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Cuestiones Disputadas Sobre El Mal PDF

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TOMAS DE AQUINO CUESTIONES DISPUTADAS SOBRE EL MAL Presentacion, traduccién y notas de EZEQUIEL TELLEZ MAQUEO Introduccién de MAURICIO BEUCHOT EGuNsaA 30 ANIVERSARIO 1967-199 EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A. PAMPLONA CUESTION SEXTA! Sobre la eleccién humanaz ARTICULO UNICO Si el hombre tiene libre eleccién en sus actos, o si elige necesariamente? Y PARECE QUE ELIGE NO LIBRE, SINO NECESARIAMENTF4, i. Pues dice Jeremias, X, 23: No es duefio el hombre de su camino, ni corresponde al varén caminar y enderezar sus pasos. Pero aquello res- pecto de lo cual el hombre tiene libertad es suyo, como puesto bajo su pro- pio dominio. Luego se ve que el hombre no tiene libre eleccién en su camino y en sus actos. 2. Pero ha de decirse, que esto se refiere a la ejecucién de lo ele- gido, que algunas veces no esta en la potestad del hombre. —Pero en contra, est& lo que el Apéstol dice en Romanos, IX, 16: No esta en que uno muera, esto es querer, ni en que uno corra, esto es correr5, sino en que Dios se compadezca. Pero asi como correr pertenece a la ejecucién externa del acto, asi el querer a la eleccin interior. Luego tampoco las 1. La traduccién de Ja presente cuestién —como ha sido sefialado en la presentacién- ha sido realizada por el Lic, Arturo Picos Moreno, titular de Antropologia Filosdfica de 1a Universidad Panamericana (México), a quien agradezco me haya permitido transcribirla a continuacion. 2. Para otros: Sobre el libre albedrio. 3. Cfr, SANTO ToMAS, Summa Theologiae, I, q. 83, a. 1; Ibidem, I-Iae, q. 13, a. 6; De veritate, q. 24, a. 1, 4. Tercer error condenado en Parfs en 1270 (Chartularium Universitatis Parisiensis, I, n. 432), 5. Cfr. Glosa de PEDRO LomBakbo a Romanos, IX, 16 (PL 191, 1460B). 303 TOMAS DE AQUINO . lecciones interiores estén en Ja potestad del hombre, sino estén en el hombre a partir de Dios. 3. Pero ha de decirse que.el hombre es movido a elegir por una especie de instinto interior®, a saber, por el mismo Dios, e indefectible- mente; sin embargo, esto no repugna a la libertad. Pero en contra, si se tiene en cuenta que todo animal se mueve a si mismo por el apetito y otros animales que no son el hombre no tienen libre eleccién, porque su apetito es movido por un motor exterior —a saber, por la fuerza de los cuerpos celestes o por la accién de algiin otro cuerpo-, por tanto, si la voluntad del hombre es movida indefectiblemente por Dios, se sigue que el hombre no tiene libre eleccién en sus actos. 4. Lo violento es aquello cuyo principio es exterior, sin que contri- buya en nada la virtualidad del que lo padece’. Luego si el principio de la eleccidén voluntaria fuera exterior, cual seria Dios, se ve que la voluntad se moveria por violencia y necesidad. Por tanto, no tiene libre eleccién en sus actos. 5. Es imposible que la voluntad del hombre disienta de la de Dios: porque, como dice Agustin en su Enquirididn’, 0 el hombre hace lo que Dios quiere, o Dios suple por su voluntad. Pero la voluntad de Dios es in- mutable. Luego también !a del hombre y asf todas las elecciones humanas proceden de una eleccién inmutable. 6. Ningtin acto de una potencia puede versar sino sobre su objeto; como el acto de la vista.no puede versar sino sobre lo visible. El objeto de la voluntad es el bien. Luego la voluntad no puede querer sino lo bueno. Por consiguiente, quiere necesariamente el bien y no tiene libre eleccién entre el bien y el mal. 7. Toda potencia a la que se compara su objeto como lo que mueve con e] mévil, es una potencia pasiva; y su operacién es padecer; como lo sensible mueve al sentido, de donde se sigue que el sentido es una poten- cia pasiva, y el sentir un cierto padecer?. Pero el objeto de la voluntad se compara con ella como el que mueve con to movido: dice el Filésofo en el libro III! Sobre el alma, y en el libro IX!! de la Metafisica, que lo apetecible mueve sin ser movido, en cambio el apetito es motor movido. . Cir, ARISTOTELES, Ethica Eudemia, VII, c. 14 (1248a, 17-32). ARISTOTELES, Ethica Nichomachaea, Il, 1 (1110a, 1) y 2 (1110b, 15), . Cap. 100 (PL 40, 279; CCL 46, 103); cfr. PEDRO LoMBARDO, Sententiae, I, d. 47, ¢. 1. Cf. ARISTOTELES, De anima, IH, 23 (424a, 1); Ibidem, IM, 3 [9] (429b, 25). 10. C. 9 [15](433b, 11-12). 11. Mas correctamente en: Metaphysica, XI (=XID, 7 (1072a, 26). Para 304 SOBRE EL MAL Luego la voluntad es una potencia pasiva!?, y querer es padecer. Pero toda potencia pasiva es movida necesariamente por el agente, si este es sufi- _ ciente. Luego, se ve que la voluntad es movida necesariamente por lo ape- tecible'3. Por consiguiente, el hombre no es libre de querer o no querer. 8. Pero ha de decirse, que la voluntad se mueve necesariamente a su Ultimo fin, porque todo hombre necesariamente quiere ser feliz!4; pero no sucede asf respecto de aquello que es para el fin. —Pero en contra, asi como el fin es objeto de la voluntad, asi también lo que es para el fin: puesto que ambos tienen raz6n de bien. Por tanto, sila voluntad se mueve necesariamente ai fin, vemos también que se mueve necesariamente a lo que es para el fin. 9. Ademés, donde hay un mismo motor y un mismo. mévil, idéntico es el modo de mover. Pero cuando alguien quiere el fin y lo que es para el fin, lo movido es lo mismo, esto es, la voluntad, y el que mueve es lo mismo: porque nadie quiere lo que es para el fin sino en cuanto quiere el fin. Luego el modo de mover es idéntico, de modo que asi como alguien quiere el fin diltimo necesariamente, asf quiere necesariamente lo que es para el fin. 10. Asi como el intelecto es una potencia separada de la materia, asi también la voluntad. Pero el intelecto es movido necesariamente por su objeto: se piensa que e] hombre asiente a alguna verdad por la fuerza que ejerce sobre la razén!5. Luego tanto la raz6n como la voluntad se mueven necesariamente a sus objetos. 