Racine-Fedra (Pág 31 Hasta 249) PDF
Racine-Fedra (Pág 31 Hasta 249) PDF
21
JEAN RACINE
FEDRA
ANDRMACA - BRITNICO
ESTER
JEAN RACINE
FEDRA
ANDRMACA - BRITANICO
E S TER
EDITORIAL LOSADA , S. A.
BU EN OS A IR ES
Tr.duccin de Nydia Lamarque
PRINTED IN ARGENTINE
ESCENA PRIMERA
H iplito , Te rm ene.~
HIPLITO
Mi decisin est tomada: parto, querido Termenes,
y abandono mi morada en la amable Trecene. Comienzo a
sonrojarme de mi ociosidad en medio de la mortal duda
que me agita. Separado de mi padre desde hace ms de
seis meses, ignoro el destino de un ser tan caro; ignoro
hasta los parajes que puedan esconderlo.
TERMENES
Yen qu parajes vais, pues, seor, a buscarlo? Ya,
para satisfacer vuestros justos temores, he recorrido los
dos mares que Corinto separa; he preguntado por Teseo a
los pueblos de esas costas desde donde se ve al Aque
ronte internarse en el reino de los muertos ; he visitado
la lida, y , pasando el Tnaro, he llegado hasta el mar
que vi caer a tcaro. Por qu nueva esperanza, en qu
comarcas dichosas, creis descubrir la huella de sus pa
sos? Hasta quin sabe, quin sabe si el Rey vuestro pa-
dre quiere que se descubra el misterio de su ausencia?
Y quin sabe si, mientras temblamos con vos por sus
das, aquel hroe, tranquilo, y ocultndonos nuevos amores,
no espera que una amante engaada ...?
HIPLITO
Caro Termenes, detnte y respeta a Teseo. Arre-
pentido para siempre de los errores de su juventud, no lo
retiene ningn indigno obstculo; mucho tiempo hace
que Fedra fij la fatal inconstancia de sus deseos y no
teme ya rival ninguna. En fin, al buscarlo cumplir con
RACINE 28
ESCENA SEGUNDA
H i plito, Enona, TeTme nes
ENONA
Ay, seor! que pesar puede igualar al mo? La Rei-
na llega casi a su fatdico trmino. En vano me aplico
a observarla da y noche : se muere en mis brazos, de un
31 FEDRA
ESCENA TERCERA
FedTa, Enona
FEDRA
No vayamos ms lejos. Quedmonos aqu, cara
Enona. No puedo ms: me abandonan las fuerzas. La luz
que vuelvo a ver deslumbra mis ojos, y mis temblorosas
rodillas ceden bajo mi peso. Ay!
ENONA
(Se sienta) Dioses omnipotentes, que os aplaquen
nuestras lgrimas!
FEDRA
Cmo me pesan estos velos, estos vanos adornos!
Qu mano importuna, entrelazando todos estos nudos,
se t.om el trabajo de reunir los cabellos sobre mi frente?
Todo me aflige y me molesta, todo conspira a daarme.
ENaNA
Cmo se destruyen unos a otros todos sus deseos!
Hace un instante, vos misma condenando vuestros injus-
tos designios, excitabais nuestras manos a que os adorna-
ran; vos misma, recordando vuestra antigua salud, que-
rais mostraros y volver a mirar el da. Ya lo veis, seora;
y ahora, pronta a esconderos, odiis la luz que venais
a buscar?
FEDRA
Noble y brillante tronco de una familia desventurada,
t de quien mi madre salia jactarse de ser hija, y que te
sonrojas acaso de mi turbacin presente, Sol, vengo a
contemplarte por la vez postrera.
RACINE 32
ENONA
Cmo? No abandonaris tan cruel deseo? Os ver
!liempre, renunciando a la vida, entregaros a los funestos
preparativos de vuestra muerte?
FEDRA
Dioses! As estuviera yo sentada a la sombra de los
bosques! Cundo podr, a travs de un noble torbellino,
seguir con los ojos un carro huyendo en la carrera?
ENONA
Cmo, seora?
FEDRA
Insensata! dnde estoy? Y qu he dicho? Dnde
dejo extraviar mi espritu y mis deseos? Perd la razn :
los Dioses me la arrebataron. Enona, el rubor me abrasa
el rostro: demasiado te dejo ver mis vergonzosos dolores ;
a mi pesa\', los ojos se me llt;nan de lgrimas.
ENONA
Ah, si habis de sonrojaros, enrojeced por un silencio
Que encona ms todava la violencia de vuestros males!
Rebelde a todos nuestros cuidados, sorda a todos nuestras
razones, queris implacablemente dejar acabar vuestros
das? Qu furor los detiene en mitad de su carrera'?
Qu encantamiento o qu veneno ciega su fuente? Por
tres veces las sombras han oscurecido el cielo desde que
el sueo no penetra en vuestros ojos, y por tres veces el
da ha arrojado a la oscura noche desde que vuestro cuer-
po languidecE:' sin alimento. Por qu espantoso designio
os dejis tentar? Con qu derecho osis atentar contra
vos misma? Ofendis a los Dioses, autores de vuestra
vida; traicionis al esposo a quien la fe os enlaza; traicio-
nis hasta a vuestros hijos desventurados, que precipi-
tis bajo riguroso yugo. Pensad que un mismo da les
arrebatar a su madre y devolver la esperanza al hijo
de la extranjera, a ese fiero enemigo vuestro y de vuestra
sangre, ese hijo que una Amazona llev en su vientre,
ese Hiplito
FEDRA
Ah, Dioses!
ENONA
Este reproche os conmueve.
FEDHA
FEDRA
Desgraciada! qu nombre ha salido de tu, boca?
ENONA
Y bien! Vuestra clera estalla con razn: me gusta
veros estremecer ante ese funesto nombre. Vivid, pues. Que
el amor y el deber os animen a ello. Vivid, no permitis
q1:le el hijo de una escita, agobiando a vuestros hijos bajo
su odioso imperio, gobierne a la ms ilustre sangre de
Grecia y de los Dioses. Pero no tardis, cada minuto os
mata. Reparad rpidamente vuestras abatidas fuerzas
mientras la llama de vuestros das prontos a consumirse
dura an y puede reanimarse.
FEDRA
Demasiado prolongu su duracin culpable.
ENONA
Cmo ? Por qu remordimientos estis desgarrada?
Qu crimen ha podido producir tan premiosa pena? No
se habrn manchado vuestras manos con sangre ino-
cente?
FEDRA
Gracias al cielo, mis manos no son criminales. Plu-
guiera a los Dioses que mi corazn fuera tan inocente
como ellas!
ENONA
Y que terrible proyec to habis concebido, de que
an sigue espantado vuestro corazn?
FEDRA
Te he dicho bastante. Ahrrame el resto. Muero para
evitarme confesin tan funesta.
ENONA
Morid, pues, manteniendo ese inhumano silencio; pe-
ro buscad otra mano para que os cierre los ojos. Aunque
apenas os quede una dbil lumbre, mi alma ser la prime-
ra en bajar entre los muertos. Mil abiertos caminos con-
ducen siempre hacia all, y mi justo dolor escoger los
ms cortos. Cruel, cuando os decepcion mi fidelidad?
Pensis en que mis brazos os recibieron al nacer? Mi
pas, mis hijos, todo lo he dejado por vos. Ya mi adhe-
sin habrais reservado este premio?
RA C'l N B 34
FEDRA
Qu frutos esperas de tanta violencia? Te estreme-
,c ers de horror si rompo mi silencio.
ENONA
Y qu me diris que exceda oh Dioses! al horror
de veros expirar bajo mis propios ojos?
YEDRA
Cuando conozcas mi cnmen y la suerte que me ago-
bia, no dejar de morir por eso, pero morir ms culpable,
ENaNA
Seora, en nombre de las lgrimas que por vos he
vertido, por vuestras dbiles rodillas que abrazo, librad
mi espritu de esta funesta incertidumbre.
FEDRA
T lo quieres. Levntate.
ENaNA
Hablad, os escucho.
FEDRA
Cielos! Qu vaya decirle y por dnde empezar?
ENaNA
Cesad de ofenderme con vuestros vanos temores!
FEDRA
Oh clera de Venus! Oh fatal odio! En qu ex-
travos arroj el amor a mi madre!
ENaNA
Olvidadlos, seora, y que hasta el futuro ms lejano
un eterno silencio oculte este recuerdo.
FEDRA
Ariadna, hermana ma, herida de qu amor moriste
en las playas donde fuiste abandonada!
ENaNA
Que hacis, se'ora? Qu mortal sufrimiento os ani-
ma hoy contra toda vuestra sangre?
35 FEDRA
FEDRA
Pues que Venus lo quiere, perezca yo la ltima y la
ms msera de esa deplorable estirpe.
ENaNA
Amis?
FEDRA
Siento todos los furores del amor.
ENaNA
Por quin?
FEDRA
Vas a or el colmo del horror. Amo . . A ese nombre
fatal tiemblo, me estremezco. Amo ...
ENaNA
A quin?
FEDRA
Conoces al hijo de la Amazona, ese prncipe al que
tanto tiempo oprim yo misma?
ENaNA
Hiplito? Dioses eternos!
FEDRA
T eres quien lo ha nombrado.
ENaNA
Justo cielo! Toda la sangre se me hiela en las ve-
nas! Oh desesperacin! Oh crimen! Oh raza deplorable!
Viaje infortunado! Desdichada costa, haba que apro-
ximarse a tus playas temibles?
FEDRA
De ms lejos viene mi mal. Apenas me hube entre-
gado al hijo de Egeo bajo la ley del matrimonio, y cuan-
do mi reposo y mi dicha parecan haberse afianzado, Ate-
nas me mostr mi soberbio enemigo; lo conoc, me sonro-
j, palidec al mirarlo; la turbacin se apoder de mi
alma extraviada; mis ojos no vean ya, no poda hablar;
sent arder y helarse todo mi cuerpo; y reconoc a Venus
y sus temibles llamas, inevitables tormentos de una san-
gre por ella perseguida. Cre apartarlos con mis votos asi-
duos: le edifiqu un templo y cuid de ornarlo; yo mis-
RACINE 36
ESCENA CUARTA
Fedra, Enana, Pnape
PNOPE
Seora, quisiera ocultaros una triste nueva; pero de-
bo revelrosla. La muerte os ha arrebatado vuestro in-
vencible esposo, y sois ya la nica que ignora esta des-
gracia.
FEDRA
Pnope! qu dices ?
37 FEDRA
PNOPE
Que la Reina, engaada, en vano pide al cielo el
retorno de Teseo, y que, por naves arribadas al puerto,
Hiplito su hijo acaba de saber su muerte.
FEDRA
Cielos!
PNOPE
Atenas se divide por la eleccin de un rey. Al Prn-
cipe vuestro hijo, seora, otorga una parte su voto; y la
otra, olvidando las leyes del Estado, osa dar su sufragio
al hijo de la extranjera. Hasta se dice que una insolente
facci6n quiere colocar en el trono a Aricia y la sangre
de Palante. He credo deber advertiros este peligro. Hi-
plito mismo est ya pronto a partir, y se teme, si aparece
en esta nueva tormenta, que arrastre consigo a todo pI
inconstante pueblo.
FEDRA
Es suficiente, Pnope. La reina, que te comprende, no
descuidar tu importante aviso.
ESCENA QUINTA
Fedra, Enona
ENONA
Seora, cesaba yo de apremiaros a VIVIr ; hasta pen-
saba ya seguiros a la tumba; no ten fa ya voz para apar-
taros de ella, pero esta nueva desgracia os prescribe
otras leyes. Vuestra fortuna cambia y toma otro rostro:
el Rey no existe, seora; hay que ocupar su sitio. Su
muerte os deja un hijo a quien os debis, esclavo si os
pierde, rey si vos vivs. En quin queris que se apoye
en su desgracia? Su llanto no tendr ya mano que lo en-
jugue; llegando hasta los Dioses sus inocentes quejas,
irn a irritar contra su madre a sus abuelos. Vivid, ya no
tenis que haceros reproche alguno: vuestro amor se
convierte en una pasi6n comn. Al expirar, Teseo acaba
de romper los lazos que constituan todo el crimen y el
horror de vuestros ardores. Hip6lito es para vos menos
temible ; podis verlo sin convertiros en culpable. Acaso.
convencido de vuestro odio, va a suministrar un jefe a la
RACINE 38
ESCENA PRIMERA
Aricia, Ismena
ARICIA
Hiplito pide verme en este lugar? ,Hiplito me
busca y quiere decirme adis? Dices verdad, Ismena?
No has sido engaada?
ISMENA
Es la primer consecuencia de la muerte de Teseo.
Seora, preparos a ver volar hacia vos desde todas par-
tes los corazones que alej Teseo. Por fin Aricia es duea
de su suerte y bien pronto ver a sus pies a toda la
Grecia.
ARICIA
As que no es un rumor incierto, Ismena? Dejo de
ser esclava y mi enemigo ya no existe?
ISMENA
No, seora, los Dioses ya no os son adversos ; Teseo
se ha reunido a los manes de vuestros herm anos.
ARICIA
Se sabe qu aventura acab con sus das?
ISMENA
Se tejen acerca de su muerte increbles versiones.
Se dice que, raptor de una nueva amante, las 018S tra-
garon al esposo infiel. Se dice tambin, y este rumor corre
por todas partes, que . descendido con Pritoo a los in-
fiernos, ha contemplado el Cocito y sus sombras mr-
~enes y se ha mostrado vivo a las infernales somhras:
pero que no ha pOdido salir de aquella triste mansin ni
trasponer las playas adonde se arriba para no regresar.
RACINE 40
ARICIA
Creer que un mortal antes de su postrera hora
p,u eda penetrar en la profunda morada de los muertos?
Qu hechizo lo atraa hacia sus playas temibles?
ISMENA
Teseo ha muerto, seora, y vos sois la nica que duda
de ello. Atenas lo llora, lo sabe Trecene, y ya reconoce a
Hiplito como a su rey. En su palacio, Fedra, temblando
por su hijo, pide consejo a sus amigos alarmados.
ARICIA
y t crees que, ms humano para m que su padre,
Hiplito aligerar mi cadena? Que se compadecer de
mis desgracias?
ISMENA
Lo creo, seora.
ARICIA
Conoces t al insensible Hiplito? Sobre qu frvola
esperanza te apoyas para pensar que de m se apiade y
que en m sola respete un sexo que desdea? Sabes cun-
to tiempo hace que evita nuestros pasos y busca todos los
sitios donde no nos encuentra.
rSMENA
Conozco cuanto se dice acerca de su frialdad; pero
he visto junto a vos a ese soberbio Hiplito: y hasta el
mismo rumor de su fiereza ha redoblado mi curiosidad.
No me pareci que su aspecto respondiera a su fama; lo
he visto confuso desde vuestra primer mirada. Sus ojos,
que en vano queran huiros, llenos ya de languidez,
no podan abandonaros. Quizs ofenda su orgullo el nom-
bre de amante, pero de ello tiene 105 ojos, si no la lengua.
ARIcrA
i Qu vidamente escucha mi corazn, cara Ismena,
una pltica que acaso tiene muy poco fundamento! Te
parece probable a ti, que me conoces, que el triste juguete
de implacable destino, corazn alimentado siempre de
amargura y de lgrimas, deba conocer el amor y sus locos
dolores? Resto de la sangre de un rey, noble hijo de la
Tierra. fu la nica en escapar a los furores guerreros. En
la florida estacin perd a seis hermanos: qu esperanz~
de una ilustre estirpe! El hierro lo cosech todo; y la
41 FEDRA
tierra, humedecida, bebi a su pesar la sangre de los des-
cendientes de Erecteo. T sabes qu severa ley, despus de
su muerte, prohibi a todos los griegos amarme: se teme
que la llama audaz de la hermana llegue a reanimar un
da las cenizas fraternas. Pero t sabes tambin con qu
ojos desdeosos mir ese afn de un vencedor desconfia-
do. Sabes que, opuesta siempre al amor, agradec muchas
veces al injusto Teseo, este feliz rigor que secundaba mis
desdenes. En aquel tiempo mis ojos, mis ojos no haban
contemplado a su hijo. No es que slo, cobardemente en-
cantada por los ojos, am en l su belleza, su gracia tanto
alabada, presentes con que la naturaleza ha querido hon-
rarlo y que l mismo desprecia y parece ignorar. Amo y
admiro en l ms nobles riquezas, las virtudes de su padre
sin sus debilidades. Amo en l, lo confesar, ese orgullo
generoso que jams cedi al amoroso yugo. Fedra poda
honrarse con los suspiros de Teseo : en cuanto a m, soy
ms orgullosa, y huyo la gloria fcil de conquistar un
homenaje a otras mil ofrecido y entrar en un corazn
abierto por todos sus costados. Pero hacer doblegar un
inflexible coraje, llevar el dolor a un alma insensible, en
cadenar a un cautivo atnito de sus hierros, vanamente
rebelado contra un yugo que le place: eso es lo que
quiero, lo que me excita. Costaba menos desarmar a Hr-
cules que a Hiplito; vencido ms a menudo, y con ms
frecuencia abatido. otorgaba menos a los ojos que lo do-
maron. Pero ay, cara Ismena! Qu imprudencia es l ~
ma! Se me opondr demasiada resistencia. Acaso me es-
cuches, humilde en mi afliccin, lamentarme de ese mis-
mo orgullo que hoy admiro. Amara a Hiplito? Por
qu extrema dicha hubiera yo podido doblegar ?
ISMENA
Lo escucharis de l mismo. Viene a vos.
ESCENA SEGUNDA
Hip6lito , Aricia, I sm ena
HIPLITO
Seora, antes de partir, he credo de mi deber pre-
veniros acerca de vuestra suerte. Mi padre ya no existe.
Mi desconfianza presagiaba justamente las razones de su
RACINE 42
ARICIA
Atnita y confusa de cuanto oigo, temo casi, temo
que un sueo me engae. Estoy despierta? Puedo creer
en semejante designio? Qu dios, seor, qu dios lo puso
en vuestro pecho? Que en todas partes germine vuestra
bien ganada gloria! Cmo supera la verdad al renombre!
Queris traicionaros vos mismo en favor mo? No es
suficiente que no me hayis odiado , que hayis podido du-
rante tan largo tiempo defender vuestra alma de esta
enemistad .
HIPLITO
Odiaros yo, seora? Por ms sombros colores con
que hayan pintado mi orgullo se cree que un monstruo
me ha llevado' en su seno? Qu costumbres salvajes, qu
odio endurecido, podran veros sin endulzarse? Pude yo
resistir al engaoso encanto ?
ARIerA
Cmo? Seor .
HIPLlTO
Me he comprometido demasiado . Veo que la razn ce-
de a la violencia_ Seora, puesto que he comenzado a rom-
per el silencio, preciso es que contine: preciso es que os
informe de un secreto que mi corazn no puede ya guar-
dar. Tenis delante a un prncipe digno de compasin ,
ejemplo famoso de temerario orgullo. Yo , altivamente rebe-
Jado contra el amor, que tanto tiempo insult los hierros
de sus cautivos, que lamentando los naufragios de los d-
hiles mortales pens siempre contemplar desd~ la costa
sus tormentas, con qu turbacin me veo ahora sometido
a la ley comn, arrastrado fuera de m mismo' Un instan-
te ha vencido mi imprudente audacia: esta alma tan llena
de soberbia ces de ser libre. Desde hace ms de seis m e-
ses, avergonzado, desesperado, llevando a todas partes el
dardo que me desgarra, contra vos y contra m en va~10
me agito: presente, os huyo; ausente, os encuentro ;
vuestra imagen me persigue hasta en el fondo de los bos-
(mes; la luz del da, las sombras de la noche, todo repro-
duce a mis ojos los encantos que evito; todo os entrega
a discrecin al rebelde Hiplito. Como nico fruto de mis
superfluas precauciones, yo mismo me busco ahora sin
encontrarme. Mi arco, mis jabalinas, mi carro, todo me
importuna; no recuerdo ya las lecciones de Neptuno;
RAGINE 44
ESCENA TERCERA
Hip6lito, Aricia, Termenes, Ismena
TERMENES
Seor, viene la Reina, yo me le he adelantado. Os
busca.
HIPLlTO
A m?
TERMENES
Ignoro sus propsitos. Pero han venido a preguntar
por vos de parte suya. Fedra quiere hablaros antes de
vuestra partida.
HIPLlTO
Fedra? Qu le dir? i.Y qu puede esperar . .?
ARICIA
Seor, no podiR rehusaros a orla. Aunque bien con
vencido de su enemistad, debis alguna sombra de piedad
a sus lgrimas.
HIP LITO
Mientras tanto os alejis. Y yo parto. Y no s si he
ofendido los encantos que adoro! No s si ese corazn
que dejo en vuestras manos .. .
ARICIA
Partd, prncIpe, y ejecutad vuestros generosos desig
nios. Convertid a Atenas en tributaria de mi poder. Yo
acepto todos los dones que queris hacerme. Pero sabed
que ese imperio tan grande, tan glorioso, no es a mis ojos
el ms caro de vuestros presentes.
45
ESCENA CUARTA
Hiplito, Termenes
HIPLITO
Todo est pronto, amigo? Pero la reina se adelanta.
V, que todo se prepare con diligencia para la partida.
Haz que den la seal, corre, ordena, y vuelve rpido a
librarme de una conversacin molesta.
ESCENA QUINTA
Fedra, Hip6lito, Enona
FEDRA
(.4 Enona) Aqu est. Toda la sangre me afluye al
corazn. Olvido, vindole, lo que vine a decirle.
ENONA
Acordos de un hijo que slo en vos espera.
FEDRA
Seor, se dice os aleja de nosotros una inmediata
partida. Vengo a unir mis lgrimas a vuestros dolores.
Vengo a explicaros mis alarmas con respecto a mi hijo.
Mi hijo ya no tiene padre, y no est lejano el da que lo
haga tambin testigo de mi muerte. Ya .a sedian su infan-
cia mil enemigos, y vos slo podis abrazar contra ellos
su defensa. Pero un secreto remordimiento agita mi es
pritu. Temo haber cerrado vuestro odo a mis clamores.
Tiemblo de que vuestra justa clera persiga pronto a
travs de l a una odiosa madre.
HIPLITO
Seora, no tengo sentimientos tan bajos.
FEDRA
Aunque me odiarais, seor, no me quejara. Me ha
bis visto encarnizada en vuestro dao; y no podais leer
en el fondo de mi corazn. Me he esforzado en merecer
vuestra enemistad. No poda sufriros en los parajes que
habitaba. Declarada contra vos en pblico y en secreto,
RACINE 46
ESCENA SEXTA
Hip6lito, Termenes
TERMENES
Es Fedra la que huye, o, mejor, la que se llevan?
Por qu, seor, por qu esas muestras de angustia? Os
veo sin espada, desconcertado, plido.
49 FEDRA
HIPLITO
Huyamos, Termenes. Mi sorpresa es enorme. No
puedo mirarme sin horror a m mismo. Fedra . . . Pero no.
Dioses, que en profundo olvido permanezca amortajado
tan horrible secreto!
TERMENES
Si queris partir, lista est la vela. Pero Atenas se ha
declarado ya, seor. Sus jefes han recogido los votos de
todas las tribus. Vuestro hermano gana y Fedra le sigue.
HIP LITO
Fedra?
TERMENES
Un heraldo encargado de manifestar la voluntad de
Atenas acaba de entregarle las riendas del Estado. Su hi-
jo es rey, seor.
HIPLITO
Dioses, que la conocis, es su virtud, acaso, lo que
recompensis?
TERMENES
Sin embargo, un sordo rumor afirma que el Rey vive.
Se pretende que ha aparecido Teseo en el Epiro. Pero yo,
seor, que lo he buscado all, s demasiado bien .
HIPLITO
No importa, oigmoslo todo y n ada descuidemos .
Examinemos ese rumor remontndonos a su fuente . Si
no merece interrumpir mi marcha, partamos, y a cual-
quier precio pongamos el cetro en manos dignas de lle-
varlo.
A e T o TER e E R o
ESCENA PRIMERA
Fedra, Enona
FEDRA
Ah! Llvense lejos los honores que me envan!
Puedes desear que me vean, importuna? Con qu vie-
nes a halagar mi desolado espritu? Ocltame, ms bien:
por dems he hablado. Osaron esparcirse fuera mis furo-
res. y he pronunciado lo que jams debi ser odo. Cielos!
Cmo me escuchaba! Con cuntos rodeos eludi largo
tiempo mis palabras, el insensible! Cmo anhelaba una
pronta retirada! Y cmo redobl mi vergenza su rubor!
Por qu estorbaste mi funesto designio? Ay! Palideci
por m cuando su espada iba a buscar mi seno? Me la
arranc? Bast que mi mano la tocara una sola vez para
que se volviera horrible a sus ojos inhumanos; profana-
ra ya sus manos ese desdichado acero.
ENONA
As, pensando slo en lamentar vuestras desgracias,
nutrs un fuego que debera extinguirse. No sera me-
jor, como digna descendiente de Minos, buscar vuestro re-
poso en ms nobles afanes, contra aquel ingrato recurrir
a la fuga, reinar y asumir la direccin del Estado?
FEDRA
Yo reinar! Yo regir un Estado con mi ley, cuando mi
dbil razn no reina ya sobre m! Cuando he abandona-
do el imperio de mis sentidos! Cuando respiro apenas
hajo un vergonzoso yugo! Cuando me muero!
ENONA
Huid.
RAClNE 52
FEDRA
No puedo dejarlo.
ENONA
Osasteis desterrarlo y no osis huirlo.
FEDRA
Ya no es tiempo. l conoce mis insensatos ardores.
