Libro Blanco. 20 Años Del Holocausto Del Palacio de Justicia
Libro Blanco. 20 Años Del Holocausto Del Palacio de Justicia
del Holocausto
del Palacio de Justicia
CONSEJO DE ESTADO
Presidencia del Consejo de Estado
Doctor Germn Rodrguez Villamizar
Vicepresidente Doctor Gabriel Eduardo Mendoza Martelo
Sala de Consulta y Servicio Civil
Presidente: Gustavo Aponte Santos
Flavio Augusto Rodrguez Arce
Gustavo Aponte Santos
Luis Fernando Alvarez Jaramillo
Enrique Jos Arboleda Perdomo
Magistrados
Sala de lo Contencioso Administrativo
Seccin Primera:
Presidente: Rafael Enrique Ostau de Lafont Pianeta
Camilo Arciniegas Andrade
Maria Claudia Rojas Lasso (E)
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo
Rafael Enrique Ostau de Lafont Pianeta
Magistrados
Seccin Segunda:
Presidente: Ana Margarita Olaya Forero
Alberto Arango Mantilla
Tarsicio Cceres Toro
Jess Mara Lemos Bustamante
Ana Margarita Olaya Forero
Alejandro Ordez Maldonado
Jaime Moreno Garcia
Magistrados
Seccin Tercera:
Presidente: Ruth Stella Correa Palacio
Ramiro Saavedra Becerra
Mara Elena Giraldo Gmez
Alier Eduardo Hernndez Enrquez
Ruth Stella Correa Palacio
Germn Rodrguez Villamizar
Magistrados
Seccin Cuarta:
Presidente: Juan Angel Palacio Hincapi
Hector J. Romero Daz
Ligia Lpez Daz
Mara Ins Ortiz Barbosa
Juan Angel Palacio Hincapi
Magistrados
Seccin Quinta:
Presidente: Filemon Jimenez Ochoa
Filemon Jimenez Ochoa
Reinaldo Chavarro Buritic
Maria Nohemi Hernndez Pinzn
Daro Quines Pinilla
Magistrados
CORTE CONSTITUCIONAL
Presidente: Manuel Jos Cepeda Espinosa
Vicepresidente: Jaime Crdoba Trivio
Alfredo Beltrn Sierra
Rodrigo Escobar Gil
Marco Gerardo Monroy Cabra
Humberto Sierra Porto
Jaime Araujo Renteria
Alvaro Tafur Galvis
Clara Ins Vargas Hernndez
Magistrados
958-97728-0-3
Contenido
PRLOGO
El Lenguaje de los Justos
CARLOS ISAAC NADER
Presidente Corte Suprema de Justicia ...............................................................
xv
PROEMIO LUCTUOSO
GUILLERMO BUENO MIRANDA
Presidente del Consejo Superior de la Judicatura ...........................................
xix
EXORDIO
J OS ALFREDO ESCOBAR ARAJO
Presidente Sala Administrativa
Consejo Superior de la Judicatura .....................................................................
xxi
EL VIACRUCIS DE LA JUSTICIA
Apartes
FERNANDO URIBE RESTREPO ..........................................................................................
47
PRLOGO
El lenguaje de los justos
Es ocioso especular sobre lo justo o injusto,
lo acertado o errneo de los hechos pasados,
lo til es analizarlos y, de ser posible,
extraer una leccin para el futuro.
Ghandi
xvi
Dos dcadas han transcurrido desde el holocausto. Y an es difcil comprender, analizar y extraer la leccin para nosotros, de una accin salvaje que termin
con la muerte del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echanda,
el exterminio de 10 magistrados ms, la muerte de tres magistrados auxiliares,
doce auxiliares judiciales, tres abogados asistentes, una oficinista del Consejo de
Estado, el administrador del Palacio de Justicia, tres conductores, una ascensorista,
seis miembros de la Fuerza Pblica, dos agentes del DAS, dos agentes del F-2 de
la Polica Nacional, dos visitantes particulares, un transente y los guerrilleros
responsables directos de la toma del Palacio de Justicia.
Con el entusiasta apoyo del Consejo Superior de la Judicatura, ahora la Corte
Suprema entrega en esta edicin especial dos documentos histricos que deben
ser materia de estudio y consulta para alimentar la memoria de los colombianos,
referidos a la investigacin de los sucesos y la posterior reconstruccin del mximo tribunal de la jurisdiccin ordinaria.
De la entereza de quienes sobrevivieron de la antigua Corte, de quienes quedaban del lado de la justicia observando las cenizas, de su valenta y fe, surgi
nuevamente la Corte Suprema de Justicia.
De las cenizas en que qued convertida la estructura fsica y humana del
Palacio de Justicia, de las pocas estructuras que permanecan erguidas despus de
la batalla, de la voz de los sobrevivientes que presenciaron la hecatombe, de quienes dirigieron los ataques, surgi la reconstruccin de los hechos, con testimonios
conmovedores y recomendaciones de continuidad en las investigaciones.
Meses despus del holocausto y en vista de su gravedad y complejidad, el
Gobierno atendi el clamor pblico creando un Tribunal Especial de Instruccin
Criminal, designado por la Corte Suprema para la investigacin de los hechos. Se
nombr entonces a los juristas Jaime Serrano Rueda y Carlos Upegui Zapata,
quienes dirigieron y coordinaron una investigacin, exhaustiva, con interrogantes,
an sin resolver, segn el informe entregado el 31 de mayo de 1986. Fue la primera luz sobre lo que pudo haber ocurrido en el interior del Palacio. Despus de
revisar documentos, testimonios, grabaciones, reportajes, crnicas, pelculas y
otros elementos que permitieran dar ilustracin sobre los hechos, el Tribunal expidi un documento pblico.
El informe es un documento histrico sobre los resultados de la investigacin encomendada al Tribunal Especial de Instruccin Criminal, que debe ser
conocido por las nuevas generaciones y los investigadores que asuman el reto de
acercarte al acontecimiento. Los vacos que all existen deben ser llenados y la
continuidad de las investigaciones sugeridas, asumidas por quienes an creen en
la posibilidad de alcanzar la verdad.
xvii
Como complemento de esta lectura, presentamos apartes del texto El Viacrucis de la Justicia, libro escrito por el doctor Fernando Uribe Restrepo, quien vivi
los efectos de la toma del Palacio de Justicia. Cuando sucedieron los hechos,
Uribe Restrepo era Vicepresidente de la Corte. Sobrevivi por encontrarse en
Estados Unidos. A su regreso asumi la dura tarea de la Presidencia de la Corporacin, su reinstalacin y recuperacin.
Desintegradas sus cuatro salas y reducidos sus integrantes a la mitad, Fernando Uribe Restrepo trabaj y vio resurgir de las cenizas, de la barbarie y la
violencia una nueva Corte. El relato analiza los acontecimientos desde la emocin, desde el reconocimiento de la fuerza dbil de la justicia y la narracin de los
das difciles de reinstalacin y dotacin de la Corte, la reconstruccin de los
expedientes destruidos en el incendio y el informe del Tribunal Especial de Instruccin Criminal.
Tal vez el anlisis pueda curarnos de la barbarie, hacernos ms justos, ayudarnos a entender, para finalmente aprender, si es posible, que en un pas sin
jueces la violencia gobierna, las equivocaciones pululan, la tragedia y la injusticia
se pasean abrazadas. Frente a las cenizas de la justicia esparcidas por todo el pas
es preciso dictar una sentencia que nos permita recobrar algn da el lenguaje de
los justos.
Carlos Isaac Nader
Presidente Corte Suprema de Justicia
PROEMIO LUCTUOSO
El luminoso e impecable prlogo escrito por el doctor Carlos Isaac Nader,
Presidente de la Corte Suprema de Justicia, me excusa de repetir un pensamiento
y un sentimiento en el que coincidimos con exactitud, junto con todos los que
hacemos parte de la Rama Judicial, frente al horrendo crimen perpetrado hace
veinte aos en el sagrado y ms alto escenario de la justicia en Colombia.
Pretende esta publicacin contribuir al rescate de la memoria de los sacrificados en uno de los ms oscuros das de la patria, y emprender as un camino de
reconstruccin y bsqueda de algunas piezas fundamentales de este triste rompecabezas que an contina incompleto, en un significativo y decidido esfuerzo
liderado por la Honorable Corte Suprema de Justicia, y al que la corporacin que
me honro en presidir ofrece apoyo y colaboracin irrestricta, como corresponde a
su trascendental y principalsima misin de asegurar la independencia y la autonoma de la Rama Judicial.
Estos das de noviembre en que recordamos la tragedia sern siempre de
pesadumbre; y de vergenza; y de dolor; y seguramente de rabia, para los colombianos y, sobre todo, para los familiares de los cados; pero lo sern menos el da
de la verdad, el da del desagravio, el da de pedir y otorgar perdn; el da, en fin,
de la justicia.
Guillermo Bueno Miranda
Presidente del Consejo Superior de la Judicatura
EXORDIO
Los das 6 y 7 de noviembre de 1985, la locura delirante de la subversin
consum un crimen abominable y nefando que contrista el alma y empequeece
los espritus. Accin terrorista de tan desproporcionadas consecuencias no haba
conocido la historia del pas, para confusin y desconcierto de nuestros compatriotas y perplejidad del mundo internacional. Herida el alma nacional, cubri de
luto los corazones de todos los Colombianos. Resquebrajadas las instituciones, se
pervierte el sentimiento ciudadano, verstil y frgil, aunque solidario en el momento crucial del peligro grave e inminente de la tragedia inenarrable.
Vctima inocente de la lucha contra el sistema democrtico y republicano,
hace exactamente veinte aos, cay la cabeza ms prestante de la Rama Jurisdiccional del Poder Pblico, al desintegrase la Corte Suprema de Justicia por la accin demoledora y cruenta de la subversin irracional. A su lado, rodendola,
oficiando en el altar de la patria, rindindole culto al derecho, yacen Alfonso
Reyes Echanda, su Presidente, y los Magistrados Carlos Medelln Forero, Fabio
Caldern Botero, Manuel Gaona Cruz, Jos Eduardo Gnecco Correa, Fanny Gonzlez
Franco, Ricardo Medina Moyano, Luis Horacio Montoya Gil, Pedro Elas Serrano
Abada, Alfonso Patio Roselli y Daro Velsquez Gaviria. Son mrtires perilustres,
sacrificados en el cumplimiento del deber, dignos de la galera de los prceres de
la Repblica. Doctos y sabios, se llevaron el tesoro de la cultura jurdica con la
cual enriquecieron la doctrina y la jurisprudencia. De honestidad acrisolada, la
blanca tnica de la investidura integrrima es honra de la sociedad colombiana,
como de sus inconsolables familiares y deudos. Su vida ejemplar, es paradigma
de las juventudes y admiracin rendida de la comunidad en general. Su muerte,
absurda y cruel, contribuye a exaltar la majestad de la justicia para que se engrandezca la soberana de la Nacin.
Despus del fulgor del incendio y de las rfagas de ametralladoras, el duelo
colm intensa e ntimamente los corazones. Se presentaron hechos y episodios,
que dejaron en entredicho a las mismas instituciones. Se extinguieron vidas valiosas en el Palacio de Justicia. Se ocup el templo de las ciencias jurdicas por las
armas, con agresividad y como un crimen de lesa patria. Se desconoci su propia
y eminente soberana al Poder Judicial!
Era cuestin de reciedumbre espiritual, que obligaba a superar las debilidades del alma humana en los momentos de infortunio, pero ciertamente se ultraj a
la Corte Suprema de Justicia. La autoridad legtima tena el derecho y el deber de
obrar con cautela pero con energa, con firmeza. De otra manera, el pas se hubie-
xxii
se desbordado definitivamente por unos cauces extraos a la juridicidad, al desgaire que pretenda la subversin armada.
Todos nos estremecimos ante el drama de una sociedad que llor a los ilustres Magistrados y ya casi se olvida lo que ocurri: hubo una proclama de la
guerrilla, que no se limit a exigir la publicacin en los medios de comunicacin
de su propio texto. Se intent un juicio al Presidente de la Repblica por parte del
M-19, recordando el que a su manera, esa justicia popular marxista leninista le
hiciera aos atrs a Jos Raquel Mercado, asesinado por ese grupo subversivo. Se
exigi la comparecencia del Jefe del Estado en aqul escenario trgico, con una
audacia irracional, propia de la subversin trastornada, de la insana consustancial
de las personas alejadas de la realidad. Queran que los Magistrados, que eran verdaderos rehenes, juzgaran al Presidente de la Repblica bajo la direccin y control
del M-19 que irrumpi a mano armada en el Palacio de Justicia.
Si esto lo analizamos hoy, sosegadamente, no hay duda alguna de que se dio
un golpe de Estado a la Corte Suprema de Justicia y al Consejo de Estado. El ms
alto Tribunal de la Jurisdiccin Ordinaria, impotente ante el asalto, estaba destituido de sus poderes y de su soberana. En calidad de secuestrados, los Magistrados dependan de la voluntad de un grupo guerrillero. Simultneamente se pretendi un golpe de Estado para deponer al Presidente de la Repblica. Por eso el
M-19 se anticip a anunciar el nuevo gobierno que pensaron los ilusos de esa
agrupacin insurgente empezaran a ejercer desde el Palacio de Justicia el 6 de
noviembre. Recurdese por lo dems, que en fechas anteriores haban hecho conocer noticias segn las cuales habran constituido un gobierno provisional.
Esas fueron objetivamente las circunstancias de tales hechos y es necesario
expresarlas sin vacilar.
Por otra parte, el Jefe del Estado asumi la total responsabilidad de la conducta oficial. Esa es una actitud honrosa, valerossima y no era posible esperar
proceder diferente del Presidente Betancourt. En el momento ms dramtico de la
hecatombe surgi de manera franca y espontnea una absoluta adhesin nacional
a la causa. Superada sta, restablecida aparentemente la normalidad, apagado el
incendio monumental y silenciados los fusiles, aquella solidaridad viva, presente,
sincera y patritica no se expres despus de la misma manera. Son estas las
variables de la poltica. Por eso se ha dicho que las instituciones no son negociables y no tienen precio. Y an cuando la expresin resulte un poco fuerte y agresiva, ni siquiera las vidas mas preciadas valen tanto como aquella arquitectura que
identifica la fisionoma de la Repblica ante propios y extraos.
Tratndose de la estructura constitucional; de asuntos relacionados con la
seguridad del Estado; de polticas pblicas y de la propia soberana nacional, no
xxiii
se puede ceder cuando se asume la responsabilidad. Hay que mantenerse all con
firmeza inquebrantable, con valor civil, desafiando la incomprensin de las gentes abatidas por la pena infinita de la desaparicin de los seres queridos. Todo lo
cual presiona de una u otra manera con sentimientos explicables, para desviar el
debido comportamiento de quienes tienen a su cargo la responsabilidad sobre las
instituciones del pas.
As deba y debi ser y no de otra manera, porque es imperios restaurar esas
bases inconmovibles de la nacionalidad, para que sobre esos cimientos se conserven las columnas de unos principios que han inspirado el sistema republicano y
democrtico del pas.
Por eso, la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, al
conmemorarse los veinte aos del holocausto del Palacio de Justicia, convoca a
una jornada de solidaridad patritica entorno al Estado de Derecho y al orden
jurdico. Porque lo fundamental es resguardar la democracia, en la cual ya no
muchos creen con la misma conviccin ideolgica y moral de antes. Formulamos
votos por la paz y la concordia de los Colombianos, exhortando a todos para que
seamos solidarios en la defensa de la democracia y las instituciones. Preservemos el Estado de Derecho y el orden jurdico de la Nacin!
En verdad, en aquella oscura y nefasta poca, el pas padeci una inmensa
crisis en materia jurdica, al carecer de sus jerarquas superiores. Hoy, superada
esa etapa triste y dolorosa de la vida nacional, nos corresponde expresar trminos
de ecuanimidad absoluta, tranquilidad en la mente, en el corazn y en el juicio,
para coadyuvar a reconstruir una cultura de paz, justicia, perdn y reconciliacin.
Invitamos, entonces, a los lectores analizar detenidamente los hechos ocurridos, con sereno espritu, necesario para el razonamiento imparcial y justo.
Jos Alfredo Escobar Arajo
Presidente Sala Administrativa
Consejo Superior de la Judicatura
EL VIACRUCIS DE LA JUSTICIA
Apartes
PROLOGO
Con excepcin de las vctimas y sus familiares, nadie en Colombia sufri los
efectos de la Toma del Palacio de Justicia como Fernando Uribe Restrepo. En
efecto, a la angustia inicial producto de su lejana forzada e involuntaria, se sum
el choque abrupto con la realidad de lo ocurrido cuando descendi del avin que
lo trajo de regreso. Pero los colombianos aprendimos a acatarlo y respetarlo, con
mayor ahnco, en los das siguientes a la Toma, cuando tuvo que recibir sobre sus
hombros, de manera no buscada por l, la grave y riesgosa responsabilidad de
convertirse en el Presidente de la Corte Suprema de Justicia en medio de la mayor
crisis de la historia de esta institucin.
El opsculo que tiene ahora en sus manos el lector describe los espantosos
acontecimientos, los mismos que nos llenaron con tristeza y de verguenza ante el
mundo. Pero es tambin riqusimo en la evocacin y el anlisis de los sucesos
posteriores: la reintegracin de la Corte acompaada de las dificultades impuestas
por la intimidacin que padecamos los colombianos sin excepcin pero, como
algo verdaderamente inverosmil, llevada a cabo en medio de discusiones rabulescas
sobre la legalidad del procedimiento adoptado; las asombrosas complicaciones
administrativas que se vivieron al momento del arranque de la nueva Corte; los
pequeos detalles que muestran el desdn de algunos funcionarios; pero sobre
todo el carcter minusvlido de la rama judicial, carente de autonoma para regir
sus destinos y tomar sus propias decisiones. De esta situacin surgi una frase
acuada por Uribe Restrepo, mediante la cual calific a la rama judicial como la
rama seca del Estado colombiano. Cuanta verdad hay en ello.
Conoc a Fernando Uribe, a menos de manera personal porque desde antes
haba establecido contacto con l a travs de sus memorables sentencias de casacin, cuando me sorprendi con el ofrecimiento para integrar la nueva Corte. De
l recib siempre lecciones de entereza, pulcritud, sindresis e inmenso valor.
Solo l pudo desempear su tarea como Presidente de la Corte combinando la
prudencia con la firmeza para defender los fueros de la justicia. Los colombianos
tenemos para con l una deuda de reconocimiento.
Nuevamente ha surgido en Colombia la discusin sobre los trgicos sucesos
de noviembre de 1985. Despus de aprobada la ley de indulto y decretada la cesacin de procedimiento por esos hechos, un despacho judicial ha conceptuado que
an hay conductas pendientes de castigo. El Gobierno ha credo que la ley de
indulto, como lo muestran los antecedentes de su intensa discusin, pretendi
cobijar todos los hechos luctuosos. Ha habido perdn, as no haya existido olvido.
La sociedad colombiana ha hecho este esfuerzo supremo en aras de la reconciliacin nacional. Si se ha buscado que el congreso ratifique esta intencin, se ha
procedido en todo caso con la mira puesta en el bien supremo de la paz y sin que
ello signifique interferencia en la soberana del poder judicial para aplicar la ley.
Lo que ocurre es que por excepcin en materia de amnista e indulto la Constitucin -la nueva como la anterior- exige la concurrencia de los tres poderes. Ello
descarta de plano la tesis de la interferencia indebida.
En materia de autonoma de la rama judicial, se ha hecho a partir de la nueva
Constitucin un gran esfuerzo. La creacin del Consejo Superior de la Judicatura,
integrado en su Sala Administrativa por ciudadanos nominados por los organismos de la rama, as lo garantiza. En materia administrativa nunca hay milagros,
nunca las transformaciones se dan de la noche a la maana. Puede ms la labor
paciente y tesonera, como la que adelant Fernando Uribe al frente de la Presidencia del (sic) Corte. No obstante, las nuevas instituciones, la reciente implantacin
de toda una nueva configuracin de la justicia, deben significar, a nuestro juicio,
un nuevo amanecer.
Humberto de la Calle Lombana
INTRODUCCION
En el mes de octubre de 1987 recib una cordial y honrosa invitacin de parte
del Dr. Daro Arismendi Posada, en ese entonces activo Director del peridico EL
MUNDO de Medelln, para que me convirtiera en columnista habitual en su diario, en cuanto no existiera incompatibilidad con las funciones de Magistrado del
Tribunal Andino que vena ejerciendo desde principios de ese ao.
Acept la amable invitacin y, en efecto, logr escribir cincuenta y dos columnas durante el ao siguiente, bajo el ttulo general de Observatorio Andino,
sobre temas que, en su momento, consider de actualidad. Para empezar esta labor
de periodista ofrec al Dr. Arismendi escribir, por entregas, una crnica sobre la
tremenda experiencia que me haba correspondido vivir como Presidente de la
Corte Suprema de Justicia de Colombia -de lo que qued de ella- inmediatamente
despus de los cruentos sucesos ocurridos en el mes de noviembre de 1985, cuando de la noche del da 6 a la maana del da 8, qued reducida a cenizas la majestuosa sede principal de la Justicia colombiana y diezmados sus integrantes.
Muchas personas me haban insinuado la conveniencia de que escribiera un
libro sobre esta experiencia, nica y amarga, y nobles amigos me instaban a ello.
Esa solicitud coincida con la necesidad que personalmente senta de organizar
experiencias, pensamientos y emociones. Opt por la crnica que ofrec al peridico EL MUNDO, como un medio ms prctico y menos ambicioso de dar a conocer mi versin sobre se triste y aleccionador captulo de nuestra historia Patria.
El peridico la public en once entregas, que aparecieron entre el 7 y el 17 de
noviembre de 1987, bajo el ttulo general de La Tragedia del Palacio de Justicia
vista por Fernando Uribe.
La crnica fue escrita en la ciudad de Quito, en el mismo sitio en donde ahora
he decidido convertirla en libro. Me fue posible reconstruir los hechos, tiempo
despus y en un lugar lejano al teatro de los acontecimientos, gracias a la invaluable
y oportuna ayuda de la eficiente Bibliotecaria de la Corte, Sra. Mara Luz Arrieta
de Noguera, quien, en colaboracin con mi esposa Cecilia Restrepo de Uribe,
logr recoger en cinco gruesos volmenes los principales documentos, noticias y
comentarios pertinentes publicados en la prensa de Colombia durante el perodo
en referencia.
La tragedia del Palacio de Justicia, a mi modo de ver contina siendo un tema
actual y de inters general puesto que pone en evidencia las debilidades estructurales de la Rama Jurisdiccional del Poder Publico, que se dan por igual en muchos
Pases en desarrollo, incluidos por supuesto los que conforman el Pacto Andino;
cuando una institucin entra en aguda crisis es cuando mejor se pueden conocer
sus debilidades y recursos. Estos sucesos, adems, en su dimensin particular o
histrica, constituyen un tema recurrente en Colombia; el intrincado y apasionado
debate jurdico y poltico al que, lgicamente, dieron lugar, est aun muy lejos de
concluir, y se prolongar probablemente por muchos aos ms.
As, por ejemplo, hace pocos das un Juez de Orden Publico (Juez sin rostro) dict auto de detencin contra la cpula del M-19, a pesar de que este movimiento, luego de un exitoso proceso de paz, obtuvo una Ley de Indulto en 1989, y
hoy tiene representacin en el Congreso y en el alto Gobierno. El Juez consider,
sin embargo, que la ley de indulto no cubra ni poda cubrir actos de terrorismo ni
delitos atroces, los que segn l se dieron en los hechos del Palacio; en esta difcil
situacin est adems nuevamente involucrado el Ex -Presidente Belisario Betancur.
A raz de estos ltimos sucesos el mximo dirigente del M-19, Antonio Navarro
Wolf -aparte de sealar que cuando ocurri la tragedia del Palacio se encontraba
en Cuba, reponindose de heridas sufridas en un atentado contra su vida ocurrido
en Cali, declar: ... la toma del Palacio de Justicia no fue un acto terrorista... fue
una accin poltico-militar que intentaba hacer claridad sobre el proceso con Belisario
Betancur. 1
El tema de la crnica que ahora se publica, y cuyo texto me ha sido solicitado
por numerosos amigos en los ltimos aos, no es sin embargo el de la doble toma
violenta del Palacio de Justicia, por el M-19, primero, en operacin que ha sido
calificada con toda razn de demencial, y por las Fuerzas Armadas a rengln
seguido, en impresionante despliegue blico que no dio tiempo para pensar en los
rehenes. Muchas publicaciones se han hecho sobre sta inverosmil tragedia, la
mayora con las consabidas dosis de improvisacin y sensacionalismo. Entre ellas
me permito citar, por tenerlas a la mano, La Justicia en Llamas de Germn
Hernndez C., Noches de Humo -Como se plane y ejecut la toma del Palacio
de Justicia- de Olga Behar, Palacio de Justicia - Las Dos Tomas, de Manuel
Vicente Pea Gmez (2a. edicin) y Palacio de Justicia - Defensa de nuestras
Instituciones?, de Juan Manuel Lpez Caballero.
En vista de la especial gravedad y complejidad de los hechos, el Gobierno
atendi el clamor pblico creando un Tribunal Especial de Instruccin, designado
para la investigacin de los hechos, designado por la Corte Suprema. Nombramos
a los Drs. Jaime Serrano Rueda y Carlos Upegui Zapata, profesionales calificados
y de comprobada independencia, quienes dirigieron y coordinaron una completa
investigacin que, si bien en su momento intent ser exhaustiva, no pudo llegar a
ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
(1)
10
Nunca imagin que el hecho de haberme enterado en esa forma de la toma del
Palacio habra de ser utilizado ms tarde por un alto funcionario del Estado para
intentar descalificar mis opiniones sobre lo sucedido, en cuanto discreparon del
criterio del Presidente del Consejo de Estado, quien padeci el ataque en carne
propia. Pienso ahora que, por el contrario, mi papel de espectador a distancia me
oblig a reflexionar intensamente sobre lo sucedido, al paso que al Presidente del
Consejo de Estado, vejado y herido en los sucesos, le prohiban sus mdicos ocuparse de ellos.
No se vaya Sr. Uribe que lo pueden matar. Aqu est seguro, mientras se
sabe mejor que est sucediendo en su pas. Decan y repetan, con tono de angustia, los funcionarios norteamericanos que nos acompaaban en la gira. Seguramente los tenan estremecidos, con toda razn, los titulares y fotografas de primera pgina en los peridicos de Nueva York de ese fatdico 7 de Noviembre,
sumados a la psima imagen que ya deban tener de Colombia como pas violento,
dominado por criminales. Sin embargo fueron eficientes mis guas, de suerte que
logr embarcarme a las 10 a.m. del da 7, sin haber dormido, en vuelo a Miami
para hacer conexin inmediata a Bogot.
Tuve tiempo durante el vuelo, a pesar del cansancio, la preocupacin y la
angustia, de recapacitar sobre lo observado durante los primeros das de la frustrada gira. Me haban impresionado gratamente la agilidad y versatilidad de los procedimientos judiciales norteamericanos, observados en Washington y en Nueva
York, diseados con criterio prctico, y exentos de intiles formalismos, apoyados principalmente en el procedimiento oral y en formas sencillas de auto-composicin (mediacin, conciliacin, arbitramento), lo que les permita despachar sin
dilaciones miles de casos civiles de menor cuanta. Pensaba tambin en los 600.000
casos de Derecho de Familia resueltos en un ao por la Corte de Apelaciones de
Nueva York, con la colaboracin de 100 rbitros voluntarios, y especialmente en
los 190.000 detenidos que haban recibido asistencia legal gratuita a travs de la
Legal Aid Society, equivalente a la firma ms grande de abogados que funciona
en los Estados Unidos, al servicio de los indigentes. Cuanto no podra hacerse en
Colombia si furamos capaces de abandonar formalismos hoy obsoletos, y si nos
convenciramos de que el problema de la administracin de justicia es asunto
pragmtico, de resultados, no de teora y menos de retrica. Tampoco sospech
que, sin jams haberlo pretendido, mi opinin sobre tales temas iba a ser de peso
en los prximos meses.
Pensaba as mismo en la triste situacin de la Rama Judicial en Colombia,
vctima de la violencia, de la decidia administrativa y de la indiferencia de los
polticos, y golpeada ahora por lo que estaba sucediendo en el Palacio de Justicia,
cuya gravedad sospechaba, pero sin aproximarme siquiera a lo que en verdad fue
esa realidad inverosmil. Las llamas, los obuses, los roquets, los tanques y la
ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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Fanny Gonzlez Franco fue la primera mujer en ocupar el cargo de Magistrado de la Corte
Suprema de Colombia, en propiedad. Estuvo antes en la Corte, en interinidad, varias veces,
pero haba resistencia a nombrarla en propiedad. En varias oportunidades se frustr su
eleccin, por uno o dos votos; como partidario de su candidatura, opt entonces por enviar-
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ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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El jurista
Dicen los amigos del magistrado Fernando Uribe Restrepo que l naci en Bogot por accidente pues toda su familia es antioquea y su vida transcurri
casi en su totalidad en este departamento. Vi la luz en 1929, su infancia transcurri en Sonsn y su bachillerato y carrera los realiz en la Universidad Pontificia
Bolivariana. Es hijo del doctor Flix Uribe Arango y nieto del expresidente
Carlos E Restrepo. Padre de siete hijos, varios de ellos abogados. Obtuvo un
Master en Friburgo y otro en la Catolic University of Amrica de Washington.
Durante 18 aos trabaj en la Andi y en 1978 entr a formar parte de la Sala
Laboral de la Corte Suprema de Justicia, donde en virtud a sus mritos y sabidura fue nombrado un tiempo despus en la Vicepresidencia de esa corporacin. Este hombre al que sus amigos consideran un filsofo del derecho, escap
al holocausto del Palacio de Justicia por encontrarse en los Estados Unidos y
debi enfrentar la reconstruccin de la Corte y padecer las dificultades subsiguientes. El doctor Uribe Restrepo ha escrito en exclusiva para EL MUNDO
una memoria de todos estos acontecimientos. Ayer narr la manera como se
enter de la infausta noticia y hoy nos cuenta como debi enfrentar esa cruda
realidad. Esta serie continuar en los das siguientes, como un documento de
gran valor para la historia nacional.
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ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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objetivo del Derecho, y el imperio de la justicia como factor fundamental de convivencia ciudadana;
3. Rechaza con indignacin que el Palacio de Justicia, asiento de las ms
altas corporaciones de la rama jurisdiccional del poder publico, fiel instrumento
del estado de derecho, foro insustituible de la supremaca de los valores esenciales de la civilizacin cristiana y centro de la solucin racional y pacifica de los
conflictos, haya sido campo en donde se desate la ms ciega violencia;
4. Expresa a todos los familiares y allegados de los sacrificados, su voz de
condolencia y aliento en estas horas de tribulacin;
5. Agradece a todos los estamentos sociales, especialmente a los Magistrados, Jueces y personal de colaboradores, la solidaridad expresada en estos momentos de indefinible afliccin; y
6. Finalmente, manifiesta que comprende las actitudes emocionales de algunos integrantes de la rama jurisdiccional, motivadas por la horrenda tragedia,
e invita a todos a perseverar en el cumplimiento estricto del deber, como muestra
de vitalidad y cohesin de la administracin de justicia y como ejemplo de cordura y de temple de carcter, necesario aporte de los colombianos al mantenimiento
de sus instituciones republicanas.
Bogot, noviembre doce de mil novecientos ochenta y cinco. Casa de Pombo,
Sede provisional de la Corte Suprema de Justicia.
Fdo. Los doce Magistrados que sobrevivimos.
De ese dolido texto debo hoy resaltar, aparte de su prudencia y moderacin,
el aserto de que la Corte Suprema de Justicia y con ella toda la Rama Judicial son
ajenas por completo a las luchas por el poder poltico. As lo exige perentoriamente
el estado de derecho, dentro del cual la labor del Juez se limita a asegurar el
imperio de la ley positiva, dentro de criterios de equidad, segn una jerarqua
normativa claramente pre-establecida. No puede el Juez mandar ni aconsejar; no
puede opinar ni acoger criterios de conveniencia; no puede en ningn caso rebasar
los estrictos lmites de la legalidad. Esto fue precisamente lo que no entendi el
M- 19 y lo que no entienden tampoco quienes se niegan a respetar los fallos judiciales -aunque tengan que acatarlos- por suponer que provienen del criterio y de la
voluntad de los Jueces, cuando en realidad son tan solo la aplicacin de la Ley.
18
LA REINSTALACION
Este es el edificio donde provisionalmente est instalada la nueva Corte Suprema de Justicia, con todos los abatares que debieron sufrir sus miembros, segn
el testimonio del presidente de entonces doctor Fernando Uribe Restrepo, quien
en su crnica exclusiva para El MUNDO se refiere en esta tercera entrega a la
La reinstalacin. Poco ha cambiado la situacin para la Justicia, desde el
holocausto sufrido hace dos aos.
Enlutado an el pas por la sangrienta toma del Palacio de Justicia, y luego por
la avalancha del Volcn Arenas del Nevado del Ruiz, los magistrados sobrevivientes se enfrentaban a la difcil tarea de reconstruir la Corte Suprema de
Justicia. La burocracia y la ineficiencia mantenan la rama judicial desamparada, inerme y supeditada a decisiones ajenas a sus magistrados. Un panorama
que permanece hasta nuestros das.
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III. LA REINSTALACION
En la noche del jueves 14 ocurri la espantosa tragedia de Armero que conmovi al pas y al mundo entero. En una sola semana Colombia ocupaba la atencin internacional con dos inusitadas catstrofes. Los 20.000 muertos de Armero
y las impresionantes escenas del rescate de cadveres y sobrevivientes superaron
en horror los sucesos del Palacio de Justicia, que pasaron por uno (sic) das a un
segundo plano. Se haba apagado el fuego con el lodo, como se dijo lapidariamente.
Pero muy pronto result evidente que la toma de la Corte haba sido mucho ms
grave para el pas que la tragedia de Armero. Esta haba sido una catstrofe natural de grandes proporciones, agravadas en mucho por la imprevisin humana, pero
aquello fue obra de la violencia de los hombres contra las instituciones y contra
quienes las representaban. Se amain el furor ciego del volcn, dejando tristes
secuelas de muerte y destruccin, pero la soberbia y la injusticia de los hombres,
al destruir la Corte Suprema de Justicia, haba sembrado el caos y la anarqua
amenazando con disolver la sociedad organizada segn principios de derecho.
En esos das los Magistrados sobrevivientes luchbamos con verdadera angustia por encontrar un acomodo fsico que nos permitiera iniciar cuanto antes la
ardua tarea de reconstruir la Corte, organismo esencial para la marcha ordenada
del Estado. Mediante el Decreto 3272 de 9 de noviembre el Gobierno haba destinado la Hemeroteca Luis Lpez de Mesa, administrada por el Banco de la Republica,
para servir como sede provisional de la Corte, y la vecina Casa de la Moneda para
sede del Consejo de Estado.
Una parte de la Corte haba estado, aos atrs, instalada en la Hemeroteca
Nacional. En esa bella y fra casona me haba correspondido hacer las diligencias
previas a mi posesin como Magistrado, en los primeros meses de 1978. Sin embargo, al hacernos presentes en la Hemeroteca el martes 12, junto con funcionarios del Banco de la Republica, para tomar posesin de la precaria y provisoria
sede, fuimos informados de que all el nico espacio disponible para nosotros
eran dos salones en el primer piso, uno de ellos abierto al pblico. Se nos explic
con conviccin patritica que el resto del local no se poda utilizar puesto que
desmontar los muy importantes servicios culturales que all prestaba el Banco,
implicaba un sacrificio excesivo y desproporcionado, mxime por tratarse de una
solucin provisional.
Cuando antes la corporacin haba ocupado la totalidad de ese local, haban
quedado por fuera, en sitios distintos, las Salas Constitucional y Laboral, aparte
de que en ese entonces no existan los 24 Magistrados Auxiliares. Era fsicamente
imposible para la Corte, en consecuencia, acomodarse en el local sealado por el
Gobierno, as pudiera disponer de el en su totalidad -que no era el caso- ya que el
Banco de la Repblica no pareca estar en condiciones de poder acatar lo que
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haba dispuesto el Gobierno. En su evidente afn por evitar trastornos en el funcionamiento normal de la Hemeroteca, de la cual los funcionarios del Banco estaban justamente orgullosos, nos sugirieron como posible solucin el museo de la
Casa de Pombo situado a corta distancia, mansin colonial destartalada que el
Banco se comprometa a refaccionar rpidamente. Ms tarde supe que el Presidente del (sic) la Repblica no haba sido partidario, en principio, de esa solucin,
pues tena especial afecto por ese museo que consideraba obra suya.
De todos modos tambin result evidente, a primera vista que era imposible
fsicamente para la Corte acomodarse en las 14 vetustas habitaciones y en los dos
pequeos patios de la casa en donde haba nacido el poeta en 1833, conservada tal
cual, y que adems resultaba fra, desapacible y en extremo insegura. Al admirar
el papayo que an se conserva en un patio interior del fantasmal inmueble, coment con mis compaeros que, al paso que bamos con todos los problemas de la
Corte, no sera raro que yo terminara amarrado al papayo, como dicen que sola
hacerse en algunas regiones con el bobo de la casa.
Terminamos ocupando a regaadientes la Casa de Pombo y luego de ingrata
puja con los mandos medios del Banco, la mitad de la Hemeroteca Nacional. Las
muchas incomodidades que por ello sufrimos en la etapa de resurreccin, hicieron
ms ardua e ingrata la difcil y penosa brega que nos corresponda. Fueron ciertamente admirables el estoicismo y la calma de Magistrados, funcionarios y empleados. De mi s decir que varias veces estuve a punto de perder la paciencia.
Recuerdo que en medio de toda esa confusin y desconcierto en relacin con
la sede transitoria, revisaba yo el segundo piso de la Hemeroteca en compaa de
un alto funcionario del Banco, a quien pregunt si sera posible que la Corte utilizara el ala norte. Usted sabe quien trabaja aqu? -me replic- nada menos que
el subgerente (tal) del cual dependemos 450 empleados. Como lo vamos a mover!! De inmediato le repliqu, sin poder contener la indignacin: Y usted sabe
que es la Corte Suprema de Justicia, cabeza de la rama jurisdiccional, y cuantas
personas trabajan en ella para que el pas pueda aspirar a tener alguna paz?.
En otra ocasin el mismo desafortunado funcionario manifest, demudado y
tembloroso, ante un grupo de Magistrados con quienes inspeccionbamos el ala sur
del mismo piso: Yo no permitir que ocupen estas salas porque aqu hay colecciones de peridicos muy valiosas. Tendra que guardarlas todas primero porque yo
soy el responsable, aunque entonces los estudiantes no tendran en donde consultar. Esta vez s, con autntica ira le conteste: Como es eso que usted deja sus
preciosos peridicos al alcance de cualquier estudiante pero no est dispuesto a
dejarlos al alcance de los Magistrados de la Corte? Usted no nos conoce y debera
hacer un curso elemental de instruccin cvica para que se de cuenta de lo que representa la Corte y de lo grave que es para el pas que no pueda funcionar.
ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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que en su momento fue en realidad apenas moderado. Dijo as la corte en declaracin aprobada por la Sala Plena el 12 de diciembre:
La Sala Plena de la Corte deja constancia de que en la etapa de transicin
que ha vivido luego del incendio que destruy el Palacio de Justicia, previa a la
etapa provisional que espera iniciar el ao entrante en el edificio del Banco de
Crdito, segn lo convenido con el Gobierno, ha carecido casi por completo de
elementos y facilidades mnimas para trabajar dentro de la emergencia, tales como
papelera, mquinas de escribir, lneas telefnicas, etc.
Ello ha sido as, luego de las grandes dificultades que encontr la Corte para
ocupar su sede transitoria -la que result adems inadecuada-, a pesar de la buena voluntad manifiesta del alto Gobierno y de las encarecidas y reiteradas solicitudes formuladas desde un principio a los funcionarios del Gobierno encargados
en primer lugar al efecto, por parte del Presidente y dems funcionarios autorizados de la corporacin.
Espera la Corte que esta insostenible situacin no se prolongue en los prximos das hbiles, cuando deber iniciar su normal funcionamiento, al reanudarse
los trminos judiciales, hoy suspendidos.
Personalmente tambin me sent obligado a dejar constancia en igual sentido. En intervencin ante la plenaria el 27 de enero de 1986, cuando con el ingreso
simultneo de cinco nuevos Magistrados terminbamos prcticamente la tarea de
reintegracin, anote:
Incendiada, bombardeada, ametrallada y mancillada nuestra sede, que era
templo de la justicia, nos corresponde recibirlos a ustedes en esta Sala de la Constitucin
de la Hemeroteca Nacional, que por ella no deja de ser digno recinto. Pero, guardianes de una Constitucin centenaria, deben ustedes instalarse en incmodos
cubculos -espero que por pocos das- pues nada mejor se nos ofreci. Y sin embargo fueron muchos los tropiezas y dificultades que encontramos, quien lo creyera, para entrar en pacfica posesin de estos incmodos espacios, compartindolos incluso con el fantasma de Rafael Pombo. Por ello podra decirse que hemos
retrocedido en la historia los cien aos que ya tiene la Constitucin que esta Sala
conmemora, y otro siglo ms, por decir lo menos. Aunque infortunadamente tan
increbles incomodidades se explican, pues corresponden a maas y resabios de
nuestra administracin publica.... sintamos estas transitorias mortificaciones que
nos han sido impuestas, no como humillacin sino como asctica disciplina en
homenaje a nuestros compaeros asesinados, y para tener siempre presentes a los
numerosos jueces que trabajan en peores incomodidades a todo lo largo ancho
del territorio patrio.
Superada esta ingrata etapa logramos instalarnos satisfactoriamente en el edificio
del Banco de Crdito en el centro internacional de la capital, a un costo bastante
ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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elevado por cierto. Reflexionando ahora sobre lo acaecido me convenzo cada vez
ms de que hubo buena voluntad de parte del Gobierno. Pero se trataba de una
situacin imprevisible y difcil, sin precedentes, a la que vino a sumarse la tragedia de Armero. No tiene la administracin del Estado la agilidad necesaria para
atender debidamente estas situaciones anmalas de excepcin. Adems es cierto
que siempre se ha observado que la administracin pblica, ordinariamente y por
lo general, adolece de falta de eficiencia, de coordinacin y de agilidad.
No puede negarse, sin embargo, que esta amarga experiencia confirma el
inveterado abandono en que se tiene a la rama judicial del poder pblico. Algo
muy distinto hubiera ocurrido, por ejemplo, si la sede destruida hubiera sido la de
la cabeza del poder ejecutivo o legislativo. Estremece entonces pensar en lo difcil
que es normalmente la situacin de todos los Tribunales y Juzgados dispersos por
el territorio patrio, si a la Corte Suprema de Justicia le va tan mal en Bogot, en
permanente audiencia con el alto gobierno, y en momentos en que obviamente
exista inters poltico en apoyarla. Colombia, definitivamente, necesita tratar mejor
a la justicia. Nunca se insistir demasiado en ello.
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LA REINTEGRACION
Despus de enterrar a los mrtires del Palacio de Justicia, los miembros sobrevivientes de la Corte, con el dolor y el llanto aun frescos, hicieron notar el
peligroso vaco que haba quedado para la vida institucional del pas, ya que los
que quedaron no eran en numero suficiente para elegir a los miembros que
deberan completar la corporacin. El Ejecutivo estaba sin quien le vigilara en
esos momentos de terribles crisis y con otro desastre que puso a palidecer de
nuevo a la nacin. Este es solamente uno de los detalles que narra el expresidente de la Corte, Fernando Uribe Restrepo, en su captulo de hoy sobre los
acontecimientos que siguieron al holocausto.
ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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IV. LA REINTEGRACION
De los muchos y muy graves problemas jurdicos que ocasion el aniquilamiento de media Corte Suprema de Justicia y la completa destruccin de su sede,
el de su reintegracin fue sin duda el ms serio y el que demandaba solucin ms
urgente. De acuerdo con las normas vigentes se requeran diecisis (16) votos
para elegir un nuevo Magistrado y los sobrevivientes ramos solo doce (12). Dos
das despus de la tragedia colectiva el Gobierno tuvo el acierto de expedir el
Decreto 3272, que simplemente adapt el principio jurdico de la cooptacin a la
pattica realidad, conservando el principio de la eleccin por las dos terceras partes de los Magistrados suprstites, o sea por ocho (8) votos sobre doce (12).
El calumniado pero indispensable sistema de la cooptacin que le permite a
la Corte renovarse a s misma, consagrado en el Plebiscito de 1957, le ha permitido al pas mantener un poder judicial independiente y por ende un control constitucional respetable, de los cuales puede enorgullecerse Colombia. No es ciertamente un mecanismo perfecto, pero es el menos malo de los sistemas conocidos,
que lgicamente no agrada a los polticos clientelistas que haran un excelente
negocio cambiando un control a las leyes, que los mortifica, por un sistema ms
permisivo y que de paso les permitiera controlar todos los nombramientos en el
poder judicial. ( 1)
El acierto del Gobierno al preservar la cooptacin fue duramente criticado,
como no es de extraar en un pas con tantos leguleyos y oportunistas. Se pretendi la aplicacin del Cdigo de Rgimen Poltico y Municipal mediante nombramientos por conjueces, o volver al nefasto sistema de ternas de origen parlamentario, por encima del principio constitucional vigente. La Asociacin Nacional de
Abogados Litigantes -ANDAL- la misma que luego hara sonrer irnicamente al
pas con sus infundadas y grotescas crticas al Dr. Pardito, personificacin de
un abogado humilde pero digno, recto y bondadoso- ( 2), insisti con vehemencia
ante la Corte para que esta se anticipara a declarar inaplicable el Decreto 3273,
pero sin sustentar debidamente su pretensin. Respondi la corporacin remitindose al procedimiento de control constitucional automtico, por tratarse de un
Decreto de Estado de Sitio. Este control se cumpli, dentro de los trminos, mediante el fallo unnime de una Corte integrada por conjueces, por impedimento
obvio de los Magistrados titulares. As, el 24 de julio de 1986, luego de desesti(1)
(2)
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mar varias inslitas impugnaciones, se declaro exequible el Decreto que le permiti a la Corte resurgir de sus cenizas.
Tambin se lleg hasta el extremo de criticar a la Corte el que sus asesinos no
hubieran tenido en cuenta la paridad poltica, presunta garanta de imparcialidad
que hace mucho dej de tener sentido. Y hubo quienes -profundamente adoloridos
por la masacre de Magistrados- manifestaran que la obligacin moral de los sobrevivientes era la de renunciar por solidaridad con los muertos y como manifestacin de protesta contra el Gobierno. Nosotros, por el contrario, pensbamos que
los juristas fallecidos jams hubieran aprobado una protesta que en el fondo hubiera sido, ella si, un ataque contra las instituciones.
El acierto del gobierno que permiti, mediante el citado Decreto, llenar con la
prontitud requerida un peligroso vaco institucional, as como la rpida creacin e
integracin del Tribunal especial de Instruccin para los hechos del Palacio (Decreto 3300 de noviembre 13), y las oportunas medidas sobre suspensin de trminos y
construccin de expedientes, merecieron de la Corte una felicitacin oficial al Ministro de Justicia, Dr. Enrique Parejo Gonzlez.( 1) Tuvo tambin en cuenta la corporacin el desvelado inters del Ministro por solucionar con premura los graves problemas que se presentaban, y su permanente disposicin al dilogo.
Fue as como la Corte pudo iniciar, desde el 18 de noviembre, la vital labor
de reintegrarse, la que habra de resultar ms ingrata y difcil de lo que en un
principio supusimos. Iniciamos la trascendental tarea por la Sala Constitucional,
atendiendo a una lgica prioridad. En efecto, esta importante Sala encargada de
tramitar todas las cuestiones de constitucionalidad y de presentar los correspondientes proyectos a la Sala Plena, para que all se discuta y decida con la participacin de juristas de distinta especializacin, haba sido totalmente borrada del
mapa tras el asesinato de sus cuatro integrantes, Magistrados sapientes y de rectitud a toda prueba. No era tarea fcil reemplazar a Manuel Gaona Cruz, Carlos
Medelln Forero, Ricardo Medina Moyano y Alfonso Patio Rosselli. Cabe comentar ac que sus magistrales proyectos, cuidadosamente elaborados y ampliamente debatidos entre ellos, eran con alguna frecuencia complementados y an
enmendados en la Sala Plena, gracias a la intervencin de especialistas en el tema
de que se tratase, bien fuera Civil, Laboral o Penal. Experiencia enriquecedora,
garanta efectiva de acierto, que se ha repetido invariablemente en la historia de la
corporacin, imprimindole agilidad, vigor, precisin y profundidad a nuestra
jurisprudencia constitucional. Pero que sin embargo algunos, seducidos por siste(1)
El Dr. Enrique Parejo Gonzlez, luego de desempear con competencia, inteligencia y valor
el Ministerio de Justicia, fue nombrado embajador de Colombia en Budapest. All se salv,
milagrosamente, de un atentado de sicarios, dispuesto y organizado desde Colombia. Ha
seguido luchando por sus ideales con singular coraje.
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Apartir de la reforma constitucional de 1991, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente, el control constitucional qued en manos de una nueva Corte Constitucional, integrada por el nmero impar de magistrado que determine la Ley... atendiendo al criterio de
designacin de magistrados pertenecientes a diversas especialidades del derecho. los
magistrados del (sic) Corte Constitucional sern elegidos por el senado de la repblica para
periodos individuales, de ocho aos, de sendas ternas que le presenten, el presidente de la
repblica. La Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado (art. 239).
El autor tuvo el honor de figurar como candidato para magistrado de esta nueva Corte,
segn otra terna elaborada por el Presidente de la Repblica.
(1)
El Dr. Enrique Low Murtra desempe ms tarde, con singular valor y eficacia, el Ministerio
de Justicia. A su retiro fue designado Embajador de Colombia en suiza, hasta el cambio de
gobierno. Regres a Bogot y all fue asesinado por sicarios al salir de dictar clase en una
Universidad, en el centro de la ciudad, por la cual se movilizaban en vehculos pblicos, sin
proteccin alguna
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Borda inform que el da de ayer recibi notas con graves amenazas a su integridad personal y a la de su familia, extensiva a los dems Magistrados. Se comision
al seor Presidente de la Corte para hablar al respecto con el Presidente de la
Repblica.
