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Etiqueta Negra Revista Nro 93

Este documento contiene la información de contacto de la revista Etiqueta Negra, incluyendo los nombres y correos electrónicos de los editores, directores, personal de publicidad, marketing, prensa y relaciones públicas, suscripciones, distribución, diseño y más. También incluye una carta de la editora adjunta Lizzy Cantú sobre el creciente protagonismo del pulgar en la era digital y cómo pronto se atribuirán los éxitos y fracasos al uso del pulgar en los teléfonos inteligentes y pantallas tá
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
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Etiqueta Negra Revista Nro 93

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06 créditos

93
AÑO 9 - FEBRERO 2011

DIRECTOR FUNDADOR DIRECTOR GERENTE


Julio Villanueva Chang Huberth Jara
[email protected] [email protected]

EDITORA ADJUNTA DIRECTOR COMERCIAL


Elda L. Cantú Gerson Jara
[email protected] [email protected]

SUBEDITOR GERENTE DE ADMINISTRACIÓN


Piero Che Piu Palao Javier Luna
[email protected] [email protected]

EDITORES ASOCIADOS PUBLICIDAD


Estados Unidos / Daniel Alarcón Henry Jara / Gerente de ventas
[email protected] [email protected]

Madrid / Diego Salazar Sandra Gonzales / Ejecutiva de cuentas


[email protected] [email protected]

Barcelona / Leonardo Faccio Andrés Grieve / Ejecutivo de cuentas


[email protected] [email protected]

EDITOR WEB Nita Peredo / Coordinadora


Diego Fonseca [email protected]
[email protected]
MÁRKETING
COMITÉ CONSULTIVO Fritz Chávez
Jon Lee Anderson [email protected]
Juan Villoro
Natalia Tafur
EDITORA DE PROYECTOS [email protected]
Anna Cartagena
[email protected]
PRENSA Y RR.PP
FOTOGRAFÍA Laura Cáceres
Alexis Huaccho
[email protected] SUSCRIPCIONES
[email protected]
VERIFICADOR DE DATOS
José Carlos de la Puente DISTRIBUCIÓN Y PUNTOS DE VENTA
Perú / Distribuidora Bolivariana
DISEÑO Santiago de Chile / Metales Pesados, Qué Leo
Mario Segovia Guzmán
www.tallerink.tk Nueva York / McNally Jackson Books

ARTE FINAL PREPRENSA E IMPRESIÓN


Sergio Albán Sanchez Iso Print
Héctor Huamán (+511) 441-3693 / 440-1404 / 998-441268
Marcas & Patentes
CORRECTOR 332-2211 / 431-5698
José de la Cruz
ETIQUETA NEGRA
CORRESPONSALES
Barcelona / Gabriela Wiener www.etiquetanegra.com.pe
Ciudad de México / Carlos Paredes Es una publicación mensual de
Los Ángeles / Marco Rivera Pool Editores S.A.C.
2 0 1 1

Washington D.C./ Wibert Torre Av. Los Conquistadores 396 Of. 305.
San Isidro. Lima 27, Perú.
REDACCIÓN Telefax (+511) 440-1404 / 4413639
F E B E R O

[email protected] Hecho el depósito legal 2002-2502


etiqueta negra

Hecho en el Perú
Etiqueta Negra no se responsabiliza por el contenido de los textos,
que son de entera responsabilidad de sus autores.
08 carta

El pulgar es el nuevo índice

L
o s teléfonos celulares no inventaron el pulgar, pero hoy el dedo gordo
controla el mundo desde el teclado de una Blackberry. ¿Hay algo más
inútil que una mano sin pulgar? Sin ellos no podemos abrir una puerta,
tomar un café ni contar hasta cinco. En la calle, mientras el dedo medio
insulta y el índice contrata un taxi, el gordo es el único que puede conseguir un viaje
gratis. En la geopolítica de la mano, el pulgar tiene carácter separatista: es el único
que se opone yema a yema con el resto de los dígitos. Newton dijo que el diseño
prodigioso del pulgar era prueba irrefutable de que Dios existe. Sólo gracias al dedo
gordo tenemos la precisión manual que nos distingue de los simios.
Dicen los quirománticos que al presionar el pulgar se activan el intelecto y la
creatividad pues en él residen el razonamiento lógico y el poder de la conciencia. En
Japón se venden millones de keitai shosetsu, esas novelas escritas con los pulgares en
el teléfono celular. Pronto publicaremos obras completas hechas con el dedo gordo.
La agilidad del pulgar es un síntoma de juventud. Ayer los pulgares se quedaban
dormidos sobre la barra espaciadora en las duras lecciones de mecanografía; hoy
están siempre despiertos y al acecho sobre los teclados del teléfono celular. ¿Dónde
estarán los pulgares pasado mañana? Su protagonismo es el augurio de una nueva era.
Cada vez miramos menos a los ojos y atendemos más las palabras que aparecen
bajo el dedo gordo. Pronto atribuiremos todos nuestros éxitos y fracasos al tino de los
pulgares al teclear. Hace millones de años su independencia del resto de los dedos de
la mano nos ganó un peldaño en la escalera darwiniana. Hoy basta un pulgar certero
para seducir a tu hombre y contentar a tu jefe desde el teclado de una pantalla de
bolsillo. Mick Jagger lo anunciaba con los Rolling Stones en el himno Under my thumb:
la chica que te hace sufrir se convierte en tu mascota cuando la tienes bajo el pulgar.
En el futuro, quien no lo sepa usar, será un verdadero simio.
Lizzy Cantú
[email protected]
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10 cómplices

LARISSA MACFARQUHAR
Estados Unidos. Periodista. Escribe para The New Yorker desde 1998. Prepara un libro sobre altruismo
extremo. Vive en Brooklyn.

«No estoy tan interesada en mi cuerpo como tal. Para mí es una herramienta del placer y un vehículo
para la vida. Mientras continúe funcionando, no pienso en él».

MARICARMEN SIERRA LARIS


México. Especialista en negocios internacionales y maestra de Ashtanga yoga. Colabora con redes de
emprendedores sociales y negocios sustentables.

« Veo en los cuerpos las historias de las personas. El lenguaje corporal dice de las peleas con la
intimidad, los traumas de la infancia y la proyección de un ego pudoroso o extrovertido. Una modelo que
camina con la espalda baja arqueada y el pecho frondoso, sólo me deja entrever su necesidad de atención
y una carencia empática durante su infancia. La compadezco: no sabe que además se está ganando una
hernia lumbar».

SARAH WILDMAN
Periodista. Estados Unidos. Escribe para el New York Times y Slate, entre otros. Ganó en el 2010 el
Premio de Periodismo Peter R. Weitz por la excelencia de su trabajo. Vive entre Europa y Estados
Unidos.

«Siempre he sido atlética, física, activa. Pero nada de mi cuerpo me ha impresionado tanto como mi
capacidad de cosechar otro. El embarazo es el deporte más extremo».

DIEGO FONSECA
Argentina. Periodista y escritor. Trabaja en un libro de crónicas sobre los latinos en Estados Unidos y
prepara otro de ensayo sobre el narcotráfico en México. Vive en Washington, DC.

«Estoy en una etapa de mi vida donde podría comenzar a documentar la progresiva decadencia de mi
cuerpo en contraste al mantenimiento de la lucidez de mi cerebro. Eso me ha llevado a entender por qué
en Futurama sólo han quedado las cabezas de Nixon o Leonard Nimoy. Lo desesperanzador es que no
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creo que la mía me sobreviva» .


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MÓNICA BELEVAN
Perú. Escritora y filósofa de cuerpo chiquito (infierno grande). Metro cincuenta y seis de altura,
cuarenta y un kilos de peso; salud: discutible. Vive en Lima.

«A mi cuerpo voy a embarcarlo en varias especies de féretro, en la esperanza de todavía no encontrar el


que le calce mejor. La idea de que viajar –en el vehículo que fuera– es un flirteo con la desintegración
nunca me deja. Supongo que por eso viajo mucho».

MARCELA TURATI
México. Periodista. Es becaria de la Fundación Prensa y Democracia de México. Fue dos veces finalista
del Premio de periodismo Cemex – FNPI. Acaba de publicar el libro Fuego Cruzado, sobre las víctimas
del narcotráfico en México.

«El cuerpo del carnaval de Río es un cuerpo sin cerraduras, de playa infinita, de danza libertina, que se
desnuda y se deja abrazar y aplastar por todos. Lo certifiqué en el apretujadero del bloco callejero, ese
desfile sambado de barrio donde, si más te aprietas a los demás cuerpos, mayor es la diversión».

ANGELO NECIOSUP MILLONES


Perú. Ilustrador. Trabaja como diseñador gráfico en Ícono Comunicadores.

«Mi alma se alza en himno de protesta, detesta la propuesta, ser humano apesta, prefiero ser una voz,
una mente a ser solamente un cuerpo presente (McFakir)».

HÉCTOR FALCÓN
México. Artista Plástico. Colabora con la sección cultural del diario Reforma. Sus trabajos han sido
expuestos en el museo Guggenheim en Nueva York. En sus últimos proyectos Estados Alterados y
Registros Vitales ha experimentado con su cuerpo.

«Nuestros cuerpos son la proyección del pensamiento».


un rebelde
en silla de ruedas
Un día Paul Pflucker se lanzó un clavado en la playa
y perdió el movimiento y la sensibilidad de su cuerpo.
Hoy, casi un cuarto de siglo después,
es un hombre con cinco mil amigos en Facebook
que postula al Congreso de la República.
¿Qué hay de sexy en un tetrapléjico?

un perfil de Piero Che Piu


fotografías de Alexis Huaccho
16 cabezas

na tarde de verano de 2011, Paul Pflucker iba en su silla de ruedas a contra-


vía del tráfico de la avenida Caminos del Inca. Los automóviles desviaban su
dirección para evitar atropellarlo y él avanzaba resuelto en su OutdoorPower-
chair, que emitía un sonido robótico. Durante el trayecto, Pflucker no aminoró
su marcha. No era un Quijote en silla de ruedas ni un suicida discapacitado:
era sólo otro hombre que quería regresar a casa en plena hora punta. A dife-
rencia de los paralíticos que tienen inmóvil sólo la parte inferior del cuerpo,

la parálisis de los tetrapléjicos comienza debajo del cuello. na con los ojos enrojecidos pero abiertos. Para él sentir dolor
Por momentos, coches de dos toneladas se acercaban a cen- significaba algo grave, pero en ese instante no sentía nada.
tímetros de él y su única reacción era continuar hacia ade- El día después del accidente también estuvo con él Fabiola
lante. Para él, lo inesperado tiene la apariencia de escaleras Arteaga, su enamorada. Ella tenía trece años y él le llevaba
que no puede subir. Intenta no ir a ningún lugar que esté cinco. Ella estudiaba en el Villa María, emblemático colegio
en un segundo piso. Le cansa que lo tengan que cargar para de la clase alta de Lima, y ya tenía ese humor deslenguado
subirse a cualquier auto. Pero su vida no es otra historia de por el que se haría conocida en sus shows de stand-up come-
sí-se-puede. A sus fiestas de cumpleaños asisten cientos de dy. Hoy ella lo recuerda como el chico al que todas querían
invitados, desde actrices de televisión hasta jóvenes políti- invitar a la fiesta de fin de curso: alto y sonriente, que podía
cos. Compra toda su ropa en tiendas de Miami. Tiene su- bailar el rock de la banda Los Violadores y la balada de Me-
ficientes perfumes para usar uno por día durante todo un cano con la misma facilidad con que le cambiaba las letras

mes. Organizaciones como B2D (Business to Disabled) lo a las canciones para hacerla sonreír. Pflucker vivía en Valle
contratan para dar charlas sobre superación personal. El ex Hermoso, tenía el cabello largo con ondas y usaba camisetas
alumno de siete colegios que respondía a sus maestros: «No de colores festivos. Era un enamorado que la llamaba por te-
por ser profesor me vas a obligar a hacer lo que no quie- léfono impostando la voz como si fuera un seductor.
ro», tiene dos palabras grabadas en la pulsera de su mano Al día siguiente cuando Fabiola Arteaga pudo ver a Pfluc-
izquierda: visualiza y materializa. Concretar. Hacer cosas. ker lo encontró en el hospital con la cabeza rapada y conec-
Pflucker mide un metro noventa, y después de su accidente tado a varias máquinas para vigilar su estado. El accidente
ha tenido que sentarse a hacer las cosas. Por estos días, una le había descolocado la posición del cuello. Para solucionar-
de ellas es postular al Congreso de la República. lo, en el hospital le instalaron una estructura metálica en
En la playa El Silencio, al sur de Lima, una tarde su ami- su cabeza. De ésta colgaban unas pesas que le estiraban el
go le tiró arena a la cara. Quería obligarlo a que se volviera cuello y lo mantenían recto, para evitar que las vértebras
a meter al mar. Pflucker era un bromista, pero no le dio risa permanecieran en mala posición. Mientras hablaban, Pfluc-
llenarse la boca de arena y lo persiguió a las carreras. Habían ker le pidió que le apretara el pie, estaba aturdido y nadie le
llegado antes del mediodía en auto junto con otro amigo. informaba sobre su condición. Arteaga le sujetó el pie, pero
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Cuando Pflucker llegó a la orilla se lanzó de cabeza al mar jus- él no se dio cuenta. Ella rompió a llorar, la enfermera le pi-
to cuando la marea retrocedía. El golpe hizo que no pudiera dió que se marchara. Dos días después de su internamiento,
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moverse y empezara a ahogarse. Un veraneante dio la alarma el doctor Donald Morote le explicó el diagnóstico a Pflucker.
de su cuerpo inmóvil sobre el mar. Sus amigos creyeron que Era una lesión al final del cuello: su médula espinal estaba
se trataba de un mal chiste. Sabían que Pflucker era alguien aplastada entre la quinta y sexta vértebras cervicales. El vín-
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temerario: se había roto el brazo dos veces, una vez la claví- culo que unía su cerebro con el resto del cuerpo seguía ahí,
cula y en otra ocasión tuvo la pierna enyesada durante nueve pero tan débil que no permitía que el oxígeno y los nutrien-
meses. Pflucker permaneció consciente tendido sobre la are- tes llegaran a las células nerviosas de la médula. Cuando
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mueren las células nerviosas no hay forma de regenerarlas. ploma te va a hacer más inteligente?». Durante esos prime-
Su médula estaba aplastada y al parecer no tenía remedio. ros meses de rigidez absoluta, su padre también se convirtió
Su novia de entonces recuerda que unas semanas después, en su cuerpo. Le daba de comer, lo limpiaba y le cambiaba
aún internado, Pflucker terminaría con ella a pesar de sus de ropa. Una tarde, Pflucker se moría de ganas de una comi-
ruegos. Le dijo, como disculpándose, que a su edad, ella da normal: quería un pan con una salchicha y su padre fue
no merecía el peso de esa responsabilidad y la liberó de la a conseguírselo. Pflucker comió con avidez. Unas horas des-
carga que sería su vida desde el accidente. Tiempo después pués sintió un picor en el pecho. Se estaba intoxicando. Para
Pflucker volvería con Marilú Salazar, una ex enamorada de alguien con su diagnóstico, sentir un malestar –o cualquier
su misma edad que permaneció a su lado todos los días del cosa– era una buena noticia.
resto del verano. Arteaga siguió visitándolo. Ella quería es- El resto de sus avances no ocurrieron tan pronto. Suce-
tar cerca a pesar de los celos. Incluso cuando la relación con dieron más por necesidad que por terapia. A los veinte años
Marilú terminó, continuaron siendo
amigos. Así es Pflucker: Alguien
con quien los demás quieren estar.
Meses después, cuando salió
del hospital, Pflucker convirtió su
cuarto en la banca de un parque.
Ahí estaba permitido fumar, decir
groserías y hablar a gritos: su casa
empezó a parecerse a un salón de
clases con profesor ausente. Para
Pflucker era como estar afuera sin
levantarse de la cama. Su fami-
lia mantuvo la puerta de la calle
abierta para que todos pudieran
entrar. Leonardo Cuervas, un pro-
ductor de comerciales con una risa
metálica, era uno de los amigos
de Pflucker que visitaba la casa en
esos días. Cuenta que los visitan-
tes firmaron el armario de la pieza
de casi dos metros de altura como si
fuera un yeso. Eran tantos, que en una semana las firmas de aprendió a marcar las teclas de un teléfono con la nariz y la
sus amigos lo habían cubierto todo. Sin remedio posible, la barbilla. Ya podía tentar suerte en la venta de productos de
compañía era su medicina. nutrición y paquetes turísticos por teléfono. Unos años des-
pués, cuando pudo tener control sobre su muñeca, empezó a
utilizar una silla de ruedas eléctrica. Diez años después del ac-
cidente, consiguió que sus brazos se movieran a voluntad; ya
El padre de Pflucker, Gastón, decidió dejar su trabajo estaba trabajando como relacionista público para empresas
como ejecutivo en una empresa de venta de metales para cui- de entretenimiento y restaurantes. A eso se dedicaba cuando
darlo a tiempo completo. Pflucker era el menor de sus cuatro en el 2008 un canal nacional emitió un reportaje sobre él y
hijos. Antes del accidente, cuando su madre Elba lo rega- personas en México, Canadá y EEUU lo vieron por Internet.
ñaba, Gastón intentaba comprender la rebeldía de su hijo. Era la historia de un tetrapléjico que no se dejó abatir por su
Escuchaba con paciencia los argumentos de Pflucker para accidente, y que sin rehabilitación profesional ya era capaz de
negarse a usar el uniforme gris del colegio, « ¿una chompa usar los brazos para hablar. Unas organizaciones sin fines de
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lucro lo empezaron a contratar para ayudarles en campañas principales en su silla de ruedas para llegar al otro lado de su
altruistas: recolección de ropa para soportar el frío en ciuda- distrito frente al edificio de Saldarriaga. Pflucker le dijo que
des del altiplano, o sillas de ruedas plegables. Desde entonces debía levantar la cabeza.
recibe al menos diez correos diarios de otros discapacitados Pero no sería la primera vez que Pflucker hacía una vi-
pidiendo consejo. Los límites de su psicomotricidad fina sólo sita inesperada. Marisol Aguirre, una conocida actriz de
le permiten contestar con la parte lateral del dedo meñique. televisión que creció con él en su barrio, cuenta que un día
Contesta el celular usando los dedos como delgados blo- vio a Pflucker bajando de un taxi al frente de su casa. Le
ques rígidos y ayudándose del mentón. Lo abre haciendo había explicado al taxista cómo colocarlo en el asiento y
palanca con las manos, estira la antena con la boca y res- guardar su silla de ruedas y éste le ayudaba a bajar. Ha-
ponde la alerta de Nextel haciendo presión con los dedos. bía recorrido cinco distritos para ver qué pasaba con ella.
Todo en menos de diez segundos. Cuando habla por su celu- Para Aguirre, Pflucker es uno de los primeros amigos en
lar permanecen en su cara los gestos que utilizaba para ha- aparecer cuando uno tiene problemas. Al llegar, Pflucker
cerse entender cuando no podía mover la parte superior de entró al primer piso de su casa y se pusieron a conversar.
su cuerpo, sobre todo las muecas para acentuar respuestas. Escuchar, aconsejar o gritar son acciones que no requieren
Pflucker es uno de esos tipos que llaman flaco al gordo, que de un cuerpo. Pflucker trabaja con su mente y su carisma.
dicen manyas en lugar de entiendes y que terminan sus con- Después de perder su cuerpo ¿puede existir una simpatía
versaciones con nooo, ¿en serio? Es un tío que revisa todos aumentada sobre él?

Paul Pflucker tiene dos palabras grabadas en la pulsera de su mano izquierda: visualiza y materializa. Concretar.

Hacer cosas. Mide un metro noventa y después de su accidente ha tenido que sentarse a hacer las cosas. Por estos

días, una es postular al Congreso de la República

los días su perfil de Facebook y suele comentar las fotos de Antes de su accidente Paul Pflucker había coqueteado con
las fiestas a las que va con un «buenaaazo». A los cuarenta la idea de ser modelo. Años después, en julio de 2010, Ri-
y dos años su mirada es pícara, tiene una sonrisa diseñada chard Dulanto, director de una escuela de modelos de Lima,
para la carcajada y algo de desvelo bajo los ojos. Su rostro organizó un desfile de modas que reuniría sobre la pasarela
de traviesa confianza anuncia el cuerpo que tendría si no a confeccionistas, modelos, artesanos y diseñadores. Dulan-
hubiera quedado tetrapléjico cuando acababa de cumplir la to, un hombre alto que usa botas y tiene la complexión de
mayoría de edad. los que van al gimnasio como un trabajo, necesitaba a una
persona que se atreviera a ser el centro de atención y que
luciera bien haciéndolo. Entonces recordó a Pflucker. El día
en que se lo habían presentado lo vio paseando por El Tri-
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Una amiga suya recuerda un domingo en que ella no que- gal, una feria alternativa para los interesados en ropa. En
ría salir de su casa. Marilea Saldarriaga es ejecutiva de una aquella época, Pflucker tenía el cuerpo mucho más estático y
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corporación. Tiene piel canela y se ríe con los ojos, pero en Dulanto tan sólo era un modelo de pasarela, pero como todo
ese entonces estaba atravesando por una depresión. Era una admirador de la belleza, reconoció en él a un chico guapo
de sus amigas más cercanas. Pflucker la llamaba a diario para con una postura elegante.
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conversar y ese domingo decidió llevarla a comer. Salió de Hay una rigidez en la postura de Pflucker que lo hace
su casa de un barrio residencial de fachadas con ladrillos ro- sobresalir. Él es un erguido feliz. En el vídeo del desfile,
jos y parques cuidados, y durante media hora atravesó calles su postura oculta el nerviosismo detrás de un rostro sin
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muecas. Había ensayado el día anterior sobre la pasarela bien que no le importó. Le dijeron que no debía ir a El Si-
para saber qué tenía que hacer. Dulanto había planeado lencio, la playa de su accidente, pero apenas pudo regre-
el desfile para que Pflucker fuera el único modelo que só sólo para demostrar que continuaba siendo su playa
desfilara solo. Aquella noche sobre la pasarela armada favorita. Algunos le pidieron que no viera Mar Adentro,
al frente de la Biblioteca del distrito noctámbulo de Ba- la historia de un paralítico que convence a sus amigos de
rranco, llevaba un poncho gris con detalles blancos que ayudarlo a morir con dignidad. Al verla le conmovió tan-
cubría hasta el respaldo de su silla y una boina negra. Su to como a cualquiera. No tuvo que convencer a nadie de
OutdoorPowerchair atravesó la pasarela con la misma nada. Pflucker vive como si tuviera que demostrar todo
determinación de los modelos que van con prisa a nin- el tiempo que es normal. Le molesta ser tratado como si
guna parte. Al llegar al frente se detuvo unos momentos. estuviera a punto de quebrarse porque eso lo obligaría a
Debajo de la boina sus ojos permanecían inexpresivos ser alguien que no es.
pero en su rostro había un asomo
de sonrisa satisfecha. Cuando los
aplausos consiguieron ser tan
fuertes como la música electró-
nica del desfile, Pflucker pareció
disfrutarlo. Una pose después
movería apenas los hombros ha-
cia la izquierda y doblaría hacia
la derecha. Tras unos segundos
su silla giró en sentido contrario.
Más aplausos. En la soledad de la
pasarela, Pflucker hizo algo que
un tetrapléjico no se supone que
debiera hacer.
Nos emocionan las victorias de
las personas con discapacidad.
Luego de una lenta y trabajosa
rehabilitación, un director de
orquesta brasileño, Mario Ser-
gio Miragliotta volvió a dirigir en
silla de ruedas un concierto repleto.
En Corea del Sur, el doctor Lee, un profesor de geofísica, Un odontólogo se dio a la tarea de darle la contra a Paul
se convirtió en una celebridad por continuar enseñando Pflucker. Alfonso Lama es un tipo de barbas y piel broncea-
en silla de ruedas después de un accidente en automóvil. da que no adorna sus opiniones. Aunque vivía en Montevi-
En Estados Unidos, Aaron Roux, un ex marine que que- deo, se las arreglaba para tomar el café de la mañana junto
dó tetrapléjico, hizo un viaje de costa a costa utilizando a una computadora para conversar con Pflucker. Se habían
sus brazos para impulsar una bicicleta. Pero después de hecho amigos cuando Pflucker trabajaba en el restaurante
conmovernos, pedimos a estos héroes que no hagan nada Embarcadero 41, a unas cuadras de su casa. Él vio el primer
muy difícil, que no se esfuercen demasiado, que sean cui- reportaje de televisión de Pflucker y le disgustaba que se sin-
dadosos. El hombre que va en su silla de ruedas a con- tiera tan cómodo en una silla de ruedas. Lama había visto un
travía no acepta los consejos que más le convendrían. Le documental en el Discovery Channel sobre células madre.
aconsejaron que no fuera solo al balneario de Asia para En uno de los experimentos cortaban la médula espinal a ra-
una fiesta y tuvo que conseguir un aventón usando el úni- tas de laboratorio y para que volvieran a caminar, les daban
co movimiento que le permitía su brazo. Pero la pasó tan un tratamiento de células madre. Éstas pueden convertirse
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en cualquiera de las más de doscientas clases de células que empezara su terapia física. Y como no tenía auto, se turna-
hay en el cuerpo y sustituir las células atrofiadas o muertas ron para llevarlo a cada sesión. A partir de ese momento,
reactivando el sistema nervioso. La comunicación con Lama Pflucker empezó a asistir a una terapia de cuarenta y cinco
se hizo más fluida cuando Pflucker se inscribió en Facebook. minutos, tres veces por semana en el Instituto de Rehabili-
Al principio Pflucker no le dio importancia pero Lama em- tación Física Corpus et Vita. Tenía que avisarle a su cuerpo
pezó a escribir a todos los conocidos que tenían en común. que pronto sería reactivado.
Se formó un grupo de amigos que se juntaban a jugarse bro- Al principio fueron terapias en piscinas temperadas para
mas en la red social. Se hicieron llamar Los Facebookeros que los músculos se relajen. Los ejercicios están diseña-
Sin Tapujos. Mientras tanto, Lama se enteró de que la ope- dos para simular el movimiento normal del cuerpo. Antes
ración de células madre ya se realizaba en el Perú. de empezar la terapia ya podía mover los brazos, pero es
gracias a los ejercicios en la piscina que ha ganado fuerza.
También debe sostener el peso de su cuerpo utilizando sus
antebrazos por un rato. A veces no lo soporta y tienen que
El accidente de Paul Pflucker sucedió hace casi un cuarto ayudarlo. Pero a Paul Pflucker no le gusta que lo ayuden
de siglo en un país donde los tratamientos llegan con tar- cuando está en el agua. Ahí quiere sentirse independiente.
danza y los seguros sólo cubren veinte minutos de rehabi- Después de cada sesión tiene dolores por el esfuerzo físico,

