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Basia desde 1869, heron perso
iment a cris acadénca que
Elnacinento dea togedi (1872)
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{1844 1900) se propnia aires
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Alianza editorial 61 itro de botsilo PE193,
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ai Friedrich Nietzsche
El nacimiento de la
tragedia
o Grecia y el pesimismo
Introduccién, traduccién y notas de Andrés
Séinchez Pascual
8 Alianza editorial
5 Elbro de basil
4)‘Titulo original: Die Geburt der Tagédie. Oder
Griechentum und Pessimismas
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168
7
Introduecién
Elnacimiento de la tragedia
Ensayo de autocttica
Prologo a Richard Wagner
Uno
Dos
Tees
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez184
196
a8
25
a
aT
259
280
a3
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidés
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Bsctitos preparatorios de a] nacimiento dela tra
secon
El drama musical griego
Socrates y la tragedia
La isin dionisiaca del mundo
Notas del traductor
Introduccién
En otro tiempo también Zaratustea proyeets su lun mis
allé del hombre, lo mismo que todos los trasmundanes.
(Obra de un dis suftientey atormentado me pareci enton
ces mundo,
‘Suefio me pareca entonces el mundo, e invencién podtica
de un dios; humo colorado ante los ojos de un ser divine
‘mente insatisfecho
‘Bien y mal, y placer y dolor, y yo y tt ~ humo coloreado
sme parecia todo eso ante ojos creadores, El creador quiso
apartar la vista de sf mismo, ~entonces cre el mundo
Brio placer es, pata quien sue, aparta la vista desu su
ftimiento y prdetsea si mismo, Ebrio place y un perderse-
‘mismo me parecié en otros tiempos el mundo,
Este mundo, eternamenteimperfecto, imagen, ¢ imagen
mpeefecta, de una conteadicin eterna ~ un ebrio placer
para su imperfeto creador:~as me patec6 en otto tempo
cl mundo,Ande Site Pec
Y ast también yo proyecté en otro tiempo mi iusién mas
alla del hombre, lo mismo que todos los trasmundancs
Mis allé del hombre, en verdad?”
eta Nietzsche muchos aos més tarde, en una
al significado de este pequeio y explosive
libro, el primero de los suyos y el de irisaciones mas nume-
ross y dspares, Un libro con el que Nietsche se convitié
defiitamente en un «intempestivo», un libro que pro-
ved un estupor tan grande, que durante largos meses la
‘nica respuesta al mismo fue un silencio de hielo. Sélo a
través de carta y en euchicheos de pasilos universitarios
se manifestaban las opiniones sobre él, Wagner, ls, daba
artos de jubilo: por vez primera un catedratico universia
rio otorgaba un espaldarazo «cientifico» a su obra musi-
cal. Los demas callaban. Y cuando el silencio fue rot, por
cobra de un panfleto violentisimo de Ulrich von Wilamo-
\itz-Méllendorff, fue para invitar a Nietasche a que bajase
dela citedra yabandonase Ia ensefanza universitara,
Creo que queda dads la demostracién dice de los graves
reproches de ignorancayde falta de amor ala verdad. Y, sin
«embargo, temo haber sido injusto con el seior Niesche.
sme replica que él nada quiere saber de whistoray eftiews,
de ela denominada historia universal, que lo que desea es
crear una obra de arte apolineo-dionsiaca, «un medio de
consuelometalsico», que sus aseveraciones no tienen larea-
* Vease# Niasche, Au abléZeratusra, «De ls wasmundanos
Insrodocisa, tradceio y noua de Andes inches Pascual, Aliza
Editorial Bibotea de autor Ntsche, p73.
Tema
lidad valgar del da, sino la eralidad superior del mundo
‘oniticon — entonces tevoco y reir formalmente lo dicho.
-Enronces permitié con gusto su evangelio, entonces mis ar
‘mas no dan en el blanco. Ciertamente yo no soy un mito,
no say un hombre tigico, para mi no podré ser eo mune
mis que un saccesorio divertido, nada mis que un tintineo,
del quesin duda se puede prescinl,aiadido ala seredad de
Inexistencia» también ala seriedad dela cencia:suefio de un
‘embriagado, o embriaguez de un soiador. Una cosa exio,
sin embargo: que Nietasche se atenge alo que dice, ue em:
peel tts, que ways de a India a Grecia, pero que baje de
In etedra, desde a que debe ensefiar a ciencia ena junto
‘sus rodila igresy panera, pero no la juventud filol6gien
de Alemania, la cual debe aprender, en el asetismo de un
sbnegado trabajo, a buscar en todas partes nicamente la
verdad, iberar su juico mediante una entregavolunta
afin de que la Antigiedad clisia le proporcione la tnica
«cosa imperecedera que promee el favor de las musts, y ue
slo ella puede proporcionar con esa plenitud y pureza
cl contenido en su pecho
yl forma en su expt’
Qué habta pasado para que fuese ésta la respuesta del
sanundo universtario» al primer libro de un joven eate-
dritico de veintiséisafios en el que tantas esperanzas
+ Uy, Wilamowis: Méllndod Zuhunfiphillogie! (jilbloge del
‘ative Ben 1872 p32 Todos los pape de ea esnant ple
Ics re encuentran enios ahora en De Set wm Nicer nGe
bur der Tropic (ha polemic sore «El nacionto del tragedi,
de Nietacel, Hildeshem, 1969, edtado por Karlied Grinderodes Sober Pasco
cstaban puestas, del que su maestro Ritsch, el mis
grande de los filélogos de entonces, habia dicho al reco:
smendarlo para la cétedra de Basilea: «pod lo que se
‘proponga»? «Cuil fue la causa de ese equivoco enorme,
a consecuencia del cual Nietzsche no pudo dar cases al
semesre siguiente en a universidad... porque ni un solo
alumno acudié a ellas?, zque provocé odie incompren-
sibles, como el nacido entre Wilamowitz y E. Rohde, los
cuales no volvieron a hablarse en su vida ni actarse una
sola ver en sus obras? gPor qué Nietasche escribié este
libro como lo escrbi6, por qué tuvo que escibitlo asi?
‘Un breve repaso ala génesis de esta obra nos dar algu
has respuestas a esta pregunta.
La génesis de El nacimiento de la tragedia
119 de abril de 1869 llega F Nietesche a Basilea, Tine
‘einticuaroafos y acaba de ser nombrado eatedritico de
filologiaelésica en aquella universidad. Como es bien sa
bido, fue este nombramiento, en la académicamente ri
‘gurosa Alemania, algo sosprendente. Nietzsche, que no
habia presentado ninguna tesis doctoral, reibi6, sin em
Dargo, dela Universidad de Leipzig el titulo de doctor, so-
bre la base de los trabajos publicados por él en a revista
Rbeiniches Muscum, dicgida por su maestro Ritschl. De
‘un golpe, pues, y como por arte de magia parece Nic:
che haber aleanzado todo lo que podia esperatalcanzar
‘en una carrera docente universitaria, Ahora, sin embargo,
Nietzsche tiene que demostrar a sus colegas los filslogos
que aquel nombramiento no habia sido una arbitrariedad
Iatadcn
niiun acto denepotismo. Alora Nietasche tiene que esr
bie «un libro»: su primera obra, Un libro, ademas, que
fuese cual fuese su tema, tenia que estar escrito mirando
conelrabillo del ojo asus colegas. Y como en aquellaépo-
«a Nietasche esti empapado de flosofia schopenhaueria
1a; ycomo ademés siente un entusiasmo sin limites por la
cobra musical de cl cual le honea con su amistad
{intima y a quien él visita todos ls fines de semana; y
como, por otto lado, sus rlaciones con Ia filologia eran
‘muy extras y peculiares (unas relacones de verdadero
enamorado: fervor extitico, yaa vez asco y odio): el libro
aque de aqut podia salir tenia que ser, por necsidad, «algo
imposible», como dice su mismo autor.
