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Ecos Del III Congreso Catequistico Nacional

Este documento trata sobre el III Congreso Catequístico Nacional realizado en Argentina. Resalta la importancia del encuentro con Jesús vivo como inicio del discipulado cristiano y la necesidad de un fuerte énfasis kerigmático en la catequesis que provoque este encuentro y guíe en el proceso de fe.

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Ecos Del III Congreso Catequistico Nacional

Este documento trata sobre el III Congreso Catequístico Nacional realizado en Argentina. Resalta la importancia del encuentro con Jesús vivo como inicio del discipulado cristiano y la necesidad de un fuerte énfasis kerigmático en la catequesis que provoque este encuentro y guíe en el proceso de fe.

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Ecos del III Congreso

Catequstico
Nacional

Conferencia Episcopal Argentina

Hecho el depsito que marca la ley 11.723


Impreso en Argentina - Industria Argentina
Conferencia Episcopal Argentina
Ecos del III Congreso Catequstico Nacional. 1a. ed. - Buenos Aires:
Conferencia Episcopal Argentina Oficina del
Libro, 2011. p.; 16x23 cm.
ISBN

Fecha de catalogacin:

Conferencia Episcopal Argentina


Oficina del Libro
Suipacha 1034
C1008AAV - Ciudad Autnoma de Buenos Aires

Todos los Derechos Reservados


ISBN 978-987-511-185-1

Ecos del III Congreso Catequstico Nacional


Cuando se empezaba a soar con el III Congreso Catequstico
Nacional reconocamos, como una de las motivaciones ms importantes,
que haba una gran cantidad de impulsos que, particularmente
desde el Concilio Vaticano II, habamos recibido del magisterio de toda la
1

Iglesia y queramos que afectasen a la catequesis en la Argentina.


Entendamos que muchas palabras, gestos, exhortaciones, recibidas desde
el Concilio hasta nuestros das, por distintas circunstancias no resultaban,
en muchas ocasiones, motivadoras para generar la realidad que enunciaban,
en especial en torno al servicio que la catequesis brinda en la aventura
evangelizadora tanto en su tarea de colaboradora en la iniciacin a la vida
cristiana como en el acompaamiento que requiere la propuesta del itinerario
catequstico permanente.

Nos habamos propuesto vislumbrar e intervenir en los signos de los


tiempos (...) para favorecer e impulsar, desde la catequesis, la deseada
conversin pastoral. 2
De otro modo, estbamos sugiriendo lo mismo, pero ampliando las
perspectivas. Al querer vislumbrar, nos proponamos contemplar con ojos de
discpulo la realidad en la que Dios ha intervenido y contina interviniendo
para hacer, de la historia que nos toca vivir, nuestra propia historia de
salvacin. Al sumarle el deseo de intervenir, decamos que no queramos
comportarnos como espectadores ociosos, sino que desebamos ser
protagonistas decididos a la accin; no necios inquietos y apurados, sino
discpulos misioneros prontos para actuar lo que el Seor nos pidiera conforme
a la vocacin de cada uno. De all que completbamos la frase diciendo que
queramos favorecer e impulsar, dos verbos que describen docilidad,
provocacin y respeto por la decisin de los otros, pero con una conciencia
clara de lo que entendamos que el Seor y su Iglesia esperan de nuestro
servicio catequstico: contribuir a la deseada conversin pastoral. Con el
adjetivo deseada, quisimos sealar que, si bien se trata de una exigencia

1
2

JNC. IIICCN, Objetivos y motivaciones


Id

impostergable, tanto en aquel tiempo como hoy, algo que se oy en estos das,
estamos un poquito retrasados en lo que a Conversin Pastoral se refiere. 3
Otra de las motivaciones con que fuimos convocados al IIICCN era el
deseo de soar y trabajar sobre ciertos criterios comunes en la Iniciacin
Cristiana y en la catequesis permanente, en nuestras comunidades. 4
Una vez ms, los verbos marcaban nuestra conviccin de contemplar con ojos
de discpulos para disponernos a la accin, en nuestras comunidades locales,
en nuestras tareas concretas, viviendo el servicio catequstico en comunin y
orgnicamente con todos los hermanos. Queramos anticipar la aurora, como
el centinela, porque sabamos que el Resucitado estaba viniendo a hacer
nuevas todas las cosas y no queramos perdernos esta admirable Buena
Noticia; ansibamos construir la esperanza porque, ante el don que Dios nos
haca y nos hace, no podamos quedarnos indiferentes, y sabamos que nos
invitaba a construir una red multitudinaria para compartir solidariamente su
Vida nueva, plena, digna y feliz, origen y sostn de una esperanza que no
defrauda porque es de Dios.
As realizamos la Encuesta Nacional en Parroquias 2009,
desarrollamos nuestros Encuentros o Congresos Catequsticos Diocesanos y
Regionales, participamos en la Semana de estudio en Viedma, del SENAC I
en San Antonio de Arredondo, y aportamos de distintos modos al trabajo en
comisiones para celebrar kerigmticamente nuestro IIICCN en 2012.
Desde entonces, a lo largo de este tiempo, hemos ido madurando lo vivido en
todas esas instancias previas y, en el acontecimiento de nuestro IIICCN,
ahora nos
hemos caminado al esplendor de la aurora del Seor 5;
proponemos avanzar y confirmar las certezas con las que el Seor nos ha
iluminado a lo largo de este camino que venimos transitando.
P. FABIN ESPARAFITA
Director JNC

Francisco. Discurso en el Encuentro con el Comit de Coordinacin del CELAM. Ro de Janeiro,


28/7/2013.
4
JNC. IIICCN, Objetivos y motivaciones
5
Cfr. Is 60,3
4

01

Tenemos la certeza de que el encuentro


con Jess vivo es el inicio y el camino de
fortalecimiento del discipulado misionero 6

Sabemos que no se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que
da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientacin decisiva. 7 En el
Evangelio hallamos elocuentes y difanos testimonios de personas cuyas vidas
son transformadas por el encuentro con Cristo: los apstoles, la samaritana,
la hemorrosa, Zaqueo, el ciego de Jeric, y tantos otros8.
El encuentro con Jesucristo vivo provoca y convoca a su seguimiento.
Promueve, en quien responde al llamado, un itinerario de profundizacin,
que se afianzar a lo largo de la iniciacin cristiana, y se prolongar en
su vida como discpulo en la comunidad de fe.
Este encuentro debe renovarse constantemente, en quienes se
reconocen como discpulos misioneros de Jesucristo as como en quienes se
encuentran en camino de serlo, por medio del testimonio personal, el anuncio
del kerigma y la accin misionera de la comunidad.

Desafos y orientaciones

Discernir en comunidad sobre si nuestras vidas, celebraciones


litrgicas, trabajo catequtico, salida misionera, accin social y
solidaria conducen verdaderamente al encuentro vivo con
Jess, lo celebran, lo hacen presente, lo testimonian y lo
anuncian a quienes estn lejos de l o no lo conocen.
Impulsar en cada Iglesia particular un itinerario catequstico que
promueva y facilite el encuentro vital, personal y comunitario
con Jesucristo, que vive y obra en la Iglesia-comunin

Cfr. DA 278 a
Cfr. DA 243.
8
Cfr. Lc 24,13-35; Jn 1,35-39. Nota. El documento de Aparecida nos seala varios lugares que facilitan
este encuentro: en la fe vivida y celebrada en la Iglesia, en la Sagrada Escritura leda en la Iglesia, en la
Tradicin, en la Sagrada Liturgia, de modo privilegiado en la celebracin eucarstica, en la celebracin de la
reconciliacin, en la oracin personal y comunitaria, en medio de una comunidad que vive en la fe y en el
amor fraterno, en los pobres, afligidos y enfermos. (Cfr. DA 246-257. Cfr. JNC. IIICCN,
17.18.21.27.29.30.31.34.47).
5
7

02

Impulsar en cada Iglesia particular un itinerario catequstico que


promueva y facilite el encuentro vital, personal y comunitario
con Jesucristo, que vive y obra en la Iglesia-comunin

Tenemos la certeza de la necesidad de un fuerte


acento kerigmtico en la catequesis, que
provoque y revitalice el encuentro con
Jesucristo e inicie en el discipulado 9

El anuncio kerigmtico, que inspira y provoca el primer momento


misionero, es proclamacin gozosa de la Buena Noticia. El kerigma busca
suscitar una primera conversin por el encuentro vivo con la Persona del Seor
Jess, que permitir iniciar el proceso de profundizacin, de esa primera
adhesin de fe, en el itinerario de la catequesis. Sin el kerigma, los
dems aspectos de este proceso estn condenados a la esterilidad; sin
corazones verdaderamente convertidos al Seor no se puede comenzar el
camino10.
Este acento kerigmtico debe estar presente en todos los dems
momentos de la iniciacin, en todos los itinerarios catequsticos y en las acciones
evangelizadoras. 11
El dinamismo de la nueva evangelizacin y la inspiracin catecumenal de
la catequesis supone un proceso marcado por etapas 12 impregnadas del
kerigma 13
9

Cfr. DA 278a
Id
11 Id
12
JNC, Lineamientos y Orientaciones para la renovacin de la Catequesis de Iniciacin
Cristiana (LORCIC), 12: La accin evangelizadora debemos entenderla como un proceso que tiene
elementos y momentos esenciales y diferentes entre s, que es preciso saber abarcar conjuntamente,
en la unidad de un nico movimiento y son: el primer momento, el misionero-kerigmtico; el
segundo, catequstico-catecumenal; el tercero, comunitario-pastoral.
13 Es importante tambin insistir en la necesidad de contemplar dos dimensiones que deben ir juntas
para comprender ms acabadamente la expresin anuncio kerigmtico: una ser la nocional, el
relato que expresa la verdad de la Buena Nueva de Jesucristo que se quiere comunicar, y en este
sentido los relatos podrn cambiar sus formulaciones para hacerse ms asequibles a los odos de
nuestros interlocutores; pero junto con aquella debera insistirse en la dimensin actitudinal, esto es, el
modo cmo se realiza, el talante de quien anuncia, la conviccin desde la que se anuncia
6
10

La Iniciacin Cristiana es tarea de toda la comunidad eclesial y


necesita de catequistas que sean verdaderos discpulos misioneros.
Catequistas conscientes del llamado del Seor que, por medio de la Iglesia,
les encomienda la responsabilidad pastoral de acompaar los procesos de fe
de los creyentes.
Catequistas que vivan su misin como testigos kerigmticos, 14 pues
invitan a un encuentro con Aquel con quien ellos se han encontrado y a
quien reconocen como su nico Salvador.

Desafos y orientaciones

Formacin de catequistas que se sepan discpulos misioneros en


nuestras comunidades. Catequistas iniciados e iniciadores que
invitan a un encuentro con Aquel con quien ellos se han
encontrado y a quien reconocen como su Seor y Salvador.
Catequistas que anuncien con alegra y entusiasmo el kerigma.

