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Brooks, Nick - La Buena Muerte (R1)

Brooks, Nick - La Buena Muerte [R1]

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La buena muerte

Nick Brooks

Traduccin de Victoria Horrillo

Ttulo original: The Good Death


Primera edicin
Nick Brooks, 2006
Diseo de coleccin: Alonso Esteban y Dinamic Duo
Derechos exclusivos de la edicin en espaol:
2007, La Factora de Ideas.
C/Pico Mulhacn, 24. Pol. Industrial El Alquitn.
28500 Arganda del Rey. Madrid. Telfono: 91 870 45 85
[email protected]
www.lafactoriadeideas.es
ISBN: 978-84-9800-324-6

Depsito Legal: B-27970-2007

Impreso por Litografa Roses S. A.


Energa, 11-27
08850 Gav (Barcelona)
Printed in Spain Impreso en Espaa
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Caricias son las que sin tocar tocan,


de la mina de la belleza Cupido mismo las extrajo.
Caricias son, y de ellas yo pobre blago.
Astrophil y Stella, Sir Philip Sydney

Rose deca que Madden tena bastante buen ojo para los muertos. Desde esa
pareja que celebraba sus bodas de plata y se estrell con el coche (ninguno de
ellos habra reconocido al otro de haber podido verse mutuamente) hasta su
propio padre en decbito supino sobre la camilla, resplandeciente con su
particular forma de traumatismo. Haba algo especial, algo diferente en todos y
cada uno de ellos. Un capricho de la enfermedad o un rasgo peculiar de su
dolencia producan un resultado enteramente nico en cada cadver en el que
Madden haba puesto los ojos.
Y, naturalmente, tena sus favoritos. Qu profesional no los tena? Qu
anatomista, qu cirujano poda afirmar que nunca se haba prendado de un
ejemplar espectacular, toda una tesis por s mismo, una revelacin? Ninguno, al
menos, que fuera serio, que estuviera comprometido con su oficio, con su
ciencia. Madden no era distinto. No habra podido hacer su trabajo si no lo
fascinaran todos ellos, cada uno a su modo. sa era la verdad. Era algo que
haba compartido con Kincaid, a pesar de que Kincaid no lo hubiera credo
nunca. Y era Kincaid quien le haba presentado al primero.
Fue un encuentro perverso. Madden perdi su virginidad con una nia de
diez aos cuyas entraas, frescas, firmes y resbaladizas, no mostraban ni la
lividez ni la hinchazn, ni la distensin ni la fealdad categrica que se asociaban
con los rganos de los clientes ms maduros. Sin duda, los tejidos internos de
Madden reflejaban su edad con la misma exactitud que las tetillas, semejantes a
bolsillos, que le haban ido apareciendo con el paso de los aos o los pelos que
brotaban de sus orificios nasales y de los lbulos de sus orejas en proporcin
inversa a la alopecia gradual del resto de su cuerpo. Era por lo menos quince
aos ms joven que Kincaid (era ya demasiado tarde para afirmar que tena
toda la vida por delante), pero no estaba listo an para abandonar a hurtadillas
la barahnda de los mortales. No, Rose se ira antes que l. A menudo pensaba
en morir solo, sin esposa ni familia de los que despedirse, pero aquella idea
nunca le resultaba turbadora.

Nick Brooks

La buena muerte

T no necesitas a nadie le haba dicho Rose una vez. Para el caso,


podras ser farero o astronauta.
Lo haba dicho con intencin de herirlo, pero Madden haba mostrado una
total indiferencia. No podra haber sido ninguna de esas cosas, le haba dicho a
Rose, porque se haba hecho director de una casa de pompas fnebres. Era una
vocacin.
Rose le dijo que ella crea que ser cirujano era una vocacin. Que pensaba
que lo de la funeraria era solo un trabajo.
Tena razn, por supuesto. Pero el trabajo tena sus incentivos. La aparicin
de Kincaid ese da era uno de ellos. Poca gente recalaba en las oficinas de
Caldwell & Caldwell a hora tan temprana, as que Madden se sorprendi un
poco al verlo por primera vez (deba de ser la primera) despus de tanto tiempo.
Los aos transcurridos apenas lo haban cambiado. Tena, quiz, menos pelo en
la coronilla y su cintura se haba ensanchado ligeramente. Aparte de eso, estaba
muy bien conservado y su bigote recortado y teido de amarillo por la nicotina
segua exactamente igual a como Madden lo recordaba. Tras reponerse de su
sorpresa inicial, Madden volvi a adoptar el tono reconfortante que empleaba
por norma con todo aquel que cruzaba el umbral de la funeraria, aunque era un
placer extrao tener al gran Kincaid all con l, en su puesto de trabajo.
Doctor Kincaid dijo. O debera llamarlo profesor Kincaid? Debo
decir que ha pasado mucho tiempo. Como ver, estoy desvinculado de la
profesin. Tal vez usted sea ahora decano de la facultad.
Le habra gustado mirar a Kincaid directamente a los ojos, pero algo se lo
impeda. Algo que crea haber enterrado junto con el resto de su pasado.
Obviamente, no era as. All estaba el buen doctor, tan capaz de turbarlo como
siempre, de hacerle sentir incmodo en virtud de su sola presencia. Quiz
Kincaid fuera siempre capaz de hacerle sentir as. Quiz sentirse as fuera ni
ms ni menos lo que se mereca. Bien. Ya veran. Despus de todo, el mero
hecho de tener all a Kincaid, en Caldwell & Caldwell, denotaba cierto cambio
en la dinmica de su larga relacin. Kincaid estaba all por una razn, y fuera lo
que fuese lo que Madden senta por l personalmente, como profesional no
permitira que tales sentimientos interfirieran en el desempeo de su tarea. Eso
estaba fuera de toda duda. Los negocios eran los negocios y no haba ms que
hablar.
Se oblig a fijar la mirada en los ojos de Kincaid. Las pupilas del doctor,
completamente dilatadas, eran ms negras que nunca. El blanco de los ojos
resultaba casi invisible. Madden se sorprendi hacindole un guio ridculo.
Aquel gesto le produjo un arrebato de eufrica rebelda y una nusea suave.
Puedo ofrecerle algo? T, caf? Un espresso? pregunt. Tenemos
una mquina.
Kincaid guardaba silencio. Madden sonri, cogi la mano del doctor como
si fuera a estrechrsela y luego se apart, dejndola caer. No era apropiado: el
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reputado mdico no le haba ofrecido la suya. Kincaid, inmvil, sigui mirando


con ojos dilatados a nada en particular.
No le importa que yo tome uno, verdad? Madden puso una taza bajo
la cafetera y la encendi, y el vaso comenz a llenarse de lquido oscuro; el
ruido de la mquina resultaba reconfortante en medio del silencio de la
maana. Cuando el caf estuvo listo, Madden lo dej sobre un lateral de la
camilla y la empuj a travs de las cortinas, camino del ascensor que los llevara
al piso de abajo, donde se hallaba el depsito. Aquella camilla tena una rueda
con tendencia a atascarse, y Madden haba dicho de vez en cuando a Caldwell
padre que les ira mejor con un carrito de supermercado. Su queja, sin embargo,
haba cado en saco roto dado que Caldwell padre estaba ya ms muerto que
Kincaid, si tal cosa era posible.
Madden se figuraba que poda interpretar los ltimos aos de la vida de
Kincaid como si fueran contornos en un mapa del Instituto Cartogrfico. O, ms
concretamente, como sntomas en un diagnstico. As habra preferido
llamarlos l. Era extrao verlo ahora, tan completamente muerto que casi
quitaba el aliento. A Kincaid, desde luego, se lo haba quitado. Madden
encendi el fluorescente, cuyo parpadeo reflejaron las superficies de acero
inoxidable y porcelana del depsito de cadveres. Se qued inmvil (una mano
en la cadera, la otra sujetando el espresso) y contempl el cuerpo que yaca sobre
la mesa mortuoria. A la luz de laboratorio del depsito, poda leer el relato, ya
conocido, que se desplegaba ante l sobre la plancha de la mesa. Un relato que
algn otro embalsamador llegara a leer tras la muerte del propio Madden: el
desenlace era, por descontado, tan probable al menos como todo lo dems.
Kincaid, que meda ms de metro ochenta descalzo y con calcetines, haba sido
indudablemente un hombre robusto. Esa maana, sin embargo, pareca un
tanto disminuido, inferior a la suma de sus partes. Eso mismo poda decirse de
todos los cuerpos que Madden haba contemplado. Kincaid representaba una
rareza en el sentido de que su manera de morir no le haba venido dada. Si la
progresin de la enfermedad no se hubiera visto interrumpida, habra sufrido
algn tiempo ms. (Cunto? Dos meses, dos meses y medio?). Pero Kincaid
haba tirado por la calle de en medio. Y todo ello apenas unos meses despus de
que sus trastornos intestinales lo indujeran a visitar a un gastroenterlogo.
Con sus antecedentes familiares, deba de saber ya entonces cul sera el
resultado probable. Grave obstruccin de la pared intestinal. Tumor con
metstasis. Bloqueo del tracto. Ciruga. Un tercio del colon extirpado. Diarrea
espontnea. Quimioterapia sin resultados. El hgado, un amasijo encarnado de
carcinoma. Negacin. Ira. Negacin. Tristeza. Negacin. Negacin. Negacin.
Septicemia. Una larga y enajenada caminata hacia esa dulce noche. El bueno de
Kincaid jams se resignaba. Sin duda, haba percibido con agudeza la irona de
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Nick Brooks

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la situacin. Un neuropatlogo, un astro curtido en las aulas estudiantiles y los


discursos de sobremesa en la logia. Psate media vida horadando el cerebro de
los dems para cagarte luego en pblico hasta morir.
No, aquel no era destino para el bueno de Kincaid. En vez de esperar un
final doloroso e indigno, el buen doctor haba optado por la buena muerte.
Madden tambin haba visto muchos suicidios a lo largo de su vida. Era, lo
reconoca, algo que nunca haba comprendido. Siempre se haba imaginado
aguantando hasta el amargo final, fuera cual fuese. Lo que ms le espantaba era
el acto en s mismo, los arrestos que hacan falta. Le acobardaba la idea de que
su mano pudiera desviarse en el ltimo momento. Que pudiera volarse media
cara con la pistola y seguir viviendo; o arrojarse al paso del metro y rebotar, y
tener que pasar el resto de sus das en una silla de ruedas, incapaz de masticar
la comida.
No, gracias. La vida no se reduca a eso. Y quiz no fuera en absoluto
cuestin de valenta, sino solo de tragarse las ltimas pldoras, de echarse al
coleto el arsnico, del crujido con sabor a almendras confitadas de la cpsula de
cianuro.
Mir a Kincaid: los ojos dilatados, el tenue color azulado de la asfixia que
solo el labio inferior delataba. Cosa rara, tena roja la punta de la nariz. Claro
que siempre le haba gustado tomar una copita. Madden bebi un sorbo de caf
mientras sopesaba por un momento la idea de aadirle un chorrito de alcohol.
Guardaba una botella en el maletn negro de mdico que nunca usaba para otra
cosa.
Se imagin a Kincaid pasendose por delante de la tarima del aula, sus
aspavientos al sealar la pizarra, en la que algn alumno reclutado a tal efecto
habra garabateado anotaciones en un latn o un griego vulgares. Hasta en
aquellos das, cuando los trajes eran negros y marrones, y de las chimeneas de
la ciudad brotaban nieblas carcingenas, Kincaid (cuyos ademanes teatrales y
bons mots eran el resultado de la prctica rutinaria de su oficio y del servilismo
de unos alumnos siempre dispuestos a rerle las gracias) pareca de otro tiempo:
un funcionario del Raj, todo l quinina y patillas en forma de chuleta. Madden
recordaba sus bromas con los cadveres en clase de anatoma, repetidas ao tras
ao en atencin a los estudiantes novatos, los ya basta de fingimientos y
sintese usted derecho cuando le hablo. l, al principio, se haba redo como
los dems. Por los nervios. Se sentaba lo ms cerca que poda de la puerta, listo
para salir pitando si notaba que su desayuno peda paso. Era curioso pensarlo
ahora, despus de ver tantos fiambres en sus respectivas bolsas. Kincaid,
escalpelo en mano, estrafalario como un mago en el escenario del King's,
dispuesto a sustituir a otro cirujano. Tan ducho en detritus cardiovasculares
como en cuestiones ms neurolgicas. Madden recordaba su estilo retrico,
incisivo como un proyectil. Haba olvidado las frmulas, pero recordaba los
pormenores: aorta, vena cava superior, arteria coronaria derecha, arteria
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Nick Brooks

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pulmonar, arteria coronaria principal izquierda, arteria coronaria circunfleja,


arteria descendente anterior izquierda... Se aprenda los trminos de memoria,
como en la escuela los verbos del francs.
Era extrao que el lenguaje de la biologa resultara tan funcional una vez
pasado por el filtro del idioma anglosajn. Quiz sa fuera otra cosa que
comparta con Kincaid: su gusto por el latn y el griego. Tal vez sa fuera una de
las razones por las que ya entonces Kincaid pareca formar parte de un orden
pretrito, un orden del que el propio Madden se senta partcipe. Cmo poda
describirse el corazn en toda su tierna belleza sin recurrir al lenguaje del amor?
La esencia de la futilidad, se imaginaba que deca Kincaid, como sola
antao. Lo mismo da comer cordero que cebada. Puede que un defecto
congnito se agrave por tal motivo, pero es improbable que mejore. Moraleja?
A vivir, que son dos das.
Madden retir la sbana que cubra el cuerpo de Kincaid y rode lentamente la
camilla. De cuando en cuando, se inclinaba para inspeccionar el cadver o se
detena a beber un sorbo de caf. Kincaid era delgado y anguloso. Sus brazos,
cruzados sobre la tripa, abarcaban casi por completo la redondez que asomaba
en aquella parte, como si quisieran proteger sus delicados intestinos. Madden
mir atentamente su cara. Apenas tena arrugas, solo algunos surcos junto a los
ojos y, sobre ellos, la frente perpetuamente fruncida, con aquella expresin
ceuda que ostentaba desde que Madden lo conoca. No produca, en general, la
impresin de ser un anciano (una impresin de marchitamiento). Suscitaba ms
bien una sensacin de intemporalidad, como si, una vez muerto, su cuerpo
hubiera sufrido una regresin hacia la infancia. Rose tena esa misma cualidad,
que no era privativa de las caras de los muertos.
Kincaid se haba tomado, ciertamente, algunas molestias para la ocasin.
Llevaba puesto un traje azul oscuro impecablemente planchado. Madden, que
no entenda mucho de ropa, no logr identificar el tejido. Lana virgen?
Mohair? Era costoso, en cualquier caso. Bajo la chaqueta llevaba un chaleco y,
bajo ste, una camisa rosa claro y gemelos de oro en los puos con sus iniciales
grabadas.
L. K.
Lawrence Kincaid.
En la mueca derecha luca un reloj con esfera de oro blanco y una sencilla
correa de piel marrn, muy agrietada. Su sentimentalismo hizo sonrer a
Madden. Sin duda Kincaid conservaba la correa para no olvidar sus orgenes
humildes, el lugar de donde proceda. Era un detalle muy suyo. No llevaba
zapatos, solo unos calcetines de algodn sencillos, de color gris oscuro. Su
cuerpo se haba descubierto sentado, muy tieso, sobre la colcha de la cama que
haba compartido con su esposa durante ms de cincuenta aos. Era ella quien
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Nick Brooks

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lo haba encontrado. Con mucha calma, haba aflojado la bolsa de plstico que
envolva su cabeza y su cuello y, antes de llamar al servicio de emergencias,
haba pasado un rato all sentada, con l. Aparte de retirar la bolsa, solo haba
tocado a Kincaid para cepillarle el pelo ligeramente. Quera que tuviera un
aspecto digno cuando los sanitarios y la polica fueran a buscarlo. Eso le dijo a
Joe hijo cuando el cadver fue enviado a la funeraria.
Kincaid tena entre las manos una fotografa tomada el da de su boda, pero
de ella no quedaba ya ni rastro.
Madden comenz a desvestir al doctor. Le desabroch primero la camisa y
luego los pantalones, con cuidado de no arrugarlos ni daarlos en modo
alguno. No le resultaba difcil desnudar a un cadver sin ayuda. Kincaid era
grande, aunque no especialmente pesado, ni corpulento. Y, de todos modos, a
Madden no le quedaba otro remedio. Joseph (el muy ruin) quiz no apareciera
hasta pasada una hora o ms, y Catherine haba vuelto a faltar. No entenda a
aquella chica. ltimamente faltaba tanto al trabajo que Madden se preguntaba
si alguna vez lo haba asumido. No todas las chicas de diecisiete aos podan. Y,
tras su ltimo encontronazo, Madden estaba seguro de que no volvera.
Decidi no preocuparse por eso. Era muy posible que Joe no apareciera
hasta la tarde y, de todos modos, no servira de gran cosa. A Catherine, por
supuesto, nunca le haba interesado mucho aquel trabajo. Madden no crea que
fueran a echarla mucho de menos, aunque su ausencia le ocasionara nuevos
inconvenientes.
nicamente con los obesos tena verdaderas dificultades y, dependiendo
del estado del cuerpo, normalmente poda esperar hasta que lograba dar con
Joe. Kincaid no dio problemas, y Madden dobl su ropa y la coloc,
cuidadosamente etiquetada, junto con la de los dems en el ropero destinado a
los difuntos. Le quit el reloj, el grueso sello de oro y la alianza, que se
deslizaron suavemente por sus dedos sin necesidad de recurrir al lubricante.
Se deca as? Lubrificante era la palabra que se le vena a la cabeza. Una vez
etiquetadas las joyas y guardadas con las dems, solo le qued el cuerpo:
literalmente, dos tercios del hombre. El tercio restante se haba esfumado ya.
Sera a eso a lo que se refera la gente cuando hablaba de los ausentes?
Quitando el pecho, Kincaid era casi lampio, y el vello que conservaba
alrededor de los genitales era ralo y de un blanco grisceo. Un cardenal
descolorido se extenda desde debajo de la costilla inferior de su costado
izquierdo hasta su entrepierna. Naturalmente. Le haban rasurado la zona del
pubis para la operacin intestinal y el pelo apenas haba empezado a asomar en
el momento de su muerte. Era probable que hasta en la vejez hubiera
conservado un vello abundante y viril, de haberlo consentido los hados.
Madden sonri. Los genitales del difunto se haban replegado y huan de la
frigidez cadavrica con un arrebol serfico. Solo las manos del buen doctor
revelaban su edad. Estaban apergaminadas y tenan arrugas profundas. Los
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Nick Brooks

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dedos eran largos, hbiles y esquelticos; las uas, casi luminosas en su


blancura antinatural; los nudillos aparecan deformados por la artritis. Aunque
decir que las uas parecan antinaturales era un error. Tenan un aspecto, desde
luego, completamente acorde con la naturaleza. El dedo ndice y la yema del
pulgar de la mano derecha estaban duros y encallecidos. Eran dedos de
profesor, aunque quiz el empuar instrumentos quirrgicos tambin hubiera
dejado en ellos su huella. Madden acab su caf y se dispuso a iniciar el drenaje
del cuerpo.
No haba duda de que, incluso muerto, Kincaid era un hombre atractivo.
Haba querido asegurarse de que la tarea de Madden fuera sencilla, despojarla
de toda dificultad. Solo sera necesario sellar los orificios, dar un punto de
sutura entre el septo nasal y el labio inferior para mantener la boca cerrada y
aplicar una pizca de maquillaje. Un poco de base aqu, algo de colorete all para
darle un aire saludable, y quedara como nuevo. Todo lo nuevo que poda
quedar a esas alturas. Madden se puso a mezclar una crema exfoliante para el
cuerpo.
Poco a poco, fue cobrando conciencia de algo que le inquietaba. Despus de
tanto tiempo, Kincaid no confiaba en que fuera capaz de cumplir con eficacia
aquella sencilla tarea. Madden casi haba olvidado esa sensacin. Pero no la
haba olvidado del todo. Kincaid se las haba ingeniado para hurtar su cuerpo a
los peores estragos de la enfermedad. Se haba conservado en buen estado para
la tumba. Para ello, haba bastado con un puado de somnferos y una bolsa de
plstico con que cubrirse la cabeza. De paso, haba quedado con muy buen
aspecto. Cuando menos, haba ahorrado a Madden el esfuerzo de asumir
aquella tarea.
Se asom de nuevo a sus pupilas dilatadas, que empezaban a nublarse.
Kincaid llevaba muerto diecisiete horas. La presencia del rigor mortis era ya
tenue, pero no haba abandonado del todo sus miembros. Madden acerc su
cara a la de Kincaid y aspir. Tabaco y whisky. Seguramente whisky de malta
solo, si no se equivocaba con el buen doctor, aunque por desgracia no le era
posible adivinar de qu marca. Un whisky de las Tierras Bajas, quiz. Antes de
erguirse, Madden pos los labios sobre la boca y la bes. Quedaba en ella,
posiblemente, la dulzura del whisky de los llanos. Mir su reloj y decidi seguir
adelante. Esperaba otras dos entradas esa misma maana, a ltima hora. Un
coma diabtico y un accidente laboral con decapitacin. Ignoraba de dnde iba
a sacar tiempo. El da no tena horas suficientes.

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Joseph Caldwell se present a medioda. Masticaba una manzana mientras


hojeaba despreocupadamente unas facturas. Se oa la radio y en la oficina
empezaba a caldearse el ambiente. Entre mordiscos enrgicos, Joe se quejaba de
que haca falta un sistema de aire acondicionado que funcionara como era
debido. El que tenan estaba averiado otra vez. No se decida a arrancar, ni a
pararse. En toda funeraria, la temperatura ha de estar bien regulada, deca.
Una cosa era que hiciera un poco de calor en los salones y otra que el cuarto fro
se viera afectado; eso no podan permitirlo. Si algo no les haca falta era que se
acelerara la putrefaccin. Su clientela no lo consentira.
Habr que arreglarlo dijo Joe. Produce mala impresin que haga
demasiado calor en los salones. Dio otro mordisco a su manzana. Al igual que
su padre, tena la costumbre de sorber ruidosamente por la nariz y cerrar los
ojos tras hacer una afirmacin de la clase que fuera, cosa que a Madden le
resultaba muy difcil de aguantar. Acongojado, Madden intentaba distraerse
concentrndose en cualquier otro sonido y procuraba que sus miradas no se
encontraran cuando no le quedaba ms remedio que hablar con Joe.
La gente va a pensar que se ha estropeado el sistema de refrigeracin de
la charcutera.
Madden levant la vista.
De la charcutera?
S, ya sabes. Fiambres y todo eso. Joe escupi una semilla de la
manzana en la palma de su mano y la tir a la papelera. Imagnate, algunos
de los salamis que tuvimos la semana pasada estaban bastante pasados. Bien
maduritos estaban algunos. Puaj.
Madden no le prestaba atencin. Estaba escuchando una noticia en la radio,
algo acerca de una pareja joven que se haba enrolado en una misin
presbiteriana. La iglesia en cuestin los haba persuadido para que renunciaran
a sus ahorros, abandonaran su hogar y sus trabajos, dejaran a sus padres y
amigos y se fueran a vivir a un campamento en plena selva sudamericana. All

Nick Brooks

La buena muerte

pasaban el da cantando, predicaban el evangelio a los nativos (todos ellos


catlicos) y se esforzaban por que ni ellos mismos ni sus tres hijos pequeos
conocieran una muerte msera a causa del hambre. La caridad cambi pronto de
tornas y los del campamento se vieron obligados a aceptar ayuda y comida de la
poblacin indgena, gente que apenas tena con qu alimentarse, y mucho
menos algo que dar a los extranjeros. Los indios nunca se quedaban mucho
tiempo en un sitio y dependan en gran medida de la caza para completar su
dieta. La joven pareja y todos los del campamento aborrecan verse a merced de
la ayuda de aquellos indgenas, cuya mezcla de papismo y paganismo les
pareca el colmo. Era, para ellos, la humillacin suprema. Pero lo que ms les
haba afectado eran los insectos. El marido describi ciempis extraordinarios y
de tamao descomunal, en todos los colores. Persuadidos de que aquellos
bichos eran inofensivos y deliciosos, y en vista de que la comida escaseaba, su
esposa y l acabaron dndose por vencidos y probaron un puado de larvas.
No, no, les dijeron los indios. Las larvas eran extremadamente venenosas. Solo
podan comerse los gusanos maduros. Y ello nicamente cuando no haba
ninguna otra cosa. Por qu se coman los extranjeros1 las larvas estando
rodeados por todas partes de alimentos? Las larvas eran un asco. Los indios les
dijeron esto cuando regresaron al campamento tras varias semanas de ausencia.
Los nios estaban bien, aunque algo flacos. Ninguno haba querido acercarse a
los gusanos. Pero la joven pareja y casi todos los dems adultos del campamento
estaban muy, muy enfermos. Dos o tres murieron, y los que tenan fuerzas para
manejar una pala los enterraron deprisa y corriendo. El miedo a la enfermedad
era palpable.
Entiendes lo que te digo? Esto es una funeraria. Tenemos que ser
irreprochables.
Madden se esforz por sobreponerse a la voz de Joe para or el final de la
historia. Tena entendido, o eso crea, que algunos de aquellos indios podan ser
canbales. Aun as, dudaba de que se comieran a sus muertos. Sobre todo, si el
cuerpo estaba envenenado. Quiz, en vez de comrselos, mojaran las flechas en
su sangre. A fin de cuentas, tenan que ser muy prcticos para sobrevivir en la
jungla.
sos de la selva s que lo tienen claro prosigui Joe. Los meten bajo
tierra en un santiamn. Nada de tenerlos por ah dando vueltas. Es un riesgo,
tanto para los servicios funerarios como para el consumidor.
Madden no saba muy bien a qu se refera. Su costumbre de desconectar
siempre que Joe andaba cerca le haca perder a veces el hilo de la conversacin.
Ello careca de importancia, sin embargo: despus de cuarenta aos, crea tener
cogida la medida a Caldwell. Se senta capaz de afrontar cualquier crisis que
surgiera.
1

En espaol en el original. (N. de la T.)

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La buena muerte

El aire acondicionado no es cosa ma dijo. No se me puede hacer


responsable de las deficiencias de una mquina inanimada. Como bien sabes.
Joe Caldwell frunci el ceo.
Eso no hace falta que me lo digas respondi. Lo s perfectamente.
Crec en este negocio. Y me lo conozco de pe a pa. Dio otro mordisco a la
manzana y mastic con vehemencia, la boca bien cerrada. Al mismo tiempo, se
meca ligeramente adelante y atrs, como un oso polar en una jaula muy
estrecha.
Solo era un decir. No era un reproche dijo Madden mientras se pasaba
un pauelo por la nuca. El calor empezaba a resultar incmodo. Ni siquiera las
ventanas tintadas parecan capaces de retardar el implacable ascenso de la
temperatura. Las flores de exposicin se vean ya derrotadas en sus jarrones.
Unos cuantos ptalos se haban cado y los dems parecan sedientos y abatidos.
Madden intent refrescar las flores rocindolas con agua pulverizada, aunque
su falta de lustre era consecuencia de hallarse en aquella oficina en la misma
medida que poda serlo de cualquier otra cosa.
Me alegra saberlo. Los socios no pueden andar hacindose reproches,
no? Es malo para el negocio. Joe Caldwell calibr a Madden con la mirada.
El pelo rubio le caa por delante en un mechn tintinesco. Para Madden, Joseph
Caldwell hijo encarnaba cierta clase de puerilidad, una confianza infundada en
cierto atractivo escaso y tardo. Era extrao que otros lo encontraran atrayente:
no parecan faltarle admiradores. A Madden le irritaba que siempre pareciera
ser l quien coga el telfono cuando lo llamaban a la funeraria. Haba sugerido
ms de una vez que Joe invirtiera en un telfono mvil para que, de all en
adelante, pudiera contestar a sus llamadas l mismo y Catherine la Ausente y el
propio Madden quedaran libres para sacar adelante el trabajo por el que se les
pagaba. Joe reaccionaba como siempre, sacando las cosas de quicio. Acaso
insinuaba que sus llamadas no eran importantes? Las llamadas que reciba eran
vitales para el negocio! Cmo iba a dirigir la empresa si no poda recibir
llamadas imprescindibles? Eso era precisamente lo que l deca, contestaba
Madden. Con un telfono mvil, se le podra localizar en cualquier parte y en
todo momento. As tendra que pasar menos tiempo en la oficina y le sera ms
fcil hacer las visitas.
Joe se haba esforzado por dar con un argumento en contra. Madden saba,
sin embargo, que la idea de pasar menos tiempo en la oficina tena su atractivo.
Entonces Joe haba dicho: Qu podra haber peor que estar todo el santo da
disponible? Supondra menos tiempo libre, no ms. Tena razn, haba
respondido Madden. Pero el negocio era lo primero. Joe hijo deba permanecer,
como l deca, disponible. Madden haba saboreado su triunfo, por mnimo
que fuera. Aun as, las llamadas haban continuado y l segua contestando al
telfono.
Catherine la Irritante haba metido baza con un comentario burln cuando
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Nick Brooks

La buena muerte

Joe no la oa y Madden la haba ignorado resueltamente. Una vieja, eso lo haba


llamado. S. Haba dicho que no era ms que una vieja. A Madden le haba
costado un esfuerzo hercleo morderse la lengua.
Por qu no se defenda?, haba dicho Catherine. Si a ella Joe le hablara
as, le dira cuatro cosas. Tena que espabilar y buscarse la vida, haba aadido.
Si tuviera tu vida, s, haba pensado l en su momento. O sea, si tu vida fuera
ma.
Roci los ptalos con su botella.
Cuntos hay abajo ahora mismo? pregunt Joe. Los otros han
llegado ya?
No hay ni rastro de ellos. Si no llegan de aqu a media hora, habr que
devolverlos.
Madden estaba bromeando, desde luego, pero Joe no le hizo caso.
Seor! dijo. No puedes arreglrtelas con los tres? Ya casi has
acabado con el suicida, no?
Acabado? Solo lleva aqu desde esta maana. Vamos a tener un buen
atasco. Y me gustara llegar a casa antes de medianoche. Si tuviera algo de
ayuda, podra drenarlos e inyectarlos a los tres. As solo quedara el maquillaje.
Siempre y cuando no estn muy pasados. Uno es una decapitacin. Intenta t
que eso quede natural.
Joe suspir y se frot la frente con la vista clavada en el tabln de la mesa.
Madden esper, pero saba que Joe no le ofrecera ayuda a no ser que se la
pidiera abiertamente.
Hay alguna probabilidad de que Catherine haga acto de presencia?
pregunt, aunque saba que no haba ninguna y se haba resignado ya a
marcharse otra vez a las tantas. Poda llamar a Rose despus de comer y
arreglarlo con la cuidadora. La seora Spivey podra quedarse una o dos horas
ms. S. Estaba seguro de que podra.
Joe se levant, muy tieso, y escupi un trozo de manzana hasta el otro lado
de la habitacin. Sus mejillas gordezuelas temblaban como testculos sueltos.
Tir el corazn de la manzana a la papelera que haba detrs del mostrador de
recepcin.
Esa chica es un desastre dijo. Dudo que venga lo que queda de
semana. Y ya van quince das. Ser una de sus alergias o algo por el estilo. No
he sabido nada de ella. Imagino que ser alrgica a algo del depsito. A un
producto qumico o algo as. Al formol.
Madden asinti con la cabeza.
Es posible. Ah abajo hay un montn de cosas que pueden provocar
sarpullidos. Y no solo los frmacos de embalsamar.
Joe lo mir extraado.
Qu ms?
Madden se encogi de hombros.
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La buena muerte

Toxinas derivadas de la descomposicin. Una salpicadura de algn


lquido nocivo. El trabajo en s mismo.
Seor dijo Joe. Lo que nos haca falta. Lo que nos haca falta!
Qu?
Joe cerr los ojos y sorbi por la nariz.
Una auxiliar de servicios funerarios alrgica a los muertos.
Madden se pas una mano por la frente; le picaba y la notaba sudorosa. Se
le haba pasado por la cabeza que tal vez l tambin fuera alrgico a los
muertos. Era, decididamente, alrgico a Joe como no lo haba sido nunca a su
padre. Joseph hijo era sin duda alguna un zopenco muy poco atractivo con una
opinin de s mismo tan inflada como un cadver de tres das, pero al menos
posea cierta vitalidad. En sus ltimos das, Joseph Caldwell padre pareca
hallarse siempre bajo los efectos de un acceso prematuro de rigor mortis, y
Madden tena la sensacin de que a l quiz le estuviera pasando lo mismo. No
saba a ciencia cierta cundo haba empezado a infiltrarse gradualmente aquella
rigidez a travs de su musculatura. Quiz hubiera sido cuando Rose perdi el
beb. O quiz antes, cuando todava no estaban casados. Estaba seguro de que
tena que haber sido en un momento concreto, pero le resultaba imposible
situarlo en el tiempo. Siempre tena la impresin de haber imaginado buena
parte de su pasado, la sensacin de que viva de un momento al siguiente, sin
continuidad ms all de la rutina. ltimamente tena dificultades para
concentrarse en el trabajo, cosa que nunca antes le haba pasado. Claro, que
tampoco estaba seguro de cundo haba empezado aquello. La vspera? La
semana anterior? Quiz hubiera empezado esa maana, al llegar Kincaid. Quiz
siempre haba sido as. Estaba seguro de que ese no era el caso, de que aquel
miasma acabara por disiparse. Al mismo tiempo, tena la sensacin de que iba
sucederle una desgracia, de que algo espantoso iba a pasarle a Rose. Lo senta
sobre todo en el pecho, como una especie de envaramiento, como si el rigor
mortis agarrotara aquella parte de su cuerpo. Se senta impelido a salir del
depsito de cadveres, atrado a la planta de arriba por el calor del saln, por la
luz, por las flores que necesitaban agua. En esas ocasiones, si estaba solo,
cerraba con llave la puerta de la calle, descolgaba el telfono y se paseaba de un
lado a otro por delante del mostrador de recepcin, abra y cerraba los puos,
repeta las mismas palabras una y otra vez en voz baja, en una especie de
aturdimiento ritual, convencido de que la rigidez de su pecho era solo un
engendro de su imaginacin.
Hay tres estadios, le deca una voz en la que no reconoca la suya. Tres. Tienen
lugar tras la muerte, no antes. As que no puedes sufrir de rigor mortis. Es imposible.
Lo que sientes no es lo que crees que sientes. Es una ilusin. Esto es absurdo, repeta
aquella voz una vez tras otra, completamente absurdo. Segua pasendose y
hablando solo en voz alta para aplacar a la otra voz y apaciguar su pnico.
Aunque no era un hombre religioso (en todo caso, dira, ms bien lo contrario),
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con el tiempo la repeticin de aquellas palabras se haba convertido en una


especie de oracin, hasta el punto de que pareca poder recobrarse, calmarse
hasta cierto punto, cuando la ridiculez de sus cavilaciones se le haca finalmente
obvia. Los tres estadios. Flacidez primaria, rigor mortis, flacidez secundaria. Sin
duda no poda haber pasado del primer estadio, se deca, y a continuacin
recitaba para sus adentros la versin del Padre Nuestro de Gaskell. l la llamaba
la Oracin de la primera flacidez.
Padre nuestro,
inmaterial es la causa
una vez llega la muerte,
prpados y mentn se relajan,
afljanse los miembros
como si nada ya los trabara,
los msculos andan sueltos,
las junturas destrabadas,
la tibia se une al tarso
y los huesos ya no marchan.
Por los siglos de los siglos,
amn.
Gaskell habra sido, indudablemente, mejor cirujano que poeta, pero
aquellos versos parecan an capaces de liberar a Madden del miedo. Entonces
empezaba a relajarse otra vez y la tirantez de su pecho se aflojaba poco a poco.
El bueno de Gaskell. Estuviera donde estuviera en ese momento, saba qu
estaba pensando Madden. Que el factor tiempo variaba si su cuerpo pasaba un
largo perodo en una atmsfera fra (entre dos y ocho horas para que se
manifestara el rigor mortis), o si permaneca en un ambiente clido durante un
perodo ms corto. El proceso comenzaba en los prpados y descenda luego
hacia la mandbula inferior, el trax, las extremidades superiores. Y despus
ms abajo: el abdomen, las extremidades inferiores. Msculos voluntarios,
msculos involuntarios, la edad del sujeto careca de importancia. Y, al igual
que la dolencia de la que Madden se imaginaba preso, una vez haba rezado
para sus adentros el proceso se disipaba gradualmente, empezando esta vez por
los pies para subir luego por las piernas, ascender por su pecho hasta liberarlo y
relajar finalmente ambos prpados, que se hacan flexibles (no, sensibles) una
vez ms.
De todas formas, voy a tener que dejarte solo un rato dijo Joe.
Madden asinti con la cabeza, pero no dijo nada. Las noticias de la radio lo
haban distrado: se haba descubierto un cadver en un pantano de los
alrededores o algo por el estilo. Joe pareci molesto por que no le preguntara
dnde iba, pero Madden se haba acostumbrado haca tiempo a sus idas y
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La buena muerte

venidas sin explicacin. De todos modos, qu poda decir? El negocio era de


Joe, aunque no le importara tirarlo por tierra.
Tengo que ver qu pasa con Catherine, arreglar lo de las flores y esas
cosas dijo. A ver si puedo convencerla para que venga un rato maana u
otro da de esta semana. O eso o despido a esa mema. Gui un ojo mirando
a Madden. Sin duda le agradaba la idea de que fueran conspiradores traviesos.
Al abrir la puerta, se ech hacia atrs un momento para aadir algo.
S que ests ocupado y eso, pero te importara hablar con la mujer de
ese fulano?
De qu fulano?
Del suicida. Dijo que se pasara por aqu hoy o maana. Que quera
hablar con alguien sobre el entierro.
No puedes encargarte t? dijo Madden, inquieto. Crea que
destacabas por tu labia.
Joe mene la cabeza enfticamente.
Las flores, hombre dijo. Tengo que ocuparme de las flores y hablar
con Catherine. Parto otra vez en uno de mis locos viajes! Seguro que te las
arreglas muy bien. Volvi a guiar el ojo y desapareci por la puerta, que al
cerrarse cort en seco el paso a una breve estocada de sol. La radio segua
zumbando en medio del silencio.

La esposa de Kincaid no apareci hasta bien entrada la tarde, pero durante el


resto del da Madden no pudo trabajar con la rapidez de costumbre. Tena los
nervios de punta y un hormigueo fastidioso le haca retorcerse las manos
constantemente. Despus de retorcrselas, volva a sentir vida en ellas durante
cinco o diez minutos, pero el cosquilleo no tardaba mucho en volver. Era el
esfuerzo fsico que requeran algunas de las tareas ms pesadas lo que pareca
causar aquel cosquilleo, y Madden nunca haba logrado dar con un remedio
eficaz. Su ritmo haba quedado roto por las interrupciones constantes del
telfono, la necesidad de ocuparse de la llegada de los otros dos cuerpos y el
temor que le infunda la perspectiva de tener que hablar con la seora Kincaid
cuando decidiera pasarse por all.
Le preocupaba especialmente el problema de la identificacin. ltimamente
olvidaba a menudo nombres y caras, y haca lo menos cuarenta aos que no
vea a aquella mujer. Saba que se estaba comportando como un necio, que la
seora Kincaid no estaba enfadada con l. Esta vez, no haba hecho nada malo:
la muerte de su marido no se le haba atribuido a l. En ese aspecto, tena la
conciencia limpia. Probablemente, Maisie ni siquiera se acordaba de l. Por el
amor de Dios, deba de tener ochenta aos como mnimo, y sin duda estara tan
afligida que no reparara mucho en l. Con todo, la idea de que pudiera
acordarse de l le irritaba ms de lo que estaba dispuesto a admitir.
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La buena muerte

Normalmente apenas se relacionaba con los familiares de los difuntos,


convencido de que la prctica del embalsamamiento o cualquier otra
manipulacin del cadver se avena mucho mejor a sus talentos naturales.
Nunca haba sido, como Rose no se cansaba de recordarle, una persona sociable.
De todos modos, aquellas situaciones lo violentaban hasta tal punto que en
realidad tampoco serva de gran ayuda. Hablar con el allegado de un cadver,
ya fuera su pareja o un pariente consanguneo, distorsionaba en exceso su
percepcin del muerto como simplemente eso: un muerto, un ser inanimado, un
trabajo. Nunca haba sido muy amigo de efusiones (no lo era, al menos, desde
haca mucho tiempo), ni a solas ni delante de otros. A lo ms que llegaba era a
atender a Rose dentro de un orden, y hasta eso le resultaba agotador, por cuanto
le costaba trabajo compadecerse de ella en lo ms mnimo. Era demasiado
absorbente, como un parsito que se alimentara de l. Y, por lo general, no era
necesario que estuviera presente si algn familiar se interesaba por algn
detalle del procedimiento: para eso estaba Catherine, y haba desempeado
bastante bien su labor hasta haca poco, cuando lo insult por ltima vez. Era
ridculo: solo la haba rozado un segundo, haba dicho l.
Qutame de encima esos dedos de matarife! S lo que pretendes. No creas
que no lo s!
Hasta Joe era ms til que l si de conversar se trataba. Aunque al principio
Madden desconfiaba de l, el padre de Joe haba sido un fenmeno: era capaz
de tranquilizar a cualquiera (por grande que fuera su dolor) con las palabras y
los gestos ms sencillos. Era como si todos sus ademanes hablaran de paz, de
reposo, de lo natural y lo sobrenatural que, inevitablemente, iban de la mano.
Abajo, en cambio, era harina de otro costal. Insultaba a los muertos y los
manipulaba con evidente indiferencia por su ttulo o su rango social, ya fueran
banqueros o mendigos. Todos reciban el mismo trato. Madden lo haba visto
escupir a los cadveres, incluso clavarles a veces el escalpelo en algn lugar
recndito, donde era improbable que alguien lo viera. Pero se lo clavaba muy
despacio. Joseph Caldwell lo haca todo muy despacio y con mucho sigilo.
Haba sobrellevado su propia agona tan despaciosa y calladamente que nadie
en su familia (y menos an el joven Joe) haba notado que estaba enfermo. Al
final, su esposa le haba preguntado por qu esa maana no se levantaba para ir
a trabajar y l, con la cara mirando al techo, haba respondido: Porque dentro
de diez minutos estar muerto, por eso. Efectivamente, diez minutos despus,
era (para usar su propia expresin) pan negro. Ms adelante, su mujer le haba
contado a Madden que su cuerpo se haba quedado fro como el hielo
literalmente unos segundos despus de que dejara de respirar. Era asombroso.
A su modo, Madden encontraba muchas cosas que admirar en Joseph Caldwell
padre. Ninguna de las cuales iba a ayudarlo a tratar con la seora Kincaid.
Se descubri de nuevo haciendo un esfuerzo por imaginrsela. Recordaba
que, cuarenta aos antes, era una mujer atractiva, pero no pareca capaz de
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concretar sus rasgos y hacer que se mantuvieran constantes. Sus facciones


flotaban y se fundan con todas las dems caras del pasado en un flujo
calidoscpico. Lo nico que recordaba claramente era que Gaskell haba dicho
una vez que era una pequea gran bailarina (la haba visto a menudo
bailando en las fiestas de la Facultad de Medicina, por cuyo saln arrastraba a
Kincaid, maltratado como un fardo), pero Madden no recordaba ahora si era, en
efecto, tan pequea. Tena la impresin de que algunas personas le haban
dicho que era voluble, o decidida, o testaruda, pero quiz fuera simplemente un
truco de su memoria o de su imaginacin. La vea dar vueltas al son de la Giga
de Cumberland o de la Danza del sargento blanco, pero su cara era una amalgama
formada por las de Kincaid y Gaskell, y hasta por la de Carmen Alexander.
Incluso se vea a s mismo observndola desde un lado de la pista de baile en el
antiguo club de alumnos, con las manos la mitad de gordas, agobiado por la
corbata demasiado apretada y el traje azul marino de su padre, tan desnutrido
que daba pena verlo.
Ya entonces bailar era para los otros, algo a lo que nunca le haba cogido el
tranquillo. Una vez incluso fingi marearse cuando una chica, rellenita y muy
azorada, le pidi que bailara con ella una giga cuando les tocaba elegir pareja a
las mujeres. Baj las escaleras a trompicones, se escondi en los lavabos y estuvo
all lamindose las heridas hasta que le pareci que la amenaza del sexo opuesto
haba pasado. Fue al volver cuando se tropez por vez primera con Gaskell en
las puertas que daban a la avenida de la Universidad. Gaskell llevaba un traje
verde oliva y el pelo, fino y rubio, le llegaba a las orejas, a pesar de que faltaban
an unos aos para la poca hippy. El traje verde lo identificaba ya entonces
como alguien singular, alguien a quien le gustaba ser el centro de atencin. Era
un traje de pana. Una dcada antes, se le habra considerado un beatnik2 si
primero no se hubiera curtido en las calles a fuerza de golpes. Al pasar Madden
en pos de los gritos procedentes del saln de baile, Gaskell expeli un anillo de
humo de su cigarrillo blanco, que era de una de aquellas marcas extintas: un
Woodbine, quiz, o un Capstan Shanty. O un Senior Service. Saltaba a la vista su
conciencia de que alguien lo observaba y a Madden le desagradaron
momentneamente sus pmulos angulosos y la blancura nocturna de su piel. El
hecho de que expeliera el anillo de humo solo por l le hizo sonrojarse.
Muy bien, vuelve all arriba y baila con la chica dijo, guasn, el muy
caradura, con un acento algo gangoso que Madden no pudo identificar.
Mientras suba las escaleras, Madden era consciente de que el tipo del traje
verde lo segua, pero, decidido a ignorarlo, empuj con fuerza las puertas del
saln de baile, olvid sujetarlas para que pasara el desconocido que iba tras l y,
2

Seguidor de la Beat Generation, subcultura juvenil norteamericana de la dcada de los


cincuenta caracterizada por su rechazo a la moral tradicional y a los convencionalismos sociales.
(N. de la T.)

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La buena muerte

un instante despus, lament su rudeza al or el golpe de la puerta contra algo


que no era, obviamente, del mismo material. Se volvi enseguida y vio al
hombre doblado al otro lado del cristal, con las manos en la cara. Avergonzado,
se acerc a l y se sac un pauelo de hilo del bolsillo de la pechera del traje.
Ests bien? dijo, y apoy una mano en la espalda del hombre mientras
con la otra situaba el pauelo en su campo de visin. La sangre formaba
crculos sobre el suelo de mrmol. El otro cogi el pauelo y se lo llev a la cara
antes de levantar la cabeza y echarla hacia atrs. Espera, sujtate el puente de
la nariz dijo Madden, aunque saba por experiencia propia que aquella
tcnica (lo mismo que contener la respiracin cuando se tena hipo) a veces
funcionaba y a veces no. Al menos, decir aquello le permiti sentir que estaba al
mando de la situacin en vez de ser su causa. El hombre del traje verde
mantuvo la cabeza echada hacia atrs y con las dos manos se sujet el pauelo
contra la cara. Tena los ojos cerrados y lagrimosos. Lo siento muchsimo. No
lo he hecho a propsito.
Pues claro que lo has hecho a propsito, joder.
Madden qued horrorizado y not que su cara, ya roja, se volva crdena.
Tienes idea de cunto me cost este traje? dijo el otro, y Madden vio
de pronto las salpicaduras rojas en las solapas y la pechera de la camisa marrn,
que Gaskell llevaba abierta por el cuello y sin corbata. Nunca antes haba visto a
un hombre adulto con una camisa marrn y un traje verde. Aquello resultaba
inconcebible en la calle Shakespeare. Seguramente l podra pasearse descalzo
por Maryhill y llamara menos la atencin que si se pona un traje como aquel.
Lo siento muchsimo repiti con voz que empezaba a volverse
desesperada. Estoy seguro de que se quitar al lavarlo. Es muy caro?
Madden le apart el pauelo de la cara y comprob que, de momento, su nariz
pareca haber dejado de sangrar. La punta estaba manchada de sangre y un
bulto de buen tamao empezaba a formarse junto al tabique nasal. El otro palp
cuidadosamente la zona con las yemas de los dedos.
Tenas que romprmela, eh? Me cago en todo. Seis aos intentando que
no me la partan en la cancha de rugby y vas t y zas! A tomar por saco.
La nariz empezaba a sangrarle otra vez.
Echa la cabeza hacia atrs dijo Madden. Es lo mejor.
Por debajo del pauelo, el otro pregunt que qu era, un puetero mdico o
qu.
Todava no dijo Madden. Estoy en primero de Medicina. Lo segundo
mejor del mundo.
Madden recordaba que el tipo del traje verde se ech a rer, una carcajada
estruendosa en la que gorgote la sangre. Una risa contagiosa.
Vaya, vaya dijo. Lo mismo digo, ya lo creo. Hars una fortuna si
sigues comportndote as. Santo Dios.
Lo siento muchsimo dijo Madden, de verdad. Si quieres llevar el
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La buena muerte

traje a la tintorera, puedes mandarme la factura. Me llamo Hugh, por cierto.


Le tendi la mano con angustiosa formalidad. El tipo de la nariz ensangrentada
lo mir precavidamente, con la cabeza an echada hacia atrs.
Owen dijo. Pero todo el mundo me llama Gaskell. Estrech
flojamente la mano de Madden. La verdad es que, en este momento, no
puedo decir que me alegre de conocerte.
T tambin estudias aqu? pregunt Madden mientras hurgaba en el
bolsillo interior de su chaqueta en busca de algo con que escribir su direccin.
Gaskell exhal un largo suspiro y volvi a sorberse la sangre de la nariz.
Sssss borbote, y escupi en el pauelo un cogulo de sangre. Soy
estudiante, estudio aqu...
Madden no saba cmo responder a su tono, as que sigui mostrando una
actitud que crea responsable y doctoral, como en aquellos tiempos se
imaginaba que sera cuando fuera mdico. Ah, la juventud! Ah, los sueos!
Eso es. Eso es. Sujtatelo sobre la cara.
Gaskell sacudi una mano, irritado.
Me cago en la hostia dijo. La mitad de las veces no funciona, joder.
Yo tambin soy un puto mdico, sabes?
Madden crea haberlo visto en alguna parte, pero haba dado por sentado
que era una de las muchas caras annimas que no conoca y que, sin embargo,
vea todos los das. En las aulas o en el laboratorio, eso deba de ser.
Vamos a los mismos seminarios, hostias, joder! El grupo de Kincaid,
comprendes? En Anatoma? Te veo todas las semanas!
Madden no supo otra vez qu decir.
Bien dijo despus de que pasara un perodo de tiempo
convenientemente penoso, es un placer conocerte. Y le tendi la mano de
nuevo.

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Los sesenta sucedieron en otra parte. Para Madden, tuvieron lugar en los
peridicos y en la radio, en algn punto al sur: Londres, la calle Carnaby, I
wanna hold your hand. Sus sesenta fueron distintos, como lo eran ahora sus
alopcicos sesenta aos. En aquellos das, le bastaba con dar el paseo de por las
maanas (para qu desperdiciar el dinero en el billete de autobs?) y cruzar el
Kelvin camino de las luces brillantes, tan brillantes como lo permitan los
tiempos, del West End. Cmo se habra descrito entonces? Un chaval de
dieciocho aos cincuentn? Era justo decir que, en parte, haba tenido siempre
la edad que tena ahora. Era la parte latente o la parte consciente la que defina
su personalidad? Sus recuerdos de aquella poca no estaban asociados a una
gran sensacin de libertad, a la impresin de que hubiera oportunidades
decisivas a la vuelta de cada esquina. Durante todo aquel primer semestre,
antes de conocer a Gaskell, apenas habl con sus compaeros de clase. Se
zambull en sus estudios con un entusiasmo que ms tarde reservara para la
funeraria. Fue Gaskell quien lo describi como un joven carcamal. Era una de
esas personas, deca, que llevaban coderas de piel cosidas al forro de tweed de su
alma avejentada.
Sin embargo, al mismo tiempo, Madden era consciente a medias del sesgo
de sus afectos, de que deba hacer un esfuerzo por relacionarse con chicos de su
edad, como su madre le deca, aunque sin mucha conviccin. Su padre rara vez
se dignaba darle una opinin: el hecho mismo de que su nico hijo hubiera
decidido ir a la universidad en vez de a las acereras de Colville a ganarse el pan
no era para l fuente de orgullo ni de desilusin. Le haba hablado a menudo de
las ventajas de una educacin que a l le faltaba y, con el mismo aliento, de la
necesidad de ganar un salario, de dar un techo a los cabezas de familia, de ser
un hombre hecho y derecho en un mundo de hombres. Crea en el poder
revolucionario del socialismo, pero despreciaba las huelgas por considerarlas
una manipulacin de los sindicatos y a los huelguistas por ingratos, indignos
del trabajo que haban recibido. Que echen a la calle a esos cabrones y prueben

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La buena muerte

con otros, a ver si les hace gracia, deca. Si por l fuera, colgara por el culo a
todos aquellos malnacidos. An ms odiaba a los esquiroles (esos primos a los
que los jefes tenan engaados), pero no vea en ello contradiccin alguna.
Madden no tena simpatas polticas, pero, en las escasas ocasiones en que
alguien le preguntaba por tales cuestiones, adoptaba la tendencia en boga entre
sus compaeros de estudios. El tema en s mismo no importaba, solo importaba
cmo respondiera. se era el camino para ser aceptado. La forma de quedar
absorbido como parte de algo, como seguidor de la causa. Y a Madden le habra
gustado tener una causa, un ideal digno que lo agarrara por el pescuezo y le
gritara: Lucha! Lucha o muere!.
Alguna forma de compaerismo hubiera sido un primer paso, pero al
parecer no tena don de gentes, careca de la capacidad de hacer que los dems
se sintieran a gusto en su presencia. Algo le faltaba. Algo en l no acababa de
encajar. Observaba, no obstante, a sus compaeros de clase con el ojo de un
antroplogo consumado. Imaginaba que deba de haber alguna clave en sus
gestos y ademanes, en la cadencia de sus voces, en su forma de vestir, y senta
que, en cierto modo, estaba absorbiendo algo que poda cultivar dentro de su
ser.
Pasaba das o semanas tan completamente (cul era la palabra?) absorto
que apenas era consciente de s mismo. Su propia existencia se volva mucho
menos real para l que la de los dems: el grupo, el conjunto, el estoy-con-losintegrados. Gente como Dizzy Newlands, Hector Fain, Carmen Alexander: un
rectngulo cuyo cuarto lado, invisible, era l. Carmen, rubia de bote y ferviente
admiradora de Tommy Steele (que ya por entonces era una antigualla),
mantena a sus pretendientes perpetuamente a la gresca, aunque era obvio que
al final preferira a Dizzy, el cadete de infantera con aire de catlogo de gneros
de punto, antes que a Hector, dado que Dizzy al menos tena el buen sentido de
coquetear con ella y rerle las gracias. Entretanto, Hector, el radical, segua a
vueltas con su eterno monlogo: Marx, Hlderlin, la inexistencia del alma, la
existencia del alma, la lucha contra la democracia liberal pequeoburguesa, la
eficacia del ju jitsu. Pronto los tiempos cambiaran. Sera hora de defender las
barricadas, de racionar el pan, de excavar un bnker antes de que Kennedy y
Kruschev hicieran volar todo por los aires.
Dizzy y Carmen caminaban tan pegados que de vez en cuando sus brazos
se rozaban, y se rean benvolamente mientras Hector los miraba con los ojos
entornados.
Qu? De qu os res?
De ti deca Dizzy. El que va a disparar a los perros capitalistas desde
el plpito.
Y Carmen prorrumpa en otra ronda de risas frescas y se tapaba la boca
discretamente, porque tena las encas tan grandes que, si Dizzy llegaba a verlas
bien alguna vez, la dejara caer como una piedra caliente y se buscara otra
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Diana Dors3. Pobre Hector. Derrotado otra vez, se alejaba humillado, incapaz de
reconciliar su Dios y su Causa. Dizzy gritaba:
Hector! Espera! Que no iba en serio!
Pero s iba en serio, verdad, Dizzy? Claro que s. En el amor y en la guerra
todo vale, y en la lucha de clases todo sirve y, ya puestos, un hombre es un
hombre. Da antes de que te den a ti, eso deca Marlon Brando. Dizzy,
calculador, se haca el tonto con Fain. Carmen y l se lanzaban miradas
cmplices de compasin por su amigo ausente, y sus manos se tocaban un
momento. En los labios de Carmen, una sonrisa culpable que no llegaba a ser
risa. Rer tontamente no es apropiado y no poda ofrecer al bueno de Diz un
atisbo de sus terribles encas. As nunca se casara con ella.
Madden prestaba atencin, respiraba su mismo aire. Poda haber sido
cualquiera de ellos. Poda ser Dizzy, con la cmara de fotos que su padre le
compr al cumplir los diecinueve colgada tranquilamente al hombro y un
cigarrillo prendido entre los labios bien dibujados. Di patata. O Carmen,
preocupada por si se le notaban las races del pelo, o por los parciales de
diciembre, o por si Dizzy le haba dicho a todo el mundo que la llamaba hueso
de jamn por sus piernas de palillo. Sonred todos, por favor, eso es. El mejor
era Hector. El Pequeo Eck4, lo llamaban (l odiaba ese nombre), todo l
socialismo y azufre, aficionado al ajedrez pero mal estratega, incapaz de
resolver. Snap snap.
Ninguno prestaba atencin a Madden, ms all de saludarlo con una
inclinacin de cabeza cuando pasaban por su lado. No eran esa clase de amigos.
No eran amigos en absoluto. Dizzy y Carmen empezaron a salir, y Hector se
retir discretamente para buscarse una chica que no representara tal desafo,
aunque Madden sospechaba que tal vez hubiera llegado a atisbar aquellas
encas. Se haba tropezado con l una vez, literalmente, cuando cruzaba al trote
los patios para escapar de la lluvia. Sus brazos de revolucionario sujetaban
contra el pecho un montn de libros y su cara tena aquella misma expresin
maltratada. Choc con Madden y los libros cayeron al suelo. Madden, con la
disculpa rauda, como siempre, se agach a recogerlos. Perdn, perdn. Poda
ayudarlo?
No, gilipollas, no poda. Es que estaba ciego o qu?
Madden se sinti dolido. Fuera de s, buf:
Se la est follando, sabes? El bueno de Dizzy. Mientras t tenas la
cabeza en Das Kapital, l se la estaba follando delante de tus narices. Creas que
era tu amigo, eh? A lo mejor deberas seguir con la catequesis.
3

Actriz cinematogrfica britnica (1931-1984) que alcanz sus mayores xitos durante los aos
cincuenta. (N. de la T.)
4
Johann Eck (1486-1543), telogo catlico alemn, adversario de Lutero en tiempos de la
Reforma. (N. de la T.)

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La buena muerte

Si alguna vez Hector hubiera tenido que disparar al enemigo desde su


plpito, habra puesto la misma cara de horror que en aquella ocasin. Al
incorporarse, cuando Madden ya se alejaba, sus ojos estaban llenos de
incomprensin y dolor. Pero, al final, fue l quien dijo la ltima palabra.
Y quin coo eres t? grit tras l, para lo cual Madden no tena
respuesta.
Madden observaba tambin a otros. Durante un tiempo, fueron los extranjeros
que estudiaban en la Universidad. Gente como el industrioso Aduman, del que
era difcil llegar a saber algo, ms all de cosas superficiales. Era senegals y tan
tmido que no se poda hablar con l. Permaneca replegado sobre s mismo por
completo, incluso cuando estaba en compaa de otros, y se mantena en la
periferia de cualquier grupo de gente al que tuviera la mala fortuna de que lo
invitaran a unirse, placer este que rara vez se conceda a Madden. Los bolsillos
de su americana, que le quedaba grande, colgaban informes a ambos lados de la
prenda, y cuando caminaba llevaba siempre las manos metidas en ellos. La
chaqueta no conservaba ni un solo botn. Meta las manos en los bolsillos y
juntaba los dos lados cuando haca fro. Llevaba permanentemente anudada al
cuello una bufanda de lana de longitud imposible y color indiscernible. Viva en
una casa dividida en cuartos de alquiler, en la calle Cecil, justo encima de la
cresta de la colina, a dos minutos escasos del campus, y Madden lo vea
agacharse en la calle a recoger alguna moneda perdida, cigarrillos a medio
fumar o alguna bolsa de patatas abandonada: una triste figura a un paso de la
miseria, probablemente el nico senegals y, por descontado, el nico negro en
todo el oeste de Escocia. Madden admiraba su modo de aislarse sin depender
de nadie ms que de s mismo. Para Aduman no haba aduladores, ni grupos, ni
pandillas. Pareca no querer ni necesitar la compaa de nadie. De hecho, haba
organizado su vida para que as fuera. Aquella era una habilidad admirable, se
deca Madden. Aduman estaba completamente solo. Y, sin embargo, a
diferencia de l, no pareca anhelar el contacto con otros seres humanos, el mal
necesario de la compaa. Madden saba que su flaqueza era esa ansia de
vnculos venenosos y enfermizos, un ansia que despreciaba y de la que, sin
embargo, no poda librarse. Esa necesidad de existir en los confines de la vida
de otro y hallar consuelo de algn modo en ello, de desangrar al otro sin su
conocimiento, como un murcilago chupasangre colgado del cuello de una
vaca. Y Gaskell, al parecer, haba suplido esa necesidad mejor que nadie.
Aquella noche, Gaskell no quiso irse del baile a pesar de que tena la camisa
manchada de sangre. La noche, gustaba de decir, era joven. Y haba que
homenajear a la juventud. La juventud y los jvenes deban apartar a los viejos a
codazos para hacerse sitio. No era Madden de la misma opinin?
Oh, s dijo Madden, aunque aquella opinin en concreto le pareca
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La buena muerte

trillada, una de esas cosas que la gente de su generacin deca constantemente


en aquellos das. Pero, con las solapas salpicadas de sangre y la nariz hinchada,
Gaskell ofreca (no menos a s mismo que a los dems) una bella impresin de
trgica rebelda. Era la clase de personaje que (supona Madden) l siempre
haba querido ser. Un James Dean que esperaba su oportunidad de abrasarse
entre las llamas de un naufragio, un Elvis que sacuda los cimientos de la
prisin. Un Che Guevara o un Kennedy, iconos que an no lo eran, pero que lo
seran muy pronto. Y, en cierto modo, consigui ms tarde lo que quera; sigui
aquellas actitudes, aquellas poses hasta el final y pese a s mismo. El granizo de
las balas lo llamaba. La muerte joven. La buena muerte.
Madden, no obstante, nunca crey que hubiera algo de verdad en las poses
de su nuevo... qu? Se descubri preguntndose otra vez si haban sido
amigos, al menos al principio. La amistad se daba rara vez, muy de tarde en
tarde; era esquiva y no siempre de fiar. Si algo le ense su inconexa conexin
con Gaskell fue eso. El contacto, la simbiosis de un alma con otra, el amor. La
marca imborrable, el parsito que te devoraba por dentro. Pero por aquel
entonces Madden no se haba enamorado an. Gaskell, crea l, solo era capaz
de amarse a s mismo.
Al volver al baile, Gaskell lo oblig a tomar una copa y hacer un brindis.
Por los jacobitas dijo. Por el bueno del prncipe Charlie aadi.
Por la minifalda. Por que nunca olvidemos a los viejos amigos. Por esa bronca
de patanes que vosotros los escoceses llamis baile.
La orquesta se apretujaba en un rincn, al fondo del saln, grande como un
galen y cubierto de paneles de roble. Doscientas personas o ms enzarzadas en
aquel combate cerrado conocido como Desnudar al sauce. Jvenes de pelo
engominado y traje ceido, con la cara amoratada por el alcohol, lanzaban en
fabulosas volteretas a indefensas muchachas de tacones vacilantes. La banda
haba renunciado haca rato a cualquier tentativa de marcar el tempo. El
acordeonista miraba adustamente a media distancia y el violinista flagelaba su
instrumento con un arco tan deshilachado que pareca un ltigo de nueve colas.
Ambos eran cincuentones como mnimo y, pese al bro que desplegaban, haba
en su actuacin un algo de exhausta desesperacin. El acordeonista miraba al
vaco de la multitud, indiferente a la masacre que tena lugar en la pista de
baile. Varias chicas se haban estrellado contra las mesas que bordeaban el saln
y ms de uno, aturdido, se haba alejado girando sobre s mismo y haba
buscado amparo en la relativa seguridad de la barra. Desde un extremo del
saln, Madden distingui la cara conocida de Kincaid. Sentado a una mesa, el
profesor rea de vez en cuando echando la cabeza hacia atrs. Pareca ser el
centro de atencin de un grupo de profesores acompaados de sus esposas.
Madden se preguntaba si la mujer sentada a su izquierda sera su esposa. Ella
intercambiaba miradas de burlona indignacin con las mujeres o novias de los
otros.
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La buena muerte

Gaskell segua el ritmo con el pie, sealaba y bufaba de risa mientras


contemplaba aquella escena catica. Apur su whisky de un trago y pidi otro.
Haca muecas y sacuda la cabeza al beber. La escasa iluminacin ocultaba la
sangre de su ropa. Adems, en aquel lugar poda ser el terrorista que deseaba
ser, el anarquista con la bomba en el bolsillo.
El Bosco no lo habra hecho mejor! le grit a Madden sobreponiendo
su voz al barullo. Ahora ya s dnde aprendis a pelear los escoceses! Bata
palmas y pidi otro whisky para Madden. Se negaba a tomar en serio su
negativa. Mira dijo, no tienes por qu preocuparte. Tengo dinero, as que
te invito a una ronda. La generosidad es la mejor parte del valor, o como se diga.
La prxima vez, me invitas t.
Madden se pregunt cundo sera eso. l nunca tena dinero o tena muy
poco. Su padre le haba dicho que poda conseguirle trabajo en Colville, pero
Madden haba dejado morir aquella oferta antes incluso de que naciera. Para
m que tiene madera de enterrador, haba aadido su padre. Palabras
sumamente profticas.
Por qu me seguiste antes? le pregunt a Gaskell.
Vi que estabas solo, no? dijo Gaskell, y se apart el pelo de la cara. Sus
pmulos angulosos y su palidez le daban un aspecto extraamente insustancial.
El aspecto de alguien que no estaba all o que haba dejado de ser real. Un
muerto, un fantasma.
Aqu hay mucha gente sola. Por qu me seguiste a m?
Te vi huir de esa pobre chica. Solo quera bailar y t saliste corriendo. Me
dio rabia. Quera agarrarte del pescuezo y traerte aqu a rastras. Iba a decirte:
Oye, chaval, baila con la chica. Se ha tomado muchas molestias para cruzar la
pista y pedirte un baile, y t la has humillado. La has hecho quedar como una
tonta. Y un hombre no puede dejar en ridculo a una dama, sobre todo, en
pblico. Seguramente sus amigas lo habrn visto todo y estarn sentadas con
ella.
Gaskell no miraba a Madden; tena la vista fija en la pista de baile. La
orquesta haba pasado a una pieza ms lenta y las vctimas del ltimo baile
regresaban a sus mesas cojeando o a rastras para curar sus heridas. La masa de
danzantes disminuy y la pista qued poblada por parejas formales que daban
vueltas al son del vals que los msicos, ahora sentados, pergeaban en una bella
recreacin del comps de dos por cuatro.
Me enfad cuando lo vi dijo Gaskell. Me pareci que le debas una
disculpa a la chica. O, por lo menos, un baile, no crees? Se volvi para mirar
a Madden, que beba a sorbos cortos su media pinta.
S, tienes razn dijo. Seguro que se habr enfadado. Debera
disculparme.
Al cuerno con tus disculpas, hombre. Ve y baila con ella!
No s dnde est dijo Madden. Adems, me dira que no. Hu de
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La buena muerte

ella, por qu va a querer bailar conmigo ahora?


Gaskell resopl por la nariz evitando hacer ruido, pero un pegote de sangre
seca se agit en el borde de una de sus fosas nasales, sali despedido y qued
adherido a la mejilla de Madden. ste se limpi con asco, pero no dijo nada.
Gaskell pareca tener los nervios de punta. Quiz se pusiera violento.
Sabes qu, tarado? Tienes toda la razn. Para qu iba a querer bailar
contigo. Para qu iba a querer nadie bailar contigo. Es absurdo, no?
Trag su whisky y dej el vaso sobre el mostrador.
Pero fjate qu maravilla... dijo, y Madden mir al otro lado del saln,
intentando vislumbrar lo que tena tan absorto a Gaskell. Cmo no. All estaba,
al otro lado del saln, abandonada momentneamente por sus admiradores.
Pareca no saber qu hacer y con el pie apart de s una colilla. Fue una visin
prodigiosa: Madden podra haberla atribuido a los poderes de la mente, al vud
o algo por el estilo. Carmen levant la cabeza como si escudriara el gento de la
pista de baile y luego su mirada se detuvo como si viera a Gaskell sin verlo.
Madden mir a Gaskell y vio que ste sonrea a Carmen sin esfuerzo. Ella
apart la vista, sorprendida, y volvi a mirar. Madden apenas poda creer que
las cosas sucedieran as realmente.
Gaskell se limpi la boca con la manga y dijo:
Bueno, creo que yo voy a intentarlo, aunque t no lo intentes. Adems, no
parece que a la banda le quede mucho tiempo en este mundo. Espero verlos a
todos de nuevo el lunes por la maana.
Madden qued perplejo.
Dnde esperas verlos? pregunt. Vio que Dizzy Newlands haca seas
a la chica con la mano, pero ella ya se haba encaminado hacia la pista. Not que
Hector miraba a Carmen, luego a Dizzy, y se llevaba la pinta de cerveza a los
labios. Su semblante se mostraba opaco y confuso.
Gaskell se toc el ala de un sombrero inexistente y se intern entre el gento
arrastrando los pies a ritmo de bossa nova.
En la mesa de diseccin, tarado! Pronto los abriremos en canal, si no se
andan con cuidado... Pas bajo los brazos unidos de una pareja borracha que,
ajena a la etiqueta del vals, intentaba bailar el twist con un entusiasmo poco
acorde con su ejecucin. Aquello era ms un intento de asesinato que un
concurso de baile por eliminacin. Madden se puso de puntillas para intentar
ver a Gaskell, pero ste ya se haba buscado una pareja y brincaba por la pista
con ahnco al ritmo de Step we gaily on we go. Aquella chica alta y esbelta, con el
pelo rubio y un vestido blanco y plisado, extraamente recatado. Una gran
extensin de encas. Madden qued inmvil un momento, con la mirada fija en
el brazo que Gaskell apoyaba sobre la espalda de Carmen. Sus manos estaban
unidas. Not que congeniaban, vio cmo se sostenan la mirada. Tuvo que
apartar la vista. Supo que Carmen quedara prendada de Gaskell, que hacan
una pareja perfecta. Supo que se embarcaran en una relacin larga que oscilara
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La buena muerte

precariamente entre la euforia de l y el abatimiento de ella, entre mutuas


splicas desesperadas, entre anuencias llenas de remordimientos y crueles
rechazos. Saba todo esto porque imaginaba qu clase de chica deba de ser
Carmen y, ahora, tambin, porque conoca a Gaskell. Eran perfectos el uno para
el otro. Incluso ensangrentado y medio borracho, Gaskell era perfecto para ella.
Lo mismo que Carmen lo era para l: su entusiasmo dulce, la franqueza algo
patosa de su energa, esas cosas seran irresistibles para alguien como Gaskell.
Madden era capaz, al menos, de ver todo aquello.
Se volvi y estuvo un rato ms junto a la barra, que era, en realidad, un
tabln de formica atendido por una de las seoras que organizaban la cena del
club, una mujer madura, no muy mayor, que trataba a la clientela con una
hostilidad convincente y muy escocesa. Dej su vaso e intent atraer la mirada
de la camarera con un gesto de la cabeza, pero ella mir tercamente ms all de
l y pregunt: Qu le pongo? a una persona que se hallaba a su espalda.
Madden se volvi y mir con enfado al ofensor, un hombre. Casi se senta capaz
de golpearlo por su grosera. Pero no: el tipo era por lo menos un palmo ms
alto que l, aunque Madden se consideraba de estatura superior a la media de
los varones de Glasgow de su poca. Baj los ojos rpidamente y volte en el
vaso los posos de su bebida.
Lo conozco, verdad? dijo el hombre.
Madden levant la vista para mirar a los ojos al ms alto de los dos, pero
descubri que no poda.
S. Es usted Gaskell, no? De Anatoma?
Madden logr por fin alzar la cabeza. El peso de su crneo pareca haberse
aliado con la fuerza de la gravedad en su deseo de mantenerlo con la vista fija
en el suelo. El doctor Kincaid miraba ms all de l, hacia la seora del club, con
la mano levantada para darle el dinero. Hablaba con la pipa encajada en la
mandbula y de vez en cuando echaba un vistazo a Madden.
No, soy Madden dijo l, y en parte se arrepinti de no haber contestado
que s. Habra sido agradable ser otra persona, tener la vida de otro, aunque
fuera solo un momento. Un segundo.
Claro, claro dijo Kincaid. Pero lo conozco de Anatoma, verdad?
Dio las gracias a la camarera con una inclinacin de cabeza y sonri. A Madden
no le sorprendi ver que ella le devolva la sonrisa, jugueteaba un instante con
su cofia de camarera y daba luego dos vasos al doctor, que apur uno
inmediatamente y volvi a alzar el vaso hacia la mujer para que se lo llenara de
nuevo con una botella de Laphroaig.
Madden dijo que s, que lo conoca de Anatoma. Estaba en el Seminario de
Anatoma del doctor. Las palabras caan de su boca y un mareo beodo las
trababa, de modo que le sonaban como ledas en una pgina, en lugar de
pronunciadas por una persona viva.
S, ya me acuerdo dijo el doctor mientras paladeaba su whisky. Podra
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La buena muerte

usted esforzarse ms, seor Madden aadi. Un poquitn ms de empeo,


s. Dgame, por qu decidi estudiar Medicina? Kincaid lade la cabeza
hacia l y lo mir por el rabillo del ojo, como si no fuera digno de toda su
atencin.
Madden se sinti de pronto completamente borracho.
Yo... quiero ser doctor dijo.
Kincaid acerc su cara a l. En su aliento se mezclaban el olor acre del yodo
y el tabaco, el vago aroma del formol, la fragancia de los pasillos universitarios.
Madden retrocedi ligeramente, pero no tanto como para que Kincaid se
ofendiera.
Ah! Doctor, dice. Un mdico. Un curandero. Un sanador. Un chamn. Un
farsante, quiz. Kincaid gui un ojo. Y bien, cul de esas cosas,
muchacho? Dgalo de una vez!
El doctor se tambaleaba levemente. Su cara se acerc a la de Madden y una
mano se pos sobre su hombro. Madden senta su propia cara, la pesada
flacidez que el alcohol le haba prestado, y la mano de Kincaid agarrndolo por
la clavcula.
Un mdico logr decir. Quiero ser un... un buen mdico.
Kincaid le sonri con los labios ensalivados, desliz la mano hasta su nuca
y lo atrajo hacia s de modo que sus frentes se tocaron.
Un buen mdico. Un propsito muy noble por su parte, seor Gaskell,
una hermosa aspiracin. Muy hermosa. Muy noble dijo. Su actitud haba
cambiado visiblemente. Esta vez, Madden no lo sac de su error. Estaba
demasiado borracho. Y sera usted un buen matasanos. Un buen chamn.
Pero para eso hace falta esfuerzo, seor Gaskell. Hace falta trabajar muy duro y
quedarse hasta muy tarde. Exige muchos sacrificios. Sangre, seor, requiere
sangre. Sudor rojo! Y hay que asumir el susodicho esfuerzo y los sacrificios
mencionados por las razones correctas. Por las razones correctas, seor Gaskell.
Si no...
Madden aguard a que el resto de la frase hiciera acto de aparicin.
Entretanto, se llev el vaso vaco a la boca y lo dej caer de nuevo junto a su
costado.
Kincaid palme otra vez su mejilla y se irgui. Se sonri como si le hiciera
gracia una broma privada y se toc la nariz con un dedo.
Las razones correctas? dijo Madden.
Disclpeme dijo Kincaid. Me estoy poniendo grosero. No hablemos
de trabajo. Una copa! sta es una noche para celebrar esa cosa tan breve.
Madden vio que el doctor se volva de nuevo hacia la barra y que,
aprovechndose de su estatura, haca seas a la camarera con un billete de una
libra. Se le ocurri que quiz eso tan breve a lo que se haba referido Kincaid
fueran las horas durante las que estaba permitido servir alcohol. Ech una
ojeada a su reloj: eran las nueve pasadas. Las tabernas de Byres Road estaran ya
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La buena muerte

cerradas y su padre habra emprendido el camino a casa trabajosamente.


