0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 913 vistas100 páginasEVANS PRITCHARD, E. Las Teorías de La Religión Primitiva PDF
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido,
reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF o lee en línea desde Scribd
‘Al antropélogo, en cuanto tal, no le conciemne la verdad 0
falsedad del pensamiento religioso. Las creencias son para
él hechos sociolégicos, no teolégicos. Su problema es cien:
tifico, no metafisico. Desde Hobbes hasta nuestros dias son
muchos los autores que se han entregado a la tarea de en-
tender las creencias y practicas religiosas de los pueblos pri-
mitivos y a dar razén de ellas. Sin embargo, aquellos cuyas
teorias sobre la religién primitiva han sido mas influyentes
nunca se acercaron a un pueblo primitivo: hacian antropo-
logia de salén. Los trabajos de campo realizados en nuestra
6poca han permitide comprobar no pocos errores en las afi
maciones formuladas antafio. Evans-Pritchard, con sus tra-
bajos sobre los nuer, contribuyé no poco a que pasara de
moda cierto tipo de investigacién. (Citemos también la obra
de Mary Douglas Pureza y peligro. Un andlisis de los con-
ceptos de contaminacién y tabd, editada por Siglo XXI, re-
presentativa de esa misma linea.) En Las teorias de la rel
gion primitiva, el autor discute las teorias propagadas sobre
el tema: sefiala las dificultades y problemas que planted el
estudio de las religiones y critica las posiciones intelectua-
listas, emocionalistas y sociolégicas de algunos tedricos.
EE. Evans-Pritchard ha sido profesor de Antropologia So-
cial en la Universidad de Oxford desde 1946.
Ha publicado numerosos trabajos sobre pueblos africa-
nos, principalmente sobre los Nuer y los Azande. Del mismo
autor, en Siglo XXI de Espafa Editores, Ensayos de Antro-
pologia Social.
ISBN 86-325-01%6-0,
| i
i
I
r7asas2'301 14st ikLAS TEORIAS
DE LA RELIGION
PRIMITIVA
por
E. E. EVANs-PRITCHARD
Saorer Soler Secor,
Abad & (997
Le Les one,
——lo veintiuno editores, sa
siglo veintiuno de espafia editores, sa
siglo veintiuno argentina editores, sa
Primera edicién en castellano, noviembre de 1973
Segunda edicién en castellano, noviembre de 1976
Tercera edicion en castellano, diciembre de 1979
Cuarta edicién en castellano, octubre de 1984
Quinta edicién en castellano, diciembre de 1988
Sexta edicién en castellano, octubre de 1989
Séptima ediciGn en castellano, octubre de 1990
Octava edicién en castellano, octubre de 1991
© SIGLO XXI DE ESPANA EDITORES, S.A.
Calle Plaza, 5. 28043 Madrid
Primera edicién en inglés, Oxford University Press, 1965
Titulo original: Theories of primitive religion
© Oxford University Press
DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY
Impreso y hecho en Espafia
Printed and made in Spain
ISBN: 84-323-0114-0
Depésito legal: M. 33.306-1991
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Poligono Igarsa
Paracuellos de Jarama (Madrid)
INDICE
NOTA PRELIMINAR 9
I. InrRopucci6n .. u
II. Las TEORIAs PsicoLdcicas a
TIL Las TEoR{As socrordcrcas 83
IV. Liw-Baun 129
V. ConcLusi6n Pa sees 161
BrBLiocRarfa 195NOTA PRELIMINAR
Cuatro de estas conferencias (Sir D, Owen
Evans Lectures) se pronunciaron en el Universi-
ty College de Gales, en Aberystwyth, durante la
primavera de 1962. Las presento aqui practica-
mente tal como las escribi con ese objeto, si
bien algin pérrafo no Ilegé a leerse para no
emplear més tiempo del que se me habia con-
cedido. La conferencia que lleva aqui el mime-
ro IV se escribié por las mismas fechas, pero
no la pronuncié porque sélo se me habia pe-
dido que diera cuatro.
