La Formación Humanística, Fin Esencial de La Universidad - María Eugenia Pizzul
La Formación Humanística, Fin Esencial de La Universidad - María Eugenia Pizzul
LA FORMACIN HUMANSTICA,
FIN ESENCIAL
DE LA UNIVERSIDAD
La formacin humanstica,
fin esencial de la Universidad
e ISBN 978-987-1312-50-4
1. XXXXXXXXX. I. Ttulo.
CDD 111111
e ISBN 978-987-1312-50-4
A mis padres, que me formaron y me forman en humanidad y dicen, donan y muestran con su
ser el Canon de Cristo. A ellos la gratitud de mi vida porque mi vocacin surge en el seno de mi
hogar, el amor apasionado al saber y a la docencia.
A todos los profesores, por el testimonio y dedicacin de su tarea, por el inapreciable valor de
los contenidos recibidos y por la excelencia acadmica.
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Prlogo
La presente tesis se inscribe dentro de las lecturas y las propuestas que se realizan en las
ltimas dcadas para salvar la esencia de la Universidad como institucin. Esta lectura se remonta a
un recorrido histrico de la gestacin y el despliegue de lo humanstico como centro de la cultura,
sus momentos de esplendor, sus crisis y decadencia. sta pretende llegar a realizar un diagnstico
de la situacin actual en el contexto de la civilizacin globalizada y sin cultura en el que camina la
universidad ya casi a tientas y volcada sobre el vrtigo del pragmatismo en sus variadas formas. A
nuestro juicio, este es el primer aporte de la tesis al debate acadmico.
Este segundo gran aporte que observo abre una perspectiva de discusin que podra
alimentar al claustro universitario desde el ncleo filosfico-teolgico hacia una iluminacin e
irradiacin de los temas propios de las distintas disciplinas, cuyos cultores deben esforzarse por
abrirlas a la totalidad de lo real sin que, por ello, abandonen su legtima autonoma.
Si bien se trata de instaurar nuevamente la universidad, este acto reviste el tono del rescate y
de la renovacin.
Hacia el final del captulo cuarto se delinean los criterios de la vida racional universitaria, en
tanto los saberes estn arraigados en el pensamiento sapiencial y a l se ordenan.
Creo que, como trabajo final, resulta oportuno para sembrar, en medio del trajn de la
universidad actual, un importante cmulo de reflexiones, incluso morales, sobre el ser universitario y
proyectar, a partir de aqu, renovadas instancias para el vivir autntico de tan digna institucin.
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Introduccin
1. Presentacin del tema: La formacin humanista como fin esencial de toda Universidad.
Hoy, el peligro que debe afrontar la Universidad como desafo y reto es que el hombre,
precisamente, teniendo en cuenta la grandeza de su saber y de su poder, se rinda ante la cuestin de
la verdad. Eso significa, al mismo tiempo, que la razn, al final, se doblega ante la presin de los
intereses y el atractivo de la utilidad, por lo cual se ve forzada a reconocerla como criterio ltimo.
1
Cf. Carta Magna de las Universidades Europeas (1988, 18 de septiembre). Principios Fundamentales. Bolonia.
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Por ello, Benedicto XVI (2007) en un discurso dirigido a la Universidad Europea dijo: La
sociedad necesita con urgencia el servicio a la sabidura que la comunidad universitaria proporciona.
Este servicio se extiende tambin a los aspectos prcticos de orientar la investigacin y la actividad a
la promocin de la dignidad humana y a la ardua tarea de construir la civilizacin del amor. Los
profesores universitarios, en particular, estn llamados a encarnar la virtud de la caridad intelectual,
redescubriendo su vocacin primordial a formar a las generaciones futuras, no slo con la enseanza,
sino tambin con el testimonio proftico de su vida.
El presente trabajo de investigacin nos lleva a afirmar que no siempre hay claridad respecto
de la formacin humanista como fin intrnseco e inherente a toda Universidad. Por eso, presentamos
esta propuesta de tesis que es una reflexin sobre este tema en cuestin que, si bien no es nueva en
la historia de la gestin de la institucin universitaria, en el actual contexto de globalizacin cobra
vigencia esclarecer los fundamentos y centralidad de su dimensin de canon; es decir, formativa de
la inteligencia y de la vida de la comunidad.
Ahora bien, para poder encontrar los fundamentos de la formacin humanista como canon de
la Universidad hemos decido hacerlo de la mano de Santo Toms, guiados por su perenne Magisterio
acerca del quehacer universitario. El Doctor Anglico, maestro de la sabidura, nos ha legado el arte
de hacer preguntas pertinentes. Por tal motivo, hablando de la Universidad, la cuestin que
desarrollaremos no es cmo ha de funcionar mejor a modo de receta, sino qu ha de ser. Partiremos
de la pregunta esencial, la pregunta por el , el fin de la universidad. Por ende, reflexionaremos
sobre el canon de las Humanidades, basndonos desde este arte tomista, en grandes referentes de
la formacin acadmica como Mons. Derisi, Ortega y Gasset, Cardenal Newman, Caturelli, Fray Dr.
Fsbery y en el Magisterio de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
De esta manera, nuestro marco terico comienza con el segundo captulo, en el que, por un
lado, clarificaremos el concepto de Humanismo y Humanidades, especificando sus sectores y
considerando sus realizaciones histricas en las llamadas pocas humanistas y, por otro,
delinearemos los puntos salientes que constituyen a la formacin humanista en canon para la
comunidad universitaria.
Cabe aclarar que, si bien en el presente trabajo efectuamos una propuesta reflexiva sobre la
formacin humanista en la gestin de la institucin universitaria, a modo de solucin de los temas
abordados planteamos la necesidad de crear mbitos formativos tales como seminarios, cursos de
posgrado, talleres, simposios para directivos y docentes que trabajan en la Universidad.
Por ltimo, presentamos las conclusiones desde la perspectiva sinttica que nos proporciona
el arte en el cono de la Trinidad de Rublv, que nos permite recuperar lo reflexionado y nos invita a
seguir pensando.
5. Conceptos a tener en cuenta: crisis del canon, Humanitas, humanismo cristino o cultura,
fines de la universidad, desarrollo social - tico, jerarquizacin e integracin de los saberes, canon -
Canon.
6. Objetivos
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Especficos:
2. Inferir desde la riqueza que proporciona la historia, los puntos salientes que
definen a la formacin humanista como canon y fin inherente a la Universidad.
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1.1 La globalizacin
2
von Balthasar, H. U. (1997). Verdad del mundo. Teolgica I. Madrid: Encuentro, 172 ss.
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Una primera formulacin del concepto fue dada por el socilogo ingls Anthony GIDDENS: Lo stato nazione e
la violenza, 1985; Sociologia, 1989. Giddens, terico de la globalizacin de la vida social, ha estudiado las
transformaciones de la vida cotidiana que acompaan a las tendencias globalizantes de las instituciones
modernas (Las consecuencias de la modernidad, 1991; Modernidad e identidad, 1991), analizando tambin
desde esta perspectiva la revolucin sexual (La trasformazione della intimit, 1992). Las recprocas
interrelaciones entre las diferentes partes del planeta, desarrolladas a partir de diversos procesos y de naturaleza
desigual y fragmentada, no han logrado, segn Giddens, ni una integracin poltica ni una reduccin de las
desigualdades internacionales respecto a la riqueza y al poder (Sociologa, 1989; Las consecuencias de la
modernidad, 1991). En oposicin a Giddens, R. Robertson no sustenta que la globalizacin sea una
consecuencia directa de la modernidad: aunque el concepto se haya difundido solamente a partir de los aos 80,
l sostiene que es ms correcto referirlo a procesos que se han desarrollado por siglos y han proseguido hasta
nuestros das (Globalizacin, 1992). En este sentido, la obra de I. Wallerstein (al que Giddens le reprochar
dedicar una atencin casi exclusiva a los factores econmicos) sobre el desarrollo de un sistema mundial a partir
del siglo XVI puede ser considerada como una historia comprensiva del proceso de globalizacin: Los orgenes
de la economa mundial en el siglo XVI, 1974; El sistema mundial de la economa moderna, 1979. La
competencia entre las grandes potencias, la innovacin tecnolgica y su difusin, la internacionalizacin de la
produccin y del cambio, la modernizacin, los efectos de los procesos de globalizacin y su influjo sobre la
poltica de fin de siglo han sido objeto de anlisis para A.G. Mc Grew y P.G. Lewis (Poltica global, 1992) citado
En: Martino, R. R. (2008, 30 de septiembre). Doctrina social de la Iglesia y Globalizacin. Encuentro con la
Comunidad de Santiago de la Pontificia Universidad Catlica. Santiago de Chile: Conferencia Episcopal de Chile.
Ver tambin Almandoz Garmendia, J. A. Discurso en la Asamblea General de la O. E. A. citado en Fsbery, A. E.
(1999). La Cultura catlica. Buenos Aires: Tierra Media, 709.
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Ahora bien, es importante hacer una distincin de conceptos entre globalizacin, globalidad y
globalismo. Por globalidad, hacemos referencia a la realidad de la humanidad globalizada. Con el
trmino globalismo, nos referimos a la ideologa o ideologas que se disputan la orientacin de dicha
globalizacin. Consideramos que la globalidad, es decir, la construccin de una autntica comunidad
humana mundial es el criterio orientador para una globalizacin justa, o sea, para las dinmicas y
polticas globalizantes y para la crtica de las diversas ideologas globalistas.
Con todo, destacamos que es favorable la interconexin entre los hombres y los pueblos,
pero mencionamos el riesgo latente de esconder e incluso de anular el significado de la dimensin
social de la persona humana, limitndola slo a los aspectos tcnicos. La interconexin mundial
simboliza, por un lado, la unidad del gnero humano pero, por el otro lado, puede esconderla a
nuestra vista pues interconexin, en efecto, no significa necesariamente comunin.
El problema fundamental radica en asignar a la tcnica un valor absoluto, cosa que comporta
una especie de nihilismo de la tcnica, porque la verdad se reduce al simple poder hacer. El
nihilismo de la tcnica es el ms reciente y refinado intento de la modernidad para vivir etsi Deus non
daretur, como si Dios no existiera.
De ah que hoy se discuta sobre la relacin entre tcnica y tica. Este hecho se debe a la
potencia de la tcnica pero, sobre todo, a sus mltiples intentos de liberarse de la tica en forma
absoluta, transformando al hombre, como nos dice el Cardenal Martino (2008) de proyecto en
proyectado.
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Las infraestructuras, los servicios y los mtodos de enseanza son inadecuados, dado que la
Universidad, en este nuevo entorno global, se ha ampliado a un vasto pblico tanto en el campo de la
enseanza inicial como en el de la formacin permanente.
4
Cf. Congregacin para la Educacin Catlica, Consejo Pontificio para los Laicos, Consejo Pontificio de la
Cultura. (1996). Presencia de la Iglesia en la Universidad y en la Cultura Universitaria. Buenos Aires: CEA, 7-12.
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Si bien el nivel acadmico se logra merced a los profesores capaces y respetados y a los
alumnos que con esfuerzo y dedicacin estudian, tambin es de considerar el lugar que socialmente
se le otorga a la universidad.
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dedican a esas tareas en la regin. En orden decreciente de investigadores se ubican Espaa, Brasil,
Mjico, Argentina, Portugal, Venezuela, Chile y Colombia.
Las verdades estables, que el hombre estaba seguro de haber alcanzado y que eran
autnticos puntos de referencia, son infravaloradas y dejadas de lado; entre tanto, se abre paso un
pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las posiciones son igualmente
vlidas (FR 5). Sin verdad y certeza, se vive en una perspectiva de carencia total de sentido,
caracterizada por lo provisional y fugaz.
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Los diferentes saberes han delimitado su campo de investigacin y sus afirmaciones con el
consecuente reconocimiento de la legtima complejidad y la diversidad de sus mtodos.
Sin embargo, esta diversificacin de los saberes impartidos en la Universidad lleva consigo el
riesgo de una consideracin fragmentaria de la misma realidad por parte de los universitarios; y hace
difcil y, a menudo vana, la bsqueda de un sentido. Vivimos inmersos en medio de una cantidad de
datos y de hechos que forman la trama de la existencia, por lo que muchos llegan a preguntarse si
todava tiene sentido plantearse la cuestin del sentido.
La pluralidad de las teoras que se disputan la respuesta a esta cuestin o los diversos modos
de ver y de interpretar el mundo y la vida del hombre no hacen ms que agudizar esta duda radical,
que fcilmente desemboca en un estado de escepticismo e indiferencia o en las diversas
manifestaciones del nihilismo (cf. FR 81) Ya no hay posibilidad alguna de alcanzar la meta de la
verdad. La existencia humana es slo una oportunidad para sensaciones y experiencias en las que lo
efmero tiene la primaca. No hay lugar para asumir un compromiso definitivo, ya que todo es fugaz y
provisional (cf. FR 46).
La consecuencia de esto es que, a menudo, el espritu humano est sujeto a una forma de
pensamiento ambiguo que lo lleva a encerrarse todava ms en s mismo dentro de los lmites de su
propia inmanencia, sin ninguna referencia a lo trascendente (FR 81).
En este contexto fragmentario, el estudio de las Humanidades no podr nunca ser un estorbo
porque, en definitiva, no es sino el estudio del hombre tal y como lo ha descrito la literatura, lo ha
reflejado el arte, se ha pensado a s mismo en la reflexin filosfica y se conoce en su andadura
histrica.
Sin esta interdisciplinariedad corremos el riesgo de que las alicortas y miopes visiones de la
utilidad inmediata ocupen el centro de la verdad. Pero formacin integral, o sea, sapientia, significa
sobre todo el crecimiento como persona en todos los rdenes. Los antiguos se veran sorprendidos al
comprobar que la Universidad no siempre hace mejores a quienes ensean o quienes aprenden. Y no
les faltara razn.
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A esto se suma el peligro de aplicarle a la Universidad criterios similares a los que regulan la
productividad y la eficiencia de las empresas de bienes y servicios, sealado por varios autores; a
ttulo indicativo mencionamos Carlos Hoevel y Jaim Etcheverry. 5
Sin embargo, el tema se agudiza cuando el Boletn del Sector Educacin de la UNESCO
(Educacin Hoy, 3, octubre de 2002) incluye una nota sobre la educacin superior afirmando Se
vende enseanza superior, firmado por el director General Adjunto de Educacin de la UNESCO,
John Daniel. El Boletn se refiere a la comercializacin creciente de la educacin superior, con sus
caractersticas de ubicuidad, aceptacin y uniformidad. El autor explica que, en este hecho, concurren
varios factores de diversa naturaleza; entre ellos, la expansin de las sedes locales de algunas
universidades hacia el exterior, la difusin de la llamada educacin a distancia, la movilidad
creciente de los estudiantes en busca de equivalencias y continuidad de programas en pases
distintos y en la inclusin por parte de la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) de la enseanza
superior en un listado de servicios por privatizar.
5
Para profundizar se puede leer a Hoevel, C. (2001, julio) Ante la llegada de la Business university. Revista
Valores en la Sociedad Industrial (51). Justamente afirma que la educacin general de tipo humanstico
constituye el corazn de una Universidad, el smbolo de su espritu y su orientacin. Diversas universidades
estn yendo rpidamente a nuevos modelos de enseanza e investigacin integrados cada vez ms a la lgica
del mercado. La educacin se rige bajo las mismas leyes del resto de la economa.
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Las ventajas que la universidad obtiene por esta conexin industrial son varias: la
separacin del sector pblico, en lo que respecta al total financiamiento de la investigacin; una
manera de colaborar al aumento de la productividad adaptando el conocimiento cientfico a usos
comerciales. Los profesores, por su parte, apremiados econmicamente, cumplimentan sus salarios
con los nuevos descubrimientos y las licencias de las patentes.
Debemos destacar que estas recompensas econmicas son bastante mayores que las que
los profesores estn acostumbrados a percibir. Hay que distinguir, por un lado, el ser consultor o
escritor de un libro y, por otro lado, muy distinto, el convertirse en millonario explotando un
descubrimiento comercialmente atractivo. Con participaciones de esta magnitud, la naturaleza y
direccin de la investigacin acadmica se distorsiona de su bsqueda desinteresada del
conocimiento que ha sido considerada, desde siempre, como la motivacin de los profesores
universitarios.
Nos podemos preguntar por qu la universidad sucumbe frente a la fuerza del mercado? Bill
Readings (1996) en su clebre The University in Ruins afirmaba que la debilidad de la Universidad
frente al mercado no se debe slo a la fuerza adquirida por este ltimo, sino a la debilidad de la
cultura posmoderna que se infiltra en la Universidad. En este sentido, la globalizacin de la que
hemos caracterizado al inicio de este trabajo, est convirtiendo a la Universidad en una empresa
como cualquier otra en el mundo del capitalismo trasnacional. Readings refiere a la tremenda crisis
espiritual que atraviesa la universidad contempornea, dado que sta desconoce su ser y su
significado. Por tal motivo, critica las pretensiones de introducir en las instituciones de educacin
estadsticas e ndices de satisfaccin del consumidor.
6
Cf. Bok, D. (2009). Ms all de la torre de marfil: responsabilidad de la universidad moderna. (1 ed.) Buenos
Aires: Universidad de Palermo UP, 153-183.
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en donde es un medio para otros fines. Sostiene que el tradicional sistema adolece de numerosas
fallas y critica tambin el empecinamiento actual de algunos crculos universitarios gubernamentales
en copiar irreflexivamente prcticas norteamericanas.
Es preciso reconocer que hoy vivimos en un ambiente intelectual enrarecido y que el nihilismo
ha penetrado en la propia universidad. La consideracin instrumental, pragmtica o escptica de la
verdad slo puede florecer all donde se ha perdido el gusto por la vida y por el gozo de la verdad.
El somero anlisis de su situacin en el actual entorno global nos lleva a afirmar esta prdida
del canon u olvido de la savia que constituye y define la naturaleza y misin de la Universidad: las
llamadas Humanidades o la formacin humanista.
Ahora bien, nos es claro el concepto de savia, pero quizs no lo sea tanto el de canon. Por lo
tanto, finalizando la presentacin de este estado de la cuestin, consideramos conveniente clarificar
dicho trmino desde su etimologa. El Diccionario de la Real Academia Espaola presenta este
vocablo procedente del latn canon y, a su vez, ste del griego referido a:
1. m. Regla o precepto
3. m. Regla de las proporciones de la figura humana, conforme al tipo ideal aceptado por
los escultores egipcios y griegos.
17. m. irn. Conjunto de normas o reglas establecidas por la costumbre como propias de
cualquier actividad.
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En este sentido, la formacin humanista comprendida como regla, medida y forma mentis
(forma la inteligencia, en tanto inteligencia formada o cultivada desde la contemplacin de la verdad),
ayudara a la Universidad a ser fiel a s misma en el servicio o diakona a la verdad, a ser lo que est
llamada a ser: centrada, nutrida y sostenida por la verdad. Precisamente, el lugar donde no slo se
aprenden ms cosas y adquieren ms conocimientos, sino donde tambin se es ms, se hace ms y
mejor hombre y donde se crece en humanidad.
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Por otro lado, desde la riqueza recibida en la historia, delineareamos los puntos salientes que
constituyen a la formacin humanista en dicho canon para esta comunidad de maestros y alumnos
reunidos en torno a la verdad. En el presente estudio de investigacin, si bien no abordamos, de
manera directa, la misin de la familia y el Estado en la formacin humanista, pueden ser fruto de
futuras investigaciones.
2. El Humanismo
En toda su actuacin espiritual, aun sobre las realidades materiales, no puede dejar de
realizar bienes o valores positivos o negativos; es decir, no puede dejar de perfeccionar o deteriorar
las cosas o su propio ser.
Esta actividad espiritual que transforma las realidades materiales, su cuerpo y su propia
actividad espiritual, para el alcance de valores en busca de su propio bien, es lo que constituye el
Humanismo o tambin lo llamaremos Cultura.
7
Fsbery, A. E. (1999). La Cultura catlica. Buenos Aires: Tierra Media, 361.
8
El ser de-velado del objeto por la inteligencia del hombre se enmarca en el proceso natural del conocimiento
humano que se sintetiza as: de la aprehensin de las cualidades materiales, del color, extensin, etc. de una
manera concreta, en los que, se oculta el ser, por los sentidos; y de velacin de este ser o esencia de los
objetos materiales y del propio ser del hombre y captacin de la existencia de los mismos por medio de la
inteligencia; y aprehensin del Ser infinito de Dios, como Causa Primera del ser finito del mundo y del propio ser
personal, por el camino de la razn o raciocinio.
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Este dominio del espritu humano sobre la naturaleza material y espiritual lo hemos
denominado con razn humanismo. No obstante, tambin lo podemos llamar cultura porque dicho
vocablo proviene del verbo latino colo, cuyo significado es cultivar o desarrollar. Por ende, la cultura
es un desarrollo de la naturaleza material o espiritual para lograr nuevos bienes o valores o para
constituirlos con ms perfeccin.
En sus orgenes, la cultura se refiri al cultivo de la tierra, con el cual el hombre logra ms
abundancia y perfeccin en los frutos, que los recibidos por la sola naturaleza. Este cultivo o cultura
de la tierra se alcanza por el espritu del hombre, por sus facultades de la inteligencia y la libertad que
se aplican a mejorar el rendimiento de la naturaleza, en cantidad y calidad, con instrumentos y
medios cada vez ms perfectos.
Por lo dicho anteriormente, afirmamos que la cultura es, originariamente, una penetracin del
espritu del hombre; es decir, un humanismo que impregna la tarea de la produccin del campo para
ordenarla y lograr cada vez ms y mejores frutos. Ahora bien, este cultivo humano en funcin de
valores se aplica tambin a otros sectores naturales, tanto materiales como espirituales.
Por eso, refirindose a la cultura los Obispos reunidos en Puebla dirn: Con la palabra
cultura se indica el modo particular, como en un pueblo, los hombres cultivan su relacin con la
naturaleza, entre s mismos y con Dios (GS 53b) de modo que puedan llegar a un nivel verdadera y
plenamente humano (GS 53a). Es el estilo de vida comn (GS 53c). (DP 326).
Por tal motivo, usaremos indistintamente el trmino humanismo o cultura, recordando que
designamos esta obra de impregnacin del espritu humano en la naturaleza material y espiritual con
el fin de transformarla.
