Introducción
La intención de este trabajo es mostrar cómo partir de los años 90 surgen una
serie de nuevas terapias dentro del ámbito de la psicología conductista o
cognitivo-conductual y también reconocer algunas aportaciones que han
permitido superar algunas limitaciones tanto en la conducta como en los
pensamientos humano. Steven Hayes quien fue el primero en denominar a
estas terapias en el 2004, como la tercera ola o terapia de la tercera
generación, sin descartar las aportaciones de otros autores, Hayes quien
fundamenta la técnica de la tercera generación en una aproximación empírica
y enfocada en los principios del aprendizaje.
La tercera ola de terapias cognitivas y conductuales es particularmente
sensible al contexto y a las funciones de los fenómenos psicológicos, y no
sólo a la forma, enfatizando el uso de estrategias de cambio basadas en la
experiencia y en el contexto además de otras más directas y didácticas. Estos
tratamientos tienden a buscar la construcción de repertorios amplios,
flexibles y efectivos en lugar de tender a la eliminación de los problemas
claramente definidos, resaltando cuestiones que son relevantes tanto para el
clínico como para el cliente.
Terapias de la tercera generación
La tercera generación de la terapia conductual se sitúa a partir de la década
de 1990, aunque se daría a conocer ampliamente hasta el 2004. Hayes
(2004), considera la tercera generación de terapias de la conducta como
fundamentada en una aproximación empírica y enfocada en los principios
del aprendizaje. Considera que la tercera ola de terapias cognitivas y
conductuales es particularmente sensible al contexto y a las funciones de los
fenómenos psicológicos, y no sólo a la forma, enfatizando el uso de
estrategias de cambio basadas en la experiencia y en el contexto además de
otras más directas y didácticas.
Estos tratamientos buscan la construcción de repertorios amplios, flexibles y
efectivos en lugar de tender a la eliminación de los problemas claramente
definidos, resaltando cuestiones que son relevantes tanto para el clínico
como para la persona.
Estas terapias empiezan a aparecer ante las dificultades de las terapias de
modificación de conducta más tradicionales para poder modificar
comportamientos en la vida diaria de la persona, ante las dificultades para
abordar inicialmente los temas más cognitivos, pensamientos, obsesiones,
recuerdos, traumas con las técnicas de modificación de conducta.
Se comienza a cambiar pensamientos y recuerdos como cualquier otra
conducta a partir del lenguaje, pero sin misterios ni teorías profundas sobre
la mente dela persona. El lenguaje (pensamiento) visto como el agente causal
del sufrimiento humano y la generación de repertorios conductuales para
solucionar los problemas. La solución, lo que ha de hacerse es interferir o
alterar de algún modo el flujo del pensamiento más que alterar la forma de
pensamiento, se trataría de alterar el flujo o el surgimiento del pensar mismo.
Estas terapias también aparecen ante los problemas de generalización y
mantenimiento a largo plazo en muchos problemas clínicos de tipo crónico
con largas historias de tratamiento y con problemas existenciales que hasta
ahora sólo abordaban otro tipo de psicólogos. Son tratamientos que tienden
a buscar la construcción de repertorios amplios flexibles y efectivos en lugar
de tender a la eliminación de problemas.
Este tipo de terapias se aplican con mucha eficacia para problemas de índole
muy diversa: ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, dolor crónico,
alcoholismo, trastornos obsesivo-compulsivos, fobia social, problemas
psico-oncológicos, esquizofrenia, trastornos de la personalidad, estrés
laboral, esclerosis múltiple e incluso para la mejora del rendimiento en
actividades deportivas.
Las nuevas terapias de conducta o terapias de tercera generación, utilizan
técnicas o procedimientos de intervención más indirectos en lugar de
limitarse exclusivamente al uso de técnicas basadas en cambios de primer
orden o técnicas directas, como siempre se había hecho hasta la actualidad.
El uso de estas técnicas, supone quizás el salto más cualitativo, en cuanto a
la tecnología se refiere, de esta nueva generación de terapias.
Este tipo de terapia también ha comenzado a ser evaluada en Latino América,
sin embargo, su introducción en el ámbito clínico y académico ha sido más
lento, quizá debido a que los principios generales de la atención plena aún
no han sido suficientemente difundidos. Este trabajo recapitula las bases de
las TTG y expone los principales preceptos budistas en los que se encuentra
fundada la atención plena, siendo su objetivo principal el describir esta
aproximación terapéutica y recapitular el estado actual de las investigaciones
desarrolladas hasta el momento.