Se advertiré que se trata de conferencias,
esto es, que no estan destinadas a la lectura
tanto como al ofdo, y asimismo que se dirigen
a un piblico muy culto pero que, no obstante,
no es especialista en antropologia. De haber
me dirigido a colegas mios o, incluso, a estu-
diantes de antropologia, me hubiera expresa-
do de un modo algo distinto, aunque el fondo
hubiera sido el mismo.
Mis comentarios sobre Tylor y Frazer, Lévy-
Bruhl y Pareto espigan abundantemente de va-
rios artfculos publicados hace muchos afios en
el Bulletin of the Faculty of Arts de la Egyp-
tian University (El Cairo), cuya cdtedra de so-
ciologia ocupaba yo; dichos articulos han ve-
nido circulando desde entonces en tiradas a
multicopista por los departamentos de Antro-
°td BE BVNSTRITCHARD ==, INTRODUCCION
pologia Social y aqui recojo lo esencial de los
mismos,
Agradezco las criticas y consejos del doctor
R.G. Lienhardt, el Dr. J. H. M. Beattie, el Dr. R.
Needham, el Dr. B.R. Wilson y el sefior M.D.
‘McLeod.
Daa Estas conferencias tratan de la forma en
que distintos autores que pueden considerarse
antropélogos, 0 que en cualquier caso han es-
crito sobre cuestiones de antropologia, han in-
tentado entender las creencias y practicas reli-
giosas de los pueblos primitives y dar razon
de elas. He de dejar sentado desde el princi-
pio que me’ voy a ocupar sobre todo de las
teorfas sobre las religiones de los pueblos pri-
mitivos. Las cuestiones de tipo rds general que
la religién: suscita exceden de los limites
que he puesto a mi trabajo. Por consiguiente,
me voy a atener a las obras que, a’ grandes
rasgos, pueden considerarse antropolégicas, y
mas atin, fundamentalmente a las britanicas.
Ya se habra advertido que aqui no nos intere-
san tanto las religiones primitivas como las
distintas teorias que se han formulado con la
pretensién de ofrecer una explicacién de ellas.
Si me preguntaran qué interés pueden tener
para nosotros las religiones de los pueblos sim-
ples, contestaria en primer Jugar que algunos
de los mas importantes filésofos que han tra-
, tado de politica, de la. sociedad 0 de la moral,
| desde Hobbes, Locke'y: Rousseau hasta Her-
bert Spencer, Durkheim y Bergson, han consi-
derado que la vida primitiva tiene considera-
wenn ve ble relevancia de cara.a.la comprensién, de:la
t12 E. B. EVANS PRITCHARD
vida social en general; y subrayaria ademés
que los hombres que mas han contribuido en
nuestra civilizacién a cambiar el conjunto del
clima del pensamiento durante el siglo pasa-
do, los grandes forjadores de mitos: Darwin,
Marx-Engels, Freud y Frazer (y quizds debiera
afiadir a Comte), mostraron todos un gran in-
terés por los pueblos primitivos y utilizaron
cuanto se sabia sobre ellos en sus esfuerzos
por convencernos de que, aunque lo que habia
sido un consuelo y un incentivo en el pasado
podia dejar de serlo, no estaba perdido todo;
visto bajo las perspectivas de Ia historia el es-
fuerzo resulté provechoso.
En segundo lugar, contestaria que las reli-
giones primitivas son especies del género re-
ligién y que todo aquel que tenga algin inte-
rés por Ia religion debe reconocer que un estu-
dio de las ideas y practicas religiosas de los
pueblos primitivos, que son de una gran va-
riedad, puede ayudarnos a obtener ciertas con-
clusiones sobre la naturaleza de la religién en
general y por tanto también sobre las Iama-
das grandes religiones o religiones histéricas y
positivas 0 religiones de revelacién, incluyen-
do la nuestra. A diferencia de estas grandes re-
ligiones, que estan genéticamente emparenta-
das —judaismo, cristianismo e islamismo, 0
hinduismo, budismo y jainismo— las religio-
nes primitivas, al darse en partes del mundo
aisladas y muy separadas unas de otras, ape-
nas pueden deberse a otra cosa que a procesos
independientes sin relaciones histéricas entre
sf; ello aumenta el valor que los datos de las,
mismas tienen en todo anélisis comparativo
que se proponga determinar las caracteristicas
IAS TEORIAS DE LA RELIGION PRIACITIVA B
esenciales de los fenémenos religiosos y for-
mular enunciados generales validos y signifi-
cativos sobre éstos.
