2 - San Juan de La Cruz - Esquema
2 - San Juan de La Cruz - Esquema
1. Igualdad de amor e igualdad de olvido de todos, quitando el corazón de ellos. Tenlos todos como
extraños. No pienses nada de ellos, no trates nada de ellos y huye de ellos cuanto buenamente
pudieres.
Guarda de poner el pensamiento y menos la palabra en lo que pasa en la comunidad. Viva en el
monasterio como si otra persona en él no viviese.
2. Jamás te muevas a cosa sin orden de obediencia. Jamás mires al prelado con menos ojos que a
Dios. Y será tu obediencia vana cuanto por su adversa condición te agravas o por su buena te
aligeras: que vengas a que te dé igual que sea prelado uno que otro, por lo que a tu particular
sentimiento toca.
3. Procura siempre humillarte en la palabra y en la obra, de corazón. Siempre más amigo de ser
enseñado de todos que de querer enseñar. Ni dejes de hacer las obras porque te falte gusto ni las
hagas por sólo el sabor y gusto. Buscar lo desabrido y trabajoso de todo. Entiende que no has
venido al convento sino a que todos te labren, como la imagen está sujeta al que la labra.
4. Aborrece toda manera de poseer. Y ningún cuidado de cosa admitas, ni del día de mañana,
empleándolo todo en servir más a Dios. Tenga todas las cosas del mundo por acabada. Lo que
pudiera hacer por tercera persona no lo haga por sí mismo, porque le conviene mucho ni querer
ver a nadie, ni que nadie le vea. Todo gozo, esperanza, temor y dolor, sólo referidos a Dios.
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- “A Dios hay que salir a buscarle por la obra (etapas), no como muchos que no querrían que les costase
Dios más que hablar, y aun eso mal. “
- Cualquier afección a criatura o acto natural por parte del alma, por pequeños que sean, tapan
lamentablemente el vacío espiritual. Son fugas por las que se escapa la voluntad, buscando consuelo
conocido frente a lo inabarcable de la pura fe contemplativa. Al avanzar por las etapas, la sequedad de
una es la señal para pasar a la siguiente. Así se desarrolla la fuerza necesaria para más adelante.
- Contemplación:
Las potencias han ya cumplido su tarea. Dejar de obrar en actos particulares, y poner el alma en un acto
general y puro. Reposar el alma y dejarla estar en su quietud y reposo.
Todo trae hastío menos esa quietud y ocio del alma. Precaverse de los 3 enemigos, sin buscar consuelos
conocidos; permitir que sus tentaciones se usen como referencia inversa.
”Lo que aquí han de hacer es solamente dejar al alma libre y desembarazada y descansada de todas las
noticias y pensamientos, no teniendo cuidado allí de qué pensarán ni meditarán (y que no se den nada
por la imaginación ni por la obra de ella), contentándose sólo con una advertencia amorosa y sosegada
en Dios y estar sin cuidado, sin eficacia y sin gana de gustarle o sentirle; porque todas esas pretensiones
desquietan y distraen al alma de la sosegada quietud y ocio suave de contemplación que aquí se da”.
Poner todas las potencias y apetitos en sueño y silencio. ”Si de suyo quiere algo obrar con las potencias
interiores, será estorbar y perder los bienes que Dios por medio de aquella paz y ocio del alma está
asentando e imprimiendo en ella”. Cuando el sentido ya no halla qué asir, no buscarlo. Ir entendiendo
algo por el sentido es señal de que el alma no está aún totalmente pura en lo espiritual. Dios porfía por
tenerla en aquella callada quietud, como el pintor que intenta hacer su trabajo.
La tarea del alma entonces no consiste más que en no estorbar. En dejar de hacer, no en hacer. Porque
si ese gusto sobrenatural que transmite Dios se junta con otros, sabores, mundanos o espirituales,
entonces no se siente.
El entendimiento ha de querer estarse ocioso. En el entendimiento, una inteligencia general, sin noticia
particular. Y en la voluntad, ser bañada de un amor genérico, sin particularidades.
- Consciencia del alma del vacío de sus potencias. Vacío que se experimenta como infinito porque su
capacidad lo es. El alma se va volviendo consciente de esta capacidad a medida que va recibiendo de
Dios.
- La propia luz que permitirá la unión es la que purga en la noche oscura. Lo que hace sufrir al alma, en
oleadas, son las identificaciones que tiene con lo que no es esa luz, de lo que se hace consciente.
- Allí donde hay algún tipo de comprensión natural por nuestra parte, allí es donde no está. Y cuando
sólo está la fe, sin entender nada naturalmente, ahí está.
