La Vida Cristiana Normal Watchman Nee PDF
La Vida Cristiana Normal Watchman Nee PDF
Watchman Nee
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CONTENIDO
Prlogo
1 La Sangre de Cristo
2 La Cruz de Cristo
3 Revelacin y experiencia cristiana
4 La Cruz La cresta divisoria
5 La verdadera naturaleza de la consagracin
6 El significado de Romanos 7
7 Andando en el Espritu
8 El eterno propsito de Dios
9 Un cuerpo en Cristo
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PROLOGO
Este libro, basado en la carta a los Romanos, tiene por tema central las palabras del
Apstol Ya no vivo yo, mas vive Cristo en m. Nos exhorta a reconocer a Cristo como nues-
tro Rey, y a permitirle que ocupe su lugar en nosotros, el trono de nuestros corazones, que tan
a menudo usurpa la carne.
Contiene un estudio acerca de las doctrinas bsicas de nuestra salvacin, del desarrollo
espiritual y del hecho de la gloriosa manifestacin de la vida de Cristo en el creyente; todo por
la Cruz.
Aqul que afronta el problema de una vida derrotada, encontrar aqu el mensaje que
necesita, y la victoria de la que debe apropiarse.
Damos gracias a Dios por la buena acogida que recibieron las primeras ediciones del
presente libro. Muchos han pedido que incluyramos en sta los otros mensajes que figuran en
la edicin en ingls. Aunque no queramos aumentar mucho el volumen de esta obra, con to-
do, hemos aprovechado la oportunidad para incluir explicaciones ms detalladas sobre ciertos
puntos, explicaciones dadas por el autor cuando hubo abordado el mismo tema en distintas
ocasiones. Los otros mensajes que han trado bendicin a muchas almas en diferentes partes
del mundo, se han publicado por separado bajo el ttulo de La Cruz en la Vida Cristiana
Normal.
El hermano Nee To-sheng -o Watchman Nee, pues as muchos lo llaman-, que es des-
tacado ministro de la iglesia en la China, fue encarcelado por el gobierno actual de aquel pas
por causa de su testimonio del Seor. Prisioneros liberados cuentan que oan continuamente
himnos que procedan de su calabozo.
Por medio de estas pginas, semilla regada sin duda por las oraciones que suban de ese
calabozo, nuestro hermano nos llama a seguir en pos de Cristo, a fin de conocerle, y el poder
de su resurreccin, y la participacin de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a El en
su muerte, sabiendo que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse (Fil. 3:10, Ro. 8:18).
G. W. Rawling
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LA SANGRE DE CRISTO
Cul es la vida cristiana normal? Hacemos bien, al comienzo, en considerar cuidado-
samente este tema. El objeto de estos estudios es demostrar que es algo muy diferente de la
vida del cristiano comn. Verdaderamente una consideracin de la palabra de Dios -del Ser-
mn del Monte, por ejemplo- debera conducimos a preguntar si tal vida ha sido alguna vez
vivida sobre la tierra, salvo nicamente por el Hijo de Dios mismo. Pero en esta ltima frase
est precisamente la contestacin a nuestra pregunta.
Ya no vivo ms, sino Cristo vive su vida en m. Solamente una respuesta tiene Dios para
cada problema humano: su Hijo Cristo. En todo su proceder con nosotros, l obra desplazn-
donos a nosotros y colocando a Cristo en nuestro lugar. El Hijo de Dios muri por nosotros
para nuestro perdn. El vive por nosotros para nuestra liberacin. As que tenemos dos susti-
tuciones: un Sustituto en la Cruz que asegura nuestro perdn, y un Sustituto en nosotros que
asegura nuestra victoria.
Tomemos la carta a los Romanos como base al estudiar la vida cristiana normal, consi-
derando nuestro tema desde el punto de vista experimental y prctico.
Los primeros ocho captulos de Romanos forman una unidad. En primer lugar ser de
ayuda destacar que sta seccin de Romanos se divide naturalmente en dos partes, y notar a la
vez la sorprendente diferencia entre los temas de cada una de ellas. La primera termina en el
verso 11 del captulo 5 y la segunda en el fin del captulo 8. La primera se dirige a los pecado-
res, y la segunda a los creyentes; y hay considerable diferencia entre las dos. Por ejemplo, en
la primera seccin se usa la palabra pecados repetidamente; en la segunda casi nunca. En]a
primara seccin tenemos pecados en el plural; en la segunda tenemos pecado en singular.
Por qu es esto? Porque en la primera seccin es cuestin de los pecados que he come-
tido ante Dios, que se pueden enumerar, mientras en la segunda es asunto del pecado como
principio de vida en m. No importa cuntos pecados cometo, es siempre el mismo principio
de pecado que conduce a ellos. Lo primero necesita perdn, lo ltimo liberacin. Aunque al-
cance perdn por todos mis pecados, todava por causa de mi condicin de pecador no gozo
de constante paz del alma.
Cuando al comienzo la luz divina penetra en mi corazn, mi nico clamor es por per-
dn, porque reconozco que he cometido pecados a su vista; pero, una vez recibido el perdn
de pecados, descubro algo nuevo, a saber, el pecado, y me doy cuenta que no slo he cometi-
do pecados delante de Dios sino que hay algo mal en m. Hay una inclinacin interior hacia el
pecar, un poder que me lleva al pecado. Cuando ese poder me vence, cometo pecados. Puedo
buscar y recibir perdn, pero luego peco de nuevo. Y as sigue la vida en un crculo vicioso,
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pecando y siendo perdonado, y volviendo a pecar. Aprecio el perdn divino, pero anso algo
ms que eso: Liberacin! Necesitamos perdn por lo que hemos hecho, pero tambin necesi-
tamos liberacin de lo que somos.
En la primera parte (3:25 y .5:9) se menciona la Sangre del Seor Jess pero nunca la
Cruz. En la segunda parte, en el versculo 6 del captulo 6, se introduce un nuevo tema: el ser
crucificado con Cristo. La enseanza de la primera parte se centraliza en aquel aspecto de la
obra del Seor Jess representado por la Sangre derramada para nuestra justificacin por la
remisin de pecados. Estos trminos no se usan en la segunda seccin, donde la enseanza
se centraliza ya en el aspecto de su obra representado por la Cruz, es decir, por nuestra
unin con Cristo en su muerte, sepultura y resurreccin.
Por qu esa distincin? Es que la Sangre trata con todo aquello que nosotros hemos
hecho, mientras que la Cruz procede con lo que nosotros mismos somos. La Sangre es para
expiacin, y tiene que ver con nuestra posicin ante Dios y nuestro sentido de pecado. La
Sangre puede quitar, remitir mis pecados, pero queda el viejo hombre. Se necesita la Cruz
para crucificarme a m, el pecador.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo an pecadores, Cristo
muri por nosotros. Pues mucho ms, estando ya justificados en su Sangre, por El seremos
salvos de la ira (Ro. 5:8-9).
Comenzamos, pues, con la preciosa Sangre del Seor Jesucristo y su valor para nosotros
en tratar con nuestros pecados y justificamos a la vista de Dios. Ms adelante en nuestro estu-
dio tendremos razn de mirar detenidamente a la verdadera naturaleza de la cada del hombre
y el modo de recuperarse. Ahora recordaremos que, cuando vino el pecado, encontr expre-
sin en un acto de desobediencia a Dios. Y debemos recordar que, siempre que esto ocurre, lo
que inmediatamente sigue es la conciencia de culpa.
El pecado entra como desobediencia para crear una separacin entre el hombre y Dios.
El hombre es separado de Dios, quien ya no puede tener comunin con l, porque hay algo
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ahora que impide y es aquello que es bien conocido a travs de las Escrituras bajo el ttulo de
pecado. Es Dios, en primer trmino, que dice Todos estn bajo pecado (Ro. 3:9), entonces
aquel pecado en el hombre, que en lo sucesivo constituye una barrera a su comunin con
Dios, da lugar en l a un sentido de culpa, de alejamiento de Dios. Aqu es el hombre mismo
quien, con la ayuda de su conciencia despierta, dice He pecado (Le. 15:18). Pero ms an,
el pecado provee a Satans su motivo de acusacin ante Dios, mientras que nuestro sentido de
culpa le da su motivo de acusacin en nuestros corazones; as que, en tercer lugar, es el acu-
sador de los hermanos (Ap. 12:10) que ahora dice T has pecado.
Por consiguiente, para redimimos y volvernos al propsito de Dios, el Seor Jess deba
hacer algo acerca de estas tres cuestiones: el pecado, la conciencia de culpa y la acusacin
satnica contra nosotros. En primer trmino, corresponda tratar con nuestros pecados y esto
fue efectuado por la preciosa Sangre de Cristo. Luego ha de tratar nuestra culpa, tranquilizan-
do nuestra conciencia culpable, por la demostracin del valor de aquella Sangre; y el ataque
del enemigo tiene que ser afrontado y sus acusaciones contestadas.
En las Escrituras la Sangre de Cristo aparece operando en tres maneras: hacia Dios,
hacia el hombre y hacia Satans. Por consiguiente, hay una necesidad absoluta de apropiar
estos tres valores de la Sangre, si debemos seguir adelante. Miremos, pues, a estos tres asun-
tos ms detenidamente.
La Sangre es para expiacin y tiene que ver primeramente con nuestra posicin delante
de Dios. Necesitamos perdn por los pecados que hemos cometido, para que no caigamos
bajo juicio; y son perdonados, no porque Dios pasa por alto lo que hemos hecho, sino porque
El ve la Sangre. La Sangre, pues, no es primeramente para nosotros sino para Dios. Si quiero
entender el valor de la Sangre debo aceptar la importancia que Dios le da, y si no conozco
algo del valor atribuido a la Sangre por Dios, nunca sabr su valor para m.
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Ya anteriormente, en xodo 12 y 13, tenemos el derramamiento de la sangre del cordero
pascual en Egipto para la redencin de Israel. Esta, pienso, es una de las mejores figuras en el
Antiguo Testamento, de nuestra redencin. La sangre fue puesta sobre el dintel y en los postes
de la puerta mientras que la carne del cordero se comi dentro de la casa; y Dios dijo: Ver
la sangre, y pasar de vosotros. He aqu otra ilustracin del hecho de que no era propsito
que la sangre fuese presentada a nosotros sino a Dios, porque la sangre fue puesta en el dintel
y en los postes donde los que hacan fiesta dentro de la casa no la veran. Es la santidad de
Dios, la justicia de Dios, que demanda que una vida sin pecado sea sacrificada en beneficio
del hombre. Hay vida en la Sangre, y aquella Sangre ha de derramarse por m, por mis peca-
dos. Dios es el que requiere que sea as. Dios es aquel quien demanda que la Sangre sea pre-
sentada para satisfacer Su propia justicia y es El quien dice: Ver la Sangre y pasar de voso-
tros. La Sangre de Cristo satisface perfectamente a Dios.
La Sangre ha satisfecho a Dios: tambin debe satisfacernos a nosotros. Tiene, por con-
siguiente, un segundo valor que es para nosotros, los hombres - la limpieza de nuestra con-
ciencia. Cuando venimos a la epstola a los Hebreos encontramos que la Sangre hace esto:
Purificados los corazones de mala conciencia (He. 10:22).
No!, no encuentro que se diga que la Sangre limpia nuestros corazones. Es verdad que
aqu en Hebreos 10, la obra purificadora de la Sangre tiene referencia al corazn, pero esto es
en relacin a la conciencia. Cul es, entonces, el significado de esto? Quiere decir que hay
algo que intervena entre m mismo y Dios y, como resultado de esto, tena yo mala concien-
cia cuando buscaba acercarme a El. Siempre me recordaba de la barrera que exista entre El y
yo. Pero ahora por la operacin de la preciosa Sangre, algo nuevo ha sido efectuado que ha
quitado aquella barrera, y Dios me ha hecho conocer aquel hecho por su Palabra. Cuando eso
ha sido credo y aceptado, mi conciencia inmediatamente es aliviada y mi sentido de culpa
quitado, y no tengo ms mala conciencia hacia Dios.
Cada uno de nosotros sabe cun precioso es tener una conciencia libre de ofensa en
nuestro trato con Dios. Un corazn de fe y una conciencia libre de cualquiera y cada acusa-
cin son ambos igualmente esenciales para nosotros ya que son interdependientes. Tan pronto
como encontremos que nuestra conciencia est intranquila, nuestra fe se debilita e inmediata-
mente encontramos que no podemos mirar a Dios cara a cara. Y para poder seguir andando
con Dios debemos conocer da por da el valor de la Sangre. Dios lleva cuentas cortas: somos
hechos cercanos por la Sangre cada da, cada hora y cada minuto. Nunca pierde su eficacia
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como nuestro terreno de acceso si de voluntad nos apropiamos de ello. Cuando entramos en el
Lugar Santsimo, por qu terreno osaremos entrar sino por la Sangre?
Puedo estar equivocado, pero siento muy hondamente que algunos estamos pensando en
trminos como stos:
Hoy he sido un poco ms cuidadoso; hoy he estado obrando un poco mejor; esta ma-
ana he estado leyendo la Palabra con ms fervor, as que hoy puedo orar mejor. O bien,
Hoy he tenido algunos contratiempos con mi familia; empec el da un poco triste y mal-
humorado; en realidad no me siento muy animado, parece que algo anda mal, por tanto no me
puedo acercar a Dios.
Pero, cul es, despus de todo, la base de tu acercamiento a Dios? vienes a l estri-
bando en la insegura base de tus emociones, sintiendo que hoy has logrado algo para Dios?
O te allegas a l basado en algo mucho ms firme, en el hecho de que la Sangre ha sido ya
derramada y que Dios mira a esa Sangre y est satisfecho? Por supuesto, de existir la mnima
posibilidad de que la Sangre sufriera algn cambio, la base de tu acercamiento a Dios no sera
digna de confianza. Pero es que la Sangre nunca ha cambiado ni cambiar. Tu acercamiento a
Dios, por tanto, debe ser siempre en certidumbre plena. Cualquiera que fuera tu medida de
alcance hoy, ayer o el da anterior, tan pronto hagas un movimiento para entrar en el Lugar
Santsimo, inmediatamente debes tomar tu posicin sobre el nico terreno seguro, el de la
Sangre derramada. Si has tenido un buen da o un mal da, o si has pecado conscientemente o
no, tu base de acercamiento es siempre la misma: la Sangre de Cristo! Este es el terreno so-
bre el cual puedes entrar, y no hay otro.
Como con muchas otras etapas de nuestra experiencia cristiana, este asunto de acceso a
Dios tiene dos fases, una inicial y otra progresiva. La primera nos es presentada en Efesios 2,
y la ltima en Hebreos 10. En primer lugar nuestra posicin con Dios es asegurada por la
Sangre, porque somos hechos cercanos por la Sangre de Cristo (Ef. 2:13), pero despus
nuestro terreno de continuo acceso es siempre la Sangre, como nos exhorta el apstol: Te-
niendo libertad para entrar en el Lugar Santsimo por la Sangre de Jesucristo... acerqumo-
nos... (He. 10:19, 22). Para comenzar soy hecho cercano por la Sangre, y para continuar en
esta nueva relacin acudo mediante la Sangre. No es que fui salvo sobre una base y ahora
debo mantener mi comunin sobre otra. T dices: Eso es muy sencillo; es el abecedario del
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Evangelio. S, pero lo malo es que muchos nos hemos apartado del abecedario. Pensamos
que hemos progresado y que ya no nos hace falta, pero nunca es as. No! Mi acercamiento
inicial a Dios es por la Sangre, y cada vez que vengo ante El es lo mismo. Hasta el fin ser
siempre y nicamente sobre el terreno de la Sangre.
Esto no significa en ninguna manera que vivamos una vida descuidada, porque pronto
estudiaremos otro aspecto de la muerte de Cristo que nos demuestra que se contempla cual-
quier cosa menos sa. Pero por el momento basta que estemos satisfechos con la Sangre, que
all est y que es suficiente. Nosotros podemos ser dbiles, pero el contemplar nuestra debili-
dad nunca nos har fuertes. El andar compungidos y hacer penitencias no nos harn ni un po-
co ms santos. No hay ayuda por ese lado. Por tanto, tengamos confianza cuando nos acer-
camos, en virtud de la Sangre: Seor, no entiendo cabalmente cul es el valor de la Sangre,
pero s que ella te ha satisfecho; luego, la Sangre es suficiente para m, y mi nica base.
