Revista de Estudios Sociales, no. 15, junio de 2003, 109-121.
TEORAS DE LA GUERRA EN MOLTKE Y LIDDELL HART
This article pretends to address the ideas of two important strategists,
Moltke and Liddell Hart, as well as their contribution to war theory.
Starting with general notions of strategy and military history, it describes
the teachings of the two characters along with their biographies and the
responses of their contemporary to their propositions.
estrategas, tcticos, analistas o politlogos de coctel o de
tertulia que con citas de Alejandro, Sun Tzu, Anbal,
Napolen y muchos otros, discurren sobre cuestiones que
ni siquiera conocen.
Creemos que estas razones, entre otras, son las que han
motivado a la Revista de Estudios Sociales de la
Universidad de los Andes a propiciar ensayos relacionados
con algunas teoras de la guerra y con dicho fin se ha
querido recordar a dos pensadores relativamente
contemporneos, Molkte y Liddell Hart que hacen parte de
la indiscutible nmina de creadores de la estrategia
moderna por el papel fundamental que tuvieron en el
planeamiento y en la conduccin de las operaciones
militares dentro de los conflictos y situaciones que les
correspondi vivir o por la decisiva influencia que ejercieron
sobre el pensamiento militar durante los siglos XIX y XX.
Con el nimo de facilitar el desarrollo y la comprensin del
tema, antes de entrar propiamente en ste, hemos credo
conveniente hacer algunas precisiones no solo sobre la
guerra, sino sobre otros temas afines, relacionados
directamente con ella, como la estrategia, la tctica y la
historia militar.
Palabras clave:
De la guerra
Gabriel Puyana Garca*
Resumen
El artculo pretende abordar las ideas de dos importantes estrategas,
Moltke y Liddell Hart, as como su contribucin a la teora sobre la
guerra. Partiendo de nociones generales de estrategia e historia militar, se
describen los legados de estos dos personajes junto con sus biografas y
las reacciones de sus contemporneos a sus planteamientos.
Abstract
Estrategia, tctica, historia militar, guerra.
La angustiosa bsqueda de una solucin viable a nuestro
prolongado conflicto interno, as como la compleja
situacin internacional ante la muy probable guerra con
Iraq y en especial las incertidumbres surgidas a raz de la
tragedia del 11 de septiembre del 2001, a partir de la cual
el terrorismo se afianz como medio de expresin poltica y
arma de destruccin masiva en el intento de cambiar el
modo tradicional de las confrontaciones blicas, son
motivos ms que suficientes para crear expectativas sobre
temas que adems de mantener su propia vigencia, hacen
que mucha gente, con el indiscutible derecho de opinar, se
interese por ellos y se sienta inclinada a exponer y
sustentar sus conocimientos, ideas y conceptos.
De ah surge un considerable y espontneo nmero de
Son muchas las definiciones que existen de la guerra, pero
nos limitaremos a recordar estas dos de Clausewitz, uno de
sus principales filsofos:
Es la continuacin de la poltica por otros medios
Es un acto de fuerza para obligar al adversario al
cumplimiento de nuestra voluntad1.
As, entendemos la guerra como el choque violento por
medio de las armas entre dos o ms naciones para dirimir
sus diferencias cuando la poltica no logra encontrar
soluciones pacficas. Tambin llamamos guerra a la
confrontacin violenta entre bloques antagnicos dentro de
un mismo estado como fueron nuestras guerras civiles del
siglo pasado.
A este respecto, nos duele y nos desconcierta tener que usar
este mismo trmino de guerra para referirnos a lo que hoy
est viviendo Colombia, por cuanto la absurda como
dolorosa, intil e injusta tragedia que aqueja al pas, es ante
todo un desbordamiento delincuencial en el que unas
minoras violentas masacran a gentes inermes, mediante
procedimientos terroristas, estimuladas por las enormes
ganancias del narcotrfico y bajo la motivacin del lucro.
*Brigadier General (r).
Keywords:
Strategy, tactic, military history, war.
Introduccin
Carl Von Clausewitz, De la guerra, Barcelona, Labor, 1992.
109
DOSSIER Gabriel Puyana Garcia
De ah que su accionar criminal no pueda equipararse con
el quehacer de los soldados, puesto que esos grupos
ilegales muy raras veces combaten, sino que delinquen con
la atrocidad y la sevicia de los forajidos. Con cunta razn
el General Rafael Uribe Uribe, al repudiar las acciones
irregulares durante la Guerra de los Mil Das, expresaba:
No hay guerrilla que no degenere en banda de forajidos.
En el loable afn de que la guerra desaparezca de la faz de
la tierra, con frecuencia caemos en ingenuidades que nos
apartan de la realidad pero que no debemos ignorar.
Generalmente se ha credo que la guerra la inventaron los
militares; pero en realidad lo que ocurri fue que los
soldados nacieron de la infortunada necesidad de tener
que hacerla, como de la imperiosa obligacin de intentar
evitarla. De ah que creamos que la guerra la inventaron
los polticos y posiblemente los comerciantes y que a los
militares, a su vez, los inventaron para poder hacerla.
Segn Ortega y Gasset, la guerra no es un instinto sino un
invento. Los animales la desconocen y es una institucin
humana, como la ciencia o la administracin. Ella llev a uno
de los mayores descubrimientos en la base de toda
civilizacin; al descubrimiento de la disciplina. Todas las
dems formas de la disciplina proceden de la disciplina
primigenia que fue la militar. Por ello el pacifismo se convierte
en una nula beatera al pretender ignorar que la guerra, no
obstante todo lo repudiable que tiene de por s, es una genial
y formidable tcnica de la vida y para la vida misma.
De Voltaire aprendimos que las bestias son superiores al
hombre porque ignoran el arte de destruirse; de Tomas
Hobbes que el hombre es lobo para el hombre, y esa ha
sido la historia de la humanidad desde que el hombre
apareci sobre la tierra. Con cuanta razn el filosofo
espaol ya citado, nos advierte que el hombre es solo una
fiera con veleidades de arcngel2.
Hace unos aos el Doctor Diego Uribe Vargas, en un
artculo publicado en El Tiempo, transcribi una publicacin
de la Civilita Catlica, Quaderno 3181, que a la letra deca:
La historia humana es una historia de guerras intercaladas de
breves perodos de paz, que ms exactamente deberan
llamarse treguas. Se ha calculado con cierta aproximacin que
desde 1496 antes de Cristo, hasta 1861 DC, es decir durante
3.357 aos, 227 fueron de paz y 3.130 de guerra, o sea trece
aos de guerra por cada ao de paz.
Y es de observar que esta investigacin abarc hasta 1861,
cuando an no haba ocurrido la Guerra Civil de los
Estados Unidos, la guerra franco-prusiana de 1870 y las
dos guerras mundiales de 1918 y 1939, para no citar otras
conflagraciones.
Los griegos consideraron la guerra con un sentido fatalista
y la explicaron como una fuerza inexorable del destino, y la
paz como una tregua prolongada en el tiempo que
permita brevemente disfrutar de sus beneficios. Moltke,
como lo veremos ms adelante, se identificara con esta
concepcin.
Adems debe tenerse en cuenta que despus de la
Segunda Guerra Mundial se han presentado ms de 160
conflictos que han ocasionado un nmero mayor de 20
millones de muertos. El escritor alemn Arturo Schnitzler
afirma que la guerra seguir existiendo mientras haya
hombres ambiciosos y con el poder para causarla
(llmense Bush, Saddam Hussein, Gadafi, u otro
cualquiera).
Estos datos y comentarios no pretenden en ningn
momento hacer la apologa de la guerra; pero s recordar
que de los tres flagelos de la humanidad, la esclavitud, la
peste y la guerra, este ltimo sigue siendo el peor por su
persistencia. Los dos primeros ms o menos pueden haber
desaparecido, pero la guerra sigue siendo un azote de Dios
y una espada de Damocles que pende sobre los pueblos
como tambin lo expresara Moltke.
