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El Pricilianismo Tras Prisciliano - Cardelle

Este documento analiza las fuentes de los siglos V y VI relacionadas con el priscilianismo para determinar si este movimiento era específicamente gálico. El autor concluye que, si bien había indicios de priscilianismo en otras provincias, era en Galicia donde más preocupaba a los contemporáneos debido a la presencia de obispos priscilianistas. Las causas del éxito del priscilianismo en Galicia incluían la actividad cristianizadora de los priscilianistas, su implantación en el episcopado gálico y el ent

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El Pricilianismo Tras Prisciliano - Cardelle

Este documento analiza las fuentes de los siglos V y VI relacionadas con el priscilianismo para determinar si este movimiento era específicamente gálico. El autor concluye que, si bien había indicios de priscilianismo en otras provincias, era en Galicia donde más preocupaba a los contemporáneos debido a la presencia de obispos priscilianistas. Las causas del éxito del priscilianismo en Galicia incluían la actividad cristianizadora de los priscilianistas, su implantación en el episcopado gálico y el ent

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EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO,

UN MOVIMIENTO GALAICO?
Carmen Carde/le de Hartmann

Para el "maestro priscilianista"


Benedikt Konrad Vollmann
con admiracin y afecto

En este artculo analizo detalladamente fuentes de los siglos V y VI refe-


ridas al priscilianismo, para dilucidar si este movimiento era efectivamente un
movimiento galaico, como han venido afirmando los estudiosos del tema. Lle-
go a la conclusin de que, si bien aparecen indicios de la extensin del prisci-
lianismo en otras provincias, es el movimiento galaico el que resulta particu-
larmente preocupante para los contemporneos por ser Galecia la nica
provincia en la que se encuentran priscilianistas en el episcopado. Las causas
del xito del priscilianismo en Galecia son, segn mi anlisis, la actividad cris-
tianizadora de los priscilianistas, la implantacin en el episcopado, y el entu-
siasmo popular desencadenado por la presencia de reliquias de mrtires. Tras el
concilio de Toledo del a. 400 la presencia del priscilianismo parece limitarse a
la circulacin de apcrifos, la invocacin de Prisciliano como mrtir, y la difu-
sin espordica de algunas ideas herticas.

In this paper I analyse in detail texts of the Vth and Vlth centuries which
deal with Priscillianism, in order to determine whether this movement was spe-
cifically Gallaecian, as it has always been assumed. Although there are indica-
tions of Priscillianist presence in other provinces, the Gallaecian movement
worried contemporaries most, because Gallaecia was the only province in
which there were Priscillianist bishops. The causes for the success of Prisci-
llianism in Gallaecia are, according to my analysis: the christianization through
the Priscillianists in some regions, its support by the bishops, and the enthu-
siasm for the relics of the martyrs. After the Council of Toledo 400 AD there
survive only few remnants of Priscillianism in Gallaecia, such as the circula-

269
HABIS 29 11998) 269-290
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

tion of the Apocrypha, the invocation of Priscillian as martyr and the sporadic
diffusion of some heretical ideas.

La mayor parte de los testimonios del s. V referentes al priscilianismo relacio-


nan este movimiento con la provincia de Gallaecia, lo que ha llevado a los estu-
diosos a plantearse la cuestin del por qu del xito precisamente en esta provin-
cia. Se han formulado varias hiptesis sobre el tema, que han encontrado mayor o
menor eco. La conjetura que ms ha dado que hablar es sin duda la de Barbero de
Aguilera l , segn la cual el priscilianismo habra encubierto un movimiento de pro-
testa social de los habitantes de las zonas rurales contra el alto clero de las ciuda-
des que representaba el orden romano. Lpez Caneda 2 supone por su parte que el
priscilianismo integra elementos de una religiosidad neoltica. Ambas hiptesis,
que prcticamente no disponen de pruebas fehacientes que las apoyen, han sido cri-
ticadas por J. Fontaine 3 , quien nos recuerda que todos los movimientos extremos
tienen sobre todo xito entre las masas incultas, y que el grado de incultura era
mayor en Galecia que en otras provincias hispanas. Vollmann 4 supone el orgullo
local de una provincia oscura, en la que repentinamente aparecen escritores y hom-
bres de Iglesia destacados. Ms recientemente, Van Dam 5 ha relativizado este
supuesto xito en Galecia, haciendo notar que la acusacin de priscilianismo, como
en el s. IV la de maniquesmo, se dirige sobre todo contra individuos no integrados
en una comunidad y es formulada y resuelta por el obispo como lder de esta comu-
nidad. El priscilianismo no tendra tanto un contenido teolgico preciso como ser-
vira de concepto para cubrir todo tipo de opiniones y conductas desviadas, fun-
cionando como la acusacin de brujera en otras sociedades.
Mi propsito en este artculo es realizar un anlisis detallado de las fuentes
-incluyendo las dos cartas de Consencio a Agustn descubiertas por Divjak y no
publicadas hasta el ao 1981- para ver lo que stas nos pueden revelar sobre el xi-
to del priscilianismo en Galecia, su magnitud, su exclusividad y sus posibles moti-
vos. En el artculo volver sobre las hiptesis aqu mencionadas.

A. Barbero de Aguilera, "El Priscilianismo, hereja o movimiento social?", Cuadernos de His-


toria de Espaa 37-38 (1963) 6-41 y esp. 16-25.
2 R. Lpez Caneda, Prisciliano: su pensamiento y su problema histrico (Santiago de Compos-
tela 1966).
3 J. Fontaine, "Socit et culture chrtiennes sur l'aire circumpyrnenne au sicle de Thodo-
se", Bulletin de Littrature Ecclsiastique 75 (1974) 241-282, y esp. 262-263.
4 B. Vollmann, Priscillianus, Realencyclopiidie der classischen Altertuntswissenschaft Suppl.
14 (1974) 485-560, esp. 519-520.
5 R. Van Dam, Leadership and Community in Late Amigue Gas,' (Berkeley 1985), esp. 78-115.

270
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO, UN MOVIMIENTO GALAICO?

1. Los COMIENZOS DEL PRISCILIANISMO EN GALECIA

1.1. Datos conocidos


En toda la historia de Prisciliano tal y como nos la narra nuestra principal fuen-
te, Sulpicio Severo, no aparece Galecia 6 . Si de verdad Prisciliano era galaico, como
a veces se ha supuesto, hay que decir que su etapa como dirigente del movimien-
to asctico que lleva su nombre se desarroll lejos de esta regin, en la Btica y el
Sur de la Lusitania. El cronista Hidacio de Chaves, nuestra principal fuente para la
historia peninsular a finales del s. IV y en el s. V, afirma que el priscilianismo se
extiende en Galecia slo tras la muerte de Prisciliano y sus compaeros en Trve-
ris, aprox. en el ao 385v.
Tras las ejecuciones de Trveris, el priscilianismo se queda sin sus dirigentes.
Slo queda una personalidad eclesistica de alto rango que muestre simpata por
los priscilianistas: el obispo galaico Sinfosio. Sinfosio haba estado ya presente en
el concilio de Caesaraugusta del 380, el primer concilio que intent poner coto al
movimiento priscilianista s . All concibi simpatas por el movimiento y viaj ya
al segundo da, quiz por rechazar una condena de los priscilianistas 9 , quiz inclu-
so para prevenir que el excesivo celo de Hidacio e Itacio los llevara a acusarlo
igualmente a l, Sinfosio, de herejia lo .

6 Los dos estudios fundamentales sobre Prisciliano son H. Chadwick, Priscillian of Avda. The
Occult and the Charismatic in the EarlyChurch (Oxford 1976) -citado en este trabajo por la traduccin
espaola. Prisciliano de Arda, Jos Luis Lpez Muoz (trad.) ( Madrid 1978) y Vollmann, op. cit..
Bibiografa sobre el tema hasta el ao 84 en J. E. Lpez Pereira, Prisciliano de Avila y el priscilia-
nismo desde el s. IV hasta nuestros das: rutas bibliogrficas, Cuadernos Ahulenses 3 (1985) 13-77 y
A. Ferreiro, The Visigoths in Gaul and Spain a. D. 418-711: A Bihliography (Leiden 1988) 197-203.
Los trabajos ms recientes dignos de mencin son M. V. Escribano Pao, Iglesia y Estado en el certa-
men priscilianista. Causa ecclesiae y iudicium publicum (Zaragoza 1988) sobre los aspectos procesa-
les del caso; V. Burrus, The Making of a Heretic (Berkeley 1996) (que no he podido consultar para este
trabajo).
7 Hyd. chron. 16. En el manuscrito de Berlin, despus de la noticia de la muerte de Prisciliano,
aparece exim in Galleciam Priscillianistarum. Aunque la frase est incompleta, el sentido parece claro.
Mommsen ha completado haeresis invasit, propuesta aceptada por todos los editores, menos Burgess
que escribe ingreditur heresis, as pues con el mismo sentido.
8 Nos extraan las dudas de Van Dam, op. cit., 109, n. 100, en identificar el obispo Sinfosio que
se retir de Caesaraugusta y el que abjura del priscilianismo en Toledo. Las mismas actas de Toledo
corroboran esta identificacin, ya que se refieren a la marcha de Sinfosio de Caesaraugusta antes de
registrar su abjuracin.
9 Su partida no se debe a rechazar los moderados cnones, que s firm. Las actas del concilio
de Toledo del 400 afirman que hubo una condena de personas concretas, que Sinfosio no quiso oir y
posteriormente rechaz (J. Vives et alii ed., Concilios visigticos e hispano-romanos, 30, 17-24 -cito
esta obra a partir de aqu como Vives-). Prisciliano y sus simpatizantes afirmaron vehementemente a
Dmaso que no haba habido tal sentencia. Las actas no la recogen. Es posible que se haya condenado
a personas concretas, pero la irregularidad procesal que esto supona -no se poda condenar a alguien
en su ausencia- permitiera a Sinfosio y Prisciliano denegarle legitimidad a esta condena. Otra explica-
cin en Vollmann, Priscillianus, 498-502.
I Esto supone Vollmann, Priscillianus, 501.