[Nietasche empieza sus clases, tiene poco después su
leccién inaugural («Sobre la personalidad de Home-
ro»), y medita a fondo sobre los griegos. Lo que en su
interior pasaba se puede rastrear por los vestigios esc
tos que de aquellas meditaciones poseemos, Tras pasar
las vacaciones de verano de 1869 en diversos Ingares de
Suiza, Nietesche, vuelto a Baila, daa conocer aun ami-
‘go suyo sus planes de trabajo inmedlatos
En pr6ximo invierno tendré ocasién dest ii en nuestro
senido, pues he anuanciad historia de I losfia preps
nica y un curso sobre Homero y Hlesfodo. También tendré
dos conferencias pblicas,esobre le estéice de los trigicos
tregos ysobre el drama musical antiguo»,y Wagner vendrs
‘olas desde ibschen.
‘Yate he escrito cuinto valor tiene p
imieste genio: sla
ilusracién vviente de lo que Schopenhaver lama un «ge
niow carta a Gersdof, de 28 de septembre)
3Andes Since Pac
Las dos conferencias ludidas aqui por Nietzsche, y
ceuyo texto completo encontrar el lector més adelante,
constituyen el primer germen de lo que seri més tarde E?
nacieiento de a tragedia. La primera se celebra el dia 18
de enero de 1870, cone tao de wl drama musical grie-
0». La segunda, poco despues, el 1 de febrero, con elt
tulo «Sécrates y la tragediny, Niewsche envia el rexto a
sus amigos de Tribschen y recibe de Wagner una carta
entusiasta con un «consejo»: que amplie aquellos pensa-
nienon y escba un Hb. En Basen las ides expres,
das por Nietszche en piblico fueron, en cambio, mal aco
sidas. Sobre todo sus ataques a la «gran Spero» y a la
prensa despertaron, dice Nietsche, «espanto y melenten-
didos». ¥ a su amigo Deussen le escribe que su conferen
cia sobre «Sécratesy la tragedia» fue tomada como una
«cadena de paradoja yen parte, provoeé odio y rabia,
Nietache, ciertamente, no necesitaba el consejo de
‘Wagner para escribir un libro, Estaba decidido a hacer
Jo, y su propésito era componer una obra de conjunto
sobre la cultura griega, Pero las insinuaciones de Wag.
eval eon cusenentenu mje Cisns, fueten
lando cada vez més al elibro sobre los griegos» un sesgo
del que lego Nietache se arepenira profundament,
Porlo pronto, Nietatche empieza a audi xe bro en
las cartes asus amigos
Propiamente no tengo ambicién lterata, y no necesito ad
heritme a ningin ptrn dominane, puesto que no aspiro a
‘ocupar puestos brillantes y famoeos. En cambio, cuando lle
‘ue el tempo, quiero hablar con tod la franqueza de que
sea capaz, Ciencia, arte yflosfiaerecen ahora tan juntos
4
Inada
dentro de mi queen todo caso pati centauras [a Rohde, fe
Dero de 1870].
Y uno de esos centauros fue El nacimiento del raged
El otro vestgio escrito de que disponemos esc ensayo
titulado «La visién dionisfaca del mundo», cuyo texto
completo podré el lector ver también més adelante. Este
ensayo lo escribié Nietzsche en los meses de julio y agos
to de 1870, durante las vacaciones veranieges. Le guerra
francoalemana que estall6 por aquellos dias y en la que
[Nietzsche particip6 fugszmente como enfermero no le
mpidié seguir meditando sobre los signos de interroga
cin que habia colocado en torno a los griegos:
Elnacimienta del tragedia parece un escrito muy intempes.
tivo: nadie imaginaria que fue comenzado bajo los ruenos de
la batalla de Worth. Yo medité «fondo estos problemas ante
los muros de Met, en frias noches de septembre, mientras
toubsjaba en el servicio de sanidad’
Pero el «libro sobre los gregos» que Nietzsche pro:
yectaba fue estechando eada vez mis su horizonte. Lo
«qe primitivamente iba a denominarse Consideracién
sobre a Antigiiedad, que abarcabe unos veinte temas la
personalidad de Hlomero a lirica grega; la esttica de
Aristtcles; ensayos especiales sobre Demécrito, Hexi-
alto, Ptégoras y Empédodes, sobre el Estado grieyo,
* F Nitache, Bae bono Intec, eaduci y nota de An
es Sinchez Pascal, linea Editorial, Bitea de autor News
hep 86
5Anis Sidhe Pasc
sobre la mujer griega sobre la esclavitud griegs, etc),
iba quedando reducido a un ensayo sobre la esttica de
fos trégicos sobre el pesimismo en la Antigiedad. La
tucha de Nietzsche en todos estos meses con el material
que pretendia abarcar es desesperada, Testimonio de
llo son los constantes cambios de titulo. Asi, por ejem-
plo, dice en una earta a Rohde:
En cuanto tenga lists algunos pequefios ensayos (Sobre ma-
‘teria antiguas), quiero concenttarme en un libro paral que
‘ada vex més cosas. Temo que no produciré
‘una impresin filolgca; mas equién puede it contra su na
tualeza? Comienza ahora para mi el perodo del escéndalo,
después de haber despertado durante algin tempo una
agradable complacencia, porque levabs puestas las vejas y
‘conocidas pantuflas, Tema y titulo del futuro libro: Seater
yolinstinto.
Pero otras veces el titulo sera La tragedy os espiritus
libres, 0 La jovialided riega, u Origen y meta de la trage-
dia, Wagner, sin embargo, est al acecho. Lo que él desea
sin duda es que Nietesche escriba un libro en que su pro
pia obra musical aparezca como el renacimiento verda-
dero de a Antigitedad. Y Nietwsche no pudo ni supo x
sistirse, aunque cuando estaba redactando su obra habia
dejado ya de ser wagneriano, como ha demostrado T. M.
Campbell. En este sentido habria que decir que esta
‘obra fue insincera.
© Vase eNicesche-Wgne to Jan. 1872s, en Publiations ofthe Mo-
dere Language Asoition of Ameria, 1941, pp S445.