Por supuesto, sé de sobra que los tedlogos,
los historiadores clasicos, los semitistas y otros
especialistas en religién suelen prescindir de las
religiones primitivas, considerandolas de poca
importancia, pero me consuela pensar que hace
menos de cien afios Max Miiller batallaba
contra las mismas fuerzas inmovilistas y sa-
tisfechas para que reconocieran la impor-
tancia que tienen las:lenguas y religiones de
China e India para la comprensién del lengua-
je y la religin en general, en una batalla que
a decir verdad no est atin ganada (zdénde es-
tén los departamentos de lingiiistica compara-
day de religién comparada en este pais?), pero
en la cual se han efectuado ciertos progre-
sos, En realidad podria ir mas lejos y decir
que, para comprender plenamente la naturale-
za de la religién revelada, tenemos que com-
prender la naturaleza de la Mamada religién
natural, puesto que nada podria revelarse so-
bre algo si los hombres no tuvieran previamen-
te una idea de ese algo. Quizés debiéramos
decir, més bien, que la dicotomia entre religion
natural y revelada es falsa y redunda en con-
fusién, pues cabe afirmar que, en cierto modo,
todas las religiones son religiones de revela-
cién: el mundo que les rodea, junto con su ra-
z6n, han revelado a los hombres en todas par-
tes algo sobre lo divino y sobre su naturaleza
y destino propios. Podemos reflexionar en las
palabras de San Agustin: «Lo que ahora se lla-
ma religién cristiana ha existido entre los an-
tiguos, y no faltaba desde el comienzo de la“4 BBL BVANSPRITCHARD
raza humana, antes de que Cristo se hiciera
carne: a partir de entonces la verdadera reli-
gién, que ya existia, comenzé a recibir el nom-
bre de cristianismo»',
No dudo en reivindicar, ademas, que, aun-
que los especialistas en las grandes religiones
nos miren a veces por encima del hombro a
nosotros los antropélogos, y a nuestras religio-
nes primitivas —no tenemos textos—, somos
nosotros, mas que cualesquiera otros, quienes
hemos recopilado el amplio material sobre cuyo
estudio se ha fundado, por inseguramente
que sea, la ciencia de la religion comparada;
por muy inadecuadas que sean laé teorias an-
tropolégicas basadas en dicho material, pue-
den servir y a veces han servido a los clasicis-
tas, semitistas ¢ indocuropeistas, e incluso a
los egiptélogos, para la interpretacién de sus
textos. Examinaremos algunas de esas teorfas
en el curso de estas conferencias; me limito,
pues, a decir aqui que pienso en las repercu-
siones que los escritos de Tylor y Frazer, en
Gran Bretafia, y los de Durkheim, Hubert y
Mauss y Lévy-Bruhl en Francia, han tenido en
el ambito de muchas disciplinas eruditas. Hoy
tal vez no nos resulten aceptables, pero en st
momento han desempefiado un papel impor-
tante en la historia del pensamiento.
No es facil definir lo que entendemos por re-
ligién a los efectos de estas conferencias. Si
hubieran de centrarse en las creencias y las
practicas, podriamos aceptar inicialmente la
definicion minima de religion que da Sir Ed-
ward Tylor (aunque no carece de implicacio-
1, Agustin, Conf, I, 1. Gtado en F. M. Mul
om Language, iythology and Religion, 181, 1, 5.
