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Creo en El Espiritu Santo

Este documento habla sobre la creencia en el Espíritu Santo. Explica que el Espíritu Santo es una persona de la Santísima Trinidad y que nos revela a Cristo. También describe cómo el Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo en la salvación humana y cómo se revela plenamente en los últimos tiempos. Finalmente, menciona algunos nombres, apelativos y símbolos del Espíritu Santo como el agua y la unción.

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Creo en El Espiritu Santo

Este documento habla sobre la creencia en el Espíritu Santo. Explica que el Espíritu Santo es una persona de la Santísima Trinidad y que nos revela a Cristo. También describe cómo el Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo en la salvación humana y cómo se revela plenamente en los últimos tiempos. Finalmente, menciona algunos nombres, apelativos y símbolos del Espíritu Santo como el agua y la unción.

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Captulo tercero

Creo en el Espritu Santo

683 Nadie puede decir: Jess es Seor! sino por influjo del Espritu Santo (1Co 12, 3).
Dios ha enviado a nuestros corazones el Espritu de su Hijo que clama Abb, Padre! (Ga 4,
6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espritu Santo. Para entrar en contacto con
Cristo, es necesario primeramente haber sido atrado por el Espritu Santo. El es quien nos
precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida,
que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica ntima y
personalmente por el Espritu Santo en la Iglesia:

249 El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo
en el Espritu Santo. Porque los que son portadores del Espritu de Dios son conducidos al
Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la
incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo,
nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el 1-lijo, y el conocimiento
del Hijo de Dios se logra por el Espritu Santo (San Ireneo, dem. 7).

684 El Espritu Santo con su gracia es el primero que nos despierta en la fe y nos inicia en
la vida nueva que es: Que te conozcan a ti, el nico Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo
(Jn 17, 3). No obstante, es el ltimo en la revelacin de las personas de la Santsima Trinidad.
San Gregorio Nacianceno, el Telogo, explica esta progresin por medio de la pedagoga de la
condescendencia divina:

El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y ms oscuramente al Hijo. El


Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad La profesin de la fe del Espritu.
Ahora el Espritu tiene derecho de ciudadana entre nosotros y nos da una visin ms clara de s
mismo. En efecto, no era prudente, cuando todava no se confesaba la divinidad del Padre, pro-
clamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era an admitida, aadir el
Espritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresin un poco atrevida... As
por avances y progresos de gloria en gloria , es como la luz de la Trinidad estalla en
resplandores cada vez ms esplndidos (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5, 26; PG 36,
16C).

685 Creer en el Espritu Santo es, por tanto, profesar que el Espritu Santo es una de las
personas de la Santsima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo, que con el Padre y el
Hijo recibe una misma adoracin y gloria (Smbolo de Nicea-Constantinopla). Por eso se ha
hablado del misterio divino del Espritu Santo en la teologa trinitaria, en tanto que 236 aqu no
se tratar del Espritu Santo sino en la Economa divina.

686 El Espritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de
nuestra salvacin y hasta su consumacin. Pero es en los ltimos tiempos, inaugurados con la
Encarnacin redentora del Hijo, cuando el Espritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido
y acogido como persona. Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo,
primognito y Cabeza de la nueva creacin, se realiza en la humanidad por el Espritu que nos
es dado: la Iglesia, la comunin de los santos, el perdn de los pecados, la resurreccin de la
carne, la vida eterna.

Artculo 8
Creo en el Espritu Santo
687 Nadie conoce lo ntimo de Dios, sino el Espritu de Dios (1Co 2, 11). Pues bien, su
Espritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a s
mismo. El que habl por los profetas nos hace or la Palabra del Padre. Pero a El no le omos.
No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al
Verbo en la fe. El Espritu de verdad que nos desvela a Cristo no habla de s mismo (Jn 16,
13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qu el mundo no puede
recibirle, porque no le ve ni le conoce, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque
El mora en ellos (Jn 14, 17).

688 La Iglesia, comunin viviente en la fe de los apstoles que ella transmite, es el lugar de
nuestro conocimiento del Espritu Santo:
en las Escrituras que El ha inspirado;
en la Tradicin, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales;
en el Magisterio de la Iglesia, al que El asiste;
en la liturgia sacramental, a travs de sus palabras y sus smbolos, en donde el Espritu Santo
nos pone en comunin con Cristo;
en la oracin en la cual El intercede por nosotros;
en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la iglesia;
en los signos de vida apostlica y misionera;
en el testimonio de los santos, donde El manifiesta su santidad y contina la obra de la
salvacin.

