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Dispensacionalismo Hoy

Este documento presenta una introducción al tema del dispensacionalismo. Explica que el dispensacionalismo ha recibido tanto apoyo como crítica de diferentes grupos. El autor intenta corregir conceptos erróneos sobre el dispensacionalismo y presentarlo de manera positiva tal como se enseña actualmente.

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Dispensacionalismo Hoy

Este documento presenta una introducción al tema del dispensacionalismo. Explica que el dispensacionalismo ha recibido tanto apoyo como crítica de diferentes grupos. El autor intenta corregir conceptos erróneos sobre el dispensacionalismo y presentarlo de manera positiva tal como se enseña actualmente.

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INTRODUCCIÓN……………………………………………………4

PRÓLOGO……………………………………………………………..5

1 Dispensacionalismo: ¿ayuda o herejía?..............6

2 ¿Qué es una dispensación?.................................14

3 ¿Qué son las dispensaciones?.............................29

4 Los orígenes del dispensacionalismo .................30

5 La hermenéutica del dispensacionalismo ……….51

6 La salvación en el dispensacionalismo……………65

7 La iglesia en el dispensacionalismo ...................77

8 Escatología dispensacional …………………………..90

9 La teología del pacto……………………………………102

10 Ultradispensacionalismo……………………………...110

11 Un ruego……………………………………………………..118

BIBLIOTECA SELECTA………………………………..122

ÍNDICE DE ASUNTOS ÍNDICE DE TEXTOS BÍBLICOS

INTRODUCCIÓN

Durante la última década se ha publicado una avalancha de libros. Obras apologéticas,


doctrinales, devocionales, históricas y de otra naturaleza llenan los estantes de muchas
librerías.

Raras veces aparece un libro que reúna las cualidades que todo lector inteligente busca.
Una obra que llene una necesidad presente, escrita con erudición, claridad y sencillez,
demostrando un concepto elevado de la ética y el amor cristianos. La obra
DISPENSACIONALISMO, HOY, sin duda, reúne esas cualidades.

El Dr. Charles C. Ryrie hace gala de la brillantez y erudición que le caracterizan, pero al
mismo tiempo demuestra su caballerosidad y sensibilidad al contestar los argumentos de
aquellos que difieren de su punto de vista.

DISPENSACIONALISMO, HOY debe ser leído con suma atención por todo estudiante
serio de las Escrituras. Aquellos que opinan que el dispensacionalismo como sistema de
interpretación hace más justicia a la Biblia, se beneficiarán al ver la necesidad de ser
más claros y precisos en sus afirmaciones. Los no dispensacionalistas aprenderán a
poner más cuidado en sus acusaciones y enjuiciamientos acerca del dispensacionalismo.
El autor nos dice que el propósito de su obra es corregir los conceptos erróneos que se
han formulado acerca del dispensacionalismo y de ese modo disipar las sospechas;
además, hacer una presentación positiva de dicho sistema como es enseñado hoy. En
nuestra opinión, el Dr. Ryrie ha cumplido su propósito con maestría y lucidez.
Habiéndole conocido personalmente por haber sido su alumno en el Seminario
Teológico de Dallas, sé que la vida personal del autor respalda todo lo escrito.

Por último, aunque no es de esperarse que los que lean este libro estén de acuerdo con la
totalidad de su contenido, seña inexcusable que después de su lectura se continuasen
haciendo declaraciones y afirmaciones inexactas acerca del sistema dispensacionalista.
El Dr. Ryrie nos recuerda que, por encima de todo, los dispensacionalistas son
cristianos evangélicos conservadores que aman y promueven el estudio de la Palabra de
Dios y la evangelización del mundo.

Recomendamos, pues, la lectura cuidadosa de este libro con la esperanza de que sirva
para una mejor comprensión entre los cristianos evangélicos.

Barcelona, España

Evis L. CARBALLOSA, Ph. D.

PROLOGO

EL SISTEMA de interpretación bíblica conocido como dispensacionalismo ha sido


objeto de grande oposición en años recientes. Un número creciente de libros y artículos
han atacado dicho sistema vigorosamente. Algunos han llamado al dispensacionalismo
una herejía y lo han clasificado entre las sectas. Otros aun lo han identificado con el
modernismo. No toda, pero mucha de la crítica contra el dispensacionalismo ha
provenido de escritores evangélicos.

Hasta ahora los dispensacionalistas han hecho muy poco por contestar esta crítica.
Aunque ellos han estado escribiendo extensamente, sus obras no han sido apologéticas,
sino más bien expositivas, particularmente sobre las porciones proféticas de las
Escrituras. Además, el dispensacionalismo, en ocasiones, ha sido víctima de algunos de
sus adherentes, quienes han enfatizado sin sabiduría ciertas de sus características.

Este libro escrito por el Dr. Ryrie es el primero entre los contemporáneos trazado en
forma apologética a favor del dispensacionalismo por un erudito reconocido. Como tal
exige nuestra atención. El autor, graduado del Haver-ford College, del Dallas
Theological Seminary y de la Universidad de Edimburgo (Doctor en Filosofía), ya es
bien conocido por sus escritos expositivos y doctrinales. Su amplia experiencia incluye
haber servido como decano en una Universidad cristiana, como presidente de una
escuela bíblica, y al presente es profesor de Teología sistemática del Seminario
Teológico de Dallas, donde también ha sido decano de estudios postgraduados. Entre
otros honores, el Dr. Ryrie ha recibido, por medio del Haverford College, el de ser
miembro de la fraternidad académica Phi Beta Kappa.
El Dr. Ryrie trata con franqueza y cortesía a los críticos del dispensacionalismo.
Confronta honestamente las objeciones que se le han hecho a este sistema de
interpretación. También manifiesta un conocimiento profundo de la literatura pertinente
al tema, tanto desde el punto de vista histórico como del de la teología contemporánea.
Muchos de los que han basado su condenación del dispensacionalismo en rumores serán
iluminados por la presentación clara que el Dr. Ryrie hace de la naturaleza de este
sistema y por la respuesta inteligente y serena que les da a sus críticos. Este libro
constituye una contribución admirable para el mejor entendimiento entre los cristianos
que están en desacuerdo con el dispensacionalismo. Aunque el Dr. Ryrie tiene
profundas convicciones acerca del dispensacionalismo y de la oposición a éste, ha
mantenido el control de su temperamento y ha presentado su caso con sinceridad y
cortesía. El capítulo final de este libro es una exhortación elocuente y razonable en
favor de la tolerancia.

Como alguien para quien el dispensacionalismo no es una teología sino más bien un
método de interpretación eficaz para comprender el progreso de la revelación en la
Biblia, no estoy de acuerdo con todos los aspectos de la presentación hecha por el Dr.
Ryrie. No obstante, creo que este libro debe ser lectura obligada para aquellos que han
atacado el dispensacionalismo y para todos los que desean entender lo que éste
significa. Como una obra apologética y de erudición a favor del dispensacionalismo este
libro no puede ser pasado por alto.

DISPENSACIÓNALISMO: ¿AYUDA O HEREJÍA?

LA SOLA MENCIÓN DE LA PALABRA dispensacionalismo normalmente provoca


una reacción inmediata. Para muchos cristianos esta reacción es favorable, ya que
recuerdan la ayuda y las bendiciones que han recibido del ministerio personal y los
escritos de maestros de la Biblia que son dispensacionalistas. Ellos recuerdan las
conferencias bíblicas, o reuniones especiales, o los libros que han despertado en ellos el
primer verdadero interés por estudiar seriamente la Palabra de Dios. Para otros, sin
embargo, el dispensacionalismo tiene sobre sí un interrogante, debido a que han oído
algo acerca de las enseñanzas que han producido duda tocante a su validez. Ya sea en
pro o en contra, todos admiten que el dispensacionalismo ha ocupado un lugar
importante en la historia eclesiástica, y que continúa siendo una fuerza viva en la vida
de la iglesia de hoy.

Como todas las doctrinas, el dispensacionalismo ha experimentado sistematización y


desarrollo. En épocas más recientes ha confrontado el ataque de un número creciente de
líderes cristianos. Los dispensacionalistas de hoy día creen firmemente que sus
enseñanzas son con frecuencia tergiversadas, y que si esto no fuese así, muchas de las
críticas contra el dispensacionalismo desaparecerían. Por lo tanto, este libro es escrito
con dos propósitos: 1) Tratar de corregir los conceptos erróneos acerca del
dispensacionalismo y de esa manera disipar las sospechas acerca de éste, y 2) ofrecer
una presentación positiva del dispensacionalismo como está siendo enseñado hoy.
No es necesario decir que los dispensacionalistas son conservadores, cristianos
evangélicos. Muchas de las diferencias de opiniones que se discuten en este libro son
diferencias de algunos evangélicos con otros evangélicos, quienes están de acuerdo en
muchas otras áreas de doctrina. Nos proponemos sinceramente que todo lo que se diga
tocante a estas diferencias se base en hechos y se exprese con honradez, con el deseo de
ayudar al lector. El autor también espera que cada lector, antes de poner a un lado este
libro, lea el último capítulo, no importa que tan leve o tan enfáticamente él pueda estar
en desacuerdo con las otras partes de esta obra.

LA OPOSICIÓN AL DISPENSACIONALISMO

La oposición a las enseñanzas dispensacionales se ha originado en muchos lugares y los


ataques han sido sumamente variados en su intensidad. Pero todos ellos señalan la
precisión de un libro de esta clase, y le dan énfasis a la necesidad de que al presentar la
posición dispensacional se haga con integridad.

El teólogo modernista muy naturalmente se opone al dispensacionalismo porque


encuentra del todo desagradable su clara interpretación, que está basada en la
inspiración verbal y plenaria de las Escrituras. Cualquier otra cosa que los
dispensacionalistas sean, ellos son conservadores en cuanto a las doctrinas
fundamentales de la Biblia, algo que disgusta a los modernistas.

Pero muchos conservadores también se oponen a las enseñanzas del


dispensacionalismo. Por un lado, el amilenarista reconoce que los dispensacionalistas
invariablemente son premilenaristas, ¡y el premilenarismo y el amilenarismo no se
mezclan! Por otra parte, aquellos que desde el punto de vista de este libro pueden
llamarse ul-tradispensacionalistas creen que los dispensacionalistas no han ido lo
suficientemente lejos en sus enseñanzas y, por lo tanto, no son bíblicos en sus
conclusiones, las que, consecuentemente, han de ser rechazadas.

También se ha desarrollado una oposición elocuente por parte de aquellos que desean
ser premilenaristas sin ser dispensacionalistas. Su argumento es que el premilenarismo
dispensacional no es histórico, pero que el premilenarismo sin el dispensacionalismo sí
lo es. Por lo tanto, sus ataques están concentrados sobre el dispensacionalismo.

Estos diversos ataques van de lo leve a lo severo. Mauro, un premilenarista que


abandonó la posición dispensacional que una vez sostuvo, ha sido muy obstinado en su
denunciación. El ha escrito:

En verdad, ha llegado el tiempo para un examen completo y una demostración franca de


esta forma nueva y sutil del modernismo que se ha estado diseminando entre aquellos
que han adoptado el nombre de «fundamentalistas». Porque los cristianos evangélicos
deben limpiarse a sí mismos de esta levadura del dispensacionalismo, pues de otra
manera podría poner al descubierto su antiguo poder y ejercer su antigua influencia. ...
El sistema total de «enseñanza dispensacional» es modernista en su sentido más estricto.

Sólo algo más leve que la acusación de modernismo hecha por Mauro es la conclusión
de Allis de que el dispensacionalismo es un «peligro» y que no es «bíblico».2 Más
recientemente, Daniel Fuller ha llegado a la misma conclusión, a saber, que el
dispensacionalismo es «intrínsecamente inconsistente e incapaz de armonizarse a sí
mismo con el texto bíblico...».

Bowman, en un ataque prácticamente desenfrenado a la Biblia anotada de Scofield, en


sus enseñanzas dispensacionales, ha dicho: «Este libro representa tal vez la herejía más
peligrosa que al presente se encuentra en los círculos cristianos...»4 En una forma más
moderada, el editor del The Presbyterian Journal, en respuesta a una pregunta de uno de
sus lectores, ha llamado al dispensacionalismo «una "herejía" conservadora», ya que, en
sus propias palabras, «cualquier otra cosa que alguien pueda decir acerca de un
dispensacionalista, una cosa que pueda decirse acerca de él con gran seguridad es que él
es conservador en su teología».

Por supuesto, clasificar el dispensacionalismo como «modernista», «antibíblico» o


«herejía» no es la única manera en que éste ha sido atacado.

Algunos han practicado el método de la culpabilidad por asociación. Bowman, por


ejemplo, asocia el dispensacionalismo con nombres como el de Hitler y el Nacionalismo
Socialista, el Catolicismo Romano, la Ciencia Cristiana y el Mormonismo.6 El libro La
Iglesia frente a los «ismos», escrito por miembros de la Facultad del Seminario
Teológico Presbiteriano de Louisville, incluye el dispensacionalismo entre los ismos,
como el Adventismo del Séptimo Día y el Perfeccionismo.7

A veces se apela a un ataque ad hominem (ataque a la persona). El nombre comúnmente


mencionado es el de Juan Nelson Darby, y el tema del ataque es normalmente sus
principios y prácticas separatistas. Se le presenta como el papa entre los Hermanos de
Plymouth, que excomulgó caprichosamente a los que estaban en desacuerdo con él y
cuyas prácticas separatistas han caracterizado, para mal, la totalidad del movimiento
dispensacionalista. He aquí una ilustración de esta clase de ataques:

Existe una línea directa desde Darby a través de numerosos canales..., todos
caracterizados por y contribuyendo a un espíritu de separatismo y exclusión. Los efectos
demoledores de este espíritu sobre la totalidad del cuerpo de Cristo no pueden
subestimarse.

Algunas veces este ataque toma la forma de señalar casos en que la división de una
iglesia estuvo más o menos relacionada con la enseñanza dispensacional. Por supuesto,
en el informe de tales casos el lector no puede estar seguro de haber recibido todos los
detalles que pueden haber contribuido a tal división. La enseñanza dispensacional
usualmente es hecha la sola causa.9 Aquellos que usan tal argumento para tratar de
desacreditar la totalidad de la doctrina dispensacional deberían de recordar algunos de
los hechos más simples y obvios tocante a los aspectos separatistas de la Reforma
Protestante.

Hay también el ataque «intelectual». El proceso de obtener un título de doctor ha


librado a la persona de la enseñanza dispensacional en la cual creció. No es necesario
decir que hay hombres con títulos de doctor que apoyan el punto de vista
dispensacional. Sin embargo, impropio como puede ser, este ataque es poderoso.
Sugiere que aunque el dispensacionalismo es algo que puede ser aprendido
inadvertidamente en la escuela dominical o en un instituto bíblico, ciertamente tiene que
ser abandonado cuando se llega a la madurez.

Hay un ataque histórico. Este lo examinaremos más tarde. Se trata de probar que debido
a que el dispensacionalismo en su forma actual es reciente, no puede ser verdad; porque
ciertamente alguien lo hubiera enseñado en los primeros dieciocho siglos de la historia
de la iglesia si fuese verdad. Algunos que usan este método para desacreditar el
dispensacionalismo son los suficientemente honrados para admitir que la historia nunca
es la prueba de la verdad —la Biblia y solamente la Biblia lo es—. Pero ellos persisten
en usar este método y dan la impresión de que la historia es parcialmente, si no de
manera final, la prueba.

Hay también el ataque que consiste en ridiculizar la doctrina. Este se basa normalmente
en la producción de un fantasma de la doctrina dispensacionalista o en una declaración
parcial de ella. Algunas supuestas enseñanzas del dispensacionalismo son puestas en
ridículo y, por ende, el sistema total cae bajo condenación. Por ejemplo, los oponentes
al dispensacionalismo están bien seguros de que éste enseña dos (o más) caminos de
salvación. Y ellos preguntan qué puede ser más antibíblico que eso; por lo tanto, es
obvio que el sistema debe de ser descartado. Además, ellos declaran que los
dispensacionalistas no usan el Sermón del Monte, y ya que el Sermón del Monte
obviamente contiene ricas verdades cristianas, ¿qué podría ser más aparente de lo
equivocado del sistema que su renuencia al uso de dicho Sermón? Estas acusaciones
serán discutidas a su debido tiempo; se mencionan aquí solamente como ejemplo de los
métodos de ataques que se han usado contra el dispensacionalismo.

Algunas veces el ataque toma una forma muy cómica. Por ejemplo, Ronald H. Nash, en
un libro reciente, trata de ridiculizar el dispensacionalismo, pero al hacerlo solamente
muestra su propia ignorancia de lo que está atacando. El escribe:

... el no dispensacionalista normalmente encuentra los factores escatológicos menos


importantes. Evidentemente, el dispensacionalista cree que los credos de nuestra iglesia
son inadecuados porque no incluyen pronunciamientos en tales asuntos como un
arrebatamiento pretribulacional o la identificación de los 144.000.11

Por supuesto, la prueba última de la verdad en cualquier doctrina es si ésta se halla de


acuerdo o no con la revelación bíblica. El solo hecho de que la iglesia enseñase cierta
doctrina en el primer siglo no la convierte en verdad; y, de la misma manera, una
doctrina que la iglesia no enseñara hasta en el veinte no es necesariamente falsa.
Tertuliano, Anselmo, Lutero, Calvino, Darby, Scofield y los teólogos de Westminster
todos ellos fueron instrumentos en las manos de Dios para enseñar la verdad a su
iglesia, pero ninguno de ellos era perfecto en todas sus acciones. Esto no hace que la
doctrina enseñada fuese

correcta o incorrecta. Una vida deficiente no ayuda a una doctrina, pero tampoco
necesariamente la falsifica. Tampoco el obtener un título de doctor hace necesariamente
que uno sea un experto, aun en su propia área de estudio, ni hace que uno sea infalible o
que no tenga necesidad de más luz en un asunto dado. Un entendimiento de la verdad de
la Biblia puede ser comunicado por el Espíritu Santo en y por medio de una educación
formal, y también aparte de ésta.

Si el dispensacionalismo ha sido llamado por todos los nombres, desde un «amigo


peligroso» hasta un «enemigo jurado», ¿hay alguna razón para examinarlo? ¿Qué dicen
los dispensacionalistas por sí mismos que pudiese hacer sus enseñanzas dignas de ser
investigadas? ¿Podría haber alguna ayuda en aquello que en las mentes de algunos es
definitivamente una «herejía»?

LA AYUDA PROPORCIONADA POR EL DISPENSACIONALISMO

A. Responde a la necesidad de distinciones bíblicas

No hay intérprete de la Biblia que no reconozca la necesidad de ciertas distinciones


básicas en las Escrituras. El teólogo modernista, no importa cuanto diga acerca de los
antecedentes judaicos del cristianismo, reconoce que el cristianismo es, no obstante,
diferente del judaísmo. Puede haber pocas o muchas características del judaismo que en
su mente hayan sido transferidas al cristianismo, pero aun así el mensaje de Jesús era
algo nuevo. Por lo tanto, el contenido del Antiguo Testamento es diferente al del Nuevo.
El teólogo reformado, aun con toda su oposición al dispensacionalismo, también hace
ciertas distinciones importantes. Con toda honradez puede decirse que sus distinciones
dispensacionales son vistas en relación con un pacto de gracia que es unificante y
fundamental. Sin embargo, dentro del concepto de este pacto él hace algunas
distinciones muy básicas. Berkhof nos servirá como ejemplo.

Después de rechazar la estructura dispensacional de las distinciones bíblicas, enumera


su propia estructura de las dispensaciones o administraciones, reduciendo el número a
dos —la dispensación del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento—. Sin
embargo, dentro de la dispensación del Antiguo Testamento, Berkhof enumera cuatro
subdivisiones que, aunque él las denomina «etapas en la revelación del pacto de la
gracia», son lo suficientemente distinguibles para ser enumeradas. En realidad, él
encuentra estas cuatro dispensaciones, más la del Nuevo Testamento, o sea cinco
períodos de las diferentes administraciones de Dios. Así pues, el teólogo reformado
encuentra la necesidad de distinciones bíblicas como parte de su teología.

El dispensacionalista encuentra su respuesta a la necesidad de esas distinciones en su


estructura dispensacional. Las dispensaciones suplen la necesidad de las distinciones en
el progreso ordenado de la revelación a través de las Escrituras. Sus dispensaciones no
son etapas en la revelación del pacto de la gracia, sino que son diferencias marcadas de
las administraciones de Dios al dirigir los asuntos del mundo. Hay muy poca diferencia
hasta aquí en la discusión de si hay siete dispensaciones o no; el asunto es que las
dispensaciones responden a la necesidad de las distinciones.

Todos los intérpretes creen en la necesidad de distinciones. Obviamente esto no prueba


que las distinciones de los dispensacionalistas son las correctas, pero sí demuestra que
la necesidad de distinciones como algo básico para la correcta interpretación de las
Escrituras es reconocida. Hay algo de verdad en la declaración de que «toda persona
que confía en la sangre de Cristo, en vez de traer un animal sacrificado, es un
dispensacionalista», y «toda persona que observa el primer día de la semana, en vez del
séptimo, es un dispensacionalista».13 Esto es verdad simplemente porque toda persona
que no trae un animal sacrificado o que no observa el sábado reconoce la necesidad de
hacer distinciones en la interpretación de la Biblia. El dispensacionalismo cree que su
sistema suple la respuesta a esta necesidad.