6
Ieee
‘Durante el invierno 1870-1871 la salud de Nietasche
cempeora de tal modo que tiene que pedir una liberacién
cdesus obligaciones académica,y se retira a Lugano con
su hermana. Desde all escrbe a Rohde estas melancdli-
«as palabras
Entre muchos estados de dnimo, de depresin y de init.
rencia, he teido también algunos de verdaderaexatacin y
Ihe dead alguna hella de ellos en el pequeto escrito citado.
‘Con respecto «a flog vivo en un alejamiento tan ino
lente, que no elo puede pensar peor. La alabanza ye epro-
che, ¢ incluso todas las mis alas gloria por ese lado me ha
con temblat.Y as me introduzco cada vez mis en mifilosotia
y reo ya en mi més ain, si alguna vez debieraconvertirme
cn um poet, estoy dispuesto a ello... Este estado de dnimo
‘me permite mira hacia a posicién universtria entera como
hacia algo secundario, mas ain, con frecuencia penoso,
Ihasta quella etecra de flosfia me atrae propiamente so
bre todo port, dado que tambin esa cétedra la considero
‘an aélo como algo provisional [29 de marzo de 1871],
‘Ala vuelta de Lugano para reincorporarse en Baslea a
sus tareas universitarias, Nietzsche se detiene en Tribs-
chen y discutelargamente con Wagner la estructura del
libro; esta vista de Nietasche a Wagner, funesta en cierto
‘modo para el primero, imprimir su huella definitiva ala
obra, que a partir de este momento sigue una marcha
prefijada, Bajo el influjo de Wagner, Nietasche se decide
4 reclaborar totalmente sus pensamientos sobre los grie
08 y @enfocarlos hacia la obra wagneriana. Pocos dias
después de a mencionada visita Nietzsche busca editor,
”A Since Pascal
ye dia 20 de abril ofrece a W. Engelmann, de Leipzig,
un libro bajo el titulo de Misia y ragedia, Tras muchas
, de su «tormenta y arrebato» (Sturm und
Drang): por otta parte, teniendo en cuenta el éxito que
‘obtuvo (especialmente en el gran artista a que ella se di-
rigia como para un didlogo, en Richard Wagner), un li-
bro probado, quiero decir, un libro que, en todo caso, ha
satislecho «a los mejores desu tiempo». Ya por esto de
beria ser tratado con cierta deferencia y silencio; a pesar
de-ello yo no quiero reprimie del todo el decir cuén des-
agradable se me aparece ahora, cuin extratio esta ahora
ante mi diecistis afios después ~ ante unos ojos mis vie-
u
ange demsociin
jos, cien veces mis exigentes, pero que en modo alguno
sehan vuelto mis fio, ni tampoco ms extafos a aque
Ta tareaala que este temerario libro o36 por vex primera
acercarse~ ver la ciencia con la ptica del ants, ye arte,
con la de la vida
3
Dicho una vez mas, hoy es para mi un libro imposible
= lo encuentro mal escrito, torpe, penoso, frenético de
imagenes y confuso a causa de elas, sentimental, acd y
alli anucarado hasta lo femenino, desigual en el tempo
{ritmo}, sin voluntad de limpieza lgica, muy convenci-
do, y por ello, eximiéndose de dar demostraciones, des-
confiando incluso de Ia pertencia de dar demostracio-
‘es, como un libro para iniciados, como una «miisica»
para aquellos que han sido bautizados en la misiea, que
desde el comienzo de ls cosas estin ligados por expe-
sen ats comune) ra, ome sig de eos
‘nocimiento para quienes sean in artibus [en cuestiones
artisticas] parientes de sangre, un libro altanero y entu-
siasta, que de antemano se cierra al profanure valgus
[vulgo profano] de los «cultos» mis aiin que al «pue-
bilo», pero que, como su influjo demostr6 y demuestra,
tiene que ser también bastante experto en buscar sus
compafieros de entusiasmo y en atraerlos hacia nuevos
senderos ocultos y hacia nuevas pitas de baile. Aqui a-
blaba en todo caso, ~ esto se admitié con tanta curosi
dad como repulsa ~ una vor extra, el discipulo de un
«adios desconocido»? todavia, que por el momento se es-
8loan de api
condia bajo Ia capucha del docto, bajo la pesadez y el
dsabrimiento dialéctico del alemén, incluso bajo los
alos modales del wagneriano; habfa aqué un esptitu
‘que sentia necesidades nuevas, carentes atin de nombre,
‘una memoria rebosante de preguntas, experiencias, se
‘eretos, a cuyo margen estaba escrito el nombre Dioniso
‘como un signo mis de interrogacién: aqui hablaba — asi
se dijo la gente con suspicacia— una especie de alma mi
tica y casi menddica, que con esfuerzo y de manera a
traria, casi indecsa sobre silo que quetia era comunicar-
se u ocultarse, parecia balbucear en un idioma extra.
Esa ealma nueva» habria debido cantar — jy no hablar!
Que listima que lo que yo tenia entonces que decir no
me atreviera a decislo como poeta: tal vex habria sido
capaz de hacerlo! O, al menos, como fildlogo: ~ pues
tolavia hoy para el flologo esti casi todo por descubrir
y desenterar ain en este campo! Sobre todo el proble-
ma de gue aqui bay un problema, —y de que, ahora
tes, mientras no tengamos una respuesta @ la pregunta
« vida distinta 0
«mejor». El odio al «mundo, la maldicién de los afec-
tos, el miedo a la belleza y a la sensualidad, un mas
inventado para calumniar mejor el mas acé, en el fondo
‘un anhelo de hundlrse en la nada, ene fina, en el repo:
0, hasta llega al «sabado de os sabados» —todo esto, si
‘como la incondicional voluntad del cristianismo de admi-
tir valores soo morales me pareci6 siempre la forma mas
peligrosa y sniestra de todas las formas posibles de una
‘evoluntad de ocason; al menos, un signo de enfermedad,
nny dation
fatiga, desaliento, agotamiento, empobrecimiento hon
disimos de la vida, ~ pues ante Ia moral (especialmente
ante la moral crstiana, es decir, incondicional) la vida
tiene que carecet de raz6n de manera constant ¢ inevi-
table, ya que la vida es algo esencialmente amoral, - la
vida, fnalmente, oprimida bajo el peso del desprecio y
del eterno «no», tiene que ser sentida como indigna de
ser apetecida, como lo no-viido en sf. La moral misma
= goémo?, gacaso sera la moral una «voluntad de ne
cn de a vida, un instinto secreto de aniquilacén, un
principio deruina, de empequefiecimiento, de calumnia,
‘un comienzo de final? ¢¥ en consecuencia, el peligro de
fos peligros?.. Contra Ia moral, pues, se levant6 enton-
‘es, con este libro problemitico, mi instnto, como un
instinto defensor de la vida, y invent6 una doctrina y
tuna valoracinradicalmente opuestas de la vida, una doe
tina una valoracién puramente artstica,antirstianas.
