0% encontró este documento útil (0 votos)
143 vistas18 páginas

Fallos 2 Parte

1) El documento describe una demanda de amparo presentada contra el Ministerio de Energía y Minería y el Ente Nacional Regulador de la Electricidad por aumentos tarifarios del 540% sin audiencia pública previa. 2) La Corte falla a favor de la suspensión de las resoluciones impugnadas y ordena la devolución de los pagos excedentes hasta que se realice una audiencia pública. 3) También establece que las audiencias públicas son un requisito constitucional para la modificación de tarifas de servic

Cargado por

Nicolas Osan
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
143 vistas18 páginas

Fallos 2 Parte

1) El documento describe una demanda de amparo presentada contra el Ministerio de Energía y Minería y el Ente Nacional Regulador de la Electricidad por aumentos tarifarios del 540% sin audiencia pública previa. 2) La Corte falla a favor de la suspensión de las resoluciones impugnadas y ordena la devolución de los pagos excedentes hasta que se realice una audiencia pública. 3) También establece que las audiencias públicas son un requisito constitucional para la modificación de tarifas de servic

Cargado por

Nicolas Osan
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 18

UNIDAD 4

Fallo: Fernández Francisco Manuel C / P.E.N Ministerio de Energía y Minería.

Sobre: Amparo ley 16.986 fecha: 03/8/16

Juzgado Federal civil, comercial y Contencioso administrativo nº2 San Martin.

Hechos: El actor y Luis Pedro Sisti en su carácter de apoderado del centro de estudios para la Promoción de la
Igualdad y la Solidaridad (CEPIS) promovieron acción de amparo contra el estado nacional (Ministerio de E. Y M) y
contra el Ente Nacional Regulador de la Electricidad(Enre) a fin de que se declare la nulidad de las resoluciones
6/2016 y 7/2016 del nombrado ministerio y la resolución 1/2016 dictada por el Enre.

Expresan que interponen el amparo en defensa de todos aquellos usuarios del servicio público de electricidad de tres
de febrero, que fueron privados del D. constitucional a la participación ciudadana y se ven obligados abonar el
servicio eléctrico con un aumento del 540% a partir de 1/2/2016 la que resulta una medida arbitraria, infundada e
inconsulta.

Manifiestan que el 25/1/2016 el Ministerio dicto la resolución 6/16 (en el marco del decreto 134/15) donde se aprueba
la reprogramación trimestral de verano para el mercado eléctrico mayorista del 1/2/16 al 30/4/16 fijándose nuevos
precios de referencia estacionales de la potencia y energía con un aumento del 180% al 280%.

La resolución 7/16 instruyo al Enre la aplicación de un ajuste del valor agregado de distribución en los cuadros
tarifarios de Edesur S.A Y Edenor S.A, a cuenta de la revisión tarifaria integral, aplicando para ello régimen tarifario
de transición que surge de las actas de acuerdo celebradas entre Edesur, Edenor y la unidad de renegociación y
análisis de contratos de servicios públicos.

Sostienen que, si bien esos acuerdos habían sido sometidos audiencias públicas, la actuación del Enre a Cuenta de
la Revisión tarifaria integral obedece a una actitud que pretende hacer creer que la audiencia pública solo será
exigible cuando de lleve a cabo dicha resolución. Expresan que la audiencia pública tiene raigambre constitucional
(art.43) ley nacional 16.986 y provincial 7.166, a fin de posibilitar la efectiva participación de los interesados, usuarios
y consumidores y la legitimación de las asociaciones civiles que la representan (cepis) sosteniendo que la misma
cumple con los requisitos y es adecuada para representar al grupo afectado.

Solicitan una medida cautelar innovativa en virtud de encontrarse vulnerados los derechos fundamentales
consagrados en el art. 42 CN por no haberse respetado la participación ciudadana, previo a la actualización del
cuadro tarifario. (verosimilitud del derecho invocado).

Respecto del peligro en la demora: sostienen que debe ocasionarse el menor daño posible y más con estos sectores
que requieren de una protección especial, como son los usuarios y consumidores. En cuanto a la contra cautela,
solicitan que se los exima de las mismas, en virtud de que se está promoviendo acción de amparo en interés público,
D. Colectivo de raigambre constitucional y conforme a la gratitud establecida en la ley 24.240 y articulo 42 CN.
Ofrecen prueba, platean caso federal, solicitan la medida cautelar y suspensión de las normas atacadas.

Se presenta el Presidente de Consumidores Argentinos y solicita que se lo incorpore como litisconsorte de la parte
actora, solicitando se amplié la demanda y de la clase afectada a todos los usuarios del país hasta tanto se realice la
audiencia pública art. 48 y 74 ley 24.065,fundan su pretensión en que el incremento del cuadro tarifario que establece
el precio del mercado mayorista de la energía, es utilizado por transportistas y distribuidores de todo el país como
base del cálculo de sus tarifas.

Corte Suprema de Justicia.

Establece que:

 Se procede con la suspensión de las resoluciones del ministerio, pero solo alcanza a la provincia de Buenos
Aires. De modo que se deja expedita la acción colectiva de alcance nacional.
 La (cepis) tiene legitimación activa como así también consumidores argentinos, actores y vecinos de tres de
febrero.
 Que conforme a la doctrina de “Halabi” y “Mendoza” resulta susceptible de ser abordado mediante acción
colectiva los posibles vicios en el procedimiento en el proceso de formación de la voluntad administrativa,
donde se omita una actuación procedimental expresamente prevista por la norma (audiencia pública).
Sostienen que lo que hace que una norma sea razonable no solo es que se haya respetado el procedimiento legal, es
decir, el debido proceso adjetivo (audiencia pública) también la razonabilidad significa respetar el debido proceso
sustantivo, que significa garantizar ciertos contenidos y un patrón de razonabilidad. Siempre debe existir una
adecuada relación entre fines y medios, una equivalencia entre la finalidad de la norma y los mecanismos,
procedimientos o caminos que se establecen para llegar a ella.

Citan a Gordillo: “la modificación de la tarifa exigida expresamente por ley en materia de gas y electricidad, es de
naturaleza constitucional y corresponde ser aplicado en todos los servicios privatizados, hay o no norma legal o
reglamentaria”.

“la audiencia pública para defensa de los usuarios, junto con la intención del Defensor del pueblo cuando haya
modificación de tarifas”.

Lorenzetti y Zaffaroni, sostienen que la audiencia pública no es la única participación ciudadana en la toma de
decisiones públicas. El articulo 42 CN no la prevé ni explicita ni implícitamente, sino que deja en manos del legislador
el mejor mecanismo para asegurar la participación en cada caso, ella permite la democratización de las decisiones,
forman consenso y dan trasparencia al procedimiento.

Procurador: las tarifas deben ser justas, razonables y accesibles, deben respetar la proporcionalidad art 28 e
irretroactividad art 17 CN, tampoco deben ser imprevistas. Las tarifas citadas son exorbitantes, desproporcionadas, y
fuera de la realidad económica de los clientes cautivos (servicio monopólico). La audiencia publica es un requisito
previo ineludible, no solo resulta de la CN, sino también forma parte del D. publico contemporáneo y en diversos
tratados internacionales de derechos humanos (convención americana de derechos humanos), donde principios
como la no discriminación pasan a ser de aplicación en servicio públicos.

Al no cumplirse con la audiencia se viola la forma del acto administrativo, al no haberse cumplido con los elementos
esenciales no se puede subsanar judicialmente de manera posterior. Debe aplicarse la medida cautelar solicitada, de
lo contrario se producirán cortes por el no pago del suministro produciendo así daños a los usuarios.

Resolución: se hace lugar a la medida interina, se ordena al ENRE la inmediata suspensión de las resoluciones, y a
la Compañía administrativa de mercado mayorista eléctrico que se abstenga de aplicar las modificaciones de los
cuadros tarifarios. El ENRE es el encargado de que estas medidas se cumplan y comunicar a todos a los agentes de
distribución y prestación del servicio público la suspensión del cobro de facturas, liquidando las facturas respetando
los valores anteriores, en el caso que se hubiesen pagado facturas, estas debe ser tenidas como valores a cuenta,
reintegrándose su monto en las próximas facturas hasta su compensación total y abstenerse de realizar cortes de
suministros.

El ENRE deberá acreditar las actuaciones en un plazo de 3 días y junto al P.E.N, realizar el informe del art 4 ley
26.854 donde se podrán expedir acerca de las condiciones de admisibilidad, medida solicitada, etc. Deberán indicar
si existen excepciones como clubes de barrio, cooperativas, etc., en relación al incremento y en caso afirmativo
acompañar documentación. Con respecto a la contra cautela se considera suficiente la caución juratoria que deben
prestar los autores en secretaria. (art 199 cpccn) es inoficioso las inconstitucionalidades planteadas de la ley 26.854
por el litisconsorte.

Caso “Estrada A. y Cía S.A c/ Resol 71/96 Sec. Ener. y Puertos ”(Resuelto el 5/04/2005).

En el caso "Estrada" la Corte afirmó la responsabilidad de las empresas de servicios públicos y aseguró el derecho
de los usuarios a exigir una reparación de los daños sufridos por la falta de servicio.

Hechos:
A fines de 1993 y comienzos de 1994, la empresa EDESUR interrumpió el servicio eléctrico durante un mes y medio.
El ENRE (organismo de contralor de las empresas que prestan el servicio público de electricidad) sancionó a
EDESUR por este incumplimiento y le impuso una multa de casi 4 millones de pesos.La sociedad comercial “Estrada
y Cia, S.A” demandó a EDESUR ya que el incumplimiento del servicio durante ese tiempo había impedido que
funcionara su planta industrial. Por ello exigió que le indemnizara los dañados causados por un total de $ 163.770
pesos.

El caso llegó a la Corte Suprema para que determinara si a EDESUR se le podía exigir que pagara esta
indemnización o, bien, si la ley y el contrato de servicio público limitaba la responsabilidad de esta empresa al pago
de la multa. La segunda cuestión que debía resolver la Corte era si el reclamo por esta indemnización podía ser
resuelto por el ENRE o si sólo podía ser decidido por la justicia.

