774 por Carlos III. En todo caso, se trata de juicios en los que la verdadera justicia est permanentemente ausente, y todo depende de los intereses de la Corona directamente, o en el caso venezolano, de los de las autoridades metropolitanas residentes en territorio americano. Juicios -el de Madrid y el de La Guaira- en los que la defensa tiene escasas o ningunas posibilidades de actuar en pro de su defendido, en los que la tortura, que ya se censuraba duramente en el resto de Europa, es el instrumento que se considera como el ms adecuado para obtener confesiones porque ello garantiza la certeza de la respuesta, en contra de la autocensura del interrogado, a quien, una vez torturado, se le ratifica su confesin. Hay que destacar que, en Madrid, se toman en consideracin, o al menos constan en el sumario, las pruebas de la defensa, no as en La Guaira, en que los juicios son sumarsimos y las sentencias metericas, sin admitirse apelaciones. Por otra parte, en una y otra causa aparece la figura del indulto, en Madrid por razn de Estado, una vez que se ha sentenciado, a peticin de Prez de Lema; y en La Guaira a quienes delataran o se delatasen, a peticin del obispo Viana, pero los cabecillas guaireos, a

331

diferencia de los madrileos, no tuvieron derecho a que se les eximiera de la ejecucin de la pena capital. Como elemento comn de ambos movimientos, todos los detenidos niegan haber tenido voluntad propia de participar en cualquiera de las dos conspiraciones, y que fueron los cabecillas - segn exponen - quienes les obligaron, bajo amenaza de muerte. Todo ello demuestra su debilidad frente al aparato policial del Estado. Es innegable la utilidad de la informacin que aportan los sumarios para reconstruir la ideologa y la poltica que asumen como propias, el interrogante y el interrogado, y establecer un balance del conocimiento que poseen, tanto las autoridades como los reos, con respecto a los vericuetos de las conspiraciones. En cuanto a los resultados, puede decirse que las conspiraciones de Madrid y de La Guaira constituyen pasos importantes hacia el nuevo orden poltico, aunque no hayan llegado a feliz trmino, porque marcan la pauta para nuevas experiencias revolucionaras, que en el caso de Venezuela y de toda la Amrica colonial, guiar sus pasos hacia la independencia absoluta; por decirlo de alguna manera, es el principio del fin de una era de sometimiento pero, sobre todo, ambos movimientos marcan el inicio de la teora y la praxis del pensamiento libertario en el mundo de habla hispana. En general, y esto es aplicable a todo el mbito, tanto peninsular como colonial, de la Espaa finisecular, el siglo habra de concluir sin la verdadera y radical transformacin econmica que se esperaba. Las restricciones internacionales hacia la poltica exterior espaola, y el proceso revolucionario hispanoamericano de finales del siglo determinante en el futuro de Espaa a ambos lados del Atlntico. Desde la perspectiva ideolgica, es importante destacar la influencia de un pensamiento revolucionario libertario y no liberal como se ha credo hasta ahora, es decir, que ambas propuestas no tienen como nico referente a las revoluciones burguesas europeas (fundamentalmente, porque ni en Nuestramerica ni en Espaa, exista una clase burguesa como tal), a pesar de que conocieran y usaran algunas de sus ideas o a sus representantes estratgicamente, sino a una nueva forma de ver la sociedad, que ya comenzaba a fluir tanto en Nuestramerica como en Europa, y que derivara en el pensamiento anarquista y en el socialista decimonnico, de cuya influencia estar impregnada la Independencia encabezada por el Libertador Simn Bolvar.
XVIII,

tuvieron un efecto

332

APNDICE Catlogo Picornell A continuacin, el contenido del Catlogo Picornell, en el cual se incluye la referencia bibliogrfica de cada una de las obras, que, posiblemente, podra coincidir con el contenido del manuscrito de dicho Catlogo.

Catlogo de los libros que contena el bal que se condujo de casa de Juan Picornell y Gomila a la del Conde del Pinar para su reconocimiento, en: Causa de Estado. Pieza 1 Corriente. Causa criminal reservada de Estado formada por el Seor Don Jos Antonio Mon y Velarde, Conde del Pinar, Alcalde de la Real Casa y Corte, en virtud de especial comisin, orden verbal y auto rubricado del Excelentsimo Seor Obispo de Salamanca Gobernador del Consejo sobre la conspiracin, sublevacin, conmocin popular y trastorno del Gobierno monrquico, proyectado, y llevado a efecto en los preparativos y disposiciones prximas, y ms conducentes a su ejecucin.3

Ttulo en Catlogo Picornell El Vocabulario de Nebrija

Tomos 01 tomo

Obra posible Podra tratarse de alguna de las siguientes obras: Antonio de Lebrija, Dictionarium latino-hispanicum, Salmanticae: [Typ. Nebrissensis], 1492 Lebrija, Elio Antonio de, Vocabulario Espaol-Latino, Salamanca, [1495?], Nebrija, Antonio de (1444-1522) Diccionario de romance en latin van aadidos en esta ultima impression pocos vocablos; pusose assi mesmo en el fin deste vocabulario un compendio de los vocablos arabigos corruptos, Sevilla: Alonso Rodrguez Gamarra, 1610, [2], 74 [i.e. 76] h. Aunque lo ms probable es que sea: Nebrija, Antonio de (1444-1522), Gramatica latina / de Elio Antonio de Nebrija. Con la Explicacin, y Notas del P. Agustin de S[an] Juan Bautista de la Religin de las Escuelas Pias. Reducidas compendio por el P. Pedro de Santa Mariah Magdalena de la misma religin, Mallorca: Salvador Sevall, 1780, 2 h. + 330 p.

AHNM,

Consejo, 11936-II, Madrid, 31 de enero de 1795, fols. 501r-502v.

333

El Calepino de Salas Quinto Curcio Rufo traducido al espaol por el Marqus de Corpa Dictionario de Sobrino

01 01

01

Thesauro de Requejo

01

La 1 y 2 parte de las obras 02 de Quevedo

La Gramtica Latina de Don Juan De Iriarte

01

El Catecismo de la 01 Doctrina Christiana de Bomet traducido al espaol

El arte explicado

01

Resumen de los 01 documentos y papeles pertenecientes al Concurso del Marquesado de Astorga Tratado de Matemtica 01

Salas, Pedro de (S.I.), [Calepino de Salas], [S.l.]: [s.n.], [s.a.], [6], 1212 p.4 Rufo, Quinto Curcio, Matheo Ibez de Segovia y Orellana (trad.) De la vida y acciones de Alexandro el grande, Madrid: Antonio de Sancha, 1781. Sobrino, Francisco, Diccionario nuevo de las lenguas espaola y francesa: en que se contiene la explicacin del espaol en francs, y del francs en espaol: en dos partes, Bruselas: Henrique-Alberto Gosse y Soc. Mercad. de Libros, 1760. Requejo, Valeriano (S.I.), Thesauro Hispano-Latino, [s.l.]: [s.n.], [s.a.], [10], 754 pp. Quevedo y Villegas, Francisco de (1580-1645), Obras de Don Francisco de Quevedo Villegas Madrid: Antonio de Sancha, 1790, 2 v. (773 [i.e. 673], [2], [1] en bl.; XXVI, 559, [1] en bl., [8] pp. Yriarte, Juan de, Gramtica latina: escrita con nuevo mtodo y nuevas observaciones, en verso castellano con su explicacin en prosa, Madrid: Real Imprenta de la Gazeta, 1775. No ha sido posible encontrar en las fuentes consultadas el autor Bomet, pero es muy posible que se refiera al catecismo de Fleury, de extensa circulacin en la poca. Fleury, Claude (Velbeder, Carlos de, trad.) Catecismo histrico, o compendio de la Historia Sagrada, y la Doctrina Cristiana, Pars: Pedro Witte, 1717, [12], 240 pp, [14] h. de grab. Marquez de Medina, Marcos, El arte explicado y grammatico perfecto, Madrid: Joachin Ibarra, 1764,2 v. ([24], 372, [4] p.; [4], 483 p. Desconocido

Entretenimientos de
4

01

Fernndez, Antonio Gabriel, Tratado de la trigonometra plana y esfrica: continuacin del Compendio de matemticas, agregndole un apndice que amplifica ms el conocimiento de la trigonometra esfrica, las tablas logarithmicas de nmeros naturales, y las de los senos y tangentes, Sevilla: Vzquez, Hidalgo, y Compaa, 1788, 168, 71-73, [193] p., [1] h. pleg., 3 h. pleg., de lm. Mably, Gabriel Bonnot de, Entretenimientos de Phocion

El polismico trmino de calepino, se usa, aunque ya muy poco, como sinnimo de diccionario latino, o para definir los apuntes necesarios para llevar a cabo un trabajo literario-cientfico. El vocablo proviene de Fray Ambrosio Calepino (14381511) lexicgrafo italiano, nacido en Calepio (Brgamo), de la orden de San Agustn, quien elabor el diccionario, cuyo ttulo original es Cornucopiae (Regio, 1502), suerte de enciclopedia renacentista que compendia el saber clsico.

334

Phocion

El 2 tomo de las obras de Madama de Fouquet

01

Compendio de la vida de Mahoma en espaol El tomo 7 del Correo de los Ciegos

01

01

Gerardo Vosio Rethorices contracta

01

Gramtica latina y castellana

01

La Eneida de Virgilio

02

Instituciones poticas de Don Santos Diez

01

La potica de Aristteles

01

sobre la semejanza y conformidad de la moral con la poltica / traducidos del griego de Nicocls con notas y del francs por don Martin Fermin de Labiano, Madrid: Joachin Ibarra, 1781, [4], XX, 189 p. Fouquet, Marie de Maupeou, vicomtesse de Vaux, Obras mdico-chirurgicas de Madama Fouquet, economa de la salud del cuerpo humano. Ahorro de mdicos, cirujanos, y botica / Prontuario de secretos, caseros Traducidos por Francisco Monroy y Olasi. Aumentados de exquisitas recetas miscelneas, Valladolid: Alonso del Riego, 1748, 2 v. Pastoret, Claude Emmanuel Joseph Pierre, Marquis de (J.D.T., trad.), Compendio histrico de la vida del falso profeta Mahoma, Madrid: Antonio de Sancha, 1788, 124 p. Correo de Madrid ( de los ciegos), Madrid: Josef Herrera, 1786-1791, 8t. Cfr. Iglesias Martnez, Nieves, Ma, Ana Mara, Correo de Madrid o de los Ciegos, Madrid, 17861791, Madrid: [s.n.], 1968 (Artes Graf. Municipales), XIX, 66 p. Podra tratarse de: Bossuyt, Jacques Ignace van, Theologia moralis contracta, et dilucide per petitiones, esponsionibus adjunctis ad instructionem singulorum proposita, atque in binum tomum divisa / Authore R. et Eximio Patre P. Jacobo vam Bossuyt, Lovanii: Franciscus Vande Velde, [1709?], 2 v. Snchez del Castellar y Arbustante, Manuel (O. de M.) (1707), Escuela muda de Gramtica latina en las aulas de Ortografa y Prosodia: con las reglas de ortografa castellana perfecta y acentos del misal y breviario romano, Orihuela: Mateo Penen, 1672, [16], 208 p. Virgilio Maron, Publio (Hernndez de Velasco, Gregorio, trad.), La Eneida, Valencia: Josef i Thomas de Orga, 1777, [12], 527 p. Diez Gonzlez, Santos, Instituciones poticas con un discurso preliminar en defensa de la poesa y un compendio de la historia potica o mitologa, Madrid: Benito Cano, 1793, LXXII, 443 [i.e. 343] p. Palau, IV, 457, 73783 dice: es un arreglo bien hecho de las Instituciones poticas del P. Juvencio (Jouvency). El discurso en defensa de la poesa es traduccin de un texto del Abate Massieu. El resto esta sacado de Batteux y del P. Juan Andrs. Aristteles (Ordoez de Seijas y Tobar, Alonso, trad. Heinsius, Daniel (1580-1655), anot.), La potica de Aristteles; adese nuevamente el texto griego, la versin latina y notas de Daniel Heinsio; y las del Abad Batteux traducidas del francs; y se ha suplido y corregido la traduccin castellana por el Licdo Don Casimiro Florez

335

Ensayo sobre la educacin 02 de la nobleza traducido del francs al espaol por Don Bernardo Mara Calzada: dos tomos en un volumen Escuela aritmtica 01

Canseco, Madrid: Antonio de Sancha, 1778, [16], 349 p., [3] en bl., [1] h. de grab. (Texto en espaol, latn y griego) Mara Calzada, Bernardo, Ensayo sobre la educacin de la nobleza / lo escribi el caballero ***; y traslad al castellano Bernardo Mara de Calzada, Madrid: Imprenta Real, 1792, 2 v. Garca, Juan Justo, Elementos de aritmtica, lgebra y geometra, Madrid: Joaqun Ibarra, 1782, [4], XXXII, 442, [104] p., VIII h. de grab. pleg. Condillac, Etienne Bonnot de (Calzada, Bernardo Mara de, trad.), La Lgica o los primeros elementos del arte de pensar, Madrid: Imprenta Real, 1788, [8], 174 p., [2] en bl. Bernardo Mara Calzada, hizo la primera traduccin literal y fue procesado por la Inquisicin. Gibert, Baltasar, La rhtorique on les rgles dloquence, Paris : Barbou, 1766, [2], 650, [8] p. Amar y Borbn, Josefa, Discurso sobre la educacin fsica y moral de las mugeres, Madrid: Benito Cano, 1790, [6], XL, 349 p. Chabaneau, Francisco, Elementos de Ciencias naturales: dispuestos de orden del Rey, Madrid: Viuda de Ibarra, 1790, [4], VI, [2], 479 p., [4] h. de grab. Pleg. Macquer, Pierre Joseph (Surez y Nez, Miguel Jernimo, trad.), Elementos de qumica-theorica, Madrid: Pedro Marn, 1784, [10], XIII, [1], 428 p., [4] h. de grab. pleg. Galmace, Antonio, Llave nueva y universal para aprender con brevedad y perfeccin la lengua francesa sin auxilio de maestro, Pars: [s.n.], 1753, [8], 47, [1] p. en bl. Rosell, Antonio Gregorio, Instituciones matemticas, Madrid: Imprenta Real, 1785, [6], XLII, [16], 2, 392 [i.e. 400], [2] p. Demstenes (Cesarotti, Melchior, trad., anot.), Opere di Demostene, tomo terzo, Brgamo: Francesco Locatelli, 1781, 352 p. Ovidio Nasn, Publio (Palomares, Juan Antonio (S.I.), anot.), P. Ovidio Nasonis Tristium : argumentis et notis hispanicis illustrati, Villagarsiae : typis Seminarii, 1759, [12], 259 p. Cicern, Marco Tulio (Simn Abril, Pedro, trad.), Los dos libros de las epstolas selectas de Marco Tulio Cicern: en que se pone el uso de Cartas Narratorias, i de favor, Valentiae: Officina Salvatoris Fauli, 1777, [8], 320 p. (Texto paralelo en latn y espaol) Arcos, Fermn de los (O.F.M. Cap.), Aritmtica terica y prctica en compendio de las cuentas mas usuales y

Lgica de Condillac: traducida

01

Retrica de Mr. Gilbert traducida Discurso sobre la educacin phisica y moral de las mujeres por Doa Josefa Amar y Borbn Elementos de ciencias naturales el 1 tomo Elementos de qumica traducidos del francs el tomo 1 Galmace Gramtica francesa Instituciones aritmticas

01 01

01

01

01

01

Obras de Demstenes en italiano el 3 tomo Ovidio los 5 libros de los tristes Los dos libros de las epstolas selectas de Cicern

01

01

01

Aritmtica para negociaciones

01

336

Educacin de la Juventud

01

Horacio espaol

01

La cultura del entendimiento

01

Elementos de aritmtica, lgebra y geometra

01

Las glogas y Gergicas 01 de Virgilio, rimas y la tragedia de Pompeyo Conversaciones sobre los 01 muchos puntos de la moral: en francs Instituciones de gramtica latina 01

El tomo 1 de las recreaciones filosficas

01

Rudimentos de la lengua

01

corrientes, tanto para el comercio de los reynos de Castilla, Aragn, Madrid: Alfonso Lpez, 1786, 6], X, 229, 2] en bl., p. Barberi, Matheo, Educacin de la juventud para formar un buen ciudadano, Madrid: Pedro Marn, 1775, [6], 85 p. Tambin puede tratarse de la obra: Don Carlos teniendo presente el nuestro Consejo, que la educacin de la juventud por los maestros de primeras letras es uno, y aun el mas principal ramo de la polica, y buen gobierno del estado, pues de dar la mejor instruccin la infancia podr experimentar la causa pblica el mayor beneficio, proporcionndose los hombres desde aquella edad, no solo para hacer progresos en las ciencias y artes, sino para mejorar las costumbres Dada en Madrid once de julio de mil setecientos setenta y uno [S.l.: s.n., s.a.], [8] p. Horacio Flaco, Quinto (Campos, Urbano, trad.), Horacio espaol o Poesas lyricas / de Q. Horacio Flacco; revista, corregida y aumentada con la traduccin del Arte Potica del mismo Horacio por el Padre Luis Minguez de San Fernando, Madrid: Antonio de Sancha, 1783, XV, 548 p. (Texto paralelo latn-espaol) Watts, Isaac (Supersville, Daniel de, trad.) La cultura del entendimiento Medios para facilitar la adquisicin de los conocimientos tiles humanos, Madrid: Imprenta Real, 1792, [2], XIV, 295 p. Garca, Juan Justo, Elementos de aritmtica, lgebra y geometra, Madrid: Joaqun Ibarra, 1782, [4], XXXII, 442, [104] p., VIII h. de grab. pleg. Virgilio Marn, Plubio (Mesa, Cristbal de, trad.), Las glogas y gergicas de Virgilio, rimas y el Pompeyo Madrid: Ramn Ruiz, 1793, [6], 346 p. Mably, Gabriel Bonnot de, Abb (1709-1785), Entretiens de Phocion, sur le rapport de la morale avec la politique / traduits du grec de Nicocls, avec des remarques par Mr. l'Abb de Mably, Amsterdam: [s.n.], 1789, XXIV, 204 p. Ballot y Torres, Jos Pablo, Reflexiones oportunas para el uso y manejo de la Lengua Latina y algunas noticias para la inteligencia del estilo y elegancia de la Sagrada Escritura, entresacadas, de varios autores, y dirigidas a las clases de Gramtica y Retrica del Colegio Pontificio y Episcopal de Barcelona, Barcelona: Eulalia Piferrer Viuda, 1782. Teofrasto (Lpez de Ayala, Ignacio, y Duclos, Charles Pinot trad.) Reflexiones filosficas sobre las costumbres de nuestro siglo, Caracteres morales, Madrid: Miguel Escribano, 1787, XIV, [2], 100 p.; 304 p. Puig, Salvador, Rudimentos de la gramtica castellana que

337

latina

Aventuras de Telmaco: en 01 francs

Mtodo de estudios tomos, 03 1, 2 y 3

El 3 tomo de las obras del Conde Algaroti en italiano La primera parte de la instruccin de un prncipe Ciencia del foro

01

01

01

La Economa de Xenofonte 01

Reflexiones sobre las 01 principales operaciones del entendimiento

Ortografa castellana

01

por disposicin del seor Don Josef Climent, Obispo de Barcelona se han de ensear en su Colegio Episcopal y tridentino, Barcelona: Thomas Piferrer, 1770 (1769), [24], 154 p. Tambin podra tratarse de la obra: Exmen pblico de los elementos de doctrina chistiana, historia sagrada y de Espaa, esfera armillar y geografa, rudimentos, syntaxs, retrica, y potica de la lengua latina, que se presentarn los caballeros seminaristas de las Escuelas Pas del Avapies el da 19 de junio, Madrid: Pedro Marn, 1789, 50 p. Fenelon, Franois de Salignac de la Mothe (Arzobispo de Cambray), Aventuras de Telmaco Hijo de Ulyses: continuacin del libro IV de la Odisea de Homero, Madrid: Joachin Ibarra, 1777, [4], 498 p., [7] h. grab. Andrs de la Ascensin (O.C.D.) Carta circular del General de los Carmelitas Descalzos sobre el mtodo de estudios, establecido por el Cardenal Don Nicols Coloma de Stigliano, Nuncio de su Santidad en estos Reynos, Madrid: Josef Doblado, 1785, 36 p.: con grab. en la port. y letr. cap. grab. Tambin podra tratarse de la obra: Valls y Geli, Ciro, Mtodo prctico i fcil para promover los estudios de latinidad i bellas letras / dispuesto por el Dr. Dn. Ciro Valls i Geli, Barcelona: Francisco Suri i Burgada, impresor del Rey, 1790, [12], 259, [1] p. Algarotti, Francesco, Opere del Conte Algarotti, Livorno: Marco Coltellini, 1764, [1] h., 463 p. El tercer tomo contiene: Saggi sopra differenti soggetti Condillac, Etienne Bonnot de, Cours dtude pour linstruction du Prince de ParmeD. Ferdinand, Parme Paris : Monory, 1776, 30, 144, 356 p. Ciencia del foro Reglas para formar un abogado / extractadas de los mejores Autores de Jurisprudencia, as antiguos como moderno, Alcal: Joseph Antonio de Ubarrola, 1789,[16], 183, [2] p. Jenofonte (Ruiz Bamba, Ambrosio, trad.), La economa y los medios de aumentar las rentas publicas, dos tratados, Madrid: Benito Cano, 1786, [20], 298 p. Marsais, Cesar Chesneau du, Reflexiones sobre las principales operaciones del entendimiento / obra pstuma de Mr. De Marsais, y el elogio del mismo autor por Mr. DAlembert, traducido todo del francs, Madrid: Miguel Escribano, 1785, 200, [3] p. Real Academia Espaola, Ortografa de la Lengua castellana / compuesta por la Real Academia Espaola, Sexta impresin, corregida y aumentada, Madrid: Joaqun Ibarra, 1779, [4], XII, 204 p., IX h. de grab.

338

Las Epstolas de Marco Tulio Cicern

04

El tomo 3 de Don Quijote, 02 y el 4

Virgilio en latn

01

Cicern. Dilogos de Senectute et amicitia

01

Cornelio Nepote en latn y castellano

01

Un tomo de los remedios de la Fouquet en francs

01

El verdadero antdoto contra los malos libros de estos tiempos

01

Compendio de retrica por 01 Muruzabal La despedida de la 01 Mariscala Caaveras aritmtica 01

Cicern, Marco Tulio (Simn Abril, Pedro (ca. 1530), trad.), Epstolas o Cartas de Marco Tulio Cicern: vulgarmente llamadas familiares, Valencia: Joseph y Thomas de Orga, 1780, 4 tomos. (Texto paralelo en latn y espaol) Cervantes Saavedra, Miguel de, El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha (Nueva edicin corregida por la Real Academia Espaola), Madrid: Joaqun Ibarra, 1780, [4], XIV, 306 p. [7] h. de grab. Virgilio Marn, Publio (Minellius, Johannes, anot.), Publii Virgilii Maronis Opera / cum annotationibus Johannis Minelli, Editio ceteris Hispanicis longe castigatior nunc vero / a Paullo Antonio Gonzalez et Fabro, [Matriti]: Typographia Regia, vulgo de la Gazeta, 1773, XVI, 782 p., [2] en bl. Cicern, Marco Tulio (Isla, Francisco de (S.I.), anot.), M.T. Ciceronis Dialogi de senectute, et amicitia / summariis et notis hispanicis illustrati A. P. Josepho Francisco de Isla Societate Jesu in usum scholarum eiusdem Societatis, Villagarsiae: Typis Seminarii, 1760, [12], 215 p.; 8 (Texto en latn y anotaciones en castellano) Nepote, Cornelio,(Gmez Zapata, Alfonso, adic.), Vidas de los mas famosos capitanes griegos / escritas en lengua latina por Cornelio Nepote; e ilustradas con notas castellanas; contienen muchas noticias geogrficas, histricas, y muchas de antigedades griegas y romanas, con un tratado para el conocimiento de las monedas griegas y romanas, Madrid: Antonio Espinosa, 1788, XIII, 530 p. (Texto en latn y espaol) Fouquet, Marie (Monroy y Olasso, Francisco, trad.), Obras medico-chirurgicas de Madama Fouchet / economa de la salud del cuerpo humano prontuario de secretos caseros, faciles, y seguros, tomo I que contiene los remedios de las dolencias externas, Salamanca: Antonio Villagordo y Alcarz, 1750, [20], XX, 360 p. Jamin, Nicols (O.S.B.) (Quijano, Gabriel (O.S.B.), trad.), Verdadero antdoto contra los malos libros de estos tiempos Tratados de la lectura Christiana, Madrid: Miguel Escribano, 1784,LXXIV, 333, [1] p. Muruzbal, Jos de, Compendio de rethorica latina y castellana, Madrid: Placido Barco Lpez, 1789,[4], 491 p. Caraccioli, Louis-Antoine (Francisco Mariano Nipho trad.) Ultima despedida de la Mariscala sus hijos, Madrid: Miguel Escribano, 1784, 4 h. no numer. + 299 p., 2 h. Gonzlez Caaveras, Juan Antonio, Plan de educacin, o exposicin de un nuevo mtodo para estudiar las lenguas, geografa, cronologa, historia, filosofa, matemticas, Madrid: Joaqun Ibarra, 1782, 28, 33 p.

339

Compendio de la geografa universal

01

Gramtica castellana

01

Idem pero por otro autor

01

Introduccin general al estudio de las ciencias

01

Elementos de todas las ciencias

01

Florez clave geogrfica

01

Dilogos de Luis Vives

01

Silabario terico prctico

01

Heinecio fundamenta stili cultionis pocas para la introduccin a la historia universal: manuscrito

01

01

Giustiniani, Francesco, El atlas abreviado El nuevo compendio de la geografa universal, poltica, histrica i curiosa, segn el estado presente del mundo: illustrado con quarenta i tres mapas i enriquecido con un breve tratado de la Geografa antigua, Len de Francia: Jaime Certa, 1739, [25], 224, [2] p., [30] h. de map. pleg. Martnez Gmez Gayoso, Benito, Gramtica de la lengua castellana: reducida a breves reglas, Madrid: Gabriel Ramrez, 1769, XL, [8], 365 p. Podra tratarse de una de las ediciones de la: Gramtica de la lengua Castellana/ compuesta por la Real Academia Espaola, Madrid: Viuda de Ibarra, 1786, [8], XXV, 479 p. Introduccin general al estudio de las Ciencias y de las Bellas-letras: en obsequio de los que no saben otra lengua que la vulgar (Robles, Antonio, trad.), Madrid: Viuda de Ibarra, 1790, [2], XXVI, 308 p. Copin, Miguel (ed. lit.), Elementos de todas las ciencias obra til para la educacin de la juventud de ambos sexos / traducida del francs y publicada por D. Miguel Copin, Madrid: Manuel Martn, 1775, [16], 399, [17] p., [11] h. de grab.: il. Flrez, Enrique (O.S.A.), Clave geogrfica para aprender Geografa los que no tienen maestro, Madrid: Joaqun Ibarra, 1771, [4], VIII, 323 p., [3] h. de grab. pleg. Vives, Juan Luis, Introduccin a la sabidura / compuesta en latn por el Doctor Juan Luis Vives; adese El dilogo de Plutarco sobre la ira y la carta a Poliano del modo de proceder en el matrimonio, traducido por Diego de Astudillo, Valencia: Benito Monfort, 1779, [4], 246 p. Gonzlez de Valds, Juan Antonio, Silabario tericoprctico: dividido en tres listas, Con los nombres particulares de los sonidos diferentes de la voz para las articulaciones de casi todas las palabras escritas, Madrid: Joaqun Ibarra, 1779, 24, 92, [2] p. Heineccius, Johann Gottlieb, Fundamenta: stili cultioris in usum auditorii adornavit et syllogen exemplorum adiecit, _ours_r: Balleoniana, 1743, XXIV, 444 p. Posiblemente se trate de una copia manuscrita de la obra: Bossuet, Jacques Benigne, Obispo de Meaux (Salcedo, Andrs de, trad.), Discurso sobre la Historia Universal para explicar la continuacin perpetua de la Religin, y las varias mutaciones de los Imperios, Madrid: por Andrs Ortega, 1778, [46], 371 p.