Traspuestos han sido los lmites del pudo!' austero. A los
ojos de mi vencedor confes mi vergenza, y la esperanza
se desliz en mi corazn, a despecho ' mo. T misma, re-
animando mis desfallecidas fuerzas y mi alma, errante ya
sobre mis labios, has sabido revivir me con tus aduladores
consejos. T me has hecho entrever que poda amarlo .
ENONA
Ay, inocente o culpable de vuestras desdichas, de
qu no hubiera sido capaz por salvaros? Pero si alguna
vez la ofensa irrit vuestro espritu podis olvidar los
desprecios de ese furioso? Con qu ojos crueles os dej
su obstinado rigor poco menos que prosternada a sus pies!
Qu odioso lo volva su feroz orgullo! Ah! por qu no
tena mis ojos Fedra en ese instante?
FEDRA
Enona, l puede abandonar ese orgullo que te hiere.
Tiene la rudeza de los bosques en que fu criado. Endu-
recido por costumbres salvajes, Hiplito oye hablar de
amor por primera vez. Acaso la sorpresa ha provocado su
silencio, y acaso nuestras quejas son violentas por dems.
ENONA
Pensad que una brbara lo ha llevado en su seno.
FEDRA
Ella am, sin embargo, aunque fuera escita y brbara.
ENONA
l tiene un odio fatal contra todo nuestro sexo.
FEDRA
As no habr de temer rivales. Pas la poca de tus
consejos, Enona. Sirve a mi furor y no a. mi razn. l opo-
ne al amor un corazn inaccesible: busquemos el punto
53 FEDRA
ESCENA SEGUNDA
Fedra, sola
FEDRA
Oh t, implacable Venus, que ves la vergenza en la
que he cado, estoy bastante humillada? Ya no podras
llevar ms lejos tu crueldad. Tu triunfo es perfecto; to-
dos tus dardos han dado en el blanco. Cruel, si quieres
nuevas glorias, ataca a un enemigo que te sea ms rebel-
de que yo-. Hiplito te huye; desafiando tu enojo, jams
ha doblado la rodilla en tus altares. Tu nombre parece
ofender sus soberbios odos. Vngate, diosa: iguales son
nuestras querellas. Que l ame ... Pero vuelves ya so-
bre tus pasos, Enona? Me detestan, no te escuchan.
ESCENA TERCERA
Fedro., Enana
ENONA
Seora, hay que ahogar todo pensamiento de ese vano
amor. Recordad vuestra pasada virtud : el Rey a quien
se crey muerto va a presentarse a vuestra vista; Teseo
ha llegado, Teseo est aqu. El pueblo corre y se preci-
RACINE 54
ENONA
No lo dudo, y los compadezco a ambos; jams hubo
temor ms justificado que el vuestro. Pero por qu ex-
ponerlos a tales afrentas? Por qu vals a declarar con-
tra vos misma? Esto es hecho: se dir que Fedra, dema-
siado culpable, huye el aspecto temible de su traicionado
esposo. Feliz ser Hiplito de que, a expensas de vuestra
vida, vos misma apoyis sus palabras, muriendo. Qu
pOdr contestar yo a vuestro acusador? Fcilmente ser
por l confundida. Lo ver gozar de su horrible triunfo y
contar vuestra vergenza a quien quiera orla. i Ah,. pre-
fiero que las celestes llamas me devoren! Pero no me en-
gais: lo amis an? Con qu ojos miris a ese atre-
vido prncipe?
FEDRA
Aparece a mis ojos como un espantable monstruo.
ENONA
i.Por qu entonces cederle ntegra la victoria? Vos le
temis. Osad acusarle, la primera, del crimen con que hoy
puede agobiaros. Quin os desmentir? Todo habla en
contra suya: su espada, que felizmente qued en vuestras
manos, vuestra turbacin actual, vuestro pasado dolor, su
padre prevenido por vuestras voces desde hace largo
tiempo, y hasta su destierro obtenido por vos misma.
FEDRA
Que ose yo oprimir y calumniar la inocencia?
ENONA
Mi celo no necesita ms que de vuestro silencio. Tan
temblorosa como vos, sufro algunos remordimientos, y
preferira afrontar mil muertes, pero ya que os pierdo
sin ese triste recurso , vuestra vida tiene para m un pre-
cio ante el cual todo se doblega. Hablar. Teseo, irritado
por mis noticias, limitar su venganza al destierro de su
hijo. Aun castigando, seora, un padre siempre es pa-
dre: un ligero suplicio es suficiente para su clera. Pero
aun cuando debiera ser derramada sangre inocente, qu
no exige vuestro amenazado honor? Es un tesoro dema-
siado precioso para comprometerlo. Debis someteros, se-
ora, a la ley que os dicte: y para salvar nuestro honor
RAC'INE 56
ESCENA SEXTA
Hip6lito, Termenes
HIPLITO
A qu tenda ese discurso que me hel de espanto?
Fedra, presa siempre de su extremo furor, quiere acu-
sarse y perderse a s misma? Dioses! Que dir el Rey?
Que funesto veneno ha esparcido el amor en toda su casa!
<\. m mismo, ardiendo en un fuego que su odio reprueba,
cmo me vi antes y cmo me recobra! Negros presen
timientos vienen a espantarme. Pero, en fin, nada tiene que
temer la inocencia. Vamos, busquemos por medio de qu
feliz arbitrio podr conmover la ternura de mi padre, pa-
ra confesarle un amor que l puede querer perturbar, pe
ro que su poder entero no alcanzara a destruir.
A e T o e u A R T o
ESCENA PRIMERA
Teseo, Enona
TESEO
Ah! Qu es lo que oigo? Ese traidor, ese temerario,
haba de preparar tal insulto al honor de su padre?
Destino, con qu rigor me persigues! No s adnde voy
ni dnde estoy. Oh ternura, oh bondad mal recompensa
da! Audaz proyecto! Idea detestable! Para alcanzar el
objetivo de sus negros amores, el insolente recurri al
auxilio de la fuerza. He reconocido el acero, instrumento
de su rabia, ese acero con que lo arm para ms noble uso.
.Todos los lazos de la sangre no han podido retenerlo? Y
Fedra difera su castigo? Protega su silencio al culpable?
ENaNA
Fedra protega ms bien a un padre desdichado.
A yergonzada de los designios del furioso amante, y del
fuego criminal que arda en sus o,; os, Fedra mora, seor,
y su mano matadora extingua la inocente luz de su mira-
da, La vi alzar el brazo, corr a socorrerla. Yo sola he sa-
bido conservarla a vuestro amor; y lamentando a la vez
su emocin y vuestros temores, he servido, a mi pesar,
de intrprete a sus lgrimas.
TESEO
Prfido! No h a podido evitar el palidecer. Lo he vis-
to estremecerse de temor al abordarme, y qued atnito
de su escasa alegra, Sus fros abrazos helaron mi ternura.
Pero ese culpable amor que lo devora se haba manifes-
tado ya en Atenas?
RACINE 60
ENONA
Seor, acordos de las quejas de la Reina. Un crimi
nal amor era la causa de su odio.
TESEO
Y ese amor ha recomenzado en Trecene?
ENONA
Seor, os he dicho cuanto ha ocurrido. Descuidamos
demasiado a la Reina, entregada a su' dolor mortal. Pero
mitid . que os deje y acuda junto a ella.
ESCENA SEGUNDA
Teseo, Hip6lito
TESEO
Ah! Aqu est, oh Dioses! Qu ojos no se hubieran
engaado como los mos ante esa noble presencia? Debe
brillar el sacro carcter de la virtud sobre la frente de un
profanador adltero? No debera reconocerse, por segu-
ros signos, el prfido corazn de los hombres?
HIPLITO
Seor, puedo preguntaros qu funesta nube ha po-
dido perturbar vue:;tro augusto semblante? No osis
confiar ese secreto a mi fidelidad?
TESEO
P rfido, y osas comparecer ante m? Monstruo a
quien por demasiado tiempo perdon el rayo, resto im-
puro de los bandidos de que purgu la tierra, despus
de haber llegado hasta el lecho de tu padre con el furor
de los transportes de un amor horrendo osas mostrar tu
enemiga cabeza, te presentas en los lugares impregnados
de tu infamia, en vez de ir a buscar, bajo desconocidas
miradas, pases adonde no h aya llegado an mi nombre?
Huye, traidor. No vengas a desafiar mi odio. y a tentar un
enojo que retengo apenas. Me basta con el eterno opro-
bio de h aber podido engendrar tal hijo, sin que adems
tu muerte, vergonzosa para mi recuerdo, venga a m ::l.n-
char la gloria de mis nobles actos. Huye; y si no quier es
61 FEDRA
HIPLITO
Qu plazo y qu lugar prescribis a mi destierro?
TESEO
Aunque estuvieras ms all de las columnas de Hr-
cules, me creeria an demasiado prximo a un miserable.
HIPLITO
Cargado con el espantoso crimen de que me Rospe-
chis reo, qu amigos me compadecern si vos me aban-
donis?
TESEO
V a buscar amigos cuya funesta estimacin honre
el adulterio y aplauda el incesto, traidores, ingratos sin
honor ni ley, dignos de proteger a un malvado como t.
HIP LITO
Me tratis siempre de incestuoso y de adltero? Me
callo. Sin embargo, seor, Fedra naci de una madre,
Fedra pertenece a una estirpe, vos lo sabis demasiado
bien, ms colmada que la ma de tales horrores.
TESEO
Qu? Tu rabia pIerde tuuo recato a mis ojos? Por
ltima vez: aprtate de mi vista; sal, traidor. No esperes
que un padre enfurecido te haga arrancar oprobiosamen-
te de estos paraje::;.
ESCENA TERCERA
Teseo (solo)
TRSEO
Miserable, corres a tu infalible prdida. Jurando por
el ro terrible para los mismos Dioses, Neptuno me di
su palabra y va a cumplirla. Te sigue un dios vengador
a quien no puedes huir. Yo te amaba ; y siento que, pese
a tu ofensa, mis entraas se conmueven de antemano por
ti. Pero con exceso me has obligado a condenarte. Hubo
nunca padre ms ultrajado? Justos Dioses, que vis el
dolor que me agobia, pude yo engendrar hijo tan cul-
pable?
RACINE 64
ESCENA CUARTA
Fedra, Teseo
FEDRA
Seor, vengo a vos, llena de justo espanto. Lleg
hasta m vuestra voz temible. Perdonad a vuestra raza, si
an es tiempo. Temo que a la amenaza haya seguido un
pronto desenlace. Respetad vuestra sangre, oso suplic-
roslo. Salvadme del horror de orla gemir; no me prepa-
ris el imperecedero dolor de haberla hecho derramar por
las manos paternas.
TESEO
No, seora, mi mano no se ha mojado en mi sangre;
pero no por ello me escapar el ingrato. Una mano inmor-
tal se encarga de perderlo. Neptuno me lo debe y que-
daris vengada.
FEDRA
Neptuno os lo debe! Qu! Vuestros irritados votos ...
TESEO
Qu! Temis ya que sean escuchados? Unos ms
bien a mis legtimos ruegos. Recordadme sus crmenes
en toda su n egrura. Exaltad mis transportes demasiado
lentos, demasiado retenidos. Todava no conocis todos
sus crmenes: su furor se expande en injurias contra vos:
vuestra boca, segn l, est llena de imposturas; sostiene
que Aricia es duea de su corazn y de su fe, que la ama.
FEDRA
Cmo, seor?
TESEO
Lo ha afirmado ante m. Pero s rechazar un frvolo
artificio. Esperemos en la rpida justicia de Neptuno. Yo
mismo voy ahora al pie de sus aras, para apremiarlo a
que cumpla sus juramentos inmortales.
65 FEDRA
ESCENA QUINTA
Fedra (sola)
FEDRA
Se va. Qu nueva hiri mi odo? Qu fuego mal
ahogado en mi corazn despierta? Qu rayo, oh cielos,
y qu infausto anuncio! Yo volaba ntegramente en so
corro de su hijo, y, arrancndome a los brazos de la es
pantada Enona, ceda al remordimiento que me tortura.
Quin sabe hasta dnde me hubiera llevado ese arre-
pentimiento? Quizs hubiera consentido en acusarme ;
quizs, a no faltarme la voz, la espantosa verdad se me
hubiera escapado. Hiplito es sensible, y nada siente
por m! Aricia es duel.a de su corazn! Aricia tiene su
fe! Ah, Dioses! Cuando el ingrato se armaba inexorable-
mente contra mis anhelos de tan fieras miradas, de as-
pecto tan temible, pens que su corazn, siempre cerrado
al amor, estuviera igualmente armado contra todo mi
sexo. Otra, sin embargo, ha doblegado su audacia; otra
ha encontrado gracia a sus crueles ojos. Quizs tiene un
corazn fcil de enternecer y yo soy la nica a quien
no soporta. Y me echar encima el cuidado de defen-
derlo?
ESCENA SEXTA
FedTa , Enana
FEDRA
Querida Enona, sabes de lo que acabo de enterarme?
ENONA
No; pero, la v~rdad, vengo temblando. Palidezco ante
el designio que os h.izo alejaros: temo un furor fatal para
vos misma.
FEDRA
Quien lo creyera, Enona? Tena una rival.
ENONA
Cmo?
FEDRA
Hiplito ama, y no lo sospech siquiera. Ese feroz e
indomable enemigo a quien el respeto ofenda y a quien
RACINE 66
ESCENA PRIMERA
Hip6lito, Aricia
ARICIA
Cmo? Podis ca.1laros en tan extremo peligro?
Dejis en el error a un padre que os ama? Cruel, si des-
preciando el poder dE' mis lgrimas aceptis sin pena no
volver a verme, partid, separos de la triste Aricia; pero,
al partir, asegurad Vl,;estra vida, al menos. Defended vues-
tro honor de un vergonzoso reproche y forzad a vuestro
padre a revocar sus votos. An es tiempo. Por qu, por
qu capricho dejis el campo libre a vuestra acusadora?
Hablad claro a Teseo.
HIPLlTO
Ah! qu no le habr dicho! Hubiera debido poner
en claro el oprobio de su lecho? Hacindole un relato
demasiado sincero deba cubrir con indigno rubor la
frente de un padre? Vos sola habis penetrado este mis-
terio odioso. Para confiarse, mi corazn slo os tiene a
vos y a los Dioses. Ved si os amo, que no he podido ocul-
taros cuanto quera yo ocultarme a m mismo. Pero pen-
sad bajo qu secreto os lo he revelado . Si es posible, ol-
vidad que os habl, seora, y jams tan pura boca se abra
para referir esta horrible aventura. Osemos confiar en la
equidad de los Dioses ; ellos estn demasiado interesados
en justificarme; y Fedra, castigada por su crimen tarde o
temprano, no pod~- evitar tan justa ignominia. Es el
nico respeto que dE; vos exijo. Permito todo lo dems
a mi libre enojo. Salid de la esclavitud a que estis redu-
cida; atrevos a seguirme, atrevos a acompaar mi fu-
ga; arrancos a un lugar funesto y profanado, donde la
virtud respira aires ponzoosos; para ocultar vuestra in-
RACINE 70
ARICIA
Viene el Rey. Prncipe, huid, partid en seguida. Yo
permanecer aqu un momento para ocultar mi marcha.
Id, y dejadme algn gua fiel que conduzca hasta vos
mis tmidos pasos.
ESCENA SEGUNDA
Teseo, ATicia, Ismena
TESEO
Dioses! Esclareced mi turbacin, y dignos mos-
trar a mis ojos la verdad que busco en este sitio!
ARICIA
Piensa en todo, querida Ismena, y aprntate para la
fuga.
ESCENA TERCERA
Teseo, Aricia
TESEO
Seora, cambiis de color y parecis desconcertaaa!
Qu haca Hiplito en este sitio?
ARICIA
Seor, me daba un adis eterno.
TESEO
Vuestros ojos han sabido domar ese corazn rebelde
y sus primeros suspiros son vuestra feliz hazaa.
ARICIA
Seor, no puedo negaros la verdad: l no ha here
dado vuestro injusto odio, ni me trataba como a una
criminal.
TESEO
Comprendo : os juraba un eterno amor. Pero no con
fiis en ese corazn inconstante, porque lo mismo que a
vos les juraba a otras.
ARICIA
l, seor?
HACINE 72
TESEO
Debierais volverlo menos verstil: cmo soportabais
ese horrible reparto?
ARICIA
y cmo soportis vos que con horribles palabras
osen enturbiar el curso de tan hermosa vida? Conocis
tan poco su corazn'? Tan mal discerns el crimen y la
inocencia? Es posible que slo para vuestros ojos oculte
una odiosa nube su virtud, que para todos los ojos brilla?
Ah, basta ya de entregarlo a prfidas lenguas. Detenos:
arrepentos de vuestros votos homicidas; temed, seor,
temed que el cielo riguroso os odie tanto, que escuche
vuestras splicas. A menudo acepta encolerizado nuestras
vctimas; sus presentes son a menudo la pena de nuestros
crmenes.
TESEO
No, en vano queris disculpar su crimen: vuestro
amor os ciega en favor del ingrato. Pero yo creo en testi-
monios ciertos, irrecusables: yo he visto, he visto correr
lgrimas verdaderas.
ARICIA
Tened cuidado, seor. Vuestras invencibles manos
han libertado a los hombres de monstruos sin cuento; pe-
ro no todos han sido exterminados, y vos dejis vivir
uno Seor, vUestro hijo me prohibe continuar. Cono-
cedora del respeto que quiere guardaros, lo afligira de-
masiado si osara seguir. Imito su pudor y huyo de vues-
tra presencia para r.o verme forzada a violar mi secreto.
ESCENA CUARTA
TESEO (solo)
Cul es, pues, su pensamiento? Y qu ocultan razo-
nes comenzadas tantas veces y siempre interrumpidas?
Quieren desconcertarme con ficciones vanas? Estn de
acuerdo ambos para hundirme en cavilaciones? Pero yo
mismo, pese a mi rigor severo, qu plaidera voz escu-
cho en el fondo de mi corazn? Una secreta piedad me
ensombrece y me aflige. Interroguemos por segunda vez a
Enona. Quiero estar mejor informado de todo el crimen.
Guardias, que salga Enona y que venga sola a mi pre-
sencia.
73 FEDRA
ESCENA QUINTA
Teseo, Pnope
PNOPE
Seor, ignoro el proyecto que medita la Reina, pero
todo lo temo del transporte que la sacude. Una mortal
desesperacin se pinta en su semblante; su tez muestra
ya el color de la ml:erte. Arrojada ignominiosamente de
su presencia, Enona se ha lanzado al profundo mar: Na-
die sabe de qu provino esa determinacin furiosa, y las
olas la arrebataron a nuestros ojos para siempre.
TESEO
Qu oigo?
PNOPE
Su muerte no ha calmado a la Reina; parece crecer
la turbacin en su vacilante espritu. Por momentos, para
entretener sus secre-tos dolores, toma a sus hijos y los
baa en lgrimas, pero de pronto, renunciando al amor
materno, su mano los rechaza con horror lejos de s. Di-
rige al azar sus pasos indecisos; no nos reconocen ya sus
ojos extraviados. Tres veces ha escrito, pero, cambiando
de idea, ha roto tres veces la carta empezada. DignoR
verla, seor; dignos acudir en su socorro.
TESEO
Cielos! Enona ha muerto y Fedra quiere morir?
Que se llame a mi hijo, que venga a defenderse! Que
venga a hablarme, e5toy pronto a orlo. Neptuno, no apre-
sures tus funestos favores ; prefiero no ser escuchado nun-
ca. Quizs he credo demasiado a testigos poco veraces,
y demasiado pronto levant hacia ti mis manos crueles.
Ah, qu desesperacin seguir a mis ruegos!
ESCENA SEXTA
Teseo, Termenes
TESEO
Eres t, Termenes? Qu has hecho de mi hijo? Te
lo he confiado desde la edad ms tierna. Pero de qu
RACINE
ESCENA SPTIMA
Teseo , F edra, Term enes , Pnop e, Guardias.
TESEO
Y bien! Vos triunfis, mi hijo ya no existe. Ah,
cunto debo temer! Y qu cruel sospecha, absolvindolo
en mi corazn, con justicia me alarma! Pero, seora, ha
muerto, recibid vuestra vctima: gozad de su prdida, le-
gtima o injusta, Consiento en que mis ojos se hayan en-
gaado siempre. Lo creo criminal, puesto que sois vos
quien lo acusa. Su muerte ofrece motivo suficiente a mis
lgrimas, sin que vaya a buscar revelaciones odiosas, que,
no pudiendo devolverlo a mi justificado dolor, qUizs no
haran ms que acrecentar mi dE'sdicha. Dejadme, lejos
de vos y lejos de estas riberas, huir la en sangrentada
visin de mi hijo destrozado , Confuso, perseguido por un
remordimiento mortal , querra desterrarme del universo.
Todo parece levantarse contra mi injusticia. Hasta la
gloria de mi nombre aumenta mi suplicio. Me ocultara
mejor siendo men0S conocido de los hombres. Odio hasta
los privilegios con que me honran los Dioses, y me reti-
rar a llorar sus mortferos favores, sin fati garlos ms
con plegarias intiles. Cualquier cosa que por m hicie-
ran, su funesta bondad no podra pagarme lo que me
han quitado.
77 FEDRA
FEDRA
No, Teseo, hay que romper un injusto silencio: hay
que devolver la inocencia a vuestro hijo. l no era cul-
pable.
TESEO
Ah! Padre, infortunado! Y lo conden fiado en vos!
Cruel, pensis que eso basta a excusaros ..
FEDRA
Los momentos me son preciosos; escuchadme, Teseo.
Fu yo quien sobre ese hijo, casto y respetuoso, os arro-
jar incestuosas e impas miradas. El cilo puso en mi co-
razn una pasin fun esta, y la detestable Enona hizo lo de-
ms. Temi ella que Hiplito, conociendo mis furores,
descubriera un fu ~go que lo horrorizaba, y, abusando de
mi debilidad extrema, se apresur la prfida a acusarlo
a l mismo ante vos. Se ha castigado ya, y, huyendo de
mi enojo, ha buscado en las olas un suplicio demasiado
suave. El hierro hubiera cortado ya mi suerte, pero yo
dejaba gemir a la sospechada virtud, y he querido, expo-
niendo ante vos mis remordimientos, descender a la muer-
te por ms largo camino. He tomado y he hecho correr
en mis venas ardientes un veneno que de Atenas trajo
Medea. Llegando :la a mi corazn, en mi corazn mori-
bundo pone ese veneno un fro desconocido; ya slo a
travs de una nube veo el cielo y el esposo a quien mi
presencia ultraja ; y la muerte, sustrayendo la claridad a
mis ojos, devuelve su pureza a la luz del da C1ue man-
chaban.
PNOPE
Se muere, seor!
TESEO
As pudiera morir con ella el recuerdo de accin tan
infame! Demasiado convencido ay! de mi error, vamos a
mezclar nuestras lgrimas con la sangre de mi desdichado
hijo. Vamos a abrazar lo que queda de ese hijo amado, a
expiar el furor de un voto que detesto. Rindmosle los
honores que tanto mereci; y, para apaciguar mejor sus
irritados manes, que su amante, a pesar de las tramas de
una familia injusta, ocupe desde hoy junto a mi lugar
de hija.
ANDRMACA
PERSONAJES
ESCENA PRIMERA
Ores tes, Plades
ORESTES
S, pues que recupero tan fiel amigo, va a tener nue-
va faz mi fortuna; y ya parece haberse endulzado su
enojo, cuando se cuida de reunirnos aqu. Quin hubiera
dicho que una ribera tan funesta para mis ansias hara
aparecer sbitamente a Plades ante los ojos de Orestes?
Que, despus de ms de seis meses de haberte perdido,
en la corte de Pirro me seras devuelto?
PLADES
Doy gracias al cielo, que detenindome sin cesar pa-
reca haberme cerrado el camino de Grecia, desde el da
fatal en que el furor de las olas, casi a la vista del Epiro,
apart nuestros bajeles. Cuntos temores he sufrido en
este destierro! Cuntas lgrimas he derramado sobre
vuestras desventuras, temiendo siempre para vos algn
nuevo peligro que mi triste amistad no pOda compartir!
Temblaba sobre todo ante esa melancola en que durante
tanto tiempo he visto amortajada a vuestra alma. Tema
que el cielo, como cruel socorro, os ofreciera la muerte
que siempre buscis. Pero os veo, seor; y, me atrever
a decirlo, os conduce al Epiro destino ms dichoso: el
pomposo cortejo que sigue aqu vuestros pasos no es
el de un desdichado que busca la muerte.
ORESTES
Ay! Quin puede conocer el destino que me gua?
El amor me ha hecho buscar aqu a una ingrata. Pero
quin sabe lo que ha de disponer sobre mi fortuna, ni si
he venido aqu a buscar la vida o la muerte?
RACINE 84
PLADES
Cmo! Vuestra alma, sujeta como esclava al amor,
abdica en l el cuidado de vuestra vida? Por qu sortile-
gios, olvidando tantos tormentos sufridos, podis con-
sentir en volver a sus prisiones? Pensis que Hermone,
inexorable en Esparta, os prepara en el Epiro ms fa-
vorable suerte? Avergonzado de haber nutrido tantos es-
triles anhelos, la aborrecisteis; en fin, no me hablabais
ms de ello. Y me engaabais, seor.
ORESTES
Me engaaba a m mismo. Amigo, no abrumes a un
desgraciado que te quiere. Te he ocultado alguna vez
mi corazn y mis deseos? T viste nacer mi pasin y mis
primeros suspiros. En fin, cuando Menelao dispuso de su
hija en favor de Pirro, vengador de su raza, viste mi deses-
peracin; y me has visto, desde entonces, arrastrar de
un mar a otro mi esclavitud y mis tristezas. En ese esta-
do funesto, te vi, a pesar mo, pronto a seguir dondequie-
ra al lamentable Orestes, interrumpiendo siempre el cur-
so de mi furor y salvndome todos los das de m mismo.
