0% encontró este documento útil (0 votos)
115 vistas24 páginas

Gluj y Anabella (2013) - Formaciones Sociales Precapitalistas o Formas Que Preceden A La Produccion Capitalista

Este documento presenta tres párrafos que resumen el contenido de un trabajo académico sobre las Formas que preceden a la producción capitalista de Karl Marx. El primer párrafo introduce el tema y objetivos del trabajo original. Los párrafos siguientes analizan la introducción escrita por Eric Hobsbawm y cuestionan su interpretación de los objetivos y contenido de las Formas de Marx. Finalmente, se concluye que la lectura de Hobsbawm no respeta plenamente el sentido original que quiso darle Marx a su estudio de las sociedades

Cargado por

Mariano Schlez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
115 vistas24 páginas

Gluj y Anabella (2013) - Formaciones Sociales Precapitalistas o Formas Que Preceden A La Produccion Capitalista

Este documento presenta tres párrafos que resumen el contenido de un trabajo académico sobre las Formas que preceden a la producción capitalista de Karl Marx. El primer párrafo introduce el tema y objetivos del trabajo original. Los párrafos siguientes analizan la introducción escrita por Eric Hobsbawm y cuestionan su interpretación de los objetivos y contenido de las Formas de Marx. Finalmente, se concluye que la lectura de Hobsbawm no respeta plenamente el sentido original que quiso darle Marx a su estudio de las sociedades

Cargado por

Mariano Schlez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 24

XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia.

Departamento de Historia
de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.

¿ Formaciones sociales
precapitalistas o Formas
que preceden a la producción
capitalista ?.

Gluj y Anabella.

Cita: Gluj y Anabella (2013). ¿ Formaciones sociales precapitalistas o


Formas que preceden a la producción capitalista ?. XIV Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia
de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo,
Mendoza.

Dirección estable: http://www.aacademica.org/000-010/950

Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso
abierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su
producción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite:
http://www.aacademica.org.
XIV Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia
2 al 5 de octubre de 2013

ORGANIZA:

Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras


Universidad Nacional de Cuyo

Número de la Mesa Temática: 111


Titulo de la Mesa Temática: Por un diálogo ininterrumpido. Problemas, perspectivas y
debates en torno a la práctica teórica en Historia y al vínculo entre Teoría social e
Historiografía.
Apellido y Nombre de las/os coordinadores/as: López, Damián y Miliddi, Federico

¿“FORMACIONES SOCIALES PRECAPITALISTAS” O “FORMAS QUE


PRECEDEN A LA PRODUCCIÓN CAPITALISTA”?

Gluj, Anabella
UBA
[email protected]

http://interescuelashistoria.org/
Introducción

El tardío descubrimiento de los Grundrisse, aquellos borradores elaborados por


Marx en 1857/1858 implicó la apertura de numerosas discusiones y el replanteo de viejas
lecturas que, con la aparición de estos cuadernos, quedaron puestas en jaque. En esta
dirección, la publicación de las Formas que preceden a la producción capitalista (Formen)
abrió extensos debates e investigaciones sobre las sociedades precapitalistas. Este apartado
de los Grundrisse fue editado en 1964 con una introducción del renombrado historiador
Eric Hobsbawm. Paradójicamente, este texto introductorio fue más difundido, estudiado y
citado que quizás el propio borrador de Marx. En este marco, el objetivo de esta
contribución es problematizar la lectura que hace Hobsbawm de las Formen.
Consideramos prioritario retomar los planteos del propio Marx, comprendiendo su obra
como una totalidad en la cual los estudios específicos cobran sentido. Las diversas
interpretaciones que las contribuciones de Marx han generado evidencian tanto los
desplazamientos políticamente intencionados, como las incomprensiones de que han sido
objeto.
La lectura y caracterización que realizó Hobsbawm de las Formen es actualmente la
hegemónica (incluso el propio título de la obra ha sido modificado) y es, justamente esto, lo
que nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto esta famosa
introducción respeta el sentido que Marx quiso darle a su estudio de las sociedades
precapitalistas? En pos de resolver este interrogante, tendremos en cuenta, por un lado, la
complejidad de estos escritos entendiendo que se trata de borradores en los cuales se puede
ver por dónde pasaba el pensamiento de Marx. A su vez, en pos de comprender la
interpretación del historiador británico, prestaremos especial atención a su relación con los
postulados teóricos del Partido Comunista del cual formó parte.
A la hora de analizar la Introducción de Hobsbawm a las Formen ordenaremos la
argumentación en diversos ejes. En primer lugar, veremos qué objetivos considera el
historiador británico que tienen estos borradores y qué relación establece entre este texto y
otros trabajos de Marx. Una vez señaladas las contradicciones de los postulados de
Hobsbawm en lo que respecta a la caracterización de la obra, pasaremos a otra cuestión:
qué considera el historiador inglés que son las Formen. En este sentido, analizaremos los
diversos usos que le da a las categorías de modo de producción y formación económica
social. En tercer lugar, abordaremos el análisis de las distintas formas, advirtiendo las
diferencias entre lo presentado por Hobsbawm y lo esbozado por Marx. Luego nos
adentraremos en la polémica sobre la transición del feudalismo al capitalismo; para por
último reflexionar sobre la visión de la historia que subyace a la propuesta de Hobsbawm
en contraposición a la de Marx.