11. La disposicién del primer motor permanece en todos los subsi- guientes: pues todo motor segundo mueve en cuanto es a su vez movido por el primer motor. En el orden del movimiento voluntario, lo primero que mueve es Ja aprehensidn de lo apetecible. Siendo que la aprehensién de Jo apetecible se padece necesariamente, como cuando por demostracién se prueba que algo es bueno, la necesidad se deriva a todas las mociones siguientes, y por tanto 1a voluntad se mueve a querer no libre, sino necesa- rtiamente. 12. La cosa mueve mayormente que su representacién. Pues segén dice el Filésofo en el libro VI'6 de la Metafisica, el bien esta en las cosas y 12. Noveno error condenado en Paris. 13. Ibidem. 14. Cfr. San AGustin, De Trinifate, XIU, c. 3 (PL 42, 1018; CCL 50A, 389) segtin Santo TOMAS, Summa Theologiae, I-IF*, g. 5, a. 8, sed contra. 15. Cfr. ARISTOTELES, Metaphysica, V, 6 (1015b, 6) seggn SANTO ToMAS, De veritate, q. 22, a. 10, sed contra 2. 16. C€.4(1027b, 25-27). 305 TOMAS DE AQUINO la verdad, en cambio, en la mente; y asi el bien es la cosa y la verdad su representacién. Luego el bien tiene mas razén de motivo que la verdad. Pero la verdad mueve necesariamente al entendimiento, como se dijo!7. Por lo tanto, el bien mueve necesariamente a la voluntad. 13. La dileccién que pertenece a la voluntad, es un movimiento mas vehemente que el conocimiento, que pertenece.al intelecto; pues el cono- cimiento asemeja pero el amor transforma, como consta por Dionisio en el cap. IV!8 Sobre los nombres divinos. Luego la voluntad es mas movible que el intelecto. Por tanto, si el intelecto se mueve-por necesidad, con ma- yor razén la voluntad. 14. Pero se diria que el acto del intelecto es un movimiento que ter- mina en e] alma; mientras que el acto de Ja voluntad es un movimiento que parte del alma; y asi, el intelecto es mas pasivo, en tanto la voluntad es mas activa, por lo que no se sigue necesariamente a su objeto. —Pero en contra, asentir pertenece al intelecto, como consentir a la voluntad. Pero asentir significa moverse a la cosa a la que se asiente, como consentir es moverse a la cosa en que se consiente. Luego el movimiento de la volun- tad no parte del alma mds que el movimiento del intelecto. 15. Si la voluntad-no se moviese necesariamente hacia aquello que quiere, serfa preciso decir que se vuelve a los opuestos: ya que lo que es necesario, puede no ser. Pero todo lo que esta en potencia respecto de los opuestos, no se reduce al acto de alguno de ellos sino por algtin ente en acto, que hace ser en acto a lo que estaba en potencia. Lo que hace a algo ser actualmente decimos que es su causa. Serd necesario, por tanto, que si ja voluntad quiere algo determinadamente, haya alguna causa que la haga querer esto. Puesta la causa, es necesario poner el efecto, como lo prueba Avicena!®, porque si, puesta la causa, todavia es posible que el efecto no se dé, serd necesaria todavia otra cosa que lo reduzca de la potencia al acto, y esto porque la primera causa no era causa suficiente. Luego la voluntad se mueve por necesidad al querer algo, 17. Arg. 10. 18. Pardgrafo 13 (PG 3, 712A; Dion. 215). 19. AVICENA (IBN-SINA): Nacido en Bujara (hoy Azerbaijan, antes Uzbekistan y mucho antes Persia) en 980 d.C., muerto en Hamaddn (hoy Ecbatana, cerca de Teherén), Fue médico, filésofo y tedlogo d4rabe. Se cuenta que leyé cuarenta veces la Metafisica de ARISTOTELES, y llegé a saberla de memoria, sin poder comprenderia totalmente. Ademdas de obras médicas y misticas, escribid muchas obras filoséficas conforme al pensa- miento de ARISTOTELES, de las cuales las principales son: Sanatio, Liberatio, Dux ad sapientiam, Liber medietatus, y muchos tratados sobre légica, el alma, moral y el destino. La cita en cuesti6n es de: Meraph., L, c. 7 (f. 73 rb; Van Riet 46) segiin Sanro TomAs, De veritate, q. 23, a. 5, arg. 1. 306 SOBRE EL MAL 16. Ninguna virtud que dice relacién a términos contrarios es activa; porque toda virtud activa puede obrar aquello para lo cual es activa. Puesto fo posible no se sigue lo imposible, pues resultaria que dos cosas opuestas serfan simultdneas, lo cual es imposible?!. Pero la voluntad es una potencia activa. Luego, no estd referida a términos opuestos, sino que esté determinada necesariamente a una cosa. 17. La voluntad empieza a elegir algo que antes no habia elegido, 0 bien cambiando las disposiciones en que se encontraba antes, 0 sin cam- biar. Si no ha cambiado, se sigue que as{ como antes no clegfa, asf ahora tampoco: y de ese modo clegirfa no eligiendo, lo cual es imposible. Si por el contrario cambié su disposicién, es necesario que haya sido cambiada por algo, ya que todo lo que se mueve es movido por otro22, El motor im- pone su necesidad al mévil, pues de otro modo no le moverfa suficiente- mente. Luego la voluntad es movida necesariamente. 