Pero cuando recordaba que entre tantas agitaciones Her-
mone prodigaba a Pirro todos sus encantos, t sabes que
mi corazn, lleno de ira, quera olvidndola castigar to-
dos sus desprecios. Hice creer y cre segura mi victoria;
tom todos mis transportes por transportes de odio; mal-
diciendo sus rigores, rebajando sus atractivos, desafi
sus ojos a que volvieran a turbarme jams. As es cmo
cre ahogar mi ternura. En esa engaadora calma llegu
a Grecia, y encontr reunidos a sus prncipes, a quienes
un gran peligro pareca haber perturbado. Corr a ellos.
Pens que la guerra y la gloria llenaran mi mente de
ms importantes cuidados; que mis sentidos recobraran
su vigor primero, y el amor acabara por salir de mi co-
razn. Pero admira t conmigo la suerte, cuya persecu-
cin me hace correr entonces a la trampa que quera evi-
tar. Oigo en todas partes que se amenaza a Pirro; toda la
Grecia estalla en confusos murmullos; se quejan de que,
olvidando sus promesas y su sangre, cra en su corte al
enemigo de Grecia, Astinax, joven y desgraciado hijo
de Hctor, resto de tantos reyes sepultados bajo las rui-
nas de Troya. Me entero de que, para salvar su infancia
del suplicio, Andrmaca enga al ingenioso Ulises, mien-
85 ANDROMACA
ORESTES
Pero dime: con qu ojos puede ver Hermone su hi-
meneo diferido y bin poder sus encantos?
PLADES
Hermione, seor, al menos en apariencia, parece des-
dear la inconstancia de su amante, y cree que, demasiado
feliz de doblegar su rigor, l vendr a apremiarla para
que recobre su corazn. Pero yo la he visto confiarme sus
lgrimas. Llora en secreto el desprecio de sus encantos.
Siempre pronta a partir, y quedndose siempre, en oca-
siones llama a Orestes en su socorro.
ORESTES
Ah! si lo creyera, Plades, ira en seguida a arrojarme ...
PLADES
Seor, cumplid vuestra embajada. Esperis al Rey.
Hablad y mostradle a todos los griegos conjurados contra
el hijo de Hctor. Lejos de entregarles al hijo de su ama-
da, tal odio no har ms que excitar su ternura. Mientras
ms se les quiera separar, ms se les va a unir. Insistid:
pedidlo todo, a fin de no obtener nada. Ya viene.
ORESTES
Bien; v, pues, a preparar a la cruel, para que vuelva
a ver a un amante que slo por ella viene.
ESCENA SEGUNDA
Pirro, Ores tes, Fnix
ORESTES
Antes de que todos los griegos os hablen por mi voz,
permitid, seor, que ose aqu felicitarme de su eleccin
y que muestre algn jbilo a vuestros ojos al contemplar
al hijo de Aquiles y al vencedor de Troya. S, admiramos
vuestros hechos tanto como sus hazaas: bajo sus gol-
pes cay Hctor y bajo los vuestros Troya; mostrasteis
con feliz audacia que slo el hijo de Aquiles poda ocupar
su puesto. Pero la Grecia os ve con dolor hacer lo que
l no hubiera hecho, reparar la desgracia de la troyana
87 ANDROMACA
ORESTES
Seor, demasiado sabis con qu artificio un falso
Astinax fu ofrecido a la muerte Que slo deba padecer
el hijo de Hctor. No es a los troyanos sino a Hctor a
quien se persigue. S, los griegos persiguen al padre en
el hijo ; con demasiada sangre compr su clera, y ella
slo puede expirar con su flangre. Acaso los atraiga has-
ta el Epiro. Evitadlo.
PIRRO
No, no. Consiento en ello alegremente: busquen en
el Epiro una segunda Troya; que confundan sus odios y
no distingan ya entre la sangre qu~ los hizo vencer y la
de los vencidos. No ser sta la primera injusticia con
que haya pagado Grecia los servicios de Aquiles. Hctor
se aprovech de ello, seor; y bien pOdra su hijo aprove-
charse tambin a su. turno.
ORESTES
As, pues, la Grecia tiene en vos un hijo rebelde?
PIRRO
?Acaso he vencido para depender de ella?
89 ANDROMACA
ORESTES
Seor, Hermol1-= detendr vuestros golpes: sus ojos
se interpondrn entrE' su padre y vos.
PIRRO
Seor, Hermone puede serme siempre cara; puedo
amarla sin ser por ello escla.vo de su padre; y acaso sepa
yo algn da acordar las exigencias de mi grandeza y de
mi amor. Mientras tanto, podis ver a la hija de Helena:
conozco el estrecho lazo de sangre que os une. Despus
de esto, seor, no 0S detendr ms, y pcdris anunciar mi
negativa a los griegos.
ESCENA TERCERA
Pirro, Fnix
FNIX
As es que lo enviis a los pies de su seora!
PIRRO
Se dice que largo tiempo am a la princesa.
FNIX
Pero, seor, y si esa pasin vuelve a encenderse? Si
l le devolviera su corazn y se hiciera amar?
PIRRO
Ah, Fnix! que se amen: consiento en ello. Que mar-
chen. Que retornen a Esparta prendados uno del otro.
Para ambos estn francos todos nuestros puertos. Cun-
tos enojos y violencias me evitaran!
FNIX
Seor ..
PIRRO
En otro momento te abrir mi alma: Andrmaca se
acerca.
RACINE 90
ESCENA CUARTA
Pi1'ro, Andr6maca, Cefisa
PIRRO
Me buscabais, SE:fora? Me estar permitida tan dul-
ce esperanza?
ANDRMACA
Me diriga al lugar en que se guarda a mi hijo. Puesto
que permits que una vez por da vea yo al nico bien
que me resta de Hctor y de Troya, iba, seor, a llorar
con l un momento: hoy no lo he abrazado an.
PIRRO
Ah, seora! Los griegos, si he de creer a sus temores,
os darn bien pronto otros motivos de lgrimas.
ANDRMACA
y qu miedo es ste que hiere sus corazones, sefor?
Os escap acaso algn troyano?
PIRRO
An no se ha extinguido su odio hacia Hctor. Temen a
su hijo.
ANDRMACA
Digno objeto de sus temores! Un desgraciado mno
que no sabe todav.a que Pirro es su amo y que es hijo
de Hctor.
PIRRO
Por ser quien es, todos los griegos exigen que perezca.
El hijo de Agamenn vIene a apresurar su suplicio.
ANDRMACA
Y vos pronunciaris tan cruel sentencia? Es mi in-
ters el que lo vuelve criminal? Ay! no se teme que ven-
gue un da a su padre; tmese que llegue a enjugar las
lgrimas de su madre. l me hubiera servido de padre
y de esposo; pero preciso es que todo lo pierda, y todo
bajo vuestros golpes.
PIRRO
Sefora, mi negativa se adelant a vuestro llanto. Todos
los griegos me han amenazado ya con sus armas; pero
91 ANDROMACA
ESCENA PRIMERA
Herrnone, Cleona
HERMONE
Har lo que quieres. Consiento en que me vea: de bue-
na voluntad voy a acordarle este gozo. Bien pronto P-
lades conducir aqu sus pasos; pero, si procediera yo
como pienso, no lo vera.
CLEONA
Y qu es lo que su vista tiene para vos de funesto?
No es siempre, seora, el mismo Ores tes, de quien ha-
bis anhelado cien veces el retorno, y de quien echabais
de menos la constancia y el amor?
HERMONE
Es ese amor, pagado con demasiada ingratitud, lo que
me hace tan ardua su presencia en estos parajes. Qu
vergenza para m y qu triunfo para l contemplar su
desazn igualada por mi infortunio! Es sta, dir, aque-
lla fiera Hermone.? Ella me desdeaba y otro la abando-
na. La ingrata que tan alto precio pona a su corazn
aprende, pues, a su turno a sufrir desvos? Ah, Dioses!
CLEONA
Ah, desprendos de esos indignos temores! Demasiado
bien sinti la fuerza de vuestros encantos. Creis que
venga a insultaros un amante? l os restituye un corazn
que no pudo quitaros. Pero no me decs lo que os comunica
vuestro padre.
HERMONE
Si Pirro persevera en sus dilaciones y no quiere con-
sentir en la muerte del troyano , me ordena mi padre par-
tir con los griegos.
RACINE 96
CLEONA
Y bien, y bien, seora! Escuchad, pues, a Ores tes. Pi
rro ha empezado, haced lo dems, al menos. Para hacerlo
bien tendrais que prevenrselo. No me habis dicho que
lo odiabais?
HERMONE
Que si lo odio, Cleona! Va en ello mi buen nombre,
despus de tantos favores que ha olvidado. l, que me
traicion sindome tan querido! Ah, demasiado lo am
para que no lo odie.
CLEONA
Huidle, pues, seora; y ya que tanto se os ama ...
HERMONE
Ah, deja tiempo para que crezca an mi furor; djame
fortalecerme contra mi enemigo: con horror quiero sepa
rarme de l , Cleona. Demasiado bien trabajar el infiel
para ello!
CLEONA
Cmo! Esperis todava alguna nueva injuria? Amar
a una cautiva y amarla a vuestros propios ojos todo eso
no ha podido hacroslo aborrecible? Qu ms podra ha-
cer despus de lo que ha hecho? Ya os hubiera desagrada-
do, si pudiera l desagradaros.
HERMONE
Por qu quieres irritar mis pesares, cruel? Temo com-
prender lo que pasa en mi alma. Y t, procura no creer
nada de lo que veas; cree que yo no amo ya; elogia mi
victoria; cree a mi corazn endurecido por el despecho, y,
si es posible ay! hzmelo creer tambin. T quieres que
le huya: y bien! nada me detiene; vamos. No envidiemos
ms su indigna conquista; que su cautiva lo doblegue ba-
jo su dominio. Huyamos Pero si el ingrato volviera
a su deber! Si reencontrara la fe algn sitio en su cora-
zn! Si viniera a demandarme gracia a mis pies! Amor,
si pUdieras tu someterlo a mis leyes! Si l quisiera! ... pero
el ingrato no quiere ms que ultrajarme ; quedmonos,
sin embargo, para perturbar su suerte; gocemos del placer
de serIe importuna; o forzndolo a romper tan solemne
nudo, volvmoslo criminal a los ojos todos de los griegos.
Atraje la clera de ellos sobre el hijo; quiero que vengan
97 ANDROMACA
ESCENA SEGUNDA
Hermone, Ores tes, Cleona
HERMfoNE
Creer, seor, que un resto de ternura os hace buscar
aqu a esta triste princesa? O no debo atribuir ms que
a vuestra Obligacin la prisa feliz que os conduce a verme?
RACINE 98
ORESTES
Tal es la funesta ceguera de mi amor. Vos sabis, se
ora, que el destino de Orestes es venir sin tregua a ado-
rar vuestros encantos y jurar siempre que no ha de volver
jams. b que reabnrn mis hendas vuestras miradas,
que cuantos pasos doy hacia vos son otros tantos perju
nos: lo s y me avergenzo de ello. Pero juro pur lOS
Dioses, testigos del furor de mi ltima despedida, que
he corrido l todas partes donde mi prdida segura desata-
ra mis juramentos y acabara mi pena'. He mendigado la
muerte entre pueblos crueles que slo apaciguan a sus
dioses con sangre humana: me cerraron su templo, yesos
brbaros pueblos se volvieron avaros de mi prodigada
sangre. En fin, vengo a vos, me veo reducido a buscar en
vuestros ojos la muerte que me huye. Slo su indiferen-
cia espera mi desesperacin: no tienen ms que prohibir-
me un resto de esperanza; para adelantar la muerte, hacia
la que corro, slo tienen que decirme una vez ms lo que
me han dicho siempre. sta es la nica preocupacin que
desde hace un ao me anima. A vos os corresponde, seo-
ra, apoderaros de una vctima que los escitas hubieran
robaao a vuestros golpes, si los hubiera encontrado tan
crueles como vos.
H ERMONE
Dejad, seor, dejad ese lenguaje funesto. La Grecia os
compromete a ms premiosos cuidados, Qu hablis del
escita y de mis crueldades? Pensad en todos esos reyes
a quienes representis. Ha de depender de un transporte
su venganza"! Acaso se os exige la sangre de Orestes?
Desembarazos de las diligencias que os encargaron.
ORESTES
Ya me ha desembarazado bastante de ellas la negativa
de Pirro. Me despide, seora, y cualquier otra amenaza lo
hace abrazar la defensa del hijo de Hctor.
lIERMONE
El infiel!
ORESTES
As, pues, presto a dejarlo, vengo a consultaros sobre
mi propio destino. Y ya me parece escuchar la respuesta
que en secreto pronuncia contra m vuestro odio.
99 ANDROMACA
ll:ERMONE
Cmo? Siempre injusto, os quejaris siempre de mi
enemistad en vuestras tristes palabras? Qu rigor es ste
tantas veces invocado? Vine al Epiro, donde estoy rele-
gada: as lo orden mi padre. Pero qUin sabe si desde
entonces no he compartido en secreto vuestros pesares?
Pensis haber sido el nico en vuestros temores? O
que el Epiro no ha visto nunca correr mi llanto? En fin
quin os dice que a pesar de mi deber no haya anhelado
alguna vez vuestra presencia?
ORESTES
Anhelado mi presencia! Ah! princesa divina ... Pero,
por favor, es a m a quien tales razones se dirigen?
Abrid los ojos: pensad que ante vos est Orestes, Orestes,
durante tan largo tiempo objeto de vuestra clera.
HERMONE
S, vos, cuyo amor, naciendo con mis encantos, os ense-
no antes que nadie al poder de sus armas; vos, a quien
me obligan a estimar mil virtudes; vos a quien he com-
padecido, en fin, a quien querra amar.
ORESTES
Os comprendo. Tal es mi funesta suerte. Pai'a Pirro es
el corazn y para Orestes las promesas.
HERMONE
Ah, no anhelis el destino de Pirro: os odiara de-
masiado.
ORESTES
Me amarais ms. Ah, con qu distintos ojos me ve-
rais! Vos queris amarme y yo no puedo agradaros; y
como slo el amor se hace obedecer, queriendo odiarme,
seflora, me amarais. Oh Dioses! Tantos respetos, una
amistad tan tierna, qu de razones en mi favor si pudie-
rais orme! Vos sois la nica que defendis a Pirro, acaso
a pesar vuestro, a pesar suyo, sin duda. Porque en fin,
l os odia; su alma, presa de otra, no tiene ya ...
HERMONE
Quin os ha dicho, seor, que me desprecia? Os lo
indicaron sus razones, sus miradas? Juzgis que mi vis-
RACI NE 100
ESCENA CUARTA
Pirro, Orestes, Fnix
PffiRO
Os buscaba, seor. Confieso que algo de violencia
me hizo combatir el poder de vuestras razones; y desde
que os dej reconoc su equidad y comprend su fuerza.
Pens como vos en que me converta en enemigo de
Grecia, de mi padre, en una palabra, de mi mismo; que re
sucitaba Troya y volva imperfecto cuanto hizo Aquiles
y cuanto yo hice. No condeno ya tan legtima cllOlra, y
se os va a entregar vuestra vctima, seor.
ORESTES
Seor, por esa prudente y rigurosa medida compris
la paz con la sangre de un desdichado.
RACINE 102
PIRRO
S. Pero ms an quiero asegurarla, seor: prenda
es Hermone de una eterna paz; me desposo con ella.
Parecera que tan dulce espectculo no esperaba ms que
un testigo como vos en estos parajes. Representis aqu
a su padre y a los griegos todos, puesto que en vos ve
Menelao a su hermano redivivo. Vemosla, pues Id .
Decidle que maana espero la paz y su corazn de vues-
tras manos.
ORESTES
Ah, Dioses!
ESCENA QUINTA
Pirro, Fnix
PIRRO
Y bien, Fnix, es el amor quien manda? Tus ojos
rehusan an reconocerme?
FNIX
Ah, os reconozco; y esa justa ira os devuelve, seor,
a vos mismo, as como a todos los griegos. Ya no existe el
juguete de una servil pasin: existe Pirro, el hijo y ri-
val de Aquiles, a quien por fin la gloria atrae bajo su
ley, y que por segunda vez triunfa de Troya.
PIRRO
D ms bien que hoy comienza mi victoria. Gozo de
mi gloria slo desde este da. Y mi corazn, tan orgullo-
so como lo viste sujeto, cree haber derrotado en el amor
mil enemigos. Considera, Fnix, las perturbaciones que
evito, qu turba de males trae el amor como sqUito, qu
de amigos iba a sacrificar, qu de deberes, cuntos peli-
gros ... Una mirada me hubiera hecho olvidarlo todo. En
masa caan sobre el rebelde los conjurados griegos. Yo
me complada en perderme por ella.
FNIX
S, bendigo, seor, la feliz crueldad que os vuelve
PIRRO
T viste cmo me trat. Pensaba yo, viendo alarmada
su ternura, que sin defensa me la devolvera su hijo.
103 ANDROMACA
FNIX
Id, seor, id a echaros a sus pies, y, jurndole que
vuestra alma la adora, animadla an para nuevos des-
precios_
PIRRO
Bien lo veo, crees que, pronto a excusarla, mi cora-
zn corre junto a ella tratando de que se apacige.
FNIX
Amis : eso basta.
PIRRO
Amarla yo? A una ingrata que me odia ms cuanto
ms mi amor la acaricia? Sin parientes, sin amigos, sin
ms esperanza que yo, puedo perder a su hijo; quizs debo
hacerlo. Extranjera ... qu digo? esclava en el Epiro, le
doy su hijo, mi alma, mi imperio; y no puedo ganar en
ese corazn prfido otro puesto que el de perseguidor?
No, no, lo he jurado, mi venganza es segura: hay que
justificar de una vez por todas su odio. Abandono a su
hijo. Qu de lgrimas corrern! Con qu nombres me
va a llamar su dolor! Qu espectculo se dispone hoy
para ella! Morir, Fnix, y yo ser el causante de su
muerte. Es hundirle un pual en el seno con mi propia
mano.
FNIX
Y por qu entonces divulgar vuestro proyecto? C-
mo no consultasteis previamente vuestra flaqueza?
PIRRO
Te comprendo. Pero perdona un resto de ternura .
Temes t un combate tan dbil para mi clera? Es el
ltimo reflejo de un amor que se extingue. Vamos. Me
abandono a tus consejos, Fnix. Hay que entregar a su
hijo? Hay que ver a Hermone?
FNIX
S, seor, vedla, y con sumisos juramentos protes-
tadle ...
PIRRO
Hagamos todo cuanto promet.
A e T o TER e E R o
ESCENA PRIMERA
QTes tes, P lades
PLADES
Seor, moderad este furor extremado: No os reconoz-
co ya; no sois ya el mismo. Permitid ...
ORESTES
No, Plades, tus consejos no son ya oportunos; cansa-
do estoy de or a la razn. Demasiado tiempo arrastr mi
vida y mi suplicio: preciso es que la rapte o bien que
perezca. Lo he decidido y quiero realizarlo. S, lo quiero.
PLADES
y bien, hay que raptarla; consiento en ello. Pero con-
siderad dnde estis, entre tanto. Qu pensarn de vos
ante vuestro comportamiento? Disimulad: calmad ese in-
quieto transporte; ordenad a vuestros ojos que guarden
su secreto. Estos guardias, esta corte, el aire que nos
rodea, todo depende de Pirro, y, ms que todo, Hermone.
Ocultad sobre todo a sus ojos vuestra ira. Oh Dioses!
por qu la buscabais en ese estado?
ORESTES
Qu s yo? Era acaso dueo de m mismo? Arrastr-
bame el furor y quizs iba a amenazar a la ingrata y a
su amante a la vez.
PLADES
Y cul era el fruto de ese arrebato?
ORESTES
Y qu alma, dme, no se perdera bajo el golpe que
acaba de confundir mi razn? l dice que maana se
RACINE 106
PLADES
ste es, pues, el xito de vuestra embajada: i Ores tes
raptor!
ORESTES
Y qu importa, Plades? Cuando nuestros reinos
vengados gocen de mi diligencia, gozar menos la ingrata
de mis lgrimas? Y de qu me servir que la Grecia
me admire, si sayal mismo tiempo la irrisin del Epi-
ro? Qu quieres? Si es preciso que nada te oculte, te con-
fieso que mi inocencia comienza a pesarme_ Yo no s qu
injusto poder ha perseguido en todo tiempo a la inocen-
cia dejando en paz al crimen_ A cualquier parte que vuel-
va los ojos, no veo sobre m ms que desgracias a que los
Dioses condenan_ Justifiquemos su odio, merezcamos su
ira, y que preceda a la pena el fruto del crimen_ , Pero
t, por qu error quieres siempre desviar hacia ti una
clera que slo a m me busca? Mi amistad te abruma
demasiado y desde hace demasiado tiempo: aprtate de
un desdichado, abandona a un culpable_ Creme, querido
Plades, tu piedad te engaa _ Deja para m los peligros
cuyo resultado slo a m concierne, y lleva a los griegos
ese infante que me abandona Pirro_ Vte.
PLADES
Vamos, seor, raptemos a Hermone, que un gran
corazn se abre paso a travs del peligro. Qu no pue-
de la amistad, por el amor conducida? Vamos a animar
el coraje de todos vuestros griegos. Prontos estn nues-
tros navos, y el viento nos llama. Conozco todos los os-
curos rodeos de este palacio; veis que el mar viene a
batir sus muros; esta noche, un secreto pasadizo condu-
cir sin trabajo vuestra presa hasta vuestra nave.
ORESTES
Caro amigo, abuso de tu amistad excesiva. Pero per-
dona, en gracia a los males que slo t compadeces ; ex-
cusa a un desventurado que pierde cuanto ama, a quien
todo el mundo odia y que se odia a s mismo. Que no pue-
da yo a mi vez, con mejor fortuna ...
P!LADES
Disimulad, seor : es todo cuanto quiero. Guardos de
que vuestro designio se manifieste antes del golpe: olvi-
RACINE 108
ESCENA SEGUNDA-
Hermone, Orestes, Cleona
ORESTES
Y bien! mis empeos os devuelven vuestra conquis-
ta. Seora, he visto a Pirro, y vuestro himeneo se apresta.
HERMioNE
Eso dicen; y adems acaban de asegurarme que no
me buscabais ms que para prepararme a ello.
ORESTES
Y no os negarais a creer a vuestros ojos?
HERMioNE
Quin hubiera credo que Pirro no sera infiel? Que
su pasin tardara tanto en manifestarse, que volvera a
m cuando iba yo a dejarlo? Quiero creer, como vos, que
teme a la Grecia, que antes sigue su inters que su ternura,
que mis ojos tenan poder ms absoluto sobre vuestra
alma.
ORESTES
No, seora: l os ama, no lo dudo ya. Acaso no ha-
cen cuanto quieren vuestros ojos? Y vos no querais sin
duda desagradar le.
HERMioNE
Pero qu puedo yo, seor? Prometieron mi fe. Pue-
do arrebatarle un bien que otros le otorgaron? No rige
el amor la suerte de una princesa: slo se nos permite la
gloria de obedecer. Yo parta, sin embargo; y bien pudis-
teis advertir cmo abandonaba mi deber por vos.
ORESTES
Ah, bien sabis vos, cruel... Pero, seora, cualquiera
puede a su gusto disponer de su alma. La vuestra os per-
109 ANDROMACA
ESCENA TERCERA
Herrnone, Cleona
HERMONE
Esperabas t, Cleona, tan discreto enojo?
CLEONA
El dolor que calla es funesto como ninguno. Lo
compadezco, y tanto ms cuanto que, artfice de sus pe-
nas, de l mismo ha partido el golpe que lo pierde. Cal
culad desde cundo se prepara vuestro himeneo: habl
l, seora, y se define Pirro.
HERMioNE
T crees que Pirro teme? Y adems, qu teme?
Pueblos que han hudo diez aos ante Hctor, que espan-
tados de la ausencia de Aquiles buscaron asilo cien veces
en sus incendiadas naves, y a los que, sin el apoyo de su
hijo, vedamos an reclamar a Helena a los Troyanos im-
punes? No, Cleona, l no es su propio enemigo; l quiere
cuanto hace; si se desposa conmigo es que me ama. Pero
que Ores tes me impute a gusto sus dolores: no hemos
de platicar sino acerca de sus lgrimas? Pirro vuelve a
nos. Y bien, Cleona querida, concibes t los transportes
de la feliz Hermone? Sabes quin es Pirro? Te has
hecho contar el -nmero de las hazaas ... ? Pero i quin las
contara! Intrpido, siempre seguido por el triunfo, en-
cantador, fiel en fin, nada falta a su gloria. Piensa ...
CLEONA
Disimulad. Vuestra rival viene, llorosa, a arrojar sin
duda a vuestros pies sus dolores. '
HERMioNE
Dioses! No podr abandonar al jbilo mi alma? Sal-
gamos. Qu vaya decirle?
HACINE 110
ESCENA CUARTA
Andrmaca, Hermone, Cleona, Cefisa
ANDRMACA
Por qu hus, seora? No es bastante dulce para
vuestros ojos el espectculo de la viuda de Hctor lloran-
do a vuestros pies? No vengo aqu a envidiaros con celosas
lgrimas un corazn que se rinde a vuestros encantos.
Yo vi traspasar ay! por una mano cruel el nico a quien
pretendan dirigirse mis miradas. Hctor encendi en otro
tiempo mi pasin; y con l se encerr en la tumba. Pero me
queda un hijo. Algn da sabris, seora, hasta dnde
llega nuestro amor por un hijo; pero no sabris, as lo
deseo al menos, la mortal turbacin que nos produce su
amor, cuando, de tantos bienes como podan halagarnos,
es el nico que nos queda y el que nos quieren quitar.