I. Caracterización general de las Formen

En el primer párrafo de las Formen es donde claramente podemos divisar cuáles


eran los propósitos de Marx: por un lado, rastrear los supuestos históricos de la relación
capital/trabajo. En este sentido, su estudio del precapitalismo tiene como finalidad
comprender la dinámica capitalista dentro de lo que consideramos una “formidable”
aplicación inicial del método genético estructural. Partir del resultado para rastrear las
condiciones de su génesis. El carácter que le dio a estos borradores se puede observar en el
propio título que no es “Formaciones Económicas Precapitalistas” como tradujo libremente
Hobsbawm sino “Formas que preceden a la producción capitalista”. Este último refleja el
quiebre que veía Marx en el capitalismo lo cual lo condujo a estudiar las formas
precedentes.
Sin embargo este gran objetivo no es el único que recorre el borrador, por otro lado,
nos encontramos también con el debate con los anarquistas que también está en su
correspondencia:
Al establecer la propiedad como una relación independiente, M. Proudhon
comete algo más que un error de método: muestra claramente que no ha
aprehendido el vínculo que mantiene unidas a todas las formas de producción
burguesa, que no ha comprendido el carácter histórico y transitorio de las
formas de producción en una época determinada. M. Proudhon, que no
considera a nuestras instituciones como producto histórico, que no comprende
su origen ni su desarrollo, sólo puede someterlas a una crítica dogmática.
(Marx, Engels, 1957: 17)

En esta dirección, Marx muestra a lo largo de de las Formen como la propiedad


tiene un contenido histórico:
Lo que necesita explicación, o es resultado de un proceso histórico, no es la
unidad del hombre viviente y actuante, [por un lado,] con las condiciones
inorgánicas, naturales, de su metabolismo con la naturaleza, [por el otro,] y,
por lo tanto, su apropiación de la naturaleza, sino la separación entre estas
condiciones inorgánicas de la existencia humana y esta existencia activa, una
separación que por primera vez es puesta plenamente en la relación entre
trabajo asalariado y capital. (Marx, 2009: 86)

En esta dirección, Marx expone distintas formas de relación del individuo con las
condiciones de existencia, evidenciando la imposibilidad de la abolición de la propiedad en
abstracto. De lo que se trata, entonces y retomando los Manuscritos Económico-Filosóficos
de 1844, es de abolir la propiedad privada de los medios de producción en tanto que “…es
el producto del trabajo enajenado y, por otro, en que es el medio a través del cual el trabajo
se enajena, la realización de esta enajenación”(Marx, 2006: 117). En este sentido, este
objetivo se enlaza con el primero al tener como fin último mostrar la especificidad de la
propiedad y el trabajo en el capitalismo a diferencia de sus precedentes lo cual implica
comprender aquellos elementos que determinan una forma social y, por lo tanto, entender la
relación fundamental que hace a la reproducción de la totalidad, del modo de producción
capitalista.
Si bien estos dos son los objetivos que recorren este apartado de los Grundrisse,
Hobsbawm afirma que aquello que Marx aborda en las Formen es la evolución histórica
precapitalista haciendo explícito que la dinámica del capitalismo no es un tema
fundamental de este texto. En este sentido entiende que “Las Formen tratan de formular el
contenido de la historia en su aspecto más general. Este contenido es el progreso”
(Hobsbawm, 2009: 11). Sin entrar en profundidad en las cuestiones ligadas con cuál es la
visión de la historia de Hobsbawm (que luego se desarrollarán), nos quedaremos con lo que
consideramos una desacertada lectura de Hobsbawm y pasaremos a analizar cual es la
relación que establece entre este escrito y el resto de la obra de Marx.
A lo largo de la Introducción, el historiador inglés hace referencia principalmente a
dos trabajos: La Ideología Alemana y el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la
Economía Política. Con respecto al primero, Hobsbawm se dedica a marcar las rupturas
mientras que con el segundo muestra las continuidades. Al partir de la reduccionista
distinción entre el “Marx joven” y el “Marx viejo”, caracteriza a la Ideología Alemana
como un texto que muestra los inicios de las reflexiones sobre del precapitalismo. Mientras
que el Prólogo es presentado como el punto máximo en la evolución del pensamiento de
Marx al respecto. Estas afirmaciones esconden varios problemas: por un lado, Hobsbawm
no analiza correctamente los objetivos de cada obra de Marx. Mientras que, por otro,
afirmar que hay una ruptura entre los escritos de juventud y de madurez, implica no
visualizar que la preocupación de Marx a lo largo de toda su obra fue la misma: el estudio y
la crítica del modo de producción capitalista en pos de su transformación con el fin de
abolir la explotación del hombre por el hombre.
En este sentido, remarcamos que los objetivos de Marx y Engels al escribir la
Ideología Alemana estuvieron ligados a la discusión con los hegelianos de izquierda y en
exponer, en contraposición al idealismo, al materialismo histórico. En esta dirección, el
breve esbozo de diferentes epatas del desarrollo de la división del trabajo y, por ende, de
distintas formas de propiedad, tiene como finalidad mostrar el proceso a partir del cual se
llega a una separación del trabajo físico y del intelectual que posibilita a la conciencia
emanciparse del mundo y dedicarse a la creación de la teoría “pura”. Otra vez podemos
observar cómo el estudio del precapitalismo, adquiere como finalidad última comprender la
dinámica del capitalismo y entonces, debe ser entendido en el marco de la totalidad de la
obra de Marx.
Ahora bien, con respecto al famoso Prólogo nos encontramos con otra problemática
caracterización por parte del historiador inglés. Considera, en primer lugar, que este breve
escrito “muestra al materialismo histórico en su aspecto más fértil” (Hobsbawm, 2009: 10).
Sin embargo en éste escrito el propio Marx narra el desenvolvimiento de sus estudios y
resume y afirma a grandes rasgos (propias palabras de Marx al respecto) ciertas
conclusiones generales de sus reflexiones. Si para Hobsbawm un prólogo de estas
características condensa la complejidad del materialismo histórico, no podemos en modo
alguno coincidir. Procuremos, entonces, retomar y encuadrar los escritos de Marx en la
totalidad de su obra: claramente el Prólogo tiene como finalidad mostrar que el trabajo es
producto de un arduo estudio y no es una mera opinión infundada.
Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economía
política tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el
juicio que merezcan, y por mucho que choquen con los prejuicios interesados
de las clases dominantes, son el fruto de largos años de concienzuda
investigación. (Marx, 2001)

A partir de no distinguir correctamente los objetivos, Hobsbawm comete errores en


cuanto al contenido de los textos que analiza:
En primer lugar, Marx se preocupa aquí, y en el Prólogo a la Crítica, de
establecer el mecanismo general de todo cambio social: la formación de las
relaciones sociales de producción que corresponden a un estadio definido del
desarrollo de las fuerzas materiales de producción; el desarrollo recurrente de
conflictos entre las fuerzas y las relaciones de producción; las “épocas de
revolución social” en que las relaciones vuelven a ajustarse al nivel de las
fuerzas. (Hobsbawm, 2009: 11)

Sin embargo, en las Formen, nos encontramos con un análisis tipológico; mientras
que aquello que se menciona, en el marco de un esbozo general de los estudios de Marx,
son modos de producción que en tanto tales refieren a análisis históricos. En este último
punto, advertimos el confuso empleo de las categorías de modo de producción y formación
económica social.

