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Camps 2010 - Democracia Sin Demos

Este documento discute los desafíos actuales de las democracias liberales y la necesidad de ciudadanos comprometidos. Argumenta que las democracias modernas carecen de un "demos" activo y que los ciudadanos son apáticos e indiferentes. También sugiere que se necesita un modelo de ciudadanía que vaya más allá de los derechos individuales y reconozca los deberes cívicos. El autor propone tres ideas clave para fortalecer la ciudadanía: 1) los ciudadanos tienen deberes además de dere

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Camps 2010 - Democracia Sin Demos

Este documento discute los desafíos actuales de las democracias liberales y la necesidad de ciudadanos comprometidos. Argumenta que las democracias modernas carecen de un "demos" activo y que los ciudadanos son apáticos e indiferentes. También sugiere que se necesita un modelo de ciudadanía que vaya más allá de los derechos individuales y reconozca los deberes cívicos. El autor propone tres ideas clave para fortalecer la ciudadanía: 1) los ciudadanos tienen deberes además de dere

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2

DEMOCRACIAS SIN DEMOS

Que ,,democracia, viene de demos es algo que cualquier estudiante de filosofa o ciencia poltica sabe. Demos significa
"puebIo", dicho de otra forma, "ciudadantarr, si damos por
supuesto que un pueblo democrtico es el que se implica
en los asuntos de gobierno. <<Demo-cracia>> es gobierno del
demos, autogobierno o gobierno de todos. Que hayamos tenido que evolucionar hacia una democr acia representativa
no desvirta, en principio, el sentido original del concepto.
Es la prctica, el funcionamiento real de la democracia 1o
que pervierte su sentido. La realidad pone de manifiesto que
la democracia es cada vez rrrs una ..democracia dirigida a, por causa del poder econmico descontrolado que
1o invade todo, por la influencia exagerada de los medios
de comunicacin, y por una ciudadana aptica y desinteresada, que deja en manos de los polticos la tarea de gobernar. Esa indiferencia ciudadana es grave, aunque no reciente, pues ya Max Weber se refera a ella con tristeza. No
es nueva, pero seguramente es cada vezrns profunda. Y es
grave porque la salud de una democracia no depende solo
de la existencia de unas instituciones sino de la cooperacin de una ciudadana activa. Si el rgimen democrtico
es un procedimiento para elegir gobernantes y legislar,
para que el procedimiento funcione es preciso que existan,
a SH. S. WoltN, Democracia, S.A. Madrid, Katz editore,s,

200t3.

25

adems, de unas instituciones slidas y crebles, unos ciudadanos comprometidos con el devenir de la democracia
misma.
Nuestras democracias son ms herederas de la democracia moderna que de la antigua, entre otras razones , potque la concepcin de la persona ha cambiado. El individuo
de nuestro tiempo no es el zon politikn aristotlico sino el
sujeto s la libertad de los modernos>)z tal como la entiende Benjamn Constant s. Un individuo para quien el
compromiso ciudadano solo es una dimensin ms de su
vida. Dicho de otra forma, un individuo que entiende la libertad como independencia, como posibilidad de disfrutar
de su vida privada y no como algo que debe ponerse totalmente al servicio de la vida pblica. La excelencia clel ser
humano ya no est en la poltica exciusivamente, sino que
puede lograrse a travs de cualquier otra forma de vida.
Dicha concepcin individualista del sujeto democrtico,
sin emb argo, no debera eximir al individuo de sus responsabilidades como ciudadano. Es lo que Constant echa de
menos al referirse a la libertad moderna, que no deja de representar un progreso frente a Ia libertad antigua. El afianzamiento del individuo y de su independencia es bueno,
sin duda. Ahora bien, si la democracia debe seguir siendo
entendida como gobierno del demos, si el demos es el sujeto
de la democr acia, no podemos ignorar de qu forma se
construye y se organizahoy esa base en la que la democracia se asienta, y qu papel est teniendo en las crisis actua-

les de la democracia. La separacin moderna entre una


sociedad poltica, encargada de gestionar y resolver los
s B. CoNsrAN!
"La libertad cle los antiguos comparada con la de los modernos, en Escritos polticos. Maclrid, Centro de Estudios Constitucionales,
7989.