Promover la creacin de seminarios de catequesis con una


formacin integral que tengan, entre sus prioridades: la persona
del catequista, el encuentro de este con el Resucitado y un estilo
catecumenal de formacin impregnado por el kerigma. 15

Promocin de una catequesis abierta al dinamismo misionero:


que sale, busca, propone, convoca, atrae anunciando y
profundizando el amor de Dios, que es el centro del kerigma. 16

(Cleofs y su amigo le relatan al peregrino desconocido un kerigma en el que no creen y por eso se
van desalentados). Muchas personas de nuestra sociedad han escuchado diversos relatos sobre la
Buena Noticia, pero no creen en ellos (Aportes CEA al Snodo sobre la NE para la transmisin de la fe
cristiana). Cfr. EN 41.46; DP 693
14 Cfr. JNC, IIICCN, 17
15

16

Cfr. JNC, IIICCN, 29.31. (Cfr. DA 278a)


Cfr. Lineamientos y Orientaciones para la renovacin de la Catequesis de Iniciacin Cristiana, 12

03

Tenemos la certeza de la urgencia de consolidar


un nuevo proceso de Iniciacin Cristiana en
estilo catecumenal

Numerosas descripciones hechas por los catequistas en las diversas


etapas del Congreso, coinciden en sealar
que se presenta como un desafo ineludible para nuestros das el superar
la fragmentacin del proceso de iniciacin en la vida cristiana que
hace dbil y vulnerable la identidad de muchos creyentes; 17
que urge, por lo mismo, asumir una nueva dinmica de iniciacin cristiana
con estilo catecumenal, 18 que, en su desarrollo, destaque la accin gratuita
de Dios, la plena riqueza y eficacia de la Palabra, la accin comunitaria de
toda la Iglesia, que a lo largo de todo el proceso catequiza kerigmticamente, celebra festivamente los sacramentos, y alienta la respuesta libre de
aquellos a quienes acompaa para que, asistidos por la gracia de Dios,
todos profesemos con entusiasmo la fe celebrada y, como verdaderos
discpulos misioneros, vivamos nuestra misin de ser sal y fermento de
comunin en la Iglesia y el mundo. 19
La iniciacin en estilo catecumenal supone un itinerario progresivo de
maduracin en la vida de fe. Es fundamental que la catequesis acompae paso
a paso las etapas de este camino, verificando la autenticidad del proceso de
crecimiento y madurez. 20
Se pueden reconocer como etapas:
el precatecumenado: tiempo de anuncio kerigmtico que provoque o
renueve el encuentro con Jesucristo vivo, resucitado, convocante a una
vida nueva, plena, feliz;
el catecumenado: pre o posbautismal, tiempo de catequesis propiamente
di-cho (adecuado a la edad y condiciones de los que participan, sean nios,
jvenes o adultos, con capacidades ordinarias o especiales);
el tiempo de purificacin e iluminacin: tiempo de preparacin inmediata
a los sacramentos de la iniciacin cristiana acompaado con ritos,
17

Cfr. DA 286-287
Cfr. JNC. IIICCN, 2. 23. 27. 29. 39.
19
Cfr. JNC. LORCIC 16.
20
Cfr. JNC. LORCIC 17.
18

escrutinios, oraciones y bendiciones, entrega del Smbolo de la Fe y la


Oracin del Seor (Padrenuestro);
la celebracin sacramental de la iniciacin cristiana: punto culminante
del proceso de la iniciacin que se abre al tiempo de mistagogia.
la mistagogia: etapa dedicada a la asimilacin de las gracias celebradas y
recibidas, tiempo que dispone para la vida discipular comunitaria en la que
estn llamados a integrarse y participar todos aquellos que han sido
acompaados en su personal camino de fe y han sido iniciados en los
misterios de Cristo.
Cada etapa supone la celebracin de gestos y ritos sacramentales
que coronan el camino recorrido y disponen para el siguiente tramo, y de un
modo eminente la celebracin de los sacramentos de la iniciacin cristiana
Bautismo, Confirmacin, Eucarista que explicitan la progresiva
transformacin en Cristo

Desafos y orientaciones
Se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad
operativa de Iniciacin Cristiana 21. La concrecin de esta
modalidad requiere que todos nos involucremos, necesita el
aporte y el esfuerzo de todos (obispos, prrocos, sacerdotes,
diconos, comunidades religiosas y comunidad de fieles laicos).
Asumir la Iniciacin a la vida cristiana como la catequesis
bsica y fundamental articulada con itinerarios de catequesis
permanente que posibiliten un proceso de maduracin en la
fe. 22
Procurar y facilitar la instauracin del Catecumenado de adultos
(propiamente para adultos no bautizados) en las dicesis, con
equipos de catequistas que los lleven adelante y reflejen a la
comunidad eclesial que acoge y acompaa el camino de la
Iniciacin Cristiana de los que han sido llamados y elegidos por
Dios Padre.
Elaboracin y difusin de subsidios formativos para los
catequistas y dems agentes pastorales que expliciten las
21
22

Cfr. DA 287.
Cfr. JNC. LORCIC 23.

dimensiones:
Teolgica-Bblica;
Catequtica-Pastoral;
Espiritual-Litrgica, de la Iniciacin Cristiana.

04

Tenemos la certeza de la necesidad de


asumir el estilo pastoral que tiene su fuente y
modelo en el estilo evangelizador de Jess 23

El catequistas discpulo, vinculado ntimamente con Jess,


experimenta la necesidad de formarse para asumir su mismo estilo de vida y
sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su
misin de hacer nuevas todas las cosas. 24
Los catequistas, a lo largo de este tiempo, hemos comprendido que, o
educamos en la fe, poniendo realmente en contacto con Jesucristo e invitando
a su seguimiento, o no cumpliremos nuestra misin evangelizadora. 25
El servicio catequstico de la Iniciacin Cristiana y en las distintas propuestas
de catequesis permanente tiene como finalidad poner en contacto, ms an, en
intimidad con la Persona de Jess. Los catequistas estamos llamado a ser
discpulos-testigos. Nuestra vida, actitudes, gestos, y la misma actividad
catequstica ha de inspirarse en Jess: en su vida, en su modo pastoral, en su
pedagoga de cercana y encarnacin.
Hacindonos eco del proverbio popular: Nadie puede dar lo que no
tiene, tenemos la certeza de que no podemos evangelizar como Jess si no
nos dejamos evangelizar por l, si no nos hemos encontrado con l, si no nos
empapamos de sus sentimientos, modos y actitudes, si no experimentamos
que nuestro corazn arde mientras nos habla por el camino, si no sentimos la
fascinacin de escucharlo reconociendo que solo l tiene palabras de vida
eterna.
As como en la Sinagoga de Nazaret todos tenan los ojos fijos en l, 26 as
tambin hoy los catequistas queremos fijar nuestra mirada y contemplar

23

CEA. Orientaciones pastorales para el trienio 2012-2014, 15.


DA 131
25
DA 287.
26
Lc 4, 20
10
24

evangelizador. 27 Es en la escuela de Jesucristo donde el catequista descubre


la pedagoga original de la fe. 28
Una pedagoga que encarna prioritariamente tres actitudes: la alegra,
el entusiasmo y la cercana; una pedagoga con entraas de misericordia, con
olor a oveja. Hemos de ser catequistas que, como el Buen samaritano, nos
acercamos a socorrer a los que sufren y ungimos, con el leo de la alegra del
Resucitado, las heridas de nuestros hermanos.

Desafos y orientaciones

27
28

Contemplar el estilo evangelizador de Jesucristo en la


Escuela de la Palabra de Dios. Descubrir, bajo la gua del
Espritu Santo, las lneas constitutivas de la pedagoga de
la fe que debe asumir la catequesis. Que los catequistas
tengamos los mismos sentimientos de Cristo Jess.
Cultivar y practicar el mtodo del Nazareno vengan y lo
vern (Cfr. DA 244): pedagoga del acercamiento, del
encuentro, de la intimidad, del saber estar con l,
pedagoga del anuncio y la escucha, del saber estar
acompaando los procesos de fe, especialmente en los
momentos difciles de nuestros hermanos.
Brindar a los catequistas la posibilidad de renovar
permanentemente el encuentro con Cristo, para
testimoniarlo en la vida cotidiana, en la celebracin
litrgica y en el anuncio catequstico.
Formar corazones de catequistas con el estilo
evangelizador de Jess promoviendo: la lectura orante de
la Sagrada Escritura (mtodo de la Lectio Divina), de la
participacin en Retiros kerigmticos, ejercicios
espirituales en la vida cotidiana, talleres de oracin y
formacin bblica, de acompaamiento espiritual,
experiencias de misin, etc. como camino para formar
corazones de catequistas

DGC 34.
DGC 138.

11

05

Tenemos la certeza de que el Catecumenado


bautismal de adultos tiene que ser inspirador
de todas las formas de catequesis

Como seala Aparecida y advirtieron los catequistas a lo largo de la


preparacin y celebracin del IIICCN, 29 son muchos los creyentes que no
participan en la Eucarista dominical ni reciben con regularidad los
sacramentos, ni se insertan activamente en la comunidad eclesial, que no
tienen conciencia de ser sal y fermento en el mundo. 30
Esta realidad cuestiona a fondo la manera como estamos educando
en la fe y como estamos alimentando la vivencia cristiana; es un desafo que
debemos afrontar con decisin, valenta y creatividad, ya que en muchas
partes la iniciacin cristiana ha sido pobre o fragmentada. 31
La renovacin de la pastoral catequtica y en particular de la Iniciacin
Cristiana reclama, como ya dijimos, la conversin pastoral de nuestras
comunidades. Para lograrla es necesario contemplar y asumir el catecumenado
bautismal de adultos como paradigma fundamental que ha de animar todo el
proceso catequstico de Iniciacin Cristiana. 32
El catecumenado desarrollado en los primeros siglos de la Iglesia se
ha ido enriqueciendo a lo largo de la historia evangelizadora con las necesarias
adaptaciones a la cultura y los ambientes de cada tiempo y lugar. En la
actualidad, contamos con las valiosas aportaciones e indicaciones del Ritual
para la Iniciacin Cristiana de Adultos. 33 (RICA)
El catecumenado de adultos se dirige hoy tanto a los no bautizados
que inician su camino de incorporacin a Cristo como a los ya bautizados,

Cfr. JNC. IIICCN, Situaciones


DA 286
31
DA 287.
32
Cfr. DGC 59.90.
33
Cfr. JNC. LORCIC 13. DGC 90. Dado que la misin ad gentes es el paradigma de toda la
accin misionera de la Iglesia, el catecumenado bautismal a ella inherente es el modelo
inspirador de su accin catequizadora.
12
29

30

insuficientemente evangelizados o catequizados, que desean retomar el


camino de la fe y completar su Iniciacin Cristiana. 34
La inspiracin catecumenal de la Iniciacin Cristiana tiene como
caractersticas:
favorecer y acompaar procesos de conversin para una libre opcin por
Cristo:
la centralidad del Misterio Pascual;
la unidad sacramental entre Bautismo, Confirmacin y Eucarista, y entre
catequesis y liturgia (catecumenado litrgico);
es un itinerario con etapas marcadas por celebraciones significativas y que
favorece la formacin integral de la vida cristiana. (Escucha de la Palabra y
fe, liturgia y oracin, vida y caridad cristiana, comunin eclesial, testimonio
y misin en el mundo).
Adems procura involucrar en el acompaamiento a toda la
comunidad cristiana. Como ya expresamos, esta pedagoga y metodologa
catecumenal ha quedado plasmada en el RICA

Desafos y orientaciones

34

Desarrollar y poner en marcha la catequesis de Iniciacin


Cristina, como el modo ordinario de introducir a la vida
cristiana, asumiendo los rasgos principales del estilo
catecumenal e inspirndonos en el Ritual de Iniciacin
Cristiana de Adultos. (RICA) 35

Revalorizar, difundir y profundizar el conocimiento del


RICA aprovechando los distintos espacios de formacin y
procurando que sea accesible a todos los que acompaan el
camino de la Iniciacin Cristiana (ministros ordenados y
catequistas)

Cfr. JNC. LORCIC 23b. Cfr. DGC 68. La riqueza del catecumenado con adultos no bautizados
ha de inspirar a las dems formas de catequesis.
35
Cfr. JNC. IIICCN. 24
13

06

Tenemos la certeza de la necesidad de


concebir y madurar la Iniciacin Cristiana
como un GRAN SACRAMENTO 36

La primera iniciacin en los misterios de fe es como un gran


sacramento. Si bien cada uno de los sacramentos que en ella se celebran son
distintos entre s, todos ellos conforman una gran accin salvfica y estn
ntimamente relacionados.
El mismo catecumenado es parte de este gran sacramento; no es solo una
formacin previa, sino parte constitutiva del sacramento mismo. 37 De tal
manera que el conjunto de acciones que celebra la Iglesia a lo largo de este
gran sacramento no es una acumulacin de ritos aislados o autnomos, sino
una sinfona, una pluralidad de acciones que forman un smbolo
conjunto. 38
La unidad del itinerario de Iniciacin prebautismal o posbautismal
percibe desde el catecumenado con sus etapas y en el efecto propio de
cada uno de los sacramentos que en ella se celebran. Los tres sacramentos de
39se

36

Cfr. Contenidos ENaDir 2006. Cfr. Encuesta parroquial 2009. Cfr. JNC. LORCIC 42-47.

