ERRORES MÁS FRECUENTES COMETIDOS EN LA CELEBRACIÓN EUCA
RÍSTICA
Esta es una breve relación sin ánimo de ser exhaustivos de aquellos errores o costumb
res más comunes cometidos durante la celebración eucarística que no se ajustan a las
normas litúrgicas con el único ánimo de ayudar a corregirlos en lo posible teniendo pr
esente que lo más importante en la Eucaristía es, como no puede ser de otro modo, l
a participación en ella con un corazón devoto y fraterno y que los errores citados no
son de bulto ni anulan por supuesto la validez del acto sacramental. No obstante no d
eben menospreciarse las normas litúrgicas ya que toda la liturgia está llena de símbolo
s y significados que si se pierden convertirían la acción litúrgica en pura escenografía.
A) POR PARTE DE LOS FIELES:
Leer la Monición inicial (cuando lo hace una persona distinta del presidente especialme
nte un laico) antes de entrar el celebrante al presbiterio o durante la procesión inicial.
El momento adecuado de pronunciarla es tras el saludo inicial del presidente a la Asa
mblea.
Acabar las lecturas diciendo “Es palabra de Dios” en vez de “Palabra de Dios” (también
el sacerdote lo hace a veces).
Los lectores deben omitir la frase “Primera o Segunda Lectura” y pasar directamente a
decir de quién está tomada la Lectura sin más. De igual modo no debe decirse “salmo
responsorial” sino pasar directamente a la lectura de los salmos.
Omitir la reverencia o hacérsela al sacerdote en vez de al altar cuando suben a realiza
r alguna lectura o para la Oración de los fieles.
Permanecer sentados durante la oración sobre las ofrendas. Es el momento más import
ante de esa parte de la Misa y todas las oraciones de la Misa se deben oír y respond
er de pie, que es la actitud propia del orante y del pueblo en marcha y dispuesto. La
costumbre de oír sentados esta oración está generalizada y es de difícil desarraigo.
Permanecer de pie durante el momento de la consagración (aunque por razones de ed
ad, incomodidad del lugar, masificación u otras causas se puede permanecer de pie). E
n cualquier caso la Iglesia nos pide una actitud y postura común como símbolo de un
animidad.
Recitar junto con el sacerdote la doxología final que cierra la Plegaria eucarística (Por
Cristo, con Cristo, etc.). El pueblo debe limitarse a responder AMEN como rúbrica y as
entimiento de todo lo anterior. No es un AMEN corriente sino un AMEN de compromi
so, de afirmación, que ratifica por el pueblo lo sucedido en el altar.
Leer la Oración de los Fieles desde el Ambón. El Ambón está reservado a la Palabra d
e Dios y ni la homilía ni la Oración de los Fieles es Palabra de Dios. No obstante se p
uede hacer desde allí siempre que no haya otro lugar adecuado ya que aunque no es
su sitio preferente tampoco la OGMR lo excluye taxativamente (OGMR 309).
Dar golpes triples con el incensario ya que siempre deben ser dobles. Esto es extensibl
e al sacerdote cuando usa el incensario.
Cuando se comulga en la mano la Sagrada Forma se ha recibir con la palma de la m
ano izquierda abierta y cogerla con la derecha para llevarla a la boca, no tomarla dire
ctamente de manos del sacerdote. El símbolo consiste en que es un don que se recibe
(lo anterior no excluye otras formas como la de tomar cada fiel su Pan y mojarlo en
el Vino o fórmulas parecidas dependiendo del carácter de la celebración).
Para finalizar diremos que en la procesión de las ofrendas se deberían llevar al altar só
lo objetos que sean donaciones para el servicio del mismo o regalos para los pobres (
por ejemplo el resultado de la cuestación hecha entre los fieles o flores) aunque se ha
puesto de moda llevar al altar todo tipo de objetos, lo cual puede justificarse pastoral
mente pero sin abusos. Lo primero que debe llevarse siempre es el Pan y el Vino.
B) POR PARTE DEL SACERDOTE:
Predicar desde el ambón. Es preferible hacerlo desde otro lugar más adecuado aunque
no está prohibido si no hay otro lugar elegible.
Lavar los vasos sagrados (ablución) después de la comunión en el altar. Debe hacerse
o bien al acabar la Misa o discretamente en la credencia. La ablución no tiene ningún
valor litúrgico y por eso se prefiere fuera del altar ni es preciso que la haga el Preside
nte, más bien es competencia de diáconos o acólitos. Debe hacerse sólo con agua.
No mirar hacia el ambón cuando se está proclamando el Evangelio por el diácono o b
ien por otro concelebrante diferente del Presidente. Todos los que permanecen en el al
tar deben girarse ligeramente y mirar al Ambón mientras se proclama el Evangelio. El
protagonismo está en ese momento en la Palabra.
Disponer el altar lleno con los objetos precisos para la celebración eucarística para “ten
erlo todo a mano” por comodidad (vinajeras, cáliz, misal, patena, etc.). El altar debe pe
rmanecer lo más escueto posible y colocar sobre él los objetos según se vayan necesit
ando, retirándolos cuando dejan de usarse. A veces cuesta distinguir al sacerdote tras l
a cantidad de objetos allí depositados, a los que a veces se suman floreros con ramos
de flores y velas en candelabros.
“Inventarse” textos con las oraciones de la Misa, especialmente en la Plegaria eucarística
, alegando razones pastorales de difícil justificación. Además de estar expresamente pro
hibido no hay mejor pastoral que una Liturgia bien hecha.