26

prcblemas polticos, y una sociedad civil ms bien sumisa


y poco participativa tiene poco que ver con la concepcin
cle un demos que asume y se hace responsable de la funcin
poltica que tiene que desempear. Las crticas al modelo
liberal de democracia, realizadas desde el comunitarismo o
desde el republicanismo, ponen de manifiesto, entre otras
cosas, un dficit de conciencia ciudadana, una conciencia,
por otra parte, fundamental para el buen funcionamiento
de la democracia.
La evidencia de tal hiptesis no ha sido tenida muy en
cuenta por las sociedades liberales. Menos an sociedades
como la espaola, que hasta finales del siglo xx no han conseguido tejer una democracia consistente y duradera. Precisamente esa carencia tan profunda durante decenios nos
permiti dar por supuesto, un tanto alegremente, que bastaba que cambiara el rgimen para que tambin cambiaran
las personas. Se trata de un juicio equivocado. Ciertamente,
los cambios legislativos e institucionales influyen en las
conductas ciudadanas y ayudan a moldearlas. Pero son un
factor entre otros. Fenmenos que no han desaparecido,
como el de las muchas y variadas corrupciones o el fenmeno igualmente notorio del incivismo en todas sus expresiones, son ejemplos de la falta de sintona entre un modelo
formalmente aceptable y una conciencia cvica o ciudadana
llena de deficiencias. La constatacin de tal realidad lleva
muchas veces a pensar que 1o que conviene es legislar ms
o mejor. Quiz tambin haya que ir por ah, pero no es lr
nica medida. Conseguir un demos cohesionado y "vir'
tuoso>>, en el sentido aristotlico del concepto, una conrurri
dad de personas preocupadas no solo cada unr [-ror sr
misma sino tambin por 1o que afecta a todos, n() ('s,rl11r,
que se obtenga solo a golpe de ley, de clecr('to o rlt'olrlt'
ttattza. El cultivo de la ciudadana exige otros nlt,tlios.
'27

Exige otros medios sobre todo porque la democracia liberal, adems de defender unos derechos fundamentales constitucionalmente garantizados, convive inevitablemente con
un modelo econmico que contribuye muy poco a reforzar
tales derechos y las actitudes personales a favor de los mismos. El individuo que se socializa en una economa de consumo, es individualista y hedonista. Es decir, pone por delante de cualquier otro inters el suyo y tiende a estructurar
sus planes de vida con vistas a una felicidad que consiste en
obtener el mximo placer o bienestar en el mnimo tiempo
posible. La publicidad y los medios audiovisuales en general
contribuyen a difundir esa mentalidad, que no sera del todo
despreciable si, a sLt vez, se viera contrarrestada por el reconocimiento de otros valores menos materiales. Pero esa condicin no se obtiene sin proponrselo. Y la forma de proponrselo pasa por identificar los atributos del buen ciudadano.
Me propongo a continuacin desarrollar tres ideas que, a
mi modo de ve4 pueden contribuir a entender cules el papel
que el ciudadano ha de desempear en una democracia liberal. Tres ideas, dicho de otra forma, que tratan de encontrar
un modelo de ciudadana distinto del aristotlico y distinto
tambin del netamente liberal, en el sentido ms restrictivo
del concepto. Me refiero al liberalismo que se atiene exclusivamente a la teora de la <<mano invisiblerr, alaidea de que no
hace falta intervenir ni econmica, ni poltica ni moralmente
en la sociedad, porque el pleno ejercicio de la libertad individual genera por s mismo beneficios para el inters comn.
Las ideas que quiero desarrollar son las siguientes:

1)

ciudadano no es solo sujeto de derechos, sino tambin sujeto de deberes;


2) la ciudadana consiste en ejercer la libertad responsablemente;
28

e1

3) la responsabilidad es el momento afectivo de la formacin de la voluntad moral.

