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Cronicas de Una Boludas Sofia Amorortu

Este documento es una recopilación de crónicas de viaje escritas por Sofía Amorortu sobre sus experiencias viajando por Sudamérica y Europa. Narra sus aventuras en provincias argentinas como San Juan, La Rioja, Catamarca y Salta, así como en países vecinos como Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y México. También incluye historias sobre su estadía en ciudades europeas como Bruselas, París y España.

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Cronicas de Una Boludas Sofia Amorortu

Este documento es una recopilación de crónicas de viaje escritas por Sofía Amorortu sobre sus experiencias viajando por Sudamérica y Europa. Narra sus aventuras en provincias argentinas como San Juan, La Rioja, Catamarca y Salta, así como en países vecinos como Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y México. También incluye historias sobre su estadía en ciudades europeas como Bruselas, París y España.

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Crónicas 'de

una boluda
Sofía Amorortu
t./C(JADOS
I"NS. DEFMlfAS
HOT-CAK£$
CAF£
<-£CHE
ATOLE
Sofia Amorortu (1983-) nació
en Buenos Aires, Capital Federal, pero
vivió gran parte de su vida
en Longchamps, cuna de
la aviación sudamericana.

Boluda desde una temprana edad,


desarrolló su talento y potencial
con el correr de los años.

Se graduó de Profesora en Inglés


en el Instituto de Enseñanza Superior en
Lenguas Vivas J. R. Femández
y tuvo también un corto paso por la ca-
rrera de Letras en la D.B.A.
(en donde aprendió, muy a su pesar, que
10 único que se esperaba de ella era una
gran capacidad de absorción de análisis
críticos ajenos, a lo largo de muchos años
que la harian muy docta y culta, pero
pobre. El inglés pagaría sus cuentas).

No publicó nunca nada.

Trabajó como voluntaria con chicos en


situación de calle y escribió para
un folletín que hacía la suerte de diario I
para costear los alimentos. ~
¡
¡

I
¡

L
eRó N e A S D E. U N A BOL U D A

"Sólo el aspecto de la mujer revela


que no está destinada
ni a los grandes trabajos de la inteligencia
ni a los grandes trabajos materiales."

ARfHUR SCHOPENHAUER

El amor, las mujeres y la muerte

M A L A s P A L A B R A s B u K s
I
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lleVADoS
£NS. DE FI/UfAS
HOr-(AkES
CA¡t:E
LECHE
ArDU
Sofía Amorortu

Crónicas
de una boluda

B U EN o S A 1 R E S 2 o 1 7
Amorortu. Sofía
Crónicás de una boluda : diario de viaje de una argentina por el mundo / Sofía
Amorortu. - la ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Malas Palabras Buks,
2017.
120 p. ; 23 x 15 cm.

ISBN 978-987-3871-07-8

1. Literatura Argentina. I. Título.


CDDA863

Fecha de catalogación: 20/3/2017

La autora de las ilustraciones que contiene este libro


-la artista española ALMUDENA PANO VILLALBA-
ha cedido ante escribano en Bruselas, Bélgica.
todos los derechos en favor
de la autora Sofía AlIlorortu. (Ver pág. 10).

@2017.Del texto: Sofía Amorortu


@ 2017. De las ilustraciones: Almudena Pano Villalba

@2017.Deestaedición:
MALAs PALABRAS BUKS
Paraguay 749 - 3ro 10
(1057) Buenos Aires
Argentina

[email protected]
www.lIlalaspalabraslmks.colll.ar

Primera edición: Abril 2017


200 ejemplares

ISBN: 978-987-3871-07-8
Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Impreso en Argentina
Printed in Argentina
ÍNDICE

11,

INTRODUCCIÓN DE LA INTRODUCCIÓNil9
INTRODUCCIÓN 11 I

,1
SAN JUAN, CUNA DE LA CONSERVACIÓN 13
Valle Fértil, el debut turistk 14
El placer de viajar 15 if

LA RrOJA, SOME LIKE IT HOT 16


Chile pequeño 17
El ángel Miguel, Talampay'p y el romance
(lo que todos estaban , esperando) 18
'

CATAMERCA, THE BEAUTIFUL PEOPLE '¡20 '


Buscando a Julián 211
SALTA, LA BURGUESA 22
JuJUY, EL PARAÍso DE LA MOCHILA 22
El mochilerp como grupo ipcial' 23
. Tilcara o el "aburguesamiento'"
del medio de la nJda 24
1'
-El fin de una era 25 11
11

El noroeste, fertilidad vs, d1tiplano


,~ ,.
26
El destino teje sus hilos 2"J,
Breve vuelta a Salta, Iruya'127
Yavi, despidiéndonos de A~gentina 30
BOLIVIA A SECAS, 31 ,"1',

Villazon 31!
Tupiza 31 '!
'1
¿QUÉ GUSTO TIENE LA SAL? 33 .
CARNAVALEANDO EN ORURO 35 !í
I

COCHABAMBA, VUELTA A LA URBE 36


Bolivia; en las afUeras del kundo 37
BREVE PERÚ 38 ': "
Arequipa, Perú colonial 39
Vuelta a la civilización, Lifna 40
ECUADOR CONNECTION 41 i!
VERDADERO O FALSO COLOMBIANO 43
EL HEDONISMO COMO ESTILO DE VID~
O UNA SEMANA CON SOPHIE iL' AMOUR 52
MIs RATOS DE OCIO 54
VIVIR A LA DERIVA O LA ETERNA BÚSQUEDA 55
Cheering up 56
Una tarde pasada por agua 58
El día que fui española 59
ADIÓS A COLOMBIA 59
Lost: Atrapados en Obaldía 61
UNA SEMANA EN CENTROMÉRICA 63
Panamá City 63
ÁNDALE, WEY! 68
CHIAPAS, SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS 68
SAN CRISTÓBAL, IT'S GETTING BETTERALL THE TIME ... 70
UNA VIDA GIRATORIA 72
Si Adelita sefuera con otra ... 73
LAS VUELTAS DE LA VIDA ... 75
MÉXICO 76
¿A QUÉ TE DEDICAS? SOY OPC, ¿Y VOS? 79
LA CONDICIÓN DE AMANTE 80
SE ME ENMUDECIERON LOS DEDOS 82
EL DISTRITO FEDERAL, UNA MIRADA
POSTMODERNA Y MALA ONDA 83
Xochimilco, el delta mexicano 85
SOBRE COMO ME ECHARON DEL LABURO
A CAUSA DE UN TANO INFIEL 87
SAN CRISTÓBAL A DEDO 88
La llegada 90
La vuelta 91
EL GRITO EN EL D.F. 94
VUELTA AL D.F., LA FAMILIA DE IVETTE 95
EN EL AVIÓN 96
BRUSELAS, UNA OJEADA AL PRIMER MUNDO 98 ~
A DEDO A PARÍS 99
CÓMO SOBREVIVIR EN PARÍS SIN INTERNET,.TELÉFONO
CELULAR NI TARJETA DE CRÉDITO ... 100
SEGUNDO RIDE A PARÍS 101
EL TRANSPORTE PúBLICO EN BRUSELAS 104
UNA NOCHE CON MDMA 106
ESPAÑA Y CASTEJÓN DE SOS 107
LA VUELTA A ... ¿CASA? 109
DE VACACIONES A LA RUTINA 112
CÓMO REACCIONA LA GENTE
-
CUANDO SE ENTERA COMO VIVO 113
No ME OLVIDES DE MÍ... 114
EpÍLOGO 117

fin
INTRODUCCIÓN
DE LA INTRODUCCIÓN

Terminé de escribir estas crónicas a principios del año 2012. Es en-


tonces cuando me contacto con Ojeda, el editor, para ver si existe la po-
sibilidad de publicarlas. Luego de algunos malos entendidos (yo asumo
que son una bosta y la respuesta es negativa), dos años más tarde ven la
luz gracias a un almuerzo en el que le caigo bien al editor (quien, por
suerte, jamás las leyó).

Ya residiendo en Europa (ay, les conté el fina!!), mi amiga española


Almudenapanovishalba las ilustra para que lleguen a sus manos, que-
rido lector, y sean apoyadas nuevamente sobre la mesa de la librería
para ojear otro ejemplar que sea más de su agrado ..:'
A ver, a ver. Usted ha comprado cosas más¡:inútiles, lo sabe, como
ese pelatodo chino o ese otro aparato que le m~sajea la sien. No le ga-
rantizo que habrán de gustarle todas las crónicas; pero sí encontrará más
de una bastante entretenida. Leer es más sano que comerse un alfajor y
aparte, este libro tiene dibujitos. ¿Ya lo convenCí?

9
Yo,AlMlJOENA PANOVlllAlÉlA,.DNI
. '-','
73209277R, domiciliada
" t
en .Rile de Rorne 27
..

1060 5t.GlllesBruxelles, autora del material gráfico que se presenta en la óbraCnSnieos


de Uhé:J,8ó!uda ",ilustrando la misma, por la presente CEDO todos IO$'déréC~ó$deiJSb y
explotación,púb!iCOO privado de dicho 'material a favor de Sofía AmorÓrtu¡,a~geritina¡
con Documento Naciorial deldentidád 30.409.355, domiciliada en'Enrique iR6ger1S01 ~
.. - -. '. ",', ':.

longchamps, Buenos Aires, Argentina, para su uso y public~cióh, ya sea conio elemento
ilustrativo de un libro o publicación, o de la publicidad del mismo~ en todél tipo, de formato
que. sea 'necesario; en forma gratuita, no teniendo nada que reclamar alrespecto,por
ningún_concepto.

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Almudel'\éIPano Villalba
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CG'Iif::O que la firma que Rpllrt'll:e en este ¿:'x¡;¡tlento

y dice ,~.Q.. .PA:N ..Q•..... ~'.L,..l.,A:-:L 13> A-


es auténtica y pertenece.9..
. .¡ .. f;k /..!~s~ . .
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e:,rd..e:\. (.) ,~~.~.~.9...5.L;:};3::a.~.•.....

N" <léorden' ' ",r.1'..:. ,- .~.. ,


N" de arenecl (, ... l(. 3 /' /:.
Oerédlos percibidos: U.C. (la: Eúros .. .Q.~ 00
Tipo de l:l\mbio: ./.,..,L." ••••Euros por U.C.

,8RUSELAS 12 -01- 2015.

10
INTRODUCCIÓN

"Crónicas de una Boluda" es, tal como el título lo indica, un compi-


lado de mails, escritos y relatos que narran las experiencias y aventuras
a lo largo de dos años de viaje por Latinoamérica y Europa ... de una
boluda.
Sofia siempre osciló entre dos mundos o, si se quiere, entre dos rea-
lidades sociales muy diferentes.
Nacida en una familia de clase media bastante disfuncional, vivió
toda su vida en Longchamps (provincia de Buenos Aires, zona sur), par-
ticipó en grupos de contención para nenes de la calle y estudió profeso-
rado de inglés en el Lenguas Vivas, instituto terciario elitista de CABA.
Sí, bastante flexible la piba.
Abandonó la carrera varias veces. Para irse a vivir a Ushuaia, para
estudiar Letras y porque siempre le pareció que el inglés no podía ser
un fin en sí mismo dentro de una clase.
Con un estilo de vida bastante convencional (llegó a estudiar dos ca-
rreras simultáneamente, tomar el tren a diario para ir a trabajar y tener
novios en la cercanía de su casa), el 2009 reúne la ruptura de su relación
de pareja (con quien convivía en Ushuaia), el fin de sus estudios (se gra-
duó) y la muerte de una de sus mejores amigas, de cáncer.
Así se propicia el contexto para que una pequeña burguesa de clase
media que nunca pasó hambre decida, literalmente, largar todo al caraja
e ir a construirse una vida nueva por ahí, viajando. Porque la que llevaba
hasta el momento había colapsado.
Salí un primero de Enero de 2010 con destino a San Juan y sin fecha
de vuelta.
En mis crónicas cuento mis impresiones sobre los lugares que vi, las
cosas que hice y cómo, poco a poco, fui entendiendo que la vida "no
convencional" que estaba llevando era mi elección. Y que si era válida
para mí, era más que suficiente.
Comencé mi viaje en el noroeste argentino y seguí hacia el norte,
cruzando Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Centroamérica hasta llegar
a México.

11
Después de vivir un año entre Playa del Carmen y Chiapas, volé a
Bélgica y pasé tres meses en Europa.
Ahora, de regreso en Buenos Aires por unos meses, recapitulo mi
experiencia y compilo mis crónicas para volver a irme en breve. Porque
la vida sigue siendo corta y me queda bastante por ver todavía.
A 10 largo del viaje fui trabajando, conociendo gente y lugares pero
fundamentalmente, viviendo. Mis crónicas muestran claramente el gra-
dual cambio de mis percepciones. Cómo mis fuertes principios, valores
y prejuicios del comienzo van poco a poco tomándose en comprensión
y respeto hacia las elecciones del otro y hacia la diversidad.
En constante búsqueda de una vida "normal", caigo en la cuenta de
que la normalidad de la ciudad es impuesta y que puedo ser feliz en cual-
quier lado, haciendo 10 que se me antoje y que está bien. Dos años por
el mundo me costó darme cuenta ... mierda que soy lenta.
Conservo el formato demail o carta de las primeras crónicas porque
creo que a veces las dedicatorias dicen más que el relato mismo. Em-
pecé, meramente, contándoles a mis amigos qué hacía, qué veía y qué
cosas me llamaban la atención. Con el correr de los meses, mis mails se
convirtieron en un blog y el escribir, en un hábito.
Me disculpo de ante mano por el cambio en mi estilo. No es más que
el resultado de un cambio interno y de mi forma de ver el mundo. Em-
pecé mi viaje acumulando datos, nombres, lugares, gente. Volví a Bue-
nos Aires con historias. Mi paso por Europa carece de detalles y sin
embargo, creo yo, dice mucho más que mis narraciones sobre Jujuy. Van
a encontrar también mi nueva voz en relatos antiguos ... Me tomé el atre-
vimiento de ser una intrusa en mis propias narraciones.
En "Crónicas de un boluda" van a encontrar mis chistes, mis estupi-
deces, mis aprendizajes, mis paranoias, mis miedos y el mundo ... desde
mi punto de vista.
Espero que lo disfruten o que, en caso contrario, este libro alimente
las llamas de un sabroso asado en mi nombre ... Tras ocho meses de
arroz con pollo y frijoles por toda Sudamérica, soy incapaz de subesti-
mar un buen asado.

12
SAN JUAN,
CUNA DE LA CONSERVACIÓN

Estimados,

Inicio mis crónicas de viaje con mi primer destino, la ciudad


de San Juan.

En San Juan llamé a la tía Tata, quien se cartea con mi abuela


desde que el mundo es mundo, para consultarle si podía dejar mis
bolsos ahí mientras buscaba hospedaje. Ahí conocí al tío José, su
sobrino (sí, es rara la genealogía, son todos tíos), quien me mostró
su colección de pájaros exóticos y guió por toooodas sus plantas de
especias mientras me pedía que tocara las hojas, las oliera y luego
intentara deducir de qué planta se trataba. No le atiné ni a una. Para
mí, todo era menta. Había mucha gente quedándose en casa de Tata,
sin embargo me albergaron de forma muy hospitalaria.

María Laura, la más chica, es casi nutricionista. Dato de mayor


importancia considerando que en San Juan, los nombres son ac-
cesorios. Conocí al médico (Pablo), a su esposa médica (Analía),
al ingeniero (Mario, novio de María Laura) y demás. Uno es de
acuerdo al título recibido.

Pasé el sábado por la tarde en un balneario muy muy top y por


la noche fui al mega boliche (repito, Laura es casi nutricionista y
su novio, ingeniero. No necesito aclarar a qué grupo social perte-
necen) de la ciudad. El boliche y el balneario fueron para mí como
una dimensión paralela. Un Pinamar en medio de las montañas.
Era vivir una publicidad de Gancia una y otra vez, pero como extra
de relleno bien a lo lejos. Casi no miré a los especímenes del sexo
opuesto porque las chicas eran sencillamente hermosas. Y acapa-
raban toda mi atención. Un desfile de modelos constante. Al rato
de estar en el boliche (una quinta al aire libre con miles de perso-
13
nas lindas) caí en la cuenta de que yo era... "rara". Pelo corto, co-
lorado , una chuza colgando. Ni yo habría salido conmigo..
Como decía, San Juan es conservador. Muy. Se mantIene una
imagen. El que nace, vive, se queda y muere ahí. Si hay droga, no
se ve o, al menos, a mí no me convidaron.

De todas formas, mi "familia" (parientes lejanísimos que ni me


junaban) viene de un origen humilde. Hay una extrema valoración
por el esfuerzo. Son más que serviciales, corrieron a comprar una
sandía, vino sanjuanino y demás sólo para que yo los probara. Hay
detrás de un querer ser, una identidad genuina de pueblo, un sen-
timiento de familia y valores fuertemente consolidados. Me sentí
muy bien con ellos. El domingo caminé por la ciudad y el lunes a
primera hora me despedí mientras me insistían que me quedara.

VALLE FÉRTIL, EL DEBUT TURISTA

De la casa de Tota fui a Valle Fértil. En el micro intercambié


mates con Rodrigo y Natalia, una pareja de Caballito, quienes fue-
ron mis compañeros de viaje durante los dos días que estuve en el
pueblo. Visité Ischigualasto, Valle de la Luna y, por primera vez,
fui turista. Nos arreaban bajo los cuarenta grados de temperatura
para que tomáramos fotos y volviéramos rápido a nuestros trans-
portes mientras el guía explicaba cosas tales como "la siguiente
geoforma tiene forma de tren o gusano por eso es que se lo llama
"el gusano"". Tras vivir un largo tiempo en Ushuaia y trabajar en
turismo, estar por primera vez del otro lado se me hacía difícil.
Creo que lo que más me costaba era ser la que sigue a la manada,
en lugar de liderada. También se me dificultaba digerir la idea de
que no sólo no me pagarían por esa excursión, si no que yo la es-
taba pagando.
En Valle Fértil acampé y ahí descubrí que el acampante o,
mejor dicho, la acampante va siempre con novio. El hombre viaja
con novia o amigos. La chica que acampa está con su novio al
lado. Pareja tras pareja subía en la combi mientras se hacía cada
vez más claro que el hombre necesita deleitarse con la belleza fe-
menina y la mujer sólo necesita ... a un hombre alIado.

14
Hay miles de detalles que podría agregar. Espero ir poco a
poco narrando giladas en elfeis buk, a ver si alguien logra darle
una utilidad de una vez por todas. Tengo videos y fotos. Planeo
subirlas.

Me gustaría que respondan contando algo de sus vidas. Omi-


tan el "uh, loooca! qué jlaaash! Saludos"; para eso ni contesten.
Si tienen datos para pasarme, háganlo. Si les surge el impulso de
tomarse un micro, háganlo también.

Me debería despedir con alguna frase poderosa que encierre


la mística del viaje, pero no se me ocurre nada. Sólo les puedo
decir que está bueno. y, como ya las Azúcar Moreno lo dijeron
en su "Apoteosis del baile en la postmodernidad", sólo se vive
una vez...

Abrazo

Zof

EL PLACER DE VIAJAR

Descubrí que me gusta tomar micros. Disfruto del tiempo que


media entre un lugar y el otro. Es como si uno ingresara en una
suerte de limbo en donde no se sabe qué le deparará el destino en
la siguiente parada. Se siente adrenalina ante las expectativas fu-
turas, pero no ansiedad porque aún no se está en medio de la "ac-
ción". El "mientras tanto" es una pausa, un momento de relajación
en el que uno no se pregunta si la está pasando bien o mal. Es un
stand by ante un futuro incierto. No hay bolsos que cargar, no es
necesario cuestionarse dónde se pasará la noche. Es una micro es-
tadía. Un destino en sí mismo. Un nexo entre un punto y otro que
se convierte en una ciudad más: "el micro". Un par de horas dur-
miendo o simplemente esperando, tranquila, lo que vendrá.

15
LA RIOJA, SOME LIKE IT HOT

Calor, mucho calor.

Estimadísimos,

Mi viaje a La Rioja arrancó con traspiés e inconvenientes. Pre-


domina en el norte la noción de que "oficina de informes" es un
espacio al que uno va a informar. El intercambio es unilateral y la
información la tiene que proveer el turista. Así, en la casilla de in-
formes de la plaza principal de La Rioja cuando pregunté por un
hostel, me mandaron al Hospedaje de la Florida, lugar lúgubre y
tenebroso donde sólo faltaban Hipólita y el astrólogo.
Salida de un cuento de Roberto Arlt, una señora en pantuflas
demandó cuarenta pesos por noche en un clima sofocante y opre-
sivo de abandono. Volví a la plaza y las chicas de la oficina me di-
jeron que en la otra cuadra había un hostel pero que creían que
estaba cerrado. Que fuera y me fijara. Ellas me.tenían los bolsos.
Una escalera abandonada confirmó que ahí había cualquier cosa
menos vida humana. Volví a la plaza y las chicas me dieron el te-
léfono de Carlos Bacier, el dueño del "hostel" para que 10 llame.
Carlos me dijo que tenía a dos personas y que por eso debía pasar
a eso de las diez a abrirles la puerta para salir (sic). Lo esperé hasta
las once acompañada por Sebastián, un puestero riojano que vendía
desde alicates hasta bakugans. Después decidí irme al camping.

Ahí estábamos yo, los perros y la música fuerte. Volví a la ciu-


dad, dejando mi carpa armada, yen el colectivo charlé con el ins-
pector de tumo. No lo quieren a Menem. Hizo menos que los
Kirchner. Visité el museo sacro, una gran farsa para vender arte-
sanías; el museo folklórico, donde uno de los empleados me ex-
plicó desde cómo se hace el vino patero hasta dónde se meten las
brujas en la montaña; y el Inca Huasi, un cúmulo de resabios ar-
queológicos de lo más diverso que nadie sabe realmente a quién
pertenecieron ni cuándo ni para qué. Lo único que se me ocurrió
al ver las pipas, tinajas, vasijas y demás elementos artísticos fue
que predomina entre los occidentales una clara tendencia a la in-
volución.

16
CHILE PEQJ!EÑO

Hui de La Rioja a Chilecito. Fui directamente al hostel que me


habían recomendado en la "oficina de turismo" para descubrir que
era en realidad un hostAl y que setenta pesos era un poco mucho.
José Luis me dejó la noche a cincuenta, porque es macanudo y no
tenía a nadie más.
Encontré poco mochilero, pero cuando lo ves, lo identificás a
kilómetros de distancia. El pelo, un instrumento a cuestas, la ropa,
la forma de andar. Uno intercambia miradas y fluye en el aire un
entendimiento mutuo que prescinde de palabras. Hay una cama-
radería y conexión propias de colegas de un mismo rubro.
En la bodega, una pareja de cordobeses me habló del micro de
línea que tomó cuyo chofer, Ariel, era tan copado como para parar
en los puntos más atractivos de la cuesta para tomar fotos. Así que
de ahí salí para la terminal y pregunté en Ilontransporte, o algo
así, cuándo salía Ariel para Villa Unión y al otro día me tomé el
micro para ver la cuesta de Miranda con Ariel, el chofer copado
que te deja sacar foto.
Ya en el micro intercambié miradas con Ariel y al rato saqué mi
cámara. Explícito mi talante de turista, más tarde me hizo señas para
que me acercara adelante para tener una mejor visión y ahí le dije
lo aclamado que era entre los mochileros sin plata para hacer ex-
cursiones. Fuimos por un camino de ripio bordeando una cuesta;
un precipicio, rodeado por todo tipo de colores y paisajes. Al sen-
tarme adelante, lo vi a Emiliano, el mochilero estereotípico que
había cruzado minutos atrás en la ciudad. Viajaba con su guitarra y
un amplificador. Oriundo de córdoba, iba por ahí cayendo en la casa
de sus amigos artistas. Bajó en un pueblito casi inexistente y yo
seguí hasta Villa Unión. Quedamos en vemos por Catamarca.

17
EL ÁNGEL MIGUEL, TALA M PAYA y EL ROMANCE
(LO QYE TODOS ESTABAN ESPERANDO)

En Villa Unión, el chofer macanudo y varios locales me co-


mentaron que un atractivo del pueblo era ir al cementerio a ver
la tumba de un bebito milagroso. Y fui.
El lugar estaba lleno de placas, regalos, juguetes, fotos, agra-
decimientos. Miguel realmente hacía milagros. Así 10 consta-
taban las cientos de cartas que le agradecían sus servicios
prestados. Desde sanaciones hasta reencuentros. Miguel 10
podía todo. Sólo era cuestión de acercarse y pedir.
Las estrellas fugaces se habían llevado todos mis deseos, así
que sólo se me ocurrió mandarle saludos a Meli.
En la tumba estaban los padres, ocupándose del lugar, de te-
nerlo ordenado. Miguel estaba en una caja de cristal. Era posi-
ble verlo.

Desde Villa Unión fui a Talampaya, donde, tratando de evi-


tar el turismo convencional, acampé a cielo abierto. Indescrip-
tible. Vi tantas estrellas fugaces, que ya no sabía qué más pedir.
Pensé en una notebook, me vendría bastante bien.
Camino al parque nacional conocí a Esteban. Oriundo de un
pueblo de Buenos Aires, se enorgullecía de viajar solo y acam-
par. Siempre.
No voy a decir que mi corazón estalló al verlo, pero un via-
jero solo siempre llama la atención. Más todavía después de la
cantidad de miles de novelas románticas que una se comió toda
la vida. A ver, viajo sola, por el mundo, voy en busca del gringo
que vive solo en la playa para tener ese romance intenso con
una balada de los Beach Boys de fondo. Eso 10 sabemos todos.
Mi plan es acampar en el parque para hacer una caminata al
día siguiente. Increíble. Sin luz eléctrica y en medio de la nada,
el cielo adquiere dimensiones indescriptibles.
Ahí no va que ya pienso que quizá me gusta Esteban. Espero
toda la noche alguna muestra de interés pero nada. Me duermo
tarde y mal con el gusto amargo de un romance frustrado. Una
cagada.

18
Por la mañana nos enteramos de que la caminata por el par-
que Nacional no estaba disponible sino hasta el otro día (esta
era la opción más aventurera. La segunda o más bien, la pri-
mera, era un bus cargado de turistas. Mi experiencia en Ischi-
gualasto me llevó a descartarla sin más). Decidimos, entonces,
acampar una noche más en el parque.
Esta segunda noche hay más gente. Ya no quedan dudas de
que sólo vamos a armar una carpa y el romance tan esperado
pierde toda su magia, como huevo en agua que se deja dos mi-
nutos de más y se convierte en duro.
Una lástima. Ahí aprendo dos cosas: que la próxima vez que
me guste un tipo, daré el primer paso yo y que hollywood me
ha cagado bastante el bocho.