B. Responde a la necesidad de una filosofía de la historia

Las Escrituras como tales no son una filosofía de la historia, pero sí contienen dicha
filosofía. Es verdad que la Biblia trata de ideas, pero de ideas que son interpretaciones
de eventos históricos. Esta interpretación del significado de eventos históricos es la
tarea de la teología, y es una tarea que no carece de problemas. El mayor de éstos es que
tanto la teología del pacto como la dispensacional proclaman representar la verdadera
filosofía de la historia contenida en las Escrituras. El problema se complica aún más por
el hecho de que si una filosofía de la historia se define como «una interpretación
sistemática de la historia universal de acuerdo con un principio por el cual eventos
históricos y sucesiones están unificados y dirigidos hacia una culminación», entonces en
cierto sentido ambos sistemas de teología llenan los requisitos básicos de la definición.
Sin embargo, la manera en que los dos sistemas llenan esos requisitos demuestra que el
dispensacionalismo es el único sistema válido y saludable. Notemos que la definición
consta de tres cosas:

1) El reconocimiento de «eventos y sucesiones históricos» o un concepto propio del


progreso de la revelación; ) el principio unificante; y

3) la acumulación o la meta final de la historia. Examinemos ambos sistemas en


relación a estas tres características.

Tocante a la meta de la historia, los dispensacionalistas la ven en el establecimiento del


reino milenario en la tierra, mientras que el teólogo reformado la considera en el estado
eterno.

Esto no significa que los dispensacionalistas tengan en poco la gloria del estado eterno,
pero ellos insisten que la manifestación de la gloria de Dios, quien es soberano en la
historia humana, tiene que contemplarse en los actuales cielos y tierra, como también en
el nuevo cielo y la nueva tierra. Este concepto de la realización de la meta de la historia
dentro del tiempo es a la vez optimista y concuerda con los requisitos de la definición.

El punto de vista reformado, el cual ve el curso de la historia continuando la lucha


presente entre el bien y el mal hasta que termina al comienzo de la eternidad,
obviamente no tiene ninguna meta dentro de la historia temporal y es, por lo tanto,
pesimista. McClain señala este contraste muy claramente cuando dice acerca de la
teologia del pacto:

Conforme a este concepto, tanto el bien como el mal continúan desarrollándose


paralelamente a través de la historia humana. Entonces vendrá la catástrofe y crisis del
juicio divino, no con el propósito de establecer un reino divino en la historia, sino
después de la conclusión de la historia. ... de esa manera la historia se convierte en un
«vestíbulo» preparatorio para la eternidad. ... ésta es un corredor estrecho, atestado y
oscuro, una clase de «salón de espera», conduciendo a la nada dentro del proceso
histórico, pero solamente preparado para ser abandonado finalmente por una existencia
ideal en otro plano. Tal concepto de la historia parece ser indebidamente pesimista, a la
luz de la revelación bíblica.15

Así pues, en relación con la meta en una filosofía adecuada de la historia, solamente el
dispensacionalismo con su dispensación consumadora en el milenio ofrece un sistema
satisfactorio.

El segundo requisito de una filosofía de la historia es un principio unificante adecuado.


En la teología del pacto el principio es el pacto de la gracia. Este es el pacto que, según
dicen, el Señor hizo con el hombre después de la caída y en el cual El ofreció la
salvación a través de Jesucristo. En resumen, el pacto de la gracia es el plan de Dios
para la salvación, y, por lo tanto, el principio unificante de la teología del pacto es
soteriológico.

En el dispensacionalismo el principio es teológico, o tal vez mejor escatológico, ya que


las diferentes dispensaciones revelan la gloria de Dios al manifestar su carácter en las
diferentes responsabilidades que culminan en la historia con la gloria milenaria. Esto no
quiere decir que el dispensacionalismo deje de dar a la salvación su merecido lugar en el
propósito de Dios. Este asunto es discutido ampliamente en el capítulo 6. Si la meta de
la historia es el milenio terrenal, y si la gloria de Dios ha de manifestarse en ese tiempo
con la presencia literal de Cristo en una manera hasta ahora desconocida, entonces el
principio unificante del dispensacionalismo puede decirse que es escatológico (si se
mira desde la meta hacia la cual nos dirigimos) o teológico (si se mira desde la
autorrevelación de Dios en cada dispensación).

Aunque el principio dispensacionalista es mucho más amplio y, por lo tanto, menos


limitado, tiene que admitirse que esto por sí solo no prueba que sea el más válido.
Tenemos que considerar también la tercera parte de nuestra definición de una filosofía
de la historia.

Solamente el dispensacionalismo hace justicia al concepto adecuado de la revelación


progresiva. La teología del pacto no incluye en su sistema diferentes modos de la
administración del pacto de la gracia, y aunque esos modos pudiesen dar la apariencia
de una idea de revelación progresiva, en la práctica hay una rigidez extrema en la
teología del pacto. James Orr, quien es un teólogo reformado, critica dicho sistema
sobre este mismo tópico:

... deja de captar la verdadera idea de desarrollo, y por medio de un sistema artificial de
tipología y de interpretación alegorizada, ha buscado leer en retrospecto prácticamente
todo el Nuevo Testamento en el Antiguo. Pero su deficiencia más obvia ha sido que, al
usar la idea del pacto como una categoría exhaustiva, y al procurar forzar en ésta todo el
contenido de la teología, ha creado una estructura artificial que podrían rechazar
aquellas mentes que desean conceptos simples y naturales solamente.16

Por lo tanto, la teología del pacto, debido a la rigidez de su principio unificante en el


pacto de la gracia, nunca puede mostrar dentro de su sistema un progreso adecuado de la
revelación.
El dispensacionalismo, por otro lado, puede y da un lugar adecuado a la idea de
desarrollo. Bajo las diferentes administraciones de Dios, distinta revelación fue dada al
hombre, y esa revelación fue decididamente progresiva en su alcance y en su contenido.
Aunque hay similitudes en las distintas dispensaciones, éstas son parte de un verdadero
desarrollo y no el resultado de emplear el principio unificante del pacto de la gracia. Las
manifestaciones específicas de la voluntad de Dios en cada dispensación son designadas
para una función plena y específica en el progreso de la revelación divina a través de las
edades. Solamente el dispensacionalismo puede mostrar los eventos y las sucesiones
históricas a la luz de ellos mismos y no hacer que se reflejen en la luz artificial de un
pacto general.

Así que una correcta filosofía de la historia, con sus requisitos de una meta adecuada, un
principio unificante apropiado y un correcto concepto del progreso, encuentra una
explicación más satisfactoria a través del sistema dispensacional. Así como el método
de las distinciones bíblicas, también el del concepto adecuado de la filosofía de la
historia conduce al dispensacionalismo.

C. Provee una hermenéutica consistente

Más adelante dedicaremos un capítulo al estudio de este tema. Por ahora es suficiente
decir que el dispensacionalismo dice usar consistentemente el principio literal, claro o
normal, de interpretación de las Escrituras.

Los teólogos del pacto son bien conocidos por su actitud hacia la interpretación
alegórica, especialmente en cuanto a lo relacionado con la profecía; e igualmente son
bien conocidos por su amilenarismo, lo cual es un resultado natural de la alegorización.
Los premilenaristas que no son dispensacionalistas también se han apartado de la
interpretación normal en ciertos puntos de su escatología.

Por ejemplo, Ladd, para añadir fuerza a su punto de vista postribulacional, es obligado a
contemplar los 144.000 de Apocalipsis 7 como una referencia, no al Israel literal, sino al
Israel espiritual o a la Iglesia.17 Además, él no puede estar de acuerdo con la idea de los
dispensacionalistas tocante al carácter judaico del Evangelio según San Mateo,18 pero
en ninguna parte explica, por ejemplo, cómo puede él interpretar de una manera normal
las palabras de nuestro Señor al comisionar a los doce en Mateo 10:5-10. Cualquiera
que trate de interpretar llanamente esta comisión que prohibió a los discípulos ir a los
gentiles, y la comisión que mandó al mismo grupo ir a los gentiles (Mateo 28:19-20), o
cae en confusión, o apela a la espiritualización de uno de los pasajes, o reconoce una
distinción dispensacional. Si una interpretación llana y normal es el único principio
válido de hermenéutica, y si éste es consistentemente aplicado, esto hará que uno sea un
dispen-sacionalista. Tan básica como uno considere ser la interpretación normal, hasta
ese extremo necesariamente se convertirá uno en un dispensacionalista.

El dispensacionalismo, entonces, afirma ser una ayuda porque proporciona la respuesta


a la necesidad de distinciones bíblicas, ofrece una filosofía adecuada de la historia y
emplea un principio de interpretación consistentemente normal. Estas son áreas
fundamentales en el entendimiento correcto de la Biblia. Si el dispensacionalismo tiene
las respuestas, entonces éste es el instrumento más eficaz en la interpretación de las
Escrituras. Si no es así, debe ser descartado como inservible.

¿QUE ES UNA DISPENSACIÓN?

No HAY PROBLEMA MÁS IMPORTANTE en todo el estudio del dispensacionalismo


que el de una definición. Esto significa, no solamente llegar a una simple definición de
la palabra, sino más bien a una definición y una descripción completa del asunto. Esto
requerirá un examen del uso bíblico de dicha palabra, una comparación de la palabra
dispensación con palabras afines —como, por ejemplo, edad—, un estudio del uso de la
palabra en la historia eclesiástica, y algunas observaciones tocantes a las características
y al número de las dispensaciones.

Decir que hay una gran falta de claridad sobre este tema de la definición no es
suficiente. Tanto los dispensacionalistas como los no dispensacionalistas son culpables
de esta falla. La mayoría de ambos grupos están completamente satisfechos en usar la
bien conocida definición que aparece en las notas de la Biblia anotada de Scofield:
«Una dispensación es un período de tiempo durante el cual el hombre es puesto a
prueba con referencia a cierta revelación específica de la voluntad de Dios. Hay siete
distintas dispensaciones en las Escrituras».

1 Los dispensacionalistas usan esta definición sin pensar más allá de sus implicaciones
en relación con edad, por ejemplo, y sin examinar nunca su base o falta de base en la
revelación bíblica misma. Los no dispensacionalistas la usan como una escapatoria
conveniente y práctica, simplemente porque ésta no puede (y no podría en dos
oraciones) comunicar todo lo que está relacionado con el concepto de una dispensación.
Si esta definición breve fuese todo lo que Scofield tuvo que decir acerca de las
dispensaciones, entonces sería justo concentrar un ataque sobre ella, pero si él tuvo más
que decir (lo cual es cierto), entonces no es justo.

Por ejemplo, para obtener una analogía en otra área de doctrina, un conservador, cuando
se le exige una declaración concisa de su teoría de la expiación, contestará: «Yo creo en
una expiación vicaria.» Esto es completamente correcto y probablemente la mejor
respuesta breve que podría darse. Pero los modernistas son bien conocidos por usar esta
simple declaración como un medio para ridiculizar al conservadurismo, porque ellos
señalan que la obra de Cristo no puede ser circunscrita a un solo aspecto como la
sustitución. Esto es verdad, y el conservador reconoce que toda la obra de Cristo no
puede ser completamente expresada por la sola palabra vicaria. Sin embargo, toda la
obra de Cristo está basada en su sacrificio vicario.

De la misma manera los no dispensacionalistas señalan alguna falta en la definición de


Scofield y, con un gesto de superioridad, se despiden del dispensacionalismo basándose
en que la definición es muy débil. Tal vez la definición de Scofield no distinga una
dispensación de una edad, pero tal falta no significa que estos dos términos no puedan
ser distinguidos, o que no hayan sido distinguidos por otros. Y, ciertamente, no significa
que todo el sistema esté condenado. Bowman recurre a esta estratagema cuando declara:
«... la palabra traducida "dispensación" en el griego..., nunca significa ni nunca tiene
referencia alguna a un período de tiempo como tal, como demanda la definición de
Scofield.»2 Aunque la corrección de lo que Bowman dice puede objetarse con base en
las referencias de Efesios 1:10 y 3:9, al atacar en esa forma a la definición de Scofield,
Bowman trata de desacreditar todo el sistema.

La popularidad de la Biblia anotada de Scofield ha concentrado considerable atención


en la definición que aparece en sus notas y ha hecho de esta definición el objetivo
principal del ataque de los no dispensacionalistas. Sin embargo, los expertos que
critican al dispensacionalismo deben reconocer que Scofield no es el único que ha
definido la palabra, y que si hay debilidades en su definición, ellos deben reconocer que
otros pueden haber ofrecido definiciones que eliminan las debilidades. De todos modos,
cualquier crítica sabia debe tomar en consideración varias definiciones si se ha de
representar el sistema imparcialmente en su concepto.

Por ejemplo, Chafer no enfatizó el aspecto temporal de una dispensación, y más


recientemente este autor ha definido una dispensación completamente en términos de
una responsabilidad o mayordomía en vez de una época. Cualquier crítica debe tener en
cuenta tales definiciones además de la de Scofield.

ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA DISPENSACIÓN

La palabra castellana dispensación procede del latín dispensatio que la Vulgata usa para
traducir la palabra griega. El verbo latino es de forma compuesta y significa «pesar o
dispensar».5 Hay tres ideas principales relacionadas con el significado de dicha palabra:

1) «la acción de distribuir»;

2) «la acción de administrar, ordenar o supervisar; el sistema por el cual las cosas son
administradas»; y

3) «la acción de dispensar con algún requisito». Al definir más ampliamente el uso
teológico de la palabra, el mismo diccionario dice que una dispensación es «una etapa
en una revelación progresiva, expresamente adaptada a las necesidades de una nación en
particular o de un período de tiempo...; también la edad o período durante el cual un
sistema ha prevalecido». Es interesante notar a la luz de la crítica común contra la
definición de Scofield, que este diccionario define de una manera muy similar las
palabras dispensación y edad.

La palabra griega oikonomia proviene de un verbo que significa dirigir, regular,


administrar y planear. La palabra misma es compuesta, y sus partes literalmente
significan «dividir, distribuir, administrar o dirigir los asuntos de un hogar». En los
papiros, el oficial (oikonomos) que administraba una dispensación podía ser un
mayordomo, un administrador de un estado o un tesorero. Así es que la idea central en
la palabra dispensación es la de dirigir o administrar los asuntos de una casa.
USO BÍBLICO DE LA PALABRA DISPENSACIÓN

A. Uso de la palabra

Las varias formas de la palabra dispensación aparecen veinte veces en el Nuevo


Testamento. El verbo oikonomeo se usa una vez en Lucas 16:2, donde se traduce «ser
mayordomo». El nombre oikonomos se usa diez veces (Lucas 12:42; 16:1, 3, 8; Rom.
16:23; 1. Cor. 4:1, 2; Gal. 4:2; Tit. 1:7; 1. Ped. 4:10), y en todos estos casos la
traducción es «mayordomo», con excepción de Romanos 16:23, donde leemos
«tesorero». El nombre oikonomía se usa nueve veces (Luc. 16:2, 3, 4; 1.a Cor. 9:17; Ef.
1:10; 3:2, 9; Col. 1:25; 1.a Tim. 1:4) y se traduce de diferentes maneras
(«mayordomía», «dispensación», «edificación», «comisión», «administración»).

B. Características de la palabra

Antes de formular una definición formal, vale la pena notar algunas de las
características relacionadas con la palabra en sí, tal y como aparece en el Nuevo
Testamento. Estas características no pertenecen necesariamente a la estructura
dispensacional, pero son simplemente conexiones visibles en las que la palabra se usa.
En las enseñanzas de Cristo dicha palabra está circunscrita a dos parábolas registradas
en el Evangelio según San Lucas 12:42; 16:1, 3, 8. En ambos casos las parábolas se
refieren a la administración de una casa por un mayordomo; pero la parábola en Lucas
ofrece algunas características importantes de la mayordomía o el orden dispensacional.
Estas características incluyen lo siguiente:

1) Básicamente hay dos partes interesadas, una cuya autoridad es la de delegar


responsabilidades, y la otra cuya responsabilidad es la de ejecutar esas
responsabilidades. El rico y el mayordomo desempeñan estos dos papeles en la parábola
de Lucas 16 (v. 1). 2) Hay aquí responsabilidades específicas. En la parábola el
mayordomo descuidó sus responsabilidades y desperdició los bienes de su señor (v. 1).

3) Rendir cuentas, al igual que asumir responsabilidad, es parte del convenio. Un


mayordomo puede ser llamado a rendir cuentas del funcionamiento de su mayordomía
en cualquier momento, ya que es la prerrogativa de su señor esperar la fiel obediencia a
las responsabilidades encomendadas al mayordomo (v. 2).

4) Un cambio puede tener lugar en cualquier momento en que se descubra infidelidad en


el comportamiento del mayordomo («Porque ya no podrás más ser mayordomo»).

Estas cuatro características proporcionan alguna idea de lo relacionado con el concepto


de un orden dispensacional tal y como se usaba la palabra en tiempos de Cristo.

Las otras menciones de las palabras se encuentran en los escritos de Pablo, con la
excepción de la referencia en 1.a Pedro 4:10. Ciertos aspectos del concepto de
dispensación son muy evidentes en estos pasajes.
1) Es a Dios a quien los hombres son responsables en el cumplimiento de sus
obligaciones como mayordomos. Pablo menciona en tres oportunidades esta relación
con Dios (1. Cor. 4:1-2; Tit. 1:7).

2) Se requiere la fidelidad por parte de aquellos a quienes les ha sido encomendada una
responsabilidad dispensacional (1. Cor. 4:2). Esto se ejemplifica en Erasto, quien tenía
una posición importante como tesorero (mayordomo) de la ciudad (Rom. 16:23).

3) Una mayordomía puede terminar en un tiempo fijo (Gal. 4:2). En esta referencia la
terminación de la mayordomía se debió al hecho de que iba a introducirse un propósito
diferente. Esta referencia también muestra que una dispensación tiene relación con el
tiempo.

4) Las dispensaciones se relacionan con los misterios de Dios; es, a saber, con la
revelación específica de Dios (1. Cor. 4:1; Ef. 3:2; Col. 1:25).

5) Una dispensación y una edad son ideas que están relacionadas entre sí, pero esas
palabras no son exactamente intercambiables. Por ejemplo, Pablo declara que la
revelación de la presente dispensación estaba escondida «desde los siglos» (Ef. 3:9). Lo
mismo se dice en Colosenses 1:26. Sin embargo, ya que una dispensación opera dentro
de un período de tiempo, ambos conceptos tienen alguna interrelación.

6) El apóstol Pablo menciona por lo menos tres dispensaciones (tal como se entiende en
la doctrina dispensacional). En Efesios 1:10 él escribe acerca de «la dispensación del
cumplimiento de los tiempos», lo cual parece ser un tiempo futuro. En Efesios 3:2
menciona la «dispensación de la gracia de Dios», lo cual era el énfasis del contenido de
su predicación en aquel tiempo. En Colosenses 1:25-26 parece sugerirse que otra
dispensación precedió la presente en la cual el misterio de Cristo en el creyente es
revelado.

Es muy importante notar que en el primero de estos dos casos no puede haber ninguna
duda de que la Biblia usa la palabra dispensación en exactamente la misma manera que
los dispensacionalistas. Aun Bowman admite: «En verdad, de las siete dispensaciones
aceptadas por Scofield y sus colegas, no hay sino dos (la de la Gracia y la Plenitud del
tiempo) en relación a las cuales se usa la palabra "dispensación".» El aspecto negativo
de esta declaración de Bowman no debe oscurecer la importancia de este punto. La
Biblia menciona dos dispensaciones en la misma manera que lo hacen los
dispensacionalistas (y sugiere una tercera). Se admite que no menciona siete, pero ya
que sí menciona dos, tal vez haya algo de valor en esta enseñanza llamada
dispensacionalismo.

Casi todos los adversarios del dispensacionalismo tratan de magnificar su declaración


de que la Biblia no usa la palabra dispensación en el mismo sentido teológico y técnico
que la estructura dispensacional hace en sus enseñanzas. Dos cosas deben señalarse en
respuesta a esa acusación. La primera ya ha sido apuntada en el párrafo anterior: La
Biblia, por lo menos en dos ocasiones, usa la palabra de la misma manera que lo hace el
dispensa-cionalista. Por lo tanto, la acusación simplemente carece de fundamento.
Segundo, debe recordarse que es perfectamente válido tomar una palabra bíblica y
usarla en un sentido teológico siempre y cuando el uso teológico no sea antibíblico. Esto
es algo que todos los conservadores hacen con la palabra expiación. Es una palabra que
nunca aparece en el Nuevo Testamento, pero teológicamente todos la usan para
describir lo relacionado con la muerte de Cristo. Bíblicamente la palabra expiación no
se usa con referencia a la muerte de Cristo, pero debido a que sirve en el Antiguo
Testamento para señalar el hecho de cubrir el pecado, no es antibíblico darle un
significado teológico que en realidad abarca más que su estricto uso bíblico. El
dispensacionalista hace algo similar con la palabra dispensación. El uso de la palabra,
así como sus características, que hemos bosquejado anteriormente, prueban de manera
concluyente que el dispensacionalista en ninguna manera ha usado la palabra en un
sentido antibíblico para designar su sistema de enseñanza. Aun Fuller admite esto: «Es
este último sentido lo que da lugar al uso teológico perfectamente válido de la palabra
"dispensación" para indicar un período de tiempo durante el cual Dios trata con el
hombre de cierta manera.»11

C. Definiciones

En cuanto al uso de la palabra en las Escrituras se refiere, una dispensación puede


definirse como una mayordomía, una administración, una supervisión o el manejo de
los bienes de otro. Como hemos visto, esto incluye responsabilidad, el rendir cuentas, y
la fidelidad por parte del mayordomo.

La definición teológica de la palabra se basa en su uso bíblico y sus características. La


definición de Scofield ha sido citada, a saber: «Una dispensación es un período de
tiempo durante el cual el hombre es puesto a prueba con referencia a cierta revelación
específica de la voluntad de Dios.» Como se ha visto, la crítica a esta definición es que
no es fiel al significado de la palabra oikonomía, ya que no dice nada acerca de una
mayordomía, sino que subraya el factor tiempo. Pero notemos que Fuller admite la
validez de prácticamente la misma definición; es decir, que la palabra puede emplearse
«para indicar un período durante el cual Dios trata con el hombre de cierta manera.»12
Sin embargo, hay una cierta justificación para esta crítica, ya que una dispensación es
primordialmente un arreglo de mayordomía y no un tiempo determinado (aunque
obviamente el convenio existirá durante un cierto período). Una edad y una
dispensación no son sinónimos en su significado, aunque pueden coincidir exactamente
en el proceso histórico. Una dispensación es básicamente el convenio hecho y no el
tiempo incluido; y una definición adecuada tendrá esto en consideración. Sin embargo,
no hay razón para alarmarse si una definición atribuye la noción de tiempo a una
dispensación.

