Universidad de Los Andes
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Letras
Departamento de Historia del Arte
Asignatura: Arte Venezolano de la Colonia y del Siglo XIX
Prof: Jorge Gómez
Semestre A-2018
La pintura Colonial en Venezuela, escuelas Caraqueña y de Mérida.
Análisis, iconográfico e iconológico de las Obras: Nuestra Señora del Carmen
intercediendo por las ánimas del purgatorio ante la Santísima Trinidad Atribuida a
José Lorenzo de Alvarado y Nuestra Señora de la luz. Autor Anónimo
Br: Natalia Ramírez
C.I. 26.587.750
En Venezuela, la pintura de la Colonia tuvo grandes distinciones con la producción
artística de otras zonas del continente americano, sin embargo, el componente
evangelizador siempre estuvo como una constante en los modelos iconográficos que
definieron la pintura de la época, sobre esto Calzadilla explica:
“La producción artística tuvo, por lo tanto, valor funcional y se entendía como
manifestación que servía más a los fines de inculcación de la fe religiosa que a
la voluntad de los artistas, tal como esta voluntad se expresaba,
simultáneamente a los primeros hechos de la conquista de América, en la
Europa renacentista y del manierismo” (2012. p.10)
Es así que, dentro de estos modelos, las advocaciones marianas ocuparon gran
protagonismo en las representaciones pictóricas, especialmente en el papel de
intercesoras de las almas en el purgatorio, una idea que también estuvo muy presente en
el proceso de adoctrinamiento en el Nuevo Mundo, ya que esta infundía temor en los
creyentes, y aseguraba así la supervivencia de la religión. Este es el caso de las dos obras,
que se estudiaran a continuación por medio del método iconográfico e iconológico,
resaltando las características de producción de estas de acuerdo a la escuela a la que son
atribuidas, ya que es importante mencionar que en el caso de Venezuela, durante la
Colonia surgieron tres escuelas que predominaron en la producción artística del país,
distinguidas entre sí por su calidad técnica en las distintas representaciones, encabezando
en este sentido, la Escuela Caraqueña, por su gran preocupación por el academicismo y
con alta influencia del Barroco europeo, luego están las escuelas de Mérida, a la cual
pertenece la primera obra a estudiar, y la escuela del Tocuyo, ambas de menor calidad
técnica, pero con una amplia producción pictórica.
De este modo, la primera obra que se estudiará es Nuestra Señora del Carmen
intercediendo por las ánimas del purgatorio ante la Santísima Trinidad Atribuida a José
Lorenzo de Alvarado, pionero de la escuela de Mérida.
José Lorenzo de Alvarado
Pintor de procedencia andina, de quien se dice, posiblemente estableció su taller en la
ciudad de Mérida, debido a que se conocen dos obras firmadas por el artista: un lienzo de
San Lorenzo y otro a San Juan Nepomuceno, es posible atribuir otras obras, como es el
caso del presente objeto de estudio: Nuestra Señora del Carmen intercediendo por las
ánimas del purgatorio ante la Santísima Trinidad (Fig.1). Sus composiciones se
distinguen por el uso de colores claros, y personajes con facciones dulces, estas
características se muestran en gran parte de la producción pictórica de Mérida, por lo que
se le atribuyen al artista algunos seguidores o discípulos. (Rodríguez, 2009)
La obra se dispone en tres registros, de acuerdo a esto, en el
primero, de abajo hacia arriba, se encuentra un grupo de
figuras humanas, en diversas posiciones, siendo abrasados
por el fuego, las cuales se definen como almas en el
purgatorio algunas de ellas con su vista hacia arriba en señal
de búsqueda de la salvación y otras con la mirada hacia abajo
en señal de arrepentimiento, dos de estos personajes por su
parte llevan una mitra en sus cabezas, lo que indica que son
también autoridades de la iglesia, pidiendo ser rescatados del
infierno, lo que según Janeth Rodríguez, indica la condición
de igualdad de todos los seres humanos después de la muerte
(2005). Abriendo paso al segundo registro, se tiene del lado
derecho, dos personajes alados, con su mirada dirigida a la
sección inferior, uno de ellos tiene en sus manos un
escapulario y el otro extiende un cordón franciscano a las Fig.1
almas en el purgatorio (Domínguez, 1999); de acuerdo a Autor: José Lorenzo de
Alvarado (Artista activo
esto, interpretamos a estas figuras aladas como ángeles, de dentro de la llamada
acuerdo a Irene Hernández quien explica que hay dos tipos Escuela de Mérida)
de ángeles: “ángeles en acción y ángeles en adoración. Los Título: Nuestra Señora del
primeros son mensajeros privilegiados que intermedian en la Carmen intercediendo por