Kincaid sostena an en la mano la otra copa, de la que no haba probado ni
una gota. Cogi dos whiskys con la otra mano y desde las vueltas con un
gesto. La camarera pareca encantada, aunque intentaba ponerle el cambio en la
mano. Madden se tambaleaba, clavado en el sitio. Sus nervios vibraban con un
tintineo agradable. Era como si pudiera observarse desapasionadamente desde
detrs de una ventana opaca, inmune a todo y despreocupado. Porque, de
momento, era Gaskell, no Hugh Madden. Y eso era un respiro. Era un alivio.
Tenga dijo Kincaid, dndole el vaso. Por nosotros.
El doctor bebi un sorbito del suyo y Madden hizo lo mismo y palade el
rico whisky de malta. Estaba acostumbrado al de garrafn.
Eso es tener arrestos dijo el doctor. Madden se dio cuenta de que la
pipa del doctor, que sobresala de sus patillas canosas como el colmillo de un
narval, no haba abandonado su boca ni una sola vez durante el tiempo que
llevaban hablando. Kincaid iba vestido con falda verde y medias de lana hasta
la rodilla, por cuyo dobladillo asomaba una daga escocesa (o quiz un
escalpelo). Un aspecto muy viril. Al menos, para un varn que no llegara a la
cuarentena. Pero Kincaid luca bien el traje. Madden se pregunt si la falda
estaba hecha con el tartn de su linaje y, luego, si l tambin tendra un tartn.
Seguramente los Madden eran subsidiarios de algn clan ms poderoso.
Aunque lo ms probable era que fueran irlandeses. Dgame, muchacho, por
qu no est pasndoselo en grande con los dems y no aqu solo? Eh?
Kincaid se meca de puntillas al son de la msica y con el puo marcaba el
retumbo imaginario de una banda de gaitas, en vez del estertoroso braceo del
msico que, sentado al fondo del saln, tocaba Speed bonny boat aporreando un
acorden desportillado.
No, doctor, yo...
As me gusta dijo Kincaid, enfrascado en la msica. Debera estar en
la pista de baile y unirse al enemigo. Hablando de lo cual...
S, doctor?
Kincaid frunci el ceo mientras miraba algo que Madden, debido a su
altura, no poda ver.
Ya basta de doctores mascull. Esta noche me encuentro aqu en
misin oficiosa. Es mi noche libre, por decirlo as. Llmeme seor Kincaid.
A Madden le costaba menos respirar. Cierta rigidez exterior, una collera de
deferencia que lo constrea, impeda que se disolviera en los tics que, por lo
general, le causaba un malestar que en vano haba tratado de convencerse de
que, en compaa de otros, pasara por afabilidad. Aquella collera era lo nico
que evitaba que se lanzara de cabeza bajo el seto ms cercano cuando se vea
obligado a departir con alguien como Kincaid. Miraba como un pez drogado
los gemelos de la camisa del doctor, su pajarita negra desatada alrededor del
cuello. El sudor moteaba su frente.
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Nick Brooks

La buena muerte

Se limpi las sienes, consciente de que el sudor de Kincaid se mezclara con


el suyo: sus pieles respectivas transpiraban, sus pulmones inhalaban y
exhalaban, producan invisibles nubecillas de residuos. Compuestos qumicos,
monxidos, microorganismos. Desechos de la vida. Todo asquerosamente
ntimo. Se invadan mutuamente los cuerpos sin consentimiento, se sometan
inconscientemente el uno al otro a una suerte de violacin qumica y bacteriana.
As era, de hecho, en todo el saln. En todo el edificio. Todo el puetero mundo,
si quera verse as, era una masa inmensa y rebosante de sodoma microscpica.
Madden se sinti algo mareado al pensarlo y bebi un sorbo de whisky. El
alcohol indujo de inmediato el nivel necesario de estupefaccin. Madden se
calm un poco y, al levantar la mirada, vio que una mujer elegante, de unos
treinta y cinco aos (ms joven que Kincaid, en cualquier caso), se acercaba al
doctor. La mujer puso una mano sobre la espalda de Kincaid con aire protector,
como si, mediante una ligera presin, pudiera conducirlo en la direccin
adecuada sin que el buen doctor se diera cuenta de que otra persona guiaba sus
pasos.
Kincaid sonri con indulgencia y la bes en la mejilla, que ella le ofreca con
fingida afectacin.
Mua! dijo, redoblando la afectacin de la mujer con la suya propia.
Aqu ests, faro de mi vida, escollo contra el que se estrella el velero de mi
corazn... Estaba a punto de ir a buscarte.
Por supuesto dijo la mujer, y agarr con sus uas finas, angulosas y
bien cuidadas el vaso que Kincaid an sujetaba. Cmo no. Pero te has
distrado, verdad? Esto es para m, no? Era muy guapa, de piel clara y
cabello oscuro, con un rubor en las mejillas que poda deberse al calor o a la
bebida. Fuera cual fuese su causa, aquel rubor le favoreca, le daba un fulgor
juvenil, una apariencia de vitalidad. Madden pens que tena un fsico muy
escocs. Pero en el buen sentido.
Claro que s, claro que s contest Kincaid al tiempo que le ofreca el
vaso como si le rindiera una espada, con el brazo extendido y la cabeza gacha.
Ella cogi el vaso y bebi; luego arrug el ceo.
Te dije un gin tonic. Esto es ginebra con limonada.
El doctor levant las manos.
No haba tnica, amada ma. Esto es un club de estudiantes y en los
clubes de estudiantes solo se bebe limonada y zumo de naranja. No es as,
seor Gaskell?
Madden buf una respuesta dentro de su vaso y not que se le enrojecan
las orejas.
Lo siento muchsimo, pero en realidad es Madden dijo tras una pausa
. Me llamo Hugh Madden.
Por m no te disculpes, Hugh dijo la mujer. Ya te dars cuenta de que
mi marido es malsimo con los nombres. Dudo que cuando acabe esta noche se
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Nick Brooks

La buena muerte

acuerde del suyo. Rara vez se acuerda del mo. Sonri parcamente a Kincaid y
l le devolvi el cumplido.
Seor Madden, permtame presentarle a mi esposa, Maisie dijo el
doctor. Maisie, ste es el seor Madden. Sonri de nuevo a su mujer con
suficiencia.
Rosemary le dijo ella a Madden, tendindole la mano. No le haga
caso. Se cree que tiene gracia. Me parece que ya tuve el placer de conocer a
nuestro amigo Owen.
Madden tard un momento en darse cuenta de que se refera a Gaskell,
pero de todos modos asinti rpidamente con la cabeza. Kincaid miraba a su
mujer con el ceo fruncido e intentaba encender la pipa con una cerilla, pero no
lograba prenderla con el vaso en la mano. Madden y Rosemary Kincaid
esperaban. El doctor fue frunciendo cada vez ms la frente hasta que por fin se
dio por vencido y dio el vaso a Madden, que lo acept sin rechistar. Su esposa
sigui mirndolo con un semblante en el que haba algo parecido a la lstima.
Un chico brillante, aqu, el seor Madden dijo Kincaid entre nubecillas
azules de humo. Pero tiene que esforzarse ms, eh? Poner un poco ms de
empeo en lo que hace.
Rosemary Kincaid suspir.
Podemos dejar eso ahora, por favor? dijo, y cogi a su marido del
brazo. En la mesa no hacen ms que chismorrear como verduleras sobre los
alumnos y los profesores y sabe Dios qu ms. Juro que sta es la ltima vez
que me traes a uno de estos... actos. Sonri a Madden, que no saba qu hacer.
Se le ocurri que tal vez deba devolverle la sonrisa, pero la mujer de Kincaid ya
no lo miraba. Vamos, ven a rescatarme le deca a Kincaid. Estoy segura
de que Hugh querr hablar con otras personas. Volvi a sonrer a Madden y,
esta vez, l le devolvi la sonrisa puntualmente, consciente de que estaba
enseando demasiado los dientes.
Qu otras personas? pregunt Kincaid. Otras personas! Es
inaudito. No puedo permitirlo. No lo permitir! Llama a la polica! Sacudi
la cabeza y Madden y Rosemary Kincaid se rieron benvolamente.
Ya sabes, esas otras personas de las que siempre ests hablando. Esa cosa
tan breve...
Qu es eso? Usted lo mencion antes, doctor Kincaid se descubri
diciendo Madden, quiz con voz en exceso chillona y repentina. Kincaid y su
mujer lo miraban como si acabara de bajarse la cremallera para ensearles el
pene. Sinti que sus orejas se amorataban y baj la voz. Dijo que esta noche
era para celebrar eso. Me preguntaba qu era. Qu era esa cosa tan breve que
estbamos celebrando, quiero decir.
Fue Rosemary Kincaid quien se inclin y le susurr la respuesta al odo,
rozndole la mejilla.
La juventud, Hugh dijo. Esta noche es una celebracin de la
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La buena muerte

juventud. Y te aconsejo que vayas a buscar una persona joven con la que bailar.
A ser posible, del gnero femenino. Se volvi hacia Kincaid. Nosotros, los
carrozas, haremos lo mismo. Vamos, Lawrence. Vas a bailar conmigo.
Kincaid mene la cabeza, pero su mujer lo llevaba ya hacia la pista de baile,
cuyas vibraciones Madden senta en el esternn.
Por el amor de Dios, Maisie, eso es una guerra de trincheras... No
puedes esperar a que toquen un vals?
Entonces prepara tu bayoneta, mueco, y al ataque...
Se abrieron paso entre el gento, pero no sin que antes Kincaid volviera la
cabeza y guiara un ojo a Madden. Luego, Madden los perdi de vista.
Menuda pareja hacen, eh, tarado?
Gaskell estaba a su lado. Se secaba el sudor de los ojos con la manga.
Ya los conocas?
S, de por ah dijo, y se toc teatralmente la nariz con un dedo, como
haba hecho Kincaid. De aqu y de all aadi. No me apeteca mucho
hablar... con el viejo, por lo menos. Me crispa los nervios. Madden asinti con
la cabeza y vio a Gaskell remeterse la camisa marrn, cuya parte de arriba
oscureca el sudor. Una copa? pregunt, pero le hizo una sea a la mujer
de la barra sin esperar respuesta. Madden se senta impotente all, entre aquella
gente: dara lo mismo que dijera: No, la verdad es que no quiero nada ahora
mismo. De todos modos, no le haran caso. Haba dejado de existir. Se estaba
evaporando en el ter. No era Hugh Madden, hijo de Hugh Madden y Patricia
Madden, de soltera... de soltera, qu? No se acordaba. Ran... Randall...
Ramsay? Empezaba por R, en todo caso. Su madre, naturalmente, tampoco
haba existido antes de su matrimonio y l, como su nico hijo, solo reciba la
chispa de la vida cuando quedaba absorbido por algn otro proceso, por otra
cpula u otro apareamiento. El uno alimentaba y nutra al otro, y el otro
sustentaba al uno y se sacrificaba por l. Tal vez semejante unin diera su fruto,
un vstago natural: un nuevo Hugh. Se estremeci. Todo su cuerpo deba
supurar y rezumar miasmas. Era repulsivo, daba tanto asco que apenas poda
mirar a la gente por miedo a que sus ojos le devolvieran aquel mismo asco como
un reflejo. Y haba all mucha gente. Muchas personas a las que evitar. Eran
como una plaga, una pestilencia, todos ellos provistos de ojos que vean y de
caras que miraban. Madden cerr los ojos y aspir, intentando embotar su
cerebro y despejar aquellos pensamientos sofocantes. Solo poda hacerse una
cosa...
Salud, tarado dijo Gaskell, que lo miraba con curiosidad repentina. Le
pas un vaso lleno de whisky. Ests bien?
Madden cogi la bebida y se la tom de un trago. Su cara se descompuso en
una mueca. El blsamo reconfortante baj a su estmago y ascendi a su cabeza,
y all ocup el lugar de sus pensamientos y los cauteriz. El hermoso dios del
sueo y los sueos: Morfeo.
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La buena muerte

Gaskell puso una mano sobre su hombro y Madden se sobresalt.


No me toques dijo, apartndose.
Gaskell levant las manos.
Vale, vale.
Madden se inclin hacia la barra e hizo una sea a la mujer, pero ella estaba
sirviendo a otro. Agit la mano de nuevo y le dijo que le diera un whisky, pero
ella contest que ya haba bebido bastante, vete la cama, hijito. Gaskell le
tiraba de la manga, le deca: Clmate, clmate. l le pedira una copa, no
pasaba nada. Madden se lo sacudi de encima y empez a gritar a la mujer
mientras se abra paso a codazos y se haca un sitito en la barra del que pudiera
apropiarse y desde el que hacerse valer. Esto, dira, es propiedad de Hugh
Madden. Descanse en paz. Gaskell le tir de la chaqueta y Madden se sinti de
pronto volteado y cogido por las solapas.
Se puede saber qu te pasa?
Tienes que sajarme dijo Madden.
Qu?
Tienes que sajarme repiti.
Por qu tengo que sajarte? pregunt Gaskell, riendo.
Madden solt una risita.
Porque soy un fornculo dijo. Soy un fornculo y necesito que me
sajen bien sajado.
Conque un fornculo, eh? dijo Gaskell. Bueno, en ese caso habr
que buscar un bistur. Se ri de nuevo con un soplido y empez a salirle
sangre por la nariz. Mierda dijo. Llev a Madden a rastras hasta un rincn
del saln y se limpi la nariz con el pauelo manchado de sangre que llevaba
usando toda la noche.
Enseguida te consigo un bistur dijo. Yo s la clase de bistur que te
hace falta. Ahora sintate aqu tranquilo, prtate bien y deja que te sajen, que yo
voy a traerte un poco de alcohol para limpiarte. Y no te muevas.
Gaskell lo sent en un banco de madera muy largo, de los que se usaban en
los gimnasios de los colegios, y Madden se qued all largo rato, mirndose los
pies como si as pudiera conseguir que los dos pares de zapatos que llevaba en
el pie izquierdo se dividieran en cuatro. Alguien se acerc y le toc el hombro.
Madden levant la mirada. Delante de l haba una chica bicfala que le peda
fuego. No tena fuego, le dijo, no fumaba. La chica baj rpidamente la mano y
pareci hallarse al borde de las lgrimas. l confi en que no rompiera a llorar
con sus ocho ojos al mismo tiempo, o todos se ahogaran.
Puedo sentarme? pregunt ella. Madden seal el banco con la mano
y ella se alis la falda de lana roja bajo las piernas y se sent. Madden se volvi
a medias y la mir, de modo que la chica empez poco a poco a removerse,
incmoda, sin saber dnde poner las manos mientras cruzaba y descruzaba las
piernas.
38

Nick Brooks

La buena muerte

Te conozco? pregunt l levantando demasiado la voz.


Ella le lanz una mirada nerviosa, mene la cabeza vigorosamente y se
qued mirando los cuatro pares de manos que jugueteaban sobre su regazo.
Madden, obviamente, se estaba portando como un bestia (aquella era
exactamente la clase de comportamiento que por lo general despreciaba) y eso
bast para infundirle cierta conciencia de s mismo.
Lo siento muchsimo dijo. Estaba seguro que nos habamos visto en
alguna parte, eso es todo.
Ella levant la vista. A Madden le costaba distinguir su expresin.
Ejem, s. Nos vimos antes. Te dije que si queras bailar conmigo. Me
dijiste que te disculpara y luego no volviste.
Ah dijo. Me... me... me esperaban en otro sitio.
Ah dijo ella, y luego se qued callada.
Creo que puedo conseguirte fuego, si quieres... Estaba ansioso por salir
de aquel atolladero, pero ella tena una expresin tan afilada como fro acero.
Vete, si quieres contest. Supongo que es lo que haces siempre.
No dijo, no. Quiero decir que no me voy. Algo en su apariencia
haba revelado sus intenciones. Lo siento repiti. Hizo una pausa y
despus, con gran esfuerzo de voluntad, aadi: Quieres bailar ahora?
Ella asinti, con una especie de torva resignacin, y ambos se levantaron.
Gaskell apareci con las bebidas. Madden distingui la figura de Dizzy, que
tiraba de Carmen Alexander agarrndola de la mueca y se acercaba a Gaskell
con paso decidido.
Gracias, tarado! dijo Gaskell mientras Madden avanzaba por la pista
de baile. Al fin. Chin, chin! Madden alarg el brazo, cogi la bebida y la
apur de un trago. La chica lo lanz hacia delante y l choc con la espalda de
otra pareja. Luchaba con ella por controlar los movimientos (sus maestros del
colegio le haban dado la tabarra con los bailes populares durante aos y aos,
como a todos los presentes en el saln), pero ella se empeaba en llevar la voz
cantante. La dama escoga.
El alcohol confunda los pasos de Madden y la chica se rea tontamente de
sus esfuerzos por mantenerse a la altura de quienes lo rodeaban. Las parejas
chocaban con l y, con cada vuelta sucesiva, Madden senta alzarse una nusea.
Divis a Gaskell y a Dizzy, los perdi de vista un momento y volvi a verlos,
esta vez junto a Hector. Carmen se interpona entre ellos; Dizzy tena una
actitud agresiva y Hector sin duda intentaba hacerle entrar en razn. Carmen
disfrutaba secretamente con todo aquello. Solo Gaskell pareca mantenerse
insondable, imposible de interpretar. Luego Dizzy se vio apartado: Hector, que
quiz fuera ms fuerte de lo que sugera su fsico, lo cogi por los brazos. Dizzy
gritaba y Gaskell asenta con la cabeza y sonrea. Carmen tena una expresin
agria, asqueada, y miraba a Gaskell. Dizzy se abalanz hacia l, pero Hector lo
detuvo otra vez y, levantndolo por la cintura, le hizo darse la vuelta.
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Nick Brooks

La buena muerte

Decididamente, era ms fuerte de lo que pareca.


La orquesta haca una pausa entre pieza y pieza, y Madden pudo recobrar
el aliento. La chica le estaba dando las gracias. l se disculp por ser tan patoso.
Ella asinti con la cabeza, pero no le solt la mano, y l se dio cuenta de que
tena encima del ojo izquierdo un lunar de buen tamao, de color marrn
oscuro. Se concentr en aquel defecto y dej que el latido constante del lunar
enmudeciera su mareo. No sirvi de nada. Estaba a punto de excusarse cuando
la msica empez otra vez y se vio arrastrado y volteado por la chica,
irremediablemente desacompasado, sin hacer intento de oponerse a que fuera
ella quien marcara el paso. Las parejas se apartaban, molestas, y a l no le
importaba. No haba modo de luchar contra ella. La msica ces por fin y l
comenz a aplaudir, como los dems. Algunos levantaban las manos por
encima de la cabeza.
La chica le dio las gracias y esta vez le toc inclinar la cabeza a l, cosa que
hizo entre jadeos.
Nos sentamos? pregunt, sin importarle que ella lo acompaara o no.
Ella, sin embargo, lo sigui hasta los bancos, dcil ahora que la msica haba
acabado. Es una lstima que no podamos intentarlo otra vez dijo Madden
con la voz ms sobria de que fue capaz. Parece que lo han dejado por hoy.
No, qu va dijo ella, y sacuda la cabeza alegremente. Solo han hecho
un descanso. Volvern dentro de media hora. Podemos bailar luego.
Madden sinti que la sonrisa bobalicona, forzada, redundante, caa de su
cara.
Ya dijo. Qu bien. Lo estoy deseando.
Una expresin de dolor cruz como un destello los ojos de la chica. Su
lunar pareca latir para Madden.
No tienes que bailar si no quieres. Si prefieres que te deje en paz, no
tienes ms que decirlo.
No, no es eso, de verdad dijo l. Pero era eso. Quera que se fuera y que
lo dejara volver a su asiento, del que a ser posible no se movera en lo que
quedaba de noche. En su cabeza se agolpaban feos pensamientos; el nico
modo de encararlos era ingerir ms alcohol.
Cmo te llamas, por cierto? le pregunt, pero no oy su nombre
porque entonces apareci Gaskell del brazo de su (qu era, pensndolo bien?)
chica.
Lo estis pasando bien? le pregunt a la pareja de Madden. La ria
con Dizzy haba quedado convenientemente olvidada. Eso me pareca. Esta
dijo, apartndola de Madden es Carmen. Os vais a llevar de maravilla.
Carmen salud con una inclinacin de cabeza y, al sonrer, levant la mano
automticamente para taparse las encas. Madden no pudo or de nuevo el
nombre de la chica. Carol, Caroline? Algo as.
Acabo de rescatar a la pobre Carmen de una relacin desgraciada,
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Nick Brooks

La buena muerte

verdad, cario? Carmen sonri otra vez, pensativa, y mir un momento a


Madden como si lo reconociera vagamente.
Quieres que te haga a ti tambin ese favor? aadi Gaskell, que se
mantena premeditadamente de espaldas a l. Claro que s. No podemos
permitir que cargues con el tarado, no es cierto? Se volvi y sonri a Madden
como si l tuviera que estar de acuerdo en que s, en que la pobrecilla necesitaba
que la salvaran de l, no caba duda.
Eso no es justo comenz a protestar Madden, pero Gaskell chasque la
lengua, agarr de la cintura a Carmen y a Carol o Caroline o como se llamara y
se las llev a un corrillo de gente. Madden se fue detrs, avergonzado y
compungido. Se qued dando vueltas como un tonto alrededor del grupito
como si esperara que Gaskell le arrojara una migaja de conversacin, pero
Gaskell susurraba cosas al odo de las chicas, primero al de Carmen y luego al
de su pareja de baile. Mientras hablaba, fij la mirada en Madden, como
diciendo: Esto es lo que pasa. Ve hacindote a la idea.
Ven aqu, Hugh, nete a nosotros! dijo alzando la voz, y Madden se
acerc y se despreci a s mismo por ello. Bueno, chicas, qu opinis de este
pobre diablo? No es gran cosa, eh, Carmen? No es muy atractivo, verdad?
Madden decidi marcharse y se volvi hacia la puerta.
No, espera! dijo alguien. Espera un momento!
Sinti que lo agarraban de la manga de la chaqueta y tiraban de l hacia
atrs. Se neg a volverse y permaneci con los ojos cerrados, tambalendose un
poco.
No le hagas caso le deca Carmen. Su voz tena un ligero tinte del
condado de Ayr: arenilla en el helado de un dulce por lo dems delicioso. Lo
mismo que sus encas. No lo deca en serio. Solo intentaba provocarte. Le
hizo darse la vuelta, lo cogi por la mandbula y le oblig a mirarla a los ojos.
A veces debera tener cuidado con quien se mete, verdad? Un da se equivocar
de persona. Puede que ya lo haya hecho.
Madden mascull algo para darle la razn, pero not que ella no lo oa, que
su mirada se haba perdido en algn punto ms all de su hombro, fija en
Gaskell, supuso. Aprovech la ocasin para limpiarse los ojos con la manga de
la chaqueta y se ajust las gafas, azorado, cuando ella volvi a mirarlo. Saba
que deba encontrarla guapa, que sus facciones ligeramente asimtricas deban,
en conjunto, trascenderse a s mismas y dese que as fuera, que, con un
esfuerzo de voluntad, pudiera obligarlas a elevarse, a convertirse en algo ms,
distinto de simples rasgos y miembros del cuerpo. Pero no poda.
Ests bien? pregunt ella. Vienes a hablar con nosotros? No hagas
caso a Owen. Solo quiere ser el centro de atencin, nada ms. Ven.
Le dio la mano; la tena fra. La de Madden estaba sudada y pegajosa por el
alcohol que haba vertido, y se avergonz de ello. Le habra resultado
insoportable que Carmen la tocara si no se hubiera convencido a s mismo de
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Nick Brooks

La buena muerte

que aquella mano no le perteneca a l, sino a otra persona. Ella lo llev con los
otros dos. Gaskell estaba entreteniendo a la chica con la que l haba bailado... si
a eso poda llamrselo bailar. Ella ech la cabeza hacia atrs y se ri, y Madden
sinti que Carmen le apretaba un momento la mano con fuerza.
Pero quiz no deberamos provocarle. Puede que seamos nosotros los que
tengamos que tener cuidado dijo, y mir a Madden con los labios tensos.
Volvi a apretarle la mano. A algunas personas es mejor no acercarse
demasiado aadi. Es como mirar el sol: te puedes quedar ciego.
S, se dijo Madden. Entenda cmo poda pasar aquello. Algn da, alguien
se quemara.
Gaskell los miraba acercarse, escuchaba y se rea de lo que deca la chica.
Pero no estaba all en realidad. No estaba all en absoluto.
Perdona, Hugh, no lo deca en serio. Palabra de honor. Solo te estaba
tomando el pelo. Necesitas que te saje otra vez? Es que estaba un poco
cabreado, sabes? He tenido un problemilla con el ex novio mientras t
bailabas. No debera haberla pagado contigo. Ha sido cruel.
S dijo Carmen en tono cortante. Es cierto.
La otra chica miraba inexpresivamente a Madden y a Carmen, y Madden
record que l tampoco haba sido muy amable. Le sonri dcilmente y ella
pareci aceptar su disculpa y respondi a su sonrisa con otra.
Todos amigos otra vez? Bien dijo Gaskell, y atrajo a Carmen hacia s.
Ella dej que le pasara un brazo alrededor de la cintura, y l se inclin y le
susurr algo al odo que hizo que ella se sonrojara. Carmen le dio en broma un
manotazo en el pecho. Pero luego su expresin cambi, se puso muy tiesa y se
apart de Gaskell. l sigui su mirada y luego agach la cabeza, la sacudi y
mascull algo para s mismo.
Dizzy Newlands se encar con l y con Carmen. Tena la cara crispada.
Hector revoloteaba tras l, incapaz de hacer nada.
Solo quera desearte lo mejor dijo Dizzy. Solo quera desearte suerte
con todo.
Pareca haberse armado de valor para aquel momento, pero mientras
hablaba su voz comenz a quebrarse. Levant el vaso hacia ellos y lo apur de
un trago. Hector se tap los ojos con la mano y mir al suelo.
Dizzy, por favor dijo Carmen. Gaskell lo miraba con recelo.
No, si no pasa nada contest l. En serio. Te deseo lo mejor, Carm. En
todo lo que hagas. Siento haberte dado un susto.
Ella desde aquella idea con un encogimiento de hombros. No hay nada
que perdonar dijo. Gaskell se irgui.
Claro, no hay nada que perdonar! exclam con una sonrisa.
Contigo no estaba hablando le espet Dizzy. Y, si sabes lo que te
conviene, cllate la puta boca.
Gaskell retrocedi hacia la pared.
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Nick Brooks

La buena muerte

Ya basta, Dizzy dijo Carmen. Por favor, vete. Ya has dicho lo que
tenas que decir.
Sigui un momento espantoso, una especie de vacilante quietud que
descendi sobre ellos durante una fraccin de segundo. Para Madden, fue el
momento en el que todo, cualquier cataclismo, pareca posible. Desde entonces,
haba vivido unos cuantos como aquel.
Dizzy... dijo Hector, apelando a su amigo. Diz?
Apoy suavemente la mano sobre la chaqueta del otro. Dizzy comenz a
alejarse; luego se volvi y dijo:
Lo siento, Carm. De veras, lo siento. Djame que os invite a una copa.
Carmen neg con la cabeza.
Por favor dijo l. Me gustara ser amigo tuyo. Quiero ser tu amigo.
Djame que os invite a una copa. Por favor.
Est bien respondi Carmen, ms tranquila. De acuerdo. Una copa.
Dizzy suspir.
Estupendo dijo. Voy a por una ronda para todos.
Madden exhal en silencio, aliviado, y se ofreci a ayudar a Dizzy con las
bebidas. Dizzy asinti distradamente y, al alejarse, Madden not con cierto
placer que Gaskell los miraba fijamente.

Se haba gastado todo el dinero. Todo. Haba luces bailoteando por los bordes de sus
globos oculares. Lucirnagas. Haba hablado con Dizzy? S, Dizzy. El bueno de Dizzy,
el bueno de Diz. Haban pegado bien la hebra mientras sonaba el saxofn. O era la
trompeta? Una buena charla sobre no s qu cosa. S. Sobre trabajos que haba que
entregar, o un intercambio de apuntes. Eran apuntes? Eso crea, s. Trabajos de clase.
Podan ayudarse mutuamente, deca Dizzy.
T me rascas la espalda a m y yo te la rasco a ti.
Qu risa dijo Madden. Ayudarse mutuamente. Era ridculo. Pagndole una
copa, lo ayudara, dijo. Estaba sin blanca. Borracho como una cuba y sin blanca.
Whisky, dijo. Dizzy frunci el ceo. Quiz no debera, le dijo. Tena pinta de estar
hecho polvo. No, dijo Madden. Una copa. Un whisky. Entonces hara lo que quisiera.
Cualquier cosa que le pidiera. Le besara el culo desnudo por una copa. No sera
necesario, dijo Dizzy. Claro que s, contest Madden. Completa y absolutamente.
Absoluta y completamente necesario.

Estaban en un montn en el suelo del saln de baile. Desde las paredes, los miraban con
condescendencia unas caras, unas caras y las orlas. Los primeros de promocin.
Lumbreras expuestas en marcos sobredorados. Figuras culpables, estudiantes culpables.
Se rea, se arrastraba sobre rodillas y manos hasta el borde de la pista. Intentaba
levantarse, haba manos que lo ayudaban. Sonaba la msica. Vea a Carmen Alexander.
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La buena muerte

Qu pasaba con sus dientes? Qu hacan sus encas? Alguien lo sent en una
silla, pero ya estaba ocupada. Lo empujaron y cay otra vez al suelo. Se rea. Las luces
eran brillantes y l se apoyaba en un codo. Intentaba levantarse del suelo. Vio a Gaskell
subir un brazo. Luego hubo gritos. Una pelea, alguien que lanzaba un puetazo, gente
que pataleaba. Gaskell. Gaskell, por supuesto. Siempre Gaskell. Se oyeron voces y
alguien lo pisote. Los primeros de promocin, las lumbreras. Todos lo pisoteaban. Se
hizo un ovillo.

Estaba bebiendo agua, mucha agua. Mogolln de agua, le deca a la chica que haba a su
lado. Qu?, deca ella. Qu haba dicho? Haba ledo ella el Beano?, pregunt l. Y
el Dandy5? l era Dan el Desesperado, deca, poda comerse una fuente de pastel de
vaca. Poda comerle a ella su pastel de vaca, dijo. En un cenicero. Luego ella se levant y
se alej y l se qued solo. Las luces del borde de sus globos oculares iban apagndose y
Gaskell lo haba cogido del brazo. Le sangraba otra vez la nariz.
Te sangra otra vez la nariz le dijo.
Se haba peleado con los chicos de la calle Bash? S, le dijo Gaskell, con los chicos
de la calle Bash... Con Dizzy, Tmido y Dormiln, por culpa de Blancanieves, dijo.
Carmen, dijo Gaskell. Sacuda un dedo delante de l. Por culpa de Carmen, le estaba
diciendo. La haba despertado con un beso mgico?, pregunt Madden, riendo. Exacto,
contest Gaskell. Primero le haba dado un beso mgico y luego le haba hecho morder su
manzana envenenada. Haba estado a punto de matarlo, dijo. As es a vida, dijo. As es
la vida. Se limpiaba la nariz con un trozo de papel del vter. Una chica sujetaba a
Madden del otro brazo. La haba visto en alguna parte. Ella le sonrea. Era toda sonrisa,
dijo l. Toda dientes. Ella toda sonrisas y toda dientes y Gaskell todo nariz y sangre.
Iban andando. Adnde iban?, pregunt. Luego se ri tontamente. Donde los llevara su
nimo, le dijo Gaskell. Donde los condujera el viento... Qu bonito, dijo Madden. S,
realmente muy bonito.
Eran cuatro, no tres. Cmo haba ocurrido? De dnde haba salido la otra? Madden
no se acordaba. Gaskell estaba con ella, fumaban los dos cigarrillos blancos, sus dientes
castaeteaban. l mismo notaba el fro, sentado en los escalones de la casa. Le dola la
cabeza. Cmo se llamaba?, le pregunt a la chica que haba a su lado. A la bajita.
Tena nombre? Ya se lo haba dicho, contest ella. Tres veces, se lo haba dicho. Minnie
la Pcara, dijo l. Ahora se acordaba. Beryl la Peligro, dijo ella, y se echaron a rer.
Segua haciendo fro, dijo, y ella lo rode con el brazo. No hagas eso, dijo. Por favor. Se
senta mareado.
5

The Beano y The Dandy, tebeos britnicos, publicados ambos en Escocia. Entre los personajes de
sus tiras cmicas se cuentan Dan el Desesperado, los chicos de la calle Bash, Minnie la Pcara y
Beryl la Peligro. (N. de la T.)

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La buena muerte

Me siento mareado!6 grit Gaskell, pero Carmen no se rea. Me siento


mareado, deca Gaskell, y luego la besaba en la boca.

Madden gru y se frot las orejas. Tena una sed espantosa y su dolor de
cabeza no remita. La chica y l (le daba vergenza preguntarle otra vez cmo se
llamaba, as que haba optado sencillamente por no decir nada) haban ido
caminando hasta la casa de ella, al final de Alexandria Parade. Llevaban ya dos
horas andando. La culpa era suya, por haberse ofrecido. Un caballero de la
cabeza a los pies, no haba duda. Estaban los dos sin blanca, pero aun as se
haban cogido de la mano y caminaban en silencio, Madden concentrado en el
ruido que hacan sus zapatos de suela fina al rozar el pavimento. La chica ya se
haba disculpado por la caminata, pero Madden se haba mordido el labio,
porque l an no haba recorrido ni la mitad del camino: an tendra que
regresar a pie a la parte oeste de la ciudad. Y, adems, no encontraba nada
atractivo en ella: pareca prcticamente muda. Un par de veces le dieron ganas
de partirle la cabeza, a ver si tena algo dentro. Lo nico que recordaba de lo
que le haba dicho era que viva en el hospital, en la residencia de enfermeras,
en una habitacin que comparta con otra chica. De ello haba deducido que era
enfermera. Pareca la explicacin ms probable. Mientras tanto, haba
formulado diversas hiptesis sobre cmo poda conseguir que le dijera su
nombre otra vez sin tener que preguntrselo directamente. Pero, de momento,
no haba dado con ninguna idea prometedora. Tendra que confiar en el azar.
La noche de los jvenes, aquello tena gracia. Por la presin que notaba
detrs de los ojos, pareca ms bien la noche de los muertos vivientes. Y el
cementerio no estaba muy lejos de all, justo detrs del hospital. Quiz pudieran
echarse a pasar la noche en una parcelita o acurrucarse en alguna cripta vacante
con los dems zombis del baile, las piltrafas abigarradas de los danzantes. Pero
seguramente Gaskell ya habra cogido el mejor sitio y estara acostado con
Carmen bajo suelo consagrado.
No poda subir a su habitacin, le dijo la chica cuando llegaron al hospital,
mientras mordisqueaba un mechn de su pelo lacio. Tena la cara hinchada y
enrojecida, y su maquillaje cubra una retahla de granos subterrneos. l le dijo
que no pasaba nada, que no le importaba, y se estuvieron all de pie un rato, con
las manos cogidas torpemente, y ella le dijo que bueno, que no pasaba nada,
que podan subir si no le importaba agacharse al pasar por delante de la oficina
del portero de noche para que no lo viera por la ventanilla. No podan llevar
chicos a las habitaciones. l pregunt por su compaera de cuarto y ella se
encogi de hombros, pero no dijo nada, as que entraron por la puerta principal
y l se agach al pasar por delante del portero, que no puso pegas. Avanzaban
6

En el original, I feel Dizzy!. Dizzy, adems de ser un apelativo carioso, significa


mareado, aturdido. (N. de la T.)

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La buena muerte

en silencio, atravesando los pasillos con paso lo ms sigiloso posible, y l le


apretaba la mano mientras torcan a la izquierda y luego otra vez a la izquierda,
y suban por lgubres escaleras de asfixiante olor a enfermedad y fenol. Haba
tantas escaleras, tantos pasillos, que Madden estaba convencido de que jams
lograra encontrar el camino de vuelta, y se permiti confiar en el sentido de la
orientacin de la chica.
Aqu es dijo ella, y se detuvo en un oscuro tnel a cuyos lados se abran
salas de hospital. Qutate los zapatos. Estn todas durmiendo.
Al final del pasillo se detuvo otra vez y abri la puerta de su habitacin sin
encender la luz.
No veo nada dijo l, y ella le dio un manotazo en el hombro; luego
empez a desabrocharle los pantalones y a sacarle la camisa. Madden se senta
avasallado, pero no opuso resistencia. Se dej empujar a una cama, a oscuras.
Mtete dentro susurr ella, y eso hizo l. Ella se meti en la cama, a su
lado, y empezaron a forcejear, y l notaba la boca de ella sobre la suya y el olor a
alcohol rancio de su aliento. Sus pechos parecan al tacto helados y flcidos, no
como Madden se los haba imaginado. Ella hizo ruidos con la glotis al respirar
cuando l meti la mano bajo su falda y tir de sus medias de nailon mientras el
vago recuerdo de las raciones de carne de su infancia desbarataba su
concentracin. Esperaba que lo invadiera el miedo, pero estaba tranquilo y
sosegado cuando las medias salieron de debajo de la chica y palp su bajo
vientre y su pubis mientras ella acariciaba su bragueta y tiraba de ella como
animando a levantarse a su pene, del que al fin (para moderado alivio de
Madden) se apoder la rigidez. Un momento triunfal, literalmente. La chica
retorca la lengua dentro de su boca y lo coloc suavemente sobre ella.
Despus, Madden recordara que haba intentado metrsela, pero no
encontraba el punto de entrada exacto, y al final, tras varios intentos fallidos,
haba tenido que guiarlo ella. Cuando por fin la penetr, la chica dej escapar
un gemido sofocado, cortado de nuevo por una oclusin glotal, y solo las dos
manos que haba posado sobre sus caderas recordaron a Madden que la faena
no haba acabado an. Esperaba a medias (supona) quedarse all penando
hasta que ella diera a luz, pero sin duda eso habra sido ms rpido.
Raciones de carne dijo sin pensar.
Qu?
Nada. Shh.
Has dicho raciones de carne dijo ella.
No, qu va. No he dicho nada. La penetr hasta el fondo, confiando en
que ella se distrajera, presa de una excitacin irrefrenable. O presa del dolor, al
menos.
Ay. Ten cuidado.
Perdona.
Qu has dicho?
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Ya te lo he dicho. Nada. Cllate.


Has dicho raciones de carne. Crees que soy solo un trozo de carne!
He dicho dulce Kathleen. Estaba pensando en la cancin!
Ella pareci contentarse con eso y Madden volvi a acometerla con
renovado entusiasmo. Era el modo ms rpido de salir de aquel atolladero, el
camino de la mnima resistencia, por as decirlo.
No te corras dentro dijo ella, por favor.
Pero l acometa con fuerza y aquellos segundos ocupaban un espacio que
era el mismo espacio en el que estaba sucediendo principalmente una sensacin
de euforia en el as llamado bloqueo de rama la palidez variaba a menudo hasta
un grado nunca visto bsicamente una enfermedad una situacin estresante un
punto de coagulacin un magnetismo sanguneo que colmaba una palidez por
lo dems flcida en el rgano una irradiacin sobre el brazo izquierdo semejante
sobre todo a la angina de pecho pero nunca poda descartarse por completo una
cosa dado que a) lleva a b) no necesariamente demuestra que b) se siga de a) la
exclusin mutua es enteramente posible incluso probable y al final la
inflamacin grmenes creciendo en el corazn, en qu ventrculo?, en
alguno?, y se deca que podan usarse corazones de cerdo medio-hombre
puerco entero oing oing eso no poda tratarse con antibiticos, no, no era
probable con el corazn de panceta posiblemente incluso un aumento de la
tensin nerviosa los y si se agolpaban ahora bien los y si a) conduce a b)
debe inevitablemente dar como resultado c) aunque el paciente pueda estar
incapacitado desde luego lo estara con el corazn de cerdo y el rabo
caracoleando al final como un sacacorchos la pica del cerdo necesitara sin duda
ciruga el miedo a, no, el pavor a defectos en el septo el crecimiento de las
manitas de cerdo una anormalidad inexistente una aurcula lleva a otra, pero
desde una aurcula no necesariamente se llega a otros mecanismos congnitos
del corazn la pica del cerdo mecnico simplemente una bomba y despus la
asfixia creciente sencillamente la hinchazn jadeante de los tobillos los dedos de
los pies rajados las pezuas hendidas insuficiencias de oxigenacin que
conducan a, que conducan a, que llevaban a la tetraloga de Fallot luego una
cra azul no una cra rosa y ah estaba oxigenacin insuficiente un estado grave
una operacin, s, una operacin o la azulada cianosis y en el otro extremo ese
rabo rizado oing oing esas pezuas este cerdito fue al mercado este cerdito se
qued en casa este cerdito comi asado comeran cualquier cosa, no?, comeran
cualquier cosa nada de prestar atencin al colesterol aunque prefirieran con
mucho las bellotas desde luego ejemplos nulos de canibalismo o incluso nefritis
apopleja fibrosis de los tejidos uremia hipertensin mayormente un desorden
psicosomtico, s, excepto en cerdos asociado a la supresin de emociones al
control excesivo de las emociones al miedo automtico a las emociones al oeste
de Escocia una dolencia escocesa miedo a que todo salga a la luz a que todo
aflore burbujeando a la superficie dicen excepto a los picha-cerdo bestias

extremadamente expresivos es poco probable ser riguroso en extremo el


hombre con la vlvula de puerco que bombea la pica del cerdo por supuesto
esto es solo una especulacin puesto que a) las emociones desbordadas
conducen a b) un descenso en la presin sangunea y sin embargo b) un
descenso en la presin sangunea no necesariamente se sigue de a) unas
emociones desbordadas a menos que se trate de un cerdo muy sensible...
... difcil entender por qu tanto alboroto con los cerdos porque si eran
animales decentes por qu no dejarlos hibernar dentro del trax los rganos
podan revertirse fibras nerviosas simpticas podan aliviar la presin el
espasmo as como las drogas, haba muchas drogas el alcohol la principal entre
ellas aunque haba tambin pongamos por caso compuestos de Rauwolfia y
Veratrum compuestos inicos de metano para clarificar la pica del cerdo y otros
sinsentidos transvacilcodex narcicalcina eritrometalermia por nombrar solo tres
aunque cabe la posibilidad de que el rgano los rechace posiblemente y en tal
caso la dosis recomendada habra de ser alterada reducida incrementada 1)
dependiendo del cerdo y ulteriormente 2) si se estaba usando alguna alternativa
no en el sentido de la llamada nueva era, sino alternativa en el sentido de
problemas emocionales, emocionales en el sentido de tratamientos irritantes
tomados por cortesa por contingencia as como parte de una dieta de control
calrico no una sustancia controlada como en una sustancia controlada per se
sino para tener la sustancia bajo control es decir para no afectar o efectuar
cambios o estmulos antinaturales con las bellotas debera bastar por el amor de
Dios para no devorar o de lo contrario inducir impulsos contradictorios o en el
peor de los casos una subida de inestabilidades desconocidas el corazn que
acta con un aire desinhibido y minucioso?, desempeando una funcin?,
acorde en armona con los dems rganos protenas mitocondrias cada una
operando conforme a su propensin natural sin anestesia de ninguna
extremidad ninguna parte inhibida nada peor, lejos de ello, ciertamente no en el
caso de los cerdos no hay ejemplos documentados de magnetismo animal con
xito Mesmer lo denomin fuerza odlica o estado inducido en cerdos en
absoluto sospechosos si es que respondan a menos que se desarrollara algn
tipo de vnculo emocional surgieron en efecto algunos animales propensos no
cerdos aunque s a) un hombre con cerebro humano y corazn de cerdo y b) un
cerdo con cerebro humano o c) cualquier otra variacin de tiempo para otra
pequea libacin el alcohol siempre ha sido la droga predilecta excepto para
cerdos animales tan dulces inteligentes afectuosos deliciosos aficionados
adems a las manzanas otra cosa en comn no solo los rganos sino tambin los
gustos, los apetitos, apetitos prohibidos, era posible que un cerdo paladeara
con una lengua humana injertada?, un irritante podra actuar como rgano
independiente eran de color rosa, pero de cerdo?, la vida entera de parloteo,
venga hablar, sin dar nunca al husped un momento de paz la pobre criatura
trotando por ah, esa de ah es mi manzana?, entre meneo y meneo la pica del

cerdo por supuesto haba otro rgano que poda intercambiarse la redundante
pica que nunca haba usado con nadie salvo esta vez, cmo se llama la chica?,
Kathleen, por supuesto, era Kathleen, se estaba ahogando, se estaba asfixiando,
la rigidez que palpitaba y ah ah yo te llevar a casa Kathleen...
Pasaron tal vez diez minutos antes de que eyaculara dentro de la chica y se
retirara, le estallaba la cabeza, la futilidad de todo aquello era tan humillante
que no haba palabras para describirla. Por un momento no supo dnde estaba.
Yo te llevar a casa, Kathleen? Estabas pensando en esa cancin?
preguntaba ella. l dijo que s y solo entonces, cuando sus ojos se
acostumbraron a la oscuridad, pudo distinguir el borde de la cama. Pero no
haba ninguna cancin. Se lo haba inventado.
Para su espanto, ella comenz a cantar en voz baja.
Yo te llevar a casa, Kathleen... Qu bonito. Lo decas en serio?
Madden estaba atnito. Decir en serio qu?
Que me llevaras a casa... que cuidaras de m. Si... ya sabes.
El qu?
Me lo has hecho dentro. Te has corrido. Te dije que no y lo has hecho de
todos modos. No pasa nada, ya no me importa. Puede que ahora est
enamorada de ti.
Lo siento dijo Madden.
No te preocupes contest ella. No importa.
Cllate dijo l.
La luz se encendi y Madden gui los ojos. Otra chica los miraba desde la
cama de enfrente. La compaera de cuarto.
Dios Todopoderoso, Kathleen, os queris callar! Maana tengo turno a
las siete! Apoy otra vez la cabeza en la almohada y se la tap con las mantas.
La lmpara de la mesilla de noche revel una celda gris de decoracin
espartana: dos camas con bastidores de hierro, dos mesillas de noche, dos
lmparas. Una cmoda, un ropero. Ningn adorno, a excepcin de una
fotografa en blanco y negro, recortada de una revista, que colgaba de la pared,
encima de la cama de la otra chica. Era una instantnea de la torre Eiffel. Y un
crucifijo de madera.
Madden estaba contento, sin embargo. Se haba acordado del nombre de la
chica y, de paso, ya no era virgen. Y, adems, fue as como conoci a Rose.

No volvi a ver a Kathleen y pas algn tiempo antes de que Rose se le


declarara. Lo de Gaskell fue otro cantar. Tres das despus del baile de la
facultad, su madre llam a la puerta de su cuarto y l se apresur a guardar su
diario bajo la almohada. Cuando le dijo que poda pasar, ella lo encontr
sentado, hojeando casos clnicos en el Medical Jurisprudence and Toxicology de
Glaister. Su madre tena la cara rubicunda y demacrada, las manos y los brazos
ennegrecidos por haber subido el carbn por los tres tramos de escaleras y el
mandil manchado de carbonilla. Se retorca las manos y con ella entr en el
cuarto la atmsfera de finales de otoo. Por un momento pareci no tener
palabras para lo que quera decir. Despus de unos segundos que se hicieron
muy largos, Madden dijo:
Qu pasa, mam? Ella se mir los pies y luego le mir la cara y volvi
a mirarse los pies.
Tienes visita, hijo dijo.
l la mir con pasmo.
Quin? pregunt por fin.
Su madre se apart y sostuvo la puerta abierta para que entrara la visita.
Era Gaskell, con su traje verde. Se qued en la puerta y sonri; luego dio las
gracias a la seora Madden por llevarlo hasta all. La madre de Madden
permiti que una sonrisa escueta, ms bien una mueca de dolor, cruzara su cara
como una centella. Luego se escabull y cerr la puerta tras ella para que
Gaskell y Madden se quedaran solos.
No, no te molestes en levantarte ni nada le dijo Gaskell, estaba por all
y se haba acordado de que Madden le dio sus seas. Madden haba dicho que
le pagara si haba que mandar el traje al tinte, no? Madden asinti con la
cabeza y ech mano del tarro de la mesita de noche donde guardaba el poco
dinero que tena.
No, no dijo Gaskell, y le haca seas de que dejara el tarro en su sitio.
No haca falta, ya estaba arreglado. Poda sentarse? Madden asinti con la

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La buena muerte

cabeza y quit los libros de la nica silla que haba en el cuarto, pero, en vez de
sentarse, Gaskell se acerc a la ventana y mir fuera. El sol empezaba a
desangrarse en el horizonte y se oa jugar a los cros en la calle. Bonita vista,
dijo Gaskell. Hasta se podra ver el ro, si no estuvieran en medio aquellas casas.
Madden se encogi de hombros. Para l no era ms que una vista, dijo. Estaba
acostumbrado a ella, as que le haca tan poco caso como un granjero a una
oveja. Gaskell se ech a rer. Qu cosas deca. Una panormica de una oveja!
Menuda ocurrencia. Qu era lo que decan? Noche bermeja, pastor sin queja?
S, contest Madden, madrugada bermeja... no s qu del pastor. No
lo saba, en realidad. Gaskell se volvi hacia l. Estaba haciendo algo en
particular?, pregunt mientras paseaba la mirada por las paredes de la
habitacin y se fijaba en los dibujos de aficionado que colgaban de ellas, en los
bocetos anatmicos de Leonardo da Vinci que Madden haba copiado
meticulosamente de ilustraciones encontradas en la biblioteca de la universidad,
en el amarillento mapamundi desde la perspectiva de Siam.
Qu interesante dijo Gaskell, y Madden estuvo a punto de decir algo al
respecto (que s, que era interesante ver el mundo desde el otro lado, que los
siameses pensaban que su pas era el ms grande, el ms importante, el ms rico
de todos, s), pero al final se qued callado como si esperara su aprobacin y
temiera tanto su juicio que no se atreva a aventurar una explicacin.
Gaskell se fij en la caja de cristal que haba en el suelo, detrs de la puerta,
colocada sobre un montn de hojas de peridico abiertas. Qu tena ah?,
pregunt. Madden sinti que se sonrojaba. Ratas, dijo. Rattus norvegicus, para
ser preciso. Ratas comunes. Las criaba. Como mascotas?, pregunt Gaskell, y
se arrodill y dio unos golpecitos en la jaula. S, como mascotas, dijo Madden.
Eran muy fciles de mantener, lo malo era que, en cuestin de comida, tenan
gustos caros. Gaskell se ech a rer otra vez. Rea con facilidad, como si no
sintiera el malestar de Gaskell. Aquella era su habitacin y no estaba
acostumbrado a que nadie la escudriara, y menos an un desconocido con
traje de pana verde. Not que Gaskell llevaba tambin una corbata con
estampado de cachemira grana y oro y que tena todava la nariz un poco
hinchada y los ojos algo morados. Llevaba en la mano unos guantes grandes, de
piel, estilo guantelete de armadura, y unas gafas de motorista.
No parece muy divertido dijo.
El qu? pregunt Madden.
Ser una rata. No salen mucho, no?
Madden se encogi de hombros. Luego Gaskell dijo que si le apeteca ir a
dar una vuelta, si no estaba haciendo nada. Madden lo mir, perplejo. Una
vuelta? Adnde? Y en qu? Gaskell se ri otra vez.
Adonde sea dijo, a cualquier parte. Tengo la moto fuera. Vamos!
Cogi a Madden del brazo y lo llev a rastras hacia la puerta. Venga dijo,
ponte esto. Le dio las gafas. El viento pega fuerte, sabes?
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La buena muerte

Madden estaba sin habla. Se sinti llevado a rastras por el pasillo, pasaron
junto a la hosca figura de su madre, salieron al descansillo y bajaron las
escaleras del edificio. Abajo se encontraron con su padre, que volva del trabajo.
Al pasar a su lado, se peg a la pared de azulejos para dejarlos salir.
Dnde vais? pregunt.
Fuera dijo Madden.
Fuera dnde? pregunt l mientras los segua al portal.
Solo fuera! grit Gaskell, y pas la pierna por encima de la motocicleta
Norton de color negro que haba aparcada en la calle. El sidecar reluca como si
fuera nuevo. Monta le dijo a Madden, sealando el sidecar. As que
Madden mont. Bueno dijo Gaskell. Vmonos!
Ms adelante, Madden no supo nunca si llegaron a ser ntimos o no. Eran
amigos? l haba tenido pocos amigos antes, as que le resultaba difcil
comparar. Recordaba una vez, siendo muy pequeo, en que su padre le dio un
diccionario con el nico propsito de que buscara en l la palabra solitario y
no entendi por qu. Era muy pequeo para usar un diccionario, todo aquello
era ridculo.
Significa estar solo le dijo su padre. As es como ests en este mundo.
Tena que entender que no poda contar con nadie. Que tendra que salir
adelante por sus propios medios. Luego le dijo que pensara en aquella palabra,
que comprendiera su significado. Madden se qued mirando las letras, las
palabras, e intent comprender. Solitario. Solo. Cada vez que intentaba volver la
pgina, su padre lo coga por el cogote y lo obligaba a pegar la cara a la pgina,
como si fuera un perro que hubiera defecado en la alfombra. Solitario. Solo.
Recordaba haberse resistido a llorar, aunque estaba al borde del llanto. Se
preguntaba dnde estaba su madre, por qu no iba a rescatarlo. Sentado en el
silln grande, donde solo l poda sentarse, su padre lo miraba mientras
encadenaba un cigarrillo tras otro. Madden ignoraba cunto tiempo tuvo que
pasar all sentado con el diccionario, solo saba que fue una inmensa extensin
de tiempo.
Cuando estaba con Gaskell, a veces tena la sensacin de que el tiempo se
ralentizaba de aquel modo, y tema hablar por miedo a cometer alguna falta
cuyo castigo fuera, de nuevo, el exilio. De hecho, no descubri que su estado
tena un nombre hasta que conoci a Gaskell. Y despus no podra habrsele
hecho ms obvio, como si le hubieran deletreado las palabras una a una sobre
papel. Era un aptrida, un refugiado. Estaba en el exilio.
Aquella primera vez, salieron de la ciudad montados en la moto, llegaron
hasta la depuradora y Madden sinti ganas de no volver nunca, de seguir
adelante un poco ms y luego otro poco. Casi fue un alivio detenerse, sin
embargo: aquella exaltacin nunca duraba mucho tiempo. El mundo impona
sus exigencias y haba que seguirlas. Pasearon y Gaskell habl y l escuchaba.
Bueno, qu quieres ser cuando seas mayor? dijo Gaskell.
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Mdico, qu va a ser?
Mdico. Eso no es una aspiracin, es lo que les decas a tus padres
cuando tenas diez aos. Qu quieres ser de verdad?
Mdico. Cirujano.
Mdico, cirujano. Me parece a m que llevas mucho tiempo dicindote
eso, s, seor.
Bueno, es la verdad. He querido ser cirujano desde que tuve edad
suficiente para entender lo que era.
Gaskell solt un bufido.
Qu me dices! Hostia puta. Qu nio de diez aos quiere ser cirujano?
No me lo creo. Ni un poquito.
Madden estaba irritado. Quin era aquel beatnik, de todos modos, para
llamarlo mentiroso?
Bueno, y qu quieres ser t, si no quieres ser doctor?
Doctor! Lo llevas crudo, Madden. De verdad. No solo quieres ser
mdico, sino que adems quieres ser doctor. Pues yo no.
Y por qu estudias Medicina si no quieres ser mdico?
Muy sencillo. Porque para eso me paga mi querido papato. Si no estudio
Medicina, no hay paga. Mi familia tiene demasiada pasta, segn vuestros
parmetros, como para que me den un prstamo de estudios. As que, si quiero
estudiar, puedo elegir: Medicina, Derecho, Ingeniera, Fsica. El mundo a mis
pies.
Qu quieres hacer, entonces?
Buena pregunta. Gaskell gui los ojos para mirar al sol, que, rojo y
anaranjado, se filtraba en un banco de nubes bajas y horizontales. Estaba
oscureciendo.
Deberamos irnos dijo. Las luces de la moto no son muy de fiar. Es
mejor que volvamos pronto.
Por lo poco que Madden saba de aquel extrao, resultaba raro que dijera
algo tan prudente. Hasta mucho tiempo despus no se dio cuenta de que aquel
comentario estaba mucho ms cerca del verdadero carcter de Gaskell de lo que
l crea. Gaskell, naturalmente, estaba siempre adoptando poses. Incluso
durante sus accesos de depresin, que duraban das enteros, daba la impresin
de percibirse a s mismo como un actor al que, sin Madden como pblico,
aterrorizara la idea de dejar sencillamente de existir. Sin ti, Hugh, no hay nada
que revelar.
Y qu quieres hacer?
Qu? Perdona, viejo, estaba muy lejos. Qu hacer, qu hacer, qu hacer.
Buena pregunta, muy buena pregunta. Primero, creo que deberamos volver a
tu bella ciudad natal (porque t naciste all, no?) pasar de los presbiterianos y
retirarnos a una agradable posada a pasar la tarde Qu me dices?
No tengo mucho dinero.
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La buena muerte

Ah, el dinero. No te preocupes por nada. La Providencia... en fin,


proveer, supongo. Gaskell meti la mano en el bolsillo interior de su
chaqueta de pana y sac un billete de cinco libras. Ves? No tengo ms que
abrir la boca, y listo!
Madden no supo qu decir. Nunca haba visto tanto dinero en manos de un
estudiante, ni de un adulto.
Una buena cena, mujeres de mala reputacin y licor para acompaar!
Qu me dices, tarado?
No me llames as, por favor.
Perdona, viejo. Solo era una broma.

El Raskolnikov7 de Hillhead, apod Gaskell a Aduman cuando Madden le habl


de cmo deambulaba por las calles con la esperanza de eludir a la casera, de
cmo intentaba pedir prestado, mendigar o robar dinero suficiente para el
contador de la luz.
Ya ha empeado los botones de su chaqueta dijo Gaskell. Tendran que
hacer algo por l, enviarle annimamente un paquete a su habitacin. Pan y
salchichas, todo bien envuelto en una bufanda nueva.
Y no olvides unos botones sueltos aadi Madden, y Gaskell se ech a
rer.
Quin ms? pregunt.
Quin ms qu?
Ya sabes... a quin ms espas?
No los espo.
Qu haces, entonces?
No es nada sucio, ni srdido. Eso lo tienes t en la cabeza.
A quin ms?
A Beth Tripp, a Port George, a Saudi Mehmet, y a unos cuantos ms. Beth
Tripp era la mejor. Tena una voz como una bocina de barco, la tpica yanqui.
Mascaba chicle sin parar.
De veras mascaba chicle? Ya no estaba seguro. Pero eran los aos sesenta.
Tena que mascar chicle, si era americana. Quiz aquello se lo hubiera
inventado, pero se vea dicindoselo a Gaskell. Saba ya entonces que lo que
ms le gustaba eran aquellos aderezos. Gaskell lo interrumpa constantemente,
encenda un cigarrillo tras otro, le echaba el humo en aquella lgubre habitacin
suya con novelas de bolsillo tiradas por el suelo y montones de apuntes por
todas partes. Una guitarra desvencijada y sin cuerdas en un rincn, y un
tocadiscos Dansette sobre el aparador mohoso. Los mismos discos siempre
7

Rodion Romanovich Raskolnikov, protagonista de la novela Crimen y castigo, de F. Dostoievski.


(N. de la T.)

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puestos. Tena solo tres, ninguno de ellos un xito del momento: Ella Fitzgerald,
Billie Holiday y alguien llamado Varese. Aquellos discos formaban parte de su
actitud, de su desprecio por todo lo que consideraba meramente una moda.
Ropa amontonada en la cama y en el suelo de tarima para ahuyentar a los
ratones y conservar el calor, todo en vano. Gaskell siempre recostado, nunca
sentado, como si se complaciera en hacer que Madden se sintiera fsicamente
incmodo.
No haba dnde sentarse, salvo la cama, y Gaskell le lanzaba soflamas por
ser tan cuadriculado y querer sentarse en una silla, y ah tenas a los chinos y a
los japos, que ni se molestaban con ellas y eran muy capaces de pasarse las horas
muertas sentados en el suelo, y hasta los das enteros, Madden bien poda
aprender de ellos, ya lo creo que s. Luego rompa a rer y calificaba a Madden
de intelectual y burgus y le deca que llamara a la puerta de al lado y pidiera
prestada una silla al tipo de la habitacin contigua, que no le importara: de
todas formas se haba largado sin pagar el alquiler, ese s que era un to sensato.
Madden frunca el ceo y se senta an ms incmodo hasta que Gaskell se
calmaba y suspiraba, y se iba l mismo a la habitacin de al lado a por la silla.
Solo cuando estaba sentado era capaz de relajarse, por poco que fuera, y su
temperamento mejoraba tras un par de tragos de Grouse.
Bueno, entonces, quin ms? Gaskell se regodeaba, nunca se
contentaba con dejar correr un asunto. Madden se arrepenta ya de lo poco que
le haba contado.
Nadie, solo esos.
Eres un tipo muy raro, tarado, lo sabas? dijo Gaskell, y vaci en una
papelera el platillo de hojalata que le serva de cenicero.
Madden dej pasar aquel comentario, pero la idea lo turb.
Qu haces? pregunt mientras cambiaba de postura, sentado en la
silla del vecino, embutido en un rincn junto al techo inclinado del cuarto, ms
parecido a un armario, que Gaskell habitaba en la calle Wilton.
Gaskell rebuscaba entre la ceniza y las colillas.
Me he quedado sin tabaco dijo.
No tienes dinero? pregunt Madden.
Gaskell resopl.
En este momento estoy como Billy Bunter8.
Cmo?
Esperando un giro postal. El que nunca llega.
La semana pasada tenas dinero. Yo lo vi. Qu has hecho con l?
Gaskell levant la mirada. Tena las uas negras de estrujar las colillas que
haba sacado de la papelera para extraer las hebras de tabaco que an quedaban
8

Personaje literario creado por Frank Richards (seudnimo de Charles Hamilton) Para el
semanario infantil The Magnet, publicado entre 1908 y 1940. (N. de la T.)

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La buena muerte

intactas.
Lo di dijo, y gui un ojo.
Que lo diste? A quin?
Gaskell movi la cabeza de un lado a otro.
La propiedad es un robo, Hugh.
El dinero no es ninguna propiedad. Cmo vas a comprar comida? Y a
pagar la calefaccin?
Ya te lo he dicho, estoy esperando un giro postal.
De quin?
De mi benefactor misterioso, de quin va a ser? Ech un poco de
tabaco en una tira de papel arrancada de una esquina del peridico, lo enroll y
se lo llev a los labios. Al hacerlo, ignoraba que el tabaco se sala por el otro lado
y caa al suelo. Encendi en pitillo liado, inhal y aquella cosa se quem entera,
hasta las puntas de sus dedos, y tuvo que tirarla a la moqueta.
Mierda dijo.
Levant la vista hacia Madden y se pas los dedos sucios por el pelo
crecido. Madden sinti que un turbador impulso paternal lo embargaba y
procur quitrselo de la cabeza.
Gaskell se pona el mismo traje hasta que estaba mugriento, ahorraba
algunos peniques con los cascos de cerveza de jengibre que devolva y coma
solo espordicamente. Era penosamente plido y delgado y se quedaba sentado,
semivestido con unos vaqueros muy viejos, una camiseta y una chaqueta de
lana basta, mientras el traje daba vueltas y ms vueltas en la lavandera. Habra
sido insoportable para Madden vivir como viva su amigo, pero,
inexplicablemente, Gaskell pareca ajeno a las miradas que reciba cuando
Madden lo obligaba a llevar su nico traje a lavar. Madden se quedaba sentado
y deseaba que los dems clientes que esperaban mantuvieran fija la mirada en
sus lavadoras, por miedo a que lo asociaran con el mendigo de la chaqueta de
lana. Con frecuencia, era l quien le daba el dinero y Gaskell se quedaba
sentado, taciturno y resentido, mientras sus ropas se lavaban. Madden no lo
entenda en absoluto. Los giros de dinero parecan ir y venir, y Gaskell haba
disuadido a Madden de preguntarle por su familia. Solo deca que formaban
parte del sistema y que no quera tratos con ellos. Madden solo pudo
sonsacarle que haba crecido en el sur, cerca de Gales, y que se haba ido al norte
para fastidiarlos.
Entonces, no hubo otros, despus de ese tal Aduman dijo. Ests
seguro? Seguro que no me estabas siguiendo antes del baile?
Por el amor de Dios, fuiste t quien me sigui.
Es cierto. Gaskell asinti con la cabeza y ech mano de la botella de
Grouse. Se sirvi un par de dedos y pas la botella a Madden. Debiste
echarme mal de ojo. Y a la encantadora Kathleen tambin. Qu pas con ella?
Nada. No pas nada con ninguno de ellos. Se abstuvo de mencionar a
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Rose. Qu pas con tus padres? Qu est pasando con Carmen Alexander?
Aquello lo hara callar. Pero quiz eso fuera ser demasiado optimista.
ltimamente, desde luego, eso pareca.

Un encuentro casual tras un acto constituyente fortuito, podra haberse


descrito as? Hola, s, es un placer conocerte, oinc oinc. Ah, Rose, dices? Vaya,
encantado, claro. Sencillamente encantado. Igualmente.
Kathleen haba salido de la habitacin para ir al bao a ocuparse de cosas
ntimas de mujeres. Madden supuso que se refera a un lavado vaginal.
Entretanto, su compaera de cuarto ech la llave. No soportaba sus lloriqueos,
le dijo a Madden. Los dos oan a Kathleen araar la puerta, pidiendo entrar,
haca fro all fuera y las formas del pasillo la asustaban. La chica de la otra
cama haba vuelto a encender la lmpara de la mesita de noche y Madden y ella
mantenan la mirada estudiadamente apartada el uno del otro y fija en las
protuberancias y bultos, misteriosos y atractivos, del papel de la pared.
Al cabo de un rato, Kathleen dej de suplicar y Madden se pregunt
vagamente si seguira viva all fuera y por qu a la chica de la otra cama de
hierro le caa tan mal.
Rose. Ya entonces le gust el nombre. Pero no estaba tan seguro de que le
gustara la curiosa personalidad a la que perteneca. Haba algo, sin embargo.
Bueno, iba a cuidar de Kathleen?, pregunt ella, y se incorpor sobre un
codo para mirarlo. Iba a ocuparse de ella?
l, naturalmente, se senta penosamente avergonzado. Nunca haba
imaginado que fuera a tener pblico en su primera actuacin profesional. Hasta
esa noche, se haba especializado en solos, y ello raramente. Haba sido una
experiencia extraa, los ltimos momentos no tan dulces como lo haban
inducido a creer y los penltimos nada sabrosos. Ignoraba qu habra obtenido
Kathleen de l. Una salpicadura de fluidos, una cucharadita, poco ms o menos,
de su tinta infecciosa. Un milln de espermatozoos contaminantes. Estaba
contento, a pesar de la crueldad del hecho en s, de que Rose le hubiera cerrado
la puerta. Era desagradable tener que or los gruidos de acoplamientos ajenos.
Desagradable y envilecedor.
No poda soportarla, dijo ella. Y Madden debera tener cuidado con ella; ese
ao ya se haba convencido tres veces de que estaba embarazada.
Madden. Se llamaba as, no? Curioso nombre, Madden. Pero tendra un
nombre de pila, no?
Hugh dijo l. Pero todo el mundo me llama Madden.
No estuvieron toda la noche hablando. Las horas no pasaron volando
mientras se contaban la historia de sus vidas. Nada de eso. Rose pareca menos
an una amante en potencia que Kathleen. No era, desde luego, su alma
gemela. Aun as, se sintieron atrados: quiz por complicidad, quiz por un
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La buena muerte

mutuo sentimiento de seguridad en su exclusin paralela. Eso era, en realidad.


