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Diez Principios para La Evaluación Del Profesorado Por Miguel Ángel Santos Guerra

Este documento argumenta a favor de la evaluación del profesorado y propone diez principios para llevarla a cabo de manera efectiva. Señala que la evaluación debe tener como objetivo la mejora, debe incluir la autoevaluación y participación de los profesores, alumnos, directivos y familias usando métodos diversos. Además, los resultados deben ser negociados y la cultura de evaluación requiere tiempo para superar reticencias. La evaluación debe ser un proceso de comprensión más que de control.

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Diez Principios para La Evaluación Del Profesorado Por Miguel Ángel Santos Guerra

Este documento argumenta a favor de la evaluación del profesorado y propone diez principios para llevarla a cabo de manera efectiva. Señala que la evaluación debe tener como objetivo la mejora, debe incluir la autoevaluación y participación de los profesores, alumnos, directivos y familias usando métodos diversos. Además, los resultados deben ser negociados y la cultura de evaluación requiere tiempo para superar reticencias. La evaluación debe ser un proceso de comprensión más que de control.

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No hay argumentos slidos para sostener una postura contraria a la evaluacin del

profesorado. Por racionalidad, por responsabilidad, por ejemplaridad y por perfectibilidad de


la accin solo se puede decir s.
La evaluacin se asocia, casi de forma inexorable, a los alumnos y a las alumnas.
Casualmente, las piezas ms frgiles del sistema educativo. Cuanto ms se
desciende en la jerarqua, ms aumenta la evaluacin hasta el punto de no
imaginarnos siquiera que pudiera no existir. El alumno, por definicin, es evaluable.
Mientras ms se asciende en la jerarqua del sistema, ms van aumentando los
sueldos y ms va disminuyendo la evaluacin. De modo que el nivel de jerarqua
es inversamente proporcional a la intensidad de la evaluacin. Me refiero a una
evaluacin sin paliativos, con repercusiones de todo tipo.

Hablo de evaluacin pura y dura. De la que tiene consecuencias. No para


mejorar, no para aprender, no para dialogar. Evaluacin para clasificar,
seleccionar, controlar, comprobar y jerarquizar.

Lo que se ve con tanta claridad para los alumnos y las alumnas empieza a tener
problemas cuando se va ascendiendo en la jerarqua del sistema.

Creo que es necesario hacer la evaluacin del profesorado, que no es igual


hacerlo bien que hacerlo mal, esforzarse o no esforzarse, formarse o no formarse,
relacionarse bien o relacionarse mal, trabajar en equipo o destruir la colegialidad
con una actitud insolidaria y egosta.

Dado el espacio reducido de que dispongo voy a concretar en diez principios mi


postura sobre esta cuestin que frecuentemente, levanta ampollas.

Primer principio: Creo que debe establecerse algn tipo de evaluacin del
profesorado. Por muchos motivos. Uno amarrado a las funciones positivas que
puede tener la evaluacin como son la comprensin, el dilogo y la mejora. Otra
de carcter social, ya que no es lo mismo actuar con esfuerzo y responsabilidad
que hacer las cosas de cualquier manera. No es justo que existan profesionales
que causen vctimas un ao tras otros sin que nadie intervenga. Una tercera es el
uso de estmulos o incentivos. Los profesores tienen el techo tan cerca de la nuca
que les obliga a mirar siempre hacia abajo.

Segundo principio: Es fundamental determinar la finalidad de la evaluacin: para


qu hacer esa evaluacin? Hay finalidades pedaggicamente ricas,
pedaggicamente pobres, finalidades vacas y finalidades perversas. Mientras
ms ricas sean las pretensiones, mejor. Aunque, como dir luego, habr que
revisarlas.
Tercer principio. Los profesores evaluados tienen que ser parte activa del proceso.
Tienen que autoevaluarse. Y tienen que conocer los criterios por los que van a ser
evaluados. Tienen que tener la posibilidad de discutirlos y de dialogar sobre su
aplicacin. He visto muchos instrumentos de evaluacin de profesores que
reproducen, como modelo, la imagen de un docente tradicional.

Cuarto principio: En esa evaluacin deben participar, como evaluadores


imprescindibles, los alumnos, los directivos, las familias, los colegas y los expertos.
Cada uno de estos agentes tiene una peculiar perspectiva y tiene condicionantes
e intereses diversos. Tienen, como es lgico tambin, prejuicios y distorsiones que
conviene tener en cuenta.

Quinto principio: Los mtodos tienen que ser diversos, pero no puede haber
evaluacin rigurosa sin observacin directa de la prctica. Tienen que ser tambin
sensibles para captar la complejidad. No se puede evaluar una realidad compleja
a travs de mtodos simples

Sexo principio: Los resultados deben ser negociados. La evaluacin es una visin
de la realidad, pero no la nica. No es indiscutible. Para que se convierta en un
proceso de mejora es preciso que los evaluados/as comprendan y acepten la
racionalidad de los criterios aplicados.

Sptimo principio: Hay que difundir y debatir experiencias que ya estn en marcha
y que estn teniendo resultados positivos. No para trasladarlas de manera
mimtica a otro contexto o a otro momento sino para adaptarlas de manera
inteligente. Ya hay mucha experiencia acumulada, mucha reflexin escrita que se
puede (y se debe) aprovechar.

Octavo principio: La cultura de la evaluacin no se improvisa. Hay reticencias que


se deben a miedos ms o menos racionales y a vivencias negativas que se han
experimentado o se han odo. Hay mitos y mitomanas que generan inquietud y
rechazo.

Noveno principio: Existe cierta alergia a la evaluacin cuando se entiende que va


ser un juicio y no una ayuda, un mecanismo de control ms que un camino de
comprensin y de mejora, una invitacin a la competitividad y al cultivo de la
apariencia. No se puede olvidar la tendencia a artificializar el comportamiento
cuando se es evaluado. Un profesor que era muy vanguardista (entraba en clase
y se pona a leer La Vanguardia, dej de serlo durante los das que dur la
evaluacin). Cuanto ms control tenga el evaluado sobre el proceso, menor ser
su tendencia a romper la espontaneidad. Hay, por otra parte, recursos para
detectarla: la persistencia de la observacin, la honestidad del evaluador y las
referencias del alumnado sobre el comportamiento habitual del profesor/a.
Dcimo principio: Conviene establecer procesos de metaevaluacin de las
evaluaciones que se emprenden. Iniciativas que parecan racionales en un inicio
se pueden pervertir por motivos diversos. No hay nada ms estpido que lanzarse
con la mayor eficacia en la direccin equivocada.

No hay argumentos slidos para sostener una postura contraria a la evaluacin del
profesorado. Por racionalidad, por responsabilidad, por ejemplaridad y por
perfectibilidad de la accin solo se puede decir s. Otra cuestin es decidir qu
condiciones y qu exigencias ha de tener para que consiga objetivos ambiciosos
para los docentes y para el sistema

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