19
CATAMERCA,
THE BEAUTIFUL PEOPLE

Tras acampar a cielo abierto en Talampaya, llegué a Fiambalá


a la una de la mañana.
No sabía dónde estaba, cómo era la ciudad ni dónde iba a que-
darme. Con toda la serenidad del mundo crucé la ruta y en medio
de la nada había un jardín junto a una casa que servía las veces de
espacio para acampar. Estaba salvada.
Ya en Catamarca mi capacidad de supervivencia se había des-
arrollado significativamente. Era muy difícil hacerme entrar en
pánico.

Al otro día madrugué, caminé hasta "información turística" y


ahí me dijeron que para ir a las termas debería pararme en el "par-
quecito" (un cruce con una flecha que dice "a las termas" en el
medio de la nada) y esperar a que alguien me levante. Con mi
mega mochila (pensaba acampar allá) esperé, esperé y esperé.
Hasta que llegó Julieta que con las mismas intenciones me hizo
compañía durante el resto de mi estadía en Fiambalá.

A las termas llegamos al mediodía y porque pedimos por el


móvil número seis de remises Duna que te hace descuento, sino,
seguiríamos esperando. Ahí disfrutamos del agua termal y de unas
deliciosas birras frías mientras las varillas de mi carpa se quebra-
ban por los fuertes vientos.

Con Julieta y en Catamarca aprendí a disfrutar, por primera


vez, del no tener nada que hacer. Mi vida de ciudad me había acos-
tumbrado a segmentar mis días en ratos de ocio porque las obli-
gaciones determinan que todo tiene un fin. "No, no puedo hoy
porque mañana tengo ... ". "No, mejor después de las tres así...",
etc., etc. En Catamarca me di cuenta por primera vez en el viaje
de que no tenía ningún "tengo que". Que realmente no estaba si-
guiendo un plan determinado. Que no tenía ni idea de cuándo el
viaje terminaría y que mi única preocupación debía ser vivir. Y
sentirme bien.
Entonces lo intenté.

20
BUSCANDO A JULIÁN
11

Al otro día partí hacia el Shinkal, por un error contraté una em-
presa d1.fierentea la de Juliet~~ y fuimos por caminos diferentes.
Me quedaron sus charlas y uh sánguche que me había preparado
exclusivamente para mÍ. 1'1
I!l
"1

El.mIcro me deJo. ,i! . '


en un cruce, donde Justo estaba Roberto Var-
gas comiéndose un milanesa. 'El próximo micro tardaría una hora,
él justo iba para Belén.;
Fuimos coqueando con Roberto mientras me explicaba el pro-
ceso que llevan las nueces para ser vendidas en mariposa. Entró
al Shinkal (antes de Londres, antes de Belén) y me llevó hasta el
final del pequeñísimo mini pueblo que termina en las ruinas. En
el Shinkal no hay calles, ni número~, ni urbanización alguna. Es
por eso que ahí bajé y pregunté por Julián, mi amigo, que vive
con su novia y una bebita, Casandra (esas eran todas las especifi-
caciones que tenía sobre su paradero). En seguida me dijeron "ah,
sÍ. Justo detrás de Marcelo". Corrí hasta la camioneta de Roberto
y me acercó hasta lo de Marc~lo.

Le caí a Julián. Me quedé esa noche con elloS. Vi su campo, la


casa de barro recién hecha, su estilo de vida, las increíbles ruinas
incaicas a media cuadra y por primera vez sentí que estaba en un
lugar en el que me quedaría. ~or primera vez sentí que estaba ante
gente que lo ten~a todo. 1;
IJ

Al otro día partí para Beléh con la docena de empanadas case-


ras que compré por doce pesA en la despensa de ahí a la vuelta.
H
¡,l

21
SALTA, LA BURGUESA

Abandoné Santa María, Catamarca, tras acampar al lado de


unos puestos de feria para dormir las seis horas que mediaban
entre mi llegada y mi partida. Llegué a Salta Capital y busqué hos-
tel para poder ir con mi amigo Néstor (él llegaba más tarde).

Salta es linda (de ahí viene su apodo) y está llena de turistas. Se


nota lo prolífero, el caudillo, la exuberancia. El sábado visitamos
San Lorenzo. El Beverly Hills salteño. Llegamos hasta un río, pa-
samos la tarde y a la vuelta quise ver cuánto salía una mega casona
que mostraba en un cartel hecho a mano la palabra "hostel".

Por cuarenta pesos tuvimos una mansión, pileta, parque cerve-


cero, jardín y un mega desayuno ... Sin saberlo en ese mismo ins-
tante (y tras las cervezas, empanadas, asados y demás compartidos
con Néstor) me estaba despidiendo de la carpa. Pasamos el do-
mingo en ese paraíso burgués simulando pertenecer y al día si-
guiente volvimos a Salta capital.

]U]UY, EL PARAÍSO DE LA MOCHILA

Salimos de Salta capital con Marcos, un cordobés muy maca-


nudo que en su auto nos paseó a Néstor ya mí por toda Jujuy.

Nuestra primera parada fue San Salvador. Ahí almorzamos,


después de visitar la oficina de turismo y descubrir que a las tres
de la tarde ya no hay restaurantes abiertos.
Jujuy está acostumbrada al turismo. Te recibe con carteles y
hasta el pueblo más chiquito cuenta con sus mochileros pululando
por ahí.
Nuestra segunda parada fue Maimará, cinco kilómetros antes
de Tilcara. Pueblo diminuto con un estilo muy propio y particular
que habría de repetirse por toda Jujuy. Casa de barro, callejuelas
diminutas, hombres octogenarios ... y boludos sacándoles fotos.
Tilcara vomitaba mochileros. Había tantos que las propias leyes
fisicas los expulsaban. Por eso, muchos pernoctaban en Maimará.
22
EL MOCHILERO COMO GRUPO SOCIAL

Según mi entender, hay demasiado mochilero. Tanto que uno


les toma bronca. Fue raro, el circuito más popular arranca por Tu-
cumán, sigue por Salta y concluye en Jujuy. El que puede avanza
hasta Perú. Es por eso que ni en San Juan, La Rioja o Catamarca
me crucé con muchos de estos colegas sucios y portadores en ex-
ceso de macramé. Las primeras semanas de mi viaje me extrañé
de no ver juventud, de no encontrar viajeros, o sólo muy pocos.
Ahora redundan. Ahora lindan con el cliché. Toooooodos llevan
una guitarra, toooodos tienen una trenza en la cabeza, tooodos
usan ojotas. Y todos son amigos de todos.

Yo no. Yo ya tengo amigos. A mí no me caen tooooodos bien.

Entonces experimento una suerte de reacción alérgica ante la


masividad de ciertos lugares. Después de pasar algún día sola,
busco el contacto con el otro. Pero creo que mi nivel de tolerancia
no supera el par de horas. Automáticamente empiezo a desarrollar
un fuerte desprecio y necesito volver a estar sola. Es raro y bas-
tante contradictorio. Principalmente porque soy macanudísima la
primera hora y media, el pobre incauto que charla conmigo
muerde el anzuelo y al día siguiente, cuando intenta retomar los
incipientes lazos de una futura amistad, se topa con un muro de
piedra que súbitamente se va o se pone a leer en un costado. Lo
más gracioso es que yo pertenezco al rubro.

Los mochileros oscilan entre los 18/20 años y los 25, quizá.
Vienen a copar espacios de forma bastante intrusiva sin siquiera
percatarse de la existencia del que los habita. No tienen noción de
si caen bien, si son bienvenidos, si la gente los tolera, etc, etc. para
ellos está siempre "todo bieeeeeen". Vienen de vacaciones. Son
estudiantes, muchos trabajan también. Vienen a buscar amigos.
Arrancan el viaje tres y terminan siendo quince. Les gusta mucho
abusar del alcohol y las drogas.

23
Yo me siento al margen. No soy chola, no soy local. No puedo
ubicarme en el espacio del que habita el pueblo. Pero tampoco
voy por dos semanas con amigos a romperme el coco. Tengo ojo-
tas porque son cómodas. Pero trato de bañarme y, en general, cam-
bio bastante de ropa porque llevo mucha. Sus vacaciones son mi
búsqueda personal. Entonces no pertenezco ni a un grupo ni al
otro. Oscilo en el medio entre charlas e interacción con los locales
y mates y caminatas con los visitantes. Pero ambos grupos me son
ajenos. Debería fotografiar la cara de los pibes cada vez que digo
donde arranqué, para donde voy y cuando termina mi viaje. La
noción de "no vuelvo. No sé cuánto tiempo voy a viajar. Sí, voy
sola. Trabajaré por ahí, soy profesora de inglés" genera un silencio
raro.
En general, el comentario automático que suscito es "uh, yo
quiero hacer ese viaje". Y empiezan a preguntar detalles de mi iti-
nerario. Ahí siempre tengo que justificar por qué me salgo del sis-
tema y entra un "terminé con mi pareja, me recibí, yo estaba en
Ushuaia ..." y eso. Con los que adquiero más confianza puedo lle-
gar a tirar un "perdí a una amiga" y de ahí en más cualquier otra
justificación se vuelve innecesaria.

TILCARA O EL 'ABURGUESAMIENTO"
DEL MEDIO DE LA NADA

En Ti1cara nos recibió el "enero tilcareño" y doña Ca1ixta


Salas, la abuela de Néstor. Nos quedamos en su casa varios días.
Conocí y caminé por su quinta y los dos jardines inmensos que
riega religiosamente todos los días a las seis de la mañana. Ca1ixta
nos deleitó con sus sabrosos guisos, habas con queso de cabra,
dulce casero y demás.

Ti1cara es un híbrido. En medio de callejuelas angostas con


casas antiguas y de barro aparece un local de accesorios salido de
Plaza Serrano. Un determinado perfil social descubrió la "magia"
de Ti1cara, su esencia de antaño, su mística especial y la constante
sensación de estar detenido en el tiempo que genera el caminar
por sus calles. Y se dio la invasión. Así, se puede encontrar el bar

24
de don Julio, justo alIado del nuevo hotel boutique que tiene otra
de sus sucursales en Palermo Hollywood. Las dos realidades con-
viven con una armonía artificial. Los locales de chucherías, ves-
tidos y alhajeros de plata intentan reproducir la arquitectura del
lugar para no "desentonar". Sin embargo, doña Calixta nunca los
frecuenta. Ya que nunca precisó nada de lo que ofrecen. Con su
huerto, sus faldas y el mismo gorro que usa cada día, le alcanza y
le sobra.

EL FIN DE UNA ERA

Nuestro segundo día en Jujuy visitamos Humahuaca. Casi no


vi vacas, así que supuse que la de la canción había muerto en los
setentas, por subversiva.
A lo largo del viaje en auto vimos llamas y la pérdida gradual
de vegetación. A medida que subíamos en altura las montañas eran
cada vez menos verdes y los cactus abundaban.
En Humahuaca paseamos por el mercado de artesanías (muy
similar al de Ti1cara, Purmamarca, Villazón y cada pueblito de
toda Jujuy. Lo único que variaba eran los precios).

El miércoles fuimos hasta La Quiaca. Cruzamos después a Vi-


llazón, Bolivia, y compramos los pulóveres, bolsos y polainas re-
queridas para uniformamos como mochileros.
Atravesamos el Trópico de Capricornio y tomamos la foto obli-
gada. Esperamos horas para que Néstor desarme su bicicleta
nueva y volvimos. Cansados ya de ver tantos colores, pulóveres
y lana.

Al día siguiente partió Marcos y con Néstor visitamos la Gar-


ganta del Diablo y Purmamarca. El cerro tiene más de siete colores
y los paisajes son increíbles.
El sábado sufrimos una sobredosis de amistad con Néstor y
nuestro vínculo colapsó. Es por eso que agarré mis bolsos y me
fui a San Salvador, a comprar cheques de viajero.

25
EL NOROESTE, FERTILIDAD VS. ALTIPLANO

Con respecto a la gente local... acabo de descubrir una mar-


cada diferencia. En San Juan, La Rioja y Catamarca la gente era
en general súper amable y servicial. Orgullosos de que nadie
toma lo ajeno, con el tiempo uno corrobora que no cuentan ni
con la energía de levantarse a agarrar algo que no les pertenece.
El estilo de vida es tranquilo, calmo, la siesta es sagrada, aunque
el calor sea tolerable. Jujuy es diferente. En Jujuy hay demasia-
dos mochileros. Jujuy está tomada. Y creo que a la gente ya no
le caemos tan bien.
En general son lacónicos. Cerrados. Amables también, pero
más difíciles de entrar. La carga étnica es explícita y visible. Se
percibe en el aire el quiebre con lo occidental y uno es gringo.
Uno es el otro, el afuera que penetra como si nada. Viene, va, se
divierte y saca foto de la gente local que es... "ay, ¡de pintoresca
con sus trajecitos yeso! Una monada".
Bolivia es aún más fuerte. Sólo crucé a Villazón por unas horas,
pero las cholas no te quieren. A las cholas no les caemos bien. El
turista es un mal necesario y no hay predisposición a un intercam-
bio cultural. Más cuando es evidente que ninguna de las dos partes
tiene interés.
El riojano te charla; el catamarqueño te saluda; el jujeño te
mide ... pasa, te mira y sigue su rumbo por la montaña. Inmerso
quién sabe en qué pensamientos que son sólo suyos. Imposibles
de descifrar.
No se me ocurre nada más. La ojota al cruzar el río y la cá-
mara al ir a San Isidro fueron mis únicas bajas hasta el momento.
Saqué muchas fotos y planeo subirlas pero tengo la sensación de
que las tomé de compromiso. Porque gasté mucho en una cámara
(que se me rompió, ¿les dije? igual está en garantía.). Nunca tuve
cámara, me gusta más recordar las cosas a mi modo. No quiero
ver los paisajes a través de una lente y hasta yo me embolo cada
vez que empiezo a ver las fotos que saqué. Pero a veces me di-
vierto haciendo caras o sacándole a cosas raras (como quinientos
mochileros todos juntos en una terminal, por ejemplo). No extra-

26
ñaría mi cámara. Sólo me molestaría no recuperar esa inversión
que me garparía dos semanas más de viaje ...
Un abrazo grande
Zoj

EL DESTINO TEJE SUS HILOS

Llegué a San Salvador en plena tormenta. Cortes de luz cir-


cundaban la ciudad y las calles estaban inundadas. Crucé empa-
pándome para llegar a un residencial, donde no había lugar para
una persona sola. Me acerqué a otro y por 40 pesos dormí en una
pieza diminuta con ventanas internas y ... ¡tele!
Bruce Willis me acompañó esa noche. Comprobé por cuarta
vez que realmente no se lo mata con nada.
Al día siguiente, domingo, me mudé a unhostel como la gente.
Más barato y con turistas. Ahí vi más porteños y conocí a Emma
ya Nadia, dos francesas con las que a la tarde jugué al pool.
En el Banco Francés me aconsejaron que use débito en vez de
comprar cheques, así que mi visita a San Salvador fue innecesaria.
O bueno, quizá sólo tenía que ir a conocer a Emma.

BREVE VUELTA A SALTA, IRUYA

lruya está en la ladera de una montaña. Lejos. Arriba. Por un


camino de ripio al borde de una cuesta. Es por eso que cuando
llueve los micros no llegan, porque el camino se deshace y el río
impide el cruce.

En Humahuaca esperé varias horas hasta saber si agregaban o


no un micro extra para cubrir a los 150 mochileros que íbamos
para lruya. (Sí, los pueblitos en medio de la nada pierden algo de
su magia cuando están colapsados de rastafaris. Pero bueh, yo
estoy de ese lado). Cuatro micros con cuarenta pibes cada uno sa-
lieron a las seis de la tarde para llegar cerca de las nueve. Ya me
tomé el trabajo de describir este fenómeno social en la crónica an-
terior, ya saben quiénes me acompañaban. Es por eso que opté por

27
cambiarme de lugar y sentarme junto a un tipo de cerca de setenta
años con fuertes rasgos aborígenes que andaba leyendo una anto-
logía de cuentos andinos que me llamó bastante la atención.

Julio Maiza, psicólogo social de la UBA y de la facultad de las


madres, iba a Iruya a encontrarse con un hermano de la comunidad
kolla para trabajar las problemáticas de los pueblos originarios.
Tras hora y media charlando sobre la construcción de la subjeti-
vidad del oprimido, llegamos al río crecido, donde los micros pa-
raron y, tras bajar nuestros bolsos, nos instaron a caminar el
kilómetro restante hasta el pueblo que se veía a 10 lejos. En medio
de la oscuridad, los 150 pelotudos nos ayudábamos entre nosotros
para cruzar el río. Así fue como perdí una de mis ojotas. Todos la-
mentamos su desaparición. Yace en el lecho del río.

Ya en el pueblo, Griselda, parada en medio de la calle, nos ofre-


ció alojamiento por veinticinco pesos la noche. Fuimos con Julio
a una habitación doble y, como les anticipé en el mail anterior, me
pasa esto que después de un rato la gente me ... cansa. Pagué dos
noches y oí tras la puerta que Julio planeaba decidir su estadía de
acuerdo a mis movimientos. Viajo sola y cualquier manifestación
de organización conjunta (sin mi previa autorización) me irrita.
En extremo.

Hicimos una caminata a San Isidro. Pequeño pueblo a siete ki-


lómetros de Iruya que recientemente recibió la luz eléctrica. El
cruce del río fue difícil y la caminata, larga. Ahí perdí a Julio y
volví con Emiliano. y el colo. No tardé mucho en darme cuenta de
que la gente mayor es genial para disertaciones filosóficas, pero
las caminatas de siete kilómetros en subida son mejores junto a
gente más joven.

Al día siguiente visitamos con Julio al hermano Bernabé.


Julio dejó varios cds con información sobre los pueblos origi-
narios. Todas las noches, Bernabé exhibe una película/ docu-
mental filmada en Iruya (Río Arriba) sobre cómo se explotaba a
los nativos en la zafra. Luego se arma un debate. Julio fue invi-
tado a participar y yo me ofrecí a difundir el evento para lograr

28
más convocatoria. Tras repartir un par de volantes, fui a ver el
documental. La película se proyectaba dentro de una carpa im-
provisada a cambio de un bono de contribución obligatoria (sic)
de diez pesos. Sí, contradictorio. En el documental se lo ve a
Bemabé explicando que su pueblo prescinde del dinero. Después
de la finalización de la peli, te venden gaseosa, vino y empana-
das. Caros. El doble discurso de Bemabé dejó a Julio un poco
desilusionado. Yo no podía evitar divertirme ante la incon'stancia
y contradicción del ser humano.

En esos días conocí también a Yero, Lucía e Irina. Con Yero


nos veíamos cara conocida hasta que le pregunté si no había visto
el documental de Poca Vida, un punk decadente de los ochentas,
en el complejo Tita Merello. Efectivamente. Nos conocíamos del
mundo bizarro de la capital. Lucía y Yero me recomendaron mu-
chos autores para leer en un viaje y después las tres escribieron
en mi libreta fragmentos de libros y dedicatorias. Como esta:

"El tiempo es el mismo para todos los seres humanos, pero cada ser
humano flota de distinta manera en el tiempo."
(Yasunari Kawabata, Lo bello y lo triste)

Las chicas y Julio se fueron el mismo día. Yo decidí quedarme.


Casi cinco días pasé en Iruya. Esa misma noche llega a mi ha-
bitación Dániel (sí, Dániel), un suizo de 23 años. Boy scout. Jun-
tos fuimos a ver a Venteveo, una banda pseudo manuchaense que
hacía covers transformados como por ejemplo "Leche Herví". El
estribillo de Let it Be repetía "leche herví, leche herví. leche herví,
leche herví... como no había nada, leche herví". Contaban con
piano, violín, guitarras y charango. Para el medio de la montaña
era una súper producción. Proliferan la música y los buenos artis-
tas por el norte.

Esa tarde, de camino a lo de Griselda, súbitamente aparece


Emma, una francesa que conoCÍen San Salvador. Pasamos la tarde
juntas. Volví a verla en Yavi y hoy estamos saliendo juntas a re-
correr Bolivia ...

29
El camino de vuelta desde Iruya fue nuevamente por esa ruta
de ripio en la vera de la montaña. Ya no estaba hablando entrete-
nidamente con nadie así que fueron casi dos horas de tensión al
borde de mi asiento intercaladas por segundos de relajación, sus-
piros y halagos internos al chofer. Toda una experiencia.

Espero novedades de ustedes. A veces no respondo uno por uno


porque esto me toma mucho tiempo y no ando por el mega cosmos
virtual seguido. Pero leo todo, TODO, ¿eh? No se achanchen

Un abrazo

Sofi's

YAVI, DESPIDIÉNDONOS DE ARGENTINA

Yavi es sencillamente maravilloso. La atraviesan arroyos. La


circundan montes, no altas montañas. Esto genera una sensación
de paz y sosiego en lugar de la opresión un tanto sofocante de los
valles encerrados por grandes cadenas montañosas.
El pueblo es diminuto y está delimitado por paredes de piedra,
vaya uno a saber de qué año. Hay una iglesia, un museo y la vieja
casa de un marqués que desposó a su mujer a los once años de
edad allá por el siglo XVII. Se respira en Yavi un aire de antaño.
A diferencia de sus pares (Iruya, Tilcara, Humahuaca), Yavi tiene
un fuerte estilo colonial que la aleja del rótulo de "pueblito". Tiene
un porte señorial. Atravesada por diversos caminos, uno puede
imaginar a la señora de la casa paseando por sus fincas.
Detenida en el tiempo, Yavi es un viaje a la colonia, a la con-
quista española y al choque de culturas. El silencio es sepulcral.
Las áridas lomas a la distancia contrastan con las arboledas que
proliferan. Yavi es fértil. Predominan las plantaciones, quizá cen-
tenarias.
Yavi es un oasis. Espacio selecto de antiguos señores feudales
y marqueses que, al parecer, no se resigna a perder su viejo pres-
tigio en el escalafón social.

30
BOLIVIA A SECAS

VILLAZÓN
Bolivia es otro país ... vaya descubrimiento. Predominan las
cholas con sus polleras, sombreros y sopas. El concepto de
"cliente" occidental no existe en Bolivia. Los intercambios con
las vendedoras son del tipo:
-" Buenos días, ¿no tendría como este de otro co-"
-"No."
-"Pero ... "
-"No, no quedan."
Mientras uno mira pasmado las pilas de ropa que circundan.
Tienen, ya sea, una increíble pereza o un extraordinario control
de stock.
Todo se regatea en Bolivia. Aunque el precio ya sea de por sí
irrisorio (pulóver de alpaca, 23 pesos; bolsito lindo, 10 pesos. No,
acá no existe Mastercard. Ni se necesita).

TUPIZA

El tren de Bolivia fue un shock. Tras años de viajar en el Roca,


subir a un tren por 12 pesos en un viaje de cinco horas con asientos
tapizados, reclinables, tele y baño fue ... impensable.
En primer lugar vimos videos musicales de cumbia boliviana.
Todas historias de amor truncas interpretadas por actores de alga-
rrobo. La música era alegre y amena.
Los videos fueron seguidos por un especial en español del His-
tory Channel sobre Nostradamus ... raro.
Súbitamente el paisaje se abrió. Veíamos un valle, montañas,
cactus, verde. Era una postal.
Casi llegando a Tupiza volvieron los videos. Esta vez clásicos
de los 80's norteamericanos que no conocía nadie. El tren se su-
peraba a sí mismo minuto a minuto.
Al bajar en Tupiza automáticamente nos ofrecieron hospedaje.
Optamos por un residencial de 25 bolivianos (sí, menos de 15
mangos). Agua caliente, habitación doble privada.
El día siguiente era día de feria. Recorrimos los diferentes mer-

31
cados y desayuné cocoa con sopaypilla. O sea, cacao preparado
con agua en lugar de leche y torta frita. Probamos también banana
frita, nueces bolivianas, arvejas tostadas y un turroncito muy rico.
Mascando coca descubrimos también que existe una suerte de
saborizadores. De color gris y con forma de excremento canino,
los bautizamos "cacá". Con tono de entendida los miro y digo "ah,
abono. Fertilizante", mientras las cholas se me cagaban de risa en
la cara. Compramos Cacá y sacamos muchas fotos. Con Emma se
inició una nueva forma de viaje. Me volví turista. Me hice gringa.
Mientras yo regateaba, ella sacaba fotos. Cada una desarrolló su
rol en el dúo.

No me daba el cuero para seguirle el ritmo a una europea que


viaja con libras esterlinas, pero ella se adoptó a mi economía.
En Tupiza hicimos una excursión. Tras regatear, tuvimos des-
ayuno, 4x4, cabalgata, almuerzo y vuelta en bicicleta ... todo un
día. Mis músculos lo sintieron por toda la semana. Uno de nues-
tros guías, Alejandro (guía y dueño, la agencia se llamaba Alejan-
dro Travel Agency), nos habló de la pacha mama, la conexión con
la tierra, la importancia de chaiar (entregar parte de lo que se bebe
a la madre tierra) y demás.

Debo reconocer que los primeros veinte minutos de cabalgata


me sentí una estúpida. Con gorro de vaquero, me sentía una gringa
idiota y compadecía al pobre pingo que me cargaba. Después de
galopar, la sensación fue diferente. En medio del desierto, rodeada
de formas rocosas de todo tipo, me di cuenta de que nunca podría
haber llegado a ahí caminando, menos por mi cuenta. Nuestro guía
tenía catorce años, cabalgaba desde los diez.

Subimos el último tramo al ritmo de los Backstreet Boys (más


tarde descubriría que en Bolivia suenan. Mucho), en una 4X4 que
llevaba arriba las bicicletas con las que bajaríamos. Casi una hora
de dolor de orto, rodeada por una vista increíble, yendo por una
bajada súper pronunciada.

Pasamos nuestro último día en Tupiza en una casa vacía que


Jorge nos dejó a 15 bolivianos por persona. Su residencial estaba

32
lleno porque el plantel completo de Bolívar (que jugaba el super-
clásico en Tupiza contra "The Strongest". Sí, The Strongest) se
hospedaba una noche. Cenamos esa noche con Sara, de 17 años.
Nos contó que vivía en un pueblo cercano e iba a trabajar al resi-
dencial de Jorge por el verano. Trabajaba de lunes a lunes por 300
bolivianos mensuales ... casi el precio de nuestra excursión.

¿Q1JÉ GUSTO TIENE LA SAL?

Al día siguiente volvimos a subir al tren rumbo a Uyuni.