Las cartas de amenaza, muy similares a las que haban recibido los Magistrados de la Sala Constitucional muertos en el Palacio de Justicia, estaban dirigidas
esta vez al Presidente de la Corte, y casi todos los Magistrados recibieron copias
en sobres dirigidos a cada uno de ellos. Tales amenazas, relacionadas directamente con el Tratado de Extradicin, eran serias y muy graves en concepto de los
organismos de seguridad, y el primero en recibirlas en esta segunda andanada fue
el Magistrado Hernando Baquero Borda, asesinado meses despus por manos de
sicarios. El Magistrado Aldana Rozo, Vice-presidente de la Corte resurrecta, tuvo
buenas razones para pensar que l sera la siguiente vctima, lo cual sin duda
afect su corazn ya enfermo, con el fatal desenlace conocido.
Las amenazas se repitieron a lo largo del ao siguiente, lo cual me llev a
afirmar ms tarde que los Magistrados de la Corte ramos rehenes en nuestros
propios cargos. perseguidos polticos sin derecho al asilo. Pero conviene
dejar en claro que la posible repercusin de stas amenazas en posteriores decisiones de la Corte dista mucho de ser tan clara y directa como lo han supuesto detractores de la justicia que ni siquiera se han tomado el trabajo de leer los correspondientes fallos.
En cumplimiento de lo dispuesto por la Sala Plena, ese mismo da, luego de
salir de una misa por los mrtires de la Corte, me present en el Palacio de Nario
en donde an no me conocan, sin previa cita, en solicitud de audiencia urgente
con el Presidente de la Repblica. No estaba en ese momento y me indicaron que
esperara mientras me ofrecan un frugal almuerzo en la Casa Militar. Hacia las 3
p.m. se escuch el helicptero presidencial que regresaba de una inspeccin por el
trgico camposanto de Armero. El Presidente Betancur me recibi de inmediato y
luego de or las razones de mi intempestiva visita, dispuso sobre la marcha una
reunin de la Corte con los altos mandos encabezado por el Ministro de Defensa,
el Comandante General del Ejrcito y el Director General de la Polica( 1).
Asist a la reunin -la noche de los Generales como continu llamndolaen compaa de los Magistrados Aldana Rozo, Gmez Uribe y Ospina Botero, y
de all surgieron los planes de seguridad y vigilancia que an hoy se vienen apli(1)
ELVIACRUCIS DE LA JUSTICIA
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cando en proteccin de los Magistrados. Tambin obtuve en esa reunin, del General
Vega Uribe, sin nunca haberlo pretendido, el escritorio, la silla y el telfono que
no me haba podido suministrar el fondo rotatorio, como antes se cont.
Desde ese da y durante todo mi mandato la seguridad de mis compaeros se
convirti en tema obsesivo de atencin prioritaria. El Presidente Belisario Betancur
continu recibindome con la misma prontitud, informalidad y buena disposicin
cuantas veces necesit acudir a l como ltimo recurso ante la ineficiencia o mala
coordinacin de los agentes del Ejecutivo, lo cual constituy para mi un alivio y
una gran ayuda. Esta positiva relacin habra de durar hasta que, pocos das antes
del asesinato del Magistrado Baquero Borda y a raz de la solemne inauguracin
de la Sala de los Mrtires, dispuesta por el Tribunal Superior de Ibagu, me
sent en la obligacin de recordar la permanente vigencia del Derecho de Gentes,
que la Comisin de Acusaciones de la Cmara haba expresamente descartado.
Recuerdo que descubr, en esa primera entrevista con el Presidente Betancur, que
tuvo lugar en la casa privada, que l estaba leyendo un libro recin publicado en el
exterior sobre terrorismo.
Luego del sonado descalabro sufrido con los primeros nombramientos para
la Sala Constitucional, continu la corte, sin desanimarse, la tarea de reintegrarse
a marchas forzadas. Para la Sala Laboral se designaron, el 25 de noviembre, al Dr.
Alvaro Daz-Granados en reemplazo de la Dra. Fanny Gonzlez Franco, y al Dr.
Humberto de la Calle Lombana( 1) para el puesto que ocupaba el Dr. Jos Eduardo
Gnecco Correa, uno de los magistrados ms veteranos y sabios de la diezmada
corporacin. En la misma sesin se nombraron nuevos Magistrados de la Sala de
Casacin Penal al Dr. Hctor Jimnez Rodrguez, al Dr. Jaime Bernal Cuellar, al
Dr. Jos Manuel Arias Carrizosa y al Dr. Lisandro Martnez Zuiga. De todos
ellos aceptaron nicamente los Drs. de la Calle Lombana y Martnez Zuiga, pero
solo este ltimo -quien reemplazaba al Dr. Daro Velsquez Gaviria, mi inolvidable compaero desde la universidad- logr posesionarse, ya que al Dr. de la Calle
se lo impidi el hecho de que, siendo liberal, ocupaba el alto cargo de Registrador
Nacional. Se consider por el alto Gobierno que no era conveniente en ese momento un cambio de Registrador, ante la proximidad de elecciones y teniendo en
(1)
El Dr. Humberto de la Calle Lombana, autor del prlogo de esta publicacin, es actualmente
Ministro de Gobierno de Colombia. Ha sido considerado con justicia como el Ministro estrella de la administracin del presidente Csar Gaviria, especialmente por el exitoso y
brillante manejo que logr de las complejas relaciones entre el Gobierno y la Asamblea
Nacional Constituyente de 1991. Se le menciona con insistencia como un prximo candidato a la Presidencia de la Repblica.
En el momento de escribir estas lneas tengo noticia de que el Dr. de la Calle Lombana
ejerce funciones de Presidente de Colombia, como Ministro Delegatario, en vista del viaje
del Presidente titular, Dr. Csar Gaviria, para asistir a la Cumbre Mundial ecolgica de
Ro de Janeiro.
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Seores Magistrados:
Pocas veces corresponde a quien preside esta augusta corporacin saludar a
su ingreso a cinco Magistrados, simultneamente y nunca a nadie en Colombia le
haba correspondido dar la bienvenida oficial a esforzados y animosos magistrados que vienen a constituir la vanguardia de un lujoso equipo de juristas que
releva a media Corte Suprema, sacrificada absurdamente en el ms cruento magnicidio colectivo de la historia de nuestra patria.
Honorables Magistrados, Doctores Rafael Baquero Herrera, Hernando Gmez
Otlora, Lisandro Martnez Ziga, Fabio Morn Daz, Jaime Pinzn Lpez: se
han posesionado ustedes de su nuevo cargo de frente al pas, en acto de valerosa solidaridad con todos los Jueces de la Repblica como lo afirmara su elocuente vocero en la ceremonia de posesin, el Dr. Pinzn Lpez, y vienen as a
prestar un servicio pblico indispensable -noble, trascendente y difcil- en momentos inverosmiles en que servir a la Justicia se ha convertido inexplicablemente en oficio ingrato y riesgoso, que puede afectar an la misma sagrada
tranquilidad de sus familias, aunque sin duda las haya de retribuir con el merecido honor y la ufana que debe producir el cumplimiento de un alto deber al
servicio del bien comn.
Seores Magistrados: no vacilaron ustedes cuando los invitamos a acompaarnos en esta ardua y penosa etapa que vive la Corte, y esa quijotesca actitud
que merece bien de Colombia no tiene otra explicacin que su resuelto patriotismo, y la captacin que ustedes han logrado de valores trascendentes, tan olvidados en esta poca de aguda crisis moral, orientada por el ms crudo utilitarismo
y dominada por toda clase de egosmos concupiscentes. La rectitud, que apunta al
bien y a la verdad, fundamentos de la verdadera Justicia, se encarna en ustedes,
lo cual permite tener confianza en que nuestra nacin perdure como sociedad
organizada y logre, ojal pronto, una convivencia pacfica y fecunda.
No persiguen ustedes riqueza, notoriedad, preeminencia o poder -pues sera
insensato buscarlos aqu- ni los mueve prepotencia soberbia o egosmo alguno,
pues el hermoso trabajo de Juez solo atrae a quien sabe apreciar la dignidad
implcita en el deber cumplido al servicio de la Patria, y deriva de all satisfaccin moral y sano orgullo. Una acendrada estimativa axiolgica, que permite amar
con pasin y entrega el bien comn, tan escasa en Colombia, es la nica explicacin lgica de la presencia de ustedes entre nosotros.
Luego del aparte sobre los problemas en la instalacin inicial de la Corte, ya
antes transcrito en esta crnica, contine. Pero ahora, gracias a la tonificante
presencia de ustedes, podemos ya s mirar con fe el futuro de la Corte, y reanudar
con nimo lo que deber ser una nueva etapa de renovacin y fortalecimiento de
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la administracin de Justicia, siempre que la Nacin Colombiana de la cual emana tambin el poder judicial, afiance, depure, y manifieste su necesario respaldo.
Y siempre claro est que ese apoyo se traduzca en obras por parte de todas
las fuerzas representativas de la nacionalidad, a saber: los otros poderes pblicos que deban colaborar armnicamente con nosotros- las organizaciones y movimientos
polticos y cvicos, los medios de comunicacin, y la Iglesia Catlica cuya religin es la de la Nacin-. Principalmente. Y por sobre todo, siempre que la justicia
y quienes en un momento dado la administren, en esta venerable corporacin o en
el ms indigente juzgado sean comprendidos y acatados sin prevenciones ni perjuicios, desde el fondo mismo de la conciencia ciudadana.
Por nuestra parte tenemos fe profunda en la Patria inmarcesible y confianza
en la solidez de sus instituciones. La vigencia del estado de derecho nos exige una
completa y total dedicacin a quienes estamos atados por el solemne juramento
que ustedes prestaron hace pocas horas, de acatar y cumplir la Constitucin y las
leyes de la Repblica.
Pero no solo nos compromete ahora ese sagrado juramento. Estamos tambin exigidos por un compromiso personal intangible, indeclinable, con la memoria de nuestros queridos compaeros despiadadamente sacrificados. Doce sabios
y mrtires, faros luminosos que se apagaron al unsono, dejando en la penumbra
el panorama de nuestro derecho, y en triste luto a la justicia.
Fabio Caldern Botero
Manuel Gaona Cruz
Jos Eduardo Gnecco Correa
Ricardo Medina Moyano
Alfonso Patio Rosselli
Pedro Elas Serrano Abada
Dante Luis Fiorillo Porras
Fanny Gonzlez Franco
Carlos Medelln Forero
Horacio Montoya Gil
Alfonso Reyes Echanda
Daro Velzquez Gaviria
Magistrados intachables! Togados lcidos! Sacerdotes de la Justicia sacrificados en su altar!
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Ustedes, y los compaeros que pronto han de venir a ocupar sus sitios de
vanguardia en la eterna lucha por el derecho, a la que nos debemos consagrar
nuevamente en la respetable penumbra -de que hablar el Presidente- la que en
sos das aciagos fue brutalmente violada por las llamas ominosas del criminal
incendio, vivifican una nueva Corte.
Una multifactica violencia desatada consum el atroz holocausto, cuando
paradjicamente la fuerza debera siempre estar a rdenes de la Justicia. Porque
la fuerza slo se legitima y dignifica cuando est al servicio del Derecho, sirviendo de instrumento a le necesaria coercibilidad institucional, propia de la ley. Y s
la fuerza sin el derecho es la barbarie -como bien se ha dicho- la fuerza que se
ejerce contra el derecho, contra los Jueces, contra la sede fsica de la Justicia;
resulta ser la mxima barbarie. No otra la causa de que nos encontremos en esta
penosa encrucijada de la que ya Dios mediante comenzamos a salir, gracias al
coraje de ustedes.
Que nos dejen pues trabajar en la penumbra, y en la soledad -porque la
soledad es el drama del Juez- segn afirmaba Calamandrei, oportunamente citado por el Magistrado Marn Naranjo en su muy reciente posesin.
Penumbra y soledad que aceptamos porque nos son gratas ya que nos ayudan
a cumplir mejor con nuestro especfico deber de juzgar. Lo cual, sin embargo, no
puede ser disculpa vlida para la indolencia e ineficacia tradicionales de quienes
desde el Gobierno nos administran materialmente, pues esta Corte Suprema, cabeza de la Rama Jurisdiccional, sigue siendo como un menor incapaz bajo tutela
por voluntad del legislador.
Pero en fin nuestra angustia y nuestro luto, nuestros temores y aprensiones,
nuestra ya larga inconformidad, no nos impiden hoy darles a ustedes una confiada y entusiasta bienvenida.
Ahora s, vamos a trabajar!
Muchas gracias.
Los problemas que tuvo que superar la Corte a raz de su inmolacin en el
destruido Palacio de Justicia no terminaron all, por supuesto. Pero el menos se
haba logrado iniciar para ese entonces su reconstruccin, con paso firme.
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V. TRABAJOS Y ANGUSTIAS
Tuvimos demasiadas cosas en que pensar en la Corte en las primeras semanas
que siguieron al holocausto. Desintegradas sus cuatro Salas y reducida a la mitad de
sus integrantes por el absurdo asesinato de la otra mitad, sin despachos los Magistrados sobrevivientes y suspendidos los trminos judiciales por verdadera fuerza
mayor, nuestro trabajo se realiz principalmente en permanentes reuniones de Sala
Plena de quienes habamos quedado con vida. En diez das, desde el 12 de noviembre cuando nos instalamos, hasta cuando iniciamos el dispendioso proceso de nombramiento de nuevos Magistrados, tuvieron lugar ocho reuniones plenarias. Al terminar ese luctuoso ao habamos celebrado 18 sesiones de la Corte, cuando normalmente
en ese tiempo no se habran realizado ms de cinco.
Los asuntos ms graves y delicados, que debieron decidirse con especial urgencia, adems de la reintegracin de la Corte, fueron los relativos a la investigacin especial de los hechos del 6 y 7 de noviembre -que dada las circunstancias
resultaba obviamente necesaria-, la reinstalacin y dotacin de la Corte, y la reconstruccin de los numerosos expedientes destruidos en el incendio. En su segunda sesin, la primera que me correspondi presidir, la Corte recibi a representantes de ASONAL Judicial, la Asociacin de empleados y funcionarios de la
Rama Judicial, y del Tribunal Superior de Bogot, quienes queran principalmente presentar sus condolencias y ofrecer su respaldo. Se trat adems del paro general que haba anunciado ASONAL, como protesta por lo acaecido, y se logr
que se desistiera de esa medida extrema, por considerarla negativa y contraproducente. Se organiz en cambio una marcha pblica en silencio y unas honras fnebres. Los representantes de ASONAL hicieron constar que esa era la primera oportunidad
en la historia en que la asociacin se reuna con el pleno de la Corte. A lo largo de
mi mandato logr conservar magnficas relaciones con ese discutido sindicato - al
que siempre antes haba defendido por considerarlo un derecho y una necesidady fue muy positiva su colaboracin en importantes asuntos, como el muy delicado
y complejo de la carrera judicial, demostrndose as una vez ms que el autntico
inters gremial puede y debe conciliarse con el inters administrativo o directo.
Mientras tanto la Corte, vctima de la tremenda emergencia que casi la aniquila por completo, haba sido de nuevo dejada a un lado, esta vez en cuanto a la
direccin y manejo del Fondo especial para su reconstruccin y dotacin, en buena hora creado por el Gobierno (Decreto 3272 de 1985). Hacan parte de la Junta
que maneaba este Fondo de emergencia, que equivala al presupuesto disponible
para hacer frente a la situacin, los Ministros de Justicia y de Hacienda, el Secretario General de la Presidencia -Dr. Vctor G. Ricardo- y el Gerente del Fondo
Rotatorio -Dr. Jos Antonio Salazar Cruz -. Solicit la Corte participacin en la
direccin de este fondo, que le interesaba a ella ms que a nadie, puesto que de su
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apropiado manejo dependa su propia supervivencia. Slo se logro que el Presidente de la Corporacin fuese ocasionalmente invitado a asistir a reuniones de la
Junta, con voz pero sin voto. Seguramente priv una vez ms el discutible y anacrnico criterio segn el cual un Juez no puede administrar con algn poder de
disposicin por considerarlo incompatible con su investidura, argumento formalista este que ha servido como disculpa para impedir que la Rama Judicial, que
administra Justicia, participe en la administracin de la Justicia, situacin paradjica de la cual no se ha dado cabal cuenta quienes denigran de los Jueces. En todo
caso, la invitacin ocasional a unas pocas reuniones de esta Junta, en cuyas manos
estaba la reinstalacin de la Corte, resultaron muy tiles para la corporacin, especialmente
en relacin con los problemas de la sede provisional.
Para sede provisional de la Corte, mientras se lograba la reconstruccin del
arrasado Palacio de Justicia, la que se sabia que habra de ser bien demorada, y
como sede distinta a la transitoria y muy inadecuada que ocupbamos en instalaciones del Banco de la Repblica se logr adquirir luego de increbles dificultades
de todo orden parte del edificio del Banco de Crdito, en la Carrera 7a con calle
27, de reciente construccin y de aceptables caractersticas. El proceso de administracin fue angustioso para nosotros puesto que los procedimientos de urgencia previstos en el Decreto 3272 no fueron utilizados plenamente, y la negociacin estuvo varias veces a punto de fracasar por las trabas administrativas. Se
logr con gran trabajo que se reconsiderara la decisin de no adquirir, por costosos, los pisos 23 y 24, indispensables, para una instalacin medianamente cmoda
y decorosa para una Corte Suprema de Justicia.
Lo que al fin nunca se logr fue un ascensor especial que suba directamente
desde el stano al piso 23, ocupado por la Corte, pese a nuestra insistencia y a las
reiteradas y razonadas recomendaciones de los organismos de seguridad.
La terrible tragedia del Palacio de Justicia conmovi sin duda a la opinin
nacional y a la misma comunidad internacional, como lo comprobamos por la
cantidad de mensajes que recibimos en la Corte, y que se repitieron con ocasin
del vil asesinato del Magistrado Baquero Borda en julio del siguiente ao, y un
poco ms tarde con motivo del trgico fallecimiento del Vicepresidente Aldana
Rozo en Houston EEUU, en donde se hicieron desesperados esfuerzos para salvarle la vida. Entre los mensajes de condolencia y apoyo recibidos en noviembre
de 1985, cabe mencionar los que enviaron la Corte de Casacin de Francia, la
Corte Suprema de Justicia del Canad, la Corte Suprema de Justicia de Honduras,
el Tribunal de Justicia de Ro de Janeiro, la Asociacin Nacional del Poder Judicial de Chile, la Asociacin de Abogados del mismo pas, y el Comit de expertos
de la OIT, desde Ginebra - Suiza. Durante esos das recib tambin la visita protocolaria de varios Embajadores.
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de la Sala Laboral que haban sobrevivido, con el fin de ayudar a los familiares de
los muertos en el asalto de la Corte, en el confuso y dispendioso trmite de prestaciones y auxilios ante los organismos competentes. Ustedes han demostrado ser
excelentes auxiliares judiciales, pero ahora deben demostrar que son buenos abogados, les dije en la primera reunin que tuve con ellos. Tanto la asistencia legal como
la social tuvieron oficinas provisionales en la Casa de Pombo, y gracias a ello se
logr prestar una oportuna ayuda a los damnificados.
Aparte de las angustias y dificultades que viva la Corte, pero ntimamente
relacionada con ellas, estaba la situacin del resto de la Rama Judicial, Tribunales
y Juzgados de variada categora, esparcidos por el territorio patrio, y profundamente afectados tambin por la tragedia del Palacio de Justicia. Resultaba inevitable el desconcierto de todos los miembros de la Rama Judicial, e incluso su
profundo desanimo y cierta desmoralizacin, ante la magnitud de lo que le haba
sucedido a la Corte, cabeza del Poder Judicial. Que seguridad y confianza podra
sentir un humilde Juez de provincia, por ejemplo, sometido permanentemente a
presiones y amenazas y trabajando en circunstancias difciles e ingratas, al saber
que en la capital de la Repblica los Magistrados de la Corte moran por docenas
o eran impunemente asesinados?.
El malogrado Presidente de la Corte, Dr. Alfonso Reyes Echanda, consciente de que el problema de la Justicia en Colombia es vasto y complejo, haba logrado visitar personalmente durante el tiempo transcurrido de su mandato anual prximo
a finalizar, casi todos los Distritos y Circuitos judiciales del pas, sacrificando su
muy escaso tiempo libre. Sus detallados informes por escrito a la Sala Plena de la
Corte, presentados durante los diez meses de su Presidencia, desaparecieron con
los archivos del Palacio, pero haban logrado poner de presente las dimensiones
geogrficas, administrativas y humanas de la Justicia en Colombia. Sin posibilidad alguna de usar el mismo sistema de inspeccin personal, los Magistrados
sobrevivientes tuvimos siempre presente esta realidad. Personalmente logr visitar un buen nmero de Tribunales Superiores y estuve en permanente comunicacin con todos ellos, incluso utilizando el sistema de cartas circulares, poco acostumbrado. Los memoriales de agravios y los pliegos de justas peticiones que
constantemente reciba, y que de inmediato trasladaba con comentarios al Ministerio de Justicia, sirvieron sin duda como motivacin del Proyecto de Ley sobre
facultades extraordinarias al Gobierno, en relacin con la divisin del trabajo judicial y su modernizacin, que tuve oportunidad de estudiar a fines del ao pasado
a solicitud del Ministro Suescn Monroy, similar al que fue aprobado y sancionado hace pocos das.
Desde el punto de vista administrativo resultaba para mi de singular importancia, en razn de lo dicho, los reconocimientos Honorficos, Acadmicos y de
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cuando esto era atribucin exclusiva del Congreso de acuerdo con el art. 76-17 de
la Constitucin Nacional. Estudi el punto, y encontr que no se trataba en realidad de semejantes encumbrados honores sino ms bien de simples estmulos o
premio de ndole laboral o administrativa, cuyo sealamiento era de competencia
del Ejecutivo segn el art. 119-2 de la Carta. Me pareci adems que el Consejo
de Estado estaba inaplicando -o sea utilizando la excepcin de inconstitucionalidadunas normas que en realidad estaba aplicando el gobierno al otorgar las condecoraciones. La Sala Plena de la Corte estuvo de acuerdo con esta opinin, y en
consecuencia continuamos adelante en el trmite de estos reconocimientos, en el
entendimiento de que era una forma de hacer justicia a la Justicia, de modo muy
parcial y tmido -es cierto-, pero al menos de manera palpable.
No fue ste, infortunadamente, nuestro nico desacuerdo con el H. Consejo
de Estado, como ms adelante se vera.
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tan dramtica e inquietante como la que vivi la Corte a raz del atroz magnicidio
que la diezm y que arras su sede. Aparte de que semejante hecho -espectacular
y catastrfico como pocos se han visto en nuestra historia- atrajo lgicamente la
atencin del pas hacia sus Jueces, poniendo en evidencia su desproteccin y su
abandono, pero tambin su mstica, su coraje y an su herosmo, motivado tan
solo por el imperativo tico en el cumplimiento de altos deberes, en ingrata y
sacrificada lucha al servicio de la Nacin. La increble masacre en el Palacio de
Justicia sirvi sin duda para despertar la consciencia pblica en relacin con el
absurdo que significa el tradicional abandono en que se ha tenido a la Rama Judicial, especialmente en una poca de crisis moral generalizada que amenaza destruir los fundamentos jurdicos de la organizacin social.
Estbamos pues los sobrevivientes de la Corte en la mira de los medios de
comunicacin, con las incomodidades y peligros de ello significaba, pero con la
obligacin -de otro lado- de aprovechar el escenario a donde se nos llev por la
fuerza para intentar lograr reconocimiento y apoyo para la maltrecha administracin de Justicia.
Recapacitando, podra decir hoy que, en general, fue positiva mi relacin con
los medios, dadas las difciles circunstancias y a pesar de algunos desafortunados
episodios. El primero de ellos, a muy pocos das de la tragedia, estando an en
velaciones y entierros, cuando me llam temprano en la maana un conspicuo
radio-periodista (era frecuente que entre 7 y 8 am. llamaran hasta cinco o ms en
rpida sucesin). Ya en la lnea, me pidieron que esperara un poco y no colgara, lo
cual me oblig a or un animado dilogo del famoso periodista tratando desesperadamente de entrevistar a la nueva Reina de Belleza en Colombia, mientras ella
supuestamente se desayunaba en un hotel en Cartagena. La Reina estaba afnica y
no se pudo realizar la entrevista para desconsuelo del reportero. No se porqu no
colgu el telfono al or ese tema, en el estado anmico en que entonces me encontraba. Cuando me correspondi el turno contest atropelladamente algunas preguntas hasta que, sin pensarlo, puse fin a la entrevista diciendo con rabiosa irona:
siento mucho (fulano) que no haya podido hablar con la Reina de Belleza. Creo
que luego este personaje de la radio intent vengar el desplante en varias ocasiones. En una de ellas me hizo una pregunta tan capciosa y en un tono tan artificioso
que no logr entenderla de inmediato, y que por lo tanto contest equvocamente.
Luego logr entender: el periodista trataba de lucirse ante su audiencia dando una
leccin de tica jurdica al Presidente de la Corte, insinuando que yo estaba prejuzgando por una respuesta anterior! Por supuesto que no tena ninguna razn, y
juzgaba por simples apariencias sin conocer bien el tema.
Sufr varios otros reveses, tales como titulaciones tendenciosas, sensacionalistas e inoportunas, o como transcripciones recortadas o abiertas tergiversacio-
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nes -todo ello debido sin duda ms a descuido, precipitado o ignorancia del elenco
que a mala voluntad-, pero en general encontr una excelente colaboracin. Me
complace destacar la del peridico El Mundo, para el que ahora escribo esta crnica, especialmente en su lnea editorial, serla y patritica.
La fundada preocupacin de la Corte y de toda la Rama Judicial por la orientacin y el comportamiento de los medios de comunicacin ante la grave crisis de
la administracin de Justicia, encontr eco, y fue as como en octubre de 1986, en
respuesta a inquietudes personales de varios Magistrados, se obtuvo que el Dr.
Luis Guillermo Angel, Director Ejecutivo de ANDIARIOS, invitara a la Sala de
Gobierno de la corporacin a una reunin con los directores de los principales
diarios del pas. Esa reunin, a la que asist en compaa de los Magistrados Alejandro Bonivento y Fabio Morn, fue en realidad muy positiva y los representantes de la prensa, luego de or nuestras quejas, manifestaron su decidida voluntad
de colaborar en la solucin de los problemas que angustiaban a la Rama Judicial,
no sin antes reconocer expresamente las frecuentes fallas y desviaciones de los
periodistas, que venan a agravar injustamente la situacin en lugar de contribuir
a soluciones positivas.
Se aprobaron en dicha reunin las siguientes conclusiones, que fueron adoptadas oficialmente por ANDIARIOS como pautas de accin:
1. Mantener reuniones peridicas con representantes de la Justicia. 2. Apoyar todos los proyectos tendientes a conseguir la independencia operativa y presupuestal
que d autonoma a la Justicia. 3. Procurar no generarle problemas a la Justicia
a partir de informaciones que lleven a especular sobre decisiones que ella vaya a
tomar o sobre sus tericos enfrentamientos. 4. Se decidi como punto fundamental adelantar todas las acciones que desde la prensa se consideren pertinentes
para conseguir un clima que tienda a rescatar la credibilidad en la Justicia. 5. Se
decidi que la prensa no debe crear expectativas sobre los fallos de los jueces. 6.
Se consider que la prensa no debe avisar sobre los procesos a partir de informacin de los abogados que son parte interesada dentro del juicio. 7. Se decidi
apoyar la creacin de impuestos que generen recursos a la Justicia.
Debo reconocer que, a pesar de la evidente buena voluntad de los directores
de la prensa, esa excelente plataforma tan solo se ha cumplido en mnima parte.
Con posterioridad he visto que en editoriales de importantes peridicos de la capital se denigra de la Corte, presumiendo sin ningn fundamento que algn sonado fallo fue caprichoso o amaado.
No se ha entendido a cabalidad en el pas que las sentencias por medio de las
cuales la Corte Suprema ejerce el control de constitucionalidad, no expresan preferencias o juicios de conveniencia de los Magistrados, puesto que ellos nunca
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(1)
Seor Doctor
CARLOS JIMENEZ GOMEZ
Procurador General de la Nacin
Ciudad.
En cumplimiento de lo ordenado en el artculo 9 del Decreto 3300 de 1985,
rendimos informe sobre los resultados de la investigacin encomendada al Tribunal Especial de Instruccin Criminal, correspondiente a los hechos relacionados
con la ocupacin del Palacio de Justicia, durante los das 6 y 7 de noviembre de
1985.
Consideraciones previas.
Para investigar los delitos cometidos con ocasin de la toma violenta del
Palacio de Justicia de Bogot y con las facultades que las normas vigentes,
asignan en materia de instruccin criminal, se cre el Tribunal Especial de Instruccin, integrados Magistrados dos elegidos por la Corte Suprema de Justicia
(artculo 1 del Decreto 3300 de 1985).
Dada la magnitud de los delitos materia de la investigacin, se dispuso en la
misma norma que el Tribunal poda encargar a Jueces de Instruccin con jurisdiccin en todo el territorio nacional, las investigaciones que considerare necesarias.
Elegidos los Magistrados del Tribunal y posesionados por la honorable Corte
Suprema de Justicia el 18 de noviembre de 1985, la Corporacin inici actividades
originalmente alojados en el Despacho de la Directora Seccional de Instruccin Criminal,
funcionaria que, a pesar de la precariedad de los medios a su disposicin, prest en
todo momento una extraordinaria colaboracin a la investigacin.
El Juez Segundo Especializado haba abocado, por competencia, la investigacin de los hechos y haba dispuesto el trabajo en equipo de diez Jueces de
Instruccin Criminal-Ambulantes-a quienes encomend diversas tareas investigativas,
dividiendo dicho trabajo por materias, relacionadas todas con el hecho central
materia del proceso.
El Tribunal acogi esta frmula de trabajo, considerando que era materialmente imposible adelantar la investigacin por un solo funcionario reservndose
las facultades ordenadora y coordinadora mediante procedimientos que probaron
ser eficaces en gran parte.
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Fotos: Coleccin privada del Magistrado de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura
Doctor Eduardo Campo Soto.
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parte de los encargados de preparar las bases para las reformas que deban adoptarse
en el futuro inmediato.
Consideran procedentes los Magistrados transcribir, en lo pertinente las consideraciones de la Corte, consignadas en reciente providencia por medio de la cual
declar plenamente ajustado a la Constitucin el Decreto 3300 de 1985 que cre,
como ya se ha dicho, el Tribunal que integran.
Pero adems, las labores de investigacin que le fueron asignadas al Tribunal no habran podido ser desempeadas eficientemente por Jueces de Instruccin
ordinarios, como lo apunta el Procurador en su vista o concepto, ya que los numerosos delitos perpetrados con motivo del asalto al Palacio de Justicia durante los
das 6 y 7 de noviembre pasado, su gravedad, naturaleza, pluralidad de autores, o
complejidad e ntima conexidad desbordan la organizacin y funcionamiento de
los Juzgados de Instruccin Criminal e imponan por estas circunstancias, la creacin de un investigador especial dentro del marco provisional del Estado de Sitio,
para que dirigiera, orientara y coordinara la averiguacin de esos graves acontecimientos y facultara a los Magistrados que lo integran para acometer todas las
labores propias de la investigacin.
De no haberse expedido el decreto objeto de confrontacin constitucional, la
investigacin se habra tornado prcticamente imposible que en virtud de los principios de la unidad del proceso y de la unidad del juzgamiento que se regulan por
los artculos 167 y 168 del Cdigo de Procedimiento Penal, la etapa instructiva
habra correspondido a otros investigadores del mismo rango, habra tenido que
adelantar por s solo la investigacin. La sola conexidad de los hechos ilcitos
habra sido suficiente para el adelantamiento de un solo proceso y por un solo
funcionario.
El Jefe del Ministerio Pblico sostiene que la labor de coordinacin, direccin y vigilancia de los Jueces de Instruccin, una de las funciones del Tribunal
de Investigacin, pudo ser cumplida por la Direccin Nacional o por las Direcciones Seccionales de Instruccin Criminal.
Esta opinin no se acomoda, sin embargo, a las normas que rigen la organizacin de estas oficinas. En efecto: El Decreto 2267 del 31 de diciembre de 1969, por
el cual se dictan normas sobre instruccin criminal (Diario Oficial 32985 del 4 de
febrero de 1970), solo da a tales direcciones facultades administrativas respecto
de los Jueces de Instruccin. Basta leer los artculos 7 Y 10 del decreto, concepto
que corrobora el ltimo inciso del artculo 54 del Cdigo de Procedimiento Penal
(Decreto 409 de 1971) con la expresin coordinacin administrativa.
Un Director Seccional no tiene facultades investigativas y no puede dirigir u
orientar una investigacin penal a cargo de un Juez de Instruccin Criminal. Sus
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en los cuales se me plantea la alternativa de apoyar las demandas (tres) que cursan
en la Corte Suprema contra la Ley 27 de 1980, por medio de la cual se aprueba el
Tratado de Extradicin entre la Repblica de Colombia y los Estados Unidos de
Amrica, suscrito el 14 de septiembre de 1979 o ser asesinado (o secuestrado,
segn ellos).
En tales escritos se formulan tambin amenazas contra mi seora, Mara Cristina
Zuleta de Patio, y contra mis sobrinos Hernando e Ins Elvira Cullar Patio,
hurfanos de padre y madre desde su infancia, que han tenido conmigo relacin
algo cercana a la de hijos.
Exactamente he recibido tres documentos y dos cintas magnetofnicas.
Unos por triplicado y remitidos por correo de Bogot y Medelln. El ltimo de los
escritos con otro para mi seora.
El escrito que recib en primer trmino es el que comienza Hola, miserable,
insensible etc.. En segundo trmino, me lleg el que dice al iniciarse septiembre 14 de 1985. El tercero lleg por triplicado a mi apartamento en sobres dirigidos a mi seora; la carta para ella est acompaada de otra para m (Hola, perro...), de la cual me remitieron tres copias a mi oficina del Palacio de Justicia.
La primera de las cintas contiene fragmentos de una conversacin telefnica
ma y otra de mi seora. La segunda una de mi seora.
3. Le envo copias, tal como las recib de los escritos, que con el dirigido a mi
seora son cuatro. Tambin uno de los sobres dirigidos a ella.
De los originales y dems copias de los dos primeros as como de la primera
cinta magnetofnica y de los sobres hice entrega al DIJIN. Del tercero, original y
copias, junto con la segunda cinta magnetofnica, por triplicado y dos de los sobres, al Departamento Administrativo de Seguridad.
Debo agregar que puesto que otros colegas de la Corte Suprema han recibido
similares amenazas, se ha creado en la Corporacin atmsfera de intensa alarma.
De ello la Corporacin dio cuenta al pas en comunicado que apareci en los
diarios capitalinos el 4 de octubre del ao en curso, del cual le acompao el publicado en El Tiempo.
El primer mensaje recibido por el doctor Patio Rosselli, incluye entre insultos, irrespetos y agravios, terminantemente la siguiente amenaza:
<<Te escribimos, no para pedirte, sino para exigirte posicin favorable para
nuestra causa. Por eso no aceptamos renuncia, no aceptamos licencias, no aceptamos enfermedades ficticias, no aceptamos vacaciones sospechosas y apresuradas.
Cualquier posicin asumida en contra nuestra, la tomaremos como un reto y como
una aceptacin a nuestra declaracin de guerra... desde la crcel ordenaremos tu
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cartas y en algunos casos casetes en los que se exponan amenazas contra sus
vidas y las de sus familiares e implcitamente contra los dems Magistrados de la
Corte, amenazas ligadas al trmite de unas demandas en las que se pide declarar
inconstitucional el Tratado de Extradicin suscrito entre Colombia y los Estados
Unidos de Amrica. Informes de las autoridades de Polica permiten concluir que
entre los mecanismos utilizados por los extorsionadores figura la interceptacin
de los telfonos privados de las residencias particulares de algunos Magistrados
entre ellos la ma.
3. Tengo entendido que algunos de los Magistrados afectados en su oportunidad entregaron a los organismos de Polica los documentos que contienen las
amenazas ya indicadas. Por lo dems y para los efectos a que haya lugar me permito adjuntar fotocopia de una comunicacin que lleg ayer a este Despacho y
que tiene que ver con amenazas a los Consejeros de Estado.
Aprovech la oportunidad el Presidente de la Corte, como se desprende de su
testimonio para hacer alusin a unas amenazas a los Consejeros de Estado, que
textualmente dicen:
<<Rquiem para el Consejo de Estado.
Despus que haya sido entregado el fallo del Consejo de Estado sobre el tan
mentado caso de tortura a Olga Lpez y su hija volvemos a la realidad para verlo
desde otra perspectiva. Pero se reafirma siempre la primera impresin, de que el
Consejo de Estado es una Corte llena de tteres extranjeros, tteres stos, que en su
gran mayora no resisten una somera consideracin. Ahora bien, si nos resistimos
a creer que los Magistrados colombianos pasan por un momento muy crtico y
decadente, habra que preguntar si ste catastrfico resultado fallo-no es en buena parte debido a la intervencin y a manipulacin comunista que se le ha dado al
caso.
Todos los mensajes de los extraditables contienen amenazas concebidas en
los mismos o parecidos trminos. Los destinatarios los recibieron en original y
dos copias al carbn, enviados desde Medelln por correo areo, a la direccin de
sus oficinas y de sus respectivas residencias. Con ellos se enviaron casetes con
grabaciones correspondientes a conversaciones telefnicas de los mismos Magistrados y/o de sus familiares para dar seriedad a las mortales amenazas.
El Gobierno fue enterado pormenorizadamente de las pretensiones y amenazas de los narcotraficantes a los Magistrados de la Corte, consignadas en escritos
concebidos en los trminos que se acaban de transcribir. Como era de suponer, los
organismos de seguridad tomaron cartas en el asunto, segn lo refiere el acta
nmero 26 correspondiente a la reunin celebrada por el Consejo Nacional de
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la cual carecera de competencia para proseguir con la investigacin. En tal virtud, dispuso el envo del proceso al Juez del Circuito Penal (Repartimiento) para
lo de su cargo.
Resulta necesario expresar que el Tribunal, para formar su criterio y tener
suficientes elementos de juicio, previamente, confiri comisin al Juzgado 89 de
Instruccin Criminal Ambulante para avanzar en la investigacin.
El seor Beltrn Moreno fue detenido en cumplimiento de providencia dictada por el Juzgado 89, al encontrar que:
... no slo se configura la violacin ilcita de comunicaciones Libro 2, Ttulo 10, Captulo 5 - sino que, tal conducta delictiva concurre con el punible descrito en el Libro 2, Ttulo 3, Captulo 10, denominado especficamente como violencia contra empleado oficial. (Folio 394 del cuaderno nmero 1 del Juzgado 89
de Instruccin Criminal).
De acuerdo con lo expresado, el proceso fue enviado al Juez competente, a
cuyas rdenes qued el detenido.
b)
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1 metra 4 fusiles (sic), una escopeta, dos Kiimor 20 (sic) y una 3 (sic), granada de humo.
Componentes: Chucho, Andrs, William, Nohora, Pedro, Marcela.
Los compaeros Nohora y Pedro sern la contencin y vendrn en el vehculo de retaguardia.
El vehculo de vanguardia en el que viene el grueso de la escuadra, entrar
con aniquilamiento de las fuerzas enemigas y colocar el vehculo hacia la parte
derecha de la cabina de control, abriendo fuego hacia el sur contra el local disponible para que cubra con fuego la entrada del grueso que se ubicar sobre la entrada a las escaleras donde vendrn el grueso del segundo pelotn.
Tendr sus planes y rdenes combativos.
Escuadra nmero 3: Al mando de Pacho, Bernardo. Su misin es garantizar
el asalto de la escalera interior a la Biblioteca y copar el flanco Norte del primer
piso.
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especialmente, podran ser reveladores del sentido y alcance que por los planificadores se daba a la operacin que se preparaba. Baste saber, como dato anticipado,
que las autoridades militares y de polica que recuperaron el edificio, encontraron
cantidades inmensas de proyectiles, bombas y, en general, materiales indicativos
del propsito muy firme de hacer de la toma una actividad prolongable hasta lmites insospechables.
Operacion Antonio Nario por los Derechos del Hombre. Fue la denominacin que los subversivos dieron al asalto y toma del Palacio de Justicia.
Alvaro Fayad, mximo dirigente del M-19, ide el plan con seis meses, de
anticipacin, el cual fue preparado en dos meses por el Estado Mayor de la Compaa Ivn Marino Ospina. El Comandante de la operacin fue Luis Otero Cifuentes,
quien haba participado en muchas otras del M-19: Hurto de la Espada del Libertador, asalto al arsenal del Cantn Norte, toma de la Embajada de la Repblica
Dominicana, para nombrar slo estas tres de sealada importancia. Por estos delitos fue juzgado y condenado en consejo de guerra, siendo favorecido luego con
la amnista que en su momento decret el Congreso Nacional.
En niveles inferiores, pero con rango de Comandantes de diversas unidades,
participaron Andrs Almarales, Guillermo Elvencio Ruiz y Alfonso Jackin. En
total 40 guerrilleros deberan haber actuado tomando en cuenta los ocupantes de
los tres vehculos (20) y los 7 que ya se encontraban dentro del Palacio. Una
posible desconexin por parte de la escuadra comandada por Lzaro impidi el
acceso al Palacio de 5 guerrilleros. (Vase La Justicia en Llamas, pgina 60 y la
entrevista concedida por guerrilleros del M-19 a periodistas extranjeros de que da
cuenta El Tiempo, pgina 1 y 2A, edicin de 11 de noviembre de 1985), lo cual
explicara esta diferencia numrica.
Otros preparativos
Avanzada la organizacin del asalto desde el punto de vista militar, otros
preparativos ocuparon la atencin de los dirigentes: Alojamiento de los conjurados y transporte hacia el objetivo.
La primera necesidad se satisfizo tomando en arrendamiento la casa nmero
8-42 de la calle 6 Sur, de propiedad de la seora Mara Teresa Rodrguez Sierra,
mediante documento de contrato que figura en el primer cuaderno del expediente
levantado por el Juez 23 de Instruccin Criminal (folio 118) y en el que aparecen
Jess Benjamn Horta Rayo como arrendatario y la seora Abigal Serrano de Lozano y Esther melina Robles de Lemus, como fiadoras o coarrendatarias. Estas ltimas utilizaron sus documentos de identidad legtimos, mientras que Horta Rayo
present una cdula de ciudadana que no corresponde al nombre del usuario.
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Nacional. El Gobierno de Nicaragua ignora, hasta esta fecha el paradero del resto
del material blico que supuestamente deba llegar a manos de nuestros combatientes, dada la participacin de distintos intermediarios.
En cuanto a los fusiles de asalto F-16, Fal y Galil, supuestamente pertenecientes a la antigua guardia somocista, debo informar a Vuestra Excelencia que,
en los momentos en que se dio el triunfo de la revolucin sandinista, miles de
guardias somocistas huyeron hacia Honduras, llevndose consigo sus equipos,
incluyendo sus armas de reglamento. (Folio 76, ibdem).
Se desprende de las afirmaciones del alto funcionario nicaragense que el
armamento destinado a los guerrilleros, en la poca de la lucha armada contra el
rgimen somocista, no lleg, al menos en su totalidad, a su destinatario, el Frente Sandinista de Liberacin Nacional y que ningn esfuerzo ha hecho su Gobierno por indagar sobre el extravo de los fusiles belgas.
En cuanto a las restantes armas, se llega a la deduccin de que los miembros
de la guardia somocista huyeron a Honduras con ellas y que posteriormente llegaron al M-19.
Para el Tribunal no es aceptable la explicacin porque se limita a sealar
bases para hacer conjeturas, siendo la ms discutible, la de una posible vinculacin entre el M-19 y los agentes del Dictador Somoza.
Es de destacar que el Gobierno de Nicaragua respondi rpidamente, dando
la impresin de que el problema no haba dado lugar siquiera a una simple investigacin.
En todo caso el Canciller Ramrez Ocampo contesto, el 8 del mismo mes y en
su nota inform a su colega que,
Mi Gobierno ha tomado atenta nota y agradece las informaciones consignadas en la comunicacin mencionada, que se relacionan con la procedencia de algunas armas utilizadas en la toma del Palacio de Justicia de Bogot. (Folio 79,
ibdem).
As el Gobierno dio por cancelado el incidente. Las reglas de la diplomacia y
las de la justicia son diferentes. Para este Tribunal no son convincentes las razones del Ministro nicaragense.
Como la existencia de armamento de procedencia extranjera poda mirarse
como una arma de cooperacin de movimiento, o gobiernos de otros pases, el
Tribunal hizo todos los esfuerzos en orden a saber si adems de la informacin
suministrada por el Ministerio nicaragense a nuestra Cancillera, de la cual ya se
ha hablado, los organismos de inteligencia y seguridad del Estado haban hecho
averiguaciones en el exterior, particularmente para establecer los fundamentos
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que tuvo el Gobierno de los Estados Unidos para que tanto su Presidente, seor
Ronald Reagan, como el Secretario de Estado, seor George Shultz se hubiesen permitido declarar ante la opinin internacional que en los acontecimientos
del Palacio de Justicia, haba mediado cooperacin de los gobernantes de Nicaragua.
El proceso espera, en sus etapas futuras, contar con respuestas que despejen
estos interrogantes.
Personal de la guerrilla, destacado en el interior del Palacio
Multitud de versiones se propalaron en medios respetables de nuestro periodismo, sobre la complicidad de servidores oficiales y de proveedores particulares,
(restaurante, cafetera), en los actos consumativos del asalto.
Hubo una noticia, presumiblemente de muy buena fuente, segn la cual el
restaurante se haba constituido en la despensa de los guerrilleros. Se habl, inclusive, de que en sus bodegas se haban encontrado provisiones en cantidades
exageradas, para atender a la manutencin de los ocupantes del palacio, durante
largo tiempo. Hasta cifras se mencionaron. Se afirm que se haban encontrado en
los refrigeradores del restaurante, unos 1.500 pollos, sin reparar en la capacidad
que solo da Cabida a un mximo de 100 unidades. Tambin se alcanz a mencionar la existencia de grandes reservas de leche en el mismo establecimiento.
Todas estas informaciones resultaron falsas, producto alegre de la imaginacin. Nos detenemos en el examen del tema porque interesa restablecer la buena
opinin que merecen gentes honorables y correctas que se encontraban al servicio
del restaurante, quienes no tuvieron vinculacin alguna con los guerrilleros del
M-19 y en nada pueden verse comprometidas en los acontecimientos criminales
que horrorizaron al pas. Por el contrario, todas ellas resultaron vctimas inocentes de los dolorosos hechos.
Sin embargo, los guerrilleros destacaron personal muy especial dentro del
palacio, desde las primeras horas del 6 de noviembre. En el plan general no se
hace figurar este necesario ingrediente de la accin porque el nmero reducido, la
calidad muy alta de los encargados de esta misin y la funcin tan concreta, no
hacan necesario su inclusin.
La primera mencin de este hecho aparece en la declaracin del doctor Fernando Gonzlez (Magistrado Auxiliar del Consejo de Estado) quien encontr en
la oficina de su colega, la doctora Mercedes Mendoza, a dos personas charlando
con esta, personas que en ltimas resultaron ser Alfonso Jacquin y Doris (posteriormente) identificada como una de las guerrilleras. (Folio 18 del cuaderno 1 del
expediente levantado por el Juzgado 30 de Instruccin Criminal).
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La situacin aludida se hizo crtica a raz de las amenazas que venan haciendo los narcotraficantes a los Magistrados y por las versiones de prensa sobre un
posible ataque del M-19 al Palacio, de lo cual se ha hecho referencia en otro
captulo de este mismo informe, con el resultado de que por orden del seor Ministro de Defensa, impartida el 16 de octubre de 1985, se orden en forma inmediata la vigilancia y proteccin por la fuerza pblica. Se reforz el servicio por un
contingente compuesto por un oficial, un suboficial y 20 agentes, que permaneci
en sitios estratgicos del Palacio hasta el 4 de noviembre de 1985, inclusive.
Aspecto especial de la investigacin ha sido el establecer las circunstancias
que dieron lugar al retiro de la fuerza armada, pues se considera en algunos medios que la falta de proteccin adecuada facilit la accin de los subversivos, que
solo encontraron en su camino a los vigilantes particulares y a las escoltas personales de algunos Magistrados (Presidente de la Corte y Consejo, Sala Constitucional y Consejero Jaime Betancur Cuartas).
Por otra parte, el episodio del levantamiento del servicio de seguridad ha
dado lugar a indignadas rectificaciones y aun a denuncias penales. El fundamento
para stas se hace radicar en los informes rendidos por los seores Teniente Coronel Pedro Antonio Herrera (Comandante el Primer Distrito de Bogot) y Teniente
Coronel Gabriel Arbelez Muoz (Comandante Operativo de Bogot), en los cuales se da cuenta de que el Presidente de la Corte Suprema, Magistrado Alfonso
Reyes Echanda, exigi el retiro, exigencia que en el texto del mismo informe
dirigido al Ministro de Defensa por el Comandante de la Polica de Bogot, se
califica de orden del Magistrado.
Los hijos del Presidente de la Corte, sus compaeros de Magistratura, el Vicepresidente, Magistrado Aldana Rozo, el Presidente del Consejo de Estado, afirman que esa orden no fue dada, que la exigencia no se plante.
Razonan de varias maneras: Inicialmente, como imposibilidad fsica, porque
en la fecha en que se dice fue formulada, el Magistrado se encontraba en la ciudad
de Bucaramanga, hecho acreditado en el expediente. Luego, por expresas manifestaciones en contrario, hechas das antes del asalto.
Al respecto conviene citar el texto ntegro de la constancia aprobada por la
Sala Plena de la Corte, celebrada el 4 de diciembre de 1985:
La Corte Suprema de Justicia, ante algunas manifestaciones hechas en diversos medios de comunicacin, afirma categricamente que ni su Presidente,
doctor Alfonso Reyes Echanda, ni ninguno de los seores Magistrados integrantes de la Corporacin, solicit la suspensin de los servicios de vigilancia que
efmeramente se prestaron en el Palacio de Justicia.
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nicos que merecan proteccin especial eran los Magistrados de la Corte y no los
del Consejo e hicimos notar esta circunstancia.
