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José de Guibert, Lecciones de Teología Espiritual

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LECCION PRIMERA QUE ES LA TEOLOGIA ESPIRITUAL ‘TROLUGIA ESPIRITUAL, Desde el siglo xvm, la palabra espiritualidad (spiritualité) se emplea ‘en francés* para designar, segtin la definicién de Littré, «todo cuanto #¢ elaciona con los ejercicios interiores del alma desligada de la vida de Jos sentidos, que no busca sino perfeccionarse a los ojos de Dios» (1). Vida espiritual quiere decir, por tanto, chabito de meditar ¢ contemplary folicitud por examinarse y estudiarse a s{ mismo para legar a la per feccién cristiana» (2). Se emplea también, como sustantivo, la palabra espiritual para designar al que se entrega especialmente a este género de vida Pero al lado de estos vocablos existen otros muchos de signi- ficacién parecida, como: vida interior, vida sobrenatural, perfeccién spiritual, ascesis, vida mistica...; todas Mevan consigo, en mayor 0 menor grado, la idea comtin de vida cristiana superior por algtin con- cepto, levantada sobre lo que estrictamente se requiere para la sal- vyacién del alma. Util creemos, antes de comenzar nuestras lecciones, detenernos ‘unos instantes a precisar, en cuanto fuere posible, estas diversas no- clones, y justificar, por consiguiente, nuestra decisién de lamar T'¢0- logia espiritual a la presente obra. ‘Los términos vida cristiana, vida sobrenatural, vida espiritual, vida 7 Ba éastatano se emplea ya corsientemente ln que pueda tiharse de gate, « pear de UNpictonmotre, Ca¥, Spiriunlté, 2 en que se eltan lax sewpelones Cae, por. Rowe weatoae, Plchice, SalneSimon. El Diciionnetre de Facadémie. 8 ealetin M0), Th, A ‘aloe ae a econ ‘i finertr,Designa también To pecullar del pensumlento re “scone Nirien” den Tastitut reliioso, 6 uo. pebio: Tn explritaildad se cw Wesidsa‘taneiseans, expatica’ Lo monte que se puede decir wvando et resto) debit wld cforates ae hen rednetado ene aPieuo, ex" que. au obra no reprnenia cleramnente ‘a tenanae hied pvemn bee tan eficoes ol i te raeiela ateaeristec 1" QUE na LA HOLA na interior, de oracién, de piedad, vida contemplativa, son parecidos, pero con un fondo notable de desigualdad. Cualquier género de vida se ca- racteriza por el conjunto de actos dotados de actividad viviente que tienden a lograr el fin propio de dicha vida, ya sea en el individuo, ya en la sociedad. Vida cristiana sera, por tanto, el conjunte de actos por os cuales el hombre, bautizado, ejecuta la particular actividad de que Je ha dotado el sacramento para conseguir el fin propio del cristiano. Esta nocién es, como se ve, casi idéntica de hecho a la de vida sobre- ‘natural; la cual, en cuanto se contrapone a la vida natural, abarca aquellos actos por los que el hombre, que fué elevado por Dios al fin sobrenatural de la vision intuitiva de la esencia divina y adornado de Ia gracia y demas dones que pedia este fin, tiende a él libre y merito- riamente, Notemos tan s6lo que muchas veces la expresién vida so- brenatural se reserva para designar la actividad del alma adornada con la gracia santificante; porque los actos del pecador cuando se dispone a recobrar la gracia perdida con una buena confesién, y los del pagano que se prepara a la profesién de la fe o recepeién del bau- tismo, son actos sobrenaturales, si, pero incompletos comparados con Jos del fiel cristiano en estado de gracia, merecedores del fin sobrena- tural dicho, Solo, pues, la vida de éste es plenamente sobrenatural. Vida espiritual y vida interior se toman con frecuencia como siné- nimos. Mas la primera se opone a la vida material, corporal, sensible, y consiste, por tanto, en la actividad vital del hombre, pero tomando ‘el espiritu como contrapuesto a vida sensitiva y vegetativa. Es, pues, Ja vida de 1a inteligencia y de la voluntad; y, en este sentido, el fildsofo inerédulo puede exaltar ia primacta de la vida espiritual en el hombre ¥ aun poseerla él intensamente. Pero en lenguaje cristiano, la oposi- @ién entre carne y espiritu tiene, desde los tiempos del apdstol San Pablo, el valor siguiente: por carne se entiende toda actividad huma- na, puramente natural, orientada a los bienes de la vida presente, por espiritu la que atiende a los bienes de la vida futura, sobrenatu- ales (3). Esto supuesto, vida espiritual es sinénimo de vida sobrena- tural. Un paso mas hemos dado en la restriccién del sentido del voca- blo, al reservarle para des'gnar, no ya un grado cualquiera de esta vida sobrenatural, de la actividad espiritual arriba explicada, sino un ejercicio mas intenso, profundo, pleno de esta actividad. De esta suerte pocemos distinguir el simple cristiano del hombre espiritual (4), 1a vida sencillamente cristiana, de la vida espiritual, la estricta morali- dad de la espiritualidad, siempre vindicando para ésta una nota de al etteodlac, Ie carne Viens & confundirse east con el mands, por el que se desimnan prime riamonie lon fwertas que, ts qus en nosotros miss existen’ a nusstro alrededor y_clreune {riven muestra horlzentea saa eouay de Ia vida presente, y blnes de aqul abajo, materies © ia ei hare I evcrlta por et TP. 3 de Baawr nara ” vitalidad mas alta, més perfecta, de primacia en lo préctico, de domi- nio efectivo de la actividad sobrenatural en toda la vida del hombre, Vida interior se opone a vida exterior, y, por consiguiente, podra significar cualquier actividad de nuestras potencias espirituales, inte- ligencia y voluntad, en cuanto lo esencial de esta actividad resida en Jos actos interiores de estas potencias y no en las manifestaciones ex- teriores que traducen dichos actos, como la palabra traduee nuestros pensamientos y deseos. Pero también aqui, en lenguaje cristiano, vida Interior es sindnimo de vida espiritual, ya que esencialmente consiste en la actividad interior, porque el valor de nuestros actos externos depende ante todo de los actos interiores que los imperan y de la dis= posicién de animo con que se hacen. De aqui el transito insensible a significar précticamente vida interior 10 mismo que vida de oracién, de contemplacién, entendida en el sentido de parte meditativa y oran- te de la vida cristiana, opuesta a la parte activa de la misma vida, Més atin. En este concepto de vida interior, alma interior, hay clerta exigencia de oracién abundante que excede el