1".

El ciudadano, sujeto de derechos y de deberes

Recordemos la definicin dada por T. H. Marshall, en\9496,


segn la cual el ciudadano era el sujeto de los tres tipos de
derechos contenidos en Ia Declaracin Uniaersal de Derechos
Humanos de 7948:los derechos civiles, los derechos polticos y los derechos sociales. Dicho modelo fue revolucionario en su da y suscit no pocas crticas, por la novedad que
representaba en aquellos aos la incorporacin explcita de
los derechos sociales en la idea de ciud adana, cuando los
estados de bienestar existentes eran pocos y todos muy deficitarios. Pero han pasado los aos y la situacin, en Europa y en algunos otros pases, ha mejorado considerablemente. Los derechos sociales estn incorporados en los
estados de derecho que responden a la denominacin de
estados de bienestar>>, y desde la perspectiva de los estados as definidos resulta escandaloso que pases avanzados,
como los Estados Unidos, tengan tantas dificultades para
incorporar a su sistema el derecho a la proteccin de la sa-

lud como un derecho universal. La realidad de nuestro


tiempo es la que obliga a contemplar la definicin de ciudadana de Marshall como una definicin anticuada e incompleta. Adems de las tres generaciones de derechos,
necesitamos otras cosas.
Con ello no quisiera dar a entender de ningn modcr
que no se deba seguir luchando por una implantacin de
6 T.

A. MaRsnall y T. BorroMoRE, Ciudadnns y

Alianza,1998.

clase. socinl.

Madricl,

los derechos sociales ms satisfactoria que la que tenemos.


Tal lucha es imprescindible para no sucumbir al minimalismo liberal (al neoliberalismo), que tiende a una reduccin de los derechos sociales, basada en la prioridad o exclusividad de la libertad negativa, esto es, la libertad
concebida como la no intervencin legislativa y nada ms
que eso. La tesis de Marshall, por el contrario, al reconocer
tambin los derechos sociales, pone nfasis en el principio
socialista de que no huy libertad sin igualdad, que la libertad negativa por s sola es un engao, que no estn garantizados los derechos civiles y polticos si se prescinde de los
derechos sociales. Hay que ser beligerante en este punto, a
fin de contrarrestar las tentaciones neoliberales.
Pero, si bien es necesario mantener la concepcin de
Marshall, recon ozcarnos tambin que dicha visin es insuficiente, al faltarle una referencia que hoy es absolutamente
imprescindible, a saber, la referencia a los deberes y obligaciones de los ciudadanos. En otras palabras, le falta una
concepcin de la identidad moral o cvica, eue la demo cracia sin duda necesita.
Por qu es necesaria una identidad moral ciudadana?
Porque no creo que sea cierto lo que apuntaba al principio:
que la democracia tiene unas propiedades teraputicas que
por s solas regeneran a los ciudadanos. Cuando observamos que en las democracias huy fraudes de todo tipo y procedencia, que los hombres siguen maltratando a las mujeres/ que aparecen actitudes racistas o xenfobas ante la
inmigracin, cuando observamos tales comportamientos,
no tenemos ms remedio que pensar que la condicin humana no modifica sus impulsos ms viscerales y desviados
por el simple hecho de que las instituciones polticas sean
democrticas. El ciudadano no se hace virtuoso espontneamente. Hace falta una voluntad expresa de educaci. y
30