Una definición breve de una dispensación es como sigue: Una dispensación es una
economía, o administración, específica en el cumplimiento del propósito de Dios. Si
uno estuviese describiendo una dispensación incluiría otras cosas, tales como las ideas
de revelación específica, prueba, fracaso y juicio. Pero estamos buscando una
definición, no una descripción. Al usar la palabra economía como el centro de la
definición, el énfasis cae en el significado bíblico de la palabra misma. Una economía
también sugiere el hecho de que ciertas características de diferentes dispensaciones
pueden ser las mismas o similares en todas ellas.
Diferentes administraciones políticas y económicas no son totalmente diferentes, pero sí
son perceptiblemente diferentes. La economía comunista y la economía capitalista son
básicamente diferentes entre sí, pero aun así hay funciones, aspectos y particularidades
que les son comunes. Asimismo, en las diferentes maneras en que Dios administra los
asuntos de este mundo hay ciertos aspectos que son similares. Sin embargo, la palabra
específica en la definición señala el hecho de que hay algunos aspectos que son
peculiares de cada dispensación y que marcan la diferencia entre una y otra
dispensación. Estas características se hallan en la revelación específica que caracteriza a
cada dispensación.

La frase «el cumplimiento del propósito de Dios» en la definición nos recuerda que el
punto de vista en la distinción de las dispensaciones es el de Dios, no el de los hombres.
Las dispensaciones son economías que Dios establece y conduce a su fin determinado.
Es El quien introduce las características de cada dispensación, y quien retiene los
aspectos que son similares en diferentes dispensaciones. El propósito general del
programa total es la gloria de Dios.

Sauer lo describe de esta manera:

... un nuevo período siempre comienza únicamente cuando por parte de Dios se
introduce un cambio en la estructura de los principios válidos hasta ese tiempo; es decir,
cuando por parte de Dios ocurren tres cosas:

1. Una continuación de ciertas ordenanzas válidas hasta entonces.

2. Una invalidación de otras regulaciones hasta entonces válidas.

3. La introducción de nuevos principios que hasta entonces no estaban vigentes.

Para resumir: El dispensacionalismo contempla al mundo como una casa administrada


por Dios. En esta casa cósmica Dios está dispensando o administrando sus asuntos
conforme a su propia voluntad y en varias etapas de revelación en el proceso del tiempo.
Estas varias etapas señalan economías perceptiblemente diferentes en el cumplimiento
de su propósito total, y estas economías son dispensaciones. El entendimiento de las
diferentes economías de Dios es esencial para una interpretación correcta de su
revelación dentro de esas distintas administraciones. Antes de dejar a un lado el asunto
de la definición nos puede servir de ayuda añadir algunas otras definiciones de lo que es
una dispensación. Scroggie, un notable escritor y pastor escocés, define lo que es una
dispensación de esta manera:

La palabra oikonomia lleva un significado, y quiere decir «una administración», ya sea


de una casa, o de bienes, o de un estado, o de una nación, o como en el presente estudio,
una administración de la raza humana o cualquier parte de la misma, en cualquier
tiempo dado. Exactamente como un padre gobernaría su casa en diferentes maneras, de
acuerdo a diferentes necesidades, pero siempre con un buen fin, así también Dios en
diferentes ocasiones ha tratado con el hombre en diferentes maneras conforme a la
necesidad del caso, pero siempre con un buen fin.

Ironside, príncipe de los predicadores dispensacionales, ofrece esta definición:


Una economía es una condición ordenada de las cosas. ... hay varias responsabilidades
que siguen el curso de la Palabra de Dios. Una dispensación, una economía, entonces,
es ese orden particular o condición de cosas que prevalecen en una edad especial, y que
necesariamente no prevalecen en otra.

Clarence E. Masón Jr., decano del Philadelphia College of Bible, incluye aspectos
descriptivos de las dispensaciones en su definición:

La palabra dispensación significa literalmente una mayordomía o administración o


economía. Por lo tanto, en el uso bíblico, una dispensación es una mayordomía
divinamente establecida de una revelación específica de la mente y de la voluntad de
Dios que trae consigo responsabilidad adicional a toda la Humanidad o a esa porción de
la raza humana a la cual la revelación fue particularmente dada por Dios.

Relacionada con la revelación, por un lado, están las promesas de remuneración o


bendición para aquellos que responden a la obediencia de fe, mientras que por otro lado
hay avisos de juicio para aquellos que no responden en obediencia de fe a esa revelación
específica. Sin embargo, aunque el período (edad) termina, ciertos principios de la
revelación (dispensación o mayordomía) son frecuentemente continuados en sus
sucesivas edades, porque la verdad de Dios no deja de ser verdad, y estos principios se
convierten en parte del sistema acumulativo de verdad por el cual el hombre es
responsable en el progreso de la revelación del propósito redentivo de Dios.16

Otra definición también incluye elementos descriptivos:

Una dispensación es el método distintivo de Dios para gobernar la Humanidad o un


grupo de hombres durante un período de la historia, caracterizado por un evento crucial,
prueba, fracaso y juicio. Desde el punto de vista divino, es una mayordomía, una regla
de vida o una responsabilidad para dirigir los asuntos de Dios en Su casa. Desde el
punto de vista histórico es una etapa en el progreso de la revelación.17

La distinción de puntos de vista en esta definición proporciona gran ayuda. Una


dispensación, desde el punto de vista de Dios, es una economía; desde el punto de vista
del hombre, una responsabilidad; y, en relación al progreso de la revelación, es una
etapa de este progreso. La relación entre el dispensacionalismo y la revelación
progresiva merecen un estudio más detallado.

LA RELACIÓN ENTRE LAS DISPENSACIONES Y LA REVELACIÓN


PROGRESIVA

La revelación progresiva es el reconocimiento de que el mensaje de Dios al hombre no


fue dado de un todo, sino que fue manifestado en una larga serie de actos sucesivos y a
través de las mentes y manos de muchos hombres de diferentes procedencias. Es, por
así decirlo, un punto de vista teísta de la revelación en vez de un punto de vista deísta.
Las páginas de la Biblia van presentando, «no la exposición de una revelación ya
completa, sino el registro de una revelación en progreso. Sus diferentes partes y
características se ven, no como si hubiesen sido ordenadas después de su desarrollo,
sino como ordenándose a sí mismas en el curso de su desarrollo y creciendo a través de
etapas que pueden distinguirse, y por agregados que pueden medirse, hasta llegar a la
forma perfecta a la que finalmente ha llegado».18
El concepto de revelación progresiva es evidente en las mismas Escrituras. Pablo dijo a
su audiencia en el Areópago que en días de antaño Dios había pasado por alto la
ignorancia de ellos, pero ahora les manda que se arrepientan (Hech. 17:30). La epístola
a los Hebreos, en su majestuoso comienzo, enfáticamente bosqueja los varios métodos
de la revelación progresiva (Heb. 1:1, 2). Uno de los versículos más sobresalientes que
habla de diferentes maneras en que Dios ha tratado con los hombres es Juan 1:17: «Pues
la ley por Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.»
La verdad de Dios obviamente no fue dada de una vez y a un mismo tiempo, y las
diferentes etapas de la revelación muestran que El ha obrado de diferentes maneras en
diferentes tiempos. El intérprete de la Biblia debe observar cuidadosamente este
progreso de la revelación, y el dispensacionalismo contribuye a promover la exactitud
en este respecto.

20

En cuanto a la observación correcta y a la interpretación del progreso de la revelación


vemos cuan estrechamente relacionados están el dispensacionalismo y la hermenéutica.
Un texto normal sobre la hermenéutica, que apareció por primera vez en 1883 y que no
tenía ninguna polémica con el dispensacionalismo, dice: «Con cada nueva serie de
generaciones se da alguna nueva promesa, o se pone de manifiesto algún gran propósito
de Dios.»19 Es la formación de esas etapas en la revelación del propósito de Dios que
constituye la base del sistema dispensacional de interpretación de las Escrituras. Aun
Ramm, quien no es ahora un dispensacionalista, admite que una comprensión más clara
de la revelación progresiva se ha debido en gran manera a la «influencia beneficiosa del
dispensacionalismo».20

Los intérpretes que no comparten el dispensacionalismo (y que siguen la teología del


pacto) son culpables de haber leído en retrospecto (y algunas veces de manera forzosa)
las enseñanzas del Nuevo Testamento en el Antiguo, especialmente en el intento de
fundamentar su doctrina de la salvación en el Antiguo Testamento. Los dispensacio-
nalistas, por otro lado, son culpables de haber hecho distinciones muy rígidas entre las
edades relacionadas a las diferentes dispensaciones y han dicho muy poco, por ejemplo,
acerca de la gracia en el Antiguo Testamento. Sin embargo, aunque ambos grupos son
culpables, la interpretación inadecuada de la teología del pacto es el resultado de un
defecto básicamente innato en su sistema, mientras que la falta del dispensacionalista no
radica en el sistema, sino en su exposición. La teología del pacto tolera y a veces
demanda esta lectura retrospectiva del Nuevo Testamento en el Antiguo. La teología
dispensacional, mientras reconoce distinciones definidas y perceptibles, afirma la
unidad básica de la revelación del plan de Dios en las Escrituras.

Sin embargo, los dispensacionalistas no siempre han expuesto esta unidad como
hubiesen podido hacerlo, y, por lo tanto, ha sido un hecho común el acusar al dispensa-
cionalismo sobre este asunto. «El dispensacionalismo destruye la unidad de la Biblia»
se oye decir. Debido a la estructura del dispensacionalismo, un escritor ha declarado:
«La Biblia deja de ser una unidad en sí misma.»21 «Esta teoría —declara Berkhof—
tiene también tendencia divisiva, despedaza al cuerpo de la Escritura con resultados
desastrosos.»22
Más popular aún es la objeción expresada por medio de la acusación de que los
dispensacionalistas no ven ningún valor en el Sermón del Monte, o que tampoco usan la
oración llamada el Padrenuestro.23

Aunque los dispensacionalistas pueden no haber expuesto claramente la enseñanza de


su sistema sobre estos temas, debe recordarse que esto no es una falta del sistema.
Solamente el dispensacionalismo tiene un principio unificador lo suficientemente
amplio para hacer justicia a la unidad del progreso de la revelación, por un lado, y a las
diferentes etapas en ese progreso, por el otro. La teología del pacto solamente puede
enfatizar la unidad, y al hacer tal cosa exagera dicha unidad hasta convertirla en el único
principio normativo de interpretación. En la teología del pacto éste es el principio
fundamental de interpretación.

Cualquier aparente falta de unidad en la estructura dispensacional es superficial, y en


realidad se percibe que los muy pregonados y supuestos conflictos del
dispensacionalismo existen tan sólo en las mentes de los teólogos del pacto, quienes con
su injustificado enfoque de la unidad de las Escrituras agravan dichos conflictos.

La variedad puede ser una parte esencial de la unidad. Esto es cierto en lo relacionado a
la creación de Dios; y es también verdad concerniente a la revelación de Dios; y
solamente el dispensacionalismo ofrece una explicación adecuada tocante a la variedad
de las economías perceptibles o dispensaciones en (no fuera de) la realización del
propósito de Dios.

Resumen: La revelación progresiva contempla la Biblia, no como un libro de texto de


teología, sino como la manifestación continua de la revelación de Dios dada de varias
maneras a través de edades sucesivas. En esta manifestación hay etapas perceptibles de
la revelación, cuando Dios introduce nuevas cosas de las cuales se hace responsable al
hombre. Estas etapas son las economías, mayordomías o dispensaciones en la
manifestación del propósito divino. El dispensacionalismo, por lo tanto, reconoce tanto
la unidad de dicho propósito como la diversidad en su manifestación. La teología del
pacto solamente enfatiza la unidad, al extremo de forzar una interpretación de las
Escrituras que es injustificada, inconsistente y contradictoria. Solamente el
dispensacionalismo puede mantener la unidad y la diversidad, al mismo tiempo que
ofrece un sistema de interpretación consistente, cohesivo y complementario.

CARACTERÍSTICAS DE UNA DISPENSACIÓN

A. Características primarías

¿Qué determina las diferentes economías en la manifestación del propósito de Dios y las
distingue unas de otras? La respuesta es doble:

1) Las diferentes relaciones gubernamentales de Dios con el mundo en cada economía,


y

2) la responsabilidad resultante impuesta sobre la Humanidad en cada una de esas


diferentes relaciones.
Estas características están unidas vitalmente a las diferentes revelaciones que Dios ha
dado a través de la historia y muestran nuevamente la unión entre cada dispensación y
las varias etapas en el progreso de la revelación. Sin desear de ninguna manera
prejuzgar la cuestión de cuántas dispensaciones hay, veamos si esta respuesta es válida
usando como ilustración algunas dispensaciones indiscutibles.

Antes de que el pecado entrase en el hombre, la relación gubernamental de Dios hacia


Adán y Eva era de forma directa. La responsabilidad de la pareja era mantener ese
compañerismo directo con Jehová, y esto comprendía específicamente el deber de
cuidar el huerto y abstenerse de comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y el
mal. Después de la entrada del pecado en el hombre, la relación de Dios ya no era
siempre de manera directa, pues había surgido una barrera entre El y el hombre.

Cuando la ley fue dada a los israelitas por medio de Moisés, el gobierno de Dios era
mediado a través de las diferentes categorías de la ley. Esto no significa que Dios nunca
habló directamente, pero sí da a entender que su modo principal de gobierno era a través
del código mosaico, que era un elemento nuevo introducido en aquel tiempo. Esto
también significa que la responsabilidad impuesta sobre el hombre consistía en el hecho
de conformarse a ese código, lo cual era también una nueva responsabilidad, ya que
anteriormente a la ley el hombre obviamente no era responsable de algo que no existía.

Después de la venida de Cristo, la relación de Dios en cuanto a su gobierno de la


Humanidad cesó de ser a través de la ley mosaica. Esto se demuestra por el
rompimiento del velo y por la terminación del acercamiento a Dios a través del sistema
de sacrificios. Un testimonio adicional es la diferencia en cuanto a la justificación, tal
como lo resume Pablo en su sermón en Antioquía de Pisidia: «Y que de todo aquello de
que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en El es justificado todo aquel que
cree» (Hech. 13:39). Aquí tenemos, sin duda alguna, una diferencia visible en el
gobierno de los asuntos del mundo en relación a la responsabilidad del hombre tocante a
esa importante doctrina de la justificación.

Cualquiera que hubiese sido su responsabilidad bajo la ley mosaica puede dejarse sin
especificar por el momento (ver el capítulo 6), pero la venida de Cristo hizo que el
requisito para la justificación fuese la fe en El. Esto también es, obviamente, una etapa
diferente en el progreso de la revelación. Por lo tanto, concluimos que una nueva
dispensación ha sido inaugurada, ya que la economía y la responsabilidad cambiaron y
una nueva revelación fue dada.

De modo que las características perceptibles de una diferente dispensación son las
siguientes:

1) un cambio en la relación gubernamental de Dios para con el hombre (aunque una


dispensación no tiene que estar compuesta totalmente de aspectos completamente
nuevos),

2) un cambio resultante en la responsabilidad del hombre, y

3) una revelación necesaria correspondiente para efectuar el cambio (la cual es una
etapa en el progreso de la revelación a través de la Biblia).
B. Características secundarías

Hasta ahora nada se ha dicho acerca de las características normales que aparecen en una
nueva dispensación, a saber: una prueba, un fracaso, y un juicio. La prueba es
prácticamente la misma que la responsabilidad humana. Claramente, cuando da una
revelación acerca de su método de conducir los asuntos del mundo también señala la
correspondiente responsabilidad o prueba al hombre, en cuanto a si el hombre se
ajustará o no a la responsabilidad indicada y a la revelación de la misma. Los que se
oponen al dispensacionalismo e insisten que tal prueba por parte de Dios lo hace un
poco más que un investigador que aparentemente no sabe cómo resultarán las cosas, en
realidad fallan al no comprender el propósito general de la prueba.24 Después de todo,
una prueba dispensacional no es esencialmente diferente de las pruebas referidas por
Santiago en el capítulo primero de su epístola. Tales pruebas no tienen como propósito
el iluminar a Dios, sino el de revelar lo que hay en el hombre, ya sea fe o fracaso.

En un sentido, toda dispensación consta de la misma prueba: ¿Responderá el hombre


favorablemente a la responsabilidad específica de la dispensación bajo la cual está
viviendo? Específicamente esta prueba general se particulariza en cada dispensación por
la naturaleza de la revelación que Dios da en cada caso referente a la responsabilidad
del hombre. En realidad, cada aspecto de la revelación perteneciente a una dispensación
determinada es parte de la prueba, y la totalidad de la revelación es la prueba misma.
Los dispensacionalistas frecuentemente han tratado en sus escritos de aislar la prueba
particular de cada dispensación, y aunque esto puede servir de ayuda al estudiante, a lo
sumo solamente puede valer como una declaración parcial de la responsabilidad total.25

¿Es el fracaso una parte necesaria de cada dispensación? Es un hecho de la historia


bíblica que el hombre ha fracasado a través de todas las edades. Cada dispensación está
repleta de fracasos sencillamente porque la historia lo está. Los fracasos pertenecen, por
lo menos, a dos esferas: la esfera de la economía gubernamental, y la de la salvación. En
ambos aspectos no todos los hombres han fracasado, pero sí la mayoría de ellos. El
pecado frecuentemente parece alcanzar su cénit en ciertos momentos de la historia
humana, y tales climax señalan el final de las diferentes dispensaciones. La crucifixión
de Cristo fue el climax de la rebelión de la nación a la cual le había sido dado el
privilegio de la ley y del servicio a Dios. También indicaba el fin de una dispensación.
La edad presente culminará en la rebelión y el alejamiento de Dios por parte del hombre
de manera masiva. El reino milenial culminará con una rebelión general contra el
reinado personal de Cristo el Rey (Apoc. 20:7-9).

¿Existe un juicio en toda dispensación? En realidad, cada dispensación puede tener


muchos juicios, así como puede tener muchas pruebas y fracasos. Pero si hay un fracaso
culminante, entonces también hay un juicio similar. Mientras que los elementos de
prueba, fracaso y juicio no son los que básicamente distinguen las dispensaciones, éstos
parecen ser parte integral de ellas. Pero si no hubiese una prueba decisiva, aun así
podría haber un orden dispensacional. Si no hubiese ningún fracaso o juicio culminante,
aun así podría haber un cambio en el orden dispensacional. La presencia de una prueba,
un fracaso y un juicio no es el sine qua non de un gobierno dispensacional en el mundo.
C. Objeciones

¿No aparece como si estas características estuviesen dividiendo la historia y aislando


unas de otras sus edades? Contemplándolo desde un cierto punto de vista el dispen-
sacionalismo parece hacer tal cosa. Este punto de vista de la estructura dispensacional es
el aspecto que normalmente aparece en esquemas o diagramas de las dispensaciones.
Aunque no hay nada erróneo en ello, éste no es el cuadro completo. Hay también lo que
puede llamarse la perspectiva longitudinal en el dispensacionalismo.26 Esta incluye los
principios continuos a través de todas las dispensaciones que dan unidad al curso total
de la historia. El orden gubernamental singular que diferencia las dispensaciones en
ninguna manera está en pugna con las unidades de la Escritura.

La perspectiva longitudinal, por ejemplo, enfatiza el hecho de que Dios ha sido, es y


será un Dios de gracia. La perspectiva panorámica enfatiza el gobierno de la gracia que
está vigente hoy. La perspectiva longitudinal representa el progreso de la revelación; la
vista panorámica es aquella que aparece en cualquier tiempo dado. Ambas perspectivas
no solamente son válidas, sino necesarias para el entendimiento de la revelación de
Dios.

Por consiguiente, es una objeción ridícula decir: «si... Dios es siempre misericordioso,
entonces es confuso el distinguir una edad en particular por medio de un elemento que
caracteriza a todas las edades».27 Uno podría preguntar si Dios no ha sido siempre un
Dios de ley. Y si es así, ¿es acaso erróneo trazar un período llamado la Ley?, ¿no hace
Dios a través de Juan esas mismas distinciones? (Jn. 1:17). La objeción está basada en
una falsa premisa que Fuller revela en esta declaración: «Por lo tanto, es imposible
pensar en diferentes grados de la gracia, porque Dios o es o no es misericordioso.»28 La
verdad del hecho es simplemente que hay varios grados de la revelación de la gracia de
Dios; aun cuando hay menos revelación, Dios no es menos misericordioso que cuando
hay más revelación de su gracia. Si la teología de la declaración de Fuller fuese
correcta, entonces Dios podría ser imaginado como un ser que no es muy santo, y justo,
y recto cada vez que detiene o pospone un juicio justificado e inmediato. El solamente
revela su ira más específicamente en cierto tiempo en la historia del hombre que en
otros. Pero los períodos de silencio no lo hacen menos justo, como tampoco la
revelación encubierta de la gracia hace que Dios sea menos misericordioso. Solamente
el dispensacionalismo con su vista panorámica y su perspectiva longitudinal puede
reconocer la riqueza, movilidad y complejidad de la historia del mundo y la manera en
que Dios conduce los asuntos de éste. Antes del desarrollo de los sistemas del pacto y
dispensacional, Calvino escribió estas palabras adecuadas:

Dicen que no es razonable que Dios, el cual jamás cambia de parecer, permita un
cambio tan grande, que lo que una vez había dispuesto lo rechace después.