Llegamos a medianoche y nos hospedamos en un hostel fan-
tasma sin personal que nos recibiera. Ahí Emma se cruzó con Ca-
rine, una francesa amiga de la familia y su novio.
Almorzamos con ellos y terminaron haciendo la excursión al
salar junto con nosotras. Debo reconocer que no disfruté las horas
de conversación en francés que tuve que presenciar. Pero para el
tercer día, ya conocía bien a Carine e Iván y me caían más que
simpáticos.
Viajamos también con Oscar, un holandés de padre colombiano
y Patricia, una médica italiana. Nuestro chofer y guía era Richard,
nuestra cocinera, Clementina.

Las salinas fueron un sueño. Un desierto blanco. Miles y miles


de kilómetros de pulcritud.
Visitamos un hotel de sal y nos sacamos fotos locas.
Como el espacio es plano y extremadamente amplio, no hay
nada en la cercanía que sirva de referencia para la percepción de
los espacios y tamaños*. Por eso, en las fotos se puede generar la
impresión de que una zapatilla es gigante o que una persona se
está comiendo a otra.
Nos detuvimos en un punto bastante concurrido, pero más tarde
volvimos a parar en medio de la nada. Sólo la camioneta y la sal.

* Intentode explicación fisico-cuántica de por qué se puede manipular las


formas y distancias en el salar. Disculpen, hago lo que puedo.

33
Como era época de lluvias, el salar estaba bastante inundado.
Sin embargo, en nuestra segunda parada pudimos caminar tran-
quilamente.

Del salar fuimos a un pseudo valle de la luna lleno de forma-


ciones rocosas de lo más diversas. A lo lejos se veía un volcán en
actividad. Pensé bastante en Meli en ese momento, en todo lo que
yo estaba viendo y visitando. Siempre que pienso en ella me su-
merjo en una tristeza profunda que dura un rato. Automática-
mente, paso a pensar en su filosofía de vida, su energía y su
empuje y recuerdo que estoy viajando, viviendo cada día de forma
intensa, diferente y me siento vital y feliz de creer que ella va con-
migo o que al menos me inspiró a gozar cada minuto como si fuera
el último. y me alegro. Y le dedico mi vida y pienso para mis
adentros que vive a través de mí.

Pasamos la primera noche en un hotel de sal.


Durante el recorrido visitamos diferentes lagunas (colorada,
verde, hedionda y más). En la primera vimos flamencos. La verde
no tenía ese color porque llegamos demasiado temprano (parece
que sólo es verde por la tarde). La laguna Hedionda hacía honor
a su nombre. Vimos volcanes activos y geisers. Humos que salían
de la tierra. Bailamos a go go e hicimos todo aquello que una
quiere hacer con humo de fondo.

En la camioneta íbamos apretados. Nadie quería ocupar el


lugar de atrás, excepto Emma, que siempre está de buen humor y
dispuesta a todo (me hace acordar un poco a esa época mía en que
todo el mundo me caía bien. Por suerte la superé). Yo logré sen-
tarme adelante y ametrallar a Richard a preguntas, desde cuál era
el principal cultivo de exportación, pasando por el nivel medio de
escolarización hasta la opinión general de la gente sobre Evo. Fue
muy interesante charlar con él. Formaba parte de una cooperativa
que cultivaba tierras fiscales. Quinoa, principalmente. Pro Evo,
de más está decir.

Llegamos a las apuradas y revendí nuestros pasajes a Potosí


por dos a Oruro. El carnaval se avecinaba.

34
CARNAVALEANDO EN ORURO

El carnaval de Oruro fue increíble. El primer día desfilaban


grupos de comunidades. Hombres y mujeres de entre 50 y 70 años
con ropas típicas, flores e instrumentos.
El segundo día pasaron las comparsas. Los trajes y la forma en
que la gente baila y se compenetra con la danza son únicos. El or-
gullo y la expresividad con que los bailarines despliegan sus mo-
vimientos es dificil de explicar. Cada uno paga para ingresar a una
comparsa. También paga por la confección de su traje, el cual
puede oscilar entre los 200 y 500 dólares. Según la región donde
uno vive, el "tópico" de la comparsa varía. Pueden ser tinkus, mo-
renadas, diabladas, surís, etc. Es decir, el "tema central" de la com-
parsa puede girar en tomo a la conquista, los nativos, la llegada
de los esclavos de África o al mito que narra la historia del diablo
y sus cuatro plagas.
El sábado el desfile es sobrio y serio, porque se camina por
horas hasta la iglesia y se baila ante la virgen. El domingo es car-
naval, la gente se desata, ya no usan máscaras y todo es un des-
control.
El carnaval de Bolivia es muy diferente al de Brasil. Aunque
hay muchas chinas y diablas bastante sexis en minifalda, se exa-
cerba lo grotesco. Las máscaras y disfraces son atractivos y des-
agradables al mismo tiempo. Los rasgos están exagerados; las
sonrisas, los colores son más bien caricaturescos. Es la subversión
del orden; la liberación ante lo prestablecido; el caos.

El sábado nos encontró equipadas, cada una tenía su arma, su


máscara y una bolsa llena de bombitas cargadas.
La guerra fue feroz. Las gradas son una batalla campal de agua.
A sángre fría. Chicas y gringos eran el blanco principal. Yo era
ambas. Terminé empapada, pero también hicimos caer a muchos.
Proliferaba la espuma. Señores vendían botnbitas en cada esquina.
El carnaval movía millones. La mafia del agua.

35
COCHABAMBA, VUELTA A LA URBE

Del carnaval me fui a Cochabamba. Emma partió hacia Potosí


para rencontrarme en La Paz. Viajé con Francesco, un belga que
me fue contando la dolorosa ruptura que tuvo con su novia mien-
tras viajaba. Iba a Cochabamba a un curso de meditación.

Creo que Bolivia puede defmirse como el país de las ferias (hay
un mercado y feria en cada pueblo. No existe el concepto de súper)
o el de la diversión constante. El carnaval dura dos días más después
del domingo. Esos días no se trabaja. El tercero, sí. Pero la gente
súbitamente decide seguir con la fiesta y entrás a un negocio y te
dicen "no, no puede pasar", "¿por qué?" "porque hacemos fiesta".
Desde infantes hasta octogenarios te mojan; con baldes, bom-
bas, 10 que venga. El martes se quema la coa en las casas (brasero
con una plancha con figurines que representan 10 que uno necesita
"amor, dinero, salud, etc. "). El miércoles se hace 10 mismo en las
tiendas. Es por eso que los negocios abren pero la gente se limita
a tomar birra a morir, intercalando un sorbo con otro para la pacha
mama, "chaiar" es el nombre que recibe esta actividad.
Yo salí bastante ilesa del carnaval. Descubrí que los bolivianos
sólo te mojan de atrás y que es todo una cuestión de actitud. Si
una los mira con cara de "pibe, me mojás y sos boleta", si es menor
de 15, ni se atreve. Otra es pasar como asumiendo que no sos parte
de la fiesta y que nadie va a osar joderte por tu carácter de extran-
jera. También funciona.
En general, todos te tiran de forma furtiva. Desde un piso más
alto o por la espalda, actitudes que yo condenaba con un "tírame
de frente, ¡cagón!", seguido por las risas de los transeúntes. Pero
en pleno carnaval y cuando hay tipos de 50 años mojando ... ya no
hay reglas. Me mojaron, entonces decidí darme la vuelta y hacer
que al menos me conviden una birra. Así me quedé chaiando en la
mueblería de don Jorge con José, Juan, Pepe y qué sé yo cuántos
más que no dejaban que mi vaso se vacíe mientras me sacaban a
bailar uno tras otro. Porque justo andaba por ahí una banda, enton-
ces se nos pusieron a tocar alIado. Lo que se dice, un aventura.

36
BOLIVIA, EN LAS AFUERAS DEL MUNDO

La Paz nos gustó mucho. Nos quedamos en casa de locales. Está


metida en una suerte de pozo, es por eso que si uno llega de noche
la vista es increíble. Ahí visitamos las zonas más caras y las más
pobres. En el mercado del alto se vende ropa usada y hay un show
de chinas katchakanistas, o sea, lucha libre femenina con chinas.

El lago Titicaca es indescriptible. Cada día que pasaba los pai-


sajes se volvían más insuperables. La Isla del Sol con playas y
ruinas. La vuelta a la punta de una península en barco privado que
alquilamos por dos mangos. El atardecer en Yampupata camino a
Sicuani bordeando el lago y pasando junto a los campesinos era
surrea1... únicas turistas de la zona. Medio de la nada.

Bolivia fue otro mundo. Otra realidad. Uno se siente tranquilo.


Seguro. Se respira un aire de tristeza, la nostalgia del altiplano,
de años de opresión. La gente es parca. Tímida. Huraña. Pero ama-
ble y sumamente honrada.

Continúo esta crónica casi dos años más tarde. Ahora reco-
nozco que Bolivia representó, para mí, otro código. En Buenos
Aires naturalicé ciertos hábitos, objetos y comodidades que in-
corporé en mi vida como indispensables. Nunca me llamó la ten-
ción la máquina de boletos que llevan los colectivos; naturalicé
el bidet, el agua caliente, los supermercados y la comida enva-
sada. El subte siempre me pareció viejo y obsoleto. El tren Roca,
prehistórico. Tuve que pasar por Bolivia y llegar a La Paz para
ver las combis siempre con un nene que repite a grito pelado el
recorrido del mini bus para captar más gente, los mercados, las
ferias, las carreteras, los medios de transporte en general, la no-
ción de "tecnología" y el desarrollo de las urbes y entender que
no todos viven igual. Una obviedad que cuando enfrentás cara a
cara sorprende más de lo que uno cree. Ojo, no me confundan,
no estoy emitiendo unjuicio de valor y ubicando un estilo de vida
sobre el otro, en absoluto. Toda esa "carencia" genera un con-
tacto más genuino con la gente, las relaciones no son a través de
facebook en Bolivia y nunca me pareció que la gente sea menos

37
feliz que en Buenos Aires. Fue simplemente un shock caer en la
cuenta de que todo lo que para mí era básico y na!ural ... no existe
en otros lugares. Sin la necesidad de remitirse a A.frica para ejem-
plificar.
Ahí entendí de dónde viene nuestra malafama, nuestra maldita
pedantería. El porteño se siente superior porque su capital es os-
tentosa en comparación con muchas otras de Latinoamérica. Y
su estilo de vida es opulento, lleno de comodidades y lujos. Le
falta, quizá, al porteño la capacidad para mirar un poquito más
en profundidad y ver que la calidad de vida no pasa, pura y ex-
clusivamente, por la marca del coche o la velocidad de internet ...

BREVE PERÚ

El cruce a Perú se sintió ...

Súbitamente estábamos en una ciudad. Chica pero con ce-


mento, mucho. Llegamos en pleno caos civil. Había una huelga,
nuestro taxi recibió un piedrazo. Ya no estábamos en Bolivia. La
gente ya no era sumisa y servil. El cambio cultural se sentía.
En Puno fuimos recibidos por Álex, amigo de John Catacora
López, un couch surfer* . Afortunadamente, era el cumpleaños de
su padre, Pepe. Así que comimos, tomamos y bailamos con sus
abuelos de 80 años.
La mañana siguiente visitamos nuevamente el lago Titicaca.
En la isla de los Uros probamos la raíz de totora. Viajamos en una
de las canoas y fuimos despedidas con canciones, bailes y un
"hasta la vista, baby" de la gente local. Tristísimo. Hollywood lle-
gaba a todos los rincones del planeta.
En otra de las islas, por la noche no había electricidad. Intere-
sante. Al atardecer, volviendo de una caminata, nos encontramos

* Couch Surfing es un sitio de internet símil Facebook pero de viajeros.


Uno tiene su perfil y, si cuenta con lugar en su casa para recibir gente, se
puede albergar gringos por el mero intercambio cultural. Desde Bolivia en
adelante, Emma y yo pasamos muchos días y noches en casa de locales a
través de esta página.

38
con que se estaba proyectando en la plaza principal un documental
realizado por Cáritas. Los isleños miraban la gran pantalla y se
reían cada vez que lograban identificar a algún conocido. Yo hu-
biera hecho lo mismo, pienso ahora.

AREQJj/PA, PERÚ COLON/AL

Llegamos a casa de Paúl justo para el cumpleaños de su padre,


Rugo Gua, las pibas tienen tino) y ahí cocinamos junto con Vicky
y la tía Beba adobo, ocopa de maní y demás platos. Familia opu-
lenta (como ya había comprobado que todos los couch surfers que
hospedan son) su casa de tres pisos y cinco habitaciones tenía una
con dos camas sommnier y tele para Emma y para mí... un lujo.
Miré la entrega de los Oscars completa.
En agradecimiento, preparamos panqueques con dulce de leche
y nutella. También tomamos mate. La tía María agarró la bombilla
fuertemente y llevándosela a la boca con restos de yerba inquirió
"y esto ¿se come?".
Después de pasar un fin de semana completo encerradas co-
cinando con la madre y tía de Paúl, fuimos por dos días al cañón
de Colea. Los paisajes que vimos fueron indescriptibles. Sin em-
bargo, a dos meses y medio de mi viaje me daba cuenta de que
cada vez era más insensible a la "vista" que un lugar proporcio-
naba. Después de ver lugares increíbles a diario, la montaña, el
cerro y los pueblitos pintorescos se naturalizan. El viaje comienza
a girar cada vez más en torno a la gente y los intercambios coti-
dianos que se dan con los locales. Yo no sé qué fue más fuerte o
interesante para mí, si las islas del lago, la bajada por el cañón
o cortar chiles enfamilia con dos guantes de goma que me prote-
gieran la piel del ardor.
En Perú caí en la cuenta de que ya no viajaba para sacar fotos,
no porque se me hubiera roto la cámara. Si no que lo hacía para
conocer gente, historias, estilos de vida. Yformar parte de la co-
tidianeidad del otro, así sea por unos días.

39
VUELTAA LA "CIVILIZACIÓN", LIMA

Para contrarrestar el impacto que una capital general después


de tanto tiempo en pequeños pueblos y mini ciudades, nada mejor
que pasar nuestros días en Lima en casa de Camilo. Un viajero de
profesión y amante de couch surfing, Camilo sólo tenía en su casa
colchones desparramados por todas las habitaciones, una tele y
una play station.

Su heladera estaba vacía, vaciísima. Sólo el congelador estaba


ocupado. Atiborrado de San pedro, el cactus alucinógeno también
llamado peyote por nuestros pagos.
Compartimos la casa de Camilo con varios franceses y a los
días partimos para Trujillo.

40
En Máncora me despedí de Emma, a quien volvería a ver en
Colombia, para encontrarme con Gaby y Yoko.
Dos años más tarde Camilo se acostaría en Bruselas con mi
amiga sueca, Nanna ... pero eso ya es la parte dos del libro.

ECUADOR CONNECTION
Cruzamos la frontera y automáticamente la música en el bus
cambia. Sintonizan la radio y suena la bachata. Miles de hectáreas
de banano y plátano. Llegamos a Machala para enteramos de que
lo único que hay para hacer es cruzar en un botecito a una punta
donde hay playa. A las seis de la tarde corremos hasta el puerto,
tomamos la última canoa y vamos al ras del agua rodeadas por
manglares. Paisaje tropical de jungla y playa con el atardecer de
fondo. Ahí nos quedamos en un bungalow. Jambelí, así se llama
el pueblito, es como una suerte de Miami Beach en decadencia.
Olvidado por el turismo, se notaban los resabios de una vida activa
y plena. Restaurantes y hosterías, todas abandonadas. Únicas tu-
ristas, junto con otros dos argentinos, dormimos en la cabaña de
Fredy y vemos por primea vez los "mosquiteros" (no sabría cómo
llamarlos). Un tul que cuelga del techo y se pone sobre la cama al
dormir para proteger de los bichos (sí, como las princesas. Como
en las películas de época). Cada una se saca una foto con el suyo
y al otro día partimos a Guayaquil.
En Guayaquil todos nos recuerdan que andemos con cuidado,
que hay mucho ladrón. Salimos por la noche y como únicas turis-
tas todo es gratis. Nos ofrecen merca, pepas, faso ... lo que sea. Así
conocemos a Cheme y al día siguiente nos hospedamos en su casa.
Una pensión sin agua ni baño en medio del harlem. Sin lugar a
dudas, uno de los barrios más peligrosos de Guayaquil. Cheme,
abriendo pescados todo el día como changa extra por la pascua,
nos ofrece muy amablemente su casa y hasta nos consigue un col-
chón. Constitución es San Isidro alIado del lugar en donde estu-
vimos. Salidos de cualquier relato de Roberto Arlt, todos nos
miran (nos falta el cartel luminoso. Se nota a años luz que somos
turistas). Cafishos, matones, delincuentes, maleantes ... de todo.
Al segundo día ya estamos como en casa ... es nuestro barrio.

41
Tras una corta estancia en Salinas, llegamos a Montañita. Pla-
yas amplias y lindas. Cocktails, restaurantes, surfers, boliche. El
lugar para la juventud. Hay un argentino en cada esquina. Todos
toman mate. Porteños, cordobeses y gringos. Sólo eso. Las chicas
parten el miércoles y yo me quedo. Por primera vez no tengo plata.
Llego con algunos dólares y calculo el día a día (tengo algunos
cheques de viajero pero no hay banco. Estoy esperando que me
salden algunas deudas. Tranquilos, vaya sobrevivir). Tengo la
plata justa hasta mañana. Y me chupa un huevo ...
Tras intentar pegar algún laburito, caigo en la cuenta de que es
final de temporada, por la amenaza de tsunami hay poco turismo
y que yo hable inglés a la perfección en una ciudad llena de pibe s
y hippies les chupa un huevo a todos.
En Ecuador me doy cuenta por primera vez de que mi "capi-
tal" como recurso humano no es de valor en los lugares por donde
circulo. Por fin comprendo que el artesano, con sus producciones
a cuesta, sólo necesita vender algo para poder comer. Yo, con mi
inglés, sólo puedo desenvolverme dentro de un contexto urbano,
siguiendo una rutina. Lo que yo tengo para ofrecer al mercado
lleva tiempo e implica comprometer mi libertad.
El artesano es libre. Ypuede sobrevivir, en cualquier momento
y lugar.
Ya tengo hospedaje en Quito, unos alemanes me esperan. De
ahí, Cali, Bogotá, Medellín y la playa nuevamente. Aspiro a la-
burar en Cartagena, Santa Marta o donde sea...

Bueno. Me quedó afuera Jujuy y mil cosas más... pero al menos


cumplí. Ahora espero saber de ustedes. A veces se hace pesado
estar sola. Saber de los demás me hace bien.
De la beca, ni noticias por el momento lamentablemente. Les
escribo para saber y ni me responden ...
Un abrazo a todos. Los quiero mucho

Zafia

42
VERDADERO O FALSO COLOMBIANO

Estimados ...

Me dispongo a hacer un breve resumen de mi paso por Colom-


bia invitándolos a participar de un juego ya bastante popular:
Verdadero o Falso. Las respuestas se encuentran junto a cada
ítem acompañadas por la anécdota que las sustenta ... ¡espero que
lo disfruten!

1) EL NÚMERO DE FRUTAS EXÓTICAS EXISTENTES EN CO-


LOMBIA ES INFINITO ¡VERDADERO!
Todos los días se descubre una nueva. Cuando uno cree que las
probó todas, llega al supermercado y ve un híbrido con forma rara
y gusto a kiwi que se llama lulo, taxo, zapote o lo que sea y se da
cuenta de que jamás podrá probarlas todas. A la tercera, uno se ol-
vida el nombre y sabor de la primera. Hay una, granadilla, que es
naranja, se rompe la cáscara un tanto dura y adentro tiene muchas
semillas negras envueltas en una baba símil alieno La membrana
interna de la fruta tiene como unas protuberancias y cuando uno la
ve y la prueba cree que salió de la inspiración creativa de un estu-
diante de marketing ... ¡No puede estar tan bien hecha!

2) TODOS LOS COLOMBIANOS BAILAN SALSA .


............ VERDADERO
Te dicen "Y... me defiendo" y te dan vuelta como una media.
En Cali visité salseras y lugares de vallenato mientras Luis Carlos
trabajaba en la barra de un bar. Él mismo, cantante de una banda
de punk, sabía distinguir entre salsa, vallenato y bachata. Cada
ritmo con un paso diferente. Las salseras eran watts de los setenta.
Espejos, sillones antiguos y toda la atmósfera propicia como para
llevarse un gato. Me fascinaron. En una de ellas charlamos con el
dueño, medio pasado de copas no dejaba de llevarse las manos a
la cara en señal de emoción y sorpresa. "Me encantan las argenti-
nas". No podía creer a sus ojos. Estaba frente a una. No hay mucho
turismo en Cali, concluÍ.

43
3) TODOS LOS COLOMBIANOS ESTAN BUENOS. .
........................................................................................... .FALSO
No. No están buenos. Hay algunos, como en todos lados.

4)A LA NOCHE, paRLA RUTA, TE AGARRA LA GUERRILA y


TE SECUESTRA FALSO
Información vieja. Desactualizada. Hace ocho años la situación
era caótica. Hoy por hoy, después de dos presidencias de Uribe,
la mano dura replegó a la guerrilla. Lleno de militares y de pro-
paganda por todos lados (los milicos voluntarios -sí, porque ellos
quieren serlo- se disfrazan y juegan con niños en las plazas ... Uno
no puede refrenar el impulso de ir a alistarse al verlos). Folletos,
carteles, etc. El presidente actual es halagado por todos los estratos
(término que en Colombia es sumamente útil y funcional ya que
todas las ciudades están dividas en estratos ... "¿Vos qué sos?"
"Uno" "Ah... Sory, yo soy seis". ¡Genial! El tiempo y los desen-
gaños que te ahorra. ¡Ya sabés con quién relacionarte!).

5) TODOS LOS COLOMBIANOS DE ENTRE 19 Y 30 AÑOS


USAN APARATOS. VERDADERO
Dicen que porque es barato. No sé, cuestan lo mismo que en
Buenos Aires o más. Mi teoría es que está de moda. Y todos usan
porque ... todos los usan. No creo que si mañana se empiezan a
regalar los cuellos ortopédicos, todos se pongan uno ... Por más
dolor que sientan. Usaban aparatos en Cali: Luis Carlos, Vivian,
Daiana, Mauricio, Giovanni, Coco ... En una reunión de seis, más
de la mitad tenía. En Bogotá, tenían los suyos Santi, Camila (su
hermana) y su empleada doméstica, Gloria. No me jodan, están
de moda.

6) EL MAR CARIBE ESTA REBUENO' .


................................................................................ VERDADERO
El mar Caribe está re bueno.

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7) CARTAGENA ES INCREÍBLE .
. FALSO
Llegamos en bus, por tierra. No como el turista estándar que
llega al centro en avión. La ciudad es pobre, muy. Y la impresión
que nos generó no fue buena. Tras tomar un taxi al centro turístico,
no podés evitar pensar que es todo una mentira. Hay un sector de
la ciudad muy bien cuidado y preservado. Rodeado por una mu-
ralla, es la única parte genuinamente segura y guarda todos sus
orígenes coloniales. Muy lindo, al igual que la villa hotelera in-
creíblemente lujosa que está en la periferia ... Pero el resto es con-
ventillo. Vida real. Y hace calor, demasiado.

8) TODOS LOS COLOMBIANOS TOMAN AGUARDIENTE .


............................................................ BASTANTE VERDADERO
Toman cerveza también. Pero nuestro femet es su aguardiente.
En Cali, 30 grados de temperatura, y todos con su botellita de
aguardiente y sus vasitos. La toman fría, pero quema.

9) LOS PAISAS SON LOS MÁs MACANUDOS DE TODOS. .


........................... VERDADERO
La gente de Medellín (los paisas) son todos súper copados. Son
el equivalente de nuestros cordobeses, quizá. En toda Colombia
son amables. Por eso decidí quedarme. No están acostumbrados
al turismo por la fama que les dió la guerrilla, entonces uno toma
un bondi en cualquier lado y, entre el peinado, las ojotas y la pinta
de gringa, en segundos hay cuatro personas asegurándose de que
uno baje bien y donde corresponde. Uno le habla al chofer, otro
mira tu mapa, otro consulta al de alIado y un tercero sólo te mira
y sonríe como diciendo "tranquila, todo va a estar bien ...".

10) EN LA COSTA TODOS HABLAN COMO EN LAS TELENO-


VELAS VERDADERO
¿Qué eh lo que quiere uhté de mí? Ya estoy practicando mi co-
lombiano. Me sale bastante bien. Tengo buen oído para las hueva-
das. Después de bancarme por meses que me gasten por mi Yo me
LLamo ... y "che, boludo!" ahora es el momento de mi venganza.

45
11) VAS POR LA RUTA DE DÍA, TE AGARRA LA GUERRILLA
Y TE SECUESTRA FALSO
Ver punto 4. El momento del día no incide en la situación po-
lítica actual.

12) TODOS LOS MOTOQUEROS LLEVAN CASCO Y UN CHA-


LECO CON EL NÚMERO DE SU PATENTE, ESCRITO
............................................................................. :.. VERDADERO
Sep. Parece que para evitar robos y accidentes. Te multan si no
10 hacés.

13) LAS COLOMBIANAS SON MUY BONITAS. .


................... : VERDADERO
. Las morenas y las negras tienen un lomo increíble ..

14) LAS COLOMBIANAS VISTEN BIEN. , : .


............................................ .FALSO
Toda la belleza natural con la que cuentan se pierde al alisarse
el pelo, llenarse de accesorios, ponerse platafoffilas y brillo ... todo
con brillo. Mucho brillo. Te encandilan.

15) SI TE PICA UN LORO, TE MORÍS. ' .


........................................................ .FALSO
Yo ya llevo varios días con vida después de mi pelea con Ro-
berto en Cali. Sé que sería léxicamente incorrecto decir que Beta
me "mordió", pero por la forma en que se me prendió del brazo,
eso no entra en la definición de "picadura". Tras zarandearlo un
poco logré arrojarlo por la escalera. Por suerte no estaba embara-
zado ni nada, así que no puede denunciarme ni hacer más trucu-
lenta la trama de la telenovela. La única secuela fue un poquito
de hinchazóh y una marca símil triángulo de queso Adler (¡qué
bueno! ¡cómo me comería uno! Acá no hay queso untable casi,
¿sabían?) en el antebrazo.

46
16) EL PUNTO ANTERIOR NO TENÍA NADA QUE VER CON
COLOMBIA VERDADERO

17) SANTOS VAA GANAR LAS PRÓXIMAS ELECCIONES PRE-


SIDENCIALES NS/NC
Se cree que van a ir a segunda vuelta y ahí va a ganar Mockus
o algún otro.