Comprendo ahora que no hace al caso si he progresado o si he logrado algo o no. Ahora se
que cuando me acerque a Ti, ser siempre en base a la preciosa Sangre. Es as como nuestra
conciencia estar realmente limpia delante de Dios. Ninguna conciencia podra estar limpia
aparte de la Sangre. Es la Sangre la que da confianza.
VENCIENDO AL ACUSADOR
En vista de lo que hemos dicho podemos ahora volver a encarar al enemigo, porque hay
otro aspecto de la Sangre que es hacia Satans. La estratgica actividad satnica hoy en da es
la de acusador de los hermanos (Ap. 12: 10) y es as que nuestro Seor le afronta con su mi-
nisterio especial como Sumo-sacerdote por su propia Sangre (He. 9: 12) .
Recordemos aquel versculo: La Sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pe-
cado (1 Jn. 1:7). No solamente en el sentido general, sino cada pecado uno por uno: y qu
significa? Oh, es una cosa maravillosa! Dios est en luz, y al andar en la luz con l, todo est
expuesto y abierto a aquella luz. As que Dios puede verlo todo, y aun as la Sangre puede
librar de todo pecado. Qu limpieza! No es que yo no tenga un profundo conocimiento de m
mismo, ni que Dios no me conozca perfectamente. No es que yo trate de esconder algo, ni que
Dios procure pasar algo por alto. Nada de esto! Es que l est en la luz y yo tambin estoy en
la luz, y que all la preciosa Sangre me limpia de todo pecado. La Sangre basta para esto!
Algunos de nosotros, oprimidos por nuestra debilidad podemos a veces haber sido ten-
tados a pensar que hay pecados que son casi imperdonables. Recordemos la Palabra: La San-
gre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Pecados grandes y chicos, pecados que yo crea
pueden ser perdonados y pecados que parecen imperdonables, s, todo pecado, consciente o
inconsciente, recordados u olvidados, son incluidos en aquellas palabras: todo pecado. La
Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, y lo hace as porque en primer lugar satisfa-
ce a Dios.
Ya que Dios, viendo todos nuestros pecados en la luz, puede perdonarlos sobre la base
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de la Sangre, qu terreno de acusacin tiene Satans? Satans puede acusarnos delante de l,
pero si Dios es por nosotros quin contra nosotros? (Ro. 8:31). Dios le indica la Sangre de
Su amado Hijo, Es la contestacin suficiente contra la cual Satans no tiene apelacin.
Quin acusar a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Quin es el que condena-
r? Cristo es el que muri; ms an, el que tambin resucit, el que adems est a la diestra de
Dios, el que tambin intercede por nosotros (Ro. 8:33,34).
Qu, pues, de nuestra actitud frente a Satans? Esto es importante, porque nos acusa no
solamente delante de Dios sino tambin en nuestras propias conciencias. T has pecado y
sigues pecando. Eres dbil y Dios no puede hacer ms contigo. Este es su argumento, y nues-
tra tentacin es de mirar adentro y, en defensa propia, tratar de encontrar en nosotros mismos,
en nuestros sentimientos o nuestro comportamiento, algn terreno para creer que Satans est
equivocado. Alternativamente somos tentados a admitir nuestra incapacidad y, yendo al otro
extremo, ceder a la depresin y desesperacin.
Dios puede muy bien tratar con nuestros pecados; pero no podr hacerlo con el hombre
que acepta la acusacin de Satans, porque el tal no est confiando en la Sangre.
Nuestra salvacin se encuentra en poner la vista en el Seor Jess y ver que la Sangre
del Cordero ha afrontado toda la situacin creada por nuestros pecados y la ha contestado.
Aqul es el segundo fundamento sobre el cual estamos. Nunca debemos procurar contestar a
Satans con nuestra buena conducta, sino siempre con la Sangre. S, somos pecaminosos, pero
alabado sea Dios! la Sangre nos limpia de todo pecado. Dios mira la Sangre por la cual su
Hijo ha contestado la acusacin, y Satans no tiene ya terreno de ataque. Nuestra fe en la pre-
ciosa Sangre y nuestra negacin a ser mudados de aquella posicin es lo nico que puede si-
lenciar sus acusaciones y ponerle en derrota (Ha. 8: 33,34); y as ser hasta el fin (Ap, 12:11).
Oh, qu emancipacin si viramos ms del valor a la vista de Dios de la preciosa Sangre de
su amado Hijo!
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LA CRUZ DE CRISTO
Hemos visto que los captulos 1 a 8 de Romanos se dividen en dos secciones: en la pri-
mera tenemos la Sangre para expiar lo que hemos hecho, y en la segunda tenemos la Cruz
para tratar con lo que somos, No slo necesitamos la Sangre para perdn, sino tambin la
Cruz para libramos,
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Pero una vez establecida esta base por medio de nuestro primer acto de fe en Cristo, se des-
prende claramente de lo que ya se ha dicho que debemos seguir adelante, que hay algo ms.
Vemos que la Sangre trata con nuestros pecados. En el Calvario, el Seor Jess los llev
por nosotros como nuestro Sustituto y as obtuvo nuestro perdn, justificacin y reconcilia-
cin. Pero debemos dar otro paso en el plan de Dios para entender cmo El trata con la raz de
esos pecados.
Llegamos as a Romanos 5:12-21. En este gran pasaje, la gracia se contrasta con el pe-
cado y la obediencia de Cristo se contrapone a la desobediencia de Adn. Est al principio de
la seccin de Romanos (5:12 a 8.39) de la que nos ocuparemos ahora, y su argumento nos
lleva a una conclusin que constituye el fundamento de nuestras prximas meditaciones.
Cul es? Se halla en el verso 19: Porque as como por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores, as tambin por la obediencia de uno, los muchos se-
rn constituidos justos. Aqu el Espritu de Dios trata de mostrarnos lo que somos y luego
cmo llegamos a ser lo que somos.
Al comienzo de nuestra vida cristiana slo nos preocupa lo que hacemos, no lo que so-
mos; nos aflige lo que hemos hecho. Pensamos que si pudiramos rectificar ciertas cosas se-
ramos buenos cristianos, y as tratamos de cambiar nuestras acciones. Pero el resultado no es
lo que esperbamos. Descubrimos, asombrados, que es algo ms que una cosa molesta que
viene de afuera, es una situacin mala en nuestro interior. Tratamos de agradar al Seor, pero
encontramos que hay algo en nosotros que no quiere hacerla. Tratamos de ser humildes, pero
hay algo en nuestro ser que rehsa serlo. Tratamos de ser amables, pero adentro somos lo ms
contrario. Nos sonremos y tratamos de parecer muy simpticos, pero en realidad, de corazn,
sentimos lo opuesto. Cuanto ms tratamos de remediar todo esto exteriormente, tanto ms nos
damos cuenta de cun arraigado est el mal adentro. Entonces venimos al Seor y le decimos:
Seor, no slo lo que he hecho es malo, sino que descubro que yo mismo soy malo. S.
Ahora comenzamos a entender aquella conclusin de Romanos 5:19. Somos pecadores.
EN ADN Y EN CRISTO
As, en Romanos, Pablo trata primeramente de mostrarnos lo que hemos hecho, y en-
tonces trata de mostrarnos lo que somos. Las expresiones en Adn y en Cristo son muy
poco entendidas por los creyentes. Somos todos nacidos en Adn. Somos todos constituidos
pecadores. Somos miembros de una raza de seres que no son constitucionalmente lo que Dios
quiso que fuesen. A causa de la cada tuvo lugar un cambio fundamental en la naturaleza de
Adn por el que se convirti en pecador, vale decir uno constitucionalmente imposibilitado de
agradar a Dios; y, corno hijos suyos, todos nos parecemos a l no slo en lo exterior sino tam-
bin en lo interior. Y cmo vino a ser todo esto? Por la desobediencia de un hombre. La en-
seanza bblica no es que somos pecadores porque cometemos pecados, sino que pecamos
porque somos pecadores. Somos pecadores por naturaleza antes que por accin. Corno Ro-
manos 5:19 lo expresa: Por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
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(hechos) pecadores. Mi apellido es Nee. Yo no lo eleg: No le una lista de posibles apellidos
para elegir ste. Que mi apellido es Nee no es asunto mo, y no puedo cambiarlo. Tengo el
apellido Nee porque mi padre es Nee, y l es Nee porque mi abuelo tuvo ese apellido. Si me
comporto corno Nee, soy Nee; si no lo hago, sigo siendo Nee. Si yo llegara a Presidente de la
Repblica, siempre seguir con el mismo apellido; si me rebajara a mendigo en la calle, siem-
pre ser Nee. Nada que yo haga o deje de hacer cambiar mi apellido Nee.
Somos constituidos pecadores, no por los pecados que cometemos, sino por estar en
Adn. Todos nosotros pecamos antes de nacer, porque estbamos en Adn cuando l pec.
Si tu bisabuelo hubiera muerto a los tres aos de edad, dnde estaras t? Habras muerto en
l! Tu experiencia estuvo envuelta en la de l. Nosotros estuvimos envueltos en el pecado de
Adn, y por nacer en Adn, recibimos todo aquello que es de Adn. Observas la unidad de
la vida humana? Nuestra vida viene de Adn. Nuestra existencia viene de l, y porque su vida
fue pecaminosa, tal es la nuestra. As que la dificultad es por herencia y no por nuestro com-
portamiento. A menos que podamos cambiar nuestra parentela, no hay rescate para nosotros:
y es as precisamente cmo Dios resolvi la cosa.
En Romanos 5 se nos cuenta no solamente algo acerca de Adn, sino tambin del Seor
Jess - Porque as como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, as tambin por la obediencia de uno, los muchos sern constituidos justos (Ro.
5:19). Fuimos hechos pecadores hechos pecadores por causa de Adn, pero constituidos justos
por causa de Cristo. Por uno, pecadores; por Otro, justos. Cuando muri el Seor Jess, hizo
cesar toda vida en Adn; cuando resucit nos imparti nueva vida. Cuando el pecado abun-
d, sobreabund la gracia; para que as como el pecado rein para muerte, as tambin la gra-
cia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo Seor nuestro (Ro. 5:20,21).
Claramente Dios propone que esta consideracin nos lleve a experimentar la liberacin
del pecado. Esto, Pablo lo aclara al principio del captulo 6 con la pregunta: Perseveraremos
en pecado? Su ser entero rechaza la mera sugestin. En ninguna manera, exclama el apstol.
Cmo puede un Dios santo estar satisfecho con hijos impos, esclavos del pecado? As, pues,
cmo viviremos an en l? (Ro. 6: 1,2). Dios, por tanto ha hecho provisin adecuada para
que seamos librados del dominio del pecado.
Pero cmo morir? Algunos de nosotros hemos tratado afanosamente de librarnos de es-
ta vida, pero la encontramos muy tenaz. Cul es la solucin? No es tratar de matarnos, sino
reconocer que Dios nos ha juzgado en Cristo -O no sabis que todos los que hemos sido
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bautizados en Cristo Jess, hemos sido bautizados en su muerte? (Ro. 6:3).
Entonces, si Dios ha tratado con nosotros en Cristo Jess, cmo entramos en Cristo?
No tenemos modo de entrar, pero no necesitamos tratar de entrar, pues ya estamos. Lo que no
pudimos hacer nosotros, Dios lo ha hecho a nuestro favor; E nos ha puesto en Cristo. Ala-
bado sea Dios!, no se dej que nosotros descubriramos o hiciramos camino. Por l estis
vosotros en Cristo Jess (1 Co. 1: 30). No necesitamos pensar de cmo entrar. Dios ya lo
ide, y tambin lo llev a cabo. Ya hemos entrado y, por consiguiente, no necesitamos tratar
de entrar. Es un hecho divino, y es cosa terminada.
Propongo una ilustracin: pongo un billete en mi Biblia. La Biblia y el billete son cosas
distintas, pero si decido remitir mi Biblia a una lejana tierra, puede esa Biblia ir y el billete
quedar? Es evidente que donde va la Biblia, la acompaa el billete; y lo que le pasa a la Bi-
blia, le pasar tambin al billete, porque est en ella. Por l estis vosotros en Cristo Jess.
Dios nos ha puesto en Cristo, y en su proceder con Cristo, ha procedido con la raza entera.
Nuestro destino est ligado con el suyo, y lo que pas con l, pas tambin con nosotros.
Cuando Cristo fue crucificado, nosotros tambin; y su crucifixin fue en el pasado y por lo
tanto la nuestra; no puede ser futura. Que me muestre alguno un solo versculo en el Nuevo
Testamento que diga que la crucifixin es cosa del futuro. Fuimos crucificados cuando lo fue
l, pues Dios nos puso en l. Que hemos muerto en Cristo no es una mera posicin doctrinal,
sino una verdad, un hecho eterno. Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jess
hemos sido bautizados en su muerte (Ro. 6:3). Estar en Cristo es equivalente a haber sido
identificados con l en su muerte y resurreccin. La Cruz es el poder de Dios que nos traslada
de Adn a Cristo.
Cuando fue crucificado, lo fue en el carcter del ltimo Adn: todo aquello que estaba
en el primer Adn fue quitado. Nosotros todos fuimos incluidos en su muerte. Como el ltimo
Adn, l quita la raza antigua, y como el segundo hombre presenta una nueva raza. En su
resurreccin est en pie como el segundo hombre. Morimos en l como el ltimo Adn; vi-
vimos en l como el segundo hombre. Nuestra antigua historia finaliza con la Cruz; nuestra
nueva historia comienza con la resurreccin. De modo que si alguno est en Cristo, nueva
criatura (creacin) es: las cosas viejas pasaron; he aqu todas son hechas nuevas (2 Co. 5:
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17). Por la Cruz Dios liquid toda la antigua creacin, y de la muerte surge una nueva crea-
cin en Cristo, el segundo hombre. Si estamos en Adn todo lo que est cn Adn viene a
ser nuestro inevitablemente y sin ningn esfuerzo nuestro. No hay necesidad de hacer esfuer-
zo alguno para perder la paciencia o cometer cualquier otro pecado; estas cosas suceden, y
esto, a pesar de nosotros. As tambin si estamos en Cristo todo lo que est en Cristo nos
viene por gracia, sin esfuerzo alguno de nuestra parte, sobre la base de la fc sencilla.
La vida cristiana es nada menos que la vida de Cristo. Es la propia vida de Cristo repro-
ducida en nosotros. Por l estis vosotros en Cristo Jess, el cual nos ha sido hecho por Dios,
sabidura, justificacin, santificacin y redencin (1 Co. 1:30). El concepto comn de la san-
tificacin es que cada parte de nuestra vida debera ser santa; pero eso no es santidad -es el
fruto de la santidad. La santidad es Cristo. Cuando somos conscientes de orgullo, nos imagi-
namos que la humildad llenar nuestra necesidad; pero la contestacin al orgullo no es la
humildad -es Cristo, y Cristo es la contestacin para cada necesidad. Dios nos ha dado su Hijo
para ser nuestra vida, y slo necesitamos estar en Cristo para que todo lo que es de Cristo
venga a ser nuestro. Hay una sola 'vida cristiana' -y sa es la vida de Cristo. Nunca se me exi-
ge imitar aquella Vida, pero s, permitir a Cristo que viva en m. Ya no vivo yo, mas vive
Cristo en m (Ga. 2:20).
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REVELACION y EXPERIENCIA VERDADERA
Decir que todo lo que necesitamos nos llega a travs de Cristo, de pura gracia, aunque
verdad, puede parecer un poco irreal. Cmo se llega a realizar en la prctica? Cmo viene a
ser real en nuestra experiencia?
Si preguntamos a un grupo de creyentes que han entrado en la vida cristiana normal, so-
bre cmo llegaron a esa experiencia, algunos contestarn que fue en esta manera, otros en
otra. Cada cual acenta su propia manera de entrar en esa vida y cita versos bblicos que apo-
yan lo que experiment. Lamentable es que muchos usan sus experiencias y sus citas especia-
les en contra de otros creyentes. El hecho es que mientras que los creyentes puedan entrar en
la vida ms profunda por varios conductos, no es necesario que consideremos las experiencias
o doctrinas que presentan como en pugna entre s, sino ms bien como complementos una de
la otra.
Una cosa es cierta, que toda experiencia de valor para Dios tiene que haber sido alcan-
zada por medio de un nuevo descubrimiento del significado de la Persona y de la obra del
Seor Jess. Esta es una prueba crucial y segura. Veremos cmo Pablo hace que todo dependa
de tal descubrimiento.
