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La Liturgia en La Era de Los Mártires

la liturgia y su evolución en la época de la era antigua y pos apostólica, es una sintesis de este tiempo
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LA LITURGIA EN LA ERA DE LOS MRTIRES

(SIGLOS II y III)

1. Contexto general

La inmediata poca postapostlica viene a ser un perodo de transicin y de


bsqueda. La iglesia que hunde sus races en el judasmo, va progresivamente
adentrndose en el mundo grecolatino. Entre los aos 70 al 140, el cristianismo se va
extendiendo en diversas regiones, y las comunidades cristianas se van afirmando en su
propia originalidad; sin embargo, en este primer perodo el desarrollo es ms
constatable en la vida interna de la iglesia, que en su configuracin externa. Perviven
todava las formas del pensamiento judeo-cristiano, y el centro de gravedad de la
discusin teolgica sigue siendo la polmica con el judasmo. En las fronteras del
judasmo y el cristianismo se multiplican las sectas gnsticas, que practican un
sincretismo religioso combinando el dualismo oriental con algunos rasgos de la
revelacin cristiana; su fuerza de atraccin radica no slo en sus hbiles mtodos de
propaganda, sino tambin en sus formas litrgicas y rituales, tomadas ya del
cristianismo ya de los cultos mistricos del paganismo. El cristianismo naciente
encontr en el gnosticismo un peligroso enemigo, que desde el interior de sus propias
comunidades amenazaba la identidad cristiana.
Durante las primeras dcadas, la iglesia cristiana no aparece como una realidad
sociolgica capaz de plantear problemas al imperio romano. Pero muy pronto, las
comunidades cristianas que se van extendiendo, atraen la atencin del entorno pagano y
suscitan una actitud de repulsa, que no se produce, por ejemplo, contra otros cultos
religiosos importados de oriente. La causa de esta reaccin hostil, hay que buscarla, sin
duda, en el interior del propio cristianismo, en la pretensin de absolutez que implica su
fe; esta actitud le conducir inevitablemente a un enfrentamiento abierto con la religin
estatal romana. Este ambiente de hostilidad es adems alimentado por el judasmo de la
dispora, que no puede perdonar a los judeocristianos su apostasa de la fe antigua. En
estas coordenadas se baten los apologistas cristianos.
El final del siglo II y comienzos del III abren un perodo en que la iglesia naciente
llegar a ser la gran iglesia o iglesia universal, ya en su estructura interior, ya en su
expansin exterior. Liberado de su contexto judo, el cristianismo de difunde a travs de
todo el mundo greco-romano. La nueva situacin conlleva no slo obstculos que
salvar, sino tambin tareas nuevas. Los cristianos tratan de infundir un espritu nuevo a
los usos y costumbres de la sociedad; pero se plantean el problema de saber qu deben
conservar y qu rechazar de este universo cultural. La labor de los grandes pedagogos
cristianos de esa poca (como Clemente de Alejandra y Tertuliano) consiste en ayudar a
realizar ese discernimiento crtico.
En el siglo III hay dos largos perodos de paz entre persecuciones, que posibilitan
una fuerte accin evangelizadora y una notable firmeza en su misma organizacin
interna, que se refleja en las formas de culto, en la reflexin teolgica, y en las
expresiones literarias y artsticas cada vez ms ricas. Esta consolidacin interna y este
impulso de difusin del cristianismo coinciden con un cambio de horizonte en el mismo
paganismo; la vitalidad de la comunidad cristiana es favorecida por la crisis de las
fuerzas-culturales y religiosas dominantes hasta entonces1.
As pues, el final del siglo III que es un perodo de transicin en el campo poltico y
cultural, es una poca neta de expansin para la iglesia cristiana. Aumenta
ostensiblemente el nmero de adeptos, y tambin su prestigio; pasa a ser la mxima
fuerza espiritual de todo el imperio, con capacidad de sustituir al paganismo antiguo y
animar la civilizacin nueva que se est gestando. La iglesia se hace presente en
ambientes nuevos y numerosos miembros de clases dirigentes se convierten a la fe
cristiana. En realidad, ya antes de Constantino, las fuerzas vivas del imperio eran en
gran parte cristianas, aunque subsiste todava el marco formal y cultual pagano. Sin
aclararse totalmente su situacin legal (tericamente religin prohibida), las
comunidades cristianas actan abiertamente, gozan de propiedades y de abundantes
recintos de culto.
Con todo ello, se inicia el proceso de rutinizacin del carisma (M. Weber):
aumenta el nmero de cristianos, pero no la calidad. Como sntoma de los peligros
inherentes a la nueva situacin de la iglesia, traemos este testimonio de Orgenes en el
siglo III: Verdaderamente, si juzgamos las cosas segn la realidad y no segn el
nmero, segn las disposiciones y no segn el nmero de personas reunidas, veremos
que ahora no somos creyentes2.