A esto respondo que no hay que tener a Dios por voluble porque conforme a la
diversidad de los tiempos haya ordenado diversas maneras de gobernar, según El sabía
que era lo más conveniente. Si el labrador ordena a sus gañanes una clase distinta de
trabajos en invierno que en verano, no por eso le acusaremos de inconstancia, ni
pensaremos por ello que se aparta de las rectas normas de la agricultura, que depende
por completo del orden perpetuo de la naturaleza. Y si un padre de familia instruye, riñe
y trata a sus hijos de manera distinta en la juventud que en la niñez, no por ello vamos a
decir que es inconstante y que cambia de parecer. ¿Por qué, pues, vamos a tachar a Dios
de inconstancia si ha querido señalar la diversidad de los tiempos con unas ciertas
marcas que El conocía como convenientes y propias?29

La teología reformada con su pacto global de la gracia pasa por alto grandes épocas y
puntos cumbres de la historia para no perturbar la «unidad de la Escritura» e introduce
algo tan nuevo que una dispensación tendría que ser reconocida. Esto es verdad
especialmente en relación a la iglesia como algo nuevo. La vista panorámica enfatiza la
importancia singular de cada evento en su perspectiva histórica y para su propósito
especial; la vista longitudinal coloca todos los eventos en su propia relación en el
progreso total de la revelación. El dispensacionalismo evita la confusión y la
contradicción y al mismo tiempo une todas las partes en un todo.

El carácter global y al mismo tiempo progresivo de las distinciones dispensacionales


prohíbe que éstas se entremezclen o confundan, ya que son cronológicamente sucesivas.
Pero se ha impugnado que estas características de prueba, fracaso y juicio forman un
ciclo de repetición de la historia similar al de los griegos paganos. Así dice Kraus: «La
filosofía de la historia es esencialmente el concepto griego de los ciclos, y cada ciclo
termina en apostasía y juicio. Dios no es representado desarrollando su plan en el
proceso histórico, sino apareciendo intermitentemente, por así decir, para comenzar un
nuevo ciclo por medio de una intervención sobrenatural.»30 El capítulo uno señala que
solamente el dispensacionalismo presenta una filosofía de la historia propiamente
optimista. Además, a pesar de los diagramas, el patrón dispensacional no forma un
cuadro cíclico de repetición, sino una espiral ascendente. Sauer, cuyos libros combinan
tan eficazmente la perspectiva panorámica y la longitudinal del dispensacionalismo,
resume el asunto de esta manera:

Pero un nuevo comienzo divino nunca es solamente un regreso a lo antiguo. En cada


reforma que nace del fracaso se planta al mismo tiempo la semilla de un programa para
la vida del futuro. Revelación y desarrollo en ningún caso constituyen acciones
opuestas, sino que ambos se pertenecen. En la esfera de la Biblia, como en otros casos,
hay un ascenso de lo más bajo a lo más alto, de la penumbra a la claridad...31

El concepto de espiral se ve prestamente al imaginarnos la confusión que se produce al


invertir el orden dispensacional y colocar el milenio primero. De igual manera ilógico
sería invertir el orden de la ley y la gracia (o cualquier nombre que se desee dar a
aquello que vino a través de Moisés y a aquello que fue revelado a través de Cristo). El
dispensacionalismo revela el desarrollo del plan de Dios en el proceso histórico en una
revelación progresiva para su gloria. Este sistema engrandece la gracia de Dios, ya que
reconoce que el verdadero progreso solamente puede venir de la intervención
misericordiosa de Dios en la sociedad humana. Si no hubiera ninguna intervención
«cíclica», entonces el curso de la historia siempre sería hacia abajo y completamente
pesimista.

Resumen: La característica principal de una dispensación es el orden gubernamental o


administrativo, y la responsabilidad que Dios revela en cada dispensación. Tal
responsabilidad es una prueba en sí misma. La mayoría de los hombres fracasan en la
prueba, y entonces sigue el juicio. La estructura dispensacional tiene dos perspectivas:
un aspecto panorámico (que algunas veces se malinterpreta como ciclos, pero que en
realidad es una espiral) y un aspecto longitudinal (que enfatiza la manifestación del
progreso de la revelación y los principios continuos a través de las edades de las
dispensaciones).

EL «SINE QUA NON» DEL DISPENSACIONALISMO

¿Qué distingue a un hombre como un dispensacionalista? ¿Cuál es el sine qua non del
sistema? Aun cuando tengamos que anticipar discusiones posteriores para contestar
estas preguntas, nos parece propio dar una respuesta en esta ocasión.

Teóricamente el sine qua non debe de hallarse en el reconocimiento del hecho de que
Dios ha establecido diferentes economias o administraciones en el gobierno de los
asuntos del mundo. La teología reformada mantiene que hay varias dispensaciones (¡y
aun usa la palabra!) dentro de la manifestación del pacto de la gracia. Hodge, por
ejemplo, creía que hay cuatro dispensaciones después de la caída: desde Adán hasta
Abraham, de Abraham a Moisés, de Moisés a Cristo, y de Cristo hasta el final.32 Luis
Berkhof escribe, como hemos visto, solamente de dos dispensaciones básicas: la
Antigua y la Nueva; pero dentro de la Antigua él ve cuatro períodos, y todos ellos son
revelaciones del pacto de la gracia.33 En otras palabras, un hombre puede creer en
dispensaciones, y aun verlas en relación a la revelación progresiva, sin ser un
dispensacionalista.

¿Está la esencia del dispensacionalismo en el número de las dispensaciones? No, ya que


esto no es en ninguna manera una cuestión sobresaliente en el sistema, como se
discutirá en el próximo capítulo. No es el hecho de que Scofield enseñó siete
dispensaciones y Hodge solamente cuatro lo que hace al primero un dispensacionalista
y al otro no.

Tal vez la cuestión del premilenarismo es determinante. Otra vez la respuesta es


negativa, ya que hay aquellos que son premilenaristas pero que definitivamente no son
dispensacionalistas. El premilenarista que sigue la teología del pacto mantiene el
concepto del pacto de la gracia y la centralidad del propósito soteriológico de Dios. El
retiene la idea del reino milenial, aunque encuentra poco apoyo para éste en las
profecías del Antiguo Testamento, ya que por lo general las atribuye a la iglesia. El
reino, en su concepto, es marcadamente diferente de lo que es enseñado por los
dispensacionalistas, puesto que pierde mucho de su carácter judaico debido a la
desestimación de las promesas del Antiguo Testamento acerca del reino. Muchos
premilenaristas del pacto también son postribu-lacionistas, y esto es, sin duda, una
consecuencia lógica de la interpretación dispensacional.34 De todas maneras, el hecho
de ser un premilenarista necesariamente no le hace a uno dispensacionalista. (Sin
embargo, lo opuesto es verdad: ser un dispensacionalista hace que uno sea un
premilenarista.)

¿Cuál es, entonces, el sine qua non del dispensacionalismo? La respuesta es triple.

1) Un dispensacionalista mantiene la distinción entre Israel y la Iglesia. Esto lo afirman


en diferentes maneras tanto los adherentes como los adversarios del dispensacionalismo.
Fuller dice que «la premisa básica del dispensacionalismo es que hay dos propósitos de
Dios expresados en la formación de dos pueblos que mantienen sus distintivos a través
de la eternidad».35 Gaebelein declara esto en términos de la diferencia entre los judíos,
los gentiles y la Iglesia de Dios.36 Chafer lo resume en la forma siguiente:
El dispensacionalista cree que a través de las edades Dios está persiguiendo dos
propósitos distintos: Uno relacionado a la tierra con un pueblo terreno y objetivos
terrenos relacionados con el judaísmo; mientras el otro está relacionado con el cielo, con
un pueblo celestial y con objetivos celestiales relacionados, lo cual es el cristianismo. ...
frente a esto, el dispensacionalista parcial, aunque contempla débilmente algunas
diferencias obvias, basa su interpretación en la suposición de que Dios está haciendo
una sola cosa, a saber, la separación general de lo bueno y lo malo, y a pesar de toda la
confusión que esta teoría limitada crea, se argumenta que el pueblo terreno se une al
pueblo celestial; que el programa terrenal debe de recibir una interpretación espiritual o
ser descartado por completo.37

Esto es probablemente la prueba teológica más básica de si una persona es


dispensacionalista o no, y es, sin duda, la más práctica y determinante. Un hombre que
deja de distinguir a Israel de la Iglesia inevitablemente no podrá mantener las
distinciones dispensacionales; pero el que hace tal distinción, sí lo hará.

2) Esta distinción entre Israel y la Iglesia nace de un sistema de hermenéutica que


comúnmente se le llama interpretación literal. Por lo tanto, el segundo aspecto del sine
qua non del dispensacionalismo es la cuestión de una hermenéutica normal. La palabra
literal es tal vez menos adecuada que la palabra normal o común o llana, pero en cada
caso se refiere a la interpretación que no es espiritualizada ni alegorizada como ocurre
con la interpretación no dispensacional. La espiritualización puede ser practicada en
mayor o menor grado, pero su presencia en un sistema de interpretación manifiesta el
uso de un método no dispensacional.38 La interpretación que es consistentemente literal
o llana pone de manifiesto el método dispensacional de interpretar las Escrituras. Pero
es esta misma constancia —la fortaleza de la interpretación dispensacional— lo que
irrita al no dispensacionalista y se convierte en el motivo de su ridiculización del
sistema dispensacional.39

3) Un tercer aspecto del sine qua non del dispensacionalismo es un asunto más bien
técnico, que será discutido ampliamente más adelante (capítulo 5). Este se relaciona al
propósito fundamental de Dios en el mundo. El teólogo del pacto, en la práctica, hace de
este propósito la salvación, y el dispensacionalista dice que el propósito es mucho más
amplio aún, a saber, la gloria de Dios. Para el dispensacionalista el programa
soteriológico o salvífico de Dios no es el único programa, sino uno de los medios que
Dios usa en su plan total para glorificarse a Sí mismo. La Escritura no está centrada en
el hombre como si la salvación fuese su tema principal, sino que está centrada en Dios,
porque Su gloria es el tema central. La Biblia misma enseña claramente que la
salvación, importante y maravillosa como ésta es, no es un fin en sí misma, sino que
más bien es un medio para el fin de glorificar a Dios (Ef. 1:6, 12, 14). John F.
Walvoord, el sucesor de Chafer en el Seminario Teológico de Dallas, lo expresa de esa
manera:

... el propósito amplio de Dios es la manifestación de Su propia gloria. Para este fin
cada dispensación, cada revelación sucesiva del plan de Dios para las edades, Su trato
con los no elegidos como con los elegidos ... se combinan para manifestar la gloria
divina.40 Y en otro lugar dice:

Todos los eventos de la creación están diseñados para manifestar la gloria de Dios. El
error de los teólogos del pacto es que ellos combinan todas las diferentes facetas del
propósito divino en el solo objetivo del cumplimiento del pacto de la gracia. Desde un
punto de vista lógico éste es un error de reducción: el uso de un aspecto del todo como
el elemento determinante.41

La esencia del dispensacionalismo, entonces, es la distinción entre Israel y la Iglesia.


Esto proviene del uso que el dispensacionalista hace de un sistema de interpretación
normal y llano, y esto deja de manifiesto el entendimiento del propósito básico de Dios
en todos Sus tratos con la Humanidad como el de glorificarse a Sí mismo a través de la
salvación, pero sin soslayar otros propósitos.

¿QUE SON LAS DISPENSACIONES?

EL NÚMERO DE LAS DISPENSACIONES

A. La importancia de la pregunta

EN EL CAPÍTULO ANTERIOR hemos visto que los teólogos reformados (tales como
Hodge y Berkhof) enumeran cuatro y cinco dispensaciones en sus conceptos del
desarrollo del pacto de la gracia. Esto señala el hecho de que el reconocer las
dispensaciones automáticamente no hace a una persona un dispensacionalista. La
esencia del dispensacio-nalismo es:

1) el reconocer una diferencia entre Israel y la Iglesia,

2) un principio consistente de interpretación literal, y

3) un concepto básico y práctico de que el propósito de Dios consiste en Su propia


gloria en lugar del solo propósito de la salvación.

En la base de estas afirmaciones y conclusiones, se diría que el número de las


dispensaciones en una estructura dispensacional, y aun los nombres de las
dispensaciones, son relativamente de menor importancia. Posiblemente uno podría tener
cuatro, cinco, siete u ocho dispensaciones y ser un dispensacionalista consistente
siempre y cuando la estructura sea fiel a los tres aspectos esenciales del
dispensacionalismo. Algunos oponentes al dispensacionalismo reconocen que este
asunto del número y el nombre es de importancia relativa. Fuller, por ejemplo, admite
que «el número o los nombres de las dispensaciones a las que uno se suscriba no es
esencial al dispensacionalismo...»1 Otros, como Bowman, usan números para indicar
que el sistema es erróneo porque enseña siete dispensaciones cuando la Biblia
solamente relaciona dos citas con la palabra misma.2 Por lo general, el número siete es
el más usado en relación a las dispensaciones, pero ello no indica que el sistema está
cinco séptimos equivocado, si se admitiesen las implicaciones de Bowman.
Supongamos que hubiese un dispensacionalista que creyese en tres dispensaciones.
Entonces, de acuerdo con Bowman, él estaría dos terceras partes correcto.

Sin embargo, en general, parece ser de muy poca diferencia a los oponentes del
dispensacionalismo cuántas dispensaciones el dispensacionalista tiene en su sistema
después que éstas pasan de dos. Dos es la línea divisoria, ya que la mayoría de los
teólogos reformados aceptan dos, por lo menos, y vigorosamente objetan a más. Y aun
los teólogos reformados no están completamente seguros en cuanto a las dos
dispensaciones que ellos aceptan. Dichos teólogos pueden ocasionalmente ridiculizar el
hecho de que los dispensacionalistas no se ponen de acuerdo en el número de su
sistema, pero ellos deberían comprender que ellos mismos no están unidos. Como se ha
señalado ya, Berkhof identifica las dos dispensaciones básicas con el Antiguo y el
Nuevo Testamento. (Cabe señalar que tales designaciones como «vieja dispensación» y
«nueva dispensación» no son nombres bíblicos). Más recientemente aún, Ernest F.
Kevan, rector del London (Inglaterra) Bible College, está totalmente seguro de que las
dos dispensaciones son la ley mosaica y la gracia. A su manera de ver, estas dos
dispensaciones constituyen la manifestación del solo y único pacto de la gracia:

El propósito pactado por Dios con el hombre pecador siempre ha sido uno de gracia;
pero el pacto de la gracia estaba basado en un plan doble, o para usar una terminología
bíblica, estaba revelado en dos dispensaciones. La primera de éstas era la dispensación
mosaica, algunas veces llamada «el viejo pacto», y la segunda es la dispensación
cristiana, comúnmente llamada «el nuevo pacto». Estrictamente hablando, el pacto
(q.v.) es uno y el mismo pacto de la gracia.3

Dos —sin importar como se les llame—, dos son el límite para el teólogo del pacto
(aunque comúnmente se subdivide la antigua dispensación por los teólogos del pacto), y
cuando un dispensacionalista va más allá de dos, importa muy poco, aun al teólogo del
pacto, cuántas más él tenga.

Sin embargo, la cuestión en cuanto al número de las dispensaciones es algo muy


pertinente y práctico y digno de consideración. Aunque esto no es determinante, es parte
de la presentación dispensacional.

B. Algunas respuestas a la pregunta

La mayoría de los dispensacionalistas ven siete dispensaciones en el plan de Dios


(aunque a través de la historia del dispensacionalismo no siempre han sido las mismas
siete). Ocasionalmente un dispensacionalista puede suscribirse sólo a cuatro, y algunos
mantienen que son ocho. La declaración de fe del Seminario Teológico de Dallas
menciona solamente tres por nombre (la ley mosaica, la presente dispensación de la
gracia, y la dispensación futura del reino milenial).4 ¿Por qué es que existe esta
diferencia? Probablemente la respuesta se encuentra en el hecho de que las tres —ley,
gracia y reino— son el tema tratado en gran parte de la Biblia, mientras que las otras, no
importa cuántas son, no lo son. En otras palabras, la diferencia de opinión en cuanto al
número no se debe a una deficiencia en la estructura dispensacional, sino más bien a la
falta de detalle en la revelación de los períodos tempranos de la historia bíblica. No
tenemos preservados en forma escrita todo lo que Dios pudo haber dicho o revelado al
hombre en estos períodos tempranos.

No obstante, en la base de la definición de lo que es una dispensación como una


responsabilidad perceptible en la manifestación del propósito de Dios, no es difícil
deducir cuántas dispensaciones son reveladas en la Biblia.

Si alguien es un premilenarista, entonces le será fácil reconocer los principios


establecidos por Dios en el milenio, durante el cual Cristo está físicamente presente.
Esta dispensación presente, cuya característica principal —no única— es la gracia,
también es fácilmente justificada por medio de esta definición. Lo mismo es aparente en
cuanto a la dispensación de la ley mosaica, y no es necesario enfatizar más este punto.
Es el tiempo entre el comienzo de la creación hasta el establecimiento de la ley el que
produce en las mentes de algunos la pregunta en relación a la validez de todas las
dispensaciones que se dicen pertenecer a ese período. Sin embargo, antes de la caída del
hombre, el orden era perceptiblemente diferente al que fue después de la caída.

Ya hemos justificado la existencia de cinco dispensaciones:

1) la anterior a la caída,

2) como quiera llamarse a lo que ocurrió después de la caída y hasta el tiempo de


Moisés,

3) la ley,

4) la gracia, y

5) el reino milenial.

El simple hecho de que resulta difícil encontrar un nombre apropiado que abarque la
economía (leyes y principios que rigen y ordenan una responsabilidad que ha sido dada)
que se extiende desde la caída hasta Moisés, debe de hacer que uno examine
cuidadosamente la validez de tratar de enfocar la totalidad de ese período como si
tuviese una sola dispensación. Debe de ser aparente que hasta el tiempo de Abraham el
gobierno de Dios abarcaba todas las naciones, mientras que con Abraham, Dios
comenzó a separar una nación, y en la separación El hizo un pacto muy característico
con Abraham. Por lo tanto, la característica perceptible del trato de Dios con Abraham
por medio de la promesa parece ser suficiente para describir lo que frecuentemente se
llama la dispensación de la promesa.

La única pregunta que permanece sin contestar es si las dispensaciones que


popularmente se llaman la conciencia y el gobierno humano son válidas. Supongamos
que hay solamente una dispensación durante ese período, ¿cómo debe llamársele? Si
hubiese dos, ¿cuáles serían los aspectos visibles que las justificarían? El problema se
complica por el hecho de que la revelación bíblica que cubre este largo período de
tiempo es muy breve. Parece que hay suficiente garantía en el nuevo orden de Dios para
designarlo como el gobierno humano en el tiempo de Noé y, por consiguiente,
distinguirlo como una dispensación (comparemos Gen. 9:6 con 4:15). Si estuviésemos
de acuerdo en eso, entonces hay siete dispensaciones, y tiene que admitirse que cuanto
más estudia uno este asunto a la luz de la definición básica más se ha de inclinar a
concluir que hay siete dispensaciones. Parece ser algo de moda en estos días el evadir
esta conclusión o, por lo menos, no hacer caso a las previas dispensaciones, pero si uno
tiene una definición consistentemente práctica y si la aplica a través de toda la historia,
entonces es extremadamente difícil no llegar a la conclusión de que hay siete
dispensaciones.

ALGUNAS PREGUNTAS

Algunas otras preguntas surgen en relación con lo que parece ser la estructura de siete
dispensaciones presentadas en la Biblia. Estas son preguntas, no problemas, y éstas en
ninguna manera afectan el sistema en su totalidad. Estas preguntas no son en ninguna
manera básicas, pero es interesante considerarlas, y esto hacemos seguidamente.

A. La economía noéica

Al revisar el bosquejo comúnmente dado por Scofield, surge una pregunta en relación a
la distinción de lo que él llama las dispensaciones de la conciencia (desde la caída hasta
Noé) y del gobierno humano (desde Noé hasta Abraham). Es aparente que podemos
considerar que Noé vivió bajo las responsabilidades de mayordomía establecidas
después de la caída del hombre.

Uno de los estudiantes de este autor una vez sugirió que este período completo fuese
llamado la dispensación de la justicia, ya que ésta era el distintivo de la revelación de
Dios en su propósito con el hombre durante aquel tiempo.

Pero, por otra parte, algunos arreglos diferentes y nuevos fueron instituidos para Noé y
la Humanidad después del diluvio. En forma específica se mencionan cuatro cosas en
Gen. 9:1-17:1) El temor hacia el hombre es puesto en el corazón de los animales (v. 2).

2) Se le permite al hombre comer carne de animales, mientras que con anterioridad a ese
tiempo aparentemente el hombre era vegetariano (v. 3).

3)El principio de la pena capital fue instituido (v. 6).


4)Dios se compromete por medio de una promesa a no causar jamás otro diluvio sobre
la tierra (vers. 8-17). Cuando uno ve estos cuatro arreglos hechos después del diluvio,
éstos parecen señalar una nueva economía desde el punto de vista de Dios, una nueva
responsabilidad desde el punto de vista humano, y ciertamente éstos constituyen una
nueva verdad en el progreso de la revelación. Por lo tanto, dichos arreglos
aparentemente señalan una nueva dispensación. Ya fuese o no que el título «gobierno
humano» sea el mejor, no es el punto a discutir en este momento.