Una tarde, aún en el hospital, Pflucker tenía ganas de comer normal. Le pidió un sandwich a su padre quien fue a

conseguírselo. Horas después sintió un picor en el pecho: se estaba intoxicando. Para alguien con su diagnóstico,

sentir una picazón –o cualquier cosa– era una gran noticia

litación al mes para un caso sin esperanza como el suyo. pero dice que es agradable sentirlos. Cuando le toca gimna-
En septiembre de 2010, Pflucker fue a una consulta médica sio el terapeuta golpea con vigor los músculos de los brazos,
porque sus trece amigos de Facebook, nueve mujeres y cua- como si intentara despertarlos. Al mismo tiempo otro tera-
tro hombres, por supuesto, lo presionaron para que actua- peuta le coloca unas compresas calientes alrededor de las
lizara su diagnóstico. Alfonso Lama había conseguido que piernas. Después de hacer flexiones con los brazos, dedos
la red de amigos que quería ver a Pflucker caminando, o al y muñecas le retiran las compresas y tratan de estirarle las
menos haciendo el intento de recuperarse, lo forzara con ca- piernas. Después del accidente las piernas de Pflucker per-
riño. Después de estudiar su caso, el neurocirujano Manuel manecieron en un espasmo, como si siempre estuviera sen-
Puma le separó una fecha en el quirófano. A Pflucker eso tado. Cuando los músculos del cuerpo pasan mucho tiempo
le dio desconfianza y pidió una segunda opinión. Llegó al sin ejercitarse, se forman adherencias alrededor de ellos.
consultorio del doctor Alberto Trelles, quien no sólo le con- Sus músculo están colmados de esas telarañas musculares.
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firmó el diagnóstico sino que le dijo que su caso era el sueño Pflucker se tiende en una colchoneta con las piernas contraí-
de cualquier neurocirujano pues su lesión tenía posibilida- das. Debajo de ellas hay un cojín que permite elevar sus pies
F E B R E R O

des de mejorar. Paul Pflucker pidió una tercera opinión an- treinta centímetros. El terapeuta se coloca de espaldas fren-
tes de sentirse esperanzado. El doctor Raúl Cantella disipó te a él y presiona con su cuerpo la rodilla de Pflucker hacia
su desconfianza cuando le dijo que si tuviera que hacer una abajo. Pflucker siente una especie de descarga eléctrica por
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operación de células madre para salvar a su hijo, lo haría sin cada centímetro que el terapeuta estira su pierna. Aunque
dudarlo. Con el diagnóstico alentador ocho de sus amigos tiene sensibilidad en todo el cuerpo no puede distinguir la
de Facebook juntaron doscientos dólares cada uno para que fuente del dolor excepto, como ahora, cuando lo ve. Si uno
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se acerca, es posible escuchar un cloc que indica que otra elección para la alcaldía de Lima unos meses atrás. Más que
capa de adherencia de la rodilla se ha desprendido. Es un disuadirlo esa advertencia parecía haberlo convencido de
proceso lento que el terapeuta no puede acelerar para no su candidatura. Durante la presentación de los candidatos
lastimar el músculo. Pflucker llama a esas sesiones su masa- el calor convirtió al pañuelo en protagonista. Salir sudando
cre. Cuando el terapeuta persiste a pesar de sus quejas, suele en la fotografía oficial no sería un buen comienzo. Pflucker
amenazarlo con una lenta y muy dolorosa muerte. terminó al costado del candidato a la presidencia, como si
«Ya vas a ver». él postulara a una tercera vicepresidencia. Llegó ahí luego
de que Pérez Tello, candidata tanto al Congreso como a la
vicepresidencia, lo acercara al frente justificando en voz alta
que eso era la inclusión.
Una semana después de su paseo a contravía, Paul Pflucker era de los pocos que habían acudido en terno.
Pflucker fue presentado como candidato al Congreso de Fue un sacrificio patriótico cantar el himno nacional bajo el
la República por Lima de la Alianza por el Gran Cambio. sol del mediodía. En la fotografía oficial luce sonriente con
Era una mañana calurosa y Pflucker tenía la elegancia de la mano alzada. Detrás de la sonrisa tenía sed, calor y un
los que cierran tratos. Para alguien que está peleado con dolor en las piernas. Terminó por marearse. Pero no pudo
las camisas de cuello duro, vestirse de terno y corbata es descansar. Apenas finalizó la presentación quedó atrapado

Le pidieron a Pflucker que no viera Mar Adentro, la historia de un paralítico que convence a sus amigos de

ayudarlo a morir con dignidad. Al verla le conmovió tanto como a cualquiera.

No tuvo que convencer de nada a nadie

un disfraz de seriedad. Pero el nudo de su corbata era el en una jaula de brazos. Reporteros, fotógrafos y camaró-
menor de sus problemas. Cuando llegó, veinte minutos an- grafos querían acercarse al candidato a la presidencia. A
tes de las once a la Plaza Olímpica del distrito residencial su costado, una candidata invidente que había descendido
de San Borja, su preocupación fue otra: habían olvidado de su posición para la fotografía, trataba de salvar a su pe-
informarle que su puesto –el número diecinueve– estaba rro guía de los pies de los periodistas. Pflucker la protegió
ubicado en el segundo nivel de una escalinata de tres pisos. colocándose delante de ella hasta que la prensa se marchó
El orden dispuesto por el director de campaña seguía un siguiendo a Kuczynski. Después tomó el camino contrario.
razonamiento obvio, en donde los primeros lugares en la En su primer día como candidato al Congreso a Paul
lista estarían más cerca del candidato a presidente Pedro Pflucker se le subió la presión y se le quemaron las piernas
Pablo Kuczynski. En la escalinata no había rampas y la su- debido al calor del sol sobre la tela sintética de su pantalón.
perficie era de pasto, ¿cómo llegaría ahí? La presión alta es un riesgo para cualquiera con una lesión
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Marisol Pérez Tello es una mujer de baja estatura, tiene en la médula espinal. Si no se controla puede desembo-
los ojos expresivos y sus gestos hacen creer que toma dema- car en convulsiones. Aun así, ese día decidió terminar su
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siado café por las mañanas. Vivió en el mismo barrio que agenda. Se reunió con sus asesores y discutieron sobre los
Pflucker y suele tratarlo con el cariño de las hermanas ma- anuncios para su campaña. Quería diferenciarse del resto
yores aunque sean contemporáneos. Conocía de su interés de los candidatos. Por Lima se presentaban al Congreso
etiqueta negra

político pero trató de disuadirlo recordándole que una cam- nueve personas con discapacidad: entre ellos dos inviden-
paña no era la situación más cómoda para alguien con limi- tes, tres candidatos en silla de ruedas y un hombre sin ma-
taciones físicas. Pflucker había estado como voluntario en la nos– y todos menos él tenían experiencia política. Pflucker
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no quería ser como esos políticos que prometen nuevas o otros puedan recobrar su fuerza con la rehabilitación y para
mejores leyes. Él era un tipo en silla de ruedas que se ha- que más discapacitados se operen. Que otras personas ten-
bía dado de bruces por culpa de una rampa mal hecha. Su gan su misma suerte. Pero antes debe curarse las piernas,
promesa era hacer cumplir las leyes. quedarse dormido en su cama. Cuando despierte, a las diez
En la capital peruana hay casi un millón de personas de la noche, tendrá otra reunión: sus amigos de Facebook
con alguna clase de discapacidad. Pero no es común ver- están organizando una fiesta que han llamado La Recta Final
los asistiendo a discotecas o subiendo a un bus por las para recaudar el dinero para su operación de células madre,
mañanas. Es como si la población completa de San Fran- que sería después de las elecciones de abril. Hasta ese mo-
cisco desapareciera sólo porque no hay espacios para mento se habían vendido casi mil entradas de veinte soles.
ellos. Paul Pflucker va a discotecas y atraviesa la ciudad También había boletos a cinco soles para sortear pasajes aé-
a contravía. «Tengo la garra y el carácter para apoyar a reos y productos cosméticos auspiciados por sus amigos. Al
gente que está en mi misma situación, para decirles que día siguiente, la fiesta duraría hasta las cuatro de la mañana.
este no es el fin del mundo» dijo
en una entrevista para un blog
sobre discapacidad de México.
Antes de terminar la junta con
sus asesores, Pflucker confirmó
que la sesión de fotos para su
campaña se realizaría a la ma-
ñana siguiente a primera hora.
A las cinco de la tarde llegó a su
casa y Carlos Nunura, su enfer-
mero que lo había acompañado
durante el día, le descubrió las
piernas: tenía los muslos colo-
rados. Nunura tiene una barriga
paternal, vive en el Callao y lleva
once años cuidando a Pflucker.
Cuando lo conoció, Pflucker es-
taba por celebrar sus treinta y
uno, en esa época tenía el cuerpo
con una sola posición para sentar-
se o echarse. En aquellos días le sorprendió que a pesar Paul Pflucker ha colgado casi dos mil fotografías en su per-
de eso celebrara su cumpleaños en una discoteca. Ha sido fil de Facebook y tres cuartas partes de ellas son sobre fiestas.
testigo de la recuperación de un cuerpo, que en sólo siete Las fotografías capturan escenas que se repiten: Pflucker ro-
meses sea capaz de ponerse una camiseta por sí solo. Pero deado de chicas guapas en vestidos de noche que bailan para
ahora lo que le parece increíble es la carrera política de él. Pflucker al medio de una avalancha de amigos. Pflucker
Pflucker. Cuando comenzó a trabajar con él no hubiera con una chica colgada de su cuello besándole la mejilla. Pfluc-
creído que ese loco pudiera llegar a ser parte de siquiera ker en una foto borrosa en medio de una pista de baile satu-
una junta vecinal. rada. En las fiestas le gusta llegar temprano y quedarse hasta
Quizás Pflucker estaría mejor sin postular al Congreso. que se apaguen las luces. Pero cuando unos meses atrás los
Cumplir esa meta supone ir a lugares donde los caminos son organizadores de La Recta Final le contaron sobre sus planes,
de polvo. Trepar escenarios improvisados. Descuidar su te- fue el único aguafiestas. Para alguien que celebró su cumplea-
rapia. Pflucker dice que quiere llegar al Congreso para que ños número cuarenta en un local cerrado y con todo incluido
más gente pueda tener una silla de ruedas eléctrica. Para que para agasajar a sus amigos, le parecía de mal gusto una fiesta
26 cabezas

dedicada a él. Tampoco le agradaba que sus amigos alteraran prensa para promocionar la fiesta. Los principales programas
su normalidad de diagnóstico aceptado. Pero tal vez Óscar de espectáculos reprodujeron la nota a la mañana siguiente.
Wilde tuviera razón cuando dijo que sólo los verdaderos ami- Se había generado tanta publicidad que el único problema se-
gos te traicionan de frente. ría encontrar un taxi libre a la salida.
A medianoche el lugar estaba repleto. Pflucker estaba con
una camisa blanca, ligera como le gustan. Escogió Zara una
colonia con notas de madera, de su colección de una treinte-
Paul Pflucker detesta las sorpresas. El día de su fiesta para na de perfumes. Estuvo en primera fila durante todas las pre-
recaudar fondos salió temprano de casa para su sesión de fo- sentaciones que sus amigos habían conseguido para apoyarlo.
tos de campaña. En el camino se tropezó con Kurt, uno de Fue piropeado por el cómico Ernesto Pimentel en su papel de
sus hermanos mayores quien había vuelto a Lima tras veinte Chola Chabuca. El rockero Pedro Suárez Vertiz interpretó sus
años de vivir en Miami dedicado a la publicidad. Kurt Pfluc- canciones con guitarra acústica. Y cerca de las dos de la mañana
ker es un hombre corpulento y calvo que se había ido del Perú el músico Miky Gonzáles salió al escenario tocando sus nuevas
durante el shock económico del gobierno de Fujimori en los canciones de rock bailable. Parecía una fiesta íntima de mil qui-
noventa. Acababa de llegar a Lima pero no conocía la casa de nientas personas. Más de tres cuartas partes eran mujeres que
su hermano. Sólo tenía una vaga idea de dónde podía quedar. habían llegado en vestidos coquetos, sandalias, blusas ligeras

El cantante Gianmarco Zignago anunció la fiesta para recaudar fondos de Pflucker a sus miles de seguidores de Twitter. Hubo

una conferencia de prensa para promocionarla. Los programas de espectáculos difundieron la noticia. Fue una fiesta íntima de

mil quinientas personas y tres cuartas partes eran mujeres. Esa noche el único problema sería encontrar un taxi libre a la salida

Ese día el candidato a congresista pareció no tomar a mal el para apoyar a Paul. Pero algo sucedió mucho antes, cuando El
encuentro casual con Kurt en una calle de Surco. El día ante- Dj se hizo cargo del silencio y colocó el último sampleo de los
rior otro de sus hermanos le había advertido que iba a reci- Black Eyed Peas Time of your life. Un grupo de los trece ami-
bir una visita inesperada. Después de ver a Kurt, su rostro se gos del Facebook salieron a bailar después de haberse pasado
alivianó del cansancio acumulado por los días de campaña. semanas coordinando. Una cosa es celebrar gritando, bebien-
Planeó una semana de almuerzos con amigos y reuniones so- do, cantando y otra es hacerlo con el cuerpo entero. Ellos bai-
bre su candidatura. Kurt contó que apenas tenía unos días de laban con desorden, sacudiéndose el estrés sin los complejos
haberse inscrito en Facebook cuando vio en el muro –aquel de bailar bien o mal. Pero algo hacía falta. Pflucker, el hombre
sitio virtual donde se actualizan las noticias sobre uno– de que va a contravía, un guapo con el que todas las chicas si-
su hermano el afiche. Llamó a su esposa desde el aeropuerto guen queriendo bailar dándole vueltas a su silla de ruedas, y
para avisarle que se venía a la fiesta de su hermano menor. que quiere llegar al Congreso debía acompañarlos en la pista.
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Ser impulsivo parece ser una cosa de la familia Pflucker. Mil quinientos amigos se reunieron para que Pflucker haga lo
Dos domingos antes, el programa Punto Final de América mismo pero sin ortopedia con rumores robóticos. Unas horas
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Televisión emitió el segundo reportaje sobre él con el título antes, mientras se alistaba para su fiesta Pflucker declaró su
‘Paul Pflucker: El invencible’, que informaba sobre su próxi- primer deseo fuera de la silla post-operación. Siempre ha sido
ma operación de células madre programado para abril. Una cauto respecto a su resultado. Imaginarse de pie es la peor for-
etiqueta negra

semana atrás el cantautor Gianmarco Zignago anunció La ma de mentirse. Aun así se imaginó en Máncora, caminando
Recta Final a sus más de quince mil seguidores de Twitter. descalzo sobre la arena. Quién sabe. La vida puede cambiar
El día anterior Marisol Aguirre convocó una conferencia de otra vez en una tarde verano.
28 órganos

SE OBSEQUIAN
RINONES
TAN SIMPLE COMO AUXILIAR A UN DESCONOCIDO EN LA CALLE
TAN SIMPLE COMO BUSCAR EN INTERNET
TAN SIMPLE COMO IR AL HOSPITAL
EN ESTADOS UNIDOS DONAR ÓRGANOS A UN EXTRAÑO ES UN ACTO GENEROSO Y COTIDIANO
¿QUÉ CLASE DE PERSONAS REGALAN SU RIÑÓN A UN DESCONOCIDO?

Un texto de Larisa MacFarquhar


Traducción de Diego Salazar
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30 órganos

ra el día previo a Acción de Gracias, y Paul Wagner se encontraba leyendo


el periódico durante su pausa para el almuerzo. Wagner trabajaba como
gerente de compras en Peirce-Phelps, en Filadelfia, una distribuidora de
aparatos de calefacción y aire acondicionado. Tenía cuarenta años y vi-
vía con su pareja, Aaron, en un pequeño departamento. Era pálido y algo
corpulento. Fumaba y tenía la piel porosa de los fumadores. Su madre
había muerto seis meses antes, a los cincuenta y tantos, de sarcoidosis.

No habían tenido una buena relación –ella había tenido incomodó tanto a todos que fue despedido. De esta expe-
problemas con la heroína mientras él crecía, y Wagner atribuía riencia, concluyó que algunas veces era mejor ocuparse de
su salud mental y valores a la escuela para muchachos proble- sus propios asuntos y no entrometerse en el trabajo de Dios.
máticos en que había sido ingresado de adolescente— sin em- Mientras leía el periódico, Wagner encontró un artículo
bargo, su muerte lo había afectado de manera profunda. que hablaba de una página web llamada MatchingDonors.
Wagner se consideraba una persona seca: cortante, mal- com, donde las personas que necesitaban un trasplante de
humorado, a veces brusco. Creía que la gente que no lo co- riñón describían su situación y a sí mismos, y quizá incluso
nocía lo consideraba un tipo poco sentimental, quizá incluso adjuntaban una foto. Su esperanza era que algún desconoci-
no demasiado cuerdo, aunque en realidad no era en absolu- do viera el perfil y se conmoviera hasta el punto de conver-
to así. Tenía dos gatos y dos viejos cocker spaniel que había tirse en donante. Wagner tipeó el nombre de la página en su
rescatado de un refugio para animales. Se había encargado computadora. Cliqueó en la casilla de “búsqueda de pacien-
durante tres años de la campaña de recaudación de fondos tes” y tipeó “Filadelfia”. La primera paciente que vio fue Gail
de la United Way y había organizado colectas de alimentos Tomas. Agrandó su foto en la pantalla para poder examinar
para comedores de beneficencia locales. No consideraba que cada detalle. Gail estaba sentada en las escaleras de lo que
estas actividades fueran ejercicios de virtud, sino una obli- parecía su cuarto de estar. Era una mujer mestiza de sesen-
gación. Creía que si tenía sus necesidades cubiertas y poseía ta y tantos. Wagner la contempló un rato, buscando rasgos
un excedente –de dinero o tiempo o recursos— estaba en la de personalidad en su corte de pelo y en la manera como
obligación de compartirlo. Compartirlo, no entregarlo todo. estaba maquillada. Casi de inmediato, sintió que era ella.
Le gustaban las cosas bonitas. No tenía pensado convertirse Supo que su sangre y la de ella serían compatibles y que le
en un menonita. Pero era muy muy importante para él que donaría su riñón. No había vuelta atrás. Tras ver su foto, se
cuando estuviera frente a frente con su Creador (no se con- sentía ya comprometido. Era como si hubiese visto un coche
sideraba una persona religiosa pero creía en Dios) estuviera estrellarse: si no echaba una mano, se sentiría mezquino.
en capacidad de decirle que había dado más que recibido. Volvió a casa y le dijo a su pareja: «Aaron, hay esta señora
Antes de que fuera contratado por Peirce-Phelps, Wagner sobre la que he leído, va a morirse si no recibe un riñón nuevo,
trabajaba en un banco. Pasó de trabajar en un call-center a y he decidido darle uno». Aaron dijo que no. Wagner le dijo
administrar una sucursal en sólo dos años, pero renunció, que lo sentía, pero iba a hacerlo de todas formas. Se lo contó a
según cuenta, porque creía que la estructura de incentivos su hermana y ella, medio en broma, le dijo: «¿Y qué pasa si yo
del banco no era ética, ya que lo premiaba por vender pro- necesito un riñón algún día?». Wagner pensó que su hermana
ductos financieros que no eran beneficiosos para los clien- estaba siendo egoísta. Le dijo que ella tenía un marido y dos
tes. Cuando era joven había trabajado en una guardería, hijos, que podría recurrir a ellos, pero esta mujer iba a morirse
hasta que un día escuchó a uno de los jefes hablar con mali-
cia acerca de otro empleado. Wagner se encargó de informar
al último de lo que había dicho el otro, pero su intervención 1. United Way es una red nacional que agrupa a cerca de mil trescientas organizaciones
31

ahora. Hablar con su padre fue más difícil. Unos años antes, traño y complicado, y lo mejor iba a ser evitarlo. Tomas, sin
la segunda esposa de su padre había tenido una enfermedad embargo, tenía algo distinto en mente.
renal. Wagner se había ofrecido a donarle un riñón, pero tanto Gail Tomas era una cantante de ópera retirada que, tras
ella como su padre sentían que iba contra sus principios pe- ser descubierta por Licia Albanese en un master class, ha-
dirle algo así a alguien, incluso a un hijo. Así que rechazaron bía actuado por toda Europa. Si Wagner era seco, ella era
la oferta y, mientras esperaba el riñón de un donante fallecido, todo lo contrario: vivaz, habladora y abiertamente emocio-
ella murió. Su padre estuvo muy callado por un momento y nal. Llevaba un año buscando un donante. Ninguno de sus
luego dijo que preferiría que no lo hiciera. familiares era compatible con su tipo sanguíneo, y no había
Pero una vez que Wagner decidió donar, sentía como si querido pedírselo a sus amigos, así que su hija le dio de alta
fuera un llamado superior. Por lo general no era valiente a en MatchingDonors.
la hora de los procedimientos médicos, pero de alguna for- En principio, hubo algunos descartes obvios: un hom-
ma esta vez realizó todas las pruebas sin inmutarse. Llega- bre escribió desde India diciendo que él se haría todos los
ba tarde al trabajo casi todas las mañanas, pero en punto chequeos ahí si le enviaban cinco mil dólares. Luego, según
a todas sus citas en el hospital. Ni el dolor ni las posibles cuenta, hubo una mujer de Texas que parecía ser una do-
complicaciones le producían ansiedad. Por una vez en su nante válida y estaba deseosa por ayudarla. Se escribieron
vida, sentía que las instrucciones dictadas por Dios estaban durante meses, pero su hijo, que medía dos metros quince
absolutamente claras. centímetros, había crecido más de lo que su hígado podía re-

Además de todas las pruebas, había otros obstáculos sistir y necesitaba un trasplante, con lo que la mujer desapa-
que sortear. El cirujano responsable del trasplante estaba reció. «Era como si alguien te hubiera llevado hasta el altar
desconcertado por Wagner. No tenía claro que quisiera lle- y, de pronto, todo el decorado se viniera abajo y tú dijeras
var a cabo la operación, le preocupaba que intervenir a una ‘Pero se suponía que iba a casarme’», dice Tomas. «Pensé
persona sana que ni siquiera tenía relación con el receptor que nunca volveríamos a encontrar a otra persona, porque
pudiera suponer una violación de su juramento hipocrático. ¿cuánta gente quiere hacer algo así?».
Se reunieron y hablaron por más de una hora. Y, casi al final Poco antes de la operación, Wagner y Tomas se encon-
de la conversación, Wagner descubrió con asombro que el traron por primera vez. Ambos estaban en el hospital, so-
cirujano lloraba. metiéndose a pruebas. Wagner se había descrito a sí mismo
Wagner asumió que él y Tomas no se harían amigos des- diciendo que era flacucho, así que Tomas echó un vistazo en
pués de la operación. Había reflexionado con detenimiento la sala de espera, buscando al tipo más delgado de la habita-
acerca del tema. ¿Cómo iba a ser posible que tuviera una re- ción, se dirigió hacia él y se presentó. Para ella, el encuentro
lación saludable?, razonó. Sería pernicioso para ella sentirse fue fantástico: sintió como si se conocieran de toda la vida.
en deuda con él, y sería pernicioso para él llegar a creerse Wagner se las arregló para ser amigable, pero estaba bas-
una especie de santo. Todo el asunto sería demasiado ex- tante turbado. No sabía qué hacer con esta mujer exuberan-
32 órganos

te a la que iba a dar su riñón; no conseguía saber qué sen- sólo para ver su reacción. Ahora todo eso había acabado.
timientos podía permitirse experimentar. Su propia madre Aún peor, Tomas había dejado de devolverle las llamadas de
había muerto hacía menos de un año, y ahora estaba invo- pronto. ¿Estaba enfadada con él?, se preguntaba.
lucrándose potencialmente con otra mujer mayor enferma. Buscando consejo empezó a escribir en una página web,
¿Y qué significaba eso? Donar un riñón para encontrar una Living Donors Online, donde descubrió que muchos donan-
nueva madre, ¿qué cosa más retorcida podía haber? Tam- tes tienen que lidiar con sentimientos peculiares luego de
bién le preocupaba haber hecho mal permitiéndose conocer la operación. Leyó acerca de un caso en el que una mujer
a Tomas. Le hacía sentir culpable. ¿Aceptar esa gratitud res- había donado un órgano a su hermana, pero el cuerpo re-
taba valor a su acción? ¿No sería una mejor persona si no la chazó el riñón y la hermana murió. Uno de los miembros
hubiera conocido y no hubiera recibido su agradecimiento? de un matrimonio donó un órgano al otro, luego el receptor
¿Sería que la donación se había convertido ahora solo en abandonó al donante, quizá porque el peso de la gratitud
un masaje para su ego? Para cuando llegó a casa, se sentía había distorsionado por completo la relación. Era algo que,
completamente agotado. al parecer, había ocurrido unas cuantas veces.
La propia operación lo dejó maltrecho y exhausto. Luego Preocupado, al final Wagner comenzó a llamar a diferen-
de ella, mientras estaba sentado en su cama de hospital, el tes hospitales, y encontró a Tomas. Había estado bastante
teléfono sonó. Al otro lado de la línea, una mujer que había enferma y no había querido asustarlo, pero ya estaba mejor
oído acerca de él en las noticias locales le dijo que esperaba y quería que Wagner formara parte de su vida. Wagner es-