La vida cristiana normal debe comenzar con un saber muy definido; no meramente
16
saber algo de la verdad, no meramente entender alguna doctrina, no un mero conocimiento
intelectual, sino un despertar del corazn para ver lo que tenemos en Cristo. Cuando se ha
visto, entonces se sabe sin posibilidad de duda.
Romano, captulo 6, versculos 1 al 11, demuestra que la muerte del Seor Jess es
inc1usiva, pues en su muerte todos morimos. Ninguno puede progresar espiritualmente sin
entender esto. Si no le hemos visto llevando nuestros pecados en la Cruz no poseemos la justi-
ficacin: y si no le hemos visto llevndonos en la Cruz carecemos de la santificacin. No slo
han sido puestos nuestros pecados sobre l, sino que nosotros mismos hemos sido puestos en
l.
Cmo obtuviste t el perdn? Te diste cuenta que el Seor Jess muri y llev tus pe-
cados en l mismo, que su Sangre fue derramada para quitar tu contaminacin. Cuando viste
tus pecados todos quitados en la Cruz, qu hiciste? Oraste? Dijiste: Seor Jess, ven y
muere por mis pecados? No, no oraste eso, sino que le agradeciste. No le rogaste que venga
y muera por ti, sino que le agradeciste porque ya haba muerto en tu lugar. Ahora bien, lo que
es cierto de tu perdn, lo es tambin de tu liberacin. La obra est terminada; por consiguien-
te, no hay necesidad de orar, pero, s, de alabar. Dios nos ha puesto, a todos, en Cristo, de mo-
do que cuando Cristo fue crucificado, lo fuimos nosotros tambin. Es cosa terminada. As que
no hay necesidad de rogar: Soy una persona mala; Seor, haz el favor de crucificarme. Es
todo una equivocacin. No oraste acerca de tus pecados; entonces, pues, por qu orar acerca
de ti mismo? Tus pecados fueron expiados por su Sangre; y por su Cruz, fue deshecha tu natu-
raleza pecaminosa. Es cosa terminada. Todo lo que falta hacer es alabar al Seor. Cuando
Cristo muri, moriste t; moriste en l. Albale por esto y vive en la luz de esta verdad. En-
tonces creyeron a sus palabras, y cantaron su alabanza (Sal. 106: 12).
Confas t en la muerte del Seor? Naturalmente que s. Bien, la misma Escritura que
dice que muri por nosotros, explica que morimos con l. Primero dice Cristo muri por
nosotros (Ha. 5: 8), y luego Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado junta-
mente con l (Ro. 6: 6 ). Yo confo en la muerte del Seor Jess, y confo en mi propia
muerte tan positivamente como confo en la de l.
Por qu crees que muri el Seor Jess? Porque lo sientes? No, nunca lo has sentido.
Crees que muri porque Dios declara que cs verdad. Cmo sabes que fueron crucificados los
ladrones? Porque as lo dice la Palabra de Dios. T crees en la muerte del Seor y t crees en
la muerte de los ladrones: ahora qu de tu muerte? Has muerto t? Cmo podrs saber
esto? Lo podrs saber por la sencilla razn de que Dios lo ha dicho. Si sientes que Cristo ha
muerto, muri; y si no lo sientes, igualmente muri. Si sientes que t has muerto, entonces
moriste, y si no lo sientes, igual moriste. Estos son hechos divinos. Que Cristo ha muerto es
un hecho, que los ladrones han muerto tambin es hecho verdico, como tambin que t mo-
riste. Permteme informarte que t has muerto. Se ha acabado del todo contigo! Ests ex-
cluido! Ese 'yo' tuyo que odias, est en Cristo, sobre la Cruz. Y el que ha muerto al pecado,
libertado est del pecado (Ro. 6:7. V. M.). Esto es el Evangelio para los creyentes.
No puede hacerse efectiva nuestra crucifixin por voluntad o esfuerzo nuestro, sino slo
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por aceptar lo que hizo el Seor Jess en la Cruz. Es necesario que nuestros ojos sean abiertos
para ver la obra consumada del Calvario.
Despus de mi conversin, estudi las Escrituras y supe que el Seor haba muerto, y
me di cuenta que yo tambin debera morir; porque era demasiado malo para seguir viviendo.
As que trat de morir, trat de vivir como si hubiera muerto. Con qu resultado? El mismo
antiguo mal genio, los mismos antiguos pecados; no haba liberacin.
Durante siete aos despus de convertido, a pesar de todos mis esfuerzos, no pude entrar
en la experiencia de la muerte de Cristo. Cuanto ms me consideraba muerto al pecado, tanto
ms pareca estar vivo. Me era imposible considerarme muerto, y no poda producir la muerte.
Cada vez que solicitaba ayuda de otros, me decan que leyera Romanos 6:11, y cuanto ms
lea este verso y procuraba considerarme muerto, ms lejos pareca estar de serlo: no poda
lograrlo. Comprenda cabalmente la enseanza de que deba considerarme muerto, pero no
poda entender por qu no vea resultado alguno de ello. Debo confesar que por meses estuve
muy preocupado. Le dije al Seor:
Si esto no est claro, si no puedo llegar a ver esto que es tan fundamental, dejar todo,
no predicar ms, no saldr ms a servirte; quiero primero comprender bien esto. Durante
meses estuve buscando, a veces con ayunos, sin lograr nada.
Recuerdo que una maana -esa fue una maana de verdad y que nunca podr olvidar-
estaba yo sentado, leyendo en mi escritorio la Palabra, y orando. Recuerdo que ped: Seor,
abre mis ojos, y repentinamente lo vi todo. Vi que estaba identificado con Cristo. Vi que yo
estaba en l, y que la cuestin de mi muerte era ya un asunto del pasado y no del futuro, y que
yo estaba en l cuando l muri. Todo se me haba aclarado. Tanto gozo me produjo este
tremendo descubrimiento, que salt de la silla y grit, Alabado el Seor, yo estoy muerto!
Sal de la pieza con estrpito y encontrndome con uno de los hermanos que estaban ayudan-
do en la cocina, le dije: Sabes que he muerto? Me mir asombrado, pero yo continu:
Sabes que Cristo muri? Sabes que estoy tan muerto como lo estuvo Cristo? Sabes que
Cristo no estuvo de ninguna manera ms muerto que yo? Desde aquel da hasta el presente
no he dudado jams de mi propia muerte. Con Cristo estoy juntamente crucificado.
Amigos, ste es el primer paso para entrar en la vida cristiana normal. Si hemos de vivir
tal vida, nuestra primera necesidad es de revelacin. No quiero con esto dar a entender que no
necesitamos vivirlo prcticamente. S, hay una aplicacin prctica de la muerte que veremos
ms adelante1 pero la base ante todo, es sta: Yo he sido crucificado; ya est hecho. Que Dios
abra nuestros ojos para ver lo que l ha hecho para nosotros en su propio Hijo.
Cuando Hudson Taylor entr en la vida cristiana normal, fue as. Haba primeramente
tratado de entrar en Cristo, pero se encontraba cayendo de esa posicin. Cuando el Seor le
mostr que ya estaba en Cristo, como el sarmiento en la vid, no procur ya ms de ganar en-
trada, sino que pudo alabar al Seor que estaba ya en l. Pensad en la extraordinaria ocupa-
1
Si bien este aspecto se lo trata en los prximos captulos, est ms ampliamente considerado en el libro
La Cruz en la Vida Cristiana Normal.
18
cin de tratar de entrar en una pieza en la cual uno ya se halla. Pensad en el absurdo de pedir
que os pongan dentro. Si yo reconozco el hecho de que ya estoy adentro, no har esfuerzo
alguno para entrar.
Nosotros somos la fbrica, nuestras acciones son los productos. La Sangre del Seor Je-
ss trat con la cuestin de los productos, a saber, con nuestros pecados, La cuestin de lo que
hemos hecho est terminada; pero, qu de la cuestin de lo que somos? Nuestros pecados
fueron producidos por nosotros. Nuestros pecados han sido tratados, pero cmo se tratar
con nosotros mismos? Crees t que el Seor quitara todos nuestros pecados, y luego dejara
a nuestro cargo el eliminar la fbrica que produce el pecado? Crees t que l eliminara la
mercadera, pero nos dejara la tarea de tratar con la fuente de produccin? No, l ha elimina-
do la mercadera y tambin ha eliminado la fbrica productora.
Notemos de nuevo lo que dice Romanos 6:6. El tiempo del verbo es muy preciso, por-
que es el tiempo una vez por todas. La cosa est hecha y no puede deshacerse. Nuestro viejo
hombre ha sido crucificado una vez por todas, y no puede cancelarse tal crucifixin. Esto es lo
que necesitamos saber. Cuando lo sabemos, qu seguir? El versculo 11, en el cual tenemos
la exhortacin a que nos consideramos muertos al pecado, es decir, contarnos por muertos,2 es
2
Nota: Nuestro hermano Nee estaba usando una versin de Romanos 6:11 que traducido literalmente
sera: As tambin vosotros contaos muertos al pecado... Ms adelante explica el significado de esta palabra
contar.
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el resultado natural del versculo 11. Cuando se expone la verdad acerca de nuestra unin con
Cristo, generalmente el nfasis se lo hace recaer sobre el contarnos por muertos. Pero la
Palabra de Dios nos dice que el 'saber' ha de preceder el 'contar'. Sabiendo esto... Conside-
raos muertos (Ro. 6:6, 11). El orden es de suma importancia. El contamos por muertos debe
estar basado en el conocimiento de un hecho revelado por Dios, pues de otro modo la fe no
tiene fundamento sobre el cual descansar. Cuando sabemos que nuestro viejo hombre ha sido
crucificado, espontneamente nos contaremos por muertos. Cuando sabemos, entonces el con-
tar sigue naturalmente.
No debemos, pues, poner demasiado nfasis en el asunto de contar. Dios no nos dice
que nos contemos por muertos, para que por considerarnos muertos vengamos a serlo, sino
porque estamos muertos. l no nos hubiera dicho que contsemos algo que no era un hecho.
Si yo creo que estoy muerto, entonces el contarme por muerto no es ningn esfuerzo -es es-
pontneo-, pero si no estoy persuadido de que haya realmente muerto y espero, por un mero
proceso mental poder producir la muerte, entonces eso de contar ser un trabajo tremendo.
Hay quienes siempre tratan de contar sin saber. No han tenido primeramente la revelacin,
pero tratan de contar y pronto se ven en toda suerte de dificultades. Cuando viene la tentacin,
empiezan a repetir frenticamente -Estoy muerto, estoy muerto; pero en el mismo acto de
contar pierden su serenidad. Entonces dicen: Esto no marcha; Romanos 6:11 no sirve. Natu-
ralmente, Romanos 6:11 no sirve sin Romanos 6: 6.
Por qu dice Dios que hemos de contamos por muertos? Porque estamos muertos. Pro-
sigamos con la analoga de la contabilidad. Si yo tuviera $ 15 en mi bolsillo, qu entrada
har en mi libro de cuentas? .Puedo asentar $ 14 o $ 16? No! Debo anotar en mi libro de
cuentas aquello que es un hecho en mi bolsillo. La contabilidad consiste en sumar hechos, no
fantasas. De la misma manera es porque yo he realmente muerto que Dios me dice de con-
tarme as. Dios no me pedira anotar en mi libro de cuentas que estoy muerto si an viviera.
Contar no quiere decir que yo tenga slo $ 15 en mi bolsillo, pero que espero, por apuntar $
16 en mi libro de cuentas, que tal contar llenar la deficiencia o falta.
No lo har. Si yo slo tengo $ 15, pero me hago la suposicin de que tengo ms, dicien-
do: Yo tengo $ 16, yo tengo $ 16, yo tengo $ 16, pensis que el esfuerzo mental que reali-
zo afectar en algo la suma que hay en mi bolsillo? De ningn modo! El hecho de contar no
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har que $ 15 se conviertan en $ 16 ni tampoco transformara lo falso en verdad. Pero si el
caso es que hay $ 16 en mi bolsillo, entonces con absoluta seguridad y confianza puedo anotar
$ 16 en mi libro de cuentas. Dios nos dice que nos demos por muertos, no para que as lle-
guemos a serlo, sino porque en verdad ya lo somos. El nunca nos dice que contemos con algo
que no sea un hecho acabado.
Supngase que yo tratara de figurar como la Srta, D. Tendra que decirme continuamen-
te: T eres la Srta. D. Ten cuidado y recuerda que t eres la Srta, D. A pesar de mucho repe-
tirlo, la probabilidad sera que cuando no estuviera atento y alguien llamara S. Nee, yo con-
testara a mi propio nombre. Todo eso de contar se quebrantara en el momento crtico. Yo
soy e1 Sr. Nee; por eso no tengo ninguna dificultad en contarme como el Sr. Nee. Puedo dor-
mir y olvidarme de todo eso, pero eso no cambia el hecho. Es tan seguro cuando olvido como
cuando pienso en ello; no depende de mi memoria ni de mi contar. Yo s que soy el Sr. Nee;
por consiguiente, cuento naturalmente que es as. Romanos 6:6 precede a Romanos 6:11, no
slo en las Escrituras sino tambin en la experiencia cristiana. A menos que tengamos una re-
velacin por el Espritu Santo del hecho de nuestra muerte con Cristo, nuestro contar ser
mera obra muerta. Durante aquellos aos procur considerarme muerto; entonces, Dios me
revel mi muerte con Cristo como un hecho establecido para siempre jams. Todo se hizo tan
real para m que deseaba ir por las calles anunciando a viva voz la noticia de mi feliz descu-
brimiento: Sabes que estoy muerto - tan muerto que nunca podra estar mas muerto? As
todo se concreta a esto: a menos que conozcamos como un hecho acabado que somos muer-
tos, todo esfuerzo por consideramos muertos no har sino intensificar la lucha, y el resultado
ser una derrota segura.
Para nosotros, entonces, los dos hechos ms grandes de la historia son stos: el de que
todos nuestros pecados han sido sometidos a proceso por la Sangre, y que nosotros a nuestra
vez hemos sido tratados por la Cruz. Pero, qu del problema de la tentacin? Cul habr de
ser nuestra actitud cuando, despus de haber visto y credo estos hechos, descubramos que
surgen nuevamente los antiguos deseos? Peor todava, qu haremos si nuevamente caemos
en pecados manifiestos? Qu si perdemos el auto dominio, o hacemos algo an peor? Se
deducir de esto que la posicin enunciada anteriormente es falsa?
Ahora bien, es preciso recordar que uno de los principales objetivos del Diablo es hacer
que dudemos los hechos divinos (Comprese Gn. 3:4). Por ejemplo: una vez que hemos vis-
to, por medio de la revelacin del Espritu de Dios, que estamos de hecho muertos con Cristo,
y una vez que nos hemos dado por muertos, Satans viene y dice: Hay algo que se mueve
adentro. Qu pasa? Puedes llamar muerte a eso? Y t, qu responders entonces? Es el
momento en que debes elegir! He all la prueba crucial. Creers a la mentira de Satans o a la
verdad de Dios? Te dejars gobernar por las apariencias o por lo que Dios dice?
Con esto no negamos la realidad de la 'carne', pero hablamos de ser movidos de una po-
sicin y hecho revelados, a saber, nuestra muerte con Cristo. Es importante recordar lo que
dice la Palabra de Dios, y tambin lo que no dice, para que la fe sepa en qu basarse. Cmo
dice Dios que se efecta la liberacin? En primer lugar, no nos dice que el pecado como prin-
cipio en nosotros es desarraigado y quitado. Contar con esto sera un mal clculo y nos encon-
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traramos en la posicin del hombre que procur anotar $ 16, cuando tena $ 15 en el bolsillo.
No; el pecado no fue extirpado. Est ah y, dada la oportunidad, nos vencer y nos har pecar
de nuevo. Por esto siempre necesitamos saber la operacin de la Sangre preciosa. Pero, entre-
tanto que sabemos que al proceder con los pecados cometidos el mtodo de Dios es directo, es
decir, que l los borra echndolos al olvido por medio de la Sangre, cuando llegamos al prin-
cipio de pecado y al asunto de ser librados de su poder, hallamos en cambio que Dios trata
con este asunto de manera indirecta - l no pone fin al pecado, pero s al pecador. Nuestro
viejo hombre fue crucificado juntamente con l, y por esto el cuerpo, que antes era el ins-
trumento de pecado; ahora no se presta mas (Ro. 6:6, destruido, o deshecho en este versculo
quiere decir puesto fuera de accin, hecho inefectivo o nulo). El pecado, e1 viejo amo,
est todava por ah, pero el esclavo que antes le serva, ha sido muerto y as, no se prestan
ms ni l ni sus miembros.