271
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

De las actas del Concilio de Toledo del ao 400" se pueden obtener las
siguientes informaciones sobre los acontecimientos que siguieron a la muerte de
Prisciliano, que voy a exponer brevemente antes de pasar a una discusin detalla-
da: Sinfosio aclam a los ejecutados de Trveris como mrtires, luego, en una
entrevista personal con Ambrosio, prometi dejar de hacerlo. Ambrosio le aconse-
j igualmente no ordenar como obispo a su hijo, el presbtero Dictinio i2 , en bien
de la paz. Al regresar a su sede fue impulsado sin embargo por algunos a seguir
aclamando a Prisciliano y sus compaeros como mrtires, aunque no se vi impli-
cado ni en la lectura de apcrifos ni en la defensa de doctrinas herticas. La mul-
titud lo obliga igualmente a ordenar obispo a su hijo Dictinio. Luego ambos orde-
nan obispos para las sedes vacantes en Galecia, en la conviccin de tener a la
mayor parte del pueblo de Galecia tras ellos. Los otros obispos hispanos intentan
convocar un concilio en Toledo para controlar las actividades de los galaicos, pero
stos se niegan a acudir. Finalmente acuden en el ao 400 a Toledo donde abjuran
de la hereja Sinfosio y Dictinio. Con ellos abjuraron igualmente Paterno de Bra-
cara e Isonio, a los que haban consagrado los asturicenses, y Vegetino, que ya era
obispo antes del concilio de Caesaraugusta. Otros cuatro obispos, Herenas, Dona-
to, Acudo y Aemilio, se niegan a abjurar y continan sosteniendo que Prisciliano
fue ortodoxo y mrtir. De ninguno de estos obispos se especifica la sede, pero
podemos suponer sin temor a equivocamos que eran todas sedes galaicas 13 . Los
conciliares se muestran generosos con los ex-priscilianistas. Slo son depuestos los
que se niegan a abjurar. Paterno contina sin restricciones en su sede, Vegetino
continuar en comunin solamente con Paterno, mientras que Sinfosio, Dictinio y
Anterio continuarn en sus puestos, pero sin proceder a nuevas ordenaciones has-
ta que el Papa y el obispo de Miln los acojan a su comunin.
Pasemos ahora a reflexionar sobre estas informaciones que nos proporcionan
las actas del Toledano I.

1.2. El lugar de enterramiento de Prisciliano


Cuando tras la cada de Mximo se trasladan los cuerpos de Prisciliano y sus
seguidores a Hispania, es muy probable que se llevaran a la iglesia de Sinfosio, el
nico simpatizante que les quedaba entre los obispos. Sinfosio tambin habr apo-

I Vives, 30-33. Edicin crtica en Chadwick, 305-310.


12 Van Dam afirma, op. cit. 110, n. 102: "There is no explicit evidence tizar Dictinius was either
the son of Symphosius or bishop of Astorga after hin,". Dictinio mismo nombra a Sinfosio como su
padre, de tal manera adems (domini mei el patris mei et genitoris et doctoris mei, Vives, 30) que exclu-
ye un parentesco puramente espiritual. En cuanto al segundo punto, carecemos efectivamente de prue-
bas de que Dictinio fuera obispo de Asturica, pero el culto que recibi all hasta el s. XI parece indi-
carlo.
13 Despus de pronunciar las sentencias contra todos estos obispos mencionados por su nombre,
aparece la frase reliqui qui ex provincia Gallaeciae ad concilian, non venerant, lo que sugiere que los
sentenciados eran todos galaicos. Inocencio en su decretal Saepe me (ML 20, 486-494) se refiere igual-
mente a los ex-priscilianistas como Gallici (cap. 1, ...propter Galliciorum communione).

272
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO, UN MOVIMIENTO GALAICO?

yado este traslado de reliquias. En toda Europa Occidental los obispos procuran
reforzar su autoridad con la custodia de las muy veneradas reliquias de mrtires".
En Galecia, provincia de cristianizacin reciente y todava parcia1 15 , no haba has-
ta entonces reliquias y no cabe duda de que la llegada de los restos de los ejecuta-
dos de Trveris desencaden una oleada de fervor popular. Efectivamente, una de
las huellas ms pertinaces del priscilianismo es la aclamacin de Prisciliano y sus
compaeros como mrtires. En cuanto al lugar concreto del enterramiento, se ha
formulado la hiptesis i6 de que los tres varones enterrados bajo el altar de la cate-
dral de Santiago podran ser Prisciliano y dos de los seguidores ajusticiados con l.
No obstante, nos faltan demasiados datos para poder resolver satisfactoriamente la
cuestin del lugar de enterramiento de Prisciliano, aunque podemos partir de la
base de que era en algn lugar de Galecia.

1.3. La entrevista entre Sinfosio y Ambrosio


Un punto que hasta ahora, por lo que yo s, no ha llamado la atencin de los
historiadores, es el curioso y aparentemente inmotivado viaje de Sinfosio a Miln.
Sinfosio no es consciente de los puntos contrarios a la ortodoxia en las doctrinas
priscilianistas, y no creo que haya emprendido este viaje por una consulta que
podra haber hecho por carta. Voy a formular una conjetura sobre el contexto en que
tuvo lugar esta entrevista: el snodo que se ocup de los principales activistas con-
tra Prisciliano, Itacio de Ossonoba e Hidacio de Emerita, depuso a Itacio y desterr
a ambos. Chadwick 17 menciona la posibilidad de que esto haya sucedido durante el
concilio de obispos galos que se reuni en Miln a mediados del a. 390 18 , para dese-
charla a rengln seguido y considerar como lugar de celebracin ms probable His-
pania. La hiptesis de que la destitucin se haya producido en el concilio de Miln
tiene sin embargo visos de verosimilitud. La actitud de Hidacio e Itacio, y sobre
todo el papel de acusador de ste ltimo en un proceso que termin con la aplica-
cin de la pena capital, despert una airada controversia entre el clero galo. Ambos
obispos saban que contaban con enemigos entre el clero galo, y desde luego tam-
bin tenan que contar con que la enemiga de los priscilianistas hispanos, que ya
haban conseguido expulsar a Hidacio de su sede haca aos, se habra convertido
en odio tras las ejecuciones de Trveris. As que no resulta aventurado suponer que

14 Brown, The Culi of the Saltas. Its Rise and Function in Latin Christianity (Chicago-London
1981), esp. 1-22.
15 Los primeros indicios de la existencia de cristianos en Galecia son de mediados del s. IV y
aparecen relacionados exclusivamente con las ciudades de Astorga y Len. M. C. Daz y Daz, La cris-
tianizacin en Galicia, varios, La romanizacin en Galicia (La Corua 1976) 107-120.
16 L. Duchesne. "Saint Jacques en Galice". Anua/es cht Midi 12 (1900) 145-180.
Chadwick, op. cit. 199.
Ambr. epist. 51.6 Quando p1117111171 auditurn est. propter adrentum Gallorum episcoporunt
synodus convenerat... El suceso al que hace referencia Ambrosio es la matanza de Tesalnica que se
produjo en abril o mayo del ao 390.

273
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

continuaran en esta ciudad junto a su protector Magno Mximo. Desde luego es en


esta ciudad donde se reuni el snodo que, en vida de Mximo, eximi a hui de
toda culpa l9 . Es posible que, tras la muerte de Mximo, los obispos galos contra-
rios a Hidacio e hui se movilizaran para conseguir una condena de los dos pri-
meros. Es probable que para ello buscaran el apoyo de Ambrosio de Miln, de quien
saban que estaba de su parte, esperando de su autoridad una condena de los acusa-
dores de Prisciliano. Desde luego, no haban de fiarse de sus colegas galos, que a
fin de cuentas haban absuelto de culpas a Itacio en el snodo de Trveris. La elec-
cin de un lugar de reunin en el Norte de Italia se debera a una bsqueda de impar-
cialidad con el alejamiento geogrfico, y a la influencia que haban tenido en la dis-
puta las sedes de Roma y Miln. La entrevista personal entre Sinfosio y Ambrosio
podra ser igualmente una indicacin de que en el concilio de Miln del 390 se tra-
taron igualmente cuestiones que concernan a los obispos hispanos.