Eran compaeros de exilio.
Madden, aunque tratara de negarlo, haba visto en Gaskell algo semejante a
una puerta abierta, un camino de retorno, pero su atraccin por Rose era de
ndole completamente distinta. Un modo de mirar a travs de la ventana a la
gente que se calentaba junto al hogar, sin sentir, al mismo tiempo, el fro de
fuera. Ella se senta cmoda en su exclusin: se haba exiliado, pero poda volver
en cualquier momento. Hasta su forma de cerrar la puerta a su compaera de
cuarto pareca proclamar su independencia. Madden lamentaba no poder ser
tan original como ella, no poder ver ms all de los Dizzy y las Carmen y todos
los dems que poblaban el mundo. Deseaba para s mismo el desapego de Rose.
Era siempre ms fcil estar solo, siempre ms fcil confiar en el comportamiento
aprendido, sobre todo si ese comportamiento no haba sido nunca una eleccin.
Solitario. Su padre le haba enseado el significado de aquella palabra
mientras Madden yaca despierto bajo las mantas y escuchaba los ruidos
animales procedentes de la habitacin de al lado (en la mano, un trozo de carne
fra en conserva robado del plato). Se coma lentamente la carne y una sensacin
sumamente extraa iba formndose dentro de l. Los ruidos eran infrecuentes y
guturales. Oorj. Arrj. Oing...
Mascaba la carne despacio, saboreaba cada pedacito, lo aplastaba hasta
formar una pasta con su incesante masticar. Cuando se le acababa, se limpiaba
la mano en el colchn y escuchaba los ruidos, y se preguntaba por su
significado. Su padre pareca estar sufriendo. Si su madre tambin sufra,
callada, transmutada en el ruido de los muelles que se mecan.
Cric, cric, cric.
Maldita sea! gritaba su padre en el cuarto de al lado. Los putos
ratones!
A aquella exclamacin segua inevitablemente el estruendo de sus pesadas
botas de puntera de acero, lanzadas contra el roedor indiscreto desde el otro
lado de la habitacin.
Por la maana, posiblemente una hora despus, como mucho, y mientras
todava estaba oscuro, una chica de generosas proporciones, que deba de tener
ms o menos su edad, despert a Madden. Le clav un dedo que luego se
apret contra los labios, le dijo que se echara a un lado y se desliz bajo las
mantas, a su lado.
As est mejor dijo. Ms a gusto y calentito.
Tengo que levantarme para mi turno dentro de un minuto o dos aadi,
con la cara tan pegada a la suya que su cercana resultaba inquietante.
Quieres probar otra vez conmigo?
Probar qu?
Ya sabes, lo que hacas antes. Con Kathleen.
No, la verdad dijo l. Lo siento.
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La buena muerte

Tengo algo de malo? pregunt ella, y lo pinch de nuevo con el dedo


. Tengo las piernas ms bonitas que ella. Nadie lo dice, pero yo lo s.
Madden se ri y ella se incorpor sobre el codo y le sonri.
Quieres saber cmo lo s? pregunt.
Madden observ con desinters los bultos del techo.
No especialmente dijo, y se pregunt dnde habran ido a parar sus
gafas.
Eres marica?
l se olvid de las gafas.
No contest. Soy mdico.
Rose solt un gruido y se recost en la almohada.
Kathleen se ha buscado un doctor. Qu maravilla. Trabaja en un hospital
y va y se busca un estudiante de Medicina flacucho y tonto. La vida est llena
de sorpresas. Bueno, doctor Madden, encantada de conocerte. No quieres saber
por qu s que mis piernas son bonitas?
Sac una pierna desnuda de debajo de la manta, la levant y puso en punta
los dedos de un pie que tiraba a delicado. Madden fingi desinters y busc
bajo la manta sus gafas perdidas.
Tengo las pierrrnas muy bonitas, Hugh. Porr qu no las mirras?
Imitaba el acento de la Dietrich o la Garbo, mova la pierna en el aire y le
haca mohines.
S dijo l, tienes las piernas bonitas. Lo he pillado. Supongo que es
as como sabes que las tienes bonitas.
Rose le lanz una mirada repentinamente violenta y de pronto hizo rodar la
mole de su isla y se ech sobre l. Madden sinti que el aire abandonaba sus
pulmones aplastados. Ella lo miraba con rabia.
Ests diciendo que soy una chica barata o algo as? Intentas decirme
que soy una especie de fulana?
Madden balbuci una negativa. El aire escapaba de l en cogulos, con un
gorgoteo.
Rose se apart. En sus ojos apareci una mirada que era como cuando
volva a encenderse una luz. Se ri.
Madden contuvo otra vez la respiracin y se sent derecho para que el aire
entrara un poco mejor.
Bueno dijo Rose mientras una sonrisa bailoteaba en sus labios,
quieres saber cmo s que mis piernas son bonitas? Se acarici la pierna en
cuestin con la palma de la mano ahuecada, hasta la pantorrilla.
Madden asinti.
Dmelo, por favor dijo.
Porque me lo dijo el Seor. Madden la mir y ella sonri como si le
estuviera contando que el maestro de la escuela le haba hecho un cumplido.
El Buen Dios se me apareci una noche y me dijo: Rose, tienes unas piernas de
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La buena muerte

infarto, no hay duda!.


Madden no supo qu responder.
Quieres saber qu ms me dijo? pregunt ella.
l asinti lentamente con la cabeza.
Me dijo que las usara bien.
Que las usaras bien?
Aj. Que las usara bien. Aunque no dijo para qu.
Ech la cabeza hacia atrs y ri a carcajadas.
Vamos, venga dijo. Arriba. Tengo que irme y no puedo quedarte aqu
todo el da. Vstete. Te ensear por dnde se sale.
As que l se visti y recorrieron juntos los largos pasillos ms all de las
salas del hospital, donde las luces vacilaban errticamente y figuras amorfas
comenzaban a reunirse con un arrastrar de pies. Algunas zonas estaban
iluminadas; otras, a oscuras. Madden segua a Rose por escaleras interminables,
procuraba parecer tranquilo cuando pasaban junto a camilleros y enfermeras en
aparente estado de trance, marchitadas prematuramente por el sueo, con las
caras an no del todo elsticas para el da que las aguardaba. Fue una suerte
que Rose le enseara el camino. No le caba duda de que, de no ser por ella, an
estara deambulando por aquellos pasillos. Confiaba en que no se encontraran
con Kathleen por el camino, pero a Rose aquello pareca traerla sin cuidado.
Naturalmente, su despreocupacin, al igual que la de la Gaskell, formaba parte
de la actitud que adoptaba ante el mundo. Desdeaba las dificultades. Si se
hubieran encontrado a Kathleen, se hubiera zafado de la vergenza y hubiera
seguido comportndose igual que antes (su Buen Dios al lado para protegerla).
Madden no supo entonces si hablaba del todo en serio sobre su fe o si aquello
formaba parte de una broma que pona en prctica a expensas del mundo,
incluido l. Y, en caso de que fuera eso, con el tiempo se haba vuelto bastante
real.
Tengo que volver ya dijo ella cuando estuvieron en la entrada principal.
Madden se qued tontamente al borde de la calle por la que estaba a punto de
echar a andar otra vez; luego se volvi hacia ella.
Podras prestarme un poco de dinero? pregunt. Lo justo para el
billete de autobs aadi al ver que su mirada refulga. Te lo devolver, te
lo prometo.
Ella cruz los brazos y despus asinti con la cabeza.
Claro, doctor dijo. Cunto necesitas?
Madden se encogi de hombros ambiguamente.
No s. Lo que puedas darme est bien.
Rose dio unos golpecitos con el pie en el suelo y rebusc en el bolsillo de su
falda. Madden record ms adelante que, con su uniforme de enfermera, tena
un aspecto, en fin, muy de matrona. Supona que le haba parecido atractiva, de
un modo un tanto perverso.
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La buena muerte

Ella le dio un puado de monedas.


Tendrs que apaarte con esto, Madden dijo. Si no es suficiente,
puedes ir andando.
l le dio las gracias con su voz ms educada y se volvi hacia la calle.
Espera un momento!
Madden mir hacia atrs.
Qu?
Si quieres devolverme el dinero, puedes invitarme a salir. A ir al cine. O
al zoo. S, al zoo. Me gustan los animales en el zoo.
Est bien dijo l. Un modo extrao de hablar, aquel. Me gustan los
animales en el zoo. Qu animales te gustan ms?
Rose volvi a dar unos golpecitos con el pie mientras pensaba.
Me gustan las jirafas. Para m son los mejores animales. S.
Por qu las jirafas? pregunt l, porque pareca lo correcto.
Porque son los que tienen las piernas ms bonitas, Madden! Le sonri.
l, el u; ella, la leona. Siempre era as, se dijo Madden.

Gaskell siempre estaba hecho un amasijo de bultos y moratones. Madden no


entenda cmo se las arreglaba para hacerse aquellas heridas con tanta
frecuencia. Era una obra de arte en construccin, un lienzo que se transmutaba
de da en da y de semana en semana, y sin embargo Madden nunca se senta
cmodo al preguntarle cmo se haba hecho aquellas heridas, porque ello
supona enfrentarse a su mala conciencia. Gaskell nunca mencionaba el
incidente de la puerta, pero Madden se senta profundamente culpable por
aquel descuido. De tarde en tarde, cuando Gaskell le abra la puerta de su
cuarto, tena que sofocar un gemido de sorpresa al ver el estado de su cara, que
era siempre irresistiblemente flaca y que, pese a todo, tena pegada. O
debera decir ms bien que era una cara golpeada?
Gaskell se limitaba a refunfuar algo, aseguraba que siempre haba sido de
una torpeza espectacular y zanjaba el asunto con una carcajada. A Madden le
dio por pensar que no era un accidente que su torpeza se hubiera agravado
dramticamente desde su lo con Carmen.
Menuda chavala, eh, tarado? Un buen partido, podra decirse.
Ojal no me llamaras eso dijo Madden. La lluvia les haba dado un
breve respiro y Gaskell se haba empeado en llevarlo a rastras por las riberas
del Kelvin. Mientras tanto, inventaba rimas infantiles que probaba con l. A
Madden le costaba decidir qu le irritaba ms, si el paseo o el regodeo
premeditado de Madden. Nunca le haban gustado mucho ni el aire fresco ni las
rimas.
Es muy simptica dijo sin conviccin.
No te parece atractiva? Pero, hombre, t de qu ests hecho? Gaskell
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arroj su cigarrillo al ro, cuyas aguas, de un color marrn cieno, estaban mucho
ms crecidas que un par de semanas antes.
Madden se encogi de hombros.
No me fijo mucho en el fsico dijo.
Estoy de acuerdo. El fsico no lo es todo, verdad? Solo la parte que se
muestra. Pero de todas formas est muy buena. Eso tendrs que admitirlo.
Es muy guapa, s. Madden llevaba el cuello subido: haca mucho fro.
El cielo estaba nublado y pareca empezar medio metro por encima de sus
cabezas. Quiz se estuviera hundiendo.
Gaskell le dio un puetazo juguetn en el brazo.
Y qu hay de tu chica, eh? La verdad es que no me pareci que fueras su
tipo.
No s a qu te refieres dijo Madden, azorado.
Kathleen. Te fuiste a casa con ella, no? Os vi... Maldita sea, cmo decs
aqu? Daros el lote! Eso es. Te vi darte el lote con ella. Qu expresin tan
estupenda, eh, Hugh? Madden se senta desdichado.
Una expresin maravillosa. Deberas quedrtela.
S, s, me la quedo! Escribir, un poema con darse el lote. Gaskell le
sonrea con un labio agrietado. Los grandes nudillos de los dedos ndice y
corazn de su mano derecha estaban desollados. Madden no se molest en
preguntar por qu.
De todas formas dijo, no es mi chica. No tengo intencin de volver a
verla.
Gaskell se qued callado un momento.
Me parece muy raro que digas eso, tarado. Una chica tan simptica y no
vas a volver a verla. No saba que te dieras tantos aires con las damas. Se
recost en la barandilla y comenz a liar otro cigarrillo. Mientras, miraba a
Madden como si intentara formarse una opinin sobre algo.
No es que me d aires contest Madden, exasperado. Es que estoy
saliendo con otra, para que lo sepas.
Gaskell se anim enseguida y se puso el cigarrillo entre los labios.
Vaya, vaya dijo. Otra chica... Eres una caja de sorpresas, Hugh. Y
quin es esa chica misteriosa? Porque supongo que te refieres a una chica.
A qu me voy a referir, si no? pregunt Madden con aspereza.
Apret el paso otra vez y Gaskell se qued atrs mientras encenda su
pitillo.
Qu s yo. A un cientfico cristiano. A un cocinero turco. Cmo voy a
saber qu cosas te ponen cuando no estoy contigo hacindote de carabina?
dijo Gaskell cuando lo alcanz. Pas un brazo por sus hombros y lo apret. Ola
a tabaco y a alcohol rancio. Ese da no llevaba el traje: se haba puesto otra vez
los vaqueros y la chaqueta de lana. Madden dedujo de su indumentaria que ese
da no pensaba ver a Carmen Alexander: los vaqueros pareca reservarlos para
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l. En cambio, llevaba a limpiar el traje para ocasiones ms importantes.


A m no me pone nada contest Madden, ms o menos sinceramente.
Bueno, quin es? Venga, sultalo ya!
Madden suspir.
Otra chica que conoc, nada ms. En el hospital. Se supone que este fin de
semana tengo que llevarla a alguna parte. Llevo una semana o as dndole
largas. Estoy sin blanca, como siempre. No soy muy romntico, como
probablemente habrs notado.
Gaskell dio unas palmadas y se ech a rer, y su afectacin hizo que
Madden sintiera vergenza ajena. Gaskell le dio el brazo y suspir.
Ah, el amor! dijo. Primero, la encantadora Kathleen (que a m me
gustaba, aunque t prefieras ir de flor en flor) y, ahora, esta chica infinitamente
superior. La vida est llena de sorpresas. Cmo se llama? Porque tendr
nombre, no? Dio una calada al cigarrillo y, antes de que pudiera inhalarlo, la
brisa sac de un lametazo el humo de su boca.
Claro que tiene nombre.
Y cmo se llama? O es un secreto?
No es un secreto.
Pues dmelo!
Madden apart el brazo y se subi las gafas por el puente de la nariz.
A ti no te gustara dijo.
Gaskell tir el cigarrillo y lo aplast con el pie.
Y por qu no iba a gustarme? pregunt con una mano abierta sobre el
pecho, fingindose dolido.
Porque no est buena. No es como Carmen.
Gaskell solt un bufido.
As que Carmen est buena, eh? dijo, como si las palabras de Madden
confirmaran lo que hasta entonces solo haba sido para l una sospecha. A
Madden le pareci extrao que su amigo (y no estaba del todo seguro de que lo
fuera) necesitara su refrendo para convencerse a s mismo. Una pequea oleada
de euforia lo embarg y se disip instantneamente.
S dijo Gaskell, pensativo, est buena, no?
Caminaron en silencio un rato. Luego Gaskell se detuvo.
Entonces, cundo voy a conocer a tu chica? pregunt como si sus
cavilaciones se hubieran esfumado de repente.
Se llama Rose dijo Madden. Y no creo que sea posible.
El qu?
Que la conozcas dijo.
Rose. Un buen nombre. Me gusta. Una rosa con otro nombre...
No, con otro nombre, no, Rose a secas.
Y no quieres que la conozca. Eres muy amable, tengo que decrtelo.
Despus de todo lo que he hecho por ti. Gaskell se ri otra vez. Soy tu
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confidente, Hugh! Soy tu conciencia! Todo el mundo necesita una conciencia. Y


a m me gusta hacer favores. Hizo una reverencia estrafalaria.
Madden apart la mirada.
Estoy seguro de que me caer muy bien aadi Gaskell. Y yo a ella.
Seremos amigos del alma.
Lo dudo. Por eso no s si quiero que la conozcas.
Qu pasa? Te da miedo que te la robe, eh? Pues descuida. Yo tengo
bastante con la encantadora Carmen. Y con Newlands. No doy para ms.
Madden not que hablaba en serio.
Gaskell se pas una mano por el pelo grasiento.
Y dnde la vas a llevar cuando salgis? Haba una nota de curiosidad
sincera en su voz.
Puede que al zoo. Le gustan los animales. Al cine, no dijo Madden.
No entiendo cmo puede llegar a conocerse la gente si se pasan el rato mirando
una pantalla y a oscuras.
Bueno, creo que descubrirs que hay ciertos modos de conocerse, tarado.
Los cines pueden ser lugares muy ntimos, si te decides a comprobarlo. Le
gui un ojo con desenfado y mir el agua parda del ro, que giraba en
remolinos no muy lejos de donde estaban. Un rbol arrancado de cuajo pas
flotando junto a ellos.
Ahora voy a tener que amarte y abandonarte dijo Gaskell.
Por qu? pregunt Madden, claramente desilusionado. No puedo
ir contigo?
Gaskell movi la cabeza de un lado a otro y chasque la lengua.
Me temo que no, viejo. Donde voy, no puedes seguirme. Un asunto
privado y todo eso. No te importa, no?
Madden se encogi de hombros.
Supongo que no dijo.
Bien, bien dijo Gaskell, y se frot las manos y se las sopl. Pero nos
vemos pronto, eh? As podrs contarme a quin has estado espiando esta
semana.
Yo no espo a nadie replic Madden, molesto. Solamente... observo.
Claro, claro. Investigacin conductista. Antropologa. Ciencia. Ya te
entiendo. Gaskell le sonri ampliamente.
Bueno, puede que s. Y qu?
Nada, nada. Todo el mundo debera tener sus distracciones.
Y cul es la tuya? pregunt Madden. La poesa y la puerilidad, que
yo sepa.
Gaskell se lanz de pronto hacia l (la sonrisa borrada) y peg a la suya su
cara.
Lo que yo haga a ti no te importa una puta mierda, vale?
Madden se acobard de inmediato. Sus prpados temblaron como si
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temiera un golpe. Sera Gaskell capaz de pegarle? No poda creerlo.


Gaskell hizo como que le sacuda el polvo de las solapas y lo enderez.
Haba dejado clara su postura y, nada ms hacerlo, su humor se haba alterado
de nuevo.
Ahora bien dijo, en cuanto a las primeras citas, yo, personalmente, te
recomiendo que vayis a algn bar. Si lo que buscas es intimidad, el alcohol
allanar el camino. Y, si no, os emborracharis, que tambin est muy bien.
Sonri y se fue por el camino por el que haban llegado hasta all. Madden
estaba un poco tembloroso. An tena el pulso disparado.
Hasta la vista, entonces dijo, intentando ponerse sarcstico. Pero no le
sali bien, y el tono de su voz son frgil y pattico. Vio alejarse a Gaskell, dio
media vuelta y se puso a mirar el agua turbia.
Ms abajo, contra las rocas, vio las ramas negras del rbol que haba pasado
a su lado un rato antes. Sus brazos sin hojas clamaban, desolados, contra el agua
revuelta.

Una primera cita en el zoo. La lluvia le goteaba por el flequillo que intentaba no
cortarse y se le meta en los ojos. Rose, a su lado, masticaba una manzana
caramelizada como una nia de seis aos. El sol brillaba intermitentemente
entre nubes de un negro pasmoso y luego volva a desaparecer. Sin duda
debera haber seguido el consejo de Gaskell: alcohol, refugio y buena
conversacin. Pero Rose pareca disfrutar de aquello y miraba con placer
bobalicn a los reptiles en sus tanques oscurecidos por las algas, con la nica
compaa de otros reptiles y de bombillas demasiado brillantes. De veras se
comi una manzana caramelizada? Tal vez no. Probablemente era solo un truco
de su memoria. Era mucho ms plausible que se comiera un pltano. Seguro
que en los zoolgicos tenan pltanos. Aquel sitio lo deprima. Pareca ir
disolvindose lentamente en la cinaga sobre la que haba sido construido el
zoolgico. Pasaron junto a los elefantes, que los miraban con aparente desdn,
sus flancos oscurecidos por la lluvia y el barro. No haba jirafas. Ni orangutanes.
Ni leones. Haba un oso que se negaba a salir de su cueva prefabricada: vean su
costado marrn junto a la entrada. No poda ser muy peligroso: haba un
guardia que se paseaba por all, limpiando con una manguera los excrementos
del oso. Rose hizo muecas al guardia, como si el que estuviera en exhibicin
fuera l. Ahora era un mono, con la boca redonda como una O, y luego un
gran gato con las garras extendidas. Era todo hilarante. Madden caminaba con
aire abatido, la cabeza gacha contra el suelo, y senta con lucidez insoportable el
agujero de su zapato derecho, que dejaba entrar el agua a pesar de que haba
metido dentro una plantilla fabricada con un trozo de hule.
Y as reflexion con el paso de los aos continu su relacin, sin que l
supiera nunca muy bien por qu. El zoo, el circo, el cine. El carnaval, Ro de
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La buena muerte

Janeiro. La luna, las estrellas. Las preguntas incesantes de Rose, las respuestas
infinitas de Madden. l nunca aprovechaba su turno, deca ella, nunca le
preguntaba nada. Tan poco le interesaba?
No deca l. Pero ella solo se rea. El primer beso se lo dieron en la
parada del autobs, como muchas otras parejas en aquella poca. Madden no
saba por qu segua adelante con aquel asunto, y a Rose no pareca importarle.
Era inmune a l. Pasaba largas horas en su cuarto, examinando su cuerpo: sus
piernas y tobillos. Se miraba la lengua en el espejo y deca ah. l debera
haberse dado cuenta ya entonces de que estaba trastornada. Qu andaba
buscando?, quera preguntarle, pero nunca lo haca. No le habra sorprendido
encontrrsela revolviendo entre sus propios excrementos.

Gaskell comenz a evitarla despus de dos o tres encuentros pomposos y


envarados, en los que l sac a relucir su encanto y ella permaneci inmune,
distante, visiblemente indiferente. Ella tena la lengua demasiado afilada. Eso le
dijo Madden a Rose. Tienes la lengua demasiado afilada. Pero ella se qued
mirando algo ms all del horizonte y dijo que la lengua se la haba dado Dios.
Y sin duda, de paso, l tambin le haba dicho que la usara bien.
Ella le dijo Rose. El Todopoderoso es una mujer.
Madden guard silencio.
Una vez quiso meterse a monja, le dijo Rose mientras estaban sentados en el
club de alumnos, esperando a que ocurriera algo, cualquier cosa. Haba querido
unirse a alguna orden, donde fuera, le dijo, y consagrar su vida entera al Seor.
S, ella tena fe. Qu haba de raro en eso?
l se encogi de hombros. Nada, supona, y dej que siguiera hablando
mientras l observaba a Gaskell y a Carmen Alexander, enzarzados en una de
tantas discusiones. Por lo visto, ella se haba tomado unos das de descanso en
sus estudios para ir a visitar a un pariente en Inglaterra. A la vuelta pareca
cambiada, como si hubiera llegado a alguna conclusin dolorosa. Tal vez que
cualquier vnculo con Gaskell la haca vulnerable, dbil. Carne de can.
La estaba escuchando?, pregunt Rose. Estaba prestando atencin a lo
que deca?
Madden asinti con la cabeza, como siempre, y bebi su t. El bar del club
estaba medio vaco. Le molestaba que Gaskell siempre se sentara a solas con
Carmen, que nunca le dejara unirse a ellos. Se daba por sobreentendido que
estaban separados en sus respectivas unidades romnticas, pero Madden tena
la impresin de que nunca prestaba del todo atencin a nadie, fuera de Carmen
y Gaskell. Un Gaskell ausente era para l un acertijo ms interesante que una
Rose presente. Con Gaskell haba misterios, incgnitas. La atencin de Gaskell,
cuando se centraba en uno, era, como deca Carmen, demasiado cegadora, pero
Madden todava la necesitaba, a pesar de que desde haca algn tiempo su
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La buena muerte

intensidad se hubiera reducido a la mitad y estuviera apagndose. Era


vagamente consciente de que su amigo (eso eran?) estaba perdiendo inters en
l, y ello pareca acercarlo a Rose, entre cuyos pliegues maternales buscaba un
blsamo. Rose no era bonita ni echndole mucha imaginacin, pero tampoco era
fea, y su relacin haba florecido poco a poco, desde un afecto desganado a
arrebatos ocasionales de besos con lengua que asqueaban a Madden. Ella
pareca aficionada a explorar el interior de su boca como si su lengua fuera un
alfiler con el que sacar el ltimo caracol de su concha. Madden tema que le
pelara la cara y el crneo como si fuera la piel de un pltano carnoso y sorbiera
luego su pulpa desnuda, tan excesivos se volvan a veces sus arrebatos
canbales. Aquellos ataques duraban diez, veinte minutos seguidos y se daban
en los sitios ms pblicos. En la parada del autobs de Rose, frente al piso de
los padres de Madden; en la puerta de la universidad o en la entrada del
hospital; en la cola del puesto de pescado y patatas fritas o incluso all, sentados
en la cafetera del club de alumnos. Todo lo cual era un horror que Madden
tena que soportar y que soportaba por razones que nunca se haba explicado a
s mismo a entera satisfaccin. Al final, Rose estaba simplemente all. Y en
aquellos das lo estaba en exceso: una vez instalada, no haba quien la moviera.
Y hablaba mucho. Madden no era muy hablador y le alegraba dejarse baar
por las palabras de Rose. No era estrictamente necesario escuchar todo lo que
deca. Estaba tan poco acostumbrado a hablar. Era doloroso meditar acerca de
los silencios interminables que soportaba en casa. La quietud forzosa de su
infancia, los perodos inacabables de absoluta concentracin que comportaba.
Solo a su padre se le permita hacer ruido. Su madre estaba all para asentir,
para avenirse y doblegarse. Su cara era una mscara que no dejaba traslucir
nada, excepto sumisin y, de vez en cuando, miedo. Madden no recordaba un
solo incidente que hubiera hecho aflorar algo a sus labios, salvo las inflexiones
ms fugaces, y aun estas, nunca supo qu significaban. Ira? Alegra?
Irritacin? Y, al mismo tiempo, se oa a gritar a su padre:
Qu, mujer? Escpelo de una puetera vez, por qu no lo dices, a ver?
O es que quieres que esa nenaza de tu hijo crezca pensando que su madre es
muda?
Tonto dijo ella una vez.
Qu has dicho? pregunt su padre.
Pero la mscara haba vuelto a caer y ella sacudi la cabeza y se fue al
fregadero y se puso a lavar y a secar platos con el fanatismo de un converso.
Madden se qued sentado, con un trozo de salchicha estofada en el tenedor,
esperando el inevitable cataclismo. Pero ste no se produjo. La cara de su padre
iba enrojeciendo mientras miraba la espalda de su madre. No dijo nada, sin
embargo. Dobl el peridico delante de l, sobre la mesa, con mucha calma, se
levant, sali y cerr la puerta tras de s con un chasquido apenas audible.
Regres despus de la hora de cierre de los bares, cogi todos los platos del
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fregadero y los arroj por la ventana mientras Madden y su madre miraban


estpidamente al suelo, en silencio. Cuando acab, se qued muy erguido, se
estir la camisa y la chaqueta y se sent en su butaca.
Ahora ya no soy tan tonto, eh? dijo. No, no soy tan tonto, eh? Y
le gui un ojo a Madden.
En aquella casa, el hablar era un ruido estridente. Un aluvin de platos
rotos o un vaso dejado de golpe sobre la mesa. Pero con Rose era distinto. La
violencia de su conversacin no iba dirigida contra Madden, sino que buscaba
su complicidad. Era una voz que lo trataba como a una persona especial y no
estaba acostumbrado a eso. Para Gaskell haca de pblico y de comparsa, pero
solo cuando no haba a mano otro mejor. Madden estaba excluido de sus otras
amistades, sus caminos se cruzaban solo accidentalmente. Gaskell los mantena
separados y, aun as, hasta cierto punto en competencia. Al menos, as lo vea
Madden.
Al otro lado del club de alumnos, Gaskell (traje verde en honor de Carmen)
jugueteaba con el pelo de ella, y ella se apartaba con violencia y l insista.
Madden no dudaba de que Carmen se rendira muy pronto otra vez, como
pareca suceder siempre. Gaskell era una de esas personas con demasiado
encanto y muy poca vergenza: ello le permita tomarse libertades vedadas a
los simples mortales, como a Madden o incluso a Carmen. A Rose aquello le
desagradaba, seguramente ms por celos que por motivos de orden ms noble.
En las pocas ocasiones en las que se dignaron hablarse, las palabras de Rose
fueron breves y cortantes, como si temiera que permitirse ser ms expansiva
equivaliera a dejarse embaucar por l, del mismo modo que parecan dejarse
embaucar todos los dems. Madden no dudaba de que as era, pero no saba si
alegrarse de que Gaskell no mostrara inters alguno por ella. Haba deseado
vagamente que estuviera celoso, pero ello no pareca dar resultado. As que all
estaban, sentados en la cafetera casi vaca del club, durante las vacaciones de
Navidad, esperando a que escampara. Haca tan mal da que, antes de sentir la
necesidad imperiosa de apartarla, Madden dej que Rose le cogiera la mano
durante cinco minutos.
Gaskell le gui un ojo para invitarlo a acercarse. Rose, que lo vio, volvi a
cogerle la mano.
Qudate aqu, Madden dijo. Conmigo.
Madden se sorprendi de que imaginara siquiera que poda quedarse all.
Saba que iba a ir. No estaba en su naturaleza ser grosero, aunque quiz s lo
estuviera en la de Gaskell. A veces le pareca que aquello era una falla de su
carcter, una aberracin que lo tena a su merced. Muy arraigada, sin embargo.
Tengo que ir dijo, y se levant y borde la mesa. Rose se encogi de
hombros y luego abri su bolso y empez a retocarse el carmn mirndose en el
espejo de un estuchito.
Muy bien le dijo. Haz lo que quieras. Pero no esperes que est aqu
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La buena muerte

sentada toda la noche, solo te digo eso. Madden gru.


Solo va a ser un minuto o dos dijo.
T vers.
Mientras se diriga a la barra de la cafetera, not por su postura que
Carmen haba bebido demasiado. Gaskell le hablaba al odo y sealaba a
Madden con el dedo. De pronto, Carmen se ri a carcajadas y Gaskell se
encogi de hombros.
A qu debemos el honor? pregunt Carmen cuando Madden lleg
hasta ellos. Su voz era pastosa y sus ojos opacos. Creamos que no te agradaba
nuestra compaa.
Madden estaba perplejo y tartamude una respuesta.
Aqu el tarado es un observador de hombres dijo Gaskell con frialdad
. Y de mujeres tambin. Verdad, Hugh?
Carmen solt una risa nasal y se llev el vaso a los labios. Madden nunca la
haba visto borracha. En realidad, rara vez la haba visto probar el alcohol. No le
pareci que le sentara bien.
S dijo ella. Tengo entendido que te gusta espiar a la gente. Que te
gusta inventar historias sobre los dems.
Madden neg con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras precisas.
Estaba mortalmente avergonzado.
Eso es, cario. Se inventa historias, se inventa a la gente. No es muy
agradable, eh?
Ella sacudi la cabeza mientras miraba con ojos vidriosos al camarero que
sacaba brillo a los vasos detrs de la barra.
No dijo, no lo es.
Puede que haya inventando alguna historia bonita sobre nosotros dijo
Gaskell, que segua mirando a Madden fijamente.
Si me has dicho que venga para humillarme, entonces... ser mejor que
me vaya dijo Madden.
Gaskell no le hizo caso.
Puede, Carmen querida, que hasta haya inventado una historia sobre ti.
Esta vez, ella fij su atencin en Gaskell, abri la boca ligeramente y algo
pas entre ellos.
Puede continu Gaskell que el seor Madden te haya observado y
conozca tus secretos. Puede que sepa todo sobre nosotros. Es posible verdad,
cario? Puede que haya inventado un cuento acerca de tu viaje. Pero, qu
podra saber l sobre lo que has hecho all? Nada, eh, amor mo? Porque
tendra que haberse enterado por alguien... Cotilleos, habladuras. Pero nadie
cuenta nunca chismes sobre ti, verdad, Carmen? No, claro que no. Y quiera
Dios que nadie cuente nunca chismes sobre m. Eso no estara nada bien. Nada
bien.
Carmen no dijo nada. Se levant, cogi su vaso y verti el contenido sobre
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La buena muerte

el regazo del traje verde de Gaskell.


Dir lo que me d la gana a quien me d la gana dijo entre dientes. Y
eso te incluye a ti. Por qu no iba a hacerlo? Como si a ti te importara...
l hizo una mueca de desagrado mientras el hielo del vaso goteaba sobre l.
Gracias, cario, muchsimas gracias dijo mientras se despegaba de la
piel la tela mojada.
Eres un mierda, verdad? En realidad eres un mierda.
Por supuesto, querida. Lo que t digas, querida. Soy un mierda, a que s,
Madden? Soy un mierda de grado superior. Una cagada, incluso! Se ech a
rer.
Carmen se volvi hacia Madden. El retrocedi ligeramente.
Mejor ser que te vayas, Hugh. Creo que no quiero tener que mirarte.
Madden no necesit que se lo dijera dos veces.
De qu iba todo eso? le pregunt Rose cuando volvi a su mesa.
Ni idea dijo l. Ni la menor idea. Rose se encogi de hombros y
sigui retocndose el rmel. Creo que deberamos irnos a otra parte dijo
Madden.
Adnde?
No s dijo l a la vez que se abotonaba la chaqueta. A otra... parte.
Al salir del edificio se encontraron con Dizzy y Hector, que entraban.
Hector salud a Madden inclinando la cabeza con evidente desagrado, pero
Dizzy le hizo pararse.
Os vais donde haya un poco ms de marcha, eh? No me extraa. La
muerte ronda hoy por aqu como un pjaro bobo. Y esta jodida lluvia que no
para tampoco ayuda.
Su apariencia de modelo de catlogo se haba desinflado un tanto. Pareca
haber estado bebiendo. Sus ojos eran como los de Carmen, vidriosos y opacos.
Tena tambin en el lado derecho de la barbilla un moratn purpreo y una
hinchazn leve. Madden se encogi de hombros sin saber qu decir. Nunca (le
pareca) tendra facilidad para charlar de cosas sin importancia.
Oye dijo Dizzy, qu te parece si intercambiamos esos apuntes, como
quedamos? He perdido un montn de clases de Anatoma. Tengo que ponerme
al da. Y sa es tu especialidad, no?
Rose contuvo la risa con un bufido, pero no dijo nada. Hector se paseaba
por all arrastrando los pies, visiblemente ansioso por entrar.
Supongo que s dijo Madden, avergonzado por el cumplido. A m a
lo mejor tambin me vendran bien tus apuntes. Parece que nunca cojo todo lo
que dicen. Mi boli no est muy por la labor. Es muy lento.
Rose volvi a resoplar y esta vez Hector tambin sonri. Madden no hizo
caso.
Bueno, entonces quedamos en eso. Toma... Dizzy comenz a revolver
entre los papeles que llevaba en un maletn de piel agrietada, hasta que
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La buena muerte

encontr los que buscaba y se los dio a Madden.


Yo no llevo los mos encima ahora mismo dijo Madden. Te los
puedo dar en otro momento?
Dizzy no pareca orlo: de abajo, de la cafetera, llegaba el sonido de una
risa conocida. Gaskell.
De acuerdo dijo tras una pausa. Por m bien. Cuando puedas me los
traes.
Mir a Hector y ste sacudi la cabeza.
No deberamos ir a otra parte? pregunt a Dizzy. Pero era demasiado
tarde. Dizzy estaba bajando ya los escalones de piedra que llevaban al club.
Eh, adis, entonces dijo Madden cuando Hector pas a su lado.
S, adis respondi el otro, y se apresur tras su amigo. Perdonad...
Madden sinti que Rose lo coga de la mano.
Bueno dijo ella, adnde vas a llevarme ahora? Todava es temprano.
A Madden le apeteca otra copa y la llev fuera sin pararse a contestar a su
pregunta. Rose se desasi de su abrazo contra la pared en la que estaban
apoyados. Por fin haban decidido ir a un bar (pagaba ella, como de costumbre).
Al salir del Doublet, Rose lo haba abrazado lujuriosamente, clavndolo contra
la pared con la fuerza superior de su tronco. Luego lo atac con la lengua y l,
que no tena fuerzas para escapar, aguant.
Madden no saba qu hacer respecto al sexo con Rose. Saba que era
inevitable que tuvieran que practicarlo, pero no deseaba una repeticin de su
encuentro con Kathleen. Hasta el momento se haba ahorrado la molestia, de
manera muy conveniente para l, gracias a que no tenan ningn sitio ntimo
adonde ir. Rose haba intentado arrastrarlo al parque tras salir del club, pero l
se haba resistido.
Ah dentro hace fro y est todo hmedo, sera horrible haba dicho.
Aquella perspectiva le daba escalofros.
Pero esto est caliente y hmedo haba contestado Rose mientras meta
la mano desganada de Madden entre sus piernas. No te gustara?
Me dijiste que eras catlica dijo l con su voz ms jocosa.
Siii. Lo soooy. Pero quiero hacerlo. Todava no lo hemos hecho y no
quiero casarme con alguien con quien no lo haya hecho.
Crees que vamos a casarnos?
No s. Solo s que no quiero descartar nada. Si furamos a casarnos,
tendra que hacerlo contigo para asegurarme de que est bien.
No s qu quieres decir con eso. Si no crees que estoy bien, por qu
sigues saliendo conmigo?
Solo quiero que ocurra algo!
Madden se irgui y se ajust las gafas. Estaba oscureciendo.
Como... hacerlo... encima de la hierba mojada?
No contest ella. Podemos sentarnos en un banco, joder, o algo as!
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La buena muerte

l se encorv, las manos en los bolsillos.


Tambin estara mojado. Estarn todos los bancos mojados.
Bueno, si prefieres hacerlo con Owen...
Madden se sinti dolido, como si lo hubiera abofeteado.
Apuesto a que lo preferiras, eh? T y tu inglesito al lado. Haba en su
voz un desdn burln que Madden encontraba hiriente y que estaba
acostumbrado a or dirigido a otros, no a s mismo.
Te gustan los chicos, verdad, Madden? dijo ella. Y Owen es tu
favorito, tu favodito favodito.
Su imitacin del habla de un beb resultaba horrible.
Cllate dijo l. No me gusta que hagas eso.
Pues vamos a hacer algo... lo que sea. No hace falta que lo hagamos. Pero
vamos a hacer algo. Ni siquiera me has presentado a tus padres todava!
Rose se tambaleaba un poco mientras hablaba, tenas las mejillas
enrojecidas y su pelo se balanceaba, oscuro y mojado por la llovizna.
Madden movi la cabeza de un lado a otro.
No te gustara conocerlos, creme.
Por qu no? Son canbales? Ella se apart el pelo de la frente y, por un
instante, en la penumbra, estuvo muy guapa. Los padres de Madden eran sin
duda muchas cosas, ninguna de ellas agradable, pero no eran canbales. No
comparados con Rose, en cualquier caso. Van a comerme viva? prosigui
ella, y le clav uno de sus deditos de nia.
No, no van a comerte dijo l.
Por qu no? Por qu no iban a engullirme? am, am, am!
Vale ya, por favor dijo l, apartando su dedo punzante.
Por qu no se me zampan entera, como a Licken el pollito9, Hugh?
Pinchaba y pinchaba.
Te he dicho que pares. Para ya.
Licken el pollito, la gallinita Penny y el pavo Lurkey. Por qu no se me
comen todos?
Pinchaba y pinchaba y pinchaba.
Porque eres demasiado gorda! le espet l.
Rose le dio un guantazo tan fuerte que le salt las gafas.

Cuando la disculpa de Madden hubo sido aceptada y an le escoca la cara,


fueron a ver una pelcula, o un flick, como se empeaba en decir Rose. Aquel
americanismo irritaba profundamente a Madden, pero, dadas las
9

Personaje de una fbula popular que cuenta la historia de un pollito que cree que el cielo se
est desplomando. Otros personajes del cuento son la gallinita Penny y el pavo Lurkey. (N. de la
T.)

72

Nick Brooks

La buena muerte

circunstancias, decidi que guardar ambos silencio en un cine a oscuras sera un


modo ideal de poner fin a su tarde juntos. Rose segua enfadada, pero Madden
se neg en redondo a llevarla a casa de sus padres, cosa que a ella no le hizo
mucha gracia: estaba convencida de que se avergonzaba de ella, de que no
quera que sus padres la conocieran. Por qu? Por su peso? Porque era
enfermera? Porque no era lo bastante buena para el nio de sus ojos? Madden
negaba cada acusacin, pero no explicaba sus motivos. Su peso no tena nada de
malo. Se lo haba dicho ya, por qu no lo crea?
Rose se puso taciturna.
Es verdad dijo. Estoy muy gorda.
Tonteras, contest l. Nada de eso. A l le gustaba su cuerpo.
Pero mis piernas son bonitas, verdad, Madden?
Tus piernas estn bien dijo l. No son ni gordas, ni delgadas. Estn
bien.
Ella pareci animarse al or aquello y luego se quej de un dolor en el
pecho.
Qu podr ser? pregunt.
Nada. No ser nada. Es solamente un dolor. La gente tiene dolores todo
el tiempo. No significan nada. Solo son dolores.
Arrastraba los pies por la calle. Tena tan pocas ganas de ir al cine como
ella. Pero, naturalmente, no dira nada. Si lo haca, aumentaran las
posibilidades de que ella le diera la lata para que practicaran algn repugnante
acto carnal. O, peor an, quiz insistiera en que la llevara a su casa. Su padre se
pondra insoportable, si iban. Y su madre no sera de ninguna ayuda.
No puede haber dolores as porque s dijo ella. El pelo que le colgaba
por la cara le daba un aire desolado. Deba de estar desplomndose el cielo.
Claro que s. Qu quieres ir a ver?
Cmo va a doler algo porque s? Tiene que haber alguna razn. Eso es lo
que significan estas cosas.
Cmo que es lo que significan?
Las cosas duelen porque algo va mal por dentro. Duelen por un motivo.
Si me duele el estmago, podra ser porque tengo una lcera. O el intestino
torcido. O porque me he dado un golpe o estoy esperando un nio.
O porque has comido demasiado dijo l, y aadi rpidamente:
Ponen una de vaqueros. Bang, bang! A por esas alimaas de los pieles rojas!
Te apetece?
Rose frunci el ceo.
Me da igual. Mientras no dure mucho. Tengo hambre.
Madden suspir y se meti la mano en el bolsillo de la chaqueta empapada.
Algn da, decidi, tendra un paraguas. Ningn caballero que se respetara a s
mismo poda vivir en una ciudad como aquella sin poseer un utensilio tan
necesario.
73

Nick Brooks

La buena muerte

Toma dijo, cmete un caramelo. Le dio uno y la vio metrselo


cuidadosamente en la boca. Ella empez a chuparlo muy despacio, como si
esperara que durara muchos das, pero enseguida se dio por vencida y se puso a
masticarlo. Madden se sonri.
No haba cola para ver la pelcula; sala un hombre del cine, aunque el pase
anterior no haba terminado an: desde el vestbulo sucio se oan los gritos y los
disparos. Un antro infecto, el Ro Locarno, pero era el nico cine de por all
donde ponan algo medianamente decente. El local tena un olor sofocante, una
mezcla de humo rancio de pipa y cigarrillos, avivada por un tufo a sbanas
sucias. Entraron y el tipo de la taquilla los detuvo.
La pelcula est al terminar dijo. No queris esperar al prximo
pase? Tena la nariz hinchada y muy roja. Casi prpura.
Vamos a entrar a esperar dijo Madden, apartndose el pelo de la cara
. Si no le importa. Estamos empapados. Levant los brazos para que le
echara un vistazo, pero el hombre no le haca caso, as que Madden le dio un
par de monedas y esper a que la mquina escupiera sus entradas.
Qu pelcula es? pregunt Rose. Fuera haba un cartel, pero ninguno
de los dos le haba prestado atencin, solo queran entrar al calor. Ella se
retorci los puos de la blusa y estornud. Lo ves? Seguro que eso significa
un resfriado.
Madden se sopl las manos.
Una de vaqueros dijo el hombre de la taquilla. Sale ese to. Ya sabis,
ese.
Cul? pregunt Madden.
se de la cara. Ya sabis cul.
Ah, s dijo Rose. El de la cara? Lleva sombrero, a que s? Ya s
quin es.
El hombre le gui un ojo.
se dijo. El que lleva sombrero. El de la cara. Es el de ah dentro, el
que sale en la pelcula. Tres pistolas o qu s yo. Cuatro pistolas. Un pestio, la
verdad. Seguro que no queris esperar a la sesin siguiente?
Gracias, cerraremos los ojos hasta que acabe dijo Madden.
l muere al final. El del sombrero. Eso es lo mejor, me parece a m.
Menudo idiota. Le cortan la cabellera.
Al de la cara? dijo Madden, irritado. Seguro que no. Bueno, mejor
entramos. No queremos perdernos el principio. Ahora que sabemos el final.
Rose lo cogi de la mano y l no protest. Luego enfilaron el pasillo rojo,
mil quemaduras de cigarrillos en la moqueta. Pareca un mapa de la Va Lctea.
Pasaron por la cortina roja que daba a la sala de proyeccin. Una acomodadora
con la cara chupada y demacrada rasg sus entradas y les dio los resguardos, y
fueron a sentarse en la parte de atrs, junto al pasillo, para que Madden pudiera
estirar una pierna.
74

Nick Brooks

La buena muerte

Delante de ellos, las butacas estaban jalonadas por espectadores solitarios.


Aqu y all, cuando se iluminaba la pantalla, se vea al trasluz la silueta de
alguna pareja y, de cuando en cuando, alguien se levantaba para cambiarse de
asiento o dejar pasar a otro. El de la cara y el sombrero disparaba sin parar a
unos indios que no parecan indios y que caan de los tejados y moran o se
hincaban de rodillas con las hachas en alto. El de la cara estaba herido de
muerte, por lo visto, pero segua luchando. Madden sinti curiosidad. Era
extrao que un hombre con una cara como un huevo duro tuviera una muerte
tan penosa. Pareca cada vez ms que el principio vala la pena.

75

Madden se irgui sobre el cadver decapitado de un tal Eugenio Bustamante, el


ltimo diseo de la Fastgo, all en el East End. Una casa que comercializaba
lminas de vidrio. Cortadas, laminadas, biseladas y tambin (que Madden
supiera) a prueba de balas. Se retorca las manos y se frotaba la parte de abajo
de las palmas. Poco a poco la vida iba volviendo a ellas, si bien temporalmente.
Suerte que tena al seor Bustamante.
A Eugenio.
Un nombre espaol, no? O portugus? l no lo pareca. Era tan blanco
como cualquier escocs que Madden hubiera visto. Y con pecas, para colmo. Por
lo que poda ver por entre la boca parcialmente abierta del tipo, tambin tena
los dientes verdes. Eso zanjaba la cuestin. Su madre (o quiz su padre) era
espaola o portuguesa, se haba casado con un escocs (o escocesa), haba
buscado con l (o ella) una vida mejor, se haba establecido all y recibido la
bendicin de un hijo (quiz fuera hijo nico, como l mismo): el desventurado
Eugenio. Nacido all, en la amada tierra de los dientes verdes. Madden sinti
pena por l, tristeza por su pasado fabulado.
El pobre Eugenio se haba ido a pique, haba puesto sus cartas sobre la
mesa y abandonado la partida. Y era muy joven, solo treinta y seis aos. Con
todo, no poda decirse que estuviera exactamente decapitado: la mitad de la
cabeza colgaba de un trozo nervudo de carne y ternilla, aunque la columna
vertebral propiamente dicha hubiera sido seccionada limpiamente. La mitad
inferior de su cara reposaba sobre una bandeja de acero inoxidable, junto a la
tetera elctrica y las tazas de t. En Caldwell & Caldwell, la cafetera exprs
estaba en la planta de arriba, en la sala de recepcin, para que los visitantes
pudieran echarle un vistazo, aunque Joe hijo insista en que el personal usara la
ms barata, que haba colocada sobre una placa caliente, y el caf bueno
quedara reservado a los clientes. Madden no recordaba ya si el padre de Joe era
tan tacao, pero crea que no. No. El viejo Joe no era as. Haba un dicho que
siempre sacaba a relucir, algo sobre los globos oculares. Cmo era?

Nick Brooks

La buena muerte

Supongo que a usted no le sonar, verdad? se dirigi a la mitad de la


cabeza de Eugenio Bustamante. Su pelo era muy fino y castao rojizo, como
(pens sin venir a cuento) una peluca rusa. Eso me pareca.
Madden entrelaz los dedos y con una torsin de virtuoso estir los brazos
por delante, las palmas hacia fuera, e hizo crujir los nudillos. Repiqueteara una
fuga o un rpido preludio sobre aquel tal Bustamante en cuanto volviera a
sentir las manos. Se preguntaba si quiz esos guantes sin dedos que llevaban los
ciclistas le serviran. Era la presin en el nervio cubital lo que le causaba todos
aquellos dolores. Necesitaba un caf, uno decente, no el aguachirle de all abajo.
Ese da desafinaba de lo lindo, por culpa de ese cerdo egosta de Kincaid. Sin
olvidar la llegada inminente de la seora Kincaid, aunque, naturalmente, era
Madden quien la esperaba a ella, porque de ella no poda decirse que estuviera
en estado de buena esperanza. Hacer de comadrona a una octogenaria era lo
que le faltaba.
Ah, pero no tenis que preocuparos, mis bellos durmientes dijo, y se
apart del cuerpo para observar los otros dos cadveres, ya amortajados, que
haba a los lados: Kincaid y una mujer de aspecto sereno, a la que se haba
llevado inesperadamente la diabetes en plena noche. Aunque durmientes era
la palabra menos indicada: implicaba que un despertar (ya que no inevitable, s
probable) tendra lugar en un punto indeterminado del porvenir. Ni en broma.
Aquellos pobres diablos estaban muertos. El tal Eugenio Bustamante no
volvera a levantarse, de eso no haba duda. Nunca jams. Ni aunque uno
araara con las uas una pizarra, ni aunque vertiera agua hirviendo dentro de
su odo. Sin embargo, tena pinta de haber sido un tipo de cuidado.
Impredecible, quiz. Un vividor. Miraba a Madden con ojos separados al menos
por metro y medio de distancia. Madden repar en que tena las cejas muy
negras. Podra haber sido lo que Madden haba odo llamar a Joe hijo un
unicejo, si no fuera porque entre sus ojos mediaba una tetera azul clara: la
mitad de su cabeza estaba en una bandeja Tupperware, junto a la tetera, y el
resto en una repisa, al otro lado de la mquina.
La tetera resultaba muy til desde haca cosa de tres aos. En efecto, la vida
all en las entraas de la funeraria habra sido el doble (no, el triple) de triste de
no ser por sus modestos servicios. Aunque solo tuvieran caf soluble, con algo
haba que prepararlo. Pequeos favores como aquel eran los que hacan el da
ms llevadero.
Globos oculares.
Eso era: Hay gente en el mundo capaz de sacarte los ojos y volver luego a
por las cuencas. Una de las opiniones ms meditadas de Joe Caldwell padre,
recordaba Madden. Una visin cnica de la naturaleza humana que, sin
embargo, no implicaba un desdn incontrolado. Haba toda clase de gente en el
mundo. Algunos sacaban ojos y otro volvan tambin a por las cuencas. No
menos que el propio Joe, que no haca ascos a algn acto ocasional de sadismo
77

Nick Brooks

La buena muerte

cuando trabajaba con un cadver. Como si la muerte no fuera ya suficiente


ultraje. Era un embalsamador competente; ni ostentoso, ni de talento exagerado,
pero s capaz, probablemente en virtud del ritmo mortecino con que sacaba
adelante su trabajo. Madden haba tardado largo tiempo en comprender que no
deba subestimar a aquel viejo puetero y que el simple hecho de que se
moviera con la prisa de un pollo descongelado no era razn para pensar que
fuera tardo. No era estpido ni fatuo, que era ms de lo que poda decirse de su
hijo.
Madden desenroll sus guantes de goma y los ech al fregadero. En teora
deban tener guantes desechables (Madden los haba pedido expresamente en
ms de una ocasin; hasta Catherine la Ayudante Fantasma los haba pedido),
pero Joe hijo haba decretado desde las alturas que podan hervir los que tenan
y volver a usarlos. Aquello fue el golpe de gracia. Hasta Catherine se qued de
una pieza.
Hervir los guantes de goma? Ests de broma?, dijo con su gaido nasal.
Madden apret los dientes y, como no quera darle la excusa que sin duda
buscaba para descargar su bilis, se call. Quin coo hierve guantes de goma?
Eh? Dselo, Madden. Dile a ese maricn que ni de coa. Ni de coa!
l rehus y sali de la habitacin. Catherine corra el riesgo de que le
atravesara la oreja con una pinza hemosttica, posibilidad peligrosa que
rondaba cerca de la superficie de sus pensamientos.
De todas formas, l ya estaba curado de espanto. El negocio sufra
hemorragia de clientes y haba poco que l pudiera hacer al respecto, como no
fuera seguir adelante y confiar en morirse en cualquier parte menos en el
trabajo. Ya estaba bastante harto antes de que Catherine la Intil se dignara
machacarlo. Decidi tomarse un descanso y subi a sentarse a la luz de la sala
de recepcin.
Antes de subir, sac la petaca de su maletn negro de mdico y ech un
chorrito en la taza recuerdo de Glasgow 80010, removi su contenido y aspir el
vapor antes de tomar un trago. Luego ech una sbana sobre el cuerpo de
Eugenio, cogi la bandeja con la otra mitad de su cara y la puso en un recipiente
Tupperware. Ya llevaba puesta la etiqueta con su nombre. No era muy probable
que llegara a confundirse con la cabeza de otro, pero de todas formas la cambi
de sitio porque tena en un recipiente idntico a aquel un trozo de pastel de
Madeira del que pensaba comerse una porcin con el caf. Satisfecho, subi las
escaleras hasta la planta baja en lugar de coger el ascensor. Cuando se llegaba a
su edad, convena mantenerse lo ms activo posible.

10

Festival celebrado en 1975 para conmemorar los ocho siglos de la fundacin de Glasgow. (N.
de la T.)

78

Nick Brooks

La buena muerte

Joe hijo volvi, el ardor de su flequillo tintinesco apagado ligeramente a aquella


hora de la tarde, con la temperatura de la sala de recepcin por las nubes.
Madden estaba sentado en unos de los sillones de cuero, con las manos juntas
sobre el pecho y un pao hmedo sobre los ojos. La radio estaba puesta con el
volumen muy alto para que pudiera orla desde la entrada, pero aun as deba
de haberse dormido. Se removi, se sent derecho, mir a su alrededor de un
modo vagamente alucinado. Haba vuelto a soar con cupones de
racionamiento, con una repentina abundancia de carne enlatada, con latas de
cerdo Spam y cecina de ternera. La voz de la radio parloteaba extticamente
acerca del cuerpo descubierto en el lago Ardinning.
Escuch los pormenores con vago inters, pero descubri que no poda
concentrarse por completo en la noticia. Puso Radio 2. Haba descubierto que
las cualidades sedantes de las voces de los locutores de Radio 2 eran
incomparables, sobre todo la de aquel irlands. Cmo se llamaba? Al final
dara con su nombre. Cuando se hubiera despertado.
Echando una siestecita durante las horas de trabajo? dijo Joe hijo,
inclinando la cabeza con evidente desprecio. Madden no le hizo caso. Hace
calor, eh? prosigui Joe. Ah fuera es como para morirse. Compr las
flores, pero ya estn un poco pochas. Quiz deberamos comprarlas falsas. El
plstico es el futuro. Nunca se marchita!
Se meti una mano bajo la camisa y se rasc el sobaco. El fresco del cuarto
fro y la subida por las escaleras haban hecho romper a sudar a Madden hasta
tal punto que haba sentido cierta desazn. Se preguntaba si aquello significaba
que todava tena sangre caliente en las venas: seguramente los que estaban a un
paso de convertirse en viejos notaban ms el fro. Siempre vea en la calle a
viejecitas de pelo canoso con abrigos y rebecas, hiciera el tiempo que hiciera.
Apart rpidamente la vista mientras Joe se olisqueaba los dedos y se rascaba
un picor fingido en la punta de la nariz. Aquel hombre era un olisqueadedos
impenitente. Madden sufra por tener que convivir con aquel ejemplar de
catstrofe sanitaria, as que, cuando estaba en compaa de Joe, mantena
permanentemente la cabeza de perfil, ladeada a las dos en punto. De ese modo
no tena que ver los horrores de la higiene de rasca y huele de Joe. Por
desgracia, cuando el tiempo estaba como ese da, aquella postura lo dejaba en el
ngulo perfecto para paladear el truculento pestazo de su sudor.
Madden sali a la entrada con Joe hijo pisndole los talones. Se puso a
toquetear la antena de la radio. Segua los chasquidos y saltos elctricos de la
geografa y la longitud de onda y ajustaba el volumen cuando encontraba algn
locutor cuya voz no lo molestaba en exceso. Por fin se decidi por una emisora
local con la vaga esperanza de que dijeran algo sobre Kincaid. Saba que era
improbable: tendra que mirar las esquelas del Herald. All podra haber algo. A
Joe no le hara ninguna gracia, claro. En otro tiempo, a Madden le causaba un
placer que apenas poda refrenar el sintonizar a los muecines que llamaban a
79

Nick Brooks

La buena muerte

los fieles a la oracin durante el Ramadn, y ello no porque se hubiera


convertido de repente, sino porque Joe hijo lo odiaba. Una maana, al abrirle la
puerta, Joe hijo se puso rojo como un tomate de rabia y fue incapaz de articular
palabra, simplemente porque Madden lo salud con un salam aleikum.
Joe hijo le dijo que se metiera por el culo aquella chchara de paquistanes.
Aun as, no haba nada que pudiera inducir a Madden a decir una mala
palabra de su jefe. A l no lo pillaran chismorreando, ni siquiera con Catherine
la Invisible, y eso que ella se pasaba todo el turno parloteando sin ton ni son.
Yo soy as, andaba diciendo siempre. Yo soy as. Le digo: "No voy a venir
aqu todas las maanas a meterles tubos por el culo a unos muertos si t vas a
hablarnos as", conque a m que no me...
Madden siempre se sorprenda defendiendo ante ella lo que haca Joe hijo.
Solo por callarle la boca, loe hijo es un hombre razonable, deca. S, era un
peln tacao, no era un lince para los negocios, no, pero tres de cada siete das
era (casi siempre) bienintencionado y de fiar, gracias fueran dadas al Profeta, la
paz sea con l. No como la pobre Catherine, que era ya por lo visto una ausente
perpetua, Dios destruya su hogar. Durante un tiempo, a Madden se le haba
metido en la cabeza estudiar rabe en sus ratos libres, solo por tener una idea de
lo que decan los muecines, pero al final no lo hizo. O estaba demasiado liado
en el trabajo, o estaba atendiendo a Rose.
Ala akbar.
Madden mir con los ojos entornados por la ventana que daba a la calle,
ansioso por ver a Maisie Kincaid (aunque dudaba que la reconociera) antes de
que pusiera un pie en la funeraria. Sera menos perturbador verla primero:
poda prepararse mentalmente, aunque tuviera solo unos segundos de margen;
respirar hondo varias veces y dems. Pero all fuera no haba nadie, solo unos
cuantos obreros junto a una hormigonera, al otro lado de la calle. Quiz
hubieran conocido a aquel tal Eugenio Bustamante.
No he podido dar con Catherine dijo Joe mientras se morda las uas.
No coge el telfono, verdad? dijo Madden, familiarizado ya con
aquella rutina.
Joe suspir con fuerza.
Solo salta el contestador. Creo que tendr que probar con su madre. No
has tenido mucho lo por aqu, no? Esto es un lujo, ya lo que creo que s. T
has sabido algo de ella?
Era intil discutir. Su incurable dinmica (empresario/ empleado contra
jefe arribista/idiota) llevaba mucho tiempo criogenizada y esttica. Madden
conoca el papel de tonto que tena asignado, su estatus de novato a pesar de sus
muchos aos en el negocio y Joe abordaba todas las cosas con la actitud
indignada de un adolescente al que hubieran pillado sisando dinero de la
cartera de su padre. Pareca creer necesario fintar a sus empleados siempre que
era posible y reprocharles cosas que ni eran culpa suya ni podan remediarse. A
80

Nick Brooks

La buena muerte

veces, sencillamente, las cosas no salan bien. Su padre lo saba. El


comportamiento de Joe le habra hecho revolverse en la tumba, si no fuera
porque haba sido incinerado. Revolverse en su urna, entonces. De no ser
porque sus cenizas haban sido esparcidas.
No, no he hablado con ella.
Ya. Bueno, entonces, supongo que tendr que hacerlo yo, no? Joe se
lleg al mostrador de recepcin y levant el telfono.
Madden roci las plantas con flor y quit el polvo de las hojas de las dems,
a pesar de que ya lo haba hecho antes. Cuando levant la vista, entraba una
joven oriental y se apresur a sujetarle la puerta. No era una mujer alta, llevaba
grandes gafas de sol con los cristales tintados de rosa y tena una expresin
acongojada y artificial, aunque eso poda deberse a la aplicacin excesiva y poco
favorecedora de maquillaje occidental. Llevaba los labios muy pintados
(Madden se estremeci al pensar en las manchas que dejara en vasos y tazas) y
sus pmulos estrechos parecan demasiado rosas para su piel oscura. Lanz una
mirada a Joe, pero l ya se haba puesto a hablar por telfono, presumiblemente
con la madre de Catherine, y mova las manos con energa.
Puedo ayudarla? pregunt Madden a la recin llegada. Hablar con la
gente nunca haba sido su fuerte. Se notaba demasiado que miraba por encima
del hombro de la mujer, hacia la ventana. Ella empez a hablar y luego mir
hacia atrs para ver qu era lo que haba llamado su atencin. Madden se
recompuso. Disculpe dijo. Yo... Estbamos esperando a alguien. No
quera ser grosero. Ya nunca se sobrepondra a aquella costumbre: a esas
alturas de su vida, no mereca la pena intentarlo siquiera. Se haba pasado aos
luchando en vano por mantenerla a raya. Siempre miraba por encima del
hombro de los dems o se le iba el santo al cielo cuando le hablaban. Su vida era
una serie de encuentros en los que siempre asenta con la cabeza en el momento
equivocado mientras miraba expectante por las ventanas.
La mujer se ech el pelo largo y negro por encima del hombro y se llev
una mano al pecho.
Vengo a ver a una persona dijo con fuerte acento. Tengo que hacer
unos arreglos.
Madden recuper su compostura profesional.
Entiendo dijo. Puedo preguntarle qu clase de arreglos?
Ella lo mir como si fuera un cretino.
Cules cree usted? El arreglo final.
Madden se pregunt si le estara proponiendo quiz que matara a alguien.
El ltimo arreglo? Ah, s. Claro. Esper a que ella se explicara, pero,
obviamente, era la tctica equivocada. La mujer permaneca inexpresiva detrs
de sus gafas. Inescrutable, incluso.
Qu clase de... arreglo... tena pensado? pregunt Madden con
hartazgo apenas diluido. Empezaba a tener la sensacin de que se haban
81

Nick Brooks

La buena muerte

embarcado ambos en una suerte de guerra fra librada en lenguaje cifrado.


Ella empezaba a enfadarse.
Quiero hacer el arreglo final contest. Para mi marido. Ha muerto.
La familia dice que est aqu. Yo he tenido que enterarme por el que lo ejecut.
Ah dijo Madden, ms animado. El ejecutor testamentario de su
marido? Entiendo. Claro, claro. Le desilusionaba que tampoco fuera
espaola. Por la razn que fuera, se haba figurado que Eugenio tena en casa
una pequea seorita11 que haca tortillas, una mujer de complexin esbelta
apuntalada por unas posaderas de generosas proporciones. Aquella mujer
pareca filipina o quiz tailandesa.
A la familia de mi marido no le gusta dijo ella, sacudiendo la cabeza.
No quieren que venga al... cuando lo ponen bajo tierra...
Al entierro dijo l. No quieren que venga al entierro? Lamento
mucho orlo, pero no creo que, siendo usted su esposa, tengan derecho legal a
impedirle que asista... Intent callarse. Poda meterse en un lo si Joe lo oa.
Pero Joe segua hablando por telfono, sus ademanes ms esperpnticos que
nunca. Disculpe, pero, si hace el favor de pasar a nuestra sala de recepcin,
podemos hablar ms tranquilamente: aqu hay un poco de ruido. Sonri con
el esfuerzo de siempre, extendi la mano en direccin a la sala y la condujo al
silln de cuero que haba abandonado haca un momento. Su indumentaria le
pareci ligeramente inadecuada para el tiempo que haca; sobre todo, la estola
de visn. Supuso que era visn, aunque en realidad no tena ni idea.
Posiblemente no. Fuera cual fuese el desventurado animalillo que llevaba
encima, tena que dar un calor de muerte. Ella cruz sus piernas enfundadas en
una falda de satn rosa con estampado de leopardo y exhibi sus pies largos y
finos. Eran sorprendentemente grandes, casi impdicos en sus altos tacones de
PVC. Llevaba sendos anillos de oro en dos de los dedos del pie derecho, el
ndice y el corazn. Se inclin hacia delante en el silln, sac un cigarrillo largo
y blanco de un paquete que llevaba en el bolso (un bolso pequeo de piel
marrn parcheada) y lo encendi sin pedir permiso.
S dijo, no quieren que vaya. Pero yo quiero ir. Era mi marido. As
que le pregunto al abogado qu hago y me dice venga y lo vea antes de los
arreglos finales. Dio una profunda calada al cigarrillo y exhal. Madden se
sorprendi al ver que formaba un anillo de humo. Quiero verlo dijo. Era
mi marido. Su hija no me quiere. Ninguna de sus hijas me quiere.
Madden confiaba en que no se echara a llorar. Si lloraba, l... l... l...
l nada. Se quedara all sentado y hara su trabajo. Extendi la mano
ahuecada para que echara en ella la ceniza. Ella le sonri con encanto.
Gracias. Me llamo Tess aadi. Quiero verlo otra vez, sabe? Darle
un beso antes de que sus hijas me lo impidan. Habr taaanta gente en el...
11

Las palabras en cursiva aparecen en espaol en el original. (N. de la T.)

82

Nick Brooks

La buena muerte

Entierro?
S. Taanta gente. Mi marido tena muchos amigos. Cuando vaya, no
podr estar a solas con l. As que quiero verlo ahora. Puede ayudarme,
seor...?
l carraspe.
Seor Madden.
Seor Madman12, puede ayudarme...?
Madden dijo l, irritado. Seor Madden.
Quiero ver a mi marido, seor Madden. Puede ayudarme a verlo? Su
hija me odia. Pero yo tambin odio a esa vieja zorra. Dio otra larga calada
mientras su pie derecho oscilaba arriba y abajo sobre el otro.
Podemos ayudarla, s. Desde luego. Pero su marido, Tess, no est en buen
estado.
Est muerto.
Madden asinti con la cabeza.
S, bastante. Lo que quiero decir es que puede que verlo le cause una
fuerte impresin. Mucha gente quiere ver a sus seres queridos despus de su
fallecimiento, sea cual sea su estado, y a menudo la experiencia les resulta
perturbadora. Y su marido, en particular, no es muy agradable de ver.
Noooo dijo Tess. Era muuuy guapo. Era muuuy bueno.
Correcto, Tess. Era muy guapo, antes. Pero ahora no.
Madden vio que una lgrima empezaba a brotar por debajo de una de sus
lentillas tintadas y aspir silenciosamente por la nariz. Ella dio otra calada al
cigarrillo.
Sus hijas no me dejarn... Empez a sollozar.
Muy bien, Tess dijo Madden. Si desea verlo, debe verlo. Ella volvi
a sonrerle. Una sonrisa preciosa. Tan llena de dientes.
Ella sacudi la ceniza en el hueco de su mano.
Gracias dijo. Usted tambin es muy bueno.
Nada de eso dijo l mientras abra la cortina para ver qu haca Joe.
Segua al telfono y haba adoptado un tono suplicante tan horrendo que a
Madden se le pusieron de punta los pelos de la nuca. Se volvi hacia Tess. Se le
pas por la cabeza que tena una tez ms bien peninsular, con la oscuridad del
subcontinente indio al alcance de la mano, una forma de cara ms bien
tailandesa. Pero no era un experto. Poda haber sido coreana, por lo que l saba.
Estaba seguro, no obstante, de que tena un nombre que no se deslizaba por la
lengua de un occidental con tanta facilidad como Tess. Pero eso daba igual.
No era asunto suyo cmo quisiera llamarse. Si me acompaa, bajaremos al
cuarto fro. Pero... se volvi y la mir con el ceo fruncido la advierto de
nuevo que puede que esto la impresione.
12

Madman, loco en ingls. (N. de la T.)

83

Nick Brooks

La buena muerte

Tess asinti con la cabeza, pero no dio muestras de desaliento. l la condujo


abajo por las escaleras. Los peldaos estaban adecuadamente enmoquetados y
el papel pintado tena un motivo abstracto y tranquilizador, pensado para
aquellas raras ocasiones. El ascensor era un poco (cmo decirlo? Industrial?
Mecnico?) inhumano para los clientes. Bajaron por las escaleras. Madden la
hizo pasar al depsito antes que l. Ella mir a su alrededor y asinti con la
cabeza, como si aprobara el modo en que estaba dispuesta la sala.
Si viene por aqu... dijo Madden, adelantndose. Se acerc a los
cuerpos del rincn. Tess respir hondo audiblemente y esper. Madden retir la
sbana. Tess contrajo la cara, asqueada.
Ya le he dicho que su marido no era muy agradable de ver dijo
Madden. Se lo advert.
La esposa de Kincaid asinti con la cabeza, perpleja y plida a pesar del
colorete.
Qu es esto? S que no est tan guapo como antes dijo. Pero ste no
es mi marido.
Ah dijo Madden, atnito. Le haba enseado el cadver de Eugenio
Bustamante.

Haba dado por supuesto que estaba casada con el ms joven. Qu idiota.
Tess estaba visiblemente impresionada, tena las manos cruzadas sobre el
pecho y la boca abierta.
Es que quiere que yo tambin me muera? grit, apartando la vista del
cadver. Quiere que me caiga redonda al suelo? Voy a decrselo a su jefe!
Voy a hablar con la ley!
Le pido disculpas dijo Madden, y se apresur a tapar el cuerpo con la
sbana de hilo. Ha sido un malentendido, eso es todo. Le temblaban las
manos: las flexion varias veces. Haba muerto Maisie, entonces? Se haba
divorciado de Kincaid? Se haba cansado de convivir con los sucios secretillos
de su marido? Madden tena la boca seca: necesitaba una copa.
Por favor, clmese, seora Kincaid dijo, sin muchas esperanzas.
Me calmar cuando me ensee a mi marido! No esta... esta cosa!
Madden se rehzo, se acerc a la camilla contigua y puso la mano sobre la
sbana que la cubra. Notaba que a ella tambin le temblaban las manos. Tom
aire.
Como le deca, le pido disculpas. Por favor, no se altere. Su marido es ste
de aqu, seora Kincaid.
Apart la sbana del rostro de Kincaid y dej que ella mirara. Pareca
sinceramente afectada. Qu extrao. Quiz lo hubiera querido de verdad.
Parece tan en paz... dijo, como si solo estuviera durmiendo.
En efecto, seora Kincaid. Ahora duerme eternamente. Su marido se ha
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La buena muerte

ganado merecidamente el eterno descanso que nos aguarda a todos.


Vuelvo a verlo cuando lo maquillen? Esa zorra de su hija no me deja
venir al arreglo final.
Al entierro puntualiz l.
Ella asinti con la cabeza, irritada, y dijo:
S, ya lo s. El entierro. Esa zorra de su hija no me deja venir.
Madden acept que volviera.
Bien dijo ella. Entonces, vuelvo pronto. Dos das o hablo con la ley.
Madden estuvo a punto de protestar, pero ella iba ya camino de la planta de
arriba. Cuando estaba en medio de la escalera, se volvi y dijo: Que quede
bien, seor Madman. Pngalo guapo. No para esa zorra de su hija. Para m.
Luego se march.
Madden dijo l sin dirigirse a nadie en particular. Me llamo Madden.
Fij su atencin en la cabeza de Eugenio Bustamante, que haba quedado
parcialmente destapada. Un muerto. La cabeza cortada en dos. Una mitad
dentro de un recipiente Tupperware. Todo como de costumbre. Seguir adelante.
Un simple malentendido, solo eso. Supuso que Maisie habra dejado a
Kincaid haca mucho tiempo, o tal vez hubiera muerto, claro. En todo caso,
Madden no lograba imaginar que Kincaid se hubiera sentido solo alguna vez.
No lo bastante como para volver a casarse, a su edad. Dedujo, por la juventud
de su nueva esposa, que su boda haba sido un acontecimiento reciente. Por
qu se haba casado, pues? Tena a sus hijas, a sus muchos amigos y colegas.
Tena la Logia. Y adems estaba en situacin desahogada. Aquella casona en...
dnde era? En Bearsden o en Milngavie? Deba de valer una fortuna. Madden
supuso que la heredaran las hijas, junto con todo lo dems. O quiz Tess (cuyo
nombre real no era ese, sin duda) hubiera puesto all sus zarpas. S. Sera por
eso por lo que la despreciaban las hijas. Pues que le fuera bien. Las hijas de
Kincaid tambin deban de ser ya mayores. Qu era lo que acostumbraba a
decir l? Algo sobre la juventud, la belleza de la juventud. O se era Gaskell?
Apart la sbana de la cara de Kincaid y la mir. Esperaba algo, no saba
qu exactamente, quiz aquella vieja mirada de desdn, la frente fruncida con
aire de censura. Not humedad alrededor de los ojos. El cuerpo estaba
llorando? No. Se sorprendi al descubrir que aquel lquido haba cado desde
sus ojos sobre la cara del buen doctor. Se lo sec bajo las gafas y le extra que
las yemas de sus dedos estuvieran tan mojadas. Respir hondo y se ri de s
mismo.
Dgame dijo, qu tal se est ah?
Dnde?, deca Kincaid. Sus labios se movan, pero sus ojos permanecan
firmemente cerrados.
Ya sabe, al otro lado. En la muerte.
No hay ningn otro lado, muchacho. Ya lo sabe.
Tiene que haberlo. Madden ri. Me est usted hablando desde all.
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Nick Brooks

La buena muerte

Se equivoca, seor Madden. Nadie le est hablando desde ninguna parte. Est usted
hablando consigo mismo. Mala seal, esa.
Entonces, qu me aconseja, doctor? No s a qu enfermedad atribuir
estos sntomas en concreto. Madden se rea para sus adentros con los brazos
cruzados sobre el pecho. Aquello era muy gracioso.
Le aconsejo que se sirva un trago y se d el da libre. Y deje de hablar con los
muertos. Son unos conversadores psimos.
Madden suspir y volvi a enjugarse los ojos.
Peores que los testigos de Jehov? dijo, casi retorcindose de risa. Los
labios del doctor volvieron a moverse.
Mucho peores. Ver, no tienen sentido del humor. Y eso es fatal para la
conversacin.
Madden solt un bufido.
Fatal repiti. Qu risa dijo. Qu risa, de verdad.
Qu es lo que te da risa? pregunt Joe hijo, que miraba a Madden con
preocupacin. Con quin ests hablando?