1, Selected Exsays
IAS TEORIAS DE LA RELIGION PRIMITIVA 15
nes enojosas): la creencia en seres espiritua-
les. Pero, dado que atienden preferentemente
a las teorfas sobre la religién primitiva, carez-
co de libertad para preferir una definicion a
otra, pues he de examinar cierto nimero de
hipétesis que van més alla de la definicin
minima de Tylor. Para algunos el hecho reli-
gioso abarca temas como los de la magia, el
totemismo, el tabit e incluso la brujerfa, es de-
cir, todo aquello que puede englobarse bajo la
expresin «mentalidad primitiva» o que resul-
ta irracional 0 supersticioso. En particular ten-
dré que referirme a menudo a la magia, dado
que varios autores influyentes no diferencian
magia y religion, y hablan de lo mAgico-religio-
so, o bien consideran que una y otra estan ge-
néticamente emparen en un desarrollo
evolucionista; hay ademas otros que, si bien las
distinguen, dan un tipo de explicacién similar
aambas.
Los especialistas de las épocas victoriana y
eduardina estaban enormemente interesados
por la religin de los pueblos primitivos, en
gran parte, supongo, porque se encontraban
ante una crisis de la suya; sobre este tema se
ha escrito un gran mimero de libros y articu-
los. Por supuesto, si me refiriera a todos estos
autores estas conferencias quedarian reducidas
aun recitado de nombres y titulos. La alter-
nativa que voy a adoptar consistird en selec-
cionar a los autores que han tenido una in-
fluencia mayor 0 que representan mas carac-
teristicamente un modo u otro de analizar los
hechos, y en examinar-sus teorfas en cuanto
representativas de variantes del pensamiento
antropol6gico, Lo que, siguiendo este procedi-16 B. B EVANS PRITCHARD
miento, se pueda perder en puntualidad de
andlisis quedara compensado por una mayor
claridad.
Puede resultar util clasificar las teorias so-
bre la religin primitiva en psicoldgicas y so-
ciolégicas, dividiendo ademés las psicolégicas
—y aqui empleo los términos de Wilhelm
Schmidt— en intelectualistas y emocionalis-
tas. Esta clasificacién, que concuerda también
a grandes rasgos con el orden de su sucesion
hist6rica nos va a servir a los efectos de la
exposicién, aunque muchos autores se sitéan
entre uno y otro apartado y otros entran en
més de uno.
Quizd parezca que trato a estas teorias con
severidad y Animo negativo. Creo, sin embargo,
que no se considerara excesiva mi rigidez al
ver lo inadecuado, e incluso cémico, que es
gran parte de lo que se ha escrito para expli-
car el fenémeno religioso. Los legos en la ma-
teria pueden no estar al tanto de que la mayor
parte de lo escrito en el pasado sobre animis-
mo, totemismo, magia, etc., y de lo que, muy
probablemente, atin se repite a la ligera en
«colleges» y universidades, se ha demostrado
que es erréneo o al menos dudoso. Por esta
raz6n, mi tarea ha de ser mas critica que cons-
tructiva, a fin de mostrar por qué unas teorias
aceptadas en otra época son hoy insostenibles
y debieron, o deben, rechazarse total o parcial-
mente. Si puedo convencerles a ustedes de que
atin hay muchas cosas que siguen inciertas y
oscuras, mi labor no habré sido vana. Pues en-
tonces no se engajiarn creyendo que tenemos
respuestas definitivas a las cuestiones que se
nos plantean.
t
LAS TEORIAS DE LA RELIGION PRIMITIVA 7
Lo cierto es que, mirando hacia atras, a ve-
ces resulta dificil comprender cémo se han po-
dido Hegar a proponer muchas de las teorfas
del hombre primitivo y del origen y desarrollo
de Ja religin. Desde luego no es justo que hoy
sepamos, gracias a la investigacién moderna,
Jo que aquellos autores no pudieron saber en-
tonces. Pero, aun contando con la clase de da-
tos que manejaban, es sorprendente que escri
bieran tantas cosas que parecen contrarias a
la raz6n. Con todo, aquellos hombres eran es-
pecialistas muy eruditos y competentes. Para
comprender unas interpretaciones y explica-
ciones que ahora parecen evidentemente de-
fectuosas, tendriamos que escribir un tratado
sobre el ambiente intelectual de la época, so-
bre las circunstancias intelectuales que limi-
taban su pensamiento, curiosa mezcla de po-
sitivismo, evolucionismo y residuos de cierta
religiosidad sentimental, Ya examinaremos al-
gunas de estas teorias en conferencias poste-
riores, pero me gustaria aqui y ahora remitirme
a un locus classicus: la en tiempos tan leida e
influyente Introduction to the History of Re-
ligion, de F. B, Jevons, entonces (1896) profe-
sor de filosofia en la Universidad de Durham.