Intervine en mi carcter de Presidente del Consejo de Estado y le dije al
Capitn, creo que apellido Naranjo, que nos estaba dando el plan, que me daba la
impresin de que ellos no saban quines laboraban dentro del edificio, puesto
que casi todas las medidas hablaban slo de los Magistrados de la Corte. Le hice
esta advertencia muy comedidamente y le recalqu que mantenan magnficas relaciones.
Que haca esa advertencia porque cualquier medida que tocara con la seguridad del Palacio, con la seguridad de los funcionarios que all laboraban, tena que
tomarse por fuerza, de comn acuerdo entre las dos Corporaciones; que ese era un
fuero que yo no pensaba renunciar y que estaba seguro no iba a renunciar el doctor
Reyes Echanda. A continuacin tom la palabra ste y manifest que comparta
todo lo que yo acababa de decir; que efectivamente era una edificacin con dos
dueos de igual categora constitucional y que el manejo de su seguridad deba ser
de consuno. Recuerdo que en esa misma reunin, el doctor Jorge Valencia Arango,
en forma airada, protest por la forma torpe como la Polica estaba ejerciendo el
control de ingreso, al Palacio. Se nos inform en esa reunin que las fuerzas militares haban detectado un plan terrorista orientado a la toma del Palacio por el
M-19 y que a eso se deban las medidas que con urgencia haba que tomar para la
seguridad del Palacio. Se nos dijo que ese plan terrorista de la toma del Palacio se
quera hacer coincidir con la llegada del Presidente Mitterand.
Las medidas propuestas eran unas de fcil cumplimiento y otras ms complejas y costosas, como los circuitos cerrados de televisin.
Recuerdo que all dije, al felicitar al Capitn por el estudio que nos haba
presentado, que yo era supremamente pesimista sobre la adopcin de las medidas
propuestas, dado el estado de quiebra permanente del Fondo Rotatorio del Ministerio de Justicia. A la salida de la reunin y a solas con el doctor Alfonso Reyes
llegamos a la conclusin que las nicas medidas que iban a poder seguir eran las
relacionadas con el aumento del pie de fuerza que se haba iniciado desde principios del mes, ya que las otras, las torres de seguridad, el circuito cerrado de televisin, los vidrios de seguridad, costaran un dineral. Efectivamente con anterioridad a la venida del Presidente francs se aument el nmero de formularios de la
Polica, agentes y oficiales, y se control el ingreso al Palacio hasta dos o tres das
antes de los sucesos trficos. El martes cinco de noviembre, despus del festivo
del cuatro, el Palacio amaneci slo con la poca vigilancia privada que tenamos
en los ltimos cuatro o cinco meses. Este vigilancia privada se prestaba con muy
poco personal y muy mal armada. Aunque carezco de conocimiento a este respecto, s puedo afirmar que las armas de dotacin eran de un slo tiro y parecan ms
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bien escopetas de cacera; creo que de calibre 16. Algunos vigilantes ni siquiera
portaban un revlver... Yo no tuve ninguna informacin sobre el retiro de la fuerza pblica, ni por parte de los militares ni por parte del seor Presidente de la
Corte.
Quiero recalcar que en ninguno de esos das anteriores, me refiero a los
hbiles de trabajo, falt a mi oficina. Siempre he sido madrugador, llegaba cerca de las siete y media de la maana y me iba a las seis y media o siete de la
noche. Esto lo hice durante todo el ao, porque en esa forma crea cumplir mis
labores como Presidente. No recib llamadas de ningn organismo militar en
ese perodo, ni de la Polica a este respecto y no dej ninguna llamada telefnica
pendiente. Mientras dur la vigilancia policiva tuve oportunidad de comentar
con el doctor Reyes las molestias que el servicio en esa forma prestado produca. Pero los dos estuvimos de acuerdo que en eso no se poda ahorrar ninguna
medida, por molesta que fuera. Alfonso Reyes me lleg a decir que nadie poda
dudar que eso era muy molesto, pero que eran gajes del oficio que no haba ms
remedio que tolerar ante las amenazas que tenan los Magistrados. Estimo que
parte de las molestias radicaba en la forma como se prestaba el servicio, por
personal no bien informado sobre las labores que all se cumplan y la clase y
categora de los funcionarios. Era un problema de ignorancia de los agentes que
estaban prestando el servicio; ignorancia que lleg al punto de atajar a los Consejeros de Estado porque no eran Magistrados de la Corte y porque la orden
estaba dirigida a la proteccin slo de stos. Precisamente por ese motivo el
doctor Jorge Valencia Arango tuvo un incidente con un agente que no lo quera
dejar seguir. El doctor Jorge Valencia, insisti en entrar y le dijo: Dispreme
si quiere, pero voy a entrar... Yo le advert en varias ocasiones a don Gonzalo
Viracach, el guardaespaldas de la Presidencia, que ayudara en la coordinacin
y en la mejor prestacin del servicio de vigilancia, dado que l conoca el personal que trabajaba dentro del Palacio. para suavizar as los excesos que pudieran
presentarse. En mi opinin el servicio policivo no se suspendi por peticin de
algn miembro de la Corte o del Consejo. Considero que esto se debi a que ya
el Presidente Mitterrand se haba ido y que la Corte y el Consejo podan seguir
siendo los organismos de siempre, abandonados a su suerte. Cuando se aument
la vigilancia policiva das antes de la llegada del Presidente de Francia, yo no
fui consultado previamente ni tengo informe de que lo haya sido el doctor Reyes Echanda. Un da de octubre, cuya fecha no puedo precisar, don Gonzalo
Viracach lleg con un oficial, no s si del Ejrcito o de la polica, y me informaron que estaban tomando posiciones dentro del Palacio, inclusive hasta en
las azoteas, como seguridad por la venida del Presidente francs. Yo les manifest que consideraba excelente cualquiera de esas medidas, dada la importancia del ilustre visitante. Tampoco recib ningn oficio sobre lo que acabo de
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informar. Quiero tambin manifestar que ante las amenazas que existan, la vigilancia no poda depender de lo que quisieran los Magistrados.
Estimo que se haca necesaria esa vigilancia aun contra la voluntad de los
miembros del Consejo de Estado y de la Corte. El deber de proteccin que tienen
las autoridades, mxime ante amenazas reiteradas y conocidas de todos, nunca
puede depender de una peticin de parte. Me refiero a la proteccin debida a las
personas, las que al ostentar el carcter de funcionarios y ms si son del Poder
Judicial, requieren una ms celosa vigilancia. Cuando hablo de que en casos como
los que estamos narrando, la vigilancia debe prestarse aun contra el querer del
funcionario, lo hago por el convencimiento que tengo del real alcance del artculo
16 de la Constitucin. Y con esto quiero. en cierto sentido, contradecir la afirmacin que se oye de que la vigilancia se quit porque alguien lo pidi as. Ni yo lo
hice, verbalmente o por escrito; y me atrevo a decir que tampoco el doctor Alfonso Reyes Echanda imparti tal orden. Ningn otro Magistrado o Consejero tena
poder para ello.
Herminda Narvez de Tello, Secretaria del Magistrado Reyes Echanda, declar sobre el particular al folio 270 del cuaderno VIII B. (Juzgado 77 de Instruccin Criminal):
En primer trmino no me enter personalmente de que el doctor Reyes Echanda
hubiera dado esa orden ni por escrito, ni telefnicamente, desde la oficina. Si lo
hizo, debi haber sido desde la residencia de l. En segundo lugar, me atrevo a
asegurar que esa versin es absolutamente falsa porque si haba alguna persona
interesada en la seguridad del Palacio y de todos los integrantes de la Corte, era el
mismo doctor Reyes Echanda; tan interesado estaba l en la seguridad de todos
los Magistrados, que hasta haba ordenado poner cortinas en los vidrios del fondo
de las oficinas. . ., para que desde la calle no se tuviera ninguna visibilidad a los
Despachos. Por otra parte, yo personalmente lo observ sobre todo en los ltimos
das, extremadamente nervioso y tan nervioso estara que haba aceptado que le
pusieran escolta, ya que l, en un principio, estuvo renuente a aceptarla. Hay un
hecho muy diciente y es el siguiente: el da martes 5 de noviembre, cuando el
doctor lleg, como todos habamos observado la falta de polica o de vigilancia en
el Palacio, con Yanneth, la Secretaria de la Presidencia, le preguntamos al Sargento de escolta del doctor, no s el nombre, que qu haba pasado con la vigilancia, con la polica, que por qu no haba un solo polica en el Palacio y l nos
contest que la polica estaba de fiesta o de aniversario. Entonces, si el doctor
hubiera dado esa orden y yo no me hubiera enterado, Yanneth s deba saberlo,
puesto que ella era la que tramitaba absolutamente todo lo de Presidencia y ella al
hacerle yo esa pregunta, al Sargento escolta, no me dijo tampoco que estuviera
enterada de esa orden del doctor Reyes.
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Atentamente, Teniente Coronel Gabriel Arbelaez Muoz, Comandante Operativo de Bogot. (Pgina 63 del folleto Las Fuerzas Armadas de Colombia y la
Defensa de las Instituciones Democrticas).
Hechos de tanta trascendencia como los relatados por los dos oficiales en los
informes transcritos, al parecer no fueron oportunamente comunicados al alto Gobierno.
Por eso, cuando el seor Ministro de Justicia, doctor Parejo Gonzlez, en reunin
del Consejo de Ministro, se mostr sorprendido por la falta de proteccin al Palacio, encomendada a 22 miembros de la Polica, y pidi iniciar severa investigacin sobre el particular el seor Ministro de Defensa, General Vega Uribe, ninguna informacin suministr, limitndose a compartir la conveniencia de llevar a
cabo tal investigacin.
Veamos al efecto la declaracin del seor Ministro, Parejo Gonzlez, rendida
el 14 de abril pasado, mediante comunicacin certificada numero 0001/047, dirigida a este Tribunal, en acatamiento a una solicitud nuestra. Es este el texto en lo
atinente al punto que nos ocupa:
A mediados de octubre transcendi, a travs de la prensa escrita, la existencia de un plan de las guerrillas para tomarse el Palacio de justicia. Por esa misma
poca, la Polica Nacional dispuso un servicio especial al de agentes uniformados,
para vigilar la citada edificacin, en nmero de 22. Adems, el 25 de octubre, una
vez elaborado por el DAS y la polica, los Presidentes de la Corte, doctor Alfonso
Reyes Echanda y del Consejo de Estado, doctor Carlos Betancur Jaramillo, me
entregaron en mi Despacho el Plan de Seguridad, que comprenda trabajo que
deba ejecutar el Fondo Rotatorio del Ministerio de Justicia, razn por la cual
invit a esa reunin al Director de este organismo, doctor Manuel Buenahora, y al
Jefe de la Divisin Operativa del mismo, doctor Antonio Munvar, quienes se
comprometieron a iniciar. los trabajos de inmediato. Desafortunadamente la toma
del Palacio de Justicia ocurri 7 das hbiles despus, y el Fondo Rotario apenas
tuvo tiempo de iniciar los trmites de contratacin.
El Ministro de Justicia se interes en grado sumo porque el Palacio de Justicia y los Magistrados, contaran con proteccin de la Polica Nacional. Tuve conocimiento de que tal proteccin se estaba prestando por informacin de la propia
Polica y de los Presidentes de la Corte y del Consejo de Estado. El Ministro de
Justicia vino a saber que esa proteccin haba sido retirada solamente el da 6 de
noviembre, despus de la toma del Palacio de Justicia, porque se lo cont el Presidente del Consejo de Estado, en las horas del medioda, en la primera conversacin telefnica que logr con ese funcionario, quien le manifest que en las horas
de la maana de ese da, entraba con el Consejero Gaspar Caballero y, al darse
cuenta de que no haba un slo agente de la Polica, a manera de chiste, le haba
dicho a ste:
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posibilidad de organizar un cuerpo debidamente equipado, bajo las rdenes exclusivas y directas del Presidente de la Corte o del Consejo de Estado, segn el caso,
o la de especializar contingentes de la Polica Judicial, que bajo la misma direccin y mando, puedan cumplir la misin de proteccin y seguridad que el Estado
debe brindar a Magistrados y dems funcionarios.
La contratacin de vigilantes particulares, pobremente armados, prob ser
ineficaz, a pesar de que los integrantes de ese cuerpo dieron sobradas muestras de
valor y del sentido del deber. Pero nada podan sus medios pauprrimos e inadecuados contra las ametralladoras, fusiles, pistolas, bombas, granadas, etc..., utilizados por los asaltantes.
Ataque y ocupacin del Palacio de Justicia - Ejecucin del plan
Todas las actividades de la honorable Corte Suprema y del honorable Consejo de Estado, en la maana del mircoles 6 de noviembre de 1985, transcurran
normalmente. Nada haca esperar hechos que pudieran trastornar el ambiente de
trabajo de Magistrados, Consejeros, Fiscales, colaboradores y auxiliares, y en
general, de las personas que frecuentan sus oficinas con el fin de ventilar asuntos
sujetos a decisin de las dos altas Corporaciones de justicia. La presencia de guerrilleros del M-19, en el lugar, no despert sospecha ni extraeza, pues ellos tuvieron un comportamiento normal. Simple y llanamente, justificaron su presencia
con el manifiesto inters de conocer jurisprudencias sobre aspectos contencioso
administrativos, en las Secretaras del Consejo de Estado y de la Seccin Tercera
y, desde luego, ocultando su condicin de tales.
Sorpresivamente, ante la ausencia de la fuerza pblica, se dio comienzo al
violento asalto y a la ocupacin sangrienta del Palacio de Justicia. En efecto, a eso
de las 11:30 de la maana, un fuerte y estremecedor golpe de un camin revent el
separador metlico de la portera del parqueadero que da frente a la carrera 8,
seguido de otros dos vehculos, llenos de guerrilleros bien equipados, portando
armas de largo alcance, de uso privativo de las fuerzas militares, dando lugar a
una tremenda balacera que sembr el terror entre los presentes. Vctimas del primer ataque resultaron Eulogio Blanco y Gerardo Daz Arbelez, empleados de la
firma Cobasec Ltda., contratista de la vigilancia, quienes no alcanzaron a utilizar
sus revlveres que se les haba entregado para el cumplimiento de su misin. Las
gentes corran despavoridas en las zonas aledaas al edificio, mientras los guerrilleros que haban ingresado, como ya se dijo, desde tempranas horas al primer
piso, tomaron las armas, situndose en lugares estratgicos, obligando a quienes
all se encontraban a refugiarse en las diferentes oficinas en espera de que se
clarificara la situacin. Con el bloqueo de las dos nicas entradas al Palacio y el
control armado del interior, automticamente quedaron secuestradas y en calidad
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de rehenes todas las personas que se encontraban en el edificio. Jorge Tadeo Mayo
Castro, administrador del mismo, fue eliminado cuando, afanosamente, trat de
escapar. Es de anotar que ningn peligro representaba para los atacantes, por no
portar armas ni haber asumido actitud beligerante.
Algunos testimonios que, fragmentariamente, se reproducen, constituyen vivo
recuerdo de aquellos desgraciados momentos.
El empleado del DAS Ananas Bohrquez Trivio declar:
...Soy o estaba asignado como escolta del doctor Jaime Betancur Cuartas el
da de los hechos, o sea el 6; aproximadamente a las once y cuarenta del da me
encontraba en el primer stano del Palacio de Justicia dentro de la camioneta
asignada y que pertenece al DAS, la cual se encontraba estacionada frente a la
puerta de entrada por la carrera 8, pero al fondo del edificio del stano-parqueadero,
a la hora antes dicha o que entr un carro acelerado y tir la talanquera o lmina
que hay ah para el control de la entrada de los carros, la tir violentamente, volti
a mirar, vi que era un carro que entraba, seguidamente se oy una explosin lo
cual oscureci un poco el sitio y seguidamente un traqueteo de armas de fuego
bastante intensivo, no me acuerdo qu marca era el carro, era como un camioncito,
yo pens que era la guerrilla. En seguida me despoj del revlver que era de mi
propiedad y una billetera. . ., luego me sal de la camioneta y me tir debajo de la
misma. No haca un minuto de estar debajo de la camioneta, cuando una mujer
que portaba al parecer una ametralladora punto 30, al ver que era una mujer le
dije: seorita no estoy armado y ella me dijo salga que si no tiene armas no le pasa
nada; luego esa mujer me requis y me condujo hacia el frente de los ascensores
del costado norte del stano, me dijo acustate boca abajo y luego se fue hacia
donde estaba otro conductor debajo de un carro... Era una muchacha joven, como
de dieciocho aos, no muy gorda, regular, de 1.55 ms o menos de estatura, vesta
un uniforme como verdecito, de armas solamente la vi la que dije antes. . . .
El periodista Alvaro Alberto Almanza Gngora manifest:
...Yo entr al Palacio de Justicia el da 6 de noviembre, en compaa del
periodista Omar Vargas, de Europa Press, entre las once y media y faltando veinte
minutos para las doce, notamos que no haba la seguridad que haba existido la
semana anterior... Cuando nos devolvimos, que nos encontrbamos nuevamente a
pocos metros de la puerta principal que da hacia la Plaza de Bolvar, escuchamos
el ruido de los disparos en el stano y creo, segn lo que o, que los disparos
siguieron por todas las escaleras. Omar Vargas sali corriendo y yo me recost
contra el muro, cerca donde quedaba la recepcin, saqu la grabadora de mi maletn y me puse a grabar la balacera; la seorita que estaba en la recepcin se sali
del Palacio y ella perteneca a la compaa de vigilancia privada que estaba ah, y
los otros dos celadores se preguntaban por dnde seran los tiros y desenfundaron
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de un fusil, entonces yo me atrincher contra el muro y comenc tambin a disparar con mi revlver, cuando en ese momento un guerrillero que vena por el lado
de la cafetera me hizo un disparo, ese guerrillero traa un fusil galil y entonces yo
le dispar, ese guerrillero me hizo el disparo como a una distancia de unos veinte
metros. Cuando yo me qued sin balas en el tambor del revlver, alcanc a sacar
el extractor para botar las vainillas del tambor y le alcanc a meter tres tiros nuevamente al revlver, que fue los ltimos que dispar al guerrillero que me vena
por la cafetera, el cual me haba (sic) avanzado ms; cuando dispar esos tres
tiros, pegu la carrera al segundo piso, pero no sub propiamente al segundo piso,
sino que me qued donde hace descanso la escalera y entr a un cuarto del aseo
que estaba abierto y con la luz prendida y cerr la puerta y volv a cargar el revlver nuevamente, me quedaban ocho tiros, seis le puse al tambor y dos dej en mi
mano; despus apagu la luz y permanec a un lado de la puerta esperando qu
suceda, si era que me iban a matar ah o qu Ah permanec hasta las cinco y
treinta de la tarde en que me rescataron un agente de la Polica...>>. (Folio 19,
del primer cuaderno, Juzgado Veintitrs de Instruccin Criminal).
El seor Marco Tulio Mateus Fontecha, del mismo servicio privado de vigilancia, declar:
... Yo era el recorredor del cuarto al primer piso, en breves momentos yo
estaba en el cuarto piso, tom el ascensor, le dije a la ascensorista que bajara al
stano y al abrir el ascensor, sal y vi que haba una camioneta o camin de color
azul, ya iban de la barrera en adelante hacia el stano y se escuchaba la balacera,
pero en ese momento yo no vi a nadie por esos sitios. Yo me regres hacia atrs,
le dije a la ascensorista que me subiera al primer piso, porque era como sospechoso ese camin y yo era con el fin de avisarle a mis compaeros que se encontraban
en el primer piso y que cubriramos las escaleras cuando abri el ascensor en el
primer piso, ya vi a los dos compaeros en rbita, a Rafael y Vicente Ordez,
pero no vea a ningn extrao; ya empezaban a disparar por parte de las escaleras
norte, pero yo no vea nadie, no vea a dnde sala ese plomo; (sic) yo me escolt
sobre una columna durante unos tres o cinco minutos; yo miraba hacia lado y
lado, en esas vi que sala el administrador del edificio de la parte de la cafetera
que hay en el servicio al pblico, que queda en el primer piso, l sigui por todo
el pasillo, tom una puerta que haba hacia la plazoleta y sigui como hasta el
centro; luego dio la media vuelta a la derecha, para dirigirse hacia el fondo del
edificio. lleg hacia una columna, se recost por la parte de la espalda y lo vi que
baj lentamente, como sentado; los vidrios se seguan partiendo de la plomacera;
luego yo tom la pared hacia la salida de la puerta de la plaza principal; no me di
cuenta que quedaron los dos compaeros mos. Al salir afuera, estaba Rafael Lancheros y un periodista que estaba tomando el ruido de las bombas con un aparatico
pequeito..... (Folio 28 del mismo cuaderno).
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una de las muchachas me pregunt que si estaba Dario, yo le dije que no, pero que
lo esperaba; en esos momentos lleg un abogado del Ministerio de Hacienda que
quera saber cmo iba el negocio de las torturas para ellos pagar o no pagar el
dinero; lo atendi Helena Contreras; Las muchachas seguan sentadas viendo uno
de los copiadores. Yo s que eran las once y media de la maana porque estaba
hablando con una de mis hijas. cuando omos rfagas de bala, como de ametralladora, yo tir el telfono sin decir adis y me par; las muchachas que estaban ah
sentadas corrieron hacia nosotros y gritaron somos del M-19, tindanse as recuerdo yo, no s si diran otra palabra; ah estuvimos acostados boca abajo sobre
el tapete como hasta las dos de la tarde. Mientras nosotros estbamos tendidos en
el tapete afuera, unas dos, tres o cuatro veces gritaban consignas, eran relacionadas con el M-19, y las dos muchachas que dijeron ser del M-19 y que estaban con
nosotras, contestaban presente y combatiendo, ellas tambin gritaban como llamando a alguien decan Aldo y otras veces Roque...>> (Folio 149, primer
cuaderno, Juzgado Treinta).
La seora Milena Elisa Velandia Alvarado, Auxiliar de la Secretara de la
Sala Constitucional, declar:
<<... Al or los disparos sal un poquito hacia la puerta y vi a uno de los
vigilantes con un arma en la mano corriendo como hacia el stano, en ese momento Emilia me dijo que me escondiera porque eso era peligroso, nos metimos debajo del escritorio; de pronto me asom un poquito y mir hacia el patio, vi que
vena el vigilante que llama Jorge N., no s el apellido. vena hacia mi oficina... el
vigilante fue a abrir la puerta que da del patio con direccin a mi oficina, en esas
pego un disparo en el vidrio de la puerta, el celador esquiv el tiro echando la
cabeza hacia atrs, entonces el celador se devolvi corriendo hacia el patio; nosotras continuamos ah metidas debajo del escritorio. . . . (Folio 429, segundo
cuaderno, Juzgado Treinta de Instruccin Criminal).
El doctor Daro Enrique Quiones Pinilla, Secretario General del Consejo de
Estado, dijo:
... Recuerdo que al entrar a la oficina vi sentadas a dos mujeres una de ellas
a quien conoca como hermana del Doctor Jorge Franco Pineda. Esta nia me
Salud y me present a una muchacha que me dijo era su compaera y que en ese
momento lea, no s si un expediente o una carpeta de las copias de las providencias del Consejo de Estado que normalmente se colocaban encima de la baranda
de esta oficina.. . En esos momentos y pasados unos instantes escuch unas detonaciones, me levant de mi escritorio, con el propsito de establecer de qu se
trataba y alcanc a pronunciar o decir que eran bombas porque me parecan que
esos eran los sonidos que se iniciaban en el stano en la parte que da hacia a la
calle y que luego avanzaban hacia el interior del edificio. Cuando estaba yo de pie
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pesar de los rumores que haban circulado durante las semanas anteriores, nadie
esperaba el ataque; cuando se present, no se dispona de un plan para coordinar
los movimientos y acciones de los valerosos defensores del edificio. El golpe de
sorpresa, en primer trmino, y el propsito de los guerrilleros de hacer sangrienta
la operacin, dejaron estupefactos a quienes deban proteger la sede principal de
la justicia colombiana.
Sin embargo, en los primeros enfrentamientos, se causaron bajas a los subversivos, originando el natural desconcierto y el cambio repentino de su plan de
operaciones. Uno de los vigilantes elimin a un asaltante y caus heridas a otros.
Y en la misma brevsima contienda, apareci muerta la enfermera, dejando a los
rebeldes sin la asistencia que ella poda prestar. En el sumario se da cuenta de este
ltimo hecho sin identificar el causante de la muerte.
Algunos testigos hablan de la balacera que se present en el primer piso y
relatan que vieron a guerrilleros utilizando sus armas desde puntos estratgicos.
El peligro producido por todas estas acciones, inmoviliz a todos los rehenes, en
las oficinas que consideraron ms seguras. La primera pausa en el combate se
present al retiro de dos porteros y la vigilante, que haca las veces de recepcionista, quienes ganaron la calle desesperadamente. Un tercer vigilante, que al igual
que los compaeros que salieron a la calle, haba disparado su arma y enfrentado
la guerrilla por unos minutos, se repite, herido logr refugiarse en una pieza aledaa a los ascensores que dan al costado de la plaza de Bolvar. Esta pausa fue
aprovechada para que los guerrilleros tomaran el control pleno del primer piso,
dando oportunidad a que Alfonso Jacquin saliera de la Secretara de la Seccin
Tercera del Consejo, en donde se haba resguardado para eludir ser blanco de los
vigilantes de la puerta principal, y tomara la direccin del grupo que deba permanecer en este piso y ascender al segundo, al tercero y al cuarto piso, por las escaleras de la parte sur del edificio.
Desde el primer piso, y desde las posiciones que los asaltantes ganaron por
las escaleras del sur y las escaleras de la parte norte se reanudaron los disparos
hacia donde se encontraban los miembros de las escoltas de algunos Magistrados.
As lo revel el Presidente de la Sala Constitucional, doctor Alfonso Patio Roselli
a su esposa. Sobre el particular ella declar:
El me llam por mi telfono privado, para decirme que estaba bien, que
estaban disparando en el primer piso y que inexplicablemente las nicas personas, que en ese momento estaban defendiendo el palacio, eran dos de los miembros de su escolta, que el DAS le haba asignado algunas semanas antes
Para mantener atemorizadas a las persona que se encontraban en el interior y
en las cercanas del Palacio, los guerrilleros se dedicaron a disparar a diestra y
siniestra, y hacer estallar bombas que hacan trepidar el edificio y retumbaban
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fuertemente a la vez que daban gritos de combate y proliferaban consignas revolucionarias, confirmando que realmente el M-19 tena la responsabilidad del asalto, como era la creencia comn de todos los cautivos.
El estruendo de explosiones y disparos llen de pnico a los transentes y a
los vecinos y conmocion a la poblacin de las zonas adyacentes. Se observa el
rpido desplazamiento de quienes podan constituir blanco de las armas de largo
alcance, modernas y sofisticadas, de los guerrilleros. La situacin se torn trgica
cuando un ciudadano, el seor Ren Francisco Jimnez, al transitar imprudentemente por la carrera 8, casi al frente de la puerta del parqueadero por donde
penetraron los revoltosos al edificio, result abatido en escena dolorosa que alcanz a recoger un documental de televisin.
La radio desde los primeros instantes del ataque lanz boletines extraordinarios a todo el pas y organiz el cubrimiento, paso a paso, momento a momento,
de los acontecimientos. El pas entero, con preocupacin y tristeza, fue atento a
las noticias que se dieron.
Naturalmente, operaciones que se cumplieron en el corazn del Capitolio
Nacional, en donde varias comisiones constitucionales se encontraban reunidas y
muy cerca del edificio Livano, sede del Gobierno Distrital y del Palacio de Nario,
despacho y residencia del Presidente de la Repblica, provocaron la reaccin inmediata de las fuerzas disponibles. Ciertamente, a enfrentar el grupo de personas
marginadas de la ley y empeadas en hacer dao a las instituciones, concurrieron
al Palacio de Justicia unidades de la polica, de los cuerpos de seguridad y del
Batalln Guardia Presidencial, algunos de cuyos miembros, a la misma hora del
ataque, rendan honores a tres embajadores que presentaban cartas credenciales.
El propio Presidente de la Repblica, doctor Belisario Betancur Cuartas, al
enterarse de los hechos, dio instrucciones para el manejo de la situacin y dispuso
que se le mantuviera informado del curso de los acontecimientos.
Las fuerzas del orden, en primer trmino, desalojaron a los espectadores y
acordonaron la zona del Palacio de Justicia, delimitando un rea para las operaciones militares a la cual no se permiti el acceso de particulares hasta horas
despus de finalizada la contienda y restablecido el orden. Por excepcin, se toler all la estada de profesionales del periodismo, con sus compaeros de trabajo
(fotgrafos, camargrafos, etc.), quienes se situaron en la calle 11 con carrera 7
Desde aqu cumplieron la funcin de informar a la opinin pblica todo lo acontecido.
Las emisoras hicieron contacto telefnico con algunos rehenes. Eso hizo posible obtener, de primera fuente, informacin sobre el drama que se viva en el
interior del edificio. Y, a su vez, sirvi para hacer llegar mensajes de las autorida-
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des a los guerrilleros a fin de que depusieran las armas y se sometieran a las leyes,
ofrecindoles respetar sus vidas y un juicio con todas las garantas.
Intervencin de la fuerza publica
Le correspondi a un agente de la polica, destacado en la zona bancaria
adyacente a la entrada del parqueadero de la carrera 8 afrontar la situacin inmediatamente se percat de la ocurrencia del ataque. Sin contar con ayuda alguna,
en forma aislada, hizo valerosamente uso de su arma, respondiendo a los disparos
que se hacan desde el interior del Palacio, con tan mala suerte que fue herido y
slo tuvo aliento para resguardarse en un vehculo que se encontraba cerca, quedando durante largo tiempo sin auxilio porque el lugar sigui siendo blanco de los
disparos de los guerrilleros, quienes no permitieron que se acercara una ambulancia de la Cruz Roja, que se propuso recogerlo.
Registrada la actuacin solitaria del agente de polica herido, y abandonado a
su suerte en la va publica, se hizo presente un contingente de la polica al mando
del Subteniente Jos Fonseca Villada, Jefe del Segundo Turno de Vigilancia de la
Cuarta Estacin, quien intent penetrar al Palacio por el sector occidental, antes
de las doce del da, logrando en hbil maniobra, situarse en una posicin de avanzada, desde la cual poda enfrentar a los revoltosos y cubrir la entrada de la tropa
al edificio. Desgraciadamente, cuando ya pareca resguardado, al asomar su cabeza para continuar avanzando, recibi impacto que le caus la muerte, en forma
casi instantnea. El testimonio cinematogrfico de todo este trgico y doloroso acontecer hace parte del expediente, por la incorporacin de filmaciones
y grabaciones, ordenada por el Decreto nmero 3300 de 1985. La tremenda balacera retard la accin de sus compaeros y subalternos tendiente a recoger su
cadver.
Entre tanto, aparecen refuerzos del ejrcito, con armas de mayor alcance,
apropiadas para el enfrentamiento. Igualmente llegaron patrullas de la polica y
miembros del escuadrn motorizado. Las fuerzas del orden, desconcertadas en un
principio, se desplazaron con rapidez a tomar el control de sitios estratgicos en
valerosa operacin envolvente del Palacio. Con ella, pretendieron, antes que todo,
evitar el ingreso de refuerzos subversivos y dar captura a personas sospechosas.
Con ametralladoras y otras armas ascendieron a los edificios aledaos. se tomaron
las torres de la Catedral, el edificio Livano y hasta la Casa del Florero, que fue
posteriormente destinada a recibir a los rehenes y dems personas procedentes del
Palacio. Desde las terrazas de los edificios situados en los costados oriental, de la
carrera 8, y norte, de la calle 12, dispositivos de la fuerza pblica disparaban
rfagas permanentes hacia los puntos desde donde se observaba que accionaban
sus armas los sediciosos. Misin especial de las fuerzas destacadas en los pisos
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dieron muerte los guerrilleros a la entrada del Palacio... cuando nos encontrbamos con este personal al fondo del parqueadero en uno de los giros del vehculo se
nos cay la ametralladora punto 50, la que se encontraba despegada del montante,
por accin del golpe al entrar, ya que la altura era muy reducida, ordene abrir la
escotilla lateral para bajar al personal, ya que en ese momento tenamos un relativo control del rea y considere que no haba peligro para el personal; alcanzaron
a bajar dos soldados de seguridad y en esos instantes empezaron a estallar carros
bombas. Ante esta situacin orden embarcar al personal y le dije al Cabo Gonzlez
que saliramos del parqueadero, ya que corramos peligro de incendiarse el vehculo o morir asfixiados por la accin del humo. Una vez fuera, me comuniqu con
mi Coronel Bejarano y le reporte la novedad, esto es, que la ametralladora se me
haba quedado dentro del garaje; el me dio una voz de aliento y me dijo que era
necesario recuperar la ametralladora. Dej descansar el personal un rato y luego
volvimos al garaje, donde desembarcamos con un personal para ir en busca de la
ametralladora; esta accin se nos dificult por la obscuridad que reinaba dentro
del recinto y por el humo que haba concentrado; despus de varios intentos, el
Cabo Gonzlez y el Teniente Riao sacaron la ametralladora, de ah en adelante
pasamos a una posicin de seguridad en vista que el trabajo y el esfuerzo lo estaban realizando las unidades de infantera, polica y grupos especiales; entr nuevamente al garaje, cuando me informaron que un soldado de nombre Avilla Gonzlez
Alvaro haba sido herido, entre con el Teniente Riao en su bsqueda, lo encontramos tirado en el hall entre el stano y el primer piso, se encontraba inconsciente, casi que agonizante, ya casi por un acto de reflejo mova uno de sus pies contra
el piso; inicialmente tratamos de recuperar el soldado, pero nos fue imposible, ya
que ramos sometidos a replegarnos por accin de fuego enemigo, estudiamos el
campo de tiro que tena el tirador y notamos que exista un ngulo muerto, ya que
ellos, los guerrilleros, nos disparaban desde el primer piso hacia l stano con tiro
de fusil en rfagas constantes, el Teniente Riao consigui una manila y la tirbamos constantemente a enlazar al soldado; esta accin se nos dificultaba por la
posicin que se encontraba l y por la amenaza constante de ser heridos, optamos
por sacar los fusiles que estaban ms cerca de nosotros tirados en el piso y que
perteneca uno al soldado y a un Sargento de Guardia Presidencial que haba sido
herido, hubo un momento en que logro el Teniente Riao enlazar al soldado de
una bota o pie y cuando ya estaba asegurado hicimos fuego nutrido hacia el segundo piso, esto con el fin de proteger o cubrir al soldado mientras lo jalbamos, ya
que de otra forma nos lo hubieran masacrado los guerrilleros cuando lo pasbamos por el campo de tiro de ellos, luego de esto sal con el soldado y se lo llevaron
en una ambulancia. Cuando me regres inmediatamente al garaje vi que sacaban
al Teniente Riao, quien haba sido herido en las piernas por accin de una granada. Despus de esto organic al personal y montamos vigilancia sobre la salida del
parqueadero. En la maana siguiente saqu al personal de ese sitio hacia el lado
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del Congreso, desde donde hacamos patrullajes constantes en las calles aledaas
hasta el trmino de la operacin... (folio 30, Juzgado Treinta de Instruccin Criminal).
El soldado Luis Antonio Santan Tibavisco, perteneciente al Grupo Mecanizado Rincn Quiones, dijo:
...bamos en el carro de comando con 8 soldados conmigo, mi Capitn Solano y el Cabo Gonzlez, bamos en un Urut, llegamos como a las doce del da,
lleg mi Capitn y hablo por radio y le dieron orden no supimos que, estbamos
frente a la puerta del Palacio (de) la puerta del stano... mi Capitn desactiv dos
bombas que haban en la entrada y entonces al entrar (sic) la entrada quedaba muy
bajita y se cay la ametralladora punto 50 y luego entonces procedimos a entrar y
cuando entonces explotaron unas bombas y se fue la luz y el motivo que nos hizo
salir fue que haba mucho humo porque por encima de la trompeta del carro haba
quedado un hueco y por ah se nos entraba mucho humo y nos podiamos asfixiar
y por eso nos salimos... despus por la tarde fue que dijeron que el soldado Avila
lo haban herido porque entr a sacar la punto 50, entr con, 3 soldados ms con
otros de los que venan en otro carro pero no me acuerdo.. . Las bombas se encontraban en los dos lados de la puerta, una en cada esquina, las desactiv a tiros de
fusil que le prest un soldado por que el llevaba era una ametralladora MP5... El
s nos orden disparar pero si veamos al enemigo, pero no veamos el enemigo
porque estaba cubierto... entr el Urut de nosotros y detrs un cascabel, el Urut
dio la vuelta y el cascabel se devolvi detrs de nosotros.. . Los carros que entraron, all o sea los dos eran del Grupo Rincn Quinez, el cascabel lo tripulaba
mi Sargento Carabal y dos soldados que iban ah ms, adentro tampoco ese carro
utiliz ninguna arma, seguramente se devolvi detrs del carro nuestro...(folio
414, formado por el mismo Juzgado).
El soldado Alvaro Avila Gonzlez, tambin Orgnico del Grupo Mecanizado
Rincn Quiones, manifest:
<<...entramos ah a donde estaban disparando a sacar la ametralladora punto
50 que se haba cado del Urut que entr, ya nosotros habamos visto dnde
estaba la ametralladora que estaba bien adentro, al ir a coger la ametralladora lo
cogan y le daban a uno, en un momento que nos mandamos y la cogimos con los
soldados porque mi Teniente ya se haba salido y ah fue cuando me bajaron y ah
quede y no me acuerdo de ms...>> (folio 423, Juzgado Treinta de Instruccin
Criminal).
El Subteniente Doney Olmedo Riao Silva dijo:
a la media hora sale el vehculo Urut y pude evidenciar que le faltaba la
ametralladora punto 50 que se cay al entrar al garaje porque el espacio de altura
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era muy reducido, de inmediato entr personal del Guardia Presidencial y sacaron
dos cadveres de dos vigilantes que le prestaban seguridad al Palacio, ah fue
cuando yo entr a recuperar la ametralladora punto 50, porque era una desventaja
para nosotros si ella estuviera en poder de los subversivos. Como el garaje estaba
cubierto de humo, era imposible la visibilidad, me dirig a rastra hacia el interior,
por el camino encontr algunos cadveres de guerrilleras uniformados de verde
con un parche pegado en el hombro derecho que deca: Fuerza militar con el
pueblo con las armas al poder, y en el centro deca M-19. Encontr tambin
equipos con uniformes, alimentos, cobijas, donde ellos se haban cambiado y la
ropa civil, porque creo que ellos entraron de civil; algunas carros se encontraban
envueltos en llamas y constantemente explotaban algunos petardos en otros vehculos, localic la ametralladora y con la ayuda del Cabo Grisales, corrijo, Cabo
Gonzlez, perteneciente a esta unidad, sacamos la ametralladora; en esta recuperacin fue herido el soldado Avila, de esta unidad, la herida fue en la cabeza y a un
Sargento del Guardia Presidencial le dieron un disparo en una pierna, el Sargento
sali, pero el soldado qued en la lnea de fuego mal herido, me volv a auxiliar el
soldado, pero era imposible porque se encontraba en un sitio difcil de llegar hasta
l porque al pasar la puerta en la parte de arriba del siguiente piso se encontraba
una guerrillera con una ametralladora disparando hacia abajo, opt por conseguir
un lazo para amarrar al soldado y sacarlo, porque se encontraba casi inconsciente,
sangrando, yo le tir el lazo y le grit que se agarrara fuerte de el, el soldado cogi
el lazo y al apretarlo le sali sangre de la herida con mayor intensidad, debilitndolo; por fin lo logr amarrar por un pie, pero para sacarlo haba que neutralizar el
fuego que venia de arriba; solicite unas granadas al Comandante del Batalln
Guardia Presidencial para distraer as a los subversivos y poder sacar al soldado;
un oficial del Guardia Presidencial me dijo que lo apoyara en fuego para el poder
subir y lanzar las granadas; de inmediato despus de explotar las granadas entr y
saqu al soldado y cuando vena con los fusiles que haban quedado del soldado y
Sargento del Guardia, fui sorprendido por una granada lanzada de la parte de
arriba y como qued mal herido en las piernas, los guerrilleros disparaban a mi
cuerpo, pero como me estaban apoyando con fuego no alcanzaban ellos a puntar y
ningn proyectil me alcanz; sal de rastra y fui auxiliado y evacuado al Hospital
Militar. De ah no se ms; estos hechos ocurrieron desde las tres de la tarde hasta
las siete de la noche. Durante este lapso de tiempo se desactivaron algunos petardos por agentes del DAS expertos en explosivos y se pas revista minuciosa de
todos los vehculos que haban en el interior, se sac todo el material que haban
dejado los guerrilleros, como cinco morrales que contenan cada uno de ellos un
vestido verde, una chaqueta de doble faz, dos tarros de salchichas, dos tarros de
leche condensada, un brique, un cepillo de dientes, dos bolsas como con avena,
algunos tenan toallas higinicas, cachuchas verdes, banderolas del M-19, una
tula militar que no s qu contena, estos elementos que fueron entregados a la
109
salida a un seor Capitn Carvajal del Batalln Guardia Presidencial... Al comienzo era difcil la visibilidad por el humo producido por los vehculos estallados, vi muchos cables, unas trampas cazabobo sin activar, que consta de tres estacas que al tocarlas explotan, costales con tierra y petardos sin activar, los dos
vehculos de acarreos con los que penetraron ellos al Palacio, dentro de estos
haba mucha herramienta, como martillos, azadones, barras y una caja llena de
banderas alusivas a este movimiento... (folio 6, Juzgado Sesenta de Instruccin
Penal Militar).
La gran trascendencia que tuvo la operacin de las unidades blindadas, segn
lo narrado por los testigos, consisti en que por el stano penetraron los primeros
destacamentos de la fuerza pblica, dando comienzo a la recuperacin del edificio
y al proceso de liberacin de rehenes. Al efecto, en acciones que se iniciaron
pocos minutos despus de la una de la tarde, fue posible realizar el plan de contraataque militar, presionando la retirada de los guerrilleros a los pisos superiores.
Siendo importante anotar que la sangrienta y prolongada batalla caus numerosas
bajas en ambos bandos, dio lugar al primer incendio en el stano y se caracteriz
por el empleo de armas automticas, bombas y explosivos. Al mismo tiempo que
se desarrollaba el feroz combate del stano, las fuerzas militares tambin contraatacaban al frente de la Plaza de Bolvar. Aproximadamente a las dos de la tarde
entr un vehculo Cascabel al primer piso del Palacio, en inslito e impresionante
episodio, que en todos sus detalles fue cubierto por la radio y que la opinin
pblica pudo ver en documentales de televisin. El ingreso de este poderoso aparato militar destruyendo la majestuosa e imponente puerta, adquiri especial dramatismo y sumi en el suspenso a quienes seguan consternados el curso de los
acontecimientos.
Resguardndose con el carro blindado rpidamente ingresaron al primer piso
varios miembros de las fuerzas del orden, con el propsito de tomar posiciones
para establecer una base de accin coordinada con la fuerza que ya se encontraba
en el stano. Las rfagas de ametralladora, como es obvio, obligaron a los guerrilleros a reagruparse, a su vez, en posiciones distintas a las que les daba el control
total del interior del Palacio, recurriendo a nuevas tcticas, esta vez defensivas,
con el empleo de las armas de mayor poder destructivo (bombas, rockets y dems
explosivos), sin haber logrado resultados positivos. El Palacio se convirti en un
gran campo de batalla, produciendo angustia, temor y desesperacin entre los
rehenes. El doctor Ramiro Borja, Magistrado Auxiliar del Consejo de Estado, en
declaraciones a la radio, describi como infernal el ambiente que se viva.
Con la entrada de otro tanque y de nuevos refuerzos militares, se logran mayores avances de las fuerzas del orden que extienden la contraofensiva al segundo
piso, haciendo posible la liberacin de los primeros rehenes y el retiro de heridos
a centros de asistencia hospitalaria.
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Pasamos a mencionar las operaciones llevadas a cabo, tambin desde el medio da, por unidades especializadas de la polica, pertenecientes al COPES (Curso de Operaciones Especiales), que fueron transportadas en helicpteros a la parte
superior del Palacio, con el objetivo de liberar a los Magistrados y dems rehenes
que se encontraban en las oficinas del cuarto piso.
Sobre este particular declaro el Capitn de la Polica William Rafael Contreras
Rodrguez:
...El da 6 de noviembre, aproximadamente a las 12:00 horas fuimos enterados por el seor General Victor Delgado Mallarino, Director General de la Polica, sobre la toma del Palacio de Justicia al parecer por un grupo subversivo, ante
lo cual orden la preparacin del personal que integraba el COPES, para actuar
ante tal situacin, ante lo cual nos trasladamos a la Direccin General de la Polica, habiendo recibido instrucciones precisas por parte del citado General sobre
cmo se encontraba la situacin. Acto seguido, se orden el traslado al Palacio de
Justicia, utilizando para ello tres helicpteros de la Polica, con la misin de descender por la azotea y penetrar al edificio, ms exactamente al cuarto piso, y
evacuar al personal de Magistrados que se encontraban en las oficinas del cuarto
piso, ya que segn nos lo manifestaron, haca pocos minutos haban informado
telefnicamente que ellos se encontraban en el cuarto piso y que los guerrilleros
no haban llegado aun a ese piso Nosotros descendimos en la azotea aproximadamente a las dos de la tarde, y permanec (sic) la mayor parte en la terraza del
edificio, ya que la misin particular mia era la de brindar seguridad en la terraza.
Primeramente llegamos catorce hombres, era el primer viaje que hacan los tres
helicpteros: dos pequeos que llevaban de a cuatro hombres y el otro que era
donde yo vena, iban seis hombres.... (Folio 158, Juzgado 30 de Instruccin criminal) .
Por su parte, el Capitn de la misma Polica Nacional, Carlos Alberto Orjuela
Snchez, expres:
...Estuve en el Palacio de Justicia el da 6 de noviembre, previa orden del
seor Director General de la Polica, me encontraba en la Escuela Gonzalo Jimnez
de Quesada, en una demostracin de operaciones especiales a los seores Directores de Polica a nivel suramericano y all se encontraba mi General Delgado Mallarino,
Director General de la Polica. Se tuvo conocimiento de la toma del Palacio por
parte del M-19, ordenndome mi General organizar los grupos con el fin de dirigirlos al Palacio de Justicia. Salimos de la escuela con direccin al Palacio de
Justicia, en dos helicpteros, uno al mando del Capitn Anbal Tulero Cruz (fallecido) y el otro al mando del suscrito. Salimos aproximadamente a las doce del da,
previa orden de mi General Delgado, hacia el Palacio de Justicia y una vez en el
aire recib la orden de trasladarme con los dos helicpteros al Despacho del seor
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Director General de la polica, mediante planos del palacio y esperamos que nos
dieran la orden de salir al Palacio de Justicia. Nuestra misin principal que me dio
mi General Delgado fue la de aislar el cuarto piso, brindarle la proteccin a los
seores Magistrados y hacer la evacuacin porque, segn informaciones, se deca
de que los guerrilleros, aclaro, se sabia que los guerrilleros se encontraban en el
stano, primer piso y parte del segundo piso. Una vez llegamos al Palacio de
Justicia en helicptero, por la azotea del mismo, logramos ganar inicialmente toda
la parte de la terraza, procediendo al operativo previamente planeado. En la llegada a la terraza del palacio, que se hizo en dos helicpteros, uno al mando del
extinto capitn Talero, y otro al mando del suscrito, en cada helicptero iban seis
hombres incluidos nosotros, procedimos a desembarcar en helicptero estacionario, saltando a la terraza y tomando control de seguridad, repeliendo el ataque, y
lo helicpteros se regresaron cada uno tom su posicin que se haba acordado,
procediendo a hacer la penetracin por una claraboya, tan pronto se levant la
tapa fuimos recibidos a tiros, se nombr seguridad con el fin de evitar la salida del
personal subversivo por esa claraboya y simultneamente por la otra claraboya
estaba entrando otro grupo por donde pudimos penetrar por medio de una escalera
de varilla doblada, incrustada en la pared, a mano derecho haba un cuarto pequeo, al parecer de una motobomba y pegada a ste una puerta metlica con cerrojos
y llave, la cual procedimos a tumbarla mediante disparos de galil a las bisagras,
pasamos la puerta, nos entramos con el Capitn Talero, encontrando un hall, una
pequea escalera que continuaba a mano izquierda, una vez bajados los primeros
escalones hubo intercambio de disparos hasta lograr llegar al hall, el cual conduca mano derecha por un corredor o hall donde haban dos ascensores a mano
derecha; en seguida de estos, una sala de conferencias con puerta de vaivn, ah
terminaba ese corredor y posteriormente a mano izquierda se encontraba el resto
del pasillo del cuarto piso hasta donde se poda observar por cuanto no haba luz
y en su interior del edificio estaba inundado de humo negro, producto de granadas
de humo, lanzadas por los guerrilleros, porque de pronto cuando estaba como
aclarando sonaba el estruendo y volva y sala cortina de humo. Avanzamos hasta
ese recorrido (sic) del pasillo del cuarto piso, donde hubo enfrentamiento desde la
entrada por la puerta metlica hasta ese sitio, hasta ah entr, cuando a las 5:30
ms o menos me cayo una granada cerca, una granada de fragmentacin y me
alcanzaron algunos fragmentos y al mismo tiempo una rfaga de ametralladora,
habiendo recibido tres impactos... Al verme herido, retroced arrastrndome, llegando en mi auxilio dos de mi grupo: el Teniente Bermdez y el Teniente Aldana,
tan pronto me recuper de la onda explosiva producida por la granada, hubo otro
intercambio de disparos y al asomarme a la esquina del pasillo, el galil que portaba en las manos me peg en el pecho, dispare, saliendo solamente un disparo y
pens que se me haba acabado la municin y proced a cambiar el proveedor,
Observando que el proveedor tena municin y tena un impacto o hueco produci-
112
do por un tiro, o sea que cuando el fusil me peg en el pecho fue por el impacto
del tiro que me dio en el proveedor, procediendo a cambiarlo con un proveedor
que me dio el Teniente Aldana; hubo otro intercambio de disparos y una vez que
hubo un silencio prolongado me devolv y habl con el Capitn Talero, que se
encontraba en el hall mencionado prestando seguridad al grupo que habamos
entrado, lo enter de la situacin de lo que estaba ocurrido all y pas a relevarme haciendo mi salida por la misma claraboya en que entre, comuniqu por
radio de Halcn Uno estaba herido que enviaran el helicptero para la evacuacin. Halcn Uno era yo y Halcn Dos era Talero, dentro de las informaciones
que le di al compaero le dije que estaba casi seguro que haban francotiradores
con miras telescpicas nocturnas o sea con lentes infrarrojos, porque en sus
disparos eran muy precisos. Una vez sal a la terraza comuniqu al helicptero
por medio de la central para la evacuacin de Halcn Uno, a los quince minutos
aproximadamente me inform el Teniente Aparicio que haban herido al Capitn Talero, ordenndole al Teniente me confirmara la versin dada por el, esa
me lo dijo l personalmente, saliendo a la terraza, mientras el Teniente confirmaba comuniqu por radio que Halcon Uno y Halcn Dos se encontraban heridos; al rato regres el Teniente Aparicio diciendo que mi Capitn Talero le
haban pegado un tiro en la cabeza, acto seguido comunique por radio que Halcn Dos haba muerto y que enviaran helicptero para la evacuacin de Halcn
Uno. Aproximadamente a las seis y cuarto llego el helicptero para la evacuacin y en forma estacionaria nos agarramos del patn del helicptero, logrando
ubicarnos dentro con el Teniente Aparicio, quien se encontraba tambin lesionado en una rodilla, en el momento de descender del helicptero, saliendo en
direccin al Hospital Militar. ... . (Folio 407), Juzgado Treinta de Instruccin
Criminal).