¿Que son las terapias de la tercera generación?
Las terapias de tercera generación o la tercera ola de terapias de conducta
son aquel conjunto de terapias y tratamientos creados con el propósito de
realizar una modificación de la conducta del paciente, pero desde un enfoque
global y próximo a la persona más que al problema, teniendo en cuenta la
vivencia del paciente de su problema y cómo el contexto social y cultural
han producido que su conducta sea poco adaptativa.
A diferencia de otras técnicas de modificación de conducta las terapias de
tercera generación se basan en el poder del contexto y del diálogo para
conseguir dicha modificación a través de la aceptación del problema tanto
por parte del cliente y del terapeuta.
Sus objetivos
El objetivo de la terapia no es tanto la desaparición de los síntomas típicos
del trastorno, sino que hay que considerar otras metas más globales como el
ajuste psicosocial, la calidad de vida o la recuperación parcial o total por
parte del paciente de su capacidad para dirigirse hacia sus metas vitales y a
recuperar una vida más plena.
¿Cuáles son las principales terapias de la tercera generación?
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) (Hayes, Strosahl y
Wilson, 1999).
Psicoterapia Analítica Funcional (PAF) (Kohlenberg Tsai, 2008).
Terapia de Conducta Dialéctica, (TCD) (Linehan, 1993).
Terapia Integral de Pareja (TIP) (Jacobson et al., 2000).
Activación Conductual (AC) (Jacobson, Martell y Dimidjian, 2001).
Terapia con Base en Mindfulness (BMT) (Segal, Williams y Teasdale,
2002).
Terapia Cognitiva con Base en la Persona para las Psicosis (Chadwick,
2009).
Terapia de la aceptación y el compromiso (ACT)
ACT es una terapia contextual conductual que se vale de la aceptación y
mindfulness, así como del compromiso y del cambio conductual para
promover flexibilidad psicológica. Esta idea general supone que ACT no es
similar a otras terapias en ciertos aspectos. El objetivo de ACT no es
necesariamente la regulación emocional y el contenido cognitivo y, en
general, la eliminación de los síntomas, sino la flexibilidad.
ACT no ve útiles los diagnósticos consistentes en colecciones de síntomas,
sino que se centra en la conceptualización del caso de acuerdo a su
concepción. ACT no ofrece modelos de trastornos específicos, sino un
modelo general de cómo el aprendizaje relacional puede dar lugar a
problemas en el funcionamiento humano como la inflexibilidad psicológica.
Tampoco ofrece un conjunto de técnicas, sino principios generales
implementados de muchas maneras que pueden ayudar a aumentar la
flexibilidad psicológica al servicio de los valores que dan o den sentido a la
vida de uno.
Este proceso psicopatológico se ha identificado como evitación experiencial:
un patrón recurrente por el que uno trata de cambiar o quitar (evitar) eventos
privados desconfortantes (experiencias, pensamientos, recuerdos, imágenes,
etc.), consiguiendo acaso un alivio inmediato, pero resultando improductivo
y contraproducente a largo plazo. Se trata de un patrón que, de una u otra
manera, se encuentra en la base de una variedad de diagnósticos distintos y
así se ha propuesto como alternativa a los sistemas diagnósticos (Hayes et
al., 1996).
La ACT se caracteriza a sí misma como un enfoque de la ciencia contextual
conductual del cambio psicológico. En las formulaciones posteriores de
ACT, esta dimensión psicopatológica se denomina inflexibilidad
psicológica, que será expuesta a continuación.
A su vez, y muy coherente con el modelo psicopatológico, ACT ofrece una
concepción terapéutica que ha dado lugar a toda una generación de terapias
contextuales. Se puede adelantar que ACT es una terapia que se caracteriza
más por sus principios generales, que por técnicas específicas.
Psicoterapia analítica funcional
La Psicoterapia Analítica Funcional (PAF) es una terapia conductual, con
base en el conductismo radical de Skinner, que se caracteriza por explotar la
relación terapéutica al servicio de ayudar a los clientes con problemas que
tengan que ver fundamentalmente con las relaciones interpersonales.
