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El Descubrimiento Hace Cinco Años Del Homo Naledi

1) Investigadores rusos reconstruyeron el cráneo del Homo naledi, una especie de homínido descubierta en Sudáfrica hace 5 años que convivió con los humanos más cercanos al Homo sapiens. 2) El Homo naledi tenía características tanto primitivas como avanzadas, lo que lo hace un eslabón evolutivo difícil de clasificar. 3) La convivencia del Homo naledi con otra especie humana hace 300,000 años sugiere que la evolución humana pudo seguir caminos diferentes.
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El Descubrimiento Hace Cinco Años Del Homo Naledi

1) Investigadores rusos reconstruyeron el cráneo del Homo naledi, una especie de homínido descubierta en Sudáfrica hace 5 años que convivió con los humanos más cercanos al Homo sapiens. 2) El Homo naledi tenía características tanto primitivas como avanzadas, lo que lo hace un eslabón evolutivo difícil de clasificar. 3) La convivencia del Homo naledi con otra especie humana hace 300,000 años sugiere que la evolución humana pudo seguir caminos diferentes.
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El descubrimiento hace cinco años del Homo naledi, una nueva

especie de homínido que convivió en la sabana surafricana con los


humanos más cercanos al hombre moderno, podría cambiar para
siempre lo que sabemos sobre la evolución.

Un equipo de investigadores rusos ha presentado esta semana en


Moscú la reconstrucción científica de la cabeza del misterioso ser,
descubierto en Sudáfrica por el paleoantropólogo estadounidense
Lee Berger, que regaló una copia del cráneo del naledi a sus
colegas de Rusia.

El resultado del trabajo científico se dio a conocer en un acto


organizado en la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología
MISiS.

El naledi es mitad simio, mitad hombre. En lugar de responder a


preguntas sobre el origen de nuestra especie, es un eslabón que no
encaja muy bien en la cadena evolutiva, explica a Efe el antropólogo
ruso Stanislav Drobishevski.

«Combina aspectos muy primitivos, como el cerebro, más propios


de los primates, con otros muy desarrollados (como los dientes y las
piernas), que se asemejan a los del hombre contemporáneo»,
apunta el científico.

«Son muy peculiares. Miden 1,5 metros y tienen un cerebro que


pesa entre 400 y 600 gramos, justo en el límite que separa al
Australopithecus (primate bípedo) del Homo habilis, el primer
homínido al que se considera humano.

De hecho, los primeros análisis de los restos de 15 individuos


hallados en una profunda cámara de la cueva surafricana Rising
Star hicieron pensar a sus descubridores que estaban ante una de
las primeras especies humanas, que habría vivido hace tres millones
de años.
La sorpresa fue mayúscula cuando las pruebas de datación
revelaron que el naledi vivió hace tan sólo 300.000 años, cuando el
Homo rhodesiensis -una de las especies humanas más próximas al
hombre contemporáneo- ya campaba a sus anchas por la sabana
surafricana.

«La convivencia de estas dos especies en un mismo ecosistema


indica que la evolución humana pudo haber seguido caminos
distintos», afirma Drobishevski.

Otras especies humanas convivieron en una misma época histórica,


pero o eran tan distintos como el hombre y el chimpancé (como es el
caso del Australopithecus y el habilis), o bien habitaban en distintos
continentes o separados por fronteras geográficas infranqueables.

La forma en que se relacionaban los naledi y los rhodesiensis, a los


que algunos antropólogos colocan dentro de la especie Homo
sapiens, son un misterio.

«Pudieron cooperar e incluso pudieron cruzarse. De hecho, el


genoma de algunos pueblos africanos como los pigmeos y
bosquimanos tiene genes que hasta ahora no se han podido
explicar», señaló el antropólogo ruso.

Al igual que los sapiens europeos tienen algo de neandertales en su


ADN, el eslabón perdido en los genes de algunos pueblos africanos
podría ser herencia de los naledi, aunque para resolver el misterio
habrá que descifrar el genoma de la nueva especie.

Por otro lado, el cerebro de los naledi, de un tamaño similar al de


los hombres más primitivos, y su caja torácica de primate, que le
impediría hablar, apuntan a que su intelecto estaba muy poco
desarrollado.

El único indicio de cultura se desprende del lugar en el que se han


encontrado los restos: una cámara a más de 16 metros de
profundidad, a la que sólo se puede acceder por un orificio muy
estrecho, de apenas 20 centímetros de ancho, lo que en principio
descarta que la usaran para vivir.

Lo más probable, explicó Drobishevski, es que los naledi, que eran


bastante menudos, usaban este tipo de agujeros para la sepultura
de sus muertos, aunque no como un ritual, sino por motivos de
higiene.

Las mandíbulas y los dientes de estos homínidos son incluso más


pequeños que los del hombre moderno, lo cual rompe uno de los
postulados de la teoría de la evolución.

«Hasta ahora se ha creído que en la evolución del hombre el


tamaño de los dientes siempre se reduce», dijo Drobishevski.

Por contra, la curvatura de los dedos de la mano, mayor que la de


los simios actuales, apunta a que pudieron involucionar en algún
momento para adaptarse al medio en el que vivían.

«La tendencia evolutiva es el enderezamiento de los dedos. Aunque


la forma de la mano casi coincide con la del hombre moderno y es
capaz de construir herramientas, la curvatura de los dedos rompe
todos los moldes» de lo que se creía hasta ahora, agregó.

Con estos datos, los científicos piensan que el naledi podía andar y
construir herramientas como un hombre, y al mismo tiempo trepar a
los árboles como un mono.

«Algunas herramientas halladas en el pasado y que se relacionaron


con el sapiens, en realidad podrían pertenecer al naledi. Aunque no
se ha encontrado ningún resto de la cultura de estos seres, la forma
de su mano indica que eran capaces de hacer instrumentos, pese a
tener un cerebro muy pequeño», concluye Drobishevski.

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