Sobre la muerte del Capitn Talero inform el Subteniente Wilson Aparicio
Chacn lo siguiente:
...A l le pegaron un tiro en el pmulo derecho, muri instantneamente, me
di cuenta porque estaba muy cerca de l, y el cadver se intent sacarlo, pero no se
pudo debido a los continuos ataques de los guerrilleros, ya que se encontraba en la
lnea de fuego... Habamos avanzado por todo el corredor, llegamos al primer
recodo que era donde estaba la oficina que le digo, ah nos quedamos y cuando nos
bamos a devolver, l sali de primero y ah fue cuando le dieron, l quedo tendido
en ese corredor largo. . . All llego el Teniente Aldana Avila Orlando, el Subteniente
Bermdez, el Capitn Talero y mi persona; de regreso fue que mataron a mi Capitn Talero y a Aldana le dieron un tiro en una pierna... La posicin era buena
porque podiamos cubrir un poquito ms, pero quedamos all metidos en esa oficina, pero las llamas ya empezaron a asediar y tambin tuvimos que salir por la
calor.... (Folio 256 del mismo Juzgado).
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De las declaraciones transcritas, y de las dems pruebas del proceso se deduce que el operativo fue planeado con el mejor de los propsitos, el de liberar a los
Magistrados, en el cuarto piso, y que se encomend a unidades especializadas,
con trayectoria en acciones de gran riesgo y peligro, altamente calificadas y de
gran valor personal. Lamentablemente no tuvo xito y produjo notables bajas que
afectaron sin lugar a dudas a sus dems integrantes. No es difcil suponer que la
llegada en helicpteros del personal a la terraza, desde las primeras horas del
medio da alerto a los guerrilleros, permitindoles preparar el contraoperativo,
con sus mejores elementos y con las armas mas sofisticadas que posean. La falta
de servicio de energa, agravada con la mayor oscuridad producida por el humo de
las bombas, y la misma arquitectura del edificio, les facilit ubicarse en sitio
seguro con la mira hacia el nico lugar por donde podan aparecer los agentes
del orden. La puerta de hierro difcil de abrir fue tambin factor favorable a la
subversin.
El incendio, finalmente, obligo a todos los integrantes del COPES a retirarse
del lugar sin haber logrado rescatar el cadver de su Comandante Talero Cruz, lo
que a la postre los desmotiv y lleno de pesar.
Es sorprendente la habilidad de quienes lograron llegar a la oficina del Magistrado Baquero y regresar con vida. Y digna de admiracin la forma como los
sobrevivientes consiguieron evacuar a sus compaeros heridos.
Los restos calcinados del cadver del Capitn Talero no permitieron la descripcin de la herida, aunque los oficiales compaeros, como ya se vio, afirmaron
que el proyectil haba penetrado por el pmulo derecho.
As termin, al menos por ese da, la operacin del COPES en el cuarto piso.
Este operativo ha dado lugar a controversias, como se ver ms adelante.
Para mejor comprensin de lo acaecido en esta eventualidad, es conducente reflexionar sobre la diligencia de inspeccin judicial practicada por el Juzgado Treinta
de Instruccin Criminal Ambulante, que aparece a folio 341 y siguientes del cuarto cuaderno formado por su despacho.
Intensificacin de hostilidades - Demanda de cesacin del fuego
Desde el ingreso al Palacio de las fuerzas militares por el stano, el primer
piso y la terraza del edificio, hubo combates continuos, con muy pocas pausas.
Las rfagas de las armas automticas, las bombas, los explosivos y los rockets
presagiaban una gran tragedia. El piso result ser el nico medio de defensa de
los cautivos; los gases lacrimgenos, la carencia de alimentos, la oscuridad, el
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funcionamiento deficiente de los telfonos, la falta de agua y de servicios esenciales, tornaron ms dantesco el panorama. Los gritos de proclama de los entusiastas de la subversin, rara vez se oan. Fueron reemplazados por ruegos y
splicas de cese al fuego por parte de los rehenes, vctimas inocentes de la contienda armada.
Para poner fin al conflicto o lograr una suspensin temporal, siempre se confo en la posibilidad de intervencin de la Cruz Roja, de la Comisin de Paz o de
cualquier otro mediador de buena voluntad.
En una entrevista radial un guerrillero que se identific como Luis Otero y se
llamo supremo comandante del Operativo Antonio Nario por los Derechos del
Hombre, que la subversin vena ejecutando a travs de la autodenominada compaa Ivn Marino Ospina del M-19, exigi la cesacin inmediata del fuego y el
comienzo de conversaciones con el alto Gobierno, conducentes a la realizacin de
los objetivos revolucionarios, uno de los cuales, como ya se vio, era el de conseguir la asistencia del doctor Belisario Betancur, Presidente de la Repblica, para
someterlo a juicio que deba adelantar la misma Corte Suprema, en el Palacio
ocupado, exigencia que formul bajo graves amenazas. La respuesta del Gobierno
fue pronta y terminante, en el sentido de que no habra tales conversaciones ni
suspensin de las acciones militares, ya iniciadas, que estaban encaminadas a
rescatar a los rehenes, recuperar el Palacio de Justicia, restablecer el orden, capturar y sancionar a los responsables del ataque.
Planteadas las posiciones entre las fuerzas del orden y la subversin, en el
terreno armado, se produjo, despus de cruenta intensificacin de las hostilidades
que tuvieron como escenario, naturalmente, los lugares ms cercanos a los refugios de rehenes y guerrilleros. Un grupo de subversivos, al mando del mencionado Luis Otero, irrumpi en la oficina en donde se encontraba el Presidente de la
Corte, doctor Alfonso Reyes Echanda, para ratificarle su calidad de rehn hacerle
saber que su suerte y la de los dems compaeros de infortunio estaba atada al
resultado de las demandas y condiciones formuladas al Gobierno. La situacin se
agrav al extremo de que slo se consider posible la solucin armada, por las
posiciones antagnicas y las motivaciones que se dieron por unos y otros para no
acudir al dilogo. El doctor John Agudelo Ros, Presidente de la Comisin de Paz,
refirindose das despus a esas actitudes inmodificables, expres:
Aun cuando parezca paradjico, los trgicos sucesos del Palacio de Justicia
se debieron a dos sinceros optimismos encontrados: El del Gobierno, que crey
siempre, sin duda alguna, que el M-19 se entregaba, y el del M-19, que crey
siempre que el Gobierno no negociaba. Eso, simplemente, produjo la catstrofe
que todos lamentamos.
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haba invadido, portando armas de uso privativo de las fuerzas armadas, el Palacio de Justicia. Por la misma fuente de informacin o que los invasores del Palacio amenazaban de muerte a los seores Magistrados de la Corte Suprema de
Justicia y Consejeros de Estado. Mi impresin fue obviamente de sorpresa por la
gravedad y magnitud del atentado terrorista y mi reaccin inmediata fue la de
ponerme en contacto con el Presidente de la Repblica y sus Ministros para ofrecerles mi solidaridad democrtica.
Antes de que yo hubiera logrado comunicarme telefnicamente con el Palacio Presidencial, recib una llamada del Ministro de Gobierno doctor Jaime Castro, quien me manifest estar en el Palacio de Nario, ocupndose con el seor
Presidente y algunos otros de sus colaboradores, en el estudio de las medidas que
deberan adoptar por parte del Gobierno en defensa del orden constitucional transitoriamente quebrantado por los asaltantes del Palacio de Justicia.
No podra precisar si fue el seor Ministro de Gobierno en su conversacin o
los noticieros radiales los que me permitieron conocer la noticia de que soldados
del Batalln Guardia Presidencial se dirigan hacia la sede de la Corte Suprema de
Justicia y del Consejo de Estado. Yo le manifest al doctor Castro, Ministro de
Gobierno, que deseaba conversar con el seor Presidente Betancur para expresarle mi repudio del acto terrorista. El me dijo que el Presidente en ese momento se
encontraba ocupado en algunas conversaciones de larga distancia, pero que saba
que el Jefe del Estado se propona hablar conmigo en muy breves momentos.
Evidentemente, despus de diez minutos el Presidente Betancur me llam
por telfono y antes de que l me hiciera cualquier planteamiento yo le expres,
como tambin se lo haba expresado ya al Ministro de Gobierno, mi rechazo y
condenacin del acto terrorista que se haba cumplido contra el Palacio de Justicia. El seor Presidente Betancur me inform que haba estado haciendo consultas
telefnicas con los ex Presidentes de la Repblica para informarlos de los hechos
y para comunicarles de su decisin de rechazar el acto terrorista y restablecer el
imperio de la normalidad constitucional. El Presidente al informarme a m mismo
de su decisin me expres que era una decisin tomada en completo acuerdo con
los mandos militares. Yo sent que era mi obligacin hacerle una muy breve sntesis de mis experiencias con la toma violenta de la Embajada Dominicana y le
manifest que mi impresin era la de que si se les permita un tiempo para reflexionar no reacionaran en la forma criminal que los haba determinado a asaltar
el Palacio agregndole que a mi juicio, unas personas que tuvieran tiempo para
pensar vacilaran en jugarse la vida y concluiran en el arreglo en que concluy lo
de la embajada cuando se entregaron a cambio simplemente de preservarles la
existencia. El me dijo que evidentemente su criterio y el de las fuerzas armadas
era el de obtener, con el mnimo de sacrificios de vidas, el mximo de resultados
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manifest que tena la impresin que en ese momento se estaban tomando por la
fuerza el Palacio de Justicia. A los pocos minutos me llam mi hijo Andrs Pastrana,
quien me confirm el hecho y puso en la bocina telefnica un radio a travs del
cual tuve oportunidad de conocer la transmisin que se estaba haciendo sobre lo
acontecido. Haca las ocho de la noche, estando adems en mi habitacin el Embajador de Colombia en Alemania, doctor Luis Carlos Barros y su hermana Betty,
recib una llamada del Presidente de la Repblica, doctor Belisario Betancur, quien
en forma inmediata me reiter la toma del Palacio de Justicia por un grupo guerrillero integrante del M-19 y expres que todo indicaba que estaba comandado por
Almarales. Agreg que haba hablado con los ex Presidentes Alberto Lleras Camargo,
Carlos Lleras Restrepo y Julio Csar Turbay Ayala, quienes le haban manifestado su apoyo en defensa de las instituciones. No recuerdo si mencion haber hablado ya con el ex Presidente Lpez Michelsen, o que estaba tratando de localizarlo,
ya que se encontraba en Pars. Me agreg que, segn las informaciones iniciales
todo indicaba que las pretensiones eran las de negociar con el gobierno sobre
temas que comprometan altamente la existencia de toda la estructura jurdica de
la Nacin. Igualmente puso en mi conocimiento que haba Magistrados como rehenes de los subversivos, pero sin determinar sus nombres y el nmero de los
mismos. Le manifest que por el conocimiento, fruto de lo que acababa de comunicarme y de las conversaciones que yo ya haba sostenido con anterioridad, tena
la impresin que lo que estaba en juego no era un gobierno ni un sistema, casi ni
la sociedad misma, sino todo el conjunto de valores que formaban parte de nuestras tradiciones, de nuestra existencia republicana y de la civilizacin de la que
formbamos parte. Que el atentado mismo contra la sede de un rgano de poder
que en Colombia haba dado claras muestras en sus decisiones y en su proceder de
total independencia frente al Ejecutivo; el hecho mismo de centrar la accin de
violencia en un edificio situado en el corazn de los poderes pblicos; la toma
como rehenes de Magistrados no slo prestantes por su cargo sino por su propio
prestigio, implicaba que el alcance de la accin no era la bsqueda de una fcil
transaccin que implicara por parte del Gobierno concesiones sin comprometer
las instituciones, o dinero, sino algo ms de fondo que pudiera poner en peligro
principios bsicos de la vida del pas.
Sbitamente el Presidente me manifest que en ese momento entraba a su
despacho el General Miguel Vega Uribe, acompaado si mal no recuerdo, del
General Delgado Mallarino y me dijo usted hablara con el General Vega sobre
lo que me ha expresado? Le di respuesta afirmativa y el General pas al telfono,
le expres que consideraba que Colombia estaba al frente de una circunstancia y
en un momento definitorio de su destino y que en esa definicin las Fuerzas Armadas, como en tantas ocasiones en nuestra historia, tenan una altsima responsabilidad. En sus manos le expres est en alto grado la responsabilidad ante una
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situacin de tan complejas caractersticas. El General me agradeci mis conceptos. Virtualmente ah termin la comunicacin con el Presidente.
Al da siguiente sal por tierra hacia Baden-Baden, cruzando la parte norte de
Italia y nos detuvimos a almorzar en Miln, y en el restaurante en un aparato de
televisin estaban pasando noticias, nos enteramos del incendio del Palacio de
Justicia. Al llegar a Baden-Baden, recib una llamada del Canciller Augusto Ramrez
Ocampo, quien me manifest que con motivo del incendio se haba establecido
una pausa y que pareca que sala una persona con bandera o pauelo blanco que
bien poda ser Almarales, por lo cual haba alguna esperanza de que culminara la
toma del edificio.
Estaba muy conturbado y me manifest que los hechos haban tenido caractersticas ms violentas de lo que haba sido posible suponer.
Ms tarde, entrada la noche, me llam el Presidente Betancur, quien me inform muy entristecido que haba culminado la ocupacin con el saldo, trgico de
la muerte de algunos Magistrados, mencionndome el nombre del Presidente de la
Corte, doctor Alfonso Reyes Echanda. Como yo saba que uno de los rehenes era
mi entraable amigo de toda la vida, Alfonso Patio Roselli, le pregunt que si l
estaba dentro del grupo de los Magistrados sacrificados y me respondi que no
saba todava, pero en ese momento en que posiblemente alguien que escuchaba la
conversacin le inform que infortunadamente era uno de ellos. El seor Presidente termin la conversacin, manifestndome que estaba escribiendo la alocucin con que se dirigira al pas. Puedo con certeza decir que nunca, o muy pocas
veces haba tenido un dilogo en el que se reflejara ms pesadumbre, inquietud y
quebranto de espritu, pesadumbre que desde luego yo tambin compart. Posteriormente sostuve varias conversaciones telefnicas con el Presidente informndome sobre el desarrollo ulterior de los hechos y las reacciones encontradas de la
opinin ciudadana.
Con el fin de que no hubiera duda futura sobre mi solidaridad con el Jefe del
Estado y no obstante esta conversacin telefnica, le dirig desde Baden-Baden
un telex en tal sentido.
Lo nico que considero pertinente agregar es que nunca tomo apuntes de
conversaciones, ni registro de las mismas, por eso la fidelidad de lo expresado
obedece a mi memoria y si hay errores considero en nada modifican lo sustancial
de la conversacin y de los criterios que en ella estuvieron inspirados .... (Folios
1803-1806).
El seor ex Presidente, doctor Alberto Lleras Camargo, el da 8 de abril,
declar:
...El seis de noviembre estuve oyendo por radio todo el proceso de la toma
del Palacio de Justicia, por los alzados en armas. En las horas de la tarde, que no
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sidente de la Repblica me haba llamado por tres veces y me solicitaba comunicarme con l tan pronto como regresara a la Casa. As lo hice.
En la primera conversacin el doctor Betancur me inform acerca de la toma
del Palacio por parte del M-19 y las exigencias que formulaba al Gobierno Nacional en el sentido de que se entablara una negociacin para obtener la liberacin de
los rehenes que eran nada menos que los Magistrados de la Corte Suprema de
Justicia y los Consejeros de Estado, conversamos por espacio de varios minutos y
yo le manifest que, cuando ejerca el mismo cargo, me haba visto colocado ante
un dilema semejante en el caso de Jos Raquel Mercado, secuestrado por el mismo M-19, o entregaba mis atribuciones de Jefe del Estado y acceda a sus exigencias, en el sentido de dictar determinadas medidas y derogar otras, interfiriendo
inclusive con decisiones judiciales, o pona en peligro la vida del lder sindical, si
me negaba a hacer lo que ellos exigan. Le expres al mismo tiempo mi simpata
ante la difcil situacin que afrontaba y le ofrec el apoyo que fuera necesario para
sortearla con fortuna. El me inform entonces que la opinin que yo expresaba
coincida con la de los otros ex Presidentes y la de los jefes polticos de los partidos tradicionales. Me agreg que confiaba en que la operacin se terminara en
breve trmino y sin prdida de vidas humanas, dejndome la impresin de que en
el trmino de horas, al amparo de la noche, se iba a realizar una operacin de
rescate cuidadosamente preparada. Como quiera que entre los rehenes figuraba la
seora del Ministro de Gobierno y el hermano del seor Presidente, doctor Jaime
Betancur, qued pendiente de sus noticias, poniendo el telfono a una distancia de
fcil acceso en el sitio donde dorma.
Tres horas mas tarde, fui informado de nuevo por el seor Presidente en el
sentido de que los asaltantes se obstinaban en no rendirse y que se haba desatado
un incendio que, por el humo, no permita proceder con la rapidez debida, como
todos lo deseaban. En ese momento estaba presente el doctor Jaime Castro, con
quien me cruc unas breves palabras desendole que su seora saliera sana y salva
y elogindole la entereza con que haba puesto sus deberes de Ministro por encima
de cualquier consideracin afectiva, al proceder segn su conciencia. Unas horas
ms tarde se repiti la llamada para informarme sobre el feliz desenlace que haba
tenido la liberacin de algunas de las vidas que estaban en peligro y la posibilidad
de entablar el dilogo. Entre tanto yo haba recibido comunicaciones del exterior
segn las cuales se le haba impedido a la Cruz Roja entrar al Palacio de Justicia,
siendo as, en concepto de mis informantes, que sta hubiera sido el vnculo indicado para entablar el dialogo. El seor Presidente me respondi que, lejos de
haberse obstaculizado por el Gobierno o por el ejrcito la presencia de la Cruz
Roja, l mismo tena inters en buscar cualquier medio de comunicarse con los
guerrilleros. Sin embargo, para mayor seguridad, me ofreci cerciorarse personalmente de cuanto estaba ocurriendo y volver a informarme a la mayor brevedad. En
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...En el breve tiempo de una declaracin no es posible decir todo lo que uno
sabe sobre un episodio tan extenso. En cuanto a mi conversacin con el seor
Presidente de la Repblica, fue as: El me llam despus del medio da para informarme que el M-19 era el autor del asalto del Palacio de Justicia y que haban
decidido no conversar con los asaltantes porque ellos exigan para hacerlo un
quebrantamiento del orden y de las instituciones. Yo le manifest que yo sera
solidario con su decisin en vista de que l tena todos los elemento de juicio y
simplemente agregu: en fenmenos como ese de terrorismo se requera proceder
con energa pero al mismo tiempo con el mximo de inteligencia. Este es un desafo a la excelencia de las Fuerzas Armadas y de los sistemas que preservan el
orden pblico. Lo que sigue es el ejercicio de la inteligencia. Nos despedimos
manifestndole yo mis deseos por el xito... . (Folio 1981).
El doctor Virgilio Barco Vargas, candidato a la Presidencia de la Repblica,
el mismo da 14 de abril, declar:
...En realidad yo tuve esos das solamente un dilogo con el seor Presidente de la Repblica, el seis de noviembre. Al regresar a mi casa de habitacin,
aproximadamente a las siete de la noche, fui informado de que haba recibido un
par de llamadas del seor Presidente Betancur y en seguida proced a comunicarme con el Palacio de Nario y ponerme a las rdenes del seor Presidente, quien
me inform que ya haba conversado con todos los ex Presidentes inclusive con el
doctor Lpez, a quien haba localizado en Londres. Adems me inform que tambin haba hablado con los doctores Alvaro Gmez y Luis Carlos Galn. En seguida me manifest que no habra negociacin con los asaltantes, es decir, que el
gobierno tena la decisin de no ceder ante las exigencias de los asaltantes del
Palacio, pero que les haba ofrecido que estaba dispuesto a respetarles la vida y a
un juicio justo si desistan de su propsito. El Presidente agreg que ya estaba
montada y lista la operacin militar para entrar al Palacio. Me dijo que sta poda
iniciarse tal vez a cualquier momento despus de las diez de la noche. Le agradec
la informacin que me acababa de suministrar.
Como dato especial puedo agregar que una de las emisoras de radio, creo que
RCN, remiti a las oficinas de la Campaa, copia de un casete que les haba llegado, enviado por el M-19. Esta grabacin de las proclamas de los guerrilleros es
bien conocida porque haba sido publicada. Omos el casete, por cierto muy bien
grabado... . (Folios 1983-1984).
El doctor Luis Carlos Galn Sarmiento, candidato a la Presidencia de la Repblica, el da 15 de abril, declar:
...La primera noticia de los acontecimientos en el Palacio de Justicia, la
recib a las once y cuarenta minutos de la maana en la Comisin Tercera del
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Senado, cuando nos preparbamos para iniciar la sesin. Los empleados auxiliares nos dijeron a los Senadores que haba disparos en las cercanas de la Plaza de
Bolvar. En ese momento nadie imaginaba el origen ni se saba en dnde, ni entre
quienes se cumpla el enfrentamiento armado. Yo no le di importancia, pero a los
pocos minutos, por indicaciones de la escolta del DAS, que me acompaa habitualmente y a manera de precaucin, los Senadores presentes, entre otros recuerdo
a William Jaramillo y Omar Yepes, nos trasladamos del recinto de la comisin a
la oficina de la Presidencia, desde cuyas ventanas se puede apreciar el Palacio de
Nario. All vi algo ms de ochenta soldados del Batalln Guardia Presidencial
que despus de rendir honores a un embajador rompan filas y tomaban posiciones
acostados a lo largo de los prados y las esquinas de los patios que separan el
Palacio del Capitolio. Anoto el episodio como prueba de la confusa situacin
inicial en toda la zona prxima a la Plaza de Bolvar. En esos momentos nadie
saba qu pasaba y se lleg a especular con que era un problema callejero o un
ataque que poda extenderse no slo al Palacio de Justicia, sino al Capitolio, al
Palacio Presidencial o al edificio de los Congresistas. En menos de diez minutos
llegaron desde el sur numerosas unidades de la polica para controlar el acceso a
la zona... insist en comunicarme con el Presidente Betancur y volv a llamarlo
telefnicamente . Eran las cuatro y quince de la tarde aproximadamente. Le expres mi solidaridad personal con l ante una crisis tan delicada y le manifest, como
Director del Nuevo Liberalismo, mi inters en ayudar a sortear la situacin creada
por el asalto al Palacio de Justicia. El Presidente me agradeci la llamada y me
dijo que haba conversado con el ex Presidente Pastrana y Turbay Ayala, y que el
gobierno tambin haba escuchado a los otros ex Presidentes y jefes polticos,
todos los cuales estaban de acuerdo en que el Gobierno no poda negociar con el
M-19. Desde luego el Presidente Betancur me expres que la fuerza pblica controlaba ya la mayor parte del Palacio de Justicia; que los guerrilleros con los
principales rehenes estaban reducidos a una zona del Palacio de Justicia en tal
forma que en ese momento todo dependa de la decisin de tumbar o no una puerta, pues una vez esto sucediera la fuerza pblica lograra someterlos.
El Presidente Betancur me pregunt mi opinin.
A mi turno le pregunt al Presidente qu deca la fuerza pblica sobre el
margen de riesgo para la vida de los Magistrados y rehenes. El Presidente me dijo
que no se poda garantizar la vida de la totalidad de las personas que all se encontraban, pero que, segn la fuerza pblica s exista la posibilidad de un desenlace
plenamente exitoso al tumbar la puerta en tal forma que no muriera ningn rehn
en esa operacin definitiva. El Presidente me volvi a pedir mi opinin. Le contest que era muy difcil opinar con los elementos de juicio a mi alcance y le
pregunt entonces cul era el criterio del Presidente de la Corte Suprema, pues yo
haba odo por radio el llamamiento al cese del fuego que haba hecho el doctor
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con el Presidente Betancur, pero despus de varios intentos no fue posible que
respondiera nuestra llamada...Llam entonces al seor Ministro de Justicia... El
Ministro Parejo me contest, adems, que el Gobierno, con la participacin de
todos los Ministerios haba aprobado que el doctor Parejo hablara con Almarales
puesto que ellos se conocan por ser oriundos de Cinaga. Para tal efecto se haba
dispuesto que no se realizara el ataque al cuarto piso, el lugar donde se hallaban
los Magistrados de la Corte en la tarde del mircoles 6 de noviembre, mientras se
adelantaba esa conversacin.
Al escuchar este relato del Ministro pens que el acceso al cuarto piso era la
puerta a que haba aludido el Presidente Betancur, pero como no conoc bien la
distribucin de las oficinas del Palacio de Justicia, no puedo afirmar esto con
certeza, ni el Presidente me hizo mencin alguna del cuarto piso en la conversacin telefnica que tuve con l a las 4:15 de la tarde del mircoles.
Al continuar su relato el Ministro Parejo me cont que l esperaba concretar
la conversacin con Almarales, cuando el General Delgado Mallarino haba ingresado al lugar donde se hallaba el Ministro para decir que la polica ya se haba
tomado el cuarto piso y no haba encontrado nada. Como la toma del cuarto piso
significaba el desconocimiento de lo dispuesto por el Gobierno, el Ministro Parejo protest diciendo que no estaba claro, qu era lo que estaba haciendo o podan
hacer los Ministros, pues la accin de la fuerza pblica, al ingresar al cuarto piso,
haba impedido el dilogo con Almarales. El Presidente Betancur se haba acercado al Ministro para pedirle que se calmara y que lo mejor era esperar, hasta saber
qu haba ocurrido para buscar otras alternativas. Segn me refiri tambin el
Ministro Parejo, el Presidente le haba dicho que haba demasiada tensin y era
mejor no agravar la situacin.
De acuerdo con lo que me refiri el doctor Parejo, a partir de ese momento
los acontecimientos se precipitaron en tal forma que no fue posible volver a tener
comunicacin telefnica con el Palacio de Justicia, ni se pudo saber cul era la
suerte corrida por los Magistrados y dems rehenes. Al menos los Ministros no
tenan noticia sobre ello en las primeras horas de la madrugada aun cuando se
abrigaba la esperanza que hubiesen sido trasladados por los guerrilleros a otro
lugar del edificio.
Estuvimos de acuerdo con el seor Ministro en que el criterio aconsejable era
no negociar sobre las exigencias de la guerrilla, pero s se deba intentar un dilogo humanitario para tratar de salvar a los Magistrados y rehenes... Pocas horas
despus-alrededor de las ocho de la maana-, volv a llamar al Presidente Betancur
para sugerirle que acudiera al doctor Fernando Hinestroza, como la persona ms
adecuada para comunicarse permanentemente con las seoras de los Magistrados,
teniendo en cuenta que varios de ellos eran profesores del Externado de Derecho.
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El Presidente acogi la idea. Luego le expres que yo era partidario de hacer una
invitacin para que cesara el fuego pues ya haban pasado catorce horas desde el
momento en que el Presidente me haba dicho que todo terminaba si se tumbaba la
puerta que separaba a la fuerza pblica del lugar donde se hallaban los guerrilleros
y los rehenes. Le manifest que yo era partidario de intentar lo intentable para
salvar la vida de los rehenes as el Gobierno no pudiese negociar. Le dije que
deba buscarse un dilogo humanitario. El Presidente Betancur me refiri entonces la conversacin que haba sostenido el General Delgado Mallarino con el Jefe
guerrillero y la oferta gubernamental de garantizar la vida a los guerrilleros y un
juicio imparcial. Agreg el presidente que l haba pedido a las cadenas radiales
que insistiera en ello, pues ya no haba comunicacin telefnica con el Palacio de
Justicia. Le expres mi propsito de hacer una declaracin invitando al cese al
fuego y el Presidente me repiti que en ese momento el nico medio eficaz era la
radio. . . El Presidente me dijo, que le haba planteado al Consejo de Ministros mi
punto de vista y que considerando esa opinin y otras razones se haba acordado
disminuir la presin militar para que la Cruz Roja ingresara al Palacio de Justicia
a rescatar los heridos y a sacar los cadveres. Me dijo que se haba resuelto pedirle
a la Cruz Roja que llevara un equipo de comunicacin para intentar un dilogo
humanitario con los guerrilleros. Despus, a la espera de los acontecimientos,
escuch con extraeza en la radio que tan slo dos horas ms tarde empez el
ingreso de un alto funcionario de la Cruz Roja al Palacio de Justicia... a las 3 de la
tarde cuando la radio anunci que todo haba terminado llam al Presidente Betancur,
quien me confirm el terrible balance de la tragedia...
(Folios 2156-2163).
Intervencin del Presidente del Congreso.
El doctor Alvaro Villegas Moreno, Presidente del Congreso, desde la oficina
del Capitolio Nacional, estuvo atento al desenvolvimiento de los hechos relacionados con la violenta ocupacin del Palacio de Justicia, segn narracin que hizo en
declaracin certificada, que por su importancia, se transcribe ms adelante.
El doctor Villegas Moreno tuvo la oportunidad de sostener conversaciones
telefnicas con el Presidente de la Corte, doctor Reyes Echanda, quien insistentemente solicit su mediacin ante el Presidente Betancur, en orden a conseguir la
cesin del fuego para salvar la vida de los Magistrados y de las dems personas
injustamente retenidas.
Sobre los aspectos anteriores, el doctor Villegas declar:
...Deba atender a la doctora Clara Teresa Crdenas y a otros funcionarios
del DANE, quienes tenan cita a las once de la maana en la Presidencia del Sena-
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do, para discutir sobre servicios que en materia de sistematizacin podra prestarle el DANE al Senado de la Repblica. La entrevista se inici a las once y quince
de la maana cuando estbamos en ella, se escucharon unos disparos provenientes
de la Plaza de Bolvar, los distingu claramente y los coment con mis compaeros. Se encontraba adems conmigo, el Director Administrativo del Senado, doctor Alfredo Rey.
El funcionario del DANE no crey que eso fueran disparos. manifest que se
trataba tal vez del ruido de algunos materiales de construccin que estaban descargando, puesto que en la esquina del Capitolio se estaba adelantando la remodelacin
del Convento de Santa Clara; sin embargo insist en que eran disparos, pues se
escuchaban ya rfagas, de metralleta. Inmediatamente nos asomamos por las ventanas de la oficina de la Presidencia, vimos cmo corra la gente. Los disparos
escuchados inicialmente correspondan a los que hicieron los guerrilleros del M-19
al ingresar por la puerta del garaje al Palacio de Justicia. Observamos la llegada
de soldados y policas, algunos de ellos eran los que realizaban la guardia de
vigilancia del Capitolio. Llegaron tambin soldados de los lados del Batalln Guardia
Presidencial, al parecer atrados por el ruido de las ametralladoras.
Antes de quince minutos el panorama mostraba soldados y policas tendido,
en el suelo, disparando hacia el Palacio de Justicia, otros ya haban llegado hasta
la fachada misma del Palacio de Justicia y tomaron posiciones al lado de la puerta,
disparando hacia la parte interior del Palacio peridicamente, resguardndose detrs
de los muros laterales en el momento en que se les responda el fuego.
En el frente se colocaron otros, protegidos por el muro que forma la escala de
entrada, disparando contra las ventanas, al interior y hacia la puerta superior del
Palacio. Transcurrida ms o menos una hora, v llegar a la terraza del Palacio,
helicpteros con tropa, stos dejaban los soldados y volvan a tomar altura. Mientras tanto, la oficina de la Presidencia del Senado se fue llenando de visitantes,
Senadores y empleados. En el resto del Capitolio se vivan escenas de histerismo,
muchas secretarias lloraban y eran presas del pnico.
Di orden al jefe de seguridad de desalojar a los visitantes del Capitolio, con
ellos se fueron muchos empleados, prcticamente se suspendi el trabajo en muchas de las oficinas. Es de anotar que las Comisiones Cuarta y Sptima continuaron sus deliberaciones mientras el ruido de las ametralladoras inundaba todos los
rincones del edificio. Hubo propuestas generalizadas de los parlamentarios presentes para que se suspendieran las actividades, idea que rechac y tom la decisin de hacer sesin del Senado a las cuatro de la tarde. Ms tarde orden al
Secretario que elaborara un proyecto de declaracin para considerar en ella el
respaldo del Senado de la Repblica al Gobierno en esta emergencia, donde se
solidarizaba con el Poder Judicial y condenaba la toma del Palacio. Ms o menos
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Serrano Abada. Despus de un primer dilogo entre los dos, pas a conversar de
nuevo con el doctor Serrano, estaba alarmado con la situacin que se viva, los
disparos se hacan ya desde su oficina, me declar que l, junto con el Presidente
de la Corte y otros Magistrados estaban en poder de los guerrilleros como sus
rehenes, transmiti la splica de los Magistrados para que yo interviniera ante el
seor Presidente y lograra un alto al fuego, y se agotaran todos los recursos para
conseguir lo que ellos queran. En ese momento el Senador Jos Mara Velasco
Guerrero, quien estaba presente, me pidi lo anunciara ante el doctor Serrano.
Todos escuchamos su conversacin, le manifest su solidaridad, le recalc que
estbamos con ellos y los esfuerzos, tanto del Presidente del Senado como de
todos los presentes y nuestra voluntad de hacer cuanto estuviera a nuestro alcance
para darles la ayuda que ellos estaban pidiendo.
A las cuatro y media de la tarde, nos dirigimos hacia el recinto del Senado
para iniciar la sesin citada; me pareca que el pas deba saber que la institucin
estaba presente ante las dificultades que se vivan en ese momento. Por demoras
en la redaccin de la mencionada declaracin slo hasta las cuatro y treinta pudimos iniciar la sesin. El doctor Crispn Villazn, por instrucciones mas a travs
de las emisoras haba hecho anunciar la sesin del Senado y fue as como tuvimos
una buena asistencia, con cerca de setenta Senadores que se hicieron presentes en
el saln de sesiones.
Tiempo despus de iniciar la plenaria, aproximadamente a las 7:15 de la noche, un subalterno lleg al recinto y me avis que de nuevo me necesitaba urgentemente en el telfono de mi oficina el doctor Reyes Echanda. Qued presidiendo
la sesin el primer Vicepresidente, doctor Anczar Lpez. Sub al segundo piso
donde estaba ubicada la Presidencia y marqu el nmero telefnico que previamente me haba indicado el seor Presidente de la Corte; me contest su secretaria, habl con l, estaba alterado, descompuesto, me dijo que no haba sido posible
an que el Presidente le pasara al telfono pese a que l lo haba llamado por
muchas ocasiones, que los iban a matar, que por favor consiguiera un alto al fuego, que a nombre de ellos actuara. Le dije que inmediatamente lo hara, llam al
Palacio, y no fue posible hablar con el Presidente. Estaba en una sesin del Consejo de Ministros.
Luego consegu hablar con el doctor Augusto Ramrez Ocampo, Ministro de
Relaciones Exteriores y le transmit el dramatismo de la situacin; le solicit que
hiciera l algo, que le comunicara al Presidente lo que estaba sucediendo, resolv
toda clase de preguntas que l me hizo sobre las diferentes llamadas pidindome
que textualmente le repitiera lo que deca el doctor Reyes, quedando encargado de
transmitir al seor Presidente las splicas que hacan los Magistrados por intermedio del doctor Alfonso Reyes Echanda.... (Folios 125 a 131, cuaderno VI-F,
Juzgado 35 de Instruccin Criminal).
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Cuesta trabajo aceptar que la sola manifestacin de incomodidad por la proteccin a quien est corriendo un riesgo, baste para que la autoridad quede relevada de
la obligacin de ampararle la vida como lo ordena la Carta Fundamental. El sacrificio de los once Magistrados, de numerosos empleados de los altos tribunales y de
casi un centenar de personas que padecieron o protagonizaron la tragedia, ha dejado
una amarga sensacin en el pas y, naturalmente, despus de la controversia pblica
que se suscit sobre la conducta del Jefe del Estado y de su Gobierno, se esperaba
con ansiedad el pronunciamiento de la Rama Jurisdiccional, cruelmente lesionada
en esa ya interminable batalla que se esta librando por la supervivencia de las instituciones democrticas seriamente amenazadas por los grupos subversivos que, a
partir de 1982 han recibido inesperados y controvertidos estmulos que los han fortalecido considerablemente. ..Ni el seor presidente de la Repblica me pidi consejo en esos difciles momentos ni yo se lo di por iniciativa propia. Es de conocimiento pblico que el Gobierno afirm que no poda hacer transacciones con los
subversivos basadas en la violacin de la Constitucin y de la ley ya que estos
incurrieron en delitos contra la seguridad interior del Estado, quebrantando seriamente la estabilidad y el normal funcionamiento de las instituciones.
No s qu razones tuvo el Presidente para no acudir a la Comisin de Paz,
presidida por el doctor John Agudelo Ros. No estaba obligado a hacerlo, pero es
una pregunta que mucha gente se formula, porque nos hemos acostumbrado los
colombianos a que esa comisin acte como intermediaria en las conversaciones
y pactos del Gobierno con los facciosos.
No son pocos los que piensan que hubo un viraje presidencial en el tratamiento a esos grupos, especialmente al M-19 con algunos de cuyos jefes se entrevist el seor Presidente en Espaa y luego en Mxico, por conducto del seor
Procurador General de la Nacin y del actual embajador de Colombia en Londres,
doctor Bernardo Ramrez, en la casa del notable escritor Gabriel Garca Mrquez,
segn se inform en su momento a la opinin pblica. Es tambin sabido que con
el M-19 se firmaron los acuerdos de El Hobo y de Corinto, en un ambiente que no
se caracteriz precisamente por el respeto a la Constitucin y a la ley. Todo lo
cual indica que de una actitud tolerante y complaciente se pas a otra de intransigente rigidez jurdica...creo que el seor Presidente asumi en declaracin pblica, la responsabilidad de las medidas tomadas para el rescate del Palacio de Justicia.... (Folios 36-38, cuaderno II B, Juzgado 9 de I. C.).
Manifiesto del M-19 y decisin del Presidente de no negociar.
El Presidente Betancur tom la decisin de dialogar sin negociar. As lo comunic a los expresidentes de la Repblica, al Presidente del Congreso, a los
candidatos a la Presidencia, a sus Ministros y altos colaboradores.
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colocados frente a la Corte Suprema, que vena siendo amenazada de muerte por
los narcotraficantes, en condiciones de imponer su voluntad y de conseguir, en
ese momento o ms tarde, en los trminos que la subversin deseara cualquier
providencia o decisin judicial. Estimaron tambin que negociar constituira negativo precedente, pues ms tarde, mediante otro asalto de igual o parecidas caractersticas, los terroristas pretenderan conseguir de este Gobierno o del que lo
suceda una nueva negociacin en la que algo, no importa qu, as para algunos
fuere de orden menor, debera entregrseles. El camino; de la claudicacin, que
conduce a la desaparicin de las instituciones, nadie estuvo dispuesto a recorrerlo.
Por las razones anotadas no se analizaron por el Presidente y sus Ministros
aspectos o detalles de eventuales negociaciones, como hubieran sido los relacionados con su presunta duracin (se dijo que una vez iniciadas, slo los guerrilleros, de acuerdo con sus intereses decidiran cuando ponerles fin), o su contenido
mismo (Porque si las peticiones ya formuladas eran inaceptables por razones jurdicas y de principio, cualesquiera otras que presentaran a cambio de ellas y que
fueren aceptadas tambin equivaldran a una concesin por fuera de la ley).
Durante las deliberaciones, uno de los presentes indag por la suerte del doctor Jaime Betancur Cuartas, Consejero de Estado y hermano del seor Presidente.
El Jefe del Estado manifest que no se tendran en cuenta las circunstancias de su
hermano por cuanto los intereses del Estado primaban sobre cualquier sentimiento personal.
...Se tuvo, igualmente, la conviccin de que el M-19 no buscaba simplemente negociar sino tambin ejecutar una operacin poltico-militar de muy vasto
alcance y resonancia publicitaria, a la que conceda sealada importancia, puesto
que, cuando atento; contra el General Samudio Molina, Comandante del Ejrcito,
pocos das antes, anunci un hecho que asombrara al mundo entero y dejara a
Colombia con la boca abierta. Eran notorios su arrojo demencial y su actitud
suicida. Adems, sin que conocieran respuesta o decisin alguna del Gobierno,
los asaltantes anunciaron su intencin de volar el Palacio, de asesinar uno por uno
los Magistrados rehenes, y de lanzar sus cadveres, cada cuarto de hora, a la Plaza
de Bolvar.
Tambin estuvieron de acuerdo el Presidente y los Ministros en que si el
M-19 hubiera querido negociar para volver a la poltica de paz, de la cual se retir
unilateral y voluntariamente, no hubiera tenido necesidad de apelar al expediente
macabro que estaba utilizando, pues para el dilogo, que preserva las instituciones y no las sacrifica, el Gobierno no haba cerrado las puertas. Precisamente
estaban abiertas cuando se asalt el Palacio de Justicia, pues la Comisin de Paz
haba invitado al M-19 a conversar. Ese da, mircoles 6 de noviembre, el Secretario de la Comisin, doctor Aliro Caicedo, estaba en Cali a solicitud del M-19
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buscando iniciar los contactos del caso. El Ministro de Gobierno haba convenido, por gestin de un interlocutor del M-19, reunirse con dirigentes de esa organizacin. Adems, la solicitud de dialogo no la formulaba en forma directa el M-19,
sino un rehn inerme bajo la presin de las armas.
El doctor Alvaro Villegas Moreno, Presidente del Senado de la Repblica,
haba transmitido al Presidente Betancur la vehemente solicitud de cese al fuego
que formulaba el doctor Alfonso Reyes Echanda, Presidente de la Corte Suprema
de Justicia.
El Presidente pidi que, sin ceder en la decisin de no negociar, se ofreciera
a los terroristas el respeto a sus vidas e integridad personal y el adelantamiento de
un juicio imparcial, con el lleno de las garantas procesales, ante la justicia ordinaria.
Los Ministros de Justicia, Educacin y Comunicaciones solicitaron que, mientras
se llevaba a cabo la comunicacin del primero de llos con Andrs Almarales, se
suspendiera el operativo que la Polica haba anunciado estaba adelantando para
tomarse el cuarto piso, en vista del riesgo que para la vida de los Magistrados que
all se encontraban, representaba ese operativo. Esta propuesta fue considerada
conveniente.
... La Ministra de Educacin expuso que una conducta de negociacin en
cualquier sentido, con la subversin, no seria propia de un Gobierno caracterizado
por el respeto a la Constitucin y a las leyes. A la administracin Betancur dijo--la
ha caracterizado el dilogo que se ha hecho presente en muy diversas ocasiones y
problemas y, particularmente, en el proceso de paz. Por ello y sin afectar en lo
ms mnimo las premisas expuestas, seria procedente adelantar un dilogo con el
fin de no cerrar la posibilidad de explotar formas para evitar en lo posible el
derramamiento de sangre y el sacrificio de vidas colombianas, entre ellas las de
los seores Magistrados.
Los Ministros de Justicia y Comunicaciones observaron la diferencia esencial entre el dilogo sin negociacin, y creen necesario que lo haya para que se
enteren los asaltantes de las condiciones exigidas por el Gobierno y con el fin
primordial de salvar la vida de los Magistrados y dems rehenes.
El Presidente y los Ministros decidieron que el cese al fuego slo se podra
convenir si con l se consegua la libertad de los rehenes y la recuperacin del
Palacio, pues tal como lo informaron los militares presentes, no se poda permitir
que los terroristas se fortificaran todava ms, mejoraran sus posiciones, tomaran
la iniciativa y condujeran al Gobierno as a una situacin ms precaria an que la
que se estaba viviendo. Adems podra entenderse como falta de autoridad frente
a quienes ya haban empezado a apedrear y saquear locales comerciales de zonas
138
aledaas al Palacio de Justicia, y que tal conducta estimulara a los agitadores que
ya estaban incitando a la rebelin.
Se record que el M-19 se haba retirado de los acuerdos de paz en vsperas
del proyectado paro del 20 de junio, por creer que el pas viva una situacin
preinsurreccional que se hara manifiesta en el paro convocado. Por ello no se
descart la hiptesis de que, conforme con los clculos de la subversin, un dialogo dilatado y alguna suerte de negociacin les sera til para un levantamiento
popular o para crear un estado de anarqua semejante al llamado Bogotazo del
9 de abril de 1948.
Se estim tambin que la solicitud del cese al fuego se haba formulado sin
que los asaltantes hubieran interrumpido sus rfagas o mostraran actitud favorable a ello. Por el contrario haban dado muerte a varias personas y continuaban
disparando.
Por las razones anteriores se decidi no acceder a la peticin del cese al fuego
y hacer conocer a los asaltantes las decisiones tomadas por el Gobierno y la voluntad firme de cumplirlas. El cese al fuego poda convenirse slamente si se
liberaba a los rehenes, se abandonaba por los asaltantes el Palacio de Justicia y se
aceptaban las condiciones ofrecidas por el Gobierno de respetar la vida e integridad de los ocupantes y ponerlos a rdenes de la justicia ordinaria .... (Folios
1607-1610).
Definida la poltica de no negociar con los rebeldes, acogida por todos los
miembros del Gobierno, se dispuso divulgarla por la radio reiteradamente a fin de
obtener seguridad de que tal decisin seria conocida por los guerrilleros pues,
prcticamente, ese era el nico medio de comunicacin con ellos.
Solicitud de alto al fuego formulada por el Presidente de la Corte.
El Presidente de la Corte, doctor Reyes Echanda, ante la gravedad y magnitud de los trgicos acontecimientos, consider procedente un alto al fuego, como
nica posibilidad de salvar la vida de todos los rehenes. Trat, sin xito, de establecer comunicacin telefnica con el Presidente Betancur, para formalizar solicitud en tal sentido y, lgico es suponerlo, para suministrarle informacin sobre el
violento ataque e intercambiar conceptos sobre el manejo de la situacin en el
cual, por su investidura, tena pleno derecho a intervenir. Varios fueron los intentos del doctor Reyes Echanda por lograr la comunicacin, llegando hasta solicitar al doctor Alvaro Villegas Moreno, Presidente del Congreso, gestin mediadora para que el dilogo telefnico pudiera realizarse. Y ya se vi que tampoco el
Presidente del Senado fue atendido en la recomendacin que con tal finalidad
hizo.
Fotos: Coleccin privada del Magistrado de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura
Doctor Eduardo Campo Soto.
139
En las horas de la tarde, repiti una llamada al Palacio el doctor Reyes Echanda.
Lamentablemente, el seor Presidente de la Repblica fue de parecer de que la
llamada deba ser atendida, no por el, sino por el General Vctor Delgado Mallarino,
Director de la Polica Nacional, entre otras razones por ser persona muy amiga del
Presidente de la Corte. Esta llamada, efectivamente, se produjo ms tarde, segn
aparece en la declaracin del Ministro de Justicia y en la constancia dejada en el
Consejo de Ministros que en lo pertinente se transcribe:
... Alrededor de las cuatro de la tarde entr a la Secretara General una llamada del Presidente de la Corte. Fue atendida por la Secretaria Privada del Presidente de la Repblica, quien minutos antes ingres a dicha oficina acompaada de
la primera Dama. El doctor Reyes pidi se le pusiera al habla con el Presidente de
la Repblica y la Secretaria de est le solicito dejar su telfono con la promesa de
que los comunicara ms tarde. Se deliber entre los Ministros si se trataba efectivamente del doctor Reyes Echanda. La mayora opin que s era. yo abrigu
dudas de que fuera l. Los presentes omos la voz, por el altoparlante...(Folios
21-66).
... Hacia las cinco de la tarde, -dice la constancia ministerial se estableci
comunicacin con el seor Presidente de la Corte Suprema de Justicia en el telfono nmero 2415015, situado en la Oficina del Magistrado Pedro Elas Serrano.
Mediante el amplificador de conferencia los presentes escucharon la conversacin entre el seor Presidente de la Corte y el General Delgado Mallarino, a quien
se haba designado para adelantar este dilogo a nombre del Gobierno, dada la
amistad que lo, una de tiempo atrs y su autoridad militar para notificar a los
guerrilleros el pensamiento del Gobierno.
El doctor Reyes Echanda solicito el alto al fuego. Informo que con el estaban varios guerrilleros que le apuntaban con ametralladoras. Nos van a matar
-dijo-. Con vehemencia pidi la suspensin del operativo militar manifestndolo
estar de por medio la vida de todos los rehenes. El General Delgado Mallarino le
manifest que la fuerza Pblica estaba haciendo todo lo posible por salvar su vida
y las dems, Pero estaban de por medio las instituciones y los deberes para con
llas del Gobierno. Ante la evidencia de que era imposible sostener una conversacin en que el interlocutor pudiera hablar con libertad solicit que lo pasar al
telfono al dirigente de los guerrilleros que lo acompaaban.
Se oy la voz de quien se identific como el comandante Otero a quien el
General Delgado Mallarino, trasmiti la decisin del Gobierno de no negociar y
de no suspender el operativo en marcha. El seor Luis Otero, quien habl a nombre del M-19 y dijo ser el comandante de sus compaeros, respondi que en manera alguna llos aceptaban la solicitud ni ofrecimiento del Gobierno porque haban ido a ejecutar una operacin poltico-militar que deba adelantarse a cual-
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quier precio y que los Magistrados rehenes eran precisamente garanta de que ella
se cumplira. El General Delgado Mallarino intervino de nuevo para pedir a Otero
que reflexionara, que evaluara la situacin y se diera cuenta de los inmensos riesgos que estaban corriendo muchas personas y lo invito a que, si cambiaba de
opinin le llamara por telfono. En este punto se termin la conversacin y el
seor Otero nunca llam, ni busc ningn otro medio para expresar opinin distinta de la ya referida. Durante la conversacin se escuchaban rfagas... (Folios
1588-1589).