minimum necesario para salvarse; de lo cual se deriva estima y plenitud de conocimiento de la oracién bajo cualquiera de sus formas, habito y ejercicio frecuente de orar, recogimiento més continuado y profundo, opuesto a la disipa~ \6n corriente, por desgracia, entre los cristianos. Digo «de la oracién bajo cualquiera de sus formas», por tanto, incluyo aqui toda clase de élevaciones del alma a Dios, su tinico bien, ¥ a las cosas divinas, Ori= cion mental y vocal, aspiraciones y jaculatorias durante Ins ocupa- jones, sentimiento de la presencia de Dios, ete... Todo este conjunto de actos constituye la vida interior cristiana, Bl fruto de esta vida interior, de la vida espiritual, es la perfeccién oristiana y la santidad, dos términos también usados ordinariamente como sindnimos, aunque muchas veces se emplean en distinta acep- cin, Mas adelante tendremos lugar de definir con exactitud la natus raleza de la perfeccién cristiana, de la perfeccién espiritual: baste aqui sefialar una nota que por lo comin la distingue de la santidad, Bsta, conforme a su rafz etimoldgica sanctus expresa la doble idea de consagracién y pureza, es decir, ante todo pone de relieve este do- ble elemento de limpieza moral, exencién de pecado, unién con Dios, consagracién del alma; de aqui la tendencia a reservar el epiteto santo al hombre revestido de la gracia santificante y ver en la santidad més que nada el estado del hombre puro que ge halla en paz con Dios, unido a El por el don habitual de la gracia y apto, por consiguiente, para gozar de la bienaventuranza sobrenatural. ‘Al contrario, la idea de perfeccién espiritual implica, de ordinario, no tanto un estado cuanto una manera de obrar: Namamos perfecta a Ja vida cristiana cuyos actos son en todo conformes con las exigencias de la ley y del ideal cristiano; de donde se sigue, como veremos cuando definamos cientificamente esta perfeccién, que més bien se trata de » QUE em a EOLA inivuat determinar 1a regia 0 norma a que han de ajustarse la vida y obras de! cristiano, para merecer el calificativo de perfectas, que no de des- eribir un estado particular de perfeccién, Por tiltimo, si para titular libros o revistas que tratan de la mate- ria que nos ocupa se emplean indistintamente las palabras vida so- brenatural, vida espiritual, vida interior... (5), con todo, para desig- nar esta parte de la doctrina catdlica se usan, de ordinario, los voca- blos mistica'y ascética, teologia mistica y ascética y, desde hace algin tiempo, teologia espiritual.Conviene, pues, detenernos algo mas en In historia y sentido precisos de estos términos, del primero sobre todo, que hoy se emplea vulgarmente hasta en la conversacién familiar y reeibe diversisimas acepeiones aun dentro de la teologia. misrica (6) La palabra es de origen griego; pero mientras el sustantivo—postf- pwr—es de uso corriente en la lengua profana, con la acepeién de 08a Secreta, el adjetivo —pysteée—no parece haberse empleado sino ‘en sentido religioso y para significar lo caracteristico de los misterios de Bleusis y otros, abarcando ya desde los principios el doble elemento de cosa religiosa ¥ cosa secreta, ora se trate de doctrinas, ritos 0 agru- paciones, En el Nuevo Testamento la palabra misterio es frecuente, sobre todo en San Pablo. No asf la voz mistica, que no se encuentra en absoluto, Hasta mucho més tarde no aparece en el lenguaje cristiano. ¥ designa entre los Alejandrinos un conocimiento de las verdades de a fe mas profundo, perfecto, no comunicable indistintamente a todos: Ja famosa gnosis, privilegio de los cristianos perfectos; asi Origenes nos habla de los axéppyca rai wootud Sempyara de una woowich rat dxdpprtog Mstia unlenda en ambos casos ambos términee de mistica « fnefe le (1). En el pseudo-Dionisio, al comienzo del siglo v1, encontramos la (® Por clemplo tae tres revstas dominicanas: Vie spirtuile en Francia, Vida sobronat ue Mapat, Vite cristana em Yala 0 tow tratadon de 1a Wie atérioure det P. Mevaano, 0. Nowe ee surmaturete, det P. CH. ox Saxon, 8 ee ce (@) "Botre a octin da miation, véane entre otrar obras, twera de tas dlehas ¥ ate ‘xtullos Indicados ‘principle de ena Tec. Soennowe: Le mot de emystiques et Rowe rate five apologetic, tw RRVI “hs Dininae.16, reproducigo en Biudes de"Theolopte mietique, Toulouse GMGD), pp. 08;-A- Fonte? 13 Jones "on Hisranoe! Diet of fe encontrar tambien ‘conna aprovechalen en lot ‘Cahlre dea Nowvete"Journee m3 (i $i tem a 9 Xy reat, 3 yostd nl seared Jen tne Pde De Aaerusto.1; nites aque an ‘mjnicaly ie eoefconaorem au recderdan Tengah mire Ym ect ve hacia nom pevfecton, cf tambidn Gasoowa, Nimo" in ante, tyr Os autre a reunién de las dos palabras, teologia mistica: teologia que contrapo- nen los Padres griegos a la economia—beahojia, obxavopia—, La primera trata del conocimiento de Dios, en s{ mismo en su Trinidad y Unidad, y Ia segunda del conocimiento de las telaciones de Dios con los hombres en el orden sobrenatural, en la obra de la Enearnacién, de la Redencién. y de nuestra Santificacién. La teologia mistica es, por tanto, un conocl- Jniento de Dios mas intimo, més secreto, que nace de nuestra unién con Bi, de la experiencia de esta union, superior a la que nos da el simple razonamiento o la fe comin a todos los cristianos; en otros término una verdadera gnosis en el sentido de los Alejandrinos (8). Por ello, Ja nocién de mistica afiade a los dos’elementos de sagrado y secreto I tercera idea de conocimiento inmediato, intuitive y experimental que la palabra conservaré hasta nosotros en sus més divergentes signl- ficados. Las numerosas traducciones de los escritos areopagisticos hicie= yon que la expresién teologia mistica pasase al Occidente y Megase ser de uso ordinario entre los doctores de la Edad Media, siempre con ‘el mismo sentido de conocimiento intimo, experimental de Dios y de Jas cosas divinas, Después, una transicién bastante natural dié un sig- nificado més amplio a la palabra teologia, por donde la teologia mitt tiea Hegé a designar la parte de la ciencia de la verdad revelada que trata de un mas alto conocimiento de Dios y de Jo que sobre este punto nos ensefia la revelaci6n. Asi se explica que Juan Gerson consagriie dos tratados distintos, uno a la teologia mistica précticn (sentido an« tiguo, conocimiento experimental de Dios mismo) y otro a la teologla mistica especulativa, es decir, a