I La Misin conjunta del Hijo y del Espritu

689 Aqul al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espritu de su Hijo (Cf. Ga 4,
6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la
vida ntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Santsima
Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa tambin la distincin
de las Personas. Cuando el Padre enva 254 su Verbo, enva tambin su aliento: misin conjunta
en la que el Hijo y el Espritu Santo son distintos pero 485 inseparables. Sin ninguna duda, Cristo
es quien se manifiesta Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espritu Santo quien lo revela.

690 Jess es Cristo, ungido, porque el Espritu es 436 su Uncin y todo lo que sucede a
partir de la Encarnacin mana de esta plenitud (Cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es
glorificado (Jn 7, 39), puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Espritu a los que creen en El:
El les comunica su Gloria (Cf. Jn 17, 22), es decir, el Espritu Santo que lo glorifica (Cf. Jn 16,
14). La misin conjunta y mutua se desplegar desde entonces en los hijos adoptados por el
Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misin del Espritu de adopcin ser unirlos 788 a Cristo y
hacerles vivir en El:
La nocin de la uncin sugiere... que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Espritu. En
efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la uncin del aceite ni la razn
ni los sentidos conocen ningn intermediario, as es inmediato el contacto del Hijo con el
Espritu.., de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes
contacto necesariamente con el leo.
En efecto, no hay parte alguna que est desnuda del Espfritu Santo. Por eso es por lo que la
confesin del Seoro del Hijo se hace en el Espritu Santo por aquellos que la aceptan,
viniendo el Espritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe (San Gregorio de
Nisa, Spir. 3, 1).

II El nombre, los apelativos y los smbolos del Espritu Santo

El nombre propio del Espritu Santo

691 Espritu Santo, tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el
Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Seor y lo profesa en el bautismo de sus
nuevos hijos (Cf. Mt 28, 19).

El trmino Espritu traduce el trmino hebreo Ruah , que en su primera acepcin significa
soplo, aire, viento. Jess utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a
Nicodemo la novedad trascendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Espritu divino
(Jn 3, 5-8). Por otra parte, Espritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas
divinas. Pero, uniendo ambos trminos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teolgico designan
la persona inefable del Espritu Santo, sin equvoco posible con los dems empleos de los
trminos espritu y santo

Los apelativos del Espritu Santo

692 Jess, cuando anuncia y promete la Venida del Espritu Santo, le llama el Parclito,
literalmente aquel que es llamado junto a uno, advocatus (Jn 14, 16.26; 15, 26; 16, 7).
Parclito se traduce habitualmente por Consolador, siendo Jess el primer 1433 consolador
(Cf. lJn 2, 1). El mismo Seor llama al Espritu Santo Espritu de Verdad (Jn 16, 13).

693 Adems de su nombre propio, que es el ms empleado en el libro de los Hechos y en las
cartas de los apstoles, en san Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espritu de la
promesa (Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Espritu de adopcin (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espritu de Cristo
(Rm 8, 11), el Espritu del Seor (2 Co 3, 17), el Espritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19; 1Co 6,
11; 7, 40), y en san Pedro, el Espritu de gloria (1P 4, 14).

Los smbolos del Espritu Santo

694 El agua. El simbolismo del agua es significativo de la accin del Espritu Santo en el
Bautismo, ya que, despus de la invocacin del Espritu Santo, sta se convierte en el signo
sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestacin de nuestro primer
nacimiento se hace en el agua, as el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a
la vida divina se nos da en el Espritu Santo. Pero bautizados en un solo Espritu, tambin
hemos bebido de un solo Espritu (lCo 12, 13): el Espritu es, pues, tambin personalmente el
agua viva que brota de Cristo crucificado (Cf. Jn 19, 34; lJn 5, 8) como de su manantial y que en
nosotros brota en vida eterna (Cf. Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 2652 1; Za 14, 8; iCo 10,
4; Ap 21, 6; 22, 17).

