El afecto desde la perspectiva de Piera Aulagnier
Por Susana Sternbach
Psicloga. Miembro pleno de la Sociedad Psicoanaltica del Sur (SPS) y
miembro titular de la Asociacin Argentina de Psicologa y Psicoterapia de
Grupo (AAPPG).
Autora de:
Lerner, H. y Sternbach, S.: Organizaciones Fronterizas, Fronteras del
Psicoanlisis. Editorial Lugar, Buenos Aires, 2007
Sternbach, Susana: Piera Aulagnier: Metapsicologa y Clnica. En Proyecto
Teraputico. Comp: Luis Hornstein. Editorial Paids, Buenos Aires, 2004.
Afecto, sentido, cultura, estn copresentes y son responsables del gusto de
estas primeras molculas de leche que toma el infans. (Aulagnier, Piera. La
Violencia de la Interpretacin: del pictograma al enunciado. Editorial Amorrortu,
Buenos
Aires,
1977)
El afecto ha sido y es materia de debate para los psicoanalistas. Sera
imposible referirnos al sujeto sin tomar en consideracin la cuestin del afecto;
y sin embargo su ubicacin metapsicolgica es muy diversa entre los autores
que
se
han
ocupado
del
tema.
Piera Aulagnier no slo privilegia la temtica del afecto sino que la desarrolla de
un modo original, proponiendo cauces interesantes para la teora y para una
clnica
nunca
ausente
en
sus
contribuciones
tericas.
Situemos a esta autora, quien ha dejado una produccin insoslayable dentro
del psicoanlisis contemporneo. Conocedora profunda de la obra freudiana y
apoyada en la misma, incorpor ideas de autores fundamentales como Lacan,
de quien se distanci luego, y de Castoriadis, cuyas ideas son perceptibles en
muchos
de
sus
desarrollos.
En 1964 fund el Cuarto Grupo junto con Perrier, Valabrega y otros
psicoanalistas. Su trayectoria se fue nutriendo de aportes tericos centrales del
psicoanlisis que retrabaj y enriqueci, lo que hizo de su obra una
contribucin singular y de enorme relevancia. Autores como Cornelius
Castoriadis y Ren Kas, entre otros, han tomado algunas de sus
conceptualizaciones
para
sus
propios
desarrollos
tericos.
Autora de los libros La Violencia de la Interpretacin, Los Destinos del
Placer y El Aprendiz de Historiador y el Maestro Brujo, as como de numerosos
artculos, despleg una produccin en la cual confluyeron un riguroso
desarrollo
terico
una
prctica
clnica
siempre
de
debates
nodulares
presente
en
sus
conceptualizaciones.
Situada
en
el
postfreudiano,
seno
Aulagnier
fundamentalismos
evit
tericos,
as
las
dentro
dicotomas
como
las
del
psicoanlisis
reduccionistas
alienaciones
los
institucionales;
problemticas que por otra parte abord en algunos de sus escritos. Las
adhesiones acrticas a teoras o maestros y los riesgos del dogmatismo dentro
de las instituciones psicoanalticas, pero tambin sus efectos en la escena
clnica,
la
induccin
inconsciente
de
alienaciones
de
pasiones
transferenciales, fueron temticas que ocuparon y preocuparon a la autora.
Propuso
una
posicin
epistemolgica
abierta
que
evitara
tanto
las
simplificaciones reduccionistas como las oposiciones binarias, a menudo
subsidiarias de los entramados entre saber y poder presentes en los debates
cientficos. Su posicionamiento terico alberg continuidades y rupturas,
contradicciones y diferencias, concibiendo un pensamiento complejo en que la
paradoja y la multidimensionalidad se sitan como aspectos inherentes al
acceso
lo
real.