La PAF es una de las primeras terapias de tercera generación que ya nació
con su nombre y con un cuerpo teórico y aplicado formado, claro y distinto.
Siendo una terapia conductual de clara y declarada raíz skinneriana tiene, no
a pesar de ello, sino precisamente por eso, cierta afinidad con la psicoterapia
psicodinámica (reconocida en el propio nombre), así como cuenta con una
teoría del yo, tal vez sorprendente para terapeutas de conducta al uso.
Aspectos distintivos
Se señalarán algunos de sus aspectos distintivos, empezando por la
importancia de la relación terapéutica. La PAF es única en el análisis
psicológico que hace de la relación terapéutica, de interés no sólo para las
demás terapias contextuales, sino para las psicoterapias de cualquier credo.
En el estudio de la relación terapéutica destacan su posible equivalencia con
las relaciones interpersonales en la vida cotidiana, las funciones del terapeuta
como estímulo, la situación en terapia como situación social y el puente del
lenguaje entre la terapia y la vida real.
Importancia de la relación terapéutica
La importancia de la relación terapéutica está reconocida por todas las
terapias y muchas de ellas han hecho notables aportaciones. Freud, en primer
lugar, ya sentó sus reales, al concebir la relación terapéutica como un pacto
por el que el paciente se compromete a ser sincero y el clínico discreto.
Con todo, el pacto freudiano no es un mero acuerdo, sino que supone una
relación intensa que va a poner en juego la propia neurosis del paciente,
transferida y proyectada sobre la figura del terapeuta, la llamada "neurosis
de transferencia". Esta transferencia o reedición en miniatura de la neurosis
de la paciente dada en la relación terapéutica es la piedra angular del
psicoanálisis.
Sobre este material transferencial y otros materiales, el analista aplica la
operación psicoanalítica por excelencia de la interpretación, consistente en
ofrecer explicaciones de los motivos inconscientes que subyacen a las
distintas manifestaciones. El pacto de Freud sigue vigente en el psicoanálisis
en términos de alianza terapéutica o de trabajo.
Funciones del terapeuta
En cuanto a las funciones del terapeuta como persona y estímulo, la PAF
destaca tres funciones: 1) suscitación de reacciones emocionales, 2)
evocación de conductas operantes y 3) provisión de consecuencias.
a) La función de suscitación se refiere a la provocación de respuestas,
particularmente emocionales, entendibles en términos de conductas
condicionadas clásica o pavlovianamente.
b) La función evocadora se refiere a la suscitación en este caso de conductas
operantes con ocasión de los distintos aspectos del terapeuta en la sesión,
entre ellos, hacer preguntas.
Puesto que estar en sesión supone una corriente continua de conductas
mutuamente dependientes entre los participantes, el terapeuta evoca una
variedad de conductas por parte del cliente que pueden tener relevancia en la
terapia.
c) La función consistente en proporcionar consecuencias se refiere a las
conductas del terapeuta subsiguientes y contingentes a las del cliente, de
modo que pueden reforzarlas (haciéndolas más "fuertes" y frecuentes) o
"desapercibirlas" con miras a disminuir su probabilidad o intensidad. En
particular, las consecuencias reforzantes interesan especialmente en la PAF.
Terapia de conducta dialéctica
La Terapia de Conducta Dialéctica (TCD) fue desarrollada por Marsha
Linchan específicamente para el trastorno de personalidad múltiple, pero
tiene una creciente aplicación a otros trastornos. La terapia trata de combinar
dialécticamente la aceptación y el cambio. La aceptación en TCD pone un
especial énfasis en la validación por parte del terapeuta de las experiencias y
conductas del cliente, caracterizadas en el trastorno de personalidad límite
por una marcada desregulación emocional.
La terapia se ofrece como un contexto de aceptación y validación sobre el
que desarrollar habilidades para un cambio en la regulación emocional. Si,
por un lado, los sentimientos son válidos y tenemos que aceptarlos, por otro,
también es cierto que estar a expensas de ellos puede ser dañino para uno y
para los demás.
La aplicación de TCD incluye modalidades individuales y de grupo, así
como llamadas telefónicas e intervenciones en crisis. TCD es un tratamiento
bien establecido para el trastorno de personalidad límite, con creciente
aplicación a otros problemas.