Pero no basta con odiarla como todos lo hacemos,
empezando por quienes nos ha tocado padecerla, para que
la paz pueda afianzarse como un regalo que
generosamente los dioses nos otorgan. Como seres
humanos debemos reflexionar sobre ella para que
podamos dar nuestro aporte al propsito de evitarla o al
compromiso de tener que afrontarla.
En los das actuales se consideran muchas clases y tipos de
guerra que resultara largo enumerar. Las llamadas guerras
revolucionarias, especialmente de tipo irregular, surgieron a
raz de las guerras de liberacin que aparecieron despus
de la Segunda Guerra Mundial contra los imperios
coloniales en la justa aspiracin de esos pueblos
sojuzgados y que por tanto fueron similares en su finalidad
a las guerras de emancipacin de los siglos XVIII y XIX
de las antiguas colonias de Inglaterra y Espaa en el
continente americano.
De la estrategia y la tctica
2
Jos Ortega y Gasset, Obras completas, Madrid, Alianza Editorial,
1983.
110
Como lo anota J. M. Collins en su libro La gran
estrategia, la palabra estrategia signific originalmente
DOSSIER Carlo Nasi
Teorias de la guerra en Moltke y Liddell Hart
el arte de los generales3 pero en la actualidad su
significado se ha hecho mucho ms amplio, pues no es
exclusiva de los militares, ni tampoco de los conflictos
armados.
La llamada estrategia nacional se refiere a todos los
poderes de la nacin tanto en la paz como en la guerra y
comprende los varios tipos de estrategias para alcanzar los
altos fines nacionales del Estado y as se identifica una
estrategia poltica, como tambin econmica, psicolgica,
interna y externa y tambin militar. La suma de todas estas
es la que se denomina la Gran Estrategia que se define
como El arte y la ciencia para emplear el poder nacional
en el logro de los objetivos de la nacin en todos los
campos, combinando todos los medios posibles, como la
diplomacia, las presiones, las amenazas, los subterfugios y
las armas.4 Dentro de este contexto la gran estrategia
est estrechamente relacionada con la estrategia militar,
pero son diferentes porque esta ltima hace parte de la
primera.
La estrategia militar definida Como el arte para que la
fuerza concurra a alcanzar las fines de la poltica5, es la que
busca la victoria por medio de las armas y est, por tanto,
reservada a los militares, pero supeditada a la gran estrategia
que es la que corresponde a los hombres de Estado.
Dentro de la estrategia militar, existen tambin numeroso
tipos en relacin con la forma de aplicarse y as se habla
de la estrategia secuencial y de la estrategia acumulativa y
segn al teatro de operaciones sobre el cual se ejerzan,
deben distinguirse una estrategia de tierra, de mar o de
aire, o la combinacin de estas tres.
Bsicamente deben considerarse dos clases de estrategia:
la estrategia directa y la estrategia indirecta, las cuales
obedecen al mismo propsito que es el de doblegar la
voluntad del adversario. En la estrategia directa, la fuerza
fsica es el factor esencial. En la estrategia indirecta, la
fuerza pasa a un plano secundario y en su lugar se da
prelacin a un hbil planeamiento que mediante acciones
psicolgicas y bajo y un decidido y eficiente liderazgo
afecte gravemente la moral del contendor.
La aplicacin primaria del poder fsico en forma directa
predomin en los comienzos de la humanidad, pero a
medida que pasaban los siglos fueron surgiendo estrategos
que como Sun Tzu, Alejandro, Anbal, Maquiavelo, Moltke,
Lenin y Liddell Hart, idearon nuevas formas para que la
astucia y la agilidad del pensamiento pudieran sustituir a la
fuerza y darle una mayor utilidad.
La estrategia, como lo expresa el General Andr Beaufre,
no puede considerarse como una doctrina nica, sino
como un mtodo de pensamiento que permita clasificar y
jerarquizar los acontecimientos, para escoger los
procedimientos ms eficaces. A cada situacin corresponde
un estrategia partcula, pues una puede ser la mejor para
una determinada coyuntura mientras que para otra puede
resultar inadecuada o detestable6.
Si la estrategia tiene que ver con las altas concepciones de
la maniobra en los teatros de guerra y est por tanto muy
ceida a las directrices de la poltica, a la tctica le
corresponde la conduccin de las tropas en el terreno para
materializar y obtener mediante los combates, como parte
integrante de la batalla, el xito de las operaciones.
De ah que la tctica se considere como el arte mediante el
cual los Comandantes de los cuerpos de Ejrcito y de las
unidades subordinadas, Divisiones, Regimientos, Batallones
y formaciones menores, convierten el poder de combate en
acciones exitosas en los choques que libran contra las
fuerzas de maniobra enemigas.
De la historia militar
Uno de los ms tiles, valiosos y trascendentales medios e
instrumentos de la estrategia a travs de todos los tiempos
ha sido y seguir siendo el estudio de la historia militar.
Balk nos defini la importancia y la razn de sta en los
siguientes trminos: El objeto de la historia militar es el de
ensear a conducir la guerra con la experiencia ajena,
porque la propia cuesta mucho, es difcil de cosechar y
llega demasiado tarde7.
Esto, porque es a travs de su estudio como podemos
conocer los acontecimientos, analizar profusamente cada
caso concreto, y del juicioso y objetivo anlisis que
lleguemos a hacer, deducir las enseazas y los ejemplos
dignos de seguir o de evitar segn los resultados que de
determinado suceso fueran obtenidos.
Sin la historia militar no hubiera sido posible alcanzar el
alto grado de desarrollo que ha tenido la estrategia a lo
6
3
4
5
J. M. Collins, La gran estrategia, Buenos Aires, 1976.
Ibid.
Ibid.
Andr Beaufre, Introduccin a la estrategia, Lima, Ed. Biblioteca militar
del Oficial, No. 43, 1977.
Citado en Juan Domingo Pern, Apuntes de historia militar, Buenos
Aires, 1932.
111
DOSSIER Gabriel Puyana Garcia
largo de lo siglos, por cuanto la historia no solo describe
sino que sopesa, analiza, investiga, observa y compara las
actividades blicas, tanto en el orden material como
intelectual, moral y fsico. Adems estudia no solo los
hechos sino a sus conductores, los ejrcitos, las
circunstancias de tiempo y lugar, al igual que las doctrinas,
los principios que fueron aplicados, la forma como se hizo
y, en general, todos los factores.
Aunque la estrategia es esencialmente diferente de la
historia, es de sta que recibe sus lecciones, las cuales
cristaliza en principios, preceptos y normas que han de
servir de base o de gua para la conduccin de la guerra.
As mismo al facilitarnos el conocimiento de los Grandes
Capitanes nos permite apreciar tanto sus virtudes como sus
capacidades y sus fallas, para intentar descubrir el secreto
de su grandeza, y procurar imitarlos para poder seguirlos
aun cuando sea a distancias siderales.
As como la estrategia recibe mucho de la historia, tambin
ocurre lo mismo con la tctica en cuanto a la aplicacin de
los principios y las formas de ejecucin refrendadas en los
campos de batalla lo cual constituye un significativo aporte
que debe ser empleado dentro del lmite de las
circunstancias especficas y de las probabilidades.
Al igual ocurre con la organizacin militar, por cuanto no
existe materia relacionada con la guerra que no se
beneficie con el estudio de la historia militar. Como lo
veremos en el presente ensayo, tanto Moltke como Liddell
Hart se distinguieron no solo por su consagracin al
estudio de los temas histricos, sino por la brillantez con
que supieron dedicarse a la exposicin de los mismos
mediante sus reconocidas habilidades de escritores
prolficos, serios y consagrados a su extraordinaria labor.