18) EL SISTEMA PÚBLICO DE TRANSPORTE ARGENTINO ES


EL PEOR FALSO
Dios, falso. Alabado sea el subte. No tienen idea de cómo se
viaja en La Paz, Lima. Sólo Quito tenía un sistema de trole como
la gente, pero no lo cubría todo. Bogotá cuenta con El transmile-
nio. Buses dobles (como esos de Bs. As. que parecen un acordeón)
que van por un carril propio. Pero nunca dan abasto con la canti-
dad de habitantes. Sólo Medellín me sorprendió. Metro, con carril
estilo autopista, y metro cable (sí, casillas como las que uno usa
para subir a los cerros a esquiar yeso) para llegar a las laderas de
las montañas que circundan la ciudad. De noche, increíble.

19) LOS CONDUCTORES DE MOTO TAXI TAMBIÉN SE DI-


VIERTEN. VERDADERO
Las moto taxis, como la palabra lo dice, son vehículos que pa-
recen motos pero cuentan con dos asientos traseros, al mejor estilo
carrito, para transportar pasajeros. En nuestro caso en particular,
Wilmar, tras llevamos a una cascada en Santa Fé de Antioquia, se
sacó los pantalones y en calzones se metió al agua con nosotras.
Nos salió bastante barato ese viaje.

20) EN SANTA FÉ DE ANTIOQUIA HACE UN CALOR DE CA-


GARSE VERDADERO
Pueblito considerado patrimonio cultural, está preservado y
cuidado de forma tal que parece una ciudadela colonial de siglos
atrás. Lugar donde vivió Jorge Isaacs, cuenta con una plaza, ne-

47
gocios, restaurantes y muchas piscinas en los alrededores ... ¿por
qué? ji ¡porque hace como cincuenta grados todos los días!!!!
Pasar del clima serrano de Medellín al calor extremo tras sólo via-
jar hora y media fue... raro. Más insoportable fue ir sin bikini y
descubrir tantas piletas ... (para el agudo lector que ya ató cabos,
sí , nos metimos en chabomba en la cascada. Por eso fue barato el
viaje. Ningún gil Wilmar, ¿eh?).

22) BOTERO PINTA GORDOS. .


............................................................................................ FALSO
Tras ver sus obras en el Museo Nacional de Bogotá, el de Bo-
tero, el del Banco de la República, la plaza Botero de Medellín y
el Museo de Antioquia puedo afirmar que el autor juega con la
voluptuosidad creando una armonía interna que utiliza como pro-
puesta formal.

23) DESPUÉS DE VER TANTO BOTERO, TE HINCHA UN


POCO LAS BOLAS VERDADERO

24) LA COCINA COLOMBIANA ES SABROSA .


............................................................................................ FALSO
Es una cagada. Hay sopa de gallina con la pata del bicho ahí
metida; en Medellín está la bandeja paisa, miles de cosas que
nunca comerías, menos todas juntas (frijoles, plátano, banano,
arroz, carne en polvo-sí, no está molida, es en polvo. Le echás
agua y hacés jugo ...- ketchup, arepa - ver punto 28-, huevo, agua-
cate y carne de cerdo... precioso); en Bogotá existe el ajiaco (agua-
cate, arroz y crema, por separado en un plato. En otro, una sopa
con legumbres y un poco de todo. Lo mejorcito que probé, com-
párenlo con un asado ...).

25) LO MÁs CERCANO A LEVITAR ES METERSE EN UN VOL-


CAN LLENO DE LODO VERDADERO
Cerca de Cartagena nos sumergimos en el lodo de un volcán a

48
ser manoseadas por unos negros mientras te untaban el barro y te
masajeaban. Bien, excepto por la propina obligatoria que nos for-
zaron a dejar (ojo, los negros se la merecían, pero las minas que
te lavaban a la fuerza y te dejaban en pelotas, no).

2 6) SANTA MARTA SI"ES INCREIBLE .


................................................................................ VERDADERO
En un barrio estrato cuatro (bien, clase media, lindo y tranquilo)
llegamos a un hostel con pileta de dos tanos que viajaron por el
mundo y dijeron "pucha, me quedó acá". A todo trapo, lujo y recién
inaugurado, me ofrecieron ser su recepcionista a cambio de casa,
comida y algo de dinero ... Golazo. A media hora está el Rodadero.
Barrio bacán, con edificios lindos, playa preciosa sin olas yagua
transparente. A una hora están las cascadas de Valencia, caminata
entre las rocas a unos pozos en medio de la jungla de agua fresca
con una cascada. Peces, espacio virgen, nadie a kilómetros a la re-
donda. Clavados desde rocas a tres metros de altura. No se ve el
fondo de los piletones naturales de tan profundos que son... a la
vuelta, el sonido del bosque tropical. Grillos, ranas, insectos, pája-
ros, todo ... bajamos por un sendero y de repente se abre la vegeta-
ción y estás a muchos metros de altura y a lo lejos ves el mar y te
rodean árboles, lianas, arbustos, verde. Todo verde. Respirás vida.
Primera vez en el viaje que lamenté no tener la cámara. Increíble.
Por momentos nos colgábamos de lianas para pasar al otro lado
del sendero. Playas paradisíacas, selva y montaña.

27) ELAREQUIPE ES DULCE DE LECHE .


.... VERDADERO
Aunque el dulce de leche está mejor Vamos caminando con
Luis Carlos y de repente me dice "¿cómo que nunca has probado
el arequipe?". Nos acercamos a un kiosko y compramos un pote-
cito chiquito de un dulce, como una golosina. Lo pruebo, lo miro
a la cara y le digo "boludo, esto es dulce de leche."

49
. 28) LAS AREPAS NO TIENEN GUSTO A NADA .
................................................................................ VERDADERO
Son como unos pseudo panes que parecen hostias pero más
grandes y con menos sabor.

29) HACERSE LAS TETAS EN COLOMBIA ES MÁs BARATO ..


................. : VERDADERO
Debe serlo. Todas las tienen hechas.

30) TOMARSE UN TINTO EN UNA BUSETICA EN CLAVARSE


UN FECA EN UN BOND!.. : VERDADERO

31) SI JUAN ES BACANO SIGNIFICA QUE TIENE MUCHO DI-


NERO FALSO
Bacano, chévere. Nuestro copado, joya, macanudo. Estoy tra-
tando de incorporar estos términos, si no, nadie me entiende. Ya
por decir que todo el mundo me cae "simpático" quedé como ca,.
lentona por todo Ecuador y.Perú. Ya que allá, y acá también, sim-
pático significa lindo, atractivo.

32) NO HAY PUNTO NÚMERO 21 .


................................................................................. VERDADERO

50
"
..

(
I

51
EL HEDONISMO
COMO ESTILO DE VIDA
O UNA SEMANA
CON SOPHIE L'AMOUR

Piscina. Hamacas. Televisores de pantalla plana. Dos. Parrilla.


Restaurant. The Dreamer Hostel es realmente el sueño realizado
del viajero. Dos tanos, Fulvio y Michele, tras darse una vuelta por
el mundo, visualizan el concepto ideal de hostel después de visitar
miles y deciden abrir el suyo en Colombia. Internet, películas,
equipo de música junto al bar (alIado de la piscina), colchoneta
inflable y flotadores, baños, con jabón y papel, toallas, heladeras,
cervezas para comprar (libres para los empleados). Resultado: el
gringo llega y no se va. Semanas se quedan. Llega un punto en
que ni salen a conocer los alrededores (playas increíbles, bosque
tropical, cascadas, etc.). Al mejor estilo de El Ángel Exterminador,
la gente entra y no sale. Así fue como tras cuatro meses de viajar
y deseos de asentarme por un tiempo me dije "a mí no me joden,
yo hago 10 mismo, pero con un beneficio". Me quedé a "trabajar".

En la recepción, recibo gente, hago check ins y check outs, uso


internet, brindo atención personalizada a los huéspedes que 10
ameritan (guiño) y organizo el quilombo de los tanos. Me adoran.
Sobre calificada para el trabajo y percibiendo una remuneración
mínima, tengo varias prerrogativas. Horarios flexibles, jugos por
la mañana, uniforme a elección, asados, postres, pastas, acceso al
restaurante y demás facilidades.
Mi uniforme, la bikini.

Hoy, por ejemplo, me dispongo a ir al mercado, el Once de


Santa Marta, con Mileidys (sí, se llama así) mi compañera colom-
biana de trabajo. Pagamos 1000 la buseta y regateamos hasta la
duración del semáforo.
Mileidys, como ya su nombre 10 indica, es única. Colombiana
y costeña de la cabeza a los pies, con sus 23 años, esposo e hijo,
canturrea con un acento muy característico de la costa cómo trata

52
a su hombre, "poque ese jombre eh una magdalena" (le llora bas-
tante parece); define el término "cazagringo" ("esa pelaa eh una
cazagringo") y me acompaña a comprar zapatiias baratas.

El jueves pasado fue el cumpleaños de Emma. Organicé una


salida a la playa. Once gringos en un camión desvencijado. Los
moto taxistas cual tiburones revoloteándonos en derredor. La
playa, increíble. Los treinta de Emma, inolvidables. Por la noche,
fue bartender. Daiquiri de Lulo, David's tablets y demás tragos de
su invención merecieron un aplauso.

En el hostel está Esther, la andaluza novia de Fulvio (y con la


que fui a la playa el miércoles pasado, me llamó para invitarme,
salí un rato antes y fui ¿qué le iba a decir?). Fuimos con ella de
shopping a ver vestidos de fiesta para Emma que tiene un casa-
miento, en Europa. Ahí corroboramos que la cantidad de brillo
por prenda no es proporcional al estrato social, sino que es un fe-
nómeno que se da a todo nivel, sin distinción, en Colombia. En
Julio, volveremos a esa tienda u otra, pero ya con la cámara y con
Emma dispuesta a probarse un mínimo de tres vestidos.
Nunca me reí tanto como la semana pasada.

Estoy dando clases de español también. En bikini y descalza,


mi potencial creativo se libera. Búsqueda del tesoro, entrevistas,
intercambios. Un sinfín de aventuras. Lástima que no me dejarían
laburar así en empresas de Buenos Aires.

The Dreamer Hostel va a tener recepcionista por dos meses


más. Y Méjico me va a tener que esperar un rato.

Con cariño y sin ánimos de despertar envidia, los saluda

Sophie L 'Amour
Hedonista Profesional

53
MIS RATOS DE OCIO

Como estoy bastante al pedo, a veces escribo cuentos.

Siempre quise tener más ... cómo es que se dice ... astucia. Sí,
eso, astucia. Capacidad para embaucar. Viveza criolla. De chico
ya me timaban en todo. Bolitas, lápices, gomas de borrar. Una
vez, el negro López creo que era, o Gutiérrez, qué se yo. Ya ni me
acuerdo, mirá. Una vez el pibe este viene y me dice: "che, Pochi,
sabés que me dejé las medias en las zapatillas y ahora tengo
frío ... ¿no me prestás las tuyas? Voslas tenés en los pies directo ...
" Y yo, de pánfilo que soy, agarré y me saqué las y se las di. Lo
que no me dijo el muy vivo es que tenía sus medias en sus zapati-
llas y sus zapatillas en los pies. Truhan. Otra vuelta me sacaron
tres rulemanes y cuatro ladrillos huecos ... en veinte minutos.
Así fui por la vida hasta el día de hoy. De ahora en adelante
no me agarran más. A mí ya no me toman para la chacota así por-
que sí. Hoy me suena el teléfono -porque tengo de esos nuevos,
¿cómo es que le dicen?- celular. De esos tengo. Me suena, miro y
dice "Mirta". Mirá que la Mirta me va a estar llamando a mí ...
después de tantos años. Ta bien que la última vez que nos vimos,
ahí en el club, bailamos como locos. Ya no me daban las piernas.
Yella ... cómo se movía, ¿eh? Nadie le da cincuenta y pico. ¡Qué
bien que los lleva! Con qué porte, cuánta vitalidad. La pucha.
Bueh, la cosa es que hoy me suena. Miro y leo Mirta. A mí no
mejoden más, pensé y ni atendí. Ta bien que intercambiamos nú-
meros esa noche, después de vaya uno a saber cuántos vermuses.
Pero mire usté que la Mirta me va a estar llamando a mí ... Esa
mujer. Seguro era el Tito o el Raúl Petrozzi que se quería reír un
rato tomándome el pelo a mí ... No, no, no. Esta vezfui más vivo.
Ni atendí el teléfono.

Mes y medio más tarde ...

54
VIVIRA LA DERIVA
O LA ETERNA BÚSQ1JEDA

Viajar por tiempo indeterminado puede ser... inquietante. La


sensación de libertad e incertidumbre es tal que por momentos se
toma inconmensurable, inaprehensible.
Uno siempre necesita un "volver a". Un lugar de pertenencia,
una rutina de la cual asirse por más irrisoria o flagelante que sea.
Pero cuando la diversidad de opciones es infinita, a veces se ex-
perimenta con tensión el no saber qué va a ser de uno en dos
meses.

En un viaje predomina la ciclotimia, momentos de esplendor,


instancias extremas de clímax ... y caídas. Súbitas bajadas al "¿qué
carajo hago cagándome de calor en Colombia un 25 de Mayo?",
por ejemplo.
En esos momentos de vacío, uno se refugia en los seres queri-
dos.
Se intenta ordenar el caos y hacer encajar una vida atípica den-
tro de los estándares sociales de lo convencional. Se piensa que
es temporal, que el viaje tiene un fin, que culmina tras alcanzar
aquello que uno desconoce que está buscando. Por momentos la
experiencia toma un cariz épico. Uno se vuelve Dante, saltando
de círculo en círculo hasta llegar a la cima (convengamos que de
no existir Beatriz, nunca se le hubiera dado por irse de excursión
al Estigia ... pero bueh, cada uno tiene sus motivaciones).
Por momentos uno intenta asirse de seguridades pasadas cre-
yendo posible la vuelta a estilos de vida previos. Así, se empieza
a recordar con nostalgia al obelisco, se fantasea con licenciaturas
o se entra en contacto con un ex para descubrir que tuvo una re-
gresión a una adolescencia nunca vivida.

Otros días, los días "altruistas", el pecho se inflama ante la


mera idea de lo que queda por vivir. Ante las expectativas de lo
que se encuentra por delante. Se visualizan miles de momentos
de felicidad y una sensación de paz y sosiego inunda todo el
cuerpo.

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Muchas veces la vida se escurre por el durante, entre la nostal-
gia por 10 perdido y el anhelo por 10 que vendrá.
En mi caso, puedo asegurar que el durante no se osifica. No sa-
bría bien cómo describir mi hoy. El trabajo en el hostel ya perdió la
magia de las primeras semanas. Tras salidas, reuniones, bailes, bo-
rracheras, affairs y demás, me convierto en una recepcionista y
caigo en la cuenta de que me gustaría trabajar a cambio de un
sueldo. Y ahí levanto la vista y miro hacia Panamá. En una constante
búsqueda de adrenalina, temo que nada nunca me conforme ...

Me divierto en mi día a día. Nado en el Caribe, juego al pool


por las noches, veo el mundial y festejo como nunca. Extraño a la
gente. Ansío pertenecer, pero me canso con facilidad de las ruti-
nas. Agradezco todo 10 vivido hasta ahora, al ir armando el blog,
copiando y pegando experiencias, leí crónicas de febrero que me
parecen de hace años atrás... me siento de cincuenta. De todas for-
mas, no puedo evitar sentir que esto es sólo la milésima parte de
una vida que se me va a hacer larga ... Por suerte

CHEERING UF...

Tan larga que a veces hasta da fiaca vivirla. Pero dejo los dilemas
filosóficos de lado, porque me aburren y claramente no son mi es-
tilo, y paso a las minucias cotidianas que nos entretienen a todos.

Anoche un turista cagó alIado de un árbol, por ejemplo.

Se ve que Angus había tomado demasiado, así que tras su dé-


cima copa de ron con coca, vomitó en el baño y liberó su costado
más primitivo defecando junto al árbol de mango.

Empecé el gimnasio. Voy todos los días. Veo muchísimas co-


lombianas en calza y entrenadores homosexuales (o metrosexua-
les, que no es más que un eufemismo). Los lunes hago yoga con
Lashkmi, una inglesa toda pintarrajeada que parece de goma y me
hace temer que sea una de las posibles metamorfosis de mi ser si
sigo viajando sin rumbo.

56
Su folleto de presentación dice algo así como "Lashkmi fue
iluminada por Rahabad Burdabilidwejfrhgkqb, quien a su vez fue
iluminado por... " y así sucesivamente en una cadena de luz que
si fuera propiedad de Edesur, saldría una fortuna.

Los martes voy a tonificación con Alfredo, un colombiano


musculoso bien morocho que canta las canciones en inglés sin sa-
berse la letra y hace chistes que nunca logran provocar gracia. Con
él levanto pesas.

Los miércoles, como hoy, quisiera ir a body combat. Clase dic-


tada por un metrosexual con anteojos transparentes y micrófono
a lo Madonna.

Los jueves, spinning con Giancarlos nuevamente. Más tarde


me llevé la decepción de descubrir que la clase de "abdominales"
constaba de una serie de 500 abdominales Todos rieron de mi des-
ilusión, debo admitir que el título no me prometía mucho más ...
pero qué sé yo, una siempre fantasea con algún espinal, una sen-
tadilla ... algo de misterio.

Los viernes bailo rumba con Rafa, el colombiano que desearía


haber nacido mujer. Frente al espejo simulamos agarramos de la
barra mientras hacemos un striptease ficticio ... imperdible. Salgo
sabiendo otro oficio cada vez que voy a esa clase.

Mis momentos de gimnasio me permiten escapar del hostel.


Cual película de horror o film surrealista de Buñuel, trabajar y
vivir en el hostel puede tomarse abrumador. Más para una persona
que disfruta tomar responsabilidades y generar una sensación de
dependencia en el otro. A la semana de trabajo, era la única que
tenía noción de quién era quién, dónde estaba, qué hacía, qué
había consumido y adónde se dirigía.
Tras la satisfacción del evidente buen desempeño laboral, caí
en la cuenta de que estaba trabajando gratis en mitad de mi viaje ...
y el chupahuevismo que debería ser parte intrínseca de mi persona,
reflotó. Hoy por hoy, sólo trabajo unas horitas por la noche y ya
casi no tengo idea de nada. Un placer.

57
Emma trabaja como "entertainer". De 6 a 12 planea juegos y
actividades para que los gringos se diviertan y se queden un día
más. Así, hay noches de bingo, dígalo con mímica, torneos de
pool, quizzes, clases de salsa, películas y demás.
Cuando el grupo me cae bien, participo. Cuando no, me voy a
dormir temprano.
La vida en el hostel de una manera u otra se "naturalizó". La
gente cambia, hay historias nuevas, momentos diferentes, pero ya
siento mi vida como una rutina.
y me estoy dando cuenta de que mi problema, son las rutinas.

UNA TARDE PASADA POR AGUA

Día soleado como pocos. Calor. Cielo azul.

Vamos a la playa con Emmá pero al mediodía la lluvia nos em-


puja hacia algún restaurante a jugar a las cartas. Tras una ensalada
de frutas, la tormenta recrudece.

Esperamos un taxi en una esquina. Varios se niegan a llevamos


por la inundación.

Logramos llegar a hostel y encontramos como diez gringos con


baldes, escobas y palas sacando el agua y previniendo que no entre
en las habitaciones. Me sumo al escuadrón Gusto 10 que más que-
ría hacer, tras mojarme a la intemperie esperando un taxi) y ahí
nomás espontáneamente vemos una de las tantas muestras de al-
truismo y cooperatividad que sólo las catástrofes pueden' generar.
Obviamente, estaban también los desubicados que se quedaban a
un costado mirando o sencillamente seguían con sus actividades
como si nada (creo que después de alrededor de cuarenta minutos
de ayuda, me sumé a ese grupo).

Después de ese día, el hostel tuvo canaletas.

58
EL DÍA QJ)E FUI ESPAÑOLA

Final del mundial. Colombia, Santa Marta. Julio de 2010.


Esther, la española novia de Fulvio, recién llegada a Colombia
decide llevamos a ver el partido al bar de un español en el centro
de Santa Marta.
Caos. Descontrol.
Música española a todo volumen. Cervezas, una tras otra. Tor-
tilla, libre. Quizá sólo se pueda describir en imágenes. El llanto
de Esther tras el gol, las banderas, la cara de la gente al vemos
pasar en la chiva (por "chiva" entiéndase camión con asientos di-
señado para el paseo de turistas) con Shakira sonando una y otra
vez.
Paradas ocasionales y todos abajo. Saltando y gritando. Des-
aforados. La caras pintadas. Las ropas rojas y amarillas. Una ma-
nada de locos desubicados en plena Colombia. Tres españoles y
veinte contagiados, todos gritando y bailando hasta más no
poder ... o bueno, hasta las siete de la tarde, después de pasar por
la playa, justo antes de llegar y metemos a la pileta con ropa, bai-
larle el paso del waka waka al único holandés del hostel y tirar al
agua a la otra española hospedada que dejamos atrás, olvidada.
Grité el gol como si mi pasaporte fuera bordó. Sufrí la tensión
como si Don Quijote suplantara al gaucho. Bailé y festejé como
si mi moneda fuera el euro.
y sí, tomé la alegría prestada. El 86 se veía perdido y lejano
en mi memoria, con tres años creo que ni podía sostener una ban-
dera. Así que me vendí. Me volví española por un día y disfruté.

ADIÓS A COLOMBIA

Dejar Colombia fue dificil. En todo sentido. Ya sea psico emo-


cional como práctico.
Fuimos con Emma hasta Cartagena. Jugamos una última par-
tida de Uno Acqua que siempre recordaré en mi corazón y nos to-
mamos unjugo al día siguiente con Juan Cruz, un porteño que me
regaló un libro bien de mierda de un autor costarricense sólo para
que lo prendiera fuego o usara en el baño en alguna emergencia.

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De ahí partí, sola, llorando, en un colectivo lleno de gente que
me miraba raro.
Fui directamente a Montería.
Cabe destacar que, tras meses de viaje, mi instinto y capacidad
de locomoción para llegar de un punto a otro no sólo no se ha des-
arrollado, si no que es nulo. Mi "estrategia" de viaje consiste fun-
damentalmente en agarrar un mapa, señalar con un dedo (en
general el índice, ambos dedos índices si apunto a más de una ubi-
cación) el lugar al que quiero llegar y dejar que mi sentido común
me guíe en el trayecto.
O sea, miro un mapa, veo que necesito ir hacia el oeste y sólo
me dedico a moverme en esa dirección. Entro súbitamente en una
especie de limbo y olvido toda división geopolítica o paso por alto
cualquier accidente natural que pueda ponerse en el camino.
Como si sostuviera la guía T, yo sólo miro el papel y digo "Quiero
llegar acá, entonces agarro por este lado".
Así pasa que de casualidad, días antes de iniciar el viaje des-
cubro que entre Colombia y Panamá no hay carreteras. Me entero
de que hay cruzar en lancha y después atravesar un tramo de alre-
dedor de 100 km a pie esquivando a la guerrilla o bien tomar otra
lancha que lo lleve a uno un poco más al norte, hasta donde la ruta
comienza.
Llego a Montería. Un pseudo Longchamps, con lindos centro
comerciales y vasta inversión en los últimos años porque Uribe,
oh, casualidad, tiene a sus afectos en Montería. Me voy con Wi-
lliam, el chofer de la combi, a un hotel en medio de un barrio que
tranquilamente podría circundar la estación de Longchamps o, por
qué no, de Burzaco. Y duermo en una habitación privada en casa
de Oscar con tele y baño. Para la LonelyPlanet, un sucucho, para
mí, un lujo.
Salgo al día siguiente en dirección a Turbo. Seis horas de viaje
en un colectivo de línea por ruta pavimentada que a veces está
medio medio. Nuevamente, espero los atracos de la guerrilla y la
incomodidad de la que me advirtió la Footprint. Nada.
Llego a Turbo y me hospedo en lo de John. Ciudad portuaria,
a la mañana siguiente salgo a Capurganá, a que la oficina del DAS
(Deficientes Administradores Sudamericanos) colombiana selle
mi pasaporte antes de salir. Llegamos a una villa diminuta, de pes-

60
cadores y turistas. Muy linda. Con suerte diez cuadras en total.
No tiene ni electricidad en ese momento y el DAS (un flaco de
Bogotá al que mandaron ahí, pobre, por unos meses) no nos puede
sellar nada.
Ahí 10 encuentro a Tito (un yanqui con descendencia india al
que ya había visto antes cuyo nombre es en realidad uyergtbfvun-
rinv, por eso le decimos "Tito") con una yanqui vegetariana medio
loca. Conozco también a Jhonny y a otro colombiano que intentan
pasar a Costa Rica y Panamá respectivamente para laburar.
Nos quedamos todos juntos en un "hostel", tras salir a buscar
frutos de cacao con Tito y la loca escoltados por dos militares en
la jungla ... raro.
Al día siguiente partimos todos juntos en lancha hacia Obaldía,
el puerto del lado panameño. De ahí debíamos tomar alguna lan-
cha que nos lleve ya sea a Colón o Carti o demás puertos desde
donde se puede acceder a Panama City.
Pero hete aquí que ... en Obaldía no hay nada! En Obaldía no
hay nada. Hay gente que no tiene ni ganas ni energía para vender
un almuerzo, aunque 10 cobra en dólares. Hay dos o tres lanchas,
que no tienen ganas de llevarte y parece que la forma de salir es
esperar a que llegue alguien que justo vaya hacia el norte y pueda
llevar gente. Temporada baja. No llega nadie, nadie sabe nada.

LOST: ATRAPADOS EN OBALDÍA

Pasamos la primera noche, algunos durmiendo en la calle, otros


en un pseudo hostal por 5 dólares. No sabemos cuándo llega una
lancha, si es que llega, adónde va, cuánta gente lleva, cuánto
cobra. Nada. Muchos no cuentan con mucho efectivo y en Obal-
día, no hay cajero. A duras penas hay luz. Pobre aquel que creyó
que iba al ATM más cercano y listo el pollo.
Llegan Pilar, Carlos, Coco y Yeison. Ya hay colombianos, pe-
ruanos, yanquis y una argentina.
Somos nueve. No podemos salir. Al menos visitamos la playa.
Segundo día: llegan Ale, Gonzalo, Pepe y otras tres señoras ar-
gentinas. Jugamos al fútbol con los niños panameños. Por la noche
nos vamos de fiesta, por suerte hay un cumpleaños justo. Bailo

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con todos. Dormimos en el patio de una casa. En el piso.
Somos quince. No podemos salir.
Días tres. j j ¡¡Llega la avioneta!!!! Llega la avioneta para lle-
varse a los diecinueve locales que llegan sabiendo el horario de
partida y al único gringo que, sabiamente, tiene ya comprado su
pasaje de antemano.
Somos diecisiete. La avioneta llega a Panamá, se pega la vuelta
y nos vuelve a buscar.
Pepe filma los episodios de Lost con su cámara mientras relata
con voz de locutor. El viaje fue increíble. Costó ochenta dólares
pero lo logramos. Estamos fuera de Obaldía.