2. Lneas de evolucin litrgica

Mientras que en los dos primeros siglos los rasgos de culto cristiano son todava
vagos y tenues, a partir del siglo tercero se nos muestran mucho ms vigorosos y claros.
El desarrollo de la literatura teolgica va acompaado de un proceso similar en el
mbito de la liturgia. Se notan nuevos impulsos creadores, nuevas formas litrgicas en
respuesta a las necesidades de las comunidades cristianas, que son cada vez ms
robustas en la iglesia universal.
Si el cristocentrismo es tambin la nota fundamental de la poca postapostlica, el
seguimiento de Cristo en esta era de los mrtires va a estar marcado por dos realidades
fundamentales: el bautismo y el martirio. Esta espiritualidad bautismal y martirial a un
tiempo, viene a su ves alimentada por una fuerte conciencia eclesial: los temas como
mater ecclesia, sponsa Christi etc., recurren con frecuencia en los autores del siglo III.
Es preciso recordar, que estas primeras generaciones cristianas tuvieron que soportar de
sus contemporneos la acusacin de ser gente atea y sin religin. As por ejemplo el
pagano Celso arremete contra los cristianos diciendo: Vuestros ojos no pueden
soportar templos, altares ni imgenes de dioses. Y los propios cristianos parecen
conceder la acusacin, ya que Minucio Flix, hacia fines del siglo II, reconoce que
nosotros no tenemos ni templos ni altares3.
Aunque sociolgicamente los cristianos deban aparecer como personas menos
religiosas que sus contemporneos paganos, sabemos que las comunidades cristianas de
este tiempo celebran una liturgia que, a pesar de su simplicidad estructural, no carece de
belleza, variedad, ni riqueza. Esta liturgia, por otra parte, aunque admita lgicamente
diferencias locales y particulares en sus formas expresivas, mantiene un mismo ncleo
esencial en las diversas iglesias4.

1
E. R. Dodds, Paganos y cristianos en una poca de angustia. Algunos aspectos de la experiencia
religiosa desde Marco Aurelio a Constantino, Madrid 1975, 137-179.
2
Horn. Lev. IV, 3, cit. en J. Danilou, Nueva historia de la iglesia 1, Madrid 1964, 203.
3
Orgenes, Contra Celsurn VII, 62: PG 11, 1507-1508; Minucio Fe1ix, Octavius 32,I:CSEL2,45.
Para el conocimiento litrgico de esta poca, disponemos de una fuente muy
interesante en la Tradicin apostlica de Hiplito de Roma. Este autor, contemporneo
de Orgenes (y originario probablemente de oriente, como Ireneo, su maestro) se hace
defensor acrrimo de los valores tradicionales y trata de defender la vieja fe catlica
transmitida por los apstoles. Su actitud conservadora resulta altamente beneficiosa
para el investigador de la historia litrgica, ya que los ritos y textos que Hiplito nos
transmite pueden ser retrotrados si no a los apstoles, como el ttulo de su obra
pretende indicar, s a varias dcadas anteriores5.

a) Catecumenado y bautismo

La institucin catecumenal es una de las ms logradas realizaciones de la iglesia en


