LAS 4 TEORÍAS DE LA
PERSONALIDAD MÁS
INFLUYENTES
Por
Carmen Ibanco Saborido
El desarrollo de la personalidad es el proceso o el desarrollo vital por
el que pasa el ser humano para fijar su carácter, el cual incluye un
conjunto de comportamientos determinados.
La personalidad fue definida por el psicólogo Carl Jung como un ideal al
que se quiere llegar de manera consciente a través de los procesos de
individualización, como objetivo final en la vida adulta. Hay que dejar claro
ante todo, la importancia que tiene para el desarrollo el centrarse en la
infancia y en la adolescencia, ya que en éstas surge el yo.
A grandes rasgos, la personalidad formada va a estar determinada por:
Aspectos genéticos, que predisponen a responder de una manera
determinada antes los estímulos del medio así como por los
educativos que recibirá del entorno.
Prácticas educativas y las experiencias por las que vaya
atravesando el individuo a lo largo de su desarrollo.
En este sentido, el desarrollo de la personalidad es un proceso vital por el
que todas las personas tienen que pasar.
Al nacer, todas las personas están desprovistas de personalidad, ya que
ésta no es innata. De este modo, a medida que el sujeto avanza y entra
en contacto con su medio desarrollará una forma de ser u otra.
No hay que olvidar que el ser humano es social y que está en continua
interacción con su contexto y con la cultura presente en este medio,
llegando a desarrollar una manera de actuar y pensar determinadas.
Además, también se ven influidos por los factores genéticos transmitidos
por sus progenitores.
Por tanto, la personalidad se desarrolla en interacción con los factores
físicos, sociales y culturales del ambiente.
En cuanto a la herencia biológica, el organismo de la persona está
predispuesto a adquirir características fisiológicas, físicas, conductuales y
morfológicas de sus progenitores. Éstos se muestran a través de la
apariencia física, la inteligencia, la raza o el temperamento, entre otros.
Teorías del desarrollo de la personalidad
Teorías endógenas:
Se caracterizan por defender cómo la personalidad está determinada por
las características internas e innatas de la persona. Dentro de las cuales
existen varios modelos:
1- Modelo PEN de Eysenck
Defiende la existencia de rasgos o características que disponen a la
persona a que actúe de una determinada manera antes las situaciones,
proporcionando estabilidad y consistencia a las conductas, emociones y
estilos cognitivos de los individuos.
Además, propone la existencia de características de personalidad que
presenta a través de un continuo y que afirma que existen en todos los
seres humanos aunque en diferente grado o medida.
Las dimensiones básicas que propone son las que componen en término
PEN, psicoticismo, extraversión y neuroticismo, siendo categorías no
excluyentes que según el grado de aparición de cada uno, definiría la
personalidad de cada individuo.
En esta línea, las personas con neuroticismo alto serían personas
ansiosas, deprimidas, tímidas, con baja autoestima, tensas e irracionales.
Por lo tanto, es una dimensión que se encuentra relacionada con los
trastornos neuróticos.
Las personas con un psicoticismo alto serían antisociales, impulsivas,
frías, creativas, poco empáticas, rígidas y hostiles. En cambio, las
personas que presentan un psicoticismo bajo serían personas empáticas,
altruistas, socializadas y responsables.
Por su parte, los individuos que puntúan alto en extroversión son personas
sociables, activas, asertivas, espontáneas y aventureras, destacando dos
rasgos centrales como son la sociabilidad y la actividad.
La teoría incluye una cuarta dimensión de las habilidades cognitivas, que
sería la inteligencia general o factor g. Además, el modelo es jerárquico y
psicobiológico, afirmando que las variables de personalidad son genéticas
e incluyen estructuras fisiológicas y hormonales concretas.
2- Modelo de 16 factores de Catell
Catell dentro de este grupo de teorías de rasgos, desarrolla su modelo de
16 factores de personalidad, considerándola como un conjunto de rasgos
que definen a la persona con un carácter predictivo sobre su conducta.
Su objetivo era encontrar una serie de rasgos que resumiese la
personalidad de las personas. Según el autor, cada sujeto se mueve en
cada rasgo dando lugar así a una personalidad determinada.
Este modelo incluye factores relacionados con la sociabilidad, la
emocionalidad, con aptitudes básicas, con la responsabilidad y con la
independencia al grupo; todos ellos formando los 16 factores primarios.
