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Freudiana 57, 2009, pp. 7-32
Jacques-Alain Miller
UNA LECTURA DEL SEMINARIO De 117 Otro al otro"
XIII - PARADOJA, ENIGMA Y APORIA
Practica estructurada
Sobre esta expresion de Lacan: “eso que se llama impropiamente la clinica”,
he imaginado algo. ;CuAl es el uso impropio de la palabra clinica? Lacan recorda-
ria, en otro momento, que se trata “de otro uso de la cama”,? del divin implicado
en la palabra. Imagino que se hace un uso inapropiado de la palabra clinica en
psicoanilisis cuando se la coloca en pareja con la palabra teoria: los clinicos a la
izquierda, los te6ricos a la derecha. De un lado, lo particular del caso y eventual-
mente la lluvia de casos y, del otro, los principios, los grafos fundamentales.
Especialmente en De un Otro al otro, lo que Lacan llama clinica, es lo que hace
pareja con el término estructura. El eje del Seminario es la estructura. Desde la
primera leccién recuerda la adhesién que ha podido otorgar a que se lo inclu-
yera en la misma linea que unos cuantos autores estructuralistas.*
En la pareja clinica y estructura “la estructura gobierna”;* tiene una accion,
no es una estructura de contemplacién. Lacan se dispone a ser ldgico, légico sobre
el acto psicoanalitico, mientras se dedica a resumir los resultados adquiridos en
su Seminario del afio anterior: “esta légica se articula con las mismas coorde-
nadas de la practica.”>
*Traduccion de Alicia Calderén de la Barca de las clases del 17,24,31 de mayo de 2006 del cur-
so 2005-2006 de Jacques-Alain Miller, publicadas en La Cause freudienne N° 67, La traduccion
de las clases anteriores han sido publicadas en Freudiana 53,54,55 y 56, con la amable autoriza~
cién de su autor.
2LA ORIENTACION LACANIANA
Es preciso modificar el término clinica en la medida en que suponga, al
menos, esta inteleccién impropia: que se supusiera que es invariable; impropia
porque lo psicoanalitico se articula en la practica. Estas consideraciones me ha-
brian conducido, cuando tenia que enunciar lo que habia podido encontrar en
el comienzo de mi practica como psicoanalista luego de la desaparicién de Lacan,
a hacer una pequefia exposici6n con el titulo “Clinica bajo transferencia”.° Lo
que se llama propiamente clinica en psicoanilisis es la clinica que no omite el
factor transferencia. En sus Seminarios estructuralistas Lacan dice sobre la trans-
ferencia cosas que hay que retomar. En todo caso es el camino que sigo: la teo-
ria psicoanalitica es teoria de la practica psicoanalitica, que es precisamente una
practica estructurada; de la que dice Lacan que no es sino esta estructurada.”
La practica, en efecto, es aparentemente poca cosa, un encuentro, la posicién
de uno y otro, una comunicacién diferente de uno y del otro. Si no hay estruc-
tura —es preciso entender aquello tras lo cual esta Lacan en este Seminario—
es una nada. Eso explica la, tal vez, supersticiosa reverencia que los analistas pue-
dan tener con todo aquello que degrada lo que llaman encuadre. No se trata de
encuadre sino de estructura, la diferencia entre encuadre y estructura es que la
estructura opera, tiene una acci6n, gobierna.
Doble positivacién
Retomando los términos mismos del Seminario evoqué el paralelismo a rea-
lizar entre la eclosién de una neurosis y el desencadenamiento de una psicosis.*
Lacan atribuye el esbozo de una estructura a la eclosién de una neurosis, por lo
demis, de camino a lo que le conduce a dar una nueva construccién sobre las
posiciones neuréticas.” En la dltima parte del Seminario se precipitan formulas
que ponen en paralelo histeria y obsesién, formulas que encontraran una for-
ma sin duda mis definitiva, en el Seminario siguiente.
En este Seminario tenemos el esquema de la eclosién de una neurosis como
esquema de la posicion del neurdtico. Lacan hace depender esa eclosién de una
doble positivacién, la del goce erético —especialmente ante todo goce
autoerdtico, como el que hace intrusién para Juanito— y el del sujeto como
dependencia —y no como dependiente— del deseo del Otro.
Esta doble positivacién para nada es algo que Lacan suelte al pasar; indica la
constancia de su preocupacién por el origen de todo eso.UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
sCémo es que al comienzo eso se ramifica para el viviente? Lo comentar, con
otros términos, la semana siguiente: “El sujeto, surgido de la relacién indecible con
el goce, por haber recibido —zde dénde?— ese medio, el significante, se ve afec—
tado por una relacion con lo que, desarrollandose a partir de alli, tomard forma
de Otro”."” Esta frase se refiere a la articulacién de la doble positivacin.
La positivacién del goce se expresa por medio de la expresién siguiente: “el
sujeto, surgido de la relacién indecible al goce”, y segundo aspecto:“la relacién
que (...) tomar4 forma de Otro”, se vuelve a plantear esta positivacién del su-
jeto como dependencia del deseo del Otro.
No se trata de argucias sino de una tentativa de formalizar, para llevar a la
logica las, posiblemente, ms oscuras investigaciones de Freud en su prolijidad
y que Lacan nos aporta, como muy densas, en estas formulas recogidas, tal vez
improvisadas, en las que no hay que perderse en sus paginas y paginas. Uno se
picrde en un paragrafo, en una frase. Es preciso leer a Lacan a nivel de la frase
inclusive en los Seminarios.
Goce indecible
Se hacen dos tiempos distintos de la relacién al goce —o relacién sexual—
y de la relacién al Otro. En el pasaje citado mis arriba se precisa la relacion al
Otro: hay alli un desarrollo que toma forma de Otro, entonces no ha sido nom-
brado de golpe y, verdaderamente, estamos en el marco de una génesis.