18. Pero ha de decirse que estas razones son concluyentes para las potencias materiales, que estan en la materia, pero no para una potencia inmaterial como la voluntad. Pero en contra, el principio de todo cono- cimiento humano es el sentido?3, Nada puede ser conocido por el hombre sino lo que cae dentro de los sentidos, ya sea en si mismos 0 por sus efec- tos. Pero una misma virtud referida a términos opuestos no cae dentro de los sentidos: en los efectos que caen dentro de los sentidos, no se encuen- tran existiendo simulténeamente dos actos contrarios; siempre vemos que liega al acto uno determinado: luego no podemos juzgar que en el hombre haya alguna potencia activa referida a términos opuestos. 19. Dado que la potencia se dice por el acto, asi como el acto se rela- ciona con el acto, asi la potencia se relaciona con la potencia. Pero dos actos opuestos no pueden ser simultdéneos. Luego no puede haber una potencia referida a dos cosas opuestas. 20. Segtin Agustin en el libro 124 Sobre la Trinidad, nada es causa de sf mismo en cuanto al ser. De modo similar, nada es causa de si mismo en cuanto al movimiento. Luego la voluntad no se mueve a sf mismas; pero es necesario que sea movida por algo: porque comienza a hacer lo que an- tes no hacia, y todo lo que as{ se comporta es movido de algtin modo; de ahi decimos de Dios que no comienza a querer después de no querer, pues es inmutable. Luego es necesario que la voluntad sea movida por otro. 20. Cf. ARISTOTELES, Analytica Priora, I, c. 13 (32a, 18-20). 21. Cfir. ARISTOTELES, Metaphysica, IV, 15 (1011b, 21). 22. Cir. ARISTOTELES, Physica, VIII, 7 (254b, 27 ss.). 23. Cfr. ARISTOTELES, Analytica Posteriora, II, 20 (100a, 10) y Metaphysica, 1, 1 (981a, 2). 24. C.1,n. 1 (PL 42, 820; CCL 50, 28). 307 TOMAS DE AQUINO Pero lo que es movido por otro, recibe del otro la necesidad. Luego la voluntad quiere por necesidad y no libremente. 21. Todo lo multiforme se reduce a algo uniforme?5. Pero los movi- mientos humanos son variados y multiformes. Luego se reducen al mo- vimiento celeste, que es uniforme2®, como a su causa. Pero lo que es cau- sado por el movimiento celeste, acontece necesariamente: porque las cau- sas naturales producen necesariamente sus efectos si no hay algo que lo impida. Ahora bien, nada puede impedir que el movimiento de los cuerpos celestes logre su efecto: porque seria necesario que el acto que lo impide se redujese a algiin principio celeste como a su causa. Luego se ve que el movimiento humano acontece por necesidad y no por libre eleccién. 22. Quien hace lo que no quiere, no tiene libre eleccién. Pero el hom- bre hace Io que no quiere, como se lee en Romanos, VU, 15: El mal que detesto, eso hago, Luego el hombre no tiene libre elecci6n en sus actos. 23. Agustin dice en su Enquirididn?’ que el hombre, haciendo mal uso del libre albedrio, lo perdié y se perdié a sf mismo. Pero elegir libre- mente no es sino tener libre albedrio. Luego el hombre no tiene libre eleccion. 24, Agustin dice en sus Confesiones?’, que cuando no se resiste a la costumbre, se acta por necesidad. Luego al menos en aquello que se hace consuetudinariamente, la voluntad se mueve con necesidad. PERO EN CONTRA: 1. Est lo que se dice en Eclesidstico, XV, 14: Dios constituyé al hombre desde el inicio y lo dejé en manos de su consejo. Esto no seria asi sino tuviera libre eleccién, que es el apetito de lo deliberado previamente, como se dice en el libro II2° de la Etica. Luego el hombre tiene libre albedrio en sus actos. 2. Las potencias racionales estén referidas a los opuestos, como lo dice el Filésofo*°. Pero la voluntad es potencia racional: est4 en la razon, 25. Cfr, ARISTOTELES, Physica, VIN, 19 (264b, ss.), segin SANTO TOMAS, Sunmuna Theologiae, 11-I*, q. 9, a. 5, arg. 1, y ARISTOTELES, Physica, WV, 23°(223b, 18-21). 26. Cir. ARISTOTELES, De caelo, II, 8 (288, 13 ss.). 27. C, 30 (PL 40, 246; CCL 46, 65). 28, VIII, c. 5, n. 10 (PL 32, 753; CSEL 33, 178). 29. C.6(1112a, 14-15). 30. Metaphysica, 1X, 2 (1046, 4-5). 308 SOBRE EL MAL como se dice en el libro III?! Sobre el alma. Luego la voluntad esté refe- rida a los opuestos y no se mueve por necesidad a una sola cosa. 3. Seguin el Fildsofo en el libro III? y en el libro VI33 de la Etica, el hombre es sefior de sus actos, y en sf mismo estd el obrar 0 no. Pero esto no sucederfa si no tuviera libre eleccién en su actos. RESPUESTA. Algunos afirmaron que la voluntad del hombre se mueve necesariamente a elegir algo; y sin embargo, no afirmaban que la voluntad fuese violentada. Pues no todo lo que es necesario es violento; sino sélo aquello cuyo principio es extrinseco*4; por lo que los movimientos natu- rales son necesarios, pero no violentos: pues lo violento tanto repugna a lo natural como a lo voluntario, porque el principio de uno y otro es intrin- seco, mientras que el principio de lo violento es extrinseco. Esta opinién> es herética: pues excluye el mérito y el dexérito en los actos humanos. Pues no parece que pueda ser meritorio o demeritorio que alguien obre necesariamente de tal modo que no pueda evitarlo. Es tam- bién considerada entre las opiniones extrafias a la filosofia: porque no sélo es contraria a la fe, sino que subvierte todos los principios de la filosofia moral?6, Pues si no hay algo libre en nosotros, sino que por necesidad somos movidos a querer, se excluye la deliberacién, la exhortacion, el precepto y el castigo, la alabanza y el vituperio, sobre los que versa la filosoffa moral. Tales opiniones que destruyen los principios de alguna parte de la filosofia, son posturas extrafias3’, asf como el decir que nada se mueve, lo cual destruye los principios de la ciencia de la naturaleza. Algunos hom- bres son inducidos a la afirmacién de tales posturas en parte por protervia, otros en parte por algunas razones sofisticas, que no pueden resolver, como se dice en el libro IV38 de la Metafisica. Para probar la verdad acerca de estas cuestiones hay que considerar, en primer lugar, que as{ como en otras cosas existe algtin principio de los propios actos, asi también en el hombre. Este principio activo o motriz en 31. C,8 [14] (432b, 5). 