Brooks, Nick - La Buena Muerte (R1)
Brooks, Nick - La Buena Muerte (R1)
Nick Brooks
ADVERTENCIA
RECOMENDACIN
PETICIN
Para Leona
Rose deca que Madden tena bastante buen ojo para los muertos. Desde esa
pareja que celebraba sus bodas de plata y se estrell con el coche (ninguno de
ellos habra reconocido al otro de haber podido verse mutuamente) hasta su
propio padre en decbito supino sobre la camilla, resplandeciente con su
particular forma de traumatismo. Haba algo especial, algo diferente en todos y
cada uno de ellos. Un capricho de la enfermedad o un rasgo peculiar de su
dolencia producan un resultado enteramente nico en cada cadver en el que
Madden haba puesto los ojos.
Y, naturalmente, tena sus favoritos. Qu profesional no los tena? Qu
anatomista, qu cirujano poda afirmar que nunca se haba prendado de un
ejemplar espectacular, toda una tesis por s mismo, una revelacin? Ninguno, al
menos, que fuera serio, que estuviera comprometido con su oficio, con su
ciencia. Madden no era distinto. No habra podido hacer su trabajo si no lo
fascinaran todos ellos, cada uno a su modo. sa era la verdad. Era algo que
haba compartido con Kincaid, a pesar de que Kincaid no lo hubiera credo
nunca. Y era Kincaid quien le haba presentado al primero.
Fue un encuentro perverso. Madden perdi su virginidad con una nia de
diez aos cuyas entraas, frescas, firmes y resbaladizas, no mostraban ni la
lividez ni la hinchazn, ni la distensin ni la fealdad categrica que se asociaban
con los rganos de los clientes ms maduros. Sin duda, los tejidos internos de
Madden reflejaban su edad con la misma exactitud que las tetillas, semejantes a
bolsillos, que le haban ido apareciendo con el paso de los aos o los pelos que
brotaban de sus orificios nasales y de los lbulos de sus orejas en proporcin
inversa a la alopecia gradual del resto de su cuerpo. Era por lo menos quince
aos ms joven que Kincaid (era ya demasiado tarde para afirmar que tena
toda la vida por delante), pero no estaba listo an para abandonar a hurtadillas
la barahnda de los mortales. No, Rose se ira antes que l. A menudo pensaba
en morir solo, sin esposa ni familia de los que despedirse, pero aquella idea
nunca le resultaba turbadora.
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lo haba encontrado. Con mucha calma, haba aflojado la bolsa de plstico que
envolva su cabeza y su cuello y, antes de llamar al servicio de emergencias,
haba pasado un rato all sentada, con l. Aparte de retirar la bolsa, solo haba
tocado a Kincaid para cepillarle el pelo ligeramente. Quera que tuviera un
aspecto digno cuando los sanitarios y la polica fueran a buscarlo. Eso le dijo a
Joe hijo cuando el cadver fue enviado a la funeraria.
Kincaid tena entre las manos una fotografa tomada el da de su boda, pero
de ella no quedaba ya ni rastro.
Madden comenz a desvestir al doctor. Le desabroch primero la camisa y
luego los pantalones, con cuidado de no arrugarlos ni daarlos en modo
alguno. No le resultaba difcil desnudar a un cadver sin ayuda. Kincaid era
grande, aunque no especialmente pesado, ni corpulento. Y, de todos modos, a
Madden no le quedaba otro remedio. Joseph (el muy ruin) quiz no apareciera
hasta pasada una hora o ms, y Catherine haba vuelto a faltar. No entenda a
aquella chica. ltimamente faltaba tanto al trabajo que Madden se preguntaba
si alguna vez lo haba asumido. No todas las chicas de diecisiete aos podan. Y,
tras su ltimo encontronazo, Madden estaba seguro de que no volvera.
Decidi no preocuparse por eso. Era muy posible que Joe no apareciera
hasta la tarde y, de todos modos, no servira de gran cosa. A Catherine, por
supuesto, nunca le haba interesado mucho aquel trabajo. Madden no crea que
fueran a echarla mucho de menos, aunque su ausencia le ocasionara nuevos
inconvenientes.
nicamente con los obesos tena verdaderas dificultades y, dependiendo
del estado del cuerpo, normalmente poda esperar hasta que lograba dar con
Joe. Kincaid no dio problemas, y Madden dobl su ropa y la coloc,
cuidadosamente etiquetada, junto con la de los dems en el ropero destinado a
los difuntos. Le quit el reloj, el grueso sello de oro y la alianza, que se
deslizaron suavemente por sus dedos sin necesidad de recurrir al lubricante.
Se deca as? Lubrificante era la palabra que se le vena a la cabeza. Una vez
etiquetadas las joyas y guardadas con las dems, solo le qued el cuerpo:
literalmente, dos tercios del hombre. El tercio restante se haba esfumado ya.
Sera a eso a lo que se refera la gente cuando hablaba de los ausentes?
Quitando el pecho, Kincaid era casi lampio, y el vello que conservaba
alrededor de los genitales era ralo y de un blanco grisceo. Un cardenal
descolorido se extenda desde debajo de la costilla inferior de su costado
izquierdo hasta su entrepierna. Naturalmente. Le haban rasurado la zona del
pubis para la operacin intestinal y el pelo apenas haba empezado a asomar en
el momento de su muerte. Era probable que hasta en la vejez hubiera
conservado un vello abundante y viril, de haberlo consentido los hados.
Madden sonri. Los genitales del difunto se haban replegado y huan de la
frigidez cadavrica con un arrebol serfico. Solo las manos del buen doctor
revelaban su edad. Estaban apergaminadas y tenan arrugas profundas. Los
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Los sesenta sucedieron en otra parte. Para Madden, tuvieron lugar en los
peridicos y en la radio, en algn punto al sur: Londres, la calle Carnaby, I
wanna hold your hand. Sus sesenta fueron distintos, como lo eran ahora sus
alopcicos sesenta aos. En aquellos das, le bastaba con dar el paseo de por las
maanas (para qu desperdiciar el dinero en el billete de autobs?) y cruzar el
Kelvin camino de las luces brillantes, tan brillantes como lo permitan los
tiempos, del West End. Cmo se habra descrito entonces? Un chaval de
dieciocho aos cincuentn? Era justo decir que, en parte, haba tenido siempre
la edad que tena ahora. Era la parte latente o la parte consciente la que defina
su personalidad? Sus recuerdos de aquella poca no estaban asociados a una
gran sensacin de libertad, a la impresin de que hubiera oportunidades
decisivas a la vuelta de cada esquina. Durante todo aquel primer semestre,
antes de conocer a Gaskell, apenas habl con sus compaeros de clase. Se
zambull en sus estudios con un entusiasmo que ms tarde reservara para la
funeraria. Fue Gaskell quien lo describi como un joven carcamal. Era una de
esas personas, deca, que llevaban coderas de piel cosidas al forro de tweed de su
alma avejentada.
Sin embargo, al mismo tiempo, Madden era consciente a medias del sesgo
de sus afectos, de que deba hacer un esfuerzo por relacionarse con chicos de su
edad, como su madre le deca, aunque sin mucha conviccin. Su padre rara vez
se dignaba darle una opinin: el hecho mismo de que su nico hijo hubiera
decidido ir a la universidad en vez de a las acereras de Colville a ganarse el pan
no era para l fuente de orgullo ni de desilusin. Le haba hablado a menudo de
las ventajas de una educacin que a l le faltaba y, con el mismo aliento, de la
necesidad de ganar un salario, de dar un techo a los cabezas de familia, de ser
un hombre hecho y derecho en un mundo de hombres. Crea en el poder
revolucionario del socialismo, pero despreciaba las huelgas por considerarlas
una manipulacin de los sindicatos y a los huelguistas por ingratos, indignos
del trabajo que haban recibido. Que echen a la calle a esos cabrones y prueben
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con otros, a ver si les hace gracia, deca. Si por l fuera, colgara por el culo a
todos aquellos malnacidos. An ms odiaba a los esquiroles (esos primos a los
que los jefes tenan engaados), pero no vea en ello contradiccin alguna.
Madden no tena simpatas polticas, pero, en las escasas ocasiones en que
alguien le preguntaba por tales cuestiones, adoptaba la tendencia en boga entre
sus compaeros de estudios. El tema en s mismo no importaba, solo importaba
cmo respondiera. se era el camino para ser aceptado. La forma de quedar
absorbido como parte de algo, como seguidor de la causa. Y a Madden le habra
gustado tener una causa, un ideal digno que lo agarrara por el pescuezo y le
gritara: Lucha! Lucha o muere!.
Alguna forma de compaerismo hubiera sido un primer paso, pero al
parecer no tena don de gentes, careca de la capacidad de hacer que los dems
se sintieran a gusto en su presencia. Algo le faltaba. Algo en l no acababa de
encajar. Observaba, no obstante, a sus compaeros de clase con el ojo de un
antroplogo consumado. Imaginaba que deba de haber alguna clave en sus
gestos y ademanes, en la cadencia de sus voces, en su forma de vestir, y senta
que, en cierto modo, estaba absorbiendo algo que poda cultivar dentro de su
ser.
Pasaba das o semanas tan completamente (cul era la palabra?) absorto
que apenas era consciente de s mismo. Su propia existencia se volva mucho
menos real para l que la de los dems: el grupo, el conjunto, el estoy-con-losintegrados. Gente como Dizzy Newlands, Hector Fain, Carmen Alexander: un
rectngulo cuyo cuarto lado, invisible, era l. Carmen, rubia de bote y ferviente
admiradora de Tommy Steele (que ya por entonces era una antigualla),
mantena a sus pretendientes perpetuamente a la gresca, aunque era obvio que
al final preferira a Dizzy, el cadete de infantera con aire de catlogo de gneros
de punto, antes que a Hector, dado que Dizzy al menos tena el buen sentido de
coquetear con ella y rerle las gracias. Entretanto, Hector, el radical, segua a
vueltas con su eterno monlogo: Marx, Hlderlin, la inexistencia del alma, la
existencia del alma, la lucha contra la democracia liberal pequeoburguesa, la
eficacia del ju jitsu. Pronto los tiempos cambiaran. Sera hora de defender las
barricadas, de racionar el pan, de excavar un bnker antes de que Kennedy y
Kruschev hicieran volar todo por los aires.
Dizzy y Carmen caminaban tan pegados que de vez en cuando sus brazos
se rozaban, y se rean benvolamente mientras Hector los miraba con los ojos
entornados.
Qu? De qu os res?
De ti deca Dizzy. El que va a disparar a los perros capitalistas desde
el plpito.
Y Carmen prorrumpa en otra ronda de risas frescas y se tapaba la boca
discretamente, porque tena las encas tan grandes que, si Dizzy llegaba a verlas
bien alguna vez, la dejara caer como una piedra caliente y se buscara otra
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Diana Dors3. Pobre Hector. Derrotado otra vez, se alejaba humillado, incapaz de
reconciliar su Dios y su Causa. Dizzy gritaba:
Hector! Espera! Que no iba en serio!
Pero s iba en serio, verdad, Dizzy? Claro que s. En el amor y en la guerra
todo vale, y en la lucha de clases todo sirve y, ya puestos, un hombre es un
hombre. Da antes de que te den a ti, eso deca Marlon Brando. Dizzy,
calculador, se haca el tonto con Fain. Carmen y l se lanzaban miradas
cmplices de compasin por su amigo ausente, y sus manos se tocaban un
momento. En los labios de Carmen, una sonrisa culpable que no llegaba a ser
risa. Rer tontamente no es apropiado y no poda ofrecer al bueno de Diz un
atisbo de sus terribles encas. As nunca se casara con ella.
Madden prestaba atencin, respiraba su mismo aire. Poda haber sido
cualquiera de ellos. Poda ser Dizzy, con la cmara de fotos que su padre le
compr al cumplir los diecinueve colgada tranquilamente al hombro y un
cigarrillo prendido entre los labios bien dibujados. Di patata. O Carmen,
preocupada por si se le notaban las races del pelo, o por los parciales de
diciembre, o por si Dizzy le haba dicho a todo el mundo que la llamaba hueso
de jamn por sus piernas de palillo. Sonred todos, por favor, eso es. El mejor
era Hector. El Pequeo Eck4, lo llamaban (l odiaba ese nombre), todo l
socialismo y azufre, aficionado al ajedrez pero mal estratega, incapaz de
resolver. Snap snap.
Ninguno prestaba atencin a Madden, ms all de saludarlo con una
inclinacin de cabeza cuando pasaban por su lado. No eran esa clase de amigos.
No eran amigos en absoluto. Dizzy y Carmen empezaron a salir, y Hector se
retir discretamente para buscarse una chica que no representara tal desafo,
aunque Madden sospechaba que tal vez hubiera llegado a atisbar aquellas
encas. Se haba tropezado con l una vez, literalmente, cuando cruzaba al trote
los patios para escapar de la lluvia. Sus brazos de revolucionario sujetaban
contra el pecho un montn de libros y su cara tena aquella misma expresin
maltratada. Choc con Madden y los libros cayeron al suelo. Madden, con la
disculpa rauda, como siempre, se agach a recogerlos. Perdn, perdn. Poda
ayudarlo?
No, gilipollas, no poda. Es que estaba ciego o qu?
Madden se sinti dolido. Fuera de s, buf:
Se la est follando, sabes? El bueno de Dizzy. Mientras t tenas la
cabeza en Das Kapital, l se la estaba follando delante de tus narices. Creas que
era tu amigo, eh? A lo mejor deberas seguir con la catequesis.
3
Actriz cinematogrfica britnica (1931-1984) que alcanz sus mayores xitos durante los aos
cincuenta. (N. de la T.)
4
Johann Eck (1486-1543), telogo catlico alemn, adversario de Lutero en tiempos de la
Reforma. (N. de la T.)
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acuerde del suyo. Rara vez se acuerda del mo. Sonri parcamente a Kincaid y
l le devolvi el cumplido.
Seor Madden, permtame presentarle a mi esposa, Maisie dijo el
doctor. Maisie, ste es el seor Madden. Sonri de nuevo a su mujer con
suficiencia.
Rosemary le dijo ella a Madden, tendindole la mano. No le haga
caso. Se cree que tiene gracia. Me parece que ya tuve el placer de conocer a
nuestro amigo Owen.
Madden tard un momento en darse cuenta de que se refera a Gaskell,
pero de todos modos asinti rpidamente con la cabeza. Kincaid miraba a su
mujer con el ceo fruncido e intentaba encender la pipa con una cerilla, pero no
lograba prenderla con el vaso en la mano. Madden y Rosemary Kincaid
esperaban. El doctor fue frunciendo cada vez ms la frente hasta que por fin se
dio por vencido y dio el vaso a Madden, que lo acept sin rechistar. Su esposa
sigui mirndolo con un semblante en el que haba algo parecido a la lstima.
Un chico brillante, aqu, el seor Madden dijo Kincaid entre nubecillas
azules de humo. Pero tiene que esforzarse ms, eh? Poner un poco ms de
empeo en lo que hace.
Rosemary Kincaid suspir.
Podemos dejar eso ahora, por favor? dijo, y cogi a su marido del
brazo. En la mesa no hacen ms que chismorrear como verduleras sobre los
alumnos y los profesores y sabe Dios qu ms. Juro que sta es la ltima vez
que me traes a uno de estos... actos. Sonri a Madden, que no saba qu hacer.
Se le ocurri que tal vez deba devolverle la sonrisa, pero la mujer de Kincaid ya
no lo miraba. Vamos, ven a rescatarme le deca a Kincaid. Estoy segura
de que Hugh querr hablar con otras personas. Volvi a sonrer a Madden y,
esta vez, l le devolvi la sonrisa puntualmente, consciente de que estaba
enseando demasiado los dientes.
Qu otras personas? pregunt Kincaid. Otras personas! Es
inaudito. No puedo permitirlo. No lo permitir! Llama a la polica! Sacudi
la cabeza y Madden y Rosemary Kincaid se rieron benvolamente.
Ya sabes, esas otras personas de las que siempre ests hablando. Esa cosa
tan breve...
Qu es eso? Usted lo mencion antes, doctor Kincaid se descubri
diciendo Madden, quiz con voz en exceso chillona y repentina. Kincaid y su
mujer lo miraban como si acabara de bajarse la cremallera para ensearles el
pene. Sinti que sus orejas se amorataban y baj la voz. Dijo que esta noche
era para celebrar eso. Me preguntaba qu era. Qu era esa cosa tan breve que
estbamos celebrando, quiero decir.
Fue Rosemary Kincaid quien se inclin y le susurr la respuesta al odo,
rozndole la mejilla.
La juventud, Hugh dijo. Esta noche es una celebracin de la
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juventud. Y te aconsejo que vayas a buscar una persona joven con la que bailar.
A ser posible, del gnero femenino. Se volvi hacia Kincaid. Nosotros, los
carrozas, haremos lo mismo. Vamos, Lawrence. Vas a bailar conmigo.
Kincaid mene la cabeza, pero su mujer lo llevaba ya hacia la pista de baile,
cuyas vibraciones Madden senta en el esternn.
Por el amor de Dios, Maisie, eso es una guerra de trincheras... No
puedes esperar a que toquen un vals?
Entonces prepara tu bayoneta, mueco, y al ataque...
Se abrieron paso entre el gento, pero no sin que antes Kincaid volviera la
cabeza y guiara un ojo a Madden. Luego, Madden los perdi de vista.
Menuda pareja hacen, eh, tarado?
Gaskell estaba a su lado. Se secaba el sudor de los ojos con la manga.
Ya los conocas?
S, de por ah dijo, y se toc teatralmente la nariz con un dedo, como
haba hecho Kincaid. De aqu y de all aadi. No me apeteca mucho
hablar... con el viejo, por lo menos. Me crispa los nervios. Madden asinti con
la cabeza y vio a Gaskell remeterse la camisa marrn, cuya parte de arriba
oscureca el sudor. Una copa? pregunt, pero le hizo una sea a la mujer
de la barra sin esperar respuesta. Madden se senta impotente all, entre aquella
gente: dara lo mismo que dijera: No, la verdad es que no quiero nada ahora
mismo. De todos modos, no le haran caso. Haba dejado de existir. Se estaba
evaporando en el ter. No era Hugh Madden, hijo de Hugh Madden y Patricia
Madden, de soltera... de soltera, qu? No se acordaba. Ran... Randall...
Ramsay? Empezaba por R, en todo caso. Su madre, naturalmente, tampoco
haba existido antes de su matrimonio y l, como su nico hijo, solo reciba la
chispa de la vida cuando quedaba absorbido por algn otro proceso, por otra
cpula u otro apareamiento. El uno alimentaba y nutra al otro, y el otro
sustentaba al uno y se sacrificaba por l. Tal vez semejante unin diera su fruto,
un vstago natural: un nuevo Hugh. Se estremeci. Todo su cuerpo deba
supurar y rezumar miasmas. Era repulsivo, daba tanto asco que apenas poda
mirar a la gente por miedo a que sus ojos le devolvieran aquel mismo asco como
un reflejo. Y haba all mucha gente. Muchas personas a las que evitar. Eran
como una plaga, una pestilencia, todos ellos provistos de ojos que vean y de
caras que miraban. Madden cerr los ojos y aspir, intentando embotar su
cerebro y despejar aquellos pensamientos sofocantes. Solo poda hacerse una
cosa...
Salud, tarado dijo Gaskell, que lo miraba con curiosidad repentina. Le
pas un vaso lleno de whisky. Ests bien?
Madden cogi la bebida y se la tom de un trago. Su cara se descompuso en
una mueca. El blsamo reconfortante baj a su estmago y ascendi a su cabeza,
y all ocup el lugar de sus pensamientos y los cauteriz. El hermoso dios del
sueo y los sueos: Morfeo.
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que aquella mano no le perteneca a l, sino a otra persona. Ella lo llev con los
otros dos. Gaskell estaba entreteniendo a la chica con la que l haba bailado... si
a eso poda llamrselo bailar. Ella ech la cabeza hacia atrs y se ri, y Madden
sinti que Carmen le apretaba un momento la mano con fuerza.