Ay! Cuando hartos de diez aos de miseria amenazaban
a vuestra madre los encolerizados troyanos, yo supe pro-
curarle el apoyo de mi Hctor. Y lo que pude con l, vos
lo podis con Pirro. Qu temen de un nio que sobre-
vive a su prdida? Dejadme ocultarlo en alguna desierta
isla. Podris vigilar la educacin que le d su madre, pues
conmigo mi hijo slo aprender a llorar.
HERMONE
Comprendo vuestros dolores. Pero un austero deber
me ordena callar cuando mi padre ha hablado. Es l quien
ha puesto en accin la clera de Pirro. Y si hay que ha-
cer ceder a Pirro, quin mejor que vos lo puede? Largo
tiempo en verdad han reinado sobre su alma vuestros
ojos. Haced que se pronuncie, seora: yo suscribir a ello.
ESCENA QUINTA
Andrmaca, Cefisa
ANDRMACA
Qu desprecio une la cruel a sus negativas!
CEFISA
Yo seguira sus consejos y vera a Pirro. Una mira-
da confundira a Hermone y a Grecia. Pero l mismo os
busca.
111 ANDROMACA
ESCENA SEXTA
Pirro, Andr6maca, Fnix, Cefisa
PIRRO (a Fnix)
Dnde est, pues, la princesa? No me habas dicho
que se encontraba aqu?
FNIX
Tal crea.
ANDRMACA (a Cefisa)
T ves el poder de mis ojos.
PIRRO
Qu dices, Fnix?
ANDRMACA
Ay! Todo me abandona.
FNIX
Vamos, seor, marchemos al encue!ltro de Hermone.
CEFISA
Qu esperis? Romped ese obstinado silencio.
ANDRMACA
Les ha prometido la vida de mi hijo.
CEFISA
No lo ha entregado.
ANDRMACA
No, no, su muerte est decidida, por mucho que yo
llore.
PIRRO
Se digna al menos volver hacia aqu los ojos? Qu
orgullo!
ANDRMACA
No hago ms que irritarlo an. Salgamos.
PIRRO
Vamos a entregar a los griegos el hijo de Hctor.
HACINE 112
ANDRMACA
Ah, seor, detenos! Qu pretendis hacer? Si les
entregis el hijo, entregadles tambin la madre. Tan gran-
de afecto me prometan hace poco vuestros juramentos!
Dioses! No podr conmover vuestra piedad al menos?
Me habis condenado sin esperanza de perdn?
PIRRO
Fnix os lo dir; he dado mi palabra.
ANDRMACA
VOS que desafiabais por m tantos peligros diversos!
PIRRO
Estaba ciego entonces; pero ya abr los ojos. Su gra-
cia poda ser acordada a vuestros deseos, pero ni siquie-
ra me la habis pedido. Esto es hecho.
ANDRMACA
Ah, seor, demasiado bien osteis suspiros que teman
verse rechazados. Perdonad al esplendor de una fortuna
ilustre este resto de orgullo que teme ser importuno. No
lo ignoris: sin vos, jams Andrmaca hubiera besado
los pies de un amo.
PIRRO
No, vos me odiis; y en el fondo del alma, temis
deber ninguna cosa a mi pasin. Hasta ese hijo, ese hijo
objeto de tanta ternura, lo amarais menos si yo lo hu-
biera salvado. El odio, el desprecio, todo se junta contra
m; me odiis ms que todos los griegos reunidos; go-
zad, pues, a vuestro sabor de tan noble encono. Vamos,
Fnix.
ANDRMACA
Vamos a reunirnos con mi esposo.
CEFISA
Seora ...
ANDRMACA
Y qu ms quieres que le diga? Crees t que ignora
todos mis males, siendo el autor de ellos? Seor, ved el
estado a que me reducs. He visto a mi padre muerto,
incendiadas nuestras murallas; he visto tronchar los
das de mi familia entera, y a mi esposo desangrndose,
arrastrando en el polvo; slo qued conmigo su hijo, re-
113 A N DRO:v.tA l '.\
ESCENA SPTIMA
Pirro, Andr6maca, Cefisa
PIRRO
Quedos, seora. Se os puede devolver an ese hijo
a quien lloris. S, siento a mi pesar que al excitar vues-
tro llanto no hago ms que daros armas contra m. Crea
traer ms odio a este sitio. Pero al menos, seora, volved
hacia m los ojos. Ved si mis miradas son las de un se-
vero juez, si son las de un enemigo deseoso de daaros.
Por qu me obligis a traicionaros vos misma? En nom-
bre de vuestro hijo, cesad de odiarme. Soy yo, en fin,
quien os invita a salvarlo. Es preciso que mis suspiros
os demanden su vida? Es preciso que me eche a vues-
tros pies en favor suyo? Por ltima vez, salvadlo, salvos.
S de qu juramentos quebranto por vos las cadenas.
Cuntos odios voy a hacer estallar sobre m. Devolver
a Hermone, colocando sobre su frente, en lugar de mi
corona, una irremediable ofensa. Os conducir al templo
donde se aprestan sus desposorios: os ceir con la dia-
dema preparada para sus sienes. Pero, seora, no es
ste ya un ofrecimiento que pueda desdearse : os lo di-
go, hay que reinar o perecer. Desesperado por un ao de
RAGINE 114
ESCENA OCTAVA
Andrmaca, Cefisa
CEFISA
Os predije que, pese a la Grecia, serais an duea de
vuestro destino.
ANDRMACA
Ay! Qu resultado sigue a tus discursos! No me
faltaba ms que condenar a mi hijo.
CEFISA
Seora, demasiado fiel habis sido a vuestro esposo:
podra volveros criminal tal exceso de virtud. l mismo
inducira vuestra alma a la dulzura.
ANDRMACA
Qu? Le dara yo a Pirro como sucesor?
CEFISA
As lo quiere su hijo, que os arrebatan los griegos.
Despus de todo, seora, pensis que se avergenzan sus
manes ? Que despreciara l a un rey victorioso que os
reincorpora al rango de vuestros abuelos, que pisotea por
vos a vuestros enfurecidos vencedores, que no recuerda
ya que Aquiles era su padre, que desmiente sus hazaas
y las vuelve intiles?
ANDRMACA
Porque l no lo recuerde ya debo yo olvidarlo? De-
bo olvidar a Hctor privado de funerales y deshonrosa-
mente arrastrado en torno de nuestras murallas? Debo
olvidar a su padre, abatido a mis propios pies, ensangren-
tando el altar que tena abrazado? Piensa, piensa, Cefisa,
en esa noche cruel, que fu para todo un pueblo la noche
115 ANDROMACA
ESCENA PRIMERA
Andrmaca, Cefisa
CEFISA
Ah, no lo dudo! Es vuestro esposo, es Hctor, seo-
ra, quien produce tal milagro en vuestra alma. l quiere
que Troya pueda de nuevo levantarse, con ese venturoso
hijo que os hace conservar. Pirro os lo prometi. Acabis
de orlo, seora: no esperaba ms que una palabra para
devolvroslo. Creed en sus transportes: padre, cetro, alia-
dos, todo lo pone a vuestros pies a cambio de vuestro co-
razn. Os hace su soberana y la de todo su pueblo. Es
ste el vencedor digno de tanto odio? Lleno ya de una
noble ira contra todos los griegos, tanto como a vos le
preocupa el cuidado de vuestro hijo : se adelanta al aten-
tado de sus furores, le deja su propia guardia; y , para no
exponerlo, l mismo se expone. Pero habis dado vuestra
palabra, y todo se apresta en el templo.
ANDRMACA
sr, me encontrar allf. Pero vamos a ver a mi hijo .
CEPISA
Quin os apremia , seora? Basta con que su presen-
cia no est prohibida a vuestros ojos en adelante. Bien
pronto pOdris prodigarle vuestro cario. y no se llevar
ya la cuenta de vuestros besos. Qu placer educar un
nio a quien se ve crecer, no ya como un esclavo criado
por su duefio, sino para ver renacer en l a tantos reyes'
ANDRMACA
Vamos a verlo por ltima vez, Cefisa.
RACINE 118
CEFISA
Qu decs? Oh Dioses!
ANDRMACA
Oh mi cara Cefisa! No ser contigo con quien dis-
frace yo mi corazn. En la desgracia se revel tu fideli-
dad a mis ojos; pero crea a mi vez que me conocieras
mejor. Cmo, pues? Has pensado que Andrmaca, in-
fiel, puede traicionar a un esposo que crey revivir en
ella? Y que, despertando el dolor de tantos muertos, el
cuidado de mi reposo me haga olvidar el suyo? .Sera
se el ardor tantas veces prometido a sus cenizas? Mas
pereca su hijo: preciso fu defenderlo. Pirro le declara
su apoyo al desposarme; eso basta: de grado descansar
en l. Conozco a Pirro. Violento, pero sincero, har ms
an de lo que prometi, Cefisa. Descanso tambin en la
clera de los griegos : su odio dar un padre al hijo de Hc-
toro Puesto que debo sacrificarme, voy a asegurar a Pirro
el resto de mi vida; al recibir su fe ante los altares, voy
a unirlo a mi hijo con inmortales lazos. Pero en segui-
da mi mano, slo a m funesta , abreviar el resto de una
vida infiel, y salvando mi virtud entregar cuanto debo
a Pirro, a mi hijo, a mi esposo , a m misma. He aqu la
inocente estratagema de mi amor; he aqu lo que mi es-
poso mismo me ha ordenado. Sola ir a reunirme con
Hctor y mis abuelos. A ti te tocar, Cefisa, cerrar mis ojos.
CEFISA
Ah! no pretendis que pueda sobrevivir ...
ANDRMACA
No, no, Cefisa, te prohibo seguirme. A tus cuidados
confo mi nico tesoro: si vivas para m, vive para el
hijo de Hctor. Sola depositaria de la esperanza de los
troyanos, piensa a cuntos reyes te haces necesaria. Vela
junto a Pirro; hazle cumplir su palabra: si es preciso,
consiento en que de m le hables. Hazle valer el himeneo
a que me he sometido; dle que me promet a l antes de
mi muerte, que deben borrarse sus resentimientos, que
demasiado lo estim cuando le dej mi hijo. Haz conocer
a mi hijo los hroes de su raza; y en lo que puedas, con-
dcelo sobre sus pasos. Dile por qu hazaas resplande-
cieron sus nombres, y lo que hicieron ms bien que lo que
11 9 ANDRO}[ACA
ESCENA SEGUNDA
H ermone, Cleona
CLEONA
No, no me canso de maravillarme de tal silencio. Os
callis, seora, y ese cruel desprecio no ha perturbado
ni con mnima agitacin vuestro espritu? Sostenis en
paz tan rudo ataque . vos que os estremecais al solo nom-
bre de Andrmaca? Vos que no podais soportar sin
desesperacin que Pirro quisiera honrarla con una mira-
da? l se desposa con ella; le da con su diadema la fe que
acabis de recibir vos misma. y vuestra boca, muda para
semejantes sinsabores, no se d;ma abrirse para la queja!
Ah, seora! Cmo t emo tan funesta calma! Y cunto
mejor sera ...
HERMONE
Has hecho venir a Orestes?
CLEONA
Viene, seora, viene ; y veris bien pronto cmo se
echa a vuestros pies, presto a serviros siempre sin espe-
ranza de pago: d e ma~iado ciertos estn vuestros ojos
de agradarle. Pero ya llega.
RACINE 120
ESCENA TERCERA
Orestes, Hermone, Cleona
ORESTES
Ah, seora! Es cierto que, por una vez, Orestes
obedece a vuestra voluntad al buscaros? No me han ha-
lagado con falsas esperanzas? Habis deseado en efecto
mi presencia? Creer que por fin desarmados vuestros
ojos quieren ... ?
HERMONE
Quiero saber si me amis, seor.
ORESTES
Si os amo? Oh Dios! Mis Juramentos, mis perju-
rios, mi fuga, mi retorno, mis injurias, mis respetos, mi
desesperacin, mis ojos siempre anegados en lgrimas,
qu testimonios creeris si no creis en stos?
HERMONE
Todo lo creo. Vengadme.
ORESTES
Y bien! Vamos, seora: prendamos una vez ms
fuego a la Grecia; tomemos, como lo indican mi brazo y
vuestro nombre, vos el lugar de Helena y yo el de Agame-
nn. Renovemos en este pas las desgracias de Troya;
que se hable de nosotros como de nuestros padres. Parta-
mos, estoy pronto.
HERMONE
No, seor, quedmonos: yo no quiero llevar tan lejos
tales afrentas. Cmo? Coronando la insolencia de mis
enemigos, ir a esperar fuera de aqu una lenta vengan-
za? Y me remitir a la suerte de la guerra que quizs no
me vengue al cabo? Quiero que a mi partida llore todo
el Epiro. Si me habis de vengar, vengadme en una
hora. Para m, negativas son vuestros retardos. Corred
al templo. Hay que inmolar ...
ORESTES
A quin?
HERMtONE
A Pirro.
121 ANDROMACA
ORESTES
A Pirro, seora?
HERMONE
Cmo? Vuestro odio vacila? Ah, corred, y temed
que yo os detenga. No aleguis derechos que quiero olvidar;
no es a vos a quien corresponde el justificarle.
ORESTES
Yo, excusarle? Ah, seora, vuestros favores han gra-
bado demasiado hondo en mi alma sus crmenes. Ven-
gumonos, consiento en ello, pero de otra manera. Seamos
sus enemigos, no sus asesinos. Hagamos de su ruina una
justificada conquista. Cmo? .Por respuesta llevar a
los griegos su cabeza? Y habr tomado sobre m la re-
presentacin de todos para librarme de ella con un ase-
sinato? En nombre de los Dioses, esperad que se explique
la Grecia, y que muera l cargado del odio' pblico. Recor-
dad que reina, y que una frente coronada ...
HERMfoNE
No os basta que yo 10 haya condenado? .No os basta
que mi honor ofendido exija una vctima a m sola enca-
minada; que Hermone sea la presa que un tirano oprime;
que le odie, en fin, seor, que le haya amado? No lo
oculto: supo agradarme el ingrato, y sea que as 10 or-
denara mi amor o mi padre, no importa: pero en fin, es-
coged lo que os parezca. A pesar de mis deseos vergon-
zosamente engaados, a pesar del justo horror que me
produce su crimen, mientras l viva, temed, seor, que
le perdone. Dudad hasta su muerte de tan incierta c-
lera: si hoy no muere, puedo amarlo maana.
ORESTES
Y bien! Hay que perderlo para impedir su perdn;
hay que ... .Pero qu puedo hacer yo entre tanto? .Cmo
puedo servir tan rpidamente a vuestro enojo? Qu ca-
mino conducir hasta l mis golpes? Apenas llegado al
Eniro, queris ya derribar un imperio por mi mano; que-
ris que muera un rey, y para su castigo no me dais ms
que un da. una hora, un momento. Baio las miradas de
todo su pueblo debo atacarlo! No me defiendo ms, de-
jadme conducir al altar mi vctima; s6lo quiero ir a reco-
nocer el lugar donde debo inmolarlo. Esta noche os sirvo,
Iy ataco esta noche.
RACINE
HERMfoNE
Pero entre tanto se casa hoy con Andrmaca. El tro
no est ya erigido en el templo; confirmada est mi ver-
genza y realizado su crimen. En fin, qu esperis? l
os ofrece su cabeza: marcha a esa fiesta sin defensa, sin
guardias; los dispuso todos en torno al hijo de Hctor; se
abandona al brazo que quiera vengarme. Queris vos
cuidar de su vida a despecho suyo? Armad, con vuestros
griegos, a cuantos me han seguido; sublevad a vuestros
amigos: los mos son vuestros. l me traiciona, os engaa
y nos desprecia a todos. Pero qu! Si ya es igual al mo
su odio: con repugnancia perdonan al esposo de una tro-
yana. Hablad: mi enemigo no puede escapar; o mejor,
slo hay que dejarlos herir. Guiad o seguid furor tan no-
ble, y regresad cubierto por la sangre del infiel: id; es-
tis seguro de mi corazn, en ese caso.
ORESTES
Pero, seora, considerad ...
HERMONE
Ah, seor, es demasiado! Tantos razonamientos ofen-
den mi clera. He querido daros los medios de agradarme,
dejar contento a Orestes; pero bien veo por fin que quie-
re quejarse siempre sin merecer nada. Partid, id a jac-
taros de vuestra constancia dondequiera, y dejadme aqu
el cuidado de mi venganza. Confuso est mi nimo por
mis cobardes favores, y ya soporta demasiados rechazos
en un da. Sola me voy al templo donde su himeneo se
apresta, donde vos no osis llegar para merecer mi con-
ouista. Sabr all aproximarme a mi enemigo: traspasa-
r el corazn que no pude conmover; y luego mis ensan-
g-rentadas manos, vueltas contra m misma, unirn, a
despecho de l. nuestros destinos . Y aun cuando es tan
inllrato, ms dulce me ser morir con l que vivir con
vos.
ORESTES
No, seora: yo os privar de ese funesto placer. Slo
morir a manos de Orestes. Os inmolar vup<:tros enemi-
gos, y agradeceris mis esfuerzos, si lo queris as.
HERMONE
Id. Dejadme la direccin de vuestra suerte, y que
vuestros bajeles estn prontos para nuestra fuga.
123 ANDROMACA
ESCENA CUARTA
Hermone, Cleona
CLEONA
Os perdis, seora; y debis pensar ...
HERMONE
Que me, pierda o no, pienso en vengarme. Y a pesar
de lo que me ha prometido, todava no s si debo para
ello fiarme de alguien que no sea yo misma. Pirro no es
tan culpable a sus ojos como a los mos, y mis golpes
seran mucho ms firmes que los suyos. Qu placer, ven-
gar yo misma mi injuria, y, para acrecer su pena y mis
goces, ocultar mi rival a sus moribundas miradas! Ah,
si al menos al castigar Orestes su crimen le dejara el
sentimiento de morir como mi vctima! V a buscarlo:
dle que haga saber al ingrato que l lo inmola a mi odio,
y no al Estado. Corre, querida Cleona. Mi venganza es
intil si al morir ignora l que soy yo quien lo mata.
CLEONA
OS obedecer. Pero qu es lo que veo ? Oh Dios
mo! Quin lo creyera, seora? Es el Rey!
HERMONE
Ah, corre junto a Ores tes, mi Cleona; dle que no em-
prenda nada sin volver a ver a Hermone.
ESCENA QUINTA
Pirro, Hermone, Fnix
PIRRO
No me esperabais, seora; bien veo que mi llegada
aqu perturba vuestra pltica. No vengo, armado de ar-
tificio indigno, a cubrir con un velo de equidad mi in-
justicia: basta que en voz baja me condene mi corazn;
y sostendra mal lo que no creo. Me desposo con una
troyana. S, seora, y confieso que os haba prometido
la fe que le otorgo. Otro os dira que nuestros padres,
en los campos t.royanos, forjaron nuestros vnculos sin
tenernos en cuenta, y que sin consultar ni mi eleccin
RACINE 124
HERMfoNE
Seor, me place ver que al menos os hacis justicia
con esta confesin despojada de toda astucia; y que que-
riendo romper de buen grado nudo tan solemne, os aban-
donis como criminal al crimen. Despus de todo .es jus-
to que un conquistador se rebaje a la ley servil de cum-
nlir su promesa? No, no, tena con au tentaros la perfi-
dia, y no me buscis ms que para jactaros de ello. C-
mo? Sin que os retengan juramentos ni deberes, buscar
a una griega, siendo de una troyana el amante? .Dejar-
me, volverme a tomar y volver an de la h ija de Helena
a la viuda de Hctor? Coronar alternativamente a la
princesa y a la esclava, inmolar Troya a los griegos y
Grecia al hijo de Hctor? De un corazn siempre dueo
de s parte todo esto, de un hroe que no es el esclavo de
su palabra. Para complacer a vuestra esposa. tendris que
prodigar quiz los dulces nombres de traidor y perjuro.
Vens a observar la palidez de mi frente para ir entre sus
brazos a reros de mi dolor. Queris que me vean llorosa
tras su carro; pero , seor, sera demasiado jbilo en un
slo da: y sin buscar en ot.r.:l. n:1rte tftll10s nrest::ldos. ; nn
os bast a con los que tenis? El abatido valor del viejo
12:3 A NDIW :"IAC.\.
FNIX
Ya lo os, seor. Guardos de descuidar a una amante
enfurecida que trata de vengarse. Demasiados apoyos tie-
ne en este sitio: la querella de los griegos ligada est a la
suya; Orestes la ama todava; y quizs a ese precio ...
PIRRO
Andrmaca me espera. Fnix, cuida de su hijo.
A e T o Q u 1 N T o
ESCENA PRIMERA
Hermone (sola)
HERMONE
Dnde estoy? Qu he hecho? Qu debo hacer
an? Qu transporte me posee? Qu pesar me devo-
ra? Errante y sin rumbo corro en este palacio_ Ah, no
podr saber si amo o si odio! Cruel! Con qu ojos me ha
despedido! Sin piedad, sin dolor fingido, siquiera. Lo vi
acaso turbarse y compadecerme un minuto? Consegu
arrancarle un solo gemido? Mudo ante mis suspiros, tran-
quilo ante mis temores, aparentaba siquiera tomar parte
en mi llanto? Y lo lamento an? Para colmo de angustia
mi corazn, mi cobarde corazn, por l se interesa? Tiem-
blo al solo pensamiento del golpe que le amenaza? Y pres-
ta a vengarme le otorgo ya mi perdn? No, no revoquemos
la sentencia de mi clera. Que perezca! De todos modos
para nos ya no existe. Triunfa el prfido y re de mi rabia:
piensa ver disipada en lgrimas esta tormenta; cree que
siempre dbil y con incierto corazn atajar con una ma-
no los golpes de la otra. Juzga an de m por mis pasados
favores. Pero tal vez el prfido tenga muy otros pensamien-
tos. Triunfando en el templo, no le importa si ansan fue-
ra su vida o su muerte. Me deja el ingrato esta perplejidad
funesta. No, no, un momento todava: dejemos actuar a
Orestes. Que muera, pues al fin debi preverlo y me
ha forzado l mismo a desearlo. A desearlo? Y qu?
Soy yo, pues, quien la ordena? Ser su muerte el resulta-
do del amor de Hermone? As pues, no he atravesado
mares y naciones sino para venir de tan lejos a preparar
la muerte de este prncipe, de quien mi corazn en otro
tiempo se complaca en hacerse referir las hazaas, a quien
1~8
ESCENA SEGUNDA
Hermone, Cleona
HERMioNE
Ah, qu he hecho, Cleona! Y qu vienes a decirme?
Qu hace Pirro?
CLEONA
En el colmo de su ventura, es el ms orgulloso y el
ms enamorado de los mortales. Con aire de conquistador
10 he visto conducir su nueva conquista hacia el templo
donde se aprestan sus desposorios, y, con ojos en que bri-
llaban su esperanza y su dicha, embriagarse al marchar
con el placer de verla. A travs de mil grItos de jbilo, An-
drmaca lleva hasta los altares el recuerdo de Troya: siem-
pre incapaz de amor y de odio, parece obedecer sin re
pugnancla ni alegria.
HERMioNE
Y el ingrato? Llev hasta el extremo su ultraje? Pe
ro observaste bien su rostro, Cleona? Saborea tranquilos y
perfectos placeres? No ha desviado los ojos hacia el pala
cio? Dime, no te has presentado a su vista? Enrojeci el
ingrato al reconocerte? Confesaba con su turbacin su
infidelidad? Ha sostenido hasta el fin su fiereza?
CLEONA
Seora, l no ve nada. Parece que su fama y su propio
inters hubieran salido con vos de su memoria. Sin pensar
si le siguen enemigos o sbditos, persigue slo sus amoro-
sos proyectos. Ha dispuesto su guardia en torno al hijo de
Hctor, y cree que es el nico a quien amenaza el peligro.
Responde de l el propio Fnix, que expresamente lo
condujO a un fuerte alejado del palacio y del templo. sa
es la nica preocupacin que le queda en medio de sus
transportes.
HERMloNE
i Prfido! Morir . Pero qu te ha dicho Orestes?
129 ANDROMAC)..
CLEONA
Orestes ha entrado en el templo eon sus griegos.
HERMONE
Y bien! No se prepara a vengarme?
CLEONA
No lo s.
HERMONE
No lo sabes? Cmo! Orestes tambin, me traiciona
Orestes?
CLEONA
Orestes os adora. Pero su espritu, combatido por mil
remordimientos, escucha tan pronto a su amor, tan pronto
a su virtud. Respeta en Pirro el honor de la diadema; res-
peta en Pirro a Aquiles ya Pirro mismo; teme a la Grecia,
teme al enfurecido universo, pero segn dice se teme a s
mismo ms que a todos. Querra, como vencedor, aporta-
ros su cabeza; el solo nombre de asesino lo detiene y lo
espanta. En fin, ha entrado sin saber, en el fondo de su
alma, si habr de salir espectador o culpable.
HERMONE
No, no, los ver triunfar sin inconvenientes: se guarda-
r bien de turbar ese espectculo. S qu remordimientos
hieren su corazn: teme a la muerte el cobarde, yeso es
cuanto teme. Cmo ? Sin formular una sola splica arm
mi madre en su favor a la Grecia entera? En diez aos
de combates, sus ojos vieron perecer por su querella veinte
reyes a quienes no conoca? Y yo, yo no pretendo ms que
la muerte de un perjuro; encargo a un amante vengar
mi ofensa, puede conquistarme, sin peligro, a ese precio;
me entrego yo misma, y no puedo vengarme? Vamos: sola
yo he de hacerme justicia. Que retumbe el templo con do-
lorosos gritos: perturbemos la ceremonia de su fatal des-
posorio, y que no estn unidos, si es posible, ms que un
instante. No escoger, en medio de mi extravo terrible :
todo me ser Pirro, aunque sea el mismo Or estes. Morir;
pero mi muerte me vengar al menos. Y no morir sola,
que alguien me seguir.