1.4. Dictinio
A pesar de la conversacin con Ambrosio, Sinfosio, segn las actas del Primer
Toledano "engaado y tentado por muchos" 20 , sigue invocando a Prisciliano como
mrtir, y, lo que es ms importante para la difusin del priscilianismo, es obligado
por el pueblo a ordenar obispo a su hijo Dictinio. Este fue muy probablemente el
autntico gua y promotor del priscilianismo en Galecia, ya que slo tras su con-
sagracin como obispo empieza el frentico nombramiento de nuevos obispos para
sedes vacantes. Dictinio es adems el primer escritor galaico del que tengamos
noticia cierta. Por desgracia, sus escritos se han perdido y slo tenemos referencias
de su obra Libra a travs del tratado agustiniano Contra mendacium. Agustn reci-
bi de un corresponsal, el balear Consencio, como veremos un furibundo antipris-
cilianista, bien esta obra, bien un resumen de ella. Nuestra informacin sobre su
contenido es pues de segunda o tercera mano y procede de una fuente hostil. Pare-
ce que en ella Dictinio defenda la necesidad de mantener doctrinas reservadas slo
para los iniciados. Ms que de una defensa de la mentira se tratara pues de una
defensa de ocultar una parte de la verdad. Quiz este esoterismo llev a atribuirle
al grupo muchas ms doctrinas de las que en realidad defendan. En las actas del
concilio de Toledo las doctrinas herticas que se mencionan explcitamente en rela-
cin con los galaicos son la innascibilidad del Hijo, y la comunidad de naturaleza
entre Dios y el hombre. Fuera de estas doctrinas, Dictinio, ms que hereje siste-
mtico, parece moverse en un terreno gris entre la ortodoxia y la hereja, de ah
tambin la afirmacin del Concilio de Toledo, de que tras la visita a Ambrosio,
"casi cay en la hereja en algunas cartas" 2i . Sin duda los galaicos se sentan orgu-

19 Sulp. Sev. dial. 12.3. Sobre la fecha, probablemente el 386, Vollmann,Priscillianus 514.
...decepuun tentunique per !Imitas.... Vives, 30.
21 epistolis aliquantis pene lapsiun, ... Vives, 31,1. 3. No veo pues necesidad de corregir este

pene en plene, como conjetur Flrez, pues de haber cado plenamente en la hereja los conciliares no
se mostraran tan moderados con l.

274
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO. UN MOVIMIENTO GALAICO?

liosos de tener entre ellos un hombre notable 22 , el primer hombre de letras que
haba producido Galecia, cuyos escritos haban alcanzado ya una notable difusin.
No es de extraar que quisieran verlo convertido en obispo, y tras su muerte per-
manecieron largo tiempo fieles a su memoria. A mediados del s. V siguen leyendo
con veneracin los escritos herticos de Dictinio, como menciona el Papa Len23.
En Asturica, Dictinio sigue siendo largo tiempo conmemorado como santo. Toda-
va en el s. X hay una baslica que le est dedicada24.

1.5. El papel del episcopado en la difusin del priscilianismo


Volvamos brevemente a la hiptesis de Barbero de Aguilera: el xito del pris-
cilianismo en Galecia se basara en una protesta de los habitantes del campo con-
tra los obispos. Las actas del Concilio de Toledo I nos muestran un panorama muy
distinto, en que la extensin del priscilianismo en Galecia se encuentra ntima-
mente relacionada con los obispos. Slo de un obispo tenemos pruebas de que fue-
ra nombrado por la presin popular: Dictinio. De los obispos que nombraron jun-
tos l y su padre Sinfosio slo se dice que los nombraron "en la confianza de tener
tras ellos al pueblo de casi toda Galecia". Las actas del concilio de Toledo formu-
lan con cuidado. En el caso de Toribio est probado que la presin popular llev a
nombrarlo 25 , mientras que en el caso de los otros obispos, se trata de una afirma-
cin no comprobada de Sinfosio y Dictinio26.
Vemos igualmente que no se trata de que un movimiento popular haya forza-
do la sustitucin de unos obispos contra los que se rebelaba por otros favorables.
No slo parte la iniciativa de Sinfosio y Dictinio, sino que adems el concilio espe-
cifica que los nombramientos se producen para iglesias en las que no haba obis-
pos. Esto nos revela el impulso en la cristianizacin de Galecia que supuso el pris-
cilianismo. Muy probablemente los obispos priscilianistas fueron los primeros en
ocupar sus sedes. Volvemos aqu a la hiptesis de J. Fontaine mencionada en la
introduccin. El hecho de que Galecia fuera la zona menos cristianizada y roma-
nizada de Hispania influy en la difusin del priscilianismo, ya que probablemen-
te una parte de la poblacin tuvo su primer contacto con el cristianismo a travs de
los priscilianistas. La influencia del bajo nivel cultural en el entusiasmo por ideas
extremas es posible, pero de ella no tenemos pruebas.
Hay otro incidente que nos muestra un poco de la relacin de los priscilianis-
tas con los obispos. En la breve noticia que en su crnica escribe Hidacio de Cha-

22 Este orgullo nacional es el factor que menciona Vollmann como determinante del , xito del
priscilianismo en esta provincia (ver la introduccin a este artculo).
23 Leo M., epist. 15.16.
24 C. Garca Rodrguez, El culto de los santos en la Espaa romana y visigoda (Madrid 1966) 345.
25 Caeterum extornan sibi de multitudine plehis probare''. Synmhosium, uf ordinaret Dictinium

26 Con fitentur etiam illud quod alios per diversas ecclesias ordinassent, (liabas deerant sacer-
dotes, habentes hanc fiduciam, quod cum illis propemodum folias Galliciae sentiret plebium multitud.

275
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

ves -quien no tiene ninguna relacin conocida con Hidacio de Mrida- sobre el Pri-
mer Toledano, se nos dice que en este concilio particip Ortigio, quien haba sido
ordenado en Aquae Celenis, pero estaba en el exilio tras haber sido expulsado por
los priscilianistas. He aqu pues una noticia que parece corroborar la actitud con-
traria a los obispos de los priscilianistas. Sorprendentemente firma las actas del
concilio un obispo Exuperancio, del que se especifica que es del municipio de
Celenis, del conventus lucense, en Galecia. Este obispo no tiene que demostrar en
ningn momento su ortodoxia, que deba de estar por encima de toda duda. Vemos
pues que los priscilianistas expulsaron a un obispo, pero aceptaron al sucesor orto-
doxo del expulsado. No considero muy probable la suposicin de que Ortigio fue-
ra nombrado en Aquae Celenis para otra sede - qu sentido tendra una informa-
cin de ese estilo? Ms probable me parece que Ortigio haya asumido una actitud
combativa contra la veneracin de los ajusticiados de Trveris y contra los brotes
de doctrinas herticas. Esta actitud combativa podra venir incluso de ser l mismo
un converso del priscilianismo27 . Quiz no llegaba la fuerza de los priscilianistas a
poder imponer un obispo, quiz tambin mantuviera este movimiento en principio
buenas relaciones con los obispos ortodoxos, siempre y cuando estos mostraran
tolerancia. De hecho, como veremos ms adelante, una y otra vez se encuentran
huellas en nuestras fuentes de esta actitud tolerante.

1.5. Campo contra ciudad?


La afirmacin de que el movimiento priscilianista se haya dirigido contra los
obispos carece, como acabamos de ver, de base. Pasemos ahora a considerar la otra
premisa de Barbero, es decir, que el priscilianismo se extendi sobre todo entre la
poblacin del campo.
La expansin del priscilianismo, tan ntimamente relacionada con el nombra-
miento de nuevos obispos, hace suponer en un primer momento que este movi-
miento se centr sobre todo en las ciudades. A favor de una presencia priscilianis-
ta en el campo habla el testimonio de Lucrecio de Braga en su discurso inaugural
ante el Primer Bracarense del ao 561. Lucrecio dice que hay que instruir a los
habitantes de las zonas ms remotas de Galecia, para que no caigan en la hereja
"como suele suceder, engaados por las escrituras apcrifas". Esta pervivencia en
las zonas ms remotas ha de proceder del impulso cristianizador de los priscilia-
nistas. Dado el nmero tan elevado de obispos galaicos en la poca del Primer
Toledano es dable conjeturar que los priscilianistas consagraron obispos, si no para
distritos rurales, s para ncleos urbanos muy pequeos. Pasado este impulso ini-
cial y con las destituciones de Toledo, habrn vuelto a faltar obispos para las zonas
ms remotas. La excesiva proliferacin de obispos se ha de considerar ms ade-
lante sntoma de priscilianismo y es fcil suponer que los ex-priscilianistas no

27 Esto conjetura M. C. Daz y Daz,. Notas sobre el distrito de Lugo en la poca sueva . Hel-
mntica 45 1139-1411 (1995) 227-242, sobre Ortigio n. 16.

276
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO, UN MOVIMIENTO GALAICO?

habrn querido atraer de nuevo la atencin sobre sus personas procediendo a nue-
vos nombramientos. Tampoco los conciliares de Toledo hablan en ningn momen-
to de sustituir a los cuatro obispos priscilianistas depuestos. As habrn quedado de
nuevo en su aislamiento las zonas ms alejadas de los centros urbanos, haciendo
posible la pervivencia de usos y doctrinas priscilianistas. De esta pervivencia no
podemos deducir sin embargo un particular xito del priscilianismo en el campo en
el momento de su expansin. La presencia de las reliquias de los "mrtires de Tr-
veris" en Galecia, que en mi opinin ha de estar en la base de la fulminante expan-
sin del priscilianismo en esta provincia, habr tenido probablente ms un efecto
integrador que separador entre el campo y la ciudad28.