Pero quiz no deberamos provocarle. Puede que seamos nosotros los que
tengamos que tener cuidado dijo, y mir a Madden con los labios tensos.
Volvi a apretarle la mano. A algunas personas es mejor no acercarse
demasiado aadi. Es como mirar el sol: te puedes quedar ciego.
S, se dijo Madden. Entenda cmo poda pasar aquello. Algn da, alguien
se quemara.
Gaskell los miraba acercarse, escuchaba y se rea de lo que deca la chica.
Pero no estaba all en realidad. No estaba all en absoluto.
Perdona, Hugh, no lo deca en serio. Palabra de honor. Solo te estaba
tomando el pelo. Necesitas que te saje otra vez? Es que estaba un poco
cabreado, sabes? He tenido un problemilla con el ex novio mientras t
bailabas. No debera haberla pagado contigo. Ha sido cruel.
S dijo Carmen en tono cortante. Es cierto.
La otra chica miraba inexpresivamente a Madden y a Carmen, y Madden
record que l tampoco haba sido muy amable. Le sonri dcilmente y ella
pareci aceptar su disculpa y respondi a su sonrisa con otra.
Todos amigos otra vez? Bien dijo Gaskell, y atrajo a Carmen hacia s.
Ella dej que le pasara un brazo alrededor de la cintura, y l se inclin y le
susurr algo al odo que hizo que ella se sonrojara. Carmen le dio en broma un
manotazo en el pecho. Pero luego su expresin cambi, se puso muy tiesa y se
apart de Gaskell. l sigui su mirada y luego agach la cabeza, la sacudi y
mascull algo para s mismo.
Dizzy Newlands se encar con l y con Carmen. Tena la cara crispada.
Hector revoloteaba tras l, incapaz de hacer nada.
Solo quera desearte lo mejor dijo Dizzy. Solo quera desearte suerte
con todo.
Pareca haberse armado de valor para aquel momento, pero mientras
hablaba su voz comenz a quebrarse. Levant el vaso hacia ellos y lo apur de
un trago. Hector se tap los ojos con la mano y mir al suelo.
Dizzy, por favor dijo Carmen. Gaskell lo miraba con recelo.
No, si no pasa nada contest l. En serio. Te deseo lo mejor, Carm. En
todo lo que hagas. Siento haberte dado un susto.
Ella desde aquella idea con un encogimiento de hombros. No hay nada
que perdonar dijo. Gaskell se irgui.
Claro, no hay nada que perdonar! exclam con una sonrisa.
Contigo no estaba hablando le espet Dizzy. Y, si sabes lo que te
conviene, cllate la puta boca.
Gaskell retrocedi hacia la pared.
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Ya basta, Dizzy dijo Carmen. Por favor, vete. Ya has dicho lo que
tenas que decir.
Sigui un momento espantoso, una especie de vacilante quietud que
descendi sobre ellos durante una fraccin de segundo. Para Madden, fue el
momento en el que todo, cualquier cataclismo, pareca posible. Desde entonces,
haba vivido unos cuantos como aquel.
Dizzy... dijo Hector, apelando a su amigo. Diz?
Apoy suavemente la mano sobre la chaqueta del otro. Dizzy comenz a
alejarse; luego se volvi y dijo:
Lo siento, Carm. De veras, lo siento. Djame que os invite a una copa.
Carmen neg con la cabeza.
Por favor dijo l. Me gustara ser amigo tuyo. Quiero ser tu amigo.
Djame que os invite a una copa. Por favor.
Est bien respondi Carmen, ms tranquila. De acuerdo. Una copa.
Dizzy suspir.
Estupendo dijo. Voy a por una ronda para todos.
Madden exhal en silencio, aliviado, y se ofreci a ayudar a Dizzy con las
bebidas. Dizzy asinti distradamente y, al alejarse, Madden not con cierto
placer que Gaskell los miraba fijamente.
Se haba gastado todo el dinero. Todo. Haba luces bailoteando por los bordes de sus
globos oculares. Lucirnagas. Haba hablado con Dizzy? S, Dizzy. El bueno de Dizzy,
el bueno de Diz. Haban pegado bien la hebra mientras sonaba el saxofn. O era la
trompeta? Una buena charla sobre no s qu cosa. S. Sobre trabajos que haba que
entregar, o un intercambio de apuntes. Eran apuntes? Eso crea, s. Trabajos de clase.
Podan ayudarse mutuamente, deca Dizzy.
T me rascas la espalda a m y yo te la rasco a ti.
Qu risa dijo Madden. Ayudarse mutuamente. Era ridculo. Pagndole una
copa, lo ayudara, dijo. Estaba sin blanca. Borracho como una cuba y sin blanca.
Whisky, dijo. Dizzy frunci el ceo. Quiz no debera, le dijo. Tena pinta de estar
hecho polvo. No, dijo Madden. Una copa. Un whisky. Entonces hara lo que quisiera.
Cualquier cosa que le pidiera. Le besara el culo desnudo por una copa. No sera
necesario, dijo Dizzy. Claro que s, contest Madden. Completa y absolutamente.
Absoluta y completamente necesario.
Estaban en un montn en el suelo del saln de baile. Desde las paredes, los miraban con
condescendencia unas caras, unas caras y las orlas. Los primeros de promocin.
Lumbreras expuestas en marcos sobredorados. Figuras culpables, estudiantes culpables.
Se rea, se arrastraba sobre rodillas y manos hasta el borde de la pista. Intentaba
levantarse, haba manos que lo ayudaban. Sonaba la msica. Vea a Carmen Alexander.
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Qu pasaba con sus dientes? Qu hacan sus encas? Alguien lo sent en una
silla, pero ya estaba ocupada. Lo empujaron y cay otra vez al suelo. Se rea. Las luces
eran brillantes y l se apoyaba en un codo. Intentaba levantarse del suelo. Vio a Gaskell
subir un brazo. Luego hubo gritos. Una pelea, alguien que lanzaba un puetazo, gente
que pataleaba. Gaskell. Gaskell, por supuesto. Siempre Gaskell. Se oyeron voces y
alguien lo pisote. Los primeros de promocin, las lumbreras. Todos lo pisoteaban. Se
hizo un ovillo.
Estaba bebiendo agua, mucha agua. Mogolln de agua, le deca a la chica que haba a su
lado. Qu?, deca ella. Qu haba dicho? Haba ledo ella el Beano?, pregunt l. Y
el Dandy5? l era Dan el Desesperado, deca, poda comerse una fuente de pastel de
vaca. Poda comerle a ella su pastel de vaca, dijo. En un cenicero. Luego ella se levant y
se alej y l se qued solo. Las luces del borde de sus globos oculares iban apagndose y
Gaskell lo haba cogido del brazo. Le sangraba otra vez la nariz.
Te sangra otra vez la nariz le dijo.
Se haba peleado con los chicos de la calle Bash? S, le dijo Gaskell, con los chicos
de la calle Bash... Con Dizzy, Tmido y Dormiln, por culpa de Blancanieves, dijo.
Carmen, dijo Gaskell. Sacuda un dedo delante de l. Por culpa de Carmen, le estaba
diciendo. La haba despertado con un beso mgico?, pregunt Madden, riendo. Exacto,
contest Gaskell. Primero le haba dado un beso mgico y luego le haba hecho morder su
manzana envenenada. Haba estado a punto de matarlo, dijo. As es a vida, dijo. As es
la vida. Se limpiaba la nariz con un trozo de papel del vter. Una chica sujetaba a
Madden del otro brazo. La haba visto en alguna parte. Ella le sonrea. Era toda sonrisa,
dijo l. Toda dientes. Ella toda sonrisas y toda dientes y Gaskell todo nariz y sangre.
Iban andando. Adnde iban?, pregunt. Luego se ri tontamente. Donde los llevara su
nimo, le dijo Gaskell. Donde los condujera el viento... Qu bonito, dijo Madden. S,
realmente muy bonito.
Eran cuatro, no tres. Cmo haba ocurrido? De dnde haba salido la otra? Madden
no se acordaba. Gaskell estaba con ella, fumaban los dos cigarrillos blancos, sus dientes
castaeteaban. l mismo notaba el fro, sentado en los escalones de la casa. Le dola la
cabeza. Cmo se llamaba?, le pregunt a la chica que haba a su lado. A la bajita.
Tena nombre? Ya se lo haba dicho, contest ella. Tres veces, se lo haba dicho. Minnie
la Pcara, dijo l. Ahora se acordaba. Beryl la Peligro, dijo ella, y se echaron a rer.
Segua haciendo fro, dijo, y ella lo rode con el brazo. No hagas eso, dijo. Por favor. Se
senta mareado.
5
The Beano y The Dandy, tebeos britnicos, publicados ambos en Escocia. Entre los personajes de
sus tiras cmicas se cuentan Dan el Desesperado, los chicos de la calle Bash, Minnie la Pcara y
Beryl la Peligro. (N. de la T.)
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Madden gru y se frot las orejas. Tena una sed espantosa y su dolor de
cabeza no remita. La chica y l (le daba vergenza preguntarle otra vez cmo se
llamaba, as que haba optado sencillamente por no decir nada) haban ido
caminando hasta la casa de ella, al final de Alexandria Parade. Llevaban ya dos
horas andando. La culpa era suya, por haberse ofrecido. Un caballero de la
cabeza a los pies, no haba duda. Estaban los dos sin blanca, pero aun as se
haban cogido de la mano y caminaban en silencio, Madden concentrado en el
ruido que hacan sus zapatos de suela fina al rozar el pavimento. La chica ya se
haba disculpado por la caminata, pero Madden se haba mordido el labio,
porque l an no haba recorrido ni la mitad del camino: an tendra que
regresar a pie a la parte oeste de la ciudad. Y, adems, no encontraba nada
atractivo en ella: pareca prcticamente muda. Un par de veces le dieron ganas
de partirle la cabeza, a ver si tena algo dentro. Lo nico que recordaba de lo
que le haba dicho era que viva en el hospital, en la residencia de enfermeras,
en una habitacin que comparta con otra chica. De ello haba deducido que era
enfermera. Pareca la explicacin ms probable. Mientras tanto, haba
formulado diversas hiptesis sobre cmo poda conseguir que le dijera su
nombre otra vez sin tener que preguntrselo directamente. Pero, de momento,
no haba dado con ninguna idea prometedora. Tendra que confiar en el azar.
La noche de los jvenes, aquello tena gracia. Por la presin que notaba
detrs de los ojos, pareca ms bien la noche de los muertos vivientes. Y el
cementerio no estaba muy lejos de all, justo detrs del hospital. Quiz pudieran
echarse a pasar la noche en una parcelita o acurrucarse en alguna cripta vacante
con los dems zombis del baile, las piltrafas abigarradas de los danzantes. Pero
seguramente Gaskell ya habra cogido el mejor sitio y estara acostado con
Carmen bajo suelo consagrado.
No poda subir a su habitacin, le dijo la chica cuando llegaron al hospital,
mientras mordisqueaba un mechn de su pelo lacio. Tena la cara hinchada y
enrojecida, y su maquillaje cubra una retahla de granos subterrneos. l le dijo
que no pasaba nada, que no le importaba, y se estuvieron all de pie un rato, con
las manos cogidas torpemente, y ella le dijo que bueno, que no pasaba nada,
que podan subir si no le importaba agacharse al pasar por delante de la oficina
del portero de noche para que no lo viera por la ventanilla. No podan llevar
chicos a las habitaciones. l pregunt por su compaera de cuarto y ella se
encogi de hombros, pero no dijo nada, as que entraron por la puerta principal
y l se agach al pasar por delante del portero, que no puso pegas. Avanzaban
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cerdo por supuesto haba otro rgano que poda intercambiarse la redundante
pica que nunca haba usado con nadie salvo esta vez, cmo se llama la chica?,
Kathleen, por supuesto, era Kathleen, se estaba ahogando, se estaba asfixiando,
la rigidez que palpitaba y ah ah yo te llevar a casa Kathleen...
Pasaron tal vez diez minutos antes de que eyaculara dentro de la chica y se
retirara, le estallaba la cabeza, la futilidad de todo aquello era tan humillante
que no haba palabras para describirla. Por un momento no supo dnde estaba.
Yo te llevar a casa, Kathleen? Estabas pensando en esa cancin?
preguntaba ella. l dijo que s y solo entonces, cuando sus ojos se
acostumbraron a la oscuridad, pudo distinguir el borde de la cama. Pero no
haba ninguna cancin. Se lo haba inventado.
Para su espanto, ella comenz a cantar en voz baja.
Yo te llevar a casa, Kathleen... Qu bonito. Lo decas en serio?
Madden estaba atnito. Decir en serio qu?
Que me llevaras a casa... que cuidaras de m. Si... ya sabes.
El qu?
Me lo has hecho dentro. Te has corrido. Te dije que no y lo has hecho de
todos modos. No pasa nada, ya no me importa. Puede que ahora est
enamorada de ti.
Lo siento dijo Madden.
No te preocupes contest ella. No importa.
Cllate dijo l.
La luz se encendi y Madden gui los ojos. Otra chica los miraba desde la
cama de enfrente. La compaera de cuarto.
Dios Todopoderoso, Kathleen, os queris callar! Maana tengo turno a
las siete! Apoy otra vez la cabeza en la almohada y se la tap con las mantas.
La lmpara de la mesilla de noche revel una celda gris de decoracin
espartana: dos camas con bastidores de hierro, dos mesillas de noche, dos
lmparas. Una cmoda, un ropero. Ningn adorno, a excepcin de una
fotografa en blanco y negro, recortada de una revista, que colgaba de la pared,
encima de la cama de la otra chica. Era una instantnea de la torre Eiffel. Y un
crucifijo de madera.
Madden estaba contento, sin embargo. Se haba acordado del nombre de la
chica y, de paso, ya no era virgen. Y, adems, fue as como conoci a Rose.
Nick Brooks
La buena muerte
cabeza y quit los libros de la nica silla que haba en el cuarto, pero, en vez de
sentarse, Gaskell se acerc a la ventana y mir fuera. El sol empezaba a
desangrarse en el horizonte y se oa jugar a los cros en la calle. Bonita vista,
dijo Gaskell. Hasta se podra ver el ro, si no estuvieran en medio aquellas casas.
Madden se encogi de hombros. Para l no era ms que una vista, dijo. Estaba
acostumbrado a ella, as que le haca tan poco caso como un granjero a una
oveja. Gaskell se ech a rer. Qu cosas deca. Una panormica de una oveja!
Menuda ocurrencia. Qu era lo que decan? Noche bermeja, pastor sin queja?
S, contest Madden, madrugada bermeja... no s qu del pastor. No
lo saba, en realidad. Gaskell se volvi hacia l. Estaba haciendo algo en
particular?, pregunt mientras paseaba la mirada por las paredes de la
habitacin y se fijaba en los dibujos de aficionado que colgaban de ellas, en los
bocetos anatmicos de Leonardo da Vinci que Madden haba copiado
meticulosamente de ilustraciones encontradas en la biblioteca de la universidad,
en el amarillento mapamundi desde la perspectiva de Siam.
Qu interesante dijo Gaskell, y Madden estuvo a punto de decir algo al
respecto (que s, que era interesante ver el mundo desde el otro lado, que los
siameses pensaban que su pas era el ms grande, el ms importante, el ms rico
de todos, s), pero al final se qued callado como si esperara su aprobacin y
temiera tanto su juicio que no se atreva a aventurar una explicacin.
Gaskell se fij en la caja de cristal que haba en el suelo, detrs de la puerta,
colocada sobre un montn de hojas de peridico abiertas. Qu tena ah?,
pregunt. Madden sinti que se sonrojaba. Ratas, dijo. Rattus norvegicus, para
ser preciso. Ratas comunes. Las criaba. Como mascotas?, pregunt Gaskell, y
se arrodill y dio unos golpecitos en la jaula. S, como mascotas, dijo Madden.
Eran muy fciles de mantener, lo malo era que, en cuestin de comida, tenan
gustos caros. Gaskell se ech a rer otra vez. Rea con facilidad, como si no
sintiera el malestar de Gaskell. Aquella era su habitacin y no estaba
acostumbrado a que nadie la escudriara, y menos an un desconocido con
traje de pana verde. Not que Gaskell llevaba tambin una corbata con
estampado de cachemira grana y oro y que tena todava la nariz un poco
hinchada y los ojos algo morados. Llevaba en la mano unos guantes grandes, de
piel, estilo guantelete de armadura, y unas gafas de motorista.
No parece muy divertido dijo.
El qu? pregunt Madden.
Ser una rata. No salen mucho, no?
Madden se encogi de hombros. Luego Gaskell dijo que si le apeteca ir a
dar una vuelta, si no estaba haciendo nada. Madden lo mir, perplejo. Una
vuelta? Adnde? Y en qu? Gaskell se ri otra vez.
Adonde sea dijo, a cualquier parte. Tengo la moto fuera. Vamos!
Cogi a Madden del brazo y lo llev a rastras hacia la puerta. Venga dijo,
ponte esto. Le dio las gafas. El viento pega fuerte, sabes?
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Madden estaba sin habla. Se sinti llevado a rastras por el pasillo, pasaron
junto a la hosca figura de su madre, salieron al descansillo y bajaron las
escaleras del edificio. Abajo se encontraron con su padre, que volva del trabajo.
Al pasar a su lado, se peg a la pared de azulejos para dejarlos salir.
Dnde vais? pregunt.
Fuera dijo Madden.
Fuera dnde? pregunt l mientras los segua al portal.
Solo fuera! grit Gaskell, y pas la pierna por encima de la motocicleta
Norton de color negro que haba aparcada en la calle. El sidecar reluca como si
fuera nuevo. Monta le dijo a Madden, sealando el sidecar. As que
Madden mont. Bueno dijo Gaskell. Vmonos!
Ms adelante, Madden no supo nunca si llegaron a ser ntimos o no. Eran
amigos? l haba tenido pocos amigos antes, as que le resultaba difcil
comparar. Recordaba una vez, siendo muy pequeo, en que su padre le dio un
diccionario con el nico propsito de que buscara en l la palabra solitario y
no entendi por qu. Era muy pequeo para usar un diccionario, todo aquello
era ridculo.
Significa estar solo le dijo su padre. As es como ests en este mundo.
Tena que entender que no poda contar con nadie. Que tendra que salir
adelante por sus propios medios. Luego le dijo que pensara en aquella palabra,
que comprendiera su significado. Madden se qued mirando las letras, las
palabras, e intent comprender. Solitario. Solo. Cada vez que intentaba volver la
pgina, su padre lo coga por el cogote y lo obligaba a pegar la cara a la pgina,
como si fuera un perro que hubiera defecado en la alfombra. Solitario. Solo.
Recordaba haberse resistido a llorar, aunque estaba al borde del llanto. Se
preguntaba dnde estaba su madre, por qu no iba a rescatarlo. Sentado en el
silln grande, donde solo l poda sentarse, su padre lo miraba mientras
encadenaba un cigarrillo tras otro. Madden ignoraba cunto tiempo tuvo que
pasar all sentado con el diccionario, solo saba que fue una inmensa extensin
de tiempo.
Cuando estaba con Gaskell, a veces tena la sensacin de que el tiempo se
ralentizaba de aquel modo, y tema hablar por miedo a cometer alguna falta
cuyo castigo fuera, de nuevo, el exilio. De hecho, no descubri que su estado
tena un nombre hasta que conoci a Gaskell. Y despus no podra habrsele
hecho ms obvio, como si le hubieran deletreado las palabras una a una sobre
papel. Era un aptrida, un refugiado. Estaba en el exilio.
Aquella primera vez, salieron de la ciudad montados en la moto, llegaron
hasta la depuradora y Madden sinti ganas de no volver nunca, de seguir
adelante un poco ms y luego otro poco. Casi fue un alivio detenerse, sin
embargo: aquella exaltacin nunca duraba mucho tiempo. El mundo impona
sus exigencias y haba que seguirlas. Pasearon y Gaskell habl y l escuchaba.
Bueno, qu quieres ser cuando seas mayor? dijo Gaskell.
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Mdico, qu va a ser?