340

Hombre de honor

01

Lecciones preliminares del curso de estudios del Abad de Condillac Entretenimiento de los nios

01

01

La llave de las ciencias

01

Schmitt, Francisco, La verdadera poltica de las personas de calidad, y otras qualesquiera, mximas de la sabidura, que se deben observar para vivir con quietud y honor en esta vida, y alcanzar la gloria de la otra, Madrid: Manuel Martn, 1780, [8], 326, [14] p., [4] en bl. Posiblemente se trate de un segundo ejemplar de la obra ya mencionada: Condillac, Etienne Bonnot de, Cours dtude pour linstruction du Prince de Parme, Parme Pars: Monory, 1776, 30, 144, 356 p. Entretenimiento de los nios con reflexiones e instrucciones para la juventud / [por Guillermo Pen (et al.)]; por Monsieur Rochon [que las corrigi, aument, y traduxo al Espaol], Madrid: Miguel Escribano, 1779, 271 p. (Doce cartas escritas por los pupilos de la Escuela Francesa. Texto paralelo en espaol y francs) Galmace, Antonio, Llave nueva y universal para aprender con brevedad y perfeccin la lengua francesa: dividida en dos partes, Madrid: Miguel Escribano, [S.a.], [12], 400 [i.e. 392] p.

Discurso Therico prctico sobre la educacin de la infancia por Don Juan Picornell y Gomila Juicio sobre el modo de curar los morbos con agua y limitaciones de los purgantes La lgica

01

01

Allen, John, Synopsis universae Medicinae practicae: sive Doctissimorum virorum de Morbis eorumque causis ac remediis judicia, Venetiis: Laurentius Basilius, 1748 Probablemente se trate de un segundo ejemplar o de otra edicin de la obra: Condillac, Etienne Bonnot de (Calzada, Bernardo Mara de, trad.), La Lgica o los primeros elementos del arte de pensar, Madrid: Imprenta Real, 1788, [8], 174 p., [2] en bl. Slo a modo de referencia se incluyen la siguiente bibliografa, ya que no se especifica a que obras se refiere, se ha eliminado el ao de la ficha para dejar slo la informacin genrica: - Mercurio histrico y poltico, que contiene el estado de la presente Europa y generalmente todo lo mas curioso perteneciente al mes de compuesto del Mercurio de la Haya y otras noticias, Madrid: Antonio Marn, Cdiz: Salvador Snchez, [s.a.] - Mercurio histrico y poltico: que contiene el estado presente de la Europa, lo sucedido en todas las Cortes, los intereses de los Prncipes, y generalmente todo lo mas curioso, perteneciente al mes de compuesto por diferentes

01

Otros varios libros de poco monto como Mercurios, Memoriales literarios etctera

----

341

Diarios, Mercurios, Gazetas de todos los pases, y sacado de otros Documentos y noticias originales, Madrid: Imprenta de la Real de la Gazeta, [s.a.] - Mercurio de Espaa, Madrid: Imprenta Real, [s.a.], [2], 95-180 p. -Memorial literario, instructivo y curioso de la corte de Madrid. Madrid: Imprenta Real, 1785, pp. 273-398

ANEXO DOCUMENTAL

Documento n 1 Relacin de los mritos, ttulos, grado, ejercicios literarios del bachiller D. Juan Picornell y Gomila, Individuo de la Sociedad Econmica de Madrid, y Benemrito abonado, de la Bascongada. Madrid, 3 de julio de 1787. AHNM, Consejo, 11936-I, 4 fols. (Impreso)

[Cruz] Relacin de los Mritos ttulos, grado, ejercicios literarios del Bachiller D. Juan Picornell y Gomila, Individuo de la Sociedad Econmica de Madrid, y Benemrito abonado, de la Bascongada. Consta que es hijo legtimo, natural de la ciudad de Palma en la isla de Mallorca, y de edad de veinte y nueve aos cumplidos en diez y nueve de octubre prximo pasado de ochenta y seis. Que estudi dos aos de filosofa en la Universidad de Palma, siendo seminarista del Conciliar de San Pedro de ella, en cuyo tiempo hizo oposicin a las becas del Colegio de Nuestra Seora de la Sapiencia, y le fue conferida una de ellas, habiendo argido y defendido en los ejercicios que previenen sus Constituciones siempre que le toc por turno. Que en doce de agosto de mil setecientos setenta y ocho recibi el grado de Bachiller en Filosofa por la Universidad de Salamanca, precedidos los ejercicios acostumbrados, que le fueron aprobados nemine discrepante. Que estudi tres aos de teologa. Que fue admitido por actuante de la Academia de San Agustn, llamada La Diaria, precedido el examen acostumbrado, y aprobacin nomine discrepante, habiendo desempeado la obligacin

342

de tal acadmico, defendiendo y arguyendo las conclusiones que le tocaron por turno, y otras voluntariamente. Que explic de extraordinario en filosofa por espacio de tres meses en la propia Universidad de Salamanca por eleccin del rector de ella, habiendo asistido a su explicacin crecido nmero de estudiantes con general aprovechamiento. Que substituy una Ctedra de Artes. Que fue electo consiliario de la expresada Universidad por su nacin y corona de Aragn, por el rector y consiliario nemine discrepante; y como tal asisti a los claustros que celebr la misma Universidad. Que ha sido alcalde de la Santa Hermandad, y uno de los de barrios de la ciudad de Salamanca, cuyos empleos desempe con el mayor celo. Que en seis de marzo de mil setecientos ochenta y cuatro fue admitido por Individuo de la Sociedad Econmica de Madrid, y en treinta de abril del presente nombrado Socio Benemrito abonado, de la Bascongada. Que habiendo hallado en una de las calles de dicha ciudad de Salamanca a un muchacho abandonado, llamado Juan Grande, natural del lugar de Villarino, tierra de Ledesma, de edad de once aos, desnudo, y entregado a la mendicidad por la grande pobreza de su padre, y no tener quien le protegiese, deseoso de hacerle til al Estado, tom a su cargo su colocacin; y no habiendo tenido efecto las eficaces diligencias que practic para ponerle en el Hospicio, por estar completo su nmero, trat su acomodo con uno de los mejores maestros de cerrajero y herrero de dicha ciudad, para que en la clase de aprendiz le recibiese en su casa, y ensease estos oficios en el trmino de seis aos, para cuyo fin lo visti de ropa nueva interior, y exterior, y otorg con Francisco de la Iglesia, maestro de cerrajero y herrero, la escritura correspondiente con fecha de veinte de mayo de este ao, compuesta de diez artculos, que se reducen, a que dicho maestro en el preciso trmino de seis aos le ha de dar enseado, poniendo el mayor cuidado en sacarlo buen oficial: que no le pueda mandar cosas ajenas de su oficio: que le haya de permitir en aquellas horas que no son precisas para el trabajo se dedique a aprender a leer, y escribir, y concurrir a la Escuela de Dibujo: que deba cuidar de su aseo y limpieza, no permitiendo, en cuanto fuere posible, salga a la calle tiznado ni roto, juegue a los naipes, dados, entre en taberna, ni use de cofia ni capa en dichos seis aos: que le haya de instruir en la doctrina cristiana; para todo lo cual se oblig dicho don Juan a abonar al citado maestro quinientos reales de velln, y al muchacho

343

los mritos necesarios para recibirse de maestro, siempre que salga buen oficial; pues en caso de no aplicarse como es debido, queda de cuenta del mismo maestro el volverlo a entregar al referido don Juan, y no estando en dicha ciudad, a la justicia, para que tratndose como vago e inaplicado, le destine donde convenga. Igualmente consta por una informacin de seis testigos vecinos de la nominada ciudad de Salamanca recibida con citacin del procurador sndico personero, y aprobada por el actual alcalde mayor de ella en Auto de veinte y uno de mayo del presente: Que el referido don Juan Picornell es de buena vida y costumbres, de conocida honestidad y desinters: que tiene una instruccin muy vasta del gobierno econmico y poltico de los pueblos; y que est adornado de un celo verdaderamente patritico. Que represent a S.M. para la reforma del Real Hospicio de dicha ciudad de Salamanca, establecimiento de una Sociedad Econmica y de una Junta de Caridad, de la que fue nombrado cuando su establecimiento uno de sus primeros Individuos. Que ha comunicado a varios artesanos muchas luces y descubrimientos que ha adquirido en sus continuos viajes a otras provincias, y estudios de los mejores autores econmicos. Que les ha instruido en varias operaciones que ignoraban, y enseado a hacer otras a menos trabajo, y con ms utilidad. Que los ha sacado de varias preocupaciones, y convencido a fuerza de experiencias hechas por l mismo, y a su costa, en lo que ha invertido bastantes reales, y conseguido por estos medios muchos adelantamientos en varios oficios, con especialidad el de platero y cerrajero. Que por su medio y luces se ha perfeccionado una fbrica de baldosas de todos colores, de la que se surten en el da casi todos los maestros de aquella provincia, lo que ejecutaban antes de Potencias extranjeras. Que se ha mejorado por su medio el tinte de la fbrica de sombreros baratos de dicha ciudad, y logrando que se les d un tinte ms permanente. Que a persuasin y vivas instancias suyas se ha determinado un maestro de cerrajero a hacer todo gnero de muelles para coches, a semejanza de los que venan de Londres, como tambin catres de hierro, y todo gnero de cerrajera, y entablado con esta Corte un comercio de dichos gneros, de lo que ha resultado una conocida utilidad. Que ha socorrido a varios artesanos en sus necesidades, para que no estuviesen parados en sus oficios, y proporcionado a otras primeras materias.

344

Que ha favorecido en aos estriles a muchos labradores pobres, dndoles trigo y dinero para remediar sus urgencias, y representado a S.M., para el establecimiento de un Monte Po para su socorro, cuyo expediente se halla en el Consejo. Que ha desempeado con el mayor acierto cuantas comisiones ha puesto a su cuidado la ciudad de Salamanca, sin otro fin ni inters que el de servir al pblico, y con especialidad la de ejecutar la vasta comisin del nuevo arreglo de tributos de dicha ciudad, y trmino de su Alcabalatorio, conforme al Real Decreto de veinte y nueve de junio de ochenta y cinco, e instruccin que le subsigue de veinte y uno de septiembre del mismo, dado por el excelentsimo seor don Pedro de Lerena; cuya comisin desempeo con el mayor acierto: contestando en todo lo referido el citado procurador sndico, por constarle as, por ser pblico, y por informes reservados, que dijo haber tomado para responder al traslado que se le dio de dicha informacin. Que ha expuesto a su hijo don Juan Antonio dos veces a pblico examen en dicha Universidad de Salamanca, la una en la corta edad de tres aos y medio, y la otra en la de cinco y medio, cuyo ejemplo ha producido los mejores efectos en toda la nacin. Que ha dado a luz un Discurso Terico-Prctico sobre la educacin de la infancia, en que expone el mtodo que ha observado en la instruccin de dicho su hijo: segn todo ms por menor resulta de la citada informacin, ttulos y otros documentos fidedignos, que ha presentado, y se le han devuelto. Es copia de la original, que queda en la Secretara de la Cmara de Gracia y Justicia, y Estado de Castilla. Madrid tres de julio de mil setecientos ochenta y siete.

345

Documento n 2 Picornell y Gomila, D. Juan. Individuo de la Sociedad Econmica de esta Corte y de la Bascongada. Se hallan dos representaciones solicitando licencia para establecer en Madrid una escuela pblica de enseanza y educacin que dice ha formado en el libro que titula El maestro de primeras letras, Madrid, 22 de julio de 1789. AHNM, Estado, 3245-2, 14 fols.

Madrid 24 de octubre de 1789 Literatura D. Juan Picornell Sobre un plan de educacin de la juventud [1r]+

Excelentsimo Seor don Juan Picornell y Gomila Individuo de la Sociedad Econmica de esta Corte y de la Bascongada a V.C. con el ms profundo respeto expone: Que en vista de los infinitos errores y preocupaciones que reinan en el da tocante a lo fsico, moral y cientfico de la educacin de la infancia, de la falta que se advierte de virtudes sociales, del poco efecto que producen muchas leyes, de la suma ignorancia que hay de las obligaciones en que estamos constituidos como vasallos y miembros del Estado, de la ninguna idea que se tiene de lo que es la patria, y en que consiste el bien pblico, y finalmente en vista de la corrupcin de costumbres que se nota generalmente, y de las preocupaciones y errores que se hallan en todas las clases y jerarquas del estado. Deseoso de contribuir como buen vasallo a la disminucin de unos males tan graves como generales, firmemente persuadido de que nuestra alma es en la infancia una blanda arcilla capaz de todas las formas que se quieran dar; que las primeras impresiones duran toda la vida, que los primeros caracteres, que se imprimen en nosotros, influyen sobre nuestras nociones. Finalmente cerciorado de que la educacin es el resorte ms poderoso que tiene la poltica, para formar buenos patriotas, y definir las operaciones hacia el bien pblico, dispuso un nuevo plan de educacin pblica para la infancia espaola, por medio de la cual adems de ensear a los nios a leer con sentido y claridad, escribir correctamente y con hermosura, contar con la perfeccin los principios y fundamentos de la religin y moral cristiana, las principales reglas de ortografa y gramtica espaola, de la urbanidad y poltica, se le educa al tenor de la Constitucin de nuestro

346

gobierno, cuya mxima es sin la menor duda de la mayor importancia. 5[1v] Se imprime en sus costumbres las leyes, hacindoles mamar, digmoslo as, con la leche el amor de su poltica, para que de este modo se les hagan [2r] ms familiares y naturales 6, se les da una verdadera idea de los

[1v] El ms eficaz de los medios para conservar las constituciones de los gobiernos firmes y estables es el educar a la juventud al tenor de la Constitucin. Aristteles Polit. V. En todos los tiempos ha sido muy til seguir esta importante mxima para lograr el fin que propone el autor, pero en el da lo es mucho ms por cuanto por desgracia de la Europa van cundiendo ms ideas republicanas capaces de transformar sin el ms leve motivo la monarqua ms bien constituida y mejor gobernada. Para libertar a la nacin de los perniciosos efectos de semejantes ideas, y afirmar para siempre su Constitucin monrquica nos hemos propuesto ensear a los nios desde su menor infancia, lo que son, donde y a que nacen, bajo de que gobierno viven, a estimar lo que vale, a apreciar sus recursos, y a gozar en fin de la dicha y ventaja que le son propias: y sobre todo se procurar inspirarles una plena confianza en todas las operaciones del gobierno. Este ltimo pensamiento es ms necesario de lo que se cree a primera vista; de su omisin que el vulgo poco instruido tenga por sospechoso y aun contrario a sus intereses cualesquiera novedad o reforma que se intente en la administracin de las rentas, o en cualesquiera otro particular. esta sospecha tan infundada, nacida de la ignorancia, corroborada luego por el inters particular que se ve agraviado por sus sabias providencias, aumentada luego por la envidia que tienen algunos a los que mandan, y ltimamente por la ciega veneracin a todo lo antiguo hace que se desacrediten los ms acertados y tiles reglamentos, y que se desconfe aun del mismo bien que se hace a vista de todos. Para evitar en parte estos grandes perjuicios se procurar desde ahora enterar a la infancia de los fines a que se dirigen los conatos del gobierno, hacindoles ver con ejemplos sensibles y palpables, que todos sus ciudadanos, que todas sus miras y ordenes se dirigen nicamente a nuestro bien estar y seguridad que se habr inspirado a los hombres desde la infancia de los fines a que se dirigen los conatos del gobierno produzca con el tiempo en los nimos de todos una confianza plena, y una obediencia libre, gustosa, y general. Esta doctrina y dems que se insinuar en algunas otras notas de este papel la contienen unas instituciones Econmico-Poltico-Morales, que el suplicante ha formado para instruccin de la infancia espaola. 6 [2r] El deseo de que produzcan el mejor efecto infinitas ordenes y leyes que expendio el seor Carlos III que Dios haya, sobre las artes, manufacturas, comercio, agricultura, contrabando, cementerio, limosnas, juntas de caridad, Sociedades Econmicas, etc. y S.M. reinante sobre fundaciones y mayorazgos etc. ha movido al suplicante a formar un breve extracto de todas ellas, cuya sustancia o poltica corroborada con otras mximas morales ha vertido en las referidas instituciones a fin de acostumbrar y sujetar a ellas los nimos sin cuyo auxilio quedaran sin producir el menor efecto, por ser contrarias a nuestras costumbres y modo de pensar. Quid leges sirve moribus vanas proficuntus. Horat. od. 25 lib.3 Lo que expone Plutarco hablando de Licurgo confirma ms y ms la necesidad y utilidad de unir a las leyes la voz de la instruccin. No juzg, dice, conveniente este sabio legislador poner escritas sus leyes persuadido que lo ms fuerte y eficaz para hacer felices las ciudades y virtuosos los pueblos es lo que se imprime en los corazones de los ciudadanos, y lo que la practica y las costumbres les han familiarizado y hecho como natural. Porque los principios que la educacin ha grabado en sus nimos permanecen firmes y constantes, como fundado sobre el convencimiento interior, y en la misma voluntad que es vinculo siempre ms fuerte y permanente, que el de la fuerza; de manera que esta educacin viene a servir de regla y de legislador a los jvenes . He aqu la cabal idea que en mi sentir puede darse de la diferencia que hay entre las leyes y la educacin. La ley por si sola es una seora dura e imperiosa que oprime al hombre en lo que ms ama y de que es ms celoso que es su libertad, que le entristece, que se le opone a todo, que es sorda a sus pretensiones y deseos, que le habla en tono de amenaza, y amagando castigos. As no es de admirar que en pudiendo libremente sacuda el hombre este yugo, y que sin escuchar sus lecciones importunas, se deje llevar de sus inclinaciones naturales, que haba contenido, mas no mudado, ni destituido la ley. No as la educacin, la cual es una seora afable y persuasiva, enemiga de violencia y fuerza, que estudia conducirse por el camino de la persuasin, y hacer que se gusten sus doctrinas hablando siempre razn y verdad, y que procura ser ms fcil, haciendo ms amable la virtud. Sus lecciones que comienzan cuasi desde el nacimiento del nio crecen con el y toman fuerzas, echan con el tiempo races profundas, pasan luego de la memoria y del entendimiento a la voluntad, imprmese cada da ms en sus costumbres con la practica y el ejercicio hacerse en el segunda naturaleza, que casi no puede mudarse, y le sirven toda su vida de [2v] legislador siempre presente que en toda ocasin le muestra y hace practicas sus obligaciones.

347

que es la patria, y de los muchos y grandes beneficios que nos procura para que la amen tiernamente, de [2v] lo que es bien pblico, para que vivamente por l, y de todas las obligaciones en que se hallan constituidos como vasallos, y miembros del Estado, para que [3r] las puedan desempear dignamente7 se les imbuye de aquellas mximas, impone en aquellos

Por esto no es de admirar que los antiguos hayan encargado tanto la buena educacin de la infancia, y que le hayan tenido por el ms seguro medio para hacer estable y florido un imperio. Su mxima capital esa que los hijos pertenecen ms a la repblica, que a sus padres, y que as no se ha de dejar a su antojo la educacin, sino que la repblica debe encargarse de este cuidado, que por esta razn deben criarse los muchachos no en particular y en casa de sus padres, sino en pblico por maestros comunes, y bajo de una misma disciplina, para que les inspiren desde su niez el amor de la patria, el respeto a la leyes, y el gusto de los principios y mximas de Estado en que han de vivir. En consecuencia a los principios establecidos declaran Licurgo, Platn, Aristteles, y en fin todos los que nos dejaron reglas de buen gobierno que la principal y ms esencial obligacin de un rey y ministro es velar en la buena educacin en primer lugar de sus propios hijos, y en segundo de la de los ciudadanos en general, y advierte que todo el desorden de los estados no tiene otro origen que la negligencia de estas obligaciones. En el paralelo que forma el mismo Plutarco entre Licurgo y Numa observa con gran juicio que este descuido hizo intiles todos los buenos designios, y los grandes establecimientos del segundo: Desvaneci, dice, con Numa todo su trabajo que no haba tenido otro objeto que mantener en paz y tranquilidad a Roma; y luego que muri volvi a abrirse de golpe el templo de las puertas, que haba estado siempre cerrado como si verdaderamente estuviese en el encadenado el demonio de la guerra, y se reg la sangre y sembr de cadveres toda Italia. as no dur cuasi un momento el mejor y ms justo de sus establecimientos, porque le faltaba el vinculo capaz de mantenerlo que es la buena educacin de la juventud. Conducta en todo contraria fue la que mantuvo tanto tiempo en su vigor las leyes de Licurgo; porque como observa el mismo Plutarco, la religin del juramento que pidi a los mismos Lacedemonios hubiera sido flaco recurso despus de su muerte, si por la educacin no hubiera hecho mamar con la leche el amor de su poltica, hacindosela como familiar y natural. as se vio que sus principales ordenanzas se conservaron ms de quinientos aos, como bueno y fuerte tinte, que haba penetrado tanto lo intimo del alma. El deseo de manifestar la necesidad y utilidad de este nuevo ramo de instruccin que se propone no ha permitido al suplicante pasar en silencio [ilegible] va fundado. 7 [3r] Patente es lo mucho que importa no slo para el bien comn tranquilidad, armona y felicidad de un reino, sino tambin para el rgimen y gobierno moral del cristiano, el que todo vasallo tenga alguna idea as de las obligaciones, como de las felicidades que estn anexas a el por razn de ser miembro o parte de una monarqua. Mas as como es evidente esta importancia, y obligacin as lo es tambin el que contentndose los que deben ensear a los pueblo el camino de una sana doctrina con repetir nicamente ciertos puntos del Dogma y del Declogo dejan vivir a la mayor parte de los fieles sin la ms leve noticia de esta parte tan principal de la moral cristiana, cosa a la verdad lastimosa, y muy digna de remedio. Los ms de nosotros (dice don Vicente Alcal Galiano en su discurso sobre la economa poltica) por efecto de una mala educacin nacemos, vivimos y morimos sin pensar jams en la patria, y aun sin saber que significa este dulce nombre. Semejante ignorancia es origen del desamor con que miramos sus intereses. Y en efecto Cmo se ha de amar lo que no se conoce? Cmo nos hemos de interesar en el bien comn, sino lo entendemos? cmo hemos de ser buenos ciudadanos, si ignoramos nuestras obligaciones? Quin no Vd. que esta falta de principios es el mayor enemigo que puede tener cualesquiera estado, y que es sin duda causa de tantas dificultades como experimentamos en cualquier establecimiento que se hace a favor del pblico? Para obviar inconvenientes se han formado dichas instituciones por medio de las cuales a poca costa de los que sepan leer y sin especial dificultad de los que puedan or lo que otros lean, se podrn imponer todos no slo en lo que es la patria, en los mucho y grandes beneficios que nos procura, y en el reconocimiento que se le debe, sino tambin en el amor, el respeto y fidelidad debida al soberano, en el honor y obediencia debida a los ministros de justicia en los delitos que cometen, y graves penas con que son castigados los autores de tumultos, alborotos, conspiraciones, pasquines, stiras etc. contra el gobierno en la obligacin de pagar los tributos en la precisin de unirse para la fuerza y conservacin de la monarqua, y en la de dirigir todas sus acciones de modo que ninguna perjudique al inters de la monarqua de que somos miembros. No contento con exponer lisa y llanamente estas mximas y obligaciones, y de haberlas fundado sobre la autoridad de nuestra sagrada religin se ha procurado aplicarlas a casos particulares, para con este motivo tener ocasin de combatir varios errores y preocupaciones, que reinan sobre algunos de los particulares referidos.

348

principios y reviste de aquellas virtudes que se creen las ms tiles, [3v] las ms eficaces, y las ms conducentes, para disipar la ignorancia, y los errores del pueblo, ensear, y difundir las verdades ms tiles, y fomentar la gloria y propiedad de la nacin8. Todo este nuevo sistema de educacin pblica, excepto los tratados elementales est vertido con la mayor especificacin y claridad en un libro que he formado intitulado: El Maestro de primeras letras instruido perfectamente en todas las obligaciones y prerrogativas [sic], de cuya obra a fin de que V.C. pueda formar desde luego algn concepto se expone aqu un breve resumen de las principales materias que contiene. En ella antes de hablar determinantemente de ningn ramo de instruccin, para evitar repeticiones, que de otro modo serian indispensables, se hacen al Maestro catorce advertencias generales en otros tantos captulos, tales son el enterarle a fondo del fin que se debe proponer en la educacin de la infancia;9del como debe estudiar y conocer el genio y carcter de cada uno, para [4r] ponerse en estado de gobernarlos bien 10; como debe portarse para ganar desde un principio la autoridad sobre ellos 11y hacerse amar y temer a un mismo tiempo,12 se le hacen patentes los graves inconvenientes de algunos gneros de castigo de que se valen comnmente los maestros se le sealan otros varios de que puede usar, y se le prescriben las reglas muy conducentes, para que pueda hacer un buen uso de ellos. Y no acarreando menos perjuicios las reprehensiones mal dadas, que los castigos ms indiscretos, para que las haga fructuosas se le hace considerar en ella tres cosas, a saber, el motivo de reprender, el tiempo en
8

[3v] Las principales virtudes que se deben procurar fomentar en cualesquiera reino son la justicia, la prudencia, la fortaleza, y la templanza, porque de ellas sale el orden, la paz, la seguridad, y en una palabra todos los bienes, que pueden apetecer los hombres. Mas siendo imposible disponer o preparar los nimos de los nios a practicarla y a amarlas, si no se procura primero separar de su corazn los vicios que impiden ver juntos, prudentes, sobrios y valerosos, se ha puesto especial cuidado en hacer en dichas Instrucciones el mayor tiro a la avaricia, al lujo personal, ociosidad y destemplanza, substituyendo en su lugar la sobriedad, el desinters, el amor al trabajo, y de la gloria, y sobre todo el respeto a Dios. Estas virtudes sirven de basa y de apoyo a todas las dems y son las nicas en que se funda la justicia, la prudencia, y el valor. 9 [3v] A muchos de los maestros por no decir a todos les parece, que desempean el cumplimiento de su obligacin con ensear a los nios a leer, escribir, contar, y la doctrina cristiana. Mas el formar su corazn y su espritu recto y justo, poner su inocencia a resguardo, inspirarles los principios del honor y bondad, hacerles adquirir buenos hbitos, forman sus costumbres, corregir, y vencer las malas inclinaciones que notan en ellos, no les merece particular atencin, como ni tampoco la buena formacin de su constitucin fsica, su compostura, su urbanidad y poltica, siendo as que son los objetos principales de la educacin de la infancia. 10 [4r] La falta de esta instruccin y conocimiento hace que los midan a todos por una misma regla, y por consiguiente que no puedan arreglar las instrucciones, avisos, y correcciones al genio y capacidad de cada uno. 11 [4v] No es la edad, ni la corpulencia ni el todo de la voz, ni las amenazas, ni los fuertes castigos quien da esta autoridad a los maestros sobre los discpulos, como neciamente creen los ms; si un carcter de nimo igual, constante, moderado, siempre dueo de si, que no tiene otra gua que la razn, y que nunca se gobierna por pasin esta es aquella cualidad y apreciable circunstancia que mantiene todo en orden, establece exacta disciplina, que hace observar los reglamentos, que excusa las reprehensiones, y previene cuasi todos los castigos. 12 [4v] Para que esto completamente se le dan doce preceptos sacados de las obras de San Jernimo, Sneca, y Quintiliano.