Siguiendo esta lnea de pensamiento, afirmamos que el hombre no puede dejar de obrar
como hombre, es decir, sin desarrollar su actividad espiritual. Pero tampoco puede dejar de hacer
cultura o humanismo dado que desde su origen, consciente o inconscientemente, el hombre ha
realizado cultura.
De la misma manera, el hombre no puede vivir sin cultura. La vida humana sera muy difcil,
casi imposible, sin los entes culturales materiales (la casa y el arte, los alimentos y medicamentos, los
progresos cientficos y tcnicos). Por eso, antes de los grandes progresos cientficos-tcnicos y
medicinales de estos ltimos tiempos, a medida que retrocedemos en el pasado, el trmino medio de
la vida humana era cada vez menor. Esta es razn por la que tambin, en los pueblos poco
desarrollados, esta media de vida es menor que en otros pueblos. Por ejemplo, en frica. Pero
tampoco el hombre podra vivir una vida digna de su ser personal o espiritual, sin los entes culturales
de las buenas costumbres morales, de la educacin, de la familia bien constituida y organizada, de la
sociedad poltica estructurada sobre el bien comn y el orden jurdico. Sin dejar de ser inteligente y
libre, por naturaleza, la vida del hombre se reducira, en gran medida, a una vida casi puramente
natural; es decir, sin un desarrollo especficamente humano. Esta deficiencia se notara, en la cima de
la cultura, que es la vida religiosa, por la cual el hombre se une con su fin ltimo, que es Dios.
Cuando la cultura o humanismo disminuye en los grados superiores del espritu, como son en
el orden moral y religioso, el orden social y el orden jurdico, ese deterioro o descenso de la cultura
influye peyorativamente en la vida personal y comunitaria humana. Por ejemplo, en un Estado
organizado sobre el bien comn y sobre una slida vida moral y religin, con un orden jurdico bien
establecido, que defienda el derecho y el valor de las personas, de las familias y comunidades
intermedias, es mucho ms fcil el desarrollo material y espiritual (intelectual y moral) de los
ciudadanos que, en otros tipos de Estados, donde tales bienes estn deteriorados, disminuidos o
destruidos.
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Recapitulando, afirmamos que el hombre no puede vivir sin hacer cultura, como tampoco
puede vivir sin cultura.
Este humanismo o cultura, de naturaleza material y espiritual, puede realizarse sobre tres
aspectos o dimensiones de la actividad humana que sintetizan el mbito del obrar espiritual humano:
el hacer, en que dicha actividad espiritual, de la inteligencia y de la voluntad, incide sobre las
cosas materiales;
el obrar, en que dicha actividad espiritual acta sobre la voluntad libre con incidencia en toda
la conducta humana estrictamente, ya sea moral, religiosa, jurdica, econmica y social;
Ahora bien, la cultura o humanismo se encauza por estos tres sectores de la vida espiritual
humana para ordenarlos y dirigirlos hacia su perfeccionamiento o humanizacin mediante el logro de
determinados bienes o valores. Basta una simple modificacin de un ser natural, sea material o
espiritual, para que logremos un ente cultural o humanizado. Por ejemplo, un gesto de bondad o de
amistad es un ente cultural.
Estos entes culturales o transformados por el humanismo o accin espiritual del hombre, para
ser de-velados como tales en su verdadero sentido, necesitan ser comprehendidos en el valor que
ellos encarnan. En cambio, los entes naturales son meramente entendidos. Por ejemplo, si nos
encontramos ante una piedra, la primera actitud de la inteligencia ser de indagar la naturaleza de la
misma; es decir, la inteligencia busca entender la piedra en su naturaleza de mrmol, granito.
Pero, despus que esa piedra sea utilizada para hacer una escollera, pasamos de la
inteleccin a la comprehensin porque nos encontramos ante una transformacin cultural realizada
por el hombre con una determinada intencin o sentido de valor. Al de-velar esta intencin y valor de
la piedra convertida en escollera, la comprehendemos o de-velamos como ente cultural o humanizado
por un hombre. Slo el hombre dotado de espritu es capaz de comprehensin y aprovechamiento
del mundo de la cultura. Los dems seres materiales, hasta el animal inclusive, ni son capaces de
crear cultura ni de comprehenderla o aprovecharla.
Por eso, esta organizacin se realiza en dos momentos del espritu: el primero es el de la
inteligencia y el segundo, el de la voluntad libre. La inteligencia descubre el bien o fin y los medios
adecuados para su consecucin de dicho fin. La inteligencia de-vela las exigencias de la accin, es
decir, los medios para la consecucin o realizacin del fin. Bajo la direccin de esta inteligencia
prctica, de sus reglas o juicios prcticos y de su informacin, la voluntad libre acepta o rehsa con
su actividad especficamente prctica a poner los medios para su consecucin.
Si bien esta organizacin del fin y los medios se realiza en un plano espiritual, ambos estn
ordenados desde un comienzo al logro de un fin material, que es el perfeccionamiento de la cosa
misma exterior al hombre para que se adapte y llegue a ser buena, para el logro de un bien concreto
a que se la destina.
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Este humanismo sobre la materia tiene como fin la utilidad o la belleza del objeto. Por eso, la
cultura del hacer se divide en dos secciones: por un lado, la de la artesana y la tcnica que busca la
realizacin del valor de la utilidad por medios manuales y por mquinas elaboradas por el propio
hombre, para mejorar las cosas materiales y hacerlas servir mejor a sus necesidades y bienestar
humano; por otro lado, la del arte, cuyo fin es transformar las cosas materiales para hacerlas
hermosas o ms bellas de lo que son, esto es, para obtener o realizar el valor de la belleza.
Destacamos aqu la accin humana sobre los entes materiales, es decir, este avance singular
del humanismo para mejorar el bienestar del hombre que es continuo y creciente en el devenir
histrico. Este humanismo se presenta como una conquista, cada vez ms amplia y profunda, del
espritu del hombre sobre la materia, que ha sido recorrido por la tcnica, sin prisa pero sin pausa, a
travs de los siglos. Este itinerario lo vemos desde los primeros alojamientos en las cavernas, luego
en casas ms elaboradas y, por ltimo, en las construcciones, hasta las mansiones y los palacios de
pocas posteriores, adornadas con obras de arte; desde los primitivos utensilios de piedra, luego de
madera y, por ltimo, de metal; desde la intervencin de la palanca, el tornillo, la rueda y miles de
instrumentos cada vez ms acabados y de mayor utilidad, hasta el logro de las mquinas modernas,
creadas en un permanente desarrollo, como el ferrocarril, el automvil y el avin; las computadoras,
los cohetes y los satlites que trasladan al hombre o sus sondas indagatorias a otros planetas; en
otras reas, desde los primitivos instrumentos musicales, como la flauta, hasta los ms
perfeccionados, como el piano, el violn y el rgano; y en otras direcciones por las cuales el espritu
humano conquista e impregna todas las cosas materiales transformndolas, conquistndolas y
humanizndolas.
La tcnica ayuda y suple, en gran parte, el trabajo humano. Por eso, si ella estuviera
subordinada al orden moral o humano, con el tiempo los hombres podran trabajar cada vez menos y
tener ms tiempo para el ocio o cultivo del espritu.
Progresivamente el hombre pasa de la tcnica al arte. Al comienzo, slo busca los medios
para poder subsistir cada vez mejor y, luego, para elevar el nivel de su vida conforme a su dignidad
de persona humana.
El hombre transforma los objetos de la tcnica, sea una mesa, una silla o una casa, en obras
de arte. Es por ello que un simple asiento se convierte en un hermoso trono y una mesa comn en un
cuidadoso mosaico; la casa en un bello palacio; y, as tambin, sucede con los utensilios que se
convierten en piezas de orfebrera. Ms adelante, el hombre comienza la elaboracin de las obras de
arte por el arte mismo, en la pintura, en la estatuaria, en los tapices y otras expresiones de belleza.
Cada poca utiliza la materia a su alcance para crear los objetos bellos; as, el estilo gtico
utiliz la piedra, cre la ojiva para iluminar y embellecer las catedrales y los castillos y dio a luz el arte
admirable de los vitrales, las miniaturas y las iluminaciones de los manuscritos.
Gracias al avance de la tcnica, el arte utiliz nuevos medios de expresin artstica, desde el
cemento al aluminio, al acrlico y al plstico.
El arte, en que predomina el espritu sobre la materia, no siempre avanza en perfeccin, sino
que a veces se deteriora y hasta retrocede. Por este motivo, la historia del arte muestra determinados
momentos de ascenso y descenso en sus expresiones, de acuerdo al crecimiento o decrecimiento
espiritual de la poca.
El humanismo del hacer tcnico y artstico reside en el hbito interior que realiza los objetos
materiales. Los antiguos designaban con el trmino arte -a este hbito o virtud intelectual de la
tcnica y del arte, logrado con la repeticin de los actos, constituyndose as el artfice o el artista,
que con tales hbitos era capaz de llevar a cabo las obras tiles y bellas, propias de la tcnica y del
arte, respectivamente.
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El hbito es la raz y la fuente de la tcnica y del arte y, por tal motivo, esos hbitos son los
que con ms propiedad constituyen el humanismo o cultura del hacer en ambas direcciones, tcnica y
artstica. Ambas brotan de la esencia del hombre y de un sano humanismo.
Siendo el fin material de la actividad tcnica y artstica, la utilidad y la belleza de los objetos
materiales respectivamente, una obra es ms perfecta tcnica o artsticamente cuanto mejor realiza
dicho fin o bien. En este sentido, la tcnica y el arte son autnomos en su propia esfera dado que su
perfeccin depende de la mayor y mejor realizacin de tales valores que los especifican.
As, por ejemplo, una tcnica del robo o del asesinato puede ser perfecta porque est bien
organizada para alcanzar ese fin, esto es, un robo en tanto crimen perfecto; pero es evidente, a
nuestra inteligencia, que esta actividad no est ordenada al bien del hombre. En consecuencia, es
absolutamente mala. De la misma manera, pensemos en un instrumento elaborado para destruir la
vida humana, sea una bomba o un instrumento anticonceptivo. En ambos casos se trata de una
realidad tcnicamente buena, pero humana o culturalmente mala. Lo mismo sucedera con una obra
de arte artsticamente bella pero moralmente mala, por ejemplo, un espectculo teatral con fines
deshonestos o una pintura hermosa con fines indecorosos.
La tcnica proporciona al hombre bienes materiales cada vez ms perfectos y con ellos le
brinda mayor bienestar y comodidad material. Dada la fuerte inclinacin del hombre a los bienes y
goces sensibles, es indudable que esto acarrea un debilitamiento y, a veces, la supresin de muchos
bienes del espritu; sobre todo morales y religiosos, constituye as un obstculo para el
perfeccionamiento del hombre.
Se nos presenta, entonces, la difcil, pero no imposible, tarea de subordinar e integrar dentro
del bien del hombre, en todos sus aspectos, esta actividad tcnica, y proporcionalmente tambin la
esttica, para que con sus propios bienes tiles y bellos haga al hombre ms agradable su vida
material y, con ello, alcance la consecucin de su fin espiritual humano.
26
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Con este fortalecimiento moral y religioso del hombre, la tcnica quedar integrada
jerrquicamente dentro del humanismo y de sus bienes. En consecuencia, lejos de lesionar con la
abundancia y perfeccin creciente de sus propios bienes, ayudar a lograr ms eficazmente el bien
espiritual especfico del hombre, es decir, la perfeccin humana con todos los bienes trascendentes
que la constituyen.
Es alusiva al respecto la expresin de Ovidio Video meliora, deteriora sequor (veo lo mejor y
hago lo peor). San Pablo, con la inspiracin del Espritu dir: No hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero (Rm. 7, 19).
Este humanismo al que hacemos referencia consiste en crear en la voluntad los hbitos o
virtudes que le confieran al hombre el gobierno permanente sobre sus pasiones para inclinarse de
modo habitual hacia el bien que le es propio.
Por sus pasiones sensuales, el hombre est inclinado a los bienes deleitables de la comida y
el sexo. Dado que las pasiones han sido dadas al hombre para mantener su vida y la de su especie,
la rectitud moral no consiste en suprimirlas ni en dominarlas algunas veces, sino en liberarlas de sus
excesos de un modo permanente para que el hombre se dirija hacia su bien especfico. Esta
moderacin de la sensualidad se obtiene con la repeticin de los actos hasta crear en ella la virtud de
la templanza, que otorga a la voluntad un dominio estable sobre la misma.
Asimismo, el hombre tiene miedo y aversin natural a las dificultades y a todo lo que cuesta
para obrar el bien. No es suficiente superar esas dificultades alguna vez, sino siempre. Para ello, es
necesario crear el hbito o virtud de la fortaleza, con la repeticin de los actos que superen el miedo a
las dificultades. Con esta virtud, la voluntad logra el dominio habitual sobre los obstculos que le
impiden obrar moralmente bien.
El egosmo tambin es una pasin que, por un exceso en el amor propio, aparta al hombre de
dar a cada uno lo suyo, su derecho. Para dar este derecho a los dems, de una manera estable, es
necesario crear, por la repeticin de los actos, la virtud de la justicia que inclina a dar, de un modo
permanente, a cada uno lo suyo, su derecho.
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Mara Eugenia Pizzul
Conforme algunos autores, esta justicia social est incluida y no se distingue realmente de la
justicia distributiva. A los efectos del presente trabajo, es una cuestin terica que no resta nada a la
importancia de la virtud de la justicia.
Las tres virtudes morales de la templanza, la fortaleza y la justicia, colocadas bajo su razn
genrica, ordenan habitualmente la voluntad libre del hombre al bien moral.
Para el recto obrar del hombre, se requiere de la prudencia, virtud ms importante que radica
en la inteligencia. La virtud de la prudencia es necesaria para aplicar a las otras virtudes morales los
principios ticos, para que con ellos las dems se ajusten a cada caso concreto, segn sus
exigencias. En efecto, de lo particular y concreto no hay ciencia. Por ello, los principios morales no se
pueden aplicar por un mero raciocinio a las situaciones concretas de la conducta; es necesario que
acte la virtud de la prudencia aplicando tales principios para que las dems virtudes acten en el
justo medio, es decir, evitando los excesos del un mas y un menos.
Santo Toms de Aquino, la denomina virtud arquitectnica, dado que slo bajo su
intervencin la accin resulta moralmente buena en cada situacin concreta.
En definitiva, esta cultura o humanismo moral no consiste en hacer alguna vez el bien ni
siquiera en realizar un acto heroico, sino en obrar habitualmente bien. Esto significa tener bien
dominadas las pasiones para que la voluntad libre pueda realizar el bien moral al que se ordena sin
mayor dificultad, es decir, por connaturalizad afectiva o inclinacin virtuosa, segn las exigencias de
los principios morales de la razn, aplicados por la prudencia en cada caso en particular.
Ahora bien, este humanismo de la inteligencia no se refiere nicamente a los raciocinios, sino
tambin a la actividad de la inteligencia prctica para descubrir, en la luz del Bien o Fin ltimo, las
normas que ordenan la libertad del hombre para su consecucin (Ciencia Moral) y para ajustarla a
las circunstancias concretas de cada situacin particular (Prudencia); as como a las reglas del
entendimiento que dirigen la actividad material del hacer artstico y tcnico y su aplicacin, a cada
caso concreto.
9
Cf. Gilson, E. (1979). Amor a la Sabidura. Buenos Aires: Otium, 50.
10
Agustn. De Sermone Domini in Monte. Sermo 347, 2: I, 4, 11, PL (Migne) 1232. All establece una correlacin
entre las Bienaventuranzas del Sermn de la montaa y los dones del Espritu que se mencionan en Isaas 11.
Por su parte, Santo Toms de Aquino. De lege nova en la Summa Theologiae I-II, 106-108; tras haberlo
comentado en la Lectura supra Matthaeum y San Buenaventura, entre otros, tambin establecern relaciones
entre virtudes, dones y bienaventuranzas.
28
Mara Eugenia Pizzul
En efecto, quien slo ve y percibe todo lo que sucede en el mundo acaba por entristecerse. Pero la
verdad significa algo ms que el saber, se refiere a que de-velndola, se finaliza en el conocimiento
del bien.
Entonces, es claro que no es esencial saber muchas cosas, tener muchos ttulos que
acreditan el conocimiento adquirido; cuanto saber razonar y pensar, conforme a la verdad, la que se
alcanza con los hbitos mencionados del orden teortico y prctico.
Con todo lo expuesto hasta el momento, y recogiendo la rica tradicin del humanismo en la
historia de los pueblos a travs de sus siglos, podemos destacar otra acepcin de la cultura o
humanismo de la actividad de la inteligencia, ampliamente difundida y aceptada por los pensadores y
que est en ntima dependencia con la anterior. Se trata de un cultivo que confiere a la inteligencia
los llamados conocimientos generales. 12
El hombre que cultiva su inteligencia, en oposicin al especialista neto, posee de una manera
habitual los conocimientos ms universales o generales acerca del mundo y del hombre y, en efecto,
sabe ubicar con justeza los hechos naturales dentro de la unidad superior que los comprende y juzgar
sobre los acontecimientos a la luz de esos principios supremos. Por lo tanto, cuando nos referimos a
una persona culta, en este sentido, hacemos alusin a aquel que posee los principios universales y la
prudencia para aplicarlos a la realidad concreta.
11
En el lenguaje ignaciano sentir significa tomar conciencia, asimilar de manera personalizada y tener
convicciones profundas. Sentir es fruto de un intenso trabajo de bsqueda y profundizacin, pero sobre todo es
gracia de Dios. En este mismo sentido ver Anselmo de Canterbury. (1966). Oraciones y meditaciones. Madrid:
Rialp, 206-207; Juan de la Cruz. (1972). Cntico espiritual. En Obras Completas. Burgos: Monte Carmelo, 1129.
12
Al respecto es interesante el aporte de Jacques Maritain en: Education and the Hosswads, Yale University
Press 1943, 39-43, que ha sido citado por Vctor Garca Hoz en un documento sobre el fomento de los centros
de enseanza, titulado La programacin de la Filosofa en el Bachillerato Espaa.
13
Cf. Derisi, O. N. (1961). Conocimiento y cultura. Revista Sapientia, 61, 164-171.
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Respecto del estudio del griego y del latn clsico cmo forman nuestra inteligencia? Por s
mismos, son educadores porque transmiten los modos de pensar, querer y sentir que expresan el
desarrollo o cultura normal del hombre. Cada poca crea sus propias formas de expresin artstica,
tcnica e idiomtica. Pero para iniciarse en este humanismo esencial y permanente, a travs de todos
cambios histricos, es conveniente el cultivo de las humanidades: la literatura, el idioma y sus formas
clsicas, como expresin de esa cultura especfica y permanente del hombre.
Segn Mons. Octavio N. Derisi (1961) y, en consonancia con l, Jaim Etcheverry (1999),
estas materias son fundamentales, en donde el cultivo de las ciencias, las artes y las tcnicas se
cimientan en este desarrollo cultural especfico humano-cristiano que constituye la esencia de la
formacin humanstica universitaria.
Llegados a este punto de la cuestin, podemos percatarnos de la gran ventaja de esta cultura
de la inteligencia, dado que con las disciplinas de formacin general, el hombre culto posee los
grandes principios tericos de la verdad y prctico normativos del bien que le permiten ubicar en el
preciso mbito de la verdad, las verdades de las ciencias particulares y apreciar, en su justo alcance,
las acciones y acontecimientos humanos.
Esto es posible porque el hombre se ha desarrollado como hombre, es decir, en todas sus
dimensiones humanas y cristianas. Esta humanizacin de la inteligencia es la base para la posterior
cultura o creacin de los hbitos o virtudes morales y tcnico-artsticas de la voluntad.
Por ello, esta cultura es indispensable, en cierta medida al menos, en todo hombre y cristiano,
como base de una posterior especializacin cientfica, artstica o tcnica; porque, sin ella, se carece
de la ajustada visin del mundo, de s mismo, de las normas de conducta y de Dios, que ningn
conocimiento especializado puede suplir porque no es perfeccionamiento del hombre como tal. De
hecho, las ciencias especializadas, sin este humanismo, se conducen frecuentemente por un
desconocimiento y un desprecio de las grandes verdades fundamentales para la vida humana y
cristiana; logrando una deformacin del objeto de la propia ciencia.
30
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De esta manera, la tcnica y el arte, con sus propios logros, se subordinan al bien moral del
hombre; ste a su vez, est ordenado al bien humano especfico que se alcanza con la posesin de
la verdad y, en definitiva, de la Veritas Prima que es Dios, Bien y Fin ltimo del hombre.14
Ahora bien, en esta subordinacin y mutua relacin de los sectores de la cultura entre s, se
concluye que el humanismo, an en el plano natural, culmina y es, esencialmente, religioso. El
perfeccionamiento humano slo se logra por la aproximacin y, en definitiva, por la posesin del Bien
de Dios.
Sin embargo, el hombre se encuentra imposibilitado moralmente para conocer por sus
propias luces naturales las verdades fundamentales necesarias para la organizacin de su vida, sin la
ayuda de la Revelacin cristiana; tambin lo est para adecuar por su propio esfuerzo su conducta y
su vida con las exigencias de esas verdades, sin el auxilio de la gracia.
El humanismo es obra del homo viator y est ordenado a perfeccionar al hombre en su vida
temporal; pero sta se ordena al homo beatus, a trascender el mbito del tiempo y conducir al
hombre a su plenitud humana, ms all del tiempo y de la muerte, con la posesin de Dios en la
eternidad. En consecuencia, el humanismo siendo esencialmente temporal, se dirige y se sostiene en
esta meta transtemporal que es el Bien Infinito.
Hasta el momento hemos hablado del humanismo in fieri, es decir, de su esencia en los
diversos sectores y del orden jerrquico. Sin embargo, podemos hablar del humanismo in facto esse,
esto es, el humanismo vivido y realizado con un modo o estilo especial por un grupo tnico
determinado.
Cabe aclarar que no se trata de los Estados u organizaciones polticas, sino ms bien de las
nacionalidades o comunidades que pueden o no coincidir con aquellos. De esta manera, la historia
nos permite contemplar la cultura o humanismo etrusco, fenicio, griego y romano, entre los ms
antiguos, y los germnicos, eslavos y romnicos, entre los modernos.
