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Candil. Una Lectura Socioantropológica Sobre Las Sobredosis y Los Cortes en La Piel.

Este artículo analiza las sobredosis y los cortes en la piel desde una perspectiva socio-antropológica, cuestionando las interpretaciones biomédicas y psicológicas clásicas. A través de una investigación etnográfica sobre los tratamientos ambulatorios para usuarios intensivos de drogas en Buenos Aires, el autor busca exponer las dimensiones sociales vinculadas a ambas prácticas, como el deterioro corporal, la saturación en los modos de sentir dolor, y las barreras de acceso al sistema de salud.

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Candil. Una Lectura Socioantropológica Sobre Las Sobredosis y Los Cortes en La Piel.

Este artículo analiza las sobredosis y los cortes en la piel desde una perspectiva socio-antropológica, cuestionando las interpretaciones biomédicas y psicológicas clásicas. A través de una investigación etnográfica sobre los tratamientos ambulatorios para usuarios intensivos de drogas en Buenos Aires, el autor busca exponer las dimensiones sociales vinculadas a ambas prácticas, como el deterioro corporal, la saturación en los modos de sentir dolor, y las barreras de acceso al sistema de salud.

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Una lectura socio-antropolgica sobre 549

las sobredosis y los cortes en la piel

| 1 Ana Laura Candil |

Resumen: Este artculo busca aportar a la 1


Universidad de Buenos Aires.
Buenos Aires, Argentina
problematizacin de las interpretaciones biomdicas y ([email protected]).

psi clsicas acerca de las sobredosis y los cortes en la piel


que, en ocasiones, afectan a los/as jvenes y adultos/
as que usan intensivamente drogas. Mientras que los
cortes en la piel han sido prioritariamente enunciados
como parte de la sintomatologa que definira a
los trastornos borderline, las sobredosis han sido
explicadas como un exceso de sustancias ingeridas
de las que el cuerpo puede metabolizar. Partiendo de
una aproximacin etnogrfica sobre los tratamientos
ambulatorios a los/as usuarios/as intensivos/as de
drogas en el rea Metropolitana de Buenos Aires,
se busca colaborar al cuestionamiento de los saberes
expertos clsicos, exponiendo diversas dimensiones
que se enlazan en ambas prcticas: deterioro
corporal, saturacin en los modos de sentir dolor,
barreras de acceso al sistema de salud y estrategias de
supervivencia en contextos hostiles.

Palabras-clave:corporalidad; drogas; deterioro; Recibido: 09/06/2015


sobredosis; cortes en la piel. Aprobado: 08/12/2015

DOI: http://dx.doi.org/10.1590/S0103-73312016000200011
550 Introduccin
E so tantas marcas
| Ana Laura Candil |

Que j fazem parte


Do que eu sou agora
Mas ainda sei me virar
Lanterna dos Afogados
Os Paralamas do Sucesso (1989)

A partir de una investigacin mayor que tuvo como objetivo analizar los
tratamientos ambulatorios pblicos de salud sobre los usos intensivos de drogas
en el rea Metropolitana de Buenos Aires (CANDIL, 2015a), este artculo
se propone realizar una lectura entre varias posibles sobre ciertas heridas
que, en ocasiones, in-corporan los/as jvenes y adultos/as que transitan estas
teraputicas. En el inicio de la investigacin, la corporalidad no pareca ser un
dominio significativo a ser considerado en el anlisis de los tratamientos. Sin
embargo, durante el trabajo de campo fue tornndose relevante y necesaria de
atender ya que no tena un lugar preponderante dentro de la dinmica teraputica,
an cuando sta se apoya en los mltiples cuerpos que la hacen posible: los/as
usuarios/as, sus redes de proximidad y los profesionales de la salud.
La corporalidad de los/as jvenes y adultos/as que realizan tratamientos
ambulatorios para reducir y/o suprimir la ingesta intensiva de sustancias ya se
encontraba deteriorada con anterioridad al inicio del consumo. Segn sus relatos,
fracturas, lesiones, delgadez dan o dieron forma a sus geografas corporales.
Los abordajes socio-antropolgicos sobre salud (LOW, 1994; JENKINS;
VALIENTE, 1994; GOOD, 2003; GRINBERG, 2009) y sobre drogas
(CONNORS, 1994; BOURGOIS, 2004; EPELE, 2011) han mostrado que
los padecimientos y dolencias son maneras en que los malestares, violencias y
sufrimientos sociales son in-corporados. Tambin han sealado que la ingesta
intensiva de txicos si bien tiene por objeto la bsqueda de placer, conlleva la
incorporacin de malestares. Malestares modelados por los procesos poltico-
econmicos y mediados por dinmicas locales que dan ritmo a la cotidianeidad
de la vida signada por la escasez en las poblaciones desfavorecidas urbanas
en la fase neoliberal del capitalismo (EPELE, 2010; BOURGOIS, 2010). En
consonancia con estas aproximaciones y con los desarrollos analticos sobre la

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corporalidad, este escrito apuesta a colaborar en el anlisis de las implicancias 551
sociales y subjetivas de los cortes en la piel y las sobredosis.