37

Cf. RATZINGER J. Teora de los principios teolgicos, Barcelona, 1985, pg. 40. Citado por
Antonio Caizares y Manuel del Campo en: Evangelizacin, catequesis, catequistas, pg. 156.
38 La separacin o el aislamiento de los elementos del proceso catequstico (sacramentos
considerados cada uno como finalidad de la catequesis, la catequesis como mera exposicin doctrinal,
etc.) ha tenido funestas consecuencias; ha desembocado en la ritualizacin del sacramento y en el
mero adoctrinamiento, perdiendo por tanto el sentido de aquella unidad que constituye uno de los
datos esenciales de lo cristiano [] El catecumenado es parte de un sacramento; no instruccin
preliminar, sino parte constitutiva del sacramento mismo. Adems, el sacramento no es la simple
realizacin del acto litrgico, sino un proceso, un largo camino, que exige la contribucin y el esfuerzo
de todas las facultades del hombre: entendimiento, voluntad, corazn. Tambin aqu ha tenido la
disyuncin funestas consecuencias; ha desembocado en la ritualizacin del sacramento y en el
adoctrinamiento de la palabra y, por tanto, ha encubierto aquella unidad que constituye uno de los
datos esenciales de lo cristiano. RATZINGER J. Op. Cit.
39

Cf. DA 288. 293.

14

la Iniciacin Cristiana se complementan entre s y contribuyen, cada uno a su


manera, en el nacimiento, desarrollo y madurez de los fieles.
Los sacramentos de la Iniciacin reflejan la unidad del misterio pascual,
la relacin entre la misin del Hijo y la efusin del Espritu Santo. De all la
insistencia del magisterio eclesial de velar, ms all del orden sacramental, por
la unidad de la iniciacin cristiana, que ha de ser salvaguardada en
cualquier prctica pastoral.

Desafos y orientaciones

40

Reflexin profunda sobre la unidad y el orden de los


sacramentos de Iniciacin Cristiana en todos los niveles de la
Comunidad Eclesial 40
Estudiar y reflexionar sobre esta certeza de concebir la IC
como un gran sacramento, en cada Dicesis y en todos los
mbitos.
Buscar caminos pastorales y tomar decisiones en orden a
poner de manifiesto la unidad de la Iniciacin Cristiana
concebida como un gran sacramento.
Memoria del Bautismo a lo largo de todo el proceso de la
catequesis de Iniciacin Cristiana posbautismal en orden a
poner de manifiesto la unidad de los tres sacramentos de la IC

Cfr. JNC. LORCIC 42.43. Insistiendo en la unidad del proceso que se disee y la
gradualidad del itinerario propuesto.
15

07 Tenemos

la certeza de que el Itinerario


Catequstico Permanente 41 (ICP) es un camino de
maduracin comunitaria en la fe

La concrecin del ICP en nuestras comunidades fue uno de los objetivos


del IIICCN, que recoga un fuerte compromiso planteado desde el II CCN
celebrado en Rosario. El ICP es una deuda pendiente para la catequesis en
nuestro pas.
Sabemos que la catequesis tiene por tareas: el anuncio del kerigma, la
enseanza y profundizacin de las verdades de la fe, preparar para celebrar la
liturgia, la formacin en la vida cristiana y en la oracin, la educacin para la
vida comunitaria y la iniciacin en la misin 42
Sabemos tambin que, para desarrollar adecuadamente estas tareas,
es necesario estar dispuestos a acompaar todas las etapas de crecimiento en
la fe de los que han sido iniciados porque ser discpulo es un don destinado a
crecer. 43
As como la urgencia de una nueva dinmica de Iniciacin Cristiana es
una certeza eclesial en estos tiempos de nueva evangelizacin, lo es tambin
un Itinerario de seguimiento (ICP) que se ofrezca articulado, integrado, en
continuidad con el proceso de la IC, que posibilite una maduracin comunitaria
del discpulo misionero. 44

Conforme con los planteos de las comisiones del IIICCN, entre


los mltiples espacios en los que puede desarrollarse este Itinerario
Catequstico Permanente, 45 privilegiamos, por nuestra parte los
41

Este concepto, acuado en la reflexin catequtica argentina, alude a la necesidad pastoral


que siente la Iglesia de acompaar al hombre en su proceso de maduracin de la fe. Este
acompaamiento catequstico se ha de hacer durante toda la vida del hombre, a lo largo de las
diversas etapas y situaciones de la persona. (JEP 52).
42
Cfr. DGC 85-86.
43
DA 291.
44
Cfr. DA 289.
45
En el IIICCN lo trabajaron las comisiones 11 a 18. La familia, la parroquia, la escuela catlica,
las asociaciones y movimientos cristianos, las comunidades eclesiales de base... [] son los
16

siguientes: la Parroquia, la piedad popular, la escuela catlica, las


comunidades eclesiales de base o pequeas comunidades de fe y oracin, los
movimientos e instituciones con diversos carismas. 46
En el ICP se desarrolla la historia de la salvacin de cada discpulo, de
all la importancia de:
1. Abrevar frecuentemente en la Palabra de Dios para favorecer el
encuentro con Cristo y madurar en la respuesta de fe.
2. Participar, activa y conscientemente, de la liturgia para experimentar el
gusto de ese encuentro celebrado en comunidad, recibir el don de la
salvacin y renovar el fervor ante el desafo misionero.
3. Cultivar la enseanza de la doctrina social de la Iglesia para motivar
la accin evangelizadora en los distintos mbitos de la sociedad y para
humanizar las realidades temporales en las cuales se transita o
desarrolla el ICP de cada discpulo misionero. 47

Desafos y orientaciones
Concrecin o afianzamiento del ICP en nuestras comunidades.
Descubrimiento de los carismas de grupos, instituciones y
movimientos para que generen unidad y comunidad en la Iglesia, ya
que son mbitos para un Itinerario Catequstico Permanente.
Que la dimensin misionera impregne la pastoral de la Iglesia y, en
especial, el Itinerario Catequstico Permanente.
Buscar caminos para una catequesis mistaggica que profundice en
los misterios celebrados, en los dones recibidos, y ayude al iniciado

lugares de la catequesis, es decir, los espacios comunitarios donde la catequesis de


inspiracin catecumenal y la catequesis permanente se realizan (DGC 253).
46
Cada uno de estos espacios inspira una certeza especfica. C11. La piedad popular, espacio
de encuentro con Jesucristo, ocasin para madurar el ICP; C12. La escuela catlica, oportunidad
y desafo para el ICP; C13. Las CEBs, mbito propicio para crecer en el seguimiento misionero
de Jess; C14. Los movimientos e instituciones eclesiales, senderos fecun-dos para desarrollar
el ICP.
47 La relacin entre ICP y Palabra de Dios est planteada en la certeza 03; la importancia de la
liturgia a lo largo del ICP est reflexionada en la certeza 07; y la relacin entre catequesis y DSI
est desarrollada en la certeza 14.
17

a integrase cordialmente a la comunidad. Esta catequesis ser el


comienzo de un ICP.

08

Tenemos la certeza de la necesidad de


redescubrir la centralidad de la Palabra de Dios
en la IC y en el ICP

La Palabra de Dios es el alma, el germen, la levadura y el principio de


toda la accin evangelizadora; de all su centralidad en todo itinerario
catequstico. Cuando la catequesis vive esta certeza, se transforma
necesariamente en verdadero encuentro. En el encuentro de catequesis, no
hay catequistas y catequizandos, 48 sino una comunidad de discpulos a la
escucha del nico Maestro, del nico Catequista: Cristo, de cuyos labios
brota la gracia y la verdad (Jn 1,14). 49
Tanto la IC como el ICP, que son diversos tramos en los que la
catequesis acompaa en la fe al Pueblo de Dios, 50 tendrn siempre la Palabra
de Dios/Sagrada Escritura como alimento esencial. (Cf.2 Tim3, 14-17)
La centralidad de la Palabra supone, al mismo tiempo, darle primaca
en la formacin de los catequistas, especialmente en el conocimiento de la
Sagrada Escritura. 51
En Ella encontrarn el origen y el sentido ministerial de su vocacin, el
horizonte de su misin como respuesta de fe a la Palabra escuchada y
acogida, el sentido y nutriente de su identidad madurada en el encuentro con
Cristo. En la Palabra de Dios encontrarn qu han de anunciar y cmo han de
anunciarlo, siguiendo el modelo del mismo Jess Catequista. 52

Desafos y orientaciones

48

Cfr. JNC. IIICCN, Comisin 17: Situacin 48.


Cfr. VD 74. Cfr. DGC 94.
50
Cfr. DGC 50; VD 74.
51
Cfr. III Semana Latinoamericana de Catequesis Sem1.1,1.2, 4.5,4.6; Cfr. JNC. IIICCN,
Comisin 9 Anhelo 30-31; Comisin 11 propuesta 36; Comisin 13 anhelo 41.
52
Cfr. JNC. IIICCN, Comisin 11; basta ya 36.
18
49

Que los criterios para acompaamiento de los creyentes, 53


en la Iniciacin Cristiana y en el Itinerario catequstico
permanente, estn inspirados en la Palabra que se escucha,
se anuncia, se celebra, se vive y se reza.

Es necesario dotar de una preparacin adecuada a


sacerdotes y laicos para que puedan instruir al pueblo de
Dios en el conocimiento autntico de las Escrituras. 54

Una espiritualidad catequstica que brote de la escucha de


la Palabra de Dios viva y eficaz

09

Tenemos la certeza de la urgencia de vincular la


catequesis y la liturgia

Catequesis y liturgia se refieren o implican mutuamente a lo largo de


todo el camino de seguimiento discipular tanto en el camino de la IC como en
el del ICP. De all la certeza: urge la vinculacin entre ambas. Tal como lo
plantearan los catequistas en el IIICCN, hemos de cultivar una catequesis
bblica y litrgica que favorezca el encuentro con Cristo, ponga en comunin
con el Resucitado y disponga para la transformacin de la vida. Para esto, los
catequistas han de dejarse impregnar cada vez ms por el espritu de la Biblia
y la Liturgia.
Catequesis y Liturgia se requieren recprocamente: la una sin la otra
queda disminuida e imposibilitada de cumplir su finalidad. Una catequesis que
no mueva a la celebracin litrgica cae en la abstraccin, pura enseanza
verbal que deriva en adoctrinamiento o adiestramiento religioso, sin llevar al
encuentro salvador con Cristo. Una liturgia sin catequesis se hace
incomprensible y carente de sentido, se transforma en rito vaco para los fieles
deficientemente catequizados. Podemos afirmar que no hay verdadera
53

DGC 97. Los criterios para presentar el mensaje evanglico en la catequesis estn
ntimamente relacionados entre s, pues brotan de una nica fuente. [] Aunque estos criterios
son vlidos para todo el ministerio de la Palabra, aqu se presentan referidos en relacin a la
catequesis.
54
VD 73.
19

catequesis sin formacin en la liturgia ni hay verdadera participacin litrgica


sin una catequesis que inicie en ella. 55
Sabemos que la catequesis supone mltiples tareas la formacin en la
fe, el cultivo de la amistad con Cristo en la oracin, el aprecio por la
celebracin litrgica, la vivencia comunitaria, el compromiso apostlico
mediante un permanente servicio a los dems, 56sin embargo, ninguna de
estas tareas debe ser excluyente de las otras.
La catequesis ha de impregnarse de la liturgia procurando introducir, en
su lenguaje propio, el de los ritos, smbolos, signos, gestos y actitudes, que
permitan a los fieles una participacin plena, consciente, activa y fructuosa en
las celebraciones del misterio de Cristo. 57
En las distintas celebraciones litrgicas, particularmente en la misa dominical,
se desarrolla la catequesis permanente de la Iglesia a sus hijos. Cuando la
catequesis de IC introduce en la liturgia, la hacen gustar y vivir, asegura que
los iniciados tengan el acompaamiento esencial en la fe y el alimento
espiritual necesario para perseverar en esa vida de fe y en la comunin, el
testimonio y el compromiso misionero. Iniciar en la vida litrgica, en la oracin,
en la celebracin comunitaria es un modo de acompaar la experiencia del ICP
por medio de una liturgia vivida en plenitud a lo largo de la vida.
La catequesis que inicia en la acogida de la Palabra y en la vida de oracin
como escucha y respuesta al Dios vivo, presente en la historia, cumplir su
misin irrenunciable de poner en relacin y comunin con Cristo resucitado,
que comunica el don de la salvacin por medio de los sacramentos de la
Iglesia. 58
Teniendo en cuenta esta mutua vinculacin entre Catequesis y Liturgia
en la formacin y maduracin del discpulo misionero, el servicio catequstico
debera privilegiar el ritmo litrgico por encima del ritmo escolar en el ICP y,
particularmente, en la IC. (Recordemos que, en ella, las celebraciones
litrgicas, con las etapas catequsticas, forman el entramado principal).