La versin particular certificada por el Ministro contiene diferencias de matiz en el dialogo:
... Paso nuevamente Reyes Echanda y con voz implorante le Solicit al
General Delgado Mallarino que por favor diera orden de cese al fuego -nos
van a matar Vctor Alberto. Ustedes no Pueden permitir que nos maten. El
General Delgado le respondi que lo volvera a llamar y colg. El Presidente
coment que ya se haba establecido un primer contacto, y se les haba hecho a los
guerrilleros un ofrecimiento y que haba que dejarlos reflexionar. Invit a los
Ministros a reflexionar a su turno sobre lo que deba seguir y se acord hacer una
nueva llamada ms tarde ... .
No se ha dado una justificacin para la negativa del Primer Magistrado de la
Nacin a dialogar con el ms alto representante de la Rama Jurisdiccional. Razones de humanidad o de poltica podran aducirse para justificar ese dilogo. La
negativa quedar siempre como algo inexplicable.
Que no era un hombre libre porque estaba padeciendo el acoso de las ametralladoras? Esa razn tambin podra valer para objetar el intercambio de opiniones con el Director de la Polica. Significaba acaso un principio de negociacin
con los guerrilleros que dominaban la situacin y aun las voluntades de los rehenes? No; porque esa negociacin o ese principio de negociacin slo existe cuando dos partes la intentan o acuerdan. Que la autoridad sufra mengua? No parece;
el Ministro de Justicia fue autorizado para hablar con Almarales en busca de rendicin y entrega de los rehenes.
Es imaginable el doloroso momento vivido en el Despacho Presidencial cuando
un grupo de altsimos funcionarios se reunen alrededor de un amplificador para
seguir, sin intervenir el dilogo entre el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, que anuncia su prxima muerte a manos de sus captores, y el Director de la
Polica, a todas luces imponente para impedir el sacrificio de su amigo.
Este tanto, el Presidente de la Corte por las cadenas radiales hizo pblico
llamado al seor Presidente de la Repblica en solicitud de que impartiera orden
inmediata de alto al fuego, y reclam de quienes pudieran hacerlo que lo acompa-
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aran en la misma demanda ante el Primer Mandatario. Los colombianos sobrecogidos sintieron el terror a que estaba siendo sometido el eximio jurista y recuerdan sus angustiadas expresiones:
... Por favor que nos ayuden, que cese el fuego. La situacin es dramtica
estamos rodeados aqu de personal del M-19, por favor que cese el fuego inmediatamente, divulgue ante la opinin pblica, esto es urgente, es de vida o muerte. (Si
me oyen... Es que no podemos hablar con ellos, si no cesa el fuego inmediatamente. Por favor que el Presidente d finalmente la orden del cese al fuego ....
En entrevista concedida al peridico El Tiempo, repiti el doctor Reyes su
angustioso llamado:
. . . Estamos en un trance de muerte. Ustedes tienen que ayudarnos. Tienen
que pedirle al Gobierno que cese el fuego. Rogarle para que el Ejrcito y la Polica
se detengan... Ellos no entienden. Nos apuntan con sus armas . Yo les ruego detengan el fuego porque estn dispuestos a todo... Nosotros somos Magistrados,
empleados, somos inocentes...He tratado de hablar con todas las autoridades. He
intentado comunicarme con el seor Presidente pero l no est. No he podido
hablar con l....
En una segunda entrevista agreg:
... Yo he hablado ya con el Presidente del Senado de la Repblica, con el
doctor Alvaro Villegas. El me prometi que no habra ms tiroteo. Me asegur
que se haba dado orden de cese el fuego, pero el tiroteo sigue... Es como asistir a
una guerra en la que todos parecen condenados a morir. .. no he podido comunicarme Con el Presidente . . ., y nos van a matar. Estn como a 20 metros . . . . (El
Tiempo, 7-XI-85, pgina 11A).
El doctor Reyes desde el cuarto piso formul, repetidamente, la misma peticin a los protagonistas del enfrentamiento armado. Numerosos testigos lo relatan. El consejero de Estado doctor Jorge Valencia Arango, por su parte declara:
... Ms o menos a la 1:00 p.m., sent bulla en el cuarto piso, voces jvenes,
masculinas y femeninas y alcanc a or que esas voces se dirigan al Presidente de
la Corte, doctor Reyes Echanda, a quien le decan que nada le iba a pasar, que lo
necesitaban para que entrara en negociaciones con el Gobierno, pero que no lo
podan dejar en su oficina, encima de la ma, pues los iban a concentrar a todos los
Magistrados en otra oficina. Se lo llevaron, dando gritos de los cuales recuerdo
decan Comandante tal ya tenemos el Presidente de la Corte y as gritaban a
varios Comandantes. Siguiendo las voces que se alejaban en direccin a la Sala
Plena de la Corte, pens que haban llevado a Reyes Echanda a la oficina del
doctor Baquero o a la del Flavio Caldern Botero.
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preceda a los soldados dijo que ya era hora de bajar al primer piso, lo hicimos por
las escaleras que dan a la cafetera donde todava continuaba el estado de balacera
y conmocin; logramos huir rpidamente y salir en medio del cadver de Jorge
Tadeo, el Administrador, de all fuimos llevadas por el Ejrcito a la Casa del
Florero, donde recobramos nuestra tranquilidad y nos sentamos orgullosas de
que personas tan humildes como esos soldados no slo nos hubieran rescatado,
sino que con palabras de afecto hubieran logrado en nosotros esa valenta que hizo
que pudieramos salvarnos. . .. (Folio 28 del primer cuaderno del Juzgado 30 de
Instruccin Criminal) .
Eduardo Matzon Ospino, estudiante de la Facultad de Derecho del Externado
de Colombia, declar:
. . . Quedando Yolanda y yo solos en todo el pasadizo hasta cuando apareci
fuego o humo en ese pasadizo y un seor, presumo que era guerrillero, con una
mscara nos hacia seas de que furamos hacia l; Yolanda y yo llevados por el
miedo a morir hicimos caso, pero cuando nos aproximbamos cerca del enmascarado l se perdi. Cuando nos refugiamos en el segundo piso, cerca de los ascensores del segundo piso sentamos cuando detonaban unas bombas presumiendo
eso por el gran sonido que se escuchaba y cuando tumbaban la puerta principal del
Palacio al entrar unos carros; al rato escuch cuando militares gritaban por el
segundo piso en las oficinas que abrieran que era el ejrcito, optando yo por llamarlos: seores, seores, aqu estamos, somos estudiantes de derecho de la Universidad Externado de Colombia, y respondiendo ellos que nos quedramos y que
nos arrastrramos con las manos sobre la nuca, llevndonos a una oficina cercana
del segundo piso donde haban otros rehenes; por medio de esa oficina pasamos al
primer piso bajando por unas butacas, unos muebles, como las dems personas
que se encontraban dentro, all esperamos todos un tiempo prudente hasta
que logramos salir.... (Folio 317, tercer cuaderno, Juzgado 89 de Instruccin
Criminal).
El consejero Julio Csar Uribe Acosta, declar:
...Dej mis zapatos en mi oficina con el fin de no hacer bulla sobre el piso de
madera, que denunciaba fcilmente al que transitaba por el pasillo y dej mi saco
para tener facilidad de movimiento. No obstante que en mi oficina estaba ms
cerca de la escalera del costado norte, decid salir por el costado sur que era ms
largo, pues tena la impresin de que por el sur haba ejrcito, pues por telfono
haba sido enterado de que la puerta de entrada al Palacio haba sido derrumbada.
Al culminar el recorrido en el sentido norte sur por el corredor me tocaba girar
hacia el occidente y era ese un momento difcil pues yo no saba si all haba
ejrcito o subversivos. Pens que si eran subversivos no me mataran inmediatamente, pero me retendran y que si era ejrcito me enviaran un mensaje compren-
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sivo de la situacin. Esto explica que al estar situado en el final del corredor y
mirando hacia el occidente yo exclamara: Soy un consejero de Estado. Inmediatamente o una voz que me deca: Protjase doctor. Entend entonces que el Ejrcito
tena el control de esa rea y ello explica que avanzando rpidamente me situara
en un pequeo pasillo que da frente a la entrada del Palacio en el tercer piso. All
encontr dos soldados, uno de los cuales apuntaba su arma hacia el costado oriental, protegindose contra la pared. Ellos insistieron en que me protegiera y yo
consider que no era necesario arrojarme al piso sino pedir una escalera de emergencia para bajar del piso tercero al primero, pues no quise hacerlo por la escalera
tradicional, porque alcance a ver dos cadveres colocados horizontalmente, en
posicin cabeza al sur y pies hacia el norte, e inmediatamente supuse que eran
guerrilleros que guardaban inicialmente la entrada y salida de la escalera. Tuve
igualmente el temor de que si bajaba por la escalera tradicional, poda encontrar
guerrilleros o ejrcito, que al no poder identificarme fcilmente podran dispararme. Esto explica que yo demandara una escalera para bajar del pasillo del tercer
piso al primero. Despus de unos minutos de espera y sin que tuviera mucha visualizacin pues era de noche, baj por ella. Despus supe porque me lo cont el
consejero Jorge Valencia Arango que la escalera era corta y que fue apoyada en el
primer piso sobre el pecho de dos soldados y que desde el tercero me ayudaron a
descolgarme para alcanzarla, pues era corta. Dijo el consejero Valencia Arango
que la maniobra fue riesgosa pero l tambin baj por ella y parece que despus lo
hicieron tres personas mas. Cuando alcance el primer piso, soldados del ejrcito y
personal de la Polica me protegieron con sus armas y me condujeron a la Casa del
Florero donde nos atendieron en debida forma.. .
De los informes anteriores puede concluirse el riesgo que corrieron los encargados del rescate y los mismos liberados. Puede afirmarse que todos los casos
son distintos. Naturalmente, la brevedad no permite relacionar y evaluar las valerosas hazaas que se registraron para dar libertad a la mayora de los prisioneros.
Escenas de arrojo, de destreza y de iniciativa para superar situaciones complicadas por los encuentros armados, podran narrarse. Los soldados, por ejemplo, a
pesar de su juventud y poca experiencia en el manejo de este tipo de problemas,
vencieron los temores de ser sorprendidos por guerrilleros que utilizaban, en forma camuflada, parecidos uniformes, se atrevieron a penetrar en oficinas, escaleras y algunas zonas de diferentes servicios, no obstante la conformacin arquitectnica del Palacio que ellos desconocan y qu haba sido aprovechada por los
subversivos no slo para resguardarse, como escondite sino para accionar sus
armas, tal como lo hacen los francotiradores. En estas condiciones unos encontraron la muerte y otros fueron lesionados.
El operativo para localizar y rescatar a los rehenes dio lugar a comportamientos de herosmo porque se cumpli sin interrupcin de los combates, en momen-
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(folio 37, punto 4.5) sobre el testimonio de odas que solo acredita el relato escuchado por el declarante. Me pareci de la mayor importancia para la integracin que se oyera a los propios actores y a quienes por su posicin presenciaron los acontecimientos. Hoy ante su insistencia, y con la salvedad anotada,
dejo en sus manos este testimonio que es verdadero en todas sus partes...
(folio 1979. Las subrayas no son del texto).
El folleto remitido por el seor Ministro de Defensa se encuentra agregado al
expediente y all puede ser consultado cada vez que se necesite conocer las actuaciones de las Fuerzas Armadas y del Gobierno, cumplidas con ocasin de los
trgicos sucesos del Palacio de Justicia.
El Ministro de Gobierno, doctor Jaime Castro, acerca de la intervencin del
Presidente de la Repblica declar:
. . .Sobre las rdenes expedidas por el Presidente de la Repblica (debo
decir que para m fue claro que l siempre ejerci, sin limitacin alguna, su
condicin de Comandante en Jefe de las Fuerzas Militares y de la Polica
Nacional que le otorgan las leyes y que los Jefes de estas, como era su deber,
obedecieron las decisiones del Poder Civil. Esa condicin de Comandante de
las Fuerzas Armadas se manifest, principalmente, cuando el Presidente orden a
la fuerza pblica actuar para lograr el restablecimiento del orden pblico, la liberacin de los rehenes y la recuperacin del Palacio y cuando decidi no aceptar la
solicitud que algunos formulaban de suspender o cancelar el operativo puesto en
marcha para alcanzar los fines sealados.
Tambin hubiera podido el Presidente, como prevn las normas vigentes,
asumir la direccin de las operaciones que ejecutaba la fuerza pblica. No lo hizo,
sin embargo, en ningn momento.
Por ello la direccin del operativo y las decisiones relativas a naturaleza, caractersticas y desarrollos, correspondieron a los respectivos comandantes de las unidades del Ejrcito y de la Polica Nacional que tuvieron a su
cargo la ejecucin de lo ordenado.
Ninguna de las decisiones por tomar era de competencia, formal y jurdicamente, del Consejo de Ministros o del Gabinete Ministerial, expresin que utiliza su oficio. Sin embargo, los Ministros, sin excepcin, estuvimos muy cerca del
Presidente de la Repblica, dada la gravedad del momento, deliberamos, opinamos, aconsejamos una u otra decisin y de esa manera fuimos participes o autores
de las decisiones adoptadas.... (Las subrayas no las trae el texto. Oficio nmero
0260 de abril 21 de 1986, dirigido al Tribunal Especial).
La investigacin avanz con la cooperacin del Brigadier General Luis Eduardo
Roca M., nuevo Comandante de la Dcima Tercera Brigada, quien puso a dispo-
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ingreso por la claraboya citada, al cuarto piso del edificio. Despus de algn tiempo de continuar escuchando rfagas de fuego que procedan de la parte interna del
edificio, subi por la claraboya indicada el seor Capitn Orejuela, quien me manifest
estar herido por el fuego procedente de los elementos subversivos; estando en la
terraza con l en estas condiciones, subi otro oficial, manifestndonos que el
seor Capitn Talero Cruz Hctor Anibal lo haban matado. En estas condiciones
fue necesario evacuar por helicpteros al seor Capitn Orjuela y al Subteniente
Aparicio, debido a las lesiones sufridas en este acontecimiento. Posteriormente
ingres al cuarto piso por la claraboya antes citada, ubicndome en compaa de
otros componentes del grupo --oficiales y suboficiales--, encontrando el ambiente
completamente oscuro en su interior; nos ubicamos en una especie de descanso
situado en el cuarto piso, donde aparentemente terminan las escaleras que probablemente procedan del primer piso. All estuvimos, en ese sitio, casi todo el tiempo en atencin a que dada la oscuridad del sitio y a la dificultad de seguir avanzando hacia las presuntas oficinas de este piso, dificultades tales como las continuas
rfagas de morteros y subametralladoras por espacios prolongados de tiempo, nos
fue prcticamente imposible llegar hasta esos sitios, y especficamente avanzar
desde el sitio donde estbamos, hacia el costado nororiental y noroccidental del
piso del edificio, por cuanto en tres oportunidades que intentamos rescatar el cadver del compaero Capitn Talero, muerto, no pudimos hacerlo, ya que continubamos siendo repelidos con rfagas de fuego y al parecer los elementos subversivos, quienes estaban bien ubicados en forma estratgica, especialmente sobre el costado noroccidental, no permitieron en ningn momento nuestro ingreso
a estos lugares; llegamos inclusive a la conclusin aparente de que estos delincuentes posean armas con miras telescpicas y nocturnas, ya que en los tres avances que cit inicialmente, en las condiciones de oscuridad que mencion y efectuando por parte nuestra una especie de arrastre con todas las medidas de seguridad, fueron heridos el Cabo Segundo Lpez Lpez Hernn, ante lo cual tuvimos
que devolvernos, lo cual en circunstancias en que nos encontrbamos, no podran
haberse hecho con un arma sin los anteriores aditamentos. Se me olvidaba manifestar que en la primera incursin donde fue muerto el seor Capitn Talero, quedaron atrapados por el fuego cruzado de los guerrilleros, en una de las oficinas del
cuarto piso, los Oficiales o los Subtenientes Aldana, Avila Orlando Bermdez
Castillo Germn, a los cuales tambin desafiando el peligro de las rfagas de
fuego, logramos rescatarlos brindndoles seguridad, distrayendo la atencin de
los subversivos, a fin de que ellos pudieran venir hacia nosotros; no obstante, en
esta accin fue herido el Subteniente Aldana, quien en compaa del Cabo Lpez
fue evacuado para que se le prestara asistencia mdica. De la misma manera logramos dominar y asegurar el descanso del cuarto y tercer pisos de las escaleras
del costado por donde ingresamos. El ejrcito haba dominado la situacin al parecer en los primero y segundo pisos, por cuanto despus de un largo tiempo
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El Capitn del Ejrcito Wladislao Reinoso Marn, Ingeniero Militar, perteneciente a la Escuela de Ingenieros, expres:
. . .El ascenso se produjo a travs de las escaleras que dan acceso al cuarto
piso, y de ah hasta la terraza a travs de una escalera empotrada formada por
varillas; en la terraza haba tambin personal del GOES...Haba resistencia por
parte del enemigo, inclusive en un momento determinado un bandolero se
acerc al grupo y como estaba oscuro, un agente del GOES lo confundi con
un compaero, lo tom por el hombro izquierdo, y el tipo se volti y le hizo
una rfaga, con el fusil que traa, hirindolo a l y a tres agentes ms, en ese
momento la resistencia del enemigo est concentrada en la parte norte y
oriental del edificio; ah se logr dar de baja al guerrillero, o si no nos quiebra a
todos (sic)...cuando se produca de parte de los bandoleros, se vea el fogonazo
del arma, sin embargo yo no o voces de Magistrados o personas que pidieran
auxilio... Cuando llegu al Palacio de Justicia creo que no haba luz, no sabra
precisar quin la pudo quitar, el edificio estaba a oscuras totalmente.... (Folio
520, tercer cuaderno, Juzgado Treinta Instruccin criminal. Las subrayas no aparecen en el texto).
El Capitn Jos Vicente Olarte Gonzlez, Orgnico de la Escuela de Ingenieros Militares, declaro:
. . .Entr como a eso de las seis o seis y media de la tarde hacia la terraza...
Se entr por una escalera a mano derecha entrando por la puerta de la Plaza de
Bolvar, entr con el seor Capitn Barreto y el Sargento Viceprimero Bernal
Villamizar... Subimos con las medidas del caso, pero no hubo problemas porque
estaban bien aseguradas las escaleras con personal del ejrcito... (No encontraron)
resistencia ninguna porque como digo estaba asegurado todo; subimos por una
claraboya a la terraza, se acababan las escaleras y ah estaba una claraboya... Bueno yo sub por el costado sur, porque entr por la Plaza de Bolvar y sub por las
escaleras de la derecha... el resto del piso... no estaba del todo controlado, slo el
sector de las escaleras.... (Folio 496 del mismo Juzgado).
Por lo visto, las fuerzas militares unificaron el control de todas las reas
correspondientes a las escaleras y a la terraza, facilitando la evacuacin de quienes estaban all, en momentos en que el incendio del cuarto piso destrua, con
inusitada rapidez, la parte superior del edificio. Sin este control de las escaleras y
de la zona de acceso a la terraza no habra sido posible dicha evacuacin. La otra
alternativa, la de los helicpteros fue descartada por lo avanzado de la hora y por
el incendio mismo.
El planeamiento y ejecucin del operativo de la terraza dio origen a expresiones de inconformidad por parte del seor Ministro de Justicia, las cuales se recogen en documentos del proceso que se copian en lo pertinente.
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dido que los cadveres de varios Magistrados, entre ellos el de Reyes Echandia,
fueron hallados en el cuarto piso y ese hecho confirma mis temores de que su
muerte se produjo en momentos en que se violent la puerta metlica para tratar
de liberar a los rehenes. Si no hubieran muerto all en el cuarto piso, no se explicara cmo podan aparecer sus cadveres en ese piso, despus del incendio.
El anterior relato corresponde a mis recuerdos de lo sucedido en las horas de
la tarde y en las primeras horas de la noche del da 6 de noviembre. El da 7, en el
Consejo de Ministros que se celebr a partir de las nueve de la maana, expres
que la comunicacin con Andrs Almarales se haba frustrado al procederse contra la voluntad del Consejo de Ministros, a realizar el operativo de recuperacin
del cuarto piso...>>. (Las subrayas no aparecen en el original. Fol. 1612).
Sobre el mismo particular, en la Constancia de los Ministros del 28 de enero
de 1986, se lee lo siguiente:
...En vista de este resultado del primer contacto con los guerrilleros (conversacin telefnica con Luis Otero) el Ministro de Justicia propuso que hablara
con Andrs Almarales, calificado miembro del M-19, que hacia parte de los ocupantes del Palacio, por ser su paisano y haber sido compaeros de colegio en la
infancia, con quien hasta hace unos aos haba conservado una relacin amistosa.
Marc con tal fin el mismo telfono 2415015, en el que se haba obtenido la
comunicacin anterior. Nadie contest a este telfono. Se llam sistemticamente
a cada uno de los telfonos de la Corte que figuran en el Directorio, sin obtener
respuesta. Qued la impresin de que haba sido cortada toda comunicacin con el
Palacio.
A las seis de la tarde llega la noticia a la Casa de Nario de que el GOES ha
podido forzar la puerta de la azotea del Palacio de Justicia gracias a una operacin
en helicptero. Tal puerta dio a las Fuerzas Armadas el acceso al cuarto piso del
Palacio de Justicia. Varios Ministros expresaron su preocupacin en vista de que
en ese piso se hallaban el Presidente de la Corte y algunos Magistrados ms como
rehenes. Adems el Ministro de Justicia manifest que l y otros Ministros haban
considerado conveniente, y as lo haban expresado, que no se prosiguieran las
operaciones en el cuarto piso mientras no se agotara la posibilidad de establecer
contacto con Almarales, con miras a tratar de persuadir a los subversivos de que
desistieran de su accin criminal contra la Corte Suprema de Justicia y de que
dejaran en libertad a los rehenes....
...(El Ministro ) expres sus temores de que en las primeras horas de la
noche hubieran perecido ya varios Magistrados como consecuencia de las acciones de fuerza que haban tenido lugar en el interior de la edificacin. Dijo que lo
llenaba de esperanzas la informacin que haba recibido el Director General de la
Polica Nacional de que las unidades de GOES, al llegar al cuarto piso de la edi-
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guerrillero Aldo ocupaba una segunda posicin de mando. Adems, hizo otras
precisiones que juzgamos conveniente transcribir parcialmente, as:
. . Quin es el jefe de la operacin?
--Luis Otero.
Quin es el subcomandante?
--El comandante Aldo.
Quines ms estn ? Almarales est all ?
--S, Andrs Almarales est...
Cul es la tarea ?
--Poner una denuncia ante el gobierno que ha traicionado al pueblo colombiano.
Qu conversaciones han sostenido ustedes ?
Cmo va a ser el procedimiento?
-Pues el grupo quiere hablar con los magistrados de la Corte.
Cul es la peticin fundamental de ustedes?
--Hacer un juicio al Gobierno. Que publiquen la demanda que tenemos. Que
publiquen la proclama del pueblo colombiano.
Y tienen suficientes municiones?
--Estamos bien...
Usted no tiene cerca al Presidente de la Corte?
--El ha hablado con todo el mundo, ha hablado con el General de la Polica
con el Presidente del Congreso, con Generales, etc. Llame al 2415015 y all puede hablar con el Presidente de la Corte.
Usted quiere enviar algn mensaje a las autoridades, al Presidente?
--Nosotros estamos pensando cumplir una tarea que el pueblo y el M-l9 que
es tener toda una denuncia armada dentro de la Corte para juzgar a este Gobierno
por traicin a los pactos de Medelln, Hobo y Corinto. Estamos dispuestos a vencer o a vencer....
Podemos decirle a los colombianos que ustedes van a respetar la vida de los
Magistrados y de las personas que estn all?
--La vida de los Magistrados depende de las fuerzas enemigas, del Ejrcito
colombiano que quiere masacrarnos . . . >> (Reportaje con el periodista Jos Is-
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rael Charry del Grupo Radial Colombiano, que slo fue publicado en El Tiempo
del da 7 de noviembre de 1985, pgina 7A).
El llamado comandante Otero, realmente, actu en ejercicio de la direccin
mxima del asalto y, por esa razn estuvo con el Presidente de la Corte en el
cuarto piso del Palacio.
Alfonso Jacquin hizo igualmente declaraciones a la prensa en respaldo de los
objetivos subversivos. Importa esta referencia, nicamente, por haberlas hecho
con el mismo telfono que utilizaron los Reyes, Medina y Medelln y el guerrillero Otero.
La seora Carmen Mendoza de Gnecco, esposa del Magistrado Jos Eduardo
Gnecco Correa, declaro:
El me llam faltando ms o menos un cuarto de hora para las doce del seis
de noviembre, pues, para decirme que haba un tiroteo impresionante en el primer
piso, que llamara a la Polica, yo no me haba dado cuenta de nada porque estaba
era viendo televisin, no tena el radio prendido. Yo llame a la polica y me dijeron que ya haban mandado refuerzos, que ya estaban enterados. Inmediatamente
lo llam y le pregunt que l dnde estaba en ese momento y me dijo que detrs
del escritorio con Hermgenes Corts, el Secretario de l, que tirados por el suelo
y que estaban muy impresionados, pues que llamara a los hijos y les comunicara
y ellos saban y todos se vinieron para mi casa, despus lo volv a llamar y me dijo
que se encontraba preocupado porque la hija mayor haba estado en la Corte unos
15 minutos antes, que l la haba visto, se llama Carmen Elisa Gnecco quien es
abogada, entonces yo la llame a ella a la oficina... y ella no saba nada porque
acababa de llegar a la oficina y le comuniqu lo que estaba pasando y que llamara
a su pap porque l estaba preocupado por ella, ella lo llam y se vino, pues para
ac para la casa. Despus estuvimos llamando, pero el telfono sonaba ocupado,
l le manifest a Carmen Elisa que no llamaran sino que l llamaba, para que no
se dieran cuenta que haba gente en la oficina y l se estuvo comunicando con
nosotros y hablaba con las hijas y deca que haba mucho humo, eran como las tres
o cuatro de la tarde, ellas dijeron que rompiera los vidrios para que saliera el
humo, esta conversacin era con las nias, porque llam y dijo que en la oficina
de la doctora Fanny Gonzlez se oan voces y ruidos, como quedaba al lado de la
de el, que posteriormente los guerrilleros haban entrado all y casi enseguida
llam para decir que ya haban entrado los guerrilleros a la oficina y que iban con
la doctora Fanny, con el doctor Carlos Medelln y con la Secretaria de la doctora
Fanny Gonzlez, Cecilia Concha. El habl con mi hija Carmen Elisa y le dijo
que una guerrillera quera hablar con ella, o cuando mi hija le dijo: Por
favor no le hagan nada a mi pap, no le hagan dao a nadie de la Corte que
ellos no tienen nada que ver con lo que ustedes estn buscando... Desde ese
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s porque al nosotros preguntarle con quin se encontraba nos dijo qu con unos
amigos, le preguntamos qu amigos y nos dijo que unas personas desconocidas
haban pasado por la oficina y haban resuelto hacerle compaa. Todo esto para
tranquilizarnos. Fue lo ltimo... Despus de las cuatro, cuando perdimos toda
comunicacin con mi papi, tratamos de llamar a las otras oficinas, especialmente
a la del doctor Medelln y en ninguna nos respondieron... (Folio 279 Juzgado 77
Inscriminal).
La seora Susana Becerra de Medelln, esposa del Magistrado doctor Carlos
Medelln, manifest:
... La ltima vez que habl con l, le pregunt cmo se encontraba, yo lo
not un poco nervioso, sin embargo l deca, yo tengo mucha fe en estos muchachos que no nos van a hacer nada, yo creo que cuando deca estos muchachos se
refera a los guerrilleros, el le tena miedo ms bien a los narcotraficantes, pero
nunca a los guerrilleros,tal vez por eso era tan confiado...me dijo que el humo del
incendio que haba en el primer piso ya estaba subiendo al cuarto piso, entonces
yo le coment: Mira, por qu no ponen unas toallas mojadas debajo de la puerta
para que no se les entre el humo, en primer lugar los baos quedaban muy lejos de
las oficinas, despus le coment qu no trataban de abrir las ventanas para que
entrara el aire y saliera el humo, me contest que las ventanas son de seguridad y
no se pueden abrir, entonces estaba atrapados, por ltimo me dijo, espero la camioneta ya que se vengan por m, que no se de moren ... y no volvimos a hablar
ms... despus ya me comuniqu con mis hijos, bastante tarde, les comente lo que
estaba pasando, entonces Carlos Eduardo, mi hijo mayor, me dijo: en este momento estamos viendo por televisin que est entrando un tanque, l cogi el
telfono y desde all (Pars) se comunic con el Palacio de Justicia, l habl con
una guerrillera por telfono, l habl y pregunt, dijo hablan con Carlos Medelln
y le contest una guerrillera: no puede ser porque Carlos Medelln est ac, l le
dijo (que) yo soy el hijo de l y les advirti tengan cuidado porque ustedes no
saben con quien estn tratando, ellos son los Magistrados de la Corte, le dijo a la
guerrillera, ella le contest estn tranquilos que nosotros no venimos a matar...
venimos a dialogar... tal vez le recomend al pap. Despus fue el caos. - (Folios
184 y ss., Juzgado Noveno Inscriminal)
El doctor Yezid Reyes Alvarado, hijo del Presidente de la Corte, doctor Alfonso Reyes Echanda, declar:
...Finalmente hacia las tres y media de la tarde, del seis de noviembre, obtuve comunicacin con mi padre, en el 2415018, quien me manifest estar en poder
de miembros del M-19; me dijo que se encontraba bien y que era indispensable
obtener de parte del Gobierno un cese inmediato del fuego y que para ello el
tratara de comunicarse con las personas que el conoca, pero que yo tratara de
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hacer lo mismo. Unos minutos despus, cuando yo no haba obtenido ningn resultado positivo, volv a comunicarme con mi padre y me dijo haber hablado con
el Director General de la Polica y con el Director del Departamento Administrativo de Seguridad, quienes le haban ofrecido conseguir el cese al fuego; me manifest no haber obtenido comunicacin con el seor Presidente de la Repblica y
sealo que probablemente la orden de cese al fuego no habra llegado al Palacio
de Justicia por algn inconveniente y que l seguira tratando de comunicarse con
miembros del gobierno. Varios minutos despus obtuve nuevamente comunicacin con l y me manifest que seguan disparando y que si el ejrcito entraba a
Palacio, se iba a producir una hecatombe. Fue entonces cuando yo le propuse
ponerlo en comunicacin con varias cadenas radiales para que pblicamente hiciera la peticin de cese al fuego. Esa fue la ltima conversacin que tuve con mi
padre, pues con posterioridad ninguno de los telfonos del cuarto piso pareca
funcionar, esta ltima comunicacin se produjo ms o menos entre cuatro y media
y cinco de la tarde... (Folio 271 Juzgado 77 Instruccin Criminal).
El doctor Jos Otoniel Gonzlez Franco, hermano de la Magistrada de la Sala
Laboral, doctora Fanny Gonzlez Franco, declar:
... Le dije y para afuera no se ve nada? y dijo ella, no, nosotros no nos
hemos asomado, pero oiga la balacera que hay por all abajo, y entonces se ve que
ella retiraba la bocina para que yo oyera; cuando en esas tocaron a la puerta;
Fanny dijo: Cecilia, pregunte quin es y qu quiere; Cecilia grit: Quin es? y yo
o cuando de afuera dijeron: Abra la puerta; Fanny volvi y le dijo a Cecilia que
volviera a preguntar quines eran y qu queran; Cecilia pregunt ms duro y de
afuera contest un seor... Somos guerrilleros del M-19 y queremos dialogar con
la Magistrada; cuando Fanny oy esta respuesta me dijo: ya me denunciaron
como Magistrada; de afuera seguan gritando que abrieran porque tumbaban la
puerta; yo oa perfectamente golpes como de culata contra los vidrios de la oficina, entonces le daban pareca que con culata porque los golpes eran muy fuertes...
Colg el telfono, colgu el mo y en mi reloj eran las cuatro y treinta y seis
minutos, y ah se me dio el presentimiento de que algo malo iba a pasar y quise
saber a qu horas haba terminado la conversacin con ella...>> (Folio 242, Juzgado Noveno Instruccin Criminal).
Los autores de este informe se resistan a mostrar la intimidad de los dilogos
llenos de ternuras, preocupaciones, angustias, pero a tiempo que comprendan la
necesidad de una estricta comprobacin de la cronologa de los acontecimientos,
tambin supieron ver en estas ltimas manifestaciones de su vida familiar, la grandeza
de alma de estos magistrados que en el centro de la mayor tragedia, vctimas
inocentes, sus preocupaciones se dirigan al cuidado de sus hijos y a la tranquilidad de sus familias...
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rero, pudimos ver con claridad que el incendio se propagaba desde el cuarto piso,
de tal manera que el material que se quemaba, caa sobre los restantes pisos, cobijando todo el material inflamable... Es muy difcil precisar quin (sic) y cmo se
origino el incendio. Antes de l, se escucharon varias explosiones sumamente
fuertes.... (Folio 114, Juzgado 77).
El Capitn del Ejrcito Jos Ismael Sierra Sierra, del Grupo Mecanizado Rincn Quiones, declar:
.. . El incendio en el edificio se inici, calculo ms o menos a las 9 de la
noche en el sector que queda sobre la carrera sptima, iniciando en la parte de
atrs hacia el frente, y hasta la puerta principal... Al iniciarse el incendio llegaron
los bomberos y mientras unos trataban de sofocarlo, otros con una mquina evacuaron un personal que se encontraba en la azotea, no s si pertenecan al cuarto
piso o seran los que bajaron inicialmente en el helicptero, vi personal del ejrcito y de la polica, los helicpteros eran de la polica. . . . (Folio 481, Juzgado 30).
El Sargento Segundo Ariel Grajales Bastidas, de la Escuela de Artillera,
declaro:
. . . Los guerrilleros incendiaron el cuarto piso, a las cinco y cuarenta y
cinco de la tarde y luego nos empezaron a lanzar libros encendidos y simultneamente incendiaron el cuarto piso, esa gente estaba enloquecida all, simultneamente al incendio empezaron a salir rehenes del cuarto piso hacia el tercero protegidos con mesas y sillas gritando que nos dispararan que eran rehenes, entre
ellos se encontraba un Magistrado, era un gordo. . . como diez minutos antes de
que los guerrilleros empezaran a botar libros prendidos, se sinti un olor como a
bazuco, y de la parte norte del tercer piso se escuchaba una voz femenina que
gritaba suba botas negras que tengo dos mil tiros para ustedes, despus se supo
que esa mujer tena una ametralladora porque desde ah disparaba, inclusive ah
cerquita donde yo estaba, mat a uno del GOES, lo mat de una rfaga de ametralladora... Yo creo... ella fue dada de baja como a las cinco de la tarde por personal
del GOES, en esta oportunidad el GOES recibi como dos bajas de parte de los
disparos de la ametralladora de esa mujer... Desde el tercer piso parte oriental...
parte suroriental, donde me encontraba, puedo afirmar que el incendio se inici
desde el cuarto piso cuando empezaron a lanzar libros encendidos hacia los pisos
inferiores y fue ah cuando se inici todo el incendio.. .. (Folio 86, Juzgado 30).
El Capitn del Ejrcito Wladislao Reinoso Marn, declaro:
...Se origin (el incendio) en el cuarto piso en el sector nororiental, algn
tiempo despus de que nos encontrbamos all en la terraza, yo pienso que los
bandoleros al verse asediados desde ese punto crtico, en forma astuta pensaron en
desalojarnos ocasionando el incendio, lo que lograron por cuanto que todos los
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que nos encontrbamos en la terraza debamos evacuarla a consecuencia del mismo.... (Folio 520, Juzgado 30).
Al Presidente del Consejo de Estado, doctor Carlos Betancur Jaramillo le
comentaron, sin recordar quien, que el incendio se inici en las primeras horas de
la noche en los lados de la biblioteca:
... Durante la tarde sent olor a plvora pero no el de cosas o muebles incendiados. Afirmo lo anterior porque slo vine a darme cuenta del incendio real a eso
de las diez de la noche, cuando a travs de la ventana de mi oficina que daba a la
carrera 7 Vi la silueta del incendio reflejada en los vidrios y sobre el techo...
cuando me di cuenta que tenamos que salir porque bamos a morir achicharrados,
pens hacerlo en direccin norte... que ese sector ya estaba en poder del ejrcito.
Al fin no pude hacerlo porque las llamas ya en ese instante cubran la parte externa de la oficina del doctor Samuel Buitrago. Esto nos hizo dirigir hacia el sur, es
decir, hacia el costado que da a la Plaza de Bolvar... No tengo una idea clara de
cmo y por dnde se inici el incendio. Cuando hablo de las diez o diez y media
de la noche me refiero a la hora en que vi las llamas, pero esto no me permite
afirmar que a esa hora se inici porque mi ubicacin no me lo permita y mi rea
de visibilidad era muy reducida. O comentar, pero no recuerdo a quien, que el
incendio se inici en las primeras horas de la noche en los lados de la biblioteca.
A pesar de que tena una pequea visibilidad hacia ese lado no vi llamas y las
primeras que vi estaban localizada en el techo del edificio. Como dije atrs, durante la noche o muchsimas explosiones, dos de ellas de especial magnitud; a
eso de las ocho o nueve de la noche sent una explosin que me llam ms la
atencin porque primero se oy la fractura de los vidrios y a continuacin el estallido con una onda luminosa, como si el artefacto viniera del exterior. Tambin
estall una bomba en el primer piso, hacia el costado sur, que despidi mucho
humo negro pero no vi llamas... (Folios 1824 y siguientes).
El doctor Julio Csar Uribe Acosta, Consejero de Estado, declar:
...Jams pens en un incendio del Palacio pero hacia las diez y cuarto de la
noche, ms o menos, volv a aventurarme saliendo de mi despacho a la oficina de
mi Secretaria, y en ese momento vi cuando algo lanzado del costado oriental y
tuve la impresin que de la parte baja, esto es, del primer piso. peg en el techo de
madera que daba sobre el pasillo del Palacio, producindose un incendio tan rpido e impresionante que inmediatamente me determin a salir, corriendo todos los
riesgos. Le dije a las personas que estaban en mi oficina, me voy porque prefiero
morir de un balazo y no incinerado...>> (Folio 110, Juzgado 27).
El 9 de noviembre los Peritos Qumicos Forenses, doctora Luisa Mireya Diaz
de Ramrez, Jefe del Departamento de Criminalstica, y Fernando Surez Glaser,
Qumico del Instituto de Medicina Legal, acompaados del Director y del Subdirector
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del Instituto, practicaron una inspeccin en el Palacio de Justicia por encargo del
Ministro del Ramo, doctor Enrique Parejo Gonzlez.
Del informe rendido por dichos expertos son los siguientes apartes:
Se tomaron de diferentes sitios y pisos del Palacio catorce (14) muestras en
total, relacionadas as:
Cinco (5) muestras correspondientes a pedazos de alfombras tomados en diferentes sitios y pisos del edificio.
Cuatro (4) muestras abundantes de madera quemada, carbonizada y semicalcinada,
recogidas en diferentes pisos.
Una (1) muestra de material quemado, tomada de varias sillas o poltronas del
Auditorio del Palacio.
Una (1) muestra tomada del suelo del cuarto piso de pedazos de vidrio de
seguridad, semifundidos por el calor del incendio.
Una (1) muestra recogida del piso, de papeles quemados, tomados al pie de
un archivador destruido por el incendio.
Una (1) muestra de escombros varios, recogidos del cuarto piso.
Una (1) muestra de dos frascos ampollas de vidrio, sellados, conteniendo
polvo blanco, y un frasco gotero plstico con liquido recogidos entre el 2 y el 3er.
pisos>>.
El resultado de la investigacin realizada se resume en una sola frase:
En ninguna de las muestras seleccionadas e investigadas se encontraron residuos de combustible.
Este mismo dictamen tiene una gran utilidad porque l da fe de la intensidad
del incendio, cuando dice:
Dentro de las muestras recogidas en el Palacio de Justicia se relacionaron
unos pedazos de vidrio de seguridad de los ventanales, semifundidos o ablandados por el alto calor del incendio; el vidrio comn funde a 1.000 grados centgrados; algunos vidrios se ablandan a 810 grados centgrados esto da una idea de las
altas temperaturas alcanzadas en el incendio. (Folio 567 del Cuaderno Base).
A este fenmeno de la intensidad debe agregarse el de la duracin. Porque,
segn el Magistrado Nemesio Camacho, a las siete de la noche del da mircoles,
ya estaba en llamas el cuarto piso y el incendio se prolong aproximadamente
hasta las tres de la maana del da siguiente.
El Juez 77 de Instruccin Criminal practico una diligencia de inspeccin sobre el armamento utilizado por las fuerzas militares en la recuperacin del Palacio
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y efectu pruebas de muy diversa ndole con las armas, granadas, bombas, etc.
Para las comprobaciones se crearon condiciones de especial riesgo, como las de
empapar en gasolina los blancos sobre los cuales se disparaba o se haca estallar
bombas y granadas. En ningn caso se produjo combustin.
Con mucha amplitud se interrog a todo el personal del Cuerpo de Bomberos
de Bogot que particip en las labores de extincin del incendio. El Juzgado 89 de
Instruccin fue comisionado para dar cumplimiento al auto que en tal sentido se
dict el 13 de enero. Sobre esta prueba hay todo un cuaderno de testimonios y
diligencias varias practicadas por dicho Juzgado.
Repetimos que la investigacin en lo que concierne a los incendios, no ha
dado sus frutos en el sentido de sealar causas o autores; por tanto sera aventurado hacer pronunciamientos sobre este particular.
La fuerza de incendio cambi las condiciones de permanencia de las personas, combatientes o no, que se encontraban en el Palacio de Justicia, obligando a
varios de los rehenes sobre todo los que se hallaban en el tercer piso, a salir de sus
refugios para evitar la muerte por asfixia o por incineracin. Despavoridos, corriendo el riesgo de ser alcanzados por las balas, se dirigieron, como pudieron,
unos hacia el descanso o hall de las escaleras ubicadas en el costado sur del edificio, frente a la Plaza, y otros, hacia las escaleras del sector noroccidental, nicas
Posibilidades, en ese momento, de llegar a la calle.
Se registraron episodios de solidaridad y compaerismo dignos de encomio.
Al abandonar las oficinas y sitios de refugio, no pensaron en su problema personal. Hicieron esfuerzos por reencontrarse. Angustiados se llamaban y con brevsimo intercambio de experiencias y temores, especialmente sobre la observacin de
personas armadas sin identificar, tomar precauciones y la decisin de salir ayudndose entre s. Estos minutos o segundos de arrojo, de desesperacin y de pnico, aparecen historiados por los propios protagonistas. Se transcriben parcialmente algunos testimonios, para que se pueda captar cul fue la situacin superada por
ellos.
El Consejero de Estado, doctor Betancur Jaramillo, Presidente del Consejo
por esa poca, declar:
... Cuando se inici el tiroteo me encontraba en la oficina de mi colega, el
doctor Antonio J. de Irisarri... sal de esa oficina... entonces me devolv a la ma y
permanec en ella durante toda la tarde y ms o menos hasta las diez y media de la
noche. En mi oficina estaba la Secretaria de la Presidencia, la seorita Beatriz
Urrea y mi Secretaria personal, seora Mara Ins de Gmez. Permanecimos en
mi despacho... Convers en dos oportunidades con el seor Presidente de la Repblica, durante esa tarde; creo que la primera vez a eso de las 5 p. m. El se mostr
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muy preocupado por lo que estaba sucediendo; me dio voces de aliento y me rog
que les transmitiera a mis compaeros la voz de solidaridad del Presidente y del
Gobierno. Creo que fue en la segunda oportunidad cuando le inform que estaba
oyendo voces, que no poda identificar, que pedan a gritos e insistentemente el
cese del fuego porque estaban de rehenes y haba heridos. Manifiesto que no pude
identificar las voces que tales llamados hacan ni ubicarlas en algunos de los pisos
del Palacio, quizs por la posicin en que me encontraba, tirado en el suelo. Con
mis Secretarias hicimos esfuerzos para buscar las voces de socorro, pero fue en
vano. El seor Presidente me tranquiliz y me dijo que ya todo estaba prcticamente bajo control. Las voces del Presidente eran de solidaridad pura con nosotros. As mismo le inform al seor Presidente que yo no estaba de rehn de la
guerrilla ni con miembros del Ejrcito; que me encontraba solo con las dos Secretarias y que mi guardaespalda el seor Gonzalo Viracach estaba en otro sector
del costado sur del tercer piso impidiendo el ingreso de guerrilleros por ese lado...
Con la nica persona del cuarto piso que logr comunicarme fue con el doctor
Nemesio Camacho; lo hice en dos oportunidades; en una de ellas me dijo que
milagrosamente estaba vivo porque una bala acababa de romper el vidrio de su
oficina. De ese piso no pude saber absolutamente nada, con excepcin de lo que
acabo de informar... Durante toda la tarde y parte de la noche o centenares, miles
de disparos y estallidos de bombas. Por la cadencia de los disparos puedo afirmar
que eran armas automticas, pero tambin se oan disparos tiro a tiro, como de
revlver. Ya por la noche se recrudecieron los estallidos de bombas o granadas,
algunas de ellas de altsimo poder explosivo que sacudieron fuertemente el edificio... En la esquina donde funcionaba la Sala Plena nos agrupamos unas quince
personas, dudando en seguir porque yo les haba hecho la advertencia que a eso de
las cuatro o cinco de la tarde haba visto, a la entrada de las escalares del piso, dos
personas vestidas de civil que parecan guerrilleros, una con una ametralladora.
En ese momento, ms o menos en la mitad del costado sur, en direccin a la
entrada principal, apareci un soldado que nos hizo seas de que nos arrastrramos hacia l. Luego trat de ayudarnos a salir por una escalera que en el tercer
piso caa al hall pero en ese momento se recrudeci el tiroteo y nos hizo seguir por
el corredor hasta las oficinas de la Relatora (costado suroeste). Ya en ese trayecto
ayud a transportar a Lubn Ramrez que tena un disparo en la cara. De las oficinas de la Relatora bajamos por las escaleras de caracol al segundo piso, y de ste,
por las escaleras aledaas a la cafetera, logramos llegar al primero y de all a la
puerta principal. Eran mas o menos las diez y media de la noche. En ese primer
piso un soldado nos protegi la salida. No v huellas de incendio en la cafetera;
recuerdo que su mobiliario estaba en desorden y por el suelo.
Tampoco vi personas en ese sector: solo vi dos cadveres al pie de la entrada
de la Secretara de la Seccin Tercera. La nica persona que estaba en ese sector
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fue el soldado que nos ayud a salir. Salieron conmigo ms o menos unas quince
o veinte personas y ninguna sufri heridas ni quemaduras durante el trayecto...
(Folios 1821-1823).
El Consejero de Estado, doctor Uribe Acosta declaro:
...(me situ) en un pequeo pasillo que da frente a la entrada del Palacio en
el tercer piso. All encontr dos soldados, uno de los cuales apuntaba su arma
hacia el costado oriental protegindose contra la pared . . . yo demand una escalera para bajar del pasillo del tercer piso al primero. Despus de unos minutos de
espera y sin que tuviera mucha visualizacin... baj por ella. Despus supe porque
me lo cont el Consejero Jorge Valencia Arango que la escalera era corta y que
fue apoyada en el primer piso sobre el pecho de dos soldados y que desde el
tercero me ayudaron a descolgarme para alcanzarla pues era corta. Dijo el Consejero Valencia Arango que la maniobra fue riesgosa pero l tambin baj por ella y
parece que despus lo hicieron tres personas ms. Cuando alcanc el primer piso,
soldados del Ejrcito y personal de la polica me protegieron con sus armas y me
condujeron a la Casa del Florero donde nos atendieron en debida forma (Folio
112, Juzgado 27 de Instruccin Criminal).
El Consejero Caballero Sierra declar:
... Obviamente, las circunstancias de mi salida no vale la pena relatarlas.
Slo repetir que por el temor de morir incinerado me vi obligado a cruzar rpidamente por entre el fuego que ya comenzaba a intensificarse. Al llegar al costado
sur del Palacio encontr un grupo de soldados, que protegan a otras personas, y
con las cuales pudimos salir ilesos, a pesar de los disparos que no precisaba de
donde salan. (Folio 142 del mismo Juzgado).
El Consejero Jorge Valencia Arango declar:
...De las muchas bombas y rockets disparados y que daban exactamente
debajo de nuestro piso, hubo uno a las 9 y 30 p.m. que fue la ms fuerte y que nos
levant el piso, amenazando con desfondarlo. Creo que fue sta la explosin que
me lesion el odo derecho y que me dej sin audicin por l, la que apenas estoy
recobrando lentamente... Ms o menos a las once p. m. o unos minutos ms, o
voces en el corredor frente a mi oficina y reconoc la voz del doctor Carlos Betancur
Jaramillo, Presidente del Consejo de Estado, que deca alguien: Valencia est en
la oficina y no lo podemos dejar y me toc en la puerta, la que abr y sal a sus
instancias al corredor . . . En medio de una balacera, avanzo el grupo encabezado
por mi, agachados contra la pared en direccin a la Plaza de Bolvar, pero al llegar
a la ltima oficina de ese sector, la del doctor Gustavo Humberto Rodrguez, vi
varios hombres asomados y o que el doctor Enrique Low a quien reconoc por su
voz, me dijo, que no avanzara ms que me tenan encaonado, desde el hall que
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el doctor Enrique Low Murtra y otro doctor que estaba visitndolo de nombre
Lubin N, me dijeron que qu haca ah solo, que me entrara para la oficina, me
entr y detrs de unos archivadores metlicos permanec hasta las once y media de
la noche cuando el ejrcito me pudo rescatar.... (Fol. 78, Juzgado 30).
Se puede afirmar, sin dar pie a equivocaciones, que con la salida de rehenes
hacia el costado sur del edificio, que fueron evacuados por distintas partes segn
sus propios relatos, concluy al menos el mircoles 6 el operativo que con tal
objeto se haba montado por las fuerzas del orden.