Una lectura socio-antropolgica sobre las sobredosis y los cortes en la piel


Sobre la aproximacin metodolgica
La investigacin en la que se enmarca este artculo1 fue realizada siguiendo
los lineamientos de la metodologa cualitativa, especficamente del enfoque
etnogrfico (ACHILLI, 2005; GUBER, 2012). En dicha investigacin persegu
el objetivo de describir los tratamientos pblicos ambulatorios de salud sobre los/
as usuarios/as intensivos/as de drogas contemplando: las dinmicas teraputicas,
la corporalidad, las prcticas de cuidado y autocuidado, y las diversas fracciones
de la vida cotidiana que se ven revisadas en dichos tratamientos. Realic el trabajo
de campo durante dos aos (2012-2013). El referente emprico y la principal
unidad de observacin fue una institucin pblica de salud ambulatoria,
interdisciplinaria y especializada en consumos problemticos de drogas localizada
en un barrio segregado dentro del rea Metropolitana de Buenos Aires, con
casi dos dcadas de trayectoria de intervencin, a la que llamar El Punto. La
investigacin fue evaluada y avalada por el Comit de tica del Instituto Gino
Germani, adecundose a los recaudos que regulan las investigaciones en salud. A
fin de asegurar los derechos de los/as participantes y su identidad, modifiqu los
nombres de los entrevistados.
Las tcnicas de produccin de datos fueron principalmente las observaciones
participantes en El Punto de: grupos teraputicos; grupos de familiares; sala de
espera; entrevistas institucionales; vereda de la institucin; reuniones de equipo;
jornadas de capacitacin; jornadas hospitalarias; mesas de gestin barrial; y
tambin visit tres barrios en los se emplazan instituciones pblicas orientadas a
la atencin de las poblaciones desfavorecidas a las cuales asisten parte de los/as
jvenes ya que habitan dichos barrios. Adems, llev a cabo casi una treintena de
entrevistas semi-estructuradas y en profundidad a sujetos mayores de 18 aos:
11 a profesionales de la salud psiclogos/as, trabajadoras sociales y operadores/
as socio-teraputicos/as ; 13 a jvenes y adultos/as que usan intensivamente
drogas de mala calidad y que realizan tratamientos ambulatorios; 4 a sus redes
de proximidad madres y parejas ; y una a un referente social. Por medio de las
observaciones y de las entrevistas, elabor 43 casos. La construccin de los casos

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552 fue posible por la concentracin del trabajo de campo en una institucin, ya que
las dinmicas barriales generalmente implican ritmos acelerados que hacen ms
| Ana Laura Candil |

compleja su documentacin.

Consideraciones generales sobre los tratamientos


ambulatorios sobre los usos intensivos de sustancias.
Los tratamientos ambulatorios de salud sobre los usos de drogas se sustentan en
la permanencia en el espacio habitado y la continuidad de los vnculos prximos
(de parentesco, amistad y enemistad). Dentro de esta modalidad confluyen una
multiplicidad de servicios: grupos de ayuda mutua, espacios grupales en iglesias,
consultorios externos hospitalarios, servicios especializados y profesionalizados,
entre otros. Segn las ltimas estadsticas argentinas (SEDRONAR, 2009), los
tratamientos ambulatorios que incluyen psicoterapias son los ms expandidos
y en su mayora se encuentran en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad
Autnoma de Buenos Aires. El Punto es una institucin de salud pblica,
ambulatoria y especializada en el abordaje a los usos de drogas localizada en un
barrio segregado dentro del rea Metropolitana de Buenos Aires. La teraputica
prioritaria se traza a partir de las psicoterapias aunque tambin incluye talleres,
orientaciones sociales y psiquitricas e intervenciones comunitarias. La dinmica
psicoteraputica se delinea a partir del acercamiento de los sujetos usuarios/as
y/o familiares a la institucin. All, se suceden entrevistas con profesionales
de la salud. A grandes rasgos, el proceso teraputico, en su dimensin material,
consta en entrevistas individuales y/o grupales semanales con psiclogos/as.
La mayora de los/as jvenes y adultos/as que usan intensivamente sustancias
con quienes me vincul en El Punto, consumen intensivamente cocanas. Cocanas
en plural ya que existen diferentes calidades (a mayor calidad, mayor precio),
productos diversos (clorohidrato de cocana, pasta base/paco) y distintos modos
de administracin (inhalable, inyectable, fumable). Segn han manifestado los
entrevistados, las cocanas a las que tienen acceso son de mala calidad. Los/as
jvenes y adultos/as casi en su totalidad habitan en sectores segregados de la cuidad
(barrios precarios, villas y/o asentamientos), generalmente a ms de un colectivo
de distancia con El Punto. En su mayora no han terminado la escolaridad media
y se sustentan mediante empleos informales (que van desde pintura y albailera,
hasta limpieza de vidrios de autos y la mendicidad) y han habitado espacios de

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encierro (crceles, comisaras, institutos de menores, hogares de nios, etc.). Es 553
decir, que forman parte de los sectores desfavorecidos de la sociedad. Sin embargo,

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cuentan con recursos para acceder a las teraputicas: saber que existen, que son
gratuitas, estar situados en tiempo y espacio, recordar que tienen que ir o tener
alguien que se los recuerde, tener dinero para trasladarse, entre otros.
A fin de reparar en las heridas y experiencias corporales que me interesa
abordar, compendiar estudios previos que resultan esclarecedores para establecer
una lectura sobre las sobredosis y los cortes en la piel.

