Reigada. 2014. Interpretacio Ün de La Ley de Arrendamientos Rurales
Reigada. 2014. Interpretacio Ün de La Ley de Arrendamientos Rurales
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Hay tambin, y estn previstas en la ley, situaciones mixtas de arrendamiento y de aparcera (4) con las
mismas partes y otras contrataciones no previstas y hasta prohibidas por la ley, un ejemplo de esta ltima es
aquella en las que quien realiza las tareas paga como en el arrendamiento un precio fijo en dinero (o
comnmente el equivalente en dinero de una cantidad de quintales de cereal, oleaginosa y otro grano) y si
supera un cierto lmite mnimo sobre la diferencia paga o entrega un porcentaje. Esta contratacin que es muy
usual actualmente dados los altos riesgos y bajos mrgenes de la siembra, que impiden poder obligarse a pagos
altos de arrendamiento, estara prohibida por la normativa de la LAAR, aun cuando es beneficiosa para las
partes (5). Como puede verse la inventiva de los productores y de las partes involucradas en la actividad rural,
supera la determinacin de la ley, por ms que, generalmente los contratos pueden adecuarse razonablemente a
las normas previstas por sta.
Ahora bien, el quid de la cuestin es cmo se valora la realidad planteada en un reclamo judicial. Se est
viendo con bastante frecuencia en la justicia, dos vertientes: Una, que es la aplicacin de la ley aunque sta se
evidencie contraria a la realidad, algo as como "tipificar la realidad" adecundola a las normas que son las que
en definitiva sirven de base a la sentencia; o la que infiere que las leyes deben entenderse considerndolas ante
la realidad de los hechos que las partes cuestionan.
La sentencia de Cmara estara en el primer supuesto, basndose slo en la circunstancia de que el contrato
de aparcera fue "in verbis" al que el ordenamiento jurdico le confiere un alcance limitadsimo, quedando
reducido su plazo al mnimo legal y produciendo slo los efectos que la ley le asigna, lo que en definitiva
implica que debe estarse al mnimo legal de tres aos de duracin (6), ello, haciendo caso omiso a lo que surge
de la prueba en cuanto a que el contrato estara tipificado por otras normas de la misma ley; mientras que la
sentencia de 1 Instancia y la Corte en el segundo supuesto busca dilucidar la verdadera intencin de las partes
para aplicar la ley que en consecuencia corresponda. Para ello la Corte Suprema de la Provincia de Buenos
Aires, hace un anlisis exhaustivo de la normativa de la LAAR, encontrando las disposiciones que ms se
adecuan a la realidad (7) de la cuestin planteada y de sus pruebas y que en consecuencia deben regir la relacin
en cuestin.
Debe tenerse en cuenta que "...el juez est inserto en una sociedad determinada y uno de los graves males
que pueden daarlo es su aislamiento o su desconocimiento de la realidad concreta que lo circunda (el aqu y el
ahora). Es que tiene la necesidad, no slo la obligacin de conocer y aprehender el mundo en que desempea tan
delicada funcin". En su actividad es imprescindible "... conocer al otro, al justiciable en su verdadera
dimensin, ubicarlo dentro del contexto social en el que se desenvuelve." "De all, la importancia de que el juez
no se encuentre desconectado de la realidad, con una realidad que ha llevado a que se sometan a decisiones
judiciales temas sin precedentes que muchas veces obligan a los jueces a dictar pronunciamientos en los cuales
no existen avales doctrinarios ni jurisprudenciales y que le requieren ingentes esfuerzos de interpretacin." (8).
En el caso entraban en colisin las exigencias del art. 40 de la LAAR contrato escrito con la propia
manifestacin de ambas partes, las que aseveraban que no se haba otorgado al dueo de la hacienda el uso y
goce del predio con las consecuencias del art. 37 de la ley. A ello se le suman los usos y costumbres del lugar
(art. 41 inc. d) de la LAAR) en lo que al plazo respecta. Tengamos presente que es precisamente en la aparcera
donde el orden pblico es menos riguroso permitiendo ms normas facultativas, lo que la sentencia recoge al
admitir la validez del art. 1197 del Cdigo Civil.
Respaldando esta concepcin referente al orden pblico en la aparcera pecuaria Giletta expresa que:
Encontramos otra norma supletoria: con respecto al plazo en este tipo de contratos primero rige el que
establecieron por escrito y si no lo hay son aplicables los usos y costumbres locales. Loable disposicin que
consagra la trascendencia de los usos y costumbres en el campo argentino como sealamos con nfasis en
"Cuestiones de Derecho", t.I, Santa Fe, 1979, pg. 63.y que Andorno seeramente destaca con acierto al
comentar el art.17 del C. Civil, despus de la reforma de la ley 17.711." (9).
