Violeta Kesselman nacié en Buenos
Aires en 1983. De 2005 2 2007 man-
tuvo el blog Todes los dias (wwwsaley-
sepone blogspot.com). En 2006 publi-
6 el nube en poesia.com. Junto a Ana
Mazzoni y Damiin Selci compilé La
tendencia materialista, Antologia critica
de la poesia de las 90 (Paradiso, 2012).
Colabora con la revista Planta (www.
plantarevista.com.ar).
INTERCAMBIO SOBRE
UNA ORGANIZACION
VIOLETA KESSELMAN
blalt ctiosKesselman, Violeta
~—_Intercambio sobre una orgunizacion.~ 1a ed, ~ Buenos Aires: Blate&
Rios, 2013,
84 p.; 18x13 em.
ISBN 978-987-28565-8-8
1, Narrativa Argentina, 2, Cuentos. I, Titulo
CDD A863
© 2013 Violeta Kesselman
© 2013 Blatt & Rios
Larrea 328 3° B
C1030 AH, Buenos Aires, Argentina
Disetto de coleceién: Tvineo Comunicacién
Disefio de tapa: Mica Hernandez,
Imagen de tapa: Detalle de Bocefo para un mural, de Leandro Tartaglia
Blatt & Rios es un sello de Recursos Editoriales
bblatt-rios.tumblr.com
facebook.com/BlattRios
www.recursoseditoriales.com
ISBN: 978-987-28565-8-8
Queda probibia la reproduecién total o parcial de esta obra, por cunlquier
medio 0 procedimniento, sin permiso previo del editor y/o auto
957790412 | 8 20)
Intercambio sobre una organizacién
Luz congelada, campera de polar, enfermo. Inhala més fle-
ma y-su mente se desdibuja, pero antes lee en la pantalla el
mensaje que le escribié un conocido. Entiende que le esti
ofreciendo un trabajo y que habla de plata, Pero ademas hay
raro en las frases, como de buscar empatia ideolégi-
ca, que le hace hacerse preguntas. Son las siguientes: qué
quiere, por qué, quién es, de dénde viene, a donde apunta.
En un terreno de intereses llamados politicos, por una zona
también amplia aunque menos, la izquierda, dénde esti, en
Ja academia, en internet, los domingos en un suplemento, en
el bar, en el barrio, manipulando galletitas en un merendero,
con un proyecto de ley, en una agrupacién de profesionales,
en una de estudiantes, en cual sindicato, contra el trabajo en
negro, a favor de Ja educacién popular, en una charla, en el
partido de gobierno, transversal a él, dentro de la gestién,
en el peronismo, en una organizacién a cudntos grados del
Estado, en alguna parte de la izquierda sedicente mas hicida,
de qué lado de la puerta queda en las reuniones de las que
los troskistas quedan afuera. Se pregunta también lo funda~
mental: qué quieren esos con los que est.
Al que le escribe lo conocié en una reunion de personas
que querian juntarse a hacer algo pero no sabfan bien cémo.
Eran un amigo, la hermana de ese amigo, y amigos de esa
hermana, todos de un partido universitario involucionado
en grupo de estudio, entre ellos, el que ahora le escribe. Le
sorprendieron los ojos, que transmitian varios afectos. Por
ejemplo, tengo la boca seca. O: me tengo que it. O bien: hagoIntereambio sobre una organizacién
y agradezco. O uno més que en el fondo era aplicable a todo
el mundo: alguien me domina y yo domino a alguien. En
esa época, su propia mujer le decta a él: les revisis las manos
a todos para ver si tienen callos de repartir volantes; y él le
decia a su propia mujer: no seas rigida, no s6lo volantes; ella
Je mostraba el revés del labio inferior; en el fondo, era cierto
que les perseguia las caras, las expresiones, el vocabulario a
todo el que conociera para saber qué le pasaba por la cabeza.