relación de la divinidad con los hombres” (2009. p.3). las ánimas del purgatorio
ante la Santísima Trinidad
Año: Hacia 1795
De este modo, del lado izquierdo, sobre una nube a manera Técnica: Temple sobre tela,
de trono se encuentra en posición sedente una figura medidas 212 x 152 cm
femenina, con su mirada dirigida hacia abajo, la cual se
distingue como la Virgen María en la advocación del Carmen por los siguientes atributos:
Va vestida con una túnica marrón y sobre ella un manto blanco, en alusión al hábito de la
orden Carmelita, en su mano derecha sostiene un escapulario, el cual es “símbolo de
salvación en intercesión de la Virgen María” (Devociones de Estepa, 2016); con su brazo
izquierdo sostiene a un personaje infantil de sexo masculino, vestido con una túnica
rosada, este a su vez lleva en su mano izquierda una cruz y con su mano derecha realiza
el gesto de la bendición, al igual que la virgen, apunta su mirada a las figuras del registro
inferior, esta figura se interpreta como su hijo Jesús, dando a la representación de la
Virgen el carácter de Eleúsa o de ternura, ya que muestra un vínculo maternal con el niño
en brazos, como lo explica Martínez (2012) el cual junto con la Odegetría1 son las
tipologías más comunes cuando se trata de la Virgen del Carmen.
Así bien se procede a describir el tercer y último registro, en este, al igual que el anterior,
se dispone a manera de trono una nube, el cual es sostenido por una serie de diez cabezas
aladas, con su mirada en dirección ascendente, estas figuras se identifican como
Querubines dentro de la jerarquía angelical, quienes son símbolo de la sabiduría
(Chevalier, 1986) y como lo explica Copeland, son “asistentes de Dios, ellos portan el
trono sobre el cual desciende de su morada” (s/f. p.13) a la derecha del trono, se sitúa una
figura humana de sexo masculino, barbado y sobre su cabeza un nimbo lumínico, lo que
le da un carácter divino, se encuentra en posición sedente y lleva el torso descubierto, a
este personaje se reconoce como Jesús debido a los atributos con los que se representa:
una túnica roja cubre su hombro izquierdo, su espalda y sus extremidades inferiores, este
color es símbolo de la sangre y del sacrificio (Chevalier, 1986) que el Hijo de Dios hizo
por la salvación del mundo.
Así mismo, en sus pies y en su mano izquierda se pueden observar marcas de heridas,
sugiriendo las marcas de los clavos de la cruz, en la que Jesucristo murió, la cual es
también representada siendo sostenida en la misma mano izquierda, en alusión a este
hecho; su mano derecha realiza el gesto de la bendición, con sus dedos medio, índice y
pulgar levantados, haciendo alusión directa a la Trinidad (Díaz, 2014) en el centro se
dispone una esfera la cual se interpreta como la representación del mundo y sobre la
misma una figura alada con un haz de luz tras la misma, esta es una paloma, la cual supone
la representación del Espíritu Santo, sobre esto se afirma que la posición central de esta
se debe a que se busca comunicar que el Espíritu emana de los personajes que la
flanquean. (Petri, s/f)
De este modo, tenemos al lado izquierdo, en posición sedente otra figura masculina,
barbado y de aspecto anciano, con un nimbo de sección triangular sobre su cabeza, se
encuentra vestido con una túnica blanca, color que, según Chevalier, representa el inicio
y el final, la vida y la muerte (1986) y un manto rosado, lleva su mano derecha al pecho,
y con su mano izquierda, sostiene una suerte de vara o cetro, que le da un carácter de
autoridad, este, al igual que la figura de Jesús, dirige su mirada hacia abajo, este último
personaje se identifica como Dios Padre y junto con los antes descritos, conformarían
entonces la Santísima Trinidad, esta es una forma clásica de representación, de acuerdo a
la explicación de Petri (s/f)
“La forma más usual de representar a la Trinidad es la siguiente: El padre y el
Hijo de Manera antropomorfa, y el Espíritu Santo como una paloma. En la
tipología que hemos denominado “clásica”, los dos primeros aparecen
entronizados, con la paloma volando entre ellos” (p.4)
Igualmente, el autor explica, que esta tipología es comúnmente asociada a
representaciones de carácter mariano, como se evidencia en la obra objeto de estudio. Por
otro lado, se observa que la imagen está organizada de acuerdo a la típica triangulación
del Barroco europeo, aunque en este caso en particular el autor deja en evidencia, cierta
1
Odegetría, “la que indica el camino” (de Ὁδηγήτρια camino en griego), que representa a la
Virgen señalando al Niño que lleva en su regazo como el verdadero Camino. (Martínez, 2012.