1.6. El priscilianismo fuera de Galecia: el testimonio de Consencio


Pasemos ahora a considerar otro punto de notable inters. Hasta ahora, los
estudiosos del tema han dado por sentado que, tras la muerte de Prisciliano, el pris-
cilianismo fue un movimiento casi exclusivamente galaico, que aparece slo en
esta provincia o en las zonas fronterizas. Ciertamente, los testigos de la poca iden-
tifican al priscilianismo con Galecia. Los obispos que comparecen ante el concilio
de Toledo del ao 400 acusados de priscilianismo proceden de Galecia. El papa
Inocencio en su decretal Saepe me del 404 405 se refiere a los ex-priscilianistas
como Gallaeci29. Igualmente Baquiano a finales del s. IV o principios del V en su
De fide, obra en la que hace una profesin de fe antipriscilianista, se lamenta de
que sea su procedencia geogrfica la que le hace sospechoso de hereja 30 . Esta apa-
rente unanimidad en identificar el priscilianismo con Galecia se ha visto sin embar-
go rota con la publicacin por Divjak en el ao 1981 31 de algunas cartas inditas
de y a Agustn. Entre estas cartas se encuentran dos del balear Consencio, corres-
ponsal de Agustn, a quien hizo llegar informaciones sobre el priscilianismo. Las
cartas pueden ser datadas en el ao 419 32 . Se trata de una carta privada 33 , en la que
se narran los sucesos en que se vi envuelto el monje Frontn,.amigo del autor,

28 P. Brown ha descrito cmo la celebracin de las fiestas de los mrtires y la peregrinacin a


sus santuarios, situados fuera del recinto ciudadano, produce no slo un refuerzo de los vnculos entre
los habitantes de la ciudad sino tambin un acercamiento entre el campo y la ciudad. Esta misma situa-
cin puede haberse producido en Galecia (op. cit. 42-46).
29 lnnocenti Papae epistola III, ML 20, 486-494, esp. cap. 1-2, 486-487.
30 Suspectos nos, quantum video, facit non sumo sed regio: et qui de fide non erobescinuts, de
provincia confundinnw (Bachiarius, Professio fidei, ML 20, 1019-1036). En el caso de Baquiano nos
encontramos con un argumento tautolgico: como todos los testimonios de la poca identifican el pris-
cilianismo con Galecia, Baquiano ha de ser galaico; entonces. Baquiano es una prueba de la identifi-
cacin entre priscilianismo y Galecia. A pesar de que el testimonio de Consencio nos muestra la exis-
tencia de priscilianistas en otras provincias, sigue en pie la identificacin hecha por la mayora de los
contemporneos entre priscilianismo e Iglesia galaica. No creo que haya que dudar de la procedencia
galaica de Baquiano.
31 Sandi Aureli Augustini opera. Epistolae ev duobus codicibus time,- in Itcem pro/atoe, ed.
Divjak, CSEL 88 (Wien 1981).
32 Divjak, LVIII-LIX.
33 Divjak, ep. 11.51-70.

277
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

seguida de un commonitorium34. Estos dos escritos iban acompaados por un libro,


escrito por Consencio a instancias de Patroclo de Arles, en el que ste expona
cmo descubrir herejes hacindose pasar por uno de ellos 35 . Este mismo libro lo
haba enviado Consencio al monje Frontn, quien, siguiendo sus instrucciones,
haba conseguido informaciones sobre actividades priscilianistas a travs de una
cierta Severa. El grueso de la epstola nana el enfrentamiento entre Frontn y el
presbtero Severo, supuesto priscilianista, hombre influyente emparentado con el
comes Asterio. Tanto Consencio como Frontn muestran un celo excesivo y ya un
tanto paranoico en su caza de herejes 36, por lo que es necesario manejar con sumo
cuidado sus informaciones. Voy a hacer un brevsimo resumen del accidentado
relato de Frontn. Cuando Severo se encontraba de camino a un castellum de su
propiedad, es atacado por un grupo de brbaros que le roban su equipaje y entre
otras cosas tres cdices (inmanes, dice Consencio), que ponen a la venta en Ilerda
suponindolos de valor. Los cdices, de contenido hertico, van a dar a manos del
obispo Sagitio de Ilerda, que manda uno al metropolitano Ticiano de Tarraco
(segn Consencio y Frontn, expurgado de lo peor, afirmacin puramente gratuita
y carente de pruebas, ya que Frontn no haba visto antes el cdice en cuestin).
Ticiano informa a Siagrio de Huesca, obispo de Severo, para que interrogue a su
presbtero al respecto. Siagrio habla con Severo y no ve motivo para iniciar un pro-
ceso. De alguna manera los dos cdices restantes van a parar a manos de su pro-
pietario, Severo. Segn Frontn, porque Sagitio de Ilerda los vendi a Severo.
Segn el mismo Sagitio, en una carta dirigida a Siagrio de Huesca, porque un pres-
btero que los llevaba a Siagrio, al no encontrarlo y sin saber qu hacer, los dej a
Severo. Como los obispos no actan contra Severo, Frontn mismo entabla acusa-
cin. Se inicia un accidentado proceso, rico en sobresaltos y giros dramticos, en
el que interviene el propio Asterio en defensa de su pariente. Durante este proceso
se hace necesario examinar los cdices de Severo y se pide a Sagitio y a Siagrio
que los traigan. Severo los devuelve en secreto a Sagitio, quien declara oficial-
mente que nunca han salido del archivo de su iglesia. Gracias a la declaracin de
Siagrio de Huesca, Frontn puede demostrar que Sagitio miente. Finalmente se
renen siete obispos para examinar la cuestin, absuelven a los culpables y orde-
nan quemar las actas y los cdices. Frontn los acusa de venalidad y acude a Patro-

34 Divjak, ep. 12.70 y ss.


35 Divjak, ep. 11.1 y27.
36 Consencio llega a reprochar indirectamente a Agustn su blandura con los dortatistas, de
modo que los partidarios de no expulsar de sus cargos a los obispos y presbteros que haban cado en
la hereja podan ampararse en su ejemplo (Divjak, ep. 11.25). Esto nos muestra que todava en el 419,
quince aos despus de la decretal de Inocencio, segua viva en la Iglesia hispana la discusin sobre
las decisiones del Primer Toledano. El hecho de que Frontn muestre confianza absoluta en la dela-
cin de Severa, una mujer, a juzgar por su propio relato, siempre dispuesta a declarar lo que los dems
quieren oir, nos da una idea tambin del excesivo celo y la falta de distancia crtica de nuestros infor-
mantes. Daz observa igualmente la validez slo limitada de Consencio como testigo (M. C. Daz y
Daz, Consencio y los priscilianistas, en Varios, Prisciliano )' el Priscilianisnro [Oviedo 19821 71-
76, sobre esto 74).

278
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO, UN MOVIMIENTO GALAICO?

clo de Arles, otro decidido defensor de la ortodoxia, quien, aunque no tiene juris-
diccin sobre los obispos de la Tarraconense, les pide que acudan a un concilio a
Bziers para volver a discutir el asunto. En el momento de escribir la carta, este
concilio no haba llegado a reunirse.
Estamos aqu ante una situacin que recuerda sin duda a las descritas por Van
Dam sobre la persecucin de maniqueos. Van Dam mismo subraya en el relato de
Consencio los aspectos que hacen suponer que eran conflictos sociales de una
pequea comunidad los que se tenan que resolver a travs de una acusacin de
hereja:
...many motifs characteristic of life in small communities reappear, such as
rivalry hetween a monk and his supporters (...) and a priest and his supporters;
cha rges involving books of magic; and the threat of potential crowd violence.37

Estos aspectos juegan un papel destacado en el relato de Frontn, por ejemplo,


cuando subraya su pobreza y baja condicin social frente a la posicin influyente
de Severo, propietario de un castellum y pariente del comes Asterio 38 . Fijmonos,
sin embargo, que no se enfrenta aqu la comunidad a un elemento molesto, al que
se califica de hereje, sino que el personaje no integrado se considera a s mismo
poco menos que como el nico ortodoxo. Para nuestros fines no es sin embargo
fundamental saber si en las acusaciones de Frontn haba un fondo de verdad o no
(me inclino a pensar que no), sino si a travs de ellas podemos deducir la presen-
cia del priscilianismo en la Tarraconense en esa poca. La acusacin de hereja es
comparable en muchos casos sin duda alguna a la de brujera en otras sociedades,
sin embargo, el que se acuse precisamente de priscilianismo y no de otra cosa pue-
de ser revelador. Una acusacin de brujera o de priscilianismo slo puede ser efec-
tiva si en verdad hay en esa sociedad brujas o priscilianistas, aunque sea en un
nmero muy reducido. El que el historiador no crea en las brujas no significa que
stas no existan y que la creencia en sus poderes mgicos no las dote de un poder
real. De la misma manera, si operamos con la distincin ortodoxia/hereja no sig-
nifica esto un juicio religioso, tico, ni moral. Las diferencias doctrinales son rea-
les, y tenan en la Antigedad Tarda un peso especfico que para el historiador
moderno no tienen. El acercamiento de Van Dam al tema es valioso y aclara sin
duda muchas situaciones en que slo aparentemente se trata de doctrina. Pero tene-
mos que considerar la situacirr concreta, ver si se trata efectivamente de un ata-
que a un contrario en que la acusacin carece de base, e incluso en este caso ver
por qu se formula precisamente esta acusacin.
Volvamos a Frontn y a Consencio. El nivel local en que se desarrolla este
conflicto es relativo. El asunto lo resuelven nada menos que siete obispos de la

37 Van Dam, op.


38 me hominem el personae ahiectione vilissimum el substantiae tenuime mendicum... (Divjak,
ep. 11.5.1).