II. Las Formen: ¿formas tipológicas, formaciones económico-sociales o modos de


producción?

Empezaremos este apartado precisando la importancia de la distinción entre un


análisis histórico y uno tipológico, para luego caracterizar a las Formen y exponer las
contradicciones existentes entre la introducción de Eric Hobsbawm y la formulación de
Marx. El estudio tipológico es aquel que, a partir del examen de una base empírica,
concreta e histórica, centra sus esfuerzos en divisar las tendencias fundamentales que hacen
a la reproducción social. “Las determinaciones más abstractas, cuando examinadas con
mayor cuidado, siempre indican una concreta base histórica determinada (como es natural,
ya que han sido abstraídas de ellas)” (Marx, Engels, 1957: 79). En este sentido, no se trata
de un análisis tipo-ideal weberiano que se queda en lo meramente fenoménico; sino que
pretende encontrar los atributos sustantivos de aquello que se investiga. Por lo tanto, un
análisis propiamente histórico sería aquel que de cuenta del devenir de las tendencias
contradictorias que hacen a la reproducción social.
Si observamos estas cuestiones con mayor detenimiento, con lo que nos
encontramos es con, ni más ni menos, el método dialéctico. Veamos como Marx explica
estos distintos momentos en los Grundrisse:
Parece justo empezar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; (…)
tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más,
llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples: de lo concreto
representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las
determinaciones más simples. Llegando a este punto, habría que reemprender
el viaje de retorno, (…) pero esta vez no tendría una representación caótica de
un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y
relaciones. (Marx, 2009: 21)

Por lo tanto, estamos en condiciones de afirmar que las Formen importan un estudio
tipológico en el que se analizan las tendencias fundamentales que hacen a la reproducción
de las formas que preceden a la producción capitalista. El hecho que sea un estudio
tipológico se manifiesta a su vez, en la propia exposición del autor. Las menciones
históricas aparecen a lo largo del escrito entre corchetes, a modo de ejemplos o como citas,
cuestión que muestra una clara distinción de Marx entre ambos tipos de análisis y el lugar
secundario que asume lo histórico en este texto.
Sin embargo, las afirmaciones de Hobsbawm en torno a esta cuestión son difusas y
hasta contradictorias. Para el autor, las Formen abordan “la evolución histórica
precapitalista” (Hobsbawm, 2009: 10); una página después afirma que no “son “historia” en
el sentido estricto” (Hobsbawm, 2009: 11). Luego, considera que se trata de un “modelo de
hechos” (Hobsbawm, 2009: 15) que proporciona juicios de valor, mientras que más
adelante lo menciona como un “modelo teórico de evolución económica” (Hobsbawm,
2009: 18). A su vez, Hobsbawm afirma que las Formen tratan de formaciones económico-
sociales particulares, pero luego sostiene que en este borrador se puede observar la “lista”
de modos de producción que Marx menciona en el Prólogo. En este sentido, la ambigüedad
de Hobsbawm a la hora de identificar si se trata de un análisis histórico o tipológico, va de
la mano de un equívoco y ambiguo empleo de las categorías de modo de producción y
formación económica social.
En lo que respecta a este último punto, por momentos el historiador inglés los utiliza
como sinónimos; en varias circunstancias reduce y asimila la categoría de modo de
producción a unas determinadas relaciones sociales de producción y a un determinado
desarrollo de las fuerzas productivas. En otros pasajes pareciera que aquello que diferencia
a estas categorías es que el modo de producción es lo abstracto mientras formación
económico-social representa lo concreto.
Resulta, por lo tanto, necesario esclarecer y distinguir modo de producción y
formación económico-social. En lo que respecta al primero, nos alejamos de una visión
reduccionista que asocia modo de producción a relaciones sociales de producción y fuerzas
productivas, y consideramos, pues, imperioso retomar las formulaciones de Marx al
respecto. En este sentido, en la Ideología Alemana hay un claro abordaje del modo de
producción en tanto totalidad, en tanto modo de vida:
El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo,
de la naturaleza misma de los medios de vida que encuentran en forma
acabada y que pueden ser reproducidos. Este modo de producción no debe
considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de
los individuos. Es ya, más bien, un modo determinado de la actividad de estos
individuos, un modo determinado de manifestar su vida, un modo de vida
determinado de los mismos. Tal como los individuos manifiestan su vida, así
son. Lo que son coincide, por consiguiente con su producción, tanto con lo
que producen como con el modo cómo producen. (Marx, Engels, 1973: 15)

Aquellos que visualizan una ruptura entre un “Marx joven” y un “Marx viejo”
podrían argumentar que, al tratarse de un escrito de juventud no da cuenta de un
pensamiento maduro y acabado como sí lo será El Capital; sin embargo justamente en esta
obra nos encontramos con una formulación similar:
La figura del proceso social de vida, esto es, del proceso material de
producción, sólo perderá su místico velo neblinoso cuando, como producto de
hombres libremente asociados, éstos la hayan sometido a su control
planificado y consciente. Para ello, sin embargo, se requiere una base material
de la sociedad o una serie de condiciones materiales de existencia, que son a
su vez, ellas mismas, el producto natural de una prolongada y penosa historia
evolutiva. (Marx, 2008: 97)