p.775)
intensión de dejar plasmado un “carácter criollo” que además se muestra en la ejecución
de los trazos del pincel, donde se ven como resultados unas figuras, con un tanto menos
de movilidad que el característico dinamismo del Barroco. (Domínguez, 1999)
La temática de esta obra: La Virgen del Carmen como intercesora de las ánimas del
Purgatorio ante la Santísima Trinidad, es un modelo constante en lo que se refiera a la
pintura Colonial, de acuerdo a lo establecido en la Contrarreforma, (Domínguez, 1999)
además del hecho de que la figura Mariana fue un pilar fundamental en el adoctrinamiento
religioso del “Nuevo Mundo” por lo que de ahí surgieron diversas advocaciones a las que
se le rinde culto, es así que una de estas es la Virgen del Carmen, la cual a su vez es parte
de la construcción de la identidad venezolana.
La representación del purgatorio, en tiempos de dominación española, fue un instrumento
de gran popularidad y parte del imaginario colectivo venezolano de la época, dado que se
buscaba infundir temor al castigo eterno, como parte de la implantación de la fe católica
en los pobladores autóctonos y de esta manera, asegurar la supervivencia de la religión
(Rodríguez, 2005). La Obra de José Lorenzo de Alvarado, muestra de este modo, la
composición iconográfica que se tenía establecida, en lo que al purgatorio se refiere,
representando como es habitual en esta escena a la Virgen del Carmen, portando su
escapulario, como símbolo de salvación, intercediendo ante la Santísima Trinidad. Esta
temática, explica Rodríguez, fue además objeto de gran cantidad de encargos, en el
territorio venezolano ya que no solo constituían una muestra de poder, “también
aseguraba la continua presencia del nombre del benefactor entre propios y extraños, que
ante el lienzo invocaran una plegaria por la liberación de las ánimas del purgatorio” (2005.
p.192).
Escuela Caraqueña
En el territorio que conforma la ciudad de Caracas, se conformó un núcleo artístico, que
se caracterizó de otros por expresar su preocupación por el academicismo y por la
evidente influencia de la pintura europea, especialmente del estilo Barroco, es así que se
formaron centros de formación a modo de talleres que promovieron la rápida difusión del
estilo de la escuela caraqueña del cual surgieron aprendices de los artista que
protagonizaron el proceso artístico de la ciudad como lo es por mencionar un ejemplo
Juan Pedro López quien ejerció la mayor influencia en la pintura del siglo XVIII en
Caracas. (Domínguez, 1999)
En este sentido la obra que se estudiará a
continuación, presenta características muy
marcadas de la escuela de Juan Pedro López, sin
embargo, la representación del niño no
corresponde a la técnica de este artista, por lo
que no se le atribuye al renombrado personaje,
sin embargo, el autor de esta obra, evidencia
claras influencias de su taller, por lo que se
puede establecer alguna relación. (Domínguez,
1999)
La obra se dispone en dos planos, uno principal,
y un plano de fondo. En el primer plano, en la
sección inferior se encuentran tres cabezas
aladas estos corresponden a querubines,
segundos dentro de la jerarquía angelical los
cuales sostienen a una figura femenina, vestida
con una túnica blanca “que alude a su pureza,
virginidad y condición gloriosa” y una cinta atada justo debajo del busto, un manto de
color azul “que corresponde a su carácter celestial” (Rodríguez, 2003. p.63) cubre su
cabeza y sus hombros, su mirada está dirigida al frente, este personaje se identifica como
la Virgen María, quien sostiene con su mano derecha una figura de sexo masculino, con
su mirada hacia arriba, el torso descubierto y una túnica que cubre parte de su brazo
derecho y sus partes íntimas, este supone la representación de un alma que está siendo
salvada de las llamas del infierno. Bajo esta se dispone un animal fantástico, con
características de dragón, representando así al Leviatán, símbolo del guardián de las
puertas del infierno. En el brazo izquierdo,
sostiene a un infante, vestido con una túnica de Fig.2 Autor: Anónimo, Escuela Caraqueña
color rosado, este corresponde a la figura de Título: Nuestra Señora de la luz
Jesús niño sosteniendo, en sus manos unos Año: Segunda mitad del siglo XVIII
corazones flamígeros, elementos Técnica: Óleo sobre tela, medidas 74, 5 x
representativos de una de las virtudes teológicas: 72,4 cm.