formacin para la convivencia y el respeto mutuo. No


en vano los griegos conectaron la construccin del ethos
(qre ha de articular eI demos) con Lapaideia.
Si reconocemos que es necesaria una identidad moral
ciudadana, un thos ciudadano, el siguiente paso habr de
consistir en indicar las caractersticas de dicho thos. Ah es
donde creo gu, hoy por hoy parece insuficiente pensar eI
thos ciudadano como basado exclusivamente en la reivindicacin de unos derechos. La ciudadana ha aprendido
esa leccin y se reconoce como sujeto de derechos. Lo demuestra la prctica imposibilidad de cualquier candidato a
gobernar un pas, si presentara un programa que ProPonga
recortar la educacin, las prestaciones sanitarias o las pensiones. Nadie que pretenda ganar unas elecciones puede
c1e

pensar en algo parecido. Tambin encuentra resistencia la


reduccin de las libertades, aunque se haga en nombre de
otro valor no menos apreciado, como Io es la seguridad.
Nuestra poca es, como dijo Norberto Bobbio, la poca de
los derechos. Hemos vivido una explosin de derechos, en
algunos casos exageradu y ridcula, como cuando se ha
pretendido proclamar el derecho a ser feliz, por poner solo
un ejemplo. Sea como sea, haber logrado un cmputo de
derechos como los que tenemos, es todo un logro. Pero no
huy que obviar la segunda parte. Cuando todo se plantea
en trminos de derechos, falta un lenguaje pblico de la
responsabilidad o de los deberes recprocos. Dicho lt'rt'
guaje, adems, es especialmente importante Para t'ltlt' [-rtrt'
dan garantizarse los derechos sociales y los dert'chos ll,r
mados .,de la tercera generacinr.
VeamOS un SOIO ejemplO referidO a lOs dt'l't't'll():.:,or l,rlt",,
el de Ia educacin. La educacin Com() (l('l'('t lttt tltll\ r'l'.,t1
no prosperar si los padres prefierell o1-rl,tt' ro l,r ,",r tt'l,t
privada para SUS hijOs/ por temor a (lrt(' s(' tttt'2, lr'tt ( lt 1,,',
rl

hijos tle los inmigrantes o de los ms desfavorecidos. Son


reacciones reales, que se explican a partir de diversos factores que no viene al caso detallar aqu, pero que todos conocemos. La consecuencia de tales actitudes es Ia formacin de
guetos escolares, que no son buenos ni para quienes no tienen ms remedio que quedarse en ellos ni para la convivencia democrtica en su conjunto. La educacin nos ofrece, as,
una muestra muy clara de la impotencia de la legislacin
para cambiar las actitudes y para cambiar el conjunto de
condiciones sociales que siguen propiciando discriminaciones, aun cuando las declaraciones de derechos se empeen
en repetir que todos somos iguales. Otro eiemplo de 1o
mismo 1o tenemos en los derechos llamados de la ltima generacin, como los derechos ecolgicos. Por muchas y buenas que sean las medidas que se tomen para ralentizal por
ejemplo, el calentamiento del planeta o evitar el deterioro
medioambiental, ser difcil que algo cambie si las actitudes
de las personas se muestran indiferentes hacia la cuestin,
pensando que no va con ellas, que es una obligacin exclusiva del estado conseguir un mundo ms ecolgico.
En definitiva, pues, y para resumir este primer punto, a
diferencia del derecho a la libertad, que protege al individuo de los poderes y dominaciones polticas o sociales, los
derechos sociales y los de la ltima generacin precisan de
una voluntad colectiva de vivir de acuerdo con ellos. La garanta de las instituciones es insuficiente, si no existe la solidaridad ciudadana. De algn modo et lenguaje de los
derechos es fro, se refiere a una igualdad de todos los individuos ante la ley, que no invita por s solo a la reciprocidad
entre las personas. Como ha dicho Habermas -y no ha sido
el nico-, efl una sociedad como la nuestra, tan colonizada
por la economa,la administracin pblica y los medios de
comunicacin, hacen falta otros cliscursos normativos, dis-