En esta cita vemos, por un lado, la formulación de modo de producción en tanto


modo de vida implicando por ende, que se trata de una categoría que apunta al estudio de la
totalidad y no a la compartimentación de ésta en “esferas”. En este sentido, en el propio
Prólogo también nos encontramos con que “el modo de producción de la vida material
condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general” (Marx, 2001).
Por otro lado, en la cita de El Capital se condensa otro aspecto importante: la
historicidad del modo de producción y la posibilidad de transformación. En este sentido se
advierte, por un lado la propia concepción de la historia de Marx, así como también la
imposibilidad de definir modo de producción en tanto concepto abstracto debido a que es
justamente histórico y concreto. En este caso, Marx está hablando de cómo, producto de la
propia estructuración del modo de producción capitalista, es a partir de éste que se da la
posibilidad de que la lucha de clases lleve a la victoria del proletariado y la instauración del
socialismo. Esto no parte de una visión evolucionista ni determinista sino de un arduo
estudio del quiebre que implicó el capitalismo y cómo la reproducción contradictoria de
este modo de producción genera las condiciones (no la necesariedad) para la
transformación hacia una sociedad en la que, retomando sus propias palabras, hombres
libremente asociados controlen y planifiquen concientemente la sociedad en su totalidad.
Si bien este pasaje de El Capital, pareciera no condensar tanto contenido a simple
vista, encierra el célebre pasaje de El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte: “los hombres
moldean su propia historia, pero no lo hacen libremente, influidos por condiciones que ellos
han elegido, sino bajo las circunstancias con que se tropiezan inexorablemente, que están
ahí, transmitidas por el pasado. La herencia de todas las generaciones muertas acosa la
mente de los vivos como una pesadilla” (Marx, 2004: 17). Se advierte cómo el propio modo
de producción, la propia estructuración material determina la forma que adopta la lucha de
clases, mientras que, sin embargo su resolución dependerá de la propia correlación de
fuerzas y del desarrollo de la propia lucha. Determinación material, sin mecanicismo
determinista.
Dos cuestiones merecen más precisiones, respecto del concepto de modo de
producción: por un lado, la concepción de modo de producción en tanto modo de vida y por
ende, en tanto totalidad corriéndonos de la visión que lo reduce a relaciones sociales de
producción y fuerzas productivas. Por otro lado, los modos de producción son históricos,
representan el momento del concreto pensado de la dialéctica: son el devenir histórico de
aquellas tendencias que en un plano tipológico se reconocieron como las que hacían a la
reproducción de la totalidad. En este sentido, el modo de producción no representa una
categoría abstracta, sino concreta, no “económica” sino del todo social, no estática ni
típico-ideal, sino histórica.
Por otro lado, no empleamos formación económico-social en tanto lo concreto en
contraposición a modo de producción como objeto teórico abstracto, ni comprendemos a
las formaciones económico-sociales como articulación de modos de producción. Por el
contrario, esta categoría permite dar cuenta de la totalidad desde otra perspectiva, permite
ver la complejidad histórica. Posibilita distinguir la existencia de relaciones sociales cuya
forma se reconoce con un modo de producción, pero su contenido está dado por la totalidad
en la cual se inscribe. En este sentido, es pertinente la afirmación de Marx en los
Grundrisse:
En todas las formas de sociedad existe una determinada producción que
asigna a todas las otras su correspondiente rango [e] influencia, y cuyas
relaciones por lo tanto asignan a todas las otras el rango y la influencia. Es
una iluminación general en la que se bañan todos los colores y [que] modifica
las particularidades de éstos. Es como un éter particular que determina el peso
específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve. (Marx,
2009: 28)

Los aportes de R. Bartra contribuyen a ampliar y precisar la cuestión sobre el


carácter y empleo de la categoría de formación económico-social:
El concepto de formación económica de la sociedad expresa una realidad
global mediante una mayor disociación de los términos de la síntesis
particular-general; por esta razón el concepto permite reconocer los nexos
históricos y lógicos de las partes de un todo, permite ubicar las
particularidades determinadas por el todo general, y las condiciones de
generalización de las particularidades de las diferentes formas sociales.
(Bartra 1978: 70)

III. Las Formen: las formas asiática, antigua y germánica

La caracterización que propone Hobsbawm de la forma asiática u oriental, la


antigua y la germánica como “caminos alternativos a partir del sistema comunitario
primitivo, cada uno de los cuales representa una forma de división social del trabajo ya
existente o implícita en él” (Hobsbawm, 2009: 32) presenta severas dificultades. Otra vez
pareciera advertirse un empleo confuso y ambivalente de los planos de análisis. Las formas
al ser tipológicas y por ende mostrar los atributos sustantivos y las tendencias que hacen a
la reproducción no pueden devenir de otra forma, eso implicaría pasar a un plano histórico
en el cual se identifica el desarrollo de esas tendencias contradictorias y de la propia lucha
de clases que determinan el devenir del modo de producción. En este sentido, la llamada
comunidad tribal de Marx no responde a una forma tipológica, en tanto que al referirse al
nomadismo, a la vida pastoral, a la caza-recolección, hay en ella una imposibilidad objetiva
de producción de excedente y por ende se repite a sí misma en la reproducción. En este
punto no habría ninguna tendencia que hace a su reproducción y por ende no se la puede
considerar una forma tipológica. La tarea pues, es ver en un plano histórico que sucedió
cuando estas comunidades se asentaron, desarrollaron la agricultura y produjeron
excedente. Se trata pues, de analizar, en este plano, las distintas estructuraciones materiales
en las cuales fue posible determinado proceso de diferenciación social con el consiguiente
pasaje de poder de función al poder de explotación, en otras palabras: la génesis histórica
de los distintos modos de producción.
Por otro lado, en lo que respecta a la forma oriental, nuestra lectura parte de una
revisión crítica del planteo de Hobsbawm. Observemos uno de sus pasajes:
La ausencia teórica de propiedad en el “despotismo oriental” enmarca así la
“propiedad tribal o comunitaria” que es su base. Estos sistemas puede ser
descentralizados o centralizados, “más despóticos o más democráticos” en la
forma y organizados de diversas maneras. Donde los pequeños núcleos de
comunidad existen como parte de una unidad mayor, pueden dedicar parte de
su producto excedente a costear “los gastos de la entidad comunitaria en
cuanto tal, o sea para la guerra, para el servicio divino, etc.” y las operaciones
económicas necesarias tales como la irrigación y el mantenimiento de las
comunicaciones, que aparecerán así como realizadas por la unidad superior
(…). Sin embargo, esta enajenación del producto excedente contiene los
gérmenes del “dominium señorial en su sentido más originario”, y el
feudalismo, vasallaje, puede desarrollarse a partir de él. (Hobsbawm, 2009:
33)