Un tiempo més tarde, cuando volvieran a hablar de hacer
algo concreto, Ia hermana de su amigo iba a haber entrado
en un partido cercano al oficialista por el que al momento
de la reunidn solamente tenia afinidad y su amigo iba a estar
saltando a los gritos hasta las partes sin letra del himno, Los
otros, cada cual por su lado y no por nada en particular, iban
ahaberse perdido para él.
Después de ese encuentro se lo cruzé tres veces al que
ahora le escribe. En todas traté de ver en qué andaba, y en
todas fue derrotado. La primera dejé pasar la oportunidad,
Ja segunda los dos estaban sin tiempo, la tres el cruce de
sonidos de un embotellamiento le bloqueé la razén, Todo
eso armé un estado de cosas donde lo conoce pero en reali~
dad no lo conoce. ¥ ahora, ahora... Los conductos etizados
de sus bronquios no van a ser rémora; va leer seis veces el
mensaje que el tipo le mands, hasta lo que sea que venga
primero: que la informacién le entre en Ia cabeza 0 que la
cabeza, pesada de moco, se le desconecte.
De nuevo confuso y puntuando raro, ya sin hablar de
plata, en un segundo mensaje el tipo cuenta un poco de su
ahora ex organizacién, Primeras lineas: durante seis afios
a fin de siglo viaja una hora y media hasta el lugar que no
joleta Kesselman
lama “el barrio”, con el sustantivo comin, sino que da su
nombre. Respira el aire frio del cuarto, sigue leyendo. La
manera en que viaja y qué le pasa a su circulo de relaciones
extra militancia: entra en tension. A él se le van iluminan-
do en la lectura puntos del cerebro: un colectivo de niimero
alto y ramal especifico, la fabrica de nombre tal, tal otro
nombre, debe ser ahi, es abi, Suena el teléfono justo cuan-
do los términos del mensaje viran hacia lo particular y em-
piczan a definir por extensidn (atiende y cortan): comedor,
horno de pan, huerta, lengua, ladrillos recuperados punto
reconcentrado crisis corte ruta cien personas carne frigo-
rifico. Los periodos de esta parte son mas largos, respira
Ia sintaxis; es la época en que la organizacién se despliega
con firmeza. Aunque hubiera podido, el que le escribe no
le escribié nada sobre el paisaje de la hora y media del viaje
en colectivo o Ia imagen del terreno previa ni posterior a
Ia llegada del grupo de militantes; tampoco alguna historia
de alguien que evidenciara al mismo tiempo y fundidas la
excepcionalidad de cualquier experiencia vital con la de-
terminacidn histérica de esa misma experiencia. El no se
da cuenta entonces de si es capaz de transmitirla, aunque
sabe puede transmitirse. Un punto aparte borra el viaje en
el colectivo y la descripcidn de posibles personas que van a
Ja misma hora hacia el mismo lugar pero por motivaciones
distintas. De los compafieros de militancia, de los asientos
del colectivo rotos, de cémo tardan més y no paran los
colectivos en provincia no hay presencia, tampoco de mi-
serabilistas acentos de mala fe sobre un supuesto sacrificio.
En el fondo es también una carta de asuntos privados, pero
€08 varios afios no estén durando ni diez renglones; es tan
asi que entre el comienzo y el fin de la lectura del mensaje
no cambia Ia luz que da en los balcones vacios de enfrente.
‘The Unive!
itv or lowa Libraries10. Intercambio sobre una organizacién
Podria decir qué hacia mientras esperaba: cudntas cosas
habia lefdo en esas brechas temporales, y hasta haber es-
crito sobre la discordancia o la interseccién entre el objeto
y el contexto de estudio, Aunque estaria bien es evidente
que el que le escribe no quiere usar nada de eso para hacer
imagenes. Como sfntesis sentimental pone: desde que me
fai la intervencién que tuve no la tengo, la recuperacién no
es completa, saludos, todavia hoy me veo atado al maxima-
lismo fragmentante, que estés bien.