Maisie Kincaid haba muerto de peritonitis, le dijo Joe, ceudo y malhumorado,


mientras hojeaba un folleto sobre plantas artificiales. Haca tres aos, dijo. Tres
aos. Madden no tena derecho a ensear un cadver a nadie. Excepto cuando
hubiera circunstancias atenuantes, puntualiz Madden. No, le dijo Joe, ni bajo
circunstancias atenuantes, en ninguna circunstancia... a no ser que l diera su
permiso. No era aquella una de esas ocasiones?, pregunt Madden. La mujer
era la esposa, a fin de cuentas. Aunque no fuera la que l esperaba. En eso
llevaba razn, dijo Joe. No solo no era la mujer correcta, sino que el cuerpo
tampoco era el correcto.
Felicidades le dijo Joe. Bien hecho. Ah has estado sembrado, Hugh.
No, en serio, dos a cero a tu favor. Se qued meneando la cabeza mientras
miraba las flores. Madden remova su caf. Estaban los dos tomando caf del
bueno, para variar. Madden supuso que se trataba de una ocasin especial o
algo parecido. Miraba por la ventana y asenta con la cabeza. La radio interfera
en su concentracin. Maisie Kincaid haba muerto de peritonitis, dijo en voz
baja.
Qu? pregunt Joe. Qu haba dicho?
Nada dijo Madden. No, dijo Joe hijo. Nada, no. Haba dicho algo.
El qu? Que Maisie Kincaid haba muerto de peritonitis, repiti Madden, y
cerr los ojos y se frot los lagrimales con el pulgar y el ndice de la mano
izquierda, por debajo de las gafas. Los hombres del otro lado de la calle estaban
acabando la jornada; en la boca de la hormigonera, el cemento se haba quedado
seco y duro. No haba muchos das como aquel en la vida. No. Haba caresta de
das como aquel. Le estaba escuchando?, preguntaba Joe hijo. Estaba
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La buena muerte

prestando atencin? Madden sopes la pregunta durante segundos


interminables y luego bebi un sorbo de caf. Se haba puesto un chorro de
whisky en l a la vista de todo el mundo, sin importarle si Joe lo notaba o no.
Media hora me ha tenido al telfono la madre de Catherine deca Joe.
Media hora de reloj y, en cuanto me descuido, le enseas a una desconocida las
delicias de la charcutera. Hay que joderse.
Madden hizo una mueca al orlo, pero no dijo nada.
S, ms te vale disfrutar de esa copa. A ver, dnde est la botella? A m
tampoco me vendra mal una.
Madden meti la mano en el bolsillo de la bata blanca y le dio la petaca de
peltre. Joe desenrosc el tapn y bebi un trago.
Habr sido muy doloroso dijo Madden melanclicamente. Y feo.
Sabes lo que pasa cuando uno se muere de peritonitis?
Segua mirando por la ventana, contemplaba las nubes que empezaban a
formarse en la tarde todava reciente. Quiz lloviera al da siguiente y la tierra
se rindiera al cielo y se acercara a l, estirando sus largos brazos verdes hacia lo
alto, y el mundo fuera otra vez joven. Notaba vagamente que Joe hijo lo miraba,
pero le traa sin cuidado.
No, quiz convenga que no me lo cuentes, eh? Ya te digo, me ests
provocando una lcera perforada...
Madden le sonri.
Joe dijo, si te estoy provocando algo, ser una lcera. De la
perforacin tendrs que ocuparte t solito.
Joe hijo sacudi la cabeza.
S, ya, lo que t digas dijo. Peritonitis, lcera pptica. El lote
completo me ests dando!
Madden se levant y fue a llenarse la taza a la cafetera exprs. El burbujeo
de la mquina era un blsamo para l. La radio parloteaba con indiferencia, las
noticias otra vez.
Srvete t mismo dijo Joe. Remova su caf con una cucharilla.
Tendremos suerte si no nos denuncia por causarle un trastorno mental o algo as
dijo tras beber.
Quin? pregunt Madden, y entonces se acord. No nos va a
denunciar dijo. Quiere verlo. Por qu iba a denunciarnos si quiere verlo?
Y yo qu s? dijo Joe. Para sacar una buena indemnizacin en el
juicio? Para hacernos la pueta? sta es la cultura de la culpa, hombre.
El caf estaba delicioso: tan amargo como el chocolate ms negro. Tendra,
naturalmente, propiedades carcinognicas y sera muy malo para las vsceras.
Posiblemente un factor coadyuvante en lceras ppticas. Se imaginaba un
agujero abrindose en el estmago de Joe con cada sorbo y una infeccin que
progresaba. Un absceso, un quiste que se hinchaba como un pequeo diafragma
anticonceptivo puesto del revs.
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Nick Brooks

La buena muerte

Joe se frot la tripa y puso su taza sobre la mesa de cristal, y a su lado el


folleto sobre flores artificiales.
Qu le pasaba ahora? Cierto malestar de estmago, sensacin de acidez?
No har eso repiti Madden. Ya tiene a las hijas de Kincaid en contra.
Fue a ver a su albacea porque no tena ni idea de si poda venir aqu legalmente
o no. Y, ahora que lo pienso, puede que no tenga los papeles en regla.
S, bueno... dijo Joe mientras se frotaba la tripa con movimientos
semicirculares. Despus sufrira dolor generalizado, signos de flatulencia y
movimiento de lquidos. El globo a punto de estallar. Tendra el buen gusto de
morirse en el acto, se preguntaba Madden, o se eternizara y lo pondra todo
perdido de sangre y vmitos? Esto ltimo, decidi, era lo ms probable.
Pulso acelerado, temperatura alta, estado de shock. Distensin, diarrea,
estreimiento... Hara falta un escalpelo afilado para extraer los fluidos. Madden
poda hacrselo. Si se lo pidiera. Sera un detalle por su parte. Si se lo suplicaba.
Se preguntaba qu aspecto tendra Joe sobre la mesa de mrmol. Bien. Era
joven, y los jvenes eran siempre los mejores cadveres. Haba en todos ellos
una vitalidad tan espontnea. Parecan refulgir. Sus cuerpos iluminaban el
depsito. Hasta Eugenio Bustamante, con su cabeza sin lengua. Media granada
con las pepitas esparcidas. Y seguramente estara ya en el otro mundo. Duerme
y suea, Eugenio. Duerme y suea. Que la paz sea contigo. Salam.
Sabes lo que tienes que hacer, no? deca Joe hijo. Madden lo mir, el
mechn de Tintn tristemente alicado, una sombra mustia de su antigua gloria.
Madden se tens ligeramente, armndose de valor.
S dijo. Puedo quedarme por lo menos hasta fin de mes? Preferira
encargarme yo mismo de despedir al seor Kincaid en buen estado...
Joe contrajo la cara con asco, o como si un puo invisible le estuviera
estrujando las entraas.
De qu ests hablando? No te voy a despedir!
Madden estaba perplejo.
Entonces, qu?
Por el amor de Dios, Hugh... por qu iba a ponerte en la calle? No tengo
a nadie ms! La madre de Catherine dice que la chica no va a volver. Que se va a
poner a estudiar otra vez, dice. Le mand a su madre una nota desde no s qu
sitio de la costa. Dice que se ha tomado unos ditas de vacaciones. As como as!
Su madre dice que nunca haba hecho nada parecido. Que la nota deca que
estaba pensando en volver a estudiar y acabar el curso.
Qu curso? pregunt Madden, fingiendo curiosidad. Naturalmente,
ya saba todo aquello.
El de auxiliar de odontologa. Sola decir que es ms sano rodearse de
dientes que de muertos.
Bueno, y qu quieres que haga?
Que prepares a Kincaid. Pero bien, tiene que ser. No de cualquier manera.
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La buena muerte

Necesito ese cuerpo vivito y coleando para pasado maana, como muy tarde. Si
lo dejas bien preparado, podemos ofrecer a la seora Kincaid un pase previo
antes del funeral. Puede que as las cosas se calmen un poco...
Desde luego dijo Madden. Me pondr enseguida con ello.
Hugh, quiero que te dediques exclusivamente a l hasta entonces, vale?
Olvdate de los otros dos. La diabtica no necesita casi nada y, en fin, estoy
seguro de que al de la decapitacin lo metern en un atad cerrado.
Te refieres a Eugenio?
Conque ahora los llamas por su nombre, eh? Llevas aqu demasiado
tiempo, amigo. Quiz deberas haberte largado antes, como Catherine. La muy
zorra.
Madden asinti otra vez con la cabeza y acab su caf. Era muy bueno.
Colombiano, o eso deca en el sobrecito vaco. Estaba de rechupete, en su
opinin.
Y, Hugh...
Madden mir a Joe.
S?
Intenta no meterte en largas discusiones ah abajo. Te pago para que
trabajes, no para que charles. Sonri y levant la taza hacia l.
Madden se sonroj profundamente y, al cruzar con paso vivo la sala de
recepcin, camino de las escaleras que llevaban abajo, oy de pasada una noticia
acerca del cadver del lago. Era preocupante. Claro que siempre estaba
apareciendo por ah gente muerta. Por todas partes.

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Esa noche, al llegar a casa, ya tarde, encontr la puerta de la calle abierta, a su


mujer, Rose, derrengada en el sof del cuarto de estar y un fuerte olor a
quemado en el pasillo. Tena pensado decir a Rose: A que no sabes quin se
present en el trabajo esta maana?, y aquella perspectiva le haca sentirse
extraamente animado. Pero todo eso qued olvidado cuando se hizo cargo de
la nueva situacin, por la que se desenvolvi como dirigido por algn poder
superior. sas fueron las palabras que usara ms adelante: como si lo guiara
una fuerza invisible, una voz que le deca exactamente qu hacer y dnde ir.
Apenas poda expresarlo con palabras: sencillamente, haba reaccionado a las
circunstancias, se haba hecho cargo inmediatamente de lo que importaba y
haba dejado de lado lo que poda dejarse de lado. No tena gracia?, le haba
dicho Rose cuando, ya bastante recuperada, Madden le cont la historia de
cmo haba acudido en su rescate. No era raro que se hubiera ido derecho a la
cocina?
Madden se haba encogido de hombros. Solo haba querido ver cul era la
causa de aquel olor. Poda haber sido una sartn de patatas al fuego, o la
plancha olvidada sobre un montn de camisas. Qu tena de gracioso?
Nada dijo Rose, solo cmo lo cuentas, nada ms.
El qu?
Que dejaste de lado lo que poda dejarse de lado.
No te sigo.
Te fuiste derecho a la cocina. A ver dnde estaba el fuego. Yo poda estar
muerta, pero t fuiste primero a la cocina.
No seas tonta, querida dijo l, y le cogi la mano. Si hubieras estado
muerta, no habra beneficiado a nadie el que encima se quemara la casa.
Rose le haba redo la broma con una sonrisa forzada, y l haba acariciado
el dorso de su mano y le haba dado la vuelta para examinar las lneas
blanquecinas de la palma. Todava le sorprenda que tuviera las palmas de las
manos tan blancas, siendo de tez tan oscura.

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La buena muerte

Supongo que con nadie te refieres a ti mismo dijo, asintiendo para s


misma con la cabeza. Ni siquiera haba fuego, verdad?
Madden emiti un chasquido con la lengua. Haba vuelto y la puerta estaba
abierta, dijo. De la seora Spivey no haba ni rastro. Entr y not aquel olor.
Qu iba a pensar? Se dio cuenta de que ella estaba inconsciente en el sof. Qu
se supona que tena que hacer? Y si se haba intoxicado por inhalacin de
humo? Si hubiera acudido en su auxilio, quiz l tambin hubiera sucumbido.
Y dnde estaran entonces? En ninguna parte, ah estaran.
Has dicho que no haba humo dijo Rose. Que solo haba un olor. Un
olor como si se estuviera quemando una almohada, has dicho.
Pero, al entrar en la cocina, no haba visto ninguna almohada ardiendo, ni
plancha alguna encendida. Haba encontrado dos rebanadas de pan renegrido
humeando en el tostador, carbonizadas, como le gustaban a Rose; como l le
hubiera prohibido comerlas, de haber estado all para detenerla. Saba, no
obstante, que la seora Spivey ceda, incapaz de resistirse a las lamentaciones de
Rose. Ay, ya nunca le dejaban comer lo que quera, ay, Hugh no le permita
disfrutar de la comida como en los viejos tiempos, deca que lo quemado era
cancergeno, que la mantequilla produca enfermedades coronarias y que en las
carniceras ya no haba manitas de cerdo, con lo que a ella le haban gustado
siempre unas buenas manitas de cerdo.
No estaba inconsciente, estaba dormida dijo Rose. Madden asinti con
la cabeza. No haba pensado que estuviera inconsciente, pero se abstuvo de
mencionrselo a ella. Rose solo pensara mal de l. Estaba viendo la tele y me
qued traspuesta aadi ella.
He despedido a la seora Spivey dijo Madden de repente. Rose se
acobard al saberlo, su mirada una mezcla de miedo y zozobra, como si de
algn modo fuera culpa cuya lo que estaba ocurriendo. Aleg que la culpa no
era de la seora Spivey, sino de ella por haberse quedado dormida; que no
volvera a ocurrir, que tendra ms cuidado. Pero Madden se limit a levantar la
mano para hacerla callar y ella se calm de nuevo obedientemente.
Esa mujer era una incompetente dijo. Era negligente y perezosa...
Dej que las palabras se apagaran y limit sus acusaciones a aquellas que saba
podan refutarse razonablemente. Rose lo mir.
Ellen es mi amiga dijo con sencillez, y baj los ojos para mirarse las
manos unidas sobre el regazo.
A Madden le resultaba muy difcil enfrentarse a aquella actitud. Si a Rose le
daba una rabieta, poda hacerla callar levantando una mano o sofocar su
alboroto con el silencio. Rose le haba dicho una vez que era el hombre ms
paciente que haba conocido nunca, que a veces aquello le daba ganas de
arrancarse el pelo, pero que al final se haba dado cuenta de que era una virtud,
un regalo de Dios. se era su mayor talento, deca, su tolerancia ilimitada, su
disposicin a esperar un poquito ms que cualquier persona. Pero Rose se
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Nick Brooks

La buena muerte

equivocaba: aquello no era paciencia. l no era ms tolerante que ella,


simplemente no soportaba delatarse hasta ese punto. Perder los estribos habra
sido como verse sorprendido mientras espiaba a un vecino a travs de una
cortina de rejilla. Casi le resultaba insoportable pensar en semejante apuro.
Te encontraremos nuevas amigas dijo, y se levant del brazo del sof
para acercarse a la ventana. Contempl los tejados. Por encima de los edificios
de enfrente se vean las gras del astillero. Haba nacido no lejos de all; de
hecho, haba pasado toda su vida en un recinto que seguramente no
sobrepasaba los ocho kilmetros cuadrados. Rose tambin, aunque ella haba
vivido una temporada en Inglaterra antes de que se conocieran. Hasta esa
noche, nunca se le haba ocurrido pensar que, con toda probabilidad, morira
tambin en aquella zona tan estrecha. Ms adelante le pareci que la voz que lo
haba guiado, la fuerza invisible que lo haba llevado a la cocina no haba sido
nicamente el miedo al fuego, a la destruccin de sus propiedades o al
repentino fallecimiento de su esposa. Haba sido algo ms. Era la certeza
primigenia de que algn da morira. El instinto de sobrevivir a toda costa se
haba apoderado de l. Aquella sobrecogedora certidumbre de la importancia y
el orden que se otorgaban instintivamente a las cosas le haba causado un leve
tambaleo. La vida, la propiedad, la esposa: se senta como si hubiera vuelto una
especie de esquina, como si una corriente escondida que haba discurrido
siempre justo por debajo de la superficie de su existencia estuviera a punto de
arrastrarlo a algn lugar del que ya no podra volver. El que dos rebanadas de
pan quemado fueran la causa de semejante agitacin le haca sentirse
completamente ridculo.
Se esforzaba por ocultar a Rose aquella falta de templanza. Haba sacado el
pan del tostador, lo haba tirado a la basura y haba abierto la ventana, y all se
haba detenido a tomar aire a bocanadas como si aquello fuera a salvarle la vida.
Varias ideas luchaban por conseguir oxgeno y haba tenido que inundarlas con
l y dejar que se lo tragaran. Cuando se sinti capaz de apartarse de la ventana,
se haba derrumbado sobre el linleo.
No quiero amigas nuevas, quiero a Ellen dijo Rose. Madden asinti con
la cabeza y dej caer otra vez la cortina. Seguramente solo sali a por una
barra de pan o algo as. Sola hacerlo. Rose segua teniendo en el semblante la
misma expresin de servilismo apocado, y Madden experiment una sensacin
momentnea de extraeza, como si su verdadera esposa hubiera sido sustituida
por aquel facsmil monstruoso, idntico a su mujer punto por punto y, no
obstante, inefablemente distinto. Tena ganas de agarrarla por los hombros y
zarandearla, de gritar: Dnde est mi mujer? Qu has hecho con ella? Dnde est
la verdadera Rose?
Sala a menudo? Se supona que tena que cuidarte. Cmo iba a hacerlo
si no estaba aqu?
Rose movi la cabeza de un lado a otro y dio vueltas en el dedo a su anillo
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Nick Brooks

La buena muerte

de casada. Madden le haba dicho ya a la seora Spivey que no necesitaban ms


sus servicios. Haba sido una conversacin cargada de tensin: ella lo haba
cubierto de insultos y haba exigido su paga hasta fin de mes. En cuanto haba
levantado la voz, Madden haba sentido el impulso de romperle el crneo con
algn objeto contundente: un cenicero de cristal, una sartn, la plancha dejada
fra sobre su estante, junto a la tabla de planchar.
En la versin que le haba dado a Rose, la seora Spivey era la mala y haba
abandonado a su suerte a la mujer indefensa cuyo cuidado se le haba
encomendado. La seora Spivey, que suba demasiado tarde las escaleras para
impedir que su querida Rose sucumbiera al humo. La seora Spivey, que dejaba
la puerta abierta para que los vndalos y los ladrones saquearan su hogar. La
seora Spivey, que prcticamente le arrancaba el dinero de las manos cuando
por fin se lo daba, y lo llamaba matn y pusilnime y ladrn de cuerpos
y mameluco.
Les diremos a los de la agencia que nos manden a alguien maana dijo
Madden.
Rose asinti con la cabeza.
Hugh? dijo ella. De verdad te llam mameluco?
Madden chasque la lengua. Quiz no mameluco, exactamente. Quiz
tampoco matn. Haba empleado palabras ms gruesas. Para cuando la seora
Spivey volvi de la tienda o de donde hubiera estado, Madden se haba
repuesto lo suficiente como para levantarse y servirse un poco de agua fra del
grifo. Solamente entonces, mientras beba de su desportillada taza marrn de
Glasgow 800, se acord de Rose y fue a ver cmo estaba. Era difcil explicar lo
que haba sucedido despus. l estaba de pie ante ella y estaba mirando su cara,
su mandbula floja y apoyada sobre el pecho, cuando la seora Spivey lleg de
comprar. Ella lo mir pasmada, como si fuera un ladrn. Pareca a punto de
ponerse a chillar y l levant una mano con la esperanza de detener sus
acusaciones antes de que salieran de su boca. Pero la seora Spivey no era un
sujeto tan dcil como Rose. Haba tirado al suelo la bolsa de la compra y se
haba ido derecha al telfono de la mesita, junto al sof, y l se haba descubierto
retrocediendo hacia la ventana. Tartamudeaba y mantena la mano levantada
entre los dos, pero la seora Spivey no se dejaba persuadir.
Quiero que se vaya, seora Spivey le dijo. Quiero que recoja sus
cosas y se vaya ahora mismo, seora Spivey. Yo no estaba haciendo tal cosa,
seora Spivey aadi. Se est poniendo usted en ridculo le dijo. Por
favor, deje el telfono. No, insisto, por favor, deje el telfono. Hay una
explicacin bastante obvia, si me permite que...
Era cierto que tena la mano alrededor del cuello de Rose, pero no era lo
que la seora Spivey estaba pensando. Ms bien todo lo contrario. Rose, la
cabeza tambaleante, el pelo negro y permanentado tan abundante como
siempre. A qu coo crea que estaba jugando?, dijo la seora Spivey, y su
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Nick Brooks

La buena muerte

acento de Portadown se haca ms fuerte. Tena las manos cruzadas sobre el


pecho, era una mujer formidable, la cara y las manos rojas y el cabello hacia
atrs, recogido en un moo muy prieto. Pareca capaz de hostiarlo sin ningn
esfuerzo, si es que se deca as. S, la seora Spivey era de esas mujeres que
hostiaban a los hombres. Madden se preguntaba si la polica lo encontrara
muerto en el suelo de su cuarto de estar, con una sartn junto a la cabeza.
Liquidado por la cuidadora de su mujer por tomarle a esta el pulso. Al mismo
tiempo, una meloda le rondaba por la cabeza. Oh, yo te llevar a casa, Kathleen...
Y por qu le haba echado la mano al cuello?
Estaba comprobando la ausencia de pulso en las arterias principales.
Estaba comprobando el cese de la circulacin sangunea. Pero no haba tal.
Tal qu? La seora Spivey pareca an dispuesta a hostiarlo. O, peor
an, a hacerlo papilla.
Cese de la circulacin sangunea.
Ella lo mir fijamente con los ojos entornados.
Quiere decir...? Qu es lo que quiere decir?
Que Rose todava est viva. Tiene pulso. Respira.
Pues claro que est viva. Por qu no iba a estar viva? Solo he salido un
momento a por un litro de leche.
Madden no haba comprendido de inmediato la relacin entre la leche y el
cese de actividad de los sistemas respiratorio y circulatorio, pero ms tarde
lleg a la conclusin de que la seora Spivey posea una comprensin de la
muerte somtica mucho ms amplia de lo que l supona. Lgicamente, si ella
solo se haba ausentado un minuto, era improbable que Rose pudiera ser dada
por muerta dentro de una escala temporal razonable siendo la causa principal
de la muerte la asfixia, en este caso causada por la probable inhalacin de
humo. Era del todo posible (probable incluso) que el corazn siguiera latiendo
durante varios minutos despus de que se hubiera detenido la respiracin. Ms
tarde, despus de pagarle lo que le deba y despacharla, Madden haba llegado
a la conclusin de que la seora Spivey haba razonado (aunque no lo hubiera
expresado con tantas palabras) que deba esperarse un lapso de tiempo de ms
o menos veinte minutos para declarar muerta a Rose.
Ninguno de los dos tuvo que esperar tanto tiempo, sin embargo, ya que
unos quince minutos despus Rose se despert amodorrada por la medicacin y
quiso saber dnde estaba la seora Spivey.
He tenido un sueo precioso dijo. Madden todava estaba algo
tembloroso.
Qu has soado? pregunt, sin que le importara en realidad.
Soaba que estaba en el teatro y que salvaba a Abraham Lincoln de que le
dispararan. Yo era la herona.
Mmm murmur Madden, y se acord de que tena noticias que
contarle. A que no sabes quin se ha dejado caer hoy por el trabajo?
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La buena muerte

Rose segua amodorrada. Pronto empezara a gimotear pidiendo chocolate.


Quin? dijo mientras se frotaba la cara.
Lawrence Kincaid, el buen doctor en persona. No mencion nada ms.
Ni a Tess, ni la muerte de Maisie, ni siquiera la noticia del hallazgo del cadver
de una mujer all cerca. Tan cerca que se poda pasar uno por all una tarde, o ir
a merendar los domingos. Haba perdido la cuenta de las veces que haba
llevado a Rose a las orillas del lago y le haba dejado echar a rodar los huevos 13
que podan haber sido de su beb, si hubiera vivido tiempo suficiente.

Rose pas otra vez mala noche. Madden la haba atendido, se haba ocupado de
que estuviera suficientemente cmoda, y estaba tomndose lo que su padre
sola llamar (en los raros momentos de euforia que le permita su humor, aquel
frente de guerra de baja intensidad) una pequea libacin. A Madden lo
molestaba haber heredado aquel hbito, pero pareca incapaz de cortar de raz
aquella expresin, o su inercia. Arrellanado en el silln de orejas junto a Rose,
con un whisky en la mano, observaba los miembros flojos y descabalados de su
mujer, dormida de nuevo en la cama. Ella respiraba con soplidos someros que
levantaban un rizo a un lado de su cara y lo hacan ondear unos segundos, antes
de que bajara. Como cada noche, Madden se beba su copa en silencio hasta que
estaba seguro de que Rose dorma tan profundamente que no se despertara si
l se mova o haca algn ruido inoportuno. A Rose le costaba dormir. Despus
de casi media hora era cuando Madden se senta lo bastante tranquilo como
para dejarla sola. A veces no haca ms que estirar las piernas en el silln y ella
se despertaba gimiendo y empezaba a suplicarle que no la dejara all sola, con la
luz de la mesilla de noche encendida. Otras veces se despertaba y tardaba unos
segundos en reconocerlo, hasta que l levantaba la mano para hacerla callar y
ella se calmaba de nuevo.
A menudo, estaba tan mal que le resultaba imposible conciliar el sueo y,
en esas ocasiones, no soportaba que Madden se le acercara. Para l tambin era
preferible no andar cerca de ella: pasaba mucho ms tiempo en el trabajo que
Joe hijo o que Catherine, a pesar de que el sueldo era insignificante y con
frecuencia haba muy poco que hacer. Aun as, quedarse en el trabajo significaba
que poda relajarse un poco, leer un poco, beber un poco de la botella del
maletn negro, vivir un poco en compaa de los ex vivos, sus pupilos
durmientes. Poda ponerse al da de los ltimos adelantos tecnolgicos o
trabajar un poco ms con quien hubiera llegado ese da. A veces se
emborrachaba un poco y se pona tambin un poco llorn. Senta, no sin algo de
mala conciencia, que la funeraria era su verdadero hogar, y que su hogar era
13

Referencia al juego infantil, tradicional en los pases anglosajones, de las carreras con huevos
duros o huevos de Pascua, llevados o no con una cuchara. (N. de la T.)

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La buena muerte

una funeraria. Desde haca algn tiempo, ambos conceptos se confundan


fcilmente en su cabeza.
Rose estaba tan quieta como cualquier cadver en la mesa de embalsamar,
una buena mujer provista de un corazn de oro que, sin embargo, rara vez, en
su calidad de rgano, estaba a la altura de las funciones que demandaba su
cuerpo. Solo de manera intermitente era consciente de la gravedad de su estado,
tan vida estaba de apoderarse de otras muchas dolencias, ninguna de las
cuales soportaba dejar escapar. A lo largo de los aos, Madden haba intentado
en incontables ocasiones convencerla de que aquellos trastornos formaban parte
de uno mucho ms amplio e importante, cuya nebulosidad escapaba
continuamente a la comprensin de Rose y era, no obstante, la materia oscura
que mantena su sufrimiento intacto.
Lo cierto era que la enfermedad crnica se haba convertido para ella en un
modo de vida: era el foco, reconcentrado y esclarecedor, de su existencia. En
cierto sentido, la defina. Aseguraba que nadie que no hubiera sufrido como
sufra ella poda comprender lo que supona vivir la vida como una guerra de
desgaste perpetua y adversa contra la enfermedad y la invalidez. Poco a poco,
Madden haba ido dndose cuenta de que la enfermedad que afliga a Rose era
el miedo morboso a la enfermedad misma. Nada, sin embargo, podra haberla
convencido de que as era. Cualquier sntoma real, cualquier enfermedad
autntica, serva para apuntalar su causa y demostrar que tena razn desde el
principio. Ah est. Lo ves? No te dije que me pasaba algo?. La irona de la
situacin estribaba en que, cuando por fin le diagnosticaron una dolencia
cardaca, sinti que todos sus aos de obsesin quedaban redimidos, que sus
innumerables consultas con mdicos y especialistas de todos los estratos del
espectro mdico estaban justificadas.
Y era una irona literalmente dolorosa, pues la angina de pecho le
ocasionaba una incapacidad severa y molestias casi constantes.
Todos esos aos (pensaba Madden sin poder remediarlo), todos esos aos
de bsqueda de una prueba que confirmara las sospechas de Rose le haban
pasado factura tambin a l.
Y la enfermedad persista, subsista como una entidad en s misma. Para
Rose, su dolencia cardaca no haba sido nunca el quid de la cuestin. Los
sntomas que buscaba de manera tan obsesiva eran fantasmales: incluso ahora,
Madden no poda convencerse de lo contrario. Los terrores nocturnos de Rose
no se justificaban por el miedo a la arritmia, a la embolia pulmonar, al fallo
cardaco o al colapso respiratorio. Nadie poda convencerla de que aquellas
dolencias fueran otra cosa que efectos secundarios de una enfermedad an por
diagnosticar y a la que su existencia parasitaria se aferraba, pero que nunca se
manifestaba.
Madden la vea dormir mientras beba tranquilamente su copa. La
observaba premeditadamente, con la atencin fija en las menudencias de sus
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Nick Brooks

La buena muerte

rasgos faciales, en el movimiento, semejante a un tic, de su rizo, que flotaba


espontneamente en el aire sobre su cara; en la posicin de sus manos, una
metida bajo la almohada y bajo la cabeza, la otra hacia abajo, cerrada junto a su
costado en un puo de aspecto afectadamente infantil. Madden esperaba a que
gradualmente, con el paso de muchos minutos, aquella mano se fuera abriendo
despacio, dejara que los dedos se estiraran y aflojara la garra con que sujetaba el
pescuezo fantasmal, fuera cual fuese, que el sueo pona junto a su cama noche
tras noche. Tal vez fuera el miedo a la enfermedad, tal vez fuera ese espectro
que velaba por su ser durmiente. Solo cuando aquel puo se aflojaba saba
Madden que Rose estaba ya a salvo hasta la maana, que poda quedarse sola,
sin nadie que la atendiera. Mientras tanto, l observaba y esperaba y beba de su
copa. Entonces son el timbre.

La seora Spivey regres arrastrando tras ella al bruto de su hijo: un intento de


extorsin que, segn pens Madden ms tarde, super con creces sus
ambiciones. Era ya pasada la medianoche y la seora Spivey se neg a dejar de
pulsar del timbre del portal hasta que le abri. Cuando Madden lleg a la
puerta y mir por la mirilla, ella ya estaba all, grotesca en gran angular, con los
brazos cruzados y aquellas facciones enjutas, como cortadas a hachazos, que le
recordaban a las de su madre. Madden abri la puerta y se hall
inmediatamente empujado hacia el interior de la habitacin por el hijo, que
deba de haber permanecido junto a la puerta, fuera de su vista. La seora
Spivey entr y, al ver cmo cruzaba los brazos sobre el pecho y meta las manos
bajo las axilas, Madden tom la resolucin de no volver a comprar nunca ms
pollo en el supermercado. Se dispona a hablar cuando el hijo le puso una gran
zarpa simiesca sobre el hombro y le apret la clavcula. Dio un respingo y lade
el cuello. La cabeza y el hombro le dolan.
Est bien, seor Madden, qu es lo que pasa? dijo el hijo. Tena acento
de Glasgow, pero ello serva de escaso consuelo. Haba en l un algo de
orangista14, el pelo rojo cortado al ras y la cazadora de aviador. Madden no se
acordaba de su nombre y ello no pareca apremiante de momento.
Es hora de aflojar la mosca dijo el hijo. Mi madre dice que anda un
poco corta de cambio para el parqumetro.
Ya le he pagado adecuadamente contest Madden, dirigindose a la
seora Spivey. Dgale a este gorila que me suelte. Sinti que el hijo daba
otro meneo a su clavcula.
No me ha dado suficiente. Joder, la puta agencia me va a despedir porque
t me has despedido, as que, por lo que a m respecta, me debes una puta
14

Partidario de la Orden de Orange, organizacin poltico-religiosa de Irlanda del Norte que


defiende la pertenencia del Ulster a la Corona britnica. (N. de la T.)

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La buena muerte

compensacin, cabronazo. Me he pasado seis putos meses cuidando de esa


imbcil de tu mujer, dndole de comer, ponindole sus putas inyecciones,
escuchando sus putos gemidos y limpindole el puto culo. Es que te crees que
aguantara esa puta mierda da tras da por lo que me pagas si no necesitara el
jodido dinero? Podra volver a limpiar aseos para ganarme la vida, pero me
parece que t me debes un poquito ms que eso, no crees?
Chist! Rose est dormida, no quiero que se despierte.
La seora Spivey descruz los brazos y volvi a cruzarlos. Levantando la
voz, dijo:
Es que no me has odo, joder? He dicho que me debes dinero, hostias!
Le he pagado hasta final de mes, qu ms quiere? No puedo permitirme
darle ms de lo que ya le he dado. Madden se retorca alrededor del foco del
dolor, casi de puntillas. Se fij en que las botas sucias del hijo haban dejado
huellas en la moqueta.
Joder, podra denunciarte a magistratura laboral por despido
improcedente.
Madden segua retorcindose de puntillas: intentaba descubrir un modo de
permanecer de pie y aflojar la garra del chico lo suficiente como para volver a
apoyarse sobre las plantas de los pies.
Le aconsejo encarecidamente que no lo haga. No est usted en situacin
de amenazarme con acciones legales. Falt usted de su puesto de trabajo.
Not que en su voz se insinuaba un dejo de desesperacin mientras deca
aquello. Ignoraba si lo que deca era cierto o no. Tenan los cuidadores por
horas los mismos derechos que los cuidadores internos? Cules eran los
derechos de los cuidadores internos? Nunca antes se haba planteado aquella
cuestin.
Brido, rompe el brazo a este imbcil dijo ella.
Est bien! exclam Madden. Cunto quiere?
La paga de otro mes. Luego, ya veremos.
Qu? No puede hacer eso, ir a la polica.
Brido le apret otra vez la clavcula y Madden hizo una mueca de dolor.
Estaba seguro de que aquello le estaba pasando a otro. l era un hombre de
mediana edad, casi una persona mayor! Justo en ese momento Rose sali de su
dormitorio frotndose los ojos. Llevaba la bata echada sobre los hombros y
avanzaba cojeando con las dos muletas. Se le vea el camisn grisceo. Madden,
que apenas poda concebir una estampa ms vergonzante que aquella, se
sonroj profundamente.
Hugh? Ellen? Qu est pasando?
La seora Spivey inclin la cabeza para mirar a Brido y ste afloj su garra y
dej caer el brazo. Rose se frot los ojos, distrada.
Lo que pasa es que me deben dinero dijo la seora Spivey. Y no
pienso irme hasta que me lo den, joder. O se lo saca l.
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Nick Brooks

La buena muerte

Rose pareca atnita y se tambaleaba un poco sobre las muletas.


No te preocupes, querida dijo Madden. Solo hemos tenido una
pequea disputa sobre lo que le debemos a Ellen. Vuelve a tu cuarto y chate.
Todo va bien.
Rose mir a Madden, a Brido y a la seora Spivey.
Pensaba que ramos amigas dijo a su ex cuidadora. Las amigas no se
hacen estas cosas.
No, joder, en eso tienes toda la razn contest la seora Spivey. As
que, si queremos seguir siendo todos amigos, habr que llegar a algn acuerdo,
no? Hizo una sea con la cabeza a Brido, y el chico puso otra vez la mano
sobre el hombro de Madden, pero no le apret como antes: le dio unas
palmadas como si fueran viejos amigos que recordaran los buenos tiempos.
Rose mir a la seora Spivey vagamente dolida y despus volvi a mirar a
Madden.
Por favor, aclara las cosas, Hugh. Si le debemos algo a la seora Spivey,
pgale lo que pida. Es muy tarde, sabes?
Bri, aclara esto con el seor Madden, que yo voy a llevar a Rose a la cama.
Su hijo asinti con la cabeza y la seora Spivey se acerc a Rose y la ayud a
volver hacia el dormitorio. Luego se dio la vuelta, mir hacia atrs y gui un
ojo a Madden.
Seguro que todo sale bien, eh, Hugh? dijo con voz tan desagradable
que hizo estremecerse a Madden.
Voy a buscar mi cartera dijo l, y al instante la mano desapareci de su
hombro. Brido se volvi y le sonri, le alis el cuello y puso los brazos en jarras.
Otro folln del que se libra, eh, seor Madden? dijo con una sonrisa
afable mientras emita una especie de silbido susurrante. Madden se frot el
hombro. Exageraba adrede su malestar con la esperanza de inducir a la
contencin a aquel adolescente desmesurado, cuyas manos eran como cepos de
acero. Notaba que Brido se alegraba de no tener que seguir adelante, pero
tambin que hara lo que fuera preciso si su madre se lo exiga. No era una idea
reconfortante.
El hijo de la seora Spivey pase la mirada por la habitacin, se acerc a la
repisa de la chimenea, sopes algunas figurillas, mir detrs de las cortinas,
asinti con la cabeza y cloque para s con la estridencia de una gallina clueca:
Madden casi esperaba que pasara un dedo por el rodapi para ver si haba
polvo. De espaldas pareca demasiado grande para hallarse en un piso de
aquellas dimensiones. Su cabeza en forma de bollo quedaba solo a unos
centmetros del techo. Se interes especialmente por una fotografa de Madden
y Rose frente al Nardini, en Largs. El pelo de Madden, que el viento haba
arrojado insulsamente sobre su cara, dejaba al descubierto una calva del tamao
de una moneda de dos peniques que, con el tiempo, acabara apoderndose de
todo su crneo. En la fotografa, Rose se sujetaba la falda contra las piernas para
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Nick Brooks

La buena muerte

que el aire no se la levantara y sostena en la mano un helado de cucurucho,


grande y caracoleado, cuya salsa de arndanos le chorreaba por los dedos.
Pareca histrica, bien por la actitud del fotgrafo, bien por la de alguna otra
persona que hubiera tras la cmara. Madden odiaba aquella fotografa: Rose la
conservaba nicamente para fastidiarlo, y los aos de fingida indiferencia hacia
ella haban rendido por fin su fruto: ya poda mirarla con lo que estaba seguro
deba de ser una suerte de impunidad pasivo-agresiva. No en ese momento, sin
embargo. Justamente ahora, aquella instantnea era para l fuente de
humillacin extrema.
Bonita foto dijo Brido. Madden, completamente quieto, lo miraba con
odio apenas disimulado. Y bonito sitio. Les va bien, eh? Tienen una casa
muy bonita.
Gracias dijo Madden, refrenndose. La decora, la decor Rose. Yo
tengo poca mano para esas cosas.
Brido se sent en su silln. Le indic con una sea que l tambin se
sentara.
Mi madre es buena mujer, seor Madden dijo. Trabaja mucho, ha
trabajado toda su vida para que mis hermanos y yo tuviramos todo lo que
queramos, sabe lo que le digo?
Madden no habl ni se movi.
Sintate, Hugh. Te importa que te llame as? Llmame Brido, por cierto.
As me llama todo quisque, con perdn.
Mira, Brido, yo...
No, a tomar por culo, no lo soporto, joder. Llmame Brian. As es como
me llamo. Hay que ver, el bandolero, que ni sabe cmo se llama.
Madden estaba seguro de que haba querido decir majadero. Aunque,
bien mirado, quiz bandolero fuera ms apropiado para el caso.
Inclinado en el silln de una manera que resultaba alarmante en extremo,
Brido (Brian) se sobaba la palma de una mano con el puo de la otra. Madden
resolvi sentarse.
La gente se cree que eres un pringao si te llamas Brido, to. Yo me llamo
Brian, joder, llmame Brian. Sabes que mi madre siempre me llama as? Es una
cosa que me saca de quicio, to, te lo juro. No me llama otra cosa. Como si no
supiera que me revienta. Siempre le estoy diciendo no me llames as, mami,
llmame por mi nombre, pero ni caso. Joder, to, es muy lista y todo eso. Que
yo no digo ni po, porque la quiero, sabes?, que s'a portao de puta madre
conmigo y con mis hermanos, s'a matao a trabajar por nosotros y tal, nos cuid
cuando el viejo la di, pero, to, es que no puede llamarme por mi nombre,
cojones? Joder, me vendra de puta madre una copa. Tienes algo de beber? S
que le has dao dinero a mi madre, pero ella no sabe que necesito pasta. Es para
mis cosas. Y punto. El caso es que voy a volver.
Brido se haba recostado en el silln y miraba a Madden con una pierna
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Nick Brooks

La buena muerte

cruzada sobre la rodilla.


Madden no saba qu decir. Le estaban chantajeando? Otra vez? Dos en
una noche? La vida se le estaba escapando de las manos. Los das anteriores
haban sido un espejismo. Haba credo que su vida se arrastraba lentamente,
que las cosas seguiran del mismo modo un da tras otro, que habra trabajo y
descanso y comer y beber, que no molestara a nadie ni nadie lo molestara a l,
que Rose se estabilizara o se pondra mejor, o peor, y que Joe Caldwell entrara
por fin en razn y le cedera las riendas del negocio, y que l usara el dinero
que haba ahorrado para comprarle la empresa, que Kincaid ocupara su lugar
en la tierra y lo dejara por fin en paz, y que las tostadas ya no se quemaran y
encontraran otra cuidadora para Rose, y ahora esto. Estaba siendo amenazado
y extorsionado y chantajeado y llamado viejo imbcil y quiz incluso maldito
mameluco y cabrn y el cielo se desplomaba. Tena la boca seca, se sacudi el
cuello de la camisa para airearse el pescuezo. Qu le estara haciendo la seora
Spivey a Rose en el dormitorio? Qu hacan aquellas huellas en su moqueta?
Todo aquello era absurdo. Oblig a su voz a adoptar una apariencia de
normalidad y se esforz mentalmente por aquietar sus temblores. Vamos, se
deca, tranquilo, hombre, tranquilo.
Qu es lo que quieres, Brian? No dispongo de mucho dinero. Tengo
algunos ahorros, pero no somos ricos. Ya lo ves, no? Que no somos ricos. Sin
duda era un error intentar apelar a los buenos sentimientos del chico. Brian
careca de ellos. Tener un hijo as acababa matndolo a uno. Tener un hijo as era
como convivir con una enfermedad contagiosa. Un error de diagnstico:
pensaba uno que el chaval poda entenderle, y no poda. Ni a l, ni a su madre,
ni a nadie. Madden estaba convencido de que hablaba con un monstruo, de que
estaba a merced de un monstruo que haba salido a la luz y lo miraba con
envidia a travs de la ventana. Le temblaban un poco las manos.
Mira, Hugh, voy a volver maana, as que mejor ser que tengas algo
preparado para m. Necesito dinero. He visto a tu mujer. S dnde vives. Este
sitio est bien, es bonito. Una casa bonita. Sois buena gente. A mi madre de esto
ni una palabra, eh? Que si Brido esto y Brido aquello, joder. T no me llamars
as, eh, Hugh? No. Me llamo Brian. Lo prefiero.
Madden saba que deba resistirse. Si de algo estaba seguro, era de que
deba decir algo para impedir que aquello llegara ms lejos.
Brian, escchame. Esto ha ido demasiado lejos. Os he dado dinero, todo
el que puedo permitirme. Hoy ya os habr dado dinero dos veces. Rose y yo
tambin necesitamos dinero. Ya ves cmo est. Hay que cuidar de ella. Hizo
una pausa y esper a que sus palabras surtieran efecto, pero Brido segua
callado. Hay que asegurarse de que est bien. Mi esposa, en fin, es una
invlida, no lo ves? Tiene unos cuantos problemas y no podemos permitir que
sufra sola. No puede valerse. Si te digo la verdad, Brian, a m a veces me cuesta.
Entiendo que tus hermanos y t hayis tenido una infancia difcil. Entiendo que
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Nick Brooks

La buena muerte

tu madre haya hecho todo lo que estaba en su mano por vosotros. Entiendo lo
mucho que ha trabajado, todo lo que ha tenido que pasar. Pero lo importante es
que os tenais el uno al otro. Tenais una familia alrededor. Haba gente que
poda ayudaros. Eso es lo nico que se puede pedir, no crees? Hizo otra
pausa. Brian asenta lentamente con la cabeza. Solo nos tenemos los unos a
los otros prosigui. Solo nos tenemos a nosotros mismos. Si no nos
cuidramos entre nosotros, adnde iramos a parar? Rose y yo no tenemos
hijos. Estamos solos. No nos toc en suerte, si te digo la verdad. A quin se lo
vas a reprochar? No es culpa de nadie. Fue voluntad de Dios. Y nadie puede
llevar la contraria a Dios. Tu madre y t, lo vuestro es distinto. Tenis suerte. Se
nota lo mucho que quieres a tu madre y cunto significas para ella. Eso tienes
que valorarlo. Puede que creas que no le importas, pero no es cierto. Te tiene en
un altar, se lo noto. Solo que ella lo demuestra a su manera. No te desanimes, tu
madre es una mujer orgullosa. Le cuesta expresar lo que siente. Pero estoy
seguro de que est orgullosa de ti. Hara cualquier cosa por ti, Brian, t lo sabes.
En el fondo, sabes que tengo razn.
La habitacin estaba iluminada nicamente por la poca luz que arrojaba la
lmpara de una mesita, y resultaba difcil distinguir la expresin de Brido,
aunque su cabeza segua bambolendose lentamente. Madden aguard alguna
reaccin, fuera de la clase que fuera. Quiz se le hubiera ido la mano. Brian
segua asintiendo con la cabeza. Madden tena la impresin de que deba aadir
algo cosa ms, de que el silencio empezaba a hacerse opresivo. Conservaba
aquella misma impresin de las clases con Kincaid. Cmo se maravillaba de la
capacidad natural del doctor para suavizar los silencios entre las respuestas,
formuladas con lentitud, de los estudiantes. All, en la atmsfera embrutecedora
de las clases y en la funeraria, era donde Madden haba aprendido esas mismas
habilidades. Hablar en voz baja y con compasin, es lo nico que tienes que
hacer, le haba enseado Joe Caldwell padre. Terapia para superar el duelo,
lo llamaran seguramente ahora, aunque Madden no estaba al tanto de la jerga
vigente. Hasta aquello de jerga lo haba pillado a contrapi durante un
tiempo. Lo asociaba a esnifar pegamento.
Bah, a la mierda con eso dijo Brian, y, al levantarse de pronto, se oyeron
crujir sus rodillas. Maana vuelvo.
Madden se agarr a los brazos de su silln y temi que fuera a golpearlo.
Sin duda, Brido poda partirle el crneo de un solo golpe. La solucin obvia al
problema ms acuciante era apaciguarlo.
Brian, ya te he dicho que no tenemos dinero. Puedo ayudarte con alguna
otra cosa? Senta que se tensaba, que la adrenalina empezaba a sobreponerse
a la lucidez. Pero el chico no iba a pegarle: su expresin distrada pareca indicar
que en su cabeza se haba puesto en marcha algn proceso cognitivo elemental.
Segua de pie, frotndose los nudillos de una mano con la palma de la otra, pero
aquel gesto era en l, por lo visto, seal de reflexin ms que de inminente
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Nick Brooks

La buena muerte

violencia. Si puedo ayudarte con cualquier cosa, dentro de los lmites de lo


razonable, Brian, lo har aadi Madden, poco convencido de que Brido
(Brian) estuviera familiarizado con el concepto de razn.
La seora Spivey volvi. Madden not enseguida que empezaban a sudarle
la frente, la espalda y los hombros, y se alegr de no tener que escoger entre
luchar o huir. Hasta Rose, cuando estaba sana, haba sido infinitamente ms
apta para lo primero que l. En sus tiempos poda aplastar a un gan de buen
tamao sirvindose nicamente del peso de su cuerpo como arma. Ahora ya no.
En absoluto, desgraciadamente.
Bueno dijo la seora Spivey mientras sus brazos asuman su posicin
de costumbre bajo los sobacos, por dnde bamos?
Madden suspir.
Estaba a punto de aceptar pagarle otro mes de sueldo, Ellen. Le parece
bien un cheque? No tengo dinero en efectivo en casa.
La seora Spivey mir a Brido y l la mir a ella con los labios fruncidos en
una mueca de tipo duro. Pasaron tres o cuatro segundos interminables antes de
que contestara a su madre asintiendo con la cabeza.
Aceptamos un cheque, s, gracias dijo ella, y su tono condescendiente
fue otra ofensa que Madden tuvo que soportar.
Entonces, si me disculpan un minuto, voy a buscar mi chequera para que
zanjemos este asunto.
La seora Spivey pareca recelosa.
Est en la otra habitacin dijo Madden, que ya respiraba mejor.
Donde Rose.
Despus de que extendiera el cheque y la seora Spivey insistiera en que lo
firmara por el reverso, Madden los acompa a la puerta tan apresuradamente
como pudo sin parecer un mal anfitrin. Al abrirla para que saliera la seora
Spivey, ella le clav una mirada y sali luego al rellano. Brido la sigui, meti el
pie en la rendija de la puerta y se volvi hacia Madden.
S lo tuyo, Hugh dijo. S lo que hiciste. Sera una pena que se
corriera la voz, no crees?
Madden casi poda or el sonido de la sangre en sus venas. Pasaron unos
segundos y luego dijo:
Qu quieres decir?
El hijo chasque la lengua.
Me parece que ya lo sabes dijo.
Saber qu? pregunt Madden. No servira de nada dejarse dominar
por el pnico. Al menos de momento.
El motivo, Hugh. Sabes el motivo. Brido le gui un ojo. Madden vio
que, de cerca, tena toda la cara salpicada de motitas rojas, como si hubiera
pasado mucho tiempo en una cama solar. Pinsatelo y maana hablamos.
Gui otra vez el ojo y cerr la puerta tras l.
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Nick Brooks

La buena muerte

Madden se puso a pasear por la habitacin. Tena la boca y la garganta


secas. Era imposible. Imposible, naturalmente. Nadie poda saberlo. Brido se
refera a otra cosa, desde luego. S. Desde luego. Fuera lo que fuese lo que se
hubiera descubierto y donde se hubiera descubierto, Brido no poda saber nada
de su relacin con ese asunto. No haba vnculo alguno. Hablaba de otra cosa.
Pero de qu? De qu? No haba nada ms. Ahora ya no haba nada ms en su
vida, nada ms que pudiera establecer un vnculo. No haba tal vnculo. Por
tanto, no haba nada.
Obviamente, nada.

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Fue una poca extraa, recordaba Madden. Podran haber sido los aos treinta o
los veinte, a juzgar por el impacto que tuvieron sobre l. Sencillamente, no se
haba sentido partcipe de aquella poca, no perteneca a ninguna generacin.
Saba que la noche que vieron Todas las pistolas no tuvo que esperar a que
pasaran los crditos del final para leer los nombres de todos los extras porque,
por entonces, las pelculas llevaban los crditos al principio, antes de empezar.
Una vez acabadas, solo apareca en pantalla un letrero en el que pona The
end, y se bajaba el teln. En todo caso, en aquella poca no haba desarrollado
an su obsesin por examinar el nombre de cada actor que apareca en la
pantalla, para estudiar detenidamente la nmina de nombres en busca de
alguno que luego se hubiera convertido en una estrella, en un protagonista, en
un secundario de prestigio. Hasta en un tpico pestio del estilo de Todas las
pistolas poda haber una o dos caras que hubieran hecho de indio con cicatriz
nmero tres y ms tarde hubieran disfrutado de una larga carrera en las
pelculas de serie B, en papeles ms variados y exigentes.
Matn con puo americano nmero diecisiete.
Cadver de aspecto lgubre, nmero veintiuno.
Su memoria no siempre era exacta. De verdad se llamaba Todas las pistolas
aquella pelcula? No estaba del todo convencido. Poda muy bien llamarse Seis
pistolas. Aunque posiblemente no. Seis pistolas no parecan un contingente como
para enfrentarse a la marea cruel del imperialismo apache. Hasta los Siete
Magnficos tenan un hombre de refuerzo: Steve McQueen, que se apoderaba
del espectculo y ms tarde se convertira en una gran estrella por derecho
propio.
ltimamente le daba que pensar el significado de esas vidas de la nmina
de reparto, los don nadies que quiz se convirtieran en alguien, los alguien que
volvan a ser don nadies. Los que triunfaban a lo grande; los que se quedaban al
pie de la escalera y nunca se movan de all. Los que vivan y moran en
pantalla, y luego volvan a vivir y a morir en pantalla una y otra vez, hasta que

Nick Brooks

La buena muerte

simplemente moran. Dnde estaba la cmara? Mirando a otro. Solamente


otros don nadies recordaban su paso por all, otros don nadies que olvidaban
muy pronto, del mismo modo que eran olvidados. Eran lpidas funerarias, en
realidad, aquellos crditos de reparto. Listas de difuntos. Madden se senta en
cierto modo emparentado con ellos: l tambin haba sido un don nadie, y
seguira sindolo pasara lo que pasase. Su potencial haba permanecido siempre
incumplido; haba sido cercenado en agraz y desde entonces yaca insepulto.
Sonri al pensarlo.
En aquel momento no prest mucha atencin a Todas las pistolas, a los
vericuetos de la trama y los personajes. Ocurrieron en el cine demasiadas cosas
que ejercan sobre l una fascinacin difusa, muchas de ellas en el reducto de su
butaca de tapicera gruesa y, ms tarde, sobre su propio cuerpo. Al principio,
solo lo molest la incomodidad de sentarse desmaadamente en la estrecha
butaca. Los ngulos y los muelles se le clavaban, las nalgas se le hundan en el
asiento. Los clavos pinchaban. Encontr en los brazos de la butaca trozos de tela
que pellizcar, retazos de cenefas ajadas cuyo contorno segua con el dedo,
prendas radas de alguna muchacha que haba rondado por all ms de una vez.
La pantalla que miraba se abombaba y se venca con el peso de la pelcula que
proyectaba; en la imagen parecan chisporrotear un milln de pelos sueltos,
fragmentos de pelusa y trozos de carne muerta. Por momentos los actores
aparecan desfigurados por aquel sinfn de interferencias polvorientas y los
acontecimientos de la trama pasaban a ocupar un segundo plano ante la
interaccin de aquellas minucias, el sedimento dejado por las muchas manos
que habran manipulado el rollo previamente, que lo habran insertado en el
proyector y lo habran enrollado en el carrete en un centenar de sesiones o ms.
Todas las pistolas. No era una pelcula nueva. No tena, desde luego, menos
aos que l. Madden se preguntaba por qu iba la gente a ver filmes (flicks)
como aquel, un pestio, para empezar, y encima protagonizado por un actor
que deba su fama principalmente a su parecido con un huevo duro.
Miraba ociosamente la pelcula, sin meterse en ella, consciente de que Rose
masticaba los cacahuetes salados que l haba comprado a la acomodadora. En
aquel cine todava haba foso para la orquesta. No haba, en cambio, orquesta
que lo ocupara, y un altavoz de desagradable sonido metlico colocado en
alguna parte vomitaba los dilogos, ahogados con frecuencia por el estallido
repentino de una msica que acentuaba con dramatismo pasado de rosca cada
lnea del insulso guin. Hasta el color era chilln a ms no poder, pero
apropiado para una pelcula tan vieja y desaborida.
El olor del cine lo molestaba: habra fregado el local entero con
desinfectante. Era completamente apestoso. Senta que aquel olor se le meta en
los poros, dejndolo manchado y sucio. De cuando en cuando cambiaba de
asiento, Rose cogida de su mano con la boca llena de panchitos. El sentido
comn le aconsejaba que no se moviera. Ese da ya haba recibido una buena
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Nick Brooks

La buena muerte

tunda. Seguramente no se le toleraran nuevas faltas de etiqueta. Supona que


Rose era capaz de arrancarle la cabellera, de levantarle la tapa del crneo y dejar
al descubierto su dctil contenido. La yema del huevo.
Baja ese tomahawk.
Tomahawk debe probar sangre de hombre blanco cuando se levanta.
Bjalo, te digo!.
Pum, pum!
Ya era intil intentar salvarlo. Estaba en las ltimas.
Madden notaba picazn en la piel; no saba si eran imaginaciones suyas o si
las butacas estaban infestadas de bichos. Mir a Rose y volvi a mirar la
pantalla mientras se preguntaba si no sera ella la que estaba infestada. Pero no,
no era probable. Rose era enfermera y l no haba notado que fuera amiga de
piojos, a pesar del gran nmero de extremidades, perfectamente adecuadas
para su funcin, que presentaban aquellos bichos. Tena que ser el cine mismo,
la tapicera vieja de terciopelo rojo, terreno abonado para todo tipo de fauna
mordedora. Debera haber llevado a Rose al Ro Locarno el primer da, en vez
de ir al zoolgico.
Hombres a caballo cruzaban una y otra vez el mismo breal. Unas veces
eran vaqueros, otras indios. De nio prefera a los vaqueros, pero en aquella
tragedia los indios resultaban ms atractivos. Parecan un hatajo de barrigones
con papada, no muy dados a abandonar precipitadamente sus tiendas, supona
Madden. Con el rostro algo plido tambin. Tenan el aspecto desconcertante de
hombres blancos de mediana edad pintarrajeados. Acaso no quedaban indios
de verdad?
Rose le puso una mano en la pierna y apoy la cabeza sobre su hombro. Su
pelo hmedo le rozaba la mejilla. Ola a polvos de talco y a cacahuetes.
Te gusta? pregunt l en voz baja, aunque no pareca que hiciera falta
susurrar. Unas filas ms all se oan murmullos y rplicas cortantes. Eran voces
conocidas, pero Madden no lograba situarlas. Seguramente algn otro
estudiante al que conoca y que intentaba ampliar sus horizontes culturales, o
bien resguardarse de la lluvia.
Rose asinti con la cabeza sobre su hombro y sigui masticando.
Dentro de un momento voy a tener que ir a hacer pis dijo. Sabes
dnde est el aseo de seoras?
l mascull que claro que no y le dijo que se callara. Estaba viendo la
pelcula, aadi, y lo bueno estaba a punto de empezar. Pero se la imaginaba ya
agachada con las medias de nailon alrededor de las rodillas. Se movi para que
no le arrimara tanto las piernas.
En el foso de la orquesta haba cierto trasiego: formas humanas bajaban
hacia all cada cierto tiempo y volvan luego, regresaban a sus asientos o se
marchaban definitivamente. Estaba demasiado oscuro para ver en qu consista
la atraccin. Madden solo distingua un movimiento de vez en cuando, la
107

Nick Brooks

La buena muerte

silueta reconocible de una cabeza o un tronco. Pase la mirada por las otras filas
de butacas, en ninguna de las cuales haba ms de dos o tres personas. Ser por
la poca del ao, pens. Un hombre solitario, sentado en la fila de delante, unos
cuantos asientos a mano izquierda, se volvi y clav la mirada en l; luego mir
a Rose y rpidamente volvi a fijar la vista en la pelcula. La luz vacilante de la
pantalla se reflej fugazmente en su rostro. A Madden le sonaba su cara, pero
tampoco pudo identificarlo. Estaba demasiado oscuro.
Un piel roja se arrojaba del caballo con un alarido y agitaba el tomahawk
para cortar la cabellera a una mujer que chillaba y protega a un beb
acurrucado. Bang. El gran jefe Cara de Huevo lo mata de un tiro, se vuelve y
acribilla a otro, los flecos de la chaqueta de ante agitados por el viento. Bang.
Pum. Bang, bang, bang.
Camina a zancadas hacia otro indio. Las balas pasan rozndolo. Un grito
espantoso. Un alarido indio. Muertos por el suelo. Ni gota de sangre. Era cosa
verdaderamente notable, teniendo en cuenta la masacre que estaba en marcha,
que no hubiera sangre por todas partes. Una imprecisin, en lo tocante a los
datos. Dispara a un hombre en el corazn a bocajarro: sangrar. Indudable y
vigorosamente. Sangrar hasta que las ranas cren pelo. Y aquello en una cinta
en color, encima. Lo lgico hubiera sido que la sangre saltara por todo el cine.
Los indios iban ganando, a pesar de eran los que se llevaban la peor parte y de
los montones de cadveres de rostro plido que haba aqu y all. Y usaban
arcos y flechas y tomahawks y vete t a saber qu ms. Menudo engorro tena
que ser eso. Madden se preguntaba de qu tribu seran. Pies negros?
Pawnees? Apaches?
Rose le tir de la manga.
Tengo que ir al servicio, de verdad dijo Rose. Dnde est?
l apart el brazo.
No tengo ni idea contest.
Alguien detrs de ellos les mand callar. Madden se concentr en la
pelcula, se rasc el brazo y procur no pensar en las pulgas.
Si ves a la acomodadora, pregntaselo aadi, intentando no alzar la
voz.
Dnde est?
Puede que ah abajo, en el foso de la orquesta. Pero me parece que hay
cola.
Rose solt inexplicablemente un bufido.
Por qu has hecho eso? le pregunt l.
Por nada. Solo porque s.
Porque s qu?
Rose se haba sentado muy tiesa y miraba fijamente la pantalla. Haba
dejado de mascar y Madden la mir achicando los ojos en la oscuridad.
T sabrs, doctor respondi ella sin mirarlo.
108

Nick Brooks

La buena muerte

Madden se resign a no obtener una respuesta satisfactoria.


Quin va ganando? pregunt Rose mientras se remova en su asiento
. Los buenos o los malos?
Madden no estaba seguro. Un vaquero vestido de ante y un indio de
aspecto atltico (uno de los pocos que haba as) se observaban a la vez que
describan un crculo con los machetes desenfundados, aunque Madden
ignoraba si eran eso, machetes. El indio estaba desnudo de cintura para arriba y
una marca roja de un cuchillo le cruzaba el pecho en diagonal. Con los
msculos tensos, se pareca mucho a Burt Lancaster, y se pasaba con agilidad el
cuchillo de una mano a la otra. Aquellos movimientos no engaaban al vaquero,
que empuaba su cuchillo con una mano y no cambiaba de postura, y cuyas
patillas rojizas se prolongaban hasta bien adentro de la mandbula, grande
como un bloque.
El indio empez a cantar mientras segua trazando un crculo para
acercarse al otro y tallaba en el aire, delante de l, esquemticos arabescos;
despus se lanz de cabeza hacia el vaquero de pelo rubio, pero ste se apart
con destreza y le asest una cuchillada que dibuj un corte sobre su hombro.
Uuuy! exclam Rose.
Se abalanzaron el uno hacia el otro, cada uno de ellos sujet con su mano
libre la mano con que el otro sostena el cuchillo, cayeron al suelo, el indio
encima, pero el vaquero lo apart, se levant de un salto y de un puntapi le
arroj arena a la cara. Otro forcejeo, una finta. El vaquero, marcado en la mejilla,
se detuvo a probar el sabor de su propia sangre. El indio sonrea torvamente.
Un ltimo alarido espeluznante y se arroj con el cuchillo extendido hacia el
bueno, el hroe, que en ese preciso momento se marchitaba, se rizaba sobre s
mismo como humo negro, con un sonido como de agua arrojada sobre grasa
caliente...
Las luces se encendieron despacio, la gente del foso de la orquesta se
dispers. Debieron pensar que haba fuego en el edificio.
Qu ha pasado? dijo Rose.
Madden movi la cabeza de un lado a otro.
Que la puetera bobina se ha quemado, eso pasa. Han dejado que el
proyector se recalentara.
Levant la vista. Las luces emitan un resplandor mortecino y la mustia
cornisa del techo le record el pastel de bodas de la seorita Havisham 15.
Cuando volvi a fijar la vista en la platea, vio que un roedor de buen tamao se
escabulla a toda prisa a lo largo de la pared y buscaba cobijo en la oscuridad,
llevado por sus patas demasiado cortas para ser bonitas.
15

Personaje de Grandes esperanzas, de Charles Dickens. La seorita Havisham es una solterona


entrada en aos a la que su prometido dej plantada ante el altar y que guarda en su cuarto los
restos marchitos de su frustrada celebracin de boda, entre ellos el pastel mohoso. (N. de la T.)

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Nick Brooks

La buena muerte

Poned la pelcula de una puta vez! grit alguien, sin duda un


aficionado al gnero. Iba a arrancarle la cabellera!
Ya mojar pan en la yema! dijo otro, pero era imposible saber quin era
quin. Madden pens que el pblico estaba compuesto en su mayor parte por
hombres, aunque en varios rincones haba una o dos parejas que se rean por lo
bajo.
El proyeccionista vocifer:
Haya paz! Pondr el otro rollo en cuanto se enfre la mquina. Pasaremos
unos dibujos animados de propina cuando se acabe la pelcula.
Las luces empezaron a apagarse otra vez, devolviendo la sala a su
acostumbrado nivel de penumbra. Madden notaba ms que nunca el olor del
local, que la peste del celuloide quemado haca an ms desagradable. En el
foso de la orquesta no quedaba nadie, y no haba ni rastro de la acomodadora,
con su cara de colilla consumida.
Si quieres ir al servicio dijo Madden, ahora podra ser el momento
ideal.
Rose, que haba recuperado su humor de siempre, resopl. Madden se
sinti casi aliviado. La autocompasin era una cosa aborrecible. Solo a s mismo
se toleraba el regodeo en ella.
Ideal aadi como si dictara sentencia, y se sinti como un idiota.
Lo que t digas, doctor repuso ella, y se levant del asiento. Madden
puso las piernas a un lado para dejarla pasar, pero se dio cuenta de que no
bastara con eso y acab ponindose de pie en el pasillo. Rose pas rozndolo,
mir pasillo adelante, se volvi, levant la vista hacia el fondo de la sala, mir a
Madden y arrug el ceo.
Abajo, creo dijo l. Los servicios suelen estar abajo. No?
Rose resopl.
No s si hay algn reglamento al respecto.
Madden se meti las manos en los bolsillos, pero los tena todava hmedos
y volvi a sacarlas. Se imaginaba a Kincaid diciendo algo as como: Al cuerno
con los reglamentos, pero se content con guardar silencio.
La limpieza y la santidad van de la mano dijo Rose. No significa eso
que los aseos deberan estar arriba?
Merece la pena probar respondi l.
Bien dijo Rose, prtate bien. Y no te vayas a ningn sitio sin m.
Ni soarlo.
Volvi a sentarse y dej que la oscuridad se lo tragara. Solo llevaba all un
momento cuando not una presencia a su lado, un algo incorpreo que se
acercaba, y se le crisparon los hombros al darse cuenta de que una mano tocaba
su pierna. Sera Rose, que quera gastarle una broma. Deba de haber vuelto por
la otra puerta y se haba deslizado a hurtadillas por la fila de butacas. El caso
era que haba algo raro en aquella mano, algo que no encajaba. No era la mano
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Nick Brooks

La buena muerte

de Rose. La mano apret su pierna, l se retir bruscamente y la mano qued


colgando.
Tranquilo, cario dijo un hombre cuya cara no poda distinguir. No
hace falta acalorarse. A no ser que quieras, claro.
Madden se levant.
Lo denunciar a la polica dijo con repentina serenidad. Har que lo
detengan. El hombre se levant inmediatamente y se alej un par de butacas,
arrastrando los pies. Era de mediana edad, posiblemente. Haba algo en su
forma de andar encorvado que lo delataba. Una respiracin trabajosa. Una
irregularidad.
A qu has venido aqu, entonces? iba mascullando mientras se
retiraba hacia el fondo. Madden no saba si era el susto o la iluminacin de la
sala lo que daba a la palidez de aquel hombre su intensidad breve y
fantasmagrica. Trabajas para la polica, eh? Pues que te den por saco! El
hombre le imprecaba con el puo levantado, pero su persona pareca menos
real que cualquier amenaza de violencia fsica que pudiera proferir. Vete por
donde has venido! Chivato!

Hasta a oscuras notaba el ardor de sus mejillas y se sent en la fila anterior a la


que haba ocupado previamente con Rose. Las pesadas cortinas que cubran
parcialmente la pantalla absorbieron su atencin, le ofrecieron una superficie
hacia la que desplazar su conciencia en lugar de estar sobre s mismo. Se senta
degradado, pero no estaba seguro del motivo, de qu era lo que acababa de
ocurrir. Tal vez aquel hombre lo haba confundido con otra persona y su
acercamiento tena a otro por destinatario: un amigo, un conocido. La luz escasa
favoreca esta hiptesis. Dos amigos que quedan en encontrarse en un cine al
final de una sesin; el siguiente pase empezara enseguida y fuera diluviaba, los
dos habran querido resguardarse de la lluvia. Como teora, naturalmente, no
tena nada que objetar. Pero haba en ella lagunas, agujeros que llenar.
Madden haba odo hablar de lugares donde se celebraban encuentros
clandestinos, aquelarres de invertidos y afeminados. Su padre le haba
advertido de su existencia. Dese que Rose se diera prisa: quera marcharse
enseguida. Algn otro poda verlo y acercarse a l furtivamente con sus
cario y sus si ests sentado cmodamente, empiezo. El olor a sbanas
sucias era mareante, como el de carne que llevara tres das en el gancho. De
modo que era as como se haca. Tres filas por delante, distingui la espalda de
una entidad plural que se mova con un ritmo casi imperceptible, que se
separaba y volva a fundirse (las dos cabezas juntas) y emita un sonido bajo,
semejante a un gemido. Observaba fascinado mientras la adrenalina circulaba a
golpes por su cuerpo. Era como si pudiera de pronto dejar escapar un grito
sofocado a la par que ellos, correrse con un quejido leve al mismo tiempo que se
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Nick Brooks

La buena muerte

corran ellos. Cuando aquel ser se dividi por fin en dos mitades ntidas,
Madden exhal un suspiro largo y profundo y se recost en la silla como si
formara parte de ella. Necesitaba un lugar al aire. Ansiaba el aire fresco y
limpio, una llovizna con que limpiarse la cara sucia. Pero no poda irse sin Rose.
Una de las dos mitades de la pareja se levant y se palp la chaqueta o los
pantalones; luego retrocedi a trompicones por la fila de butacas y se sent a
cierta distancia. El ojo rojo de un cigarrillo brill, se abri parpadeando y se
cerr con la inhalacin. A los pocos minutos, aquella figura se levant y se fue.
La otra silueta continu sentada donde estaba, esperando quiz la llegada de
otro amigo. O quiz esperara a la acomodadora con un helado de chocolate.
Madden estaba sediento. S, estaba decididamente seco.
Rose regres y se sent de nuevo. Lo busc un momento antes de que l le
clavara un dedo para advertirle que se haba sentado en la fila de atrs.
Te has cambiado de sitio dijo ella. Van a volver a poner la pelcula?
Puede que dentro de un momento contest Madden. En cuanto
hayan puesto el otro rollo.
Rose se haba pintado y perfumado en el aseo: Madden lo not por lo
penetrante de su olor desagradable, que le hizo sentirse extraamente
avergonzado y un poco mareado.
Vmonos dijo. No tengo ganas de esperar ms.
Yo quera ver el final refunfu Rose. Quera saber a quin cortaban
la cabellera.
Ya hemos visto el final, te acuerdas? Cuando entramos.
Ya lo s, no soy tonta. Me refera a cmo empieza.
Madden empez a levantarse, pero Rose le tir de la manga de la chaqueta
para que volviera a ocupar su sitio en la butaca, y, al sentarse con un ruido
sordo, algo en punta se le clav en la nalga. Cambi de postura, se recost otra
vez y mir con fastidio cmo se abra el teln mientras se alzaban dos o tres
vtores desvados. La accin comenz bruscamente, en una coyuntura nueva e
inexplicable, y la msica bram con sbito estruendo.
Gu-juu, cantaban los indios. Hey-ya, hey-ya, hey-ya, hey-ya....
Los pocos vaqueros supervivientes (condenados a cabalgar a pelo en
mustangs robados a los indios por el mismo descampado hollywoodiense lleno
de cicatrices) iban y venan una y otra vez. Poco despus yacan todos muertos
en el suelo, cosidos a flechazos.