B. El estado eterno

Otra pregunta que surge en algunos escritos es en relación a si debe considerarse el


estado eterno como una dispensación. La mayoría de los comentarios que no son
premileniales relacionan la frase «la dispensación de la plenitud de los tiempos» (Ef.
1:10) a la presente edad del evangelio, mientras que aquellos que son premileniales la
relacionan al reino milenial. Sin embargo, parece ser que, partiendo del concepto de una
dispensación como algo relacionado al acto de Dios en dirigir los asuntos de su casa, el
mundo, cuando la historia temporal termina el orden establecido para regir estos
asuntos, lo cual es la base de una mayordomía dispensacional, también termina. En
otras palabras, las economías dispensacionales están relacionadas a los asuntos de este
mundo y no se necesitarán cuando el mundo termine. Es por eso que en la eternidad no
hay necesidad para los arreglos de mayordomía comprendidos en una dispensación.

C. La ley mosaica

Otra pregunta concierne al asunto de la ley mosaica. Esta dispensación estuvo en


función durante un largo período de tiempo si fue inaugurada con Moisés y continuó
hasta la crucifixión de Cristo. Durante este extenso período el cambio de Israel en la
condición espiritual parecería indicar un cambio de dispensación. Específicamente,
cuando Dios envió su mensaje a través de los profetas, ¿cambió él la relación
dispensacional? La respuesta a esta pregunta no será encontrada examinando los
mensajes de los profetas, sino mirando a la relación del Señor Jesucristo y la ley
mosaica durante su vida en la tierra. Ya que si Jesús consideró la ley como estando aún
vigente y obligatoria para el pueblo judío, entonces no hubiese sido ni hubiese podido
ser abrogada o sustituida por el mensaje de los profetas. Si la ley mosaica era aún el
principio vigente durante la vida de Cristo, entonces la dispensación de la ley no
terminó sino hasta la cruz.

Por supuesto, no es difícil mostrar que Cristo vivió bajo la ley y que él esperaba que sus
oyentes siguiesen de igual manera las enseñanzas de la ley. Cuando el Señor limpió al
leproso, le dijo que se presentase al sacerdote «y ofreciese la ofrenda que Moisés había
mandado...» (Mat. 8:2-4). Además, él exhortó a la gente a obedecer los mandamientos
de la ley como eran enseñados por los escribas y los fariseos, pero que no siguiesen los
ejemplos de las vidas de ellos (Mat. 23:2-3). Jesús también declaró que El no había
venido a destruir la ley (Mat. 5:17). Esta declaración no hubiese significado nada si la
ley hubiese sido reemplazada por una dispensación de los profetas.

D. La tribulación
Pero la más difícil e importante pregunta a contestar es la referente a los distintivos del
período de la tribulación. En relación al esquema dispensacional común, hay tres
opiniones que atañen al acoplamiento del período de la tribulación.

Primero, según Chafer, dicho período estará relacionado a la ley mosaica e incluirá un
avivamiento de los principios de esa economía.7 Por ejemplo, el día de reposo será
observado estrictamente durante ese período (Mateo 24:20). Además, ése será un
tiempo cuando Dios nuevamente tratará de manera especial con la nación de Israel.
Dicho período es la semana setenta de Daniel, y ya que las primeras sesenta y nueve
semanas formaron parte de la economía de la ley, la última también debe de serlo.

La principal objeción a este punto de vista es sencillamente que ninguna otra


dispensación es puesta en vigor después de haber cesado, y no hay duda de que la ley
mosaica finalizó con la primera venida de Cristo (Rom. 10:3). Sería algo extraño
restablecer una dispensación después de haber transcurrido dos mil años. Por supuesto,
Dios podría hacer eso, pero parece ser más natural el considerar la tribulación como una
dispensación diferente con aspectos similares a la dispensación mosaica.

Y ése es precisamente el segundo punto de vista posible: la tribulación es una


mayordomía perceptible en el desarrollo del propósito de Dios. En el esquema
comúnmente presentado, ésta se convertiría entonces en la séptima de ocho
dispensaciones. Hay muchas características que recomiendan tal punto de vista. La
tribulación es, por encima de todo, un tiempo de ira, no de gracia; ésta trata
especialmente con Israel; asumiendo que el arrebatamiento ocurrirá antes de la
tribulación, la verdadera Iglesia está ausente de la tierra; y el evangelio que ha de ser
predicado durante este tiempo es el evangelio del reino (Mat. 24:14). Estas
características parecen distinguir una nueva dispensación.

Pero éstas no son las únicas consideraciones. Ciertamente, el sábado será observado
durante este tiempo, pero ¿por quién? Por aquellos judíos que estarán habitando su
tierra nuevamente y quienes estarán tratando de establecer una vez más su antiguo
sistema de adoración. Ellos hacen esto de su propia voluntad, no porque están
obedeciendo las responsabilidades de un orden dispensacional que incluye la adoración
en el sábado como un requisito. Después de todo, muchos judíos hoy, tanto dentro como
fuera de Palestina, observan el sábado; pero esto no significa que no estamos bajo la
dispensación de la gracia. Dios no ha ordenado esta observación para hoy, ni tampoco lo
hará en el período de la tribulación; por lo tanto, su observación no indica un cambio
dispensacional.

Indudablemente, la tribulación será un período del derramamiento de la ira de Dios.


Pero también será un tiempo de mucha salvación. Muchos judíos y multitudes de
gentiles vendrán a conocer al Señor (Apoc. 7). Por lo tanto, será un tiempo durante el
cual la gracia no estará ausente, sino que será manifestada abundantemente. Aun si uno
hace una distinción entre el evangelio de la gracia de Dios y el evangelio del reino, esto
no significa que el evangelio del reino no habrá de incluir el mensaje de la cruz. Este
añadirá el aspecto de las buenas nuevas que anuncian el reino venidero conjuntamente
con el mensaje de la cruz. También el evangelio del reino fue predicado por nuestro
Señor durante su ministerio terrenal (Mateo 4:17), mientras la dispensación de la ley
aún estaba vigente. Así que la predicación del evangelio del reino no fue entonces, ni lo
será después, una diferencia lo suficientemente singular para señalar una nueva
dispensación.

Lo mismo es verdad en relación al argumento basado en las setenta semanas. Estas no


son el distintivo de una dispensación. Después de todo, éstas comenzaron cerca de mil
años después que la ley fue dada a Israel, y aunque Dios vuelve su atención a Israel
nuevamente durante la tribulación, El no lo hace excluyendo a otros. En otras palabras,
el hecho de que el tiempo está contándose de acuerdo con la cronología de las setenta
semanas, no era un distintivo de la economía de la ley y no necesita ser un distintivo de
la tribulación como economía.

Por lo tanto, parece que la tribulación, con sus muchos juicios, es, desde el punto de
vista dispensacional, el final de la economía de la gracia. Esta es la tercera tesis. Desde
el punto de vista de las setenta semanas, para Israel ésta es su última semana. Desde el
punto de vista de la verdadera Iglesia no hay relación alguna, ya que la Iglesia será
arrebatada antes de que la tribulación comience. Desde el punto de vista dispensacional
de la manera en que Dios dirige los asuntos del mundo, parece más natural considerar la
tribulación como ese tiempo cuando Jehová está llevando a su conclusión la economía
de la gracia con juicios sobre los hombres que le han rechazado, en vez de considerar
como una dispensación aparte. La Iglesia no está sujeta a los juicios, así como Noé no
fue juzgado por el diluvio en su día. En ambos casos la dispensación no termina hasta
que los juicios han sido efectuados.

34

Recordemos, estas preguntas son de poca importancia en relación a los postulados


principales del dispensacionalismo. El hecho de que hay preguntas no es la culpa del
sistema, sino que se debe a la falta de detalles en la revelación, y las diferentes
respuestas a estas preguntas no hacen ni destruyen el sistema.

El tema de una dispensación de Pablo, diferente de la que comenzó el día de


Pentecostés, será discutido en el capítulo sobre el ultradispensacionalismo.

LOS NOMBRES Y LAS CARACTERÍSTICAS DE LAS DISPENSACIONES

Nuevamente debemos decir que la división en siete dispensaciones no es ni inspirada ni


autoritativa. Sin embargo, debemos de tener algún plan, y para este autor resulta difícil
el apartarse del concepto de siete economías divinas perceptibles. Usando esta
estructura, entonces, veamos algunas de las características de estas economías.

A. La dispensación de la inocencia o la libertad

Esta primera dispensación es comúnmente llamada la inocencia. Aunque esta expresión


no es la que describe mejor la vida de Adán antes de la caída, probablemente es la mejor
manera de describirla usando una sola palabra. La palabra inocente es demasiado
neutral. Adán no fue creado solamente inocente, sino con una santidad positiva que le
capacitaba para comunicarse con Dios cara a cara. Sin embargo, su santidad no era la
misma que la del Creador, porque estaba limitada por el hecho de que Adán era una
criatura. También su santidad carecía de confirmación hasta que hubiese salido
victorioso de la prueba que se había puesto delante de él. Por lo tanto, parece que la
condición moral de Adán delante de Dios en aquellos días de «inocencia» era una
santidad sin confirmar, propia de la criatura. Pero ésa es una frase demasiado larga para
nombrar una dispensación; por lo tanto, estamos de regreso llamándole la dispensación
de la inocencia.

Nevin tiene una buena sugerencia, a saber: la dispensación de la libertad.9 La palabra


libertad caracteriza la condición del hombre antes de caer en la esclavitud del pecado, y
hasta donde una criatura puede tener libertad, Adán la tuvo antes de que el pecado
subyugase su voluntad.

En esta economía la persona clave era Adán; en verdad debemos considerarla una
dispensación o mayordomía para Adán (ya que todas las dispensaciones, desde el punto
de vista humano, son mayordomías). Su responsabilidad incluía el cuidar el huerto y no
comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán fracasó en la
prueba concerniente al comer, y, como resultado, juicios de amplias consecuencias
fueron pronunciados sobre él, su esposa, la Humanidad, y la creación. Al mismo tiempo
que Dios pronunció juicio, también intervino en gracia, prometiendo un redentor, e hizo
provisión inmediata para la aceptación de Adán y Eva en su condición pecaminosa
delante de El.

La revelación bíblica tocante a esta economía está registrada en Génesis 1:28-3:6.

B. La dispensación de la conciencia o de la autodeterminación

El dispensacionalista promedio ha sido enseñado a referirse a la segunda dispensación


como la de la conciencia. Este título proviene de Romanos 2:15 y es una designación
adecuada para esta mayordomía. El título no implica que el hombre no tenía conciencia
antes o después de ese tiempo, como tampoco la dispensación de la ley (reconocida aun
por los teólogos del pacto) implica que no había ley antes o después de ese período.
Simplemente significa que ésa era la manera principal en que Dios gobernaba la
Humanidad durante esa economía, y la obediencia a los dictados de la conciencia era la
responsabilidad esencial de la mayordomía del hombre.

Sauer sugiere que esta dispensación pudiese llamársele «la autodeterminación»;10


Masón la llama «responsabilidad moral».11 Estos títulos son muy significativos, pero
no parecen ser esencialmente mejores que el de la «conciencia» para tratar de reeducar a
la mayoría de los dispensacionalistas que han sido enseñados siguiendo las notas de
Scofield.

Durante esta mayordomía el hombre era responsable de responder a Dios a través de la


dirección de su conciencia, y en su reacción debía de traer una ofrenda o sacrificio de
sangre aceptable delante de Dios como Jehová le había enseñado (Gen. 3:21; 4:4).
Tenemos conocimiento solamente de unos pocos que respondieron, y Abel, Enoc y Noé
son especialmente citados como héroes de la fe. También tenemos el testimonio de
quienes no respondieron y por sus malas obras trajeron juicio sobre el mundo. Caín
rehusó reconocerse como pecador aun cuando Dios continuaba amonestándole (Gen.
4:3, 7). El homicidio aparece en la escena de la historia humana. Los afectos carnales se
cultivan (Gen. 6:2). Finalmente hubo violencia, corrupción en masa y una diseminación
de los deseos malignos y de los propósitos pecaminosos del corazón (Gen. 6:5). La
paciencia de Dios (1. Ped. 3:20) llegó a su final, y el diluvio vino como un juicio sobre
la maldad universal del hombre. Pero al mismo tiempo el Señor intervino en gracia, y
Noé halló esa gracia (la primera vez que se usa esa palabra en la Biblia) delante de Dios
(Génesis 6:8), y él y su familia fueron salvados. La revelación de esta economía es
presentada en Génesis 4:1-8:14.

C. La dispensación del gobierno civil

La necesidad de una dispensación después del diluvio ya ha sido discutida. El personaje


principal durante esa dispensación fue Noé. La nueva revelación tocante a ese tiempo
incluye el temor de los animales hacia el hombre, permitirle al hombre comer carne de
animales, la promesa de que no habría más diluvios, y el establecimiento de la pena de
muerte. Es esta última característica la que ofrece la base distintiva a esta dispensación
como la de gobierno humano o civil. Dios dio al hombre el derecho de quitar la vida al
hombre, que en la verdadera naturaleza de la maldición dio a la criatura la autoridad
para gobernar a otros. A menos que el gobierno tenga el derecho a la forma más elevada
del castigo, su autoridad básica es dudosa e insuficiente para proteger adecuadamente a
sus súbditos.

La falta de gobernar correctamente apareció en la escena casi de inmediato, ya que Noé


se emborrachó y se incapacitó a sí mismo para gobernar. El pueblo, en vez de obedecer
el mandamiento de Dios de esparcirse y llenar la tierra, concibió la idea de permanecer
juntos y edificar la torre de Babel para cumplir así su propósito. El compañerismo con
los hombres reemplazó al compañerismo con Dios. Como resultado Dios envió el juicio
de la torre de Babel y la confusión de lenguas. Dios también intervino en gracia al no
destruir completamente las naciones, sino que escogió en su misericordia tratar con
Abraham y con su descendencia. La revelación bíblica de esta mayordomía se encuentra
en Génesis 8:15-11:9.

D. La dispensación de la promesa o del gobierno patriarcal

El título promesa proviene de Hebreos 6:15 y 11:9, donde se nos dice que Abraham
obtuvo la promesa y anduvo en la tierra prometida. Este título enfatiza la revelación de
dicha economía. El aspecto del gobierno de esa economía es enfatizado más
adecuadamente por medio del uso de la expresión del gobierno patriarcal. Hasta el
comienzo de esta dispensación toda la Humanidad había estado directamente
relacionada a los principios de gobierno de Dios. Ahora Dios ha señalado una familia y
una nación, haciéndoles una prueba representativa de todos. La responsabilidad de los
patriarcas simplemente era creer y servir a Dios, y Dios les dio todo lo necesario, así
como toda provisión espiritual para estimularlos a hacer tal cosa. La tierra prometida era
de ellos, así como las bendiciones entre tanto que ellos permaneciesen en la tierra. Pero,
por supuesto, hubo fracaso inmediato y frecuente. Por último, Jacob guió al pueblo a
Egipto e inmediatamente el juicio de la esclavitud fue traído sobre ellos. Pero Dios, una
vez más, por medio de su gracia, proveyó un salvador y en el proceso de librarles mató
a los opresores. La porción bíblica que comprende esta dispensación es Génesis 11:10 a
Éxodo 18:27.

¿Es ésta una dispensación diferente a la de la ley mosaica o es simplemente preparatoria


para ese período? La respuesta parece ser clara en la base de Gálatas 3: 15-29. Aunque
es verdad que Dios está tratando con el mismo pueblo durante el período patriarcal y la
dispensación mosaica, esto no es el factor determinante. Después de todo, hasta el
llamamiento de Abraham, Dios había tratado en diferentes maneras con el mismo grupo,
la población total de la tierra. En la primera y en la segunda dispensaciones Dios estaba
tratando con las mismas personas: Adán y Eva. Así que el hecho de que Dios tratase con
Israel tanto durante la época patriarcal como la legal no es determinante. Lo que
determina el carácter perceptible de las dos dispensaciones es simplemente las
diferentes bases sobre las que El trató con ellos. La promesa y la ley son claramente
perceptibles para Pablo en Gálatas 3, aunque mantiene que la ley no anuló la promesa.
Y la ley mosaica es mantenida en forma tan diferente de la promesa hecha a Abraham
que es difícil no reconocer una dispensación diferente. Esta es la esencia de la
definición, y si algo se mantiene separado en este capítulo es la ley. Por lo tanto, una
separación de la dispensación de la promesa o la de los patriarcas está justificada.

E. La dispensación de la ley mosaica

Para los hijos de Israel, y a través de Moisés, fue dado el gran código que llamamos la
ley mosaica. Consiste en seiscientos trece mandamientos que comprenden todas las
fases de la vida y de las actividades humanas. Esta revela con detalles específicos la
voluntad de Dios en esa economía. El período abarca desde Moisés hasta la muerte de
Cristo, o desde Éxodo 18:28 hasta Hechos 1:26.

El pueblo era responsable de hacer todo lo que estaba en la ley (Sant. 2:10), pero no lo
hizo (Rom. 10:1-3). Como resultado, hubo muchos juicios a través de ese largo período.
Las diez tribus fueron llevadas cautivas a Asiría; las otras dos fueron llevadas cautivas a
Babilonia; y después, debido a su rechazamiento de Jesús de Nazaret, el pueblo fue
dispersado a través de todo el mundo (Mat. 23:37-39). Durante todos esos períodos de
decadencia y alejamiento de Dios, el Señor trató con ellos en gracia desde la primera
apostasía con el becerro de oro, cuando la ley estaba siendo entregada a Moisés, hasta
las promesas del recogimiento final y la restauración en la edad milenaria que está por
venir. Estas promesas de un futuro glorioso están garantizadas por la seguridad de la
promesa dada a Abraham, que la ley no puede abrogar (Gal. 3:3-25). También se nos
dice claramente en el Nuevo Testamento (Rom. 3:20) que la ley no era un medio para la
justificación, sino para la condenación. Su relación con la salvación y con el concepto
dispensacionalista de la salvación bajo la ley se discutirá más tarde.

F. La dispensación de la gracia

El apóstol Pablo fue el agente principal, aunque no el único, de la revelación de la


gracia de Dios para esta dispensación. Cristo mismo trajo la gracia de Dios al hombre
en Su encarnación (Tito 2:11), pero Pablo fue el exponente de dicha gracia. Debe
aclararse que el dispensacionalista no dice que no hubo gracia manifestada antes de la
venida de Cristo (como tampoco dice que no hay ley después de su venida), pero la
Escritura sí dice que la venida de Cristo manifestó la gracia de Dios con tal esplendor
que todas las manifestaciones previas pueden considerarse como nada.

Bajo la gracia, la responsabilidad del hombre es aceptar el don de la justicia que Dios
ofrece libremente a todos (Rom. 5:15-18). Hay dos aspectos de la gracia de Dios en esta
economía:

1) La bendición es enteramente por gracia, y


2) la gracia es para todos. Dios ya no está tratando solamente con una nación como
representativa de toda la Humanidad. La gran mayoría le ha rechazado y como resultado
será juzgada. La dispensación terminará con la segunda venida de Cristo, ya que, como
se ha sugerido, el período de la tribulación en sí no es una dispensación aparte, sino que
es el juicio de aquellos que estén vivos y que han rechazado a Cristo al final de esta
presente dispensación. La porción de la Escritura tocante a esta dispensación abarca
desde Hechos 2:1 hasta Apocalipsis 19:21.

G. La dispensación del milenio

Después de la segunda venida de Cristo el reino milenial será establecido en


cumplimiento de todas las promesas dadas en ambos Testamentos y particularmente de
aquellas contenidas en los pactos abrahámico y davídico. El Señor Jesucristo
personalmente se hará cargo de dirigir los asuntos del mundo durante esa edad y será el
personaje central de esa dispensación. Esta continuará por mil años, y el hombre será
responsable de obedecer al Rey y sus leyes. Satanás será atado, Cristo estará reinando,
la justicia prevalecerá, y la desobediencia manifiesta será inmediatamente condenada.
Pero al final de este período habrá un suficiente número de rebeldes para formar un
ejército formidable que se atreverá a atacar el centro del gobierno (Apoc. 20:7-9). La
sublevación fracasará y los rebeldes serán condenados al castigo eterno.

Este es un repaso de lo que son las dispensaciones. Pero hay una respuesta más a la
pregunta de este capítulo que es muy importante y frecuentemente no se le da
consideración. Las dispensaciones muy posiblemente son siete en número, pueden ser
designadas como hemos sugerido, y exhiben ciertas características. Pero, por encima de
todo, las dispensaciones son mayordomías, y cada mayordomía tiene su mayordomo.
Una persona normalmente sobresale en particular al principio y, con la excepción de la
primera y la última dispensaciones, el personaje principal no vive la totalidad del
período comprendido. La mayordomía o responsabilidad, por lo tanto, no está limitada a
un hombre, pero en cierto sentido es puesta sobre todos los que viven bajo dicha
economía.

Apliquemos esta idea a la dispensación de la gracia. Aunque Pablo era el agente


principal de la revelación de la gracia de Dios, muchos otros son mayordomos bajo esa
economía. Los otros apóstoles y profetas (Ef. 3:5) y todos los creyentes (1 Ped. 4:10)
también son mayordomos de esa gracia. Esto significa que cada creyente tiene una
participación personal en la gracia de Dios. No es como si nosotros fuésemos
espectadores sentados en la audiencia contemplando la gracia de Dios exhibiéndose en
un escenario. Somos participantes en el drama y, más que eso, tenemos una parte
principal en testificar y publicar la gracia de Dios bajo esta mayordomía. Una
responsabilidad dispensacional significa participación para aquellos que responden a los
principios de la administración. La misma responsabilidad significa juicio para aquellos
que rechazan esos principios.
ÉXODO
ÉXODO, como Génesis, es un título de origen griego, no hebreo. La Septuaginta, una
traducción griega del A.T., llama al libro Exodos, una palabra que significa salida, partida
– un título apropiado para lo que describe la salida del pueblo elegido desde la tierra
donde con impotencia habían sufrido como esclavos por generaciones. La palabra griega
exodos se encuentra en la versión griega de Ex. 19:1 y también, significativamente en Lc.
9:31; He. 11:22 y 2 P. 1:15 en el N.T. griego.
Esta redención de Egipto se llevó a cabo por intervención divina y milagrosa, y sólo
requirió de parte de los israelitas fe en la eficacia de la sangre derramada (12:1 – 13). Así
como en el N.T., la redención tiene como propósito hacer posible la comunión de un
pueblo redimido y Dios.
Después de la consumación de la redención en Egipto, se dio la ley, seguida por una
revelación de las grandes verdades de una adoración aceptable a Dios como se detalla en
el Tabernáculo, con sus respectivos sacrificios y el servicio del sacerdocio.
En Éxodo Dios, que hasta ese momento había estado conectado con el pueblo israelita
sólo a través de su pacto con Abraham (véase Gn. 12:2, nota), los atrae a sí nacionalmente
por medio de la redención, los coloca bajo el Pacto Mosaico (19:5, nota), y mora entre
ellos en la nube de gloria. Gálatas explica la relación de la ley con el Pacto Abrahámico.
En los mandamientos Dios le enseñó a Israel sus justas demandas. La experiencia de vivir
bajo los mandamientos convenció a Israel de pecado; y la provisión del sacerdocio y el
sacrificio (colmado de preciosos tipos de Cristo) le dio a un pueblo culpable el camino al
perdón, la limpieza, la restauración de la comunión y la adoración.