As, pues, podemos decir que '1iberacin del pecado' es una expresin ms escritural
que 'victoria sobre el pecado'. Las expresiones 'libertado del pecado' y 'muerto al pecado' en
Romanos 6:7 y 11 implican e1 sustraerse, el liberarse de un poder que todava est muy pre-
sente y que es muy real -no un librarse de algo que ya no existe. El pecado est siempre pre-
sente, pero nosotros, cada da vamos conociendo en mayor grado lo que es ser librado de su
poder.
Por fe andamos, no por vista (2 Co. 5: 7) . Hay una ilustracin segn la cual la Ver-
dad, la Fe y la Experiencia andaban por lo alto de una pared. La Verdad segua adelante con
firmeza, sin volverse ni a la derecha ni a la izquierda; y nunca mirando para atrs. La Fe se-
gua y todo andaba bien mientras tena los ojos enfocados en la Verdad. Pero tan pronto como
se preocupaba por la Experiencia y volva para ver cmo segua ella, perdiendo su equilibrio,
cay de la pared, y la pobre vieja Experiencia cay con ella.
Toda tentacin es, en primer lugar, la de mirar adentro, quitar nuestra mirada del Seor
y tomar en cuenta las apariencias. Puede ser que no sienta que yo sea Nee', aun puedo olvidar
que sea Nee, o hasta soar que no soy Nee; pero cuando estoy durmiendo soy Nee, y cuando
despierto soy Nee; cuando me acuerdo, y cuando lo olvido, todava soy Nee. Es un hecho que
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nada que yo experimente o no experimente puede cambiar. As tambin, lo sienta o no, estoy
muerto con Cristo. Que mi experiencia lo compruebe o lo desapruebe, el hecho queda inalte-
rable. Si ests firme en esa posicin entonces Satans no puede prevalecer contra ti. Si alber-
gas alguna duda acerca de ese hecho, Satans con toda seguridad te atrapar; pero si no tienes
duda alguna, entonces no importa qu hace Satans, y bien puedes rerte de l. Si alguien tra-
tara de persuadirme de que yo no sea Nee, sobrada razn tengo para rerme de l. Entonces,
pues, retengamos firmemente el hecho de que cuando Cristo muri, nosotros tambin.
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4
LA CRUZ - LA CRESTA DIVISORIA
Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jess, hemos sido bautizados en su
muerte, porque somos sepultados juntamente con l para muerte por el bautismo, a fin de
que como Cristo resucit de los muertos por la gloria del Padre, as tambin nosotros ande-
mos en vida nueva (Ro. 6:3,4).
Si alguno est en Cristo, nueva criatura (creacin) es: las cosas viejas pasaron; he
aqu todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17).
El Padre, que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz... nos
ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo (Col. 1:12,
13).
DOS CREACIONES
Para poder introducirnos en esta nueva esfera, Dios debe hacer algo nuevo en nosotros,
debe hacernos criaturas (creacin) nuevas. A menos que seamos hechos de nuevo nunca
podremos ser aptos para participar en este nuevo reinado: Lo que es nacido de la carne, carne
es, y la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios (Jn. 3:6; 1 Co. 15:50). A pesar
de la educacin, cultura, mejoramiento, todava es carne. Nuestra aptitud para el nuevo reino
es determinada por la creacin a la cual pertenecernos. Pertenecemos a la antigua creacin o
a la nueva? Somos nacidos de la carne o del Espritu? Nuestra aptitud para este nuevo reino
al final gira sobre la cuestin de origen. La cuestin no es entre lo bueno o lo malo, sino entre
la carne o el espritu; lo que es nacido de la carne, carne es, nunca ser otra cosa. Aquello
que es de la antigua creacin jams podr entrar en el nuevo reino.
Una vez que veamos a fondo lo que Dios busca -algo totalmente nuevo para l mismo-,
entonces veremos claramente que jams podremos introducir nada del antiguo reinado en el
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nuevo. Dios ansiaba poseernos para s mismo, pero l no poda introducirnos, como estba-
mos, en aquello que l haba propuesto; as que primeramente nos elimin por la Cruz de
Cristo y luego por la resurreccin nos provey una nueva vida. Siendo ahora una nueva crea-
cin (2 Co. 5:17), con una nueva naturaleza y nuevas facultades, podremos entrar en este nue-
vo reino y el nuevo mundo. La Cruz fue el medio que Dios us para ponernos completamente
a un lado y la resurreccin el que us para impartimos todo lo necesario para nuestra vida en
la nueva esfera (Ro. 6: 4).
La resurreccin est al comienzo de la nueva creacin. Es bendita cosa ver que la Cruz
termina todo lo que pertenece al primer rgimen, y la resurreccin presenta todo lo que perte-
nece al segundo. La resurreccin es el nuevo punto de partida.
Tenemos ahora ante nosotros dos mundos, el antiguo y el nuevo. En el antiguo, Satans
tiene el dominio absoluto. T puedes ser un buen hombre en la antigua creacin, pero mien-
tras pertenezcas a ella ests bajo pena de muerte, porque nada de la antigua creacin puede
pasar a la nueva. La Cruz de Cristo es la declaracin de Dios de que todo lo que es de la anti-
gua creacin debe morir. Nada del primer Adn puede pasar ms all de la Cruz; todo termina
all. Cuanto ms pronto veamos esto, tanto mejor, pues es por la Cruz que Dios nos ha hecho
un camino para escapar de la vieja creacin. Dios encerr en su Hijo todo lo que fue de Adn
y lo crucific; as en l todo lo que fue de Adn se elimin. Es como si Dios hubiera procla-
mado por todo el universo: Por medio de la Cruz Yo he puesto de lado todo lo que no es de
M; y vosotros, que pertenecis a la antigua creacin, estis todos incluidos en la Cruz; voso-
tros tambin habis sido crucificados con Cristo! Ninguno de nosotros puede escapar de ese
veredicto.
O no sabis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jess, hemos sido bau-
tizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con l para muerte por el bautis-
mo (Ro. 6:3-4). Cul es el significado del bautismo? No es slo una cuestin de una gota de
agua, ni aun de un bautisterio lleno de agua. El bautismo es una cosa tremenda, porque se
relaciona tanto a la Cruz como a la resurreccin de nuestro Seor. Pedro, en su primera eps-
tola, se refiere al bautismo como la respuesta de una buena conciencia para con Dios (1 P.
3:21, V.M.). Por cierto, no podemos responder sin que alguien nos hable primero. Si Dios no
hubiera dicho nada, no tendramos respuesta. Pero l ha hablado. Por la Cruz, l nos ha
hablado de su juicio contra nosotros, contra el mundo, contra la antigua creacin y contra el
antiguo reino. La Cruz no es slo de Cristo -una Cruz 'individual'. Es una Cruz que incluye a
todos, una Cruz 'corporativa', una Cruz colectiva que me incluye a m y a ti. Dios nos ha pues-
to a todos en su Hijo y nos crucific en l. En el ltimo Adn, l ha borrado todo lo que fue
del primer Adn.
Ahora, cul es mi respuesta al fallo de Dios contra la antigua creacin? Contesto con
solicitar el bautismo. Por qu? En Ro. 6:4, Pablo explica que el bautismo significa la sepultu-
ra. El bautismo se relaciona tanto con la muerte como con la resurreccin; pero en s mismo
no es ni muerte ni resurreccin, es sepultura, pero para quin es la sepultura? Slo para los
muertos. As que si yo pido el bautismo, me proclamo a mi mismo muerto y slo apto para la
tumba. Mi solicitud de bautismo significa que digo S a la muerte a la cual Dios me ha en-
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tregado. Digo: Seor, creo que T has cumplido la crucifixin y ahora pido la sepultura. Me
has consignado a la muerte, y pido ser sepultado.
En cierta ocasin, una mujer perdi su esposo pero fuera de s por causa de su prdida,
se neg rotundamente a hacerlo sepultar. Da tras da, por dos semanas, qued el cadver en la
casa. Ella dijo: No est muerto, hablo con l todas las noches. Se opuso a la sepultura, por-
que ella no crea que estuviese muerto. Cundo tenemos voluntad de enterrar a nuestros que-
ridos? Slo cuando estamos absolutamente seguros que han fallecido. Mientras tengas la me-
nor esperanza de que estuvieran vivos, no los entregaras a la sepultura. Cundo debo pedir
el bautismo? Cuando veo que la voluntad de Dios es perfecta, cuando reconozco que merezco
morir, y cuando verdaderamente creo que Dios ya me ha crucificado. Una vez que yo est
plenamente persuadido de que, ante Dios, yo estoy bien muerto, entonces solicitar el bautis-
mo. Digo, en efecto: Alabado sea el Seor, estoy muerto. Seor, T me has muerto, ahora
deseo ser sepultado. Dios ha cumplido la obra de la crucifixin, pero nosotros debemos sellar
aquella muerte por la sepultura.
En la China tenemos dos servicios mdicos de emergencia, una 'Cruz Roja' y una 'Cruz
Azul. La primera se ocupa de los heridos en batalla, para socorrerlos y curarlos; la segunda se
ocupa de los muertos, sea por hambre, inundacin o guerra, a fin de darles sepultura. El pro-
ceder de Dios con nosotros en la Cruz, es ms drstico que el de la 'Cruz Roja'. l no se dis-
pone a remendar la antigua creacin. Aun los que viven estn condenados por l a muerte y
sepultura, para que puedan resucitar a nueva vida. Dios ha hecho la obra de la crucifixin, as
que ahora estamos en la lista de los muertos; pero debemos aceptado y sometemos a la obra
de la 'Cruz Azul, sellando esa muerte con la 'sepultura'.
Hay un antiguo mundo y un nuevo mundo; entre los dos hay una tumba. Dios ya me ha
crucificado, pero debo consentir en ser enviado a la tumba. Mi sepultura confirma el fallo de
Dios pronunciado contra m en la Cruz de su Hijo. Afirma que he sido cortado del viejo mun-
do y que pertenezco ahora al nuevo. As, el bautismo no es cosa de poca monta. Me separa del
antiguo mundo y me prepara para el nuevo. Significa para m romper definitiva y consciente-
mente con la antigua manera de vivir. Este es el significado de Romanos 6:2: Los que hemos
muerto al pecado, cmo viviremos an en l? Pablo, en efecto, dice: Si pudieras continuar
en el antiguo mundo, por qu bautizarte? Nunca deberas haber sido bautizado, si tenas in-
tencin de vivir en el antiguo reino. Una vez que hemos visto esto, damos lugar a la nueva
creacin al consentir en la sepultura de la antigua.
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dos; y tenemos aqu un muy hermoso cuadro de la vida de Cristo que nos es impartida por
medio de Su resurreccin.
Una vez visit a un hombre que era dueo de una huerta. Tena casi dos hectreas de te-
rreno y ms o menos trescientos rboles frutales. Le pregunt si sus rboles haban sido injer-
tados o si eran de los troncos originales. Me contest: Cree usted que yo perdera mi terre-
no con rboles no injertados?.
Le ped me explicara el proceso del injerto, y lo hizo de buena gana. Cuando un rbol
ha crecido hasta cierta altura, lo desmocho, y entonces lo injerto, dijo. Indicndome un rbol
en particular, me pregunt: ve usted ese rbol? Yo lo llamo el rbol 'padre', porque todos los
dems rboles son injertados de eso Si los otros rboles fueran dejados para seguir el curso de
la naturaleza, su fruto sera muy pequeo y consistira mayormente de cscara gruesa y semi-
llas. Este rbol, del cual son injertados, carga una fruta sabrosa, del tamao de una ciruela,
con cscara muy delgada y semillas diminutas. Y cmo sucede esto?, le pregunt. Senci-
llamente, tomo un poco de la naturaleza de un rbol y la transfiero al otro, explic. Hago un
corte en el rbol pobre e inserto un brote del, rbol bueno, entonces lo ato, y lo dejo crecer.
Pero, como puede crecer? Contest: No se, pero si crece. Entonces me mostr un rbol car-
gado de fruta sumamente pobre debajo del injerto y fruta rica, sabrosa, arriba del injerto. De-
j los brotes viejos con su fruta intil para mostrar la diferencia, me dijo. Con esto puede
comprender el valor del injerto. Se da cuenta ahora por qu cultivo solamente rboles injer-
tados?
Cmo puede un rbol llevar fruto de otro? Cmo puede un rbol viejo cargar fruto
nuevo, y un rbol pobre cargar fruto bueno? Por el injerto. Entonces, si un hombre puede in-
jertar una rama de un rbol en otro, no podr Dios injertar la vida de su Hijo en nosotros?
Una mujer, en la China, se quem de gravedad un brazo y fue llevada al hospital. Fue
hallado necesario injertar nueva piel sobre la superficie perjudicada, pero el mdico procur
en vano injertar una porcin de la de ella en el brazo; era demasiado pobre. Una enfermera
extranjera ofreci una porcin de su piel, y la operacin result con buen xito. La nueva piel
se uni a la vieja, y la mujer sali del hospital con su brazo perfectamente curado; pero qued
una porcin de piel blanca en su brazo amarillo como testimonio de lo que haba pasado. Se
pregunta cmo la piel de otra persona creci sobre el brazo de esa mujer. Yo no s cmo cre-
ci, pero s que as sucedi.
Si un cirujano terrestre puede injertar una porcin de piel de un cuerpo humano en otro3,
no podr el Cirujano Divino injertar la vida de su Hijo en m? No s cmo ocurre. El viento
sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dnde viene, ni a dnde va; as es
todo aquel que es nacido del Espritu (Jn. 3:8). No sabemos cmo Dios ha obrado en noso-
tros, pero s que lo ha hecho. Nada podemos hacer, y no necesitamos hacer nada, pues Dios ya
lo ha hecho todo.
Dios lo ha hecho todo: hay una sola vida fructfera en el mundo, y sa ha sido injertada
3
Aunque reconocemos que esto no es siempre posible, la leccin espiritual es bien cierta.
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en millones de otras vidas. A esto lo llamamos 'el nuevo nacimiento': es la recepcin de una
vida que no pose antes. No es que mi vida haya sido cambiada en ninguna manera; es otra
vida completamente nueva y completamente divina, que ha venido a ser mi vida.
EL 'CONTAR' DE FE
Entonces cundo tengo fe acerca de mi crucifixin? No cuando digo que Dios puede
crucificarme, o que me crucificar, sino cuando con gozo digo: Alabado sea Dios, en Cristo
estoy crucificado. La tentacin puede venir y Satans puede tratar de probar que no estoy
muerto pero, una vez que yo vea que estoy crucificado con Cristo, puedo rerme en la hora de
la tentacin. La dificultad con muchos es que, tan pronto aparece la tentacin, empiezan a
preguntar: He muerto verdaderamente?. Creen las mentiras de Satans y niegan la verdad
de Dios. Dios ha dicho que cuando Cristo muri, yo mor y pongo toda mi confianza en su
Palabra. Est hecho, por consiguiente no hay nada que yo deba hacer sino meramente enten-
der y contar con esto como un hecho eterno.
28
5
LA VERDADERA NATURALEZA DE LA CONSAGRACION
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcis en sus
concupiscencias; ni tampoco presentis vuestros miembros al pecado por instrumentos de
iniquidad; sino presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a
Dios por instrumentos de justicia (Ro. 6:12, 13),
Ntese esta clusula en el versculo 13: como vivos de entre los muertos. La consa-
gracin a que se refiere aqu no es la consagracin de algo perteneciente a la antigua creacin,
sino de aquella que ha pasado por la muerte a la resurreccin. La entrega, que aqu se men-
ciona, es el resultado de conocer la crucifixin de mi viejo hombre, y contarlo como crucifi-
cado. El saber, el contar y el presentar es el orden divino. Cuando realmente s que ya estoy
crucificado, entonces espontneamente me cuento muerto; y cuando realmente me cuento uno
con el Seor en su muerte y resurreccin, esto me lleva a presentarme a l. l es la fuente de
mi vida, l es mi vida: as que no puedo menos que entregar todo a l, porque todo es suyo,
no mo. Sin pasar por la muerte, no tengo nada para consagrar, y no hay nada que Dios pue-
de aceptar, porque l ha condenado todo lo que es de la antigua creacin en la Cruz. La
muerte ha eliminado todo lo que no puedo ser consagrado a l, pero la resurreccin ha hecho
posible la consagracin. El presentarme a Dios sencillamente significa que yo considero mi
vida entera como perteneciente al Seor.
29
EL TERCER PASO: PRESENTAOS...