Los estudios realizados factorialmente demostraron la existencia de cuatro
factores secundarios: QI (ansiedad baja-ansiedad alta), QII (introversión-
extraversión), QIII (poca-mucha socialización) y QIV (pasividad-
independencia).
3- Modelo de los 5 grandes
El modelo de Cinco Factores de McCrae y Costa es una de las teorías más
recientes. Esta teoría pentafactorial establece cinco rasgos primarios que
corresponderían a los rasgos básicos de personalidad.
En un primer lugar, se encuentra el factor neuroticismo/estabilidad
emocional que se relaciona con el nivel de ansiedad del individuo ante
algún tipo de situación. Por medio de la medición de este factor se llega a
obtener la depresión, la ansiedad, los pensamientos irracionales, las
emociones negativas que presenta cada uno.
El segundo factor, extraversión, está relacionado con la sociabilidad y la
habilidad para entablar relaciones siendo muy similar a lo explicado sobre
este rasgo en el modelo de Eysenck.
En cuanto al factor tres, destaca la apertura, referido a la atracción hacia
nuevas experiencias, destacando la imaginación e intereses por múltiples
temas.
El cuarto sería la cordialidad, con respecto a la relación de cada uno con
los demás, cómo es su trato con las personas. En esta línea hay que
destacar que el polo opuesto sería el de antagonismo y representaría
características como la evitación, desapego, sociopatía y rechazo.
Por último, el factor responsabilidad tiene que ver con el autocontrol, el
respeto por los demás y por sí mismos, la planificación y la obediencia.
4- Teoría psicodinámica de Freud
La teoría propuesta por Freud relacionaba personalidad con el
funcionamiento de la mente, distinguiendo entre el “ello”, el “yo” y el
“superyo”. En este sentido, concibe la personalidad como sistemas
opuestos que entran en conflicto incesantemente.
El “ello” representa la parte innata de la personalidad, nuestros impulsos,
necesidades y deseos más elementales, operando de acuerdo al placer y
cubriendo las necesidades básicas fisiológicas sin pensar en las
consecuencias. El ello lo forman los deseos más primarios, pulsiones más
primitivas como el hambre, la sed y los impulsos irracionales.
El “yo” evoluciona según se avanza en el desarrollo, tiene como fin cumplir
los deseos del ello y a la vez tiene que conciliarse con las exigencias del
superyó, ejecutando un papel regulador entre ambos. Sigue el principio
de realidad satisfaciendo los deseos del ello pero de una manera apropiada
y representa el agente consciente e intenta ser realista y racional.
Por su parte, el “superyó” representa los pensamientos morales y éticos,
contrarresta al “ello”, y consta de dos subsistemas que son la conciencia
moral y el ideal del yo. No está presente desde el inicio de la vida de la
persona, sino que surge como consecuencia de la internalización de la
figura de padre debido a la resolución del complejo de Edipo.
Del equilibrio entre el ello y el superyó al que llegue el yo, dependerá que
la conducta de los sujetos se considere normal o anormal, constituyendo
cada uno su personalidad característica.
Otros conceptos claves en su teoría son el inconsciente, ya que comprende
todos aquellos procesos y fenómenos de los que no somos lúcidos.
El consciente hace referencia a los fenómenos que ocurren a nuestro
alrededor así como procesos mentales de los que nos damos cuenta.
Finalmente, entre ambos se encontraría el preconsciente referidos a
aquellos fenómenos de los que no se es consciente pero que sí se puede
llegar a serlo si se presta atención.
Teorías exógeneas
Estas teorías, en cambio, postulaban que el desarrollo de la personalidad
estaba determinado por factores sociales y culturales.
Skinner fue uno de los autores que defendía esta teoría proponiendo que
la personalidad venía determinada por un conjunto de conductas o
comportamientos que la persona realiza según tuviera refuerzos positivos
o negativos.
Dicha investigación se basaba en el condicionamiento operante,
reflejando una idea de reforzamiento para que las personas realizaran
acciones premiadas y evitaran las castigadas, las cuales se pueden ver
reflejadas en muchas pautas que se debe seguir en la sociedad.
Teorías interaccionistas
Las teorías interaccionistas defienden que el ambiente social y cultural
ejerce una influencia en el desarrollo de la personalidad de cada individuo.
En este sentido, la personalidad va a ejercer una influencia notable en el
ambiente en el que se encuentre.