Para él la religién procedia por evolucién uni-
forme del totemismo —pues consideraba al
animismo «més una teoria filosofica primitiva
que una forma de creencia religiosa» *—, para
Hegar al politeismo y al monotefsmo. No me
propongo examinar ni desenmarafiar sus teo-
rias, Me limito a citar el libro por ser el me-
jor ejemplar que conozco de lo erréneas que
FB devon, At Introduction to the Mistry of Religion, 196,
éginarr
8 B. B, EVANS PRITCHARD
pueden ser las teorias sobre las religiones pri-
mitivas, pues, a mi juicio, bien puede decirse
que en todo él no hay ni una afirmacién gene-
ral o tedrica respecto de aquéllas que hoy se
tenga en pie. Se trata de una coleccién de re-
construcciones absurdas, hipétesis y conjetu-
ras insostenibles, especulaciones, suposiciones
y sobreentendidos desenfrenados, analogias
inadecuadas, errores de comprensién e inter-
pretacién y, especialmente en lo relativo al to-
temismo, puros desatinos.
Si algunas de las teorfas que expongo pare-
cen ingenuas, yo pediria que se tuvieran en
cuenta varios hechos. La antropologia acaba-
ba de nacer —apenas puede ahora considerar-
sela adulta. Hasta hace poco ha sido terreno
abonado para las incursiones de los hombres de
letras, y ha tenido un tono especulativo y filosé-
mas bien pasado de moda. Si se puede
decir que Ia psicologia dio los primeros pasos
hacia la autonomfa cientifica en torno a 1860
y que no se libré de las trabas de su pasado
filoséfico hasta cuarenta o cincuenta afios mas
tarde, la antropologia social, que dio sus pri-
meros pasos hacia la misma época, se ha des-
embarazado de cargas similares mucho mas
recientemente,
Es muy notable el hecho de que ninguno de
los antropélogos cuyas teorias sobre la religién
primitiva han sido més influyentes se haya
acercado nunca a un pueblo primitivo. Es algo
as{ como si un quimico nunca hubiese conside-
rado necesario entrar en un laboratorio. En
consecuencia, para su informactén tenian que
confiar en aquello que les contaban los explo-
radores, misioneros, funcionarios y comercian-
t
LAS TEORIAS DE LA RELIGION PRIMITIVA 9
tes enropeos. Ahora bien, quiero que conste
que tales testimonios son enormemente sospe-
chosos. No digo que fueran inventados, aun-
que a veces si lo eran, e incluso viajeros fa-
mosos como Livingstone, Schweinfurth y Pal-
grave mostraban propensién a los mayores
descuidos. Pero gran parte de ellos eran falsos,
casi todos indignos de confianza y, para las
pautas actuales de la investigacién profesional,
descuidados, superficiales, sin perspectiva y sin
contexto; en cierto sentido esto es aplicable
incluso a los primeros antropélogos profesio-
nales. Afirmo con toda conciencia que no se
pueden aceptar sin mds las primeras descrip-
ciones de las ideas y comportamiento de los
pueblos menos complejos, ni mucho menos
las interpretaciones que se dan de ellos, y que
es preciso un examen critico de sus fuentes y
pruebas concluyentes que las corroboren, an-
tes de admitirlas,
Cualquiera que haya realizado una investiga-
cién entre pueblos primitivos visitados ante-
riormente por exploradores y personas simila-
res puede atestiguar que sus informes son con
excesiva frecuencia indignos de confianza, in-
cluso en materias que se pueden apreciar por
mera observacién, mientras que en otro tipo
de materias menos visibles sus relatos pueden
ser completamente falsos. Doy un solo ejem-
plo, de una religién con-la que estoy familiari-
zado,
Resulta extraiio, vistas las publicaciones y
extensas monograffas recientes sobre los nilé-
ticos del Norte, leer que en 1866 el famoso ex-
plorador Sir Samuel Baker se refirié a ellos
ante la Sociedad Etnolégica de Londres en los20 B, B, EVANS-PRITCHARD
siguientes términos: «Sin excepcién, no creen
en un Ser Supremo, ni tienen ninguna forma
de culto o idolatria; la oscuridad de sus men-
tes ni siquiera recibe la luz de un rayo de su-
persticién. Tienen la mente tan estancada co-
mo la ciénaga que forma su pequefio mundo» *.