695 La uncin. El simbolismo de la uncin con el leo es tambin significativo del Espritu
Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sinnimo suyo (Cf. lJn 2, 20.27; 2Co 1, 21). En
la iniciacin cristiana es el signo sacramental de la Confirmacin, llamada justamente en las
Iglesias de Oriente Crismacin. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a
la Uncin primera realizada por el Espritu Santo: la de Jess. Cristo [Mesas en hebreol signi-
fica Ungido del Espritu de Dios. En la Antigua Alianza hubo ungidos del Seor (Cf. Ex 30,
22-32), de forma eminente el rey David (Cf. 1S 16, 13). Pero Jess es el Ungido de Dios de una
manera nica: la humanidad que el Hijo asume est totalmente ungida por el Espritu Santo.
Jess es constituido Cristo por el Espritu Santo (Cf. Lc 4, 18-19; Is 61, 1). La Virgen Mara
concibe a Cristo del Espritu Santo quien por medio del ngel lo anuncia como Cristo en su
nacimiento (Cf. Lc 2, 11) e impulsa a Simen a ir al Templo a ver al Cristo del Seor (Cf. Lc 2,
26-27); es de quien Cristo est lleno (Cf. Lc 4, 1) cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones
y en sus acciones salvficas (Cf. Lc 6, 19; 8, 46). Es El en fin quien resucita a Jess de entre los
muertos (Cf. Rm 1, 4; 8, 11). Por tanto, constituido plenamente Cristo en su Humanidad
victoriosa de la muerte (Cf. Hch 2, 36), Jess distribuye profusamente el Espritu Santo hasta que
los santos constituyan, en su unin con la Humanidad del Hijo de Dios, ese Hombre
perfecto... que realiza la plenitud de Cristo (Ef 4, 13): el Cristo total segn la expresin de san
Agustn.

696 El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la Vida dada
en el Espritu Santo, el fuego simboliza la energa transformadora de los actos del Espritu Santo.
El profeta Elas que surgi como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha (Si 48, 1),
con su oracin, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (Cf. 1R 18, 38-39),
figura del fuego del Espritu 2586 Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, que precede
al Seor con el espritu y el poder de Elas (Lc 1, 17), anuncia a Cristo como el que bautizar
en el 718 Espritu Santo y el fuego (Lc 3, 16), Espfritu del cual Jess dir: He venido a traer
fuego sobre la tierra y cunto deseara que ya estuviese encendido! (Lc 12, 49). Bajo la forma
de lenguas como de fuego, como el Espritu Santo se pos sobre los discpulos la maana de
Pentecosts y los llen de El (Hch 2, 3-4). La tradicin espiritual conservar este simbolismo del
fuego como uno de los ms expresivos de la accin del Espritu Santo (Cf. San Juan de la Cruz,
Llama de amor viva). No extingis el Espritu (lTs 5, 19).

697 La nube y la luz. Estos dos smbolos son inseparables en las manifestaciones del Espritu
Santo. Desde las teofanas del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa,
revela al Dios vivo y salvador tendiendo as un velo sobre la trascendencia de su Gloria: con
Moiss en la montaa del Sina (Cf. Ex 24, 15-18), en la Tienda de Reunin (Cf. Ex 33, 9-10) y
durante la marcha por el desierto (Cf. Ex 40, 36-
38; lCo 10, 1-2); con Salomn en la dedicacin del Templo (Cf. lR 8, 10-12). Pues bien, estas
figuras son cumplidas por Cristo en el Espritu Santo. El es quien desciende sobre la Virgen
Mara y la cubre con su 484 sombra para que ella conciba y d a luz a Jess (Lc 1, 35). En la
montaa de la Transfiguracin es El 554 quien vino en una nube y cubri con su sombra a
Jess, a Moiss y a Elas, a Pedro, Santiago y Juan, y se oy una voz desde la nube que deca:
Este es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que
ocult a Jess a los ojos de los discpulos el da de la Ascensin (Hch 1, 9) y la que lo revelar
como Hijo del hombre en su Gloria el Da de su Advenimiento (Cf. Lc 21, 27).

698 El sello es un smbolo cercano al de la uncin. En efecto, es Cristo a quien Dios ha


marcado con su sello (Jn 6, 27) y el Padre nos marca tambin en El con su sello (2Co
1,22; Ef 1, 13; 4, 30). Como la imagen del sello (sphragis) indica el carcter indeleble de la
Uncin del Espritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la Confirmacin y del Orden, esta
imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teolgicas para expresar el carcter imborrable
impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.