14
Cf. Derisi, O. N. (1970). Persona y cultura. Revista Sapientia, 98, 251-256.
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Este humanismo es tan antiguo como el hombre, dado que, desde sus orgenes, ste
comenz a hacer cultura, segn las circunstancias tnicas y regionales, las razas y las costumbres y
con los medios a su alcance; as, se fueron agrupando diferentes culturas con su fisonoma propia.
Anteriormente, aseveramos que el hombre no puede vivir sin realizar cultura, sin humanizar
los diversos mbitos de su actividad, pero tampoco puede vivir humanamente sin cultura conforme a
su dignidad.
Segn Fsbery (1999) en toda civilizacin hay una cultura latente y toda cultura o
humanismo, como perfeccin del hombre cuando se proyecta sobre la sociedad, genera una
civilizacin.
En ambas, la cultura y la civilizacin, est siempre presente el hombre como sujeto, porque
es el protagonista de esa perfeccin y es objeto, porque, al mismo tiempo, es el destinatario de la
misma.
15
2.4.1.1. La paideia paideia griega
La paideia significa la educacin de los nios, en su dimensin fsica, moral e intelectual. Este
proceso del desarrollo de todas las facultades del nio se expresa muchas veces con imgenes
escultricas; as como el escultor modela una piedra, el nio adquiere forma y belleza mediante el
modelado de sus facultades naturales.
Este concepto se profundiza con los sofistas y adquiere un contenido ms amplio en relacin
con su humanismo e incluso con su antropocentrismo. La paidea es el ideal de la formacin y de la
perfeccin humana. Se trata de un principio formativo concienciado. Ya nos dir Protgoras,
representante principal de la filosofa sofista, que el hombre es la medida de todas las cosas.
Ahora bien en qu consiste este humanismo para los griegos? El ideal humanista se
expresa por la arete (aret) y la aristeia (aristeia), que son la excelencia humana en todos los
aspectos, en la totalidad del hombre; pero la preeminencia la tiene la madurez mental y moral, sin la
cual la destreza fsica y otras habilidades resultan mecnicas.
15
Cf. Jaeger, W. (1942). Paideia. Los ideales de la cultura griega. (3 ed.) Mxico: FCE, 13 s.
32
Mara Eugenia Pizzul
El ideal humano expresado por la paidea viene a significar un ideal nacional en el perodo
clsico griego. La paidea otorga significado a la vida e historia de la Hlade. Por eso, este ideal
colectivo se expresa en las creaciones artsticas, literarias, filosficas y sociales que une a la polis
griega. El ideal humano encuentra, efectivamente, su plenitud en la entera participacin en la vida de
la polis, entendida como mbito de realizacin humana en la comunidad espiritual, condensada por
todas las formas expresivas de la creatividad humana.16
La paideia se identifica con el pueblo griego, dado que es la helenidad. Frente a ella, los
dems pueblos se agrupan como barbarie. A partir de Herodoto, el conocimiento de las costumbres
de otros pueblos llevar a relativizar las diversas formas de vida de los pueblos, puesto que la paidea
griega significa el supremo ideal humano.
Con el imperio de Alejandro Magno, se crea el helenismo como ideal de unidad poltica y
moral del mundo, bajo la gua preponderante de la tradicin espiritual griega. A partir de este
momento, la paideia griega toma un sentido aglutinante moral y espiritual, e incluso poltico, de los
diversos pueblos y razas. Por tal motivo, Alejandro Magno hizo educar a los hijos de la nobleza irania
en la paideia griega, comprendida, en un sentido ms amplio que la forma clsica griega.
Frente a la concepcin humana de la paideia griega, la antipaideia est representada por los
cnicos, con su ideal naturalista contrario a todo desarrollo artificial de la vida espiritual, intelectual y
social del hombre, con su aversin a la organizacin social, con su cosmopolitismo vaco de
contenido y su rechazo a toda la comunidad nacional o patria.
Vemos que surge el hombre griego entendido como ente autnomo; centro en s mismo y
responsable; heterogneo en relacin a las fuerzas de la materia; con capacidad de decisin para
orientarse por s mismo hacia la justicia, la piedad y el bien; con capacidad en su inteligencia para
intelegir el ser como tal, es decir, en su consistencia; con capacidad para diferenciar el conocimiento
del ser, del conocimiento de los sentidos; con capacidad para ensayar un camino metafsico; con
capacidad para percibir en la realidad del cosmos, la ley divina y nica que lo comprende todo y en
todo predomina; con capacidad para percibir la inteligencia ordenadora o administradora (Pronoia
o Providencia), cuyo conocimiento constituye la nica sabidura que lo gobierna.
Este hombre que aparece afirmado en s mismo, con su subsistencia, con su responsabilidad
individual frente a las faltas, escapa al implacable fatalismo csmico porque introduce entre l y la
naturaleza una distancia que impone su espritu. Este hombre es naturaleza pero es ms que
naturaleza. Por eso, podr gestar una cultura como respuesta de un espritu a sus apetitos de
perfeccin17.
Sin embargo, algunos estudiosos (Haffter, Schadewaldt, Temporini, entre otros) han refutado
este intento afirmando que, entre los dos significados de la palabra latina humanitas, el ms antiguo
16
Cf. Ibid. 445.
17
Cf. Fsbery, A. E. (2007). La integracin de los saberes: pautas para la reflexin Revista In Itinere. 4 (4), 13-
44.
33
Mara Eugenia Pizzul
no es el que corresponde al griego paideia -es decir, educacin-, sino es el que corresponde al griego
philanthropia benevolencia (benevolencia), como ya es utilizado el trmino humanus en la comedia
latina antigua. Para estos pensadores, la paideia griega es ciertamente uno de los presupuestos de la
humanitas, pero no se identifica con sta.
Pero ya Cicern y Varrn haban traducido el trmino paideia por cultura. Ello nos da la base
lingstica para unir humanitas y cultura y para relacionar la cultura latina con la paideia griega.
Veremos que la cultura latina tiene una significacin caracterstica que, desde su etimologa,
hemos de desentraar.
El verbo "colere", del que derivan los sustantivos "cultus" y "cultura", proviene de la raz
indoeuropea "kwel" que significa el tratamiento regular de un objeto para transformarlo en algn
sentido.
Este verbo, en el latn clsico, se utiliza primordialmente para el trabajo del campo y para que
la tierra labrada produzca sus frutos. Esta significacin del verbo colere se aplic analgicamente a
varias realidades, cobrando, por una parte, el significado de educacin, de desarrollo de las
facultades humanas y de afinacin fsica y moral de la persona ("colere" pietatem, amicitiam,
philosophiam, artes liberales, "cultus" animi, corporis, "cultus" humanus) y, por otra parte, el
significado de una actividad religiosa ("colere" deos) con el sentido de honra y veneracin.
Este concepto, en la riqueza de sus tres significaciones, est presente en la tradicin latina
como accin y transformacin del hombre en relacin con todas las realidades. En contraposicin a
una actitud puramente receptiva o contemplativa respecto de las realidades, la cultura latina se
manifiesta en la transformacin de la realidad dada, sea del campo y del propio hombre y en el
dinamismo y la iniciativa en las relaciones con las dems personas y con los mismos dioses. Por eso,
se constituye en el desarrollo de las facultades y el ideal de la perfeccin humana, alcanzado
mediante el cultivo de la filosofa, el arte, la religin y las relaciones interhumanas, encontrando su
modelo en el trabajo del labrador.
La idea de humanitas resume en s todo estos valores, como aquellos encontrados en la idea
de cultura, pero ms universales.18
Cuando esta cultura o humanismo se irradia hacia lo social, se har civilizacin. Por eso, la
humanitas y la civilitas o cualidad de ciudadano, de "civis", estn estrechamente unidas.
18
L idea latina di Humanitas. Dalla paideia greca alla humanitas romana. (s.f.) En Leggeredante Recuperado de:
http://www.indire.it/leggeredante/upl/Dante_citt.../Oniga_Humanitas.pdf
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Mara Eugenia Pizzul
Lo que se dice sobre los esclavos en el interior del ordenamiento jurdico de los hombres bajo
el dominio de Roma, se puede aplicar a los pueblos "brbaros". La humanitas romana se contrapone
a la forma de vida de los pueblos "inciviles", como la cultura se opone a la barbarie y el latn a las
lenguas brbaras, ininteligibles. En definitiva, lo que realiza la comunidad humana con todos pueblos
pertenecientes al Estado o al Imperio Romano es la unidad jurdica y moral en torno a un ideal
humano comn que tiene su fuente y su centro en Roma. En cuanto se da una cultura comn, como
ideal y como expresin greco-romana, se da tambin la unidad de los diversos pueblos del Imperio y
su distincin respecto de los brbaros.
Roma rescata un hombre conditor que se perfecciona cuando funda, basado en la sangre y
en la religin, un imperio. Las leyes, el orden y cuanto haba de unidad, el mundo antiguo lo reciba de
Roma. El romano era un hombre esencialmente poltico que fundaba en la comunidad de la sangre
ensamblada a la familia y a la gens romana, la ciudad antigua; base del imperio que se fortaleca por
la comunicacin religiosa. La familia y la ciudad antigua estaban dominadas por la religin. Agrupadas
las familias en gentes o tribus iban, luego, a construir ciudades. A medida que este hombre conditor
conquistaba nuevos territorios, se ensanchaba la religin, abrindose a una dimensin poltica
universal. La fuerza de la ley resida en el carcter sagrado del emperador que lo impona. Los dioses
protegan el imperio. De la casa a la urbe, de la urbe al orbe (Fsbery, 1999).
Con todo, la falta de visin del Fin desorient a esta cultura en aspectos esenciales tanto en
el teortico del descubrimiento de la verdad como en el prctico de la conducta humana. As
observamos como los filsofos ms representativos, Platn y Aristteles, pese a sus extraordinarios
aportes a la filosofa, cometieron graves errores. Por ejemplo, el primero, por una parte, acept el
politesmo, se expres muy vagamente sobre Dios y su naturaleza, no conoci la creacin, acept la
esclavitud y constituy el Ser divino imparticipado por las Esencias o Ideas; el segundo, por otra
parte, demostr la existencia de Dios, pero desconoci la creacin y el conocimiento divino del mundo
y de la Providencia, de la religin como relacin del hombre con Dios (religare) e intent probar la
esclavitud y admiti el politesmo.
Por otra parte, este humanismo carente de las verdades de la religin, que ha de ser el
fundamento ms profundo de la concepcin de la vida y de la ordenacin moral de un pueblo, qued
reducido a la realizacin de valores estticos, cientficos y tiles, sin poder dar sentido a los graves
dilemas de la vida del hombre, por ejemplo, la muerte. Privado de la Revelacin y de la gracia, no
pudo superar las grandes dificultades que el hombre cado encuentra para alcanzar las verdades
necesarias a fin de esclarecer la vida y organizarla conforme las exigencias de aquella.
35
Mara Eugenia Pizzul
Por una parte, el paganismo, o amenizado por algunos autores como la nueva sensibilidad
hacia los valores humanos, con independencia de cualquier referencia trascendente. Se trata del
surgimiento de un antropocentrismo que toma al hombre como centro del eje de coordenadas que
abarcan toda la realidad. En ello se fundar el tpico reiterado de la dignidad del hombre, plasmado
en la Oratio de hominis dignitate, de Pico della Mirandola, tema que tiene tras de s toda la doctrina
cristiana de la persona. Con todo, el hombre se constituye en el centro de toda la concepcin cultural,
casi al margen de la vertiente y la dimensin religiosas de la cultura. Por tal motivo, en adelante se
distinguir cada vez ms, an filolgicamente, la religin (cultus) de la cultura humanista. Cabe
aclarar que no se trata de una disociacin acabada entre cultus divinus y cultura humana, sino una
afirmacin del hombre, por el que resalta la cultura humana y humanista respecto del cultus divino.
Por otra parte, el individualismo como suficiencia del individuo, en cuanto realizacin concreta
de su ser personal. Esto lleva consigo nuevos planteamientos en los que el individuo es la referencia
ltima y a l deben subordinarse las instituciones y organizaciones legales.
Esta distincin de factores que dan surgimiento al humanismo nos llevan a reflexionar sobre
el comienzo de una verdadera filosofa del humanismo o cultura en el sentido moderno, con la
preocupacin filosfica dirigida precisamente al hombre en el contexto del mundo; el hombre como
centro de la atencin. El hombre es considerado en su individualidad como un microcosmos que
centra en s y saca de su propia persona las virtualidades del mundo.
Ahora bien, estos sentidos antropocntrico del mundo y dinmico y prospectivo del hombre
conducirn a una concepcin prctica (en el sentido genuino de praxis) del humanismo que se
ver reflejado en la ciencia. El hombre descubre que al aplicar las matemticas a la naturaleza, sta
puede ser dominada y transformada por la instrumentacin de un poder cientfico-tecnolgico que
crece a medida que se efectiviza el dominio sobre la naturaleza. Esto le permite al hombre
desarrollar, de modo intensivo, el saber cientfico; en efecto, son crecientes sus logros, reducindose
cada vez ms los lapsos de tiempo a partir de los cuales, desde un descubrimiento o invento se
puede alcanzar su aprovechamiento industrial.
19
Traina, A. (2000). Comoedia. Antologia della palliata. (5 ed.) Padova: CEDAM, 9 citado en: L idea latina di
Humanitas. Dalla paideia greca alla humanitas romana. (s.f.) En Leggeredante Recuperado de:
http://www.indire.it/leggeredante/upl/Dante_citt.../Oniga_Humanitas.pdf
20
Cf. Pintor-Ramos, A. (1997). Humanismo. En Moreno Villa, M. (Ed.) Diccionario de Pensamiento
Contemporneo (627-630). Madrid: San Pablo.
36
Mara Eugenia Pizzul
En sntesis, este humanismo vivido se encuentra unido a un ideal humano a realizar, a una
imagen ideal del hombre que la educacin trata de formar y el hombre de desarrollar. El humanismo,
como proceso formativo y como realizacin de vida, supone esa imagen humana y la acta. El ideal
renacentista del hombre es un ideal esttico, contemplativo y retrospectivo: por la adquisicin y la
formacin en las letras antiguas clsicas, el hombre se humaniza, se afina espiritualmente y se
embellece tambin en el espritu, se mejora moralmente; en definitiva, se forma el hombre y se afinan
sus facultades.
21
Cf. Fsbery, A. E. (1999). Op. Cit. Buenos Aires: Tierra Media, 429 ss.
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Mara Eugenia Pizzul
Desde all, el humanismo parece atravesado por una gran falla que P. Snow llam las dos
culturas, a saber: por un lado, el estrato slido y consolidado del conocimiento cientfico, con todos
los problemas internos y con la pretensin de querer abarcarlo todo con sus esquemas y, por otro
lado, el humanismo que no puede detener el avance cientificista.
El carcter polmico del humanismo adopta una actitud vigilante frente a cualquier intento de
sustraer al hombre algo que le corresponda por naturaleza y, por ende, signifique una evasin hacia
otra dimensin mediante una prdida irreparable para la humanidad. Asimismo, se despierta una gran
sensibilidad frente a cualquier intento de someter al hombre, sea a fuerzas infrahumanas o
suprahumanas. En este ltimo sentido, Feuerbach sistematiza un humanismo ateo consolidado en
dos pilares: una teora materialista y sensualista del conocimiento y la denuncia de una teologa
demasiado trascendentalista. Si la religin aliena al hombre a un mundo supra-humano ficticio, la
solucin ser la restitucin de la misma al hombre en la inmanencia.
Estos argumentos del humanismo ateo encontrarn peculiaridades en Marx, Freud, los
cientificismos y en gran parte de los existencialismos de este talante.
Este es el drama del humanismo, evocando con este trmino a una obra de H. de Lubac. Sin
referencia a sus races cristianas, la posicin privilegiada que se reclama para el hombre aparece
como una propuesta gratuita; el cientificismo radical es difcilmente contestable y ese cientificismo
engulle y sacia todo posible humanismo.
a) El Nihilismo
En este ambiente, surge el antihumanismo de Nietzsche que con su famosa expresin Dios
ha muerto, puesta en boca del hombre, resume la descomposicin de una civilizacin multisecular,
desviada de raz. Para este filsofo se necesita desbancar el actual humanismo que obstaculiza
toda innovacin creadora, a los efectos de reavivar las posibilidades de futuro que sigue conservando
la vida. El sentido del hombre depende de su inmersin en la corriente creadora de la voluntad de
poder y en su capacidad de innovacin futura: el super-hombre
Este es el drama de nuestra sociedad, no hay Dios, tampoco hay ser y, por ende, no hay
verdad, ni bien, ni belleza; no hay hombre. Nos preguntamos qu hay? Nada, como lo indic
Nietzsche. En esto consiste el nihilismo, en la afirmacin de la nada absoluta que se traduce en la
prdida de credibilidad de los valores absolutos, la falta de fin o bien de la realidad. El nihilista acepta
que no hay ni ms ac ni ms all. Nietzsche en la Gaya Ciencia y en (1882) dir que no hay
verdad, no hay cualidad en las cosas, no hay cosa en s.
38
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Frente a este panorama que nos resulta desolador, nos preguntamos qu le sucede a este
hombre? Paradjicamente, ste asume el ocaso, cuando no la muerte de la razn, el fin de la libertad,
el desenmascaramiento de todos los valores (Lyotard, 1984), la disolucin de la historia, la muerte
de s como sujeto, el indiferentismo religioso, la incertidumbre, la indeterminacin y la inseguridad. Sin
embargo, pareciera no desesperarse. Porque si nada es verdad y todo vale, entonces, hay que
despreocuparse por todo y vivir el carpe diem de Horacio, frvolamente, sin darle mucha importancia a
la realidad.
Desde un anlisis metafsico, vemos que este humanismo postmoderno sustituye la nada por
el ser; la unidad, posibilitadora de toda multiplicidad, por la fragmentariedad, discontinuidad, localismo
y disenso; la verdad por la verificacin; la bondad por la utilidad; la belleza por la sensualidad.
En consecuencia, sin la verdad, el bien y la belleza, respecto del mundo y del hombre, no hay
autntica libertad humana. Slo restan libertades aparentes, superficiales y unilaterales que, no
liberando al hombre de sus lmites, terminan disminuyndolo y casi destruyndolo, si no fuera por la
gracia de Dios que lo sostiene en su Providencia.
El nihilismo es la respuesta al fracaso del ciego optimismo moderno y cientfico. Con razn
se ha dicho que ya pas la poca en que se pensaba que la ciencia solucionara todos los problemas
humanos, porque las bombas atmicas de Hiroshima y Nagasaki fueron la seal definitiva de que
dicha ciencia, adems de beneficios, poda crear serios problemas.
Slo ha muerto el optimismo, no el cientificismo. Sigue flotando en el ambiente la idea de que la ciencia
es el culmen de todo conocimiento. El cientificismo sigue vivo. Al advertir que la ciencia no es capaz de
cumplir todas sus promesas, ha sucedido simplemente que el cientificismo se ha vuelto pesimista. Se
razona del modo siguiente: si ni siquiera la ciencia es capaz de solucionar este problema, mucho menos
podr hacerlo la filosofa, o la religin. Al razonar as, se olvida que la ciencia experimental, por su
propia naturaleza, no se puede aplicar a muchos problemas que, sin embargo, son reales y admiten
22
solucin por otros caminos.
b) El Humanismo Marxista
Las primeras recepciones del marxismo no muestran ningn componente destacable. Muy
por el contrario, el marxismo es difundido como una ciencia de la sociedad y de la historia, donde el
trmino ciencia tiene el sentido fuerte que, por entonces, apoyaba la difundida corriente positivista.
Dicha lnea ve en el marxismo un rgido sistema, el materialismo (Diamat) que, en rasgos generales,
ser consagrado como la versin ortodoxa apoyada por los idelogos oficiales de la antigua URSS.
En contraposicin, el marxismo disidente europeo introdujo un determinante humanista que es
siempre una defensa del componente estrictamente filosfico del pensamiento de Marx.
22
Cf. Artigas, M. (2004). Ciencia, razn y fe. Pamplona: EUNSA, 126.
39
Mara Eugenia Pizzul
Sin embargo, en todas sus vertientes, el marxismo pretende abrir camino a un hombre nuevo
que sea verdaderamente humano, en tanto liberado de la perversa red de alienaciones que hostigan
su desarrollo. En definitiva, todo un desarrollo intra-mundano.
c) El Humanismo Existencialista
Al popularizarse las lneas ms radicales del existencialismo, ste ofrece una imagen
dramtica y desconsoladora del hombre. La singularidad de cada existencia suspendida sobre el
vaco de la nada, condenada a realizarse para no quedar encerrada en el abismo que la rodea, sin
ninguna referencia trascendente vlida, converta el proyecto existencial en algo que, siendo
irrenunciable, estaba abocado al fracaso definitivo. J. P. Sartre en su obra El ser y la nada (1943) nos
dice: El hombre es una pasin intil. Claro est que el existencialismo ateo en su expresin
exacerbada es un anti-humanismo. Pero esta acusacin no fue gravosa en su tiempo para Sartre,
quien en su histrica conferencia El existencialismo es un humanismo (1946) destac la impronta
humanista de su filosofa, aduciendo que el eje central reside en la libertad, que careciendo de
fundamento, tampoco tiene ataduras y, por ende, exige una responsabilidad total que slo parece
posible mantener desde una moral con acentuados rasgos heroicos
Por un lado, se presenta el vaciamiento de la esencia o ser estable del hombre, su ser
personal, reducindolo a pura existencia para la nada definitiva y, por otro, la reduccin del ser de las
cosas al ser de esta existencia concreta que se auto-crea a cada momento. De esta manera, se
pretende alcanzar un humanismo total y absoluto, dado que slo queda el hombre como pura libertad
o autocreacin momentnea de s, pues el mundo, por y en esta existencia humana, es clausurado
en la temporalidad finita.
Hasta el momento hemos venido hablando de humanismo o cultura. La riqueza del concepto
nos permite delinear los puntos salientes o los considerandos de una formacin humanista cristiana
que, a continuacin, nos limitamos a enunciar para, luego, desarrollar en los subsiguientes captulos:
40
Mara Eugenia Pizzul
Nos dice el filsofo Mandrioni que el ideal encierra el contenido y el sentido de la existencia.
