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Rito de Bendicion de La Corona de Adviento en Comunidad

Este documento describe el rito de bendición de la corona de Adviento en la iglesia católica. La corona se bendice al comienzo de la misa el primer domingo de Adviento. Representa la esperanza de la llegada de Jesucristo y la luz que traerá. Cada domingo se enciende una vela adicional mientras se recita una oración correspondiente para prepararse gradualmente para la Navidad.

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Rito de Bendicion de La Corona de Adviento en Comunidad

Este documento describe el rito de bendición de la corona de Adviento en la iglesia católica. La corona se bendice al comienzo de la misa el primer domingo de Adviento. Representa la esperanza de la llegada de Jesucristo y la luz que traerá. Cada domingo se enciende una vela adicional mientras se recita una oración correspondiente para prepararse gradualmente para la Navidad.

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RITO DE BENDICION DE LA CORONA DE ADVIENTO

La “corona de Adviento” que se ha instalado en una iglesia puede ser


bendecida al comienzo de la misa o celebración de la Palabra después del
saludo inicial, antes del acto penitencial.

Monición Introductoria
Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona
con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan
que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la
esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida
triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho
hombre y nos ha dado la verdadera vida.

El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corono debe


significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso,
hoy primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su
primer cirio.

Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es


laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu
Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que
yacemos en tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de
esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramas verdes
y la ha adornado con luces.

Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de


tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor
de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de
aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que
vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén

Enciende la primera vela de la corona.

Los demás domingos del Adviento las velas de la corona se encienden dentro
de la misa o celebración después del saludo inicial y antes del acto penitencial.
Mientras un lector o toda la asamblea (se pueden repartir copias) recita la
oración correspondiente al domingo que se celebra.

Segundo domingo
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un
símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece
el desierto… la humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado
en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que
brotes, para que florezcas, para que nazcas, y mantengas en nuestro corazón
encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
Tercer domingo
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia
la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! Preparen sus caminos porque ya se
acerca. Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya
llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, sálvanos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

Cuarto domingo
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en Ella, la
Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansia, con más
ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en Ella,
como el grano de trigo se siembra en el surco. Y en sus brazos encontraste la
cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe en el
amor, y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!

Noche Buena:
Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que en esta Noche nos
entregaste a tu Hijo único nacido de María la Virgen, concédenos a quienes
encendemos hoy esta última vela de nuestra corona de adviento, vivir también
a la luz de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo y ser enriquecidos con las
virtudes que resplandecen en su santa infancia. ¡Aleluya! Ha llegado ya la
Salvación.

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