Mdico. Eso no es una aspiracin, es lo que les decas a tus padres
cuando tenas diez aos. Qu quieres ser de verdad?
Mdico. Cirujano.
Mdico, cirujano. Me parece a m que llevas mucho tiempo dicindote
eso, s, seor.
Bueno, es la verdad. He querido ser cirujano desde que tuve edad
suficiente para entender lo que era.
Gaskell solt un bufido.
Qu me dices! Hostia puta. Qu nio de diez aos quiere ser cirujano?
No me lo creo. Ni un poquito.
Madden estaba irritado. Quin era aquel beatnik, de todos modos, para
llamarlo mentiroso?
Bueno, y qu quieres ser t, si no quieres ser doctor?
Doctor! Lo llevas crudo, Madden. De verdad. No solo quieres ser
mdico, sino que adems quieres ser doctor. Pues yo no.
Y por qu estudias Medicina si no quieres ser mdico?
Muy sencillo. Porque para eso me paga mi querido papato. Si no estudio
Medicina, no hay paga. Mi familia tiene demasiada pasta, segn vuestros
parmetros, como para que me den un prstamo de estudios. As que, si quiero
estudiar, puedo elegir: Medicina, Derecho, Ingeniera, Fsica. El mundo a mis
pies.
Qu quieres hacer, entonces?
Buena pregunta. Gaskell gui los ojos para mirar al sol, que, rojo y
anaranjado, se filtraba en un banco de nubes bajas y horizontales. Estaba
oscureciendo.
Deberamos irnos dijo. Las luces de la moto no son muy de fiar. Es
mejor que volvamos pronto.
Por lo poco que Madden saba de aquel extrao, resultaba raro que dijera
algo tan prudente. Hasta mucho tiempo despus no se dio cuenta de que aquel
comentario estaba mucho ms cerca del verdadero carcter de Gaskell de lo que
l crea. Gaskell, naturalmente, estaba siempre adoptando poses. Incluso
durante sus accesos de depresin, que duraban das enteros, daba la impresin
de percibirse a s mismo como un actor al que, sin Madden como pblico,
aterrorizara la idea de dejar sencillamente de existir. Sin ti, Hugh, no hay nada
que revelar.
Y qu quieres hacer?
Qu? Perdona, viejo, estaba muy lejos. Qu hacer, qu hacer, qu hacer.
Buena pregunta, muy buena pregunta. Primero, creo que deberamos volver a
tu bella ciudad natal (porque t naciste all, no?) pasar de los presbiterianos y
retirarnos a una agradable posada a pasar la tarde Qu me dices?
No tengo mucho dinero.
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puestos. Tena solo tres, ninguno de ellos un xito del momento: Ella Fitzgerald,
Billie Holiday y alguien llamado Varese. Aquellos discos formaban parte de su
actitud, de su desprecio por todo lo que consideraba meramente una moda.
Ropa amontonada en la cama y en el suelo de tarima para ahuyentar a los
ratones y conservar el calor, todo en vano. Gaskell siempre recostado, nunca
sentado, como si se complaciera en hacer que Madden se sintiera fsicamente
incmodo.
No haba dnde sentarse, salvo la cama, y Gaskell le lanzaba soflamas por
ser tan cuadriculado y querer sentarse en una silla, y ah tenas a los chinos y a
los japos, que ni se molestaban con ellas y eran muy capaces de pasarse las horas
muertas sentados en el suelo, y hasta los das enteros, Madden bien poda
aprender de ellos, ya lo creo que s. Luego rompa a rer y calificaba a Madden
de intelectual y burgus y le deca que llamara a la puerta de al lado y pidiera
prestada una silla al tipo de la habitacin contigua, que no le importara: de
todas formas se haba largado sin pagar el alquiler, ese s que era un to sensato.
Madden frunca el ceo y se senta an ms incmodo hasta que Gaskell se
calmaba y suspiraba, y se iba l mismo a la habitacin de al lado a por la silla.
Solo cuando estaba sentado era capaz de relajarse, por poco que fuera, y su
temperamento mejoraba tras un par de tragos de Grouse.
Bueno, entonces, quin ms? Gaskell se regodeaba, nunca se
contentaba con dejar correr un asunto. Madden se arrepenta ya de lo poco que
le haba contado.
Nadie, solo esos.
Eres un tipo muy raro, tarado, lo sabas? dijo Gaskell, y vaci en una
papelera el platillo de hojalata que le serva de cenicero.
Madden dej pasar aquel comentario, pero la idea lo turb.
Qu haces? pregunt mientras cambiaba de postura, sentado en la
silla del vecino, embutido en un rincn junto al techo inclinado del cuarto, ms
parecido a un armario, que Gaskell habitaba en la calle Wilton.
Gaskell rebuscaba entre la ceniza y las colillas.
Me he quedado sin tabaco dijo.
No tienes dinero? pregunt Madden.
Gaskell resopl.
En este momento estoy como Billy Bunter8.
Cmo?
Esperando un giro postal. El que nunca llega.
La semana pasada tenas dinero. Yo lo vi. Qu has hecho con l?
Gaskell levant la mirada. Tena las uas negras de estrujar las colillas que
haba sacado de la papelera para extraer las hebras de tabaco que an quedaban
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Personaje literario creado por Frank Richards (seudnimo de Charles Hamilton) Para el
semanario infantil The Magnet, publicado entre 1908 y 1940. (N. de la T.)
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intactas.
Lo di dijo, y gui un ojo.
Que lo diste? A quin?
Gaskell movi la cabeza de un lado a otro.
La propiedad es un robo, Hugh.
El dinero no es ninguna propiedad. Cmo vas a comprar comida? Y a
pagar la calefaccin?
Ya te lo he dicho, estoy esperando un giro postal.
De quin?
De mi benefactor misterioso, de quin va a ser? Ech un poco de
tabaco en una tira de papel arrancada de una esquina del peridico, lo enroll y
se lo llev a los labios. Al hacerlo, ignoraba que el tabaco se sala por el otro lado
y caa al suelo. Encendi en pitillo liado, inhal y aquella cosa se quem entera,
hasta las puntas de sus dedos, y tuvo que tirarla a la moqueta.
Mierda dijo.
Levant la vista hacia Madden y se pas los dedos sucios por el pelo
crecido. Madden sinti que un turbador impulso paternal lo embargaba y
procur quitrselo de la cabeza.
Gaskell se pona el mismo traje hasta que estaba mugriento, ahorraba
algunos peniques con los cascos de cerveza de jengibre que devolva y coma
solo espordicamente. Era penosamente plido y delgado y se quedaba sentado,
semivestido con unos vaqueros muy viejos, una camiseta y una chaqueta de
lana basta, mientras el traje daba vueltas y ms vueltas en la lavandera. Habra
sido insoportable para Madden vivir como viva su amigo, pero,
inexplicablemente, Gaskell pareca ajeno a las miradas que reciba cuando
Madden lo obligaba a llevar su nico traje a lavar. Madden se quedaba sentado
y deseaba que los dems clientes que esperaban mantuvieran fija la mirada en
sus lavadoras, por miedo a que lo asociaran con el mendigo de la chaqueta de
lana. Con frecuencia, era l quien le daba el dinero y Gaskell se quedaba
sentado, taciturno y resentido, mientras sus ropas se lavaban. Madden no lo
entenda en absoluto. Los giros de dinero parecan ir y venir, y Gaskell haba
disuadido a Madden de preguntarle por su familia. Solo deca que formaban
parte del sistema y que no quera tratos con ellos. Madden solo pudo
sonsacarle que haba crecido en el sur, cerca de Gales, y que se haba ido al norte
para fastidiarlos.
Entonces, no hubo otros, despus de ese tal Aduman dijo. Ests
seguro? Seguro que no me estabas siguiendo antes del baile?
Por el amor de Dios, fuiste t quien me sigui.
Es cierto. Gaskell asinti con la cabeza y ech mano de la botella de
Grouse. Se sirvi un par de dedos y pas la botella a Madden. Debiste
echarme mal de ojo. Y a la encantadora Kathleen tambin. Qu pas con ella?
Nada. No pas nada con ninguno de ellos. Se abstuvo de mencionar a
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Rose. Qu pas con tus padres? Qu est pasando con Carmen Alexander?
Aquello lo hara callar. Pero quiz eso fuera ser demasiado optimista.
ltimamente, desde luego, eso pareca.
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arroj su cigarrillo al ro, cuyas aguas, de un color marrn cieno, estaban mucho
ms crecidas que un par de semanas antes.
Madden se encogi de hombros.
No me fijo mucho en el fsico dijo.
Estoy de acuerdo. El fsico no lo es todo, verdad? Solo la parte que se
muestra. Pero de todas formas est muy buena. Eso tendrs que admitirlo.
Es muy guapa, s. Madden llevaba el cuello subido: haca mucho fro.
El cielo estaba nublado y pareca empezar medio metro por encima de sus
cabezas. Quiz se estuviera hundiendo.
Gaskell le dio un puetazo juguetn en el brazo.
Y qu hay de tu chica, eh? La verdad es que no me pareci que fueras su
tipo.
No s a qu te refieres dijo Madden, azorado.
Kathleen. Te fuiste a casa con ella, no? Os vi... Maldita sea, cmo decs
aqu? Daros el lote! Eso es. Te vi darte el lote con ella. Qu expresin tan
estupenda, eh, Hugh? Madden se senta desdichado.
Una expresin maravillosa. Deberas quedrtela.
S, s, me la quedo! Escribir, un poema con darse el lote. Gaskell le
sonrea con un labio agrietado. Los grandes nudillos de los dedos ndice y
corazn de su mano derecha estaban desollados. Madden no se molest en
preguntar por qu.
De todas formas dijo, no es mi chica. No tengo intencin de volver a
verla.
Gaskell se qued callado un momento.
Me parece muy raro que digas eso, tarado. Una chica tan simptica y no
vas a volver a verla. No saba que te dieras tantos aires con las damas. Se
recost en la barandilla y comenz a liar otro cigarrillo. Mientras, miraba a
Madden como si intentara formarse una opinin sobre algo.
No es que me d aires contest Madden, exasperado. Es que estoy
saliendo con otra, para que lo sepas.
Gaskell se anim enseguida y se puso el cigarrillo entre los labios.
Vaya, vaya dijo. Otra chica... Eres una caja de sorpresas, Hugh. Y
quin es esa chica misteriosa? Porque supongo que te refieres a una chica.
A qu me voy a referir, si no? pregunt Madden con aspereza.
Apret el paso otra vez y Gaskell se qued atrs mientras encenda su
pitillo.
Qu s yo. A un cientfico cristiano. A un cocinero turco. Cmo voy a
saber qu cosas te ponen cuando no estoy contigo hacindote de carabina?
dijo Gaskell cuando lo alcanz. Pas un brazo por sus hombros y lo apret. Ola
a tabaco y a alcohol rancio. Ese da no llevaba el traje: se haba puesto otra vez
los vaqueros y la chaqueta de lana. Madden dedujo de su indumentaria que ese
da no pensaba ver a Carmen Alexander: los vaqueros pareca reservarlos para
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Una primera cita en el zoo. La lluvia le goteaba por el flequillo que intentaba no
cortarse y se le meta en los ojos. Rose, a su lado, masticaba una manzana
caramelizada como una nia de seis aos. El sol brillaba intermitentemente
entre nubes de un negro pasmoso y luego volva a desaparecer. Sin duda
debera haber seguido el consejo de Gaskell: alcohol, refugio y buena
conversacin. Pero Rose pareca disfrutar de aquello y miraba con placer
bobalicn a los reptiles en sus tanques oscurecidos por las algas, con la nica
compaa de otros reptiles y de bombillas demasiado brillantes. De veras se
comi una manzana caramelizada? Tal vez no. Probablemente era solo un truco
de su memoria. Era mucho ms plausible que se comiera un pltano. Seguro
que en los zoolgicos tenan pltanos. Aquel sitio lo deprima. Pareca ir
disolvindose lentamente en la cinaga sobre la que haba sido construido el
zoolgico. Pasaron junto a los elefantes, que los miraban con aparente desdn,
sus flancos oscurecidos por la lluvia y el barro. No haba jirafas. Ni orangutanes.
Ni leones. Haba un oso que se negaba a salir de su cueva prefabricada: vean su
costado marrn junto a la entrada. No poda ser muy peligroso: haba un
guardia que se paseaba por all, limpiando con una manguera los excrementos
del oso. Rose hizo muecas al guardia, como si el que estuviera en exhibicin
fuera l. Ahora era un mono, con la boca redonda como una O, y luego un
gran gato con las garras extendidas. Era todo hilarante. Madden caminaba con
aire abatido, la cabeza gacha contra el suelo, y senta con lucidez insoportable el
agujero de su zapato derecho, que dejaba entrar el agua a pesar de que haba
metido dentro una plantilla fabricada con un trozo de hule.
Y as reflexion con el paso de los aos continu su relacin, sin que l
supiera nunca muy bien por qu. El zoo, el circo, el cine. El carnaval, Ro de
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Janeiro. La luna, las estrellas. Las preguntas incesantes de Rose, las respuestas
infinitas de Madden. l nunca aprovechaba su turno, deca ella, nunca le
preguntaba nada. Tan poco le interesaba?
No deca l. Pero ella solo se rea. El primer beso se lo dieron en la
parada del autobs, como muchas otras parejas en aquella poca. Madden no
saba por qu segua adelante con aquel asunto, y a Rose no pareca importarle.
Era inmune a l. Pasaba largas horas en su cuarto, examinando su cuerpo: sus
piernas y tobillos. Se miraba la lengua en el espejo y deca ah. l debera
haberse dado cuenta ya entonces de que estaba trastornada. Qu andaba
buscando?, quera preguntarle, pero nunca lo haca. No le habra sorprendido
encontrrsela revolviendo entre sus propios excrementos.
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Personaje de una fbula popular que cuenta la historia de un pollito que cree que el cielo se
est desplomando. Otros personajes del cuento son la gallinita Penny y el pavo Lurkey. (N. de la
T.)
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Festival celebrado en 1975 para conmemorar los ocho siglos de la fundacin de Glasgow. (N.
de la T.)
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Entierro?
S. Taanta gente. Mi marido tena muchos amigos. Cuando vaya, no
podr estar a solas con l. As que quiero verlo ahora. Puede ayudarme,
seor...?
l carraspe.
Seor Madden.
Seor Madman12, puede ayudarme...?
Madden dijo l, irritado. Seor Madden.
Quiero ver a mi marido, seor Madden. Puede ayudarme a verlo? Su
hija me odia. Pero yo tambin odio a esa vieja zorra. Dio otra larga calada
mientras su pie derecho oscilaba arriba y abajo sobre el otro.
Podemos ayudarla, s. Desde luego. Pero su marido, Tess, no est en buen
estado.
Est muerto.
Madden asinti con la cabeza.
S, bastante. Lo que quiero decir es que puede que verlo le cause una
fuerte impresin. Mucha gente quiere ver a sus seres queridos despus de su
fallecimiento, sea cual sea su estado, y a menudo la experiencia les resulta
perturbadora. Y su marido, en particular, no es muy agradable de ver.
Noooo dijo Tess. Era muuuy guapo. Era muuuy bueno.
Correcto, Tess. Era muy guapo, antes. Pero ahora no.
Madden vio que una lgrima empezaba a brotar por debajo de una de sus
lentillas tintadas y aspir silenciosamente por la nariz. Ella dio otra calada al
cigarrillo.
Sus hijas no me dejarn... Empez a sollozar.
Muy bien, Tess dijo Madden. Si desea verlo, debe verlo. Ella volvi
a sonrerle. Una sonrisa preciosa. Tan llena de dientes.
Ella sacudi la ceniza en el hueco de su mano.
Gracias dijo. Usted tambin es muy bueno.
Nada de eso dijo l mientras abra la cortina para ver qu haca Joe.
Segua al telfono y haba adoptado un tono suplicante tan horrendo que a
Madden se le pusieron de punta los pelos de la nuca. Se volvi hacia Tess. Se le
pas por la cabeza que tena una tez ms bien peninsular, con la oscuridad del
subcontinente indio al alcance de la mano, una forma de cara ms bien
tailandesa. Pero no era un experto. Poda haber sido coreana, por lo que l saba.
Estaba seguro, no obstante, de que tena un nombre que no se deslizaba por la
lengua de un occidental con tanta facilidad como Tess. Pero eso daba igual.
No era asunto suyo cmo quisiera llamarse. Si me acompaa, bajaremos al
cuarto fro. Pero... se volvi y la mir con el ceo fruncido la advierto de
nuevo que puede que esto la impresione.
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Haba dado por supuesto que estaba casada con el ms joven. Qu idiota.
Tess estaba visiblemente impresionada, tena las manos cruzadas sobre el
pecho y la boca abierta.
Es que quiere que yo tambin me muera? grit, apartando la vista del
cadver. Quiere que me caiga redonda al suelo? Voy a decrselo a su jefe!
Voy a hablar con la ley!
Le pido disculpas dijo Madden, y se apresur a tapar el cuerpo con la
sbana de hilo. Ha sido un malentendido, eso es todo. Le temblaban las
manos: las flexion varias veces. Haba muerto Maisie, entonces? Se haba
divorciado de Kincaid? Se haba cansado de convivir con los sucios secretillos
de su marido? Madden tena la boca seca: necesitaba una copa.
Por favor, clmese, seora Kincaid dijo, sin muchas esperanzas.
Me calmar cuando me ensee a mi marido! No esta... esta cosa!
Madden se rehzo, se acerc a la camilla contigua y puso la mano sobre la
sbana que la cubra. Notaba que a ella tambin le temblaban las manos. Tom
aire.
Como le deca, le pido disculpas. Por favor, no se altere. Su marido es ste
de aqu, seora Kincaid.
Apart la sbana del rostro de Kincaid y dej que ella mirara. Pareca
sinceramente afectada. Qu extrao. Quiz lo hubiera querido de verdad.
Parece tan en paz... dijo, como si solo estuviera durmiendo.
En efecto, seora Kincaid. Ahora duerme eternamente. Su marido se ha
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Se equivoca, seor Madden. Nadie le est hablando desde ninguna parte. Est usted
hablando consigo mismo. Mala seal, esa.
Entonces, qu me aconseja, doctor? No s a qu enfermedad atribuir
estos sntomas en concreto. Madden se rea para sus adentros con los brazos
cruzados sobre el pecho. Aquello era muy gracioso.
Le aconsejo que se sirva un trago y se d el da libre. Y deje de hablar con los
muertos. Son unos conversadores psimos.
Madden suspir y volvi a enjugarse los ojos.
Peores que los testigos de Jehov? dijo, casi retorcindose de risa. Los
labios del doctor volvieron a moverse.
Mucho peores. Ver, no tienen sentido del humor. Y eso es fatal para la
conversacin.
Madden solt un bufido.
Fatal repiti. Qu risa dijo. Qu risa, de verdad.
Qu es lo que te da risa? pregunt Joe hijo, que miraba a Madden con
preocupacin. Con quin ests hablando?
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Necesito ese cuerpo vivito y coleando para pasado maana, como muy tarde. Si
lo dejas bien preparado, podemos ofrecer a la seora Kincaid un pase previo
antes del funeral. Puede que as las cosas se calmen un poco...
Desde luego dijo Madden. Me pondr enseguida con ello.
Hugh, quiero que te dediques exclusivamente a l hasta entonces, vale?
Olvdate de los otros dos. La diabtica no necesita casi nada y, en fin, estoy
seguro de que al de la decapitacin lo metern en un atad cerrado.
Te refieres a Eugenio?
Conque ahora los llamas por su nombre, eh? Llevas aqu demasiado
tiempo, amigo. Quiz deberas haberte largado antes, como Catherine. La muy
zorra.
Madden asinti otra vez con la cabeza y acab su caf. Era muy bueno.
Colombiano, o eso deca en el sobrecito vaco. Estaba de rechupete, en su
opinin.
Y, Hugh...
Madden mir a Joe.
S?
Intenta no meterte en largas discusiones ah abajo. Te pago para que
trabajes, no para que charles. Sonri y levant la taza hacia l.