Para Lacan, ese es un punto de vista verdaderamente estructurante. Habia
trabajado esta relacion, en 1964, como articulacién de la alienacin y la separa-
cién. La separacion, con su resultado el objeto a, concierne a la relacion al goce
y la alienacién es la logica de la relaci6n al Otro."
Pero eso ha girado sobre su eje, porque en 1964, la alienacién es primera y
la separaci6n segunda, Lacan afronta como tal, en ese giro, la relacién indecible
al goce —el adjetivo indecible est4 totalmente en su lugar aqui, porque se ima-
gina una relacién que atin no ha accedido a la relacién al Otro, al significante—
, mientras que, por el otro lado, tenemos la relacién significante al Otro.
separacién | alienacién
relacién al goce | relacién al Otro
relacién indecible _relacién significanteLA ORIENTACION LACANIANA
Si el sujeto surge en relacién al goce indecible no se lo puede escribir de
entrada mds que como una x en su relacién al goce, de donde surge un sujeto
capturado en la relacién significante S,—S,. Asi, al terminar, tenemos a su Otro
desarrollado con todos los laberintos y reflejos del discurso del Otro.
xO) +8
(SS) A
Nunca ces6 el interés de Lacan por esta extrafia “x relaci6n al goce”, que es
el mismo “centro ardiente” al que se relacionan las construcciones significantes;
esa x es la funcién misma de ese indecible. El uso que hago aqui de la x puede
justificarse por el que hace Lacan en su Seminario La angustia.'* Eso continia
en el Seminario siguiente pero dicho de otro modo.
Sélo aporto algunas referencias para que sint4is que estamos alli colgados de
alguna cosa que se sefiala en el discurso teérico de Lacan. Eso se repite con un
vocabulario diferente, con inversiones, pero hay en la ensefianza misma elabo-
rada por Lacan una estructura de repeticién y con ese enfoque se lee a Lacan
de otro modo, una lectura informada.
Agujero de la subjetividad
Puede ser agradable reencontrar esta articulacién binaria bajo formas de
expresién, que de entrada, no parecen coincidir. En El reverso del psicoandlisis,
Lacan dice —y es la misma cosa—: “Hay una relacién primaria del saber con el
goce y ahi se inserta lo que surge en el momento en que aparece el aparato que
corresponde al significante”."? Aqui la insercién del aparato significante. A par-
tir de lo que surge de la relacién indecible al goce tenemos, en efecto, un saber
que escribimos con una pequefia célula formadora de la repeticién.
KON s SS,UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
Lo que alli esti marcado con el sello de la x es, propiamente hablando, fuera
del significante, lugar de lo que no es interpretable. Siempre reserv6 Lacan ese
lugar, con riesgo de identificarlo a la presencia misma del analista, con la anota-
cién muy precisa de no interpretar su presencia puesto que suscitaria el acting
out al hacer montar al analista sobre la escena, ya que su presencia es su lugar
fuera de significante.
El esquema permite decir que alo que apunta el significante y a lo que apunta
la repeticién est4 fuera de alcance. E] significante intenta encontrar la relacién
primitiva al goce pero eso no se encuentra nunca en su caracter primitivo. Por
cierto se traduce bien por esta posicién a la zaga que le hemos atribuido. Esta
pequefia construccién condiciona de cerca lo que se celebra, si llega el caso, como
escucha psicoanalitica al decir algo sobre su regulaci6n: debe estar regulada so-
bre los encuentros fallidos del goce.
Se puede situar en ese nivel primero el efecto de lo que se impuso en la in-
vestigacién del psicoandlisis como traumatismo. El juego de palabras de Lacan
sobre el troumatisme” toma alli también su fundamento. El agujero del trauma-
tismo esti alli, tinica definicién que se puede dar del sujeto en ese lugar, ya que
no hay sujeto del goce a nivel de esta relacién primitiva. Es por lo que no se
puede designar al sujeto del goce mas que en el agujero, en la falta de subjetivi-
dad. Salvo que “falta” es ya demasiado decir, porque tampoco hay simbolos para
marcar los lugares que permitan decir falta.
Sin duda se encontrar a partir de alli, funcionando, al sujeto del significante
representado por la cadena y vehiculizado por ella. Lacan podra hablar al mismo
tiempo “de esa puesta en relacién (S, — S,) surge del sujeto, representado por
algo, por cierta pérdida”."' Es otro modo de representacién que el modo
significante, al menos ahi, para intentar captar la dificultad. Podemos escribir
a como la marca de lo que, una vez disipado lo primario del elemento goce,
vuelve igual al sujeto. Se encuentra la misma articulacién en la siguiente fra-
se: “La relacin al goce se acentia, de pronto“— ese “de pronto” se parece a
la diacronia, la enumeracién de etapas— “por esa funci6n, todavia virtual, que
se llama el deseo”.'
*NedeT- El juego de palabras en francés es intraducible en espafiol porque Lacan reemplaza el
prefijo “trau” por “trou” que significa agujero, el agujero simbélico del trauma aqui llamado
agujero de la subjetividad.LA ORIENTACION LACANIANA
Lo real de lo imposible
A partir del momento en que a esta salvada del desastre del goce tenemos,
en efecto, que la causa del deseo ya est4 alli y que va a funcionar, ella misma,
como el sujeto del significante vehiculizado por esta cadena. Formarse en ese
binarismo aclara al menos lo que, a través, quiere decir Lacan. Aunque el voca-
bulario es diferente, la estructura que es objeto de su investigaci6n es la misma.