A Wagner le preocupaba haber conocido a la receptora de su riñón. Le hacía sentir


culpable. ¿Aceptar esa gratitud restaba valor a su acción? ¿No sería mejor persona
si no la conociera y no recibiera su agradecimiento?

que el riñón que le quedaba fallase y lo matara, porque su ma- taba aún resentido y no lo veía claro. Tomas lo invitó a la
rido era el siguiente en la lista de espera y él, Wagner, le había boda de su hijo. Él rehusó la invitación, varias veces, hasta
dado el riñón a otra persona. Tras este episodio, Wagner pidió que al final ella se enfadó y le gritó, lo que de alguna ma-
al hospital que cortara el teléfono de su habitación, pero luego nera puso las cosas en su sitio para Wagner. Si ella podía
alguien escribió un artículo en el Daily News de Filadelfia, en gritarle, entonces no era un ser perfecto a sus ojos y podrían
que se preguntaba si era justo que Wagner eligiera al recep- tener una relación normal. No era su madre, y él lo sabía,
tor, eligiendo así quién vivía y quién moría. No podía ente- así que todo saldría bien. En realidad, Tomas sí se se veía a
derlo, había oído acerca de una mujer enferma que vivía cerca sí misma, más o menos, como su madre. Quería tenerlo en
de él y la había ayudado, ¿cómo podía eso enfadar a la gente? casa los días de fiesta, lo acosaba para que dejara de fumar
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Una vez que le dieron de alta en el hospital y volvió a casa, y tomara su medicina para la presión alta. Pero aun así, la
empezó a sentirse muy triste. Todo el tiempo. Admitió para cosa iba bien.
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sí mismo que era difícil bajar de las alturas del heroísmo. ¿Y qué opina usted de Paul Wagner? ¿Encuentra noble la
Antes de la operación, todos sus conocidos habían hecho idea de donar un riñón a un extraño? ¿O estrafalaria? Si es
bastante alboroto respecto a lo que estaba haciendo, en el esto último, ¿es lo extremo del acto lo que le desconcierta?
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hospital había habido una gran excitación que había conci- ¿Le parece una locura entregar algo así de valioso a una per-
tado la atención de la prensa local. Le había encantado con- sona por la que no siente nada, y por la que, si la conociera,
tarle a la gente que estaba donando un riñón a una extraña, podría llegar a sentir antipatía?
34 órganos

truismo apasionado, irreflexivo, puede hoy en día escapar


de esa mala reputación, de esa suspicacia que nos lleva a
Quizá no es tan alocado como suena. Los riñones se extraen dudar acerca de la verdadera razón del compromiso de la
hoy en día con una laparoscopía, lo que deja cicatrices diminu- gente cuando piensa que está ayudando a alguien (sublima-
tas. Un donante recupera la normalidad después de dos o cua- ción, colonialismo, selección de grupo, potlatch2, socialismo,
tro semanas, ya que el riñón restante crece para compensar al codependencia…y la lista sigue y sigue).
ausente. Y el riesgo de complicaciones es bajo. Si una persona Darle un riñón a un extraño es mucho más común de lo
contrae una enfermedad renal, esta afecta a ambos riñones, así que podríamos pensar. Casi todos los días se registran nue-
que un donante no está regalando su pieza de recambio (pese a vos donantes potenciales en MatchingDonors.com y hasta
ello, un riñón extra resulta útil si el otro se daña en un accidente ahora lo han hecho más de siete mil (aunque, en realidad,
de auto, digamos, o si una persona contrae cáncer de riñón). muchos de ellos no irán más allá del registro). Ya sea a través
Aun así, lo carnal del asunto, la profanación del cuerpo, parali- de MatchingDonors.com o de un hospital, unas seiscientas
za a la gente. Su lógica moral resulta, a ojos de algunos, de una personas han pasado por el quirófano, cada una por sus pro-
racionalidad inhumana, incluso suicida: Si vamos a empezar a pios motivos.
pensar en nuestros cuerpos como almacenes de piezas de re- MatchingDonors.com fue ideado hace cinco años por un
puesto para otras personas, ¿por qué no donar todos nuestros emprendedor de cuarenta años de Canton, Massachusetts,
órganos y así salvar muchas más vidas? llamado Paul Dooley, dentista de profesión y que antes ha-

La mayoría de la gente encuentra admirable, sin mayores bía fundando una página web que ponía en contacto a em-
complicaciones, que una persona arriesgue su vida para res- presarios y personas en busca de trabajo. El padre de Doo-
catar a un desconocido en medio de un incendio o a alguien ley había necesitado un trasplante de riñón pero le habían
que está ahogándose. ¿Qué es lo que hace que cuando se tra- dicho que no tenía ninguna posibilidad de llegar al primer
ta de salvar a un desconocido dándole un riñón, con mucho puesto de la lista de espera. Tras su muerte, Dooley se pre-
menos riesgo, la gente lo encuentre tan extraño? ¿Sienten guntó si una página web como la de anuncios de trabajo po-
que ese acto comprende algún tipo de agresión contra ellos, dría haberlo salvado. Le preguntó a su médico qué pensaba
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como si el donante estuviera reprochándoles de manera tá- al respecto. El médico, Jeremiah Lowney, pensaba que era
cita por no hacer lo mismo? (No hay reprimenda en el acto una idea estrafalaria. ¿Por qué alguien daría su riñón a un
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de salvar a un extraño de ahogarse: uno no estaba ahí, no extraño que ha encontrado en Internet? No tenía sentido.
podía hacerlo. Y siempre se puede imaginar que lo hubiera
hecho llegado el caso). O quizá es que, a diferencia de un
etiqueta negra

rescate, la donación de órganos es una acción concebida con 2. Potlatch: Ceremonia practicada por los pueblos indios de la costa del Pacífico
la cabeza fría, y el altruismo realizado así puede parecer tan en el noroeste de Norteamérica, tanto en Estados Unidos como Canadá. En ella el
anfitrión muestra su riqueza e importancia regalando sus posesiones, queriendo dar a
siniestro como los crímenes premeditados. Quizá solo el al- entender que tiene tantas que puede permitirse hacer muchos regalos. N.T.
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Pero luego entró en la página web de la Fundación Nacio- un promedio aproximado de nueve personas al día. La lista de
nal del Riñón y descubrió una encuesta en la cual casi una espera en todo el país ascendía a cincuenta mil nombres.
cuarta parte de los encuestados decía que estaban deseosos La diálisis puede ser una especie de muerte en vida. El
de donar su riñón a un extraño. Lowney llamó de vuelta a tratamiento en sí es espantoso, y algunas veces doloroso: te
Dooley, y juntos crearon la web. conectan a una máquina durante varias horas cada vez, por
El hecho de que Lowney fuera médico le dio credibilidad lo general tres o cuatro veces por semana, la máquina extrae
a la compañía, pero en realidad MatchingDonors no ofre- toda la sangre del cuerpo, la limpia de toxinas y la inyecta
cía servicios médicos. Proveía a pacientes y donantes de un de nuevo. Con frecuencia, el proceso te deja demasiado ex-
foro donde conocerse, nada más. Una vez que un pacien- hausto para trabajar, o para hacer cualquier otra cosa que
te y un donante entraban en contacto, era responsabilidad no sea convalecer. Después de cuatro años y medio de diáli-
suya descubrir si el otro estaba diciendo la verdad. ¿Estaba sis, todavía en la lista de espera, Hickey decidió que ya había
el paciente tan enfermo, o tan sano, como decía? ¿Inten- sido suficiente. Prefería dejarse morir. Habló con su mujer
taría después el donante extorsionar al paciente? ¿Era tan y ella aceptó su decisión. Habló con un amigo creyente –lo
simpático como parecía? Era Internet, y no había forma de hizo con nerviosismo, pensando que intentaría disuadirlo—
saberlo. (Un par de años atrás, una mujer de Michigan donó y el amigo le dijo que lo intentara por un mes más.
un riñón a través de MatchingDonors. Dos meses después, Menos de un mes después, Hickey vio un artículo en el
fue arrestada por intentar asesinar a su marido). Denver Post acerca de esta nueva compañía, MatchingDo-

Una sociedad en la que todos firman su cartilla de donantes en un alarde de alegre


racionalidad sería un horror, opina un experto en ética. Él cree que la entrega de un
órgano, por parte de un vivo o un muerto, no debería ser un acto sin angustia

El primer paciente en registrarse en la página web fue Bob nors.com. Telefoneó, y Dooley le dijo que para los pacien-
Hickey, un psicólogo de cincuenta y tantos años que había des- tes el servicio costaba doscientos noventa y cinco dólares al
cubierto que tenía cáncer de riñón. Antes había hecho lo que su mes, o cinco mil noventa y cinco por una suscripción vitali-
médico le había indicado: fue a hacerse el tratamiento de diá- cia. Hickey le dijo que era un aprovechado y un timador, y
lisis, se inscribió en la lista de espera oficial de su región para colgó el teléfono. Después de otra semana de diálisis, volvió
recibir un riñón procedente de un cadáver y confió en alcanzar a llamar y se inscribió. Durante el primer mes recibió una
los primeros puestos de la lista antes de morir. Las probabili- docena de ofertas. Casi la mitad de ellas eran de gente inte-
dades de que lo consiguiera eran regulares. Dado que vivía en resada en recibir dinero a cambio o en obtener una tarjeta
Colorado, era posible que recibiera un riñón antes que en casi de residencia, pero el resto parecían legítimas. Hickey no
cualquier otra zona del país, en el año 2000 el tiempo de espe- tenía idea de cómo manejarlas. Dooley tampoco. No había
ra promedio en Colorado era más o menos de dos años y me- pensado en que un exceso de donantes supusiera un proble-
dio, menos de la mitad del de Nueva York, por ejemplo. Pero ma. Hickey fue a su centro de trasplante, el Presbyterian St.
su centro de trasplantes le dijo que se preparara para esperar Luke’s Medical Center, en busca de consejo, y ahí le dijeron
unos cuatro años. No es posible sobrevivir a base de diálisis que dado que él era un hombre bastante grande, de un me-
para siempre, y mucha gente muere mientras espera un riñón, tro noventa y seis de estatura, debía encontrar a alguien de
36 órganos

su mismo tamaño. Eso eliminó a todas las mujeres. Luego y condujo varios cientos de millas desde Vail, donde vivía,
descartó a todos los hombres mayores de cincuenta y cinco, hasta el centro de trasplante en Denver para darle las bue-
puso el resto de los nombres en un sombrero y sacó el de nas noticias. Les dijo que tenía docenas de donantes y podía
Rob Smitty. emparejar a todos los pacientes en lista de espera de inme-
Rob Smitty tenía treinta y dos años, y era de Chattanooga, diato. La gente del centro, sin embargo, no reaccionó como
Tennessee. Su vida se encontraba en una situación difícil. él esperaba. Le dijeron que fuera cauto, no sabía dónde se
Había abandonado la escuela secundaria y pasado un tiem- estaba metiendo, negociando con desconocidos en Internet.
po preso por posesión de LSD. Estaba divorciado y llevaba Pese a ello, aceptó a Smitty como donante.
retrasados los pagos de la pensión de su hija. Trabajaba El 18 de octubre de 2004, Hickey y Smitty estaban tum-
como vendedor de puerta en puerta para una compañía de bados en sus camillas con una intravenosa en el brazo, es-
productos cárnicos. Un día estaba jugando a las cartas en perando a que comenzara la operación, cuando el cirujano
Internet cuando apareció un anuncio solicitándole que se se acercó enfadado a Hickey, agitando el periódico. Acaba
inscribiera como donante de órganos. Googleó «donación de descubrir—le dijo— que Hickey encontró a su donante a
de órganos» y descubrió que había todo tipo de gente bus- través de una página web y, dado que era obvio que eso sig-
cando riñones online, y alguna de esa gente estaba dispuesta nificaba que le estaba pagando, la operación quedaba can-
a pagar por ellos. A Smitty le sonó bien que alguien le pagara celada. «Se me plantó delante y me dijo, ‘Si crees que voy a
por donarle un riñón. Había alguien que quería pagar dos- realizarte el trasplante, deberías pensarlo de nuevo’ », dice

Una psiquiatra que necesitaba un riñón no quería pedir ayuda a nadie. Para ella lo ideal
sería pagarle a alguien por un riñón: el pago mantendría sencilla la transacción, sin
ataduras emocionales

cientos cincuenta mil dólares. Luego descubrió que vender Hickey. «Yo le dije, ‘No sé quién demonios eres para tratar-
un riñón era ilegal y pensó que, dada su suerte, con toda me así pero si este trasplante no se realiza hoy mismo llo-
seguridad lo atraparían. Pero para entonces ya se había en- verán más demandas de las que puedas imaginar’». Había
ganchado a la causa y decidió donar sin esperar nada a cam- periodistas y unidades móviles de televisión en la puerta.
bio. Le parecía que no había hecho demasiado con su vida Y, mientras se marchaban, Hickey preguntó en voz alta a su
hasta ese momento y que esto era algo que podía llevar a mujer si habían encontrado a Elvis Presley vivo en el hospi-
cabo, sintiéndose bien consigo mismo. Smitty quería elegir tal. No había caído en cuenta de que estaban ahí por él. Su
al receptor, así que pasó meses buscando online. Lo con- intención de presentar una demanda había llegado a las no-
movió un perfil que encontró en una página web, era de un ticias locales y el comité de ética del hospital de inmediato
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hombre de cincuenta años de edad, llamado Joshua que ne- convocó una junta. Hickey y Smitty juraron que no habían
cesitaba un riñón. Así que llamó al número que aparecía. La habido ningún pago ilegal y el cirujano realizó la operación
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mujer que contestó le dijo que era demasiado tarde, Joshua dos días después.
había muerto. «Bueno, me sentí como si acabara de soltar Desde entonces, Hickey ha hecho de los riñones el traba-
una gran cagada y hubiera retrocedido para meter el pie en jo de su vida. La gente cuyo centro de trasplantes no desea
etiqueta negra

ella», dice Smitty. Luego llegó a MatchingDonors. tratar con donantes localizados por Internet lo llama y él los
Cuando Hickey habló con Smitty por teléfono y concluyó dirige a cirujanos que sí lo harán. Recauda dinero para com-
que iba en serio, su excitación fue tal que se lanzó al auto pensar a los donantes por los gastos e ingresos no percibidos
38 órganos

(ese tipo de compensación es legal). Hickey está peleando una mano, pero Smitty siente que nunca quedará absuelto a
contra el establishment del mundo de los riñones en dis- ojos de la opinión pública. Antes de la operación, quería que
tintos frentes. Sospecha, por ejemplo, que la UNOS (la Red los medios cubrieran el caso porque pensaba que sería bue-
Unida para Repartición de Órganos), la compañía sin áni- no publicitar la falta de riñones, pero algunos artículos que se
mo de lucro que el gobierno de Estados Unidos subcontrata escribieron sobre él tenían una postura escéptica o de abierta
para la gestión de la lista de espera para los órganos pro- hostilidad. Un reportero de Associated Press escribió un artí-
cedentes de cadáveres, presiona a los centros de trasplan- culo muy desagradable en la que citaba a la hija de diez años
tes para que rechacen a los donantes de Internet. De hecho, de Smitty diciendo que no pensaba que su padre era un héroe
UNOS se ha pronunciado contra MatchingDonors.com di- porque le debía dinero a su madre. La nota también insinuaba
ciendo que «explota a un sector vulnerable de la población y que Smitty había entregado su riñón con la intención de recibir
socava la confianza del público en la distribución equitativa dinero a cambio con el que pagar la pensión alimentaria, lo que
de órganos». Hickey cree que es la postura de UNOS la que no tenía sentido ya que la persona que le dio el dinero no había
hizo que su cirujano cancelara el trasplante (acogiéndose al sabido nada de Smitty hasta después de la operación.
secreto profesional que rige las relaciones médico-pacien- Smitty fue a un programa televisivo llamado «Detector de
te, el cirujano declinó comentar el asunto. Un portavoz de mentiras» y se sometió a la prueba del polígrafo. Declaró que
UNOS negó que la organización estuviera involucrada en no le habían pagado por el riñón, pero falló la prueba. Toda-
intimidación alguna, en el caso de Hickey o cualquier otro). vía hoy sigue enfadado por ello. Sospecha que la prueba estuvo

Smitty se considera afortunado por haber tropezado con un manipulada. «Los medios querían crucificarme», dice. «Mu-
receptor del que puede sentirse orgulloso. «¿Qué tal si le cha gente desea odiarme por lo que hice porque ellos no son
hubiera dado un riñón a alguien que resulta ser un alco- capaces de hacerlo». Después contrató a un ex jefe del equipo
hólico?», dice Smitty. «Nunca lo pregunté. Podría haberse del polígrafo del FBI para que llevara a cabo una segunda prue-
emborrachado una noche y matado a una familia, y yo me ba, que esta vez sí pasó. Pero nadie quiso hacer eco de ello. Aun
hubiera sentido fatal. Me hubiera preguntado si debía sal- así, no se ha arrepentido de la donación en ningún momento.
varlo y qué ocurriría cuando se reincorporase a la sociedad. «Es la cosa más brillante que he hecho en mi vida», dice. «El
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Estamos jugando con el futuro aquí. Alguien que estaba por solo hecho de saber que hay alguien viviendo una vida mejor
morir y de pronto está vivo», recuerda él. allá afuera gracias a mí, al viejo y pequeño Smitty».
F E B R E R O

Ocho días después de la operación, Smitty fue encarcelado


por no pagar la pensión de su hija. «Pensé que quizá el juez
podría darme algo de tregua. He donado un riñón, no puedo
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ser tan mala persona. Pero no funciona de esa manera», dice. El escepticismo del cirujano de Hickey y Smitty ante los
Poco después estuvo en posición de pagar porque un hom- donantes altruistas no es una postura inusual. Los médicos
bre que leyó acerca de su caso en el periódico decidió echarle tienden a sospechar de ellos. A finales de los sesenta y princi-
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pios de los setenta, en los primeros tiempos del trasplante de El estudio, sin embargo, no cambió nada. Cuarenta años
riñón, muchos doctores veían las donaciones altruistas a tra- atrás, incluso los familiares que se convertían en donantes eran
vés de los lentes del psicoanálisis, y en consecuencia las en- vistos con suspicacia. A finales de los años sesenta, dos académi-
contraban problemáticas. ¿Qué era el «altruismo» después cas, Renée Fox y Judith Swazey, comenzaron a vigilar centros
de todo? Una motivación que chocara de tal manera con el de trasplante, lo hicieron durante años, y descubrieron que los
instinto primario de supervivencia debía suponer algún tipo cirujanos y psiquiatras alcanzaban extremos heroicos para en-
de patología. ¿Era masoquismo? ¿Alguna culpa no resuelta? contrar conflictos y ambivalencias ocultas en la supuesta buena
Algunos doctores sentían que «no se podía confiar» en los disposición de los donantes deseosos de someterse a la cirugía.
donantes altruistas, que eran unos «chiflados». «Para hacer Si la motivación del donante potencial les parecía sana de un
algo así, esta gente debe ser anormal», dijo un cirujano de modo inadecuado, lo rechazaban. Billy Watson (es un seudó-
trasplantes. Los doctores pensaban que donar un órgano a un nimo), un niño de diez años, necesitaba un trasplante de riñón
desconocido no sólo no era admirable sino que era perverso, para seguir viviendo y su madre quería ser la donante. ¿Pero era
ofendía la conciencia. Iba en contra de la naturaleza humana. la motivación de la señora Watson aceptable o patológica?, se
En 1967, comenzó un estudio a largo plazo sobre donantes preguntaban los doctores. La señora Watson tenía otros nue-
de riñón vivos y sin relación entre sí. El objetivo era ayudar ve hijos. ¿Estaba mostrando un insano favoritismo por Billy al
a los centros de trasplantes a proponer políticas para el tra- intentar mantenerlo con vida dado que la operación la dejaría
to con estos desconcertantes individuos. El estudio sometía por un tiempo incapacitada para cuidar de manera adecuada del

Cuando la feminista católica Frances Kissling supo que necesitaba un riñón,


envió un email a sus amigos para explicarlo. «Compartir cuerpos es genial, de la
manera en que el sexo es genial», cree esta militante

a los donantes a entrevistas de libre asociación, interpreta- resto? ¿Cuán estable era el matrimonio de los Watson? (Tras
ción de los sueños, tests de Rorschach y tests de apercepción dos meses de debate, los médicos decidieron permitir a regaña-
temática. Cuando se publicó en 1971, el estudio encontró en dientes que la señora Watson donara el riñón).
los donantes evidencias de masoquismo primitivo, formación Un hombre quería donar un riñón a su hermano, pero
reactiva contra sadismo temprano, conflicto homosexual, su mujer se oponía. El nefrólogo sospechaba que el hom-
simbolismo del embarazo y envidia del pene. Pero a la vez se- bre quería donar para así romper con su dominante esposa,
ñalaba que, en esto, los donantes no eran diferentes al resto y lo rechazó como donante. Otro caso involucraba a Susan
de la humanidad, y que, después de la operación, todos los Thomas (también un seudónimo), una mujer soltera de
donantes explicaron que tenían un sentimiento profundo de veintiséis años. Su madre decía que quería salvar a su hija,
autoestima aumentada, el sentimiento de que «había hecho pero durante los tests previos, el equipo responsable del
algo sano y natural, sin indicios de arrepentimiento». («La trasplante notó que la señora Thompson mostraba proble-
única cosa buena que he hecho en mi vida», dijo un donan- mas gastrointestinales y palpitaciones cardiacas. El equipo
te que, según el estudio, sufría de personalidad inadecuada. decidió que, en un nivel inconsciente, la señora Thompson
«Soy mejor por haberlo hecho»). No se habían registrado de- en realidad no quería dar su riñón, así que le dijeron que no
presiones postoperatorias ni dolencias físicas. «tenía un tejido compatible» y la rechazaron.
40 órganos