Observemos que esta presentacin est en relacin con los miembros del cuerpo. Reco-
nozco que mis miembros son propiedad absoluta del Seor. Es una gran cosa descubrir que ya
no me pertenezco: soy del Seor. Si los $ 15 en mi bolsillo me pertenecen, entonces tengo
plena autoridad sobre ellos. Pero si pertenecen a otro quien me los entreg para guardar, en-
tonces no puedo comprar con ellos a mi antojo; y no me atrever a perderlos. La vida cristiana
verdadera comienza con saber esto. Cuntos de nosotros sabemos que porque Cristo ha re-
sucitado, nosotros por tanto vivimos para Dios y no para nosotros mismos? Cuntos de
nosotros no nos atrevemos a usar nuestro tiempo, o dinero, o talentos como quisiramos, por-
que nos damos cuenta de que son del Seor, y no nuestros? Cuntos de nosotros tenemos un
tan fuerte sentido de que pertenecemos a Otro, que no nos atrevemos a malgastar un centavo
de nuestro dinero o una hora de nuestro tiempo, o cualquiera de nuestras facultades mentales
o Fsicas! Ninguno puede realmente experimentar la vida cristiana normal sin ceder todo al
Seor.
Pablo dice: Presentad vuestros miembros para servir a la justicia (Ro. 6:19). Hazlo
como un acto definido: Presentaos a Dios.
Presentarme a Dios quiere decir Me reconozco que soy enteramente suyo. Es cosa tan
definida como contar. Debe venir un da en mi vida cuando paso de mis manos a las de l, y
desde ese da en adelante pertenezco a l y ya no ms a mi mismo. Eso no quiere decir que
me consagro a ser un predicador o misionero. Entonces a qu somos consagrados? No a la
obra cristiana, sino a la voluntad de Dios; para ser y para hacer cualquier cosa que l quiera.
30
David tuvo muchos hombres valientes, de los cuales algunos fueron generales, y otros
porteros, segn la tarea que les asignara el rey. Debemos estar dispuestos a ser generales o
porteros segn como Dios desea, y no a nuestro antojo. Si t eres un cristiano, entonces Dios
ha indicado una senda para ti, una carrera como dice Pablo (2 Ti. 4: 7). No slo la senda
para Pablo, sino la senda de cada cristiano ha sido claramente sealada por Dios, y es de su-
prema importancia que cada uno conozca y ande en la carrera propuesta por Dios; Seor, me
entrego a Ti con este solo deseo, de conocer y andar en la senda que T has ordenado: eso es
entrega verdadera. Si al fin de la vida, podemos decir con Pablo: He acabado la carrera,
seremos verdaderamente bendecidos.
No hay nada ms trgico que llegar al fin de la vida y encontrar que hemos estado en
una senda equivocada. Tenemos slo una vida para vivir aqu en la tierra, y podemos hacer lo
que queremos con ella: pero si buscamos nuestro propio placer, nuestra vida jams glorificar
a Dios. Un cristiano devoto dijo una vez: No quiero nada para m mismo: quiero todo para
Dios. Deseas t algo aparte de Dios o se centraliza todo tu deseo en su voluntad? .Puedes
verdaderamente decir que la voluntad de Dios es buena y agradable y perfecta para ti? (Ro.
12:2).
SIERVO O ESCLAVO
Si nos entregamos sin reserva a Dios, cuantos ajustes pueden ser necesarios en la fami-
lia, en los negocios, en las relaciones en la iglesia o en nuestras opiniones personales! Dios no
pennitir que quede cosa alguna de nosotros. Su dedo tocar punto por punto todo lo que no
es de l, diciendo: Esto, hay que dejarlo. Ests dispuesto?. Es insensato resistir a Dios, y
siempre sabio ceder a l. Admitimos que muchos de nosotros an sostenemos controversias
con Dios. l quiere algo, mientras nosotros queremos lo opuesto. Hay muchas cosas que no
nos atrevemos a investigar, ni a orar por ellas, ni siquiera a pensar en ellas por temor a perder
nuestra paz. En esta forma podemos rehusarnos a encarar el asunto, pero al hacerla nos apar-
tamos de la voluntad de Dios. Es siempre cosa fcil salir de su voluntad, pero bendita cosa en-
tregamos completamente a l y permitirle lograr su propsito con nosotros.
31
LA REALIDAD DEL PUNTO EN DISPUTA
La cosa trgica acerca de los cristianos de hoy en da es que no tienen idea clara de lo
que Dios les exige. Cun fcilmente dicen: Seor, estoy dispuesto para todo!. Sabes que
Dios demanda de ti tu misma vida? Hay ideales acariciados, voluntades frreas, amistades
apreciadas, ocupaciones agradables que tendrn que desaparecer: as que no te entregues a
Dios a menos que seas muy sincero. Dios te tomar seriamente aun si t no lo consideras co-
mo serio.
Cuando el muchacho de Galilea trajo su pan al Seor, qu hizo el Seor con ese pan?
Lo rompi. Dios siempre rompe lo que le es ofrecido. l rompe lo que recibe, pero, despus
de romperlo, lo bendice y lo usa para suplir las necesidades de otros. Despus de presentarse
al Seor, El empieza a romper lo que le fue ofrecido. Todo parece ir mal, y protestas y criticas
el proceder divino. Pero quedarse all es ser nada ms que una vasija rota; de ningn bien para
el mundo, porque te has ido demasiado lejos para que el mundo te utilice, y de ninguna utili-
dad para Dios, porque no has adelantado suficientemente para que l te utilice. Ests mal
ajustado con el mundo y tienes una controversia con Dios. Esta es la tragedia de muchos cris-
tianos.
Nuestra entrega al Seor debe ser un acto fundamental. Entonces, da por da seguire-
mos entregndonos a l sin criticar su proceder sino aceptando con alabanza aun aquello que
a la carne repugna. Cuando adoptas esta actitud, ests verdaderamente entregado. Una herma-
na oro as: Seor, esto es muy duro, no me gusta, pero estoy dispuesta. Otro da yo oraba con
un hermano y no le pareca lograr ser atendido de Dios. Al fin dijo: Seor, no me gusta, pero
no cedas: espera un momento, y me rendir yo a Ti.
La vida cristiana normal comienza con una crisis cuando veo que soy del Seor y de ah
en adelante ya no me cuento como mo propio sino que en toda cosa reconozco su derecho y
autoridad. No me consagro yo para ser un misionero, me consagro a cumplir la voluntad de
Dios, hacer su voluntad en la escuela, en la oficina o en el hogar, contando cualquier cosa que
l determine para m, ser el sumo bien, porque nada sino bien puede venir a aquellos que son
enteramente de l.
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6
EL SIGNIFICADO Y VALOR DE ROMANOS 7
Ahora llegamos al captulo 7 de Romanos. Hay la tendencia de sentir que este captulo
est mal situado en el lugar donde se halla. Nos gustara ponerlo entre los captulos 5 y 6. Al
fin del captulo 6 todo es tan perfecto: entonces viene un quebrantamiento completo en el ca-
ptulo 7 y el grito Miserable de m!. Entonces, cul es su enseanza?
Luego el creyente empieza a pensar en esta manera: He muerto con Cristo, soy resuci-
tado con l, y me he entregado a l para siempre: ahora me corresponde hacer algo para l,
dado que hizo tanto por m. Quiero agradarle y hacer Su voluntad. As que despus de la
consagracin procura descubrir la voluntad de Dios y se propone obedecerle. Entonces es
cuando hace un descubrimiento extrao. Pensaba que poda hacer la voluntad de Dios y crea
que amaba esa voluntad, pero poco a poco encuentra que no siempre le gusta. A veces en-
cuentra hasta una manifiesta mala gana en obedecer: y a menudo, cuando trata de cumplir,
encuentra que no puede. Entonces empieza a dudar de su experiencia espiritual. Se pregunta:
Ser que yo realmente saba? S! Ser que yo realmente contaba? S! Ser que yo ver-
daderamente me entregu? S! Me he vuelto atrs de mi consagracin? No! Entonces qu
pasa ahora?. Cuanto ms este hombre procura hacer la voluntad de Dios, tanto ms fracasa
en cumplir. Finalmente llega a la conclusin que nunca amaba verdaderamente la voluntad de
33
Dios: as que ora por el deseo y el poder de cumplir. Confiesa su desobediencia y promete
nunca desobedecer de nuevo. Pero apenas se ha levantado de sus rodillas cuando ha fracasado
una vez ms: antes que llegue al punto de victoria, es consciente de derrota. Entonces se dice
a s mismo: Puede ser que mi ltima decisi6n no fuera bastante definida. Esta vez vaya ser
absolutamente terminante. As que concentra toda su voluntad sobre el asunto, slo para en-
contrar que le aguarda un mayor fracaso que nunca despus de la primera tentacin. Entonces
repite las palabras de Pablo: Yo s que en m, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien est en m, pero no el hacerla. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago. (Ro. 7:18,19).
La gracia significa que Dios hace algo a mi favor; la ley significa que yo hago algo para
l. Ahora, si la ley significa que Dios demanda algo de m, la liberacin de la ley quiere decir
entonces que l ya no lo demanda de m, sino que l mismo lo provee. La ley implica que
Dios me requiere que haga algo para l; la liberacin de la ley implica que l me exime de
hacer cosa alguna para l, y que en gracia l mismo lo hace en m. Yo (el hombre carnal de
Ro. 7:14) no necesito hacer nada para Dios: esto es liberacin de la ley. La dificultad en Ro-
manos 7 es que el hombre en la carne trat de hacer algo para Dios. Al momento que procuras
agradar a Dios, entonces te pones bajo la ley y la experiencia de Romanos 7 empieza a ser la
tuya. Cuando un hombre ve que es libertado de la ley, entonces proclama: Yo no tratar de
hacer cosa alguna para Dios. Qu doctrina! Qu formidable hereja! Pero b. liberacin de la
ley significa justamente esto, que yo cese de tratar de agradar a Dios (esto es en la carne).
Debemos aclarar que la ley no tiene la culpa de nuestro fracaso. Pablo dice: La ley a la
verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno (Ro. 7:12). No! No hay nada mal en
la ley, pero hay algo indudablemente mal en m. Las demandas de la ley sen justas, pero la
persona de quien las demanda es injusta. El problema no consiste en que las demandas de la
ley son injustas, sino en que yo no puedo cumplidas. El gobierno puede estar en su derecho al
demandarme el pago de $ 100, pero lo malo es si yo slo tengo $ 10 para satisfacer esa de-
manda!
Dios sabe quin soy. l sabe que desde la cabeza hasta los pies estoy lleno de pecado.
l sabe que soy la debilidad encarnada, que nada puedo hacer. El problema es que yo ignoro
esto. Admito que todos los hombres son pecadores y por consiguiente soy pecador; pero me
imagino que no soy tan pecador, sin esperanza, como algunos. Dios debe traemos al lugar
donde veamos que somos completamente dbiles e incapaces. Mientras decimos eso, no lo
creemos del todo, y Dios tiene que hacer algo para que estemos plenamente convencidos del
hecho. Si no fuese por la ley, nunca hubiramos conocido cun dbiles somos. Pablo aclara
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esto en Romanos 7:7: Yo no conoc el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la
codicia, si la ley no dijera: No codiciars. Cualquiera hubiera sido su experiencia con el resto
de la ley, fue el dcimo mandamiento, que traducido literalmente es: No desears... , el que
lo encar. Entonces, l se vio cara a cara con su total incapacidad y fracaso.
As, con reverencia, podemos decir que Dios nunca nos dio la ley para guardada; l
nos dio la ley para quebrarla! l saba muy bien que nosotros no podamos observarla. Somos
tan malos que l no nos pide favor alguno ni hace demandas. Ningn hombre ha logrado
hacerse aceptable a Dios por medio de la ley. En ninguna parte del Nuevo Testamento dice
que la ley fue dada para ser guardada; pero s dice que la ley fue dada para que hubiera tras-
gresin. La ley se introdujo para que el pecado abundase... (Ro.5:20). La ley fue dada para
manifestamos como quebrantadores de la ley! Indudablemente soy pecador, pero yo no co-
noc el pecado sino por la ley... porque sin la ley el pecado est muerto.... pero venido el man-
damiento, el pecado revivi y yo mor (Ro. 7: 7-9). La ley es la que expone nuestra verdade-
ra naturaleza. Ay! somos tan vanidosos, nos conceptuamos tan fuertes, que Dios tiene que
darnos algo para probar cun dbiles somos. Al fin lo vimos y confesamos: Soy un pecador
ciento por ciento, y no puedo hacer nada para agradar a Dios.
As, la ley no fue dada en la esperanza de que la guardaramos: fue dada en el pleno co-
nocimiento de que la quebrantaramos, y cuando la hayamos quebrantado tan completamente
que seamos convencidos de nuestra absoluta necesidad, entonces la ley habr servido su pro-
psito. Ha sido nuestro ayo para llevamos a Cristo para que l pueda guardada en nosotros
(G. 3:24).
Dios es el que obra en nosotros. La liberacin de la ley no quiere decir que estamos
eximidos de hacer la voluntad de Dios, sino que estamos libres de hacerla como de nosotros
mismos. Desde aqu en adelante Otro lo hace en nosotros. Una vez que estamos plenamente
persuadidos de que no podemos satisfacer la voluntad de Dios, ni siquiera intentamos hacerla,
y ponemos nuestra confianza en el Seor, a fin de que l manifieste en nosotros su vida de
resurreccin. Desde ahora en adelante si algo es hecho, debe ser el Seor nicamente quien lo
haga. Infelizmente, algunos de nosotros, a pesar de saber que no podemos guardar la ley, an
procuramos hacerla.
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Voy a ilustrar esta verdad por lo que he visto en mi propia patria. En la China, algunos
peones pueden llevar una carga de sal de unos ciento veinte kilos, y algunos, hasta doscientos
cincuenta kilos. Pero aqu viene un hombre que slo puede levantar ciento veinte kilos y hay
una carga de doscientos cincuenta. Sabe perfectamente bien que no la puede cargar y, si es
prudente, dir: No la tocar. Pero la tentacin de probar es inherente en la naturaleza huma-
na, as que, aunque es imposible que la lleve, todava trata de hacerla. Cuando jovencito, me
diverta observando a diez o veinte de esos hombres que llegaban y probaban, aunque cada
uno de ellos saba que le era imposible. Al fin tuvieron que dejar y dar lugar al que poda.
Cuanto antes abandonemos la prueba tanto mejor, porque si ocupamos el terreno enton-
ces no queda lugar para e1 Espritu Santo. Pero si decimos No lo har, confiar en Ti para
hacerlo en m, entonces hallaremos que una fuerza ms poderosa que nosotros nos lleva ade-
lante.
Las exigencias de Dios no han cambiado, pero no somos nosotros los que podemos
cumplidas. Alabado sea Dios, l es el Legislador sobre el trono, y l es el guardador de la
ley en mi corazn. l que dio la ley, l mismo la guarda. l hace las demandas, pero l mis-
mo las cumple. Mi amigo bien poda saltar y exclamar cuando descubri que no tena nada
que hacer, y todos los que hacen tal descubrimiento bien podran hacer lo mismo. Mientras
que tratamos de hacer algo, Dios no puede hacer nada. Es por causa de nuestros esfuerzos,
que fracasamos, y fracasamos, y fracasamos. Dios quiere demostrarnos que no podemos hacer
nada, y hasta que eso no sea plenamente reconocido, nuestros desalientos y desilusiones no
cesarn.
Un hermano que estaba tratando de luchar para ganar la victoria, me dijo: No s por
qu soy tan dbil. Lo que pasa a usted, le dije, es que es dbil para no hacer la voluntad
de Dios, pero no es suficiente dbil para mantenerse del todo fuera de las cosas. An no es
bastante dbil; pero cuando est reducido a la absoluta incapacidad y persuadido de que no
puede hacer nada, entonces Dios har todo. Todos necesitamos llegar al punto donde de-
cimos: Seor, no puedo hacer ninguna cosa para Ti, pero confo en Ti para que lo hagas todo
en m.
En cierto tiempo estaba parando en determinado lugar con unos veinte hermanos ms.