Al hacer del goce un punto al infinito Lacan nos da la representacion de ese
esquematismo. Es un punto que ninguna maniobra de acercamiento métrico,
ningtin paso a paso, le permitird alcanzar.
tau
KO)>+s SS,
G, S) +A 3
Lacan trata de esquematizar su clinica a partir de términos que no intentaré
justificar porque ya los he dicho uno delante del otro. Estructura su clinica a partir
de imposibilidades, de aporias, lo que por otra parte, hace circunscribir las posi-
ciones neuréticas como tantas respuestas a las aporias. Lo que anima la clinica,
en la tltima parte del Seminario, es su articulaci6n a las imposibilidades, a las
aporias, en las que las formas de respuesta o de solucién se dan para los diferen-
tes tipos de neurosis. Deja a la psicosis fuera del campo a recorrer, pero integra
la perversién.
La presentacién del goce como un punto al infinito imposible de alcanzar
hace pareja con el término “insuficiencia” que califica las diferentes formas de
neurosis. La imposibilidad se proyecta en términos de insuficiencia;"® lo que es
del orden de lo real se traduce clinicamente en términos de “no llego a”. Esa
insuficiencia enmascara la imposibilidad alimentando una coartada. Es lo que no
es mas que una practica que hace caer la coartada de la insuficiencia, la que des-
peja en su brillo de diamante la imposibilidad. En su practica Lacan —tenemos
testimonios—, por sus exigencias mismas, hacia franquear al sujeto las peque-
fias barreras de la insuficiencia:
—“Doctor, jestoy arruinado!”—
—“La préxima sesién, tiene que pagarme el doble”—
12UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
Es un modo, en efecto, de poner al sujeto a prueba de sus coartadas de insu-
ficiencia, para despejar m4s puramente, lo real de lo imposible.
De alli, la neurosis considerada como la traduccién de una aporia. Es la for-
ma de una clinica absolutamente precisa en la que, particularmente la neurosis,
histeria y obsesién, se articula a partir de un imposible. Clinica que Lacan pro-
mete en la diltima parte de este Seminario —sin duda para compensar y tam-
bién para ilustrar— lo que sus demostraciones légico-matemiticas hubiesen
podido tener de Aridas para los psicoanalistas; pero también esas construcciones
que parecen abstractas estaban ya orientadas por la nocién de ponerlas en fun-
cién en esta clinica estructural.
El taller del discurso del amo
Esta clinica tiene su punto de partida, muy cl4sicamente, en la histeria y la
obsesion relacionadas a las posiciones femenina y masculina. Al mismo tiempo,
es la revision de un esquema que Lacan habia utilizado en su primera ensefian-
za y, al mismo tiempo, el momento en que toma de un modo que no esta com-
pletamente explicitado, la orientacién que lo conducird a su tesis “no hay relacion
sexual” y,a las formulas de la sexuacién a Jas que dara forma escrita en L’etourdit."”
De entrada, el hombre y la mujer; en efecto, la nocién que hay una posicion
propia para cada uno de los sexos.
Lacan tiene el desparpajo de decir, delante de una asistencia de contestata-
trios, que la posicién que conviene al hombre es la de responder con la identifi-
cacién a la funcién del padre simbélico. Tenemos alli una formula que no es para
nada progresista y que estipula la identificaci6n imaginaria a la funcién de pa-
dre simbélico."* Uno se podria preguntar: ¢Es el padre de Tétem y Tabi que se
nos ofrece como nuevo? Lacan le da una version rebajada en la que sefiala que
esta al alcance, y mis facilmente al alcance de la funcién “ser el amo”. Esta ade-
cuacién de la posici6n masculina a la de ser el amo est afirmada, pero muy te-
nuemente, sin que tenga desarrollo.
Lacan deriva de la posicién del obsesivo, especialmente relacionada a la po-
sicién masculina, la raiz de su clinica en la que se rehiisa ser tomado por un amo.
De donde inserta la descripcién mis clasica que ha podido dar del comporta-
miento obsesivo: no se toma por un amo pero trata con el amo. Hace tratados y
debera pagar. El pago nunca estar4 cumplido, jam4s terminado, como si la deu-LA ORIENTACION LACANIANA
da pasara por un tonel de las Danaides. Todo se realiza en un ceremonial que
debe ser respetado y en el que su lugar de no ser el amo tiene su dignidad.
Es de ese lado que Lacan va a elaborar lo que llamar, al afio siguiente, el
discurso del amo. Vemos, hacia el final del Seminario XVI, lo que sera el dis-
curso del amo trabajado como la posicién del obsesivo.
Es una leccién muy agradable porque se ve hasta qué punto no es una aproxi-
macién dogmitica la que debe prevalecer en el estudio de Lacan porque aquello
que es, por ejemplo, elaborado bajo la forma de una permutacién de tres térmi-
nos, en el comienzo del afio siguiente se la encuentra como una permutaci6n de
cuatro términos que dan cuatro discursos. En el Seminario no son mas que ensa-
yos, esquemas, y los escritos que puntian el camino no detienen a Lacan sino que,
al contrario, son algunas sefiales para la continuacién. Estamos en un taller.
La nada ficticia del sujeto supuesto saber
Hay alli como un doblete reflexivo. Del lado de la posicién femenina y de
su derivacién clinica como posicién histérica: ser la mujer —como para el hom-
bre seria ser el amo, forma rebajada de ser el padre—, y formula de la posicién
histérica,“no tomarse por la mujer”.
Es lo que condujo a Lacan a poder también introducir, de modo implicito
en la descripcién de esta posicin, un cierto nimero de datos ya reunidos.““No
tomarse a si misma por la mujer” implica que va en pareja con “tomar una otra
por la mujer”. Habria “una” que seria realmente lo que es. Lacan atribuye a la
histérica la promocién del punto al infinito del goce como absoluto, es decir, la
promocién de la castracién a nivel del Nombre-del-Padre simbélico al querer
ser su goce.
Tenemos en un relampago, al mismo tiempo que la formula “no hay rela-
cién sexual” —que hace ahi propiamente hablando su entrada— una deducci6n
en corto-circuito del “no hay relacién sexual”.””