279
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

Tarraconense, y cuando stos fallan a favor del supuesto hereje, el monje Frontn
no duda en recurrir a dos personajes de fuera de la provincia, el balear Consencio
y Patroclo de Arles. La acusacin de priscilianismo tiene pues una gravedad que
sobrepasa los lmites de la comunidad y la suficiente verosimilitud como para
encender las pasiones hasta el punto descrito en la carta de Consencio. Van Dam
hace notar que Frontn slo acusa de hereja, en general, y que es slo un extrao
como Consencio quien nombra el priscilianismo 39 . Frontn acude sin embargo a
dos personajes que notoriamente se ocupan del tema priscilianismo", y el hecho
de que la acusacin de hereja se asocie casi automticamente al priscilianismo,
nos permite suponer que en esta poca todava haba en la Tarraconense simpati-
zantes de este movimiento. Igualmente averigamos que en esta poca, el ao 419,
seguan en circulacin en la Tarraconense cdices de contenido hertico. Fronto
nunca habla de "cdices mgicos", y aunque seguro que en su descripcin exage-
ra, en los cdices tena que haber algo sospechoso que llev a Ticiano de Tarraco
a pedir del obispo Sagitio de Huesca una comprobacin discreta de la ortodoxia de
su presbtero. La reaccin moderada de estos obispos est muy lejos de las actitu-
des histricas de una "caza de brujas".
Tambin es de inters la divisin que observamos en el clero ortodoxo: de un
lado los decididos perseguidores de los priscilianistas, Consencio, Frontn y Patro-
clo de Arles, de otro lado, la gran mayora de los obispos, dispuestos a manifestar
clemencia con los arrepentidos y a no extremar la bsqueda de herejes ocultos.
Segn Consencio, los motivos de estos obispos para obrar as son una excesiva
ingenuidad, como en el caso de Siagrio de Huesca, o venalidad, como en el caso
de Sagitio de Ilerda. Simplemente podra tratarse de una actitud ms tolerante que
el rigorismo fantico de Consencio y Frontn.
Si en la Tarraconense circulan todava escritos herticos y una acusacin de
priscilianismo es tan creble, a qu se debe pues la identificacin que hacen los
contemporneos de Galecia y el priscilianismo? En mi opinin lo preocupante y
especfico del priscilianismo galaico era el gran nmero de obispos priscilianistas
que se haba llegado a reunir. En otras provincias se confiaba en la autoridad del
obispo para combatir la hereja, mientras que en Galecia era el episcopado el prota-
gonista del movimiento hertico. No hemos de caer sin embargo en el extremo
contrario y suponer que los contemporneos falsean la realidad. Si comparamos el
revuelo organizado en la Tarraconense en tomo a tres cdices de contenido herti-
co con la abundante circulacin de apcrifos en Asturica a mediados del s. V, tene-
mos razn para pensar que, si bien el priscilianismo no fue un movimiento exclu-
sivamente galaico, s tuvo mayor expansin y ms larga pervivencia en esta
provincia.

39 Van Dam, op. cit. 112.


40 Consencio haba escrito algunas obras contra los priscilianistas por impulso de Patroclo de
Arles (Divjak, ep. 11.1). Slo conservamos el commonitorium sobre este tema dirigido a Agustn.

280
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO. UN MOVIMIENTO GALAICO?

2. EL PRISCILIANISMO EN EL SIGLO V

Estudiando con detenimiento los datos que poseemos acerca de los comienzos
del priscilianismo en Galecia hemos podido emitir algunas hiptesis acerca de los
motivos de su expansin, que son, en mi opinin, la presencia por primera vez de
reliquias de mrtires en Galecia, y las actividades de un hombre con cultura, deci-
sin y carisma como Dictinio. El estudio de las fuentes de los siglos V y VI nos ha
de proporcionar ms datos sobre el grado de expansin y las caractersticas del
priscilianismo galaico. Para el s. V tenemos algunos documentos de gran inters.
En primer lugar, la Crnica del obispo Hidacio de Chaves 4l , que abarca los aos
379 al 468. En segundo lugar, disponemos de tres cartas: la ya mencionada de Con-
sencio, una del obispo Toribio de Asturica a los obispos Hidacio y Ceponio, ins-
tndolos a actuar contra la hereja y describiendo la situacin en Asturica 42 ; y otra
de Len Magno, su decretal Quam laudabiliter, una respuesta a escritos perdidos
de Toribio de Asturica43 . Pasemos a considerar estas fuentes una por una.

2.1. La Crnica de Hidacio de Chaves


La Crnica de Hidacio de Chaves sigue el modelo de la de Eusebio y Jerni-
mo. En una estructura cronolgica por aos se van incluyendo breves noticias
sobre los sucesos ms destacados del ao. La brevedad, la falta de nexos causales
explcitos y la peculiar idiosincrasia del autor obligan a una lectura atenta y un
detallado trabajo de interpretacin. Algunas publicaciones recientes han abierto
nuevos caminos y facilitado el acceso crtico al texto hidaciano".
En otros dos trabajos 45 he estudiado atentamente las referencias a los prisci-
lianistas, tanto abiertas como encubiertas, que aparecen en la Crnica. Remito a
ellos para un anlisis detallado de la cuestin. Interesante aqu es que los priscilia-
nistas no aparecen nunca actuando como grupo, ni frente a los ortodoxos ni frente
a los suevos. Cierto es que los galaicos no presentaron un frente compacto en sus

41 La edicin ms reciente, que seguir en las citas, es la de R. W. Burgess, The Chronicle of


Hydatius and Me Consularia Constantinopolitana (Oxford 1993). Ya que su divisin en prrafos difie-
re de la edicin clsica de Th. Mommsen (Hydatii Lemici Continuado Chronicorum Hieronymianorum
ad a. CCCCLXVIII, MGH a. a. XI, Berlin 1894, 3-36) citar la Crnica de la manera siguiente: HYD.
chron. nmero en la edicin de Burgess / nmero en la edicin de Mommsen. La edicin de Tranoy
(Hydace. Chronique. Torne I. IntroclucticM, texte critique, traduction y Tome II: Commentaire et index,
Paris 1974) tiene prcticamente la misma numeracin que la de Mommsen.
42 Sancti Turribii asturicensis episcopi Epistula ad Idacium el Cep011iUM, ML 54, 693-695.
43 Leo M., epist. 15, ML 54, 677-692. Edicin crtica en Vollmann, B., Studien zum Priszillia-
nismus. Die Forschung, die Quellen, der flinfzehnte Brief Leas des Grossen (St. Ottilien 1964) 87-138.
44 Por orden cronolgico son: E. A. Thompson, Romans and Barharians. The Decline of the
Western Empire (Madison [Wisconsin] 1982) 137-261; S. Muhlberger, The fifth-century Chmniclers:
Prosper, Hyclatius and 1/le Guille chronicler of 452 (Leeds 1990); C. Cardelle de Hartmann, Philolo-
gische Studien zur Chronik des Hydatius von Chaves (Stuttgart 1994).
45 C. Cardelle de Hartmann, Philologische Studien , Cap. 5. "Der Priscillianismus", 96-123, y
"Ortodoxos y priscilianistas en la poca sueva" en E. Koller y H. Laitenberger (eds.), Suevos - Schwa-
hen (Tbingen 1997) 76-99.