los siglos II y III; es el desarrollo estructurado de lo que estaba germinalmente presente
en el nuevo testamento. El proceso bsico del llegar a ser cristiano, cuyo iter nos
marcaba el libro de los Hechos (evangelizacin-fe metanoia-bautismo), viene ahora
garantizado por un slido marco institucional. Varias causas debieron influir en su
creacin: en primer lugar, la importante accin evangelizadora, y la voluntad de
mantener la calidad de los nuevos convertidos y de las jvenes comunidades
cristianas; pero tambin debi influir la amenaza creciente de las sectas herticas (sobre
todo del gnosticismo) que penetraban de formas diversas hasta el interior de las
comunidades cristianas y obligaban a una mejor instruccin de los adeptos; por fin, no
cabe desechar la competencia en este terreno con los cultos mistricos.
En el origen del catecumenado cristiano est probablemente la iniciativa privada,
que en un segundo momento es asumida, controlada y avalada por la iglesia. Este parece
ser el caso de Justino y de los primeros maestros alejandrinos. A comienzos del siglo II,
encontramos ya en pleno desarrollo esta institucin eclesial; Tertuliano y Orgenes son
dos importantes fuentes de informacin para reconstruir el catecumenado en esta poca,
pero el testimonio ms explcito es, sin lugar a dudas, el de Hiplito en su Tradicin
apostlica. Segn nos indica Hiplito, el catecumenado viene a ser un largo tiempo de
formacin religiosa, que dura habitualmente tres aos y est enmarcado por un doble
examen. Este proceso catecumenal puede resumirse de la siguiente manera:
1) Entrada en el catecumenado: Un primer examen de admisin realiza ya una criba
entre los candidatos. Estos deben presentar como fiador (padrino) a un cristiano
conocido, que pueda dar una garanta inicial de la voluntad de conversin del aspirante.
Este examen se extiende a los motivos que impulsan la decisin del candidato, a sus
relaciones matrimoniales, a su profesin y situacin social. Al futuro cristiano se le
marcan, desde el comienzo, una serie de incompatibilidades: el que mantenga una casa
de prostitucin, por ejemplo, no podr ser admitido. En el siglo III, las profesiones
incompatibles con la fe cristiana son, principalmente, las que dicen relacin al culto
pagano, al servicio militar o la administracin imperial6.
2) Formacin doctrinal: A continuacin de este examen inicial comienza para el
aspirante el perodo de catequesis, que viene asegurada por los doctores, que pueden
4
G. Dix, The pre-nicene background of the liturgy, en su obra The shape of the liturgy, G1asgow 1952,
141-155; A. Baumstark, Liturgie cornpare, Chevetogne 1953, 16 ss.
5
G. Kretschmar, La liturgie ancierme dans les recherches historiques actuelles: LMD 149 (1982) 57-63.
Para el estudio litrgico de esta poca se pueden consultar: J. A. Jungmann, La liturgie des premiers
sicles, Paris 1962,67-188; B. Neunheuser, Storia della liturgia attraverso le epoche culturali, Roma
1977, 24-39; E. Cattaneo, Il culto cristiano in occidente, Roma 1978, 63-82; H. A. J. Wegman,
Geschichte der Liturgie, im Westen und Osten, Regensburg 1979, 15-46.
6
Llegar a ser cristiano era entonces algo as como entrar en nuestros das en una orden monstica severa,
dice Jungmann, La liturgie des premiers sicles, 123.
ser (como explcitamente lo hace saber Hiplito) tanto eclesisticos como laicos. Un rito
propio, la consignatio o seal de la cruz, abre el paso para este perodo catecumenal,
cuya duracin de tres aos puede ser abreviada en casos de particular dedicacin. Bajo
los cuidados del doctor audientium, el aspirante recibe una instruccin especial que le
introduce paulatinamente en el universo de la fe cristiana. Esta instruccin se basa
fundamentalmente en la Escritura, con la que el catecmeno se va familiarizando por
medio de las lecturas litrgicas y la homila. La reunin concluye siempre con una
oracin y la imposicin de manos de los doctores sobre los catecmenos.
3) Preparacin prxima al bautismo: Esta fase catecumenal termina con un nuevo
examen de los aspirantes al bautismo; nuevamente se requiere la presencia del fiador
que ha de responder del candidato. Se intenta conocer si el catecmeno, en su vida
diaria, ha dado pruebas de conversin a Cristo, practicando el mandamiento funda-
mental del amor al prjimo, en su realizacin concreta de visitar a los enfermos y
atender a las viudas7. Pasada esta prueba, los catecmenos seleccionados (los electi)
pueden ya entrar en la fase de preparacin prxima, caracterizada por la oracin, el
ayuno y los exorcismos rituales. En este perodo, los electi audiant evangelium, dice
Hiplito; se refiere probablemente a que estn obligados ahora a asistir a la liturgia de la
palabra en la celebracin eucarstica. Durante una ltima semana, los candidatos reciben
una preparacin ms concentrada, acompaada de ritos, y de este modo se acercan al
gran da bautismal. La celebracin del bautismo se describe de la siguiente manera:
En el momento del canto del gallo, se orar en primer lugar sobre el agua... Se desnudarn, y se
bautizar primeramente a los nios. Todos aquellos que puedan hablar por si mismos hablarn. Respecto a
los que no lo puedan hacer, sus padres hablarn, o alguno de su familia. Despus se bautizar a los
hombres, y por fin a las mujeres... En el momento fijado para el bautismo, el obispo dar gracias sobre el
aceite... Y el presbtero, tomando a cada uno de los que reciben el bautismo, le ordenar renunciar
diciendo: Renuncio a ti, Satn, a toda tu pompa y a todas tus obras. Despus de que cada uno haya
renunciado, (el presbtero) le unge con aceite de exorcismo diciendo: Que todo espritu maligno se aleje
de ti. De esta manera, le confiar desnudo al obispo o al presbtero que se encuentra cerca del agua para
bautizar. Un dicono descender con l de esta manera. Cuando el que es bautizado ha descendido al
agua, aquel que bautiza le dir imponindole la mano: Crees en Dos Padre todopoderoso? Y aquel que
es bautizado dir a su vez: Creo. Y entonces (aquel que bautiza), teniendo la mano puesta sobre su cabeza,
le bautizar una vez. Y despus dir: Crees en Cristo Jess, Hijo de Dios, que naci por el Espritu santo
de la Virgen Mara, fue crucificado bajo Poncio Pilato, muri y resucit al tercer da vivo de entre los
muertos, subi a los cielos y est sentado a la derecha del Padre; que vendr a juzgar los vivos y los
muertos? Y cuando haya dicho: Creo, ser bautizado por segunda vez. De nuevo (el que bautiza) dir:
Crees en el Espritu santo, en la santa iglesia? El que es bautizado dir: Creo, y as ser bautizado por
tercera vez. Despus, cuando haya subido, ser ungido por el presbtero con el aceite de accin de gracias
con estas palabras: Te unjo con el aceite santo en el nombre de Jesucristo. Y as, cada uno despus de
haberse secado se volver a vestir, y a continuacin entrarn en la iglesia...8.

Seguidamente Hiplito menciona una serie de ritos postbautismales realizados por el


obispo: imposicin de mano con invocacin, uncin con aceite de accin de gracias,
signacin en la frente, y beso de paz. Despus, los nefitos se unen a la comunidad de
los fieles, y participan con ellos en la eucarista.
A pesar de la escasez de documentos, en esta misma poca antenicena podemos
descubrir diversas tradiciones respecto a los ritos de la iniciacin cristiana. En la
Didach, se habla nicamente del bautismo (por inmersin o por infusin), sin ningn
rito prebautismal o postbautismal, con un ayuno previo y una breve referencia que

7
La mejor prueba de la conducta del cristiano era haber sido encarcelado por el nombre; si mora en la
persecucin sin haber recibido el bautismo, se salvaba ya que haba sido bautizado en su propia sangre,
Hiplito, Tradicin apostlica 19: ed. B. Botte, Mnster Westfalen 1963,40-41; Tertuliano, De baptismo
12 y 14: CSEL 20,210213; Cipriano, Epistula 57, 4: CSEL 3,653; Ep. 73,21,23: CSEL 3, 784-796.
8
Hiplito, Tradicin apostlica 21: ed. B. Botte 44-51.
indica el bautismo, como requisito previo para la admisin a la eucarista. En las Actas
sirias de Toms, el bao bautismal viene precedido de una uncin con aceite, que
claramente debe ser comprendido como el don del Espritu. Parece evidente que en los
siglos II-III existen tradiciones bautismales diferentes, que corresponden a comunidades
cristianas diferentes, y esta pluralidad posiblemente arranca desde el primer siglo del
cristianismo9.