Entremos ahora al estudio de los dos personajes escogidos.
Helmuth Von Moltke
Primero Otto Von Bismark con su gran fortaleza intelectual
y moral y su extraordinaria visin de estadista y luego Von
Helmuth Moltke en el campo de la guerra, bajo el cetro de
Guillermo I de Prusia, vienen a ser los dos artfices de la
unificacin alemana en torno al reino de Prusia, la cual
dar a esta nacin el predominio de la Europa central, a
partir de la segunda mitad del siglo XIX, protagonismo que
se prolonga durante el siglo XX y que a pesar de sus
derrotas de 1918 y 1944, aun intenta ejercer dados su
merecimientos, capacidades y grandes virtudes que ni los
tremendos crmenes del nazismo lograron eclipsar.
Como lo expresa Hajo Holborn, en el capitulo VIII del Tomo
I de la obra Creadores de la estrategia moderna, (obra que
112
hemos utilizado preferentemente como fuente de
informacin y de referencia para este ensayo) el poderoso
Ejrcito Prusiano del siglo XIX, fue creado prcticamente
por cuatro figuras estelares del arte blico: Federico el
Grande, Napolen, Schanhorst y Gneisenau.
El primero dej el recuerdo de sus triunfos y de la
resistencia en la adversidad y leg la enseanza de que la
vida de un ejrcito en tiempo de paz consiste en una ardua
labor, por cuanto las batallas primeramente se deben ganar
en los campos del entrenamiento. Pero realmente es el
conquistador francs quien hace comprender a los
prusianos el papel que la estrategia debe desempear en la
conduccin de la guerra, y son dos jvenes oficiales, por
cierto ninguno prusiano de nacimiento, quienes van a
modelar el Ejrcito de Prusia, tomando como ejemplo el
Ejrcito Francs moderno de Napolen.
De ah que se deba aceptar que el genio francs es el
segundo maestro, por cuanto despus de la batalla de
Jena, Schanhort y Gneisenau sern los encargados de
adaptar al Ejrcito de Prusia a un nuevo tipo de guerra,
cuyos mtodos fueron consecuencia de los profundos
cambios sociales y polticos de la Revolucin Francesa.
El ejrcito de Federico el Grande inicialmente estaba
constituido por una fuerza de mercenarios aislada de la
poblacin civil que por un sentimiento del honor y de la
lealtad de los oficiales de la nobleza era glorificado,
mientras en los grados subalternos y en las tropas se
mantena su cohesin por medio de una disciplina frrea
de carcter brutal. A los reformistas prusianos inspirados en
el ejemplo francs les corresponder introducir la
conscripcin universal pero manteniendo la clase junker en
la oficialidad. En esta forma, el servicio nacional del
pensamiento liberal existente en Francia y EE. UU., pasa a
convertirse en Prusia en un recurso destinado a fortalecer
el poder del estado absolutista. Esta conscripcin se
reglamenta en casi todos los pases europeos, pero fuera
de Prusia, dicha conscripcin era solo para los pobres, pues
a los ricos se les permita hacer pagos en dinero y proveer
reemplazos, mientras que en Prusia al no existir exclusiones
para servir en filas, el ejrcito pas a ser un ejrcito
ciudadano, con los sbditos de un absolutismo burocrtico.
La nueva escuela de la estrategia prusiana cre su propio y
ms valioso instrumento de guerra, en el Estado Mayor
General Prusiano que se convierte en el cerebro y centro
nervioso del ejrcito. Sus orgenes se remontan a la dcada
anterior a 1806, pero solo a partir de este ao, cuando
Schanhorst reorganiza el Ministerio de Guerra, se crea una
divisin especial que asume la responsabilidad de los
planes de organizacin, movilizacin, doctrina y
Teorias de la guerra en Moltke y Liddell Hart
adiestramiento en tiempos de paz.
Como Ministro de Guerra, Schanhorst retiene la direccin
de esta divisin, ejerciendo una fuerte influencia en el
pensamiento tctico y estratgico de la oficialidad, a la que
adiestra en juegos de guerra y en maniobras de Estado
Mayor. Desde ese entonces a los miembros del Estado
Mayor se les distingui con un uniforme especial, con
franja roja en el pantaln y al imponer el hbito de
designarlos como Oficiales Ayudantes de las distintas
unidades del Ejrcito, se logr extender el control y la
influencia directa del Jefe del Estado Mayor General sobre
todos los Generales y reparticiones del ejrcito.
En 1821, el Jefe del Estado Mayor General pasa a ser el
primer consejero del Rey en las cuestiones relacionadas con
la guerra, mientras las funciones del Ministerio de Guerra
quedan limitadas al control poltico y administrativo del
ejrcito. Esta innovacin permitir que el Estado Mayor
General tome la direccin de los asuntos militares, no
solamente despus de la declaracin de guerra, sino en la
preparacin y en la fase inicial de esta.
Moltke, al igual que sus predecesores y maestros
Scharnhorst y Gneisenau, no era de Prusia, pues naci en
una regin vecina de Mecklemburgo, el 24 de octubre de
1800, donde su padre prestaba sus servicios como Oficial
del Rey de Dinamarca. Hasta 1819 fue instruido como
cadete dans y solo en 1822 ya como teniente, solicit su
incorporacin al Ejrcito Prusiano.
Los prusianos le hicieron reiniciar su carrera desde el grado
ms bajo, pero al lograr distinguirse fue admitido en la
Escuela de Guerra donde adquiri especial inters por la
fsica, la geografa y la historia militar. Su excelente cultura
general y su habilidad en el dominio del idioma lo convirti
en escritor, un tanto annimo pero brillante, y algunas
veces escribi novelas para obtener ganancias que, incluso,
le sirvieron para pagar su equipo de montar que le exigi
su entrada al Estado Mayor y tambin para afrontar
dificultades econmicas familiares propias de la poca,
porque no obstante su ttulo nobiliario, careca de fortuna.
En 1826 volvi por dos aos a su regimiento y en 1828 fue
destinado al Estado Mayor General al cual habra de
pertenecer durante sesenta aos, treinta de estos en la
jefatura. Con excepcin de los cinco aos pasados como
teniente en los ejrcitos de Dinamarca y de Prusia, nunca
prest servicios con las tropas. Sin haber comandado
siquiera una compaa, a la edad de 65 aos asumir
virtualmente el mando de los Ejrcitos Prusianos en la
guerra contra Austria.
De 1835 a 1839 como consejero del Sultn de Turqua tuvo
alguna experiencia de guerra en la infortunada campaa
contra Egipto, en la cual el Comandante de las fuerzas
turcas desatendi las recomendaciones del joven capitn y
tuvo que vivir la guerra en la dura realidad de la derrota.
En 1855, Federico Guillermo IV, lo nombr Ayudante de
Campo de su sobrino el Prncipe Federico Guillermo, el
futuro Emperador Federico III. Este nombramiento permiti
que el padre del prncipe Guillermo I descubriera en Moltke
las dotes que lo habran de recomendar como futuro Jefe
del Estado Mayor General y en 1857 cuando Guillermo I se
convierte en regente de Prusia, Moltke es designado para
dicho cargo.
Antes de que la primera lnea frrea se construyera en
Alemania, desde 1840, Moltke comprendi la enorme
importancia que habra de tener el transporte por tren, y
sus escasos ahorros personales los destin a la compra de
acciones para la construccin del sistema ferroviario.
