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transversal
monster institutions
05 2008
Prototipos mentales e instituciones monstruo. Algunas notas a modo de
introduccin
Universidad Nmada
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Prototipos mentales
Desde hace tiempo, circula en las discusiones de la Universidad Nmada[1] una palabra-valija que quiere
resumir cul consideramos que habra de ser uno de los resultados del esfuerzo crtico por parte de los
movimientos y otros actores polticos postsocialistas. Hablamos de crear nuevos prototipos mentales de la
accin poltica. Esto es as por la relevancia que a nuestros ojos reviste el nexo huidizo, tantas veces
fallido, entre diagramas cognitivos y procesos de subjetivacin poltica, es decir, el vnculo entre aquellos
saberes que facilitan una analtica de poderes y potencias, por un lado, y por otro las mutaciones
semiticas, perceptivas y afectivas que producen una politizacin de nuestras vidas, que se encarnan en
nuestros propios cuerpos, que dan forma a territorios existenciales finitos abocados o disponibles al
antagonismo poltico. Pensamos que es necesario crear nuevos prototipos mentales porque tanto las
representaciones polticas contemporneas como una parte importante de las instituciones creadas por las
tradiciones emancipatorias del siglo XX han de ser sometidas cuando menos a una seria revisin,
dado que forman hoy, en muchos casos, parte del problema antes que de la solucin.
A este respecto, el aniversario de la revolucin mundial de 1968 al cual es inevitable referirnos en el mes
en que escribimos este texto debera servir no para ahondar en la nostalgia sin concepto de una perdida
poca de las revoluciones, sino justo al contrario: para poner de manifiesto hasta qu punto algunos
ndices intempestivos de aquella revolucin mundial continan en estado de latencia o, para ser ms
exactos, de virtualidad frustrada. El 68 nos interesa porque fue un acontecimiento mundial imprevisible
aunque no cado del cielo, una bifurcacin histrica que ha dejado una estela de nuevas creaciones
polticas en variadsimas latitudes planetarias. Si nos motiva en ltima instancia es porque permite pensar,
en sus nexos no resueltos e incluso en sus caricaturas, el problema de la politizacin (y metamorfosis) de
la vida como intrusin monstruosa de lo intempestivo en la historia (de la modernidad y posmodernidad
capitalistas)[2].
En los ltimos cuarenta aos, esa latencia ha experimentado emergencias de una cierta importancia. La
ltima, acaso la ms importante, la ms cercana generacionalmente a nosotros y nosotras, es la
protagonizada por el llamado movimiento de movimientos o movimiento global. La extraordinaria potencia
de ste, empero, no ha sido siempre lo bastante fructfera en lo que se refiere a generar esos prototipos
mentales que tan necesarios nos parecen. Cuando menos, no est claro que haya logrado producir
prototipos suficientemente sofisticados, robustos y complejos como para generar patrones de organizacin
y de subjetivacin poltica innovadores sostenidos que permitan acometer como poco
transformaciones profundas de las estructuras de mando, de la vida cotidiana, de los nuevos modos de
produccin[3]. Los distintos artculos que componen el monogrfico que ahora introducimos surgen de
estas problemticas las cuales, en este formato, tan slo podemos resumir al mximo y reducir apenas a
algunos de sus aspectos fundamentales. Hemos elegido afrontarlas no en un plano meramente
especulativo, y lo ms lejos posible de postular un supuesto deber ser de las formas polticas de los
movimientos; en su lugar, tratamos de presentar una serie de experimentaciones no ejemplificantes sino
enfocadas ms bien como casos de estudio, como experiencias que se estn verificando en la prctica
que actualmente tienen por objetivo superar esos atolladeros y esas carencias que acabamos de
mencionar.