Un eje central que recorre la obra de esta psicoanalista es la importancia de la
dimensin relacional; la trama indisociable entre la subjetividad, los encuentros
y el lazo social. Sujeto, vnculo e histrico-social resultan cotanos e
indiscernibles. No es posible pensar la subjetividad por fuera del encuentro con
el
otro
con
el
otro
social.
Pero tambin el cuerpo, el afecto y la representacin conforman una urdimbre
inseparable, que se despliega a lo largo de la vida en lo relacional.
Cuerpo, afecto y representacin: una perspectiva relacional.
Cuerpo, afecto, representacin y lenguaje constituyen un tejido indisoluble
desde los comienzos de la vida. Desde su llegada al mundo el recin nacido
recibe y metaboliza un enorme montante de informacin a partir de las
caractersticas
del
encuentro
con
quienes
lo
alojan.
De qu informacin se trata? De una informacin en que las sensaciones, el
mundo de las significaciones, las palabras y todo aquello que hace a un
universo de estmulos mltiples, ingresa y es procesado como dialctica entre
placer
displacer.
Qu es el afecto? Para nuestra autora es la cualificacin de las cantidades en
la dinmica placer-displacer que se instituye desde el momento mismo del
nacimiento.
Varias
implicancias
respecto
de
esta
definicin:
- El infans se sumerge, inevitablemente, en un mbito que lo preexiste y que
penetra en l a travs de una oferta de estmulos que no puede ignorar.
- Sin embargo, el recin nacido no recibe de modo pasivo estos estmulos.
Transforma las cantidades en cualidad a travs de su procesamiento en
trminos
de
placer-displacer.
sea,
en
trminos
de
afecto.
- La informacin que recibe es de carcter libidinal, y est fuertemente
entramada con el deseo y la investidura de la que el nio es receptor desde el
anidamiento
que
le
ofrecen
las
figuras
primordiales.
- El proceso originario se encarga, a travs de esa primera produccin que es
el pictograma, de metabolizar la dinmica placer-displacer que se va
generando
en
el
entramado
intersubjetivo.
- Por ende el placer-displacer es la cualificacin del encuentro en trminos
afectivos. Un afecto que es a la vez representacin; siendo la experiencia de
placer condicin necesaria para la investidura de la representacin.
Como se ve, ya desde el nacimiento la dimensin del afecto es fundante en la
economa psquica: para que haya actividad de representacin se requiere de
un placer mnimo necesario que posibilite la investidura de la misma.
Desde la perspectiva de Aulagnier, por ende, la dimensin econmica junto con
la representacional, conforman el entramado fundante de la complejizacin
psquica.
Cabe agregar que desde esta perspectiva la dialctica pulsional entre Eros y
Tnatos se inaugura en estrecha relacin con el afecto: pulsin de vida como
tendencia a la investidura y deseo de deseo, en tensin conflictiva con la
pulsin de muerte, la que habr de expresarse como desinvestidura y deseo de
no deseo articulados al displacer. Todo ello ntimamente entrelazado con las
tramas intersubjetivas.
Afecto e intersubjetividad
Si la cualificacin y metabolizacin afectivo-representacional acontece en el
seno de los encuentros con los otros, se hace necesario avanzar en la
comprensin de los entramados intersubjetivos. Esto es lo que hace Aulagnier,
proponiendo un abordaje multiplicador en el que interroga qu ocurre del lado
de
las
figuras
primordiales.
Placer displacer se refiere a la metabolizacin del encuentro. O sea, a la
dimensin afectiva presente en el mismo. Es claro que esto no remite al plano
emprico, sino a las dimensiones pulsionales, inconscientes, narcisistas y
edpicas que se ponen en juego en los entramados intersubjetivos. Por
ejemplo, si pensramos en la vivencia de satisfaccin, es esencial que la
misma no se reduzca a calmar la necesidad sino que aporte placer a ambos
participantes, dado que los sentidos informan acerca del mensaje afectivo ms
all
de
lo
concreto.