De 1847 a 1850, tropas de diferentes naciones empiezan a
emplear este medio y en 1859 cuando empieza la guerra
con Italia, Moltke comprueba las ventajas del ferrocarril
para la movilizacin y concentracin de las unidades,
puesto que las tropas pudieron ser transportadas seis veces
ms rpidamente que los ejrcitos napolenicos. Debido a
la posicin desfavorable de Prusia respecto de sus vecinos,
Moltke declar que la ampliacin de la red ferroviaria era
ms importante que la de un sistema de fortificaciones
fronterizas, por cuanto con el nuevo medio se podran
desplazar en no mucho tiempo grandes cantidades de
tropas de una a otra frontera. Su claro concepto del juego
de los factores estratgicos del espacio y el tiempo empieza
a predominar en sus concepciones de un liderazgo agresivo
y resuelto que buscar la ofensiva para obtener un triunfo
rpido que haga la guerra lo ms corta posible.
De Clausewitz, Molkte aprendi que la guerra era el ltimo
recurso de la poltica y que por tanto sta, como parte de
un orden mundial establecido por Dios e inseparable de
aquel, requera un estadista que frenara, dirigiera e
indicara al mismo tiempo la direccin de la marcha y los
lmites a los cuales deba llegar, como lo observa Walter
Goerlitz, en su obra El Estado Mayor alemn.8
Y es cuando aparece Otto Von Bismark como el estadista
ideal que habra de lograr la unificacin de Alemania para
afirmar su dominio sobre la Europa central. Nunca ms
esta grandiosa combinacin de un gran estratega como
Moltke con un gran estadista de la talla de Bismark,
volvera a repetirse en la historia de Alemania. De ah que
Goerlitz, El Estado Mayor alemn, Barcelona, Editorial AHR, 1954.
113
DOSSIER Gabriel Puyana Garcia
Moltke, no obstante sus relaciones personales un tanto
fras con el Canciller de Hierro, siempre obedeci las
directrices de ste, pues como militar reconoca la prioridad
que deba tener el estadista sobre los asuntos polticos.
A raz del Congreso de Viena de 1815, Alemania haba
quedado reducida a 38 Estados que constituan la llamada
Liga -alianza germnica. En 1861, Guillermo I es
proclamado Rey de Prusia y un ao ms tarde Bismark es
nombrado Ministro de Estado del Reino. Con Bismark y
Moltke, Guillermo I llevar a Prusia y ms tarde a toda
Alemania a la mayor poca de gloria y de grandeza.
Para lograr su unificacin, Bismark conforme a su
conviccin de que la fuerza habra de prevalecer sobre todo
derecho, entiende que las grandes cuestiones de la poca
no se resolveran con discursos y votos de mayora sino con
sangre y hierro y a raz de esta poltica se le da el
nombre de Canciller de Hierro. Y es l quien, con sus
habilidades y argucias diplomticas, se inventa tres guerras
que le permitirn, mediante la victoria militar, lograr la
unificacin de su patria: la primera, en 1863, contra
Dinamarca; la segunda, en 1866, en la cual vence a los
austriacos en la famosa batalla de Sadowa y la tercera, en
1870, contra Francia a la cual derrota en las batallas de
Wisemburg, Rezonville y Sedan, donde capitula el Ejrcito
Francs, y su Emperador Napolen III cae en poder de los
alemanes; su Ejrcito rendido en Metz es hecho prisionero
e internado dentro del territorio del enemigo.
Con estas tres victorias, Prusia se eleva a la categora
imperial y es el 18 de febrero de 1871, en el mismo Saln
de los Espejos del Palacio de Versalles que, tras la derrota
del Imperio Francs, se proclama a Guillermo I, Emperador
de Alemania.
Para apreciar el genio militar de Moltke, veamos
brevemente algunos de sus ms trascendentales conceptos.
En 1865 escribi: La condicin normal de un Ejrcito es su
separacin en cuerpos, pero es un error el agrupamiento de
estos cuerpos sin un propsito muy definido. Como la
concentracin de todas las tropas es absolutamente
necesaria para la batalla, la esencia de la estrategia
consiste en la organizacin de marchas separadas pero
llamadas a proveer la concentracin en el debido
momento9.
Despus de la batalla de Sadowa, comprendi que
resultaba mejor mover las fuerzas el da del combate,
Edward Mead Earle, Creadores de la estrategia moderna, Tomos I y II,
Buenos Aires, Escuela de guerra naval.
114
desde distintos puntos para que se concentraran sobre el
campo de batalla mismo y dirigir las operaciones de tal
manera que una ltima marcha breve, desde diferentes
direcciones, llevara al frente y a los flancos del enemigo.
Este sera el propsito esencial de su estrategia.
Entendi que la guerra era un instrumento poltico y aun
cuando sostuvo que un comandante deba verse libre de la
direccin efectiva de las operaciones militares, admiti que
los propsitos y las circunstancias polticas podan
modificar las estrategias en todo tiempo. Neg que la
estrategia fuera una ciencia y que pudieran sentarse
principios sobre los cuales deban elaborarse los planes de
operaciones; consider que cada situacin deba ser
definida en funcin de sus propias circunstancias y que se
deba contar con una solucin en la que el adiestramiento
y los conocimientos estuvieran combinados con la visin y
el coraje.10
Dio al estudio de la historia militar una especial
importancia, pero insisti en que dicho estudio dependa
de que la historia fuera analizada con el debido sentido de
la perspectiva porque a pesar de su trascendencia, la
historia no se poda identificar con la estrategia, la cual
defini como un sistema de recursos ad hoc; es algo ms
que los conocimientos, pues consiste en la aplicacin de
stos a la vida practica y al desarrollo de una idea original
adaptada a circunstancias continuamente cambiantes.11
En contraste con la estricta disciplina prusiana, asignaba un
inters muy especial al criterio independiente de todos los
oficiales, llegando a expresar que Una orden debe
contener todo cuanto un comandante no puede hacer por
s mismo, pero nada ms que eso. Se mostr dispuesto a
tolerar desviaciones de su plan de operaciones siempre y
cuando el general subordinado pudiera obtener un
importante triunfo tctico, pues consideraba que la
estrategia se somete en caso de una victoria tctica y este
criterio lo aplic en las primeras semanas de la guerra
contra Francia, cuando algunos de sus generales
modificaron sus planes de operaciones mediante acciones
temerarias que resultaron exitosas.
La guerra contra Dinamarca, en la cual combati al lado de
Austria, no tuvo mayor importancia. La manera como supo
corregir los errores del Mariscal Wrangel, lo hizo aparecer
ante Guillermo I como el estratego circunspecto que saba
actuar con prudencia, y a partir de junio de 1866, el Rey
10 Ibid.
11 Ibid.
Teorias de la guerra en Moltke y Liddell Hart
dispuso que todas las rdenes del ejrcito deban darse por
su intermedio, y casi incondicionalmente, el monarca
acogi los consejos de Molkte, que a los sesenta y cinco
aos, prcticamente se convirti en el Comandante en Jefe
del Ejrcito Prusiano, ejerciendo esa funcin esencialmente
profesional que no corresponde a la del Jefe de Estado, as
se le quiera dar a ste el nombre de Comandante en Jefe,
pues l no tiene ni los conocimientos, ni la experiencia, ni
las aptitudes, ni las capacidades para comandar las tropas
como lamentablemente ocurriera aos despus, para mal
de Alemania, con Hitler y sus generales, lo cual contribuy
decisivamente a su derrota militar.
Tambin hoy en da, en las democracias de la mayor parte
de Amrica Latina, para reafirmar la indiscutible
subordinacin que las Fuerzas Armadas deben tener
respecto del Presidente de la Repblica, se ha optado
infortunadamente por distinguir a ste con el ttulo de
Comandante en Jefe, funcin sta que en realidad tendr
que delegar siempre en un profesional militar quien es el
que est en capacitado para ejercerla.
En la preparacin y ejecucin de la Batalla de Sadowwa,
Moltke pudo demostrar con su estrategia que la llamada
maniobra por lneas interiores, solo resultaba vlida
cuando se conservaba espacio, ganando as tiempo para
derrotarlo y perseguirlo y luego volver sobre la otra fuerza
a la cual solo se le mantena en observacin. La estrategia
de Moltke se caracteriz siempre por su amplitud mental y
por los cambios elsticos que acostumbraba hacer.