Lacan obtiene esta formula a partir de la oposicién entre el goce y el viviente.
La cosa freudiana, como la verdad —es la misma cosa— “tiene la propiedad de
ser asexuada”, mientras que el viviente —el viviente que habita el lenguaje—
“tiene funcion y posicién sexuales”.?!
Es de la oposicién entre la sexuaci6n, la sexualidad, el caracter no marcado
por la diferencia sexual del goce como tal, es del contraste entre el goce comoUNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
tal y una biologia —incluso una psicobiologia, porque no hay solamente fun-
cién sexual sino posicién— que Lacan dice: es bien forzado en consecuencia
que no haya relacién sexual, en el sentido de una relacion logicamente defini-
ble entre el signo de lo masculino y el de lo femenino.”
Por ello, aunque el acto subsista como sexual, no puede hacer relacién sexual
porque se trata de un acto siempre fallido; entendemos por siempre fallido lo
siempre imposible de alcanzar, el punto al infinito del goce. Eso da a ese fallido
del acto sexual la presencia, en el coraz6n de toda relacién sexual, de la castra-
cién; el a viene a sustituirse a la hiancia de la relacién sexual. Todo eso se apre-
ciara desde mis cerca en funcién de los importantes desarrollos que Lacan realizé
a continuacién de esta tesis de la ausencia de relacién sexual.
Incluso es sorprendente que al retomar, en este Seminario, la teoria del acto
psicoanalitico lo plantee del lado de la paradoja, del enigma y de la aporia.
Segain Lacan, zcudl es el enigma central del acto psicoanalitico en este Se-
minario? Es un enigma cuyo asiento es el psicoanalista mismo, no el analizante;
es el misterio del deseo del analista, bajo la forma del deseo de producir al analista
en la medida en que un anilisis se concluye —es la construccién légica de Lacan
en los dos Seminarios precedentes— por la caida dela funcién soportada por
el analista. El se hace soporte del sujeto supuesto saber, y el sujeto supuesto sa-
ber es él mismo una ficcién, como ya su nombre lo indica. El analista compro-
mete al analizante para encontrar ese sujeto supuesto saber para obtener la verdad
sobre su ser. Aprende también a reconocer, en sus conductas y sus sintomas, lo
que se relaciona con su ser y luego, la nada ficticia del sujeto supuesto saber caido,
desaparecido, evaporado. No una sola vez. El proceso es repetitivo y arrastra al
analista que se hace soporte en esta caida.
Esta cuestin Je es muy proxima a Lacan y antes de él nunca habia sido fue
formulada. Incluso Iega a suponer que el analista no puede, verdaderamente,
tener un lugar en la prictica mis que a condicién de cierto “velo” para él de
esta estructura, es decir que est4 prometido, por la experiencia misma que diri-
ge, a desaparecer en el privilegio de la funcién que le es atribuida.
Lacan pregunta, muy en serio, en el capitulo “Paradojas del acto psicoanali-
pregul 'y
Fog: 3124
tico”: “3El analista sabe lo que hace en el acto analitico’
Es muy posible que no lo sepa, ese no saber es la condicién para que esté a
la altura de su practica. Evidentemente eso nunca ha desanimado a nadie y quedaLA ORIENTACION LACANIANA
como un punto limite. Los analistas no han encontrado un sujeto de tormento.
Ya es bueno cuando eso dura y luego, cuando el sujeto supuesto saber malogra
su campo con el paciente —se supone—, queda esperar que un nuevo paciente
salga de la sombra y ocupe su lugar. El funcionamiento rutinario de la expe-
riencia es propicio para velar lo que hay de feroz, para el analista, en esa des-
cripcién que Lacan da del fin de un anilisis.
Interpretacién y repeticion
Debo sefialaros un parrafo que revisa una tesis de Lacan y que va en sentido
contrario a su conocida distincién entre transferencia y repeticién.”> Del lado
de la transferencia es la estructura misma de la experiencia analitica lo que hay
que distinguir de una repeticién que evita siempre lo real. Al contrario, pone
aqui el acento sobre la implicaci6n de la transferencia a partir de la repeticion;
entiende por repeticidn lo que se escribe S,-S, y siguientes. En este sentido, el
campo analitico como tal esta estructurado como campo de la repeticion, de tal
modo que la transferencia, no puede aparecer mis que bajo esta forma también.
“Que todo aquello que designamos como transferencia sea interpretado en
el anilisis en términos de repeticion, qué necesidad hay de poner en tela de
juicio lo que la transferencia puede tener de objetiva? (...) El an:
una situacién que sdlo se apoya en la estructura, en cuyo interior no se enuncia
nada como discurso del analista que no sea del orden de Jo que la estructura
gobierna. Entonces no puede captarse alli nada que no sea del orden de la re-
peticién”.”° Lacan hace de la repeticién, en ese sentido, la forma misma
significante, la estructura impuesta al discurso en la experiencia analitica. Sélo
es interpretable la repeticion.
isis es, en efecto,
1,2
separacién | alienacién
relacion al goce | relacién al Otro
relacion indecible _relacién significante
Se lo verifica. Alguien que comienza me contaba sus emociones, sus descu-
brimientos, se habia sorprendido al oir al paciente, en el primer tiempo, decir
16UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
alguna cosa como “me doy cuenta que todos los hombres que he amado...” es
decir, que se da cuenta de un rasgo, de una caracteristica, de un significante co-
min a todos. Tenemos alli como un pequefio destello que es precisamente la
conjuncién de la interpretaci6n y de la repeticién, que es darse cuenta que los
comportamientos se desjuntan, se desunen de su existencia; los encuentros, las
contingencias, obedecen en realidad a la ley de un para-todos. Por ejemplo, para
todos aquellos que amards ser preciso que tengan esto o aquello.