Corporalidad y usos de drogas.


Recientes producciones han mostrado que el cuerpo ha estado presente en el
pensamiento occidental desde las antiguas reflexiones griegas hasta nuestra
actualidad (CITRO, 2010; SCRIBANO, 2013). Si bien en 1936, Mauss (1979)
elabora la nocin de tcnicas corporales, y en 1975, Foucault (2009) abre todo
un camino sobre los cuerpos dciles, en las ltimas dcadas la corporalidad se ha
constituido como un campo de estudio especfico (SHEPPER-HUGHES; LOCK,
1987; LOCK, 1993; CSORDAS, 1994; LE BRETON, 2008; Cit ro, 2010).
Dentro del amplio abanico de producciones que han emergido para dar cuenta
de las complejidades de la corporalidad, me interesa resaltar dos aspectos. En
primer lugar, la corporalidad conmueve algunos de los dualismos del pensamiento
occidental clsico: naturaleza/cultura, biologa/sociedad, sujeto/objeto, mente/
cuerpo, interno/externo, cuerpo/emocin (LOCK, 1993; CSORDAS, 1994;
JACKSON, 2011). En segundo lugar, la corporalidad posibilita realizar un
acercamiento hacia la estructuracin social del capitalismo en tanto el cuerpo
expone la modalidad en la que se inscriben las relaciones sociales en los sujetos
(BUTLER, 2009; SCRIBANO, 2007, 2013). En palabras de Esteban (2013) las
desigualdades sociales de diferente tipo [] van inscritas en el cuerpo (p. 14).
Los esfuerzos dirigidos a descifrar las vinculaciones entre corporalidad y usos
de drogas han permitido precisar algunas de sus implicancias y han alertado
sobre las dificultades que conlleva exportar anlisis generales a dinmicas locales.
Atendiendo a esta precaucin, a continuacin presento aquellas aproximaciones
que considero que han posibilitado un camino respetuoso para su abordaje.
En Massachusets (USA), Connors (1994) sostiene que la experiencia de la
abstinencia de suspensin/supresin del uso de drogas implica malestares fsicos

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554 como as tambin emocionales (vergenza, rechazo, aislamiento) que se enlazan
con las coordenadas del padecimiento del dolor crnico de la clase trabajadora
| Ana Laura Candil |

en los centros urbanos industriales contemporneos. La autora muestra que


la ingesta intensiva de heronas se relaciona con un intento de control de las
condiciones que generan malestares perdurables y que la experiencia del dolor
puede ser interpretada como causa y consecuencia de la ingesta de drogas.
En San Francisco (USA), Epele (2001a) sostiene que el cuerpo es el espacio
donde se asienta la contradiccin entre el placer y el control. Y que, en contextos
signados por la escasez material, vincular, de deseo sexual, de experiencias
gratificantes, se produce una economa del deseo y la necesidad que se presenta
de manera conflictiva con la ingesta de drogas. Por su parte, en la misma ciudad,
Bourgois y Schonberg (2009) sostienen que dependiendo de la etnicidad, personas
que tienen la misma dependencia fsica y psicolgica a la herona y que viven en
situacin de calle, se inyectan de distinta manera (a travs de la ropa o con la piel
desnuda, dedicacin o no del tiempo necesario para encontrar la vena) y tienen
distintas estrategias de supervivencia (robos/mendicidad). Tambin, registran las
drogas utilizadas complementariamente por los distintos grupos: mientras que los
blancos beben alcohol, los negros consumen crack 2. A partir de estas asociaciones,
sostienen que el racismo se concretiza en distintas tcnicas corporales especficas
para consumir drogas (GARREAUD; MALVENTI, 2006).
En el rea Metropolitana de Buenos Aires (Argentina), Epele (2010), a partir
de un estudio que vincula los procesos macro-econmicos post crisis del 2001
como determinante del deterioro corporal de usuarios de drogas, localiza la
manera en que la circulacin de pasta base/paco conmueve los modos sociales
de sentir dolor y placer en las barriadas populares. Tambin analiza la manera
en que el deterioro corporal de los/as usuarios/as dio lugar a modificaciones en
las maneras del cuidado de otros (EPELE, 2012). Y registra que en contextos de
escasez puede darse un proceso de fractura, extraamiento y objetivacin de la
corporalidad de los/as usuarios/as de drogas (EPELE, 2009). Por su parte, tambin
en Buenos Aires, Castilla y Lorenzo (2013) observan que cuando los/as usuarios/
as intentan reducir y/o dejar de consumir, despliegan una repeticin de patrones
estticos vinculados a la nocin de responsabilidad en barrios marginales que
buscan comunicar que se encuentran atravesando un cambio que los posicionara
diferencialmente en funcin a los estndares de reconocimiento social. Tambin

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observan que a pesar de este esfuerzo, manifiestan el dao asociado directa o 555
indirectamente al consumo de drogas en diversos movimientos involuntarios que

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perduran ms all de la supresin de la ingesta.
Todos/as los/as autores/as reseados, de un modo ms o menos explcito,
coinciden en identificar que las marcas corporales de los/as usuarios/as intensivos/
as drogas se encuadran en formas de padecer propias de las clases desfavorecidas.
Dentro del amplio abanico de dimensiones posibles para continuar abordando la
corporalidad en vinculacin con los usos de drogas, me detendr en los cortes en
la piel y en las sobredosis.