Haba inadecuada provisin para baarnos en el lugar donde estbamos, as que bamos para
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tomar una zambullida diaria en el ro. En una ocasin un hermano sinti calambres en una
pierna y estaba hundindose: as que llam la atencin de otro hermano, que era un experto
nadador, para que acudiera a su rescate, Pero no hizo movimiento alguno. Desesperado, grit:
No se da cuenta que el hermano se est ahogando? Y los otros hermanos, tan agitados co-
mo yo, tambin gritaron vigorosamente. Pero nuestro buen nadador continu en su inactivi-
dad. Con calma y serenidad, se qued donde estaba. Mientras tanto la voz del pobre hermano
que se ahogaba era ms apagada, y sus esfuerzos, ms dbiles. En mi corazn dije: Odio a
aquel hombre! Pensar que l dejara ahogar a un hermano ante sus propios ojos sin acudir a su
rescate!
Pero, cuando el hombre estaba ya hundindose, con algunas rpidas brazadas, el nada-
dor se puso a su lado, y pronto ambos estaban en tierra. Cuando me vino una oportunidad,
expres mis opiniones. Nunca he visto a cristiano alguno que amara su vida tanto como us-
ted, dije yo. Piense de la angustia que habra ahorrado a ese hermano si usted se hubiera
considerado a usted mismo menos y a l un poco ms. Pero el nadador conoca la cosa mejor
que yo. Dijo: Si hubiera acudido antes, me habra agarrado tan fuertemente que ambos nos
hubiramos hundido. Un hombre que se est ahogando no puede ser salvado hasta que est
absolutamente exhausto y cesa de hacer el menor esfuerzo para salvarse.
Lo ves t? Cuando nosotros abandonamos el caso, entonces entra Dios. l est espe-
rando hasta que lleguemos al fin de nuestros recursos y no podamos hacer nada ms para no-
sotros mismos. Dios ha condenado todo lo que es de la antigua creacin y lo ha consignado a
la Cruz. La carne para nada aprovecha (}n. 6:63). Si tratamos de hacer algo nosotros mis-
mos, estamos prcticamente repudiando la Cruz de Cristo. Dios nos ha declarado aptos slo
para muerte. Cuando verdaderamente creemos esto, entonces confirmamos el fallo divino al
abandonar todos nuestros propios esfuerzos para agradarle. Cada esfuerzo nuestro de hacer su
voluntad es una negacin de su declaracin en la Cruz acerca de nuestra absoluta inutilidad.
Nuestros continuados esfuerzos son seal de que hemos entendido mal las demandas divinas
por un lado, y la fuente de provisin por otro.
Contemplamos la ley y pensamos que debemos cumplir sus demandas pero necesitamos
recordar que, aunque la ley en s misma est bien, estara mal aplicarla a la persona a quien no
corresponde. El miserable hombre de Romanos 7 trat de afrontar l mismo las demandas
divinas, y eso fue la causa de angustia. El repetido uso de la primera persona (el yo) da la cla-
ve del fracaso. El querer el bien est en m, pero no el hacerla (Ro. 7: 18). Haba un concep-
to errneo fundamental en la mente de ese hombre. l pensaba que Dios le peda a l guardar
la ley, y as por consiguiente estaba tratando de guardarla. Pero Dios no requera ninguna cosa
de 1. Cul fue el resultado? Lejos de hacer lo que agradaba a Dios, se hallaba haciendo lo
que le desagradaba. En sus mismos esfuerzos de hacerla, hizo exactamente lo opuesto de lo
que l saba ser la voluntad divina.
GRACIAS A DIOS
Romanos 6 trata del cuerpo de pecado (6:6); Romanos 7 trata del cuerpo de muerte
(7:21). En el captulo 6, todo el tema que nos presenta es el pecado: en el captulo 7 nos
presenta la muerte. Cul es la diferencia entre cuerpo de pecado y cuerpo de muerte? Mi
actividad respecto al pecado hace de mi cuerpo un cuerpo de pecado: mi inactividad con res-
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pecto a la voluntad de Dios lo hace un cuerpo de muerte.
Has desesperado de ti mismo o todava esperas que si leyeras u oraras ms sers mejor
cristiano'? El leer y el orar no son cosas equivocadas, pero la equivocacin es confiar en ellos
para la victoria. Nuestra confianza debe estar en Cristo slo. Felizmente el miserable hom-
bre no meramente deplora su miseria, sino hace una pregunta excelente, a saber: Quin me
librar'? .Quin? Hasta aqu ha buscado un 'algo', ahora busca un 'quien'. Hasta aqu ha
mirado adentro por la solucin de su problema: ahora busca un Salvador fuera de s mismo.
No pone ms en juego el esfuerzo propio; toda su expectativa est ahora en Otro.
Cmo obtuvimos el perdn de los pecados'? Fue por la lectura, la oracin, las carida-
des, etc.? No, miramos a la Cruz, confiando en lo que el Seor haba hecho, y la liberacin del
pecado opera exactamente sobre el mismo principio que el perdn de pecados. En el asunto
del perdn miramos a l sobre la Cruz: en el asunto de la liberacin miramos a l en nosotros.
Acerca del perdn dependemos de aquello que l ha hecho: en relacin a la liberacin depen-
demos de lo que l har en nosotros. Pero en relacin tanto al perdn como a la liberacin,
nuestra dependencia ser de l slo. l es quien hace todo.
En el tiempo cuando fue escrita la epstola a los Romanos, era castigado un asesino en
una manera rarsima y terrible. El cadver del muerto era atado al cuerpo viviente del asesino;
cara a cara, mano a mano, pie a pie; y el viviente quedaba ligado al muerto hasta la muerte.
Estaba libre el asesino de ir donde quisiera, pero por doquier tena que arrastrar el cadver del
muerto. Pablo se sinti ligado a un cuerpo muerto e incapaz de librarse. Donde quiera que
fuera, fue impedido por esta carga terrible. A la larga no pudo aguantar ms y clam: Mise-
rable de m! Quin me librar de este cuerpo de muerte? Pero su grito desesperado es se-
guido inmediatamente por un canto de alabanza. Esta es la contestacin a su pregunta. Gra-
cias doy a Dios, por Jesucristo Seor nuestro (Ro. 7:25).
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Sabemos que la justificacin es por medio del Seor Jess y que no requiere obra de
nuestra parte; pero creemos que la santificacin depende de nuestros esfuerzos. Creemos que
solamente obtenemos el perdn por confianza completa en el Seor; pero creemos que slo
podemos obtener liberacin con hacer algo nosotros. Tememos que si no hacemos nada, nada
suceder. Despus de la salvacin, la vieja costumbre de hacer algo se afirma de nuevo y co-
menzamos otra vez nuestros esfuerzos propios. Entonces la Palabra de Dios se oye de nuevo:
Consumado es. l ha hecho todo en la Cruz para mi perdn y va a hacer todo en m para mi
liberacin. En ambos casos, l es el Hacedor. Dios es el que en vosotros produce el querer
como el hacer (Fil. 2: 13).
Las primeras palabras del hombre liberado son muy preciosas: Gracias doy a Dios. Si
alguien te da un vaso de agua, le agradeces a l, no a ningn otro. Por qu dijo Pablo: Gra-
cias doy a Dios? Porque Dios era el que hizo todo. Si hubiera sido Pablo quien lo hiciera,
habra dicho: Gracias doy a Pablo; pero l vio que Pablo era un miserable y que slo Dios
poda atender a su necesidad. As que l dijo: Gracias doy a Dios. Dios quiere hacer todo
porque l quiere toda la gloria. Si nosotros hiciramos parte de la obra entonces nos tocara
algo de la gloria; pero Dios la quiere toda, as que l hace toda la obra del comienzo hasta el
fin.
Lo que hemos dicho en este captulo podra parecer negativo y no muy prctico si que-
dsemos aqu, como si la vida cristiana consistiera en sentarnos y esperar que algo suceda. Por
supuesto, es cosa muy distinta. Todos los que la viven, saben que es asunto de una fe en Cris-
to muy positiva y activa, y en un nuevo principio de vida: la ley del Espritu de vida. Pablo
explica en los primeros nueve versculos del captulo 8 cmo obtenemos la liberacin y cmo
somos capacitados para vivir una vida santa en el mundo. l muestra que es todo por el Esp-
ritu Santo. Veremos ahora los efectos en nosotros de este nuevo principio de vida.
39
7
ANDANDO EN EL ESPRITU
POSICIN Y EXPERlENCIA
Tenemos cuatro diferentes aspectos en relacin con la obra de Dios en la redencin: el
captulo 5, en Adn; el captulo 5, en Cristo; el captulo 7, en la carne; el captulo 8, en
el Espritu. En esto vemos cuatro diferentes principios y debemos discernir claramente la
relacin entre ellos. Tenemos en Adan contra en Cristo mostrando nuestra posicin; lo
que ramos por naturaleza y luego lo que ahora somos por la fe en la obra redentora de Cristo.
Tambin tenemos en la carne contra en el Espritu y esto se relaciona con nuestro andar, co-
mo asunto de experiencia prctica. Creemos que hasta estar en Cristo, pero debemos tam-
bin andar en el Espritu (Ro. 8:9). He aqu uno de los ms importantes puntos de la vida
cristiana. Aunque de hecho estoy en Cristo, con todo si viviera en la carne, es decir en mi pro-
pio poder, entones experimentar lo que est en Adn. Si quiero experimentar todo lo que
est en Cristo, entonces debo aprender a andar en el Espritu. El uso frecuente de las pala-
bras el Espritu en la primera parte de Romanos 8 sirve para enfatizar esta nueva e impor-
tante leccin de la vida cristiana.
Puedo reconocer que estoy en Cristo, pero tal vez tambin tengo que reconocer que mi
viejo mal genio se deja ver mucho. Cul es el problema? El problema es que va estoy afe-
rrndome a la verdad objetiva cuando lo que es verdad objetiva debe llegar a ser verdad subje-
tiva; y esto ocurrir en la medida en que yo viva en el Espritu.
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No slo estoy en Cristo, pero Cristo est en m. Y de la misma forma en que natural-
mente un hombre no puede vivir ni trabajar en el agua, sino slo en el aire, as tambin espiri-
tualmente Cristo mora y se manifiesta no en la 'carne' sino en el 'espritu'. Por tanto si vivo
'segn la carne' hallo que lo mo en Cristo se mantiene, por decido as, en suspenso. Aunque
de hecho estoy en Cristo, sin embargo estoy viviendo en la carne -vale decir en mi propia
fuerza y bajo mi propio gobierno- entonces, en la experiencia, descubro con tristeza que en mi
se manifiesta lo que est en Adn. Leemos en la Palabra lo que quiere Dios, e inmediatamente
nos ponemos a hacerla. Por ejemplo, cuando descubrimos en la Palabra que debemos ser
humildes, en vez de echamos en entera dependencia en el Seor, inmediatamente reunimos
nuestras fuerzas y determinamos que en lo sucesivo trataremos de ser humildes; y somos tan
sinceros en esto que nos imaginamos que estamos andando bien, cuando en realidad estamos
esquivando el punto fundamental. Si yo quiero conocer experimentalmente todo lo que en
Cristo hay, debo aprender a vivir en el Espritu.
Vivir en la carne significa que creemos que nosotros mismos podemos hacer: en conse-
cuencia ensayamos probarlo. Cuando realmente nos damos cuenta de la corrupcin de nuestra
propia naturaleza, entonces, al descubrir las demandas divinas en la Palabra, nunca trataremos
de afrontarlas nosotros sino sencillamente reconoceremos nuestra absoluta debilidad y dire-
mos: Seor, no puedo hacerla, y rehso tratar de hacerla. Si T no lo efectas en y por m,
nunca ser hecho. Cuando vemos que Dios requiere humildad de nosotros, ya no trataremos
ms de ser humildes, sino sencillamente volveremos al Seor, y le diremos: Seor, por m
mismo no puedo ser humilde, pero confo que T has de demostrar tu humildad en m.
Vivir en el Espritu significa que yo confo que el Espritu Santo har en m lo que yo no
puedo hacer. Esta vida es totalmente diferente de la que yo naturalmente vivira por m mis-
mo. Cada vez que me encuentro frente a una nueva demanda del Seor, le miro para que El
haga en m lo que requiere de m. No es un caso de probar sino simplemente de confiar: no de
luchar sino de descansar en El. Si yo tengo un mal genio, pensamientos impuros, una lengua
respondona o un espritu crtico, no har la menor cosa para cambiarme a m mismo sino me
entregar al Espritu para que produzca en m la necesitada pureza o humildad o mansedum-
bre. Sencillamente me pondr a un lado y dejar que Dios lo haga todo por su Espritu Santo.
Esto es lo que quiere decir Estad firmes, y ved la salvacin que Jehov har hoy con voso-
tros (Ex. 14:13) .
Algunos de vosotros seguramente habis tenido experiencia de esta clase. Habis sido
invitados a ir y visitar a un amigo, y el amigo no fue muy amable, pero confiasteis que el Se-
or os ayudara. Le dijisteis, antes de salir, que vosotros mismos no harais ms que fracasar y
le pedisteis todo lo necesario. Entonces, con gran sorpresa, no os sentisteis irritados aunque
vuestro amigo se mostr poco afable. Al volver a casa, meditasteis en la experiencia y os ma-
ravillasteis de que os mantuvierais tan serenos y os preguntasteis si estarais tan serenos la
prxima vez. Os sorprendisteis de vosotros mismos y buscasteis una explicacin. Esta es la
explicacin: el Espritu Santo os sostuvo.
Infelizmente slo tenemos esta clase de experiencia de vez en cuando; pero debera ser
una experiencia constante. Cuando el Espritu Santo controla las cosas, no hay necesidad de
esfuerzo por nuestra parte. No es un caso de decidiros a resistir y luego pensar que os habis
controlado maravillosamente y habis alcanzado una gloriosa victoria. No, donde hay verda-
dera victoria, no hay esfuerzo humano. El Seor nos lleva adelante.
41
El objeto de la tentacin es siempre conseguir que hagamos algo nosotros. Durante los
primeros tres meses de la guerra en la China perdimos un gran nmero de tanques y as fui-
mos incapaces de hacer frente a los tanques japoneses hasta que fue ideada la siguiente tcti-
ca: Un solo tiro fue dirigido hacia un tanque japons por uno de nuestros francotiradores en
emboscada. Despus de un considerable lapso, el primer tiro sera seguido por un segundo: y
entonces un largo silencio y luego otro tiro: hasta que el conductor del tanque ansioso de loca-
lizar de dnde venan los tiros sacaba la cabeza para investigar. El tiro siguiente terminaba
con l.
Mientras l quedaba protegido, estaba perfectamente a salvo. Toda la maniobra fue in-
ventada para sacarle de su escondite. Asimismo las tentaciones de Satans no son, en primer
lugar, el conducimos a hacer algo particularmente pecaminoso, sino meramente hacer que
procedamos en nuestra propia energa, y en el momento mismo en que damos el primer paso
para hacer algo nosotros, l ya ha ganado una victoria. Mientras no nos movamos de nuestro
escondite en Cristo, mientras no pasemos al reinado de la carne, entonces l no nos puede
vencer.
Creo que muchas veces hemos interpretado mal el significado de la ltima clusula de
este versculo. Veamos. Cmo procederamos nosotros naturalmente? Seguiramos un curso
de accin llevados por nuestros propios instintos y divorciados de la voluntad de Dios. El
efecto pues de negarnos a actuar de nosotros mismos ser que el Espritu Santo tendr libertad
de enfrentar y tratar con la carne en nosotros, con el resultado de que no haremos lo que por
naturaleza haramos: es decir no obraremos de acuerdo a nuestra inclinacin natural, no em-
prenderemos planes propios; sino que hallaremos nuestra satisfaccin en su perfecto plan.
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que lo que dice en Glatas 2:20, el versculo que sirve como clave para nuestro estudio: Ya
no vivo yo... mas Cristo.,.. Vimos cun a menudo se usa la palabra yo en Romanos 7, cul-
minando en el grito de agona: Miserable de m! Luego sigue la aclamacin de liberacin:
Gracias doy a Dios, por Jesucristo! y es evidente que Pablo descubri que la vida que go-
zamos es la vida de Cristo nicamente. Pensamos en la vida cristiana como una vida trans-
formada pero en realidad no es as. Dios nos ofrece una vida canjeada, una vida sustitui-
da, y Cristo es el Sustituto en nosotros. Ya no vivo yo, mas vive Cristo en m. No es algo
que tenemos que producir nosotros. Es la vida de Cristo mismo reproducida en nosotros.
Reproduccin es algo ms: quiere decir que la vida nueva crece y se manifiesta pro-
gresivamente en nosotros hasta que la misma imagen de Cristo empieza a ser reproducida en
nuestras vidas, Eso es lo que Pablo quera decir cuando dijo a los Glatas: Hijitos mos, por
quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros (G.
4:19).