281
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

negociaciones con los suevos, y que muchas veces un grupo aislado se enfrenta a
ellos o logra negociar una paz separada. Estos grupos son caracterizados siempre
por Hidacio segn su procedencia geogrfica y ni una sola vez se hace alusin a
que los priscilianistas, como grupo, intentaran aprovechar el cambio en la situacin
poltica.
En cuanto a las actividades de personas aisladas, es muy difcil averigar los
motivos que se esconden detrs de algunas actuaciones. En mi opinin, en algunos
casos podemos excluir claramente la intervencin de priscilianistas. As, por ejem-
plo, en el caso de la expulsin del obispo de Hispalis, Sabino, en el ao 441, a
quien sustituyfraude non jure Epifanio46. Igualmente, los maniqueos que encuen-
tran Hidacio y Toribio en Asturica en el ao 445 47 , y el maniqueo Pascentio, expul-
sado de Emerita por el obispo Antonino en el ao 448 48, son precisamente eso,
maniqueos, y no priscilianistas49 . Tanto Hidacio como Toribio diferencian ambas
herejas en sus escritos. Sus actividades estn en la lnea de la poltica de Len
Magno contra el maniquesmo50.
En la Crnica de Hidacio aparecen mencionados tres galaicos, Dictinio, Spi-
nio y Ascanio, que en el ario 461 consiguen rechazar a los godos, llegados a Gale-
cia como aliados de los romanos, con una campaa de desinformacin y luego per-
suaden al jefe suevo Frumario a encarcelar al cronista durante tres meses 51 . La
enemistad de estos tres galaicos hacia Hidacio podra tener motivos religiosos,
pero tambin de ndole poltica. Hidacio era un fiel partidario del Imperio Roma-
no, y podra haber resultado sospechoso de atraer los godos a Galecia. En cualquier
caso, aun tratndose de priscilianistas, se tratara de una accin de tres individuos
y no de un grupo homogneo.
Lo que nos revela la Crnica de Hidacio es que tras el Concilio de Toledo del
ao 400 no se inici un movimiento priscilianista cismtico, que se negara a seguir
a los obispos que abjuraron de la hereja y siguiera una lnea de actuacin contra-
ria a los ortodoxos.
En la Crnica aparece un episodio de gran inters para nosotros, por tratarse
de una disensin entre obispos galaicos. En el ario 433 encontramos esta noticia:

46 Hyd. chron. 116 / 124.


47 Hyd. chron. 122 / 130.
48 Hyd. chron. 130 / 138.
49 Van Dam (op. cit. 112) vuelve a ver aqu una prueba de que la acusacin de maniquesmo era
equivalente a la de priscilianismo y careca de una base doctrinal real. Sin embargo, tanto Hidacio como
Toribio diferencian cuidadosamente entre maniqueos y priscilianistas (sobre esto ver Cardelle de Hart-
mann, Studien 111-113). Notemos asimismo que la acusacin de maniquesmo contra Pascentio se
haba producido en Roma. En el caso de los maniqueos hallados en Galecia pudiera tratarse de una
"caza de brujas" como supone Van Dam. En el caso de los priscilianistas, por el contrario, no se reali-
zan encuestas ni se producen expulsiones contra elementos indeseados. Toribio diferencia cuidadosa-
mente y nosotros tenemos obligacin de hacer lo propio.
50 Len descubri en el ao 443 en Roma tras una encuesta un importante grupo maniqueo, y
exhort luego en dos cartas (epist. 7 y 8) a los obispos a buscar maniqueos ocultos en sus dicesis.
51 Hyd. chron. 11 196, 202 / 201, 207.

282
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO, UN MOVIMIENTO GALAICO?

In conventu Lucensi contra vohtntatem Agresti Lucensis episcopi Pas-


tor et Syagrius episcopi ordinantur52

Sabemos por otras fuentes que los tres obispos eran ortodoxos: Agrestio parti-
cip en un concilio en el ao 441 en Orange; Pastor es el autor del librillo que se
nos ha transmitido como smbolo del Primer Toledano, en el que se condenan las
herejas y especialmente el priscilianismo, en cuanto a Siagrio, al ser ordenado jun-
to con Pastor, podemos suponer tambin su ortodoxia. Esta disensin entre orto-
doxos podra tener relacin con el priscilianismo. As, Daz y Daz 53 supone que
Agrestio se opondra a una proliferacin de nuevas dicesis, quiz por considerar-
la propia del priscilianismo o contemporizadora con l. En mi opinin, y habida
cuenta de que Pastor es un decidido combatiente del priscilianismo, podramos
encontrarnos aqu ante un enfrentamiento entre obispos partidarios de seguir una
lnea dura de defensa de la ortodoxia y otros partidarios de permitir la coexisten-
cia de ortodoxos y herejes en su dicesis 54 . Es decir, tendramos una situacin
similar a la descrita en tanto detalle por Consencio, con la divisin entre los per-
seguidores estrictos de cualquier indicio de hereja y los obispos que siguen una
lnea de actuacin ms moderada.

2.2. La correspondencia de Toribio de Asturica

En los aos 40 del s. V. regresa Toribio a su ciudad de Asturica, de la que haba


estado largo tiempo ausente, y es nombrado obispo. Toribio es un decidido defen-
sor de la ortodoxia, y una de sus primeras acciones en Asturica es una encuesta en
busca de maniqueos en el 445 en la que es asistido por Hidacio de Chaves. Los dos
obispos encuentran algunos maniqueos y ponen en fuga a otros con su decidida
accin 55 . Probablemente durante esta encuesta tiene ocasin Toribio de comprobar
que en Asturica siguen en circulacin apcrifos y hay restos de priscilianismo.
Toribio se dirige a dos colegas, Hidacio de Chaves y Ceponio, instndoles a actuar
contra la hereja en compaa de otros obispos de ortodoxia segura 56 . Esta carta
describe la situacin en Asturica y es para nosotros de sumo inters. La respuesta
de los dos obispos debe de haber sido pesimista, ya que Toribio se decide a enviar
a Roma a su dicono Pervinco, como muy tarde en la primavera del 447, con tres
escritos para el Papa Len 57 . Len Magno contesta con la decretal Quam laudabi-

52 Hyd. chron. 80 / 90.


53 M. C. Daz y Daz, Notas sobre el distrito de Lugo en la poca sueva, Helnintica 45 [139-
1411 (1995) 234-235.
54 Discuto esta cuestin en detalle en "Ortodoxos y priscilianistas...".
55 Hyd. chron. 122 / 130 (a. 445).
56 En mi opinin esta carta fue escrita tras la encuesta en busca de maniqueos, y antes de los
escritos enviados a Len, y ha de ser datada en el 445 o 446. Para una discusin detallada de la data-
cin vase C. Cardelle de Hartmann, "Ortodoxos y priscilianistas...".
57 Los escritos de Toribio no se conservan. Su nmero y sus caractersticas se deducen de la res-
puesta del Papa. Toribio envi a Len una epistula familiaris, un commonitorium y un libe/los. Este

283
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

liter, fechada el 21 de julio del 447. Ambas cartas nos ofrecen informaciones de
gran inters.
La carta de Toribio a Ceponio e Hidacio deba de ir acompaada de un dossier
sobre el priscilianismo, quiz en parte idntico al libellus58 enviado a Len Mag-
no. Efectivamente, Toribio anuncia que va a exponer las creencias de los priscilia-
nistas, y, ms adelante, que ha reunido algunos pasajes de contenido hertico saca-
dos de los apcrifos en circulacin en Asturica y escrito una refutacin, pero en la
carta misma no se encuentran ninguna de las dos cosas, por lo que considero que
iban adjuntas a ella. Para saber hasta qu punto son de fiar las informaciones de
Toribio, que es un testigo de primera mano, es fundamental averigar cmo ha con-
seguido estas informaciones. Toribio menciona a sus colegas la dificultad de infor-
marse sobre las creencias de los herejes: aunque hablan de ellas en pblico e inten-
tan difundirlas, si algn catlico los refuta se refugian en el silencio y ocultan sus
verdaderas opiniones. Aqu ya encontramos el prejuicio, derivado probablemente
de la defensa por Dictinio de ocultar partes de la verdad 59 , de que bajo el silencio
se esconden ideas mucho peores. Toribio dice un poco ms adelante que algunas
doctrinas herticas de los priscilianistas no aparecen en los apcrifos que ley, y
que no sabe de dnde proceden, si de enseanzas orales a las que l no tiene acce-
so o de otros libros guardados en secreto. La cuestin que nos debemos plantear a
este respecto es de dnde procede el conocimiento de Toribio de estas ideas que no
aparecen en los cdices a su disposicin. Si las ha odo en Asturica, se trata de
valiosa informacin de primera mano. Si las ha encontrado en otras obras escritas,
quiz fuentes hostiles a los priscilianistas, podemos dudar tanto de su veracidad
como de su actualidad a mediados del s. V. Vollmann ha puesto de manifiesto la
semejanza de las informaciones de Toribio con las proporcionadas por Agustn y
Orosio, sin que se pueda probar una dependencia directa, por lo que considera que
las informaciones de Toribio son fiables. Los captulos del libellus que se pueden
reconstruir muestran, segn Vollmann, un sistema gnstico-maniqueo coherente69.
Para dilucidar la cuestin de la fiabilidad de Toribio hay que tener en cuenta algu-
nas observaciones que hace en el captulo II de su carta. All describe la situacin
en Asturica de la manera siguiente: algunos herejes han aumentado el "viejo error"
con sus blasfemias, otros lo conservan ntegro, otros han regresado a la ortodoxia
en algunos puntos, conservando sin embargo en parte las doctrinas herticas. Y, lo
que ms escandaliza a Toribio, todas estas personas con su variedad de creencias,
comulgan unas con otras y con los ortodoxos. Esta diferenciacin entre los distin-
tos grados de afeccin a la hereja hace que tambin me incline, como Vollmann,
a considerar fiables las informaciones de Toribio. En todo su proceder observamos

ltimo trataba en detalle los aspectos teolgicos, segn se puede deducir de la contestacin de Len.
Sobre esto, Vol !mann, Studien 122-138.
58 Sobre el libe/los vase Vollmann, Studien 150-167.
59 Segn testimonio de Agustn en su Contra mendacium, CSEL 41, 467-528 (ed. J. Zycha).
Vollmann, Studien 167.