Tiempo después, cuando ya se haya cortado la cadena
de comunicacién entre él y el que le escribid, en el me-
dio de Retiro su amigo inicial va a insertar las manos en
los bolsillos de la campera y le va a contar a él sobre la
organizacién en la que estaba el del mensaje. Va a decir:
se partid, pero unas siguieron. Fl nuda es que los que si-
guieron tenfan un objeto concreto. Va a decir: cualquier
organizacién tiene que dar algo, puede ser simbélico pero
tiene en el fondo que ser tangible. Por ejemplo: alimentos;
por ejemplo: remedios. ©: modificaciones perceptibles en
sentido ascendente de las notas escolares de los hijos. Si
no: camiones de agencias estatales que acercan al barrio
beneficios para el pueblo. Ahi Io van a lamar por teléfono
con las primeras notas del himno a la alegrfa. Antes de
atender va a decir: para no ser el plato volador de plan in-
vasin extraterritorial extraterrestre.
Mientras su amigo hable el olor a factura va a llenar
cl aire. Los dos que atienden la panaderia del medio de Ia
estacién van a haber sacado una tanda nueva del horno,
dejédola sobre el mostrador y puesto a fumar. Van a estar
rodeados por una vitrina de plistico con sandwiches sin
casi relleno, ahora alguien se lleva el de mas a la izquierda.
Violeta Kesselman
Ahora una, ojos verdes muy delineados, le pregunta a él
donde es el andén,
El amigo va a cortar el teléfono y volver hacia este lado.
Sigo. Otro ejemplo: dar un titulo, primario, secundario, ter
ciario. Otro: adscripcién a un proyecto de gobierno que ga~
rantice mejoras evidentes en Ia vida popular diaria. La fac-
cién que no se fue. Eso hicieron. Eso funcioné. Mientras
s6lo habia puestos de lucha, nada iba, Eso va a decir.
Pero antes, en este momento en el que él lee lo que
el otro le escribi6, no. En la pantalla hay polvo adherido,
hay virus, hay trabajo que se atrasa. El mensaje del que
le escribié no precisa a, orientacién politica exacta de la
agrupacién; b, relacion con el estado especialmente a partir
de dos mil tres y c, actitud frente al proceso de burocrati-
zacién inevitable de toda organizacién. Faltan, d, cosas que
Ilevaba: su mochila, tamafio, composicién y peso, su ropa,
cosas para su trabajo, que cual era, Falta ei proceso: cémo
fueron cien personas. Informaciones que pueden sonar so-
ciopolicfacas: qué con los planes y programas, vinculos con
otras organizaciones. El tipo no tenia nada afuera del ba-
trio, pero no habla del micleo de toda la cuestién: hasta qué
punto los que al principio de su carta sintacticamente eran
objeto de su trabajo barrial fueron sobre el final término
de un sujeto compuesto, o mejor y hasta ideal pero posible,
si se unicron todos en un sustantivo colectivo. Igual, en el
mismo sentido, antes esta f: si la estructura era una estricta
horizontal.
Con los dias, los mensajes terminan apagandose. El deja
de tener respuesta y de pensar las suyas a las respuestas del
otro, De las preguntas, quedan sin hacer las siguientes:
u"Intercambio sobre una organizacién
g,tazones de su ida de la organizacion
h, pertenece a familia militante
i, si si, origen, trayectorias y situacién actual de padres /
otros
j,si no, razones y efectos de su propia militancia
kc, quedé en contacto con las personas del barrio
1, caso afirmativo:
-dénde quedé en contacto: en su barrio (de ellos) / en su
barrio (del que le escribe),
-cémo quedé: con una relacién que recrea la anterior /
con otra telacién,
-a través de qué: practicas ligadas a Ia experiencia en co-
min / extra experiencia,
Il, lo llamaria derrota. es una pregunta.