Los triunfos sobre Austria, en 1866, y sobre Francia, en
1870, le dieron al Estado Mayor General una aureola de
gloria casi mstica. En 1857, cuando Moltke asumi su
jefatura, haba en este organismo solo 64 oficiales; en
1875, eran 135 y en 1888, cuando Moltke se retira, sus
efectivos haban ascendido a 239, de los cuales 197 eran
del Ejrcito Prusiano, 25 del de Baviera, 10 del de Sajonia y
7 del de Wuretenberg. En 1872, la tercera parte de los
oficiales era de origen burgus y hasta se encontraba un
judo. La escogencia de los miembros de este organismo
desde antes de los tiempos de Moltke obedeci siempre a
una demostrada idoneidad y eficiencia para su importante
tarea.
Uno de los principales rasgos caractersticos de este gran
conductor, fue el sentido de la discrecin y de la modestia,
pues poco le interes figurar y fue bien conocida su norma
de que importaba ms ser que parecer, que fue la forma
ideal de trabajo preconizada por l, dentro de la ms alta
exigencia moral de que cada miembro del Estado Mayor
deba dar su mximo rendimiento. Bajo sus sucesores,
especialmente con Schileffen, esta actitud lleg a
convertirse en un principio: Hacer mucho y destacarse
personalmente poco, o sea que el trabajo deba ser
esencialmente impersonal, orientado solo a la mxima
conveniencia de la institucin.
Ya en su avanzada senectud, el anciano general reconoci
que el ideal de una guerra rpida y corta haba sido solo
una vana ilusin, pues el conflicto blico penda sobre el
pueblo alemn como una amenaza constante para la cual
se deba estar preparado siempre y que una vez
comenzado, era difcil prever su fin, debido a que en l
participaran las potencias mejor armadas, vidas de
mantener o por lo menos disputar el predominio de su
poder sobre la Europa central.
Su filosofa sobre la naturaleza y la necesidad de la guerra
la resumi admirablemente en la carta que en 1880
enviara a Johann Kaspar Bluntschi, para avisar recibo de un
manual sobre un proyecto de Derecho Internacional que se
le haba remitido en solicitud de su opinin. En uno de sus
apartes deca:
Primero, yo encuentro que el esfuerzo humanitario de
oponerse al sufrimiento que viene con la guerra es
altamente apreciable. Pero la paz eterna es un sueo y no
ciertamente bello. La guerra es parte del orden mundial de
Dios. Dentro de esta se despliegan las nobles virtudes de los
hombres, el coraje, la renunciacin, la lealtad al deber y la
disposicin al sacrificio ante el azar de la vida.
Sin la guerra el mundo se hundira en el pantano del
materialismo. Adems yo estoy completamente de acuerdo
con los principios expuestos en el prefacio de que el
progreso en la moralidad debe tambin reflejarse en el
estremecimiento de la guerra. Pero yo voy ms lejos y creo
que es la guerra en s misma y no en una codificacin de la
ley de la guerra, es lo que pudiera obtener este propsito.12
Naturalmente, Moltke se refera a la guerra entre Estados,
en la concepcin tradicional, caballeresca y romntica de la
lucha clsica que libran los soldados y no a la lucha
srdida, aviesa, indiscriminada y cruel que hacen los
forajidos mediante sus desbordamientos criminales,
caractersticos de las guerras irregulares.
El 25 de abril de 1891, cuando haba sobrepasado sus 91
aos fallece en Berln en forma digna y apacible como
fuera su meritoria existencia al servicio de su Ejrcito y de
su patria. En la Jefatura del Estado Mayor, lo sucede el
12 Ibid.
115
DOSSIER Gabriel Puyana Garcia
Conde Von Schlieffen, quien se har famoso con su
conocido plan, el cual llega a invertir las prioridades en los
planes de defensa de Alemania dirigidos por Moltke, al dar
la prelacin inicial al frente occidental (contra Francia) y no
al flanco opuesto oriental (contra Rusia), como lo haba
concebido su antecesor.
Aos ms tarde con la muerte de Schlieffen, un nuevo
Moltke sobrino del primero, enmarcado por el halo de su
gloria y de su prestigio, llega otra vez a este cargo, que
bajo la brillantez de su to haba convertido en leyenda no
solo al Estado Mayor General Alemn, sino al nombre de
Motke en quien se personific la grandeza de su patria y
de su institucin militar.
Sir Basil Henry Liddell Hart
Este brillante escritor, historiador, crtico y estratega militar,
hijo del reverendo Henry Hart y de su esposa Clara Liddell,
nace en Inglaterra, el 31 de octubre de 1895. Se educa en
la Escuela de San Pablo y en el Colegio de Corpus Christi.
El inicio de la Primera Guerra Mundial le hace interrumpir
sus estudios en Cambridge. Entra al Ejrcito Britnico y se
recibe como Oficial del Regimiento de Infantera ligera del
Rey, de Yorkshire. Toma parte activa en las batallas de Iprs
y del Somme y es herido dos veces. Al final de la guerra, en
el grado de capitn, su experiencia personal lo lleva al
convencimiento de que la guerra es horrible y que escenas
como las del Somme y Passchendale no debieran repetirse
jams. Esta conviccin es la que en algunas ocasiones le
har asumir posiciones un tanto confusas cuando no
contradictorias, al surgir como escritor y crtico militar que
alimenta controversias dentro del debate que se abre sobre
la conveniencia para su patria de optar por el ataque o por
la defensa en la conduccin de la guerra.
En 1920, antes de su salida del Ejrcito escribe el Manual
de Entrenamiento de Infantera. Una vez retirado del
servicio en 1927, se ocupa como corresponsal militar en el
Daily Telgraph de 1925 a 1935, luego pasa al London
Times hasta 1939 y de este ao a 1945 escribe para el
Daily Mail. Pero adems de su condicin de periodista con
su inmenso volumen de escritos y artculos sobre temas
militares, se muestra al mundo con sus muy numerosos e
interesantes libros, como uno de los ms prolficos
escritores sobre la guerra y como versado historiador que
con profundo criterio analtico estudia a los grandes
conductores militares de diversas pocas, para desentraar
el secreto de sus xitos y sustentar sus propias doctrinas.
Al trmino de la Primera Guerra Mundial, el Ejrcito
Britnico se desmoviliza demasiado rpido y es reducido en
116
todas sus estructuras orgnicas con el pretexto de la difcil
situacin fiscal. Adems, al igual que en Francia, se piensa
equivocadamente: primero que la estrategia defensiva fue
la que dio la victoria a los aliados, y que con los
organismos internacionales (La Liga de las Naciones) la
tragedia de la guerra pronto habra de desaparecer; de ah
surge un ambiente propicio al pacifismo que causa en
estos pases una actitud antimilitarista, fundamentada en el
error filosfico que destacaba Ortega y Gasset de cometer
la inmoralidad de creer y hacer creer, que las cosas
ocurren por el solo hecho de desearlas, lo cual pesa
gravemente sobre la responsabilidad histrica de los
estadistas respecto al destino de sus pueblos.
Sin embargo, para bien de Gran Bretaa en aquellos aos
aparece en el primera plana de los analistas de la
posguerra el Mayor General J. F. C. Fuller, quien en 1918
fuera el Jefe de Estado Mayor del Real Cuerpo de Tanques
y que con sus escritos, como brillante experto de estas
materias, inicia una cruzada en defensa de la guerra
mecanizada y blindada, teoras que poco inters despiertan
en las esferas gubernamentales de su pas y en el pueblo
britnico que despus de sufrir ms de 600.000 bajas en
Francia, no quera saber nada ms de guerras.