Decisión de la Corte:
La Corte Suprema resolvió que EDESUR podía ser demandada por los daños y perjuicios causados por no haber
prestado el servicio de provisión de energía eléctrica en las condiciones previstas en el contrato (Voto de los jueces
Petracchi, Boggiano, Maqueda, Highton de Nolasco, Belluscio, Zaffaroni y Lorenzetti. Fayt votó en disidencia,
rechazando el recurso por cuestiones formales. Argibay consideró innecesario resolver esta cuestión).Los jueces
basaron su decisión en que el contrato de servicio público con EDESUR expresamente establecía esta obligación.
Además, señalaron que la limitación a la responsabilidad civil sólo podría surgir de una ley dictada por el Congreso
que justificara, debidamente, la razón de ser de esa medida.

Los jueces Petracchi, Boggiano, Maqueda, Highton de Nolasco y Lorenzetti rechazaron el argumento de que por
reconocerse esta responsabilidad civil se causaría el aumento de las tarifas lo que al final perjudicaría a todos los
usuarios. Para estos jueces, esto no sería una consecuencia posible porque la ley no autoriza aumentar las tarifas
para amortizar los costos causados por el propio incumplimiento del servicio.

Zaffaroni fue el único juez que argumentó que esta posición encontraba justificativo en el artículo 42 de la
Constitución Nacional que asegura la protección económica de los usuarios de los servicios públicos.

En segundo lugar, la Corte resolvió que este reclamo no podía ser resuelto por el ENRE sino que correspondía que
fuera analizado y decidido por la justicia (Voto de los jueces Petracchi, Boggiano, Maqueda, Highton de Nolasco,
Lorenzetti, Belluscio y Argibay).

Zaffaroni votó en disidencia. Para este juez, la ley que regula la actuación del ENRE le otorga competencia
para resolver este tipo de reclamos y que ello no era violatorio de la división de poderes porque existía la posibilidad
de que la justicia revisara esa decisión. Fayt votó en disidencia, rechazando el recurso por cuestiones formales.
Argibay consideró innecesario resolver esta cuestión.

UNIDAD 6

Unidad n°6: Fallo “Tecsa c/ SEGBA s/ contrato de obra pública” 21/12/1999 – CSJN

Hechos:

Existía un contrato de obra pública instrumentado en las órdenes de trabajo n° 3903 y 126.127 entre Tecsa
(contratista) y Segba (comitente). Segba resuelve el contrato (unilateralmente) por incumplimiento de Tecsa,
alegando la facultad que tiene la administración por si misma de resolver un contrato administrativo. Frente a esto,
Tecsa interpone una demanda de daños y perjuicios contra Segba, solicitando también el pago de las facturas
pendientes y la devolución de las retenciones mal efectuadas por Segba en concepto de multas e I.V.A.

1° Instancia:
Se rechaza íntegramente la demanda interpuesta por Tecsa.

2° Instancia:
La Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal confirma la sentencia de
primera instancia e impone el pago de las costas a Tecsa. La Cámara considero que no era irrazonable ni ilegitimo el
ejercicio de la facultad resolutoria por parte de la administración debido a que el poder de resolución unilateral del
contrato administrativo por culpa o falta grave del contratista es una prerrogativa que pertenece al régimen
exorbitante y que válidamente la administración puede ejercer aun si no está expresamente previsto en el contrato.
La Cámara entendió en cuanto a la forma en que se calcularon y compensaron las multas impuestas a la actora y el
cálculo efectuado en concepto de I.V.A, que la imposición de las penalidades se sustentó en los pliego de
condiciones de ambas obras y que la compensación con facturas pendientes no tuvo la adecuada crítica por parte de
Tecsa. En consecuencia, la Cámara desestimo el reclamo en concepto de certificados impagos con fundamento en la
falta de demostración por el perito oficial de la existencia de facturas pendientes.

La Cámara resuelve que por los peritajes realizados por un perito ingeniero de oficio concluyeron que con la primera
orden de trabajo había un incumplimiento del plazo que excedía el plazo de entrega que convinieron las partes y en
la segunda orden de trabajo no hubo peritaje ya que Tecsa afirmo que hubo un incumplimiento de 30 días. La
Cámara dice que la circunstancia del incumplimiento posterior es externa al plazo del cumplimiento del contrato, es
decir, no hace a la relación de las partes.
Agravios de Tecsa (actora) contra la resolución de la Cámara: a) la inadecuada interpretación parcial y desvinculada
de los acuerdos celebrados entre las partes de la facultad resolutoria general contenida en el pliego que estaba
condicionada a la cantidad de días de atraso que podía acumularse en cada obra. Por lo tanto, Segba no tenía
facultad para rescindir unilateralmente el contrato ya que la contratista no había excedido los límites de demora que
los pliegos de condiciones le concedían. b) La absoluta discrecionalidad de la Cámara con la cual se apartó
arbitrariamente del dictamen pericial sobre problemas técnicos y científicos que se presentaban. c) La falsa
argumentación acerca de la imperiosa necesidad de finalizar las obras en término, ya que de los hechos posteriores
se ve que las obras concluyeron 9 meses después del plazo estipulado contractualmente. d) La omisión del
pronunciamiento respecto de la aplicación del I.V.A. y del tema ateniente a las certificaciones aprobadas y pendientes
de pago. e) La imposición de multas en forma simultánea con la rescicion del contarto que determina la acumulación
de dos sanciones contradictorias.

Ante este pronunciamiento, la actora llega a la CSJN mediante un recurso ordinario el cual le fue concedido.

Corte Suprema de Justicia Nacional:


La CSJN dice que de los pliegos de condiciones de las órdenes de trabajo n° 3903 y 126.127 surge que por tratarse
de obras de utilidad pública (eran para la recepción y posterior distribución de la energía eléctrica que iba a generar la
Central Hidroeléctrica de Salto Grande y las obras formaban parte de un esquema mayor que ampliaba la capacidad
de recibir energía procedente del sistema interconectado nacional) el plazo de entrega era una condición esencial
del contrato.

Además, en ambos pliegos se estableció una cláusula resolutoria general según la cual Segba podía resolver el
contrato de pleno derecho sin previa intimación para su cumplimiento y proceder ella misma o por intermedio de un
tercero a la terminación de las obras, en caso del incumplimiento de la contratista.

En el contrato se dispuso que la mora en que incurriere la contratista con respecto a cada uno de los plazos fijados
en el programa lo hacía pasible de la aplicación de multas y su importe sería deducido de cualquiera de los pagos
que Segba debía efectuar. Se fijaron porcentajes para cada semana de demora y se determinó en el caso de la O.T.
3903 que si el atraso fuera mayor de 2 meses la comitente se reservaba el derecho de rescindir el contrato y en la
O.T. 126.127 igual previsión si el atraso era superior a 4 semanas.

La CSJN dijo que el poder de rescisión del contrato se puede ejercer aun cuando no esté expresamente previsto en
el mismo ya que constituye una prerrogativa que la Administración Pública tiene por estar presente en todo contrato
administrativo (principio doctrinario que surge del poder sancionatorio de la administración).

El intercambio postal habido entre las partes revela que en reiteradas oportunidades Segba intimó fehacientemente
al contratista a dar cumplimiento a las obligaciones a su cargo, le recordó que la obra se había pactado a "plazo fijo"
y que ante la reiteración de la inactividad laboral la intimaba a tomar los recaudos necesarios para reiniciar las
tareas.

Resulta razonable el criterio adoptado por Segba al decidir el distracto frente al incumplimiento por la contratista de
las obligaciones asumidas y que la comitente ponderó la lentitud con que se venían efectuando las tareas y la casi
nula actividad durante enero de 1981 y la creencia justificada, ante las dificultades financieras que le había
comunicado la empresa, de que ésta no se hallaba en condiciones de continuar las obras y terminarlas dentro del
plazo contractual. Tampoco puede imputarse ligereza o apresuramiento en el proceder de Segba ya que intentó
solucionar el problema y colaboró con la empresa al adelantar pagos y materiales (principio de continuidad del
contrato de obra pública).

En efecto, en la nota del 8 de enero de 1981 como en el escrito de demanda, la actora señaló que el atraso en la
ejecución de esa obra era de 30 días, con lo que se encontraba excedido el límite máximo de 4 semanas previsto en
el respectivo pliego y válidamente se ejerció el distracto. La existencia de atrasos en ambas obras fue reconocida
por las partes, constatada por el perito ingeniero designado de oficio y puesta de manifiesto en las declaraciones de
los testigos. Las discrepancias surgen en cuanto a la cantidad de días de demora producida en cada obra.

La actora se agravia acerca de la improcedencia de la acumulación simultánea de la multa y de la rescisión unilateral


como decisiones contradictorias de la administración. En efecto, en la medida en que la actora pretenda que la multa
impuesta sólo tiene en cuenta el acto mismo del incumplimiento, como prestación dineraria sustitutiva de la ejecución
del contrato, el planteo resulta novedoso en el caso, no ha sido sometido a los jueces de la causa con antelación y
por ello debe ser desestimado, bajo riesgo de afectar el legítimo derecho de defensa de Segba. Las multas aplicadas
por Segba las que encuentran sustento en los pliegos de ambas obras tienen por objeto sancionar la conducta del
contratista y resultan ser la consecuencia del retardo incurrido. No se advierte contradicción entre la pretensión de
cobrar la multa impuesta y la rescisión de la relación contractual. Por lo tanto, el agravio acerca de la decisión de
Segba de cobrar mediante la compensación pactada la multa pendiente en oportunidad de la rescisión de los
contratos es rechazado.

Debe prosperar el planteo atinente a la cantidad de días de atraso producida en cada obra, a los fines del cálculo de
las multas previstas en cada pliego. El perito designado de oficio, ingeniero Verón, estimó con relación a la obra
3.903 que, desde el punto de vista de los certificados, el atraso era del orden de los 42 días. Y respecto de la O.T.
126.127 no lo determinó, al atenerse a las propias manifestaciones de la actora, que había reconocido un retardo de
30 días en esa obra.

En consecuencia, no resulta ajustado a derecho el criterio adoptado por la Cámara que sin dar fundamento se apartó
de las conclusiones del experto y admitió la cantidad de días de demora fijada por la comitente.

Por lo tanto, debe revocarse este aspecto del fallo y ordenar que en la etapa de ejecución de sentencia se proceda
al cálculo correspondiente de las multas y a la compensación con las facturas pendientes, teniendo en cuenta que los
atrasos fueron de 42 y 30 días en una y otra obra.

En lo que a las multas concierne, el agravio de la actora acerca de la falta de pronunciamiento de la alzada sobre el
indebido cálculo del I.V.A. efectuado por Segba, de la procedencia de las obligaciones fiscales relativas a la obra
pública no puede discutirse en el marco de esta demanda contenciosa. La cámara se limitó a convalidar el criterio de
que los actores deben efectuar el reclamo administrativo ante el organismo recaudador. El tema no reviste el carácter
de definitivo que se exige en el marco del recurso ordinario de apelación.