Fata él y esta leno de dudas, quiere desplegarse, si pu-
diera quedaria suyo, en secreto, saludos, habria sabido algo
més, firmado,
‘Tiempo después, cortada la cadena de comunicacién en
tre ambos, en corte sincrénico las tareas de él por la ciudad
son: comprar barato ropa interior, aguantar meo; en Retiro,
extraccién de datos a un tercero, ah, su amigo, sobre el otro,
su ahora ex corresponsal. El olor fuerte a factura que sale de
Ia panaderia del medio de la estacién no le tensa los nervios
al amigo, que inserta las manos en los bolsillos de la campera,
quiere hablar, habla. Contara por ejemplo que el tipo trabaja
dando clases personas que a su vez dan clases; su eficacia
en esto; cémo alguien, menos valioso, una vez le hizo mal.
La lengua del amigo se suelta: aunque fue una hasta el dos
mil cinco, la organizacién del otro se partia cada tanto, tam-
bién en épocas de paz; cuando empezé a prover al estado
Violeta Kesselman
técnicos y enlaces politicos con otras instituciones no pudo
no estar por partirse constantemente, y terminé por partirse
del todo porque era como un esqueleto especialmente sensi-
ble, que ante cualquier cambio interno o externo tenia como
respuesta, si el partirse. De los miltiples pedazos en los que
se convirtié, en perspectiva hoy se distinguen con claridad
dos: los que estaban a favor de un trabajo integrado con el
estado, tanto en el nivel de los programas y recursos como en.
reconocimiento institucional / los que no. Ahora una mora~
leja. Estos dltimos, los que no, estén sin existencia concreta,
se fueron a otro lado y Ia cosa no anduvo, boyan. Les pasé lo
siguiente. Primero hicieron rotura de cédigos. El error de no
presentarse formalmente en el otro barrio antes de empezar
Jas actividades, dividir sectores, negociar con los exponentes
de Jo que identificaban como Ia faceta territorial de la vieja
politica los carcomié. Segundo error, el creer que el primero
iba a poder ser salvado en el corto plazo. No menos impor-
tante, tercero, que el abandono del proyecto inicial no iba a
implicar el abandono de nadie por el camino. Cuarto pero
menor: darles las Haves del local que alquilaron pero nunca
pudieron usar a los que vivian bajo el puente de la autopista.
Sin haber podido utilizar 0 por falta de baterias © por no
saber cémo el celular que les habia sido dado para que resis-
tieran el desalojo, estaban en el local fantasma, y vendian las
cosas arrumbadas ahi. Diccionarios escolares, ropa donada
que no les servia, hojas impresas de un lado limpias del otro.
Después de nuevo abajo del puente.
Después los primeros, los que eran llamados despecti-
vamente por los que se fueron noviecitas de 1a burocracia
estatal. No terminan de aquietarse los temblores de Ia esci~
sidn cuando un grupo dentro de estos... Dicen: toda orga~
nizacién independiente que se limite a proveer merendero,
1314
Tntercambio sobre una organizacién
apoyo y ropero solidario se vuelve obsoleta una vez. que el
estado absorbe esas funciones. Es otro momento. Hay que
ir para otro lado. Hay que esfumarse en el aire y convertirse
en planta transitoria, en formadores de nuevos militantes,
algo. Hay que entender: nuestro éxito es nuestro final. El
otro subgrupo de los primeros tacha esto y escribe encima:
ingenuos. Escriben al lado: el repliegue en cualquier émbito
ro si hay una situacién de reflujo a nivel
macropolitico. El deber de cualquiera es prever la orienta~
cién futura. Cuando los otros contestan: la previsién deja
de ser virtuosa cuando contiene en exceso el desarrollo de la
fuerza, teman con prudencia, ellos dicen: no se escarben los
dientes con un pasto. Ponen: ni importa cémo sopla el vien-
to, esa decisi6n les deja a fuerzas contrarias casilleros libres
para que ocupen el territorio, error, error. .
‘Ahora el amigo se calla por buscar plata en los holsillos,
anuncian su tren en la pantalla, El se acuerda de haber vis
to al otro, al que le escribid, marchando el veinticuatro de
marzo con la otra marcha, con la columna incorrecta, con la
voz puesta en una cancién que no era la mejor. Suena de los
servicios, pero del lado de adentro de la cabeza todo encaja.