Pero el General Fuller insiste, y el Capitn Liddell Hart se
hace solidario con sus tesis y se une a sus esfuerzos, y con
sus escritos y libros desde finales de la dcada del 20,
empieza a proyectarse como el ms convencido y
prominente defensor de la guerra mecanizada mediante el
empleo intensivo de unidades blindadas para que estas
sean empleadas como fuerzas de choque independientes a
fin de que penetren profundamente en el territorio
enemigo, le corten sus abastecimientos y lo aslen de sus
mandos.
Curiosamente sus ideas y propuestas reciben mayor
acogida fuera de su patria y son sus adversarios
potenciales quienes mejor sabrn aprovecharlas. Lderes
alemanes como Erwin Rommel y Heinz Guderian leen sus
libros y se convierten en alumnos aventajados de sus
enseanzas. Igual ocurre con los trabajos del General Fuller,
de cuya conferencia sobre Operaciones con Fuerzas
Mecanizadas, solo se editan 500 ejemplares en Gran
Bretaa, mientras que en Alemania se reproducen 30.000
copias y otros cuantos millares en Rusia. De ah saldrn los
fundamentos de empleo de la Blitzkreig que sern motivo
de admiracin de las famosas Divisiones Panzer durante la
Segunda Guerra Mundial.
Pero lo paradjico fue que Liddell Hart se desempe
durante 3 aos, de 1937 a 1940, como Consejero personal
del Ministro de Guerra ingls Leslie Hore Belisha, quien
Teorias de la guerra en Moltke y Liddell Hart
aunque parcialmente acogi algunas de sus sugerencias,
no prest la debida atencin a sus recomendaciones,
especialmente en lo relacionado con la necesidad
apremiante de incrementar y modernizar las fuerzas
mecanizadas y blindadas del Ejrcito Britnico. Entre sus
obras ms conocidas de esa primera poca deben citarse
Una historia de la Guerra Mundial 1914-1918, (1934);
Foch, el hombre de Orlens; Sherman soldado realista
americano; y El futuro de la infantera.
Irving Gibson, en el captulo XV de la obra Creadores de la
estrategia moderna nos relata lo que signific para Francia
y para Inglaterra el periodo siguiente al trmino de la
Primera Guerra Mundial, sobre la ingenua creencia de que
el peligro de una nueva guerra haba sido conjurado para
siempre y que por ello los posibles preparativos de orden
blico deban orientarse dentro de una estrategia
defensiva. Para Francia esta idea pudo ser aceptable
mientras ocupaba Renania, pero una vez que los
compromisos internacionales la obligaron a dejar estos
territorios, tuvo que fundamentar su dispositivo de defensa
sobre sus propias fronteras.
Esta circunstancia produce una actitud esencialmente
pasiva que es la que va a llevar a la construccin de las
fortificaciones de la Lnea Maginot, dentro de la idea de la
cobertura estratgica y a muchas otras medidas que como
ocurre en Inglaterra, inciden perjudicialmente en la
capacidad y preparacin de las Fuerzas Armadas de estos
dos pases, como fue la reduccin en el tiempo y en el
nmero de los efectivos del Servicio Militar y la no
modernizacin y mejoramiento de sus armamentos y
equipos.
En Francia la llegada de Clemanceau al gobierno reafirma
la prioridad por la defensiva, la cual se consideraba que
haba sido el factor del triunfo en la Primera Guerra
Mundial, cuando en realidad este se debi al apoyo de
Inglaterra y de los Estados Unidos. Tambin la figura
legendaria de Ptain en Verdn contribua a reafirmar esta
equivocada apreciacin y de ah que surgiera una actitud
despectiva hacia los militares que como De Gaulle y otros
ms exponan sus ideas sobre las necesidades de la
Defensa Nacional, las cuales nunca fueron odas por los
gobernantes ni por los polticos de la poca, ni por los
mismos ciudadanos.
En los apasionados debates de 1936 en torno al rearme
del Ejrcito Britnico, la Medalla de Oro para premiar el
mejor de los trabajos presentados fue otorgada al Capitn
J. C. Slesor, al sugerir una pequea pero muy bien
adiestrada Fuerza Mecanizada, correspondiendo estos
planteamiento al sentir del pueblo britnico que no quera
que un nuevo ejrcito de masa se comprometiera otra vez
en Francia, lo que fue un signo caracterstico del
pensamiento estratgico que se hizo predominante.
En octubre de 1937, Liddell Hart, como corresponsal del
Times, public varios artculos en los cuales recomendaba
que Inglaterra deba optar por la teora de la obligacin,
responsabilidad y riesgo limitados y volver a su tradicional
poltica de bloqueo y de guerra econmica, de acuerdo con
su muy buena capacidad martima, y en cuanto al
continente, se mostr partidario de una estrategia
estrictamente defensiva, y en desarrollo de este criterio
expresaba que a Francia se debera enviar nicamente una
fuerza expedicionaria reducida, la cual se mantendra en
retaguardia como una reserva estratgica de alta
movilidad, teniendo en cuenta que (l tambin
equivocadamente lo crey) los franceses en la lnea
Maginot lograran detener la irrupcin alemana.
Estas publicaciones motivaron una gran polmica. El
generral francs Baratier envi al Times una protesta digna
y firme en la cual criticaba la tendencia de Inglaterra a
tratar de arrojar el peso de la guerra sobre sus aliados. Fue
entonces cuando ms se habl de que los ingleses siempre
estaban dispuestos a combatir en el territorio europeo,
hasta el ltimo soldado francs.
Otros escritores militares britnicos, entre ellos el general
Rowan Robinson, de la Escuela de Fuller, arremetieron
contra Liddell Hart, rechazando con indignacin sus
sugerencias sobre una guerra pasiva y la proscripcin del
ataque. Tambin el hbil crtico ingls, V. W. German, entr
en la discusin y tuvo una visin proftica cuando lleg a
expresar que los ingleses durante ms de una dcada se
haban adiestrado para tener fe en todo mtodo concebible
para ganar guerras, salvo el de combatir en las batallas y
batir al enemigo.
Sin embargo, el verdadero portavoz del pensamiento
britnico sigui siendo Liddell Hart, quien identificado con
las teoras de Fuller continu defendiendo el tanque como
el arma decisiva de la guerra, pero de ningn modo fue
partidario de emplear en Francia las nuevas divisiones
blindadas del Ejrcito Britnico, sino de mantenerlas en el
territorio metropolitano, como una reserva estratgica
principal, con miras a ser empleadas en Holanda o en el
Cercano Oriente. Ms tarde cuando ya la guerra se haca
inminente, expres que salvo unas tropas tcnicas, no
deba enviarse a Francia ninguna fuerza expedicionaria,
porque una vez se destacaran las primeras tropas, se
seguiran incrementado los requerimientos de estas y, por
consiguiente, sus respectivas bajas. Posteriormente se
acept que como mximo y solo para reforzar la moral de
117
DOSSIER Gabriel Puyana Garcia
los franceses, deban enviarse hasta tres divisiones
blindadas, pero a condicin de que stas no fueran
empleadas en una campaa ofensiva, sino como reservas
mviles de los contraataques y en estrecha cooperacin
con la Fuerza Area.
Bajo el efecto de la Blitzkrieg en Polonia que demostr la
eficiencia del ataque, Liddell Hart se mostr confundido,
pero en un memorando escrito el 9 de septiembre de
1939, sigui insistiendo en que la defensa era superior al
ataque all donde no se dispona de espacio suficiente para
la movilidad. Fue tan persistente en esta lamentable
conviccin de su doctrina que lleg incluso a sugerir que el
gobierno hiciera una declaracin en la cual renunciaba al
ataque para combatir la agresin y de este modo evitar el
ridculo en que se poda caer dada la compleja inactividad
de los ejrcitos aliados.