RACINE 130
ESCENA TERCERA
Ores tes, Hermone, Cleona
ORESTES
Esto es hecho, seora y estis servida: Pirro rinde en
el altar su infiel existencia. .
HERMONE
Ha muerto?
ORESTES
Muere; y nuestros irritados griegos han lavado sus
infidelldades en su sangre. Os lo promet, y aunque mi ca
razn se formaba de esta conjura una funes ta imagen, corr
hacia el templo donde nuestros griegos dispersos se haban
deslizado hasta el altar entre la turba. Reconocime Pirro,
pero, sin mudar de color, pareca que mi presencia excita-
ra su audacia, que todos los griegos, desafiados en su em-
bajador, hubieran debido realizar el esplendor de su hi-
meneo. En fin, tomando con transporte la diadema, la pos
l mismo sobre la frente de Andrmaca. "Os entrego,
dijo, mi fe y mi corona: Andrmaca, reinad sobre m y
sobre el Epiro. Consagro a vuestro hijo paternal afecto ;
atestigen los Dioses que as lo juro a su madre. Reconoz-
co como mis enemigos a los suyos, y lo reconozco como
rey de los troyanos". A estas palabras, que atraan los su-
fragios del pueblo, respondieron nuestros griegos con un
grito de rabia; cercado se vi el infiel por todas partes y
yo no pude encontrar lugar por donde herir. Todos se
disputaban la gloria de abatirlo. Lo he visto debatirse por
un tiempo entre sus manos, y, todo ensangrentado, querer
sustraerse a sus golpes; pero al fin fu a caer junto al ara.
Yo atraves el tropel del espantado pueblo para venir a
raptar de este paraje a mi princesa, y volver al puerto
donde, cubiertos de la sangre que os promet, llegarn bien
pronto nuestros amigos.
HERMONE
i Qu es lo que han hecho!
ORESTES
Perdonad su impaciencia: han traicionado vuestra ven-
ganza, bien lo veo. Vos querais que mi mano diera los pri-
131 ANDROMACA
ESCENA CUARTA
OTestes (solo)
ORESTES
Qu veo? Es sta Hermone? Y qu acabo de or?
Para quin corre la sangre que acabo de derramar? Si
he de creerla, soy un traidor, un asesino. Es Pirro quien
ha muerto, y, en fin , soy yo Orestes? Cmo? Ahogo en
mi alma la razn que me ilumina; asesino con repugnan-
cia a un rey a quien reverendo; violo en un solo da el
derecho de los monarcas, el de los embajadores, todos los
derechos humanos, hasta el de los altares, donde mi furor
lo sitia: llego a ser parricida, asesino, sacrlego. Por
quin? Por una ingrata a quien le prometo que no me
ver ms si l no muere, y cuya rabia adopto! Y cuando
la he satisfecho, ella me reclama su sangre y su vida!
Ella lo ama! Y yo soy un monstruo furioso! La veo
alejarse de mis ojos para siempre! Y al huir, la ingrata
me deja en pago todos los nombres odiosos que me ech
encima por agradarle!
ESCENA QUINTA
Ores tes, Plades, soldados de Orestes
PLADES
Hay que partir, seor. Salgamos de este palacio, o bien
resolvmonos a no salir ms de l. Nuestros griegos defen-
dern la puerta por algn tiempo. Reunido, nos persigue
a mano armada el pueblo todo. Sometido est todo aqu
a las rdenes de Andrmaca; la tratan como a reina y
nosotros somos enemigos. Andrmaca misma, tan rebelde
a Pirro, le rinde todos los deberes de una fiel viuda, or-
dena que se le vengue, y acaso quiere vengar todava en
nosotros a Troya y a su primer esposo. Vmonos. No es-
peremos que se nos cerque: se nos unirn nuestros grie-
gos; y mientras Hermone mantiene an al pueblO de-
tenido en torno de ella, salgamos seguros por nuestro
camino.
ORESTES
No, no, amigos, es a Hermone a quien quiero seguir.
]33 ANDROMACA
ESCENA PRIMERA
Agripina, Albina
ALBINA
C6mo? Mientras Ner6n se abandona al sueo ne-
cesitis venir a esperar que despierte? Errando en el
palacio, sin escolta y sin squito, debe la madre de Csar
velar sola a su puerta? Seora, volved a vuestras ha-
bitaciones.
AGRIPINA
Albina, no hay que alejarse un momento. Quiero es-
perarle aqu. Los disgustos que me causa me ocupa-
rn con exceso el tiempo que l repose. Con exceso se
ve confirmado cl1:anto predije: Ner6n se ha declarado
contra Britnico; el impaciente Nern cesa de conte-
nerse; quiere hacerse temer, cansado de hacerse amar.
Britnico le estorba, Albina: y cada da siento que yo
misma me vuelvo importuna a mi vez.
ALBINA
Cmo? Vos, a quien Nern debe la luz del da,
que desde tan lejos lo llamasteis al imperio? Vos, que
desheredando al hijo de Claudio nombrasteis Csar al
feliz Domicio? Todo le habla en favor de Agripina, seo-
ra: l os debe su amor.
AGRIPINA
Me lo debe, Albina; si es generoso, todo le prescribe
esa ley, pero todo le habla contra m si es ingrato.
RACINE 140
ALBINA
i Si es ingrato, seora! i Ah, toda su conducta de-
muestra un alma bien instruda de sus deberes! En
tres aos ntegros. qu ha dicho, qu ha hecho, que no
prometa un emperador perfecto a Roma? Desde hace dos
aos Roma, cuidadosamente gobernada, cree haber vuel-
to al tiempo de los cnsules. l la gobierna como un.. pa
dre. En fin, Nern, al nacer, tiene todas las virtudes de
Augusto cuando envejeca.
AGRIPINA
No, no, mi inters no me vuelve injusta : ciertamente,
l comienza por donde Augusto acab; pero temo que si
el porvenir destruye al pasado, acabe como comenz
Augusto. En vano se disfraza; leo sobre su rostro el
triste y salvaje humor de los fieros Domicios. Y con el
orgullo que recogi de esa sangre, mezcla la altanera
de los Nerones, que bebi en mi seno. Siempre tiene feli-
ces primicias la tirana: Cayo hizo durante un tiempo
las delicias de Roma; pero, volvindose furor su fingida
bondad, las delicias de Roma se convirtieron en horro-
res. Qu me importa despus de todo que Nern, ms
fiel, sea un da modelo de una larga virtud? Puse en
sus manos el timn del Estado para que a gusto del Se-
nado y del pueblo lo condujera? Ah, que sea el padre
de la patria, si as lo quiere; pero que piense un poco
ms que Agripina es su madre. Qu nombre, entre
tanto, podemos dar al atentado que el da acaba de reve-
larnos? Sabe, porque no puede serIe ignorado su mutuo
amor, que Junia es adorada por Britnico; y este mismo
Nern, a quien gua la virtud, hace raptar a Junia en
medio de la noche. Qu es lo que quiere? Es odio o es
amor lo que lo inspira? Busca solamente el placer de
daarlos? O mejor, es que su malignidad castiga en
ellos el apoyo que yo les prest?
ALBINA
Vos su apoyo, seora?
AGRIPINA
Detnte, cara Albina. S que he sido yo sola quien los
arruin; que del trono adonde hubiera debido hacerlo
subir su sangre, Britnico se ha visto precipitado por
141 BRITANICO
ESCENA SEGUNDA
Agripina, Burrus, Albina
BURRUS
Seora, iba a informaros, en nombre del Emperador,
de una orden que al principio ha podido alarmaros, pero
que no es ms que el afecto de una discreta conducta,
de la cual quiere Csar que estis instruida.
143 BRITANICO
AGRIPINA
Entremos, ya que as lo quiere: l me informar
mejor de ella.
BURRUS
Csar por algn tiempo se ha sustrado a nuestros
ojos; ya, por una puerta menos conocida del pblico,
ambos cnsules os lo haban prevenido, seora. Pero per-
mitid que vuelva expresamente ...
AGRIPINA
No, yo no perturbo sus augustos secretos. Mienas
tanto queris que, con menos etiqueta, por una vez ha-
blemos ambos sin fingimiento?
BURRUS
Burrus tuvo siempre extremado horror por la men-
tira.
AGRIPINA
Pretendis ocultarme el Emperador por largo tiem-
po? No lo ver ya sino a ttulo de importuna? He alzado,
pues, tan alta vuestra suerte para poner una barrera
entre mi hijo y yo? No osis dejarlo un momento con-
sigo mismo ? Entre Sneca y vos os disputis la gloria
de qUin me borrar ms pronto de su recuerdo? Os lo
confi para que hicierais de l un ingrato? Para que
fuerais los dueos del Estado bajo su nombre? En ver-
dad, mientras ms medito, menos puedo concebir que
osis considerarme como vuestra criatura, vos, cuya
ambicin pude dejar envejecer entre los honores oscuros
de alguna legin, a m, que he sucedido en el trono a
mis ascendientes, hija, mujer, hermana y madre de
vuestros seores! Qu pretendis, pues? Pensis que
mi voz haya creado un emperador para imponerme tres?
Nern ya no es un nio; no ha llegado el tiempo de
que reine? Hasta cundo queris que el Emperador os
tema? Nada podr ver sino a travs de vuestros ojos?
En fin no tiene a sus abuelos para encaminarse? Que
escoja, si lo quiere, entre Augusto o Tiberio; que imite,
si puede, a mi padre Germnico. Yo no oso colocarme
entre tantos hroes; pero hay virtudes que puedo sea-
larle. Puedo ensearle al menos acerca de la distancia
que su confianza ha de dejar entre un sbdito y l.
RACINE 144
BURRUS
No me haba encargado t:"!n esta ocasin ms que de ex-
cusar un solo acto del Csar; pero, puesto que sin que-
rer que lo justifique me hacis garante del resto de su
vida, os responder, seora, con la franqueza de un sol-
dado que no sabe disfrazar la verdad_ Vos me confiasteis
la juventud de Csar, lo confieso, y debo continuamente
recordarlo. Pero os hice juramento de traicionarlo, de
hacer de l un emperador que slo supiera obedecer? No.
y no es a vos ya a quien debo responder de ello. No se
trata ya de vuestro hijo sino del dueo del mundo. Debo
cuenta de l, seora, al Imperio Romano, que cree ver
en mis manos su salud o su prdida. Ah, si era preciso
instruirle en la ignorancia no haba ms que Sneca o
yo que lo sedujramos? Por qu alejar del gobierno a
los aduladores? Haba que buscar corruptores en el
destierro? Frtil en esclavos, la corte de Claudio hubiera
presentado mil por cada dos que se buscaran, todos anhe-
lando el honor de envilecerlo: lo hubieran hecho enve-
jecer en una larga infancia. De qu os quejis, vos, se-
ora? Se os reverencia. Se jura, lo mismo que por el
Csar, por su madre. Cierto es que el Emperador no vie-
ne ya todos los das a poner el Imperio a vuestros pies
y a engrosar vuestra corte. Pero debe hacerlo, seora?
y su agradecimiento no puede manifestarse ms que
con su dependencia? Siempre humilde, siempre el tmido
Nern, no osa ser Augusto y Csar ms que de nombre?
Os lo dir por fin? Roma lo justifica. Roma, tan largo
tiempo esclavizada a tres libertos, respirando apenas bajo
el yugo que soport, cuenta su libertad desde el reinado
de Nern. Qu digo? La' virtud misma parece renacer.
No es ya todo el Imperio botn de un amo. Nombra el
pueblo sus magistrados en el Campo de Marte; bajo la
fe del soldado nombra Csar los jefes; Trseas en el
senado, Corbuln en el ejrcito, son inocentes todava,
pese a su fama; los desiertos, antao poblados de sena-
dores, no estn habitados ya sino por quienes los de-
lataban. Qu importa que Csar contine creyndo-
nos, mientras nuestros consejos no tiendan ms que a su
gloria; mientras, en el curso de un floreciente reina-
do, sea siempre libre Roma y omnipotente Csar? Pero
Nern, seora, se basta para dirigirse. Yo obedezco, sin
pretender el honor de instruirle. Sin duda, no tiene ms
145 BRITANICO
BURRUS
Cmo, seora? Siempre desconfiando de su res-
peto? No puede dar un paso que no os sea sospechoso?
Os cree el Emperador del partido de Junia? Os cree
aliada con Britnico? Cmo? Os converts en apoyo de
sus enemigos, para encontrar un pretexto y quejaros de
l? Sobre la menor palabra que se os repita estaris
siempre pronta a dividir el Imperio? Os temeris sin tre-
gua, y vuestros abrazos no ocurrirn sino entre explica-
ciones? Ah, dejad la triste diligencia del censor; adoptad
la indulgencia de una madre afectuosa; tolerad, sin
hacerlas resaltar, algunas frialdades, y no advirtis de
ello a la corte para que os abandone_
AGRIPINA
y quin se honrara con el apoyo de Agripina cuan-
do Nern mismo anuncia mi ruina? Cuando parece des-
terrarme de su presencia? Cuando Burrus osa retener-
me a su puerta?
BURRUS
Seora, bien veo que ha llegado el momento d~ ca-
llarme, y que mi franqueza comienza a desagradaros. In-
justo es el dolor, y todas las razones que no lo haiaguen
agran sus sospechas Aqu est Britnico: le dejo mi
sitio. Os dejo escuchar y lamentar su desgracia, y qui-
zs, seora, acusar la diligencia de aquellos a quienes
menos consult el Emperador.
ESCENA TERCERA
Agripina, Britnico, Narciso, Albina
AGRIPINA
Ah! adnde corris, prncipe? Qu inquieto ardor
os arroja ciegamente entre vuestros enemigos? Qu ve-
ns a buscar?
BRITNICO
Lo que busco? Ah, Dioses! En este lugar, seora,
se halla cuanto he perdido. Rodeada de mil terribles sol-
dados, Junia se ha visto arrastrar a este palacio. Ay!
Qu espanto habr dominado su tmido espritu ante
espectculo tan inslito? En fin , me la raptan. Una ley
147 BRITANICO
ESCENA CUARTA
Britnico, Narciso
BRITNICO
He de creerle, Narciso'? Y debo, bajo su palabra,
tomarla como rbitro entre su hijo y yo? Qu dices ? No
es esta misma Agripina la que para mi desgracia se despos
en otro tiempo con mi padre, y quien, si he de creerte, pre-
cipit el curso de sus ltimos aos, demasiado lentos
para sus designios?
NARCISO
No importa. Como vos, ella se siente ultrajada; se ha
comprometido a devolveros a Junia: unid vuestros pesa-
res; ligad vuestros intereses. En vano resuena con vues-
tros lamentos este palacio: mientras se os vea aqu con
suplicante voz sembrar la queja en vez del espanto, mien-
tras vuestros resentimientos se pierdan en palabras, no
hay que dudarlo, os quejaris eternamente.
BRITNICO
Ah, Narciso, t sabes si pretendo an hacer largo
hbito de la servidumbre; t sabes cmo, espantado de
mi cada, renunci al Imperio, para el cual estaba desti-
nado. Pero adems estoy solo. Los amigos de mi padre
son otros tantos desconocidos a quienes paraliza mi des-
gracia; y mi propia juventud aparta lejos de m a todos
los que me guardan fidelidad en su corazn. En cuanto a
m, desde hace un ao, desde que un poco de experiencia
me ha dado el conocimiento de mi triste suerte, qu veo
a mi alrededor sino amigos vendidos que son testigos
RACINE 148
ESCENA PRIMERA
Ner6n, Burrus, Narciso, Guardias
NERN
No lo dudis, Burrus : a pesar de sus injusticias, es
mi madre y quiero ignorar sus caprichos. Pero no pre-
tendo ya ignorar ni sufrir al insolente ministro que osa
alimentarlos. Palas envenena a mi madre con sus con-
sejos y seduce diariamente a mi hermano Britnico. Slo
a l escuchan, y quien siguiera sus pasos, en casa de
Palas los encontrara quizs reunidos. Es demasiado. Pre-
ciso es que lo aparte de ambos. Por ltima vez, que se
aleje, que se marche: lo quiero y lo ordeno; que el fin
del da no lo encuentre ya en Roma ni en mi corte. Id:
interesa esta orden a la salud del Imperio. Vos, Narciso,
acercos. Y marchos, vosotros.
ESCENA SEGUNDA
Ner6n, Narciso
NARCISO
Seor, gracias a los Dioses, Junia en vuestro poder
os asegura hoy al resto de los Romanos. Despojados de
su vana esperanza, vuestros enemigos han ido a llorar
su impotencia a casa de Palas. .Pero qu veo? Inquieto,
estupefacto, vos mismo parecis ms consternado que
Britnico. . Q.u presagia a mis ojos esta oscura tristeza
y tan sombras miradas errando a la ventura? Todo os
sonre : la fortuna se pliega a vuestros deseos.
NERN
Esto es hecho, Narciso ; Nern est enamorado.
RACINE 150
NARCISO
Vos?
NERN
Desde hace un instante, pero para toda la vida. Amo
qu digo amar? idolatro a Junia.
NARCISO
VOS la amis?
NERN
Excitado por un curioso deseo, esta noche la vi lle-
gar aquf, triste alzando al cielo sus ojos hmedos de
llanto, que brillaban entre las antorchas y las armas: be-
lla sin adornos, con el simple atavo de una belleza a quien
acaban de arrancar al sueo. Qu quieres? Yo no s si
esa negligencia, las sombras, las antorchas, los gritos, el
silencio, y el feroz aspecto de sus fieros raptores realza-
ban la timida dulzura de sus pupilas. Sea como fuere,
encantado de visin tan bella, quise hablarle y se me
extingui la voz: inmvil, posefdo de hondo estupor, la
dej pasar a sus habitaciones. Yo entr a las mas. Y fu
allf donde, solitario, quise distraerme en vano de su
imagen: crefa hablarle, por dems presente a mis ojos;
am hasta las lgrimas que le hice derramar yo mismo.
Por momentos, aunque tarde, le demandaba perdn; re-
curra a los suspiros y. hasta a las amenazas. Asf es cmo,
ocupado en mi nuevo amor, mis ojos esperaron el dfa sin
cerrarse. Pero acaso me he forjado yo una imagen dema-
siado bella: con demasiado prestigio se me apareci. Qu
dices t, Narciso?
NARCISO
Cmo, seor? Es crefble que haya pOdido ella ocul-
tarse a Nern tan largo tiempo?
NERN
Bien lo sabes, Narciso ; sea que su clera me imputa-
ra la desgracia que le arrebat a su hermano, sea que su
corazn, celoso de su orgullo austero, celara a nuestros
ojos su beldad naciente, fiel a su dolor, y encerrada
en la sombra, ella se sustrafa hasta a su renombre. Y es
la perseverancia de esta virtud, tan nueva en la corte, la
que irrita mi amor. Cmo, Narciso? Mientras que no
hay romana a quien no honre y halague mi amor, cuando
todas, desde que osan fiarse de sus miradas, vienen a en-
151 BRITANICO
ESCENA TERCERA
Ner6n, Juna
NERN
Os turbis, seora, y cambiis de cara. Leis algn
triste presagio en mis ojos?
JUNIA
Seor, no puedo disfrazar mi yerro: no vena a ver
al Emperador, sino a Octavia.
NERN
Bien 10 s, seora, y no puedo enterarme sin envidia
de vuestras bondades con la feliz Octavia.
JUNIA
Vos, seor?
NERN
Pensis, seora, que slo Octavia tiene aqu ojos
para conoceros?
JUNIA
Y a quin, seor, sino a ella, queris que implore?
A quin interrogar sobre un crimen que ignoro? Vos
lo conocis, seor, puesto que lo castigis. Por favor, ha
cedme saber, seor, mis atentados.
NERN
Cmo, seora? Es acaso pequea culpa haberme
ocultado tanto tiempo vuestra presencia? Esos tesoros
con que el cielo quiso embelleceros los recibisteis para
amortajarlos? Ver sin alarma el feliz Britnico crecer
su amor y vuestros encantos lejos de nuestros ojos? Por
qu excluirme hasta hoy de esa gloria? Me habis rele-
gado, sin piedad, en mi corte? Dicen ms: vos permits,
sin ofenderos, que l ose explicaros su pensamiento, se-
ora. Porque no puedo creer que sin consultarme haya
querido halagarlo la severa Junia, ni que haya consentido
en amar y ser amada sin que yo est informado de ello
ms que por la voz pblica.
JUNIA
Seor, no os negar que sus suspiros se han dignado
155 BRITANICO
ESCENA CUARTA
Nern, Junia, Narciso
NARCISO
Seor, Britnico pregunta por la princesa: ya se apro-
xima.
NERN
Que venga.
JUNIA
Ah, seor!
NERN
Os dejo. Su suerte depende de vos ms que de mi.
Al verlo, seora, pensad que os veo.
159 BRITANICO
ESCENA QUINTA
Junia, Narciso.
ESCENA SEXTA
Junia, Britnico, Narciso
BRITNICO
Seora, qu felicidad me aproxima a vos? Cmo?
Puedo, pues, gozar de entrevista tan dulce? Pero en
medio de este placer qu pesar me devora? Ay! Puedo
esperar volveros a ver an? He de robar con mil subter-
fugios una dicha que diariamente me acordaban vuestros
ojos? Qu noche! Qu despertar! Vuestras lgrimas, vues-
tra presencia, no desarmaron la insolencia de estos malva-
dos? Qu haca vuestro amante? Qu envidioso demonio
me rehus el honor de morir ante vuestra vista? Ay!
en medio del pavor de que estabais herida, me dirigisteis
secretamente algn lamento? Os dignasteis recordarme,
princesa ma? Pensasteis en los dolores que ibais a ca s-
tarme? Nada me decs? Qu acogida! Qu hielo! Es
as como vuestros ojos consuelan mi desgracia? Hablad.
Estamos solos. Mientras que os hablo, nuestro enemigo,
engaado, est ocupado lejos de aqu. Aprovechemos los
momentos de esta feliz ausencia.
JUNIA
Os encontris en lugares totalmente dominados por
su podero. Las paredes mismas, seor, pueden tener ojos;
el Emperador nunca est ausente de aqu.
BRITNICO
Y desde cundo sois tan medrosa, seora? Cmo?
Ya soporta vuestro amor que se le cautive? En qu se
ha convertido ese corazn, que me juraba hacer envidiar
a Nern mismo nuestros amores? Pero desterrad, seora,
un temor intil. La fidelidad no se ha extinguido an en
todos los corazones; todos parecen aprobar con los ojos
RAcnrE 160
ESCENA SPTIMA
Ner6n, Junia, Narciso
NERN
Seora .. .
JUNIA
No, seor, nada puedo or. Estis obedecido. Dejad
correr, al menos, lgrimas de que sus ojos no sern tes-
tigos.
161 BRIT~~ICO
ESCENA OCTAVA
Nern, Narciso .
NERN
Y bien, Narciso! T ves la violencia de su mutuo
amor: ella se ha manifestado hasta en su silencio. Ama
a mi rival, no puedo ignorarlo; pero en desesperarlo con-
sistir mi gozo. Me fabrico una imagen encantadora de su
pena, y lo he visto dudar del corazn de su amante. La
sigo. Mi rival te espera para desahogarse. V, corre a ator-
mentarlo con nuevas sospechas; y, mientras a mi vista
se le llora y se le adora, hazle pagar bien cara esa felici-
dad que no imagina.
NARCISO (solo)
Narciso, por segunda vez la fortuna te llama: que-
rras resistirte a su voz? Sigamos hasta el fin sus favora-
bles rdenes; perdamos a los miserables, para hacernos
felices.
A e T o TER e E R o
ESCENA PRIMERA
Ner6n, Burrus.
BURRUS
Seor, Palas obedecer.
NERN
Y con qu ojos ha visto mi madre confundido su
orgullo?
BURRUS
No dudis, seor, de que la haya herido este golpe, de
que bien pronto su dolor estalle en reproches. Desde hace
largo tiempo han empezado a manifestarse sus arranques.
As puedan limitarse a gritos intiles!
NERN
Cmo? De qu designio la creis capaz?
BURRUS
Seor, Agripina siempre es temible. Roma y todos
vuestros soldados reverencian a sus abuelos; presente
est siempre a sus ojos Germnico, su padre. Ella conoce
su poder; y vos conocis su coraje; y lo que me la hace
temer ms todava es que vos mismo atizis su clera y
le dais armas contra vos.
NER N
Yo, Burrus?
BURRUS
Seor, ese amor que os domina
NERN
Os entiendo, Burrus: no tiene remedio el mal. Mi co-
RACINE 164
ESCENA SEGUNDA
Burrus (solo)
BURRUS
Nern manifiesta finalmente su carcter, Burrus. Esa
ferocidad que t creste doblegar, pronta est a emanci-
parse de tus dbiles lazos. Quin sabe en qu excesos va
a desbordarse! Oh Dioses! qu consejos seguir en tal
mala ventura? Sneca, cuya diligencia debera tranquili-
zarme, ocupado lejos de Roma ignora este peligro. Pero
qu? Si excitando la ternura de Agripina pudiera Aqu
viene : me la trae mi fortuna.
165 BRITANICO
ESCENA TERCERA
Ag1'i pina, Burrus, Albina.
AGRJPINA
Y bien, Burrus! Me engaaba yo en mis sospechas?
En cuanto a vos OS sealis con ilustres lecciones! Se
destierra a Palas, cuyo crimen es quizs haber elevado
a vuestro amo al Imperio. Demasiado bien lo sabis. Sin
sus consejos, jams Claudio, a quien l gobernaba, hubiera
adoptado a mi hijo. Qu digo? Dan una rival a su esposa;
emancipan a Nern de la fe conyugal. Digna ocupacin
para un ministro enemigo de los aduladores, escogido co-
mo freno a sus primeros impulsos, el halagarlos por s
mismo y alimentar en su alma el olvido de su mujer y
el desprecio de su madre!