55

Cfr. SC 35,3.
Cfr. DA 299. Cfr. DGC 85-86.
57
Cfr. SC 11.14.30.
58
Cfr. SC 9.
56

20

En este sentido, es fundamental una adecuada formacin litrgica de los


catequistas en orden a profundizar el sentido de las celebraciones, viviendo
ellos mismos con gozo espiritual una profunda vida litrgica y de oracin. 59
La catequesis, en el camino de la Iniciacin Cristiana y en su posterior
acompaamiento del ICP, ha de hacer gustar la belleza y el sentido de lo
sagrado, ha de ayudar a captar el sentido y el espritu de la liturgia, ha de
preparar para celebrar y experimentar la Eucarista como fuente y culmen de
toda la vida cristiana. 60

Desafos y orientaciones

59
60

Privilegiar el ritmo del ao litrgico por sobre el ritmo


escolar.

La adecuada formacin litrgica de los catequistas.

Impregnar la Catequesis con el espritu de la Liturgia.

Apropiada iniciacin y formacin litrgica en la IC y en


el ICP.

Que la celebracin en la liturgia sea participativa para que


fructifique en la catequesis.

Cfr. JNC. IIICCN, 38.


Cfr. SC 11.

21

10

Tenemos la certeza de que la IC y el ICP deben


integrarse en la Pastoral Orgnica y articularse
con ella 61

La Iglesia en su misterio es comunin misionera. La Iglesia como


Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo est llamada a ser signo de unidad para
todos los hombres y a atraer a todos los hombres a la comunin con el Dios
uno y trino, y entre s.
Vivir la koinona (armona, comunin de amor fraternal) es, sin duda, un don
de Dios que requiere de la colaboracin humana. Esta colaboracin se hace
visible y concreta en una adecuada organizacin que ha de estar siempre
animada por el Espritu Santo.
Un grito silencioso y a la vez profundo, que se ha escuchado desde el Concilio
Vaticano II, que ha resonado en Medelln 62 y hasta el da de hoy hace or su
eco es el de la Pastoral Orgnica. 63 La pastoral orgnica est al servicio de la
comunin y la misin de la Iglesia.
La elaboracin y ejecucin de un proyecto pastoral global y orgnico es
el fruto de una experiencia eclesial de comunin y participacin.
La pastoral orgnica pone todas las fuerzas y carismas eclesiales, todas
las reas pastorales, movimientos e instituciones en funcin de un proyecto
pastoral comn. De esta manera ana los esfuerzos involucra en la misin a
toda la comunidad.

Como ya se ha expresado, los itinerarios de la IC y del ICP son


responsabilidad de toda la comunidad eclesial que incorpora y acompaa, en
su proceso de maduracin en la fe, a los que han de ser iniciados o a los que
han completado su iniciacin. Es necesario que la catequesis se abra a las
dems reas e instituciones, y permita a cada una hacer su aporte especfico
segn el carisma de cada una y las necesidades de los catecmenos y
Lo suponen y requieren las certezas 4, 8, 9, 12, 13, 14, 15, 16, 19, 22, 23, 24.
Cfr. Med. 13-30.
63
Cfr. NMI 31.42.; Cfr. DA 371.
22
61

62

catequizandos. Esto es posible cuando la catequesis participa en la


elaboracin del plan pastoral diocesano y se compromete a llevarlo adelante
en y desde su propio carisma y misin, sintindose parte viva dentro del
Cuerpo eclesial.
La catequesis no puede hacerlo todo y, por eso, solo es eficaz en su tarea
cuando palpita en ella el Espritu de comunin y contribuye a concretar una
pastoral orgnica en el contexto de un plan pastoral diocesano. La Iniciacin
Cristiana y de modo especial el Itinerario Catequstico Permanente so- lo
pueden hacerse realidad contando con las fuerzas de toda la comunidad y el
aporte propio de cada rea pastoral y carisma eclesial.
Sostenemos con evanglica conviccin que toda iglesia particular debe
impulsar y conducir una accin pastoral orgnica renovada y vigorosa, de
manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se
orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio
territorio. 64
Es precisamente este proyecto pastoral el marco necesario e infaltable para la
Catequesis. Sin l, la Catequesis puede convertirse en un esfuerzo vano, o al
menos aislado y desorientado 65
Es, pues, urgente incorporar en forma orgnica la catequesis de la IC y
el ICP de un modo convenientemente articulado y planificado, tanto en el
mbito diocesano como en el parroquial. 66 De esta manera, es toda la
comunidad eclesial la que asume orgnicamente como parte fundamental de
su vida y misin, como tarea prioritaria, la IC y el ICP, aunando esfuerzos para
su mejor organizacin y realizacin. A su vez, la IC y el ICP se abren a todas
las fuerzas y potencialidades de la comunidad para llevar adelante su servicio
evangelizador.
Ahora bien, para que cualquier proyecto pastoral, misionero o catequstico sea
eficiente, es necesario que cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada
comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociacin o
movimiento y cada pequea comunidad 67 se inserte en l activa y
orgnicamente
64

DA 169.
Cfr. JNC. LORCIC 7.
66
Cfr. JNC. LORCIC 8. Cfr. JNC. IIICCN 2.11.23.29.
67
Cfr. DA 169.
23
65

El proyecto pastoral de la Dicesis, camino de pastoral orgnica, debe ser una


respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy,
tensionado hacia las periferias 68, con indicaciones programticas concretas,
objeti-vos y mtodos de trabajo, de formacin y valorizacin de los agentes y la
bsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo
llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente
mediante el testimonio de los valores evanglicos en la sociedad y en la
cultura. 69

Desafos y orientaciones

Favorecer la puesta en marcha de una Pastoral Orgnica


que, plasmada en un Proyecto Pastoral Diocesano,
asuma la Iniciacin Cristiana al estilo catecumenal y el
Itinerario catequstico permanente, para hacer posible el
ideal de una Iglesia en Comunin misionera. 70

Impulso de la IC al estilo catecumenal con estrategias


de continuidad, gradualidad y articulacin en la
Pastoral Orgnica diocesana, contando con el aporte de
las otras reas pastorales, instituciones y movimientos
eclesiales segn sean las necesidades de los que son
catequizados y de la catequesis

Planificacin del Itinerario Catequstico Permanente,


articulado en la Pastoral Orgnica diocesana, a partir de
la realidad concreta, con criterios, pasos y etapas
definidas, y con las estructuras de comunin y
participacin necesarias. Una pastoral de la Iniciacin
Cristiana y del ICP integrada en la pastoral orgnica
diocesana

Francisco. Discurso en el Encuentro con el Comit de Coordinacin del


CELAM. Ro de Janeiro, 28-07-2013.
68

69
70

DA 371. Cfr. NMI 29.


Cfr. JNC. IIICCN 23a.

24

11

Tenemos la certeza de la urgencia de articular la


IC y el ICP con dimensin familiar-comunitaria,
en una pastoral orgnica con inspiracin bblico
- litrgica

Esta certeza responde directamente al objetivo general del IIICCN, 71 y se


convierte en una amalgama de otras certezas. 72
En la aventura de la nueva evangelizacin, reconocemos como momentos
diferentes que necesitan articularse para ser fecundos y fructferos:
el momento misionero, caracterizado por el anuncio kerigmtico y la
respuesta entusiasta, binomio que atraviesa todo el proceso
evangelizador;
la iniciacin cristiana, caracterizada por el catecumenado coronado
por la celebracin del Bautismo, la Confirmacin y la primera
Eucarista bautismal, cuya memoria actualizamos en cada Pascua y
cada Domingo a lo largo de toda la vida;
y el itinerario catequstico permanente, caracteriza-do por el
discipulado de carcter mistaggico y misionero comunitario
Ante la librrima iniciativa de Dios que atrae, la comunidad cristiana
procu-ra un cordial y fraterno acompaamiento de quienes se han encontrado
con Jesucristo y se sienten movidos a seguirlo como discpulos desde una
respuesta libre y personal. De all, la importancia de articular la IC con el ICP
para que se perciban y sean etapas transitables de un mismo camino de
maduracin en la fe.
71

JNC. IIICCN, Objetivo General: Impulsar la renovacin de la Iniciacin Cristiana en las


comunidades eclesiales y afianzar en ellas el Itinerario Catequstico Permanente.
72
Articular la IC y el ICP: Cfr. Certeza 09: La IC y el ICP exigen articulacin en la Pastoral
orgnica; Cfr. JNC. LORCIC 8. Cfr. JNC. IIICCN 2.11.23.29.; con inspiracin bblico-litrgica:
Cfr. Certeza 02: Redescubrir la centralidad de la Palabra de Dios; Cfr. Certeza 06: Urge una
vinculacin entre catequesis y liturgia.; Cfr. JNC. LORCIC 17.44; Cfr. DGC 83; Cfr. CEC 1074;
Cfr. JNC. IIICCN 34-38; en su dimensin familiar-comunitaria: Cfr. Certeza 10: Es
conveniente desarrollar una nueva catequesis familiar; Cfr. Certeza 13: La comunidad cristiana
toda involucrada orgnicamente en la IC y el ICP; Cfr. JNC. LORCIC 49-50; Cfr. JNC. IIICCN
4.9-11.
25

La catequesis, tanto la de la IC como la del ICP, en cuanto acompaa y


dispone para el seguimiento y la maduracin comunitaria de los discpulos
misioneros de Jesucristo, debe estar impregnada por el pensamiento, el
espritu y las actitudes bblicas y evanglicas; esto lo logra al provocar un
contacto asiduo con el Seor que se manifiesta en su Palabra, escuchada y
meditada con la inteligencia y el corazn de la Iglesia, y en la celebracin
consciente y fructuosa de los sacramentos con los que infunde una Vida
nueva, plena y feliz. 73
Para que la disposicin al seguimiento arraigue en el corazn de los
discpulos y los haga entusiastas misioneros de Jesucristo, es importante
custodiar la dimensin familiar y cultivar la dimensin comunitaria de la
catequesis: en la vida familiar se comparte cotidianamente el don de la fe, se la
conserva, se la celebra, se la transmite y se la testimonia. En la vida
comunitaria se profundiza y enriquece lo asimilado en la vida familiar, se crece
en la corresponsabilidad, se ensancha el corazn y se despliega el dinamismo
misionero. 74
La articulacin de la IC y el ICP solo es posible dentro de una
pastoral orgnica ya que el acompaamiento del crecimiento y maduracin en
la fe de personas, familias y comunidades no es solo responsabilidad de la
catequesis, sino de toda la pastoral de la Iglesia.

Desafos y orientaciones
Propiciar un dilogo entre las distintas reas pastorales, para iniciar
o profundizar el camino de una Pastoral Orgnica.
Dar pasos para que la catequesis (IC e ICP) sea asumida por el
consejo pastoral diocesano y parroquial.
Nuevo impulso para que los consejos pastorales diocesanos y
parroquiales sean una instancia de dilogo en clave de pastoral
orgnica para lograr la articulacin entre la IC y el ICP.
Promocin (donde no haya consejos pastorales) del dilogo entre
las reas pastorales para lograr la articulacin entre IC e ICP.

73
74

Cfr. VD 74; Cfr. JNC. LORCIC 17.22.44.


Cfr. DA 118; Cfr. CEA. JEP 85.94.141; Cfr. JNC. LORCIC 30.38.48-50.
26

Promocin o creacin de las estructuras necesarias para acompaar


el crecimiento en la fe de preadolescentes, adolescentes, jvenes y
adultos, insertndolos en la gran comunidad.
Descubrimiento, evangelizacin y propuesta de ritos o tradiciones
familiares, liturgias familiares: (altar familiar, bendicin de la
mesa, bendicin de los hijos, cumpleaos, aniversarios, etc.).
Promocin de espacios de reflexin y accin para fortalecer y
actualizar la Catequesis familiar particularmente desde la Junta
Nacional de Catequesis.