Para la Universidad Nmada constituye una tarea urgente detallar los rasgos diferenciadores y los
diferenciales de innovacin poltica e institucional que presentan ciertas experimentaciones. Hemos
elegido poner el acento sobre dos aspectos que implcitamente constituyen sendos ejes transversales para
esta compilacin de textos entre s diversos, a saber: (a) damos preferencia a las formas de intervencin
poltica metropolitanas, atendiendo adems en concreto a una de sus figuras ms recurrentes, los centros
sociales, buscando no reivindicarlos como formas fosilizadas ni como artefactos polticos con una identidad
esencializada, sino intentando explorar en qu medida la forma centro social apunta actualmente hacia
procesos de apertura y renovacin[4], produciendo, por ejemplo, dispositivos novedosos de enunciacin
de (e intervencin en) la galaxia del precariado[5]; y (b) a la vez, y en parte entrelazado con lo anterior, la
constitucin de redes de autoformacin que se gestan en que surgen de? la crisis de la universidad
pblica europea[6]. Europa, finalmente, como espacio de intervencin poltica no naturalizado, sino como
proceso constituyente; la produccin de esos prototipos mentales y dispositivos de enunciacin y de
intervencin como proceso instituyente[7].
Centros sociales como cuerpo sin rganos
Durante mucho tiempo, y todava en muchos casos, los centros sociales okupados han utilizado la sigla
CSO o CSOA (autogestionado) como elemento de diferenciacin en la esfera pblica, como una especie
de marcador semitico de la radicalidad de su apuesta. Y era inevitable que algunos participantes en
aquellas experiencias advirtiramos la coincidencia virtuosa entre esa denominacin y el cuerpo sin
rganos, el CsO de Deleuze y Guattari[8], para imaginar e intentar poner en prctica las virtualidades no
pensadas ni enunciadas que creemos que estn presentes en la matriz de un centro social metropolitano.
Las consideraciones que encontramos en los distintos artculos del presente dossier de
transversal/transform caminan en esa misma direccin, esto es, apuntan hacia la reinvencin continua de
un dispositivo institucional (una forma de institucin de movimiento) que ya ha demostrado su validez y en
cierto modo su carcter irreversible para la poltica de los sujetos subalternos en la metrpolis. Lo cual no
quiere decir que esa validez irreversible provenga de una forma centro social que se mantenga
invariable, autorreferencial, identitaria, siempre igual a s misma, sino ms bien al contrario, como expresa
detalladamente uno de los textos colectivos que aqu recogemos[9].
Tal vez se podra hablar de la necesidad de contrarrestar la solidificacin de la forma centro social
mediante la produccin de centros sociales intempestivos, es decir, de apuestas de creacin poltica y
subjetiva que partan de las potencias concretas de distintas determinaciones de la composicin (poltica,
cultural, productiva) de las cuencas de cooperacin metropolitanas, y que tengan por tanto el objetivo no
de clausurarse como islas ms autrquicas que autnomas, sino de transformar lo existente con arreglo a
envites variables en los que se expresen contrapoderes capaces a su vez de sustraerse a la dialctica del
antagonismo entre poderes tendencialmente homlogos[10]. Se abren as nuevas dimensiones
espaciales, temporales, perceptivas, cooperativas, normativas y de valor, de tipo constituyente.
Son ya unos veinte aos desde que los squatters aparecieron en la escena pblica. De los squatters a los
okupas a los centros sociales okupados ha habido, es innegable, crecimiento, evolucin; pero la
experiencia no ha salido, por as decirlo, del estado de neotenia. Las razones de ello son, obviamente,
mltiples; y lo bastante complejas quiz como para poder abordadas con pleno acierto en este dossier. Se
trata, en cualquier caso, de una complejidad que tampoco debe simplificarse atribuyendo un carcter
negativo a los factores que retrasan el crecimiento, y positivo a los que despliegan el modelo sin ms
consideraciones crticas con el estado del mismo. El problema-factor de la (poltica de la) identidad que ha
venido caracterizando a la forma centro social, con su inquietante ambivalencia, es una muestra de ello:
porque a esa poltica identitaria se le pueden achacar numerosos males y atribuirle haber contribuido
considerablemente al infradesarrollo de las experiencias y a la repeticin de los mismos errores; pero, sin
embargo, si no tenemos en cuenta la dimensin de esa (poltica de la) identidad, resulta difcil explicar por
qu surgieron y persistieron la inmensa mayora de las experiencias relevantes.