¢Cémo denominarls? En cuanto filélogo y hombre de
palabras las bauticé, no sin cierta libertad — gpues quién
conocera el verdadero nombre del Anticrsto? ~ con el
nombre de un dios griego: las lamé dionisacas. —
6
Se entiende cuil es la tarea que yo osé rozat ya con este
libro?... ;Cudnto lamento ahora el que no tuviese yo en-
tonees el valor (go a inmodestia?) de permitieme, en to-
dos los sentidos, un lengua propio para expresar unas
intuiciones y osaias tan propias,~el que intentase ex
presar penosamente, con férmulas schopenhauerianas y
“laa de eta
Kkantianas, unas valoraciones extrafas y nuevas, que
‘ban radicalmente en contra tanto del espiritu de Kant y
de Schopenhauer como de su gusto! ¢Cémo pensaba,
‘en efecto, Schopenhauer acerca de la tragedia? «Lo que
‘otorgn a todo lo trigico el empuje peculiar hacia Ia ele-
vaci6n» ~ dice en EI mundo como voluntad y representa:
cin, 1,495 ~ es la aparicion del conocimiento de que
el mundo, la vida no pueden dar una saisfaccién autén-
tice, y, por tanto, no son dignos de mesteo apego: en esto
consiste el espiritu trigico -, ese espritu leva, segiin
esto, ala resignacin>, ;Oh, de qué modo tan distinto me
hhablaba Dioniso a mi! ;Oh, eun lejos de mi se hallaba
entonces justo todo ese resignacionismo! ~ Pero en el
bro hay algo mucho peor, que yo ahora lamento més ain
ue el haber oscurecidoy estropeado con frmulas scho-
ppenhaverianas unos presentimientos dinisiacs: a sa
ber, jel haberme echado a perder en absoluto el grandio
s0 problema grieg, tal como a mise me habia sparecido,
por la injerencia de las cosas modernisimas! {EI haber
pucstoesperanzas donde nadia habia que esperar, donde
todo apuntaba, con demasiada claidad, hacia un final!
‘EL haber comenzedo a descarrae, asindome en la iti
‘ma misica aleman, acerea del «scr alematy, como si
te se hallase precisamente en trance de descubrirse y
de reencontrarse a mismo esto en una época en que
el espirita alemén, que no hacia ain mucho tiempo he
bia tenido la voluntad de dominar sobre Europa, la fer-
ade guiat a Europa, acababa de presentar su abdicaciin
defintva ¢ irrevocable, y, bajo la pomposa excusa de
fundar tn Reich, realizaba su trinsito a la mediocriza-
in, a la democraciay alas «ideas modemase! De he
e
Essay deaoctca
cho, entre tanto he aprendido a pensar sin esperanza ni
indulgencia alguna acerca de ese «ser alemén>,y asimis-
mo acerca de la misica alemana de ahora, la cual es r0-
smanticismo de los piesa la cabeza y la menos griega de
todas las formas posbles de art: ademis, una destroza
dora de nervios de primer tango, doblemente peligross
en un pueblo que ama Ia bebida y honra la oscuridad
‘como una virtud, es decir en su doble condicién de nar
c6tieo que embriagay, a la vez, obmubila, ~ Al margen,
claro est, de todas la esperanzas apresuradas y de todas
las exténeas aplicaciones a la realidad del presente con
‘que yo me eché a perder entonces mi primer libro, per
maneceri en lo sucesivo el gran signo de interrogacin
dlionisiaco, tal como fue en él planteado, también en lo
aque se refiere ala misica:geémo tendria que estar hecha
‘una misica que no tuviese ya un origen roméntico, como
lo tiene la misica alemans ~ sino un origen dionisiaco?
7
= Pero, seior mio, ¢qué es romanticsmo en el mundo
«entero Sis libzo no es romanticismo? ¢Es que el odio
‘profundo contra el «tiempo de ahora»”, contra la «tes-
lidadb las «ideas modemas», puede ser Ilevado més l-
jos de lo que se lew6 en su metafsica de artista? ~ cla
cual prefiere creer hasta en la nada, hasta en el demonio,
antes que en el «ahora»? ¢No se oye, por debajo de toda
su polfonia contrapuntisticey desu seduccién de los of-
dos, el zumbido de un bajo continuo de célera y de pla-
cer destructivo, una rabiosa resolucién contra todo lo
“8nai de
cnet
que es «ahora, una voluntad que no esté demasiado e-
jos del nhilismo pricico y que parece decir «jprefiero
que nada sea verdadero antes de que osotrs tenga a-
26a, antes de que suesira verdad tenga razén!»? Escuche
usted mismo, seior pesimistay endiosador del arte, con
‘un oido un poco mas abiero, un tinico pasajeescogido
desu libro, aque pasaje que habla, no sin elocuencia, de
los matadores de dragones, yque sin dda tiene un soni-
do capcioso y embaucador para oidos y corazones jéve
nes: oes que no es éstala genuina y verdadera profesin
de fe de ls romnticos de 1830 bajo la mascara del pesi-
mismo de 18502, tras de la cual confesién se preludia ya
cf usual finale de los roménticos,- quiebra, hundimien-
to, retorno y prosternacién ante una vieja fe, ante el viejo
dios. 60 es que ese su libro de pesimista noes un frag-
mento de antihelenidad y de romanticismo, inchso algo
«can embriagador como obnubilante>, un narcstico en
todo caso, hasta un fragmento de misica, de misica ale-
ana? Escichese:
Imaginémonos una generacién que erezca con esa in-
‘repidez de a mirada, con esa heroicatendencia hacia lo
«enorme, imaginémonos el paso audaz de esos matadores
de dragones, la orgullosa temeridad con que vuelven la
cexpalda a todas ls doctrinas de debilidad del optimis
‘mo, para «vivir resueltamente» en Io entero y pleno
cacaso no seria neceario que el hombre trigico de esa
cultura, en su autoeducacién para la seriedad y para el
horror, tuviese que desear un arte nuevo, ef arte del con-
suelo metefisico, la tragedia, como la Helena a él debida,
y que exclamar con Faust:
“
Bas de saocce
2¥ no debo yo, con la violencia mis lena de anbelo,
traer al vida esa figura nica entre todas?”
«tAcaso no seria necesario?».. No, tres veces no, 6-
venes roménticos: jo seria necesatio! Pero es muy pro
bable que eso finalice asi, que vosotos finalicés ai, es
decir, «consolados», como esta escrito, pese a toda la
autoeducacion para la seriedad y para el horror, «meta
fisicamente consolados», en suma, como finalizan los
roménticos, cristianamente... No! Vosotros deberias
aprender ants el arte del consuelo intramundano, ~vo-
sotros deberiais aprender a ref, mis jévenes amigos ses
que, por otro lado, queréis continuar siendo completa
‘mente pesimistas; quizis a consecuencia de ello, como
tcidotes, mandéis alguna vez al diablo todo el consuclis-
‘mo metafisico ~ iy, en primer lugar, Ia metafisica! O,
para decilo con el lenguaje de aquel trasgo dionisiaco
que llevael nombre de Zaratustra
Levantad vuestos corazones, hermanos mos, ariba! jms
arriba, jy no me olvidéis tampoco las piesnas! Levantad
tumbién yuestras piers, vosotres buenos bailarines,y ain
mejor: sosteneos incluso sobre la cabeza!