62
UNA SEMANA EN CENTROAMÉRICA

PANAMÁ CITY

Llegamos a Panamá. Nos retuvieron como tres horas en el ae-


ropuerto (se ve que los de la interpol tardan en atender cuando los
países subdesarrollados piden información al pedo sobre un par
de boludos).
Panamá city es una sucursal de USA. Con sus mega edificios
bordeando la orilla (del océano Pacífico, supongo. Ya saben por mis
escritos anteriores que yo miro el mapa y deduzco aojo), híper mer-
cados, shoppings, mega estacionamientos y lugares de comida rá-
pida, Panamá es una ciudad más de los Estados Unidos con gente
mucho más oscurita que tiene el acceso denegado a la casa matriz.
Pasamos la primera noche con Tito, Ale, Gonzalo y Pepe en la
"casa de Pablo", un hippie chileno con un piso lleno de colchones
y una decoración muy bohemia que recibe todo tipo de viajeros.
Charlamos, tomamos, fumamos y al día siguiente me mudé a
10 de Breno, el brazuca que había conocido en Santa Marta, couch
surfer también.

Podría decir que los panameños son en general... mala onda.


Muy. Cargada hasta la médula, buscando el edificio de Breno a
las ocho de la noche, nadie siquiera atinaba a abrir la puerta para
responder a mis preguntas sobre el nombre de una calle y demás.
En una fiesta, ni siquiera les interesó mi nombre, 10 primero que
me preguntaron fue cuántos años tenía. Siempre me llama la aten-
ción esta pregunta, nunca sé si estoy muy grande o muy joven para
10 que sea que deducen internamente tras preguntar. Pocas veces
puedo inferirlo de la reacción que sigue a mi respuesta. ¿Ya tendria
que estar casada, con hijos y un trabajo estable? O, por el contra-
rio, con sólo 27 años ya tengo una carrera y todo un continente
conocido. Vaya uno a saber.

Pasé tres días en Panamá. Conocí a la tía de plata de Ale y


saqué mi ticket de Tica Bus hacia Honduras. Porque al mirar el
mapa me parecía que era 10 más cerca a... bla bla bla.

63
Salí por la mañana y viajé, viajé y viajé. Tres películas de Jim
Carrey en español de corrido. Cuando recuperé la conciencia, creo
que estábamos en Costa Rica, donde esperé corno seis horas hasta
el próximo micro.

Volví a subir al micro para pasar la noche siguiente en Mana-


gua, Nicaragua. Pagué 6 dólares por un hotel con tele a media cua-
dra de la terminal de Tica (a las 5 am salía mi próximo micro).
Alejarme más de una cuadra de la estación habría sido, según los
locales, arriesgarme a que me roben y violen. No me cayó muy
bien Nicaragua.
Creo que entre frontera y frontera (donde bajábamos y esperá-
bamos horas a que simularan que nos revisaban) me di cuenta de
que mi plan de pasar de Honduras a Belice y de Belice a México
en dos días apróx. era inviable porque 1) Honduras no estaba al
lado de Belice, antes estaba Guatemala. 2) Para ir de Guatemala
a Belice era necesario ir por lancha. Por primera vez, agradecí la
existencia de la Lonely Planet y cambié mi rumbo. Tenía que lle-
gar e ir cuanto antes a Puerto Cortés. Desde ahí iba a poder llegar
a la frontera con Guatemala.

De casualidad pude tornar el último colectivo. De noche, lleno,


con la gente subiendo a los empujones y corriendo. Llegué a
Puerto Cortés corno a las diez de la noche. El chofer me llevó a la
residencia donde pasaba la noche usualmente. Una cuna de de-
portados ilegales. Al verme les brillaban los ojos. Yo representaba
a la legalidad, los dólares, la seguridad y quién sabe cuánto más.
En diez minutos tenía a dos tipos charlando. Todo empezó bien
hasta que sentí que la charla tornaba otro rumbo y de alguna ma-
nera querían que viajara con alguno de ellos o algo por el estilo.
Me dijeron que tuviera cuidado, que me sacara el reloj, que no
viajara con plata (no sabían que casi ya ni tenía), que me podían
violar y demás. Esa noche dormí en posición de asceta. Rezando.
Súbitamente me volví creyente.
Por primera vez en todo mi viaje, sentí miedo. *

A las seis de la mañana ya estaba afuera. Me subí al enorme


colectivo que llevaba a la frontera y automáticamente empieza a

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sonar Vilma Palma e Vampiros. Genial. Todo bajo control. El uni-
verso me enviaba señales para hacerme sentir como en casa.

La frontera fue un chiste, estaba yo sola y tuve que ir a buscar


a los administrativos para que al menos me vieran el pasaporte.
Entré a Guatemala, me subí al bus hacia Puerto Barrios y ya el
clima era otro. La gente súper amable, el semblante de las perso-
nas me inspiraba confianza. Es raro, no quiero caer en lombrosis-
mos, pero creo que por la mirada uno puede determinar en quién
puede confiar yen quién no. No dejaban de subir laburantes y tra-
bajadores del campo al bus y, por más que me miraban porque re-
almente llamaba la atención, sus miradas me inspiraban respeto.
Me sentí segura y bienvenida.
De Puerto Barrios viajé por 20 dólares a Belice. Bajé de la lan-
cha y todos me hablaban en inglés. Sonriente respondía en español
al mejor estilo "tengo pinta, pero no soy gringa ..." tardé unos mi-
nutos en caer en la cuenta de que la lengua madre es el inglés en
Belice, un creole muy musical, símil jamaiquino, que casi no
podía entender.
Lo primero que me pidieron fueron 50 dólares de visa. Y ahí
se me fue la economía a la mierda.

* Creo que el lector amerita ahora una breve descripción de mis orígenes,
es decir, de Longchamps. Considero la zona sur como una región peligrosa,
pero al haber pasado toda mi vida tomando trenes y llegando a casa a las
doce de la noche, puedo afirmar que se puede vivir y sobrevivir. He sido
asaltada en Longchamps (cuna de la aviación sudamericana, por cierto. Y
musa inspiradora de una canción de Pappo) más de cinco veces. Me roba-
ron con arma, sin arma, con navaja, con las manos en los bolsillos, con es-
copeta, etc. Fui atracada en la calle, por la vereda, en mi casa, en casa de
una amiga, etc. Me afanaron de día, de noche, por la tarde, por la madru-
gada, etc. En pocas palabras, tengo un más ter en hurto. ¿ Tuve miedo en
Perú? No. ¿Tuve miedo en Bolivia? No. En definitiva, mis estándares son
demasiado altos (¿o demasiado bajos?) y no me asusto fácil, porque en mi
barrio tuve un gran entrenamiento en inseguridad.
Es por eso que lo largo de todo el viaje, mi respuesta al ¿y no te dio
miedo? se vuelve cada vez más relativa, dejándome como opción un: "eso
depende de los estándares de cada uno. ¿vos de dónde sos?"
Años más tarde le responderé esta misma pregunta al propio editor del
libro con un mero: "soy de Longchamps"" ,

65
Horas en un bus hasta Be1ice city. Cuando llegué, según mis
cálculos, no me iba a alcanzar para dormir en un hotel, cruzar la
frontera y llegar hasta Playa del Carmen (donde tenía couch y
amigo. Territorio seguro). Entonces, tras hablar con Wa1doy Aus-
tin sobre mi situación, Wa1dome ofreció dormir en el bus donde
quedaba estacionado.
Le agradeCÍenormemente. Una mole inmensa, bien oscura, que
hablaba un creo1e que no entendía me ofreCÍapagarme una habi-
tación y comprarme la cena porque se sentía mal de dejarme ahí.
No pudo con su genio y me regaló una botella de agua (les dejé
una nota con unos nachos de regalo, haCÍatres días que yiraba con
una bolsa de súper con mis "víveres"). Pocas veces me crucé con
gente tan amable.

Feliz de quedar sola en el bus, con un calor insoportable en una


ciudad muy insegura, después de acostarme sobre los asientos em-
pecé a escuchar ruidos. Obviamente no había nadie, eran más bien
como ... chirridos, crujidos de cosas. Y ahí descubrí que, por las
noches, el bus era dominio de las cucarachas. Miles de ellas se
metían en mis zapatos, recovecos, esquinas y demás. Por suerte
no subían a los asientos. Me puse los auriculares de mi celular y
escuché la radio para poder conciliar el sueño y no sentir a los gre-
gor samsa que cohabitaban mi colectivo. Bueno, en realidad yo
estaba invadiendo el suyo.

A las seis, tal y como Wa1dohabía predicho, uno de los buses


partió a la terminal y yo viajé con ellos. Tomé otro colectivo hasta
la frontera. Llegué, lloré para que no me cobraran los quince dó-
lares de salida (literalmente, lloré) pero como no estaba la super-
visora por ser domingo, no pude conmover a nadie. Temía que no
me alcanzara para llegar a Playa del Carmen, siempre quedaba el
dedo de todas formas. Yen Chetumal, feliz, vi que no sólo me al-
canzaba sino que hasta me sobraba para mandar unos mails y ver
dónde y con quién iba a quedarme. Le escribí a mi tío por plata.
Les respondí a mis dos opciones de couch surfing ganadoras (ha-
bitación privada con baño. Género masculino). Y partí para Playa.
y llegué con vida. Y una vez allá, añoré a las cucarachas ...

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67
ÁNDALE, WEY!

Llegué a Playa del Carmen cual prima del campo que arriba a
la gran ciudad. Sucia, cansada y sin un mango llego a un Puerto
Madero desbordante de gringos.
Me recibió Diego, el amigo que teníamos en común con Meli.
Tras caminar, un poco aturdida y sin entender nada (recuerden mis
noches en Belice y Honduras), llegó Carlos a buscarme para ir a
la que iba a ser mi casa por tres semanas.
Al segundo día, Playa del Carmen me generaba repulsión. No
había ningún Waldo, ninguna Emma ni Esther. Muchos argentinos
bien, muchos yanquis mal, mucho de todo eso que hace mucho que
no veía y que no sabía bien cómo explicar pero no me gustaba. ¿Con-
sumismo exacerbado? ¿Glamour? ¿Cirugías, bikini, alcohol, drogas,
MTV? No sé si exageraba o si meramente sufría la crisis de cambiar
de un tipo de viaje a otro. Sabía a qué iba a Playa del Carmen, a hacer
plata. ¿Dónde se hace plata? Con turistas consumistas.
Lo que no sabía es que la temporada estaba terminando. O sea,
poco trabajo. Tras días de intentar ver un departamento con Diego
que se ajustara a nuestro presupuesto e intentar buscar trabajo sin
currículums impresos, decidí irme. Horas de charla con todas las
amigas con las que cuento (gracias, chicas) me impulsaron a irme.
Conocí algunos mexicanos, abrí mi espectro social y tomé la de-
cisión de seguir viajando hasta que la bendita temporada empezara
y yo pudiera ir a venderle el alma al diablo por una buena suma
de dólares mensuales.
Ya decidida a irme no va que súbitamente me salen esposo,
casa y auto.
Y me quedo. Más de 10 necesario. Y me doy cuenta. Entonces
me voy.

CHIAPAS, SAN CRISTÓBAL


DE LAS CASAS

Calles angostas, estilo colonial, colores, antojitos, tacos y que-


sadillas. San Cristóbal es México. O, al menos para mí, .una re-
presentación un tanto idílica y pacífica de un México de antaño.

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Siento que ya caminé estas calles, creo que ya divisé estos techos.
Desde las escalinatas de una iglesia veo toda la ciudad. Rodeada
de cerros y entrecruzada por callecitas de piedra, San Cristóbal es
mágica.

Hay muchos argentinos, muy especiales, por cierto. Hoy me


invitaron a la inauguración de un centro cultural y a un cumple-
años y queremos hacer un taller de dibujo acá en el hostel donde
trabajo. Anoche hicimos noche de tacos y cocinamos con una ale-
mana. Tenemos muchas ideas, el hostel tiene sólo dos meses y es-
tamos una chica mexicana, otro chico jovencito y yo. Muy linda
gente, muy relajado, muy lindo. Ni siquiera es trabajo ... llené todo
de carteles para dar español, así hago lo mío y gano algo extra.

Si tengo que ser sincera, ya me siento a gusto y entre amigos


ofuturos amigos y creo que en poco tiempo voy a sentirme parte
del lugar. No me puedo quejar.
Por el momento planeo pasar dos meses acá y vivir... tendrían
que venir. No es córdoba, no es como cualquier ciudad hippie que
uno conoce. Hay artesano, pero también hay como mucha crea-
tividad. Y muchos turistas, europeos y demás. Hay un mercado,
las calles son angostas y de estilo colonial. Hay comunidades in-
dígenas, peleas de gallos y un camión que pasa vendiendo agua
con un parlante con música.
Hoy hice inflar la bicicleta, así que salí a andar. Hay muchas
iglesias. Todo está decorado (creí que por el bicentenario, pero
no. Siempre está así el pueblo). Justo enfrente del hostel hay una
plaza donde todas las mañana practica una banda. Los jueves hay
como unaferia y toca una orquesta música de todo tipo, en gene-
ral, típica mexicana.
Creo que suena bastante de ensueño el lugar, ¿no? bueno, está
lleno de extranjeros que vinieron y se quedaron.

San Cristóbal es Tilcara. Pero en lugar de tener a gente de Pa-


lermo, tiene a franceses con rastas que se abrieron una panaderia,
o bueno, varias. Es, también, un híbrido. Conviven, bastante pa-
cíficamente, el mercado de la gente local, donde se habla Tzeltal
y Tzotzil y los muchos europeos bohemios que abrieron su nego-

69
cio en la nueva peatonal. A diferencia de Tilcara, el perfil del ex-
tranjero que se enamora del lugar y se queda consume más arte
que bienes materiales. Así, hay cinco centros culturales, se exhibe
cine independiente a diario y hay muchas galerías y muestras. La
intrusión occidental provee más que mero consumo ...

Hoy fui a emparchar la bici, pero Joaquín y Orestes no esta-


ban. Entonces me quedé en la puerta charlando con Henry, un
artesano de Costa Rica. Él se fue y me dejó su bici mientras yo
seguí esperando. Al ratofui a la veterinaria de aliado, la de Cris-
tóbal. Me prestó su baño y me quedé charlando con él y cono-
ciendo a sus tortugas. Me contó de las peleas de gallos y me
presentó a su sobrinita, a la que cuida por las mañanas. Después
apareció Jose, una argentina que está de viaje. Buscaba a Orestes
porque él sabe dónde hay hongos. Al rato sefue y llegó Fernando
con su moto, pinchada. Cristóbal llamó a Joaquín, el español
dueño de la bicicletería junto con Orestes y al rato vino con su
perro. La moto de Fernando no tuvo solución, mi bici estaba sólo
desinflada y metimos la de Henry adentro que todavía no había
v.uelto. Me fui andando y me agarró la lluvia. Me perdí y me em-
papé pero entes de llegar me compré unos plátanos con salsa pi-
cante. Ahora Adelina se fue a comprar cosas para hacer unas
crepes y Óscar se llevó la bici.
Tengo bombilla y hay mate.

SAN CRISTÓBAL, IT/S G ETTING


BETTERALL THE TIME ...

Tomando un chocolate con una finlandesa, se aparece un pibe


de doce años y nos pregunta si queremos comprar un cd de cine
arte.
Tuve una entrevista laboral en una futura escuela de español,
empiezo la semana que viene. Las clases son al aire libre, en la
terraza.
San Juan Chamula, a diez kilómetros de acá. Chiquito, chi-
quito, chiquito. Mucho mercado. Muchos nenes que se te acercan
e insisten, insisten e insisten.

70
Hoy conocí a Erica y Laura. Una mexicana radicada en USA
y una española.
Tras morir de risa en el mercado, volvimos a San Cristobal con
un ride (a dedo, eso quiere decir, a dedo). En la parte de atrás de
una camioneta, los pelos al viento y... libre, como el sol cuando
amanece, yo soy libre... con un ride.
Videos, fotos. Un cago de risa.

Al llegar fuimos a un café, donde los pequeños vendedores no


dejaban de acosarnos. Es por eso que desarrollamos varias técni-
cas para espantarlos:
1) Narcolepsia. Automáticamente hacernos las dormidas, todas
juntas.
2) Regálame. Simultáneamente empezar a pedir que nos rega-
len algo. Al unísono.
3) Canción. Like a virgin, bailando y cantando. Las tres al
mismo tiempo.
4) La mirada. Imposible de reproducir por escrito.
5) Autismo. Mirada perdida. Laura hasta babeaba.

Después nos dedicamos a musicalizar gente, es decir, cantar


"rolas" a cada persona que pasaba de acuerdo a su estilo y situa-
ción. Después de muchas canciones decidimos poner un cartel:
"Cantamos rolas a voluntad". Nadie nos pidió ninguna, pero
bueno, es un negocio que recién empieza.

Saludamos gente al azar. Tras chicas saludando llama la aten-


ción, por eso es que más de uno volvía y nos hablaba.
A un tano le hicimos creer que éramos de Mormonia, cerca de
España. Él se encargó de inventarnos la historia del país. Nos re-
lacionó con los Borbones y vaya uno a saber qué invasión.
Después, como teníamos país, se nos ocurrió inventar un
idioma. Charlamos un buen rato en una lengua nueva. Todavía no
le pusimos nombre ni definimos la traducción literal de muchas
de las expresiones, pero nos divertimos un rato.

Juro que Erika (porque se escribe así, me rompió las bolas para
que lo escribiera bien) es Yani. Y Laura, es Esther. Estoy con Es-

71
ther y Yani. Esto es una bomba de tiempo. Ya me duelen los mús-
culos de la cara de tanto reírme.

Ni siquiera sé si alguien va a leer esto. Pero me sirve de re-


cordatorio. Planeo subir los videos y fotos al feis buk. Hoy por
hoy ... me quiero.

UNA VIDA GIRATORIA

Y se dio la despedida ... Las chicas se fueron. Y una se siente ...


vacía, ultrajada ... sucia.

Al viajar es como si una se volviera en algún punto una suerte


de puerta giratoria, por donde todos pasan. Entran, salen, van, vie-
nen, te manosean (no todos, lamentablemente), te dejan marcas
en el vidrio.
A veces reprimo mis ganas de sabotearle la existencia al otro
para que sus planes se acoplen a los míos. "¿Para qué vas a volver
a Europa, si llevás una vida miserable ahí? ¿Eh? Decime".
Pero no, cada uno hace su viaje y toma sus propias decisiones y
lo que hace este andar increíblemente maravilloso es el toparse con
esa gente a lo largo del camino, la lástima es que después se van.
Para nuestra despedida no había muchos ánimos. Se nos hizo
tarde, nos demoramos con nimiedades, pero siempre con un co-
mentario u ocurrencia que nos hacía cagar de la risa a todos. Sa-
limos con los dos italianos que habíamos conocido la noche
anterior, quienes, tras intentar irse a Palenque se toparon con "dos
revoluciones" de "zapateros" (sic) en la ruta y tuvieron que volver.

Era gracioso porque estaban de alguna manera "asignados".


Había uno para cada una.
Yo no tenía muchas expectativas porque no me acordaba de la
noche anterior y creía que mi italiano (cuyo nombre desconocía)
era aparatoso y medio insulso.
El de Laura, por el contrario, aunque menos atractivo física-
mente, era el más entrador. Extrovertido, caballero y comprador,
era italiano de la cabeza a los pies.

72
Salimos, Erika se va a dormir, tomamos algo, nos sentamos en
un banco y... sorpresa. Valerio resulta mucho más animado de lo
que esperaba. Nos reímos por dos horas y nos despedimos de
forma seca y un tanto incómoda. A las seis de la mañana salía su
bus a Palenque. Ya eran las cuatro y media.
Otra vez, gira la puerta y salen.

SI ADELITA SE FUERA CON OTRA ...

Después de pasar dos meses en San Cristobal partimos en "la


Adelita" (una Volkswagen como la que usaba Scooby Doo para
resolver misterios. Sí, el sueño de Laura) Gerardo, Pólux, Chava,
Andrea, la Pitu, Yero y yo. Cuatro argentinos, dos mexicanos y
una tana amontonados en una camioneta recorriendo México.

Recorrimos el sur del Pacífico mexicano; subimos hasta la sie-


rra y llegamos hasta la ciudad de Oaxaca (en donde comimos cha-
pulines y nos rencontramos con Hortense). Seguimos luego hasta
el centro, Puebla, bella ciudad colonial, para luego separamos e
iniciar mi regreso a la costa del caribe a dedo, con la Pitu.

Viajar con un grupo de gente es una experiencia bastante única.


Inevitablemente, se asignan roles. Yero, la tana, cocinaba. De las
dos argentinas lindas y rubias, no esperábamos nada. Aunque el
tiempo haría que la Pitu, con su paz y belleza, se convirtiera en
mi gurú espiritual.
En Chacahua, una isla bordeada por un lago de agua salada,
incorporamos a Manu. Con su pelo larguísimo y sus clavas. (Más
tarde viviría en mi casa. Más tarde haríamos dedo juntas hasta
Chiapas. Más tarde me enseñaría a pintar mandalas. Mas tarde
seríamos amigas).
Volviendo a los roles, el mío era el de llevar las cuentas. Tras
meses de entrenamiento, sabía economizar y sabía quién le debía
cuánto a quién. Pólux llevaba la guitarra, que compartía con An-
drea ya que él sólo sabía melodías de los Beatles (unos grandes.
Los mejores de la historia. Pero escuchar tres veces al día A day

73
in the ¡ife, puede llegar a saturar). Chava, con su histrionismo y
sus convicciones, siempre se encargaba de aportar el alcohol. Ge-
rardo manejaba y en sus ratos libres terminaba los artículos para
los diarios en los que escribía. ¡Qué buen trabajo! Qué genial
poder trabajar y viajar, simultáneamente.
En la Adelita compartimos mates, canciones, embriagues rotos,
gomas pinchadas, retenes militares molestos, siestas, carpas, bol-
sas de dormir y miles de momentos. El Pacífico me demostró que
el caribe no es taaaaaan increíble y que México es hermoso por
donde se lo mire.
En Oaxaca y Puebla viví un México diverso, no tan turístico
pero sí multicu1tural. Y rico en tradición y en historia. Vi que 10
que menos hay en México es resabios yanquis y que a los con-
quistadores se les hizo tan difícil subyugar al mexicano que tu-
vieron que atiborrar el espacio de iglesias y dejar a la gente adorar
a sus muertos y a sus vírgenes a la par que a Jesucristo.

Volví a dedo feliz. Era 10único que le faltaba a mi viaje. Más


tarde 10repetiría, con Manu, sola y del otro lado del Atlántico ...

[-~

>--~ - -
74
LAS VUELTAS DE LA VIDA ...

Si tuviera que describir un viaje en términos de otra palabra, y


si tuviera que elegir sólo una, creo que sería aprendizaje.
Embarcarse solo en una aventura de este tipo, ir en contra de
la corriente y verse en medio de un mar de incertidumbres rom-
piendo con los esquemas de lo convencional y de lo que "debería
estar haciendo con mi vida en un determinado momento", te deja
completamente solo con vos mismo. Explorás día a día tus mie-
dos, tus miserias, todo eso que no querés ser, que creías que no
eras, que te negabas a admitir y que te explota en la cara ... porque
no hay nadie más. Siempre estás vos y la carretera. Y la gente cir-
cunstancial que se aparece en el camino.

En mi caso, creí que a lo largo del viaje iba a pulir, trabajar y


profundizar patologías ya detectadas. Este viaje fue, en mi ideal
inconsciente, el tratamiento a un diagnóstico dado e, inocente-
mente, creí que los síntomas ya no persistirían. .
Hoy, casi once meses después de mi partida, me encuentro co-
metiendo los mismos errores que me impulsaron a salir. Me veo,
entonces, obligada a buscar alguna diferencia, algo que me indi-
que al menos levemente un cambio, una señal de crecimiento, de...
superación.
y lo único con lo que me topo es con mi discernimiento. Hoy
por hoy, ya sé quién soy y ya sé quién puedo ser. Sé por qué lo
hago y sé cuántas fuerzas necesito para reprimir ciertos impulsos.
Pero creo que el aspecto, quizá, más positivo de mi aprendizaje
es que puedo intentar enmendar mis errores. Que, quizá, ahora
puedo darme cuenta a tiempp y volver atrás.

o tal vez no, y aún continúe meramente tropezando para algún


día lograr ver la piedra ...

75
MÉXICO

IRDERIDE
Ir de ride (o "hacer dedo") es toda una ciencia. Uno tiende a
creer que se trata de un mero viaje gratis (llevar a una, dos o cinco
personas sin costo alguno de un lugar a otro). FALSO. El ride im-
plica un intercambio, conlleva implícitamente un viaje a cambio
de algo invaluable ... entretener al conductor. Uno está en la obli-
gación, como copiloto designado, de asentir, afirmar, reconfirmar
y alentar al conductor. Más si uno es extranjero. De esta forma se
dan conversaciones del tipo:
-"Oye, y la economía argentina no está muy bien, ¿no?" -"No,
no. Hubo mejoras después de la crisis pero ningún cambio radica1."
-"Y ... Argentina es insegura, ¿verdad?"
-"Sí, sí. Muchísimo. Principalmente la periferia de Bs. As." Y
así sucesivamente. Las mismas conversaciones se repiten auto tras
auto y todas portan un común denominador: nunca contradecir al
conductor. Porque, ¿cómo paga uno el viaje? Reafirmándole al
que conduce sus percepciones sobre el mundo (he llegado a decir
"sí, los jóvenes se drogan cada vez más. Es una vergüenza") y, en
algunas ocasiones, haciéndole sentir que Argentina nunca estuvo
ni estará mejor que su bien querido México.

LOS HONGOS ALUCINÓGENOS


Chiquititos. Con gusto a nada. Llenos de tierra y en un frasco
de plástico, son parte del merchandising que San José del Pacífico
tiene para el turista. Los hongos crecen en la región. Bosque, mon-
taña y nubes bajas a partir de las cuatro de la tarde crean un espa-
cio único para consumir cualquier cosa. Es por eso que, aunque
no sean autóctonos, en San José se puede comprar también hush,
hachís, marihuana morada, opio y demás. Porque uno va a la sierra
a eso. A comprar viajes.
Afortunadamente, el contexto natural nos evita la necesidad de
cualquier chamán y la experiencia se vuelve mística por sí sola.
Te comés tres honguitos, te metés en el bosque y según tus ganas
y estado de ánimo, te convertís en puma, charlás con Jim Morrison
o, en mi caso, le hablás al fuego mientras sentís que estás escri-
biendo la historia de la humanidad ... A la mañana siguiente te en-

76
contrás con cenizas y un montón de garabatos sin sentido en un
cuaderno, obviamente. Pero la sensación única de haberte elevado
no te la quita nadie.

