PROMESA DE DIOS PARA LAS
VIUDAS
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdezen Devocional Cristiano,
Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda
sostiene “(Salmos 146 : 9 )
La ambulancia llego a mi vecindario y urgentemente se llevaron a
Pepe, posteriormente vi a Melany su esposa, y le pregunte por el,
ella guardo silencio, sus ojos se humedecieron, inmediatamente,
bajo la cabeza, suspiro, me vio a los ojos y me dijo:
-Pepe murió, le dio un derrame cerebral y fue fulminante. Todo
sucedió sin previo aviso, el era un hombre muy saludable, sin vicios,
pero esta mañana se levanto a la hora de costumbre, y cuando yo
fui a la cocina lo encontré tirado en el piso. Ahora me siento
destrozada, con una mezcla de dolor y tristeza.
Le di palabras de consuelo y me dijo que estaba confiando en Dios,
porque ella creía en El, pero que su dolor era muy profundo.
” Dolor y tristeza”, esas palabras se me quedaron grabadas en mi
alma, es una combinación de palabras que únicamente Dios sabe
como duelen, y hasta donde pueden ocasionar angustia, tristeza y
soledad en las viudas.
Recuerdo que en la universidad, en la clase llamada ” el
sufrimiento”, se nos decía que cuando muere un familiar, la persona
doliente, pasa por un proceso que incluye:
-negación,
-aceptacion
-asimilación, pero que ese ciclo es tan doloroso que es necesario
que a las viudas siempre las acompañe una persona para que este
pendiente de ella.
Definitivamente, muchas quedan solas, sin que nadie las ayude, por
esa razón, Dios ha dado su promesa de sostenerlas, asi lo dice la
Biblia:
” Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda
sostiene ” ( Salmos 146 : 9 )
Dios la sostendrá, Dios le dará consuelo; Dios le proveerá, Dios le
sustentara; Dios la consolara; Dios buscara la forma de hacerle
llegar todo lo que necesite ella y sus hijos.
Dios lo ha prometido, Dios es fiel, Dios cumple su Palabra, y Dios la
dijo para cumplirla.
Oración:
Amado Dios, te rogamos por todas las viudas, para que las
bendigas.
Sabemos que lo has prometido, y por esa razón nos acercamos
ante tu trono, para que les envíes todo lo que ellas necesitan,
desde sus necesidades espirituales hasta sus necesidades
materiales.
En el nombrre de Cristo Jesús Amen y amen
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365 0raciones para superar un duelo.
El Luto
Cómo recobrar la paz después de perder a sun ser
querido
El luto es la reacción normal del corazón a una pérdida inesperada siempre y cuando
aceptemos sentir el dolor emocional. A menudo se le llama el “tiempo de luto” y es un
proceso normal y saludable que en última instancia sana el desconsuelo y el profundo
dolor. Nadie puede ascender por la montaña llamada madurez sin pasar por el valle de las
sombras del dolor.
“Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios”.
(Salmos 31:9, 14)
El duelo ocasionado por la pérdida de un ser amado no desaparece en las siguientes
semanas o meses. El luto saludable puede durar uno, dos, tres, o hasta cinco años. Esto
es más cierto cuando se pierde a un hijo amado, a uno de los padres o al compañero de
la vida. Cada persona manifiesta su sufrimiento en distinta manera, pero todas lo
expresan a su tiempo. A medida que usted confía en el Señor, su dolor disminuye
gradualmente y regresa el gozo a su corazón.
En esta Clave conozca las etapas del proceso saludable para curar el sufrimiento,
características del luto crónico no saludable, la raíz del problema que impide procesar el
luto, y como ayudar a los que sufren.
La Biblia para superar la
muerte de un ser
querido
Son varios los libros bíblicos que ayudan en
momentos tan dolorosos
Cuando fallece un ser querido, queda en nosotros un
sentimiento de soledad y desconcierto. Al pensar que algún
día vamos a experimentar la muerte, también nos llenamos
de desasosiego. Muchas preguntas vienen a nuestra mente:
¿Qué pasa con los que mueren? ¿Acaba todo con la muerte?
¿Hay algo nuestro que sobreviva a este desenlace tan
dramático? ¿Volveremos a reunirnos con los seres que
amamos? ¿Qué relación podemos tener con aquellos que
están ausentes físicamente porque han fallecido?
Pues bien, la Biblia, que contiene la Palabra de Dios, nos da
respuestas esperanzadoras:
"No todo acaba con la muerte física"
Perece nuestro cuerpo, pero nuestra alma, nuestro espíritu,
no deja de existir, pues es inmortal.
El Eclesiastés nos introduce en este misterio, invitándonos a
tener en cuenta “al Creador en los días de la juventud” (Ecl
12, 1), “antes de que regrese el polvo a la tierra de donde
vino, y el espíritu regrese a Dios, que lo dio” (Ecl 12, 7).
El autor del libro bíblico de la Sabiduría responde al
pesimismo de quienes piensan que “vinimos al mundo por
obra del azar, y después será como si no hubiéramos
existido” (Sb 2, 2a) y a la desesperanza de los que afirman
que cuando se apaga la vida, “el cuerpo se convierte en
ceniza, y el espíritu se esfuma como aire inconsistente” (Sb
2, 3), recordándonos que “Dios creó al hombre para la
inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser” (Sb 2, 23)
y dándonos a conocer que “las almas de los justos están en
las manos de Dios y ningún tormento las alcanzará” (Sb 3,
1a).
Continúa diciéndonos el autor sagrado:
“Los necios piensan que los justos están muertos, su final les
parece una desgracia, y su salida de entre nosotros, un
desastre; pero ellos están en paz” (Sb 3, 2-3).
Esto está en plena armonía con lo que nos enseña Jesús en
el Nuevo Testamento, cuando nos cuenta la parábola del
hombre rico y Lázaro, el pobre (Lc 16, 19-30): “Un día el
pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de
Abraham” (Lc 16, 22). De Lázaro, Abraham, nuestro padre
en la fe, nos dice que “él está aquí consolado” (Lc 16, 25c).
Resulta muy estimulante la manera en que concluyó la vida
de Esteban, el primer mártir cristiano:
"Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así: -Señor Jesús,
recibe mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó con voz
fuerte: -Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y dicho
esto, murió (Hch 7, 59-60)."
Esto armoniza perfectamente con estas palabras del libro del
Apocalipsis:
"Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del
altar, con vida, a los degollados por anunciar la palabra de
Dios y por haber dado el testimonio debido (Ap 6, 9)."
Estos mártires, aunque han muerto por su fidelidad a Cristo,
aunque han sido degollados, están debajo del altar, vivos,
como bien lo dice el texto sagrado. Por eso, dialogando con
los saduceos, Jesús puede afirmar que Dios “no es Dios de
muertos, sino de vivos, porque todos viven por él” (Lc 20,
38).
Como podemos notar, nuestros familiares y amigos difuntos
continúan relacionándose con Dios. Por eso, para un
católico, de ninguna manera resultan extrañas estas
palabras de san Pablo:
"Porque para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia.
Pero si seguir viviendo en este mundo va a permitir un
trabajo provechoso, no sabría qué elegir. Me siento
presionado por ambas partes: por una, deseo la muerte para
estar con Cristo, que es con mucho lo mejor (Flp 1, 21-23)."
Esto está en armonía con las palabras que dijo Jesús a uno
de los malhechores crucificados junto a él:
"Jesús le dijo: -Te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso (Lc 23, 43)."
Dios Dice
“De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará;
pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. Juan 16:20
Más versos
Salmos 143:8, Salmos 57:1, 2 Corintios 1:3, Salmos 30:5