Cortar la piel
La primera vez que vi a Martn estaba sentado en el escaln que da paso a la puerta
de El Punto, un mircoles de mayo al medioda. Recuerdo que nos saludamos con
un escueto hola y que l tena puesta una remera negra arremangada que dejaba
ver marcas en sus antebrazos. Semanas ms tarde, lo volv a ver a la salida de un
grupo teraputico en el que me haba presentado e introducido los detalles de la
investigacin, buscando atraer interesados en conversar sobre los tratamientos
que se encontraban realizando. Martn se ofreci desinteresadamente y nos
encontramos la semana siguiente, luego de su encuentro teraputico.
Martn ha vivido a lo largo de sus 28 aos en hogares para nios, institutos
de menores, dispositivos penales dentro de hospitales psiquitricos, comisaras y
crceles. Al momento de conocernos haca pocas semanas que estaba afuera.
Mientras conversbamos no poda quitar mi mirada de las heridas rosadas de sus
brazos dispuestas a modo de rayas desde las muecas hasta los codos. l me deca
que ahora todo mejor, me estoy recuperando. El tiempo pasado que utilizaba en
su relato tensionaba las mltiples marcas de sus brazos que estaban presentes en
ese momento ante mis ojos y los suyos: la corporalidad al devenir un espacio de
memoria imposibilita el olvido (Das, 2008). Al mirarme mirndolo, dice:
-El Instituto de Menores es jodido s, igual S, como se lo imaginan todos, tan as
no es pero pero bueno hay ciertos cdigos que tens que respetar y aunque a
esta altura hoy en da por ms que tengas cdigos ya no les importa nada siendo
menor o siendo mayor, no les importa nada. Pero bueno siendo mayor presentaba
escritos, y cuando era menor siempre hablaba con mi abogado defensor que que pre-
sente un escrito que tena problemas con la droga y siempre me cortaba dentro del
penal los brazos porque deca que tena que consumir porque deca que me iba a matar,
que me iba a matar En realidad no me pasaba eso yo o sea, lo simulaba, haca

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556 que todos crean que me iba a matar, que en realidad si no consuma me mataba. Y
ah si tena suerte, cumpla condena en la comunidad teraputica del penal [Martn].
| Ana Laura Candil |

Como me mostr Martn en sus antebrazos y en sus palabras , los cortes en


la piel, en ocasiones, dan forma a los cuerpos que han estado institucionalizados
parte de sus vidas. A pesar de la vasta crtica acadmica a las instituciones de
encierro (GOFFMAN, 1970; BASAGLIA, 1972; FOUCAULT, 2009) y desde
las normativas jurdicas de reciente sancin en Argentina,3 el aislamiento como
modo de gestin de la vida atraviesa a los/as jvenes y adultos/as de los sectores
desfavorecidos. Ya se ha registrado en las barriadas populares argentinas que los
cortes en los brazos y las manos pueden ser interpretados como una consecuencia
de la expansin de encarcelamientos a jvenes a partir de la dcada de los 90
(Epele, 2010). En este sentido, siguiendo las perspectivas post-estructuralistas, el
cuerpo es un territorio donde se inscriben las relaciones de poder (FOUCAULT,
2009; SHEPPER-HUGES; LOCK, 1987): desde las perspectivas de los/as
jvenes implica resistir a las relaciones disciplinarias que tienen al cuerpo como
objeto de encierro. Sin embargo, tambin implica reconocer que ciertas prcticas
de resistencia conllevan dolor. El cortar la piel, adems, es una tcnica corporal
(MAUSS, 1979), un determinado uso del y sobre el cuerpo, para cortar(se) sin
llegar a desangrar: hay que saber dnde, a partir de qu movimientos y con qu
intensidad deslizar un elemento punzo-cortante por la piel.
Los cortes en la piel aunque frecuentes no son masivos y presentan
diferencias en funcin a las relaciones de gnero. Mientras que los varones,
como Martn, que han estado encerrados refieren que el cortar(se) se vincula
a estrategias de supervivencia en instituciones de encierro y las heridas se llevan
desde sus versiones como del pasado; para las mujeres que no han estado
institucionalizadas por largos perodos, denota un nivel de reviente casi sin
retorno ya que cortar la piel tambin refiere a modalidades de frenar cuando
tens una sobredosis. Cortar las yemas de los dedos o las palmas de las manos te
drena, te sale la sangre que se licua cuando ests muy pasado.
Casad (2012) define a las autolesiones como todas aquellas acciones donde,
sin que exista voluntad de muerte, se inscriben y expresan a travs del cuerpo
experiencias, emociones, vivencias y sensaciones de entumecimiento emocional
(p. 115). La autora seala que no todas las autolesiones pueden ser interpretadas