Suerte distinta corrieron los rehenes del tercer piso que salieron, como ya se
dijo anteriormente, hacia las escaleras de la zona noroccidental, que fueron a reunirse con los rehenes que todava se hallaban en el cuarto piso, por no haber sido
descubiertos por los guerrilleros, integrndose al grupo de secuestrados al mando
del Comandante Almarales.
Ms adelante haremos alusin al testimonio de los rehenes acerca de estos
hechos y de otros que tuvieron ocurrencia posteriormente y que corresponden a la
horrorosa tragedia del jueves siete de noviembre.
El Holocausto.
Conviene recordar acontecimientos registrados en el cuarto piso, durante el
desarrollo del operativo guerrillero, hasta el incendio que puso en retirada a los
protagonistas de los enfrentamientos para entrar en pormenores de la gran tragedia, ocurrida en una verdadera noche apocalptica.
Iniciado el asalto, despus de los dolorosos hechos ejecutados en la primera
etapa de la ocupacin, se observ que los insurgentes avanzaron el primer piso en
donde de antemano, se haban situado, estratgicamente, varios efectivos, con la
misin de cubrir su ascenso y fortalecer una base de operacin que permitiera el
control de todos los pisos, muy especialmente del cuarto y de las escaleras, convirtiendo el Palacio en una fortaleza para las acciones armadas que esperaban
acometer.
Doblegada la herica resistencia ofrecida por unos pocos vigilantes particulares y miembros del servicio de escolta, asignado a varios Magistrados y Consejeros, los guerrilleros, con el Comandante Luis Otero a la cabeza y otros integrantes del estado mayor del M-19, subieron al cuarto piso, aprehendieron al Presidente de la Corte, doctor Reyes Echanda, y a otros Magistrados, en calidad de rehenes fundamentales en el empeo de que la Corporacin se reuniera para someter
a juicio al Presidente de la Repblica, en persona, o a travs de un representante,
por hipottico desconocimiento de los acuerdos de paz celebrados con el M-19.
Logrado este objetivo, establecieron el comando de operaciones en el mismo lu-
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Cristina Herrera Obando, Beatriz Moscoso de Cediel, Libia Rincn Mora, y Nurys
Soto de Pieresquienes tambin prestaban servicio en el sector oriental del Palacio.
Las oficinas de los integrantes de la Sala Constitucional estaban distribuidas
as : Magistrado Manuel Gaona Cruz (409), Magistrado Carlos Medelln (410),
Magistrado Alfonso Patio Roselli (411) y Magistrado Ricardo Medina Moyano
(412).
Estos Magistrados tenan, respectivamente, como Secretarias a Lyda Mondol
de Palacios, Ruth Zuluaga de Correa y Rosalba Romero de Diaz. La del Magistrado Medina haba dejado de trabajar el 1 de noviembre.
Presentes en sus despachos de la Sala Laboral se hallaban los Magistrados
Fanny Gonzlez Franco (414), a quien acompaaban su Auxiliar Jorge Alberto
Correa Echeverri y su Secretaria Cecilia Concha Arboleda; Jos Eduardo Gneeeo
Correa (415), su Secretario Hermgenes Cotes Nomelin; y Nemesio Camacho
Rodrguez (419) con su Secretaria Ana Luca Bermdez de Snchez.
Ausentes, gracias a Dios, los Magistrados de la misma Sala, doctores Fernando Uribe Restrepo (416), Manuel Daza Alvarez (417) y Juan Hernndez Senz
(418). El piso cuarto tena cinco vas de acceso: Los ascensores del norte (puerta
principal) y los del suroccidente; las escaleras paralelas a los mismos ascensores
y, finalmente, una privada que, desde el stano y pasando por la cafetera comunicaba los pisos segundo y tercero.
Todo daba a entender que los Magistrados presentes en el edificio seran
congregados en un mismo lugar, precisamente donde estaba el Presidente de la
Corte, doctor Reyes Echanda, con los guerrilleros, capitaneados por el Comandante Luis Otero. Sin embargo, no ocurri as. Los Magistrados Manuel Gaona
Cruz y Nemesio Camacho Rodriguez, que se encontraban como ya se vio en este
piso cuarto, fueron a engrosar, a distinta hora, el grupo de rehenes a ordenes del
Comandante Andrs Almarales que se hallaba en el sector de los baos y las escaleras del costado norte del edificio frente a la calle 12 de la ciudad. A este mismo
lugar, fueron a dar los Magistrados Horacio Montoya Gil, Humberto Murcia Balln
y Hernando Tapias Rocha que estaban en oficinas del piso tercero. y parece raro
que el Comandante Otero no hubiera hecho ningn esfuerzo por congregarlos en
un solo sitio, si de reunir la Corte se trataba. Por lo dems, en el plan de la toma
del Palacio se tena previsto concentrar en un solo sitio, como atrs se vio, a los
rehenes fundamentales, y en distinto lugar a las dems personas cautivas.
Los guerrilleros, por lo visto, actuaron descoordinados en este propsito. No
es explicable, pero es cierto. Las versiones de testigos de excepcin, la del doctor
Ricardo Correal Morillo, Secretario de la Sala Constitucional, y la del seor Hctor
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Dario Correa Tamayo, Citador de la misma Sala, demuestran que, apenas aparecieron los insurgentes en el cuarto piso, hicieron todo lo posible por aprehender a
los Magistrados que all se encontraban. As, obtuvieron que el doctor Manuel
Gaona y ellos mismos, Correal y Correa, quedaran a disposicin del Comandante
Almarales. Fueron intiles los llamados, de viva voz, al Magistrado Ricardo
Medina Moyano y a otros ms, para que imitando la decisin del doctor Gaona
Cruz, fueran a reunirse al mismo grupo de rehenes. Sobre el particular, el doctor
Correal Morillo declara:
. . El da 6 de noviembre. . . la Sala se inicio a las nueve y treinta de la
maana. Una vez iniciada, el seor Presidente de la Sala, Magistrado Alfonso
Patino Roselli, solicit que le sacara una lista de todos los procesos en debate en
Sala Constitucional, hasta enero de 1986. Una vez establecida esa informacin, el
Magistrado Manuel Gaona dio comienzo a la sustentacin de una de las ponencias
que en ese da se iban a discutir... Comenz por hacer un relato histrico pormenorizado de las jurisprudencias de la Corte en relacin con tratados pblicos desde 1914 hasta la ltima sentencia proferida con ponencia del Magistrado Carlos
Medelln. . .de este ao. Seguidamente se comenz a or a las once de la maana
un tiroteo en la esquina de la calle 12 con la carrera octava y una multitud de gente
que observaba con curiosidad lo que estaba ocurriendo. Dentro de esa confusin,
pudimos haber pensado que era alguna accin de atraco e intentamos continuar
con el relato histrico del Magistrado Ponente, pero nos percatamos de que cada
vez ms el tiroteo era muy fuerte y nos dimos cuenta que evidentemente era un
ataque presumiblemente contra las instalaciones de la Corporacin. De inmediato
nos tiramos al suelo, desconcertados, sin saber que tipo de conducta tomar. Seguidamente vimos como algunos de los guardaespaldas localizados en el cuarto piso
comenzaban a disparar ametralladora. En ese momento los Magistrados se dispersaron y salieron hacia sus oficinas, ya que estbamos reunidos en un pequeo
saln de reuniones del costado norte sobre la carrera sptima, donde sesionaba en
ese momento la Sala respectiva. Los Magistrados Patio y Medelln salieron velozmente protegidos por guardaespaldas hacia sus oficinas. El Magistrado Gaona
Cruz, el suscrito y el Citador de la Sala Hctor Daro Correra, nos refugiamos con
un vendedor, no s de que era, en la oficina del Magistrado Medina Moyano; en
ese momento l recibi llamadas telefnicas para responder a lo que estaba ocurriendo dentro del recinto, parece que eran de la casa de l, pero no supe. Permanecimos en el suelo tras escuchar el cruce de disparos, o los disparos, porque no
era cruce de disparos, hasta cuando se tuvo la idea de amarrar un pauelo blanco
en un paragero. Creo que era un paragero y correrlo hasta la salida del corredor.
La nocin del tiempo no la puedo precisar; lo cierto es que del extremo noroccidental,
cuarto piso, salieron voces de los ocupantes de dejar la oficina y salir con las
manos en alto. En este estado el doctor Medina Moyano y el vendedor cuyo nom-
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bre ignoro, decidieron permanecer dentro del despacho mientras que el doctor
Gaona Cruz, el Citador y el suscrito salimos por el corredor en la direccin antes
mencionada y nos apostamos sentados frente a los ascensores del cuarto piso,
donde se encontraban otras personas, no recuerdo, cinco, seis, siete, una de ellas
herida en una mano, creo que era conductor, no tengo certeza. Nuevamente comenz la accin armada y dos horas mas tarde, no tengo clara la nocin del tiempo, se nos condujo al bao subsiguiente al cuarto piso, descendiendo. All fuimos
concentrados con algunos de los dirigentes de la ocupacin, entre ellos dos heridos que se encontraban en estado crtico, ayudados por un servicio de muchachas
que estaban con ellos. El tiempo comenz a correr lentamente y entre los ocupantes del bao, los habitantes del bao, los que estaban en el bao el silencio era
total, solamente se oan voces de mando de los ocupantes armados, para tomar
posiciones dentro de todo el recinto . . . . (Folio 150 Juzgado 77).
El seor Hctor Daro Correa, declar:
... En el momento de la toma yo me encontraba en la oficina del doctor
Ricardo Medina Moyano, l me haba pedido el favor que le cuidara la oficina,
mientras el estaba en Sala Constitucional, porque la Auxiliar de l se encontraba
disfrutando de una licencia. Me encontraba all con un vendedor de Servicios de la
Casa Crcel de Choferes, l tena cita con el doctor Medina, para algo relacionado
con eso. Como a eso de las once y treinta y cinco o cuarenta de la maana, escuchamos unas detonaciones que parecan venir como de abajo de la carrera 8,
inmediatamente salimos los dos al pasillo y nos asomamos hacia abajo, yo volti
mi cabeza hacia el lado izquierdo y vi a mi ta Ruth Mariela Zuluaga de Correal,
ella la Auxiliar del doctor Carlos Medelln, ella muri en la toma, muri calcinada, yo la vi, frente a la oficina del doctor Medelln...yo vi hasta que ella se volvi
a meter a la oficina y cerro y en ese momento alguien nos dispar desde abajo,
inmediatamente nosotros corrimos directamente a la oficina del doctor Medina y
digo corrimos porque todava andaba el vendedor conmigo, nos metimos bien al
fondo del despacho... y nos tiramos en el piso... all estuvimos tendidos cerca de
un cuarto de hora, solos hasta que llegaron al despacho los cuatro seores Magistrados, doctores Medina, Patio, Medelln y Gaona que tambin se refugiaron
donde nosotros estbamos, con ellos tambin entr el doctor Ricardo Correal... El
doctor Patio y el doctor Carlos Medelln optaron por irse. salieron. . . al pasillo
donde en ese momento se encontraba, creo que era uno de los guardaespaldas del
doctor Patio. todos tres salieron hacia el lado de las oficinas de ellos. Pasaron
unos diez minutos y nuevamente sentimos que estaban disparando hacia las ventanas, los tiros no entraron, pero el doctor Gaona dijo que amarrramos un pauelo blanco en un perchero y lo colocaron en frente de la puerta del despacho para
que alguien lo viera y no nos fueran a disparar a matar. Tan pronto lo hicimos
omos unas voces que nos decan: Salgan con las manos sobre la cabeza, de uno
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en uno y con sus piernas abiertas, el primero en salir fue el doctor Gaona Cruz y
se dirigi hacia los ascensores del costado norte que quedan al final del pasillo,
frente a la oficina del doctor Medina; mientras l sala, las mismas voces volvieron a gritar: Salgan de uno en e uno, que nosotros les respetamos la vida, nosotros esperamos un momento mientras el doctor Gaona sala, luego l nos grit:
Salgan que yo estoy bien, hagan lo que ellos dicen, entonces yo opt por salir y
me dirig a los ascensores del costado norte, detrs de m sali el doctor Ricardo
Correal. Cuando llegamos all nos dimos cuenta que quienes haban gritado y nos
tenan en su poder eran los guerrilleros del M-l9.
Nos preguntaron que quien ms haba en esa oficina le dijimos que el doctor
Medina y un seor vendedor de la Casa Crcel de Choferes, dijeron que les gritramos que salieran que nosotros estbamos bien, lo hicimos pero el doctor Medina
no quiso salir y el vendedor tampoco. Le decamos: Salga doctor Medina, que
nosotros estamos bien pero ni responda ni sala. Ah estuvimos como un cuarto
de hora y nos dimos cuenta que haban ms personas ah con nosotros, una de
estas personas estaba herida en una mano y deca que l era conductor, cuando el
doctor Gaona le pregunto que quien era, ese seor estaba en interiores tena como
una camiseta no me acuerdo bien, haban unas 8 o 1O personas mas, haban 2
mujeres pero no recuerdo quienes eran, porque yo estaba recin entrado all a la
Corte, me haba posesionado a partir del primero de noviembre, por eso mismo no
conoca casi a ninguno. Mientras estuvimos ah los guerrilleros hicieron varios
disparos hacia las oficinas, nosotros les dijimos que no dispararan hacia all porque haba trabajadores, secretarias y dems funcionarios, pero ellos no nos hacan
caso, uno de ellos nos contest que deban hacerlo porque presuman que haban
guardaespaldas, a lo cual nosotros no les respondimos nada.... (Folio 460, Juzgado 30).
Despus de la aprehensin del Magistrado doctor Gaona, y luego de doblegar
toda resistencia de los guardaespaldas, los guerrilleros pudieron reunir en un mismo lugar como rehenes, a nueve Magistrados, sometindolos a la voluntad, como
atrs se dijo, del Comandante Otero. El propio doctor Reyes Echanda as lo afirma en su conversacin telefnica con el General Delgado Mallarino cuando le
hizo saber que se hallaba en compaa de ocho Magistrados, sin designarlos por
sus nombres. Con l estaban, los doctores Fabio Caldern Botero, Pedro Elas
Serrano Abada y Daro Velzquez Gaviria, como el de la Sala Penal, Carlos Medelln,
Ricardo Medina Moyano y Alfonso Patio Roselli de la Sala Constitucional y
Jos Eduardo Gnecco Correa y Fanny Gonzlez Franco de la Sala Laboral. Y es de
advertir, que este nmero no vari, pues, el Magistrado Nemesio Camacho Rodrguez,
quien tambin se encontraba en el cuarto piso, no fue descubierto por los guerrilleros y acosado por el incendio descendi por las escaleras, quedando incorporado al grupo de rehenes dominado por el Comandante Almarales.
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atenernos al dictamen de los mdicos legistas y, en los correspondientes protocolos de autopsia. Con tres salvedades, se lee la expresin reiterada: Restos carbonizados cuya causa de muerte no pudo ser establecida por autopsia.
Seis ocupantes, solamente, de este fatdico piso se sustrajeron a la suerte de
los dems, esto es, de los que permanecieron con el Comandante Otero. El Magistrado Gaona Cruz, para venir a caer en la tragedia del bao situado entre los pisos
segundo y tercero, el Magistrado de la Sala Laboral, doctor Camacho Rodrguez,
quien se integr al grupo de rehenes en el mismo bao, dirigido por el Comandante Almarales, el doctor Correal Morillo, Secretario de la Sala Constitucional, la
seora Ana Luca Bermdez de Snchez, Secretaria del doctor Camacho, la seorita Mara Esther Mesa Montealegre, Secretaria del Magistrado de la Sala Laboral, doctor Manuel Enrique Daza Alvarez y el seor Hctor Daro Correa. Citador
de la Sala Constitucional. Los cuatro ltimos, se unieron con los Magistrados
Camacho y Gaona.
El Magistrado Camacho Rodrguez, rindi una importantsima declaracin.
De este testimonio, por ahora, basta destacar el relato que l hace sobre los primeros episodios del asalto y el del abandono de su oficina:
... Hacia las once y treinta escuchamos unos gritos en el primer piso y mi
Secretaria y yo nos asomamos para saber de qu se trataba y entonces recib numerosos disparos de arma de fuego por lo cual hice que mi Secretaria entrara a la
oficina, conmigo, en donde nos tendimos en la alfombra. . . Estando aun en mi
oficina del 4 piso, por lo menos cinco proyectiles fueron dirigidos hacia mi oficina y mi Secretaria no fue alcanzada por ellos, milagrosamente. Hacia las siete
de la noche desde el primer piso, subi un espeso humo negro, asfixiante. Mi
Secretaria y la del doctor Manuel Enrique Daza estaban en la oficina siguiente y
lograron sacarme de la ma, en donde estaba a punto de asfixiarme. Ya estaba en
llamas el cuarto piso, salimos hacia la escalera y en ese momento, en la oscuridad,
fuimos aprehendidos por elementos del M-l9, quienes muy rpidamente me requisaron para verificar que no tena armas y fuimos bajando por las escaleras, a tientas hasta cuando yo ca y resolv bajar sentado, por las escaleras y dentro del agua
y hasta llegar al segundo piso, en donde nos hicieron entrar al saln de baos. All
encontr al doctor Manuel Gaona Cruz, quien me abraz y me dijo: Cre que
estaba muerto, parece que no quedamos sino los dos. Haba otras personas; me
impresion la entrada de uno de los jvenes del M-19 con una bomba de tamao
de un meln grande y que deca que era lo que se empleara en ltimo lugar.
Luego nos subieron a los baos del tercer piso y en un momento estuvimos reunidos cerca de 20 personas, perdn, de 50 personas entre las cuales estaban los
Magistrados Humberto Murcia Balln, Hernando Tapias Rocha, Horacio Montoya
Gil y yo. Igualmente los Consejeros de Estado Ayde Anzola Linares, Samuel
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mensas, entonces no nos qued mas que coger para, los baos y al salir ah haba
hartos acostados, ah con armas y nos creimos que era el ejrcito, porque estaban
uniformados, entonces nos dijeron en voz baja sigan, .. entre ah y nos sealaron
el bao.... (Folio 306, Juzgado 30).
Por su parte la seorita Mara Esther Mesa, manifest:
... All permanec con la Auxiliar de l (doctor Camacho) de nombre Lucia
Bermdez de Snchez y el doctor Camacho, hasta las nueve o nueve y media que
ya dispararon a la oficina del doctor Camacho y rompieron todos los vidrios,
entonces ya empezaron a echar gases lacrimgenos y se entro el humo... entonces
salimos hacia los baos donde nos dimos cuenta. . . que todo (estaba) incendiado.
. . al llegar a la escalera haban como tres guerrilleros acostados armados... uno de
ellos nos dijo que subiramos al bao del cuarto piso que all bamos a estar
mejor, entonces entramos los tres al bao... estando ah empez a entrar humo, se
llen ese bao de humo terriblemente. . . perd el conocimiento no supe ms, me
vine a despertar en el bao que estuvimos hasta ltima hora. . .. (Folio 139,
Juzgado 41).
Huyendo del incendio, como anteriormente habamos dicho, salieron hacia
las escaleras y baos de que se viene hablando, los Magistrados y Consejeros de
Estado, acompaados del personal de colaboradores que haban permanecido, a su
lado, en el tercer piso y que no lograron, por interponerse al incendio, salir a la
calle, por el costado sur, donde se encuentra la Puerta principal.
Sus testimonios son expresin real del macabro episodio en que se vieron
envueltos. De algunos de ellos transcribimos apartes de gran inters para la investigacin.
El Magistrado de la Sala Civil de la Corte, doctor Humberto Murcia Balln,
declar:
. . . Nosotros, mi Secretaria y yo, continuamos tendidos en el piso de la
oficina... luego resolvimos apagar la luz y cerrar con llave la puerta, lo mismo que
desconectar por largos espacios el telfono; as continuamos pidindole a Dios
que permitiera la cesacin de nuestra gran angustia; avanzando el tiempo, por el
humo pudimos percibir que estaba incendindose la biblioteca y como para entonces los vidrios de la oficina, por el costado de la calle 12, haban sido destruidos
totalmente por las balas, nos encontrbamos al descubierto de las que llegaban
por ese lado; para entonces yo ya tena daada la prtesis que usaba en la pierna
derecha, ...Con gran dificultad me deshice de lo que de ella quedaba pues me
impeda los movimientos, y... luego de contarle... a mi colega y vecino doctor
Montoya la situacin de mi oficina. .. me pase a la 318, nos juntamos cuatro
personas. . . esto debi ocurrir entre las 6 y las 7 p. m..Reunidos los cuatro en esa
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eran rehenes. Los disparos continuaron a pesar de tales gritos. Hacia las diez de la
noche, ms o menos, y despus de sentir el olor de bombas lacrimgenas y una
tremenda detonacin que conmovi la parte del edificio en que nos encontrbamos, osea el tercer piso hacia la interseccin de la carrera 7 con la calle 12,
percib olor a humo de madera, por lo que tem que alguna parte del edificio
cercana a donde estbamos estuviera incendindose. Me arrastr entonces por el
piso y vi en la mencionada interseccin como un incendio de grandes proporciones se desarrollaba con mucha rapidez. Proced con la rapidez del caso a tomar de
la mano a mi Auxiliar y a salir de las oficinas corriendo agachados por el corredor
hacia las escaleras de] edificio, situadas en el costado occidental o sea por la calle
12 con carrera 8. A la entrada de las escaleras encontramos dos personas con
fusiles, ametralladoras, mascaras anti-gas, anteojos y uniforme militar que nos
cubrieron con sus armas y nos hicieron seguir hacia las escaleras. Yo cre que se
trataba de soldados del ejrcito, pero un rato despus me di cuenta de que eran
guerrilleros del M-19. Como el incendio continu desarrollndose cada minuto
ms intenso, los guerrilleros procedieron a sacar las mangueras que se encontraban en las paredes de las escaleras con el fin de combatir el fuego. Nosotros,
mientras tanto, con todas las personas que iban llegando a las escaleras, fuimos
bajando hasta el primer piso, en donde haba una fuerte corriente de aire que llegaba desde los stanos por el hueco del pasamanos de la escalera. En esa situacin
permanecimos algn tiempo hasta que los guerrilleros resolvieron que subiramos a uno de los baos que quedan en la interseccin de las escaleras, pues, segn
ellos, all estaramos ms seguros, ya que no correramos el riesgo de que los
tanques del ejercito nos aplastaran al embestir en el piso en que nos encontrbamos. El bao al cual nos ordenaron dirigirnos no solo estaba lleno de humo sino
que haba en el varias personas. En primer lugar, una persona de aproximadamente 45 aos de edad, de pelo corto peinado hacia adelante, de tez morena, vestido
con un buzo verde y un pantaln oscuro, al cual le pregunt, quien era y me respondi que era uno de los cuatro Comandantes. Otros dos estaban heridos y se
encontraban recostados sobre el lavamanos, uno en un brazo y el otro en una
rodilla, haba tambin tres mujeres, una bajita, morena, de pelo crespo y muy
joven, otra de nariz respingada triguea y de regular estatura y la otra rubia de
pelo largo, rasgos muy duros y ademanes hoscos, que permanecan sentadas sin
portar ningn tipo de armas y dedicadas a aprovisionar a sus compaeros de municiones, atender a todos los que estbamos en el bao y a curar a los guerrilleros
heridos, repartiendo tambin suero, antibiticos y un alimento consistente en harina mezclada con cacao y man. segn dijeron. Como antes lo mencion todos
quedamos reunidos en el bao, en una posicin muy incmoda por el espacio tan
reducido para toda esa cantidad de gente, mojados, pues el agua con que trataba de
combatir el incendio uno de los guerrilleros, rodaba por las escaleras y penetraba
al bao y a todos nos hicieron permanecer sentados. Nos ordenaban silencio y
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apagaron la luz. Hubo un intenso tiroteo a eso de las dos de la maana, pero luego
hubo un receso de varias horas. hasta ms o menos las ocho de la maana que se
reinici....(Folio 339, Juzgado 77).
Con el arribo de los rehenes del cuarto y tercer pisos, forzado por el incendio
que semidestruy todo el costado oriental del Palacio, qued un solo grupo, conformado por rehenes y guerrilleros, a rdenes del Comandante Almarales quien
asumi la direccin del operativo, al desaparecer los otros Comandantes de nivel
jerrquico superior.
El incendio torn fuerza del extremo nororiental del edificio (calle 12 con
carrera 7 hacia el flanco norte, frente a la citada calle 12, reduciendo en esa forma
lo que pudiera ser el territorio, ya muy limitado, dominado por los subversivos, el
cual comprenda nicamente las escaleras, con exclusin de la franja que comunica al primer piso con el parqueadero (controlada por el ejrcito), los entrepisos,
los baos y unos cuartos pequeos para servicios auxiliares en donde se conservaban elementos del aseo, se preparaba y distribua el caf para los empleados.
Los bomberos no pudieron desplegar toda su accin, como es obvio, por la
imposibilidad de penetrar al interior del edificio y por el peligro que ofreca acercarse a una zona prcticamente de batalla, siendo posible constituirse en blanco
de los disparos que afn se cruzaban, y quedar expuestos, a la vez, a la accin de
rockets, bombas y granadas, que hasta muy avanzada la maana se sentan estallar. No se debe olvidar que de las dos a las tres de la maana del 7 de noviembre,
en forma casi ininterrumpida se produjo una fuerte balacera y una serie de explosiones que conmovieron el sector. La misma fuerza del incendio, prcticamente
concentrada en los cuatro pisos de la mitad del edificio que da a la carrera 7,
frustr los propsitos de un grupo de bomberos que con sus equipos trato de dominar las llamas, unque, en un principio y por corto tiempo, lograron controlar el
fuego por la parte oriental del edificio. Las llamas, aproximadamente a las tres de
la maana se apagaron.
Seguramente la intensa lluvia de la noche contribuy, en mnima parte, a la
extincin del fuego. Los revoltosos utilizaron los equipos contra incendio, del
sector que controlaban, consiguiendo al menos eludir los efectos del excesivo
calor.
En el interior del edificio, durante el incendio, permanecieron efectivos militares, pendientes de posibles movimientos de los insurgentes hacia el primer piso
y el parqueadero. Su vigilancia dur hasta despus de dominada plenamente la
actividad subversiva. las dems unidades militares, abandonaron, transitoriamente, el Palacio hasta el restablecimiento de condiciones propicias para continuar la
lucha contra el movimiento guerrillero.
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Despus de la media noche, antes del mencionado retiro del edificio, miembros
de las fuerzas armadas localizaron a dos empleadas de la compaa particular Serviaseo,
quienes se encontraban escondidas en un cuarto propio de su oficio, ubicado en las
escaleras del costado sur, frente a la Plaza de Bolvar, acompaadas de dos guerrilleros heridos. Ellas fueron evacuadas del edificio con la cooperacin de miembros
del ejercito y del cuerpo de bomberos. Ms adelante nos ocuparemos de sus declaraciones sobre hechos que tienen relacin con las acciones de un grupo de guerrilleros, desde el costado sur del edificio, y, especialmente de las encaminadas a impedir
el plan del COPES y el GOES, en la terraza del edificio.
Hemos considerado necesario, para una satisfactoria visin de conjunto, transcribir,
fragmentariamente desde luego, algunas declaraciones concernientes a los enfrentamientos
y dems actuaciones armadas ocurridos en el sector sur del edificio que, como se
sabe, se enderezaban a cubrir la accin del COPES y el GOES por la terraza. Y,
porque de enfrentamientos se trata, presentar, testimonios que dan cuenta del comportamiento de los revoltosos, en el mismo sector sur.
El Mayor del Ejrcito, Carlos Fracica Naranjo, de la Escuela de Artillera,
tuvo, en cumplimiento de ordenes superiores una destacada actuacin dentro del
operativo militar para recuperar el Palacio y rescatar a los rehenes.
De la declaracin rendida por el seor Oficial Fracica Naranjo, extractamos
los siguientes pasajes:
... El primer da o sea el 6 de noviembre entr por la puerta principal en
cumplimiento a la ordenado por el Comando de la Unidad de penetrar al Palacio y
con los equipos nombrados tratar de rescatar el mayor nmero de personas que se
encontraban en el interior. Una vez se logr penetrar al Palacio tom el primer
piso por su parte nororiental hasta llegar a la biblioteca y durante este primer
trayecto se orden sacar todo el personal que se encontraba en estas oficinas.
Posteriormente se lleg hasta las escaleras ubicadas en el costado norte del Palacio y al intentar penetrar por ellas se recibi gran volumen de fuego que le caus
la muerte al seor Subteniente Villamizar, y las heridas al SS. Zabala: ante la
imposibilidad de subir por este sector ya que el fuego que se reciba era permanente y no permita nuestro acceso por ah, regresamos a la biblioteca donde armando un andamio con escritorios, se logr llegar al segundo piso; a este sector
mand subir un equipo, pero por el volumen de fuego que se reciba y ante la
necesidad de comunicarme con el comando de la operacin en la parte exterior,
me qued en la biblioteca con el personal que me acompaaba. . .
... Yo me encontraba en el primer piso en la biblioteca cuando
en el ambiente del Palacio rein un olor como a marihuana o bazuco, posteriormente del cuarto piso nos fueron lanzadas varias bombas incendiarias y qu-
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dad de salir permanec all hasta que el fuego haba consumido en su totalidad el
tercer piso y parte del segundo piso... Cuando ya no se aguantaba ms el humo y
el calor, decid salir. . . me vi obligado a subirme al tercer piso por la parte de la
carrera 8, ese recorrido lo hicimos arrastrndonos por el piso, ah en ese momento orden a un suboficial romper el vidrio y llamar la mquina de los bomberos. .
. recib la orden del Comandante de la Brigada de entrar con el grupo especial; por
una escalera sub al tercer piso, cuando llegamos al segundo piso ya esa parte se
haba empezado a quemar... eso ya estaba lleno de humo y llamas, inform al
Comandante de la Brigada que era imposible subir al cuarto piso puesto que ya el
tercer piso estaba en llamas y le ordene al personal regresar de nuevo a la Plaza de
Bolvar, o sea salir del edificio; cuando salimos eran como las tres y media o
cuatro de la madrugada del da 7 de noviembre . . . . (Folio 72, Juzgado Sexto de
Instruccin Penal Militar).
El Sargento Segundo, Luis Jos Mozo Moreno, de la Escuela de Artillera,
declaro:
...Cuando yo entre con mi gente, entr por la puerta principal, tom las
escaleras de la parte derecha, me dirig al tercer piso porque esa era la orden, ah
tom el zagun hacia la parte derecha y luego volti hacia el fondo, hacia el norte
a donde probablemente se encontraban los subversivos, ah buscamos abrigo en
las columnas porque no podamos entrar porque los subversivos nos disparaban
de un cuartico al lado de un ascensor, era que estaban metidos como en las escaleras, ellos nos disparaban a nosotros y unos compaeros mos les disparaban
tambin, yo no dispar ni un cartucho. . . La orden de nosotros no era combatir
con ellos (los guerrilleros) que se entregaran, seria respetada su vida.... (Folio
80, Juzgado 30).
El Sargento Segundo Carlos Julio Rubio Poveda, del Batalln Guarda Presidencial, declar:
...Bueno el 6... me llamaron, estaba en el Batalln, como por ah a las 4 y
media de la tarde y me mandaron con el Teniente Martnez y el Sargento Segundo
Gonzlez Nez, ambos del Guardia, en un vehculo aqu al Palacio de Justicia,
con unas granadas para fusil y el objetivo era venir a dispararlas. Cuando llegamos a la puerta principal o sea a la Plaza de Bolvar ya se encontraba el tanque
adentro, antes trataba ya de salir y en esos momentos sali uno que estaba ah y
haba otro ms adentro, al fondo, ese si qued all. En esos momentos lleg mi
General Arias y un General de la Polica que estaba dirigiendo la misma operacin y junto con ellos subimos al cuarto piso, eso fue ms o menos por ah a las
cinco y media de la tarde del da seis. De ah en adelante perd la nocin del
tiempo porque eso estaba oscuro y haba un solo bombillo ah en el bao. Se
orden disparar las granadas desde este piso hacia el sector del rincn, all donde
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construyeran la cuestin para la silla elctrica, el sector ese de all (sic) pues ah
era el ncleo de resistencia prcticamente de ellos. Se hizo varios intentos por
penetrar a ese sector pero siempre caan muertos o heridos los que trataban de
penetrar, entre ellos el Capitn Talero de la Polica. Aproximadamente por ah a
las nueve de la noche, o antes, por ah a las ocho me ordenaron subir a la azotea y
me dotaron con unos lentes de rayos infrarrojos y en compaa, con un Capitn
que se encontraba de Oficial de Inspeccin, no s de qu unidad ser, creo que era
de la PM, nos ordenaron disparar hacia el mismo sector del cuarto piso donde
claramente se vea una barricada compuesta por escritorios, sillas, todos los enseres de oficina y se podan observar las rfagas que salvan de ese sector. Ms tarde
cuando las llamas lo cubrieron todo preguntamos que si podamos bajar aproximadamente unos treinta que nos encontrbamos en la azotea, nos ordenaron bajar
y en la escalera del cuarto piso donde nos encontrbamos anteriormente nos encontramos con unos guerrilleros que tambin venan buscando esta salida, nos
dispararon y algunos de los que estaban adelante contestaron el fuego, de parte de
nosotros cayeron en ese momento dos heridos y nos toc replegarnos nuevamente
hacia la azotea, con los atacantes no supe qu pas, los heridos eran de la polica,
del GOES. Como tenamos tambin en la azotea dos mujeres del aseo que estaban
en un cuarto de los del aseo del tercer piso, las bajamos por la azotea junto con los
heridos en una canasta de bomberos. Ms tarde ya no pudimos bajar por estas
escaleras pues se encontraban completamente cubiertas por el fuego, nos hicimos
en la esquina que da a la carrera 8 con calle 12 hasta que los bomberos pusieron
una escalera y pudimos bajar por ella, eran aproximadamente las once de la noche.
De ah yo me retir a descansar, ah cerca en un vehculo que se encontraba parqueado,
del Batalln hasta que toc salirnos de ese sector por la cuestin de las granadas
que dispar un tanque, tres disparos que hizo al edificio y nos caan piedras al
carro, entonces nos toc bajar como dos cuadras, eso fue como hacia las tres de la
maana. Al amanecer, como a las seis de la maana lleg un oficial, no recuerdo
el nombre de ah del Batalln y me dijo que mi Coronel Ramrez me necesitaba.
Me hizo subir en el edificio que se encuentra frente al Palacio de Justicia, en la
octava con doce, en toda la esquina y ah permanec disponible para disparar dos
rockets que tenamos a mano Si fuere necesario, pero al final no se dispararon.
Ah permanec todo el da hasta que termin todas las acciones. Tengo que agregar que cuando se dispararon las granadas de fusil en el cuarto piso,a m me haban enviado a dispararlas, pero en vista de que el ngulo donde se deban disparar
era de perfil para un zurdo, no las dispar, sino el Sargento Segundo Gonzlez, yo
solo dispar fusil cuando me lo ordenaron en la azotea... Supe porque alguien me
dijo, no recuerdo quien, que haban encontrado en el cuarto del aseo del tercer
piso a dos guerrilleros heridos y sin armas, en este cuarto haba una granada asegurada y las dos mujeres que subieron a la azotea. . . Pues me refiero con estas
palabras para poder citar el sector donde se encontraban los subversivos, pues
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tengo entendido por comentarios que he escuchado que en ese sector iban a construir un sitio especial para la silla, eso lo o de militares... Estuve en la puerta
esperando la oportunidad de entrar desde la hora que llegu, como desde las cinco, hasta que los del GOES que tenan tomada toda la escalera, autorizaron subir,
como despus de 45 minutos de espera; es la escalera que queda entrando al lado
derecho; entramos los que cit anteriormente que vinimos del Batalln y ms
tarde lo hicieron tambin mi General Arias y despus el de la Polica, ellos estuvieron en el cuarto piso y despus en la azotea, ellos se bajaron apenas empez el
incendio... (Estuvimos) solamente ah en el descanso al llegar al cuarto piso, el
que iba avanzando por el corredor le tocaba devolverse o lo devolvan. Ah en el
cuarto piso fue donde mataron al Capitn Talero al intentar pasar hacia all, porque los guerrilleros estaban localizados en el pasillo al finalizar el corredor que da
sobre la carrera sptima, pero la mayora se tena que encontrar en las oficinas...
Preguntado: El disparo que hizo el Sargento Gonzlez desde que sitio lo hizo y
hacia qu sector o hacia qu blanco? Contest: Desde ah mismo del cuarto piso a
la salida del corredor donde nos encontrbamos todos. hizo creo que aproximadamente ocho disparos de fusil lanzagranadas, yo no saqu la cabeza para ese lado,
entonces no s qu ngulo tendra: ah mi General Arias era el que le deca a
donde tena que dispararlas, en todo caso todos los disparos con lanzagranadas
eran hacia un solo sector en el cuarto piso y ms de la mitad de los disparos no
estallaron, no estallaron sino como tres o cuatro granadas. Preguntado: Srvase
decirle al Juzgado a qu horas ms o menos ocurrieron estos disparos de granadas y qu intervalos tena cada una? Contest: Aproximadamente desde las seis en
adelante como hasta las ocho de la noche, con intervalos de unos diez minutos.
Preguntado: Srvase decirle al Juzgado hacia qu direccin disparaba el Sargento
Gonzlez, en qu sitios se encontraban los guerrilleros en el cuarto piso? Contest: El Sargento Gonzlez Nez Hernando disparaba desde el descanso de la escalera, sin salir al pasillo del cuarto piso, solo vi que el fusil estaba apuntando hacia
el sector de la carrera 7 pero no vea exactamente blanco, hasta me invit que
disparara pero no quise porque ofreca mucho blanco. Preguntado: Hasta qu
horas estuvo el General Arias en el Palacio de Justicia y especficamente en el
cuarto piso? Contest: Inmediatamente llegamos nosotros l lleg detrs de nosotros, inclusive tambin estuvo en la azotea, a l lo llamaron porque l ha estado en
competencias de tiro a nivel nacional y yo soy campen nacional de tiro. En el
cuarto piso estuvo mi General hasta que yo me sub para la azotea que un Capitn
dijo que all haba un sitio bueno para disparar, entonces mi General dijo que
necesitaba gente que tuviera buena puntera porque el disparo haba que pasarlo
por un ngulo muy reducido y por ese ngulo por los rayos infrarrojos veamos de
donde venan los tiros, las rfagas, pero ellos no nos podan acertar porque era
ms difcil para ellos puesto que tenan ms distante el ngulo, mas sin embargo
alcanzaron a pasar varios tiros que nos quebraron los vidrios. Apenas empez el
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incendio no volv a ver a mi General, no se hacia qu sector se dirigi. Preguntado: A qu horas se inici el incendio y exactamente en qu sector? Contest: Se
inici all mismo en el tercero o cuarto piso, no s si la candela se baj o se subi,
cuando yo vi fue las llamas en la azotea de la esquina de la carrera 7 con calle 12,
yo estaba inclusive disparando desde la azotea cuando vi llamas en la esquina de
la carrera 7 con calle 12, salan llamas por donde entra la luz, por la claraboya,
claro que primero sentimos los gases que nos afect a nosotros que no tenamos
mscaras, no se quin le tir gases a esa gente, nos toc sacar la cabeza por encima
del edificio hacia la Plaza de Bolvar para poder respirar. Las llamas salieron por
las claraboyas y ese se fue viniendo, era un espectculo sorprendente, el olor
era insoportable, yo creo que eso fue como de nueve a nueve y media de la noche
y yo creo que el incendio empez propiciado por ellos mismos por quemar el
archivo, esos eran los rumores que se oan ah que ellos queran quemar el archivo, porque mi General Arias hablaba e imparta rdenes por medio de un radio
motorola.
...Es que en realidad en el cuarto piso no se vea nada porque es como mirar
la pared porque haba como una barda. Lo palp ms desde la azotea porque desde
all vea el ngulo desde donde disparaban los del cuarto piso; es que estaba completamente oscuro, yo lo pude palpar luego desde la azotea por los rayos infrarrojos;
yo pude observar una persona arrastrndose por el cuarto piso, sali como de un
closet, como en los codos, iba en codo, a y cuando son otra plomacera (sic) no lo
volv a ver, no le vi arma en la mano ni nada, esa era una oficina como la segunda
oficina despus de la esquina de la sptima con doce, por la calle 12. Lo que vi del
cuarto piso, lo vi desde la azotea porque estaba en toda la esquina de la claraboya
que queda centrada en el edificio, en la esquina de la sptima con once y desde ah
vea al otro lado, lo vi con los rayos infrarrojos, tambin tena esos lentes el Capitn que estaba de Oficial de Inspeccin, creo que era de la PM, claro que hubo un
rato en que a mi me toco pararme porque mi General Arias se puso a mirar con los
lentes, entonces yo me par. Yo poda ver todo el corredor de la sptima y ms o
menos la mitad del corredor del costado norte, me pareci ver como un fusil que
estaba en el suelo y estaba prcticamente fuera de la oficina y yo pienso que el que
se arrastraba era para coger el fusil. La orden de disparar era hacia donde se encontraba la barricada que estaba taponando el pasillo de la carrera 7 con calle 12,
como unas dos oficinas adelante de la esquina de la calle 12, por la carrera 7 por
el pasillo del cuarto piso hacia el sur, por cada disparo que hacamos desde all,
recibamos una rfaga, sin necesidad de los lentes se vean las rfagas, los fogonazos.
Cuando empez el incendio, por cuestiones de la contra luz y el humo, con los
infrarrojos ya no se vea nada, lo que pudiera ver a simple vista y se alcanzaba a
escuchar gritos vociferando, no se entendan las palabras, pero si eran gritos vociferando por ese sector, tambin gente que corra, se escuchaba. En la azotea yo
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llegaron y golpearon en la puerta... daban mucha bala ... nosotros pensbamos que
era el mismo seor que nos haba dicho que nos encerrramos y era gente del M19, eran como diez entre hombres y mujeres.
Para distinguir que eran del M 19 llevaban en el brazo una franja y deca
M-19. Las muchachas llevaban una paoleta del mismo color de la franja o sea
blanco, azul y rojo y el uniforme era como del ejrcito, los hombres y las mujeres,
pero antes de... abrir la puerta le dije a Mercedes, no abra que son los guerrilleros... nos dijeron: Abran la puerta o si no le botamos una granada est el que est
se muere. Entonces Mara Mercedes abri la puerta y se cubri detrs de la puerta y cada uno con ametralladoras a dispararnos y nosotros les dijimos que no
dispararan que no ramos de las oficinas, que ramos del aseo... nosotros les dimos agua en unas botellas que tenamos...nos decan que los dejaran cubrir a ellos
ah, que no nos hacan nada y traan maletines con ropa particular, llevaban su
ropa aparte y todo eso de granadas y bombas las traan en otros talegos, para ellos
poder cargar las granadas. . . traan bastante pero bastante bala en los talegos,
bombas y granadas y nos dijeron no vayan a salir que si nosotros no las matamos,
las mata el Ejrcito. Ellos se gritaban unos a otros Compas estn bien? no se
decan el nombre ... uno de esos nos iba a disparar antes de nosotros darles el agua
... nosotros les decamos que no nos maten... y ellos decan: tranquilos que slo
hay para una guerra, esto no es nada, tiene que morir sea el que sea... ellos cogieron para distintos lados y se perdieron...el nico nombre que decan era Violeta. .
. Violeta agarraba un revlver pequeo, era joven y mona... y ella era la que nos
vigilaba tanto... tena como veintitrs aos, vestido como el uniforme de los compaeros y botas tambin como el Ejrcito, la diferencia era la bandera que cargaban..., Violeta se fue quin sabe para dnde y al buen rato lleg ella con una
compaera para que le diera agua. . .. le dimos agua y le dijo Violeta quines son
esas dos viejas, ella era muy brava. Dijeron dos muchachas del aseo, la que se
llamaba Patricia, dijo cuidenlas que no se vayan a salir y ella tena el cuerpo
cubrido de solas balas... le dijimos cuando se fue Patricia a Violeta, por qu esa
muchacha est bien cubrida de balas y ella nos dijo: ella es la cabecilla me parece
que fue que dijo, ella es la que nos manda..., Patricia se fue para el segundo piso.
Patricia era ms joven que Violeta... Violeta como se haba ido fue y trajo a un
compaero enfermo... la cabeza estaba cubierta de sola sangre, herido,y nos dijeron: Hganle alguna curacin a este compaero y en ese momento lleg otro compaero y me estaba hablando de las escaleras bajando del tercer piso. . . l se dej
descuidar de una bala y se la dispararon por el estmago y le sali por la espalda,
y yo vi cuando le dispararon y l se cay... Violeta lo arrastr hacia el cuarto
donde estbamos nosotros y Mara Mercedes como sabe un poco de enfermera
era la que estaba hacindole curaciones al muchacho que estaba bien herido en la
cabeza, ponindole pedacitos de limn en la cabeza, y como ya estaba descansan-
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cuando nosotros les dijimos que ramos (sic) del M-19... y nos dijeron pero si
ellos son del M-19 porqu se van a quedar con ellos, nosotros les contestamos que
era porque nos haban amenazado que tenamos que abrirles la puerta... yo les
deca que estaban desarmados y dijo el soldado: yo me voy a acercar y si nosotros
nos acercamos y llegamos a morir ustedes tambin mueren, y fue cuando se oyeron ocho tiros de afuera para adentro porque ni siquiera linterna tenan los soldados, y yo creo que fue que mataron adentro a los guerrilleros porque uno de ellos
se quej y grit y yo creo que s....
Ms adelante, la testigo refiere lo que dice haber odo contar a unos soldados,
acerca de la muerte de la guerrillera, que, segn ella se trataba de Patricia:
Venan unos soldados y dijeron: ya acabamos de matar a esa india que
estaba dando tanta bala, la ubicamos bien y la destrozamos porque ella no se
dejaba matar. . yo creo que era la cabecilla de todos, porque dijeron que desde
temprano estaban que buscaban el sitio y que hasta haca poquito la haban encontrado y la haban vuelto pedazos. .. nosotros les decamos a los soldados que nos
bajaran de la terraza (donde las haban subido por la escalera de hierro ancladas en
la pared), que nos llevaran a cualquier parte. .. fue cuando otros soldados vinieron
y dijeron que se est prendiendo el edificio. Nosotros pensamos en quedarnos
achicharradas ah porque esa terraza era hirviendo en calor, eso se le pegaban a
uno los pies y el humo estaba llegando hacia nosotras, fue cuando a mi me dio
harto desespero y me iba a botar desde la azotea para la calle, yo ya estaba lista
para botarme y unos soldados me detuvieron y me dijeron no haga eso, no haga
eso..., decamos que nos bajaran o que miraran a ver qu nos hacan, fue cuando a
ellos les dio lstima y nos volvieron a bajar por el mismo sitio por donde habamos subido, pero duramos bastante en la azotea y haban unos soldados que eran
buenos... dijeron cbranse... contra la pared y vyanse detrs de mi..., el que nos
baj fue un soldado... desde la azotea hasta el primer piso. Uno miraba hacia los
pasillos y haba mucha gente muerta... fuimos bajando al tercer piso, haban ms
soldados regados ayudando a proteger a la gente que estaba bajando, bajamos al
primer piso... nos hicieron salir por la puerta principal... nos sacaron y nos llevaron a la Casa del Florero... (Folio 712, Juzgado 41, primer cuaderno).
La seora Mara Mercedes Ayala Lesmes, compaera de la declarante anterior Limas de Montaa, por su parte, declar;:
... O como un tiroteo, como un ruido tremendo, y como un sbado haba
cado un vidrio de ah y son un estruendo. . . pense que era otro vidrio el que se
haba cado... nos entramos al cuarto del tercer piso, con Luca mi compaera... al
momento ces el fuego y vi un grupo de varios pero yo no saba que eran del M-19
y cuando ellos entraron al cuarto de nosotras les dijimos, Dios mo, no nos vayan
a hacer nada, no nos vayan a matar, ellos no dijeron que tranquilas que no nos iban
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hacer nada, ellos, eran varios hombres y mujeres que traan. . . unas vainitas en el
hombro que decan M-19, como un parche y unas vainitas colgadas en el cuello,
como blanco y rojo, no recuerdo ms, ellos entraron al cuarto y nos tranquilizaron
y una muchacha de esas se coloc en la puerta y no dejaba ni cerrar ni abrir. . . se
reunieron un poco de ellos y trajeron los maletines que ellos traan y los regaron
y eso era municin... al rato hirieron a un muchacho de ese y lo entraron al cuarto
de nosotras. . . yo le ayud al muchacho, estaba mal herido debajo del brazo y en
un brazo y yo lo amarr con bayetilla... hasta ese momento yo no saba que eran
del M-19 sino hasta cuando le mir el brazo que estaba herido y le mir el parche
que deca M-19. Yo pensaba que ellos eran del Ejrcito porque tenan el uniforme
verde como el del Ejrcito... Entraron varias muchachas y muchachos y preguntaron por nosotras... les rogamos que no nos hicieran nada..., un muchacho crespito
como canocito que sali por el peridico que dijeron que era la cabecilla, dijo que
no nos iban hacer nada, que solamente queran dilogo, nosotros con semejante
miedo por los disparos, eso pareca que se haba derrumbado todo...yo solamente
les daba agua... haba un muchacho alto crespito que lo haban herido en una
pierna y en un pie... la muchacha dijo no hay nada que darle y este otro muchacho
tambin est grave, entraron varias muchachas y la muchacha que estaba con nosotros era llamada por sus compaeros como Violeta a otra le decan Patricia,
todos eran jovencitos, excepto el seor que vi por el peridico que se vea de ms
edad, de resto los otros eran jovenes entre 20 y 25 aos, nosotras preocupadas,
figrese que el muchacho cuando lo hirieron tena dos granadas ah y le dijo a otro
compaero que le sacara esas dos granadas que tenan trabada el arma y que entonces por eso lo hirieron. Un crespito me pregunt que a dnde quedaban las
oficinas de los Magistrados y yo le contest que no saba a dnde quedaban, me
pregunt que de qu era la puerta que haba en el cuarto piso... le dije que no
saba, y me pregunt que dnde quedaba la puerta, que da a la terraza y le dije que
no saba, sacaron como un plano y hablaban bajito, yo me entr al cuarto con mi
compaera y cuando sal vi que disparaban hacia arriba y hacia abajo, pero yo no
saba quines eran los que disparaban de arriba, se comunicaban los del M-19
entre ellos, cuando iban subiendo alguno de los compaeros decan suba Colombia y el otro le contestaba sigue Colombia y a medida que ellos iban subiendo
se decan as, yo le haca preguntas a las muchachas del M-19 y unas me contestaban y otras no, yo le pregunt a ella que cmo se llamaba y no me contestaba.