las ensefianzas de la teologia sobre este conocimiento y sobre su naturaleza (9). Por tiltimo, vino a redondearse el concepto de teologic méstica cuan- do legé a designar todo el conjunto de problemas teoldgicos relativos ‘a la vida espiritual, considerando a ésta como una preparacién a la union intima con Dios que se realiza por medio del conoeimiento mistico, por la contemplacién infusa, cumbre suprema adonde as cienden espiritualmente las almas. Este tltimo significado es muy frecuente en los siglos xv y xvi. Y ha vuelto a gozar de grande boga en nuestros dias. : Paralelamente a este desarrollo ideol6gico mas estrictamente espl> ritual de la nocién de mistica, ocurre sefialar otros varios que, sin Ba lir del terreno de la teologia, se distinguen claramente del anterior. Desde muy antiguo encontramos una acepeién exegética del vo- cablo en cuestién, El sentido mistico de las Sagradas Bscrituras se contrapone ya entre los Alejandrinos al sentido literal e historieo, y representa un conocimiento mAs secreto y profundo de los libros ins- Be ol titulo preclamente—rapi yore uohayiag-—, de exerio conmagrado por ot Pamir Duomo a ate misteriosd coneciaento We Die: Pf, "os "roan Ganeowrn: Opera, ete. Dupin, Ik, pp 808 y 80. ITUAL pirados, e# a saber: el sentido figurado y simbélico; hechos y perso najes historicos del Antiguo Testamento vienen a convertirse en fi- suras y tipos de realidades sobrenaturales muy sublimes que en el Nuevo Testamento aleanzan su pleno valor. Hanse sumado, pues, en el vocablo mistico a las ideas primitivas de sagrado y secreto, las de simbolo y figura (10), Eneontramos también la palabra mistica en el uso littirgico: ya entre los Padres se aplica con frecuencia este calificativo a los ritos, Jo mismo a log objetos que en ellos se emplean que a las personas que los celebran, subrayando, como se ve, el sentido oculto y el simbo- lismo de estas ceremonias sagradas (11). Winalmente, la teologia dogmatica recurre también al mismo tér- mino mistico para designar las misteriosas relaciones que unen a los eristianos entre si y con Cristo como miembros de un cuerpo del eual es cabeza el Salvador que lo vivifica, y comunica su propia vida, Hsta-es la famosa doctrina de la Iglesia del cuerpo mistico de Cristo, donde la palabia mistico alude al cardcter oculto y misterio- 80 de esta union, al mismo tiempo que sugiere ser algo mayor que una simple unién moral, aunque siempre inferior a la unidn fisica Proplamente dicha de los miembros de un cuerpo vivo material (12), Digamos, por tiltimo, que el sentido de la palabra méstica se ex. tiende hasta lo infinito si de sus acepciones teol6gicas pasamos a las que se van multiplicando de dia en dia en las disciplinas tnas dispa- Yes entre si, filosofia, literatura, politica, ocultismo, psicologia... Ya €5 mistica toda filosofia que suponga cierta conciencia de unidad e tre el hombre y lo que esta fuera de él y por encima de él (13). ¥ mi ticas las doctrinas y hechos que, en politica, se admiten por una espe. cle de intuicién, indiscutibles para todos, y ungidos con no sé qué cardcter sagrado: en Milan se fund6 una escuela de mistica fascis- ta (14); asi se justificaré, andando el tiempo, la necesidad de tener luna mistica autoritaria 0 democritica, segin los casos, para ejercer decisiva influencia en los negocios ptiblicos. Muchos psicdlogos euel- gan el sambenito de misticos a cualquier fenémeno psiquico que tenga Una remota apariencia de éztasis religioso, v. gr., la embriaguez sa- (G0) No om este Ingar propio para extendernos Si el sentido mistico de ta tsrtran; ihe ete Fenpeto, v. ge Hy ancanon, on Dict de tw Bible, TV" (009), Ieee jt) en el Dieionnaire’a’arensologle ‘chrétienne eb de Liturote te Cnanorescuene, fotta ieulo sobre eate nent Iitargico de palabra. miatica. Veuse camo ejemplo de tut iy antiquiima de los Santos Crisanio y Dario (25 octubre) al comtensa. Ge escomalons Mystics, Domine, rept sumus votie et gendis que ‘auees ‘Corgan Mysticum, Paria, i944: tn evelucion el senide de'C. Minos, Xin (Me det or eemplo, en ol volumen Bruner: Die phlonophlache Afystie der M. A. Munich BL Corrlere deta Sera de 8 de octubre de 102, snunciando «1 programa del curio 1082.3, fina ‘aat el objeto de ‘esta escuela ao mitien, Tasca: xConattls. we ens tn" peetion» awetirien ” Mistic \da producida por drogas 0 agitacién desenfrenada (15). fin, Hlaman ahora a las experiencias del ocultismo y el espiitismo; mistico es el dominio de la metasiquica y teosofia, y todo lo que ef © pretende ser conocimiento experimental de realidades suprasensi- bles, 0 esta en contacto con ellas . Ascéirica Mucho més sencilla es la historia de la palabra y nocion de aseo= smo y ascética vabién proviene dé la lengua clisica griega, en la que el verbo significa lo primero adornar, disponer, adaptar un objeto a un fin de= terminado; luego, dar aptitud por medio de convenientes ejercicios para tales o cuales acciones, y en sentido reflexivo, aprender, por él Gjercicio, un arte cualquiera, especialmente el atletismo, de donde re= fulta una rica serie de términos derivados, ascetas, ascetismo aseé tico, que se refleren en particular a Jos ejercilos atltieos. Ya en Ia literatura griega profana se habia dado el paso del sentido corporal a {ilos6tieo ¥ moral, y las mismas palabras eran aplicadas al ejercicio det estudio filoséfico y al de las virtudes morales, en Jenofonte, por ejemplo (16). en al Nuevo ‘Testamento, la misma palabra dow 0 a6 emplea sino una vex por San Pablo en su discurso a Félix (Act. XXIX, 10), ‘con el amplio sentido que la Vuloata traduce por studere; pero la idea expresada por esta voz se repite varias veces en las ensefianzas del ‘Apéstol, que gusta de comparar los ejercicios de la vida eristiana & los de los atletas, a las carreras y luchas (17) Entre los Padres griegos, la palabra ascefa es usada desde un prin cipio para designar a los eristianos que luchan esforzadarrente contra su propia carne para hacer publica profesién de castidad perfecta (18); Y cuando, afios adelante, dicha profesién toma la forma de vida mo- hstica, los términos ascetismo, ascético se aplican a cuanto se refiere ‘vida: la Aseética de San Basilio es el conjunto de sus escritos énticos o supuestos, relativos a la vida monastica. vnsylen la époea de tos Padres ni en la Edad Media las palabras ate cetismo, aseética, asceta, que yo sepa, se usaron en Ja lengua latina cristiana (19). Es novedad de la época moderna usar el término en io shy icke. nos eee Fpl tek, eq eres nancies pee RE ee PE esa raeen gen rnp tripe pan earacena eres _ wT ””””:c“ MSs: latin y en tas lenguas vivas, Bn el siglo xvi, por anal gua exprealon teologia tuistica go crea la de Nelegi soon taker ‘mera vez, segtin parece, en el Summarium asceticae et mystiquae theo- logiae del franciscano polaco C, Dobrosielski, publicado en Cracovia fen 1655 (20). Cuando al final de este siglo y en el xv prevalecié en muchos sitios la costumbre de reservar la apelacién de misticas a la oracién infusa y a los dones extraordinarios de la vida espiritual (21), naturalmente quedaron diferenciadas y contrapuestas la teologia as. cética y la teologia mistica. Asi Scaramelli compuso un Directorio as- eético y mistico, divisién que igualmente adoptaron los Padres Mey. nard, 0. P., y Devine, Pasionista. 