699 La mano. Imponiendo las manos Jess cura a los enfermos (Cf. Mc 6, 5; 8, 23) y bendice a
los nios (Cf. Mc 10, 16). En su Nombre, los apstoles harn lo mismo (Cf. Mc 16, 18; Hch 5,
12; 14, 3). Ms an, mediante la imposicin de manos de los apstoles el Espritu Santo nos es
dado (Cf. Hch 8, l7-l9;l3, 3; 19, 6). En la Carta a los hebreos, la imposicin de las manos figura
en el nmero de los artculos fundamen1300; 1573 tales de su enseanza (Cf. Hb 6, 2). Este
signo de la
1668 efusin todopoderosa del Espritu Santo, la Iglesia lo ha conservado en sus epiclesis
sacramentales.

700 El dedo. Por el dedo de Dios expulso yo (Jess) los demonios (Lc 11, 20). Si la Ley de
Dios ha sido escrita en tablas de piedra por el dedo de Dios (Ex 31, 18), la carta de Cristo
entregada a los apstoles est escrita no con tinta, sino con el Espritu de Dios vivo; no en tablas
de piedra, sino en las tablas de carne del corazn (2Co 3, 3). El himno Veni Creator invoca al
Espritu Santo como digitus paternae dexterae (dedo de la diestra del Padre).

701 La paloma. Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma
soltada por No vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable
de nuevo (Cf. Gn 8, 8 -12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espritu Santo, en
forma de paloma, baja y se posa sobre El (Cf. Mt 3, 16 par.). El Espritu desciende y reposa en el
corazn purificado de los bautizados. En algunos templos la santa Reserva eucarstica se con-
serva en un receptculo metlico en forma de paloma (el columbarium), suspendido por encima
del altar. El smbolo de la paloma para sugerir al Espritu Santo es tradicional en la iconografa
cristiana.

III El Espritu y la Palabra de Dios en el tiempo de las promesas

702 Desde el comienzo y hasta la plenitud de los tiempos (Ga 4, 4), la Misin conjunta del
Verbo y del Espfritu del Padre permanece oculta pero activa. El Espritu de Dios preparaba
entonces el tiempo del 122 Mesas, y ambos sin estar todava plenamente revelados, ya han sido
prometidos a fin de ser esperados y aceptados cuando se manifiesten. Por eso, cuando la Iglesia
lee el Antiguo Testamento (Cf. 2Co 3, 14), investiga en l (Cf. Jn 5, 39-46) lo que el Espritu,
que habl por los profetas, quiere decirnos acerca de 107 Cristo.
Por profetas , la fe de la Iglesia entiende aqu a todos los que el Espritu Santo en el vivo
anuncio y en la redaccin de los Libros Santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
La tradicin juda distingue la Ley [los cinco primeros libros o Pentateuco], los Profetas (que
nosotros llamamos los libros histricos y profticos) y los escritos [sobre todo sapienciales, en
particular los Salmos, Cf Lc 24, 44].

703 La Palabra de Dios y su Soplo estn en el origen del ser y de la vida de toda creatura (Cf.
Sal 33, 6; 104, 30; Gn 1, 2; 2, 7; Qo 3, 20-21; Ez 37, 10):

Es justo que el Espritu Santo reine, santifique y anime la creacin porque es Dios
consubstancial al Padre y al Hijo... A El se le da el poder sobre la vida, porque siendo Dios
guarda la creacin en el Padre por el Hijo (Liturgia bizantina, Tropario de maitines, domingos
del segundo modo).

704 En cuanto al hombre, es con sus propias manos (es decir, el Hijo y el Espritu Santo)
como Dios lo hizo... y El dibuj sobre la carne moldeada su propia forma, de modo que incluso
lo que fuese visible llevase la forma divina (San Ireneo, dem. 11).

El Espritu de la promesa

705 Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre contina siendo a imagen de
Dios a imagen del Hijo, pero privado de la Gloria de Dios (Rm 3, 23), privado de la
semejanza. La Promesa hecha a Abraham inaugura la Economa de la Salvacin, al final de la
cual el Hijo mismo asumir la imagen (Cf. Jn 1, 14; Fip 2,7) y la restaurar en la semejanza
con el Padre volvindole a dar la Gloria, el Espritu que da la Vida.

706 Contra toda esperanza humana, Dios promete a Abraham una descendencia, como fruto
de la fe y del poder del Espritu Santo (Cf. Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38.54-55; Jn 1, 12-13; Rm 4,
16-21). En ella sern bendecidas todas las naciones de la tierra (Cf. Gn 12, 3). Esta descendencia
ser Cristo (Cf. Ga 3, 16) en quien la efusin del Espritu Santo formar la unidad de los hijos
de Dios dispersos (Cf. Jn 11, 52). Comprometindose con juramento (Cf. Le 1, 73), Dios se
obliga ya al don de su Hijo Amado (Cf. Gn 22, 17-19; Rm 8, 32; Jn 3, 16) y al don del Espfritu
Santo de la Promesa, que es prenda... para redencin del Pueblo de su posesin (Ef 1, 13-14; Cf.
Ga 3, 14).