Entre las mujeres que entraban haba como unas cuatro y hombres s haban hartos, pero no le s decir el nombre, porque llegaban unos y se iban otros. Haba una
muchacha, la del nombre Violeta que hasta en el maletn deca Violeta, la otra
estaba vestida con un vestido como del Ejrcito ... y haban otras que estaban
vestidas con un pantaln azul claro de pana y camiseta pero no recuerdo el color
y zapatos bajitos. . . despus de que ellos se repartieron para un lado y otro, nosotras seguimos en el cuarto, y se fue la luz, no s que horas eran, yo no llegu a
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ya luego empezamos a bajar todos los del Ejrcito y a nosotras nos bajaron de
ltimas con cuatro. No habamos sino dos personas all con mi compaera fuera
del Ejercito. Cuando bajamos veamos por las escaleras. . . muertos en gran cantidad, no se saba si eran del Ejrcito o del M-19, unos los vea eran estirados en
los entrepisos, y siempre nos iban protegiendo a nosotras hasta que bajamos al
primer piso..., eso nos cogan de la mano dursimo y luego nos hicieron seguir
corriendo hacia la Casa del Florero y all nos interrogaron y dije..., lo que estoy
diciendo aqu..., me pusieron a recorrer ah en la Casa del Florero a ver si yo
reconocia alguno de los guerrilleros que haba visto y haba bastante gente retenida, tambin haba personas empleadas del Palacio y yo no vi a nadie ah... Un
teniente me regal para el bus y me dejaron salir, pero todava no haba, aclarado,
yo llegu a mi casa como a las cinco de la maana, y me llevaron en una ambulancia uno de los socorristas. . . . (Folios 152-158, del mismo Juzgado).
Debemos anotar que la testigo, en diligencia de ampliacin de su declaracin
cumplida el 26 de enero de 1986, luego de observar unas fotografas que para el
efecto le fueron mostradas, reconoci al guerrillero Luis Otero, como la misma
persona de mayor edad que haba ingresado a su cuarto, con un grupo de guerrilleros jovenes. Precisamente, el mismo que figur como jefe del movimiento.
Despus de las tres de la maana se observ una pausa en los enfrentamientos,
aunque espordicamente se oan rfagas y disparos, tiro a tiro. Se escuchaban
explosiones de menor potencia. El incendio por otra parte, se extingui como ya
se dijo, a esa misma hora. De los escombros sala humo y el calor del ambiente
era sofocante. Al amanecer el cuadro era dantesco. Todo era desolacin y ruinas, Confundidos entre ellos los restos calcinados de rehenes y guerrilleros,
cuyas armas, igualmente calcinadas se encontraron al pie de sus despojos. Muy
pocos cadveres, aunque reducidos, conservaban su forma. El ambiente exhalaba un olor penetrante e insoportable, que recordaba la destruccin de la vida
humana.
Todas las oficinas con sus divisiones haban desaparecido, los equipos de
dotacin convertidos en chatarra retorcida, los procesos en curso, las bibliotecas
de la Corte, y las personales de los Magistrados y dems funcionarios, convertidos en cenizas. En una palabra, slo poda apreciarse la slida estructura del imponente Palacio.
No obstante se escuchaban espordicas descargas y disparos mas, como preparacin de lo que sera la segunda etapa de la gran tragedia.
Al llegar la maana, los guerrilleros quedaron reducidos a los baos y a las
escaleras del costado oriental del palacio. El resto del edificio se hallaba bajo el
control de las distintas unidades militares.
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No es fcil narrar las dificultades que se presentaron para dar un manejo legal
al problema surgido, en un buen nmero de casos por la casi total ausencia de los
cadveres, y, en otros, por la falta de su apariencia fsica.
La identificacin se logr, en un caso, por una estemotoma longitudinal
suturada con alambre que el familiar autor del reconocimiento defini como ganchos
para sostener las costillas, puestos all con ocasin de una intervencin quirrgica del corazn. En otros, por cierto que en forma muy dudosa, por sus pertenencias casi exclusivamene. Sorprendentemente, en los casos de los Magistrados Reyes
Echanda y Gnecco Correa, sus documentos de identidad personal se conservaron
casi intactos; en los dems fue posible o por una argolla de matrimonio o por
adornos o hasta por ciertas prendas intimas. Algunos cadveres presentaban huellas de heridas.
As, al del doctor Julio Csar Andrade Andrade (Acta de levantamiento 1165,
protocolo de autopsia 3834). Se le encontr un proyectil alojado en la masa muscular
del muslo izquierdo, proyectil que no presenta huellas de que haya sido disparado en arma de fuego, la deflagracin de la carga del cartucho correspondiente fue
motivada por altas temperaturas, como reza el concepto del laboratorio de balstica. Caso igual se da en el cadver levantado con acta 1136, cuya autopsia se describe en el protocolo nmero 3833.
Tres casos dan una idea de la dificultad para esclarecer los hechos finales. En
las autopsias de los Magistrados Reyes Echanda y Gnecco Correa se dice que
presenta heridas por arma de fuego en la regin subescapular a la altura del
quinto arco costal el primero, mientras que en el segundo, a los RX se evidencia
proyectil de arma de fuego el cual se aloja a nivel peritoneal entre las asas delgadas. Otro fragmento est localizado a nivel paravertebral derecho, tercio proximal,
femular derecho e isquin izquierdo los cuales no es posible extraer por el estado
de carbonizacin. (Protocolo 3740 y 3803, respectivamente). En el protocolo
3810 correspondiente al acta de levantamiento 1172 se da cuenta que a los RX se
evidencia fragmentos metlicos en la regin sacro ilaca los cuales fue imposible
extraerlos.
En los tres, sin embargo, la conclusin es la misma: la causa de la muerte no
pudo ser determinada.
Hay, a pesar de todo, otros en los cuales el patlogo se aventura en el concepto:
1 El del acta 1157, protocolo de autopsia 3836, en el cual, a pesar de que al
describir el cadver dice que se trata de un hombre con carbonizacin total,
concluye que falleci por asfixia por aspiracin de humo.
2 El del acta 1236, protocolo de autopsia 3833 (cadver carbonizado), tambin se dice que falleci por asfixia por aspiracin de humo, y
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3 El del acta 1135 aunque carbonizada en un 100%, por haberse localizado tres proyectiles en el muslo izquierdo, dos de ellos con orificio de entrada en
tercio superior y el ltimo sin evidenciarse , orificio de entrada, la conclusin
es que fallece en shock hemorrgico por herida de proyectil de arma de fuego y
asociado a carbonizacin .
Todo lo dems, como ya se dej expresado est indeterminado en cuanto a
causas de la muerte se refiere.
El caos de ese cuarto piso por razn del fuego y la destruccin o por el tratamiento que se dio a cadveres y huellas, es de tal magnitud que con inmensa
sorpresa se encuentra un protocolo (el 3794) el cual dice, textualmente:
Descripcin del cadver: Se reciben restos humanos carbonizados correspondientes a por lo menos dos cadveres adultos ....
Quiere esto decir que el levantamiento de un cadver se hizo sobre restos de
dos en explicable confusin de los funcionarios de Polica Judicial, porque su
capacidad no los habilita para hacer esta clase de determinaciones. Pero tambin
demuestra que las cifras que se han dado sobre nmero de muertos son susceptibles de modificarse en la medida que aparezcan confusiones como la que se deja
expuesta.
La documentacin que acredita todos estos hechos aparece dispersa en los
expedientes levantados en un principio por los distintos juzgados que conocan de
la instruccin. Su estudio, por tal dispersin, se dificulta en grado sumo. Esto
llev al Tribunal a disponer que por la Secretara se clasificara copia de toda ella
formando cuadernos separados, exclusivamente con las actas de levantamiento de
los cadveres, los protocolos de autopsia, los dictmenes de balstica, registro
civil, fotografas, etc., en forma tal que a cada levantamiento se vean agregados
los dems documentos correspondientes al cadver levantado.
Las vctimas de este holocausto fueron las siguientes:
a) Magistrados de la Corte:
Alfonso Reyes Echanda.
Pedro Elas Serrano Abada.
Fabio Caldern Botero.
Daro Velsquez Gaviria.
Ricardo Medina Moyano.
Carlos Medelln Forero.
Alfonso Patio Roselli.
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se sabr cuntos guerrilleros o visitantes murieron all, porque los cadveres fueron levantados sin mencionar el sitio especfico donde fueron encontrados. As,
para los guerrilleros identificables casos hay sobre los cuales se puede saber
el lugar donde murieron porque su actuacin se conoce a travs de la prueba testimonial.
En algunos (levantamientos nmeros 1171, 1183, 1099, 1178, 1179, 1131,
1186, 1127, 1134), se tiene como dato indicativo del lugar donde falleci cada
uno, la informacin puesta al pie de la respectiva fotografa tomada por el fotgrafo oficial, pero nada se dice sobre este aspecto en el acta.
Los guerrilleros ocupantes del cuarto piso corrieron suerte igual a la de los
Magistrados y funcionarios: fueron calcinados totalmente. Los que fallecieron
en otros sitios no fueron afectados por el fuego y por tanto fue posible su identificacin.
La de los calcinados fue segura en muy contados casos, como se dej explicado. El Tribunal considera que no era posible avanzar ms en este aspecto por
razones de muy fcil aceptacin: cuando inici sus funciones ya estaban inhumados
todos los restos recuperados; el estado de ellos, tal como se describe en el protocolo de autopsia dan base para deducir la imposibilidad de reconocimiento; y para
ese slo propsito dado el tiempo trascurrido, no se justificaba la exhumacin.
Se debe dejar constancia, de la insatisfaccin del Tribunal en este aspecto de
la prueba. No estamos seguros de que todas las identificaciones realizadas correspondan plenamente a la verdad.
Absolutamente irreconocibles aparecen veintiocho (28) cadveres. De los veintinueve
(29) funcionarios mencionados en la lista anterior dos hay, por lo menos, que no
tienen prueba alguna de su identidad; de los restantes algunos muy pocos en verdad- fueron plenamente reconocidos mientras que los dems lo fueron en forma
no muy convincente.
O sea que en el ltimo piso del Palacio de Justicia perecieron veintisis personas, que no hacan parte de la nmina de la Corte Suprema de Justicia. De ellas
debe descontarse a Gustavo Ramrez Riveros, visitante de la oficina del doctor
Medina Moyano.
A los autores de este informe les asalta una duda sobre la seguridad de estas
cifras, duda que nace de varias circunstancias plenamente demostradas: Evidentemente el incendio se prolong por varias horas y su intensidad fue de tal naturaleza que por algunas manifestaciones (vidrios fundidos entre otras) los expertos la
calcularon entre 800 y 1.100C. Las fotografas de los restos muestran un estado
avanzado de calcinacin que ms parece resultado de adivinacin que de observacin el dictamen sobre la naturaleza y caractersticas de los cdaveres. A tal extre-
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mo lleg la confusin en esta materia que uno de los cadveres (acta 3877, protocolo de autopsia nmero 058) slo fue descubierto entre los escombros cuando el
Juez Segundo Especializado adelantaba la diligencia de inspeccin judicial tres
das despus de ocurridos los hechos. Si a sto se agrega la conducta de los aseadores
que tiraron como basura huesos humanos, se ve cmo esa duda est plenamente
justificada y la cifra se deja mencionada porque tiene respaldo documental.
Repitiendo: Se explica la presencia de treinta y dos personas en el cuarto
piso. Son los nueve Magistrados, los tres Magistrados Auxiliares, los doce funcionarios de Secretara, el Capitn de la Polica, los cinco integrantes de la escolta, la ascensorista y el visitante ocasional.
Los restantes veinticinco fallecidos son o guerrilleros o rehenes. No hay otra
conclusin posible porque las bajas de los cuerpos armados estn acreditadas e
identificadas plenamente.
Ahora bien: Segn el plan general de la toma, en sta deban participar 28
guerrilleros transportados en los tres vehculos, ms los cinco que, como se dej
explicado, se encontraban dentro del edificio (Jacquin, Doris, etc.), lo que hace un
total de treinta y tres guerrilleros. Cuatro no entraron, segn Abraham, lo cual da
veintinueve en total.
Los asaltantes muertos, que fueron plenamente identificados, son 15, que
sumados a los 26 extraos, da cuarenta y un cadveres, cuya identidad o ubicacin
debe buscarse, porque no hacen parte de los organismos que tienen su sede en el
Palacio o no estaban visitndolo como ocurri con el joven Ramrez Riveros.
Este punto se estudiar, con detenimiento, al tratar el problema de los desaparecidos.
La tragedia tuvo su culminacin en los baos situados en los dos entrepisos
ms altos (del piso 2 al 3 y de ste al 4). All se refugiaron los guerrilleros y los
rehenes a medida que avanzaba la recuperacin del Palacio por las Fuerzas Armadas; el espacio dominado por los asaltantes fue reducindose al sector Noroccidental
y ms concretamente a los baos y a las escaleras de acceso.
El subversivo plan General tantas veces citado habla de la concentracin de
los rehenes fundamentales y destina para ella las salas de deliberacin que, como
se dej explicado, funcionan en el ngulo Norte del ala Oriental del cuarto piso.
Trascurridas varias horas y dominada la oposicin que desplegaron los guardaespaldas de los Magistrados, poco tiempo tuvieron los guerrilleros para organizar
esta operacin (concentracin de rehenes) porque bien sea a las 5:45 de la tarde
como dice un Sargento del Ejrcito, o a las siete de la noche (hora en que ya estaba
en llamas el cuarto piso como lo afirma el Magistrado Camacho Rodrguez), lo
cierto es que el fiero incendio dio al traste con todos los planes de establecer un
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tranquilo y total dominio del piso con los rehenes fundamentales asegurados
bajo su custodia como instrumento poderossimo de negociacin.
Esta situacin irregular para la guerrilla, oblig a disponer desplazamientos
sucesivos de uno a otro bao: primero fue el correspondiente a los pisos 3 y 4;
de all descendieron al situado entre el primero y el segundo, para finalmente
ubicarse entre el segundo y el tercero.
Este pequeo recinto de rea ligeramente superior a los veinte metros cuadrados, se convirti en prisin para ms de sesenta rehenes, campo de operaciones
para un nmero indeterminado de guerrilleros que entraban y salan, depsito de
municiones como quiera que all se reaprovisionaban en la medida en que agotaban las cargas previamente recibidas, base de trabajo de la enfermera y, finalmente, refugio de los guerrilleros heridos. All entregaron sus vidas varios Magistrados de la Corte, algunos Magistrados Auxiliares, modestos conductores de automvil y los guerrilleros todos que custodiaban el sitio y, recibieron heridas muchos otros rehenes.
Se ignora quines fueron los primeros en llegar. Cada vez que un testigo
comparece a declarar, informa que encontr rehenes ya concentrados all. Es unnime, tambin, la afirmacin de los prisioneros que iban ingresando, de que se
haban asilado algunos guerrilleros heridos, muy probablemente las vctimas de la
resistencia inicial por parte de la escolta de los Magistrados. Desde un principio
aparece all Andrs Almarales Manga, quien acta como jefe de ese grupo de
guerrilleros que dominaba el bao y sitios aledaos. Fue fcilmente identificable
para todos porque su fotografa se public repetidas veces en la prensa y en la
televisin como personaje destacado en las conversaciones de paz que, aun en el
propio Palacio Presidencial, se llevaron cabo.
Figura de especial importancia dentro de ese grupo guerrillero, es un hombre
que -herido en los momentos iniciales de la ocupacin- se refugia en un ngulo
del bao, precisamente en el ultimo de los lavamanos, y con serenidad pasmosa
aguarda sin inmutarse el desarrollo de los acontecimientos. Varios rehenes le confunden con Jacquin, el abogado que colabor desde dentro en la toma. Ese guerrillero est plenamente identificado como Digenes Benavides Martinelli, panameo, empleado del Ministerio del Trabajo de Nicaragua, quien portaba una cedula
de ciudadana colombiana a nombre de Mario Garca Restrepo -falsa obviamente-, y cuyo cadver fue levantado bajo ese nombre segn acta 1113 y el acta de
autopsia correspondiente lleva el nmero 3763. La herida que recibi inicialmente, fue de tal naturaleza que ella misma sirvi a los testigos para su identificacin
y reconocimiento.
As, pues, no hay duda sobre su participacin, identificacin y origen.
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gran dignidad con que todos los all presentes se comportaron en todos los momentos de la tragedia. Magistrados, aseadoras, auxiliares, choferes, secretarias,
abogadas y, los mismos guerrilleros, en todo momento observaron tal compostura, que fueron escasos los gestos de desesperacin. La seguridad de la muerte
prxima, dice Tapias Rocha y lo confirma Camacho, nos impuso la obligacin de
ser dignas. Hasta los ms humildes se compenetraron de ese sentimiento y actuaron con una altura que muchos quisieran para s, aun en ocasiones de menor trascendencia.
Esta certeza de la muerte se hizo dolorosa evidencia despus en los casos de
los Magistrados Manuel Gaona Cruz y Horacio Montoya Gil, del Magistrado Auxiliar
Carlos Horacio Urn, de los abogados asistentes Lizandro Juan Romero B., y Luz
Stella Bernal Marn, de la auxiliar Mara Nieto de Navarrete y del chofer Luis
Humberto Garca.
Cul fue el desarrollo de los hechos cumplidos en el bao, es la materia de
que se ocupar este informe con mayor detenimiento:
Cincuenta y tres rehenes liberados rindieron su declaracin sobre su terrible
experiencia; se hicieron varias inspecciones judiciales no slo para determinar las
huellas de los hechos sangrientos sino, algunas muy especiales, para concretar las
exposiciones de los testigos y traducirlas en planos con los movimientos declarados y dibujados por expertos; experticios se ordenaron especialmente en balstica
para determinar el origen y la direccin de los impactos que las puertas presentaban; en fin, en esta materia queda muy poco hacer.
Para llegar a las conclusiones ms o menos certeras sobre la realidad de lo
ocurrido en el bao situado entre los pisos segundo y tercero, se impone -en primer lugar- conocer muy bien el escenario y, luego, estudiar cada una de las cincuenta y tres declaraciones que se rindieron por los rehenes liberados.
Para este fin se acompaa -en copia reducida- el plano del bao, tomado del
general del edificio.
Como se ve en dicho plano, se entra por un pequeo pasadizo de un metro de
ancho por 2.58 metros de largo; el acceso, propiamente tal, se hace por un espacio
vaco de 1.35 metros de ancho, porque un muro de 1.30, paralelo a la pared occidental del pasadizo, sirve para preservar la intimidad del bao. Dentro de ste y
sobre la misma pared occidental y al fondo o ngulo norte se encuentran tres
sanitarios con divisiones y puertas metlicas de 1.15 metros de largo por 0.90
metros de ancho; la pared oriental tiene los lavamanos en nmero de cuatro, los
espejos correspondientes y un toallero metlico, adosado al muro; el resto, constituye un pequeo espacio sin utilizacin; finalmente en la pared norte, se encuentran dos orinales verticales. En toda la extensin de la pared oriental (5.28 me-
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Consejero de Estado Reinaldo Arciniegas, quien provisto de la camiseta del Magistrado Tapias Rocha como bandera blanca de tregua y luego de anunciar su
misin por varias veces, descendi las escaleras y fue recibido por los militares.
Inexorablemente las provisiones de todo tipo iban agotndose y, con ello,
slo quedaba a los guerrilleros la esperanza de que se aceptara su propuesta de
dialogo y negociacin. Decidieron, pues, que los rehenes, a voz en cuello y previa
identificacin por nombres y cargos, solicitaran el cese al fuego y la presencia de
comisiones de paz o de dignatarios eclesisticos o periodistas o funcionarios.
La intervencin de los rehenes siempre fue respondida por los militares con
la exigencia de que descendieran, manos en alto, en la seguridad de que sus vidas
seran protegidas. Los captores la rechazaron.
Mientras tanto, el fuego continuaba, los guerrilleros hacan frecuentes incursiones al bao para reaprovisionarse de municiones, en algunas ocasiones se les
suministraron bombas o granadas cuyo lanzamiento fue precedido de instrucciones a los rehenes sobre la actividad que deberan asumir en el momento de la
explosin para no recibir dao. Los lanzamientos se efectuaron, realmente, y el
estruendo, segn relato de los testigos, fue enorme.
Muchos de ellos describen con minuciosidad una bomba especial, de manufactura artesanal, con la cual los guerrilleros alentaban la esperanza de destruir el
edificio y, aun, varias manzanas aledaas. Ese artefacto que, con el terror que es
de suponer, fue visto dentro del bao, era especialmente cuidado por sus poseedores. Es de creer que no fue utilizado finalmente o no tena la potencia que se le
atribua.
Poco despus del medioda, un guerrillero inform a su Comandante la presencia de la tropa en el piso tercero y por lo tanto de la iminencia de la ocupacin
total del Palacio (vanse las declaraciones de Hector Dario Correa y Carmen Elisa
Mora Nieto, rendidas ante el Juzgado 30 de Instruccin Criminal).
Esta informacin determina un cambio total en la situacin de guerrilleros y
rehenes. Hasta ese momento exista cierta fraternizacin, se entremezclaban, rehenes inyectaban a heridos, una guerrillera que padeca de calambres recibi masajes de un cautivo; guerrilleras suministraron drogas y alimentos especialmente
a ciertas empleadas que padecan diversas afecciones a las que sufrieron desmayos se les hizo recuperar el sentido con tratamientos adecuados.
Esa fraternizacin tuvo muchas otras manifestaciones que no vale la pena
relatar. Pero, a partir de ese momento de la informacin sobre la toma del tercer
piso, el Comandante orden, perentoriamente, la formacin de los guerrilleros en
el sector occidental del bao (orinales) de frente a los rehenes quienes se formaron en filas por categoras: adelante los Magistrados, seguan los funcionarios
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En procura de una informacin cierta y completa, se transcribir lo pertinente de cada una de tales pruebas y se formularn conclusiones y pronunciamientos
sobre una y otras.
Veamos, primeramente, quienes testifican sobre las descargas de fuera hacia
adentro.
La doctora Helena Gutirrez, declar ante el Juez 77 de Instruccin Criminal,
que:
... En un momento dado entraron como unos cuatro disparos al bao . . ., vi
estallar dos disparos en el piso porque levant como fuego y en ese momento
tambin me di cuenta que el doctor Nemesio Camacho haba sido herido en la
cabeza....
Ms adelante aclara:
... lo nico que puedo decir es que cuando sentimos que se aproximaban las
balas del Ejrcito al lugar donde estbamos, el doctor Nemesio Camacho qued
herido en la cabeza, fue en ese momento, por que hasta ese momento no v que los
guerrilleros dispararan, yo no vi que adentro dispararan, los guerrilleros....
O sea que su apreciacin de que las balas eran del Ejrcito, se origin en el
hecho de que ella no vio disparar a los guerrilleros. Con toda honradez ella afirma
a rengln seguido que: No s de dnde vendra la bala.
Su exposicin, pues, es la inferencia derivada de no haber visto el hecho
contrario. Si no vio a los guerrilleros tuvo que ser el Ejrcito.
El relato del Magistrado Samuel Buitrago sobre este punto es claro y concreto:
... Posteriormente (a la formacin de la fila) el Ejrcito con sus armas abri
una tronera por la pared vecina a los lavamanos y por all hubo intenso fuego que
provoc bajas entre los rehenes. . ..
El Secretario del Consejo de Estado dice haber visto disparar hacia adentro
por el hueco de la pared y dentro mismo por los guerrilleros.
Mara Nelfi Diaz de Valencia (la ascensorista) cuenta que:
... Adentro en el bao no son ni una bala, toda la bala vena de afuera, claro
que los guerrilleros tiraron, uno llamado Rocket hacia afuera, porque nos tiraban
mucha bomba de guerra, pero adentro ellos no tiraron nada... los guerrilleros nos
cuidaban, nos defendian, nos daban droga y suero, en ningn momento los guerrilleros atentaron contra nosotros, al menos que yo haya visto . . . .
Jos Joaqun Pez, conductor de la Corte declara:
... Ah estaba el doctor Murcia Balln, el doctor Gaona Cruz,la doctora Ayde
Anzola, el doctor Salom, las aseadoras, pero no s el nombre, ni de las auxilia-
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res... ah el problema fue que a m me trat de dar infarto y por el humo y los gases
lacrimgenos, entonces empec a sufrir del corazn y entonces unas aseadoras me
daban masajes y me movan los brazos y me daban pauelos hmedos para respirar. Yo me encontraba en la puerta de salida del bao y yo no vi morir a nadie. Yo
fui como el primero que sal entre los rehenes de esos, si en esa confusin uno no
puede ponerse a observar nada. Preguntado: Usted se dio cuenta si los guerrilleros que estaban en el bao con ustedes que dispararan a algunos de ustedes ?
Contest: Yo no vi que dispararan, pero v que la pared fue rota, porque la polica
o el ejrcito rompieron, yo alcanc a ver el roto y dispararon de afuera para
adentro .
Hctor Daro Correa, citador de la Sala Constitucional, depone:
...en ese momento entr por una de las paredes abriendo un boquete como
una granada, porque el estallido fue tremendo, prcticamente cay en los pies
donde ella se encontraba (Luz Stella Bernal), inmediatamente se escuch la explosin, nosotros todos nos cubrimos, cuando volvimos a levantar la cabeza yo vi
que haba mucha gente herida y muerta . . . .
Finalmente, Magallys Arvalo, dice:
...Despus de eso se form una balacera, entraban balas de fuera hacia adentro por un hueco que abrieron en el momento de esa balacera, ese hueco lo abrieron con una granada o algo as....
La posicin contraria, es decir, aquella que sostiene que los disparos se produjeron dentro del bao, aparece de los siguientes testimonios:
. ..pero en ese momento entr por una de las paredes, abriendo un boquete
como una granada porque el estallido fue tremendo prcticamente cay en los pies
donde ella se encontraba, inmediatamente se escuch la explosin, nosotros todos
nos cubrimos, cuando volvimos a levantar la cabeza, yo vi que haba mucha gente
herida y muerta; despus de esto volvi a entrar otra granada, no me di cuenta de
qu lado vena dirigida y tras de la explosin de la granada vinieron varias rfagas
que ya fueron dirigidas directamente adentro del bao, me parece que venan del
lado de la puerta de entrada, todo el mundo tratbamos de protegernos como pudiramos, pero las balas rebotaban por todos lados, muchos cayeron heridos y
muertos; hubo un momento en que se calm el tiroteo y nosotros le pedimos a
Almarales que por favor nos dejara salir.... (Hctor Daro Correa.)
La primera parte de esta transcripcin ya se haba copiado en el captulo
inmediatamente anterior, porque el testigo crey que la granada haba producido algunas muertes en el pequeo recinto y por tal motivo tambin se incluy
entre los que atribuyen la accin externa las muertes. Luego se ver en cul posicin le asiste la razn.
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Alba Ins Rodrguez., empleada de la Seccin Segunda del Consejo de Estado, da una versin tajante:
...La gente le pregunta a uno que si fue el ejrcito o fueron los guerrilleros
los que nos dispararon, y la respuesta ma que el ejrcito no nos dispar directamente porque en el bao haban era guerrilleros y no ejrcito y cuando nos sacaron fueron los guerrilleros los que nos sacaron, yo al ejrcito lo vine a ver cuando
estbamos en el cuarto piso....
Ms adelante da una explicacin similar a la que luego se copiar del Magistrado Tapias Rocha, con la que refuerza notablemente su aserto:
... Preguntada. Por el sitio en donde recibi el disparo, que lo fue en la
espalda, el proyectil pudo venir del orificio que usted vio en el muro donde estaba
el toallero o del sitio donde estaban ubicados los guerrilleros cerca a la entrada del
bao ? O los orinales segn usted los ha ubicado en el croquis? Contest. Yo
estaba de frente al orificio y de costado a los guerrilleros (se deja constancia que
la declarante ha manifestado tener dos orificios en la espalda: uno segn las gasas
y esparadrapo que se sienten debajo del buzo que viste debajo de un chaquetn el
cual se ha quitado, se siente una curacin hacia la altura del homoplato derecho, y
a otro a nivel del quinto o sexto espacio intercostal del lado izquierdo posterior,
ignorando la declarante si son dos orificios diferentes o es uno de entrada y otro
de salida. No se despoj del buzo la declarante por haber recibido curaciones el
da anterior y tener molestia por ello....
O sea que si estaba al frente al orificio y recibi el disparo o los disparos en
la espalda, ste o stos le fueron hechos por los guerrilleros situados a su costado.
Mara Humbertina Hernndez de Daz, Auxiliar del Consejo de Estado, dice:
...Yo vi cuando le dispararon a la doctora Luz Stella, le dispar un guerrillero con metralleta....
Conviene en este punto leer la autopsia para saber que la doctora Luz Stella
Bernal muri como consecuencia de una rfaga (cuatro heridas) y no por estallido
o explosin, como algunos han credo.
El Magistrado Hernando Tapias Rocha, cuenta que:
...Nos ordenaron colocarnos en frente de ellos, habindose situado los guerrilleros contra los orinales del bao. Yo intu que nos iban a ejecutar y trat por
ello de no quedar en primera lnea. Sin embargo no pude moverme del sitio en que
estaba por el apretujamiento de todos y finalmente qued de medio lado, de cuclillas,
y recostado contra la divisin de los inodoros exactamente entre el primero y el
segundo de ellos. Repentinamente sonaron una serie de disparos dentro del bao
y sent que haba sido herido en la espalda. Seguro de que quienes haban dispara-
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do eran guerrilleros tan pronto como me sent herido me hice el muerto, recostndo
sobre un cuerpo que no se mova. Permanec all algunos instantes y en seguida
logr arrastrarme hasta el compartimiento correspondiente al primer inodoro.
All qued recostado cerca de la puerta protegindome lo ms posible y desde
ese sitio vi al doctor Nemesio Camacho tendido de espaldas en el piso pero sostenido en sus brazos y herido en la cabeza. Vi, igualmente, antes de entrar al bao,
a algunos guerrilleros con revlveres en las manos, confirmando de esta manera
que fueron ellos quienes nos dispararon....
En la historia clnica que reposa en el Hospital Militar Central y que fue
agregada al cuaderno nmero 3 levantado por el Juzgado 23 de I.C., se lee:
...Tapias Hernando.
Paciente quien es trado al servicio de Urgencia de esta Institucin por presentar herida por arma de fuego en trax, regin posterior a nivel de tercer o
cuarto dorsal regin posterior con orificios de entrada y salida y edema y hematoma en dicha rea.
En diligencia de reconocimiento de fotografas, practicada el 26 de febrero
por el Juzgado 77 de Instruccin Criminal, el doctor Tapias Rocha, ampli su
declaracin en los siguientes trminos:
Preguntado: Doctor Tapias Rocha, srvase informarle al Juzgado qu persona
o personas le hirieron a usted y a los dems rehenes que se encontraban dentro del
bao ubicado entre el segundo y el tercer piso del costado norte del Palacio de
Justicia.
Contest: No tengo certeza respecto a las personas o a la persona que me
pudo haber herido, pero quienes se encontraban en condiciones de poder disparar,
eran los guerrilleros del M-19. Ellos se hicieron en fila contra la pared correspondiente a los orinales y ordenaron a los Magistrados de la Corte que nos colocramos en frente de ellos y yo comprend en ese momento que el propsito era ejecutarnos
como rehenes. Por eso en lugar de irme hacia adelante, trat de irme hacia atrs,
pero alguien dijo que yo era Magistrado de la Corte y no pude lograr mi propsito,
adems el apretujamiento era tan grande que tampoco pude moverme hacia adelante, de manera tal que permanec en cuclillas, recostado contra la divisin del
primer y segundo inodoro que se encontraba entrando a mano derecha. En relacin con los guerrilleros del M-19 yo qued de perfil y por eso cuando sent que
era herido en la espalda, no tuve la menor duda en relacin con que eran ellos
quienes disparaban. Por esa razn me hice el muerto, y permanec en esa posicin,
recostado sobre el cuerpo de alguien que cay antes que yo, hasta que pude deslizarse al primer inodoro en donde permanec sentado tratando de resguardarme de
las balas. Preguntado. Doctor Tapias Rocha, srvase decirle al Juzgado cuntos
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huecos observ en la pared oriental del bao y por all penetraron disparos que
pudieran herir a personas que se encontraban dentro del bao. Contest: Desde la
posicin en que me encontraba en el inodoro al cual llegu despus de ser herido,
vi con claridad un hueco pequeo, muy cerca de donde comenzaba el mueble de
los lavamanos, esto es, casi debajo de la esquina de la mesa correspondiente. Por
ese hueco que corresponde a la pared oriental del bao cualquier bala que hubiera
entrado habra podido matar tan solo a las personas que se encontraban enfrente
del hueco, entre las cuales se encuentran todas las personas que se encontraban en
el inodoro en el cual yo me guarec as como los guerrilleros que se encontraban
recostados contra los orinales y tal vez los Magistrados que estaban cerca de
la puerta de salida del bao. Tengo la casi completa seguridad de que por ese
hueco no entr ninguna bala, ya que los Magistrados y dems personas que resultaron muertos y heridos dentro del bao, fueron precisamente los que quedaron enfrentados a los guerrilleros y no las personas que quedaron en frente del
hueco....
De la transcripcin que se deja hecha, varias son las conclusiones que se
pueden extraer:
Primera. Testigos hay que dicen haber visto entrar al bao bombas o granadas que all estallaron y causaron algunas muertes.
Esta afirmacin es totalmente equivocada. Ninguna bomba o granada estall
dentro del bao porque no hay el ms leve rastro de tal estallido y porque ninguno
de los rehenes fallecidos muri por explosin. El Magistrado Horacio Montoya
Gil muri fuera de ese recinto.
Segunda: Con excepcin del Secretario del Consejo de Estado, quien dice
haber visto disparar hacia afuera y hacia adentro por el orificio de la pared, los
dems testigos excluyen una u otra posibilidad. Los unos que solamente se dispar hacia adentro, los otros que slo se dispar dentro o desde dentro.
Para el Tribunal, los disparos que quitaron la vida de los rehenes en el bao,
fueron hechos por los guerrilleros que dominaban aquel sitio). Con ello se da
crdito, plenamente, a lo expuesto por el Magistrado Tapias y por la funcionaria
Alba Ins Rodrguez, quienes testifican, como alguien lo deca, refirindose a un
caso similar con su voz, sus sentidos y muy especialmente con sus heridas.
Siguiendo el plano del bao, la ubicacin de los heridos y de los guerrilleros,
la posicin de unos y otros respecto del orificio en la pared, no puede concluirse
de otra manera sino imputando a personas colocadas en el interior las lesiones
inferidas a los rehenes. La situacin de las heridas y la posicin en que se encontraban quienes las recibieron, impone la conclusin de que sus atacantes se encontraban de perfil y no de frente.
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guerrilla, pero dada la ubicacin y la forma en que nos sacaron presumo que fue la
guerrilla, pues el otro Magistrado que vena con nosotros y que fue el que me
golpe en la espalda cuando cay, muri en un sitio donde era imposible que lo
alcanzaran las balas del ejrcito, pues en primer lugar en ese sitio estaban como
cinco o seis guerrilleros parados y en segundo lugar el sitio donde haba fuego
cruzado, est aproximadamente a un metro de donde le dispararon a Gaona y
donde yo permanec inmvil. Posiblemente me dicen que el otro Magistrado era
Horacio Montoya, pero dado el nerviosismo y las circunstancias tan rpidas, no
puedo precisar con exactitud. No creo que haya sido el ejrcito porque los guerrilleros estaban parados y nosotros sentados... .
Esta ltima parte requiere otra explicacin y la da en la siguiente respuesta:
. . .Preguntado: Quin le caus las heridas de bala en las piernas? Contest:
No lo puedo precisar, porque como lo dije anteriormente, la cabeza ma estaba
contra el rincn y encima mo el cuerpo de Gaona y por consiguiente no pude ver
qu persona hizo los mencionados disparos, pero en el sitio donde estbamos era
imposible que las balas provinieran del ejrcito, pues solamente una persona que
estuviera parada alrededor nuestro poda causar las heridas, toda vez que estbamos postrados en el suelo. . . .
Existe sobre este acontecimiento de la muerte del Magistrado Gaona Cruz un
plano que, para mejor comprensin de lo que se expone a continuacin, se acompaa en copia. All aparece la ubicacin final del cadver y del cuerpo del testigo
Salom, precisamente en el ngulo que forman las paredes oriental y septentrional
del descanso de la escalera.
Los dos rehenes salieron del bao; el recorrido lo hacan siguiendo la pared
oriental y no haban cambiado de rumbo cuando se produjeron los disparos que
ocasionaron la muerte del Magistrado. Dos impactos de proyectil de arma de fuego penetraron por el parietal izquierdo el primero, y por la cara lateral derecha del
cuello el segundo, con orificios de salida en el temporal derecho y en el conducto
auditivo izquierdo, respectivamente.
La trayectoria o direccin de la primera es, ntidamente posterior anterior,
mientras que la segunda se orienta con claridad en forma transversal de derecha a
izquierda.
La que penetr por el parietal debi tener origen en persona que se encontraba atrs, ligeramente a la izquierda de la vctima. El autor de la segunda no pudo
estar ubicado a la izquierda. Para ello era necesario que el rehn se encontrara en
camino hacia el bao, no saliendo de l.
Si se pretendiere que el autor de la primera lesin accion su arma desde el
ngulo superior de la escalera, o sea en el tercer piso, y a la izquierda de la vcti-
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pelculas filmadas por las programadoras de televisin sobre liberacin de rehenes, todo sin resultado positivo alguno en cuanto a la localizacin de los desaparecidos.
No puede decirse que todo en esta parte de la investigacin haya sido negativo. Hay indicios de bastante entidad sobre la suerte corrida por estas personas.
Se explic al principio que el plan de la toma comprenda la concentracin de
los rehenes en las salas de deliberacin de la Corte. Esto es comprensible porque
el reducido nmero de los participantes en la accin no permita su dispersin en
la custodia de agrupaciones pequeas de rehenes y, adems, perda entidad la
captura. Fue as como, a lo sumo, se formaron tres grupos: dos en el cuarto piso
(uno era el de los rehenes fundamentales) y el tercero que al final vino a ser el que
guardaba Almarales en la Zona Noroccidental.
La Cafetera dispona, por razn de los servicios que prestaba, de una escalera
privada que la comunicaba con el stano por donde se provea de elementos de
consumo, y con los pisos segundo y tercero, para la atencin de aquellas personas y
entidades que ocupaban las partes altas del edificio (ej. reuniones de Sala Plena).
Para acceder al cuarto piso desde la Cafetera y por esta escalera privada,
era necesario hacer un recorrido por el corredor del tercero, aledao a la tribuna
superior del saln de audiencias y ascender luego por la escalera principal del
sector sur.
Hechos hay que indican el traslado de los ocupantes de la cafetera al cuarto
piso por la va que se deja descrita:
En el corredor mencionado, los soldados que avanzaban ocupando el sector,
hallaron tortas o pasteles que, hambreados, consumieron a pesar de naturales recelos sobre trampa o cazabobos como ellos denominan los artefactos dispuestos para destruir soldados incautos. Estos pasteles tuvieron que ser llevados de la
cafetera y no parece probable que tengan origen distinto a la fbrica de la proveedora, seorita Esguerra, quien minutos antes acababa de surtir la despensa del
establecimiento.
Vase sobre este episodio la declaracin del soldado Manuel Eduardo Becerra Rojas, rendida ante el Juez 77 de Instruccin Criminal.
As mismo, en el cuarto piso, al lado de los restos calcinados de un cadver
no identificado, se encontraron objetos de adorno personal que los familiares de la
misma seorita Esguerra reconocieron como de su pertenencia y que, precisamente, usaba el da de la tragedia.
Captulos atrs se dej establecido que en el piso cuarto se encontraban presencia explicable y justificada) treinta y tres personas, as: nueve Magistrados,
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Los pocos testigos que la mencionan se refieren a la mona con el alias que
le endilgaron durante su cautiverio por el color de su cabello. Las fotos publicadas
en la prensa sirvieron para su identificacin y, las diligencias adelantadas por los
investigadores condujeron a una solicitud de empleo que ella present en los Laboratorios CIBA el 11 de mayo de 1974 bajo el nombre de Clara Helena Enciso.
Lo ms significativo dentro de la comprobacin de su salida del Palacio es la
figuracin en las listas de rehenes liberados que elaboraron miembros de los cuerpos de inteligencia, de Clara Enciso Contreras en una, de Gloria Enciso Contreras
Obando en otra, mientras que en la tercera tal nombre se omite por completo.
Queda, pues, la conviccin de que Clara Helena Enciso sali ilesa del Palacio
de Justicia en el ltimo grupo de evacuados y que fue llevada a la Casa Museo del
Florero. Su destino final es desconocido.
Hay, tambin, vagas referencias a una pareja de guerrilleros, cuyos nombres
no se mencionan y apenas se da un dato intrascendente sobre su atuendo, en uso de
blujeans en ella o el color de la piel (moreno l), sin que las informaciones avancen de ah. La imprecisin o la lvedad de los datos no pueden utilizarse para
suspender la averiguacin.
Finalmente, debe mencionarse aqu el caso del conductor de la Fiscal del
Consejo de Estado doctora Gloria de Castro, y de los estudiantes del Externado de
Colombia Eduardo Matzon Ospino y Yolanda Santodomingo Alberecci porque
sobre la suerte que ellos corrieron a lo largo del sangriento episodio se han elaborado hiptesis que conviene despejar.
El primero, de nombre Jos Eduardo Medina Garavito, ha figurado siempre
entre los fallecidos en el bao. La duda sobre la forma en que se produjo su muerte
nace de que la testigo Magallys Arvalo, empleada del Ministerio de Justicia en el
ramo de Servicios Generales, declara haberle visto en la Casa del Florero, entre
los rehenes liberados con vida. Se plantea, as, una fuente de incertidumbre que no
alcanz a desvelarse durante el trmino de la investigacin.
Los estudiantes, en cambio, salieron del palacio y sobre ellos se estableci
fuerte sospecha de que pertenecan al grupo asaltante. Su traslado a la concentracin del Museo del 20 de Julio fue aparatoso. Todo haca creer que dos guerrilleros haban sido capturados y bajo esa identificacin se les llev al provisional
centro de retencin.
Despus de largos interrogatorios en el segundo piso, de procurarse su identificacin como subversivos, fueron trasladados a otras dependencias oficiales
habiendo sido objeto de malos tratos y de amenazas que causaron graves perturbaciones todava perceptibles en los momentos en que rendan sus exposiciones ante
los instructores.
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Los dos jvenes fueron liberados esa misma noche, es verdad luego de que se
hicieron las comprobaciones de rigor sobre su identidad e inocencia. No quiere
esto decir que ah haya terminado el caso. Se buscar que ellos, una vez recuperen
la tranquilidad o la serenidad hagan los reconocimientos respectivos en procura
de la consigna sancin para quienes abusaron de las funciones con que la sociedad
les ha investido.
Quedara incompleto este captulo si no se hiciera mencin del inicuo tratamiento que sujetos de perversidad incuestionable dieron a los acongojados familiares de los desaparecidos. Es uno de los captulos ms dolorosos porque a tiempo que alimentaba esperanzas conturbaba el nimo ya en exceso adolorido.
Nos referimos a los desalmados que utilizaron el telfono para, annimamente,
dar informaciones sobre encarcelamiento y crueles torturas a todos los desaparecidos. Muy pocos escaparon a esta s real tortura. No vale la pena extenderse en
ella aunque tampoco se puede ocultar.
Baste como ejemplo inicuo que el hijo del Magistrado Montoya Gil recibi
informaciones telefnicas annimas segn las cuales su padre se encontraba vivo
en la Casa del Florero, cuando ya era un hecho que haba fallecido en las circunstancias que se han dejado relatadas.
Actividades preliminares de la investigacin, errores protuberantes.
Concluidos los enfrentamientos, el Comandante de la Dcima Tercera Brigada, en compaa de otros oficiales, procedi a efectuar un recorrido de las reas en
las cuales se cumplieron las ltimas acciones. Fue as como hizo un reconocimiento de las escaleras y del bao situados en el segundo y tercer pisos del costado norte del edificio. Encontr en el lugar los cadveres de rehenes y guerrilleros
en un nmero que exactamente no fue precisado. En ese momento todo el Palacio
de Justicia y obviamente el bao y las escaleras se encontraban bajo el dominio y
control pleno de las Fuerzas Militares. Las gentes no tenan acceso a l por las
barreras establecidas desde los primeros minutos despus de ocurrido el ataque
guerrillero. Estas circunstancias hacan presumir que los funcionarios de Polica
Judicial y los Jueces de Instruccin, tenan el camino despejado para iniciar la
investigacin, sin prdida de tiempo, procediendo al levantamiento de cadveres,
una vez hechas las diligencias de reconocimiento de los mismos.
Era de esperarse que la identificacin de cadveres se cumpliera a tiempo que
los funcionarios simultneamente obtendran las primeras pruebas con la cooperacin de familiares y amigos, quienes angustiados haban acudido a indagar por
la suerte de personas que saban se encontraban, o deban encontrarse, en el interior del Palacio, al cumplirse el ataque.
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Inexplicablemente, las autoridades militares no esperaron a que los competentes funcionarios de la investigacin hicieran lo que legalmente les corresponda hacer. Primero, ordenaron la incautacin de armas, provisiones y material de
guerra, despus la concentracin de cadveres en el primer piso, previo el despojo
de sus prendas de vestir y de todas sus pertenencias. Algunos de estos cadveres,
no se sabe porqu, se sometieron a cuidadoso lavado. Con tal proceder se privo a
los funcionarios encargados de las diligencias de levantamiento de importantes
detalles que a la postre dificultaron la identificacin de los cadveres y crearon el
desorden y el caos. El punto de partida, por lo visto, innecesariamente fue contraproducente al buen manejo de la investigacin. Queremos respaldar nuestros asertos, con relatos de los testigos que dan cuenta de los equivocados actos con que se
le dio principio a la investigacin.
El Mayor Carlos Fracica Naranjo, al respecto declar:
... El seor General Arias Comandante de la Dcima Tercera Brigada una
vez penetr con el primer pelotn y se ocup el primer piso de las instalaciones, l
se hizo presente en este sector y permaneci con la direccin de toda la operacin
hasta su finalizacin recorriendo los diferentes pisos y efectuando las diferentes
coordinaciones con los comandos superiores. Terminada la operacin cuando
a l se le inform los resultados, l baj del cuarto piso y posteriormente
orden trasladar a los cadveres hacia el patio donde se encontraba la estatua de Mrquez, para que el personal de Medicina Legal realizara las identificaciones y levantamiento de los cadveres; en esta actividad apreci nuevamente la entrada del seor Comandante de la Polica Bogot, quien coordinaba
directamente esta labor de identificacin y de reconocimiento dactiloscpico . . .
. (Folio 17,Juzgado 30).
El Capitan Rafael Mejia Roa, Orgnico de la Escuela de Artilleria, expres:
. . . Eran ya aproximadamente las 14:30 horas cuando sucedieron estos hechos, donde logramos entrar al sector de los baos donde encontramos aproximadamente de diez a quince guerrilleros totalmente muertos, tambin se encontraban
all aproximadamente unos cinco civiles entre ellos unas dos mujeres y sus cuerpos estaban sin vida, acto seguido recib la orden del Comandante de la Brigada
de concentrar totalmente la Bateria, sacar todo el personal militar y de la Polica
Nacional que all se encontraba, proceder a recoger todos los muertos de los diferentes pisos, bajarlos al primer piso donde all se encontraba la Polica Judicial
realizando el procedimiento de rigor, siendo ya las 18:30 horas y ya prcticamente
concluida la labor de la Polica Judicial, la Bateria abandon el Palacio de Justicia
y nos dirigimos a la Escuela de Artillera.... (Folio 99, Juzgado 6 de Instruccin
Penal Militar).
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El Mayor Fernando Milln Prez, Orgnico del Batalln Guardia Presidencial, declar:
... Esta operacin de registro y ocupacin continu hasta aproximadamente
las tres y media de la tarde cuando fueron reducidos los ltimos integrantes de
este grupo subversivo, los cuales se haban hecho fuertes a la entrada de los baos
antes citados. Una vez concluida esta operacin se procedi a retirar el personal y
a concentrar los cadveres en el patio interior del Palacio para la prctica
de las diligencias legales . . . . (Folio 69, Juzgado 6).
El Sargento Segundo Luis Jos Mozo Moreno, declar:
... Preguntado. Observ usted si al bao donde se encontraron los cadveres subieron jueces a hacer los respectivos levantamientos? Contest: Sinceramente no v a ninguno, yo dur todo all porque mi grupo fue el que baj los
cadveres, luego de ah subieron arriba (sic) y bajaron los otros cadveres, yo no
fui; tambin bajaron a una seora de un ascensor que segn dicen era la mam de
un soldado, llamado Monsalve, ella trabajaba ah como ascensorista... Preguntado: Quin dio la orden de que los cadveres fueran bajados y en qu sitio fueron
colocados? Contesto: Mi Comandante el Capitn Meja .... (Folios 81-82, Juzgado 30).
El Teniente Jairo Enrique Vera Llanes, de la Escuela de Artillera, dijo :
... No se, yo no me fij, lgico que los cadveres s los bajaron al primer
piso, pero no s si los levantamientos los hicieron arriba o abajo...,>. (Folio 72,
Juzgado 30).
El Soldado Carlos Arturo Monsalve Snchez, de la Escuela de Artilleria,
declar:
... A mi me mandaron s, pero yo no recog nada, porque yo quera era
recorrer el edificio haber si encontraba a mi mam, unos compaeros si ayudaron;
los que reciban los cadveres y los lavaban eran unos de blusa blanca que creo
que eran de la DIJIN, los lavaban con agua con una manguera, lgico que les
quitaban la ropa yo no supe si ya haba hecho los levantamientos, yo vi que ah
estaban haciendo unas anotaciones, ah hubo gente que qued intacta, solo se les
vean los tiros, a mi me dijo alguien oiga venga ayude a bajar, tambin haba
gente de la Cruz Roja bajando restos quemados . . . . (Folio 61, Juzgado 30).