'Tenemos, pues, que la doctrina re. Jativa a la vida espiritual se encuentra dividida en dos partes: una Aue comprende los actos fundamentalos y ordinarios de esta vida, y otra reservada a las gracias ia . otra reser gracias extraordinarias que le sirven de coro- ‘Al revés de lo que sucede con la palabra mistica, advertimos que la vor aseética ha restringido su significado en boca de los psicslogos ¥ de los tedlogos protestantes, para los cuales sélo viene a designar las Priicticas de mortificacién y ‘abnegacién, como el ayuno y las peni- tenclas corporales: es decir, identifican la ascética con la vida mo- nistiea, cuanto a la aspereza y privaciones (22) ACTUAL SIGNIFICADO EN TEOLOGIA DE LAS PALABRAS ascéiica ¥ afstica Si tras estas breves indicaciones histéricas queremos precisar el valor de las palabras aseética y mistica entre los teblogos contempo- réneos, hallaremos tanta diversidad de opiniones que nos desconcierta, Mn primer lugar existe un dable grupo de autores que, en forma mis 0 menos explicita, engloban todo el contenido de la teologia es- piritual en 1a aseética ‘unos y en la mistica otros. F. Murawski, por ejemplo, estima que la teologia ascética comprende toda la doctrina relativa a la perfeceién cristiana y, por consiguiente, cuanto se refiere a a contemplacién infusa, y a la direccién de las almas favorecidas on ella, y las relaciones existentes entre estas gracias sobrenaturales Y la perfeccién (23). Para otros, por el contrario, la teologia mistica ‘args hetlon de acer en at Giaigo Satan, Roma " 408; "poco después et fenutta P. Scwomnen impeins 4058 wna Theoloia acdtew, queen realidad tanto habla de Is" aitea como, de te sete wont, de S Sree ‘quiet por lemplo.em_el tial el tad arytel fut Te “OME comtroveria (2"or ocean’ Atcie and MOnehtum, PranctortsurMeln, 3457; qv, sh aera parte dela asec, «) tatuerso moral para ta correstién dees secon ‘indie Atetiache ‘Theolole, Munich, M428"'p. 21 ¥ nig. Concencon ‘my be Le Manmne: ‘Theolopta anction Moma, 1080, p.2."algs neemsten MAY ante a te ONIVICADOS DE LAB PALABRAR ABCETICA 'Y MINVIEN’ — ‘es quien representa toda esta ciencia sagrada, v. gr., el benedictino Dom Schram en su libro tantas veces reimpreso, y aun hoy consul- tado con fruto, en que resume los dos infolios del jesuita La Reguera 4 despecho del titulo de Theologia mystica, se tratan allf todos los puntos de la vida espiritual, sin exeluir los ejereicios de penitencia y enmienda de los pecados. Otros tedlogos prefieren conservar la divisién introducida a fines del siglo xvit y dan cabida en la parte ascética «a la teoria y practica de la vida espiritual, hasta la contemplaci6n infusa exclusivamenter y en la mistica, de esta contemplacién en todos sus grados, desde Ia dracién de quietud hasta cl matrimonio espiritual (24), Otros, par- tiendo de la division en dos vias, ordinarias y extraordinarias, ense- fian en la aseética la ascensién del alma por las vias purgativa, iluml- nativa y unitiva mediante el socorro ordinario de 1a gracia; y reser van para la mistica los dones y gracias extraordinarios de la contem- placién infusa (25). ‘Algunos, sin embargo, explican en la ascética las dos vias purgatl- va e iluminativa y dejan para la mistica el estudio de la vida uni- tiva (26), BI R. P. Garrigou-Lagrange, 0. P., se funda en la distincién entre el modo de obrar humano, de deliberacién y raciocinio, propio de virtudes aun infusas, y el modo sobrehumano que procede por ins- piraciones, caractetistico de los dones del Espiritu Santo; segtin esto, Ja vida aseética se desarrolla a la manera de las virtudes, todo lo més con una aceién oculta e intermitente de los dones, y la vida mistica, sogrin la accién manifiesta, frecuente, y aun habitual de los dones (27), Miréndolas més de cerea, se podrian reducir a unidad estas mane= ras diversas de concebir la ascética y la mistica. En efecta, entre elias, 's que oposicién, existe falta de precisién en la manera de entender ambos términos. Porque pueden tomarse en sentido amplio, aten- diendo a los dos aspectos que ofrece la tendencia a la perfeceién, a yaber: actividad y pasividad, y entonces la ascética se refiere a la tendencia més activa que trata de legar a la perfeccién por el ejer- cicio y esfuerzo personal, por la reforma de la vida, y su conforma cién con los pensamientos, consejos, ejemplos de Cristo y de los San- tos; mientras que la mistica nos habla de la misma tendencia a la perfeccién, pero en cuanto es don de Dios, que se desarrolla bajo el influjo de la gracia, de una manera més pasiva hasta consumarse en la unin con Dios, y su transformacién en él, Ast entendida la vida e§- ‘Ga A. Tangornee: Préeie, . 1012; tambien A. owes, art, Mustique DT. , X (ih © Bio atemane, 0. Pe Vie intériare, es. aso, tp. VINE; A. Poon, S. ds bo Zanes’ Chratiche Myst, n. 27:28; Y. Masson, O. P-: Vie Chréienne et le spin tueliey Paria, 100, DD 4 (Si rerieci, et contemplation, 1. y. 27; vole ages de ta ve sirius, pp. 10 isineiin sty poretide en P. Ameren ©, F; Cucetioner mistleas, VI 3,3 on SAUNA) peste te ta ele etic, edie 6. 