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Cinco Mediadores Internacionales Que Auspiciaron La Paz

El documento describe cinco ejemplos de mediadores internacionales exitosos en procesos de paz: George Mitchell en Irlanda del Norte, Lazaro Sumbeiywo en Sudán, Álvaro de Soto en El Salvador, Andrea Riccardi y Matteo Zuppi en Mozambique. Se enfoca en George Mitchell, cuyas técnicas de mediación basadas en principios sencillos ayudaron a lograr el Acuerdo de Viernes Santo en 1998 y pusieron fin al conflicto en Irlanda del Norte.

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Cinco Mediadores Internacionales Que Auspiciaron La Paz

El documento describe cinco ejemplos de mediadores internacionales exitosos en procesos de paz: George Mitchell en Irlanda del Norte, Lazaro Sumbeiywo en Sudán, Álvaro de Soto en El Salvador, Andrea Riccardi y Matteo Zuppi en Mozambique. Se enfoca en George Mitchell, cuyas técnicas de mediación basadas en principios sencillos ayudaron a lograr el Acuerdo de Viernes Santo en 1998 y pusieron fin al conflicto en Irlanda del Norte.

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CINCO MEDIADORES INTERNACIONALES QUE

AUSPICIARON LA PAZ
En su difícil tarea como mediador internacional para el conflicto de Siria, Kofi
Annan puede inspirarse en algunos de los siguientes ejemplos en los que un
intermediario, acompañado de su equipo, ha encauzado el camino hacia la
solución pacífica de conflictos bélicos.

La presencia de un mediador internacional para la resolución de conflictos armados ha


resultado positiva en más de una ocasión. A continuación se presentan cinco ejemplos de
procesos de mediación, todos ellos muy distintos entre sí: han sido desarrollados en
cuatro continentes; con intermediarios de distintos perfiles y procedencias; y respaldados
por una importante organización internacional o regional, por un Estado o por una
organización civil reconocida. Los casos en los que se hizo necesaria la intervención de
un mediador externo se refieren a conflictos internos por autodeterminación, ideología o
reparto del poder político.La diversidad existe en cuanto a la consumación de los
objetivos perseguidos y a las soluciones alcanzadas por los actores involucrados. Por
razones de espacio, este artículo se centra en la figura del mediador que aparece en la
foto final, aunque se debe reconocer la labor de los otros mediadores que contribuyeron
a cultivar las condiciones para la paz en estos procesos.

George Mitchell en Irlanda del Norte

En el proceso de Irlanda del Norte, la metodología aplicada fue justamente la opuesta al


caso anterior de El Salvador. El mediador estadounidense de origen irlandés George
Mitchell, respaldado por el presidente Bill Clinton, presentó una lista de normas de
conducta relativas al uso de medios exclusivamente pacíficos y democráticos para lograr
los objetivos políticos (“Principios de Mitchell”). A la vez, estableció tres principios muy
simples para conducir el proceso y consolidar los avances: consenso suficiente,
consentimiento paralelo y principio de que nada está acordado hasta que todo esté
acordado.

Aunque el proceso que condujo a la paz definitiva ya había comenzado mucho antes de
su llegada en 1996, se considera que su metodología, además de inspirar posteriores
procesos de paz, fue determinante para avanzar en las negociaciones que condujeron al
Acuerdo de Viernes Santo en 1998. El texto contempló, entre otros acuerdos, la creación
en Irlanda del Norte de órganos de autogobierno (legislativo y ejecutivo) e instituciones
compartidas (el Consejo Británico-Irlandés y el Consejo Ministerial Norte-Sur).

En conclusión, la mediación es un proceso lleno de obstáculos donde la experiencia y


profesionalidad del mediador resultan vitales para reconducir un conflicto bélico hacia la
paz. El respaldo internacional, el reconocimiento como interlocutor legítimo, el
conocimiento del conflicto, la creatividad, la capacidad persuasiva y el carácter
conciliador de cada uno de ellos fueron elementos claves para la resolución de estos
conflictos.
Lazaro Sumbeiywo en Sudán

En Sudán, sin embargo, el responsable de encaminar el proceso hacia la paz fue un


militar. Respaldado por la Agencia Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), el
teniente general Lazaro Sumbeiywo, enviado especial de Kenia, logró tras su
nombramiento en 2001 que el gobierno de Jartum y el Ejército Popular de Liberación de
Sudán (SPLA) aceptaran una solución transitoria. Ésta se basaba en la formación de un
Gobierno de Unidad que permitiera gozar de seis años de autonomía a la región del Sur
hasta la celebración de un referéndum de autodeterminación en 2011 (Protocolo de
Machakos, 2002).