En l, se halla aquella materia capaz de cumplir las exigencias del hombre. A su vez, el sentido
integral de la existencia surge del determinado contenido que el ideal encarna. Dicho con el lenguaje
grato a los fenomenlogos personalistas: el ideal contiene el valor. Los valores que, en parte,
coinciden con lo que los escolsticos llaman el bien constituyen los grandes reflejos terrestres o las
participaciones posibles al hombre del Sumo Bien.
Vale decir que por ideal no entendemos entonces algo irrealizable, sino por el contrario, algo
realizable, aunque no de manera perfecta, acabada. El ideal es siempre excesivo y, en cuanto tal,
movilizador de una transfiguracin que pone en juego y polariza las mejores energas personales y/o
institucionales. En el ideal se articulan trascendencia e inmanencia.
La Universidad naci como el fruto espiritual de una poca. Durante los oscuros siglos que
siguieron a la cada del Imperio Romano en Occidente, la Iglesia fue penetrando e impregnando con
sus principios cristianos la vida de diferentes maneras. Rescatando los valores de la cultura
grecolatina, incorporndolos e informndolos con su doctrina, la Iglesia elabor un humanismo
cristiano que infundi en los nuevos pueblos incorporados al antiguo imperio.
De esta manera, la Iglesia tom bajo su amparo la educacin y formacin como elemento de
evangelizacin de los pueblos, respondiendo a la misin de ensear (munus docendi) recibida de
Cristo mismo: vayan y hagan discpulos, enseando a guardar cuanto yo les he mandado (Mt.
28,19-20).
Esta misin fue concebida por la Iglesia desde la perspectiva integral de la persona, porque
no se trataba nicamente de transmitir ideas, meros conocimientos que quedan fuera del hombre,
sino de formar la persona segn el modelo del hombre nuevo que es Jesucristo; para llegar al
conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de
Cristo (Ef. 4,13) 24 .
23
Mandrioni, H. (1984). La Vocacin del hombre. Buenos Aires: Guadalupe, 57.
24
Cabe aclarar que ya desde los primeros tiempos de expansin del cristianismo hubo diversos intentos de dar
vida a una escuela en la que el saber humano y la transmisin del Evangelio estuvieran unidos. Aunque la
aceptacin de la ciencia profana no siempre fue pacfica, pues ya Tertuliano se preguntaba qu tena que ver
Atenas con Jerusaln, prevaleci siempre el criterio integrador. As, San Justino abre en Roma la primera
escuela filosfica cristiana, donde imparte a quienes quieran acercarse la verdadera filosofa, la que el Verbo
vino a ensear a los hombres. Aos despus, la Escuela Catequtica de Alejandra no slo iniciaba en los
misterios del cristianismo que tenan lugar en las catequesis mistaggicas, sino que se constitua en una
presentacin razonable de la fe, capaz de responder a los interrogantes y desafos que la cultura del tiempo
planteaba a la Iglesia.
41
Mara Eugenia Pizzul
principalmente, la dialctica. De esta ltima, se origin la clebre discusin y solucin del problema
del valor preciso y de los conceptos universales; problema que encerraba virtualmente todo el mbito
de la filosofa. Fue as que dio origen a la Filosofa medieval cristiana (DOrs, 1980).
Sin embargo, este gremio comenz a existir como un alma sin cuerpo; es decir, se constituy
sin edificios ad hoc, simplemente por la ereccin o reconocimiento de sus ctedras en las antiguas
escuelas o conventos. Por ejemplo, la reconocida Ctedra del Convento de S. Jacques donde ense
Santo Toms.
Nombrando a Santo Toms, diremos que gracias a los grandes maestros, entendidos como
autoridad intelectual y moral a la vez, se constituy y dio renombre a la universidad, pues en un clima
de libertad y amistosa convivencia en su organizacin, los alumnos estudiaban y aprendan de las
enseanzas orales de sus maestros, dado que no haba libros impresos. Se reunan maestros y
discpulos, unos para ensear y otros para aprender. Este aprendizaje no se realizaba tanto por la
recepcin de conocimientos cuanto por la creacin de hbitos de estudio y de investigacin. Se
transmita ms que una informacin, una formacin, un modo de pensar, para abrirse el camino de
acceso a la verdad. La unin en el esfuerzo y en la participacin de la misma verdad, vinculaba sus
espritus en la ms pura amistad. Resultaba as un verdadero encuentro y una a sus miembros en
una verdadera familia jerrquica y amorosamente integrada. (Derisi, 1979).
El rgimen universitario, que se vio enriquecido por los mltiples fueros y privilegios
eclesisticos y civiles, abarc toda la vida de los alumnos, desde sus estudios, el ceremonial de las
promociones, sus fiestas y hasta sus organizaciones profanas y religiosas. Adems, imprimi el sello
inconfundible de cada Universidad en el espritu de sus alumnos, quienes ostentaban orgullosamente
la pertenencia a la misma.
25
Enciclopedia Espasa Calpe citado por Taquini (h), A. C. (2010). Nuevas universidades para un nuevo pas y la
educacin superior: 1968-2010 (1 ed.) Buenos Aires: Academia Nacional de Educacin, 36.
26
Cf. Muscar, F. (2006). Paradigmas universitarios a travs del tiempo. En Universidad Nacional de Cuyo
(Ed.).Transformacin Educativa. Diagnstico y propuesta. Mendoza: Editorial de la Facultad de Filosofa y Letras,
9-21.
42
Mara Eugenia Pizzul
El hombre quiere saber qu es todo lo que le rodea, desea saber la verdad y, por eso, dice
Aristteles en su Metafsica: el hombre desea por naturaleza saber.
En este sentido, se puede decir que el impulso del que naci la universidad fue el cuestionamiento de
Scrates. Citamos la disputa con Eutifrn, el cual defiende ante Scrates la religin mtica y su
devocin. A eso, Scrates contrapone la pregunta: T crees que existe realmente entre los dioses una
guerra mutua y terribles enemistades y combates...? Eutifrn, debemos decir que todo eso es
efectivamente verdadero? (6 b c).
En esta pregunta, aparentemente poco devota pero que en Scrates se deba a una religiosidad ms
profunda y ms pura, de la bsqueda del Dios verdaderamente divino, los cristianos de los primeros
siglos se reconocieron a s mismos y su camino. Acogieron su fe no de modo positivista, o como una va
de escape para deseos insatisfechos. La comprendieron como la disipacin de la niebla de la religin
mtica para dejar paso al descubrimiento de aquel Dios que es Razn creadora y al mismo tiempo
Razn-Amor. Por eso, el interrogarse de la razn sobre el Dios ms grande, as como sobre la
verdadera naturaleza y el verdadero sentido del ser humano, no era para ellos una forma problemtica
de falta de religiosidad, sino que era parte esencial de su modo de ser religiosos. Por consiguiente, no
necesitaban resolver o dejar a un lado el interrogante socrtico, sino que podan, ms an, deban
acogerlo y reconocer como parte de su propia identidad la bsqueda fatigosa de la razn para alcanzar
27
el conocimiento de la verdad ntegra. As nace la Universidad.
Los alumnos elegan segn la rama que ms les atraa y a la que queran dedicar su vida. Las
Universidades eran cosmopolitas: los maestros y los alumnos procedan de todos los lugares, as
Juan de Salisbury vino de Inglaterra, Alberto Magno de Renania, Toms y Buenaventura de Italia.
Los maestros y alumnos se entendan gracias a la lengua comn del latn que facilitaba la
mutua comunicacin y disipaba la imprecisin de conceptos, salvaguardando la unidad de
pensamiento.
Los procedimientos acadmicos utilizados fueron, por una parte, el Trivium abarcando:
27
Benedicto XVI (2008, 17 de enero). Discurso preparado por el Santo Padre Benedicto XVI para el encuentro
con la Universidad de Roma La Sapienza. Libreria Editrice Vaticana. Recuperado de: http://www.vatican.
va/holy_father/benedict _xvi/ speeches/2008/january/documents/hf_ben-xvi_spe_20080117_la-sapienza_sp.html
43
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El mtodo de enseanza consista en tres momentos: 1) Lectio: se tomaba un texto, sean las
Etimologas de San Isidoro de Sevilla, las Sentencias Pedro Lombardo o el Tratado de Aristteles
y se lo lea pausadamente; 2) Quaestio: se comentaba el texto hacindose todas las observaciones
(gramticas, lingstica, jurdica, etc.) y 3) Disputatio: donde se discutan las posibles objeciones.
De all nacen las quaestiones disputatae, cuestiones en torno a las cuales se desarrollaba un
debate y que deban sostener los candidatos al ttulo ante un auditorio formado por maestros y
alumnos, durante el cual todo asistente poda tomar la palabra y exponer sus dificultades. En
ocasiones, esto dio lugar a tratados de filosofa y teologa.
Una costumbre muy querida por los alumnos eran las cuestiones quolibetales, que eran
discusiones libres sobre un tema cualquiera; pues el ver los pros y los contras cre en ellos hbitos
de libertad y de precisin. Los alumnos se acostumbraron a razonar con rigor lgico y esto contribuy
a aguzar la inteligencia tan embotada en la poca de las invasiones.
Ahora bien, terminado el 1 ciclo, el alumno reciba el grado de bachiller que le permita
comenzar a ensear de manera restringida porque segua siendo alumno; luego, tras un examen
general, acceda a la licenciatura que lo calificaba para ingresar a la corporacin de los maestros y
para dictar ctedra. Con el doctorado, culminaba el currculo acadmico, siendo un ttulo
complementario y honorfico. En el curso de una ceremonia religiosa y solemne, el nuevo doctor
reciba con el birrete cuadrado, un anillo smbolo de su desposorio con la sabidura. Se trataba de una
investidura anloga en su orden a la estilada en la institucin de la caballera o en la vida religiosa
cuando el monje pronunciaba sus votos.
A los efectos del presente trabajo de investigacin sobre la formacin humanista cristiana,
destacamos una discusin que se present en la teologa medieval sobre la relacin entre teora y
praxis, sobre la correcta relacin entre conocer y obrar. De hecho, la universidad medieval, con sus
cuatro Facultades, presenta esta correlacin.
28
Al respecto Juan de Salisbury. Metalogicon, III, 4 escribe en 1159: Dicebat Bernardus Carnotensis nos esse
quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus
acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea.
44
Mara Eugenia Pizzul
Por tal motivo, para esta bsqueda y hallazgo de la verdad, juntamente con la Facultad de
Derecho estaban las Facultades de Filosofa y de Teologa, a las que se encomendaba la bsqueda
sobre el ser hombre en su totalidad y, con ello, la tarea de mantener despierta la sensibilidad por la
verdad, como dice Habermas. Se podra decir incluso que este era el sentido permanente y
verdadero de ambas Facultades: ser guardianes de la sensibilidad por la verdad, no permitir que el
hombre se aparte de la bsqueda de la verdad.
De este modo, la teologa y la filosofa formaron una peculiar pareja de gemelos, en la que
ninguna de las dos se separ totalmente de la otra y, sin embargo, cada una conserv su propia tarea
y su propia identidad (Benedicto XVI, 2008).
Con el breve recorrido efectuado, vislumbramos que estas Casas de estudios superiores
fueron la expresin ms acabada de la vida de la inteligencia en todo un nuevo orden humano y
cristiano.
A Santo Toms le toc vivir en un momento privilegiado: por primera vez, los escritos
filosficos de Aristteles eran accesibles en su integridad; estaban presentes las filosofas judas y
rabes, como apropiaciones y continuaciones especficas de la filosofa griega. Por eso, el
cristianismo, en un nuevo dilogo con la razn de los dems, con quienes se vena encontrando, tuvo
que luchar por su propia racionalidad.
Podemos afirmar que la idea de Santo Toms sobre la relacin entre la filosofa y la teologa
podra expresarse en la frmula que encontr el concilio de Calcedonia para la cristologa: la filosofa
y la teologa deben relacionarse entre s sin confusin y sin separacin. Sin confusin quiere decir
que cada una de las dos debe conservar su identidad propia. La filosofa debe seguir siendo
verdaderamente una bsqueda de la razn con su propia libertad y su propia responsabilidad; debe
ver sus lmites y precisamente as tambin su grandeza y amplitud. La teologa debe seguir sacando
de un tesoro de conocimiento que ella misma no ha inventado, que siempre la supera y que, al no ser
totalmente agotable mediante la reflexin, precisamente, por eso, siempre suscita de nuevo el
pensamiento. Junto con el sin confusin est tambin el sin separacin: la filosofa no vuelve a
comenzar cada vez desde el punto cero del sujeto pensante de modo aislado, sino que se inserta en
el gran dilogo de la sabidura histrica que acoge y desarrolla, una y otra vez, de forma crtica y, a la
vez, dcil; pero tampoco debe cerrarse ante lo que las religiones, y, en particular, la fe cristiana han
recibido y dado a la humanidad como indicacin del camino. La historia ha demostrado que varias
cosas dichas por telogos, en el decurso de la historia, o tambin llevadas a la prctica por las
autoridades eclesiales eran falsas y hoy nos confunden.
Pero, al mismo tiempo, es verdad que la historia de los santos, la historia del humanismo
desarrollado sobre la base de la fe cristiana, demuestra la verdad de esta fe en su ncleo esencial,
convirtindola as tambin en una instancia para la razn pblica. Ciertamente, mucho de lo que
45
Mara Eugenia Pizzul
dicen la teologa y la fe slo se puede hacer propio dentro de la fe y, por lo tanto, no puede
presentarse como exigencia para aquellos a quienes esta fe sigue siendo inaccesible.
Por sus fines, sabemos lo que una realidad es. Por el fin de la Universidad, es que
conocemos su esencia o naturaleza. Ahora bien, siendo los fines los que definen a la Universidad,
dotndola de una naturaleza propia, si stos se desvirtan, la institucin tambin lo har perdiendo su
sentido o transformndose, de manera sustancial, aunque conserve la denominacin que le ha dado
origen.
Cabe al respecto hacer una distincin fundamental entre fines necesarios y contingentes. Los
primeros son todos aquellos que se justifican por s mismos, independientemente del contexto
histrico de la Universidad y que, por ende, pueden considerarse esenciales y permanentes; adems,
tienen el carcter de originarios, es decir, manan con la Universidad dotndola de una identidad
nica, singular y particular. Estos fines determinan los modos de ser y de obrar de la Universidad,
aunque el modo de actualizarse, es decir, de realizarse en el tiempo, adquiera diversos modos
existenciales. Los segundos son todos aquellos que responden a la dimensin temporal de la
Universidad, en tanto institucin humana, y son vlidos en tanto y en cuanto contribuyan al alcance y
consecucin de los fines necesarios o intrnsecos a ella.
Por una parte, los fines contingentes pueden llegar a constituirse como condicin de
posibilidad para la realizacin de los fines necesarios y, entonces, sin ser originarios terminan por
constituir la identidad de la Universidad. Por otra parte, la continuidad de tales fines puede mostrar
que su existencia es compatible con los fines esenciales de la institucin; una compatibilidad que no
se reduce a una mera coexistencia sino a una convivencia armnica que posibilita la mutua
realizacin.
Lo dicho hasta el momento nos introduce en temas lgidos y neurlgicos a la vez, por dems
conflictivos en la gestin de la Universidad, pues se trata de la cuestin de los fines.
46
Mara Eugenia Pizzul
Muchas veces el conflicto del tema radica en la omisin de las consideraciones anteriormente
presentadas, sin las cuales se hace, por lo menos, tericamente imposible conciliar diversas
finalidades en la universidad contempornea.
Otras veces el conflicto surge por el excesivo apego a la llamada tradicin universitaria.
Indudablemente, la historia tiene mucho que decir y ensear a la Universidad contempornea, pero
no todo lo dice su historia. La Universidad es la comunidad que contina en el siglo XXI buscando el
conocimiento pleno de la realidad creada, de carcter cientfico, por el valor que ste tiene, en si
mismo, que colma el intelecto humano como reconocimiento de la bondad ontolgica de la naturaleza
y como manifestacin de la supremaca del hombre por su espritu sobre el mundo y la materia.
29
Cf. Derisi, O. N. (1972). Naturaleza y vida de la Universidad. (2 ed.) Buenos Aires: Eudeba, 20 ss.
30
Caturelli, A. (1963). La Universidad, su esencia, su vida, su ambiente. Crdoba, Argentina: Universidad
Nacional de Crdoba, 67.
47
Mara Eugenia Pizzul
independientes de las Facultades o pueden estar constituidos por las Facultades de Filosofa y
Teologa que asumen la misin de impartir esta enseanza humanista a las dems Facultades
cientficas o tcnicas.
Para que esta misin formativa de la Universidad alcance toda su significacin y, luego,
realice plenamente, lo ideal es que comience con una buena formacin humanista en la familia,
impartida en una buena escuela secundaria y efectuando los cursos de ingreso a la propia
Universidad.
Hanna Holborn Gray, presidente emrita de la Universidad de Chicago, con una bellsima
trayectoria, afirma que se est subvirtiendo la conviccin de que las universidades existen para crear
y mantener con vida ideas que pueden no estar de moda y, tal vez, nunca lleguen a ser famosas,
logrando mediante la educacin que otras personas comprendan cmo y por qu se trata de visiones
importantes.
Un pas puede existir sin universidad y ser entonces en el conjunto de las naciones, como un pueblo
chico, una provincia sin ms autonoma cultural que su riqueza rural abierta al turismo y a la admiracin
que la candidez de su gente despierte en el visitante vido por lo distinto y extico. Sus grandes
hombres y mujeres sern seres pequeos, celosos de su estatura, perseguidores de otros de ms vuelo
que ellos, forzndolos al conformismo a la emigracin.
S, un pas puede existir sin universidad, nutrindose del desborde cultural de otras naciones que le
entregan su visin del mundo y, por lo tanto, tambin una tecnologa apropiada a esa visin del mundo.
Tal vez en esa forma un pueblo pueda ser feliz, modesto pero valiente, simple pero honrado, gozando
de la generosa visita de algunos sabios que quieren la vida sencilla y remota. La universidad es
prescindible, la nacin no se desintegra, slo se subordina a un curso cultural que tiene su centro fuera
de ella; es decir, se vuelve provinciaYa casi somos provincia
31
Cf. Etcheverry, J. (2002, agosto). El sentido de la Universidad. Revista Criterio, 2274. Recuperado en:
http://www.revistacriterio.com.ar/sociedad/el-sentido-de-la-universidad/
48
Mara Eugenia Pizzul
A continuacin, presentaremos cmo se lleva a cabo esta formacin humanista en los fines
propios de la Universidad, a saber: la investigacin, la enseanza y el servicio a la sociedad. Para
ello, seguiremos al autor Hans Urs von Balthasar 32 que, desde su perspectiva trilgica y dialgica,
nos ayudar a pensar en dichos fines que conducen al Canon. La primera clave es la perspectiva
trilgica y se refiere a la triloga del autor, pensada y desarrollada a partir de los trascendentales del
ser (lo verdadero, lo bueno y lo bello). Entonces, afirmamos que, en la investigacin, la Universitas
se dice verdadera en la investigacin, se da-dona buena en la enseanza y se muestra bella en
el servicio a la comunidad. La segunda clave es la perspectiva dialgica (entre el maestro y el
alumno, entre los miembros de la comunidad, entre saber y saberes, entre el hombre y Dios, entre la
Universitas y Dios). Ambas claves han servido para trazar los ejes de reflexin de los fines de la
Universidad y de la Universidad Catlica. Si bien no toda la perspectiva dialgica se realiza hoy
concretamente en la Universidad, recordamos que aqu tratamos la figura ideal de la formacin
humanista en los fines de dicha institucin.
32
La presentacin al autor est tomada de Azcuy, V. R. (1997). La figura de Teresa de Lisieux. Ensayo de
fenomenologa teolgica segn Hans Urs von Balthasar. Buenos Aires: EDUCA 12 ss. Tres rasgos son
marcantes en este autor suizo, a saber: germanista: formado en la literatura, la cual est integrada en su
sntesis teolgica, junto a la experiencia de los santos y a la filosofa (Platn-Plotino-Hegel, Kierkegaard-
Nietzsche y Toms de Aquino). Familiarizado con los textos clsicos y grecolatinos. Contacto con poetas
franceses: Pguy, Bernanos, Claudel y Blondel. En Goethe encuentra el poder ver, valorar e interpretar una
figura, es decir, la mirada sinttica; cristiano: tiene clara conciencia de poseer una misin, que es abandonarse
al Dios que decide. Cristo nos elige y nos llama; que nosotros lo elijamos es slo una cuestin de respuesta
obediente. Funda con Adriene von Speyr (mstica) la Comunidad de San Juan; y telogo: influenciado por sus
amigos (Przwara, Henri de Lubac, Louis Bouyer). Es telogo espiritual, su teologa proviene de la adoracin y
obediencia. La unidad interna de su obra se origina y se orienta a la figura de Cristo, meta de la fe de la Iglesia
por ser el centro de la forma Canon que se revela. Este retorno al centro le da un nombre a su mtodo:
integracin.
49
Mara Eugenia Pizzul
Nos detenemos en este sector fundamental de la actividad humana dada su relevancia. Por la
contemplacin, el hombre puede de-velar la verdad con la cual se perfecciona como hombre y al de-
velar y posesionarse de la Verdad de Dios, se une con su Fin y Bien supremo. Si es plena tal de-
velacin, es decir, cuando de un modo sobrenatural la inteligencia humana se pone en relacin con la
Verdad de Dios sin intermedio cognoscitivo alguno, el hombre logra la posesin de Dios y actualiza su
felicidad.
Entonces, queda claro que dicha actividad es indispensable para las otras actividades,
prcticas o tcnicas del espritu, porque la verdad dirige e informa a la actividad de la voluntad. En
consecuencia, el bien que dirige y perfecciona la voluntad y, por ella, a las cosas, es la misma verdad
o el ser aprehendido por el entendimiento.
Por eso, afirmar Caturelli que la Universidad es parcial contemplacin de la parcial verdad
descubierta en la investigacin y tendiente hacia la contemplacin del Todo. En este sentido, es
ciencia que busca la sabidura y el movimiento hacia la Unidad (versus unum) es idntico con ella; en
consecuencia, toda la vida acadmica, es un versus sapientiam, hacia la Sabidura, porque sta se
33
alcanza con la contemplacin de la Verdad.