b) Eucarista y asamblea dominical

La celebracin eucarstica en los primeros siglos conoce este triple momento


evolutivo: el primer estadio corresponde a Cristo mismo celebrando la cena durante un
banquete enmarcado entre dos ritos, preexistentes pero transformados por l mismo, el
rito del pan y del cliz de vino. La edad apostlica realiz muy pronto una clarificacin
reuniendo estos dos ritos y situndolos al fin del banquete. Ms tarde, tiene lugar un
cambio trascendental (quiz el mayor de toda la historia litrgica): el abandono del
banquete como soporte de la celebracin.
Este cambio produjo a su vez diversas modificaciones en las formas celebrativas:
desaparecen las mesas a excepcin de la del presidente de la asamblea; caen en desuso
los trminos neotestamentarios fraccin del pan y cena del Seor; la oracin de
accin de gracias, ya unificada, se enriquece progresivamente y alcanza una importancia
excepcional hasta dar el nombre a la celebracin en su conjunto, as como al don
ofrecido. Desde los comienzos del siglo II, en efecto, la designacin ms generalmente
empleada es eucarista.
En la mitad del siglo II san Justino nos ofrece un testimonio de gran valor en su
primera apologa. En el captulo 65 nos describe el curso de la celebracin eucarstica
que sigue al bautismo; un poco ms tarde, en el captulo 67, nos refiere la celebracin de
la comunidad en el da que se llama del Sol que para los creyentes ha llegado a ser el
da del Seor resucitado. He aqu su texto:
El da que se llama del Sol, se celebra una reunin de todos los que habitan en las ciudades o en los
campos. All se leen, en cuanto el tiempo lo permite, las Memorias de los Apstoles o los escritos de los
Profetas. Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortacin e invitacin a
que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente, nos levantamos todos a una y elevamos nuestras
plegarias; cuando se terminan, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, segn sus
fuerzas, eleva igualmente a Dios sus plegarias y eucaristas, y todo el pueblo aclama diciendo: Amen.
Viene a continuacin la distribucin y participacin de los alimentos eucaristizados y su envo, por medio
de los diconos, a los ausentes. Los que tienen bienes, y quieren, cada uno segn su libre determinacin,
dan lo que bien les parece; y lo recogido se entrega al presidente y l socorre con ello a hurfanos y
viudas, a los que por enfermedad o por otra causa estn necesitados, a los que estn en las crceles, a los
forasteros de paso. En una palabra, l se constituye en provisor de cuantos se hallan en necesidad.
Celebramos esta reunin el da del Sol por ser el da primero, en el cual Dios, transformando las tinieblas
y la materia, hizo el mundo; y tambin por ser el da en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucit de entre
los muertos10.
El doble texto de san Justino se presta a mltiples consideraciones de detalle.
Aparece con claridad cmo la celebracin eucarstica se ha desprendido de su marco
natural, el banquete; sin embargo, advertimos la presencia relevante de la triple
dimensin interna de la celebracin (y de la comunidad), tal como nos mostraba el
sumario de Hechos 2, 42: la palabra, la eucarista propiamente dicha, y la koinonia o
9
G. Kretschmar, Nouvelles recherches sur Tinitiation chrtienne: LMD 132 (1977) 7-32.
10
Justino, I Apologa 67, en Yo Martn Pindado y J. M. Snchez Caro, La gran oracin eucarstica.
Textos de ayer y de hoy. Madrid, 1968, 133-4.Sobre la conexin entre eucarista y preocupacin por los
hermanos ms necesitados, ver los textos de los siglos II y III reunidos en A. Harnman, Liturgia y
apostolado, Barcelona 1967, 54-58.
preocupacin por los hermanos necesitados. Por lo dems, es fcil constatar cmo la
estructura interna de la celebracin que nos. relata Justino, ha permanecido
prcticamente igual hasta nuestros das. .
En la mitad del siglo II, la institucin del domingo est ya slidamente
fundamentada. La diversidad de ttulos que recibe nos indica su riqueza de significado
para la comunidad cristiana. La denominacin ms antigua es la de kyriak, o da del
Seor resucitado (Ap 1, 10; Didach 14,1). La Epstola de Bernab habla del octavo da
(XV, 9), expresin encuadrada en el contexto judeo-cristiano: los fieles tras celebrar el
sptimo da judo lo prolongan al da siguiente con su propia celebracin cristiana.
Justino habla, por fin, del da primero ponindolo en relacin con el tema de la creacin
del mundo11.
La evolucin que el rito eucarstico experimenta desde los apologistas hasta la
primera mitad del siglo III, queda reflejado, como en el caso del bautismo, en la
Tradicin apostlica de Hiplito. Tambin este autor nos ofrece una descripcin doble:
la primera, despus de la consagracin episcopal; la segunda, despus de la celebracin
del bautismo. Su ms alto valor radica en que, por vez primera, se nos da a conocer la
formulacin misma de la plegaria eucarstica. Esta es muy breve y tiene un marcado
carcter cristolgico. Su estructura interna contiene los siguientes elementos: Un
dilogo inicial entre el obispo y la asamblea; una accin de gracias inmediatamente
centrada en Jesucristo, a quien se evoca en la encarnacin, muerte y resurreccin; no
hay sanctus, y la accin de gracias desemboca directamente en la narracin de la
institucin eucarstica; sigue la anmnesis sacrificial, recordando solamente fa muerte y
la resurreccin; a continuacin la epclesis de comunin, para concluir con una
doxologa trinitaria y el amn del pueblo.
Pero el texto de Hiplito no trata de ser una frmula fija y obligatoria para las
comunidades cristianas. Ya Justino haba indicado que el presidente eleva a Dios sus
plegarias y eucaristas segn sus fuerzas, queriendo referirse probablemente al
carcter de libre improvisacin (sobre un esquema interno) de la oracin eucarstica.
Hiplito advierte con toda claridad: Que el obispo d gracias como lo hemos dicho
ms arriba. No es de ningn modo necesario que pronuncie las mismas palabras, que
hemos dicho, como empendose en decidas de memoria, al dar gracias a Dios; sino
que cada uno ore segn su propia capacidad12.
Sin embargo, y aparte algunas expresiones propias de la teologa del mismo
Hiplito, bien se podra considerar el texto de Hiplito como un esquema fundamental
de la liturgia eucarstica, tal como se celebraba en las comunidades de esa poca. Hacia
el ao 154, Policarpo de Esmirna visitando la ciudad es invitado por el papa Aniceto a
celebrar la eucarista en la comunidad de Roma; unos cien aos ms tarde la Didascalia
siraca recomienda que se tribute al obispo visitante el honor de dirigir la palabra a la
comunidad y adems de elevar la accin de gracias13. Esto supone que, a pesar de las
justas variedades locales, exista en todas las comunidades cristianas una comn orde-
nacin de la liturgia eucarstica, al menos en sus rasgos bsicos y fundamentales.