En cuanto al agravio atinente a la falta de pronunciamiento respecto de otras certificaciones aprobadas y pendientes
la ausencia de una crítica concreta, circunstanciada y razonada por parte del recurrente trae aparejada la deserción
del recurso de apelación.

RESOLUCION:

La CSJN resuelve : confirmar parcialmente la sentencia apelada, y la revoca en cuanto a que no resulta ajustado a
derecho el criterio adoptado por la Cámara que sin dar fundamento se apartó de las conclusiones del experto y
admitió la cantidad de días de demora fijada por la comitente, por lo tanto, debe revocarse este aspecto del fallo y
ordenar que en la etapa de ejecución de sentencia se proceda al cálculo correspondiente de las multas y a la
compensación con las facturas pendientes, teniendo en cuenta que los atrasos fueron de 42 y 30 días en una y otra
obra; y se difiere para la etapa de ejecución de sentencia el cálculo de las multas pertinentes. Las costas de todas
las instancias se distribuyen, atento el vencimiento parcial y mutuo, en un 70 % a cargo de la actora y en el 30%
restante a cargo de la demandada.

“CÍA. GRAL. DE GAS S.A. C/ ENARGAS Y OTROS S/ DEMANDA ORDINARIA”.

Buenos Aires, 23 de agosto de 2011

Visto los autos: “Cía. Gral. de Gas S.A. c/ ENARGAS y otros s/ demanda ordinaria”.

Considerando:

1°) Que la Sala B de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario confirmó la sentencia dictada en la instancia
anterior y, en consecuencia, rechazó la demanda deducida por la actora contra el Estado Nacional, el Ente Nacional
Regulador del Gas, y la Municipalidad de Casilda, con el objeto de obtener la reparación de los daños y perjuicios
que alega haber sufrido como consecuencia de la modificación de las tarifas que regían el suministro de gas natural
por redes en aquella comuna.

2°) Que la sentencia se sustentó en los siguientes argumentos:

a) con relación a la responsabilidad que la recurrente le endilga a la Municipalidad de Casilda por la existencia de un
incumplimiento contractual, el a quo expresó que la actora efectuó un reclamo en sede administrativa, en el que
solicitó a la autoridad municipal el restablecimiento de la ecuación económico financiera contemplada en el contrato
de concesión, y la compensación de los ingresos dejados de percibir. Sin embargo, puesto que aquella pretensión fue
rechazada por el Decreto Nº 896 (del 11/11/97), y éste no fue recurrido por la actora, -en el concepto del a quo- se
produjo la firmeza del acto con el carácter de “...cosa juzgada administrativa”, circunstancia que obstaba a su revisión
en sede judicial (fs. 731 vta. / 732);

b) con independencia de ello, el a quo sostuvo que correspondía examinar si, en el caso, el Estado Nacional debía
responder por sus actos lícitos, y de ser así, si procedía el reconocimiento de la indemnización por lucro cesante
reclamada.

En este sentido, en primer término, destacó que la facultad de fijar, modificar y controlar las tarifas que la Ley Nº
24.076 le confiere al Ente Nacional Regulador del Gas, ha sido reconocida con relación a la situación planteada en el
sub examine, por el pronunciamiento de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal, que rechazó el recurso de apelación deducido por la actora contra la Resolución ENARGAS Nº 103/94, y
que se encuentra firme. Asimismo, ponderó que “...se desprende del convenio celebrado con la Municipalidad en
fecha 14/1/91 y su posterior adecuación..., que la recurrente se sometió voluntariamente a la normativa que regula el
sistema de distribución de gas, y consintió el régimen que comenzó a aplicarse a partir de la creación del Ente
Nacional Regulador del Gas mediante la Ley Nº 24.076" (fs. 732 vta.).

En segundo término, recordó que la jurisprudencia del Tribunal siempre ha sido muy rigurosa al juzgar el
cumplimiento de los recaudos que deben hallarse reunidos para responsabilizar al Estado por sus actos lícitos, a
saber: la existencia de un daño cierto, la relación de causalidad entre el perjuicio y el accionar del Estado, la
posibilidad de imputar jurídicamente el daño a aquél, y la inexistencia de un deber jurídico por parte del afectado de
soportar el daño. En este orden de ideas, concluyó que en el caso no se hallaba acreditado el último de los recaudos
mencionados, puesto que “...la distribuidora de gas se encontraba sometida voluntariamente a través del contrato
celebrado a respetar principios de proporcionalidad y razonabilidad del cuadro tarifario (cláusula 15°), en el marco de
control regulatorio de facturación configurado por la Ley Nº 24.076"

(fs. 732 vta./733).

3°) Que contra la sentencia la actora interpuso el recurso ordinario de apelación de fs. 738, que fue concedido por el
a quo mediante el auto de fs. 740. El apelante presentó el memorial de fs. 758/766, que fue contestado por la
Municipalidad de Casilda (fs. 771/789), y por el Estado Nacional (ver fs. 793/809 y las copias agregadas a fs. 811/827
y a 830/846).

4°) Que el recurso ordinario interpuesto es formalmente admisible pues se dirige contra una sentencia definitiva
dictada en una causa en la que la Nación es parte y el valor disputado en último término supera el monto mínimo
previsto por el Artículo 24, inc. 6°, ap. a, del Decreto-Ley Nº 1.285/58, modificado por la Ley Nº 21.708, y la
Resolución Nº 1.360/91 de esta Corte.

5°) Que con relación al aspecto reseñado en el apartado a) del considerando 2° de la presente, -la responsabilidad
atribuida a la Municipalidad de Casilda- el recurrente ha ceñido sus quejas a un único aspecto, esto es, la ausencia
de “cosa juzgada administrativa”, sin exponer ante el Tribunal -subsidiaria- mente- cuáles serían los argumentos de
hecho y de derecho en los que correspondería sustentar la responsabilidad de aquella municipalidad.

En efecto, si lo achacado a la comuna en las instancias anteriores, ha sido la falta de mantenimiento de la ecuación
económico financiera prevista en el contrato de concesión celebrado con aquélla -y se produjo prueba al respecto-, el
apelante debió efectuar alguna clase de consideración acerca de los aspectos controvertidos que resultarían
dirimentes para responsabilizar a la autoridad municipal. En particular, nada ha sido expuesto en el memorial sobre
los siguientes puntos en los que fundó su postura aquella autoridad: a) que el contrato de concesión suscripto entre
las partes, el 14 de enero de 1991, obligaba a la municipalidad a compensar al concesionario en el supuesto de fijar
un precio de la tarifa inferior al que resultara de la propuesta básica adjudicada, con la actualización prevista, si dicha
decisión fuese adoptada a fin de favorecer a los usuarios, pero, en cambio, que aquella indemnización no sería
procedente si la modificación del precio de la tarifa tuviese por finalidad adecuarse “...a los principios de
proporcionalidad y razonabilidad que deben respetarse para que las...[tarifas] resulten justas y equitativas, tratando
de conservar una directa relación entre las propuestas del cuadro tarifario aprobado y el costo del servicio con un
margen de razonable utilidad...”, [supuesto en el que] el Concejo Municipal [debía] corregirlo (ver cláusula
decimoquinta del contrato, fs. 101/102); b) que el contenido de dicha cláusula, sumado al hecho de que no ha sido la
municipalidad quien dispuso la modificación de la tarifa sino una autoridad diferente (ENARGAS), a quien la ley le
asignó exclusiva competencia, permitirían sostener la ausencia de toda responsabilidad por parte de la comuna,
puesto que se trataría de un supuesto asimilable a la fuerza mayor; c) que existió un voluntario sometimiento a la
normativa que atribuye al ENARGAS la fijación de las tarifas (Ley Nº 24.076; Decreto Nº 1.738/92 y 2.255/92), en
especial, cuando la actora solicitó su reconocimiento para actuar en calidad de subdistribuidor en los términos de la
resolución ENARGAS 35/93, lo cual suponía adecuarse a los cuadros tarifarios aprobados por el ente regulador (ver,
entre otras piezas, fs. 20 vta./21; 143 a 150 vta.; 675 vta./676; 687; 690 y sgtes.).

En tales condiciones, resultaría inconducente discernir si el rechazo de la pretensión indemnizatoria en sede


administrativa debió ser impugnada mediante el recurso contencioso administrativo previsto por la Ley Provincial Nº
11.330; si, por el contrario, procedía la reclamación que efectuó la actora -según aduce- en los términos de la Ley
Provincial de Defensa en Juicio del Estado Nº 7.234, modificada por la Nº 9.040; o bien, si por mediar una “conexidad
causal” debía acumular todas sus pretensiones contra los distintos demandados ante la justicia federal (fs. 762/763),
pues aún de aceptarse la tesis del recurrente en el sentido de que no ha mediado un supuesto de “cosa juzgada
administrativa”, lo cierto es que la orfandad del memorial antes señalada sobre la cuestión de fondo, coloca al
Tribunal en la imposibilidad de ejercer su jurisdicción plena para juzgar la responsabilidad que aquél le atribuye a la
Municipalidad de Casilda.

6°) Que con relación al aspecto reseñado en el apartado b) del considerando 2° de la presente -la indemnización
reclamada al Estado Nacional-, resulta de utilidad recordar dos cosas:

La primera de ellas es que, el 16 de septiembre de 1994, la actora fue intimada por el ENARGAS con el fin de que
cesara de inmediato en la aplicación de cuadros tarifarios distintos a los aprobados por aquella autoridad, y
reintegrara a los usuarios las sumas resultantes de la diferencia entre las tarifas incorrectamente aplicadas y las
autorizadas (ver a fs. 53, NOTA ENRG/GR/GAL/GD y E/P Nº 2845). La recurrente impugnó dicha intimación, y su
presentación fue rechazada por la resolución ENARGAS 103, dictada el 11 de noviembre de 1994 (fs. 54/58). A raíz
de ello, dedujo el recurso de apelación ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal, que fue desestimado, el 1° de abril de 1997, mediante la sentencia de ese tribunal, que como lo señaló el a
quo- se encuentra firme.

En esa ocasión, la decisión del fuero contencioso administrativo federal, no se limitó a ponderar el hecho nuevo
invocado en el pleito, esto es, la nota dirigida por la actora al ENARGAS en la que comunicaba su decisión de aplicar,
a partir del 1° de octubre de 1996, el régimen tarifario fijado por el ente regulador -conducta que implicaba un expreso
reconocimiento de las atribuciones de éste-, sino que efectuó un pormenorizado examen del conjunto de normas y
principios que rigen la actividad desarrollada por la actora.