Hay, en efecto, una esperanza cuando el para-todos surge en la repeticion y en
la interpretaci6n, hay una oportunidad para que el sujeto se desprenda de esa ley.
Lacan dio un desarrollo a propésito de la posicién del analista, un desarrollo
que no esta explicitado en su Seminario sobre “El acto psicoanalitico” pero que
esta en su resumen: las afinidades de la posicién del analista con las del masoquis-
ta,al punto de establecer al analista en una posicion que se podria plantear como
para-masoquista porque tiene la posicién de a y soporta la ficcién del sujeto su-
puesto saber.”’ El analista no es una ficcién pero introduce su aire, su persona y el
pequeiio mundo que representa para que se pueda creer en la ficcion del sujeto
supuesto saber y lo hace aceptando una posicién caida en la experiencia.
No es el sentimiento que tenemos cuando se ve a los ensefiantes resplande-
cientes en la tribuna. Los mismos, tendidos en el divan, no suscitan la misma
gloria. El analista esta puesto en posicién de a, de deshecho, pero él es de hecho
—se espera— el verdadero amo del juego. Aunque se le entreguen las Ilaves de
la asociacién libre él no es mas que el falso amo del juego.
Sujeto supuesto al saber reducido a cero
Lacan tiene una bonita forma de situar la posicién del analista en relacién al
objeto a partiendo de la formula que, por ejemplo se ilustra, con el netsuke, hay
en eso toda una sabiduria. Son esas pequefias figuras en las que se pueden ver a
tres frailes o tres pequefios monos, uno con sus manos sobre la boca, otro sobre
los ojos y el otro sobre las orejas.” Lacan hace valer esos tres términos para
mostrar que el “callarse” del analista aisla la funcién de la voz, el “no ver nada”,
la de la mirada, y el “no oir” Jas demandas oral y anal.”
La posicién del neurético, tal como Lacan la muestra aqui, es la de aquel que
queda atado al servicio del sujeto supuesto saber, en la medida en que, para él
“el saber es el goce del sujeto supuesto saber”.””LA ORIENTACION LACANIANA
Nuevamente se referir4 a esto en El reverso del psicoandlisis:“El aito pasado di
en llamar saber al goce del Otro”.»! Lo que para el neurético hace a la consis-
tencia del goce es atribuirlo al Otro, cualquiera que sea, y que é] se marque como
a remolque. Por eso dice Lacan que el neurético “es incapaz de sublimacién”,
porque la sublimacién —es preciso entender aqui el hecho de hacer obra— es
lo propio de aquel que sabe que este goce del Otro no es nada, que el sujeto
supuesto saber no es mas que una ficcién.” Eso se desprende de las aperturas
repetidas que le fueron abiertas por el Otro como tantas otras trampas, de las
que podrd hacer obra. Si es til, todavia hay que verlo. Hay muchas obras indti-
les que no por eso no son de sublimacién. Entonces es preciso una reduccién a
cero del sujeto supuesto saber para que el goce sea liberado y para que se pueda
finalmente hacer obra.
XIV — UN OTRO LAMINADO
De un Seminario al otro
Paso mucho tiempo releyendo el Seminario De un Otro al otro, menos tiem-
po del que he puesto en redactarlo y activado por la extrafieza de ser yo mismo
solicitado por la dificultad intrinseca de este texto. La extraiieza implica que
habiéndolo redactado, no sea yo menos un lector cercano a la posici6n en la cual
estais vosotros.
Este Seminario hay que tomarlo como polarizado por el siguiente, El reverso
del psicoandlisis. No es porque Lacan de una serie de Seminarios que el reenvio
de uno al otro —y él comenta la formula en el final del Seminario—” sea equi-
valente a través de toda esa serie.
Los Seminarios XIV y XV, “La légica del fantasma” y “El acto psicoanaliti-
co” hacen ciertamente pareja. Ambos se apoyan en el mismo grupo de Klein
que Lacan utiliza de modo distinto el primer y segundo afio. Es de la uni6n entre
esos dos Seminarios que Lacan aporté su “Proposicién sobre el psicoanalista de
la Escuela”, que hoy en dia determina atin la prueba del pase en las escuelas que
la practican. Como ese escrito, de un lado se funda sobre Jos resultados del Se-
minario XIV pero al mismo tiempo va mis lejos, el Seminario XV encuentra
su lugar de explicitacién y de interrogacién.
Coloco del mismo modo como pareja los Seminario XVI y XVII. Lo que
vemos temblar en De un Otro al otro concerniente a una practica ldgica en psi-UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
coanilisis y que se desbarata bajo la forma de tres secuencias de tres términos,
encuentra una forma que quedara definitiva al comienzo de EI reverso del psi-
coandlisis. Hay otros, en la ensefianza de Lacan, y se puede también encontrar ese
ritmo de un modo casi permanente.
XIV XVI
— el pase
XV XVII
3Cémo se articulan esos dos conjuntos?
Retroceso del fantasma
En los Seminario XIV y XV es cuestién del objeto a y precisamente tratan-
dose de la légica del fantasma. El a es puesto en valor como uno de los térmi-
nos de la estructura del fantasma con el sujeto. El Seminario explota el dinamismo
de la relacién entre $ y a. El a, conforme a las primeras formulas de Lacan, si-
tuadas en su relacién con el simbolo de la castracién imaginaria ~p, que a la vez
suplanta, culmina y también contiene.
Segiin los momentos, Lacan ha expuesto diferentes valores. He ahi, de algiin
modo, los términos entre los cuales se coloca el objeto a en la pareja de los Se-
minarios precedentes; no digo nada del grupo de Klein y su funcionamiento.