La caridad, la cual es fundamental para
conseguir la salvación (Rodríguez,2003). Estos son depositados en un cesto, sostenido
por un ángel, dispuesto del lado derecho, vestido con una túnica verde y un manto rojo.
En la sección superior del cuadro, se disponen querubines, que rodean a su vez a una
pareja de ángeles que sostienen una corona sobre la cabeza de la virgen.
La descripción expuesta corresponde a la iconografía de La Madre Santísima de La luz,
Fig.2 esta surge en Palermo, de acuerdo a los escritos de José María Genovese, (1681-
1757) sacerdote Jesuita Italiano, el cual cuenta que esta imagen fue una petición del
misionero de la misma orden Juan Antonio Genovese, quien buscaba una imagen
distintiva de María como patrona de las misiones de la Compañía de Jesús, es así que
acude a una beata de la localidad, a quien por medio de una visión la Virgen le indica la
exacta representación que de ella desea que se haga (Rodríguez, 2003), es así como se
origina el modelo iconográfico antes mencionado, y se establece la advocación de la
Virgen de La Luz, como distintiva de la orden Jesuita.
Esta representación mariana fue objeto de diversas polémicas dentro de la iglesia, puesto
que se afirmaba que el modelo iconográfico era presto a malas interpretaciones ya que el
hecho de que la Virgen apareciera sosteniendo un alma para evitar que cayese a las llamas
del infierno, se podía interpretar a su vez como si esta le estuviese liberando del demonio,
contradiciendo así la idea de Jesús como único juez de la humanidad, por lo que, “se le
otorgaba a María poderes intercesores superiores a los reconocidos por la teología”
(Rodríguez, 2003 p.67).
De este modo, si bien no se ordena eliminar por completo la imagen, si se mandan a
realizar algunas enmiendas, como lo es eliminar al Leviatán y sustituirlo por las llamas
del purgatorio, en el cual la virgen tiene mayor participación como intercesora. En el
Nuevo Mundo, esta orden tardó en ser acatada por lo que hubo gran producción de esta
temática con la iconografía original, además de que la orden Jesuita defendía el modelo,
argumentando que este seguía instrucciones directas de María. (Rodríguez, 2003)
Luego de la expulsión de la compañía de Jesús del territorio español, esta advocación de
la Virgen de la Luz se comenzó a evitar, sin embargo, en Venezuela, debido a que era un
territorio de grandes riquezas, el área económica ocupó gran parte de la atención en la
sociedad, donde el surgimiento de las altas clases dio impulso al arte, aumentando la
demanda de imágenes, e incluso, aun cuando la iglesia imponía ciertas reglas, para la
representación de imágenes religiosas, se evidenció la predominancia que tenía la
voluntad de quien encargaba la obra, mostrando cierta flexibilidad en cuanto a los
modelos iconográficos ya establecidos. Este es el caso de la Virgen de la Luz, el cual aun
cuando la iglesia había impuesto censura, en el territorio venezolano gozó de gran
popularidad durante el siglo XVIII. La devoción a esta imagen llegó de la mano del
Obispo Don Diego Antonio Díaz Madroñero, quien fundó cofradías y difundió la fe en
esta advocación durante su regencia (1757-1769) incluso le dio a la ciudad el nombre de
Ciudad Mariana de Santiago de León de Caracas (Rodríguez, 1997).