Ena corona del quer, esta corona de rosa: yo mismo
me he puesto sobre mi cabeza esta corona, yo mismo he san
tficado mis rise, A ningén otra he encontrado suficiente
‘mente fuerte hoy para hacer esto.
Zaratusen el balan, Zaratuste el lige, el que hace se
‘as con las alas, uno dispuesto a volar, haciendo seas a to
ds los pijacos,preparadoy listo, bienaventurado en su lige
6loan de red
Zaratustra el que dice verdad, Zarausia el que se ver.
dled, no un impacient, no un incondicional, sf uno que ama
Jos saltosy ls piruets:jyo mismo me he puesto esa corona
sobre mi cabeza!
Est corona del que ve, esta corona de rss ja vootros,
hermanos mios, os artojo esta corona! Yo he saniicado el
reir, wosotros hombres superiores, aprendedme ~j rir
Ast babl6 Zaratustra,cuarta pare
6
Prélogo a Richard Wagner
Con el fin de mantener lejos de mi todas las erties
taciones y malentendidos a que los pensamientos reuni-
dos en este escrito darin ocasién, dado el caricter pecu-
liar de nuestro piblio estético, y con el fin también de
poder escribir las palabras introductorias con idéntica
delicia contemplativa de la cual €l mismo, como pette-
facto de horas buenas y enaltecedoras, leva los signos en
cada hoja voy a imaginarme el instante en que usted, mi
uy venerado amigo, recibir este escrito: efmo, acaso
tras un paseo vespertino por la nieve invernal, mira usted
1 Prometeo desencadenado en Ia portada ee mi nom-
bre, y en seguida queda convencido de que, sea lo que
sea aquello que se encuentre en este escrito, su autor ti-
ne algo serio y urgente que decie, yasimismo que, en
todo lo que él ide6, conversaba con usted como con al
uien que estuviera presente, y lo le eralicito escribir
‘cosas que respondiesen a esa presencia, Usted recordar
aleant dela api
centonces que yo me concentré en estos pensamicntos al
‘mismo tiempo en que surgi su magnifico escrito conme:
morativo sobre Beethoven #, es decir, en medio de los
horroresy sublimidades dela guerra que acababa de e3-
tallar Sin embargo, errarian quienes acaso pensasen, &
propésito de esa concentracién, en la antitesis entre ex
citacién patrétiea y disipacién esttica, entre seriedad
valiene y juego jovial: a éstos, si leen realmente este es
tito, acaso les quede claro, para estupor suyo, con qué
problema seriamente aleman tenemos que habérnoslas,
cl cuales situado por nosotros con toda propiedad en cl
centro de ls esperanza alemanas, como vértice y punto
de vrgje, Pero acasocabalimentea esos mismos les eesul-
tari escandaloso el ver que un problema esttico es to
‘mado tan en serio, en el caso, desde luego, de que no
sean capaces de reconocer en el arte nada més que un
accesorio divertido, nada més que un tintineo, del que
sin duda se puede prescindir,aiadido ala «seriedad de
In existencia: como si nadie supicse qué es lo que signi
fica semejante «seriedad de la existencia» cuando se
hhace esa contraposicién. A esos hombres serios sirvales
‘para ensefiarles ue yo estoy convencido de que el arte es
la tara suprema y la actividad propiamente metafsica
desta vida, en cl sentido del hombre a quien quiero que
quede dedicado aqut este escrito, como a mi sublime
precursor en esa va
Basilea, fin del aio 1871
8
Uno
‘Mucho es lo que habremos ganado paral ciencia estéti-
‘a cuando hayamos llegado no sé a a intelecci6n log
‘a, sino ala seguridad inmediata de la intuicién de que el
desarrollo del arte est ligado a la dupicidad de lo apolé
neo y delo dionisfaco: de modo similar a como la geneta-
cién depende de la dualidad de los sexos, entre los cua
Jes la lucha es constante y la reconcliacin se efectiin
sélo petiédicamente. Esos nombres se los tomamos en
préstamo a ls gregos, los cuales hacen perceptible al
hombre intligente ls profundas doctrines secetas de
su visidn del ate, no, ciertamente, con conceptos, sino
con las figuras incisivamente claras del mundo de sus
dioses. Con sus dos dvinidades artistcas, Apolo y Dio:
niso, se enlaza nuestro conocimiento de que en el mun-
do griego subsist una antitesis enorme, en cuanto a or
gen y metas, entre el arte del escutor, arte apolineo, y el
arte no-scultérico de la misica, que es el arte de Dioni-
°lsc daa
0: es0s dos instintos tan diferentes marchan uno al
lado de otro, casi siempre en abierta discordia entre sy
«excitindose mutuamente a dara luz frutos nuevos y cada
‘vez mas vigorosos, para perpetuar en ellos la lucha de
aquela anttesis, sobre la cual s6lo en apariencia tiende
tum puentelacomtin palabra «artes: basta que, fname
te porn mlgrono acto metafic de a evaunade™
elénica, se muestran apnreados entre si, y en ese aparea-
meno acaban engendrando ln bra deat ala ver di
nisiaca y apolinea de la tragediastica”
Para poner mas a nuestro alcance esos dos instintos
imaginémonoslos, por el momento, como los mundos
artisticos separados del sueiio y de la embriagues; entre
Jos cuales fenémenosfisiol6gicos puede advertrse una
antitesiscorrespondiente® a la que se da entre lo apol
reo yo dionsiaco. En el suefo fue donde, segiin ee
cio®, por vez primera se presentaron ante las almas de
los hombres la espléndidas figuras de los dioses, en el
suefio era donde el gran escultor vei a fascinanteestruc-
tura corporal de seres sobrehumanos, y el poeta heléni
0, interrogado acerca de los secretos dela procreacién
postica, habria mencionado asimismo el suefo y habria
dado una instruccién similar a la que da Hans Sachs en
Los maestros cantores:
Amigo mio, és es precsamente la obra del poeta,
el interpreta y observa sus setos.
Creede, la usin mis verdaders del hombre
se le manifesta en el sue:
todo arte poético toda poesia
no es ms que inerpretacin de sueiios que dice la verdad
so
no
La bela apariencia de los mundos oniticos, en cuya
produccién cada hombre es artista completo, es el pre:
supuesto de todo arte figurative, més ain, también,
‘como veremos”, de una mitad importante de la poesia
Gozamos en la comprensién inmediata de la figura, to-
das las formas nos hablan, no existe nada indiferente ni
innecesario, En la vida suprema de esa realidad onirica
tenemos, sin embargo, el sentimiento traskicido de su
, la divnidad de la Inz, domina
también la bella apariencia del mundo interno de la fan.