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de igual modo ya que estn modeladas cultural e histricamente. Desde 557
algunas perspectivas psi, las llamadas lesiones autoinflingidas no suicidas son

Una lectura socio-antropolgica sobre las sobredosis y los cortes en la piel


consideradas como uno de los sntomas de los trastornos borderline que tendran
por objeto liberar el afecto negativo (KLONSKY, 2010, p. 67). Acordando con
el planteo de Casad (2012), si bien para la terminologa biomdica la autolesin
es un signo, esto es, una manifestacin objetiva de un estado patolgico (DCM
IV TR), en trminos culturales la autolesin es polismica (p. 113). Por lo que he
podido registrar, el cortar(se) la piel es una de las consecuencias de las modalidades
en las que los entramados institucionales actan por omisin sobre los cuerpos.
Especficamente, que tenga lugar el cortar(se) como tctica para ser cambiado
de espacio (de un pabelln a la comunidad teraputica dentro de la carcel) y el
cortar(se) o cortar a otro para frenar una sobredosis, expone los malos tratos
y desamparo a los que estn expuestas las poblaciones desfavorecidas por medio
(o no) de la institucionalizacin. Por ello mismo, sera desatinado sostener, sin
un estudio ms profundo, que los cortes en la piel constituyen situaciones en las
que la violencia descentrada caracterizada por su dispersin, su fragmentacin,
su policentrismo (Hernndez, 1993: 105) se torna autoinfligida ya que esta
prctica manifiesta tambin cierta preservacin y cuidado. Sin embargo, es
posible afirmar que las prcticas de cortar la piel transmiten un mensaje sobre el
sufrimiento social de las incontrolables emociones que son literalmente inscriptas
en la piel (CASAD, 2009, p. 79).
Si bien los/as usuarios/as, relatan y muestran el deterioro corporal en
mltiples modalidades entre las que se encuentran los cortes en la piel, quienes
consumen intensivamente cocanas coinciden en sealar que las sobredosis y/o el
tocar fondo acta, en la mayora de los casos, como un disrupcin en cuanto a la
experimentacin y simbolizacin de la corporalidad.

Saturacin: sobredosis y tocar fondo.


Al igual que a Martn, conoc a Violeta en el otoo del ao 2013. Violeta no se
encontraba realizando un tratamiento en El Punto, sino que estaba en la sala de
espera aguardando a que su pareja saliera de una entrevista psicoteraputica. Es
por ello, que en un inicio pens que la entrevista rondara sobre las implicancias
de acompaar a su pareja. A los pocos minutos de conversar en una esquina de
las cercanas al El Punto, dice:

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558 -Y yo ya la pas, yo fum, desde los 13 aos que fumo A m no me va a decir que
es fcil... Porque yo me tuve que agarrar sobredosis para tenerle miedo. Para que
me deje porque ya no me poda drogar porque me pegaba mal. [] Yo me agarr
| Ana Laura Candil |

una sobredosis a los 15 aos con la cocana. Casi me revent toda. Y no fui a parar
al hospital, eh?
-Qu hiciste?
-Eh me pas tomando me pas.
-Y qu hiciste para frenar?
-Estuve cuatro das Y no si me revent todo. Me sangr todo. Me sali sangre
de la nariz, sangre del odo, sangre de la boca. Casi me muero. Y yo no senta nada.
-Y no fuiste al hospital?
-No, no fui necesitaba bajar. El susto de ver sangre, yo vi sangre ah baj, porque
sino no poda bajar. Y mis compaeros me decan de cortar Yo no me corto ni a
palos. [Violeta].

La sobredosis es una nocin difundida tanto en las perspectivas de los/as


usuarios/as de drogas como en los diversos saberes expertos. La perspectiva
biomdica define a la sobredosis como una reaccin adversa aguda secundaria
[] que cursa con coma ms o menos profundo, miosis pupilar y depresin
respiratoria que, si es intensa, puede llevar a una parada respiratoria y a la
muerte en pocos minutos (ANORO et al., 2004, p. 602). Tambin se la ha
definido como un exceso en los txicos que el cuerpo puede metabolizar o
muerte por reaccin aguda a las sustancias (GMEZ et al., 2005, p. 152).
Estas definiciones han sido extendidas para la elaboracin de protocolos para el
tratamiento toxicolgico que tiene lugar cuando se acude a guardias hospitalarias
(diferenciaciones entre los signos y sntomas de la abstinencia y sobredosis y sus
modos de compensacin) (SADA, 2012). Sin embargo, no dan cuenta de las
implicancias sociales y subjetivas que adquieren los malestares que conforman la
corporalidad de los/as usuarios/as, ni de las situaciones en las que se despliegan
estos padecimientos extremos que, an no llevando al fin de la vida, dejan marcas
biogrficas y corporales indelebles. Desde hace dcadas que las perspectivas
socio-antropolgicas han criticado la causacin biomdica de los padecimientos
en las dimensiones fisiolgicas: solapamiento entre lenguaje experto y moralidad;
fragmentacin de la corporalidad; despolitizacin y moralizacin del sufrimiento;
individualizacin de los malestares; despojo de historicidad, responsabilizacin
del padecimiento, entre otras (MENENDEZ, 1983; URIBE, 2000; GOOD,

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2003; CANGUILHEM, 2004; KLEINMAN; BENSON, 2004; FOUCAULT, 559
2008; CANNELLOTTO; LUCHTENBERG, 2008).