No obstante las muy variadas posiciones dismiles, la
poltica de Liddell Hart, no fue seguida y a principios de la
guerra se envi una pequea fuerza expedicionaria
britnica que como reserva estratgica permaneci muy
detrs de la lnea Maginot. Al iniciarse, en marzo de
1940, el avance alemn, el Ejrcito Britnico fue
destinado a cerrar la brecha de Lieja sin prestar atencin
a la selva de las Ardenas por cuanto Liddell Hart haba
considerado que por lo abrupto del terreno y la
frondosidad de los bosques, el enemigo no operara en
esta zona a gran escala, pero fue donde los alemanes
prepararon la ruptura frente a Sedan. Esta opinin fue
compartida por los franceses y los belgas y result ser
una tremenda equivocacin.
La marcha de Dunquerque vino a ser as una funesta
consecuencia de la doctrina de la obligacin,
responsabilidad y riesgos limitados, basada en un tipo de
guerra puramente defensivo, pero de la cual no se puede
culpar solamente a Liddell Hart, puesto que l no fue el
autor de esta doctrina, sino que como el publicista militar
ms destacado de Gran Bretaa injustamente se le
identific con ella. Esta doctrina fue producto de una gran
complejidad de causas tanto en Inglaterra como en Francia
que errneamente la acogieron.
Como bien lo recapitula el escritor Irwing Gibson ya citado.
La doctrina de defensa de las dos grandes democracias
occidentales de Europa no era producto de unos pocos
hombres, polticos tmidos o expertos de estrecho criterio,
sino el resultado de la orientacin en el pensamiento
nacional a la vez producto de una civilizacin superior que
ha apartado a los timoratos del sacrifico de la guerra.
118
Fueron las instituciones democrticas las que crearon las
influencias pacifistas y la aversin general de los britnicos
y de los franceses de recurrir al arbitrio de la guerra en los
casos de disputas internacionales.13
Adems, la matanza que represent la Primera Guerra
Mundial hizo que a priori se rechazara cualquier tipo de
ideas ofensivas, como tambin las dificultades financieras,
el desequilibrio social y las actitudes pacifistas propiciaron
un medio en donde solo fue posible la discusin terica,
pero sin que surgiera la voluntad poltica para disponer los
cambios urgentes que se apreciaban necesarios.
Al respecto, Gibson agrega:
Las instituciones democrticas estn basadas en la voluntad
de las masas. La masa resulta extremadamente lenta para
cambiar de orientacin cuando adquiere impulso; lentitud
esta que algunas veces resulta fatal. Ah reside la debilidad
de la democracia, cuando se ve enfrentada por un enemigo
resuelto y astuto. Sin embargo, si el cambio se produce a su
debido tiempo, el impulso que la masa crea por la voluntad
de vencer, tiene en una nacin democrtica recursos ms
profundos, debido a que las energas morales surgen de la
conviccin y no del apremio.14
Y para sustentar estas apreciaciones, transcribe algunos
apartes del discurso de Winston Churchill del 12 de octubre
de 1942, al apreciar la situacin de la guerra, de los cuales
reproducimos los siguientes fragmentos:
Pero despus de todo, la explicacin no es tan difcil. Cuando
pueblos pacficos como el britnico y el norteamericano que
en tiempos de paz son muy descuidados con su defensa:
naciones y pueblos sin zozobras ni sospechas que nunca han
conocido la derrota, naciones desprevenidas, dir naciones
descuidadas que despreciaron el arte militar y pensaron que la
guerra era tan daina que nunca ms volvera a tener lugar.
Cuando naciones como estas son atacadas por conspiradores
bien organizados y poderosamente armados que durante aos
han estado planeando en secreto y exaltando la guerra como
la mayor manifestacin del esfuerzo humano, glorificando la
masacre y la agresin y han estado preparados y adiestrados,
hasta lo ltimo que la ciencia y la disciplinas permiten, es
natural que los pacficos y desprevenidos deban sufrir
13 Irwin Gibson, en Ibid.
14 Ibid.
Teorias de la guerra en Moltke y Liddell Hart
terriblemente y que los malvados e intrigantes agresores
tengan su parte de salvaje regocijo.
Pero ms adelante continuaba:
Este no es el final del cuento. Es solo el primer captulo. Si
las grandes democracias pacficas pueden llegar a sobrevivir,
los primeros y pocos aos del ataque del agresor, otro
captulo tendra que ser escrito. Es a este captulo al que nos
referiremos a su debido tiempo. Ser siempre una gloria para
esta isla y este Imperio que mientras estuvimos luchando
solos durante todo un ao, ganamos tiempo para que la
buena causa se armara, se organizara pausadamente y
lanzara sobre los criminales las fuerzas asociadas unidas e
irresistibles de la civilizacin ultrajada. En esto reside la
fuerza inherente de una Democracia que puede perder
muchas batallas pero que al fin gana la ltima.15
Estas trascendentales enseanzas de Churchill expresadas
tan elocuentemente, pueden resultarnos muy tiles, pero
solo si aceptamos que ante la posibilidad de un conflicto
blico es preferible que desde un principio nos preparemos
en la debida forma para afrontar esa guerra y no esperar a
perder antes muchas batallas as la ltima pueda resultar
victoriosa, porque nada puede asegurarnos que el triunfo
siempre nos llegar al final, y porque si de nosotros
pudiera depender debemos intentar ahorrarle a nuestra
patria las lgrimas, sudor y sangre (para usar las mismas
palabras de ese gran estadista) que por la imprevisin, la
falta de malicia y de decisin poltica de sus dirigentes tuvo
que sufrir la nacin britnica.
Pero volvamos a nuestro personaje: despus de la Segunda
Guerra Mundial, Liddell Hart escribe muchos otros libros,
entre otros Los Generales alemanes hablan; Al otro lado de
la colina, para lo cual entrevista a destacados jefes
enemigos, entre ellos a los generales Guenther
Bluementritt, Hasso Manteuffel, Whilheim Von Thoma, Kart
Von Tippeelskirch y Gottharr Heirici. Tambin edita los
Papeles de Rommel, publica Los tanques (1959), Disuasin
o Defensa, Una historia de la Segunda Guerra (1970).
Adems, escribe sobre la Guerra Fra analizando la
importancia de las armas nucleares tanto por su posible
empleo como por su enorme poder disuasivo en las
confrontaciones futuras.
En 1966, en reconocimiento a sus brillantes servicios, la
15 Ibid.
Corona Britnica lo enaltece con el ttulo de Caballero.
Como anteriormente se dijera, fue su dura experiencia
personal vivida en Francia, durante la Primera Guerra
Mundial, la que le impuls a buscar nuevos mtodos que
sirvieran para disminuir los altos costos de los sufrimientos
de los cuales haba sido testigo. En sus numerosos escritos
enfatiz siempre el uso de la movilidad y la sorpresa, as
como la importancia de la aproximacin indirecta orientada
a dislocar al enemigo a fin de reducirle sus medios de
resistencia con menor atricin. De su muy fecunda
produccin histrica y literaria, la ms destacada de sus
obras fue la llamada Strategy: The Indirect Approach,
(Estrategia: la aproximacin indirecta), tema que empez a
desarrollar desde sus ms tempranos artculos de prensa y
en sus primeros libros, como se puede apreciar en el
titulado Pars, o el futuro de la guerra y Las guerras
decisivas de la historia; prcticamente fue de este ltimo
libro ampliado y corregido de donde sali su obra mxima
que resultara muy polmica por las controversias
suscitadas.