Salieron furtivamente al vestbulo, los primeros en irse. Madden haba saltado


de su butaca nada ms acabar la pelcula y se haba dirigido a la puerta sin
molestarse siquiera en ver si Rose lo segua. La acomodadora estaba all,
fumando un cigarrillo liado. Su cara casi pareca formar un todo con la colilla.
Salud con un gesto a Madden y l respondi con un seco movimiento de la
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Nick Brooks

La buena muerte

cabeza y sali dejando que la puerta oscilara a su espalda. Se oy un golpe y


Madden se par en seco, asaltado por la sbita sensacin de haber vivido ya
aquel instante.
Y all estaba l otra vez, empujaba la puerta con una mano mientras con la
otra se tocaba la boca. Unas cuantas personas pasaron en fila por su lado, todas
ellas hombres. Nadie le pregunt cmo se encontraba, aunque se vea
claramente que estaba no poco dolorido.
No haba visto a Madden, a quien un pnico inerte mantena clavado en el
sitio a pesar de que deseaba ms que nada en el mundo salir corriendo por la
puerta. No poda hacerlo, sin embargo. El traje verde empezaba a mancharse de
gotas de sangre fresca. Gaskell levant los ojos llorosos y pareci menguar y
encogerse ante Madden.
T dijo, y escupi sangre en babas caballunas. Deb imaginarlo.
Madden no saba qu decir. La humillacin que haba sufrido a manos de
Gaskell en el club de alumnos era an tan reciente que no le permita articular
su ira. Sin duda, ms adelante se le ocurrira algn dardo hiriente, cuando fuera
ya demasiado tarde para darle un uso prctico.
Qu haces aqu? pregunt Gaskell. Ech mano de su pauelo y se
dispona a taparse con l el labio roto cuando, por alguna razn en la que
Madden no quiso pararse a pensar, volvi a guardrselo en el bolsillo del
pantaln.
Estaba con Rose dijo. Ella quera ver la pelcula. Lo siento
muchsimo. Quieres que te preste el mo? Busc su pauelo y lo sac, pero
Gaskell neg con la cabeza.
Tiene cojones la cosa dijo. Ojal dejaras de tirarme muebles encima.
Ahora ya tengo el morro a juego con la nariz.
Su nariz tena un bulto de buen tamao desde su primer encuentro con
Madden: ya siempre tendra aquel aspecto. Aquel bulto le confera un porte ms
romano, cierto aire de nobleza latina. No carente de atractivo, desde luego.
Esto se est convirtiendo en una costumbre, no, tarado? Gaskell se
recost contra una parte grasienta de la pared cuyo papel se haba levantado.
Empiezo a pensar que tienes algo contra m. Te hice algo en una vida anterior?
Debe de ser eso. S, definitivamente tuve que hacerte algo.
Lo siento dijo Madden. De veras. Es que tena un poco de prisa por
salir.
Gaskell levant la vista.
Un poco de prisa? Crea que hablabas en plural.
Cmo dices? pregunt Madden.
Has dicho que estabas con Rose contest Gaskell, que se haba erguido
y se tocaba el labio con cuidado. No la veo. Seguro que no estabas con otra...
eh, compaa? Meti la mano en el bolsillo, sac una lata de tabaco y
comenz a liar un cigarrillo. Lo encendi, tir la cerilla sin apagarla y sta se
113

Nick Brooks

La buena muerte

quem en la moqueta, formando a su alrededor una pequea marca negra.


Madden chasque la lengua y apag la cerilla con el pie, pero se acord de usar
el zapato que no tena agujero.
Ahora me toca a m decir que lo siento. Por eso y por lo que te dije en el
club. As que ah va. Lo siento dijo Gaskell sin conviccin aparente. Mira,
me da igual si ests con Rose o no. No me importa por qu ests aqu ni con
quin. La verdad es que yo tambin tengo un poco de prisa. Dio una calada al
pitillo. Madden asinti con la cabeza: no pareca ser necesario que dijeran nada
ms, pero aun as senta que deba hablar, que tena que disipar cualquier idea
equivocada que su amigo (eso eran?) hubiera empezado a formularse.
Estaba con Rose dijo, todava con el pauelo en la mano. Ella estaba
aqu hace un momento. No s dnde se ha metido. Ha ido... No recuerdo dnde
ha ido. Mir a travs de la tronera redonda de la puerta, hacia la sala a
oscuras. Dentro haba todava algunas personas que se dirigan hacia la salida.
Gaskell asinti con la cabeza, agarr a Madden del brazo y tir de l.
S, yo tambin estaba con Carmen, pero se fue. Nos hemos peleado. Ya lo
viste, claro. En fin, ahora quiero irme a casa.
Madden record el desprecio gangoso que Carmen se haba gastado con l,
y tambin con Gaskell. Tena los labios tan tensos que no se le vea la fealdad de
las encas.
Entonces, estabas ah dentro solo?
Gaskell mir en torno a l. A la entrada del cine haba algunos hombres y
una o dos mujeres que esperaban a que la lluvia aflojara un poco para salir
corriendo. Gaskell y l se mezclaron con ellos. Madden se sorprendi de que
fueran tantos. En la sala, viendo la pelcula, no le haba parecido que hubiera
tanta gente. Claro que posiblemente eran transentes que se haban
resguardado all de la lluvia.
S, exacto. He entrado y he salido solo. Como t, tarado contest
Gaskell mientras echaba el humo y le sonrea sin alegra.
Yo no estaba solo repuso Madden, y volvi a guardarse el pauelo en
el bolsillo del pantaln.
Da igual, tengo que irme dijo Gaskell. Tengo que ir a cambiar el agua
al canario, como si dijramos. Nos vemos pronto, vale? No pareca tanto una
pregunta como una afirmacin, una especie de orden velada. Una amenaza,
quiz. Con Gaskell, Madden nunca estaba del todo seguro.
Gaskell se apart mientras el pequeo gento se remova para hacer hueco.
Volvi a encender el pitillo y de nuevo arroj la cerilla sin apagarla al suelo,
donde se extingui sobre la moqueta mojada.
Mira, me voy dijo, y luego aadi: Mierda. Agach la cabeza y
mir al suelo con expresin irreconocible. Madden mir a su alrededor para ver
qu haba causado en l aquel extrao nerviosismo.
Una figura alta se abra paso a empujones hacia ellos. Sus ojos escudriaban
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Nick Brooks

La buena muerte

la silueta encorvada del traje de pana verde. Evidentemente, no haba


reconocido a Madden.
Ah, ests aqu. Con que has huido, eh?
El aliento del buen doctor ola fuertemente a whisky. Si la presencia de
Madden lo incomodaba, no daba muestras de ello. Kincaid se abri paso para
colocarse a su lado.
Gaskell levant la mirada bruscamente.
Por qu no te vas a tomar por culo, Hugh? dijo.
S, muchacho dijo Kincaid, pirdete. Nosotros tenemos que hablar de
unos asuntos privados, eh? Unos asuntos privados y personales.
El doctor pareca acalorado. Tena los ojos hmedos, como si estuviera a
punto de llorar. Miraba a Gaskell con expresin implorante y sus maneras
jactanciosas parecan vacuas.
T tambin puedes irte a tomar por culo le dijo Gaskell. Tena una
mirada de desprecio indisimulado bajo la cual el doctor pareca marchitarse.
Owen... comenz a decir, y se llev una mano al bigote con
nerviosismo.
Ya te lo he dicho replic Gaskell, no me interesa. Por qu no te lo
metes en esa cabeza fea y vieja?
La lluvia haba amainado y los que se haban refugiado de ella empezaban
a dispersarse en la oscuridad, en grupos de dos y de tres. El buen doctor se
volvi hacia Madden, pero sus ojos seguan fijos en Gaskell.
Qu? No has conseguido ms que esto, eh?
Madden se encogi por dentro al sentir el escozor de las palabras del mayor
de ellos tres. Procur imaginarse fuera de aquella situacin, pero no pudo. No
podra hasta que Rose diera con l y la odi por obligarlo a soportar aquello.
Lo siento mucho dijo. Creo que alguien me est buscando...
Me parece a m que ya te han encontrado contest Kincaid mientras
Gaskell y l se miraban fijamente. Gaskell tir su cigarrillo a la calle.
Estoy harto de esto dijo. Me voy. Que os den por culo a los dos.
Ech a andar por la calle. Solo se detuvo para dar una patada a la portezuela de
un coche aparcado junto a un Morris Minor abrillantado a conciencia.
Kincaid tambin se baj del escaln del cine: la chaqueta de tweed abierta y
la camisa desaliada, los brazos pegados a los costados y las palmas hacia fuera
con ademn suplicante. Vio alejarse a Gaskell, al que dos hombres parados
junto a un portal, al otro lado de la calle, dedicaron un silbido penetrante y
lobuno.
Owen! grit Kincaid. Gaskell!
Pero Gaskell sigui su camino.
Kincaid se volvi y mir a Madden con hasto; luego se le acerc, puso
suavemente una mano sobre la solapa de su chaqueta y se la alis como si
acariciara a un perro muy querido. Sus ojos, cargados y tristes, parecan no
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Nick Brooks

La buena muerte

haberlo reconocido an. Se tambaleaba visiblemente y meti la mano en el


bolsillo interior de la chaqueta para sacar su pipa. Suspir mientras llenaba de
tabaco la cazoleta.
Tienes fuego, chico? pregunt a Madden, que neg con la cabeza.
No te lo reprocho. Es un hbito desagradable. Muy malo para la salud, segn
dicen. Como muchas otras cosas. Mir a su alrededor, pero no quedaba nadie
ms a quien preguntar, as que tir el contenido de la pipa al badn de la calle y
contempl cmo el arroyo que corra por l se llevaba el tabaco. Algunas
cosas... dijo. Algunas cosas pueden ser muy malas para uno. Debilidades,
predisposiciones. Volvi la cabeza y mir a Madden; despus volvi a mirar
el agua que corra por el badn. Predilecciones. Toda clase de cosas. Malas,
todas ellas malas. Fatales, algunas. Y aqu acaba la leccin.
Se volvi otra vez para mirarlo y sonri con algo de su aplomo de siempre.
Madden se alegr por l.
Kincaid se acerc y le puso de nuevo la mano en el hombro.
Listo para volver a casa? dijo alguien. Madden vio a Maisie Kincaid
asomada a la ventanilla del Morris Minor. Te has divertido bastante por esta
noche?
Tena el pelo distinto, se haba hecho algo en l, y su cara pareca muy rosa
y acalorada.
Supongo que te habr gustado la pelcula, no? Dirigi su pregunta a
Kincaid, que pareca haberse acobardado al verla. Indios y vaqueros aadi
. Cul de los dos queras ser cuando eras pequeo, Lawrence?
Maisie... acert a decir l.
No dijo ella, por favor, no.
Maisie, no quera...
He dicho que no! grit ella, y se irgui en el asiento del conductor.
No quiero or ni una palabra! Sube al coche!
Kincaid se qued donde estaba, tambalendose. Mir a Madden y despus
a su esposa, pero sigui sin moverse.
No, tu amiguito nuevo se queda donde est. Hugh, no? S, me acuerdo
de su cara. S, desde luego, me acuerdo muy bien. Inclin la cabeza, pero
Madden no le devolvi el saludo.
Maisie, yo...
Ella dej caer la mano con fuerza sobre el claxon del coche y la mantuvo
all. El sbito estrpito pareci devolver a Kincaid a la vida con un chispazo,
como si alguien hubiera pulsado un interruptor elctrico. Se acerc al coche
tambalendose como un borracho, entr por la portezuela del copiloto, ya
abierta, la cerr de golpe, se pill la chaqueta, volvi a abrir la portezuela, tir
de la prenda y cerr otra vez.
Maisie apart la mano del claxon y encendi el motor. Despus lanz a
Madden una mirada penetrante.
116

Nick Brooks

La buena muerte

Me gustara sinceramente que esto fuera un adis, Hugh dijo, pero


algo me dice que solo es un hasta la vista.
Dio marcha atrs, revolucion el motor y sali a la calzada describiendo
una curva. Madden se qued mirando el coche. Las huellas de los neumticos
hacan ondular los reflejos anaranjados de las farolas sobre la superficie negra y
oleosa del pavimento.
Rose estaba a su lado.
Dnde coo te has metido? dijo. Le tir de la manga y l se desasi
bruscamente. Estaba harto de que la gente lo zarandeara de ac para all, de
que le preguntaran una u otra cosa y contestaran luego a sus propias preguntas
en un sentido o en otro. Estaba cansado de todo aquello.
Estaba aqu dijo. Aqu mismo, en este escaln. Dnde te has metido
t?
Rose resopl.
Te perd en la oscuridad. Estaba esperndote al lado de la taquilla. Es
que no me veas?
No, no te vea.
Pues mucho no me habrs buscado, no? dijo ella. Todos esos
pervertidos me miraban como si quisieran violarme.
Ahora fue Madden quien resopl. Vio que tena los zapatos manchados con
la sangre de Gaskell.
Qu? pregunt Rose.
Dame un respiro, quieres? contest l. Vmonos de aqu antes de
que se ponga otra vez a llover.
Rose se anim.
Madden, t crees que habr algn sitio abierto a estas horas?
No, por qu?
Tengo hambre. Quiero que me compres una bolsa de patatas fritas.
Y Madden levant por primera vez la mano para hacerla callar: la primera
de muchas. Estaba demasiado cansado para hablar. Demasiado cansado para
servirse de palabras.

117

Un hecho en el que raramente se repara (si exceptuamos a personas de mrito


como un servidor) es que hoy en da apenas se discute la propiedad de un
cadver en trminos legales, dado que por regla general los departamentos de
anatoma disponen de un suministro adecuado de cuerpos para uso de los
estudiantes de Medicina, cosa sumamente preferible al empleo de indigentes o
cadveres que nadie reclamaba, que era lo predominante en dcadas pasadas.
Naturalmente, unos pocos ejemplos notorios parecen querer desmentir nuestra
reputacin, por otro lado impecable, como individuos que persiguen la verdad
mdica, generosos y de miras elevadas. Se me vienen a la memoria los casos de
Burke y Hare.
La voz de Kincaid retumbaba cuando se hallaba al mando de una audiencia
de rehenes, era difcil saber si por la ingesta excesiva de alcohol o a causa, quiz,
de la fanfarronera de su ego. En cualquier caso, su voz produca el resultado
apetecido: lograba captar por entero la atencin tanto de los investigadores
posdoctorales como de los excedentes trasplantados de otros departamentos.
Predominaban en los seminarios los matemticos fallidos y los ingenieros que
haban preferido cambiar de carrera a seguir luchando a brazo partido con la
que haban elegido en un principio. Llevado por una especie de afn vengativo,
Kincaid pareca disfrutar pinchando a aquellos infortunados, presumiblemente
por no haber tenido empaque para escoger en primer lugar su disciplina,
mucho ms encomiable.
Desde el principio, haba quedado claro que consideraba a Gaskell
potencialmente digno de sus esfuerzos, aunque Madden nunca consegua
adivinar en qu sentido se manifestara aquella predileccin: algn comentario
estimulante acerca de la contingencia de la tica o un desaire altanero respecto a
las tendencias contemporneas del pensamiento mdico popular podan bastar
para que uno u otro picaran en el anzuelo. Quiz la formacin de Gaskell en
filosofa tuviera algo que ver con ello. Tal vez la prosopopeya de Kincaid,
desdeosa y a menudo inflamada por el alcohol, fuera provocacin suficiente.

Nick Brooks

La buena muerte

En cualquier caso, ambos disfrutaban por igual del combate.


En tales situaciones, Madden se contentaba con ocupar un segundo plano,
en parte debido a su sentido de la propiedad respecto a Gaskell, en parte
porque, pese a s mismo, disfrutaba de aquellos pequeos rifirrafes, del
ocasional topetazo que constitua en buena medida una caracterstica de su
relacin. El hecho era que Gaskell se las ingeniaba para hacer entrar al trapo al
buen doctor, cosa que si Madden hubiera atrevido a intentar, habra sido causa
de expulsin.
Crea que las universidades hacan la vista gorda con esas cosas dijo
Gaskell sin mirar a Kincaid mientras prosegua con el leve araar de su lpiz
sobre el papel del cuaderno. Su traje se hallaba en su estado habitual entre
lavado y lavado, arrugado y sucio, y tanto su cara como su pelo tenan un
aspecto lacio y desaliado. Una mancha de tinta grande y oscura floreca en el
lbulo de su oreja izquierda.
En efecto, seor Gaskell. La demanda de cuerpos era grande en aquellos
tiempos y la oferta pequea.
Madden mir de reojo al puado de almas cautivas en el despacho,
parecido a una cripta, de Kincaid. Solo Gaskell tomaba notas.
Entonces, podra decirse que apoya usted esa forma de connivencia?
Kincaid suspir, irritado, y se sacudi la solapa de la chaqueta de tweed. Su
corbata de lazo color carmes era garbosa y llamativa. A Madden no le habra
sorprendido que se hubiera presentado en el trabajo luciendo una boina.
No creo que apoyar sea la palabra indicada.
Y connivencia s lo es? Gaskell segua tomando notas sin mirar a
Kincaid, que estaba sentado en una silla giratoria de madera, de espaldas a la
ventana estrecha y arqueada que ese da serva como nica fuente de luz a la
habitacin. A ambos lados de l, sobre las estanteras abarrotadas, se
amontonaban papeles en una suerte de afectada desidia que (saltaba a la vista)
atraa a alguien de una sensibilidad tan disparatadamente ludita como Kincaid.
O quiz atrajera a la de Gaskell, aunque Madden estaba convencido de que
ambos negaran en s mismos un rasgo de carcter tan obvio y se apresuraran a
sealar tal defecto en el otro.
Supongo que connivencia no se aparta mucho de la verdad. Pero la
connivencia, creo, no est tan lejana en el tiempo.
Gaskell levant la vista por primera vez.
Y por qu no el asesinato? Eso era lo que pasaba, no?
Pudiera haber sido asesinato, seor Gaskell, pero no por parte de las
facultades. Ellas simplemente se abstenan de investigar minuciosamente sus
fuentes.
Se oy un murmullo de risas suaves mientras Gaskell volva a mirar su
cuaderno y empezaba a garabatear otra vez, a la espera de que la pequea
victoria de Kincaid se disipara.
119

Nick Brooks

La buena muerte

Pero los estudiantes de medicina y los anatomistas participaban en el


saqueo de tumbas y en otros... mtodos, no es cierto? Cmo puede justificarse
eso?
Kincaid se tir del pelo que cubra su labio superior con los dedos ndice y
pulgar y afirm lacnicamente:
Por desgracia era necesario, a mi modo de ver, en aras del avance del
conocimiento anatmico. En Londres y Edimburgo, durante quince aos, entre
1805 y 1820, hubo cerca de doscientos estudiantes de Medicina y apenas setenta
y cinco ejecuciones. Cifra muy escasa para satisfacer ambiciones incluso tan
modestas como las de, pongamos por caso, nuestro querido seor Madden, aqu
presente.
De nuevo se oy un murmullo de risas. Madden se hundi en su silla y
tosi quedamente en la palma de su mano. Gaskell le lanz una mirada
cortante, como si aquel comentario hiriente procediera de l. Madden se
encogi de hombros y se mir las rodillas.
Ahora, caballeros (y seoras), si me lo permiten, me gustara sealar unos
cuantos hechos muy simples que tal vez hayan escapado a la atencin del seor
Gaskell. Todo lo que hoy en da sabemos sobre el cuerpo humano, sobre la
anatoma, se remonta a los resurreccionistas profesionales, como los seores
Burke y Hare. Podramos remontarnos ms atrs, mucho ms atrs, pero hasta
Galeno necesit un par de cadveres a los que aplicar el escalpelo y tuvo que
practicar sus disecciones con animales. Animales, fjense! Luego, nada. Nada
hasta el siglo XV. El hecho es que necesitamos a los muertos. Los necesitamos
para ayudar a vivir a los vivos. Si tal evidencia repugna a alguno de ustedes, les
sugiero que se busquen otro campo de estudio. Tal vez la ingeniera de presas o
la investigacin epistemolgica. Ambos son empeos dignos de mrito, segn
aseguran nuestros colegas de las facultades de Ingeniera y Filosofa, y sin
embargo no estn exentas de riesgos para los individuos que las practican.
Particularmente, la ltima, muchas de cuyas infortunadas vctimas, estoy
seguro de ello, han sido abiertas en canal aqu, sobre las mesas de operaciones
de esta casa tan verde y querida para nosotros. Me temo, seor Gaskell, que es
ley de vida. No est de acuerdo?
No, seor Kincaid...
Doctor Kincaid, por favor.
No, doctor Kincaid, no estoy de acuerdo. Gaskell lo miraba fijamente
mientras daba golpecitos con su pluma (una Parker de punta dorada, muy
bonita) sobre su cuaderno, sin darse cuenta de que la punta dejaba gotas de
tinta sobre sus garabatos. En mi opinin, ningn conocimiento, ningn
avance puede hacerse legtimamente si justifica el asesinato de personas. Cmo
podra ser de otro modo?
Ah, la legitimidad. Bien, admito que tal vez tambin tenga usted razn en
eso. Pero la mayora de esos cadveres lleg a nuestras mesas legtimamente, y
120

Nick Brooks

La buena muerte

con ello me refiero a la aplicacin debida de la ley. Puede que sea desagradable,
pero es un hecho que los ladrones de cuerpos y los saqueadores de tumbas se
quedaron sin negocio al aprobarse leyes que permitan el uso de cadveres no
reclamados y cuerpos de indigentes para su diseccin. Y, en tiempos ms
recientes, se ha convertido ms o menos en norma que algunos individuos
donen sus cuerpos para que se practique con ellos la diseccin anatmica. Por
otra parte, y por desagradable y cuestionable que sea, las prcticas de siglos
pasados y culturas antiguas han desempeado tambin su papel en este
proceso. Porque, como sin duda le dir el seor Madden, seguimos necesitando
especmenes. No es cierto, seor Madden?
Madden esquiv la mirada de Gaskell.
S, creo que s dijo. Kincaid lo mir jocosamente.
S qu, seor Madden?
S, doctor Kincaid.
Y puede explicarnos por qu razn? En palabras de pocas slabas, si es
tan amable.
Madden repas mentalmente los epigramas mdicos que haba aprendido
de memoria, sus tablas de verbos anatmicos y su provisin de rplicas.
Porque nadie muere de viejo contest.
Precisamente. Nadie muere de viejo. Ahora bien, usted, yo, el seor
Gaskell y todos los dems aqu presentes sabemos que eso es una tontera y que
es, no obstante, un hecho legal. Y ya que hablamos de legitimidad... lanz una
mirada penetrante a Gaskell, que segua llenando furiosamente de manchas su
cuaderno ... hemos de aceptar el dictamen de la ley. Es la ley la que define la
muerte, no los mdicos ni los cirujanos. Los verdaderos mecanismos biolgicos
de la agona y de la muerte no tienen nada que ver con cmo los definimos
nosotros, los simples mdicos. La muerte requiere un nombre. Requiere una
enfermedad. Requiere un fallo cardaco, un derrame cerebral, una neumona
para ella solita. Requiere un accidente; requiere el acto deliberado del ser o la
intencin de otro. Suicidio, asesinato, homicidio involuntario, enfermedad.
Nadie se muere de viejo. Es la ley.
La campana del final de la clase cobr vida con estrpito y Madden se
sobresalt. Automticamente, los alumnos del seminario empujaron sus sillas
hacia atrs con un chirrido y recogieron sus cosas. Madden not que Aduman
se escabulla el primero por la puerta, como si se hubiera ido aproximando a
ella poco a poco para escapar cuanto antes. Agitaba la sempiterna bufanda tras
l como una cola antediluviana. Cuatro o cinco alumnos lo siguieron, entre ellos
Hector Fain, sobre cuyo cuello, del lado izquierdo, se extenda con descaro un
enorme chupetn. Si se hubiera desplomado all mismo, no habra hecho falta
un genio de la medicina para adivinar, a partir de aquel hematoma, que la
noche anterior se haba dado el lote con alguien. Sin embargo, aquel era el
acontecimiento ms improbable que Madden poda imaginar en el caso de un
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Nick Brooks

La buena muerte

revolucionario temeroso de Dios como Hector. Quiz fuera mejor que se


muriera en el acto. Sin duda el rayo no golpeaba nunca dos veces en suelo tan
poco hospitalario. Era posible que fuera Carmen quien le haba dado aquel
amoroso mordisco? Como insignia honorfica en pago a sus leales servicios,
por as decirlo? No. Semejante idea jams cruzara la mente de Carmen. Tena
que haber sido alguien ms de la cuerda de Hector. Indudablemente, una chica
ms comprometida con la causa.
Un momento, Hugh dijo Kincaid cuando Madden se dispona a salir. l
se volvi para mirar a Gaskell, que pas a su lado hoscamente, sin responder a
su mirada. Se qued parado donde estaba, sin saber si volver a sentarse o
quedarse en pie.
Cierre la puerta, seor Gaskell, si es usted tan amable. Madden vio que
la puerta se cerraba y apoy el peso del cuerpo en el otro pie, sin saber qu
protocolo se esperaba de l.
Hay un asunto que quisiera discutir con usted.

Era de Carmen Alexander de quien Kincaid quera hablarle. Un chica de


pasmosa hermosura, para usar una de las frases preferidas por Gaskell. Una
chica a la que Madden haba observado el da despus de su encontronazo en el
club, sentada en un banco del jardn botnico: su ltima tarde viva.
Deba de haber terminado las clases que tena ese da, estaba
completamente sola y daba de comer a las palomas. Invisible para ella, Madden
se haba sentido extraamente conmovido por su aspecto de desolada
inconsciencia. Tena los ojos rojos como si hubiera estado llorando. Arrancaba
pellizcos de un bollo de pan y esparca las migajas por el suelo. Desde que
Madden la haba visto con Gaskell en el club, sus gestos haban adquirido una
nueva dureza. Madden supona que, en otro tiempo, deba de haber compuesto
una bonita postal playera de Largs o Dunoon: una chica italiana muy guapa, la
primera generacin nacida en Escocia, no quera pasarse la vida trabajando
detrs del mostrador de un bar, como haban hecho sus padres. Madden casi
notaba el olor a grasa de patatas fritas que despeda, patatas hechas en la
freidora con manteca autntica, como se hacan en casa, en Barga, en algn sitio
de las montaas lo bastante remoto como para que Mussolini les dejara un
respiro. Se imaginaba sus amistades superficiales y desenfadadas de antes de
conocer a Gaskell, sus encuentros triviales en cafs y sus visitas al cine, sus
castos bailes los sbados por la noche en el Cosmo y sus furtivos manoseos en
portales camino de casa, para estar de vuelta en su habitacin a las once y
media, ni un minuto ms tarde, faltara ms. Cmo viva la otra mitad. Y cmo
mora. Ella habra encontrado cierta libertad en aquellas banalidades, como no
les suceda nunca a las chicas menos agraciadas. Su pasmosa hermosura
supona una inmensa diferencia. Ella lo saba, desde luego. Las Carmen
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Nick Brooks

La buena muerte

Alexander siempre saban esas cosas.


Cuando Carmen se levant para irse, Madden la sigui. Se mantuvo a cierta
distancia, de modo que pudiera alcanzarla de una carrera, mientras ella pasaba
junto al Kibble Palace y segua colina arriba hasta la puerta de Kirklee, con un
porte que era en s mismo una seal de decoro, una advertencia de que no se
trataba de una chica de esas.
Al llegar a lo alto de la colina, Madden dej de verla al otro lado. Haba
poca gente en el sendero: una pareja joven que haca carantoas a un nio
montado en un cochecito, una anciana con el pelo como un nido de pinzones,
dos cros que se peleaban ruidosamente sobre la hierba, junto a los rboles.
Entonces la vio, tapada momentneamente por las verjas de hierro forjado del
pie de la colina, cogida de la mano de l.
Y all estaba otra vez ese da, ms al oeste, en la ciudad, y a lo grande:
muerta como la que ms.
Es simple rutina, desde luego dijo Kincaid, una extraa manera de
formular la frase, dadas las circunstancias. Pero para l los cadveres eran pura
rutina, por supuesto. Simplemente daba la casualidad de que a aquel lo haba
conocido cuando hablaba y caminaba. Hinch las aletas de su nariz, sac del
bolsillo de su chaleco una cajita de caoba no ms grande que la concha de un
mejilln y decorada con madreperla, abri la tapa y ofreci a Madden su
contenido.
Rap? pregunt. Madden neg con la cabeza y el buen doctor arrug
el ceo, visiblemente defraudado. Yo el tabaco lo prefiero al estilo de los
pioneros dijo. Tom una pizca del polvillo negro, lo apelmaz sobre la palma
de la mano y se lo meti bajo el labio superior. Dicen que da cncer. Pero
usted no se cree una sola palabra, verdad, muchacho? Un tipo joven como
usted, por qu iba a creerse esas cosas? Usted nunca morir. Espero que ella
creyera lo mismo.
Se refiere a Carmen?
S, a Carmen, eso es. Su familia era italiana, creo. Alessandro. Fue ella
quien cambi la ortografa del apellido, segn me han dicho. El doctor meti
un dedo bajo su labio para colocarse bien el tabaco. Le apetece una copita,
Hugh?
l movi la cabeza de un lado a otro, avergonzado porque Kincaid se
hubiera servido de su nombre de pila. Era aquella una rmora de su educacin:
rara vez se diriga nadie a l por otro apelativo que no fuera Madden. Solo su
madre usaba con alguna frecuencia su nombre de pila. Rose lo utilizaba casi del
mismo modo que ella, con un resabio maternal, como si estuviera a punto de
castigar a Madden por algo o lo llamara para que se sentara a la mesa. Si
Kincaid le hubiera dicho Llmame Lawrence, por favor, ello le habra
resultado ms insoportable que si le pidiera que se pusiera a cantar.
Bueno, creo que yo voy a darme ese gusto. Kincaid abri un cajn de su
123

Nick Brooks

La buena muerte

escritorio, sac una petaca de peltre y desenrosc el tapn. Bebi rpidamente,


sin el chasquido de dientes que hacan los bebedores novatos al sorber. La
polica estuvo aqu ayer dijo. Encontraron su cuerpo en el Kelvin, no muy
lejos de aqu. De esto ni una palabra a nadie, por supuesto. Nos han pedido que
lo mantengamos en secreto de momento. No quieren que venga a meter las
narices todo hijo de vecino. Confo en que ser usted... discreto en este asunto.
Madden asinti con la cabeza.
Dicen que llevaba en el ro tres o cuatro das. Mir a Madden como si
aguardara una respuesta. La conoca usted?
Madden neg con la cabeza. No pensaba con claridad. No, quera decirle.
No la conoca, no tena ni idea de quin era.
Pero haba odo hablar de ella? Era alumna aqu, en la facultad. Debe de
haberla visto por ah. Kincaid sacudi la cabeza. No creo que haya muchos
por aqu que no se hayan fijado en una chica como esa.
Saba quin era. Quiero decir que no la conoca personalmente, pero
saba quin era.
Kincaid asinti con la cabeza. Lade la petaca y bebi otro trago.
Eso es tener empaque dijo.
Madden se senta presionado para que dijera algo ms.
Los padres estn destrozados, claro. Absolutamente desolados. Era
italiana, se lo he dicho ya? Kincaid asinti con la cabeza a sus propias
palabras, recogi un montn de papeles que haba sobre su atestada mesa y se
puso a hojearlos distradamente. Se ahog? pregunt Madden con voz
melanclica. Estaba mareado.
Bueno, veamos. Sus trabajos son muy buenos, sabe usted? dijo
Kincaid mientras se abanicaba con ellos a la altura del hombro. Tenemos un
cadver. Una chica. De diecinueve aos. Tres das en el Kelvin, posiblemente
ms. En qu estado dira usted que se encontraba el cuerpo en el momento de
ser hallado?
Madden se encogi de hombros.
Dependiendo de la temperatura y del estado del agua estara...
irreconocible.
Irreconocible? Vamos, muchacho! Estara hinchado por los gases!
Estara putrefacto! Qu ha sido de su empaque?
El estallido del doctor sobresalt a Madden. Sinti que sus manos se
alzaban como para defenderse de un golpe.
La chica se ahog, s. Pero no en el Kelvin.
No entiendo...
Muri asfixiada. Pero casi no haba agua en las cavidades corporales.
Alguien mat a esa chiquilla y luego la tir al ro. Fue estrangulada.
Madden empezaba a sentir nuseas y pidi un vaso de agua del lavabo del
doctor, que estaba en la pared, frente a su escritorio, bajo una estantera alta
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Nick Brooks

La buena muerte

llena de apuntes desordenados sobre casos clnicos. Kincaid dej correr el agua
unos segundos. Despus le pas una taza de porcelana llena. Madden se bebi
el agua de un trago y le devolvi la taza.
No ir a marearse, verdad, seor Madden? dijo Kincaid, y un vago
desprecio arrug su frente. Vamos, muchacho. Lo he visto en la sala de
diseccin. Ah dentro est usted como pez en el agua, no es cierto? Qu le
pasa?
Nada, seor Kincaid...
Kincaid dej pasar el desliz.
Nadie se interesa por usted en particular, seor Madden. Pero,
obviamente, tenemos un problema entre manos. La polica ha solicitado que
todos los jefes de departamento (de todas las facultades, por supuesto) hagan
algunas... averiguaciones por su cuenta. As que nosotros, los modestos
profesores, estamos simplemente tanteando un poco el terreno. Aqu, en
Medicina, somos unos autnticos sabuesos. Hablaremos con todo el mundo a su
debido tiempo. Le pregunto qu saba sobre esa chica porque ha compartido
con ella clases, laboratorios y hasta algn seminario de vez en cuando. Su
trabajo est mejorando, sabe usted? Es usted un muchacho que promete. Pero
hay tambin muchos otros que han compartido clases y quiz relaciones ms
ntimas con esa joven, as que si sabe algo, lo que sea...
Madden asinti con la cabeza. Una sensacin de extraeza empezaba a
diluir su mareo. Le escoca un poco que Kincaid hubiera asumido
automticamente que l no poda haber tenido relaciones ntimas con una
chica de las evidentes cualidades de Carmen Alessandro. Pero el doctor tena
razn. Ella no estaba a su alcance. Estaba hecha para los Gaskell de este mundo.
As que le quedaramos muy agradecidos si pudiera mantenernos
informados. Ello solo puede redundar en su beneficio.
S, doctor Kincaid dijo Madden.
Muy bien, entonces. Eso es todo por ahora. Puede irse.
Madden hizo un gesto de asentimiento con la cabeza y se dispuso a
marcharse, pero al final se volvi para preguntar algo a Kincaid. El doctor
estaba quitando de nuevo el tapn de su petaca de peltre. Antes de beber, se
inclin sobre el lavabo, gargaje y escupi una hilacha excrementicia de jugo de
tabaco.
Qu ocurre? pregunt mientras se limpiaba la boca con un pauelo
blanco doblado que volvi a guardarse en el bolsillo del pantaln. Iba
impecable, como siempre, aunque tena un aspecto un tanto excntrico, ataviado
con su chaleco de tweed a juego con la chaqueta y una pajarita carmes cuyo
contraste con su cuello blanco como el de un pollo resultaba algo indecente.
Como de costumbre, Madden se sinti avergonzado en presencia de un hombre
tan atildado.
Podra ver el cuerpo en algn momento? pregunt.
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Nick Brooks

La buena muerte

Kincaid chasque la lengua.


Lo dudo, seor Madden, lo dudo mucho. ste no es para la mesa pblica.
Lo entender usted, estoy seguro. Tena un aire tan imperioso que Madden
bascul un poco hacia atrs sobre sus talones. Sufri abusos sexuales, por
cierto. Creo que permitir que uno de sus compaeros la vea ahora sera aadir
el oprobio a la crueldad fsica.
S, por supuesto dijo Madden. Disculpe. No he debido preguntar.
De todos modos, no la tenemos nosotros. En este momento est con el
forense de la polica. Ms adelante se harn los preparativos para el entierro.
Madden se volvi una vez ms para marcharse.
Sabe usted si sala con alguien, Madden? Kincaid cruz los brazos.
Con un chico, quiz.
Un chico. Claro que haba un chico. Siempre haba chicos.
l la haba visto cruzar la verja, tomar la bajada hacia Kelvin Way (el
balanceo infantil de su mano, un andar a brincos, como el de una nia). l
mismo era solo un nio entonces, como Rose le recordaba constantemente. Un
bobo larguirucho y torpn, no muy atractivo.
l no estaba a la altura de Carmen Alexander. Haba buscado un banco en
el parque y se haba sentado, haba cerrado los ojos y se haba sentido a s
mismo como el lento goteo de una repulsin fsica, como un pozo de asco
celular. No quera pararse a pensar en ello. Empezaba a llover a mares. La vio
desplegar sobre su cabeza un paraguas de plstico de color claro y levantarse
del banco.
Un chico, doctor Kincaid? pregunt.
Kincaid asinti con la cabeza.
Efectivamente, seor Madden, eso he dicho, no? Ms concretamente, un
novio.
Madden se pas una mano por la nuca.
Nadie que yo conozca, seor.
Kincaid hizo un gesto de asentimiento.
Muy bien, Hugh. Pero, si algo despierta su inters de forense, nos avisar,
no?
Por supuesto, doctor. De lo que sea.
Entonces, eso es todo por ahora. Mrchese, pues. No podemos permitir
que llegue tarde a su siguiente clase, no le parece?

126

Madden sali del despacho de Kincaid y se desvi hacia la derecha, tom la


avenida de la universidad y ataj luego por las torres cuadradas del vetusto
edificio con intencin de cruzar los patios, pero se tropez con un grupo de
estudiantes que salan por la escalera del Unicornio y el Len y sigui en lnea
recta. Pas por la verja de la derecha, abandon luego la cima de la colina en
direccin al mstil de la bandera, sin saber adnde se diriga, pero consciente
tambin de que no era as, de que saba exactamente adnde iba y que ir all era
intil, no arreglara nada, no lo acercara a lo que andaba buscando. Sufra una
especie de fiebre; sudaba y le dola la garganta. Lo haba notado ya antes, ese
da. Quiz lo hubiera sentido tambin la noche anterior. No lo recordaba. Todo
era distinto ahora.
La luz de la tarde se haba agriado y la bandera restallaba ferozmente
contra el cielo, as que se qued un rato junto a su base porque detenerse no era
avanzar, aunque saba que al final acabara avanzando; ira all otra vez de todos
modos, con independencia de las medidas que pudiera tomar contra s mismo
entretanto. Flagelarse atado al mstil de la bandera, como mnimo. El rojo
zigurat del museo de Kelvin Hall se agazapaba a sus pies, bajo el barrido de la
sombra de un nubarrn, los jardines un cuidado mosaico compuesto de retazos
de verde magullado, a travs del cual discurra el Kelvin, que haba guardado
all en secreto el cuerpo de Carmen Alexander por espacio de tres das,
atrapado entre los bajos de la ribera. Saba que era la fiebre la que lo impulsaba
a ir all. De haberse encontrado bien, jams habra vuelto. Jams.
Baj a trompicones por la ladera de la colina, en lnea recta. Ignor la ruta
ms directa que, siguiendo el sendero, sala al extremo del viejo edificio, o bien
olvid por completo su existencia. Aquella sensacin febril lo envolva, lo
rodeaba con su halo acogedor. Estaba subido a la verja cuando cobr conciencia
de lo que haca y descubri con sorpresa que se hallaba atascado.
La punta de un barrote haba atravesado el agujero de la suela de su zapato
derecho. Se agarraba a los barrotes de los lados y tena la otra pierna atascada

Nick Brooks

La buena muerte

en el espacio por donde la haba metido. Meneaba la pierna izquierda


intilmente como un insecto pisoteado, pero ni poda subirla hasta un lugar
intermedio del travesao de la verja, ni saltar al otro lado impulsndose con la
pierna derecha sin lastimarse gravemente el pie con el pico del barrote. Al otro
lado de la verja no haba ms que una densa arboleda, aunque l saba que el
camino hacia Kelvin Way estaba, a lo sumo, a cuarenta o cincuenta metros.
Una especie de estupor se apoder de l: un agarrotamiento del lbulo
temporal del cerebro inducido por las endorfinas, como por influjo de algn
opiceo maligno, un aturdimiento estupefaciente. Se qued all colgado un rato,
sin hacer nada ni experimentar urgencia alguna por remediar la situacin,
simplemente colgado de la verja, el peso del cuerpo equilibrado de tal modo
que, de momento, se hallaba hasta cierto punto cmodo. Entonces le sobrevino
el agarrotamiento: se sinti agachado en el rincn de su cuarto; su madre
miraba mientras su padre le deca que, si quera comportarse como una
puetera nia, bien poda usar el orinal como una puetera nia. l empezaba a
llorar y se esforzaba sobre el cuenco de loza, los muslos agarrotados por la
postura forzada. Lo nico que recordaba de aquellos incidentes era el estar
agachado, el dolor de los muslos y las reprimendas de su madre.
As no, Hugh le deca, te ests saliendo del orinal.
Y despus las rabietas de su padre, que lo obligaba a bajar la cara hasta la
moqueta, donde la orina formaba un charco alrededor de sus pies. Y la sbita
falta de miedo o de vergenza; una serenidad extraa y fluida, como si el aire
clido le sirviera de cojn. Como morfina. El dios del sueo y de los sueos.
Atascado en la verja, se senta ms lcido que nunca en su vida. Naturalmente,
no haba nada de mgico en ello. Se trataba, desde luego, de un fenmeno
cientfico. El hipotlamo, que reaccionaba al estrs. Y estaba estresado. Quin
no lo estara? Alguien haba muerto: muy bien poda ser l mismo sospechoso
de su asesinato. O, si no l, s probablemente alguien a quien conoca. La buena
de la materia gris del periacueducto cerebral. La buena de la hormona ACTH,
las buenas de las glndulas suprarrenales. Otra vez haban vuelto a sacarle las
castaas del fuego.
Si no fuera por Carmen Alexander. Ella habra experimentado aquella
misma sensacin justo antes de morir estrangulada. Fue entonces, al pensar en
ella, cuando Madden sinti los primeros pinchazos de un calambre en la pierna
derecha, seal de que el mundo volva a ser el de siempre, y sin vuelta de hoja.
Al tiempo que cobraba conciencia del dolor, empez a llover de nuevo, como
haba llovido cada da desde haca una semana.
Su humillacin era completa. El agua caa en gruesas gotas, y el dolor de la
pierna y la imposibilidad de moverla le hacan gemir. Comenz a balar como
una oveja con la pata en un cepo, y se quitaba el agua de los ojos con violentas
sacudidas de la cabeza. No poda haber modo ms miserable de morir que
aquel, crucificado sobre una reja oxidada. Ni la muerte de Carmen Alexander ni
128

Nick Brooks

La buena muerte

la de cualquier otra persona podan igualar aquello. Ensartado por el culo en


una valla!
Socorro!comenz a gritar. Socorro! Estoy atascado como una nia!
Pero al mismo tiempo no quera que nadie lo descubriera all, en aquel
ignominioso estado, y dej escapar un gemido de afliccin por s mismo
mientras agitaba nerviosamente el zapato empalado e intentaba aliviar el
calambre de la pierna y aflojar la garra con que la verja sujetaba su suela. Tras
repetidos arrebatos de agitacin nerviosa, y gracias a que logr desplazar hacia
delante la otra pierna por entre los barrotes que la retenan (haba perdido casi
toda la sensibilidad de la entrepierna para abajo), se descolg y comenz a
jadear. Estaba empapado y empezaba a tiritar de forma incontrolable. Pidi
socorro otra vez a gritos, pero no vio a nadie a travs de los rboles oscuros que
haba delante, ni volvi la cabeza para que alguien que pasara junto al mstil de
la bandera tuviera oportunidad de orle. Luego, llevado por un grandioso
espasmo que lo impela a actuar, dio un tirn tan fuerte que sac el pie del
zapato y al mismo tiempo se sirvi de los msculos de la entrepierna para
lanzarse hacia delante y resbalar por la verja. Cay al suelo de golpe sobre el
hombro izquierdo.
A pesar del dolor de las piernas y de la palpitacin molesta de la parte
izquierda de su tronco, en el instante en que cay a tierra su gratitud fue
infinita. Se arrodill, chapoteando, se santigu y, en una sola exhalacin que se
evapor tan pronto intent levantarse, dio las gracias al dios de los cristianos, al
dios de los judos, al Al de los mahometanos, a Buda, a Vishn, a John F.
Kennedy y a Su Majestad la Reina por su sabidura y misericordia infinitas;
luego cay de nuevo de espaldas. Entre su pie izquierdo (que ya no estaba all) y
su entrepierna (que haba dejado de existir), danzaba un flujo de agujas y
alfileres ardientes. El hombro le dola atrozmente. Empezaba a temblarle otra
vez todo el cuerpo. Le molestaba el estmago a causa de la presin de las
puntas de flor de lis de la verja, que haba logrado no clavarse manteniendo en
vilo sobre ellas el peso del cuerpo, y tena las palmas de las manos magulladas
y manchadas de herrumbre. Por culpa del fro de la lluvia senta la coronilla
como si fuera de plomo. Su zapato segua prendido en lo alto de la verja, como
un fruto estrafalario. All, del lado de la pendiente de la colina, la verja era
demasiado alta para que tuviera esperanzas de recuperarlo. Maldijo al dios de
los cristianos, al de los judos, al Al de los mahometanos, a Buda, a Vishn, a
John F. Kennedy y a Su Majestad la Reina por su infinita perfidia, con un solo
torrente de refinada bilis que lo sorprendi incluso a l, y ello restableci en
parte su voluntad de seguir adelante con su existencia pattica y desgraciada, al
menos de momento.
A lo lejos resonaban truenos. La lluvia, que segua cayendo en rfagas,
como una descarga de artillera, amain un momento solo para precipitarse de
nuevo sobre l con renovados bros. Dios, qu fro tena. Su tiritona era como un
129

Nick Brooks

La buena muerte

baile de san Vito compuesto de espasmos que recorran los principales grupos
de msculos de su cuerpo. Agarrado a los barrotes de hierro para no caerse,
comenz a ponerse en pie. Cuando estuvo derecho del todo, contuvo el aliento
un momento y comenz luego a bajar a trompicones por entre la hierba crecida
de la ladera, dando bandazos de un rbol al siguiente. Cada vez que llegaba
junto a uno, se refugiaba un momento de la lluvia, daba zapatazos y se frotaba
las manos para devolver la sensibilidad a sus extremidades antes de precipitarse
de nuevo hacia delante a trancas y barrancas, ms lleno de esperanza que de
expectacin.
Al ver claramente delante de s el camino que llevaba a Kelvin Way, se ech
a llorar otra vez. Lo ms espantoso que tena en perspectiva era que cada
desconocido que pasara por la calle reconociera en l al triste idiota, indefenso y
desesperado, que sin duda pareca. Era lgico que fuera despreciado por ello,
del mismo modo que l despreciara semejante falta de dignidad si cambiaran
las tornas. As pues, se ci el cuello empapado de la chaqueta, se apart el pelo
de los ojos lo mejor que pudo y procur mantenerse erguido y simular el noble
porte de un caballero arruinado, en lugar de parecer un lisiado de guerra con la
costumbre de ensuciarse la ropa cuando le sentaba mal la bebida.
Al llegar al borde, fue cojeando con el pie descalzo por el lado de la hierba
(el barro rezumaba por entre sus dedos) y el otro sobre el camino empedrado.
Escudriaba la luz esculida guiando los ojos y se limpiaba la lluvia de la cara.
No estaba ya lejos del camino principal (cuestin de cien metros) y, cuando
finalmente lleg a l, se apoy contra un rbol y se estuvo all unos minutos,
armndose de valor para la larga y penosa humillacin de la caminata hasta
casa.
Sus piernas casi haban vuelto a la vida, y era capaz de caminar ms o
menos normalmente, pero su tiritera no ces ni siquiera cuando se vio obligado
a revestirse de cierta apariencia de dignidad. Empez a avanzar por la avenida
flanqueada de rboles, de regreso a la universidad de la que haba salido esa
tarde, haca mucho tiempo. Nadie pas a su lado. Todos haban corrido a
refugiarse de la sbita tormenta. Era una suerte.
En el cruce no haba trfico y pas al otro lado sin mirar ni a izquierda ni a
derecha, indiferente a su destino, siempre y cuando ste fuera solo cosa suya.
Las luces del club de alumnos tiraban de l, le hicieron subir las escaleras de
piedra. Cuando lleg a la puerta, descubri que no le quedaban fuerzas para
abrirla. Llam dos veces. Luego se sent en los escalones, bajo la lluvia que
arreciaba, tiritando todava, y rompi en un nuevo estallido de lgrimas.
Todo se haba acabado ya, no le quedaba nada que dar. Morira all, en los
escalones del club, a unos pocos pasos (aunque fueran pasos heroicos) de
encontrar refugio.
Una voz pregunt tras l que qu quera. Se volvi a medias y mir al
hombre con expresin implorante. Era el conserje, con su camisa blanca y su
130

Nick Brooks

La buena muerte

gorra negra. Tena una golondrina tatuada en el dorso de la mano.


En aquella ciudad todo el mundo tena la peste, le dijo Madden. Nadie era
inmune, nadie estaba a salvo de la infeccin. Carmen Alexander haba muerto
de enfermedad, llevaba dentro la infeccin. Ella misma se la haba buscado. l
no recordaba qu era lo que la haba matado en realidad, la sfilis quiz. O la
gingivitis. La haba palmado de una enfermedad de las encas.
En aquella ciudad todo el mundo estaba enfermo. El conserje tambin.
Tena linfoma de Swallow16, una variedad de la plaga en cuestin. No lo saba?
No lo entenda? Era absurdo ir al mdico. l mismo era mdico y no poda
curarlo.
Qu plaga era esa?, le pregunt el conserje. De qu coo estaba hablando?
Esa plaga dijo Madden, y sealaba dbilmente el tatuaje del conserje.
La plaga de tinta.
La plaga de tinta?
Exacto dijo Madden, la plaga de tinta.
Todo el mundo la tena. Estaba Gaskell con sus borrones y Fain con sus
salpicaduras. l mismo la tena, dijo: arrojaba chorros de tinta mortferos. Nadie
se libraba.
El conserje le dijo que se fuera a paseo, que estaba borracho.
No, dijo Madden, no estaba borracho. Era miembro del club y haba ido a
beber algo. Algo caliente. Un t estara bien, aunque preferira chocolate
caliente, buen hombre.
Si era miembro del club, por qu llevaba solo un zapato?, dijo el conserje.
Venga, lrgate.
Madden sac del bolsillo de la chaqueta su carn del club y se lo dio al
hombre mientras intentaba levantarse, pero cay hacia delante y el conserje
tuvo que agarrarlo.
Quieto dijo. Y a qu viene esa tiritona? Ests borracho.
Madden comenz a sollozar otra vez. No, dijo, no estaba borracho. Pero no
se encontraba muy bien.
Entonces le vomit en los pantalones.
Ah lo tiene dijo con aire triunfal. Tinta!
Fuera de aqu! replic el otro, y lo empuj con fuerza hacia atrs.
Madden trastabill y resbal con el pie descalzo. Se desliz bruscamente hacia
atrs, el escaln desapareci bajo l, agit los brazos en el aire intentando
equilibrarse y se top de nuevo con el suelo, tres escalones ms abajo y en la
calle otra vez.
Vamos, pirdete deca el conserje. Largo de aqu antes de que llame a
la polica.
Madden se qued mirndolo, ristras de fluido y materia brotaban de su
16

Swallow significa golondrina en ingls. (N. de la T.)

131

Nick Brooks

La buena muerte

boca abierta, el sobresalto del vmito repentino le haba causado una especie de
espanto ebrio, aunque estaba seguro de no haber tomado una sola gota de
alcohol ese da.
Largo! grit el hombre. Que llamo a la polica!
Madden levant las manos lastimosamente, como si lo hubiera pillado in
fraganti. All no tena esperanzas de encontrar cobijo, como no fuera el de un
coche patrulla. Estaba perplejo, no entenda qu haba dicho que fuera tan
ofensivo. La violencia del conserje pareca innecesaria, l solamente intentaba
resguardarse de la lluvia. Todo el mundo mereca resguardarse de la lluvia. Si
hubiera sido un caballero venido a menos, huelga decir que habra tenido
asegurado un lugar junto al fuego. El conserje se habra llevado la mano al
sombrero para saludarlo y habra dicho: Coo!, qu alegra verlo, seor, y
perdone mi lenguaje. Habra sacado viandas calientes y avivado las brasas.
Habra habido caldo, una cesta de pan, carne recin salida de la cazuela. Me
temo que son solo las sobras de abajo, seor, pero se las ofrecemos encantados.
No, no, no nos d las gracias. Nos alegra tener compaa, seor, nos alegra de
veras. Y poder hacer una obra de caridad con alguien como usted. Un seorito,
seor, eso es lo que es usted, un seorito.
Le habran sacado mantas de lana, le habran dado ropa para cambiarse.
Colgaran su traje y su nico zapato delante del fuego para que se secaran, y l
vera alzarse el vaho y dormitara hasta que le llevaran su ponche y una pipa.
Pero no sera as. Haban vuelto a arrojarlo al pramo, donde enfermara y se
tumbara en el suelo y sera pisoteado por todo el mundo hasta que quedara
completamente aplanado y pudieran enrollarlo por fin como un papiro y usar
su piel seca para vestir a los hijos de los pobres. Era insoportable. Era
demasiado, s, demasiado. Y el responsable de aquel atropello a la decencia, de
aquel crimen contra la humanidad, aquel cerdo del club de alumnos de la
universidad de Glasgow que tena ante s, sera aclamado como un hroe y muy
probablemente nombrado rector. Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus. Bien
hecho, buen hombre, un espectculo de primera clase. Eso es tener empaque.
Lanz al conserje una ltima mirada amenazadora y ech a andar otra vez,
con una mano apoyada sobre el murete del club para no caerse. El cansancio
haba aflojado los espasmos repentinos de su estmago y los temblores parecan
haber pasado de momento. Tena el pie dolorido y en carne viva, y haca una
mueca cada vez que lo apoyaba en el suelo, pero an le quedaba alguna
esperanza: la lluvia pareca remitir al fin y, gracias a ello, poda distinguir a
unas cuantas almas que pasaban por la calle Bank, all delante, y or el ruido
del trfico, de los coches o los autobuses. Donde se encontraba ahora, la calle se
bifurcaba y l poda elegir, pero no estaba seguro de cul sera la decisin
correcta. Poda seguir colina abajo, donde saba que, en una de las tabernas,
haba un telfono, y llamar desde all a alguien con las pocas monedas que
tena. O poda seguir derecho unos centenares de metros ms, torcer a la
132

Nick Brooks

La buena muerte

izquierda y coger la artera principal de Great Western Road.


Ninguna de las dos alternativas tena mucho atractivo. Ignoraba a quin
poda llamar. Su padre no tena telfono. Se opona a los telfonos del mismo
modo que se opona al jabn perfumado y a que las mujeres fumaran en
pblico.
Esos chismes del demonio deca, una mariconada es lo que son.
Hablar, hablar, hablar... Solo un hatajo de afeminados se pasara la vida
hablando a una puta mquina.
La lista de mariconadas era larga y desdichada. Su padre despreciaba el
Servicio Nacional de Salud por ser un invento de afeminados. A fin de cuentas,
solo los afeminados no saban valerse por s mismos.
Los telfonos, el jabn perfumado y las mujeres que fumaban en pblico (e
incluso las que no fumaban en pblico), todas esas cosas tenan en comn el
afeminamiento. Su padre, por tanto, eluda todo contacto con ellas, excepcin
hecha de la madre de Madden. Una vez lleg a casa hecho una fiera porque
haba una mujer sin acompaante en la barra. En la barra!, gritaba. Qu
haca esa ta en la barra? El lugar de las mujeres est en el saln del bar!
Haba instituciones, invenciones y personas (con independencia de su
gnero) que podan, al azar, ser tachadas de afeminadas sin explicacin alguna.
Todas aquellas cosas merecan el desprecio de su padre, con excepcin del
automvil, invento que no poda permitirse y de cuya falta se dola
amargamente. La madre de Madden se haba ofrecido a ayudar a pagar las
letras de uno, pero su sugerencia haba sido acogida con un silencio
amenazador que ni ella ni Madden se sintieron inclinados a romper.
Adentrarse en Great Western Road pareca el envite ms seguro. Desde all
poda llegar hasta Byres Road, y utilizar el dinero para el autobs: la lnea que
le convena no tena otra parada ms cercana. Era una caminata desalentadora y
se cruzara con mucha gente por las calles. Caba adems la posibilidad de que
cayera otro chaparrn, pero no le quedaba ms remedio que arriesgarse.
A no ser que fuera a casa de Gaskell. La patrona le dejara pasar a esperar,
si Gaskell no estaba: conoca su cara, aunque Madden tena la impresin de que
le desagradaba. La suya no era una cara muy atractiva, segn la opinin
general, pero al menos a aquella mujer no le era desconocida, y le abrira la
puerta. Si no, le suplicara. No saba con certeza qu hora era, pero tena la
impresin de que no era muy tarde. S. Poda ir a pie hasta all, y habra menos
gente en la calle si evitaba Great Western Road. Estaba posiblemente ms lejos
de la calle Wilton que de Byres Road y haba que subir una tediosa cuesta por la
calle Belmont y cruzar el puente. Pero la cosa pareca merecer la pena. Se
preguntaba por qu no se le haba ocurrido antes, aunque ya saba la razn:
durante todo el da, Gaskell haba ocupado la corriente subterrnea de sus
pensamientos, lo mismo que Carmen Alexander. Pero ahora tena tantas ganas
de dormir que lo que hubiera pasado entre ellos en el Ro Locarno le pareca
133

Nick Brooks

La buena muerte

irrelevante.
Ech a andar por la calle Bank, algo ms animado. Un calor cada vez ms
intenso, que pareca ir ganando terreno a la hipotermia, infunda fuerzas a sus
miembros exhaustos. Pero quiz se estuviera poniendo melodramtico. No
senta ya, ciertamente, el delirio de un rato antes, sino solo un calorcillo
agradable que haca caso omiso de su ropa empapada y converta su
incontrolable tiritera en un recuerdo lejano. Era posible que recayera, pero
estaba seguro de que no sera as. Llegara a casa de Gaskell sin desmayarse. Ya
no le dola el pie al apoyarlo en el pavimento y del resto de su cuerpo vapuleado
haba desaparecido todo rastro de malestar. El calor se haba extendido hasta
sus orejas, y eran ellas las que estaban ms calientes. De hecho, parecan picarle
a causa del calor. Le ardan, incluso.
Lo nico que le incomodaba un poco era la sed. Caminaba (no cojeaba, ni
arrastraba los pies, sino que caminaba de verdad) por primera vez desde haca
muchsimo tiempo, y lleg a la calle principal en lo que le pareci un suspiro.
La velocidad a la que se mova era impresionante, tena que admitirlo. Dudaba
de que pudiera avanzar ms rpido sin echar a correr. Le habra gustado que su
madre lo viera moverse as. En el colegio nunca se le haban dado bien los
deportes. Su madre habra estado orgullosa de l. Y su padre tambin. Se habra
quedado boquiabierto de orgullo (y no de desprecio, como sola) al ver lo buen
atleta que era su nico hijo. Bien hecho, hijo, dira. Bien hecho.
Madden apenas poda creer que, con aquel diluvio, no hubiera abierto
simplemente la boca para beber. Y, cmo no, haba empezado a sudar, de modo
que, para cuando cruz la calle principal (un flujo escaso de trfico entre su lado
de la va y el de Gaskell), casi chorreaba sudor. Se detuvo y esper a que se
abriera un espacio entre el trfico, pero los semforos permanecan de un rojo
esttico, eludan resueltamente la posibilidad de cambiar. Se enjug la frente
con la manga empapada de la chaqueta y not su calor. Era asombroso cunto
se haba calentado en tan poco tiempo. A su lado, una seora mayor lo miraba
con extraeza, y Madden sonri y le dijo que haba perdido el zapato en el
parque. La seora se apart de l bajo su paraguas y l se encogi de hombros
para sus adentros mientras se meta entre el trfico. Entretanto, se lama los
labios y tragaba, intentando humedecerse la boca.
El cielo se estaba aclarando, vea aumentar la luz y se ri al pensar que
haba estado fuera toda la noche y lo rpidas que se le haban pasado las horas,
no poda creer que hubieran volado de aquel modo. No haba pasado el tiempo
y all estaba, el alba en camino y l todava all, todava en la calle, a diez
minutos andando de la universidad de la que haba salido haca un siglo. Y
estaba bien, todo saldra bien si poda encontrar algo que beber, un vaso de
agua fra, una cerveza, lo que fuera. Se chup los labios. Oa ruido de pjaros a
lo lejos, probablemente golondrinas que volvan de frica, descansadas tras una
noche de sueo, y que ahora cantaban a la aurora. Ellas sabran dnde
134

Nick Brooks

La buena muerte

encontrar agua, podan guiarlo hasta all. No, no eran cantos de pjaros, sino
gente al otro lado de la calle: lo saludaban agitando las manos, lo animaban a
seguir adelante, y reconoci una cara, una figura resplandeciente enfundada en
un traje esmeralda, un brazo que se agitaba frenticamente hacia l. Sonri
calurosamente y devolvi el saludo, y entonces se dio cuenta: lo sinti entre los
dedos del pie descalzo. Un charquito atrapado en un bache de la carretera. Se
agach para coger un poco de agua en el cuenco de la mano y bebi; luego
volvi a llenarse la mano. El agua era arenosa y saba ligeramente a ceniza, pero
no le import, la sed lo dominaba. Al inclinarse a beber por tercera vez, vio que
el agua era roja. La sangre que manaba de su pie la manchaba. Se enderez y
sinti que se quedaba plido, y ech a andar derecho hacia el trfico que vena
en su direccin. Mientras cruzaba la calle, antes de que se desplomara en la
cuneta, al otro lado, solo a medias fue consciente del chirrido de los frenos y de
los bocinazos, y de los ojos espantados de Gaskell.

Durante largo rato se esforz por convencer a la voz de su cabeza de que le


dijera la verdad, o sea, que se estaba muriendo, y, ms adelante, que estaba ya
muerto. Sealaba las pruebas a favor de su argumento, pero la voz le
interrogaba y no dej correr el asunto ni siquiera cuando Madden le suplic que
parara, que lo dejara en paz, que lo abandonara en la tierra, donde estaba
destinado a acabar si aquella voz le haca caso. Una voz no escucha, le deca la
voz, una voz no tiene odos con os que or, ni ojos con os que ver. Lo nico que puede
hacer una voz es hablar, y lo nico que puede hacer quien la oye es escuchar. Y una voz
que no puede or es una voz que no puede razonar, as que no gastes saliva en una
discusin ociosa.
Fue entonces cuando dej de resistirse y permiti que la voz continuara con
su soliloquio ininterrumpido. La voz era la voz de su padre, luego la de su
madre, despus la de Gaskell y a continuacin la de Kincaid. Finalmente,
cuando se convirti en la voz de Carmen Alexander, Madden dej tambin de
escucharla, de modo que la voz comenz a perder la calma y a lanzarle insultos,
a llamarlo cerdo burgus y a gritarle qu ha sido de tu empaque?, pero l
no oa los insultos, sino solo la voz. sta empez entonces a gimotear, a
implorar, a suplicar y, por ltimo, a llorar con largos sollozos faltos de aliento,
como si su silencio la silenciara, estrangulndola. Escchame, deca la voz, tienes
que escucharme, pero Madden haca odos sordos, cosa que le resultaba fcil
porque era solamente una voz. Finalmente, la voz ces por completo y l qued
abandonado en el silencio. Deba de haber ganado la discusin, pens. As que
esto tiene que ser la muerte, despus de todo.
Tarado, ests despierto?
Madden sinti que alguien tocaba su hombro.
Estoy muerto dijo, djame en paz.
135

Nick Brooks

La buena muerte

La voz se ri.
No ests muerto, chaval. Todava no.
Madden abri los ojos con cierta dificultad: los cubra una gruesa costra de
sueo. Haba una sola bombilla pelada que colgaba directamente sobre l; la
escayola del techo se estaba levantando y una ampolla de buen tamao pareca
a punto de reventar encima de su cabeza. Era la habitacin de Gaskell: estaba en
la cama de Gaskell. Se incorpor sobre la almohada, cada vez ms alarmado.
Gaskell se hallaba sentado en la silla que l mismo haba cogido prestada al
inquilino de la habitacin contigua. Obviamente, Gaskell no tena intencin de
devolverla.
Tienes una herida muy fea dijo. Detrs de su largo cigarrillo blanco, su
cara era inexpresiva. Estaba sentado con las piernas cruzadas y llevaba los
vaqueros y la chaqueta de lana. La voz de Ella Fitzgerald sonaba en su
tocadiscos Dansette, sofocada por los rayajos y el chisporroteo del polvo. La
necrosis de las paredes se haba extendido un poco ms por el papel deslucido,
como si la habitacin se estuviera muriendo, putrefacta, pulgada a pulgada, de
la enfermedad holandesa del olmo o de un lento imptigo. El estado de aquel
sitio repugnaba ms a Madden con cada visita. Sera preferible que el edificio
entero se desplomara de una vez.
Gaskell arrug el ceo.
Cmo te las apaaste? pregunt.
Madden se frot los ojos, sinti el pecho pegajoso por el sudor y se dio
cuenta de que alguien lo haba desvestido.
Cmo me las apa para qu?
Para hacerte ese boquete en el pie dijo Gaskell. Es del tamao de
media corona.
Madden apart las mantas y sac el pie. Lo tena vendado por obra de un
profesional. Se pregunt si habra sido Gaskell quien se lo haba vendado.
No me acuerdo dijo. Me sub a una verja, creo. Cunto tiempo he
estado durmiendo?
Durmiendo? Eso no era dormir, tarado. Era un desvanecimiento. Un
desmayo. Una fiebre de cojones, eso es lo que era. Has estado inconsciente dos
das. Delirando, casi todo el tiempo. Hablabas en sueos y todas esas cosas.
Tuviste suerte de no pillar una neumona con esa lluvia y andando por ah
descalzo y sin un trozo de pie.
Madden not que el suelo estaba cubierto de hojas de peridico extendidas.
Algunas estaban manchadas de rojo, supuso que de la sangre de su pie. Gaskell
advirti dnde miraba, se levant y se acerc al centro de la habitacin. Hizo
una pirueta, perdi ligeramente el equilibrio al dar la vuelta y clav en el suelo
una de sus botas de piel para no caerse. Tena los ojos inyectados en sangre, el
pelo revuelto y la cara manchada de borrones de tinta y adornada con un fino
asomo de barba, rubia por la parte de las patillas y casi roja y muy fuerte
136

Nick Brooks

La buena muerte

alrededor del mentn.


La fauna de la moqueta se estaba volviendo un problema explic. En
ella viven criaturas nunca vistas. Me siento aqu, en mi silla, y espero la caza
mayor con la cerbatana lista. Te aseguro, tarado, que aqu a veces temo por mi
vida.
Madden se apoy en un codo.
Yo temo por tu cordura dijo Madden con voz queda, apoyndose en un
codo.
Gaskell se acerc a la cama de una sola zancada. Agarr a Madden y le tir
del pelo con fuerza.
Que no te vuelva yo a or decir esa puta mierda, entendido?
Madden asinti violentamente con la cabeza. Tena las manos abiertas junto
a las orejas y los dedos contrados en gesto defensivo.
Nunca ms, me has odo?
Est bien dijo Madden. Lo siento, no lo deca en serio.
Gaskell solt su pelo, le empuj la cabeza hacia atrs y se meti
agresivamente un cigarrillo en la boca.
De todas formas dijo mientras se sentaba al borde de la cama. Su tono
de voz se haba calmado de nuevo instantneamente, no es conmigo con
quien Kincaid quiere hablar de chicas italianas muertas, no?
Madden se alis el pelo hacia abajo. Lo not grasiento.
A qu viene eso? dijo, ponindose a la defensiva. No quieren
hablar tambin contigo?
Gaskell solt un bufido y empez a toser violentamente contra la manga de
su tosca chaqueta de lana.
Estn hablando con todo el mundo. Supongo que pronto me tocar a m.
Pero no tengo nada que decir. Yo tengo mis asuntos en regla. Se volvi y le
lanz una mirada penetrante. Verdad, tarado? dijo.
Madden se mir las costillas plidas, que asomaban por encima de las
mantas, y se pellizc distradamente la carne enflaquecida.
Ojal no me llamaras as dijo.
Es simple rutina, claro prosigui Gaskell. Espero que el asunto se
desinfle pasado un tiempo. De todos modos, el que lo hizo era un aficionado y
los aficionados siempre cometen errores. Al final siempre los cogen. No?
Madden asinti con la cabeza.
S dijo, les cogen.
Gaskell se levant de la cama de un salto, se puso un dedo sobre el labio de
arriba, simulando un bigote, y empez a imitar a Kincaid.
Ya qu se debe, seor Madden? dijo. Explquenoslo con la mayor
parquedad posible.
La imitacin era pasable, y Madden comenz a rerse con nerviosismo.
A que el crimen perfecto no existe.
137

Nick Brooks

La buena muerte

Exactamente, seor Madden. A que el crimen perfecto no existe. Y


comportarse como un aficionado es lo nico que no puede permitirse un
asesino. Gaskell hizo una amplia reverencia, se irgui y sigui fumando
afectadamente. Siempre se dejan algo en la escena del crimen, no? Algn
detalle insignificante que pasan por alto. Una pisada, un jirn de tela. Hasta un
zapato.
Madden empez a levantarse de la cama, avergonzado de su desnudez,
pero las piernas temblorosas apenas lo sostenan, y volvi a sentarse, encogido.
Oh, oh dijo Gaskell, nuestro querido tarado no va a ir a ninguna
parte durante un tiempo. Vuelve a meterte en la cama. Se acerc, puso una
mano bajo las piernas de Madden, se las alz de lado y volvi a ponerlas sobre
la cama. Luego las cubri con las mantas. Madden lo miraba inquisitivamente.
Gaskell levant las manos y retrocedi un poco. Deberas quedarte en la
cama. Ests muy dbil. Qudate aqu. Yo ir a ver si puedo conseguir algo de
comer.
Pero tengo que irme a casa. Mi padres...
Yo les llamar.
No puedes. No tienen telfono.
Entonces me pasar por all. De todas formas no ests en condiciones de
moverte todava. No te preocupes por eso. Estoy seguro de que lo entendern.
Madden lo dudaba, pero saba que no estaba de momento en situacin de
llevarle la contraria. La voz haba hablado y lo nico que l poda hacer era
escuchar. El silencio se impondra al fin.
Gaskell se abroch los botones y se subi el cuello de la chaqueta de lana.
Est bien, entonces, todo arreglado. T te quedas aqu y yo voy en busca
de vveres. Seguramente me dar tiempo a llegar a la cooperativa si me doy
prisa. La expresin de su cara, una rara mezcla de miedo y splica, inquiet a
Madden, que asinti lentamente y volvi a recostarse en la cama.
De acuerdo dijo. A lo mejor duermo un poco ms. Qu hora es, por
cierto?
Gaskell levant la mueca y fingi mirar un reloj inexistente.
Son las cinco y media de la tarde del jueves.
Entonces fue el mircoles cuando me encontraste. Haba luz, de eso me
acuerdo. Llevaba fuera toda la noche y haba amanecido.
Gaskell solt un bufido burln.
No haba amanecido ni nada por el estilo. Y era martes por la tarde.
Madden frunci el ceo.
Pero recuerdo perfectamente el amanecer. O los pjaros...
Puede que oyeras pjaros, pero eso no significa que estuvieran cantando
porque amaneca. La tormenta se haba despejado y volva a haber luz. Cmo
lo llamis en vuestra habla de paletos? Ah, s. La atardecida. Ibas vagando por

138

ah a la atardecida. Pero no haba ninguna chica a tu lado17.


Madden estaba levemente perplejo.
Y?
Gaskell lo salud tocndose un sombrero invisible.
No pasa nada, viejo amigo, viejo camarada. Se te vio por ltima vez
saliendo de la universidad a las dos y media. Yo te encontr a las cinco. As
que... No se me da muy bien la aritmtica, tarado, pero no parece que hayas
pasado cuarenta das y cuarenta noches en el desierto. Dos horas y media, no?
Pas por debajo del techo inclinado agachando la cabeza y abri la puerta.
Mir hacia atrs mientras la cerraba y Madden desvi la vista, temeroso por un
momento de encontrarse con su mirada.
Gaskell se equivocaba en una cosa. Haba una chica con l esa noche, o esa
tarde, o lo que fuera. Un recuerdo, un fantasma. Se llamaba Carmen Alexander.