Metrpolis e identidad
Desde el punto de vista de la produccin de subjetividad, el acto de desobediencia y de reapropiacin
directa de la riqueza (del capital fijo de edificios, infraestructuras, etc.) es y probablemente seguir siendo
fundamental en la evolucin de la forma centro social (y no solamente de ella). Tenemos que tener esto en
cuenta a la hora de afrontar una cuestin slo relativamente reciente y que genera tensas disputas sin
lmite en el seno de los movimientos sociales: la negociacin de espacios, tanto si se trata de acordar
dialogadamente la permanencia en centros ya okupados, como de solicitar a las administraciones pblicas
nuevos espacios para ser gobernados en rgimen de autogestin. Cmo conciliar por decirlo de una
manera brusca desobediencia y reapropiacin con negociacin, o expresado de otra forma: cmo
articular la dialctica conflicto/negociacin, es en este orden de cosas el problema crucial y sin duda una
fuente sustancial de controversia.
Hay un nicho permanente de impulsos polticos y no slo de los participantes ms jvenes en la
experiencia de los centros sociales que no puede prescindir de una forma predeterminada de concebir el
acto de desobediencia y conflicto como elemento de subjetivacin poltica e identidad. Funcin poltica de
los centros sociales e identidad, militancia e identidad, comn metropolitano e identidad, se presentan as
como algunos de los nudos problemticos permanentes en los que se decide o se cancela el avance de la
experiencia. Es decir, donde se juega la posibilidad de producir un nuevo tipo de institucionalidad de
movimiento que saque provecho de la experiencia de dos dcadas de centros sociales en Europa. En este
sentido, lo que menos necesitamos es un nuevo argumento o un nuevo programa, y s una explcita
problematizacin de la manera en que afrontamos la singularizacin de la existencia colectiva en el medio
productivo, cooperativo, relacional de la metrpolis; singularizacin que siempre conlleva que
normalmente implica procesos complejos de identidad/diferencia. Si pensamos en la necesidad
relanzar un ciclo de experimentacin creativa de la forma centro social no es por ningn tipo de fetichismo
de la invencin, sino precisamente porque esas formas de singularizacin que experimentamos en
nuestros cuerpos y en nuestra propia vida estn actualmente atravesando en nuestras metrpolis una fase
de transformacin que exige inevitablemente como respuesta la puesta en prctica de formas de
recomposicin poltica arriesgadas.
Sumergirse en la metrpolis de la movilizacin total no puede ser un acto voluntarista. Desarrollar
dimensiones de empresarialidad poltica algo a lo que apunta la produccin de servicios desde el centro
social, dimensiones de tipo (bio)sindical, cooperativas, proyectos pblicos de autoformacin, etctera[11]
exige no slo enfrentarnos a los callejones sin salida de experiencias polticas endmicas y
automarginadas en la metrpolis: implica adems la elucidacin de lo que podramos llamar los
suplementos de subjetivacin que permitan refundar lenguajes, universos de valor, territorios colectivos
dentro de un dispositivo que pueda seguir siendo subversivo, en particular en el plano de las formas de
vida, dejando de pretender serlo slo en los rasgos de una dialctica del enfrentamiento molar entre
sujetos siempre formados de antemano, abocndonos a una dinmica binaria entre fuerzas ya contadas, y
con resultados que se dan ya por descontados.
La governance como adversario
La geometra de la hostilidad de los centros sociales en la metrpolis productiva se concreta a medida que
se consolidan figuras del gobierno que intentan conjugar el poder de mando centralizado con la difusin
social (metropolitana y transnacional) de los poderes. El esquema policntrico de los poderes capitalistas
da cuenta de la crisis de las formas de integracin partidaria y representativa, y encuentra en la
governance su modalidad transicional. Cuando hablamos de governance metropolitana aludimos al
conjunto de prcticas pblicas que ven en la armonizacin de intereses irreductibles y heterogneos la
respuesta a la incapacidad de hacer que la decisin se derive de un proceso de legitimacin institucional
previo. La desaparicin de los mecanismos tradicionales de disciplinamiento social y de canalizacin de los
intereses, ha terminado haciendo que las subjetividades mismas se vuelvan opacas a las prcticas de
gobierno. En este sentido, la governance constituye el esfuerzo de producir constantemente, y a travs de
geometras variables y flexibles, subjetividades adecuadas a la administrativizacin de la vida, all donde
las fronteras entre lo pblico y lo privado se tornan lbiles y huidizas[12].