32. C. 1 (1110a, 17-18); sin embargo cfr. NEMESIO, De natura hominis, c. 41 (PG 40, 776A; Verbeke 150). 33. C. 10(1144a, 10-11). 34, ARISTOTELES, Ethica Nichomachaea, II], 1 (1110a, 1) y Ill, 2 (1110b, 15), segtin SANTO TomASs, De veritate, g. 22, a. 5, corpus. 35, Tercer error condenado en 1270 en Paris (Chartularium Universitatis Parisiensis, 1, n, 432). 36. Cfr. SANALBERTO MAGNO, De quindecim problematibus (col. XVII-1, 41). 37. Cfr. ARISTOTELES, Topica, I, c. 11 (104b, 19-20, 34). 38. C. 10(1019a, 19-22). 309 TOMAS DE AQUINO el hombre es propiamente el entendimiento y la voluntad, como se dice en el libro III3° Sobre el alma. Este principio coincide en parte con el prin- cipio activo de las cosas naturales, y en parte difiere. Coincide en cuanto que, asi como en las cosas naturales se encuentra la forma, que es prin- cipio de actividad, y una inclinacién consiguiente a esa forma que se llama apetito natural, de la que se sigue la accién; asi en el hombre se encuentra una forma intelectiva, y la inclinacién de la voluntad consiguiente a la forma aprehendida, a la que sigue la accién exterior: pero en esto se en- cuentra la diferencia, puesto que la forma de las cosas naturales es indi- viduada por la materia; por lo que la inclinacién consiguiente esta deter- minada a una sola cosa, mientras que la forma entendida es universal, bajo la que se comprenden muchas cosas; como los actos versan sobre cosas singulares*°, ninguno de los cuales iguala la potencia de lo universal, la inclinacién de la voluntad permanece indeterminada frente a lo miiltiple: como cuando el arquitecto concibe la forma de una casa en universal, bajo las que se comprenden diversas figuras de casa, pudiendo inclinarse su voluntad hacia una casa cuadrada o redonda o de otra figura. El principio activo en los animales brutos, se encuentra en un modo intermedio entre éstos. Pues la forma aprehendida por los sentidos es individual, como 1a forma de las cosas naturales; y por tanto, a partir de ésta se sigue una inclinacién determinada a un acto como en las cosas naturales. Pero no siempre se recibe en los sentidos la misma forma, como en cambio si ocurre en las cosas naturales —pues el fuego es siempre caliente— sino que ahora una forma, y después otra, como por ejemplo ahora una forma deleitable, después una desagradable, de donde unas veces huye, otras la sigue; en lo que concuerda con el principio activo humano. En segundo lugar, hay que considerar que una potencia se mueve doblemente: de un moo por parte del sujeto; de otro modo por parte del objeto. Por parte del sujeto como la vista por la inmutacién de la dispo- sicién del 6rgano se mueve a ver m4s o menos claramente; por parte del objeto, como la vista ahora ve blanco, luego ve negro; la primera inmu- tacidn pertenece al ejercicio del acto, es decir, que se actie o no se actta, que actie con debilidad o fuerza: la segunda inmutacién pertenece a la especificacién del acto, pues los actos se especifican por sus objetos*!. Ahora bien, hay que considerar que en las cosas naturales la espe- cificacién del acto procede de la forma; mas el ejercicio del mismo 39, C.9 [15] (433a, 13-18). 40. ARISTOTELES, Metaphysica, I, 1 (981a, 16-17) segin SANTO TOMAS, in V Metaphys., 3 (10 14a, 20-25). 41. ARISTOTELES, De anima, H, 6 (415a, 18-20), segin SANTO TOMAS, In I Sententiarum, d. 48, a. 2, arg. 2. 310 SOBRE EL MAL corresponde al agente, que causa la misma mocién. Es asi que el agente obra con vistas al fin. Por lo que se sigue que el primer principio del movi- miento, en cuanto al ejercicio del acto, proviene del fin. Pero si considera- mos los objetos de Ja voluntad y del entendimiento, encontraremos que el objeto del entendimiento es lo primero y principal en el género de las causas formales, pues su objeto es el ente y lo verdadero; en cambio, el objeto de 1a voluntad es Io primero y principal en el orden de las causas finales, pues su objeto es el bien, bajo el que se comprenden todos los fines, asi como bajo la verdad se comprenden todas las formas aprehen- didas. E] mismo bien, en cuanto es cierta forma aprehensible, est4 con- tenido en lo verdadero como cierta verdad; y 1a misma verdad, en cuanto es fin de Ja operacién del entendimiento, esté contenida en el bien, como un cierto bien particular. Por consiguiente, si consideramos el movimiento de las potencias del alma por parte del objeto especificante del acto, el primer principio del movimiento pertenece al entendimiento: de este modo el bien entendido mueve también a la misma voluntad. Si en cambio consideramos al movi- miento de las potencias del alma por