Terapia integral de pareja
La Terapia Integral de Pareja (TIP) fue desarrollada también por Neil
Jacobson, el mismo de la activación conductual, a partir de la insatisfacción
con la terapia conductual de pareja tradicional. Tiene su raíz en la distinción
skinneriana entre conducta moldeada por las contingencias y gobernada por
reglas.
La versión más actual de su formulación original se identifica con la
aceptación y el cambio que caracterizan a las terapias de tercera generación
(Jacobson et al., 2000). Christina Perissutti y Jorge Barraca han realizado
una documentada revisión de la TIP en relación con la terapia conductual
tradicional. Sobre ser ambas terapias eficaces, la TIP muestra una ligera
ventaja, particularmente en relación con la aceptación emocional, implicada
en la satisfacción marital. Es probablemente una de las terapias de tercera
generación menos conocidas.
Activación conductual
La Activación Conductual (AC) surgió del análisis de ingredientes de la
terapia cognitiva de la depresión, llevado por Neil Jacobson,
cuando se mostró que el componente de la activación conductual por sí solo
era tan efectivo como el conjunto de la terapia.
Este componente por sí mismo, reelaborado de acuerdo con los principios
conductuales, dio lugar a la terapia propiamente de activación conductual,
que ha mostrado en depresión mayor ser más eficaz que la terapia cognitiva
y más ventajosa que la medicación.
Existen dos protocolos de aplicación, apenas diferenciables en el nombre,
uno "activación conductual", que enfatiza el análisis funcional, y el otro
"terapia de activación conductual", que enfatiza la "ley de igualación",
concerniente al valor relativo de los reforzadores dependiendo de los
reforzadores de la conducta alternativa. Jorge Barraca ha realizado una
excelente revisión comparativa de estas dos versiones.
Terapia con base en Mindfulness (MBT)
La Terapia con Base en Mindfulness (MBT, por sus siglas en inglés) es un
enfoque terapéutico, derivado del budismo, consistente en poner atención en
la experiencia del momento, incluyendo sensaciones, pensamientos, estados
corporales y demás eventos privados, así como en el ambiente,
sin juzgarlos ni analizarlos, sino por el contrario adoptando una actitud de
apertura, curiosidad y aceptación.
La filosofía y técnicas con base en mindfulness ha mostrado su eficacia en
depresión y ansiedad, así como una variedad de efectos psicológicos
saludables. Mindfulness se ha integrado en ACT (Orsillo y Roemer, 2005).
Miguel A. Vallejo Pareja ha hecho las mejores exposiciones de mindfulness
en el marco de las terapias de conducta de tercera generación.
La Terapia Cognitiva Basada en la Persona para las Psicosis (TCBP)
La Terapia Cognitiva Basada en la Persona para las Psicosis (TCBP) fue
desarrollada por Paul Chadwick para el estrés asociado a los síntomas
psicóticos (Chadwick, 2009). Aunque no deriva directamente del
contextualismo funcional, sino de una evolución interna de la terapia
cognitiva, se inscribe en la evolución de la propia terapia cognitiva a
propósito de la esquizofrenia en la dirección de la aceptación de los síntomas
en vez de combatirlos.
Dos importantes aspectos de esta terapia para la inclusión aquí tienen que
ver con su adecuación de mindfulness a las perturbaciones psicótica y su
base en la noción de persona. Esta terapia es clave en la nueva tendencia de
cambiar la relación con las experiencias psicóticas en vez de eliminarlas
(Pérez-Álvarez et al., 2008). Oscar Vallina y colaboradores presentan un
caso complejo tratado con base en esta terapia (Vallina-Fernández et al., en
revisión).
Flexibilidad psicológica
La flexibilidad psicológica es la capacidad para experimentar pensamientos,
sentimientos, sensaciones, recuerdos e imágenes de manera plena, tal como
estos eventos se dan a la conciencia, sin tratar de evitarlos, controlarlos,
analizarlos o juzgarlos, lo que ya ha terminado por ser contraproducente.
Siendo que estas acciones y reacciones, si bien, en principio, razonables,
suponen ya esfuerzos baldíos, la flexibilidad psicológica implica también la
capacidad para reconducir la vida sobre un horizonte de sentido, en vez de
permanecer atascado sobre sí mismo.