La relación que se presenta entre la forma oriental y la feudal aparece en abierta


contradicción a la propuesta del propio Marx1. En esta afirmación reconocemos un
problema metodológico: de una forma como la asiática no puede surgir una formación
económico-social (según la propia caracterización del feudalismo por parte del historiador
británico). Esto se debe a que plantear que de una forma tipológica deviniera una formación
económica social implica indiferenciar el plano abstracto general y el histórico concreto.
Por otro lado, la propia caracterización del feudalismo como determinada por la
enajenación del excedente, en abstracto, muestra otro problema. Enajenación de excedente
hubo a lo largo de la historia de diversas formas y para reproducir distintos tipos de clases

1
La afirmación de Hobsbawm en este sentido pareciera radicar en el siguiente pasaje de las Formen: “Este
tipo de propiedad comunitaria, en tanto se realiza realmente en el trabajo, puede a su vez aparecer [de dos
maneras]: por un lado, las pequeñas comunidades pueden vegetar independientemente una al lado de la otra y
en ellas el individuo trabaja independientemente, con su familia, en el lote que le ha sido asignado (un trabajo
determinado para reservas colectivas, por así decirlo para insurance, por un lado, y para costear los gastos
de la entidad comunitaria en cuanto tal, o sea, para la guerra, para el servicio divino, etc.; el dominium
señorial en su sentido más originario se encuentra primeramente aquí, p. ej. en las comunidades eslavas, en
las rumanas, etc. Aquí se da la transición a la prestación personal, etc.), o, por el otro lado, la unidad puede
extenderse hasta incluir también el carácter colectivo del trabajo mismo, lo cual puede constituir un sistema
formalizado como en México, Perú en especial, entre los antiguos celtas y algunas tribus de las Indias” (Marx,
2009: 70). Sin embargo, aquello a lo que está haciendo referencia Marx en lo que respecta a la primera
manera es a la forma germánica y no a la asiática.
dominantes. En este sentido, hablar de enajenación del excedente en abstracto sin
enmarcarlo en una totalidad histórica lleva una interpretación ahistórica que ve una
continuidad entre la forma oriental y el feudalismo, lectura, que a su vez contradice el
propio planteo de Hobsbawm en torno de que todas las formas analizadas por Marx en las
Formen responden a distintas vías de ruptura del comunismo primitivo.
En lo que respecta a la forma oriental, si bien Hobsbawm no niega el modo de
producción asiático como lo ha hecho Stalin por ver en él rasgos comparables con su
régimen, reconoce en él una sociedad no clasista. Sin embargo, esta afirmación de
Hobsbawm pareciera no sólo descansar en una desacertada caracterización, sino en su
adhesión política al Partido Comunista. Si bien no realiza la burda negación del modo de
producción asiático, ¿por qué sostener que no es clasista? ¿Pretenderá prever que, en caso
de asociación del régimen stalinista con éste modo de producción, no se lo caracterice
como un orden social basado en la explotación de una clase por otra?
Otra cuestión problemática en torno a esta forma la encontramos en la siguiente
afirmación ligada a lo que Hobsbawm llama la dinámica interna de las formas: “esto es
relativamente simple para el sistema oriental, cuyas características lo tornan resistente a la
desintegración y a la evolución económica, hasta su destrucción por la fuerza externa del
capitalismo” (Hobsbawm, 2009: 37). Marx, sin embargo, no sostiene esto en las Formen
sino que considera que:
La forma asiática es necesariamente la que se mantiene con mayor
persistencia y duración. Esto está implícito en sus supuestos: que el individuo
no llega a ser independiente de la comunidad, que [hay un] círculo self-
sustaining de la producción, una unidad de la agricultura y manufactura, etc.
Si el individuo cambia su relación con la comunidad, cambia de ese modo la
comunidad y actúa en forma destructiva sobre ella, así como su supuesto
económico; por otro lado, el cambio de ese supuesto económico, provocado
por empobrecimiento, etc. (Marx, 2009: 82)

Por otro lado, Marx plantea la posibilidad (no necesidad en tanto que su desarrollo o
no dependerá del propio devenir histórico) de una acción disruptiva por parte del individuo
para con la comunidad, así como también un cambio en ese supuesto económico producto
de un proceso de empobrecimiento. Y en lo que respecta a los factores externos, Marx sí les
da un importante lugar, no por una cuestión arbitraria sino producto de los propios atributos
de la forma asiática: “En la forma oriental esta pérdida de la propiedad casi no es posible,
excepto a través de influjos completamente exteriores, pues el miembro individual de la
comunidad nunca entra en una relación libre con ella, tal que pudiera perder su nexo
objetivo, económico, con la comunidad” (Marx, 2009: 92). Otra vez, no hay mención
alguna al desarrollo histórico concreto y por ende tampoco a la dinámica expansiva del
capitalismo y las implicancias en la transformación de otros modos de producción.
Los problemas de la introducción de Hobsbawm no se agotan aquí: el análisis de la
forma antigua también presenta serias distorsiones con respecto a la formulación de Marx.
En este caso tenemos pues la siguiente afirmación de Hobsbawm con respecto a esta forma:
(…) dos factores principales tienden a socavarla. El primero es la
diferenciación social al interior de la comunidad, contra la cual la peculiar
combinación de propiedad territorial comunal y privada no proporciona
defensa alguna. Es posible que el ciudadano individual pierda su propiedad –
es decir, la base de su ciudadanía. Cuanto más acelerado es el desarrollo
económico, más probable resulta esto: de aquí el recelo de los antiguos hacia
el comercio y la manufactura (…). El segundo es, por supuesto, la esclavitud,
por que la necesidad misma de restringir la esclavitud (o lo que es lo mismo,
la propiedad terrateniente) a los miembros de la comunidad conquistadora,
lleva naturalmente a la esclavización o servidumbre de los conquistados.
(Hobsbawm, 2009: 38-39)