parte del ejercicio del acto, asi el principio del movimiento pertenece a la voluntad. Ya que siempre aquella potencia a la que corresponde el fin principal, mueve a su acto a la poten- cia a la que corresponde lo que es para el fin, como el militar mueve a actuar al fabricante de frenos de caballo, y de este modo la voluntad se mueve a si misma y a todas las demas potencias. Entiendo porque quiero; y de modo semejante uso de todas las potencias y hdbitos porque quiero; por lo que el Comentador*? define el habito en el libro II Sobre el alma, como aquello que se usa cuando se quiere. Por lo tanto, para mostrar que Ja voluntad no se mueve por necesidad, es necesario considerar el movimiento de la voluntad en cuanto al ejer- cicio del acto, y en cuanto a la determinacién del acto, que proviene del objeto. En cuanto al ejercicio del acto, es manifiesto que la voluntad se mueve primeramente a si misma; pues asf como mueve a las otras poten- cias, asi se mueve a si misma. De aqui no se sigue que la voluntad se en- cuentre en potencia y en acto respecto de lo mismo. Asi como el hombre, segtin el entendimiento, se mueve a si mismo en la via inventiva hacia la ciencia, en cuanto a partir de una cosa conocida en acto llega al cono- cimiento de algo desconocido, que sdlo era potencialmente conocido; asi en cuanto que el hombre quiere algo en acto, se mueve a si mismo a que- rer alguna otra cosa en acto; como cuando por querer la salud se mueve a querer tomar la medicina; a partir de que quiere la salud, comienza a 42. Es decir, AVERROES, en I] De anima, comm. 18 (V11, 161B; Crawford 438), 311 TOMAS DE AQUINO deliberar sobre aquellas cosas que confieren la salud, y una vez delibe- rado, quiere tomar la medicina. De este modo, a la voluntad de tomar la medicina precede la deliberacién que a su vez procede de la voluntad que quiere deliberar. Como la voluntad se mueve a si misma a deliberar, y la deliberacién es una inquisicién*? no demostrativa sino referida a cosas opuestas, la voluntad no se mueve a si misma por necesidad. Pero como la voluntad no siempre quiere deliberar, es necesario que sea movida por alguien para que quiera deliberar; y si ha de ser por si misma, es necesario de nuevo que el movimiento de la voluntad preceda a Ja deliberacién y que la deliberacién preceda al acto de la voluntad; y como esto no puede proceder hasta el infinito, es necesario que, por lo que se refiere al primer acto de la voluntad, lo mueva la voluntad, la cual, como no siempre esta en acto de querer, comienza a querer por impulso de algo exterior. Algunos“4 afirmaron que este impulso procede de los cuerpos celes- tes. Pero esto no puede ser. Pues estando la voluntad en la raz6n, como afirma el Fildsofo en el libro I1I45 Sobre el alma, y la raz6n o entendi- miento no es una facultad corpérea, es imposible que la virtud de los cuerpos celestes mueva a la voluntad directamente. Afirmar que la volun- tad humana se mueve a partir del influjo de los cuerpos celestes, tal como son movidos los apetitos de los animales brutos, corresponde a la opinién de los que sostienen que el entendimiento no se distingue del sentido. A éstos refiere el Fildsofo en su libro II*6 Sobre el alma, las palabras de quienes han dicho que tal es la voluntad de los hombres cual se las infunde el padre de las fuerzas y de los dioses, esto es, el cielo 0 el sol. Resta por tanto, tal como concluye Aristételes en su cap. Sobre la buena fortuna*’, que lo que primero mueve a la voluntad y al entendi- miento es algo que esta por encima de la voluntad y el entendimiento, es decir, Dios; que como mueve todas las cosas segtin la raz6n propia de las cosas movidas, como-tes leves hacia arriba y los graves hacia abajo, mueve también a la voluntad segtin su condicién, no por necesidad sino indeterminadamente a muchas cosas. Consta, por tanto, que si se consi- dera el movimiento de la voluntad en cuanto al ejercicio del acto, no se mueve por necesidad. 43. Cfr. NEMEsIUs, De natura hominis, c. 34 (PG 40, 736B), por el intérprete BURGUNDIO DE. PsA (Verbeke 130), segiin SANTO TOMAS, Swnma Theologiae, I-I*, q. 14, a. 1, sed contra 44, Algunos filésofos antiguos, segtin ARISTOTELES, De anima, II, 28 [III 4] (427a, 26). 45. C.8 [14] (432b, 5). 46. C. 28 [II 4] (427a, 26) segin una antigua traduccién (Alonso 281). 47. Ethica Eudemia, VII, c. 14 (1248a, 1732) segiin una traduccién anénima (DEMAN, Le ‘Liber de bona fortuna’,...p. 39-40), cft. SANTO TOMAS, In HT Ethica Nichomachaea, 13. 312 SOBRE EL MAL Si se considera el movimiento de la voluntad por parte del objeto que determina el acto de la voluntad a querer esto 0 lo otro, hay que tener en cuenta que el objeto que mueve a la voluntad es el bien conveniente aprehendido como tal; de manera que si algun bien es aprehendido como bueno, pero no como conveniente, no moverd a la voluntad. Ahora bien, como quiera que la deliberacién y la eleccién versan sobre lo particular, sobre lo que versa también el acto, se requiere que lo aprehendido como bueno y conveniente en particular, y no sélo en universal. Si se aprehende algo como bueno y conveniente segin todas las particularidades que se pueden considerar, necesariamente moveria a la voluntad: de ahf que el hombre necesariamente apetezca la felicidad®, que segtin Boecio’, es el estado perfecto de congregacién de tedos los bienes. Pero digo necesariamente en cuanto a la especificacién