El Coronel Felix Gallardo Angarita, Comandante del Cuerpo de Bomberos
de Bogot, declar:
... Cuando el da 7 de noviembre se terminaron las operaciones me traslad
a la Alcalda.. ., yo baj de nuevo a la Secretara de Gobierno, ah me estuve un
rato..., habl con mis bomberos, haban varios, les pregunt cmo segua la situa-
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cin, me dijeron que nicamente estaban echando agua para lavar algunos cadveres porque los jueces y los funcionarios de la Policia Judicial estaban en los levantamientos. Entr en el Palacio, observ en el patio central: soldados, policas,
DAS, F-2, y los jueces, el espectculo era demasiado macabro, causaba nuseas,
cadveres calcinados y un ambiente irrespirable. Me estuve unos minutos les dije
a los bomberos que solamente deban actuar por rdenes de los jueces que ya
estaban ah, prestar la colaboracin que ellos les pidieran y regresar a la Alcalda
y luego al Comando . . . El apoyo continu a rdenes de los jueces. No recuerdo
quines estaban all pero ya era una labor secundaria que como dije fue ms que
todo de lavado de cadveres y cada cual hizo lo suyo de acuerdo con el apoyo que
le pidieron. Esa labor se cumpli en parte del 7 al 8 de noviembre, segn los
informes que reposan en autos.... (Folio 434, Juzgado 89).
Nos haramos interminables si relacionramos, uno a uno, los problemas que
surgieron por la apresurada decisin de traslado de cadveres, encomendada a
personas de muy buena voluntad, pero sin experiencia ni conocimiento para tan
delicada tarea. Ellas, por ejemplo, dejaron abandonadas en el bao y otros lugares
prendas de vestir ensangrentadas y varios elementos que hubieran sido definitivos
para la posterior identificacin.
Los problemas surgidos con los cadveres del cuarto piso fueron ms complejos por el alto estado de calcinamiento que la mayora de ellos presentaba y que
al moverlos para su reconocimiento o simplemente palparlos, los hacia perder su
forma o los dejaba incompletos. Las diligencias se hicieron por funcionarios autorizados, pero, insistimos, sin el concurso que se hubiera podido conseguir, del
Instituto de Medicina Legal, y de otros profesionales altamente calificados, cuya
cooperacin habra sido realmente til para la identificacin y los resultados de la
necropsia. De haberse programado en debida forma la accin conjunta de funcionarios de instruccin y de unidades de la Polica Judicial, de una parte, y de la
otra, de los profesionales y expertos del citado Instituto de Medicina Legal, con la
natural participacin de familiares y allegados de las vctimas, habra sido posible
obtener resultados ms positivos para la investigacin. Inclusive, con respecto a
los cadveres del cuarto piso, que conformaban una sola masa con los escombros
del incendio, ha debido pensarse en la conveniencia de practicar los reconocimientos, levantamientos y las necropsias, o por lo menos iniciar esta ltima diligencia, en el mismo lugar de la tragedia, para continuarla en el Instituto de Medicina Legal, con el ordenado y cuidadoso traslado de los despojos.
Para que se tenga una idea de cuanto hemos dicho, presentamos, tambin
parcialmente, declaraciones de testigos.
El seor Armando Heliodoro Quijano Becerra, bombero de la Estacin de
Puente Aranda, declar:
237
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que levantaron unos tres o cuatro cadveres entrando a mano izquierda en una
oficina que quedaba contigua a la escalera. Uno de un seor estaba completo, no
se supo quin era, no me acuerdo si tena papeles, haba un saco lejos pero el
cadver slo tena la camisa y el pantaln estaba quemado y tena una fractura en
la cabeza. . . Los otros del tercer piso quemados, pero el mismo sector donde
fue encontrado este que estaba en camisa. Todos estaban en la misma oficina.
Unicamente vi cadveres en el cuarto y tercer piso.... (Folio 348, del mismo
Juzgado).
Como se pudo apreciar en los testimonios anteriores, se trasladaron los cadveres para el primer piso. All aparecieron incompletos o desintegrados. Es de
suponer que esto no hubiera ocurrido de haberlos dejado en su sitio hasta la culminacin de las correspondientes diligencias, pues no se ve claro, por ejemplo, que
cerca del tronco no aparezca la cabeza de un mismo cadver. Insistimos que, por
lo menos, el desplazamiento de los despojos mortales del piso en donde naturalmente se encontraban al piso primero, dio lugar a las situaciones relacionadas.
Es de anotar que las pertenencias de cada una de las vctimas habran aportado mayor fundamento de identificacin si se dejan en el piso en donde estaban, al
pie de los respectivos cadveres, sin trasladarse al piso primero, corriendo los
riesgos de equivocaciones, como las en que en realidad se incurri y habra sido
posible, finalmente, su relacin o inventario.
Los despojos humanos, como era de esperarse, despus de las primeras diligencias, se remitieron al Instituto de Medicina Legal, en donde se facilit su reconocimiento a los familiares y allegados, para su identificacin legal.
El seor Juan Dario Velsquez Cruz, hijo del Magistrado doctor Daro Velsquez
Gaviria, fallecido, dio cuenta en su declaracin, de la forma como fue identificado
su padre, as:
. . . Fuimos mi madre y yo. Realmente el cadver que segn nos decan en
Medicina Legal era uno de los ms completos, no presentaba cabeza, iba desde el
cuello ms o menos hasta la mitad de los muslos y creo que tena un pedazo de
brazo, le identificamos por la talla de los restos que era grande (debido a que l era
ms o menos alto y delgado y por ropas que haban quedado adheridas al cuerpo.
En cuanto a objetos, solamente nos haban dicho que una plaquita de cobre o de
metal, de unos cuatro centmetros por uno, que tena grabado su nombre y que
segn los que hicieron el levantamiento haba sido encontrada, si mal no estoy,
debajo o al lado de los restos de l, pero hasta ese momento no la habamos visto;
posteriormente logramos saber que se trataba, no de un objeto que llevara consigo, sino que perteneca a un portabolgrafo que estaba sobre su escritorio....
(Folio 334, Juzgado 27).
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ese cadver pudo ser reconocido o no el dato debe estar en el Instituto... recuerdo
que los ltimos que llegaron fueron los carbonizados, cuyo numero era alrededor
de 65, aproximadamente...
...Quisiera comentar que la labor de identificacin de los cadveres se vio
dificultada porque hubo fallas en el levantamiento de los occisos en el Palacio de Justicia. Para citar ejemplos los muchos cadveres no calcinados llegaron sin las ropas respectivas y en cuanto a los cadveres carbonizados,
algunos identificados como hombres resultaron ser de sexo femenino. Haban bolsas de plstico que contenan restos de dos o ms cadveres . . . ,>.
(Folio 159, Juzgado Veintitrs).
Los conceptos del Director del Instituto de Medicina Legal aparecen corroborados en el experticio rendido por una comisin tcnica, integrada por calificados funcionarios del mismo Instituto, al seor Juez Setenta y Siete de Instruccin
Criminal Ambulante, el da 14 de mayo prximo pasado. Sobre el particular, expresaron:
. . . Deseamos agregar que desde un principio las labores de investigacin en este caso han sido bastante difciles por cuanto los levantamientos de
los cadveres carecieron en este caso de todo criterio tcnico y cientfico al
mover los cuerpos del lugar exacto de los hechos, al retirar las prendas y no
embalarlas adecuadamente, sino por el contrario fueron mezcladas y posteriormente enviadas en un camin aparte aqu a las instalaciones del Instituto, lo que hizo que fuera an ms difcil la labor de identificacin de los
cadveres. Adems durante los mencionados levantamientos se recogieron
en bolsas plsticas, en forma indiscriminada, restos calcinados correspondientes a diferentes personas.... (Folio 019911).
Serias crticas se pueden formular igualmente al catico manejo de los vestidos de las vctimas y de sus pertenencias, que con excesiva dificultad pudieron
reconocer y reclamar los familiares. Algunas ropas ensangrentadas tuvieron que
ser incineradas por el avanzado grado de descomposicin y putrefaccin que adquirieron, que hicieron imposible conservarlas por ms tiempo en una dependencia judicial en donde se guardaban. Adems su manejo se hizo difcil porque se
confundieron las prendas de distintas personas. Retiradas de las victimas, al final
de cuentas, ninguna utilidad prestaron para la investigacin.
Las equivocaciones, como las comentadas, hicieron posible encontrar elementos de unas personas al lado de cadveres de otras, dando lugar a graves errores en la identificacin.
En lo relacionado con las armas, bombas, granadas y dems elementos explosivos, era procedente la incautacin y traslado a las dependencias de la Dcima
241
Tercera Brigada. La nica crtica que pueda hacerse por cuestiones enteramente
afines a la investigacin, guarda relacin con la premura, que no prontitud, con
que se procedi cuando ya estaba totalmente controlado y custodiado el Palacio
de Justicia. Bloqueado como estaba el edificio por la fuerza militar, no haba
posibilidad alguna de prdida de las armas y dems elementos, como no las puede
haber en las dependencias militares donde se encuentran en la actualidad. Y, como
es obvio, en un trmino prudencial de pocas horas, habra permitido realizar en
debida forma las primeras actuacines de la investigacin.
A este respecto, el Teniente Coronel Rafael Hernndez Lpez, Comandante
de la Escuela de Artillera, declar:
...Efectivamente, miembros de la Unidad que comando al trmino de la operacin de rescate de secuestrados en el Palacio de Justicia, procedieron a efectuar
registro del edificio, se recuper gran cantidad de armas, municiones y explosivos
de uso privativo de las Fuerzas Militares que se encontraban al lado o siendo
empuados por los despojos mortales de los subversivos.
Infortunadamente no es posible establecer qu arma portaba cada quin
por cuanto al momento del registro y recuperacin del material no se tuvo
la precaucin de clasificar el armamento con su portador en razn a la falta
de documentos de identidad de los subversivos a quienes hubo la necesidad
de levantar la necrodactilia por parte del F-2 para lograr establecer su identidad.
El material incautado fue dejado a disposicin de la Decima Tercera Brigada.
Los materiales de guerra capturados corresponden en sus caractersticas de
marca y modelo a los relacionados por el seor Juez, sin poder especificar su
numeracin en razn a que todo el armamento fue concentrado y dejado a disposicin de la Brigada a medida que ste se recuperaba del interior del Palacio de
Justicia.... (Folio 129, Juzgado 106 de I. P. M.).
Las faltas cometidas son indudablemente graves. Investigarlas no es de competencia del Tribunal porque rebasa el lmite impuesto por las atribuciones que la
ley le sealo expresamente. Sin embargo, al consignar su protesta por tales conductas, no puede menos de exigir a las autoridades competentes una rigurosa investigacin disciplinaria o penal, segn sea del caso, que ponga en claro la autora
de los desafueros y aplique las sanciones pertinentes.
La inhumacin en fosa comn.
Antes de la creacin del Tribunal, se produjo un hecho que ha sido motivo de
serias inquietudes para los investigadores y para los abogados que representan a
las partes civiles dentro del proceso. Nos referimos a la inhumacin, en fosa co-
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mn, de un buen numero de cadveres que se encontraban depositados en el anfiteatro del Instituto de Medicina Legal.
El Juez 78 de Instruccin Penal Militar, doctor Dario Morales Alvarez, mediante oficio 1342 del 9 de noviembre de 1985, dirigido al seor Receptor de
Cadveres del Instituto de Medicina Legal, de Bogot, le imparti la siguiente
orden:
Srvase, seor Receptor de cadveres entregar al seor SS. Aarn Alarcn
Seplveda, portador del presente y quien se identifica con la cdula de ciudadana
nmero 19069783, de Bogot, los certificados de defuncin que a continuacin se
relacionan:
3747, 3758, 3757, 3764, 3777, 3782, 3768, 3773, 3784, 3769, 3765, 3781
3771, 3779, 3772, 3831, 3839, 3827, 3843, 3823, 3835, 3800, 3845 3802 y 3799.
En igual forma ruego a usted hacerle entrega al mismo Suboficial de los
cadveres correspondientes para su inhumacin.
En cumplimiento de la orden, el Instituto de Medicina Legal hizo entrega de
23 de los 25 cadveres, segn la informacin de su Director, doctor Egon Lichtemberger,
que en seguida se copia:
Cadveres de personas identificadas retiradas en noviembre 9 de 1985 a las
5 p.m., por orden del Juzgado 78 de Instruccin Penal Militar (Oficio No. 1324
JUPEM-78).
Protocolo N
Nombres y Apellidos
3747
3764
3765
3768
William A. Almonacid R.
3769
3772
3781
Jess A. Carvajal B.
3784
Angela M. Murillo S.
3757
Cadveres de personas no identificadas (N. N.) entregados por la misma orden Judicial:
3843
8345
N. N.
Calcinado
Calcinado
3758
N. N.
Hombre
3777
N. N.
Hombre
3782
N. N.
Hombre
3771
N. N.
Hombre
3779
N. N.
Hombre
3831
Calcinado
3839
Calcinado
3827
Calcinado
3823
Calcinado
3835
Calcinado
3800
Calcinado
3802
N. N.
3807
243
Calcinados
Restos humanos
Calcinados
3801
3897
Calcinados
N.N.
En el oficio nmero 1342 figuraban los nmeros 3773 y 3799 que no fueron
entregados por haber sido identificados previamente por familiares y entregados a
los mismos, as:
3773 - Almarales Manga Andrs
3799 - Crdoba Avila Jaime Alberto
Total identificados: 9. Total no identificados: 17. Gran total: 26.(El calcinado subrayado est a mano. Folio 04242).
El Juez 78 de Instruccin Penal Militar no dict auto cabeza de proceso alguno. No tena expediente relativo a las actuaciones preliminares de la investigacin. Sin embargo, dicto la orden extra proceso. En el Oficio 025 de enero 7 de
1986, explica su conducta, as:
1 El Oficio 1342 del 9 de noviembre de 1985 lo libr en mi condicin de
Juez 78 de Instruccin Penal Militar, en razn a que fui llamado a mi casa por el
seor Brigadier General Jos Luis Vargas Villegas, para esa fecha Comandante y
Juez de Primera Instancia del Departamento de Polcia Bogot, con el fin de manifestarme que como se tena serias informaciones que el M-19 pretenda tomarse
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Por ltimo del cotejo de la lista de cadveres que orden entregar el Juez 78
de Instruccin Penal Militar al Cementerio del Sur, con la relacin de cadveres,
realmente entregado por el Instituto de Medicina Legal, resulta una diferencia de
tres cadveres calcinados, los nmeros 3801, 3807 y 3897, tambin distinguidos
con las letras NN sin explicacin alguna.
No se procedi, de consiguiente, con miras a facilitar la investigacin. La
accin por el contrario resulta intil y notoriamente injusta; no ha debido, pues, el
Juez 78 de Instruccin Penal Militar dar la orden de enterrar los cadveres, careciendo de facultad legal para hacerlo. Con tal proceder se desconoci el legtimo
derecho que tienen los familiares de reclamar los cadveres de sus deudos, trasladarlos al lugar que a bien tengan, y darles sepultura.
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que se ha establecido el sistema de fosas
comunes para dar sepultura a cadveres sin duelo conocido o por graves motivos
de orden sanitario, pues, el Estado no tiene la libre disposicin de los cadveres de
las personas.
Como una medida de proteccin a la comunidad la autoridad sanitaria tiene
atribuciones para ordenar la inhumacin en determinadas circunstancias. A falta
de un familiar cercano, un amigo, un ser querido que se encargue de las honras
fnebres, el Estado asume esta obligacin por consideraciones humanitarias y de
salud pblica. La fosa comn se abre en los cementerios autorizados oficialmente.
Para su control, se debe llevar un registro y reunir la documentacin de rigor. En
casos muy excepcionales, por epidemias, grandes desastres, lejana de las poblaciones, descomposicin avanzada, acceso difcil o con riesgo para quienes hacen
la operacin de rescate, se declara camposanto o se hace la inhumacin en sitios
distintos a los cementerios.
El doctor Egon Lichtemberger, Director del Instituto de Medicina Legal, declar:
. . . Recuerdo que quedaron a lo ltimo aproximadamente diez cadveres en
avanzado estado de calcinacin que no pudieron ser identificados y que fueron
remitidos a fosa comn. No recuerdo si tambin fueron inhumados en fosa comn
cadveres identificados pero que no fueron reclamados por personas interesadas.
La fosa comn queda en el Cementerio del Sur y para inhumar cadveres se requiere el permiso o la orden de las autoridades competentes como son la Secretara de Salud, Notaras y Juzgados, no puedo ser muy preciso porque no recuerdo
bien el procedimiento. En todo caso ningn cadver puede ser retirado del Instituto sin tener la respectiva documentacin en regla. Yo no conozco o nunca he
estado en la fosa comn, s que es una gran excavacin en donde van siendo
colocados los cadveres y cubiertos por tierra y posiblemente cal, no s ms.
Hasta donde recuerdo, por parte del Instituto, enviamos los diez cadveres no
identificados y por su estado de putrefaccin y por no ser posible la identificacin
247
fueron llevados a fosa comn, fue la nica remisin a fosa comn hasta donde
recuerdo... No conozco los motivos por los cuales se recibi la orden pero presumo que en parte se deba a que estos cadveres estaban entrando en avanzado
estado de putrefacin y como no haban sido identificados o porque hasta el momento los cadveres identificables no haban sido reclamados fueron llevados por
la autoridad. La lista de los cadveres identificados y los nmeros de los no identificados no fue suministrada por el Instituto o por lo menos no por la Direccin
del mismo. . . . (Folio 159, Juzgado 23 de Instruccin Criminal).
La investigacin encontr un obstculo de naturaleza sanitaria, para efectuar
la exhumacin de los cadveres sepultados en la fosa comn, en el Cementerio
Distrital del Sur, por razones y circunstancias que se deducen de la situacin que
se cre, al colocar los cadveres que se recibieron del Palacio de Justicia en medio
de cadveres de otras procedencias, situacin que se agrav con el traslado de
cadveres de la ciudad de Armero a raz de la terrible tragedia que all se present.
Adems porque en la fosa se depositan sangre y desechos de los centros de atencin hospitalaria de Bogot. De tal suerte, la exhumacin era y sigue siendo peligrosa para quienes deben cumplirla.
El doctor Carlos Eduardo Serna Barbosa, Subgerente de la Empresa de Servicios Pblicos, EDIS, al respecto, declaro:
...El sistema de fosa comn en el Cementerio del Sur, es que se abre un
hueco de una determinada profundidad, pueden ser 4 o 5 metros y ah se van
depositando Cadveres, desechos de los hospitales, como son placentas, vsceras,
etc. Tengo entendido que a raz de la tragedia de Armero, que algunas de ellas en
sus extremidades venan con gangrena gaseosa y esas partes fueron depositadas
en la fosa comn, entonces siendo el hueco de 4 o 5 metros de hondo y un dimetro de dos metros con cincuenta, se van depositando los cadveres y desechos de
los hospitales y se van tapando. De tal manera que en esa fosa comn, tanto debajo de los cadveres inhumados ese da sbado correspondientes a algunas personas que murieron en el Palacio de Justicia, como encima de ellos, hay cadveres y
desechos de los hospitales. . . (Folio 202, Juzgado 23).
El seor Alvaro Mendoza Castaeda, Administrador del Cementerio del Sur
corrobora las afirmaciones que se han hecho, as:
. . En la fosa en que quedaron los cadveres de la toma del Palacio, se haban
empezado a depositar ya algunos cadveres, ya que en esas fosas se acostumbra a
inhumar un promedio de ciento cincuenta a doscientos, por tal motivo all se encuentran tambin ms cadveres. Esa fosa comn tiene una dimensin de tres
cincuenta por tres cincuenta, en la cual se van depositando los cadveres que llegan de Medicina Legal, vsceras tapndoles con capas de tierras y cal, para encima de estos r depositando ms y con el mismo sistema de tapado... Estos cadve-
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res fueron llevados en una camioneta panel, me parece que son de la polica, en
cada camioneta iban cinco o seis cadveres, sin atad ninguno, los cuales eran
bajados y arrastrados hacia la fosa comn y depositados unos encima de otros. Yo
considero que en esa fosa comn hay depositados mas o menos unos ciento cincuenta cadveres . . . (Folio 231, del mismo Juzgado).
Si se insiste en la necesidad de cumplir la diligencia de exhumacin de cadveres, de la fosa comn, que fue suspendida por el Juez 23 de Instruccin Criminal, se requieren equipos y elementos especiales y observar las recomendaciones,
segn lo indicado por la Secretara de Salud del Distrito en el Oficio numero
DAM-397, que en lo pertinente dice:
1. No existe mayor problema para que se realice la exhumacin solicitada.
2. Los peligro que eventualmente podran concebirse para realizar una labor
en tal sentido, luego de los antecedentes de que all enterraran cadveres y miembros con historia de gangrena gaseosa, no existen como tal, ya que los grmenes
potencialmente infectantes al contacto con el aire, pierden su patogenicidad (o sea
su peligro como factores de infeccin).
3. Se trata de grmenes anaerobios tanto los propios de los cadveres como
los productores de la gangrena gaseosa y por esta razn, al ser expuestos al aire (al
oxgeno), pierden su poder letal.
4. Se recomienda s que las personas que van a realizar la exhumacin estn
sanas, no tengan superficies expuestas (heridas, laceraciones, cortadas, necrosis,
abrasiones) para evitar al mximo cualquier va de entrada a una posible contaminacin.
As mismo, que se realice una manipulacin adecuada con los elementos indispensables y que usualmente se utilizan para ello.... (Fol 002741).
Para concluir este captulo, slo nos resta solicitar que se expidan copias para
investigar si se ha incurrido en infracciones a la ley penal y llamar la atencin
sobre la necesidad de que se regulen los aspectos relacionados con la utilizacin
de las fosas, para evitar que se desconozcan los derechos que tienen los familiares
de disponer lo concerniente a la sepultura de sus deudos. As mismo, que la inhumacin en fosas, permita cuando lo requiera una investigacin penal realizar la
correspondiente exhumacin.
Allanamiento de una sede de operaciones del M-19, plan maestro del
asalto.
En otra parte de este informe, nos habamos referido al allanamiento de la
casa situada en la calle 6 sur nmero 8-42, ocupada temporalmente por el M-19,
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hasta el momento mismo de cargar los camiones con armas, provisiones y, en una
palabra, con todo el material de guerra y, despus, trasladarse en ellos al Palacio
de Justicia.
Se haba dicho que entre los documentos incautados, precisamente a la hora
en que se desarrollaban las operaciones, hallaron las autoridades el plan maestro
del ataque copiado en el captulo que hemos denominado preparacin y organizacin de la toma del Palacio de Justicia.
Queremos transcribir, en lo pertinente, las declaraciones de los oficiales que
llevaron a cabo tal diligencia, en orden a comprobar que los planos y proyectos
del operativo llamado Antonio Nario, corresponden plenamente a las acciones
violentas que los insurgentes cumplieron, durante los das 6 y 7 de noviembre de
1985, en el Palacio de Justicia.
Al efecto, el seor Capitn Luis Gabriel Bayona Borrero, de la SIJIN, declar:
... All estuve en la Alcalda, hasta la una de la tarde aproximadamente,
trasladndome luego a la oficina en donde me comunicaron que por lnea telefnica se haba recibido una llamada telefnica, en la cual una persona que no se
identific manifest que en la calle 6 nmero 8-42 Sur, haban permanecido los
guerrilleros que haban tomado el Palacio de Justicia. Ante esto me traslad
hacia el lugar ubicando la direccin y en un garaje continuo a la direccin anteriormente anotada el dueo de ese lugar manifest que evidentemente desde el
da seis de noviembre en horas de la maana haba visto salir algunos jvenes y
otras personas de esa casa, los cuales se haban montado en un camioncito y no
haban regresado causndoles alguna extraeza que las ventanas del segundo
piso las hubiesen dejado totalmente abiertas; por ello penetr, localizando las
llaves de la puerta en la chapa pero por dentro, hallando en el interior de la
residencia en el primer piso en una especie de solar cubierto con teja, muchos
papeles y basura, procediendo a indagar sobre el contenido del documento o
papeles, encontrando todo el plan, o por lo menos, parte de l que hablaba
sobre la toma del Palacio de Justicia, los nombres o alias de sus participantes, la municin y el armamento que le correpondera a cada uno de
ellos. Luego en el segundo piso, encontr elementos para la fabricacin de bombas llamadas tipo metra, estopines, cajas desocupadas de cuchillos, cajas desocupadas de boquitoquis (sic), radios, ropa de hombre regada en todas las habitaciones, colchones regados en las habitaciones y varios libros y panfletos del
M-19. De lo anterior de inmediato, inform a la Central de radio, a la Jefatura y
Sub-Jefatura de la SIJIN, procediendo a hacer un inventario de lo que se encontraba en el lugar, pasando luego el correspondiente informe a la Jefatura de todo
el procedimiento adoptado.... (Las subrayas no las trae el texto, Folio 173, del
Juzgado 89).
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Fotos: Coleccin privada del Magistrado de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura
Doctor Eduardo Campo Soto.
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fuego para que l leyera un mensaje, cuya copia se adjunta, sin obtener respuesta
receptiva por los asaltantes y ante sus disparos el citado funcionario se retir para
proteger su integridad fsica y la de sus camilleros.
12. En razn a que no todos los cadveres fueron identificados, es imposible
determinar a plenitud la composicin del grupo; apoyndose en los resultados de
Medicina Legal, en las labores de Inteligencia Militar y en los documentos incautados a la clula subversiva, se estima que estuvo integrado as:
a) Relacin personal perteneciente movimiento subversivo M-19 participante y que fue reconocido por Medicina Legal.
01 Luis Francisco Otero Cifuentes
02 Alfonso Jacquin Gutirrez
03 Andrs Almarales Manga
04 Guillermo Elvencio Ruz Gmez
05 Ariel Snchez
06 Jos Domingo Gmez Castiblanco
07 Marcela Sosa
b) Relacion personal grupo subversivo que particip que se desconoce su
identidad.
01 N . N . (a . Lzaro)
02 N . N . (a . Chucho)
03 N . N . (a . Abraham)
04 N . N . (a . Andrs)
05 N . N . (a . Levy)
06 N . N . (a . William)
07 N . N . (a . Diana)
08 N . N. (a . Nohora)
09 N . N . (a . Mara)
10 N . N . (a . Pedro)
11 N . N. (a . Mateo)
12 N . N. (a . Marcela)
13 N . N . (a . Pedro)
14 N . N . (a . Iris A.)
15 N . N . (a . Bernardo)
16 N . N . (a . Fabio)
17 N . N . (a . Ismael)
18 N . N . (a . Patricia)
19 N . N . (a . Esteban)
20 N . N . (a . Michel)
21 N . N . (a . Aldo)
22 N . N . (a . Paul)
23 N . N . (a . Leonor)
24 N . N . (a . Betty)
25 N . N . (a . Roque)
2G N . N . (a . Andrs)
27 N . N . (a . Natalia)
28 N . N . (a . Csar)
29 N . N . (a . Mariana)
30 N . N . (a . Esteban)
31 N . N . (a . Piter)
32 N . N . (a . Orlando)
33 N . N . (a . Jaime)
34 N . N . (a . Juan)
35 N . N . (a . Lucho)
36 N . N . (a . Jorge)
37 N . N . (a . Adn)
38 N . N . (a . Claudia)
39 N . N . (a . Iris E.)
40 N . N . (a . Profe)
41 N . N . (a . Monos)
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Tambin fue notoria la de los seores Generales Manuel Guerrero Paz, Jefe de
Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Nelson Meja Henao, Procurador
Delegado para las Fuerzas Militares, y Jorge Vega Torres, Secretario General del
Ministerio de Defensa, quienes pusieron todos los medios bajo su cuidado al servicio de la investigacin, coordinando las relaciones entre el Tribunal y las distintas
autoridades militares para facilitar las tareas que nos fueron encomendadas.
El seor Ministro de Justicia puso a disposicin del Tribunal todos los medios indispensables para su funcionamiento y, en todo momento, estuvo atento a
la adecuada provisin de los medios humanos y materiales indispensables.
Reserva del sumario.
El Decreto 3300 de 1985 dispone que los Magistrados del Tribunal Especial
deben rendir informe sobre los resultados de la investigacin , y entregar copias
del mismo al seor Ministro de Justicia, a la Corte Suprema de Justicia, al Procurador General de la Nacin y a los Jueces del conocimiento. Tal norma ha dado
lugar a prolongada controversia sobre la finalidad y alcance del compendio de
conclusiones que, en su cumplimiento debe elaborarse, originando a la vez, opiniones encontradas sobre la obligacin de mantener la reserva del sumario, por
cuanto ella autoriza el conocimiento del informe a funcionarios de alta jerarqua
del estado que ninguna funcin ordinaria tienen para impulsar la actuacin procesal, en la etapa sumarial.
La finalidad del informe no la indica el Decreto pero no sera muy arriesgado
interpretar lo que l ordena como necesidad de reportar a la opinin pblica y al
mismo Gobierno, el estado y avance de la investigacin, dando la seguridad de
que han concurrido todos los esfuerzos del poder pblico, a travs de dos magistrados con independencia de la Rama Ejecutiva que tienen la facultad de esclarecer los hechos, descubrir sus responsables y preparar el proceso para la actuacin
posterior de los jueces competentes. Y lo que es ms importante an, el encargo
de dar fe sobre la cooperacin de las autoridades para asegurar los resultados de la
investigacin sobre los hechos ms graves de la historia del pas que afectaron y
traumatizaron la administracin de Justicia.
Tampoco dice el Decreto qu deben hacer con las copias los funcionarios que
las reciben, ya que no les corresponde particular actuacin para adelantar la investigacin, lo que ha llevado pensar que con la medida se persigue, ante todo, que
los mximos exponentes de la justicia tengan un informe que les de certeza sobre
la prontitud, seriedad y efectividad de cuanto se ha logrado, como implcito medio o instrumento de control para tranquilizar a una comunidad anhelante de que
se haga pronta y adecuada justicia. La sociedad se siente segura por la confianza
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en los destinatarios del informe de resultados, que con l puedan hacer una evaluacin crtica de la etapa procesal cumplida, para procurar correctivos, llegado el
caso. Vienen a constituirse, en cierta forma, en garantes de que los esfuerzos que
realmente se han hecho, conducen a una definicin legal y que se ajustan a los
procedimientos ordinarios; que se avanzar la actuacin hasta su perfeccionamiento,
y que se subsanarn, si es que las han observado, las irregularidades cometidas,
para resumir, que con base en el juicio que ellos se formen, tomarn medidas para
la marcha conveniente de la investigacin, evitando toda posibilidad de impunidad, que tanto teme la sociedad. Se busca, de otra parte, que si hay lugar a deducir
responsabilidad sobre personas vinculadas al gobierno, sin ninguna consideracin, la investigacin llegue hasta sus ltimas consecuencias.
En lo que a la reserva del sumario se refiere, consideramos que el Decreto
3300 de 1985 no ha perseguido levantarla, para que la documentacin llegue a la
opinin pblica. Algunos opinan que al ordenarse el envo de una copia de este
informe al seor Ministro de Justicia, que cumple funciones estrictamente administrativas, lo que quiere la norma, es darle al informe el mismo tratamiento de
publicidad que tienen los dems documentos de la administracin, que no estn
amparados con el secreto; que como no se hace excepcin, el estudio corre la
suerte de documentos que no solo quedan al alcance y conocimiento de los funcionarios sino que puedan inclusive ser conocidos por los particulares. Consideran
esta una va para que el estudio pueda llegar a la opinin pblica. Es un criterio
respetable pero no lo compartimos. La publicidad fue establecida en la ley lo
mismo que la reserva sumarial y sta no ha sido levantada para este proceso.
La nica interpretacin aceptable, en nuestro concepto es la de que la norma
comentada viene a ampliar el nmero de personas con derecho a conocer el sumario, sin autorizarlos para divulgar su contenido. En cuanto las facultades del Tribunal sean las asignadas por la ley en relacin con la instruccin criminal,
debemos atenernos a lo establecido en el artculo 311 del Cdigo de Procedimiento Penal.
Resultados de la investigacin.
Presentamos los resultados de la investigacin, advirtiendo que la etapa de
instruccin no est agotada, que se debe continuar la actuacin para esclarecer los
hechos, apreciacin que dejamos a consideracin de los jueces competentes, a
quienes al final de cuentas, corresponde cerrar o no la investigacin.
Tenemos conciencia de que no nos corresponde la calificacin de las infracciones cometidas, y que como inicialmente lo dijimos, no podemos cumplir ningn acto de la esfera de juzgamiento. Por consiguiente, las conclusiones o resultados se concretan a los hechos, situaciones y comportamientos evidenciados. La
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Establecida, pues, la preexistencia de las amenazas proferidas simultneamente por grupos subversivos y por mafias de narcotraficantes, el Gobierno tena
el deber de mantener, o mejor, aumentar las medidas de proteccin y seguridad de
los organismos amenazados, con su anuencia o sin ella, poniendo en ejecucin
programas similares a los previstos para los altos dignatarios de la Nacin, y a las
que se adoptan durante la permanencia en el pas, de Jefes de Estado o cuando
sobrevienen graves alteraciones del orden pblico.
La seriedad y la entidad de las amenazas imponan asumir esa proteccin a
los mas altos niveles y no dejarlos como asunto exclusivo de los organismos distritales
de Polica.
Sexta. Hay certeza de la participacin del extranjero Digenes Benavides
Martinelli, como integrante activo del grupo subversivo del M-19 que realiz el
ataque. Se comprob, plenamente en investigacin adelantada en la Repblica de
Panam, que era natal de ese pas y que se haba desempeado como funcionario
del Ministerio del trabajo de Nicaragua. El carn que acredita esta vinculacin y
los documentos de identidad fueron hallados al lado de su cadver.
Sptima. Tambin hay evidencia de la utilizacin, por los ocupantes del Palacio
de Justicia, de armas que en su tiempo, fueron facilitadas por el Gobierno venezolano a los guerrilleros sandinistas, durante la lucha contra el rgimen de Anastasio
Somoza y de un armamento que perteneci, en aquella poca a la Guardia Nacional de Nicaragua.
No existe, en el proceso, informacin alguna que permita conocer cmo lleg
el armamento a poder de los insurgentes del M-19. Obra s una nota de la Cancillera Colombiana, dando aceptacin a las explicaciones brindadas por el actual
Gobierno de Nicaragua.
Octava. El sangriento asalto dio lugar a que el seor Presidente de la Repblica, inmediatamente y en cumplimiento de sus obligaciones constitucionales y
legales, ordenara la intervencin de la Fuerza Pblica, para obtener la recuperacin del Palacio de Justicia, la liberacin de los rehenes, el desalojo de los subversivos y, finalmente, su juzgamiento con la plenitud de las garantas legales.
El Presidente orden, adems, en decisin acogida y respaldada por los Ministros y sus altos colaboradores. establecer dilogo con la advertencia de que no
habra negociaciones porque, aceptar las exigencias formuladas por los insurgentes, en comunicado difundido en los primeros momentos de la cruenta toma del
Palacio, conducira al desquiciamiento del orden jurdico y de las instituciones
republicanas. Por tal consideracin se exhort a los revoltosos a que se rindieran
y, al no hacerlo, se dispuso la entrada en accin del operativo militar.
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La decisin del seor Presidente de la Repblica es propia de su fuero constitucional, como responsable que es de conservar en todo el territorio el orden
pblico, y restablecerlo donde fuere turbado. Tal decisin por s misma, no constituye, no puede constituir irregularidad alguna y es ajena al rea penal en que se
desenvuelve la investigacin.
Lo que hemos expresado, no nos impide considerar que el Presidente ha debido aceptar el dilogo telefnico insistente y angustiosamente intentado por el
Presidente de la Corte, doctor Alfonso Reyes Echanda, que no implicaba un principio de negociacin y, por el contrario, habra servido para la notificacin perentoria a los alzados en armas, por conducto del ilustre rehn, de que deban rendirse
y someterse al imperio de las leyes. Tal dilogo, por otra parte, habra constituido
un acto de cooperacin entre las mximas cabezas de dos Ramas del Poder Pblico, la Ejecutiva y la Jurisdiccional, para superar la crisis y evitar la traumatizacin
de la justicia.
Novena. Los insurgentes, siguiendo los lineamientos de un plan elaborado,
ensayado y ponderado, durante seis meses, aproximadamente, organizaron una
compaa integrada por guerrilleros seleccionados, de seguro, por su destreza,
rcord en la actividad revolucionaria, arrojo y valor personal. Tal compaa, nominada
Ivn Marino Ospina, dio el golpe en forma sorpresiva y sangrienta, utilizando
armas automticas y semiautomticas, de largo alcance, similares o superiores a
las de las fuerzas militares; bombas, granadas, bazcas, rockets y explosivos de
gran potencia, sirvindose de los terribles resultados iniciales, para desatar una
accin psicolgica, una verdadera guerra psicolgica, con el propsito de atemorizar a las fuerzas defensoras de las instituciones y a la opinin en general, dando
la impresin de un mayor poder de golpe y de combate, al que realmente tenan,
que ya se sabe era grande y desproporcionado, no slo por el armamento novedoso y moderno, sino por todos los elementos que lograron llevar al Palacio en cantidad y volumen suficientes para mantenerse en actividad durante largo tiempo.
El operativo militar, como es natural, tuvo que ser montado rpidamente,
teniendo en cuenta la imagen y capacidad de combate exhibida por el M-19, acrecentada por la ocupacin del Palacio de Justicia, convertido en estratgica fortaleza por su complicada estructura arquitectnica. No hubo la menor duda que se
desataran acciones blicas sin precedentes en la historia del pas. Emprenderlas,
simultneamente con el encargo de salvar la vida de los rehenes, hizo la tarea ms
compleja y difcil.
La voluntad de los guerrilleros de proseguir las operaciones, su insistencia
en no rendirse y las bajas infringidas a quienes encontraron a su alcance, desat la
contienda que no se detuvo y arroj los resultados conocidos por la opinin pblica, relacionados en este informe.
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Dcima. Por disposicin del seor Presidente de la Repblica y bajo su responsabilidad, se trazaron los planes para dominar a los insurgentes. El Comandante de la Dcima Tercera Brigada, Brigadier General Jess Armando Arias Cabrales,
en cumplimiento de obligaciones de su cargo, puso en ejecucin el operativo militar, contando para ello con todas las Unidades Tcticas de la Brigada, las Fuerzas de la Polica de Bogot y la cooperacin de los cuerpos de seguridad y de
inteligencia.
Uno de los resultados positivos de la accin militar consisti en la liberacin
de un crecido nmero de rehenes, cuyos nombres aparecen relacionados en anexo
elaborado con base en 109 diferentes listados, que obran en el proceso, remitidos
por las fuerzas militares.
Debe anotarse que las diferentes listas, suministradas a la investigacin estn
conformadas por los mismos nombres, con algunas diferencias inexplicables que
denotan incuria o ligereza en cuestiones de tanta significacin y trascendencia en
el proceso, como las que indican el nmero exacto de las personas realmente liberadas y su verdadera identificacin.
En el expediente aparecen relatos conmovedores por su contenido humano,
de la forma heroica y bondadosa como se produjeron la casi totalidad de los rescates, del celo y sacrificio que se impusieron las fuerzas del orden, al protegerlos
y conducirlos hasta el sitio de concentracin de rehenes liberados, en la Casa del
Florero.
Undcima. Es evidente que las fuerzas militares que penetraron al Palacio
de justicia, a enfrentar un combate, lo hicieron en cumplimiento de rdenes precisas de sus respectivos superiores. Las acciones que llevaron a cabo, con herosmo
y patriotismo indiscutibles, obedecan a los planes adoptados para la recuperacin
del Palacio y el rescate de las personas cautivas. Est demostrado, as mismo, que
el enfrentamiento lo hicieron con gente familiarizada en el manejo de las armas
que al margen de la ley, lucharon con habilidad y excesivo calor personal, manteniendo siempre la consigna de no rendirse.
Como no lograron vencer, encontraron la muerte con sus manos en las armas.
Reiteradamente manifestaron su decisin de morir antes de rendirse y someterse
al juicio, legal y justo, propuesto por el Gobierno, en el evento de abandonar la
accin armada y desistir de sus pretensiones, encaminadas a desquiciar nuestras
instituciones republicanas.
La investigacin pudo establecer que las acciones, se realizaron de acuerdo
con las rdenes recibidas y se ocup, acuciosamente, de examinar presuntos excesos o actividades extraas a las rdenes dictadas, en cuanto pudieran constituir
infracciones de orden penal, susceptibles de averiguacin especial, para posterior
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decisin de los competentes jueces militares, a quienes, por claro mandato constitucional y legal, les corresponde, definir responsabilidades, si las hay, y aplicar
las penas y sanciones pertinentes.
Infortunadamente, los dolorosos combates, complicaron la situacin al extremo de hacer difcil su manejo, producindose un efecto no querido con los
rehenes que, al fin de cuentas, corrieron la misma suerte de los combatientes,
quizs por falta de las debidas precauciones para evitar involucrarlos en el fatal
desenlace que tan hondamente ha lastimado el sentimiento nacional.
Duodcima. Los lamentables resultados de la trgica jornada pueden resumirse
en ]a grave perturbacin de las instituciones judiciales, tradicionalmente respetadas y acatadas; la paralizacin temporal de la funcin jurisdiccional al desintegrarse
la honorable Corte Suprema de Justicia, por muerte violenta de 11 de sus 24 integrantes y el ataque a otros tres que sufrieron delicadas lesiones personales, y por
la imposibilidad e que qued el honorable Consejo de Estado para funcionar; el
atentado a los consejeros, la muerte de magistrados auxiliares y de algunos servidores de las dos Corporaciones, la destruccin parcial del imponente y majestuoso palacio, con la totalidad de sus dotaciones, muebles y enseres, el incendio de
los procesos, la biblioteca y parte de los archivos y tantos otros bienes de precio e
inestimable valor.
Doloroso es registrar la accin violenta contra quienes durante su meritoria y
ejemplar vida, rindieron culto a la justicia y se destacaron por su pulcritud, preparacin y dedicacin al estudio y al trabajo.
En el texto de este informe aparecen pormenorizadamente relatados los acontecimientos que culminaron con la muerte de rehenes y combatientes. Reportamos con verdadero pesar la muerte de los siguientes:
a) Magistrados de la honorable Corte Suprema de Justicia:
1. Dr. Alfonso Reyes Echanda.
2. Dr. Manuel Gaona Cruz.
3. Dr. Luis Horacio Montoya Gil.
4. Dr. Ricardo Medina Moyano.
5. Dr. Jos Eduardo Gnecco Correa.
6. Dr. Carlos Jos Medelln Forero.
7. Dr. Daro Velsquez Gaviria.
8. Dr. Alfonso Patio Roselli.
9. Dr. Fabio Caldern Botero.
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g) Conductores:
1. Luis Humberto Garca.
2. Jos Eduardo Medina Garavito.
3. Plcido Barrera Rincn.
h) El Administrador del Palacio de Justicia,seor:
1. Jorge Tadeo Mayo Castro.
i) Los celadores de Cobisec:
1. Gerardo Daz Arbelez.
2. Eulogio Blanco.
J) La ascensorista del Palacio de Justicia, seora:
l. Carlota Snchez de Monsalve.
k) Personal de la Fuerza Pblica:
1. Capitn Hctor Anbal Talero Cruz.
2. Teniente Sergio Alberto Villamizar Quintero.
3. Subteniente Jos Rmulo Fonseca Villada.
4. Sargento Viceprimero Jaime Bentez Prieto.
5. Agente Jaime Alberto Portilla Franco.
6. Agente Jaime Rodrguez Vivas.
l) DAS:
1. Jos Gerardo Malaver.
2. Everardo Bermdez Garca.
m) F-2:
1. Ramn Len Ariza.
2. Agente Sal Chavarra Salamanca.
3. Agente Libardo Durn.
n) Particulares visitantes:
1. Gustavo Ramrez Rivera.
2. Mara Isabel Ferrer de Velzquez.
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) En la calle:
1. Ren Francisco Acua Jimnez.
Decimotercera. Con exclusin de un pequeo nmero todava no se terminado con exactitud, los guerrilleros murieron en el interior del Palacio, cumpliendo as su propsito reiteradamente manifestado de no rendirse.
Los quince insurgentes fallecidos, que se relacionan a continuacin, fueron
plenamente identificados y se les hizo reconocimiento mdico legal:
1. Andrs Almarales Manga.
2. Humberto Lozada Valderrama.
3. Edison Zapata Vsquez.
4. Fabio Becerra Correa.
5. Hctor Chaparro Vlez.
6. Orlando Chaparro Vlez.
7. Hctor Arturo Lozano Riveros.
8. William A. Almonacid Rodrguez.
9. Digenes Benavides Martinelli.
10. Jess Antonio Rueda Velasco.
11. Alberto Nicols Erazo Murcia.
12. Elkin de Jess Quiceno Acevedo.
13. Jess Antonio Carvajal Barrera.
14. Fernando Rodrguez Snchez.
15. Angela Mara Murillo Salazar.
Sin reconocimiento mdico se sabe que murieron los seis subversivos que a
continuacin relacionamos por haber lo reportado el seor Comandante de la Dcima Tercera Brigada, en Oficio 22713 BRI13-CDO 746, de 9 de diciembre de 1985:
Luis Francisco Otero Cifuentes.
Alfonso Jacquin Gutirrez.
Guillermo Hevencio Ruiz Gomez.
Ariel Snchez.
Jos Domingo Gmez Castiblanco.
Marcela Sosa.
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apareci luego entre los muertos del Palacio, algunos creen que fue asesinado y
posteriormente conducido su cadver al interior para hacerle aparecer entre las
vctimas.
Esta versin debe aclararse aun cuando no es muy convincente porque nada
ocurri dentro del Museo que pueda servir de base para afirmar que all se dio
muerte a alguno de los evacuados. Slo ocurri un disparo que, segn lo declarado por los estudiantes Matzon y Santodomingo, tal disparo fue accidental y a
nadie hiri.
Ni celadores del Museo, ni periodistas, ni curiosos hablan de este episodio
tan extrao y casi inverosmil.
d) El caso de la muerte de tres guerrilleros, dos en un cuarto de aseo donde se
encontraban heridos y una guerrillera distinguida con el nombre de Violeta
(nombre de Combate), quien cambi su ropa de batalla, por la de uso diario, para
dar la impresin de que era una estudiante que se hallaba en el Palacio de Justicia
en plan de estudio.
e) Eduardo Matzon Ospino y Yolanda Santodomingo Albericci, dos estudiantes de la Universidad Externado de Colombia, que adelantaban investigaciones para un trabajo acadmico, despertaron sospechas primero en sus compaeros de cautiverio y luego en los agentes del Gobierno. Conducidos a la Casa del
Florero se les sindic de pertenecer al grupo guerrillero y fueron objeto de malos
tratos por parte de sus interrogadores. Trasladados a otras dependencias se les
amenaz y golpe para, finalmente y luego de comprobar su identidad e inocencia
ser liberados la misma noche.
Decimoquinta. La investigacin debe continuarse, entre otras finalidades,
para averiguar sobre los aspectos a que se refieren las anteriores conclusiones, si
as lo considera la Juez Catorce Superior de Bogot, a quien correspondi el conocimiento de este proceso. Para todo lo de su competencia, se le har entrega, en
legal forma del expediente y de un ejemplar del presente informe.
Decimosexta. Se debe devolver a la Justicia Penal Militar, luego de compulsar copia de toda la actuacin, los sumarios que el Tribunal Especial reclam para
adelantar la presente investigacin por ser de su competencia. A la misma justicia
penal se le har entrega de un ejemplar de los resultados de la investigacin, de
acuerdo con lo previsto en el Decreto 3300 de 1985.
As mismo, se le enviarn copias concernientes a los asuntos que le corresponde averiguar, sobre los casos referidos en el cuerpo del presente informe.
Decimosptima. Carlos Augusto Rodrguez, Cristina Guarn Corts, David
Suspes Celis, Luz Mary Portela Len, Bernardo Beltrn Hernndez, Hctor Jaime
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ANEXO NUMERO I
PLANOS
Nmero 1. Planta bao de hombres, costado Nor-occidental.
Descanso escaleras.
Nmero 2. Corte bao costado Nor-Occidental.
Nmero 3. Bao costado Nor-Occidental, corte A-A.
Nmero 4. Bao hombres, costado Nor-Occidental. Descanso
escaleras segundo piso.
Nmero 5. Bao hombres costado Nor-Occidental, segundo piso.
Descanso escalera. Posicin de los rehenes antes de empezar el ataque al
bao.
Nmero 6. Plano bao costado Nor-Occidental, Segundo piso.
Posiciones de algunos rehenes momentos antes de presentarse la explosin
en el muro que se ve al fondo justamente detrs del toallero.
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ANEXO NUMERO 2
LISTA DE LAS PERSONAS QUE RESULTARON LESIONADAS DURANTE
LOS SUCESOS DE LOS DIAS 6 Y 7 DE NOVIEMBRE DE 1985
a) Magistrados de la Corte Suprema de Justicia:
1. Dr. Nemesio Camacho Rodrguez.
2. Dr. Hernando Tapias Rocha.
3. Dr. Humberto Murcia Balln.
b) Los Consejeros de Estado, doctores:
1. Samuel Buitrago Hurtado.
2. Reinaldo Arciniegas B.
c) Los Magistrados Auxiliares, del Consejo de Estado:
1. Dr. Jos Alberto Roldn Barriga.
2. Dr. Jos Gabriel Salom.
3. Dr. Nelson Zuluaga Ramrez.
d) Los Magistrados Auxiliares de la Corte Suprema de Justicia,
Doctores:
1. Nicols Pjaro Pearanda.
2. Miguel Antonio Roa Castelblanco.
e) Personal subalterno de la Corte Suprema de Justicia:
1. Sofia de Arenas.
2. Consuelo Guzmn de Ospina.
3. Ricardo Correal Morillo.
4. Jorge Antonio Reina.
5. Carlos Julio Zrate.
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ANEXO NUMERO 3
RELACION PERSONAL RESCATADO DEL PALACIO DE JUSTICIA
DURANTE LOS DIAS 6 Y 7 DE NOVIEMBRE DE 1985
NOMBRES Y APELLIDOS
1. Luis Favin Romero Arvalo
2. Joseln Snchez Alvarado
3. Blanca Ins Amaya Daz
4. Jaime Betancur Cuartas
5. Clara Forero de Castro
6. Rafael Enrique Urrego
7. Margarita Cecilia Dawson R.
8. Gilma Quintero Ramrez
9. Carlos Humberto Acosta A.
10. Jorge Alberto Medina P.
11. Luis Roberto Medina G.
12. Alvaro Atencio Carcamo
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