En primer lugar, al presentar la diferenciación social y la esclavitud como dos


factores por separado se pierde la perspectiva de totalidad planteada por Marx. El tipo de
propiedad característico de la forma antigua contiene en sí mismo la posibilidad del
desarrollo de una diferenciación social al interior de la comunidad que conduce a la
necesidad de la guerra en pos de la conquista de nuevos territorios para mantener la
condición de ciudadano-propietario de sus miembros. Sin embargo, esta tendencia no es
armónica, implica contradicción: la conquista no es sólo de tierras sino también de la
población que la trabaja, la cual queda sometida y reducida a la esclavitud. Aquí
encontramos pues, que no son factores aislados sino elementos de una misma tendencia
contradictoria.
En un segundo lugar nos encontramos con el rol que se le asigna al comercio. Al ver
en éste el elemento central para explicar la transición del feudalismo al capitalismo, le quita
al comercio no sólo el papel central que tuvo en el propio devenir histórico en tanto
proveedor de mano de obra esclava, sino que también entra en contradicción con la propia
formulación de Marx en las Formen:
Es obvio –y esto se ve examinando más circunstancialmente las épocas
históricas de que aquí se habla- que, en efecto, la época de la disolución de
los modos previos de producción y los modos previos de comportamiento del
trabajador con las condiciones objetivas del trabajo es al mismo tiempo una
época en la que, por un lado, el patrimonio-dinero se ha desarrollado hasta
alcanzar cierta amplitud, y que por otro lado éste crece y se extiende en
virtud de las mismas circunstancias que aceleran esa disolución. El mismo es
también uno de los agentes de esa disolución así como esa disolución es una
condición de la transformación de ese patrimonio en capital. Pero la mera
existencia del patrimonio-dinero, e incluso el que este gane por su parte una
especie de supremacy no basta de ningún modo para que esa disolución
resulte en capital. Si no, la antigua Roma, Bizancio, etc., hubieran concluido
su historia con trabajo libre y capital o, más bien, hubieran comenzado una
nueva historia. También allí la disolución de las viejas relaciones de
propiedad estaba ligada con el desarrollo del patrimonio-dinero, del
comercio, etc. (Marx, 2009: 107)

Tenemos pues, a Marx, pasando a un nivel de análisis histórico (explicitado por él


mismo), sosteniendo que el desarrollo del comercio también jugó un rol en la disolución de
las relaciones de propiedad de la antigua Roma. Se ve a su vez, en este fragmento, el propio
interés y objetivo de Marx a la hora de estudiar formas precapitalistas: comprender la
génesis y dinámica capitalista.
Antes de adentrarnos en los debates en torno a la transición, queda por contrastar
sus afirmaciones ligadas a la forma germánica: “el “sistema germánico” como tal no
constituye una formación socioeconómica especial. Integra la formación económico-social
del feudalismo en conjunción con la ciudad medieval (el sitio en el que surge la producción
artesanal autónoma)” (Hobsbawm, 2009: 37). Al ver un análisis histórico en este borrador
de Marx y al pretender argumentar que la transición del feudalismo al capitalismo se dio
principalmente en las ciudades a partir del desarrollo del comercio y el dinero, se ve
obligado a tener que buscar una solución a las propias contradicciones entre su formulación
y la de Marx. Para ello debe sostener que la forma germánica integra el feudalismo sin en
ningún momento tan siquiera intentar explicar como.

IV. Debates sobre la transición del feudalismo al capitalismo

Partiendo de la confusión de los planos de análisis ya mencionada, Hobsbawm en


vez de ver en las Formen un estudio y rastreo en un plano tipológico de los supuestos de la
relación capital/trabajo, observa en este borrador un análisis del desarrollo histórico. En
este sentido, los problemas en las formulaciones del historiador inglés se manifiestan con
claridad en lo que respecta a los debates en torno a la transición del feudalismo al
capitalismo.
Contradiciendo no sólo lo esbozado por Marx en las Formen, sino a la totalidad de
su obra, Hobsbawm en la introducción afirma:
El elemento interior de la sociedad feudal del cual deriva el capitalismo,
parece ser, en 1857-1858 como en 1845-1846, la ciudad -más
específicamente, los comerciantes y artesanos urbanos. Es la emancipación de
la propiedad, sobre los medios de producción de su base comunal, tal como
sucede entre las artesanías medievales, la que proporciona la base de la
separación del “trabajo” respecto de las “condiciones objetivas de su
producción”. (Hobsbawm, 2009: 40)

En contraposición, Marx sostiene en las Formen:


En el caso de la artesanía urbana, por más que esté esencialmente basada
sobre el intercambio y la creación de valores de cambio, el objetivo
fundamental inmediato de esta producción es la subsistencia como artesano,
como maestro artesano, en consecuencia el valor de uso, no el
enriquecimiento, no el valor de cambio como valor de cambio. (Marx, 2009:
115)