BURRUS
Hasta aqu, seora, me acusis con prontitud excesi-
va. Nada ha hecho el Emperador que no pueda excusarse.
No imputis sino a Palas un necesario destierro, pues su
orgullo reclamaba tal recompensa desde hace largo tiem-
po; y el Emperador no ha hecho ms que cumplir a pesar
suyo lo que toda la corte secretamente peda. Lo dems
es una desgracia que tiene remedio : posible es detener la
fuente del llanto de Octavia. Pero calmad vuestros trans-
portes. Por ms dulce camino podris bien pronto devol-
verle a su esposo: volveranlo ms feroz las amenazas o
los gritos.
AGRIPINA
Ah, en vano se esfuerzan en cerrarme la boca! Veo
que mi silencio irrita vuestros desdenes ; y es demasiado
respetar la obra de mis manos. Palas no se lleva consigo
todo el poder de Agripina : el cielo me deja el suficiente
para vengarme. El hijo de Claudio comienza a sufrir por
crmenes de que no obtuve ms que el arrepentimiento.
No lo dudis, ir a mostrarlo al ejrcito, a lamentar ante
los soldados su oprimida infancia y a hacerles expiar su
error a ejemplo mo. Se ver de un lado al hijo de un
emperador reclamando la fidelidad jurada a su familia,
y se escuchar a la hija de Germnico; del otro se ver
al hijo de Enobarbo, apoyado por Sneca y el tribuno
RACINE 166
ESCENA CUARTA
Agripina, Albina
ALBINA
Seora, a qu arrebatos os arrastra el dolor! As
pueda el Emperador ignorarlos!
AGRIPINA
Ah, as pueda aparecer l mismo a mis ojos!
ALRINA
Seora, en nombre de los Dioses, ocultad vuestra
clera. Cmo? Por los intereses de la hermana o del
hermano, habris de sacrificar el reposo de vuestra vida?
.Constreiris a Csar hasta en sus amores?
AGRIPINA
Cmo? Entonces t no ves hasta dnde se me de-
167 BRITANICO
ESCENA QUINTA
Britnico, Agripina, Narciso , Albina
BRITNICO
Seora, nuestros enemigos comunes no son invenci-
bles; encuentran sensibles corazones nuestras desgracias.
Mis amigos y los vuestros, tan ocultos mientras perda-
mos el tiempo en vanas lamentaciones, animados por el
enojo que enciende la injusticia vienen a confiar su dolor
a Narciso. Nern no es todava tranquilo poseedor de la
ingrata a quien ama en detrimento de mi hermana. Si
siempre sois sensible a sus ofensas, se puede reducir a su
deber al perjuro. Por nosotros se interesa medio senado:
Sila, Pisn, Plauto.
AGRIPINA
Prncipe, qu decs? Sila, Pisn, Plauto! Los jefes
de la nobleza!
BRITNICO
Seora, bien veo que estas razones os hieren, y que
vuestro enojo, temblando y vacilante, teme ya obtener
cuanto ha querido. No, demasiado bien preparasteis mi
cada: no temis en mi favor la audacia de ningn amigo.
Ya no me quedan ; vuestras prudentsimas diligencias, a
todos los han apartado o seducido desde hace largo tiempo.
AGRIPINA
Seor, dad menos crdito a vuestras sospechas: nues-
tra salvacin depende de nuestro acuerdo. He prometido y
RACINE 168
ESCENA SEXTA
Britnico, Narciso
BRITNICO
No me has halagado con falsas espl:!ranzas, Narciso?
Puedo fundar alguna seguridad en tu relato?
NARCISO
S. Pero, seor, no es en este sitio donde hay que re-
velar ese misterio a vuestros ojos. Salgamos. Qu es-
peris?
BRITNICO
Qu espero, Narciso? Ay!
NARCISO
Explicos.
BRITNICO
Si por medio de tus argucias pudiera volver a ver ...
NARCISO
A quin?
BRITNICO
Me ruborizo. Pero en fin, esperara mi suerte con
corazn ms tranquilo.
NARCISO
La creis fiel despus de todas mis razones?
BRITNICO
No, Narciso: la creo ingrata, criminal, digna de mi
ira; pero siento, a mi pesar, que no lo creo tanto como
debiera. Mi obstinado corazn, en su extravo, le presta
razones,la excusa, la idolatra. Querra vencer, al fin, mi
169 BRITANICO
ESCENA SEPTIMA
BTtnco, Juna
JUNIA
Retiros, seor; huid de una ira que contra vos en-
ciende mi constancia. Irritado est Nern. Me he escapa-
do mientras su madre se ocupa en detenerlo. Adis. Reser-
vos, sin herir mi amor, para el placer de verme justificar
algn da. Presente est sin cesar en mi alma vuestra
imagen y nada puede desterrarla de ella.
BRITNICO
Os comprendo, seora. Queris que mi fuga asegure
vuestros deseos, que os deje libre el campo para vuestros
nuevos suspiros. Sin duda, al verme, un pudor secreto
no os deja gozar de una dicha tranquila. Y bien! Hay
que partir.
RACINE 170
JUNIA
, Seor, sin imputarme
BRITNICO
Ah, debais al menos discutir ms tiempo. Yo no me
quejo de que un afecto comn se coloque junto al par-
tido que la fortuna halaga; que el esplendor del Impe-
rio haya podido deslumbraros; que queris gozar de l a
expensas de mi hermana; p ero que, interesada como cual-
quier otra en esas grandezas, hayis podido parecerme
desengaada de ellas tan largo tiempo: no, lo confieso an,
era la nica desgracia para la que mi triste corazn no
estaba preparado. He visto elevarse la usurpacin sobre
mi ruina: he visto al cielo cmplice de mis perseguidores,
y tantas catstrofes no haban podido agotar su ira: fal-
tbame, seora, ser olvidado por vos.
JUNIA
En tiempos ms felices, mi justa impaciencia os hara
arrepentir de vuestra desconfianza. Pero Nern os acecha,
seor: y en peligro tan premioso asltanme cuidados peo-
res que el de afligiros. Id, tranquilizos y cesad en vues-
tros reproches: Nern os escuchaba y me orden que
fingiera .
BRITNICO
Cmo? Ese perverso
JUNIA
Testigo de nuestra entrevista, con severo semblante
examinaba el mo, pronto a hacer estallar su venganza
ante cualquier gesto que delatara nuestro acuerdo.
BRITNICO
Nern nos escuchaba, seora! Pero vuestros ojos
ay! hubieran podido fingir y no engaarme. Hubieran
podido nombrar me al autor de ese insulto. Mudo es el
amor, o no tiene ms que un lenguaje? De qu angustias
poda preservarme una mirada! Era preciso
JUNIA
Era preciso callarme y salvaros. Cuntas veces ay!,
pues que hay que decroslo, mi corazn iba a informaros
de su desconcierto! De cuntos suspiros he interrumpido
171 BRITANICO
ESCENA OCTAVA
Ner6n, Britnico, Juna
NERN
Continuad, prncipe, tan encantadores transportes.
Seora, concibo vuestras bondades por sus agradecimien-
tos: acabo de sorprenderle a vuestros pies. Pero me debe
tambin a m alguna gratitud; este lugar lo favorece, y os
retengo en l para facilitarle tan dulce entrevista.
BRITNICO
Yo puedo poner a sus pies mi dolor o mi dicha donde
quiera que su bondad me permita verla; y el aspecto de
este sitio, en que la retenis, nada tiene que deba asom-
brar mis ojos.
NERN
Ni que os muestre u os advierta que hay que res-
petarme y obedecerme?
RACINE li~
BRITNICO
, No nos ha visto educar, al uno y al otro, ni a vos para
desafiarme ni a m para obedeceros; y no se imaginaba,
cuando nos vi nacer, que Domicio me hablara alguna
vez como dueo.
NERN
As transforma el destino nuestros anhelos: yo obe-
deca entonces y ahora sois vos quien obedece. Si an no
habis aprendido a dejaros guiar, sois joven an y se os
puede instruir en ello.
BRITNICO
Y quin habr de instruirme?
NERN
Roma, todo el Imperio a la vez.
BRITNICO
Incluye Roma en el nmero de vuestros derechos
cuanto de cruel tienen la injusticia y la fuerza, los enve-
nenamientos, el rapto y el divorcio?
NERN
Roma no dirige sus curiosas miradas hasta los secre-
tos que recato a sus ojos. Imitad su respeto.
BRITNICO
Sabemos lo que piensa Roma.
NERN
Al menos se calla; imitad su silencio.
BRITNICO
Nern comienza ya a no contenerse.
NERN
N ern comienza a cansarse de vuestros discursos.
BRITNICO
Todos han de bendecir la dicha de su reinado!
NERN
Felices o desdichados, basta con que se me tema.
:173 BRITANICO
BRITNICO
Mal conozco a Junia, o tales sentimientos no han de
merecer sus aplausos.
NERN
Si ignoro el secreto de agradarle, al menos conozco
el arte de castigar a un rival temerario.
BRITNICO
En cuanto a m, sean cuales fueren los peligros que
me agobien, slo puede hacerme temblar su enemistad.
NERN
Deseadla: es todo cuanto puedo deciros.
BRITNICO
La dicha de agradarle es la nica a que aspiro.
NERN
Ella os lo prometi, le agradaris siempre.
BRITNICO
Al menos yo no espo sus plticas. La dejo explicarse
sobre cuanto me concierne, y no me escondo para cerrar-
le la boca.
NERN
Os entiendo. Y bien, guardias!
JUNIA
Qu hacis? Es vuestro hermano. Ay! Es un aman-
te celoso, seor, y mil desgracias persiguen su vida. Ah!
puede excitar vuestra envidia su suerte? Permitid que,
reanudando los lazos de vuestros corazones, me oculte a
vuestros ojos y me sustraiga a los suyos. Mi fuga deten-
dr vuestras fatales discordias; seor, ir a sumarme al
nmero de las Vestales. No le disputis ya mis infortuna
dos favores: permitid que solamente a los Dioses impar
tune con ellos.
NERN
Tal empeo, seora, es repentino y extrao. Guardias,
llevad la a sus habitaciones y retened a Britnico en
las de su hermana.
BRITNICO
Es as como disputa Nern los corazones.
RACINE 174
JUNIA
Cedamos a esta tormenta sin irritarlo, prncipe.
NERN
Guardias, obedeced sin demora.
ESCENA NOVENA
N er6n, Burrus
BURRUS
Cielos! Qu veo?
NERN (sin ver a Burrus)
As se redoblan sus ardores. Reconozco la mano que
los ha reunido. Agripina no se ha presentado a mi vista,
ni se ha demorado tan largo tiempo en sus razones ms
que para poner en juego este resorte odioso. Que se ave-
rige si mi madre se encuentra an aqu. Burrus, quiero
que se la retenga en este palacio, y que, en vez de su
guardia, se le d la ma.
BURRUS
Cmo, seor? Sin orla? A una madre?
NERN
Detenos: ignoro qu proyecto meditis, Burrus; pe-
ro desde hace algunos das, todo cuanto deseo encuentra
en vos un censor pronto a contradecirme. Respondedme
de ella, os digo; porque si os rehusis, otros me respon-
dern de ella y de Burrus.
A e T o e u A' R T o
ESCENA PRIMERA
Agripina, Burrus
BURRUS
S, seora, podris defenderos a vuestro sabor: Csar
mismo consiente en oros aqu. Si su orden os ha hecho
retener en palacio, ha sido quizs con el propsito de
sostener esta entrevista. Sea como sea, si me atrevo a ex-
plicar mi pensamiento, no os acordis de que os ha-
ya ofendido: preparos ms bien a t enderle los brazos;
defendos, seora, pero no lo acusis. Ya lo veis, a l so-
lamente obedece la corte. Aunque sea vuestro hijo y
hasta vuestra obra, es vuestro emperador. Como nosotros,
estis sujeta a ese poder que de vos ha recibido. Segn
que os amenace o que os acaricie, la corte se aparta de
vos o se precipita en torno vuestro. Al buscar vuestro
favor, es su favor el que buscan. Pero aqu est el em-
perador.
AGRIPINA
Que me dejen sola con l.
ESCENA SEGUNDA
Agripina, N er6n
AGRIPINA
(Sentndose) Aproximos y sentos, Nern. Quieren
que desvanezca vuestras sospechas. Ignoro de qu crimen
ha podido acusrseme, pero os pondr al corriente de
cuantos comet. Vos reinis, y sabis cunta distancia
puso vuestro nacimiento entre el Imperio y vos. Sin m,
RACINE 176
NERN
ESCENA TERCERA
N er6n, Burrus
BURRUS
Seor, qu encantadores espectculos van a ofrecer
a mis ojos estos abrazos y esta paz! Vos sabis si alguna
vez le fu contrario mi consejo, si quise yo distraeros de
su amistad y si merec esa injusta clera.
NERN
No os halago, me quej de vos, Burrus: os cre a los
dos en inteligencia; pero os devuelve mi confianza su ene-
mistad. Ella se apresura demasiado a triunfar, Burrus.
Abrazo a mi rival, pero es para ahogarlo.
BURRUS
Cmo, seor?
NERN
Es demasiado ; preciso es que su muerte me libre
para siempre de los furores de Agripina. Mientras l
respire, no vivo yo sino a medias. Ella me ha acosado
con ese nombre enemigo; y no estoy dispuesto a que su
culpable audacia le prometa por segunda vez mi lugar.
BURRUS
Va a llorar, pues, bien pronto a Britnico?
NERN
Habr dejado de temerle antes de que acabe el da.
BURRUS
. Y qu es lo que os inspira el deseo de esa trama?
NERN
Mi vida, mi amor, mi seguridad, mi gloria.
BURRUS
No, seor, por mucho que digis, jams fu conce-
bido en vuestro seno tan horrible designio.
NERN
Burrus!
181 BRITANICO
BURRUS
Oh cielos! Puedo saberlo de vuestra boca? Vos
mismo pudisteis orlo sin estremeceros? Pensis en qu
sangre vais a baaros? Se cans Nern de reinar en to-
dos los corazones? Qu se dir de vos? Cul es vuestra
idea?
NERN
Cmo! Encadenado a mi pasada gloria, tendr siem-
pre ante los ojos no s qu amor, que el azar nos da y
nos quita en un solo da? Sometido a todos, contrariando
mis impulsos, soy vuestro emperador slo para com-
placeros?
BURRUS
Y no basta, seor, para vuestros deseos, que el bien-
estar pblico sea obra de vuestros beneficios? A vos os
toca elegir, an sois dueo de hacerlo. Podis ser siem-
pre virtuoso como hasta aqu: trazado est el camino, na-
da os retiene ya; no tenis sino que caminar de virtud
en virtud. Pero si segus el consejo de vuestros adulado-
res, necesitaris correr de crimen en crimen, seor, sos-
teniendo con nuevas crueldades vuestros rigores y lavando
en la sangre vuestros ensangrentados brazos. Britnico,
al morir, excitar el fervor de sus amigos, siempre pres-
tos a defender su causa. Estos vengadores encontrarn
nuevos defensores, que aun despus de muertos tendrn
quien los suceda; vais a provocar un incendio que no
podr extinguirse. Temido de todo el universo, deberis
temerlo todo, castigar siempre, siempre temblar por vues-
tros proyectos, y contar como enemigos vuestros a todos
vuestros sbditos. Ah, la feliz experiencia de vuestros
primeros aos .os hace odiar vuestra inocencia, seor?
.Pensis en la felicidad que era su sello? En qu reposo
los habis visto transcurrir, oh cielos! Qu placer pensar
y deciros a vos mismo: "En este instante, se me ama y
se me hendice dondequiera ; el pueblo no se intimida ante
mi nombre; el cielo no escucha mi nombre entre gemidos;
no huyen mi rostro con enemistad sombra; dondequiera
veo volar los corazones a mi paso". Tales eran vuestros
placeres. Qu cambio, oh Dioses! Preciosa os era la sangre
ms abyecta. Recuerdo que, un da Que el Senado os apre-
miaba justamente para que firmarais la muerte de un cul-
pable, vos os resististeis a su severidad, seor: acusbase
RACINE 182
ESCENA CUARTA
Ner6n , Narciso
NARCISO
Seor, lo he previsto todo para tan justificada muerte.
Pronto est el veneno. La famosa Locusta ha redoblado
para m sus oficiosos cuidados : hizo expirar un esclavo
ante mis ojos; y para cortar una vida, el hierro es menos
pronto que el nuevo veneno que me confa su mano.
NERN
Basta, Narciso; reconozco esa diligencia, pero no
deseo que vayis ms lejos.
NARCISO
Cmo! vuestro odio por Britnico, debilitado, me
prohibe ...
183 BRITANICO
NERN
S, Narciso, nos reconcilian.
NARCISO
Me guardar bien de apartaros, seor; pero l acaba
de verse aprisionar: esta ofensa se conservar largo tiem
po viva en su corazn. Y como no hay secretos que el
tiempo no descubra, sabr que mi mano deba presentarle
un veneno preparado por vuestra orden. i Distriganlo
los Dioses de tal designio! Pero acaso l har lo que vos
no os atrevis a hacer.
NERN
Responden de su corazn; y yo vencer el mo.
NARCISO
Y el lazo son las bodas de Junia? Le hacis tambin
ese sacrificio, seor?
NERN
Esto es ya exceso de celo. Ah, Narciso, sea como sea,
no lo cuento ya entre mis enemigos.
NARCISO
Seor, bien lo descontaba Agripina; ha re adquirido so
bre vos su absoluto imperio.
NERN
Cmo, pues? Qu es lo que ha dicho? Y qu que
ris decir?
NARCISO
Se ha jactado de ello pblicamente.
NERN
De qu?
NARCISO
De que le bastaba con veros un momento, y todo ese
gran escndalo, esa funesta clera, seran reemplazados
por un modesto silencio; de que vos mismo serais el pri-
mero en firmar la paz, feliz de que su bondad se dignara
olvidarlo todo.
NERN
Pero dme, Narciso: qu quieres que haga? Demasia-
da inclinacin tengo a castigar su audacia; y si cedo a
RACINE 184
ESCENA PRIMERA
Britnico, Junia
BRITNICO
S, seora, quin hubiera podido imaginarlo? Nern
en sus habitaciones me espera para abrazarme. Ha he-
cho ivitar all a la juventud de su corte; quiere que la
alegra y la pompa de un festn confirmen a sus ojos la
fe de nuestros juramentos y aviven el calor de nuestros
abrazos; l apaga su amor, fuente de tantos odios; y os
hace a vos rbitro soberano de mi suerte. En cuanto a
m, aunque me encuentro desterrado del puesto de mis
abuelos, aunque se adorna l a mi propia vista con sus
despojos, desde que ha dejado de ser contrario a mi amor,
pareciendo cederme la gloria de agradaros, confesar que
mi corazn le perdona en secreto y le abandona de me-
jor gana la restante. .Cmo? No vivir ya separado de
vuestros encantos? .Cmo? Puedo ver sin temor en este
instante esos ojos que no conmovieron ni el terror ni
los suspiros y que me sacrificaron el Emperador y el
Imperio? Ah, seora! Pero cmo? Qu nuevo temor
contiene vuestra dicha en medio de mis transportes? Por
qu, al escucharme, vuestros ojos, vuestros tristes ojos,
se vuelven hacia el cielo con largas miradas? Qu es lo
que temis?
JU NI A
Yo misma lo ignoro; pero temo.
BRITNICO
Me amis?
JUNIA
Ay, si os amo!
RACINE 188
BRITNICO
Nern ya no turba nuestra dicha.
JUNIA
Pero me respondis de su sinceridad?
BRITNICO
Cmo? Sospechis en l un odio encubierto?
JUNIA
Hace muy poco, Nern me amaba y juraba vuestra
prdida; ahora, me huye y os busca: tan gran mudanza
puede ser, seor, la obra de un momento?
BRITNICO
Seora, es la obra de una jugada de Agripina; crey
que mi prdida traera su cada. Nuestros mayores
enemigos han combatido por nosotros, gracias a las pre-
venciones de su celoso espritu. Me fo de los transportes
que me ha hecho presenciar; me fo de Burrus; le creo
hasta a su amo; creo que, incapaz de traicionar, como yo,
odia l! cara descubierta, o deja de odiar.
JUNIA
Seor, no juzguis de su corazn por el vuestro; mar-
chis uno y otro con diferentes pasos. No conozco a Nern
y a la corte ms que desde hace un da; pero, ay, si oso
decirlo, en esta corte, qu lejos est lo que se dice de lo
que se piensa. Qu poco de acuerdo van el corazn y la
boca! Con qu alegra se traiciona aqu la propia palabra!
Qu morada extranjera es para m y para vos!
BRITNICO
Pero sea su amistad verdadera o fingida, si vos te-
mis a Nern, acaso est l mismo exento de temores?
No, no, l no va a levantar en su contra al pueblo y al
Senado con un cobarde crimen. Qu digo? Reconoce su
reciente injusticia. Evidentes han sido sus remordimientos
hasta a los ojos de Narciso. Ah, si l os hubiera dicho,
princesa ma, hasta qu punto...
JUNIA
Pero, seor, no os traiciona Narciso?
189 BRITANICO
BRITNICO
Y por qu queris que mi corazn le desconfe?
JUNIA
Qu s yo, seor! Va en ello vuestra vida. Todo me
es sospechoso: temo que todo est vendido; temo a Ne-
rn, temo a la desgracia que me acompaa. Dominada a
pesar mo por negro presentimiento, con pena os dejo
alejaros de mi presencia. Ay, si esta paz en que desean
sis ocultara trampas contra vuestra vida; si Nern, irri-
tado por nuestro acuerdo, hubiera escogido la noche para
esconder su venganza! Si preparara el golpe mientras os
estoy mirando! Y si estuviera yo hablndoos por ltima
vez! Ah, prncipe!
BRIT NICO
VOS lloris! Ah, mi cara princesa! Hasta ese punto
se interesa por m vuestro corazn? Cmo, seora? En un
da en que, colmado de grandeza, Nern cree deslumbrar
con su esplendor vuestros ojos, en lugares donde todos le
reverencian y me huyen, prefers mi desgracia a las pom-
pas de su corte! Cmo? En el mismo da y en este mis-
mo sitio, rehusar un imperio y llorar ante mis ojos? Pero
detened, seora, tan preciosas lgrimas: mi regreso disi-
par bien pronto vuestros temores. Volvera me sospechoso
ms larga demora: adis. Voy, con el corazn colmado de
amor, a no ver ni or ms que a mi bella princesa en me-
dio de los transportes de una ciega juventud. Adis.
JUNIA
Prncipe ...
BRITNICO
Debo partir, me esperan, seora.
JUNIA
Pero al menos esperad que vengan a llamaros.
ESCENA SEGUNDA
Agripina, Britnico, Junia
AGRIPINA
En qu os demoris, prncipe? Nern, impaciente, se
queja de vuestra ausencia. La alegria y el placer de los
RACINE 190
ESCENA TERCERA
Agripna, Juna
AGRIPINA
O me engao, seora, o durante la despedida algunas
lgrimas oscurecieron vuestros ojos. Puedo saber qu
inquietud ha formado esa nube? Dudis de una paz que
es obra ma?
JUNIA
Puedo acaso tranquilizar mi agitado espritu despus
de todos los disgustos que me cuesta esta jornada? Ay,
apenas concibo an este milagro. A pesar de todo, temo
algn obstculo a vuestras bondades. Seora, frecuente
es en la corte la mudanza, y el amor va siempre acom-
paado de temores.
AGRIPINA
Habl y bast, todo cambi de aspecto: mis cuidados
no dejan espacio para vuestras sospechas. Respondo de
una paz que se jur en mis manos: Nern me ha dado
de ella pruebas por dems seguras. Ah, si hubierais vis-
to con cuntas caricias me renov la fe de sus promesas!
Con qu abrazos me ha estado deteniendo! Sus brazos
se resi.stan a dejarme en nuestros adioses; brillando so-
bre su frente, su fcil bondad descendi hasta los meno-
res secretos. Se expresaba como hijo que libremente
viene en el seno de su madre a olvidar su orgullo. Pero
recobrando bien pronto un rostro severo, tal como un
emperador que consulta a su madre, su confidencia augus-
ta puso entre mis manos secretos de que pende el destino
de los hombres. No, preciso es confesarlo aqu en honor
suyo, no encierra su corazn negra malicia; slo nuestros
191 BRITANICO
ESCENA CUARTA
AgTipina, Junia, Burrus
AGRIP'I NA
Burrus, adnde corris? Detenos. Qu quiere decir ...
BURRUS
Seora, esto es hecho, Britnico expira.
JUNIA
Ah, mi prncipe!
AGRIPINA
Expira?
BURRUS
O mejor, seora, ha muerto.
JUNIA
Perdonad, seora, este arrebato. Voy a socorrerlo, si
puedo, o a seguirlo.
ESCENA QUINTA
Agripina, Burrus
AGRIPINA
Burrus, qu atentado!
BU RRUS
No podr sobrevivirle, seora; hay que separarse de
la corte y del Emperador.
RAClNE 192
AGRIPINA
Qu? No ha tenido horror de la sangre de su her-
mano?