Madden se sonroj profundamente y, al cruzar con paso vivo la sala de
recepcin, camino de las escaleras que llevaban abajo, oy de pasada una noticia
acerca del cadver del lago. Era preocupante. Claro que siempre estaba
apareciendo por ah gente muerta. Por todas partes.
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Rose pas otra vez mala noche. Madden la haba atendido, se haba ocupado de
que estuviera suficientemente cmoda, y estaba tomndose lo que su padre
sola llamar (en los raros momentos de euforia que le permita su humor, aquel
frente de guerra de baja intensidad) una pequea libacin. A Madden lo
molestaba haber heredado aquel hbito, pero pareca incapaz de cortar de raz
aquella expresin, o su inercia. Arrellanado en el silln de orejas junto a Rose,
con un whisky en la mano, observaba los miembros flojos y descabalados de su
mujer, dormida de nuevo en la cama. Ella respiraba con soplidos someros que
levantaban un rizo a un lado de su cara y lo hacan ondear unos segundos, antes
de que bajara. Como cada noche, Madden se beba su copa en silencio hasta que
estaba seguro de que Rose dorma tan profundamente que no se despertara si
l se mova o haca algn ruido inoportuno. A Rose le costaba dormir. Despus
de casi media hora era cuando Madden se senta lo bastante tranquilo como
para dejarla sola. A veces no haca ms que estirar las piernas en el silln y ella
se despertaba gimiendo y empezaba a suplicarle que no la dejara all sola, con la
luz de la mesilla de noche encendida. Otras veces se despertaba y tardaba unos
segundos en reconocerlo, hasta que l levantaba la mano para hacerla callar y
ella se calmaba de nuevo.
A menudo, estaba tan mal que le resultaba imposible conciliar el sueo y,
en esas ocasiones, no soportaba que Madden se le acercara. Para l tambin era
preferible no andar cerca de ella: pasaba mucho ms tiempo en el trabajo que
Joe hijo o que Catherine, a pesar de que el sueldo era insignificante y con
frecuencia haba muy poco que hacer. Aun as, quedarse en el trabajo significaba
que poda relajarse un poco, leer un poco, beber un poco de la botella del
maletn negro, vivir un poco en compaa de los ex vivos, sus pupilos
durmientes. Poda ponerse al da de los ltimos adelantos tecnolgicos o
trabajar un poco ms con quien hubiera llegado ese da. A veces se
emborrachaba un poco y se pona tambin un poco llorn. Senta, no sin algo de
mala conciencia, que la funeraria era su verdadero hogar, y que su hogar era
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Referencia al juego infantil, tradicional en los pases anglosajones, de las carreras con huevos
duros o huevos de Pascua, llevados o no con una cuchara. (N. de la T.)
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tu madre haya hecho todo lo que estaba en su mano por vosotros. Entiendo lo
mucho que ha trabajado, todo lo que ha tenido que pasar. Pero lo importante es
que os tenais el uno al otro. Tenais una familia alrededor. Haba gente que
poda ayudaros. Eso es lo nico que se puede pedir, no crees? Hizo otra
pausa. Brian asenta lentamente con la cabeza. Solo nos tenemos los unos a
los otros prosigui. Solo nos tenemos a nosotros mismos. Si no nos
cuidramos entre nosotros, adnde iramos a parar? Rose y yo no tenemos
hijos. Estamos solos. No nos toc en suerte, si te digo la verdad. A quin se lo
vas a reprochar? No es culpa de nadie. Fue voluntad de Dios. Y nadie puede
llevar la contraria a Dios. Tu madre y t, lo vuestro es distinto. Tenis suerte. Se
nota lo mucho que quieres a tu madre y cunto significas para ella. Eso tienes
que valorarlo. Puede que creas que no le importas, pero no es cierto. Te tiene en
un altar, se lo noto. Solo que ella lo demuestra a su manera. No te desanimes, tu
madre es una mujer orgullosa. Le cuesta expresar lo que siente. Pero estoy
seguro de que est orgullosa de ti. Hara cualquier cosa por ti, Brian, t lo sabes.
En el fondo, sabes que tengo razn.
La habitacin estaba iluminada nicamente por la poca luz que arrojaba la
lmpara de una mesita, y resultaba difcil distinguir la expresin de Brido,
aunque su cabeza segua bambolendose lentamente. Madden aguard alguna
reaccin, fuera de la clase que fuera. Quiz se le hubiera ido la mano. Brian
segua asintiendo con la cabeza. Madden tena la impresin de que deba aadir
algo cosa ms, de que el silencio empezaba a hacerse opresivo. Conservaba
aquella misma impresin de las clases con Kincaid. Cmo se maravillaba de la
capacidad natural del doctor para suavizar los silencios entre las respuestas,
formuladas con lentitud, de los estudiantes. All, en la atmsfera embrutecedora
de las clases y en la funeraria, era donde Madden haba aprendido esas mismas
habilidades. Hablar en voz baja y con compasin, es lo nico que tienes que
hacer, le haba enseado Joe Caldwell padre. Terapia para superar el duelo,
lo llamaran seguramente ahora, aunque Madden no estaba al tanto de la jerga
vigente. Hasta aquello de jerga lo haba pillado a contrapi durante un
tiempo. Lo asociaba a esnifar pegamento.
Bah, a la mierda con eso dijo Brian, y, al levantarse de pronto, se oyeron
crujir sus rodillas. Maana vuelvo.
Madden se agarr a los brazos de su silln y temi que fuera a golpearlo.
Sin duda, Brido poda partirle el crneo de un solo golpe. La solucin obvia al
problema ms acuciante era apaciguarlo.
Brian, ya te he dicho que no tenemos dinero. Puedo ayudarte con alguna
otra cosa? Senta que se tensaba, que la adrenalina empezaba a sobreponerse
a la lucidez. Pero el chico no iba a pegarle: su expresin distrada pareca indicar
que en su cabeza se haba puesto en marcha algn proceso cognitivo elemental.
Segua de pie, frotndose los nudillos de una mano con la palma de la otra, pero
aquel gesto era en l, por lo visto, seal de reflexin ms que de inminente
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Fue una poca extraa, recordaba Madden. Podran haber sido los aos treinta o
los veinte, a juzgar por el impacto que tuvieron sobre l. Sencillamente, no se
haba sentido partcipe de aquella poca, no perteneca a ninguna generacin.
Saba que la noche que vieron Todas las pistolas no tuvo que esperar a que
pasaran los crditos del final para leer los nombres de todos los extras porque,
por entonces, las pelculas llevaban los crditos al principio, antes de empezar.
Una vez acabadas, solo apareca en pantalla un letrero en el que pona The
end, y se bajaba el teln. En todo caso, en aquella poca no haba desarrollado
an su obsesin por examinar el nombre de cada actor que apareca en la
pantalla, para estudiar detenidamente la nmina de nombres en busca de
alguno que luego se hubiera convertido en una estrella, en un protagonista, en
un secundario de prestigio. Hasta en un tpico pestio del estilo de Todas las
pistolas poda haber una o dos caras que hubieran hecho de indio con cicatriz
nmero tres y ms tarde hubieran disfrutado de una larga carrera en las
pelculas de serie B, en papeles ms variados y exigentes.
Matn con puo americano nmero diecisiete.
Cadver de aspecto lgubre, nmero veintiuno.
Su memoria no siempre era exacta. De verdad se llamaba Todas las pistolas
aquella pelcula? No estaba del todo convencido. Poda muy bien llamarse Seis
pistolas. Aunque posiblemente no. Seis pistolas no parecan un contingente como
para enfrentarse a la marea cruel del imperialismo apache. Hasta los Siete
Magnficos tenan un hombre de refuerzo: Steve McQueen, que se apoderaba
del espectculo y ms tarde se convertira en una gran estrella por derecho
propio.
ltimamente le daba que pensar el significado de esas vidas de la nmina
de reparto, los don nadies que quiz se convirtieran en alguien, los alguien que
volvan a ser don nadies. Los que triunfaban a lo grande; los que se quedaban al
pie de la escalera y nunca se movan de all. Los que vivan y moran en
pantalla, y luego volvan a vivir y a morir en pantalla una y otra vez, hasta que
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silueta reconocible de una cabeza o un tronco. Pase la mirada por las otras filas
de butacas, en ninguna de las cuales haba ms de dos o tres personas. Ser por
la poca del ao, pens. Un hombre solitario, sentado en la fila de delante, unos
cuantos asientos a mano izquierda, se volvi y clav la mirada en l; luego mir
a Rose y rpidamente volvi a fijar la vista en la pelcula. La luz vacilante de la
pantalla se reflej fugazmente en su rostro. A Madden le sonaba su cara, pero
tampoco pudo identificarlo. Estaba demasiado oscuro.
Un piel roja se arrojaba del caballo con un alarido y agitaba el tomahawk
para cortar la cabellera a una mujer que chillaba y protega a un beb
acurrucado. Bang. El gran jefe Cara de Huevo lo mata de un tiro, se vuelve y
acribilla a otro, los flecos de la chaqueta de ante agitados por el viento. Bang.
Pum. Bang, bang, bang.
Camina a zancadas hacia otro indio. Las balas pasan rozndolo. Un grito
espantoso. Un alarido indio. Muertos por el suelo. Ni gota de sangre. Era cosa
verdaderamente notable, teniendo en cuenta la masacre que estaba en marcha,
que no hubiera sangre por todas partes. Una imprecisin, en lo tocante a los
datos. Dispara a un hombre en el corazn a bocajarro: sangrar. Indudable y
vigorosamente. Sangrar hasta que las ranas cren pelo. Y aquello en una cinta
en color, encima. Lo lgico hubiera sido que la sangre saltara por todo el cine.
Los indios iban ganando, a pesar de eran los que se llevaban la peor parte y de
los montones de cadveres de rostro plido que haba aqu y all. Y usaban
arcos y flechas y tomahawks y vete t a saber qu ms. Menudo engorro tena
que ser eso. Madden se preguntaba de qu tribu seran. Pies negros?
Pawnees? Apaches?
Rose le tir de la manga.
Tengo que ir al servicio, de verdad dijo Rose. Dnde est?
l apart el brazo.
No tengo ni idea contest.
Alguien detrs de ellos les mand callar. Madden se concentr en la
pelcula, se rasc el brazo y procur no pensar en las pulgas.
Si ves a la acomodadora, pregntaselo aadi, intentando no alzar la
voz.
Dnde est?
Puede que ah abajo, en el foso de la orquesta. Pero me parece que hay
cola.
Rose solt inexplicablemente un bufido.
Por qu has hecho eso? le pregunt l.
Por nada. Solo porque s.
Porque s qu?
Rose se haba sentado muy tiesa y miraba fijamente la pantalla. Haba
dejado de mascar y Madden la mir achicando los ojos en la oscuridad.
T sabrs, doctor respondi ella sin mirarlo.
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corran ellos. Cuando aquel ser se dividi por fin en dos mitades ntidas,
Madden exhal un suspiro largo y profundo y se recost en la silla como si
formara parte de ella. Necesitaba un lugar al aire. Ansiaba el aire fresco y
limpio, una llovizna con que limpiarse la cara sucia. Pero no poda irse sin Rose.
Una de las dos mitades de la pareja se levant y se palp la chaqueta o los
pantalones; luego retrocedi a trompicones por la fila de butacas y se sent a
cierta distancia. El ojo rojo de un cigarrillo brill, se abri parpadeando y se
cerr con la inhalacin. A los pocos minutos, aquella figura se levant y se fue.
La otra silueta continu sentada donde estaba, esperando quiz la llegada de
otro amigo. O quiz esperara a la acomodadora con un helado de chocolate.
Madden estaba sediento. S, estaba decididamente seco.
Rose regres y se sent de nuevo. Lo busc un momento antes de que l le
clavara un dedo para advertirle que se haba sentado en la fila de atrs.
Te has cambiado de sitio dijo ella. Van a volver a poner la pelcula?
Puede que dentro de un momento contest Madden. En cuanto
hayan puesto el otro rollo.
Rose se haba pintado y perfumado en el aseo: Madden lo not por lo
penetrante de su olor desagradable, que le hizo sentirse extraamente
avergonzado y un poco mareado.
Vmonos dijo. No tengo ganas de esperar ms.
Yo quera ver el final refunfu Rose. Quera saber a quin cortaban
la cabellera.
Ya hemos visto el final, te acuerdas? Cuando entramos.
Ya lo s, no soy tonta. Me refera a cmo empieza.
Madden empez a levantarse, pero Rose le tir de la manga de la chaqueta
para que volviera a ocupar su sitio en la butaca, y, al sentarse con un ruido
sordo, algo en punta se le clav en la nalga. Cambi de postura, se recost otra
vez y mir con fastidio cmo se abra el teln mientras se alzaban dos o tres
vtores desvados. La accin comenz bruscamente, en una coyuntura nueva e
inexplicable, y la msica bram con sbito estruendo.
Gu-juu, cantaban los indios. Hey-ya, hey-ya, hey-ya, hey-ya....
Los pocos vaqueros supervivientes (condenados a cabalgar a pelo en
mustangs robados a los indios por el mismo descampado hollywoodiense lleno
de cicatrices) iban y venan una y otra vez. Poco despus yacan todos muertos
en el suelo, cosidos a flechazos.
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con ello me refiero a la aplicacin debida de la ley. Puede que sea desagradable,
pero es un hecho que los ladrones de cuerpos y los saqueadores de tumbas se
quedaron sin negocio al aprobarse leyes que permitan el uso de cadveres no
reclamados y cuerpos de indigentes para su diseccin. Y, en tiempos ms
recientes, se ha convertido ms o menos en norma que algunos individuos
donen sus cuerpos para que se practique con ellos la diseccin anatmica. Por
otra parte, y por desagradable y cuestionable que sea, las prcticas de siglos
pasados y culturas antiguas han desempeado tambin su papel en este
proceso. Porque, como sin duda le dir el seor Madden, seguimos necesitando
especmenes. No es cierto, seor Madden?
Madden esquiv la mirada de Gaskell.
S, creo que s dijo. Kincaid lo mir jocosamente.
S qu, seor Madden?
S, doctor Kincaid.
Y puede explicarnos por qu razn? En palabras de pocas slabas, si es
tan amable.
Madden repas mentalmente los epigramas mdicos que haba aprendido
de memoria, sus tablas de verbos anatmicos y su provisin de rplicas.
Porque nadie muere de viejo contest.
Precisamente. Nadie muere de viejo. Ahora bien, usted, yo, el seor
Gaskell y todos los dems aqu presentes sabemos que eso es una tontera y que
es, no obstante, un hecho legal. Y ya que hablamos de legitimidad... lanz una
mirada penetrante a Gaskell, que segua llenando furiosamente de manchas su
cuaderno ... hemos de aceptar el dictamen de la ley. Es la ley la que define la
muerte, no los mdicos ni los cirujanos. Los verdaderos mecanismos biolgicos
de la agona y de la muerte no tienen nada que ver con cmo los definimos
nosotros, los simples mdicos. La muerte requiere un nombre. Requiere una
enfermedad. Requiere un fallo cardaco, un derrame cerebral, una neumona
para ella solita. Requiere un accidente; requiere el acto deliberado del ser o la
intencin de otro. Suicidio, asesinato, homicidio involuntario, enfermedad.
Nadie se muere de viejo. Es la ley.
La campana del final de la clase cobr vida con estrpito y Madden se
sobresalt. Automticamente, los alumnos del seminario empujaron sus sillas
hacia atrs con un chirrido y recogieron sus cosas. Madden not que Aduman
se escabulla el primero por la puerta, como si se hubiera ido aproximando a
ella poco a poco para escapar cuanto antes. Agitaba la sempiterna bufanda tras
l como una cola antediluviana. Cuatro o cinco alumnos lo siguieron, entre ellos
Hector Fain, sobre cuyo cuello, del lado izquierdo, se extenda con descaro un
enorme chupetn. Si se hubiera desplomado all mismo, no habra hecho falta
un genio de la medicina para adivinar, a partir de aquel hematoma, que la
noche anterior se haba dado el lote con alguien. Sin embargo, aquel era el
acontecimiento ms improbable que Madden poda imaginar en el caso de un
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llena de apuntes desordenados sobre casos clnicos. Kincaid dej correr el agua
unos segundos. Despus le pas una taza de porcelana llena. Madden se bebi
el agua de un trago y le devolvi la taza.
No ir a marearse, verdad, seor Madden? dijo Kincaid, y un vago
desprecio arrug su frente. Vamos, muchacho. Lo he visto en la sala de
diseccin. Ah dentro est usted como pez en el agua, no es cierto? Qu le
pasa?
Nada, seor Kincaid...
Kincaid dej pasar el desliz.
Nadie se interesa por usted en particular, seor Madden. Pero,
obviamente, tenemos un problema entre manos. La polica ha solicitado que
todos los jefes de departamento (de todas las facultades, por supuesto) hagan
algunas... averiguaciones por su cuenta. As que nosotros, los modestos
profesores, estamos simplemente tanteando un poco el terreno. Aqu, en
Medicina, somos unos autnticos sabuesos. Hablaremos con todo el mundo a su
debido tiempo. Le pregunto qu saba sobre esa chica porque ha compartido
con ella clases, laboratorios y hasta algn seminario de vez en cuando. Su
trabajo est mejorando, sabe usted? Es usted un muchacho que promete. Pero
hay tambin muchos otros que han compartido clases y quiz relaciones ms
ntimas con esa joven, as que si sabe algo, lo que sea...
Madden asinti con la cabeza. Una sensacin de extraeza empezaba a
diluir su mareo. Le escoca un poco que Kincaid hubiera asumido
automticamente que l no poda haber tenido relaciones ntimas con una
chica de las evidentes cualidades de Carmen Alessandro. Pero el doctor tena
razn. Ella no estaba a su alcance. Estaba hecha para los Gaskell de este mundo.
As que le quedaramos muy agradecidos si pudiera mantenernos
informados. Ello solo puede redundar en su beneficio.
S, doctor Kincaid dijo Madden.
Muy bien, entonces. Eso es todo por ahora. Puede irse.
Madden hizo un gesto de asentimiento con la cabeza y se dispuso a
marcharse, pero al final se volvi para preguntar algo a Kincaid. El doctor
estaba quitando de nuevo el tapn de su petaca de peltre. Antes de beber, se
inclin sobre el lavabo, gargaje y escupi una hilacha excrementicia de jugo de
tabaco.
Qu ocurre? pregunt mientras se limpiaba la boca con un pauelo
blanco doblado que volvi a guardarse en el bolsillo del pantaln. Iba
impecable, como siempre, aunque tena un aspecto un tanto excntrico, ataviado
con su chaleco de tweed a juego con la chaqueta y una pajarita carmes cuyo
contraste con su cuello blanco como el de un pollo resultaba algo indecente.
Como de costumbre, Madden se sinti avergonzado en presencia de un hombre
tan atildado.
Podra ver el cuerpo en algn momento? pregunt.
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baile de san Vito compuesto de espasmos que recorran los principales grupos
de msculos de su cuerpo. Agarrado a los barrotes de hierro para no caerse,
comenz a ponerse en pie. Cuando estuvo derecho del todo, contuvo el aliento
un momento y comenz luego a bajar a trompicones por entre la hierba crecida
de la ladera, dando bandazos de un rbol al siguiente. Cada vez que llegaba
junto a uno, se refugiaba un momento de la lluvia, daba zapatazos y se frotaba
las manos para devolver la sensibilidad a sus extremidades antes de precipitarse
de nuevo hacia delante a trancas y barrancas, ms lleno de esperanza que de
expectacin.
Al ver claramente delante de s el camino que llevaba a Kelvin Way, se ech
a llorar otra vez. Lo ms espantoso que tena en perspectiva era que cada
desconocido que pasara por la calle reconociera en l al triste idiota, indefenso y
desesperado, que sin duda pareca. Era lgico que fuera despreciado por ello,
del mismo modo que l despreciara semejante falta de dignidad si cambiaran
las tornas. As pues, se ci el cuello empapado de la chaqueta, se apart el pelo
de los ojos lo mejor que pudo y procur mantenerse erguido y simular el noble
porte de un caballero arruinado, en lugar de parecer un lisiado de guerra con la
costumbre de ensuciarse la ropa cuando le sentaba mal la bebida.