LA DOBLE MORAL
El mexicano se persigna antes de asaltar un supermercado;
aboga por una relación "free", pero se retuerce al escucharte ha-
blar con alguien más; te quiere como novia, pero se acuesta con
otra; la adora como a ninguna, pero se acuesta con vos; es un padre
orgulloso y flamante esposo, pero cuando la familia está lejos in-
vita a la vecina a altas horas de la noche a hacer uso del baño ... El
mexicano lo quiere ... TODO. Y lo cree ... TODO. Puede estar
bien con Dios, el diablo, la virgen de Guadalupe, los zapatistas,
el gobierno de tumo y el universo. Imagino que es cultural. Yo
creo que es quizás una incapacidad de sentir a fondo, en profun-
didad. Cuando la fé, el dolor, el miedo o la pasión te calan los hue-
sos, no se puede sentir lo mismo por todo, porque no hay cuerpo
que aguante. El mexicano siente a un nivel intermedio, es por eso
que sus emociones oscilan continuamente y puede decir una cosa
y hacer otra.
Yo, a mis mexicanos, los quiero a todos. De la misma forma
en que ellos me quieren a mí ...

LA MUERTE
La muerte en México es una fiesta. E12 de Noviembre se ce-
lebra el día de muertos. Todos construyen un altar con ofrendas,
fotos y colores y por la noche ... fiesta.
El occidental no puede evitar sentir un shock al ver a todo el
mundo peregrinando al cementerio tras haber tomado, cantado y
bailado hasta altas horas de la madrugada.
Parece que el mexicano supo darse cuenta de que, cuando al-
guien se va, no hay mejor manera de recordarlo que festejando y
celebrando en su memoria por la poca vida que nos queda al resto ...

EL PICANTE
En México todo tiene picante. La hamburguesa, el pancho, la
carne, el pollo, los tacos, los chupetines, el choclo que te comprás
en la calle ... Todo tiene picante. Hay chiles de todos los colores,

77
tamaños y potencia, para la cartera de la dama y el bolsillo del ca-
bal1ero. Hay salsas envasadas y caseras. Las hay en polvo y com-
binadas. Toda la gastronomía mexicana se complota para armarle
una fiesta a tu colon. Al principio no tolerás nada. Poco a poco el
paladar se acostumbra y pide más. Cuando te querés dar cuenta
estás convaleciente frente al urinal soportando, 10 que te autocon-
vencés, serán los últimos minutos de dolor. Sin embargo, siempre
al próximo taco le agregás una cucharadita de salsa roja ... y, por
qué no, de la verde también.

LOS ARGENTINOS EN MÉXICO


Los argentinos que l1egan a México se distribuyen de forma
diferente de acuerdo a su nivel socioeconómico y estatus social.
Así, la zona del Caribe se ve en gran parte poblada por porteños,
chetos de zona norte y chicos bien de Córdoba. Mientras que en
el sur, en Chiapas y Oaxaca, prolifera el argentino de provincia,
también conocido como "hippie" (productor masivo de macramé.
Según Ana, ya es hora de que aprendamos a hacer otra cosa ... ).
Nuestra fama nos precede y yo creo que hemos invertido años
y un gran esfuerzo en lograr que el mexicano nos deteste.
México es el primer país en el que me avergüenzo de decir de
dónde soy. Soberbio, pedante y engreído, el argentino l1ega a Mé-
xico con la certeza de que está haciéndole un favor al país.
A las dos semanas de residir incorpora "güey", "no mames",
"órale" y "chinga tu madre" como exactos equivalentes de "boludo",
"no jodas", ')oya" y "andate a cagar" sin percatarse de que el registro
no es el mismo y el mexicano tiene un trato cotidiano más formal.
No lo sabe, no le interesa aprenderlo tampoco.
El argentino entiende México mejor que el mexicano. Baja del
avión y se escandaliza de no encontrar pan, buenos cortes para el
asado y dulce de leche. Aspira a que todo el cosmos y el universo
se encarguen de propiciarle un espacio ameno a su l1egaday le re-
creen su bien amado país ... en la otra punta del mapa. La montaña
tiene que ir a Mahoma, obvio.
Así somos, sencillitos y carismáticos ...

78
¿A QlJÉTE DEDICÁS?
SOY ore, ¿y VOS?

Qué hago ... a qué me dedico ... ¿Embauco gente? ¿Vendo ilu-
siones? ¿Trafico status? ¿Ofrezco beneficios? Vaya uno a saber ...
Mi labor consiste en "invitar parejas".

¿A qué invito a estas parejas?


A una presentación de ventas de un club vacacional símil
tiempo compartido pero que hizo todo 10 humanamente posible
para que no se 10 llame así.

¿Invito a cualquier pareja?


Noooo,jamás. Eso sería un pecado. Invito sólo a aquellos que ...
"califican". Por calificar entendemos que cuentan con un perfil so-
cioeconómico que les permite tanto comprar, como inclinarse o in-
teresarse por volver al mismo lugar una y otra vez y adquirir por
adelantado semanas que 10 convierten en "socio" del resort.

¿Cómo descubro si califican o no?


A través de un "discovery". Es decir, preguntando, simulando
interés y "descubriendo" si son unas ratas de pozo, si recién se
acaban de conocer, si es soltera o tiene su marido en casa, si es
canadiense o polaco, si tiene tarjeta de crédito, si viaja seguido, si
tiene un buen trabajo, etc, etc.

¿Por qué parejas?


Porque parece estar científica y estadísticamente comprobado
que la gente casada cae en la monotonía del reincidir y en la bús-
queda constante de estabilidad a largo plazo. Además, no teniendo
nada que hacer con su dinero, gastan en huevadas.

¿Cómo 10 hago?
Evitando decir que es tiempo compartido, una presentación de
ventas o cualquier cosa que se le parezca. Entregándoles regalos
y apelando a sus sentidos y deseos de pertenecer a un grupo "se-
lecto", parte de un "club", con beneficios "vip".

79
¿Por qué oculto información y qué tiene de malo ser "tiempo
compartido"?
Parece ser que después del boom del timeshare de los 80s y
90s, la venta de los mismos se sistematizó, convirtiéndose en una
presentación larguísima donde una secuencia de vendedores mal-
trataba a la gente hasta prácticamente obligarlos a comprar.

¿Qué me dice la gente cuando los invito?


Existe un gran número de reacciones. Algunos aceptan fácil-
mente; a otros, su sexto sentido vacacional y sus miles de presen-
taciones vividas los alertan de que se trata de tiempo compartido
y se resisten. En estos casos es necesario apelar a todo tipo de
mañas y argucias para persuadirlos a que entren. Algunos dicen
que no y jamás se los convence; otros dicen que sí al final, van y
vuelven con cara de "me engañaste, era una presentación de
tiempo compartido"; pero, existen también, los que se resisten,
van, compran y vuelven con el pecho hinchado de alegría ... esos
son los que mejor me caen. No sólo porque cobro comisión de la
venta, si no porque se dejan malcriar, disfrutan de los chistes y se
regodean de su nuevo status ... aunque recién la próxima vez que
vengan se pondrán en vigencia sus beneficios. Creo que, en reali-
dad, los que compran y quedan felices son los que más me gustan
porque son los único que me dejan con la conciencia limpia de
haber realizado una buena acción.

LA CONDICIÓN DE AMANTE
Ser amante es una tarea mucho más difícil de lo que parece ...
para el que engaña. No sólo es necesario romper con años de pre-
juicios y construcciones sociales con respecto a la monogamia y
la felicidad, si no que el que es infiel debe desarrollar una intrin-
cada red de justificaciones que aplaquen su culpa.

Sabe que está haciendo "algo que está mal". Pero no lo puede
evitar... le gustan mucho ... las dos. Pareciera que al final de cuen-
tas termina disfrutando todo a medias.
Para el o la amante, la situación es un poco más simple. Sólo
hay beneficios.

80
Existen, sin embargo, dos tipos de amantes: la que aspira a ser
la oficial, en cuyo caso el goce disminuye y la situación se con-
vierte en un eterno sufrir y una infinita espera por llegar a ocupar
el lugar que le "corresponde".

Pero está también, la amante por decisión propia. La que no


quiere ser novia, no le interesan los paseos de la mano ni las no-
ches de películas y tiene la certeza de que el affair es transitorio,
porque no está frente al hombre de su vida.

Ambos tipos de amantes no tienen el nivel mismo nivel de


aceptación, por supuesto. La amante que se entrega es la que más
gusta, porque está enamorada y todos disfrutamos ser amados por
alguien. Es, de todas formas, la más peligrosa. Puede aparecerse,
tras un mal día, en casa del infiel y revelar la verdad a gritos. Sólo
por despecho e insatisfacción.

La amante "volitiva" o deliberada no involucra sus emociones


y es por eso mucho más confiable ... pero menos atractiva. Nunca
se va a enamorar. La entrega nunca será completa. Los ojos no le
brillan.
Afortunadamente, pertenezco al segundo grupo. Aunque por
momentos desearía estar enamorada.

Es sumamente gracioso y divertido ver cómo el ser humano


invirtió años, esfuerzo, análisis y un intenso ejercicio intelectual
en justificar, explicar y sustentar la monogamia ... como si fuera
natural. Y como si fuera la única y correcta forma de vivir. Así
vemos día tras día a más y más personas caer en la terrible tenta-
ción. Descubrimos más y más miradas libidinosas en los esposos;
secreteos entre mujeres casadas. Me pregunto yo, en vez de tanto
secreto y elaboración, ¿no sería más fácil modificar las reglas? Si
todos mueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeren de ganas por una semana de
vacaciones del matrimonio. ¿Por qué no diseñamos una modalidad
de pareja con mayores libertades? Me atrevo a decir que si estu-
viera permitido, hasta disminuirían las ganas.

No me imagino como la oficial, engañada a las espaldas. Pero


tampoco siento que sería imposible estar en esa situación. Porque

81
soy una vil mortal, como todos. Y una boluda, como todas. Sólo
espero que las experiencias de vida que acumulo día a día como
fiel amante de hombres infieles, me permitan construir, el día de
mañana, una relación en la que si a mi esposo le gusta otra, me lo
pueda contar y, quién te dice, hasta la visitemos juntos.

SE ME ENMUDECIERON LOS DEDOS

Quién sabe por qué habrá sido, ¿no? Pero la rutina te atrapa y
súbitamente, de un día para el otro, ya no tenés nada que contar.
Porque tus días transcurren iguales, porque naturalizás la playa,
el Caribe, las presentaciones de venta, el timeshare y los aHinclu-
sive. Tu universo inmediato se osifica, se calcifica y para cuando
te querés dar cuenta ... ya no tenés nada nuevo que contar y no
podés distinguir el miércoles del lunes.
Trataré de resumir estos nueve meses en el Caribe para recordar-
los en el futuro. Vivir sola fue una experiencia única. De pasar de
casas de desconocidos y hostels a de repente tener mi espacio y poder
mear con la puerta abierta fue... sublime. Todos los días en pelotas.
Los primeros tres meses fueron de pura novedad, trabajo
nuevo, casa nueva, tele, cable y gimnasio. Para cuando caí en la
cuenta de que tenía una rutina armada ya era demasiado tarde.
Todos mis días se sucedían iguales. Ahí entré en pánico. Y, tras
meses sola por el mundo, durmiendo en cualquier lado y sin saber
adónde iba a ir mañana, mi vida en Playa del Carmen me estresó.
No me tomó más de 15 minutos caer en la cuenta de que no
estaba tan mal tampoco. Estaba en la Caribe, con amigos y un tra-
bajo archi relajado donde sólo juego a las cartas por computadora
y me hago amiga de la gente para que ni por las chapas se les cruce
la idea de que los estoy invitando a una presentación de ventas
(más que al 47° aniversario de la compañía que ya hace 8 meses
que se celebra). Sí, reconozco que mi trabajo es mediocre. Y vil.
Pero me va a pagar la vida de mis próximos seis meses, cuando
vuelva al ruedo. Como Rocky II, Depredador II y tantos otros que
regresan con gloria.
Así, de un día para el otro, mi disconformidad crónica se fue
(aunque debo reconocer que me vuelve ... cada dos por tres).

82
Pero mi hartazgo me sirve de freno. Estos meses fueron una
pausa para lo que se viene. Conocí mucha gente que vale la pena.
Viví miles de experiencias gratas y aprendí a persuadir a la gente
de una forma en la que jamás me hubiera imaginado que podía ...
todas herramientas útiles para la vida.
Lo que sí sé hoy por hoyes que México, o al menos el Caribe,
ya agotó todo sus recursos. Tras noches de borrachera, romances
truncos, amistades duraderas y mucha playa y sol ya me puedo ir.
Es más, ya me quiero ir. Volver. Con la frente marchita, del sol
supongo. Verlos a todos ustedes. Escuchar qué les pasó en este
tiempo de ausencia y compartir, con quienes más quiero, un po-
quito de lo que vi.
Me asusta reconocerlo, gente, pero sólo viajando me siento con
vida. Quiero creer que en algún momento me asentaré. Y seré feliz
de vivir en un lugar y de pertenecer. Pero, hoy por hoy, después
de escaparme por una semanita al DF, sé que soy una callejera. Y
que quiero girar por el mundo hasta encontrar a aquel magnate
ruso que me mantenga esta vida pero en un yate por el resto de
mis días ... (no necesariamente tiene que ser ruso. Podría ser tam-
bién inglés).

Ay, ay, ay ... qué vamos a hacer con Sofi. ¿Cuándo se va a


casar? ¿Cuándo va a formar una familia? ¿Cuándo va a volver a
Argentina? ¿Cuándo va a quedarse quieta?
No sé. Y no quiero (cara de enojada con ceño fruncido).
Desde ya, mis más sinceras disculpas a los que esperaban una
vida más convencional de mí.

EL DISTRITO FEDERAL,
UNA MIRADA POSTMODERNA
y MALA ONDA

Con un zócalo similar a la Plaza de Mayo (con manifestaciones


y todo), peatonales similares a Florida y Lavalle, similares líneas
de subterráneos, similares barrios, similares edificios ... el DF se
presenta como una versión de Buenos Aires mucho más grande y
mucho más gris.

83
Universalmente traducible, uno sale del aeropuerto y ya sabe
adónde ir y cómo. Mapitas de los recorridos del metro, trolebús,
colectivos. Barrios elegantes resaltados con colores. Un pseudo
San Telmo con la casa de Frida Khalo. Edificios igualitos a los
del microcentro. El DF es igual a cualquier otra ciudad ... pero
más pobre. Y con un nivel de represión que se siente en el aire.
Quizá escapan alojo promedio ... pero justo alladito del zó-
calo, ahí nomás de la catedral, cerca del palacio municipal y
demás edificios gubernamentales se erigen imponentes los restos
de Tenochtitlán. El origen de México. Su historia callada por Es-
paña; por las miles de iglesias que se construyeron sobre cada tem-
plo. Las ruinas, rodeadas de placas de durlock que resguardan el
trabajo de investigación y las excavaciones, persisten como testi-
gos mudos y prueba fehaciente de que el DF no es una ciudad
como cualquier otra ... y no debería intentar serlo.
Así, uno anda por el DF como sintiéndose en casa pero con
una punzante sensación de que algo no anda bien. Yes en los re-
covecos, en las esquinas, enlos espacios más ocultos donde se
ven las diferencias y donde se aprecia su identidad.
Los mercados clandestinos abundan. Con las bolsas listas y las
cosas a mano para salir corriendo ante el primer atisbo de una si-
rena policial, los vendedores ambulantes se asientan en cada es-
pacio libre.
El bar de moda es la pulkería.
Pulke. Moco de alieno Sangre de depredador. Un derivado del
maguey (tipo de cactus) de consistencia viscosa y colores varios.
Mezclado con leche, apio u otras cosas, sabe muy rico, al punto
en que te tomás dos vasos, quedás re en pedo y ni cuenta te das.
Llegué al DF, una de las ciudades más grandes de Latinoamé-
rica, esperando diversidad, transgresión, vanguardia. Encontré
conservación en su extremo. Homogeneidad excesiva. Religiosi-
dad impuesta. Ideales y estándares foráneos. Malinchismo exa-
cerbado y mucho, mucho tipo pajero ...
La gente fue amable desde que salí de las escaleras del subte.
No caminé ni dos pasos y un estudiante ya me estaba preguntando
si necesitaba ayuda. El turista escasea. Somos una especie rara.
Sin embargo, nunca supe si la gente me era amable de forma
espontánea o si mi carácter de güera me convertía en ese ideal ins-

84
taurado desde la conquista.
Blanca. Blanca y mujer. Blanca, mujer y con cabello corto.
Blanca, mujer, con cabello corto y sola. Una en un millón.
Pasé un par de días con Mili y Uri. Geniales. Conocí a Blue
Demon, una estrella de la lucha libre. Y miré tele de aire. Teleno-
velas. Y ahí lo entendí todo ...
A México le cagaron la vida las telenovelas.
Se fmgen embarazos, se arman triángulos amorosos, se espera
salir de la pobreza encontrando al hombre ideal. Con estándares
irreales y expectativas ficticias, el mexicano promedio se complica
la vida ... como en la tele. Y espera salir de la dominación a través
de la clase que lo somete.
Thalía y todas sus Marias son el modelo a seguir y un ejemplo
de vida.
Cásese. Cásese bien.

Nota del traductor*:


Conste que puse en el título que la mirada era mala onda, ¿eh?

* Por traductor entiéndase yo misma.

XOCHIMILCO, EL DELTA MEXICANO

Decidí un día, por recomendación unánime de los locales, ir a


conocer las famosas "trajineras" (barcazas de madera con mesas
y sillas) que recorren las aguas del ¿delta? de Xochimilco. Nuestro
Tigre pero ... diferente, muy.
Los fines de semana no dan abasto. Un lunes por la tarde, los
remeros se me acercaban como tiburones mientras ofertaban pre-
cios cada vez más bajos.
En general, son "colectivas". Va mucha gente, cada uno paga
una proporción del todo. Ese lunes, yo sola quería viajar ... no era
negocio ni desamarradas del puerto.
Me obstiné. No me iban a estafar. Dispuesta a irme, Ramón
logró bajar los números, me llevó al restaurante de comida corrida
de su ex novia y viajé con él. Unos franceses nos acompañaron,
así que al final fue negocio.

85
En el camino vimos muchos viveros, restaurantes flotantes y
mariachis en balsas. Muy divertido. Todo el trayecto fui charlando
con Ramón. Y ofreciéndole de mi almuerzo, que siempre recha-
zaba.
Me contó que era de un pueblo de los alrededores, en la cima
de un cerro cercano. Estaban de fiesta. Era el día de la virgen pa-
trona de sus tierras. Había feria y música. Entonces fuimos.
El pueblo era chiquito. Habían montado un parque de diver-
siones. Ramón me llevó a su casa, no sin antes disculparse porque
era humilde. Ahí estaban su mamá y su hermano. Almorcé de
vuelta (nunca se le dice que no a las tortillas calientes) mientras
charlábamos con la familia y escuchábamos a Juan Gabriel del cd
que me había regalado Ramón.
Carlos, su hermano, empezó poco a poco a mostrarme México.
Un cuadrito de la virgen de Guadalupe ("es nuestra patrona. Llé-
vatelo, es tuyo"); una vieja botella de tequila vacía ("este es de
los mejores. Llévatela, anda"); un precioso bolso de cuero ("yo
los vendía. Llévatelo, llévatelo") y una lotería, que también me
llevé. No sin antes jugar con ambos hermanos.
La lotería mexicana es muy popular. Tiene dibujos de todo tipo
y viene con el nombre debajo de cada uno. El moro, la sandía, el
borracho y el cazo (como una cacerola o fontón medio raro) son
algunas de sus imágenes. Estar en casa de Ramón jugando a la lo-
tería con él y su hermano no tuvo precio. Más considerando que
Ramón tiene cerca de cuarenta años y su hermano, dos menos.
Vi fotos de sobrinas, hermanas, parientes. Vi cuadros de Cristo
que, si los movías, parecía que se le abrían los ojos. Bailé la mú-
sica popular mexicana y escuché Soda Estereo.
Salimos a las corridas. Yo tenía la llave de casa y Uriel ya había
salido del trabajo. Tenía que ir a abrirle.
Ramón me llevó en taxi. Creo que gastó más en mí ese día que
lo que yo pagué por el viaje en trajinera ...
Nos despedimos efusivamente. Sabía que no me iba a volver a
ver. Nunca me voy a olvidar de la amabilidad con la que me tra-
taron. Sé que eJIos van a recordar toda su vida el día que tuvieron
una argentina en casa ...

86
SOBRE CÓMO ME ECHARON
DEL LABURO
A CAUSA DE UN TANO INFIEL

Giuseppe (protegemos su identidad por razones obvias) llegó


a Playa del Carmen desde una ciudad cercana para pasar unos días
con su madre, quien estaba de visita desde Italia. Amante de la
música electrónica y de la fiesta, Giuseppe salió ese fin de semana
sin expectativas. No esperaba mucho de la noche. Sin embargo,
tomó la precaución de llevar consigo una caja de condones en caso
de que aconteciera una emergencia.
Paralelamente (en un lugar no lejos de allí. Contextualización
filmica al estilo Batman), el timeshare perdía día a día su justifi-
cación racional. No recibí un bono por no asistir a una junta cuya
existencia desconocía. Me desperté ese día con mensajes de mis
compañeros, hice dedo, llegué diez minutos tarde sin orgullo y
humillada para no recibir nada. A partir de ese momento caí en la
cuenta de que estaba haciendo algo desde hace meses exclusiva-
mente por dinero ... que no me estaban dando. Cabe destacar que
empezar a leer La Náusea de Sartre no me ayudó mucho a re na-
turalizar el medio tampoco ...
Una discoteca de esas que suelo evitar reúnen a la chica del ti-
meshare con el tano infiel. La atracción fue inmediata, una ven-
dedora de ilusiones y un comprador compulsivo.
Dos noches memorables. Dos días olvidables en que presencio
cómo le aplican presión a mi familia de israelitas canadienses para
que tomen una decisión en cuestión de minutos (y compren) mien-
tras su hijo de meses no deja de llorar ...
Las señales fueron obvias. No necesitaba de un campo arado
con figuras extrañas para caer en la cuenta de que el "negocio" ya
había cumplido su ciclo y no tenía nada más para ofrecerme.
La famosa junta de los martes convoca a nuestra jefa, quien
enojada nos pide que de una vez por todas tomemos el trabajo en
serio (aunque no tengamos salario) y dejemos de llegar tarde o
irnos temprano (aunque no tengamos salario), porque dónde se
vio que uno haga lo que quiera en su trabajo (aunque no tengamos
salario) *.

87
El tano se va esa misma tarde y me ofrece vemos, seguramente
por última vez, con su madre en la playa.
Me fui. Me echaron (palabras textuales a mi supervisor: che,
creo que m~ v~y a ir porque estoy caliente con un tanó). y Susana
(conservamos su anonimato porque no recuerdo su nombre) pudo
en tan sólo ullll semana en México ver a su hijo, conocer a su
nuera ..; ya la opción B, ya que Giuseppe no escatiinó en demos-
traciones de afecto delante de ella.

Para todo lo demás, existe Mastercard.

* El negocio de los "tiempo compartido" sólo paga por comisión.


Sin sueldo fijo.

SAN CRISTÓBAL A DEDO


. .
Pa.rtimos junto con Manu unviemes por la mañana. Yo, mo-
chila minúscula. Manu, mochila de mochilero, bolso con clavas,
bolso c0t?ún, ula ula y cámaras de las buenas.
Obviamente, la ayudo a cargar.
- .;

Afortunadamente, el día previo tomamos la precaución de ra-


parme la cabeza y dejarme una cresta. Así, con el ~r~ de ula ula y
las clavas en el bolso, nadie podía distinguir cuál ~ra la más hippie
de las dos. Creo que de no ir a dedo, pagando boleto nos habrían
mirado raro.

Ride # 1
, Carlos, undoser* del hotel Royal, justo tenía día libre. Así que
paró. Iba originalmente sólo hasta Puerto Aventurás, pero al, evi-
dentemente, no tener nada mejor que hacer, nos preguntaba ante
cada playa que pasábamos si la conocíamos y si queríam"osir. Du-
plicó su viaje hasta Tulum, media hora más tarde de Puerto Aven-
turas, mientras nos hacía escuchar un casette (sí, casette) de su

88
banda de reggae. En sus cuarentas, Carlos había tenido una banda
diez años atrás, cuando el timeshare no se encontraba dentro de
su universo conocido.
Hoy por hoy, llevaba consigo su cassette y en su día libre no
sabía bien qué hacer.

Ride # 2
Erasmo iba hacia Bacalar, donde viven sus padres de más de
ochenta años. Soltero, pulcro, culto y profesional, Erasmo fue de
esos viajes placenteros y tranquilos donde se debate sobre temas
de carácter internacional. Me tocó ir adelante. Quedé a cargo de
la plática.

Rides # 3/4
Un ride de 10 minutos estilo taxi nos llevó hacia Fernando. De
pocas palabras, pero buenazo, Fernando transportaba medicamen-
tos. Había pasado la noche en Playa del Carmen, solo, y no en-
tendía por qué tras 12 cervezas en la playa no pudo conocer a
nadie. Mi teoría fue que nadie se le iba a acercar en ese estado de
ebriedad ... y se lo dije.
El viaje fue largo. Tras una primera hora de respeto, termina-
mos dominando su estéreo, llenándole la camioneta de yerba y pi-
diéndole que pare para que comamos. Fernando no parecía estar
disgustado. Menos tras llamar a su compañero Marcelo para con-
tarle que iba con dos argentinas. Nos pasó el teléfono para que
evidenciáramos la veracidad de su historia y nos dijo que el lunes
regresaba, así que intercambiamos números.

Fernando nos dejó casi en Palenque, hasta donde tuvimos que


pagar. Ya en el Panchán (un pseudo centro turístico con cabañas
precarias en medio de la jungla, con monos que gritan como si es-
tuvieran poseídos y mucha marihuana), Manu hizo un show de
fuego a cambio de la comida. Yo me presentaba como su manager
(he notado que en el ámbito circense los logros académicos no
son tan apreciados. Razón por la cual me reservaba mi profesión
para mÍ. Mi carta de presentación era sólo el haber venido sola
por tierra).