del avto, porque no puede querer lo opuesto; mas no en cuanto al ejercicio del acto, ya que alguien puede no querer pensar entonces en la felicidad; por cuanto que los actos mismos del entendimiento y de la voluntad son particulares. Si en cambio el bien es tal que se encuentra que no es bueno segtin todas las particularidades que pueden ser consideradas, no moverd necesariamente tampoco en cuanto a Ja determinacién del acto; pudiendo alguien querer lo opuesto, en lo que también piensa, ya que es mds bueno o conveniente segtin alguna otra consideracién particular, como lo que es bueno para la salud y no es bueno para el gusto, y asi en otras cosas. Y que la voluntad se incline a lo que se le ofrece segtin esta condici6n particular, més que segun otra, puede suceder de tres maneras. De un modo, en cuanto que una condicién tiene preponderancia sobre otra, y entonces se mueve la voluntad segiin la raz6n: por ejemplo, cuando el hombre elige lo que es Util a la salud, antes que lo que es Util a la sensua- lidad, De otro modo, en cuanto piensa en una circunstancia particular y no en otra; y esto ocurre muy a menudo porque, ya sea del exterior, ya sea del interior, se le ofrece una ocasién de pensar tal. Un tercer modo, ocurre a partir de la disposicién del hombre; porque, seguin el Filésofo, cual es cada uno, asi le parece el fin®®, De donde la voluntad del airado se mueve a algo de distinto modo que la voluntad del sosegado, pues la conve- niencia no es !a misma para uno y para otro; como sucede con el alimento, que es considerado de distinto modo por el sano y por el enfermo. 48. SAN AGUSTIN, De Trinitate, XII, c. 3 (PL 42, 1018; CCL 50-A, 389) segtin SANTO Tomas, Summa Theologiae, I-IF*, q. 5, a. 8, sed contra. 49. De consolatione philosophiae, IK, pr. 2 (PL 63, 724A; CCL 94, 38; CSEL 67, 47). 50, ARISTOTELES, Ethica Nichomachaea, I, 13 (1114a, 32 - 11146, 1) segitin traduccion de LINCOLN (Gauthier 189). 313 TOMAS DE AQUINO Si esta disposicién, por la que alguno ve algo bueno y conveniente, fuese natural y no estuviese sometida a la voluntad, la voluntad lo elegiria por necesidad natural, tal como todos los hombres desean naturalmente ser, vivir y entender>!, Si en cambio, la disposicién es tal que no es natu- tal, sino que esté sometida a la voluntad, como por ejemplo, cuando por el habito o Ja pasién alguien se halla dispuesto a ver como bueno o malo algo en particular, la voluntad no se mueve por necesidad; porque puede re- mover esta disposicién, de modo que no vea las cosas asi, como sucede cuando alguien aquieta su enojo para no juzgar algo airadamente. Con todo, es més facil remover una pasién que un hdbito. Por tanto, si bien la voluntad se mueve necesariamente a algunas co- Sas por parte del objeto, no se mueve necesariamente a todas; y por parte del ejercicio del acto, no se mueve por necesidad. 1, ALO PRIMERO, por tanto, debe decirse que la autoridad citada pue- de entenderse de dos modos. De un modo, como si hablara el profeta en cuanto a la ejecucién de.lo elegido: no est4 en la potestad del hombre levar a efecto lo que la mente ha deliberado. De otro modo se puede en- tender en cuanto a aquello de que la voluntad es movida interiormente por un principio superior, que es Dios; y conforme a esto el Apéstol®? dice que no estd en quien quiere el querer, ni en quien corre el correr, como primer Principio, sino en Dios misericordioso. 2. De donde se sigue la respuesta A LO SEGUNDO. 3. ALO TERCERO debe decirse que los animales brutos se mueven por impulso de un agente superior hacia algo determinado segtin el modo de la forma particular, a cuya concepcién sigue el apetito sensitivo. Pero Dios mueve, en verdad, a la voluntad indefectiblemente debido a Ia eficacia de la virtud del que mueve, virtud que no puede fallar; mas por la naturaleza de la voluntad movida, que es indifcrente ante cosas diversas, no se sigue necesidad, sino que queda la libertad; asi como la providencia divina ope- ra infaliblemente en todo, asf también los efectos provienen contingente- mente de causas contingentes, en cuanto Dios mueve todas las cosas proporcionaimente a cada una, segtin su propio modo. 4. ALO cUARTO debe decirse que la voluntad contribuye en algo cuando es movida por Dios, pues ella es la que obra, aunque movida por Dios; y asf, aunque su movimiento procede de lo exterior como de su primer principio, tal movimiento no es violento. 31. Cfr. Dionisio, De divinis nominibus, c. 4, parégrafo 23 (PG 3, 725C; Dion. 282). 52. Romanos, IX, 16. 314 SOBRE EL MAL 5. ALOQUINTO debe decirse que la voluntad humana, de algtin modo difiere de la de Dios, a saber, en cuanto desea algo que Dios no quiere que desee, como cuando desea pecar, no obstante Dios no quiere que la volun- tad no quiera esto: porque si Dios quisiera esto iiltimo, asi sucederia; porque todo Jo que Dios quiere, lo hace‘3. Y aunque de este modo la vo- Juntad humana difiera de la de Dios, en cuanto al movimiento de Ja volun- tad, nunca puede disentir en cuanto al éxito o al evento; ya que de la voluntad del hombre surge aquel evento que cumple la voluntad de Dios respecto del hombre*4. Pero en cuanto al modo de querer, no es necesario que la voluntad del hombre sé conforme a la voluntad de Dios, pues Dios quiere eterna e infinitamente cada cosa, y no asi el hombre; de ahi que Isaias, LV, 9 diga: Cuanto dista el cielo de la tierra, asi distan mis cami- nos de los vuestros. 