entre las
tintos de las leyes, que establezcanlazos comunes
un sentido
persona, y lus dirijan, a ciertos propsitos' en
nico, el de la defensa del bien comn'
de ir ms
Todo apunta, en consecuencia, ala necesidad
el cual los inall del modelo liberal de ciudadania, segn
eI terreno
dividuos Son seres soberanos y autnomos en
siquiera resmoral y solo tienen la obligacin de tolerar -ni
Es un modelo
petar*"las diferencias de otros ciudadanos.
que olvida
demasiado individualista y formal. Un modelo
poniendo en_boca
1o que ya ense Platn en elProtgorast
con la inde dicho sofista el relato del mito de Prometeo,
de que es positencin de convencer al incrdulo Scrates
en su vefble y necesario ense ar tica. Cuenta Protgoras/
el ser humano
sin del mito en cuestin, 9, una vez que
de Promehubo recibido el fuego de los dioses de manos
en la tierra y
teo, el fuego que iba a permitirle sobrevivir
que a
defenderr" d" cualquier adversidad, zeus advirti
imprescindilos humanos les faltaba algo absolutamente
a convivir con
ble, les faltaba aquello que deba ensear}es
a otros. Entonces, sisus semejantes y a no dLstruirse unos
para que
gue diciendo Protgo ras, Zeus envi a Hermes
aidos o espritu
dotara a los hombres con dos atributos: el
atributos deben
cvico y la diko iusticia. Y aadi: esos dos
no los posea no es
tenerlos todos sin excepcin, Pues quien
digno de vivir en la ciudad'

2. La ciudadana consiste en eiercer


la libertad resPonsablemente
es otra cosa que
Escribi Mme. de Stael que ..la libertad no
todo en nuesla moral en la polticar. Efectivamente, sobre
a reivinditro tiempo, el .irduduno no tiene que limitarse
33

32

car la libertad: tiene que aprender a ejercerla y ejercerla en


el espacio pblico, en su relacin con los otros.
La tradicin de la libertad negativa nos ha acostumbrado a pensar que la libertad es solo la ausencia de interferencias heternomas en las vidas privadas de las personas.
Pero la concepcin moral de la libertad -la autonoma- es
algo ms que esa libertad negativa. Es ausencia de interferencias para elegir la forma de vida que cada cual prefiera,
en efecto, pero tambin implica el objetivo de vivir en comn, de hacer compatible la propia vicla con las vidas de
los dems. Lo que hace posible y amable la vida en comn
es el espritu cvico,,, si se admite tal expresin. Dicho de
otra forma, el ejercicio responsable de la libertad requiere
la adquisicin de una serie de virtudes: las virtudes cvicas.
Puesto que hoy el concepto de virtud resulta un tanto
anacrnico, me referir para aclarar 1o que quiero decir a la

a golf o ser maestra de escuela. Al iugar al golf o ser maestra, es posible a\canzar ciertos bienes externos, como dinero, prestigio, estatus. Por el contrario, Ios "bienes internos>> son los que pertenecen interna y necesariamente a

una activid.ad, solo pueden ser identificados Por la experiencia de participar en la actividad en cuestin. Al perseguir los bienes internos buscamos la excelencia o, si se
quiere, las gratificaciones implcitas en un cierto tipo de
vida. Al mismo tiempo, estamos aceptando ciertos criterios
de excelencia unidos a dicha prctica y a partir de los cuales se nos juzgar.
La diferencia entre ambos bienes es grande. Los bienes
externos, al ser alcartzados, constituyen siempre una pIopiedad o posesin individual. Son obieto de competicin,
porque en la carrera Por conseguirlos siempre hay unos
que ganan y otros que Pierden.

explicacin de Alasdair Maclntyre en su conocido libro


kas la airtud 7. Dice que las virtudes se ejercen en el curso
de lo que 1 llama prcticasr. Por prcticas, entiende
cualquier forma compleja y coherente de actividad humana cooperativa socialmente establecida, a travs de la
cual se realizan los bienes internos a dicha forma de actividad en el curso de tratar de alcanzar aquellos standards de
excelencia que son apropiados y parcialmente definidores
de dicha actividad.