Al llegar al borde, fue cojeando con el pie descalzo por el lado de la hierba
(el barro rezumaba por entre sus dedos) y el otro sobre el camino empedrado.
Escudriaba la luz esculida guiando los ojos y se limpiaba la lluvia de la cara.
No estaba ya lejos del camino principal (cuestin de cien metros) y, cuando
finalmente lleg a l, se apoy contra un rbol y se estuvo all unos minutos,
armndose de valor para la larga y penosa humillacin de la caminata hasta
casa.
Sus piernas casi haban vuelto a la vida, y era capaz de caminar ms o
menos normalmente, pero su tiritera no ces ni siquiera cuando se vio obligado
a revestirse de cierta apariencia de dignidad. Empez a avanzar por la avenida
flanqueada de rboles, de regreso a la universidad de la que haba salido esa
tarde, haca mucho tiempo. Nadie pas a su lado. Todos haban corrido a
refugiarse de la sbita tormenta. Era una suerte.
En el cruce no haba trfico y pas al otro lado sin mirar ni a izquierda ni a
derecha, indiferente a su destino, siempre y cuando ste fuera solo cosa suya.
Las luces del club de alumnos tiraban de l, le hicieron subir las escaleras de
piedra. Cuando lleg a la puerta, descubri que no le quedaban fuerzas para
abrirla. Llam dos veces. Luego se sent en los escalones, bajo la lluvia que
arreciaba, tiritando todava, y rompi en un nuevo estallido de lgrimas.
Todo se haba acabado ya, no le quedaba nada que dar. Morira all, en los
escalones del club, a unos pocos pasos (aunque fueran pasos heroicos) de
encontrar refugio.
Una voz pregunt tras l que qu quera. Se volvi a medias y mir al
hombre con expresin implorante. Era el conserje, con su camisa blanca y su
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boca abierta, el sobresalto del vmito repentino le haba causado una especie de
espanto ebrio, aunque estaba seguro de no haber tomado una sola gota de
alcohol ese da.
Largo! grit el hombre. Que llamo a la polica!
Madden levant las manos lastimosamente, como si lo hubiera pillado in
fraganti. All no tena esperanzas de encontrar cobijo, como no fuera el de un
coche patrulla. Estaba perplejo, no entenda qu haba dicho que fuera tan
ofensivo. La violencia del conserje pareca innecesaria, l solamente intentaba
resguardarse de la lluvia. Todo el mundo mereca resguardarse de la lluvia. Si
hubiera sido un caballero venido a menos, huelga decir que habra tenido
asegurado un lugar junto al fuego. El conserje se habra llevado la mano al
sombrero para saludarlo y habra dicho: Coo!, qu alegra verlo, seor, y
perdone mi lenguaje. Habra sacado viandas calientes y avivado las brasas.
Habra habido caldo, una cesta de pan, carne recin salida de la cazuela. Me
temo que son solo las sobras de abajo, seor, pero se las ofrecemos encantados.
No, no, no nos d las gracias. Nos alegra tener compaa, seor, nos alegra de
veras. Y poder hacer una obra de caridad con alguien como usted. Un seorito,
seor, eso es lo que es usted, un seorito.
Le habran sacado mantas de lana, le habran dado ropa para cambiarse.
Colgaran su traje y su nico zapato delante del fuego para que se secaran, y l
vera alzarse el vaho y dormitara hasta que le llevaran su ponche y una pipa.
Pero no sera as. Haban vuelto a arrojarlo al pramo, donde enfermara y se
tumbara en el suelo y sera pisoteado por todo el mundo hasta que quedara
completamente aplanado y pudieran enrollarlo por fin como un papiro y usar
su piel seca para vestir a los hijos de los pobres. Era insoportable. Era
demasiado, s, demasiado. Y el responsable de aquel atropello a la decencia, de
aquel crimen contra la humanidad, aquel cerdo del club de alumnos de la
universidad de Glasgow que tena ante s, sera aclamado como un hroe y muy
probablemente nombrado rector. Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus. Bien
hecho, buen hombre, un espectculo de primera clase. Eso es tener empaque.
Lanz al conserje una ltima mirada amenazadora y ech a andar otra vez,
con una mano apoyada sobre el murete del club para no caerse. El cansancio
haba aflojado los espasmos repentinos de su estmago y los temblores parecan
haber pasado de momento. Tena el pie dolorido y en carne viva, y haca una
mueca cada vez que lo apoyaba en el suelo, pero an le quedaba alguna
esperanza: la lluvia pareca remitir al fin y, gracias a ello, poda distinguir a
unas cuantas almas que pasaban por la calle Bank, all delante, y or el ruido
del trfico, de los coches o los autobuses. Donde se encontraba ahora, la calle se
bifurcaba y l poda elegir, pero no estaba seguro de cul sera la decisin
correcta. Poda seguir colina abajo, donde saba que, en una de las tabernas,
haba un telfono, y llamar desde all a alguien con las pocas monedas que
tena. O poda seguir derecho unos centenares de metros ms, torcer a la
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irrelevante.
Ech a andar por la calle Bank, algo ms animado. Un calor cada vez ms
intenso, que pareca ir ganando terreno a la hipotermia, infunda fuerzas a sus
miembros exhaustos. Pero quiz se estuviera poniendo melodramtico. No
senta ya, ciertamente, el delirio de un rato antes, sino solo un calorcillo
agradable que haca caso omiso de su ropa empapada y converta su
incontrolable tiritera en un recuerdo lejano. Era posible que recayera, pero
estaba seguro de que no sera as. Llegara a casa de Gaskell sin desmayarse. Ya
no le dola el pie al apoyarlo en el pavimento y del resto de su cuerpo vapuleado
haba desaparecido todo rastro de malestar. El calor se haba extendido hasta
sus orejas, y eran ellas las que estaban ms calientes. De hecho, parecan picarle
a causa del calor. Le ardan, incluso.
Lo nico que le incomodaba un poco era la sed. Caminaba (no cojeaba, ni
arrastraba los pies, sino que caminaba de verdad) por primera vez desde haca
muchsimo tiempo, y lleg a la calle principal en lo que le pareci un suspiro.
La velocidad a la que se mova era impresionante, tena que admitirlo. Dudaba
de que pudiera avanzar ms rpido sin echar a correr. Le habra gustado que su
madre lo viera moverse as. En el colegio nunca se le haban dado bien los
deportes. Su madre habra estado orgullosa de l. Y su padre tambin. Se habra
quedado boquiabierto de orgullo (y no de desprecio, como sola) al ver lo buen
atleta que era su nico hijo. Bien hecho, hijo, dira. Bien hecho.
Madden apenas poda creer que, con aquel diluvio, no hubiera abierto
simplemente la boca para beber. Y, cmo no, haba empezado a sudar, de modo
que, para cuando cruz la calle principal (un flujo escaso de trfico entre su lado
de la va y el de Gaskell), casi chorreaba sudor. Se detuvo y esper a que se
abriera un espacio entre el trfico, pero los semforos permanecan de un rojo
esttico, eludan resueltamente la posibilidad de cambiar. Se enjug la frente
con la manga empapada de la chaqueta y not su calor. Era asombroso cunto
se haba calentado en tan poco tiempo. A su lado, una seora mayor lo miraba
con extraeza, y Madden sonri y le dijo que haba perdido el zapato en el
parque. La seora se apart de l bajo su paraguas y l se encogi de hombros
para sus adentros mientras se meta entre el trfico. Entretanto, se lama los
labios y tragaba, intentando humedecerse la boca.
El cielo se estaba aclarando, vea aumentar la luz y se ri al pensar que
haba estado fuera toda la noche y lo rpidas que se le haban pasado las horas,
no poda creer que hubieran volado de aquel modo. No haba pasado el tiempo
y all estaba, el alba en camino y l todava all, todava en la calle, a diez
minutos andando de la universidad de la que haba salido haca un siglo. Y
estaba bien, todo saldra bien si poda encontrar algo que beber, un vaso de
agua fra, una cerveza, lo que fuera. Se chup los labios. Oa ruido de pjaros a
lo lejos, probablemente golondrinas que volvan de frica, descansadas tras una
noche de sueo, y que ahora cantaban a la aurora. Ellas sabran dnde
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encontrar agua, podan guiarlo hasta all. No, no eran cantos de pjaros, sino
gente al otro lado de la calle: lo saludaban agitando las manos, lo animaban a
seguir adelante, y reconoci una cara, una figura resplandeciente enfundada en
un traje esmeralda, un brazo que se agitaba frenticamente hacia l. Sonri
calurosamente y devolvi el saludo, y entonces se dio cuenta: lo sinti entre los
dedos del pie descalzo. Un charquito atrapado en un bache de la carretera. Se
agach para coger un poco de agua en el cuenco de la mano y bebi; luego
volvi a llenarse la mano. El agua era arenosa y saba ligeramente a ceniza, pero
no le import, la sed lo dominaba. Al inclinarse a beber por tercera vez, vio que
el agua era roja. La sangre que manaba de su pie la manchaba. Se enderez y
sinti que se quedaba plido, y ech a andar derecho hacia el trfico que vena
en su direccin. Mientras cruzaba la calle, antes de que se desplomara en la
cuneta, al otro lado, solo a medias fue consciente del chirrido de los frenos y de
los bocinazos, y de los ojos espantados de Gaskell.
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La voz se ri.
No ests muerto, chaval. Todava no.
Madden abri los ojos con cierta dificultad: los cubra una gruesa costra de
sueo. Haba una sola bombilla pelada que colgaba directamente sobre l; la
escayola del techo se estaba levantando y una ampolla de buen tamao pareca
a punto de reventar encima de su cabeza. Era la habitacin de Gaskell: estaba en
la cama de Gaskell. Se incorpor sobre la almohada, cada vez ms alarmado.
Gaskell se hallaba sentado en la silla que l mismo haba cogido prestada al
inquilino de la habitacin contigua. Obviamente, Gaskell no tena intencin de
devolverla.
Tienes una herida muy fea dijo. Detrs de su largo cigarrillo blanco, su
cara era inexpresiva. Estaba sentado con las piernas cruzadas y llevaba los
vaqueros y la chaqueta de lana. La voz de Ella Fitzgerald sonaba en su
tocadiscos Dansette, sofocada por los rayajos y el chisporroteo del polvo. La
necrosis de las paredes se haba extendido un poco ms por el papel deslucido,
como si la habitacin se estuviera muriendo, putrefacta, pulgada a pulgada, de
la enfermedad holandesa del olmo o de un lento imptigo. El estado de aquel
sitio repugnaba ms a Madden con cada visita. Sera preferible que el edificio
entero se desplomara de una vez.
Gaskell arrug el ceo.
Cmo te las apaaste? pregunt.
Madden se frot los ojos, sinti el pecho pegajoso por el sudor y se dio
cuenta de que alguien lo haba desvestido.
Cmo me las apa para qu?
Para hacerte ese boquete en el pie dijo Gaskell. Es del tamao de
media corona.
Madden apart las mantas y sac el pie. Lo tena vendado por obra de un
profesional. Se pregunt si habra sido Gaskell quien se lo haba vendado.
No me acuerdo dijo. Me sub a una verja, creo. Cunto tiempo he
estado durmiendo?
Durmiendo? Eso no era dormir, tarado. Era un desvanecimiento. Un
desmayo. Una fiebre de cojones, eso es lo que era. Has estado inconsciente dos
das. Delirando, casi todo el tiempo. Hablabas en sueos y todas esas cosas.
Tuviste suerte de no pillar una neumona con esa lluvia y andando por ah
descalzo y sin un trozo de pie.
Madden not que el suelo estaba cubierto de hojas de peridico extendidas.
Algunas estaban manchadas de rojo, supuso que de la sangre de su pie. Gaskell
advirti dnde miraba, se levant y se acerc al centro de la habitacin. Hizo
una pirueta, perdi ligeramente el equilibrio al dar la vuelta y clav en el suelo
una de sus botas de piel para no caerse. Tena los ojos inyectados en sangre, el
pelo revuelto y la cara manchada de borrones de tinta y adornada con un fino
asomo de barba, rubia por la parte de las patillas y casi roja y muy fuerte
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La buena muerte
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Oy alejarse los pasos de Gaskell por la escalera, not que se paraba y que
hablaba en voz baja con alguien y que luego segua adelante. Otros pasos iban y
venan. Sera la patrona? Otro inquilino? Imposible saberlo. Cuando estuvo
seguro de que Gaskell haba salido del edificio, se levant y, apoyado en la
cama, comenz a buscar su ropa. Su chaqueta, todava hmeda, colgaba del
respaldo de la silla. Debajo estaban sus pantalones y sus calzoncillos. Todo
mojado. Se ri de la falta de consideracin de Gaskell, que, aunque haba cedido
su cama a un amigo (si es que eran eso, amigos), no haba tenido en cuenta que
aquel mismo amigo enfermo necesitara ropa seca que ponerse una vez
recuperado. Madden se acerc al nico armario, una puerta que se abra
directamente al muro de la fachada de piedra de aquella desvencijada
habitacin del tico y que contena una sola prenda: el traje de pana verde de
Gaskell, que, lavado y planchado, colgaba de una percha. Madden se llev la
manga de la chaqueta a la nariz y la olfate. Ola a moho.
Ella Fitzgerald cantaba Gimme a Pig Foot and a Bottle of Beer, el disco
crepitaba una y otra vez en los roncos acordes del final. Madden se acerc al
Dansette y coloc la aguja otra vez al principio de la cancin. Abri el cajn de
arriba de la cmoda y mir dentro. Un puado de monedas, un billete de una
libra y las llaves de la Norton. Tres pares de calcetines en diversas fases de
deterioro. El pie le dola cuando se apoyaba en l, pero no mucho. Quien se lo
haba curado haba hecho un buen trabajo. Meti la mano hasta el fondo del
cajn y rebusc, pero no encontr nada de inters y apart la mano
bruscamente al sentir que algo vivo la tocaba y se escabulla. Gaskell no
exageraba al decir que all tema por su vida. La moqueta no era lo nico que
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Referencia a una cancin popular escocesa, Roaming in the Gloaming with a Lassie by my Side
(Vagando a la atardecida con una muchacha a mi lado). (N. de la T.)
Dijeron que queran hablar contigo. Con relacin a un asunto muy serio.
Te has metido en un lo?
Qu asunto? Madden senta en el pecho un vago agarrotamiento; el
latido palpable de su corazn. De qu queran hablar conmigo?
Has ido a algn sitio adonde no debas ir, Hugh? Eso es peligroso. Ya lo
sabes. No debes ir a ninguna parte con extraos. Fue una de las cosas que te
enseamos cuando eras pequeo. Su madre solt de pronto una risita y se
tap con la mano los dientes ennegrecidos. Ya sabes dijo. Las nias sin
pololos no deben subirse a los rboles... Te has subido a un rbol, Hugh? Has
estado be-su-que-n-do-te con alguien?
El agarrotamiento empeoraba; se iba extendiendo a sus labios, a sus
msculos faciales.
Su madre se tambale levemente al colocar el plato en el escurridor.
Madden dio un paso hacia ella, la agarr por las solapas y la zarande con
fuerza.
Dnde est? dijo, y su madre se desliz hacia el suelo, bajo l. Se
negaba a registrarla: se quedara all hasta que le diera la botella Dmela!
dijo, y ella empez a rerse otra vez. Dmela, mam. El pie le dola ahora,
senta su plpito. Mira dijo con toda la calma que pudo, dame la botella
antes de que venga pap. Ya sabes lo que pasa si te encuentra as. Ya lo sabes.
Ella se sent en el suelo, encogida, con las rodillas al aire.
Tu padre tena razn, sabes? dijo sin hacerle caso. Eres un... un
afeminado...
Madden sinti que la rabia saltaba a su frente. La mir y solt su delantal
para que se deslizara por completo hasta el suelo. Estaba temblando. Cogi un
plato del escurridor y lo sostuvo sobre su cabeza.
Ella mir el plato y empez a rerse otra vez.
Vamos dijo, sobria de pronto. A que no te atreves!
Madden temblaba. El plato temblaba tambin. Lo sostena sobre la cabeza
de su madre y ella clavaba sus ojos en l, despreocupada del plato, y sus ojos lo
desafiaban. Madden poda hacerlo; poda golpearla con el plato. Habra sido
una solucin. Pero lo baj lentamente, hasta que qued colgando de su mano, a
su lado.
Espera a que vuelva tu padre dijo su madre con bastante calma.
Espera y vers.
Madden se apart de ella y se acerc a la ventana de encima del fregadero.
Algo dentro de l se precipitaba hacia la oscuridad, sin ver nada.
Qu quera la polica? pregunt, con el cuerpo apoyado sobre la pila
de loza. Para qu queran verme?
Ella se agarr al armario con una mano, estir una pierna, se impuls hacia
arriba y empez a levantarse. Madden vio lo pequea que se haba vuelto la
habitacin: en otro tiempo haba sido para l del tamao del mundo. Haba sido
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pudiera tener algo que ver con la chica muerta, fuera de un conocimiento de
pasada. Y eso era literalmente lo que lo una a Carmen Alexander: un
conocimiento de pasada. Su relacin con Gaskell era de inters ms apremiante.
A Madden le haban dejado un nmero de telfono por si recordaba algo que le
pareciera importante. De da o de noche, le haba dicho el polica a su padre.
Ninguna pista era insignificante, ningn detalle deba ser pasado por alto.
Aquel tal Aduman tena mucha cara por creerse las tonteras que hubiera odo
por el campus medio vaco. Menuda jeta tena el to.
Madden no le hizo ningn reproche a Aduman, naturalmente. Sigui
garabateando en su libreta mojada, con su pluma estilogrfica (que resultaba
ridcula en esas condiciones), y los lamentables borrones de la tinta, que se
corra por el papel y manchaba, lo dejaban a oscuras respecto a la direccin a la
que tena que ir a preguntar a continuacin. No tena ni papel secante, ni sesera.
Era incapaz de pensar por anticipado. Y segua sin tener medios para sufragar
aquella empresa aterradora. Se preguntaba vagamente qu comera y cmo
carbonizara los alimentos conforme mandaban los cnones, pero ahuyentaba
aquella idea dicindose que, dado que era incapaz de pensar por anticipado, de
poco le iba a servir intentarlo. Comera o se morira de hambre, segn fuera el
caso.
De momento estaba hambriento, ya que, por una cuestin de pundonor, se
negaba a sentarse a la mesa con sus padres. Se meta algo en el bolsillo cuando
su padre sala a tomar una pinta y su madre estaba de espaldas, y se iba
rpidamente a pasar otra tarde recorriendo las calles en busca de alojamiento.
Sospechaba a medias que su madre se compadeca de l y se mantena de
espaldas premeditadamente mientras l rebuscaba alguna sobra, y dejaba a
mano algn que otro trozo de tocino fro o de carne, o un poco de fiambre. El
hambre lo haba obligado a considerar la posibilidad de ir a ver a Rose, pero se
senta extraamente orgulloso de su abstinencia, y su cuerpo sera para ella una
especie de escarnio fsico. Como consecuencia de todo ello, se estaba quedando
en nada, y los pantalones de cintura estrecha le colgaban como si los hubiera
heredado de un hermano mayor. El hecho de que los pantalones fueran, en
efecto, de segunda mano, solo corroboraba el estado en que se hallaba. Costaba
imaginar que alguna vez hubieran pasado de una generacin a la siguiente unos
pantalones con el culo ms lustroso que aquellos: dudaba que alguna vez
pudiera apreciar plenamente la generosidad de su padre a ese respecto. Su
padre los haba comprado para tener al menos unos pantalones buenos de
reserva, pero haban resultado demasiado estrechos para su constitucin
robusta. Aun as, haba hecho falta que Madden se hallara prcticamente
desnudo para que su padre se los cediera, y a regaadientes. La splica
silenciosa de su madre en favor de Madden lo haba impulsado finalmente a
ello. Los pantalones tenan ya, cosido toscamente por la parte de dentro de las
posaderas, un parche de un color que no iba del todo a juego con el de la tela.