349

que ha de dar las reprehensiones, y el modo de darlas, suministrndole para cada una de stas tres advertencias las reglas ms necesarias, que se pueden apetecer para conducirse con acierto. Se le advierte que debe hablar siempre en razn a los nios, y se le explica que se entiende por hablar en razn, se le previene, que debe excitarles siempre a bien obrar y al cumplimiento de sus obligaciones por motivos de honra, que debe usar de alabanzas y de premios, y cuales deber ser estos que debe acostumbrarlos a la urbanidad, al aseo y a la exactitud, y como; que debe concederles descanso y recreacin; formarles al bien con razones, y ejemplos; procurando en cuanto pueda hacer el estudio amable, tener piedad y un gran celo por la salud espiritual y corporal de todos; preservarlos contra las razones, y malos ejemplos de sus padres, y librarlos de las preocupaciones y errores populares, para todo lo cual se le dan los medios ms eficaces 13 [4v]. Despus de estas advertencias generales que son la basa y el fundamento de una buena educacin, y sin cuyo conocimiento es imposible dar paso con acierto; despus, dice, de estas mximas y prevenciones, y de haberle manifestado que el edificio que destine para su escuela debe ser grande y situado, donde el aire sea ms puro, y la ventilacin mayor, y que debe adornar su escuela de varias inscripciones instructivas [5r] pertenecientes a los diversos ramos de educacin14 se le hacen algunas reflexiones sobre las causas del poco adelantamiento que se ha
13

[4v] Un annimo francs advierte, que recibimos tres especies de educacin diferentes, o contrarias a saber la de nuestros [5r] padres, la de nuestros maestros, y la del mundo, y que esta ultima destruye por lo regular las impresiones que recibimos en las otras. Sin detenerme ahora en examinar si es cierta esta destruccin, no puedo menos de convenir en la suma justicia, con que dice recibimos tres educaciones diferentes o contrarias. Yo a lo menos lo juzgo as, y no hallo que tengo otra cosa comn, sino una muy perjudicial al bien pblico. Convienen nicamente en encender cada vez ms en nosotros mismos el deseo de nuestro acrecentamiento, e inters particular, sin pensar, ni aun remotamente en el general del cuerpo mstico del Estado, arraigndose ms y ms semejante deseo a vista de la conducta que observamos en todo desde que nacemos, y de las costumbres, inclinaciones o hbitos que nos hacen adquirir, siendo lo peor de este proceder, que no se cuida de inspirarnos en la tierna edad el noble y generoso deseo de la consideracin y aprecio pblico, a que fcilmente nos conduce nuestro amor propio, sino el deseo bajo y vergonzoso del inters pecuniario, o de las riquezas. Y como desde que tenemos el uso de la razn, observamos casi en todos los que nos rodean que slo suspiran por el dinero, y los bienes, y observamos tambin, que los que llegan a tenerle, satisfacen sus deseos y caprichos, y son estimados y envidiados de todo el mundo; hallndose, como lo estn, corroboradas estas observaciones diarias con las lecciones que nos dan desde la cuna, es absolutamente necesario, que adquiramos un grade apego a nuestro inters personal, y al dinero; y supuesto este apego Qu acciones heroicas podrn esperarse de nosotros? Cmo se han de formar buenos ciudadanos? Tiene razn cierto filsofo, cuando dice, que el inters es el padre de todos los delitos. Contra la preocupacin de estimar las riquezas por ms de su justo valor, contra la avaricia, lujo personal, ociosidad y destemplanza, adems de los avisos que se dan en este libro a los ministros, para que trabajen en sofocar las semillas de estos vicios se proponen mximas cristianas en dichas instituciones. Si los ministros acordes con los predicadores no emprenden el destruir las impresiones que causa en los nimos de los nios el mal ejemplo del mundo, y de los padres sobre estos particulares, y otros infinitos, es imposible haya buenas costumbres, y por consiguiente patriotismo. 14 [5v] En la fachada principal se deberan gravar con caracteres de oro los cnones siguientes: 1 Ama a Dios sobre todas las cosas 2

350

logrado hasta haora [sic] sobre los inconvenientes del mtodo comn, y el modo de remediarlos. Sentado esto se le seala el nmero de clases en que debe dividir su escuela, y la subdivisin de cada una de ellas, y hecha la distribucin de tiempo y de materias, se le prescribe el modo y [5v] mtodo que debe observar en la enseanza de leer 15escribir16contar ortografa y gramtica de nuestra lengua, como tambin en la enseanza de la doctrina cristiana 17, urbanidad, economa poltica. De aqu se pasa a manifestarle como debe conducirse para el buen xito de los exmenes pblicos, que debe tener todos los aos, se les entera de la obligacin de los pasantes, y de la conducta que debe guardar con los padres y discpulos; se le instruye de lo que debe estudiar, y de las virtudes de que debe estar adornado, para poder ejercer, y desempear del modo debido el alto ministerio que le ha conferido Dios, y confiado el Estado; finalmente se le entera de las infinitas prerrogativas, y exenciones de que goza en virtud del ttulo de maestro; y se tocan otros infinitos puntos que aqu se omiten por no extenderse demasiado.

No hagas a otro lo que no quieres se te haga a ti 3 Procura hacer a los dems todo el bien que puedas A estos tres cnones la solucin de los cuales contiene todos los principios de la justicia y de la virtud humana deberan seguir otros dos que tienen por objeto la justicia y la virtud civil. 4 Observa las leyes, ama al soberano, venera sus decretos, defindele del enemigo extrao, protgele contra el perturbador interno, contra el sedicioso y el rebelde. 5 Procura a la patria todas aquellas ventajas que puedas, adems de lo que las leyes te prescriben, haz, lo que el amor por ella te sugiere a vista de sus intereses, haz lo que el amor por ella te sugiere a vista de sus intereses, haz que callen los tuyos. De estos cnones se debera hacer una breve explicacin acompaada de ejemplos sensibles y palpables no debera durar ms que media hora, para no malograr el fruto que se puede sacar con el enfado que pudiera causarles el tenerlos tanto tiempo ocupados en el objeto slo, no se debe pedir a los nios, que nos presten ms tiempo atencin que la de que son capaces. En otra fachada se debern poner los principales preceptos del arte grfica, y as ocupar las dems con cosas tiles. 15 [6r] Deben seguir el mtodo silbico. 16 [6r] Por el arte de escribir por reglas y sin muestras de don Jos Anduaga establecido por orden superior en los Reales Sitios de San Ildefonso y Balsayon [sic, Balsan?]. 17 [6r] No basta el que se arreglen del mejor modo las escuelas [6v] es preciso adems, que haya quien cele la observancia del plan, y dems reglas, que se prescriben: sin esto nada se adelantara. Por el ultimo arreglamento [sic] hecho por el Consejo est mandado hayan de ensear los maestros la ortografa y gramtica de nuestra lengua, y cun ninguno lo hace. Otros objetos menos interesantes que este al Estado tiene sus visitadores para celar la conducta de los sujetos a cuyo cargo est aquel ramo porque pues no los debera tener este? [nota: la numeracin de las notas 13 y 14 est invertida en el original]

351

Las pocas ventajas que se producen, y la ninguna estimacin que merecen al pblico las funciones difciles, y enfadosas de maestro de primeras letras ha retrado los sujetos de talento y de mrito de semejante ocupacin y carrera, y hecho forzoso a las ciudades y lugares el haber de entregar un Ministerio tan delicado y de tanta consecuencia a hombres, cuya nica habilidad consiste comnmente en saber pintar letras; a hombres por lo regular sin [ilegible]anra, de no muy buenas costumbres, y que faltos algunos hasta del sentido comn ensean mil disparates, y necedades. Para evitar en parte los muchos y graves inconvenientes que de esto se siguen al Estado nterin se verifica el que se doten competentemente las escuelas de primeras letras y se eligen sujetos capaces de desempear funciones tan respetables sujetos, que escogidos por el gobierno, y dirigidos por las sabias instrucciones, que se digne prescribirles 18 superen todos aquellos obstculos que se oponen a nuestra felicidad, y dirijan los hijos de la monarqua [6r] conforme a los grandes designios de V.E. y de nuestro benfico monarca, he tenido por conveniente verter dicho Plan en la insinuada obra a fin de que todos aquellos que por desgracia se meten a maestros sin aquella ciencia y experiencia, que para semejante ministerio se requiere, no hallen tropiezo alguno en la ejecucin, y puedan a un mismo tiempo estudiar el grande arte de ensear y conducir bien a la infancia, cuya ciencia es entre todas la ms difcil, y ms rara y aun mismo tiempo la de mayor importancia por las buenas o malas consecuencias que precisamente se han de seguir al Estado. No contento con haber dispuesto un plan de educacin semejante, considerando que para realizarlo hace suma falta un tratado elemental de economa poltica, pues sobre los dems objetos de enseanza que en dicho Plan se insinan, los posee la nacin, acomodados a la corta edad y capacidad de los nios ha dispuesto unas breves Instituciones Econmico-polticoMorales, que contienen en una extensin proporcionada, y en un mtodo claro sencillo e interesante las diversas obligaciones que los ciudadanos contraen con el Estado, segn las distintas clases y oficios que en l ejercen y componen; los principios ms conducentes, para disponer los nimos y arreglar las costumbres del modo ms favorable al patriotismo; las mximas ms importantes y ms capaces de remover todos los obstculos y preocupaciones que
18

[6r] No es tan fcil, como comnmente se piensa el ensear a los nios el catecismo, si se ha de hacer, como se debe, el mtodo que se debe observar para hacerlo con fruto es el que prescribe el abate Fleury, su mtodo tiene muchas ventajas sobre los dems, y por lo mismo es el que se aconseja. Con la practica opuesta que es la que se observa comnmente en las escuelas, se ensean los nombres en lugar de las ideas, y as se ve que profiere la boca de un nio una verdad, mientras que su entendimiento concibe muchas veces un error.

352

pueden ofenderle, y por ltimo los medios ms eficaces, y los ejemplos ms vivos, para hacerle [6v] florecer en Espaa19. Arreglado todo a nuestra Constitucin, a la doctrina de una sana moral a las mximas, y principios establecidos por los mejores autores econmicos y polticos, y al modo de pensar de nuestro sabio e ilustrado gobierno bajo de los reinados de Carlos tercero y cuarto. Mas sin embargo de tener concluidas estas dos obras y de confesar que para la composicin de la primera se ha valido de los mejores autores, que tratan sobre la educacin de la infancia, y de lo que le ha dictado la misma razn y experiencia; con todo sabiendo la gran diferencia que hay entre la terica y la practica de muchas mximas que proponen varios autores y entre una educacin privada y otra pblica, deseoso de comprobar con su propia experiencia cuanto en dicho [7r] Plan expongo antes de darlo a luz. Suplica a V.E. se digne patrocinarle, para llevar adelante su patrstico pensamiento, concedindole facultad para poner en esta Corte una escuela pblica bajo los trminos y plan que lleva insinuados; en agradecimiento de lo cual ofrece dar al pblico, antes que tenga los primero exmenes (que sern dentro de medio ao) las referidas instituciones, y a su consecuencia un plan de educacin, que presente a un mismo tiempo la utilidad de la perspectiva, y la posibilidad de la ejecucin; cuyo favor espera de la notoria justificacin de V.E. Madrid y octubre [en blanco] de 1789.

Documento n 3 Carta de Picornell a Floridablanca [?], Madrid, 24 de octubre de 1789, AHNM, Estado, 3245-2.

[1r]Excelentsimo Seor

19

[6v] A los siete u ocho aos, edad, en que se contempla pueden estar ya perfectamente instruidos todos los nios en la doctrina cristiana debern principiar a estudiar las mximas, y principios que contienen estas instituciones. Es verdad que parece temprano, ms empezndose ms tarde cuales serian los principios directores de las acciones de los nios? Dejndoles muy largo tiempo en la ignorancia de estos principios no nos exponemos al riesgo de que se formen por si mismos otros arbitrarios, falsos, y daosos? Si a los siete u ocho aos vemos ya, que la mayor parte de ellos estn muy adelantados en el camino del error y del vicio porque no podremos en la misma edad introducirles en el camino de la verdad y la virtud? Acaso este no se hace ms brillante y fcil que aquel, cuando la gua es sabia, y experimentada? No se pretende con estas instituciones ensear a los nios una ciencia, slo si inculcarlos en sus obligaciones. No se trata de definir, si slo de prescribir, con este fin se suprimen ellas todo cuanto se aparte de la ciencia, y no se trata ms que de la verdad. Por fortuna los principios directivos de las acciones son tan brillantes, tan simples, y tan susceptibles de evidencia, que no hay sino la prevencin del error, o el lenguaje cientfico, que puedan obscurecerlos. Esta ventaja junto con la de haber tenido presente, cuando su composicin, la edad y capacidad de aquellos, para quienes se escriban, hacen esperar que no sern intiles para el fin que nos hemos propuesto.

353

Don Juan Picornell y Gomila a V.E. con el ms profundo respeto expone: Que en 22 de julio, present a V.E. un plan de educacin que haba formado cual contemplaba convena a la nacin segn las circunstancias actuales, pues adems de ensear a los nios a leer, escribir, contar, la ortografa y gramtica espaola, los principios y fundamentos de la religin y moral cristiana, y las principales reglas de urbanidad y poltica, se les educa al tenor de la Constitucin de nuestro gobierno mxima que es en el da de la mayor importancia; se imprime en sus costumbres las leyes, hacindoles mamar digmoslo as con la leche el amor a su poltica, para que de este modo se les hagan ms familiares y naturales; se les da una verdadera idea de lo que es la patria y de los muchos y grandes beneficios que nos preocupa para que la amen tiernamente de lo que es bien pblico para que se interesen vivamente por l, y de todas las obligaciones en que se hallen constituidos como vasallos y miembros [1v] del Estado, para que las puedan desempear y cumplir dignamente. Cuyo plan solicitaba poner por si en ejecucin en esta Corte bajo la proteccin de V.E. a fin de confirmar con su propia experiencia cuanto en dicho plan expone para en su consecuencia darlo a luz pblica para utilidad de los maestros y bien estar de toda la nacin. V.E. Excelentsimo Seor en vista de esta solicitud tuvo a bien dar parte a S.M. y con Real Orden se ley en la Sociedad en Junta del da 2 de agosto. Mas apenas concluy el secretario su lectura, cuando se levant don Francisco Cabarrs y peror largamente persuadiendo a la Sociedad que no deba tomarse la molestia de leer aquel escrito, ni otro alguno que hablase de buena educacin, por ser en Espaa tiempo perdido hablar de semejante materia; lo cual fundaba en este dilema: o el nuevo plan de educacin que se propona era cual deba ser o no; si era, contendra precisamente muchas mximas e ideas [2r] opuestas a nuestro gobierno y por consiguiente no se podra aprobar y si no, evidentemente sera malo por cuya razn se debera igualmente reprobar y as fuese uno, fuese otro, debera archivarse dicho papel sin leerse ni darle aquel curso que S.M. mandaba. A pesar de las vivas instancias del referido socio, habiendo reclamado algunos otros se leyese dicho plan y diese aquel curso que S.M. mandaba, se pudo conseguir que se diese principio a su lectura, y en efecto ley el suplicante hasta la clusula se les educa al tenor de la Constitucin de nuestro gobierno cuya mxima es de la mayor importancia 20. Aqu fue interrumpido por el mismo Individuo, por el razonamiento siguiente todos los Individuos de esta Sociedad dijo, estn firmemente persuadidos de la utilidad de la buena educacin y de la necesidad que tiene Espaa de reformar la que tiene: todos ellos creen que es muy til adems de
20

Subrayado en el original

354

ensear a los nios lo que comnmente se acostumbra en las escuelas, el instruirlos en las obligaciones del ciudadano: pero Quin ser capaz en Espaa de esta empresa? Ninguno: porque una de dos: o se les ha de decir la verdad o no, si se les dice es forzoso chocar con el gobierno, y si no, es engaar [2v] a los ciudadanos imbuyndolos de ideas falsas y de cosas contrarias a su bienestar. Para dar una educacin cual se propone, es preciso definir nuestro gobierno, y Quin ser capaz de dar una definicin exacta de l sin que el gobierno se resienta? Ninguno. Aqu llegaba cuando el censor de la Sociedad interrumpi su discurso sacndole esta consecuencia con que esto es decir que un gobierno monrquico no puede haber buena educacin. Esto es evidentemente falso, como tambin lo es el que no se puede definir nuestro gobierno sin chocar con los que mandan, yo le dar a V.S. no una ni dos sino ciento que sean menester, sin faltar a la verdad ni chocar con el gobierno. En este estado el excelentsimo seor subdirector de la Sociedad para evitar disputas determin crear para su inspeccin una Junta y nombr para este efecto los socios don Jos del Ro, don Francisco Cabarrs y el abogado Viegas a los cuales a instancia y peticin de dicho Cabarrs se agreg el socio Espinosa. Nombrada la comisin el mismo da dos, por ms diligencias que hizo el suplicante, no pudo conseguir que se juntasen para el desempeo de su comisin, hasta pasados dos meses y cuatro das; en cuyo intermedio [3r] siempre que visitaba al seor subdirector o al socio Espinosa para su pronto despacho le exhortaban amistosamente que desistiese de semejante intento, porque su honor no iba a ganar nada para con los hombres sensatos y despreocupados con semejante empresa; pues saban claramente que no se poda ejecutar sin faltar en muchos puntos a la verdad y perjudicar a mis conciudadanos. Que la idea del Plan sera muy til cuanto nuestro gobierno estuviera en otro estado. Que debera reparar que si aprobaban el Plan de las instituciones que propona para educar la juventud desde su menor infancia al tenor de nuestra Constitucin y las formaba con aquella sencillez y claridad que ofreca, y lograba un feliz xito en los primeros exmenes que tal vez se mandara establecer por tanto, general semejante enseanza a todo el reino; con cuya providencia perpetuara nuestra Constitucin, que si haban de hablar claro y en confianza era Desptica. Que el inspirar una plena confianza a todas las operaciones del gobierno como lo pretenda y declaraba en la primera nota, que era el disparate mayor que se poda intentar. Que extraaban mucho que ahora que los verdaderos [3r] sabios no pensaban ms que en esparcir las luces de la sana filosofa para restituir a cada uno sus justos derechos, intentase detener sus progresos con una doctrina diametralmente opuesta. Finalmente que como tan amante

355

del bien pblico, deba saber que toda la felicidad de que iba a gozar de aqu en adelante la Francia, lo deba a las luces de la sana filosofa que reclamaba la libertad del hombre cuyo bien jams habra disfrutado enteramente la Francia si se hubiese imbuido al pueblo de las mximas que se prebende en dicho Plan y as que deba desistir el suplicante de su intento por perjudicial a toda la nacin. En vista, excelentsimo seor de un empeo tan tenaz y de que no hacan la menor mella a dichos Individuos las eficaces razones que el suplicante alegaba en favor de esta parte de su plan, tom el partido de asegurarles que se sujetara para la formacin de dichas instituciones a las modificaciones que tuviesen por conveniente con tal que cuando antes se juntasen para el examen de su plan. En efecto el da 6 del corriente se tuvo la primera junta. Mas cuando aguardaba que se hara el examen de su plan y que le propondran todos aquellos reparos y dificultades que hubiesen encontrado, se hallo que estaban muy distantes de ello y que slo se haban juntado para pedirle inmediatamente las dos obras [3v] de que hace mencin en su plan, a cuya solicitud se quej el suplicante alegando en primer lugar que S.M. no lo mandaba en su Real Orden; en segundo, que haba ofrecido su presentacin despus de medio ao de haber abierto su escuela, pues tena la necesidad de confirmar antes con su propia experiencia muchas mximas que en ellas propona, y en tercero por qu era ms propio encaminar antes el plan de una nueva obra que se propona, que la misma obra, y as que desde luego hiciesen esta diligencia y le comunicasen su dictamen que con arreglo a l procurara concluirlos con la posible brevedad para su perfecto examen. Estas justas razones excelentsimo seor, no fueron escuchadas, y ya se iba a disolver la Junta cuando se propuso al suplicante que si reduca su intencin a slo establecer una escuela pblica en esta Corte y no a la de dar un plan general que asegurndolo por escrito y manifestando el modo y mtodo que guardara en la enseanza de leer escribir etc. con tal que no tocase dichas instituciones que desde luego daran a S. M. el informe, pero que si las ideas del suplicante se queran extender a ms, que no pensare en manera alguna en l. En vista de esta determinacin, contemplando el suplicante que si su proyecto se dilataba o desbarataba enteramente como lo intentaban algunos, era preciso que su familia viniese a perecer por carecer absolutamente de ms [4r] medios para seguir sus pretensiones, determino condescender a sus solicitudes confiado en que este era el nico medio de que tuviese efecto dicho plan: y en efecto a los cuatro das se los present el modo y mtodo que se haba propuesto

356

el suplicante en la enseanza de leer escribir contar la gramtica y ortografa castellana los principios y fundamentos de la religin y moral cristiana y las principales reglas de urbanidad y poltica cuyo mtodo aprobaron y devolvieron para que se trajese en la Junta inmediata para remitirlo a S.M. con el informe que haban formado. Mas conociendo que V.E. ha de notar precisamente esta inconsecuencia deseoso de acertar en un negocio de tanta importancia ha parecido conveniente al suplicante suspender la entrega de dicho papel has consultar con V.E. todo lo ocurrido para que en su vista se digne comunicarle lo que fuese de su mayor agrado para cuyo fin acompaa igualmente una copia de la primera representacin favor que espera recibir de la notoria benignidad y justificacin de V.E. Madrid 24 de octubre de 1789. Excelentsimo Seor Beso Las Manos de V.E. [Firma y rubrica] Juan Picornell

Documento n 4 Manifiesto (Papel nmero 2), en: Pieza A en la que se hallan los cuatro papeles distinguidos con otros tantos nmeros que se encontraron en el cofre del reo don Sebastin Andrs al tiempo de su apertura y reconocimiento en la Real Crcel de Villa por el seor alcalde conde del Pinar a presencia del mismo Andrs; cuyos papeles se conocen en la causa reservada que se sigue contra ste y dems consortes con los ttulos de Manifiesto al pueblo e Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, Madrid, 220 de febrero de 1795. AHNM, Consejo, 11937, 6 folios

[1r] Papel nmero 2 titulado Manifiesto [2r] Nmero 2 El pueblo plenamente convencido de que todas cuantas miserias y calamidades afligen a la nacin son efectos del mal gobierno: viendo el Estado eclesistico vejado, el noble abatido, y el plebeyo en la mayor opresin, e infelicidad: las ciencias sin proteccin, las artes sin fomento, la agricultura destruida, el comercio arruinado, las leyes sin fuerza, la virtud perseguida, el mrito desatendido, los buenos ministros depuestos, los magistrados ntegros desanimados, los amantes del [bien] pblico desterrados, los fueros de los tribunales abolidos, los sagrados derechos de las cortes violados, las provincias invadidas, los ejrcitos sacrificados, el reino despoblado, y el erario [2v] pblico exhausto a pesar de tan grandes costas, de tan exorbitantes tributos, de tan

357

extraordinarias ofertas, y de la creacin de un sin nmero de millones de vales, en suma viendo el pueblo la administracin de justicia enteramente perdida, despus de haber esperado en vano por largo tiempo la debida reforma de tantas injusticias, cansado de ver repetir intilmente representaciones, quejas y lamentos, conociendo que el sufrir ms sera consentir en las ms execrables maldades, y cooperar a su total destruccin, se ve en la indispensable necesidad de ocurrir por si mismo, en virtud de sus imprescriptibles derechos, al remedio de tantos males, por ser de otro modo imposible salvar la patria de la entera ruina que la amenaza. Olvidado el gobierno del fin [3r] principal de su instituto, que es procurar la felicidad general, nicamente se ocupa en destruir y aniquilar a toda prisa el reino; en eludir y violar las leyes constitucionales, para apropiarse prerrogativas absolutas, y ejercer un poder tirnico, en envilecer, degradar, y privar hasta el uso de la razn a los ciudadanos para que ignorando sus derechos y obligaciones puedan ser gobernados como esclavos, o por mejor decir como bestias; en imponer, aumentar y multiplicar bajo de mil nombres y modos diversos las contribuciones, de manera que todo el futuro de las propiedades, de la industria, y del trabajo de todos y de cada uno de los particulares es slo para el rey, no para emplear estas incalculables sumas, esta sangre y sudor del pobre en el mayor bien de los [3v] pueblos, en las verdaderas necesidades del Estado, sino para satisfacer sus propias pasiones, para engrandecer y mantener a Godoy con un lujo superior a las rentas del ms rico potentado, para cargar de pensiones y sobresueldos a una infinidad de aduladores, ignorantes; para aumentar plazas superfluas; para gastarlas en jornadas y batidas escandalosas, en jardines, bosques y otros destinos todava ms perjudiciales al pblico; y todo esto en un tiempo en que todas las provincias se hallan aniquiladas; en que nada resta que pedir ni usurpar a los pueblos; en que el labrador y el artesano se hallan constituidos en la ms extrema infelicidad; en que la tropa, los mismos defensores de la patria perecen de miseria; en que una multitud de familias [4r] de los lugares invadidos andan errantes sin amparo, ni domicilio, en una palabra, en que por todas partes no se advierte sino hambre ruina y desolacin. Todos estos motivos obligan al pueblo a tomar la firme resolucin de recobrar sus derechos, de hacerlos valer y respetar, con el fin de corregir el gobierno, y arreglarlo del modo ms conveniente al restablecimiento de la felicidad general. Para este importante objeto, adems de armarse, establecer una Junta Suprema, a fin de que en nombre y representacin del pueblo espaol, y en virtud de los derechos y facultades que la confiere, examine todos los males que padece el Estado por los vicios de la Constitucin, abusos y usurpaciones del gobierno, y proceda a su total reforma. A este efecto se

358

sujetan desde luego a las rdenes y [4v] disposiciones de dicha Suprema Junta todos los individuos, oficinas, tribunales y dems cuerpos de la nacin, todas sus fuerzas as de tierra como de mar. Dicha Junta Suprema se compone provisional e interinamente de los actuales diputados de los reinos y de otros varios sujetos de conocida probidad e instruccin de los muchos que de todas las provincias, estados y jerarquas se hallan en el da en esta Corte, hasta que con la posible brevedad se pase la conveniente instruccin a los pueblos para el respectivo nombramiento de sus representantes y dems que se juzgue oportuno. Las personas nombradas por ahora para componer la Junta Suprema son las siguientes Estos individuos concurrirn a las dos de la [5r] tarde de este da al puesto donde se halle la guardia principal de su respectivo barrio para pasar a Palacio nuevo acompaados de la divisin de paisanos armados que esta destinada para la seguridad de la Junta Suprema; el que no concurriere ser tratado como traidor a la patria. La Junta celebrar por ahora sus sesiones en la Sala de Embajadores, que para este fin tendr preparado un conserje mayor o cualquiera de sus subalternos. Colocados en dicha Sala, darn principio a sus funciones a las tres en punto, eligiendo ante todas cosas un presidente y secretario. Hechos estos nombramientos saldrn al balcn, y uno despus de otro a vistas del pblico, y presencia de los celadores presentarn el juramento en manos del ilustrsimo seor Obispo [5v] Auxiliar o de otro eclesistico de defender la religin Catlica y ser fieles al pueblo. Concluido este acto dar la Junta inmediatamente principio a las deliberaciones que juzgue ms precisas, pasando el rey los oficios que convenga. Y a fin de que todo tenga el ms pronto y feliz xito, observar todo ciudadano los artculos siguientes. I Entre todos los espaoles habr unin, constancia y fidelidad, todos formaran la noble y generosa resolucin de morir primero que abandonar la justicia de esta causa. II Siendo esta empresa til para todos, no se permite a persona alguna mirarla con indiferencia, cada uno deber contribuir por cuantos medios le sea posible al buen xito de ella; el que no lo ejecutase as [6r] ser mirado como sospechoso; y el que de alguna manera se opusiese, tenido por un traidor a la patria, y como tal por objeto constante de la justa indignacin del pueblo. 3 el que a la sombra de esta reforma, hija de la razn, de la justicia y de la virtud, por motivos de resentimiento o mala intencin, cometiese algn robo, ejecutase algn asesinato, atropellase alguna persona, ocultase o extraviase algunos papeles, ser castigado con el mayor rigor. 4 todos los sujetos que se distinguieren en la defensa de esta causa, sern premiados largamente conforme a su mrito, y a las familias de los que muriesen sern as mismo recompensadas segn los servicios de difunto.

359

Concuerda exactamente con el papel original distinguido con el segundo primero se halla colocado [6v] al folio cuatro de la Pieza A agregado a la causa de Estado formada en virtud de especial comisin por el seor alcalde de Casa y Corte conde del Pinar y mi testimonio contra don Juan Picornell y constantes, en la cual se conoce y nombra dicho papel con el ttulo de Manifiesto, de lo que doy fe y a que me remito. Y para que conste en donde convenga de mandato del mismo alcalde. Yo el infrascrito Escribano de S.M., vecino y del colegio de esta Corte y oficial de la Sala de Seores Alcaldes de ella doy el presente signo y firmo en Madrid a diez y seis de junio de mil setecientos noventa y seis= 21 [Firma] Nicols Fernndez Ochoa

[1r] Papel nmero 4 Adicin al Manifiesto [2r] Nmero 4 Por este nuevo reglamento no quedar abolida la dignidad Real sino reducida a sus justos y verdaderos lmites: conservndose inviolable mientras que el rey no intente por medios secretos, o a fuerza abierta volver a usurpar el poder arbitrario que tantos y tan graves perjuicios ha causado a la nacin. La Junta Suprema no slo tendr por ahora un poder absoluto para arreglar la nueva Constitucin Civil que se ha de observar en adelante, sino tambin para resolver y poner en ejecucin cuanto sea necesario y convenga para sostener [2v] y llevar a debido efecto la resolucin
22

del pueblo, a este fin se sujetan, etc. Arreglada la Constitucin, la Junta Suprema

ejercer solamente el poder legislativo; esto es tendr derecho slo de hacer nuevas leyes, de mudar, modificar y anular las antiguas segn ms convenga al bien pblico, y de decidir en los negocios generales que interesan al cuerpo de la nacin como la paz, la guerra, las alianzas, las contribuciones etc. todos los jueces y gobernadores. Concuerda exactamente con el papel original que distinguido con el nmero cuatro se halla colocado al folio seis de la Pieza A agregado a la causa de Estado formada en virtud de especial comisin por el seor alcalde de Casa y Corte conde del Pinar y mi testimonio contra don Juan Picornell y consortes, en la cual se [3r] resulta ser dicho papel una adicin a los de los nmeros primero y segundo de lo que doy fe y a que me remito. Y para que conste en donde convenga de mandato del mismo alcalde. Yo el escribano de S.M. vecino y del colegio de esta Corte y oficial

21 22

enmendado=aniquila=Preside=vive=enmendado tambin=segundo=vive /Al margen: (1)/

360

de la Sala de Seores Alcaldes de ella doy el presente signo y firmo en Madrid a diez y seis de junio de mil setecientos noventa y seis. [Firma] Nicols Fernndez Ochoa

Documento n 5 Instruccin (Papel nmero 3), en: Pieza A en la que se hallan los cuatro papeles distinguidos con otros tantos nmeros que se encontraron en el cofre del reo don Sebastin Andrs al tiempo de su apertura y reconocimiento en la Real Crcel de Villa por el seor alcalde conde del Pinar a presencia del mismo Andrs; cuyos papeles se conocen en la causa reservada que se sigue contra ste y dems consortes con los ttulos de Manifiesto al pueblo e Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, Madrid, 20 de febrero de 1795. AHNM, Consejo, 11937, 6 fols.