284
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO. UN MOVIMIENTO GALAICO?

rigor y exactitud: ha ledo los apcrifos a los que se refiere, ha marcado los pasa-
jes herticos, y ha escuchado lo bastante a las personas que transmiten ideas her-
ticas como para poder diferenciar entre ellas. Por ello no me parece probable que
les haya atribuido sin base real doctrinas encontradas en fuentes escritas.
En cuanto a la fiabilidad de Toribio estoy pues de acuerdo con Vollmann. Sin
embargo creo que ese sistema gnstico coherente que Toribio nos ofrece se corres-
ponda slo en parte con la realidad. El breve panorama de la situacin en Asturi-
ca esbozado por Toribio no da en modo alguno la impresin de que haya existido
un grupo hertico organizado y opuesto a la iglesia ortodoxa, sino ms bien de que, -
en el mismo seno de esta Iglesia, algunas personas haban entrado en contacto con
ideas herticas. Muy probablemente slo algunos pocos han tenido contacto con el
priscilianismo originario. El resto habr adquirido sus ideas herticas de la lectura
de apcrifos, que segn las informaciones de Toribio, circulaban en gran cantidad
por Asturica 61 . El concepto de priscilianista funciona, pues, como comodn para
mencionar cualquier desviacin de la ortodoxia observable. Corresponden pues las
informaciones de Toribio con las que podemos obtener de la Crnica de Hidacio:
a mediados del s. V ya no hay en Galecia un movimiento priscilianista unido y
coherente que se oponga a la ortodoxia.
Otra cuestin tenemos que plantearnos referida a mediados del s. V: segua
habiendo entre los obispos galaicos simpatizantes del priscilianismo? Ya nos
hemos referido a este tema al hablar del desacuerdo del obispo de Lucus, Agrestio,
con la ordenacin de Pastor y Siagrio en el conventus Lucensis en el ao 433, que
Hidacio registra en su Crnica. Sea cual fuere el motivo de Agrestio, de una cosa
podemos estar seguros: los tres obispos implicados eran ortodoxos. En el ao 447
llega a Galecia la decretal Quam laudibiliter, en la que el Papa Len responde a
Toribio y lo exhorta a organizar un concilio de los obispos galaicos para combatir
el priscilianismo. La cuestin de si este concilio lleg a reunirse o no (en mi opi-
nin, no) no ha de ocuparnos aqu 62 . Len dice que algunos obispos mantienen
doctrinas herticas y permiten la lectura de apcrifos en sus iglesias 63 , por lo que
el concilio ha de examinar la ortodoxia de todos los obispos galaicos 64 . Aqu vuel-
ve a aparecer el factor dominante en las consideraciones sobre el priscilianismo en
el s. V: los apcrifos. A este respecto hay que tener en cuenta que en el siglo V nos
hayamos en plena constitucin de un corpus de escritos cannicos, y que la utili-
zacin de apcrifos por parte de algunos obispos puede haber sido de buena f. Por
ese motivo insiste Len en que hay que comunicarle a los obispos que quien tole-
re la lectura de apcrifos o permita su lectura en la iglesia ser considerado here-

61 Toribio se refiere a los siguientes apcrifos: la Actas de Sto. Toms, las de S. Andrs, las de
S. Juan y la Memoria apostolorum (cap. V).
62 Sobre este punto discusin detallada en C. Cardelle de Hartmann, El supuesto Concilio de
Toledo del ao 447, Euphrosyne (In honorem Prof. Manuel C. Daz y Daz 22 (1994) 207-214.
63 Leo M. epist. 15, 696.
64 Leo M. epist. 15, 710.

285
CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

je . Si ponemos en relacin estas informaciones con las que nos proporciona Tori-
65
bio sobre la situacin en Asturica, podemos concluir que el "pecado" de algunos
obispos consisti en la falta de rigor frente a la lectura de apcrifos, que puede
haberse producido por falta de informacin. Tambin considero posible que algu-
nos obispos se hayan decidido por la tolerancia frente a opiniones herticas entre
sus fieles, para no debilitar ms a los galaicos provocando una divisin entre ellos
en una poca en que la situacin militar y poltica haca necesaria la unidad. En
cualquier caso, no nos hallamos ya ante obispos priscilianistas, como los seguido-
res de Dictinio a fines del s. IV. La falta de cohesin y coherencia entre los here-
jes que pone de manifiesto Toribio revelan igualmente que faltaba la direccin teo-
lgica, y que nos hallamos ante los restos dispersos de una hereja.

3. EL PRISCILIANISMO EN EL S. VI

Para el s. VI disponemos de todava ms escasos documentos: tres cartas pas-


torales (dos del metropolita Montano de Toledo 66 y una del Papa Vigilio 67 ) y las
actas del Primer Concilio Bracarense (a. 561)68. Las actas de este concilio son
amplias y presentan un nmero elevado de referencias al priscilianismo. La cues-
tin que se nos plantea es hasta qu punto estas informaciones seguan teniendo
actualidad en la poca.

3.1. Las cartas de Montano de Toledo y del Papa Vigilio


Las dos cartas que nos interesan de Montano de Toled6 se han transmitido con
las actas del Segundo Concilio de Toledo (a. 527) y se dirigen una a los presbte-
ros de Palencia y otra a un cierto Toribio, probablemente el obispo de la sede palen-
tina. Aunque en ellas hay referencias al priscilianismo, ste ha dejado de ser un
tema central de preocupacin pastoral. El reproche que Montano hace a los pres-
bteros de Palentia es que siguen honrando a Prisciliano como mrtir. Montano
insiste sin embargo en que se trata de una veneracin de palabra y no de obra 69 . Al
escribir a Toribio, lo alaba por haber suprimido en su dicesis los restos de prisci-
lianismo, con una excepcin, precisamente la veneracin del nombre de Priscilia-
no 79. El elogio de Montano a Toribio por haber extirpado la hereja priscilianista es

65 Leo M. epist. 15.707.


66 A los presbteros de Palentia, Vives, 6-10, y a Toribio, probablemente el obispo palentino,
Vives, 10-12.
67 ML 69, 15-19 (en Migne aparece todava con el ttulo epistola Vigilii adhuc pseudopapae ad
Eutherium, aunque en la nota se observa que el destinatario correcto es Profuturo).
68 Vives, 65-77.
Praeterea perditissimam Priscillianistarum sectam non (am actis quam nomine a vobis prae-
cipue novimus honorani (Vives, 9).
70 Putasne quanta tibi apud Deum manear merces, cuita sollertia vel instantia en idolatriae error
abscessit et Priscillianistarum detestabilis ac pudibunda secta contabuit si tamen adhuc eius nomen
honorare desistan!... (Vives, 10).

286
EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO, UN MOVIMIENTO GALAICO?

a mi parecer una manera de captar la benevolencia del destinatario y no se corres-


ponder estrictamente a la realidad. Toribio habr eliminado como mucho algunos
restos de la hereja, ya que si sta hubiera seguido viva poco antes, la veneracin a
Prisciliano por los presbteros hubiera tenido un peso mucho mayor.
La carta de Vigilio es del ao 538 y est dirigida al obispo de Braga, Profutu-
ro, que haba planteado algunas cuestiones al Papa. Al contrario que su antecesor
Len casi un siglo antes, Vigilio ya no contesta exclusivamente cuestiones relacio-
nadas con el priscilianismo. Profuturo tiene aparte de ste otros problemas,
referentes al arrianismo y a la liturgia. En cuanto al priscilianismo, son dos los pun-
tos discutidos: el vegetarianismo estricto y la omisin de la conjuncin et en la fr-
mula Gloria Patri et Filio Spiritui Sancto. En cuanto al primer punto, el Papa lo
rechaza siempre que se haga por considerar l carne inmunda, como en el caso de
los maniqueos. Es posible sin embargo que los galaicos que lo practicaran slo lo
hicieran como prctica asctica, sin que detrs se escondiera un resto consciente de
maniquesmo. En el segundo punto, esta frmula puede proceder del priscilianis-
mo, ya que muestra una preferencia por el asndeton igual a la que encontramos en
los escritos de Prisciliano 71 . Igual que en el primer caso, no tiene por qu escon-
derse detrs una doctrina trinitaria consciente distinta de la ortodoxa.

3.2. Las actas del Primer Concilio Bracarense (a. 561)


En el ao 561, tras largos aos de prohibicin bajo reyes arrianos, puede reu-
nirse al fin un concilio de los obispos galaicos bajo el rey Ariamiro. El levanta-
miento de la prohibicin de celebrar snodos sugiere que la conversin de los reyes
suevos al catolicismo era muy reciente. La cuestin de la conversin de los suevos
al catolicismo es muy compleja, y no es ste el lugar de discutirla en detalle. Me
guiar por las conclusiones a que ha llegado A. Ferreiro n , el primer estudioso del.
tema que ha logrado integrar todos los testimonios contemporneos, incluso los
aparentemente contradictorios, en su tratamiento de la cuestin. Probablemente, el
primer rey catlico suevo (despus de la conversin de Regularlo en el s. V, que no
tuvo ninguna consecuencia) fue el antecesor de Ariamiro, de nombre Chararico.
Esto explica por qu el concilio no celebra la conversin de Ariamiro, ni sta es tan
siquiera mencionada. Segn Ferreiro, la fase de imposicin del catolicismo a los
suevos vendra con el sucesor de Ariamiro, Teodemiro. Si bien los conciliares de
Braga no se enfrentaban en este momento a la conversin de grandes cantidades de
arrianos al catolicismo, podran prever que stas no tardaran en producirse. En
este momento siguen una lnea de actuacin coherente. Tras no haberse podido reu-
nir en siglo y medio, los obispos son conscientes de que en sus Iglesias se han desa-
rrollado usos variados. Tambin se dan cuenta de que pueden conservarse restos

7 Chadwick, op. cit. 291.


72 A. Ferreiro, "Braga and Tours: Some Observations on Gregory's De virtutibus Sancti Marti-
ni (1.11)", Journal of Early Christian Studies 3.2 (1995) 195-210.