Las consideraciones que llevan a aceptar la postura de la sentencia dictada en el Recurso Extraordinario
son sobre la base de que en primer lugar ambas partes aceptaron la modalidad referida, ya que el demandado as
lo plante al contestar demanda y el actor en la confesin judicial. Por dicho motivo en el caso es de aplicacin
el art. 1190 del Cd. Civil en lo que se refiere a la confesin de las partes como medio de prueba, y en segundo
lugar dichas afirmaciones son un instrumento pblico de acuerdo a lo que dispone el art. 979 inc. 4) en lo que
respecta, en este caso, a las actas de absolucin de posiciones del aparcero dador, tanto en el juicio que nos
ocupa como en el de desalojo que inici el demandado contra ste.
El fallo no deja de lado esta realidad por que la misma no fuera plasmada previamente por escrito, cuando es
clarsima la voluntad de las partes admitida por el propio demandante en el transcurso del juicio.
Quedando establecida la voluntad de las partes y tipificada por lo establecido en el art. 37 de la LAAR, la
Corte Suprema admite esa realidad al momento de dictar sentencia, apartndose de un rigorismo formal extremo
en lo que a los preceptos de la ley se trata.
Establecido ello, lo nico que quedaba por definir era cul haba sido el plazo por el que se contrat la
aparcera. Si bien la sentencia se basa en los usos y costumbres, reforzada por la declaracin del perito
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veterinario, que en el caso es un reconocido profesional de Chascoms que declara que no es normal que los
contratos de aparcera se desarrollen por perodos de tres aos; se evidencian en autos otros indicios de que el
plazo era de una sola paricin, estos son la ocurrencia de una inundacin que fue lo que llev al aparcero dador
a llevar las vacas al campo del demandado, lo que es muy normal ante estos sucesos climticos y que, tambin
normalmente tiene como plazo o el de la ocurrencia de la paricin o el de la posibilidad de retorno al campo de
origen, ambos casos son perodos normalmente breves. En estos casos, o sea cuando se llevan animales a otro
campo debido a la inundacin, es habitual que la contraprestacin sea mediante la participacin en los frutos,
puesto que la situacin econmica del inundado frecuentemente le impide pagar por el pastaje de los animales
que traslada desde el predio inundado. La otra circunstancia es el retiro de los toros, que no tendra sentido que
el aparcero tomador lo hubiera hecho si no era por la finalizacin de la relacin contractual; y finalmente el
juicio de desalojo que ste inici. Es evidente que el aparcero tomador no actu retirando la hacienda e
iniciando el desalojo por pura maldad, antes bien lo hizo ante la actitud remisa del aparcero dador, ya que de
ninguna conveniencia era para l retirar los toros y mantener el lote de vacas en su campo con el perjuicio que
ello implica sin siquiera producir terneros para repartir. Ante todas estas circunstancias es claro que el perodo
de contratacin no poda ser otro que el de un perodo de paricin.
La sentencia tambin es llamativa en lo que al planteo de la concesin del recurso respecta, ya que se basa
en cuestiones de prueba me refiero a la absolucin de posiciones en el juicio que motiva la sentencia y en el
de desalojo para considerar que la Cmara apreci errneamente la ley, considerando en consecuencia que
hay una infraccin legal que habilita el recurso de inaplicabilidad de la ley, ello contrariamente a la muy
habitual jurisprudencia que expresa que las cuestiones de hecho y prueba, son ajenas, en principio, a la instancia
extraordinaria.
Estamos entonces ante un fallo en el que se advierte el sentido de la responsabilidad por parte del juzgador
ante una decisin que poda ser errada por el miramiento de la ley sin el detalle que sta requiere y obviando la
voluntad expresada por los contratantes con la excusa de que la misma no puede aplicarse ante una norma que, a
primera vista, parecera ser la aplicable. Esta forma de ver la ley, interpretndola sobre la base en las cuestiones
fcticas que rodearon el caso y con el conocimiento de la materia que se trata en este caso la actividad
rural, debe ser calurosamente recibida, en tanto permite a los justiciables sentirse seguros aun cuando no
hayan tenido en cuenta las formalidades necesarias, reproche que resulta atendible en el caso en que ambas
partes eran abogados, ms no definitorio para la suerte del juicio.
Este antecedente, a no dudarlo, ser de suma utilidad para situaciones similares, las que son muy frecuentes
en los quehaceres rurales.
(1) Art. 40 de la LAAR.
(2) BREBBIA, Fernando P. "Contratos agrarios", pg. 80. Ed. Astrea de Rodolfo De Palma y Hnos, 1971.
(3) ADROGUE, Manuel I., "Capitalizacin de hacienda", p. 14, Ed. LA LEY, Buenos Aires, 1970. PEREZ
LLANA, Eduardo A., "Derecho agrario", p. 280, 3 ed., Santa Fe, 1959.
(4) Art. 44, 2 prrafo de la LAAR.
(5) Art. 42 de la LAAR.
(6) Art. 4 de la LAAR.
(7) Art. 37 de la LAAR y 1197 del Cd. Civil.
(8) El juez y los nuevos desafos de la magistratura. El juez de familia. GUAHNON, Silvia V. 03-01-2005
Revista de la Asociacin de Magistrados y Funcionarios de la Justicia de la Nacin Cita: IJ-LII-31
(9) GILETTA, Francisco I. "El orden pblico en los contratos de arrendamiento y aparcera". Colegio de
Abogados de San Francisco.
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