[1r] Papel nmero 3 Titulado Instruccin [2r] Nmero3 Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da. Artculo 1 Se har una proclamacin universal por las calles y plazuelas pblicas diciendo: Viva la ley de Dios, viva el pueblo y muera le gobierno. 2 Divididos los ciudadanos en varias cuadrillas, mandadas cada una por la persona prudente, y de valor que entre si eligiesen se apoderaran de todas las casas en que haya caudales pblicos, o efectos de guerra. 3 Los jefes de cuadrilla dejarn en cada un de estos puestos el nmero de hombres que juzguen suficiente para su seguridad y custodia, encargando alguno haga cabeza de ellos, que de ningn modo permita se extraigan caudales ni efectos algunos sin expresa orden de la [2v] Junta Suprema. 4 Todos los empleados en las referidas casas u oficinas concurran a ellas inmediatamente y formarn un estado de los caudales, armas y municiones existentes. El cual se pasar a las cuatro de la tarde a la Junta Suprema para su inteligencia y gobierno. 5. El comandante o jefe militar que bajo de cualquier pretexto intentase reunir o poner a la tropa sobre las armas, ser castigado como traidor a la patria, y tambin lo ser el soldado que en tales circunstancias le obedeciese. La misma pena se impone al que de cualquier modo impidiese al oficial, sargento, cabo o soldado incorporarse con el pueblo. 6. Luego que el pueblo se haya apoderado de los puestos expresados en el Artculo segundo se retirarn a sus respectivos batallones todos los ciudadanos que no se hallen ocupados

361

en la custodia de ellos u en otro objeto importante al pblico. 7. En seguida [3r] se juntarn todos los ciudadanos de cada calle, sin salir de ella elegirn por aclamacin una persona capaz, que de ningn modo podr eximirse de este encargo para que forme listas de todos los ciudadanos de la calle que se hallen en estado de tomar las armas, a los que se abonarn diez reales diarios todo el tiempo que sirvan a la patria. 8. Los ciudadanos alistados nombrarn entre si los sargentos y cabos necesarios a razn de un sargento y dos cabos por cada veinte hombres, procurando que estos nombramientos recaigan en personas de valor, honradez y luces suficientes. 9. Juntos en el paraje ms a propsito todos los sargentos y cabos de un mismo barrio elegirn inmediatamente un celador y su teniente, que debern ser sujetos de conocido patriotismo, talento, desinters y virtud a los cuales se conocern por cabezas y estarn subordinados interinamente todos los ciudadanos [3v] del mismo barrio. 10. Hechas estas elecciones, se armar del mejor modo posible la tercera parte de los alistados de cada calle. 11. Esta gente armada se reunir por barrios en el lugar que ms a propsito fuese para que quepan todos y se formen inmediatamente en tres divisiones, nombrando por aclamacin un capitn interino para la direccin y gobierno de cada una de ellas. 12. La primera de estas divisiones se quedar en el paraje ms oportuno del barrio para poder acudir prontamente a las urgencias que se ofrecieren, y dichos parajes que sern fijos se llamarn guardia principal del barrio. N. 13. La segunda divisin repartida en varias patrullas rondar pos las calles de su barrio hasta las doce de la noche, observando con el mayor cuidado la conducta y movimientos de todas [4r] aquellas personas que en el da pueden ser sospechosas, prendiendo y arrestando las que se hiciesen dignas de ello. A dicha hora ir a relevar a los parajes fijos a la primera divisin, y esta saldr a hacer el mismo servicio hasta las seis de la maana, y as alternarn sucesivamente segn dispongan los jefes en cumplimiento de las rdenes de la Junta Suprema. 14. La tercera divisin llevando al frente su respectivo celador y capitn saldr a las dos de la tarde acompaando a Palacio a los representantes del pueblo que habitasen en su barrio y permanecer en sus Plazas y alrededores para el auxilio y seguridad de la Junta Suprema. 15. Las dos terceras partes de los ciudadanos alistados que (Artculo 10.) quedan sin servicio procurarn por este intermedio armarse del mejor modo para hacer el servicio pblico a la brevedad posible. 16. Cada una de estas terceras partes de gente despus de [4v] armada se subdividir en tres divisiones en las misma forma que la primera de que hemos hablado, y se nombrar para cada una de ellas un capitn interino como queda expresado. 17. Todos los armeros, espaderos, lonjestas y dems que tengan armas vendibles as blancas como de fuego las

362

presentarn sin detencin alguna a los comandantes de cuadrilla, o celadores de barrio, quienes darn recibo de ellas para abonar el importe a sus dueos 18. Todos los vecinos que tengan armas propias se presentarn armados. 19. Los capitanes de cada divisin con intervencin y visto bueno del celador, formarn un libramiento contra la tesorera general de la nacin de la cantidad que a razn de diez reales diarios (Art. 7) por cada uno de los alistados o que estn empleados en el servicio pblico, resulte necesaria para cada tres das. Y este libramiento [5r] lo pasarn a la Junta Suprema para que ponga el cmplase y acuerde su pago. 20. A todo vecino que de cualquier modo experimente alguna prdida se le indemnizar puntualmente, siempre que lo justifique. 21. Los celadores y jefes de cuadrilla pondrn el mayor cuidado en pasar al conocimiento de la Junta Suprema los nombres de aquellos loables ciudadanos que hicieren algn servicio distinguido a favor de la causa comn, a fin de que sena recompensados segn su mrito y preferidos a los dems en la provisin de los empleos as civiles como militares para que fuesen ms aptos. 22. ltimamente se encarga a todos los ciudadanos en nombre de la patria ejecutes esta empresa con el valor, prudencia y sabidura que pide la importancia del asunto, teniendo presentes en todas las acciones los cuatro artculos contenidos en el manifiesto del pueblo. Concuerda exactamente con el papel original que [5v] distinguido con el tercero se halla colocado [6v] al folio cinco de la Pieza A agregado a la causa de Estado formada en virtud de especial comisin por el seor alcalde de Casa y Corte conde del Pinar y mi testimonio contra don Juan Picornell y constantes, en la cual se conoce y nombra dicho papel con el ttulo de Instruccin, de lo que doy fe y a que me remito y para que conste en donde convenga de mandato del mismo Seor Alcalde. Yo el infrascrito escribano de S.M., vecino y del colegio de esta Corte y oficial de la Sala de Seores Alcaldes de ella doy el presente que signo y firmo en Madrid a diez y seis de junio de mil setecientos noventa y seis= [Firma] Nicols Fernndez Ochoa

Documento n 6 Constituciones, en: Incautacin de los documentos de Manuel Montesinos y Rico, Caracas, 1 de agosto de 1798. AGI, Caracas, 427, N. 1, 735 fols. (Fragmentos) [3r] [] Los comandantes de las provincias de Tierra Firme de la Amrica Meridional juntos y congregados en el lugar de N. para tratar y conferenciar sobre los medios que convendra adoptar para restituir al pueblo americano su libertad, despus de un maduro examen y larga reflexin

363

entre otras cosas, acordaron se observase interinamente por todos los pueblos los artculos siguientes. Y siguen cuarenta y cuatro artculos el ltimo de los cuales dice as. En seal de la buena concordia [3v], e igualdad que ha de reinar constantemente entre todos los habitantes de la Tierra Firme ser la divisa una escarapela cuatricolor a saber blanca, azul, amarilla y encarnada, comprendiendo adems el primer pliego a su pie una nota sobre el artculo quince que trata de la abolicin del derecho de composicin que se paga al Rey Nuestro Seor y en este supuesto dijeron deban mandar y mandaron extender este auto en papel blanco por no haber proporcin de traerle ahora sellado, y que rubricndose [4r] por Sus Seoras, por el expresado don Manuel Montesinos Rico y por los presentes escribanos, los mencionados tres pliegos y su cubierta, ponindose despus a continuacin, y que en el supuesto de haberse de continuar el registro para los efectos que convengan a la seguridad del Estado, y Administracin de Justicia desde luego se reciba la primera declaracin a dicho don Manuel Montesinos Rico en la forma correspondiente, y lo firmaron de que damos fe Joaqun de Zubillaga, Antonio Lpez Quintana. [4v] Ante Nosotros Gabriel Jos de Aramburu Escribano pblico Rafael Diego Mrida Escribano de Cmara interino.

[Al margen. Constituciones] Los comandantes de la provincias de Tierra Firme de la Amrica Meridional juntos y congregados en el lugar de N. para tratar y conferenciar sobre los medios que convendra adoptar para restituir al pueblo americano su libertad despus de un maduro examen y larga reflexin entre otras cosas acordaron [5r] se observasen interinamente por todos los pueblos los artculos siguientes. 1o. Entre todos los habitantes habr unin, constancia, y fidelidad todos formaran la firme resolucin de morir primero que abandonar la justicia de esta causa. 2o. Siendo esta empresa de un inters comn no ser lcito a persona alguna mirarla con indiferencia. Al que se hallare que no toma parte en este asunto ser desde luego arrestado, y se proceder contra l a lo que hubiere lugar en justicia, y el que de algn modo se opusiere ser inmediatamente [5v] castigado como enemigo declarado del bien de la patria 3o. El que a la sombra de esta revolucin hija de la razn, de la justicia y de la virtud, por fines particulares incendiare algunos edificios, ejecutare algn asesinato, atropellare alguna persona, cometiera algn robo, perdiere el respeto o decoro mujeres sea de la clase que fuere, o extraviaren algunos papeles ser inmediatamente castigado con rigor.

364

4o. El soldado o paisano que durante la revolucin se distinguiere en cualquier accin [6r] ser seguramente premiado, lo propio el que quedare inhbil, y ltimamente el que tuviere la desgracia de perecer su nombre ser inmortalizado y su familia recompensada a proporcin del mrito que hubiere contrado. 5o. Inmediatamente a noticia de cualquiera pueblo esta indispensable determinacin se armarn sus vecinos del mejor modo posible, y divididos en varias cuadrillas mandada cada una por un cabo que entre si elijan harn resuenen por toda sus calles y plazas la voz viva el pueblo americano. Se apoderarn de todas las oficinas [6v] y parajes donde halla caudales pblicos, papeles, armas o municiones de guerra con candados sus puertas, y dejando en cada una de estas partes el suficiente nmero de soldados y paisanos para su custodia, no permitiendo que se abran dichas puertas, ni se extraigan papeles, caudales, ni efectos algunos, sin orden expresa de la Junta Gubernativa, o comandante militar jefe de la revolucin. 6a. En seguida se proceder por edictos a la deposicin de todos los empleados en rentas, ramo militar, [7r] y administracin de justicia actual, y a la convocacin del pueblo en lugar, y hora sealadas. Para el nombramiento de una Junta Gubernativa interina compuesta de ms o menos nmero de individuos segn la poblacin y circunstancia de cada lugar. 7o. Solamente podrn ser elegidos para individuos de esta Junta aquellos vecinos hacendados que de antemano hubiesen dado pruebas nada equivocas de su constante patriotismo, amor a los pobres e instruccin en las materias de gobierno. Como en el nmero de los sujetos que compondrn [7v] estas juntas, no podrn ser incluidos todos los que son hbiles para esta empresa se convida a todos los ciudadanos a suministrar por escrito a dichas juntas todas las luces que puedan contribuir al buen xito del asunto.9o. Las juntas gubernativas se harn cargo de todas las oficinas y papeles concernientes a los fondos, rentas pblicas, tomarn cuenta a los empleados en estos ramos y la darn despus a la Junta General. Ser privativo de las referidas juntas gubernativas el recoger o poner de nuevo [8r] los oficiales que juzgasen a propsito, moderar sus sueldos y velar su conducta ser del cargo de las mismas juntas nombrar sujetos de conocido desinters, y probidad que recauden y lleven cuenta y razn de los diezmos hasta que la Junta General arregle este punto. 11o. Todos los eclesisticos, iglesias, y comunidades de religiosos y religiosas gozarn sus rentas como antes de la revolucin. Pero si cualquiera contra las Divinas Doctrinas del Evangelio y sagrados libros, predicase exhortase y difundiese papeles, o hiciese otros actos contra la felicidad

365

general [8v] despojndose de su carcter de ministro espiritual para hacer un defensor de la tirana, ser tratado como traidor de la patria y castigado con el rigor de las leyes. 12o. Cualquiera eclesistico, seglar o regular que posedo de las sanas mximas de esta causa comn que rene al pueblo en defensa de sus derechos, contribuyese con su persona, bienes y talentos a consolidar [sic] el establecimiento de la Independencia, merecer la aprobacin y concepto del gobierno para ser empleado, remunerado y premiado. [9r] Sern tratados con respeto y veneracin los templos las imgenes, y todos los sacerdotes, contra los cuales, cualesquiera insulto ser castigado con rigor. 14. La siembra y venta del tabaco ser libre desde el mismo acto de la revolucin de cualquiera pueblo, sern igualmente libres de todo derecho los comestibles de pan, arroz, miniestras [sic], races, verduras, frutas, etctera, y las dems especies de rentas y tributos quedarn en el mismo pie actual con la rebaja de la cuarta parte hasta la determinacin de la Junta General. (#) [9v] 15. Queda igualmente abolido el derecho que con el nombre de composicin pagaban al rey de Espaa todos nuestros mercaderes, bodegueros y pulperos, y tambin el derecho de alcabalas que pagaban todos los que compraban efectos en los almacenes de nuestros comerciantes para el consumo de la tierra adentro. (#) porque los multiplicados pagamentos de un mismo derecho sobre una misma cosa slo sirven de aumentar su valor a beneficio del que los impuso, y en perjuicio general del pblico, y de embarazar por este medio el consumo, y el comercio, que debe ser tan libre como el aire. [10r] 16o Cuidarn las juntas gubernativas de establecer la mejor polica en sus respectivos pueblos de fomentar por todos los medios posibles la agricultura, industria, artes, y comercio, y con ms especialidad de la sementera, de todas aquellas cosas de primera necesidad, a fin de que en ningn tiempo, ni los pueblos, ni los ejrcitos carezcan de lo necesario diariamente. 17. Adems de los expresados objetos tomarn cuantas providencias juzguen desde luego convenientes para asegurar ms, y ms, el acto de la Independencia que ser declarada [10v] en la ciudad de N. para cuyo efecto desde ahora se seala como lugar ms proporcionado, y se convoca, convida a todas las provincias, comandancias, corregimientos, etctera a que dentro del termino de dos meses contados desde la publicacin de estos artculos enven sus diputados con amplios poderes para la declaracin de la Independencia, establecimiento del gobierno general interino del estado y particular de cada pueblo y provincia.

366

18. Todos nuestros puertos y radas estarn abiertos [11r] para todas las naciones del mundo, desde el principio de la revolucin, guardando con ellas la mayor armona, y observando la ms exacta neutralidad con las potencias beligerantes. 19. Desde el acto de la revolucin se conceden tres meses a nuestros comerciantes para que avisen a sus corresponsales de Espaa que pasando dicho termino, sus efectos no sern admitidos hasta el reconocimiento de nuestra independencia por su majestad catlica. 20. Todas las embarcaciones de mercantes espaoles que arribaren en nuestros puertos [11v] dentro de los referidos tres meses, sern admitidas con las precauciones que se juzguen convenientes. Pero todo barco perteneciente a su majestad catlica ser detenido, y de ello se dar parte a la Junta General para providenciar lo necesario 21. No se permitir extraer de nuestras provincias, oro, ni plata alguna, en cambio de las mercaderas extranjeras se darn las muestras. Slo los efectos de guerra que subministraren al pueblo americano las naciones extranjeras, sern satisfechos en dinero efectivo o en gneros del [12r] pas que saldrn libres de derechos por esta sola circunstancia. 22. El retorno de las embarcaciones del comercio de Espaa con frutos del pas se decidir en la Junta General, con presencia de los perjuicios que de l pueden resultar a nuestros comerciantes segn las consecuencias hostiles que hubiere producido sobre sus intereses en dicha Pennsula nuestra Independencia. 23. En todo pueblo cuya revolucin se hiciere sin previsin anticipada la eleccin de comandante de las armas y dems jefes principales se har por la Junta Gubernativa [12v] pero en aquellos que alguno, o algunos ciudadanos con el plan hecho y disposiciones anticipadas ejecutasen esta accin heroica dicho ciudadano o ciudadanos de cualesquiera estado, clase o graduacin que fueren, permanecern con el mando militar hasta la determinacin y arresto de este punto por la Junta General. 24. Ser privativo del jefe principal de cada uno de los ejrcitos el nombrar [13r] comandantes, oficiales y dems subalternos, y dependientes del ejrcito, y plazas, hasta que celebre sus funciones, y arregle este punto la Junta General. 25. Como en muchas partes distintas, y en diversas provincias se va a dar principio a la revolucin a un mismo tiempo los comandantes de cada uno de los ejrcitos que se formaren procurarn mantener correspondencia entre si para obrar de acuerdo, auxiliase en caso necesario. Los ejrcitos tomarn el nombre de las provincias donde se levantaren los comandantes expedirn

367

sus ordenes [13v] en nombre del pueblo americano, y en nombre del mismo, tomarn posesin de las plazas de que se fueren apoderando. 26. Todos los mapas, planos y papeles, relativos a las provincias, castillos, fortalezas establecimientos, y trabajos pblicos sern entregados por inventario con toda fidelidad, al comandante de las armas, o a las personas que este diputare para este objeto, lo propio todos los efectos pertenecientes al ramo militar. 27. No obstante que parece que parece [sic] imposibles que soldado alguno de las milicias [14r] actuales, de la Amrica quiera seguir el partido de la tirana, servir de instrumento de la opresin de su misma patria, y ser verdugo de sus propios padre, hermanos, parientes, amigos, y paisanos, con todo como ignoramos que no faltarn superiores malvados, y almas bajas que les induzcan a semejante atentado y vileza, les prevenimos que a la hora que sea cogido alguno con las armas en la mano contra su patria, que ser castigado con el mayor rigor sin que le valga excusa alguna. 28. El oficial, sargento, o cabo que de alguna manera impidiera [14v] que los soldados se unan inmediatamente al pueblo para defender la causa comn ser declarado por enemigo de la patria y por de contado castigado. 29. El gobernador o comandante de cualesquiera provincia, plaza o castillo que desde el acto del levantamiento del pueblo, tuviese la orden de tomar la ms mnima providencia para contenerle ser tratado con todo el rigor pero el que condescendiere en un todo con la determinacin del pueblo se le conceder salvo conducto para que se retire a los dominios [15r] del rey de Espaa, o se le admitir con su misma graduacin en el servicio de la repblica si sus talentos, y virtudes lo merecieren. 30. Todo comandante o gobernador que sabedor de esta disposicin dejare desde luego y por su propia voluntad su mando a disposicin del pueblo, y de acuerdo con l procediese a la excusin, y cumplimiento de estos artculos se le conservarn los honores y sueldos que tuviere en el ejrcito. Lo propio a cuales quien otro oficial subalterno que en el acto del rompimiento del pueblo se pusiere [15v] desde luego de parte de este exhortando a sus soldados a que imiten su ejemplo, y sigan constantemente las banderas de la Justa Causa, y libertad de la patria. 31. Se concede un indulto general, en virtud del cual ninguna persona podr ser residenciada por delitos cometidos antes de la noticia de la revolucin del pueblo. Pero si delinquiere despus en materias concernientes a este asunto ser residenciado y castigado por uno y otro.

368

32. Se declara la igualdad natural entre todos los habitantes [16r] de las provincias y distritos, y se encarga que entre blancos, indios, pardos y morenos reine la mayor armona, mirndose todos como hermanos en Jesu-Cristo iguales por Dios procurando aventajarse slo unos a otros en mrito, y virtud que son las dos nicas distinciones reales y verdaderas que hay de hombre a hombre, y habr en lo sucesivo entre todos los individuos de nuestra repblica. 33. Por razn de la misma igualdad queda abolido el pago del tributo de los indios naturales con que denigrativamente [16r] los tena marcado y oprimidos el gobierno tirano que se lo impuso. Sobre las tierras que les usurpo con la fuerza, y ser uno de los cuidados del nuestro darles la propiedad de las que poseen, o de otras que les sean ms tiles, proporcionndoles medios para que sean tan felices como los dems ciudadanos. 34. Queda desde luego abolida la esclavitud como contraria a la humanidad, En virtud de esta providencia, todos los amos presentaran a la Junta Gubernativa de sus respectivos pueblos [17r] cuantos esclavos tuvieren con una razn Jurada, de su nombre, patria, edad, sexo, oficio, coste que le tuvo, y aos que se sirve, con ms una nota de su conducta, y achaques si los tuviere para que en su vista en la Junta General se determine y mande abonar a sus respectivos dueos de los fondos pblicos lo que merezcan en justicia, pero los esclavos permanecern en el actual servicio de sus amos hasta la disposicin de la Junta General. 35. Los amos que en esta parte fueren omisos, y diesen lugar a que sus esclavos [17v] se presenten por si solos a la Junta Gubernativa, perdern su importe para siempre que no lo hayan ejecutado despus de tres das del establecimiento de esta Junta. 36. Todos estos nuevos ciudadanos harn el juramento de fidelidad a la patria, y de servir los varones aptos en las milicias hasta tanto que este asegurada la libertad del pueblo siempre que lo pidan las circunstancias, en el interior a fin de que la agricultura no padezca el menor menoscabo, permanecern los agricultores, y esclavos [18r] o criados con sus respectivos antiguas amos, siempre que se les abone sus justos jornales, y se les de el trato correspondiente, y a fin de evitar cualesquiera exceso, y perjuicio por una, y otra parte, ningn criado, o mucho menos ciudadano de esta naturaleza podr despedirse de su amo sin justa causa aprobada por uno de los individuos de la Junta Gubernativa que ser nombrado para Juez de estas Causas. (2) 37. Asegurada la libertad de la patria se licenciara a estos nuevos ciudadanos, y se les dar todos los auxilios que se juzgue necesarios [18v] para su regular establecimiento (3)

369

38. En todos los pueblos se procurara instruir a todos los habitantes desde la edad de diez y siete hasta cuarenta, y cinco aos en el manejo de armas, y principales evolucin, y se procurar mantener en pie un cierto nmero de gentes armadas para ocurrir a la mayor necesidad (4). 39. Ningn ciudadano podr ser obligado a tomar las armas por fuerza siempre que cuando le toque el servicio personal ponga otro [19r] hombre en su lugar. 40. Las juntas gubernativas quedarn de suministrar a los ejrcitos todo lo necesario para su subsistencia. 41. Los sueldos interinos del ejrcito sern, el soldado etctera. 42. Todas las deliberaciones de las juntas gubernativas se publicarn en nombre del pueblo, firmadas del presidente y secretario. 43. En todos los pueblos se publicaran desde este mismo instante los Derechos del Hombre para la inteligencia, y gobierno de todos. En seal de la buena unin, concordia, e igualdad que ha de reinar constantemente entre todos los habitantes de la Tierra Firme ser la divisa una escarapela cuatricolor a saber, blanca, azul, amarilla y encarnada. [21r] 4. Preguntado si sabe de que letra esclavos, o criados, entrerrenglonadas en el artculo treinta y seis, respondi que igualmente son del declarante, y lo puso con el fin de que en caso de llegar a odo de los esclavos el contenido de dichos tres pliegos no tuviesen tanto aliciente, o ninguno para entrar en la sublevacin, y quedasen desconfiados de que nunca les daran la libertad. [30r] [Al margen. Papeles encontrados a Rico] Nos los vecinos de la provincia de Venezuela y contornos adyacentes de mancomune e insolidum, vocales de la juntas generales particulares, y reservadas in Pectore etctera de la Venerable Orden Patritica de Jugs etctera. Declaramos a nuestra voluntad que el Profesor [30v] y socio de mrito Maestro aprobado de nuestras artes liberales, el Ilustre Seor Ma alias el Ro So pueda en lo sucesivo ejercer el arte de C. en que al presente se halla ocupado mediante las conocidas ventajas y aumentos que proporcionan sus ideas, y ocupacin a nuestro erario. [Al margen. Otro} debajo. Articulo 14] (5) El aguardiente de caa y licores que de el proceden sern libres, y todo ciudadano podr establecer alambique, etctera. Tambin se suplicar a todos los partidarios que con tiempo hagan la siguiente prevencin. Cada ao deber entresacar de sus haciendas [31r] doce u ms [ilegible] los mejor dispuestos para el primer lance, armados todos y

370

voluntarios, y tambin sus mayordomos tiles para el caso, dejando en las haciendas un capitn que gobierne y cuide la labor en toda forma con los dems, viejos, nios invlidos, mujeres etctera. Puerto Cabello, Maracaibo, y Cuman podrn ser departamentos de la repblica. Se establecen artculos de premio para los que se distingan y que sern atendidos con los primeros cargos de la repblica toda especie de clases en sus respectivas carreras, militar, civil, eclesistica [31v] etctera. En la revolucin se mandaran abrir todas las ventanas de las casas, y quitar todas las celosas de las rejas, y se mandarn igualmente. Las mujeres de toda clase podrn coadyuvar a la proclamacin pblicamente con sus mismas personas y las armas que les sean propias a su defensa. El templo de Nuestra Seora de Altagracia se destinar para las juntas generales interinamente (esto es la parte nueva que aun no est consagrada). [32r] [Al margen. Articulo 34] A falta de esclavos para el fomento sucesivo de la agricultura se tomarn a su tiempo las medidas para que jams decaiga la agricultura, ni las artes al contrario florecer todo infinitamente con las futuras disposiciones sobre el asunto. (40) Al artculo cuarenta. Se cuidar de los hospitales del ejrcito de cada provincia y de sus pueblos para que se ocurra con la mayor caridad y humanidad a todos los necesitados conciudadanos. (42) Ser conveniente firmen tambin a ms del presente [sic] y secretario otros tres vocales de la misma Junta (alternando) [32v] para mayor satisfaccin del pblico, de estar dadas las disposiciones con toda formalidad, y justicia [] [37v] [Al margen. Otro papel encontrado a Rico] (2) y en caso de inobservancia de esta reciproca disposicin y comn utilidad, sern unos y otra contraventores severamente juzgados por la juntas gubernativas, y la general de justicia. [Al margen. Artculo 37] (3) porque licencindose en el critico tiempo de la revolucin se expondran las haciendas del todo fruto en general a decaer, y arruinarse por esta causa, la abundancia, la agricultura, artes y comercio, objeto principal a que ha de atenderse universalmente desde el primer acto [38r] la empresa sin que jams se abandone de la vista este importante decreto, y plan fundamental de la buena polica en toda la Tierra Firme.