Oy alejarse los pasos de Gaskell por la escalera, not que se paraba y que
hablaba en voz baja con alguien y que luego segua adelante. Otros pasos iban y
venan. Sera la patrona? Otro inquilino? Imposible saberlo. Cuando estuvo
seguro de que Gaskell haba salido del edificio, se levant y, apoyado en la
cama, comenz a buscar su ropa. Su chaqueta, todava hmeda, colgaba del
respaldo de la silla. Debajo estaban sus pantalones y sus calzoncillos. Todo
mojado. Se ri de la falta de consideracin de Gaskell, que, aunque haba cedido
su cama a un amigo (si es que eran eso, amigos), no haba tenido en cuenta que
aquel mismo amigo enfermo necesitara ropa seca que ponerse una vez
recuperado. Madden se acerc al nico armario, una puerta que se abra
directamente al muro de la fachada de piedra de aquella desvencijada
habitacin del tico y que contena una sola prenda: el traje de pana verde de
Gaskell, que, lavado y planchado, colgaba de una percha. Madden se llev la
manga de la chaqueta a la nariz y la olfate. Ola a moho.
Ella Fitzgerald cantaba Gimme a Pig Foot and a Bottle of Beer, el disco
crepitaba una y otra vez en los roncos acordes del final. Madden se acerc al
Dansette y coloc la aguja otra vez al principio de la cancin. Abri el cajn de
arriba de la cmoda y mir dentro. Un puado de monedas, un billete de una
libra y las llaves de la Norton. Tres pares de calcetines en diversas fases de
deterioro. El pie le dola cuando se apoyaba en l, pero no mucho. Quien se lo
haba curado haba hecho un buen trabajo. Meti la mano hasta el fondo del
cajn y rebusc, pero no encontr nada de inters y apart la mano
bruscamente al sentir que algo vivo la tocaba y se escabulla. Gaskell no
exageraba al decir que all tema por su vida. La moqueta no era lo nico que
17

Referencia a una cancin popular escocesa, Roaming in the Gloaming with a Lassie by my Side
(Vagando a la atardecida con una muchacha a mi lado). (N. de la T.)

estaba infestado. Suspir y se sent en la silla solitaria. Haba apuntes de


medicina y montones de novelas abandonados por todas partes, as que se puso
a rebuscar entre aquellas cosas con la esperanza de encontrar algo con que
distraerse: la idea de que hubiera all ratas o ratones no le inquietaba, pero s el
hecho de estar solo en aquel cuchitril. Sobre todo, la certeza de que haba
dormido dos noches en la cama mugrienta de Gaskell.
Algunos apuntes tenan dibujados garabatos infantiles, platillos volantes y
coches de carreras. Otros, penes erectos en el acto de eyacular. Haba tambin
una caricatura muy grfica y elaborada en la que apareca un hombre
penetrando a otro con un artilugio mecnico dibujado con gran detalle, lleno de
pinchos y aristas, y armado en cada rincn concebible con toda clase de
mecanismos para cortar y perforar.
Haba adems una lista de la compra al lado de un nombre y un signo de
interrogacin. El nombre era Dizzy.
Madden se levant y se acerc otra vez a la parte abuhardillada del techo,
debajo de la cual se hallaba el armario que contena un nico traje. Registr el
bolsillo de la parte exterior izquierda, pero solo descubri un paquete de chicles
y los restos arrugados de uno o dos cigarrillos. En el bolsillo interior haba una
etiqueta con un nmero: el recibo de la lavandera. Haba tambin una
fotografa en blanco y negro de un hombre con la cabeza cortada por el margen
superior. El hombre abrazaba a dos personas, una a cada lado, un chico y una
chica. El chico tena la cabeza cortada justo por debajo de la boca. Y la chica
sonrea. La suya era la misma sonrisa de grandes encas que haba visto ya antes
en alguna parte, la sonrisa de una chica italiana de diecinueve aos, ya fallecida.
Su pelo, rubio de bote, se alzaba en un escorzo lacado. Tena los ojos
densamente maquillados y se haba pintado los labios con un carmn muy claro,
posiblemente blanco. A Madden le record a alguien que no pudo identificar.
S, eso era. Priscilla Presley. Pareca una Priscilla Presley rubia.
Posaban los tres de espaldas a una especie de cortina afelpada y de aspecto
lujoso. Era una foto muy mala, nada ms que una instantnea, en realidad.
Madden le dio la vuelta, pero no haba nada escrito al dorso. Volvi a guardarla
en el bolsillo de la chaqueta de Gaskell y cerr la puerta del armario.
Se puso la ropa mojada y dej que el disco siguiera dando vueltas
lentamente, entre chasquidos. Cogi un trozo de papel de un montn de
apuntes y escribi una nota para Gaskell con el bolgrafo que llevaba en el
bolsillo de la chaqueta calada. Sac luego el billete de una libra del cajn de la
cmoda y cerr ste.
Puso la nota junto al tocadiscos, sali del cuarto diminuto y baj las
escaleras.
Haba poca luz en el pasillo: solo el rellano de tres pisos ms abajo pareca
iluminado. Madden distingui movimiento all abajo, sombras humanas que se
inclinaban de un extremo al otro. Esper en la oscuridad un momento, sin saber

si avanzar o no. Si era Gaskell, que volva, no tena ganas de encontrrselo. Si


era la patrona, lo mismo. Pasado un rato la luz de abajo se apag y l habra
tenido que buscar a tientas el interruptor del descansillo de no ser porque la
claraboya le ofreca un aguafuerte difuso de la escalera, suficiente al menos para
no tropezar y romperse el cuello. Baj con los ojos entornados, apoyado en la
barandilla, sin cargar el peso en el pie malo.
Al llegar al portal, vislumbr a la patrona en las escaleras, por encima de l,
y se apresur a abrir la puerta. Sali a la calle Wilton. Mientras se diriga
cojeando hacia Maryhill Road, un escalofro de dolor le atraves la pierna
derecha de parte a parte. Se qued en medio de la calle y llam con seas
desesperadas al primer taxi que pas por all. Sin remordimiento alguno, dio su
direccin al taxista y le dijo que lo llevara a casa a toda prisa.

Dnde has estado? pregunt su madre mientras sacaba brillo a un plato


con un pao de cocina. Su cara tena el mismo aire herido que de costumbre, y
el pelo, castao y canoso, le caa en mechones escapados del moo prieto en que
se lo recoga. Madden pas a su lado cojeando, entr en la cocina y se sirvi un
vaso de agua del grifo. Se bebi el agua fresca a sorbos, no engullndola, sino
detenindose entre traguito y traguito como si quisiera recordarse su sabor.
Tuve un accidente dijo con el vaso en la mano. Me hice dao en el
pie. Levant unos centmetros la extremidad vendada, a sabiendas de lo tonto
que deba de parecer con el vendaje blanco y almohadillado, por cuyo extremo
asomaban los dedos de su pie. Su madre hizo un gesto de asentimiento con la
cabeza.
Dnde est pap? le pregunt l.
Ha salido.
A buscarme?
Al bar.
Ah.
Pens que debas de haber matado a alguien y te habas escondido dijo
ella mientras segua pasando el pao alrededor del plato con un chirrido.
Madden bebi ms agua.
Lo pens despus de que viniera la polica.
Madden se qued callado, a la espera de que se le presentara una solucin.
El pao segua rechinando alrededor del plato.
Has matado a alguien, hijo? le pregunt ella.
No. Tuve un accidente, ya te lo he dicho.
S, te hiciste dao en el pie. Ya lo veo. Qu te pas?
Madden dej el vaso.
Cundo estuvo aqu la polica? pregunt. Qu queran?
Su madre cogi otro plato del escurridor.

Dijeron que queran hablar contigo. Con relacin a un asunto muy serio.
Te has metido en un lo?
Qu asunto? Madden senta en el pecho un vago agarrotamiento; el
latido palpable de su corazn. De qu queran hablar conmigo?
Has ido a algn sitio adonde no debas ir, Hugh? Eso es peligroso. Ya lo
sabes. No debes ir a ninguna parte con extraos. Fue una de las cosas que te
enseamos cuando eras pequeo. Su madre solt de pronto una risita y se
tap con la mano los dientes ennegrecidos. Ya sabes dijo. Las nias sin
pololos no deben subirse a los rboles... Te has subido a un rbol, Hugh? Has
estado be-su-que-n-do-te con alguien?
El agarrotamiento empeoraba; se iba extendiendo a sus labios, a sus
msculos faciales.
Su madre se tambale levemente al colocar el plato en el escurridor.
Madden dio un paso hacia ella, la agarr por las solapas y la zarande con
fuerza.
Dnde est? dijo, y su madre se desliz hacia el suelo, bajo l. Se
negaba a registrarla: se quedara all hasta que le diera la botella Dmela!
dijo, y ella empez a rerse otra vez. Dmela, mam. El pie le dola ahora,
senta su plpito. Mira dijo con toda la calma que pudo, dame la botella
antes de que venga pap. Ya sabes lo que pasa si te encuentra as. Ya lo sabes.
Ella se sent en el suelo, encogida, con las rodillas al aire.
Tu padre tena razn, sabes? dijo sin hacerle caso. Eres un... un
afeminado...
Madden sinti que la rabia saltaba a su frente. La mir y solt su delantal
para que se deslizara por completo hasta el suelo. Estaba temblando. Cogi un
plato del escurridor y lo sostuvo sobre su cabeza.
Ella mir el plato y empez a rerse otra vez.
Vamos dijo, sobria de pronto. A que no te atreves!
Madden temblaba. El plato temblaba tambin. Lo sostena sobre la cabeza
de su madre y ella clavaba sus ojos en l, despreocupada del plato, y sus ojos lo
desafiaban. Madden poda hacerlo; poda golpearla con el plato. Habra sido
una solucin. Pero lo baj lentamente, hasta que qued colgando de su mano, a
su lado.
Espera a que vuelva tu padre dijo su madre con bastante calma.
Espera y vers.
Madden se apart de ella y se acerc a la ventana de encima del fregadero.
Algo dentro de l se precipitaba hacia la oscuridad, sin ver nada.
Qu quera la polica? pregunt, con el cuerpo apoyado sobre la pila
de loza. Para qu queran verme?
Ella se agarr al armario con una mano, estir una pierna, se impuls hacia
arriba y empez a levantarse. Madden vio lo pequea que se haba vuelto la
habitacin: en otro tiempo haba sido para l del tamao del mundo. Haba sido

una inmensa caverna, la habitacin ms grande de todas. All, detrs de su


madre, estaba el entrante de la pared que una vez haba sido su lugar de recreo.
Era un entrante muy pequeo y la mesa grande que lo ocupaba (heredada de
un vecino de aquel mismo portal, ya muerto) haca que pareciera casi
minsculo. Eran tan generosos los muertos, tan considerados. Madden se
preguntaba si habran conseguido todos los muebles de la casa del mismo
modo. Posiblemente. Un da, su madre se fue a pedir una taza de leche y volvi
con una mesa de caoba. Una ganga. La leche, sin embargo, faltaba. Los dems
vecinos debieron llevarse lo que quedaba de los despojos.
Queran hablar contigo dijo otra voz. Madden se dio la vuelta. Era su
padre. Estaba de pie, con la gorra todava puesta, ms grande que cualquier otra
cosa que hubiera en la cocina, a pesar de su estatura. Su madre se puso a
trastear por all con nerviosismo. Queran hablar contigo sobre un asunto
policial dijo su padre. La desaparicin de no s quin.
Trae, deja que te quite la chaqueta dijo su madre, cuya cara se haba
puesto muy colorada. Ay, est empapada...
El padre de Madden la mir con furia y le apart la mano cuando intent
desabrocharle los botones.
Djalo! dijo.
Madden se encontr sin nada que decir. Su padre fij la mirada en l y l no
pudo hacer otra cosa que bajar los ojos y quedarse mirando su pie herido.
Su padre lo miraba con ira apenas reprimida.
Te hace gracia, eh? dijo. Te divierte que la polica haya venido a mi
casa (a mi propia casa!) a hacerme preguntas sobre mi hijo (mi puetero hijo!)
en mi propia casa?
Madden no tena respuesta. Se estaba imaginando un zapato, plantado
como una bandera en un palo clavado en tierra, y se distraa observando los
dibujos del cuero troquelado.
Di algo! grit su padre, dndose una palmada en la pierna. Tena el
cuerpo rgido y tieso como un sargento de instruccin en un desfile.
Ay, pap, no pasa nada... dijo su madre.
Cllate! bram l a menos de un palmo de su cara. Madden y ella
dieron un leve respingo. Ella se qued callada en el acto. Su padre alarg el
brazo de pronto y la cogi, tir de su delantal y ella retrajo los brazos para
defenderse y forceje con l por la posesin del objeto que esconda, pero l era
muy fuerte. Encontr la botella pequea y chata. Quedaba en ella poco ms de
un dedo de ginebra. El semblante de su madre se hundi, derrotado. Se llev las
manos a la cara y se la tap como si fuera una nia jugando al cucu tras. No
lloraba.
Vete a la cama, mam dijo el padre de Madden. Vete a la cama ahora
mismo.
Ella se dio la vuelta, sali de la habitacin y cerr calladamente la puerta a

su espalda. El padre de Madden lo miraba y respiraba trabajosamente por la


nariz. Durante largo rato, se qued all parado, respirando. Cuando volvi a
hablar, su voz son firme y parsimoniosa.
No me importa lo que hayas hecho, ni dnde hayas estado, me
entiendes, hijo? Me trae sin cuidado. Pero no permitir que traigas otra vez a la
polica a mi casa. No lo permitir. Entendido?
Madden asinti con la cabeza.
sta ha sido la primera y la ltima vez. As que te doy un mes.
Esperaba, al parecer, que sus palabras surtieran algn efecto visible sobre
Madden.
Un mes? repiti ste, perplejo.
Un mes dijo su padre, y solo entonces se quit la gorra y comenz a
desabrocharse la chaqueta. Despus, te quiero fuera de aqu.
Madden estaba atnito.
Pero no tengo dinero dijo.
Entonces tienes un mes para encontrar trabajo. Siempre est la Colville. Y
si no es de tu gusto, puedes buscarte otra cosa.
Colg la chaqueta detrs de la puerta de la cocina y se agach para sacar
del armario su botella de whisky.
Si no te has ido dentro de un mes, te echar yo mismo a la calle.
Sirvi el poco whisky que quedaba en la botella en un vaso que cogi del
escurridor, tan limpio que casi relumbraba cuando le daba la luz. Luego se lo
llev a los labios y bebi.
Tmate una copa si quieres, hijo dijo. Madden fij una mirada triste en
la botella. Ya tienes ms de dieciocho aos. Eres un hombre. Vamos. Tmate
una copa con tu padre.
Pareca bastante contento cuando Madden levant la botella y cogi otro
vaso.

10

La noticia de la muerte de Carmen Alexander haba alterado el campus.


Madden haba evitado a Gaskell, pues notaba que ste eluda su presencia.
Escudriaba los escaparates de ferreteras y colmados en busca de anuncios de
alquiler y prescinda de la biblioteca y el estudio: un perodo en blanco en el que
a menudo tena la impresin de que las horas pasaban sin dejar huella. Era una
tarea interminable, una tarea que, por lo visto, le costara el poco cuero que le
quedaba en los zapatos y, de paso, posiblemente, un deterioro acelerado del pie
herido. El tiempo iba empeorando en la misma medida en que aumentaba el
nmero de estudiantes desposedos que, como l, pateaban las calles bajo una
lluvia implacable. En ms de una ocasin vio a Aduman anotando algo en una
libreta empapada, frente a una vidriera, con la lacia bufanda subida alrededor
del cuello y colgando tristemente a cada lado. Con una mano se sujetaba las
solapas sin botones de la chaqueta, en las calles lgubres, a la lgubre hora de la
una o las dos de la tarde de algn lgubre domingo, cuando no haba para
ninguno de ellos esperanza alguna de una cena con rosbif, sobre todo ahora que
Madden evitaba encontrarse con Rose. Se senta excluido de todo e imaginaba
que entre Aduman y l exista una suerte de parentesco. Pero el senegals,
obviamente, no estaba de acuerdo.
Ni siquiera lo saludaba con una inclinacin de cabeza, como si no hubieran
compartido ni un solo seminario, ni una sola clase de laboratorio en todo el
curso. Si no fuera porque saba que no era as, Madden habra tenido la
impresin de haber quedado escindido. Pero sin duda no era as. No haba
motivo alguno para ello. Ciertamente, no haba razn para que Aduman no
pudiera dedicarle un saludo superficial, una breve flexin de las cejas, solo para
recordarle que, en efecto, exista. Madden tena a medias el propsito de irse
derecho a l y decirle: Oye, mira, s que me reconoces. A qu viene esto?.
Claro que tal vez Aduman hubiera odo rumores. Bueno. Hasta donde l
saba, no eran ms que eso, rumores. La polica no haba expresado especial
inters (para usar las palabras de Kincaid) en l, ni haba dado a entender que

Nick Brooks

La buena muerte

pudiera tener algo que ver con la chica muerta, fuera de un conocimiento de
pasada. Y eso era literalmente lo que lo una a Carmen Alexander: un
conocimiento de pasada. Su relacin con Gaskell era de inters ms apremiante.
A Madden le haban dejado un nmero de telfono por si recordaba algo que le
pareciera importante. De da o de noche, le haba dicho el polica a su padre.
Ninguna pista era insignificante, ningn detalle deba ser pasado por alto.
Aquel tal Aduman tena mucha cara por creerse las tonteras que hubiera odo
por el campus medio vaco. Menuda jeta tena el to.
Madden no le hizo ningn reproche a Aduman, naturalmente. Sigui
garabateando en su libreta mojada, con su pluma estilogrfica (que resultaba
ridcula en esas condiciones), y los lamentables borrones de la tinta, que se
corra por el papel y manchaba, lo dejaban a oscuras respecto a la direccin a la
que tena que ir a preguntar a continuacin. No tena ni papel secante, ni sesera.
Era incapaz de pensar por anticipado. Y segua sin tener medios para sufragar
aquella empresa aterradora. Se preguntaba vagamente qu comera y cmo
carbonizara los alimentos conforme mandaban los cnones, pero ahuyentaba
aquella idea dicindose que, dado que era incapaz de pensar por anticipado, de
poco le iba a servir intentarlo. Comera o se morira de hambre, segn fuera el
caso.
De momento estaba hambriento, ya que, por una cuestin de pundonor, se
negaba a sentarse a la mesa con sus padres. Se meta algo en el bolsillo cuando
su padre sala a tomar una pinta y su madre estaba de espaldas, y se iba
rpidamente a pasar otra tarde recorriendo las calles en busca de alojamiento.
Sospechaba a medias que su madre se compadeca de l y se mantena de
espaldas premeditadamente mientras l rebuscaba alguna sobra, y dejaba a
mano algn que otro trozo de tocino fro o de carne, o un poco de fiambre. El
hambre lo haba obligado a considerar la posibilidad de ir a ver a Rose, pero se
senta extraamente orgulloso de su abstinencia, y su cuerpo sera para ella una
especie de escarnio fsico. Como consecuencia de todo ello, se estaba quedando
en nada, y los pantalones de cintura estrecha le colgaban como si los hubiera
heredado de un hermano mayor. El hecho de que los pantalones fueran, en
efecto, de segunda mano, solo corroboraba el estado en que se hallaba. Costaba
imaginar que alguna vez hubieran pasado de una generacin a la siguiente unos
pantalones con el culo ms lustroso que aquellos: dudaba que alguna vez
pudiera apreciar plenamente la generosidad de su padre a ese respecto. Su
padre los haba comprado para tener al menos unos pantalones buenos de
reserva, pero haban resultado demasiado estrechos para su constitucin
robusta. Aun as, haba hecho falta que Madden se hallara prcticamente
desnudo para que su padre se los cediera, y a regaadientes. La splica
silenciosa de su madre en favor de Madden lo haba impulsado finalmente a
ello. Los pantalones tenan ya, cosido toscamente por la parte de dentro de las
posaderas, un parche de un color que no iba del todo a juego con el de la tela.
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La buena muerte

Solo un observador tenaz e intencionado hubiera podido distinguir el signo


delator de los puntos artesanales cuando Madden se agachaba para sentarse.
Aun as, supona que sus colegas del departamento de Medicina no se
desviviran por descubrir aquel secreto vergonzante. La mitad de ellos vestan
como l y decan que era la moda; trajes y pantalones mal conjuntados,
estrafalarias combinaciones de barba y tocados. Por entonces, la marea de los
sesenta no se haba llevado an el peinado de los beatniks, y cuando se lo llev,
un par de aos despus, aquellos chicos se limitaron a dejarse crecer la melena
y a poblarse la cara con otra barba zarrapastrosa.
Gaskell, por su parte, poda seguir llevando exactamente lo mismo que
llevaba en aquel momento; si pasaba de moda, solo tena que aguantar un poco
y su atuendo volva a estar en boga al cabo de uno o dos meses. Dizzy y su mote
ridculo (un trompetista, por el amor de Dios, o era un saxofonista?, Madden
no se acordaba), sus cmodos jerseys y sus celos heridos. Gaskell, con sus
ademanes y sus novelas baratas y sus rimas cargantes. Hector Fain, el
socialismo y la Unin Sovitica es un sitio genial, en serio, pero ojal fueran
tambin todos presbiterianos...
Carmen Alessandro con su nada de nada, ahora.
Hasta Aduman tena su bufanda. Un hombre dueo de una bufanda
decente poda esperar con toda razn gastar menos en calefaccin, cuestin de
suma importancia para un senegals que probablemente tendra que soportar
tres inviernos ms en el oeste de Escocia antes de graduarse.
Madden caminaba por la calle detrs de su padre, a cierta distancia. La idea
de que ambos compartieran sus respectivos trayectos era horripilante, al menos
para l. Su padre pareca preferir las tabernas de Byres Road, la Curlers y la
Tennents. Le gustaba, seguramente, el paseo hasta all, o quiz la cercana de la
universidad, de la educacin que nunca haba tenido, ni necesitado, ni querido,
pero que le pareca buena cosa o quiz no tan buena, dependiendo de lo
afeminada que considerara la institucin ese da.
Haba innumerables habitaciones en alquiler que visitar, algunas de ellas
poco ms que armarios provistos de colchones hmedos y olor a moho.
Madden se daba cuenta de que haba sido en cierto modo un iluso al ir a ver
primero las ms baratas. Haba cometido, en ese sentido, un error de clculo, y
perdido las habitaciones algo ms caras en favor de estudiantes ms avispados.
La cosa, sin embargo, no tena remedio. l nunca haba vivido fuera de casa.
Aun as, los sitios ms baratos lo haban llenado de espanto. Aquellas
habitaciones no eran lugares donde se pudiera vivir. Nadie poda conseguir
algo parecido a una vida en tales condiciones; poda, en cambio, contraer la
tuberculosis, quiz, o una neumona bronquial, e incluso caba dentro de lo
posible que padeciera diarrea o sarna. Madden no dudaba de que pudiera
conseguirse una muerte bastante rpida si no se discriminaba, como era debido,
con respecto a la higiene nutricional bsica o el control de plagas. Crea
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La buena muerte

firmemente que haba nuevas cepas de enfermedades tropicales adaptadas al


fro que podan florecer alegremente en tales pudrideros. Costaba creer que los
seores y seoras de aquellas fincas tuvieran la desfachatez de ofrecerlas
pblicamente sin temor a la ley.
Al cabo de un tiempo, Madden comenz a leer los anuncios de los
escaparates con ms atencin. No obstante, segua encontrando tales
habitaciones con frecuencia alarmante, a pesar del nmero creciente de cautelas
y clculos que aplicaba a cada anuncio que vea, el primero de ellos, el monto
del alquiler.
Ignoraba, en realidad, por qu se molestaba en seguir aquella norma, dado
que no tena empleo ni medios para pagar nada hasta que encontrara uno, pero
se haca ilusiones de que tendra ms suerte con el trabajo que con el
alojamiento. Y as result ser. Una tarde con Rose (casta de nuevo, puesto que
as lo quera Dios) le dio mejores ideas respecto a esa cuestin. La Colville
estaba descartada, le dijo ella.
Una acerera? T? Te moriras! Se ri custicamente, sin molestarse
siquiera en disimular su desprecio.
Mi padre trabaja all... dijo l. Si l puede, yo tambin. Ni siquiera a
l lo convenca aquel razonamiento. Dice que as me endurecera.
Endurecerte? Y t te lo crees?
Um. l se endureci, por qu no iba a endurecerme yo?
T ests acostumbrado al ejercicio fsico, Madden? Estaban sentados
en una cafetera, bebiendo un caf aguado, y ella lo miraba boquiabierta por
encima de sus brazos cruzados. Madden se preguntaba si iba a dejarle. Confiaba
en que no: casi le gustaba tener a alguien con quien hablar, aunque nunca
hablaran de nada que le interesara. De haber sido sincero consigo mismo,
habra dicho que Rose era su primera amiga de verdad, descontando a Gaskell,
de quien no estaba seguro y al que tema por razones difciles de concretar.
Gaskell pareca ocupar buena parte de sus pensamientos. Haba ciertas
imgenes que asaltaban de pronto su cabeza: llamas, el cine ardiendo, una
especie de infierno. Cuerpos que se retorcan, se contorsionaban y se fundan
los unos con los otros. Gaskell. Kincaid. Otros. Carmen.
Puedo acostumbrarme dijo. Se llev la taza a la boca y se puso a
recoger con el dedo las migas de su galleta esparcidas por la mesa de formica.
A lo mejor puedes acostumbrarte si lo has hecho toda la vida contest
Rose. Miraba de vez en cuando la galleta a medio comer del plato de Madden.
ste puso mucho empeo en quitar la guinda confitada de encima de la galleta
y en empujarla dndole despreocupadamente toques con los dedos, sin
metrsela en la boca. Luego volvi a dejarla en su sitio con mucho cuidado.
No me gustan mucho las guindas dijo. A ti te apetece?
Rose mir ms all de su hombro.
Ahora que la has sobado con esos dedos de carnicero, no.
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La buena muerte

Qu dedos de carnicero? Qu significa eso?


Nada. Solo eso. Ya sabes.
Madden no lo saba. Haba odo algo Rose que l ignoraba? Le haba
dicho alguien algo? Caba dentro de lo posible.
No, no lo s dijo. No tengo ni idea.
Pues lo de los cadveres y todo eso. Ya sabes lo que quiero decir. Me hace
pensar en el pobre Gaskell.
El pobre Gaskell?
Ya sabes... Por lo de Carmen. Por cmo muri. Me dan escalofros de
pensar en cadveres y saber que el suyo est por ah, en alguna mesa, todo fro
y con gente clavndole cosas.
Una leve oleada de alivio se abati sobre l. Esperaba que no se le notara.
Aun as, le sorprendi que Rose fuera tan escrupulosa. A fin de cuentas, era
enfermera.
Hace una semana que no toco un cadver dijo. Estamos en
vacaciones. No hay fiambres que tocar hasta que empiecen otra vez las clases.
Es que no me gusta la idea, eso es todo. Es desagradable. No soporto
pensar que me toques despus de haberlos tocado a ellos.
Antes no te molestaba dijo l, malhumorado.
Antes nunca me tocabas contest ella con una mirada tajante.
Claro que s. Siempre te estoy tocando.
S, ya dijo ella, y cogi la guinda de la galleta y la dej caer con mucha
intencin en el redondo agujero de su boca. Me tocas. Sigue repitindotelo.
Dudo que te toques t siquiera.
Aquellas conversaciones le daban nuseas. Claro que no se tocaba. Era una
idea absurda. Por qu iba a tocarse?
Sinti que un pie descalzo se meta entre sus piernas, bajo la mesa, y not
su calor cuando se apret contra su bragueta. Intent apartarse suavemente,
pero no poda ir ms all del respaldo del asiento. Rose se fue deslizando poco a
poco bajo la mesa, sin importarle quin les viera.
Y nunca me tocas con eso dijo mientras masticaba la guinda con la boca
abierta, como si fuera un chicle.
Madden le apart el pie con la pierna y ella volvi a enderezarse en el
asiento. l casi esperaba que empezara a hacer globos. Rose se inclin hacia
delante y dijo:
Vas a comerte eso o no, dedos de muerto?
l neg con la cabeza y ella cogi la galleta y se la meti entera en la boca.
Se arrepentira de aquello, pens Madden. Aquellas galletas eran muy secas.
Rose, mientras tanto, masticaba con aire desafiante, la boca cubierta de migajas
harinosas y trocitos de azcar glas.
Ac que cece, zi en Coviz no, dnde, endonces?
l le pas su caf, ya fro.
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La buena muerte

Toma le dijo. Podemos empezar otra vez cuando hables mi idioma.


Rose bebi y mastic unos instante ms y luego se limpi la boca con una
servilleta del dispensador metlico.
Ah dijo. Entonces, si en Colville no puede ser, dnde vas a trabajar?
No tengo ni idea. En el matadero?
Qu risa. Como si fueras capaz de matar una mosca. No tienes fuerza en
las muecas ni para hacerte una paja.
l dej pasar aquel comentario.
Y en una funeraria? dijo ella. Tus dedos de carnicero seran ideales
para eso.
Una funeraria?
S, una funeraria. Ests acostumbrado a manipular cadveres. Por qu
no cobrar por ello? Hasta podra servirte como repaso.
Madden se qued pensando unos segundos mientras asenta con la cabeza
para s mismo.
Y bien?
Una funeraria. Es una idea dijo. S, desde luego, es una idea... Pero
no s nada del negocio...
Rose suspir.
Joder, y qu hay que saber? Metes el cadver, le limpias el culo y vuelves
a sacarlo.
Seguro que es ms que eso... dijo Madden, y le lanz una sonrisa de
suficiencia con la mayor sagacidad de la que fue capaz.
Ella no hizo caso.
No mucho ms dijo. Solo se les da una mano de pintura. Se les pone
el traje del domingo. Se charla un poquito con ellos sobre su vida amorosa. Y, si
hay algo ms, seguro que te las apaas. Anda aadi, ve a pedirle la gua al
de la barra. Puedes buscar las funerarias, a ver si en alguna necesitan un
ayudante.
Madden volvi a asentir con la cabeza. Empezaba a hacerse a la idea. En
todo caso, estaba ms cualificado para aquel trabajo que la mayora de los
candidatos que se presentaran al puesto. Y hasta poda ser divertido.

Hace falta un inters especial en los muertos para trabajar en un sitio como
ste, le haba dicho Joe Caldwell padre despus de la entrevista. Su parsimonia
resultaba desagradable. Era como si siempre estuviera esperando que ocurriera
algo ms importante. Quiz a que la gente se muriera, aunque Madden
revisara ms adelante esta opinin. Caldwell meda el tiempo por los minutos
que pasaban entre sus delgados cigarrillos liados a mano. Casi se vea el lento
discurrir de los segundos por su cabeza, la conciencia de cunto tardaban en
pasar los das que iban desgastndolo, la tosca frente eternamente preparada
150

Nick Brooks

La buena muerte

para que el reloj que no necesitaba (tal era su habilidad para contar el tiempo)
marcara el paso de otro segundo doloroso.
Madden, dijo, haba pasado la entrevista con nota. El mejor candidato al
que haba entrevistado, y tambin el nico.
A la mayora de la gente no le gusta este trabajo dijo. Tenemos mala
reputacin. He tenido aprendices que echaban la pota. T no te marears, no?
Miraba furtivamente a Madden, que neg con la cabeza.
S, bueno. Eso ya lo veremos, eh? Caldwell padre se subi las mangas
de la americana de director, que le vena grande, y dej que volvieran a resbalar
por sus brazos tatuados.
Madden intentaba reponerse an de la brevedad de la entrevista, que haba
transcurrido ms o menos as: T eres el que quiere ser aprendiz? S?
Cundo puedes empezar?
Una vez despachadas las formalidades, Caldwell lo llev a recorrer lo que
ahora se llamaba el cuarto fro. Era bastante viejo, dijo, pero funcional.
Adems, el trabajo era dinero regalado.
Los metes aqu, les limpias el culo y vuelves a sacarlos dijo. Y listo.
Aunque a veces te tocan algunos hechos polvo. Yo he llegado a tirarme aqu un
par de das, cosiendo y dando puntos. Siempre hay gente as de egosta.
Madden no saba qu quera decir.
Cmo? pregunt.
Bah! Lo mejor es que se mueran en la cama, o en el hospital. Esos suelen
estar de una pieza. Pero luego estn todos esos cretinos que se caen de los
andamios. Le gui un ojo. He perdido la cuenta de los que se caen de los
andamios aadi. Luego se subi las mangas torvamente y volvi a dejarlas
caer. Tena una buena mata de pelo gris, con una especie de penacho por
delante, aunque Madden no adivinaba qu edad poda tener. Los quemados
tambin tienen lo suyo dijo. Un abuso, eso es lo que es. Esperar que yo me
las vea con eso. Sabes cul es mi lema, hijo? No, claro. Mi lema es: si el cretino
est ya quemado, a la hoguera con l. Se ri con un silbido lento, como si
nunca se cansara de orse decir aquello, y Madden se fij en que la parte de
arriba de su dentadura postiza se deslizaba un poco cuando se rea, de forma
que Caldwell tena que mover bruscamente la mandbula para colocarla en su
sitio.
Madden sonri demasiado tarde, como de costumbre.
Total, ya que estn achicharrados, que los quemen, no?
Madden sonri otra vez, no del todo convencido de que fuera lo correcto. Se
estaba preguntando si habra algo ms que aquel viejo luntico pudiera
ensearle. Seguramente muchas cosas.
Bueno dijo Caldwell. Hay otro chaval que viene media jornada, un
tal Teuchter, estudiante, como t, as que somos tres. Esto es muy importante.
Levant una lata vieja para guardar t a granel. sta es la lata del dinero para
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La buena muerte

el t. Todos aportamos algo. Esta semana me toca a m, as que invito yo. Qu


te apetece?
De beber?
Eso he dicho, no?
Eh, t, por favor. Si se va a hacer usted una taza.
Yo no voy a hacer nada. El nuevo eres t. As que empieza con la tetera.
Lanz a Madden otra larga mirada.
Era una broma. Gui un ojo. Ten dijo, y se sac del bolsillo de la
chaqueta una botella de cuarto de litro. Esto asienta el estmago. Dio un
tiento a la botella y se la pas a Madden, que tambin bebi, aunque no le haca
gracia la idea de compartir ningn espacio bucal con aquel sucio personaje.
Por nosotros dijo Caldwell. Despus cogi la botella otra vez y se la
llev a los labios. Son cuatro gatos y estn todos muertos.

Joe Caldwell padre era un verdadero pozo de informacin dudosa, opiniones,


conjeturas, mitos y datos por contrastar. Posea cierta clase de genio como
receptculo de disparates apcrifos y sin gracia. Era entretenido en pequeas
dosis y administraba su sabidura en cantidades del tamao de pepitas, a lo
largo de muchos aos. Madden se puso una bata y, como no supo ofrecer
ninguna excusa razonable para no empezar a trabajar en el acto, se uni a
Caldwell inmediatamente despus de la entrevista. Aquel primer da, en el
cuarto fro, Caldwell guard silencio. Pisaba con sigilosa reverencia y la
brutalidad despreocupada de su forma de hablar y de sus actos pareca
reconcentrada por la atmsfera de aquel lugar, semejante a la de un templo.
Mostr a Madden la sala y le indic con voz queda dnde estaban los armarios
de los utensilios, el fregadero, el lavabo y la mesa para autopsias (una mesa
excelente, de acero inoxidable, hecha a medida: el objeto ms moderno del
establecimiento). Caldwell pareci sentir la necesidad de poner las manos sobre
ella y mir a Madden con una especie de sonrisa culpable, como si lo hubieran
sorprendido robando dinero de su propia lata de t. Todas aquellas mesas
tenan cuatro rasgos en comn, dijo en voz baja mientras sus manos
revoloteaban sobre la superficie inmaculada de la mesa. Alarg luego el brazo
como si fuera a coger un melocotn particularmente suculento del rbol de un
huerto vecino, y volvi a retirarlo.
Estn las dimensiones, muchacho. Todas las mesas miden lo mismo: dos
metros quince de largo por... a que no lo adivinas? Uno con cinco de ancho.
Uno con cinco, imagnate. Tienes idea de por qu? Caldwell se rasc el
penacho de pelo, se subi las mangas y dej al descubierto el azul desvado de
sus tatuajes marineros.
No dijo Madden. Por qu un metro cinco? Por algo en particular?
Ni puta idea respondi Caldwell. Crea que t podras decrmelo;
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La buena muerte

como vas a la universidad y todo eso...


Madden sacudi la cabeza. No haba nada en su limitado conocimiento del
temario de la facultad que explicara por qu aquellas mesas medan lo que
medan. Con dos metros quince haba de sobra para un escocs medio. Aunque
supuso que, si les llegaba algn noruego, quiz tuvieran problemas.
Creo que es por las gordas dijo Caldwell. Para pjaros ms anchos de
lo normal y eso. Para que no rebosen por los lados. Claro que yo tambin estoy
bien alimentado. Arrug el ceo y se puso a buscar su botella. Madden
declin el ofrecimiento. Mi mujer, esa s que estaba bien gorda. Rolliza y eso...
ya sabes...
Traz una especie de silueta en el aire mientras buscaba la palabra o la frase
justa.
De formas generosas? dijo Madden.
Eso mismo. De formas generosas. A m me gustan as. Que haya donde
agarrarse, eh?
Madden le dio la razn. No solo pareca lo correcto, sino que aquella
opinin tampoco estaba muy lejos de la suya. Una mujer deba ser gorda, o al
menos no flaca. Una mujer malnutrida poda ser proclive a la enfermedad o el
agotamiento, poda enfermar y morir, y entonces, quin cuidara de los nios?
No estaba seguro de qu haba de verdad en sus convicciones, pero estas tenan
a su favor el basarse en la lgica y la ciencia. Adems, era lo que crea su padre,
y, con independencia de las otras cosas que pudiera sentir por la hembra de la
especie, Madden senta que, en aquel aspecto, su padre tena razn. Las mujeres
flacas, deca su padre, eran afeminadas. Parecan chicos. Masculinas, se
abstena de decir Madden, las mujeres flacas parecen masculinas.
Todas las mesas tienen una cubierta horizontal falsa, para extender los
cuerpos continu Caldwell. Saltaba a la vista que los dientes postizos lo
incomodaban. Se masajeaba la mandbula con aire pensativo, y Madden se
pregunt si la dentadura sera nueva y si an se estaba acostumbrando a ella.
Y tienen una cubierta de verdad, inclinada y cncava, para el drenaje. Y viene
de perlas aadi. Porque la gente no deja de mearse y de cagarse porque la
haya palmado. Con esta cosa, se le mete un manguerazo y listo. Como nueva. Es
una maravilla, te lo digo yo. Una maravilla del siglo XX.
Todas las mesas tienen adems un desage, o en el centro o a los pies. Otra
cosa muy til, me parece a m. A m nadie me pide mi opinin, pero si me
dijeran, Seor Caldwell, teniendo en cuenta su experiencia, qu dira usted
que ha hecho un poco ms fcil el trabajo de un embalsamador de lo que lo era
antes?, yo le dira lo que te acabo de decir a ti.
En el cuarto fro, Caldwell hablaba tan bajo que Madden no estaba seguro
de qu le haba dicho.
Dira: La mesa de autopsia moderna, de acero inoxidable, con un
desage en la parte central o a los pies por el que se van el agua y los gases, y
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La buena muerte

con un enchufe a mano. Y tambin podra recomendar ciertos instrumentos.


Eso si alguien me preguntara, claro.
Hizo una pausa y mir a Madden. Tras un momento de silencio, Madden
dijo:
Y qu... instrumentos... le parecen ms tiles en su profesin...?
La pregunta pareci agradar a Caldwell, porque alz ligeramente la voz, se
recost contra la mesa y comenz a acariciarla distradamente con la mano.
Bueno, aqu usamos muchos instrumentos y muy variados. Los hay de
toda clase y todos tienen su uso. El mejor de los instrumentos posibles en la
mejor de las operaciones posibles: eso es para ti el depsito de cadveres.
Se acerc al armario de la pared, lo abri y comenz a colocar herramientas
sobre una mesa de instrumental porttil. Con un gesto de la cabeza, indic a
Madden que se uniera a l en la contemplacin del esplendor de aquellos
utensilios.
Esto dijo levantando un instrumento parecido a una esptula es un
escalpelo. Tambin sirve para aplastar cosas. Y para quitar el papel de la pared.
Pero aadi con un guio lgubre nosotros nunca lo usamos para tal
propsito. A que no, eh?
Madden movi la cabeza de un lado a otro.
Estaba familiarizado con la mayor parte del instrumental, lo haba visto, al
menos, aunque no lo hubiera manejado, pero haba tambin all algunos
utensilios peculiares, como los que se encontraban siempre en los oficios
especializados en una sola tarea.
Haba relucientes tijeras (rectas, curvas y de doble filo) y tijeras corrientes
(con punta) colocadas en pulcras hileras sobre un lienzo sencillo de hilo,
expuestas en toda su bruida desnudez. Haba tenazas para cortar hueso como
pinzas de escorpin y cizallas para las costillas con cabeza roma de escarabajo.
Haba sierras y gubias para los huesos, elevadores periosteales y agujas de
autopsia. Haba escoplos y pinzas y raqutomos Luer de sierra doble. Caldwell
fue pronunciando los nombres de aquellas cosas en tono vagamente reverencial
mientras las levantaba a la luz, como habra hecho un sumo sacerdote antes de
abrir el pecho a un inca. Despus volvi a depositarlas sobre sus ropajes
sacrificiales y cerr la puerta del armario.
Todas estas las tenemos hace aos dijo. La mayora. Porque, claro, las
que se desgastan hay que cambiarlas. Pero si un cuchillo de amputar se embota,
lo afilas y listo. Siempre hay alguna cosa que se rompe o que se mella, claro. En
eso es en lo que ms gastamos. En las herramientas que se rompen. Y es una
pena, adems, porque son cosas bonitas y eso.
Caldwell tena una expresin levemente estpida en el rostro liso como una
losa y se masajeaba la mandbula tmidamente.
Quiero decir que hubo gente que se tom muchas molestias para fabricar
estas cosas. Artesana, eso es lo que son. Yo prefiero mirar esas herramientas
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La buena muerte

que mirar la Mona Lisa. Porque, qu es la Mona Lisa? Solo una ta con dolor de
muelas.
Con dolor de muelas?
S. Cmo te lo explicas, si no? No est sonriendo, est gruendo. A esa la
estaban haciendo una endodoncia. O eso, o tena un flemn. Aceite de clavo es
lo que necesita esa, te lo digo yo.
Caldwell pareca hablar en serio.
Para m eso no es arte aadi. No es ms que pintura. Pero el tipo
que hizo esto... Abri otra vez la puerta del armario, sac unas cizallas para
cortar costillas y las levant hacia la luz. Ese s que era un artista. Dio la
vuelta a las cizallas, cuyos dientes reflejaron la luz con un brillo fro y ntido.
Qu te parece? dijo a Madden. S, ya s que no es una espada de samuri,
nadie dice lo contrario. Seguramente no cambiaron el curso de la historia. Ni
tampoco las dems herramientas que hay en el armario. Pero, vers, son como
un hombre corriente, como un obrero.
Madden asinti con la cabeza, a pesar de que no segua el razonamiento del
mayor de los dos.
No lo pillas?
Madden no lo pillaba.
Pues tenemos por un lado las espadas de samuri y por otro el
instrumental quirrgico. A la una se la forja, se la doblega, se la fragua con el
martillo y se la vuelve a forjar y a doblegar, una y otra vez. Se tardan meses en
enderezar la hoja, en hacer los adornos y acabar el filo. Y son muy caras de
fabricar, as que solo los nobles pueden poseerlas, y no estn al alcance de la
gente corriente y todo eso. Sus hojas son tan afiladas que cortan de un tajo la
cota de malla y, cuando los samuris se metan en los con los europeos con sus
floretes y sus espadines y sus en garde y sus vete t a saber qu ms, sabes
qu ocurra?
No. Que a todos les pegaban un tiro?
Caldwell se ri.
Bueno, s, puede ser. Pero sa es otra historia. No, lo que pasaba era que
los europeos, con sus espadines y sus floretes, agujereaban a los samuris, los
perforaban como si fueran bolsitas de t.
Caldwell hizo una pausa para beber un trago de su botella y se pas una
mano por su penacho de pelo.
Al samuri podan hacerle cinco, seis, hasta siete agujeros, y seguir vivo.
Lo ms probable es que estuviera un tiempo fuera de combate, claro, o que
muriera despus, pero el caso es que poda sobrevivir y hasta seguir luchando.
Pero a los europeos, a los portugueses o a quienes fueran, a los holandeses... si
un samuri les daba un solo corte limpio, uno solo, se acab. Se acab lo que se
daba. La espada de un samuri poda llevarse un brazo o atravesar la barriga de
un to hasta la columna de un solo tajo. Un solo golpe y el enemigo
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Nick Brooks

La buena muerte

incapacitado. Eso s que es una equipacin de las que marcan la diferencia. Y


para el samuri la espada no era simplemente una obra de arte o una pieza de
artesana fina: era su alma, la esencia del hombre, del guerrero. Entiendes lo
que quiero decir?
Madden segua sin entender, pero asinti con la cabeza de todos modos.
No, no lo entiendes. Pero no te lo reprocho. Es un asunto difcil. Pero es
as. La espada es el alma del samuri y su honor est ligado a ella. Si un
campesino la rozaba, lo lgico era que el noble lo dejara seco en el acto. Es una
obra de arte, esa espada. Pero tambin es un artilugio que una casta usaba para
masacrar y oprimir a otra. As que la espada representa a una casta, o a una
clase de personas. Y el trocito de historia que se recuerda es la espada del
samuri. Nadie se acuerda de los pobres diablos a los que los mdicos tuvieron
que coser (si tuvieron suerte) con sus herramientas fabricadas en serie. Con esas
mismas herramientas y esos instrumentos se cosa al samuri y al portugus y a
los marineros holandeses llenos de agujeros. Muy bien, dirs t, apuesto a que
no haba muchos obreros o campesinos que se beneficiaran de esas
herramientas, y puede que tengas toda la razn. Pero eran los obreros y los
artesanos los que las producan. Eran los obreros y los artesanos los que
templaban sus hojas y las hacan lo ms baratas posible. Eran tipos de otra clase
(mdicos y cirujanos) los que las usaban, claro. Pero el caso es que, a pesar de
todo, podra decirse que esas herramientas representan al obrero, al hombre
corriente y al campesino, del mismo modo que la espada representa a la
nobleza, a todo un sistema feudal. A un rgimen atrasado y opresor!
Madden lo mir, se pregunt si se esperaba de l que dijera algo o no, y
lleg a la conclusin de que s.
Entonces, est diciendo que estos instrumentos son... qu?
Muy sencillo contest Caldwell con suavidad. Estas herramientas,
fuera cual fuese su uso en el pasado, son herramientas igualitarias. Son una
historia perdida. Mientras los nobles mataban y mutilaban, estas herramientas
se usaban para una buena causa: en nombre del aprendizaje y de la ciencia,
beneficiaban a todos, aunque ellas no lo sintieran (y, en mi opinin, no lo
sienten). Y aunque sean instrumentos muy toscos comparados con la espada del
samuri, son infinitamente ms preciosos y bellos por su simplicidad. No estn
grabados, ni decorados. Hoy en da se fabrican por millares, pero aun as... aun
as...
Caldwell mir pensativamente las cizallas y volvi a dejarlas en el armario.
Estas cosas son un tesoro. Y no hay ms que hablar.
Suspir y pase la mirada por la habitacin, aunque por su expresin
resultaba imposible saber si se enorgulleca de los pertrechos del negocio que
haba fundado (y que en aquellos tiempos, en los que Joe hijo no haba
aparecido an en escena, se llamaba simplemente Servicios funerarios
Caldwell) o si senta una insatisfaccin difusa por la vida que le haba tocado
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La buena muerte

en suerte. Madden se preguntaba si aquella extraordinaria perorata no sera en


realidad una especie de justificacin que Caldwell senta la necesidad de hacer
ante s mismo, una letana que repeta a quienquiera que se prestara a orla: un
discurso que, ms concretamente, vena a decir: No soy lo que crees que soy.
Sus ocurrencias, sus bromas bastardas, eran quiz su forma de encarar el
comercio siniestro al que se dedicaba, y los iconos del cuarto fro eran elevados
a una nueva significacin por su deseo de cumplir con su tarea y, por tanto, de
dotar de sentido su existencia. Madden comprendi entonces que, pese a sus
modales, Joe padre tena el alma de un romntico, aunque fuera un romntico
proletario. En cuanto a s mismo, Madden ignoraba si estaba de acuerdo con Joe
padre o no. Eran los servicios funerarios una ocupacin propia de la clase
media? Seguramente no: el trabajo era demasiado prctico. Se trataba casi
siempre de una labor manual, estaba convencido de ello. As que Joe tena
razn.
Bueno dijo Joe. As que aqu es donde hacemos las autopsias y el
embalsamamiento, aunque no hay tanta demanda de esas cosas como podra
pensarse. La mayora de la gente quiere el atad cerrado. Pero, de vez en
cuando, te viene uno que quiere echar un ojo al muerto. Las mujeres y eso, los
hijos y las hijas. As que hay que poner un poco de atencin. Los cadveres los
tenemos ah, en ese almacn del fondo. Hizo una sea a Madden y abri la
pesada puerta, cerrada con llave.
Tiene que estar entre nueve y cinco grados y medio. se es el lmite, y te
aconsejo que no te olvides de cerrar bien la puerta cuando acabes aqu. Hace
uno o dos aos tuve un ayudante que se dej la puerta abierta un par de noches.
Y algunos cadveres se... eh... infestaron un poco.
Se infestaron? De qu? pregunt Madden.
Caldwell se rasc la cabeza y movi la mandbula.
De gusanos dijo. De gusanos, principalmente.
Ah.
Los cuerpos tienen que estar tendidos horizontalmente sobre las repisas
prosigui tranquilamente. Con un bloque de madera debajo de la cabeza.
Despus, se les echa una sbana limpia por encima y ya est. Uno encima del
otro.
Madden vio un par de cadveres all dentro.
Pero aqu nunca hay mucho lo dijo Caldwell. Ya te digo, se les
limpia el culo y se los vuelve a sacar. Aunque ahora mismo tengo uno para una
autopsia. Quieres echarle un vistazo?
Ah, s dijo Madden, ms interesado. Quin es?
Caldwell se acerc a un cajn del armario y sac una carpeta. Pas las
pginas, se puso el bolgrafo detrs de la oreja y canturre un poco.
Uno reciente dijo. Lleg hace un par de das. Est all, en aquella
repisa. Eso es, puedes sacarlo. S. Retira la sbana.
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Nick Brooks

La buena muerte

Madden hizo lo que le deca.


Caldwell se acerc y ambos miraron la cara desdibujada del cadver.
S. A esta la mat alguno dijo Caldwell. La polica la tuvo unos
cuantos das, para las pruebas forenses y todo eso. Suele llevarles una tarde o
as, pero a esta la asesinaron. A veces se quedan los cuerpos hasta que estn a
punto de reventar. Un poco flacucha, para mi gusto. Pero guapa, la chica. Dulces
sueos, pajarito dijo, y mir a Madden. Crea que ibas a aguantar aadi
. Vas a potar o qu?
Madden neg con la cabeza.
Estoy bien dijo. Es solo que... la conoca.
Ah, s? pregunt Caldwell, levantando las cejas, y volvi a subirse las
mangas.
Madden asinti, pero declin aadir nada ms. El cuerpo de la repisa
perteneca a una chica italiana de segunda generacin cuya familia era
posiblemente de la zona de Barga, emigrantes, dueos de una cafetera en la
costa oeste. En Ayr, en Troon, en algn sitio as.

Caldwell dijo que le explicara algunos rudimentos: poda quedarse con l a


echar un vistazo a aquel caso de asfixia. Se refera, por supuesto, a Carmen
Alexander. El patlogo de la polica le haba dado ya un repaso, naturalmente,
le dijo a Madden, que escuchaba con admiracin asqueada sus explicaciones
sobre la autopsia. Carmen ostentaba ese rictus del que Madden haba odo
hablar muchas veces, pero que solo haba visto en una ocasin.
No era una visin agradable. Ya no. Las encas, de las que tanto se
avergonzaba, se haban vuelto de un tono azulado, y los labios estaban tensados
hacia atrs. La lengua no sobresala, como en el caso de un ahorcado o un
ajusticiado por garrote vil, sino que estaba limpiamente metida dentro de la
boca, escondida casi con timidez. Quedaba en su rostro, sin embargo, cierto
resto de belleza. El espectro de una hermosura perdida ya, solo una sombra en
alguna parte, junto a los ojos o la frente. En sus puos, cruzados sobre el pecho
y lastimosamente apretados.
Estaba desnuda. Madden mir sus pechos, las grandes areolas rosadas de
sus pezones, sus puntas erizadas. Bajo la superficie de su piel se perdan venas
de un azul plido, como ros subterrneos. Madden empez a sudar. Intentaba
no verla, pero la imagen estaba ya all:
Cogida por los brazos, sus boqueadas y sus gemidos acallados ya
eternamente.
Madden no pudo evitar mirar su vello pbico, y se sorprendi de que no
fuera castao o rubio, ni siquiera pelirrojo. Pero era lgico. El color de su pelo
era de bote. El vello de entre sus piernas delataba sus orgenes mediterrneos
tan claramente como su apellido. Sin embargo, se haba cambiado el apellido
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Nick Brooks

La buena muerte

por Alexander. Era sorprendente, por tanto, que no se hubiera molestado en


llevarlo todo a juego.
Ves dnde han hecho la incisin? dijo Caldwell. No se haba
molestado en vestirse para la ocasin: la autopsia ya estaba hecha. Solamente se
la estaba explicando a Madden. El cadver iba a ser embalsamado, y el atad
estara abierto: Carmen haba sido una chica muy guapa. Sus padres queran
darle el ltimo adis. Adems, eran catlicos, dijo Caldwell. Los catlicos se
inclinaban ms por los atades abiertos y los velatorios pblicos. Y, como solo
era una nia, le haran alguna ceremonia especial en la universidad donde
estudiaba. Una vergenza, la verdad. A Caldwell no le sorprendera que se
presentaran cientos de personas, gente que nunca la haba conocido en vida.
Esas cosas pasan dijo. Cuando la palma un chaval, se presenta todo
dios.
Por eso, en parte, no la haban enterrado an: aquellas cosas haba que
organizaras decorosamente, dar a todo el mundo ocasin de ir a echar un
vistazo. Bueno, por eso y por el forense de la polica.
Nosotros a veces tambin tenemos que hacer una autopsia completa,
como ha hecho aqu el forense. Sabes lo que quiere decir eso?
Examinar el cuerpo por dentro y por fuera?
S, eso es. Por dentro y por fuera. El trax, el cuello, el abdomen, la pelvis
y la cabeza. Hay que examinarlo todo con mucho tiento, eh? Sonri a
Madden. A esta chica la han cosido muy bien, s, seor. Eso lo hice yo, cuando
lleg. Ves lo iguales que son los puntos? A coser me ense mi mujer. A m,
personalmente, me habra gustado tener una mquina de coser, pero ya ves, eso
no lo han inventado an. No son como los puntos con que se cosen las heridas
de la gente viva, por cierto. Puedes hacerlos as simplemente, como los he hecho
yo aqu, como si estuvieras metiendo el bajo a un par de pantalones.
Madden sigui la lnea del corte entre los pechos de Carmen, a lo largo de
su abdomen, hasta su entrepierna y la snfisis del pubis. Bajo el cuello, los
puntos corran a derecha e izquierda, hacia las clavculas.
Hay que cerrarle bien el culo y el chocho, claro dijo Caldwell.
Eh? pregunt Madden. El qu?
Caldwell se puso inexplicablemente rojo.
Bah dijo, ya sabes lo que quiero decir.
Madden comprendi que el pobre hombre se aturullaba con la terminologa
mdica.
Una ligadura en el orificio anal y el genitourinario prosigui Caldwell
con los ojos fijos en el cuerpo, lejos de los de Madden. Para que no haya
escapes aadi. Yo creo que, con una sutura de cuatro puntos, es suficiente.
Ah dijo Madden.
S. A esta... bueno, ya le han sacado el cerebro. Casi no se ve por dnde le
quitaron la cara. Lo nico que tenemos que hacer es ponerle bien la expresin.
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La buena muerte

A Madden le impresion la pulcritud del trabajo y le sorprendi que la cara


de Carmen hubiera conservado su ltima expresin a pesar de haber sido
enrollada y bajada por el crneo como un jersey de cuello vuelto.
Podra alterar la expresin de cualquiera... eh... a voluntad? pregunt
Madden.
Joe Caldwell se irgui y se rasc la parte de atrs de la cabeza.
Bueno... es complicado. A veces s y a veces no. En este caso habra que
dejarla bien, lo bastante para que se vea, pero como evidentemente era una
chica muy guapa, no va a haber modo de hacer un trabajo satisfactorio, me
explico?
Madden dijo que s.
Quiero decir que si es una chica, entonces en cierto modo es mejor que te
toque un autntico feto aadi Joe mientras miraba intensamente la cara de la
chica. Pero sta es un bombn. Aunque no le vendra mal un poco de carne de
caballo. Demasiado flaca para mi gusto. Si fuera un verdadero callo, nadie se
molestara en ver si has hecho un buen trabajo. Menos trabajo, menos atencin a
los detalles. Lgico, no?
En qu sentido?
Bueno, para qu nos vamos a engaar, nadie se fija mucho en los feos,
no? Ni siquiera sus padres. No van a venir a decirme: Vale, ya s que mi
Marie era tirando a basta, pero no cree usted que podra haberle dejado la nariz
un poco mejor?. Entiendes lo que quiero decir? Los detalles se pierden si el
cliente tiene una cara como el escroto de un rinoceronte.
Entiendo dijo Madden.
Para empezar, si son parientes cercanos, lo normal es que no se paren
mucho a mirar. Y tampoco quieren que se preste mucha atencin a esas cosas.
Esta de aqu no debera quedar mal. Depende. Caldwell padre dio unos
golpecitos en la nariz de Carmen con el dedo ndice y se recost luego en la
mesa de autopsias, apoyando la barbilla sobre los brazos. Suspir lentamente.
A esta la estrangularon dijo. Un asesinato. La asfixiaron y luego la tiraron al
ro para despistar a la poli.
Madden estaba otra vez junto a las riberas del Kelvin, el golpeteo brusco de
su spera respiracin en los odos, el repiqueteo constante de la lluvia en las
hojas de los rboles.
Pero no engaa a nadie. Muri asfixiada, no ahogada. chale un vistazo,
casi no tiene agua por dentro. No hay prcticamente gas en los tejidos.
Sacudi la cabeza lentamente. Madden no dijo nada. El caso es prosigui
Caldwell que el que hizo esto o no tena ni idea de cmo se comporta un
cuerpo despus de la muerte, o quiere que todo el mundo crea que no tiene ni
idea. Esta chica tambin estudiaba Medicina. Eso me hace sospechar. A ti no?
Mir a Madden, que se senta mojado por debajo de la camisa.
Supongo que s dijo, y se imagin sus medias rotas y colgando de la
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Nick Brooks

La buena muerte

pierna, sus labios replegados hacia atrs por el rictus de la muerte. Los
matorrales y el mal tiempo, siempre una constante. Su asesino que se asegura de
que estn solos. La penumbra lgubre de la humedad, el follaje inclemente.
Barro, helechos, poner un pie tras otro. Esquisto y guijarros y el susurro del
agua. Un dique no muy lejos, la rama de un rbol cado hace mucho tiempo.
Berreras gigantes por todas partes.
Sabes qu te digo? dijo Caldwell ms animado, que el cabrn que
hizo esto saba hacer bien las cosas. Estos hematomas del cuello, aqu...
Madden mir las marcas azuladas a ambos lados de la garganta, tenues y en
nada parecidas a las huellas producidas por el estrangulamiento manual cara a
cara. No son las marcas tpicas. De hecho, no es verdaderamente un
estrangulamiento en el sentido corriente.
Madden levant la cabeza. Solo escuchaba vagamente. El cuerpo que
flotaba, escondido por las ramas de los rboles. El agua hasta la rodilla. El
cuerpo que giraba en semicrculo como un reloj, volteado por la corriente.
Qu es, entonces? pregunt sin especial inters.
Presin sobre el flujo de sangre a la cabeza. Nada de oxgeno. El que lo
hizo tena que saber lo que haca. Tuvo que aplicar una forma de estrangulacin
determinada.
Madden lo mir.
Y qu clase de persona podra tener los conocimientos necesarios para
hacer eso? pregunt. Caldwell dej escapar un silbido.
Ahora nos entendemos. Pues mucha gente. Gente con entrenamiento
militar. Alguien que sepa luchar. Puede que mdicos, incluso. Y tambin gente
que conozca el combate cuerpo a cuerpo. Yo mismo aprend unos cuantos
trucos en la Marina...
Enseme cmo cree que fue dijo Madden.
Caldwell lo mir y se encogi de hombros con aire resignado.
Bah, ya no me acuerdo de casi nada. Haba toda clase de maneras de
hacerlo. A esta tuvieron que estrangularla desde atrs, creo. Ya te digo que no
soy un experto. Cruz las manos por delante de su cara para ofrecerle una
vaga impresin de lo que quera decir. El to de la polica estaba de acuerdo.
Cmo sabe que fue desde atrs?
Bueno... Caldwell se rasc la cabeza, azorado de nuevo por tener que
explicar lo que quera decir. Como maestro habra sido un intil. Por la
posicin de los hematomas y por el hecho de que no haya marcas de dedos. En
un estrangulamiento corriente, lo normal es que se vean hematomas alrededor
de la trquea, y posiblemente tambin que la trquea est daada. Aplastada.
Pero aqu no hay nada de eso...
Y eso qu indica?
Indica que el que hizo esto probablemente la estrangul por la espalda
dijo, usando una especie de llave de estrangulamiento, o de presin, para
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Nick Brooks

La buena muerte

cortar el flujo de sangre al cerebro, como te deca. Puede que usara el antebrazo.
Lo que recuerdo de esa clase de llaves es que la vctima se desmaya enseguida.
Y me refiero literalmente a segundos, cuando se hace la llave. Un momento y
zas, luces fuera. Y tampoco es especialmente desagradable. Si mantienes la llave
el tiempo suficiente...
Cunto?
No s, veinte o treinta segundos. Si la mantienes ese tiempo, la vctima
muere. Una muerte fcil. Y ya digo, adis muy buenas.
Y cree usted que eso fue lo que pas en este caso?
Caldwell pareca incmodo, no le gustaba que lo tomaran demasiado en
serio.
No tengo ni idea, la verdad dijo. Se subi otra vez las mangas y se rasc
el penacho de pelo. Es posible. Pero tambin hay otros modos. Qu coo, yo
no soy poli. Que se ocupen de averiguarlo ellos.
Madden se concentr en Carmen, pensativo. Su cabello haba perdido su
brillo y estaba enmaraado y embadurnado de alguna sustancia viscosa,
seguramente el contenido de la poza de agua estancada en la que haba sido
descubierto su cadver, junto a los bajos del Kelvin. Madden haba odo decir
que la polica recibi una llamada annima.
Enseme esa llave dijo. Enseme cmo cree que lo hicieron.
Caldwell cruz el antebrazo sobre el hueco del otro brazo, por la parte del
codo.
Ya te lo he enseado. Es as dijo. Quiz.
No dijo Madden. Podra hacer una demostracin conmigo? Quiero
decir usndome como maniqu.
Caldwell se encogi de hombros y se coloc los dientes en su sitio.
Sintate, entonces. Puedo intentarlo contest, y le indic que se
acercara. Ser muy rpido, si lo hago bien dijo. Y sin dolor. Se situ
detrs de Madden, puso el antebrazo izquierdo cruzado sobre su trquea y lo
trab en el hueco del codo del otro brazo.
Madden sinti en la nuca la palma de su mano derecha y luego una
opresin, no pudo respirar y tosi, levant las manos hacia el miembro que lo
ahogaba, un horror sbitamente recordado se apoder de l. Pero luego negras
lucirnagas flotaron ante sus ojos y ya no hubo nada.

Se frot la garganta dolorida. La asfixia haba llegado tan rpidamente que le


haba producido solo un malestar sumamente pasajero. Luego haba perdido el
conocimiento. Era tal y como deca Joe. Luces fuera. Zas. Se acab lo que se
daba.
No tena ninguna nocin del instante en que haba ocurrido. No recordaba
nada.
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La buena muerte

Despus, Joe se disculp profusamente, dijo que no debera haberlo hecho,


que era peligroso. Y, de todos modos, quiz no hubiera sucedido as. Madden,
sin embargo, saba que s. No le caba ninguna duda de que era as como se
haba hecho. Poda verlo suceder delante de l. La chica que caminaba por el
sendero junto al ro; el asaltante que sala de entre los matorrales, una mano que
se cruzaba sobre su garganta. El brazo que se trababa en el hueco del codo y los
ojos de ella que se volvan vidriosos antes de que tuviera tiempo de emitir algn
sonido. Luego, el cuerpo arrastrado hasta la maleza, donde fue violada mientras
an le duraban los espasmos. Si tal cosa era posible. Poda violarse a un cuerpo
muerto? Ciertamente no era probable que ofreciera mucha resistencia.
Haba sido un da muy largo y an no haba acabado, pero Madden decidi
renunciar a la acostumbrada rebusca de comida en casa de sus padres y darse
un festn. Se haba ganado una cena a base de pescado: poda considerarlo un
sustituto de su salario. Ataj hasta Dumbarton Road a travs de las casas de
vecinos y sigui las luces brillantes, dejando que lo guiaran hasta las patatas
fritas y el bacalao rebozado. Estaba hambriento. El olor a fritura lo invadi como
una ola caliente y le sonaron las tripas en seal de reconocimiento, haca mucho
tiempo que no tomaba una comida decente. Ningn hombre en perodo de
crecimiento poda vivir indefinidamente de sobras de fiambre y galletas. Estaba
muerto de hambre. Los resucitados como l, aquellos que tenan la suerte de
dar otro mordisco a la manzana, necesitaban sustento. Quiz ms incluso que
los que an tenan que morir por primera vez. Y, en lo tocante a muertos, se
haba portado mejor que la mayora. Si alguna vez se le conceda el derecho a
elegir la forma de su ejecucin, aquel sera el modo que escogera. Limpio y
rpido. Prcticamente indoloro. Una buena muerte.

163

11

Las patatas fritas estaban mustias y rancias y el aire fro de la noche haba
solidificado la grasa en las yemas de sus dedos cuando subi las escaleras del
portal del bloque de sus padres. Retrocedi cuando salieron del edificio dos
policas de uniforme. Uno era medio metro ms alto que l sin contar la gorra:
una altura que lo colocaba claramente en posicin ventajosa. El polica le puso
una mano en el hombro y aquel gesto llen a Madden de espanto, como si
estuviera a punto de ser arrastrado escaleras arriba y colgado del patbulo all
mismo.
Hugh Madden? dijo el polica en tono que no admita discusin.
Madden se habra dado pena a s mismo si se hubiera visto obligado a decir:
No, agente, se equivoca usted de hombre. Pero asinti con la cabeza y procur
sofocar el impulso de gritar y echar a correr a oscuras, cojeando y sin mirar
atrs. Seguira simplemente hacia adelante hasta que se cayera por el borde del
mundo. Nos gustara hablar un minuto contigo, hijo dijo el agente. Tena la
cabeza grande y en forma de nabo, la nariz ancha y plana de un boxeador y las
orejas de un jugador de rugby. Por su estatura y su corpulencia daba la
impresin de poseer unas capacidades fsicas impresionantes venidas hasta
cierto punto a menos. Habra sido un atleta en la escuela, quiz demasiado
aficionado ahora a su pinta de cerveza y su empanada.
El hombre ms bajo que iba con l (obviamente, el que mandaba) se apoy
contra el cap del coche de polica mientras fumaba un cigarrillo. No haba
dicho nada an, pero saltaba a la vista que intentaba producir cierta impresin.
S, agente dijo Madden. No costaba nada ser amable, en qu puedo
ayudarles?
El ms bajito tir la colilla de su cigarrillo y la pis.
Nos preguntbamos si te apetecera dar una vuelta con nosotros, Hugh
dijo al tiempo que abra la portezuela de atrs del vehculo y le haca una sea
para que entrara. Madden not que el asiento estaba cubierto de cajetillas de
tabaco y botellas vacas. En la etiqueta de una botella se lea: India Pale Ale.

Nick Brooks

La buena muerte

Tengo que estar pronto en casa de mi madre dijo Madden, y al instante


se dio cuenta de lo pattico que pareca. A fin de cuentas, ya no tena diez aos.
No te preocupes por tu mam, hijo dijo el alto con una sonrisa.
Seguro que no le importa que nos ayudes en nuestras investigaciones.
Madden mont en el asiento trasero del coche y apart con desagrado los
paquetes vacos y las botellas. El polica grandulln se sent en el asiento del
conductor y el ms bajo, cuya cara cruzaba una fea cicatriz entre el pmulo y la
quijada, ocup el asiento del acompaante. Madden esper a que uno de los
dos dijera algo. El bajito se volvi desmaadamente en el asiento.
Bueno, Hugh dijo, sonriendo con aire serio pero afable, ya habamos
estado antes en casa de tu madre, pero debimos de perderte por los pelos. Da la
casualidad de que al final dio lo mismo. Ya sabes por qu queramos hablar
contigo, no?
Quines son ustedes? pregunt Madden.
Estbamos investigando el asesinato de una conocida tuya dijo el de la
cicatriz. Madden se removi en su asiento: le picaban las piernas y las nalgas.
Solamente somos parte interesada, seor Madden. Tenemos ciertas pistas que
seguir, cierta informacin...
El de la cicatriz pareca a disgusto en su uniforme de polica; la gorra, antes
de que se la quitara para embutirse en el coche, le caa demasiado baja sobre las
orejas y el bigote, que se haba dejado crecer en un intento evidente por
disimular la desfiguracin de su cara, era ralo y estropajoso.
Se inclin hacia Madden y lo mir con intensidad. Madden dese por una
vez estar arriba, en casa, encerrado a salvo en su habitacin, con sus mapas y
sus dibujos anatmicos y sus ratas, o recibiendo an el sermn de Caldwell al
amparo del cuarto fro. Dnde estaba Gaskell? Dnde estaba todo el mundo?
Tena ganas de llorar, el nudo se iba tensando en torno a su cuello.
El de la cicatriz not su angustia y, alargando el brazo, puso una mano
sobre su rodilla.
Vamos dijo, no se ponga nervioso an, seor Madden. No hemos
venido a acusarlo de nada, de acuerdo? Se trata solo de un asuntillo que hay
que aclarar, nada ms. Estamos?
Madden respiraba temblorosamente por la nariz.
Quines son ustedes? repiti.
Que quines somos, seor Madden? Bueno, quin cree usted que
somos? Mir a su colega del asiento del conductor y ambos se rieron como si
compartieran una broma privada. Estamos trabajando en el caso. Somos los
que vigilamos las cosas. Quin cree usted que somos?
Madden dijo que no lo saba.
Echa un vistazo a estos uniformes, Hugh. Te importa que te llamemos
Hugh? Porque nosotros somos lo nico que se interpone entre la civilizacin y
la anarqua dijo el polica con un ademn. Podra decirse que somos los
165

Nick Brooks

La buena muerte

representantes de la civilizacin. Somos los de la porra. Verdad, Davie?


Claro que s, jefe contest el ms alto, que miraba a Madden con
dureza por el espejo retrovisor.
As que, como somos los de la porra, estamos aqu en misin oficial. O
sea, que queremos hacerte unas preguntas, Hugh. Unas preguntas para ti, Hugh
aadi, dando a sus palabras un tono musical y rindose para s mismo. Dio a
Davie, el ms alto, una palmada juguetona en el hombro.
Qu es lo que quieren saber? pregunt Madden mientras cerraba el
puo. Tena las yemas de los dedos ligeramente entumecidas de usar los
instrumentos quirrgicos con los que haba estado practicando en la funeraria.
Bueno, qu queremos saber, Davie? Es una buena pregunta. Una
pregunta de la leche. Porque, qu hay que saber? En este caso, muchas cosas.
Primero ests t, Hugh, ests t, claro... T la conocas, no?
Madden neg con la cabeza.
No la conoca dijo. Haba odo hablar de ella, pero no la conoca.
El jefe arrug el ceo.
Habas odo hablar de ella, pero no la conocas? Estaba saliendo con un
amigo tuyo, verdad? Con Owen Gaskell? Otro estudiante de Medicina.
Gaskell era otro estudiante de Medicina, s. Era un compaero, s. Haba
salido con Carmen Alessandro, s, todo eso era cierto. Pero Madden estaba
ahora convencido de una cosa: Owen Gaskell no era amigo suyo.
No es amigo mo dijo.
Claro que no es amigo suyo, seor Hugh dijo el jefe.
Madden se encogi de hombros, confundido.
No, seor, no es amigo suyo. Faltara ms.
Claro que no dijo Davie. Amigos como esos son capaces de darte una
pualada por la espalda, ya lo creo que s.
Creo que ya te la ha dado dijo el jefe mientras con un dedo trazaba
pensativamente el reborde de su cicatriz a travs del bigote.
Madden sinti una opresin en el pecho; not que se mareaba, que el
agarrotamiento descenda sobre l.
Qu quieren decir? pregunt. Cmo que me ha dado una
pualada por la espalda?
No te acuerdas, Hugh? No recuerdas que bajaste al Kelvin? Era una
noche muy hmeda, Hugh. Yo me acordara. Yo me habra preocupado...
Pero l no se acordaba de todo, se era el problema. Vea todo aquello como
fogonazos en la oscuridad. Reflejos parpadeantes, como lentes individuales del
ojo compuesto de un insecto. Vea fragmentos, pero no el conjunto.
Tena fiebre dijo. No me acuerdo de todo.
Bueno. Tu amigo Owen Gaskell...
No es mi amigo.
No, no lo es. Es la bota, en este caso. Es el pie que te ha dado una patada.
166

Nick Brooks

La buena muerte

Es la porra que te sacude en el coco.


Madden estaba desconcertado.
De qu estn hablando? pregunt con un grito agudo. Qu quieren
decir?
El jefe de la cicatriz lo mir y ech el brazo hacia atrs buscando algo. Sac
un sobre marrn de buen tamao en cuyo interior haba un objeto abultado.
Esto dijo metiendo la mano en el sobre es lo que quiero decir.
Sostena en la mano, con un dedo metido en el agujero de la suela, un
zapato anodino de color marrn. En la puntera haba una mancha oscura.
S dijo Davie, y su mirada busc la de Madden en el espejo retrovisor
, te ha dado una buena pualada trapera. Una buena patada en el culo, te ha
dado.