tasia”. La verdad superior, la perfeccién propia de estos
cestados, que contrasta con la so fragmentariamentein-
teligible realidad diumna, y ademas la profunda conscien-
cia de que en el dormir y el sofar la naturaleza produce
unos efectos salvadores y auxiliadores, todo eso es a la
vez el analogon simbélico dela capacidad vaticinadora y,
cen general, de las artes, que son las que hacen posible y
digna de vivirse la vida™. Pero esa delicada linea que ala
imagen onirica no lees licto sobrepasar para no produ-
cir un efecto patolégico, ya que, en caso contri, la
pariencia nos engafaria presenténdose como burda rea
lidad *~ no es licito que falte tampoco en la imagen de
Apolo: esa mesurada limitacién, ese estar libre de las
‘emociones mas salvajes, ese sabio sosiego del dios. Pero a este espectador
‘wuelto ya de espaldas tenemos que gritarle: No te vayas
de aqui, sino oye primero lo que la sabiduria popular
ariega dice de esa misma vida que aqui se despliege ante
ti con una jovialidad tan inexplicable. Una vija leyenda
cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas habia in-
tentado cazaren el bosque al sabio Sileno, acompafiante
de Dioniso sin poder cogerlo, Cuando por fin cayé en
sus manos el rey pregunta qué es lo mejor y mis prefer
ble para el hombre. Rigido e inmévil calla el demén ™;
hasta que, forzado por el rey, acaba prorrumpiendo en
esta palabras, en medio de una risa estridente: eEstrpe
miserable de un dia, hijos del azar y dela fatiga, gpor qué
‘me fuerzas a decirte lo que para ti seria muy ventajoso no
oft? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para t:
no haber nacido, no se ser nada. ¥ lo mejor en segundo
lugar es para ti~ morie pronto»”.
Qué relacién mantiene el mundo de los doses olim-
picos con esta sabiduria popular? ¢Qué relaci6n mantie-
6lsc del peta
ne la vsin extasinda del mértir torturado con sus supli
ios? Ahora la montaia magica del Olimpo se abre a
‘nosotros, por asi decrl, y nos muestra sus rces. El eie-
go conoci y sinté los horrores y espantos dela existen
cia: para poder vivir tuvo que colocar delante de ellos la
resplandeciente criatura oniica de los olimpicos. Aque-
lla enorme desconfianza frente alos poderesttinicos de
la naturaleza, aquella Moire [destino] que reinaba des.
pindada sobre todos los conocimientos, aquel buitre del
‘gran amigo de los hombres, Prometeo, aquel destin ho-
rroroso del sabio Edipo, aguella maldicin de la esirpe
de los Atridas, que compele a Orestes a asesinar a su
madre, en suma, toda aquelafilosofia del dios de los
bosques, junto con sus ejemplificaciones miticas, por la
ue perecieron los melancélicos etruscos,~ fue superada
constantemente, una y otra vez”, pot los griegos, 0, en
todo caso, encubierta y sustraida ala mirada, mediante
quel sudo intermedio atistico de los olimpicos. Para
poder vivir tuvieron los griegos que crear, por una nece-
sidad hondisim, estos dises: esto hemos de imaginatlo
sin duda como un proceso en el que aguelinstinto ap-
lineo de belleza fue desatrollando en lentas transiciones,
«partir de aque originario orden vino titénico del ho-
trot, el orden divino de Ia alegra: a la manera como las
rosas brotan de un arbusto espinoso, Aquel pueblo tan
excitable en sus sentimientos, tan impetuoso en sus de
seos™, tan excepcionalmente capacitado para el suf
rmiento, de qué otto modo habria podido soportar la
cexistenca, sien sus dioses ésta no sel hubiera mostrado
circundada de una aureola superiot? El mismo instinto
que da vida al arte, como un complemento y una const
%
macin de la existencia destinados a inducir a seguit vi
viendo, fue el que hizo surgie también el mundo olimpi
co, en el cual la evoluntad>” helénica se puso delante un
‘espejo transfigurador. Viviéndola ellos mismos es como
los diosesjustifican la vida humana jnica teodicea sa-
tisfactoria! La existencia bajo el Iuminoso resplandor
solar de tales doses es sentida como lo apetecible de
suyo, y el auténtico dolor de los hombres homéricos se
tefiete a la separacién de esta existenca, sobre todo ala
separacién pronta: de mado que ahora podria decirse de
cellos, invirtiendo la sabidueasilénica, «lo peor de todo
‘es para ellos el morir pronto, y lo peor en segundo lugar
ellgar a mort alguna vez>. Siempre que resuena el a-
mento, éste habla del Aquiles «de corta vida», del cam-
bio y paso del género humano cual hoja de érboles, del
‘caso de la época heroics. No es indigno del més grande
de los héroes el anhelar seguir viviendo, aunque sea
‘como jomalero En el estadio apolineo la «voluntad>
desea con tanto impetu esta existencia, el hombre homé-
Fico se sintc tan identificado con ella, que incluso el s-
mento se convierte en un eanto de alabanza de la
‘Aqui bay que manifestar que esta armonia, més atin,
tunidad del ser humano con la naturaleza, contemplada
‘con tanta nostalgia por los hombres modemnos, para de
signa la cual Schiller puso en circulacin el término té
nico «ingenuo» , no es de ninguna manera un estado
tan sencillo, evidente de suyo, inevitable, por asi decirlo,
con el que tiéramos que tropezarnos en la puerta de
toda cultura, cual sifuera un paraiso de la hummanidad:
«sto s6lo pudo ercerlo una época que intent6 imaginat
que el Emilio de Rousseau era también un artista, y que
65Lancinieo de eta
se hacfa la usin de haber encontrado en Homero ese
Ennio artista, educado junto al corazén de la naturaleza
Alli donde tropezamos en el arte con Jo «ingentio», he-
‘mos de reconocer el efecto supremo de la cultura apoli-
nea: a cual® siempre ha de derrocar primero un reino
de Titanes y matar monstruos, y haber obtenido la veto
ria, por medio de enérgica fcciones engaiiosas y de ilu
siones placenteras, sobre la horrorosa profundidad de su
consideracién del mundo y sobre una capacidad de
sufrimiento sumamente excitable. |Mas qué raras veces
se alcanza lo ingenuo, ese completo quedar enredado en
la bellezade la apatiencia! Qué indeciblemente sublime
«3 por ello Homero, que en cuanto individuo mantiene
con aquella cultura apolinea papular una rlacin seme
jante ala que mantiene el artista onitico individual con la
apttud onirica del pueblo y de a natraleza en general.
a «ingenuidads homérica ha de ser concebida como
victoria completa de la iusin apolines: es ésta una ilu-
sin semejante a la que la naturaleza emplea con tanta
frecuencia para conseguir sus propésitos. La verdedera
meta queda tapada por una imagen iusoria: hacia ésta
alargamos nosotros las manos, y mediante nuestro enga-
fio la naturaleza alcanza aquéla, En los griegos la «o-
Tuntad» quiso contemplarse asi misma en la transfigura-
hléniea contra el talento para el sufrimiento y para la
sabiduria del suftimiento, que es un talento correlativo
del artistic: y como memorial de su victoria se yergue
ante nosotros Homero, el artista ingenwo.