Los doctores empezaron a darse cuenta de que trasplan- Incluso en el caso de donantes muertos, las emociones
tar un órgano suponía revolver la mugre de las emociones opacaban el trasplante. De hecho, la carga de gratitud po-
familiares, lo que traía consecuencias imprevisibles. Las do- día ser incluso más pesada cuando el donante está muerto,
naciones tendían a crear lazos entre el donante y el receptor, sobre todo si, como solía ser habitual, el donante era una
a veces de amor, otras de culpa o gratitud, o a veces creando persona joven y su muerte había sido repentina y horrible.
un sentimiento de unión física, debido a la presencia del ór- Las familias donantes, que entendían la magnitud del re-
gano de uno en el cuerpo del otro. La fuerza de esos lazos galo, a veces sentían que el receptor se había convertido
podía debilitar otros, dejando a las familias crispadas y con- en miembro de la familia, alguien a quien podían amar y
fundidas. Si, por ejemplo, una persona donaba un órgano a reclamar como suyo. El padre de un muchacho muerto le
un hermano, ¿no cabía la posibilidad de que su relación con dijo al padre de la chica que había recibido el corazón del
él se estrechara demasiado, en perjuicio de su relación con muchacho: «Siempre habíamos querido una niña pequeña,
su pareja? Un médico especializado en trasplantes creía que, ahora la tenemos a ella y vamos a compartirla con ustedes».
luego de que una hermana donara un órgano a su hermano, Mucha gente sentía, de una manera casi animista, que el
la hermana «se había sentido con control absoluto sobre el ser querido fallecido sobrevivía en el cuerpo del receptor.
hermano, como si lo hubiera castrado». Luego de la opera- «Mi sangre ha adoptado una niña / que se revuelve en mi
ción, en lugar de volver a casa con su mujer e hijo, se mudó pecho / llevando una muñeca», se lee en un poema de 1970,
a casa de su hermana para pasar ahí la convalecencia. Otro Trasplante de órgano, acerca de un adulto que ha recibido

hombre se encontraba tan sobrecogido por el sentimiento el corazón de una niña muerta. La gente se preocupaba de
de compromiso para con la hermana que le había donado una forma profunda por lo que pasaba con los restos de
un órgano que no era capaz de mirarla a los ojos. Un chico sus muertos, incluso cuando esos restos no eran más que
rechazó el riñón de su madre porque, según le dijo al ciru- cenizas. Cuánto más fuerte era entonces esta preocupación
jano, «ella ya me ha devorado lo suficiente». La fuerza de la cuando los restos consistían, por el contrario, en un riñón
gratitud podía ser espantosa cuando el regalo era un órgano, palpitante o un corazón que todavía latía.
situación en la que ningún agradecimiento parecía adecua- Todas estas emociones fuertes y atávicas hacían que los
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do y la reciprocidad era imposible. Había, según observa- equipos responsables de los trasplantes se sintieran incómo-
ron Fox y Swazey, algo tiránico en el regalo, como decía el dos, por lo que, con el paso del tiempo, se crearon protocolos
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antropólogo Marcel Mauss. «¿Por qué el benefactor ama al para mantener el proceso anónimo y a las familias aparte. Se
receptor más de lo que el receptor ama al benefactor?», re- estableció un régimen de higiene emocional. Quizá en el futu-
flexionaba el especialista en bioética Leon Kass a propósito ro, se pensaba, cuando los trasplantes fueran más habituales,
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de los trasplantes, haciendo alusión a un pasaje de Ética a estas precauciones no serían necesarias. Quizá ese apego a los
Nicómaco, de Aristóteles: «Porque el benefactor vive en el órganos de un muerto llegaría a ser visto con la misma extra-
receptor de la manera en que el poeta vive en el poema». ñeza con que observamos la creencia de que los mechones del
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cabello o las uñas cortadas de alguien se pueden ser usar para lo que fuera por ellos. mi mayor defecto es ser demasiado
echarle una maldición. Quizá la idea de un órgano viviendo amable con la gente que es mala conmigo o que ni siquiera
por su cuenta, separado de su dueño, no resultara ya extraña, me cae bien…san valentín es probablemente mi ‘feriado’ fa-
gótica, como salida de un relato de Poe. Y quizá ese cambio vorito porque todo es rojo y rosa…me encanta ralph lauren.
relajaría también la renuencia que muchas familias tienen a y creo que no hay nada más qué decir acerca de mí».
la hora de donar los órganos de un ser querido. Stephens trabaja en el área administrativa de una es-
Y en efecto, los trasplantes se han convertido en una cuela para niños con problemas de aprendizaje en Long
cosa corriente, y la actitud de la gente hacia la donación Island. Antes había pensado que quería ser abogada, pero
de órganos de difuntos ha cambiado algo. Quienes ven en renunció a un trabajo como principiante en un estudio de
ellos un signo de una perniciosa crueldad espiritual la- abogados porque estaba horrorizada por el nivel ético de
mentan estos cambios. Para el especialista en ética Gil- los abogados: los affaires entre trabajadores, el desdén con
bert Meilaender, por ejemplo, la renuencia que muchos que trataban a los clientes. Había crecido en el norte del
sienten hacia la donación de órganos, incluso después de estado de Nueva York y había sido criada en un catolicismo
la muerte, no pasa por el egoísmo o la superstición sino estricto. Escuchó por primera vez acerca de los trasplantes
que es un signo de que nuestra idea de que el cuerpo es de riñón en séptimo grado: un padre de familia contó en
algo íntegro, algo humano, algo sagrado, no se ha marchi- su clase de Higiene y Salud cómo se había salvado su hijo
tado. Una sociedad en la que todos firman su cartilla de gracias a un trasplante. La historia se le quedó clavada en la

Kimberly Brown-Whale nunca volvió a saber del hombre al que le dio su riñón. Sólo
sabía su nombre. En señal de agradecimiento el centro de trasplante le dio una
maceta con una planta

donantes en un alarde de alegre racionalidad, sin ningún cabeza desde entonces: la idea que uno podía salvar la vida
reparo, sería para Meilaender un horror. La entrega de un de otra persona.
órgano, por parte de un vivo o un muerto, no debería ser A principios del año pasado su abuela murió de cáncer
un acto libre de angustia. Para Meilaender, la tiranía de la de páncreas, y ella decidió hacer algo para honrar su me-
gratitud no es una perversión del amor sino su prototipo: moria. Aun cuando nunca había tenido una verdadera con-
el lazo que existe entre padres e hijos. versación con su abuela, quien había emigrado desde Corea
del Sur tarde en su vida y nunca había aprendido inglés, se
sentía inspirada por ella, moral y espiritualmente. Su abuela
tenía poco dinero, pero había acogido a viajeros en su casa,
Melissa Stephens tiene veinticuatro años. En su perfil de incluido alguno que había huido de Corea del Norte, y los
MySpace se describe de la siguiente manera: «Adoro las tor- había alimentado. Stephens quería hacer algo que fuera un
tas, pueden preguntarle a cualquiera. mi torta favorita es la digno homenaje a una persona así, algo que sentara prece-
de confeti dulce con cobertura de confeti dulce…sé pintar y dente, que inspirase otras buenas acciones. No una camina-
esculpir. sonrío mucho. me gustan las velas de yankee can- ta para recaudar fondos, sino algo grande, algo que la gente
dle con aroma a ropa limpia…adoro a mis amigos y haría fuera a recordar.
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Buscando en Internet, encontró MatchingDonors.com, Antes de que apareciese Stephens, le había pedido a sus
donde buscó pacientes de su mismo tipo sanguíneo que vi- amigos que corrieran la voz de que necesitaba un donante.
viesen en Nueva York. La primera persona no respondió a su En el transcurso de cinco años aparecieron dieciséis per-
email, así que escribió a la segunda, un rockero de cincuenta y sonas, pero ninguna había servido. Uno quería un auto a
seis años llamado Kris Randall que vivía en Manhattan. Ran- cambio de darle el riñón. Uno de los que se había ofreci-
dall la llamó el mismo día. Todavía recuerda con exactitud do descubrió durante las pruebas que su riñón estaba tan
dónde estaba cuando habló con él por primera vez: conducía mal como el de Randall. Uno era portador del VIH, obeso
camino a casa, volviendo de compras, cuando él la llamó al y había intentado suicidarse tres meses atrás, y Randall lo
celular. En las semanas siguientes, mientras ella se hacía las rechazó apoyándose en que no superaría el examen psicoló-
pruebas, la llamó a diario, y hablaban durante horas. Le contó gico. Pese a todo, Randall sabía que tenía que seguir siendo
acerca de su vida, su novia, sus amigos, y acerca de cuánto sig- positivo, porque en su mundo nadie quería hablar con un
nificaba para él tener una oportunidad para seguir con vida. tipo enfermo: la gente amaba a los ganadores, y si no era
Le dijo que sentía como si estuviera ahogándose y sus amigos capaz de trabajar y ganar dinero, estaba muerto para ellos.
le hubieran lanzado chalecos salvavidas, pero sólo ella estaba Stephens empezó a contarle a la gente sus planes de do-
nadando para salvarlo. Le habló de su carrera musical, y ella nación. Su compañera de piso, sus compañeros de trabajo y
se hizo la idea de que tenía muchos amigos famosos, y que casi todo el mundo tuvo la misma reacción: todos querían
después de donar el riñón ella también sería famosa. saber cuál demonios era su problema. Una mujer mayor en

Wagner recibió la llamada de una mujer que había oído de su donación en las
noticias. Deseaba que el riñón que le quedaba fallase y lo matara, porque su
marido era el siguiente en la lista de espera y Wagner se lo había
dado a otra persona

En la época en que Stephens le escribió, a Randall le el trabajo le dijo que nunca permitiría que sus hijos hicieran
habían dicho que le quedaban seis semanas de vida. Ran- algo así. Una enfermera de su centro de donación de san-
dall había empezado a etiquetar sus guitarras con post- gre (Stephens donaba sangre con regularidad) le dijo que
its en los que había escrito el nombre de los amigos que era la cosa más disparatada que había oído jamás. Incluso
quería que las heredaran cuando ya no estuviera. Había una persona que tenía un familiar en lista de espera para
dejado su trabajo regular, como ingeniero de sonido, por- un trasplante de riñón le dijo que nunca dejaría que uno de
que no era capaz de seguir cargando el equipo. Desde que sus hijos donara. Stephens encontró todas estas reacciones
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enfermó, había ganado una coloración verdosa alrededor inquietantes. Entendía que donar un riñón no era algo que
de los ojos y había perdido mucho peso. Había decidido pudiera hacer todo el mundo; alguna gente no aguantaría el
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no tratarse con diálisis, había visto algunos familiares su- dolor o la pérdida de control, hasta donde ella sabía. Pero
frirla y tenía además fobia a las agujas; en cambio estaba le parecía más difícil entender por qué podían pensar que
tratándose con remedios alternativos, sobre todo con una ella estaba loca. A ella le parecía que, sencillamente, estaba
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sustancia llamada IP6 o ácido fítico, hecha con salvado de echando una mano a alguien que lo necesitaba, de la misma
arroz. Dejó de tomar lácteos. Durmió diecinueve veces en manera que se detendría a ayudar si alguien sufriera un ac-
una cámara hiperbárica. cidente en la carretera.
44 órganos

En determinado momento, se le ocurrió que esa gente muy difícil mantener la mirada», dice. «No hubiese podido
que pensaba que ella estaba loca, de hecho, no se detendría mirarlo a los ojos aunque de eso dependiera mi vida. Eran
a ayudar si vieran un accidente en la carretera. Pero esta era, tan solo muy…no sé. No fue como esperaba que fuera para
en primer lugar, una de las razones por las que había decidi- nada. Fue incómodo». Randall también encontró la situa-
do donar un riñón: para dar ejemplo a ese tipo de personas. ción extraña, aunque no desagradable. «Es como conocer a
Stephens creía que la mayoría de la gente era egoísta y mate- una novia pedida por correo», dice. «Estás feliz, pero sigue
rialista, pero creía también que si se les recordaba que otros siendo inusual».
tenían necesidades y deseos, tan importantes como los suyos Tras la operación, Stephens estuvo en cama durante días.
propios, entonces quizá lo fueran un poco menos. Odiaba Su madre cuidó de ella. Estaba adolorida, exhausta, pero lo
la forma como, en la línea de cajas de la tienda Target, una peor es que no tuvo noticias de Randall. Estaba desolada.
persona con un carrito lleno no dejaba pasar a otra persona Ella le había dado tanto, estaba sufriendo por él, ¿y él ni si-
que sólo llevaba una o dos cosas. Odiaba cuando, mientras quiera podía darle las gracias? La compasión de sus amigos
iba en el auto y cedía el paso a un peatón para que cruzara, el sólo conseguía hacerla sentir peor. «Tanta gente decía ‘Es
conductor del coche de atrás tocaba el claxon con frustración. como si hubiera cogido lo que quería y se hubiera marcha-
Siempre intentaba hacer cosas buenas para los demás. En el do’», dice con tristeza. Investigó un poco sobre él y descu-
trabajo solía comprar café para sus compañeros sin que se lo brió que no era tan famoso como ella pensaba. «Me hizo
pidieran, lo que sólo conseguía desconcertar a la gente. quedar como una idiota, porque yo estaba diciéndole a la

Sus padres no pensaban que estuviera loca, estaban or- gente…que había tocado para Led Zeppelin y Mick Jagger,
gullosos de ella. Stephens escribió en su blog: «Siempre me que había escrito canciones para ellos, y él decía como, ‘Vas
he sentido querida, cuidada, segura, contenta, inspirada y a ser tan famosa’», dice. «Esto no era lo que yo quería en
agradecida por la familia que recibí…y quiero entregar algo absoluto, pero él me embaucó y luego de que obtuvo mi ri-
del amor que he recibido (casi se me salen las lágrimas es- ñón…no lo sé».
cribiendo esto, jaja)». Luego lanzaba su proyecto: «Estoy Se comió la cabeza durante semanas, sintiéndose mo-
ayudando de una manera extrema, pero TÚ también puedes lesta y miserable. Finalmente, escribió en su blog acerca de
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hacer cosas para ayudar... voluntariado. donaciones. dar. cuán dolida se sentía, y él llamó. Había leído lo que ella ha-
amor. y recibir amor a cambio». bía escrito. Había estado adolorido, le explicó, había tenido
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Justo antes de la operación, Stephens se encontró con el sueño descontrolado, así que no había podido ponerse
Randall por primera vez. Él se acercó en la sala de espera al teléfono. Ella pensó que era una excusa bastante pobre.
del centro de donaciones y le tocó el hombro. Stephens, Él le dijo que se sentía agradecido, pero ella sintió que, en
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cogida por sorpresa, se quedó paralizada. «Cuando estoy realidad, no le estaba agradeciendo. Vinieron más silencios.
enamorada de alguien –y no es que esté enamorada de Ella lo llamó varias veces y él no le devolvió las llamadas y
él— o cuando me siento intimidada por alguien, me resulta finalmente se dijo a sí misma que iba a desentenderse de
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él. Un tiempo después, él le envió unas fotografías. «Recibí ni siquiera llevar las palabras a mi boca para decírselo de
este email suyo que era como ‘¡Acabo de volver de la isla vuelta, porque yo no lo amo. Esto puede parecer una locura
de San. Martín’!», cuenta. «Así que yo estaba como, Este para otra gente, pero para mí es lo mismo que si ayudara a
imbécil se fue a San Martín –las fotos paseando por la pla- alguien a llevar la compra hasta su auto. No voy a amar a
ya, sosteniendo una bebida, tomando el sol— ¿y ni siquiera esa persona debido a que la ayudé a meter la compra en su
puede coger el teléfono para decir algo como, ‘estoy bien, auto». Pese a ello, no se arrepiente de su donación. «Es un
gracias’? Ahora desearía haber mantenido mi donación anó- logro enorme», dice. «Es un hito grande en mi vida. Voy a
nima, porque, bien, él obtiene el riñón, se va a San Martín, poder contar esta historia toda la vida, para siempre».
se la pasa bien, y yo ni siquiera tendría que enterarme. Su- Cinco meses después de la operación, Melissa chequeó
pongo que es como cuando alguien te engaña, ¿quieres en- el contador de visitas de su blog y descubrió que había te-
terarte o no? Es el mismo sentimiento». Justo después de la nido ocho mil quinientas visitas. Estaba encantada, y de-
operación, Randall sentía como si cada nervio de su cuerpo cidió hacer otro esfuerzo para inspirar a la gente a hacer
estuviera gritando. No podía llevar ropa encima, así de incó- el bien. «Planeo hacer voluntariado por un tiempo en el
modo se sentía. Y estaba tomando bastante Vicodin, lo que centro local de repartición de alimentos para ayudar a los
lo dejaba insensible. No quería tocar música, no sentía nada necesitados este invierno, y ustedes deberían considerar
por su novia ni su familia. «Sólo quería estar solo», cuenta. hacer lo mismo», escribió. «pese a que puedan sentir que
«Es como cuando un perro se esconde para sanarse». Poco a (y con mucha razón quizá) están sufriendo de alguna for-

Un estudio encontró en los donantes evidencias de masoquismo primitivo, conflicto


homosexual, simbolismo del embarazo y envidia del pene. Pero, después de la
operación, todos los donantes explicaron que sentían mayor autoestima

poco empezó a sentirse mejor y volvió a hablar por teléfono. ma, es muy probable haya alguien allá afuera pasándolo
«Muchos de mis amigos me preguntaban ‘¿Qué se siente te- mucho peor. así que la próxima vez que estés en una tienda
ner un pedazo de una chica dentro? No sólo de un extraño, y veas a un voluntario sonando su campana para el ejército
sino de una chica’ Yo les decía, ‘¿Sabes qué? Cada mañana de salvación, echa un dólar o dos… no des empujones para
me despierto y digo, Hola Melissa, ¿cómo te va?’ Es como ponerte por delante de alguien en la tienda de regalos… y
tener a mi mejor amiga muy cerca de mí. Por lo que a mí res- da gracias a dios todas las noches por la maravillosa vida
pecta, es todavía suyo. Es como decir, ‘¿Cómo estás? ¿Todo que tienes… felices fiestas, melissa».
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bien? ¿Quieres algo de beber?’ Una chica de veintidós años,


oh, me siento como el cabrón con más suerte del mundo,
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seré honesto contigo».


Incluso ahora, un año después, Stephens encuentra dolo- La lista de espera para trasplantes de riñón sigue ha-
roso todo el asunto de Randall. «La gente piensa que va a ser ciéndose más larga, y más y más personas mueren esperan-
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increíble tener esa conexión que nadie más puede tener», do. Hoy en día hay unos quinientos mil estadounidenses
dice. «Pero no es así. No es como si nos hubiéramos enamo- con una afección renal en estado terminal, y alrededor de
rado. Quiero decir, él dice que me ama, pero yo no puedo ochenta y siete mil mueren por esa causa cada año. La po-
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sición de una persona en la lista de espera es determinada afrontarlo), y porque permite a los donantes saltarse la lista
por un complejo algoritmo creado por UNOS, que intenta de UNOS, y elegir a sus receptores. Por ejemplo, Douglas
alcanzar un punto medio entre la productividad y la justi- Hanto, el jefe de la sección de trasplantes del Beth Israel
cia. ¿Debería dársele el riñón al paciente que más años lo Deaconess Medical Center, en Boston, cree que el sistema
aprovechará, o sea al más joven, o al menos enfermo? ¿De- debería funcionar de la misma manera para todos, que de-
berían tener prioridad los niños, como es ahora el caso? bería haber una única fila donde hacer cola. Reconoce que
¿O debería la lista regirse por un estricto orden de llegada, es posible que MatchingDonors atraiga a gente que de otra
aun cuando eso significara que los órganos fueran para los manera no donaría, gente que necesita el empujón de una
pacientes más enfermos, quienes podrían morir poco des- historia de contenido humano para moverse, lo que es me-
pués del trasplante? jor para todos, pero dado que su formato de servicio de ci-
El debate acerca de la justicia en la repartición de riñones tas favorece al fotogénico, el elocuente y el informatizado,
está influido por la historia renal. Cuando el riñón artificial, se opone a él. «Todos vamos a morir», dice. «Tenemos que
el ancestro de la máquina de diálisis, fue por primera vez hacer todo lo que esté en nuestras manos por nuestros pa-
capaz de mantener a los pacientes por más de unas semanas cientes, pero dentro de los límites de unos principios mora-
a inicio de los años sesenta, el Artificial Kidney Center de les. Por mucho que queramos salvar a todos, no podemos».
Seattle, que era dueño del equipo, formó un comité para que Mucha gente piensa que la donación anónima es un acto
decidiera cuál de los pacientes con problemas renales en es- de moral más elevada. En otras palabras, donar sin elegir

tado terminal se serviría del aparato y sobreviviría. El comi- al receptor, tan sólo apareciéndose en el hospital ofrecien-
té, que incluía a un sacerdote, un ama de casa, un banquero do un riñón, permitiendo que el centro de trasplante lo
y un líder sindical, determinaba la valía de los postulantes asigne al siguiente en la lista. Algunas veces los beneficia-
considerando, entre otros factores, su asistencia a la iglesia, rios de este tipo de transacción optan por no conocer a sus
estado civil y patrimonio. El proceso, como era de esperar y donantes; a veces ni siquiera envían una nota de agrade-
al igual que otros similares en distintos centros, se hizo un cimiento. Que un donante elija a su receptor a través de
tanto polémico. Algún tiempo después, un dictamen federal, un servicio como MatchingDonors puede parecer, desde
a través del programa Medicare, garantizaba el acceso al tra- esta perspectiva egoísta: un servicio que permite jugar a
tamiento por diálisis para casi todo el mundo. Esto tuvo el ser Dios eligiendo quién vivirá, y que fomenta la gratitud
resultado de que miles de pacientes con afecciones renales, e induce a crear una relación con el receptor. Pero, en un
que cuarenta años atrás hubieran muerto enseguida, ahora sentido casi literal, una donación indirecta no es altruista
mueren lentamente aguardando en lista de espera. en el sentido en que elegir al receptor sí lo es, debido a que
Hay quienes piensan que la justicia es primordial, y tien- en este caso no hay un otro. No hay una historia humana,
den a oponerse a MatchingDonors porque cobran por sus tan solo un principio. Lo único que el donante puede ver es
servicios (aunque liberan del pago a aquellos que no pueden el brillo de su propia buena acción.
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En el mundo de los trasplantes de riñones existen aca- pagar a alguien por un riñón: el pago –creía ella– manten-
lorados debates sobre la mejor manera de atacar la cares- dría la transacción sencilla y recíproca, liberaría a ambas
tía de órganos. La menos polémica implica que aumente partes de ataduras emocionales. Pero dado que el pago era
el número de personas que se registra para donar después ilegal, acudió a MatchingDonors.com, con la esperanza de
de la muerte. Algunos sugieren que Estados Unidos debe encontrar a un desconocido, la segunda mejor opción. (En
adoptar un protocolo de «presunción de consentimiento» palabras de otro paciente, «Con la familia, habría un lío de
para la recolección de órganos, como han hecho varios culpabilidad», pero al tratarse de un desconocido «no hay
países europeos. Esto, en efecto, aumentaría el número compromisos. Llegados a este punto, no se trata sino de un
de riñones disponibles, pero, dado que sólo un pequeño trozo de carne»).
número de fallecidos posee órganos suficientemente sa- Satel terminó aceptando el riñón que le ofreció alguien
nos para poder ser trasplantados, tampoco resolvería el que conocía, la escritora libertaria Virginia Postrel, pero
problema. Otra forma es fomentar las donaciones proce- continúa dedicada a la causa de legalizar el pago por órga-
dentes de personas vivas. Si se entendiera mejor lo segura nos. Con esto no se refiere a establecer un mercado libre en
que es la operación, quizá más pacientes solicitarían ayu- el que los pacientes paguen directamente a los donantes.
da de sus familiares y amigos. No todos lo hacen. Según Incluso los que favorecen esta manera de hacer las cosas,
un estudio reciente, el cincuenta y cuatro por ciento no se saben que, por razones de sensibilidad cultural, sería irrea-
lo pide a nadie. lizable. Mucha gente encuentra grotesca la idea de pagar

Smitty descubrió que había gente que buscaba riñones online y estaba dispuesta a
pagar. Le sonó bien que le pagaran por donar un riñón. Alguien ofrecía doscientos
cincuenta mil dólares. Luego descubrió que era ilegal, pero ya se había enganchado
a la causa: decidió donar sin esperar nada a cambio

Pedir un riñón es un asunto complicado. Puede ser un por órganos, pese a que sí es legal pagar a las donantes de
tema que toque la sensibilidad política de la gente. Cuan- óvulos y, en algunos estados, a las madres de alquiler, por
do la activista feminista católica Frances Kissling recibió la su tiempo, esfuerzo y sufrimiento. (La línea difusa que se-
noticia de que necesitaba un trasplante de riñón, envió un para la venta de órganos de estas otras prácticas tiene que
email a un amplio círculo de amigos explicándolo. Decidió ver con la extirpación de una parte del cuerpo, mientras
que, pese a que la confianza en la generosidad ajena era algo que las otras dejan al cuerpo más o menos en el mismo
nuevo para ella, no estaba mal intentarlo. Acudir a su co- estado, extirpando sólo «tejido», y en consecuencia pue-
munidad en busca de ayuda, pensó, estaba estrechamente den ser vistas tan sólo como un trabajo de alquiler.) Por
relacionado con su feminismo. «Pienso en los trasplantes el contrario, la idea sería permitir que el gobierno o las
como en algo que nos acerca como seres humanos», dice. compañías de seguros compensaran a los donantes de al-
«Compartir cuerpos es genial, como el sexo es genial». En el guna forma: quizá no con dinero –para evitar el riesgo de
extremo opuesto, Sally Satel, psiquiatra y autora publicada explotar a los desesperados– pero sí de una manera más
por el conservador American Enterprise Institute, no que- dislocada y con la vista puesta en el futuro, como una pó-
ría pedir ayuda a nadie. Odiaba la idea de abusar del resto, liza de seguro médico, un plan de pensiones o un fondo de
y de estar en deuda con alguien. Lo ideal para Satel sería financiación para estudios universitarios.
50 órganos

dándolo por muerto. Luego descubrieron que Peter tenía una


afección cardiaca. Poco después de eso, fueron atacados por
Kimberly Brown-Whale es pastora en una iglesia Metodis- una turba que estaba convencida de que habían raptado a su
ta Unida de Essex, Maryland, una ciudad pobre, plagada de hija menor y quería arrebatársela. Tras esto, la familia regre-
casas de empeño, iglesias improvisadas en locales comercia- só a casa por un tiempo, pero decidieron volver para terminar
les y bares, al este de Baltimore. Tiene cincuenta y tres años, su labor. Los padres de Kimberly Brown-Whale les rogaron
es delgada y pálida, tiene el cabello gris a la altura del mentón que no volviera, e incluso algunos en la iglesia les dijeron que
y lo lleva sujeto por ganchitos a cada lado de la cabeza. Su ma- deberían quedarse en casa, pero ellos sentían que volver era
rido, Richard, es también pastor, y ambos han pasado unos lo correcto. «La vida es riesgosa», dice ella. «Puedes sufrir un
diez años en el extranjero, como misioneros: estuvieron des- ataque en casa de la misma forma como puedes ser atacado
tinados en dos ocasiones al Caribe, Anguila y Granada, y otras en cualquier otro lugar. Puedes enfermarte en casa al igual
dos en África, primero en Mozambique y luego en Senegal. que puedes enfermarte en cualquier otro lugar. Nosotros ha-
Casi no tienen pertenencias porque cuando deben viajar fue- bíamos hecho una promesa y queríamos mantenerla. Estába-
ra, la iglesia no puede enviarles nada, y ellos no tienen dónde mos haciendo un buen trabajo y queríamos terminar con él».
dejar sus cosas; así que cuando llega la ocasión entregan sus Brown-Whale no creció en un hogar religioso. Su padre,
posesiones a personas que conocen, o a tiendas de segunda un ingeniero aeroespacial, le decía siempre que era una
mano. Los Brown-Whale tienen tres hijos. La mayor, Sarah, eterna optimista, que creía con ingenuidad que la gente