066, i, mdm. Piritual, toda ella es, desde el principio hasta el cabo, aseéticn y mis- tia, aunque en grado diverso segiin las etapas que se recorran (28), Ahora bien, en sentido mas restringido, se puede llamar mistica Ja vida interior de las almas habitualmente regidas por las inspira- clones del Espiritu Santo; que son mas sensibles y déciles a sus ins- piraciones, mas pasivas bajo el influjo de la gracia. En este estado puede distinguirse una fase més ascética, en la que el esfuerzo per- Sonal y los ejercicios metédicos tienen parte mayor y més visible, al aso que la accién de la gracia en ellas, por muy real y continuada que sea, permanece mas escondida (29), Finalmente, restringiendo més atin el sentido de la mistica, viene 4 significar, segin algunos, solamente los estados de oracién y unin con Dios producidos en el alma por una accién especialisima de la graca, que hemos dado en llamar todos, de comiin acuerdo, contem- placién infusa, y es la que se describe, por ejemplo, en las Moradas V-VII del Castillo interior de Santa Teresa. Ascética, en tal caso, es la vida espiritual de las almas que no gozan de estos favores 0 por lo menos no con tanta frecuencia; y mistica seré la de aquellas otras que disfrutan de ellos habitual o frecuentemente (30). Como, no obstante, la desigual propiedad de estas tres acepciones de aseética y mistica son indistintamente usadas por los tedlogos, sin que sea posible fijar reglas precisas para su empléo, muchos autores prefieren reunir ambas palabras y rotular sus tratados con ellas: ‘Teo- logia aseética y mistica, cuidéndose por lo general de avisarnos lo que entienden por una y otra en su escrito, por ejemplo, Vives y Tuto, Na- val, Tanquerey, Garrigou-Lagrange (en el subtitulo de sus Trois ages de ta vie intérieure), como lo hizo ya en el siglo xv Dobrosielski, Otros Autores, cada vez mas numerosos, a imitacién del mismo franciscano Polaco, en muchas paginas de su libro emplean la expresién teologia espiritual para designar el estudio teolégico de las cuestiones relati- ‘Yas @ la vida espiritual, es decir, de la vida cristiana més elevada, ple- ‘a, interior, mas perfecta en una palabra, como advertimos al comien- 420 de esta leccién (81), Este término teologia espiritual tiene la venta- Ja de comprender con una sola palabra toda la méteria repartida hasta ahora entre la aseética y la mistica, sin pronunciarse en favor de nin- guna de las diversas acepciones consignadas. Ademés, realza la unidad profunda que existe entre ambos aspectos de la vida interior, su inse- parabilidad e independencia; esclarece la idea central en cyo torno {20 Tor elemplo, en el articuio de Dow Frvtine, 0, $. HL: Henedtht, Monatechist, 190, (20) cer, mia tudes de ‘Theol. Systane, pp. s74:18, 180, older, pp. an, Downontas cf. R. A. M, I807, pS. 404; en el siglo xu, F. SourLex habia ya etd tuna "Phesiopta op fundamentats, Oliva, 3081; Tisnay, Ord. Be Lex Leolartan Miwaiweex, 0. x in theo stritwatem, Momma, 1081; "A. Yatansin, S. 3. en Nov, Ter {héeloolaue- 3037p, 181; Lawowven. 0. Vp. 106, {198 Yo inno hablo adapead ee ‘Sulo’en ta primera cateton de mal curva Ge'ibu0 para ws de mls aumioy CS ee las estas cuestiones, que hoy dia se explicin genéral- tents on fo etrson de esplrtualdad, de teolgia aactcn y mista, cada vex més numerosos en las facultades e institutos de Teologia, Réstanos, para definir del todo la teologia espiritual, sehalar con exactitud el puesto que ocupa entre las demas ramas de la teologia catdlica y determinar los principales puntos objeto de estudio. ‘TROLOGIA BSPIRITUAL Y TEOLOGIA DOGMATICA, MORAL Y PASTORAL En el siglo xvi, comienzan franciscanos y carmelitas a ensefiar la asodtes y mistien como disctplina teldgica aparte, Ya en la Bad Mee dia, y junto a trataditos espirituales publicados para ecificacién de Jos fieles, habian aparecido otras obras, cuyo objeto era, al menos en parte, cttando no del todo, exponer cientificamente la dectrina ascé- ticomistica. Asi hay que considerar las grandes disquisiciones de Ri- eardo de San Victor, el optisculo De Perfectione vitae spiritualis, de Santo Toms, y varios escritos de Gerson. En el movimiento general que tiende a subdividir la teologia, como las demas ciencias, en diver- sas ramas de especialidades distintas, la teologia mifstica especulativa, de la espiritual, tiene personalidad bien acreditada desde el siglo xvit con los tratados de Le Gaudier, Felipe de la Santisima Trinidad y Vall: gornera. : 7 Jomoquiera que la teologia espiritual es una ciencia prdefied, #@ distingue Tiellmente de Ia teologia dogmétiea: que es empeculativa ¥ estudia las ensefianzas de la revelacién sobre el mundo espiritual y #0 brenatural, En cambio, la teologia espiritual coincide con ta teologia moral ¥ pastoral, aplicando estas mismas ensefianzas al orden de lox hechos para alcanzar nuestro fin sobrenatural, La dificultad esta, por consiguiente, en distinguirla como conviene de la me astoral. mente distintos respecto a las relaciones entre la moral y la espl: i con iene Si no ando equivocado, el dominio de la moral son los mandamientom, Jas virtudes en cuanto obligatorias, mientras que la ascétiea, la esp! ritualidad, trata de los consejos, la perfeccign cristana, td To que ex de supererogacién, y, como dijo Schram, antiguamente, al definir la teologia mistica eno se detiene en evitar metamente el peeado, sin va mas lejos y aspira a perfeccionar las costumbres por los consejos, asta llegar a la unién con Dios» (32), heat, mystica, 1, n.15 xual manera de disingult Iat don declan on Yiven Otros, al contrario, ereen que la teologia moral debe comprender la regla de las costumbres en su Integridad, abarcando no tan sélo lo que €8 bueno, sino también lo que sea mejor, no tnicamente los preceptos, sino ademas los consejos: no debe contentarse con ensefiar la humil. dad en el grado estricto para evitar cualquier falta de soberbia, sino que ha de informarnos también acerca de los actos por donde se llega 4 la més alta cumbre de esta virtud. En cambio, la teologia ascética y mistica, la teologia espiritual, tiene por objeto buscar el cémo, por qué medios y caminos y hasta qué punto el hombre puede, valiéndose de las ensedanzas de la revelacién, legar a practicar los preceptos ¥ consejos explicados en moral, con toda la perfeccién posible en la pre- sente vida. Y lo mismo cuando discute cientifica y teolégicamente la naturaleza y condiciones de la perfeccién que cuando formula sus con- elusiones acerca del valor de los medios para alcanzarla, la teologia espiritual (y digase lo propio de la pastoral y aun de la moral) es a la vex ciencia, en el estricto sentido de la palabra, y arte que aplica las ¢onclusiones generales a los