Claro est, esto no ocurre hoy en la Universidad, porque las Humanidades ya no son canon,
no forman ni conducen al fin de la inteligencia, de manera tal que el espritu humano pueda ascender
por el resplandor de la verdad, desde la parcialidad hacia la unidad de la realidad y desde ella a la
Verdad del Todo.
Al respecto, nos deca lcidamente Ortega y Gasset, hacia el ao 1930, y sin embargo tan
vigente:
Es preciso que el hombre de ciencia deje de ser lo que hoy es con deplorable frecuencia: un brbaro que
sabe mucho de una cosa. Por fortuna, las primeras figuras de la actual generacin de cientficos se han
sentido forzadas, por necesidades internas de su ciencia misma, a complementar su especialismo con
una cultura integral. Los dems, inevitablemente, seguirn sus pasos. La merina sigue siempre al
carnero adalid.
.Todo aprieta para que se intente una nueva integracin del saber, que hoy anda hecho pedazos por el
mundo. Pero la faena que ello impone es tremenda y no se puede lograr mientras no exista una
metodologa de la enseanza superior, pareja al menos de la que ya existe en los otros grados de la
enseanza. Hoy falta por completo, aunque parezca mentira, una pedagoga universitaria.
Ha llegado a ser un asunto urgentsimo e inexcusable de la humanidad inventar una tcnica para
habrselas adecuadamente con la acumulacin de saber que hoy posee. Si no encuentra maneras fciles
para dominar esa vegetacin exuberante, quedar el hombre ahogado por ella. Sobre la selva primaria
33
Caturelli, A. (1963). Op. Cit., 54.
50
Mara Eugenia Pizzul
de la vida vendra a yuxtaponerse esta selva secundaria de la ciencia, cuya intencin era simplificar
aqulla.
Si la ciencia puso orden en la vida, ahora ser preciso poner tambin orden en la ciencia, organizarla y
que no es posible reglamentarla-, hacer posible su perduracin sana. Para ello hay que vitalizarla, esto
es, dotarla de una forma compatible con la vida humana que la hizo para la cual fue hecha. 34
Por ese motivo, la Universitas, como comunidad de maestros y alumnos, no puede decirse
plenamente verdadera; es decir, no dice quin es, toda la verdad de s misma, ni la plena verdad
porque est parcelada, fragmentada.
De esta manera, una vez que el alumno ha recorrido el camino de la bsqueda desinteresada
de la verdad, guiado por su maestro, persistir en ellos algo de ese resplandor particular que, como
canon, los orientar en la vida. Porque se los form en la bsqueda habitual de la verdad; hbito de
estudio e investigacin.
Ahora bien, esta formacin de los hbitos de estudio e investigacin es misin fundamental
de la Universidad. Se trata de ensear los mtodos y crear los hbitos para encontrarlos. Esto es lo
propio de la formacin universitaria. Pues los conocimientos con el tiempo se desactualizan y para
acrecentarlos es preciso poseer los mtodos de la investigacin de un determinado sector del saber y
poseer un hbito de estudio, animados por el amor a la verdad.
Ahora bien, esta bsqueda de la verdad se logra cuando se prioriza la discusin, es decir,
cuando se invita a pensar, donde se reverencia el conocimiento, se respeta a quienes piensan y
crean, hoy tan ausente en nuestra sociedad.
34
Ortega y Gasset, J. (1930). Misin de la Universidad. Recuperado de: ortega-y-gasset-jose/mision-de-la
universidad/index.htm
51
Mara Eugenia Pizzul
en el plano del conocimiento de la verdad y, luego, en los restantes planos de su vida bajo las
exigencias de esa verdad, que es el bien.
35
3.1.1.1 Carcter teortico o desinteresado de la enseanza
De tal manera que la Universidad enfoca todos los aspectos de la actividad humana, desde el
hacer artstico y tcnico, hasta el obrar moral, de un modo teortico o desinteresado, buscando de-
velar la verdad y los principios de la accin; as, tiende a la contemplacin del ser o verdad y de los
principios prcticos que se organizan a partir del ser.
Por consiguiente, la Universidad colabora desde este saber teortico con todas las
instituciones ordenadas al logro del bienestar, sea material, social, poltico o econmico.
Por eso, aade Caturelli (1963) y tambin Fsbery (1999) que la Universidad es creadora de
cultura puesto que es contemplacin de la verdad y lo es constitutivamente, en los diversos grados
que le corresponden a las distintas actividades.
35
Cf. Derisi, O. N. (1972). Op. Cit., 43-60.
52
Mara Eugenia Pizzul
Por tal motivo, afirmar Santo Toms Omnis veritas a Spiritu Sancto est, es decir, toda verdad
viene del Espritu Santo, es participacin de la Verdad y, por eso, la inteligencia en su de-velacin o
contemplacin no hace menos que perfeccionarse y conducirse al bien. Es decir, el conocimiento te
hace ms bueno. Por eso, es importante estudiar la verdad en la rigurosidad que amerita, porque te
perfecciona.
La verdad que se alcanza, luego de la investigacin junto con la enseanza, es una verdad
que ilumina y transforma la vida; la verdad hecha vida humana y cristiana por la caridad; y es la
caridad en la verdad.
Sin embargo, sean cuales fueran las razones a las que responde la nueva configuracin de la
universidad, la formacin de profesionales es una funcin que est hoy presente en ella y que afronta
dificultades prcticas en orden a compatibilizar la actividad prctica y profesional con el carcter
teortico o desinteresado del cultivo del saber, por la investigacin y docencia.
53
Mara Eugenia Pizzul
humanas con criterio bien formado que sepan comportarse con rectitud y buen sentido en cualquier
mbito en el que se encuentren.
Al respecto, son magistrales las palabras de Ortega y Gasset (1930) sobre la enseanza
profesional, en la obra anteriormente referenciada sobre la Misin de la Universidad:
Ese personaje medio es el nuevo brbaro, retrasado con respecto a su poca, arcaico y
primitivo en comparacin con la terrible actualidad y fecha de sus problemas. Este nuevo brbaro es
principalmente el profesional, ms sabio que nunca, pero ms inculto tambin -el ingeniero, el
mdico, el abogado, el cientfico.
De esa barbarie inesperada, de ese esencial y trgico anacronismo tienen la culpa, sobre
todo, las pretenciosas Universidades del siglo XIX, las de todos los pases, y si aqulla, en el frenes
de una revolucin, las arrasase, les faltara la ltima razn para quejarse. Si se medita bien la
cuestin, se acaba por reconocer que su culpa no queda compensada con el desarrollo, en verdad
prodigioso, genial, que ellas mismas han dado a la ciencia. No seamos paletos de la ciencia. La
ciencia es el mayor portento humano; pero por encima de ella est la vida humana misma, que
la hace posible. De aqu que un crimen contra las condiciones elementales de sta no pueda
ser compensado por aqulla.
El mal es tan hondo ya y tan grave, que difcilmente me entendern las generaciones
anteriores a la vuestra, jvenes.
En el libro de un pensador chino, que vivi por el siglo IV antes de Cristo, Chuang Tse, se
hace hablar a personajes simblicos, y uno de ellos, a quien llama el Dios del Mar del Norte, dice:
"Cmo podr hablar del mar con la rana si no ha salido de su charca? Cmo podr hablar del hielo
con el pjaro de esto si est retenido en su estacin? Cmo podr hablar con el sabio acerca de la
Vida si es prisionero de su doctrina?"
Y as en todos los dems casos. Cuando, creyendo usar tan slo una manera de decir
barroca y exagerada, se asegura que "Europa est hecha pedazos", se est diciendo mayor verdad
que se presume. En efecto: el desmoronamiento de nuestra Europa, visible hoy, es el resultado de la
invisible fragmentacin que progresivamente ha padecido el hombre europeo.
La gran tarea inmediata tiene algo de rompecabezas, sea dicho sin alusin contundente. Hay
que reconstruir con los pedazos dispersos -disiecta membra- la unidad vital del hombre europeo. Es
preciso lograr que cada individuo o -evitando utopismos- muchos individuos lleguen a ser,
cada uno por s, entero ese hombre.
54
Mara Eugenia Pizzul
Por tal motivo, la Universidad se aplica al estudio de los recursos materiales propios de la
regin en que vive, de la idiosincrasia, historia, tradiciones y modos de ser sociales de la comunidad a
la que sirve. Con estos estudios ayuda a la comunidad a encontrar el camino de su perfeccionamiento
concreto e individual. Por eso, fundar las facultades o institutos adecuados para su realizacin.
La sociedad necesita buenos profesionales -jueces, mdicos, ingenieros-, y por eso est ah la
Universidad con su enseanza profesional. Pero necesita antes que eso, y ms que eso, asegurar la
capacidad en otro gnero de profesin: la de mandar. En toda sociedad manda alguien- grupo o clase,
pocos o muchos. Y por mandar no entiendo tanto el ejercicio jurdico de una autoridad como la presin e
influjo difusos sobre el cuerpo social. Hoy mandan en las sociedades europeas las clases burguesas, la
mayora de cuyos individuos es profesional. Importa, pues, mucho a aqullas que estos profesionales,
aparte de su especial profesin, sean capaces de vivir e influir vitalmente segn la altura de los tiempos.
Por eso es ineludible crear de nuevo en la Universidad la enseanza de la cultura o sistema de las ideas
vivas que el tiempo posee. Esa es la tarea universitaria radical.
Eso tiene que ser, antes y ms que ninguna otra cosa, la Universidad.
En otros trminos, dir Milln Puelles (1976) que la Universidad debe conjugar el progreso en
los aspectos materiales de la vida con la defensa de los eternos valores del espritu.
Varios de sus apartados tienen una marcada relacin sobre la Responsabilidad Social de la
Educacin Superior en Amrica Latina y el Caribe; especialmente, el literal D, que se cita a
continuacin: D. Valores sociales y humanos de la Educacin Superior:
1. Es preciso hacer cambios profundos en las formas de acceder, construir, producir, transmitir, distribuir
y utilizar el conocimiento.
55
Mara Eugenia Pizzul
Como ha sido planteado por la UNESCO en otras oportunidades, las Universidades tienen la
responsabilidad de llevar a cabo la revolucin del pensamiento, pues sta es fundamental para
acompaar el resto de las transformaciones.
2. Reivindicamos el carcter humanista de la Educacin Superior en funcin del cual ella debe estar
orientada a la formacin integral de personas, ciudadanos y profesionales, capaces de abordar con
responsabilidad tica, social y ambiental los mltiples retos implicados en el desarrollo endgeno y la
integracin de nuestros pases, y participar activa, crtica y constructivamente en la sociedad.
stos forman parte de los compromisos vitales de la Educacin Superior y han de expresarse en todos
los programas de formacin, as como en las prioridades de investigacin, extensin y cooperacin
interinstitucional.
Como puede deducirse, es una postura de la educacin superior que deja de ser auto-referenciada para
36
mirarse desde el prisma de la sociedad a la cual se debe.
Por tal motivo, la Universidad no puede sentirse satisfecha con preparar buenos
profesionales, socialmente responsables, sino que ha de contribuir al ms pleno desarrollo de la
persona, es decir, que los alumnos adquieran plena conciencia de lo que significa ser hombres o
mujeres capaces de entender rectamente y amar la verdad en consecuencia.
36
Zarur Miranda, X. (2008). La reflexin sobre la responsabilidad social universitaria SRU- y su sentido para la
Educacin Superior en la Sociedad latinoamericana y caribea. Revista Educacin y Sociedad UNESCO-
IESALC, 13 (2), 13-14.
56
Mara Eugenia Pizzul
Pero tarea fundamental del maestro es respetar tanto al alumno como para creer que tiene el
derecho de alcanzar con su inteligencia y voluntad la herencia de la creacin humana. Por ello,
deber ensear pero, fundamentalmente, ensear la necesidad de una ciencia y no la ciencia cuya
necesidad sea imposible hacer sentir al alumno. Se trata de hacer sentir la necesidad de la verdad
que busca y anhela toda inteligencia humana. Ms que decir la verdad, se trata de de-velarla, quitarle
el velo, de tal manera que site al alumno a que la descubra y la ame como bien.
Por eso, con justa razn, afirma Rosovsky, Decano de la Facultad de Artes y Ciencias de
Harvard (1973-1984), que la enseanza y la investigacin, consideradas como los principales
objetivos de la educacin superior, estn en manos de los profesores, dado que sin ellos es difcil
pensar la existencia de la universidad. Los estudiantes conforman otro grupo que reclama derechos
de propiedad; con frecuencia afirman que son la raison dtre (razn de ser) de una universidad. Una
universidad es una institucin educativa y sin estudiantes la erudicin, o mejor dicho, la
37
contemplacin de la verdad se marchitara.
Derisi (1979) dir que para la consecucin de los fines de la Universidad son indispensables
los profesores, mejor dicho, los maestros, puesto que ellos son capaces de buscar, encontrar la
verdad y transmitrsela a los otros y, sobre todo, son capaces de crear los hbitos de investigacin,
estudio y fidelidad a la verdad.
Respecto de los profesores-maestros, hay que considerar, por un lado, que la seleccin de
los mismos debe ser cuidadosa, atendiendo no slo a sus dotes intelectuales de investigacin y
docencia, sino a sus condiciones de vida humana y cristiana. Esto se debe a que los alumnos ven en
ellos el ideal de vida intelectual cientfica, realizada en una vida integralmente ejemplar. 38
Por otro lado, la docencia de las disciplinas principales, que hacen a la esencia de una
carrera cientfica o profesional, es fundamental que la efecten dichos profesores o auxiliares en la
docencia bajo su direccin; pues slo ellos conocen el modo indagativo y de descubrimiento de la
verdad en las mismas, as como la orientacin general del estudio y la enseanza.
37
Cf. Rosovsky, H. (2010). La Universidad. (1 ed.) Buenos Aires: Universidad de Palermo UP, 21.
38
Cf. Rhodes, F. H. T. (2009). La creacin del futuro: la funcin de la universidad norteamericana (1 ed.) Buenos
Aires: Universidad de Palermo UP, 93-122.
57
Mara Eugenia Pizzul
No hay, en efecto, ms que una cultura: la humana, la del hombre y para el hombre. Y la
Iglesia experta en humanidad, segn expresin de mi predecesor Pablo VI hablando a la ONU,
investiga, gracias a sus Universidades Catlicas y a su patrimonio humanstico y cientfico, los
misterios del hombre y del mundo explicndolos a la luz de la Revelacin (ECE 3).
En efecto, bajo el influjo indirecto de la Revelacin cristiana, la Filosofa logra el clima para su
constitucin y desarrollo segn las exigencias de la verdad.
En cuanto catlica, la Universidad ordena todos los estudios, desde la sabidura filosfica
hacia la teolgica, que alcanza la medida justa, el canon en la Verdad revelada, confirindole su
preciso alcance y significacin suprema. Sin esta visin e integracin en la Teologa de todo el
conocimiento cientfico, enseado, investigado en todas las disciplinas y ofrecido a la comunidad, la
Universidad no es Catlica en el sentido estricto del trmino.
58
Mara Eugenia Pizzul
Las caractersticas esenciales que toda Universidad ha de poseer en tanto catlica son:
El docente universitario busca con esfuerzo reunir, conforme la jerarqua de verdades, los
conocimientos de las diversas disciplinas en una sntesis nica y armoniosa. Siendo uno el designio
de Dios y nica la realidad de la creacin, aunque mltiples y diversos sus mbitos; y siendo una la
inteligencia del hombre, que aprende todos los conocimientos, tambin deben ser conducidos a la
unidad. Por eso, es preciso promover tal sntesis del saber, solamente en la cual se saciar aquella
sed de verdad que est inscrita en lo ms profundo del corazn humano (ECE 16).
59
Mara Eugenia Pizzul
humanidad si conserva "el sentido de la trascendencia del hombre sobre el mundo y de Dios sobre el
hombre" (Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias, 10 de noviembre de 1979, n 4). 39
La integracin del saber hecha por el profesor en la Universidad Catlica debe buscar que su
ciencia sea un captulo en el designio trinitario, centrado en Cristo que comprende todas las cosas y
la historia; por lo tanto, tambin la ciencia.
Sin embargo, somos concientes de que el dilogo entre los profesores de diversas disciplinas
para esta integracin de los saberes no es fcil por diversos motivos, a saber: la diversidad de
mtodos, el lenguaje que no siempre es comprendido por las partes implicadas, la mentalidad creada
por cada disciplina.
Pero una dificultad mayor es la diversa concepcin del hombre y del mundo que tienen los
profesores y las Universidades por las diversas culturas. Con todo, siempre hay algo en comn desde
donde puede iniciarse con verdad el dilogo entre los profesores de diversas culturas, puesto que el
humanismo o cultura es siempre cultura humana, del hombre y para el hombre que somos nosotros
mismos como lugar de encuentro.
Ya Pablo VI nos deca, en su primera Carta Encclica, todo lo que es humano nos
pertenece. Tenemos en comn con toda la humanidad la naturaleza, es decir, la vida con todos sus
dones, con todos sus problemas. Estamos prontos a compartir esta primera universalidad, a aceptar
las exigencias profundas de sus fundamentales necesidades, a aplaudir las afirmaciones nuevas y, a
veces, sublimes de su genio. Y tenemos verdades morales, vitales que hay que poner de relieve y
que hay que corroborar en la conciencia humana, para todos beneficiosas. Donde quiera que el
hombre busque comprenderse a s mismo y al mundo, podemos nosotros unirnos a l Si existe en
el hombre un alma naturalmente cristiana, queremos honrarla con nuestra estima y nuestro dilogo
(Ecclesiam Suam 91). De la misma manera, Juan Pablo II en el Discurso a la UNESCO antes
mencionado en el n 9:
deseo rendir el ms profundo y sincero homenaje a todas las culturas del conjunto de la familia
humana, desde las ms antiguas a las que nos son contemporneas. Teniendo presentes todas las
culturas, quiero decir en voz alta aqu, en Pars, en la sede de la UNESCO, con respeto y admiracin:
"He aqu al hombre!". Quiero proclamar mi admiracin ante la riqueza creadora del espritu humano,
ante sus esfuerzos incesantes por conocer y afirmar la identidad del hombre: de este hombre que est
siempre presente en todas las formas particulares de la cultura.
Lo referido anteriormente resalta la verdad y bondad de toda cultura secular. Por ello, la
Universidad Catlica es el lugar privilegiado para entablar un autntico dilogo con las culturas, con
lo cual es preciso que los docentes universitarios lo realicen desde la propia sntesis. As lo exhortaba
el Papa Juan Pablo II:
esfurcense por mejorar cada vez ms su propia competencia y por encuadrar el contenido, los
objetivos, los mtodos y los resultados de la investigacin de cada una de las disciplinas en el contexto
de una coherente visin del mundo. Los docentes universitarios estn llamados a ser testigos y
educadores de una autntica vida cristiana, que manifieste la lograda integracin entre fe y cultura,
entre competencia profesional y sabidura cristiana. Todos los docentes debern estar animados por los
ideales acadmicos y por los principios de una vida autnticamente humana (ECE 22).
39
Juan Pablo II. (1980, 2 de junio). Discurso a la UNESCO, n 22. Recuperado de: http://www.vatican.va/ holy_
father/john_paul_ii/speeches/1980/june/documents/hf_jpii_spe_19800602_unesco_sp.html
60
Mara Eugenia Pizzul
Esta sabidura alcanzada en la integracin de los saberes es posible gracias a la fe, virtud
que asume y eleva la inteligencia natural del hombre. Slo mediante la fe, el hombre es capaz de
conocer el misterio de Dios y de la Creacin como Dios lo conoce. Por ello, es importante promover el
dilogo entre ciencia y fe en la bsqueda y vida de la nica verdad. Por ende, aunque conservando
cada disciplina acadmica su propia identidad y sus propios mtodos, este dilogo pone en evidencia
que la investigacin metdica en todos los campos del saber, si se realiza de una forma
autnticamente cientfica y conforme a las leyes morales, nunca ser en realidad contraria a la fe,
porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en el mismo Dios (GS 36). La vital
interaccin de los dos niveles de conocimiento de la nica verdad conduce a un amor mayor de la
verdad misma y contribuye a una mejor comprensin de la vida humana y del fin de la Creacin
(ECE 17).
c) La preocupacin tica
La verdad que resplandece nos ensea el camino del bien y de la libertad. Por eso, la
Universidad Catlica, cuya razn de ser es la bsqueda amorosa de la Verdad, necesariamente se
convierte en bsqueda del bien y de la libertad. Asimismo, la Universidad supone la tica en la
investigacin, pues requiere de la pasin por la verdad, esfuerzo, objetividad, despojo de opiniones
personales que puedan ser muy valoradas, gozo y agradecimiento por la verdad descubierta; tica en
la enseanza que se traduce en el afecto y compromiso con los alumnos, profundidad, claridad y
conviccin en la exposicin, contenido verdadero y actualizado, paciencia para que los alumnos
asimilen la verdad; y tica en el servicio a la sociedad, en la comunicacin desinteresada de los
descubrimientos alcanzados y los aprendizajes efectuados.
nuestra poca tiene necesidad urgente de esta forma de servicio desinteresado que es el proclamar el
sentido de la verdad, valor fundamental sin el cual desaparecen la libertad, la justicia y la dignidad del
hombre (ECE 4).
No hay duda de que el hecho cultural primero y fundamental es el hombre espiritualmente maduro, es
decir, el hombre plenamente educado, el hombre capaz de educarse por s mismo y de educar a los
otros. No hay duda tampoco de que la dimensin primera y fundamental de la cultura es la sana
moralidad: la cultura moral.
d) Perspectiva teolgica
La teologa posee una funcin fundamental en la bsqueda sinttica del saber, como
asimismo en el dilogo entre fe y razn. De manera singular, colabora con todas las disciplinas en la
bsqueda de significado, no slo ayudndoles a examinar de qu modo sus descubrimientos influyen
sobre las personas y la sociedad, sino dndoles una perspectiva y una orientacin que no estn en
sus metodologas. Esta interdisciplinariedad enriquece a la teologa porque le otorga una mejor
comprensin del mundo de hoy y hace que la investigacin teolgica se adapte mejor a las
exigencias actuales (Cf. ECE 19-20).
