Amor y anarqua
Errico Malatesta
Al principio puede parecer extrao que la cuestin del amor y todas las
que le son conexas preocupen mucho a un gran nmero de hombres y de
mujeres mientras hay otros problemas ms urgentes, si no ms importantes,
que debieran acaparar toda la atencin y toda la actividad de los que buscan
el modo de remediar los males que sufre la humanidad.
Encontramos diariamente gentes aplastadas bajo el peso de las institucio-
nes actuales; gentes obligadas a alimentarse malamente y amenazadas a cada
instante de caer en la miseria ms profunda por falta de trabajo o a conse-
cuencia de una enfermedad; gentes que se hallan en la imposibilidad de criar
convenientemente a sus hijos, que mueren a menudo careciendo de los cuida-
dos necesarios; gentes condenadas a pasar su vida sin ser un solo da dueas
de s mismas, siempre a merced de los patronos o de la polica; gentes para
las cuales el derecho de tener una familia y el derecho de amar es una irona
sangrienta y que, sin embargo, no aceptan los medios que les proponemos
para sustraerse a la esclavitud poltica y econmica si antes no sabemos expli-
carles de qu modo, en una sociedad libertaria, la necesidad de amar hallar
su satisfaccin y de qu modo comprendemos la organizacin de la fami-
lia. Y, naturalmente, esta preocupacin se agranda y hace descuidar y hasta
despreciar los dems problemas en personas que tienen resuelto, particular-
mente, el problema del hambre y que se hallan en situacin normal de poder
satisfacer las necesidades ms imperiosas porque viven en un ambiente de
bienestar relativo.
Este hecho se explica dado el lugar inmenso que ocupa el amor en la vida
moral y material del hombre, puesto que en el hogar, en la familia, es donde
el hombre gasta la mayor y mejor parte de su vida. Y se explica tambin por
una tendencia hacia el ideal que arrebata al humano espritu tan pronto como
se abre a la conciencia.
Mientras el hombre sufre sin darse cuenta los sufrimientos, sin buscar el
remedio y sin rebelarse, vive semejante a los brutos, aceptando la vida tal
como la encuentra.
Pero desde que comienza a pensar y a comprender que sus males no se
deben a insuperables fatalidades naturales, sino a causas humanas que los
hombres pueden destruir, experimenta en seguida una necesidad de perfec-
cin y quiere, idealmente al menos, gozar de una sociedad en que reine la
armona absoluta y en que el dolor haya desaparecido por completo y para
siempre.
Esta tendencia es muy til, ya que impulsa a marchar adelante, pero tam-
bin se vuelve nociva si, con el pretexto de que no se puede alcanzar la perfec-
cin y que es imposible suprimir todos los peligros y defectos, nos aconseja
descuidar las realizaciones posibles para continuar en el estado actual.
Ahora bien, y digmoslo en seguida, no tenemos ninguna solucin para
remediar los males que provienen del amor, pues no se pueden destruir con
reformas sociales, ni siquiera con un cambio de costumbres. Estn determi-
nados por sentimientos profundos, podramos decir fisiolgicos, del hombre
y no son modificables, cuando lo son, sino por una lenta evolucin y de un
modo que no podemos prever.
Queremos la libertad; queremos que los hombres y las mujeres puedan
amarse y unirse libremente sin otro motivo que el amor, sin ninguna violen-
cia legal, econmica o fsica.
Pero la libertad, aun siendo la nica solucin que podemos y debemos
ofrecer, no resuelve radicalmente el problema, dado que el amor, para ser
satisfecho, tiene necesidad de dos libertades que concuerden y que a menudo
no concuerdan de modo alguno; y dado tambin que la libertad de hacer lo
que se quiere es una frase desprovista de sentido cuando no se sabe querer
alguna cosa.
Es muy fcil decir: Cuando un hombre y una mujer se aman, se unen,
y cuando dejan de amarse, se separan. Pero sera necesario, para que este
principio se convirtiese en regla general y segura de felicidad, que se amaren
2
y cesaren de amarse ambos al mismo tiempo. Y si uno ama y no es amado?
Y si uno aun ama y el otro ya no le ama y trata de satisfacer una nueva
pasin? Y si uno ama a un mismo tiempo varias personas que no pueden
adaptarse a esta promiscuidad?
Yo soy feo nos deca una vez un amigo Qu har si nadie quiere amar-
me? La pregunta mueve a risa, pero tambin nos deja entrever verdaderas
tragedias.
Y otro, preocupado por el mismo problema, decanos: Actualmente, si no
encuentro el amor, lo compro, aunque tenga que economizar mi pan. Que
har cuando no haya mujeres que se vendan? La pregunta es horrible, pues
muestra el deseo de que haya seres humanos obligados por el hambre a pros-
tituirse; pero es tambin terrible y terriblemente humano.