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Hace falta un inters especial en los muertos para trabajar en un sitio como
ste, le haba dicho Joe Caldwell padre despus de la entrevista. Su parsimonia
resultaba desagradable. Era como si siempre estuviera esperando que ocurriera
algo ms importante. Quiz a que la gente se muriera, aunque Madden
revisara ms adelante esta opinin. Caldwell meda el tiempo por los minutos
que pasaban entre sus delgados cigarrillos liados a mano. Casi se vea el lento
discurrir de los segundos por su cabeza, la conciencia de cunto tardaban en
pasar los das que iban desgastndolo, la tosca frente eternamente preparada
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para que el reloj que no necesitaba (tal era su habilidad para contar el tiempo)
marcara el paso de otro segundo doloroso.
Madden, dijo, haba pasado la entrevista con nota. El mejor candidato al
que haba entrevistado, y tambin el nico.
A la mayora de la gente no le gusta este trabajo dijo. Tenemos mala
reputacin. He tenido aprendices que echaban la pota. T no te marears, no?
Miraba furtivamente a Madden, que neg con la cabeza.
S, bueno. Eso ya lo veremos, eh? Caldwell padre se subi las mangas
de la americana de director, que le vena grande, y dej que volvieran a resbalar
por sus brazos tatuados.
Madden intentaba reponerse an de la brevedad de la entrevista, que haba
transcurrido ms o menos as: T eres el que quiere ser aprendiz? S?
Cundo puedes empezar?
Una vez despachadas las formalidades, Caldwell lo llev a recorrer lo que
ahora se llamaba el cuarto fro. Era bastante viejo, dijo, pero funcional.
Adems, el trabajo era dinero regalado.
Los metes aqu, les limpias el culo y vuelves a sacarlos dijo. Y listo.
Aunque a veces te tocan algunos hechos polvo. Yo he llegado a tirarme aqu un
par de das, cosiendo y dando puntos. Siempre hay gente as de egosta.
Madden no saba qu quera decir.
Cmo? pregunt.
Bah! Lo mejor es que se mueran en la cama, o en el hospital. Esos suelen
estar de una pieza. Pero luego estn todos esos cretinos que se caen de los
andamios. Le gui un ojo. He perdido la cuenta de los que se caen de los
andamios aadi. Luego se subi las mangas torvamente y volvi a dejarlas
caer. Tena una buena mata de pelo gris, con una especie de penacho por
delante, aunque Madden no adivinaba qu edad poda tener. Los quemados
tambin tienen lo suyo dijo. Un abuso, eso es lo que es. Esperar que yo me
las vea con eso. Sabes cul es mi lema, hijo? No, claro. Mi lema es: si el cretino
est ya quemado, a la hoguera con l. Se ri con un silbido lento, como si
nunca se cansara de orse decir aquello, y Madden se fij en que la parte de
arriba de su dentadura postiza se deslizaba un poco cuando se rea, de forma
que Caldwell tena que mover bruscamente la mandbula para colocarla en su
sitio.
Madden sonri demasiado tarde, como de costumbre.
Total, ya que estn achicharrados, que los quemen, no?
Madden sonri otra vez, no del todo convencido de que fuera lo correcto. Se
estaba preguntando si habra algo ms que aquel viejo luntico pudiera
ensearle. Seguramente muchas cosas.
Bueno dijo Caldwell. Hay otro chaval que viene media jornada, un
tal Teuchter, estudiante, como t, as que somos tres. Esto es muy importante.
Levant una lata vieja para guardar t a granel. sta es la lata del dinero para
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que mirar la Mona Lisa. Porque, qu es la Mona Lisa? Solo una ta con dolor de
muelas.
Con dolor de muelas?
S. Cmo te lo explicas, si no? No est sonriendo, est gruendo. A esa la
estaban haciendo una endodoncia. O eso, o tena un flemn. Aceite de clavo es
lo que necesita esa, te lo digo yo.
Caldwell pareca hablar en serio.
Para m eso no es arte aadi. No es ms que pintura. Pero el tipo
que hizo esto... Abri otra vez la puerta del armario, sac unas cizallas para
cortar costillas y las levant hacia la luz. Ese s que era un artista. Dio la
vuelta a las cizallas, cuyos dientes reflejaron la luz con un brillo fro y ntido.
Qu te parece? dijo a Madden. S, ya s que no es una espada de samuri,
nadie dice lo contrario. Seguramente no cambiaron el curso de la historia. Ni
tampoco las dems herramientas que hay en el armario. Pero, vers, son como
un hombre corriente, como un obrero.
Madden asinti con la cabeza, a pesar de que no segua el razonamiento del
mayor de los dos.
No lo pillas?
Madden no lo pillaba.
Pues tenemos por un lado las espadas de samuri y por otro el
instrumental quirrgico. A la una se la forja, se la doblega, se la fragua con el
martillo y se la vuelve a forjar y a doblegar, una y otra vez. Se tardan meses en
enderezar la hoja, en hacer los adornos y acabar el filo. Y son muy caras de
fabricar, as que solo los nobles pueden poseerlas, y no estn al alcance de la
gente corriente y todo eso. Sus hojas son tan afiladas que cortan de un tajo la
cota de malla y, cuando los samuris se metan en los con los europeos con sus
floretes y sus espadines y sus en garde y sus vete t a saber qu ms, sabes
qu ocurra?
No. Que a todos les pegaban un tiro?
Caldwell se ri.
Bueno, s, puede ser. Pero sa es otra historia. No, lo que pasaba era que
los europeos, con sus espadines y sus floretes, agujereaban a los samuris, los
perforaban como si fueran bolsitas de t.
Caldwell hizo una pausa para beber un trago de su botella y se pas una
mano por su penacho de pelo.
Al samuri podan hacerle cinco, seis, hasta siete agujeros, y seguir vivo.
Lo ms probable es que estuviera un tiempo fuera de combate, claro, o que
muriera despus, pero el caso es que poda sobrevivir y hasta seguir luchando.
Pero a los europeos, a los portugueses o a quienes fueran, a los holandeses... si
un samuri les daba un solo corte limpio, uno solo, se acab. Se acab lo que se
daba. La espada de un samuri poda llevarse un brazo o atravesar la barriga de
un to hasta la columna de un solo tajo. Un solo golpe y el enemigo
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pierna, sus labios replegados hacia atrs por el rictus de la muerte. Los
matorrales y el mal tiempo, siempre una constante. Su asesino que se asegura de
que estn solos. La penumbra lgubre de la humedad, el follaje inclemente.
Barro, helechos, poner un pie tras otro. Esquisto y guijarros y el susurro del
agua. Un dique no muy lejos, la rama de un rbol cado hace mucho tiempo.
Berreras gigantes por todas partes.
Sabes qu te digo? dijo Caldwell ms animado, que el cabrn que
hizo esto saba hacer bien las cosas. Estos hematomas del cuello, aqu...
Madden mir las marcas azuladas a ambos lados de la garganta, tenues y en
nada parecidas a las huellas producidas por el estrangulamiento manual cara a
cara. No son las marcas tpicas. De hecho, no es verdaderamente un
estrangulamiento en el sentido corriente.
Madden levant la cabeza. Solo escuchaba vagamente. El cuerpo que
flotaba, escondido por las ramas de los rboles. El agua hasta la rodilla. El
cuerpo que giraba en semicrculo como un reloj, volteado por la corriente.
Qu es, entonces? pregunt sin especial inters.
Presin sobre el flujo de sangre a la cabeza. Nada de oxgeno. El que lo
hizo tena que saber lo que haca. Tuvo que aplicar una forma de estrangulacin
determinada.
Madden lo mir.
Y qu clase de persona podra tener los conocimientos necesarios para
hacer eso? pregunt. Caldwell dej escapar un silbido.
Ahora nos entendemos. Pues mucha gente. Gente con entrenamiento
militar. Alguien que sepa luchar. Puede que mdicos, incluso. Y tambin gente
que conozca el combate cuerpo a cuerpo. Yo mismo aprend unos cuantos
trucos en la Marina...
Enseme cmo cree que fue dijo Madden.
Caldwell lo mir y se encogi de hombros con aire resignado.
Bah, ya no me acuerdo de casi nada. Haba toda clase de maneras de
hacerlo. A esta tuvieron que estrangularla desde atrs, creo. Ya te digo que no
soy un experto. Cruz las manos por delante de su cara para ofrecerle una
vaga impresin de lo que quera decir. El to de la polica estaba de acuerdo.
Cmo sabe que fue desde atrs?
Bueno... Caldwell se rasc la cabeza, azorado de nuevo por tener que
explicar lo que quera decir. Como maestro habra sido un intil. Por la
posicin de los hematomas y por el hecho de que no haya marcas de dedos. En
un estrangulamiento corriente, lo normal es que se vean hematomas alrededor
de la trquea, y posiblemente tambin que la trquea est daada. Aplastada.
Pero aqu no hay nada de eso...
Y eso qu indica?
Indica que el que hizo esto probablemente la estrangul por la espalda
dijo, usando una especie de llave de estrangulamiento, o de presin, para
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cortar el flujo de sangre al cerebro, como te deca. Puede que usara el antebrazo.
Lo que recuerdo de esa clase de llaves es que la vctima se desmaya enseguida.
Y me refiero literalmente a segundos, cuando se hace la llave. Un momento y
zas, luces fuera. Y tampoco es especialmente desagradable. Si mantienes la llave
el tiempo suficiente...
Cunto?
No s, veinte o treinta segundos. Si la mantienes ese tiempo, la vctima
muere. Una muerte fcil. Y ya digo, adis muy buenas.
Y cree usted que eso fue lo que pas en este caso?
Caldwell pareca incmodo, no le gustaba que lo tomaran demasiado en
serio.
No tengo ni idea, la verdad dijo. Se subi otra vez las mangas y se rasc
el penacho de pelo. Es posible. Pero tambin hay otros modos. Qu coo, yo
no soy poli. Que se ocupen de averiguarlo ellos.
Madden se concentr en Carmen, pensativo. Su cabello haba perdido su
brillo y estaba enmaraado y embadurnado de alguna sustancia viscosa,
seguramente el contenido de la poza de agua estancada en la que haba sido
descubierto su cadver, junto a los bajos del Kelvin. Madden haba odo decir
que la polica recibi una llamada annima.
Enseme esa llave dijo. Enseme cmo cree que lo hicieron.
Caldwell cruz el antebrazo sobre el hueco del otro brazo, por la parte del
codo.
Ya te lo he enseado. Es as dijo. Quiz.
No dijo Madden. Podra hacer una demostracin conmigo? Quiero
decir usndome como maniqu.
Caldwell se encogi de hombros y se coloc los dientes en su sitio.
Sintate, entonces. Puedo intentarlo contest, y le indic que se
acercara. Ser muy rpido, si lo hago bien dijo. Y sin dolor. Se situ
detrs de Madden, puso el antebrazo izquierdo cruzado sobre su trquea y lo
trab en el hueco del codo del otro brazo.
Madden sinti en la nuca la palma de su mano derecha y luego una
opresin, no pudo respirar y tosi, levant las manos hacia el miembro que lo
ahogaba, un horror sbitamente recordado se apoder de l. Pero luego negras
lucirnagas flotaron ante sus ojos y ya no hubo nada.
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Las patatas fritas estaban mustias y rancias y el aire fro de la noche haba
solidificado la grasa en las yemas de sus dedos cuando subi las escaleras del
portal del bloque de sus padres. Retrocedi cuando salieron del edificio dos
policas de uniforme. Uno era medio metro ms alto que l sin contar la gorra:
una altura que lo colocaba claramente en posicin ventajosa. El polica le puso
una mano en el hombro y aquel gesto llen a Madden de espanto, como si
estuviera a punto de ser arrastrado escaleras arriba y colgado del patbulo all
mismo.
Hugh Madden? dijo el polica en tono que no admita discusin.
Madden se habra dado pena a s mismo si se hubiera visto obligado a decir:
No, agente, se equivoca usted de hombre. Pero asinti con la cabeza y procur
sofocar el impulso de gritar y echar a correr a oscuras, cojeando y sin mirar
atrs. Seguira simplemente hacia adelante hasta que se cayera por el borde del
mundo. Nos gustara hablar un minuto contigo, hijo dijo el agente. Tena la
cabeza grande y en forma de nabo, la nariz ancha y plana de un boxeador y las
orejas de un jugador de rugby. Por su estatura y su corpulencia daba la
impresin de poseer unas capacidades fsicas impresionantes venidas hasta
cierto punto a menos. Habra sido un atleta en la escuela, quiz demasiado
aficionado ahora a su pinta de cerveza y su empanada.
El hombre ms bajo que iba con l (obviamente, el que mandaba) se apoy
contra el cap del coche de polica mientras fumaba un cigarrillo. No haba
dicho nada an, pero saltaba a la vista que intentaba producir cierta impresin.
S, agente dijo Madden. No costaba nada ser amable, en qu puedo
ayudarles?
El ms bajito tir la colilla de su cigarrillo y la pis.
Nos preguntbamos si te apetecera dar una vuelta con nosotros, Hugh
dijo al tiempo que abra la portezuela de atrs del vehculo y le haca una sea
para que entrara. Madden not que el asiento estaba cubierto de cajetillas de
tabaco y botellas vacas. En la etiqueta de una botella se lea: India Pale Ale.
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Con eso no bastaba, le dijeron en comisara. El zapato estaba all por alguna otra
razn. En serio intentaba convencerles de que pretenda llegar a Kelvin Way
saltando la verja? Por qu iba a querer hacer eso? Haba una puerta a quince o
veinte metros de all! Podra haber pasado por la puerta y haberse ahorrado
tantas molestias. Claro que si alguien hubiera querido salir de Kelvin Way,
podra haber saltado la valla. Si alguien tuviera prisa, si necesitara salir de all a
todo correr, o si estuviera asustado, o si temiera a otra persona, entonces quiz
hubiera perdido momentneamente la cabeza y hubiera trepado por la verja en
lugar de buscar la puerta. Y, adems, era una noche tormentosa. En una noche
as, cualquiera habra perdido el norte. Cualquiera. Porque todo era posible en
una noche as.
Madden sacudi la cabeza y se apoy en las manos. No se acordaba, no
recordaba nada de aquello, les dijo. Fue ms tarde cuando volvi, otra noche
lluviosa, haba tormenta, a decir verdad.
Volver? Cmo que volver? Entonces, haba estado all antes? Haba
bajado antes por all?
S, haba bajado antes por all, haba estado all muchas veces. Llevaba toda
la vida viviendo en la ciudad! Claro que haba ido all otras veces!
Pero por qu ir all aquella noche? Por qu en aquel momento?
No haba vuelto all esa noche, dijo. No haba ido all entonces. Era un error.
Haba trepado por la verja porque estaba enfermo. No se encontraba bien.
S, eso lo entendan. Entendan que no se encontrara bien, dijeron. Deba de
estar muy mareado, en efecto. Deba de estar muy enfermo. Despus de lo que
haba hecho, seguro de que estaba enfermo de cojones, pero de la cabeza. No?
Era un puto enfermo, hacerle eso a una chica. Estrangularla hasta morir y luego
echarle un polvo! Eso era estar como una chota, chaval, eso es lo que era.
l no haba estrangulado a nadie, dijo Madden. Y a la chica la haban
violado antes de asfixiarla. Pero l no saba cmo haba sido.
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Eso estaba muy bien, dijeron. Estaba de puta madre. Claro que saba cmo
haba sido, porque lo haba hecho l, joder! l era el puto loco que haba bajado
a Kelvin Way, haba agarrado a la chica, la haba estrangulado hasta dejarla
medio muerta entre los matorrales y luego se haba follado su cadver. Menuda
broma. Claro que saba cmo haba sido, lo saba de cojones. Le convena
esforzarse un poco ms por recordar algunos detalles ms. Sera una idea
cojonuda, para empezar.
Pero no se acordaba, dijo. En aquel momento no se encontraba bien. A veces
tena mala memoria. Si algo lo trastornaba, dijo. Si estaba disgustado. A veces se
le olvidaban las cosas, como si las bloqueara. No todo. Solo trozos y fragmentos.
Pero no siempre se acordaba de los detalles de todo. No saba si haba matado a
la chica. Crea que no. Pero, si Gaskell deca que s, entonces estaba todava ms
seguro.
Por qu ms seguro?
Por eso.
Por qu?
Por estar aqu.
Por qu por estar aqu?
Porque estaba all por culpa de Gaskell. Gaskell era quien lo haba puesto
all. Gaskell deba de haberles dicho lo del zapato, dnde encontrarlo. Deba de
haberle odo decir que lo haba perdido cuando estaba delirando. Deba de
haber ido a buscarlo.
Y el estrangulamiento? Qu hay de eso?
Y hay otra cosa.
Dnosla.
Ella no se lo mereca, morir as.
Nadie se lo merece. Qu era esa otra cosa?
Yo no lo hice.
Luego lo metieron en la celda para que reflexionara, dijeron. All solo haba
sitio para un camastro de metal con una manta de lana y un cubo de lata en el
rincn.
Djenme salir! grit. Djenme salir!
Pero no lo dejaron salir. Iban a retenerlo all. Y Madden imaginaba que
podan retenerlo para siempre. Nadie saba que estaba preso. Poda desaparecer
sin ms. Haca fro y aquello estaba sucio, el colchn estaba mugriento y no
poda echarse en l, sencillamente no poda. Se imaginaba a los mil hombres
que se haban tumbado all, los vea roncar y defecar y llorar y gemir y sufrir
ataques de delrium tremens y morir. Y morir. Ahora queran que l tambin se
muriera all, annimo y olvidado. Pues no pensaba morirse para ellos! Si
queran que se muriera, tendran que ofrecerle un juicio ilegal justo y decente,
una vista parcial de primer orden, y solo confesara si algn personaje de alto
rango, como el papa, se lo exiga.
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Nick Brooks
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As que all era donde sera hallado culpable. All era donde el viejo
Caldwell tendra que bajarlo del patbulo. La horca no era rpida, el nudo no era
rpido. No siempre. A veces el cuello no se rompa limpiamente y te quedabas
all colgado una hora, asfixindote lentamente. Si no te dabas prisa en morir, se
columpiaban de tus piernas. Tiraban de ti!
No poda soportar la idea y empez a gritar y a sacudir los barrotes de la
puerta, el cierre de cepo del otro lado fro, inexpresivo, inhumano. Nadie
escuchaba.
Djenme salir! Soy inocente! No pueden colgarme! Soy inocente!
Pero nadie se acerc a la puerta y l la golpe violentamente con el pie
bueno y luego con el malo, que le dola inmensamente, y sacudi los barrotes y
grit hasta quedarse ronco. Tena la ropa empapada en sudor y de pronto el
cepo se abri y una cara le dijo que se callara. Despus el cepo volvi a cerrarse.
Chill y llor y vocifer durante no saba cunto tiempo. Horas.
Luego se sent en el rincn, junto al cubo de latn y llor y se meci
adelante y atrs y despus, finalmente, se ech en el colchn mugriento y se
durmi. En sus sueos hubo araas que tejan telas a su alrededor, que lo
envolvan lentamente en sus redes. Una de ellas, gorda y achaparrada, avanzaba
con movimientos infinitesimales mientras l luchaba por liberarse y, sin
embargo, no poda mover su cuerpo paralizado. Intent gritar, pero su boca
guard silencio, y cuanto ms se acercaba la araa, menos se mova l. La araa
estaba casi encima de l cuando se dijo: Esto es un sueo. Sal del sueo. Sal del
sueo. Pero, cuando despert, empapado en sudor, estaba en otra red, una red
hecha de cemento y ladrillos, y las araas estaban al otro lado de la puerta.
Luego oy que la puerta retumbaba y se entreabra. Al otro lado estaba el
tipo grandulln con nariz de boxeador, acompaado de un desconocido.
Quieres salir ya? le preguntaron. l asinti con la cabeza y le hicieron
seas de que se levantara y, cuando se levant, lo cogieron cada uno de un
brazo y lo sacaron fuera y estuvo otra vez en la calle.