En efecto, en lo que aquí interesa, en la sentencia se hizo referencia a que mediante el dictado de la Ley Nº 24.076,
“...el Congreso reguló el transporte y distribución de gas natural declarando que constituían un servicio público
nacional y fijando los objetivos de la política general, los que serían ejecutados y controlados por el Ente Nacional
Regulador del Gas, creado al efecto”. En consecuencia, “El Congreso asumió la competencia federal para legislar al
respecto...”, con sustento - básicamente- en dos cláusulas de la Constitución Nacional: la “cláusula del progreso” -
Artículo 75, incs. 18 y 19-, y la “cláusula comercial” -Artículo 75, inc. 13- (fs. 320 vta.).

Asimismo, se expresó: “El nuevo marco jurídico vigente a partir de la Ley Nº 24.076 y la privatización de Gas del
Estado Sociedad del Estado, resultó de aplicación inexcusable a la recurrente quien operaba tuberías de Gas que
conectan el sistema de distribución zonal con los usuarios de la Municipalidad de Casilda en aquel momento y que
continuó en esa actividad como subdistribuidor, según lo previsto por la Ley Nº 24.348, Artículo 3°, inc. c. En efecto,
en tal carácter la Compañía recurrente resulta ser uno de los sujetos activos de la Industria del Gas Natural y, por
expresa disposición legal, está obligada a cumplir con los reglamentos y disposiciones del Ente Nacional Regulador
del Gas (Artículo 21 de la Ley Nº 24.076, Decreto Reglamentario N° 1738/92, Artículo 1° -definición-, Artículo 4°,
Artículo 12, incs. 1 y 2)”.

Para arribar a aquella decisión, en la sentencia también se ponderaron las facultades excluyentes del ENARGAS
para la fijación y el control de las tarifas (Artículos 47 y 52 de la Ley Nº 24.076); el hecho de “...que ningún ciudadano
tiene derechos irrevocablemente adquiridos a que la ley no cambie, más aún cuando el cambio se opere en
protección del interés público y del bien común”, y , finalmente, que el contrato de concesión originario y el convenio
de adecuación de aquél, previeron la posibilidad de modificar las tarifas con el fin de que éstas expresaran el costo
real del servicio con un margen razonable de utilidad (fs. 321/322).

En segundo término, corresponde indicar que en el sub examine, la reparación pretendida no se fundó en la
demostración de una afectación del principio de la rentabilidad razonable, supuesto en el que la propia ley prevé la
posibilidad de solicitar la adecuación de las tarifas fijadas por el ente regulador (Artículos 38, 39 y 46, de la Ley Nº
24.076), sino que el daño que se aduce estaría representado por la menor rentabilidad que se obtendría, si se
compara el cuadro tarifario originalmente fijado en el contrato suscripto con la Municipalidad de Casilda y el que
ordenó aplicar el ENARGAS (fs. 19/19 vta.; 347/352).

7°) Que, aclarados estos aspectos, corresponde señalar que la recurrente no expone en su memorial ningún
argumento que permita variar lo decidido en la instancia anterior acerca del recaudo que la sentencia consideró
incumplido, a los fines de responsabilizar al Estado por sus actos lícitos (ver lo expresado a fs. 763 vta. y en el primer
párrafo de fs. 764).

En efecto -como lo señaló el a quo- en el contrato de concesión celebrado por la actora con la Municipalidad de
Casilda, el 14 de enero de 1991, con relación al suministro del gas natural, se consagró una expresa sujeción a los
principios de “proporcionalidad y razonabilidad” de las tarifas fijadas, con el objeto de garantizar que fuesen “justas y
equitativas” y “...tratando de conservar una directa relación entre las propuestas del cuadro tarifario aprobado y el
costo del servicio, con un margen de razonable utilidad, el que a raíz de los ajustes acumulativos podría desvirtuarse
en cuyo caso el Concejo Municipal debe corregirlo” (ver Cláusula decimoquinta del contrato, fs. 101/102).

Tal clase de previsión implicaba el reconocimiento de la atribución del poder público para modificar las tarifas, sin
que, según expresamente se estipuló, resultara procedente ninguna clase de compensación, puesto que ésta se
reservó para un único caso, esto es, que “...la Municipalidad en atención al carácter indelegable de la fijación de la
tasa o tarifa, disponga un precio de las tarifas inferior a los que resultan de la propuesta básica adjudicada con la
actualización prevista, a fin de favorecer a los usuarios...” , hipótesis que no ha sido invocada en el sub examine (ver
cláusula antes citada).

Asimismo, en el convenio de adecuación de aquel contrato, suscripto entre las partes, el 21 de octubre de 1991,
como consecuencia del dictado de la ley de convertibilidad 23.928, se reafirmó el compromiso de “...discutir nuevos
valores que surjan a través de modificaciones sustanciales en la composición de la tarifa que determinen la
necesidad de ajustar en más o en menos a la misma, a los efectos de su adecuación a los principios de
proporcionalidad y razonabilidad que deben respetarse para que las mismas resulten justas y equitativas, tratando de
conservar un cuadro tarifario que exprese el costo real del servicio con un margen de razonable utilidad” (Cláusula
séptima, fs. 108).

Quiere decir, entonces, que ninguna expectativa fundada en derecho podía tener la actora acerca de la inalterabilidad
del cuadro tarifario estipulado en el contrato en relación al suministro de gas, o en su caso, de la procedencia de una
reparación por parte de la autoridad municipal, si la modificación objetivamente obedecía a una adecuación a
aquellos principios. Ello, no es más que la consecuencia propia de todo sistema de prestación de servicios públicos
por medio de concesionarios -al que se sujetó la actora-, en el que resultaría ilegítima la pretensión de mantener un
régimen tarifario inalterado a lo largo del tiempo si las circunstancias imponen su modificación, puesto que ello
implicaría la renuncia de la Administración a su prerrogativa de control de la evolución de las tarifas (ver doctrina de
Fallos: 321:1252 y 321:1784, entre otros).

La regulación del servicio público de transporte y distribución del gas natural realizada en el ámbito nacional, a partir
del dictado de la Ley Nº 24.076 y su reglamentación, según fue señalado en la sentencia firme a que se ha hecho
alusión en el considerando precedente y no fue controvertido en este pleito, conformó un conjunto de normas al que
debieron sujetarse todos los sujetos activos de la industria del gas natural, incluso quienes, como la actora, operaba
instalaciones con anterioridad al dictado de aquella ley, y continuó en esa actividad en calidad de subdistribuidor. En
dicho esquema normativo se consagraron principios similares a los antes referidos en materia de tarifas, y se
concedió la potestad de fijación, modificación y control de los cuadros tarifarios a un organismo creado a tal fin. En
efecto, el derecho a la provisión de gas -en condición de igualdad, seguridad y eficiencia- que aquel ordenamiento
garantiza, exige tarifas justas y razonables (Artículo 2, incs. c y d; Artículos 37 a 47, de la Ley Nº 24.076), y con tal
propósito, se dotó de facultades excluyentes al Ente Nacional Regulador del Gas, cuyos reglamentos y disposiciones
dichos sujetos activos están obligados a cumplir (ver, en especial: Artículo 1°; Artículo 2°, incs. a, c, y d; Artículos 4°;
21; 37 al 47; 50 y 52, incs. e y f, de la Ley Nº 24.076; Artículo 3°, inc. c, de la Ley Nº 24.348; decreto 1738/92, Anexo
I, en especial, Artículo 1° -definición de “Subdistribuidor”- y Artículo 12, punto 1 (iii) y punto 2).

En consecuencia, no discutida la sujeción de la actora a la potestad tarifaria del Ente Nacional Regulador del Gas, en
razón de las atribuciones que le otorgaba aquel plexo normativo, y puesto que en su condición de subdistribuidor
pesaba sobre aquélla el deber de aplicar el régimen de tarifas aprobado por aquel organismo para los distribuidores
de la zona respectiva, resultaba ineludible para la apelante controvertir la afirmación del a quo en el sentido de que,
en el caso, no se habría configurado un supuesto de inexistencia del deber jurídico de soportar el daño que se
invoca, y que, por ello, no correspondía responsabilizar al Estado Nacional por sus actos lícitos (ver Decreto Nº
1.738/92, Artículo 12, punto (2), y Resolución ENARGAS Nº 35/93, Artículo 4°, y Anexo I, puntos 15 y 17; ver,
también, los términos de la aceptación que habría realizado la actora, al solicitar su reconocimiento en calidad de
subdistribuidor, reproducidos a fs. 145 vta. y 693 de estos autos, y que no han merecido réplica de la actora).

No rebatido aquel aspecto de la decisión, resulta improcedente detenerse en el examen que propone el apelante
acerca del lucro cesante que reclama.

Por ello, se rechaza el recurso ordinario interpuesto y se confirma la sentencia. Con costas. Notifíquese y,
oportunamente, devuélvase.

Ricardo Luis Lorenzetti - Elena I. Highton de Nolasco - Enrique Santiago Petracchi - Juan Carlos Maqueda - E. Raúl
Zaffaroni - Carmen M. Argibay.

UNIDAD 7

BRICONS S.A C/ ESTADO NACIONAL (MINISTERIO DE OBRAS Y SERVICIOS PUBLICOS. SECRETARIA DE


COMUNICACIONES) s/ ordinario.

HECHOS

La actora promueve demanda contra el estado Nacional- Ministerio- con el fin de que se revoquen por razones de
ilegitimidad o ilegalidad distintos actos administrativos dictados por la subsecretaría de comunicaciones.

La cuestión a resolver consiste en si existía posibilidad de reclamar flexibilidad laboral anterior a la apertura a
licitación. Según La 2da instancia y la Corte debía ser incluida en la cotización. El decreto 2728/77 permitía trasladar
la flexibilidad salarial a los costos y la oferta se realiza en el 78.

AGRAVIOS La demandante se agravia porque la flexibilidad salarial no era un costo a la fecha de cotización, no
tenía obligación de computarla según el pliego. La flexibilidad que abono con posterioridad constituyo una
variación de costo que debió reconocer la demandada en cuanto a las normas de flexibilidad salarial en el marco de
un contrato de obra pública. Leyes 12.910 y 13.064

Se queja porque se desestimó la convalidación del plazo real de ejecución de la obra, debido al incumplimiento de la
demanda, por falta de pago, de lo reclamado por flexibilidad y por inconvenientes financieros. Solicita se dejen sin
efecto sanciones económicas aplicadas por el estado debido al incumplimiento del cual no resulta responsable.