Como es evidente, aqu la nocin de encuentro remite a un tejido intersubjetivo
en el que convergen las modalidades deseantes y el placer que se juegan del
lado de la madre y del padre. La significacin que la llegada al mundo de un
hijo posee para sus progenitores, y que implica un trabajo psquico intenso por
parte de stos, es de crucial importancia ya desde los comienzos.
El deseo y el discurso de la madre y del padre, las tramas narcisistas y
edpicas de ambos y sus entretejidos vinculares constituyen vrtices que
Aulagnier toma en consideracin para sus conceptualizaciones. Cabe agregar
que la autora ubica el deseo del padre tanto como el materno como fundante
en
la
construccin
subjetiva.
Si bien hemos abordado la temtica del afecto en la gnesis del psiquismo, la
importancia de la dimensin afectiva se mantiene para la autora a lo largo de la
vida, en un interjuego constante con el mundo representacional y las redes
vinculares. No olvidemos que el proceso originario, con su modalidad de
metabolizacin pictogrfica, es decir, en trminos de placer-displacer,
constituye un fondo representativo eficaz durante toda la vida, en interaccin
con los procesos primario y secundario, de mayor complejizacin psquica.
Aulagnier trabaja con la nocin de un psiquismo abierto, y de una subjetividad
que metaboliza la vida en forma permanente, simbolizando la historia e
instituyendo el porvenir. Lo instituido y lo instituyente en tensin conflictiva,
pugnando entre la repeticin y la creacin.
La designacin del afecto: el sentimiento
Aulagnier denomina sentimiento a la designacin del afecto, tarea que incumbe
al Yo y que retraduce la cualidad afectiva en trminos accesibles al lenguaje.
Pero esta designacin es en rigor una interpretacin, dado que liga una
vivencia incognoscible en s a un acto de lenguaje que jams habr de reflejar
una coincidencia exacta con el afecto. An ms: el significante nombrar al
afecto en trminos de lo que el discurso cultural identifica como tal. Con lo cual,
el sentimiento implicar una adecuacin necesaria a los cdigos intersubjetivos
y culturales compartidos.
La emocin
El trmino emocin, que no posee un lugar especfico en la terminologa
analtica, designa la parte visible de ese iceberg que es el afecto, a travs de
las manifestaciones
subjetivas
de
los movimientos de
investidura
desinvestidura, que surgen en estrecha relacin con lo sensorial. Se trata,
entonces, de signos corporales que ponen en resonancia al cuerpo y al afecto.
Afecto y encuentro analtico
Piera Aulagnier no vacila en sostener que el encuentro analtico incluye una
dimensin afectiva del lado del analista. Confundir la abstinencia con una
suerte de neutralidad desafectivizada sera proponer un encuentro analtico de
tipo operatorio al estilo de un como si. La nocin de escucha invistiente que
propone enfatiza la importancia de la investidura de la palabra del paciente
como zcalo imprescindible para cualquier despliegue ulterior y nos conduce a
un tema crucial: la incidencia del valor del placer durante el proceso
teraputico.
Si la experiencia del placer es condicin inaugural necesaria para la
complejizacin psquica, tambin el encuentro analtico debe contar con
una prima de placer como soporte del trabajo psquico que se realiza. As es
que la funcin y la cualidad del placer en el seno de la relacin transferencial, la
posibilidad por parte del analista de investir el proceso analtico en cada
escenario clnico, resultan esenciales para que el campo interpretativo no
acontezca en un desierto de palabras despojadas de valor afectivo.
La cura, entendida por esta autora como simbolizacin historizante, requiere
entonces de la presencia de un analista que, operando en abstinencia, se
encuentre fuertemente comprometido con el proceso singular subjetivante de
cada encuentro teraputico. Nuevamente la importancia del encuentro: esta
vez entre paciente y analista. Encuentro en el cual la investidura de la palabra
del paciente, del pensamiento y la simbolizacin de la historia singular es
crucial para el proceso analtico.