Cuando Stephens le contaba a la gente sus planes de donar un riñón, todos querían
saber cuál demonios era su problema. A ella le parecía que era como si se detuviera
a auxiliar a alguien en un accidente de carretera. Luego pensó que quizás esa gente
no se detendría a ayudar a nadie si vieran un accidente en la carretera

y la menor, Cassi, son adoptadas. Sarah proviene de una casa era buena y que las cosas terminarían saliendo bien, pero a
de acogida temporal en Maryland, y Cassie de una en Grana- ella le gustaba ser así. Cuando trabajaba en el extranjero, le
da. También tienen un hijo biológico. No planearon construir preocupaba que se le endureciera el corazón, que llegara a
su familia de esa manera, tan sólo fue la forma como ocurrió. acostumbrarse a la miseria que veía alrededor, al tener que
Se ofrecieron como misioneros porque querían expandir apartarse una y otra vez de la gente que le tiraba de la ropa.
sus horizontes, pero el trabajo era difícil. En Senegal estuvie- Pero creía que seguía siendo la misma optimista de siempre.
ron en un área remota donde no abundaba la comida, y mu- Si alguien hacía algo cruel, ella no lo descalificaba, decía que
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chas veces tenían demasiada hambre para poder dormir. Con lo que esa persona había hecho no tenía sentido para ella, o
frecuencia la gente no era capaz de entender por qué estaban que la situación era más compleja de lo que ella podía saber;
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haciendo lo que hacían, y sospechaba que tenían intenciones o soltaba una enrevesada explicación que hiciera parecer ra-
ocultas: la gente veía que sus dos hijas no eran suyas en el zonable el comportamiento de esa persona. No es que sea
sentido biológico y pensaba que habían secuestrado a dos jó- una juez imparcial: cuando uno de sus feligreses está herido
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venes africanas para que fueran sus criadas. Poco después de o lastimado, le afecta bastante. «Creo que la empatía es algo
que llegaran a Mozambique, Richard Brown-Whale fue ataca- bueno», dice. «No todos mis colegas estarían de acuerdo.
do en la calle, le robaron, lo estrangularon y lo dejaron tirado, Pero no creo que el que alguien me cuente algo y me afecte
52 órganos

tanto que me haga llorar me haga menos eficaz como pastor. habían tenido un largo viaje en auto y prefirió no desper-
Creo que cuanto más uno se preocupa, más dispuesta está la tarlos. No estaba nerviosa. Había pasado el fin de semana
gente a escucharte. Les digo: ‘Es porque te amo’, y así es». lidiando con su anciano padre, que había estado de visita,
El año pasado, vio en el noticiero un reportaje acerca de una y entre la preocupación constante de que pudiera hacerse
mujer de su comunidad que necesitaba un riñón y de inmediato daño en su casa y luego haber tenido que embarcarlo en su
llamó al hospital Johns Hopkins para ofrecerse como donante. vuelo de vuelta a casa, casi no había pensado en la opera-
Las pruebas dictaminaron que no era compatible con esa mujer, ción. Si acaso le hubiera cruzado por la mente, la idea de lle-
pero la enfermera le preguntó si estaría dispuesta a donar a otra var a cabo algo así mientras dormía, seguido de varios días
persona, y ella dijo que sí. La enfermera preguntó si necesitaba de pasividad forzosa, le hubiera resultado atractiva.
saber quién sería el receptor y ella dijo que no, que confiaba en Se recostó en la mesa de operaciones, inconsciente y res-
que el hospital elegiría a la persona que más lo necesitara. Pensó pirando con tranquilidad. Su pelvis y sus piernas estaban
que sería bonito poder conocer a esa persona después, pero si la ocultas bajo las sábanas; el rostro y el pecho, separados por
persona no quería hacerlo, también le parecería bien. otra sábana, eran visibles sólo para el anestesista; su torso
Una parte de lo que le atraía de donar un riñón tenía que desnudo estaba destapado. Le realizaron cuatro pequeñas
ver con su concreción: sabía que ayudaba a alguien, y sabía incisiones en la piel, la sangre brotaba sobre el filo del bis-
de forma exacta cómo lo hacía. Se veía a sí misma como parte turí, y un quinto corte justo por encima del pubis, algo ma-
del negocio de ayudar a la gente, pero una buena parte de su yor, de unos siete centímetros y medio. Por ese último se

Un hombre se sentía tan comprometido con la hermana que le había donado un


órgano que ni siquiera podía mirarla a los ojos. La fuerza de la gratitud podía
ser espantosa cuando el regalo era un órgano. Ningún agradecimiento parecía
adecuado. La reciprocidad era imposible

trabajo era solo hablar, hablar y hablar. Los sermones del do- insertó una cámara diminuta; en la pantalla que había sobre
mingo, funerales, visitar feligreses en el hospital. Con cierta la mesa, resplandeciente en la oscuridad de la habitación,
frecuencia se preguntaba si algo de lo que hacía marcaba una apareció una imagen de sus vísceras: brillantes, rebosantes
diferencia. Ayudar era difícil. Cuando volvía a casa siempre y sangrientas. Le introdujeron un retractor en la segunda
se encontraba con gente sentada en los escalones de la puerta incisión para que apartara el hígado. En la tercera iban unas
esperándola, y cuando no conocía a una persona le preocupa- tijeras, en la cuarta unas pinzas. El cirujano Robert Montgo-
ba que luego de darle dinero se lo gastara en alcohol o drogas, mery —jefe de la operación, con bigote como un manillar de
o que pasara a depender de ella. Sabía que la gente a veces bicicleta, que le llegaba casi hasta la clavícula— tiró con sua-
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mentía acerca de lo que necesitaba, y eso siempre la hacía vidad de la grasa de debajo de la piel y del tejido conectivo,
sentirse comprometida. Y las cosas podían salir mal. Como la delgada y tensa membrana que mantenía las entrañas en
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cuando preguntó a setenta niños de un hogar de acogida que su lugar, para separar un trozo diminuto que cortar con las
querían para Navidad, y sus feligreses gastaron bastante di- tijeras. Las pinzas estiraron, las tijeras cortaron, estiraron,
nero comprándoles esas cosas, y los regalos fueron robados. cortaron, estiraron, cortaron, con cuidado, lenta e inexora-
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La mañana de la operación, Brown-Whale salió a hur- blemente, trazando un sendero a través de las capas de car-
tadillas de casa al amanecer, mientras Cassie y su marido ne. Cuando la carne era cauterizada, de la incisión emergían
dormían. Ellos querían acompañarla, pero el día anterior diminutas nubes de vapor.
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Apartó un trozo de membrana y dejó ver un vaso rojo y una bolsa de plástico vacía, luego colocó el riñón sobre la
palpitante: la arteria renal. Y luego otro vaso más grande, palma de su mano. « ¡Mira cuán pequeño es!», murmuraron
de color morado oscuro: la vena cava inferior, la vena más los presentes. Lo colocó con decisión en un recipiente con
larga del cuerpo, que lleva sangre desde la parte inferior del líquido dentro. Conectó la arteria cortada a un gotero intra-
cuerpo de vuelta al corazón. Saliendo de la vena cava, en venoso para que el líquido fluyera por los vasos del riñón y
el ángulo derecho, se encuentra la vena renal. Estirar, cor- lo limpiara (Si se quedara lleno de sangre, se estropearía).
tar, estirar, cortar. La glándula suprarrenal, pequeña, ama- Según se fue vaciando de sangre, el riñón fue tornándose
rillenta, pegada a la parte superior del riñón. El cirujano pálido, y el líquido en el recipiente más oscuro. Montgomery
grapa la vena suprarrenal y, con gentileza separa –estira, guardó el riñón limpio en tres bolsas de plástico, con líquido
corta, estira, corta— la glándula, que permanecerá dentro. dentro. Lo colocó en una nevera y la enfermera se lo llevó.
Y al final, el riñón mismo, rosado y turgente. El cirujano se Dos horas después, el receptor, un hombre de mediana
detiene. El anestesista se da cuenta. edad de Rhode Island, yacía en una mesa de operaciones,
—¿Qué ocurre? mientras lo preparaban para la operación. Le habían afei-
—No lo veo claro ahora mismo. Hay una arteria con la tado el vello del estómago, y los pelos sueltos se los habían
que no contaba. retirado con tiras de cera. Tenía un estómago importante.
Montgomery dejó su instrumental y se giró para inspeccionar —Es un poco regordete— dijo Montgomery cuando lo vio.
las placas de rayos X de los riñones de Brown-Whale. Lo normal Más carne que atravesar.

era extirpar el riñón izquierdo del paciente, pero dado que había Otro cirujano apareció.
descubierto que había tres arterias que llegaban al izquierdo en —¿Salió bien, Bob?— preguntó, refiriéndose a retirar el
lugar de sólo una, que es lo usual, habían decidido extirpar el riñón derecho en lugar del izquierdo.
derecho. ¿Qué era esta segunda arteria renal con la que se había —Fue incómodo. Como si estuviera bailando con un hombre.
topado? Echó un vistazo a las placas pero no encontró señales de El cirujano realizó una incisión larga en el estómago, unos die-
ella. Volvió a coger el instrumental. No iba a ser un problema, tan ciocho centímetros en diagonal hacia abajo, empezando justo deba-
solo haría que la operación fuera un poco más complicada. jo del ombligo. No iba a poner el riñón nuevo donde por lo general
Separó el uréter del riñón con delicadeza, la grapó y cortó. va el riñón, sino más abajo. (No es necesario retirar los riñones vie-
Con el uréter cerrado, había llegado el momento de cortar la jos, así que una persona que haya tenido más de una operación de
arteria renal, el momento más delicado de la operación. trasplante puede tener cuatro o cinco riñones dentro).
—Podemos bajar la música y estar todos callados. Gracias. —¿Tenemos algo de música?— preguntó Montgomery—.
Todos se quedaron en silencio y contemplaron la panta- No quiero escuchar a Nirvana de nuevo. Pon algo de Dave
lla. Montgomery grapó la arteria. La cortó. Hizo una pausa. Matthews.
Sin hemorragia, ni filtraciones. Luego hizo lo mismo con la Dentro del vientre del paciente iba el cauterizador, cor-
vena renal. Introdujo dentro de ella un tubo que contenía tando a través de la grasa amarilla y reluciente, de la del-
54 órganos

gada y blanca fascia, luego en el músculo abdominal color —Uno-veintiuno sobre sesenta-y-cinco.
rojo oscuro. Montgomery mantenía abierta la carne separa- —¿Podemos tener irrigación de la vejiga, por favor?
da mientras otro cirujano presionaba el cauterizador hacia El paciente no había orinado en diez años. Su vejiga se
dentro. Una toalla blanca absorbía la sangre. La habitación había reducido al tamaño de una nuez. Ahora iba a orinar
olía a grasa quemada. Una vez que consiguieron llegar sufi- todo el rato.
cientemente dentro, sujetaron la incisión con retractores de Montgomery sostuvo el final del uréter que venía del ri-
metal para mantenerla abierta y empezaron a trabajar en los ñón y lo hizo soltar la primera gota de orina.
vasos abdominales, limpiando, aislando, grapando. —¡Mira esto!— gritó.
—¿Cuál demonios es ese vaso?— murmuró Montgomery. Kimberly Brown-Whale nunca volvió a escuchar del
—No lo sé—dijo el otro cirujano. hombre al que le dio su riñón. Más allá de su nombre,
Una de las venas iliacas del hombre era enorme. no sabía nada de él. Le preguntó a la enfermera si se
—Guau, es increíble— dijo Montgomery— ¿Podemos encontraba bien y esta le dijo que sí, eso fue todo. Su
traer el riñón? propia convalecencia transcurrió sin complicaciones. Se
Montgomery sacó el riñón de la nevera en su bolsa plásti- rehusó a usar el goteo de morfina en el hospital (alegaba
ca. La bolsa estaba llena de sangre de un color rojo brillante; que nunca encontraba el botón, pese a que estaba pega-
el riñón estaba limpio de sangre y tenía el color de la masilla. do a su cama), así que las enfermeras la enviaron a casa
Parecía muerto. con pastillas de Tylenol, que tampoco tomó. El centro

Montgomery se introdujo dentro del hombre, grapó la de trasplante le dio una maceta con una planta en señal
vena receptora y cortó. de agradecimiento. Al cabo de una semana, ya estaba de
vuelta en el trabajo.
—Acuérdense todos, no hemos grapado la arteria aún— La mayoría de gente que dona un riñón a un extraño
dijo—. Ok, cuchillo. dice que no todo el mundo puede hacerlo, pero Kimberly
Montgomery mantuvo la vena renal del riñón con dos Brown-Whale no está de acuerdo. «No veo por qué no»,
pinzas mientras el otro cirujano la cosía a la vena receptora dice. «La gente solía decir lo mismo sobre el trabajo de
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en el cuerpo del paciente. La vena renal era muy delgada y misionero: ‘Nunca podría hacer lo que tú haces’. Y bueno,
resultaba difícil de coser. Cuando estuvo seguro de que no ¿por qué no? Empacas unas cuantas cosas y te vas. Intén-
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habría fugas, soltó la grapa y en uno, dos, tres segundos, el talo. Somos capaces de hacer más de lo que pensamos. Si
riñón color masilla se hinchó con el flujo de sangre del pa- estás ahí sentado con un buen riñón que usas, ¿por qué no
ciente y se volvió rosado. se lo das a alguien más? Por un par de días de incomodi-
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—¿No es hermoso?—dijo Montgomery feliz. Lo suje- dad de tu parte, alguien va a poder liberarse de la diálisis y
taba con delicadeza con los dedos— ¿Cómo está esa pre- vivir una vida plena. Por Dios santo, he tenido gripes que
sión sanguínea? me hicieron sentir peor».
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MANUAL DE CONTORSIONES

YOGA
[Maricarmen Sierra Laris]

CALISTENIA
[Sarah Wildman]
56 espíritus

YOGUIWOOD
Viaje de una japonesa
que creía en el yoga
como cura de
la infertilidad

Una bibliotecaria asiática contrata a dos yoguis mexicanos


para que la guíen por un tour a las escuelas de yoga de Los Ángeles.
 ¿Qué es esta disciplina en Occidente?  ¿Un remedio espiritual?
¿O un método para bajar de peso
o poder ser mamá?
 
Un testimonio (inflexible)
de Maricarmen Sierra Laris
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los diecinueve años enseñaba yoga en Ciudad de México y fui contratada por una
japonesa de nombre Sakura para llevarla a visitar las más prestigiosas escuelas
de la disciplina en Los Ángeles. Éramos un cuarteto de viajeros, que incluía a su
esposo y al director de mi escuela de yoga. Ella había llegado al DF acompañando
a su marido, un empresario japonés que dirigía la oficina para América Latina de
una transnacional de artefactos electrónicos. Como una mujer tradicional de su
país, tenía el deber de ocuparse de las tareas del hogar y del bienestar de su esposo.

Vivían en un edificio con alta seguridad en las afueras de la Sakura se vestía como una niña. Solía llegar a la escue-
ciudad, donde tenían alberca, gimnasio, y guardería. Las sa- la OmYoga, ubicada en una adinerada colonia del DF, con
lidas de ella se limitaban al mercado japonés Mikasa, y a sus mallas negras y una minifalda rosa, camiseta de Hello Kitty,
clases de canto, de golf y de yoga. Su esposo acostumbraba frenos en los dientes y peinada en dos coletas. Su estatura
cerrar tratos de negocio en el campo de golf o en noches de y complexión, además de cierto acné, no permitían adivinar
karaoke y cuando ella le acompañaba, que tuviera treinta y tantos años.
debía complacerle con soltura y talento Llegaba siempre con quince minu-
frente a los futuros socios. Con él, ella tos de antelación, acompañada de
era dócil y recatada, pero se alteraba sus guardaespaldas, a quienes tra-
ante cualquier situación fuera del orden taba con despotismo, y que le carga-
que su esposo le había creado. Como ban su Manduka, un pesado tapete
no hablaba español, dependía de dos de yoga que puede costar más de
guardaespaldas para actuar y se sentía doscientos dólares por la calidad de
presa e impotente. Los insultaba en in- sus fibras antideslizantes y antigér-
glés. Era la paranoia de una japonesa menes. Dentro del salón sufría una
de clase alta en un lugar tan extraño, metamorfosis: en sus movimien-
contaminado y peligroso como Ciudad tos diestros y precisos, habitaba el
de México. Pero lo que más la atormen- perfeccionismo de una civilización
taba no era su seguridad sino entender de genética disciplinada. Cual con-
por qué no podía tener hijos. Después torsionista de Cirque du Soleil, la
de tratar sin éxito incontables métodos japonesa ponía sin ningún esfuerzo
de fertilidad convencionales, decidió las dos piernas detrás de su cabeza
hacer yoga como una posible solución. y tenía la fuerza para durar minutos
En unos meses dominó la técnica de parada de manos como una estatua
posturas y de meditación por lo que al revés. Sakura creía en el yoga con
quiso viajar a Los Ángeles, el Hollywood devoción. Marcos Jassan, el director
del yoga en Occidente: quería entender de la escuela y un yogui obsesionado
cómo un grupo de hippies que predicaba la iluminación en con la arquitectura del cuerpo, vio que ella tenía el talento
vida traducen hoy una filosofía fundada hace más de dos mil para convertirse en su obra maestra. Desde que colocaba su
quinientos años en la India. Conocer en persona a los funda- tapete en la esquina izquierda al frente del salón junto al es-
dores de estas franquicias del bienestar moderno significa- pejo, iniciaba su ritual. Sakura lo desenrollaba como si estu-
ba para ella otra posibilidad: encontrar una explicación y la viera deshaciendo una pieza de origami, ponía una botellita
cura de su infertilidad. de agua a su lado derecho, una toalla blanca almidonada y un
58 espíritus

frasco con talco para que sus manos jamás resbalasen. Era año 2000, Alice Domar, una investigadora de la Escuela de
una maniática del orden, y dentro de ese orden, no volteaba Medicina de Harvard, había dirigido un estudio con mujeres
a mirar a nadie más que a sí misma en el espejo. infértiles. Seleccionó a algunas de ellas dentro de un programa
Las clases que tomaba a la semana no fueron suficientes de diez semanas que incluía yoga, meditación, nutrición y
para que ella entendiera cómo el yoga podía transformar su ejercicios para cambiar patrones de pensamiento negativos.
cuerpo y su mente a un nivel celular. Sakura comprendió que Hoy siete de cada diez de esas mujeres a las que trata están
su curiosidad necesitaba de una guía más personalizada, y quedando embarazadas. Al parecer, las secuencias de
optó por contratar a Jassan para que le impartiera clases pri- posturas del yoga regeneran los tejidos, activan las glándulas
vadas en su casa. Era un yogui que salía en programas de te- y secretan hormonas. En ese entonces Sakura no parecía
levisión, entrenaba a maestros de yoga por todo el mundo y conocer los experimentos de Alice Domar. La japonesa era
salía en revistas de sociales rodeado de sus jóvenes alumnas una mujer ansiosa y de mal humor, dos de los síntomas más
de la clase alta mexicana. Con Jassan, Sakura perfeccionó su comunes que Domar señala en las mujeres infértiles. Cuando
técnica: podía mantenerse parada de cabeza mientras estira- la japonesa se postraba ante un tapete de yoga en México,
ba sus dos piernas en el aire y las abría como tijeras, luego las cada postura significaba una ofrenda a su fertilidad. Cada
bajaba como plumas que caen lentas por el aire y colocaba respiración consciente en ella era una voluntad de cambiar
sus rodillas sobre sus codos doblados en posición de las actitudes que la aprisionaban. Tomar conciencia de
esfinge, y acababa levantando su cabeza del piso algo tan natural y automático como su propia respiración

suspendida como un pájaro a punto de volar. «Ella estaba le permitió a Sakura observar sus patrones de conducta,
sana y aún así no podía embarazarse –recuerda Jassan–. Sa- liberándose de su ensimismamiento.
bía que lo que tenía que hacer era aprender a dominar su ca- Fue cuando Sakura, un año después de haber tomado cla-
rácter y su compulsiva exigencia personal. Intentamos a tra- ses privadas, decidió contratar a Jassan, por entonces ya su
vés del yoga desbloquear el cuerpo para después desbloquear consejero espiritual, para que le organizara un viaje por es-
la mente: resignificar la vida en positivo». Durante meses, cuelas de yoga de Los Ángeles. Había estudiado para bibliote-
Sakura se adentró en técnicas de meditación profunda, estu- caria, una profesión que en Japón tiene un especial reconoci-
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dió textos clásicos hinduistas y los efectos anatómicos de las miento por su rigor académico y prestigio intelectual. Sakura
posturas en la circulación, la digestión y el sistema inmunoló- tenía una virtud: cuando ignoraba algo, buscaba ir a la fuente
F E B R E R O

gico. Su manía por dominar la técnica parecía incrementarle de las cosas para entenderlas. El viaje lo haría junto con su
la obsesión por tener un hijo. esposo, quien ya para entonces tomaba clases de yoga para
Sakura y su marido habían visitado varias clínicas de acompañarla en su búsqueda. La etiqueta de viaje japonesa
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fertilidad y docenas de doctores. Su esperanza era que, a través exige que una pareja de esposos no debe viajar sola con un
de la disciplina del yoga, ella pudiera, como una alquimista, hombre o una mujer, y entonces me invitaron a completar el
alterar la lógica de su cuerpo y quedar embarazada. En el cuarteto. Sakura me instruyó sobre cómo debía comportarme
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con su esposo, ese joven y exitoso ejecutivo que vendía arte- visitamos en Maha Yoga, cerca de Sunset Boulevard. En la
factos electrodomésticos. Debía caminar un paso más atrás cola para entrar había esbeltas modelos y bailarines vestidos
que él. Cuando comiésemos, debía sentarme en diagonal. con pantalones entallados y tops atléticos, hablando casi a
Debía esperar a que él iniciara el tema de conversación de la gritos por el celular y tomando té de Starbucks. Ross usaba
sobremesa. Sakura quería todo bajo control: nos había pedido un micrófono portátil, se subió a una tarima en la mitad del
un documento con la descripción del estilo de cada corriente salón y enchufó su ipod con música de Lauryn Hill y The
de yoga, la biografía del fundador, artículos publicados sobre Beatles. A su lado, dos chicas en bikini y shorts mostraban
ella y dónde estaban ubicadas las escuelas que visitaríamos una exigente secuencia de posturas mientras Ross iba predi-
en Los Ángeles. Quería estudiar las particularidades de cada cando: «Tú puedes encontrar el amor verdadero. Tú no es-
una. Uno de sus mayores pesares en México era la escasez de tás gorda. Tú puedes cambiar el mundo. Tú puedes vivir en
restaurantes japoneses: Sakura también buscó el mejor res- dicha eterna». Sus discípulos eran unos cincuenta cuerpos
taurante japonés cercano a cada escuela que visitaríamos. transpirando, desde señores que sudan el estrés apestando
Jassan y yo debíamos conseguirle citas privadas con los a tabaco y cafeína, hasta mujeres perfumadas de lavanda
maestros fundadores. Fue como intentar arreglar una cita con escondiendo su olor a menopausia; una masa de pulmones
la misma Madonna, pero a uno que otro profesor le pareció rugiendo, y piernas y nalgas estirándose para culminar su
entre curioso y halagador recibir a dos japoneses y dos mexi- performance hora y media después sentados como budas
canos como turistas espirituales. La meticulosidad del plan de en meditación. Al final Ross nos concedió tres minutos para