Los bienes internos son asimismo el resultado de una


cierta competicin hacia la excelencia, pero es caracterstico de ellos que su consecucin es un bien Para toda la comunidad que participa en la prctica.
La distincin entre los dos tipos de bienes le sirve a MacIntyre para establecer el lugar de la virtud en la vida humana/ ya que
una virttrd es una cualidad humana adquirida cuya Posesin y ejercicio nos permitir alcanzar aquellos bienes que
son internos a las prcticas y cuya ausencia nos impide
8.
efectivamente alcanzar dichos bienes

Cualquier prctica tiene como objetivo conseguir dos tipos de bienes: los bienes externos y los bienes internos. Los
,.bienes externos)) son los bienes externa y contingentemente unidos a una actividad cualquiera, como la de jugar
7 A. MecINTyRE, Tras la z,irtud. Barcelona Crtica,2001.
,

34

Ibid., especialmente caP. 14.

35

Pongamos un ejemplo. Un bien interno a Ia prctica de


la medicina sera Ia contribucin por parte del mdico a
que sea respetada la autonoma del paciente, de forma que
este puede conocer y decidir sobre las terapias convenientes para su patologa y los riesgos y ventajas de todas elIas.
Respetar la autonoma del paciente es uno de los criterios
de excelencia mdica establecidos por los principios de la
biotica. Un bien externo a la prctica mdica, en cambio,
es el prestigio que el profesional pueda adquirir con una
innovacin determinada o la ctedra que pueda obtener
como reconocimiento a su trabajo. En suma, sea cual sea la
profesin en que pensemos, puede ser considerada desde
dos perspectivas distintas: la de su contribucin al bien comn de la sociedad o la de los intereses individuales o corporativos de la persona que act.a. Es 1o que distingue el
ejercicio responsable de la libertad del mero ejercicio
egosta de la misma.
Los bienes internos se alimentan de las tradiciones y de
las costumbres que acompaan a las prcticas y ocupaciones humanas. Desde ellas sabemos y decidimos qu es ser
un buen universitario, un buen mdico, uh buen periodista
o una buena madre de familia. Pero hoy las tradiciones se
tambalean y se rechazan., para bien y para mal. Pues muchas tradiciones estaban preadas de discriminaciones y
corregirlas o cambiarlas ha significado avar.za hacia la
igualdad. Pero precisamente porque las tradiciones se
cuestionan, cada vez es ms difcil darle salida a la discusin sobre en qu consiste ser un buen profesional. Aristteles tena claro algo ms complejo an: en qu consiste ser
una buena personar ee 1 identificaba sin problemas con
el buen ciudadano. Nuestra tica no es perfeccionista, la
tica laica declina desde hace siglos el esfuerzo de definir
en qu consiste ser una buena persona. No puede hacerlo.
36

['ero s puede acercarse a 1as distintas actividades y ocuPaciones profesionales y determinar, por lo menos, en qu defectos no debe ranincurrir. No es fcilhacerlo, Pero inhibirse
de la dificultad lleva inevitablemente a la iudi cializacin de
cualquier problema. Las responsabilidades individuales
-polticas o profesionales- desaparecen a cuenta de la nica
Iesponsabilidad que se est dispuesto a admitir: la que determinen los jueces, la responsabilidad iurdica. Es un reduccionismo y, sobre todo, un empobrecimiento de la res-