Vete. Ests libre. Por ahora.
Libre?
Por ahora.
Nick Brooks
La buena muerte
que estaba en Patrick. El fin del mundo. El aire fro atraves su ropa mojada. Se
estremeci. Sigui caminando hasta que vio a Caldwell entrando en la
funeraria.
Mucho madrugas, no? dijo Caldwell sin prestarle apenas atencin.
Llevaba un abrigo de espiguilla que le llegaba hasta las rodillas y haba
conocido mejores tiempos; claro que Madden tampoco era precisamente un
figurn en materia indumentaria. Caldwell y l eran de esas personas que se
ponan lo que tenan ms a mano y, aunque hubieran sabido vestirse bien y
hubieran tenido dinero para satisfacer el flaco sentido del estilo que poseyeran,
ninguno de los dos se habra molestado en hacerlo de todas formas.
He pasado la noche en comisara dijo Madden. Pareca absurdo
intentar guardarlo en secreto.
Caldwell levant sus cejas, ni viejas ni jvenes, y sigui pasando con un
tintineo el sinfn de llaves que colgaban de su enorme llavero metlico.
No habr sido por nada ilegal, supongo dijo. No puedo permitir que
me metan al personal en la crcel por cuestiones criminales, eh? Lo dems no
importa, entiendes? Es puramente cuestin de principios.
No s si es legal o no contest Madden. No tengo la sensacin de
haber hecho nada que vaya en contra de la ley.
Se estremeci otra vez y Caldwell se apart para dejarlo entrar. En la sala de
recepcin haca an ms fro que fuera.
Entonces, enciende la tetera, hijo dijo Caldwell. Tienes pinta de que
te vendra bien entrar un poco en calor.
Madden asenta profusamente con la cabeza, se soplaba las manos y
golpeaba (muy suavemente) el suelo con los pies.
Cuando estuvo hecho el t y la estufa elctrica de dos resistencias de la
oficina se hubo calentado del todo, Caldwell fij la mirada en l.
Bueno, entonces, qu es esa historia con la polica? No eres ya un poco
mayor para que te lleven a pasar la noche al calabozo? No me imaginaba que
fueras de esos. Sorba ruidosamente el t y dejaba escapar un aah tras cada
trago. Era lo que la madre de Madden habra llamado un tetero. Cada cinco
minutos, una taza recin hecha.
Madden no saba cmo empezar y se qued callado un momento mientras
beba de su taza.
Sultalo de una buena vez dijo Caldwell. Despus se llev a los labios
un cigarrillo liado y aspir con entusiasmo, mientras se recostaba en el silln
viejo y rado, que tena el asiento hundido.
Soy sospechoso del asesinato de esa chica dijo Madden, que no haba
encontrado forma ms suave de decirlo. La de abajo. Tras hablar, baj la
cabeza en un gesto infantil de mala conciencia.
Caldwell carraspe ruidosamente.
Que eres... que eres qu? Sospechoso de un asesinato? He odo bien?
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Haba una habitacin libre en la calle Wilton, en el mismo edificio donde viva
Gaskell, y decidi subir a verla aunque ya saba qu poda esperar. Era un sitio
lgubre, ennegrecido por el holln y amarillento en los rincones que, por alguna
razn inexplicable, no se haban recubierto de una capa de carbonilla, como el
resto del edificio. Las partes amarillentas parecan darse aqu y all como
extraos afloramientos que conferan a la superficie del edificio una apariencia
picada e irregular, parecida a un paisaje lunar. Se qued esperando en la puerta
a que la patrona abriera, y habra dado media vuelta y se habra ido de no ser
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La casera flexion el ano de su cara (Madden vio dentro uno o dos dientes
solitarios) y estir el brazo hacia la puerta de una de las habitaciones de la
izquierda, la abri y dej que l pasara antes que ella. Encendi la luz principal
y Madden se encontr en un cuarto de decrepitud casi inverosmil.
Un cuartito muy apaado dijo ella. Estupendo para un estudiante,
eh? Ah tienes la cama, con su cabecero de hierro y todo, una cmoda y un
ropero... y hasta una cocinita para calentar el t. El contador del gas est ah,
detrs de la puerta. Y el precio es muy razonable, adems. Qu te parece?
Madden recorri con la mirada la habitacin, toda ella de un marrn
tirando a amarillento. No haba papel en las paredes: estaban cubiertas de hojas
de peridico sobre las que se haban aplicado sucesivas capas de pintura. Los
titulares comenzaban a adivinarse a travs de la pintura. Madden supuso, al
menos, que no le faltara qu leer si decida quedarse con la habitacin. Poda
redecorarla, si estaba permitido; con apuntes de medicina y casos clnicos.
Disecciones, patologas.
Pero no tena intencin de quedarse all. No por mucho tiempo, en todo
caso.
Tampoco haba moqueta, solo un trozo de linleo verde mal ajustado, con
una cenefa de flores de lis. Una galaxia entera de quemaduras de cigarrillos
salpicaba su superficie, y aqu y all se vean pequeas tormentas de polvo y
cmulos de moho. La habitacin pareca estar en cierto modo elevada: el techo
divida en dos partes iguales la nica ventana, y aqu y all la condensacin
formaba en su superficie bulbosa unas gotas de color pardo. Una de ellas cay
sobre la coronilla de Madden mientras estaba all parado.
El alquiler se paga por adelantado dijo la mujer rechoncha.
Semanalmente.
Entonces, le pago una semana por adelantado? pregunt Madden. En
aquella habitacin se senta como una especie de gigante a causa del techo bajo
y de hallarse en el ltimo piso.
Dos semanas por adelantado respondi la mujer mientras se rascaba
con la espinilla la parte de atrs de la otra pierna. Madden intent no fijarse en
la carne desnuda de aquellos miembros que se frotaban el uno contra el otro.
Pero la casa tiene algunas normas prosigui ella. Nada de compaa
femenina despus de las seis de la tarde. Nada de jugar a las cartas, de beber o
de reuniones de ms de tres. No se permiten en el edificio perros, ni gatos, ni
mascotas de ninguna clase. Y lo mismo le digo de las ventanas aadi
mirndolo duramente con sus ojos negros y acuosos.
l se acerc a la cmoda que haba junto a la cama y abri un cajn. No
tena fondo. Volvi a cerrarlo, abri el postigo mugriento de la ventana e intent
mirar hacia abajo por el cristal, opaco por la suciedad. El naranja de las farolas
iluminaba su cara con una borrosidad difusa. No haba ms que dar uno o dos
pasos para tenerlo todo al alcance de la mano.
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ese viejo pollatorcida de Kincaid se considera un maricn o una loca o algo as?
No, ni un poquito. Simplemente pasa de lo que le dice Maisie y se cree que solo
tiene ciertas costumbres antisociales de las que por lo visto no puede librarse,
como tomar rap o darle al whisky todo el da. Y nadie se atrevera jams a
insinuar que eso sea algo poco viril, verdad? Desde luego que no. l est
dispuesto a dar dinero a cambio de un jovencito. Caridad, cree que es. No le
gusta hablar de ello en la Logia, con sus antiguos compaeros de estudios,
todos ellos viejos maricones. Pero enseguida reconoce el talento, eh? Enseguida
ve a un to bueno. Cada ao, cuando los alumnos nuevos, los novatos, llenan las
aulas y los laboratorios de la sacrosanta facultad de Medicina, ese viejo cabrn y
muchos otros como l se relamen, babean por hacerse con una presa. Todas esas
insinuaciones que dejan caer en laboratorios y seminarios son el cebo para
novatos como yo, recin salidos del internado y sin blanca. Claro que estaba
dispuesto a hacerle un trabajito al viejo torpn. Ni siquiera me daba asco. Te
aseguro que en el colegio me quitaron el asco a golpes. Me golpearon, me
azotaron, me hicieron pajas y me zurraron en el trasero, ja, ja. As que dije que
s. Lo que quisiera, si me compraba un whisky como el que beba l. Uno bueno.
De malta puro. Nada de dinero, comprendes?, siempre he sido un manirroto
espantoso. La maldicin de la clase media alta. Cuando te acostumbras al
dinero, necesitas ms. Es un hecho elemental de la economa. Y yo siempre
pareca necesitar ms. As que empec a hacer que soltara la pasta. l y otros.
Nunca podamos vernos en casa de ninguno. Sus mujeres y sus hijos estaban
all. Y tampoco podamos encontrarnos en lugares pblicos.
As que, dnde acabas? Ligando con desconocidos en cines y parques
pblicos. Un juego peligroso. Es muy fcil equivocarse y acabar en una celda, o
muerto de una paliza en una cuneta. Pero adnde si no se puede ir, tarado?
Dnde puede uno encontrarse con sus semejantes y relacionarse segn sus
propios trminos? As que sa es la situacin, tal y como se da legtimamente
ahora. Y por legtimamente entiendo la forma en que se aplica la ley en esta
poca. Por m que se vayan a la mierda. No voy demasiado deprisa, verdad?
Bien. Bueno. As que ah estaba yo, sacando algunos pavos a esos viejos
colegiales en cines y parques, en cualquier sitio donde pudiramos estar diez
minutos a salvo de la pasma. Diez minutos, nada ms! El tiempo justo para
hacer el trabajo a mano, como si dijramos. Y a veces, cuando no tengo nada
mejor que hacer y hay cosas que empiezan a darme asco, como el afecto del
buen doctor, tengo que largarme y buscar a alguien que me guste. Debes
comprender, tarado, que ni siquiera yo tengo el corazn de piedra. A veces
pienso en mi padre y en cunto le gustara verme azotado por las calles y en
cmo pensara despus lo mucho que los golpes haban mejorado mi cara.
Cosas como esa son las que llevan a un hombre a empinar el codo, como se dice
corrientemente. Hay que darse a la botella! As que, cuando pensaba en esas
cosas, era refrescante ver a Carmen, sabes? A fin de cuentas, cualquiera habra
pasmado la cosa que yaca boca abajo sobre la tierra. Nadie haba visto nada.
All no haba nadie. O eso haba credo l.
Carmen Alexander yaca inmvil.
Y entonces ya no se acord. Pasaron minutos o quiz segundos.
No saba nada del encuentro de Gaskell con Kincaid all abajo. Haba visto
algo el viejo? Guardaba silencio para salvar el pellejo? Madden se acerc a
Gaskell. Le abofete con fuerza la cara y volvi a abofetearlo al ver que no
reaccionaba. Gaskell levant la cabeza lentamente.
Solo estaba ganando tiempo dijo despacio con la voz sofocada por la
sangre. Tena miedo. Qu ms quieres de m? Sollozaba ahora, incapaz de
mirar a Madden.
Madden dijo:
Por qu?
Ya te lo he dicho. Tena miedo de lo que ella pudiera hacer... y luego la
encontr muerta. Me entr el pnico. Yo haba estado all otras veces,
recuerdas? La gente, los hombres, conocan mi cara.
Con quin estabas?
Con... uno. Con nadie.
Con Kincaid?
Eso fue antes. l tena miedo de que lo vieran, as que lo hicimos deprisa
y se fue. Haba tambin otro hombre. Ya lo haba visto antes. Saba que no
tendra ningn problema en denunciarme. Kincaid no me preocupa. Sonri
suavemente. Kincaid no permitira que nada se interpusiera entre su trabajo y
l. Para l, los muertos no son ms que muertos. Aunque sepa algo de cmo
murieron. Pero parte de razn tiene, no crees? Qu sentido tiene preocuparse
por cmo murieron? A ellos no les sirve de nada.
Madden respiraba acompasadamente. An sostena la botella en la mano.
Pero no me viste all, verdad? Cmo sabas que tena algo que ver con
ella?
Con quin? Ah, con Carmen. Lo siento, me duele un poco la cabeza,
tarado.
Madden le dio una patada en las costillas y Gaskell cay de lado y llor en
voz baja.
Te he dicho que no me llames as.
Por favor, no me hagas ms dao... suplic Gaskell.
Est bien dijo Madden. Dejar de hacerte dao cuando me digas
cmo sabas que fui yo.
El rostro de Gaskell palideci.
No sabas que era yo? pregunt Madden. No me viste?
Vi el cuerpo. La vi a ella. Fui yo quien llam a la polica. El zapato lo
encontr despus. Obviamente, no llevaba tu nombre. Dijiste que habas
perdido all el zapato cuando estabas delirando. Fui a ver si poda encontrarlo.
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antes. Era la suya, adems, una pena culpable que pareca no inspirar piedad.
Todo el mundo lo evitaba. Hasta el propio Madden lo ignoraba, a pesar de las
miradas implorantes que Dizzy le lanzaba a veces, unas miradas dolorosas y
largas, como si quisiera desesperadamente hacerle ver que exista. Hizo a
Madden algn comentario acerca de unos trabajos que quera que
intercambiaran para revisarlos mutuamente. Madden acept. Su propio vaco
facilit la transaccin. Cogi el trabajo que Dizzy le lanz y prometi darle ms
tarde el que le haba pedido. Pero, naturalmente, no lo hizo.
Hasta el mote pareca haberse desprendido de l con un ruido metlico.
Nadie lo llamaba ya Dizzy. Era simplemente l o su ex novio, o bien se
vea de cuando en cuando elevado, como por azar y de manera inconexa, a ser
de nuevo Newlands. Costaba imaginar que pudiera haber sobre la faz de la
tierra alguien menos parecido a un trombonista de jazz (o era un trompetista?).
Haba llegado a encarnar un atolondramiento de ndole completamente distinta,
ms parecido a un lamento desgarrado que a una nota aguda y desafiante.
Aduman segua como siempre: Madden saba tan poco de l como antes, si
se exceptuaba el hecho de que la bufanda que arrastraba estaba an ms sucia y
desgastada casi hasta la transparencia. Era dudoso que aquella bufanda pudiera
procurar alguna defensa contra el fro y, dado que pareca llover casi todo el
tiempo, serva ms bien como esponja. Posiblemente, dedujo Madden, sa era
su finalidad. Con tiempo fro y seco resultaba intil, pero, con humedad y bien
liada alrededor del frgil cuello de su dueo, quiz procurara una especie de
calor de segunda mano.
Madden empujaba hacia delante sus pensamientos: tenan que seguir
movindose o quedaran embarrancados, como ramas muertas separadas del
flujo de la corriente del ro. El estancamiento lo molestaba.
Le era imposible estarse quieto un solo momento. Se quedaba parado,
callado y abstrado en el cuarto fro de la funeraria Caldwell; luego, de pronto,
su mente se vea empujada a un movimiento terrible y desesperado. En la
habitacin en la que viva de alquiler, annimo y solo, lejos de las calles
Shakespeare y Wilton, se quedaba mirando sus manos, los zapatos de sus pies,
un rincn, nada. O pona a calentar la tetera y era incapaz de esperar a que el
agua acabara de hervir y verta la mitad del agua y volva a poner la tetera en el
infiernillo.
fin, digamos que nos dio una idea de qu haca rondando por all. As que no
tenemos ms remedio que levantar las manos y decir que nos equivocamos de
hombre.
Pero fui yo, yo la mat dijo Madden.
Mira, hijo, sabemos a qu vais all continu el demonio con la cara
hinchada, a punto de reventar. Y, si no fuera por este asunto, caeramos sobre
ti como una tonelada de ladrillos. No voy a decirte lo que opino de los de tu
calaa, pero s te digo que es un puto delito y que, si por m fuera, os hara
azotar a todos. Suspir y se sec la frente, en cuyos frunces se haba
incrustado en negras arrugas la carbonilla.
El gran diablo rojo tambin ri.
ste no est bien de la azotea, eh? Tenemos a muchos como l en
jefatura. No pueden remediarlo, no pueden. Esta misma semana tuvimos una
mujercita que confes que haba sido ella. Lee el peridico, se planta all y
confiesa lo que haya ledo. Est completamente chiflada.
Les digo que fui yo dijo Madden. Le estallaba la cabeza. Fui yo!
Estrangul a la chica y golpe a Gaskell en la cabeza con una botella de whisky!
Por qu no me creen?
Los tres sacudan la cabeza.
Asmalo, seor Madden estaba diciendo Kincaid, usted tiene buena
mano con el escalpelo, pero no es un asesino. Valiente idea!
Mira, chaval dijo el demonio de la cicatriz, el caso est cerrado, fin de
la historia. Newlands es un tipo grandote, tena fuerza suficiente y un mvil. El
caso es que recibi entrenamiento militar y sabe un par de cosas sobre cmo
liquidar a alguien en un santiamn. Y eso fue lo que hizo con esos dos. No te
ofendas, pero has abierto alguna vez una lata de carne picada sin tener que
pedir ayuda a mam?
Madden les oa rerse, se rean de l. Y all estaba, dispuesto a hacerse
detener por el bien de la ciudadana. Lo ltimo que recordaba era que, antes de
desmayarse, quiso hacer una demostracin de la llave de estrangulamiento con
el diablo polica bajito. Pero para entonces ya se haba vuelto todo negro.
14
Cuatro noches antes de que Joe hijo prendiera fuego a la funeraria Caldwell,
aquella voz volvi a hablar a Madden mientras esperaba de nuevo que la polica
llamara a su puerta. Esta vez, le habl tan bajo que apenas pudo orla. Era poco
ms que un borboteo. Madden se esforz por distinguir las palabras que deca
la voz, pero eran muy tenues, tanto que era como si las oyera pronunciar desde
el fondo de un pozo. Estoy aqu, oy que deca la voz, todava estoy aqu.
No, deca la voz. No has estado escuchando. Hace mucho tiempo que no escuchas.
Ya no podemos dejar de hablar. Es lo nico que podemos hacer. Y seguiremos hablando y
hablando y hablando y hablando y ha...
Basta, dijo Madden. Cllate ya. Vulvete a dormir.
No podemos dormir. Estamos muertos. Los muertos no duermen ni despiertan. Los
muertos ni siquiera pueden ser. No son. No somos. No soy. Un da, muy pronto, t
tampoco sers. Entonces podrs decir lo que quieras. Nosotros estaremos escuchando.
Madden se despert. Estaba sentado en un silln y se le haba quedado el
cuello agarrotado. Todava sostena en la mano el vaso, pero se haba vertido en
el regazo lo que quedaba del whisky. Se limpi los pantalones con un pauelo de
papel que llevaba en el bolsillo y se levant. Vea entrar la luz de soslayo por el
borde de la cortina. Era por la maana.
Not que era an muy temprano. Unas nubes brillantes y doradas se
extendan como guirnaldas por el cielo. Mir su reloj y volvi a frotarse la nuca.
Las cinco de la maana. Las gaviotas volaban en crculos sobre los tejados de las
casas de vecinos. Invocaban entre chillidos la luz del da. Madden se pregunt
por qu los pjaros se despertaban siempre tan temprano. Qu esperaban con
tanta ilusin cada da? Seguramente ya deban de estar hartos de volar.
Gaviotas. Lo ms parecido a querubines que tendra aquella ciudad ese da
o cualquier otro. Se deca as en plural, querubines? Qu eran los serafines?
Qu era un serafn?
Recorri el pasillo para ir a ver cmo estaba Rose. Yaca en la misma
posicin en que la haba dejado esa noche, la mano an relajada. El espectro que
qu?
Rose no lo deseaba, eso Madden lo saba desde haca muchos aos. Al
menos desde que perdi al nio. El nio que fue la razn de que se casaran.
Qu ridiculez, pensar que alguna vez hubieran formado una pareja respetable.
Era completamente risible. Incluso lo era la forma en que fue concebido el beb,
la misma noche que mat a Gaskell. Fue a ver a Rose al hospital con una
ereccin dolorosa y ella ech fuera a Kathleen. De qu eran esas manchas de
sangre de su camisa?, le pregunt ella, pero Madden la tumb en la cama y esa
vez no hizo falta que nadie le enseara el camino, saba adnde iba y tena la
mente en blanco, su mente era un fornculo y all estaba l para sajarlo. Ella,
naturalmente, tambin sangr un poco despus. Eso era de esperar.
Pero aun as, Rose se haba quedado con l: Madden haba pensado que le
gustaba o que lo respetaba lo suficiente como para no verlo en la crcel.