12

Tenemos la certeza de que el obispo junto con la


comunidad eclesial, son corresponsables de la
IC y el ICP en la Dicesis 75

Los obispos con sus colaboradores, los presbteros y diconos, estn


consagrados para custodiar y acompaar la fe de los discpulos de Cristo
yendo delante, en medio y detrs del rebao. Ellos son llamados a custodiar y
a transmitir el don precioso de la fe de la Iglesia, siempre nuevo y lleno de vida.
Ellos velan sobre el rebao de Cristo por medio de su servicio en la predicacin
del Evangelio, la celebracin de los Misterios y el ejercicio de la caridad
pastoral. 76
La Iniciacin Cristiana, que encuentra su origen en la iniciativa salvfica de
Dios, se desarrolla por la accin orgnica de los miembros de la Iglesia. En
este marco, la Iglesia misma reconoce al obispo como primer responsable de
la Iniciacin Cristiana en su dicesis, as como de toda la vida pastoral.
Cada Obispo en su Iglesia particular es Esposo, Padre y Pastor de la
comunidad que le ha sido encomendada. Por eso es de vital importancia el
empeo del Obispo en la definicin y realizacin de un proyecto pastoral
progresivo, unitario, coherente y adecuado, para que se puedan desarrollar
en su dicesis los distintos itinerarios de Iniciacin Cristiana y Catequesis
75
76

Cfr. JNC. Encuesta parroquial 2009.


Cfr. CEA. Orientaciones pastorales para el trienio 2012-2014, 5.
27

permanente. Estos itinerarios han de estar integrados en el plan pastoral de la


dicesis. Se destaca la misin episcopal al servicio del crecimiento de la
comunin-misionera eclesial, y particularmente la presencia y participacin del
Obispo en la celebracin de los sacramentos de la Iniciacin Cristiana:
Por su propia naturaleza de insercin progresiva en el misterio de Cristo y de la
Iglesia, misterio que vive y acta en cada Iglesia particular, el itinerario de la
iniciacin cristiana requiere la presencia y el ministerio del Obispo diocesano,
especialmente en su fase final, es decir, en la administracin de los
sacramentos del Bautismo, de la Confirmacin y de la Eucarista 77
Junto a los obispos, los presbteros, sus consejeros y colaboradores ocupan
un lugar de delicada responsabilidad pues, en las respectivas comunidades
que presiden en nombre de Cristo, son los primeros animadores del proyecto
diocesano de la pastoral de Iniciacin Cristiana para diversas edades y
situaciones. De all, su urgida e imprescindible capacitacin pastoral y catequstica para que puedan acompaar adecuadamente la etapa catequstica del
proceso evangelizador. 78

Desafos y orientaciones
Que cada Obispo pueda asegurar en su Iglesia la prioridad efectiva
de una catequesis de estilo catecumenal, viva y eficaz.
Que los Obispos, ejerciendo la alta direccin de la catequesis,
promuevan la participacin de Consejos y reas pastorales en los
itinerarios catequsticos y provean de los medios, instrumentos,
estructuras y recursos econmicos necesarios para el desarrollo de
la catequesis.
Que cada Obispo procure tener en su dicesis un proyecto global de
catequesis, articulado y coherente, que responda a las verdaderas
necesidades de los fieles, que est convenientemente ubicado en los
planes pastorales diocesanos e integrado a una Pastoral orgnica
diocesana. 79
77

PGs 38.
Cfr. JNC. IIICCN 32.33.
79
Cfr. DGC 223.
78

28

Que cada Obispo fortalezca o elabore junto con la comunidad


diocesana un plan orgnico de pastoral para favorecer la IC y la
concrecin del ICP en la dicesis.

13

Tenemos la certeza de la comunidad cristiana es


origen, lugar y meta de la IC y el ICP

Una certeza que se mantiene viva en nuestra conciencia


evangelizadora es la de la comunidad cristiana como origen, lugar y meta de
la catequesis en todas sus expresiones y especialmente en lo que se refiere a
la IC y al ICP. 80 Prueba de ello son las numerosas referencias que, a lo largo
de las distintas etapas del IIICCN, aluden a la importancia de la comunidad y la
diversa incidencia de sus miembros, tanto en la IC como en el ICP, conforme a
la responsabilidad de cada uno de ellos. 81
La comunidad cristiana es el origen de la catequesis en cuanto
enviada por Cristo a evangelizar, bautizar y ensear; cumple su servicio al
acompaar a los fieles en su personal proceso de fe.
En cuanto lugar, se sabe casa, escuela y taller de comunin que inicia
en la vida cristiana y dispone para el seguimiento discipular comunitario. En
ella se realiza el proceso de maduracin de la fe de los que respondieron al
llamado y tienen una fe inicial.
A la vez, la comunidad en cuanto meta es el punto culminante del
proceso de la IC, ya que todos los esfuerzos de la catequesis tienden a que las
personas, sumergidas en el misterio de Cristo, se integren cordialmente a la
comunidad y sean acogidas por ella. En este sentido, la tarea de la catequesis
es doble: preparar a los elegidos para incorporarse a la comunidad y preparar
a la comunidad para acoger cordialmente a los nuevos retoos de la Vid
verdadera, y acompaarlos en su camino de integracin al Cuerpo de Cristo.

80

Cfr.DGC 254.
Cfr. JNC. 50 Proposiciones destacadas, 2. 4. 5. 11. 15. 16. 21 .23. 24. 26. 27. 28. 29. 30. 34.
35. 39 .40. 41. 45. Destacamos las expresiones: plan pastoral, criterios, proceso, pastoral
orgnica. Si bien toda la comunidad es responsable de la iniciacin cristiana y todos sus
miembros hemos de dar testimonio de la fe, hemos de advertir y reconocer distintos grados de
responsabilidad segn el ministerio que la Iglesia misma les confa (JNC. LORCIC, 38).
29

81

De esta forma, la comunidad cristiana que asume la IC y el ICP busca


crear las estructuras necesarias para acompaar en la fe a los bautizados,
convencida de que la recepcin de los sacramentos de la IC es un comienzo y
no un fin en el proceso de crecimiento y maduracin en la fe.
Ahora bien, en esta certeza se sintetizan y vinculan una serie de
expectativas ordenadas a la accin, que consideramos conveniente sealar:
1. Es fundamental que, bajo el impulso del Espritu Santo, cada miembro de la
comunidad cristiana reconozca y valore la vocacin especfica de los otros;
que cada fiel cultive la propia espiritualidad, dando profundidad y
entusiasmo al ejercicio concreto de sus tareas. 82 Y lo que decimos de cada
fiel en particular lo decimos de las reas pastorales, de las instituciones y
movimientos, de las pequeas comunidades y servicios.
2. Es urgente pasar del deseo a las actuaciones. Esto implica un
compromiso de participacin de todos y cada uno de los miembros de la
Iglesia. Este proceso reclama estructuras de comunin y participacin que
canalicen y faciliten la corresponsabilidad eclesial y pastoral. 83
3. Es de vital importancia que este esfuerzo operativo sea orgnico, esto
es, integrado, armnico, gradual; que garantice una participacin
interactiva; que facilite el trabajo en red; que ponga de manifiesto el
inters, la valoracin y la caridad responsable de cada uno de sus
miembros por los dems; que sea articulado e inclusivo, lo cual exigir un
horizonte pastoral bien definido, dinmico y abierto que no excluya a nadie,
ni por accin ni por omisin, salvo a aquel que se autoexcluya
voluntariamente.

Desafos y orientaciones
Crear espacios e impulsar una amplia reflexin de catequistas y
dems agentes pastorales, para comprender adecuadamente la
catequesis como iniciacin a la vida de fe en un contexto
comunitario-eclesial, que exige una profunda incorporacin de los
catequistas a la comunidad, especialmente en la vida litrgica y
caritativa.
82
83

Cfr. DA 285.
Cfr. DA 211-213. 268.

30

Que los catequistas comprendan que la meta de la catequesis de la


IC no son los sacramentos en cuanto tales, sino en la medida que se
comprende que estos son el paso para incorporarse cada vez ms
plenamente al misterio de Cristo resucitado y, por tanto, a la
comunidad concreta de fe. Esto significa priorizar la evangelizacin
y ya no la mera sacramentalizacin.
Promover de manera concreta la participacin de la comunidad en
el proceso de iniciacin y acompaamiento en la vida de fe de todos
los bautizados.
Superar el individualismo religioso creando conciencia de
comunidad maternal, acogedora, que engendra en la fe, da a luz y
acompaa en el crecimiento de sus hijos.
Promocin de experiencias comunitarias que permitan vivir la
articulacin en la accin pastoral y faciliten la conformacin de
estructuras (de coordinacin, animacin y participacin), que
canalicen la corresponsabilidad en el proceso catequstico.
Crecimiento en la insercin catequstica en el Cuerpo eclesial y en
la accin pastoral de modo orgnico y global para superar los
compartimientos estancos que se dan actualmente en la pastoral.

31

14

Tenemos la certeza de la parroquia ha de ser el


lugar donde se asegure la IC y el ICP 84

Desde la encuesta parroquial con la que se iniciaban los trabajos del IIICCN
hasta lo trabajado por las dicesis y las comisiones en el mismo Congreso, se
insisti, desde distintas perspectivas y con variados acentos, en reconocer la
importancia de la Parroquia, 85 comunidad de comunidades y movimientos, 86
como lugar que asegure la IC y el ICP. 87
La parroquia es el lugar ms significativo en el que se forma y manifiesta la
comunidad cristiana, donde los miembros del Pueblo de Dios disciernen y
asumen su vocacin de discpulos misioneros. En ella se nace y se crece en la
fe, es el ambiente natural y ordinario de la Iniciacin Cristiana. 88
Esta certeza, que se inspira en lo que expresa el documento de
Aparecida, implica para la parroquia tareas irrenunciables89 que es
conveniente detallar en estos tiempos de nueva evangelizacin:
1. Acompaar en la vida cristiana a los adultos bautizados, para que hagan
memoria viva del encuentro con Cristo descubriendo su presencia y accin
salvadora en la comunidad, renueven su fe kerigmticamente, transiten las
etapas que les faltan en su iniciacin y se dispongan a una participacin
ms activa en la comunidad de discpulos misioneros y en la sociedad.
2. . Educar en la fe a los nios bautizados, en un proceso que los lleve a
completar su Iniciacin Cristiana para que, acompaados por toda se
dispongan a transitar distintos itinerarios de catequesis permanente.
3. Acoger e iniciar a los no bautizados que, habiendo escuchado el kerigma,
quieren abrazar la fe mediante el catecumenado de jvenes y adultos, para
que ellos se vayan incorporando gradualmente al misterio de Cristo en la
comunidad donde celebran la fe y comparten la vida.
4. Dar a conocer, profundizar y asimilar el Ritual de Iniciacin Cristiana de
Adultos a los catequistas y a los ministros ordenados, que presiden o
84

DA 293.
ChL 26: La comunin eclesial, aun conservando siempre su dimensin universal, encuentra
su expresin ms visible e inmediata en la parroquia. Ella es la ltima localizacin de la Iglesia;
es, en cierto modo, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas.
86
SD 58.
87
Cfr. JNC. Encuesta parroquial 2009; Cfr. JNC. IIICCN, 4.5.7.8.20.40.45.
88
Cfr. JNC. LORCIC 50.
32
85

acompaan las distintas celebraciones de este camino de conversin a la


vida cristiana.

Desafos y orientaciones
Que nuestras comunidades comprendan la importancia de la
conversin pastoral a la que son llamadas en el momento actual,
asumiendo y llevando adelante un proceso de reformulacin,
renovacin y transformacin de sus estructuras para que puedan
desarrollar aquellas tareas irrenunciables 89 que seala Aparecida
en relacin a la IC y al ICP. 90
Articular el ICP en un plan pastoral orgnico diocesano que,
asumido por la parroquia en su realidad propia, promueva y
asegure la corresponsabilidad, el dilogo, la delegacin y la
integracin entre las distintas reas y los agentes pastorales.
Caminar hacia una renovacin misionera de la accin pastoral y
evangelizadora que tenga en cuenta a los que no estn y a los que
se encuentran en las periferias geogrficas y existenciales, en orden
a incorporarlos a la comunidad de fe.
Procurar asumir el ritmo del ciclo litrgico dominical para
desarrollar tanto la IC como el ICP.
Fomentar el espritu maternal de las comunidades parroquiales y la
comunin entre los fieles, para que tengan conciencia clara de ser
origen, camino y meta de la catequesis.