Ya en 1871 pudo demostrar Sir Edward Tylor,
con los datos de entonces, que tal cosa no po-
dfa ser cierta‘. Los informes sobre las creen-
cias religiosas de un pueblo se deben tratar
siempre con la maxima prudencia, pues tratan
de algo que ni el europeo ni el nativo pueden
observar directamente: de concepciones, imé-
genes y palabras cuya comprensién requiere
conocer hondamente la lengua de un pueblo y
también todo el sistema de ideas del que for-
ma parte cada creencia determinada, pues
pueden carecer de sentido si se separan de la
serie de creencias y practicas a las que perte-
necen, Pocas veces se puede decir que el obser-
vador, ademas de cumplir estos requisitos,
tenga unos habitos mentales cientificos. Es
cierto que algunos misioneros eran hombres
instruidos y habfan aprendido correctamente
las lenguas nativas, pero hablar una lengua co-
rrectamente es algo distinto de comprenderla,
como he observado a menudo en conversacio-
nes de europeos con africanos y arabes. Ello
es una nueva causa de errores, un nuevo peli-
gro. Tanto los nativos como los misioneros uti-
lizan las mismas palabras, pero las connota-
ciones son diferentes, llevan distintas cargas de
significado. Para cualquiera que no haya reali-
+S. Maker, eThe Races of the Nile Basin, Transactions ofthe
Exhnoiogical Socety of Landon, 2. (18), Bi
"BB. Tylor, Primitive Culture, 3 ed: (18), 1, 424,
|
{
LAS TEORIAS DB LA RELIGION PRIMITIVA a
zado un estudio intenso de las instituciones,
tusos y costumbres de los nativos en el propio
medio de éstos (es decir, muy al margen de los
puestos administrativos y comerciales y de las
misiones) lo mas que puede surgir es una espe-
cie de dialecto intermedio con el cual es posible
comunicarse sobre materias de interés y expe-
riencias comunes. Nos basta tomar como ejem-
plo el uso de una palabra nativa para designar
a nuestro «Dios», El sentido de la palabra para
el hablante nativo sélo puede tener una coinci-
dencia minima, y en un contexto muy restrin-
gido, con el concepto que el misionero tenga de
Dios. El difunto profesor Hocart menciona un
ejemplo real de tales errores en las Fiji:
Cuando el misionero da a Dios el nombre de Ndina,
piensa que no existe ningtin otro Dios. El nativo en-
tiende que El es el tinico dios eficaz y de confianza;
los otros pueden ser eficaces a veces, pero no hay qué
contar con ellos. Esto no es mas que un ejemplo de
cémo el maestro puede querer decir una cosa y sus
discipulos comprender otra. Por lo general, ambas
artes continiian igtiorando felizmente su error. Lo
cual no tiene remedio, salvo que el misionero adquie-
ra un conocimiento completo de las creencias y cos-
tumbres nativas
Ademés, los informes utilizados por los es-
pecialistas para ilustrar sus teorfas son, no
s6lo muy inadecuados —en lo que se refiere
principalmente al tema de estas conferencias—,
sino también muy selectivos. A los viajeros les
gusta transcribir aquello que més les ha im-
presionado por curios, rudo o sensacional.