El pase aparece, por ejemplo, como un cierto tipo de intercambio de lugares,
como aquello que ha dado lugar a los jaques, cuando se esta autorizado al
enroque entre el rey y la torre. El pase esta explicado como un cierto enroque,
un intercambio de lugares entre a y ~p; el menos phi guarda todavia la marca
de la primera traducci6n realizada por Lacan de la escenografia freudiana de la
privacién materna.
Alleer el Seminario XVI, simplemente teniendo en cuenta lo que acabo de
decir, se muestra que si el objeto a aparece de entrada, de ningtin modo lo est
alo largo de este Seminario, situado de manera privilegiada en el fantasma. La
palabra fantasma, a primera vista, est casi ausente. Lacan hace girar la configu-
racién; tenemos ahi una confrontacién entre dos términos en los que el fantas-
ma estd ausente, dos términos que son, como lo indica después de todo el titulo
del Seminario, el gran Otro y el a del objeto; no es el a del otro imaginario. Si
19LA ORIENTACION LACANIANA.
el fantasma puede permanecer en la sombra es porque en su lugar tenemos el
estudio de las relaciones entre el gran Otro y el objeto a; es lo que nombra la
confrontacidn, que he llamado, del saber y cl goce y que da titulo a uno de los
capitulos. También es el titulo que designa mejor el vector del Seminario y que
conduce a una posicién remarcable y marcada concerniente a la repeticion; el
término est también aqui poco presente pero indico que, al mismo tiempo, esta
planteado como estructurando el campo en que se efectita el psicoanilisis. Eso
hace que no haya que asombrarse que la transferencia pueda tomar el ritmo de
la repeticién como todo fenémeno que figura en ese campo.
SQa XIV XVI Otro a
oo — el pase
(9) XV XVII
La relacién del Otro y del a es captada en este Seminario sin dar un lugar
esencial a la subjetividad, no es el sujeto la funcién sobre la que giran los tér-
minos. La mejor prueba es que hay consideraciones muy esforzadas sobre la
politica del goce y el saber, y no es cuestion de utilizar —se comprende— tér-
minos que pertenecen a lo intimo 0 a lo extimo del sujeto, ya que se ocupa del
goce y el saber a nivel del lazo social. El término fantasma retrocede, entonces,
desde el primer plano dejando el espacio libre en el que tomara su lugar la nueva
creacion de Lacan.
Tiansformaciones del Otro
E] objeto a ya no esta situado como en Seminarios precedentes. Esta ruptu-
ra o ese desplazamiento de la perspectiva est4 después de todo bastante indica-
da por el mismo Lacan al introducir, desde la primera leccién, la funcién del
plus-de-gozar para situar a. Puede entonces, el plus-de-gozar solicitar a Marx
para encontrar su lugar pero eso no implica la légica del fantasma. Lo que debe
cambiar correlativamente en a es también la definicién del gran Otro, de eso se
ocupa en la primera parte del Seminario. Asistimos a una transformacién de lo
que utilizaba hasta entonces como funcién del gran Otro.
El gran Otro es un viejo conocido que comenzé su carrera en una leccién
del Seminario II que titulé:“‘Introduccién del gran Otro”, en el que Lacan hace
20UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
aparecer dos tipos de otro que escribimos uno con mayiscula y el otro con
mintscula.*
Cémo decir brevemente las transformaciones de la significacion, de la re-
ferencia al gran Otro? Voy a enumerar algunas de las diferentes formas que Lacan
ha podido dar al Otro.
En primer lugar, el Otro como lugar de la verdad evocado a partir de la pa-
labra. Decir “lugar de la verdad” es un modo de extraer la palabra de la soledad
del sujeto. Cuando se habla de pensamiento, el sujeto puede estar solo y en oca-
siones lo exige. La palabra, en cambio, vuelve a hacer lazo. Hablar del lugar de
la verdad no es darle una sustancia sino indicar un lugar virtual diferente de la
posi
argumentos, que se comparan, un lugar trascendente al espacio de cada uno. El
Agora griego puede ser la representacion material.
Segundo: en los primeros esquemas de Lacan, el Otro figura como lugar del
cédigo en la dicotomia cédigo/mensaje. El lugar es el cédigo. Otro nivel del
mensaje, en realidad ms una emisi6n, una escansi6n. En este sentido los dos
términos no son homogéneos incluso aunque se correspondan. El lugar del
cédigo es capaz, con su pareja el mensaje, de darnos al menos cuatro tipos dife-
rentes de emision.
n en el espacio de los locutores y en el que se supone que se miden los
sm A cédigo
Tercero: otra forma del gran Otro, el tesoro de los significantes tiene como
ejemplo el diccionario que abunda en ejemplos de usos; la referencia del Otro
como tesoro de los significantes gira mis hacia la escritura que hacia la palabra.
Cuarto, el Otro también es introducido a nivel fonolégico, como bateria
significante necesariamente completa. Es la pequefia maravilla fonolégica que
hace que se pueda asimilar al conjunto de las oposiciones que estructuran la
fonologia en un pequefio menti y que es, en efecto, el significante asido a nivel
del fonema.
Quinto, esta transformacién del Otro que consiste en escribirlo con una A
barrada entre paréntesis y, el paréntesis precedido de una S maydiscula, Lacan no
lo escribe asi en sus primeros escritos, s6lo un poco mis tarde produce la A
21LA ORIENTACION LACANIANA
barrada, que es el modo en que traduce la escisién de la verdad y Ja demostra-
cién puesta en valor por Gédel. En su tiempo, la demostracién de Gédel pasd
por un cierto némero de relevos popularizantes; hizo vacilar al mundo pensan-
te porque ponjia en evidencia la escisién entre proposiciones verdaderas en un
sistema que no era demostrable.