6. ALOSEXTO debe decirse que el que la voluntad nada quiera sino bajo la razdén de bien, acontece a partir de que el bien es el objeto de la voluntad, pero porque bajo la razén de bien contienen muchas y diversas cosas; de aqui que no pueda seguirse que la voluntad se mueva por nece- sidad a esto o lo otro. 7. ALO SEPTIMO debe decirse que el principio activo no mueve nece- sariamente sino cuando supera la virtud del principio pasivo. Como la voluntad esta en potencia respecto del bien universal, ningtin bien supera la capacidad de la voluntad a tal punto que la mueva por necesidad, sino aquel que es bueno bajo toda consideracién posible: y éste es sdlo el bien perfecto, que es la beatitud, que la voluntad no puede no querer, de modo que quisiera lo opuesto. Puede, no obstante, no querer el acto, porque puede apartar la consideracién de la felicidad, en cuanto que mueve al en- tendimiento a su acto; y en cuanto a esto, ni la misma beatitud quiere por necesidad; como también alguien no se calienta necesariamente, si puede apartarse del calor cuando quiere. 8. ALOOCTAVO debe decirse que el fin es razén de querer lo que es para el fin. Por lo que la voluntad no se comporta del mismo modo con respecto a uno y otro. 9, ALO NOVENO debe decirse que cuando al fin no se puede llegar sino por una via, entonces es una misma la raz6n por la que se quiere el fin, y por la que se quiere lo que conduce al fin; pero esto no viene al caso, pues a la felicidad se puede llegar por mdltiples vias; por eso, si bien el 53. Salinos, CXXXIV, 6. 54. Cfr. BOEcIO, De consolatione philosophiae, IV, pr. 6 (PL 63, 820A; CCL 94, 83; CSEL 67, 101), segtin SANTO TOMAS, In I Sententiarum, d. 47, q. 1, a. 3. 315 TOMAS DE AQUINO hombre quiere necesariamente la beatitud, no quiere sin embargo con necesidad ninguna de las cosas que conducen a Ia beatitud. 10. ALO DécIMo debe decirse que en cierto modo, hay similitud entre el intelecto y la voluntad, y en cierto modo hay desemejanza. Hay dese- mejanza en cuanto al ejercicio del acto, ya que el intelecto es movido a actuar por la voluntad, pero la voluntad no es movida por otra potencia, sino por s{ misma. Pero por parte del objeto hay similitud por ambas partes: pues asf como la voluntad se mueve necesariamente al objeto que es bueno en todos sus aspectos, y no a un objeto que pueda ser visto como malo segiin cierta consideracién, asf también el entendimiento se mueve necesariamente a las verdades necesarias que no puede ver como falsas, pero no a las verdades contingentes que puede ver como falsas. 11. ALO UNDECIMO debe decirse que la disposicién del primer motor permanece en aquello que es movido por él, en cuanto movido por él; y asi es como reciben su semejanza, aunque no es necesario que sea una semejanza total; por eso el primer principio motor es inmévil, pero no los demas. 12. ALO DUODECIMO debe decirse que a partir de aquello mismo por lo que lo Verdadero es una cierta intencién existente en la mente, se sigue que es mas formal que el bien, y mueve més en razén de objeto; pero el bien es mas motor segtin la raz6n de fin, como ya se dijo%. 13. ALO DECIMOTERCERO debe decirse que se dice que el amor trans- forma al que ama en el amado, en cuanto que por el amor, el que ama sce mueve al mismo objeto amado; el conocimiento, en cambio, asimila en cuanto se produce una semejanza de lo conocido en el cognoscente; lo primero pertenece a una imitacién que es propia del agente, lo segundo, en cambio, pertenece a una imitacién que es segtin la forma. 14. ALO DCIMOCUARTO debe decirse que afirmar no designa un mo- vimiento del entendimiento a Ja cosa, sino mas bien a la concepcidn de la cosa, que se encuentra en Ja mente; a la cual asiente el entendimiento cuando juzga que ella es verdadera. 15. A LO DECIMOQUINTO debe decirse que no toda causa, aunque sea suficiente, produce necesariamente su efecto; pues puede ser impedida de modo que no se siga su efecto; como sucede con las causas naturales, que no producen necesariamente sus efectos, sino sélo en la mayoria de los casos, porque en algunos pocos de éstos son impedidos. Asi, pues, aque- llas causa que hace querer algo a la voluntad, no la obliga a ello de modo necesario: porque pucde la misma voluntad ofrecer un impedimento, bien 55, Enel corpus. 316 SOBRE EL MAL rechazando la consideracién que le lleva a querer, bien considerando lo opuesto, es decir, considerando que aquello que se le propone como bue- no, no Jo es bajo algtin aspecto. 16. A LO DECIMOSEXTO debe decirse que el Filésofo, en el libro VIS de la Metafisica, muestra por ese medio, no que la potencia que se refiere a los contrarios no sea activa, sino que la potencia activa que se refiere a los contrarios, no produce necesariamente su efecto. Ya que, puesto éste, se seguiria manifiestamente que los contrarios existirfan simulténeamente. Pero si se da que alguna potencia activa se refiere a los contrarios, no sé sigue que los contrarios sean simulténeamente, porque aunque ambos contrarios, con los que la potencia se relaciona, sean posibles, uno es incompatible con el otro. 17. A LO DECIMOSEPTIMO debe decirse que Ja voluntad, cuando co- micnza a elegir desde el principio, transforma su previa disposicién en cuanto que primero era electiva en potencia, y después se hace electiva en acto; y esa transmutacién procede de alguien que mueve, en cuanto que la misma voluntad se mueve a si misma a obrar, y en cuanto que también es movida por un agente exterior, a saber, Dios. Sin embargo, no es movida necesariamente, como ya se dijo%”. 