SEGUNDA INSTANCIA Admitió el reclamo de la actora por flexibilidad laboral por el periodo posterior a la
apertura de la licitación sobre la base de considerar la decisión de modificar los índices del cálculo de los mayores
costos produjo a Bricons un perjuicio económico. Se le reconoció el derecho a percibir la diferencia entre el resultado
que arroje la formula contractual y lo efectivamente abonado por el estado. Rechazo la indemnización por
flexibilidad salarial anterior a la licitación por estimar que era un costo que debía ser incluido en la
cotización en su momento y debía presentarse en la licitación. Desestimo el pedido de la convalidación del plazo
real de ejecución de la obra.

CORTE Confirma la sentencia de acuerdo al art 71 código procesal civil y comercial

Según señala el a quo, de acuerdo al pliego los oferentes debían incluir en la cotización todos sus costos, según
art10 de las clausulas: trabajos, instalaciones, materiales, que sea imprescindible ejecutar o proveer para que la obra
resulte concluida de acuerdo al fin de esos documentos

El contratista no podrá reclamar aumento de los precios fijados en el contrato según el art 28.

. - El sistema de contratación era de ajuste alzado relativo en el que estaba incluido la mano de obra, quitan sustento
a las impugnaciones fundadas en la opinion del perito contador.

Al tiempo de ofertar la actora ya pagaba flexibilidad salarial a sus dependientes mediante el informe del perito. La
presentación de propuesta implica que han estudiado exhaustivamente el pliego de licitación y conocen la
disponibilidad local de la mano de obra. Todo aquello que no han incluido expresamente en las fórmulas de reajuste
implica que se encontraba prorrateado en ellas.

El decreto 2728/77 permitía trasladar la flexibilidad salarial a los costos y la oferta fue planteada en el 78. Según las
clausulas especiales del pliego debió pedir aclaraciones antes de cotizar como lo permitían las disposiciones
contractuales según el decreto 2875/75 que posibilita adecuaciones que se estimen procedentes en los
sistemas de liquidación, de "variaciones de costos", frente a distorsiones significativas que puedan
producirse para modificar las condiciones en el momento de ejecución de trabajos, reflejando
equitativamente las variaciones de costos durante dicho periodo. Excluye las condiciones existentes al
ofertar, ósea que debieron integrarse al precio básico de contrato. Hay un error en la preparación de la oferta,
que debe soportarse por el contratista según la ley 13.064. Deben ser rechazados los agravios respecto del plazo
contractual, la contratante debía probar que la demora estaba justiciada. El planteo está supeditado a la procedencia
frente al reclamo de flexibilidad la cual no prospero de modo razonable y debe correr su misma suerte.

Unidad n°7: Fallo “Choix c/ Provincia de Buenos Aires (M.O.S.P) demanda contencioso administrativa” --
14/06/2000 – SCJPBA

Hechos:
Choix S.A.C.I.F.I.C.A. por apoderado promueve demanda contencioso administrativa contra la Provincia de Buenos
Aires impugnando las resoluciones 839 y 279 dictadas por el Ministro de Obras y Servicios Públicos, por las que se
rechazó su petición de reintegro de las sumas descontadas en el pago de las certificaciones correspondientes a la
obra “Reestructuración del cauce del Arroyo Morón desde las vías del Ferrocarril General Urquiza hasta el conducto
existente” y se rechazó el recurso de revocatoria.

La actora solicita que se condene a la demandada al pago de dichas sumas con actualización monetaria, intereses y
costas.

Corrido el traslado se presenta a juicio la Fiscalía de Estado quien contesta la demanda solicitando su rechazo.

La cuestión a resolver es: ¿Es fundada la demanda?


Juez Laborde:
Choix demanda en su carácter de contratista de la obra pública mencionada, habiendo suscripto el pertinente
contrato. La actora solicita la anulación de las resoluciones 839 y 279 dictadas por el Ministerio de Obras y Servicios
Públicos que denegaron sus reclamos referidos a reintegro de sumas descontadas en concepto de “desagio”.
También considera que no resultan de aplicación el decreto nacional 1096/85 y los decretos provinciales 4269 y
4723/85 puesto que se aplican a las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos,
excluyéndose las obligaciones de hacer, de no hacer y a las obligaciones de valor. La actora dice que se trata de
una deuda de valor ya que la Administración cancela una cierta utilidad referida a una cantidad de bienes certificados
en dinero. Asimismo sostiene la actora que la aplicación del desagio afectó la ecuación económica del contrato
perdiendo la empresa las ganancias razonables y parte de su patrimonio. Finalmente, Choix plantea la
inconstitucionalidad de los decretos 1096/85, 4723/85 y 4269/85.

La Fiscalía de Estado contesta la demanda y sostiene la legitimidad de los actos y decretos impugnados. Advierte
que el planteo expuesto en la demanda implica el cuestionamiento de constitucionalidad del régimen de desagio,
aduciendo su improcedencia por esta vía. Destaca que las resoluciones emanadas del Ministerio de Obras y
Servicios Públicos se fundaron en los decretos 1096/85 y 4269/85. Señala que resulta correcta la aplicación del
decreto 4269/85 dado que los hechos pueden ser alcanzados por el nuevo régimen, no comprometiéndose el
principio de irretroactividad de las leyes. Manifiesta que en la especie se trata de una deuda de dinero, y no de valor
como pretende la actora. El sistema de certificación y pago de la obra ejecutada que prevé la ley 6021 establece que
entre la data de la realización de las tareas y la de su pago ha de transcurrir un lapso no inferior a 45 días, por lo que
las empresas contratistas realizan inversiones anticipadas que luego serán reembolsadas y que son cubiertas por el
rubro “gastos financieros”. Finalmente argumenta que el decreto provincial tuvo por objeto que los efectos de la
reforma monetaria resultaran neutros sin alterar las bases contractuales.

En cuanto a la alegación de la Fiscalía de Estado, el Sr. Juez Laborde dijo que los actos atacados se ajustan a los
decretos 1096/85, 4269/85 y 4723/85 y que el planteo deducido contra ellos esconde en verdad el consentimiento a
la validez constitucional de la norma general que los sustenta.

La alegación de inconstitucionalidad puede ser propuesta en la etapa constitutiva del pleito como lo es en el presente
caso.

El “desagio” que el análisis efectuado en el desarrollo y ejecución del contrato supeditaba la dilucidación del conflicto
a una cuestión de naturaleza probatoria cuya carga le corresponde íntegramente a la parte interesada. Se concluyó
así que tal configuración importa un planteo de ilegitimidad sujeto a los alcances probatorios producidos en cada
caso, pero que autoriza el enjuiciamiento del tema de fondo por la vía del proceso contencioso administrativo.Por lo
tanto, debe rechazarse el reparo formal de la Fiscalía de Estado.

Por otro lado, corresponde apreciar los alcances de las pruebas producidas, atendiendo especialmente a la
practicada por el perito ingeniero oficial. En autos el peritaje no se pronuncia sobre la existencia de un manifiesto
desequilibrio en la ecuación económica financiera del contrato, como tampoco acerca de que la oferta realizada por la
accionante contuviera previsiones inflacionarias. Además, la actora presento prueba documental, informativa pero la
producción de las mismas nada aportan al caso. En consecuencia, debo concluir que las probanzas de autos no
acreditan los extremos ínsitos en la pretensión actora, y resultan insuficientes para crear la convicción requerida por
las reglas de la sana crítica.

La accionante no asumió la carga probatoria que le correspondía como se desprende de las limitaciones de su propio
ofrecimiento pericial. El perito actuó en el marco estricto de los puntos propuestos por la actora los que tal como
fueran formulados resultan insuficientes para demostrar los extremos requeridos para descalificar la aplicación de los
decretos 1096/85 y 4269/85. Por lo tanto, corresponde al actor la acreditación de los hechos que invoca para
fundamentar su acción ya que actúa en un proceso de conocimiento y debe cumplir con la carga probatoria que
impone el onus probando (el quebrantamiento de la ecuación económica del contrato en que funda su pretensión).

Por las razones expuestas, corresponde el rechazo de la demanda (votando así por la negativa), costas por su orden.

Asimismo los jueces Pisano y de Lazzari por los fundamentos del Juez Laborde también votaron por la negativa.

Juez Hitters:
Adhiere a los fundamentos expuestos del Juez Laborde, sin embargo, se refiere a la cuestión de la articulación de la
Fiscalía de Estado por la cual denuncia que la impugnación contenida en el escrito inicial encerraría el planteo de
inconstitucionalidad. A partir de la reforma constitucional de 1994 es fundamental el art. 15 de la Constitución
provincial mediante el cual se asegura la tutela judicial continua y el acceso irrestricto a la justicia (art. 8 del Pacto de
San José de Costa Rica).Además, de que constituye un imperativo para los jueces la primacía de los principios
constitucionales. Por otro lado, el control constitucional debe ser ejercido en un caso en particular.

En consecuencia, no veo obstáculo para que este Tribunal en cuanto al requerimiento relativo a la declaración de
inconstitucionalidad de un precepto legal sea formulado en la primera oportunidad procesal propicia, respetando la
audiencia de la contraria, se extienda al proceso contencioso administrativo.

Por lo tanto, concluyo que en la instancia originaria de la Corte los particulares tienen la opción de acudir con el
planteo constitucional en forma directa y preventiva por la senda de la acción de inconstitucionalidad, o articularlo en
el seno del proceso contencioso administrativo como modo de defensa (arts. 57, 161 inc. 1, primera parte y 215,
Const. prov.).

Por todas las razones expuestas, voto por negativa.El señor Juez doctor Ghione, por los fundamentos del señor Juez
doctor Hitters, votó por la negativa.

RESOLUCION:
Se rechaza la demanda interpuesta. Costas por su orden.

Desaci SA y otros c. Ferrocarriles Argentinos:

Primera y segunda instancia: rechazan la demanda promovida por Desaci y otras firmas con el objeto de que se
condenara a Ferrocarriles Argentinos a abonarles las sumas de dinero que -según alegaron- les debía en concepto
de las variaciones de costos contempladas en el decreto 1618/86.