Ahi esta el estigma de lo que Lacan retoma como una inconsistencia, un
desfallecimiento del Otro, y que lo hace dudar de que el Otro pueda, como tal,
sostenerse. Si Lacan ha llegado, un poco mis tarde, de modo contemporaneo con
el Seminario, a plantear que el Otro no existe 0 que el sujeto supuesto saber es
una ficcién destinada a desvanecerse, las consideraciones en el lenguaje deben
mucho a la emergencia del teorema de Gédel. La vaporizacion del Otro en tanto
que sujeto supuesto saber es de algin modo Iamada por el desmentido que el
teorema de Gédel aporta a la instancia de todo saber.
Sexto, entonces, el Otro como sujeto supuesto saber. La reduccién del Otro
omnisciente a un simple supuesto saber puede traducirse por la inexistencia del
Otro que Lacan formula, en tanto tal, en su texto sobre “El acto psicoanaliti-
co"
Séptimo: es aportada una indicacién concerniente al Otro, que no se encuen-
tra en otra parte y que es verdaderamente el paso hecho ante todo en la prime-
ra parte del Seminario De un Otro al otro. He dado al capitulo, en el que eso se
marca por primera vez, el titulo de “Topologia del Otro”. En efecto, el Otro que
opera en el Seminario en su relacién a un a plus-de-gozar, y no mas como ob-
jeto del fantasma, es un gran Otro de estructura laminada, que es repetido mu-
chas veces bajo formas diversas, pero que por ejemplo, se presenta bajo la forma
de envoltorios repetidos, de paréntesis en los que se aprecia que sdlo se da la
matriz y que el funcionamiento tiende a ser indefinidamente repetido.
Infinitizacién del goce
Es un Otro laminado —Lacan busca la representacién mas adecuada—, un
Otro que presenta “una estructura indefinidamente repetida”.** Cada vez que
emergen en el Seminario esos esquemas laminados se observa la conexién es-
trecha que se hace entre estructura y repeticién. Tenemos una estructura de la
que finalmente s6lo se puede dar la matriz porque esta destinada a desarrollarse
por una repeticién indefinida.UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otro
Doy alli mucho valor a un inciso de Lacan: una estructura indefinidamente
repetida que es el objeto a.°” Dicho de otro modo, la altima transformacién que
he enumerado de A como estructura laminada es justamente la que le hard co-
incidir con el objeto a. Eso supone, en efecto, un Otro en el que la estructura
integra la repeticion. El lo desarrollara al comienzo del Seminario siguiente.
Retomemos las cosas sobre lo que aporta Lacan de una captura clinica de la
histeria que puede también, o que debe leerse en referencia a lo que se ha di-
cho en El reverso del psicoandlisis.
La histérica lacaniana procede de un rechazo. En El reverso..., Lacan imputa
ala histérica mas que una complacencia somatica un rechazo del cuerpo. En
todo caso, en el Seminario XVI, ella procede de un rechazo que se expresa del
siguiente modo: “no tomarse por la mujer”.”” La formula “no tomarse por” in-
dica que se trata de la asuncién de un rol que es aquel que parece pertenecer a
la mujer en Ja conjuncién sexual.
El primer rechazo en cuestién es pues el rechazo de un rol a jugar. Aunque
seguidamente Lacan ha tratado de ir mis alla de la topologia del ro] concerniente
al hombre y la mujer queda, sin embargo, que las indicaciones que pudo dar en
“La significacién del falo” sobre la necesidad de una comedia de los sexos —la
asuncién del propio sexo nunca va sin comedia— contintan siendo validas.”
No es entonces infravalorar esta observacién decir que se trata de rol porque
no es posible deshacerse del rol en la relacién de los sexos.
En segundo lugar, Lacan plantea que la histérica no rechaza el goce sexual,
como se ha podido decir, sino que lo que parece un rechazo del goce sexual es,
por lo contrario, la infinitizacién del goce como absoluto.
¢Qué podemos hacer decir a eso? Lo més simple es oponerlo a la tipologia
del rol obsesivo que Lacan nos ofrece. Infinitizar un término como absoluto —
aqui el goce— es decir que el sujeto histérico no negocia, no entra en tratados
23LA ORIENTACION LACANIANA,
con el Otro. Si entra en tratados es para romperlos a su voluntad. A diferencia
del obsesivo, es un sujeto que no paga su deuda precisamente porque no la re-
conoce, por tanto no respeta las ceremonias, los circunloquios, los rodeos don-
de siempre se viste y se vela la impotencia; es decir que ella pone fin al prestigio
tras el cual est4n los sostenedores del teatro, los bastidores, alli donde se verifica
que el amo es de cartén-piedra. Lacan lo traduce asi, por ejemplo: “Ella pro-
mueve la castraci6n a nivel de este Nombre-del-Padre simbélico”.*' Remarcamos
enseguida que hay un lazo entre lo infinito del goce y la castracion. Es porque
el goce es Ievado al infinito que hay castracién del padre simbélico, es decir, de
aquello que es la posicién o el rol que conviene al hombre. Lacan osa decirlo el
afio que sigue a Mayo del 68, y se hace desestimar. Hay, pues, una unién entre
el infinito y la castracién.
Qué quiere decir infinitizacién, absolutizacion del goce? Quiere decir que es
una referencia inaccesible en relaci6n a la que la figura misma del padre simbéli-
co 0 incluso del padre de Tétem y tabit aparece como iniciador. No se llega a igualar
a ese absoluto, siempre se estara en deficiencia con respecto a ese absoluto.
Lacan volvié muchas veces sobre esta conexién entre el infinito del goce y
la castraci6n, la castracién masculina especialmente, y tal vez de modo mis elip-
tico que aqui. En “Subversién del sujeto” algunas pequefias frases concernien-
tes al complejo de castracién, que abrevio, el goce en su infinitud comporta la
marca de su interdiccién, marca constituida por el sacrificio del simbolo falico;
es decir, la marca de la castracién.