En las Teofanas y en la Ley

707 Las Teofanas [manifestaciones de Dios] iluminan el camino de la Promesa, desde los
Patriarcas a Moiss y desde Josu hasta las visiones que inauguran la misin de los grandes
profetas. La tradicin cristiana siempre ha reconocido que en estas Teofanas, el Verbo de Dios se
dejaba ver y ofr, a la vez revelado y cubierto por la nube del Espritu Santo.

708 Esta pedagoga de Dios aparece especialmente 1961-1964 en el don de la Ley (Cf. Ex 19-
20; Dt 1-11; 29-30). La letra de la Ley fue dada como un pedagogo para conducir al Pueblo
hacia Cristo (Ga 3, 24). Pero su impotencia para salvar al hombre privado de la semejanza
divina y el conocimiento creciente que ella da del pecado (Cf. Rm 3, 20) suscitan el deseo del
Espritu Santo. Los gemidos de los Salmos lo atestiguan.

En el Reino y en el Exilio

709 La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habra debido regir el corazn y las
instituciones del Pueblo salido de la fe de Abraham. Si de veras escuchis mi voz y guardis mi
alianza..., seris para m un reino de sacerdotes y una nacin santa (Ex 19, 5-6; Cf. 1P 2, 9).
Pero, despus de David, Israel sucumbe a la tentacin de convertirse en un reino como las dems
naciones. Pues bien, el Reino objeto de la promesa hecha a David (Cf. 2S 7; Sal 88; Le 1, 32-33)
ser obra del Espfritu Santo; pertenecer a los pobres segn el Espritu.

710 El olvido de la Ley y la infidelidad a la Alianza llevan a la muerte: el Exilio, aparente


fracaso de las Promesas, es en realidad fidelidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una
restauracin prometida, pero segn el Espritu. Era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta
purificacin (Cf. Le 24, 26); el Exilio lleva ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el
Resto de pobres que vuelven del Exilio es una de las figuras ms transparentes de la Iglesia.

La espera del Mesas y de su Espritu

711 He aqu que yo lo renuevo (Is 43, 19): dos lneas profticas se van a perfilar, una se
refiere a la espera del Mesas, la otra al anuncio de un Espritu nuevo, y las dos convergen en el
pequeo Resto, el pueblo de los Pobres (Cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la
consolacin de Israel y la redencin de Jerusaln (Cf. Lc 2, 25. 38).

Ya se ha dicho cmo Jess cumple las profecas que a El se refieren. A continuacin se describen
aquellas en que aparece sobre todo la relacin del Mesas y de su Espritu.

712 Los rasgos del rostro del Mesas esperado comienzan a aparecer en el Libro del
Emmanuel (Cf. Is 6, 12) cuando Isaas tuvo la visin de la Gloria de Cristo: (Jn 12, 41), en
particular en Is 1, 1-2:
Saldr un vstago del Tronco de Jes, y un retoo de sus races brotar. Reposar sobre El el
Espritu del Seor: espritu de sabidura e inteligencia, espritu de consejo y de fortaleza,
espritu de ciencia y temor del Seor.

713 Los rasgos del Mesas se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (Cf. Is 42, 1-9; Cf.
Mt 12, 18- 21; Jn 1, 32-34; despus Is 49, 1-6; Cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y en fin Is 50, 4-10 y 52,
13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasin de Jess, e indican as cmo enviar el
Espritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposndose con nuestra
condicin de esclavos (Flp 2, 7). Tomando sobre s nuestra muerte, puede comunicarnos su
propio Espritu de vida.

714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaas
(Lc 4, 18-19; Cf. Is 61, 1-2):
El Espritu del Seor est sobre m, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los
pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberacin a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar
la libertad a los oprimidos y proclamar un ao de gracia del Seor.