Dentro del salón Sakura sufría una metamorfosis: en sus movimientos diestros y precisos,

habitaba el perfeccionismo de una civilización de genética disciplinada. La japonesa ponía

sin ningún esfuerzo las dos piernas detrás de su cabeza y tenía la fuerza para durar minutos

parada de manos como una estatua al revés. Creía en el yoga con devoción

Sakura era sólo una de las tantas diferencias culturales que conversar con él. «Me critican por hacer del yoga algo pop,
habría entre nosotras durante el viaje. A mis diecinueve años, pero lo que quiero es que más personas hagan yoga –nos
lo percibía como exótico, incluso fantasioso: era una oportu- dijo con una cínica sonrisa –. Quizá de aquí salgan unos in-
nidad para aprender y divertirme, conocer nuevas técnicas teresados en visitar otra clase con más profundidad. Yo con
de yoga y echarme un clavado hacia dentro de mi búsqueda eso me doy por satisfecho: si logro dejar una semilla de cu-
espiritual. Para Sakura, en cambio, el viaje era su ritual de riosidad espiritual a quienes vienen pensando que bajarán
iniciación, la peregrinación donde se probaría a sí misma que de peso». Aunque disfruté el ritmo de la clase y la sensa-
el yoga tenía poder de sanación. ción estética de las posturas, me había parecido demasiada
parafernalia. En un momento, volteé a ver a Sakura y ella
estaba llorando. «Tuve un momento de enorme felicidad»,
me dijo mientras me pedía que le tomara una foto con Ross
Sakura llegó a Los Ángeles con ganas de conocer a las haciendo esa típica seña de turista japonesa con sus dedos
superestrellas del yoga como una niña que se ilusiona con índice y medio apuntando hacía los ojos. El viaje hizo que
conocer a Mickey Mouse. El plan era visitar un promedio de Sakura empezara a portarse como una esponja espiritual
tres escuelas por día. Steve Ross es uno de los maestros que que no puede evitar absorberlo todo: le conmovían desde
62 musculosos

los cánticos que sólo buscaban elevar la autoestima de algu- consumible que cura las enfermedades modernas: videos
nos vecinos depresivos de West Hollywood, hasta los man- en puestos de revistas para reducir el estrés, paquetes
tras recitados con devoción ante el gurú. de clases mensuales para parejas al borde del divorcio
Después de que Ross le autografiara uno de sus discos al 2x1 o tours guiados a los ashrams en India, unas ca-
para yoguis modernos, Sakura estaba ilusionada por visitar sas de retiro espiritual a las que un extranjero llega para
el principal centro de Siddha Yoga. Es una escuela donde, a aprender a meditar a cambio de prestar servicio a sus in-
diferencia de la mayoría, no se practican posturas, salvo la de quilinos. California había sido el edén del movimiento hi-
flor de loto, para meditar y cantar textos sagrados hindúes. ppy atrayendo a visionarios gurús hinduistas que venían
Cuando llegamos allí fue como un bálsamo para su búsque- a occidente con la bandera de enseñar la iluminación de
da. Al ser criada en el Japón industrializado, no había tenido la conciencia a través del dominio del cuerpo. Dentro de
contacto con ninguna práctica religiosa. La devoción no esta- esos yoguis, hubo varios en sintonía con el capitalismo
ba en su lenguaje. En el centro, un par de señoritas nos reci- que crearon verdaderas marcas alrededor de su persona
bieron con un punto rojo en la frente, sari naranja y un dulce y su estilo de impartir clases, consiguiendo atraer a miles
olor a jazmín. En esta escuela de meditación, las mujeres y de seguidores. Bikram Choudhury, el yogui más polémico
los hombres se sientan por separado a cantar. Meses antes del mundo, se ha divorciado de lo espiritual exaltando el
del viaje, Sakura había estudiado con detenimiento la Guru cuerpo como arma para dominar la mente. Ha patentado
Gita, un texto sagrado en sánscrito sobre cómo lograr la rea- una rutina de veintiséis posturas y ejercicios de respira-

lización del ser. El sánscrito es onomatopéyico y dicen que ción que se hacen en noventa minutos dentro de
sus vibraciones tienen el poder de purificar la mente y el un salón a cuarenta grados centígrados. Tiene más
cuerpo. Se cree que, al mantener la atención en el texto, de quinientos centros sólo en Estados Unidos, con
la capacidad de concentración aumenta, se fortalece la unas ventas anuales que superan los cinco millones
mente quieta y se logra conversar con tu Dios interior. de dólares según la revista Forbes. El negocio fun-
Cantar por dos horas la Guru Gita, la biblia de los devo- ciona porque el nicho de mercado existe: personas
tos de Siddha Yoga, junto a cientos de personas y en un que rinden culto al cuerpo y buscan resultados in-
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idioma incomprensible antes de las siete de la mañana podría mediatos: sudar y fortalecer sus músculos. Quería-
parecer una tortura, pero funcionaba para Sakura. Tenía una mos ser testigos del fenómeno, así que fuimos al primer
F E B R E R O

fe sincera en esos cantos melódicos, como si estos le revelaran Bikram Yoga abierto a principios de los años setenta. Des-
verdades ocultas: el yoga no como un medio para embarazar- de que entramos nos dio un escozor en la piel: una chica
se sino como un estado de gracia. Su cara nívea oscilaba entre en bikini y unos shorts diminutos nos pidió firmar un pa-
etiqueta negra

la satisfacción y el asombro. pel donde se libraban de toda responsabilidad si el calor o


Desde hace unas décadas, el yoga se ha convertido en la secuencia de ejercicios nos llegaba a causar algún efecto
una industria que ofrece espiritualidad como un producto negativo como vómito o desmayo. Sakura sospechaba que
63

la alta temperatura del cuarto podría alterar el balance


del PH de su cuerpo, que ella medía con meticulosidad
todas las mañanas para procurar los niveles correctos de Hacia el final del viaje, Sakura y yo nos acabamos por distan-
acidez de su vagina. Aun así, se acercó con reverencia a su ciar. Durante la comida en un restaurante en los hangares del
marido como esperando aprobación para entrar a la cla- aeropuerto de Los Ángeles, donde servían el pescado japonés
se. Con ojos de sospecha, él inclinó la cabeza aceptando la más fresco de todo California, ella mantuvo la compostura de
curiosidad de su esposa. una geisha. En los diez días de nuestro tour de yoga, toda nues-
Por órdenes de él, debimos acomodar nuestros tapetes tra atención la dedicamos a lo que no se puede explicar con el
cerca de la puerta, para poder marcharnos rápido en caso cuerpo: observar nuestros propios pensamientos y emociones
de que a Sakura le sentara mal el calor. Había en los prac- fue como ver en cámara lenta una película de nuestra vida. To-
ticantes un alto nivel de competencia. Todos se peleaban das las impresiones resultaban diez veces más sensoriales que
por los lugares de adelante del salón para poder verse en siempre. Era una percepción explosiva: veía la ciudad como si
el espejo. Un profesor con pinta de instructor de gimnasio tuviera unos anteojos de color fosforescente y mi piel percibía
gritaba desde su micrófono órdenes como: «Dobla las rodi- cada milímetro de contacto como un escalofrío. Pero mientras
llas y sube los brazos, quédate ahí diez respiraciones, y si te yo sentía una alegría que se me escapaba a carcajadas, Sakura
duele, qué bien, baja más las nalgas para que te duela más. no se despeinaba ni alzaba la voz y lo mío ofendía su integridad
Eso significa que estás quemando grasa» Veinte minutos de japonesa en una búsqueda solemne. Lo que para mí era sólo
después, Sakura se rindió y se recostó en postura fetal para un modo de agradecimiento y celebración, para la pareja de
recuperar su aliento. El profesor la alcanzó a ver detrás de japoneses era como una invasión de su espacio vital. Un día
los setenta cuerpos transpirando como si estuviesen en un antes de que terminásemos el viaje, Sakura y su marido me de-
sauna y le llamó la atención. Le pidió que se levantara y jaron una nota bajo la puerta del cuarto: «Mari Chan: estamos
terminara la secuencia con todos. «No puedes mostrar tu muy cansados: nos tomaremos el día libre». En el glamour de
debilidad, tú puedes continuar –le gritó–. Esta clase no es West Hollywood, en el Hotel Mondrian de Phillipe Starck, bajé
para desertores». El marido se enfadó: retiró los dos ta- a asolearme a la alberca con mi efervescencia adolescente que
petes del piso del salón y salió indignado con Sakura de la había incomodado su recato japonés.
mano. Una hora después, mientras la pareja de japoneses A nuestro regreso a Ciudad de México, los directivos de la
se limpiaba la cara con toallitas desechables que ella car- empresa de electrodomésticos invitaron al esposo de Sakura
gaba en su bolso y se hidrataban con té verde que guarda- a dirigir la oficina filial en la India. Se habían enterado que
ba en un termo, nosotros, la pareja de mexicanos, salimos Sakura tenía una gran curiosidad por el yoga y en dos meses
radiantes y sudorosos de la clase. Habíamos terminado un los transfirieron a Nueva Delhi. Me alegré por los dos y por la
noviazgo un mes antes de este viaje y la tensión entre los posibilidad que significaba para ella conocer el origen del yoga
dos era evidente, pero nos unía aún una conexión física, y y no sólo la parte que fue traducida para Occidente. Tal vez en
no dejaba de asombrarnos cómo nuestros cuerpos se ha- el misticismo hindú, una japonesa como ella podría encontrar
bían abierto gracias al calor del cuarto permitiéndonos al- refugio para su obsesión por quedar embarazada. No volví a
canzar posturas de extrema flexibilidad. No me percaté de saber de Sakura hasta seis años después, cuando la única ami-
que Sakura había estado a punto de desmayarse y, mien- ga que teníamos en común me contó que el caos de la India
tras comíamos una sopa miso con tofu, continué hablando había abrumado la fragilidad de la bibliotecaria japonesa. Des-
con efusión sobre el controversial modelo de negocio de de entonces, marido y mujer viven en Los Ángeles, la ciudad
Bikram, la contradicción de enfocarse en satisfacer el ego que durante un verano les había parecido un lugar delicioso,
a través de las posturas y otros temas que a la pareja le y donde ella se liberó de su paranoia por la seguridad y de su
parecían irrelevantes. Jassan comprendía que mis arran- exclusión por ser una asiática en México. En Los Ángeles, en
ques imprudentes de entusiasmo venían de una genuina cambio, podía expresarse en inglés con soltura y comer japo-
curiosidad, pero me advirtió que no estaba cumpliendo las nés en cualquier esquina.
reglas de compostura que Sakura nos había exigido. Al pa- El invierno pasado Sakura fue madre por primera vez.
recer, ella sentía que era una traición. Quiero creer que fue gracias al yoga.
64 musculosos

EJERCÍTESE COMO KAFKA


Y DEJE DE SER UN ALFEÑIQUE
[Especial para genios que no piensan en sus cuerpos]

Müller

Antes de que el señor Pilates conquistara los músculos de Norteamérica,


el danés J.P. Müller fue el gurú de fitness más popular de Europa
en la primera mitad del siglo XX. Legiones de escuálidos
compraron su libro para convertirse en fortachones.
Hoy, lo que era un método de calistenia practicado por sexagenarios
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de músculos tallados, está siendo rescatado por sus descendientes.


¿Qué prometían los gurús del ejercicio hace cien años?
F E B R E R O

Una rutina gimnástica de Sarah Wildman


etiqueta negra

Traducción de Diego Salazar


65

a gente suele hacer comentarios sobre el estado físico de mi padre. De-


cir que está bien tonificado no alcanza: Parece tallado. Musculoso
de una manera inusual. Y es también, se mire por donde se mire, ab-
surdamente fuerte para su edad. Hasta donde sé, nunca ha estado ins-
crito en un gimnasio. Juega un poco al tenis. Esquía (de manera fan-
tástica), pero sólo una o dos veces al año. Pasó un tiempo corto como
timonel en un barco, pero el trabajo se acabó cuando estrelló el barco.

Desde que tengo memoria, mi padre ha mantenido el un radical, su discurso encontró resistencia al principio, y
mismo régimen de entrenamiento. Casi todas las mañanas, fue acusado de pornográfico (en parte porque solía apare-
mientras el resto de la casa lucha para empezar el día, él cer llevando un taparrabos, incluso cuando esquiaba en St.
empieza una serie de ejercicios: la «Técnica Müller». Balan- Moritz). Su llamado iba orientado a romper los grilletes de
ceos. Estiramientos. Saltos en un pie. Embestidas agitando la época victoriana, una manera literal de liberarse de esas
los brazos como molinos, primero hacia restrictivas capas de ropa y corsés,
adelante, luego hacia atrás. Abdomina- un rechazo al «look pálido, enfermi-
les, lagartijas, estiramientos tocándose zo», alguna vez considerado hermo-
las puntas de los pies. Todo esto sin lle- so, y a la «falsa dignidad que prohí-
var nada más que su ropa interior. Y en be a la gente, por ejemplo, darse el
unos veinticinco minutos, o menos. capricho de hacer algo tan saludable
J.P. Müller nació en Asserballe, Di- y beneficioso como correr». Müller
namarca, y durante un tiempo fue tan sermoneaba: «No dejen pasar un
famoso como ese otro producto nacional día sin poner cada músculo y cada
danés, Hans Christian Andersen. Inclu- órgano de su cuerpo en enérgico
so más. Durante el anterior cambio de movimiento». Ni sin ducharse (el
siglo, el popularísimo culto al ejercicio hombre tenía una afición por la hi-
físico de Müller arrasó en Mitteleuropa, giene que muchos de sus contem-
convirtiendo a dandis de salón –desde poráneos no compartían): «Esto no
Copenhague a Londres, pasando por se refiere solo a la gente de la clase
Berlín— en maratonistas Ironman. El li- ‘trabajadora’. Con frecuencia me he
bro de Müller, Mi sistema, se publicó por encontrado con ‘caballeros’ de le-
primera vez en 1904 como poco más que vita y sombrero alto, y damas con
un panfleto encuadernado, adornado con vestido de noche, de quienes podría
la imagen del atleta griego Apoxiomeno decirse, a partir de su olor, incluso a
en la portada, desnudo y frotándose con una distancia considerable, que casi
una toalla. La guía de ejercicios, que pro- nunca o nunca se bañan».
metía que los «quince minutos al día» prescritos convertirían Müller nació enfermizo, tan pequeño que «podría ha-
a los «alfeñiques» en fortachones (también a las mujeres), fue ber cabido en una caja de cigarros común». Casi murió a
traducida a veinticinco idiomas, reeditada docenas de veces, y causa de una disentería a la edad de dos años y «contraje
se vendió bastante bien hasta entrado el siglo XX. todas las dolencias infantiles». En otras palabras, su for-
Müller fue el Tom Paine del movimiento de liberación del taleza no había sido heredada, sino adquirida a través del
cuerpo y la actividad al aire libre. Considerado por muchos ejercicio físico.
66 musculosos

El sistema Müller es casi idéntico a lo que observé cada El sistema de Müller podía ser abrazado con entusiasmo
mañana mientras crecía. Es algo así como el precursor del Pi- tanto por judíos como por gentiles. Esto fue lo que quizá
lates, tiene algo del ballet, y no hace falta ningún equipo, bas- atrajo a su más famoso adepto, Franz Kafka.
ta con dedicación. Es estricto pero accesible, lo cual lo hace Kafka fue un seguidor fanático de Müller. Realizaba sus
muy atractivo. A diferencia de otros gurús de la buena forma ejercicios desnudo frente a la ventana, dos veces al día, gi-
física de su tiempo –incluido el prusiano Eugene Sandow, rando los brazos y retorciéndose aquí y allá, practicando los
conocido como el padre del culturismo—, Müller no estaba mismos saltos y movimientos aislados de diferentes partes
interesado en ganar masa muscular usando pesas. A pesar de del cuerpo, que recomendaban con un entusiasmo similar
que Mi sistema no estaba dirigido en exclusiva a hombres –en algunos miembros de mi familia. De hecho, Mi sistema se
el panfleto original, Müller explica que la mujer necesita desa- convirtió en un punto central dentro de la obsesión de Kafka
rrollar un «corsé muscular» (o sea, los músculos del torso)—, con el cuerpo humano. Cuando la versión femenina del
más adelante Müller añadió a su estantería los volúmenes Mi panfleto de Müller fue publicado, en 1913, Kafka envió un
sistema para las damas y Mi sistema para los niños. También ejemplar a su prometida, Felice Bauer, recomendándole que
había un volumen terapéutico, Mi sistema respiratorio, para comenzara a practicarlo a diario también. «Si te aburres, es
aquellos que, atrapados en la pesadilla de la elegancia victo- señal de que no lo estás haciendo bien», escribió.
riana, necesitaban que les enseñasen a respirar. Mark Anderson, autor del libro Kafka’s Clothes y pro-
Además de ser popular, Mi sistema dio en el clavo de ma- fessor de Literatura alemana y comparada en la Univer-
nera precoz e intuitiva. En una época aquejada por el conta- sidad de Columbia, alega que el escritor haya sido tal vez

La guía de ejercicios de Müller prometía que «quince minutos al día» convertirían a los

«alfeñiques» en fortachones. Fue traducida a veinticinco idiomas, reeditada docenas de

veces, y se vendió bastante bien hasta entrado el siglo XX

gio endémico de tuberculosis, Müller insistía en que la gente seducido por los afilados comentarios que Müller hacía
abriera las ventanas y se expusiera a la luz solar. (Cuando pu- sobre las penurias de la vida moderna. («El tipo de la ofi-
blicó Mi sistema, Müller trabajaba como inspector en la Clí- cina del ayuntamiento es por lo general un fenómeno tris-
nica Vejlefjord para enfermos de tuberculosis.) Este consejo te… prematuramente encogido, con los hombros y cadera
era –como escribió el Dr. Lee B. Reichman en su libro publi- torcidos debido a la postura incómoda que el taburete le
cado en 2003, Timebomb— una de las pocas opciones que la obliga a adoptar, pálido y con la cara llena de granos»).
medicina preventiva ofrecía para luchar contra la tuberculosis El sistema también prometía beneficios para los artistas y
antes del descubrimiento de los antibióticos. Müller también escritores, esos «genios que no piensan en sus cuerpos».
recomendaba un estilo de vida guiado por el sentido común: Kafka parecía compartir el placer que a Müller le provo-
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comer y beber alcohol «con moderación», dormir ocho horas caba el cuerpo desnudo. De hecho, Kafka pasó una corta
al día, beber agua, cuidarse los dientes, dejar la pipa. temporada en una colonia de verano nudista y con fre-
F E B R E R O

Pero lo mejor es que Mi sistema está abierto a todo el cuencia tomaba el sol desnudo en su casa, al menos hasta
mundo. Mientras muchas de las otras escuelas atléticas que contrajo tuberculosis.
–y por entonces nacieron docenas y docenas de ellas en
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Europa— tenían un agresivo tono nacionalista, protofas-


cista y, en muchos casos, antisemita, Müller era secular y 1. 1860-1904. Periodista astro-húngaro, reconocido como el fundador del sionismo
no ideologizado de un modo refrescante y sorprendente. político moderno.
67

Dibujos de Franz Kafka


Sobre todo, «para alguien como Kafka, que era alérgico Anderson ve la lucha cuerpo/identidad de Kafka y su ape-
a la identidad y sentimiento de pertenencia nacionalista, la go al Müller ligeramente conectados con el movimiento que
ventaja del Müller era que podía hacerlo solo en casa, era su por esa época intentaba formar «judíos musculosos». Es
sistema», según se explayó por teléfono hace poco Ander- una referencia a Max Nordau1, contemporáneo de Theodore
son, para señalar que con casi toda seguridad Kafka conocía Herzl, que instó a los judíos de finales del XIX y principios
–y no tenía especial simpatía por— los clubes atléticos del del XX a fortalecerse y liberarse de la palidez urbana, del
movimiento juvenil checo Sokol. Y continuó: estudio y el salón literario. En el Congreso Sionista Mundial
«Estaba divorciado del contexto ideológico y eso es una de 1898, Nordau realizó un llamado a las armas dirigido a
gran ventaja, pero, de todas formas, él seguía pensando sus hermanos: «¡Vamos! ¡Aúnen su coraje! ¡Hagan algo!
en sí mismo como uno de esos judíos urbanos, neuróticos ¡Trabajen por ustedes mismos y construyan un lugar bajo
y demasiado intelectuales, que necesitaban ganar peso y el sol para su gente! No descansen hasta haber convencido a
fuerza. Se sentía demasiado alto, demasiado delgado, de- ese mundo indiferente y abiertamente hostil de que los su-
masiado débil. Tenía los nervios destrozados. Él creía yos tienen tanto derecho a vivir y disfrutar de la vida como
con mucha firmeza que convertirse en escritor significaba el resto de la gente».
hacerse disciplinado y curtir su organismo físico. Llevó a Los judíos por toda Europa empezaron a ejercitarse.
cabo una serie de cosas para crearse una nueva identidad. Formaron cientos de clubes atléticos, algunos de los cua-
El ejercicio fue una de ellas». les –como el Hakoah Vienna, que formó equipos vencedo-
68 musculosos

res de remeros, nadadores, waterpolistas y hasta un equipo Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, Müller
campeón de fútbol con el mismo nombre— fueron todo un comenzó a pensar que su sistema era una especie de El Do-
éxito, desde cualquier punto de vista. Fue en ese contexto rado que conseguiría mantener con vida a sus seguidores
embriagador que mi abuelo, sionista toda su vida, aprendió hasta bien entrados los cien años.
el Müller a los 12 años, junto a otros niños judíos austria- No lo era, como pronto descubriría un tuberculoso Ka-
cos. Algunos de estos jóvenes atletas eran también sionistas fka. El propio Müller murió en 1938. En Dinamarca, la ciu-
precoces que desarrollaban sus cuerpos para trabajar en los dad de Nykobing levantó una estatua en su honor. Una fi-
kibutz de Palestina; otros buscaban tan solo acceder al flore- gura de bronce que representaba su cuerpo en pleno apogeo
ciente mundo del atletismo alemán y austriaco. No está del físico. Desnudo pero llevando un taparrabos. Frotándose
todo claro que los judíos corrieran a practicar el Müller en vigorosamente con una toalla, parte central del sistema (¡La
mayor medida que otros programas de ejercicio, pero, dado piel es un órgano!).
que era un movimiento atlético secular, era un medio para Müller y su sistema cayeron poco a poco en el olvido.
transmitir a su vez la propia identidad étnica y nacional. Según algunos historiadores, debido a que al final de su
Considerando que algunos clubes gimnásticos derivaron ha- vida derivó hacia el ocultismo, espantando a posibles
cia el nazismo pocos años después, es irónico que en Alema- seguidores con su alejamiento del mundo corporal que
nia ese tipo de clubes atléticos judíos también fueran vistos había cultivado durante tanto tiempo. Para mi familia,
como una forma de ser más «alemanes». Müller el hombre, era menos importante que sus propios

Müller estaba muy orgulloso de la popularidad de su libros, que mi abuelo Karl coleccionaba. Karl enseñó a
sistema. En M i sistema para las damas señalaba que su mi padre a «hacer Müller», como decían los alemanes,
primer libro había vendido «más de un millón de ejem- a la edad de cinco años. Mi padre, un médico entrado en
plares» –aunque estimaciones posteriores fijan la cifra la década de los sesenta, cree que el énfasis de Müller en
en dos millones–, y entre los seguidores se encontraba fortalecer los músculos del torso es un gran acierto; la
la princesa heredera Sofía de Grecia. Con el tiempo, Mü- mitad de esos ejercicios forman parte ahora de las reco-
ller se estableció en Londres, se deshizo de la diéresis mendaciones que mi padre da a sus pacientes aquejados
y abrió el M uller Institute en el número 45 de Dover de dolores de espalda.
Street, donde recibía invitados como el Príncipe de Ga- Para mí, ver a mi padre entrelazar los dedos y doblar
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les. Los soldados británicos fueron instruidos para que todo su cuerpo, hacia un lado primero, hacia el otro des-
practicaran sus ejercicios en las trincheras de la Primera pués, hace las veces de una especie de madalena proustia-
F E B R E R O

Guerra Mundial. Müller dio centenares de conferencias na visual. Puedo verme con siete u ocho años, en el viejo
sobre higiene y ejercicio físico por toda Europa durante dormitorio de mis padres, observando a mi padre apuran-
la década de 1910 y hasta principios de los años veinte. do para terminar su Müller, metiendo los pies debajo de la
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Un programa de radio, dirigido por un seguidor, difun- cama para sujetarlos con firmeza mientras hace series de
dió el sistema desde mediados de los años veintes hasta abdominales. En realidad no ha habido muchos cambios,
mediados de los cincuenta. si bien ahora la niña que mira es mi propia hija.
69

DICCIONARIO DE
ANATOMÍA INÚTIL

CODOS
[Diego Fonseca]

CEJAS
[Mónica Belevan]
70 articulaciones

Los Codos Sólo Miran Hacia Atrás


una defensa de Diego Fonseca

E
l codo es un paria del cuerpo: carece de épica y romance. No hay un codo de Aquiles, nunca seremos
alcanzados por el largo codo de la ley, y el gol más político de los mundiales de fútbol no fue obra del
codo de Dios. Va a contramano de todo. Si las articulaciones del cuerpo están concebidas para ir hacia
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delante —cuello, hombros, cadera, rodillas, muñecas—, el codo mira hacia atrás. En la era de la exhi-
bición de culos erguidos, tetas infladas y estómagos planchados, no ha podido exceder su condición
F E B R E R O

instrumental de bisagra del brazo: sirve para apoyarnos con mala educación sobre el comedor, para
simular ser intelectuales o para llamar la atención a un amigo sobre esa chica que cruza la calle. Nadie ama a su codo.
Pero esta coyuntura posee cierta nobleza: los codos nos salvan de las caídas y sin ellos no habría pose de pensadores.
etiqueta negra

Tampoco existirían los abrazos.


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Nadie ama a su codo.

Pero esta coyuntura posee cierta nobleza: los codos

nos salvan de las caídas y sin ellos no habría pensadores.