El Obispo Díaz, llegó en un momento de convulsión social en el marco de la llegada de
la Real Compañía Guipuzcoana, que con la imposición de nuevas leyes y controles
económicos, produjo una insurrección debido al descontento de la población, es así que
este personaje llegó a reducir la tensión, aplicando reformas religiosas que se alejaban un
poco de las ideas de la Ilustración, lo que da lugar a representaciones censuradas como lo
es La Virgen de la Luz, más cercanas a los ideales Barrocos, por lo que Janeth Rodríguez
explica que la representación de esta advocación mariana, constituye las ultimas muestras
del Barroco en Venezuela (2003)
De este modo se puede observar en estos dos modelos iconográficos del purgatorio, que
como es de esperarse en tiempos de la colonia, por motivos de adoctrinamiento existía un
gran culto a este precepto de la religión católica, así bien se realizaron distintas
representaciones de la escena, ya sea en el modelo clásico, como lo vemos en la obra de
José Lorenzo de Alvarado, o de manera más polémica, como lo es la Virgen de La Luz,
la cual como lo indica Rodríguez, “constituye el equivalente jesuítico de la Virgen del
Carmen” (2003. p.67), la cual como se ha evidenciado, es la advocación más comúnmente
representada en el papel de intercesora de las almas en el purgatorio, demostrando así la
particularidad de la pintura colonial venezolana, que, a diferencia de otros territorios del
Nuevo Mundo, fue un tanto más flexible, en cuanto a los dictámenes de la iglesia, esto
debido a que Venezuela, en gran parte predominó el aprovechamiento económico.
(Rodríguez, 1997)
Bibliografía
Calzadilla, J. (2012). Breve Historia de las Artes Plásticas en Venezuela. Caracas: Galería
de Arte Nacional .
Chevalier, J. (1986). Diccionario de Los Símbolos. Barcelona, España: Editorial Herder.
Recuperado el 16 de Mayo de 2008, de https://goo.gl/XTKPMW
Copeland, M. A. (s.f.). Espiritus Ministradores. Un estudio de Los Ángeles en la Bibiblia.
Recuperado el 16 de Mayo de 2018, de https://goo.gl/pR8NRM
Devociones de Estepa. (11 de Septiembre de 2016). La Iconografía Carmelita en la
Iglesia del Carmen: Cófrades. Recuperado el 16 de Mayo de 2018, de Cófrades
Sevilla: https://goo.gl/G2JJ45
Díaz Hidalgo, J. F. (22 de Enero de 2014). El gesto de la mano en la iconografía cristiana.
Recuperado el 16 de Mayo de 2018, de SlideShare: https://goo.gl/i3uhhU
Domínguez, M. (1999). Arte Colonial en la Colección Galería de Arte Nacional. Caracas:
Galería de Arte Nacional.
Martínez Carretero, I. (2012). La advocación del Carmen. Origen e Iconografía.
Advocaciones Marianas de Gloria., 771-790. Recuperado el 16 de Mayo de 2018,
de https://goo.gl/ZsXXMP
Petri Ortiz , P. (s.f.). Iconografía de la Trinidad. evolución de las tipologías a través de
la historia del arte. Universidad San Pablo. Recuperado el 16 de Mayo de 2018,
de https://goo.gl/ibPakT
Rodríguez, J. (1997). La Pintura Colonial en Venezuela. Caracas: Historiadores S.C.
Obtenido de https://goo.gl/2k1Cy8
Rodríguez, J. (2003). La Madre Santísima de la Luz en la Provincia de Caracas (1757-
1770). El ocaso del Barroco. I Encuentro Internacional sobre el Barroco Andino.
La Paz, Unión Latina, 61-72. Recuperado el 16 de Mayo de 2018, de
https://goo.gl/2Jx4zk
Rodríguez, J. (Enero de 2005). El Purgatorio en la pintura Barroca Venezolana:
Iconografía y Discurso. EscritoS en arte, estética y cultura(21-22), 189-208.
Recuperado el 16 de Mayo de 2018, de https://goo.gl/gFqGMZ
Rodríguez, J. (26 de Abril de 2009). Algunos Pintores Coloniales Venezolanos.
Recuperado el 16 de Mayo de 2018, de Arte Colonial en venezuela:
https://goo.gl/Rm1hRY