ponsabilidad.
Tenemos la sensacin de que la falta de sensibilidad hacia las tradiciones nos ha privado del sentido moral. Por
eIlo cad a vez es ms difcil referir las prcticas humanas a
algo ms que a eso que Maclntyre llama bienes externos>>.
Pero es as no solo porque se tambaleen las tradiciones y
los puntos de referencia en otro tiempo estables, sino porque hay valores que se marginan o se ignoran, como el de
Ia fraternidad o la solidaridad. La libertad y la igualdad
han sido constitucionalizadas. Pero la solidaridad es una
virtud ms personal. Lo que no hace que no sea absolutamente imprescindible, puesto que es la raz de las virtudes
pblicas de Ia participacin y la democracia deliberativa,
tan bien teorizada Por Hanna Arendt.
Resumir lo dicho hasta aqu con dos citas tomadas de
filsofos cercanos al republicanismo, esa nueva corriente
crtica del liberalismo en un sentido muy similar al que estoy exponiendo aqu. Nos dicen los nuevos rePublicanos
que la poltica es cosa de todos y no solo de una clase cie
ciudadanos dedicados profesionalmente a ella, y que, si
queremos maximizar nuestra libertad Personal, no podemos confiar solo en los polticos sino ocuParnos de la poltica nosotros mismos. Si las Personas no se involucrltl tlt'
un modo u otro en el debate poltico, acabarn percibientltr
37

las leyes como imposiciones extraas, no como un acuerdo


razonable del que se ha formado parte. Dicho brevemente,
que el ciudadano tenga su parte efectiva en las decisiones
polticas es un requisito democrtico que no hry que poner
en duda.

3. La responsabilidad como momento


afectivo de la voluntad moral
Uno de los escasos filsofos que han tratado directamente
la responsabilidad moral, Hans Jonas, la define como ,.e1
momento afectivo en la formacin de la voluntad moralr e.
Para Jonas, el modelo de responsabilidad que debera hacerse extensivo a todas las actividades humanas es el de los
padres con respecto a sus hijos. Una responsabilidad construida sobre la base del afecto, el sentimiento comn y el
amor.
Ese ..momento afectivo)> es 1o que, de un modo u otro,
han buscado los comunitaristas y republicanos para superar la ideologa liberal. No voy a referirme aqu a las caractersticas y diferencias de ambas corrientes, conocidas suficientemente por todo el que se haya acercado a la filosofa
poltica contempornea. Dir simplemente que mis simpatas se vuelven hacia el republicanismo en detrimento del

comunitarismo. Por una razn simple: el comunitarismo


vendra a reducir las virtudes cvicasr ![ue deben estrechar
lazos entre los ciudadanos y unirles .,afectivamens, a las
virtudes patriticas o de grupo, rasgo poco compatible con
una ciudadana entendida como sujeto de derechos universales. El republicanismo, en cambio, se fija en dos aspectos
e H.
JoNas, El principio de responsabilidad. Barcelona, Herder, 7995.

38

que el liberalismo no ha sabido o no ha querido desarrollar.


El primero es considerar una libertad no dominadora, efltendiendo por ..dominaciones" aquellas que no proceden
de la represin legislativa, sino que son ms sutiles y, en
definitiva, como dice Philip Pettit, ,.arbitrarias>,, no legitimadas como s 1o est, en cambio, la ley en un estado de derecho 10. EI otro aspecto en el que incide el republicanismo
es la necesidad de fomentar las virtudes cvicas , pafa conseguir la cohesin social que el cultivo de la libertad por s
solo no consigue.
Desde otra perspectiva ajena a ambas corrientes, Pero
confluyente con la idea de modificar las actitudes ciudadans, Richard Rorty se ha Pronunciado a favor de un ciudadano activo y no espectadorr, tomando la palabra en su
sentido etimolgico: spectare,la traduccin latina de theorein. En el libro Forjar nuestro pas, Rorty arremete contra la
izquierda estadounidense, que ha dejado de ser participativa para ser contemplativa y limitarse a teorizar descle sus
acadmicas torres de marfil. Dice Rorty que el ciudadano
de izquierdas o se refugia en Ia contemplacin Pura o se
abandona al escepticismo. Horrorizado por un pasado que
es, desde luego, indigno de la humanidad, el intelectual se
siente incapaz de pensar con esperanza eflel futuro. De ah
la crtica puramente negativa y destructiva, con la que los
intelectuales se refieren no solo a los horrores de que la historia ha sido testigo, sino a todas las imperfecciones que los
han tolerado y los han hecho posibles, incluidas las imperfecciones de la democracia. Sera el intelectual 9u, ante los
horrores del 11 de septiembte, se siente ms cmodo culpando a la democracia americana que al fundamentalismo

islmico.
10 PH.