Con eso no bastaba, le dijeron en comisara. El zapato estaba all por alguna otra
razn. En serio intentaba convencerles de que pretenda llegar a Kelvin Way
saltando la verja? Por qu iba a querer hacer eso? Haba una puerta a quince o
veinte metros de all! Podra haber pasado por la puerta y haberse ahorrado
tantas molestias. Claro que si alguien hubiera querido salir de Kelvin Way,
podra haber saltado la valla. Si alguien tuviera prisa, si necesitara salir de all a
todo correr, o si estuviera asustado, o si temiera a otra persona, entonces quiz
hubiera perdido momentneamente la cabeza y hubiera trepado por la verja en
lugar de buscar la puerta. Y, adems, era una noche tormentosa. En una noche
as, cualquiera habra perdido el norte. Cualquiera. Porque todo era posible en
una noche as.
Madden sacudi la cabeza y se apoy en las manos. No se acordaba, no
recordaba nada de aquello, les dijo. Fue ms tarde cuando volvi, otra noche
lluviosa, haba tormenta, a decir verdad.
Volver? Cmo que volver? Entonces, haba estado all antes? Haba
bajado antes por all?
S, haba bajado antes por all, haba estado all muchas veces. Llevaba toda
la vida viviendo en la ciudad! Claro que haba ido all otras veces!
Pero por qu ir all aquella noche? Por qu en aquel momento?
No haba vuelto all esa noche, dijo. No haba ido all entonces. Era un error.
Haba trepado por la verja porque estaba enfermo. No se encontraba bien.
S, eso lo entendan. Entendan que no se encontrara bien, dijeron. Deba de
estar muy mareado, en efecto. Deba de estar muy enfermo. Despus de lo que
haba hecho, seguro de que estaba enfermo de cojones, pero de la cabeza. No?
Era un puto enfermo, hacerle eso a una chica. Estrangularla hasta morir y luego
echarle un polvo! Eso era estar como una chota, chaval, eso es lo que era.
l no haba estrangulado a nadie, dijo Madden. Y a la chica la haban
violado antes de asfixiarla. Pero l no saba cmo haba sido.
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Nick Brooks

La buena muerte

Eso estaba muy bien, dijeron. Estaba de puta madre. Claro que saba cmo
haba sido, porque lo haba hecho l, joder! l era el puto loco que haba bajado
a Kelvin Way, haba agarrado a la chica, la haba estrangulado hasta dejarla
medio muerta entre los matorrales y luego se haba follado su cadver. Menuda
broma. Claro que saba cmo haba sido, lo saba de cojones. Le convena
esforzarse un poco ms por recordar algunos detalles ms. Sera una idea
cojonuda, para empezar.
Pero no se acordaba, dijo. En aquel momento no se encontraba bien. A veces
tena mala memoria. Si algo lo trastornaba, dijo. Si estaba disgustado. A veces se
le olvidaban las cosas, como si las bloqueara. No todo. Solo trozos y fragmentos.
Pero no siempre se acordaba de los detalles de todo. No saba si haba matado a
la chica. Crea que no. Pero, si Gaskell deca que s, entonces estaba todava ms
seguro.
Por qu ms seguro?
Por eso.
Por qu?
Por estar aqu.
Por qu por estar aqu?
Porque estaba all por culpa de Gaskell. Gaskell era quien lo haba puesto
all. Gaskell deba de haberles dicho lo del zapato, dnde encontrarlo. Deba de
haberle odo decir que lo haba perdido cuando estaba delirando. Deba de
haber ido a buscarlo.
Y el estrangulamiento? Qu hay de eso?
Y hay otra cosa.
Dnosla.
Ella no se lo mereca, morir as.
Nadie se lo merece. Qu era esa otra cosa?
Yo no lo hice.
Luego lo metieron en la celda para que reflexionara, dijeron. All solo haba
sitio para un camastro de metal con una manta de lana y un cubo de lata en el
rincn.
Djenme salir! grit. Djenme salir!
Pero no lo dejaron salir. Iban a retenerlo all. Y Madden imaginaba que
podan retenerlo para siempre. Nadie saba que estaba preso. Poda desaparecer
sin ms. Haca fro y aquello estaba sucio, el colchn estaba mugriento y no
poda echarse en l, sencillamente no poda. Se imaginaba a los mil hombres
que se haban tumbado all, los vea roncar y defecar y llorar y gemir y sufrir
ataques de delrium tremens y morir. Y morir. Ahora queran que l tambin se
muriera all, annimo y olvidado. Pues no pensaba morirse para ellos! Si
queran que se muriera, tendran que ofrecerle un juicio ilegal justo y decente,
una vista parcial de primer orden, y solo confesara si algn personaje de alto
rango, como el papa, se lo exiga.
168

Nick Brooks

La buena muerte

As que all era donde sera hallado culpable. All era donde el viejo
Caldwell tendra que bajarlo del patbulo. La horca no era rpida, el nudo no era
rpido. No siempre. A veces el cuello no se rompa limpiamente y te quedabas
all colgado una hora, asfixindote lentamente. Si no te dabas prisa en morir, se
columpiaban de tus piernas. Tiraban de ti!
No poda soportar la idea y empez a gritar y a sacudir los barrotes de la
puerta, el cierre de cepo del otro lado fro, inexpresivo, inhumano. Nadie
escuchaba.
Djenme salir! Soy inocente! No pueden colgarme! Soy inocente!
Pero nadie se acerc a la puerta y l la golpe violentamente con el pie
bueno y luego con el malo, que le dola inmensamente, y sacudi los barrotes y
grit hasta quedarse ronco. Tena la ropa empapada en sudor y de pronto el
cepo se abri y una cara le dijo que se callara. Despus el cepo volvi a cerrarse.
Chill y llor y vocifer durante no saba cunto tiempo. Horas.
Luego se sent en el rincn, junto al cubo de latn y llor y se meci
adelante y atrs y despus, finalmente, se ech en el colchn mugriento y se
durmi. En sus sueos hubo araas que tejan telas a su alrededor, que lo
envolvan lentamente en sus redes. Una de ellas, gorda y achaparrada, avanzaba
con movimientos infinitesimales mientras l luchaba por liberarse y, sin
embargo, no poda mover su cuerpo paralizado. Intent gritar, pero su boca
guard silencio, y cuanto ms se acercaba la araa, menos se mova l. La araa
estaba casi encima de l cuando se dijo: Esto es un sueo. Sal del sueo. Sal del
sueo. Pero, cuando despert, empapado en sudor, estaba en otra red, una red
hecha de cemento y ladrillos, y las araas estaban al otro lado de la puerta.
Luego oy que la puerta retumbaba y se entreabra. Al otro lado estaba el
tipo grandulln con nariz de boxeador, acompaado de un desconocido.
Quieres salir ya? le preguntaron. l asinti con la cabeza y le hicieron
seas de que se levantara y, cuando se levant, lo cogieron cada uno de un
brazo y lo sacaron fuera y estuvo otra vez en la calle.
Vete. Ests libre. Por ahora.
Libre?
Por ahora.

Era otra vez por la maana. La maana se presentaba siempre ltimamente,


hasta cuando menos lo esperaba. No tena que ir a ningn sitio, salvo, quiz, a
casa de sus padres. No tena clases. Rose estaba en el trabajo.
Caminaba evitando apoyar demasiado peso en el pie herido, que volva a
dolerle por haber dado patadas a la puerta de la celda. Al principio estuvo
desorientado por la falta de sueo y la incongruencia radiante de la luz del da,
y no supo de qu comisara de polica lo haban dejado salir hasta que reconoci
las gras que asomaban por la espalda de los bloques de pisos y comprendi
169

Nick Brooks

La buena muerte

que estaba en Patrick. El fin del mundo. El aire fro atraves su ropa mojada. Se
estremeci. Sigui caminando hasta que vio a Caldwell entrando en la
funeraria.
Mucho madrugas, no? dijo Caldwell sin prestarle apenas atencin.
Llevaba un abrigo de espiguilla que le llegaba hasta las rodillas y haba
conocido mejores tiempos; claro que Madden tampoco era precisamente un
figurn en materia indumentaria. Caldwell y l eran de esas personas que se
ponan lo que tenan ms a mano y, aunque hubieran sabido vestirse bien y
hubieran tenido dinero para satisfacer el flaco sentido del estilo que poseyeran,
ninguno de los dos se habra molestado en hacerlo de todas formas.
He pasado la noche en comisara dijo Madden. Pareca absurdo
intentar guardarlo en secreto.
Caldwell levant sus cejas, ni viejas ni jvenes, y sigui pasando con un
tintineo el sinfn de llaves que colgaban de su enorme llavero metlico.
No habr sido por nada ilegal, supongo dijo. No puedo permitir que
me metan al personal en la crcel por cuestiones criminales, eh? Lo dems no
importa, entiendes? Es puramente cuestin de principios.
No s si es legal o no contest Madden. No tengo la sensacin de
haber hecho nada que vaya en contra de la ley.
Se estremeci otra vez y Caldwell se apart para dejarlo entrar. En la sala de
recepcin haca an ms fro que fuera.
Entonces, enciende la tetera, hijo dijo Caldwell. Tienes pinta de que
te vendra bien entrar un poco en calor.
Madden asenta profusamente con la cabeza, se soplaba las manos y
golpeaba (muy suavemente) el suelo con los pies.
Cuando estuvo hecho el t y la estufa elctrica de dos resistencias de la
oficina se hubo calentado del todo, Caldwell fij la mirada en l.
Bueno, entonces, qu es esa historia con la polica? No eres ya un poco
mayor para que te lleven a pasar la noche al calabozo? No me imaginaba que
fueras de esos. Sorba ruidosamente el t y dejaba escapar un aah tras cada
trago. Era lo que la madre de Madden habra llamado un tetero. Cada cinco
minutos, una taza recin hecha.
Madden no saba cmo empezar y se qued callado un momento mientras
beba de su taza.
Sultalo de una buena vez dijo Caldwell. Despus se llev a los labios
un cigarrillo liado y aspir con entusiasmo, mientras se recostaba en el silln
viejo y rado, que tena el asiento hundido.
Soy sospechoso del asesinato de esa chica dijo Madden, que no haba
encontrado forma ms suave de decirlo. La de abajo. Tras hablar, baj la
cabeza en un gesto infantil de mala conciencia.
Caldwell carraspe ruidosamente.
Que eres... que eres qu? Sospechoso de un asesinato? He odo bien?
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Nick Brooks

La buena muerte

Alguien ha presentado pruebas contra m.


Que ha hecho qu? Qu putada te han hecho! De qu clase de pruebas
estamos hablando?
Encontraron mi zapato junto al lugar del crimen. Estaba enganchado en
una verja. Un amigo... un compaero de clase les dijo que estaba all. No s
cmo lo encontr.
Caldwell arrug el ceo, se acarici el penacho de pelo y ech la ceniza del
cigarrillo en una taza sucia que haba en el escurreplatos, junto al fregadero.
Entonces, ese compaero tuyo... tambin andaba merodeando por all,
no? Y qu haca tu zapato en esa verja?
Madden movi la cabeza de un lado a otro. Ignoraba por qu le estaba
contando todo aquello a Joe, no estaba convencido de que fuera buena idea.
Fui a echar un vistazo. Cuando ella ya estaba muerta. Tena fiebre, no
estaba del todo consciente, creo. Senta de pronto el impulso de hablar y
quiz por eso haba acudido a Joe. Joe, su jefe, que no esperaba nada de l. Que
era indiferente. Al que nada le importaba aquello. La polica cree que estuve
implicado y yo recuerdo algunas cosas. Pero no s qu significan, hasta qu
punto son reales. Es como si no estuviera all. O como si me estuviera viendo a
m mismo. Mir para ver qu efecto surta en Joe, pero Caldwell se limitaba a
fumar y miraba a algn punto ms all del rincn del ventanuco grasiento que
daba luz a la habitacin. Siento como si me estuviera observando a m mismo
o como si hubiera ms de un yo, y no s cul es el autntico. Not que le
temblaban las manos y se las meti en los bolsillos del pantaln. Tengo una
novia, sabe?
Joe asinti con un gruido y expeli el humo del pitillo.
Rose dijo. Dijiste que era simptica y gordita. As es como me gustan
a m.
S, Rose. Pero no s qu quiere de m. No lo entiendo. Me veo con ella y
no entiendo por qu o cmo ocurri. Me veo entregando trabajos en la facultad
y recuerdo haberlos escrito, pero es como si no los hubiera hecho yo. Entiende
lo que le digo?
Mir a Joe con aire implorante, pero su jefe solamente asenta con la cabeza.
No me acuerdo. Tengo la mente en blanco, la vida en blanco. No s cmo
llegu aqu. No recuerdo haber ido de A a B. S que debera seguir la C, pero no
veo las relaciones entre unas cosas y otras. No hay ninguna relacin, si no
puedo verla. Usted las ve, Joe? Ve lo que le estoy diciendo?
Se daba cuenta de que le castaeteaban los dientes, era consciente de una
suerte de intensidad que rara vez senta y quera que aquella sensacin durara
un poco ms. Era una especie de toma de poder. Una especie de accin. Si haba
matado a Carmen Alessandro, quiz se fuera el porqu. Era una decisin. Una
eleccin.
Cogi su taza y bebi un trago de t tibio.
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Nick Brooks

La buena muerte

Joe Caldwell se removi en su asiento y lo mir.


Hijo, creo que necesitas dormir un poco. Eso es lo que creo. Apag su
cigarrillo en la taza y se levant. No s cmo puedo ayudarte dijo, pero
me parece que ese amigo tuyo te ha hecho una putada. T no mataste a la chica.
Si lo hubieras hecho, me habra dado cuenta ayer. No eres un asesino, as que no
tienes de qu preocuparte. Puede que te tropezaras con algo que no te
esperabas y que sufrieras una pequea conmocin. A lo mejor fue eso lo que
pas.
Le dio una palmada en el hombro y volvi a poner la tetera en el hornillo.
Otra taza para los dos dijo. Luego deberas dar una cabezadita. Te
puedes echar aqu, en el sof, mientras no estorbes a los clientes. Qu te
parece?
Madden dijo que le pareca buena idea y acept enseguida. Pero no saba si
se dormira, dijo.
Para eso tengo el remedio perfecto dijo Joe, y meti la mano en el
bolsillo de la pechera. Ten dijo, dndole su botella. Cortesa de la casa. Lo
que necesitas es calentarte un poco por dentro. Te dejo para que te pongas con
ello.
Joe Caldwell padre sali tranquilamente para ir a echar un vistazo al piso
de abajo, donde Carmen Alessandro yaca an, casi lista para su gran
despedida. Madden se sent en un silln hundido y se adormil un momento,
hasta que el pitido de la tetera lo hizo volver en s, amodorrado. Se envolvi la
mano en un pao de cocina sucio, apart la tetera del hornillo y entonces se
acord de que antes tena que poner en la taza un chorro de whisky y un par de
cucharadas de azcar de grano fino que sac de una bolsa sucia que haba al
lado del fregadero. Sirvi el agua caliente y la removi largo rato antes de
volver a recostarse en el silln. Tom un sorbo y sinti cmo el calorcillo
agradable de la bebida cauterizaba sus sentidos. Bebi tres o cuatro tragos ms,
saboreando su dulzura y su calor, y el modo en que poda seguirse el rastro de
cada sorbo desde el gaznate a la boca del estmago. Luego se levant, se tendi
en el sof y se ech por encima la chaqueta. Oy la radio en la otra habitacin y
se sinti casi en casa, casi cmodo. Despus se qued dormido.

Haba una habitacin libre en la calle Wilton, en el mismo edificio donde viva
Gaskell, y decidi subir a verla aunque ya saba qu poda esperar. Era un sitio
lgubre, ennegrecido por el holln y amarillento en los rincones que, por alguna
razn inexplicable, no se haban recubierto de una capa de carbonilla, como el
resto del edificio. Las partes amarillentas parecan darse aqu y all como
extraos afloramientos que conferan a la superficie del edificio una apariencia
picada e irregular, parecida a un paisaje lunar. Se qued esperando en la puerta
a que la patrona abriera, y habra dado media vuelta y se habra ido de no ser
172

Nick Brooks

La buena muerte

porque estaba decidido y hambriento, y no tena ganas de irse a casa o de hablar


con Rose, todo lo cual zanjaba la cuestin. Saba que los varones normales y
menos afeminados se pasaran una hora o dos en un bar, leyendo un peridico y
bebiendo una pinta de cerveza, en lugar de deambular por las calles para matar
el tiempo, pero tales alternativas no parecan posibles en su caso. As que esper
a que la mujer abriera la puerta.
Ella pareci inquieta al verlo, como si fuera una cara conocida a la que no
lograba poner nombre. Eso Madden lo entenda. l tampoco saba qu nombre
darse. Quin era quien le haba preguntado qu era?
Era esa siquiera la pregunta correcta? Qu, por qu, y si era...? Cualquiera
poda haberlo hecho. La sigui por la escalera a oscuras mientras ella le
sealaba de pasada las habitaciones vecinas situadas a ambos lados de los
rellanos.
Era una mujer baja y rechoncha, con un casquete de rulos de caniche que le
abarcaba todo el crneo. Llevaba una redecilla sobre los rulos y la cara que
colgaba debajo era completamente redonda, plana y desprovista de rasgos
discernibles. Madden saba que tena nariz (se la haba visto otras veces), pero
esta pareca haberse hundido en su rostro. En el lugar que haba ocupado se
vean ahora dos orificios negros. La boca haba quedado tambin absorbida por
la masa esponjosa de su carne. Haba dejado por completo de ser una boca; era
una especie de msculo prensil.
La patrona suba con andar lento y pesado, y con cada paso que daba
dejaba escapar un silbido trabajoso.
Aquellas escaleras iban a matarla, dijo, pero Madden estaba distrado
mirando las puertas cerradas que haba en torno a l. Intua ojos en las mirillas,
ojos que lo observaban por entre las grietas de las paredes. La nica bombilla
del pasillo oscilaba ligeramente en el aire, sobre l, mecida por una brisa
imperceptible. Haca fro y, sin embargo, la humedad del aire poda sentirse en
los pulmones, en el pecho.
Ella seal una puerta con su mano infantil.
Esto antes eran pisos, pero los dividimos en habitaciones separadas. Aqu
vive un estudiante de Medicina, lo conoces, no? dijo. Un tipo raro. Lleva
un traje de pana verde. Menuda ocurrencia. A lo mejor te gustara ver la
habitacin de al lado de la suya. Hay dos para alquilar. Puedes ver las dos. O
solo una. Como prefieras.
Madden dijo que prefera ver solo una.
Ella abri una puerta exterior que se cerr por s sola tras ellos. Haba una
hilera de pequeas habitaciones con sus pequeas puertas y, al final del
pequeo corredor, la pequea habitacin de Gaskell en la buhardilla, a la que se
llegaba subiendo dos escalones y que se pareca mucho a la madriguera de una
alimaa monstruosa. No brillaba luz bajo la puerta. Gaskell deba de haber
salido. Quiz a una matin en el Ro Locarno.
173

Nick Brooks

La buena muerte

La casera flexion el ano de su cara (Madden vio dentro uno o dos dientes
solitarios) y estir el brazo hacia la puerta de una de las habitaciones de la
izquierda, la abri y dej que l pasara antes que ella. Encendi la luz principal
y Madden se encontr en un cuarto de decrepitud casi inverosmil.
Un cuartito muy apaado dijo ella. Estupendo para un estudiante,
eh? Ah tienes la cama, con su cabecero de hierro y todo, una cmoda y un
ropero... y hasta una cocinita para calentar el t. El contador del gas est ah,
detrs de la puerta. Y el precio es muy razonable, adems. Qu te parece?
Madden recorri con la mirada la habitacin, toda ella de un marrn
tirando a amarillento. No haba papel en las paredes: estaban cubiertas de hojas
de peridico sobre las que se haban aplicado sucesivas capas de pintura. Los
titulares comenzaban a adivinarse a travs de la pintura. Madden supuso, al
menos, que no le faltara qu leer si decida quedarse con la habitacin. Poda
redecorarla, si estaba permitido; con apuntes de medicina y casos clnicos.
Disecciones, patologas.
Pero no tena intencin de quedarse all. No por mucho tiempo, en todo
caso.
Tampoco haba moqueta, solo un trozo de linleo verde mal ajustado, con
una cenefa de flores de lis. Una galaxia entera de quemaduras de cigarrillos
salpicaba su superficie, y aqu y all se vean pequeas tormentas de polvo y
cmulos de moho. La habitacin pareca estar en cierto modo elevada: el techo
divida en dos partes iguales la nica ventana, y aqu y all la condensacin
formaba en su superficie bulbosa unas gotas de color pardo. Una de ellas cay
sobre la coronilla de Madden mientras estaba all parado.
El alquiler se paga por adelantado dijo la mujer rechoncha.
Semanalmente.
Entonces, le pago una semana por adelantado? pregunt Madden. En
aquella habitacin se senta como una especie de gigante a causa del techo bajo
y de hallarse en el ltimo piso.
Dos semanas por adelantado respondi la mujer mientras se rascaba
con la espinilla la parte de atrs de la otra pierna. Madden intent no fijarse en
la carne desnuda de aquellos miembros que se frotaban el uno contra el otro.
Pero la casa tiene algunas normas prosigui ella. Nada de compaa
femenina despus de las seis de la tarde. Nada de jugar a las cartas, de beber o
de reuniones de ms de tres. No se permiten en el edificio perros, ni gatos, ni
mascotas de ninguna clase. Y lo mismo le digo de las ventanas aadi
mirndolo duramente con sus ojos negros y acuosos.
l se acerc a la cmoda que haba junto a la cama y abri un cajn. No
tena fondo. Volvi a cerrarlo, abri el postigo mugriento de la ventana e intent
mirar hacia abajo por el cristal, opaco por la suciedad. El naranja de las farolas
iluminaba su cara con una borrosidad difusa. No haba ms que dar uno o dos
pasos para tenerlo todo al alcance de la mano.
174

Nick Brooks

La buena muerte

Alguna otra norma? pregunt. La mujer emiti una especie de


canturreo, titube y luego dijo:
Hay una lista de muebles que los inquilinos deben reemplazar si alguno
desaparece, sufre daos o... Busc la palabra adecuada... abusos.
Abusos? repiti Madden, dejando escapar aquella palabra antes de
que le diera tiempo a refrenarse.
Eso he dicho, no? replic la mujer, y ech la cabeza hacia delante. El
inquilino tiene que pagar de su bolsillo cualquier abuso. Y no hay ms que
hablar. Se ech hacia atrs con los brazos cruzados y su boca se convirti en
una lnea tensa que pareca plegar y descomponer todos sus rasgos.
Madden estir el brazo y se manch la palma de la mano al pasarla por las
gotas de roco del techo.
Aqu hay condensacin. No es bueno para la salud.
La mujer permaneci inmvil.
Es agua, no? dijo. El agua es sana. La gente se la bebe.
Si me rebajara unos chelines el alquiler...
O lo tomas o lo dejas replic ella.
Cundo puedo mudarme? pregunt Madden.
Aqu estn las llaves dijo ella. Dame el alquiler y ya es tuya.
Madden suspir y le entreg el dinero, pero logr persuadirla de que en ese
momento solo poda pagarle una semana por adelantado. Cosa que era cierta.
Effie, la patrona, abandon su tono malicioso en cuanto vio dinero contante y
sonante y se ofreci a llevarle una taza de t caliente, pero l rehus diciendo
que era muy amable, pero que haba comido y tomado t haca cosa de una
hora. La ech de la habitacin lo ms amablemente que pudo, cerr la puerta
con llave y se sent en la cama. Todo en el cuarto pareca hmedo, mojado,
espeso. Sac la botella de Caldwell y la dej sobre la cmoda, junto a la cama.
Luego sac su cuaderno y un bolgrafo y empez a escribir. Lo que escribi
rezaba: Estoy en la puerta de al lado si quieres hablar de la chica.
Cuando hubo acabado, abri la puerta, cogi la nota y la meti por debajo
de la puerta de la habitacin vecina.

175

12

Quin hay ah?


Madden se incorpor en la oscuridad y se subi las gafas. Estaba
conteniendo el aliento.
La voz de fuera llam quedamente a la puerta.
Quin hay ah he dicho?
Madden se levant, se acerc a la puerta y escuch. Respiraba a
trompicones.
No volver a preguntarlo dijo Gaskell. Te lo advierto.
Madden se arm de valor, meti la llave en la cerradura. La oscuridad de la
habitacin solo lo reconfortaba levemente. Entorn la puerta y mir la cara de
Gaskell, que bizqueaba, con la nariz todava hinchada y un ojo morado. Con un
solo movimiento abri la puerta de golpe, agarr a Gaskell con ambas manos y
lo meti en la habitacin. Gaskell gir descontroladamente, fue a estrellarse
contra el rincn del fondo y cay al suelo con estruendo, al pie del ropero.
Madden se coloc delante de l antes de que Gaskell tuviera tiempo de darse
cuenta de lo que ocurra y le asest una fuerte patada en la cara con el pie
bueno. Sinti el crujido sordo de algo que ceda bajo su pie. Gaskell profiri un
leve gemido.
Madden se inclin hacia l y le meti la botella de whisky vaca en la boca
destrozada.
Gaskell apart la cabeza de la botella.
Qu quieres? dijo. Madden se levant, se acerc a la puerta y la cerr.
Luego encendi la luz. Se cerni sobre Gaskell. Tarado... dijo Gaskell, y sus
ojos inyectados en sangre se agrandaron. T?
Madden le dio un pisotn en la rodilla y Gaskell grit.
Ser mejor que no hagas ruido dijo Madden. No queremos que Effie
suba y nos interrumpa, verdad? Se incorpor. Sostena la botella en la palma
de la mano, como si fuera una piedra que se dispusiera a arrojar.
Gaskell tena los ojos humedecidos por las lgrimas.

Y no me llames eso aadi Madden. Te dije que no me gustaba.


Gaskell se limpi los ojos con la manga. Llevaba su traje, que pareca rado
y trasnochado y tena un desgarrn en la rodilla izquierda. Haba sangre seca en
las solapas, a la que se sumaban ahora manchas frescas.
Mira dijo Gaskell, solo les dije lo del zapato para quitrmelos de
encima. Qu queras que hiciera?
Podras haberles dicho la verdad contest Madden.
Y cul es? Qu verdad queras que les dijera? Cualquier cosa que les
contara iba a meterme a m en el marrn, no crees?
Madden respiraba lentamente. Sus extremidades estaban vivas.
Debiste decirles lo que viste.
Gaskell solt una carcajada.
Qu? Como hiciste t? Porque supongo que ya has hablado con esos
dos tipos.
Si te refieres a la polica, s. He hablado con ellos.
Pero no les dijiste la verdad, no? No, no creo. Decirles la verdad no te
habra hecho ningn bien. Les dijiste que fuiste all de paseo, que te sorprendi
la lluvia y perdiste el zapato al saltar la verja para intentar refugiarte. Se parece
eso a la verdad, segn t? Una historia bastante floja, esa. Claro que t tambin
eres una historia bastante floja.
Madden levant la botella como si fuera a golpearlo. Gaskell se sobresalt.
Mira, tena que decirles algo. A ti no iban a empapelarte, Hugh. Pero mi
caso es... distinto... como sabes.
Se arrim a la pared y se sent con la espalda apoyada en ella. Tena el pelo
grasiento y enmaraado y la cara plida y blanca. Pareca asustado, pequeo y
acabado.
Yo no s nada dijo Madden. Distinto por qu? En qu sentido es
distinto tu caso? Por qu no me lo dices? Se sent al borde de la cama, con la
botella todava en la mano, preparada.
Gaskell se seal la cara con el dedo ndice.
Ves esto? dijo. Lo ves? Deberas dejar de pegarme, Hugh. En serio.
Creo que no me lo merezco. Pero esto... seal su ojo morado, esto me lo
hizo nuestro mutuo amigo Dizzy. Por Carmen, me dijo. Por lo que le hiciste.
Por lo visto me considera responsable de su triste fallecimiento. Y yo que
pensaba que era por otra cosa completamente distinta.
Madden se encogi de hombros.
Por otra cosa? Por qu si no iba a pegarte?
Gaskell dej escapar un suspiro lastimero.
Te acuerdas de cuando fuiste al cine, no? De eso te acuerdas? Eso es lo
que marca la diferencia, comprendes? Es lo que me hace distinto. Mir a
Madden con mordacidad. Por eso estoy aqu, en esta puta ciudad, en este
puto pas. Lejos del seno familiar, comprendes? Desde aqu no puedo

avergonzarles. La universidad es... una excusa, si quieres. Un subterfugio


conveniente para distraer la atencin de mi autntica naturaleza desviada...
Madden no dijo nada. Se haba hurtado aquella idea a s mismo tan
eficazmente que tuvo que hacer un esfuerzo para comprender la verdad que se
esconda tras la insinuacin de Gaskell. ste se meti la mano en la chaqueta,
sac un papel de fumar arrugado y ech en l unas cuantas hebras de tabaco
que sac, sueltas, del bolsillo de la pechera.
El problema es que los iguales se buscan, no es cierto? dijo. As que,
qu se puede hacer? Uno sigue adelante, a pesar de los prejuicios de su madre
y de su padre y de su familia, tan importante ella. Y tambin a pesar de las leyes
del pas. Uno va del rodapi a la puerta y de la puerta al rodapi. Uno se
acobarda y se esconde en la oscuridad y debajo de la cama y espera a que la
bota venga a aplastarlo. Y, mientras tanto, los iguales se buscan para robar unos
pocos minutos aqu y all, en sitios peligrosos donde es arriesgado congregarse,
pero que aun as son ms seguros que otros. Comprendes adnde quiero ir a
parar, Hugh? Empiezas a entender? Pues claro que s.
Madden frunci los labios y no dijo nada. Se limit a asentir lentamente con
la cabeza.
Gaskell acerc una cerilla al pitillo y le dio vida.
As que prosigui, voy a sitios donde a veces uno como yo puede
conocer a un semejante. Y a veces no tan semejante. Hay algunos que temen a
los maricas como yo y como Kincaid, y esperan a que salgamos para partirnos
la cara. Al menos, eso era lo que pensaba yo hasta que l me ilumin.
Entiendes la situacin, tarado?
Madden levant la botella otra vez, pero esta vez Gaskell no se asust. Sus
ojos lo desafiaron.
Kincaid? pregunt Madden, y luego aadi: El doctor Kincaid?
Gaskell solt un bufido y se atragant un poco con el humo del tabaco.
El mismo. El buen doctor.
Y l... l tambin es... homosexual? Madden se sorprendi ante su
propia falta de desenvoltura. Naturalmente, siempre lo haba sabido. Cmo, si
no, podra haber escrito aquella nota?
S, Hugh. Es maricn. Un sarasa. Dice que aprendi en el Ejrcito. Ya
sabes, la intendencia.
Y dnde aprendiste t?
Yo? Yo siempre lo he sabido. A m nadie tuvo que ensearme nada.
Guardaron silencio un rato. Luego Gaskell sigui hablando.
Aun as, qu se puede hacer, eh, Hugh? En esta sociedad se necesita una
tapadera. La gente con tendencias como la ma necesita una coartada. Kincaid
tambin. Maisie es su coartada, y creo que antes le funcionaba bastante bien.
Hasta que decidi que lo quera para ella sola. Pero eso es imposible, verdad?
Por qu?

Porque no se puede controlar a un viejo marica, chaval. La cabra tira al


monte. Aspir el humo de su cigarrillo y lanz un anillo azul que cruz la
habitacin. Un goteo de agua que caa del techo lo parti en dos.
Mi tapadera era Carmen. Entiendes cmo funciona? Yo no la conoca, ni
me importaban ella ni su novio. Me pareci divertida para pasar el rato, una
chica con la que poda tener una relacin no muy seria. En aquel momento
pens que el hecho de que sus padres fueran italianos facilitaba las cosas. Crea
que sera catlica y casta, y se contentara con ir a tomar un helado y al cine. No
a los cines que frecuento yo, se comprende.
Madden estudiaba la cara de Gaskell como si fuera nueva para l.
Y qu pas?
Que se qued preada dijo Gaskell sin rodeos. La dej embarazada.
Pero... cmo?
Joder, tarado! Cmo crees t? Pues de la manera normal! Se me ofreci
y le tom la palabra. Un error, pero qu quieres? El caso es que dijo que me
quera y yo no soy un santo. Nunca he pretendido serlo. Pero ella conoca mis
inclinaciones. Supongo que era su forma de afianzar su derecho sobre m.
Puede que pensara que poda convertirme. Pero sabes?, ech un vistazo a esas
tetitas tan monas y a ese culito redondo como un melocotn y pens, mmm, esto
no es para m. No para mucho tiempo, por lo menos.
Madden se sec la frente. Otro gotern haba cado sobre ella.
Contina dijo.
Me cont lo del embarazo. Tambin se lo dijo a Dizzy. No s si le dijo que
era mo o suyo. Creo que tambin se lo cont a ese capullo de Fain. Puede que l
tambin creyera que era suyo. A m me daba igual. A Dizzy s le importaba,
creo. De todas formas, ella abort. Se fue a Inglaterra a abortar. Cuando volvi,
estaba bastante enfadada conmigo, creo. S, estaba bastante enfadada. Me
amenaz. Dijo que iba a contar a todo el mundo lo que haca. Imagnate, eh,
Madden? Iba a decir a todo el mundo lo que haca. Entiendes lo que significaba
eso?
Madden lo mir, pero no pudo descifrar su expresin.
S, creo que s lo entiendes, verdad? Por fin. Contigo siempre se estaba
muy a gusto, tarado, era todo un placer. Nunca te enterabas de nada, verdad?
Era tan seguro, tan fcil ser tu amigo...
Madden sinti la boca reseca y se humedeci los labios.
Eso ramos? pregunt. Amigos? Creo que nunca lo supe.
Gaskell ech la ceniza al suelo. Suspir.
Menuda habitacin tienes dijo. La crme de la crme, en serio. Creo
que todava le debo una silla a esta habitacin. Naturalmente, es tuya, si la
quieres.
Madden habl lenta y deliberadamente.
Qu significaba, entonces? Dilo de una vez.

Significaba dijo Gaskell una pena de crcel.


Madden asinti con la cabeza para s mismo.
Eso te da un mvil dijo Madden. Pudiste matarla para que no
hablara.
Gaskell ignor su comentario.
As que prosigui pens que poda ganar tiempo para pensar si les
enseaba tu zapato en la verja. No puedes despreciarme por eso.
Madden se qued callado largo rato y Gaskell sigui fumando y
limpindose la sangre del labio con el dorso de la manga.
No recuerdo todo lo que ocurri dijo Madden al fin. Solo fragmentos,
trozos y pedazos. Es como si le hubiera pasado a otro. Dmelo le implor,
dime qu pas. Porque yo tambin estoy metido en esto. Y soy tu amigo.
Gaskell asinti con la cabeza.
Est bien. Lo mismo da que te ahorquen por una oveja que por un
cordero, eh? Se ech a rer.
Yo solo... necesito hacerme una idea de por qu muri dijo Madden.
No puedo explicarlo. Significa algo para m.
Gaskell lo mir inexpresivamente.
Por qu muri quin? Ah, s. Carmen. Me haba olvidado de ella. Estaba
distrado pensando en m. Se qued pensativo, li otro cigarrillo y luego dijo
: Te he hablado de mis... actividades, no? Eso lo has odo, verdad? Bueno,
pues hay sitios donde la gente se encuentra y todo es clandestino, comprendes?
Porque nadie puede enterarse. Es una condicin de la sociedad en la que
vivimos. La moral pblica y los actos ntimos deben coincidir.
Bien. Los mos, por lo menos, tienen que parecer que coinciden.
Naturalmente, lo que quiero hacer y lo que se me permite legtimamente hacer
en mi vida privada no es lo mismo. Pero nadie se molest en preguntarme al
respecto. Ni tampoco a Oscar Wilde, el viejo maricn. As que fue la historia de
siempre, chico conoce a chico. Yo no tena ms de quince aos. Iba a un colegio
muy bueno, entiendes?, uno de los mejores, en serio. Mis padres, Dios los
bendiga, pensaban que estaba mejor interno. Para endurecerme y qu s yo.
Para hacer de m un hombre. Supongo que mi madre se dio cuenta desde el
principio. Pero era buena, siempre pude hablar con ella. Yo entonces era muy
pegajoso, siempre andaba intentando llamar su atencin. Llor patticamente
cuando me mandaron al colegio. Pero, claro, un sitio as puede endurecerte de
maneras distintas. Kincaid dice que a l le pas lo mismo en el Ejrcito. Pero yo
creo que se engaa, t no? Lo nico que hace uno es esconder su verdadera
naturaleza bajo la piel, donde no puedan herirla tan fcilmente. Alguna vez te
has preguntado por qu los antiguos alumnos se renen tanto? Es porque solo
con sus antiguos compaeros pueden ser quienes son, porque pasado un
tiempo el que uno es en la superficie y el que es bajo la piel se confunden. Ni
siquiera ellos saben ya quines son. Imaginas aunque sea por un segundo que

ese viejo pollatorcida de Kincaid se considera un maricn o una loca o algo as?
No, ni un poquito. Simplemente pasa de lo que le dice Maisie y se cree que solo
tiene ciertas costumbres antisociales de las que por lo visto no puede librarse,
como tomar rap o darle al whisky todo el da. Y nadie se atrevera jams a
insinuar que eso sea algo poco viril, verdad? Desde luego que no. l est
dispuesto a dar dinero a cambio de un jovencito. Caridad, cree que es. No le
gusta hablar de ello en la Logia, con sus antiguos compaeros de estudios,
todos ellos viejos maricones. Pero enseguida reconoce el talento, eh? Enseguida
ve a un to bueno. Cada ao, cuando los alumnos nuevos, los novatos, llenan las
aulas y los laboratorios de la sacrosanta facultad de Medicina, ese viejo cabrn y
muchos otros como l se relamen, babean por hacerse con una presa. Todas esas
insinuaciones que dejan caer en laboratorios y seminarios son el cebo para
novatos como yo, recin salidos del internado y sin blanca. Claro que estaba
dispuesto a hacerle un trabajito al viejo torpn. Ni siquiera me daba asco. Te
aseguro que en el colegio me quitaron el asco a golpes. Me golpearon, me
azotaron, me hicieron pajas y me zurraron en el trasero, ja, ja. As que dije que
s. Lo que quisiera, si me compraba un whisky como el que beba l. Uno bueno.
De malta puro. Nada de dinero, comprendes?, siempre he sido un manirroto
espantoso. La maldicin de la clase media alta. Cuando te acostumbras al
dinero, necesitas ms. Es un hecho elemental de la economa. Y yo siempre
pareca necesitar ms. As que empec a hacer que soltara la pasta. l y otros.
Nunca podamos vernos en casa de ninguno. Sus mujeres y sus hijos estaban
all. Y tampoco podamos encontrarnos en lugares pblicos.
As que, dnde acabas? Ligando con desconocidos en cines y parques
pblicos. Un juego peligroso. Es muy fcil equivocarse y acabar en una celda, o
muerto de una paliza en una cuneta. Pero adnde si no se puede ir, tarado?
Dnde puede uno encontrarse con sus semejantes y relacionarse segn sus
propios trminos? As que sa es la situacin, tal y como se da legtimamente
ahora. Y por legtimamente entiendo la forma en que se aplica la ley en esta
poca. Por m que se vayan a la mierda. No voy demasiado deprisa, verdad?
Bien. Bueno. As que ah estaba yo, sacando algunos pavos a esos viejos
colegiales en cines y parques, en cualquier sitio donde pudiramos estar diez
minutos a salvo de la pasma. Diez minutos, nada ms! El tiempo justo para
hacer el trabajo a mano, como si dijramos. Y a veces, cuando no tengo nada
mejor que hacer y hay cosas que empiezan a darme asco, como el afecto del
buen doctor, tengo que largarme y buscar a alguien que me guste. Debes
comprender, tarado, que ni siquiera yo tengo el corazn de piedra. A veces
pienso en mi padre y en cunto le gustara verme azotado por las calles y en
cmo pensara despus lo mucho que los golpes haban mejorado mi cara.
Cosas como esa son las que llevan a un hombre a empinar el codo, como se dice
corrientemente. Hay que darse a la botella! As que, cuando pensaba en esas
cosas, era refrescante ver a Carmen, sabes? A fin de cuentas, cualquiera habra

dicho que era, en fin, preciosa, no es cierto? No lo habras dicho incluso t,


Madden, con tu sexualidad dudosa?
Madden se sinti aguijoneado. No tena ni idea de qu quera decir Gaskell
con dudosa. Haba algunas cosas con las que le resultaba difcil
comprometerse, eso era todo.
Si t lo dices. Contina.
Yo habra dicho que era preciosa dijo Gaskell. De una belleza trgica
y sin mcula. Habra dicho que era extraordinaria. Y en muchos sentidos,
adems. Ya nadie habla de ella, verdad? Salvo para decir cmo muri. Eso
tambin me parece extraordinario. Me pregunt qu fue de ella despus de
morir. Ya no es Carmen, sabes? Ha dejado de ser lo que era hasta en las mentes
de aquellos que la conocieron. Salvo, quiz, para sus padres. Hasta a m me
cuesta recordar cmo era. Y no era perfecta. No era un ngel. Pero tena cosas
extraordinarias que ya nadie entender. En los aos venideros, la gente ver
fotografas de ese bello rostro suyo y le ser imposible imaginar que haya vivido
siquiera. As que...
Hizo una pausa para aspirar el humo de su cigarrillo.
Siempre me sorprende, cuando leo un libro o veo una pelcula, que
muera alguien. No puedo superarlo. Si es Anna Karenina, pienso en lo cruel que
fue Tlstoi. Si es L'Assomoir, culpo a Zola por la muerte de Gervais. No puedo
creer que lo haya hecho y lo odio por ello. Es extrao? Yo no creo que lo sea.
Pero no quiero que Carmen sea una obra de ficcin, del mismo modo que no
quiero que su aborto sea una ficcin, que no haya existido nunca en algn
sentido. Supongo que Carmen tuvo al menos dieciocho o diecienueve aos.
Imagino que se fue el tiempo que vivi, porque, claro, ya he olvidado cuntos
aos tena en realidad. Ya se est disolviendo y convirtindose en algo que
nunca fue.
Alguna vez te fijaste en sus encas, tarado? le pregunt Gaskell.
Madden sonri y dijo que s. Eran ms bien feas, supongo. Demasiado
grandes y anchas, y hacan que sus dientes parecieran muy pequeos. Era un
poco raro. Si no hubiera abierto nunca la boca para hablar, habra parecido una
diosa imposible. Su taln de Aquiles eran esas encas, s. Esas encas daban una
oportunidad a capullos como Dizzy. Hasta a idiotas como Fain! Esas encas la
hacan mortal y puede que incluso la mataran al final. Lo creo sinceramente. Te
parece raro, Hugh? A m no. Lo siento, me estoy yendo por las ramas...
Estabas hablando de buscar a alguien que te gustara.
S, eso era, no? Bueno, ella me gustaba, hasta cierto punto. Pero
sexualmente, en fin, ya sabes, no era lo mo. A veces, cuando miraba su cuerpo,
pensaba: Tal vez si... Pero nunca duraba. Era ms probable que hasta ese viejo
verde de Kincaid me gustara ms. Otro que iba en busca del amor18. Pero all
18

En espaol en el original. (N. de la T.)

abajo, en Kelvin Way, yo a veces encontraba lo que iba buscando. De hecho lo


encontraba a menudo. No puedo negar que fuera excitante. Mucho, a veces.
Revolcarse entre los arbustos con camioneros, qu puede haber mejor, eh? As
que iba all despus de trabajarme un poco los cines. Iba a despejarme la cabeza.
Bueno, pues baj all esa noche. Carmen y yo no nos hablbamos y me
preocupaba lo que pudiera hacer Dizzy. Me preocupaba lo que pudiera hacer
ella, lo que poda ocurrir. Lo ltimo que me haca falta era que me echaran de
otro departamento por mala conducta. Sal de la universidad y me di una vuelta
por ah, a ver si ligaba con alguien. Por qu no?, pens. No haba gente,
estaba lloviendo, pero no mucho. Y, de todos modos, por qu iba a acobardarse
nadie por la lluvia, eh, Madden?
Gaskell le gui un ojo con coquetera, pero Madden no respondi.
Quiero decir que, cuando uno lleva algn tiempo de sequa, es probable
que un poco de humedad siente bien, no?
Madden no dijo nada y, tras volver a encender su pitillo liado, Gaskell habl
de nuevo.
El caso es que la lluvia iba y vena y yo no tena muchas esperanzas de
encontrar a alguien all abajo. Dej Kelvin Way y baj hacia el ro. Solo
caminaba y procuraba despejarme. Como te deca, estaba preocupado.
Preocupado por Carmen y por lo que pudiera hacer o decir. Era una noche fra
y hmeda. Y oscura, tambin. Crees que quiz quera alejarme de la gente y
que me encontr con ella all para poder matarla? Bueno, en este caso los hechos
son muchos ms sencillos... si es que puede decirse as. Yo quera encontrarme
con alguien primero. Quera compaa. Puedes elegir el eufemismo que quieras,
Hugh. La verdad es que deseaba la compaa furtiva de mis semejantes en la
hmeda intimidad de la maleza. Kincaid lo habra expresado as.
A Madden no le agradaba el tono sarcstico de Gaskell, ni las insinuaciones
que ocultaba, pero permaneci sentado sin moverse, con la botella a su lado.
Y, naturalmente, fue a Kincaid a quien me encontr all abajo. Qu mala
pata, eh? l tambin estaba buscando chicos. Normalmente no habra ido a ese
sitio, tan cerca de la universidad y todo eso. Me haba echado de menos en el
cine, dijo. Quera verme, dijo, as que se arriesg a bajar. Otro eufemismo, Hugh.
Por si acaso no lo pillas. Nos encontramos, buscamos compaa, nos vemos...
Todo eso no son ms que eufemismos de lo inefable, de lo prohibido. No tienes
ni idea de lo que es la vida vivida como una estrategia de evasin, verdad,
Madden? En absoluto.
Madden, sin embargo, entenda cmo era aquella vida. Todo cuanto haba
hecho, o dicho, a lo largo de su vida era una evasin de una u otra clase. Se
limpi de la cara una gota cada del techo. Se haba estrellado contra su frente,
fra y dura como un hecho.
Contina dijo. Cuntame lo dems.
Claro que te lo voy a contar dijo Gaskell mientras apagaba su pitillo en

el suelo. No tenemos secretos el uno para el otro, verdad? Aunque, cmo


sabes que te estoy diciendo la verdad? Cmo sabes que no te estoy contando
medias verdades, que no me dejo nada en el tintero, que no te cuento cosas que
quiero que creas porque me conviene?
Porque los amigos no se hacen esas cosas los unos a los otros contest
Madden. Y porque te partir la cara con esta botella si creo que me ests
mintiendo.
Gaskell asinti con la cabeza.
S, eres capaz de hacerlo, verdad? Haras lo que fuera necesario.
Mataras, no es cierto? Y luego... Gaskell chasque los dedos. Olvidaras
que ha ocurrido! Eso es muy conveniente, tengo que decrtelo. Y yo que pensaba
que eras tan desvalido, tan... en fin, perdname por decirlo, pero estamos
hablando con franqueza no?, tan incapaz.
Madden sinti que los msculos de su mandbula se tensaban ante aquel
desprecio y se inclin hacia delante sobre la cama.
Pero yo no tena mvil dijo. No tena mvil para hacer una cosa as.
Gaskell solt un bufido.
Mvil? dijo. Para qu necesita un mvil un loco? Seamos sinceros,
en todas partes desaparece gente cada da. Cada minuto que pasa, en todo el
mundo, hay alguien que apuala, dispara, envenena y mata a otro. Cules son
sus mviles? Mvil es una palabra sacada de una mala historia de detectives.
Un mvil supone celos, o codicia, o el hecho de que no te guste el color de la
corbata de otro. Un mvil implica una razn. Pero los locos no necesitan
razones. Lo que distingue a locos y lunticos es que son, por naturaleza,
irracionales.
Madden senta calor, tena los labios secos.
Yo no estoy loco dijo. No estoy loco.
Quieres decir que no ests tan loco, no? Si es as, por qu esa noche te
encontr delirando, sin un zapato y farfullando no s qu sandeces sobre la
tinta? No es as como se comporta un loco?
No estaba bien dijo Madden. Estaba enfermo.
Ah, s, estabas indispuesto. Enfermo. Ms eufemismos, ms evasivas. No
es enfermo otro modo de decir desequilibrado o inestable? No es
enfermo un eufemismo de un eufemismo?
Dime qu pas dijo Madden. Cuntame toda tu historia.
Es mi historia, tarado? Crea que era la tuya la que queras or.
Madden recorri el corto espacio que los separaba y lo golpe
violentamente en la sien con la botella. Le sorprendi que no se rompiera.
Gaskell se llev las manos a la cabeza en un gesto reflejo y las dej
suspendidas, sin tocar el lugar donde haba recibido el golpe, como si esperara a
recoger sus sesos al caer desde su crneo.
Madden volvi a sentarse y esper. Envidia, celos. Cosas que haba sentido.

Palabras estrechamente emparentadas, unidas en cierto modo. Eufemismos.


Evasivas. Sus manos temblaban. Era inaceptable y jams lo reconocera, nunca
actuara en consecuencia. Lo saban todos menos l? Su madre deba saberlo. Y
luego estaba su padre.
Incluso Rose. Era como si hubiera otra parte de l clara y visible a ojos del
mundo entero, una parte que le causaba horror y repugnancia, hasta tal punto
que incluso en ese momento saba que su conciencia ni siquiera la aceptara
como posibilidad. Durante un instante vio su cuarto, el mismo que haba
ocupado desde que tena uso de razn. Durante un instante, sinti la
constriccin en su garganta, el fondo de sus ojos, la luz que los dejaba, la luz
estrangulada, su forcejeo intil, su cuerpo que se disolva en la nada, la luz que
se apagaba. Se haba sentido morir. No haba nada, ni olvido, ni conciencia, ni
otra luz. Ningn estado que tuviera nombre, ninguna Gracia. No haba palabras
para ello, ni haba nombre que pudiera escribirse que lograra hacerlo suyo.
Intent recordar por qu. Naturalmente, ya lo saba. El mareo le haca
sudar. Se enjugaba la sien con el brazo, respiraba a duras penas por la nariz,
temiendo que, si abra la boca, saliera de ella un grito que no acabara nunca, un
lamento tan intenso que lo borrara todo.
Se levant, se acerc a Gaskell y le propin una fuerte patada en las
costillas. Gaskell profiri poco ms que un gruido al recibir el golpe. Apenas
pareca consciente. Madden volvi a golpearlo con ms fuerza.
Gaskell levant la cabeza, sus ojos se desatornillaron despacio. Uno se abri
y mir a Madden vidriosamente. Sobre el otro, todava cerrado, haba una
hinchazn prpura. Se ri y de sus labios brot sangre.
Dime qu pas sise Madden. Le dio otra patada. Era aquel el acto de
alguien a quien ya no reconoca. Se observaba actuar y vea un ser en posesin
de su apariencia, pero que no era ya l, no era un solo ser sino una quimera, dos
criaturas uncidas en una misma yunta por la violencia, una metfora para un
hombre que no exista.
Gaskell levant la cabeza y abri el otro ojo. Ya casi no pareca tener miedo.
Decirte qu ocurri dijo. S, te lo dir.
Era insoportable para Madden, aquella espera, pero se oblig a adoptar una
actitud mental que lo hiciera posible.
Tmate el tiempo que te haga falta dijo. Pens vagamente en lo mucho
que se pareca a su padre al hablar.
Te lo dir repiti Gaskell, y se llev una mano trmula a la hinchazn
de su cabeza, que creca rpidamente. Pero ya lo sabes. Le sonri con la
boca llena de dientes rotos. Sus ojos, de algn modo, no parecan estar all. Su
cabeza se meca, y cada respiracin pareca costarle extraordinario esfuerzo.
No somos tan distintos, t y yo dijo. Nada distintos, en realidad. Ja.
Pero t eso ya lo sabas, no? Siempre lo has sabido. Y nunca lo has sabido. Y
esa chica...

Rose dijo Madden. Se llama Rose.


S, Rose dijo Gaskell, de cuyo labio inferior caa un largo hilo de saliva
sanguinolenta. Ella tambin lo sabe. Pero es como t. Nunca lo reconocer.
Igual que Maisie Kincaid. Lo sabe, pero no lo acepta. Las dos lucharn siempre
y, al final, esa lucha ser su perdicin.
Madden tena necesidad de orselo decir a su amigo en voz alta. Luego, l
tambin lo sabra. Su respiracin daba saltos y lata errticamente.
Luchar contra qu? gimi el otro ser, y volvi a golpear la cabeza de
Gaskell con la botella. Gaskell profiri un gemido bajo, pero no se movi, ni se
sobresalt. Su cabeza oscilaba.
Los semejantes se buscan entre s dijo. Levant la cabeza y fij en l un
ojo azul y brumoso.
A Madden comenzaba a dolerle la cabeza. La hormona ACTH, se dijo,
solamente una droga para drogar la droga que se haba desatado ya en sus
pensamientos, un miedo y un asco que se dejaban llevar entre s. Dio otra
patada a Gaskell en las costillas y, esta vez, Gaskell grit. Su camisa y sus
solapas estaban cubiertas de sangre.
Yo la vi dijo Gaskell pasado un tiempo. Su voz era ronca y apenas se
oa. Sus ojos se abran y se cerraban, a veces durante largos intervalos, y su boca
colgaba, abierta.
Madden segua esperando, pero en realidad no estaba ya all.
Retroceda el tiempo. Su padre estaba encima de l, lo aplastaba. Su padre
estaba tras l, ahogndolo. Madden oa el sonido de su cinturn cuando se lo
desabrochaba y luego un bufido, y palabras en voz baja. Y luego el dolor. El
dolor era silenciado. Era estrangulado hasta el silencio por una almohada, o una
mano, o el cinturn de su padre, o su peso insoportable que le aplastaba los
pulmones. Mientras tanto, la voz gruona que deca que se estuviera quieto,
que se callara, que no se moviera, que no hablara. Chist. Silencio. Calla. La luz
de su cabeza desapareca, todo se apagaba. Y luego haba otro silencio. Y,
cuando despertaba, haba otro silencio distinto del anterior, y ya no recordaba
exactamente qu haba pasado. Estaba solo, era un solitario. Culpa tuya, deca
la voz. Culpa tuya.
No haba visto a Kincaid. Haba seguido a Carmen como haba hecho desde
que la vio por primera vez tomar el sendero desde la puerta de Kirklee, con
Gaskell. Pero esta vez iba sola y dentro de l haba algo y ese algo encajaba en
un espacio negativo. Haba sido otra tarde muerta, la de aquel da. Todo en ella
estaba muerto. Pero luego haba seguido a Carmen y ahora ella tambin estaba
muerta. No era el mismo despus de que empezara la lluvia. Carmen, que se
alejaba de l. Incluso entonces se haba negado a admitirlo. No permitira
(conscientemente) que aquello se manifestara. Cmo lo haba llamado Gaskell?
Su verdadera naturaleza, su naturaleza desviada. Todos los celos y las
humillaciones que haba sentido. Se haba esforzado tanto, adems. Haba

credo llevar la invisibilidad a su perfeccin. Eso haba credo. Y luego haba


conocido a Gaskell en el baile y haba perdido parte de s mismo por culpa suya.
Luego Gaskell fue alejado de su lado y l se encontr perdido, completa e
irremediablemente perdido. No haba vuelta atrs a la vista, y volva a tener
aquellos lapsos, aquellos momentos que se esfumaban. El pasado, el futuro. El
presente. Dnde estaban las fracturas? Dnde estaban las junturas que volvan
a unir todo? Ja. Se rea en silencio para sus adentros, los ojos fijos en la cabeza
ensangrentada de Gaskell. Por qu no le haba correspondido?, quera saber.
Por qu no?
Porque eres un monstruo, se dijo. Los monstruos son por naturaleza imposibles de
amar.
Tus pensamientos ya son legin. Tus pensamientos son ya epidmicos. Tus
pensamientos son una enfermedad para la que no hay cura, ni salvaguarda. Los
pensamientos que conoces y los que no conoces. Bscate a ti mismo. Tus
pensamientos se vuelven reales mientras ests aqu sentado, dudando de ellos,
entre la sangre de otros hombres. Ya lo has escrito.
Gaskell respiraba suavemente, como un beb dormido, un sonido como el
estallido de una burbuja de saliva, un ligero pop. Madden saba ahora que haba
seguido antes a Gaskell hasta las orillas del Kelvin. Haba llevado a Rose al Ro
Locarno (sin reconocrselo a s mismo) como si caminara sonmbulo hacia l.
All adonde iba (ahora lo vea claramente) llevaba su cacera. En busca de
Gaskell y luego en busca de Carmen, porque ella le haba quitado a Gaskell y
porque la odiaba.
Haba seguido a Carmen esa noche, en medio de la llovizna, y la haba
encontrado esperando a Gaskell junto al puente. Ella se haba dado cuenta de
que alguien la segua y lo haba esperado con el paraguas cerrado y empuado
como un arma. Al reconocerlo, resopl.
Ah, tarado dijo, solo eres t.
Y entonces se abalanz sobre ella y ella intent gritar. La arrastr hacia los
matorrales (el suelo mojado y la muerte), se acordaba, se acordaba de todo. Su
otro yo intentaba demostrar que era un hombre, un hombre de verdad, y no
poda, no era capaz de hacrselo a ella. Estaba avergonzado.
Y ella se quedaba sencillamente all tumbada, sin moverse, callada, como
una cosa que esperara la muerte. Bueno. As sea. l le dara muerte. Sera una
buena muerte. Ella no se resisti, ni siquiera cuando le dio la vuelta y se puso
tras ella, ni siquiera cuando le rode la garganta con el brazo izquierdo y lo
trab con el otro por detrs, una tcnica con la que estaba familiarizado desde la
infancia. No era acaso el nio de pap? Solo entonces, cuando la mano de ella
alete a su lado, se excit y la penetr (ella ni siquiera gimi) y comenz a
golpear, y a asfixiarla y a empujar y...
Todo acab. Se arrodill jadeando en el barro, empapado hasta los huesos,
y empez a temblar. Su otro yo se subi los pantalones y se qued mirando

pasmado la cosa que yaca boca abajo sobre la tierra. Nadie haba visto nada.
All no haba nadie. O eso haba credo l.
Carmen Alexander yaca inmvil.
Y entonces ya no se acord. Pasaron minutos o quiz segundos.
No saba nada del encuentro de Gaskell con Kincaid all abajo. Haba visto
algo el viejo? Guardaba silencio para salvar el pellejo? Madden se acerc a
Gaskell. Le abofete con fuerza la cara y volvi a abofetearlo al ver que no
reaccionaba. Gaskell levant la cabeza lentamente.
Solo estaba ganando tiempo dijo despacio con la voz sofocada por la
sangre. Tena miedo. Qu ms quieres de m? Sollozaba ahora, incapaz de
mirar a Madden.
Madden dijo:
Por qu?
Ya te lo he dicho. Tena miedo de lo que ella pudiera hacer... y luego la
encontr muerta. Me entr el pnico. Yo haba estado all otras veces,
recuerdas? La gente, los hombres, conocan mi cara.
Con quin estabas?
Con... uno. Con nadie.
Con Kincaid?
Eso fue antes. l tena miedo de que lo vieran, as que lo hicimos deprisa
y se fue. Haba tambin otro hombre. Ya lo haba visto antes. Saba que no
tendra ningn problema en denunciarme. Kincaid no me preocupa. Sonri
suavemente. Kincaid no permitira que nada se interpusiera entre su trabajo y
l. Para l, los muertos no son ms que muertos. Aunque sepa algo de cmo
murieron. Pero parte de razn tiene, no crees? Qu sentido tiene preocuparse
por cmo murieron? A ellos no les sirve de nada.
Madden respiraba acompasadamente. An sostena la botella en la mano.
Pero no me viste all, verdad? Cmo sabas que tena algo que ver con
ella?
Con quin? Ah, con Carmen. Lo siento, me duele un poco la cabeza,
tarado.
Madden le dio una patada en las costillas y Gaskell cay de lado y llor en
voz baja.
Te he dicho que no me llames as.
Por favor, no me hagas ms dao... suplic Gaskell.
Est bien dijo Madden. Dejar de hacerte dao cuando me digas
cmo sabas que fui yo.
El rostro de Gaskell palideci.
No sabas que era yo? pregunt Madden. No me viste?
Vi el cuerpo. La vi a ella. Fui yo quien llam a la polica. El zapato lo
encontr despus. Obviamente, no llevaba tu nombre. Dijiste que habas
perdido all el zapato cuando estabas delirando. Fui a ver si poda encontrarlo.

Lo hice por ti!


Entonces, por qu se lo has dicho a la polica?
Ya te lo he dicho. Para ganar tiempo. Por m.
No han vuelto a por ti an?
Gaskell escupi sangre en el suelo.
No, todava no.
Madden se levant, la botella lista en la mano. Gaskell empez a suplicar.
No se lo dir a nadie, Hugh deca. No saba que estabas all. Crea
que ibas a buscar chicos, como yo, como Kincaid. Pensaba que por eso habas
estado all la noche que perdiste el zapato. Eso no se lo dira a nadie... cmo iba
a hacerlo? Somos amigos.
Madden sacuda la cabeza.
Los amigos no se denuncian entre s a la polica. Levant la botella.
Por favor, Hugh, no lo hagas... Lo siento, lo siento, lo siento.
Madden volvi a golpearse la palma de la mano con la botella.
No, no, no, no, por favor, tarado, por favor, no lo hagas, por favor, no se lo
dir a nadie, tarado, por favor...
No me llames as dijo Madden. No me gusta.
La cara de Gaskell era una mscara de miedo, de estulticia y abyeccin.
Madden sinti asco. Aquella cara no era ni remotamente humana. Golpe a
Gaskell con la botella lo ms fuerte que pudo: hizo un ruido fro y sordo, como
un entrechocar de huesos. De pronto, Gaskell se puso de rodillas e intent
agarrarlo. Madden lo golpe de nuevo y Gaskell cay de espaldas, con la panza
al descubierto, como un perro. Se retorca en el suelo, miraba hacia arriba con
lascivia, sacaba la lengua por entre los dientes y la agitaba obscenamente.
Madden le dio una patada bajo la mandbula y su amigo gru, ensangrentado,
y su lengua se parti limpiamente y resbal por su cuello hasta el suelo. Se oy
un ruido extrao, como un chillido bajo y desesperado, y Gaskell volvi a
ponerse de rodillas, ech mano del trozo de lengua e intent agarrarlo. El trozo
de carne sanguinolenta se haba curvado, llevado por una especie de reflejo:
Madden haba odo hablar de aquel fenmeno, pero nunca lo haba
presenciado, salvo en las colas cortadas de las lagartijas. Estaba absorto mientras
Gaskell intentaba en vano coger el trozo de lengua. Luego volvi en s y el otro
Madden golpe el crneo de Gaskell con la botella. Gaskell cay de bruces y
qued completamente inmvil.
Madden se inclin y toc su cuello para buscarle el pulso. Tena an, pero
leve. Se sent en la cama y se sacudi distradamente la chaqueta. Luego se
agach, arrastr a Gaskell por las axilas hasta dejarlo sentado y lo sostuvo
derecho sirvindose de las rodillas. No haba casi sangre en las heridas que le
haba hecho con la botella de whisky, solo un montn de moratones y bultos
violceos. Los tena por toda la cabeza. Madden se pregunt cuntas veces lo
haba golpeado su otro yo, pero no se acordaba. Ya no importaba.

Le limpi la sangre de la cara con su propio pauelo y luego se lo meti en


la boca.
Gaskell miraba hacia otro lado. Madden le rode el cuello con el brazo
izquierdo y lo cruz sobre su trquea. Luego enlaz con la mano el hueco de su
codo derecho. Bes suavemente la coronilla del pelo enmaraado y largo de
Gaskell, que ola a humo de cigarrillos.
Adis, Gaskell dijo. Adis, amigo.
Coloc la palma de la mano derecha contra su crneo y empez a apretar.
Mantuvo la llave bien trabada por espacio de diez o quince minutos, hasta que,
a pesar de su excitacin, no pudo seguir. Aguant la llave mucho ms tiempo
del necesario para que se produjera la muerte cerebral. Gaskell no mostr
reaccin alguna, salvo una aspereza repentina de la respiracin y luego, tras el
primer minuto, una especie de oclusin glotal definitiva.
Madden dej caer su cuerpo y se ech de espaldas sobre la cama. Respiraba
trabajosamente. Quiz incluso se quedara dormido unos instantes. Pasado un
rato, empez a cobrar conciencia de dnde estaba. Se incorpor lentamente.
Gaskell haba cado de lado, de espaldas a l, y Madden le clav el dedo en el
hombro con cautela un par de veces. Gaskell no se mova. Un nuevo hormigueo
de excitacin, una nusea suave y una sensacin de pnico comenzaban a
apoderarse de Madden. La sangre zumbaba en sus venas. Se levant y se
sacudi el polvo, consciente de su dolorosa ereccin. Se pregunt
distradamente qu estara haciendo Rose en ese momento. Decidi hacerle una
visita.

13

Pas mucho tiempo antes de que se descubriera el cuerpo de Owen Gaskell. Y,


entretanto, algo se haba escabullido de algn lugar al fondo de su mente y se
haba puesto en marcha. Ahora esperaba que aquella cosa le diera alcance y le
pusiera la soga al cuello.
Durante aquella poca, esperaba con expectacin la llamada a la puerta y
escuchaba constantemente voces que le susurraban al odo. Segua con sus
estudios, con sus trabajos de clase, con los espacios en blanco de los que se
compona el da. Y era siempre el mismo da que empezaba una y otra vez.
Nunca volvi al piso de la calle Wilton. Estaba el horror perpetuo a ser
descubierto, pero era un horror a verse expuesto pblicamente como lo que era,
fuera ello lo que fuese. No soportaba esa posibilidad. Se hallaba en una especie
de limbo. Era imposible, lo saba, escurrir el bulto despus de lo que haba
hecho. Lo recordaba muy claramente, con detalle infinitesimal, y apacentaba su
mente con los pormenores, repasaba las peculiaridades de lo ocurrido, buscaba
su razn y su sinrazn. Sin embargo, todo formaba una amalgama; no haba
forma de separar una cosa de otra. As que se quedaba en su habitacin y
llenaba de garabatos sus papeles, iba a clase y esperaba. Asista a seminarios y
evitaba la mirada de Kincaid, convencido de que el buen doctor tambin evitaba
la suya. Se distraa con los que quedaban, los Dizzy y los Hector y los Aduman.
Hector Fain tena ahora una novia. Una chica ms bien rubicunda que
guardaba un vago parecido con Carmen en todos los aspectos, excepto en el
hecho de que era (cmo no) indeciblemente adocenada e insulsa. Y, para colmo,
demasiado delgada. Madden imaginaba que se partira en dos cuando Hector
(un tipo recio, una especie de pala de cricket con gafas cuya cabeza en forma de
bloque apenas le llegaba a ella al pecho plano) se subiera sobre ella con sus
calzoncillos mugrientos. Una imagen espeluznante.
Luego estaba tambin el pobre y solitario Dizzy, que pareca no estar ya casi
all. La pena haba desmedrado su apariencia de chico de catlogo, lo aplastaba
hasta tal punto que costaba reconocer en l al hombre, o al chico, que haba sido

antes. Era la suya, adems, una pena culpable que pareca no inspirar piedad.
Todo el mundo lo evitaba. Hasta el propio Madden lo ignoraba, a pesar de las
miradas implorantes que Dizzy le lanzaba a veces, unas miradas dolorosas y
largas, como si quisiera desesperadamente hacerle ver que exista. Hizo a
Madden algn comentario acerca de unos trabajos que quera que
intercambiaran para revisarlos mutuamente. Madden acept. Su propio vaco
facilit la transaccin. Cogi el trabajo que Dizzy le lanz y prometi darle ms
tarde el que le haba pedido. Pero, naturalmente, no lo hizo.
Hasta el mote pareca haberse desprendido de l con un ruido metlico.
Nadie lo llamaba ya Dizzy. Era simplemente l o su ex novio, o bien se
vea de cuando en cuando elevado, como por azar y de manera inconexa, a ser
de nuevo Newlands. Costaba imaginar que pudiera haber sobre la faz de la
tierra alguien menos parecido a un trombonista de jazz (o era un trompetista?).
Haba llegado a encarnar un atolondramiento de ndole completamente distinta,
ms parecido a un lamento desgarrado que a una nota aguda y desafiante.
Aduman segua como siempre: Madden saba tan poco de l como antes, si
se exceptuaba el hecho de que la bufanda que arrastraba estaba an ms sucia y
desgastada casi hasta la transparencia. Era dudoso que aquella bufanda pudiera
procurar alguna defensa contra el fro y, dado que pareca llover casi todo el
tiempo, serva ms bien como esponja. Posiblemente, dedujo Madden, sa era
su finalidad. Con tiempo fro y seco resultaba intil, pero, con humedad y bien
liada alrededor del frgil cuello de su dueo, quiz procurara una especie de
calor de segunda mano.
Madden empujaba hacia delante sus pensamientos: tenan que seguir
movindose o quedaran embarrancados, como ramas muertas separadas del
flujo de la corriente del ro. El estancamiento lo molestaba.
Le era imposible estarse quieto un solo momento. Se quedaba parado,
callado y abstrado en el cuarto fro de la funeraria Caldwell; luego, de pronto,
su mente se vea empujada a un movimiento terrible y desesperado. En la
habitacin en la que viva de alquiler, annimo y solo, lejos de las calles
Shakespeare y Wilton, se quedaba mirando sus manos, los zapatos de sus pies,
un rincn, nada. O pona a calentar la tetera y era incapaz de esperar a que el
agua acabara de hervir y verta la mitad del agua y volva a poner la tetera en el
infiernillo.

Preocupado, no, seor Madden? le dijo el buen doctor un da, despus de


un seminario. Madden no dijo nada. El doctor lo observ, pero Madden tena
claro lo que esperaba que dijera. Su mirada era la de un hombre que evaluaba la
situacin, una mirada de sospecha que no comprenda con claridad qu era lo
que sospechaba. Preocupado, no?
No, seor contest Madden, y luego se corrigi. No, doctor.

Kincaid pas los dedos por el vello de encima de su labio superior.


No quiero ponerle una mala nota por este... esfuerzo, seor Madden, pero
no puedo evitar tener la impresin de que le pasa a usted algo. Me equivoco?
Madden se senta desgajado de la situacin, como si pudiera ponerse de pie
y orinar en un rincn sin que ello surtiera ms efecto que si abra la boca.
Me temo que trabajos como ste no son los que solemos esperar de usted
prosigui Kincaid. Llevaba una especie de boina de terciopelo y fumaba una
pipa. Se haba puesto tambin una pajarita de terciopelo a juego con la boina.
Las dos cosas de color verde lima. Qu empaque el de aquel hombre. Tena un
aspecto completamente ridculo. Habra parecido un patn aunque hubiera
enseado Bellas Artes en la escuela de Garnethill. Era totalmente propio de l el
no ser consciente de haber cometido tal patinazo indumentario. Esto no es
ms que un montn de tinta sobre papel. Su trabajo parece estar decayendo,
muchacho. Qu dice a eso?
Madden se encogi de hombros y mir por la ventana, ms all del hombro
de Kincaid. Otro da gris, una llovizna constante que repiqueteaba en los
canalones del torren recubierto de pizarra de fuera del despacho. Se
preguntaba qu guardaban all. Quiz el buen gusto del doctor, o alguna otra
manifestacin de su psique encerrada en un armario.
Bueno, ltimamente me cuesta un poco dormir dijo dbilmente.
Problemas de insomnio, dice? Una cuestin peliaguda, esa. Tiene que
solucionarlo enseguida, se lo digo yo. S. Cuanto antes, mejor. A menos que
quiera repetir todo el curso desde el principio. Le sugiero que, sea lo que sea lo
que le preocupa, bien la falta de sueo, bien cualquier otro asunto, se haga con
ello inmediatamente, de acuerdo? Antes de que caiga usted ms an en
desgracia.
Madden asinti con la cabeza y se levant para irse, cogi el trabajo que
Kincaid blanda por encima de la mesa y lo cambi por otro en el que haba
estado trabajando la semana anterior. No se molest en mirar la nota escrita al
margen. Daba por sentado que, como ocurra ltimamente, rondara el cinco.
Kincaid resopl.
Por cierto dijo mientras mantena fija en Madden una mirada
calculada, como si lo desafiara a hacer algo al respecto, ha visto ltimamente
el pelo al seor Gaskell? Hace tiempo que no viene, verdad? S que es usted
su... amigo. Por eso se lo pregunto.
Madden permaneci callado y sacudi la cabeza.
Est seguro? Lo echamos de menos. No lo vemos ni en las clases ni en
los seminarios desde hace bastante tiempo. No. Es solo que no... el doctor baj
la mirada... lo vemos.
Madden estaba a punto de decir algo, pero en ese momento fueron
interrumpidos por una llamada impetuosa a la puerta.
Kincaid mir la puerta con irritacin y bram:

Espere fuera! Enseguida estoy con usted.