715 Los textos profticos que se refieren directamente al envo del Espritu Santo son
orculos en los que Dios habla al corazn de su Pueblo en el lenguaje de la promesa, con los
acentos del amor y de la fidelidad (Cf. Ez 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31- 214 34; y Jl 3,
1-5), cuyo cumplimiento proclamar san Pedro la maana de Pentecosts (Cf. Hch 2, 17-21).
Segn estas promesas, en los ltimos tiempos, el Espritu del Seor renovar el corazn de los
hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunir y reconciliar a los pueblos dispersos y
divididos; transformar la primera creacin y Dios habitar en ella con los hombres en la paz.

716 El Pueblo de los pobres (Cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los
humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que
esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesas, todo esto es, finalmente, la gran obra de la
Misin escondida del Espfritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida
de Cristo. Esta es la calidad de corazn del Pueblo, purificado e iluminado por el Espritu, que se
expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espritu prepara para el Seor un pueblo bien
dispuesto (Cf. Lc 1, 17).

IV El Espritu de Cristo en la plenitud de los tiempos

Juan, Precursor, Profeta y Bautista

717 Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan (Jn 1, 6). Juan fue lleno del
Espritu Santo ya desde el seno de su madre (Le 1, 15.41) por obra del mismo Cristo que la
Virgen Mara acababa de concebir del Espritu Santo. La visitacin de Mara a Isabel se
convirti as en visita de Dios a su pueblo (Lc 1, 68).

718 Juan es Elas que debe venir (Mt 17, 10-13). El fuego del Espritu lo habita y le hace
correr delante (como precursor) del Seor que viene. En Juan el Precursor, el Espritu Santo
eulmina la obra de preparar al Seor un pueblo bien dispuesto (Lc 1, 17).

719 Juan es ms que un profeta (Lc 7, 26). En l, el Espritu Santo consuma el hablar por
los profetas. Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elas (Cf. Mt 11, 13-14).
Anuncia la inminencia de la consolacin de Israel, es la voz del Consolador que llega (Jn 1,
23; Cf. Is 40, 1-3). Como lo har el Espritu de Verdad, vino como testigo para dar testimonio
de la luz (Jn 1, 7; Cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espritu coima as las
indagaciones de los profetas y la ansiedad de los ngeles (1P 1, 10-12): Aquel sobre quien
veas que baja el Espritu y se queda sobre l, se es el que bautiza con el Espritu Santo... Y yo lo
he visto y doy testimonio de que ste es el Hijo de Dios. He ah el Cordero de Dios (Jn 1, 33-
36).

720 En fin, con Juan Bautista, el Espritu Santo, inaugura, prefigurndolo lo que realiza con y
en Cristo: volver a dar al hombre semejanza divina. El bautismo de Juan era para el
arrepentimiento, el del agua y dei Espritu ser un nuevo nacimiento (Cf. Jn 3, 5).
Algrate, llena de gracia

721 Mara, la Santsima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misin del
Hijo y del Espritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de
Salvacin y porque su Espritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y
su Espritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los ms bellos textos sobre la sabidura, la
tradicin de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relacin a Mara (Cf. Pr 8, 1-9, 6; Si
24): Mara es cantada y representada en la Liturgia como el trono de la Sabidura.
En ella comienzan a manifestarse las maravillas de Dios, que el Espritu va a realizar en Cristo
y en la Iglesia:

722 El Espritu Santo prepar a Mara con su gracia. Convena que fuese llena de gracia la
madre de Aquel en quien reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente (Col 2, 9). Ella
fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la ms humilde de todas las criaturas, la ms
capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razn, el ngel Gabriel la saluda
como la Hija de Sin: Algrate (Cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en s al Hijo
eterno, es la accin de gracias de todo el Pueblo de Dios, y por tanto de la Iglesia, esa accin de
gracias que ella eleva en su cntico al Padre en el Espritu Santo (Cf. Lc 1, 46-5 5).

723 En Mara el Espritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y
da a luz al Hijo de Dios por obra del Espritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad
nica por medio del poder del Espritu y de la fe (Cf. Lc 1, 26-38; Rm 4, 18-21; Ga 4, 26-28).

724 En Mara, el Espritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es
la zarza ardiente de la teofana definitiva: llena del Espritu Santo, presenta al Verbo en la
humildad de su carne dndolo a conocer a los pobres (Cf. Le 2, 15-19) y a las primicias de las
naciones (Cf. Mt 2, 11).

963 725 En fin, por medio de Mara, el Espritu Santo comienza a poner en comunin con
Cristo a los hombres objeto del amor benevolente de Dios (Cf. Le 2, 14), y los humildes son
siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simen y Ana, los esposos de Can y
los primeros discpulos.