_1979: Ferrocarriles Argentinos acuerda con empresas japonesas que éstas se harían cargo de la construcción de
instalaciones fijas, equipos, facilidades conexas y obras de vía necesarias para la electrificación de diversos tramos
de los servicios suburbanos de la Línea Roca. También convinieron que aquellas podrían subcontratar con las
empresas demandantes la ejecución de los referidos trabajos, en los aspectos relativos a la provisión de elementos y
mano de obra nacional. Se contempló que el comitente (persona que confiere a otra llamada comisionista el encargo
de realizar, en su nombre y representación, cualquier clase de actos o gestiones) pagaría el precio de los trabajos de
provisión local, montaje y obras de vías a las contratistas o en el caso de cesión de los dchos correspondientes a
dichos trabajos, los subcontratistas allí autorizados.
_1981: se protocolizó el contrato por el que las empresas contratistas cedieron a las firmas demandantes los
derechos que pudieran corresponderles frente a Ferrocarriles Argentinos.

_1986: que, mediante nota, las firmas cesionarias se acogieron al decreto 1618/86, que creó un régimen de
regularización de deudas para el periodo comprendido entre unos meses del ´84 y ´85. Esa nota no fue contestada
por la Administración, por lo que aquéllas, por medio de la nota del ´87, requirieron pronto despacho.

Ante la falta de respuesta por parte de la Administración, las empresas cesionarias -al considerar configurado el
silencio en los términos de los arts. 10 y 30 de la ley 19.549- promovieron demanda con el objeto de que, como se
dijo, se les reconocieran las sumas que Ferrocarriles Argentinos les adeudaba -según expresaron- en virtud del
régimen establecido por el decreto 1618/86. En ese sentido solicitaron que a las deudas vencidas según el decreto
1621/86 se les añadieran los intereses punitorios que él preveía y que la sentencia sustituyera el acta acuerdo
prevista en el decreto 1618/86.

La Cámara sostuvo para confirmar el rechazo de la demanda:


1_de acuerdo con el régimen previsto en el decreto 1618/86, la firma de las denominadas "actas acuerdo" resultaba
indispensable para establecer las diferencias que mediante ese procedimiento se reconocían a favor del contratista;
2_ el decreto resultaba aplicable a las deudas derivadas de la ejecución del contrato;
3_no es procedente atender la pretensión de sustituir la firma de las actas acuerdo por un pronunciamiento judicial,
cometido que sólo podían realizar los órganos a los cuales el Poder Ejecutivo lo había encomendado:
4_ la revisión judicial únicamente podía ser eficaz cuando se ejerciera sobre actuaciones que han transitado
plenamente los pasos establecidos administrativamente;
5_las firmas demandadas tenían a su alcance otros medios judiciales distintos al que intentaron en el sub lite:
6_ resultaba un contrasentido ordenar a la Administración que aplicara los mecanismos del decreto mencionado, "sin
riesgo de desvirtuar todo un sistema creado para hacer frente a una situación en un tiempo determinado y con una
partida específica en la que debía tenerse en cuenta a todos los peticionantes involucrados".

Recurrentes sostienen: : a) el reconocimiento de la deuda no era corolario de una operación en conjunto con todos
los contratistas que se habían adherido voluntariamente al régimen del decreto 1618/86 ,puesto que existía la
posibilidad de que el monto total reclamado excediera el tope contemplado en su art. 5°, supuesto en el que debía ser
prorrateado hasta alcanzar dicho tope;
b) una vez que los contratistas se acogían al régimen del decreto -que, según afirman, constituía una opción
unilateral de ellas y no bilateral-, la Administración se hallaba obligada a reconocer las diferencias reclamadas y a
firmar el acta de acuerdo pertinente, por lo que ante el incumplimiento del organismo estatal requerido aquéllas
quedaban facultadas para reclamar un pronunciamiento judicial destinado a lograr la aplicación del decreto 1618/86,
ya que el acogimiento debía ser acompañado por la renuncia a iniciar la acción de daños y perjuicios;
c) lo afirmado por la cámara en el sentido de que tenían otras vías judiciales para intentar el cobro de sus créditos se
aparta de lo que dispone la ley 19.549, que contempla la alternativa del silencio o del amparo por mora;
d) para el caso de que se confirme la sentencia apelada, las costas deberán ser distribuidas en el orden causado.

Contexto: la situación económica del país experimentaba un proceso de agravamiento agudizado en los últimos
meses de 1984 y los primeros de 1985, caracterizado por altas tasas de inflación y de intereses; que el gobierno
"sobrellevaba una profunda crisis financiera y presupuestaria, que provocó una generalizada y aguda dificultad para
atender las obligaciones dinerarias con contratistas de obras públicas"; que gran cantidad de contratistas resultaron
perjudicados por el alto costo financiero que era necesario afrontar en aquella época; que la paralización de las
diversas obras fue evitada en no pocos casos a costa de sacrificios y costos adicionales no previstos en los
contratos; y que el Estado Nacional y las empresas estatales que se hallaban en esa situación estaban expuestos a
ser demandados judicialmente por esos motivos.

Los argumentos propuestos por las recurrentes no logran desvirtuar la conclusión a la que llegó la cámara. Es
pertinente, en primer lugar, poner de resalto que acerca de la importancia del acta de acuerdo con la que concluía el
trámite previsto en el decreto 1618/86. el propio art. 4° -segunda parte- del decreto contemplaba expresamente que el
"comitente y el contratista establecerán, mediante un Acta de Acuerdo, el monto total a reconocer". No es razonable,
pues, restarle al acta de acuerdo la relevancia que la propia redacción del texto claramente le concedió, en tanto
constituía un paso insoslayable en el trámite previsto en el decreto, tendiente, precisamente, a establecer los montos
a reconocer por la Administración. Por virtud de estos mismos argumentos debe desecharse, también, el alegado
carácter "meramente instrumental" de dicha acta.
Que era indispensable que las demandantes procurasen obtener la firma del acta de acuerdo por parte de
Ferrocarriles Argentinos en sede administrativa, ya que, como bien se señaló en la sentencia apelada, los jueces de
la causa no pueden sustituir a la Administración en la función que "sólo podían realizar los órganos a los cuales el
Poder Ejecutivo encomendó dicho cometido”. Las empresas tenían a su alcance los mecanismos que el
ordenamiento jurídico les proporcionaba. En efecto, contaban con la acción de amparo por mora del art. 28 de la ley
19.549 para obtener un pronunciamiento expreso de Ferrocarriles Argentinos, que, eventualmente, explicara si se
cumplían las condiciones exigidas por el régimen para su acogimiento por las interesadas, de manera que la cuestión
pudiera ser sometida, con todos los elementos de juicio necesarios, al posterior control judicial.
Si las interesadas pretendían acceder al resarcimiento de los daños financieros provocados por la mora en el pago de
las deudas originadas en contratos de obra pública, sin intentar obtener la firma del acta de acuerdo, podrían haber
promovido demanda de daños y perjuicios por incumplimiento contractual, habida cuenta de que ellas mismas
otorgaron al silencio administrativo efectos denegatorios de la solicitud de acogimiento al régimen del decreto
1618/86. Las recurrentes no rebaten suficientemente la afirmación de la cámara según la cual resulta un
contrasentido "ordenar a esta altura a la Administración que proceda a aplicar los mecanismos del decreto
mencionado. Ello es materialmente imposible de realizar sin riesgo de desvirtuar todo un sistema creado para hacer
frente a una situación en un tiempo determinado y con una partida específica, en la que debía tenerse en cuenta a
todos los peticionantes involucrados". En efecto, hacen hincapié en que no se trataba de una operación de conjunto y
que, en todo caso, el contrasentido está dado por el rechazo de la demanda; pero no refutan fundadamente dicho
argumento.

Resuelve: confirmar la sentencia apelada. Con costas

UNIDAD 9

Fallo Reynot Blanco c/ Santiago del Estero

La actora demanda a la provincia de Santiago del Estero en concepto de daños y perjuicios, debido a que el actor
había adquirido un terreno y el Registro de la propiedad del inmueble de la provincia había realizado una doble
inscripción del campo, es decir se había inscripto dicho terreno a nombre de dos personas distintas.

Doctrina: La Corte manifiesta en el considerando sexto que la pretensión indemnizatoria sustentada en la


responsabilidad extracontractual del Estado por actividad ilícita tiene como presupuestos ineludibles para su
procedencia:

1. ejecución irregular del servicio,


2. la existencia de un daño cierto
3. la relación de causalidad directa entre la conducta de la provincia y el daño cuya reparación se persigue.

Con respecto al primero de los recaudos, este Tribunal ha expresado que quien contrae la obligación de prestar un
servicio lo debe realizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha sido establecido y debe afrontar
las consecuencias de su incumplimiento o ejecución irregular (encuentra en fundamento en el Art.1112 Cciv). La
responsabilidad es objetiva, basta con el incumplimiento del Estado, no hay que probar dolo o culpa. Y por el 1113 la
responsabilidad es directa, en todos los casos la responsabilidad del Estado es directa, pero la doctrina (Barra,
Gordillo) coincide que la excepción es en los casos de responsabilidad de los hechos de los entes descentralizados,
en estos casos es indirecta (se limita la resp al presupuesto designado). Aclaración: La responsabilidad del E en
actividad ilícita es Extracontractual, objetivo y directa.

“El Jacarandá SA c/ Estado Nacional s/ juicios de conocimiento”

Primer Instancia: hace lugar a la demanda de nulidad del acto administrativo y resarcimiento de daños y perjuicios

Segunda Instancia: la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, hizo lugar a la
apelación del Estado Nacional, revocó la sentencia dictada en primera instancia y distribuyo las costas del juicio en el
orden causado

Hechos:
_1982, el Comité Federal de Radiodifusión dispuso el llamado a concurso público para la explotación, entre otras, de
la estación de radiodifusión sonora Radio General Urquiza, de Paraná , Pcia de Entre Ríos.

_1983, se adjudicó a El Jacarandá SA la licencia para la prestación de dicho servicio por el término de 15 años.
Luego la adjudicataria concretó su constitución definitiva, solicitó la entrega de la posesión de la emisora y optó,
como forma de pago por la alternativa que permitía un pago en efectivo del 10% y el resto en 12 cuotas semestrales.
Sin embargo, la entrega no se concretó y surgieron diversas vicisitudes en la relación entre las partes, entre ellas, la
denuncia ante la Fiscalía de Investigaciones Administrativas a raíz de la posible existencia de vicios insanables en la
validez del trámite del concurso, lo cual motivó el dictamen del Procurador del Tesoro de la Nación del ´88.