89
90

Cfr. DA 293.
Cfr. DA 172.293

33

15

Tenemos la certeza de la necesidad de una


conversin pastoral a fondo para renovar la
catequesis 91

Las situaciones plantea-das a lo largo de las etapas del IIICCN, 92 las


certezas expuestas hasta aqu y tantas otras incluidas y vinculadas en ellas,
nos mueven a insistir sobre una actitud descripta suficientemente en Aparecida
y reclamada por los distintos miembros de la misma Iglesia, pero en cuya
implementacin estamos un poquito retrasados.
Nos referimos a aquella actitud por la que nos animamos a someter todo al
servicio de la instauracin del Reino de vida, [] que implica escuchar con
atencin y discernir lo que el Espritu est diciendo a las Iglesias a travs de
los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta: la conversin pastoral.
La conversin Pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una
pastoral de mera conservacin a una pastoral decididamente misionera. 93
Las certezas ya mencionadas acento kerigmtico, centralidad de la
Palabra y la Pascua, nueva dinmica de iniciacin, adecuada articulacin entre
la IC e el ICP en un proyecto pastoral orgnico nos orientan a reconocer
como certeza la exigencia de un sincero cuestionamiento acerca de nuestras
actuales actitudes y estructuras en la misin de anunciar la buena noticia y
acompaar procesos de fe.

Es sumamente conve-niente que la Iglesia hoy d pruebas de


sabidura, de valenta y de fidelidad evanglicas, asumiendo el desafo de
renovar la catequesis en sus mtodos, en la bsqueda de un lenguaje
adaptado, en el trabajo en comunidad, en el empleo de nuevos medios de
transmisin del mensaje, buscando y abriendo caminos y perspectivas
nuevas para el ejercicio de este servicio evangelizador, tanto en la IC como en
el ICP. 94
Este desafo de renovacin no se resuelve con la aplicacin de algunas
tcnicas nuevas o con el uso de algunos recursos ms entretenidos o mejor

91

Cfr. JNC. IIICCN, 8.20.24-26.


Cfr. JNC. Encuesta parroquial 2009; Cfr. JNC. IIICCN, Situaciones.
93
DA 366. 370.
94
Cfr. CT 15.17.
34
92

editados, es un espritu, una mstica, una actitud, que deben impregnar a


toda la comunidad en general y a cada miembro en particular. 95
La conversin pastoral ser una realidad en la medida en que sea
asumida por cada miembro de la comunidad que, siendo discpulo misionero,
vive la comunin eclesial en torno a Jesucristo Maestro y Pastor. 96
Solo de cristianos con-vertidos surgirn comunidades convertidas y
estructuras nuevas. La conversin comienza en el interior de aquellos que se
dejan transformar por el Espritu Santo y, luego, se refleja en la comunidad, sus
estructuras, mtodos y actitudes de vida.

Desafos y orientaciones
(En fidelidad a lo que el Espritu Santo dice a la Iglesias).

La renovacin eclesial implica reformas espirituales y


pastorales de las personas, particularmente en los catequistas, y
tambin cambios institucionales. 97

Esfuerzos para una formacin de catequistas en estilo


catecumenal: catequistas iniciados e iniciadores, catequistas
acompaantes del itinerario de fe de cada catequizando; con
una actitud de apertura, dilogo, disponibilidad, que implica la
corresponsabilidad y la participacin activa de todos.98
Catequistas que no trabajan solos, sino en comunidad.
Comunidad de catequistas inserta vitalmente en la gran
comunidad diocesana y parroquial.

Tomar conciencia de la importancia de la gracia divina, de la


oracin, la escucha y meditacin de la Palabra de Dios y la vida
sacramental, para que el Espritu Santo nos transforme por
dentro, nos convierta y nos gue hacia una verdadera conversin
pastoral

95

Cfr. JNC. LORCIC 29 y ss.


Cfr. DA 368.
97
Cfr. DA 367-368.
98
Cfr. JNC, IIICCN 9.13.
96

35

16

Tenemos la certeza de que la renovacin de la


catequesis reclama formacin integral y
conversin permanente

La necesidad de formacin de los creyentes, y en especial de los


agentes de pastoral, es afirmada claramente por el magisterio en diversas
oportunidades 99 y expresada con insistente conviccin a lo largo de las etapas
preparatorias y en la celebracin del IIICCN. 100
Es admirable la gran entrega de los numerosos catequistas de nuestras
comunidades, sin embargo, a pesar de la buena voluntad, la formacin
teolgica y pedaggica de los catequistas no suele ser la deseable. Los
materiales y subsidios son con frecuencia muy variados, pero no se integran en
una pastoral orgnica y no siempre son portadores de mtodos pedaggicos
actualizados. 101
Asumir la Iniciacin Cristiana y su articulacin con el Itinerario
Catequstico Permanente tal como se ha planteado hasta aqu 102 exige la
renovacin de la modalidad catequstica de la parroquia y una adecuada
formacin integral 103de los distintos agentes que intervienen sea acompaando
el camino de Iniciacin o el camino discipular comunitario del ICP.
Una adecuada formacin integral provoca y prolonga el encuentro con
Cristo, mueve a la conversin, al seguimiento y al discipulado, facilita el ingreso

99

DGC 234: Todos estos quehaceres nacen de la conviccin de que cualquier actividad
pastoral que no cuente para su realizacin con personas verdaderamente formadas y
preparadas, pone en peligro su calidad. Cfr. ChL 63; Cfr. DA 14.279; Cfr. JNC. LORCIC 61.
100
JNC. IIICCN 2.5.20.21.23.24.26.32.37.38.39.40.41.45. Nota. Si bien se trabaj intensamente
en la Comisin 9 (27, 28, 29, 30, 31), en distintas comisiones se formularon proposiciones
referidas a esta necesidad al punto de sealarla como el gran escollo contra el que chocan las
mejores intenciones. Si bien se involucra a todos los agentes pastorales, se remarcan en esta
certeza a dos destinatarios: los catequistas y los ministros ordenados. Respecto de estos
ltimos, la Comisin 10 trabaj al respecto y hemos optado por referirnos en una certeza
especfica diferenciada de esta ms general.
101
DA 296.
102
Esto es, como lo ensea la misma Iglesia y lo hemos reflejado en las distintas certezas
presentadas.
103
DGC 233-252.
36

y la participacin activa en la comunidad y dispone para una misin


permanente. 104
La llamamos integral porque incorpora las distintas dimensiones de la
formacin de los agentes de pastoral: humana, comunitaria, espiritual,
intelectual, moral, bblica, teolgica, litrgica, pastoral y misionera. 105
Para que la renovacin catequstica sea una realidad es necesario,
junto con la conversin pastoral, que la formacin de todos los agentes que
intervienen en el acompaamiento contribuya a la transformacin de sus
actitudes y profundice su claridad nocional. Una formacin que no se reduzca a
una mera enseanza, sino que sea kerigmtica, que suscite una verdadera
conversin permanente y dinmica, acorde con el desarrollo de las personas y
con el servicio que est llamada a prestar, en medio de las exigencias y
cambios de la historia. 106

Desafos y orientaciones
La Formacin Integral y el acompaamiento de
catequistas, siguiendo un proceso evangelizador con
estilo catecumenal.
Itinerarios formativos de catequistas y de formadores de
catequistas que conduzcan a la experiencia de Dios.
Superar una formacin principalmente doctrinal y fragmentaria
de los catequistas.

104

Cfr. DA 278.
Cfr. DA 280.
106
Cfr. DGC 29; Cfr. DA 279.
105

37

17

Tenemos la certeza de que la urgencia de una


adecuada formacin catequstica de los
ministros consagrados, para la renovacin de la
catequesis

Son mltiples las enseanzas conciliares 107 que refieren la importancia


de los ministros ordenados en las distintas etapas del itinerario evangelizador,
sea en la IC o en el ICP. Sin embargo, se ha planteado, en las distintas etapas
preparatorias y en el mismo IIICCN, que la formacin catequstica de muchos
ministros es al menos insuficiente, 108 de all que podamos aseverar con
firmeza que es urgente una adecuada formacin catequstica de los ministros
consagrados.
Sabemos que los obispos, primeros responsables de la catequesis,
catequistas por excelencia, han de asumir la alta direccin de la
catequesis en la Iglesia particular. Esto implica entre otras cosas, ejercer la
solicitud por la catequesis con una intervencin directa en la transmisin del
Evangelio a los fieles; suscitar y mantener en la dicesis una verdadera mstica
de la catequesis que se encarne en una organizacin adecuada de todos los
agentes que intervienen en los procesos de acompaamiento y educacin en
la fe, particularmente la de sus ms estrechos colaboradores. Viene bien
recordar aqu lo que nos dice Catechesi Tradendae 15: La segunda leccin se
refiere al lugar mismo de la catequesis en los proyectos pastorales de la
Iglesia. Cuanto ms capaz sea, a escala local o universal, de dar la prioridad a
la catequesis por encima de otras obras e iniciativas cuyos resultados podran
ser ms espectaculares, tanto ms la Iglesia encontrar en la catequesis una
consolidacin de su vida interna como comunidad de creyentes, y de su
actividad externa como misionera.
Sabemos tambin que el desafo de la nueva evangelizacin evidencia
la necesidad de potenciar adecuadamente la formacin inicial y permanente de
todos los agentes pastorales, y particularmente de sus ministros ordenados, en
sus cuatro dimensiones: humana, espiritual, intelectual y pastoral, 109 con la
107

Citamos solo algunas referencias: AG 14-17.39; OT 2.19; PO 11; CD 13-14.30.35.44; PDV


7.39.41-42.47.72; PGs 29.38; DGC 11.118.136.222.225.234.284. DA 194.207.248.282.366.518.
108
JNC. IIICCN 29. 32-33.
109
Cfr. PDV 72; DA 194.
38

triple perspectiva (ser, saber y saber hacer) planteada en el Directorio General


para la Catequesis. 110

Desafos y orientaciones

Crear o favorecer mbitos de formacin catequstica, que sirvan


tambin para compartir proyectos y experiencias, en los seminarios
de formacin de futuros presbteros, en los espacios de formacin
sacerdotal: diocesanos, regionales o nacionales, y en los encuentros
o espacios de dilogo con los diversos agentes de pastoral (laicos,
religiosos y ministros ordenados). 111

Propuestas concretas de formacin catequstica para la formacin


inicial y permanente tanto de los sacerdotes como de los religiosos
y religiosas, con instrumentos y modalidades que ayuden a pensar
catequsticamente.

La formacin de los seminaristas y la formacin permanente de los


sacerdotes con Estilo Catecumenal, 112 (esto es: kerigmtica,
orientada al encuentro vital con Cristo, que favorezca la
transformacin de los corazones, impregnada de la Biblia y la
liturgia, celebrativa, que lleve a una experiencia comunitaria de la
fe), que ayude a los pastores a descubrir que la catequesis es
fundamental para el crecimiento y fortalecimiento interno de las
comunidad y su expansin misionera, y dediquen a ella su tiempo y
sus esfuerzos.

110

Cfr. DGC 238.