Eso es lo nico que no puedo hacer -les contest-. Estoy seguro que Dios no ha de con-
testar su oracin. Entonces me dijeron con asombro: Querr usted decir que hemos llegado
a tal punto que Dios ya no est dispuesto a escuchamos cuando le pedimos que nos d pa-
ciencia?
No, no exactamente eso, pero ustedes han orado en este sentido. Les contest Dios?
No! Saben por qu? Porque no tienen necesidad de paciencia,
Dios no nos dar humildad o paciencia o santidad o amor como distintos dones de su
gracia. El no es un comerciante que dispensa su gracia en paquetes, dando un poco de pacien-
cia a los impacientes, un poco de amor a los que no aman, un poco de mansedumbre a los
altivos, en cantidades que tomamos y usamos como si fuesen un capital. l nos ha dado un
solo don para satisfacer toda nuestra necesidad: su Hijo Jesucristo. A medida que confiamos
en l para que viva su vida en nosotros, l ser en nosotros humilde, paciente, amoroso y
todo lo dems que nos haga falta. Recordemos la palabra en la primera epstola de Juan: Dios
nos ha dado vida eterna, y esta \ida est en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; d que no
tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (1 Jn. 5:11,12). La vida de Dios no nos es dada por se-
parado; la vida de Dios nos es dada en el Hijo. Es vida eterna en Cristo Jess Seor nuestro
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(Ro. 6:23). La relacin que tenemos con el Hijo, es la misma que tenemos con b vida.
Bendita cosa es descubrir la diferencia entre los dones cristianos y Cristo: conocer la di-
ferencia entre la mansedumbre y Cristo, entre la paciencia y Cristo, entre el amor y Cristo.
Recordemos lo que se nos dice en 1 Corintios 1:30: Cristo Jess... nos ha sido hecho por
Dios sabidura, justificacin, santificacin y redencin. El concepto general de la santifica-
cin es que cada parte de la vida sea santa; pero esto no es santidad, sino el fruto de la santi-
dad. La santidad es Cristo. Es el Seor Jess que nos ha sido hecho santidad.
Se puede hacer lo mismo con cualquier otra cosa: amor, humildad, poder, dominio de s
mismo. Hoy nos hace falta paciencia. l es nuestra paciencia! Maana quizs. precisemos
pureza. Por eso Pablo habla del fruto del Espritu (G. 5: 22) y no de frutos como cosas
separadas. Dios nos ha dado su Espritu Santo, y cuando necesitamos amor, el fruto del Esp-
ritu es amor, cuando necesitamos gozo, el fruto del Espritu es gozo. Siempre es as. No im-
porta cul es nuestra deficiencia personal, o nuestras muchas deficiencias, Dios siempre tiene
una respuesta suficiente: su Hijo Jesucristo, y l es la respuesta para cada necesidad humana.
Cmo podemos experimentar ms de Cristo en esta forma? Solamente por una mayor
conciencia de nuestra necesidad. Algunos tienen temor de descubrir alguna deficiencia en s
mismos, y por lo tanto nunca crecen. Crecer en gracia es el nico sentido en que podemos
crecer, y la gracia, como ya hemos dicho, es Dios que hace algo para nosotros. Todos tenemos
al mismo Cristo morando en nosotros, pero la revelacin de alguna nueva necesidad nos lleva-
r espontneamente a confiar en l, para que l manifieste su vida en ese particular. Mayor
capacidad significa un mayor goce de lo que Dios nos da. Cada vez que dejamos de obrar, y
confiamos en Cristo, se conquista una nueva porcin de tierra. Cristo mi vida, es el secreto
de la expansin.
Seor, no lo puedo hacer, por tanto no intentar hacerla. Es as que la mayora falla-
mos, pues deseamos seguir intentando.
Seor, yo no puedo, y por ello no tratar de hacerla. De aqu en adelante confo en que
T lo hars. Es decir, yo me niego a actuar, confo en que l lo har, y luego entro plena y
gozosamente en lo que l ha iniciado. Esto no es pasividad. Es una vida muy activa la que
confa en el Seor de este modo, recibiendo vida de l, tomndole a l para que sea nuestra
vida, permitindole a l vivir su vida en nosotros.
Ahora, pues, ninguna condenacin hay para los que estn en Cristo Jess, los que no
andan conforme a la carne, mas conforme al Espritu. Porque la ley del Espritu de vida en
Cristo Jess me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro. 8:1,2). Es en el captulo 8
que Pablo nos presenta el aspecto positivo de la vida en el Espritu. Ahora, pues, ninguna
condenacin hay... Al principio esta declaracin puede parecer fuera de su lugar. No es
cierto que fuimos librados de la condenacin por la Sangre por la cual encontramos paz con
Dios y salvacin del juicio? (Ro. 5:1,9). Pero hay dos clases de condenacin, es decir, ante
Dios y ante m mismo (como ya notamos que hay dos clases de paz). Cuando veo la Sangre s
que mis pecados son perdonados y que no hay ms condenacin ante Dios; pero a pesar de
esto puedo todava conocer la derrota, y el sentido de condenacin en m mismo puede ser
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muy real como se ve en Romanos 7. Pero si he aprendido vivir por Cristo como mi vida, en-
tonces he aprendido el secreto de la victoria y alabado sea Dios! ahora, pues, ninguna con-
denacin hay. El ocuparse del Espritu es vida y paz (Ro. 8: 6), y esto llega a ser mi expe-
riencia a medida que aprendo a andar en el Espritu. Con paz en mi corazn, no tengo tiempo
para sentirme condenado, solamente para alabarle a l quien me lleva adelante de victoria a
victoria.
Nos son muy familiares las palabras de la Bendicin en 2 Corintios 13:14: La gracia
del Seor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunin del Espritu Santo sean con todos voso-
tros. El amor de Dios es la fuente de toda bendicin espiritual, la gracia de nuestro Seor
Jesucristo ha hecho posible que aquella riqueza espiritual venga a ser nuestra, y la comunin
del Espritu Santo es el medio por el cual nos es impartida. El amor es algo escondido en el
corazn del Padre, la gracia es aquel amor expresado en el Hijo, y por la comunin se imparte
aquella gracia por el Espritu. Lo que el Padre ha ideado a favor nuestro, el Hijo ha llevado a
cabo, y ahora el Espritu nos lo comunica. As que, cuando vemos algo nuevo que el Seor
nos ha procurado en su Cruz, no tratemos de apropiado por nuestros esfuerzos propios, sino
en una actitud de continua sujecin y obediencia, miremos al Espritu para impartrnoslo; por-
que nuestro Seor ha mandado su Espritu con este mismo propsito, para que l nos co-
munique todo lo que es nuestro en el Seor Jess.
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Este tema se estudia ms ampliamente en el libro La Cruz en la Vida Cristiana Normal.
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8
EL ETERNO PROPOSITO DE DIOS
La gloria de Dios (Ro. 3:23). ...a la libertad de la .doria de los hitos de Dios (Ro.
8:21, V.H.A.).
Cul era el objeto de Dios? Que su Hijo sea el primognito entre muchos hermanos
y que todos fuesen hechos conformes a su imagen. Cmo realiz Dios su propsito? A los
que justific, a stos tambin glorific. El propsito de Dios, entonces, en la creacin y re-
dencin, era de hacer su Hijo el primognito entre muchos hermanos. Eso, tal vez, signifi-
cara muy poco para muchos cristianos, pero estudimoslo ms cuidadosamente.
En Juan 1:14 vemos que el Seor Jess era el Unignito Hijo de Dios: y aquel Verbo
fue hecho carne, y habit entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del Unignito del
Padre) lleno de gracia y de verdad. Que l fuera el Unignito de Dios implica que Dios no
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tuvo otro Hijo aparte de ste. Estaba con el Padre desde toda la eternidad. Pero Dios no estaba
satisfecho que Cristo quedara como el Hijo Unignito; quera tambin hacerle el Primogni-
to. Cmo podra el Unignito venir a ser Primognito? La contestacin es sencilla: por tener
ms hijos el Padre. Si uno tiene un solo hijo, entonces es el unignito; pero si en lo sucesivo
tiene otros, entonces el primero viene a ser el primognito.
El propsito divino en la creacin y redencin era que Dios tuviera muchos hijos. El an-
siaba tenerlos y no poda estar satisfecho sin nosotros. Una vez visit a un hermano de 93
aos y cuando me acerqu a l, tom mi mano en la suya y en forma queda y reflexiva me
dijo: Hermano, sabe que yo no puedo estar sin El? y sabe que El no puede estar sin m?
Aunque estuve con l ms de una hora, su edad avanzada y su debilidad fsica hizo imposible
una conversacin extensa. Pero lo que de esa entrevista permanece en mi memoria es su fre-
cuente repeticin de esas dos preguntas: Hermano, sabe que no puedo estar sin l? Y sabe
que l no puede estar sin m?
Al leer la historia del hijo prdigo, la gente en general es impresionada por todas las pe-
nas que experiment ste: estn ocupados en pensar qu mal rato pas. Pero se no es el punto
importante de la parbola. Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se haba perdido, y es
hallado (Lc. 15:24): ah est el corazn del relato, no es cuestin de lo que sufri el hijo, sino
lo que perdi el padre. l es el sufriente, l es quien pierde. Una oveja se pierde; quin sufre
la prdida? El pastor. Se pierde una moneda; quin pierde? La mujer. Un hijo se pierde,
quin pierde? El padre. He aqu la enseanza de Lucas, captulo 15.
El Seor Jess era el Unignito Hijo pero el Padre le envi a fin de que el Unignito
tambin sea el Primognito, que el Hijo Amado tenga muchos hermanos. He aqu la historia
de la Encarnacin y de la Cruz; el propsito de Dios cumplido, a saber, en llevar muchos
hijos a la gloria (He. 2:10). En Romanos 8:29 leemos muchos hermanos; en Hebreos 2:10
leemos muchos hijos. Desde el punto de vista de Dios, Jess, es hermanos; desde el punto
de vista de Dios, el Padre, es hijos. Pero no termina all: Dios no desea que sus hijos vivan
en un galpn, un garaje o un campo. l desea que estn en su casa, que participen de su gloria.
Esa es la explicacin de Romanos 8:30: A los que justific, a stos tambin glorific. Dios
deseaba .tener hijos y deseaba tener hijos en gloria. Deseaba poblar el cielo entero con hijos.
Ese es su propsito en la redencin.
EL GRANO DE TRIGO
Pero cmo poda el Unignito Hijo de Dios venir a ser el Primognito? El mtodo se
explica en Juan 12:24: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra
y mucre, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. Quin era ese grano? Era el Seor
Jess. En el universo entero Dios tena un solo grano de trigo; l no tena un segundo grano.
Dios puso aquel nico grano de trigo en el suelo y muri, pero de ese nico grano han brota-
do muchos.
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en Dios y en virtud de estar 'en Cristo'. Era por medio de la encarnacin y la Cruz que el Uni-
gnito vino a ser tambin el Primognito. As el corazn paterno de Dios fue satisfecho, pues
se ha asegurado muchos hijos.
Los captulos 1 y 20 del Evangelio segn Juan son muy preciosos. En el comienzo de su
Evangelio nos relata que Jess era el Unignito del Padre, y al fin nos relata cmo, despus
que el Seor muri y resucit, El dijo: Subo a mi Padre y a vuestro Padre (]n. 20:17). Hasta
ah en este Evangelio, el Seor haba hablado de mi Padre, pero ahora que ha muerto y re-
sucitado, dice: Mi Padre y vuestro Padre. Por qu? Porque por su muerte y resurreccin
muchos hermanos han sido trados dentro de la familia de Dios, y as en el mismo versculo
utiliza este mismo nombre para ellos: Mis hermanos. As tambin leemos en Hebreos 2:11:
No se avergenza de llamarlos hermanos.
El conocimiento del bien y del mal no es malo. Estos dos rboles tipifican dos princi-
pios profundos. Representan dos planos de vida, el divino y el humano. El rbol de vida es
Dios mismo, porque Dios es vida. l es la ms alta forma de existencia, y l es tambin la
fuente y la meta de la vida. Y la fruta qu es? Es el Seor Jess. Si Adn tomara del rbol
de vida, participara de la vida de Dios v as venir a ser un hijo de Dios en el sentido de tener
en 1 una vida derivada de Dios. Con eso se tendra vida de Dios en unin con el hombre: una
raza de hombres con la vida de Dios en ellos y viviendo en constante dependencia de Dios
para aquella existencia. Si, por el contrario, Adn tomara del fruto del rbol de ciencia del
bien y del mal, entonces desarrollara su propia humanidad en maneras naturales aparte de
Dios, alcanzando una cima de realizacin como un ser suficiente en s; tendra el poder en s
mismo de formar juicios independientes, pero no tendra vida de Dios.
As que sta fue la eleccin que tena que hacer: o por la obediencia ser un hijo de Dios,
dependiendo de Dios para su vida, o por querer ser algo en s mismo venir a ser un hombre
egocntrico, jugando y actuando aparte de Dios. La historia de la humanidad es el resultado
de la eleccin que hizo.
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Ahora vemos la razn divina de la muerte y resurreccin del Seor Jess. Vemos tam-
bin la razn divina de la consagracin verdadera: considerarnos muertos al pecado mas vivos
a Dios en Cristo Jess, y presentamos a l como vivos de los muertos. Debemos todos ir a la
Cruz, porque lo que est en nosotros por naturaleza es vida propia, sujeta a la ley de pecado.
Adn eligi vida propia antes que vida divina, as que Dios tuvo que reunir todo lo que haba
en Adn y eliminarlo. Nuestro 'viejo hombre' ha sido crucificado. Dios nos ha puesto a todos
en Cristo y le crucific como el ltimo Adn, y as todo lo que es de Adn ha desaparecido.
Entonces Cristo resucit y es por participar de su vida de resurreccin que somos constituidos
hijos de Dios. A todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios,
son engendrados... de Dios Jn. 1: 12,13).
Ocurri cierto da, en la China, que visit a un lder cristiano que se hallaba enfermo, y a
quien llamar Sr. Wong. Era un erudito, un Doctor en Filosofa, y se le tena en mucha estima
por todo el pas por sus elevados principios morales, y desde haca tiempo se ocupaba en la
obra cristiana. Pero no crea en la necesidad de la regeneracin; proclamaba slo un evangelio
social.
Cuando fui a ver al Sr. Wong, el perrito de la casa estaba al lado de su cama. Despus
de que le hube hablado al Sr. Wong de las cosas de Dios y de la naturaleza de su obra en no-
sotros, sealando al perro pregunt cmo se llamaba. Me dijo que Fido. Fido es su nombre
o su apellido?, le pregunt (usando. los trminos chinos de nombre personal y nombre de
familia). Pues ese es su nombre nada ms, me dijo. Quiere decir que es su nombre de pila?
Puedo llamado Fido Wong?, inquir. Claro que no!, me replic con nfasis, Pero l vive
en su familia, continu. Por qu no le llama Fido Wong'! Luego, sealando a sus dos
hijas, le pregunt: Sus hijas se llaman Srtas. Wong, no es verdad'? S. Pues .entonces
por qu no puedo llamar a su perro Sr. Wong? El doctor se ri, y yo pregunt: Comprende
ahora lo que quiero significar? Sus hijas nacieron en su familia y tienen su apellido porque
usted les ha comunicado su vida. Su perro puede ser muy inteligente, de muy buen compor-
tamiento, en fin, un excelente perro, pero el asunto no consiste en saber si es un perro bueno o
un perro malo. Se trata simplemente de esto: Es un perro o no. No necesita ser malo para que
sea rechazado de formar parte de su familia; slo necesita ser lo que es, un perro. El mismo
principio se aplica a usted en su relacin con Dios. La cuestin no consiste en si usted es un
hombre bueno o malo, sino Es un hombre o no? Si su vida est en un nivel ms bajo que el
de la vida de Dios, entonces usted no puede pertenecer a la familia divina. Sr. Wong: durante
su vida usted ha procurado transformar a hombres malos en buenos por medio de su predica-
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cin; pero siempre en hombres, sean ellos buenos o malos, y no pueden tener relacin vital
alguna con Dios. Nuestra nica esperanza est en recibir al Hijo de Dios, y cuando hacemos
esto su vida en nosotros nos constituir en hijos de Dios. El doctor vio la verdad, y ese da
fue hecho miembro de la familia de Dios al recibir al Hijo de Dios en su corazn.