Para llevar a cabo su servicio a la Iglesia, sus actividades de investigacin incluirn el estudio
de los graves problemas contemporneos como la dignidad de la vida humana, la promocin de la
justicia para todos, la calidad de vida personal y familiar, la proteccin de la naturaleza, la bsqueda
de la paz y de la estabilidad poltica, una distribucin ms equitativa de los recursos del mundo y un
61
Mara Eugenia Pizzul
nuevo ordenamiento econmico y poltico que sirva mejor a la comunidad humana a nivel nacional e
internacional (ECE 32).
62
Mara Eugenia Pizzul
Esta propuesta humilde de orden, es decir, de organizacin jerrquica del saber 40 hacia el
Canon, se enmarca en la gran bsqueda de crear la cultura universitaria, tarea tan maravillosa y
trascendente a la vez para la gloria de Dios. 41
Ahora bien, afirmando la teora de los trascendentales del ser, unidad y verdad se convierten
con l. Es decir, donde se encuentra el ser, hay verdad y unidad. 42 La verdad comienza con
identificarse con el ser de las cosas puesto que el ser mismo las constituye y les da realidad. Una
cosa es una y verdadera por ser lo que es.
La verdad, en tanto ser o perfeccin de las cosas, se identifica con la bondad y belleza, dado
que el ser de las cosas en la medida de su perfeccin es apetecible o buena, capaz de actuar el ser
propio o ajeno, y es hermosa o capaz de causar el placer espiritual con su sola aprehensin.
Ser, Verdad, Bondad y Belleza son lo mismo y en Dios esta identidad se realiza plenamente
en el Acto o Perfeccin pura que es por identidad real perfecta Acto de Ser o Existir, Acto de Pensar y
Acto de verdad pensada, Acto de Amor y Acto de Bondad amada y Acto de contemplacin y Belleza
contemplada y gozada.
40
Cf. Vega, R. I. (2009). La gestin de la universidad: planificacin, estructuracin y control (1 ed.) Buenos
Aires: Biblos, 44.
41
Cf. Mons. Karlic, E. Primer Encuentro Nacional de docentes universitarios catlicos. Palabras de apertura del
encuentro, 13/9/1996. Recuperado de: http://www.enduc.org.ar/index.php
42
Cf. Medina, H. G. (2004). Integracin de los saberes en la Universidad FASTA. Mar del Plata: UFASTA, 8.
63
Mara Eugenia Pizzul
Por ende, todo proviene de Dios impregnando las huellas de su Ser en Bondad, Verdad y
Belleza; las cosas son y existen en tanto verdaderas y unas y, en efecto, inteligibles; y, adems, son
buenas y bellas en la medida exacta del ser con el que se identifican.
Esta notoria unidad metafsica del ser uno, verdadero, bueno y bello se traduce en el
conocimiento humano como unidad del proceso intelectivo. Como nos dice el Dr. Caponetto (2000),
en el origen de todo conocimiento existe una actitud inicial del intelecto que toma posesin de la
realidad a partir de la cual la razn establece un orden cuatripartito en el que se contiene, de manera
arquitectnica, la totalidad de los saberes, de la realidad.
La razn establece con la realidad cognoscible una relacin de orden que se abre en un
abanico de posibilidades. A su vez, la multiplicidad de saberes contenida en el cudruple orden dice
relacin directa con la unidad del espritu humano.
Como dice el Filsofo en el principio de la Metafsica, es propio del sabio el ordenar. La razn de esto
es porque la sabidura es la ms alta perfeccin de la razn de la cual lo propio es que conozca el
orden. Porque aunque las potencias sensitivas conocen algunas cosas en absoluto, sin embargo
conocer el orden de una cosa respecto de otra corresponde solamente al intelecto o razn. Ahora bien,
en las cosas se encuentran un doble orden. Uno, el de las partes de un todo o de una multitud entre s,
como las partes de una casa se ordenan recprocamente. Otro es el orden de las cosas respecto del fin.
Y este orden es ms principal que el primero. En efecto, como dice el Filsofo en el libro XI de la
Metafsica, el orden de las partes de un ejrcito entre s existe en razn del orden de todo el ejrcito
respecto del jefe. Y el orden se compara a la razn de cuatro modos. Pues hay un cierto orden que la
razn no hace sino tan slo considera, como es el orden de las cosas naturales. Hay otro orden que la
razn considerando hace en su acto propio, por ejemplo cuando ordena sus conceptos entre s y los
signos de los conceptos que son las voces significativas. El tercero es el orden que la razn
considerando hace en las operaciones de la voluntad. Y el cuarto es el orden que la razn considerando
hace en las cosas exteriores de la cuales ella misma es la causa, como en un arca o en una casa.
Y porque la consideracin de la razn se perfecciona por el hbito de la ciencia, segn estos diversos
rdenes que la razn propiamente considera, hay diversas ciencias. Pues a la filosofa natural
corresponde considerar el orden de las cosas que la razn humana considera pero no hace, de tal modo
que bajo la filosofa natural comprendamos, tambin, a la matemtica y a la metafsica. El orden que la
razn, considerando, hace en su propio acto, corresponde a la filosofa racional a la cual pertenece
considerar el orden de las partes de las oraciones entre s y el orden de los principios respecto a las
conclusiones. El orden de las acciones voluntarias corresponde a la consideracin de la filosofa moral.
Y el orden al que la razn, considerando, hace en las cosas exteriores constituidas por la razn humana
pertenece a las artes mecnicas. As, en consecuencia, lo propio de la filosofa moral, acerca de la cual
se trata en el presente estudio, es considerar las operaciones humanas segn que estn ordenadas
43
entre s y con respecto al fin.
Citamos este texto en el cual de manera magnfica Santo Toms presenta la arquitectura de
la ciencia, la accin rectora de la sabidura en este es propio del sabio el ordenar y la referencia a la
razn que descubre, crea y rene la ordenada multiplicidad de lo conocido.
Santo Toms presenta la unidad en la multiplicidad del saber, que se funda en una razn
abierta al universo que preexiste a ella y al cual ella se ordena. Aqu ya nos va mostrando el Aquinate
el canon de la razn humana: la verdad y la Veritas prima que comprende toda verdad. De tal manera
que todas las ciencias especulativas, como las ciencias prcticas, las morales como las artsticas y
tcnicas, adquieren su significado y su lugar propio en la sinfona de los saberes.
43
Toms de Aquino. In Ethicorum. I, 1, 1, 2.
64
Mara Eugenia Pizzul
Ya Benedicto XVI, reunido con los profesores universitarios en el ao 2007, les propona para
este nuevo humanismo o formacin humanista en la Universidad un ensanchamiento de nuestra
comprensin de la racionalidad. As, afirmaba:
Una correcta comprensin de los desafos planteados por la cultura contempornea, y la formulacin de
respuestas significativas a esos desafos, debe adoptar un enfoque crtico de los intentos estrechos y
fundamentalmente irracionales de limitar el alcance de la razn. El concepto de razn, en cambio, tiene
que ensancharse para ser capaz de explorar y abarcar los aspectos de la realidad que van ms all de
lo puramente emprico. Esto permitir un enfoque ms fecundo y complementario de la relacin entre fe
y razn. El nacimiento de las universidades europeas fue fomentado por la conviccin de que la fe y la
razn estn destinadas a cooperar en la bsqueda de la verdad, respetando cada una la naturaleza y la
legtima autonoma de la otra, pero trabajando juntas de forma armoniosa y creativa al servicio de la
44
realizacin de la persona humana en la verdad y en el amor.
Aqu se trata de revalorizar, por un lado, la razn, lo que exige develar y restaurar en la
conciencia personal y en la reflexin de los saberes, los distintos niveles de racionalidad. Reivindicar,
ante todo, el alcance autnticamente metafsico de pasar del fenmeno al fundamento, de trascender
lo emprico para llegar a una verdad absoluta, ltima, aunque de manera imperfecta y analgica. Por
otro lado, reivindicar que la fe es conocimiento.
El gran desafo es asumir los nuevos signos de los tiempos que abren la posibilidad de ir ms
all de la razn secular para replantear su relacin con la fe y la religin cristianas. Un ejemplo, en
este sentido, lo da el Papa en la Carta Encclica Deus caritas est cuando trata la relacin entre la fe y
la racionalidad poltica:
En este punto, poltica y fe se encuentran. Sin duda la naturaleza especfica de la fe es la relacin con el
Dios vivo, un encuentro que nos abre nuevos horizontes mucho ms all del mbito propio de la razn.
Pero, al mismo tiempo, es una fuerza purificadora para la razn misma. Al partir de la perspectiva de
Dios, la libera de su ceguera y la ayuda as i a ser mejor ella misma. La fe permite a la razn
desempear del mejor modo su cometido y ver ms claramente lo que le es propio. En este punto se
sita la doctrina social catlica: no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco
quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento.
Desea simplemente contribuir a la purificacin de la razn y aportar su propia ayuda par que lo que es
justo, aqu y ahora, puede ser reconocido y despus puesto tambin en prctica. (28 a).
44
Cf. Benedicto XVI. (2007, 23 de junio). Discurso del Papa a los participantes en el encuentro europeo de
profesores universitarios Un nuevo humanismo para Europa. El papel de las Universidades. Librera Editrice
Vaticana. Recuperado de: http://www.vatican.va/ holy_father /benedict_xvi/ speeches/ 2007/ june/documents/
hf_ben-xvi_spe_20070623_european-univ_sp.html
65
Mara Eugenia Pizzul
Esta doble verdad aprisiona al espritu humano que contrasta con la verdad que tiene por
inmediata experiencia de su unidad sustancial.
Por las razones antes presentadas, la persona humana reclama la unidad jerarquizada de los
saberes que le proporciona la formacin humanista (filosofa y teologa presentadas en una historia)
para conducirse mejor en toda su vida y abrazar as su fin. La verdad, que surge de tal jerarquizacin
del saber, es el canon, la norma de la inteligencia humana y aquella que orienta y es expresin del
Canon, la Norma, la Verdad que es Cristo, de-velada por la inteligencia y amada por la voluntad libre
como Bien Absoluto con el auxilio de la gracia.
Al referirnos a la conveniencia de dicha jerarquizacin del saber lo hemos realizado por una
doble causa, recproca entre s, cada una en su orden. Por una parte, porque la persona humana es
una unidad,; por otra parte, y en relacin a la anterior, porque en el mismo acto de conocimiento la
persona humana puede llegar a la intimidad de su propia esencia. Por ende, es preciso recuperar el
conocimiento apasionado por la verdad, desde el difcil hbito de investigacin y de la reflexin, para
buscar siempre la profundizacin de su misterio y la riqueza de sus referencias al hombre.
Santo Toms refiere al respecto aduciendo que as como el bien tiene razn de apetecible de
igual modo lo verdadero se ordena al conocimiento. Ahora bien, cada cosa es cognoscible en la
misma medida en que tiene ser. Y por eso se dice en el libro III de De anima, que el alma es en cierto
modo todas las cosas segn el sentido y el intelecto. De este modo, as como el bien se convierte con
45
el ente, tambin la verdad.
En este texto, Santo Toms demuestra que la verdad y el ente se convierten recprocamente
como afirmbamos en el punto anterior. Lo llamativo es la interpolacin de la cita de Aristteles
haciendo referencia a que, por medio del sentido y del intelecto, el alma se hace todas las cosas.
Josef Pieper (1974) tributa la originalidad del santo al poner de manifiesto que todo el mundo se
ordena al hombre y el hombre al mundo; y el ser es cognoscible y el hombre es cognoscente. La
realidad es conocida en tanto verdadera pero, en el caso del hombre, la realidad no permanece
simplemente reflejada como especie en el alma, como representacin formal, sino que se dirige hacia
su interioridad en la que es recibida pero en la que, al mismo tiempo, produce una iluminacin en la
cual el alma se reconoce a s misma como espritu. Con esto queremos afirmar que cuando
conocemos, an cuando no entendamos plenamente, llegamos al centro de nuestro ser. Por ello,
Santo Toms dir en otro pasaje de la Suma de Teologa: el alma del hombre es en cierto modo
todas las cosas segn el sentido y el intelecto; y en lo que los seres dotados de conocimiento se
46
aproximan a la semejanza de Dios, en quien todas las cosas preexisten, como dice Dionisio.
45
Toms de Aquino. Summa Theologiae. I, 16, 3.
46
Toms de Aquino. Idem. I, 80, 1.
66
Mara Eugenia Pizzul
Aqu nos encontramos con un tema fundamental dado que en el acto de conocimiento la
persona humana se reconoce en su propia esencia espiritual y puede ver y tender al fundamento
ltimo de su ser en esta proximidad a la Divina Semejanza, por su altsima dignidad de ser creada a
imagen y semejanza de la Trinidad (Cf. Gn. 1, 26-27).
Sin embargo, no es suficiente que cada disciplina diga su palabra desde su mbito de
competencia, puesto que esto no salvaguarda de su ilegitimidad a las sinapsis epistemolgicas que
de hecho ocurren. Se vuelve imperativo decir una palabra unitaria porque las cuestiones planteadas
refieren a problemas que en su raz son una unidad.
Por otra parte, la jerarquizacin vertical hace referencia al saber integrado en la profundidad
del conocimiento, hacia su fin y canon. Aqu aparecen, desde las disciplinas que se han encontrado
horizontalmente, las preguntas que no pueden responder desde ellas mismas y que las abren a la
tica, a la filosofa, a la teologa en un desarrollo histrico. Pero tambin surgen las cuestiones sobre
la concepcin de la bsqueda de la verdad y/o la fe vivida. Por todo esto, se tratar esta perspectiva
vertical desde una mirada existencial, dando a entender que no se trata solamente de una
jerarquizacin e integracin intelectual, sino que incluye necesariamente todos los aspectos del
hombre real, en funcin de esta formacin humanista (humana-cristiana), valga la aclaracin
humana, del hombre y para el hombre.
67
Mara Eugenia Pizzul
anhelo de verdad, con la curiosidad y estupor sin confines que le suscitan las maravillas de la
creacin. 47
Por dicho motivo, esta pastoral o apostolado de la inteligencia es referido por Benedicto XVI
como caridad intelectual en varios de sus discursos a los universitarios, en particular, y educadores,
en general. As se refera en el ao 2008, en Washington DC, en su visita a los educadores catlicos
y a la ONU:
lo urgente que es lo que podramos llamar caridad intelectual. Este aspecto de la caridad invita al
educador a reconocer que la profunda responsabilidad de llevar a los jvenes a la verdad no es ms
que un acto de amor. De hecho, la dignidad de la educacin reside en la promocin de la verdadera
perfeccin y la alegra de los que han de ser formados. En la prctica, la caridad intelectual defiende la
unidad esencial del conocimiento frente a la fragmentacin que surge cuando la razn se aparta de la
bsqueda de la verdad. Esto lleva a los jvenes a la profunda satisfaccin de ejercer la libertad respecto
a la verdad, y esto impulsa a formular la relacin entre la fe y los diversos aspectos de la vida familiar y
civil. Una vez que se ha despertado la pasin por la plenitud y unidad de la verdad, los jvenes estarn
seguramente contentos de descubrir que la cuestin sobre lo que pueden conocer les abre a la gran
aventura de lo que deben hacer. Entonces experimentarn en quin y en qu es posible esperar y se
48
animarn a ofrecer su contribucin a la sociedad de un modo que genere esperanza para los otros.
Este discurso del Papa nos muestra que el hombre puede elegir porque conoce, puede
hacerse seor de s y marchar a su destino slo porque sabe para qu existe.
En igual sentido, y ampliado a los fines de la Universidad, dir Benedicto XVI sobre la caridad
intelectual:
El conocimiento no puede limitarse nunca al mbito puramente intelectual; tambin incluye una
renovada habilidad para ver las cosas sin prejuicios e ideas preconcebidas, y para poder "asombrarnos"
tambin nosotros ante la realidad, cuya verdad puede descubrirse uniendo comprensin y amorEn
Europa, como en todas partes, la sociedad necesita con urgencia el servicio a la sabidura que la
comunidad universitaria proporciona. Este servicio se extiende tambin a los aspectos prcticos de
orientar la investigacin y la actividad a la promocin de la dignidad humana y a la ardua tarea de
construir la civilizacin del amor. Los profesores universitarios, en particular, estn llamados a encarnar
la virtud de la caridad intelectual, redescubriendo su vocacin primordial a formar a las generaciones
49
futuras, no slo con la enseanza, sino tambin con el testimonio proftico de su vida.
Por el contrario, la crisis de la inteligencia (FR 84) es una enfermedad profunda que impide
sanear una cultura universitaria tan herida como lo mencionamos en el captulo I. Cuando la crisis
llega a la inteligencia, entonces se descree de ella; el hombre queda cegado frente a la realidad y
paralizado frente al bien, queda clausurado en su pequeez, sin relacin con la verdad honda de las
creaturas y de Dios que acaba de revelar su ser y su destino.
El hombre que quiere vivir la verdad de su ser debe buscar la luz del saber.
47
Cf. Reproduccin por escrito de la teleconferencia registrada en ocasin del XXI Simposio Cultura y Fe:
Misin y Perdn: un encuentro, una experiencia entre catlicos universitarios de la Fundacin Arch, Roma,
Buenos Aires, Rosario y Salta el 07/9/00.
48
Benedicto XVI. (2008, 17 de abril). Discurso del Santo Padre a los educadores catlicos durante su viaje
apostlico a los Estados Unidos de Amrica y visita a la Sede de la ONU. Libreria Editrice Vaticana. Recuperado
de: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2008/documents/hf_ben-xvi_hom_ 20080417_
washington-stadium_sp.html
49
Benedicto XVI. (2007, 23 de junio). Op. Cit. Recuperado de: http://www.vatican.va/ holy_father /benedict_x
vi/speeches/ 2007/ june/documents/hf_ben-xvi_spe_20070623_european-univ_sp.html
68
Mara Eugenia Pizzul
Ahora bien, nos preguntamos como Pilato Qu es la verdad? Benedicto XVI (2008) en el
discurso anteriormente citado dir: Verdad significa ms que conocimiento: conocer la verdad nos
lleva a descubrir el bien. La verdad se dirige al individuo en su totalidad, invitndonos a responder con
todo nuestro ser. Esta visin optimista est fundada en nuestra fe cristiana, ya que en esta fe se
ofrece la visin del Logos, la Razn creadora de Dios, que en la Encarnacin se ha revelado como
divinidad ella misma. Lejos de ser solamente una comunicacin de datos fcticos, informativa, la
verdad amante del Evangelio es creativa y capaz de cambiar la vida, es performativa (cf. Spe salvi,
2).
1. buscar el bien, la verdad y la belleza de las culturas del pasado, es decir, los valores
eternos y, en consecuencia, siempre actuales.
4. sustituir los conceptos desviados que en la historia del pensamiento ocuparon el lugar de
la verdad.
Si, como hemos mencionado anteriormente, esta jerarquizacin del saber la haremos a partir
de la afirmacin de la dignidad personal del hombre, es preciso especificar en qu consiste tal
realidad por las implicancias que de ella derivan en la formacin humanista sapiencial de la
Universidad. 51
50
Cf. Poupard, P. (1994). Buscar la verdad en la cultura contempornea. Roma: Ciudad Nueva, 41-44.
51
Cf. Fsbery, A. E. (2007). La integracin de los saberes: pautas para la reflexin Revista In Itinere. 4 (4), 13-
44.
69
Mara Eugenia Pizzul
Aludimos a un texto de O. Clement (1973, 46) en su obra Riflessioni sull uomo, citado por
el Padre Fsbery (2007): En el seno mismo de la Trinidad el Hijo aparece como el eterno Arquetipo
del hombre, como aquel hombre celeste del cual hablan los visionarios del Antiguo Testamento (Cfr.
Dan. 7, 13) que contemplan en El al modelo del hombre y as lo muestran como el Adn definitivo.
Desde esta perspectiva divino-humana en la cual Dios ha creado al hombre, el destino total de la
humanidad es cristolgica. A la luz de este misterio inefable, afirmamos que Cristo es el Canon-
medida del hombre.
La persona posee una implcita referencia a la dimensin sacral que ilumina su origen, marca
su destino y, por ende, afirma su constitutivo ontolgico, en el sentido ms concreto y existencial,
como proviniendo del Dios personal trinitario que ha querido, antes de la creacin del mundo, que el
hombre sea a su imagen y semejanza.52 Aqu se funda la dimensin dinmica y operativa de la
persona humana, caracterizada por la auto-trascendencia, fruto de su bsqueda hacia la plenitud y
perfeccin final.
52
Se puede profundizar en este concepto desplegado en una triple perfeccin en el hombre siguiendo
detenidamente a Toms de Aquino, I, 93, 4.
70
Mara Eugenia Pizzul
Este apartado lo presentaremos desde dos horizontes. Por un lado, seguiremos la carta
Encclica Fides et Ratio de Juan Pablo II desde una lectura explorativa53. Es decir, que, animados
por la lgica de la Encarnacin, trataremos de ver a travs o gracias a los principios aportados por
este documento magisterial. Por otro lado, la presencia de la filosofa en la Universidad.
La carta Encclica presenta tres actitudes propias del pensar filosfico, a saber:
Pasin: es la condicin que posibilita las dos actitudes anteriores pues, sin este movimiento
original y originante que es la pasin, el deseo o el amor crece en la persona humana el
miedo y la desconfianza. La leccin de la historia testimonia que ste es el camino a
seguir: es preciso no perder la pasin por la verdad ltima y el anhelo por su bsqueda, junto
con la audacia de descubrir nuevos rumbos (FR 56). Asimismo, una filosofa carente de la
cuestin sobre el sentido de la existencia incurrira en el grave peligro de degradar la razn a
funciones meramente instrumentales, sin ninguna autntica pasin por la bsqueda de la
verdad (FR 81b). Por ello, la sed de verdad est tan radicada en el corazn del hombre que
tener que prescindir de ella comprometera la existencia (FR 29 b). Esta pasin por la verdad
nos hace buscarlas sin reservas como lo hizo Santo Toms en su momento.