La magia, los ritos religiosos barbaros, las
creencias supersticiosas adquirieron prioridad
2AM, Hocart, eManas, Man, 1916, 46,2 1B E, EVANSPRITCHARD
sobre las empiricas, cotidianas, mondtonas ru-
tinas que comprenden el noventa por ciento de |
la vida del hombre primitivo y constituyen su
principal interés y ocupacién: su caza, pesca
y recoleccién de raices y frutos, su cultivo y_
pastoreo, su vivienda, la forma de sus uten-
silios y armas y en general su ocupacién en
los asuntos diarios, sean domésticos 0 publi-
cos. No se concedié a todo esto el margen que
ocupa, tanto en tiempo como en importancia,
en las vidas de aquellos cuyas costumbres se
estaban describiendo. En consecuencia, al pres-
tar una atencién excesiva a lo que consideraban
supersticiones curiosas, a lo oculto y misterio-
so, los observadores tendian a pintar un cuadro
en el cual lo mfstico (en el sentido que da Lévy-
Bruhl a dicho término) ocupaba en el lienzo
una parte mucho mayor de la que tenfa en la
vida de los pueblos primitivos, de tal forma
que lo empirico, lo ordinario, lo de sentido co-
mtin, el mundo de cada dia sélo parecia tener |
una importancia secundaria; se presenté a unos
nativos infantiles obviamente necesitados de
administracion paternal y celo misionero, espe-
cialmente cuando habia en sus ritos una bien
acogida pizca de obscenidad.
En aquel tiempo los especialistas comenza-
ron a trabajar con fragmentos de informacion
que recogian accidentalmente y de todo el
mundo, y montaban con ellos libros de titulos
tan pinforescos como La Rama Dorada y La
Rosa Mistica. Estos libros presentaban una
imagen hibrida, mejor dicho, una caricatura,
de la mentalidad primitiva: supersticiosa, pue-
ril e incapaz de un pesamiento critico 0 pe
severante. Los ejemplos de este procedimiento
a
LAS TEORIAS DE LA RELIGION PRIMIITIVA B
de promiscua utilizacién de los datos se pue-
den espigar en cualquier autor de la época.
Por ejemplo, éste:
Los amaxosa beben la hiel de un buey para yolverse
fieros. Los célebres mantuana bebian la hiel de trein-
ta jefes, creyendo que aquello les harfa fuertes. Mu-
chos_ pueblos, como los yoruba, por ejempla, creen
que ela sangre es la vidas. Los de Nueva Caledonia se
comen a los enemigos muertos para adquirir valor y
fuerza. En Timorlaut se come la carne de un enemigo
rmuerto para curar la impotencia. Las gentes_ de He
mahera beben la sangre de los enemigos muertos para
hacerse valientes. En Amboina, los guerreros beben
Ja sangre de los enemigos a los’que han dado muerte
para adquirir su valor. Las gentes de las Célebes b
ben la sangre de los enemigos para hacerse fuertes.
Los nativos de las Dieri y las tribus vecinas son ca:
paces de comerse a un Hombre y beberse su sangre
on el fin de adquirir su fuerza; Gon su grasa se frota
Y asf se contintia volumen tras volumen.