Lo mismo sucede en El Capital en el cual Marx en su famoso capítulo sobre la


llamada acumulación originaria no centra sus análisis en las ciudades medievales ni en la
artesanía urbana ni en el desarrollo del comercio, sino en el proceso violento de escisión del
trabajador de sus medios de producción y en el disciplinamiento de esta mano de obra libre
a través principalmente de una legislación sanguinaria. En este sentido el eje está puesto en
el campo y es en la propia diferenciación social al interior del campesinado que se
encuentra el germen de la burguesía y el proletariado. Sin embargo Hobsbawm sostiene en
lo que respecta a la génesis del capitalismo en su introducción a las Formen que “no se
examina el papel del feudalismo agrario en este proceso, pero parecería ser más bien
negativo” (Hobsbawm, 2009: 40) cuestión que contradice en la siguiente página al
preguntar: “¿por qué el feudalismo, en su forma agraria, permitió que emergieran y no
impuso obstáculos fundamentales para su surgimiento?”(Hobsbawm, 2009: 41). Por otro
lado, Marx sostiene claramente en las Formen la centralidad que tiene el campo feudal en
tanto que es en éste donde surge el arrendatario y donde se da la transformación de la
población agrícola en jornaleros libres, así como también donde se desarrolla la industria
campesina accesoria: “los antiguos que nunca salieron de la industria propiamente urbana,
nunca pudieron por ello llegar a la gran industria. El primer presupuesto de ésta es la
inserción del campo en toda su amplitud en la producción no de valores de uso, sino de
valores de cambio”. (Marx, 2009: 114)
Estas contradicciones entre la obra y su comentarista, radican en un análisis parcial
y desarticulado de la producción de Marx, y en una prioridad del desarrollo de las fuerzas
productivas por sobre las relaciones sociales de producción para dar cuenta del modo de
producción. Esto inhibe la comprensión del devenir de las propias contradicciones del
modo de producción feudal, explicando su disolución a partir de un factor externo: el
desarrollo del comercio. Es, en este sentido, que se entiende la defensa de Hobsbawm de
los planteos de Sweezy en su famoso debate con Dobb. Este último plantea la necesidad de
partir de las propias contradicciones del feudalismo que lo han llevado a su decadencia para
poder comprender el proceso de transición al capitalismo.
En este sentido, en la formulación de Dobb, en la cual encontramos una continuidad
con las esbozadas por Marx, fue el desarrollo de estas tendencias contradictorias del modo
de producción feudal las que ayudaron a la ampliación del comercio y la producción para el
mercado cuestiones que a su vez agudizaron este proceso de disolución producto de la
reproducción contradictoria del feudalismo.
Sweezy, por su lado, en cambio plantea que “el rasgo fundamental del feudalismo es
que se trata de un sistema de producción para el uso” (Sweezy, 1987: 46) y que el
feudalismo europeo occidental tenía un “carácter inherentemente conservador y reacio al
cambio” (Sweezy, 1987: 48). Estas afirmaciones no tienen sostén alguno en tanto que todos
los modos de producción precapitalistas se caracterizan por regirse por la producción de
valores de uso, por lo tanto esta no puede ser la determinación principal del feudalismo. Por
otro lado, considerarlo conservador y reacio al cambio implica no sólo una visión de la
historia entendida como reproducción idéntica y no contradictoria, sino también y por ende,
una negación de la existencia de clases y por consiguiente, de lucha entre las mismas en el
propio feudalismo. Su lectura es completamente estática por lo tanto tiene que
indefectiblemente buscar la dinámica de este modo de producción en una determinación
externa. Basándose en estas consideraciones es que Sweezy ve que el elemento
determinante de la disolución del feudalismo y de la transición hacia el capitalismo es el
desarrollo del comercio (entendido como algo ajeno al propio modo de producción sin
explicar tampoco su origen), cuestión que deja de tener sostén al observar la ya citada
afirmación de Marx en las Formen:
Pero la mera existencia del patrimonio-dinero, e incluso el que éste gane por
su parte una especie de supremacía, no basta de ningún modo para que esa
disolución resulte en capital (…) El capital no crea las condiciones objetivas
del trabajo. Sino que su formación originaria ocurre simplemente en tanto, a
través del proceso histórico de disolución del antiguo modo de producción, el
valor existente como patrimonio-dinero adquiere, por un lado, la capacidad
de comprar las condiciones objetivas del trabajo, por el otro, la de cambiarles
a los trabajadores liberados el trabajo vivo por dinero. (Marx, 2009: 107-108)
Queda claro pues, que la lectura de Hobsbawm y su alineamiento con la postura de
Sweezy no tienen solidez alguna, en tanto lo central a analizar de la transición del
feudalismo al capitalismo no es el desarrollo del comercio. Se trata de ver cómo sobre la
base del proceso de disolución del primero se posibilita el desarrollo de nuevas relaciones
sociales de producción.
En los estudios más tipológicos como lo son las Formen y también en los análisis
históricos como lo es el capítulo XXIV de El Capital, queda claro que la génesis del
capitalismo no debe ser buscada en las ciudades y el comercio, y que es menester
comprender como las tendencias contradictorias inherentes del modo de producción feudal
lo llevaron a su disolución viendo como históricamente la resolución de las mismas
posibilitó el desarrollo del capitalismo.

V. Visión de la historia

En este último apartado nos proponemos mostrar el verdadero sentido de las


Formen el cual está enmarcado en la visión de la historia de Marx que poco y nada tiene
que ver con la expuesta por Hobsbawm.
Las Formen tratan de formular el contenido de la historia en su aspecto más
general. Este contenido es el progreso (…). Porque para Marx el progreso es
algo objetivamente definible, y que al mismo tiempo apunta hacia lo
deseable. La fuerza de la creencia marxista en el triunfo del libre desarrollo
de todos los hombres depende no del vigor de la esperanza de Marx respecto
de éste, sino en la supuesta justeza del análisis según el cual el desarrollo
histórico conduce a la humanidad, en efecto, a esa meta. (Hobsbawm,
2009:11-12)

En esta cita encontramos una clara manifestación de la visión de la historia de


Hobsbawm que pretende atribuírsela a Marx. Sin embargo ni el progreso, ni la
determinación con respecto al triunfo del socialismo, ni la evolución, aparecen en las
formulaciones de este último.
Así como en la ya citada famosa frase de El Dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte, en La Ideología Alemana, Marx y Engels sostienen
(…) cada generación transfiere a la que le sigue un conjunto de fuerzas
productivas, capitales y circunstancias, que, aunque por una parte sean
modificados por la nueva generación, por otra parte le dictan sus propias
condiciones de vida y le imprimen un desarrollo determinado, un carácter
especial; de que, por lo tanto, las circunstancias hacen al hombre en la misma
medida en que éste hace las circunstancias. (Marx, Engels, 1973:34)