Carl Rogers fue una de las personas que se centró en esta teoría, para él
la personalidad depende del punto de vista que tenga cada uno.
Además, también desarrolla el concepto de “yo ideal” como aquello a lo
que la persona aspira a ser, comparando entre este ideal y el “yo real”.
A grandes rasgos, cuanto mayor sean las diferencias menor será la
satisfacción personal y más sentimientos negativos aparecerán, y
viceversa.
Características de la personalidad
La personalidad está constituida por una serie de características diferentes
en cada individuo que se ven influidas por sus experiencias, sus valores,
sus creencias, sus recuerdos personales, sus relaciones sociales, sus
hábitos y sus capacidades.
A su vez, está compuesta por rasgos o características determinadas con
las que se define a la persona, los cuales no son observables y se
manifiestan a través de patrones de comportamiento ante las distintas
situaciones a las que el sujeto se vaya enfrentando.
El psicólogo Gordon Allport fue uno de los primeros en investigar sobre
este constructo, defendiendo una metodología empírica y considerando
las influencias del ambiente y las motivaciones conscientes.
En esta línea, el autor tampoco desechaba la contribución de mecanismos
inconscientes como defendían algunos de sus compañeros y donde
predominaban los enfoques psicoanalíticos.
Así pues, Gordon Allport definió la personalidad como “la organización
dinámica de los sistemas psicofísicos que determina una forma de pensar
y de actuar, única en cada sujeto en su proceso de adaptación al medio”.
Otro de los autores que abarcó el tema de la personalidad fue Eysenck, el
cual la definió como: “Una organización más o menos estable y duradera
del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona que
determina su adaptación única en el ambiente”.
Para él, “el carácter denota el sistema más o menos estable y duradero
de la conducta conativa (voluntad) de una persona; el temperamento, su
sistema más o menos estable y duradero de la conducta afectiva
(emoción). El intelecto, su sistema más o menos estable y duradero de la
conducta cognitiva (inteligencia); el físico, su sistema más o menos
estable y duradero de la configuración corporal y de la dotación
neuroendocrina”.
Temperamento
El temperamento se refiere a la forma característica de reaccionar del
sujeto con respecto a su entorno. Es innata y supone una predisposición
psicológica para responder de una manera determinada a lo que sucede
en nuestro medio.
Está presente desde la infancia y su estabilidad a lo largo del ciclo vital
depende del grado en que ese rasgo sea muy extremo en la niñez. A su
vez, comprende la capacidad para estar alerta y responder, así como
aspectos emocionales.
El temperamento está basado en la genética. De hecho, autores como
Eysenck defienden que las diferencias en las personalidades de cada uno
se dan como consecuencia de los factores hereditarios.
Una teoría muy popular en la Edad Media fue la promulgada por los
antiguos griegos, los cuales dieron mucha importancia al temperamento.
Esta civilización hablaba de cuatro modelos diferentes de temperamento
basados en el tipo de fluidos; los humores.
El primer tipo se refiere al sanguíneo, es decir, una persona alegre y
optimista. Para el pueblo griego, este modelo de personas tenían una
cantidad abundante de sangre, presentando siempre una apariencia
saludable.
Otro tipo era el colérico caracterizado por presentar un pronto significativo
e inminente en la expresión del sujeto. Corresponde a personas
normalmente agresivas cuyas características físicas implican una
musculatura tensa y una tez amarillenta debido a la bilis.
El tercer tipo se refería al temperamento flemático, caracterizado por la
lentitud, desinterés, abandono y pasividad, el cual eran considerado de
personas frías y distantes. Su nombre viene de la palabra flema, que es
la mucosidad pegajosa procedente de las vías respiratorias que extraemos
de nuestros pulmones.
El último ejemplar se definía de temperamento melancólico. Es decir,
personas que tienen una mayor predisposición a estar tristes, deprimidas
y pesimistas. Viene de las palabras griegas que designan a la bilis negra.
Como apunte es importante diferenciar el temperamento del carácter, el
cual está generado por la experiencia y la cultura en la que está inmerso
el individuo. En un supuesto caso de estudio del carácter, correspondería
a estudiar cómo la persona reacciona a lo que le va sucediendo y cómo
responde ante cada circunstancia.
Temperamento y carácter constituyen una personalidad característica en
función de su combinación e intensidad.
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