371

[Al margen. Nota al artculo 44.] Nota. Vase el artculo cuarenta y la voz de. Viva la religin catlica romana, el pueblo americano, la libertad, y la igualdad natural, que as lo previene la ley en el plan original. []

Documento n 7 Plan del movimiento revolucionario de La Guaira, Caracas, 8 de agosto de 1797 (fecha de la copia de escribano). AGI, Caracas, 434, N. 16. Plan R. de la G. [tachado: Primer movimiento revolucionario de] Supuesta la general disposicin de nimos, tanto del pueblo como de la generosa guarnicin de la plaza, y de las de la capital para defender sus derechos, y establecerlos formando un nuevo gobierno, bajo de nuevas leyes, erigiendo en su patria una nueva y respetable potencia de las del mundo, sern sus primeros actos los siguientes, para cuyos objetos y puestos se detallar la primera [1v] fuerza que ha de obrar por el Estado que acompaa para la primera irrupcin. Ser sta a la hora y da que se acuerde en esta plaza, y la capital, previniendo el tiempo que podr gastarse en llegar tropas nacionales a algunos puestos distantes que han de ocupar, y en asegurar las cabezas del mal gobierno, y dems personas desafectas al nuevo, de manera que al tiempo sealado se vea enarbolada la Bandera Nacional en la capital y esta plaza con las aclamaciones generales de. Viva la libertad, y muera el despotismo. 1er. Movimiento Ser el primero salir con [2r] mucho silencio las tropas municionadas, y con sus armas cargadas de los cuarteles a ocupar todos los puertos de guardia del cuerpo de la plaza, parque, maestranzas, almacn y repuestos de plvora y armas, y armar oficinas de Real Hacienda, y del Tabaco, para asegurar los caudales y puestos destacados que se detallan en el Estado n [en blanco] y antes se les leer la Proclamacin n para animarlos. Todo el paisanaje que est ya prevenido para esta misma accin por las personas destinadas a destacamento se juntar en el paraje en que se halla el repuesto de las armas para entregrselas, proveerlos de municiones y marchar las divisiones [2v] que se hicieren de l a los parajes que se les destinase, mandadas por los oficiales que con anticipacin estarn ya nombrados. Estos sern, o del mismo paisanaje o de los militares en quienes se encuentren las calidades de valor, patriotismo y exactitud.

372

Se ha de contar tambin para esta accin con todos los presos que en el primer momento se han de poner en libertad para que tomen las armas, o sirvan en los trabajos a que se les destine con el correspondiente sueldo, o jornales. [3r] Se destinaran al mismo tiempo sujetos de conocido valor y entusiasmo patritico que estarn nombrados con anticipacin para que con la gente necesaria pasen a apoderarse del comandante militar, y poltico, y de los dems oficiales y personas desafectas (por sus fines particulares a la nueva constitucin de gobierno) que puedan alterar el orden de las operaciones y se les pondr en prisin segura bajo de una buena guardia de Patriotas con las correspondientes rdenes si se escapase alguno de los de esta mala calidad de gente [3v] ser perseguido y buscado con la mayor eficacia, y si es necesario se les har fuego en caso de resistencia. En todos los parajes que hubiese intereses Reales, y papeles se establecern guardias, cuyos comandantes cerrarn todas las puertas con llave o candados, y no se permitir que se extraiga ni unos ni otros sin orden por escrito del comandante militar, y lo mismo se practicar con el parque de artillera, maestranzas, almacn de plvora y dems repuestos que exijan esta precisa precaucin. Para que el vecindario no experimente daos [tachado: alguno, insultos], ni vejaciones que suelen ser [4r] consecuentes en las mociones de los pueblos, se establecern seis patrullas en seis barrios para que cada una cuide en el suyo de que no haya robos, asesinatos, insultos a mujeres ni otros excesos, y procedan a la prisin de los que los cometieren como a la de cualquiera persona sin distincin de sexos que levante alguna voz que pueda perturbar el orden de las operaciones del da. Ser tambin del cuidado de estas patrullas prevenir a todos los hombres propios para las armas que ocurran a tomarlas en [en blanco] y [tachado: ser] a los eclesisticos que ocurran a la iglesia parroquial. Todas las armas sobrantes que hubiese en los cuarteles, as de los enfermos del hospital [4v] y empleados en otros objetos que no son de armas, como de las bajas ocurridas en los cuerpos se llevarn al mismo paraje donde est el repuesto para repartirlas igualmente a todos los que se presenten a tomarlas, para cuya distribucin habr personas nombradas con anticipacin. La plaza o calle de la batera de la fuerza ser el punto de reunin de todas estas tropas para que el jefe militar las destine a los parajes que tenga por conveniente con los oficiales que las han de [5r] mandar, y rdenes que han de observar.

373

Bien sea de los presos o de la gente que sea ms a propsito se formar una cuadrilla de trabajadores con los tiles necesarios, y un oficial que la mande para que ocurran con la mayor prontitud [tachado: a que] a apagar cualquier incendio que intenten los mal contentos traidores de la patria para interrumpir esta accin de sorpresa. Exige esta misma atencin, que adems de la guardia del almacn de plvora, haya otra [tachado: guardia] en el apostadero de San Agustn que [5v] mira a l, para que en caso de se [entrerrenglonadura: sorprendida o atacada] [tachado] la del almacn haga fuego a [entrerrenglonadura: la de San Agustn] sobre los insultantes. En cada batera habr dos caones cargados, el uno de balas, y el otro de metralla [entrerrenglonadura y tachado] para impedir [entrerrenglonadura: con aquel] la salida del puerto a cualquiera embarcacin, y para hacer fuego [entrerrenglonadura: con el otro] en caso de antirrevolucin sobre los que la formen. [Al margen e inserto] se cerrarn las puertas de la plaza que no se abrirn hasta que lo mande el jefe militar para que no salga nadie, y se enviar un refuerzo al Palomo y un destacamento al Camino de las Dos Aguadas para que hagan resolver a todos los que se fuesen huyendo aturdidamente sin saber de que y para que aprehendan a todas las personas de carcter y sospechosas, por [entrerrenglonadura: considerarse], contrarias a la causa comn. Se destinar uno o ms patriotas para que en lanchas, o botes reforzados con tropa escogida pasen a todas las embarcaciones del puerto, a intimarles que ninguna salga de l sin licencia del gobierno, y que toda la oficialidad de cada una venga a tierra en los mismos botes o lanchas, o en los de [6r] cada una bajo de la custodia siempre de las comisionadas a este fin, trayendo noticia de las armas, pertrechos, municiones y vveres que tengan a bordo. Estas noticias servirn al jefe militar para el uso que pueda hacer de ellas. Har saber a todos la institucin y causa del nuevo gobierno. Que desde aquel da quedarn abiertos nuestros puertos para todas las naciones, y que observaremos la ms perfecta neutralidad con las beligerantes, como les ser notorio por la destacamento que se har sobre este y otros particulares que las [entrerrenglonadura: embarcaciones] del comercio de Espaa sern admitidas durante el trmino de tres meses sin impedirles sus descargas ni hacerles la menor hostilidad [6v], y que las del comercio particular de esta provincia y dems que se le renan han de usar precisamente de la Bandera Nacional cuyo diseo se les presenta, para que navegando con ella no sean hostilizados, [tachado] con este objeto pasaran comisionados a tratar con las naciones, para establecer nuestra

374

amistad entre ellas, y al mismo tiempo se les suplicar a las que se hallen por casualidad en el puerto, demoren su salida hasta que les avise el gobierno, en el concepto de que les ser [7r] remunerado cualquier perjuicio que les siga por esta causa, en caso de que lo reclamante [sic]. No se permitir a ninguna embarcacin [tachado: hasta la determinacin del gobierno] bajo de las mismas equitativas condiciones, que vaya a ninguno del os Puertos [entrerrenglonadura: espaoles de esta ni otras provincias, islas, ni reinos] [tachado: las provincias de Guayana, Cuman y Maracaibo, Margarita, Santo Domingo, Puerto Rico, ni a los de Coro y Puerto Cabello] hasta la determinacin de la Junta General, por lo perjudiciales que pueden ser al establecimiento primario de gobierno, las noticias que puedan recibir [7v] los gobernadores o comandantes de dichas provincias, y plaza sobre que se tendr el mayor cuidado, an con las embarcaciones ms pequeas para impedir que los mal contentos pasen aviso o papeles contrarios a nuestra humana constitucin, con cuyo objeto se apostarn dos botes o lanchas armadas a Barlovento y sotavento de esta plaza. Para este primer movimiento se tendrn anticipadas dos cosas. 1 Muchas copias de las gracias que se hacen al pueblo, y de los artculos que ha de observar bajo de un papel, y bajo de otro o extracto de los motivos de la revolucin, y de los principales derechos del hombre que se fijarn por todas las esquinas y parajes pblicos en letra clara y comprensible, para cuyo efecto habr [8r] personas destinadas. 2 Tener previstos todos los sujetos que se han de emplear en el mando de las tropas que han de obrar, tanto en el primer movimiento como en el siguiente. 2 Movimiento [tachado] Est conforme con el papel original de su contenido en los mismos trminos que se halla. Caracas ocho de agosto de mil setecientos noventa y siete aos. Rafael Diego Mrida Escribano de Cmara interino [Firma y rubrica]

375

Documento n 8 Papel sedicioso. El comandante en jefe del ejrcito revolucionario del pueblo americano de la provincia de Caracas a los vecinos y moradores del pueblo de La Guaira, Caracas, 8 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 16.

[1r] El comandante en jefe del Ejrcito Revolucionario del pueblo americano de la provincia de Caracas a los vecinos y moradores del pueblo de La Guaira. 1 Se har una proclama general por las calles y plazas pblicas, diciendo en alta voz. Viva la ley de Dios, viva el pueblo americano y muera el mal gobierno. Desde ahora quedan abolidas todas las potestades constituidas por el rey de N. y en lo sucesivo no se reconocern otras que las que sean elegidas por el pueblo o sus representantes. 2 Divididos los ciudadanos[entrerrenglonadura: armados del modo posible] en varias [1v] partidas, mandada cada una por un jefe prudente y de conocido patriotismo que entre si eligieren por capitn, se irn aposesionando de todos los parajes y oficinas donde hubiese caudales, efectos o papeles pblicos, echarn candados para impedir todo extravo o menoscabo, y dejarn para custodia y seguridad del nmero de hombres que pareciere suficiente, dndoles por comandante un sujeto advertido y celoso del bien de la patria, a quien se encargar que nada ejecute ni permita ejecutar en orden a dichos efectos sin las formalidades que despus se le comunicarn y sin la firma del comandante en jefe, advirtindole la responsabilidad. 3 Los expresados capitanes proseguirn [2r] su destino con la gente que les quedare, y se unirn a ellos y obrarn bajo su mando todas las patrullas sueltas de tropa que en aquella ocasin anduvieren rondando por el pueblo. 4 Los [entrerrenglonadura: referidos] [tachado: mismos] capitanes irn tomando al mismo tiempo todas las guardias, y dejarn en ella un nmero de su gente doble del correspondiente que hallaren de soldados (o ms segn la importancia del puesto) todos bajo las rdenes de una persona prudente y expedita, cual se requiere para tales casos. Deberan igualmente prender y remitir a la crcel pblica, todos aquellos sujetos que se manifestaren contrarios a los intereses

376

del pueblo, guardando en este acto la moderacin [2v] toda compatible con las circunstancias y encargndoles a los comandantes de las partidas que fuere dejado en las guardias, etc. 5 Todas las dems tropas que hubiere en el pueblo concurrirn al (1) [entrerrenglonadura: (campos, plaza, etc.)] segn [tachado: paraje que se le seala en] el oficio que a ste efecto se le ha dirigido, donde se organizarn varios cuerpos y se les dar el destino que pidieren las circunstancias. 6 Todo comandante o jefe militar [3r] que impidiere a sus oficiales, sargentos, cabos o soldados incorporarse con el pueblo y tener parte en una empresa tan justa y gloriosa, dirigida a la comn felicidad, ser mirado como traidor a la patria y tratado como tal segn se ordena en el artculo N. de la instruccin general. 7 Todos los ciudadanos del pueblo [tachado: esto es] se juntarn por barrios y elegirn en cada uno [entrerrenglonadura: y por aclamacin], dos personas de acreditado patriotismo, bondad y prudencia, las cuales debern congregarse a las N. en la casa de N. y proceder desde luego al nombramiento de una junta gubernativa interina [3r] que ha de constar de quince individuos en la forma siguiente. 8 Todos los representantes de los barrios tendrn voto activo y pasivo y a cada uno se le entregarn los nombres de los dems, escritos separadamente en otras tantas cdulas. 9 Cada uno dar su voto a favor de aquella persona que conociere ser ms afecta a la patria, ms ilustrada, de mayor prudencia sin que el color ni otro accidente alguno puedan tener la ms mnima influencia. 10 Los quince sujetos que en el primer escrutinio tuvieren a su favor mayor nmero de votos que [4r] adems compondrn la Junta Gubernativa Interina y los otros quedarn excluidos, pero si acaeciere que dos, tres o ms salieren empatados (no llegando a quince las personas que les exceden en el nmero de votos) se repetir respeto de estos la votacin y quedar fuera el que tuviere menos sufragios, debiendo advertirse que han de tener voto activo en este acto todos los

377

representantes de los barrios aunque hubieren quedado excluidos del voto pasivo en el anterior escrutinio. 11 Las quince personas destinadas para componer la Junta, procedern inmediatamente entre si a la eleccin de un presidente y de un secretario en distintas votaciones. 12 Hecho esto se presentarn en pblico [4v] y presentarn en manos del cura prroco o de otro eclesistico (si aquel no pudiere concurrir) el juramento de defender la religin Catlica y de ser fieles a la patria. Este juramento se har en voz alta. 13 Formada despus la Junta Gubernativa en la plaza de N. irn pasando de dos en dos todos los esclavos de uno y otro sexo que hubiese en el pueblo, con una cadena fcil de quitarse en el brazo, u otra cualquiera seal de esclavitud, y sus amos presentarn por escrito una breve noticia de sus circunstancias conforme al artculo N. de la [5r] instruccin general. 14 Concluido este acto se entonar con toda solemnidad un Te Deum en accin de gracias al todo poderoso y pidindole que derrame sus bendiciones sobre el pueblo y coadyuve al justo recobro de su libertad, se har tambin una salva de artillera. Nota: Este articulado debe colocarse entre el 12 y 13 y despus continuar con el mismo orden 15 Una persona destinada para este fin le ir quitando las seales de esclavitud en nombre de la patria y el presidente [5v] y dems individuos de la Junta irn abrazando sucesivamente (1) declarndoles el secretario que son libres y que quedan reconocidos por ciudadanos. (1)No s si las costumbres del pas permitirn este acto respecto del otro sexo 16 El presidente les har una breve exhortacin animndoles al amor y defensa de la patria que acaba de darles la libertad, y para este fin con acuerdo del comandante en jefe del Ejrcito Revolucionario o de otra persona comisionada por ste, se procurar armas los que fueren aptos para ello y formarn varios cuerpos ms o menos numerosos segn el destino que se les diere, a los dems se les ocupar en ocupaciones [6r] correspondientes a sus cualidades.

378

En esta Junta Gubernativa residirn todos los poderes y facultades que se especifican en los artculos generales. 17 [tachado: la Junta empezar desde luego sus funciones que sern por el presito [sic] cuidar del abasto del pueblo y de suministrar al ejrcito lo necesario por medio de sus comisarios, velar sobre la tranquilidad y buen orden, etc., empleando en estos objetos aquellas personas de su mayor confianza y deber advertir de todo al comandante en jefe de todo suceso de alguna importancia] 18 Las mujeres que [tachado: actualmente son esclavas y] hubieren recibido la libertad [6v] en nombre de la patria, estarn bajo cuidado de la Junta hasta que hallen un medio de subsistir, pudiendo quedarse con los propios amos en calidad de libres sino hubiese algn reparo por una u otra parte. 19 Todos los habitantes de este puerto y pueblos inmediatos de Macuto y Maricatia que tuvieren caballeras, las presentarn a los N. en el sitio M. Con los correspondientes arreos de cargamento o de montar las que no fueren [7r] de carga, y en dicho sitio esperarn las rdenes del comandante en jefe del Ejrcito Revolucionario, se satisfar plenamente a los amos el importe de lo que ganasen con sus bestias, quedando a cargo de ellos la manutencin. 20 A todo jornalero que se ocupare en algn servicio se le satisfar puntualmente su jornal. 21 Todas las personas que se distinguieren por su celo y acciones a favor de la patria, sern recompensadas a proporcin de sus mritos, y las mujeres e hijos de los [7v] que murieres en tan justa causa recibirn un premio correspondiente a los servicios del difunto. 22 ltimamente se encarga a todos la mayor constancia, fidelidad y unin, todos los amantes de la patria son nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros conciudadanos, a los cuales debe unir [entrerrenglonadura: entre s] un amor dulce, inalterable y benfico. Todos tenemos un mismo inters, todos esperamos gozar de una felicidad comn y todos nos hemos congregado en sociedad para nuestro bien recproco. Pero si alguno intentare estorbarlo, si alguno quisiere

379

oponerse a esta justsima determinacin del pueblo, si en alguno se hallare alma tan ruin y despreciable que se manifestare adicto a la tirana, caiga desde [7v] luego sobre l [entrerrenglonadura: toda] la indignacin [tachado: del] de Dios y de los hombres y haga sentir el pueblo los efectos de su [tachado: justo] terrible y justo [ilegible]. Aun la indiferencia [tachado: en tales] cuando se trata del bien general, es dbito que merece su castigo. Est conforme con el papel original de su contenido en los mismos trminos que se halla. Caracas ocho de agosto de mil setecientos noventa y siete aos. [Firmado y rubricado. Rafael Diego Mrida] Escribano de Cmara interino

Documento n 9 Tropas para el primer movimiento. Caracas, 1797. AGI, Caracas, 434, N. 22.

Tropas para el primer movimiento


Oficiales Puerta Caracas Caleta circular Almacn de 1 plvora [sic] Apostadero de Agustn Muelle Fuerza vivac San Fernando Santa Brbara crcel Trinchera 1 1 1 1 15 1 19[sic] o 1 1 1 1 20 1 24[sic] .. .. .. 1 8 1 10 .. o 1 1 1 .. 1 1 1 8 20 1 1 11 24 [sic] San .. .. .. 1 8 .. 9 y 1 1 1 20 2 24[sic] y 1 1 1 2 20 2 25 [sic] de 1 Sargentos 1 Tenientes 1 Capitanes 1 Soldados 12 Artilleros 1 Total 16 [sic]

380

Gaviln Colorado Zamuro Palomo San Carlos San Telmo [Tachado. Pen] Camino de

.. .. 1 .. 1 1

1 .. 1 1 1 1

0 1 1 .. 1 1

1 1 1 1 1 1

10 8 20 16 25 25

1 .. 1 1 1 2

13 9 [sic] 24 [sic] 19 29[sic] 29 [sic]

las Aguadas

80

89 [sic]

2 caoncitos

[Tachado. Maiqueta Hospitales] [Tachado. Punta Mulatos] [Tachado. Salto] Comandante de Patrullas Patrullas 1. Patrulla 2. Patrulla 3. Patrulla 4. Patrulla 5. Patrulla 6. Patrulla Cuerpo reserva Para providencias 1 del puerto Maiqueta Salto 2 .. 2 1 1 .. 6 1 90 8 .. 1 99 [sic] 11 2 .. 2 24 .. 28 [sic] de 1 6 .. 6 48 .. 60 [sic] de .. .. .. 1 4 .. 5

381

Punta Mulatos Macuto Pen

de 1

20

1 .. 4

24 [sic]

1 ..

1 ..

1 ..

2 ..

40 1

44 [sic] 5

Documento n 10 Noticias adquiridas en la Trinidad del da 3 al 5 de abril de 1799, en. Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 22 de junio de 1799. AGI, Estado, 58, N. 30.

[1r] N 11 Noticias adquiridas en la Trinidad del da 3 al 5 de abril de 1799. Que en la isla de la Martinica trajeron un refuerzo de 600 negros, y aunque de la Trinidad llevaron a aquella isla 200 enfermos blancos los remplazaron con igual nmero de esta clase. Que la fuerza actual de la tropa de Trinidad ser entre blancos y negros como 1.400 hombres. Que a la ciudad de San Jos de Orua llevaron vveres para dos meses y bastantes pertrechos de guerra y segn se deca haban construido en ella una batera, o la iban a construir. Que bien sea realidad o aparente aseguraban que del Ferrol haban salido 6 u 7, navos de guerra y varias fragatas con 6 mil hombres de desembarco a principios de marzo, o fines de febrero, y que el general Harvey que mandaba las fuerzas navales britnicas desde el Cabo de San Vicente hasta Cdiz despach una fragata a la Martinica dando este aviso para que estuviesen prevenidos en estas Islas Antillas. Que tres navos y 4 fragatas de la Martinica cruzaron desde Tabaco a la boca de Orinoco, y una corbeta de observacin a Barlovento de Barbada, pero que se retiraron todos menos la corbeta. Que un sujeto de [1v] toda satisfaccin del que da la noticia y lleg a la Trinidad, habiendo salido de la Martinica el 2 del corriente le comunic en confianza que las mismas noticias que lleva referidas corran en la Martinica, y que aun se asegur que la Trinidad haban cogido los espaoles, por cuyo motivo suspendi su salida de aquella isla, pero habindose desengaado con la llegada de los navos, se puso en viaje. Que en la casa donde habit el exponente oy a varios sujetos decentes en conversacin de que en la Barbada estaban tres regimientos de tropa con los transportes (correspondientes) prontos sin expresar el nmero de buques, su calidad, ni el destino adonde se dirigan.

382

Que el gobernador Picton le pregunt en presencia del que expone a un capitn de barco neutral que navegaba de regreso, si a su salida del Orinoco encontr en la boca una fragata inglesa, a lo que el capitn contest de que no lo haba visto, y le volvi a preguntar si los barcos podran subir para arriba del Orinoco, a que igualmente respondi de que no, porque el mismo con ser un barco chico y llevar buen practico, se vio en muchos apuros, le replic Picton, si ya no haba comprendido la navegacin del ro, y el capitn le contexto que aunque navegase toda su vida, no sera capaz de [2r] comprender un ro tan variable como el Orinoco, entonces Picton le pregunt al que da esta noticia que sino podran navegar barcos grandes, contestndole que no le replic diciendo Cmo deca que no cuando el estaba bien impuesto de que los barcos grandes, podan subir hasta barrancas? a lo que volvi a satisfacer el exponente diciendo de que estaba mal informado porque llevando buenos prcticos, seria muy trabajoso el que llegasen hasta barrancas buques que calasen de 9 a 10 pies de agua, odo lo cual Picton qued suspenso y cabizbajo sin hacerles ms preguntas. que al que da la noticia le dijeron un comerciante italiano y otros varios sujetos que son afectos a los espaoles que quien sabia si todo el miedo que aparentaban los ingleses con decir que esperaban ser invadidos en la Trinidad, sera mxima poltica para alucinar a los espaoles a fin de que estuviesen descuidados para sorprenderlos donde quiera que estuvieren puestas las miras mediante a que se sabia de positivo de que en Europa se hacia expedicin y que tal vez podra ser contra algunos de las posesiones de Amrica espaola de este continente. Que en la Trinidad se hallaba un espaol hace cosa de 6 [2v] meses un sujeto de gran talento vestido de chaqueta y pantaln y conocido con el nombre de don Juan, de edad como de 35 aos estatura regular, cara que toca algo a flaco, descolorido, pelo negro crespo, algo picado de viruelas y que cuando camina de da es cabizbajo y taciturno, pero de noche se muestra muy derecho y placentero el que se halla muy favorecido de Picton en cuya mesa come los ms de los das. Este sujeto con motivo de la concurrencia a la posada del exponente se le dio por amigo entablando conversacin, y en ella le declar que haba estado preso un ao en Espaa y habiendo profugado pas a Inglaterra y de aqu a la Trinidad, recomendado estrechamente a Picton a quien le mereca la mayor confianza y satisfacciones. Que segn le dio a entender debe ser nativo de La Rioja, lava, del Seoro de Vizcaya, o Navarra, aunque recela el que expone que tal vez se explicara en trminos obscuros por ocultar su patria y la persona, es de mucho talento y muy sagaz en su modo de producir. En un instante hizo relacin de todas las capitales de

383

Espaa, sus Estados eclesisticos, poblacin, gobierno, usos costumbres, y fueros, el actual modo de pensar de sus habitantes, fortificaciones y tropas que las guarnecen. Deseoso el que expone de instruirse en lo posible de las ideas y mximas, de este hombre al [3r] parecer singular y que la amistad aparente se fue estrechando ms entre ambos con la concurrencia en la propia posada una noche que se hallaban solos, se entabl conversacin para que se pudiere explicar ms abiertamente. En efecto al cabo de algn rato, le hizo las preguntas siguientes Qu si esta provincia de Guayana se podra poner en insurreccin pues que fcil seria socorrerlos y auxiliarlos prontamente con 5 mil fusiles y aun con ms si fuese necesario, que le contest el que expone, aparentando parecerle bien su pensamiento diciendo que para un hecho de esta naturaleza se necesitaba tiempo para meditar y no aventurar con ligereza, pues que el terreno que ocupaba la provincia de Guayana era muy extendido y por lo mismo difcil de poderse comunicar en tan poco tiempo. que le pregunt tambin si haba muchos europeos y de que modo les consideraba a cerca de su contento o descontento, respecto de que con tanto recargo de derechos los contemplaba como esclavizados? a lo que el exponente llevando adelante su mxima de alucinarle para descubrir sus perversas miras le contest de que haba bastantes europeos, que entre estos no dejaba de haber muchos descontentos, pero como haba multitud de criollos de color ignoraba su modo [3v] de pensar y para que se penetrara el espritu de unos y otros de un modo suficiente requera mucho tiempo y sutileza, y que antes de dar principio a esta operacin, era tambin preciso que el le comunicara todos los fundamentos del proyecto para que enterado a fondo pudiere tratar con otros de su satisfaccin. que en este estado se concluy aquella noche la conversacin, y al siguiente da por la maana a las 8 se le presento en su posada el sujeto que se refiere con otro, y le pregunt si a este le conoca y habindole contestado que no, le replic si haba caminado por la costa de Caracas, y dchole que si, continu dicindole Qu cmo habiendo estado en la provincia de Caracas no lo conoca? y ratificndole el que expone en que no lo haba conocido ni visto, que le dijo entonces: aqu tiene vuestra merced un amigo de Caracas llamado Gual, con lo que se concluy esta conversacin y se separaron, pero que volviendo despus a la posada del que expone ambos sujetos le dijeron. Ea! amigos en caso que vuestras mercedes se resuelvan a lo que hemos tratado, no hay ms que avisar pues aqu nos tienen a los dos que sabemos dirigir bien la cosa, de modo que no se malogre, pues la que se intent en Caracas se desgraci por falta de unin y quien lo hubiere sabido dirigir, y aadieron si

384

el proyecto de Caracas se hubiere manejado slo por dos hombres hbiles hubiera tenido el xito deseado. [4r] Acabada esta conversacin dijo el espaol en tono de exclamacin A! tendrn muchos deseos de conocerme el excelentsimo virrey de Santa Fe, y el gobernador de Guayana, pues me hago cargo de que habrn tenido algunas requisitorias para mi prisin, pero espero que algn da me conocern uno y otro si no me matan en el transito, y ser cuando yo est capitulando con ellos, cuyas expresiones grada el que da la noticia como fanfarronadas de hombre lleno de sentimientos, o de desesperacin. Un comerciante italiano hombre afecto a la nacin espaola le asegur que el incgnito espaol, haba dirigido dos cartas la una a la costa firme, y la otra a la ciudad de Caracas, pero que ignoraba los nombres de los sujetos a quienes se dirigan. Que el mismo comerciante le asegur al que expone el velara sobre los proyectos del espaol, mediante que le trataba con alguna confianza y que en caso de descubrirse cualquiera expedicin u otra operacin que mereciere atencin procurara darle aviso en tiempo oportuno. Guayana 29 de abril de 1799. Inciarte. Es copia de su original. Guevara

Documento n 11 Exhorto de Gual a los americanos, en: Presidente de Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 23 de junio de 1799. AGI, Estado, 59, N. 8.