BURRUS
Su designio fu conducido con ms misterio. Apenas
el Emperador vi venir a su hermano, se levanta, lo
abraza, callamos, y de pronto, Csar el primero alza una
copa en la mano : "Para acabar este da bajo mejores aus-
picios, mi mano esparce las primicias de esta copa, dijo;
Dioses, a quienes invoco en este transporte, venid a fa-
vorecer nuestra reconciliacin". Por los mismos juramen-
tos lgase Britnico; la copa en sus manos la llena Narciso;
pero apenas se posan sus labios en el borde, el hierro no
produce tan fulminantes efectos, seora: la luz se oculta
a sus ojos y cae sobre el lecho sin calor y sin vida. Ima-
ginad cmo espanta tal golpe a todos los espritus: la
mitad se aterra y sale entre clamores; pero los que tienen
ms hbito de la corte componen su rostro segn los ojos
del Csar. l, mientras tanto, permanece reclinado sobre
su lecho, sin parecer asombrarse de nada: "Este mal
cuya violencia temis, dice, lo ha atacado a menudo du-
rante su infancia sin daarlo". Narciso quiere afectar en
vano cierta desazn, pero a su pesar se manifiesta su
prfido gozo. En cuanto a m, aunque deba castigar el
Emperador mi atrevimiento, atraves el tumulto de una
corte odiosa, y agobiado por este crimen, iba a llorar a
Britnico, al Estado y a Csar.
AGRIPINA
Aqu viene. Veris si soy yo quien lo inspira.
ESCENA SEXTA
Agripina, Nern, Burrus, Narciso
NERN
Y quin es, seora?
AGRIPINA
Vos.
NERN
Yo! sas son las sospechas de que sois capaz. No hay
desgracia de que no sea yo el culpable; y si se hiciera
caso de vuestras razones, mi mano habra cortado los
das del mismo Claudio. Seora, su hijo os era caro: pue-
de. su muerte impresionaros; pero yo no puedo responder
de los golpes del destino.
AGRIPINA
No, no. Britnico ha muerto envenenado: Narciso ha
dado el golpe y vos lo ordenasteis.
NElN
Pero quin puede soportaros tal lenguaje, seora?
NARCISO
Eh, seor, tanto os ultraja esa sospecha? Seora,
Britnico tuvo secretos designios que os hubieran costado
ms justificadas quejas. Aspiraba a algo ms que a la
mano de Junia; l os hubiera castigado de vuestras pro-
pias bondades. Os engaaba a vos misma ; y su ofendido
corazn pretenda recordar tarde o temprano el pasado.
Sea, pues, que la suerte os haya servido a vuestro pesar,
sea que, instrudo de las conspiraciones que amenazaban
su vida, Csar haya descansado en mi fidelidad , dejad los
llantos, seora, para vuestros enemigos. Que ellos colo-
quen esta desgracia entre las ms siniestras, pero vos ...
AGRIPINA
Prosigue con tales ministros, Nern. Vas a hacerte
sealar con hechos gloriosos. Prosigue. No has dado este
paso para retroceder. Por la sangre fraterna ha comen
zado tu mano, y preveo que hasta tu madre llegarn tus
golpes. S que me odias en el fondo de tu corazn; que-
rrs liberarte del yugo de mis beneficios. Pero quiero que
mi muerte misma te sea intil. No creas que al morir te
deje tranquilo. Roma, este cielo, la vida que de m reci-
biste, todo, en todo momento, me ofrecer a tus ojos. Co-
mo otras tantas furias te perseguirn los remordimientos;
RACINE 194
ESCENA SEPTIMA
Agripina, Burrus
AGRIPINA
Ah, cielos! Cunta era la injusticia de mis sospe-
chas! Condenaba a Burrus para escuchar a Narciso! Vis-
teis, Burrus, qu furiosas miradas me lanz al dejarme
Nern como despedida? Esto es hecho: nada tiene ya
que detenga el perverso. Va a caer sobre mi cabeza
el golpe que me predijeron y os agobiar a vos tambin
a vuestra hora.
BURRUS
Ah, en cuanto a m, seora, he vivido un da de ms.
Pluguiera al cielo que, dichosamente cruel, su mano hu-
biera hecho sobre m el ensayo de sus nuevos furores!
Que no me hubiera ofrecido, con este desgraciado crimen,
una prueba demasiado cierta de las desgracias del Estado.
No es slo su crimen lo que me desespera: pudieron sus
celos armarlo contra su hermano; pero lo que explica mi
angustia, seora, si debo decroslo, es que Nern lo ha
visto morir sin cambiar de color. Sus ojos indiferentes
tienen ya la impasibilidad de un tirano endurecido en el
crimen desde la infancia. Que acabe, seora, haciendo
perecer a un importuno ministro que no puede soportarlo.
Ay, lejos de querer evitar su clera, la ms rpida muer-
te sera la mejor para m.
195 BRITANICO
ESCENA OCTAVA
Agripina, Burrus, Albina
ALBINA
Ah, seora; ah, seor, acudid al Emperador: venid a
salvar al Csar de sus propios furores. Se ve separado de
Junia para siempre.
AGRIPINA
Cmo? La propia Junia ha puesto trmino a su
vida?
ALllINA
Seora, para agobiar a Csar con un pesar eterno,
ella, sin morir, ha muerto para l. Sabis cmo se escap
de aqu: fingi pasar a las habitaciones de la triste Oc-
tavia, pero bien pronto, tomando apartados caminos, por
donde siguieron mis ojos sus pasos veloces, sale enloque-
cida de las puertas del palacio. Vi antes que nada la
estatua de Augusto; y mojando con lgrimas el mrmol
de sus pies, que tena ligados con sus suplicantes brazos :
"Prncipe, dijo, por estas plantas que beso, protege en
este momento lo que queda de tu raza. Acaba Roma de
ver inmolar en tu palacio al nico de tus descendientes que
hubiera podido asemejrsete. Quieren que sea perjura
con l despus de su muerte; mas para conservarle, prn-
cipe, mi fe siempre pura, me consagro a estos Dioses in-
mortales cuyos altares te hizo compartir tu virtud". Mien-
tras tanto el pueblo, a quien asombra este espectculo,
vuela de todas partes, se aprieta, la rodea, se enternece
con sus lgrimas : y compadeciendo sus desgracias la toma
bajo su proteccin por voz unnime. La llevan al templo
donde desde hace tanto tiempo nuestras vrgenes desti-
nadas al culto de los altares guardan fielmente el precioso
depsito del fuego siempre encendido que arde por nues-
tros dioses. Csar los ve partir sin osar impedirlo ; pero
Narciso, ms audaz, por complacerlo se apresura a inten-
tarlo. Vuela hacia Junia, y, sin espantarse, comienza a
detenerla con profanas manos. Con mil golpes mortales
es castigada su audacia; su sangre infiel cay con mpetu
sobre Junia. Csar, aturdido por tantos hechos juntos, la
deja entre las manos que la ampararon. Y regresa. Todos
huyen su feroz silencio ; slo sale de su boca el nombre
RA CI N E 196
ESCENA PRIMERA
Ester, Elisa
ES TER
Eres t, cara Elisa? Oh, da tres veces dichoso! Ben-
dito sea el cielo que te devuelve a mis brazos, a ti que,
descendiente como yo de Benjamn, fuiste de mis pri-
meros aos la compaera asidua, y sufriendo la opresin
del mismo yugo me ayudabas a llorar sobre las des-
gracias de Sin! Tiempo tan caro todava a mi recuerdo!
Pero ignorabas t la gloria de tu Ester? Qu comarca,
qu desierto han podido ocultarme durante ms de seis
meses en que te he hecho buscar?
ELISA
Desconsolada por el rumor de vuestra muerte, viva
separada del resto de los hombres, sin esperar ms que
el fin de mis tristes das, cuando de pronto, seora,
djome un divino profeta: "Lloras demasiado tiempo
a una muerta que te engaa; levntate, toma el camino
de Susa: all vers la pompa y los honores de Ester, y
sentado en el trono al objeto de tus lgrimas. Oh Sin,
agreg, tranquiliza a tus tribus alarmadas: aproxmase
el da en que el Dios de los ejrcitos har resplandecer
el apoyo de su brazo potente; el clamor de su pueblo ha
subido hasta l". As dijo: y yo corro penetrada de
horror y de dicha. Pude franquear las puertas de este
palacio. Oh espectculo! Oh triunfo admirable para mis
ojos! Digno, en efecto, del braz que salv a nuestros
RACINE 202
ESCENA SEGUNDA
Este1', Elisa, el Coro.
ESCENA TERCERA
Ester, Mardoqueo, Elisa, el Coro
ESTER
Qu profano en este sitio osa avanzar hacia nosotros?
Qu miro? Mardoqueo! Oh padre mo, sois vos? Aca-
so un ngel del Seor gui vuestros pasos y ocult
vuestro arribo bajo sus santas alas? Pero por qu ese
aire sombro, y ese cilicio espantoso, y esa ceniza que
cubre vuestros cabellos? Qu nos anunciis?
MARDOQUEO
Oh reina infortunada! Brbaro destino de un pueblo
inocente! Leed, leed este decreto cruel, detestable . ..
Estamos perdidos! Y se acab Israel!
ESTER
Santos Cielos! La sangre se me hiela en las venas.
RACINE 206
MARDOQUEO
Se exterminar la raza de los judos. Hemos sido en-
tregados al sanguinario Amn; listos estn ya espadas y
cuchillos; toda la nacin ha sido proscrita de un solo
golpe. Amn, el impo Amn, raza del amalecita, ha
echado mano de toda su influencia para este funesto
golpe; y el rey, demasiado crdulo, firm el edicto. Pre-
venido contra nosotros por esa impura boca, nos cree
aborrecidos de la naturaleza entera. Dadas estn las
rdenes, y elegido, en todos sus Estados, el da fatal
para tantos crmenes. Cielos, alumbraris tan horrible
carnicera! El hierro ignorar la edad y el sexo; todo
ha de servir de presa a tigres y a buitres; y slo diez
das nos separan de tan tr,e mendo da!
ESTER
Oh Dios, t que ves tramarse designios tan funestos,
has abandonado ya a los restos de Jacob?
UNA DE LAS ISRAELITAS MS JVENES
Oh Cielo! Si t no nos defiendes quin nos defen-
der?
MARDOQUEO
Ester, dejad las lgrimas a estas criaturas. En vos
reside toda la esperanza de vuestros desgraciados her-
manos; hay que socorrerlos; pero 10S minutos son pre-
ciosos; el tiempo vuela y bien pronto traer el da en
que el nombre de los judos debe perecer sin remedio.
Abrasada por el fuego de tantos sacros profetas, id, atre-
vos a declarar al rey quin sois.
ESTER
Ay! Ignoris acaso qu severas leyes ocultan aqu
los reyes a los tmidos mortales? Su terrible majestad
finge volverse invisible para sus sbditos en el fondo de
sus palacios; y la muerte es el castigo de cualquier audaz
que sin ser llamado se presente a sus ojos, si en el ins-
tante mismo el rey, para salvar al culpable, no le da
a besar su temible cetro. Nada pone al abrigo de esta
orden fatal, ni rango, ni sexo, e igual para todos es el
crimen. Yo misma, sentada a su lado y en su trono, estoy
sometida a esta ley como cualquiera. Preciso es, para
que le hable, no que me haya anunciado, sino que l me
busque, o que me haga llamar al menos.
207 ESTER
MARIlOQUEO
Cmo! Cuando veis perecer a vuestra patria, Ester,
tenis en algo vuestra vida! Habla Dios, y temis el
enojo de un mortal! Qu digo? Os pertenece vuestra
vida, Ester? No pertenece a l~ sangre de que habis
brotado? No pertenece a Dios, de quien la habis reci-
bido ? Y quin sabe si cuando al trono condujo vuestros
pasos no os guardaba para salvar a su pueblo? Pensadlo
bien: ese Dios no os ha escogido para ser vano espec-
tculo a los pueblos del Asia, ni para encantar los ojos
de los profanos mortales : reserva sus santos para fun-
cin ms noble. Inmolarse por su nombre y por su he-
rencia, se es el verdadero destino de un hijo de Israel;
demasiado feliz sois al arriesgar por l vuestros das!
Y qu necesidad tiene su brazo de nuestros socorros?
Qu pueden contra l todos los reyes de la tierra? En
vano se uniran para combatirlo : no tiene ms que mos-
trarse para disipar su alianza; habla, y los vuelve al
polvo. Al sonido solo de su voz huye la mar, el cielo
tiembla; como si nada fuera ve el universo entero; y los
dbiles mortales, vanos juguetes de la muerte, son ante
sus ojos como si no existieran. Si ha permitido la crimi-
nal audacia de Amn, es sin duda porque quera probar
vuestro celo. Es l quien, excitndome para que osara
buscaros, se ha dignado marchar delante de m, cara
Ester; y si est escrito que su voz hiera vuestros odos
en vano, no por eso dejaremos de asistir a la revelacin
de sus prodigios. l puede confundir a Amn, puede
romper nuestras cadenas por medio de la mano ms d-
bil que haya en el universo; y vos, que no habris queri ..
do aceptar esa merced, pereceris acaso con toda vues-
tra raza.
ESTER
Id : que todos los judos esparcidos en Susa, orando
con vos asiduamente noche y da, me presten el saluda-
ble socorro de sus plegarias, y que durante estos tres
das guarden austero ayuno. Ya la sombra noche ha co-
menzado su vuelo : maana, cuando el sol vuelva a en-
cender el da, contenta de perecer, si es preciso que yo
perezca, ir a ofrecerme en sacrificio por mi pas. Ale-
jos un momento.
(El coro se r eti ra hacia el fndo del escenari o)
RACINE 208
ESCENA CUARTA
Ester, Elisa, el Coro
ESTER
Oh mi soberano rey, aqu me tienes, temblorosa y
sola ante ti! Mil veces djome mi padre en mi infancia
que con nosotros juraste una santa alianza cuando, pa-
,ra hacerte un pueblo grato a tus ojos, plgole a tu amor
escoger a nuestros abuelos: hasta les prometiste por tu
boca sagrada una posteridad eterna. Ay! Este ~.ueblo
ingrato despreci tu ley; viol su fe la nacin amada:
repudi a su esposo y a su padre para entregar a otros
dioses un honor adltero; y ahora sirve bajo un amo
extranjero, Pero an es poco el que sea esclava, quieren
degollarla: insultando nuestras lgrimas, nuestros sober-
bios vencedores atribuyen a sus dioses sus belicosos
xitos, y quieren hoy que bajo un mismo golpe mortal
queden abolidos tu altar, tu pueblo y tu nombre. As,
pues, tras de tantos milagros, podra un prfidO aniqui-
lar la fe de tus orculos, y arrebatar a los mortales el
ms caro de tus dones, el santo que prometiste y que
esperamos? No, no, no permitas que estos puehlos fe-
roces, ebrios de nuestra sangre. cierren las nicas bocas
' que en todo el universo celebran tus beneficios; confunde
a todos esos dioses que no existieron jams,
En cuanto a m, a quien retienes entre estos infieles,
sabes cmo odio sus criminales fiestas, y sabes que con-
sidero como profanaciones su mesa, sus libaciones y sus
festines; que aun esta pompa a que estoy condenada, esta
diadema con que debo aparecer ornada en los solemnes
das dedicados al orgullo, sola y en secreto la aplasto
bajo mis pies; sabes que a estos vanos ornamentos pre-
fiero la ceniza y slo me placen las lgrimas que me
ves derramar. Esperaba el momento sealado por tu
fallo para osar defender los intereses de tu pueblo. Ese
momento ha llegado: mi rpida obediencia va a afrontar
la presencia de un rey temible, Eres t quien me mueve:
acompaa mis pasos ante ese fiero len que te desconoce ;
ordena que su enojo se apacige al verme, y presta a
mis discursos un encanto que lo seduzca; sometidos es-
tn a ti los vientos, las tormentas y los cielos: vuelve
por fin su furor contra nuestros enemigos.
209 ESTEll
ESCENA QUINTA
(Toda esta escena es cantada)
El Coro
UNA I;RAELITA (sola)
Mis fieles compaeras, gimamos y lloremos,
demos a nuestras lgrimas salida;
a las santas montaas los ojos levantemos
de donde la inocencia ha de ser socorrida.
Oh mortales temores!
Todo Israel perece. Llorad, ojos ansiosos :
no hubo jams debajo de los cielos piadosos
tan gran motivo de dolores.
TODO EL CORO
Oh mortales temores!
OTRA ISRAELITA
No era bastante acaso que un vencedor odio&o
de la augusta Sin tronchara los primores
y arrastrara a sus hijos cautivos sin reposo?
TODO EL CORO
Oh mortales temores!
LA MISMA ISRAELITA
Corderos indefensos entre lobos furiosos ,
nuestras nicas armas son aquestos clamores.
TODO EL CORO
Oh mortales temores!
UNA ISRAELITA
Arranquemos, rompamos los vanos ornamentos
que adornan nuestra testa.
OTRA ISRAELITA
Revistmonos de paramentos
conformes a la horrible fiesta
que el impo Amn nos apresta.
TODO EL CORO
Arranquemos, rompamos los vanos ornamentos
que adornan nuestra testa.
RAUINE 210
OTRA
l derroca al hombre orgulloso.
OTRA
Toma al humilde a su cuidado.
TODO EL CORO
El Dios a quien servimos: es el Dios de la guerra:
no, no ha de permitir que en la tierra
sea el sin culpa degollado.
DOS ISRAELITAS
Oh Dios, a quien la gloria circunda,
Dios, a quien la luz inunda,
que vuelas en el ala de los vientos,
cuyo trono es por ngeles llevado.
OTRAS DOS MS JVENES
Dios, que por simples nios quieres ser alabado
y con los de los ngeles confundes sus acentos.
TODO EL cono
T ves nuestros peligros fieros:
a tu nombre d la victoria;
no consientas, no, que tu gloria
trasmigre a dioses extranjeros.
UNA ISRAELITA (sola)
rmate, vn para nos defender.
Desciende, como antao te vi el mar descender;
que aprendan los malvados aqu
a temer tus enojos:
que sean como polvo y paja de rastrojos
que el viento dispersa ante s.
TODO EL cono
T ves nuestros peligros fieros:
a tu nombre d la victoria;
no consientas, no, que tu gloria
trasmigre a dioses extranjeros.
..A e T o SEGUNDO
ESCENA PRIMERA
Amn, Hidaspes
AMN
Cmo! Cuando apenas comienza a lucir el da osas
introducirme en tan temible lugar?
HIDASPES
Sabis que se puede confiar en m ; que estas pUE:'r-
tas, seor, slo a m me obedecen: venid. En cualquier
otro lugar podra orsenos.
AMN
Cul es, pues, el secreto que quieres hacerme co-
nocer?
HIDASPES
Seor, honrado mil veces por vuestros favores, re-
cuerdo siempre que os he jurado exponer a vuestros ojos,
con sinceros avisos, todo cuanto de misterioso encierra
este palacio. El rey parece devorado por negro disgusto:
esta noche lo ha herido algn sueo espantoso. Mientras
que todo yaca en apacible silencio, su voz se ha dejado
or con un grito terrible. Corr. El desorden reinaba en
sus palabras: se quej de un peligro que amenazaba sus
das, habl de enemigos, de un feroz raptor : hasta sa-
li de su boca el nombre de Ester. Y pas toda la noche
entre esos horrores. En fin , harto de llamar un sueo
que le huye, y para apartar de s tan fnebres imgenes,
RAClNE 214
HIDASPES
Quin? Ese jefe de una raza impa y abominable?
AMN
S, l mismo.
HIDASPES
Eh, seor! Puede tan dbil enemigo turbar la paz
de tan bella vida?
AMN
Jams se inclin ante m, el insolente. En vano todos
reverencian de rodillas las gloriosas seales del favor
del ms grande de los monarcas; cuando todos los persas,
posedos de santo respeto, no osan levantar sus frentes
postradas en tierra, L orgullosamente sentado, y la ca-
beza inmvil, trata de servil impiedad tales honores, pre-
senta a mis miradas un sedicioso semblante, y no se digna
siquiera bajar los ojos. Asedia, sin embargo, la puerta
del palacio: a cualquier hora que entre o que salga, Ri-
daspes, me aflige y me persigue su odioso rostro; hasta
de noche lo ve mi turbado espritu. Esta maana quise
adelantarme a la luz: lo he encontrado, espantosamente
cubierto de polvo, vestido de harapos, palidsimo; pero,
bajo la ceniza, sus ojos conservaban el mismo orgullo. De
dnde saca, querido amigo, esta audacia imprudente? T,
que ves cuanto ocurre en palacio, crees que alguna voz
ose hablar por l? En qu frgil caa ha puesto su apoyo?
HIDASPES
Seor, vos lo sabis, su saludable aviso descubri la
sanguinaria conspiracin de Tares. El rey prometi enton-
ces recompensarlo, pero de algn tiempo a esta parte pa-
rece no pensar ms en ello.
AMN
No, hay que desnudar la verdad ante sus ojos. Yo
supe corregir la injusticia de mi destino: trado tierno
infante a manos de los persas, gobierno el imperio don-
de fu comprado; mis riquezas igualan la opulencia de
los reyes; rodeado de hijos sostenedores de mi poder,
no falta a mi frente ms que la diadema real. Y sin em-
bargo (fatal enceguecimiento de los mortales!) la pasa-
jera dulzura de este montn de honores apenas deja
sobre mi corazn una ligera huella ; pero Mardoqueo sen-
RAClNE 216
ESCENA SEGUNDA
Asuero, Hidaspes, Asaj, Squito de As'uero
ASUERO
As, pues, sin este fiel aviso, dos traidores huberan
asesinado al rey en su lecho? Dejadme, y que slo Asaf
quede conmigo,
ESCENA TERCERA
Asuero, Asa!
ASUERO (sentado en su trono)
Lo confieso, casi no recordaba el ,a tentado parricida
de ese par de prfidos; y por dos veces he palidecido
durante el terrible relato que acaba de revivir su imagen
en mi espritu, Veo qu consecuencias tuvo su furor y
que perdieron la vida en el tormento; pero ese diligente
sbdito que con mirada tan sutil supo desenvolver el
hilo de su negra conjura, que me mostr las manos al
zadas ya sobre m, por quien la Persia fu conmigo sal-
vada, qu honor, qu premio ha recibido por su fidelidad?
ASAF
Mucho se le prometi: y es todo cuanto s.
ASUERO
Oh, ms que condenable olvido de un servicio p-
timo! Efecto inevitable de los estorbos del trono! Rodea-
do de tumultuosos problemas, el prncipe se ve arrastrado
sin cesar hacia nuevas preocupaciones; el porvenir lo
inquieta y el presente lo hiere; pero ms rpido que el
relmpago se nos escapa el pasado, y entre tantos como
se agitan a toda hora a nuestro alrededor, empeados en
hacer valer su interesada diligencia, no se encuentra uno
que, movido de celo verdadero, vigile fielmente nuestra
gloria y nos haga recordar el olvidado mrito, demasia-
do ocupados todos en hablarnos de lo que hay que casti-
gar. Ah! prefiero que la injuria escape a mi venganza
antes que tan raro beneficio a mi reconocimiento! ,Quin
querrfa en adelante exponerse por su rey? Vive an ese
mortal que mostr por m tanto celo?
219 ESTER
ASAF
l ve an el astro que os ilumina.
ASUERO
Y no ha pedido ya su salario? Qu remoto pas lo
oculta a mi benevolencia?
ASAF
Sentado muy a menudo a las puertas del palacio, sin
quejarse ni de vos ni de su destino, arrastra, seor, su
vida infortunada.
ASUERO
Y tanto menos debo yo olvidar la virtud cuanto que
se olvida a s misma. Se llama, dme?
ASAF
El nombre que acabo de leeros es Mardoqueo.
ASUERO
Y su pas?
ASAF
Seor, puesto que hay que decroslo, es uno de esos
cautivos destinados a perecer, trados al Eufrates desde
las riberas del Jordn.
ASUERO
Es judo, pues? Oh Cielos, en el momento en que
la vida me iba a ser arrebatada por mis propios sbditos,
un judo vuelve intiles con sus cuidados tales esfuerzos!
Un judo me preserv de la espada de los persas! Pero
sea quien sea, nada importa, puesto que me ha salvado.
A ver, alguien!
ESCENA CUARTA
AsueTO, Hidaspes, Asaf
HIDASPES
Seor?
ASUERO
Mira a la puerta por si algn grande de mi corte se
ofreciera a tus ojos.
HIDASPES
Amn se ha adelantado al da en vuestra puerta.
Mm ERO
Que entre. Quizs me Uuminen sus consejos.
RA CINE 220
ESCENA QUINTA
Asuero, Amn, Hidaspes, Asaf
ASUERO
Aproxmate, feliz apoyo del trono de tu seor, almn
de mis consejos, t, el nico que tantas veces aliviaste
el peso del cetro en mi mano. Un secreto reproche roe
mi alma. S bien' cun puro es el celo en que ardes: ja
ms entr la mentira en tus discursos, y mi solo inters
es el objetivo tras que corres. Dme, pues: qu debe
hacer un prncipe magnnimo que quiere colmar de ho-
nores a un sbdito a quien estima? Con qu gaje res-
plandeciente, digno de un gran rey, puedo recompensar
la fe y el mrito? No pongas a mi reconocimiento lmite
alguno. Mide tus consejos con la medida de mi vasto
poder.
AMN (en voz muy baja)
Amn, vas a pronunciarte acerca de ti mismo; y
a quin sino a ti podra recompensarse?
ASUERO
Qu piensas t?
AMN
Busco, seor, considero la conducta y las costumbres
de los monarcas persas: pero en vano los evoco a todos
en mi memoria. Qu son a vuestro lado para que os
guiis por ellos? Vuestro reinado debe servir de modelo a
la posteridad. Queris recompensar el celo de uno de vues-
tros sbditos: slo el honor puede halagar a un generoso
espritu. Querra, pues, seor, que ese feliz mortal, re-
vestido de la prpura como vos mismo, y con la frente
ceida por la sacra diadema, fuera hoy llevado por Susa,
en uno de vuestros corceles pomposamente adornado,
ante los ojos de todos vuestros sbditos; que para colmo
de gloria y de magnificencia, un seor eminente en ri-
queza y en podero, en fin, el primero despus de vos en
el imperio, guiara su soberbio corcel por la brida; y al
marchar, cubierto l mismo con magnficas ropas, grita-
ra alto en las plazas pblicas: "Prosternos, mortales:
es as como el rey corona la fe y honra al mrito".