El Jacarandá SA promovió amparo por mora de la administración, y obtuvo resolución favorable en primera y
segunda instancia, que comportó la condena de la Secretaria de Información Publica a establecer la fecha de
entrega de la emisora al adjudicatario. Este pronunciamiento quedo firme y sin embargo no fue cumplido por la
administración.

_1994, el PEN dictó el decreto 899/94, por el cual dejó sin efecto la adjudicación a El Jacarandá SA de la explotación
de la frecuencia correspondiente

_1996, por el decreto 442, el PEN rechazó el recurso de reconsideración interpuesto contra el decreto 899/94 y
dispuso la remisión de las actuaciones a la Secretaria de Medios de Comunicación de la Presidencia de la Nación
para la determinación del resarcimiento por daño emergente que correspondería a la empresa El Jacarandá SA
conforme lo previsto en el art 18 de la Ley 19549

La cámara a quo revocó el fallo de la primera instancia en cuanto había considerado ilegitimo el decreto 899/94- y su
confirmatorio 442/96- y había ordenado la entrega de la emisora a la adjudicataria. Para así resolver, estimó que el
PE, como jefe de la administración nacional, gozaba de las facultades previstas en la ley 22285 y en el art 18 de la
LPAN y que en consecuencia podía revocar la adjudicación de la licencia otorgada por razones de oportunidad,
mérito o conveniencia, indemnizando los perjuicios que causare a los administrados.

Desestimó los planteos de la actora basados en la ilegitimidad de los actos administrativos impugnados, y con
sustento en las circunstancias fácticas de la especie- esencialmente la movilización de las fuerzas comunitarias,
representantes gremiales, gobernador y legisladores, en oposición a la adjudicación dispuesta como resultado de un
concurso realizado a fines de 1983-, la cámara llegó a la conclusión de que la revocación de la adjudicación no era
un acto irrazonable sino que, por el contrario, se hallaba justificado por razones políticas de interés gral, exentas del
control de los magistrados. En cuanto a la indemnización debida, la cámara estimó procedente el resarcimiento de
daño emergente, con exclusión del lucro cesante, con fundamento en la doctrina de la Corte. No obstante esta
conclusión, el tribunal a quo rechazó la pretensión de la actora por cuanto El Jacarandá SA no había demostrado los
gastos afrontados para la adjudicación y efectiva recepción de la emisora, ni los gastos de constitución de la sociedad
o de presentación en el proceso de licitación u otros que revistieran el carácter de daño emergente, directamente
derivado de la revocación del acto administrativo.

Agravios de la actora:
a) la cámara ignoro las circunstancias fácticas que precedieron al dictado del decreto 899/4, en especial las
denuncias por irregularidades que habrían existido en el proceso de licitación, que nunca fueron demostradas y que
justifican el vicio de falsa causa; por lo demás las razones de interés público y las fundadas en la disconformidad de
la comunidad no fueron mencionadas en el decreto y su ponderación por la cámara violenta el principio de
congruencia
b) la ilegitimidad se configuro, por la demora en dar cumplimiento a una sentencia judicial firme
c) aun cuando se aceptara que el marco jurídico aplicable está dado por el art 18 de LNPA , es erróneo excluir el
resarcimiento del daño por lucro cesante, prescindiendo de la doctrina establecida por la Corte.

A y B infundados, repite los argumentos dados desde la promoción de la demanda. No debatió el


razonamiento de la cámara mediante critica concreta y razonable

Considerando 7: las distintas circunstancias enunciados en los considerandos del decreto que dejan sin efecto la
adjudicación a El Jacarandá (899/94) generaron una oposición cierta en las fuerzas vivas de la comunidad y ese
malestar público constituyo el presupuesto fáctico que dio sustento a la decisión de revocación de la adjudicación
Un cuadro de opinion adversa a la entrega de la licencia adjudicada en los últimos meses del periodo militar justifico
el ejercicio por parte de la administración de sus facultades de revocación de los actos supuestamente regulares. Es
cierto que la administración, no profundizo el examen de las supuestas irregularidades, pero esta circunstancia no la
priva del ejercicio de las facultades contempladas en el art 18 de LNPA, que se fundan autónomamente en un cuadro
manifiesto de oposición social.

El Jacarandá impugna el fallo por haber prescindido de la doctrina establecido en un anterior precedente, en cuanto a
la admisión del rubro “lucro cesante” en la composición de la indemnización debida por el Estado.
Cuando la actividad lícita de la autoridad administrativa, aunque inspirada en propósitos de interés colectivo, se
constituye en causa eficiente de un perjuicio para los particulares- cuyo derecho se sacrifica por aquel interés gral-,
esos daños deben ser atendidos en el campo de la responsabilidad del Estado por su obrar licito.
La Corte ha dicho que los jueces deben actual con suma prudencia cuando se trata de resarcir daños causados por
actos administrativos dispuestos por razones de interés gral, verificando si tales daños efectivamente se han
producido y son una consecuencia directa e inmediata del obrar del Estado. Es necesario acreditar la existencia de
una relación directa, inmediata y exclusiva, de causa a efecto, entre la conducta impugnada y el perjuicio cuya
reparación se persigue.

La extensión del resarcimiento debe atender a las características particulares de cada situación. NO hay, como
principio, fundamento para limitarlo al daño emergente con exclusión del lucro cesante, esto es, de las ventajas
económicas esperadas de acuerdo a probabilidades objetivas estrictamente comprobadas. Corresponde analizar la
concreta prueba producida en la causa. La actora no produjo prueba respecto de gastos afrontados con motivo de su
presentación en el proceso de licitación, ni adujo realización de gastos o inversiones para dar comienzo a la
explotación de la emisora, ni invoco lesión a su patrimonio directamente provocado por la demora en la toma de
posesión. Según la forma de pago elegida se comprometía a abonar, en efectivo y a la entrega de la emisora, un
10% del precio y el resto en cuotas semestrales. En los hechos no realizo desembolso alguno en concepto de precio
y si bien debió constituir una garantía de cumplimiento, satisfizo este requisito mediante póliza de seguro de caución,
y no abono la prima correspondiente.
La producción de la prueba pericial contable se centró en un cálculo abstracto de las utilidades que hubieran debido
corresponder a quien explotara la emisora de 1993 a 1994, no existe adecuación del dictamen a las concretas
circunstancias económicas del país durante los años que interesan. Tampoco se consideran las inversiones que la
adjudicataria hubiera debido realizar antes de poner en marcha la explotación, en atención a la insuficiencia técnica
comprobada de las instalaciones.
La realidad es que El Jacarandá SA nunca explotó la licencia, nunca realizo las inversiones imprescindibles para
obtener alguna ganancia de la explotación y es una mera conjetura suponer que hubiera obtenido de ganancia. La
parte acora se ha limitado a impugnar la exclusión del rubro “lucro cesante” sin prestar un solo desarrollo sobre los
concretos daños que no le habían sido reconocidos en la segunda instancia. En suma, no se ha probado en este
litigio una concreta privación a la actora de ventajas esperadas de acuerdo a probabilidades objetivas, lo cual impide
revertir la decisión de la Cámara sobre el punto.

RESUELVE: se declara parcialmente desierto el recurso ordinario de la parte actora en los términos del considerando
7°, y se confirma la sentencia en lo restante que ha sido materia de agravio. Con costas a la vencida

Según su voto: Nolasco


La Corte ha manifestado en reiteradas oportunidades que cuando la actividad licita de la autoridad administrativa,
aunque inspirada en propósitos de interés colectivo, se constituye en causa eficiente de un perjuicio para los
particulares- cuyo dcho se sacrifica por aquel interés gral-, esos daños deben ser atendido en el campo de la
responsabilidad por su obrar lícito.
Ante la ausencia de una solución normativa singularizada para este tipo de responsabilidad estatal, es adecuado
recurrir a los principios de leyes análogas.
Que el examen de las normas que fijan pautas indemnizatorias y que guardan mayor analogía con la situación
discutida en autos, conduce a encontrar la solución en la ley Nacional de Expropiación, es decir, en la norma legal
típica que autoriza las intromisiones del Estado en al propiedad de los administrados, casa vez que el interés público
las exija; pues sin esas intromisiones el Estado no es capaz de cumplir sus funciones.
El art 0 de dicha norma se establece: “la indemnización sólo comprenderá el valor objetico del bien y los daños que
sean una consecuencia directa e inmediata de la expropiación. No se tomarán en cuenta las circunstancias de
carácter personal, valores afectivos, ganancias hipotéticas, ni el mayor que pueda conferir al bien la obra a
ejecutarse. NO SE PAGARÁ EL LUCRO CESANTE. Integraran la indemnización el importe que correspondiese por
depreciación de la moneda y el de los respectivos intereses.”
Asimismo, el criterio de la exclusión del lucro cesante también ha sido receptado en un vasto conjunto de normas de
dcho público.
Por aplicación del criterio expuesto, la indemnización en caso como el presente debe ceñirse, en principio, al daño
emergente.
Admitida la facultad de la administración de limitar el derecho de los particulares fundándose en propósitos de bien
común, es razonable que las consecuencias de su ejercicio sean similares a las que se producen cuando dicha
limitación se origina en una ley. No se advierte una diferencia sustancia entre una actividad licia del Estado basada
en ley y una basada en normas de inferior jerarquía, en un todo de acuerdo con la relación de que se trate.
Lo que caracteriza a todos los supuestos de limitación de la propiedad por razones de interés público (sea por
decisión del Congreso o de la administración) es la ausencia de antijuridicidad

LONDON SUPPLY C/ ESTADO NACIONAL S/ DAÑOS Y PERJUICIOS

HECHOS La actora promovió demanda para obtener una indemnización de los daños por la actuación irregular del
magistrado del juzgado 2 penal económico, durante la instrucción se realizaron allanamientos de mercaderías.

NORMATIVA CUESTIONADA

AGRAVIOS

La actora debido al secuestro de mercaderías, restituido bajo seguro de caución, había sido perjudicada en sus
intereses. Las ventas se hacían fuera de territorio aduanero, el magistrado hizo caso omiso de lo expresado por el
secretario de dirección nacional de aduanas. Y la cámara decreto sobreseimiento por inexistencia de un ilícito.

La decisión de investigar es producto de la interpretación sobre la normativa realizada en el marco de las facultades
que posee un magistrado a cargo de la investigación. La actora no dejo de ejercer en momento alguna la actividad
comercial, la sentencia recurrida constituye enriquecimiento sin causa. Hay contradicción, no está acreditado el nexo
causal, pero hace lugar a indemnización por lo dejado de ganar en un ejercicio.