2:2 Moisés, un tipo de Cristo el Libertador (Is. 61:1-2; Lc. 4:18-19; 2 Co. 1:10; 1 Ts.
1:10): (1) Un libertador escogido por Dios (Ex. 3:7-10; Hch. 7:25; Jn. 3:16). (2)
Rechazado por Israel, se vuelve a los gentiles (Ex. 2:11-15; Hch. 7:23-29; 18:5-6; comp.
Hch. 28:17-28). (3) Durante el rechazo obtiene una esposa (Ex. 2:16-21; Mt. 12:14-21;
11:24-26; comp. Hch. 15:14-17). (4) Luego vuelve a presentarse como el libertador de
Israel, y es aceptado (Ex. 4:29-31; Ro. 11:24-26; comp. Hch. 15:14-17). Y (5)
oficialmente Moisés tipifica a Cristo como Profeta (Hch. 3:22-23), Abogado (Ex. 32:31-
35; 1 Jn. 2:1-2), Intercesor (Ex. 17:1-6; He. 7:25), y Líder o Rey (Dt. 33:4-5; Is. 55:3; He
2:10); mientras en relación a la casa de Dios, él está en contraste con Cristo. Moisés fue
fiel como siervo en la casa de otro; Cristo, como Hijo en su propia casa (He. 3:5-6).
Éxodo presenta muchos tipos de un profundo significado. Moisés (2:2); la Pascua (12:11);
el maná (16:35); la roca (17:6); el Tabernáculo (25:9); el aceite (27:20) y el sacerdocio
(29:4, 5).
Éxodo se puede dividir en tres secciones principales:
I. Israel en Egipto: Opresión y conflicto con faraón, 1:1 – 12:36.
II. El éxodo de los hijos de Israel desde Egipto y el viaje a Sinaí, 12:37 – 18:27.
III. Sinaí: La Ley y la construcción del Tabernáculo, 19:1 – 40:38.

6:6 Redención: Éxodo es el libro de la redención y enseña:


(1) que la redención proviene plenamente de Dios (Ex. 3:7-8; Jn. 3:16);
(2) que la redención se realiza a través de una persona (Ex. 2:2, nota; Jn. 3:16-17);
(3) que la redención se realiza con sangre (Ex. 12:13,23,27; 1 P. 1:18-19); y
(4) que la redención se lleva a cabo con poder (Ex. 6:6; 13:14; Ro. 8:2. Véanse Is. 59:20
y Ro. 3:24, notas).
La sangre de Cristo redime al creyente de la culpa y castigo del pecado (1 P. 1:19-19), y
en razón del Calvario el poder del Espíritu Santo lo libera del dominio del pecado (Ro.
8:2; Gá. 5:16).

12:11 La Pascua, un tipo de Cristo nuestro redentor (Ex. 12:1-28; Jn. 1:29; 1 Co. 5:6-7;
1 P. 1:18-19):
(1) El cordero no debía tener defectos, y para comprobarlo debía guardarse cuatro días
(Ex. 12:5-6). De la misma manera la vida pública de nuestro Señor, vida bajo un
escrutinio hostil, fue la prueba que demostró su santidad (Lc. 11:53-54; Jn. 8:46; 18:38).
(2) El cordero que había sido puesto a prueba de esa manera, debía ser matado (Ex. 12:6;
Jn. 12:24; He. 9:22).
(3) La sangre debía ser debidamente aplicada (Ex. 12:7). Esto corresponde a la
apropiación por fe personal y refuta el universalismo (Jn. 3:36).
(4) La sangre aplicada de esa manera constituía, en sí misma y sin ningún agregado, una
protección perfecta contra el juicio (Ex. 12:13; He. 10:10,14; 1 Jn. 1:7).
(5) La fiesta es un tipo de Cristo el pan de vida, y corresponde a la cena de recordación
(Mt. 26:26-28; 1 Co. 11:23-26).
La observancia de la fiesta era un deber y un privilegio, pero no una condición para la
salvación. El creyente en Cristo es salvado por medio de la sangre “del cordero que fue
inmolado desde el principio del mundo” (Ap. 13:8), y es fortalecido diariamente al
deleitarse con el banquete de la palabra –la palabra viviente, Cristo, y la Palabra escrita,
las escrituras.
12:38 “Toda clase gentes.” Estas personas, parecidas hoy a los miembros de las iglesias
que no se han convertido, fueron causa de debilidad y división entonces, y son en el
presente (comp. Nm. 11:4-6). Ante la manifestación del poder divino, los hombres se
sintieron atraídos pero no estuvieron un cambio un cambio en el corazón. Comp. Lc.
14:25-27.
12:41 Este periodo probablemente comenzó cuando Abraham descendió a egipcio.
Comp. Gn. 12:10; también 1 R. 6:1.

16:16 Comp. Jn. 6:33 con Jn. 6:41,42,52. Cristo se entrega sin reservas, pero en nuestra
experiencia no tenemos más que aquello de lo que por fe apropiamos de Él (v. 18). En
Jos. 1 comp. v. 2 con v.3. El v. 2 es el título; la ley de posesión.
16:20 Así como el hombre no se alimenta con el recuerdo de la comida, tampoco el
cristiano puede ser sustentado espiritualmente por apropiaciones de Cristo ocurridas en
el pasado.
16:31 [Esto es, ¿Qué es esto?]
16:35 La palabra “maná” es una transcripción de dos palabras hebreas que significa ¿Qué
es esto? (comp. v. 15), la primera pregunta que se hicieron los israelitas al verlo. Se lo
llama “pan” (Ex. 16:4), “trigo de los cielos” y “pan de nobles” (Sal. 78:24-25), y “pan …
liviano” (Nm 2:15). Se conservaba en una urna en el Tabernáculo (He. 9:4).
El mana puede compararse a la semilla de culantro (cilantro) con el color resinoso del
bedelio, parecido a la escarcha sobre el suelo y con sabor como de tortas hechas con aceite
fresco (Nm. 11:7-8). Cayó durante los cuarenta años de peregrinación en el desierto, y
dejo de caer cuando Israel comenzó a comer el fruto de la tierra en Gilgal (Jos. 5:10-12).
Aunque era una sustancia, el maná es llamado “alimento espiritual” (1 Co. 10:3) haciendo
referencia a su origen sobrenatural.
El maná es un tipo de Cristo en su humillación, dando su carne para que el creyente pueda
tener vida (Jn. 6:49- 51). Comer el mana es meditar en el Señor Jesús durante el tiempo
en que vivió entre los hombres y no hacia su voluntad sino la voluntad del padre (Jn. 6:38-
40).
16:35 La vida de Moisés se divide en tres periodos iguales de cuarenta años: En Egipto
(Ex. 2:1-14), en Madián (2:15-12:36) y en el desierto (12:37-Dt. 34:8). Las Escrituras a
menudo hacen referencia al periodo de cuarenta años de peregrinación en el desierto (Ex.
16:35; Hch. 7:36-40); Esteban nos informó que el lapso que Moisés paso como pastor en
Mádian fue de cuarenta años (Hch. 7:30); y una vez se nos dice que Moisés vivió hasta la
edad de 120 años (Dt. 34-7), lo cual implica que su residencia en la corte de Faraón
también fue de cuarenta años.
Moisés estuvo cuarenta días en el Monte Sinaí (Ex. 24:18; 34:28), que fue el mismo lapso
que nuestro Señor estuvo en el desierto al comienzo de su ministerio (Mt. 4:2), y también
el periodo que transcurrió entre la resurrección y la ascensión del Señor (Hch. 1:3).

17:6 La roca es un tipo de la vida a través del Espíritu Santo por medio de la gracia.
(1) Cristo la roca (1 Co. 10:4);
(2) el pueblo totalmente indigno ( v. 2; Ef. 2:1-6); y
(3) características de la vida por medio de la gracia:
(A) gratuita (Jn. 4:10; Ro. 6:23; Ef. 2:8);
(B) abundante (Ro. 5:20; comp. Sal. 105:41);
(C) cercana (Ro. 10:8); y (D) el pueblo solo debía tomaría, recibirla (Is. 55:1).
La figura de Cristo que muere como una roca golpeada y herida no mira tanto a nuestra
culpa sino al derramamiento del Espíritu Santo (Jn. 7:37-39) como un resultado de la
redención lograda. Es el lado afirmativo de Jn 3:16. “No se pierda” habla de sangre
explotaría; “mas tenga” hace alusión de a la vida que ha sido conferida (Ro. 8:2,10-11).
17:7 [Esto es, Prueba.]
17:7 [Esto es, Rencilla.]
17:14 Este pasaje junto con otros en el Pentateuco demuestran que Moisés podía escribir.
Comp. Dt. 28:58; 31:24. En Mesopotamia y en Egipto se han encontrado escrituras
antiguas de fechas muy anteriores a la época de Moisés del Pentateuco. En 1753 un
médico francés llamado Jean Astruc presento la teoría de que el cambio de la palabra
“Dios” en Gn. 1:1-2:4 al término “Jehová Dios” en los capítulos siguientes, indica que
provienen de distintas fuentes y ofrecen una idea en cuanto a las fuentes que Moisés
utilizo para escribir el Pentateuco. Después de un largo proceso durante el que se
presentaron muchas versiones, con esta base se desarrolló la hipótesis Graf-Wellhausen,
que fue planteada en 1878 por Julius Wellhausen y llego a ser aceptada por la mayoría de
los defensores de la “Alta Critica”.
Esta teoría divide el Pentateuco en un conjunto de varios documentos. Se dice que todos
ellos fueron escritos muchos años después de la época de Moisés, y que eventualmente y
por n largo procedimiento fueron combinados en una obra en la que tuvieron parte una
serie de redactores. Se presentaron cuatro argumentos principales para esta teoría: (1) el
uso de varios nombres para designar a Dios en diferentes pasajes; (2) la propuesta de que
cada uno de los cuatro documentos principales podía ser leído como una unidad completa
en si misma; (3) la afirmación de que había muchas repeticiones de declaraciones, eventos
y leyes paralelas, y hasta historias individuales; y (4) el argumento de que el estilo de los
documentos difiere ampliamente.
Ni una sola de estas alegaciones ha sido sustanciada con cuidadosa investigación: (1) En
otros libros cuya unidad no se cuestiona se hallan cambios similares en los nombres
divinos. (2) Luego de un examen cuidadoso se demuestra que la pretendida continuidad
de cada documento en realidad no es tal. (3) Los supuestos pasajes paralelos a menudo
narran eventos diferentes. Cuando se repite dos veces el mismo relato, por lo general hay
una clara razón para la repetición. (4) El estilo de los supuestamente diferentes
documentos, en hebreo por lo general no varía demasiado. Cuando hay una diferencia
sorprendente, se debe a disparidad en el tema.
La arqueología ha producido numerosas evidencias que sostienen la paternidad mosaica,
evidencias que concuerdan con la Biblia misma. Muchas de dichas evidencias son una
marcada contradicción de la teoría de la “Alta crítica” cuanto al origen de los documentos.
Nuestro Señor Jesucristo hizo referencia al Pentateuco como a una obra de Moisés.
(Mr. 10:3-5; 12:26; Jn. 5:45-46; comp. Mt. 8:4; 19:8; Mr. 1:44; 7:10; Lc. 5:14; 24:44; Jn.
7:19,22-23). Nota relacionada con el tema: Ex. 6:3. Comp. También notas a Dt. 31:24;
34:12.
17:15 [Esto es, Jehová es mi estandarte.]

La quinta dispensación: La ley. Esta dispensación comenzó con la entrega de la ley en el


Sinaí, y concluyo cuando Cristo murió como sacrificio. El cumplió todas las provisiones
y los tipos de la ley. En la dispensación anterior, Abraham, Isaac y Jacob, como así
también un sinnúmero de otras personas, fallaron en las pruebas de fe y obediencia por
las que el hombre era responsable (p. ej. Gn. 16:1-4; 26:6-10; 27:1-25). Egipto tampoco
hizo caso a la advertencia de Dios (Gn 12:3) y fue juzgado. Sin embargo, Dios proveyó
un libertador (Moisés), un sacrificio (el cordero de la Pascua), y un poder milagroso para
sacar a los israelitas de Egipto (los juicios sobre Egipto; la liberación en Mar Rojo).
La prueba a la que la nación fue sometida bajo la ley termino con el juicio de las
cautividades, pero la dispensación termino en la cruz.

1.- la condición del hombre al principio. Éxodo. 19:1-4. La ley fue dada para
revelarnos que somos pecadores. Dios nunca pretendió dar la ley como un medio
para obtener la salvación. Como dijo el Apóstol Pablo en su carta a los Gálatas
3:24:

De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin
de que seamos justificados por fe.

En el mundo romano, el "ayo" aquí mencionado, no era el maestro de escuela sino


un esclavo que cuidaba al niño. No tenía una función educativa sino disciplinaria.
Era un ayudante del maestro que custodiaba al niño, para que llegara a salvo a la
escuela. De la misma manera, la ley es nuestro custodio, que nos toma de la mano y
nos conduce a Cristo, el verdadero maestro, que nos muestra el camino hacia Dios.
Nos conduce hacia la cruz y nos dice que, como pecadores, y que necesitamos a un
Salvador. Y si de esa manera nos acercamos a la cruz, allí somos justificados
gratuitamente por su gracia, por medio de la fe, en la salvación, en la redención
que hay en Jesucristo.

2.- Su responsabilidad. Ex.19:5-6. Rom.10:5. se recalca la finalidad de este pacto


unilateral que Dios hacía con aquellos israelitas, y que consistía en hacer de ellos
un pueblo único, y bendito en el sentido de convertirse en una nación que aceptara
las leyes justas de Dios y las obedeciese, teniendo una relación espiritual y especial
de comunión y compañerismo con El, como un pueblo consagrado a cumplir en
esta tierra la voluntad de Dios.

Serían como un reino de sacerdotes, implicando que cada miembro del pueblo,
cuyo rey era Dios, tendría acceso a Su presencia y a mediar como sacerdote a favor
de otros. Serían, además una gente santa, es decir, moralmente pura y dedicada
por completo al servicio del Señor. Por ese motivo les había redimido de la
esclavitud, separándoles para sí, para que viviesen en armonía con El.

Y esta relación especial de Dios con su pueblo constituye también una anticipación
y una figura de los que sería, en el Nuevo Testamento, la relación entre Dios y Su
iglesia. Como dijo el apóstol Pedro en su primera carta 2:9 y 10,

"Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable; pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero
ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis
recibido misericordia."

Así que el apóstol Pedro recalcó que aquella responsabilidad en el pasado confiada
al pueblo de Israel era ahora también aplicada, en esta época de la gracia de Dios,
a la iglesia de Jesucristo. En el Sinaí, Dios le había dicho a Moisés "seréis para mi
un reino de sacerdotes y una nación santa" (como hemos leído en el versículo 6 de
nuestro capítulo 19). Y (como acabamos de leer) el citado apóstol Pedro, llamó a
los cristianos del nuevo Testamento, viviendo en la era de la iglesia, "real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios". Los creyentes
son, realmente, un pueblo especial, salvado, redimido, liberado y preservado por
Dios.

Lógicamente, este privilegio de ser un pueblo elegido por Dios implicaba


igualmente un deber. Así como el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento,
también la iglesia en el Nuevo Testamento es llamada a una actitud de obediencia y
testimonio de Dios en medio de un mundo que vive alejado de Dios y que no le
reconoce como Señor. A desempeñar esta gran responsabilidad son en la
actualidad llamados todos aquellos que han aceptado el sacrificio de Cristo en la
cruz en lugar suyo y que han decidido dar a Dios un lugar de prioridad en sus
vidas.
3.- Su fracaso. 2R.17:7-17,19;
4.- El juicio 2R.17:1-6, 20. 2R.25:1-11. Lucas. 21:20-24.

Como resultado de su transgresión (Gá. 3:19) los israelitas fueron entonces puestos bajo
la precisa disciplina de la ley. La ley es clara sobre: (1) la formidable santidad de Dios
(Ex. 19:10-25); (2) la extrema pecaminosidad del hombre (Ro. 7:13; 1 Ti. 1:8-10); (3) la
necesidad de obediencia (Jer. 7:23-24); (4) la universalidad del fracaso del hombre (Ro.
3:19-20); y (5) la maravilla de la gracia de Dios a proveer una manera acerca del hombre
a Él por medio de la sangre de sacrificios –que era tipológica- mirando hacia en futuro a
un Salvador que sería el cordero de Dios para quitar el pecado del mundo (Jn. 1:29), “de
quien dan testimonio la ley y los profetas” (Ro. 3:21).

La ley no cambio las provisiones ni abrogo la promesa que Dios había realizado en el
pacto Abrahamico.
No fue dada como un camino a la vida (como un medio para la justificación, Hch. 15:10-
11; Gá. 2:16,21; 3:3-9,14,17,21,24-25) sino como una regla de vida para un pueblo que
ya estaba bajo el pacto de Abraham y se hallara cubierto por la sangre del sacrificio.
Uno de sus propósitos fue dejar en claro la pureza y la santidad que debían caracterizar la
vida de un pueblo para con quien la ley de la nación era al mismo tiempo la ley de Dios
(Ex. 19:5-6).
En consecuencia, la función de la ley en relación con Israel era de restricción disciplinaria
y corrección (Gá. 3:24) –como la función del esclavo confiable o el tutor de la familia
para con los niños griegos o romanos--, a fin de mantener a Israel surgiera para su propio
bien (Dt. 6:24).
(1) hasta que viniera Cristo (Cristo es nuestro tutor, nuestro amo, pues la gracia que nos
salva también nos enseña, Gá. 3:24; Tit. 2:11-12); y
(2) hasta el momento designado por el en los privilegios de herederos que han llegado a
la mayoría de edad (Gá 4:1-3). Esto lo hizo Dios enviando a su Hijo, y la posición de los
creyentes ahora es la de hijos de la casa del Padre (Gá. 3:26; 4:4-7).
Pero Israel interpreto mal el propósito de la ley (1 Tit. 1:8-10), busco justicia por buenas
obras y ordenanzas ceremoniales (Hch. 15:1; Ro. 8:31-10:3), y rechazo a su propio
Mesias (Jn. 1:10-11).
La historia de Israel en el desierto en la tierra de Canaán, y esparcida entre las naciones
ha sido larga historia de violar la ley una otra vez.
19:3 Resulta extremadamente importante observar que:
(1) Jehová le recordó al pueblo que hasta entonces ellos habían sido objeto de su gracia
generosa;
(2) la ley no se propone aquí como un medio de salvación sino como un medio por el cual
Israel, que era una nación redimida, pudiera a través de la obediencia cumplir su destino
de pueblo en la posesión de Dios, nación santa y reino de sacerdotes.
(3) la ley no tuvo vigencia hasta que fue propuesta y luego aceptada en forma voluntaria.
19:5 Comp. 1 P. 2:9; Ap. 1:6; 5:10. Lo que bajo la ley era condicional, bajo la gracia es
dado a cada creyente en forma gratuita. El “si” condicional del v. 5 es un método divino
del trato de Dios hacia el hombre, y la razón fundamental por la que “nada perfecciono la
ley” (He. 7:18:19; comp. Ro. 8:3).
Para Abraham la promesa fue anterior al requerimiento; en el Sinaí el requerimiento es
anterior a la promesa. En el nuevo pacto el orden es el mismo que en el caso de Abraham
(véase He. 8:8-12, nota).