221 8STER
ASUERO
Veo que te inspira la discrecin misma. Tu senti-
miento conspira con mi voluntad. V, no pierdas tiempo:
quiero que lo que me has sugerido se ejecute punto por
punto. No continuar ya la virtud oculta en el olvido.
A las puertas de palacio encontrars al judo Mardoqueo:
es a l a quien quiero honrar; ordena su triunfo y mar-
cha precedindolo; que tu voz haga resonar su nombre
por Susa, y haz que a su aparicin se doblen todas las
rodillas. Salid todos.
AMN
Dioses!
ESCENA SEXTA
Asuero (solo)
ASUERO
Inaudito es el premio, sin duda: jams sbdito al-
guno goz de semejante honor; pero mientras ms gran-
de y gloriosa es la recompensa, ms odiosa an es la raz3.
de ese judo, mejor aseguro mi vida, y con esplendor de-
muestro cunto teme Asuero el ser ingrato. Vern al
inocente separado del culpable, y no por ello dejar de
acabar con tan abominable pueblo; sus crmenes ...
ESCENA SPTIMA
Asuero, Ester, Elisa, Tam ar, parte del Coro.
ASUERO
Sin mi orden dirigen aqu sus pasos! Quin es el
audaz que viene a buscar la muerte? Guardias... Sois
vos, Ester? Cmo! Sin ser esperada?
ESTER
Hijas mas, sostened a vuestra enloquecida reina :
yo muero. (Cae desvanecida )
RAUl NB 222
ASUERO
Dioses poderosos; qu extraa palidez borra sbita-
mente sus colores! Ester, qu temis? No soy vuestro
hermano? Acaso reza con vos orden tan severa? Vivid:
el cetro de oro que os tiende mi mano es para vos pren-
da segura de mi clemencia.
ESTER
Qu saludable voz ordena que yo viva y vuelve a
llamar a mi seno esta alma que huye?
ASUERO
No conocis la voz de vuestro espos0? Una vez ms,
vivid y reponos.
E S'l'ER
Seor, jams contempl sin temor la majestad au-
gusta de vuestra frente; juzgad el terror que esta frente
irritada contra mi ha de haber provocado en mi alma
conmovida: en ese sagrado trono que el rayo circunda,
he credo veros presto a reducirme a polvo. Ay! qu~
audaz corazn hubiera sostenido sin estremecerse los re-
lmpagos que partan de vuestros ojos? As centellea Ji!
clera del dios vivo ...
ASU ERO
Oh sol! Oh antorcha de lumbre imperecedera! Yo
mismo me turbo; no puedo contemplar sin estremecerm~
su pena y su extravo. Calmos, reina, calmad el terror
que os oprime. Soberana duea del corazn de Asuero,
experimentad slo su amistad ardiente. Hay que daros
la mitad de mis Estados?
ESTER
Oh! Es posible que un rey temido por la tierra en
tera y ante quien todo cede y besa el polvo, arroje sobre
su esclava una mirada tan serena y me ofrezca sobre su
corazn poder soberano?
ASUERO
Creedme, querida Ester, este cetro, este imperio, este
profundo respeto inspirado por el terror, mezclan poca
dulzura a su pomposo brillo y fatigan muy a menudo a
su triste dueo. Slo en vos encuentro no s qu gracia
que me encanta siempre sin cansarme jams. Dulce y
poderoso atractivo de la virtud amable! Todo respira en
2~3 ESTER
ESCENA OCTAVA
Asuero, Ester, Elisa, Tamar, Hidaspes, parte del Coro.
HIDASPES
Seor, los sabios caldeos, llamados por vuestra or-
den, reunidos estn en esa cmara.
RACINE 224
ASUERO
Princesa, un extrao sueo ocupa mi mente: vos
misma estis interesada en su interpretacin. Venid, e:;-
cuchad sus discursos tras un velo, y prestadme el socorro
de vuestras propias luces. Temo, por vos y por m, la
perfidia de algn enemigo.
ESTER
Sgueme, Tamar. Y vosotros, joven y tmida bandada,
sin temer aqu las miradas de una profana corte, esperad
mi regreso al abrigo de este trono.
ESCENA NOVENA
Elisa, parte del Coro.
(Esta escena es en parte cantada y en parte declamada)
ELISA
Hermanas: qu decs de nuestro estado?
Ester o Amn: cul de los dos ha de vencer?
Sern obras del hombre o de Dios alabado
las que van a prevalecer?
Habis visto qu clera altanera
encenda del rey la mirada severa.
UNA DE LAS ISRAELITAS
Del rayo de sus ojos mi vista ha padecido.
OTRA
Su voz me ha parecido un espantoso trueno.
ELISA
Cmo ese enojo pleno
en un momento se ha desvanecido?
UNA DE LAS ISRAELITAS (canta)
Un instante ha cambiado tal coraje inflexible;
el rugiente len es cordero apacible.
Dios, nuestro Dios sin duda verti en su corazn
este espritu de conciliacin.
225 ESTER
EL CORO
Dios, nuestro Dios sin duda verti en su corazn
este espritu de conciliacin.
LA MISMA ISRAELITA (canta)
Como un dcil arroyo
obedece a la mano que su curso desva,
y, de sus aguas al darle el apoyo,
hace frtil el campo y le presta alegra,
Dios, de nuestros destinos rbitro soberano,
de los reyes el alma est en tu mano.
ELISA
Ah! Cmo temo, hermanas, los funestos nublados
que de ese prncipe los ojos oscurecen!
El culto de sus dioses los mantiene cegados'
UNA ISRAELITA
En sus labios tan slo sus nombres aparecen.
OTRA
A los fuegos sin alma que en lo alto resplandecen
rinde profanos homenajes.
OTRA
El palacio est lleno de sus duros visajes.
EL CORO (canta)
Desgraciado! al Seor negis de los humanos,
para adorar la obra de vuestras manos!
UNA ISRAELITA (canta)
Dios de Israel, disipa por fin esta congoja;
de tus santos las quejas cundo habrs escuchado?
Cundo el velo ser arrancado
que sobre el universo tan negra noche arroja?
Dios de Israel, disipa por fin esta congoja:
hasta cundo estars velado?
UNA DE LAS ISRAELITAS MS JVENES
Hablemos bajo, hermanas. Cielos! si nos oyera
algn infiel y luego nos fuera a denunciar!
RACI NE 226
ELISA
Cmo, hija de Abraham! mortal temor pudiera
ya haceros vacilar?
Eh! Y si el impo Amn en su puo ominoso
luciendo a vuestros ojos una espada desnuda,
a blasfemar el nombre del Todopoderoso
forzar quisiera vuestra boca muda?
OTRA ISRAELITA
Acaso el mismo Asuero con crueldad inhumana,
si nuestras dos rodillas no doblamos maana
ante un dolo inerte,
ordenar que se nos d la muerte.
Qu escogerais vos, querida hermana?
LA JOVEN ISRAELITA
Yo! traicionar pudiera al Dios a que me acojo?
Un Dios sin fuerza y sin virtud adorara,
inanimado tronco, de los vientos despojo,
que ni a s mismo se salvara?
EL CORO (canta)
Impotentes y sordos dioses, los que os imploran
nunca sern odos.
Que los demonios, junto con los que les adoran ,
queden por siempre destrudos y vencidos!
ELISA
Todos sus das brillan confundidos,
el oro resplandece en sus vestidos;
sin limite es su orgullo, igual a su riqueza;
nunca el aire turb con sus gemidos,
lo aduermen y despiertan musicales sonidos;
nada su corazn en la pereza.
OTRA ISRAELITA
Para corona de prosperidad,
espera revivir en su posteridad;
y de hijos a su mesa una riente tropa
con l beber parece la dicha a plena copa.
(Todo el re sto es cantado)
EL CORO
!<'eliz, dicen, el pueblo floreciente
sobre quien esos bienes ruedan en abundancia!
Ms feliz todava 'el pueblo que, inocente,
en el Dios de los cielos ha puesto su confianza!
UNA ISRAELITA (sola)
Sus frvolos deseos para satisfacer,
el insensato todo vanamente procura?
Encuentra la amargura
. en medio del placer.
OTRA (sola)
La dicha del impo est siempre agitada;
l vaga a la ventura de su propia inconsciencia.
No, la felicidad no debe ser buscada
ms que en la paz de la inocencia.
LA MISMA (con otra)
Oh dulce paz!
Oh lumbre inacabada!
Belleza siempre renovada!
Feliz el corazn amante de tu faz!
Oh dulce paz!
Oh lumbre inacabada!
Feliz el corazn de que no huyes jams'
RACINE 228
EL CORO
Oh dulce paz!
Oh lumbre inacabada!
Belleza siempre renovada!
Oh dulce paz!
Feliz el corazn de que no huyes jams!
LA MISMA (sola)
No hay paz para el impo: la busca y ella vuela ;
y en su pecho la calma refugio no consigue:
fuera, la espada la persigue;
dentro, el remordimiento la hiela .
OTRA
La gloria de los malos en un instante muere
y la espantosa tumba por siempre los devora.
Mas no ha de ser as para aquel que en Ti espere;
renacer, Dios mo, ms bello que la aurora .
EL CORO
Oh dulce paz!
Feliz el corazn del que no huyes jams!
EUSA (sin cantar)
Hermanas mas, oigo ruido en la contigua estancia.
Nos llaman: vamos a reunirnos con nuestra reina.
A e T o TER e E R o
ESCENA PRIMERA
Amn, Zares
ZARES
He aqu, pues, el soberbio jardn de Ester, y ese pomo
poso saln, asiento del banquete. Mas escuchad los con-
sejos de una esposa alarmada, mientras permanece an
cerrada la puerta. En nombre del sagrado vnculo que
con vos me liga, disimulad, seor, tan ciego enojo; acla-
rad esa frente donde se pinta la tristeza : los reyes temen
ms que nada la queja y el reproche. nico invitado por
la reina entre todos los grandes, saboread tambin, pues,
esta felicidad. Si os agri el mal, que la merced os emo-
cione. Cien veces lo he escuchado de vuestra propia boca:
quien no sepa devorar una afrenta, ni con falsas apa-
riencias disfrazar el rostro, que huya, que se aparte lejos
de la presencia de los reyes. Hay contratiempos que debe
soportar el hombre discreto: a menudo un ultraje sufrido
con prudencia ha servido de escaln para los ms altos
honores.
AMN
Oh dolor! Oh espantoso suplicio del pensamiento!
Oh vergenza que jams podr borrarse! Un execra-
ble judo, oprobio de los hombres, se ha visto revestido
de la prpura por mis propias manos! Era poco que hu-
biera logrado vencerme; a su gloria desgraciado de
m! hube de servir de heraldo. Traidor! Insultaba mi
vergenza; y el pueblo mismo, observando con irrisin
HACIt\E
ESCENA SEGUNDA
Amn, Zares, Hidaspes
l-lIDASPES (a Amn)
Seor, he corrido a buscaros. Vuestra ausencia en
aquellos sitios suspende toda alegra; y Asuero me en
va para que all os conduzca.
AMN
Y Mardoqueo? Asiste tambin a l banquete?
HIDASPES
Cmo! Recordis ese disgusto hasta en la mesa de
Ester? Siempre os desespera la imagen de ese judo"
Dejadlo envanecerse de un frvolo triunfo. Cr ee que va
a evitar el rigor de Asuero? No sois vos el dueo de su
odo y de su corazn? Se ha premiado el celo y se caso
tigar el crimen : slo os han ornado, seor, vuestra vC-
tima. Yo me engao, o vuestros deseos, secundados por
E ster, obtendrn m s an de lo qu e demandarais .
AMN
Creer en la dic ha que tu hoca me anuncia ?
HIDAS PES
Yo o la respuesta de los sabios adivinos: dicen que
la mano de un prfido extranjero est pronta a mancharse
en la sangre de la r eina: y e l rey, que no sabe dnde
232
ESCENA TERCERA
Elisa, el Coro
(Esto se recita sin canto)
UNA DE LAS ISRAELITAS
Es Amn.
OTRA
E s l mismo, y me estremezco, hermana.
LA PRIMERA
Mi corazn en lo hondo de mi pecho se aterra.
LA OTRA
Es de Israel la mano enemiga y tirana.
LA PRIMERA
Es el que conturba la tierra.
ELISA
Sin conocerle al punto puede vrsele acaso?
El desdn y el orgullo se pintan en su frente.
UNA ISRAELITA
En sus ojos se lee su furor insolente.
OTRA
Creo ver a la muerte marchar tras de su paso.
233 ESTER
TODO EL CORO
Oh reposo! Oh tranquilidad!
Oh de perfecta dicha seguridad eterna,
si la suprema autoridad
en sus consejos tiene y con ellas gobierna
a la justicia y la verdad!
(Estas cuatro estancias las cantan alternativamente una
sola voz y todo el coro)
UNA ISRAELITA
Reyes, la calumnia arrojad:
sus criminales atentados
de los apacibles Estados
turban la feliz equidad.
Su rabia, de sangre sedienta,
persigue siempre al inocente.
Reyes, proteged al ausente
contra su lengua turbulenta.
De este monstruo y de su furor
temed la fingida bonanza;
en su corazn hay venganza,
aunque en su boca muestre amor.
El fraude, sutil como el viento,
flores siembra en su huella fina ;
pero tras sus pasos camina
intil arrepentimiento.
UNA ISRAELITA (sola)
De un soplo el aquiln aparta los nublados,
y el rayo y la tormenta aleja de los prados.
Un rey sabio, enemigo de mentirosa lengua,
al impostor con una mirada hunde en su mengua.
OTRA
Yo admiro a un rey victorIoso,
por su valor triunfante en enemigo suelo.
Pero un rey sabio, que odia la injusticia,
y que impide que el rico imperIOso
doblegue el pobre al yugo brutal de su codicia,
es el mejor presente del cielo.
OTRA
En su defensa espera la desvalida viuda.
235 ESTER
OTRA
Como en un padre en l el hurfano se escuda.
TODAS JUNTAS
Y del justo las lgrimas que le implora n ansiosas.
ante sus ojos son preciosas.
UNA ISRAELITA (sola)
Rey poderoso, aparta, aparta de tu odo
cualquier consejo brbaro que te venga a mentir.
OTRA
Tiempo es de que levantes el prpado cado:
en la sangre inocente tu mano se va a hundi r
mientras ests dormido.
Rey poderoso, aparta, aparta de tu odo
todo consejo que te venga a mentir.
OTRA
As bajo tu ley tiemble la tierra entera'
As por siempre pueda contra tus en emigos
de tu valor el eco servirte de barrera!
Si te atacan, los hundan inmediatos castigos.
Que el vigor de tu brazo los envuelva;
que el terror de tu nombre los disuelva;
que su ejrcito innmero sea ante tus soldados
como de nios hueste no temida;
y si por un camino entrara en tus Estados.
que por mil emprenda la huda!
ESCENA CUARTA
Asue1'0, Este?", Amn , Elisa , el Cor o
ASUERO (a E steT)
S, vuestras menoreR palabras tienen gracias se
cretas: a todo lo que hacis el noble pudor otorga un
precio de que carecen la prpura y el oro. Qu comarca
encerr tan rara joya? De qu virtuoso seno nacisteis,
y qu discreta mano educ vuestra infancia? Pero ante
todo, rlecid lo que demandis: os sern acordados, Ester,
RACINE 236
AMN
De vuestra gloria! Yo? Cielos! Podris creerlo?
Yo, que no tengo otro objeto ni otro dios .. .
ASUERO
Calla! Osas hablar sin orden de tu rey?
RAClNE 238
ESTER
Se declara ante vos nuestro cruel enemigo: es l, es
ese ministro infiel y brbaro, quien, revestido a vuestros
ojos de un engaoso celo, arm vuestra virtud contra
nuestra inocencia. Y quin otro gran Dios! sino un
escita implacable hubiera dictado la espantosa orden de
tantos crmenes! Se llenar de asesinatos al asombrado
universo: se ver, bajo el nombre del ms justo de los
prncipes, desolar vuestras provincias un extranjero pr
fido; y en este palacio mismo, como presa para su enojo,
subir hasta vos la sangre de vuestros sbditos.
Y qu reprocha a los jUdos su envenenado odio?
Qu guerra intestina hemos encendido? Se les ha visto
marchar entre vuestros contrarios? Hubo jams esclavos
ms sumisos al yugo? Adorando en sus hierros al Dios
que los castiga, mientras que vuestra mano, pesando sobre
sus espaldas, los entregaba sin socorro a sus perseguido
res, ellos conjuraban a ese Dios para que velara sobre
vuestros das, para que rompiera las criminales tramas de
los malvados, bajo la sombra de sus alas aun en vuestro
mismo trono. No lo dudis, seor, l ha sido vuestro apoyo:
l nicamente puso a vuestros pies al indo y al parto,
dispers ante vos los innumerables escitas, y encerr los
mares en vuestros vastos limites; l nicamente descu-
bri a los ojos de un judo el plan de dos traidores pron-
to a atravesaros el pecho. Ay! antao este judo me
adopt por hija.
ASUERO
Mardoqueo?
ESTER
El nico que restaba de nuestra familia. Mi padre era
su hermano. Desciende como yo de la sangre infortuna-
da de nuestro primer rey. Lleno de justo horror por un
amalecita, raza que nuestro Dios ha maldecido de su pro-
pia boca, no pudo doblar las rodillas ante Amn, ni ren-
dirle un honor que slo a vos cree debido. De ah, seor,
ese odio contra los judos y contra Mardoqueo, oculto
con otros nombres. En vano Mardoqueo se ve ornado
por vuestras mercedes: a la puerta de Amn est pre-
parado ya el instrumento execrable de una infame muer-
te; dentro de una hora a ms tardar, ese venerable an-
ciano, por su orden arrancado de las puertas de palacio,
debe ir arrastrado all, cubierto an de vuestra prpura.
239 ESTER
ASUERo.
Qu luz mezclada de horror viene a espantar mi al-
ma! Toda mi sangre se inflama de vergenza y de clera.
He sido, pues, el juguete ... Cielo, dgnate iluminarme!
Tratemos de respirar un momento sin testigos. Llamad
a Mardoqueo: hay que orlo tambin .
(El rey se aleja)
UNA ISRAELITA
Verdad a quien imploro, acaba de. mostrarte!
ESCENA QUINTA
Ester, Amn, Elisa, el Coro
AMN (a Ester)
De justo estupor permanezco herido. Los enemigos de
los judos me han traicionado, me engaaron: pongo por
testigo a la suprema potencia del cielo de que al perderlos
crea aseguraros a vos misma. Princesa, emplead en su
favor mi crdito: como veis, el rey flucta todava, vacilan-
te. Yo. s por qu reso.rtes se le impulsa o se le detiene, y
pro.voco, segn .me place, la calma o la tormenta. Ya los
intereses de los judos son sagrados para m. Hablad:
vuestros enemigos, asesinados al instante, vctimas de la
fidelidad que os jura mi boca, de mi fatal error han de
reparar la injuria. Qu sangre peds?
ESTER
Vte, djame, traidor. Nada esperan los .iudos de un
malvado como t. Miserable, el Dios vengador de la ino-
cencia, pronta para juzgarte tiene ya su balanza! Bien
pronto se te anunciar su justo fallo . Tiembla: tu da
se aproxima y ha pasado tu reino.
AMN
S, lo confieso, ese Dios es un Dios temible . Pero
quiereacaso que se conserve un implacable odio? Esto es
hecho: mi orgullo se ve forzado a doblegarse; reducido
est a la splica el inexorable Amn. (Se arroja a sus
pies) Por la salud de los judos, por estos pies que abra-
RAcrm-; 240
ESCENA SEXT~
ASUERO
Cmo! El traidor pone sobre vos sus audaces ma-
nos? Ah, leo sus perfidias en sus confundidos ojos, y su
turbacin, reforzando la fe de vuestros discursos, me
recuerda toda la serie de sus crmenes. Que al instante se
le arranque el alma a ese monstruo; y que ante su puer-
ta, en lugar de Mardoqueo, apaciguando tierra y cielo
con su muerte, sacie los ojos de mis pueblos vengados.
(Sale Amn ll evado por los guardias)
ESCENA SPTIMA
Asuero, Ester, Mardoqueo, Eli sa, el Coro
ESCENA OCTAVA
AsueTo, EsteT, MaTdoqueo, Asa!, Elisa, ei Coro
ASUERO
Qu quieres Asaf?
ASAF
Seor, el traidor ha expirado, despedazado a medias
por el pueblo enfurecido. Arrastran y van a ofrecer en fu-
nesto espectculo, los miserables despojos de su ensan-
grentado cuerpo.
MARDOQUEO
Rey, que por siempre el cielo proteja vuestros das'
El peligro de los judos apremia y reclama un rpido
socorro.
ASUERO
S, te comprendo. Vamos a revocar, con rdenes con-
trarias, las sanguinarias rdenes de un malvado.
ESTER
Oh Dios, por qu rutas desconocidas a los mortales
conduce tu sabidura sus designios eternos!
ESCENA NOVENA
El C010
TODO EL CORO
Dios hace triunfar la inocencia :
alabemos su omnipotencia!
UNA ISRAELITA
l vi contra nosotros los malvados crecer
y nuestra sangre pronta a correr.
Como agua por la tierra la iban a esparcir :
de lo alto del cielo su voz se dej or;
el hombre soberbio es derribado,
sus propias flechas lo han atravesado.
OTRA
Al implo yo he visto adorado en la tierra ;
y , semejante al cedro, ocultaba en el cielo
RAC1NE 242
su frente imperIosa;
parece el trueno mismo que libera o encierra,
pisa a sus enemigos cafdos en el suelo:
no hice ms que pasar, y ya estaba en la fosa.
OTRA
De los reyes se puede sorprender la justicia.
Son incapaces de engaar;
les es difcil escapar
a las trampas de la malicia.
Un noble corazn en otro no presiente
la bajeza y codicia
que en s mismo no siente.
OTRA
Cmo la tormenta ha calmado?
OTRA
Qu mano saludable ha vencido el nublado?
TODO EL CORO
La dulce Ester este prodigio ha realizado.
UNA ISRAELITA (sola)
Por el amor de Dios su pecho arde abrasado.
Al riesgo de una muerte funesta
su celo ardiente se ha arrojado:
ella habl; el cielo ha hecho lo que resta.
DOS ISRAELITAS
De las hijas de Persia Ester sola ha triunfado:
cielo y naturaleza de dones la han ornado.
UNA DE ELLAS
De sus dos ojos fluyen encantos inocentes.
Tanto esplendor acaso fu nunca coronado?
LA OTRA
Los encantos de su alma son an ms potentes.
Tanto mrito acaso fu nunca coronado?
LAS DOS (juntas)
De las hijas de Persia Ester sola ha triunfado:
cielo y naturaleza de dones la han ornado.
~43 ESTER
UNA SOLA
Tu Dios no est ya irritado:
algrate, Sin, sal del sendero
de tu dolor; despjate del ropaje enlutado,
recobra tu esplendor primero.
Las vas de Sin por fin puedes pisar :
los hierros quebrantar!
Oh tribus cautivas:
gentes fugitivas,
trasponed los montes y el mar;
de todo el vasto universo venos a agrupar .
TODO El. COitO
Los hierros quebrar'
Oh tribus cautivas;
gentes fugitivas,
trasponed los montes y el mar ;
de todo el vasto universo venos a agrupar.
UNA ISRAELITA ( sola )
Volver a ver esos campos queridos.
OTRA
Ir a llorar en su tumba a mis padres perdidos.
TODO EL CORO
Trasponed los montes y el mar ;
de todo el vasto universo venos a agrupar .
UN A ISRAELITA (sola)
Los prticos soberbios con jbilo levanto
del templo donde Dios quiere ser adorado ;
que del oro ms puro sea el altar omado,
y del monte a los senos el mrmol arrancado.
Oh Lbano, despjate ya de tus cedros santos;
sacerdotes sagrados, preparad vuestros cantos.
OTRA
Dios desciende y habita de nuevo entre nosotros:
estremcete, tierra , de alegra y de espanto.
Cielos, ante su porte santo,
inclinos vosotros!
.HACINE 244
OTRA
Qu save es su yugo! Qu bueno es el Seor !
Feliz quien desde nio conoci su dulzor!
Jvenes, acudid a ese dueo adorable:
en los bienes mayores nada hay comparable
al ro de placeres que l vierte con su amor.
Qu save es su yugo! Qu bueno es el Seor!
Feliz quien desde nio conoci su dulzor!
OTRA
Se apacigua y perdona;
del ingrato que lo abandona
la vuelta aguarda sin rencor;
hasta excusa nuestra locura;
Buscarnos l mismo procura.
por el hijo de su dolor
la madre tiene menos ternura.
Ah! Quin con l pudiera compartir el amor!
TRES ISRAELITAS
l nos hace alcanzar una ilustre victoria.
UNA DE LAS TRES
l nos ha revelado su gloria.
LAS TRES (juntas)
Ah! Quin con l pudiera compartir nuestro amor~
TODO EL CORO
SU nombre bendecid y su nombre alabad;
que se celebren sus acciones
ms all de tiempos y de naciones,
ms all de la Eternidad.
INDICE
l';;.
IntroduccilI, por P . H. U . ..
Feara .. " .. 23
Andrmaca 79
Britnico .. 135
E~ l er . .... 197
ESTA EDICIN DE
FEDRA
VOLUMEN VIGSIMOPRIMERO DE
LAS CIEN OBRAS MAESTRAS
D E LA LIT E R A T U R A
Y DEL PENSAMIENTO
UNIVERSAL,
SE ACAB DE IMPRIMIR
EL 1Q DE DICIEMBRE DE 19 J9
EN LA
IMPRENTA LPEZ,
'ER 666,
BUENOS AIRES