Ahora en el teléfono del amigo suenan las primeras notas
del himno a la alegria. Fin del otro.
Dos momentos de una misién
‘Trac, techo que suena con el viento, y pam, tacho de lavan-
dina cortado que recibe la gota de Iluvia en el sector referen-
cias de la biblioteca estatal. La misma luz llega a todos lados:
nada de lo que a primera vista es negro es negro, sino verde
oscuro. En el dedo indice con forma de espatula hay sangre.
La cuticula la tiene entre los dientes, transhicida. Los ner~
vios no se fletan tan facil. El que le falta una oreja, la sefiora
loca por no hacer nada que quiere demandar al secretario de
Cultura, el viejo cubierto de caspa con una bolsa de diarios y
todos los tocados por la indiferencia adénde irian sin insti~
tuciones piblicas: no es la primera vez que ese pensamiento
se le aparece estando en ese lugar. Aunque la idea tiene el
color humano necesario para activar Ia emocién, se acuerda
también de lo que le dijo alguien que las conoefa a ambas, a
ella y a la idea: eso de ver al Estado como un arca de anor-
males no es lo que se dice productivo ni cierto. De pie, reci-
biendo la porcidn de luz verde que le corresponde, se acuer~
da que esa misma persona le escribié acerca de la biblioteca
estatal en la que ahora esta: las ilumninaciones no existen,
esto lo pensé todo entero, hilos de cobre de historia vienen
y van desde la torre que los albafiles estin construyendo al
libro que leo, o deberian ir y venix, una mente correcta poder
verlos; sin querer ponerme te digo, hacen su trabajo con-
centrados, en control de sus herramientas, y hacen bromas,
es la tarde y esta fresco, si no esto seria inviable, albafiles,
lectores y referencistas, decia el mensaje, sila civilizacién se
orientaba a la construccién de una sociedad sin clases todos,
quisieran o no, estaban orientados con ella. La frase habia
1516
Intercambio sobre una organizacién
Ienado de confianza la hora, Al final agregaba: en realidad,
te diria, no estoy seguro de que lo que estoy haciendo ahora
sea exactamente lo que hay que hacer. Bueno, saludos.
Cuticulas es lo primero que come cada mafiana, y a esta
altura siente que las bacterias le trabajan el lado de aden-
tro del peritoneo. Hoy se desperté pensando en la buena
prensa de lo que vendrian a ser las personas sin control, por
ejemplo una compafiera de secundario que después de haber
terminado el colegio, metido el titulo en el inodoro, tirado la
cadena y dos baldes de agua, se compré un pasaje y se hizo
humo en algiin pueblo del interior. En la capital fue vindi-
cada por perseguir lo que se suponia eran sus suefios. Eh. La
distraen de ese recuerdo sin norte los colores y letras de los
libros de criaturas, jovenes y nifios que tiene desperdigados
alrededor de la cama: este material la acompafia hace unos
buenos dias; lo mantiene cerca para apurar el tramo final de
una misién que muchos Ilamarian estalinista y varios Ila~
man, los cuales liberales incluso trabajan con ella dentro del
propio Estado nacional que le entregé la misién. La misién:
tiene que descubrir, en una poblacién de libros equis, cules
son los mas aptos ideol6gica y formalmente para ser inclui-
dos en un contingente a fletar, como los nervios, pero a un
grupo de escuelas en zonas con altos porcentajes de NBI. A
su jefa le estuvieron trabajando fino el cerebro los encarga-
dos de las editoriales, pero por afuera de los libros ya selec-
cionados tiene que, ahora ella, elegir varios mas. Luego van a
hacer la puesta en comtin, Luego transmitirles a otros cusles
son, Luego, si, van a ser despachados. Por un grumo de des-
inteligencias el trabajo se acumuld; tiene estudiados cuales
libros puede meter en un bolso para leer mientras viaja en
colectivo, cuales slo sentada en su sof forrado con tela de
Violeta Kesselman
pantalén, mientras pasa casi todo el tiempo entre castillos y
principes, en los casos mas convencionales,y chicles y padres
separados en algunos que van meditadamente contra la nor-
ma. Paf,con un libro machuca un mosquito contra la pared;
quedé una estrella de sangre que se confunde con otras. La
ciudad en la que vive entré en la bisagra entre el verano y el
otofio, el aire a veces se cierne para un lado, a veces para otro.