Las actitudes de audacia, confianza y pasin rescatadas por la encclica nos sitan en los
orgenes de la filosofa, es decir, la fuente de la que mana el impulso al filosofar, no en su comienzo
histrico (Jaspers, 1979). La filosofa, que tiene la gran responsabilidad de formar el pensamiento y
la cultura por medio de la llamada continua a la bsqueda de lo verdadero, debe recuperar con fuerza
su vocacin originaria (FR 6 c). Ahora bien, estas tres actitudes requieren un saber sistemtico, en
donde den sus frutos; por ende, deben encarnarse en el pensar. Cuando hablamos de este saber
sistemtico, no hacemos referencia a tal o cual escuela filosfica sino que aludimos al fruto del
pensar. En realidad todo sistema filosfico debe reconocer la prioridad del pensar filosfico, en el
53
Juan Pablo II. (1998). Carta Encclica Fides et Ratio, 21 b: La fuerza para continuar su camino hacia la verdad
le viene de la certeza de que Dios lo ha creado como un explorador, cuya misin es no dejar nada sin probar a
pesar del continuo chantaje de la duda.
71
Mara Eugenia Pizzul
cual tiene su origen y al cual debe servir de forma coherente (FR 4b). Este pensar se manifiesta en la
capacidad de interrogarse e interrogar propia de la filosofa, en sus formas existencial y ontolgica 54.
Las preguntas filosficas en su forma existencial son de dnde venimos?, quines somos?,
a dnde vamos? Son las preguntas por el origen (que pueden sistematizarse en una filosofa de la
naturaleza, en una metafsica), por el sentido y el fin (que pueden sistematizarse en una tica y en
una metafsica). Estas preguntas son propias de todo hombre y las podemos encontrar en las ms
diversas culturas, pues hacen a esta bsqueda de sentido y autoconocimiento. La exhortacin
concete a ti mismo estaba esculpida sobre el dintel del templo de Delfos, para testimoniar una
verdad fundamental que debe ser asumida como la regla mnima por todo hombre deseoso de
distinguirse, en medio de toda la creacin, calificndose como hombre precisamente en cuanto
conocedor de s mismo. Por lo dems, una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad
como en distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo las
preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana (FR 1b-c).
Estas preguntas tienen como centro a la persona humana, dado que ella manifiesta la sed de
sentido y la situacin de intemperie y desamparo al despertar al pensar. Por ende, no es extrao
que los medievales, a la pregunta de Pilato qu es la verdad?, respondieran es el hombre que
tienes delante. Este texto nos pone en sintona con la perspectiva cristolgica que luego haremos
mencin.
Pues bien, hasta el momento nos hemos referido a las preguntas circunscriptas al plano
humano y existencial; pero podran hacernos pensar en un giro antropolgico, a partir del cual, desde
el hombre, se explica todo lo real. Por ello, aqu surgen las preguntas que pertenecen a la filosofa en
su forma ontolgica qu es lo real? O, ya en trminos cristianos, la pregunta metafsica radical por
qu existe algo? (saber sistematizado en una metafsica y en una teologa filosfica) (FR 76 b).
Recapitulando, decimos que las primeras preguntas tienen como centro a la persona humana
y las segundas al ser. Sin embargo, si bien la encclica refiere al ser, no dice qu es y lanza mar
adentro a la filosofa a bucear en sus profundidades por esta pregunta esencial. Esta pregunta y su
respuesta es el canon de la inteligencia humana y ya no como amor, sino como sabidura
conduciendo al hombre a la Sabidura. Es decir, la Universitas es conducida por la filosofa desde el
canon-verdad al Canon-Verdad-Cristo por la pregunta filosfica sobre el ser.
Esta pregunta no es ingenua pues surge de la lectura dramtica que hace el hombre de la
realidad cuando percibe la nada bajo las formas de sufrimiento, de absurdo y de muerte en todas sus
formas. A primera vista, la existencia personal podra presentarse como radicalmente carente de
sentido. No es necesario recurrir a los filsofos del absurdo ni a las preguntas provocadoras que se
encuentran en el libro de Job para dudar del sentido de la vida. La experiencia diaria del sufrimiento,
propio y ajeno, la vista de tantos hechos que a la luz de la razn parecen inexplicables, son
suficientes para hacer ineludible una pregunta dramtica como la pregunta sobre el sentido (FR 26).
Asimismo y paradjicamente, el tema de la muerte puede llegar a ser para todo pensador una seria
llamada a buscar dentro de s mismo el sentido autntico de la propia existencia (FR 48).
En este estado de la cuestin quisiramos sealar el movimiento que parte de las preguntas
existenciales de todo hombre a las preguntas ontolgicas, es decir, pasamos de pensar la experiencia
a pensar el fundamento. Sin embargo, en las preguntas ontolgicas sobre el sentido de la vida un
silencio se produce en el filsofo frente al sufrimiento del inocente. Segn Mons. Ferrara (1999),
miembro de la Comisin Teolgica Internacional desde el ao 2004, el problema del dolor y de la
muerte es filosfico y no slo teolgico. Y cuando es un inocente el que sufre y muere el problema se
agudiza pero invita a una solucin.
Frente a esta experiencia, por una parte, la filosofa puede negarla, racionalizando la nada
bajo el concepto de necesidad, con lo cual bajo el peso de tanto saber, la razn se ha incursado
sobre s misma (FR 5 b). Cabe aqu la aclaracin de la actitud de la audacia que puede cobrar dos
54
Henrici, P. (1998, 11 de diciembre). La verdad y las verdades. Reflexiones sobre la carta encclica de Juan
Pablo II Fides et Ratio. LOsservatore Romano, 50, 18.
72
Mara Eugenia Pizzul
formas: una pagana (inmanente) y otra nihilista. En su forma pagana, se nos presenta el pensar de
Ssifo que, en su esforzada tarea, no tiene ms premio que el propio esfuerzo; el pensar de Narciso
que termina adorndose a s mismo, evitando todo bsqueda del Canon fuera de s y, por ltimo, el
pensar de Prometeo que muestra que lo propio de los dioses es humano, demasiado humano.
Pero, por otra parte, y esta es la propuesta de formacin humanista, la filosofa en su camino
humilde se abre a un pensar cristiano. As nos lo dice Juan Pablo II en la Encclica:
El Hijo de Dios crucificado es el acontecimiento histrico contra el cual se estrella todo intento de la
mente de construir sobre argumentaciones solamente humanas una justificacin suficiente del sentido
de la existencia El verdadero punto central, que desafa toda filosofa, es la muerte de Jesucristo en la
cruz. En este punto todo intento de reducir el plan salvador del Padre a pura lgica humana est
destinado al fracaso. Dnde est el sabio? Dnde el docto? Dnde el sofista de este mundo?
Acaso no entonteci Dios la sabidura del mundo? (1 Co 1, 20) se pregunta con nfasis el Apstol (FR
23b).
De esta manera, la formacin humanista que pone su acento en la filosofa como pensar
interrogante muestra esta necesidad de otros en la pregunta existencial (el maestro y el alumno; el
dilogo y la consiguiente jerarquizacin de saberes en las disciplinas, desde la investigacin y la
docencia como, as tambin, el servicio desinteresado a la comunidad por el bien) y de Otro en la
pregunta ontolgica (el Canon de Cristo ya en la teologa).
Qu es entonces lo racional? Morir por amor a otro, porque eso es lo que me lleva a la plenitud de la
entrega total sin retorno; o lo racional es amarme a m mismo y conservar mi vida como base de toda
ulterior autorrealizacin? Me parece que la razn llega as a una epoj: tiene que suspender todo juicio.
Al parecer la razn llega aqu a una tensin consigo misma; tal vez mejor es decir que llega a un silencio
consigo misma Esa epoj solo podra ser levantada si uno supiera que el amor de quien muere por el
amigo, llega a fructificar en vida nueva Porque si Cristo no resucit, su cruz no le ha servido ni a l, ni
a sus amigos, los hombres. Pero esto solo puede acontecer si hay un Dios que pueda resucitarlos.
Pareciera que, en el centro mismo de la contradiccin entre querer dar la vida y querer conservarla, en
que se encuentra nuestro amor, naciera, sin quererlo uno, la invocacin de que haya un Dios Al dejar
que su reflexin se orientara dentro del horizonte del misterio de la cruz, la razn filosfica, aun fuera del
contexto creyente, ha encontrado expresado en dicho misterio algo humano: el dinamismo del amor,
que impulsa a dar la vida por quien se ama; se ha encontrado a s misma en la frontera de s misma.
Arribada all, ha de decidir si es frontera en la que su discurrir concluye o bien que abre hacia un nuevo
espacio de luz.
a) La filosofa en la Universitas
A la luz de lo expuesto, a la filosofa le caben dos tareas expresadas en dos formas de amor
y que la constituyen en canon de la formacin humanista (humana y cristiana) en toda Universitas.
En primer lugar, la filosofa debe manifestar y expresar un amor a s misma el cual se realiza
en la bsqueda de su propia esencia, su interrogar vuelve sobre s. Este amor ha de animar su
racionalidad y lo que en tantas ocasiones seala la Encclica su nivel de argumentacin. En
consecuencia, su primera tarea es investigar racional y argumentativamente, es decir, dar razn de lo
que dice, de todo lo que en el quehacer filosfico se afirma muchas veces crdulamente.
En segundo lugar, la filosofa debe morir por otro y aqu est la tarea de enseanza y de
servicio a la comunidad. Como sierva de la verdad que ha encontrado en su propio quehacer el
amoroso pensar, como amante no puede quedar con sus logros. Por ello, nace la tragedia y se
muestra la pasin con que ha amado la verdad.
73
Mara Eugenia Pizzul
Es aqu donde se vuelve canon en la Universitas porque, perdindose como filosofa, surge
en todas las disciplinas haciendo que stas se cuestionen sobre su esencia. Se produce la tan
anhelada jerarquizacin del saber o la interdisciplinariedad vertical que hemos venido a llamar en el
presente trabajo. Sin embargo, la filosofa ser plenamente canon si promueve con sus actitudes de
audacia, confianza y pasin a que la Universitas (maestro y alumno) en los fines de investigacin,
enseanza y servicio a la comunidad se pregunte la pregunta seria, y acompae ese preguntar con
su pensar y su obrar .
Hasta aqu hemos presentado a la filosofa y a la tica que sta comporta y que, en la
propuesta de formacin humanista sapiencial, podran impartirse en toda Universidad en la actual
circunstancia, teniendo en cuenta que tanto Universidades de gestin estatal o varias de gestin
privada no dictan estas materias en sus carreras; y, peor an, en carreras humansticas, estas
materias son de ndole optativa.
Por lo dems, la pregunta grvida de sentido sobre la existencia se responde a la luz del
Canon que es Cristo. De esta manera, la filosofa debe ser ante todo camino, pues es una
permanente bsqueda del oriente, del horizonte en su preguntar; verdad, en tanto su preguntar se
adecua al ser de la realidad; y vida, en cuanto la vida es el ser para los vivientes como afirma Santo
Toms, es decir, al tratar como verdad al ser, se abre a aquello que es ms vivo, ms actual y, por
ende, da vida a los dems.
Dado que cada ciencia ayuda a la otra, optamos por hablar de la filosofa servidora de la
teologa y de la teologa servidora de la filosofa, pero, sobre todo, de ambas servidoras de la
sabidura y la verdad-canon (Galli, 1999). Al no llamarlas siervas, sino amigas, podemos decir que el
vnculo ntimo (FR 63) y la fecunda asociacin (FR 73) entre ambas debe hacer de la filosofa y la
teologa amigas que confan, colaboran y sirven a la verdad, al Canon Sapiencial, en la formacin
humanista. Por eso mismo Len XIII deca que el Doctor Anglico uni a ambas con el vnculo de
una amistad recproca (Encclica Aeterni Patris, 10).
Ahora bien, la teologa ha sido considerada en la tradicin clsica como sabidura. Esto nos
recuerda, por una parte, a Buenaventura que interpelando a los estudiantes les dice para que
estudian Teologa? (podramos ampliarlo a todo saber) Para ser santos. Por eso, dir en su
Breviloquium 1,1, 3; la teologa es sabidura perfecta, que comienza en la causa suprema en la que
termina el conocimiento filosfico Y en la teologa se halla el saber perfecto, la vida y la salvacin le
hombre. La teologa es sabidura que brota de la fe porque participa de la Sabidura revelada de
Dios, encarnada en el Canon de Cristo y saboreada en el Espritu.
Por otra parte, Santo Toms considera a la ciencia de la fe como impressio divinae scientiae
(ST I, 1, 2-3), otorgndole su doble carcter cientfico y mstico por ser comunin con la ciencia de
Dios. Dios es su sujeto (ST I, 1, 7), de tal manera que la teologa se basa en su revelacin, pues l
mismo participa de su sabidura y ciencia al hombre para que como su canon conozca lo revelado y lo
revelable empleando los instrumentos de la razn teolgica (Chenu, 1959). La teologa cultiva un
saber racional, teortico, fundamentado, reflexivo, discursivo, crtico, metdico y comunicativo. Sin
embargo, para Toms la sacra doctrina tambin es sabidura al ser una disciplina a nivel de
eminencia y con fuerza arquitectnica porque contempla la Causa ltima de la realidad, que es el
mismo Dios (ST I, 1, 6; II-II, 9, 2). Tal sabidura es eminente y, por ende, fundamental en la
jerarquizacin del saber. No podemos prescindir de ella. En efecto, participamos de la sabidura
cannica de dos modos: por instinto divino y por conocimiento humano. La segunda corresponde a
la sabidura teolgica, cuyo modo de juzgar pertenece a la doctrina en cuanto que se adquiere por el
estudio, si bien tomando siempre sus principios de la revelacin (ST I, 1, 6, ad 3).
74
Mara Eugenia Pizzul
Por consiguiente, mediante el estudio de la teologa se aspira a alcanzar dicha sabidura que
perfecciona el hbito intelectual correspondiente. Las virtudes intelectuales que se adquieren per
Studium et doctrinam son intellectus, scientia, sapientia (ST I-II, 57, 1).
La propuesta es presentar y vivir una teologa que, en tanto sabidura cannica, piense y
diga con conceptos la Sabidura de Dios en Cristo al hombre de hoy. Pero, por sobre todo, una
teologa, que siguiendo a la filosofa, conceda ese conocimiento amoroso o experiencia sabia por
cierta connaturalizad o unin con lo divino, que se realiza por la caridad (ST II-II, 5). El amor
apasionado y compasivo lleva a la comunin con el Canon Cristo, para conocer la anchura y la
longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo manifestado en la cruz que supera todo
conocimiento (Ef. 3, 17-19).
la sabidura, don del Espritu, difiere de la que es virtud intelectual adquirida. Pues sta se adquiere con
esfuerzo humano, y aqulla viene de arriba, como dice Santiago. De la misma manera difiere tambin
de la fe, porque la fe asiente a la verdad divina por s misma; pero el juicio conforme con la verdad
divina pertenece al don de la sabidura (ST II-II, 45, 1, ad 2 um; cf. II-II, 45, 2).
Por lo anteriormente dicho, cultivar el amor a la sabidura en todo saber en la Universidad es,
en su punto culminante, un abrirse a la sabidura del Espritu de Dios que ofrece como don a todo
creyente. El mismo Espritu que es Amor introduce a la Sabidura cannica y eterna, es esa potencia
interior que armoniza su corazn (de todo creyente) con el corazn de Cristo y los mueve a amar a
los hermanos como l los ha amado (DCE 19).
Ahora bien, no todos los alumnos y profesores de la Universidad son catlicos o viven su fe
bautismal. Sin embargo, toda la Universidad Catlica, como toda la Iglesia, debe ser una comunidad
de amor (DCE 19), una comunin en la que se practique la caridad da a da entre todos sus
miembros para convivir y aprender con alegra y paz. Se debe practicar la caridad desde la especfica
finalidad acadmica que forma esta comunidad de personas que cultivan en comn el amor al saber y
que aprenden en comunin la sabidura-canon de amar como Dios ama. Solo desde esta entrega de
amor y acto de justicia, se explica todo empeo de elevar el nivel acadmico y mejorar la tarea
pedaggica con las consecuentes exigencias en la Universidad.
Esta formacin humanista sapiencial expresa que toda la Universidad forma desde el
testimonio de la respuesta al amor de Dios, creciendo en ciencia y sabidura que norman la
inteligencia y la vida; comunicando mejor lo que se sabe y saborea y queriendo a cada uno como
miembro de la comunidad.
75
Mara Eugenia Pizzul
De esta manera, la Universitas centrada en la santidad del amor comunica el Amor de Dios a
travs del testimonio de la vida y la palabra en toda disciplina y, as, contribuye desde su misin
especfica a impulsar la revolucin del amor. En Colonia, el Papa Benedicto XVI plante -ante las
revoluciones del siglo XX que se realizaron slo en base a ideologas y fuerzas humanas, generando
la absolutizacin de lo relativo en los totalitarismos del nazismo y comunismo- que slo de Dios
proviene la verdadera revolucin, y el cambio decisivo del mundo y que aquella consiste en mirar a
Dios, que es la medida (diramos Canon) de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y
qu puede salvarnos sino el amor? 55
Encarna lo razonable
La persona acta siempre con referencia a la razn, tanto si intenta convencer razonando,
como si convence con su mero testimonio. En este segundo caso, con su forma de ser, est diciendo
implcitamente que es razonable vivir de esa manera. Esto es importante porque, en ltimo trmino,
estamos en la Universidad que es el mbito de la razn y la sabidura por antonomasia, porque
responde a una pregunta que se debe formular: si la universidad se dirige a la razn de la persona y
es un lugar donde se valora su razn cmo puede comunicar un profesor la razonabilidad de aquello
que conoce? La respuesta es clara: manifestndose a s mismo. No hay otra forma ms adecuada.
La manifestacin es la docencia, la comunicacin de conocimientos asumidos que revelan hasta la
expresin ms externa del profesor en relacin con sus alumnos. Cmo comunica un profesor la
razonabilidad de aquello que conoce? Encarnando su propia concepcin de la vida, su determinada
manera, descubierta sta al mirar la realidad que ha conocido y que contina conociendo.
Dona lo que ha reconocido y asumido con una metodologa y estructura cognoscitiva que
forma parte de l, que se ha hecho carne en l; luego, ha verificado su razonabilidad, es decir, su
adecuacin para transmitirlo como vlido y til para el conocimiento y la vida.
55
Benedicto XVI. (2005, 20 de agosto). Discurso en la Vigilia con los jvenes celebrada en la explanada de
Marienfeld Colonia. En La revolucin de Dios. A los jvenes en Colonia. Madrid: San Pablo, 76-77.
76
Mara Eugenia Pizzul
totalidad de sus factores. El profesor, la investigacin, la docencia, sern tanto ms profundas cuanto
ms se refieran a la totalidad de los factores de la realidad.
Con lo referido hasta el momento aludimos que el profesor de Fsica tiene que hablar de
arte, poltica, filosofa? No, sino que referimos a que cada profesor en su disciplina exprese y forme
desde una concepcin de la vida. En efecto, as forma humansticamente. De hecho, la seleccin de
los contenidos de conocimiento que considera ms importantes para transmitirlos a los alumnos
implica una concepcin de la vida que le hace ver que esto es ms importante que aquello.
De esta manera, ser profesor es el fruto de convertir el trabajo en una relacin apasionada
con lo que investiga y ensea y, a la vez, una relacin llena de estima y amor por aquellos a quienes
se ensea. Esto necesariamente dar lugar a una formacin integral, humana; es decir, si las
preguntas afectan a la totalidad de los factores de la realidad, las preguntas que asumir el alumno
sern las que afecten a la totalidad de los factores de la realidad.
Consideramos aqu lo que Fred Hoyle pensaba cuando, en una conferencia en la que el
presentador hizo notar que hay preguntas a las que no podemos dar respuestas, Hoyle le susurr al
fsico Philip Morrison que en ciencia no son tan importantes las respuestas como las preguntas. El
cientfico que plantea la pregunta adecuada explora una faceta o parcela nueva de lo desconocido y
puede, por ende, reconducirlo dentro de los lmites estrechos, pero en expansin, de lo conocido. La
56
historia reciente de la ciencia ofrece una leccin interesante sobre cmo plantear preguntas.
La capacidad de mirar a la realidad con el peso de una pregunta, de percibirla como una
promesa o una posibilidad de unidad y de significado puede considerarse una caracterstica distintiva
de lo humano y, en la Universidad, ha de cultivarse constantemente. Entonces, una responsabilidad
importante del profesor es sembrar ante todo inquietudes, no seguridades sino ms bien deseos de
saber ms y dar elementos para resolver las dudas.
Pero las dudas ha de resolverlas cada alumno. Cada alumno tiene que descubrir las
respuestas de lo superficial pero, por sobre todo, las respuestas de lo profundo, de su propia vida, de
su propia existencia, como hemos mostrado desde la filosofa hacia toda disciplina. Es realmente
temerario el profesor y las instituciones que hablan con excesiva seguridad, no como si se les hubiera
regalado la verdad, sino como si la verdad fuera suya, poco menos que propiedad o hallazgo propio.
56
Ferris, T (1983). The red limit: the search for the edge of the universe. En Bersanelli, M. & Gargantini, M.
(2006). Solo el asombro conoce: la aventura de la investigacin cientfica. (85-86) Madrid: Encuentro.
77
Mara Eugenia Pizzul
Siembra problemas
Ahora bien, para que la realidad valga la pena desentraarla tiene que haber una concepcin
reverencial ante ella. Es decir, slo en la medida en que se valora la realidad, lo que ella es, lo que
est en cada uno y lo que es ajeno a la persona humana, lo que est fuera de ella como algo que
merece la pena desentraar, tendr sentido lo expuesto. Y en qu medida puede valer la pena
desentraar la realidad? Vale la pena si tiene que ver con la propia vida. Qu tiene que ver lo que se
aprende en una clase de Fsica, Arquitectura, Electrotecnia, Diseo, con la propia vida? Tiene ntima
relacin con todo, no en el sentido en que dicha disciplinas resuelvan la vida, sino en el sentido de
que todo forma parte de una unidad que es lo que acontece y que es el saber. Por eso, la Universitas
tiene que mirar el misterio de la realidad de manera integral, como totalidad de lo que existe o de lo
que puede existir.
Constatamos en la historia que todos los grandes cientficos han sido grandes humanistas o,
por lo menos, humanistas. Por lo mismo, se trata de que en todas las disciplinas se capacite para el
abanico ms amplio de posibilidades, para ser solucionadores de los problemas ms diversos con
una consciencia ms plena de lo real, como ya se ha mencionado. Slo as estaremos en el camino
de una verdadera formacin humanista sapiencial universitaria.