726 Al trmino de esta misin dei Espritu, Mara se convierte en la Mujer, nueva Eva
madre de los vivientes, Madre del Cristo total (Cf. Jn 19, 25-27). As es como ella est
presente con los Doce, que perseveraban en la oracin, con un mismo espritu (Hch 1, 14), en
el amanecer de los ltimos tiempos que el Espritu va a inaugurar en la maana de Pentecosts
con la manifestacin de la Iglesia.

Cristo Jess

727 Toda la Misin del Hijo y del Espritu Santo en la plenitud de los tiempos se resume en
que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnacin: Jess es Cristo, el Mesas.
Todo el segundo captulo del Smbolo de la fe hay que leerlo a la luz de esto. Toda la obra de
Cristo es misin conjunta del Hijo y del Espfritu Santo. Aqu se mencionar solamente lo que se
refiere a la promesa del Espritu Santo hecha por Jess y su don realizado por el Seor
glorificado.

728 Jess no revela plenamente el Espritu Santo hasta que El mismo no ha sido glorificado
por su Muerte y su Resurreccin. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseanza a
la muchedumbre, cuando revela que su Carne ser alimento para la vida del mundo (Cf. Jn 6,
27.51.62-63). Lo sugiere tambin a Nicodemo (Cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (Cf. Jn 4,
10.14.23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabernculos (Cf. Jn 7, 37-39). A sus dis-
cpulos les habla de l abiertamente a propsito de la oracin (Cf. Lc 11, 13) y del testimonio
que tendrn que dar (cf. Mt 10, 19-20).

729 Solamente cuando ha llegado la hora en que va a ser glorificado, Jess promete la venida
del Espritu Santo, ya que su Muerte y su Resurreccin sern el cumplimiento de la Promesa
hecha a los Padres (Cf. Jn 14, 16-17.26; 15, 26; 16, 7-15; 17, 26): el Espritu de Verdad, el otro
Parclito, ser dado por el Padre en virtud de la oracin de Jess; ser enviado por el Padre en
nombre de Jess; Jess lo enviar de junto al Padre porque El ha salido del Padre. El Espritu
Santo vendr, nosotros lo conoceremos, estar con nosotros para siempre, permanecer con
nosotros; nos lo ensear todo y nos recordar todo lo que Cristo nos ha dicho y dar testimonio
de El; nos conducir a la verdad completa y glorificar a Cristo. En cuanto al mundo, lo acusar
en materia de pecado, de justicia y de juicio.

730 Por fin llega la hora de Jess (Cf. Jn 13, 1; 17, 1): Jess entrega su espfritu en las manos
del Padre (Cf. Le 23, 46; Jn 19, 30) en el momento en que por su Muerte es vencedor de la
muerte, de modo que, resucitado de los muertos por la Gloria del Padre (Rm 6, 4), en seguida
da a sus discpulos el Espritu Santo dirigiendo sobre ellos su aliento (Cf. Jn 20, 22). A partir de
esta hora, la misin de Cristo y del Espritu se convierte en la misin de la Iglesia: Como el
Padre me envi, tambin yo os envo (Jn 20, 21; Cf. Mt 28, 19; Lc 24, 47-48; Hch 1, 8).

V El Espritu y la Iglesia en los ltimos tiempos

Pentecosts

731 El da de Pentecosts (al trmino de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se
consuma con la efusin del Espritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona
divina: desde su plenitud, ,67 Cristo, el Seor (Cf. Heh 2, 36), derrama profusamente 1302 el
Espritu.

732 En este da se revela plenamente la Santsima Trinidad. Desde ese da el Reino anunciado
por Cristo est abierto a todos los que creen en El: en la humildad de la carne y en la fe,
participan ya en la Comunin de la Santsima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el Espritu
Santo hace entrar al mundo en los ltimos tiempos, el tiempo de la Iglesia, el Reino ya hereda-
do, pero todava no consumado:
Hemos visto la verdadera Luz, hemos recibido el Espritu celestial, hemos encontrado la
verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado (Liturgia bizantina,
Tropario de Vsperas de Pentecosts; empleado tambin en las liturgias eucarsticas despus de
la comunin).

El Espritu Santo, el don de Dios

733 Dios es Amor (1Jn 4, 8.16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los dems.
Este amor Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espritu Santo que nos ha sido
dado (Rm 5, 5).