Una lectura socio-antropolgica sobre las sobredosis y los cortes en la piel


Desde las perspectivas de los/as jvenes y adultos/as de las poblaciones
desfavorecidas, la sobredosis y/o el tocar fondo aglutinan ms sentidos que los
sealados por la biomedicina. La sobredosis implica un estar pasado/a de droga
pero tambin incorpora mltiples aristas que desde la perspectiva biomdica clsica
no estaran en directa vinculacin con las drogas entendidas como objetos que
se introducen dentro del cuerpo para generar alteraciones psicofsicas. La mala
calidad de los txicos, los ritmos de consumo, la escasez de otros con quienes
contar en caso de necesitar ayuda, los malos tratos y destratos a los que han
estado expuestos durante aos al acudir a servicios de salud, la responsabilizacin
por realizar una prctica autodestructiva, la escasez de condiciones para sentir
placer, se anudan en las sobredosis como categora nativa. La distancia entre la
caracterizacin biomdica y la local deviene en que las prcticas, como as tambin
las emociones y los cuerpos, no existen de manera descontextualizada sino que
las condiciones polticas y econmicas modelan las formas de vivir, de padecer,
de sentir placer y tambin de morir (SCRIBANO, 2007, 2013; PITA, 2010).
De este modo, quienes han sealado atravesar sobredosis dijeron que se sintieron
morir, querer morir, como as tambin hicieron referencia a las afecciones que
sintieron en ese momento tener licuada la sangre, no dar ms, el cuerpo no me
daba ms, no poder frenar. El miedo de morir fue, con posterioridad, el motivo
verbalizado que los llev a realizar enormes esfuerzos para suspender y/o dejar de
consumir txicos por un tiempo, generalmente breve.
La sobredosis, desde las perspectivas de los/as usuarios/as, guarda
correspondencia aunque se diferencia de lo que denominan como tocar fondo.
En medio de fragmentarios relatos, he podido diferenciar que la sobredosis
se vincula directamente al progresivo deterioro corporal ante el exceso de
sustancias consumidas en los casos registrados cocanas de mala calidad y
a la posibilidad de morir; mientras que tocar fondo se perfila como una nocin
que se relaciona con una situacin extrema, que puede o no estar directamente
vinculada al exceso de sustancias ingerido, aunque alude a la trama de relaciones
que atraviesan a los/as usuarios/as en los perodos de intensidad de consumo
(escasez de bienes y servicios, prolongadas trayectorias de consumo y atencin
parcelaria a los malestares, lgicas de violencias estatales, barriales y familiares,

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560 entre otras cuestiones). Tocar fondo implica un momento y/o situacin en el que
los/as usuarios/as perciben que as no se puede seguir.
| Ana Laura Candil |

Mirna, pareja de Lorenzo, madre y peluquera a quien conoc en el grupo de


familiares de El Punto, lo relata as:
-Y vinimos a la institucin cuando ya toc fondo, que de hecho despus l mismo
decidi salir, estaba llevando una vida de terror. Entonces justamente en el ca-
mino los padres lo haban internado, se escap como en dos ocasiones, o en tres
Y siempre se escapaba y no llevaba a cabo el tratamiento. Hasta que un da no sabe
cmo fue, se despert, o sea, que se haba desmayado, se despert lleno de sangre,
le sangraba en la nariz. Y se senta tan mal, se asust tanto, se pens que se mora y
ah fue que se puso las pilas [Mirna].

Las situaciones en las que he podido registrar tocar fondo son:


sobredosificacin de cocanas; comas alcohlicos; olvidos de toda una noche
y amanecer golpeado y sangrando; persecuciones policiales y/o conflictos en
el barrio habitado; amenazas de muerte; giras de ms de cuatro das; fuerte
deterioro corporal y delgadez pronunciada. En todos estos registros, el tocar fondo
hace referencia a procesos culturales, sociales y econmicos que se imprimen en
las corporalidades, pero que son experimentados en la mayora de los casos como
cuestiones individuales. Epele (2001b) ha sealado que la experiencia de vastos
sectores de la poblacin est enraizada en la cronificacin del trauma vinculado al
sufrimiento social. Lejos de las perspectivas que tienden a una responsabilizacin
a los/as usuarios/as y a sus redes vinculares, tanto tocar fondo como las sobredosis
remiten a procesos que exceden las individualidades aunque son descriptas en
esos trminos. No es excepcional la frase esto me pas a m porque yo quise, nadie
me oblig, justamente por ello, es menester considerar que la cronificacin []
de situaciones traumticas ligadas a la profundizacin de la marginalizacin
social, van cubriendo progresivamente todas las reas de la vida cotidiana y se
transforman en un dao que tiene consecuencias ms o menos permanentes
(EPELE, 2001b, p. 119).
Funes Artiaga y Roman (1985), a partir de una etnografa con usuarios
intensivos de heronas en Espaa, sealan que las situaciones lmite implican
una vivencia catastrfica, inminente o presente que puede ser generada por
mltiples situaciones en las que el padecimiento se presenta de manera plena. En
sus palabras, se ha llegado al punto extremo y el padecimiento, el conflicto o
una momentnea lucidez [] quizs el modelo de situacin lmite ms conocido