[1r] [Al margen. Exhorto de Gual a los americanos] Mis hermanos y compatriotas. De que consuelo es para mi que no siento pasin que la de trabajar porque se vean cumplidos los deseos de tantos hombres de bien por la salud de su patria poder anunciar que el cielo va a consolarla de los crmenes de tres siglos. Yo he entrado en el interior de los Gabinetes de las naciones y he sabido con horror que el Directorio de Francia ha garantizado en su tratado secreto con el rey de Espaa su sistema Colonial, es decir que el Directorio de Francia ha hecho con el rey de Espaa el pacto sacrlego de eternizar un gobierno en horror a toda la naturaleza, y que el mismo haba denunciado tantas

385

veces a la execracin de los siglos. El fin de esta poltica prfida es tener en el rey de Espaa un cajero servil que le libre toda la plata del Per y de Mxico. Pero la Gran Bretaa una nacin generosa a quien sus victorias han dado el imperio de los mares nos ofrece su proteccin para establecer un gobierno de justicia y de orden. Si mis compatriotas. el inocente labrador no ser ms preciado a maldecir los campos que cultiva para sus opresores ociosos, ni ser ms criminal para cultivar los frutos para que los ha hecho propios al criador como vias, olivos, tabaco etc. ni ser ms ahorcado por cambiar con el extranjero estos mismos frutos que hizo nacer su sudor por otras mercancas necesarias a la vida, ni ver ms recaer sobre ellos la maldicin de tantos tributos destinados a sostener las fantasas de una Corte frvola, ni ser ms inquietado, registrado, encarcelado por cada paso que da por cada movimiento que hace, ni ser ms humillada con ese tributo afrentoso la cabeza del indio, del mulato y del moreno, ni el comerciante ver ms espiadas, embarazadas, taladradas sus especulaciones, profanada y registrada su casa a cada instante, ni en fin los tribunales sern ms una cueva de ladrones, ni los empleados pblicos se darn ms a galopines que no pueden tener ningn inters por la felicidad de una tierra extranjera No mis hermanos la propiedad ser sagrada y los frutos se multiplicarn sobre unos campos que el cielo bendice, el comercio ser libre [1v] como el aire que se respira Dios! El comercio libre! Que palabra de salud y de bendicin para la Amrica! Agricultores que con tierra para ser rica una provincia, es pobre vuestra familia, echad vuestros ojos sobre la isla de Trinidad, ved el valor que da a sus frutos y a sus plantaciones la libertad de comercio ved la prodigiosa prosperidad de dos das de buena administracin y calculad. Comerciantes elevad vuestro espritu representaos los desiertos de Amrica cubiertos de ricas producciones que nacern a la sombra de unas leyes protectoras, los puertos llenos de embarcaciones mercantes y calculad. En fin vosotros pobres que quisiera yo redimir de vuestra miseria con mi sangre, considerad bien cuantos medios honestos de vivir van a multiplicarse, que distintas recompensas tendr vuestro sudor cuantas ms proporciones de ser ricos un da de que lo sern vuestros hijos Los tributos sern moderados y se invertirn en beneficio de los contribuyentes, los tribunales sern un santuario de justicia, y los empleos se darn a los hijos de la patria y a los hijos de los benemritos

386

Y la religin ese vinculo sagrado que une la tierra con el cielo, la religin criada por Dios para consolar al hombre y de que tantas veces se ha servido el rey para oprimir y desnudar los pueblos por qu Dios mo! que religin la que ha predicado por orden del rey que era pecado mortal el contrabando!. Que el rey es Seor de vidas, honras y haciendas! la religin digo ser tratada en los Concilios por los mismos ministros y ser ms venerada y los ministros ms considerados y ms bien dotados. Perezca para siempre la memoria del 1 que intente alterar esta base Divina de la moral! O mis compatriotas. Que gloria la de podernos decir un da nosotros [2r] hallamos esta tierra culpable gobernada por la violencia y el engao, y la dejamos gobernada por la justicia !. Y en medio de las riquezas que administra el Universo sus hijos andarn descalzos y cubiertos de andrajos! Y eran el desprecio de las naciones! Hoy unas leyes puras, unas leyes que no contradicen las leyes de la creacin derraman por todas partes la abundancia y la riqueza! Lo que ramos y lo que somos! O Dios! La ms gloriosa, la ms grande de todas las empresas que los siglos pueden presentar a una nacin, no pide, ni siquiera un esfuerzo de valor, pues que las tropas del rey, no esperan slo que se enarbole el estandarte de la nacin y que la Gran Bretaa nos protege, no pide sino unin. Todos somos oprimidos, todos queremos que acabe para siempre un gobierno que peso sobre cuanto respira en estos climas, todos lo queremos, todos menos unos pocos que quieren ser ricos de la miseria de los pueblos, y por falta de unin sern eternos nuestros males !. O patria ma! Tus opresores son ciento, tus hijos quince millones y las armas se hallan en sus manos y son protegidos de una grande nacin y faltars de defensores! Bravo milicianos! Seris vosotros quienes despedacis las entraas de vuestra propia madre? Quines metis en el corazn de buenos amigos, de buenos paisanos, las bayonetas que no debis armar sino contra el pecho de vuestros tiranos? Sexo adorable! Sexo compasivo! Si puede haber alguno que no se estremece a la contemplacin de esta imagen horrible, desarma con tu dulzura su burro parricida, haz valer por la libertad de la patria el duro imperio que te ha dado la naturaleza sobre el corazn del hombre. Mustrale si es necesario con tu ejemplo que es hermoso vivir para la patria, que es ms hermoso aun por ella morir. Generosos soldados veteranos! Buscis el camino de la gloria? Dios mo que gloria tan triste la de pelear contra un pueblo inocente cuya causa es la de la humanidad! Pelear por eternizar los

387

crmenes sobre la Tierra! Y por quien? por quien quiere ms un soldado muerto que herido o desertor. Oficiales! Soldados! Queris seguir el camino de la verdadera gloria? En [2v] lugar de ser los asesinos regimentados de un tirano que os creo harto honrados de morir por l decid as. Qu hacemos aqu con el fusil al hombro y pisando la tierra cultivada? Y cual ser el fruto de nuestras heridas? Un triste privilegio de pedir limosna, y el premio ser para los [ilegible] que dejan en la corte aduladores yy Sigamos el estandarte de la nacin, una nacin es siempre justa y generosa defendmosla y ella nos har sus primeros ciudadanos, dmonos una patria, pues la que nos manda el rey que defendamos es una caballeriza. Unin mis compatriotas, unin y en ese momento la nacin es la soberana y el rebelde es slo el rey que la tiraniza. El gobierno de Espaa se halla hoy como una serpiente en los rigores del invierno en los climas fros, paraltica, como muerta, dmonos prisa en ahogar esta serpiente antes que lleguen los calores del verano y la revivan entonces sera la suya, sea ahora la nuestra justicia. Este ser nuestro estandarte pues que la verdadera libertad consiste en respetar cada uno los derechos del otro. Sacerdotes! Ministros de Dios! Tutores del pueblo! Sobrado tiempo en nombre de la religin se han burlado los tiranos de estos tristes climas, de la especie humana. Sobrado tiempo en nombre de Dios han desfigurado con una esclavitud vergonzosa la ms hermosa obra de sus manos, el hombre. Sobrado tiempo invocando el cielo han robado y asolado esta tierra inocente, a vosotros toca hoy consolarla y vengar una religin Divina de tantas impiedades. Sepan los pueblos que el Dios que adoran es la justicia por esencia que el hizo los hombres para que fueran libres, virtuosos y felices, que es protector supremo de los dbiles oprimidos y que detesta la tirana y los tiranos, que en nuestros templos donde tantas veces han resonado los himnos por el triunfo de los tiranos contra los pueblos, se hagan or una vez por la conquista de una libertad nacional y por el establecimiento de la justicia y del orden. O mis hermanos! no basta defender una causa gloriosa es preciso defenderla con honor, que en los siglos de la Amrica se lea: Y tantos bienes se obraron sin manchar la tierra con un robo, ni con una [3r] gota de sangre! He aqu mis compatriotas los bros de quien tiene el honor de trabajar por vuestra felicidad. Gual.

388

P.D. En fin lleg el nuevo capitn general Quien hubiera escuchado las mximas reservadas que le habr dado el Ministerio, pero poco ms o menos se habr hablado asGuevara V. va a mandar un pueblo de cerviz dura y que necesitaba un yugo de bronce y una ley de terror, pero los tiempos no son unos, es preciso cerrar los ojos y pasarle todo, es preciso cambiar de freno y alargarlo, el da llegar quePoltica Guevara poltica que quiere decir perfidia no olvide V. que a los nios se les engaa con moneras, y a los pueblos con juramentos falsos aparente V. la inocencia de la paloma, y srvase de la astucia de la raposa, y de la zarpa del tigre, segn las circunstanciasmultiplique V. las copias y delatores, guerra a los hombres de bien y de talento sobre todo indisponga V. unos ciudadanos con otros para impedir que se unan pero una mxima Guevara una mxima, el pueblo americano es supersticioso, ignorante, estpido, el cree cuanto se le dice con aire de religin, no le faltar a V. quien por la esperanza de un obispado predique que se condenan miserablemente cuantos pretendan que la Amrica se gobierne por si misma y no por el rey, en fin Guevara hoy no tenemos otras armas. Lo creemos as pero los pueblos os han conocido, esas armas no dan ya fuego. Gual

Documento n 12 Proclama: Espaoles de Amrica, pasqun remitido desde la isla de Trinidad, Caracas, 12 de agosto de 1797. AGI, Caracas, 434, N. 234 (n. 7).

N. 7 Espaoles de Amrica Las circunstancias actuales han puesto a vuestras mercedes las armas en las manos y por consecuencia legtimamente deducida de ellas, expuestos a padecer mil miserias que os obligan el abandono de vuestro comercio con las dems Colonias, as como a dejar sin cultura la mayor parte de vuestras haciendas nicamente para corresponder la esperanza lisonjera que os presentan vuestros jefes y gobernadores de mantenerse en este estado que llaman de defensa con evidente peligro de su ruina y de la de sus familias. Estos (con nimo porque sus intereses les hace la ley de tenerlo) obligan a vuestras mercedes hacer continuos sacrificios de su quietud y de sus caudales slo con el fin de sostener un gobierno tirano y cruel que pone todo su esmero en cargarles con derechos [1v] muy a menudo repetidos sobre todos los ramos que lisonjean su gusto y existencia.

389

Abrir los ojos espaoles! Qu intento puede ser el vuestro? A qu tantas penas y fatigas? No veis el modo desptico y tirano que usan vuestros gobernadores para aniquilarles y hacerse ricos de vuestros sudores y sangre! No veis estas leyes fiscales que ponen continuamente cada uno no slo en la desgraciada situacin de verse despojado de cuanto tienen si no, lo que es ms sensible en la fatalidad de acabar sus das en los grillos y presidios! Qu esperanzas pueden ser las vuestras de un gobierno opresivo que ha sacado de lo moros argelinos y turcos los principios destructivos en que funden sus leyes? Espaoles! la debilidad de vuestro gobierno se hace evidente y palpable por cualquiera parte que se mire, al mismo tiempo que la fuerza se demuestra en vuestros brazos con las armas que os han puesto en las manos, en tales trminos que si no era para aparentar una defensa ociosa e intil debera mirarse como imprudente en la poltica el estado en que os tienen. [2r] No es, en efecto manifestar que todos sus recursos, para hacer extensas vuestras miserias penden de los esfuerzos que esperan de vuestros brazos? No es palpable la flaqueza de sus juicios cuando os aprieten con tanto rigor para defender nicamente la lastimosa situacin en que os hallis desde el instante de vuestro nacimiento hasta el de vuestra muerte? Salir del error en el que estis metidos! os convidan a arrempujar con vuestras armas los esfuerzos de una nacin generosa y magnnima cuyo fin se reduce a quebrantar las cadenas con que os opriman y restituirles al gozo de la libertad con los derechos del hombre que la tirana ha borrado de vuestros corazones despus [de] tanto tiempo. Haced memoria de vuestros ancianos y conoceris que si estis abatidos y desanimados en el da no es por la naturaleza de vuestro pecho, si no por la suerte que la tirana y codicia ha hilado sobre vuestras cabezas. Levntense pues espaoles con alusin a este pasqun puesto en las esquinas de Madrid y del Palacio Real en que figuraban varios espaoles sentados en una mesa sin nada para comer, preguntndose qu hacemos? y responden. Levantarse [2v] La ocasin la ms oportuna se presenta para hacernos felices in eternum. Abatida la Espaa por toda la Europa, pidiendo una paz a costa de su honor y con el descrdito de la opinin que haba merecido de sus aliados, su marina destrozada, desechos sus ejrcitos, vacas sus cajas, qu energa podr tener para contener vuestras mercedes en la obediencia que pretende merecer de sus vasallos?. Si las opresiones que desde tanto tiempo padecen no han desterrado de vuestros corazones el amor de la libertad con aquel espritu varn que grita tras la Independencia dando vida a esos

390

animosos esfuerzos que distinguen el hombre libre del esclavo, si tenis algn sentimiento de honor y ambicin deben vuestras mercedes unnimes resolverse al punto a libertarse del yugo que slo se mantiene ms bien por la costumbre que lo ha inventado que por las fuerzas y medios facultativos que han puesto para su continuacin. No temis pues a decir que sois libres y a este instante vuestra libertad es cierta. Los medios se hallan en vuestro poder y no os falta que la voluntad de escogerlos. Acaso sera el miedo que os impidiera? Y miedo de qu? [3r] de un gobierno dbil en que la codicia de unos jueces venales encubre el desanimo de unos soldados miserables que los defienden expuestos a la direccin de todo hombre de coraje, abatidos por la falta de paga que con escasez les dan los administradores reales, y tratados por el mismo mtodo que se hace comn en todos los que mandan, los tienen expuestos al mismo despotismo e insulto, de modo que hallndose sus intereses comunes con los vuestros nunca han de perder el nico consuelo que les asiste de no desenvainar su espada si no para la conservacin de de su honor y no contra la causa de la humanidad y de la justicia. Espaoles paisanos y soldados se os ofrece la ocasin de formar vuestro gobierno independiente, vuestras leyes arregladas a la justicia que distingue el hombre poltico del hombre salvaje, conservando vuestra religin en toda su pureza las iglesias y los ministros. La naturaleza os ha dado las ms hermosas y frtiles tierra del mundo no os falta que libertad para haceros los hombres ms felices que en su contorno se hallan. Todo concurre [3v] en facilitar el suceso de un evento tan interesante por la humanidad, la debilidad del Estado, la vecindad de una potencia formidable que os abre los brazos y presta la mano para administraros toda asistencia con suplemento de vuestras necesidades (ocasin muy oportuna que la providencia Divina os ofrece para salir del atad en que estis sepultados, son los motivos que deben animaros a emprenderlo a menos que porfiados en la bajeza os hagis sordos al grito de la humanidad que vuestros hijos reclaman dejando de aprovecharla, y quedando vuestro ojos y odos cerrados para siempre. El destino que tendris y el que preparis a vuestra posteridad ser siempre como el de unas bestias de carga, cuya vida se pasa a enriquecer a unos amos sin misericordia. Las armas en vuestras manos, y el grito de la libertad en vuestros corazones son la divisa que debis desde este instante llevar a porfa uno con otro.

391

Es copia de su original que se halla en los Archivos de la Real Audiencia. Caracas agosto 12 de 1797 [Rbrica] Quintana.

Documento n 13 Proclama: Lleg ya el da padres de la patria AGI, Caracas, 434, N. 23.

Lleg ya el da padres de la patria en que se puede anunciar la libertad del pueblo americano, y no dudo que recibiris esta noticia con todo el aplauso y alegra que merece. Se trata de romper siempre las cadenas de nuestra esclavitud. El protector de la empresa es el mismo Dios, el instrumento, los hombres buenos, y el cimiento de esta grande obra, la razn, la justicia y la virtud. De ella debe resultar la felicidad de los pueblos, los cuales entrando en la legtima posesin de sus derechos imprescriptibles, y gobernados por si mismos con arreglo a unas leyes justas, sencillas, e imparciales derivadas [1v] de los sagrados principios del derecho natural, vern aparecer en la sociedad humana todas las virtudes sin disfraz, y con ellas la abundancia, la buena fe, y otra multitud de bienes que las acompaan. Bien conocis cuan preferible es esta situacin al estado violento, no se oculta la necesidad de esta mudanza por mil ttulos indispensables, pero tambin debis saber que para lograr el buen xito se requiere por vuestra parte lo mismo que otros pueblos han ejecutado en iguales circunstancias. Volved los ojos a los americanos del norte, y a la Francia y os instruirn de los medios de que se han valido para triunfar de la tirana, y de todos los enemigos de su libertad. La unin, la constancia, un ardiente amor a su [2r] patria, y el valor heroico de sus habitantes han superado todos los obstculos. Estas mismas son las virtudes que yo os recomiendo, y estad seguros de que con ellas conseguiris la libertad como ellos la lograron. [tachado: Tened presente] Este es el ms precioso patriotismo que podemos dejar a nuestros hijos y descendientes, tened presente que su [tachado: nuestra] patria no vala para ellos ms que la nuestra para nosotros. Para vuestro uso e instruccin, os remito por el pronto los adjuntos artculos generales que son los mismos que se han comunicado a los dems pueblos, en los cuales se os avisa de lo que por ahora [2v] conviene ejecutar. Espero que los haris saber a todos los lugares de vuestra Jurisdiccin. Tengo la satisfaccin de participaros al mismo tiempo que en este pueblo se ha

392

efectuado hoy da de la fecha la revolucin con toda la felicidad que se poda desear, siendo dignos del mayor elogio el mucho inters y actividad que todos [3r] manifiestan en esta causa comn. Est conforme con el papel original de su contenido segn y en los mismos trminos en que se halla. Caracas ocho de agosto de mil setecientos noventa y siete aos. Rafael Diego Mrida

Documento n 14 Contiene lo obrado prohibiendo la introduccin, y lectura del libro titulado Derechos del Hombre y del ciudadano, y cualquiera papel sedicioso. Caracas, 11 de diciembre de 1797. AGI, Caracas, 432, N. 85, 344 fols. (Fragmentos)

[Al margen. Acuerdo] En la ciudad de Caracas a once de diciembre de mil setecientos noventa y siete aos. Los seores presidente, regente y oidores de esta Real Audiencia en el Acuerdo de este da hicieron nueva y detenida consideracin segn el estado del proceso formado sobre la sublevacin descubierta en la noche del trece de julio ltimo, reflexionando particularmente a cerca de las causas que influyeron eficaz y principalmente en ella, y se afirmaron en que las dos ms descubiertas han consistido en la adhesin a varios libros y papeles [1v] torpes y sediciosos, y papeles sueltos impresos y manuscritos y en el empeo de los extranjeros en su introduccin y extensin observaron que los tales libros y papeles llevan su intencin a corromper las costumbres y hacer odioso el Real nombre de S.M. y su justo gobierno. Que a fin de corromper las costumbres siguen sus autores las reglas de sus nimos cubiertos de una multitud de vicios y desfigurados con varias apariencias de humanidad, repetidas afectaciones de una instruccin dbil y despreciable como peligrosa para los ignorantes por la audacia y cavilosidad de sus frases que dispuestas con artificio a lisonjear [2r] las pasiones intentan turbar la razn, como ha observado el Acuerdo en los libros que ha recogido de algunos de los sublevados y en diferentes papeles sueltos que han venido a la Tierra Firme por diversas manos sealadamente de la isla de Santo Domingo, y la de Trinidad desde que la ocuparon los ingleses, y tales son otros papeles de que se tiene noticia positiva especialmente de un librejo impreso en octavo y encuadernado a la rstica del cual hay en la isla de la Guadalupe muchos ejemplares, y cuyo ttulo dice as: Derechos del Hombre y del ciudadano. Por tanto en cumplimiento de las leyes y supuesto que no

393

han bastado las [2v] providencias anteriores y las comunicaciones que se han hecho repetidas veces contra los que introducen, retienen extienden y ocultan semejantes libros y papeles, excitando en cuanto pueden a la rebelin y a la ruina del estado, incurriendo por eso muchas veces en el crimen de Lesa Majestad. Acordaron renovar y renovaron las prohibiciones y amonestaciones anteriores, e imponer, e impusieron a los que introdujeren tales libros y papeles y determinadamente el ttulo Derechos del Hombre y del ciudadano a los que los recibieren y no los entregaren inmediatamente a las Justicias, a los que tuvieren noticia de ellos y no la comunicaren [3r] a las mismas justicias, a los que los pasasen a otras manos, o de cualquiera forma divulgasen sus doctrinas, o no impidieren su extensin cuanto est de su parte en las penas de azotes, presidio y en la muerte segn las circunstancias de cada caso. Que todos los justicias de los puertos despus de fijar en los sitios pblicos acostumbrados una copia autorizada de este Acuerdo con prevencin de que no se quite, pena de doscientos azotes o cuatro aos de presidio, segn las circunstancias, estn con el mayor cuidado y vigilancia sobre la ejecucin, reciban los denuncios que se les hicieren asegurando a los denunciadores se les gratificar con [3v] la cantidad de trescientos pesos, resultando verdadero el denuncio del papel o libro seductivo a que se contrajese. Que se publique por Bando en esta capital y en las de Cuman, Guayana, Barinas, Coro y Maracaibo, Margarita, Puerto Cabello y La Guaira, y se fijen copias en los sitios acostumbrados, y en los de los pueblos ms principales, pasndose a este fin los testimonios necesarios por el seor presidente gobernador y capitn general con los ms estrechos encargos y responsabilidad a todos los gobernadores, comandantes, y justicias para que por si mismos hagan exactsimas diligencias para impedir la entrada [4r] de los insinuados libros y papeles, y para aprehender los que se introdujeren y dirigirlos con las diligencias que practicaren a dicho seor, dejando bien asegurados los reos hasta nueva orden. Que se pase otro testimonio al reverendo obispo para que comunique a los prrocos y dems eclesisticos las rdenes ms eficaces y oportunas, a fin de que apliquen todo su celo en defensa de la religin y las buenas costumbres contra la pestilente infeccin de las doctrinas indicadas, auxiliando a las justicias por todos los medios y modos convenientes a su carcter y estado. Que se pase otro testimonio a la Superintendencia general de Real Hacienda para que ordene [4v] a los empleados en ella, y muy estrechamente a sus ministros que atiendan con la mayor diligencia a estorbar el ingreso, detener el curso y hacer la aprehensin de los malos libros y papeles, de los que los tienen o divulgan, en inteligencia de que en gran parte debe consistir el remedio en la escrupulosa visita de todos los

394

barcos y sus tripulaciones, y ordene tambin a los subdelegados de Real Hacienda que por ningn motivo ni pretexto dejen de concurrir a las mismas visitas en compaa de los ministros de la Real Hacienda y respecto de que en La Guaira y Puerto Cabello son subdelegados los comandantes de las mismas [5r] plazas, se sirva el seor capitn general ordenarles que no falten a esta diligencia de tanta importancia, quedando unos y otros entendidos de que cualquiera omisin justificada sobre este particular encargo, les ha de traer pesadas resultas. Y lo rubricaron dichos seores presentes el seor fiscal.

395

FUENTES DOCUMENTALES Originales: Archivo General de Indias (Sevilla): AGI Secciones: - Real Audiencia de Caracas: Signaturas 28, 96, 97,99, 100, 103, 108, 181, 385, 427 a 436, 528, 947, - Estado: Signaturas 5A,11B, 15, 48, 52, 55, 56, 58, 59, 61, 62, 63, 67, 70, 71, 88 - Indiferente general: Signaturas 1568, 2467 - Papeles de Cuba: Signaturas 1815, 1836 - Audiencia de Mxico: Signatura 1489 - Mapas y Planos: Signaturas Banderas 9, 10, 10 bis, 10 ter, 10 quater Archivo General de Simancas (Simancas /Sevilla, traslados al AGI): AGS Seccin: - Secretara de Guerra: Signaturas 7183, 7184, 7195 Archivo Histrico Nacional de Madrid (Madrid): AHNM Secciones: - Estado: Signaturas 3161, 3245-I, 3245-2, 3470-1, 879-2, 5558-2, - Consejo: Signaturas 11936-I, 11936-II, 11937, 11941, 11942, 21672 Archivo de la Real Sociedad Econmica Matritense (Madrid): ARSEM Secciones: - Catlogo del Archivo: Signatura 85, - Actas de la Junta de la Sociedad 1786 - 87 (Secretara / Direccin): Signaturas 84, A/110/ 11 - Educacin: Signaturas 58, 105 - Enseanza: Signatura 103 Archivo General de la Nacin (Caracas): AGNC Secciones: - Gobernacin y Capitana General, e Intendencia de Ejrcito y Real Hacienda: Signaturas CG-SD-t75, C049-025 (Sub)seccin Anexos C008-4a22, C010-4a35, C011-4A38, C039008, Archivo de la Academia Nacional de la Historia (Caracas): ANHC Secciones: - Independencia de Venezuela: Signaturas Tomos 9 al 11, 14-15, 18, 21 al 30. - Revolucin de Gual y Espaa 1796-1797 (Traslados Hermano Nectario Mara): Signaturas Tomos I y II Coleccin Privada Jose Luis Salcedo-Bastardo (Caracas): JLSB - Documentos N 79, 80, 120, 134, 153 Biblioteca Nacional (Pars): BNP Seccin Manuscritos: - Fondo Masnico del Caribe de la Biblioteca Nacional de Pars: Signatura FM 2 543 Biblioteca Nacional de Venezuela (Caracas): BNV Secciones: - Direccin de Libros Raros y Manuscritos: Manuscritos antiguos venezolanos: Signatura ZMV D636

396

Otros Archivos consultados: Archivo Arzobispal (Caracas): AAC Secciones: - Eclesisticos - Episcopales. Archivo del Concejo Municipal (Caracas): ACMC Seccin: - Actas del Concejo Otras Bibliotecas consultadas: Biblioteca Nacional (Madrid) Biblioteca de la Universidad de Sevilla (Sevilla) Biblioteca del Departamento de Historia de Amrica (Sevilla) Biblioteca de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos (Sevilla) Biblioteca Nacional de Colombia (Bogot) NOTA: En lo que respecta a la trascripcin paleogrfica de los manuscritos originales, se aplicaron las normas siguientes con la finalidad de facilitar la lectura: - Se modific la puntuacin slo en aquellos casos en que era preciso darle sentido al texto. - Las abreviaturas fueron desarrolladas e integradas al texto, menos las que se refieren a personas tales como VM (vuestra majestad), VE (vuestra excelencia), etc. - Se moderniz la ortografa, conservndose en original solamente la de algunos lugares geogrficos, menos La Habana y La Guaira. Con relacin a los nombres propios slo fue reemplazado Josef por Jos. En lo que se refiere a los apellidos que se repiten numerosas veces en los documentos con grafas diferentes, se utiliza el que ms se repite, por ejemplo: Zinza, escrito en ocasiones como Sinsa, Sinza, Zinsa, etc. - Se conserv la signatura y foliacin original (particularmente en el caso de la parte del sumario de la causa de la Conspiracin de La Guaira, existente en el Archivo General de Indias de Sevilla, comprendida en los legajos 427 a 436 de la seccin Real Audiencia de Caracas, cuya foliacin se nos inform que haba sido cambiada despus de llevar a finalizada esta investigacin)

BIBLIOHEMEROGRAFA:

397

AAVV (1985). Alessandro Malaspina. Studi e documenti per la biografia del navigatore, , Memorie della Accademia Lunigianese di Scienze Giovanni Capellini . La Spezia, Prato: Archivio Storico Diocesano (Fondo Societ Pratese di Storia Patria) vol. XLI

Acosta Saignes, Miguel. (1943). El Picornell de Casto Fulgencio Lpez: la historia casta. En: El Nacional, Caracas, 14 feb.

Acosta Saignes, Miguel. (1965). La trata de esclavos en Venezuela. Caracas: Centro de Estudios Histricos.

Acosta Saignes, Miguel. (1984). Vida de los esclavos negros en Venezuela. Valencia-Venezuela: Vadell Hermanos.

Aguirrezbal, Mara Jess y Comellas, Jos Luis. (1982). La conspiracin de Picornell (1795) en el contexto de la prerrevolucin espaola. En: Revista de Historia Contempornea. Sevilla: Universidad de Sevilla. Departamento de Historia de Espaa Moderna y Contempornea, N 1, diciembre, pp. 7-38.

Aizpurua, Ramn. (1993). Curazao y la costa de Caracas (Introduccin al estudio del contrabando de la Provincia de Venezuela en tiempos de la Compaa Guipuzcoana 1730-1780). Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela.

Alares Dompmier, Mara Luisa (1983). Un ilustrado liberal en la Amrica de la emancipacin, Separata de: Studi de letteratura ispano-americana n. 15-16, Miln: Cisalpino-Goliardica, p.109124

Alloza, Angel. (2000). La vara quebrada de la justicia. Un estudio histrico sobre la delincuencia madrilea entre los Siglos XVII y XVIII. Madrid: Universidad Autnoma de Madrid.

398

lvarez F., Mercedes. (1963). Comercio y comerciantes y su proyeccin en la independencia venezolana. Caracas: Tip. Vargas.

Andrade Jaramillo, Marcos. (1993). La trata de negros: disertaciones recientes. Caracas: Universidad Santa Mara.

Andrs-Gallego, Jos. (2003). El motn de Esquilache, Amrica y Europa. Madrid: Biblioteca de Historia, 53. Fundacin Mapfre-Tavera, CSIC.

Archivo del General Miranda (Negociaciones, 1770-1810) (1938). Caracas: Tip. Americana. Vols. XV y XVI.