19:5 El pacto Mosaico, dado a Israel de acuerdo a tres divisiones, cada una esencial para
las otras, las tres parte integral del Pacto:
Los mandamientos que expresan la justa voluntad de Dios (Ex. 20:1-26);
las sentencias que rigen la vida social de Israel (Ex. 21:1-24:11); y
las ordenanzas, que rigen la vida religiosa de Israel (Ex. 24:12-31:18).
Estos tres elementos conforman “la ley”, tal como se usa la expresión en el N.T. (p. ej.
Mt. 5:17,18).
Los mandamientos y las ordenanzas formaban un sistema religioso. Los mandamientos
eran un “ministerio de condenación” y un “ministerio de muerte” (2 Co. 3:7-9);
las ordenanzas proporcionaban, en la persona del sumo sacerdote, un representante del
pueblo ante de Jehová; y en los sacrificios algo que cubriera (véase Expiación. Lv 16:6,
nota) los pecados en anticipación a la cruz (He. 5:-3; 9:6-9; comp. Ro. 3:25-26).
El cristiano no esta bajo la ley, el Pacto Mosaico de las obras, que esta sujeto a
condiciones. El cristiano está bajo el Nuevo pacto de la gracia, que es incondicional (Ro.
3:21-27; 6:14-15; Gá. 2:16; 3:10-14,16-18,24-26; 4:21-31; He. 10:11-17).
La ley no cambio las provisiones del Pacto Abrahámico sino que fue algo agregado solo
por un tiempo limitado –hasta que llegara la Simiente (Gá. 3:17-19).
19:6 Esta es la primera vez que aparece la palabra “reino” para referirse al gobierno
divino, y marca el comienzo del reino teocrático. Véanse notas a 1 S. 8:7; Zac. 12:8.
19:8 En Dt. 5:27-28, “bien esta todo lo que han dicho”, Jehová aprueba esta respuesta
oral del pueblo. Sin embargo, la historia subsiguiente de Israel muestra que no se dio
cuenta de su propia debilidad espiritual y moral, y de la perfección infinita de la ley divina
que ellos con tanta ligereza se comprometían a obedecer. Véase el lamento de Dios en
Dt. 5:29: “¡Quién diera que tuviese tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los
días mis mandamientos…!”
20:1 Hay seis factores importantes sobre la ley que se deben tener en cuenta:
(1) el origen de la ley: Dios (Ex. 31:18; Hch. 7:53);
(2) la vía por la que se entrega la ley: Moisés y ángeles (Jn 1:17; Gá 3:19; He. 2:2);
(3) la naturaleza de la ley:
(a) no es gracia (Ro. 10:5; Gá. 3:10; He. 10:28);
(b) es santa, justa, buena y espiritual (Ro. 7:12,14), y
(c) es una unidad (Stg. 2:10-11);
(4) los efectos de la ley: (a) declara culpables a todos los hombres (Ro. 3:19),
(b) no justifica a nadie (Ro. 3:20),
(c) no puede impartir justicia ni vida (Gá. 3:21),
(d) hace que las ofensas abunden (Ro. 5:20; 7:7-13; 1 Co. 15:56), y
(e) sirvió como tutor hasta Cristo (Gá 3:24);
(5) la relación del creyente para con la ley:
(a) no es salvo por la ley (Gá. 2:21),
(b) no vive bajo la ley (Ro. 6:14; 8:4), pero
(c) está en la gracia y crece con ella (Ro. 5:2; 2 P. 3:18); y
(6) los que recibieron la ley: sólo Israel (Ex. 20:2).
Algunas de las leyes en el Decálogo están escrituras en los corazones de los hombres en
todo lugar, se encuentran en código legales de otras naciones antiguas, y son de aplicación
universal.
20:1 Hay una triple entrega de la ley: (1) Oralmente. En 20:1-17 se dan diez
mandamientos.
A estos siguen sentencias en cuanto a las relaciones de los hebreos con los hebreos
(Éxodo 21:1 hasta 23;13), y
a aquellas se agregan directivas para la observancia de tres fiestas anuales (23:14-19) e
instrucciones para la conquista de Canaán (23:20-33).
Moisés comunica al pueblo estas palabras (24:3-8). Inmediatamente y por medio de sus
ancianos el pueblo es admitido a la comunión con Dios (24:9-11).
(2) Moisés entonces es llamado para recibir las tablas de piedra (24:12-18). A esta altura
de la historia aparece una división. En el monte, Moisés recibe las instrucciones
misericordiosas en cuanto al Tabernáculo, el sacerdocio y los sacrificios (caps. 25-31).
Mientras tanto el pueblo, liderado por Aarón, quebranta el primer mandamiento (cap. 32).
A su regreso, Moisés rompe la tablas “escritas con el dedo de Dios” (Éx. 31:18; 32:16-
19).
(3) Moisés prepara las segundas tablas y la ley nuevamente es escrita por la mano de
Jehová (34:1,28-29; Dt. 10:4).
25:9 En términos generales, el N.T. explica el Tabernáculo como algo tipológico en tres
aspectos: (1) tipo de la iglesia como lugar en que habita Dios a través del Espíritu (v. 8;
Ef. 2:19-22); (2) tipo del creyente (2 Co. 6:16); y (3) figura de las cosas en los cielos (He.
9:23-24). Todos los detalles hablan de Cristo: (1) El arca con sus materiales de madera
de acacia y oro, es un tipo de la humanidad y la deidad de Cristo (véase Ex. 26:15, nota).
(2) En relación a su contenido, el arca es un tipo de Cristo: 8ª) tiene la ley de Dios en su
corazón (Ex. 25:16); (b) es la comida (o porción) de su pueblo en el desierto (Ex. 16:33);
y (c) El mismo es la resurrección, de lo cual es símbolo la vara de Aarón (Nm. 17:10; He.
9:4). Y (3) en relación a su función el arca, especialmente el propiciatorio, es un tipo del
trono de Dios. El hecho de que para un israelita que pecaba esto era un trono de gracia y
no de juicio, se debía al propiciatorio, hecho de oro rociado con la sangre de la expiación,
que vindicaba la ley y la santidad divina protegida por los querubines. (Gn. 3:24; Ez. 1:5,
nota). Véase Propiciación, Ro. 3:25, nota.
25:10 La larga historia del arca del pacto comienza en el Monte Sinaí donde fue
construida. A lo largo de su historia el arca contuvo las tablas de la ley (1 R. 8:9), y
durante un tiempo también la urna de oro con el maná y la vara de Aarón (He. 9:4). Por
lo general el arca se guardaba en el lugar santísimo del Tabernáculo. Durante los viajes
de los israelitas era llevada por los sacerdotes o los coaitas de la tribu de Leví (Nm. 3:30-
31). Después que Salomón construyo el Templo, se guardó allí (1 T. 8:6-9). El arca
acompaño a los hijos de Israel en sus viajes en el desierto; en Jericó precedió al ejército
(Jos. 6). La frecuente mención del arca en las Escrituras da testimonio de su prominencia
de Israel (Nm. 3:31; 10:33; Jos. 3:3-17; 6:4; Jue. 20:27; 1 S. 3:3; 4:1-11; 5:1-11; 6:1-21;
7:1-2; 2 S. 6:2-17; 6:2; 15:24-29; 1 R. 8:1-21).
La descripción del mobiliario del Tabernáculo comienza con el arca que, como se ha
mencionado, estaba ubicada en el lugar santísimo; porque en su revelación Dios comienza
con sí mismo, y va hacia afuera en dirección al hombre, así como el adorador comienza
a partir de si y se mueve hacia Dios en el lugar santísimo. En los sacrificios levíticos se
sigue al mismo orden (Lv. 1:5). En su acercamiento el hombre comienza en el altar de
bronce, un tipo de la cruz donde se hace expiación en el fuego de juicio.
25:30 “Pan de la proposición”, un tipo de Cristo, el Pan de Dios que alimenta al cristiano
en su rol de creyente sacerdote (1 P. 2:9; Ap. 1:6). En Jn. 6:33-58 nuestro Señor tiene en
mente mas que el maná, esa comida “que descendió del cielo”; pero todos los significados
tipológicos del pan están reunidos aquí en su palabras. El mana es Cristo el dador de vida;
el pan de la proposición, Cristo el sustentador de la vida. EL pan de proposición tipifica
a Cristo como el “grano de trigo” (Jn. 12:24) molino de sufrimiento (Jn. 12:27) y llevado
al fuego de juicio (Jn. 12:31-33). Nosotros, como sacerdotes, por fe nos alimentamos de
quien sufrió eso en nuestro lugar por amor a nosotros se trata de meditar en Cristo, así
como en He. 12:2-3.
25:31 El candelero, un tipo de Cristo nuestra Luz (Jn. 1:4,9; 8:12; 9:5) que brilla en la
plenitud del poder de las siete manifestaciones del Espíritu (Is. 11:2; He. 1:9; Ap. 1:4).
La luz natural fue excluida del Tabernáculo. Comp. 1 Co. 2:14-15)
26:1 El lino fino tipifica la justicia individual (Ap. 19:8). Aquí habla de la vida sin pecado
de Cristo. Obsérvense los tres colores: (1) azul, que habla del origen celestial de Cristo;
(2) purpura, que indica su realeza como Hijo de David; y (3) carmesí, indicativo de su
sangre que como sacrificio fue derramada por la humanidad.
26:15 Resulta claro el significado tipológico de las tablas en relación a Cristo. La madera
de acacia, que crece en el desierto, es un símbolo adecuado de Cristo en su humanidad
como “raaiz de tierra seca” (Is. 53:2). La cubierta, de oro, tipificando a la Deidad en su
manifestación, habla de su gloria divina. Al se aplicado a cada creyente, el significado de
las tablas resulta menos claro. Puede hallarse conexiones en Jn. 17:21-23; Ef. 1:4-6; 1 Jn.
4:13. Solo al verlas en Cristo se puede considerar que las tablas representan al creyente.
Visto desde esta perspectiva, el tipo resulta hermoso. En el mundo, y sin embargo
separado del mundo en virtud de la plata de redención (Ex. 30:11-16; 38:25-27; Gá. 1:14)
asi como las tablas del Tabernáculo estaban separadas de la tierra por las bases de plata y
unido todo por la barra de en medio (v. 28) –que representa tanto una vida (Gá. 2:20)
como un Espíritu (Ef. 4:3) –“todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para sser un
templo santo en el Señor” (Ef. 2:21).
26:19 En tiempo bíblicos, la plata como metal tenía un uso variado: dinero, joyas e ídolos.
En la construcción del Tabernáculo Dios le dijo a Moisés que recogiera de cada israelita
el precio de redención de medio siclo de plata (Ex. 30:11-16), descrito como “dinero de
las expiaciones” que se utilizaría para “hacer expiación por vuestras personas” (Ex.
30:16). La plata así recolectada era utilizada para las basas de santuario, y para columnas
y capiteles (ganchos) (véase Ex. 25:1, nota; comp. 26:15, nota). De modo que el
Tabernáculo estaba apoyado sobre de plata; las cortinas de la puerta, el modo de acceso,
colgaban de columnas y capiteles de plata; las cortinas de la puerta, el modo de acceso,
colgaban de columnas y cápteles de plata (véase Ex. 27:17, nota). El precio (en plata)
pagado como dinero de expiación solo era u pago figurativo; en definitiva, el precio de la
redención tuvo que ser pasado por Cristo al derramar su propia sangre (1 P. 1:18-19).
26:31 El velo interior, un tipo del cuerpo humano de Cristo (Mt. 26:26; 27:50; He. 10:20).
Este velo, que impedía la entrada en el lugar santísimo, era el símbolo mas expresivo de
la verdad de que “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de
él” (Ro. 3:20; He. 9:8). Cuando en la muerte de Cristo una mano invisible rasgo el velo
(Mt. 27:51), otorgando así un acceso inmediato a Dios a todos los que llegan a Él por la
fe en su Hijo, ese velo rasgado significo el fin del sistema de la ley; el camino a Dios
estaba abierto, Es muy significativo que los sacerdotes probablemente reemplazaran e
velo que Dios había rasgado, porque los cultos en el Templo continuaron durante casi
cuarenta años mas. Ese velo sustituto es la mecánica de los creyentes de Galacia, el intento
de volver a poner al creyente bajo la ley (Comp. Gá. 1:6-9). Todo lo que n osea 2la gracia
de Cristo” es “otro evangelio diferente”, y por lo tanto anatema.
27:1 El altar de bronce, un tipo de la cruz en la que Cristo, nuestro holocausto, “se ofreció
a si mismo sin mancha a Dios” (He. 9:14).
27:1 La madera, como un símbolo de la humanidad de Cristo (véase Ex. 26:15, nota) y
cubierta aquí con bronce, tiene que haberse carbonizado totalmente por el fuego de los
sacrificios. Comp. He. 10-5
27:1 Comp. Ex. 25:10. El altar del holocausto tiene el doble de altura que el propiciatorio.
La expiación hace mas que salvamos; glorifica a Dios (Jn. 17:4).
27:2 Comp. Nm. 21:9, y véase nota: comp. También Jn. 3:14 con Jn. 12:21-33 para
determinar el significado simbólico del bronce como manifestación divina en forma de
juicio.
27:9 El lino fino por lo general es un tipo de la justicia individual (Ex. 26:1, nota), y en
el cortinado del atrio indica la medida de justicia que demanda Dios de todo el que se
acerque a Él en su propia justicia. Figurativamente hablando, en Lc. 10:25-28 Cristo colgó
las cortinas del atrio. EL único modo de acceso era “la puerta del atrio” (v. 16, y nota; Jn.
10:9). Las cortinas del atrio, con una altura de más de 2,25 m –7 pies—(v. 18) excluyen
tanto al hombre que se cree bueno y justo, como al pecador confeso.
27:16 En las cortinas del atrio (véase v. 9, nota), que representaban la justicia practica
que Dios demanda en la ley y que, por lo tanto, excluye a todos los hombres (Ro. 3:10-
20; 10:3-5), no hay colores. Pero la “puerta” es Cristo (Jn. 10:9), y así los colores
reaparecen, como el velo (Ex. 26:31).
27:17 Las columnas (pilares) y capiteles (ganchos) que sostenían las cortinas de lino, eran
de plata (véase 26:19, nota), pues es en virtud de la obra redentora de Cristo que Él es
nuestra puerta de acceso, no en virtud de su vida de justicia (simbolizada por el lino fino);
pero las columnas alrededor del atrio estaban apoyadas sobre bases de bronce, no de plata
como en el caso de las tablas; y el bronce simboliza la manifestación divina por el medio
del juicio (v. 2; véase Nm. 21:9, nota). La redención no solo demuestra la misericordia de
Dios sino que además vindica su justicia mostrando esa misericordia (Ro. 3:21-26).
27:20 EL aceite es un símbolo del Espíritu Santo (comp. Zac. 4:2-6 y Jn. 3:34 con He.
1:9, Véase Hch. 2:4, nota). En cristo siempre arde la luz del Espíritu, la Luz del mundo
(Jn. 8:12). Pero aquí no esta el mundo sino el santuario. No es una cuestión de testimonio
en el mundo y al mundo, sino una cuestión de nuestra comunión y adoración como
creyentes-sacerdotes en el lugar santísimo (He. 10:19-20). En el Tabernáculo había dos
compartimentos, dos luces: (1) el lugar santo con el candelero (véase Ex. 25:31, nota); y
(2) el lugar santísimo con la Shekinah, la gloria de Dios manifestada. Estos dos lugares
ahora son uno (Mt. 27:50-51; He. 9:6-8; 10:9-22), pero es importante ver que todavía hay
dos luces: (1) Cristo, la luz de vida (Jn. 1:4), que a través del Espiritu ilumina las cosas
santas de Dios, el pan de la proposición y el altar del incienso; y (2) la Shekinah, ahora
en el rostro de Jesucristo (2 Co. 4:6). A esta luz por partida doble somos llevados nosotros
como creyentes-sacerdotes (1 P. 2:9). Nosotros “andamos en luz”, no solo en la que el da
sino en la que Él vive (1 Jn. 1:7). ¿Pero que del mandamiento en cuanto el aceite puro?
La razón es que nuestro acceso, compresión, comunión y transformación son por el
Espíritu (Ef. 2:18; comp. 1 Co. 2:14-15; 2 Co. 3:18; 13:14; Fil 2:1). Nuestro derecho a su
presencia es ña sangre (Ef. 2:13), pero es solo al ser llenados con el Espíritu (Ef. 5:18)
que caminamos en la luz.
28:1 Aarón y sus hijos son tipos de Cristo y de los creyentes en la edad de la Iglesia.
Aarón es un tipo de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote. Cristo es un sacerdote según
el orden de Melquisedec (He. 7), pero ejerce su función sacerdotal según las pautas de
Aarón (He. 9). Véase Gn. 14:18-20 (véase v. 18, nota 4). Los hijos de Aarón son un tipo
de los creyentes sacerdotes de la edad de la Iglesia (Ap. 1:6; comp. 1 P. 2:9, y véase nota).
28:30 Urim y Tumim significa lices y perfecciones. Algunos los consideran simplemente
una designación colectiva de las piedras del pectoral, en el sentido de que el efecto total
de las doces piedras es manifestar las luces y perfecciones de quien es el antitipo del sumo
sacerdote aarónico. Comp. Lv. 8:8. Parecería un hecho concluyente que el Urim y Tumim
eran adicionales a las piedras del pectoral. Aunque n ose manifiesta claramente la
relación, el Urim y el Tumim se utilizaban para indagar sobre la voluntad divina en casos
particulares (Nm. 27:21; Dt 33:8; 1 S. 28:6; Esd. 2:63)
29:4 Aarón participa en el lavamiento (e.d. símbolo de la regeneración, Tit. 3:5; Jn. 3:5-
6); (1) por necesitarlo, y en esto está en contraste con Cristo (He. 7:26-28); y (2) para
tipificar la acción de Cristo quien recibió el bautismo de Juan, no por necesitarlo sino para
identificarse a si mismo con los pecadores y cumplir el tipo de Aarón. Tal como en el
caso de Aarón, la unción siguió al lavamiento (vv. 4,7; Mt. 3:14-16).
29:4 Este lavamiento debe distinguirse del uso de la fuente de bronce (Ex. 30:18-21). El
lavamiento aquí tipifica la regeneración (Tit. 3:5); la fuente de bronce, la limpieza diaria
(1 Jn. 1:9). Véase ambos en Jn. 13:10.
29:5 Las vestiduras del sumo sacerdote le eran colocadas en el orden inverso al de las
instrucciones para confeccionarías:
(1) La túnica (Ex. 28:39), una larga vestidura oriental que servía como prenda interior,
estaba hecha de lino fino (véase Ex. 27:9, nota).
(2) El manto del efod (Ex. 28:31-35), una prenda larga y sin costuras de lino azul con una
abertura para pasar la cabeza; se usaba sobre la túnica. En el borde del manto había
granadas bordadas, símbolo de fertilidad y fruto. Las granadas eran de color azul, púrpura
y carmesí, y estaban alternadas con campanilla de oro, un símbolo de testimonio, que
sonaban cuando el sumo sacerdote entraba y salía del santuario. El manto se aseguraba al
cuerpo con un cinto bordado.
(3) El efod (Ex. 28:6-30; 39:1-21; Lv. 8:7-8), una corta vestimenta exterior. Era “de oro,
azul, purpura, carmesí y lino torcido” (Ex 28:6). Constaba de dos partes, una delantera y
una trasera, unidas por dos hombres y por un cinto alrededor de su parte inferior. Sobre
las hombreras había dos piedras de ónice engastadas en oro y grabadas con los nombres
de las doces tribus de Israel (Ex. 28:7, 12,27).
(4) El pectoral, sujetado por cadenas de oro a las hombreras del efod. Era como una bolsa
cuadrada con el Urim y el Tumim y una pieza ovalada de oro que contenía doce piedras
preciosas (cuatro hileras de tres piedras cada una), sobre las que estaban grabados los
nombres de las tribus de Israel, uno en cada piedra (Ex. 28:15-21,29-30). Así como el
Urim y el Tumim en ciertos caso de utilizaban para descubrir la voluntad de Dios (Véase
Ex. 28:30, nota), también el efod con sus accesorios aparentemente se empleaban con el
mismo fin (1 S. 23:9-12; 30:7-8).
Hallamos registrados que Samuel (1 S. 2:18), los sacerdotes de Nob (1 S. 23:9-12) y
David (2 S. 6:14) usaban efod de lino, aunque difícilmente hayan sido como el efod del
sumo sacerdote.
Nuestro Señor, el gran Sumo Sacerdote (He. 3:1; 5:10; 7:26; 9:11), ahora nos representa
ante Dios (Ro. 8:33-34; He. 7:25; 9:24; 1 Jn. 2:1-2; comp. Is. 49:16), así como el sumo
sacerdote de antaño llevaba sobre sus hombros y en el pectorales nombres de las doces
tribus de Israel, Cristo lleva nuestro nombres delante de Dios.
29:33 Heb. Kafar: propiciar, expiar por el pecado. De acuerdo a la Escritura, el sacrificio
de la ley solo cubría el pecado de quien lo ofrecía y aseguraban el perdón divino. Los
sacrificios del A.T. nunca quitaban el pecado del hombre; “la sangre de los trozos y de
los machos cabríos no puede quitar los pecados” (He. 10:4). La ofrenda de un israelita
tenia implícita la confesión de pecado y reconocía que al debido castigo era muerte; y
Dios no tomaba en cuenta este pecado anticipándose al sacrificio de Cristo que,
finalmente, quito aquellos “pecados pasados” (En tiempos del A.T.) (He. 9:15,26; Ro.
3:25, nota) Véase Gn. 4:4; con ref. Marginal, Sacrificio, y Lv. 16:6, nota.
30:9 Comp. Lv. 10:1-3. Se hacen dos prohibiciones con respectos a la adoración: (1) No
debe ofrecer incienso “extraño”. Esto habla de culto de adoración simulado o puramente
formal. (2) No se permite fuego “extraño”. Esto puede hacer referencia a la sustitución
de la devoción a Dios con cualquier otra devoción, como por ejemplo a causas o sectas
religiosas. Comp. 1:11-13; Col. 2:8, 16-19. Véase Ex. 30:38, nota.
30:13 Sistema monetario (A.T). El siclo aquí es una pieza de plata, no una moneda. En
tierras bíblicas no se han hallado monedas acuñadas con anterioridad al 700 a.C. Las
transacciones comerciales se realizaban con un sistema de trueque, y como medios de
intercambio se usaban ganado, granos de cereales, especias y metales preciosos. Los
hebreos no usaron monedas hasta alrededor del 500 a.C. (comp. Esd. 1:4). La mención de
los siclos y talentos en historia hebre anterior se refiere a un cierto peso, o a piezas
acuñadas de moneda (Gn. 23:15-16; Ex. 21:32; 1 Cr. 21:25). Es difícil determinar el valor
exacto del oro y la palta en vista de la fluctuación del poder adquisitivo en diferentes
periodos. Con excepción de la dracma persa, las monedas diferían en peso y variaban en
valor. Había desde monedas livianas a monedas pesadas; las livianas tenían la mitad del
valor de las pesadas, aunque se las designaba con el mismo nombre. Sistema monetario
del N.T.: véase Mt. 5:26, nota.
30:18 La fuente de bronce (lavacro), un tipo de Cristo purificándonos de la contaminación
a fin de que su pueblo “no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante” (Ef. 5:25-27;
comp. Jn 13:2-10). Resulta significativo que después de prestar servicio en el altar de
bronce, los sacerdotes no podían entrar al lugar santo hasta tanto sus manos y sus pies
fueran purificados.
30:31 El aceite de la unción, un tipo del Espíritu Santo en lo que se refiere a servicio
(Hch. 1:8). Véase Ex. 27:20, nota.
30:34 El “incienso puro” no debe confundirse con el incienso (del cual era parte), ya que
a menudo se usaba independientemente de este. En la Escritura se especifica que
componía al incienso, pero nunca se aclara que era el incienso puro. Todo habla de Cristo:
Las especies aromáticas, de aquellas perfecciones que el creyente puede tomar para sí; el
incienso puro, de lo que Dios veía de inefable en Cristo.
30:38 Lo que se condena aquí es hacer del culto de adoración un mero placer para el
hombre natural. Comp. Jn. 4:23-24.
31:3 Esta singular habilidad de Bezaleel conferida por el Espíritu, inclina no solo
capacidad manual sino también sabiduría intelectual y un entendimiento y esencia para
las artes. Todo talento artístico es un don divino (Stg. 1:17). Aquel cuyo “Espíritu adorno
los cielos” (Job 26:13) también creo al hombre con facultades estéticas que, como todas
las facultades humanas, se corrompió luego de la caída.
32:10 Dios estaba probando a Moisés cuando le ofreció reemplazar a Israel con una nueva
nación que descendería de Moisés. Desde el punto de vista teológico, una prueba de esta
clase se debe considerar a la luz de la soberana voluntad de Dios que esta subyacente en
toda decisión humana. Para moisés esto constituyo una prueba real, aunque la propuesta
destrucción de Israel no estaba en plan de Dios, como se advierte en el Pacto Abrahámico
y en promesas como la hecha a Judá en Gn. 39:!0. De la misma manera, Cristo en los
evangelios se ofreció a si mismo como Rey a Israel, aun cuando de acuerdo al
“determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch. 2:23), el reino glorioso
de Cristo debía estar precedido por el rechazo y la muerte en la Cruz.
En Éxodo Dios, que hasta ese momento había estado conectado con el pueblo
israelita sólo a través de su pacto con Abraham (véase Gn. 12:2, nota), los
atrae a sí nacionalmente por medio de la redención, los coloca bajo el Pacto
Mosaico (19:5, nota), y mora entre ellos en la nube de gloria. Gálatas explica
la relación de la ley con el Pacto Abrahámico.
En los mandamientos Dios le enseñó a Israel sus justas demandas. La
experiencia de vivir bajo los mandamientos convenció a Israel de pecado; y
la provisión del sacerdocio y el sacrificio (colmado de preciosos tipos de
Cristo) le dio a un pueblo culpable el camino al perdón, la limpieza, la
restauración de la comunión y la adoración.
Éxodo se puede dividir en tres secciones principales:
I. Israel en Egipto: Opresión y conflicto con faraón, 1:1 – 12:36.
II. El éxodo de los hijos de Israel desde Egipto y el viaje a Sinaí, 12:37 –
18:27.
III. Sinaí: La Ley y la construcción del Tabernáculo, 19:1 – 40:38.

