LOS MSICOS AMBULANTES
Un hombre tena un viejo asno que llevaba muchos aos trabajando, pero sus fuerzas
empezaban a menguar.
El borrico advirti que su amo no seguira dndole el sustento, as que decidi irse y comenzar
una nueva vida.
Por el camino, se encontr con un perro de caza que estaba medio adormilado en un rincn y le
miraba con gesto melanclico.
-Qu te pasa?
-Ay! se lament el perro-. Como soy viejo y he perdido el olfato, mi amo quiere matarme, por
intil:
as que me he escapado de mi querido hogar.
-Yo voy a la ciudad dijo el asno-; quiero ser msico.
Vente conmigo; formaremos un do y nos haremos famosos.
El perro acept y marchamos juntos. Poco despus se encontraron con un gato que pareca triste
y angustiado.
-Se puede saber qu te aflige, viejo minino? le preguntaron.
-Oh!
-suspir el gato-.
Como me siento cansado y me gusta ms estar tranquilo junto a la estufa que perseguir a
ratones, mi ama me ha echado de casa
Vente como nosotros le consol el burro-.
Queremos formar una orquesta y necesitamos tu colaboracin.
Partieron juntos. En su recorrido pasaron por delante de una granja donde haba un gallo
cacareando con todas sus fuerzas.
-Pero bueno! por qu gritas tanto? pregunt el asno.
He odo a mi duea decir que vaya cebando para la Navidad. Por eso, mientras viva, lamentar
mi triste destino.
-No te resignes con tu fnebre suerte; nete a nosotros. Tienes muy buena voz y nuestra
orquesta te necesita- le anim el burro.
Y siguieron su camino los cuatro msicos. Como estaba oscureciendo, se adentraron en un
bosque para pasar en l la noche. Pero atisbaron a lo lejos una luz que pareca venir de una
casa.
-Podramos ir all, aqu hace mucho fro sugiri el borrico.
Al cabo de un rato llegaron a una vieja mansin.
El asno se asom a la ventana y susurr a los dems:
En la mesa hay un banquete de primera, y unos ladrones se estn poniendo las botas.
Pues yo estoy hambriento- dijo el perro, y los dems asintieron, y se pusieron a pensar un
plan
El asno puso las patas delanteras en la ventana, el perro se subi a su lomo, el gato trep al lomo
del perro y el gallo se situ sobre la cabeza del gato.
Entonces, de pronto, entonaron su catica meloda: rebuznos, ladridos, maullidos y cacareos
entremezclados, que semejaban el alarido de una legin de brujas. enfadadas. Inmediatamente
invadieron la habitacin con el mayor alboroto que imaginar cabe.
Los ladrones huyeron del casern como almas en pena, sobrecogidos de terror.
Los cuatro msicos dieron buena cuenta del banquete y, tras brindar por el xito de la compaa,
se echaron a dormir plcidamente.
Cuando los ladrones vieron desde lejos que ya no haba luz ni jaleo en la mansin, dijo el jefe de
la banda:
No debimos irnos.
T- aadi sealando a uno de sus secuaces-, ve a ver quin hay dentro.
El bribn habll todo en silencio. Entr a oscuras y quiso encender una cerilla. Entonces el gato le
arao la cara y el ladrn ech a correr; pero tropez con el perro, que le mordi en la pierna.
Y cuando hua hacia el pajar, el burro le propin una impresionante coz en la espalda; y el gallo,
enfadado porque haban interrumpido su sueo, le picote la oreja gritando su kikirik.
Un vez a salvo, el maltrecho ladrn cont as a su jefe la trgica aventura:
En la casa hay una bruja que me ha araado con sus uas; y en la puerta, un hombre me ha
clavado un cuchillo en la pierna; cuando me escapaba, un gigante me ha sacudido un garrotazo
en la espalda, adems, se oa la voz del juez gritando Tradmelo aqu mientras me tiraban de
las orejas. He escapado de milagro
Y toda la banda se alej de all temblando de miedo.
Los msicos decidieron quedarse en la abandonada mansin, y all vivieron y cantaron juntos
durante muchos aos.
Y todas la noches ofrecan concierto gratis a todos los animales de los bosques cercanos.