El goce en su infinitud comporta la marca de la castracién.” En De un Otro
al otro Lacan hace saltar la referencia a la interdiccién para hacer mas bien una
unién légica sin la mediacién de la prohibicién, pero eso s6lo deja mis puro el
pequefio pasaje enigmiatico; enigmatico porque el infinito del goce esta mas
planteado que articulado, sino demostrado. Ese pequefio pasaje tiene su respuesta
en el Seminario XVI a propésito del goce infinitizado de la histérica.
Dominio a mano
En El reverso del psicoandlisis —en el capitulo titulado “El amo castrado”, pero
que bien se podria lamar “El padre impotente”—, hay una relectura del caso
Dora de Freud que presenta los argumentos, muy bien fundados, que muestran
que el padre es un hombre castrado en cuanto a su goce sexual; un hombre dis-
24UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro al otto,
minuido, con la anotacién que ese padre disminuido supone siempre una refe-
rencia a su funcién simbélica.” Se le juzga disminuido porque uno se refiere al
valor del que ha podido ser portador y que este valor vale como simbolo. Se es
padre hasta el fin de los dias como se es antiguo combatiente.** Tal vez poda-
mos aclarar, rapidamente, lo que sucede en De un Otro al otro en cuanto a la
promocién de la castracién a nivel del Nombre-del-Padre simbélico.
La posicién de Dora no se explicita del mismo modo en ambos Semina-
rios. En el Seminario XVII, ella supuestamente encarna la verdad del amo —
que est’ castrado—, en cambio en el Seminario XVI, ella se plantea a partir
del deseo de ser el goce del Nombre-del-Padre. Sin duda, esas dos frases se
pueden conciliar.**
Sefialo que hay proposiciones de Lacan contradictorias y buscar conciliarlas es
lo que haremos durante un tiempo. Sera suficiente aqui para conciliar esas dos
proposiciones reenviar a lo que en El reverso del psicoandlisis empareja la verdad y
el goce. En esta perspectiva, el goce tiene el destino de Ja verdad y en particular
su destino metonimico; la histérica hace, entonces, del goce un elemento inacce-
sible. De ese hecho y del hecho que ella lleva el goce al absoluto, hace de él un
valor absoluto, también rechaza —aqui viene el rechazo— todo otro goce que no
sea el absoluto. De alli la desvalorizacién de los pequefios goces.
Esta posicién de la histérica sera més facil de explicitar en El reverso del psi-
coandlisis por el hecho que Lacan permite distinguir el significante del amo y el
lugar del amo. El significante del amo es S,, arriba a la izquierda, pero es sus-
ceptible de girar segtin los discursos pudiendo jugar sobre la diferencia o la
oposicién entre el lugar del amo y su significante.
El analista, por ejemplo, ocupa en el anilisis el lugar del sujeto histérico en
su discurso y, si llega el caso, eso introduce una rivalidad: gquién sera el amo? Es
una prueba que numerosos anilisis de histéricos obligan a atravesar. En Japon
escuché evocar esta rivalidad, de un modo sorprendente. Un japonés de forma-
cién british, habia estudiado en las mejores fuentes inglesas del psicoanilisis, muy
graciosamente —jy con aquella franqueza!— expuso delante de un auditorio
formado por algunos colegas franceses, como una dama histérica que comen-
zaba su anilisis, como todo el mundo, ella sobre cl divin y el analista en su si-
llén, habia conseguido un triunfo al quedarse con el sillon dejandole, a él, el divan.
jUna versi6n inolvidable!LA ORIENTACION LACANIANA
Algo parecido tiene lugar en la costa oeste de Estados Unidos dénde hay una
exigencia de simetria, con este tipo de modalidad: gpor qué voy a decirte todo
lo que me pasa por la cabeza si tii no me dices lo que hay en la tuya? Todavia
no encontramos tal exigencia eminentemente democratica aqui, pero eso no
tardara mucho.
La solucién de estructura para el analista no es hacer el amo sino que, sin
renunciar a ocupar el lugar del amo, pueda ocuparlo en tanto que objeto a, su
opuesto. Es el valor de Ja indicacién que da Lacan con su discurso del analista,
una posicién que Lacan mismo reconoce que no es sin afinidad con el maso-
quismo.* Es una imitacién del masoquismo.
El analista, en efecto, encerrado en su sordera, su ceguera y su afonia deja la
palabra y la voz al otro pero manteniendo, igualmente, el dominio a mano. Es
mucho mis dificil aprender a no hacer el amo para poder, en su no-actuar, si
puedo decir, ordenar.
Modelo de la histeria
En el Seminario XVI la histérica lacaniana est4 ante todo situada entre dos
esquemas: la estructura del Uno-en-mis y la estructura de la apuesta.
La estructura del Uno-en-mis se resume, si se quiere evitar entrar en el de-
talle de la teoria de los conjuntos, a tres elementos: S,, S,, y su correlato Q, el
simbolo del conjunto vacio. Lacan se limita a mostrar que cualquiera sea el nit-
mero de significantes que se encadenen, de todos modos, se encontrara “al fi-
nal” entre comillas, el elemento del conjunto vacio que marcara como una
constante de las cadenas significantes. Retoma, a su manera, esta propiedad
definitoria del conjunto vacio que hace que, aunque se cuenten los sub-con-
juntos de un conjunto, se ha convenido que todo conjunto tenga como sub-
conjunto, al menos, el conjunto vacio.
Lacan adjunta el simbolo del conjunto vacio al del par ordenado de
significantes y al punto su maquina es susceptible de funcionar para captar la
histeria. Es suficiente leer en primer lugar: la histérica se representa como S,
después de S,. Es la definicién misma del significante puesto en valor a propo-
sito de la histérica. Se trata pues de definir cuales son, para la histérica, la natu-
raleza de S, y de S,. No es para nada lo que Lacan desarrollar al afio siguiente.
En este aiio, de algan modo preparatorio, él bautiza el S, de la histérica, la Mu-
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