Arcila Farias, Eduardo. (1977). Historia de un Monopolio: El Estanco del tabaco en Venezuela 1779-1833. Caracas: Universidad Central de Venezuela- Ediciones de la Facultad de Humanidades y Educacin. Instituto de Estudios Hispanoamericanos.

Arciniegas, Germn. (1982). El Estudiante de la Mesa Redonda. Bogot: Plaza y Jans.

Arias de Saavedra Alas, Inmaculada. (2002). Ciencia e ilustracin en las lecturas de un matemtico. La biblioteca de Benito Bails (Monogrfica, 82). Granada: Universidad de Granada.

Austria, Jos de. (1855). Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela en la Guerra de su Independencia. Caracas: Imprenta y Librera de Carreo Hermanos. T. I.

Baralt, Rafael Mara y Ramn Daz. (1939). Resumen de la Historia de Venezuela (desde el ao de 1797 hasta el de 1830). Brujas-Pars: Descle, De Brouwer, vol. I.

Batllori, Miguel (S.I.) (1995). El abate Viscardo: historia y mito de la intervencin de los Jesuitas en la independencia de Hispanoamrica. Madrid: Mapfre 1492. Relaciones entre Espaa y Amrica; XI, 24.

399

Bermejo Cabrero, Jos Luis. (2001). Estudios sobre fueros locales y organizacin municipal en Espaa (siglos XII-XVIII) (Monografa). Madrid: Universidad Complutense, Facultad de Derecho, Servicio de Publicaciones, D.L.

Blanco, Jos Flix y Ramn Azpurua. (1875). Documentos para la historia de la vida pblica del Libertador de Colombia, Per y Bolivia, Caracas: Imp. de La Opinin Nacional, 15 vols.

Bobbio, Noberto. (2001). La teora de las formas de gobierno en la historia del pensamiento poltico, ao acadmico 1975-1976. Mxico: (Coleccin Poltica y Derecho) .Fondo de Cultura Econmica, 2

Boletn de la Academia Nacional de la Historia (BANH) Caracas: _______ [Documentos que justifican la conducta del Obispo y Clero de Caracas, en la revolucin de Gual y Espaa]. (1960). Caracas, T. XLIII, abril-julio, N 170, pp. 363-386.

_______[El Obispo de Caracas, Ilustrsimo Seor Viana y la Revolucin de Gual y Espaa]. Caracas: Tomo XLII, oct.-dic. 1959, n 168, pp. 533-543

_______ [Memorias de Level de Goda]. (1960). Caracas: Tomo XVI, ago.-dic, N 63 y 64, pp. 594-607.

_______[Revolucin de Gual y Espaa, ndice del tomo I]. (1925). Caracas: 30, pp.29-50.

_______ [Revolucin de Gual y Espaa, ndice del tomo II]. (1924). Caracas: 25, pp. 1-27.

_______ [Propaganda revolucionaria en los ltimos aos de la Colonia. Correspondencia del Capitn General]. (1960). Caracas: Tomo XLIII, N 172, (octubre-diciembre).

Coll, Pedro Emilio. (1944). [El Conspirador Picornell]. Caracas: XXXII: 105 (enero-marzo), p. 7.

400

Filippi, Alberto. (1996). [El rol histrico de las islas caribeas en la obra de Paul Verna (y consideraciones sobre Francisco de Miranda)]. Caracas: N 314 (abril-mayo-junio), p. 36-49.

Garca-Baquero Gonzlez, Antonio. (1985). [El comercio de neutrales en Venezuela, 1796-1802: tpico y cambio de las actitudes polticas de las lites venezolanas]. Caracas: N 271 (julioseptiembre), p. 686-708.

Viana, Juan Antonio. (1960). [Pastoral del Illmo. Sr. Juan Antonio Viana, Obispo de Caracas, sobre la Revolucin de Gual y Espaa]. Caracas: Tomo XLIII (enero-marzo), N 169, pp. 159169

Beerman, Eric, El diario del proceso y encarcelamiento de Alejandro Malaspina (1794-1803), Madrid: Editorial Naval, 1992

Bissainthe, Max. (1951). Dictionnaire de Bibliographie hatienne. Washington: Scarecrow Press.

Bonilla, Eraclio (ed.) (1991). El sistema colonial en la Amrica Espaola. Barcelona: Ed. Crtica.

Briceo-Iragorry, Mario. (1951). La revolucin de Gual y Espaa, Crnica de Caracas. Caracas: Ed. Mundo Libre S.A., N 4 y 5, abril-mayo.

Brito Figueroa, Federico. (1964). El comercio de esclavos negros y la mano de obra esclava en la economa colonial venezolana. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

Brito Figueroa, Federico. (1984). El problema tierra y esclavos en la historia de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

Brito Figueroa, Federico. (1987). Historia de la esclavitud negra en Venezuela y el Caribe. Caracas: Universidad Santa Mara. Centro de Investigaciones Histricas.

401

Burkholder, Mark A., y Chandler, D.S. (1984). De la impotencia a la autoridad. Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

Cabarrs, Francisco (Conde de). (1808). Cartas sobre los obstculos que la naturaleza, la opinin y las leyes oponen a la felicidad pblica escritas por el conde de Cabarrus al seor Gaspar de Jovellanos y precedida de otra al Prncipe de la Paz por El Conde de Cabarrs. Vitoria: Imprenta de don Pedro Real.

Cabarrs, Francisco (Conde de). (1789). Elogio de Carlos III Rey de Espaa y de las Indias: ledo en la junta general econmica de Madrid de 25 de julio de 1789. Madrid: Antonio de Sancha.

Cabarrs, Francisco (Conde de), Informe sobre el Montepo de Nobles de Madrid, Madrid: L. Domergue en Jovellanos a la Socit des Amis du Pays de Madrid (1778-1795), Toulouse, 1971, p. 313. Ahora en: Lpez Alonso, Carmen, y Elorza, Antonio, El hierro y el oro: Pensamiento poltico en Espaa siglos XVI-XVIII, (Biblioteca Historia 16, n 14), Madrid: Historia 16, 1989.

Callahan, William J. (Jr.) (1967). La propaganda, la sedicin y la Revolucin francesa en la Capitana General de Venezuela (1789-1796). En: Boletn Histrico de la Fundacin John Boulton (pp.190-201) Caracas, N 14, mayo.

Campillo y Cosso, Jos del. (1789). Nuevo sistema de gobierno econmico para la Amrica: con los males y daos que le causa el que hoy tiene de los que participa copiosamente Espaa , y remedios universales para que la primera tenga considerables ventajas y la segunda mayores intereses, Madrid: Imprenta de Benito Cano.

Camus, Albert. (1953). El hombre rebelde. Buenos Aires: Biblioteca clsica y contempornea, 393. Losada, p.19

Capmany, Jernimo de y Benito Bails. (1772). Tratado de mathematica: que para las escuelas establecidas en los Regimientos de Infanteria han escrito Madrid: Joaqun Ibarra.

402

Capella, M. y Matilla Tascn, Los cinco gremios mayores de Madrid: estudio-crtico histrico, Madrid: Cmara Oficial de Comercio e Industria, 1957.

Cappelletti, Angel J. (1990). El anarquismo en Amrica Latina. (Prl y Crono). Caracas: Biblioteca Ayacucho, 155.

Colloque Mably : la politique comme science morale : actes du aise, Chateau de Vizille / J. Sgard ...

Friedemann ... [et al.] ; introduction par F. Gauthier. Published/Created: Bari, Italy : Palomar, c1995-1997. Description: 2 v.

Carnicelli, Amrico. (1970). La masonera en la Independencia de Amrica (1810-1830). Bogot: s.d (Secretos de la Historia), 2 Vols.

Cavanna, Henry. (1974). Mutabilidad e inmutabilidad de la historia. Consideraciones sobre el fenmeno revolucionario. En: Sorlin, Pierre et al, El mtodo histrico. Pamplona-Espaa: Ediciones de la Universidad de Navarra.

Chartier, Roger (2000). El orden de los libros (Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XIV y XVIII) (Coleccin Lea, 4), Barcelona: Gedisa Editorial. Clemente Travieso, Carmen, Josefina Joaquina Snchez, esposa de Jos Maria Espaa, en: Mujeres de la Independencia (Seis Biografas de Mujeres Venezolanas) , Mxico: Talleres Grficos de Mxico, 1964.

Constant, Pierre. (1899). Musique des fetes et ceremonies de la Revolution Francaise. Paris: Imprimerie Nationale.

403

Cornelii Jansenii, Episcopi Yprensis, Augustinus, seu doctrina S. Augustini de humanae naturae sanitate, aegritudine, medicina, adversus Pelagianos et Massilienses, Lovanii: Jacobi Zegeri, 1640.

Dauxion Lavaysse, J. J. (1967). Viaje a las Islas de Trinidad, Tobago, Margarita y a diversas partes de Venezuela en la Amrica Meridional. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Ediciones del Rectorado - Cuatricentenario de la Fundacin de Caracas - Obra promocional del Estudio de Caracas (Serie: Fuentes Histricas).

Defourneaux, Marcelin. (1973). Inquisicin y censura de libros en la Espaa del siglo XVIII . Madrid: Taurus Ediciones S.A..

Deleplace, Marc. (2000). L'anarchie de Mably Proudhon (1750-1850): histoire d'une appropriation polmique. Lyon: ENS Editions.

Depons, Francisco. (1930). Viaje a la parte oriental de Tierra Firme. Caracas: Tip. Americana.

(1797). Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias mximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos. Madrid: Imprenta de la Verdad.

(1811). Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos. Caracas [sic]: J. Baillio, Nueva Edicin. 1811.

(1813). Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos. Santa Fe de Bogot: en la imprenta del Estado por Jos Mara Ros.

(1824). Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos. Caracas: Toms Antero.

404

(1825). Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos. Londres: Imprenta espaola de M. Calero. N 17, Frederick Place, Goswell Road.

(1848). Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias mximas republicanas; y un discurso preliminar, dirigido a los americanos. Cuman: Imprenta de Antonio M. Martnez.

Daz y Prez, Nicols. (1891). Datos para escribir la historia de los caballeros francmasones en Espaa, desde su origen hasta nuestros das. En: Revista de Espaa, vigsimo cuarto ao, T.CXXXII (enero-febrero) (p. 588-594). Madrid.

Daz, Furio. (1962). Filosofa e poltica nel Settecento francese. Turn: Einaudi.

Duviols, Jean-Paul. (1988). El rgimen colonial espaol visto por los francesse en la poca de las luces. En: A.A.V.V., La Amrica espaola en la poca de las Luces: Tradicin-InnovacinRepresentaciones. Madrid: {XE Madrid}(Coloquio franco-espaol, Maison des Pays Ibriques, Burdeos, 18-20 septiembre 1986). Ediciones de Cultura Hispnica.

Egea Lpez, Antonio. (1991). La conspiracin republicana espaola de 1795. En: Les Rvolutions Ibriques et Ibro-Amricaines laube du XIX sicle (Actes du Colloque de Bordeux 2-4 juillet 1989). Paris: Ed. du Centre National de la Recherche Scientifique.

Ellul, Jacques. (1969). Historia de la propaganda (Coleccin Estudios), Caracas: Monte Avila Editores.

Elorza, Antonio. (1989). El temido rbol de la libertad. En: Aymes, Jean-Ren (ed.), Espaa y la Revolucin francesa (pp.69-118). Barcelona: Seix Barral.

Elorza, Antonio. (1966). Hacia una tipologa del pensamiento reaccionario en los orgenes de la Espaa contempornea. En: Cuadernos Hispanoamericanos (p.368-376) N 203. Madrid: Instituto de Cultura Hispnica.

405

Elorza, Antonio. (1968). La Sociedad Bascongada de los Amigos del Pas en la ilustracin espaola En: Cuadernos Hispanoamericanos (p. 340-352) N 185. Madrid: Instituto de Cultura Hispnica.

Elorza, Antonio. (1970). La ideologa liberal de la ilustracin espaola. Madrid: Ed. Tecnos.

Enciso Recio, Lus Miguel. (2001). La Europa del siglo XVIII. Barcelona: Pennsula.

Enciso Recio, Luis. (2002). Barroco e Ilustracin en las bibliotecas privadas espaolas del siglo XVIII. (Discurso ledo el da 17 de marzo de 2002 en la recepcin pblica y contestacin por el Excmo. Sr. D. Vicente Palacio Atard). Madrid: Real Academia de la Historia.

Espadas Burgos, Manuel. (1979). Niveles materiales de vida en el Madrid del siglo XVIII (Aula de Cultura, Ciclo de Conferencias sobre Madrid en el siglo XVIII; 9). Madrid: Ayuntamiento de Madrid, Delegacin de Cultura. Instituto de Estudios Madrileos de Consejo Superior de Investigaciones Cientficas.

Feijoo, Benito Jernimo. (1754). Cartas eruditas y curiosas. Madrid: Imprenta de Don Eugenio Bieco.

Fermn de Vargas, Pedro. (1986). Relacin sucinta del estado actual de las colonias espaolas en la Amrica Meridional. En: Vargas, Pedro Fermn de. Pensamientos polticos y memoria sobre la poblacin del Nuevo Reino de Granada. (Serie Breve, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura), Bogot: Linotipia Bolvar.

Fermn de Vargas, Pedro. (1944). Pensamientos polticos y memoria sobre la poblacin del Nuevo Reino de Granada (Copia hecha sobre los manuscritos originales de la Biblioteca Nacional de Bogot, por Manuel Jos Forero) (Col. Ensayos, vol. VI). Bogot: Biblioteca Popular de Cultura Colombiana.

406

Tisnes Jimnez, Roberto Mara, Un precursor: Don Pedro Fermn de Vargas, Bogot: Academia Colombiana de Historia, 1969. Un precursor: Don Pedro Fermin de Vargas (p.81).

Fernndez de Pinedo, Emiliano, Gil Novales, Alberto y Drozier, Albert [s.f.]. Centralismo, Ilustracin y agona del Antiguo Rgimen (1515-1833). En: Tun de Lara, Manuel (dir.). Historia de Espaa. Madrid: Labor. T. VII.

Ferrer Benimelli, Jos A. (1974). La Masonera espaola en el siglo XVIII. Madrid: Siglo XXI Ed.

Fisher, John Robert. (1993). El comercio entre Espaa e Hispanoamrica (1797-1820) (Estudios de Historia Econmica, 27). Madrid: Banco de Espaa-Servicio de Estudios.

Fontana, Joseph. (1991). La crisis colonial en la crisis del antiguo rgimen espaol. En: Bonilla, Eraclio (ed.). El sistema colonial en la Amrica Espaola. Barcelona: Crtica.

Forero Benavides, Abelardo. (1967). Impresin y represin de los Derechos del hombre. Bogot: Ediciones Universidad de los Andes.

Forero, Manuel Jos. (1945). Carta sobre don Pedro Fermn de Vargas. En: Boletn de Historia y Antigedades (Organo de la Academia Colombiana de la Historia) (pp.696-710). Bogot: Imp. Nacional, vol. XXXII, nos. 369 y 370, julio-agosto. Foronda, Valentn de. (1787). Miscelnea o Coleccin de varios discursos : 1 lo honrosa que es la profesin del comercio, 2 utilidad de la Compaa de Filipinas, 3 necesidad de enmendar los errores fsicos, chimicos y matemticos de la obra de Feijoo. Madrid: Benito Cano.

Foucault, Michel. (1976). Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI Editores.

Fuentes, Juan F. [ed.]. (1988). Si no hubiera esclavos no habra tiranos. Proclamas, artculos y documentos de la revolucin espaola (1789-1837). Madrid: Ediciones El Museo Universal.

407

Fuentes, Juan Francisco. (1988). Concepto de pueblo en el primer liberalismo espaol. En: Trienio: Ilustracin y Liberalismo (Revista de Historia) (pp.177-209), N 12, Noviembre. Madrid.

Ganda, Enrique de. (1960). El fundador del republicanismo en Amrica. En: Nueva democracia (p, 48-57), 40(4):4-58, oct.

Garca Chuecos, Hctor. (1938). Don Pedro Fermn de Vargas. En: Boletn de Historia y Antigedades (rgano de la Academia Colombiana de la Historia) (pp.646-652). Bogot: Imp. Nacional, vol. XXV, N 72, octubre.

Garca Chuecos, Hctor. (1949). Documentos relativos a la revolucin de Gual y Espaa (Precedidos de un estudio histrico crtico del Doctor Hector Garca Chuecos) (Instituto Panamericano de Geografa e Historia, n 2). Caracas: Instituto Panamericano de Geografa e Historia, Comisin de Historia, Comit de Orgenes de la Emancipacin N 2.

Gimnez Lpez, Enrique. (2001). El Contexto histrico: Manuel Godoy y la Espaa de Carlos IV. En: Rose- de Viejo, Isadora, La Parra Lpez, Emilio y Gimnez, Enrique. La imagen de Manuel Godoy (pp 38- .40) [Cceres]: Junta de Extremadura (Consejera de Cultura).

Gil Fortoul, Jos. (1930). Historia constitucional de Venezuela. Caracas: Parra Len HermanosEditores, T. I.

Gil Novales, Alberto. (1996). Del Antiguo al Nuevo Rgimen en Espaa (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Estudios, monografas y ensayos, 79). Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Gil Novales, Alberto. (1995). La revolucin francesa a travs de la Gaceta de Madrid (Separata de la obra Estudios Dieciochistas en homenaje al profesor Jos Miguel Caso Gonzlez). Oviedo: Instituto Feijoo de Estudios.

408

Godoy, Manuel (1839). Memorias de Prncipe de la Paz, o sea cuenta dada de su vida poltica; para servir a la historia del reinado del seor don Carlos IV de Borbn . Pars: Librera Americana de Lecointe y Lasserre.

Gonzlez Varela, Jos Silverio. (1903) Las primeras vctimas de la Repblica en Venezuela. En: El Cojo Ilustrado. Caracas, 1 de enero de 1903, N 265, pp. 449-454

Gonzlez Varela, Jos Silverio. (1901). Los espaoles fugitivos de la crcel de la Guaira en 1797. En: El Cojo Ilustrado. Caracas, 1 de enero de 1901, N 217, ao X, pp.129-132

Gourcy, Franois Antoine tienne de (Abate). (1792). Coleccin de los apologistas antiguos de la Religin Christiana, San Justino, Taciano de Siria, Atengoras, Tefilo de Antioqua, Tertuliano, Minucio Flix y sus orgenes. Madrid: Imprenta Real, 2 vols.

Grases, Pedro. (1988). (Compilacin, prlogo y cronologa), Pensamiento poltico de la Emancipacin venezolana. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 133.

Grases, Pedro (1981). Preindependencia y Emancipacin (Protagonistas y testimonios). En: Obras. Barcelona: Seix Barral, vol. 3.

Grisanti, Angel. (1951). El Precursor Neogranadino Vargas. (Una vida real que es la ms apasionante novela de aventuras). Estudio basado en documentos inditos o desconocidos en Colombia. Bogot: Editorial Iqueima.

Guerra, Franois-Xavier. (1995). Revoluciones Hispnicas (Independencias americanas y liberalismo espaol) (Cursos de Verano del Escorial 93-94). Madrid: Editorial Complutense.

Guyot, R. (1911). Le Directoire et la paix de l'Europe, Paris: Alcan ed.

409

Hernndez de Alba, Gonzalo. (1990). Derechos del hombre y del ciudadano, primeras versiones colombianas. (Presentacin). Bogot: Instituto Caro y Cuervo.

Hernndez de Alba, Gonzalo. (1985). Pedro Fermn de Vargas y los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En: Boletn de Historia y Antigedades (rgano de la Academia Colombiana de la Historia) (p.366). Bogot: Imp. Nacional, vol. LXXII, N 749, mayo-junio.

Hernndez de Alba, Guillermo. (Editor) (1958). El proceso de Nario a la luz de documentos inditos (Biblioteca de Historia Nacional, vol. XCI). Bogot: Editorial ABC.

Hernndez de Alba, Guillermo (editor). (1903). El precursor; documentos sobre la vida pblica y privada del general Antonio Nario. Bogot: Imprenta Nacional.

Hernndez de Alba, Guillermo y Olivos Lombana, Andrs. (Compiladores). (1990). Archivo Nario. Bogot: Fundacin para la Conmemoracin del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la Muerte del General Francisco de Paula Santander, 6 Vols.

Hernndez de Alba, Guillermo. (Compilacin y prlogos). (1980). Proceso contra don Antonio Nario, por la publicacin clandestina de la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano. (Coleccin Presidencia de la Repblica. Administracin Turbay Ayala). Bogot: Impr. Nacional, 2 vol.

Hervs y Panduro, Lorenzo. (1807). Causas de la revolucin de Francia en el ao de 1789, y medios de que se han valido para efectuarla los enemigos de la religin y del Estado. Madrid: [s.n.].

Humboldt, Alejandro de (1954). Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas: Ediciones del Ministerio de Educacin, 4 Vols.

Jaeger, Werner. (1970). Paideia: los ideales de la cultura griega, Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

410

Jimnez G., Morella A. (1986). La esclavitud indgena en Venezuela, siglo XVI. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Jovellanos, Gaspar Melchor de. (1953). Diarios. Oviedo: Edic. Oviedo.

Jovellanos, Gaspar Melchor de. (1951).Obras publicadas e inditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, (Coleccin hecha e ilustrada por D. Cndido Nocedal), (Biblioteca de Autores Espaoles desde la formacin del lenguaje hasta nuestros das, n 46). Madrid: Ediciones Atlas.

Kendrick, John. (2003). Alejandro Malaspina: Portrait of a Visionary.Washington: Universidad de Washington.

Kerveseauy, Francois Marie de, y G. Clavelin (1790). Histoire de la Revolution de 1789, et de ltablissiment dune Constitution en France, prcde de l'expos rapide des administrations successives qui ont dtermin cette Revolution memorable. / Par Deux Amis de la Liberte. Paris: Clavelin, 20 Vols.

La Parra Lpez, Emilio. (1992). La alianza de Godoy con los revolucionarios (Espaa y Francia a fines del siglo XVIII). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas.

La Parra Lpez, Emilio. (2002). Manuel Godoy. La aventura del poder. Barcelona: Tusquets.

Ladd, Doris M. (1976). La nobleza mexicana en la poca de la Independencia, 1780-1826, Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

Landaeta Rosales, Manuel. (1889). Gran recopilacin geogrfica, estadstica e histrica de Venezuela. Caracas: Imprenta Bolvar, 2 Vols.

411

Langue, Frdrique. (2000). Aristcratas, honor y subversin en la Venezuela del siglo XVIII. (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 252). Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Lavia, Javier. (1989). Revolucin francesa y control social en Venezuela. En: Tierra Firme, Revista de Historia y ciencias sociales (p.278-288). Caracas, julio-septiembre, Ao 7, T.VII.

Lezaeta y Ziga, Baltasar. Dilogo que tuvieron en Maschre los senores [sic] Escipion de Ricci y Pedro Tamburini: sobre el xito del Concilio de Pistoya. Segovia: Imprenta de Espinosa, [s.a.].

Liss, Peggy K. (1983). Los imperios trasatlnticos (Las redes del comercio y de las Revoluciones de Independencia). Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

Litvak, Lily. (1987). El ajedrez de estrellas (Crnicas de los viajeros espaoles del siglo XIX por pases exticos, 1800-1913). Barcelona: Editorial Laia.

Locke, John. (1977). Ensayo sobre el entendimiento humano (Biblioteca de iniciacin filosfica, 44). Aguilar: Buenos Aires.

Locke, John. (1746). Essai sur l'origine des connoissances humaines: ouvrage o l'on rduit un seul principe tout ce qui concerne l'entendement humain. Mortier: Amsterdam.

Lpez Alonso, Carmen, y Elorza, Antonio. (1989). El hierro y el oro: Pensamiento poltico en Espaa siglos XVI-XVIII (Biblioteca Historia 16, 14). Madrid: Historia 16.

Lpez Bohorquez, A. E. (1984). Los ministros de la Audiencia de Caracas

(1786-1810)

(Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 174). Caracas: Academia Nacional de la Historia.

412

Lpez Bohrquez, Al E. (comp.) (1997). Manuel Gual y Jos Mara Espaa (Valoracin mltiple de la conspiracin de La Guaira de 1797. Caracas: Comisin Presidencial del Bicentenario de la Conspiracin de Gual y Espaa.

Lpez, Casto Fulgencio. (1954). El pensamiento americanista de Picornell. En: Revista El Litoral, La Guaira (septiembre- pp.24-25).

Lpez, Casto Fulgencio. (1948). Juan Bautista Picornell. En: Revista Nacional de Cultura, M.E.Direccin de Cultura (pp.64-72). Caracas, N 70, Sep./Oct. Ao IX.

Lpez, Casto Fulgencio. (1955). Juan Picornell y la conspiracin de Gual y Espaa: narracin documentada de la pre-revolucin de Independencia venezolana. Caracas-Madrid: Ediciones Nueva Cdiz.

Lpez, Fulgencio Casto. (1957). Juan Bautista Picornell y su hora. En: El Farol. Caracas: 18 (170) 12-15, mayo/junio

Lpez Yepes, Jos, Historia de los Montes de Piedad en Espaa: El Monte de Piedad de Madrid en el s. XVIII, Madrid: Confederacin Espaola de Cajas de Ahorro, 1971, 2 vols. Lucena Giraldo, Manuel y Juan Pimentel. (1991). Los Axiomas polticos sobre la Amrica de Alejandro Malaspina. Madrid: Doce Calles, Comisin Quinto Centenario.

Lucena Giraldo, Manuel. (2003). Premoniciones de la independencia de Iberoamrica = Premonies da independncia da Ibero-Amrica: las reflexiones de Jos de balos y el Conde de Aranda sobre la situacin de la Amrica espaola a finales del siglo XVIII = as reflexes de Jos de balos e do Conde de Aranda sobre a situao da Amrica espanhola em fins do sculo XVIII / estudio de/estudo de Manuel Lucena Giraldo. Madrid: Fundacin Mapfre Tavera, Doce Calles.

Mably, Gabriel Bonnot de. (1776). De l'tude de l'histoire. En: Etienne Bonnot de Condillac. Cours d'tude pour l'instruction du Prince de ParmeD. Ferdinand Parme - Paris: Monory.

413

Mably, Gabriel Bonnot de. (1778). De l'tude de l'histoire. A Monseigneur le Prince de Parme. Nouvelle edition revue et corrigee. Mastreicht, chez Cavelier, et se trouve a Paris: chez Barrois, Bailly.

Mably, Gabriel Bonnot de. (1789). Des droits et des devoirs du citoyen. Kell: s. imp.

Mably, Gabriel Bonnot de. (1781). Entretenimientos de Phocion sobre la semejanza y conformidad de la moral con la poltica / traducidos del griego de Nicocls con notas y del francs por don Martin Fermin de Labiano. Madrid: Joachin Ibarra.

Mably, Gabriel Bonnot de. (1767). Par quelles causes et par quels degrs les loix de Lycurgue se sont altres chez les Lacdmoniens jusqu' ce qu'elles ayent t ananties. Dissertation qui a remport le prix dans l'Acadmie Royale des Inscriptions & Belles-Lettres, le 28 avril 1767. Avec des notes contenant les principaux traits de l'histoire de Lacdmone. Paris: Durand, et Vallat-laChapelle.

Mably, Gabriel Bonnot de. (1740). Parallle des Romains et des Franais, par rapport au gouvernement. Paris: Didot. Manfredi, Dario, Arresto e processo di Malaspina attraverso dieci dispacci diplomatici dalla Spagna, Centro Aullese di Ricerche e Studi Lunigianesi, Istituto Internazionale di Studi Liguri, 1984, pp. 65-80

Mannix, Daniel P. y Malcolm Cowley. (1962). Historia de la trata de negros. Madrid: Alianza Editorial.

Maras, Julin. (1985). Espaa Inteligible. Razn histrica de las Espaas. Madrid: Alianza Editorial.

414

Martnez Ruiz, Enrique. (1991). Orden pblico, poder y conflictividad social en el Madrid de la modernidad. En: Cancio, Jess L. (Dir.). Visin histrica de Madrid (siglos XVI al XX) (Coleccin Torre de los Lujanes, 6) (pp.87-123). Madrid: Real Sociedad Econmica Matritense de Amigos del Pas.

Mas Hernndez, Rafael del. (1993). Lecturas histricas del plano de Madrid. En: Catastro (pp.25-41). Madrid: Universidad Autnoma de Madrid. Ao IV, N 15, enero.