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CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

del priscilianismo. Antes de enfrentarse a los nuevos problemas que suponen las
conversiones del arrianismo, los conciliares deciden unificar las variaciones litr-
gicas y eliminar los restos del priscilianismo.
Tras un discurso introductorio por parte de Lucrecio de Brcara, el concilio
aprueba diecisiete anatemas contra el priscilianismo. El nmero de anatemas y su
contenido no deben llamarnos a error. Guimonos ms bien por el texto introduc-
torio. Lo que los conciliares se proponen es hacer una recapitulacin lo ms com-
pleta posible de las herejas priscilianistas, para que, si alguien todava creyera algo
as o parecido, pueda ser reconocida esta creencia como hertica 73 . Para hacer esta
recapitulacin utilizan los documentos a su disposicin: la carta de Vigilio, la
decretal de Len y una "regla de fe" de un supuesto concilio de las provincias his-
panas menos Galecia 74 . Slo cuatro cnones no proceden de estas fuentes 75 y
podran pues darnos alguna informacin sobre creencias y usos priscilianistas toda-
va vivos en Galecia. Se trata del anatema segundo, relativo a la doctrina trinitaria;
el octavo, que condena la creencia de que el demonio es tambin creador y el cau-
sante de algunos fenmenos atmosfricos; el XV, que condena a los clrigos o
monjes que vivan con una mujer que no sea pariente muy cercana; y el XVI, rela-
tivo a la celebracin del Jueves Santo. Entre los cnones encontramos ms referen-
cias a usos procedentes del priscilianismo, como la utilizacin por los presbteros
del saludo Dominus vobiscum, atribuido por los conciliares a los priscilianistas, en
vez del ortodoxo Dominus sit vobiscum (canon III). Lucrecio insiste en que hay
que transmitir esta condena del priscilianismo a los hombres que viven en las zonas
ms alejadas y no reciben instruccin suficiente. No nos hallamos ante ncleos
herticos, sino ante personas aisladas que pudieran caer en puntos aislados en la
hereja por ignorancia o por la lectura de apcrifos:
nam licet iam ohm Priscillianae haeresis contagio Spaniarum provintiis
detecta sit et damnata, ne quis lamen aut per ignorantiam aut aliquihus, ut
adsolet, scrihturis deceptus apocryfis aliqua adhuc ipsius erroris pestilentia sil
infectus...76

Como se ve, la difusin de los apcrifos ha sido la huella Ms pertinaz deja-


da por el priscilianismo y los conciliares de Braga insisten en su prohibicin en el
anatema XVII y en el canon XII.

73 Jamen evidentius el simplicius ea quae sunt e.vecrabilia ita positis etiam modo capitolis
declawntur, ut et qui minus est eruditos intelligat, et sic sub anathematis sententia exemplosa iam olim
Priscilliani erroris figmenta quisquis clericus vel ~nacos sive laicos tale (Incluid sent-
re adhuc vel defender e fuerit deprehensus... (Vives, 67).
74 Sobre este punto remite de nuevo a mi artculo ya citado "El supuesto concilio...". Esta regu-
la fidei podra ser en realidad la obra del obispo Pastor mencionado por Hidacio (vase nota 46). Sobre
esta identificacin vase G. Morin, Pastor et Syagrius, deux crivains perdus du cinquime siele,
Rvue Bndictine 10 (1893) 385-394, y J. A. De Aldama, El Smbolo Toledano!. Su texto, su origen,
su posicin en la historia de los smbolos (Roma 1934).
75 Chadwick, op. cit. 293-298.
76 Vives, 66.

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EL PRISCILIANISMO TRAS PRISCILIANO. UN MOVIMIENTO GALAICO?

4. CONCLUSIONES

Volvamos ahora la vista atrs recapitulando las conclusiones sacadas en el an-


lisis de las diferentes fuentes de que disponemos para la historia del priscilianismo
galaico desde sus comienzos hasta finales del s. V. El priscilianismo se extiende en
Galecia despus de la muerte de Prisciliano y su xito aparece ntimamente rela-
cionado con la figura de Dictinio. Dictinio ordena junto con su padre Sinfosio nue-
vos obispos para sedes galaicas, y de esta manera, la cristianizacin de algunas
zonas de Galecia aparece unida al priscilianismo. La expansin del priscilianismo
entre el episcopado galaico es el factor preocupante para los contemporneos y la
causa de que se relacione el priscilianismo con Galecia, aunque gracias a Consen-
cio sabemos que en fechas posteriores el priscilianismo segua siendo un problema
actual en la Tarraconense y en el Sur de la Galia. Una vez el Concilio de Toledo
consigue eliminar el priscilianismo del episcopado galaico, este movimiento re-
trocede en Galecia, de modo que los priscilianistas ya no aprovechan la ocasin
favorable que se les presenta con la invasin sueva para separarse del resto de la
Iglesia. De hecho, en todo el s. V no podemos hallar indicios de actividades pris-
cilianistas dirigidas contra los ortodoxos. Uno de los motivos del xito priscilia-
nista en Galecia fue pues el apoyo de los obispos. El otro fue, en mi opinin, el
entusiasmo popular que desencaden la presencia de mrtires en Galecia, una pro-
vincia en la que hasta entonces no haba habido ni mrtires ni reliquias. De hecho,
uno de los elementos del priscilianismo que ms largo tiempo pervive es la vene-
racin de Prisciliano como mrtir, incluso entre personas, como los presbteros
palentinos a los que escribe Montano, que por lo dems no eran sospechosas de
hereja. Los obispos y presbteros que se niegan a abjurar del priscilianismo en el
Primer Toledano no lo hacen en nombre de algn principio abstracto, sino del mr-
tir Prisciliano.
La llegada del priscilianismo a Galecia puso en circulacin un buen nmero de
apcrifos. Estos apcrifos, y probablemente los para nosotros desconocidos escri-
tos de Dictinio, son los responsables de la pervivencia de algunas doctrinas herti-
cas en Galecia. Efectivamente, el retrato que Toribio nos hace de la Iglesia asturi-
cense no nos permite suponer la existencia de comunidades priscilianistas
organizadas, sino ms bien la expansin desigual de algunas doctrinas herticas.
Toribio mismo diagnostica la lectura de apcrifos como la raz del mal. Tambin
Lucrecio de Bracara, en su discurso de apertura al Primer Bracarense, hace res-
ponsables a los apcrifos de la extensin de algunas doctrinas y prcticas herticas
en las zonas ms alejadas de la provincia.
La lectura de los textos de Hidacio y Toribio nos hace conscientes de la exis-
tencia de desacuerdos en el seno del episcopado galaico. No creo, sin embargo, que
haya habido obispos abiertamente priscilianistas, pues en ese caso Toribio le hubie-
ra comunicado los nombres a Len. Probablemente haba en Galecia obispos que
decidieron mantener una postura tolerante ante las doctrinas herticas extendidas

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CARMEN CARDELLE DE HARTMANN

en sus Iglesias para no provocar la desunin entre los galaicos en momentos en que
necesitaban mantener la unidad frente a los suevos.. En parte es tambin posible
que algunos obispos no fueran conscientes de que la lectura de apcrifos ya era
rechazada por la Iglesia catlica y por ese motivo la seguan permitiendo. No olvi-
demos igualmente que las discusiones sobre el priscilianismo pueden encubrir
disensiones entre los obispos por otras causas. En las fuentes del s. V no encontra-
mos todava en Galecia un metropolitano que ejerza una autoridad clara sobre los
dems obispos, y es posible que en las disputas por definir la jerarqua y jurisdic-
cin de cada obispo el priscilianismo fuera simplemente un punto ms a utilizar
para descalificar a los adversarios. Es revelador que Toribio, que quiere organizar
con el apoyo del Papa un snodo que compruebe la ortodoxia de los obispos galai-
cos, sea precisamente obispo de Astorga, una de las ciudades que por motivos his-
tricos poda reclamar para s la calidad de sede metropolitana.
Las fuentes del s. VI que hemos analizado nos convencen de que en este siglo
los restos del priscilianismo en Galecia se limitan a la lectura de los apcrifos, a la
veneracin de Prisciliano como mrtir y a algunas costumbres de cuyo origen her-
tico no eran conscientes los que las practicaban. La homogeneizacin litrgica lle-
vada a cabo por el Primer Bracarense, la llegada de reliquias de Martn de Tours a
Galecia y la reorganizacin de la Iglesia galaica bajo Martn de Braga contribuye-
ron a erradicar los ltimos restos del priscilianismo en Galecia. Ha de quedar abier-
ta la cuestin de si el recuerdo de un culto de sepulcros de mrtires en Galecia con-
tribuye al surgimiento de la veneracin del llamado sepulcro del Apstol en
Santiago.

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