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en la prctica clnica sea el derivado del malestar y la frustracin que genera el 561
consumo en su fase ms destructiva (p. 98). Las sobredosis y el tocar fondo hacen

Una lectura socio-antropolgica sobre las sobredosis y los cortes en la piel


referencia, desde las perspectivas locales, a situaciones lmite debido a que exceden
los umbrales de deterioro y dolor de los/as usuarios/as en la cotidianeidad de la
vida de los barrios segregados.
Con posterioridad a la situacin de sobredosis y/o al tocar fondo, los/as usuarios/
as generalmente refieren que acarrea la necesidad (consumada o no) de acceso a un
servicio de salud. Mientras que en las sobredosis la primera institucin nombrada
por todos los/as usuarios/as es el hospital al que, segn lo documentado, ninguno
va porque fueron rechazados y/o no recibieron la atencin que necesitaban o
esperaban y desde las teoras locales son la causa de la necesidad de cortar(se) y/o
cortar a otro para tratar la sobredosis ; el tocar fondo se hilvana con la disposicin
de realizar un tratamiento especializado en toxicomanas. Sin embargo, lejos de
una causacin lineal (situacin lmite-acceso al sistema de salud) generalmente
estos complejos adquieren caminos labernticos en los que dan cuenta de procesos
incompletos de psico-medicalizacin, desigualdad en el acceso a los servicios de
salud, barreras institucionales (distancia geogrfica, negligencias y/o negacin en
la atencin, carencia de dinero para trasladarse, sospechas sobre los/as usuarios/
as, ausencia de insumos institucionales, etc.), modos de sentir(se) que incluyen
desesperacin, angustia y miedo.
Adems, no todos los/as usuarios/as perciben ese momento como una
situacin lmite sino que ese registro, generalmente, se da con posterioridad y
tiene una durabilidad relativa. Good (2002) seala que las personas que []
pasan por condiciones por las cuales sintieron sus vidas amenazadas describen con
frecuencia la sensacin de que el mundo ha cambiado. [] Ocurren cambios en la
significacin; algunas cosas pierden sentido (p. 11). Sin embargo, no sera preciso
sostener que estos cambios se dan de una vez y para siempre (sobredosis-dejar de
consumir drogas), sino que tienen una perdurabilidad relativa. Es decir, varios
sujetos han padecido ms de una sobredosis y esa alarma no se sostiene en el
tiempo. Lejos de lo que podra pensarse, tanto la sobredosis como el tocar fondo no
implica en todos los casos una ruptura en las biografas sino que constituyen hitos
en las trayectorias de consumo sealados por los/as usuarios/as como situaciones en
las que la corporalidad est afectada plenamente de dolor, de vrtigo desbordante,
de irrefrenable angustia, incontinente miedo y paralizante desesperacin.

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562 Jackson (2011) seala que cuando sentimos dolor, la experiencia del cuerpo se
da plenamente, en el sentido que no experimentamos la experiencia de nuestros
| Ana Laura Candil |

cuerpos, ni de nuestro dolor, a la manera de objetos. Lo objetivamos cuando


prestamos atencin al dolor o hablamos de ello, para dar sentido de ello (p. 38).
Desde las versiones de los/as usuarios/as, sin embargo, el sentir y el mirar el cuerpo
cuando est hecho mierda presenta materialidad aun cuando estas experiencias
frecuentemente son relatadas a posteriori. Es decir, los/as usuarios/as en variadas
circunstancias sienten el cuerpo como ajeno pero no de modo continuo. Se ha
registrado un repertorio de modalidades de sentir(se) que van desde la disociacin
entre la emocin y la corporalidad hasta la alineacin de ambas en las situaciones
lmites: estaba mal, no me daba ms el cuero ni el cuerpo, no me poda levantar
de la cama de lo reventado que estaba sin fuerzas despus me di cuenta, me
tengo que cuidar de los golpes porque estoy muy frgil, me temblaba todo el cuerpo,
me dola todo, estaba con la cara toda rota pero no senta nada.
Si bien desde las producciones acadmicas recientes (SCRIBANO, 2013) se
hace hincapi en la indisociabilidad de los cuerpos y las emociones, en el trabajo
de campo he podido registrar que para los/as usuarios/as de drogas muchas veces
la percepcin del cuerpo resulta objetivada y enajenada, es decir, se percibe el
cuerpo como extrao en situaciones lmites al punto de llegar a no sentir(se).
Resulta necesario entonces, insistir en que tanto los cuerpos como las emociones (o
cuerpos/emociones) son la exposicin de las relaciones sociales que los significan
y los conforman. En palabras de Scribano (2013), las marcas corporales son
inscripciones socialmente establecidas por el proceso de dominacin en el que
est sumida una sociedad determinada. Es decir, la geometra corporal se asienta
en una geocultura y en una geopoltica de la dominacin (p. 102). Tal vez,
no sea osado intuir que los/as usuarios/as de drogas que atraviesan situaciones
lmites expongan de manera desnuda la fractura social que, no solo los invisibiliza
y/o demoniza, sino que tambin rompe, marca y disocia ntimamente hasta la
percepcin y experiencia del propio cuerpo sufriente.