Hay en ese aire un ctimulo de frases sobre las variaciones del,
clima, pero ademas, no sabe bien por qué, quizés porque el
comienzo de las actividades del afio los hace percibir el paso
de la vida y su no completo aprovechamiento, en esta época
también tiene que oir las quejas de los que hastiados de la
capital federal hablan de que se quieren retirar a pueblos del
interior mortuorios o a ciudades importantes de provincias
chicas, como la loquita del titulo por el inodoro. Habia, hace
poco, recibido un mensaje del de la orientacién de la socie~
dad quisiera o no quisiera: decfa que su propia mudanza a
otro pago, siguiendo a su mujer, estudiosa y anteojuda, era
indice de este deseo que latia en las venas de varios en mo-
mentos de cambio de rumbo del camino que... El mensaje
fae contestado con sorna y acritud. Ella se perdié entre los
pasillos de su dependencia, en sentido institucional.
Un libro inofensivo ideolégicamente pero con dibujos
retardatarios tiene que estar. Uno de nifias rubias como pro-
tagonistas, y no ir6nicas, pero con ilustraciones inteligentisi-
mas. Si las ideas estan bien orientadas en lo politico pero las
comas y los puntos chirrfan: qué se hace, cusnta posibilidad
hay de que ese uso desprolijo impregne el de las criaturas o,
mas bien, se trata de una cuestién ética: no venders pescado
podrido. O no importa. Un libro de pobres redimidos, en el
mejor de los casos por mano propia o del Estado (la disyun-
718
e
Intercambio sobre una organizacién
tiva solamente es valida si todavia estas dos instancias no
coinciden), en el peor gracias a una fuerza extrafia que surge
de las profundidades de las clases propietarias. Son pregun-
tas todas, Otras: cuentos de culturas originarias milenarias
recuperados sin haber sido dotados de relieve o utilidad ac~
tual: no es demagégico, o es cierto que cuanto mejor mejor,
y entonces que estén en la curricula a como dé lugar, pero
~___entodo caso a quién le importa el mito de cémo nacieron la
estrella tal o la costumbre de hacer determinada cosa; esta
viene con respuesta: a nadie, ja. Segura. Esto tiltimo ya vuel-
ve a ser una pregunta. O deberia ser mejor incorporar algu-
nos ejes en relacién a la cultura canénica occidental; algo
de Babel, o Edipo y su madse, o la esfinge, por si alguna vez
oyen que alguien comenta, por ejemplo, de una oficina pi-
blica: después de las seis de la tarde te miran como la esfinge
asi te estés desangrando en el piso. O deberia cerrar el pico
de la mente y dar por bueno cualquier libro que incorporara
cualquier material que tuviera cierto peso dentro de 1a co-
munidad equis donde ese material va a circular. O entonces,
al extremo, los técnicos del ministerio tendrfan que afinarse
hasta volverse casi transparentes, iguales casi a una maquina
capacitada para armar una cosa con lo que otros dicen, y
devolvérselo, plegado ¢ impreso, con minima intervencidn
de su subjetividad. El horizonte era la democratizacién de
todas las instancias de produecién de Ia cosa: habria que es-
cribir un libro para menores de cinco afios, pero cémo habia
que escribirlo, qué habia que dibujarle encima, de qué color
pintarlo, etcétera, etcétera, etcétera, la palabra se le repetia
del lado de adentro de la frente, deberian ser decisiones que
tomaran no los téenicos sino precisamente la comunidad.