- “La voluntad se une a Dios por la operación de la misma, no a través del sentimiento y aprehensión
de su apetito, ni con el entendimiento de sus inteligencias.“ “El alma llega primero a una unión de
voluntad. Pero no llega aún a la fuerza de unión del amor que viene de Dios.“
- Dios entonces la hace amar con la fuerza que Él la ama transformándola en su amor. Le da su misma
fuerza con que pueda amarle, que es como ponerle el instrumento en las manos y decirle cómo lo ha
de hacer, haciéndolo juntamente con ella, lo cual es mostrarle a amar y darle la habilidad para ello. Y
así, ama el alma a Dios con voluntad y fuerza del mismo Dios, unida con la misma fuerza de amor con
que es amada de Dios.“
Por tanto, no hay que temer la ociosidad de la voluntad en este caso, que si de suyo deja de hacer actos
de amor sobre particulares noticias, hácelos Dios en ella, embriagándola secretamente en amor infuso.
Así, percibe que a Dios no le gusta muy particular y distintamente, ni le ama con distinto acto, sino en
aquella infusión general oscura y secretamente. Quietud solitaria en que le ama sobre todas las cosas
amables. Todos los demás gustos le son ya desabridos. Lo mismo acerca de la memoria.
El alma vive por amor en lo que ama. “Y como no hay otra cosa en la que más la pueda engrandecer que
igualándola consigo, por eso solamente se sirve de que le ame; porque la propiedad del amor es igualar
al que ama con la cosa amada.” ”Ya solo en amar es su ejercicio. ” ”Lo que aprovecha es el amor a Dios,
por poco que sea, más que las otras obras sin Él. “
“De donde entonces le puede el alma de verdad llamar Amado, cuando ella está entera con Él, no
teniendo su corazón asido a alguna cosa fuera de Él; y así, de ordinario trae su pensamiento en Él.“
“Y tal manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados que se puede decir que
cada uno es el otro y que entrambos son uno. La razón es porque en la unión y transformación de
amor, el uno da posesión de sí al otro; y así, cada uno vive en el otro, y el uno es el otro y entrambos son
uno por transformación de amor. “
“Transformados en Dios, vivirán vida de Dios y no vida suya, aunque sí vida suya, porque la vida de Dios
será vida suya. Y entonces dirán de veras: vivimos nosotros y no nosotros, porque vive Dios en
nosotros“.
“Porque así como entonces su entendimiento será entendimiento de Dios, su voluntad será voluntad
de Dios, y así su amor será amor de Dios. Porque aunque allí no está perdida la voluntad de alma, está
tan fuertemente unida con la fortaleza de la voluntad de Dios con que de Él es amada, están las dos
voluntades unidas en una sola voluntad y un solo amor de Dios.”
“Hasta llegar a esto no está el alma contenta, ni en la otra vida lo estaría si no sintiese que ama a Dios
tanto cuanto de Él es amada. Cuando con todas sus fuerzas entienda y ame y goce a Dios, estará
satisfecha. No, mientras todavía tenga movimiento y fuerza para más. El cauterio de amor, crea la llaga
en el alma y a la vez la cura. Y crecen llaga y curación. Porque el amante, cuanto más llagado está, está
más sano. Hasta que toda el alma venga a resolverse en llaga de amor. “
Con el amor paga el alma a Dios lo que le debe, y con el entendimiento antes (más bien) recibe de Dios.
“Para el alma puesta en el sentir de Dios todas las cosas le son nada, y ella es para sus ojos nada. Sólo su
Dios para ella es el todo. “ “Que, por cuanto en este caso se une el alma con Dios, siente ser todas las
cosas Dios. En aquella posesión siente serle todas las cosas Dios.“
El movimiento aparente en esas llamas de amor mutuo, se deben al alma, por no estar ella aún en
perfecta gloria. El alma donde menos apetitos y gustos moran propios es donde Él más solo, y más
agradado, y más como en casa propia mora, rigiéndola y gobernándola, y tanto más secreto mora,
cuanto más solo.
El alma, cuanto más desea a Dios más le posee. De esta forma, los ángeles no penan porque ya le
poseen, y porque no hay fastidio de hartura, siempre le desean.
Dios da sus noticias amorosas (resplandores) al alma, y esta resplandece como ellos, unida a ellos según
sus potencias. Así, el alma le da a Dios el sí por gracia de voluntad, siendo ya la voluntad de Dios y del
alma una en un consentimiento propio y libre. Al amar el alma a Dios del mismo modo, la voluntad de
Dios y de ella es una, la operación es una. El alma es como sobra de Dios. Hasta este matrimonio, Dios
va purificando y hermoseando y adelgazando, con otras disposiciones positivas que Él la va haciendo en
sus visitas.
A veces cuando aún las almas no están bien dispuestas, y Dios les hace algunos recuerdos sabrosos,
todavía podrían entender algo por los movimientos del sentido, que todavía tienen algunas acciones y
movimientos acerca de lo espiritual, por no ser ello totalmente puro espiritual. Pero cuando el Esposo
hace en esta alma perfecta este recuerdo, todo lo que pasa y se hace es perfecto, porque lo hace Él todo
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El alma que ama no pide lo que quiere, sino que expresa lo que necesita.
Para vencer vicios y ganar virtudes: acudir con un acto o movimiento de amor anagógico contra tal vicio,
levantando nuestro afecto a la unión de Dios. Así, el enemigo no encuentra al alma.