casos:concretos y emplea los medios opor- tunos para sus fines (2: No hemos de negar que, de estas dos maneras de enfocar el asun- to, la primera es mas conforme a la costumbre que se tiene de ensehar Ja moral en tos cursos teolégicos. Porque comoquiera que en la préc- tica va enderezada esta disciplina a la formacién profesional del con. fesor, y el sacramento de la Penitencia tiene por objeto la remisién del Pecado, parece natural que su técnica verse principalmente sobre lo prohibido y lo mandado. Sin embargo, si consideramos el asunto desde un poco més arriba verenios ue para atinar con Ia mejor manera de proponer y resolver los problemas peculiares de cada una de estas disciplinas, es, sin duda ninguna, preferible el segundo modo de dividir las materias, Con el primero hay que estudiar dos veces la naturaleza de la paciencia, de Ip fortaleza, de la templanza, para deducir sus actos conforme a’ los Preceptos, o segtin los consejos. Ademés, la idea del bien moral, ca- Pitalisima en el estudio de los actos humanos, es comtin a los preceptos ¥ @ los consejos. Mientras que la teologia espiritual, ascética y mistica, considera estos actos humanos, no en cuanto conformes a la norma re Velada de ias buenas costumbres, sino en cuanto capaces de dar mayor Plenitud y perfeccién a la vida sobrenatural. La moral dice qué cosa fea humildad y cuales sus actos, de los mas faciles a los mas heroicos: ero la \cologia espiritual precisa la importancia particular de esta vir- Wud en ia conquista de la perfeecién, sus relaciones con la hegemonia de la caridad’en nuestra vida, los medios para crecer en ella, las razo- ‘Ture, m 12; Mure, Angi m5, 35 P. AvoUo, 0. M. Cap. n. 8; Tavevenby, n. 80; Noxwm, 8 Jy ‘Thea. mar. ed it naa), Mwaeaacn, O. P= Thtok morais Paria, Wak Ke nek (ai) "Cr, wire todo: A. Venema, heal, mora, T.'m 12; cm el miata send, SeanaDo8, ‘PROLOGLA LAFIMITUAL Y-THOLOGIN DOOMATICA, MORAL, ¥ PAMTONAL w ‘nes para ejecutarla, con eee en tal o cual circunstancia y en. fl entadio de la vida espleitual (34) 7m ee pana y espiritual, la linea de demarcacién no se presta a confusiones, a pesar de no hallarse muy claramente definida, La pastoral ensefia el modo que, segtin los principios de la eae ws velada, han de tener los ministros de la Iglesia para cuidar de ale mas que les estén confiadas. La pastoral, como se ve, coincide en mu- chas partes con la ascética y la mistica, desde el momento en que es grave obligacién de un pastor de almas ayudar a las ovejas escogidas de su rebaiio a que logren la perfeccién. Y de hecho, los buenos ma- nuales de pastoral ded:can una gran parte del volumen a explicar esta direceidn de los selectos, y tratando por lo general otra ver las euestio- nes peculiares de los libros de espiritualidad (35). No obstante, se dix ferencian entre si ambas disciplinas en que la teologia espiritual tiene por objeto propio y especifico la perfeccién cristiana, mientras que la pastoral abarea esta perfeccién como parte del fin que han de conse= guir los sacerdotes con cura de almas. Ademés, la pastoral enfoca la perfeccién en las almas de los dirigidos, y no en la del dirigente o pastor, sino es en cuanto lo haya de hacer mas apto para cumplir su ico con los flees; 1a teologa espiritual, al contrarto, vera sobre la porfeccGn en of tla, tanto para canseguicia el ve ia eam para ayudar a que la aleancen los que la aprenden. Parte, pues, de Ia materia que tratamos es comtin a ambas disciplinas, pero el punto de vista mental es diferente (36). 24 on podemos ya definir asf la teologia espiritual: aquella clencia que, apoyandose en las ensefianzas de la revelacién, oe Ja naturaleza de la perfecci6n cristiana y Jos medios para lograrla, Lild= mse ascética cuando puntualiza los ejercicios con que el hombre Ear su propio esfuerzo ayudado de la gracia puede adquirir esta perf fcc clén. Y mistica cuando nos descubre los caminos, dones sobrenatural les y carismas con que Dios atrae al hombre a Si, le une consigo y le ele~ Va a la perfeccién, 0, en sentido més restringido, cuando trata de las fracias extraordinarias de la contemplacién infusa con que Jas almas son poderosamente impulsadas a esta perfeccién (37). Se or ene an ie nn esis een oa ao ee ‘ejay ae mice ot oe a a Oe ee Coe nails aie eae on be nat conte hatte At, Pant Aca. om. 6, Thoma. Sh oP Ga CF UE HR LA ROLOGLA RAPUIUTUAL Una objecién podria surgir contra la definicién propuesta: {No re- wulte demasiado individualista y egocéntrico levantar todo el edificio de la teviogia espiritual sobre la idea de nuestra propia perfeccién, en vez de tomar como fundamento la gloria de Dios y el crecimiento del Cuerpo mistico de Cristo’ No hay duda de que pueden exponerse muy bien todos los princi- pios esenciales de la teologia espiritual partiendo de la doctrina del Cuerpo mistico (38) o del de nuestra filiacién divina. Sin embargo, si queremos proceder con la oportuna claridad en esta ensefianza y es coger una idea madre que le dé cohesién y l6gica, entiendo que ha de ser precisamente ésta de vida cristiana mas perfecta la caracteristica de 1a teologia espiritual, en la parcela que le corresponde del campo teolégico. Afiadamos que dicha perfeccién de la vida sobrenatural Ja primera y principal manera de procurar cada cual la gloria de Dios y contribuir al acrecentamiento del Cuerpo de Cristo... Cuidemos to- os de santificarnos de verdad y lo demés se nos dara por afiadidura, para gloria de Dios, bien de la iglesia y provecho de las almas. AGRUPACION ¥ DIVISION DE LOS PROBLEMAS REFERENTES A LA TEOLOG{A ESPIRITUAL Ya hace mucho tiempo que los autores de teologia dogmética s¢ pusieron de acuerdo para dividir esta ciencia en determinado mimero de tratados claramente definidos: si todavia existen algunas cuestio- nes que flucttian entre varios tratados la norma general, por lo menos, que deslindé el terreno es fija y aceptada por todos. Muy distinto es 10 que sucede con la teologia espiritual. ‘Memos visto ya que un grupo de autores la dividen en dos grandes partes: ascética y mistica (89). Otros centran su ensefanza en la con- templacién y explican en relaciGn con ella su preparacién, ejercicio y ‘consumacién (40). Mas frecuente es la division basada en los tres gra- ee Be eee ees mares asee ee ee eee ene eae at ee an) Cento io hace, por ejemplo; F. JUncinwn en a barrio bro De? mputiche w2ip der Aszetik, edic. 