Tampoco existirían los abrazos


72 articulaciones

En su comedia Measure for measure, William Shakes- El codo no merece elogios ni entregándose en pleni-
peare se burló de los codos nombrando Elbow a un singular tud. No han faltado intentos por dotarlo de hidalguía. Allí
agente de policía que pronuncia mal las palabras y acaba están Tolstoi y su descripción de Anna Karenina, propie-
significando lo contrario de lo que pretende decir. Elbow es, taria de un «exquisito codo aristocrático», y Mario Be-
en todos los sentidos, un codo desarticulado. La paradoja de nedetti, que ha encendido a generaciones de militantes
la articulación descoyuntada no es baladí, escribió Marjorie políticos reclamando, incombustible y naïve, que «en la
B. Garber en Out of Joint, un ensayo sobre los simbolismos calle, codo a codo, somos mucho más que dos». Vallejo, el
de la producción de Shakespeare. Según ella, en Shakespea- poeta más anatómico de la lengua castellana, ha procura-
re la rodilla es la articulación más distinguida y poderosa. do reparar los rasguños del codo con justicia poética. La
Tiene enorme importancia en la política corporal: el vencido más prosaica de las articulaciones aparece hasta nueve
la hinca. El codo, en cambio, es su antítesis, una coyuntura veces en sus poemas, incluido «el jiboso codo inquebran-
cómica para usar en actividades sin clase. table» en Trilce. Tras eso no ha habido más que desgarro:
Antes de Shakespeare, sin embargo, el codo fue una el codo no parece capaz de torcerle el brazo a la condena
articulación noble. El embeleso que provoca la geome- anatómica de ocupar la sombra del cuerpo.
tría monumental de las pirámides de Gizeh y del Parte- El último intento por devolverle alguna honra vino con
nón se lo debemos al codo como unidad de medida de la muestra artística «The Evident Elbow» (el codo eviden-
la antigüedad clásica. En The R enaissance E lbow, una te). La curadora, que respondía al homófono seudónimo
crónica del apogeo y caída del codo, Joneath Spicer de Ellie Bow, quiso protestar contra «La vagina visible»,
recuerda que entre los siglos XVI y XVII, el codo vivió una de las tantas exposiciones que desde inicios del siglo
su periodo de hidalguía monárquica. Entonces, cuando XXI celebran la entrepierna femenina. Reivindicó el rol
artistas holandeses comenzaron a pintar a las personas del codo en la selección sexual, una idea que reposa en las
poderosas con un brazo en jarra, el codo inundó el arte teorías de los psicólogos evolucionistas para quienes los
de Europa: la pintura y la escultura hallaron en el hue- codos idénticos —como toda otra proporción simétrica—
so sobresaliente un símbolo de masculinidad, poder y hacen más sexys a los individuos. Para Ellie Bow el codo
ostentación. Pero entonces llegó el burlesco Elbow y el ha sido ocultado a toda visión artística por una suerte de
desmedro se hizo incontenible: en Hispanoamérica, el trama conspirativa que privilegia a órganos más expuestos
codo representa tanto a la tacañería como a la inconti- y sexualmente reconocibles como la vagina y el pene.
nencia verbal. Miles de cenas han sido arruinadas por Después de todo, tal vez Ellie Bow no esté tan equivo-
deshonrosos devotos de la Virgen del Codo y por invita- cada y haya un lugar para el codo onírico. Dicen que de
dos que hablan hasta por ellos. niño Salvador Dalí descubrió su éxtasis lírico espiando a
En alguna medida, su condena al ostracismo físico ex- una bella sirvienta en su casa familiar de Figueres resis-
tremo ha sido favorecida por ser la sección más arrugada tiendo el dolor de unas migas de pan que se le clavaban
de nuestro traje de piel, un depósito de pliegues que nos en la carne mientras simulaba dormir con el codo sobre
envejece desde niños y nos vuelve parientes lejanos de los la mesa. Años después recuperaría el método para hacer
elefantes. Tal es su marginalidad que no lo apañan ni las obra de sus sueños. Dalí ponía el codo en la mesa, una cu-
competencias deportivas, donde todo el cuerpo es vulgar- chara en la mano y el mentón sobre la cuchara. Cuando,
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mente instrumental. En el fútbol, sólo sirve para romper debilitado por el sueño, el codo se dejaba vencer por el
las narices del enemigo en el forcejeo clandestino del tiro peso del cuerpo lánguido, el maestro se despertaba de un
F E B R E R O

de esquina; en el golf, cintura, brazo y muñeca le han ro- salto y se lanzaba sobre la tela todavía preso de la excita-
bado todo derecho. Pero no hay mayor paradoja que la del ción y la taquicardia. Bien mirado, es un buen principio:
boxeo: en el cuadrilátero, donde se puede matar a trom- los codos podrán siempre mirar hacia atrás, pero al me-
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padas a un tipo, dar un codazo es descalificador. nos tienen la llave al patio trasero de la locura del arte.
73

Los cíclopes necesitan una ceja


un guiño de Mónica Belevan

E
n la película del rostro, las cejas ocupan el rol de dos actrices de reparto. Su sitio en la cara, distinguido pero
discreto, las pone al servicio de la estrella principal, el ojo. Pese a su aparente carácter secundario, sin em-
bargo, las cejas –ese par de astutas gobernantas— han logrado instituirse como un tópico de las revistas de
belleza, al grado de que se haya constituido una cuasi jurisprudencia en lo que respecta a cómo maquillarlas,
depilarlas, encerarlas, remarcarlas, perfilarlas o tatuarlas. Hoy como antes, las cejas nos sorprenden en su
calidad de eminencias grises, anticipatorias, de potencia artera.
74 pelos

Quitarse las cejas soslaya el interés masculino.

¿Se obliga así al hombre a fijarse en otros atributos, a bajar

la mirada hacia otras partes del cuerpo que se aprecian

mejor cuanto más depiladas están?


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75

Si los pómulos y las mejillas resuelven el talante, las cito ínfimo y difuso de vellos que pudieran ser de cualquier
cejas lo arman, lo tutelan –y después se adelantan a trai- lugar del cuerpo –o de ninguno—. Gracias a Gogol tenemos
cionarlo—. Incluso sin moverse, un par de cejas sin te- noticias de una nariz itinerante, y David Lynch explotó la
ñir arruina la ilusión construida por quienes se pintan sugerencia de una oreja suelta sobre un césped suburbano.
el cabello. Las cejas son los signos de exclamación de la Pero las cejas aspiran a un registro muy particular del body
gramática gestual: la atracción entre los sexos se delata horror, según el cual la suma de los pelos no es una parte.
con su salto ensimismado (y un ceño enjuto, de pelambre ¿Será por eso que tantas damas no tienen empacho en
decaído, puede ser más elocuente que una lágrima). depilárselas? ¿Porque no constituye una mutilación? Con
Un estudio del Massachusetts Institute of Technolo- su legendaria pulcritud, los antiguos egipcios las sacrifi-
gy  ha comprobado que hasta las miradas más famosas caban en señal de luto, y sus sacerdotes se las esquilaban.
se vuelven irreconocibles si se las presenta sin el aderezo Y es más que sugerente la vinculación entre las cejas y la
de sus cejas. Mostrar, en cambio, a esos mismos rostros dignidad: en la Nueva España a las adúlteras se les rasu-
con las cejas pero sin los ojos, sí permite identificar a los raba una para humillarlas. Aún hoy, las muchachas asiá-
sujetos. Hasta la frenología, en su precariedad, difundía ticas que migran a Europa del Este, donde son forzadas a
la noción de que la inteligencia era correlativa a las cejas prostituirse, se avergüenzan de volver a casa con las cejas
elevadas, dando así pie a los términos lowbrow y high- depiladas: es lo fino del detalle lo que las delata.
brow (y a la extraña medianía de lo middlebrow). Es El rostro sin cejas plantea graves complicaciones esté-
como si intuyéramos que unas cejas demasiado cercanas ticas. Recuérdese, si no, el mirar exagerado de tantas ac-
a los ojos enturbiaran nuestra capacidad de mirar –y trices de las primeras décadas del cine, cuyos ceños eran
pensar—. No es casual que el ceño sea un objeto del más meros rastros fósiles, ecos tenues o parodias pinceladas
exquisito escrutinio por los caricaturistas, o que sus ins- del original. En la medida en que la voz fue cobrando fuer-
tancias extremas –que van desde las cejas superpobladas za con el cine de la década de 1930, las cejas de las estrellas
de Carlos Menem hasta el semblante entre árido y glacial fueron mal que bien rellenándose, in-formándose. Volvi-
de Greta Garbo— se lean como tests de personalidad. mos así a redescubrirlas en su hibridación de parasoles y
Hay algo de razón en ello. Y es que si las cejas son las canaletas de agua que nos las hicieran tan evolutivamente
perchas de los ojos, fungen también como una jamuga imprescindibles como irremplazables en lo estético.
para la nariz, la marea de las sienes y el zócalo interrumpi- Traigamos a colación la construcción del personaje de Di-
do de la frente: son, en resumen, la alta costura del rostro, vine, «el drag queen del siglo» según Time. Glenn Milstead y
sus alternantes Metternich y Talleyrand. Basta con que John Waters –los artífices de la película, tan digna de la infa-
se sustraiga un solo pelo del sitio equivocado para que la mia, Pink Flamingos— hicieron que el primero se afeitara una
expresión entera luzca desencuadernada o, lo que es peor enorme parcela de frente, retirando la línea del cabello para
aún: falsa. Pocos anunciantes de expresividad operan con abrirle campo al ceño rayado de la diva trash. En la cumbre de
la misma economía y eficacia que las cejas, cuya fortuna su esplendor, dos bisagras de grafiti color berenjena recorrían
gestual se debe a sólo dos músculos, pero resulta en una la curvatura casi planetaria de ese cráneo tremendo, exten-
riqueza de ademanes superior a la de las manos. diéndose hasta sus orejas, casi, casi como indicios de antenas.
La vida actual nos sorprende (y a más de uno le hará El ojo siniestro (de Mordor, en el universo de Tolkien) y el
alzar una ceja intrigado) con la costumbre de la depila- tercer ojo (de Lobsang Rampa) se ubican ambos sobre un eje
ción superciliar en la que incurren, vaya a saberse bien por central, y carecen de cejas. Es interesante reparar en cuántas
qué, demasiadas mujeres. Está comprobado que quitarse representaciones clásicas de cíclopes nos los muestran sin
las cejas soslaya, cuando menos, el interés masculino. ¿Se cejas, o con una cresta superciliar tan dura como la de un
obliga así al hombre a fijarse en otros atributos, a literal- cocodrilo. El gesto del cíclope se concentra alrededor de la
mente bajar la mirada hacia otras partes del cuerpo que a boca, y el ojo solo y desmarcado da fe no sólo de su rareza,
menudo se aprecian mejor cuanto más depiladas están? sino también de una cierta invidencia o castigo divino que le
Las cejas son el único elemento del rostro imposible de ais- dota de un solo faro frío a través del cual ver, y ser visto. Lo
lar en el vacío: fuera del mismo, se reducirían a un monton- monstruoso no es tener un solo ojo: es tenerlo sin ceja.
10 cadáveres

LOS BUITRES
DE LA CIUDAD
MÁS VIOLENTA
DEL MUNDO

En Ciudad Juárez, al norte de México, los narcotraficantes y oficiales

del estado mexicano pelean una guerra con más muertos que la de Irak.

Los niños fotografían cadáveres con su celular y uno de los lugares


más concurridos es la morgue. En las escenas de crimen

acecha una multitud de agentes funerarios de saco y corbata

para negociar con las familias de los cadáveres.

¿Quiénes se benefician más con la tragedia?

Un texto de Marcela Turati


ilustraciones de Angelo Neciosup
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78 cadáveres

uatro buitres observan atentos el cadáver de un joven asesinado. Mezclados entre


los mirones toman notas, se cuchichean frases en clave. Acechan a sus presas: una
rubia que llora a gritos al ver el auto rojo rafagueado y el esposo que la abraza fuerte
para que no enfrente a los soldados que cierran el paso a donde se desangra su hijo.
Los carroñeros siguen expectantes. De pronto, en una jugada arriesgada, el
buitre más hábil se adelanta a los demás y se cuela en la escena entre los
deudos, charla con un familiar lejano del difunto, comenta algo con el primo;

se desliza junto al papá del joven acribillado, le extiende la buitres vestidos para la ocasión

mano, se presenta. «Funerales Ríos está para servirles»,


dice mientras le da una tarjeta de presentación decorada El exterior de la Procuraduría de Justicia, la Procu,
con una cruz. está habitado por agentes funerarios. Son los buitres.
Antes de que el señor reaccione le arranca la prome- «Esa es la palabra que usa la gente porque estamos aquí
sa de reencontrarlo dos horas después en Averiguacio- como buitres, acechando a la presa, buscando clientes»,
nes Previas, donde --le informa-- tiene que identificar explica Toño Ibarra, un hombre delgado de casi cin-
el cadáver. Allá intentará cerrar el trato para que su cuenta años, con cara afilada y movimientos felinos que
funeraria preste los últimos servicios al joven y ganar representa a varias empresas de velatorios y entierros.
una comisión por la venta. La Procu es un edificio de cristal donde se amonto-
Los buitres, como él, viven de la desgracia ajena. nan los delitos pendientes de resolverse en esta ciudad
Ahora mismo alguno sigue una ambulancia que trans- donde los homicidios compiten por la atención de las
porta a un rafagueado, otro apura trámites en la mor- autoridades con extorsiones, secuestros, robos e los
gue, hace guardia en la Unidad de Homicidios de la Pro- incendios a negocios. De entre la fauna de policías,
curaduría de Justicia del Estado o maneja una carroza. abogados, familiares de víctimas y de delincuentes,
Estas aves carroñeras y de mal agüero se han multipli- vendedores de burritos y sodas, periodistas, coyotes y
cado en Ciudad Juárez al mismo ritmo que los sicarios que sin-oficio que acuden a la Procu juarense, el buitrerío
la han convertido en la Bagdad Latinoamericana, la ciudad se distingue porque se estaciona junto a la jardinera
más mortífera del planeta: ciento noventa y un asesinatos donde unas mujeres plantaron unas cruces rosas como
por cada cien mil habitantes. Desde que dos cárteles dis- recordatorio de que las «Muertas de Juárez», cientos
putan a muerte el dominio de esta ciudad-traspatio de Es- de asesinadas o desaparecidas, todavía esperan justi-
tados Unidos, para asegurarse las ganancias del tráfico de cia. Aquí cumple Ibarra con su trabajo todos los días a
drogas, sus calles se convirtieron en el escenario de un jue- partir de las nueve de la mañana, bajo la misma rutina:
go de video en el que hombres armados aparecen, disparan cuando sospecha que alguien entrará a reclamar un ca-
y matan, seguidos del buitrerío. Y como en un videojuego, dáver se le empareja para instruirlo sobre los papeles
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siempre hay más para matar. En una trama que se alarga que necesita. Si el doliente se mantiene atento le ofre-
sin fin. Juárez provee a los agentes funerarios tantos clientes cerá sus servicios de coyote para sortear la burocra-
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como si los surtieran sobre pedido. Desde 2008, Juárez es la cia en Previas y «rescatar» a su familiar de la morgue,
maquiladora nacional de muertos, el principal botadero de para luego embalsamarlo y velarlo hasta el entierro.
cadáveres del país: ella sola aporta una quinta parte de las La explicación parece sencilla pero tiene su arte:
etiqueta negra

“bajas” en esta “guerra contra las drogas”, como la llamó el Ibarra puede atajar a decenas de personas que llegan a
presidente Felipe Calderón. Muchos, como Antonio Ibarra, identificar a un cuerpo, pero muchas, al caer en cuenta
han encontrado en la muerte la forma de ganarse la vida. de que él vive de la desgracia ajena, lo corren con la
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misma urgencia de quien quiere espantar a la muerte. los freeways y edificios de El Paso, Texas. Como si le
Otras veces los acompañantes de los dolientes no lo de- plantara víctimas entre los terrenos tapizados de llan-
jan ni acercarse a dar el pésame. tas y fierros o le buscara clientes en el decadente centro
En su negocio, Ibarra intenta apartarse de cualquier que antes atraía a marines y teenagers aficionados a
sentimentalismo. Se queja de aquellos a quienes les mo- «la vida loca juarense».
lesta su trabajo: «Los peores de todos, los habladores, Presumido, dice que su oficio es el de «Agente Fu-
son los vecinos, los ayudantes que ni vela tienen en el en- nerario Completo», lo que significa que en veinticinco
tierro, esos ingratos nos corren porque ni saben, nos ven años escaló todos los peldaños de esa industria: barrió
mal, pero alguien tiene que hacer este trabajo» me dice. pisos y lavó carrozas, es experto vendedor de paquetes
Los carroñeros visten de negro o gris oscuro, pre- para el retiro eterno, sabe arreglar cadáveres y está lis-
parados siempre para el funeral del que se enteraron, to para hacerse cargo de una gerencia.
incluso, antes que el difunto muriera. Son capaces de Los dueños de las funerarias no hablan. Ni gustan
detectar la mueca trabada a punto de convertirse en de las entrevistas. Repiten que la desgracia no los hizo
puchero o el ojo enrojecido por la velada en llanto que ricos y que su trabajo es como cualquiera. En cambio,
distingue a quienes entran a reconocer un cadáver de Ibarra siente tanto orgullo de su oficio que le gusta que
quienes acuden a denunciar un robo. lo vean trabajar.
Se les reconoce también por sus peculiares conver- «¿No se fijó? Ahorita que usted se volteó tarjetié a
saciones. una familia y quedó en buscarme cuando saliera. No
—¿Y esos zapatos son nuevos? me quite la vista de encima porque en menos de cinco
—Of course. minutos voy a entrar en acción», me regañó advirtién-
—Seguro se los quitaste a un 3-9. dome que debía estar más atenta una mañana que ha-
La insinuación de haber robado algo a un difunto, de cíamos guardia juntos afuera de la Procu.
tan común no causa gracia.
—Anoche estuvo calmado, nomás hubo seis eventos. cuerpos anónimos

—A mí me llegó nomás un naturalito, ningún autopsiado.


Otras charlas son crípticas: A través de uno de los cubículos de cristal de la Uni-
—¿Vamos a ver si está buena la película? dad de Delitos contra la Vida de la Procu veo a una
—Dicen los pasajeros que si hay muerto el negocio familia volcada sobre la pantalla de una computadora
está bien, si no ni pa’ qué vamos. que exhibe fotografías de los últimos caídos en Juárez-
Bagdad. Casi todos varones, jóvenes, algunos tan des-
profetas de la santa muerte figurados que serán identificados por el color de la ca-
misa o el diente postizo.
Ibarra tiene un aire de Pedro Infante mustio en su En los pasillos otras familias hacen fila para reconocer
papel de yo-no-fui. Luce pantalón negro con delgadas a sus muertos. Camuflados entre ellos están dos buitres
rayas grises, zapatos oscuros bien lustrados y camisa de una poderosa e influyente funeraria que tiene permi-
gris rata en cuya bolsa siempre carga una libreta donde tido captar clientes durante la espera. «Te iba mandar
anota los datos que logra pescar sobre los finados. uno naturalito, pero no se logró» escucho decir a otro
Todos los días antes de salir de su casa se encomien- por celular en una de sus caminatas por los pasillos.
da a la Santa Muerte que tiene en un altar y que, se- El trabajo es sufrido, pero el negocio generoso. Se
gún presume, hasta ahora le ha traído suerte, es decir, supone que trabajan hasta las dos de la tarde. Pero la
trabajo. Como si ella misma anduviera consiguiéndole muerte no sabe de horarios y ellos pasan el día siguién-
clientes por las calles sin aceras por donde pasan los dole las huellas en las escenas del crimen.
camiones abarrotados de obreros rumbo a las maqui- En dos años los panteones locales recibieron más
las. Como si provocara desgracias en las colonias afin- cuerpos que todas las víctimas de la Camorra italiana
cadas sobre dunas y olvido desde las que se aprecian en una década o que los muertos de ETA en toda su
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se le dice a los acribillados) del último «evento»


(como se denomina a estos asesinatos al estilo crimen
organizado). La morgue colapsó numerosas veces por
sobrecupo de cadáveres.
Ibarra lo dice así: «Antes un evento de estos era cada
cuatro o cinco años, ahora es diario y aquí todos aga-
rramos chamba». De pronto repara en que es de mal
gusto entusiasmarse con el negocio e improvisa un mo-
nólogo sobre los problemas del oficio. Hace un gesto de
sufrimiento y me cuenta que el número de funerarias
ha crecido, que otras han cerrado a causa de la extor-
sión, que unas funcionan a puerta cerrada y que tam-
bién los velorios son escenario de matanzas.
Mientras habla, detrás de él se arma un zafarrancho:
el buitre mejor vestido para velorio le da un zape a otro
que se creía con derechos sobre el mismo difunto. Es-
tán a punto de irse a los golpes. Se reclaman haberse
metido a un barrio ya reservado. Viene un empujón,
más insultos. Todo acaba con la finta de un puñetazo
que entre todos frenan

vecinos de la tragedia

En la colonia Barrio Alto, hay un acribillado de vein-


tipocos años. Los vecinos comentan que escucharon
quince balazos pero no salieron de inmediato por mie-
do a que los sicarios siguieran afuera. Una mujer baja
apurada de un carro en movimiento. «Déjenme, yo lo
quiero ver, lo quiero ver. ¿Está herido?». Su esposo la
detiene. Se llama Rosa. Los soldados cierran el paso,
no los dejan verlo.«¡Malditos!, ¿por qué lo mataron?
¡No era malo. Mi niño no era malo!»
Un pariente del muerto, sofocado de furia, se sube a su
auto seguido por otros jóvenes. Los familiares los detienen.
Un camión rutero transita por la calle y los pasajeros
se levantan del asiento para ver mejor. Alguien saca un
celular para tomar una foto. Un vendedor ambulante
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surte golosinas a los mirones. En segundos, se monta


historia en España. Los muertos caen como moscas. el espectáculo del morbo. Los gritos de la mamá nos
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Pum. Ahí cayó uno, súmalo al ejecutómetro. Pum- estrujan a todos.


Pum-Pum. Otros cinco. Ra-ta-ta-ta. Siete más. Pum. Ibarra analiza la situación: «En eventos como este, de
Llegamos a veintitrés. Son tantos, que en cuanto el 5-7, conviene un 6, o sea, más vale esperar porque la gente
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servicio forense levanta los cadáveres la gente limpia no está calmada. Ahorita si se acerca uno lo mandan a la
con naturalidad, a manguerazos, las aceras para des- chingada, todavía están sacados de onda». Él y sus pares
pegar sesos y vísceras del último «ejecutado» (como deciden ir a otro «evento» en un barrio donde la muer-
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te ya anduvo husmeando. Allá un joven al que llamaban Juárez es la capital mundial de los homicidios, donde
“El Pepón” falleció acribillado. Son las 15.00 horas. Los es más probable perder la vida asesinado que en ciuda-
metiches comentan que a su acompañante, “El Chori”, lo des tan violentas como Caracas o San Salvador. Un re-
recogió la ambulancia. En el lugar ya están militares, po- tirado zar anti-drogas estadounidense la consideró más
licías, fotógrafos, vecinos y el buitrerío, que llega puntual peligrosa que Bagdad, donde aparecen hombres-bomba
gracias a una red de informantes que abona con una bue- que se estallan en mercados. Aquí aparecen hombres-
na propina. Antes interceptaban la frecuencia radial de la metralla que desgracian a sus presas y a los inocentes
policía para enterarse de los 3-9, pero abandonaron esa que tuvieron la mala suerte de estar cerca.
maña desde que el Ejército decomisa escáners.
Los buitres esperan todo el tiempo. A la persona y graduados de los cárteles

el momento indicado. «Nuestro trabajo consiste en ser


los primeros en llegar», explica Ibarra en su papel de “Las calles de Juárez, y también los bares, están siendo
maestro de la desgracia. testigos de cómo se matan todos los enemigos. Escucha, mira
Un perito fotografía al cadáver y los alrededores, y calla o puedes morir por las balas de una metra-tra-tralla”.