Los centros sociales tienen en la governance el dispositivo adversario, la contraparte cuyas producciones
de consenso, obediencia y exclusin precisan ser desarticuladas, desestabilizadas, saboteadas. El
principal objetivo de la governance metropolitana consiste en tornar productivas, con arreglo a las
modalidades de la ciudad-empresa, las condiciones comunes de la vida; consiste en articular poltica e
institucionalmente la movilizacin total de las poblaciones y de los flujos lingsticos, afectivos y
financieros, movilizacin total que neutraliza las valencias polticas y existenciales que surgen de la
cooperacin y de la vida comn metropolitana; consiste en producir un gobierno de la diferencia que se
basa en una inflacin constante de estatutos, segmentaciones, regulaciones y lmites que permiten
jerarquizar, aislar y dividir a las poblaciones subalternas. Los centros sociales son (y estn llamados a
serlo con mayor intensidad an) uno de los operadores decisivos de la crtica prctica de la governance
metropolitana. La combaten en el terreno de las prcticas de desindividualizacin; en la reapropiacin de
espacios, que pasan as a estar en condiciones de configurar situaciones polticas en las que el conflicto
que enfrenta a un agregado heterogneo de singularidades poblacionales con los mecanismos de la renta
urbana se convierte en nuevo motor de dinmicas urbanas; en la produccin de nuevas relaciones de
servicio, como las que ensayan una reapropiacin de las relaciones de cuidado, que estn en condiciones
de desprivatizar y desestatizar procesos de reproduccin y valorizacin de la vida que continan
confiscados por las instituciones del biopoder metropolitano; y en la experimentacin de modos de
practicar y vivir el tiempo de la metrpolis contra la movilizacin total de individuos atemorizados y
angustiados.
Formacin, autoformacin e investigacin en las instituciones monstruo
Finalmente, en el mosaico de experiencias tratadas en el presente dossier encontramos rastros
inequvocos de las instituciones monstruo que hoy se precisan para hacer inevitable una nueva
emergencia de las virtualidades frustradas de la larga e inacabada secuencia posterior a la revolucin
existencial de 1968: remitindonos al inicio, cerramos as un crculo argumental que quiere pensar las
emergencias del presente sacando provecho de las virtualidades del pasado revolucionario inmediato. Ni
que decir tiene que los casos de estudio que aqu mostramos, ni agotan ni saturan esas virtualidades.
Coincidiendo en los retos que los artculos plantean (ms innovacin, ms cooperacin, ms contagio en la
escala europea y ms all de ella), los intereses de la Universidad Nmada abordan la posibilidad de
construir esos nuevos prototipos mentales que estn vinculados a la deseable monstruosidad, a la
necesidad de pensar y hacer la otra poltica desde las cuestiones de la formacin, la autoformacin y la
investigacin. En ese campo, consideramos que existen cuatro circuitos elementales, que son los
siguientes:
(a)
La elaboracin de un circuito de proyectos de formacin que ponga en circulacin los paradigmas
tericos y los instrumentos intelectuales que consideremos ms apropiados para producir esos mapas
cognitivos aptos para (1) intervenir en la esfera pblica creando swarming points de referencia y
produciendo discursos contrahegemnicos; y, por aadidura, para (2) analizar las estructuras y dinmicas
de poder as como las potencias realmente existentes;
(b)
La gestacin de un circuito de proyectos de coinvestigacin que permita estudiar de modo
sistemtico las reas de la vida social, econmica, poltica y cultural a fin de producir cartografas
dinmicas de la estructura social y de sus dinmicas tiles para orientar las prcticas antagonistas, para
redefinir los conflictos y luchas existentes, y para producir nuevas formas de expresin dotadas de un
nuevo principio de inteligibilidad social y epistemolgica[13];
(c)
El diseo de un circuito editorial y meditico que permita incidir transnacionalmente en la esfera
pblica y en los mbitos de la produccin intelectual as como en el de la enseanza universitaria, con el
objetivo de crear laboratorios analtico-intelectuales y, por ende, nuevos segmentos de referencia y de
crtica de las formas hegemnicas de saber y de conceptualizacin de la realidad social;
(d)
La trama de un circuito de fundaciones, institutos y centros de investigacin que se convierta en
la infraestructura autnoma de produccin de conocimiento, que constituya un embrin de las formas de
organizacin poltica por mor de la acumulacin de anlisis y propuestas concretas. Su actividad debera
vincular el anlisis de las condiciones regionales y europeas con las dinmicas estructurales de la
acumulacin de capital y de recreacin de las opciones geoestratgicas globales que sean adecuadas
para los movimientos.