IIICCN: Comisin 10 propuestas 32. Cfr. LORCIC 39.
112
JNC. IIICCN 29.
39
111

18

Tenemos la certeza de la necesidad de retomar,


fortalecer y actualizar la catequesis familiar

Ya desde el IICCN, la Iglesia en la Argentina sostiene como certeza y


afirma con esperanza que la catequesis familiar posibilita que los mismos
miembros de la familia se ayuden unos a otros a caminar creciendo en la fe. 113
En nuestros das, la Iglesia latinoamericana y caribea, reconoce que la
catequesis familiar implementada de diversas maneras ha contribuido a la
unidad de las familias, ofreciendo adems una posibilidad eficiente de formar a
los padres de familia, los jvenes y los nios, para que sean testigos firmes
de la fe en sus respectivas comunidades 114y ambientes.
Es cierto que la fragmentacin presente en nuestra cultura llega
tambin a las familias y que hace tiempo que en la Argentina se percibe
una creciente disolucin de la familia. () Todo esto nos desafa a actuar
sin ambigedades ni demoras. 115 Los catequistas, con ocasin de la
preparacin y celebracin del IIICCN, 116 han planteado que es conveniente
desarrollar una nueva cateque-sis familiar al servicio de la nueva
evangelizacin.
Evangelizar a la familia es el desafo de la Iglesia hoy. 117 En ella se
encuentra al hombre en su diversidad de edades y situaciones de vida. En ella
se forma el hombre en sus dimensiones esenciales (personales y sociales). La
catequesis familiar es uno de los grandes dones de Dios a la Iglesia y al
mundo. La fe nos descubre las verdaderas dimensiones de la institucin
familiar, su importancia en la Iglesia y en la sociedad; y nos ofrece una buena
noticia sobre la familia, que hemos de anunciar con alegra y esperanza.
La catequesis familiar, en sus propuestas y modalidades, en la Iniciacin
Cristiana y en el ICP, contribuye a afianzar los pasos dados en el seguimiento
de Jesucristo, posibilita una acogida de la Palabra ms comunitaria y un
113

JEP 80.
DA 303.
115
NMA 40.
116
Cfr. JNC, Encuesta Nacional en parroquias 2009; Cfr. JNC, IIICCN, 4.
117
El Papa Benedicto deca: La familia es uno de los campos prioritarios para la renovacin de
la Iglesia. (Discurso inaugural de Aparecida, 2007). Y nos invitaba a fortalecer con audacia la
pastoral de la familia y de la vida. (Discurso final de Aparecida, 2007).
40
114

arraigo ms estable de los valores evanglicos. Por otra parte, la catequesis


familiar hace que muchas familias se integren a la vida eclesial y en los
diversos servicios pastorales de su comunidad concreta.
La espiritualidad de comunin es el marco de una Catequesis Familiar
renovada y capaz de renovar la vida de las familias y de las comunidades. 118
La Catequesis Familiar integrada en una pastoral orgnica 119 puede dar sus
mejores frutos.
Esta nueva catequesis familiar ha de proponerse en clave
misionera y estar animada por una comunidad de catequistas que se saben
discpulos misioneros, por eso, salen a buscar a los que estn o se sienten
lejos, en las periferias. Comunidad de Catequistas que sale al encuentro y
propone una inclusin cordial a aquellos que, por distintas situaciones
familiares, se sienten excluidos de la vida y la misin de la Iglesia.
Catequistas de padres y de nios que inician a las familias en la misin
para que ellas mismas irradien en otras familias la Buena Nueva del Evangelio
que han acogido, y compartan los dones que comunitariamente han celebrado
y celebran. Catequistas y familias que invitan a la comunin y participan en
forma activa de la comunidad eclesial, particularmente en la celebracin
Eucarstica dominical.
La Catequesis familiar es un instrumento adecuado para que las
familias que, por diversas circunstancias, no pueden acercarse a la
reconciliacin y a la Eucarista conozcan su modo particular de pertenencia a la
comunidad eclesial, encuentren en ella su lugar y, segn su realidad lo permita,
pongan sus carismas al servicio de la comunidad de fe.

118

Cfr. NMI 43-45.


Nos referimos a una pastoral profundamente relacionada con la pastoral matrimonial y
familiar, la pastoral bautismal, la pastoral de adolescentes y jvenes, la pastoral de adultos y de
adultos mayores, la pastoral social, la pastoral bblica, la pastoral litrgica, la pastoral de la salud,
la pastoral carcelaria, la pastoral del duelo y la compasin, la pastoral de las comunicaciones, las
reas pastorales de Critas y de las Misiones.
41
119

Desafos y orientaciones

Promover espacios de reflexin y accin para fortalecer y


actualizar la Catequesis familiar (particularmente la JNC).

La Catequesis familiar enfrenta el desafo de abrirse a las periferias


territoriales y existenciales provocando la participacin de todos,
para iniciar o reiniciar a las familias en la vida cristiana. La
catequesis ha de invitar a las familias a compartir los dones que ha
recibido y a anunciar, con la palabra y la vida la Buena Nueva del
Evangelio.

Una metodologa de catequesis familiar en la que nadie se sienta


excluido. 120

Una catequesis familiar inserta en una pastoral familiar diocesana y


parroquial.

Una catequesis familiar impregnada del estilo catecumenal


(kerigmtica, cristocntrica y trinitaria, pascual y celebrativa).

Una catequesis familiar de impronta misionera, que busca la oveja


perdida hasta encontrarla.

120

Cfr. JNC. IIICCN 4.

42

19

Tenemos la certeza de que la escuela catlica es


oportunidad y desafo para la IC y el ICP

Dado que la escuela catlica es una comunidad educativa


evangelizadora, el ambiente educativo ha de ser tal que los maestros []
unidos entre s y con los alumnos, por la caridad e imbuidos de espritu
apostlico, den testimonio, tanto con su vida como con su doctrina, del nico
Maestro, Cristo. 121
El cumplimiento de esta misin reclama de ella una incesante
predisposicin a mejorar tanto la calidad pedaggica como la profundidad del
testimonio evangelizador, en un ambiente de caridad y servicio mutuo.
La escuela catlica es, por tanto, oportunidad y desafo para iniciar en la
vida cristiana y desarrollar distintos senderos del ICP. 122
Sin duda, la catequesis escolar ocupa un lugar destacado, pero es
deber de todo educador y no solo de los catequistas el dar testimonio de su fe
y educar en ella procurando que se realice, en s mismos y en los alumnos, la
sntesis fe-ciencias, fe-cultura y fe-vida. 123
Dada la diferencia y complementariedad entre la enseanza religiosa en
la escuela y la catequesis escolar 124 orientada a la Iniciacin Cristiana,
reconocemos que la escuela catlica, en cuanto comunidad evangelizadora,
toda ella ofrece un itinerario de educacin y maduracin de la fe:
profundizando en la inteligencia de la fe;
acompaando el crecimiento en la experiencia de la fe, de modo que
nios y jvenes sean orientados por la educacin cristiana integral a
asumir su responsabilidad en la edificacin del Reino de Dios en el
mundo y a santificarse en l.
La madurez humana est ntimamente ligada a la madurez cristiana, aunque
no se confunden. Mientras que el desarrollo armnico de la personalidad define
la madurez humana, la catequesis apunta a la madurez ms profunda de la fe,
121

EPV 157. Cfr. GE 8.


Una de las comisiones del IIICCN (la 15: ICP y Educacin religiosa escolar) y las
reflexiones posteriores con ocasin de las proposiciones han inspirado esta certeza.
123
EPV 157.
124
Cfr. Sagrada Congregacin para la Educacin Catlica. El laico catlico, testigo de la fe en la
escuela. (Roma, 1982); Cfr. ID, Dimensin religiosa de la educacin en la escuela catlica.
(Roma, 1988); Cfr. DGC 73-76.
43
122

la esperanza y la caridad alimentadas por el anuncio del Evangelio, la vida


orante y sacramental, el testimonio y el compromiso apostlico. 125
Sabemos que el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no solo en
contacto, sino en comunin, en intimidad con Jesucristo 126. Por eso,
entendemos que tanto los procesos de la IC 127 como del ICP que posibilita o
acompaa la escuela catlica ayuda, a quienes los transitan, a asumir un
proyecto de ser humano en el que habite Jesucristo con el poder transformador
de su vida nueva. 128 Los procesos de la IC y del ICP ayudan a los alumnos a
conocer mejor a ese Jess en cuyas manos se han puesto: conocer su
misterio, el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y las promesas
contenidas en su mensaje evanglico, los senderos que l ha trazado a quien
quiera seguirle 129

Desafos y orientaciones

Facilitar, en cada escuela catlica, una adecuada unidad de


intencin y de conviccin de todos sus miembros, concretada en un
ideario comn y un plan pastoral educativo en armona con el
plan pastoral diocesano e integrado en una pastoral orgnica. 130

Que todas las comunidades educativas asuman que su principal


misin es evangelizar por medio de la educacin.

No dar por supuesta la fe y propiciar itinerarios de


acompaamiento que nunca abandonen el anuncio del kerigma.

Favorecer espacios para el desarrollo de la IC como est planteada


en LORCIC.

125

EPV 147.
CT 5; DCG 80.
127
Cfr. JNC, LORCIC51-53.
128
Cfr. DA 332.
129
CT 20c; DGC 80.
126

130

Cfr. Sagrada Congregacin para la Educacin Catlica. La Escuela Catlica.


(Roma 1977), 59.
44

Promover el desarrollo de la escuela como parte del ICP, que


abarque a todos los integrantes de la comunidad educativa,
especialmente a las familias.

Alentar la participacin en la misin evangelizadora de la


comunidad educativa tanto de los directivos como de los docentes,
de los mismos alumnos y las familias (en las distintas formas de
familia que estn integrados).

Acompaar los procesos de maduracin en la fe tanto de los


adultos como del alumnado, con espacios de dilogo, reflexin,
evaluacin y formacin.

Renovar la formacin docente para que cada uno pueda realizar en


s mismo la sntesis fe-ciencias, fe-cultura y fe-vida, para lograr
una cosmovisin cristiana.

Lograr que los directivos y docentes asuman su rol de agentes


pastorales de la Iglesia en la realidad educativa en la que trabajan.

Formacin del equipo de pastoral educativa en cada colegio o


universidad como instancia de reflexin y planificacin de la tarea
evangelizadora de la comunidad educativa con sus distintos
actores. Tales equipos tienen la tarea de orientar el trabajo para
lograr la sntesis fe - ciencias, fe - cultura y fe - vida en todos los
miembros de la comunidad educativa.

Favorecer el dilogo entre la catequesis y dems reas curriculares


para que la fe sea transversal y podamos lograr una cosmovisin
cristiana en los egresados de cada institucin educativa.

45

20

Tenemos la certeza de que la piedad popular131


es espacio de encuentro con Jesucristo y ocasin
para comenzar la IC y madurar el ICP

Esta certeza se inspira en la formulacin de Aparecida, que propone a la


piedad popular como espacio de encuentro con Jesucristo. 132 Es un mbito
kerigmtico, es lugar de anuncio y respuesta.

La religiosidad o espiritualidad popular surge de un encuentro personal


con el Seor; es una espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos 133 y
es vivida especialmente en la familia.
La religiosidad familiar se nutre de la piedad popular y aporta a ella.
Esta piedad popular se encarna y manifiesta en actitudes y valores que
favorecen y expresan una experiencia religiosa de fecundo encuentro con Dios
como son: la serena y manifiesta confianza en la providencia del Padre; las
distintas celebraciones del misterio de Cristo, su epifana en la Encarnacin
pesebres vivientes, pesebres hogareos; diversas formas de devocin al
Divino Nio, su misterio Redentor va crucis, celebraciones pascuales,
adoraciones eucarsticas; la docilidad fervorosa al Espritu Santo vigilias de
Pentecosts, comunidades de oracin carismtica; diversas expresiones de
amor filial a la Virgen Mara peregrinaciones, novenas, rezo del rosario; la
131

En el Magisterio latinoamericano se la denomina tambin como: piedad popular, religin del


pueblo (DP. 444; DA 261); catolicismo popular (DP 444; DA 258); mstica popular (DA 262);
espiritualidad popular (DA 263). Ha sido descripta como precioso tesoro de la Iglesia catlica en
Amrica Latina (DA 258); conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes
bsicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan (DP 444). Esta
religiosidad es un catolicismo popular, profundamente inculturado, que contiene la dimensin
ms valiosa de la cultura latinoamericana (DA 258), que se vivencia de una manera especial en
el norte de nuestra Argentina, y que se expresa tambin en la cultura urbana. Es parte de una
originalidad histrica cultural de los pobres de este continente, y fruto de una sntesis entre las
culturas y la fe cristiana (DA 264).
132
DA 6.1.3.
133
Cfr. DA 263.
46

devocin a los santos, como protectores fiestas de los patronos, numerosas


expresiones y modos de mstica popular; la oracin por los difuntos novenas,
responsos, misas exequiales. 134
Esta popular experiencia de fe, de sentirse Iglesia, 135 Pueblo de Dios y
Familia de Dios es un mbito para el anuncio del kerigma, la invitacin a la IC y
tambin ocasin propicia para un Itinerario de maduracin de la fe y
Catequesis permanente. 136

Desafos y orientaciones

Reconocimiento de que la religiosidad popular es un lugar de


encuentro con Jesucristo, 137 que lleve a una planificacin
adecuada de la pastoral de la religiosidad popular.

Que la catequesis, partiendo de la religiosidad popular, ayude


a profundizar la adhesin y el seguimiento de Cristo por
medio de la IC y el ICP.