c) Pascua y controversia pascual

11
W. Rordoff, El domingo. Historia del da de descanso y de culto en los primeros siglos de la iglesia
cristiana, Madrid 1971 (con bibliografia en p. 309-313); Origine et signification de la clbration du
dimanche dans le christianisme primitif: LMD 148 (1981) 103-122.
12
Tradicin apostlica 9: ed. B. Botte, 28-29.
13
Didascalia n, 58, 3: ed. F. X. Funk, Paderbornae 1905, 168-169.
Lo que el domingo es en el curso de la semana, constituye la pascua dentro del ritmo
del ao, la fiesta anual ms antigua de la iglesia cristiana. Dos factores influyeron en la
relevancia de esta fiesta para la conciencia cristiana: por una parte, la explicitacin en el
tiempo, ampliando su duracin a los das anteriores y sobre todo a su prolongacin
festiva, en el laetissimun spatium de cincuenta das; y por otra, la incorporacin del
bautismo a la liturgia pascual, dies baptismo sollemnior como afirma Tertuliano14.
Respecto a su celebracin litrgica, el esquema aparece bsicamente idntico en
oriente y en occidente segn los testimonios ms importantes del siglo III. Un ayuno
riguroso y obligatorio da inicio a la fiesta; el centro de la celebracin es la vigilia
nocturna, que rene a toda la comunidad y se desarrolla con lecturas, cantos y
oraciones, y alcanza su culmen y su final festivo con la celebracin de la eucarista.
Pero el verdadero problema constituy la fecha en que haba de celebrarse la fiesta
de pascua. En el siglo II, las comunidades de Asia menor tenan como tradicin (que
vena segn ellos desde los apstoles Juan y Felipe) celebrar la pascua en la misma
fecha que los judos, o sea el da 14 del mes de Nisn. Segn investigaciones recientes,
es muy posible que esta pascua de los cuartodecimanos fuese la forma original de la
celebracin en la comunidad primitiva, y no una desviacin limitada a la provincia de
Asia15. Pero en el mismo siglo II existen otras comunidades como la de Roma, Palestina,
Egipto, Grecia etc., que celebran la pascua anual cristiana no en la fecha juda del 14 de
Nisn, sino el domingo que le sigue. Tambin este grupo se refiere para fundamentar su
praxis a una tradicin apostlica, que ascendiendo por los sucesivos obispos de Roma
llegara hasta los mismos apstoles Pedro y Pablo.
Como bien subraya Odo Casel, la diferencia entre ambas tendencias no consiste en el
objeto de la fiesta; las comunidades de Asia al conmemorar la muerte del Seor no
excluyen de ningn modo la resurreccin; de la misma manera, los que celebran la
pascua en domingo, subrayan lgicamente el tema de la resurreccin del Seor, pero sin
olvidar su pasin y muerte. Era una diferencia de acento, pero que fue suficiente para
suscitar una polmica muy viva entre las comunidades del siglo II, la famosa
controversia pascual16.
El obispo Policarpo de Esmirna en su estancia en Roma por el ao 154, haba tratado
este asunto con el papa Aniceto, pero sin llegar a ningn acuerdo. Un poco ms tarde,
hacia el ao 170, entran en esta polmica Melitn de Sardes y el obispo Claudio
Apolinar de Hierpolis, discusin en la que toma parte tambin Clemente de Alejandra.
Pero el punto ms lgido de la controversia puede situarse pocos aos antes del final del
siglo II, con el papa Vctor I: la controversia pascual deriva casi en un cisma dentro de
la iglesia. La actitud ms tolerante de san Ireneo con los partidarios de la prctica
divergente tuvo xito y salv la unidad de la iglesia. Por fin, la solucin romana fue
aceptada en todas partes y la fiesta de pascua, en adelante, ser celebrada por todas las
iglesias cristianas el domingo siguiente al 14 de Nisn de los judos.

d) La liturgia y la lucha contra el gnosticismo

El fenmeno del gnosticismo, particularmente vivo en los siglos II y III, tiene hondas
repercusiones no slo en el mbito teolgico, sino tambin en el litrgico. nicamente a
la luz de este conflicto con el gnosticismo, encuentran su explicacin ciertos desarrollos