Encontramos pues, en las formulaciones de Marx una determinación material: el


sujeto es producto de una dinámica estructural, pero a su vez ejerce una actividad que
genera prácticas estructurantes y desestructurantes; lejos estamos del determinismo ciego
que propugna el stalinismo y las versiones estructuralistas de los años 70’. Esto mismo está
puesto de manifiesto en las famosas Tesis sobre Feuerbach dentro de las cuales en la tesis
III Marx afirma:
La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y
de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los
hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el
propio educador necesita ser educado. (…) La coincidencia de la
modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede
concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria. (Marx,
Engels, 1973: 9)

El evolucionismo unilineal y determinismo por lo tanto, quedan por fuera de la


visión de la historia de Marx; por el contrario, la historia resulta de la práctica
revolucionaria, no entendida de manera aislada e indeterminada sino comprendida como
lucha de clases cuya forma y posibilidades están determinadas e inscriptas en una totalidad
contradictoria.
En contraposición a esto, Hobsbawm sostiene en su introducción:
El ideal humanista del libre desarrollo individual está más cerca ahora que en
cualquier fase anterior de la historia, aun en esta forma tan deshumanizada y
evidentemente contradictoria. Sólo espera el pasaje de lo que Marx llama, en
una frase lapidaria, la etapa prehistórica de la sociedad humana –el período de
las sociedades de clase de las que el capitalismo es la última- a la era en que
el hombre domina su destino, la era del comunismo. (Hobsbawm, 2009:15)

El Capital afirma que “el desarrollo de las contradicciones de una forma histórica de
producción, no obstante, es el único camino histórico que lleva a la disolución y
transformación de la misma” (Marx, 2008: 594). ¿Se trata, pues, de una “espera” al pasaje
de una sociedad a otra o de una práctica revolucionaria capaz de agudizar las
contradicciones en pos de lograr esa transformación?
De ninguna manera tampoco, aparece en Marx una visión de la propiedad privada
capitalista como una forma perfecta como sí sostiene Hobsbawm en su introducción
mencionando los cuatro “niveles en la evolución de la propiedad privada” (Hobsbawm,
2009:35). Ni en las Formen ni en la totalidad de la obra de Marx la propiedad privada
capitalista aparece como una finalidad histórica, como una forma perfecta, sino que de lo
que se trata en este manuscrito es de rastrear los supuestos históricos de la relación
capital/trabajo. En los propios Grundrisse esto queda explicitado:
La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización
histórica de la producción. Las categorías que expresan sus condiciones y la
comprensión de su organización permiten al mismo tiempo comprender la
organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad
pasadas, sobre cuyas ruinas y elementos ella fue edificada y cuyos vestigios,
aún no superados, continúa arrastrando, a la vez que meros indicios previos
han desarrollado en ella su significación plena, etc. La anatomía del hombre
es una clave para la anatomía del mono. Por el contrario, los indicios de las
formas superiores en las especies animales inferiores pueden ser
comprendidos sólo cuando se conoce la forma superior. (Marx, 2009:26)
Se trata pues, de rastrear los supuestos históricos de la relación capital/trabajo en las
sociedades precapitalistas y por ende, estudiarlas a la luz del capitalismo. Esto no implica
una visión teleológica de la historia en la cual el capitalismo es su fin último, sino
comprender la estructura y dinámica capitalista a partir de su génesis histórica entendiendo
cómo y qué posibilitó su desarrollo para analizar sus contradicciones y superarlas a través
de una práctica revolucionaria.
Claramente, resumiendo, no encontramos en Marx una visión determinista ni
evolucionista de la historia así como tampoco una fragmentación de lo real, sino un estudio
de su movimiento en tanto totalidad contradictoria e histórica. A su vez, no nos hallamos
con un dualismo metodológico, con una separación de objeto y sujeto, sino con un sujeto
cuya actividad está determinada por condiciones materiales pero que a su vez posee una
capacidad transformadora de las mismas. Las sustantivas discrepancias entre la
interpretación de Hobsbawm, y la propia formulación de Marx se deriva, a nuestro entender
de su visión “etapista” y determinista de la historia propia del stalinismo, al que adhirió
durante largos años, así como también de sus concepciones reduccionistas de las categorías
de modo de producción y formación económico-social.
En última instancia, tal cual afirmara el propio Hosbawm “cada historiador tiene su
nido, desde el que observa el mundo” (Hobsbawm, 2003: 17), eso explica a nuestro
entender las discrepancias entre el borrador preparatorio de Marx y la interpretación de su
comentarista.
Bibliografía
 Bartra, Roger, (1978), El poder despótico burgués, México: Era
 Hobsbawm, Eric, (2009) “Introducción” en Marx, Karl. Formaciones económicas
precapitalistas, México: Siglo XXI
 Hobsbawm, Eric, (2003), Años interesantes, Buenos Aires: Crítica
 Marx, Karl, (1973) “Tesis sobre Feuerbach”, Obras Escogidas, Tomo IV, Buenos
Aires: Ciencias del Hombre
 Marx, Karl, (2001) “Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política”.
(http://marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm)
 Marx, Karl, (2004) El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Buenos Aires:
Andrómena
 Marx, Karl, (2006) Manuscritos económico-filosóficos, Buenos Aires: Colihue
 Marx, Karl, (2008) El Capital, Buenos Aires: Siglo XXI
 Marx, Karl, (2009), Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política (Grundrisse) 1857-1858, México: Siglo XXI
 Marx, Karl, (2009), Formaciones económicas precapitalistas, México: Siglo XXI
 Marx, Karl, Engels, Friedrich., (1957) Correspondencia, Buenos Aires: Cartago
 Marx, Karl, Engels, Friedrich., (1973) “Feuerbach, contraposición entre la
concepción materialista y la idealista (Capítulo I de La Ideología Alemana)”, Obras
Escogidas, Tomo IV, Buenos Aires: Ciencias del Hombre
 Sweezy, Paul, (1987) “Crítica” en Hilton, Rodney, La transición del feudalismo al
capitalismo, Barcelona: Crítica.

También podría gustarte