La quinta dispensación: La ley. Esta dispensación comenzó con la entrega


de la ley en el Sinaí, y concluyo cuando Cristo murió como sacrificio. El
cumplió todas las provisiones y los tipos de la ley. En la dispensación
anterior, Abraham, Isaac y Jacob, como así también un sinnúmero de otras
personas, fallaron en las pruebas de fe y obediencia por las que el hombre
era responsable (p. ej. Gn. 16:1-4; 26:6-10; 27:1-25). Egipto tampoco hizo
caso a la advertencia de Dios (Gn 12:3) y fue juzgado. Sin embargo, Dios
proveyó un libertador (Moisés), un sacrificio (el cordero de la Pascua), y un
poder milagroso para sacar a los israelitas de Egipto (los juicios sobre Egipto;
la liberación en Mar Rojo).
La prueba a la que la nación fue sometida bajo la ley termino con el juicio
de las cautividades, pero la dispensación termino en la cruz.
1.- la condición del hombre al principio. Éxodo. 19:1-4. La ley fue dada para
revelarnos que somos pecadores. Dios nunca pretendió dar la ley como un medio
para obtener la salvación. Como dijo el Apóstol Pablo en su carta a los Gálatas
3:24:

De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin
de que seamos justificados por fe.

En el mundo romano, el "ayo" aquí mencionado, no era el maestro de escuela sino


un esclavo que cuidaba al niño. No tenía una función educativa sino disciplinaria.
Era un ayudante del maestro que custodiaba al niño, para que llegara a salvo a la
escuela. De la misma manera, la ley es nuestro custodio, que nos toma de la mano y
nos conduce a Cristo, el verdadero maestro, que nos muestra el camino hacia Dios.
Nos conduce hacia la cruz y nos dice que, como pecadores, y que necesitamos a un
Salvador. Y si de esa manera nos acercamos a la cruz, allí somos justificados
gratuitamente por su gracia, por medio de la fe, en la salvación, en la redención
que hay en Jesucristo.

2.- Su responsabilidad. Ex.19:5-6. Rom.10:3-5 y 3:21-24. se recalca la finalidad de


este pacto unilateral que Dios hacía con aquellos israelitas, y que consistía en hacer
de ellos un pueblo único, y bendito en el sentido de convertirse en una nación que
aceptara las leyes justas de Dios y las obedeciese, teniendo una relación espiritual y
especial de comunión y compañerismo con El, como un pueblo consagrado a
cumplir en esta tierra la voluntad de Dios.

Serían como un reino de sacerdotes, implicando que cada miembro del pueblo,
cuyo rey era Dios, tendría acceso a Su presencia y a mediar como sacerdote a favor
de otros. Serían, además una gente santa, es decir, moralmente pura y dedicada
por completo al servicio del Señor. Por ese motivo les había redimido de la
esclavitud, separándoles para sí, para que viviesen en armonía con El.

Y esta relación especial de Dios con su pueblo constituye también una anticipación
y una figura de los que sería, en el Nuevo Testamento, la relación entre Dios y Su
iglesia. Como dijo el apóstol Pedro en su primera carta 2:9 y 10,

"Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable; pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero
ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis
recibido misericordia."

Así que el apóstol Pedro recalcó que aquella responsabilidad en el pasado confiada
al pueblo de Israel era ahora también aplicada, en esta época de la gracia de Dios,
a la iglesia de Jesucristo.
En el Sinaí, Dios le había dicho a Moisés "seréis para mi un reino de sacerdotes y
una nación santa" (como hemos leído capítulo 19:6.) el apóstol Pedro, llamó a los
cristianos del nuevo Testamento, viviendo en la era de la iglesia, "real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios". Los creyentes son,
realmente, un pueblo especial, salvado, redimido, liberado y preservado por Dios.

Lógicamente, este privilegio de ser un pueblo elegido por Dios implicaba


igualmente un deber. Así como el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento,
también la iglesia en el Nuevo Testamento es llamada a una actitud de obediencia y
testimonio de Dios en medio de un mundo que vive alejado de Dios y que no le
reconoce como Señor. A desempeñar esta gran responsabilidad son en la
actualidad llamados todos aquellos que han aceptado el sacrificio de Cristo en la
cruz en lugar suyo y que han decidido dar a Dios un lugar de prioridad en sus
vidas.

3.- Su fracaso. 2R.17:7-17,19;


4.- El juicio 2R.17:1-6, 20. 2R.25:1-11. Lucas. 21:20-24.

Como resultado de su transgresión (Gá. 3:19) los israelitas fueron entonces puestos bajo
la precisa disciplina de la ley. La ley es clara sobre: (1) la formidable santidad de Dios
(Ex. 19:10-25); (2) la extrema pecaminosidad del hombre (Ro. 7:13; 1 Ti. 1:8-10); (3) la
necesidad de obediencia (Jer. 7:23-24); (4) la universalidad del fracaso del hombre (Ro.
3:19-20); y (5) la maravilla de la gracia de Dios a proveer una manera acerca del hombre
a Él por medio de la sangre de sacrificios –que era tipológica- mirando hacia en futuro a
un Salvador que sería el cordero de Dios para quitar el pecado del mundo (Jn. 1:29), “de
quien dan testimonio la ley y los profetas” (Ro. 3:21).

La ley no cambio las provisiones ni abrogo la promesa que Dios había realizado en el
pacto Abrahamico.
No fue dada como un camino a la vida (como un medio para la justificación, Hch. 15:10-
11; Gá. 2:16,21; 3:3-9,14,17,21,24-25) sino como una regla de vida para un pueblo que
ya estaba bajo el pacto de Abraham y se hallara cubierto por la sangre del sacrificio.
Uno de sus propósitos fue dejar en claro la pureza y la santidad que debían caracterizar la
vida de un pueblo para con quien la ley de la nación era al mismo tiempo la ley de Dios
(Ex. 19:5-6).
En consecuencia, la función de la ley en relación con Israel era de restricción disciplinaria
y corrección (Gá. 3:24) –como la función del esclavo confiable o el tutor de la familia
para con los niños griegos o romanos--, a fin de mantener a Israel surgiera para su propio
bien (Dt. 6:24).
(1) hasta que viniera Cristo (Cristo es nuestro tutor, nuestro amo, pues la gracia que nos
salva también nos enseña, Gá. 3:24; Tit. 2:11-12); y
(2) hasta el momento designado por el en los privilegios de herederos que han llegado a
la mayoría de edad (Gá 4:1-3). Esto lo hizo Dios enviando a su Hijo, y la posición de los
creyentes ahora es la de hijos de la casa del Padre (Gá. 3:26; 4:4-7).
Pero Israel interpreto mal el propósito de la ley (1 Tit. 1:8-10), busco justicia por buenas
obras y ordenanzas ceremoniales (Hch. 15:1;), y rechazo a su propio Mesias (Jn. 1:10-
11).
La historia de Israel en el desierto en la tierra de Canaán, y esparcida entre las naciones
ha sido larga historia de violar la ley una otra vez.
19:3 Resulta extremadamente importante observar que:
(1) Jehová le recordó al pueblo que hasta entonces ellos habían sido objeto de su gracia
generosa;
(2) la ley no se propone aquí como un medio de salvación sino como un medio por el cual
Israel, que era una nación redimida, pudiera a través de la obediencia cumplir su destino
de pueblo en la posesión de Dios, nación santa y reino de sacerdotes.
(3) la ley no tuvo vigencia hasta que fue propuesta y luego aceptada en forma voluntaria.
19:5 Comp. 1 P. 2:9; Ap. 1:6; 5:10. Lo que bajo la ley era condicional, bajo la gracia es
dado a cada creyente en forma gratuita. El “si” condicional del v. 5 es un método divino
del trato de Dios hacia el hombre, y la razón fundamental por la que “nada perfecciono la
ley” (He. 7:18:19; comp. Ro. 8:3).
Para Abraham la promesa fue anterior al requerimiento; en el Sinaí el requerimiento es
anterior a la promesa. En el nuevo pacto el orden es el mismo que en el caso de Abraham
(véase He. 8:8-12, nota).
19:5 El pacto Mosaico, dado a Israel de acuerdo a tres divisiones, cada una esencial para
las otras, las tres parte integral del Pacto:
Los mandamientos que expresan la justa voluntad de Dios (Ex. 20:1-26);
las sentencias que rigen la vida social de Israel (Ex. 21:1-24:11); y
las ordenanzas, que rigen la vida religiosa de Israel (Ex. 24:12-31:18).
Estos tres elementos conforman “la ley”, tal como se usa la expresión en el N.T. (p. ej.
Mt. 5:17,18).
Los mandamientos y las ordenanzas formaban un sistema religioso. Los mandamientos
eran un “ministerio de condenación” y un “ministerio de muerte” (2 Co. 3:7-9);
las ordenanzas proporcionaban, en la persona del sumo sacerdote, un representante del
pueblo ante de Jehová; y en los sacrificios algo que cubriera (véase Expiación. Lv 16:6,
nota) los pecados en anticipación a la cruz (He. 5:-3; 9:6-9; comp. Ro. 3:25-26).
El cristiano no esta bajo la ley, el Pacto Mosaico de las obras, que esta sujeto a
condiciones. El cristiano está bajo el Nuevo pacto de la gracia, que es incondicional (Ro.
3:21-27; 6:14-15; Gá. 2:16; 3:10-14,16-18,24-26; 4:21-31; He. 10:11-17).
La ley no cambio las provisiones del Pacto Abrahámico sino que
fue algo agregado solo por un tiempo limitado –hasta que llegara
la Simiente (Gá. 3:17-19).
19:8 En Dt. 5:27-28, “bien esta todo lo que han dicho”, Jehová aprueba esta respuesta
oral del pueblo. Sin embargo, la historia subsiguiente de Israel muestra que no se dio
cuenta de su propia debilidad espiritual y moral, y de la perfección infinita de la ley divina
que ellos con tanta ligereza se comprometían a obedecer. Véase el lamento de Dios en
Dt. 5:29: “¡Quién diera que tuviese tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los
días mis mandamientos…!”
20:1 Hay seis factores importantes sobre la ley que se deben tener en cuenta:
(1) el origen de la ley: Dios (Ex. 31:18; Hch. 7:53);
(2) la vía por la que se entrega la ley: Moisés y ángeles (Jn 1:17; Gá 3:19; He. 2:2);
(3) la naturaleza de la ley:
(a) no es gracia (Ro. 10:5; Gá. 3:10; He. 10:28);
(b) es santa, justa, buena y espiritual (Ro. 7:12,14), y
(c) es una unidad (Stg. 2:10-11);
(4) los efectos de la ley: (a) declara culpables a todos los hombres (Ro. 3:19),
(b) no justifica a nadie (Ro. 3:20),
(c) no puede impartir justicia ni vida (Gá. 3:21),
(d) hace que las ofensas abunden (Ro. 5:20; 7:7-13; 1 Co. 15:56), y
(e) sirvió como tutor hasta Cristo (Gá 3:24);
(5) la relación del creyente para con la ley:
(a) no es salvo por la ley (Gá. 2:21),
(b) no vive bajo la ley (Ro. 6:14; 8:4), pero
(c) está en la gracia y crece con ella (Ro. 5:2; 2 P. 3:18); y
(6) los que recibieron la ley: sólo Israel (Ex. 20:2).
Algunas de las leyes en el Decálogo están escrituras en los corazones de los hombres en
todo lugar, se encuentran en código legales de otras naciones antiguas, y son de aplicación
universal.
20:1 Hay una triple entrega de la ley: (1) Oralmente. En 20:1-17 se dan diez
mandamientos.
A estos siguen sentencias en cuanto a las relaciones de los hebreos con los hebreos
(Éxodo 21:1 hasta 23;13), y
a aquellas se agregan directivas para la observancia de tres fiestas anuales (23:14-19) e
instrucciones para la conquista de Canaán (23:20-33).
Moisés comunica al pueblo estas palabras (24:3-8). Inmediatamente y por medio de sus
ancianos el pueblo es admitido a la comunión con Dios (24:9-11).
(2) Moisés entonces es llamado para recibir las tablas de piedra (24:12-18). A esta altura
de la historia aparece una división. En el monte, Moisés recibe las instrucciones
misericordiosas en cuanto al Tabernáculo, el sacerdocio y los sacrificios (caps. 25-31).
Mientras tanto el pueblo, liderado por Aarón, quebranta el primer mandamiento (cap. 32).
A su regreso, Moisés rompe las tablas “escritas con el dedo de Dios” (Éx. 31:18; 32:16-
19).

(3) Moisés prepara las segundas tablas y la ley nuevamente es escrita por la mano de
Jehová (34:1,28-29; Dt. 10:4).
Éxodo presenta muchos tipos de un profundo significado. Moisés (2:2); la Pascua (12:11);
el maná (16:35); la roca (17:6); el Tabernáculo (25:9); el aceite (27:20) y el sacerdocio
(29:4, 5).
6:6 Redención: Éxodo es el libro de la redención y enseña:
(1) que la redención proviene plenamente de Dios (Ex. 3:7-8; Jn. 3:16);
(2) que la redención se realiza a través de una persona (Ex. 2:2, nota; Jn. 3:16-17);
(3) que la redención se realiza con sangre (Ex. 12:13,23,27; 1 P. 1:18-19); y
(4) que la redención se lleva a cabo con poder (Ex. 6:6; 13:14; Ro. 8:2. Véanse Is. 59:20
y Ro. 3:24, notas).
La sangre de Cristo redime al creyente de la culpa y castigo del pecado (1 P. 1:19-19), y
en razón del Calvario el poder del Espíritu Santo lo libera del dominio del pecado (Ro.
8:2; Gá. 5:16).

2:2 Moisés, un tipo de Cristo el Libertador (Is. 61:1-2; Lc. 4:18-19; 2 Co. 1:10; 1 Ts.
1:10): (1) Un libertador escogido por Dios (Ex. 3:7-10; Hch. 7:25; Jn. 3:16). (2)
Rechazado por Israel, se vuelve a los gentiles (Ex. 2:11-15; Hch. 7:23-29; 18:5-6; comp.
Hch. 28:17-28). (3) Durante el rechazo obtiene una esposa (Ex. 2:16-21; Mt. 12:14-21;
11:24-26; comp. Hch. 15:14-17). (4) Luego vuelve a presentarse como el libertador de
Israel, y es aceptado (Ex. 4:29-31; Ro. 11:24-26; comp. Hch. 15:14-17). Y (5)
oficialmente Moisés tipifica a Cristo como Profeta (Hch. 3:22-23), Abogado (Ex. 32:31-
35; 1 Jn. 2:1-2), Intercesor (Ex. 17:1-6; He. 7:25), y Líder o Rey (Dt. 33:4-5; Is. 55:3; He
2:10); mientras en relación a la casa de Dios, él está en contraste con Cristo. Moisés fue
fiel como siervo en la casa de otro; Cristo, como Hijo en su propia casa (He. 3:5-6).
12:11 La Pascua, un tipo de Cristo nuestro redentor (Ex. 12:1-28; Jn. 1:29; 1 Co. 5:6-7;
1 P. 1:18-19):
(1) El cordero no debía tener defectos, y para comprobarlo debía guardarse cuatro días
(Ex. 12:5-6). De la misma manera la vida pública de nuestro Señor, vida bajo un
escrutinio hostil, fue la prueba que demostró su santidad (Lc. 11:53-54; Jn. 8:46; 18:38).
(2) El cordero que había sido puesto a prueba de esa manera, debía ser matado (Ex. 12:6;
Jn. 12:24; He. 9:22).
(3) La sangre debía ser debidamente aplicada (Ex. 12:7). Esto corresponde a la
apropiación por fe personal y refuta el universalismo (Jn. 3:36).
(4) La sangre aplicada de esa manera constituía, en sí misma y sin ningún agregado, una
protección perfecta contra el juicio (Ex. 12:13; He. 10:10,14; 1 Jn. 1:7).
(5) La fiesta es un tipo de Cristo el pan de vida, y corresponde a la cena de recordación
(Mt. 26:26-28; 1 Co. 11:23-26).

La observancia de la fiesta era un deber y un privilegio, pero no una condición para la


salvación. El creyente en Cristo es salvado por medio de la sangre “del cordero que fue
inmolado desde el principio del mundo” (Ap. 13:8), y es fortalecido diariamente al
deleitarse con el banquete de la palabra –la palabra viviente, Cristo, y la Palabra escrita,
las escrituras.

16:35 La palabra “maná” es una transcripción de dos palabras hebreas que significa ¿Qué
es esto? (comp. v. 15), la primera pregunta que se hicieron los israelitas al verlo. Se lo
llama “pan” (Ex. 16:4), “trigo de los cielos” y “pan de nobles” (Sal. 78:24-25), y “pan …
liviano” (Nm 2:15). Se conservaba en una urna en el Tabernáculo (He. 9:4).
El mana puede compararse a la semilla de culantro (cilantro) con el color resinoso del
bedelio, parecido a la escarcha sobre el suelo y con sabor como de tortas hechas con aceite
fresco (Nm. 11:7-8). Cayó durante los cuarenta años de peregrinación en el desierto, y
dejo de caer cuando Israel comenzó a comer el fruto de la tierra en Gilgal (Jos. 5:10-12).
Aunque era una sustancia, el maná es llamado “alimento espiritual” (1 Co. 10:3) haciendo
referencia a su origen sobrenatural.
El maná es un tipo de Cristo en su humillación, dando su carne para que el creyente pueda
tener vida (Jn. 6:49- 51). Comer el mana es meditar en el Señor Jesús durante el tiempo
en que vivió entre los hombres y no hacia su voluntad sino la voluntad del padre (Jn. 6:38-
40).

17:6 La roca es un tipo de la vida a través del Espíritu Santo por medio de la gracia.
(1) Cristo la roca (1 Co. 10:4);
(2) el pueblo totalmente indigno ( v. 2; Ef. 2:1-6); y
(3) características de la vida por medio de la gracia:
(A) gratuita (Jn. 4:10; Ro. 6:23; Ef. 2:8);
(B) abundante (Ro. 5:20; comp. Sal. 105:41);
(C) cercana (Ro. 10:8); y (D) el pueblo solo debía tomaría, recibirla (Is. 55:1).
La figura de Cristo que muere como una roca golpeada y herida no mira tanto a nuestra
culpa sino al derramamiento del Espíritu Santo (Jn. 7:37-39) como un resultado de la
redención lograda. Es el lado afirmativo de Jn 3:16. “No se pierda” habla de sangre
explotaría; “mas tenga” hace alusión de a la vida que ha sido conferida (Ro. 8:2,10-11).

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