PEttIt, Republicanismo.Barcelona, Paids,

1999.

3()

Rorty, en la lnea del pragmatismo que intenta resucitaq,


se inspira en Dewey y en Walt Whitmann para afirmar que
la insatisfaccin por el pasado no debe ser incompatible
con la esperanza er:r un futuro ms digno. Como dijo Dewey, la democracia debe ser entendida como un experimento, ya que no partimos de un fin preestablecido ni de
una verdad sobre la natur aleza humana ge, como tal, es
inexistente. La democracia debe verse y contrastarse consigo
misma, si quiere ser una democracia creativa. Su contrasea no puede ser otra que la que pronunci Whitman: .,No
aceptar nada que los otros no puedan aceptar en igualdad
de condiciones, 1i.
Es cierto que la confianza et-r el futuro de la democracia
depende de una confianza previa que hoy hemos perdido:
la confianza en las instituciones supuestamente democrticas. Ninguno de los tres poderes clsicos, eue nos remontan a Locke y a Montesquieu, sabe ganarse hoy la confianza del ciudadano. Por eso, el ciudadano no se siente
motivado para participar ni para respons abilizarse de 1o
pblico. Si lo hace, es para oponerse a las instituciones y a
su forma de proceder y de actuaq, como ocurri en las recientes concentraciones multitudinarias contra la guerra de
Irak.
A la falta cle credibilidad institucional, hoy que aadir
hoy la concentracin descontrolada del pocler econmico y
meditico y su actuacin en connivencia con la poltica. Sin
la complicidad del poder econmico, la poltica es impotente. En cuanto al poder meditico es la nica fuente de
informacin que tenemos. Y en nuestro mundo, sin informacin no hay libertad. Pero la informacin que recibimos

est sclmetida, Por las propias caractersticas de los medios


de comunicacin, en especial los audiovisuales, a una se-

rie cle tiranas. La tirana del espectculo, del pensamiento


nico, de la velocidad, que hacen que la informacin que
transmiten sea la mayora de las veces un mero simulacro'
As, la confi af:Iza perdida hry que recuperarla luchando
contra las inercias no solo de las instituciones democrticas
tradicionales sino de los nuevos poderes econmicos y mediticos. La pregunta es cmo recuPerar esa confianza enla
democracia y en su futuro.
la
Quizlas ltimas manifestaciones Populares contra
guerra nos dan una clave de por dnde podra ir el cultivo
de ese ((momento afectivo que, segn ]onas, es la base de
la responsabilidad. Partieron de Ia iniciativa ciudadana
de tomar partido a favor de las vctimas. Si ya no es posible
recuperuitu esperan za o ser optimistas con resPecto a la capaciad humana para el bien, tal vez s es posible reaccionar ante el pnico que produce la capacidad humana Para
el mal. Michael Ignatieff 1o dice as' "Tomar partido por las
vctimas es la forma de la tica antipoltica y antiideolgica
de nuestro tiemPor ". Gracias a los medios de comunicacin, es posible la contemplacin en tiempo real de todas
las barbaridades que puede hacer el hombre' Dicha contemplacin puede precipitarnos en la misantropa radical y
en la desesperanza. Pero tambin puede activar el mito de
la fraternidad. Sin una tica de la fraternidad, de las r''irtudes del respeto y Ia deliberacin, difcilmente podr salvarse

12

't Cf. R. Ronrv, Forjnr nuestro pas. El pensaniento de izquierdns en los Estados Unidos del siglo xx. Barcelona, Paids, 7999.

1a

democracia.

M. Ic;NATrrrr, Human Rights as Politics nnd ldolatry. Princeton University

Press.2001.

41

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