Una solución audaz, muy similar a las planteadas por las mismas fechas por el enviado
personal del secretario general de la ONU James Baker para superar el conflicto del
Sahara Occidental entre Marruecos y el Frente Polisario (Acuerdo Marco y Plan de Paz),
que en este caso no prosperaron. Aunque la crisis de Darfur hizo peligrar el proceso, el
fin a 21 años de guerra civil se certificó en Nairobi en 2005. Las partes se
comprometieron a aceptar el resultado del referéndum, que arrojó un apoyo del 98% a
la independencia del Sur. La figura de Sumbeiywo fue ensalzada por su imparcialidad,
neutralidad y honestidad por ambas partes.

Álvaro de Soto en El Salvador

Otro caso de éxito lo encontramos en El Salvador, donde el representante especial del


secretario general de la ONU, el diplomático peruano Álvaro de Soto, jugó un papel
fundamental en las negociaciones que ayudó poner fin a la guerra civíl en el país
centroamericano. Mediante sucesivas rondas entre el Gobierno y el Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en San José (1990), la Ciudad de México (1991)
y Nueva York (1991), logró pequeños compromisos en materia de derechos humanos,
seguridad, justicia, verdad, reparación, propiedad de la tierra y verificación del alto el
fuego.

Todos estos acuerdos desembocarían en la firma de la paz en Chapultepec (México) en


1992 que contempló una amnistía general. Un factor decisivo para el éxito de esta
mediación se explica por el empate militar de las partes, que les obligó a negociar. La
influencia ejercida por el Grupo de Contadora –formado por Colombia, México, Panamá y
Venezuela para promover la paz en Centroamérica– y el nuevo contexto internacional
surgido tras la desintegración soviética también contribuyeron al desenlace de un
conflicto nacido, fundamentalmente, por motivaciones ideológicas.
Andrea Riccardi y Matteo Zuppi en Mozambique

En Mozambique encontramos otro ejemplo, en cuyo caso convergieron mediadores


gubernamentales y religiosos con sus distintas técnicas de resolución de conflictos. En
efecto, el proceso avanzó hacia la solución cuando en 1990 la Comunidad de San Egidio
se ofreció para mediar, junto al Gobierno italiano y la Iglesia Católica mozambiqueña, en
el conflicto político y civil que desde la independencia del país en 1975 enfrentaba al
Frente de Liberación (FRELIMO) –en el Gobierno– y al grupo guerrillero Resistencia
Nacional (RENAMO).

Andrea Riccardi y Matteo Zuppi trabajaron desde la informalidad y la discreción, sin


ejercer presión sobre las partes, para construir puentes de entendimiento mutuo y
generar un clima de respeto, confianza, perdón y reconciliación. Esta vía informal,
paralela a la negociación política, fue decisiva para firmar la paz en 1992, donde lo
significativo del acuerdo no fueron los protocolos y principios sobre formación de partidos
políticos y elecciones, sino el reconocimiento mutuo por ambas comunidades como
hermanos, compatriotas y miembros de una única y gran familia mozambiqueña.

George Mitchell en Irlanda del Norte

En el proceso de Irlanda del Norte, la metodología aplicada fue justamente la opuesta al


caso anterior de El Salvador. El mediador estadounidense de origen irlandés George
Mitchell, respaldado por el presidente Bill Clinton, presentó una lista de normas de
conducta relativas al uso de medios exclusivamente pacíficos y democráticos para lograr
los objetivos políticos (“Principios de Mitchell”). A la vez, estableció tres principios muy
simples para conducir el proceso y consolidar los avances: consenso suficiente,
consentimiento paralelo y principio de que nada está acordado hasta que todo esté
acordado.

Aunque el proceso que condujo a la paz definitiva ya había comenzado mucho antes de
su llegada en 1996, se considera que su metodología, además de inspirar posteriores
procesos de paz, fue determinante para avanzar en las negociaciones que condujeron al
Acuerdo de Viernes Santo en 1998. El texto contempló, entre otros acuerdos, la creación
en Irlanda del Norte de órganos de autogobierno (legislativo y ejecutivo) e instituciones
compartidas (el Consejo Británico-Irlandés y el Consejo Ministerial Norte-Sur).

En conclusión, la mediación es un proceso lleno de obstáculos donde la experiencia y


profesionalidad del mediador resultan vitales para reconducir un conflicto bélico hacia la
paz. El respaldo internacional, el reconocimiento como interlocutor legítimo, el
conocimiento del conflicto, la creatividad, la capacidad persuasiva y el carácter
conciliador de cada uno de ellos fueron elementos claves para la resolución de estos
conflictos.

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