Sin embargo, empezaba a ser evidente que algo habra que hacer. Si no
respecto a Rose, s respecto a Brian Spivey.
Juego de palabras intraducible: en ingls liver significa vividor y tambin hgado. (N.
de la T.)
taza sin moverse del sitio. La tetera haba iniciado su crescendo de pitidos y
traqueteaba sobre el fogn. Quiz deberan comprar una elctrica, como la que
tenan en la funeraria. Rose se quit las manos de los odos y baj el fuego.
Madden se inclin sobre ella, justo detrs de su oreja.
O la voz de Jess dijo Rose.
Eso ya me lo has dicho antes contest l con un suspiro.
Rose no le hizo caso y sigui hablando.
Jess me habl y me dijo que tena buen corazn. Dijo que tena un
corazn puro. Como su madre, dijo. Te acuerdas, Hugh?
Madden asinti con la cabeza.
S, me acuerdo.
Me dijo que tendra un pequen dijo ella. Y que sera todo nuestro.
Te acuerdas, Hugh?
l no dijo nada.
Rose ri secamente.
Debi de ser una prueba, verdad? Debi de ser para probar mi fe. Pero
fue cruel, verdad? Probarme de esa manera, quiero decir.
Madden asinti lentamente con la cabeza y esquiv su mirada.
Un pequen mo. Contigo aadi. Se ri de nuevo sin alegra. Seas
lo que seas.
Rose...
Ella levant la mano (la palma hacia fuera) para mandarlo callar.
Qu eres, Madden? Dmelo. Qu es lo que eres?
Pero l no tena respuesta. No haba nada que l pudiera decir o hacer para
satisfacer a su mujer. Nunca lo haba habido. Nunca haba sido capaz de darle lo
que ella quera y, por alguna razn, Rose lo haba aceptado. Se casaron por lo
civil el verano que l dej la universidad, el mismo verano que sigui a las
muertes de Carmen Alessandro, Gaskell y Dizzy Newlands. Ahora pareca que
de eso haca una eternidad. Kincaid y los mandamases de la facultad le haban
pedido que considerara la posibilidad de marcharse: si no se hubiera ido, lo
habran expulsado bajo la grave acusacin de plagio.
El hecho de que hubiera copiado uno de los trabajos de Newlands (ya
fallecido) agravaba el asunto y lo haca, naturalmente, con un aadido de muy
mal gusto. Kincaid haba fruncido el labio, asqueado, y le haba dicho que no
lograba entender su actitud. Le avergonzaba admitir que Madden haba sido
uno de sus alumnos favoritos, junto con Gaskell. Se haba convencido de que
poda llegar lejos en el campo de la Medicina. Tena talento natural con el
escalpelo. Aunque nada se dijo abiertamente, hubo entre ellos una suerte de
acuerdo tcito segn el cual, las (digamos) inclinaciones recreativas de Kincaid
no se mencionaran.
Madden tena la impresin, en cierto modo, de que al menos haba
conseguido redimirse respecto a Newlands, aunque no respecto a Carmen y
Haca una maana tan agradable y un tiempo tan fresco que decidi ir andando
en vez de coger el coche. Adems, todava era temprano y los pjaros, en su
ignorancia, seguan volando en crculos. El conocimiento, supona, era en efecto
la maldicin de la humanidad. Mientras caminaba por Dumbarton Road solo
haba en las calles, aparte de l, un puado de almas desganadas. Al final, la
capacidad de aburrirse era lo que acababa con todo el mundo. Las personas
tomaban drogas por aburrimiento, beban hasta entontecerse por aburrimiento,
saltaban de aviones por aburrimiento. Se mataban, mataban a otros, obtenan
licenciaturas universitarias, se aficionaban al golf o al kung fu o al
adiestramiento de caballos o se hacan masajistas, todo ello por incapacidad
para quedarse tranquilamente sentadas en una silla. Aquello deca algo sobre el
mundo.
Su mujer se haba convertido en una invlida profesional por aburrimiento,
pens. Por miedo a la muerte. Por miedo a no tener hijos. Por miedo al dolor.
Pero, en realidad, haba sido porque necesitaba una aficin. Algo para pasar el
rato, una forma de vivir las horas del da. No dudaba de que aquel tal Brian
Spivey haba encontrado en l una especie de pasatiempo novedoso. Un juego
fcil, por lo que a Brido se refera. Intimidar a un viejo para que le diera dinero.
Nada ms simple. Madden se morda las uas mientras cruzaba la calle. Gaskell
habra sido capaz de manejar la situacin mucho mejor que l. Incluso ese zote
de Hector Fain. Incluso l!
Dnde os habis ido todos? dijo en voz alta, con la vista fija en las
gaviotas. Me aburro!
Sigui caminando, ajeno al buen tiempo, al placer del sol, al silencio de las
calles expectantes. En su cabeza se agolpaban ideas sobre el pasado, ideas sobre
el futuro. Haba voces que le hablaban, que le decan cosas, y esta vez se hallaba
perdido entre su cacofona. Habra hecho falta un hombre con un martillo para
arrancarlo de ellas.
Spivey. Todo aquello le haca mucho ms difcil trabajar: por alguna razn, no
haba sido capaz de enfrentarse a Kincaid, a pesar de lo mucho que haba
insistido Joe hijo en que lo preparara el primero.
El seor Bustamante, por otra parte, planteaba un desafo mucho ms bello.
Haba sufrido un corte poco frecuente. Vertical, en lugar de horizontal. Eugenio,
imaginaba Madden, haba sido toda su vida un cliente difcil. Tena pinta de
eso.
Cmo no, Eugenio mascull en voz alta. Acaso no es propio de ti
decidirte por el corte menos ortodoxo?
Le recordaba a algo que haba odo contar acerca de que los samuris
usaban a los prisioneros condenados a muerte para probar con ellos el filo de
sus espadas: deba de habrselo dicho Joe padre, que siempre tuvo debilidad
por los samuris. Un samuri se dispona a practicar un corte horizontal a travs
de las caderas, un corte muy difcil. Cuando inform al condenado de sus
intenciones, el prisionero dijo: De haber sabido que iba a intentar ese golpe,
esta maana habra comido piedras.
Tal y como pensaba. All no servira de nada una inyeccin arterial: la
cabeza de Eugenio requera un trabajo de inmersin. Dos o tres horas, como
mnimo. Pero poda inyectar el resto del cadver a travs de la arteria cartida
derecha y drenarlo por la vena yugular derecha.
Qu cojones ests haciendo? pregunt Joe hijo. Madden no lo haba
odo bajar. Suspir, se quit las gafas y se las guard en el bolsillo de la pechera
de la bata.
Mira, estaba a punto de ponerme con l... dijo.
Olvdate de ese to! replic Joe. Deja que se pudra, joder. Qu te
dije ayer? Qu te dije ayer que era tan importante? Joe tena la cara acalorada
y sudorosa, a pesar de que en el cuarto fro la temperatura era muy baja. Por
alguna razn, llevaba puesto un jersey de cuello alto de color mostaza. Quiz, al
vestirse, haba olvidado el calor que haba hecho el da anterior. Era un jersey
extremadamente poco favorecedor, que marcaba sus contornos fofos y dejaba al
descubierto una franja de unos siete centmetros de tripa blanqusima.
Lo s dijo Madden, y dio gracias por haberse quitado las gafas al ver
que Joe se echaba mano al culo de los pantalones. Enseguida me pongo con
ello.
Necesitamos ese cuerpo vivito y coleando lo antes posible sigui Joe.
Te lo dije ayer. Es que no me estabas escuchando? Le he dicho a su mujer que
puede verlo ya maana.
Joe hijo se sac la mano del trasero y se pas la ofensiva extremidad por la
nariz con aire distrado, fingiendo que se rascaba un picor. No hara falta tratar
el orificio de entrada de la bala antes del embalsamamiento, una vez hubiera
matado a Joe de un disparo. A fin de cuentas, el orificio ofrecera un punto de
drenaje muy conveniente. Claro que quiz debiera dispararle en la sien. No, eso
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Expresin del dialecto de las Tierras Altas de Escocia que significa una copa ms antes de
partir. (N. de la T.)
y la apur de un trago.
As que creo que querrs echarme un cable, eh, Madden? Querrs
echarme una mano como puedas.
Madden sonri y dijo:
Si me lo pones as, supongo que no tengo otro remedio, no?
No, en eso tiene razn. Ha dado en el clavo. No tiene nada ms de
beber? Esta botella est punto de acabarse.
Madden se levant y levant la botella vaca de la mesa.
Creo que hay otra abajo, en el cuarto fro dijo mientras se alisaba la bata
. Una racin de emergencia, por decirlo as. Solo para uso medicinal.
Conque para uso medicinal, eh?
S dijo Madden. Se supone que no podemos tener alcohol en el
establecimiento, pero de todas formas abajo hay un poco. En una botella.
Brian palideci. Casi imperceptiblemente, pero palideci. Lo justo.
Alcohol? Bajando las escaleras?
Dnde va a ser, si no? En el cuarto fro. All es donde trabajo. All es
donde guardamos los licores. No estars... nervioso?
Brian se levant del silln y se irgui en toda su estatura. Deba de medir
un metro noventa y dos o noventa y cuatro. En todo caso, se cerna como una
torre por encima de Madden.
Ests de coa, no? Ve t delante.
Madden lo condujo con una mano apoyada en el hueco de su codo, como
haba hecho antes.
Nada de eso dijo. T primero. Cuidado con esos escalones. Ojo con la
cabeza al bajar. La escalera no fue diseada pensando en hombres de tu
estatura. Madden reuni las fuerzas que el alcohol haba inducido en l, dio
un paso atrs y golpe con la botella vaca la parte trasera de la cabeza de Brian
Spivey. La cabeza cay hacia delante bruscamente y golpe contra el techo bajo.
Brian dej escapar un ruido semejante a un gruido y se tambale ligeramente,
en pie sobre el escaln de arriba. Madden le asest otro golpe. Esta vez, la
botella se rompi.
Brido se volvi y le sonri.
Sabes?, mi madre me cont lo tuyo, Madden dijo. Tena razn,
verdad?
Madden se qued inmvil, paralizado y lleno de espanto, mientras la
sangre comenzaba a manar por detrs de la oreja izquierda de Brian Spivey.
Toc la sangre y se mir los dedos. Haba mucha. La cara de Brian Spivey se
volvi del color de la ceniza fra y Madden comprendi que, si no se hubiera
cado de espaldas por las escaleras, habra muerto desangrado en cuestin de
diez minutos.
Brian qued tumbado al pie de las escaleras, con la cabeza torcida. Todava
sonrea. Madden se inclin sobre l, acerc la mano a su cuello para buscarle el
pulso y solo por la familiaridad de aquel gesto comprendi que Brian Spivey
nunca haba sabido nada del hallazgo del cuerpo de Catherine en el largo
Ardinning. Brian menudo imbcil se haba credo lo mismo que haba
pensado su madre: que esta lo haba sorprendido a punto de estrangular a Rose,
su propia esposa. Pobre Brian! Un error, un malentendido. Por eso estaba ahora
muerto, todava caliente, sobre las baldosas de la funeraria.
Madden se qued en pie unos minutos y respir hondo, incapaz de mirar la
cosa rota que yaca al pie de las escaleras. Despus se acerc al lavabo, llen un
vaso de agua fra, bebi dos sorbos y vomit en la pila, como una nia, un
delicado pegote de papilla que ola a agrio. Cuando se hubo enjuagado la boca,
se irgui y se limpi el vaho de las gafas con el puo de la bata de laboratorio.
Nada que decir, doctor? Algn sabio consejo, quiz? dijo.
No, dijo la voz, tan cerca que notaba su aliento, ningn consejo por hoy. No
tenemos nada que decir. Estamos muertos, recuerdas? Las nuestras no fueron muertes
buenas. Fueron muertes feas, feas y mseras. T nos mataste. Recuerdas?
S dijo Madden. Se acordaba. No siempre se haba acordado, pero esta
vez s. S.
Abri la cerradura del armario del instrumental y sac su sierra para
huesos preferida. Era uno de los pocos tiles que les haba dejado el bueno de
Joe Caldwell padre al morir. Los dems, en su mayora, haban sido desechados
haca aos. La sierra tena un peso agradable, los dientes an servan, eran
afilados y fiables. El viejo saba lo suyo de instrumentos de diseccin. Ms que
la mayora. Madden dej la sierra sobre la mesa del instrumental y se acerc al
pie de las escaleras, donde yaca an el cuerpo de Brian Spivey. Midi a ojo
aquel bulto informe y retorcido y suspir sonoramente. El reloj digital de Brido
marcaba las doce y media de la noche.
S. Decididamente, iba a ser una noche muy larga.
Cuando llevaba ms de una hora metido en faena, Madden comenz a
reconocer en su propia cara los sntomas de una especie de agarrotamiento, de
cierta falta de flexibilidad. La notaba como masa, como si pudiera darle alguna
forma til a fuerza de amasarla, de estrujarla y golpearla con los puos hasta
conferirle una apariencia completamente nueva y posiblemente ms
satisfactoria. Era una sensacin que conoca ya de otras veces y que
normalmente se manifestaba en las yemas de sus dedos o en sus articulaciones.
No era del todo desagradable, pero aquel no era momento para experimentarla:
tena un trabajo importante entre manos. Lo mejor era siempre reservarse los
placeres para la noche, en privado. Una pequea libacin para aliviar los
dolores y las tensiones del nuevo da.
El doctor no estaba muy hablador aquella hermosa y soleada maana.
Pareca, de hecho, haberse enfurruado. Madden bebi otro trago de la botella y
casaron. As que de boda legal, nada de nada. Una historia cojonuda, eh? Ni
inventada, t.
Madden se rasc la cabeza. Se senta obligado a rer, pero no poda. Por
alguna razn, el chiste sobre Tess Kincaid (o como se llamara en realidad)
pareca ataerlo a l tambin.
Madden? Sigues ah?
Madden suspir, se frot los ojos y volvi a ponerse las gafas sobre la nariz.
Estoy aqu dijo. Dile que baje.
Quit el dedo del botn y cogi otra vez la botella, pero la encontr vaca.
Daba igual. Siempre guardaba dos o tres en el maletn negro de mdico. Cogi
otra. Se acerc a Kincaid y lo mir de arriba abajo. Luego le tap la cara con la
sbana. El dramatismo del momento que se avecinaba exiga un desvelamiento
para mostrar en todo su esplendor el trabajo que haba hecho con el cuerpo.
Bebi un trago de la botella y oy los pasos de la mujer de Kincaid bajando por
la escalera. Obviamente, Tess comparta su desagrado por los ascensores, lo cual
resultaba muy poco femenino, supuso Madden.
Joe hijo extendi una mano para conducirla al interior de la sala y ella evit
premeditadamente encontrarse con la mirada de Madden al entrar. Las gafas
tintadas de rosa seguan velando sus ojos. Madden la vea ahora bajo otra luz,
una luz teida por el whisky, una especie de torvo resplandor que embruteca lo
que antes haba tomado por belleza, que la haca parecer demasiado grande,
desgarbada incluso, con sus mallas apretadas de terciopelo color turquesa y sus
zapatos de tacn de corcho. Todo en ella era de pronto una aberracin: desde
sus pies demasiado grandes hasta su ligera torpeza de movimientos y la nuez
casi imperceptible de su garganta, que le daba el aire de una serpiente enorme
en el acto de deglutir a algn infortunado mamfero.
Joe hijo lo miraba implorante, como si temiera que dijera algo horrible, o
contara un chiste subido de tono.
Tess, ya conoce al seor Madden dijo. Queramos disculparnos por el
malentendido del otro da. No sabe cunto lo sentimos...
Tess Kincaid levant una mano y Joe cerr la boca.
No s si lo dice de verdad dijo ella. Puede que fuera un error. Se
preguntarn ustedes por qu sala con un hombre tan mayor, claro. Es natural,
supongo. Ya est todo olvidado. Solo quiero ver el cuerpo de mi marido una vez
ms.
Desde luego dijo Madden, consciente de la mirada de Joe y de la ligera
pastosidad de su voz, que no intentaba ocultar. Si hace el favor de
acompaarme a la mesa de autopsias, puede verlo ahora mismo.
Mientras la conduca a la mesa, fue consciente por un instante de que Joe se
rascaba el sobaco y se ola rpidamente los dedos.
He estado trabajando en l todo el da dijo Madden y creo que le
gustar mucho el resultado. Es una de mis mejores obras, creo. S, eso creo.
Joe se acerc tambin y los tres se detuvieron ante el cuerpo tapado con una
sbana. Madden dej que pasara un momento solemne antes de carraspear y
decir:
Quiere verlo ya, Tess?
Ella se subi las gafas sobre el puente de la nariz y tom aliento.
S dijo. Ahora es buen momento, no? Djeme verlo.
Madden dej pasar otro momento dramtico y a continuacin retir la
sbana mientras observaba las caras de Joe hijo y Tess Kincaid para ver su
reaccin.
Santo cielo dijo Joe en voz muy baja. Mir hacia otro lado, cruz un
brazo sobre el pecho y se llev la otra mano a la boca.
Tiene buen aspecto, verdad, Tess? pregunt Madden con una amplia
sonrisa. Ella tambin se haba llevado una mano a la boca. Bonito como un
cuadro, no es cierto?
De la boca de Tess Kincaid escap un pequeo gemido. Luego se dio la
vuelta y se dirigi a las escaleras. Iba sollozando audiblemente cuando lleg a
ellas, y subi los peldaos de dos en dos, como hara un hombre.
Tendrn noticias de mi abogado por esto! dijo, volvindose. Y esta
vez va en serio!
Madden mir amorosamente la cara de Kincaid: las mejillas enrojecidas por
el colorete, el pintalabios aplicado al tuntn, las pestaas cargadas de rmel. No
le quedaba ms remedio que admitir que algunas de las pinturas con las que
tena que trabajar no estaban muy de moda ltimamente, pero tena la
sensacin de que eso careca de importancia. Le haba costado algn trabajo
pintarle las uas de las manos y los pies, y no haba podido hacer casi nada por
disimular la decoloracin que se iba extendiendo por la parte de arriba de los
muslos y el vientre. Quiz debera haberlo vestido.
Joe hijo se volvi hacia l. No dijo nada durante un rato.
Est bastante guapo, no te parece? dijo Madden tranquilamente
mientras limpiaba un poco de pintalabios que se haba salido del labio superior
del buen doctor y haba manchado los bordes de su bigote.
Joe sacudi la cabeza.
Se acab dijo. Te vas de aqu. Has acabado en Caldwell. Si no has
acabado t primero con Caldwell. Si no nos has arruinado t primero de una
puta vez.
Su rictus reflejaba en silencio el del doctor: Madden le haba cosido la boca
y los labios en una mueca burlona, una especie de sonrisa maliciosa y torcida.
Vamos dijo con ligereza. Nunca te ha conmovido el arte, Joe? Esta
podra ser mi obra maestra!
Ests loco contest Joe, y sacudi la cabeza otra vez. Completamente
loco, como una puta cabra. Pues ya puedes recoger tus cosas y largarte de aqu.
Me has odo, Madden? Quiero que te vayas.
Madden neg con la cabeza y supo que Joe hijo no discutira su decisin.
No dijo. Voy a acabar hoy. Tengo que atar unos cuantos cabos sueltos
antes de irme a casa. Algunas cosillas. Luego me ir.
Joe hijo levant las manos.
Est bien dijo. Haz lo que quieras. Pero no quiero que ests aqu por
la maana.
No estar contest Madden. No te preocupes por eso. No estar.
El puto luntico mascull Joe en voz baja mientras se diriga a las
escaleras. Est como una puta cabra. Al llegar a las escaleras se volvi y
mir a Madden. Quin eres t, Madden? dijo. Qu es lo que eres?
Luego dio media vuelta y subi las escaleras del mismo modo que las haba
subido la mujer de Kincaid, de dos en dos. Madden suspir y abri otra vez la
botella. Saba que, cuando llegara a casa, todava tendra que ocuparse de Rose.
Agradecimientos