Dios est introduciendo la compaa de los redimidos que nada tienen de Adn, pero to-
do de Cristo. La necesidad divina de la Cruz es porque nada perteneciente a Adn sirve para
la gloria: nada perteneciente a la vieja creacin puede entrar en la nueva. La Cruz debe cortar
profundamente, separando todo lo que pertenece a la vieja vida, y la resurreccin debe reunir
todo lo necesario para la nueva vida. Todo debe abandonarse hasta que podamos decir en ver-
dad: No puedo yo hacer nada por m mismo. Estas son las palabras del Hijo y tambin de-
ben llegar a ser las de los hijos.
Dios desea hijos y que estn en la gloria, coherederos de Cristo (Ro. 8: 16). Esto es su
propsito; pero cmo puede lograrlo? Leemos en Hebreos 2:10 y 11: Porque convena a
aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo
de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al Autor de la salvacin de
ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos: por lo cual no se
avergenza de llamarlos hermanos.
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UN CUERPO EN CRISTO
Antes de pasar a considerar nuestro ltimo tema de importancia, miremos de nuevo los
pasos ya dados. Hemos procurado presentar las cosas de una manera sencilla, y explicar de un
modo claro algunas de las experiencias que los creyentes suelen tener. Pero desde luego son
muchos los nuevos descubrimientos que hacemos al andar con el Seor, y debemos cuidamos
de simplificar demasiado la obra de Dios. Hacerla nos llevara l seria confusin.
Hay hijos de Dios que creen que toda nuestra salvacin, en la que incluiran el asunto de
vivir una vida santa, consiste en un debido aprecio del valor de la preciosa Sangre. Con razn
subrayan la importancia de llevar cuentas cortas con Dios en cuanto a pecados conocidos, y
de la eficacia continua de la Sangre para limpiar los pecados cometidos, pero piensan en la
Sangre como hacindolo todo. Creen en una santidad que slo significa separacin: que Dios,
sobre la base de la Sangre derramada, separa a un hombre del mundo para hacerla suyo, y que
eso es santidad; y all se quedan. As permanecen sin alcanzar las demandas bsicas de Dios y
por lo tanto la provisin completa que El ha hecho. Creo que ya hemos visto claramente que
esto no basta.
Luego hay los que van ms adelante y ven que Dios los ha incluido en la muerte de su
Hijo en la Cruz para librarlos del poder del pecado y de la ley por crucificar el hombre viejo.
Estos son los que en verdad ejercen fe en el Seor, porque se gloran en Cristo Jess y han
dejado de confiar en la carne (Fil. 3: 3). En los tales Dios tiene fundamento seguro sobre el
cual edificar, y desde ese punto inicial muchos han progresado aun ms y han reconocido que
la consagracin (en su sentido verdadero) significa entregarse sin reserva en sus manos y se-
guirle. Todos stos son los primeros pasos y desde este punto ya hemos tocado otras fases de
la experiencia que Dios nos presenta y que muchos gozan. Es indispensable recordar que,
mientras cada una es un fragmento de la verdad, ninguna en s es toda la verdad. Todas llegan
hasta nosotros como fruto de la obra de Cristo en la Cruz y no nos conviene ignorar ninguna.
Ahora debemos tener presente dos pasajes de la Palabra, uno de Gnesis 2 y otro de
Efesios 5, que son de gran importancia en cuanto a esto.
51
EL AMOR DE CRISTO
Entonces Jehov hizo caer profundo sueo sobre Adn, y mientras ste dorma, tom
una de sus costillas, y cerr la carne en su lugar; y de la costilla que Jehov Dios tom del
hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adn: Esto es ahora hueso de
mis huesos, y carne de mi carne; sta ser llamada Varona, porque del varn fue tomada.
(Gn. 2-21-23).
As tenemos un aspecto de la muerte del Seor Jess en Efesios que no se ve tan clara-
mente en otros lugares. En Romanos se miran las cosas desde el punto de vista del hombre
corrompido y, empezando con Cristo muriendo por pecadores, enemigos, los impos
(Ro. 5), se nos lleva paso a paso al amor de Cristo (Ro. 8:35). En Efesios, en cambio, el
punto de vista es el de Dios antes de la fundacin del mundo (Ef. 1:4) y la mdula del evan-
gelio es: Cristo am a la iglesia, y se entreg a S mismo por ella (Ef. 5:25). As en Roma-
nos es todos pecaron, y el mensaje es el del amor de Dios hacia los pecadores (Ro. 5: 8);
mientras que en Efesios es Cristo am, y el amor aqu es el del esposo hacia su esposa. Esta
clase de amor, en el fondo, no tiene nada que ver con el pecado como tal. Lo que se ve en este
pasaje no es expiacin por el pecado sino la creacin de la Iglesia; por eso se declara que con
este motivo l se dio a S mismo.
Por consiguiente hay un aspecto de la muerte del Seor Jess que es completamente po-
sitivo y un asunto particularmente de amor hacia su Iglesia, y en el cual no entra la cuestin
del pecado y de los pecadores. Dios me libre de sugerir siquiera que el Seor Jess no muri
para expiacin. Alabado sea Dios, as lo hizo. Debemos recordar que hoy da estamos en ver-
dad en Efesios 5 y no en Gnesis 2. Efesios fue escrito despus de la cada, a hombres que
haban sufrido las consecuencias y en la carta encontramos no slo el propsito de la creacin
sino tambin las cicatrices dejadas por la cada. De otro modo no habra necesidad de referirse
a mancha ni arruga. Por causa de que estamos todava en este mundo y que la cada es un
hecho histrico, hay necesidad de limpieza.
Sin embargo, siempre debemos considerar la redencin como una interrupci6n, una
'medida de emergencia', que fue necesaria por causa del desvo de la lnea recta del propsito
de Dios. La redencin es suficiente y bastante maravillosa para ocupar un lugar muy grande
en nuestra visin, pero Dios nos est indicando que no debemos pensar en ella como si fuera
52
todo, como si el hombre hubiera sido creado para ser redimido. La cada es un desvo trgico
en aquella lnea propuesta, y la redencin un restablecimiento bendito por el cual nuestros
pecados se deshacen y somos restaurados; pero, una vez cumplido esto, queda todava algo
que hacer para que poseamos lo que Adn nunca posey, y para que Dios tenga lo que su co-
razn anhela. Porque Dios nunca ha abandonado el propsito que representa aquella lnea
recta. Adn nunca alcanz a poseer la vida de Dios como se representa por el rbol de vida.
Pero sobre la base de la obra nica del Seor Jess en su muerte y resurreccin (y debemos
sealar otra vez que todo es una sola obra), la vida que emana de l llega a estar a nuestro
alcance por la fe, y as recibimos ms que lo que posey Adn jams -y aquel propsito de
Dios resulta factible ya que recibimos a Cristo como nuestra vida.
Luego tambin debemos notar que Eva no fue creada como un ser aparte, por medio de
otra creacin paralela a la de Adn. Adn durmi, y Eva fue creada de Adn. As procede
Dios con la Iglesia. El segundo hombre de Dios se ha despertado de su sueo y su Iglesia es
creada en l y de l, para recibir su vida de l y manifestar aquella vida de resurreccin.
EN SACRIFICIO VIVO
Hemos notado que hay un aspecto de la muerte de Cristo que se nos presenta en Efesios
5 que en cierto grado difiere del que hemos estudiado en Romanos. Sin embargo, es cierto que
ese aspecto es el fin hacia el cual nuestro estudio de Romanos nos lleva pues, como ahora
veremos, la redencin nos lleva otra vez a la lnea original del propsito de Dios.
En el captulo 8, Pablo nos habla de Cristo como el primognito Hijo entre muchos
hermanos. Porque a los que antes conoci, tambin los predestin para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que El sea el primognito entre muchos hermanos. Y a
los que predestin, a stos tambin llam; y a los que llam, a stos tambin justific; y a los
que justific, stos tambin glorific (Ro. 8:29-30). Aqu se ve que la justificacin lleva a la
gloria, una gloria manifestada no en individuos por separado, sino en un conjunto: en los mu-
chos que manifiestan la imagen de aquel Uno. Y, como hemos visto, en el amor de Cristo
hacia los suyos, de que tratan los ltimos versculos del captulo (8:35-39),
Despus de los primeros ocho captulos de Romanos, que hemos estudiado, sigue un pa-
rntesis en el cual se trata del proceder soberano de Dios con Israel, antes de volver al tema de
los primeros captulos. As para nuestro propsito actual, el razonamiento del captulo 12 si-
gue al del captulo 8 y no al del captulo 11. Podramos resumir estos captulos sencillamente
de esta manera: Nuestros pecados son perdonados (cp. 5), somos muertos con Cristo (cp. 6),
por naturaleza somos completamente impotentes (cp. 7), por lo tanto confiamos en el Espritu
que mora en nosotros (cp. 8). Despus de esto, y como consecuencia, somos un cuerpo en
Cristo (cp. 12). Es el resultado lgico de todo lo que antecede y la meta de todo ello.
Romanos 12 y los captulos siguientes contienen instrucciones muy prcticas para nues-
tra vida y nuestro andar. Estas se introducen con un nuevo nfasis sobre la consagracin. En
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captulo 6, verso 1:3, Pablo ha dicho: Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de en-
tre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Sin embargo,
aqu en captulo 12, verso 1, el nfasis es un poco distinto. As que, hermanos, os ruego por
las misericordias de Dios, que presentis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable
a Dios, que es vuestro culto racional. Esta nueva exhortacin a la consagracin se nos hace
como a hermanos, recordndonos los muchos hermanos del captulo 8, verso 29. Es una
llamada a dar un paso de fe juntos, el presentar nuestros cuerpos en un sacrificio vivo a
Dios.
Esto es algo que sobrepasa lo solamente individual e implica una contribucin en con-
junto. El presentar es personal, pero el sacrificio es colectivo; es un sacrificio. El culto ra-
cional, servicio inteligente, es un servicio. Nunca deberamos pensar que nuestra contribucin
no se necesita, porque, si en verdad contribuye a aquel servicio, satisface a Dios. Y es por tal
servicio que experimentamos cul sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta
(12:2) o, en otras palabras, alcanzamos el eterno propsito de Dios en Cristo Jess. As que, la
llamada de Pablo a cada cual que est entre vosotros (12:3) se hace considerando esta nueva
verdad divina de que nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros
los unos de los otros (12:5) y es sobre esta base que tenemos las instrucciones prcticas que
siguen.
El instrumento por el cual el Seor Jess puede revelarse a esta generacin no es el in-
dividuo sino el cuerpo. Dios reparti a cada uno una medida de fe (12:3), pero por separado
cada miembro nunca puede cumplir el propsito de Dios. Se necesita un cuerpo entero para
llegar a ser un varn perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo y manifes-
tar su gloria. Oh, que en verdad comprendiramos esto!
De esta manera Romanos 12:3-6 saca de la figura del cuerpo humano la enseanza de
nuestra dependencia mutua. Los creyentes por separado no constituyen el cuerpo, pero los
tales son miembros del Cuerpo, y en un cuerpo humano no todos los miembros tienen la
misma funcin (12:4). La oreja no debe pensar que es ojo. Ninguna oracin, por ms persis-
tente que sea, dar vista a la oreja pero todo el cuerpo puede ver por medio del ojo. Del mis-
mo modo (hablando en sentido figurado), aunque tenga slo el don de or, puedo ver por me-
dio de otros que tienen el don de la vista; o tal vez puedo caminar pero no trabajar con los
pies, y por eso recibo ayuda de las manos. Demasiado comn es la actitud en cuanto a las co-
sas de Dios de que S lo que s, y lo que no s, no s y bien puedo prescindir de ello. Pero
en Cristo las cosas que no sabemos nosotros, otros las saben, y podemos saberlas y llegar a
disfrutadas por medio de ellos.
54
la vida del Cuerpo, y sus dones nos son dados para la obra que edifica el Cuerpo.
El Cuerpo no es una mera ilustracin, sino una realidad. La Biblia no dice que la Iglesia
es parecida al cuerpo, sino que es el Cuerpo de Cristo. As nosotros, siendo muchos, somos
un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Todos los miembros juntos son
un cuerpo, porque todos gozan de su vida como si El mismo se distribuyera entre sus miem-
bros. Una vez estuve con un grupo de creyentes que tenan dificultad en entender cmo el
Cuerpo pudiera ser uno, siendo los que forman todos hombres y mujeres distintos. Un domin-
go, estando por partir el pan, les ped que observaran bien el pan antes que fuera partido. Lue-
go, despus que haba sido repartido y comido, les hice notar que, aunque se encontraba de-
ntro de cada uno de ellos, todava era un pan no muchos. El pan se dividi, pero Cristo no es
dividido ni aun en ese sentido. El permanece siendo un Espritu en nosotros, y nosotros todos
somos uno en El.
Esto es exactamente lo opuesto a la condicin natural del hombre. En Adn tengo la vi-
da de Adn, pero sa es esencialmente individual. El pecado no trae unin, ni comunin, sino
slo inters propio y desconfianza de otros. A medida que sigo adelante con el Seor, pronto
descubro que no slo hay que resolver el problema del pecado y de mi energa natural, sino
tambin el de mi vida individualista, la vida que cree ser suficiente en s y que no reconoce su
necesidad del Cuerpo ni la verdad de su unin con l. Puede ser que ya haya resuelto los pro-
blemas del pecado y de la carne, y que sin embargo siga siendo un decidido individualista.
Solamente anhelo la santidad y la victoria y el fruto para m mismo, aunque por los motivos
ms sinceros. Pero tal actitud ignora al Cuerpo y por lo tanto no puede satisfacer a Dios. El
tiene que hacer algo en mi vida en cuanto a este asunto tambin, o si no, quedar en oposicin
a su propsito. Dios no me culpa por ser un individuo sino por mi individualismo. Su proble-
ma ms grande no son las divisiones externas y las denominaciones que dividen su Iglesia,
sino nuestros propios corazones individualistas.
S, la Cruz tiene que hacer su obra aqu, recordndome que en Cristo he muerto a aque-
lla vida vieja de independencia que hered de Adn y que en la resurreccin he llegado a ser,
no meramente un creyente individual en Cristo, sino un miembro de su Cuerpo. Hay una dife-
rencia tremenda entre los dos. Cuando vea esto, en seguida dejar de andar en independencia
y buscar la comunin. La vida de Cristo en m busca el contacto con la vida de Cristo en
otros. Ya no puedo seguir un camino propio y solitario. Los celos ya no existirn. La rivalidad
dejar de existir. Obra propia no puede haber. Mis preferencias, mis ambiciones, mis inter-
eses, todos se sometern. Ya no ser de importancia cul de nosotros hace la obra. Slo ser
de importancia que el Cuerpo se desarrolle.
Dije: Cuando vea esto... Ah est la gran necesidad: ver el Cuerpo de Cristo como otra
verdad grande y divina; que penetre hasta lo ntimo de nuestro corazn por la revelacin divi-
na, que muchos somos un cuerpo en Cristo. Solamente el Espritu Santo puede hacemos
comprender esto en todo su significado; pero cuando esto suceda, se transformar nuestra vida
y servicio.
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el principio. Haba algo en la mente de Dios antes de la Cada, y en los siglos venideros eso se
cumplir cabalmente. Dios saba todo lo del pecado y de la redencin; sin embargo en su gran
propsito para la Iglesia expuesta en Gnesis 2 no se contempla el pecado. Es como si en su
mente l pasara por encima de toda la historia de la redencin y viera a la Iglesia en la eterni-
dad futura. Es el Cuerpo de Cristo en gloria, no refleja nada del hombre cado sino slo aque-
llo que es la imagen del glorificado Hijo del hombre. Esta es la Iglesia que ha satisfecho el
corazn de Dios y que ha logrado el dominio.
Aqu es donde estamos ahora. Esta poca ya toca a su fin y el poder de Satans se mani-
fiesta ms que nunca. Nuestra lucha es contra ngeles, principados y potestades (Ro. 8:38. Ef.
6:12) que se oponen y procuran destruir la obra de Dios en nuestras vidas acusando a los es-
cogidos de Dios. Solos nunca podramos afrontarlos, pero lo que no podemos hacer nosotros
solos, la Iglesia puede. El pecado, la confianza en s mismo y el individualismo han sido el
golpe maestro contra el propsito divino para el hombre, y en la Cruz Dios los ha des-
baratado.
As, poniendo nuestra fe en lo que l ha hecho, en Dios... que justifica y Cristo... que
muri (Ro. 8: 33,34), presentamos un frente contra el cual las puertas del infierno mismas no
prevalecern. Nosotros, su Iglesia, somos ms que vencedores por medio de aquel que nos
am (Ro. 8:37).
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