89
Hacia San Cristóbal hubo que pagar. Dos rides cortos (entre
ellos el de José Manuel. Amigo ahora del facebook que cruzó dos
veces de "mojado" a iusei para regresarse con la crisis) nos dejaron
en medio de la sierra desde donde tomamos dos combis. Una de
las cuales vomité (demasiada curva, che).

LA LLEGADA

Ya en Sancris esperamos a la Cocota, mamá de Manu que


arribó una hora más tarde por medios de transporte más conven-
cionales, es decir, pagos. Nos dirigimos al hostel de Rudy (aquel
en el que ya había trabajado un año atrás). Con algo de nostalgia
y muchos recuerdos no logré ver a Rudy (quien se encontraba dis-
frutando de que su esposa e hijo estuvieran del otro lado del
charco ... pinches mexicanos) y pagué la noche con poco des-
cuento. Por suerte, uno de los cambios implementados en el hostel
fue una tele muy grande con un reproductor de DVD donde vi dos
películas de Woody Allen que me propiciaron una buena epifanía
para el día siguiente.

Que fue lunes. Nos encontramos con José Luis en el supermer-


cado para ir a quedamos en su casa. José Luis está pisando sus
60. Hippie por naturaleza, le encantan la comida, el alcohol, las
mujeres y los chistes de doble sentido.

Me quedé en su casa sólo una noche, ya que el universo quiso


que en Sancris volviera a ver a Goni (sí, Gonzalo, uno de los pro-
tagonistas de "Atrapados en Obaldía"). Me empapé hasta su casa.
Comí uno de los mejores asados en meses (si no el único) y dormí
con él y su primo (vil mentira ya que no había lazo sanguíneo al-
guno) para ver Dragon Ball Z con fiebre a la mañana siguiente.

Mientras tanto (en un lugar no lejos de allí), la Coco y Manu


se mudaban a casa de Rosa María. Sola en medio de la montaña,
Rosa María afrontaba junto con sus tres insoportables y olorosos
perros la ruptura de su matrimonio y la decisión de su hijo adop-
tivo de quedarse con su padre en el DE Rosa María fue para mí

90
ese ejemplo de mujer que ninguna quiere llegar a ser. Sumamente
amable al recibimos y en una casa totalmente equipada en la mon-
taña, Rosa María disfrutaba recibir halagos y hablar de sí misma
y de su historia de vida autoafirmándose mediante el discurso
como una luchadora. Al igual que con un ride, uno paga la estadía
en casas ajenas escuchando al dueño de casa y preparándole la
cena.

Hicimos nuestras compras en el mercado. Manu fue perforada


varias veces por Goni **. Nuestra obra teatral **** nunca vio la
luz. Opté por recluirme temprano cada noche. Extrañaba mi es-
pacio y mi soledad, es por eso que no logré ninguna interacción
nocturna.

LA VUELTA

Volvimos al Panchán. Vimos las ruinas de Palenque. Tuve va-


rios momentos mágicos (con y sin la influencia de estímulos ex-
ternos) y se dio el ride vuelta ...

Rides # 1/2
Una señora apurada que casi ni nos saludó nos dejó en el cruce
donde nos recogió Salvador. Con sus 25 años, Chava anhelaba
viajar, es por eso que nos interpoló con su simple "y tú, ¿por qué
viajas?". Preguntas sencillas y directas que te dejan pensando y
obligan a la introspección. Mi respuesta fue algo así como, todos
quieren, yo quiero, cuándo si no ahora, ¿no?

Ride # 3
Álex y Manuel fueron los siguientes en recogemos. Una ca-
mioneta último modelo con Janis Joplin de fondo llevaba a un cin-
cuentón terrateniente de tipo bohemio y a un arquitecto de no más
de 25 años que iba a ver su terreno. Amables, curiosos y excelen-
tes anfitriones, nos invitaron a comer un pollo con mole exquisito
junto a la ruta.

91
Ride # 4
Quedamos en el control fitozoosanitario, junto a un retén mi-
litar. Los militares se encargaban de parar autos y preguntarles
adónde iban para aseguramos un viaje.
Así subimos al carro de Samuel y Carlos.
Samuel, bajito, fibroso, hiperactivo.
Carlos, paciente, analítico, servicial.
Los muchachos iban en un auto importado, quizá modelo 2000,
a 160 km por hora por la ruta en pos de alcanzar a Panterita, a
quien debían hacerle una entrega.
El narco corrido a todo volumen imposibilitaba el diálogo. Las
primeras conversaciones que tuvieron lugar entre ellos abordaron
temas como todas las veces que chocaron y cómo se hace para
que la policía no te encuentre las drogas en el auto.
Las miradas que intercambiábamos con Manu oscilaban entre
la desesperación y el pánico.
Samuel era hiperquinético. Un peligro al volante. No dejaba
de tocar cosas, manipular objetos e intentar hacer llamadas por te-
léfono.
Carlos era calmo y amable. A todo momento intentaba cercio-
rarse de que estuviéramos bien y cómodas.
Juntando el coraje para decidir bajamos del auto, súbitamente
se detienen y ambos bajan. Cambian de conductor designado y a
los minutos cruzamos un control policial.
Ellos se estaban beneficiando más de llevar dos chicas que no-
sotras de viajar gratis.
Samuel vuelve a agarrar el teléfono y consigue hablar con su
esposa. Él tiene 23; su mujer, 22. Tienen dos hijos, Cristian de 7
y Deisi de 4. Hay un tercero en camino. Poco a poco entramos en
confianza. Samuel conoce varios lugares, en todos chocó un auto.
Carlos se presenta como el intelectual. Nos habla de una espa-
ñola a la que conoció y nos pregunta si creemos que el amor tras-
ciende las barreras de lo fisico, si es posible enamorarse de alguien
al conocerlo, por su persona y por quién es más que por su apa-
riencia fisica, ya que él no es feo ... es re feo (textuales palabras
de Carlos. No podemos más que darle la razón).
Paramos varias veces en todo el viaje debido a la hiperactividad
de Samuel. Compramos una mesa con bancos para su mujer (los

92
probamos. Yo ayudé en el regateo).
Paramos más tarde a comprar unas pastillitas para Panterita, a
quien tenemos que alcanzar.
Más tarde nos enteramos de que el auto va limpio. Sólo podrían
agarramos por exceso de ve16cidad. La "chamba" tendrá lugar en
la pensión. Panterita lleva la 'inercancía. .
Súbitamente cruzamos un camión. Ahí va Panterita! !! Paramos
y rápidamente le entregan 10que le corresponde. Más adelante se
verán en la pensión. Celebro .elintercambio. Lo logramos.
Comemos unos tamales cón los muchachos, tras 3 hs. de viaje
11
ya no .hay miedos ni secretos~iTodos
~ somos cuates.
Nos dejan en el cruce Chetuma1-Cancún y nos piden que ten-
gamos cuidado. Nos dejan su número y quedamos en llamarlos si
alguna vez andamos por Chetumal.

93
Ride # 5
El ingeniero Zapata en su escarabajo no amerita ni dos líneas.

Ride # 6
Pero Armando y Jorge, en su Hummer, de noche, desde Bacalar
hasta Playa se nos aparecen como la polarización. El antagonismo.
Los opuestos. Treintañeros bien. Burgueses dueños de su propia
empresa en un jeep que parecía una nave espacial nos matan a
preguntas sobre nuestros viajes y nuestra vida sin entender mucho
de nada. Me gustó más viajar con Carlos y Samuel, creo.

*Closer: último eslabón de la cadena alimenticia del timeshare,


ergo, el que come más.
**Cabe destacar que esta afirmación no hace alusión
a ningún tipo de albur o doble sentido.
Gonzalo le agujereó ambas orejas, arriba,
en el cartílago y la nariz, en el medio,
entre las fosas, por debajo. A lo Apocalypto***.
***Cabe destacar también que después de ponerse ese aro,
la más hippie del viaje fue Manu, sin lugar a dudas.
****Tres sketches cómicos de improvisación que planeábamos
hacer con Manu y la Coco en la calle de SC.

EL GRITO EN EL O.E

Miles de personas se conglomeran en el zócalo esperando la


salida del presidente. Su único objetivo: gritar.
Mientras que como argentinos se nos viene a la memoria el son
de cacerolas y la imagen de fugas en helicóptero, el 16 de Sep-
tiembre, México es una fiesta. Únicos en Latinoamérica, los me-
xicanos festejan su independencia gritando. Una exclamación
catárquica al unísono congrega a millones de personas frente al
televisor, el edificio de su delegación municipal o el mismísimo
centro del Distrito Federal. Los puestos de comida se multiplican
y los Ítems de propaganda nacional se comercializan en sus formas
más extrañas. Abundan las banderas, los mohicanos (crestas pos-
tizas a modo de peluquín), las pestañas falsas, los sombreros y

94
hasta los bigotes. Todo en rojo, blanco y verde.
Nuestra pasión desplegada cada cuatro años frente a la selec-
ción es vivida con igual intensidad en México cada 16 de Sep-
tiembre.
El día 15 tiene lugar el desfile. Cada delegación (o barrio) os-
tenta a sus escuelas, centros de jubilados, institutos, sindicatos de
luchadores y hasta asociaciones de charros (jinetes y chinas a ca-
ballo vestidas con sus trajes más típicos) locales. Todos salen a
la calle a admirar el despliegue de colores y destrezas que cada
organización tiene para mostrar.
Por la noche, la cita es frente a la plaza o al televisor. Familia
y amigos se reúnen a ver la salida del presidente (o el delegado
municipal) por su balcón para pronunciar las palabras mágicas:
"¡Viva México!". La frase es repetida tres veces a las once en
punto y coreada por la multitud para ser seguida luego de un cielo
multicolor iluminado por fuegos artificiales.
La fiesta continúa hasta altas horas de la madrugada, dejando
a medio México en estado de ebriedad ...
Al otro día, el desfile principal sobre la avenida Reforma (la
más ancha del Distrito) incluye a las fuerzas armadas, la marina y
el ejército con sus trajes de gala y armamento de última tecnolo-
gía. Nadie se pierde este día del festejo, mientras las tres fuerzas
disfrutan al extremo del único momento del año en que todo Mé-
xico les profesa su respeto ...

VUELTA AL D.F., LA FAMILIA DE IVETTE

Mi segundo paso por el D.F. fue completamente diferente al


primero. Llegué en plena época de fiesta ("el grito") y me quedé
en casa de Ivette.

Al momento de entrar lo primero que distingo es un cuadro


colgado de la pared con Ivette, Moni y Ruben (sus dos hermanos
menores) vestidos "de gala" con un fondo liso cual foto de tele-
novela de familia adinerada ...
Mi primer comentario fue "Lazos de familia", con tono al
mejor estilo Televisa.
95
Al día siguiente yo era María Joaquina, la hija no reconocida
que lavaba y limpiaba. Mi muletilla era "10 hizo ... por su dinero"
y toda mi estadía se basó en parodiar un culebrón televisivo.

Todo esto fue gracias a que tanto José Ruben (el papá de Ivette)
como doña Lola (la mamá de Ivette) son los padres más divertido
y relajados de todo México ...

Durante mi paso por casa de los Medina Miranda, fui de com-


pras al mercado, ayudé en el pelado de chiles, probé los tacos del
gordo (caros, pero los mejores) y me saqué fotos con todo el des-
file del día 15 de septiembre ... incluyendo a luchadores y charros.

Estar en la capital para el día de la independencia mexicana y


pasar esa semana en casa de mi carnala me llevó a percibir el D.F.
de forma distinta. Fue casi un sentirlo "desde adentro". Y me fascinó.
y me contagié de la cultura de este país donde todo es fiesta y todo
es algarabía. Y le perdoné su malinchismo y vi su lado combativo,
su costado nacionalista. Sentí el orgullo mexicano a flor de piel.

El próximo septiembre me encontrará nuevamente en el D.F.,


esta vez, vestida de china de poblana ...

EN EL AVIÓN

En el avión todo se compra. Desde la comida hasta el entrete-


nimiento. Todo tiene precio. Todo puede ser adquirido.
Dejo Latinoamérica atrás, a través de un eterno atardecer que
bien podría ser la mañana. La gente es diferente. Sus colores, sus
olores, su tamaño. No sé si pertenezco. Consciente de años de su-
jeción, como siempre me caracterizó, me siento adentro y afuera.
En el limbo; la frontera limítrofe entre un ser y un querer ser. Ni
muy latina para ser sudaca, ni tan civilizada para ser del primer
mundo. Soy un no mundo. Una constante oscilación entre clases
sociales. Aparento una, pertenezco a otra, no estoy en ninguna.
¿Me brinda ese fluir mayor movilidad? ¿Me ubica en un mejor
espacio de perspectiva? ¿O vivo a cada momento bajo la frustra-
ción de no poder definirme?
96
El mundo necesita ser categórico. Nos gusta clasificar. Mi inca-
pacidad de posicionarme me da, por momentos, una libertad tal que
me aliena. Me margina. Soy un NO ser. Soy un NO estar.Y al mismo
tiempo 10 soy todo. y estoy en todos lados. Y puedo hacerlo todo ...
hasta donde yo sé. Veremos qué pasa estos próximos meses.
Con Julio (Cortázar) viajando conmigo me siento bastante es-
túpida. No sólo perdí la capacidad de escribir, si no que creo que
ya no me puedo abstraer. Viajar te quita. Aún no sé bien qué, pero
hay algo que te quita.
(Luchamos contra el tiempo. Huimos del atardecer para llegar
a la mañana)
Volvamos a 10 que te quita el viajar. Los miedos los tengo to-
davía. De todos los tamaños y colores, sí, como la gente del avión,
para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama. ¿Será el
alma? ¿Viajar te quita el alma? Habrá que ver si alguna vez la
tuve ... tantos lugares, tanta gente. Poco a poco se van robando
parte de tu esencia hasta que al final no sos nada más que un con-
glomerado de todo 10 que viste y aprendiste del resto. Te quita las
preocupaciones. Quizá. Aunque si me esfuerzo, vuelven.
No sabría del todo bien cómo definirlo, pero yo creo que hay
algo que yo tenía cuando salí la última vez que ya no tengo ...
¿Será alguna prenda de ropa? Años no perdí ninguno, es más,
sumé. Bajé algo de peso ... Siento que cuando más viajo y más
tengo para contar, menos me escucha la gente ... ¿Será eso? ¿El
derecho a ser escuchado?
¿y si 10 que te quita es tu identidad? ¿Si lo que uno pierde sutil
pero consistentemente es eso que 10 une a uno a su origen, a su
tierra? Pucha. Es eso. Cada vez me desargentinizo más. Pero no
para convertirme en otra cosa, porque no me asiento. No me esta-
blezco. Y reconstruir una identidad en mí llevaría años. Cada día
pierdo poco a poco mi argentinidad, casi sin darme cuenta, y la
voy remplazando por un híbrido, una amalgama de culturas que
se fusionan en mí creando una nacionalidad única. La mía.
Ya no soy Buenos Aires. Ya casi no como asado. Siguen, todos,
clavados en mí a fuego. Pero ya ni sueno como yo ... no sé si viviré
en mi país nuevamente algún día. No sé si podré y no sé si lo ne-
cesito. Porque mi lugar es el mundo y es demasiado grande como
para serme acogedor ...

97
BRUSELAS, UNA OJEADA
AL PRIMER MUNDO

Cómo describir mi primera impresión de Europa ... Cómo re-


sumir en un par de líneas el shock cultural que representó el cruzar
el charco.

Tras un año en México y ocho meses previos por Sudamérica,


mi primera sensación de Europa superó cualquier expectativa. El
viejo continente se presentó ante mí como un nuevo código, com-
pletamente inaprehensible y foráneo. Similar a aquel primer en-
cuentro con Bolivia, Bruselas me mostraba una forma de vida
muchísimo más alien que 10 que mi paso por Buenos Aires estaba
dispuesto a aceptar.

Para empezar, la disposición visual, la arquitectura y el diseño


de la ciudad construyen imágenes idílicas, una sucesión de fotos
postales que constituyen el espacio cotidiano de muchos. Nada
está fuera de lugar, nada desencaja. Catedrales góticas comparten
la escena con palacios neoclásicos y jardines reales forjando una
armonía que, aunque forzada, sólo ostenta esplendor. Edificios
abandonados se esconden a mitades de cuadra haciendo su mejor
esfuerzo por desacomodar el orden y humanizar el entorno. No 10
logran. Todo sigue siendo lindo. Todo sigue estando bien.

En Bruselas conviven todos. Es posible ver árabes, españoles,


franceses, turcos y latinos. Todos conservan "su lugar" dentro de
la amalgama sociaL Seguramente un tanto durkheiniana, la ciudad
se estructura de acuerdo a los estándares sociales pre asignados
según la Unión Europea.

Llama poderosamente la atención, la escasez de niños. Parece


ser que los Europeos, satisfechos consigo mismos, con su estatus
social y su nivel de confort se han visto en lo posición de prescin-
dir casi por completo ... de procrear. Han optado por relegar la
ardua tarea de reproducirse a las economías en vías de desarrollo.
Podría asegurar que la edad promedio en Europa es 30. Todos
son treintañeros. O parecen serlo. O aspiran a serlo. O lo serán de-
jando muy poca gente detrás suyo más joven aún ...

98
En su día promedio, el habitante de Bruselas trabaja unas pocas
horas, quizá en algún departamento o ente no gubernamental, para
luego salir por las callejuelas a ver algún show de jazz, jam ses-
sion, espectáculo o simplemente cenar con amigos. En el centro
siempre hay gente. Todos salen a pasear. Nadie se preocupa por
si alcanzará para las cuentas, porque siempre alcanza. Nadie se
preocupa por dónde dejar a los críos porque nadie los tiene. y
nadie se preocupa por lo que implica salir de la casa en otoño por
la noche porque el índice de criminalidad es nulo y el seguro social
cubre todo tipo de gripe ...
Fácil. Si tuviera que resumir mi percepción sobre Europa (o al
menos sobre Bruselas) en una sola palabra, la primera que se me
viene a la mente es "fácil". La vida en simple. Lisa. Llana. Sin
preocupaciones. Hay trabajo, hay bienestar, hay tiempo para el
ocio, el entorno es ameno ... la vida en Bruselas es fácil.

A DEDO A PARÍS
Parada en el costado de donde comenzaba la autopista, los
autos pasaban y, en general, sólo conseguía miradas raras de los
conductores que reflejaban un "¿qué carajo hace esta piba ahí sola
haciendo dedo?"

Creo que el problema principal es que existe en el imaginario


de todos un estereotipo bastante rígido del que hace dedo. Es decir,
un hippie zaparrastroso sin un peso. Uno espera rastas, mochilas
gigantes, aros, mal olor y clara pinta de extranjero. Cuando, como
en mi caso, uno ve a una chica con botas, uñas pintadas de rojo y
corte alternativo, sólo dos cosas se le cruzan por la cabeza al con-
ductor: a) está loca o b) es una asesina serial. Ambas opciones
poco gratas para el que conduce ...

Tardé aproximadamente 15 minutos en lograr que Jean Paul


parara. Para el promedio de autos que pasaron, fue mucho.
Jean Paul hablaba muy bien inglés y hasta español. Policía re-
tirado, ex miembro del SWATbelga (sí, operaciones secretas anti
bomba) su respuesta a mi pregunta sobre si su trabajo era peli-

99
groso fue: TODAS las situaciones en la vida son peligrosas,
TODAS.
Me llevó hasta una gasolinera donde se despidió muy amable-
mente mientras me repetía por enésima vez que tuviera cuidado.
Soy de Longchamps, pensaba para mis adentros. Esto es Bélgica.

En la estación de servicio sólo me dediqué a acercarme a la


gente que llegaba con el auto y con un francés muy básico decir:
"je m'appel sophie. Je va a París. Et tu?" Después de la sonrisa
algunos me decían que iban para otro lado hasta que un polaco,
cuyo nombre no recuerdo, me llevó hasta Waterloo.

Súper amable. Luego de mantener una conversación monosi-


lábica me enteré de que había dejado Polonia hace veinte años,
en pleno comunismo. Tenía tres hijas y era feliz en Bélgica. Se
desvió 4 kilómetros para dejarme en otra estación de servicio.
Ahí compré mi mapa de rutas y después de acercarme a una
persona, encontré a Mustafá y Louis que iban a París! Originarios
de Marruecos, me hicieron escuchar toda la música de su país
mientras Mustafá (a quien yo no podía dejar de llamar Mohamed)
me explicaba qué veíamos a medida que nos acercábamos a París.

No hablar francés dificulta la interacción con la gente que me


lleva ... pero tras una sesión hipnótica con mi amigo Francesco,
mi vocabulario se incrementa poco a poco.

El próximo fin de semana ya tendré cartel y llevaré mate para


asustar un poco más a los conductores ...

CÓMO SOBREVIVIR EN PARÍS


SIN INTERNET, TELÉFONO CELULAR
NI TARJETA DE CRÉDITO ...

No se puede. Inténte1o, verá que no se puede.


El primer mundo ha dedicado todo su esfuerzo y empeño en
cumplir al extremo el poner "la tecnología al servicio del hombre".
Seguramente en no más de unos 50 años todo un ejército de droides

100
estará destruyendo todas las capitales, pero bueno, falta para eso.
Todo en París parece ser fácil. .. para el que cuenta con las he-
rramientas indispensables para ser parte del juego.
Sin internet en casa de Emma, me vi forzada a deambular por
bares y escuelas captando señal donde pudiera. Agradezco a Dios,
y a las miles de cuotas de Garbarino, que le permitieron a mi fa-
milia comprarme esa bendita computadora que salió seis veces
más pero sin la cual, me atrevo a decir que, no podría ni salir a
calle ... Ya que el concepto de "ciber" en París es casi tan alien
como el de "locutorio".
Tras enviar un mail por la tarde, me vi forzada al día siguiente
a llamar a la persona para concertar una cita. Número de Bélgica,
ergo, los celulares de Emma y Esther no funcionaban. Podría usar
Skype ... pero carezco de tarjeta de crédito para hacer las cargas
pertinentes. Decido, entonces, buscar un locutorio ...
Debería de haber filmado la expresión en la cara de los parisi-
nos. Algunos, entre mi pobre francés y el extraño concepto de lo
que buscaba, ni siquiera me entendían. Otros, tras pensar un largo
rato, desistían y con tristeza me decían meramente "no, no hay".
Estaban también, por último, los que creían que buscaba un ciber
y me mandaban allá adonde el diablo perdió el poncho para en-
contrarme con muchas computadoras a 4 euros la hora. Sí, 4 euros
la hora. A veces, muy esporádicamente, me topaba con cabinas ...
en donde era necesario meter tarjetas de 10 o 20 euros ...
La vida en París es fácil. La tecnología hace.todo por uno. Así,
es posible tener internet en el auto, usar bicicletas plegables y per-
mitir que el GPS conduzca ... El único requisito es pertenecer. El
nivel de confort es tal que todos lo tienen todo ... en su casa. Den-
tro de la esfera de lo individual. Como latinoamericana de visita,
sobrevivir sin celular, internet ni tarjeta de crédito en París es casi
como tirarse al río ... sin canoa.

SEGUNDO RIDE A PARÍS

En el mismo lugar que antes, con mucho más frío y lluvia, des-
envainé mi cartel: París (dibujo chungo de una torre que parecía
más una antena de telefonía celular) avec une argentine (banderita

101
de argentina). Los belgas no estaban preparados para eso. No, no.
Una sucesión de conductores forzaban la vista para leer el car-
tel y expresiones de lo más diversas se sucedían cuando ya estaban
demasiado lejos o demasiado rápido para frenar. Más de uno se
lamentó, lo sé por sus caras.
Por suerte, Smail paró. Argelino, hacía ya más de 10 años que
vivía por estos lares. Entendiendo la mitad de lo que me decía
pero deduciendo gran parte de toda la conversación gracias a mis
grandes habilidades extralingüísticas (debería ser una suerte de
súper poder, ¿no?), supe que en Argelia la cosa está jodida. Y que,
al parecer, es principalmente culpa del gobierno ... corrupto. Su
historia me sonó familiar, pero en pos de no perder el hilo de la
conversación traté de no armar analogías en mi cabeza.
Me contó que parte de su familia estaba en Inglaterra. Mi fran-
cés se limita a la sesión hipnótica con Francesco y a un sitio web
muy muy malo donde te muestran tooooodas las conjugaciones
en las tres primeras clases sin vocabulario alguno. Como si fuera
posible para mí usar el pretérito imperfecto sin saber cómo nom-
brar a los miembros de la familia. Fue esto último lo que me llevó
a creer que en Inglaterra estaban las dos esposas de Smail, una
polaca y otra inglesa. Tras reír un rato y explicarle mi malenten-
dido caí en la cuenta de que quienes estaban en Inglaterra eran sus
dos hermanos con sus respectivas esposas ... una polaca y otra in-
glesa. Y que los que se casan con muchas son los marroquíes, no
los argelinos.
Smail era divorciado. Vivía en Mons, cerca de la frontera con
Francia y ahí tenía un restorán cuya especialidad era la carne.
Cerca de llegar a Mons me preguntó si quería conocerlo y almor-
zar ahí. Chequeé mi agenda y vi que tenía casi toda la tarde libre,
así que acepté.

La especialidad de La Cervoise era un gran pedazo de carne


cruda sobre un rectángulo de roca hÍper caliente. Uno tenía que cor-
tar y abrir la carne para cocerla bien. Raro, rico y raro. "Charlamos"
(si se puede llamar conversación a un intercambio monológico
donde yo simulaba entender) y luego me despedí. Smail me dejó
su número y me dijo que volviera a pasar a mi vuelta de París.

102
Lejos de una gasolinera, al mediodía y con pocas hora de luz
restantes la cosa fue dificil. Esperé como ocho minutos, nadie pa-
raba, hasta que me acerqué a un auto que se acercaba por una calle
alternativa y le pedí que me llevara a la gasolinera más cercana.
No recuerdo su nombre. Era de Túnez. Al principio, descon-
fiadamente, el conductor no entendía mucho qué hacía ni para
dónde iba. Después de presentarme y ver que era inofensiva me
dijo que tenía 34 años, me preguntó mi edad, siempre de forma
muy respetuosa, mientras se reía feliz de estar llevando una chica
joven en su auto (porque en Europa soy joven. Recuérdenlo, acá
todos tienen 30 o más*).
Ay, ay, ay... tanta abstracción y tecnología para ir en busca
siempre de lo mismo. Cómo nos gusta negar la biología, ¿eh?

Bajé en la estación de servicio y empecé a hablar con todos.


