MEDITACIÓN DE LA ROSA
Esta meditación de la rosa, una idea original de Roberto Assagioli, el creador de la
Psicosíntesis, podemos realizarlo tanto individualmente como en grupo. En el primer
caso tenemos que memorizar las distintas fases para recordarlas con facilidad, o bien
grabarlas para escucharlas cuando hagamos el ejercicio. En el segundo, quien guía la
meditación, lentamente y con las pausas oportunas, lo desarrollará como figura en el
párrafo siguiente. Unos minutos previos de relajación serán imprescindibles, tanto para
soltar tensiones y preocupaciones, como para colocarnos en el estado interno adecuado
para llevar a cabo la mediación. Entre cada fase de desarrollo de la rosa habrá unos
minutos de tiempo para traer la imagen a la mente, conservarla y visualizarla con la
mayor claridad posible. Los pasos son éstos:
Imaginamos el capullo cerrado de una rosa… Visualizamos el tallo, las hojas y en lo
alto del tallo, el capullo… El capullo es de color verde, porque los sépalos aún están
cerrados y, como mucho, en la parte superior podemos llegar a ver tan sólo un pequeño
punto rosa… Visualizamos ese capullo lo más vívidamente posible, manteniendo su
imagen en el centro de la conciencia... Mientras lo observamos vamos viendo cómo,
poco a poco, comienza a realizar un lento movimiento: los sépalos empiezan a separarse
dirigiendo sus extremos hacia fuera, dejando así al descubierto los pétalos rosados,
todavía cerrados... Los sépalos se separan cada vez más... y cada vez distinguimos
mejor el capullo de pétalos de un tenue color rosa... Ahora, también los pétalos
empiezan a extenderse..., el capullo sigue abriéndose lentamente... hasta que la rosa se
revela en toda su belleza y nos quedamos durante unos instantes admirándola con
alegría.
Una vez en este punto, comenzamos a percibir, inhalándolo, el aroma de la rosa... Ese
perfume tan característico y conocido... tenue, dulzón y agradable... Lo olemos con
profundo placer...El símbolo del perfume ha sido utilizado frecuentemente en el
lenguaje religioso y místico (el olor de santidad) y también es frecuente el uso de
perfumes en los ritos (incienso, aceites, flores...)
Después visualizamos toda la planta e imaginamos la fuerza vital que brota desde las
raíces hasta la flor, produciendo este desarrollo... y permanecemos contemplando este
milagro de la Naturaleza, un milagro del que nosotr@s también formamos parte.
Ahora nos identificamos con la rosa, o más exactamente, ponemos la rosa en nuestro
interior más profundo y nos sentimos un@ con ella... Ahora somos, simbólicamente,
una flor y más concretamente una rosa. La misma Vida que anima el Universo y que ha
producido el milagro de la rosa, está produciendo en nosotr@s un milagro similar o
incluso mayor: el desarrollo, la apertura, la irradiación de nuestro ser espiritual... y
nosostr@s podemos cooperar conscientemente con nuestro florecimiento interior.
Namasté