14
De Baptismo 19: CSEL20;217; cf. O. Casel, La fete de Paques dans lglise des Pres, Paris 1963; R.
Cabi, La pentecote. L'evolution de la cinquantaine pascale au cours des cinq premiers siecles, Tournai
1965.
15
. T. J. Talley, Le temps liturgique dans rglise ancienne. Etat de la recherche: LMD 147 (1981) 30.
16
O. Casel, La fete de Paques, 34-36.
litrgicos que se verifican en esta poca17.
Una de las caractersticas fundamentales del movimiento gnstico es, sin duda, el
dualismo, que implica un desprecio de lo material y lo corpreo. Antes la iglesia, para
oponerse a las concepciones crasas y materialistas del medio ambiente pagano y judo
subrayaba el culto espiritual, un culto que no tiene necesidad de lugares ni tiempos
sagrados, ni de manifestaciones exteriores y ruidosas, sino que se realiza en una
adoracin que sale del corazn y florece en la eucarista (sacrificio de los labios) y en
la vida del creyente. Ahora los autores cristianos se ven obligados a defender tambin el
lado exterior y material de la religin cristiana y de su culto.
Este cambio es perceptible, sobre todo, en Ireneo de Lyon, hacia el fin del siglo II.
En la lnea de los apologistas, tambin Ireneo valora la ofrenda interior del corazn,
pero ante el espiritualismo profesado por los gnsticos, se ve llevado a subrayar y
defender los elementos materiales de la fe cristiana. En unos pasajes realmente
antolgicos, Ireneo de Lyon muestra que la eucarista tiene sus races en la creacin
material, en el pan y en el vino que son de la tierra; estos elementos de la creacin,
recibirn sucesivas transformaciones de sentido, hasta llegar a ser cuerpo y sangre de
Cristo. Segn Ireneo, la eucarista est internamente constituida por un elemento
celestial, la invocacin de Dios, y un elemento terrenal, que es parte de la creacin
material que procede del mismo Dios18.
Si anteriormente apenas se haca mencin de los dones materiales del pan y del vino, y
se pona el acento en la accin de gracias que se pronunciaba sobre ellos, ahora se fija la
atencin precisamente en esa dimensin material y corprea que comporta la
celebracin cristiana. Por eso no es casualidad el cambio de nombre: si antes eucarista
era el trmino preferido, ahora se generaliza el uso de oblatio y sacrificium. Y es en esta
misma poca (finales del siglo II) cuando comienza la prctica de aportar ofrendas al
altar, que en los siglos posteriores recibir desarrollos sucesivos, tanto en oriente como
en occidente19.
Este cambio en la comprensin de la eucarista, trae consigo una serie de
modificaciones en la forma de disponer el lugar de la celebracin. Si antes se colocaba
el acento en la comunidad misma reunida en torno al obispo o al presidente, y la
cathedra era el centro de la gravitacin de esa comunidad, desde ahora el altar como
lugar del sacrificio va a ir adquiriendo una relevancia cada vez mayor. Pronto no ser
una simple mesa de madera, sino de piedra, que con el tiempo evolucionar en mltiples
aspectos, adquiriendo una gama creciente de significaciones y desarrollos estticos.
Como dice J. A. Jungmann: la historia gloriosa del altar cristiano haba comenzado20.

e) Los inicios de un arte cristiano


El siglo III, con sus largos periodos de paz, propici un desarrollo interno y
externo de las comunidades cristianas, que por vez primera se sienten capaces de
intervenir originalmente en los campos de la expresin artstica. Se observa, sin
embargo, dentro del mismo cristianismo una fuerte corriente, que apoyndose en las
prohibiciones de xodo 20, 4, rechaza la realizacin artstica figurativa. Pero la
corriente afirmativa llega a imponerse por el momento a esta tendencia contraria a las
imgenes ya en el mismo siglo III.
Al comienzo, como ya sabemos, los cristianos se reunan en una habitacin cedida
libremente por algn miembro (o matrimonio) de la misma comunidad cristiana. Los

17
Para este punto ver, sobre todo, el cap. X. de J. A. Jungrnann, La liturgie des premiers siecles, 171-188.
18
Adversus haereses 4,18,5 y 5, 2, 3: en J. Solano, Textos eucarsticos primitivos I, Madrid 1952,76-79.
19
J. A. Jungmann, El sacrificio de la misa. Tratado histrico-litrgico, Madrid, 41963, 549 ss.
20
La liturgie des premiers siecles, 188.
inicios del siglo III aportan una evolucin importante: la transformacin de casas
particulares en lugares de culto. El crecimiento numrico de las comunidades haca cada
vez ms difcil la celebracin cristiana en casas particulares; pero todava a comienzos
de este siglo, no parecen existir edificios construidos expresamente para el culto. As el
conocido edificio de DouraEuropos (en Mesopotamia), hacia el ao 232, es una casa
corriente que no se diferencia en su estructura de las casas que la rodean; este
descubrimiento arqueolgico nos muestra una casa normal, transformada en una iglesia
domstica, y decorada con frescos bautismales. Pero la situacin parece cambiar en la
segunda mitad del siglo III: ahora empiezan a construirse recintos propios, con una
forma distinta de la que se utiliza para la vivienda; es el despertar de una arquitectura
cristiana.
As tambin a mediados del siglo III, las comunidades cristianas llegan a tener
lugares propios de enterramiento: este hecho va a ofrecer posibilidades nuevas para el
desarrollo del arte cristiano. Las paredes y los techos de las cmaras sepu1crales son
decorados ahora con diversas ilustraciones pictricas, que si en sus formas dependen
claramente de los cnones' artsticos profanos de su tiempo, en cuanto a los temas se
guan generalmente por las fuentes cristianas, y muy en especial por la sagrada
Escritura.
Entre las representaciones ms antiguas podemos encontrar la figura de Jons, de
No en el arca, de Daniel entre los leones, de Lzaro resucitado, entre otras: todas ellas
aluden a situaciones descritas en la Biblia, donde un hombre que se halla en peligro de
muerte consigue la liberacin; estas narraciones bblicas ledas en clave cristiana
expresan para los creyentes la gran esperanza de la vida eterna en Cristo.
Son tambin corrientes las imgenes del Buen Pastor y de Cristo Maestro; y es
curioso advertir que, incluso cuando representan escenas tomadas de la Biblia o del
evangelio, los artistas cristianos siguen inspirndose en figuras familiares de la cultura
de su tiempo, que ellos reinterpretan en sentido cristiano: as, por ejemplo, el Buen
Pastor se inspira en el tema helenstico de Orfeo, o la figura de Jons imita a Endimin
dormido. El mosaico de Cristo-Sol, Christus Helios, descubierto en las excavaciones de
San Pedro en el Vaticano, refleja esta misma articulacin entre fe cristiana y cultura
profana y, a la vez, anuncia la temtica que ser desarrollada por el arte cristiano, en la
siguiente fase constantiniana.
As pues, por medio de imgenes o esquemas artsticos que les eran culturalmente
familiares, los cristianos de la poca de los mrtires han logrado expresar su propia
experiencia cristiana. Resulta interesante y esclarecedor, en este sentido, comparar los
temas representados con los documentos literarios de la poca: por ejemplo, el De
baptismo de Tertuliano o la Homila pascual de Melitn de Sardes, con los frescos de
las catacumbas o de la iglesia domstica de DouraEuropos. Dentro de un horizonte
convergente nos hallamos con los grandes temas de la catequesis y de la liturgia
cristiana. Como era de esperar, existen numerosas referencias a la eucarista y a la
iniciacin cristiana21.