Voz : Mathon de la Cour, Charles Joseph. (1910). En Enciclopedia Universal Ilustrada, Barcelona: Hijos de Espasa SA, p.974

Mathon de La Cour, Charles Joseph (seud. Fortun Ricard). (1784-1791). Journal de Lyon, ou Annonces et varits littraires pour servir de suite aux Petites Affiches de Lyon Lyon: Aim de la Roche, (Biblioteca Nacional de Paris).

Mathon de la Cour, Charles-Joseph (seud. Fortun Ricard). (1788). Collection de comptes-rendus, pices authentiques, tats et tableaux concernant les finances de France depuis 1758 jusqu'en 1787. Lausanne, Paris: Cuchet.

Mathon de la Cour, Charles-Joseph (seud. Fortun Ricard). (1785). Discours prononc, a Lyon, dans la Loge dadoption du patriotisme, le 27 juillet. (Biblioteca Nacional de Paris).

Mathon de La Cour, Charles-Joseph (seud. Fortun Ricard). (1787). Discours sur les meilleurs moyens de faire natre et dencourager le patriotisme dans une monarchi, sans gner ou affaiblir en rien l'tendue de pouvoir et d'excution qui est propre ce genre de gouvernement Paris: Cuchet et Gattey. (Biblioteca Nacional de Paris)

Mathon de La Cour, Charles-Joseph (seud. Fortun Ricard). (1763). Lettre Madame, sur les peintures, les sculptures et les gravures exposes dans le sallon du Louvre cette anne . (S. l. n. d.). (Biblioteca Nacional de Paris)

415

Mathon de La Cour, Charles-Joseph (seud. Fortun Ricard). (1784). Testament de M. Fortun Ricard, Matre d'Arithmtique D (Mathon de La Cour). Lu & publi l'audience du bailliage de cette ville, le 19 Aot 1784 (S. l., s. n.). (Biblioteca Nacional de Paris)

Menndez Pidal, Ramn (Coordinador), Historia de Espaa, (La poca de la Ilustracin, el Estado y la Cultura, 1759-1808), Madrid: Espasa Calpe S.A., T. XXXI, 1982-1983. Miramn, Alberto. (1962). Dos vidas no ejemplares: Pedro Fermn de Vargas, Manuel Mallo, Bogot: Publicaciones Editoriales. Morange, Claude. (1984). El Conde de Montijo, reflexiones en torno al partido aristocrtico de 1794 a 1814. En: Trienio ilustracin y liberalismo, Revista de Historia (pp.33-67). N 4. Madrid: noviembre.

Moreno Urquiola, Carmen Sotelia. (1980). Aporte bibliogrfico a la esclavitud en Venezuela. Caracas: s.n.

Mosquera, Toms Cipriano de. (1853). Memorias sobre la vida del Libertador Simn Bolvar. Nueva York: Imp. S.W. Benedict.

Muriel, Andrs. (1959). Historia de Carlos IV. (Biblioteca de Autores Espaoles, 114-115). Madrid: Ed. Atlas, vol. I.

Murillo, Fernando. (1988). Las Indias y el cambio econmico en la Espaa del siglo XVIII: Administracin y comercio. En: A.A.V.V., La Amrica espaola en la poca de las Luces: Tradicin-Innovacin-Representaciones (pp.17-33). (Coloquio franco-espaol, Maison des Pays Ibriques, Burdeos, 18-20 septiembre 1986). Madrid. Ediciones de Cultura Hispnica.

Novo y Colson, Pedro (ed.). (1885). Viaje poltico-cientfico alrededor del mundo por las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de los capitanes de navo D. Alejandro Malaspina y Don Jos de Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794 . Madrid: Imprenta de la Viuda e Hijos de Abienzo.

416

Olaechea, R. (1969). El Conde de Aranda y el partido aragons. Zaragoza: Ed. Librera General.

Orozco, A., M. Palau, y J. M. Castanedo (eds.), Malaspina y Bustamante '94. II Jornadas Internacionales Conmemorativas del regreso de la Expedicin a Cdiz. 1794-1994, 1996. Ortega Vidal, Javier. (2000). Los planos histricos de Madrid y su fiabilidad topogrfica. En: Catastro (pp.23-28). Madrid: Universidad Autnoma de Madrid (III poca) N 39.

Paine, Thomas. (1962). Los derechos del hombre. (Biblioteca de iniciacin filosfica, 14). Buenos Aires: Aguilar.

Palau y Dulcet, Antonio. (1925). Manual del librero Hispano-americano. Barcelona: Librera anticuaria.

Palau, Mercedes y Antonio Orozco (eds.). (1994). Malaspina '92. I Jornadas Internacionales: Madrid-Cdiz-La Corua. Cdiz: Real Academia Hispano-Americana.

Palau, Mercedes, Aranzazu Zabala, y Blanca Siz (eds.) (1984). Diario de viaje de Alejandro Malaspina. Madrid: El Museo Universal.

Pantoja Morn, David. (1993). (Introduccin, estudio preliminar y compilacin), Escritos polticos de Sieys (Seccin de obras de historia). Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

Prez Rioja, Jos Antonio. (1962). El helenista Ranz Romanillos y la Espaa de su tiempo (17591830). (Premio extraordinario de Doctorado y Finalista del Aedos de Biografa Castellana). Soria: Centro de Estudios Sorianos-CSIC.

Prez Sarmiento, Jos Manuel. (1939). Causas clebres a los precursores de los Derechos del Hombre: Pesquisa de sublevacin, pasquines sediciosos. Bogot: Imprenta Nacional (Biblioteca de Historia Nacional, vols. LIX y LX), 2 vols.

417

Pi y Margall, Francisco, y Pi y Arsuaga, Francisco. (1902). Historia de Espaa en el Siglo XIX. Barcelona: Miguel Segu Editor, T. I.

Picn Lares, Eduardo. (1943). La verdad histrica acerca del descubrimiento de la Revolucin de Gual y Espaa (Seccin: Crnicas de la Colonia y la Repblica). En: El Universal, Caracas (3, 11, 18 y 24 de abril).

Picornell y Gomilla, Juan Bautista, Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el patriotismo en una monarqua sin ofender ni disminuir en cosa alguna la extensin del poder y execucion que es propia de este gnero de gobierno (Premiado por la Academia de Ciencias, Artes, Agricultura y Bellas Letras de Chalons de Marne el da 25 de agosto de 1787. Por Mr. Mathon de la Cour, de las Academias de Len de Villafranca y de la Sociedad Real de Agricultura de Len, etc. Traducido al castellano por Don Juan Picornell y Gomilla , Individuo de la Real Sociedad Bascongada y de la de Madrid), Madrid: Oficina de Aznar, 1790.

Picornell y Gomilla, Juan Bautista. (1786). Discurso terico-prctico sobre la educacin de la infancia dirigido a los padres de familia. Salamanca: Imprenta de Andrs Garca Rico.

Picornell y Gomilla, Juan Bautista. (1787). Examen pblico, histrico y geogrfico, a que expone segunda vez Don Juan Picornell y Gomilla, Individuo de la Real Sociedad Econmica de Madrid, a su hijo Juan Antonio Picornell y Obispo, en un general de esta Universidad en los da 7 y 11 de marzo de este presente ao a las tres de la tarde. Salamanca: Imprenta de Andrs Garca Rico.

Pimentel, Juan. (1998). La Fsica de la Monarqua. Ciencia y poltica en el pensamiento colonial de Alejandro Malaspina (1754-1810). Aranjuez: Doce Calles. Pinto Rodrguez, Jorge, Los cinco gremios mayores de Madrid y el comercio colonial en el siglo XVIII, en Revista de Indias, t. LI, n 192 (Madrid, 1991) pp. 293-326.

418

Pitaval, Gayot de (recopilador). (1762). Causa clebres, instructivas, e interesantes con sus decissiones / todo recopilado por el Seor Gayot de Pitaval; traducidas al idioma espaol del frances, por Don Marhco Antonio Barberi con addicciones de algunas notas, y reflexiones. Impresso en la ciudad del Gran Pucro [sic] de Santa Maria: Imprenta de la Casa Real de las Cadenas.

(1774). Pragmtica sancin de SM en fuerza de ley por la cual se prescribe el orden con que se ha de proceder contra los que causen bullicios, o conmociones populares. Madrid: Pedro Marn. Prieto Benavent, Jos Lus, La mentalidad ilustrada, en: La Ilustracin Liberal (Revista espaola y americana), n 3 (Reseas), Jun.-Sep. 1999, p. 33.

Quintero, Ins. (2002). La Conjura de los Mantuanos. Caracas: Universidad Catlica Andrs Bello.

Ramos Gudez, Jos Marcial. (1991). El padre Alonso de Sandoval y sus acciones en contra de la trata de esclavos africanos. Barquisimeto: s.n.

Real Academia de la Historia (Espaa). (2002). Barroco e Ilustracin en las bibliotecas privadas espaolas del siglo XVIII: discurso ledo el da 17 de marzo de 2002 en la recepcin pblica de D. Lus Miguel Enciso Recio y contestacin por el Excmo. Sr. D. Vicente Palacio Atard . Madrid: Real Academia de la Historia.

(1778). Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de Espaa a Indias, de 12 de octubre de 1778, Madrid: Pedro Marn.

Reimarus, H. S. (1758). Exposition de la doctrine chrtienne ou instructions sur les principales vrits de la religion. Cologne: aux Dpens de la Compagnie des Libraires.

(1954). Relaciones geogrficas de la Gobernacin de Venezuela. (Notas de ngel de Altolaguirre y Duvale). Caracas: Ediciones de la Presidencia de la Repblica.

419

Restrepo Uribe, Fernando. (1996). Don Antonio Nario y la Declaracin de los Derechos del hombre y del ciudadano. En: A.A.V.V., Francia en Colombia: Exposicin conmemorativa de la Novena Feria Internacional del Libro en Bogot (Mayo de 1996) . Bogot: Biblioteca Nacional de Colombia.

Rey, Juan Carlos, Rogelio Prez-Perdomo, Ramn Aizpurua Aguirre, Adriana Hernndez y Elas Pino Iturrieta. (2007). Gual y Espaa: La Independencia Frustrada, Caracas: Fundacin Empresas Polar.

Reyes, Carlos Jos. (1996). Atala, de Chateaubriand: una visin idlica del encuentro de dos mundos. En: A.A.V.V., Francia en Colombia: Exposicin conmemorativa de la Novena Feria Internacional del Libro en Bogot (Mayo de 1996). Bogot: Biblioteca Nacional de Colombia.

Rodrguez de Campomanes, Pedro. (1774). Discurso sobre el fomento de la industria popular. Madrid: Antonio Sancha.

Rodulfo Corts, Santos. (1978). El rgimen de las gracias al sacar en Venezuela durante el perodo hispnico. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 2 Vols.

Rojas, Reinaldo. (2004). La rebelin del negro Miguel y otros temas de africana. Barquisimeto, Venezuela: Zona Educativa del Estado Lara. Fundacin Bura.

Romano, Ruggiero. (1991). Fundamentos del funcionamiento del sistema econmico colonial. En: Bonilla, Eraclio (Ed.). El sistema colonial en la Amrica Espaola. Barcelona: Ed. Crtica.

Rose-de Viejo, Isadora; La Parra Lpez, Emilio y Gimnez, Enrique. (2001). La imagen de Manuel Godoy. Cceres: Junta de Extremadura (Consejera de Cultura). Roura, Lluis. (1996). Robespierre, Babeuf i Picornell: dins la vitrina?. (Dossier) E n: LAven, N 205 (pp.18-21). Barcelona.

420

Ruiz Martnez, Eduardo. (1995). Aproximacin a una bibliografa de Don Antonio Nario y Alvarez (Serie Bibliogrfica, XV). Santa Fe de Bogot: Instituto Caro y Cuervo.

Ruiz Martnez, Eduardo. (1990). La librera de Nario y los derechos del hombre. Bogot: Planeta

Runel, Lucile. (1994). Charles-Joseph Mathon de la Cour et le journal de Lyon (1784-1791). Lyon: Mmoire, DEA.

Saco, Jos Antonio. (1938). Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los pases amrico-hispanos. La Habana: Editorial Cultural, 4 Vols.

Siz, Blanca (ed.). (1994). Alejandro Malaspina: La Amrica imposible. Madrid: Compaa Literaria.

Siz, Blanca. (1992). Bibliografa sobre Alejandro Malaspina, y acerca de la expedicin Malaspina y de los marinos y cientficos que en ella participaron, Madrid: El Museo Universal.

Sanz Camaes, Porfirio. (2004). Las ciudades en la Amrica hispana: siglos XV al XVIII (Claves histricas).Madrid: Slex [cop.]

Sarrailh, Jean. (1981). La Espaa ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII (Seccin de Obras de Historia). Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

Simmons, Merle E. (1983). Los escritos de Juan Pablo Viscardo y Guzmn precursor de la independencia hispano americana. Caracas: Universidad Catlica Andrs Bello.

Soler Pascual, Emilio. (1990). Antagonismo poltico en la Espaa de Godoy: La conspiracin Malaspina (1795-1796) (Coleccin Ensayo e Investigacin). Alicante: Instituto de Cultura JuanGil-Albert-Diputacin de Alicante.

421

Spedalieri, Nicola. (1791). De diritti dell'uomo. Ass: [s.n.].

Sucre, Lus Alberto. (1928). Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela, Caracas: Lit. Y Tip del Comercio.

Tavera-Acosta, Bartolom. (s.f.) Historia de Carpano (Coleccin Vigilia, 19). Caracas: Ministerio de Educacin.

Tedde de Lorca, Pedro, El Banco de San Carlos (1782-1829), Madrid: Banco de Espaa-Alianza, 1988

Tirado y Rojas, Mariano. (1874). La masonera en Espaa (Ensayo histrico). Madrid: [s.d.], 2 vols.

Tisnes Jimnez, Roberto Mara. (1979). Don Pedro Fermn de Vargas biografa de un precursor, Bucaramanga: Academia de Historia de Santander.

Tisnes Jimnez, Roberto Mara. (1970). Dos precursores: Don Francisco de Miranda, Don Pedro Fermn de Vargas. Caracas: Ediciones del Instituto de Estudios Histricos Mirandinos.

Tisnes Jimnez, Roberto Mara. (1969). Un precursor: Don Pedro Fermn de Vargas. Bogot: Academia Colombiana de Historia.

Toms y Valiente, Francisco. (1981). El derecho penal en la monarqua absoluta (siglos XVI, XVII, y XVIII). Madrid: Ed. Tecnos.

Torres Lanza, Pedro. (1912). Independencia de Amrica (Fuentes para su estudio). Madrid: Sociedad de publicaciones histricas, T. I.

422

Troconis de Veracoechea, Ermila (comp.). (1969). Documentos para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Troconis de Veracoechea, Ermila. (1990). Indias, esclavas, mantuanas y Primeras Damas. Caracas: Alfadil - Academia Nacional de la Historia.

Uztriz, Jernimo de. (1724). Theorica y practica de comercio y de marina: en diferentes discursos y calificados exemplares, que con especificas providencias se procuran adaptar a la monarchia espaola para su prompta restauracion, beneficio universal y mayor fortaleza contra los mulos de la Real Corona, Madrid: [s.n.].

Verna, Paul. (1973). Tres franceses en la Independencia de Venezuela. Caracas: Monte Avila.

Vico Monteoliva, Mercedes. (1992). Educacin y utopa: de los pensadores ilustrados a los reformadores americanos. Mlaga: Universidad de Mlaga.

Vila, Marco Aurelio. (1976). Bolvar y la geografa, Caracas: Corporacin Venezolana de Fomento. Pierre Vilar: Patria i naci en el vocabulari de la Guerra contra Napolen , en Assaigs sobre la Catalunya del segle XVIII, Barcelona: Curial, 1973.

Vindel, Francisco. (1958). El Madrid de hace 200 aos (1758). Madrid: [s.e.]. Vitale, Lus, La Capitana General de Venezuela, en: Contribucin al Bicentenario de la Revolucin por la Independencia de Venezuela, Santiago de Chile: Universidad de Chile, Enero 2002

423

Ward, Bernardo. (1779). Proyecto Econmico en que se proponen varias providencias dirigidas a promover los intereses de Espaa, con los medios y fondos necesarios para su implantacin. Madrid: Joachin Ibarra.

Ximeno y Urieta, Manuel. (1792). Coleccin de los apologistas antiguos de la Religin Christiana, San Justino, Taciano de Siria, Atengoras, Tefilo de Antioqua, Tertuliano, Minucio Flix y sus orgenes. Madrid: Imprenta Real, 2 vol.

Zavala, Iris M. (1970). Literatura clandestina y masonera en Amrica. Revista Interamericana de Bibliografa (pp.427-439). Washington XX.

Zavala, Iris. (1973). Picornell y la Revolucin de San Blas. En: Historia Ibrica. 1, 55

Zavala, Iris. (1969). Cabarrs y Picornell: Un documento desconocido. En: Cuadernos Hispanoamericanos (pp.774-782), N 234, junio.

Zavala, Iris. (1981). El Texto en la historia. Madrid: Editorial Nuestra Cultura.

Zavala, Iris, Masones, comuneros y carbonarios, Madrid: [s.d.], 1971

Relaciones geogrficas de la Gobernacin de Venezuela, (Notas de ngel de Altolaguirre y Duvale), Caracas: Ediciones de la Presidencia de la Repblica, 1954.

Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de Espaa a Indias, de 12 de octubre de 1778, Madrid: Pedro Marn, 1778.

(1774). Pragmtica sancin de SM en fuerza de ley por la cual se prescribe el orden con que se ha de proceder contra los que causen bulicios, o conmociones populares. Madrid: Pedro Marn

424

Ediciones electrnicas y direcciones URL:

200 aos de la Conspiracin de Gual y Espaa 1797-1997. (1997). Caracas: Comisin Presidencial Bicentenaria-Archivo General de la Nacin. (CDRom). _____ Clemente Travieso, Carmen. El herosmo de Joaquina Snchez.

_____ Coll, Pedro-Emilio. Lricos y utopistas de 1797.

_____Gil Fortoul, Jos. Conjuracin de Gual y Espaa en La Guaira y Caracas, 1797.

_____ Gonzlez F, Luis Enrique. Conspiracin de Gual y Espaa.

_____ Gonzlez Guinn, Francisco. El protomrtir de la Republica de Venezuela.

_____ Lpez, Casto Fulgencio. Juan Bautista Picornell y su hora.

_____ Martnez Salas, Rafael. Jose Rusiol, un cataln mrtir de la libertad de Venezuela.

_____ Prez Vila, Manuel y Pedro Grases. Conspiracin de Gual y Espaa.

_____ Salcedo Bastardo Jos Luis. Picornell, Gual y Espaa.

_____ Siso Martnez, J. M.. Conspiracin de Gual y Espaa.

_____Vannini de Gerulewicz, Marisa. Manuel Cortes de Campomanes, Un Maquiavelo americano: Apstol o traficante de la libertad?

Diccionario de Historia de Venezuela, Caracas: Fundacin Polar, 1999 (CDRom)

425

Bugliani La, La Carmaola Americana (1797) entre la Carmagnole Francesa (1792) y el Canto de las Sabanas de Barinas (1877-1818). Histal enero 2004 (22 de marzo de 2005) <http://www.histal.umontreal .ca/pdfs/la%20carma%c3%B1ola%20americana.pdf>

Fernndez Benayas, Antonio. (2000). Agona de la Espaa invertebrada [Libro en lnea]. (200410-24) en: Primera edicin virtual, e-libro.net. http://www.e-libro.net/E-libro-viejo/libros_gratis.htm

La Parra Lpez, Emilio (2001-2002). Iglesia y grupos polticos en el reinado de Carlos IV. Hispania Nova [Revista en lnea] Revista de Historia Contempornea. N 2. (2004-07-14) en:

http://hispanianova.rediris.es/general/articulo/022/art022.htm

Nolte, Ernst, Martin, Heidegger en su poca (Traduccin de Elisa Lucena) en: Nolte, E., Heidegger. Poltica e historia en su vida y en su pensamiento, Madrid: Tecnos, 1998, pp. 320-342. (2004-03-16) http://personales.ciudad.com.ar/M_Heidegger/index.htm

Olaechea, R. En torno al ex-jesuita Gregorio Iriarte, hermano del Conde de Aranda, En Archivum historicum Societatis Iesu; 1964, N 23, pp 157-234 (2005-08-25) p. 181 http: // www.cervantes virtual com/bib_tematica/jesuitas/seleccion_textos /seleccion_textos 9.shtml.

Roger Chartier y los orgenes culturales de 1789, La Ilustracin hizo la Revolucin Francesa o la Revolucin Francesa hizo la Ilustracin? Aportes Recientes de la Investigacin Histrica, Ciencias Sociales e Historia, Archivos curriculares. (2004-08-13) http://www.nalejandria.com/archivoscurriculares/sociales/nota-005.htm

426

INDICE

INTRODUCCIN SECCIN PRIMERA: DE LAVAPIES A LA GUAIRA POR LA RUTA DE LA LIBERTAD Captulo I El escenario madrileo Madrid, sede de la Corte, sede de la sedicin Los conspiradores de Madrid Captulo II Juan Bautista Picornell en el paradigma de la ilustracin Gnesis de la utopa revolucionaria pedaggica Los principios pedaggicos de Picornell en su Discurso terico-prctico sobre la educacin de la infancia, dirigido a los padres de familia La influencia del Abate Mably y Mathon de la Cour en el Proyecto Educativo Un momento crtico: la Real Sociedad Econmica Matritense rechaza el Proyecto Educativo Libros y papeles sediciosos en poder de los conspiradores Captulo III Los motivos coyunturales, las divergencias entre los grupos promotores y la organizacin del alzamiento de Madrid Percepcin de los conspiradores de Madrid de la situacin poltica y social del momento Polmica en los argumentos de los conspiradores: una revolucin para derrocar al monarca, o una revolucin para abatir al sistema monrquico? La filantropa poltica de J. B. Picornell Constitucin y acciones de la Junta de Gobierno Revolucionaria Captulo IV La reaccin de la Corona: delacin, persecucin, prendimiento y juicio De cmo se descubri la conjura de Madrid: la delacin de los plateros o la del Presbtero Traggia? Establecimiento de la Junta para la Audiencia Fiscal El sumario Persecucin y captura Argumentos del fiscal y de la defensa Sentencias y sentenciados SECCIN SEGUNDA VIVA EL PUEBLO AMERICANO, VIVA LA LIBERTAD Y MUERA EL DESPOTISMO! UN PROYECTO REPUBLICANO NUESTROAMERICANO Captulo I Los preliminares de la conjura de La Guaira
427

La ciudad y puerto de La Guaira: refugio de insurrectos Los conspiradores de La Guaira La influencia revolucionaria de los prisioneros y emigrantes franceses de las Antillas El destino americano de los reos de Madrid Captulo II Motivaciones, condiciones y organizacin del plan revolucionario Incidencia de las reformas borbnicas en la decadencia de Espaa y sus colonias, y sus repercusiones en la conspiracin de La Guaira El establecimiento del comercio libre en la Capitana General de Venezuela El pndulo comercial en la visin de los conspiradores El plan y sus fines Disposiciones para la independencia absoluta y la creacin de una repblica El espejismo: la Corona espaola desea abandonar Amrica? El proyecto abolicionista La organizacin y la praxis revolucionaria Procedimientos que habran de seguirse para llevar a cabo las acciones iniciales del movimiento Proselitismo y mecanismos de persuasin Organizacin del ejrcito revolucionario Creacin y atribuciones de la Junta de Gobierno SECCIN III ENTRE LA LIBERTAD Y EL CADALSO. MUERTE Y RESURRECCIN DE LA UTOPA NUESTRAMERICANA Captulo I Un cambio radical de timn: se descubre la conjura y comienza el periplo por el Caribe La fuga de los reos de Estado La reaccin de las autoridades De cmo fue descubierta la conspiracin de La Guaira y las dilaciones para llevar a cabo la revolucin Conflictos de intereses y competencia entre las autoridades ante el hecho conspirativo, y medidas para capturar a los prfugos El doble discurso en los actos del Obispo Viana: Indulto, Carta Pastoral y Edicto Captulo II Por el Caribe Los das y los avatares de la persecucin por las islas Entre espas Thomas Picton y Tierra Firme El comienzo del fin Prendimiento de Jos Mara Espaa. Los vnculos entre Manuel Gual y Francisco de Miranda La misteriosa muerte de Manuel Gual Captulo III

428

Derechos del hombre y del ciudadano, y otros papeles sediciosos de la conspiracin de La Guaira La primera edicin en Nuestramrica de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: Antonio Nario y Pedro Fermn de Vargas Disquisiciones acerca de la edicin de 1797 atribuida a Picornell Estructura y contenido de la obra Dnde y cundo fue escrita y publicada? La impresin y la autora: Picornell, Vargas o Baillio? Otras obras agregadas a la causa por conspiracin de La Guaira: lbelos, canciones y pasquines sediciosos Captulo IV Proceso en la causa de Estado a los conspiradores de La Guaira: la dudosa legitimidad del juicio justo El ejercicio de la injusta justicia Sentencias y sentenciados Premios, gratificaciones y splicas Conclusiones Apndice Catlogo Picornell Anexo documental Documento n 1 Relacin de los mritos, ttulos, grado, ejercicios literarios del Bachiller D. Juan y Gomila, Individuo de la Sociedad Econmica de Madrid, y Benemrito abonado, de la Bascongada. Madrid, 1787-07-03, AHNM Consejo 11936-I, 4 fols. (Impreso) Documento n 2 Picornell y Gomila, D. Juan. Individuo de la Sociedad Econmica de esta Corte y de la Vascongada. Se hallan dos representaciones solicitando licencia para establecer en Madrid una escuela pblica de enseanza y educacin que dice ha formado en el libro que titula El maestro de primeras letras, Madrid, 1789-07-22. AHNM Estado 3245-2, 14 fols. Documento n 3 Carta de Picornell a Floridablanca [?], Madrid, 1789-10-24. AHNM Estado 3245-2. Documento n 4 Manifiesto (Papel nmero 2), en: Pieza A en la que se hallan los cuatro papeles distinguidos con otros tantos nmeros que se encontraron en el cofre del reo don Sebastin Andrs al tiempo de su apertura y reconocimiento en la Real Crcel de Villa por el seor alcalde conde del Pinar a presencia del mismo Andrs; cuyos papeles se conocen en la causa reservada que se sigue contra ste y dems consortes con los ttulos de Manifiesto al pueblo e Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, Madrid, 1795-02-20. AHNM Consejo 11937, 6 folios

429

Documento n 5 Instruccin (Papel nmero 3), en: Pieza A en la que se hallan los cuatro papeles distinguidos con otros tantos nmeros que se encontraron en el cofre del reo don Sebastin Andrs al tiempo de su apertura y reconocimiento en la Real Crcel de Villa por el seor alcalde conde del Pinar a presencia del mismo Andrs; cuyos papeles se conocen en la causa reservada que se sigue contra ste y dems consortes con los ttulos de Manifiesto al pueblo e Instruccin de lo que debe ejecutar el pueblo de Madrid en este da, Madrid, 1795-02-20. AHNM Consejo 11937, 6 fols. Documento n 6 Constituciones, en: Incautacin de los documentos de Manuel Montesinos y Rico, Caracas, 179808-01. AGI Caracas 427, N. 1, 735 fols. (Fragmentos) Documento n 7 Plan del movimiento revolucionario de La Guaira, Caracas, 1797-08-08 (fecha de la copia de escribano). AGI Caracas 434, N. 16. Documento N 8 Papel sedicioso. El comandante en jefe del ejrcito revolucionario del pueblo americano de la provincia de Caracas a los vecinos y moradores del pueblo de La Guaira, Caracas 1797-08-08. AGI Caracas 434, N. 16. Documento N 9 Tropas para el primer movimiento. Caracas, 1797. AGI Caracas 434, N. 22 Documento n 10 Noticias adquiridas en la Trinidad del da 3 al 5 de abril de 1799, en. Sobre Juan Bautista Picornell, Manuel Gual y Juan Manzanares, Caracas, 1799-06-22. AGI Estado 58, N. 30. Documento n 11 Exhorto de Gual a los americanos, en: Presidente de Caracas sobre papeles sediciosos de Manuel Gual, Caracas, 1799-06-23. AGI Estado 59, N. 8. Documento n 12 Proclama: Espaoles de Amrica, pasqun remitido desde la isla de Trinidad, Caracas 1797-0812. AGI Caracas 434, N. 234 (n.7) Documento n 13 Proclama: Lleg ya el da padres de la patria AGI Caracas 434, N. 23. Documento n 14 Contiene lo obrado prohibiendo la introduccin, y lectura del libro titulado Derechos del Hombre y del ciudadano, y cualquiera papel sedicioso, AGI Caracas, 1797-12-11. 344 fols. (Fragmentos) FUENTES

430

431

También podría gustarte