Madden hizo una mueca. Kincaid tosi y escupi en el lavabo un grueso
pegote de algo marrn. Le hizo un gesto agitando la mano mientras se limpiaba
la boca con un pauelo de aspecto extraamente desaseado, un pauelo
cuadrado y antao blanco, ahora ms bien de color amarillento.
La puerta se abri indecisamente con un chirrido y por ella asom una
barbilla marcada con una cicatriz que Madden conoca bien. La gorra, que el
polica se haba quitado, haba dejado al descubierto su cabello engominado,
negro, lustroso y de impdica abundancia, provisto de un lametazo de vaca por
delante.
Lo siento, pero esto no puede esperar, seor Kincaid dijo el de la
barbilla. Permaneca en la puerta. Madden pens que era extrao que, siendo
tan bajo, pudiera impedir el paso de la luz tenue del pasillo, y entonces se dio
cuenta de que el alto estaba all tambin, empequeecindolo desde atrs.
Ah dijo Kincaid con un ligero temblor en la voz, ser mejor que
pasen. Traen noticias sobre el caso Alessandro, supongo. Y es doctor Kincaid,
por cierto.
Madden segua all parado con la boca ligeramente abierta, consciente de
que, si no pareca culpable, deba de parecer al menos un imbcil.
Imagino que ya conocen al seor Madden.
El polica de la cicatriz en la barbilla mir a Madden e inclin luego la
cabeza en un saludo al que l tard un poco en responder. El comportamiento
del cabello del agente, parecido al relleno de un silln, no obedeca a ninguna
ley terrenal: la gomina, independientemente de la liberalidad con que se la
aplicara, no consegua mantenerlo fijado por entero a la cubierta sea de su
crneo. Era tan abundante y elstico como brillante, y Madden saba (estaba
convencido de ello) que aquel hombre era particularmente susceptible al
respecto. Fij la mirada en el pelo.
Alice qu? dijo el oficial. No, no hemos venido por ninguna Alice.
Hemos venido por... cmo se llama, grandulln?
El agente ms alto se adelant y sac una libreta. Se haba quitado la gorra
y tuvo que inclinarse ligeramente para pasar bajo el marco de la puerta. Una vez
dentro, se irgui en toda su estatura y abomb un pecho prodigioso. Levant la
libreta y fue pasando las hojas con gran alarde.
Me refera a la chica muerta. Carmen Alexander.
Ah, esa Alice. Por qu no lo ha dicho antes, profesor? dijo el de la
cicatriz, no sin un asomo de agresividad en la voz.
S, aqu est dijo el ms grande de los dos. Hizo una pausa, mir a
Madden y a Kincaid y luego carraspe de modo impresionante. Madden segua
concentrado en el pelo. Nos hallamos frente al descubrimiento de una
persona o personas fallecidas...
Solo hay una persona terci, irritado, el agente de la barbilla marcada

. Deja de copiar de mis notas.


El grandulln arrug el ceo sin levantar la vista.
Frente al descubrimiento de una persona fallecida de la que se cree era
Owen Gaskell, penltimamente alumno de esta institucin.
Cerr la libreta y se la guard en el bolsillo. Madden se pregunt si no
habra sido ms apropiado decir ltimamente. Pobre Gaskell.
Kincaid haba recuperado el control de su voz. La velocidad con que se
adue de la situacin resultaba muy hbil.
Owen Gaskell, dice usted. Vaya. Santo cielo. Me dejan de una pieza. Esto
es una verdadera sorpresa. Y dgame, agente, es usted libre de decirnos qu le
aconteci?
Su voz no dejaba traslucir preocupacin, sino solo su acostumbrada
curiosidad acadmica.
El agente ms alto pareci incmodo y se removi dentro de su uniforme.
Pareca intentar rascarse un picor sin usar las manos. El ms bajito, el de la
cicatriz, se enjug la frente con la gorra en la mano.
Acontecerle? No le aconteci nada dijo. Lo que le aconteci es que
alguien le revent los putos sesos. Estamos? El agente pareca sudar un poco:
Madden se convenci de que era su mirada la que haba logrado tal cosa.
Kincaid mascull algo acerca de que no quera crispar los nervios a los
esbirros de la justicia, pero calcul mal el efecto de su tono sobre los dos
hombres y comenz a retractarse desesperadamente de lo que el polica ms
bajito pareci tomarse como un insulto.
Nada de eso, agente. Solo pretenda quitar hierro al asunto.
El de la cicatriz sealaba a Kincaid con el dedo y su cmplice lo refrenaba
agarrndolo estratgicamente del hombro. Madden comenz a preguntarse si
no habra malinterpretado por completo la situacin: quiz el jefe fuera el ms
alto. Quiz estuviera mirando el pelo equivocado.
Quitarle hierro? Y qu ms? Escuche, profesor, esto es muy serio.
Entendido? Nosotros hacemos las preguntas y usted nos da las respuestas.
Respuestas directas, cojones! Que no est hablando con un par de bolas de
billar! A la vuelta de la esquina hay un to con la cabeza machacada. Y
estrangulado, adems. Y le falta casi toda la lengua! Era una de sus putas
mascotas, verdad?
Kincaid estaba alterado, se quit la ridcula boina y la us para enjugarse la
frente.
Tartamude ligeramente, comenz a decir algo y se detuvo.
Ya. Davie, los detalles principales, si eres tan amable. El agente escupi
esto ltimo en tono sarcstico, parodiando a Kincaid.
El grandulln abri otra vez la libreta y se ech hacia atrs la gorra.
Owen Gaskell dijo, heridas en la mollera, los riones y las costillas.
Dos rotas. Um, la cabeza aplastada con un objeto romo. Varios dientes rotos, la

nariz rota, un pmulo fracturado, el orbital roto y, si hubiera vivido, habra


necesitado varios puntos en un corte que tena entre la ceja y la nariz. Y adems
fue ahogado. La cosa no es muy agradable.
Asfixiado puntualiz el de las cicatrices mientras asenta
enrgicamente con la cabeza. Tena los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre
el pecho, como si escuchara la recitacin de un poema. Alguien deba de
tenerle mucha mana a ese chico.
Ah dijo Kincaid, incorporndose en su silla, asfixiado. Como esa tal
Alexander. Carmen. Cundo ocurri eso?
De momento no lo sabemos. La casera fue a cobrarle el alquiler, pero l
no estaba en su habitacin. Estaba en la de al lado. Ella dice que se la alquil a
otro joven que pag una semana de alquiler y luego no volvi. Dice que le dan
escalofros solo de pensarlo: haber acogido a un asesino bajo su techo. Dice que
ese tipo le puso los pelos de punta. Pero en la primera ronda de identificacin
no reconoci a nadie. Es cegata como un murcilago. No sirvi de nada. As que
el chaval muerto tena que conocer al tipo que se lo carg. Creemos que el
muerto, Owen Gaskell, tena relaciones ntimas con la tal Alexander. As que ah
est el mvil.
Se haba calmado un poco y el alto apart la mano de su hombro y
comenz a asentir con la cabeza a todo lo que deca su amigo (eran amigos?).
El mvil? dijo Kincaid como si nunca hubiera odo pronunciar aquella
palabra. Siempre he pensado que los mviles eran cosa de novelas baratas.
Pudiera ser prosigui, sacudiendo la cabeza, y volvi a calarse la boina. No
puedo creer que alguien quisiera hacer dao a ese chico. S, era un muchacho
muy brillante. Podra haber llegado lejos. Sigui sacudiendo la cabeza.
S, bueno, ya no ir a ninguna parte contest el polica. En cuanto a
por qu queran cargrselo, puede que esa chica, la Alexander, tuviera algo que
ver con eso.
Madden contuvo el aliento. Se senta a punto de desmayarse.
Kincaid cogi su pipa y ech la ceniza en una taza que haba sobre la mesa.
Estaba otra vez mirando a Madden fijamente.
Qu quieren decir?
Queremos decir dijo el ms alto que hemos detenido al principal
sospechoso. Barajamos un poco a los tipos de la ronda de reconocimiento,
dejamos que la vieja lo intentara unas cuantas veces ms. Lo identific despus
de un par de intentos. Creo que ese dato nos los saltaremos cuando tengamos
que testificar ante el tribunal, eh?
El agente de la barbilla marcada le dijo que cerrara el pico, cosa que el otro
hizo con una mirada de disculpa.
Lo que mi compaero quiere decir es que diremos la verdad en el estrado
de los testigos, naturalmente.
Kincaid asinti con la cabeza mientras fumaba su pipa.

Y cul es la verdad, si no les importa que se lo pregunte? dijo.


El agente de la cicatriz se rasc la coronilla e intent alisarse el pelo rebelde.
Lo ms probable es que lo hiciera su novio. Por celos, seguramente. La
chica haba abortado. As que ah lo tiene. Se carg a la chica por lo del aborto y
luego se carg a Gaskell porque crea que el nio era suyo y que se haban
librado de l. Caso cerrado.
Su ex novio? Se refieren a Newlands, ese muchacho de aspecto
inofensivo? Ese al que llaman Dizzy? Seguro que no. Kincaid volvi a
volcar su pipa y mir a Madden con indiferencia. La habitacin se iba
encogiendo a su alrededor, se oscureca. Se senta ahogado, asfixiado.
S, bueno, todos parecen inofensivos. Se lo vio discutiendo con Gaskell y
con la chica. Hay testigos que dicen que lo vieron pegar a Gaskell en el club de
alumnos. Menudo teatro ha montado! Tanto lamentarse y decir que la quera.
Nosotros creemos que fue l. Un psicpata, eso es lo que es.
Kincaid y los dos agentes sacudieron la cabeza en silencio. El sudor brotaba
en la piel de Madden. Se tambaleaba ligeramente.
No dijo, se equivocan. Se equivocan del todo. No pudo ser Dizzy. No
pudo ser l.
Te encuentras bien, hijo? oy decir a Kincaid. La habitacin se cerraba
alrededor de la cara del doctor, que echaba humo y fuego. Pareca un demonio.
Era un demonio. Bobadas. Un perfecto disparate. Madden no crea en
demonios. No haba ningn demonio. Se haban extinguido todos. La razn, la
Ilustracin, la economa, la medicina, la fsica, la Revolucin Industrial, todas
esas cosas haban provocado la extincin de los demonios. Los demonios
existan nicamente en pases extranjeros, entre los ignorantes y los salvajes. Y
sin embargo all haba uno, uno que exhalaba fuego a su lado. Y dos ms junto
a la puerta! Con rabos y caras rojas!
Solo caba hacer una cosa: la evidencia emprica zanjara la cuestin. Pidi
que todos se quitaran los zapatos y le ensearan los pies. Quera ver sus
pezuas.
Eh, ser mejor que tomes un trago de esto dijo el demonio que haba
ocupado el lugar de Kincaid. Sonrea y sacaba su lengua negra y curvada. De
ella sala humo. Madden tom la petaca de peltre y bebi de ella, pero no era
agua, era veneno, haba bebido veneno de la petaca. Enrosc el tapn y se
guard la petaca en el bolsillo.
Es un error dijo. Dizzy no ha matado a nadie. No pueden castigarlo.
Fui yo, yo lo hice. Yo la mat.
Los tres demonios menearon las cabezas. Se rean de l.
Pero qu tenemos aqu? Un criminal que confiesa? No dijo el
demonio de las cicatrices. Fue Newlands quien lo hizo. Pero usted nos
despist un poco, seor Madden. Pensamos que estaba implicado por ese
asunto del zapato. Pero cuando Gaskell nos ense dnde estaba el zapato..., en

fin, digamos que nos dio una idea de qu haca rondando por all. As que no
tenemos ms remedio que levantar las manos y decir que nos equivocamos de
hombre.
Pero fui yo, yo la mat dijo Madden.
Mira, hijo, sabemos a qu vais all continu el demonio con la cara
hinchada, a punto de reventar. Y, si no fuera por este asunto, caeramos sobre
ti como una tonelada de ladrillos. No voy a decirte lo que opino de los de tu
calaa, pero s te digo que es un puto delito y que, si por m fuera, os hara
azotar a todos. Suspir y se sec la frente, en cuyos frunces se haba
incrustado en negras arrugas la carbonilla.
El gran diablo rojo tambin ri.
ste no est bien de la azotea, eh? Tenemos a muchos como l en
jefatura. No pueden remediarlo, no pueden. Esta misma semana tuvimos una
mujercita que confes que haba sido ella. Lee el peridico, se planta all y
confiesa lo que haya ledo. Est completamente chiflada.
Les digo que fui yo dijo Madden. Le estallaba la cabeza. Fui yo!
Estrangul a la chica y golpe a Gaskell en la cabeza con una botella de whisky!
Por qu no me creen?
Los tres sacudan la cabeza.
Asmalo, seor Madden estaba diciendo Kincaid, usted tiene buena
mano con el escalpelo, pero no es un asesino. Valiente idea!
Mira, chaval dijo el demonio de la cicatriz, el caso est cerrado, fin de
la historia. Newlands es un tipo grandote, tena fuerza suficiente y un mvil. El
caso es que recibi entrenamiento militar y sabe un par de cosas sobre cmo
liquidar a alguien en un santiamn. Y eso fue lo que hizo con esos dos. No te
ofendas, pero has abierto alguna vez una lata de carne picada sin tener que
pedir ayuda a mam?
Madden les oa rerse, se rean de l. Y all estaba, dispuesto a hacerse
detener por el bien de la ciudadana. Lo ltimo que recordaba era que, antes de
desmayarse, quiso hacer una demostracin de la llave de estrangulamiento con
el diablo polica bajito. Pero para entonces ya se haba vuelto todo negro.

14

Cuatro noches antes de que Joe hijo prendiera fuego a la funeraria Caldwell,
aquella voz volvi a hablar a Madden mientras esperaba de nuevo que la polica
llamara a su puerta. Esta vez, le habl tan bajo que apenas pudo orla. Era poco
ms que un borboteo. Madden se esforz por distinguir las palabras que deca
la voz, pero eran muy tenues, tanto que era como si las oyera pronunciar desde
el fondo de un pozo. Estoy aqu, oy que deca la voz, todava estoy aqu.
No, deca la voz. No has estado escuchando. Hace mucho tiempo que no escuchas.
Ya no podemos dejar de hablar. Es lo nico que podemos hacer. Y seguiremos hablando y
hablando y hablando y hablando y ha...
Basta, dijo Madden. Cllate ya. Vulvete a dormir.
No podemos dormir. Estamos muertos. Los muertos no duermen ni despiertan. Los
muertos ni siquiera pueden ser. No son. No somos. No soy. Un da, muy pronto, t
tampoco sers. Entonces podrs decir lo que quieras. Nosotros estaremos escuchando.
Madden se despert. Estaba sentado en un silln y se le haba quedado el
cuello agarrotado. Todava sostena en la mano el vaso, pero se haba vertido en
el regazo lo que quedaba del whisky. Se limpi los pantalones con un pauelo de
papel que llevaba en el bolsillo y se levant. Vea entrar la luz de soslayo por el
borde de la cortina. Era por la maana.
Not que era an muy temprano. Unas nubes brillantes y doradas se
extendan como guirnaldas por el cielo. Mir su reloj y volvi a frotarse la nuca.
Las cinco de la maana. Las gaviotas volaban en crculos sobre los tejados de las
casas de vecinos. Invocaban entre chillidos la luz del da. Madden se pregunt
por qu los pjaros se despertaban siempre tan temprano. Qu esperaban con
tanta ilusin cada da? Seguramente ya deban de estar hartos de volar.
Gaviotas. Lo ms parecido a querubines que tendra aquella ciudad ese da
o cualquier otro. Se deca as en plural, querubines? Qu eran los serafines?
Qu era un serafn?
Recorri el pasillo para ir a ver cmo estaba Rose. Yaca en la misma
posicin en que la haba dejado esa noche, la mano an relajada. El espectro que

montaba guardia junto a su cama haba vuelto a perdonarla otra noche.


Madden entr en la cocina, donde los dos trozos de pan quemado seguan
en el cubo de basura. La vida y la muerte de una rebanada de pan era algo que
nunca antes le haba preocupado mucho. Imaginaba que todo el mundo
acababa (por usar una expresin juvenil) frito tarde o temprano. Carmen
Alessandro llevaba as mucho tiempo, y tambin Gaskell, y Dizzy Newlands,
que se ahorc con su propia corbata la tercera noche que pas en un calabozo
policial. Nadie prest atencin a la confesin de Madden y l no la repiti.
Hasta que se enter de la noticia, estaba seguro de que Newlands sera puesto
en libertad y de que iran a por l. Haba esperado que as fuera, lo haba credo
y, en cierto modo, lo haba deseado. Pareca imposible que pudiera hacer lo que
haba hecho y quedar impune. Y as haba seguido su no vida. Haba pasado
sonmbulo de da en da, incapaz de sentir remordimientos o vergenza o mala
conciencia por sus actos porque, en realidad, nunca haba tenido la impresin
de que los hubiera cometido l. Los haba cometido otro Hugh Madden, el que
de nio haba aprendido el juego de la estrangulacin.
Volvi la cabeza y mir la cara desgastada de Rose. Se estaba deteriorando,
no haba duda. Llevaba aos murindose. Desde haca tiempo, su vida consista
en morirse, era una larga preparacin para la muerte, causada no por el miedo a
la muerte en s misma, sino por el miedo a tener una muerte dolorosa.
El dolor, deca, le resultaba insoportable. Se haba puesto muy seria. Si
sufra, Madden tena que ayudarla, dijo. Deba darle su palabra.
l se lo haba prometido debidamente, pero no estaba del todo seguro de
que tuviera en realidad intencin de ofrecerle la peculiar clase de ayuda que ella
deseaba.
Quiero una buena muerte, Hugh deca. Una muerte digna.
Bueno, le haba dicho l. Hara lo que pudiera. No le haba dicho, en
cambio, que eso era imposible, que tal cosa no exista. No haba salidas dignas.
Ella haba sido enfermera. Seguramente lo saba, no? Madden tena la
impresin de que, en el fondo, lo saba perfectamente. Haba muertes violentas
y muertes lentas, y muertes casi apacibles (pero no del todo) y muertes
horrendas, pero no haba autnticas muertes dignas a la antigua usanza,
muertes caseras y sencillas a carta cabal y sin vuelta de hoja.
Y ahora Madden estaba convencido de que la de Rose tampoco lo sera,
fuera cual fuese el modo en que muriera. No haba nada de digno en que l la
asfixiara con una almohada, o le diera una sobredosis. Era injusto por su parte
perdirle eso. Aun as, Madden se figuraba que no sera un suicidio. Muerte
asistida, lo llamaban en algunos de los pases ms liberales del mundo.
Asesinato, lo llamaban en otros. El egosmo de su peticin haba horrorizado a
Madden: por el amor de Dios, qu imaginaba que sera de l (de su marido)?
Tan poco le importaba su vida que estaba dispuesta a arrojarla por la borda y
acelerar su fin? Qu prisa tena de todos modos? Es que no le gustaba l o

qu?
Rose no lo deseaba, eso Madden lo saba desde haca muchos aos. Al
menos desde que perdi al nio. El nio que fue la razn de que se casaran.
Qu ridiculez, pensar que alguna vez hubieran formado una pareja respetable.
Era completamente risible. Incluso lo era la forma en que fue concebido el beb,
la misma noche que mat a Gaskell. Fue a ver a Rose al hospital con una
ereccin dolorosa y ella ech fuera a Kathleen. De qu eran esas manchas de
sangre de su camisa?, le pregunt ella, pero Madden la tumb en la cama y esa
vez no hizo falta que nadie le enseara el camino, saba adnde iba y tena la
mente en blanco, su mente era un fornculo y all estaba l para sajarlo. Ella,
naturalmente, tambin sangr un poco despus. Eso era de esperar.
Pero aun as, Rose se haba quedado con l: Madden haba pensado que le
gustaba o que lo respetaba lo suficiente como para no verlo en la crcel.
Sin embargo, empezaba a ser evidente que algo habra que hacer. Si no
respecto a Rose, s respecto a Brian Spivey.

La noche anterior haba comido muy poco y haba consumido demasiado


alcohol. Senta la cabeza embotada y apelmazada, y en ella resonaban an los
ecos de las voces de la noche anterior. La seora Spivey y su hijo, Tess Kincaid,
la noticia sobre el lago Ardinning, Catherine la Evadida. Y otras voces.
Carmen Alessandro. Owen Gaskell. Dizzy Newlands. Kincaid. La voz de un
nio nonato, un nio que nunca fue, un fantasma, un espectro.
Todo aquello le haba dejado en la barriga un hambre espantosa y lacerante,
as que prescindi de su tostada de costumbre y llen la sartn con morcilla,
salchichas, tomate, pastel de patatas, championes y huevos, y hasta calent un
cacillo de alubias. Comi afanosamente, masticando cada bocado las cuarenta
veces recomendadas. Lleg a la conclusin que el ritmo de una vida semejante
sera demasiado lento. l, ciertamente, nunca haba sido un vividor (si tal
expresin no violentaba en exceso el hgado 19), ni muy dado a los excesos, pero
haba ciertas recomendaciones higinicas que deban quedar proscritas a los
monasterios.
Mir el artculo del Herald con vago inters: ya todo pareca tener muy poco
que ver con l. Sin embargo, Brian Spivey lo saba, haba conseguido atar cabos
de algn modo. Pensaba chantajearlo? Sin duda era eso. O quiz no haba
atado ningn cabo? Era posible que se refiriera a algn otro asunto
completamente distinto. S, eso era mucho ms probable. Spivey no poda saber
nada, era imposible. Aquel muchacho lo estaba sondeando, simplemente, a ver
hasta dnde poda apretarle las tuercas. Seguramente su madre estaba detrs de
19

Juego de palabras intraducible: en ingls liver significa vividor y tambin hgado. (N.
de la T.)

todo aquello, lo habra incitado ella.


Madden beba t y coma mientras lea el peridico pulcramente doblado
en cuatro. La comida no le estaba sentando bien. S, era demasiado temprano
para desayunar. Pinch una salchicha y apart lo dems que haba en el plato.
Haba una fotografa en la que aparecan dos o tres policas y unas cuantas
personas que, vestidas con monos protectores, metan una camilla en la parte de
atrs de una ambulancia. Una sbana cubra la camilla: no se distingua ninguna
forma humana. Aquella fotografa en blanco y negro poda haber pertenecido a
cualquier dcada, o proceder de cualquier pas del mundo. Y el presunto
cadver de la camilla podra haber sido la vctima de cualquiera, el hijo de
alguien arrojado al lago por una madre desesperada. Un querubn perdido. Un
nio de agua.
La polica confirma el hallazgo del cadver de una mujer sin identificar en
el lago Ardinning.
Se senta extraamente ausente. Ignoraba qu significaba lo que estaba
leyendo. Todo esos aos, todas esas voces. Y siempre otras voces que llegaban,
voces nuevas. Cada da voces nuevas.
No te acostaste anoche? dijo una voz algo ms familiar, erosionada
por el cansancio y la impaciencia. Madden dio la vuelta al peridico, puso la
fotografa boca abajo, sobre el tablero de formica de la mesa y se llev a la boca
su taza de Glasgow 800, para retrasar la necesidad de responder.
Rose se movi por la cocina con sus muletas. Lo empuj a un lado de un
codazo mientras llenaba de agua la tetera para ponerla a calentar otra vez.
Hinchada por el sueo, su cara le habra recordado a Madden a un melocotn
pocho, si no fuera porque su piel era demasiado oscura. Eran extraos, los
cambios que se haban producido en sus respectivos cuerpos con el paso del
tiempo. Kincaid apenas haba cambiado, pese a estar muerto. Madden, en
cambio, haba envejecido. Rose tambin haba envejecido. Entre los dos juntaban
una autntica cornucopia de achaques, todo un compendio de molestias y
dolores. Rose le llevaba la delantera, obviamente, puesto que muchos de sus
achaques podan atribuirse a su imaginacin, o a una enfermedad de la cual no
sufra. Aun as, aquella dolencia supona infinitas visitas al mdico de cabecera
y una fortuna gastada en placebos que dejaban de funcionar tras varias dosis y
eran abandonados en favor de lo ms nuevo, de lo ltimo. Entretanto, ella
deambulaba por la casa entre chirridos, con unas muletas que Madden estaba
convencido de que no necesitaba, y se quejaba de problemas en los que l haba
dejado de creer, pero a los que, por cansancio, ya no opona resistencia alguna.
Me qued levantado dijo dejando la taza sobre la mesa, y comenz a
describir crculos con su base mojada sobre el tablero de la mesa.
Pareces agotado dijo Rose. Aquella era una de las raras verdades que se
decan en aquella casa. Madden estaba hecho aicos. Notaba cada uno de sus
sesenta y tantos aos.

Entonces, Ellen no va a volver? pregunt Rose mientras meta dos


rebanadas de pan fresco en el tostador. El pelo le colgaba en greas
deslustradas. Se lo apart con una de sus manos de beb, pero volvi a caerle
sobre la cara.
No dijo Madden, no va a volver. Esa mujer es una estafadora y,
adems, puede que sea peligrosa. Tendrs que andarte con ojo. Solo una
temporadita. Tendr que ponerme en contacto con la agencia, pero dudo que
tengan alguien disponible por lo menos hasta maana. Y yo tengo que trabajar.
Dijo esto ltimo con tono sarcstico, aunque saba que su esposa no se dara
cuenta. Haca aos que Rose no trabajaba. Madden pensaba a medias que todo
aquel asunto de su enfermedad haba sido desde el principio un modo de
escaquearse del trabajo. Pero era una idea injusta y tambin cruel.
Rose se qued mirndolo, boquiabierta y con los ojos como platos.
No, no dijo, no quiero a nadie ms. Ellen es mi amiga.
No es tu amiga dijo Madden. Se levant, la rode con un brazo con
gesto reconfortante y la atrajo hacia su hombro. Era voluntad de Dios el que
se fuera aadi con la esperanza de que se contentara con aquello. Vers,
Ellen era como Judas Iscariote...
Rose se apart de l.
Ellen no se pareca en nada a Judas dijo con voz crispada y dura.
Judas Iscariote traicion a Nuestro Seor Jesucristo y como consecuencia de ello
Pilatos hizo que lo clavaran en la cruz. Ellen sali a por una barra de pan y un
litro de leche. No me trates con condescendencia, Madden, por favor.
No, tienes razn, querida. Tienes toda la razn. No debera haber dicho
eso. Eres muy sensible con ese tal... cmo dices que se llama?
Quin?
Ya sabes, el to de la barba. El hijo de Kong. Cmo se llama?
Rose suspir y se tap los odos con las manos.
No, no, no dijo. No quiero escucharte...
A Madden le entristeca aguijonearla de aquella manera. No sola hacerlo.
Ahora bien, una parte de l, pequea y fea, disfrutaba atormentndola y
burlndose de sus creencias. Antes, aquellas creencias no lo molestaban tanto.
Estaba seguro de ello. Las encontraba infantiles, anodinas incluso, pero no se
preocupaba por ellas. Sencillamente, era incapaz de tomrselas en serio. Al
principio, por lo menos. Cuando ella empez a or voces que le decan que iba a
morir, en vez de decirle lo bonitas que eran sus piernas, la cosa cambi un poco.
Mira le dijo Madden en su momento, claro que te vas a morir. T te
vas a morir, yo me voy a morir, todas las cosas van a morirse. Es un hecho,
simplemente. No tiene sentido preocuparse por eso.
Iba a morir, dijo ella, y a l no le importaba! Ay, Jesucristo! Ay, Santa
Mara Madre de Dios!
S que me oyes, Rose dijo l. Volvi a coger el peridico y bebi de su

taza sin moverse del sitio. La tetera haba iniciado su crescendo de pitidos y
traqueteaba sobre el fogn. Quiz deberan comprar una elctrica, como la que
tenan en la funeraria. Rose se quit las manos de los odos y baj el fuego.
Madden se inclin sobre ella, justo detrs de su oreja.
O la voz de Jess dijo Rose.
Eso ya me lo has dicho antes contest l con un suspiro.
Rose no le hizo caso y sigui hablando.
Jess me habl y me dijo que tena buen corazn. Dijo que tena un
corazn puro. Como su madre, dijo. Te acuerdas, Hugh?
Madden asinti con la cabeza.
S, me acuerdo.
Me dijo que tendra un pequen dijo ella. Y que sera todo nuestro.
Te acuerdas, Hugh?
l no dijo nada.
Rose ri secamente.
Debi de ser una prueba, verdad? Debi de ser para probar mi fe. Pero
fue cruel, verdad? Probarme de esa manera, quiero decir.
Madden asinti lentamente con la cabeza y esquiv su mirada.
Un pequen mo. Contigo aadi. Se ri de nuevo sin alegra. Seas
lo que seas.
Rose...
Ella levant la mano (la palma hacia fuera) para mandarlo callar.
Qu eres, Madden? Dmelo. Qu es lo que eres?
Pero l no tena respuesta. No haba nada que l pudiera decir o hacer para
satisfacer a su mujer. Nunca lo haba habido. Nunca haba sido capaz de darle lo
que ella quera y, por alguna razn, Rose lo haba aceptado. Se casaron por lo
civil el verano que l dej la universidad, el mismo verano que sigui a las
muertes de Carmen Alessandro, Gaskell y Dizzy Newlands. Ahora pareca que
de eso haca una eternidad. Kincaid y los mandamases de la facultad le haban
pedido que considerara la posibilidad de marcharse: si no se hubiera ido, lo
habran expulsado bajo la grave acusacin de plagio.
El hecho de que hubiera copiado uno de los trabajos de Newlands (ya
fallecido) agravaba el asunto y lo haca, naturalmente, con un aadido de muy
mal gusto. Kincaid haba fruncido el labio, asqueado, y le haba dicho que no
lograba entender su actitud. Le avergonzaba admitir que Madden haba sido
uno de sus alumnos favoritos, junto con Gaskell. Se haba convencido de que
poda llegar lejos en el campo de la Medicina. Tena talento natural con el
escalpelo. Aunque nada se dijo abiertamente, hubo entre ellos una suerte de
acuerdo tcito segn el cual, las (digamos) inclinaciones recreativas de Kincaid
no se mencionaran.
Madden tena la impresin, en cierto modo, de que al menos haba
conseguido redimirse respecto a Newlands, aunque no respecto a Carmen y

Gaskell. Haba sido indirectamente responsable de la muerte de aquel chico. Era


correcto y prudente aceptar la acusacin de plagio y marcharse discretamente.
Era mejor irse que ser expulsado.
Y as haban empezado sus muchos aos en la funeraria Caldwell. Se haba
casado con Rose en una ceremonia civil. Rose ya estaba embarazada de muchos
meses. El padre de Madden haba asistido a la boda. De la familia de Rose, en
cambio, no haba ido nadie: se oponan firmemente a un matrimonio no
religioso y, adems, no se fiaban de l. Pero el beb muri y Madden no fue
capaz de repetir el horrible procedimiento que condujo a su concepcin. El sexo
con Rose le habra resultado indescriptible. Las cosas que deseaba le
repugnaban y le horrorizaban an ms. Solo haba tenido relaciones un par de
veces en toda su vida y siempre le haban resultado penosas. Senta que, de
alguna forma, haba logrado sofocar con xito cualquier deseo sexual que le
quedara. Hasta haca poco. Nunca lo haba entendido. Tal vez a Rose le pareca
inconcebible abandonarlo porque estaba enferma o a causa de sus tendencias
manacas. Madden no lo saba porque nunca se lo haba preguntado.
Kincaid se haba quedado en la facultad y haba seguido con sus
actividades clandestinas. Mientras tanto, Madden trabajaba para Joe padre. Y
as haban pasado los aos y las dcadas y ahora era viejo y su vida no haba
sido gran cosa, en absoluto. Haba sido, por el contrario, una especie de
estancamiento, una suerte de rigor mortis del espritu. Haba tenido la
impresin de que Joe quiz le hiciera socio del negocio, pero Joe haba muerto y
se lo haba dejado todo a Joe hijo. Madden se sinti desairado, pero no logr
acumular resentimiento alguno contra el viejo. Le haba tenido bastante aprecio.
Supona que era natural que un padre quisiera que su hijo siguiera sus pasos.
Pero el chico era un zopenco sin remedio y haba desaprovechado la
oportunidad de hacer de la funeraria Caldwell algo realmente especial. Madden
s lo habra hecho. La habra convertido en un lugar especial. Algo un poco por
encima de la media. Ese habra sido su legado. Pero no surgi la ocasin y ahora
era ya demasiado tarde.

Haca una maana tan agradable y un tiempo tan fresco que decidi ir andando
en vez de coger el coche. Adems, todava era temprano y los pjaros, en su
ignorancia, seguan volando en crculos. El conocimiento, supona, era en efecto
la maldicin de la humanidad. Mientras caminaba por Dumbarton Road solo
haba en las calles, aparte de l, un puado de almas desganadas. Al final, la
capacidad de aburrirse era lo que acababa con todo el mundo. Las personas
tomaban drogas por aburrimiento, beban hasta entontecerse por aburrimiento,
saltaban de aviones por aburrimiento. Se mataban, mataban a otros, obtenan
licenciaturas universitarias, se aficionaban al golf o al kung fu o al
adiestramiento de caballos o se hacan masajistas, todo ello por incapacidad

para quedarse tranquilamente sentadas en una silla. Aquello deca algo sobre el
mundo.
Su mujer se haba convertido en una invlida profesional por aburrimiento,
pens. Por miedo a la muerte. Por miedo a no tener hijos. Por miedo al dolor.
Pero, en realidad, haba sido porque necesitaba una aficin. Algo para pasar el
rato, una forma de vivir las horas del da. No dudaba de que aquel tal Brian
Spivey haba encontrado en l una especie de pasatiempo novedoso. Un juego
fcil, por lo que a Brido se refera. Intimidar a un viejo para que le diera dinero.
Nada ms simple. Madden se morda las uas mientras cruzaba la calle. Gaskell
habra sido capaz de manejar la situacin mucho mejor que l. Incluso ese zote
de Hector Fain. Incluso l!
Dnde os habis ido todos? dijo en voz alta, con la vista fija en las
gaviotas. Me aburro!
Sigui caminando, ajeno al buen tiempo, al placer del sol, al silencio de las
calles expectantes. En su cabeza se agolpaban ideas sobre el pasado, ideas sobre
el futuro. Haba voces que le hablaban, que le decan cosas, y esta vez se hallaba
perdido entre su cacofona. Habra hecho falta un hombre con un martillo para
arrancarlo de ellas.

Joe hijo tard el tiempo de costumbre en llegar al trabajo. Entr enrgicamente a


eso del medioda, sin dar explicaciones. Claro que, por qu iba a tener que
darlas? l era el dueo y Madden un simple lacayo. Ahora que Catherine se
haba ido para siempre, el nico que quedaba era l. Y su jefe pareca tener
intencin de hundir y enterrar el negocio.
Era una lstima que se hubiera peleado con la chica la ltima vez que fue a
trabajar. Pero, a decir verdad, se le haba agotado completamente la paciencia.
Imaginaba que su reaccin a las pullas de Catherine haba sido exagerada, pero
la cosa ya no tena remedio.
ltimamente reinaba en Caldwell & Caldwell una atmsfera de
desesperanza, una especie de resignacin. A Joe, sin embargo, aquello no
pareca importarle. Iba y vena como siempre haba hecho (excepto en vida de
su padre) y segua comportndose como si la falta de trabajo o la escasez de
personal le trajeran sin cuidado.
Madden miraba benvolamente al pobre Eugenio Bustamante. No era capaz
de concentrarse del todo. La falta de sueo, o el estrs, o ambas cosas. Haba
llamado a la agencia a primera hora, pero solo confirmaron sus suposiciones.
No habra nadie disponible para Rose al menos hasta pasados un par de das. Le
daban tentaciones de llamar a la seora Spivey para ofrecerle otra vez el trabajo,
pero era poco probable que las relaciones entre ellos mejoraran despus de lo
ocurrido la vspera, y lo principal era Rose. No, sera mejor esperar hasta que la
agencia encontrara a otra persona. Adems, no se fiaba del hijo de la seora

Spivey. Todo aquello le haca mucho ms difcil trabajar: por alguna razn, no
haba sido capaz de enfrentarse a Kincaid, a pesar de lo mucho que haba
insistido Joe hijo en que lo preparara el primero.
El seor Bustamante, por otra parte, planteaba un desafo mucho ms bello.
Haba sufrido un corte poco frecuente. Vertical, en lugar de horizontal. Eugenio,
imaginaba Madden, haba sido toda su vida un cliente difcil. Tena pinta de
eso.
Cmo no, Eugenio mascull en voz alta. Acaso no es propio de ti
decidirte por el corte menos ortodoxo?
Le recordaba a algo que haba odo contar acerca de que los samuris
usaban a los prisioneros condenados a muerte para probar con ellos el filo de
sus espadas: deba de habrselo dicho Joe padre, que siempre tuvo debilidad
por los samuris. Un samuri se dispona a practicar un corte horizontal a travs
de las caderas, un corte muy difcil. Cuando inform al condenado de sus
intenciones, el prisionero dijo: De haber sabido que iba a intentar ese golpe,
esta maana habra comido piedras.
Tal y como pensaba. All no servira de nada una inyeccin arterial: la
cabeza de Eugenio requera un trabajo de inmersin. Dos o tres horas, como
mnimo. Pero poda inyectar el resto del cadver a travs de la arteria cartida
derecha y drenarlo por la vena yugular derecha.
Qu cojones ests haciendo? pregunt Joe hijo. Madden no lo haba
odo bajar. Suspir, se quit las gafas y se las guard en el bolsillo de la pechera
de la bata.
Mira, estaba a punto de ponerme con l... dijo.
Olvdate de ese to! replic Joe. Deja que se pudra, joder. Qu te
dije ayer? Qu te dije ayer que era tan importante? Joe tena la cara acalorada
y sudorosa, a pesar de que en el cuarto fro la temperatura era muy baja. Por
alguna razn, llevaba puesto un jersey de cuello alto de color mostaza. Quiz, al
vestirse, haba olvidado el calor que haba hecho el da anterior. Era un jersey
extremadamente poco favorecedor, que marcaba sus contornos fofos y dejaba al
descubierto una franja de unos siete centmetros de tripa blanqusima.
Lo s dijo Madden, y dio gracias por haberse quitado las gafas al ver
que Joe se echaba mano al culo de los pantalones. Enseguida me pongo con
ello.
Necesitamos ese cuerpo vivito y coleando lo antes posible sigui Joe.
Te lo dije ayer. Es que no me estabas escuchando? Le he dicho a su mujer que
puede verlo ya maana.
Joe hijo se sac la mano del trasero y se pas la ofensiva extremidad por la
nariz con aire distrado, fingiendo que se rascaba un picor. No hara falta tratar
el orificio de entrada de la bala antes del embalsamamiento, una vez hubiera
matado a Joe de un disparo. A fin de cuentas, el orificio ofrecera un punto de
drenaje muy conveniente. Claro que quiz debiera dispararle en la sien. No, eso

sera una lstima. La hinchazn y el subsiguiente ennegrecimiento del prpado


seran un engorro que habra que subsanar. Y, adems, haba que pensar en su
pobre madre. Tendra que matarla a ella tambin si quera evitar que se pusiera
a berrear encima de su pobre hijo masacrado.
Este to va en un atad cerrado. Ya te lo dije. Para lo que va a importar a
nadie, podras meterlo en la picadora de carne.
Al orle decir aquello, Madden se sobresalt visiblemente, pero Joe se limit
a fruncir el ceo.
Te lo repito dijo, ponte en marcha con el otro cabrn o nos
encontraremos con una demanda en cuanto su mujer le eche un vistazo.
Entendido?
Se pas una mano por el pelo rubio para ver si lo tena bien puesto.
De acuerdo dijo Madden. Me pondr enseguida con l.
Joe se apacigu ligeramente.
Hoy tenemos otra vez para rato dijo. Podrs apartelas?
Qu remedio me queda, no? contest Madden.
As me gusta. Por lo menos no vas a aburrirte, eh? Joe le gui un ojo
y se dirigi a la escalera. Madden se fij en una mancha oscura de sudor que se
extenda por su jersey color mostaza, entre los omplatos, y repar en sus
andares un tanto zambos. Su padre tambin andaba as. De tal palo, tal astilla.
Era extrao que nunca antes se hubiera fijado en el parecido: las piernas
combadas y raquticas eran el rasgo ms prominente y visible de Joe Caldwell
padre. Era hereditario el raquitismo? Madden no se acordaba. Joe Caldwell
padre tena tambin un chascarrillo sobre su propia dolencia, aunque su nica
gracia proceda de su repeticin: Ya est aqu el arquero, sola decir.
Era de esperar que cualquier interlocutor que no hubiera odo antes aquella
broma le preguntara por qu se llamaba a s mismo el arquero. Con
impertrrita chabacanera, Joe se sealaba las rodillas y deca simplemente: El
del arco. Y luego esbozaba su sonrisa ligeramente tristona, esa sonrisa que
pareca decir: No pasa nada, s lo que te parezco, s lo que ests pensando....
Ser mejor que me vaya a ver lo de las flores dijo Joe mientras suba las
escaleras.
Crea que te habas ocupado de eso ayer respondi Madden alzando
un poco la voz. Joe se volvi.
S, bueno. Al final no me decid por las de plstico.
Y eso por qu?
Las de plstico estn bien y todo eso, pero no huelen a nada. No tienen
aroma.
Un motivo muy razonable, Madden tuvo que reconocerlo. Las flores s que
olan. Y quiz recordaban a los allegados del difunto, aunque solo fuera
inconscientemente, que lo que le haba sucedido a su ser querido era natural.
Formaba parte de un ciclo infinito, y as tena que ser. La visin y el olor de las

flores era el smbolo ms simple y ms obvio de ese proceso. Y, adems, eran


muy bonitas. Madden, sin embargo, haba visto tantas flores, tantas coronas,
que no poda evitar que le parecieran ligeramente aburridas.
Por qu no nos olvidamos de las flores? dijo pensando en voz alta.
Por qu, en lugar de las flores, no hacemos una ofrenda a los dioses?
Joe lo mir.
Intentas hacerte el gracioso?
No, no dijo Madden, y volvi a ponerse las gafas. Lo digo en serio.
Sera un incentivo para el negocio. Entierros con un plus y esas cosas. Para dar
cabida a la diversidad tnica del mercado. Qu te parece?
Joe suspir y se frot los ojos con una mano.
Olvdalo dijo. Se volvi y sigui subiendo las escaleras para dejar
Madden en su habitacin blanca, su delicatessen.
La idea no careca de mrito, se dijo Madden. Podan engalanar los fretros
con tocados incas de plumas de cndor, ofrecer hojas de coca, pelo y dientes de
leche. Podan enfundarlos en seda blanca, servir copones de cerveza y matar
osos, colocar un perro alsaciano a los pies del finado, leal hasta la muerte,
eternamente fiel. Podan adornar un poco las cosas.
Pero no, siempre aquellas flores. Cuando l muriera, no quera flores, ni
smbolos. Estara muerto y se acab. Rose poda hacer lo que quisiera con l.
Poda enterrarlo, poda quemarlo, poda hacerlo disecar y ponerlo en una
montura. A l lo mismo le daba. Saba, sin embargo, que todo aquello era hablar
por hablar. Rose sin duda morira antes que l. Sin duda.
Y si haba vida despus de la muerte, si exista la eternidad, no le
importara llevarse un libro para pasar el rato. La beatitud eterna pareca tan
condenadamente aburrida. Seguramente estara mejor en una sima ardiente: al
menos no sera tedioso.
Kincaid estaba destapado y tena un aspecto bastante plcido. Sus ojos
estaban abiertos. Haba sabido en qu se estaba metiendo. Por eso,
indudablemente, se haba tomado una copita de despedida. Un pequeo deoch
an dorus20. Antes de palmarla. Y con toda razn adems, decidi Madden. Ech
mano de su maletn negro de mdico y sac la petaca de peltre que el buen
doctor le haba legado haca cuarenta aos, justo antes de que Madden se
desmayara en su despacho.
Su humor mejor instantneamente, as que ech otro trago. Quiz no fuera
mala idea estar como una cuba cuando Brian Spivey se decidiera por fin a hacer
acto de aparicin.

20

Expresin del dialecto de las Tierras Altas de Escocia que significa una copa ms antes de
partir. (N. de la T.)

Se haba acordado, verdad?, pregunt la voz. S, dijo Madden, se haba


acordado. La oa como con sordina, a travs de un estupor alcohlico, y no le
ofreca ms que signos de asentimiento con la laringe, gruidos silbicos
aislados.
Brian Spivey dijo que iba de camino a Caldwell & Caldwell y que sera
mejor que Madden estuviera solo. Tenan que hablar de ciertas cosas. Madden
le dijo que Joe se haba ido ya a casa, que tendran la funeraria para ellos solos, y
colg. Estaba de pie en la sala de recepcin con una porcin de tarta de Madeira
y procuraba no hacer planes de antemano. El whisky le haba ayudado en ese
aspecto, aunque, de todos modos, no tena ningn plan. Solo necesitaba tener
los sentidos abotargados, disminuidos uno o dos grados. Bebi un sorbo de
caf, hizo subir el nivel de la taza con el whisky y dej la botella junto a la
cafetera exprs. La radio segua con su salmodia, pero al alcohol haba
embotado sus nervios y escuchaba las noticias sin asociarlas consigo mismo. De
todos modos, no haba novedades.
Nada interesante all tampoco. Y nada que lo relacionara con el caso, a
menos que Brido tuviera otra opinin al respecto. Cosa que, presumiblemente,
estaba a punto de averiguar.
Apag la radio y las luces y se qued esperando junto a la ventana hasta
que vio pararse los faros de un coche a unos metros de la entrada de Caldwell &
Caldwell. Bebi otro trago de whisky y gir la llave de la puerta sin llegar a
abrirla; luego volvi a sentarse a oscuras y esper.
La voluminosa figura de Spivey estaba ya fuera. Toc ligeramente a la
puerta. Madden no se movi enseguida.
Intua que sera preferible hacerle esperar. La figura volvi a llamar.
Madden se levant despacio del silln, se acerc y abri la puerta el ancho de
una rendija, con la cadena todava puesta.
Es usted, seor Madden, no?
Soy yo.
Cmo va eso? No va a dejarme pasar?
No s. Voy a dejarte?
S, seor Madden. Va a dejarme pasar.
Madden cerr la puerta, quit la cadena y retrocedi hacia la oscuridad.
Pasaron unos segundos antes de que Brian Spivey se diera cuenta de que deba
abrir la puerta. Cuando entr, Madden solo pudo ver su silueta de proporciones
enormes. Sinti una opresin en el pecho, una rigidez que volva a paralizarlo, y
cerr una mano en la oscuridad, a sabiendas de que, de momento, Brian no
poda verlo. Era incluso posible que no estuvieran solos, que Madden tuviera un
cmplice, quiz varios. No los tena, pero eso Brian no lo saba.
Venga, seor Madden, a qu est jugando? La silueta bascul sobre un
pie y Madden esper. Brian estaba buscando el interruptor de la luz.
Madden encendi la lmpara de la mesa y lo observ mientras los ojos de

Brian se acostumbraban a la luz repentina. Brian permaneci all parado,


guiando los ojos, y Madden dijo:
Vamos a la sala de recepcin. All nos dejarn tranquilos.
Cmo, es que est esperando a alguien? pregunt Brian.
Madden volvi a apagar la luz y se levant. Vio manchas anaranjadas
bailotear ante s. Brian tambin las vera. Madden se permiti el lujo de cogerlo
por el hueco del brazo y lo condujo a travs de las cortinas, al interior del otro
cuarto.
Es solo que no quiero que nos interrumpan, si vamos a hablar de
negocios. All nadie nos molestar. No te importa, verdad?
Encendi las luces y quedaron el uno enfrente del otro. Brian Spivey pase
la mirada por la habitacin pintada en tonos reconfortantes, todo en ella de
madera oscura y manchada, casi del mismo estilo que cuando Madden empez
a trabajar all. A lo largo de los aos solo haba habido alteraciones menores y
todo se haba integrado tan bien que Madden haba olvidado haca mucho
tiempo qu aditamentos y arreglos se haban hecho en fecha posterior y cules
no. Levant la mirada hacia Brian.
Bueno, queras hablar dijo cruzando los brazos.
Brian sonri y se rasc el pelo rojo, cortado casi al cero. Llevaba la misma
cazadora de aviador y tena la cara cubierta de minsculos alfilerazos.
S. Para hablar, para eso he venido. Le gui un ojo y al mismo tiempo
dobl el ndice y el pulgar de la mano izquierda y le apunt como si empuara
una pistola.
No tengo nada que hablar contigo dijo Madden. Ya te dije anoche
todo lo que tena que decir.
Brian sacudi la cabeza.
Vamos, seor Madden, usted no tiene que decir una palabra. Ya hablo yo
por los dos. No lo prefiere?
Depende mucho de lo que vayas a decir.
No tiene nada de beber por aqu? pregunt Brian. Me vendra bien
un trago, si lo hay. Lo hay? Se acomod en el silln en el que con frecuencia
Madden se quedaba dormido escuchando la radio. Madden intent mantener la
calma. Aquella sensacin de inflexibilidad se iba extendiendo por su cuerpo.
Respir despacio y profundamente por las fosas nasales. Sac la botella y un
par de tazas de caf de la zona de recepcin y sirvi a Brian un par de dedos de
whisky.
T dirs cunto.
Ya dijo Brian, arrebatndole la botella. Se bebi de un trago una taza
llena de whisky y volvi a llenarla. Madden beba de la suya a sorbos comedidos.
No quera pasarse de la raya y acabar borracho perdido.
Brian se recost en su silln. Observaba a Madden con frialdad. Madden
luch por no devolverle una mirada demasiado enrgica. No quera provocarlo.

El silencio se aposent en la habitacin y Brian se sirvi otro trago. Por lo


visto, no tena prisa por discutir ni aquel asunto ni ninguna otra cosa. Al cabo
de un rato se inclin hacia delante y dijo simplemente:
Necesito dinero. Luego volvi a reclinarse y se qued mirando a
Madden.
Todos necesitamos dinero dijo Madden. Es uno de los hechos
inmutables de la vida.
Brian rompi a rer bruscamente.
De dnde saca esas palabrejas, Madden? Inmu... qu? Hay que joderse.
Eso s que es tener clase. Se rasc la cabeza. Bueno, lo que t digas, to. El
caso es que necesito pasta y t vas a consegurmela. Tienes una casa muy
bonita. Y aqu ganas una pasta gansa, eh? Rellenando muertos o lo que coo
hagas con ellos. Muertos siempre ah, no? Ingresos regulares y tal. Es de locos,
to. Ya te digo.
Madden respir otra vez.
Brido... Brian... no s cunto dinero necesitas, pero no puedo drtelo. No
me queda nada. Mi mujer necesita ayuda profesional. Eso cuesta dinero. Y yo
tengo que trabajar aqu para conseguirlo. Eso requiere tiempo. No tengo ms
que...
Alguna vez habis tenido aqu una estrangulacin, Madden? dijo
Brian. Beba de su whisky y lo miraba fijamente. No os han trado nunca un
to estrangulado? No?
Madden guard silencio. Brian bebi de nuevo.
Son curiosos, los estrangulamientos. Bueno, t ya lo sabes, no? Has visto
alguno. Seguro que has tenido unos cuantos desde que ests aqu. Sabes lo que
te digo? Lo he estado mirando. Es horrible, to, de verdad. Tan descoloridos, to.
Es muy feo. Aunque creo que t sabes un poco de eso. Asfixia, lo llaman. Se
dice as, no?
Madden asinti con la cabeza.
Mira, Madden, s lo tuyo. Y sera una lstima que se corriera la voz, no
crees? Sera una vergenza que se enterara tu mujer. Una putada, eh? Qu
crees que pensara? No creo que se pusiera muy contenta. No, no se pondra
muy contenta... Y luego est la polica.
Madden sinti que la rigidez se extenda lentamente hacia su trax, sinti
que el fro descenda sobre l. Su boca no funcionaba como deba. Tema hablar,
tema que la rigidez lo delatara, lo condenara. Tena la cara entumecida. Apur
la taza de caf y flexion la mano izquierda. Tena los dedos dormidos.
Bah, no importa dijo Brian alegremente. Es uno de los hechos
inmateriales de la vida, eh? Siempre hay cosas que es mejor que la parienta no
sepa. Ni nadie ms. As son las cosas y punto. No tengo razn? Claro que
tengo razn, joder.
Recostado en la silla con las piernas cruzadas, levant la taza hacia Madden

y la apur de un trago.
As que creo que querrs echarme un cable, eh, Madden? Querrs
echarme una mano como puedas.
Madden sonri y dijo:
Si me lo pones as, supongo que no tengo otro remedio, no?
No, en eso tiene razn. Ha dado en el clavo. No tiene nada ms de
beber? Esta botella est punto de acabarse.
Madden se levant y levant la botella vaca de la mesa.
Creo que hay otra abajo, en el cuarto fro dijo mientras se alisaba la bata
. Una racin de emergencia, por decirlo as. Solo para uso medicinal.
Conque para uso medicinal, eh?
S dijo Madden. Se supone que no podemos tener alcohol en el
establecimiento, pero de todas formas abajo hay un poco. En una botella.
Brian palideci. Casi imperceptiblemente, pero palideci. Lo justo.
Alcohol? Bajando las escaleras?
Dnde va a ser, si no? En el cuarto fro. All es donde trabajo. All es
donde guardamos los licores. No estars... nervioso?
Brian se levant del silln y se irgui en toda su estatura. Deba de medir
un metro noventa y dos o noventa y cuatro. En todo caso, se cerna como una
torre por encima de Madden.
Ests de coa, no? Ve t delante.
Madden lo condujo con una mano apoyada en el hueco de su codo, como
haba hecho antes.
Nada de eso dijo. T primero. Cuidado con esos escalones. Ojo con la
cabeza al bajar. La escalera no fue diseada pensando en hombres de tu
estatura. Madden reuni las fuerzas que el alcohol haba inducido en l, dio
un paso atrs y golpe con la botella vaca la parte trasera de la cabeza de Brian
Spivey. La cabeza cay hacia delante bruscamente y golpe contra el techo bajo.
Brian dej escapar un ruido semejante a un gruido y se tambale ligeramente,
en pie sobre el escaln de arriba. Madden le asest otro golpe. Esta vez, la
botella se rompi.
Brido se volvi y le sonri.
Sabes?, mi madre me cont lo tuyo, Madden dijo. Tena razn,
verdad?
Madden se qued inmvil, paralizado y lleno de espanto, mientras la
sangre comenzaba a manar por detrs de la oreja izquierda de Brian Spivey.
Toc la sangre y se mir los dedos. Haba mucha. La cara de Brian Spivey se
volvi del color de la ceniza fra y Madden comprendi que, si no se hubiera
cado de espaldas por las escaleras, habra muerto desangrado en cuestin de
diez minutos.
Brian qued tumbado al pie de las escaleras, con la cabeza torcida. Todava
sonrea. Madden se inclin sobre l, acerc la mano a su cuello para buscarle el

pulso y solo por la familiaridad de aquel gesto comprendi que Brian Spivey
nunca haba sabido nada del hallazgo del cuerpo de Catherine en el largo
Ardinning. Brian menudo imbcil se haba credo lo mismo que haba
pensado su madre: que esta lo haba sorprendido a punto de estrangular a Rose,
su propia esposa. Pobre Brian! Un error, un malentendido. Por eso estaba ahora
muerto, todava caliente, sobre las baldosas de la funeraria.
Madden se qued en pie unos minutos y respir hondo, incapaz de mirar la
cosa rota que yaca al pie de las escaleras. Despus se acerc al lavabo, llen un
vaso de agua fra, bebi dos sorbos y vomit en la pila, como una nia, un
delicado pegote de papilla que ola a agrio. Cuando se hubo enjuagado la boca,
se irgui y se limpi el vaho de las gafas con el puo de la bata de laboratorio.
Nada que decir, doctor? Algn sabio consejo, quiz? dijo.
No, dijo la voz, tan cerca que notaba su aliento, ningn consejo por hoy. No
tenemos nada que decir. Estamos muertos, recuerdas? Las nuestras no fueron muertes
buenas. Fueron muertes feas, feas y mseras. T nos mataste. Recuerdas?
S dijo Madden. Se acordaba. No siempre se haba acordado, pero esta
vez s. S.
Abri la cerradura del armario del instrumental y sac su sierra para
huesos preferida. Era uno de los pocos tiles que les haba dejado el bueno de
Joe Caldwell padre al morir. Los dems, en su mayora, haban sido desechados
haca aos. La sierra tena un peso agradable, los dientes an servan, eran
afilados y fiables. El viejo saba lo suyo de instrumentos de diseccin. Ms que
la mayora. Madden dej la sierra sobre la mesa del instrumental y se acerc al
pie de las escaleras, donde yaca an el cuerpo de Brian Spivey. Midi a ojo
aquel bulto informe y retorcido y suspir sonoramente. El reloj digital de Brido
marcaba las doce y media de la noche.
S. Decididamente, iba a ser una noche muy larga.
Cuando llevaba ms de una hora metido en faena, Madden comenz a
reconocer en su propia cara los sntomas de una especie de agarrotamiento, de
cierta falta de flexibilidad. La notaba como masa, como si pudiera darle alguna
forma til a fuerza de amasarla, de estrujarla y golpearla con los puos hasta
conferirle una apariencia completamente nueva y posiblemente ms
satisfactoria. Era una sensacin que conoca ya de otras veces y que
normalmente se manifestaba en las yemas de sus dedos o en sus articulaciones.
No era del todo desagradable, pero aquel no era momento para experimentarla:
tena un trabajo importante entre manos. Lo mejor era siempre reservarse los
placeres para la noche, en privado. Una pequea libacin para aliviar los
dolores y las tensiones del nuevo da.
El doctor no estaba muy hablador aquella hermosa y soleada maana.
Pareca, de hecho, haberse enfurruado. Madden bebi otro trago de la botella y

se inclin sobre el cuerpo. Comprendi por el embotamiento de sus sentidos


que estaba ya del todo borracho. Al doctor no le importaba, de todos modos.
Quiz incluso le habra parecido bien: l siempre haba sido muy amigo de la
botella. En aquellos tiempos la bebida no se consideraba an un hbito tan
antisocial, a no ser que fuera muy evidente. En la intimidad del hogar, hasta era
alentado por las viejas redes de la camaradera: una costumbre viril, propia de
hombres hechos y derechos. Cuntas veces haba odo farfullar ligeramente a
Kincaid, o le haba odo gesticular de forma quiz demasiado desinhibida? Ese
haba sido su problema: la falta de discrecin. Pero incluso cuando los rumores
de sus actos ms ingenuos haban circulado por el campus, cuando sus hbitos
haban sido ms o menos de dominio pblico, Kincaid haba seguido
comportndose del mismo modo y con aparente despreocupacin. Se saba, por
ejemplo, que en ms de una ocasin haba recibido una reprimenda de su
propio departamento.
Era tarde para iniciar el procedimiento. Kincaid llevaba ya muchas horas
muerto. En la parte baja de su abdomen se vea el principio de una decoloracin
verdosa de la piel. Joe hijo tena razn. Madden debera haberse puesto manos a
la obra mucho antes, al llegar el cadver. Kincaid se estaba pudriendo. Madden
lo haba dejado fuera de la cmara toda la noche. Un acto de vandalismo
premeditado, hecho con todo clculo. Venganza, despecho, celos. Era
indiscutible. S. Aquel tinte verdoso comenzaba a florecer sobre su pecho y
(maldicin!) sobre la parte alta de sus muslos. Sin duda los gases sulfurosos
empezaban a acumularse en los intestinos, grvidos de hemoglobina liberada y
desgajados por fin de las paredes abdominales. Pronto estara maduro y
podrido, grande y supurante como un mango a punto de reventar.
En la funeraria Caldwell no deberan molestarse con las flores para los
funerales: deberan rodear el cuerpo con montones de fruta podrida. Un
smbolo mucho ms elocuente. Las flores parecan llenas de vida, incluso
estando muertas. La fruta pasada pareca podrida como la muerte. Santo Dios,
el olor, el aspecto, el sabor de la fruta podrida... Era un enfoque mucho ms
honesto, y alguien deba tener la valenta de obligar a la gente a reconocerlo.
Qu sentido tena todo lo que estaba haciendo?, se preguntaba. Consolar a la
familia? Que le dieran por saco a la familia. Kincaid no iba a ir a ningn sitio
mejor, no iba a revivir (ja, ja) en el esplndido ms all. No ira a ninguna parte
ya.
Lo mejor para todos aquellos cabrones sentimentales sera mirar cara a cara
a los muertos y verlos como lo que realmente eran. Mire! Aqu est su
Lawrence, seora! Puede que quiera recordarlo mejor de lo que est... pero,
acaso no se trata de eso? El hecho es que, por ms que hagamos por l aqu, en
Caldwell & Caldwell, por ms que se lo acicalemos, est acabado.
Recurdelo como era cuando estaba vivo. Esto no es ms que un facsmil
de viveza. Y si yo le dijera, seora, que incluso mientras hablamos y

contemplamos su cuerpo, est todava vivo en cierto modo? Absoluta y


completamente vivo! se es el verdadero prodigio del universo, seora! No
busque dioses, ni eternidades, ni reinos espirituales que nunca podr alcanzar
ni comprender. Tales cosas no son sino ilusiones, mitos, la tinta con que ciega la
metfora, un espejismo. No. Por el contrario, contemple esto, seora, el mundo
bajo la piel, que incluso ahora empieza a hincharse y a abrirse como una
serpiente que se desprendiera de su coriceo atuendo. Al cabo de una semana o
dos, las bacterias, las creaciones ms ubicuas de la naturaleza (y acaso no son
ellas tambin prodigiosas a su manera?), invadirn todo el cuerpo de su difunto
esposo, lo desharn, lo devolvern al polvo del que procede. Con el tiempo, el
proceso de putrefaccin lo devorar todo. Ahora bien, si hubiera un da del
Juicio Final, es as como piensa resucitar a su Lawrence su Dios invisible, su
Dios indiferente e incognoscible?
En realidad, seora Kincaid, el cuerpo de su marido no es meramente una
flor cortada que conserva su forma durante unos pocos y breves das. Desde
luego que no. En este mismo instante se halla consumido por las acciones
combinadas y presurosas de esporas invasoras, y por su propia fauna natural!
No hay acaso ms razones para el asombro en todo cuanto usted misma podra
ver con un microscopio que en todo cuanto imagina que hay ms all de la
muerte? Esto es la muerte, y est muy viva, si se decide usted a observar su
maravilla. Este universo microscpico es la verdadera Resurreccin, seora.
Contempla nuestra obra, Maisie, y muere!
Pero se le estaba yendo la cabeza. No era Maisie quien ira a ver cmo haba
quedado su marido, sino su nueva esposa, Tess.
Madden destap la petaca, la levant hacia el doctor y bebi otro trago.
Tena la vista nublada y record que deba quitarse las gafas. Mejor guiar los
ojos eficazmente que no atinar con las distancias y los objetos, los escalpelos y
las pinzas, por entre la luz que refractaban las lentes de sus gafas y su propia
estupefaccin. Seguramente no estaba en condiciones de pasar una prueba de
alcoholemia, pero todava no estaba prohibido emborracharse y hacerse cargo
de un cadver.
Madden se dej caer en una silla y se frot los ojos. Mereca la pena dejar
un poco en paz el whisky, hasta que hubiera visto a Tess Kincaid? Seguramente
no. Haba decidido que ese sera su ltimo da en Caldwell & Caldwell, pasara
lo que pasase con ella o con Joe hijo, o incluso con Brian Spivey, que ahora yaca
en su eterno reposo al lado de Eugenio Bustamante y el buen doctor.
Sencillamente, ya no le importaba. Ni lo que le ocurriera a l, ni lo que le
ocurriera a Rose. Estaba demasiado cansado.

El interfono lo despert con un suave estribillo de Mozart, un alegro para


clarinete, violn, viola y violonchelo. Aquella msica, una pieza ligera y sutil, le

haba parecido apropiada para reemplazar el spero timbrazo que antes se


usaba en la funeraria. Lo dej pitar (seguramente una palabra equivocada para
el caso) unos instantes mientras se quitaba con los dientes la saliva que se haba
acumulado en las comisuras de su boca pegajosa. Por fin contest. Era Joe hijo,
naturalmente. Madden cerr los ojos y se represent su imagen, oy su
acostumbrado sorbido entre palabra y palabra.
Ests despierto? Por qu tardabas tanto?
Um, tengo algo difcil entre manos.
Ah, s? Pues tienes visita. El gallo con faldas.
Madden movi las mandbulas, confuso.
Quin? A qu te refieres?
Ya sabes. El travest. La novia del muerto.
Se refera a Eugenio Bustamante? Madden no haba conocido an a los
parientes de aquel desgraciado. Ms bien confiaba, como siempre, en ahorrarse
aquel trago.
Oy rer a Joe al otro lado de la lnea. Un chisporroteo nasal.
No me digas que no te fijaste dijo.
A Madden le fastidiaba ligeramente haber pasado por alto algn dato
crucial que fuera evidente para otros. Sobre todo, para Joe hijo.
Fijarme en qu? pregunt a regaadientes, arrancndose las palabras
con desgana casi insuperable.
El to de la mesa de diseccin dijo Joe sin dejar de rer. Por eso las
hijas del viejo no quieren tener nada que ver con ella. Deb darme cuenta nada
ms verla. O verlo. Lo que sea.
Mira dijo Madden, no s de qu ests hablando. A quin te refieres?
Que a quin me refiero? repiti Joe hijo. Me refiero, seor mo, a la
tal Tess Kincaid, la esposa del difunto Lawrence Kincaid.
Va a bajar ya? pregunt Madden.
Por ella ya estara ah. Pero es l el que va a bajar. Madden mir a
Kincaid, que segua sobre la mesa de autopsias.
Insinas que...? Qu es lo que insinas?
Joe solt un bufido burln.
Estoy diciendo que la mujer del viejo mea de pie, eso es lo que estoy
diciendo. Es un to.
Un to.
Como te lo digo. Por lo visto la conoci en unas vacaciones. Vivieron
juntos los ltimos seis meses. Se casaron un par de semanas antes de que l
estirara la pata. Nadie en el juzgado saba que era un hombre. Imagnate, eh?
Ahora andan de los legales. Ella dice que es transexual y que est a punto de
operarse. Kincaid le dej la casa y una bonita suma de dinero. Para las hijas,
nada. Un desaire, por no haber tragado con el asunto. Dicen que, si la esposa es
un transexual a punto de operarse, legalmente era un hombre cuando se

casaron. As que de boda legal, nada de nada. Una historia cojonuda, eh? Ni
inventada, t.
Madden se rasc la cabeza. Se senta obligado a rer, pero no poda. Por
alguna razn, el chiste sobre Tess Kincaid (o como se llamara en realidad)
pareca ataerlo a l tambin.
Madden? Sigues ah?
Madden suspir, se frot los ojos y volvi a ponerse las gafas sobre la nariz.
Estoy aqu dijo. Dile que baje.
Quit el dedo del botn y cogi otra vez la botella, pero la encontr vaca.
Daba igual. Siempre guardaba dos o tres en el maletn negro de mdico. Cogi
otra. Se acerc a Kincaid y lo mir de arriba abajo. Luego le tap la cara con la
sbana. El dramatismo del momento que se avecinaba exiga un desvelamiento
para mostrar en todo su esplendor el trabajo que haba hecho con el cuerpo.
Bebi un trago de la botella y oy los pasos de la mujer de Kincaid bajando por
la escalera. Obviamente, Tess comparta su desagrado por los ascensores, lo cual
resultaba muy poco femenino, supuso Madden.
Joe hijo extendi una mano para conducirla al interior de la sala y ella evit
premeditadamente encontrarse con la mirada de Madden al entrar. Las gafas
tintadas de rosa seguan velando sus ojos. Madden la vea ahora bajo otra luz,
una luz teida por el whisky, una especie de torvo resplandor que embruteca lo
que antes haba tomado por belleza, que la haca parecer demasiado grande,
desgarbada incluso, con sus mallas apretadas de terciopelo color turquesa y sus
zapatos de tacn de corcho. Todo en ella era de pronto una aberracin: desde
sus pies demasiado grandes hasta su ligera torpeza de movimientos y la nuez
casi imperceptible de su garganta, que le daba el aire de una serpiente enorme
en el acto de deglutir a algn infortunado mamfero.
Joe hijo lo miraba implorante, como si temiera que dijera algo horrible, o
contara un chiste subido de tono.
Tess, ya conoce al seor Madden dijo. Queramos disculparnos por el
malentendido del otro da. No sabe cunto lo sentimos...
Tess Kincaid levant una mano y Joe cerr la boca.
No s si lo dice de verdad dijo ella. Puede que fuera un error. Se
preguntarn ustedes por qu sala con un hombre tan mayor, claro. Es natural,
supongo. Ya est todo olvidado. Solo quiero ver el cuerpo de mi marido una vez
ms.
Desde luego dijo Madden, consciente de la mirada de Joe y de la ligera
pastosidad de su voz, que no intentaba ocultar. Si hace el favor de
acompaarme a la mesa de autopsias, puede verlo ahora mismo.
Mientras la conduca a la mesa, fue consciente por un instante de que Joe se
rascaba el sobaco y se ola rpidamente los dedos.
He estado trabajando en l todo el da dijo Madden y creo que le
gustar mucho el resultado. Es una de mis mejores obras, creo. S, eso creo.

Joe se acerc tambin y los tres se detuvieron ante el cuerpo tapado con una
sbana. Madden dej que pasara un momento solemne antes de carraspear y
decir:
Quiere verlo ya, Tess?
Ella se subi las gafas sobre el puente de la nariz y tom aliento.
S dijo. Ahora es buen momento, no? Djeme verlo.
Madden dej pasar otro momento dramtico y a continuacin retir la
sbana mientras observaba las caras de Joe hijo y Tess Kincaid para ver su
reaccin.
Santo cielo dijo Joe en voz muy baja. Mir hacia otro lado, cruz un
brazo sobre el pecho y se llev la otra mano a la boca.
Tiene buen aspecto, verdad, Tess? pregunt Madden con una amplia
sonrisa. Ella tambin se haba llevado una mano a la boca. Bonito como un
cuadro, no es cierto?
De la boca de Tess Kincaid escap un pequeo gemido. Luego se dio la
vuelta y se dirigi a las escaleras. Iba sollozando audiblemente cuando lleg a
ellas, y subi los peldaos de dos en dos, como hara un hombre.
Tendrn noticias de mi abogado por esto! dijo, volvindose. Y esta
vez va en serio!
Madden mir amorosamente la cara de Kincaid: las mejillas enrojecidas por
el colorete, el pintalabios aplicado al tuntn, las pestaas cargadas de rmel. No
le quedaba ms remedio que admitir que algunas de las pinturas con las que
tena que trabajar no estaban muy de moda ltimamente, pero tena la
sensacin de que eso careca de importancia. Le haba costado algn trabajo
pintarle las uas de las manos y los pies, y no haba podido hacer casi nada por
disimular la decoloracin que se iba extendiendo por la parte de arriba de los
muslos y el vientre. Quiz debera haberlo vestido.
Joe hijo se volvi hacia l. No dijo nada durante un rato.
Est bastante guapo, no te parece? dijo Madden tranquilamente
mientras limpiaba un poco de pintalabios que se haba salido del labio superior
del buen doctor y haba manchado los bordes de su bigote.
Joe sacudi la cabeza.
Se acab dijo. Te vas de aqu. Has acabado en Caldwell. Si no has
acabado t primero con Caldwell. Si no nos has arruinado t primero de una
puta vez.
Su rictus reflejaba en silencio el del doctor: Madden le haba cosido la boca
y los labios en una mueca burlona, una especie de sonrisa maliciosa y torcida.
Vamos dijo con ligereza. Nunca te ha conmovido el arte, Joe? Esta
podra ser mi obra maestra!
Ests loco contest Joe, y sacudi la cabeza otra vez. Completamente
loco, como una puta cabra. Pues ya puedes recoger tus cosas y largarte de aqu.
Me has odo, Madden? Quiero que te vayas.

Madden neg con la cabeza y supo que Joe hijo no discutira su decisin.
No dijo. Voy a acabar hoy. Tengo que atar unos cuantos cabos sueltos
antes de irme a casa. Algunas cosillas. Luego me ir.
Joe hijo levant las manos.
Est bien dijo. Haz lo que quieras. Pero no quiero que ests aqu por
la maana.
No estar contest Madden. No te preocupes por eso. No estar.
El puto luntico mascull Joe en voz baja mientras se diriga a las
escaleras. Est como una puta cabra. Al llegar a las escaleras se volvi y
mir a Madden. Quin eres t, Madden? dijo. Qu es lo que eres?
Luego dio media vuelta y subi las escaleras del mismo modo que las haba
subido la mujer de Kincaid, de dos en dos. Madden suspir y abri otra vez la
botella. Saba que, cuando llegara a casa, todava tendra que ocuparse de Rose.

Agradecimientos

El ttulo de esta novela ha sido extrado de un ensayo del mismo nombre


contenido en Cmo morimos, un libro fascinante y lleno de sensibilidad de
Sherwin B. Nuland. Algunas otras ideas, imgenes y farragosos datos tcnicos
proceden de Mortuary Science, de Frederick C. Gale. Lo dems es fruto de mi
invencin.

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