3. La teologa sacramental en los tres primeros siglos

De los escritos del nuevo testamento no podemos extraer un concepto que sea
Comn y limitado a los siete sacramentos de la iglesia. En analoga y discontinuidad
con los ritos de otras religiones, existen desde el comienzo en la iglesia realizaciones

21
F. van del Meer-Ch. Mohrmann, Atlas de fantiquit chrtienne, Paris-Bruxelles 1960, 42-57; A.
Quacquarelli, Retorica e liturgia antenicena, Roma 1960; M. L. Thre1, Les symboles de lecclesia
dans la creation iconographique de l art chrtien du III au VI siecle, Roma 1973.
vitales (como el bautismo y la eucarista), que ms tarde sern llamados sacramentos,
y recibirn dentro de la misma comunidad cristiana una confirmacin definitiva, similar
a la de los libros de la sagrada Escritura, que sern incluidos en el canon.
Como el acontecimiento-Cristo precede a la elaboracin de la cristologa, tambin la
vida de la iglesia, la realizacin prctica de los sacramentos en la comunidad precede a
la sacramentologa. As lo que se transmite en prime lugar en las primeras comunidades
es la realizacin viva de la eucarista como praxis comunitaria (l Cor 11, 23 s), antes que
la reflexin teolgica sobre la misma. Sin embargo, ambos aspectos van ntimamente
entrelazados ya en el mismo nuevo testamento. Existe una teologa narrativa, por
ejemplo, en la descripcin sinptica del bautismo de Jess por Juan, en las percopas de
la institucin eucarstica o en las mltiples referencias bautismales del autor de los
Hechos. Se puede decir que las mismas narraciones estn teologizadas adems, segn la
perspectiva y los valores vividos por la comunidad concreta de donde procede el relato.
Si en el nuevo testamento no podemos encontrar una teora general de los sacramentos,
no faltan unos primeros indicios. En 1 Cor 10, 1-4, san Pablo une bautismo y eucarista
bajo un aspecto comn, como acciones que operan la salvacin; tambin Ef 5, 21c33
relaciona de algn modo matrimonio y bautismo; Juan 19, 34, de forma simblica,
describe el origen de la eucarista y del bautismo en la misma cruz de Cristo22.

a) Mysterion-sacramentwn en los primeros siglos

A pesar de las investigaciones sobre el tema, es dificil reconstruir el proceso por el que
el trmino griego mysterion fue aplicado a los sacramentos cristianos y luego el trmino
griego fue traducido por el sacramentum latino. Por otra parte, se plantea el problema de
la influencia que los misterios paganos pudieron tener en el vocabulario y en el
desarrollo de las ideas sacramentales dentro del cristianismo de los primeros siglos.
Mysterion es un concepto poco frecuente en el nuevo testamento, y de significado
bastante difuso. En los escritos paulinos aparece ntimamente vinculado con el
acontecimiento-Cristo. Mysterion es la historia preparada en Dios, creador del mundo,
iniciahnente mantenida en secreto y que llega a su cumplimiento, en la plenitud de los
tiempos, en Cristo Jess. Fonlla parte esencial de este mysterion la existencia de una
oikonomia, preparada por el mismo Dios, en la que este mysterion est ya como
revelado y realizado, pero todava espera su definitiva consumacin. De este modo, se
puede hablar de la iglesia como el misterio de Dios encarnado en la historia actual. Y
aqu se encuentra el punto de arranque, y la base legtima para una fundamentacin
teolgica de la categora de sacramento, que se har ms tarde23.
En la patrstica primitiva, ,el vocablo mysterium ofrece contornos similares a los que
tiene en el nuevo testamento: se emplea bastante poco y con un significado poco fijo.
Cuando aparece en plural, se refiere casi siempre, como trmino tcnico, a los cultos
mistricos paganos. En el uso propiamente cristiano, mysterion, que en principio
significa el nico misterio de Dios, revelado y realizado en Cristo, pasa a designar
tambin los acontecimientos particulares de la historia de Jess, como acciones
salvficas concretas de Dios. A partir del siglo II, se comienza a emplear mysterion para
hablar del bautismo y de la eucarista, por ejemplo en Justino. Pero el trmino presenta
otra gama de acepciones, y se utiliza para designar figuras y acontecimientos
tipolgicos del antiguo testamento24.