734 Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto
del don del Amor es la remisin de nuestros pecados. La Comunin con el Espritu Santo (2Co
13, 13) es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el
pecado.

735 El nos da entonces las arras o las primicias de nuestra herencia (Cf. Rm 8, 23; 2Co 1,
21): la Vida misma de la Santsima Trinidad que es amar como l nos ha amado (Cf. lJn 4, 11-
12). Este amor (la caridad de 1Co 13) es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible
porque hemos recibido una fuerza, la del Espritu Santo (Hch 1, 8).

736 Gracias a este poder del Espritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El que nos ha
injertado en la Vid verdadera har que demos el fruto del Espritu que es caridad, alegra, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza (Ga 5, 22-23). El Espritu es
nuestra Vida: cuanto ms renunciamos a nosotros mismos (Cf. Mt 16, 24-26), ms obramos
tambin segn el Espritu (Ga 5, 25):

Por la comunin con l, el Espritu Santo nos hace espirituales, nos restablece en el Paraso,
nos lleva al Reino de los cielos y a la adopcin filial, nos da la confianza de llamar a Dios
Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijo de la luz y de tener parte en la
gloria eterna (San Basilio, Spir, 15, 36).

El Espritu Santo y la Iglesia

737 La misin de Cristo y del Espritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y
Templo del Espritu Santo. Esa misin conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su
Comunin con el Padre y el Espritu Santo: el Espritu Santo prepara a los hombres, los previene
por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Seor resucitado, les recuerda su
palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurreccin. Les hace presente el
misterio de Cristo, sobre todo en la Eucarista para reconciliarlos, para conducirlos a la
comunin con. Dios, para que den mucho fruto (Jn 15, 5.8.16).

738 As, la misin de la Iglesia no se aade a la de Cristo y del Espritu Santo, sino que es su
sacramento: en todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar
testimonio, para actualizar y extender el misterio de la Comunin de la Santsima Trinidad (esto
ser el objeto del prximo artculo).
Todos nosotros que hemos recibido el mismo y nico espritu, a saber, el Espritu Santo, nos
hemos fundido entre nosotros y con Dios. Ya que por mucho que nosotros seamos numerosos
separadamente y que Cristo haga que el Espritu del Padre y suyo habite en cada uno de
nosotros, este Espritu nico e indivisible lleva por s mismo a la unidad a aquellos que son
distintos entre s.. y hace que todos aparezcan como una sola cosa en El.

Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en
los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que tambin de la misma manera el
Espritu de Dios que habita en todos, nico e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual
(San Cirilo de Alejandra, Jo. 12).

739 Puesto que el Espritu Santo es la Unin de Cristo, es Cristo Cabeza del Cuerpo, quien lo
distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas,
vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesin por el
mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espritu, Santo y
Santificador, a los miembros de su Cuerpo (esto ser el objeto de la segunda parte del
Catecismo).

740 Estas maravillas de Dios, ofrecidas a los creyentes en los sacramentos de la Iglesia,
producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo segn el Espritu (esto ser el objeto de la tercera
parte del Catecismo).

741 El Espritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como
conviene; mas el Espritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8, 26). El
Espritu Santo, artfice de las obras de Dios, es el maestro de la oracin (esto ser eLobjeto de la
cuarta parte del Catecismo).

Resumen

742 La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espritu de
su Hijo que dama: Abb, Padre (Ga 4, 6).

743 Desde el comienzo y hasta la consumacin de los tiempos, cuando Dios enva a su Hijo,
enva siempre a su Espritu: la misin de ambos es conjunta e inseparable.

744 En la plenitud de los tiempos, el Espritu Santo realiza en Mara todas las preparaciones
para la venida de Cristo al pueblo de Dios. Mediante la accin del Espritu Santo en ella, el
Padre da al mundo el Emmanuel, Dios con nosotros (Mt 1, 23).

745 El Hijo de Dios es consagrado Cristo (Mesas) mediante la Uncin del Espritu Santo en
su Encarnacin (Cf Sal 2, 6-7).

746 Por su Muerte y su Resurreccin, Jess es constituido Seor y Cristo en la gloria (Hch 2,
36). De su plenitud, derrama el Espritu Santo sobre los apstoles y la Iglesia.
747 El Espritu Santo que Cristo, Cabeza, derrama sobre sus miembros, construye, anima y
santifica a la Iglesia. Ella es el sacramento de la Comunin de la Santsima Trinidad con los
hombres.

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