ACT propone a los clientes aceptar y experimentar los eventos privados sin
someterlos a un "juicio valorativo", a la vez que les propone perseguir los
objetivos y valores relevantes para su vida. Esta filosofía terapéutica es
relativamente diferente de la filosofía de la terapia de conducta de la segunda
generación, representada por la terapia cognitivo-conductual, en la medida
en que ésta se propone el cambio de los eventos mismos o síntomas
presentados.
Inflexibilidad psicológica
La inflexibilidad psicológica se describe de acuerdo a seis procesos
conductuales identificados con términos clínicos fáciles de entender aun en
el caso de que uno no estuviera "puesto" en la teoría del marco relacional en
la que tienen su base. Cada uno de los seis procesos de inflexibilidad lleva
parejo el correspondiente proceso terapéutico que, de hecho, forma parte del
modelo de la terapia.
Principios de evitación experiencial y la alternativa de la aceptación
Evitación experimental
La evitación experiencial es el intento de cambiar experiencias privadas
como pensamientos, sentimientos, sensaciones corporales o recuerdos, aun
cuando haciéndolo así es inefectivo, costoso o innecesario. La gente ha
aprendido a tratar con los eventos privados desconfortantes como objeto de
cambio, de la misma manera que lo hace con los eventos externos que
estorban, molestan o interfieren y entonces los quitas o te apartas de ellos y
continúas haciendo lo que hacías.
Pero esto no funciona con los eventos privados, en primer lugar, porque
forman parte de ti mismo - como la sombra-, ¿para dónde quitas un recuerdo?
En segundo lugar, y por lo mismo, porque las reglas de evitación, control o
escape contienen estímulos discriminativos relacionados con las propias
experiencias que se quieren eliminar o con eventos que las evocan, como
limpiar algo con un instrumento contaminado de lo mismo.
Así, el control de la ansiedad para evitar la experiencia de rubor en las
relaciones sociales tiende a evocar la propia ansiedad como respuesta a las
construcciones verbales acerca de que no hay nada que temer en estas
situaciones entre otras. La conducta de evitación misma, a través del
reforzamiento negativo puede fortalecer la sucesiva conducta de evitación
del evento evitado.
Alternativa de aceptación
La aceptación es la alternativa a la evitación experiencial. Aceptación no
significa tolerancia, resignación, aguante o fatalismo, sino elección de las
experiencias tal como son, con conciencia plena y con una actitud de apertura
y curiosidad, y sin defensas innecesarias y contraproducentes.
La aceptación supone una postura intencionalmente abierta, receptiva y
flexible con respecto a la experiencia momento a momento.
Mientras que la evitación tiende a quitar más de lo que se propone, la
aceptación incluye experiencias que se preferiría no tener, pero también
incluye experiencias deseables, como parte de un todo que no se puede
parcelar, por así decir, quitando lo negativo y dejando lo positivo. Así, por
ejemplo, si tratas de evitar la tristeza por la muerte de alguien querido,
tendrás que evitar no sólo recuerdos y lágrimas, sino también la apreciación,
el amor, el humor y la cantidad de otras experiencias que evoca esa persona.
La aceptación supone una experiencia con todas las consecuencias y así una
experiencia abarcadora, plena y flexible.
ACT trata de desmantelar el encerramiento en el yo conceptualizado (la
fusión con nuestras propias historias) y, en su lugar, promover un sentido del
yo con base en el yo aquí ahora de la experiencia consciente. Se refiere a un
sentido del yo como perspectiva, también identificado en términos de yo
observador, yo trascendental y yo como contexto. La idea es promover un
sentido del yo de manera que uno experimente la conciencia como contexto
en el que tienen lugar los distintos eventos privados.
Es un contexto o perspectiva desde la que se pueden contemplar los eventos
privados. Sería un yo trascendental que hace posible los eventos privados,
sin reducirse a ellos, ni tampoco fusionarse con ellos, sino que los trasciende
en el tiempo y en el espacio.
conclusión
Bibliografía
Libro de técnicas de la tercera generación como terapia contextual (Marino
Pérez Albares)
http://psicopedia.org/4116/las-terapias-de-tercera-generacion/
https://psicologiaymente.net/clinica/terapias-tercera-generacion