Que la catequesis incluya contenidos de religiosidad popular.


Este aporte debe ser dado por quienes expresan y viven esos
gestos. 138 Debemos encontrar cosas simples que ayuden a
integrar religiosidad popular y catequesis en un solo camino;
algunos ejemplos en nuestra historia de evangelizacin que
empujen a los catequistas a hacer la prueba.

Que aprendamos a leer la religiosidad popular como el paso


de Dios por su pueblo. Discernir qu pasos pastorales tenemos
que dar para que las riquezas que hay en el pueblo puedan
alimentar y sostener el ICP, y, a su vez, el ICP fortalezca y
profundice la religiosidad del pueblo de Dios.

134

Cfr. DP 454.
DA 264.
136
DA 262: La piedad popular es un imprescindible punto de partida para conseguir que la fe
del pueblo madure y se haga ms fecunda.
137
DA 300; Cfr. DA 258.
138
JNC. IIICCN 12.
47
135

21

Tenemos la certeza de que los movimientos e


instituciones son mltiples senderos del ICP

Las instituciones eclesiales, los nuevos movimientos y comunidades son


un don del Espritu Santo para la Iglesia. En ellos, los fieles encuentran la
posibilidad de formarse cristianamente, crecer y comprometerse
apostlicamente hasta ser verdaderos discpulos misioneros. 139
Las diversas asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles que se
promueven en la Iglesia particular, tienen como finalidad ayudar a los
discpulos de Jesucristo a realizar su misin laical en el mundo y en la misma
Iglesia segn la variedad de los carismas propuestos. En estos mbitos, los
cristianos se dedican a la prctica de la vida espiritual, al apostolado, a la
caridad y a la asistencia, y a la presencia cristiana en las realidades
temporales. 140

Desafos y orientaciones

Favorecer y estimular la integracin de los movimientos e


instituciones en los itinerarios de Iniciacin Cristiana y
principalmente en los trayectos de Catequesis Permanente,
apreciando la riqueza de sus carismas y su experiencia comunitaria,
formativa y misionera.

Favorecer encuentros pastorales con los nuevos movimientos y


comunidades para articular el servicio de catequesis tanto en la IC
como en el ICP (espacios de integracin, actividades comunes),
acogindolos con su carisma propio en la pastoral orgnica de la
dicesis.

139
140

DA 311.
DGC 261.

48

Valorar los mtodos propios de cada grupo y cultivar el talante


catequstico de los animadores para que acompaen el ICP de sus
miembros.

Conocer y difundir la espiritualidad propia, el carisma que inspiran


y el servicio que prestan los movimientos e instituciones de
nuestras comunidades, para descubrir su riqueza e integrarla en la
pastoral diocesana y parroquial, y en los itinerarios catequsticos.

Valorar y aprovechar los aportes que puedan hacer los


movimientos y asociaciones a la catequesis parroquial,
integrndolos al proyecto de pastoral.

22

Tenemos la certeza de que las comunidades


eclesiales de base son un mbito propicio para
desarrollar el ICP

Las comunidades eclesiales de base son un mbito propicio para


escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad, para animar en la
oracin, para profundizar procesos de formacin en la fe y para fortalecer el
exigente compromiso de ser apstoles en la sociedad de hoy. Las
comunidades eclesiales de base son lugares de experiencia cristiana y
evangelizacin. 141

Las comunidades eclesiales de base ofrecen un mbito propicio para


desarrollar el ICP, porque tienen la Palabra de Dios como fuente de su
espiritualidad y la orientacin de sus Pastores como gua que asegura la
comunin eclesial. Ellas despliegan su compromiso evangelizador y misionero
entre los ms sencillos y alejados, y son expresin visible de la opcin
preferencial por los pobres. Son fuente y semilla de variados servicios y
ministerios a favor de la vida en la sociedad y en la Iglesia, en el seguimiento
de Jess 142 como discpulos misioneros.
141
142

DA 308.
DA 179.

49

Desafos y orientaciones

Fortalecer la espiritualidad de las CEBs para que tengan su


fundamento en la Palabra de Dios, y as se mantengan en plena
comunin de vida e ideales con la Iglesia local y, en particular, con
la comunidad parroquial. 143.

Acompaar las CEBs ofreciendo a sus animadores una formacin


con talante catequstico de estilo catecumenal.

Valorar las CEBs como mbitos apropiados para un ICP.

Brindar un proyecto y subsidios adecuados a las CEBs para que


puedan concretar el ICP de sus integrantes.

23

Tenemos la certeza de la necesidad y la urgencia


de integrar DSI en le IC y el ICP

La catequesis, como hemos afirmado con insistencia, es un proceso de


iniciacin y acompaamiento en orden a la maduracin de la fe y a la
formacin integral de los discpulos de Cristo. Con esta perspectiva de fondo,
en su servicio de educacin en la fe, la catequesis no debe omitir, sino
iluminar como es debido, realidades como la accin del hombre por su
liberacin integral, la bsqueda de una sociedad ms solidaria y fraterna, las
luchas por la justicia y la construccin de la paz. Para este fin, es necesario
procurar una presentacin integral del Magisterio social.
Es importante, sobre todo en el contexto de la catequesis, que la
enseanza de la doctrina social se oriente a motivar la accin para evangelizar
y humanizar las realidades temporales. De hecho, con esta doctrina, la Iglesia
ensea un saber terico-prctico que sostiene el compromiso de
transformacin de la vida social, para hacerla cada vez ms conforme al diseo
divino.
143

Cfr. DA 309.

50

La catequesis social apunta a la formacin de hombres que,


respetuosos del orden moral, sean amantes de la genuina libertad; hombres
que, iluminados por la luz de la razn y de la fe, juzguen las cosas con criterio
propio a la luz de la verdad, que ordenen sus actividades con sentido de
responsabilidad y que se esfuercen por secundar todo lo verdadero y lo justo,
asociando de buena gana su accin a la de los dems. 144
La reflexin de los catequistas a lo largo de la preparacin y celebracin
del IIICCN, 145 nos llevan a insistir en la conveniencia y fecundidad de integrar
la DSI, de modo adaptado a cada realidad, a todos los itinerarios catequsticos,
en la IC y principalmente en el ICP.
Sabemos que toda la doctrina social de la Iglesia se desarrolla a partir del
principio que afirma la inviolable dignidad de la persona humana. sta,
contemplada a la luz del misterio de Cristo, reviste un valor absoluto, de all
que promover y defender los derechos y obligaciones que se desprenden de
dicho valor sea una exigencia para todo discpulo misionero. Integrar la DSI en
los itinerarios de IC, adecuada a la edad y circunstancias de los catequizandos,
principalmente a lo largo de las distintas propuestas del ICP, es una exigencia
de caridad evanglica. 146
Un ICP, al servicio de la educacin permanente de la fe (camino de
seguimiento de Jesucristo como discpulos-misioneros y en comunidad),
necesita del estudio de la DSI para que los fieles puedan hacer una lectura
cristiana de los acontecimientos. La DSI tiene como objetivo principal
interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que
el Evangelio ensea acerca del hombre y su vocacin terrena y, a la vez,
trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. 147

Desafos y orientaciones

144

Impulsar una catequesis social que apunte a la formacin de nios


y adultos respetuosos del orden moral, amantes de la genuina
libertad. Personas que, iluminadas por la fe, sean levadura en la

Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 529530.


145
JNC, IIICCN, 42. Cfr. JNC, IIICCN, Comisin 14.
146
Cfr. DGC 67.; Cfr. CV 2.
147
SRS 41.; Cfr. CA 5.53-62.; Cfr. ChL 60.
51

masa, que juzguen las cosas con criterio propio a la luz de la


verdad, que ordenen sus actividades con sentido de responsabilidad
y que se esfuercen por secundar todo lo verdadero y lo justo,
asociando de buena gana su accin a la de los dems.

Promover y difundir el conocimiento de la DSI en la IC y en el


ICP, con un lenguaje adecuado a las diversas realidades. 148

Formar en criterios para discernir y participar en la poltica


ciudadana y social de acuerdo a los principios y valores cristianos
en defensa de los derechos personales, familiares y sociales.

Incluir la DSI en los itinerarios de formacin de los catequistas.


Incluir la DSI en los programas de catequesis de la IC y en los
Itinerarios de Catequesis Permanente, de modo adaptado.

24

Tenemos la certeza de que todas estas certezas,


tendientes a la renovacin eclesial, requieren
gran creatividad pastoral y catequstica en
fidelidad al Evangelio

La puesta en accin de estas certezas que hasta aqu hemos


presentado, como fruto de lo trabajado a lo largo de todas las etapas del
IIICCN, requiere de gran creatividad pastoral y catequstica en fidelidad al
Evangelio.

Nos encontramos ante la necesidad de afrontar con decisin, con


valenta y creatividad el desafo ineludible de disear y ofrecer una modalidad
operativa de Iniciacin Cristiana que, adems de marcar el qu, d tambin
elementos para el quin, el cmo y el dnde se realiza. 149
148
149

Cfr. JNC, IIICCN, Comisin 14.


Cfr. DA 287.

52

Tambin requieren valenta y creatividad las tareas irrenunciables que


se piden a nuestras comunidades parroquiales para que aseguren la Iniciacin
Cristiana de quienes la solicitan 150 y la conversin pastoral que nos haga pasar
de una pastoral de mera conservacin a una pastoral decididamente
misionera. 151
Hemos de alentar la novedad creativa en la pastoral catequtica, que se
inspire y surja como respuesta al mandamiento nuevo del amor; 152 que se
exprese en actitudes nuevas, en esfuerzos nuevos, en estilos nuevos, en una
nueva programacin que combine la novedad del ardor, de los mtodos y de
las expresiones. 153
Esta creatividad es fruto de la accin del Espritu Santo en los miembros
de la Iglesia. A l hemos de escuchar con docilidad si queremos dar pasos en
el camino de la esperada conversin pastoral, 154 si queremos asumir una
sincera renovacin eclesial, que se verifique en reformas espirituales,
pastorales y tambin institucionales ms necesarias y convenientes para
hoy. 155
Confirman esta conviccin las afirmaciones del Papa Francisco al
Comit de coordinacin del CELAM en Ro de Janeiro:
La respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy,
especialmente de las nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraa
un cambio fecundo que hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, del
Magisterio, y de la Doctrina Social de la Iglesia. Los escenarios y arepagos
son de lo ms variados Si nos mantenemos solamente en los parmetros de
la cultura de siempre, en el fondo una cultura de base rural, el resultado
terminar anulando la fuerza del Espritu Santo. Dios est en todas partes: hay
que saber descubrirlo para poder anunciarlo en el idioma de esa cultura; y
cada realidad, cada idioma tiene un ritmo diverso. 156
150

Cfr. DA 293.

151

Cfr. DA 370. Cfr. FRANCISCO. Discurso CELAM. Ro, 28-07-2013.


Cfr. DA 368.
153
Cfr. SD 10. DA 287.
154
Cfr. DA 366.
155
DA 367.
152

156

FRANCISCO. Discurso en el Encuentro con el Comit de coordinacin del CELAM. Ro de


Janeiro, 28-07-2013.
53

Desafos y orientaciones

Formar catequistas y agentes pastorales que, dciles al Espritu


Santo, sean capaces de acompaar con creatividad y desde una
espiritualidad de comunin, el proceso de Iniciacin a la vida
cristiana en clave y estilo catecumenal.

Fomentar espacios de encuentro a nivel diocesano y nacional en los


que los catequistas puedan enriquecerse con los aportes y la
creatividad de cada comunidad que suscita el Espritu Santo para la
educacin en la fe de los discpulos misioneros.

25

Es tiempo de discernir y decidirnos


a dar los pasos que faltan

Conforme a lo que seala Aparecida, hemos de reforzar en nuestra


Iglesia cuatro ejes:
a) La experiencia de Dios (religiosa);
b) La vivencia comunitaria;
c) La formacin bblico-doctrinal;
d) El compromiso misionero de toda la comunidad. 157
157

DA 226.

54

En estos cuatro ejes se encuadran nuestras certezas. Cada comunidad


ha de discernir en qu grado ha asumido cada una de las certezas que brotan
del IIICCN y ha de ponerse en marcha para plasmarlas de acuerdo con lo que
demande la propia realidad pastoral duc in altum3.

Ecos del III Congreso Catequstico Nacional

55

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