SEGUNDA INSTANCIA Hace lugar en lo principal, redujo a indemnización.

Según el sobreseimiento dictado por cámara no existía delito de contrabando, el juez había ordenado medidas
infundadas. No se acredito nexo causal entre el funcionamiento de la administración de justicia y el daño, y existió
error judicial, no pudo determinar con exactitud cuántos días dejo de explotar los locales, no probos obstáculos a las
ventas, no es posible determinar que la investigación haya sido causa exclusiva de la rescisión de contratos en virtud
de los locales que explotaba la actora.

CORTE Rechaza la demanda

Queda firme la conclusión respecto a la falta de nexo causal, entre el error judicial y los daños reclamados. No se
desprende que la serie de medidas haya sido una causa efectiva los perjuicios cuya indemnización se reclamó. En
cuanto a la indemnización que ha sido otorgada en 2 da instancia es contradictoria porque no hay nexo causal. A la
parte actora le incumbía la carga de probar de modo indiciario que obstáculos concretos representaron las medidas
decretadas durante la instrucción para las ventas. Y no afirma que haya sido causa exclusiva por la cual los
propietarios rescinden el contrato de concesión. No acredito la relación causal entre daños y la conducta imputada al
estado Nacional.

Gatica, Susana Mercedes c/ Buenos Aires, Provincia de s/ daños y perjuicios

Hechos: muerte de Nicolás Ignacio Sansalone, de 20 años de edad, que cumplía una condena en la unidad
Penitencial de la pcia de Bs. As.
Se había producido en abril del 2003 un problema entro los internos, por motivos desconocidos, que concluyó
provocando graves heridas de arma blanca al hijo de la actora, lo que tiempo después ocasionó la demanda contra la
pcia de Bs. As por la suma de $516.000 más sus intereses en concepto de daños y perjuicios derivados de la muerte
de su hijo.

Sin aventurar, conclusiones ni atribuir culpas al respecto de la generación de los acontecimientos, el Estado pcial es
responsable por la seguridad de las personas represivas, responsabilidad que extiende a la desatención médica y
abandono de persona posterior a las lesiones sufridas en la dependencia penitenciaria. Destaca que la
responsabilidad es doble, por hacer posible que ocurra una pelea a puñaladas y por no haber prestado la atención
médica adecuada, en hospitales dependientes de aquél; en tanto considera que no resulta necesario discurrir acerca
del modo en que se originaron los hechos, pues lo concreto es que “ningún interno debió estar en posesión de arma
blanca ni de ningún otro tipo de instrumenta que permita ser usado como tal”.
La pcia contesta realizando una negativa de carácter gral respecto a lo expresado en la demanda y afirma la
inexistencia de una falta de servicio o de una prestación irregular del mismo, por parte de la dependencia
penitenciaria. A todo evento, sostiene que “de haber existido alguna omisión antijurídica, esta no guarda relación
adecuada de causalidad con el daño”. Destaca que no se encuentran acreditados, en autos, los extremos que hacen
a la mala praxis alegada por la actora, pues los heridos fueron atendidos adecuadamente de acuerdo a la patología
que presentaba. Dice asimismo que se trataba de un paciente de alto riesgo, que recibió los cuidados requeridos, y
que la muerte fue el resultado de complicaciones post-quirúrgicas.
La intervención de los funcionarios dependientes del Servicio Penitenciario fue diligente y de acuerdo a las reglas que
rigen su proceder. La rapidez de los hechos, según expone, determinó la imposibilidad de impedir la producción de
los daños, aun cuando los oficiales de guardia intervinieron con celeridad adecuando su proceder a la normativa
vigente.
Invoca que la víctima “provocó la riña y que tuvo una participación activa en la misma utilizando una faca para herir al
otro interno” y, en consecuencia, tuvo entidad suficiente para cortar el nexo causa. Por esto último cuestiona el
reclamo pecuniario desconociendo los rubros reclamados e impugnándolos por excesivamente elevados. -

La actora sustentó su reclamo en sendos factores de atribución:


1) en el incumplimiento de los deberes de seguridad respecto de las personas que se encuentran privadas de la
libertad, en razón de hallarse cumpliendo una condena impuesta por la justicia; y a su vez,
2) en la falta de la debida atención médica de acuerdo al deficiente estado de salud que presentaba el interno

Las heridas ocasionadas en la reyerta acaecida en la Unidad Penitenciaria guardan un nexo etiológico material con la
muerte, producida poco tiempo después de los citados informes periciales.
La seguridad, como deber primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos de los ciudadanos frente a la
delincuencia sino también, como se desprende del citado art 18 CN, los propios de los penados, cuya readaptación
social se constituye en un objetivo superior del sistema

Cuestión a resolver: si en sub judice se ha demostrado que el Estado Provincial ha incurrido en negligencia o
incumplimiento irregular de su función en la realización de las obligaciones que le habían sido impuestas.

La demandada tiene a su cargo, el deber de garantizar la seguridad de los internos. El servicio penitenciario tiene la
obligación de evitar que los internos tengan a su alcance elementos de evidente peligrosidad, tales como los
secuestrados en este caso, susceptibles de producir daños en la salud física de aquéllos y de terceros.
Con respecto a la ejecución irregular del servicio, como uno de los presupuestos ineludibles para la procedencia de la
responsabilidad del Estado por su actividad ilícita, la Corte ha expresado que quien contrae la obligación de prestar
un servicio lo debe realizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha sido establecido y debe
afrontar las consecuencias de su incumplimiento o ejecución irregular.
Resulta comprometida la responsabilidad de la pcia de Bs. As. Pues en la causa se acredito que el servicio
penitenciario pcial incumplió con sus deberes primarios, lo que constituye una irregular prestación del servicio a cargo
de la autoridad penitenciaria. Más allá de las dudas que atienden a la celeridad con la que actuó el personal de la
penitenciaria. Lo cierto es que varios internos tenían a su alcance elementos punzantes, susceptibles de ser
utilizados con peligro evidente para la integridad física. Aun admitida la participación de la víctima en el hecho- se
trataba de una eventualidad hubiera cumpliendo adecuadamente sus funciones.
No resulta dable la determinación de responsabilidades alguna originada en una falta de asistencia a la salud del
interno o que la actividad se hubiera desarrollado en condiciones inadecuadas para cumplir regularmente con el
servicio hospitalario pertinente, en consecuencia, dado que la actora no ha aportado pruebas que demuestre la
mediación de las faltas que invoca en relación al servicio asistencias, no corresponde atribuir responsabilidad alguna
al Estado sobre la base de este argumento.
La actora no ha aportado ningún elemento de prueba que permita concluir que era destinataria de parte de los bienes
que su hijo fallecido producía, razón por la cual no puede ser admitida la reparación del daño material, máxime
cuando tampoco se ha acreditado que en orden a las particularidades condiciones socio económicas de la flia.
Existiese una probabilidad de asistencia a su progenitora una vez obtenida la libertad, aspecto sobre el cual nada
aportan las limitadas declaraciones.
En consecuencia, cabe concluir que la desaparición de Sansalone no le ha ocasionado a su madre un perjuicio
patrimonial que torne procedente el resarcimiento pretendido. Lo que se llama elípticamente la valoración de una vida
humana no es otra cosa que la medición de la cuantía del perjuicio que sufren aquellos que eran destinatarios de
todos o parte de los bienes económicos que el extinto producía, desde el instante en que esta fuente de ingresos se
extingue.

En cambio, corresponde admitir la indemnización por daño moral, pues la lesión a los sentimientos afectivos que lo
justifican se intensifica en el presente caso si se repara en la entidad y duración de los padecimientos que
procedieron a la muerte de Sansalone, cuando se encontraba confiado al servicio de custodia del sistema
penitenciario, y a la dolorosa repercusión que importa la pérdida de un hijo, la mayor causa de afición espiritual

Resuelve: hacer lugar a la demandad de la actora contra la pcia de Bs. As. condenándola a pagar dentro del plazo
de 300 días la suma de $70000. Los intereses se calcularán desde el 7 de octubre del 2003 hasta el efectivo pago.
Costas a cargo de la pcia.

Según su voto: Zaffaroni


Si el Estado no puede garantizar la vida de los internos ni evitar que éstos, recurrentemente, se munan de elementos
susceptibles de producir daños de carácter irreparable, de nada sirven las políticas preventivas del delito ni menos
aun las que persiguen la reinserción social de los detenidos. Además, indican una degradación funcional de sus
obligaciones primarias que se constituyen ene le camino mas seguro para su desintegración y para la malversación
de los valores institucionales que dan soporte a una sociedad justa. La idea objetiva de la falta de servicio encuentra
fundamento en la aplicación por vía subsidiaria del art 1112 del CC que establece un régimen de responsabilidades
por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de
una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas.
Que ello pone en juego la responsabilidad extracontractual del Estado en el ámbito del dcho público que no requiere,
como fundamento de dcho positivo, recurrir al art 1113 del CC. En efecto, no se trata de una responsabilidad indirecta
la que en el caso se compromete, toda vez que la actividad de los órganos of uncionario del Estado realiza para el
desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que depende, ha de ser considerada propia de éstas, que
deben responder de modo principal y directo por sus consecuencias dañosas.
No resulta dable la determinación de responsabilidad alguna originada en una falta de asistencia a la salud del
interno o que la actividad se hubiese desarrollado en condiciones inadecuadas para cumplir regularmente con el
servicio hospitalario pertinente, en consonancia con los padecimientos que presentaba aquél. Siendo que la actora no
ha aportado prueba, no corresponde atribuir responsabilidad alguna al Estado con fundamento en este tópico.
La actora no ha aportado ningún elemento de prueba que permita concluir que era destinataria de parte de los bienes
que su hijo fallecido producía, razón por la cual no puede ser admitida la reparación del daño material cuando
tampoco ha sido acreditado que en orden a las particulares condiciones socio económicas de la flia. Existiese una
probabilidad de asistencia a su progenitora una vez obtenida la liberta, aspecto sobre el cual nada aportan las
limitadas declaraciones.
Corresponde admitir la indemnización por daño moral, en razón de la interpretación amplia de CC, pues la lesión a
los sentimientos afectivos que lo justifican se intensifican en el presente caso si se repara en la entidad, y duración de
los padecimientos que precedieron a la muerte de Sansalone, cuando se encontraba confinado al servicio de
custodia de asistencia penitenciaria, y la dolorosa repercusión que importa la pérdida de un hijo, la mayor causa de
aflicción espiritual.

También podría gustarte