Ahora bien, la Universitas que empieza las clases cada ao, cada cuatrimestre, cada materia
a estudiar, con este amor apasionado por la verdad que se ha mencionado, sin embargo, no tardan
en sentir que esa realidad acaban diluyndose o desintegrndose a corto plazo.
Por eso, cabe la pregunta para qu vale la pena estar cuatro, cinco o seis aos en la
Universidad? Por qu merece la pena pasar la mitad del da o ms dentro de la Universidad? Qu
tiene que ver una ecuacin o la materia de clculo (que genera tantos dolores de cabeza en los
ingenieros) con la vida? El tiempo invertido en estudio, en qu ayuda?
Las respuestas a estas preguntas son una invitacin y compromiso a redescubrir las razones
de ser universitario. Estas preguntas son, en primer trmino, de capital importancia para quienes
tienen la responsabilidad de formar en la Universidad.
78
Mara Eugenia Pizzul
c) Cultivo del espritu. Un hombre cultivado, culto, en quien las cosas no son superfluas sino
objeto de reflexin, que piensa, capaz de conversar sobre una amplia gama de temas de inters
humano y de plantear interrogantes profundos porque tiene el hbito de considerar con hondura la
realidad.
En cualquier carrera universitaria debe haber cultura, una invitacin constante a abrirse a toda
verdad y a las verdades ms profundas.
f) Amor desinteresado por la verdad. El universitario debe buscar con esfuerzo la verdad,
sabe que cualquier clase de conocimiento si es verdadero, es recompensa del trabajo experimental,
del estudio y de la reflexin que ha comportado.
g) Respeto a la opinin ajena. El espritu universitario mueve a respetar las opiniones (juicio
endeble del espritu) ajenas en tantos asuntos legtimamente discutibles, a querer conocer en qu se
fundan otras visiones o teoras expuestas que quiz, con suficiente base, hagan aconsejable o an
necesario modificar las propias y, en todo caso, a defender la libertad que tienen los dems para
pensar sobre un asunto de manera distinta de uno mismo. Lo universitario es intercambiar pareceres,
aportar razones en pro y en contra, estudiar los asuntos con serenidad, con sosiego, con el espritu
abierto a la realidad en su verdad para enriquecerse con el pensamiento ajeno que nos aporta una
nueva mirada.
79
Mara Eugenia Pizzul
Esta sensibilidad social hace entender al universitario que, en caso de conflicto, el bien
particular debe supeditarse al bien comn y le obliga a poner en ejercicio los derechos y deberes que
le asisten para participar en una configuracin de la sociedad ms adecuada. En otro trmino ms
institucional, es la responsabilidad social inherente a toda universidad.
Formarse en la Universidad es una vocacin y toda vocacin necesita una identidad y una
pertenencia a un lugar concreto. Sobre esto hay que trabajar, porque slo se puede lograr una
formacin unitaria y de madurez acadmica cuando se ama la vida y el lugar donde sta se
desenvuelve.
Vive en comunin
La universidad por su misma dinmica no puede reducirse a las clases que se puedan dar o
recibir, aunque sea un eje central, porque ella misma debe ofrecer una formacin amplia, plural y
diversificada. Los estudiantes universitarios no pueden reducir su actuacin universitaria nicamente
a pasar exmenes o a obtener buenas notas y, en el caso del profesor, dictar tal o cual materia. Por
el contrario, la formacin humanista sapiencial propende un abanico amplio de posibilidades. En
este sentido, la Universidad es por excelencia La Casa de la Sabidura y Casa y escuela de
Comunin, donde la formacin se genera por la convivencia, tal como hemos referido anteriormente.
Por eso, los pasillos, las reas comunes son lugares donde se hace y se forma en la Universitas, en
la comunidad, adems de las aulas, laboratorios y auditorios.
Este sentido de comunin que debe existir en una universidad, slo ser verdadero cuando
su horizonte ltimo sea la persona humana y el significado ltimo de las cosas, es decir, la verdad.
Puesto que me preguntaste, Juan carsimo en Cristo, de qu modo debes aplicarte para adquirir el
tesoro de la ciencia, este es el consejo que te doy:
80
Mara Eugenia Pizzul
1 que por los riachuelos y no de golpe al mar procures introducirte, ya que conviene ir a las cosas
difciles a travs de las ms fciles.
2 Por tanto, este es mi consejo y tu instruccin. S tardo para hablar e incorprate tarde a los
coloquios;
3 depura tu paciencia.
5 ama permanecer en tu celda, si quieres ser introducido donde est el vino aejo.
8 con nadie te muestres muy familiar, porque las familiaridades originan desprecios y suministran
materia para sustraerte al estudio;
15 y preocpate de guardar cuanto puedas en el cofre de la mente, como quien ansa llenar un
recipiente;
Siguiendo esas indicaciones, echars ramas y dars frutos tiles en la via del Seor Altsimo, mientras
vivas. Si sigues estos consejos, podrs alcanzar aquello a lo que aspiras.
57
Toms de Aquino
Como no poda ser de otra manera, entre estos consejos se encuentran algunos referidos al
mtodo de estudio, con algunas sugerencias interesantes: El 1 nos presenta el proceso de anlisis,
yendo de lo ms fcil a lo ms difcil; el 13 consiste en centrar toda la atencin en las lecturas o en
las clases. De aqu la recomendacin 12 de retener lo bueno que se ha escuchado, porque es al que
lo ha escuchado a quien le servir. El 14 no presenta mayor dificultad, dado que se trata
simplemente de aclarar las dudas. El 15 alude a memorizar y entender siempre lo ms que se pueda
la materia a estudiar. Por ltimo, la advertencia 16 consiste en no estudiar los temas que desbordan
la capacidad intelectual o el tiempo que podemos dedicarle a su estudio. Por ende, es un gran sabio
Toms, ordena.
Sin embargo, junto a este elenco de recomendaciones, Toms recuerda que quien quiere
estudiar no le es suficiente un mtodo adecuado, sino un plus que es el modo de vida coherente.
Por ello, tiene lugar la formacin humanista sapiencial que hemos venido a proponer,
humildemente apoyados en los grandes que en la historia han pensado y sabido de estos temas.
Toms presenta un programa de vida en los puntos 3, 6 y 11. En su aparente sencillez, nos
recuerda que la bsqueda de la verdad y, por tanto, el estudio, es una facultad que implica a todo el
hombre.
57
Lobato, A. & Martnez, J. A. (2001). Toms de Aquino, el santo, el maestro. Madrid: Edibesa.
81
Mara Eugenia Pizzul
Por tal motivo, consideramos pertinente que para ensear y vivir en el canon de Cristo es
necesario conocerlo. La formacin humanista (humana y cristina) implica que los miembros de la
comunidad universitaria, especialmente los directivos y docentes, estn impregnados de ella. 58
Considerando que no todos los profesores que trabajan en la Universidad conocen dicha formacin
humanista que es inherente a la misma y cualifica todo otro saber, es preciso y conveniente crear en
la institucin diversos mbitos en donde ella pueda gestarse, tomar forma en la comunidad,
encarnarse.
58
En esta perspectiva de la formacin humanista es interesante ver la importancia de la filosofa en la formacin
de los docentes universitarios. Cf. Martnez Real, C. N. (2007). La formacin filosfica bsica de los docentes
como condicin fundamental para alcanzar los fines supremos de la educacin. Revista In Itinere. 4 (4 ), 183-201
59
Presentamos una propuesta de curso de posgrado para profesores que estn trabajando en la Universidad
Catlica como destinatarios principales de la oferta, pero puede luego ampliarse a toda la Comunidad. Ver en el
Anexo I de esta investigacin.
60
Cf. Muscar, F. (2010). La educacin en la historia: de la sabidura a la incertidumbre (1 ed.) Buenos Aires:
Educa, 392.
82
Mara Eugenia Pizzul
Conclusiones
Hemos querido presentar las conclusiones desde la contemplacin del icono de la Trinidad de
Andr Rublv para que la Belleza contemplada nos permita recapitular lo analizado en este trabajo de
investigacin.
Por una parte, la belleza, en tanto esplendor de la Verdad, provoca asombro y, al hacerlo,
puede surgir el entusiasmo y amor por la apropiacin de la formacin humanista sapiencial, superar
las dificultades y tender hacia el Canon en la vivencia de la Universidad, en la alegra del trabajo y el
estudio con los otros da a da.
Por otra parte, siendo una clave de sntesis y, por ende, conclusiva muestra el Canon que es
Cristo, fin de toda formacin universitaria centrada en la persona humana.
Por ello, refera Juan Pablo (1999) en la carta a los artistas en el n 16:
Que la belleza. provoque asombroAnte la sacralidad de la vida y del ser humano, ante las
maravillas del universo, la nica actitud apropiada es el asombro. De esto, desde el asombro, podr
surgir el entusiasmoLos hombres de hoy y de maana tienen necesidad de este entusiasmo para
afrontar y superar los desafos cruciales que se avistan en el horizonte. Gracias a l la humanidad,
despus de cada momento de extravo, podr ponerse en pie y reanudar su camino. Precisamente en
este sentido se ha dicho, con profunda intuicin, que la belleza salvar al mundo. La belleza es clave
del misterio y llamada a lo trascendente. Es una invitacin a gustar la vida y soar el futuro. Por eso la
belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un
enamorado de la belleza como San Agustn ha sabido interpretar de manera inigualable: Tarde te am,
belleza tan antigua y tan nueva, tarde te am! Os deseo, artistas del mundo [profesor y directivo
universitario decimos], que vuestros mltiples caminos conduzcan todos hacia aquel ocano infinito de
belleza, en el que el asombro se convierte en admiracin, embriaguez, gozo indecible.
Si aplicamos estas palabras de los artistas a la formacin humanista como canon y fin de toda
Universidad, particularmente de la Catlica, descubrimos el horizonte sapiencial de la jerarquizacin
del saber, pues tambin ella, en cuanto belleza del saber, est llamada a provocar asombro y
entusiasmo en la misma Universidad y en la sociedad, ser signo del misterio y llamada a lo
trascendente, invitacin a gustar la vida y soar el futuro.
Pues bien, con esta justificacin de la perspectiva conclusiva asumida damos lugar, por un
lado, a una fundamentacin del icono, en general y, por otro lado, del icono seleccionado, en
particular. De esta manera, recuperamos los fundamentos antropolgicos, teolgicos y metafsicos de
la propuesta humanista sapiencial efectuada que busca superar la actual crisis del canon de las
Humanidades en la Universidad, respondiendo as a los objetivos planteados en esta investigacin.
61
Platn. (1962). El Banquete. En Platn. Dilogos. Buenos Aires: Espasa Calpe, 89 ss. Se trata de un dilogo
en el que el tema fundamental es el amor. El hombre posedo de amor, segn el discurso de Scrates que
recoge su discpulo en este dilogo, se siente atrado primero por un cuerpo hermoso y despus por todos los
cuerpos bellos. ste es el primer grado de amor. El segundo grado del amor consiste en el enamoramiento de
las almas bellas, de los sentimientos, de las acciones bellas, de las ciencias cuyo conocimiento inspira los
discursos ms bellos de la filosofa. Y por fin, el tercer grado es la ciencia de lo bello. Hombre afortunado aqul
a quien le es dado contemplar la ciencia de lo bello, escribe Platn, y prosigue en las palabras que expresa
Diotime, la extranjera de Mantinea: Si alguna cosa da valor a esta vida, es la contemplacin de la belleza
absoluta, 167.
83
Mara Eugenia Pizzul
vocacin de plenitud y por l el Padre lo ama desde el principio destinndolo a reproducir la imagen
de su Hijo (cf. Rm. 8, 29). Este es el fundamento ms elocuente de la posibilidad de plasmar sobre
una tela o un mosaico la imagen de Cristo y su vida, la vida de la Virgen y de los santos.
Por este motivo, Ros Leconte (1984) afirma que el icono no es una simple imagen o retrato,
representacin o pintura. Es y significa -en la espiritualidad oriental- una presencia de lo sagrado. Es
la imagen de lo invisible. Su funcin positiva es hacer presente la realidad extra-histrica, todo lo que
es prototipo de la realidad salvadora. Ms an, es la participacin real en lo sacro; la unin de lo
humano con lo divino. En una comprensin trinitaria del arte sacro, se entiende que el Padre crea al
hombre a imagen de la divinidad, siendo Cristo imagen, Canon o icono original y el Espritu Santo el
icongrafo interior que forma en el hombre la imagen de Cristo que est llamado a reproducir. 62
Ahora bien, el esplendor inherente a la verdad, tal como hemos sealado en la teora de los
trascendentales del ser, en el nivel ms pleno, es la Persona de Cristo. Por ello, l responde Yo soy
la Verdad (Cf. Jn.14, 6). Dada la ntima unidad de estos dos trascendentales en la realidad, podemos
afirmar que Cristo es la Belleza, de manera que toda belleza es una participacin de la misma: No
puede ni pude haber nada ms bello y ms perfecto que Cristo, exclama Dostoesvsky. Sin embargo,
la contemplacin puramente esttica de la belleza no es suficiente y exige una participacin activa y
una incorporacin a la belleza transformadora del Seor. Se trata de la Belleza trinitaria, la que
contemplamos en la figura, Canon del Verbo Encarnado porque quien me ha visto a m, ha visto al
Padre (Jn. 14, 9). Cristo es el Arquetipo de toda forma; por eso, en su contemplacin silenciosa
forma o informa todo lo que es informe, segn la feliz expresin del Pseudo-Dionisio.
62
Esta teologa est contemplada en todos los tratados sobre iconografa. Ver por ejemplo. Castellano, J. (1993).
Oracin ante los conos. Los misterios de Cristo en el ao litrgico. Barcelona: Centro de Pastoral Litrgica, 14-
16; Evdokimov, P. (1991). El arte del icono. Teologa de la belleza. Madrid: Publicaciones Claretianas, 7-14.
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Mara Eugenia Pizzul
63
El icono de la Trinidad de Andr Rublv
El primer plano es la reminiscencia del relato bblico de la visita de los tres peregrinos a
Abraham (Gen 18,1-5) El comentario litrgico lo descifra: bienaventurado Abraham, t los has visto,
has recibido a la Divinidad Una y Trina. La supresin de las figuras de Abraham y Sara invita a
penetrar ms profundamente y a pasar al segundo plano, el de la economa divina.
Los tres peregrinos celestes forman el consejo eterno y el paisaje cambia de significado: la
tienda de Abraham se convierte en el palacio-templo; la encina de Mambr, en el rbol de la vida; el
63
Evdokimov, P. (1991). Op. Cit., 245-259.
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Mara Eugenia Pizzul
cosmos, en una copa esquemtica de la naturaleza, signo ligero de su presencia. El ternero ofrecido
como alimento hace sitio a la copa eucarstica.
Los tres ngeles, ligeros y esbeltos, muestran cuerpos muy alargados; sus alas dan la
impresin de lo inmaterial y la ausencia de gravedad. La perspectiva invertida elimina la distancia, la
profundidad donde todo desaparece en la lejana y, mediante el efecto contrario, acerca las figuras,
muestra que Dios est ah y que est en todas partes.
Las tres personas estn conversando y el tema podra ser el texto de Juan: Dios ha amado al
mundo de tal manera que le ha dado a su Hijo nico (1 Jn. 4,9) Ahora bien, la Palabra de Dios
siempre es acto, toma la figura sacrificial de la copa, es la entrega del Amado.
El tercer plano intra-divino slo est sugerido; es trascendente e inaccesible. Dios es amor en
s, en su esencia trinitaria, el don de s que nunca es una falta, sino la expresin de la
superabundancia del amor, est representado por la copa; los ngeles estn agrupados alrededor del
alimento divino.
Los tres ngeles estn en reposo que es la paz suprema del ser en s; pero este reposo es
embriagador, es un autntico xtasis, la salida en s misma. El amor que es en s se da fuera de s
al mundo.
Personas trinitarias
Padre: El poder del amor del Padre se manifiesta en la mirada del ngel del centro. l es
amor y precisamente slo puede revelarse en la comunin y puede ser conocido como comunin.
Nadie viene al Padre sino por mi (Jn 14,6) es la ms conmovedora revelacin de la naturaleza
misma del amor. No se puede tener ningn conocimiento de Dios fuera de la comunin entre el
hombre y Dios y sta es siempre trinitaria e inicia en la comunin entre el Padre y el Hijo. Hace
comprender por qu el Padre no se revela nunca directamente. El icono muestra esta comunin cuya
morada viva es la copa.
Las lneas del lado derecho del ngel central se amplifican a medida que se acercan al ngel
de la izquierda. En el lenguaje simblico de las lneas, las curvas convexas designan siempre la
expresin, la palabra, el despliegue, la revelacin; por el contrario, las curvas cncavas significan
obediencia, atencin, abnegacin, receptividad. El Padre est vuelto hacia el Hijo. Le habla. El
movimiento que recorre su ser es el xtasis. Se expresa enteramente en el Hijo: El Padre est en mi.
Todo lo que el Padre tiene es mo.
Hijo (Canon): El Hijo escucha, las parbolas de su vestido muestran la atencin suprema, el
abandono de s. l tambin renuncia a s mismo para ser slo el Verbo de su Padre. Las palabras
que yo os digo, no las digo por m mismo; el Padre que habita en m es quien realiza sus propias
obras. Su mano derecha reproduce el gesto del Padre: la bendicin.
Cada persona tiene su signo indicado por los cetros que orientan la mirada hacia estos
emblemas. Detrs del Padre se encuentra el rbol de la vida, fuente. El cetro de Cristo seala la
casa, iglesia, cuerpo de Cristo. El Espritu se destaca en el trasfondo de las rocas escalinadas: la
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montaa, la cmara alta, el tabor, la elevacin, el xtasis, el aliento de los espacios y de las cumbres
profticas.
La comunidad trinitaria se dice verdadera, se da-dona buena y se muestra bella. Por ello, la
formacin humanista sapiencial, anclada en el Canon de Cristo desde la Trinidad, es verdadera,
buena y bella realizando los fines de la Universidad, lo cual implicar:
2. Que lo har el maestro con el alumno en su propia disciplina; el maestro de una y otra
disciplina, dentro de un mismo campo epistmico (interdisplinariedad horizontal), y del
maestro con otros maestros (interdisciplinariedad vertical). Con esto se podr superar
todo reduccionismo, toda mezquindad. Slo el amor puede abrirnos a dar lo mejor al otro
en la justa medida: en las clases, investigando, en el servicio a la comunidad concreta, en
la cual se encuentra inserta la Universidad, con un compromiso asumido por los
problemas sociales en el contexto de globalizacin que han de ser transformados; por
eso, primeramente pensados. Desde esta perspectiva de la caridad intelectual, centrados
en el Canon de Cristo, se puede superar la dificultad de una universidad de masas, no
porque dejen de estar presentes los alumnos, sino porque dejarn de ser un nmero,
para constituirse en persona para el profesor y dems autoridades, se reconstituye el
lazo originario entre profesor-alumno y se profundiza el vnculo desde el amor al saber. El
mismo amor permite elevar la mirada de la inteligencia por encima de todo criterio
pragmtico.
Esta formacin humanista sapiencial que recepciona la rica tradicin histrica (cap. II), que
mira su figura ideal forjada en el Medioevo cristiano (cap. III) para superar su actual crisis en la figura
esttica (cap. I), nos permite concluir, frente a la pregunta de investigacin que gui todo este trabajo,
que existe un alto grado de incidencia con la formacin acadmica y la vida del profesional de manera
que se constituye en canon-saber sapiencial para toda la comunidad universitaria, pues se encuentra
gravitada por la caridad como Canon de toda inteligencia y vida. La caridad impregna y transfigura
todo y a todos. Siempre hay que lanzarse ms all: lo exige la caridad en la verdad. Pero ir ms all
nunca significa prescindir de las conclusiones de la razn, ni contradecir sus resultados. No existe la
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Mara Eugenia Pizzul
inteligencia y despus el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor (CIV
30).
Finalizando este trabajo, podemos percibir, al volver nuestra mirada al icono, que una
poderosa llamada se desprende del mismo: Sed uno, como el Padre y yo somos uno (Cf. Jn. 17,
21).
La Universidad est llamada a reunirse alrededor de la misma y nica copa, a ascender hasta
el nivel del corazn divino y tomar parte en la comida mesinica.
En esta tensin hacia la Verdad que da sentido ltimo a la vida humana es que se ha de
formar sapiencialmente en todas las disciplinas en la actual Universidad, especialmente en la
Catlica.
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Mara Eugenia Pizzul
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Anexo I
Curso de posgrado sobre formacin humanista sapiencial
b) Perfil y alcance del ttulo: La principal meta de la carrera es formar a los egresados
(directivos y docentes que estn trabajando en la Universidad Catlica) para que sean capaces de:
alcanzar una formacin final de alta calidad acadmica, en cuanto a sus contenidos y a
sus mtodos, que le permitan la mxima idoneidad en materia filosfica-teolgica en un
dilogo con la cultura en la actual circunstancia histrica
e) Duracin de la cursada: 60 horas (15 encuentros, los sbados de 08.30 a 12.30 hs.).
f) Distribucin temtica
Clase Temtica
1 Hacia una conceptualizacin de la formacin humanista
2 Los sectores del humanismo y su jerarquizacin
3 Realizacin histrica de las llamadas pocas humanistas
4 Naturaleza y fin de la Universidad Catlica
5 La formacin humanista cristiana: fin esencial y canon de la Universidad Catlica
5 La formacin humanista centrada en la persona humana
6 La persona humana como cono de la Trinidad: fundamento de su dignidad
7 La persona humana y su lugar en el mundo
8y9 La persona humana: su situacin de pecado y la gracia de Cristo
10 La formacin humanista en la investigacin y enseanza
11 a) Integracin del saber
12 b) Dilogo entre fe y razn
13 c) La preocupacin tica
14 d) La perspectiva teolgica
15 La formacin humanista en el servicio a la Iglesia y la sociedad
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Mara Eugenia Pizzul
g) Bibliografa: Textos fuente compilados por los docentes a cargo del curso y textos
manuales elaborados por la Universidad.
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La presente tesis se inscribe dentro de las lecturas y las
propuestas que se realizan en las ltimas dcadas para salvar la
esencia de la Universidad como institucin.