Este procedimiento qued6 perfectamente sa-
tirizado por Malinowski, al que debemos con-
| ceder el mérito de haber logrado, a través del
ridfculo y del ejemplo, que se pasara de moda
tanto el tipo de investigaciones que anterior-
mente se habjan realizado entre los pucblos
simples como el uso que los especialistas ha-
bian hecho de ellas. Se quejaban de «las lar-
gas letanias de frases ensartadas, que nos ha-
cen a los antropélogos sentirnos idiotas y al
salvaje lo presentan ridiculo», tales como:
«Entre los brobdignacianos, cuando un hombre
se encuentra con su suegra cada uno insulta
al otro y ambos se retiran con un ojo amora-
tado»; «cuando un brodiago se encuentra a un
oso polar echa a correr, y a veces el oso le
4 A. E, Crawley, The Mystic Rose, ed. de 1927 (revisada y amplis:
44a por Theodore Besterman), 1, 1345.4 BB, EBVANS-PRITCHARD
sigue»; «en la Vieja Caledonia, cuando un nati-
vo encuentra casualmente una botella de whis-
ky a.un lado del camino, se la bebe de un trago,
después de lo cual procede inmediatamente a
buscar otra»’,
Hemos observado que la seleccién realizada
a nivel de la pura observacién ya habia produ-
lo una alteracién inicial de los hechos. El
método de compilacién a base de tijeras y en-
grudo que utilizaban los especialistas de pol-
trona en sus casas producia atin mayores al-
teraciones. En conjunto, no tienen el menor
sentido de la critica histérica, de las reglas que
un historiador aplica al valorar sus testimo-
nios documentales. Asi, si los observadores de
Jos pueblos primitivos crearon una impresién
falsa al dar una preeminencia excesiva a la
mistica en las vidas de éstos, tal cosa quedaba
resaltada cuando se trataba mediante unos li-
bros de anécdotas a los que se dignificaba con
la expresién «método comparado». Consistia,
por lo que se refiere a nuestro tema, en elegir
de entre los informes de primera mano sobre
Jos pueblos primitivos, y, por las buenas 0 por
las malas, de todo el mundo, y, sacando los he- |
chos de sus propios contexios, atender sola-
mente a lo extrafio, sobrenatural, mistico y su-
persticioso —Ilémeselo como se quiera— para
Juntar los fragmentos en un monstruoso mo-
‘saico que se suponia retrato de la mente del
hombre primitivo. Asi, pues, se presents al
hombre primitivo, especialmente en los prime-
ros libros de Lévy-Bruhl, como totalmente irra-
cional (en el sentido habitual del término),
enantio: ennaeteiteiletitsieNan cinoma
B, Malinowski, Crime and Custom in Savage Society, 126, pl
gina Tas.
as TEORIAS DE LA RELIGION PRIMITIVA 2s
como habitante de un misterioso mundo de
dudas y miedos, presa del terror de lo sobre-
natural y ocupado incesantemente en luchar
contra él. Creo que cualquier antropélogo ac-
tual coincidirfa conmigo en que este cuadro
no se parece en nada al original.
De hecho, el nombre de «método compara-
dos no es nada adecuado para estas activida-
des. Habfa en ellas bien poca comparacién,
si por comparacién entendemos Ia analitica.
Se limitaban a poner juntas las cosas que pa-
recian tener algo en comin. En realidad, po-
demos decir que ello permitfa a los autores es-
tablecer clasificaciones preliminares en las que
se podian colocar numerosas observaciones ba-
jo un mimero limitado de ribricas, introdu-
iendo de este modo una especie de orden; en
este sentido tenfa algin valor. Pero era un mé-
todo més ilustrativo que comparativo, casi lo
que los psicdlogos acostumbraban a Ilamar el
«método anecdético», Se reunia un gran nd-
mero de ejemplos mezclados para ilustrar al-
guna idea general y para apoyar la tesis del
autor sobre dicha idea. No se intentaba. expe-
rimentar teorias mediante ejemplos no escogi-
dos ad hoc. Las precauciones més elementales
se despreciaban mientras se lanzaba tosca con-
jetura tras tosca conjetura (bajo el nombre
de hipétesis). Se ignoraban las reglas més
simples de la’ légica inductiva (métodos de
correlacién, diferencia y variaciones concomi-
tantes). Asi, por dar un solo ejemplo, si Dios
es, como Freud pretende, una proyeccién de
a imagen paterna idealizada y sublimada, en-
tonces evidentemente hay que demostrar que
las concepciones sobre las deidades varian se-
También podría gustarte
Prehistoria I
Aún no hay calificaciones
Prehistoria I
320 páginas
11 Durkheim
Aún no hay calificaciones
11 Durkheim
41 páginas
Teoricos
Aún no hay calificaciones
Teoricos
84 páginas