4, Paderborn, 1104. a es ‘nA, or sombio, tom’ do'a Alton dea Melon Dolor y otros Cormeen AGNUPACION ¥_DIVINION DI BU PROMLABIAN a dos generales de la vida espiritual: principiantes, proficientes y per- fectos, es decir, en las tres vias, purgativa, iluminativa y unitiva (41). Las dificultades practicas de la particién de la teologia espiritual en aseética y mfstica quedaron bien manifiestas arriba. Centrar toda Ja doctrina en el hecho de la contemplacién supone ser ésta en el mun= do el fin tltimo de la vida espiritual; ahora bien: no hay duda que él tiltimo fin de nuestras actividades ‘espirituales en la presente vida .s la consecucién de la gracia santificante y su. acrecentamiento en nosotros y los demés, y que, en relacién con este fin, 1a contemplacién por alta que sea, aqui en la tierra no pasa de medio, Semejante distri- bucién de la materia se justifica tan s6lo en las obras destinadas a I falmas de vocacién contemplativa. Los tres grados o vias son una di- visién cémoda, pero con el gran inconveniente de obligar a tratar, a propésito de cualquiera de ellas, algunas cuestiones que interesan en realidad a todos los estados de la vida espiritual, pues aun los per= fectos tienen que luchar a veces contra la concupiscencia, que nunca hos abandona del todo, y los mismos principiantes sienten aecesidad de lunirse a Dios por el ejercicio de su presencia y la conformidad eon su voluntad. Fsta es, a mi juicio, la razén por que hoy dia tienden ‘os autores tratar primero juntas todas las cuestiones fundamentales de la espirl- tualidad y pasar luego a considerar lo que se refiere a los estado, (ri- los 0 vocaciones particulares. Algunos, si hemos de ser sinceros, pie recen detenerse a medio camino. Por ejemplo, el P. Crisigono de Je- tis, C. D. (42), después de haber explicado los principios generales, tiata de las tres vias, pero distinguiendo en cada una de ellas Wn aie pecto, v. gr., en la unitiva, uno ascético y otro mistico. También en #u reciente tratado, el P. Garrigou-Lagrange, 0. P. (43), ha dedicado la primera parte a generalidades; siguenla otras tres consagradas a las tres vias y una quinta, finalmente, reservada a las gracias extraordl- arias (visiones, ete,); pero el hecho es que no pocas cuestiones, en validad comunes a todas las fases de la vida espiritual, estén tratadl como propias y exclusivas de alguna de las vias, Otros eseritores, Le Gaudier, en tiempos pasados, y en los nuestro Ribet, Mutz, ‘Tanquerey, Heerinckx... llevan el principio hasta sus il timas consecuencias, exponiendo en sus libros todas las euestiones ge nerales en una primera parte y consagrando la segunda a lo que se podria lamar teologia espiritual especial, o sea, a los diferentes gra dos y estados, que requieren aplicaciones particulares, de los prinel- “ay Antiguamente B. Romignal, Alvaree de Par, Felipe de ta Sa. Trish ea clontemente el cardena) Viven ¥ Tut el P. AdoMo, ol Pe Aure She'Bouchaae, 6. 85. 8 Fi senate Cee mrticae Summa, Turin, 1996, Compendio de asctica v mation, aparedite Ua ter ivte deorte de la ee apirituelie, 2 vol. Ps n yaw ae ioe 080, a QUE Ma LA THOLOOIA exPUMIU los y medios generales, Hste es el plan general que seguiremos en las presentes lecciones, segtin el esquema que va a continuacidn, Haré, sin embargo, algunas advertencias antes de estampar el pro- grama. La distineién entre parte general y parte especial tiene sentido muy diferente en algunos tratadistas, como el P. 0. Zimmermann (44), que incluyen en los dominios de la teologia espiritual la practica de las vVirtudes cristianas en cuanto exceden los limites del simple precepto divino. Para ellos, la ascética general abarca casi toda la materia que hosotros estudiamos en las presentes lecciones, y la ascética especial Se reduce a la priictica perfecta de las virtudes teologales y morales, al cumplimiento de nuestros deberes para con Dios, para con el proji- mo y para con nosotros mismos. Ya di antes las razones por las que Juzgo que esta segunda parte no debe separarse, a mi juicio, de la teo- ogia moral. Algunos se preguntan (segunda advertencia) si convendra dar un puesto en la teologia espiritual a las materias relacionadas con la con- versién, ya se trate de la conversién de la incredulidad o de la herejia 4 la verdadera fe, ya del paso de la vida de pecado a la de la virtud. Algunos autores, v. gr., los PP. 0. Marchetti y J. Heerinkx (45), res. ponden afirmativamente; y, en efecto, existen tratados, como ei de Bona, publicado bajo el seudnimo de Morotius o el de Mgr. Saudreau, sobre los Degrés de la vie spirituelle (46), en donde se consagra un capitulo preliminar a la conversi6n. No obstante, el sentir general pa- rece ser que la tendencia a la perfeccién cristiana supone necesaria- mente la posesién de esta vida, y en algtin grado, por tanto, la con- versién propiamente dicha esta fuera del cancel de la ascética y debe relegarse a los dominios de la pastoral (47). Muchos tratados (y ésta es la tercera advertencia) conceden gran espacio a la exposicién de ciertos dogmas importantisimos para ali- mentar y robustecer nuestra vida espiritual y a las controversias acer- a de la naturaleza de la gracia y su accién, sobre el motivo de la fe y Sul cardeter sobrenatural, etc... Yo creo que todos estos puntos han de tratarse en la teologia dogmatica 0 moral y darse en la espiritual por Supuestos; a lo mas, indiquense brevemente las soluciones cons'de- las como mis probables y segtin ellas revuélvanse los problemas pro- plamente espirituales. Porque una cosa son los dogmas que sustentan la vida espiritual y son su motivacién poderosa y hasta suministran materia de meditacién y contemplacisn, y otra los problemas espect- ficamente propios de la teologia espiritual. rnoi),O- Manone, Le weul de Pavcdttque, RAM, 190, pp 8-40; J, HemnIncex, Introd. a) Somerton (ows; Cures vite apirtiuale, Rathbone, 104, n. 12; A. Savonaas, Degros, Por ejemplo, Tawavener,n, 698 ORUPACION Y BIVIMON DR HUN YHOMLESAN cy Hechas estas salvedades, creemos que el esquema siguiente no omi- te ninguno de los puntos de la doctrina espiritual, los estudia todos y Jog ordena cada cual en su lugar propio, sin necesidad, en cuanto ello 5 posible, de tratarlos por duplicado. ‘A) Naturaleza de la perfeccién espiritual y causas que la produ- 1en 0 impiden: “npg perfeccién de la vida cristiana ase mide por la caridady; caridad actual y habitual, afectiva y efectiva para con Dios y para con 1 préjimo. La perfeccién y las virtudes (teologales y morales), los cone hejos. Perfeecién y unién’ con Dios, con Cristo-Hombre; imitacién de Dios, de Cristo y de sus santos; perfeceién y cruz; confcrmidad eon la voluntad de Dios; deseo de perfeccién. 