Palabras finales
A lo largo de estas pginas, se han analizado las implicancias subjetivas y
sociales de dos marcas indelebles que se inscriben en las corporalidades y en las
emociones de los/as usuarios/as de drogas: los cortes en la piel y la sobredosis y/o

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el tocar fondo. Incorporar sus versiones y modos de percibirse permite complejizar 563
y aportar a dislocar las perspectivas que han pretendido dominar el tratamiento

Una lectura socio-antropolgica sobre las sobredosis y los cortes en la piel


de sus corporalidades, en este caso, las biomdicas y psi clsicas. Reparar en las
modalidades de percibir, sentir, marcar y cuidar de los/as usuarios/as de drogas
en situaciones extremas obliga a las perspectivas analticas a mirar las heridas y a
escuchar relatos de muy difcil procesamiento. Y, justamente por ello, necesarios
de ser abordados de manera respetuosa para que la produccin de conocimientos
pueda colaborar a generar tratamientos acordes a los padecimientos.
Los cortes en la piel y las sobredosis exceden las individualidades clasificables
en tanto que, denotando lo social, se hacen carne. Por ello, las heridas y las
situaciones lmite desbordan las extendidas caracterizaciones analticas clsicas y
se inscriben en los diversos desamparos, mediante la institucionalizacin o no, a
los que estn expuestas las poblaciones desfavorecidas, y especficamente, los/as
usuarios/as de drogas de mala calidad en las urbes contemporneas.

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Agradecimientos
A Mara Epele, por su generosa direccin de mi tesis; a Romina Olejarczyk, por su
lectura atenta; a los evaluadores de la revista, por sus sugerencias enriquecedoras;
y al CONICET, por financiar la investigacin que dio origen a este artculo.

Notas
1
Dicha investigacin tuvo como resultado una tesis doctoral de mi autora, defendida recientemente
en la Universidad de Buenos Aires.
2
Blanco, negro y latino y afroamericanos y blancos son las palabras utilizadas en las producciones
que retomo. He optado por sostenerlas a fin de ser respetuosa con dichos escritos.
3
La Ley 26.657, llamada Nueva Ley de Salud Mental, se sanciona en el ao 2010 y se reglamenta en
el ao 2013. La misma ha sido celebrada como un hito significativo en lo que respecta a los derechos
de los pacientes en salud mental en general. Dicha Ley prohbe la creacin de nuevas instituciones
manicomiales, incluye a las adicciones como parte de la esfera de salud mental, postula a los usuarios
de drogas como pacientes, promueve las intervenciones ambulatorias y estipula que las internaciones
de usuarios/as sean de 6 meses de duracin como mximo con posterioridad a la evaluacin de un
equipo interdisciplinario y como ltimo recurso teraputico.

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Resumo 567

Una lectura socio-antropolgica sobre las sobredosis y los cortes en la piel


Uma leitura scio-antropolgica sobre
overdoses e cortes na pele
Este artigo procura contribuir para a problematizao
das clssicas interpretaes biomdicas e psi de overdoses
e cortes na pele que s vezes afetam jovens e adultos
que usam drogas intensivamente. Enquanto os cortes
na pele tm sido principalmente considerados parte
dos sintomas que definem as desordens "borderline",
as overdoses tm sido explicadas como o excesso de
substncias ingeridas que o corpo pode metabolizar. A
partir de uma abordagem etnogrfica em tratamentos
ambulatoriais aos usurios intensivos de drogas na
regio metropolitana de Buenos Aires, busca-se
colaborar com o questionamento do conhecimento
especializado clssico, expondo vrias dimenses que se
entrelaam em ambas as prticas: decadncia do corpo,
saturao dos modos de sentir dor, barreiras ao acesso
aos cuidados de sade e estratgias de sobrevivncia em
ambientes hostis.

Palavras-chave: corporeidade; drogas; danos; overdose;


cortes na pele.

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568
Abstract
| Ana Laura Candil |

A socio-anthropological reading about overdoses


and skin cuts
This article seeks to contribute to the questioning of the
classic biomedical and psi interpretations on overdoses
and skin cuts that sometimes affect young people and
adults who use drugs intensively. While skin cuts have
mainly been considered part of the symptoms defining
"borderline" disorders, overdoses have been explained
as the excess of ingested substances that the body can
metabolize. From an ethnographic approach in outpatient
treatment to intensive drug users in metropolitan Buenos
Aires, we seek to collaborate with the questioning of
the classical expertise, exposing various dimensions that
intertwine in both practices: body decay, saturation
ways of feeling pain, barriers to access to health care and
survival strategies in hostile environments.

Key words: drugs; corporeality; deterioration; overdose; skin


cuts.

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