Los dispositivos que hacen posibles tales tareas ya estn, en algunos casos, en marcha, y
manifestaciones o intuiciones de los mismos podemos encontrarlas aqu y all salpicando los textos de
este monogrfico que con estas pocas pginas hemos prologado. Se trata, para acabar, de dispositivos
forzosamente hbridos y monstruosos:
hbridos, porque en un primer momento obligan a poner en red recursos e iniciativas de corte muy
heterogneo y contradictorio, extraos e incluso aparentemente incongruentes entre s, que mezclan
recursos pblicos y privados, relaciones institucionales y de movimiento, modelos de accin no
institucionales e informales con formas de representacin quiz formal o representativa, y luchas y formas
de existencia social que algunos tacharn de no polticas o de contaminadas o de intiles o absurdas, pero
que cobran dimensiones estratgicas, porque tornan directamente polticos y productores de subjetividad
los procesos de dotacin de recursos y de elementos logsticos que resultan a la postre cruciales para
irrumpir en las esferas pblicas estatalizadas y/o privatizadas, transformndolas;
monstruosos, porque su forma en un primer momento parece prepoltica o no poltica a secas, pero cuya
aceleracin y acumulacin de acuerdo con lo descrito debe generar una densidad y unas posibilidades de
creacin intelectual y de accin poltica colectiva que contribuirn a inventar otra poltica;
otra poltica, esto es, otra forma de traducir la potencia de los sujetos productivos en nuevas formas de
comportamiento poltico, y, en definitiva, en paradigmas originales de organizacin de la vida social, de
estructuracin dinmica de la potencia de lo pblico y lo comn.
[1] El documento original de presentacin de la Universidad Nmada se puede encontrar encabezando
nuestra pgina web (http://www.universidadnomada.net/spip.php?article139); un texto reciente, que ha
adquirido un carcter indirectamente programtico para la nueva fase de la Universidad Nmada, es el de
Ral Snchez Cedillo, Hacia nuevas creaciones polticas. Movimientos, instituciones, nueva militancia, en
transversal: prcticas instituyentes, julio de 2007
(http://transform.eipcp.net/transversal/0707/sanchez/es).
[2] En este sentido se expresa tambin Gerald Raunig en La brecha
(http://transform.eipcp.net/correspondence/1209407525?lid=1211879365), un texto reciente que
rememora precisamente remitindose a Claude Lefort y Gilles Deleuze la condicin imprevista,
imprevisible e intempestiva de ese acontecimiento, vindicando asimismo el carcter de sus latencias
susceptibles de ser reactivadas o aun verificadas. Suspender indefinidamente esas latencias es lo que
hacen tanto el pensamiento de reaccin contra el 68 como sus evocaciones nostlgicas.
[3] Esto mismo parece opinar Paolo Virno cuando afirma, con una imagen certera, que el movimiento
global haba venido siendo en aos pasados una gigantesca batera que se haba cargado en un proceso
corto y vertiginoso, pero que no lograba encontrar dnde conectarse para descargar su potencia, y, en
concreto, no acababa de conectar con esas formas de lucha que son necesarias para transformar la
situacin de trabajo precario, temporal y atpico en bienes polticos; vase Un movimento performativo,
en transversal: precariat, julio de 2004 (http://eipcp.net/transversal/0704/virno/it). Ahora bien, con estos
apuntes de reflexin (auto)crtica no dejamos de afirmar que el proceso de configuracin del movimiento
global constituye ya el cdigo gentico irrenunciable del ciclo histrico de luchas hoy en trnsito.
[4] Nos remitimos a las reflexiones vertidas en el texto de Andrej Kurnik y Barbara Beznec, Rog: la lucha
en la ciudad, en transversal: instituciones monstruo, op. cit.
(http://transform.eipcp.net/transversal/0508/kurnikbeznec/es).
[5] Lo que constituye nuestra respuesta explcita al problema planteado en supra, nota 3.