oCuatro
‘Acerca de este artista ingenuo proporciénanos alguna
censefanza la anaogia con el suefo, Si nos imaginamos
‘cémo el sofiador, en plena ilusién del mundo onitco, y
sin perturbarla, se dice asf mismo: «es un sueio, quiero
seguitsofindolo», si de esto hemos de infer que lav
sign onitica produce un placer profundo e intimo, si,
ppor otro lado, para poder tener, cuando sofamos, ese
placer intimo en la vsién, es necesario que hayamos ol-
videdo del todo el diay su horroroso apremio: entonces
nos es licto interpretar todos estos fenémenes, bajo la
guia de Apolo, intérprete de sueios, més 0 menos como
sigue. Si bien ¢s muy cierto que de las dos mitades de la
vida, la mitad de la vigilia y la mitad del suefio, a prime-
+2 nos parece mucho més privilegiada, importante, dig.
ra, merecedora de vivirse, més atin, a tinica vivida: yo
afiemaria, sin embargo, aungue esto tenga toda la spa-
riencia de una paradoja, que el suefio valora de manera
cs
ua
cabalmente opuesta aquel fondo misterioso de nuestro
ser del cual nosotros somos la apariencia. En efecto,
‘cuanto mas advicrto en la naturaleza aquellos intintos
artisticos omnipotentes, y, en ellos, un ferviente anhelo
de apariencia, de lograr una redencién mediante la apa
Fiencia, tanto més empujado me siento la conjetura me:
tafisica de que lo verdaderamente existente, lo Uno pri
mordial, necesita la vez, en cuanto es lo etermamente
sufriente y contradietorio, para su permanente reden-
cin, la visin extasiante, la apariencia placentera: no-
sotros, que estamos completamente presos en esa aps-
ricneia y que consistimos en ella, nos vemos obligados a
sentria como lo verdaderamente no existente, es deci,
como un continuo devenir en el tiempo, el espacio y la
‘ausalidad, dicho con otras palabras, como la realidad
cempitica. Por tanto, si prescindimos por un instante de
nuestra propia «realidad» ®, si concebimos nuestra exis:
tencia empiics, y también la del mundo en general,
como una representacién de lo Uno primordial engen-
drada en cada momento, entonces tendremos que consi
dlerae ahora el suefio como la apariencia dela apariencia.
4, por consiguiente, como una satisfaccin ain mas alta
del ansia primordial de apariencia, Por este mismo mot-
vo es por lo que el nicleo mis intimo de la naturaleza
siente ese placer indescriptible por el artista ingenuo y
por la obra de arte ingenua, la cual es asimismo sélo
‘aapariencia de la aparienciaw. Rafael, que es uno de esos
«ingenuos» inmortales, nos ha representado en una pin
tua simbélica ese quedar la apariencia despotenciada @
apariencia, que es el proceso primordial del artista in
genuo y ala vee de la cultura apolinea, En su Tramsfi-
6leaned apd
_guracién Ia mitad ingerios, con el muchacho poseso,
sus desesperados portadores, los perplejos y angustiados
lisefpulos, nos muestra el reflejo del eterno dolor pr
‘mori, fundamento tnico del mundo: la «apariencia»
«es aqui reflej de la contradiccin eterna, madre® de las
cosas. De esa apariencia se eleva ahora, cual un perfume
deambrosia, un nuevo mundo aparencial, casi visionario,
del cual nada ven los que se hallan presos en la primera
pariencia —un kuminoso flotar en una delicia purisima y
cn una intuicién sin dolor que irradia desde unos ojos
‘muy abiertos. Ante nuestras miradas tenemos aqui, en
un simbolismo artistco supremo, tanto aquel mundo
spolineo de la belleza como su substrato, la hortorosa
sabiduria de Sileno, y comprendemos por intucién su
necesidad reefproca. Pero Apolo nos sale de nuevo al
‘encuentro como la divinizacién del principium indioi-
uations, s6lo en el cual se hace realidad la meta eter
namente aleanzada de lo Uno primordial, su redencién
‘mediante fa apariencia: nos muestra con gestos subli
‘mes cémo es necesario el mundo entero del tormento,
para que ese mundo empuie al indviduo a engendrar Ia
vision redentora y e6mo luego el individu, inmerso en
Incontemplacisn de ésta%, se halla sentado tranquilamen-
te, en medio del mar, en su bareaoscilante. Esta diviniza-
cién dela individuaci6n, cuando es pensada como impe-
rativa y prescriptva, conoce 1a sola ly, el individu, es
decir, el mantenimiento dels mites del individvo, la me-
sura en sentido helénico, Apolo, en cuanto divinidad ét
a, exige mesura de los suyos,y, para poder mantener,
conocimiento de si mismo. ¥ as, a exigencia del «coné-
‘ete a ti mismo» y de «;no demasiado!»”® marcha para
70
Come
Iela a la necesidad estética de la belleza, micntras que la
autopresuncién y la desmesura fueron reputadas como
los demones propiamente hostile, peculiares dela esfe-
+2 no-apolinea, y por ello como cualidades propias de la
éoca pre-apolinea, la edad de os ttanes, y del mundo
extra-apolineo, es decir, el mundo de los barbaros. Por
causa de su amor titinico a los hombres tuvo Prometeo
aque ser desgarrado por los buitre, en razén de su sabi
cluria desmesurada, que adivin el enigma de la Esfinge,
tuvo Edipo que precipitarse en un desconcertante torbe-
lino deatrocidades; asi es como el dios dltico interpre
taba el pasado griego,
es cabal-
cho
‘mente el coro, el cual genera de sila visén y habla de ella
con el simbolismo total del baile, dela misia y de la pa-
labra. Este coro contempla en su visién a su seior y
maestro Dioniso, y por ello es eternamente el coro serv
dor: él ve c6mo aquél, el dios, sure y se glorfia, y por
ello él mismo no acta. En esta situacién de completo
servicio al dios el coro es, sin embargo, la expresin su-
prema, es decir, dionisica de la naturalez, y por ello al
‘gual que éta, pronuncia en su entusiasmo oréculos y
sentencias de sabidurfa: por ser el coro que participa del
sufrimiento es ala vez el coro sabio, que proclama la ver
dad desde el corazén del mundo. Asi es como surge
quella figura fantasmagérica, que parece tan escandslo-
sa, del sitio sabio y entusiasmado, que es a la vez el
stombre tonto» en contraposiciin al dios: reflejo de la
naturalezay de sus instintos mas fuertes, mis atin, sim.