22
B. van Iersel, Algunas races bblicas del sacramento cristiano: Conc 31 (1968) 7-23 trata de aplicar al
bautismo y a la eucarista los conceptos bblicos de anmnesis y persona corporativa.
23
G. Bornkarnm, art. Mysterion, en TWNT IV 809-834.
24
Sobre la concepcin del mysterion en Origenes y su triple aplicacin o manifestacin del Logos por
Sacramentum, es una palabra latina perteneciente al lenguaje comn, con el sentido
genrico (ligado a su raz sar, sacer, sancire)de prestar una garanta religiosa a algo;
esto poda realizarse por el juramento, por la jura de la bandera en el uso militar, por la
consagracin a la divinidad. Tambin puede significar la suma de dinero que se deposita
en lugar sagrado antes de un proceso y que en caso de perderse quedaba all como una
especie de ofrenda para la divinidad. El trmino, pues, no es una creacin de Tertuliano,
pero ue este autor quien primero aplic sacramentum al bautismo cristiano como
sacramentum militiae Christi, y tambin a la eucarista como acontecimiento cultual que
manifiesta la salvacin y nos hace participar en la misma. Pero Tertuliano jams
reflexiona sobre ambas acciones a la luz de la categora sacramentum. Esta teologa no
existe todava. Adems en el mismo Tertuliano, como en otros autores, subsiste la otra
gama de significaciones, heredada del mysterion griego, por la que sacramentum se
aplica a diversos signos sagrados que dicen relacin a una realidad escondida. Este
significado abierto de sacramentum (mysterion) persistir tambin en los siglos siguien-
tes: el trmino designar al bautismo y a la eucarista, pero tambin a otras realidades
como la sagrada Escritura, el catecumenado, el agua bendita, el lavatorio de los pies, el
smbolo apostlico, la oracin dominical, el ayuno, la fiesta de pascua, etc.
Cabe preguntar por qu se eligi este trmino sacramentum, y no se opt por usar
mysterion-mysterium tambin en el uso latino. Seguramente, el sacramentum latino
estaba en condiciones de expresar el significado sacramental que el griego mysterion
haba recibido en la vida de la comunidad cristiana. Por otra parte, la simple
transposicin del vocablo mysterium se encontraba en el cristianismo latino con la
resistencia a usar palabras relacionadas con el culto pagano (as el griego mysteria, y los
trminos latinos sacra, arcana, initia). En un segundo momento, cuando el cristianismo
se robustezca y declin_ la fuerza del paganismo, se recurrir sin temor a ciertas
analogas con los misterios paganos25.

b) Las controversias bautismales del siglo II

La polmica intra o extraeclesial ha resultado un factor importante de evolucin


litrgico-sacramental a lo largo de la historia. Las comunidades cristianas en el siglo II
se enfrentan con el problema del bautismo de herejes, cuando alguno de ellos desea
convertirse a la iglesia catlica. Roma y Alejandra se contentan con la simple recon-
ciliacin, pero frica (siguiendo a Tertuliano), y pronto, la mayor parte de Asia menor,
imponen un nuevo bautismo.
Esta diversa estimacin pudo subsistir sin mayores conflictos durante algunas dcadas,
hasta que aparecen en escena dos defensores intransigentes de sus respectivas posturas:
Cipriano de Cartago y Esteban de Roma. Este choque violento tuvo tambin
consecuencias tiles, ya que oblig a cada adversario a justificar sus respectivas
"posiciones, lo que dio lugar a un esclarecimiento progresivo en la teologa sacramental.
El pensamiento de Tertuliano es que el bautismo es propiedad exclusiva de la iglesia;
fuera de ella no se puede alcanzar al verdadero Dios ni a Cristo, y por lo tanto no puede
existir un verdadero bautismo. El razonamiento de Cipriano se sita exactamente en la
lnea abierta por Tertuliano: Cmo puede tener a Dios como padre, quien no tiene a la

medio de la encarnacin, la iglesia y la Escritura, H. U. von Balthasar, Parole et mystere chez Origene.
Paris 1957.
25
. Ch. Morhmann, Sacramentum dans les plus anciens textes chrtiens, en Etudes sur le latin des
chrtiens 1, 'Roma 1961, 233-244; Y Cangar, El mysteriom aplicado a los sacramentos, traducido por
sacramentum en la iglesia antigua, en su obra Un pueblo mesinico, Madrid 1976, 55-65.
iglesia como madre?26. Lo que irrita a Cipriano es sobre todo el principio con que el
obispo romano justifica su postura:Nihil innovetur, nisi quod traditum est. Cipriano
ataca la tesis de Roma, diciendo, entre otras cosas, que no slo hay que apelar a la
tradicin, sino que tambin hay que dejar hablar a la reflexin y a la razn27.
El martirio simultneo de los dos protagonistas principales evit lo que pudo haber
sido el cisma africano. Esta controversia bautismal nos deja una conclusin un poco
inesperada: cuando los obispos africanos, al mando de Cipriano, declaran nulo el
bautismo conferido por los herejes, no subrayan en ellos tanto su carcter hertico,
como su carcter cismtico. La razn fundamental de la nulidad de este bautismo era la
ausencia de la iglesia en la administracin del sacramento. El trabajo teolgico
posterior, sobre todo de san Agustn, aclarar este punto controvertido en el sentido de
la prctica romana28.

BASURKO Xavier - GOENAGA Jos A.,


La vida litrgico - sacramental de la Iglesia en su evolucin histrica en BOROBIO Dionisio (dir.),
La celebracin en la Iglesia I: Liturgia y sacramentologa fundamental, Ed. Sgueme (Salamanca
1985) 71-87

26
Cipriano, Epist. 74, 7: CSEL 3, 804; De catholicae ecclesiae unitate 6: CSEL 3, 214.
27
Epist. 71, 3: CSEL 3, 773.
28
L. Villette, Foietsacrement 1: Dunouveau Testament asaint Augustin, Paris 1959, 105-136.

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