[6] Cmo evitar apuntar aqu la centralidad que la universidad tuvo en la revolucin mundial del 68, la
manera en que los estudiantes y las estudiantes vislumbraron la paradoja de una institucin cuyo modelo
histrico est en crisis mientras que cumple sin embargo una funcin cada vez ms central en los modos
de produccin y valorizacin capitalistas? Vase, entre otras muchas reflexiones recientes, Gigi Roggero,
La autonoma del conocimiento vivo en la universidad-metrpolis, en transversal: prcticas instituyentes,
op. cit. (http://transform.eipcp.net/transversal/0707/roggero/es), y la experiencia, ligada a este ltimo
texto, recogida en La metrpoli y la llamada crisis de la poltica. La experiencia de Esc, en transversal:
instituciones monstruo, op. cit. (http://transform.eipcp.net/transversal/0508/esc/es). Vase tambin dos
textos, producidos en el entorno de la Universidad Nmada, de Montserrat Galcern, Tiene la
universidad inters para el capital? (http://www.universidadnomada.net/spip.php?article242) y La
crisis de la universidad (http://www.universidadnomada.net/spip.php?article184), ambos s/f.
[7] Vase Francesco Salvini, Las lunas de Jpiter: instituciones en red en las transformaciones
productivas de Europa, en transversal: instituciones monstruo, op. cit.
(http://transform.eipcp.net/transversal/0508/salvini/es).
[8] Vase Mil mesetas y los espacios liberados metropolitanos. Notas para un agenciamiento (1998)
(http://www.sindominio.net/laboratorio/documentos/milmesetas/laboratorio.htm), que contiene
reflexiones en las que participamos algunos de nosotros y de nosotras en una fase biogrfica previa a la
Universidad Nmada.
[9] Pablo Carmona, Toms Herreros, Ral Snchez Cedillo y Nicols Sguiglia, Centros sociales:
monstruos y mquinas polticas para una nueva generacin de instituciones de movimiento, en
transversal: instituciones monstruo, op. cit.
(http://transform.eipcp.net/transversal/0508/carmonaetal/es).
[10] De ah el tipo de asimetra entre poderes y contrapoderes que caracteriza a los movimientos del
nuevo ciclo de luchas y que hemos llamado otra geometra de la hostilidad. Vase Amador FernndezSavater, Marta Malo de Molina, Marisa Prez Colina y Ral Snchez Cedillo, Ingredientes de una onda
global, en Desacuerdos 2, Macba, Unia y Arteleku, Barcelona, 2006
(http://www.arteleku.net/4.0/pdfs/1969-2bis.pdf; y http://www.universidadnomada.net/spip.php?
article188).
[11] Uno de los casos sin duda ms ricos e ilusionantes en este orden de cosas es el de las oficinas de
derechos sociales, tal y como se explica en el texto de Silvia L. Gil, Xavier Martnez y Javier Toret, Las
oficinas de derechos sociales: experiencias de organizacin y enunciacin poltica en el tiempo de la
precariedad, en transversal: instituciones monstruo, op. cit.
(http://transform.eipcp.net/transversal/0508/lopezetal/es).
[12] Atelier Occupato ESC, La metrpoli y la llamada crisis de la poltica, op. cit.; vase tambin
Francesco Salvini, Las lunas de Jpiter: instituciones red en las transformaciones productivas de Europa,
op. cit.
[13] Vase Marta Malo de Molina, Nociones comunes, introduccin al volumen colectivo Nociones
comunes. Experiencias y ensayos entre investigacin y militancia, Traficantes de Sueos, Madrid, 2004
(http://traficantes.net); y publicado en dos partes en transversal: investigacin militante, abril de 2006
(http://transform.eipcp.net/transversal/0406/malo/es) y transversal: prcticas instituyentes, op. cit.
(http://transform.eipcp.net/transversal/0707/malo/es). En este orden de cosas, puede resultar
provechosa una visita general a los textos comprendidos en el monogrfico de transversal: investigacin
militante, recin citado (http://transform.eipcp.net/transversal/0707), de entre los cuales recomendamos
el de Javier Toret y Nicols Sguiglia (miembros de la Universidad Nmada), Cartografa y mquina de
guerra. Desafos y experiencias en torno a la investigacin militante en el sur de Europa
(http://transform.eipcp.net/transversal/0406/tsg/es).
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