Algunos, al verme, me daban instrucciones y no entendían que es-
taba pidiendo un ride. Otros, muchos, al principio me miraban
desconfiados, me decían hacia dónde iban ellos y después de mi
sonrisa con un fuerte merci boucup me preguntaban de dónde era,
me hablaban en el poco español que sabían, nombraban a Mara-
dona y empezaban a señalarme las placas de los autos que iban a
Francia. La gente es buena. No me cabe ninguna duda.

Así encontré a Niko y Jeunes. Dos malabaristas con rastas que


no tuvieron que deliberar mucho para decirme que sí.

En su camioneta llegué a otra estación de servicio, ya a sólo


una hora de París.
Ahí me acerqué a cuatro estudiantes franceses que venían de
Bruselas a pasar el fin de semana con sus familias. Un muchacho,
tres mujeres. Una de ellas hablaba inglés y no podía entender del
todo qué hacía ahí, sola. Parece que en Europa el concepto de
"gratis" es muy alieno Más todavía el de "interactuar con un des-
conocido".

Me dejaron en París. mandé un mensaje al ce! de Emma desde


el teléfono de alguien en el metro y media hora más tarde llegó
Esther para abrirme la puerta.

103
Un fin de semana de locos. Bien burgués. Con discoteca cara
y restarán asiático. Gasté el triple de 10 que me habría costado el
pasaje. Pero al almuerzo con Smail y a las charlas de las gasoli-
neras el dinero no las puede comprar ... para todo 10 demás, existe
Master CardoPero tampoco tengo**, así que bueh ...

* Para más información remitirse a "Bruselas,


una ojeada al primer mundo"
** Por más información al respecto remítase a
"Cómo sobrevivir en París sin intemet,
celular ni tarjeta de crédito"

EL TRANSPORTE PÚBLICO EN BRUSELAS

El sistema de cobro es bastante ... europeo. Hay en los costados


de cada escalera y entrada una suerte de aparato donde uno mete
el ticket. Es curioso destacar que no existe dispositivo alguno que
se active ante el ingreso de ese ticket y permita el acceso ... en otras
palabras, yo nunca pagué boleto.

Mi percepción latinoamericana del mundo no me deja com-


prender por qué habría de abonar mi pasaje si nadie me 10 exige ...
y mi capital, originario de mi trabajo y esfuerzo en latino américa,
me recomienda, si no me obliga, a no pagar ese boleto. ¿Cómo
pretende el gobierno belga que yo abone dos euros (12 pesos ar-
gentinos, casi 40 pesos mexicanos) en hacer dos estaciones de
subte si no hay molinete? ¿Eh? ¿Eh?

Sin embargo, existen, vaya a saber uno si son reales o meros


mitos del folelor popular, los famosos "controladores" ... hombres
grises, figuras oscuras que se encuentran a la salida de cada esta-
ción y le piden a la gente su boleto. Cuenta la leyenda que quienes
no muestran el suyo abonan 50 euros o son encerrados en un ca-
labozo por días o son devorados por un monstruo belga de cien
cabezas que sólo se alimenta de chocolates y pasajeros que se
creen más "vivos" que el resto ... Nadie los ha visto. Mis amigos

104
me hablan de ellos. Cada vez que salgo de una estación ensayo
para mis adentros las diferentes historias que contaré para apelar
a su perdón ... que hablo otra'lengua; que soy turista; que me han
robado la cartera; que juro que el boleto que muestro es mío y de
hoy; que en México podría comerme 136 tacos con ese dinero;
que lo usé yl0 tiré ... y más. El miedo se apodera de mí cada vez
que salgo de una estación. Nunca los encuentró, nunca los veo.
Sin embargo, hay como un deseo intenso, medio oculto, medio
morbo, de topármelos ... y vef qué pasa. Y tener algo más que es-
cribir...

105
UNA NOCHE CON MDMA .

Fábrica de ilusiones, Europa se caracteriza por su calidad ... en


todo.

El MDMAse me representa como el paradigma de la postmo.,


demidad: quiero sentirme bien y 10 quiero ya. Tres gotitas en un
vaso con vino tinto y uno empieza a sentir que la felicidad emana
por los poros. Una dicha extrema te envuelve y sólo se te antoja
abrazar al mundo.
r
Antes de probarlo, Paco tuvo la gentileza de buscarlo por in-
temet. La Wikipedia me anticipó el efecto de 10que iba a estar in-
giriendo una hora más tarde: templanza emocional y apertura
afectiva, comunicación desinhibida, empatia (...) euforia, alegria,
felicidad, empatia in crescendo y una sensación de ligereza mental
yfisica.

y así fue. Al cabo de minutos sólo quería estar sola, aunque


amaba a todos. y a mí misma. Mucho. Una increíble sensación
de paz junto con la sensibilización extrema de los sentidos. Per-
cibía al mundo de forma diferente y todo estaba recubierto de
un halo de alegría y amor que sólo una sobredosis de Disney po-
dría igualar ...

Ahí está, si tuviera que traducir el efecto del mdma en términos


un tanto menos abstractos diría que es algo así como cuatro Julia
Roberts en sus películas más empalagosas junto con tres Meg
Ryans y dos JenniferesAniston, todas enamorándose de forma si-
multánea; cinco mundiales de fútbol ganados por Argentina en
forma consecutiva con tres goles de Maradona de chilena ... desde
el banco ... como director técnico; un asado al aire libre en un día
soleado con tira, chinchu1ines, morcilla, chorizo, molleja, provo-
1eta y vino tinto ... cuando llevás meses en Bruselas.

106
ESPAÑA y CASTEJÓN DE SOS

El sol golpea la ventana y entra a todos lados sin pedir permiso


al norte de España, en un pueblito de los Pirineos. Con setecientos
habitantes, hasta los perros se saludan entre sí y saben de las an-
danzas de los topos de los alrededores ...

Desconocido hasta para los propios españoles ("¿Castellón?"


"No, Castejón." "No, no, debes estar hablando de Castellón ... "),
la gente es excesivamente amable y los días se suceden suaves,
en un continuo, inalterables ...

.
En casa de Almudena están su padre, hermano y, usualmente,
su madre, a quien el destino o la mera bilogía le llevó a su proge-
nitora días antes de navidad, dejándole entero a un progenitor afi-
cionado por el drama y con una gran necesidad de acaparar la
atención ... que su esposa ya no puede dispensarle. Ergo, el abuelo
se clavó pastillas y la obligó a quedarse un par de días más en vi-
gilia. En navidad. En la otra punta de España. Macanudo el viejo.

Con los ánimos un tanto alicaídos, la familia aún festeja. Por-


que es España. Porque es navidad. Y porque hay vino y comida.
Mucha.

El padre de Almudena tiene un registro de voz crónicamente


alto y una tendencia a enfurecerse si uno no termina su plato de
comida. Amante del jamón, un entendido de los fiambres y catador
voluntario de toda variedad de vinos ... me cae bien. Y como
arraso (rememorando esas épocas de antaño en que se me conocía
como "el critter") con absolutamente todo lo que me ponga por
delante, le caigo bien también.

El hermano de Almudena es el ideal de hombre con el que toda


treintañera se quiere casar. El clásico buen tipo, trabajador y ho-
nesto que todas le envidian a su hermana, la que sí se casó. Preso
cual princesa en la torre, Jerónimo se hace cargo del negocio fa-
miliar, un hostal, y pelea la crisis abriéndolo cada día, aunque no
haya huéspedes.

107
El pueblo tiene un déficit de mujeres que Jerónimo sufre a dia-
rio. Yo tengo una lista de al menos quince amigas (a la cual, si
sigo así, en dos años me sumo) que matarían por darle una decena
de herederos ...

La familia se completa con Vero, la mayor, que vive a unos


veinte metros (a una distancia media, considerando las dimensio-
nes del pueblo) con su esposo Manel y sus dos hijas Queralt y
Martina (sí, las dos primeras horas la llamé "carel", "coral", "que-
dar" hasta que decidí jugar sólo con la más chiquita).

Caer en las fiestas significó poder presenciar la lotería navi-


deña. El gordo de navidad paralizó a España por dos días y aca-
paró toda la atención de los medios. Salió en Huesca, cerca de
Castejón. Cientos de familias ganaron miles y millones de euros
(debe ser una costumbre bastante arraigada ... los premios eran
descomunales). La relación entre la fe en el azar y las fluctuacio-
nes de una de crisis parece ser directamente proporcional. ..

Castejón es turístico. Sobran los hoteles. La gente (principal-


mente españoles y algunos ingleses) se acerca durante las fiestas,
fines de semana largo y, fundamentalmente, en invierno a esquiar.
Sin embargo, la fuerte crisis ha generado un recorte general y un
paro productivo al extremo tal de dejar al pueblo sin nieve ... el go-
bierno promete una nevada en breve. Nadie le cree, como siempre.

Castejón es Iruya; o Yaví; o cualquier pueblito de Bolivia; o la


sierra colombiana; o una comunidad perdida de Chiapas. Sólo que
en lugar de sembrar, van en auto al pueblo más cercano a hacer las
compras (excepto don Jerónimo, que orgullosamente cuida su
huerto); en lugar de tener un puesto en la feria o el mercado, tienen
un café, o un hotel o un centro de esquí; en lugar de secar la ropa al
sol, lo hacen con la lavadora; en lugar de ir hasta el pozo a buscar
agua, prenden el lava vajilla yen lugar de esperar a que abra la única
cabina telefónica del pueblo de alIado, prenden su smart phone.

y ahí está Europa. Ahí está la diferencia radical entre culturas


y continentes. En Europa no existe el medio de la nada. En el co-
razón de occidente la tecnología se hizo carne y el teléfono e in-

108
temet son vitales ... como la coca que masca la chola y el maíz
que se muele en México. El pueblo se siente, la gente es de pueblo,
la vida es simple, pero el confort es de ciudad.

Ando contenta por Castejón, pensando en los miles de equiva-


lentes que tiene por el mundo ...

LA VUELTA A ... ¿CASA.


'?

Volver es raro. Muy. Uno siente que todo sigue igual pero di-
ferente (fua, qué revelación ... suerte que ando inspirada). Es in-
evitable percibir hasta los cambios más nimios en el paisaje. Una
panadería nueva, lucecitas de colores en los arbolitos, el vecino
que no tenía ni donde caerse muerto cambia de auto, el que parecía
gay, resulta siéndolo, etc, etc.
Lo primero que uno recibe es el listado de defunciones. Pri-
mero se empieza por los que valían la pena (siempre con una ex-
clamación de sorpresa seguida de un lamento), después sigue la
lista con los que se lo tenían merecido, por último se llega a nom-
bres que uno nunca conoció o ni recuerda y ahí se cambia de tema.
Lo mismo pasa con la vida del resto. Medio barrio tuvo hijos,
de la otra mitad, sus hijos tuvieron hijos. Acá en provincia se pro-
crea mucho ...
Algo que me divierte es ver la reacción de la gente al verme ...
Después de casi dos años (y una visita relámpago hace tres meses)
las caras de los vecinos se ven sorprendidas e inquisidoras, simultá-
neamente. Mi abuela se encarga siempre de mantener a todo el barrio
al tanto de mis andanzas por el mundo ... Al verme más de uno se
preguntará "¿vendrá para quedarse?", "¿la habrán deportado?", "se-
guro que está embarazada ...", "Pobre, todavía no está embarazada ..."
e infinitos etcéteras que se me cruzan por la cabeza cada vez que me
topo con alguno que me vuelve a ver por primera vez...
Quizá no piensan nada. Quizá es sólo mi ego al que le gusta
creer que la gente tiene teorías sobre mí... Sin embargo, a más de
uno se le escapa el "eh... de visita de vuelta ..." o "uh... ¿por cuánto
tiempo esta vez?" a la espera de la información orientadora que
les explique el origen de mi peinado nuevo ... y mi futuro incierto.

109
"
Lo gracioso es ver como todo retoma su marcha como si nada
hubiera pasado. La gente asume que uno sigue igual, porque al mar-
gen de un peinado raro a nadie se le ocurre pensar que la persona
que tiene enfrente ya no es la misma porque pasó hambre en Be1ice,
cagó en un pozo en Bolivia, durmió con cucarachas, vio las mejores
playas del caribe y se enamoró de un europeo que vive en la loma
del orto... Mucha de esa información nunca llega a oídos de nadie.
y el otro siempre cree que, salvo algunas nimias diferencias, todo
sigue esencialmente igual... como el barrio y sus calles.

Me gusta volver. Me gusta volver como espectadora. Me gusta


volver y jugar a que pertenezco un rato ... A que soy la misma de
siempre y todo sigue igual. Y miro para todos lados y están mis
amigas de la infancia, mis primeros romances, mis trenes, mis co-
lectivos, mis idas a estudiar ... toda mi vida plasmada en paredes,
esquinas, bancos de plaza y veredas ...
Me gusta volver sabiendo que me voy... y que volveré a volver.

DE VACACIONES A LA RUTINA

Ayer, en medio del Roca (tren eléctrico en pésimas condiciones


que transporta a toda la clase obrera, trabajadora y excluida de la
periferia hacia el centro, donde se mueve el capital) tuve otra de
las tantas epifanías que me sobrevinieron en la semana. Feliz con
el celular Samsung de mi abuela que tiene radio am/fin (y unjue-
guito del orto en el que hay que alinear simbo1itos que me roba
gran parte de mi tiempo vital...) presencié una de las tantas se-
cuencias de violencia de las que el tren nos hace partícipes. Un
borracho casi se agarra a piñas con un tipo. Al margen de las miles
de discusiones que podría generar una escena como esa (por qué
dejaron subir al borracho, quién empezó, qué mal educados, qué
tarado el otro que no se da cuenta que al borracho le faltan unos
jugadores ... etc, etc) 10 que fue claro para mí es la insatisfacción
que se respiraba en ese vagón. Un vistazo general a la cara de
todos los pasajeros demostraba que la pelea era, sin lugar a dudas,
uno de los momentos más divertidos de su día y un alivio de que
siempre hay alguien que está peor... Súbitamente me vi, contenta,

112
cantando en voz alta con mi celular prestado, volviendo de trabajar
en capital, con el calor, el dolor en los pies por los zapatos de taco,
las monedas justas para el colectivo que todavía tenía que tomar ...
y fui feliz. Mientras en pleno enero, en pleno verano, la gente huye
a la costa a aglutinarse frente al mar, tras nueve meses en el caribe
yo opto por dos meses de zapatos de taco, colectivos, trenes, sub-
tes y clases de inglés ... jua. Mis vacaciones son la vida del resto.
y ahí entendí... que algo me falla en la cabeza. Se ve que me
deben haber programado al revés.

CÓMO REACCIONA LA GENTE


CUANDO SE ENTERA COMO VIVO

Existen, a mi entender, tres diferentes tipos de reacción ante


mi estilo de vida.
En general, todos aquellos que están satisfechos con su día a
día toman mi viaje como algo natural. Me preguntan, se interesan
y alternan con comentarios sobre sus vidas y novedades del en-
torno. La conversación fluye de igual a igual. No hay compara-
ciones, no hay juicios de valor. Ninguno de los interlocutores se
intenta poner en el lugar del otro, pero eso se asume con naturali-
dad. Cada uno ha hecho su elección y se siente pleno a su manera.
Hay, también, un segundo tipo de reacción. El de "envidia
sana", si se quiere. Aquellas personas que te felicitan (?), que te
dicen "ay, ¡qué bueno!", "ay, ¡qué bien!". Los que afirman que
querrían hacer ese viaje (pero uno nunca sabe qué les impide ha-
cerlo ... ). Los que explícitamente halagan tu decisión y confiesan
sus miedos, su envidia, sus ganas de hacer y no poder. Los que te
creen valiente, poderoso.
Están, por último, los que reaccionan mal. Uno hace un co-
mentario del estilo "uf[, en el caribe está re bueno hacer snorkel"
y automáticamente te largan un "sí, pero viste cómo está de peli-
groso México, ¿No? Ayer leí que a uno en Cancún se lo comió un
tiburón". O, peor aún, están los que ante un comentario cualquiera
sobre algún momento del viaje se refieren a su vida, como si exis-
tiera conexión alguna o como si su estabilidad o decisiones se es-
tuvieran poniendo en juego. Así de un "los europeos son unos

113
hijos de puta. Viven con mucho confort" sale un "yo no podría.
Yo no podría vivir ahí. Son fríos, esa gente ... ". Y uno nunca sabe
por qué sobre un comentario aleatorio sobre otro país alguien res-
ponde hablando de sí mismo. Ese "yo no podría" 10 escuché tantas
veces ya ... Lo gracioso es que nunca surge como respuesta a una
pregunta. Es más, nunca tiene relación con el tema del que se está
hablando.
A veces me dan ganas de hacer 10 mismo, ¿no? Y cuando al-
guien me dice "estoy súper ajustado con la guita porque tengo que
pagar el LCD" o me tira un "están echando gente de mi laburo,
así que tengo que hacer buena letra", responder, de la nada, con
un "yo no podría".

No ME OLVIDES DE MÍ. ..
Latinoamérica me enseñó a entender que me gusta viajar,
mucho. Me gusta sentir que cada día es único y el estar en movi-
miento permite elevar la producción de buenos recuerdos hasta el
infinito. Me fascina sentirme parte de un lugar, por un rato, y lle-
varme su esencia conmigo, quizás dejándolo sin alma ... América
Latina me enseñó también a entender que puedo vivir así y que si
a mí me sirve y me permite sentirme plena, está bien.
Aprendí a romper con las estructuras. Vi que no hay una sola
forma de hacer las cosas y que mucha gente sigue la corriente
porque no se les ocurre qué más se puede hacer y la idea de un
cambio radical les genera pánico ... Aprendí que puedo llevar una
vida austera y que prescindo de 10 material. Aprendí a ver que "mi
viaje" poco a poco se iba transformando en mi estilo de vida y
que careCÍade una rutina y un espacio al que volver. Apabullada
por la incertidumbre, me costó miles de charlas con hippies, horas
en la playa e historias de gente que había encontrado la forma de
sentirse bien ... cada puto día ... entender que podía hacer con mi
vida y mi tiempo 10 que se me antojara el culo ... y que estaba
bien. O mal. Pero ero sólo problema mío.
Meli me enseñó que la vida es corta y que no hay que postergar.
y que si quiero ver Asia, sólo por si las moscas, me conviene ha-
cerlo ahora ...

114
Buenos Aires me recordó que las cosas no son fáciles, ni sim-
ples (aunque juro que tenía ya la certeza de que sí...); que no se
puede ser feliz toooodo el tiempo (aunque juro que conocí gente
que lo es) ... y que Europa es el primer mundo, y ahí no se puede
pelotudear.
Buenos Aires me devolvió mis miedos. Los que había superado
allá por Belice ... o cruzando de Ecuador a Colombia.

Europa me devolvió las estructuras.


Europa no juzgó mi estilo de vida, pero me demostró que lo
que prima es el capital. .. y que allá se vive bien, porque se tiene
con qué y porque todos son productivos.
y por primera vez en mi vida ... sentí que no podía. Pude vivir
en Colombia, pude hacer plata en el caribe, pude andar sola por
Honduras ... Pero no pude quedarme en Europa. Porque allá sólo
se quedan los que pertenecen. Sólo trabajan los que son parte. Con
chistes inofensivos y sin mala intención realmente logré sentir que
yo no era "suficiente" para triunfar en Europa ... Anduve sola por
más de treinta mil kilómetros y una cagadita más chica que toda
Centroamérica me asustó.

Así que volví. A hacer las cosas "bien" y reconstruir mi ego. Y


a recordar todo lo que había olvidado ...
Buenos Aires me recibió con prejuicios y recriminaciones. Mi
primera reunión con mis amigas fue echamos en cara nuestras pa-
tologías en pos de la sinceridad. Eso fue "conectar". Después de
Europa me había olvidado de que sólo logré conseguir lo mejor
de la gente dando lo mejor de mí ... es por eso que en lugar de ver
a mi gente y remarcar todo aquello que admiro de ellos, critiqué.
Como se hace en la ciudad. Como se hace en el primer mundo y
de la misma forma en que todos justificamos nuestra triste vida ...
porque siempre hay alguien que hace las cosas peor. Volví a la
casa de mi familia indignada, como si no hubiera pasado el
tiempo, reclamé mi espacio y me quejé y actué como si realmente
fuera dueña de casa ... aunque hacía tiempo que había perdido toda
prerrogativa. Y volví a ser la Sofi que era antes de haberme ido
(mis amigas lo notaron, felices... la Sofi post América Latina no
opinaba sobre nada ni nadie porque no tenía nada que decir. .. ésta

115
hablaba mucho y se llenaba la boca sobre los demás, sobre sí
misma y sus viajes).

Pero me sentí mal. Muy mal, como si todo fuera falso ... como
si 10 que haCÍa cada día fuera más una puesta en escena que una
realidad. Y ahí recordé Latinoamérica. Y me acordé de la intensi-
dad con la que viví cada día y de cuánto me había costado alcanzar
esa paz interior que la vuelta a la ciudad (del primero, segundo y
tercer mundo) me cambió por "cosas más importantes".
Entonces me levanté temprano e hice yoga. Todas las mañanas.
Ordené mi cuarto, como mi abuela quería y ahora la llamo desde
cada lugar al que voy (aunque sea a tres cuadras ... ). Y la beso,

116
mucho. Porque es lo que la hace feliz y a eso vine estos dos meses.
y me di cuenta de que vaya viajar toda la vida, porque me gusta
y está bien. Me di cuenta de que ya no soy la Sofi que se fue hace
dos años y que mi gente ya no me conoce. Que mis mañas cam-
biaron, mis neurosis son otras. Me acordé de que tengo que sonreír
todos los días y al hacerlo volví a ver la reacción de la gente
cuando uno la trata bien... y me lo digo, sólo por si me vuelvo a
olvidar, Sofi: nunca vas a tener una rutina y una vida convencional
porque sos así y te gusta moverte. Ya no le estás escapando a nada,
porque estás en casa devolviendo algo de lo que recibiste y siem-
pre vas a volver a tu gente. No sos exigente, sólo sabés bien lo
que necesitás para ser feliz ... y no querés resignarte. No te deten-
gas. Seguí así, que vas bien. Te lo digo yo, que te conozco.

EPÍLOGO

Ni siquiera sé lo que es un epílogo, pero suena tan bien que


tengo que poner uno ...
Este libro se edita varios años después de haber sido escrito y
vivido (de ahí que los precios son tan baratos). No puedo modifi-
car nada porque ésta era yo. Así es como yo veía el mundo en ese
entonces y es necesario para mí dejar ir estas primeras crónicas
para dar lugar a nuevas. Quizá mejores, quizá peores.
Quizá ni crónicas, ya que el estudio literario al que sometieron
este libro comentó en su feedback que yo no soy tan boluda y que
el formato de mis escritos no corresponde con la definición de
"crónica".
Hoy sólo puedo agregar que es verdad, no son crónicas, vaya
uno a saber qué son, pero yo las dejo así y las llamo crónicas. Por-
que se me antoja. Pero algo de lo que sí no me cabe duda es que
soy boluda. Y, paradójicamente, mi boludez es tal vez "menor"
que la del ciudadano promedio sólo por el hecho de que yo lo sé
y me lo repito a diario.

fin

117

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Ahora sí. Ya leí terminó de leer (o se salteó varios textos, no imp~;t~,)I


cuenta como leído). Siéntase libre de quemar el libro, regalárselo a ~
algún amigo y/o enemigo o meramente medite en que si una piba común
y corriente, de Longchamps, sin ningún talento en particular, ha podido
..recorrer el mundo y publicar un libro, usted también es capaz de cosas
"extraordinarias". Compre mi próxima publicación Viajé y encontré la
luz: la factura estaba debajo de la cama y no sea tan cagón,
que sólo se vive una vez. '.~
Os saludamos desde Oslo, la porotis* y yo.

~- ... ;
.Poroto/a:seudónimo adjudicado a mi primogénita
en los comienzos de su gestación
dados su tamaño y su increible capacidad de generarme gases.

118
CRÓNICAS DE UNA BOLUDA
fotos ¡,ilustraciones
Pág. 1: Regateando una mesa con Samuel y Carlos al costado de la ruta. Méjico, 2010
Pág. 2: A dedo a Pamplona con Almu, la ilustradora. España, 2012 (Próxima edición)
Pág. 4: Pitu, Gera, Andrea, Manu, Chava y la Adelita. Méjico, 2010.

Pág. 10: Poder extendido en Bruselas.

Pág. 19: Ilustración N° 1: Condenada a ser princesa.


Pág. 40: Ilustración N° 2: ¡Viva couch surfmg!
Pág. 51: Ilustración N° 3: Verdadero o falso colombiano.
Pág. 62: Ilustración N° 4: Atrapados ~n Obaldía ..
Pág. 67: Ilustración N° 5: Una noche':en Belize.

Pág. 74: Adelita.


(Es el nombre de la camioneta).

Pág. 93: Ilustración N° 6: Buscando a Panterita.


Pág. 105: Ilustración N° 7: Bruselas y los controladores.
Pág. 110-111: Ilustración N° 8: La vuelta a ... ¿casa?
Pág. 116: Ilustración N° 9: No me olvides de mí.
Pág. 118: Palabras fmales de la autora + foto 2016.

Foto tapa:
Ídem pág. 4, pero en color.

Foto contratapa:
Restaurante "El argentino". San Cristóbal de las Casas, Méjico 2010.

119

------- ----.--- ~ ~ ~_ J _
Del libro
CRÓNICAS DE
UNA BOLUDA
de
SoFiA AMORORTU
se imprime una primera edición
limitada a 200 ejemplares en
BIBLIOGRÁFlKA
Bncarelli 1160
Bnenos Aires - Argentina

Abril 2017
.
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120
1
l'

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1:
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~ Más tarde se mudó a Ushuaia,


en donde trabajó como intérprete
en un tren turístico, guía de catamarán
y profesora de español.

Ell de enero de 2010 comenzó un viaje, origi-


nalmente por Sudamérica,
que aún no culmina.

Tras unos meses en Colombia


y un año en Méjico, se mudó a Bruselas,
en donde trabajó como profesora de inglés con
niños, por dos años y medio.

Se casó con un rumano


y se mudó a Mongolia.

Desde allí terminó un Postgrado


semipresencial en Didáctica del Español
con la Universidad de Barcelona.

Actualmente vive en Oslo, Noruega,


y espera su primer hijo
mientras diseña y escribe libros
de cuentos infantiles para la enseñanza
del español como lengua extranjera.

Sí, sigue siendo boluda.


,
.•,
.~
r-=-----------.--'''.
, EL ARflEIIWllle I
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MALAS PALABRAS BUKS

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Primera edición limitada a
200 ejemplares
Buenos Aires - Abril 2017
[email protected]
www.malaspalabrasbuks.com.ar

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