La teora de la aproximacin indirecta apareci inicialmente
como una gran estrategia con la cual se pretenda
persuadir al gobierno britnico para que no volviera a
participar en ninguna otra guerra continental en Europa,
despus de la Primera Guerra Mundial. La idea bsica de la
aproximacin indirecta es la de detectar las debilidades del
adversario, a fin de golpear su taln de Aquiles en forma
muy rpida para asegurar una pronta y decisiva victoria
que evite la confrontacin directa que a lo largo de los
siglos ha sido siempre muy cruenta y ha causado
incalculables prdidas de vidas humanas y de recursos
materiales. Esta teora recomienda como objetivo esencial
golpear la moral del enemigo para obtener el derrumbe de
su voluntad antes que confrontar sus Fuerzas Armadas. Su
conviccin en la superioridad de esta estrategia se
evidencia desde el prefacio de su libro cuando expresa:
Esta ha sido una ley de la vida en todas las esferas; una
verdad de filosofa. Su cumplimiento se ha visto como una
realizacin prctica en el manejo de cualquier problema
donde el factor humano predomine y un conflicto de
voluntades tienda a surgir de un fundamental asunto de
intereses.16
16 B. H. Liddell Hart, Strategy: The Indirect Approach, London, New
American Library, 1967.
119
DOSSIER Gabriel Puyana Garcia
Para la sustentacin de su teora en primer trmino se vali
de una profunda investigacin de la historia militar a partir
del siglo V a. C., desde Alejandro el Grande en su guerra
contra Persia, hasta la Segunda Guerra Mundial, a fin de
sostener lo principal de su tesis que era demostrar que las
guerras exitosas fueron las que se condujeron mediante
este tipo de aproximacin indirecta.
Su enfoque despert cierta controversia al criticar a
Clausewitz por sus engaosas teoras que fueron las que
condujeron a las aterradoras prdidas de vidas durante la
Primera Guerra Mundial, especialmente por el error de
prescribir que la destruccin del poder enemigo deba ser
uno de los principales fines de la guerra. Al respecto
escribi: Clausewitz no contribuy con nuevas o
progresivas ideas a la tctica o la estrategia. l fue un
codificador o compilador de pensamientos pero no creativo
ni dinmico.17
Consecuente con su criterio, en el libro llega a expresar una
splica dirigida a los gobiernos de Occidente, para que
abandonen las teoras del mencionado pensador alemn y
se cambien a la estrategia de la aproximacin indirecta.
Desde su punto de vista consider que su estrategia era la
ideal para manejar ms apropiadamente amenazas como la
de la guerrilla que pretenda poner en aprietos la moral del
adversario como uno de los propsitos esenciales de la
guerra. Sobre este particular Brian Bond, otro conocido
crtico militar britnico, repudi a Liddell Hart y sostuvo que
ste haba malinterpretado y distorsionado el pensamiento
de Clausewitz.
En la guerra, como en otras ciencias y artes, nada hay
nuevo bajo el sol; para ello basta con observar que el
libro de Liddell Hart refleja aspectos de los escritos de Sun
Tzu. As por ejemplo, mientras el primero aconseja:
Seleccionar la lnea de accin menos esperada por el
enemigo, Sun Tzu haba escrito: Aparezca en los sitios
donde el enemigo debe defender de prisa, y marche
rpidamente para ubicarse en sitios donde no sea
esperado.18
Esta, su obra ms conocida, fue publicada despus de la
dcada del 50, cuando ya se consideraba factible el uso de
armas nucleares y de ah su inters en influir en los
gobiernos occidentales para que se decidieran por la
aproximacin indirecta en lugar de la directa que ms se
identificaba con el pensamiento de Clausewitz.
17 Ibid.
18 Sun Tzu, El arte de la guerra, Bogot, Panamericana Ed., 2000.
120
De todos los escritores y crticos militares contemporneos
fue Liddell Hart (fallecido apenas en 1970) quien ejerci y
an sigue teniendo una gran influencia en el pensamiento
estratgico actual con sus doctrinas y teoras. Estas son dos
de sus conceptos que ms merecen ser tenidos en cuenta:
La guerra es una ciencia que depende del arte de su
aplicacin.
El propsito del estudio militar el de mantener una
estrecha observacin y vigilancia sobre los ltimos
desarrollos tcnicos, cientficos y polticos fortalecidos
por una segura comprensin de los principios eternos
sobre los cuales los grandes capitanes han basado sus
mtodos contemporneos, e inspirarse en el deseo de ir
delante de cualquier Ejrcito rival, para asegurar las
opciones futuras.19
Conclusiones
1. Moltke en principio se identific con la estrategia
directa, pero su brillante liderazgo, como su
extraordinaria inteligencia, manifestada en su
flexibilidad para comprender y adaptarse a las
circunstancias esencialmente cambiantes de la guerra,
le permitieron adecuar sus concepciones y criterios a
las complejas como diferentes situaciones que le
correspondi afrontar y supo combinar todas la
estrategias y tcticas que le sirvieron para obtener la
victoria.
2. Von de Goltz, otro influyente pensador alemn en
cierta forma alumno de Moltke, expresara este axioma
indiscutible: Un pas no se prepara para la guerra, sino
para su propia guerra en particular.
3. La premisa anterior debe fundamentar todo lo
relacionado con los preparativos y con la conduccin
de una campaa militar, as como con la organizacin,
el entrenamiento y las peculiaridades del estamento
militar de un determinado pas y, por tanto, para la
formulacin y cumplimiento de su estrategia adecuada
a sus necesidades, sus medios disponibles y sus
posibilidades.
4. Liddell Hart, por su parte, fue el ms entusiasta
promotor de la estrategia indirecta y su tesis basada en
la investigacin histrica le permiti demostrar que las
guerras exitosas de los grandes capitanes fueron, casi
siempre las que se condujeron bajo la modalidad de la
19 Liddell Hart, op. cit.
Teorias de la guerra en Moltke y Liddell Hart
5.
6.
7.
8.
9.
estrategia de la aproximacin indirecta.
Debido a su dolorosa experiencia de la Primera Guerra
Mundial, quiso evitarle a su patria los altos costos de
una guerra ofensiva y por ello se acogi a la poltica
britnica de la obligacin, el compromiso y el riesgo
limitado, la cual fue causa de los graves descalabros de
los aliados en el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Paradjicamente, al mismo tiempo que propiciaba una
estrategia defensiva para actuar en apoyo de Francia, fue
el ms convencido exponente de la importancia del
tanque de guerra y del empleo masivo de las grandes
unidades blindadas, dentro de un carcter esencialmente
ofensivo; curiosamente, sus enseanzas fueron
desatendidas por su compatriotas y aprovechadas
exitosamente por sus adversarios alemanes.
La posible utilidad que estas ideas puedan tener para
el anlisis y comprensin de nuestro conflicto interno
es muy relativa dado que las teoras y doctrinas de
estos dos pensadores se refieren preferentemente a la
guerra convencional y aunque muchos opinan que las
leyes y principios de la guerra son de aplicacin
universal para cualquier tipo de conflicto, esto no
siempre resulta cierto. En nuestro concepto, las guerras
revolucionarias generalmente de tipo irregular, exigen
unas leyes y principios especficos por la naturaleza sui
gneris de esta clase de confrontacin.
A este respecto, David Galula, en su obra La lucha
contra la insurreccin20, afirma que adems de
representar las guerras revolucionarias casos
excepcionales, la mayor parte de las reglas y normas
aplicables a un bando no pueden serlo al otro. Y
textualmente expresa: En la lucha entre una mosca y
un len, la mosca no puede asestar una golpe definitivo
a su contendor, ni el len puede volar.
Aunque se trata de una misma guerra, surge la
asimetra entre los dos oponentes y eso hace que las
teoras que se aplican en uno, no puedan aplicarse en
el otro. Intentar hacerlo nos dice Galula sera, como
pretender que una persona de estatura normal se
pudiera meter dentro del vestido de un enano.
10. De ah que las estrategias, las tcticas y los
procedimientos propios de la guerra convencional, as
como las doctrinas y principios de su conduccin, tienen
que ser distintos y, por consiguiente, la guerra irregular
debe tener sus propias leyes y principios acordes con su
naturaleza sui gneris, que la hacen distinta de las
dems.
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121