Después ese horizontalismo le parecié el de la muerte y no
el de la democracia real; tantas veces habia hablado en con
Violeta Kesselman
tra de hacer asambleas hasta para decidir el color de la puer-
ta del baiio, si eso restaba rapidez. En dénde habia hablado
de eso, con quién, No con el que se habia ido. No con su
amiga. Evidentemente con ella misma.
No hay que detenerse en el otro momento en que cerr6 la
carpeta, plego el delantal, salud6 a las criaturas y salié eyecta~
da de la escuela nimero ene del municipio. Cayé de pie, por
suerte, en el nuevo trabajo del ministerio. Antes, habian sido
un niimero de afios de ver licuarse su norte en un marasmo
de desorganizacisn e imposibilidad. Su norte: erradicar el
analfabetismo funcional de las poblaciones de adolescentes
y nifios que le tocaran como alumnos; si era necesario que
hicieran cajitas sinticticas, que las hicieran; si era necesario
hablar de canciones donde unas menean, se iba a hablar;
caminar: se iba a hacer; disciplina prusiana: se iba a imponer.
Pero no. Primero circulé durante dos meses dando clases en
distintos sectores del edificio carcomido, por falta de aulas.
Los alumnos, vio, no eran piblico cautivo, sino audiencia
aspera que tenia que saber captar, y no sabja bien, no del
todo, por esto o por lo otro, cada dia por algo. Ah, después se
pele6 con las preceptoras, porque no atajaban a su audiencia
spera ni la traian de nuevo; cuando les pregunté por qué
no movian el culo, pero con otras palabras, ellas sonrieron,
mostraron las palmas de las manos y dijeron, la primera, un
enunciado del clasismo en estado mas puro; la segunda, una
frase hecha sobre las capacidades de cada uno; la tercera, una
respuesta donde le devolvia la culpa a los profesores. Pero
eso que decian no era para ella, porque ella no era nada. Era
en cambio contra el director de la escuela, un gordo son~
riente que junto con otros diez hacia unos afos habia roto
por izquierda con el gremio de maestros més progresista, no
1920
un tipo de orientacién f
Intercambio sobre una organizacién
se sabia bien por qué, no algo de salarios, sino quizas algo
mis estético, del orden de un discurso no lo suficientemente
incendiatio. El gordo, sin problemas, contento en su mundo
de las buenas ideas, aparecia una vez por semana; el resto
del tiempo estaba en otro cargo en otra escucla de Ia zona,
y mantenia como secretario a un, no pariente, pero si amigo
de toda Ja carrera, que estaba con licencia hacia varios afios,
poner que tenfa la misma mixtura compleja de ideas sanas,
ineficiencia terminal y practicas heredoconsuetudinarias. El
resentimiento circulaba entendible en la sangre de las pre~
ceptoras. La ley de facto era el quite de colaboracién contra
el gordo y sus maniobras. La resolucién primera decia que
todo profesor cra emanacién del director.
A la mafiana el corralén es gris y azul. Alan trahaja en el
corralén. Cada viernes el duefio del corralén le paga a Alan:
mm, sera asi o de otra manera, y esos adjetivos del princi-
pio son demasiado, El duefio trajo un perro para el corralén.
Enel fondo del corralén se pudren unas vigas viejas: dema-
siado poético para ser verdadero, pero en fin. Alan vive con
su madre, su hermana y su sobrina, hicieron una pieza mas
con los materiales del corralén. El corralén de acé, el corra~
Ion de allé, esto y lo otro, en todas las funciones gramaticales
en la que pudiera calzarlo, para que se viera lo miiltiple y a
Ia vez lo controlable de la sintaxis, para aplastar el analfabe~
tismo funcional como a una mosca. El nombre propio habfa
sido clegido con premeditacién para provocar empatia en
las criaturas, era obvio que las criaturas se daban cuenta de
esa falta de naturalidad. Después, las preguntas teledirigidas
al corazén de cada frase. Cémo es el corral6n a la mafiana?
4Cémo se lama la persona que trabaja ahi? ;Vive sola
litica desconocida, se puede su-
Violeta Kesselman
acompatiada? ;Qué hay en el fondo del corralén?
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