Son tantos los muertos, que en cuanto el servicio forense levanta los

cadáveres la gente limpia con naturalidad, a manguerazos, las aceras

para despegar sesos y vísceras del último «ejecutado»

hace un croquis, recoge casquillos, los mete en bolsas Ese es el estribillo de C rónicas de mi vida una can-
que identifica con el número de homicidio. Se ve harto. ción del rapero McCrimen, popular en los barrios don-
Desde hace unos años trabaja horas extra porque mu- de los jóvenes se enrolan en las pandillas, los cárteles
chos asesinatos se cometen con metrallas largas. Dejan de la droga reclutan a chavos como vendedores y los
en su blanco un promedio de ochenta orificios. muchachos asesinan o son asesinados en este Mortal
Sólo durante unos meses en 2009 los asesinos pre- Combat que se libra en las calles.
firieron pistolas, cuchillos y picahielos. Fue cuando el La tragedia que cantan los raperos la anunciaron
gobierno organizó el desfile callejero de militares y po- antes académicos y trabajadores sociales que desde los
licías para aplacar a los matones. años setenta han visto llegar camiones cargados con
Dos meses le duró al gobierno el gusto de haber achata- campesinos de todo el país dispuestos a trabajar en
do con sus botas las estadísticas de las defunciones, porque las fábricas maquiladoras. Los migrantes fundaron ba-
después los sicarios perdieron la vergüenza y siguieron ma- rrios en terrenos alejados y sin servicios básicos.
tando a sus anchas, con armas largas y cortas, con militares Los adultos –muchos de ellos madres solteras–
o sin ellos. Y pronto también los soldados y federales suma- salían a trabajar de madrugada y pasaban medio día
ron su propia cuota de muertos. En los primeros meses del fuera de casa, convertidos en robots ensambladores
2010 hubo siete homicidios dolosos cada día. de piezas de exportación. Después volvían agotados.
82 cadáveres

La primera parecía aliviado por la llegada de los militares


que él solicitó para que la ciudad no se le desangrara. La se-
gunda aseguraba, optimista, que la violencia iba a la baja. En
esta última entrevista todo mundo lo acusaba de que en las
noches cruzaba a dormir a Texas, donde tenía a salvo a su
familia. También hicimos un recorrido por los barrios más
peligrosos donde pensaba echar a andar un plan de inversión
social que atacara las raíces de la violencia, como el de las co-
munas de Medellín. En su despacho, con mapas en la mano,
me fue mostrando que los asesinatos ocurren en donde los
niños crecen en la calle: en donde no hay guarderías ni edu-
cación media. En Juárez, dos terceras partes de los jóvenes
no estudia y muchos sólo porque no tienen dónde. La ciudad
que fue meca nacional del empleo le rescindió la cláusula de
futuro a sus jóvenes. El cupo que no tienen en la escuela se lo
abren las pandillas y se gradúan en los cárteles de la droga.
«El Juárez que tenemos ahora es el Juárez de los niños
no atendidos» dice Clara Torres, la directora de un progra-
ma municipal para niños en edad de guardería. «Fuimos
egoístas y materialistas. Perdimos varias generaciones».
Es como escuchar la voz del remordimiento colectivo.

se busca sicario . contrato inmediato

Esta ciudad de casi un millón y medio de habitan-


tes en dos años y medio estrenó cinco mil cuatrocien-
tas fosas. Son cinco mil cuatrocientos hogares de luto.
Mucho dolor acumulado, muchas viudas nuevas, una
legión de diez mil huérfanos y de enfermos de miedo. Si
colocáramos juntos los cuerpos de los “caídos” en esta
“guerra”, llenaríamos una procesión de ciento treinta y
cinco camiones de pasajeros, uno en cada asiento.
Si les miráramos el rostro encontraríamos una bebé
de tres meses muerta junto a su papá, un joven matrimo-
nio a punto de ser padres, un niño de diez años torturado
como sus abuelos, una parejita de adolescentes texanos
enamorados, cinco miembros de la misma familia, un
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Los niños se cuidaban solos, si querían iban a la es- niño que quiso correr cuando asesinaron a su papá, el re-
cuela, pasaban la tarde en las calles donde se mueven portero que estaba contando los muertos, varios policías
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las pandillas. con sus hijos, muchos sicarios, muchos pandilleros. Una
El alcalde José Reyes Ferriz me explica que los de- kilométrica procesión de juarenses ausentes que hacen
lincuentes de hoy son los niños de los años ochenta, falta a sus familias. Un viaje de dolor.
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cuando Juárez tenía empleo total. Es una mañana de Quienes quedan vivos rebasan todo el tiempo los um-
diciembre de 2009 y es la tercera vez que nos vemos, en brales del horror. Una semana los automovilistas que
su oficina con vista al muro fronterizo. manejan hacia el trabajo encuentran el cuerpo de un
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hombre decapitado, amarrado a un puente peatonal. se escuchó el ulular de las sirenas. Cuenta que a punta
A la siguiente unos estudiantes descubren el cadáver de pistola, su ambulancia se tuvo que hacer cada vez
de un hombre con máscara de cerdo esposado a la reja más lenta.
de su escuela y otros encuentran un cuerpo encobijado El rescatista no quiere que nadie lo escuche y me pide
afuera de un kínder. Otro día un policía que ayuda a mantener su nombre bajo anonimato. En el lobby vacío
mover un carro descompuesto halla un hombre agoni- de un cine me explica que las ambulancias solían llegar
zante en la cajuela. Cuatro adolescentes son fusilados antes que las patrullas pero los sicarios los amenazaban
contra una pared por otros chamacos y quince estu- para que dejaran morir a los heridos y les prohibieron
diantes son masacrados en una fiesta casera. llegar antes que el Ejército selle el lugar del crimen.
Los juarenses que no han huido tratan de hacer su Recuerda que una vez su ambulancia llegó tan pronto
vida normal, sólo que ahora tienen nuevos hábitos: los que recibió el reclamo de un sicario sorprendido: « ¿Us-
niños fotografían cadáveres con sus celulares, los jó- tedes qué, van a meterse?» Y cuenta que asustado res-
venes ya no salen en las noches, algunos periodistas pondió: «No, por mí mátalo, al cabo no es mi familiar».
llevan chalecos antibalas, ciertos empresarios trabajan Y cerró los ojos mientras el sicario terminaba su trabajo.

En dos años los panteones locales recibieron más cuerpos que todas

las víctimas de la Camorra italiana en una década. Juárez es la capital

mundial de los homicidios. Un retirado zar anti-drogas estadounidense

la consideró más peligrosa que Bagdad

a cortina cerrada para simular la quiebra, varios maes- Otro día, cuando trasladaba a un baleado a un hospital a
tros enseñan en clases cómo tirarse pecho tierra, unos Chihuahua, la capital del estado, vio que el moribundo se
vecinos cerraron sus calles, las familias que pudieron retorcía en la camilla para sacarse un radio del bolsillo,
colocaron rejas y cámaras de seguridad afuera de sus lo activó, avisó quién le había disparado y ordenó: «Ya
casas, otras cruzan todos los días a dormir a Texas. saben lo que tienen que hacer». Él se hizo el sordo.
Los sicarios son muy eficientes, a pesar de que no El camillero cuenta que la epidemia de violencia lo
les pagan su trabajo por pieza, sino a granel. En Juárez hizo indiferente a los baleados. «Me duele mucho más
reciben un sueldo mensual de unos quinientos dólares ver a una señora llorando por su hijo atropellado que a
y droga gratis, así se echen a uno o a diez. Es el triple de un ejecutado pidiendo ayuda», dice que a éstos prefie-
lo que ganarían como obreros de una maquila. Y ade- ren no tomarles el nombre: «cuando están agonizando
más tienen la impunidad garantizada. menos nos interesa escuchar sus últimas palabras, no
Cuando aparecen estos hombres-metralla nadie sale nos vayan a comprometer», agrega.
intacto. Ni los muertos ni los sobrevivientes, como el Durante sus últimos viajes en ambulancia iba escol-
paramédico que oyó una advertencia por la frecuen- tado por militares, como en las películas de vaqueros
cia radial: «Si salen les disparamos», y asegura que la en que las carrozas van resguardadas para repeler los
amenaza caló tan hondo en el gremio que esa noche no ataques de los apaches.
84 cadáveres

Ante la moda de rematar rafagueados, el gobierno desig- andabas, tenías deudas?» y me dijo que él ni conocía
nó tres hospitales como los únicos para recibir a sobrevi- al chavalo que le disparó y cuando vino la policía les
vientes de ejecuciones. En uno de ellos, el sábado anterior a dije que ¿cómo creen que mi hijo va a ser de ellos?,
mi visita había ingresado un baleado escoltado por milita- si los narcos y los sicarios tienen sus palacios y sus
res. «Tenía perforados cráneo, tórax y abdomen, ya de por buenos carros.
sí moribundo», recuerda el encargado de turno. Los médi-
cos lo reanimaron en terapia intensiva y cuando lo llevaban maquilladores de la muerte

al quirófano un comando entró, le disparó y salió por la


misma puerta. Nadie se opuso. Afuera no había soldados. La matanza indiscriminada complica todos los ofi-
Ahora, cada vez que la ambulancia llega con un rafagueado, cios. Los buitres son el eslabón más evidente dentro
médicos y enfermeras lo reciben sin entusiasmo. Activan el de la industria mortuoria, pero también está el gremio
«Código Rojo» que significa que necesitará dos especialistas de los embalsamadores, que entra en acción después
en terapia intensiva, la sala de rayos X, el quirófano, los ur- de que Ibarra y sus colegas rescataron el cadáver de la
genciólogos, los intensivistas, los cirujanos y las enfermeras. morgue y lo colocaron en la plancha metálica.
El resto de enfermos en Emergencias tendrán que esperar. Antes, el procedimiento que usaban para dejar a
La sangre derramada en las calles es la que escasea un muerto luciendo como vivo era sencillo: extraer
en los hospitales. Un médico del Hospital General se sangre-inyectar formol-coser-maquillar-vestir. Pero
queja de que estos pacientes, además de no pagar servi- ahora, ante tanto agujero, hay que hacer un rearmado
cios, tienen la mala costumbre de no reponer la sangre completo, una delicada confección artesanal. El esmero
que utilizan. Y, además, abusan: una persona con cho- no basta en esta tarea
que hipobulémico (como puede ser cualquier agujerado Un colega de Ibarra cuenta con resignación que los ca-
con cuerno de chivo) requiere hasta quince unidades dáveres vienen en muy mal estado «Nos entregan cuer-
hemáticas y necesitaría treinta donadores para repo- pos muy desbaratados –dice– uno batalla mucho y tiene
nerlas, mientras que una anemia por quimioterapia o que hacerlo por partes. Tardamos el triple. Ya es mucha
una cesárea requieren sólo dos. El doctor, asignado a crueldad con que los matan, no nomás con arma de fuego
Urgencias, se queja de que los baleados que atiende y hasta cien agujeros, también llegan unos con puñal, ma-
son jóvenes pobres, tatuados, casi indigentes. «No es chete, hacha», Por las mañanas él también hace guardias
cierto eso de que los narcos son ricos», dice molesto. afuera de la Procu pero por las tardes es embalsamador.
Cuidarlos cuesta en promedio seis mil dólares diarios, Lo más difícil es la reconstrucción del rostro. A ve-
que equivalen al cuarenta por ciento del PIB per cápita ces tienen que pedir una foto a la familia para adivinar
anual de México. Y como nadie los visita, no hay a quién las facciones del finado y otras, de plano, recomiendan
pasarle la cuenta ni valientes que les vayan a cobrar. no abrir la caja. «Nuestro trabajo es hacer lo imposible
Este médico anónimo, que se esconde en una oficina porque al difunto se le vea un rostro apacible –dice–
para que nadie lo escuche dar la entrevista y le reclame porque no queden con facciones contraídas, lo que di-
por soplón, se queja con amargura de que, a diferencia cen rictus mortem, con la impresión del susto o del do-
del resto del país, donde los médicos sobran, en Juá- lor del último momento». ¿Cómo hacer que tenga ros-
rez casi la mitad de los puestos permanecen vacantes. tro apacible alguien que encuentra la muerte a balazos?
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Y quienes aceptan esas plazas huyen pronto asustados Ibarra, que escuchaba en silencio, interviene para
porque los secuestradores agarraron gusto de llevarse comentar que al momento de convivir con los cuerpos
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también a doctores. no todos lo hacen con respeto. Algunos porque ofrecen


En la recepción del hospital, en la fila del ingreso de servicios económicos que resultan no serlo; también
visitas, dos mujeres conversan: critica a los «salvajes que no manejan el cuerpo con
etiqueta negra

–Está todo trozado. criterio y hacen comentarios y bromas con base en los
–Pos qué, ¿andaba vendiendo droga o qué? cadáveres y eso está mal», concluye recordando que to-
–Yo le pregunté lo mismo, le dije «Miguel, ¿en qué dos algún moriremos.
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La desfachatez con que la muerte se pasea por la ciudad hermana está enterrada en ese mismo panteón desde hace
arrastra tras de sí otros problemas, como la sobrepobla- seis meses y por las visitas diarias que le hace a su lápida se
ción de los panteones, que Ibarra, conocedor de todos los ha dado cuenta de las mutaciones demográficas de la ciu-
eslabones de esta industria, también hace notar. Dice que dad. Él escogió para ella un rincón solitario cobijado por
los panteones municipales están llenos y que el cementerio el pasto y el silencio, pero en medio año esa área se pobló
Tepeyac está a punto de cerrar; me reta a ir ahí a hablar de vecinos: malandros o sus víctimas, y ahora su herma-
con su amigo Narciso para corroborarlo. Antes de irse – na descansa rodeada de varones fallecidos por la misma
porque en las últimas horas la ciudad estuvo en paz- anota contagiosa epidemia. Después de echar cubetazos de agua
su número de celular pero advierte que podría no contes- al pasto que cubre su tumba, el hombre saca cuentas de
tarlo si suena cuando esté embalsamando cadáveres. los asesinados que descansan a la redonda, aquellos que
En El Tepeyac no está por ningún lado el mentado Nar- se disputaban el territorio en vida y ahora muertos com-
ciso. En el San Rafael acaban de enterrar a cuarenta y tres parten los mismos centímetros de tierra, que hicieron las
personas NI (No identificadas). Los bultos de tierra llevan paces sólo con una lápida encima. Son unos treinta jóve-
encima una cruz que, en lugar de nombre, lleva números pin- nes varones, la mitad de los cuales murieron ejecutados.

La epidemia de violencia hace indiferente a los enfermeros ante los baleados.

«Me duele mucho más ver a una señora llorando por su hijo atropellado que a

un ejecutado pidiendo ayuda», admite uno de los camilleros

tados. Esa cifra, que indica la clave del expediente policiaco, Me señala las tumbas: hay policías, secuestrados, sicarios.
será la única identidad de la persona durante la eternidad. A «Todos están juntos…» reflexiona unos segundos lo que
un lado, dieciocho fosas están listas para recibir una nueva acaba de decir y agrega « no importa que descansen jun-
remesa de desconocidos, pero sobre esto ninguno de los fo- tos, al cabo ahí bajo tierra no se pelean». Este hombre que
seros quiere hablar. antes disfrutaba el silencio sepulcral, ahora tiene que li-
El administrador de un panteón privado –con caseta de diar con complicaciones insospechadas: ¿Cómo prevenir
vigilancia, pasto y un puñado de árboles frondosos que son que un acribillado de un mismo enfrentamiento no quede
un lujo en esta ciudad desértica– es el único que se anima a enterrado junto a otro de la pandilla enemiga? ¿Qué hacer
platicar sobre los nuevos retos de su oficio. Dice que a veces para que las familias de muertos rivales no se encuentren
llegan hasta cinco funerales juntos «haga de cuenta como cuando vengan de visita el Día de Muertos? Cada vez que
las pistas de los aviones hacen fila para aterrizar. Y si de ingresa una caravana, desde las oficinas echa un vistazo,
esos cinco unos tres son ejecuciones, y son del mismo even- escudriña a los deudos, el acompañamiento musical y a los
to, es un riesgo». Me confirma lo que me ha dicho Ibarra convidados, y se mantiene alerta. «Cuando hay un servicio
sobre El Tepeyac y lo que acabamos de ver en el San Rafael. donde hay mucha bulla, mucha música, es que el muerto
El hombre habla escondiéndose entre las tumbas más murió en un evento y todos corremos peligro», dice. Reza
alejadas, vigilante de que nadie se acerque a escuchar. Su porque no pase nada.
86 cadáveres

cantantes de panteón ocasionales paraborrachos nostálgicos o parejitas de ena-


morados. Hasta que se hartaron y decidieron insertarse a la
Al pie de la fosa está una madre: es una mujer bajita, floreciente industria de la muerte. Les pregunto cómo se les
con luto riguroso de pies a cabeza, lleva el pelo enrollado ocurrió venirse a trabajar al panteón. «La necesidá» contesta
en una chalina negra y uno de sus hijos la cubre del sol uno y se ríen todos: «en los bares ya está muerto».
con una sombrilla negra. Varias chiquillas, pelo pintado de
negro vampiro, flequillo en la frente, pantalones de tubo, clientes frecuentes

delineador alrededor de los ojos, están hechas llanto. Los


hermanos, tatuados algunos, con el pelo a rape los otros, Ibarra no aparece ni contesta llamadas. Prometió que
muestran el dolor anudado en la frente y trabado en la qui- si lograba pescar un cliente para embalsamamiento nos
jada. Un trío norteño (acordeón, guitarra y tololoche o bajo invitaría –al fotógrafo y a mí– para mostrar todas las fa-
sexto)- dedica los últimos acordes al joven protagonista cetas de su trabajo de Agente Funerario Completo, pero
del entierro y le cantan: “Te vas, ángel mío”, “Puño de tie- resultó una fanfarronería. Nunca atendió el celular.
rra”, y “Que me entierren cantando”. Cuando la música cesa Antes de despedirse, lanzó una defensa de su oficio:

Antes el trabajo de los embalsamadores era sencillo: extraer sangre-

inyectar formol-coser-maquillar-vestir. Pero ahora, ante tanto agujero,

hay que hacer un rearmado completo, una delicada confección artesanal.

El esmero no basta en esta tarea

nadie pronuncia palabras finales. Sólo se escucha el triste «nuestro trabajo se puede prestar a formar una mala ima-
sonido de las paladas de tierra y los sollozos de las mujeres. gen, pero también puede ser de beneficio porque uno orien-
Un joven menos en esta ciudad. ta a la gente, batallan menos y tienen sus ventajas.... Desgra-
El trío panteonero sin nombre regresa entonces al mismo ciadamente cuando se les vuelve a ofrecer ya lo buscan a uno
sauce donde hace guardia todos los días en espera de que al- directamente». La forma en que pronuncia “desgraciada-
guna caravana se detenga, lo contrate y lo convide al sepelio. mente” hace que me pregunte si no quiso decir lo contrario.
No todos requieren sus servicios. Los cristianos evangélicos, Luego se esfumó entre la parvada de buitres que si-
despiden a los suyos con alabanzas religiosas y Biblia en guen las pisadas de la muerte. La última vez que lo vi
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mano; otros traen sus mariachis o bandas gruperas. Algu- iba en un carro destartalado, apretujado entre otros bui-
nos, de plano, estacionan la troca junto a la fosa, suben el tres que se dirigían apurados a una ejecución múltiple o,
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volumen al estéreo y despiden al difunto con narcocorridos. como ellos le dicen, a «una película con movimiento».
Hubo un rapero que cantó a capela al pie de una tumba. Quien lo busque lo encontrará por las mañanas, haciendo
Al trío nunca le falta trabajo. Todavía hace poco recorrían guardia afuera de la Procu, junto a las cruces rosas, o por las tar-
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los bares decadentes del centro extintos de clientes, cercanos des, entre los metiches que observan la escena de un crimen. Es el
al puente fronterizo pero lejos de las oportunidades. Arras- que se adelanta a la competencia para ofrecer los servicios póstu-
traban sus instrumentos de antro en antro, tocaban rolitas mos, y sin pudor admite que se gana la vida con la muerte.
88 portafolio

un artista
fuera de
FORMAS
Un portafolio de Hector Falcón
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Harto de las fronteras del lienzo, un pintor decidió convertirse en artista


de su propio cuerpo. Durante siete semanas, poniendo en riesgo su pro-
pia vida, el mexicano Héctor Falcón tomó más anabólicos de los que consu-
me un fisicoculturista en tres años. Levantó pesas, comió atún, se bronceó
y depiló hasta parecerse a un imitador de Schwarzenegger. Fue un ejerci-
cio contra la obsesión contemporánea de ostentar el cuerpo. Desde enton-
ces y durante la última década, en lugar de pintar anatomías ajenas, Fal-
cón experimentó con la suya. Se marcó el cuerpo con un hierro candente
para explorar su dolor. Se sometió a una transfusión de sangre tras publi-
car un aviso en el periódico pidiendo voluntarios para donarla mientras
otros meditaban en torno a su obra para invitar a pensar sobre la ética en
la medicina y la espiritualidad. El artista se hizo una liposucción y convir-
tió la grasa de su cuerpo en una escultura. Se alimentó sólo de jugo de za-
nahoria durante diez días para cambiar el color de su piel. Falcón no es un
cuerpo: sólo tiene uno. Lo ha usado para rebelarse, experimentar y jugar con
eso que para la mayoría es enfermedad, obsesión y vanidad. Diez años des-
pués de alterar su metabolismo para sus proyectos de arte, ha vuelto a pin-
tar. En sus nuevos lienzos usa pigmentos hechos de huesos, grasa y cabello.
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«Proceso Anabólico V» (1999-2000) Documentación de un proceso con anabólicos durante 49 días.


92 portafolio

«Siento que más que ser un cuerpo,


tengo un cuerpo. Mi relación con él es
un poco ajena. Como tener un auto y
saber que le puedes cambiar los aros y
la pintura. No es algo permanente. Uno
de los motores de mi trabajo es el te-
mor a desaparecer. Necesito extender
el tiempo de existencia de mi cuerpo»
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«Self» (2006) Madera y encáustica hecha con grasa del artista.


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«Carrot Project» (2005) Documentación de cambio de color cutáneo a partir de jugo de zanahoria durante diez días.
96 huesos

LA VIDA ES UN VIAJE DE UN MUSLO A OTRO


¿Qué nos seduce de las sirenas si no tienen piernas?
Julio Villanueva Chang

L
as primeras piernas de la vida de un hombre son las de atletismo, graduada en Relaciones Internacionales de George-
de su madre, pero en eso todos somos amnésicos de town, pero había nacido sin los huesos del peroné. Los doctores
nacimiento. No sólo venimos del vientre de una mu- decidieron amputarla por debajo de las rodillas y colocar próte-
jer, sino que siempre seremos criaturas de entrepier- sis en su lugar. Un día Mullins desfiló entre los escombros de un
nas, y aquel primer olvido, el del acto de ser parido, es suficiente antiguo burdel en Londres y acabó siendo un hermoso escándalo.
para atarnos de por vida a nuestras extremidades inferiores. To- No tenía pantorrillas, pero sí otras esbeltas redondeces y había
dos nuestros complejos de inferioridad –y superioridad– transitan convertido la incongruencia entre su discapacidad y su belleza en
en algún momento por ellas: empezamos a vivir entre las piernas ejemplo de marketing: se pagó la vida mostrando lo que le faltaba.
de una mujer con el llanto de un bebé y acabamos muriendo entre Los hombres deseaban a Mullins no sólo porque se desea lo
las piernas de otras con bramidos de semental. La vida es un viaje que no se tiene, sino porque la suya era una doble ausencia con
de un muslo a otro, una travesía entre abundancias y envergadu- curvas. Pero también porque la belleza es aún más intensa cuan-
ras que nos llevan siempre a accidentes de tránsito. De ellos no se do nace de una incongruencia. Ser una top model sin una parte de
salvan ni castrados ni santos. sus piernas es un oxímoron, la prueba de que la belleza oficial de
En el precoz y saludable ejercicio de espiar piernas de mujeres, las pasarelas tiene contradicciones que la salvan de la más abu-
los primeros recuerdos son escenas de escaleras y caídas. Hay un rrida y previsible perfección. Por ello nos excitan los muslos de
magnetismo por esas chicas que traen cicatrices en las piernas, una mujer que exhiben cierta rotundidad animal, esa dimensión
que suelen ser aquellas que jugaron con hombres desde niñas. Des- campesina que nunca tendrán las extremidades de las muñecas
cubrir una cicatriz en los muslos de una mujer despierta las ganas de pasarela, muchachas patas de avestruz con complejo de cisne.
de dibujar con los dedos el trazo natural de esa antigua herida. Es Hay algo de atracción turística en mirar las piernas de una
una paradoja que, a pesar de la prominencia de las piernas, sea Miss Universo, pero uno puede escaparse del tour y mirar lo que

el lugar de la anatomía femenina con menos heridas de tatuajes nadie mira: las várices de una maestra jubilada tras un tragamo-
y piercings, una zona admirable pero ajena al usual barroquismo nedas o las estrías en los muslos de una veinteañera que creció de-
cosmético. En latitudes menos tropicales, lo que más extraña un masiado rápido. También hay historias de caricias detrás de estas
macho es ver con mayor frecuencia hembras en vestidos. Tarde irreparables extremidades inferiores. Aullidos, risitas, quejidos.
o temprano son aborrecibles las que se empeñan en esconder sus Mujeres que llevan al día siguiente la contabilidad de sus moreto-
piernas debajo de unos pantalones. Son más tentadoras las mu- nes, mujeres que juegan a detener autos exhibiéndoles su inferior
jeres sin el trámite de las braguetas, las que no ven en sus faldas derecha, mujeres que se quejan de la guillotina de la depilación,
un peligro para su seguridad ciudadana. Una dama enfaldada no mujeres que a partir de su cintura se sienten demasiado breves.
se olvida jamás de traer sus piernas. En pantalones, sólo queda el La amoratada, la puta, la velluda, la piernicorta. Son traumas co-
discreto y engañoso consuelo de la silueta. En vestido, una mujer tidianos más o menos invisibles para un hombre, como las piernas
muestra y a la vez oculta. de las lindas conductoras de los telenoticieros.
El mito de las sirenas resuelve el misterio sobre el erotismo que Los muslos femeninos, que son la cuarta parte de su estatu-
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despiertan las piernas de una mujer. ¿Qué nos seduce de ellas si no ra,  merecerían el primer mordisco desesperado de un antropófa-
tienen piernas? Nuestra fascinación por las sirenas es una prueba go. El resto, las pantorrillas, cede ante la naturaleza huesuda de la
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de que las piernas femeninas no son imprescindibles. Lo intolera- tibia y el peroné. Si el beso es la forma más civilizada de-comerte-
ble no es tanto carecer de piernas sino de un cuerpo sin curvas. mejor, el acto de resbalar labios y dientes por los muslos de una
¿Quién querría ver una top model sin piernas? Hace unos años mujer exige una gran performance del tacto. El perrito faldero de
etiqueta negra

Aimee Mullins tenía unos muslos bellos y rotundos, pero debajo la infancia va encarnándose en un muerde-piernas delicado, un
de ellos llevaba un par de prótesis de silicio con piel de silicona viajero que va aburriéndose en los mismos muslos, con más cle-
similar a la humana. Mullins era bonita, rubia, récord mundial mencia y menor envergadura, antes del paradero final.

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