Algunos dicen que el remedio podra hallarse en la abolicin radical de
la familia; la abolicin de la pareja sexual ms o menos estable, reduciendo
el amor al solo acto fsico, o por mejor decir, transformndolo, con la unin
sexual por aadidura, en un sentimiento parecido a la amistad, que reconozca
la multiplicidad, la variedad, la contemporaneidad de afectos.
Y los hijos? Hijos de todos.
Puede ser abolida la familia? Es de desear que lo sea?
Hagamos observar antes que nada, que, a pesar del rgimen de opresin
y de mentira que ha prevalecido y prevalece an en la familia, esta ha sido
y continua siendo el ms grande factor de desarrollo humano, pues en la
familia es donde el hombre normal se sacrifica por el hombre y cumple el
bien por el bien, sin desear otra compensacin que el amor de la compaera
y de los hijos.
Pero, se nos dice, una vez eliminadas las cuestiones de intereses, todos los
hombres sern hermanos y se amaran mutuamente.
Ciertamente, no se odiarn; cierto que el sentimiento de simpata y de
solidaridad se desarrollara mucho y que el inters general de los hombres
se convertira en un factor importante en la determinacin de la conducta de
cada uno.
Pero esto no es an el amor. Amar a todo el mundo se parece mucho a no
amar a nadie.
Podemos, tal vez socorrer, pero no podemos llorar todas las desgracias,
pues nuestra vida se deslizara entera entre lgrimas y, sin embargo, el llan-
to de la simpata es el consuelo ms dulce para un corazn que sufre. La
3
estadstica de las defunciones y de los nacimientos puede ofrecernos datos
interesantes para conocer las necesidades de la sociedad; pero no dice nada
a nuestros corazones. Nos es materialmente imposible entristecernos a cada
hombre que muere y regocijarnos a cada nacimiento.
Y si no amamos a alguien ms vivamente que a los dems; si no hay un
solo ser por el cual no estemos particularmente dispuestos a sacrificarnos;
si no conocemos otro amor que este amor moderado, vago, casi terico, que
podemos sentir por todos, no resultara la vida menos rica, menos fecunda,
menos bella? No se vera disminuida la naturaleza humana en sus ms bellos
impulsos? Acaso no nos veramos privados de los goces ms profundos?
No seriamos ms desgraciados?
Por lo dems, el amor es lo que es. Cuando se ama fuertemente se siente
la necesidad del contacto, de la posesin exclusiva del ser amado.
Los celos, comprendidos en el mejor sentido de la palabra, parecen formar
y forman generalmente una sola cosa con el amor. El hecho podr ser lamen-
table, pero no puede cambiarse a voluntad, ni siquiera a voluntad del que
personalmente los sufre.
Para nosotros el amor es una pasin que engendra por s misma tragedias.
Estas tragedias no se traduciran ms, ciertamente, en actos violentos y bru-
tales si el hombre tuviese el sentimiento de respeto a la libertad ajena, si
tuviese bastante imperio sobre s mismo para comprender que no se reme-
dia un mal con otro mayor, y si la opinin publica no fuese, como hoy, tan
indulgente con los crmenes pasionales; pero las tragedias no serian por esto
menos dolorosas.
Mientras los hombres tengan los sentimientos que tienen y un cambio en
el rgimen econmico y poltico de la sociedad no nos parece suficiente para
modificarlos por entero el amor producir al mismo tiempo que grandes
alegras, grandes dolores. Se podr disminuirlos o atenuarlos, con la elimi-
nacin de todas las causas que pueden ser eliminadas, pero su destruccin
completa es imposible.
Es esta una razn para no aceptar nuestras ideas y querer permanecer
en el estado actual? As se obrara como aquel que no pudiendo comprarse
vestidos lujosos prefiriese ir desnudo, o que no pudiendo comer perdices
todos los idas renunciase al pan, o como un mdico que, dada la impotencia
de la ciencia actual ante ciertas enfermedades, se negase a curar las que son
curables.
4
Eliminemos la explotacin del hombre por el hombre, combatamos la pre-
tensin brutal del macho que se cree dueo de la hembra, combatamos los
prejuicios religiosos, sociales y sexuales, aseguremos a todos, hombres, muje-
res y nios, el bienestar y la libertad, propaguemos la instruccin y entonces
podremos regocijarnos con razn si no quedan ms males que los del amor.
En todo caso, los desgraciados en amor podrn procurarse otros goces,
pues no suceder como hoy, en que el amor y el alcohol constituyen los
nicos consuelos de la mayor parte de la humanidad.
5
Biblioteca anarquista
Anti-Copyright
Errico Malatesta
Amor y anarqua
Recuperado el 20 de abril de 2013 desde inventati.org/ingobernables
es.theanarchistlibrary.org