2° Causas: a) Naturales: temperamento fisico y eardcter; causas que influ yen en ellos (herencia, costumbres adquiridas, enfermedades, medica mentos psicolégicos...). Enfermedad de los escripulos, b) Sobrenaturales y preternaturales: Dios, angeles buenos y ma: los; inspiraciones y dones del Espiritu Santo; tentaciones. Discerni- mientos de espfritus. Visiones y revelaciones. Posesin y obsesién, ©) Cooperacién del hombre con Dios: actividad y pasividad; mé- todos espirituales. Direccién espiritual. Amistad espiritual B) Medios y ejercicios por los cuales tiende el hombre a la per Die Medios sanlineeion cee opere operato»: Santo sacrifieio de la misa; comunién; confesién y demas sacramentos; las gracias smentales. 2° Bjercicios para excitar, mantener, dirigir la tendencia a la perfeceién. a) Lecturas espirituales, exhortaciones, conferencias; estudio de doctrina espiritual. 4) eBjercicios espirituales», retiros anuales; recogimientos pe- riddicos. act para reformar y perfeccionar nuestra manera de obrar: @) Examen de conciencia (general y particular); reforma meté- dica de los defectos, adquisicién de virtudes (pruebas). b) Mortificacion de los sentidos, pasiones, interior y exterior; pe nitencias aflictivas, ©) Perfeccién de nuestras acciones ordinarias, de nuestros debe- res de estado; reglamento de vida. 42 Ejercicios para unirnos.con Dios a) La oracién en general (necesidad, dificultades, auxilios), }) Oraci6n vocal, littirgiea, privada, ¢) Oracién mental (meditacién, oracién afectiva, contemplacién), d) Oraciones jaculatorias y aspiraciones; ejercicio de la presen roa vaermyn—9 cla de Dios. Conformidad y abandono a la yoluntad de Dios; pureza de intencién. ©) Grados por los cuales acostumbra Dios Uevar al hombre a ta perfeceién: 1 Grados de la vida espiritual en general: su existencia, Cudles son: sus relaciones con las tres vias, con la vida activa y contempla- tiva. 2° Los principiantes. ;Quiénes son? Deseo de la perfeccién; pri- mera formacién para la vida espiritual; purificacién del alma, activa y pasiva; reparacién; virtudes propias, temor de Dios, compunci6n; ‘ejercicios y dificultades (meditacién de las postrimerias, del pecado). 3 Los proficientes. ;Quiénes son? Conformacién del hombre in- terior con Cristo; recogimiento y guarda del corazén; 1a virtud de la religion; abnegacién y humildad; pobreza de espiritu, paciencia; las virludes teologales... Dificultades de este grado, la mediania, 4° Los perfectos: perfeccién y herofsmo; el amor de los perfec- tos; unién consumada con Dios. Unién activa y unién pasiva. 52 La via contemplativa: naturaleza de la contemplacién infu- sa, grados; su necesidad para la perfeccién; hechos extraordinarios que pueden acompafarla; direccién de las almas en esta via. D) Estados diversos en los cuales el hombre puede tender a la perfeccion: 1, Estados de vida en general; vocacién y eleccidn de estado, 2° La perfeccién e1 @) La vida sacerdotal. b) La vida religiosa. ¢) La vida seglar. Pueden consultarse J. Gensow: Theol. mystica speculativa, consid, 1; 2834, Opera, 111, 305, 8}; Vauconvena, q. 1, a. 12; Domingo de la Sma, Trinidad, Bibliotheca, 4, VIL, I, VI, sect. 1; José net. Rspinry Saxto: Cursus theol. muistico-scholast. {1 Disp, 1; La Recumna, t. 1, pp. 1, n. 1-72, ef. q. 24 sobre la teologia mfs- tie); Murz, § 5; Zaun, 2 ¥ 56; Dustaxcuy, art. Ascétique, D. T. C. 2137. JUAN DE LA Cruz: Ascética y Mistica, Paris, 1912; Venamenscn: Theol. Moratis, 1 (Ed. 3, 1938), n. 2; J. ve Gummenn, art, Ascétisme, Ascétique, D. Sp. I. 936; 10101017; Etudes, pp. 923; Hxenwexx: introduction. 238; Alb. Var Lixin, 8, J. Lobjet propre de la Théologie spirituelle, Nouv. Rev. Th. 1927, pp. 161-191; MURAWsx, n. 1-13; p, 931 Lenoxnven, 0, P, La théologie spirituelle comme science particuliére, VS, 1932 [158-166]; MeNNesstmn, O. P, Notes de théologie spirituelte, VS., 1935 [5864]; TaaLmatanern, $, J.: Um Sinn und Auf Gabe einer aszetischen Theologie, en 2 f. k, ‘Th, 1938, 63, 241249; Recantey, 0. Be: Réflesions sur ta théologe spirtuete, VS, 108, St (151-160), 58 [212]; De Fumenr, T, 8. q. 1, 81, LECCION 11 METODO Y FUENTES DE LA THOLOGIA ESPIRITUAL La serie de actos que constituyen la vida espiritual del cristiano puede ser materia de un estudio histérico que puntualice cudles fueron ‘en uno o varios individuos determinados, e6mo se desarrollaron y como influyeron entre si mutuamente; puede ser también objeto de experl- mentos psicolégicos, cuya observacién y analisis nos descubran las le yes, modalidades y condiciones de la actividad psicolégica en el te rreno religioso. Puede, en fin, ofrecernos, por deduccién, conclusiones pricticas empfricas sobre la manera de regirnos nosotros o ditiglt & Jos demas en la vida interior. Fuera de lo dicho, el depSsito de la Re- yelacién, Escritura y tradicion catdlica contienen ensehanzas acerca de estos mismos actos, de las cuales unas vienen a corfirmar y @ Ve= ‘ces completar, lo que aprehendemos por los medios naturales de ine yestigacién cientifica, y otras nos dan a conocer nueves aspectos que eapan totalmente a nuestra manera de conocer, puramente huma- na... {Cémo utiliza la teologia espiritual estas diversas fuentes de in- formacién para lograr su propio fin, que es alcanzar una perfecta in- teligencia, en cuanto sea posible, de la naturaleza de dicha plenitud de vida cristiana aqui en el mundo y de los medios practicos de ten- der y llegar a ella? Examinemos, ante todo, c6mo han de entremezclame en 1a espitls tualidad las conclusiones deducidas de los principios revelados ¥ Jas ensefianzas que adquirimos por nuestra experiencia personal y la de los demas; pasemos luego revista a las principales fuentes teol6glcad y experimentales, a que habremos de referimnos en el curso de esta iecciones. Ni la sola experiencia ni el solo raciocinio bastan para constitult una sélida y completa doctrina espiritual; todos estan de acuerdo en ello, aunque, de hecho, lo mismo en este punto que en el de 1a allanaa

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