bolo de la misma, ya la vez pregonero de su sabidurta y
desu arte: misico, poeta, bailar, visionari en sma sola
persona,
Segain este conocimiento y segin la tradicin, al prin
cipio,en el periodo mas antiguo de la tragedia, Dioniso,
hhéroe genuino del escenario y punto central de la vision,
no esti verdaderamente presente sino que s6lo es repre-
sentado como presente: es deci, en su origen la tragedia
cessélo «coro» yno «drama». Mas tarde se hace el ensayo
de mostrar como real al dios y de representar como visi-
ble a cualquier ojo la figura de la isin, junto con todo
el marco transfigurador: as es como comienza el «drs-
‘may en sentido estrito, Ahora se le encomienda al coro
dlitirimbico la tarea de excitardionisiacamente hasta tal
sgrado el estado de énimo de los oyentes, que cuando el
13lancet de tng
hhéroe tigico aparezca en la escena éstos no vean acaso
el hombre cubierto con una méscara deforme, sino laf
sgura de una visi6n, nacida, por as deciso, de su propio
Extasis, Imaginémonos a Admeto recordando en pro-
fanda meditacisn a su esposa Alcestis que acaba de fa
ecer,yconsumiéndose totalmente en la contemplacién
spiritual dela misma — cémo de repente conducen ha-
cia él, cubierta por un velo, una figura femenina de for
mas semejantes alas de aquéll de andar parecido: ima-
aginémonos su sabita y erémula inguietud, su impetuoso
comparar, su conviccién instiniva "! ~ tendremos asi
algo andlogo al sentimiento con que el espectador agit
do por la excitacién dionisiaca veia avanzar por el esc
nario al dios con cuyo suftimiento se haba ya identifica
do, Involuntariamente transferia la imagen entera del
dls que vibraba migicamente ante su alma a aquella fi
gura enmascatada, x, por ast decitlo, iui la realidad de
sta en una irrealidad fantasmal. Este es el estado apoli
neo del suefo,en ef cual el mundo del dia queda cubier-
to por un veo, y ante nuestros ojos nace, en un continuo
cambio, un mundo nuevo, mas claro, més comprensible,
mis conmovedor que aquél, y, sin embargo, més pareci
do alas sombras. Segin esto, nosotros percibimos en la
edia una antitessestilistica radical en la tic dio
ica del coro j por oto lado, en el onirico mundo apo-
lineo de la escena, lengusj, color, movilidad, dinamismo
dela palabra se disocian como esfras de expresin com-
pletamente separadas. Las apariencias apolineas, en las
‘cuales Dioniso se objetiva, no son ya «un mar eterno, un
‘eambiante mecerse, un ardiente vivir, como lo es la
_misiea dl coro, no son ya aquellas fuerzas s6lo sentidas,
104
0
pero no condensadas en imagen, en las que el entusasta
servidor de Dioniso baruntalacercana del dos: bora
son la claridad y la solidez de la forma épca las que le
hablan desde el escenaio, ahora Dioniso no habla ya por
medio de fuerzas, sno como un héroe épico, csi con el
lenguaje de Homero,
195Nueve
‘Todo lo que aflora a la superficie en la parte apolinea de
la tragedia griega, en el dilogo, ofrece un aspecto senci-
llo,transparente, bello, En este sentido es el didlogo un
reflejo del heleno, cuya naturaleza se revela en el bale,
ya que en éste la fuerza méxima es s6lo potencial, pero se
ttaiciona en la clasticidad y exuberancia del movimiento,
Y asi el lenguaje de los héroes sofocleos nos sorprende
por su precisin y claridad apolineas, de tal modo que en
senda os Fiurams penetar con a mirada en el fon
lo mis intimo de su esencia, con cierto estupor porque
el camino hasta ee fondo sea tan cot, Peo spate
‘mos la vista del cardeter que aflora ala superficie y que
se vuelve visible del héroe ~ carter que me endlion
do, otra cosa que una imagen de luz proyectada sobre
luna pantalla oscura, es decir, enteramente apariencia -,
si penetramos, mas bien, en el mito que se proyecta a si
‘mismo en esos espejismos Iuminosos, nos percataremos
106
New
sibitamente de un fendémeno en el que ocurre al revés
queen un conocido fenémeno éptico. Cuando, habien-
do hecho un enérgico esfuerzo de mirar de frente al sol,
partamos luego los ojos, cegados, tenemos delante de
ellos manchas de colores oscuros, que, por asi dectl,
actian como remedio para la ceguers: la inverse, aque:
Ilas aparenciales imagenes de luz del héroe sofocleo, en
suma, lo apolineo de la miscara, son productos neces
trios de una mirada que penetra en lo intimo y horroroso
dela naturaleza, son, por as decitlo, manchas huminosas
ppara curar la vista lastimada por la noche hortipilante
Sélo en este sentido nos es Hcito creer que comprende-
:mos de modo correcto el serio c importante concepto de
-jovilidad griega»"™ mientras que por todos los cami-
nos y senderos del presente nos encontramos, por el
contratio, con el concepto de esa jovalidad flsamente
cetendida, como si fuera un bienestar no amenazado.
El personaje mas doliente de a escena grege, el desgea-
ciado Edipo, fue eoncebido por Séfocles como el hombre
noble que, pese a su sabicuri, esta detinado al error y &
la miseria, pero que al final ejrce a su alrededor, en vir
tud de su enorme suftimiento, una fuerza magica y bien
hechors, la cul sigue actuando incluso después de morir
1 El hombre noble no pece, quiere decienos el profun-
do poeta: tal vez a causa de su obra perezcan toda le,
todo orden natural, incluso el mundo moral, pero cabal
mente ese obrar es el que traza un circulo magico y supe-
rior de efectos, que sobre las ruinss del viejo mundo de-
‘ruido fundan un mundo nuevo. Esto es To que quiere
decimos el poeta, en cuanto es ala vex un pensador rel
sioso: como poeta, primero nos muestra el nudo prod
107lea de trap
siosamente embrollade de un proceso, audo que el juez
va desatando lentamente, lazo tra lazo, pars su propia
perdicién: Ia alegia genuinamente helénica por esta des:
atadura dialécticaes tan grande, que sobre la obra entera
se extiende por este motivo un soplo de jvialidad supe-
riot que quita por todas partes sus ps alos horrendos
ppresupuestos de aquel proceso. En Ealpo ex Colono nos
cencontramos con esa misma jovialidad, pero encumbrada
hasta una transfiguracin ifinita: frente al anciano castign
do por un exceso de miseria, que esti entregado puramen-
‘te como pacient a todo lo que sobre él cae encuéntrase
Ia jovilidad sobreterrenal, que desde laeseradvina des-
ciende hasta aqui abajo y nos da a entender que es con su
comportamiento puramente pasivo con lo que el héroe'™
aleanza su actividad suprema, la cual se extiende mucho
mis alk de su vida, mientras que todos sus pensamientos y
dleseos conscientes en la vida anterior le han conducido
s6lo a la pasvided. El nudo del proceso de la fabula de
Eclipo, que parael ojo mortal estaba enredado de un modo
insoluble, es desenredado asi lentamente — y de nosotros
se apodera la mis honda alegria humana ante esa réplica
divina de la dialéctica. Aun cuando con esta explicac
hhayamos hecho justcia al poeta, siempre se pod pre-
‘guntar ademis sel contenido del mito esté con esto ago-
tado: y aqui se muestra que la concepcién toda del poeta
‘noes otra cosa que justo aquella imagen de luz que lasa-
Jutifera naturaleza nos pone delante, después de que he-
‘mos lanzado una mirada al ebismo. (Edipo, asesino de
su padre, Edipo, esposo de su madre, Epo, soluciona-
dor del enigma de la Esfinge! unilateralmente apolinea, Aquella
‘area stbitamente cecida de lo dionisiaco toma enton
es sobre sus espaldas las pequeiias ondulaciones part
culazes que son los individuos, de igual manera que el
hermano de Prometeo el titin Adas, comé sobve las su-
yas la tierra. Ese an titéinico de Hegar a ser, por asf de-