18. ALODECIMOCTAVO debe decirse que el principio del conocimiento humano viene de los sentidos; sin embargo, no es necesario que todo lo que es conocido por el hombre caiga bajo los sentidos, 0 sea conocido inmediatamente por un efecto sensible; pues el mismo entendimiento se entiende a si mismo por su acto, que no cac bajo los sentidos: de modo semejante, también entiende el acto interior de la voluntad, en cuanto que por un acto del entendimiento de algin modo es movida la voluntad, y de otro modo el acto del entendimiento es causado por la voluntad, segun queda dicho5’, de manera similar a como el efecto es conocido por la causa y la causa por el efecto. Dado, sin embargo, que la potencia de la voluntad se refiere a los opuestos®®, no puede conocerse sino por un efecto sensible, no se sigue de aqui la conclusién. Del mismo modo que lo uni- versal, que esta en todas partes y siempre“, es conocido por nosotros por los singulares, que son aqui y ahora; y asi como Ja materia prima, que est4 en potencia respecto a diversas formas, es conocida por nosotros por la sucesién de formas, que sin embargo no son simultaneas en Ja materia, asi, 56. Més correctamente en Metaphysica, IX, 4 (1048a, 5-10). 57. Enel corpus y en la respuesta ad 15m, 58. Enel corpus de ja respuesta. 59, ARISTOTELES, Metaphysica, 1X, 2 (1046b, 4-5) segiin SANTO TOMAS, Jn I] Sententiarum, d.7,q.1,a. 1, arg. 1. 60. Cfr. ARISTOTELES, Analytica Posteriora, 1, 42 (87, 32-33). 317 TOMAS DE AQUINO el que la voluntad esté en potencia respecto a cosas opuestas lo conoce- mos, no porque los actos opuestos sean simultaneos, sino porque se suce- den siguiéndose uno a otro a partir del mismo principio. 19. A LO DECIMONOVENO debe decirse que la dicha proposicién: ast como el acto se relaciona con el acto, asi la potencia se relaciona con la potencia, en cierta manera es verdadera, y en cierta otra es falsa. Si se toma un acto que corresponda adecuadamente a una potencia como objeto universal suyo, la proposicién es verdadera; asi se relaciona el ofdo con la vista, y el sonido con el color. Pero si se toma lo que se contiene bajo un objeto universal como un acto particular, entonces la proposicién no es verdadera; pues la potencia visiva es una, mientras que lo blanco y lo negro no son lo mismo, Por tanto, aunque en cl hombre se encuentre la potencia de la voluntad relacionada con los opuestos, los opuestos con los que la voluntad se relaciona no son simultdneos. 20. ALO VIGESIMO debe decirse que una misma cosa no se mueve a si misma segtin lo mismo; pero se puede mover a si misma segdn alguna otra cosa. Asi el entendimiento, en cuanto entiende en acto los principios, se reduce a sf mismo de la potencia al acto en cuanto a las conclusiones; y la voluntad, en cuanto quiere el fin, se reduce a sf misma al acto en cuanto a lo que se ordena al fin. 21. ALO VIGESIMOPRIMERO debe decirse que los movimientos de la voluntad, que son multiformes, se reducen a algiin principio uniforme; el cual no es un cuerpo celeste, sino Dios, como ya se dijo®l, si se asume un principio que mueve directamente a la voluntad. Pero si hablamos del movimiento de la voluntad, en cuanto a que se mueve ocasionalmente por un principio exterior, asi el movimiento de la voluntad se reduce al que procede de un cuerpo celeste. No obstante, no se mueve necesariamente. No es, en efecto, necesario que, presentdndosele alimentos deleitables, la voluntad los apetezca. Ni tampoco es verdad que aquello que es directa- mente causado por los cuerpos celestes proceda de ellos por necesidad; pues como dice el Filésofo en el libro VIS? de la Metafisica, si todo efecto procediese de alguna causa, y toda causa produjera necesariamente su efecto, se seguiria que todo seria necesario. Pero una y otra afirmaciones son falsas: pues algunas causas, aun cuando sean suficientes, no producen necesariamente sus efectos, porque pueden ser impedidas, como consta en todas las causas naturales. Ni tampoco es verdad que todo lo que es hecho tiene una causa natural; pues aquello que sucede per accidens, no es hecho por alguna causa natural activa; pues lo que es per accidens, no es ente ni 61. Enel corpus de la respuesta. 62. C.3(1027a, 29 ss.). 318 SOBRE EL MAL uno, Asf, por tanto, ocurriendo lo impediente, como es per accidens, no se reduce a un cuerpo celeste como a su causa: el cuerpo celeste actia entonces al modo de un agente natural. 22. ALO VIGESIMOSEGUNDO debe decirse que aquel que hace lo que no quiere, no actiia libremente, pero puede tener voluntad libre. 23. A LO VIGESIMOTERCERO debe decirse que el hombre que peca pierde el libre albedrio en cuanto a Ja libertad de culpa y de miseria, pero no en cuanto a la libertad de coaccién®™. 24. A LO VIGESIMOCUARTO debe decirse que la costumbre produce necesidad, no absolutamente, sino en las situaciones repentinas; pues a partir de la deliberacién, puede actuarse en contra de la costumbre, por muy acostumbrado que se esté. 63. ARISTOTELES, Metaphysica, XL, 8 (1064b, 23-30). 64, Cfr. SAN BERNARDO, De gratia et libero arbitrio, c. 3 (PL 182, 1005; Leclercq HI 170); cfr. ademas PEDRO LOMBARDO, Senentiae, I, d. 25, c. 8,0. J. 319

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